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LA FAMILIA EN LA CONSTRUCCIÒN DE VALORES

“LA FAMILIA EN LA CONSTRUCCIÒN DE VALORES”


CONTENIDO DE LA CHARLA.-
Quiero empezar este artìculo, pidiéndoles que piensen por un momento cuál es el
concepto que tienen de valores y cuál creen que es su papel con respecto a sus hijos en
la enseñanza de los mismos.
Cuánto se han preocupado de conversar de este tema en pareja? Le han dado tanta
importancia como conversar sobre dónde vivirán o cuáles son los planes económicos o
vacacionales de la familia? Porque este tema, sin duda, reviste mayor importancia en la
vida de sus hijos que a dónde iremos de vacaciones o cuánto ganamos y gastamos al
mes.
Hablar sobre los valores se ha convertido en un cliché en las escuelas y en los medios
educativos. Cliché porque se dice que su enseñanza es prioritaria pero pocos se
comprometen con la vivencia de los mismos y es quizás, justamente esa deficiencia de
consistencia la que no ha representado que los padres y maestros hayamos influido en
los niños y jóvenes de hoy.
Pero qué son los valores?
Son palabras pasadas de moda o anticuadas? O son elementos indispensables en la
vida, elementos escenciales en el auto concepto y capacidad de convivencia de una
persona?
Sin duda y espero que lo compartan conmigo, son lo segundo.
Pero qué es un valor? Partiremos del concepto que señala la Axiología, una disciplina de
la Filosofía que define: “el valor es una cualidad que permite ponderar el valor ético o
estético de las cosas, por lo que es una cualidad especial que hace que las cosas sean
estimadas en sentido positivo o negativo.”
Vamos a poner atención a esta última frase de la definición. “una cualidad especial que
hace que las cosas sean estimadas en sentido positivo o negativo”.
Esto quiere decir que tiene que ver con la concepción, la percepción, la elección y el
comportamiento de una persona, pues generalmente buscamos la sensación de un
positivo y evitamos lo que asociamos con negativo.
Si la persona concibe, percibe, elige y se comporta conforme a lo que considera
“negativo o positivo” entonces estamos confirmando que los valores son determinantes a
la hora de vivir y de definirnos como personas.
Ahora preguntémonos todos. Estos valores que hemos adoptado en esta època en una
suerte de ceguera colectiva. Los que están de moda, los que parecen darnos la
posibilidad de vivir en un disfrute permanente, los que nos permiten evadir
responsabilidades serán los que nos están definiendo y por tanto, definiendo a nuestros
hijos e hijas?
Serán esos los valores que queremos que nuestros hijos elijan como positivos? Un buen
auto, dinero, belleza, juventud, placer, bienestar sin responsabilidad, individualismo,
poder egoísta, etc. Queremos que sean esas premisas las que estimen como positivas
nuestros hijos?.
Lo hacemos nosotros?
Muy probablemente en este momento muchos de ustedes dirán un rotundo “NO”, pero
realmente ustedes han dicho ese “NO”, porque si ustedes viven con esos conceptos, sin
duda, en razón de que son modelos de sus hijos, ellos se definirán por medio de esos
valores.
Es tiempo de preguntarnos que estamos haciendo por nuestros hijos en este campo y
comprometernos a que nuestros pequeños tengan una buena guía y no se atrapen en
un mundo que TODOS SABEMOS ESTA ENFERMO, porque todos lo sufrimos día a
día.
Vemos que cada vez el ser humano pierde su tendencia a llevar una vida digna y en
armonía con su entorno, pierde la posibilidad de crecer con sus vecinos sin competir
absurdamente, pierde la dirección cuando se trata de conseguir placer y poder. Y
abundarían los ejemplos en este tema. Prefiero seguir esta charla, pensando en positivo,
asi que no les dedicarè mucho tiempo.
Nosotros podemos iniciar la diferencia y la familia es el mejor espacio y más favorable
para la construcción de los valores, porque “es el primer contexto de aprendizaje de las
reglas sociales y, por tanto, el primer agente socializador de los valores que adquieren
sus miembros. Además tiene esas cualidades únicas que la diferencian de otros
contextos, dado que el aprendizaje de valores suele realizarse en un ambiente de
proximidad, comunicación, afecto y cooperación, que lo hace especialmente eficaz y
duradero”
En este punto, vale preguntarse cuáles son las características de los valores y cómo se
los clasifica. Tomaremos algunos modelos de autores reconocidos en este campo.
La Axiología señala que los parámetros de clasificación son:
• Durabilidad: Aquí es donde los valores se reflejan en el paso del tiempo, son los que
permanecen hay constantes.
• Integridad: Los valores son una abstracción integra en sí mismo.
• Flexibilidad: Los valores ya lo había mencionado se adaptan dependiendo el tiempo y
las necesidades.
• Satisfacción: Se verá presente cuando las personas pongan en práctica algún valor,
esta será como una forma de recompensa.
• Polaridad: Todos los valores podrán ser buenos o malos, dependiendo como sean
aplicado a la vida, si alguien se excede de caritativo, puede estar en problemas.
• Jerarquía: Nos damos cuenta de que en la sociedad, algunos valores tienen más peso
e importancia que otros.
• Trascendencia: Por lo general los valores son transmitidos de generación a
generación.
• Dinamismo: Los valores pueden ser transformados o modificados dependiendo la
época.
• Aplicabilidad: En este punto podemos mencionar que los valores los podemos aplicar a
cada una de las situaciones de nuestra vida cotidiana y de esta manera nos
retroalimentamos para darle un verdadero significado al uso de estos.
• Complejidad: Las personas debe utilizar su criterio para utilizar estas herramientas tan
importantes.
Frondizi en 1972 en cambio señala que los valores se clasifican en:
• Valores inferiores: económicos y afectivos
• Valores intermedios: intelectuales y estéticos
• Valores superiores: morales y espirituales.
Por su parte, Marín Ibáñez en 1976 señala:
• Valores técnicos: económicos y utilitarios
• Valores vitales: educación física, educación para la salud
• Valores estéticos: literarios, musicales y pictóricos
• Valores intelectuales: humanísticos, científicos y técnicos
• Valores morales: individuales y sociales
• Valores trascendentales: cosmovisión, filosofía y religión.
Como verán, existen diferentes tipos de valores y diferentes puntos de vista sobre ellos,
pero más importante que su clasificación, aunque es importante conocerlo, es saber
para qué nos sirven. Encuentran similitudes en las clasificaciones que hemos señalado?
Veamos si podemos cotejar a partir de lo que hemos visto en la diapositiva si podemos
encontrar parà què servirán.
Sintetizando lo que señaló Rokeach en 1973 , los valores son los elementos que nos
relacionan con nuestros ideales de vida y que responden a nuestras necesidades,
proporcionándonos esos criterios para evaluar a las personas, a los sucesos y a
nosotros mismos.
Por tanto SIRVEN en todo lo que tiene que ver con nuestro auto concepto, con nuestro
juicio interno de lo que debemos hacer o no hacer. Dependerá de la correspondencia de
estos juicios para que sintamos logro o, por el contrario, sintamos malestar psíquico.
Esto, nos pone como padres de familia en un gran aprieto y responsabilidad. Pues como
decíamos hace unos minutos, es la familia la escuela más eficiente para aprender los
valores. Por otro lado, si esos valores tienen que ver con la formación del auto concepto
y la autoestima, entonces estamos como padres obligados a pensar en los valores,
mucho más allá que solo para emplearlos en los “discursos” paternales, pues estamos
hablando de que éstos influyen en la IDENTIDAD de nuestros pequeños y en el
desarrollo moral que les permitirá vivir y desenvolverse en todos los ámbitos de su vida.
En este punto es importante señalar el concepto de Erickson, un estudioso del desarrollo
moral, sobre los tres elementos que definen la identidad de una persona: La elección de
una ocupación, la adopción de los valores en los que creerán y a los que ceñirán su vida
y el desarrollo de su identidad sexual satisfactoria.
Cómo es posible descifrar de esta postura que he mencionado, los valores no son meras
declaraciones que suenan bien sino son pautas que comprenden nuestra identidad,
aquello que somos, como nos vemos y lo que haremos en nuestra vida.
Con estas pautas no solo elegiremos entre varias opciones, también con estas pautas
valoraremos lo que hacemos y no dejamos de hacer. En otras palabras, los valores nos
harán lo que somos y nos definirán ante los demás.
En sus manos está entonces, apoyar a formar la identidad de sus hijos desde la vivencia
de èstos y la posibilidad de influir en sus vidas de una manera trascendental.
Aquí me parece importante señalar los distintos estilos parentales, pues la comunicación
de los valores dependerá de este estilo y si la comunicaciòn falla o se distorsiona, quizás
èstos también lo haràn.
En este punto, seguiremos el modelo propuesto por Diana Baumrind, quien estudió a 95
familias y mediante entrevistas, pruebas y estudios en cada hogar en 1971 identificó tres
estilos de crianza y definió los patrones conductuales característicos de los niños según
cada estilo.
Así, los padres autoritarios, valoran el control y la obediencia incuestionable. Tratan de
hacer que los niños se sujeten sin ninguna explicación de por medio, a las normas
familiares y conductas determinadas por ellos. Castigarán enérgicamente si sus hijos e
hijas las incumplen.
Este tipo de padres son más desapegados y menos cálidos que otros estilos. Sus hijos,
según la autora pueden manifestar más descontento, retraimiento y desconfianza.
Los padres permisivos por otro lado, valoran la autoexpresión y la autorregulación de
sus hijos e hijas. Exigen muy poco y dejan lo que más pueden, a la opinión y elección de
sus hijos cada actividad y comportamiento. Cuando tienen que imponer reglas, explican
de forma detallada las razones. Consultan a los hijos sobre decisiones relacionadas con
las normas y reglas de la familia y muy pocas veces existe el castigo. Sus hijos suelen
ser inmaduros, son niños que ejercen control mínimo sobre sí mismos y los que exploran
poco.
Por último, están los padres autoritativos que valoran la individualidad de sus hijos, pero
también subrayan de una manera clara las normas y reglas de casa. Confían en su
capacidad para orientarlos, pero también respetan las decisiones de independencia, los
intereses, las opiniones y la personalidad de los niños. Son padres cariñosos e
indulgentes, pero exigen buen comportamiento, mantienen con firmeza las normas y
reglas dispuestas en casa y son sensatos a la hora de aplicar el castigo. La relación
afectiva es cálida y de apoyo.
Este estilo de crianza está definido por el razonamiento en las relaciones y el
intercambio verbal fluido entre padres e hijos. Los niños que crecen en este estilo de
crianza suelen ser los más independientes, controlados, asertivos, exploradores y
satisfechos.
Existe también, según otros autores, los padres negligentes o indiferentes. Son aquellos
que por tensiones propias se enfocan en sus propias necesidades y no en las de sus
hijos o hijas. Generalmente los niños criados en este estilo presentan problemas
comporta mental.
Preguntémonos ahora. Qué tipo de crianza estamos desarrollando con nuestros hijos?
Dependerá sin duda, de una respuesta seria y honesta el que podamos chequear cómo
estamos actuando como padres y qué resultados parece que podemos conseguir en
nuestros hijos.
Obviamente que los valores y la forma de comunicarlos depende del estilo de crianza
que hayamos adoptado. Los autoritarios, los permisivos y los negligentes, como ustedes
podrán imaginar, no parecen los modelos adecuados para desarrollar una buena
comunicación en cuanto los valores se refieren.
Los autoritarios pensarán que es cuestión de imponer. Los permisivos que es cuestión
de “dejarles libres”. Los negligentes seguros ni se preguntaran sobre este tema.
Espero que ustedes y yo coincidamos que el estilo autoritativo es el adecuado para
comunicar y para construir en nuestros hijos los valores.
Los valores llegarán más en firme a sus hijos, si los reflexionan de una manera clara,
asertiva y práctica con sus hijos e hijas.
Adicionalmente, solo si tienen una familia democrática en donde todos tienen derecho a
opinar, podrán detectar incluso las falencias en este sentido.
Conversar sobre distintas situaciones que ocurren en la vida de ustedes y en la vida de
sus hijos e hijas es una manera de empezar a identificar los valores que han inculcado,
los valores en los que aun tienen que trabajar y aquellos en los que ustedes mismos
deben reflexionar.
Pero màs alla que la sola comunicaciòn verbal, es IMPORTANTE LA COMUNICACIÒN
POR MEDIO DEL MODELAJE. De hecho será desde el modelo que ustedes
comuniquen si serán eficientes o no en el intento de inculcar valores en sus hijos e hijas.
Sin duda alguna, la manera más eficiente de enseñar un valor es ser un “modelo” de ese
valor. Si ustedes como padres viven los valores que dicen tener, seguro tendrán hijos
que crean en estos enunciados y vean su utilidad práctica. Eso nuevamente les implica
de forma directa, porque ser “modelos” significa que sus hijos les aceptan como
legítimos mensajeros de los mensajes sobre valores.
Para ser legítimo se requiere: ser consistente, ser consecuente y facilitar la toma de
conciencia de los valores en los hijos e hijas mediante una comunicación eficaz
sustentada en una interacción positiva. Pero qué significa una interacción positiva?
Implica un clima de confianza y seguridad en familia. Implica una aceptación
incondicional de los hijos e hijas. Implica actitudes auténticas y congruentes como
señalaba Carl Rogers.
Pero además implica que nuestros hijos nos perciban competentes y congruentes, así
como respetuoso por el ritmo de aprendizaje del hijo o hija, la conciencia clara de que la
reflexión y la vivencia en afecto y calidez junto con una comunicación clara y abierta
facilitan la toma de conciencia de sus valores.
Vale la pena indicarles algunas ideas que los estudiosos señalan como componentes
que ayudan a facilitarnos a los padres de familia el sentir esa competencia y que
nuestros hijos nos perciba como tales:
• Desarrollar ideas positivas respecto de nosotros mismos y nuestros roles de padres,
pues esto nos facilita arriesgarnos y sentirnos más abiertos al auto perfeccionamiento.
• Potenciar las expectativas positivas hacia nuestros hijos. Evitar el efecto Pigmalión,
esto es no ofrecer calificativos y juicios que predispongan a nuestros pequeños a
“creerse de tal o cual manera” sino más bien esperar lo mejor de ellos y comunicarles
esta confianza.
• Proporcionar muestras de afecto incondicional. Esto implica aceptar a nuestros hijos e
hijas como son y no como nuestras expectativas quisieran que sean.
• Atreverse a proponer criterios y a razonarlos. Esto significa crear un ambiente de
reflexión, valorar de forma práctica los diferentes sucesos y personas, tomar opciones y
utilizarlas cada día en medio de una comunicación clara y directa.
Reflexionemos sobre estos componentes. Preguntémonos si nos sentimos competentes
y si eso comunicamos a nuestros hijos.
Pero basta la captación intelectual de los valores? Sabemos que NO. Para que un valor
sea tal, requiere de haber sido interiorizado y sobre todo, experienciado. Solo la
experiencia del mismo ratifica su valía para quien lo cree.
La experiencia otorga la posibilidad de integrar los conceptos en las creencias, en los
sistemas de valor. Apoyar a los hijos en esta vivencia es una tarea de todos y cada uno
de los días, estimulándolos a vivirlos y ofreciéndoles la oportunidad de defender esos
valores en situaciones concretas.
Recordemos que cada día en cada situación somos quienes podemos otorgar esas
experiencias a nuestros hijos, que nuestra tarea es indelegable y que si no lo hacemos,
la sociedad lo hará por nosotros. Y la sociedad no creo que sea la mejor opción…què
creen ustedes?
No nos preguntemos luego por qué nuestros hijos viven en hedonismo, no respetan su
palabra, mienten con frecuencia por utilidad, degenera la amistad en complicidades mal
entendidas, les preocupa la competencia de sus padres únicamente en el tema de
dinero y la cultura de la imagen se les impone.
Si dejamos que la televisión, la computadora y los amigos sean los formadores de los
valores en nuestros hijos e hijas, seguro que no construiremos esos valores que tanto
reclamamos en la sociedad.
Recordemos que los valores son trascendentales primero en la personas y después en
la sociedad, ya que en este orden se impondrán. Será entonces responsabilidad nuestra
y, un día, de nuestros hijos la sociedad y los valores que la animen.
Concretamente qué podemos hacer? Apoyémonos en lo que señalan algunos autores:
• Transmitir valores y actitudes pro sociales
• Servir de ejemplo de un modelo de salud psicosocial
• Crear un clima afectivo de reconocimiento y aprobación favorecedor de estabilidad
emocional.
• Promocionar la autoestima de nuestros hijos, enseñándoles a valorar adecuadamente
sus cualidades y a sentirse capaces de afrontar dificultades
• Enseñar límites y normas que favorezcan el autocontrol de nuestros hijos.
• Responsabilizarles de tareas, como parte del desarrollo madurativo.
• Favorecer que los hijos sean menos dependientes de la aprobación de los demás y por
tanto más autónomos.
• Comunicarnos con ellos y favorecer el intercambio de sentimientos, emociones y
experiencias.
• Ayudarles a desarrollar habilidades sociales facilitadoras de la integración social
adecuada.
• Identificar sus gustos y aficiones y compartirlas con ellos.
• Participar en proyectos de apoyo comunitario
Luego de este breve recorrido en varios aspectos sobre los valores y nuestro papel en
su enseñanza, trataré de resumir los que, dada la edad de sus hijos, podemos
considerar como importantes, aunque en la segunda parte de este taller, lo
desarrollaremos con mayor detalle:


 Los padres debemos enseñar a los hijos a tener criterios con los que vivir, enseñarles
a razonar, a tener juicio crítico, a discernir lo que les conviene o no y creer en lo que
decidan pero siempre estando abierto a reconocer los errores.

La tolerancia como un fundamento en todas las relaciones con sus pares y con todos los
que le rodean.
 La sinceridad, la lealtad, la bondad, la generosidad, el respeto, el optimismo y la
confianza en su propia capacidad y potencialidad.
 No olvidemos la responsabilidad y el entendimiento de que las consecuencias
pertenecen a cada acto y que es de sabios aceptarlas y aprender de ellas.
 Fomentar el autocontrol y desarrollar la capacidad de autodominio.

Pero no olvidemos que cada valor y cada comportamiento debe estar sustentado en la
VOLUNTAD y en ella podemos dejar una huella valiosa en nuestros hijos estimulándolos
continuamente y sobre todo, modelando para ellos y facilitándoles que perciban los
valores como útiles para sus vidas.
Antes de terminar, quisiera referirme a los valores del ser que Maslow menciona y
pedirles que piensen en cada uno de ellos y entre la pausa que haré al nombrarlos, si
ustedes los han integrado a su vida realmente.

Benevolencia
Verdad
Belleza
Totalidad
Trascendencia de las dicotomías
Vida
Singularidad
Necesidad
Plenitud
Justicia
Orden
Simplicidad
Riqueza
Espontaneidad
Gozo
Autosuficiencia
Retomemos la valentía de vivirlos y con seguridad asumiremos de forma eficiente la
responsabilidad que tenemos como familia con nuestros hijos e hijas: Construir en ellos
esos valores que les permitirán vivir en bienestar con ellos mismos, con los demás y con
su entorno.

Bibliografía Utilizada
Fadiman, James y Frager, Robert, Teorías de la personalidad, Editorial Oxford, 2da.
Edición, 1998, págs. 426 a 494
Rodrigo, María José y Palacios, Jesús (coord.), Familia y Desarrollo Humano, Alianza
Editorial, 2008, capítulo 9.
Papalia, Diane y otros, Psicología del Desarrollo. De la infancia a la adolescencia, Mac
Graw Hill, Novena edición, México, 2002.

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