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Sociolingüística y Educación
Desde afuera
Desde que existe la escuela, hay sujetos que fracasan en ella. El fracaso escolar
existe, es un fenómeno complejo y multicausal que no puede ignorarse. Frecuentemente
se asocia el “fracaso escolar” con las prácticas de lectura y escritura, como si un supuesto
“fracaso lingüístico” equivaliera al fracaso escolar. Para desentramar esa falsa
equivalencia debemos pensar en cómo se construye la exclusión escolar de niños y
jóvenes en contexto de pobreza urbana y rural y, dentro de ese marco, analizar qué papel
le corresponde al lenguaje que se enseña y se exige en la escuela, es decir, la lengua
estándar.
Halliday (HERRERA DE BETT 2005) caracteriza a la familia y a la escuela como
“contextos socializadores críticos”: en estas instituciones los significados están
orientados, y los sujetos que actúan en ellas pueden continuarlos, romperlos o articularlos
débilmente. Estas relaciones que establecen los sujetos con las instituciones condicionan
sus futuras trayectorias, en tanto sujetos escolares o desescolarizados. Las nociones de
“dialecto” y de “registro” que aporta Halliday (2001) son claves para comprender, en la
variedad lingüística de los sujetos escolares, “universos discursivos estructurados en
códigos afectados en su reconocimiento por diversos grados de
legitimación/desligitimación” (HERRERA DE BETT 2005: 149). De esta manera,
desconocer la existencia de la variación lingüística agrava no solo los conflictos
pedagógicos, sino también los conflictos sociales. Precisamente porque la escuela
refuerza la exclusión ya existente, una exclusión que es producto de la ausencia del
Estado, de la falta de políticas públicas que se haga cargo de la pobreza y de la falta de
empleo. En definitiva, el fracaso no es lingüístico, sino social, producto de la desigualdad
estructural en el reparto de las riquezas tanto económicas como culturales.
Desde hace algún tiempo, cuando comenzó a pensarse que el fracaso educativo
tenía su principal causa en el fracaso lingüístico, se gestaron dos teorías que intentaron
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Universidad Nacional de Córdoba ● Facultad de Filosofía y Humanidades
Especialización en Didáctica de la Lengua y la Literatura ● Curso de Sociolingüística y Educación
Docentes: Beatriz Bixio y Graciela Herrera de Brett
Estudiante: Martín Baldo ● 2018
Desde adentro
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En la pared del fondo se ubica un pizarrón tradicional, para escribir con tiza, que no suele
utilizarse.
Ingresé al aula y los estudiantes ya estaban adentro, conversando, cada uno
ubicado en lugares diferentes a los que utilizan cotidianamente. Como tenía que pasar por
el lado de ellos para llegar al escritorio fui saludándolos de manera informal: “hola, ¿cómo
les va, cómo andan, cómo estamos?”. Coloqué mis objetos personales en el escritorio e
hice poner a los chicos de pie (en la gramática escolar es tradición que los alumnos
secundarios se pongan de pie para saludar al docente), y procedí a saludarlos con el
tradicional “buenas tardes”. En general las clases comienzan siempre de la misma manera,
saludo como mencioné arriba, luego borro lo que esté escrito en la pizarra y coloco la
fecha y el nombre de la materia. Posteriormente les solicito que se sienten con los bancos
en ronda, e informo el tema que vamos a desarrollar y la modalidad de trabajo.
Ahora relataré una parte de la clase de ese lunes 23 de octubre (los diálogos no
son textuales porque no fueron grabados sino que son una recuperación memorística de
lo sucedido):
Profesor (frente a la clase mientras escribe es la pizarra “qué es literatura”): -Hoy vamos
a tratar de definir qué es la literatura, porque no todo lo que se escribe es literatura. ¿Qué
creen ustedes que es?
Estudiante 1 (desde el banco, sin levantar la mano interviniendo ante la pregunta de la
docente): -Son los libros.
P (mientras escucha al estudiante anota en la pizarra libros): -Ajá, vos decís que la
literatura son los libros pero ¿todos los libros? (a toda la clase).
E2 (desde otra parte de la ronda): -No, profe.
P (mirando a E2): -¿cuáles te parece que no?
E2 (piensa y mira al compañero como para buscar ayuda): -Eehhh, no sé, los que tienen
dibujitos no son literatura (risas generalizadas).
E3 (contestándole a E2): -El libro de naturales no es literatura.
P: -¡Exacto! Porque una de las funciones de la literatura no es enseñar nada en especial
como el libro de ciencias.
E4 (dice algo en otro idioma que no reconozco): -*incomprensible*
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Hacia adentro
Podemos afirmar que esta escena que acabamos de narrar es una situación de
habla, en términos del sociolingüista estadounidense Dell Hymes, ya que está constituida
por distintos eventos de habla y por componentes comunicativos no lingüísticos. Un
evento de habla, a su vez, es la articulación de actos de habla gobernados por reglas o
normas para su uso. En ese sentido los distintos pares adyacentes del intercambio
dialógico constituyen eventos de habla. La unidad mínima de análisis es el acto de habla:
la pregunta inicial del docente, cada respuesta de cada estudiante, el chiste sobre los libros
con dibujitos, el comentario en guaraní, la afirmación de que nada dijo, la afirmación del
docente acerca de su desconocimiento del guaraní y el conocimiento de otros idiomas,
etc., cada uno es un acto de habla, que se encadenan y se articulan en distintos eventos de
habla, y quedan a su vez comprendidos en la clase en tanto situación de habla (cfr.
Golluscio 2002: 26-28).
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Por otra parte, Dell Hymes describe los factores constitutivos de los eventos de
habla, a los que denomina “componentes” y los identifica según el acrónimo SPEAKING.
Al tomar como eje la palabra speaking podemos descomponer cada uno de los eventos de
habla.
S (stage): hace alusión al escenario, el lugar en dónde se desarrolla el suceso, en
este caso es dentro del aula de quinto año, en el IPET n° 404, en barrio Argüello Lourdes,
de la ciudad de Córdoba, Argentina.
P (participants): se refiere a las personas que están presentes en el suceso. Pueden
participar o no, por lo que su rol puede o no ser activo. Se pueden también hacer alusiones
a personas o seres que no se encuentran allí físicamente como invocar a Dios por ejemplo.
En estos eventos los participantes activos son varios estudiantes y el docente. El resto del
curso solo participa en el rol de audiencia. No se invocaron personas ni entidades que no
estuviesen en el lugar. El primer evento está formado con la pregunta inicial de la
profesora, la respuesta del primer estudiante, y la respuesta de la docente. Allí se encadena
otro evento, con la nueva pregunta de la docente dirigida a toda la clase. Luego, el
segundo estudiante, con su afirmación, inicia un nuevo evento de habla que se articula
con la nueva pregunta de la profesora, la contra-respuesta del mismo estudiante, la
afirmación del tercero y cierra el docente, que en la misma intervención realiza dos actos
de habla: afirma lo dicho por E3 y amplía el concepto (explicación). Del siguiente evento
participan el docente y el cuarto estudiante de forma activa, y el compañero que se ríe.
Luego se producen en forma casi simultánea dos eventos: el profesor con el quinto
estudiante por un lado, y por el otro con E4.
E (end): tiene que ver con los fines del intercambio, los objetivos que están
vinculados a los roles de los participantes. El fin de la secuencia era transmitir una clase
sobre Lengua y Literatura. Específicamente, determinar un concepto de literatura, por
medio del diálogo y la construcción colectiva del conocimiento. Sin embargo, cada uno
de los eventos tiene un fin en sí mismo: brindar una respuesta, refutar la afirmación de
otro participante, hacer un chiste.
A (acts): en este punto nos enfocamos en la secuencia de los actos de habla, las
formas y los contenidos de cada mensaje. Son todos actos directos de habla, la mayoría
expresados con medios lingüísticos. Las risas generalizadas provocadas por el mensaje
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de E2, y la risa cómplice del compañero de E4, son formas no lingüísticas de expresar un
contenido y de participar de la situación de habla.
K (key): hace referencia al tono de la interacción. Está vinculada al tenor, es decir,
a la relación entre los participantes, no solo el grado de formalidad sino también la carga
de emotividad que esté implicada (Halliday, 2001: 48). En este caso se utilizó un tono de
interacción informal, tanto de parte de la docente, como de los diferentes alumnos que
participaron de la clase. Además, podemos rastrear un dejo de ironía en la intervención
de E4, lo que provoca la risa de su compañero. Si bien el tono es informal, al generarse
dentro de un ámbito académico se conservan ciertas formas y estilos que le dan aires de
formalidad.
I (instruments): hace alusión a los instrumentos, si se utilizó un canal oral o escrito,
las variedades y registros lingüísticos, etc. Para el caso analizado, se inicia con la escritura
en el pizarrón por la docente, y continúa totalmente de forma oral, con el registro típico
del ámbito escolar, y la variedad cordobesa del español. Además, estuvieron presentes
dos lenguas totalmente diferentes: el castellano y el guaraní.
N (norm): normas de interacción o interpretación, uso, variedades, qué es patrón
y qué no. En la secuencia descripta las normas de interacción determinan que si alguien,
en este caso el docente, realiza una pregunta, los interlocutores deben contestar en voz
alta. La norma dice que si la pregunta es generalizada y no realizada a nadie en particular,
cualquiera de los interactuantes puede contestarla, respetando los turnos de habla. No es
frecuente que a una pregunta en el escenario descripto, se conteste en otro idioma, en este
caso en guaraní. Por lo que esa respuesta se salió del patrón, de la norma, pero no llamó
la atención de los demás estudiantes, entonces pensamos que es más frecuente entre ellos
escucharlo, y fue extraño, disruptivo, para el docente.
G (gender): hace referencia al género. Se produce al haber un cambio de
participantes, de temas o de roles. En esta secuencia, cuando el estudiante cambia de
idioma para contestar, provoca un nuevo género que finaliza cuando el docente le solicita
que le traduzca y el estudiante no quiere hacerlo, y la clase continúa.
Como sostiene Muriel Saville-Troike, “una comunidad de habla no puede
equipararse exactamente con un grupo de personas que hablan la misma lengua” (2005:
28). En el caso que hemos analizado, si bien los participantes participan de la misma
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hablantes también pueden ser miembros” (2005: 31), y como analizamos en el acto de
habla planteado, claramente el estudiante utilizó "su lengua" para identificarse como
miembro de otra comunidad, diferente a la planteada dentro del contexto áulico. Con
respecto a la competencia comunicativa, la autora plantea que la misma involucra tanto
el conocimiento y la expectativa de quién puede o no hablar, cuándo hablar y cuándo
guardar silencio, o a quién se le puede hablar, es decir, todo aquello que involucra el uso
de la lengua en determinados marcos particulares (2005: 32). En el caso analizado existe
una clara diferencia intercultural que produjo conflictos en la comunicación, ya que el
docente no tenía el conocimiento necesario para poder comprender lo expuesto por el
alumno, y así se logró una inhibición en la comunicación.
Las unidades de análisis sugeridas por Dell Hymes son la situación, el suceso y el
acto. La situación comunicativa -contexto donde ocurre la comunicación- se situó en la
clase de Lengua y Literatura. El suceso comunicativo es la unidad básica para los
propósitos descriptivos, y se define mediante un “conjunto unificado de componentes que
ocurren a lo largo de todo el suceso” (Saville-Troike; 2005: 37). La situación inicial fue
la clase de literatura donde se trabajaba el mismo tema, eran los mismos participantes,
todos usaban la misma variedad de lengua y utilizando las mismas reglas de interacción,
pero se produjo un cambio al utilizarse otra lengua: el centro de atención se modificó e
inició un nuevo suceso comunicativo. El acto de habla en una lengua diferente inicia así
el nuevo suceso comunicativo. El acto comunicativo tiene la misma extensión que una
sola función de interacción, tales como una afirmación referencial, un pedido o un
comando, y puede ser verbal o no verbal (2005: 38). En un suceso comunicativo, hasta el
silencio puede ser un acto comunicativo intencional y convencional.
Saville-Troike, en su texto sobre la etnografía de la comunicación, menciona a
Hymes, quien sostiene: “las personas que representan diferentes culturas experimentan,
en alguna medida, sistemas comunicativos distintos" (2005: 43). El estudiante que
comienza a hablar en guaraní evidencia una realidad lingüística y cultural diferente,
demostrando la importancia que le atribuye a su lengua, como así también, las creencias
y valores presentes en su cultura. El papel del lenguaje no es el mismo en todas las
sociedades, pero generalmente incluye la identificación o marcación de las categorías
sociales, el mantenimiento y la manipulación de las relaciones sociales individuales y las
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redes sociales, y los diversos medios de efectuar el control social (2005: 45). Para el caso
del estudiante paraguayo, se observa que el uso del guaraní es habitual entre sus pares, ya
que, recordemos, el resto de los compañeros no se sorprendieron al escucharlo hablar en
guaraní, lo que demuestra que es una práctica habitual del alumno y que utiliza su segunda
lengua como identificación y construcción de identidad.
En lo que respecta a la competencia comunicativa, entendida como
“conocimientos de las convenciones lingüísticas y las convenciones comunicativas
vinculadas a estas que los hablantes deben poseer para iniciar y sostener el compromiso
conversacional" (Golluscio 2002: 35) podríamos preguntarnos acerca de las diferencias
evidenciadas entre el estudiante de origen paraguayo y el docente. En general, este último
posee una mayor competencia comunicativa que los estudiantes, ya que los niveles de
socialización adquiridos en el ámbito académico superior posibilita ampliar y reforzar
cuándo hablar, con quién, de qué, dónde y de qué forma. Por otro lado, el alumno que
habla guaraní posee una competencia comunicativa diferente, utiliza el español para las
relaciones cotidianas de interacción social pero es probable que por su origen en el ámbito
familiar y doméstico sea habitual el uso del guaraní. Sin embargo, rompe con la
convención comunicativa (hablar la misma lengua en el mismo ámbito) y así quiebra el
compromiso conversacional.
Como sostiene Lucía Golluscio, estamos en presencia de lenguas de contacto
(2002: 34), en donde los hablantes se constituyen de forma relacional y por diferencia.
En este mundo globalizado es una realidad cada vez más habitual que coexistan distintas
lenguas, ya sea por cuestiones políticas, económicas, culturales, etc., y en donde los
hablantes manifiestan diferencias por medio de la lengua. Retomando a Romaine y según
lo analizado, particularmente en el estudiante paraguayo, podemos ver que la lengua se
manipula para convertirla en símbolo consciente de un pueblo que busca su identidad
histórica y social, y poder mantenerla pura puede ser un importante factor de singularidad,
como así también de identidad (1996: 117). No desconocemos lo complejos que resultan
tanto el bilingüismo como el acceso a la lengua estandarizada de la escuela, y las
consecuencias que puede acarrear para la comunicación e interacción entre los individuos,
fundamentalmente en la escolarización. Después de lo observado podemos considerar que
en este caso no existe ningún problema de integración, tan presente en las situaciones de
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Bibliografía
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