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MORLONComprenderlaagriculturacampesinaenlosAndescentrales (120-125) PDF
MORLONComprenderlaagriculturacampesinaenlosAndescentrales (120-125) PDF
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Pierre Morlon
French National Institute for Agricultural Research
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All content following this page was uploaded by Pierre Morlon on 01 December 2016.
Comprender la
agricultura campesina
en los Andes centrales
(Perú - Bolivia)
Pierre Morlon, compilador y coordinador
Traducción al castellano:
Edgardo Rivera Martínez
Cuidado de la edición:
Anne-Marie Brougère
[[4]]
Créditos fotográficos :
Serge Verliat : figuras 27,28
Jean Bourliaud : figura 30
Gilles Brunschwig : figura 39
Todas las otras fotos marcadas PM son de Pierre Morlon (incluyendo las de la
carátula)
Voces indígenas
En relación con las diferentes maneras de escribir las vocess indígenas, véase en el
glosario el término quechua. Algunos lectores podrán quedar sorprendidos al encontrar
palabras empleadas en un sentido diferente al que conocen: en efecto, según las regiones (y a
veces a poca distancia), una misma cosa puede tener diversos nombres, y un mismo nombre
designar cosas diferentes.
___
Para evitar toda confusión entre los quintales métricos (100kg) y los quintales antiguos
(100 libras = 46 kg), todos los pesos, y por tanto también los rendimientos, son dados en
kilogramos (o toneladas).
La paginación del texto de la edición impresa está indicada con cifras rojas entre
corchetes, por ejemplo : [[12]]. Las figuras y cuadros no están siempre en el mismo lugar
que en la edición impresa.
Relativamente a la edición impresa :
- se ha corregido erratas en el texto y en las leyendas de las figuras,
- no se ha reproducido varios cuadros y gráficos
- se ha puesto a colores, y en lo posible mejorado, los gráficos que están.
4
[[5]]
[[7]] ÍNDICE
Introducción – Los Andes como memoria – O. Dollfus
Presentación – P. Morlon
1ra parte – « OBERTURA »
Capítulo 1 – Una herramienta, un símbolo, un debate: la « chaquitaclla y su persistencia
en la agricultura andina – P. Morlon, J. Bourliaud, R. Réau, D. Hervé
1 – La chaquitaclla, emblema de la agricultura andina.
2 – La labranza en la organización del trabajo y del espacio
3 – Chaquitaclla, arado de palo, tractor : ¿qué perspectivas existen para el futuro ?
Anexo : las chaquitacllas
Las pocas realidades descritas en esta Introduccción se hallan presentes siempre, pero a
menudo de manera implícita, en esta obra. Constituyen, pues, una "memoria" que debe permitir un
mejor planteamiento de los hechos analizados y presentados a lo largo de los capítulos, y de
interpretarlos situándolos en su contexto.
+ Cerro de Pasco
4000
Altiplano
3500 Cuzco,
Huancayo…
3000 Arequipa, Ayacucho,
Cajamarca…
2500
2000
1500
1000
500
Lima, Ica,
Trujillo, Piura…
0
0 1,000,000 2,000,000
Fig. 1 : Distribución de la población del Perú según la altitud en 1940 y 1981 (según Bernex, 1988)
Toda la población de cada provincia o distrito ha sido contada como si viviera a la altura de su capital que, en las
regiones altas, está generalmente ubicada en el fondo de un valle, es decir a menor altura que la vivienda real de
la población. Hay pues, por encima de los 2,500 metros, un sesgo hacia abajo.
1
Los términos que son específicos de los Andes, o de la historia de América Latina, son explicados más
adelante en esta Introducción, o en el Glosario.
9
acarreó una disminución de las poblaciones en los Andes (quizás la mitad), pero la caída fue menos
brutal que en los oasis de la costa, que perdieron por entonces hasta las cuatro quintas partes de sus
habitantes.
La continuidad de una fuerte presencia humana en los Andes tropicales al sur del Ecuador
constituye, pues, un hecho mayor en su historia, desde los señoríos hasta los Imperios precolombinos,
del Virreynato hasta la República. Se vincula con la existencia de campesinados que poseían una
organización que regulaba las relaciones de los hombres entre sí, y sus relaciones con el medio, es
decir de "civilizaciones campesinas", tomando este concepto en el sentido que le asigna el geógrafo
Pierre Gourou.
Las viviendas eran instaladas a menudo en el límite entre dos pisos, a fin de sacar partido de
las posibilidades que ofrecían diferentes medios. Los límites altitudinales de los cultivos podían, por lo
demás, oscilar en algunas centenas de metros, de acuerdo a las fluctuaciones climáticas es posible que
entre los siglos X y XII de nuestra era un ligero recalentamiento hubiese motivado una subida de 150 a
200 metros del conjunto de pisos ecológicos con respecto a su situación actual el enfriamiento de la
Pequeña Edad Glaciar, entre los siglos XVI y XVIII, se tradujo en su descenso. Pero estas
fluctuaciones del clima del último milenio han ocasionado menos perturbaciones en las sociedades
andinas que los grandes choques políticos o culturales.
El choque colonial y la reestructuración de la sociedad andina se traducen en un descenso
importante de la población indígena, por efecto sobre todo de las epidemias. La población se ve
reagrupada en aldeas, las "reducciones", dispuestas en torno a la iglesia y el cementerio en que se
depositaban los cadáveres retirados de las "huacas", lugares sagrados indígenas. El establecimiento de
territorios continuos en torno a los pueblos [[15]] rompe la lógica andina del "archipiélago" (cap. 3). La
evangelización por las órdenes religiosas se acompaña con la "extirpación de las idolatrías." El control
de la población corre a cargo de los "encomenderos" españoles 2, asistidos en la base por los
"caciques," indios notables. Tiene como fin facilitar la cobranza del tributo y la prestación de trabajo
obligatorio por medio de la "mita" y los "obrajes" (talleres textiles). Las ciudades fundadas por el
conquistador, a menudo en antiguos asentamientos precolombinos, controlan el espacio y a los
habitantes de los campos. Es allí donde residen las autoridades españolas, militares, judiciales,
religiosas, fiscales.
Una innovación fundamental es aquélla vinculada con la aplicación del derecho romano, con
las modalidades de apropiación privada de la tierra que permite, las mismas que conducen al
desarrollo de la gran propiedad, a veces a partir de la extensión a la tierra del control de los hombres
de la encomienda.
Poco a poco se difunden en los Andes los animales procedentes de Europa bovinos, porcinos,
caprinos, caballos y asnos; las mulas desempeñan un importante papel como animales de carga, y
compiten con los camélidos en las punas. En los pisos más bajos, estos animales contribuyen a la
transformación de los bosques en landas. Se trata de una ganadería extensiva, sin establos, que ocupa
mucho espacio. Al modificar los paisajes, y al facilitar la acumulación por aumento de los rebaños, las
diferentes consecuencias de la ganadería modifican las relaciones sociales de producción. Pero esa
ganadería, con prácticas que se remontan a las de la España medieval, no será mayormente objeto de
mejoras zootécnicas, al menos hasta la época contemporánea. En estos sistemas de producción y en las
rotaciones de cultivos se insertan los cereales, trigo, cebada, avena y habas, y más tarde la alfalfa, pero
las prácticas de trabajo de la tierra no cambian mayormente. Cualesquiera que hayan sido las
turbulencias de la historia, los Andes centrales continúan siendo, a larga duración, montañas
campesinas.
2
Se trataba, para la corona española, de "confiar" (encomendar) a un grupo de indios a un español, encargado de
"protegerlos" y evangelizarlos, en compensación de lo cual ellos trabajaban para él y le pagaban tributo.
11
vegetación hacia los 4,700 - 4,900 metros. El escalonamiento de la vegetación se despliega así sobre
una amplitud altitudinal dos veces superior a la de los Alpes.
[[19]] Como ha subrayado Carl Troll (1931, 1943), siguiendo a Alexander von Humboldt (1811,
1817), y a autores más antiguos, como José de Acosta, Guamán Poma y Bernabé Cobo, montaña
tropical significa que las estaciones están ritmadas mucho menos por las temperaturas que por la
alternancia de una estación seca, de mayo a octubre, y una estación lluviosa, de noviembre a abril,
durante la cual caen los 3/4 o los 4/5 de las precipitaciones anuales. En la estación seca las variaciones
térmicas cotidianas son fuertes, como consecuencia de la sequedad de la atmósfera, en tanto que son
reducidas por la humedad atmosférica en la estación lluviosa. Las diferencias entre las temperaturas
medias del mes más cálido y el mes más frío (generalmente junio) son limitadas del orden de 2 a 3ºC
bajo el paralelo 10º; más al Sur, en las cercanías del trópico, pueden alcanzar de 5 a 6º. Las
temperaturas máximas varían muy poco a lo largo del año y son siempre positivas hasta cerca
de los 5,000 metros lo que diferencia a las estaciones son las temperaturas mínimas. Cuando el
cielo está cubierto, las nubes limitan el enfriamiento nocturno e impiden las heladas; las
precipitaciones caen así en forma de lluvia por debajo de los 5,000 metros. Puede caer nieve nieve
sólo en la estación seca, pero desaparece en unos días. Así, y debajo de los 5,000 metros, los Andes
son montañas sin cobertura nevada estacional, diferencia mayor tanto en lo que concierne a las
actividades humanas como a la vegetación, con las montañas de las latitudes medias el empleo de la
palabra "invierno", que, según las personas y las regiones, designa aquí, por lo demás, estaciones
opuestas, es completamente inapropiada, y conduce a groseros errores en la interpretación de los
fenómenos climáticos.
Escalonamiento de las formaciones vegetales, y, por lo tanto, de los ecosistemas, en casi 5,000
metros, y ausencia de cobertura nevada estacional, he allí dos elementos que, unidos a la disposición
topográfica de la montaña, favorecen su "habitabilidad", que permite una ocupación humana
permanente desde el nivel del mar hasta más de 4,500 metros, a pesar de la disminución de la
productividad vegetal en relación con el frío y las limitaciones fisiológicas de la altitud elevada.
ALTURA
- Temperaturas
NORTE - Humedad
(ecuador) - amplitud diurna temperaturas
Lluvias - evaporación sigue alta
abundantes todo
el año
ESTE
(Amazonia)
Nubes y lluvias
OESTE abondantes
Corriente de
Humboldt
Costa desértica
SUR (trópico)
Temporada seca larga y árida
del suelo expuesto al sol, seguido por un rápido enfriamiento cuando se pasa a la sombra, y las
correspondientes oscilaciones de la humedad atmosférica, tienen consecuencias en los organismos
vivientes.
Los vegetales no se ven afectados por la disminución del oxígeno del aire, pero las plantas
deben adaptar sus órganos aéreos a las variaciones de temperatura y de humedad, así como al aumento
de las radiaciones ultra-violetas, de todo lo cual resultan hojas de cutícula gruesa, de estomas
reducidos, numerosas plantas pubescentes, espinosas o en forma de almohadilla; en tanto que el
aparato radicular, que se beneficia de una temperatura constante a lo largo de todo el año, se halla por
lo general bien desarrollado para extraer el agua del suelo y acumular elementos nutritivos que
permitan subsistir durante la estación seca.
En cuanto a los animales, y más especialmente los mamíferos, la menor cantidad de oxígeno, a
lo que se agregan los demás "stress" térmicos e hídricos, exigen de sus organismos respuestas
adaptativas. Dos tipos de respuestas son posibles : una a corto plazo y provisional, concierne al
individuo que pasa de una baja a una elevada altitud (para la especie humana un primer umbral se sitúa
hacia los 3,500 metros). Se trata de la [[21]] adaptabilidad, que se traduce en la aceleración de los
ritmos cardiacos y respiratorios para acrecentar la capacidad de oxigenación pulmonar, permitiendo
paliar así la disminución de oxígeno. Si la respuesta del organismo no es suficiente, se produce la
enfermedad de las montañas, el "soroche", acompañado por dificultades respiratorias y dolores de
cabeza que pueden cesar con el reposo, o bien agravarse hasta causar la muerte. La embolia pulmonar
puede ser consecuencia de un esfuerzo rápido en la altura en individuos generalmente jóvenes
procedentes de las regiones bajas. Otra forma de adaptabilidad es la producción de glóbulos rojos de
dimensiones más pequeñas, y por lo tanto en mayor número, que permite una mejor oxigenación de la
sangre.
La adaptación es la respuesta de una población, a lo largo de las generaciones, a los apremios
de la altitud es el resultado de un proceso selectivo darwiniano. Se traduce en las poblaciones que
viven desde hace largos siglos a más de 3,500 metros (por ejemplo los aymaras del altiplano), en un
músculo cardiaco más poderoso y una acrecentada capacidad pulmonar en comparación con los que
poseen individuos de la misma estatura que viven al nivel del mar.
Las limitaciones vinculadas con las grandes alturas exigen respuestas fisiológicas, y son por
tanto las únicas limitaciones naturales para las cuales son insuficientes las respuestas culturales. No
han frenado nunca, sin embargo, la ocupación de las montañas hasta el límite superior de la vegetación
- sucede que el límite extremo posible de vida permanente para el hombre (más o menos 5,100 metros)
se halla ligeramente por encima de la que el clima impone a la vegetación en los Andes Centrales. Aun
si individuos procedentes de regiones bajas experimentan dificultades fisiológicas que pueden afectar
también las actividades de reproducción, los hombres han vivido y se han reproducido en los Altos
Andes desde los comienzos de la ocupación del continente.
animales. De lo cual resulta un gran número de unidades ecológicas elementales, de "geofacies," 3 que
se distribuyen en función de los pisos mayores de la montaña.
Presentaremos aquí, rápidamente, esos pisos, retomando las denominaciones indígenas tal
como han sido sistematizadas por el geógrafo peruano Javier Pulgar Vidal - precedido a su vez por
Alexander von Humboldt (1817) y Bernabé Cobo (1635, libro II, cap. 8 a 13) (figs. 7, 8 y 9).
[[22]] Los ambientes tibios de las "yungas"; "yungas húmedas" y "yungas secas."
Las "yungas húmedas" de la vertiente amazónica de los Andes tropicales se sitúan entre los
500 y 1,800 metros de altura reciben precipitaciones abundantes, de 1,500 a 7,000 mm. por año, y la
breve estación seca se ve entrecortada por tempestades. Las temperaturas medias están comprendidas
entre 23 y 17º C. La vegetación natural es una floresta densa que, en las laderas expuestas al viento, en
su parte superior, atrapa neblinas durante una gran parte del año, de donde resulta su nombre de "selva
nublada", "nebelwald", con grandes helechos arborescentes y densos bambús colgantes. Este medio
cálido ha sido objeto a menudo de deforestación, subsistiendo el bosque original en las pendientes
escarpadas y en las zonas poco accesibles. Es el reino de los cultivos arbustivos coca, ají, té, cítricos,
café en sombra; producciones alimenticias maíz, yuca, camotes; en otras partes, el bosque ha podido
dejar lugar a los pastos, sembríos de gramíneas, que deben controlarse con todo cuidado para evitar la
invasión por la landa leñosa.
[[23]] Las laderas y las fuertes precipitaciones pluviales, a menudo concentradas en poderosos
chaparrones, ocasionan la lixiviación de los suelos las bases son llevadas, los óxidos de hierro y
aluminio se concentran, a menos que la erosión sea lo suficientemente rápida como para equilibrar la
rápida alteración de la roca madre, en relación con el calor y la humedad. Debe tomarse en cuenta, en
el tratamiento de estos frágiles ambientes, tanto los deslizamientos de tierra como la torrencialidad. El
calor favorece el desarrollo de enfermedades como la leishmaniosis, el mal de Chagas, la "uta", el
paludismo y diversas parasitosis.
Las "yungas secas" ocupan el mismo rango de altura en el flanco occidental de los Andes. Hay
más de 300 días de sol en el año; el calor se ve temperado, no obstante, por las brisas de valle. Las
pendientes están cubiertas por una estepa arbustiva de cactáceas y espinosas. Como las precipitaciones
anuales, muy irregulares, son inferiores a 300 mm., se hace imposible la agricultura sin riego, que
utiliza los torrentes que descienden de los altos Andes. Falta sitio, sin embargo, en los valles estrechos,
para un aprovechamiento agrícola importante. Casi todos los cultivos de los ámbitos templado y
tropical son aquí posibles. En la época precolombina se producía maíz, ají, algodón y coca. En
nuestros días, los árboles frutales y los alfalfares para el engorde de animales nacidos en los Andes y
destinados a los mercados de la costa, forman una cinta verde en estos áridos valles. Lo agradable de
la tibia temperatura y del sol no debe hacer olvidar que siguen siendo regiones malsanas, y que en la
estación lluviosa el fondo de los valles puede ser barrido por torrentes de lodo.
3
Del orden de una centena, en tanto que hay sólo unas decenas en los Alpes y solamente algunas unidades en
las montañas de las latitudes elevadas.
15
Este piso está, casi por doquiera, densa y antiguamente poblado. Conviene distinguir entre
laderas y fondos de valles y cuencas.
Las laderas, de pendientes abruptas, están cortadas por afloramientos rocosos. Los suelos son
delgados como consecuencia de la erosión y se renuevan lentamente, y la materia orgánica es rara.
Localmente, las laderas están modeladas por terrazas de cultivo. Es el piso del maíz; se cultivan
también leguminosas (arvejas, habas), papas, trigo.
Los fondos de los valles, cuando se abren en anchas cuencas como la de Hancayo, en el valle
del Mantaro, están tapizados por terrazas fluviales y conos de deyección sobrepuestos, herencia de
climas más húmedos en la Era Cuaternaria. Como en las posiciones abrigadas las precipitaciones son a
menudo inferiores a 600 mm. por año, el riego es de regla, facilitado por la presencia de ríos y la
topografía regularmente inclinada de las terrazas y glacís.Los cultivos son prácticamente continuos en
estas estas extensiones de fuerte densidad (más de 100 habitantes por km. cuadrado, y con frecuencia
hasta 300 por km. cuadrado de tierras cultivables) maíz, legumbres, alfalfares, árboles frutales, se
suceden en parcelas a menudo cercadas ("campiña") de eucaliptos, alisos y retamas: el habitat se
agrupa en aldeas grandes o caseríos de casas cubiertas con techos de tejas, derivados de las
"reducciones" de la época colonial.
aparecen matas blancas de cactus espinosos; subsisten pocos restos de bosques hasta los 4,700 metros
de altura, ahí donde la deforestación no ha terminado todavía...
En el suelo abunda la materia orgánica, cuya evolución se ve dificultada por el frío, con una
débil mineralización. La actividad agrícola es posible, hasta los 4,200 - 4,300 metros, en función de la
exposición, los suelos y el drenaje, siendo el límite superior de los cultivos particularmente irregular.
En las "punas" secas, si las temperaturas medias se aproximan a las de las "punas" húmedas,
son más marcados los contrastes térmicos cotidianos; la variabilidad interanual de las precipitaciones
aumenta mientras el volumen global se reduce; el viento acentúa la evaporación, que alcanza todavía 1
metro por año a 4,000 metros de altura. La evolución de los suelos se hace más lenta por la sequedad;
la capa húmica es delgada y discontinua. La vegetación esteparia se caracteriza por leñosos bajos,
"tola" (Lepidophyllum quadrangulare), cactus Opuntia floccosa, y, en los sectores más secos, que
anuncian punas áridas, la "yareta" (Azorella yareta), planta en forma de cojín, de lento crecimiento,
constituye un apreciado combustible.
Cuando las heladas son cotidianas, y las temperaturas medias son inferiores a 3 ó 4º, la
vegetación desaparece, salvo en unas cuantas manchas. Estamos en el ámbito de la alta montaña,
donde predominan la ebulización, los procesos periglaciares actuales y los glaciares. Pero, a diferencia
de las "punas", las altas montañas heladas y los macizos volcánicos constituyen conjuntos
discontinuos, entre los cuales la circulación y las comunicaciones son posibles casi en toda estación. A
veces la explotación minera se prosigue por encima del límite de la vegetación. Y no hay que olvidar
que si los glaciares son por sí mismos inhóspitos, son también fuente de vida, pues proporcionan agua
para el riego en la estación seca.
La materia orgánica para restituir la fertilidad a los campos es escasa. En una región donde la
ganadería no se sirve de establos, no hay estiércol suficiente, o, cuando los animales son encerrados en
cercos, tiene que elegirse entre la utilización de las deyecciones de los animales para el fuego o su
empleo en los campos.
El árbol se hace cada vez más raro en los Andes Centrales, a pesar de la introducción de los
eucaliptos a fines del siglo XIX. Se ha proseguido con la deforestación a lo largo de la historia con la
ganadería, los cultivos, el desarrollo de las actividades mineras (maderamen de las galerías,
combustible para la fusión de los minerales), y, localmente, el ferrocarril. La landa sustituye casi en
todas partes al bosque, salvo allí donde las precipitaciones son muy abundantes, como sucede en el
flanco oriental de los Andes.
[[28]] Sin embargo, en el interior mismo de los Andes, por sectores geográficos o de producción, la
búsqueda de productividad ha dado frutos : así en las grandes empresas de crianza ovina o incluso
bovina de antes de la Reforma Agraria, o incluso ahora en algunas pocas Sociedades Agrícolas de
Interés Social (SAIS)* bien administradas (capítulo 6.3). Aquí el mercado, más internacional que
nacional, al menos en lo que concierne a la lana, impone la búsqueda de calidad y la normalización de
los productos. En otras partes, como sucede con la cebada cervecera en torno al Cuzco, la firma
compradora proporciona semillas y técnicas para un cultivo bajo contrato más remunerador. Por ello
resulta erróneo ver en todos los Andes un velo uniforme de igual pobreza en una situación de retardo
tecnológico generalizado los Andes son también diversidad de situaciones agrarias y reproducción de
las desigualdades. Sin embargo, y en conjunto, los campesinos de los Andes son y siguen siendo
pobres entre los pobres.
[[31]] Presentación
Pierre MORLON
Un agrónomo que trabaja en una región como los Andes del Perú y de Bolivia tarde o
temprano querrá "saber dónde pone los pies," y comprender mejor la agricultura y a los campesinos
andinos, ya que, al venir de otro país, se siente sorprendido ante el contraste entre el estado presente de
la agricultura y las huellas dejadas en el paisaje por lo que fue en otros tiempos; o bien porque nacido
en la región y convencido de que la conoce, se siente desconcertado cuando las cosas no suceden
como lo había previsto, o por otras tantas razones...
Si trata de enterarse de lo que otros han hecho o escrito antes que él 4 , descubre la existencia
de muy numerosos trabajos: artículos, libros, memorias, informes, tesis, relaciones de viaje. Pero esta
literatura, tan abundante, es dispersa, poco accesible 5 , y a veces escrita en jerga de especialistas.
Heterogénea, sobre todo, y muy desigual en su calidad: las discusiones científicas más sólidamente
argumentadas se codean con juicios simplistas y perentorios, interpretaciones ideológicas o
afirmaciones fantasiosas.
En este libro, destinado en prioridad a los que tienen en sus manos las decisiones (de los
responsables políticos a los agentes de programas de vulgarización) - pero ¿por qué no esperar que
también pueda ser útil tanto para el turista que atraviesa estas regiones como para el investigador o el
universitario? - me he esforzado en hacer las cosas claras, y en hacer accesibles y utilizables los
conocimientos actuales. No se trataba, pues, de acumular el mayor número posible de ellos, sino de
organizarlos para darles sentido en una visión de conjunto coherente, de mostrar las relaciones entre
los elementos de comprensión esenciales.
4
Incluso en las zonas más alejadas, no se es nunca el "primer" visitante exterior, y con un poco de perseverancia
- y de suerte - se acaba siempre por encontrar una monografía, la relación de un viaje, un informe...
5
Consecuencias de la muy poca difusión de trabajos entre los más interesantes: numerosos plagios, y sobre todo
una enorme pérdida de tiempo y de recursos en redescubrir lo que otros han estudiado ya o experimentado.
6
A. G. Haudricourt y P. Dibie, Les pieds sur terre, Paris, p. 157.
20
Para comenzar, es una herramienta que se halla estrechamente asociada a un tipo particular de
rotación de cultivos a elevada altura (capítulo 2). ¿Cuál es el porvenir de la herramienta y de la
rotación? Ello dependerá ampliamente de la evolución de las modalidades de explotación simultánea,
por una misma sociedad, de varios pisos ecológicos a diferentes alturas- lo que se llama "verticalidad
andina" (capítulo 3). Pisos que pueden ser acondicionados especialmente para una producción
particular (capítulo 4).
Así como la "verticalidad" permite dispersar los riesgos, el acondicionamiento del medio
permite reducirlos: todo ello para producir más, y de manera más segura. Pero, ¿disponemos de un
conocimiento cuantitativo preciso y confiable de las producciones así obtenidas (capítulo 5) ? La
producción de cada campo, y la sucesión de técnicas que conducen a tal fin, son explicadas por las
restricciones que resultan en parte de las opciones que elige cada familia campesina para alimentarse y
conseguir sus ingresos (capítulo 6).
Los comportamientos económicos de los campesinos andinos han sido objeto de
interpretaciones y juicios muy diferentes según las teorías a que se ha recurrido: el capítulo 7 compara
y evalúa esas diferentes teorías, y las políticas a que dan lugar.
Opciones y límites
He tratado de mantenerme, sin lograr sin duda evitarlos por completo, a igual distancia de dos
escollos:
El primero consiste en importar y aplicar esquemas preconcebidos que impiden comprender
una realidad, deformada o reducida a uno solo de sus aspectos, dejando de lado las observaciones que
no los apoyan.
El escollo opuesto es exagerar la especificidad andina. Una de sus consecuencias, lógica a
pesar de no deseada, es el riesgo de considerar a los campesinos andinos como seres aparte, diferentes
de los demás hombres, cuyo comportamiento no tendría otras explicaciones que las culturales (la
"tradición"), y no las racionales.
Por todo ello he optado por hacer que se sucedan dos conjuntos de textos:
- los capítulos 1 a 6 son una descripción y una tentativa de explicación "andinas", con un
mínimo de referencias a otras regiones del mundo. He suprimido allí, tanto como fue posible,
los vocabularios o la jerga de los especialistas (pero no los términos locales, para los cuales
ofrezco al lector un glosario al final del libro). ¡Sería absurdo, sin embargo, pensar que no
utilizamos conocimientos y aparatos conceptuales forjados en otras áreas, o válidos en otras
regiones!
[[33]] - en el séptimo y último capítulo, esas mismas observaciones e interpretaciones son
resituadas y aclaradas por las teorías existentes. Muchas cosas que llamamos "andinas" remiten
de hecho a una racionalidad universal (simplemente, los muy fuertes contrastes naturales y
sociales en los Andes tornan allí más "evidentes" fenómenos que existen en otras partes, pero
que se conoce menos o no se quiere ver...) ya que, tratándose del hombre, se descubre lo
universal en el corazón de lo particular. Yo no habría perseverado hasta el fin de este trabajo si
no hubiera estado convencido de que, de una manera o de otra, su realización puede ser útil
tanto en otras áreas como en los Andes.
La segunda opción que he tomado, igualmente por razones de legibilidad, ha sido de no
ofrecer más que el conjunto de interpretaciones que me parece actualmente más adecuado para
comprender la agricultura andina: no sin dejar ampliamente abiertas [[34]] numerosas preguntas e
hipótesis, he reproducido poco las refutaciones de otras interpretaciones, que los lectores interesados
podrán encontrar en las publicaciones originales de las que he tomado el material que me ha servido.
La tercera opción que he asumido constituye fue mi método de trabajo. La construcción de este
libro puede ser comparada a la de un vitral: a medida que mi proyecto avanzaba, escogí los pedazos de
vidrio coloreados que me convenían entre todos los fabricados por numerosos maestros vidrieros. Para
21
dar a cada parte el exacto resplandor luminoso deseado, he "recortado" y a menudo superpuesto esos
trozos de vidrio: he recurrido, en cada sector, a los que han producido ideas y conocimientos, o a
quienes los han aplicado en el terreno. La unidad y coherencia del libro han exigido que reestructure el
aporte de cada cual y lo refunda con los de otros autores. No es una práctica corriente en los medios
científicos, y agradezco muchísimo a todos aquéllos que, cualquiera que sea su notoriedad, la
aceptaron. En fin, uní esas secciones de vidrio por medio del plomo, obscuro en sí mismo, pero que al
fijar a cada uno un sitio bien preciso, hace que la mirada converja hacia tal punto, después hacia otro,
sin dejar de verlos a todos. Desde luego que al elegir o disponer de diferente manera los pedazos de
vidrio, se puede construir otros vitrales, otras imágenes de la agricultura andina.
La única excepción a la reestructuración de los textos es el conjunto de citas de autores que no
han participado en este libro (me he limitado a subrayar ciertos pasajes). A pesar del elevado número
de referencias bibliográficas, no he deseado hacer de este volumen una revista exhaustiva.
Puede causar sorpresa la abundancia de citas, especialmente de textos antiguos. Habría sido
irrisorio que firmásemos descripciones o explicaciones hechas ya por otros mucho antes que nosotros,
y para las cuales me he esforzado, en cada caso, de encontrar el "primer autor." No es algo gratuito:
una de las tesis, subyacente al conjunto del libro, es que muchas cosas que creemos descubrir en
nuestros días habían sido escritas hace ya cincuenta... o cuatrocientos años, pero no habían atraído por
entonces la atención, o habían quedado ocultas por las ideas dominantes en la época.7
A nivel más profundo, hay otra convicción no siempre evidente para los agrónomos y otros
técnicos, y es la siguiente: cualesquiera que sean los hondos cambios acaecidos desde hace algunos
decenios, es totalmente imposible comprender la agricultura actual sin un buen conocimiento de su
historia. Habrá sin duda quienes consideren abusivas las comparaciones efectuadas a varios siglos de
distancia: permítaseme evocar aquí mi experiencia personal. Trabajaba yo desde hacía más o menos
un año con los campesinos quechuas de Andahuaylas, cuando la lectura del libro "La visión de los
vencidos," en que Nathan Wachtel expone los efectos inmediatos de la conquista española en el siglo
XVI, me hizo comprender mucho mejor a los campesinos de hoy, muchas de cuyas reacciones y
formas de comportamiento me habían parecido hasta entonces desconcertantes. Sin la interpretación
que John Murra ha propuesto de las "visitas" hechas alrededor de 1560, probablemente
consideraríamos ciertas características esenciales de los sistemas de producción actuales como hechos
"parásitos" incómodos o sin importancia.
Ciertos aspectos no tienen en este libro la importancia que podría esperarse: no me he
arriesgado mayormente por el delicado e inestable terreno de las conflictivas relaciones, a menudo
violentas, entre los campesinos "indios" y las grandes propiedades que los han [[35]] despojado de sus
tierras.8 Por lo demás, la insuficiencia de la literatura a mi disposición explica el reducido lugar de la
ganadería (sin embargo invocada por doquiera en sus relaciones con la agricultura), factor esencial en
la utilización del espacio y en las relaciones sociales, incluidos los conflictos: las recopilaciones o
ensayos de síntesis publicados hasta hoy por Jorge Flores Ochoa 9 han puesto en evidencia que si
algunos antropólogos han descrito prácticas de crianza de ganado, apenas si comienza a abordarse el
análisis técnico de los sistemas de ganadería de las diferentes categorías de productores (cf. el reciente
libro del Proyecto Alpacas: "Crianza de Llamas y Alpacas en los Andes").
Coloqué en anexos algunas reflexiones o pistas de investigación que no entraban con facilidad
en el hilo de la exposición, pero que estimo tan importantes como el texto principal.
7
Tristan Platt escribe que el aporte de Murra "fue la percepción de algo que había sido conocido siempre en
profundidad, pero precisamente a causa del "europeantismo" dominante entre los campesinos andinos, había
permanecido enterrado..."
8
La literatura novelesca (pienso en particular en Ciro Alegría, José María Arguedas, Manuel Scorza) da al
respecto una idea tan exacta y mucho más viviente que los estudios "científicos."
9
El No. 8 de la revista Allpanchis ("Nuestra Tierra"), publicada en el Cuzco, y los dos libros "Pastores de puna"
(IEP, Lima, 1977) y "Pastoreo y pastizales de los Andes del Sur del Perú" (INIPA, Lima, 1984, en colaboración
con Mario Tapia).
22
Agradecimientos
Me es imposible, sin riesgo de olvido, enumerar aquí a todos aquéllos cuyas críticas y
sugerencias permitieron mejorar los diferentes capítulos. Además de todos los co-autores de este libro,
quisiera mencionar a Michel Eresue, Pierre Gondard, Annette Salis, Nadine Sebill, François Sigaut.
Edgardo Rivera Martínez tradujo al castellano el original francés, y Anne-Marie Brougère hizo
la edición de obra tan gruesa y compleja.
En fin, "last but not least", numerosos campesinos, individualmente o en comunidad, han
soportando durante años nuestras indiscretas preguntas y nuestras acciones, a menudo inconvenientes:
dedico a todos ellos esta "Defensa e ilustración de la agricultura andina."
Pierre MORLON
Setiembre de 1989.
23
Capítulo 1 [[38]]
10
Este título se inspira en aquél del artículo de Gade y Rios (1972).
11
En la lengua quechua, chaqui = pie. Taclla (o taqlla) designa originalmente un palo en general, luego el
mango de la herramienta; en la región de Andahuaylas, taqllay = golpear.
24
[[45]] Durante mucho tiempo, sobre la base de representaciones que se encontraban en ceramios, la
chaquitaclla fue considerada como un invento de la época incaica, por lo tanto tardía y bastante
posterior al desarrollo de la agricultura andina (Horkheimer, 1960; Lanning, 1967: 165; Gade y Ríos,
1972).
Ahora bien, excavaciones arqueológicas recientes han permitido exhumar cuchillas de piedra
que sirvieron para trabajar el suelo. Estas cuchillas han sido identificadas como siendo de
chaquitacllas, si bien no se ha demostrado la presencia del estribo en el mango. Fueron encontradas
tanto en los más antiguos restos de andenería que se conoce en la región del Cusco - Marcavalle,
fechados entre el 800 y el 900 A.C. (Barreda Murillo, com. pers.; Valencia Zegarra, 1986) - como en
los restos más antiguos de camellones en el Altiplano del Lago Titicaca, fechados entre el 650 y el 900
A.C. (Erickson, 1985): ¿se debe al azar la coincidencia entre estos dos datos?, o bien, ¿fue la
invención de la taclla la que permitió el acondicionamiento y el cultivo de estos altos valles y llanuras?
¿Sería esta herramienta, por así decirlo, el "padre" de la agricultura andina...? Estas infraestructuras
exigían, pues, labores muy importantes. Ya que no disponían de animales de tiro, la chaquitaclla era la
herramienta más eficiente de América: en las reconstrucciones de camellones precolombinos sobre el
Altiplano (fig. 18) (cf. cap. 4), cada trabajador desplazó en promedio 5 m3 de tierra por día, o sea de
dos a cuatro veces más que las mediciones o estimaciones correspondiendo al mismo trabajo con otras
herramientas tradicionales, en otras regiones (Erickson, 1982). "Con la taclla se puede cortar también
bloques de turba y extraerlos con el fin de construir con ellos cercas; un hombre puede hacer en un día
de 200 a 300 bloques y puede construir de 20 a 30 metros de cerca. También se puede cavar con este
instrumento huecos para cimientos, postes, trabajos de iirrigación y drenaje" o construir carreteras
(Gade y Ríos, 1972, 1976).
Fig. 18: Reconstrucción de antiguos camellones precolombinos. El trabajo en equipo con la chaquitaclla
permite levantar y voltear grandes terrones (Mayo; Alto Catachi, Puno, 3900 m.s.n.m.). PM.
[[46]] Pero este retorno al pasado, ¿puede ser de alguna utilidad para los campesinos ahora
que nos encontramos a fines del siglo XX? El carácter arcaico de la herramienta ha sido
subrayado muchas veces 12 :
"Como se ve, la industria agrícola ganadera de nuestros ayllus está en pañales: aún conserva
de los tiempos incaicos su rudimentarismo primitivo. (...) Como herencia legendaria de sus
(12) Y esto por personalidades tan poco sospechosas de despreciar el mundo indio o las técnicas tradicionales
como: Hildebrando Castro Pozo, abogado peruano defensor de los indios durante el periodo " indigenista" de los
años 20; Bernard Mishkin (norteamericano), uno de los primeros antropólogos en haber vivido largo tiempo en
una comunidad campesina andina y en haber descrito "desde dentro" las prácticas cotidianas; André Leroi-
Gourhan, etnólogo y prehistoriador francés, especialista en técnicas.
25
Si las razones de esta persistencia aparentemente anacrónica fuesen sólamente culturales, mal
se comprendería que la chaquitaclla sea utilizada aún en el alto valle del río Cañete por jóvenes
aculturados que pasan parte del año en la muy próxima ciudad de Lima, mientras que inversamente ha
sido abandonada en provecho del arado (fig. 19) en una provincia, la de Andahuaylas, considerada
especialmente atrasada, como lo atestigua el uso metafórico de la expresión "indio de Andahuaylas"
en la literatura.
Ahora bien, juzgar a una técnica como obsoleta, se refiere necesariamente a una comparación
de eficacias (13), como lo sugiere Castro Pozo (1924) en el mismo texto:
"De la Colonia, por ejemplo, sólo ha adquirido el buey como animal de labranza y el arado
de madera, inferior al 'chaqui-taclla', que no le sirven sino para sus tierras bajas".
Esto transforma, pues, las preguntas precedentes en otras nuevas, más precisas: ¿para qué
sirve la chaquitaclla? ¿Qué trabajo o trabajos realiza y en qué condiciones? Es en los documentos
más antiguos que conocemos en donde buscaremos la respuesta.
(13) Es necesario definir el objetivo relativamente al cual se juzga, y el conjunto de valores de referencia que
permiten contrastar el juicio.
27
(14) Agricultura itinerante con quema. Cook se refiere sin duda a la vertiente amazónica de los Andes.
(15) En la pradera, este modo de volteado no modifica la estructura de los terrones mantenidos coherentes por las
raíces. Kaerger ([1899] 1979) señala que "algunos indios cuidadosos suelen separar un poco la parte superior de
los terrones con estacas hasta que todo el bancal quede cubierto con tierra suelta, pero evitando que los terrones
se desintegren" (p. 19).
28
Por un lado, una herramienta elegida como emblema por investigadores modernos, que
resuelve un problema difícil minimizando la erosión, y cuyo resultado es sorprendente para quien no
lo haya visto; y de otro lado esta misma herramienta considerada como arcaica, obsoleta, irrisoria:
¿cómo entenderlo?
Los resultados agronómicos del trabajo con la chaquitaclla son en efecto del todo notables y
los rendimientos por hectárea que permite alcanzar lo demuestran bien (cf. capítulo 5). Pero es al
precio de un trabajo a la vez extenuante, como Cook lo ha señalado, y muy lento - la calidad
agronómica del trabajo es independiente de su productividad (medida en superficie trabajada por día);
pues un cambio técnico que ocasionará progreso a una de estas dos áreas no hará forzosamente
progresar a la otra:
"La actividad más dura y prolongada realizada por los hombres de Nuñoa [distrito ubicado a
más de 4000 metros de altura] es la labranza con la chaquitaclla que con frecuencia dura un
día entero. El consumo de oxígeno y de energía por trabajador sobrepasa el 60% de los
valores máximos (16)", y es superior al de todas las demás actividades agrícolas (fig. 21). Para
realizar eficazmente esta actividad, la cuchilla debe ser hundida totalmente en el suelo, y se
debe levantar un bloque de tierra, el más grande posible, para cavar el surco profundo
necesario para el crecimiento de las papas. La persona que emplea la chaquitaclla debe, pues,
poseer fuerza y resistencia, así como ser bastante pesada, ya que de su peso depende la
profundidad de penetración en el suelo.
Por lo general son entonces los hombres entre 19 y 40 años los que utilizan la chaquitaclla.
Rara vez hemos observado jóvenes de menos de 18 años, aun cuando se precisaba de una
persona más" (Thomas, 1972: 138-139). La labranza con la chaquitaclla no es un trabajo de
niños, de mujeres ni de ancianos.
actividad varones mujeres
Cuidar ganado
cosechar cañihua
cosechar quinua
caminar 3 km/h
matar animales
trillar quinua
Cosechar papas
trillar cañihua
Esparcir guano de corral
caminar 5 km/h
Sembrar quinua (rastrillar)
Sembrar papas con taclla
Arar en surcos con taclla
Arar todo con taclla
(16) El valor máximo fue medido haciendo un esfuerzo muy intenso: subir corriendo escaleras llevando una
pesada carga.
29
(17) Forma de labranza del pastizal practicada antiguamente al noroeste de las Islas Británicas. "Consiste en
destruir un pasto volteando una mitad sobre otra, para hacer pudrirlo todo", "no se labra más que la mitad del
terreno: los terrones de césped cortados con la laya son volteados de lado sobre el suelo intacto (...) Se obtiene
así camellones paralelos, separados por surcos cuya profundidad aparente [desde la cumbre de los camellones] es
doble de la profundidad real de la labranza" (Sigaut, 1975: 75 y 236).
30
Si, manejada individualmente, "la chaquitaclla no está hecha para levantar, sacudir y arrojar
el terrón a un lado" (Gade y Ríos, 1972), ella lo permite cuando en trabajo colectivo el ritmo de los
labriegos es sostenido y su sincronización perfecta (Peña, 1975): en este caso la mujer aprovecha el
vuelco del terrón, para colocarlo en la posición deseada.
Y, sin embargo, "más comúnmente en nuestros días, la labranza para construir camellones de
papas (...) la realiza un equipo más pequeño de dos aradores y un ayudante (fig. 22), o incluso de un
solo arador y un ayudante: este último caso refleja la importancia creciente de la unidad familiar
nuclear, y el ocaso concomitante de las parcelas trabajadas comunalmente, aun cuando se mantenga la
propiedad comunal de la tierra" (Gade y Ríos,1972).
segundo, quien verifica la perfección del trabajo, sobre todo el grado de remoción del suelo.
(...) luego viene el descanso grande al mediodía, donde el dueño del terreno ofrece almuerzo
(...), todo mezclado se coloca al centro de la rueda formada por los trabajadores, de donde
todos comen a discreción (...) .Los trabajos de barbecho de cada propietario se realizan en un
solo día, pasando de una parcela a otra si tiene varias parcelas" (Tapia,1986).
El ayni reduce poco el tiempo total de labranza ya que, por el principio de reciprocidad, el
propietario del campo devuelve a sus colaboradores el mismo tiempo de trabajo que cada uno de ellos
le ha proporcionado, día por día. Su papel es, empero, fundamental en la organización del trabajo. Para
aprovechar al máximo las primeras lluvias que a menudo caen sólo en determinados lugares y son
seguidas de períodos secos, la preparación del suelo y la siembra deben realizarse muy rápidamente,
en una sola jornada, antes de que el suelo se vuelva a poner seco y duro. Ocurre lo mismo después de
una irrigación. El ayni permite entonces reunir un número suficiente de trabajadores en las parcelas
consideradas. Es, pues, una de las condiciones de la realización en las mejores fechas posibles de las
diferentes modalidades de labranza empleadas por los campesinos luego del descanso.
Riesgo
de heladas
m j j a s o n d e f m a m j j
En altura, todas las siembras deben realizarse entre el momento en que llegan las primeras
lluvias, de setiembre a diciembre dependiendo del año y de la región, y aquel en que ya es demasiado
tarde para sembrar, que se sitúa entre octubre y diciembre, según la altura y el tipo de cultivo: ¡un
margen bien estrecho! (cf. Thomas, 1972: 114). En estas condiciones, el hecho de que una familia, con
su propia mano de obra, tenga necesidad de casi un mes de trabajo por cada hectárea labrada, aparece
como realmente crítico...
La solución más evidente a este problema es adelantar la labranza a la estación seca, irrigando
el suelo para que sea menos duro. Es sin duda el papel principal del riego, puesto que después
"normalmente" las lluvias son suficientes para asegurar la alimentación hídrica de los cultivos:
[[57]] "En este mes de julio (...) es tiempo de llevarse mucho estiércol a las chacras y
sementeras y limpiar las acequias y pozos lagunas de las aguas para comenzar a regarse las
sementeras para michica sara mais temprano y para papas chaucha papa maway papa - y
zapallos tempranos" (Guamán Poma, [1613-1620] 1936 : 1149).
"...si era tierra de acequias, que en toda la mayor parte de este reino las había y las usaban;
aunque fuese en la sierra donde llueve, usaban de ellas para (...) arar las tierras y sembrar,
y después quedaba a las lluvias. Esto era en la sierra". (Pedro Pizarro, 1571, f. 57 v).
"El riego no es indispensable para que los sembríos se desarrollen. En estos valles, muchas
veces el agua sólo se usa para ablandar la tierra, no así para humedecer las plantas. (...) el
riego sólo se utiliza para facilitar inicialmente el laboreo de la tierra, y no para regar las
plantas". (Kaerger,1979/1899 : 22 y 27; cf.igualmente Salis,1987: 18).
Pero es exactamente en el momento en que es más necesaria para la labranza y la siembra, que
el agua de regadío es menos abundante y la más disputada: muy pocos son los lugares en que todos los
campesinos disponen de ella para todas sus parcelas. Ha sido preciso, pues, inventar otras soluciones
que descansen en la combinación entre modalidades de labranza realizadas en períodos
diferentes, y en la reducción del número de labranzas en la rotación de cultivos.
(18) Para esta sección, hemos completado nuestras propias observaciones (Bourliaud et al., 1986 y 1988) por las
de Cook, 1920; Mishkin, 1946; Gade y Ríos, 1972; Peña, 1975; Lescano, 1979; Horton et al., 1980; Greslou,
1980; Mayer, 1981; Lescano et al, 1982; Hatch et al., 1983; MINKA, 1983; Julian, 1983; Boletin de Cultivos
andinos, 1984; Ramos, 1984; Cáceda y Rossel, 1985; Tapia, 1986; Rengifo, 1987; Rivero, 1987.
(19) Este parágrafo, como el siguiente, es una adaptación de los trabajos de Bourliaud et al., 1986 y 1988.
33
Con riego
d j f m a m j j a s o n d e f m a m j
Fig. 24: Labranza completa con chaquitaclla (Agosto; Huancaya, alto Cañete, 3650 m.s.n.m.). PM.
34
La totalidad de la superficie de la parcela es trabajada (fig. 24) - lo que por cierto sólo es
posible antes de la plantación. Un grupo compuesto de dos o tres hombres, cada uno manejando una
chaquitaclla, en un solo movimiento coordinado de herramientas corta un prisma de 40 a 70
centímetros de largo, 30 a 40 cm. de ancho y 15 a 30 cm. de altura, al que luego se le da un cuarto de
vuelta, lo que confiere a la parcela así trabajada el mismo aspecto que después de una labranza con
arado de discos jalado por tractor.
El volteado completo de una parcela exige un trabajo tedioso: un grupo de dos chaquitacllas
voltea sólo entre 150 y 250 m2 por día. Además, no se puede sembrar directamente una parcela labrada
de esa manera: se necesita una preparación secundaria que consiste en romper con mazas y pulverizar
los terrones, y sacar los restos de hierba seca que después se quema. Y dos aporques son luego
necesarios.
[[60]] Desde un punto de vista agronómico, la materia orgánica (que proviene del césped volteado y
del estiércol aportado) está distribuida en la totalidad de la capa arada, la que está completamente
colonizada por un sistema radicular denso. Los tubérculos se forman en todo el volumen del camellón.
De manera general, es la labranza completa la que permite lograr los más altos rendimientos por
hectárea, en el primer año de cultivo.
3
1 2 1
2
1
6 5
Resultado 4 3
final :
2 1
Fig. 25: Labranza en camellones antes de la siembra (volteando la tercera parte de la superficie).
Es la más profusamente descrita, en parte porque es con ella que el terreno es ocupado el más
temprano y el más largo tiempo por las redes y encrucijadas de camellones (figs. 26, 27, 28),
destinados principalmente a evacuar el exceso de agua, limitando la erosión y, por el contrario, en los
años secos, a retener el agua de la escasas lluvias.
35
Fig. 26: Parcela de Gregorio (familia III, cap. 6.1.) Fig. 27: Riego de un campo labrado con
labrada con chaquitaclla de manera a controlar el chaquitaclla. En el fondo, ladera con antiguos
escurrimiento del agua (Julio; Huancho, Puno, andenes y límites parcelarios en "faja vertical"
3850 m.s.n.m.). PM. (Chujucuyo, Puno, 3820 m.s.n.m.). Foto Serge
Verliat.
Fig 28: Chacras labradas con chaquitaclla en la pampa. Las laderas, con antiguos andenes,
están erosionadas (Chujucuyo, Puno, 3815/4000 m.s.n.m.). Foto Serge Verliat.
que se hace en función a los 'pronósticos del clima a largo plazo' (20). Para los años lluviosos
se realiza la 'Chaapa', es decir que se realizan los surcos en línea y elevados (fig. 29); cuando
el año será seco o de poca lluvia se hace la 'Lluja', es decir sin formar surcos, al igual que un
tractor, en cuyo caso la mujer del equipo va volteando las champas a un solo lado. (...).
Cuando el barbecho es en cerro o ladera y se pronostica año seco, el surcado es oblicuo. A
esta modalidad se le llama 'Secquen'; en esta forma se retiene más la escasa agua de lluvia
para el mejor aprovechamiento. Si el pronóstico del año es lluvioso, los surcos son en el
sentido de la pendiente, y se le llama 'Checcan'. Existe una tercera modalidad de barbecho en
cerro: cuando los pronósticos no son confiables, los surcos son dobles oblicuos con un canal
en el centro y en sentido de la pendiente, de tal forma que cumple las funciones para años
secos o lluviosos. A esta modalidad se le llama 'Kinray'. Cuando el barbecho es en la pampa,
para año seco existe la modalidad llamada 'Simppa'; la misma que consiste en intercalar los
surcos a manera de atajos, de tal forma que se aproveche mejor el agua de lluvia". (Ver
también Rivero, 1987: 53-58).
[[63]] En el suelo, la materia orgánica se queda concentrada al nivel de la doble capa de césped
enterrado. Este no parece ser un obstáculo infranqueable por las raíces, y tampoco una zona de asfixia:
¿podría constituir al contrario un camino de evacuación del agua excedentaria hacia los surcos a cada
lado? Los tubérculos, que no parecen desarrollarse fuera de las zonas blandas del perfil, se forman
entre las capas de césped enterrado, y en la parte del camellón ablandada antes de la plantación.
Fig. 30: Plantación directa de las papas en el pasto después de varios años de
descanso. El barbecho se hará posteriormente, cuando las plantas hayan
brotado (Chumbivilcas, Cusco). Foto Jean Bourliaud - Raymond Reau.
(20) Los campesinos andinos clasifican en general los años en cinco categorías de acuerdo a las lluvias: ch'aki
wata = año de sequía; para wata = año pluvioso; ñawpaq tarpuy = siembra precoz; q'hepa tarpuy = siembra
tardía; allin wata = buen año. La previsión a mediano plazo del clima mismo es imposible, aun cuando existe en
el Perú abundante literatura al respecto... Lo que se puede prever en cambio son los efectos secundarios del
clima a inicios de estación, sea por la circulación del agua en el suelo y el subsuelo de una ladera (cf. Greslou y
Ney,1983), sea por un enraizamiento más o menos desarrollado de las plantas que serán entonces más o menos
sensibles a las sequías o heladas ulteriores.
37
Los tubérculos no se desarrollan sino en el hueco donde la semilla ha sido colocada, y al borde
del terrón que la cubre. Se quedan pequeños, lo que es favorable para la deshidratación en chuño*; y si
durante el primer año el rendimiento de papa así plantada es bajo, en el segundo año el rendimiento
del cultivo que la sigue es con frecuencia más elevado que en las otras modalidades.
(21) Como veremos en el capítulo 5, los rendimientos por hectárea son extremadamente variables. Los
rendimientos más bajos pueden deberse a factores limitantes muy diversos y no permiten comparar las diferentes
modalidades de labranza entre ellas, lo que sólo es posible a partir de los rendimientos más elevados.
(22) En los Andes - como en otras partes del mundo, y hace algunos decenios en Europa - las unidades de
superficie agrícola no son constantes, sino que miden la superficie labrada en un día: masa con la
chaquitaclla, yunta o jornal con el arado, etc... En estos casos, calcular un rendimiento por "unidad de
superficie" llega de hecho a medir la productividad del trabajo.
38
de producción esperada - diferentes. Así la jerarquía de los rendimientos por unidad de superficie
corresponde a la de las capacidades de producción de las parcelas debido a sus condiciones de medio y
a la forma de cultivo más o menos intensivo: labranza completa en las parcelas más productivas,
labranza en camellones en condiciones de alto riesgo:
- La labranza completa, adaptada a suelos poco compactos, a terrenos sin problemas de exceso
de agua y a años de precipitaciones "normales", favorece la aireación del suelo y la infiltración de
lluvias en el subsuelo. Sin embargo, en pendientes muy empinadas, deviene azarosa y peligrosa: la
tierra mullida es fácilmente llevada a la pendiente por el peso del agua que allí se acumula.
[[66]]- La labranza en camellones antes de la plantación se practica en las parcelas en donde los
riesgos (clima, erosión) son más importantes. El manejo de los cultivos es por lo general menos
intensivo. Los campesinos, en estas parcelas, plantan especialmente variedades nativas; los
tratamientos fitosanitarios son poco frecuentes.
- Si bien no hay unanimidad sobre el asunto, la labranza en camellones después de la siembra
parece ser la más apropiada para los años muy lluviosos y las zonas húmedas, tal la vertiente oriental
amazónica de los Andes. Con ella, el campesino dispone de una modalidad a la que recurre en las
condiciones de cultivo más hostiles, allí donde los riesgos son los más elevados, particularmente al
límite superior de los cultivos en la altura. Esta modalidad otorga igualmente al campesino una
capacidad de adaptación en función de las circunstancias al finalizar la época de plantación. Al
efectuar ésta antes que la labranza, el campesino, en esta época tardía, puede retrasar la decisión de
cultivar, que solamente tomará si juzga que la campaña agrícola lo permite o lo reclama. También
puede decidirse a plantar aun cuando le haya faltado antes tiempo para arar, o a cultivar más si él logra
conseguir medios de producción suplementarios (semilla, créditos...). Esta modalidad limita las
inversiones al estricto mínimo necesario.
39
EN CAMELLONES
Tipo labranza COMPLETA antes después
de la siembra
Tiempo trabajo
Andes
Biblio
80 - 200 30 - 90 30 - 60
días x pers. / ha
25 v. locales
Rendto. MAXI t/ha 20 variedad
Pullpuri, 1985
50 híbridas
Productividad
labranza 150 - 350 350 - 700 100 - 350
kg papas / día trabajo
En algunas comunidades o algunos valles, los campesinos utilizan todas esas modalidades; en
otras, solamente una o dos. Para entender mejor la lógica de su uso, presentaremos el ejemplo de una
comunidad que las practica todas.
2.2.4. Manejo del territorio comunal y labranzas en Pullpuri (Cuzco) (fig. 31).
[[67]] Pullpuri, situada en una de las "provincias altas" de la región del Cuzco, zona dedicada
básicamente a la ganadería extensiva, es una comunidad de más de 300 familias. Cada campesino
explota sus parcelas, con frecuencia varias decenas, repartidas en diferentes sectores, algunos de los
cuales son sometidos a decisiones colectivas de cultivo.
Para efectuar las labranzas de implantación de los cultivos anuales, se emplean dos
instrumentos: el arado de palo y la chaquitaclla. Esta última es la única empleada para el volteado de
las tierras después de varios años de descanso.
Entre los 3250 y los 4600 metros, Pullpuri comprende cuatro zonas de producción (23) que se
diferencian por las producciones y los modos de gestión:
a) Los pastizales de altura están en principio a disposición de todos los campesinos de la
comunidad que tienen animales, cualquiera que sea su número.
b) Los "laymes". La mayor parte del territorio cultivable de Pullpuri, como de muchas otras
comunidades, está situada por encima de los 3600 m. de altura. La comunidad administra este piso
siguiendo el sistema de barbecho sectorial descrito en el capítulo 2 de este libro. Las parcelas son de
propiedad indiviudal, pero cada campesino tiene derecho de cultivar las suyas sólo al momento
definido por la comunidad para el sector (layme) en que ellas se encuentran. La papa encabeza el ciclo
de rotación después de haber labrado con la chaquitaclla. Siguen uno o dos años de cultivos
implantados con arado de palo (cereales, habas) o con chaquitaclla (tubérculos), y lugeo diez años de
descanso pastoreado.
B.S.
papas
amargas 1
4200
B.S papas
dulces 3y4 4
3900 Campos
2 Maizal
manejados
individualment 4
e
3600
as to
m an
To o S
3250
Rí
Fig. 31: Ubicación de las zonas de producción agrícola y del uso de las
herramientas y de las modalidades de labranza (comunidad de Pullpuri, Cuzco).
La ubicación de los laymes cultivados corresponde a un año particular en la rotación de cultivos (cf. cap. 2).
En esta parte alta, las lluvias son abundantes durante la estación de lluvias. Al escoger la
labranza en camellones y al orientar éstos en el sentido de la pendiente, el agricultor favorece la
evacuación directa del agua en exceso, para evitar la asfixia de la planta cultivada. El canal formado
durante la labranza con la chaquitaclla resiste a la erosión, ya que su superficie no ha sido mullida, y
su fondo irregular reduce la velocidad de escurrimiento del agua.
La labranza en camellones después de la plantación permite prevenir mejor el riesgo de
erosión que la que se realiza antes de la plantación. En efecto, su ejecución es llevada a cabo lo más
tarde posible en la estación de lluvias y con ella el desmenuzamiento de la tierra y la concentración de
aguas de escorrentía.
c) Las parcelas llamadas localmente "rotativas", entre los 3500 y los 3800 metros de
altura. La naturaleza y la duración de las rotaciones corresponden a decisiones individuales y son,
pues, muy variables. En la práctica, la duración del período de cultivos es superior a tres años y el
descanso pastoreado es breve (menos de cinco años), incluso inexistente gracias al aporte de
fertilizantes orgánicos o minerales. La labranza de los terrenos en descanso se efectúa solamente con
la chaquitaclla, mientras que el arado se emplea para los cultivos siguientes. Pero en estas zonas, los
suelos arcillosos, las fuertes pendientes y la ausencia de irrigación limitan el empleo del arado.
En la parte baja en donde las lluvias son menos abundantes, el agricultor puede intentar, según
los años y según los momentos, evacuar el exceso de agua o favorecer su infiltración. Este objetivo se
logra mediante la labranza completa. En la medida que toda la superficie de la parcela se encuentre
volteada, es sólo al momento de la plantación cuando se determina la orientación de los camellones.
Pues en ese momento el agricultor dispone de elementos más exactos en cuanto al "pronóstico"
climático para la estación de lluvias. Puede entonces elegir con conocimiento de causa la organización
de los camellones que condicionará la circulación del agua en la parcela.
Asimismo, el número de años de cultivo permite valorizar la fuerte inversión que constituye la
labranza completa. Este no es el caso de los laymes en que el descanso vuelve a lo sumo luego de tres
años de cultivo.
41
[[68]] d) El maizal: es una zona irrigada por debajo de los 3500 m. de altura, dispuesta en terrazas
en donde se practica el monocultivo de maíz en parcelas individuales. Estas parcelas preferentemente
son trabajadas con arado de palo. El ancho de las terrazas permite que una yunta de bueyes evolucione
fácilmente. Después de la recogida de los rastrojos de maíz y del pastoreo de los animales, quedan
pocos residuos de cultivo por enterrar; entonces el rasguño del suelo con el arado basta para la
instalación del maíz en estos suelos aluviales que ofrecen poca resistencia. Finalmente, la labranza con
arado de palo es más rápida y menos penosa: dos personas con una yunta trabajan el doble de la
superficie que harían con dos chaquitacllas en el mismo tiempo.
24
Este parágrafo y el siguiente son desarrollos de « Trabajo del suelo y mecanización agrícola » (Morlon et al.,
1982, p. 42-45).
25
Cuando la población es a la vez sedentaria y densa, las agriculturas preindustriales son incapaces de
alimentarla en caso de accidente climático o fitosanitario (F. Sigaut, com. pers.). De otro lado, la totalidad de la
alimentación no provenía de la agricultura, que se completaba con la pesca, la caza y la recolección (cf. la
insistencia de Guamán Poma sobre "coger yuyos verduras")
42
equivocarse, a la baja productividad del trabajo manual, y más exactamente al "cuello de botella"
constituido por el período de labranza y siembra.
Es de esa manera como entendemos el texto de Cobo ([1653] 1956: 250-251):
"El arte de la agricultura consiste en labrar y sembrar la tierra y criar toda suerte de plantas
con observancia de tiempos, de lugares y cosas. Désta alcanzaron estos indios peruanos más
que de ninguna otra de las necesarias al hombre (...) Porque en lo esencial de la agricultura
no han tomado ni mudado nada de lo que ellos usaban más de algunos de nuestros
instrumentos, con que se les ha disminuido el trabajo que antes tenían: como el uso de arar
con bueyes, y hacer ahora con herramientas de hierro mucho de lo que solían hacer con palos
y piedras y otros instrumentos de cobre".
Y es por cierto el problema de la falta de mano de obra durante las puntas de trabajo agrícola
lo que explica su asombro frente a
"la afición con que la ejercitaban (la agricultura), que es tan extraordinaria que no hay
ninguno que no la prefiera a cualquiera otra ocupación, en tanto grado, que aun a los mismos
oficiales de nuestros oficios, como plateros, pintores y los demás, no podemos persuadirles
que no los interrumpan por acudir a sus sementeras, sino que en llegando el tiempo de
hacerlas, dan de mano a cuanto hay por acudir a su chácaras, y es cosa que admira y con que
yo he intentado desengañar a algunos, que por coger un poco de maíz con su propio trabajo,
perdan diez veces más de lo que vale su cosecha en el tiempo que, por acudir a la labranza,
interrumpen sus oficios y dejan de ganar con ellos".
De allí el ahinco para construir canales de irrigación que permiten prolongar este período
crucial de labranza y siembra.
De allí igualmente la rápida adopción del arado, aun cuando aparentemente no se hizo de por
sí, ya que treinta años después de la primera escena de labranza en el Cuzco reportada por Garcilaso,
el virrey del Perú, Francisco de Toledo, publicó una ordenanza obligando a cada comunidad de indios
a adquirir un arado y un par de bueyes para su uso colectivo, "para que con menor trabajo y ocupación
de indios y tiempo las puedan arar y beneficiar (...)" (Levillier,1925) (26). La introducción del arado
jalado por bueyes correspondía a una necesidad real. Resulta lógico que todos los campesinos que
pueden disponer de él, lo utilicen en lugar de las herramientas manuales, allí en donde sea posible, y
para todos los trabajos realizables correctamente con el arado.
(26) Esta transferencia de tecnología no fue en sentido único. En el mismo capítulo, Cobo señala que "en suma,
ellos eran tan excelentes labradores de sus legumbres y plantas y con la larga experiencia habían alcanzado tanta
inteligencia de la agricultura, que nosotros habemos aprendido dellos todo el modo de sembrar y beneficiar sus
semillas, y mucho para el buen beneficio de las nuestras; como es la manera de guanear o estercolar los
sembrados en algunas partes, que es muy particular y diferente de como se hace en España, y otros semejantes
usos". Y en lo que concierne específicamente a las herramientas agrícolas: "para escardar los sembrados y hacer
los hoyos en que enterraban el maíz al sembrarlo, usaban de "lampas", que los mexicanos llaman coas, y es un
instrumento como azada, salvo que el hierro era de cobre, y no corvo, sino llano como pala corta de horno; y el
día de hoy usan muchos los españoles destas "lampas" hechas de hierro, en sus labranzas, particularmente para
desherbar las huertas y viñas, que en esta tierra llaman cuspar". (El término lampa ha pasado al español). La
chaquitaclla misma podría ser el origen de las "layas" del norte de España, instrumento de labranza colectiva
cuyo manejo es comparable al de la chaquitaclla, y del que no se conoce mención alguna antes del siglo XVI
(Baudin, 1927; cf. Tauzia, 1977).
43
papa a alturas más elevadas. Los arados primitivos de las comarcas mediterráneas secas
sirven solamente para romper y voltear la capa superficial del suelo, y no para cortar y
levantar una dura alfombra vegetal. Hasta parece que falta un nombre en español para
designar a esta alfombra vegetal: la palabra quechua es "champa", pero en los diccionarios
quechua-español debe ser explicitado como "césped de tierra con raíces" o "terrón de
césped"" (Cook, 1920).
Contrariamente a la chaquitaclla, el arado de palo no voltea el suelo y por tanto no puede
enterrar el césped. Introducido al momento de la conquista española para el cultivo de trigo y cebada,
no ha sufrido desde entonces adaptación técnica alguna para este tipo de labranza: disloca un triángulo
de suelo a unos quince centímetros de profundidad, como máximo. Además lo vacunos locales que lo
jalan no son lo suficientemente potentes como para abrir un denso manto de raíces. Es por eso que
cuando se vuelve a cultivar un terreno en descanso, el arado por lo general sólo se emplea después de
la destrucción del césped en el primer año de cultivo ( 27). Para los años siguientes, y también pues en
las parcelas cultivadas todos los años (siembra de maíz, trigo, cebada...), suelta y prepara la capa
superficial para la siembra. El arado se utiliza directamente después del descanso sólo cuando éste no
ha permitido la reconstitución de una vegetación con un denso manto de raíces:
- sea porque el clima es demasiado seco, como es el caso del sur del Altiplano boliviano
(Hatch et al., 1983) o en algunos valles de la vertiente occidental de los Andes - de cualquier
modo allí el suelo es a menudo más arenoso y por tanto más fácil de romper;
- sea porque está sobrepastoreado como ocurre en la provincia de Andahuaylas, en el Perú, a
causa de la muy fuerte presión sobre la tierra, acaparada por las haciendas;
- o por estas dos razones a la vez, en laderas muy erosionadas, como sucede en la región de
Potosí, en Bolivia, en la que durante siglos las familias de los mineros sobreexplotaron la
tierra sin ninguna perspectiva para el futuro.
(27) En Europa, la misma repartición del trabajo entre el arado de palo mediterráneo "que no hace más que
dividir la tierra y no la voltea", "que no tiene más poder que el de resquebrajar el terrón sólo volteándolo muy
poco", y el arado de vertedera, ha sido explicada por los grandes agrónomos de siglos pasados: Olivier de
Serres (1600), Duhamel du Monceau (1762), Tull (1762), Paléologue (1829), etc.
44
Fig. 34: En algunas regiones del Altiplano, hombres o mujeres jalan el arado, aquí
para sembrar cebada (Noviembre; Pampuyo, Nor-Potosí, Bolivia, 3700 m.s.n.m.). PM.
Es la razón que más se suele dar para explicar el no empleo del arado y, por tanto, la
persistencia de la taclla: bien que el camino para acceder a la parcela sea demasiado largo o escarpado,
bien que la yunta no pueda maniobrar en pendientes muy pronunciadas, en terrenos irregulares o
rocosos, o en parcelas demasiado pequeñas (Castro Pozo,1924; Vargas,1936; Gade y Ríos,1972;
Galíndez,1979; Greslou,1980; Julian, 1983; Cáceda y Rossel, 1985; Bourliaud et al., 1986 y 1988;
Tapia, 1986)
"La yunta se utiliza para parcelas mayores de 800 m2 en suelos cuyas pendientes permitan su
manejo. La primera arada se llama kuskiy y la segunda pasada en forma cruzada o diagonal
segundeo. [[73]] Los bordes del terreno donde el arado no llega a roturar el suelo se
completan con picos o chaquitaclla" (Tapia,1986).
Con frecuencia, las parcelas que resultan demasiado pequeñas como para manejar la yunta son
andenes (fig. 35), pues, contrariamente a lo que ocurrió alrededor del mar Mediterráneo o en el
Sudeste Asiático, es para el cultivo manual que se concibieron y realizaron las andenerías
durante 2000 años en los Andes; la incompatibilidad entre estas infraestructuras y la tracción animal
ocasionó en determinados casos, según se prefiriera lo uno o lo otro:
- o la destrucción de los andenes, que cancela así siglos de creación de suelo y de lucha
contra la erosión, para obtener parcelas suficientemente grandes en donde se pueda utilizar la yunta
(Ellenberg, 1979 : 411; cf. Fonseca,1977: 92);
- o bien el trabajo exclusivamente manual en estos andenes, y esto mismo en las regiones
más abiertas a las influencias modernas.
Esta conclusión sobre la transferencia de tecnología realizada hace cuatro siglos nos permitirá
enfocar de la misma manera la mecanización, etapa posterior en el mejoramiento de la productividad
del trabajo. En las condiciones de los Andes, la introducción de una nueva técnica no hace caducas a
las que la han precedido; el progreso técnico no consiste en remplazar totalmente una
herramienta por otra, pero sí en sumarlas para ampliar el abánico de herramientas disponibles,
en la que el mismo [[74]] campesino elegirá la mejor que le convenga según sea el caso. No existe una
jerarquía, una relación de "superioridad" a "inferioridad" entre chaquitaclla, arado y tractor, sino que
cada uno de éstos se adapta más o menos a condiciones y objetivos diferentes (28).
(28) En San Juan de Uchucuanicu, en el alto valle del Chancay al norte de Lima, hacia 1930 los campesinos
utilizaban el arado para el cultivo del trigo en secano en las cumbres de los cerros. Más tarde abandonaron los
46
"En ese sentido es probable, por ejemplo, que un arado con vertedera que rotura y voltea el
suelo pueda incrementar la diversidad del stock existente, pues existen terrenos donde se
practica el sistema de roturación-inversión, y que no presentan obstáculos topográficos para su
funcionamiento. No hay pues razones técnicas para que ello no ocurra." (Rengifo, 1987 : 53).
arados que algunos guardan en sus depósitos, utilizando sólo la taclla y la barramina. Dos explicaciones son
posibles: la falta de forraje para los bovinos de tiro luego de las sucesivas sequías, y el abandono del cultivo del
trigo en secano a causa de la competencia del trigo importado. Se encuentra en los Andes otros ejemplos de
"regresiones" similares (O. Dollfus y F. Greslou, com. pers.).
47
calidad del trabajo, sino el máximo de superficie trabajada por día, ya que el pago es por superficie y
no por tiempo.
Todo esto, se entiende, da numerosos argumentos a los adversarios de la mecanización. En
efecto, se podría pensar en resultados catastróficos. Pues bien, hasta el momento, y según las
observaciones que hemos realizado en el Altiplano, lo son [[76]] probablemente sólo por la erosión
eólica (29). La calidad visual de la labranza es de hecho bastante mediocre (fig. 36): labranza "sucia",
mal enterramiento de las hierbas, pero no hay ninguna razón para exigir por doquier un volteado
completo y profundo y una labranza "limpia" en donde no subsista en la superficie ninguna "mala
hierba" (éstas, de otro lado, protegen contra la erosión y sirven sobre todo de forraje para el ganado -
cf. anexo al capítulo 5).
Fig. 36: Resultado de un barbecho con arado de discos jalado por un tractor
(Mayo; Antauta, Puno, 4070 m.s.n.m.). PM.
Y sobre todo, estas críticas se dirigen a la "tractorización" tal como ha sido aplicada en general
hasta el presente, que no toma en cuenta el saber acumulado por los campesinos para el
aprovechamiento de los medios que ellos explotan. Se podría imaginar otro tipo de mecanización; ya
que las herramientas existentes, muchas de las cuales según nuestro conocimiento jamás han sido
probadas en los Andes Centrales, permiten realizar con un tractor todos los tipos de preparación del
suelo que se desee, todos los que los campesinos ejecutan con las herramientas manuales o el arado:
desde un raspado superficial del suelo hasta un volteado profundo y completo y la fabricación de
camellones.
[[77]] Los problemas más serios planteados por la mecanización son otros:
- ¿quién puede rentabilizar el uso de un tractor?
El razonamiento hecho con respecto al arado parece aplicarse con mayor razón al tractor:
muchos campesinos pobres no cuentan con los medios para adquirir uno, y las extensiones que poseen
son demasiado pequeñas como para que realmente tengan necesidad de él. Quedan por otro lado
importantes posibilidades de aumento de los rendimientos al interior de estas pequeñas
explotaciones... Y no faltan algunos que señalen que si la economía nacional no está en condiciones de
dar empleo a toda la mano de obra, no hay necesidad urgente de invertir en el equipo mecánico del
campo, lo que aumentaría la desocupación (Peña, 1975; Rea, 1978).
(29) En el Altiplano, ¡a un tractor en plena faena se le localiza a varios kilómetros de distancia gracias a la nube
de polvo, es decir de tierra transportada por el viento, que levanta! Sería muy útil una irrigación preliminar allí
donde sea posible. "El tractor" permite labrar más rápidamente cuando la humedad del suelo es adecuada,
pero no ensancha el abánico de humedades del suelo - y por tanto el período del año - en que se puede
trabajar: con relación a la chaquitaclla, sus condiciones de empleo son aun inclusive más restrictivas.
48
Pero nuestros estudios en el Altiplano (capítulo 6) han mostrado que bastaba una superficie
cultivada de 2 a 2,5 ha. para que una familia campesina no pueda efectuar en el tiempo deseado
el total de los trabajos sin recurrir a un tractor alquilado (con su chofer o "tractorista") al Ministerio
de Agricultura, a un proyecto de desarrollo, o a un gran propietario que tenga uno. Es preciso todavía
que el tractor esté disponible en el momento oportuno: los pequeños productores que no lo poseen
siempre resultarán desfavorecidos. Pero lo esencial está en otra parte: la rentabilización del tractor
(alquilado o comprado) sólo puede obtenerse por la venta de la cosecha de las parcelas que permite
cultivar: el paso de la chaquitaclla al tractor supone el paso de una agricultura de autoconsumo a
una agricultura comercial. Los riesgos climáticos y el bajo precio pagado a los productores son así
una de las razones del pobre éxito de la mecanización.
Y la topografía de los Andes Centrales hace que lo terrenos "mecanizables" se hallen en su
mayoría en el límite superior actual de los cultivos, y aun a mayores alturas, allí donde los riesgos
climáticos son demasiado elevados como para invertir tanto en fertilizantes químicos, como en el
empleo de un tractor (Peña, 1975; Morlon, 1985).
Estamos convencidos de que hasta la fecha, y salvo raras excepciones, el problema ha sido
mal planteado. Se han juzgado a priori caducas las herramientas tradicionales y, para remplazarlas, se
ha importado una parte del material empleado en la agricultura considerada como la más
"desarrollada" (30). Pero lo que se importa entonces no son sólo herramientas sino un "tipo de
agricultura" (Tapia,1986), y este tipo de agricultura sólo se adapta a un conjunto de condiciones
topográficas y económicas rara vez encontradas en los Andes.
Volveremos sobre este punto capital en los capítulos 4 a 7; nos es preciso sin embargo
reconocer que necesariamente se plantea la pregunta acerca del futuro agrícola de estas regiones
frente a la competencia de aquellas que se benefician con enormes ventajas diferenciales. Caballero
(1979) concluye que:
"Es probable que finalmente deba promoverse el abandono progresivo de las áreas agrícolas
peores de la sierra andina (para ser dedicadas a la reforestación o el pastoreo), y la
incorporación de sus ocupantes a otro empleos, a medida que éstos vayan siendo creados.
Pero esto sólo podría producirse [[79]] en escala al cabo de un período considerable de
tiempo. Entretanto hay que garantizar a los campesinos ocupantes de esas áreas peores un
nivel razonable de ingresos".
¿Tendríamos que aceptar esta propuesta? En la concepción andina (capítulo 3), no es en
términos de oposición, sino de complementariedad, que se debe enfocar la existencia de zonas
ecológicas muy diferenciadas.
Conclusión
El trabajo con la chaquitaclla exige hasta un mes de trabajo por hectárea para una pareja. Esta
técnica, pues, no le permite a una familia campesina cultivar anualmente más de una o dos hectáreas,
según las condiciones locales. El nivel de vida que permite es entonces limitado, a menos que los
rendimientos o los precios de los productos cosechados estén muy altos....
Para la misma pareja, el paso al arado jalado por bueyes - cuando sea utilizable - permite arar
un hectárea en tres a cinco días; la superficie máxima cultivable por familia es entonces de tres a seis
hectáreas. Pero el arado de palo no realiza el mismo trabajo que la chaquitaclla.
El tractor permite que estas cifras pasen a ser algunas horas por hectárea, y de 10 a 30
hectáreas por familia - ¡a condición de poseer el tractor y las hectáreas!
Para roturar el césped, sólo el empleo del tractor ofrece una alternativa a la chaquitaclla
mejorando enormemente la rapidez del trabajo. Los campesinos adoptarían de muy buen grado la
mecanización allí donde ésta se adapte:
"La experiencia campesina pone de relieve también un proceso histórico de cambios e
innovaciones. Lo que hace presumir que existe siempre la posibilidad de introducir cambios,
siempre y cuando, claro está, éstos se adecúen a su contexto" (Rengifo, 1987: 52).
Comenzamos este capítulo preguntándonos por qué la chaquitaclla se había impuesto como
símbolo de la agricultura andina. El estudio de las funciones de esta herramienta, así como de la
repartición de las tareas con otros instrumentos, nos remite al del uso del territorio y de la organización
social correspondiente. Empezaremos por las rotaciones colectivas después de un largo descanso a
gran altura, ya que la chaquitaclla está destinada ante todo a la labranza de esos terrenos: su extensión
geográfica es históricamente la misma, y su porvenir estrechamente relacionado.
(30) El camino que sugerimos es otro: primeramente identificar los problemas agronómicos a los que responde la
chaquitaclla (¿para qué sirve?), y las condiciones y objetivos económicos de las diferentes categorías de
productores. Luego buscar, en la enorme diversidad de las herramientas y máquinas existentes en el mundo, las
que puedan adaptarse a cada caso en particular.
50
Es por abuso de lenguaje que hablamos de "la" chaquitaclla: deberíamos decir más bien las
chaquitacllas. Toda una variedad de nombres dan fe a la vez de la antigüedad de la herramienta y de la
diversidad de sus formas (fig. 38) (Gade y Ríos,1972; Rivero,1983; Donkin,1979):
- en quechua "Rhuki", "Shuki", "Sapankiri", "Hualhuaco", "Callpachuma", "Yapuna", y
numerosos compuestos con "taclla",
- en aymara y quechua del Altiplano: "wiri", "uyso" y sus variantes.
[[81]] En el curso de su larga historia, la chaquitaclla, como todas las demás herramientas
"tradicionales", ha sido permanentemente modificada para adaptarla a los diferentes trabajos a
efectuarse en diferentes medios (tipos de suelo), así como a los materiales disponibles para su
fabricación.
Probable evolución del palo cavador (las palabras "wiri" y "taqlla" designan más
específicamente el mango de la herramienta), la chaquitaclla ofrece con relación a aquél tres ventajas
combinadas (Gade y Ríos,1972):
a) La eficacia de la cuchilla, antiguamente de madera endurecida al fuego o de piedra, ha
sido mejorada gracias a la metalurgia andina: cobre puro o en aleación: "Las herramientas de que ellos
se sirven son todas de cobre" (Garcí Diez, [1567] 1964: 163).
Desde fines del siglo XIX, piezas de hierro importadas de Inglaterra se emplean como
cuchillas (Piel,1975). A partir del desarrollo de la red vial, en el siglo XX, los campesinos rescatan los
muelles rotos de suspensión de los camiones: una materia prima abundante, barata y de excelente
calidad. En el valle de Cañete, hojas de muelle muy largas cuya elasticidad facilita la acción de
palanca, refuerzan el mango en toda su extensión o incluso lo remplazan completamente.
La cuchilla o "qorana" varía según la calidad del suelo:
Fig. 40: Escalera entre dos andenes, característica de la época inca (Pisaq, Cusco). PM.
(31) En el valle del Colca, cerca de Arequipa, takilpo designa las largas piedras salientes ue forman escaleras ntre
dos terrazas de cultivo (Zvietcovich et al., 1984, p. 36, (cf. fig. 40).
52
c) La empuñadura y la forma del mango permiten igualmente hacer palanca con la mayor
fuerza posible: en los terrenos de pendiente suave, el mango recto sería utilizado con gran facilidad,
mientras que el mango corto y curvado en forma de cayado a 90° (sin empuñadura) permitiría al
operador hacer fuerza con casi todo el cuerpo. En las fuertes pendientes, sería preferible un mango
muy largo y ligeramente curvo; y el equilibrio necesario para trabajar en tales pendientes está dado por
la curvatura del cuerpo exigida por la posición muy baja de la empuñadura en el mango, muy cerca del
estribo (Gade y Ríos,1972; Galíndez,1979) - pero estas explicaciones son parcialmente contradictorias
entre ellas.
El mango, como el de las otras herramientas manuales, es lo más frecuentemente fabricado
con la madera de los árboles locales que el campesino planta siempre al lado de su casa:
"La madera de este árbol [el quishuar o qolle, Buddleia coriacea] es muy recia, y de las varas
hacen los indios sus tacllas, que son los arados de mano con que ellos labran la tierra, y para este
efecto los plantan en sus casas". (Cobo, [1653] 1956 : 255)32. Cuando no hay madera en el lugar, se la
importa de los valles o de la vertiente amazónica, utilizándose diferentes especies según las regiones.
[[83]] Esta enumeración de la variedad de formas adaptadas a cada operación y a cada terreno
permitiría suponer que cada campesino posee varias tacllas de formas diferentes, o que por lo menos
se encuentra una variedad semejante a escala de la comunidad o del valle, ya que los campesinos
procuran siempre explotar la mayor diversidad de terrenos posible (capítulo 3). Pues bien, en general
no ocurre nada de eso; a lo más la variedad se limita a las dos extremidades diferentes de la cuchilla,
ancha para los suelos profundos y puntiaguda para las laderas rocosas; algunos campesinos poseen una
chaquitaclla liviana con cuchilla angosta para la siembra, y otra pesada y robusta para la labranza. Es
sólo por término medio que se realiza la adaptación a los terrenos en cada región, cuyo tipo de
taclla es tan característico como el vestido: de la misma manera que el vestido, ¿sería, pues, esta
forma esencialmente de orden "cultural"? Nosotros no nos podemos satisfacer con semejante
explicación sin haber agotado todas las de orden técnico. Más allá de esta adaptación "media", ¿las
formas regionales se deberían acaso a las características de la madera disponible para el mango?
¿Tienen los campesinos los medios económicos de poseer varias herramientas especializadas? ( 33). No
tenemos actualmente respuesta alguna a estas interrogantes.
32
) Otro árbol de altura (Polylepis sp.) ha dado su nombre a la lampa, probablemente una de las herramientas más
antiguas.
(33) En las comunidades muy pobladas de las orillas del lago Titicaca, el número total de chaquitacllas es muy
inferior al de familias (Lescano et al.,1982, p. 59). Pero el caso de las 5 familias presentadas en el capítulo 6.1.
sugiere que, cuando tienen suficientes medios económicos, los campesinos poseen 2 tacllas por cada varón
adulto, lo que sólo se explica si son adaptadas a labores o a terrenos diferentes.
53
Capítulo 2
[[86]]
[[87]] Introducción
La chaquitaclla, como vimos en el capítulo precedente, es una herramienta concebida para
roturar el pastizal luego de varios años de descanso pastoreado, en el barbecho sectorial de altura.
La pregunta de "¿por qué los campesinos se sirven todavía de esta herramienta?" remite,
lógicamente, a estas otras: ¿Por qué el barbecho sectorial? ¿Para qué sirve el largo descanso
pastoreado? ¿Por qué no separar en el espacio los terrenos que se cultivan todos los años, donde la
labranza sea fácil, de aquéllos reservados para pastos permanentes? ¿Por qué aceptan los campesinos
las restricciones del manejo colectivo? Y, en fin, ¿por qué todo ello solamente a determinadas alturas?
Y, antes que nada... ¿qué son realmente los sistemas de barbecho sectorial?
Se imponen aquí algunas precisiones de vocabulario:
De acuerdo a las regiones, los campesinos dan a esta forma de manejo nombres muy diversos, cada
uno de los cuales evoca un cierto aspecto:
suyu (barrio, o sector = división del territorio);
aynoqa (de ayni *);
laymi (o raymi, que recuerda el calendario);
moyas (moyas de aisha), muyuy o turno;
manay (lo que se pide) o manda;
suertes...(Mayer, 1978, 1983).
La denominación española barbecho sectorial significa "labranza por sectores". La palabra
barbecho ha conservado, en efecto, en el Perú, el sentido de labranza o aradura que tenía en los siglos
XVI y XVII35 ; en España derivó desde entonces hacia el de "terreno en descanso, baldío", de la
misma manera que el inglés fallow y el francés jachère, que designaba antaño los trabajos de labranza
sucesivos realizados en un terreno para destruir las malas hierbas (Sigaut, 1977). De lo cual resultan
frecuentes contrasentidos y falsos problemas cuando uno se topa con sistemas similares cultivados
todos los años, sin descanso de las tierras...Para evitar toda confusión, nos servimos únicamente de los
términos descanso y descanso con pastoreo.
34
El artículo de B. S. Orlove y R. Godoy, "Sectoral Fallowing Systems in the Central Andes" (Journal of
Ethnobiology 6 (1), 1986), ha sido remodelado, adaptado y completado por P. Morlon.
35
"Barbecho: la tierra de labor que se ara y barbecha para la sementera del año siguiente. Barbechar, arar las
haças y quitarles la mala yerva de rayz; y porque las rayzes se llaman barbas, se dixo barbechar al arrancarlas de
cuajo. Antonio Nebrija vervactum." (Cobarruvias, 1611, fol. 122r).
54
Avance
de la
rotación
en el
espacio
Tubérculos
Papas cebada Descanso
secondarios
B. La comunidad de Laraos
Descrita a diez años de intervalo (1974-75 y 1984-85) por los antropólogos E. Mayer y C.
Fonseca, y por el agrónomo G. Brunschwig, la comunidad de Laraos (Nº 5) ocupa un territorio de
65,700 hectáreas, de las cuales un 96 % se encuentra a gran altura o en laderas escarpadas, y el 4 % en
un valle donde se concentran las tierras agrícolas y el pueblo, situado a 3,500 metros de altura. Para
explotar tres pisos ecológicos bien diferenciados, llamados localmente "puna" (en altura), "quebrada"
(valle) y "bajillo" (al fondo de la quebrada, hacia la confluencia con el río Cañete), los habitantes de
Laraos construyeron, desde antes de los Incas, cuatro "zonas de producción" (fig. 43). Tres de ellas
tienen riego: el "bajillo", donde las temperaturas permiten algunos cultivos frutales, además de alfalfa:
el "maizal", acondicionado en andenes muy perfeccionadas (fig. 44), donde el monocultivo de maíz
no se ve interrumpido sino por unas cuantas habas y ocas, y, arriba del pueblo, los cercados de la zona
"mahuay" (cultivos tempranos de riego): alfalfa, papas primerizas, habas...
[[91]] Los cultivos de secano, llamados "aisha", cubren los andenes rústicos de las pendientes
abruptas arriba de las zonas precedentes, por ambos costados del valle. Son trabajados de acuerdo a un
55
barbecho sectorial, por el cual la comunidad norma la rotación de cultivos y el descanso de las tierras,
dividiendo la zona en varios grandes sectores llamados moya, situados a una misma altura (fig. 45).
4000
3500
4000
350
0
Fig. 44: El maizal de Laraos; cada andén tiene riego (Agosto, 3200-3500 m.s.n.m.). PM.
puna
~ 4000 m
a b c d e f g h
~ 3600 m
Cebada TS Papa
Avance de la rotación
Fig. 45: Esquema de un sistema de barbecho sectorial (corresponde, en el texto, al tercer año) (Mayer).
56
En determinado año, por ejemplo, le toca ser cultivado al sector c. Cada familia tiene allí una
o varias parcelas,36 que son de propiedad individual y pueden ser vendidas, alquiladas o prestadas a
otros miembros de la comunidad. Las autoridades comunales convocan a todos los agricultores para
cerrar el cercado colectivo que rodea a todo el sector37, y cuando se ha declarado abierta la época de
trabajo, cada familia rotura la tierra con la chaquitaclla y siembra papas. Al año siguiente se procederá
de la misma manera con el sector d, mientras que en el sector c se plantarán tubérculos secundarios
(oca, olluco y mashua) en vez de papas. Al tercer año se pone en cultivo el sector e, en tanto que el
sector d recibe tubérculos secundarios, y se siembra cebada en el c. Al cuarto año se cultiva el sector f,
y se deja en descanso el c por un período de ocho a diez años. Todas las familias campesinas tienen
así, cada año, los mismos cultivos en tres sectores, y cada cultivo rota por todo el territorio comunal.
Todos los comuneros gozan del derecho de libre pastoreo en los sectores en descanso para su ganado
mayor, pero no en el caso de carneros y cabras, pues hay prohibición al respecto. Cada sector en
cultivo es vigilado por un "mesero", responsable designado por la comunidad por un año, y retribuido
con una fracción determinada de la cosecha de cada campesino (Mayer, 1977, 1978; Fonseca y Mayer,
1978; Mayer y Fonseca, 1979).
Este sistema es en realidad más complejo y menos rígido (Brunschwig, 1986). Cada uno de
los sectores observados durante un año dado resulta de la reunión de cuatro a seis subsectores
contiguos 38 ; en Laraos hay en total 72 subsectores (fig. 46), cada uno [[93]] con su nombre propio. No
se reúnen necesariamente los mismos subsectores para formar un sector en los ciclos subsiguientes.
Un subsector, o un sector entero, puede ser dejado en descanso por más o menos años que los vecinos,
ya que el orden en que se cultiva los terrenos varía de un ciclo a otro (cf. igualmente Greslou y Ney,
1983: 172).
La comunidad puede de este modo adaptar las extensiones cultivadas a la condiciones de cada
año: producción que se espera en cada terreno; pluviometría; semillas o mano de obra disponible...Por
ejemplo en 1984 la asamblea de la comunidad decidió no sembrar cebada, y por lo tanto dejar en
descanso las tierras donde la producción que se esperaba no justificaba la inversión de trabajo y
semillas. En 1985 se proyectó, en razón de la insuficiencia de lluvias, la sustitución del sector que
debía ser normalmente puesto en cultivo por otro con riego gracias a un reservorio que se había
construido hacía poco.
C. En Kauri
Hacia 1940, en Kauri (Nº 53), en el departamento del Cuzco, la misma secuencia de tres años
de cultivo - papas, tubérculos secundarios y cebada , era seguida por tres años de descanso pastoreado
en la "pampa", en tanto que en las laderas un solo año de papas era seguido por cinco de pastizal. En el
sexto año se prohibía el pastoreo, año en que el descanso era así total, "en preparación para la nueva
siembra del séptimo año" (Mishkin, 1946). Había de esta manera un sistema de seis sectores
("suertes") en la pampa, y otro también de seis en las laderas, pero ciertas familias no poseían parcelas
sino en cuatro o cinco sectores de la pampa. De acuerdo a la teoría de los campesinos de Kauri, un
campesino debería poseer tierras al menos 39 en seis, o sea cuatro en la pampa y dos en las laderas,
mínimo absoluto según ellos para poder subsistir". Por esta época y en la región, se reservaba una
36
En el caso de las cinco familias estudiadas con mayor detalle (cf. capítulo 6.3), la extensión de las parcelas se
escalona entre los 45 y los 610 m2, con una media de 205 m2.
37
El estado actual del cerco es tal que los animales podrían franquearlo sin dificultad si la comunidad no pusiera
un guardián. Sólo el maizal tiene un cerco efectivo.
38
Fonseca (1966, 1972) señaló que en Chaupiwaranga, en el norte del Perú, cada familia posee en teoría parcelas
no solamente en cada manay, sino también en cada una de sus "sub-zonas." Es probable que la existencia de
estos subsectores, con la flexibilidad que permiten, sea general, pero que las observaciones realizadas en otros
lugares no hayan sido lo suficientemente finas como para ponerlos en evidencia.
39
En Huayana (Nº 56), "hay personas que no tienen terreno en el lugar en que se realiza el raymi y para superar
este problema ellos se ven casi obligados a sembrar "al partir" con otros que disponen." (Vallejos et al., 1967).
57
extensión en los sectores más grandes, destinándose una parte para la municipalidad, y otra para
cultivarse en nombre de un santo. La municipalidad alquilaba en subasta las tierras de que disponía en
todas las comunidades del distrito, y sucedía a menudo que mestizos residentes en la ciudad tomaban
en arrendamiento las parcelas municipales, repartidas en todos o en la mayor parte de los sectores de
una comunidad 40. La Iglesia, en cambio, no recibía ningún beneficio directo por la utilización de las
suyas, por lo general cultivadas por dos o tres indios encargados de organizar la fiesta del santo cuyas
parcelas llevan su nombre. Pidiendo la ayuda de toda la comunidad, estos dignatarios religiosos por un
año, eran responsables del cultivo de dichas parcelas, cuya cosecha se empleaba en el festín que
consumían todos durante la fiesta. Aun cuando las tierras de los santos eran una institución universal
entre los indios quechuas del Perú, no existían sin embargo en algunas comunidades del Cuzco.
Aparentemente éstas se habían apropiado, en razón de la falta de tierras, de las que pertenecían a los
santos, para que fuesen utilizadas por familias que carecían de ellas (Mishkin, 1946: 420-421).
"La labranza [de las tierras de barbecho sectorial colectivo] comienza poco después del
Carnaval, dependiendo ello en Kauri de la fecha en que llegue el gobernador del distrito para
"repartir" las tierras, generalmente a mediados de marzo. Nadie, bajo pena de multa, puede
comenzar a roturar antes de que se concluya la "repartición"; una vez confirmados los
linderos por el gobernador, el trabajo de roturar [[94]] prosigue hasta Pascua(...) La
"repartición" constituye un importante acontecimiento en Kauri, y significa esencialmente la
confirmación por parte del gobernador de los linderos existentes de los terrenos.(...) Una gran
pompa rodea su visita. Las autoridades de la comunidad preparan un festín con una orquesta
indígena(...) Al día siguiente (...) el gobernador, las autoridades comunales y los propietarios
se reúnen en el sector del que van a tratar. Antes de que se inicie la repartición propiamente
dicha, se traen las imágenes del santo patrono de la comunidad, y se le ofrecen plegarias y
ofrendas de coca y chicha. Se llama luego por su nombre a cada jefe de familia; si ha pagado
los derechos de repartición (5 centavos) y contribuido con leña a la alcaldía distrital, se
hunde la chaquitaclla en los límites de la parcela, y el deslinde queda hecho (...) Con
frecuencia estallan intensas querellas a propósito de la ubicación de ciertos linderos, y el
hecho de que a veces no se trate sino de algunos centímetros no disminuye en nada la
vehemencia de la disputa." (Mishkin, 1946).
40
Una vez introducidos de este modo en la comunidad les era muy fácil apropiarse, en primer término, de las
tierras de la municipalidad, y usurpar luego las de los campesinos...
58
descanso. En cambio, en otros sistemas no hay ningún descanso, y por ejemplo dos años de papas se
alternan con cuatro de cebada.
En fin, a veces familias provenientes de varias comunidades poseen parcelas en un mismo
barbecho sectorial colectivo. En Irpa Chico cada uno de los aynuqa está asociado con un determinado
barrio de la comunidad, ya que miembros de un mismo barrio se casan muy a menudo entre ellos
(endogamia). La mayor parte de las familias posee la mayoría de sus parcelas en el aynuqa vinculado
con su barrio, aunque hay muchas que las tienen igualmente en otros: si no hubiera otras
organizaciones comunales en Irpa Chico, cada barrio podría ser considerado como una comunidad
diferente. Se conocen así varios casos, todos en Bolivia, donde el sentido de la palabra "comunidad" es
ambiguo: ¿se debe aplicar a una unidad social de mayor dimensión, capaz de administrar varios
sistemas de barbecho sectorial colectivos, o a un grupo más reducido que no posee más que uno solo?
(Albó, 1972; Buechler, 1980; Campbell y Godoy, ). Su ausencia en el Perú podría deberse a la política
oficial peruana de "reconocimiento" jurídico de las comunidades a partir de 1920. Para recibir su título
de propiedad, éstas deben indicar de manera precisa sus límites y las [[95]] familias que las integran, lo
cual destruye las organizaciones anteriores más flexibles, pero también más "indefinidas" a ojos de la
administración. Su presencia en Bolivia podría reflejar una mayor continuidad con la antigua forma
andina del "ayllu," con sus varios niveles de organización.
Recordemos aquí los puntos comunes a todas las descripciones precedentes:
- las rotaciones colectivas asocian a un cierto número de familias en un determinado territorio;
- éste se divide en un número n de sectores;
- cada ciclo de utilización de la tierra dura el mismo número n de años, durante los cuales se
suceden en primer lugar cultivos (o asociaciones de cultivos anuales), luego un descanso
pastoreado;
- las tierras constituyen propiedad privada de cada una de las familias41 . Cuando un sector
está en descanso, todas las familias tienen derecho de pastoreo (pastos comunales) para su
ganado en todo el sector, entre las fechas límites decididas colectivamente para la cosecha del
cultivo precedente y la siembra del siguiente. Cuando se cultiva un sector, cada familia tiene
derecho de uso exclusivo de sus parcelas, y puede o no cultivarlas: debe simplemente respetar
las fechas de siembra y de cosecha, lo cual muy a menudo determina - pero no es una
obligación - la especie a cultivar.
Los ejemplos precedentes están situados en regiones muy disímiles en los planos ecológico,
económico y cultural:
- los valles secos de la costa peruana, próximos a la enorme aglomeración de Lima, donde el
español tiende a convertirse en lengua única;
- la sierra más húmeda de la región del Cuzco, donde los campesinos hablan quechua;
- el frío altiplano boliviano, en el corazón del país aymara.
El hecho de que a pesar de todo estos sistemas posean características comunes tan numerosas
y determinantes, lleva a plantear numerosas preguntas: ¿Cuál es su antigüedad? ¿Dónde se los
encuentra? ¿Cómo explicar su existencia y localización? ¿Cuáles son las razones por las cuales ciertas
características son invariables, y cuáles las que hacen variar a las otras?
A fin de responder a estas preguntas hemos efectuado estudios bibliográficos (Orlove y
Custred, 1974; Campbell y Godoy) y enviado un cuestionario muy detallado a más de un centenar de
antropólogos y geógrafos que han realizado investigaciones de campo en los Andes; veintisiete de
41
Según Mayer (1983 b: 116 - 118), de acuerdo a la regla antigua observable todavía en varias comunidades las
tierras pertenecían a la comunidad, que asigna a cada familia parcelas diferentes en cada ciclo (las parcelas
rotaban entre las familias). La situación actualmente predominante, en la que las familias conservan los derechos
sobre las parcelas de un ciclo a otro, sería la primera etapa de la privatización ligada al crecimiento demográfico
y a la falta de tierras (véase la última parte de este capítulo).
59
ellos se tomaron mucho tiempo en responderlo, y les agradecemos por ello. Disponemos así de una
muestra de más de cincuenta comunidades (fig. 41), en la cual hemos analizado estadísticamente unas
quince variables, que van desde la situación geográfica hasta las características de la secuencia de uso
de la tierra; presentamos algunos valores numéricos en el cuadro 2 (Orlove y Godoy, 1985). Hemos
completado todo ello con observaciones personales de los autores de este libro, y los resultados de los
cuales tenían conocimiento.
42
"Hasta donde sabemos pocos son los arqueólogos que hasta hoy han prestado atención al estudio de los sitios
agrícolas de altura hasta el punto de efectuar un sondaje en una terraza de cultivo o en un cercado." (Bonnier,
1986).
43
Ello es perceptible sobre todo bajo una luz rasante, y por lo tanto no advertible en las fotos aéreas tomadas a
mitad del día.
60
Número de casos
Desviación estándar
Media aritmética
Valor máximo
Valor mínimo
Primer cuartil
Tercer cuartil
con datos
Mediana
datos
Latitud (valor decimal) 48 3 14.34 14.25 2.03 18.7 10.4 15.63 13.33
Precipitación media anual (mm) (1) 15 36 728 725 242 1270 300 850 562
Altura promedio de las viviendas (m) 43 8 3537 3675 331 3950 2700 3800 3200
Altura promedio de las parcelas en
barbecho sectorial 31 20 3725 3800 281 4100 3000 3910 3580
(1) Las precipitaciones indicadas son las de la estación meteorológica menos alejada.
(2) Los sistemas sin (año de) descanso no fueron incluidos en el análisis estadístico.
(3) Corresponden a un año en el cual los tubérculos y los otros cultivos tienen la misma importancia.
Fig. 47: Sector de barbecho sectorial antes del primer año de cultivo. Algunos campos han sido
barbechados con varios meses de anticipación, para aprovechar la humedad de la época de lluvias
(Mayo; San Antón, Puno, 4050-4200 m.s.n.m.). PM.
61
La conformidad de los barbechos sectoriales con los esquemas andinos de organización (cf.
más adelante), así como la variedad de nombres indígenas, sugieren un origen local, aunque la
existencia de modelos similares en España en la época de la Conquista (Espinoza, 1981;
Fernandez,1981) no permite una conclusión definitiva.
Los sistemas de barbecho sectorial colectivos reportados se distribuyen desde el centro del
Perú hasta el oeste de Bolivia (fig. 41), en regiones donde las precipitaciones van de 500 a más de
1,100 mm por año, y a altitudes comprendidas entre los 2,400 y 4,200 metros (la mitad por encima de
los 3,800). Más arriba no hay sino la puna, estepa usada exclusivamente para el pastoreo de ganado.
Más abajo, los campos, a menudo irrigados, son cultivados cada año de manera más o menos intensa,
y, si bien es verdad que se encuentra papa en ellos, son más frecuentes otros cultivos, tales como el
maíz, y no son trabajados en forma de sectores colectivos.
La altitud promedio de las parcelas de un barbecho sectorial está vinculada estadísticamente
con la de las viviendas de la comunidad que las administra, siendo la primera por lo general más
elevada, con una diferencia en promedio de 230 metros. Se [[98]] comprende fácilmente que las casas
estén situadas a un nivel más bajo, allí donde el clima es menos duro, y cerca de las parcelas regadas,
cultivadas más intensamente (o bien en el altiplano, en la línea de fuentes que señala el contacto entre
la pampa y las laderas). En determinados casos, esta posición es también consecuencia del
reagrupamiento forzado de poblaciones en las "reducciones" por los españoles en el siglo XVI.
Un tercio de las comunidades estudiadas poseen varios sistemas de barbecho sectorial, , más o
menos escalonados según la altura, cada uno de los cuales corresponde a condiciones específicas de
suelo y clima. Las principales excepciones a estos ordenamientos verticales se encuentran en el
Altiplano, en donde, como ocurre en el caso de Irpa Chico, las principales variaciones ecológicas no
están relacionadas con grandes diferencias de altura, sino con las características de los suelos, así
como con los microclimas (vinculados con la exposición en relación al lago y la acumulación de aire
frío en las partes bajas), que suscitan grandes diferencias en los riesgos de helada entre la pampa y las
laderas situadas a menos de cien metros más arriba (cf. capítulo 3).
La extensión de estos sistemas hacia el sur se ve limitada por la aridez; los campos son allí
regados o dejados en descanso por decisión individual.
Su ausencia en las tierras altas del norte del Perú y del Ecuador es más difícil de explicar. Se
podría evocar una causa ecológica: al contrario de la puna de los Andes Centrales, los páramos del
norte son húmedos durante todo el año, los suelos son más ácidos y la vegetación diferente. Pero en la
vertiente amazónica de los Andes los páramos se extienden muy lejos hacia el sur, en lugares donde
hay barbechos sectoriales colectivos. Y, sobre todo, las mismas especies papas, tubérculos
secundarios, quinua, habas, cebada [[99]] se cultivan lejos hacia el norte, en rotaciones con descanso
pastoreado similares a las que se describen aquí (Brush, 1977; Moya, 1984; Kohler, 1986): la
diferencia está en que no existen sectores colectivos; cada familia trabaja individualmente sus
parcelas.
Una explicación a esta paradoja es sugerida por la asociación, frecuente en la literatura, del
barbecho sectorial con la chaquitaclla, y por la coincidencia de sus respectivas áreas geográficas (fig.
41), habida cuenta de abandonos recientes conocidos de uno y/u otro. La chaquitaclla no se ha
difundido hacia el norte,44 ni tampoco el barbecho sectorial; si existe un vínculo entre ambos hechos,
tiene probablemente que ver con la organización y la productividad del trabajo:
44
Pero la cultura "quechua" fue llevada al Ecuador, bastante antes de la Conquista Inca, por una parte del pueblo
chanka, originario de la región Andahuaylas-Ayacucho, que después de su fracaso en su tentativa de conquistar
el Cuzco, escapó de las represalias de los Incas. Así el dialecto quechua de la provincia de Chimborazo es muy
parecido al de Andahuaylas, en particular la terminología agrícola. ¿Conocían los emigrantes chanka la
chaquitaclla y practicaban el barbecho sectorial ? ¿O bien lo abandonaron por no adaptarse estas prácticas a las
condiciones (naturales o sociales) locales, mientras que la sucesión de cultivos es la misma? (cf. Moya, 1984).
Nos inclinamos hacia la segunda hipótesis, ya que la herramienta descrita por cierto muy brevemente en una
Relación anónima de 1573 sobre los alrededores de Quito, es probablemente una chaquitaclla (Relaciones
Geográficas de Indias, Bibl. de Autores Españoles, 1965, vol. 2, p. 227).
62
- En los Andes Centrales el período en que se puede labrar es muy corto (cap. 1). El trabajo
colectivo con chaquitaclla es mucho más productivo (en extensión/persona/día) que un trabajo
individual con cualquier otra herramienta manual. El conjunto "chaquitaclla barbecho
sectorial" sería una respuesta a la vez técnica y social frente a esa fuerte limitación; veremos
más adelante cómo la herramienta y el manejo colectivo del territorio son abandonados hoy en
día, cuando la reducción del descanso pastoreado lleva a otras soluciones.
- En Ecuador las lluvias están muchos mejor repartidas a lo largo del año: se puede plantar
papas en dos épocas diferentes y a veces durante todo el año (Moya, 1984). El período de
labranza es, pues, mucho más largo, y no exige soluciones tan apremiantes como los barbechos
sectoriales.
Todo ello sigue siendo una hipótesis. Volveremos a encontrar en el capítulo 3, a propósito de
la extensión que alcanzaron los modelos de complementaridad ecológica, el mismo límite, que
adoptamos en consecuencia para definir los Andes Centrales en este libro.
Sin embargo, a pesar de que estos aspectos han influido mucho, en general, en la agricultura
andina (Orlove 1977 b), el examen de los datos disponibles no aporta pruebas en apoyo ni en contra de
estas interpretaciones. Muchos sistemas de barbecho sectorial se hallan en regiones donde
actualmente se observa relativamente poca presión externa sobre las tierras de los campesinos, así
como poca emigración.
45
Esta costumbre andina ha sido utilizada sin cesar en su provecho o recuperada por los grupos dominantes:
imperio Inca, "curacas" y "encomenderos", grandes propietarios, Estado...
46
La ausencia accidental de un trabajador se compensa en general con el pago de una multa equivalente al
salario de un jornalero.
47
En ciertas comunidades hay una tendencia reciente de pasar del igualitarismo a la proporcionalidad de las
extensiones regadas por cada familia.
64
en todos los casos las papas son el primer cultivo. Tal sucesión refleja la gran importancia de la papa
en la alimentación de la población de los altos Andes (Orlove, 1987), ilustrada en tiempos antiguos por
la existencia de una unidad de tiempo prehispánica correspondiente al lapso necesario para cocer una
olla de papas (Murra, 1975), y, en la región del Cuzco, la de una unidad de extensión llamada
"papacancha" (Rostworowski, 1960, donde "cancha" significa terreno, campo).
El papel del maíz en los ritos es mayor (Murra, 1960, 1975), pero se cultiva más abajo. Las
papas tienen mayor importancia que los demás cultivos que se practican en las rotaciones sectoriales.
Ninguna otra planta sería tan apropiada como ella para los ritos que, en numerosos casos, forman parte
de la preparación de un sector que llega al término de sus años de descanso.
En Pacaraos, el primer año de de cultivo de papas se llama "turno"; en el segundo, designado
como "yana", se cultivan turbérculos secundarios, con una proporción de parcelas sembradas menor
al del primer año (Degregori y Golte, 1973). El término "yana", que posee una profunda significación
en los Andes Centrales, se refiere habitualmente al segundo, o al menor de dos elementos que forman
una dualidad complementaria (Platt, 1978).
sustituyera en una altitud como ésta uno de los cereales andinos por cebada, la cosecha de ésta
se prolongaría al mismo tiempo que la de papas.
Cuadro 3. Tiempos (horas por hectárea) dedicados a las labores agrícolas en los sistemas de barbecho
sectorial del distrito de Nuñoa (Thomas, 1972)
CULTIVO PAPAS CAÑIHUA QUINUA
LABORES
Preparación del suelo y siembra 1,070 100 100
(1er año después del (el suelo está preparado por la cosecha
descanso) de papas)
Deshierbe y otros cuidados 0 0 0
Cosecha, trilla, transporte 770 1,840 1,030
Total « agrícola » 1,930 1,940 1,130
Transformación post-cosecha (venteo, 660 690 900
deshidratación)
Total 2,590 2,630 2,030
Resulta evidente que así se consume bastante menos energía para preparar el suelo y sembrar
los cereales que para los tubérculos (cuadro 3). Ello resulta de la rotación de cultivos.(...) Si se
cultivaran cereales en terrenos vírgenes, la preparación del suelo consumiría sin duda mucho
más energía que para la papa. En efecto, la preparación del terreno para la papa sólo necesita
roturar una franja de cada dos (cap. 1) para formar camellones de un metro de ancho, en
tanto que en el caso de los cereales hay que roturar todo el terreno, lo cual exige el doble de
tiempo y de energía, y luego hacer otros trabajos para mullir la superficie del suelo. Además,
un trabajo de esta naturaleza no podría comenzar antes de que las lluvias ablanden el suelo, y
se imbricaría entonces con la siembra de papas. En conclusión, los cereales exigirían
considerablemente más trabajo si fueran cultivados solos, lo cual no sucede cuando su siembra
se realiza después de un año de papas.
[[103]] Se podría imaginar cultivar papas dos años seguidos en el mismo campo. La dificultad
estaría en la insuficiente disponibilidad de mano de obra y de tiempo (...) pues tal rotación
exigiría dos veces más en los momentos críticos. Y depender de un monocultivo semejante
pondría a la familia en situación aún más precaria, ya que los riesgos climáticos y
fitosanitarios no son los mismos para los cereales andinos que para las papas" (Thomas, 1972:
122-124).
48
El punto de vista que se desarrolla aquí es exclusivamente el de los agrónomos, que se interesan en los
cultivos; falta el punto de vista complementario: el descanso pastoreado y el manejo del ganado.
66
Fig. 49: Barbecho con chaquitaclla después de varios años de descanso en un sector
de barbecho sectorial. Deyecciones secas de alpacas han sido depositadas en líneas
sobre el suelo antes de voltearlo (Noviembre; Cuyo-Cuyo, Puno, 4000 m.s.n.m.). PM.
Si no se aplican abonos, la puesta en cultivo empobrece el suelo en elementos nutritivos49:
tanto los que se hallan contenidos en las cosechas sacadas del terreno, como los arrastrados por el agua
luego de que la labranza del suelo haya causado su paso de formas orgánicas a formas minerales
solubles. El descanso herbáceo de larga duración [[105]] es, al contrario, una "fase de acumulación
orgánica de fertilidad"50 al menos cuando los elementos consumidos por el ganado son más o menos
restituidos por sus deyecciones, cual es el caso probablemente en estas alturas de los Andes. Pero hay
que subrayar que, en los sistemas andinos, el ganado no hace más que transformar en el mismo
lugar la materia vegetal presente en el terreno, papel por cierto importante, ya que facilita y acelera
el reciclaje de los elementos nutritivos y puede aligerar el trabajo del suelo. Pero, al contrario de lo que
sucede en otras regiones del mundo, no se desplaza diariamente para depositar en tierras por abonar
los elementos previamente tomados en terrenos sin cultivar: no existe transferencia directa de
49
Constituye una excepción el enriquecimiento en nitrógeno por ciertas especies de leguminosas.
50
Recordemos aquí brevemente los principales mecanismos:
- fijación biológica del nitrógeno (pero ciertos cultivos también lo hacen).
- aportes minerales por las lluvias, inmediatamente recuperados por la importante biomasa microbiana;
- cuando las plantas perennes que crecen durante los años de descanso tienen raíces más profundas que
los cultivos anuales, pueden extraer elementos nutritivos de los niveles profundos y traerlos a la
superficie; pero cuando las condiciones son favorables, la mayoría de las especies anuales cultivadas en
altura puede tener un enraizamiento bastante más profundo que lo que generalmente se afirma en el
Perú (Pacheco et al, 1978).
67
fertilidad por parte del ganado; la transferencia, realizada en el momento de la labranza (fig. 49) o
de la siembra, es indirecta, vía el corral, y requiere mano de obra humana : llenado de los sacos, poner
la carga sobre los animales, estercoladura.
[[106]] Cuando el descanso herbáceo permite el establecimiento de una vegetación densamente
enraizada, lo cual no es siempre el caso, acrecienta la cantidad de materia orgánica en el suelo. Mejora
así la resistencia a la erosión y la estructura física, y por lo tanto la capacidad de retener agua en
reserva, favoreciendo el desarrollo de los cultivos.
¿Qué sucede al respecto en los barbechos sectoriales de los Andes Centrales? Las
comparaciones publicadas de mediciones de rendimiento y de resultados de análisis de suelos son
extremadamente escasas:
En el valle del Mantaro, por encima de los 3,400 metros de altura "donde el descanso es una
práctica generalizada, se encuentran diferencias de rendimiento importantes cuando se
comparan parcelas cultivadas inmediatamente después del descanso, y las que se cultivan en
años subsiguientes. Sobre todo los rendimientos disminuyen casi en un 50 % cuando se cultiva
papas por segunda vez consecutiva en una misma parcela. Según nuestro conocimiento, no
se han llevado a cabo experimentos agronómicos sobre este importante fenómeno." (Franco
et al., 1979 : 52-53).
Los rendimientos de papa del primer año de cultivo luego del descanso, pueden ser superiores
a los del fondo de un valle con riego, por debajo de los 3,450 metros (id, p. 17; la misma observación
se hizo en el de Chancay por Greslou y Ney, 1983).
A nuestro conocimiento las únicas mediciones de la evolución de la fertilidad en el suelo son
las efectuadas en Nuñoa, por encima de los 4,000 metros de altura (Thomas, 1972: 114-116), en la
rotación papas / cereales andinos / de dos a doce años de descanso.
"El modelo de rotación de cultivos y de fertilización (...) ilustra la compleja interdependencia
entre las producciones vegetales y animales. (...) Los campesinos esparcen las deyecciones
secas de los animales domésticos como fertilizante en la siembra de papas, pero no para los
cereales (...) Analizamos el nivel de elementos nutritivos en el suelo en cuatro momentos de la
rotación:
- al fin del descanso pastoreado, justo antes de la labranza;
- al comienzo del primer año de cultivo, luego del abonamiento;
- al comienzo del segundo año de cultivo;
- al fin del segundo año o al inicio del descanso.
Los contenidos de magnesio y de materia orgánica en el suelo aumentan a lo largo del
período de descanso, pero a fines del mismo la fertilidad global de la tierra no parece
suficiente para el cultivo de papa 51. Ello cambia con el traslado de fertilizante al campo de
papas que se acaba de preparar: es entonces cuando la fertilidad resulta más elevada. Hacia
principios del segundo año el nivel de la mayor parte de los elementos nutritivos se aproxima
o cae por debajo del umbral de fertilidad 21 ; los niveles más bajos son los que se alcanzan al
comienzo del descanso, luego de la cosecha de cereales. Resulta, pues, claro que se debe
aplicar un fertilizante al campo al final del descanso si se desea una buena cosecha de papas.
Además, si se quisiera cultivar papas en lugar de cereales andinos en el segundo año, se
necesitaría un suplemento de fertilizantes.
Además del calendario de trabajo, ya evocado, debemos examinar el problema de la
disponibilidad en deyecciones de animales. Se puede estimar que un terreno necesita más o
menos 1,8 kg por metro cuadrado para lograr una buena fertilización, o sea 900 kg para 500
51
Las normas utilizadas son las del laboratorio de Análisis de Suelos y Forrajes de la Universidad del Estado de
Pennsylvania.
68
metros cuadrados (extensión [[107]] promedio de papas de una familia campesina).52 Los
excrementos son recogidos durante todo el año en los corrales en que se encierra el ganado
todas las noches. Justo antes de la siembra son puestos en sacos y transportados hasta los
campos a lomo de llama o de caballo (...)
¿En qué medida el tamaño del rebaño constituye, a través de la disponibilidad de fertilizante,
un factor limitante para la agricultura, y especialmente para la producción de papas? En el
estado actual de nuestros conocimientos no podemos sino sugerirlo (cf. fig. 51). El nivel de los
elementos nutritivos en los terrenos no abonados indica, sin embargo, de manera clara, que el
éxito del cultivo de papas depende estrechamente de los rebaños.53
Fig. 50: La bosta seca de las vacas sirve como combustible para cocer cerámica, mientras tanto la erosión
sigue llevándose los suelos de las laderas (Azángaro, Puno, 3850/4000 m.s.n.m.). PM.
Las familias que no tienen ganado deben "rebuscar" las deyecciones, o bien comprarlas. Una
mujer, por ejemplo, puede recoger más o menos 37 kg por día. Así también, se puede alquilar
las llamas para transportarlas a los campos, pudiendo 20 de ellas cargar hasta 900 kg en un
solo viaje - pero no están disponibles, por lo general, sino después de que su propietario las
ha empleado en su propio campo; y quien las toma en alquiler debe a menudo retrasar la
siembra más allá de la fecha ideal.
[[108]] (...) En el pastoreo los rebaños recogen los elementos nutritivos en grandes extensiones
(1,5 hectárea por alpaca y por año) y los concentran en sus excrementos, una parte de los
cuales queda depositada de noche en el corral (cf. fig. 52), y que finalmente son llevados por
los campesinos a lo alto de los camellones [o surcos] donde se siembran las papas. Esto
quiere decir que los elementos nutritivos que provienen de toda la extensión pastoreada son
concentrados en una área limitada de tierra (cf. fig. 53), resultando de todo ello un micro-
ambiente rico en elementos para las papas (...) La producción vegetal depende de los
elementos nutritivos acumulados por los rebaños en una gran extensión de pastizal"
(Thomas, 1972: 114 - 116).
52
Siendo muy baja la proporción de agua en estas deyecciones, esta cantidad corresponde a 100 a 200 toneladas
de estiércol por hectárea cantidad que por su fermentación ejerce efectos en la temperatura del suelo, y protege
las papas contra las heladas. Por encima de los 4,200 ó 4,300 metros de altura, se realizan unos muy pocos
cultivos de papa directamente en antiguos corrales.
53
El mismo estudio (Thomas, 1976: 394) indica que, por 900 kg empleados como fertilizantes, cada familia
quema en promedio 11,000 kg como combustible, ¡lo cual sugiere la importancia del aumento de producciones
agrícolas que sería posible mediante el suministro de otra fuente energética para la cocina - o la cocción de
ladrillos, tejas y cerámicas, fig. 50! La disponibilidad de deyecciones animales depende en enorme medida de la
relación entre superficies cultivadas y de pastizales de altura. En 8 comunidades situadas entre los 3,200 y los
3,900 metros de altura, Kervyn et al. (1983: 92-94) estiman que cada familia recoge más o menos de 2 a 3 t de
deyecciones por hectárea de papas o maíz. En estas comunidades más bajas que Nuñoa, donde hay algunos
árboles y arbustos, la proporción de deyecciones utilizada como combustible es mucho menor, entre 6 y 18 %.
69
Fig. 52: El corral donde se acumulan las deyecciones del ganado. La bosta sobre la pared
está secando antes de ser utilizada como combustible para la cocina, cuyo humo sale al
amanecer a través del techo de paja (Churubamba, Andahuaylas, 3700 m.s.n.m.). PM.
PUNA
Pastoreo de alpacas, llamas, ovinos, de día
Corral
de
noche
Descanso pastoreado
Barbecho sectorial Cebada Papa
54
En los trópicos húmedos, los suelos "mejoran"en general con la altura, pero sólo hasta cierto límite, por
encima del cual la fertilidad disminuye: los barbechos sectoriales se hallan muy probablemente por encima de
esta altura "ideal."
70
tierra de papas algo templadas, al cabo de siete años en tierras frígidas, y al cabo de nueve en
las punas más bravas, si se diese con un solo topo, o dos, o la cantidad que fuese, a un indio
para su sustento anual, y para que pueda con su fruto pagar sus pensiones, sólo en un año lo
pudiera hacer," muriéndose de hambre los años siguientes." (Rostworowski, 1960).
Altura
m.s.n.m.
4300
P A >15
4200 Pastizales
P O A <15
4100
permanentes
4000
P O A 9
Cultivos
y
3900 P O A 12
manejados
3800 individualmente,
sin rotación
P O H A 8 matorrales
3700
estricta, con P O C H A 7
P O H O R A 6
3600 riego en la parte
baja P O T H C R A 5
3500
0 10 20 30 40 Pendiente terreno %
Papa Avena Oca Habas Cebada aRvejas Trigo
Fig. 54 : Rotaciones de los cultivos en función de la altura y del pendiente, en las comunidades de la parte
alta del distrito de Ambana, Bolivia (Vacher, in Greslou y Vacher, 1980).
[[110]] Sin embargo, en el conjunto de los Andes Centrales no existe ninguna relación estadística
entre altitud y proporción de descanso. Ello no soprende, ya que:
- el análisis reúne zonas en las que el clima y las pendientes son muy diferentes, y donde se
puede obtener un mismo resultado con duraciones diferentes;
- la duración del descanso depende tanto de la presión demográfica o de la proximidad de las
ciudades, como de la fertilidad de los suelos (Preston, 1973: 119; Thomas, 1972: 114).
Por el contrario, el número de años que separa dos cultivos de tubérculos aumenta de manera
significativa con la altitud: después de una operación tan erosiva como la cosecha de tubérculos, que
pulveriza el suelo, la vegetación espontánea vuelve a tomar poco a poco posesión del terreno durante
el subsiguiente período de cultivo de granos (Cook, 1920, cf. capítulo 1); por lo tanto, y en lo que
concierne a los riesgos de erosión, no se debe hacer la separación entre cultivos y descanso, sino entre
cultivos de tubérculos, por un lado, y por otro descanso más cultivo de granos, en los cuales el trabajo
del suelo es mínimo.
Ahora bien, la duración entre dos cultivos de tubérculos, y sobre todo de papas, es también
esencial desde el punto de vista fitosanitario:
Una mala infiltración de las aguas de lluvia en las alturas provocaría un escurrimiento
importante y la formación de barrancos en los pisos inferiores, y no podría asegurar la
alimentación continua de los manantiales para uso doméstico y riego de las tierras más bajas
(...). Observamos en la comunidad de Quencco dameros en que alternaban extensiones
roturadas y otras que no lo habían sido (de dimensiones variables), alternándose una zona de
infiltración con otra de escurrimiento.
Pues estos sistemas no pueden ser administrados eficazmente sino por sectores enteros,
evacuando el agua de una parcela a otra (es posible observar las grandes direcciones de
evacuación en los sectores en rotación), o, al contrario, distribuyendo la infiltración del agua
de lluvia en toda una ladera. Ello brindaría una nueva interpretación sobre la necesidad de
una gestión colectiva de las tierras de altura" (Salis, 1987: 9.12. Cf. Rengifo, 1986: 34;
Guillet, 1981 a y b; Ellenberg, 1979). Pero esta interpretación, en el estado actual de nuestros
conocimientos, no es más que una hipótesis a verificar mediante dispositivos de medición
apropiados.
La yuxtaposición de parcelas permite también a los campesinos más experimentados
desempeñar un papel importante en las decisiones relativas al calendario agrícola (Orlove y Custred,
1974); si las parcelas estuvieran dispersas, sería más difícil que todos los miembros de la comunidad
se beneficien con sus consejos.
En cambio, los sistemas de barbecho sectorial son bastante rígidos y limitan la innovación y
experimentación individuales; ya que el derecho de pastoreo en común en un sector, desde el momento
en que se recoge la cosecha hasta la roturación y la siembra siguientes, impide toda siembra más
precoz o toda cosecha más tardía que las decididas por la comunidad, siendo las únicas modificaciones
que un individuo puede introducir las de escoger especies o variedades de ciclo más corto. En una
comunidad de la provincia de Andahuaylas uno de nosotros observó incluso un caso, seguramente
excepcional, en que la degradación de los mecanismos colectivos desemboca en decisiones
individuales; el primero que cosecha (y coloca sus animales de inmediato en el terreno) obliga a todos
los demás a hacer lo mismo, aun cuando los cultivos no hayan llegado todavía a su madurez.
[[113]] Conclusión
Es en las alturas elevadas que los campesinos disponen de menos "grados de libertad" en lo
que concierne a la elección de especies por cultivar, de su rotación y de las fechas, pues las exigencias
del medio natural son allí las más fuertes (cf. Golte, 1980 b). Todos se ven obligados por el clima a
hacer más o menos la misma cosa y al mismo tiempo: lo que cada cual hace es necesariamente
semejante a la norma colectiva, que no es entonces sentida como una restricción suplementaria, al
contrario de lo que acontece en alturas más bajas, donde cada cual hace lo que quiere en sus parcelas.
Pero eso no es así en todos los casos. Cuando la superficie total disponible por familia 55 se
reduce fuertemente cualquiera que sea la causa , o cuando la apertura al mercado se acompaña con la
introducción de nuevas técnicas, se pueden modificar las reglas colectivas, o incluso abandonarlas. En
efecto, "se trata en todo caso de una costumbre, ya que su violación no acarrearía ninguna sanción
legal, y las sanciones, por severas que fuesen, no podrían proceder sino de los mismos comuneros"
(Bourricaud, 1962: 109).
55
La particular topografía de los Andes Centrales hace que las superficies cultivables sean bastante más extensas
en el piso de las rotaciones sectoriales que en alturas inferiores, donde el clima es sin embargo más favorable.
Siendo en promedio el número de años de descanso, en estos barbechos sectoriales, el doble del de los cultivos
(cuadro 2), sólo un tercio de estas extensiones cultivables puede realmente ser cultivado cada año. Es, pues,
necesario precisar siempre de qué se trata cuando se habla de las superficies cultivables de que disponen
las familias campesinas: a falta de tal indicación, muy numerosos datos publicados terminan siendo
inutilizables.
73
"Esto va paralelamente con la pérdida de los suelos. Entonces la gente, lejos de recomponer el
suelo (cf. capítulo 4), va a lugares donde aún es posible cultivar, mientras que ya no es posible
hacer descansar los terrenos que quedan. Poco a poco, para hacer leña, la gente desbroza las
escarpadas laderas de las quebradas. Una vez desbrozadas, hace allí sus campos, que cultiva
sin dejarlos descansar.
De hecho, la gente se hace individualista, cada cual tiene su pequeña parcela y hace ahí lo
que quiere. La chaquitaclla, cuya utilización exige el concurso de otras personas, es el
símbolo de la organización colectiva para la producción cuando existen laymes que todos
trabajan juntos. Todo tiende [hoy] a la desestructuración de las comunidades" (V. Chati,
comunicación personal).
Los omnipresentes conflictos por la tierra provocan a veces esta evolución: un sector entero
puede ser retirado del sistema como consecuencia de la usurpación por un gran propietario (Orlove,
1976), o por otra comunidad (Godoy, 1984). El número de años del ciclo debe ser reducido de la
misma manera que el de los sectores, lo cual se realiza normalmente a expensas del tiempo de
descanso.
Mayer (1977, 1983, 1985) ha propuesto una representación gráfica (fig. 55) de los diferentes
mecanismos y etapas de la desintegración de los barbechos sectoriales en el valle del Mantaro (Nº 40
en la fig. 41)56:
[[115]] "Esto sucede de varias maneras y en varias etapas sucesivas:
(0) Sistema de barbecho sectorial tradicional sin modificar.
(1) Aumentando el tamaño de cada sector para darle tierra a un número crecente de familias. Ello
implica la eliminación de varios sectores, lo que también disminuye el número de años de descanso
para cada sector.
(2) Alargando el ciclo de cultivo sin cambiar el tamaño del sector, se producen más cultivos,
repitiéndose algunos en la secuencia de rotación, a expensas de los años de descanso.
(3) Ambos procesos se combinan para crear un sector más grande, aunque la comunidad ya no
dictamina cómo, dónde o qué deberá sembrarse. Quedan solamente dos sectores (uno bajo cultivo y
[[116]] otro en descanso), que alternan anualmente. En esta situación cada familia debe tener un mayor
número de parcelas en cada sector, desde que todos los cultivos que necesita deben producirse en un
solo sector.
(4) La comunidad abandona cualquier reglamentación del uso de la tierra, y todo el territorio se
parcela entre las familias. Las familias por su cuenta deciden los patrones de rotación (...)
(5) Progresivamente se abandona el descanso entre cada ciclo de rotación.
Esta secuencia de desintegración, que se basa en un proceso histórico, aporta también una
representación geográfica de la situación actual, ya que las comunidades de la zona agro-ecológica
baja comenzaron el proceso de desmantelamiento de sus sectores más temprano que las de las zonas
intermedia y alta (fig. 55).
56
Causas contrarias producen evoluciones opuestas. Allí donde la población se estanca, incluso disminuye, por
ejemplo en el valle del alto Cañete, cerca al valle del Mantaro, se mantienen los barbechos sectoriales;
determinados sectores, antes abandonados a causa del éxodo rural, son reinsertados nuevamente en la rotación
sectorial, para evitar su apropiación por una comunidad vecina (Mayer, 1978; M. Eresue, comunicación
personal). Cerca del Cuzco, la población de Chacán reclamaba, hace veinte años, la restitución de los terrenos de
la hacienda, para contar con pastos naturales y permitir la rotación de los cultivos (Sabogal Wiesse, 1966).
"Muchas zonas que pertenecían antes a las comunidades, habían sido acaparadas por las haciendas, que las
transformaron en pastizales luego de arrojar de ellas a los campesinos. Después de la Reforma Agraria, en
algunas de esas haciendas, la población comienza a restablecer barbechos sectoriales colectivos (Mayer, 1983).
75
a b c d e f g h
O
A B C D d e f g h
a b c
Pero en la medida en que las explicaciones agronómicas ofrecidas más arriba sean correctas,
parece muy difícil que esta evolución pueda llegar a su término en las alturas elevadas, pues hay
dos razones que impiden sustituir allí el descanso pastoreado por el uso de abonos químicos:
- como toda compra exterior, la de abonos no se puede justificar para los campesinos si no
están seguros de vender el producto de la cosecha a un precio suficiente (cf. Cap. 6). Pues
bien, en las alturas elevadas no están seguros ni siquiera de cosechar todos los años.
- los abonos químicos no desempeñan otro papel que sí cumple el descanso pastoreado:
proteger el suelo contra la erosión y lixiviación de los elementos nutritivos, y acumular
materia orgánica papel cuanto más importante tanto más se hallan los barbechos sectoriales en
pendientes pronunciadas. Los rendimientos se ven afectados muy pronto a causa de la
sustitución.
"Un agricultor comercial de Llacuaripampa (a 3,800 m) me dijo que él trató de usar
fertilizantes en lugar de descanso pero que no tuvo buenos resultados."(Mayer, 1983: 119).
A no ser que se transporte cada año desde la puna grandes cantidades de deyecciones
animales, la supresión del descanso (a imitación de las zonas más bajas) no nos parece una solución
viable: parece posible, en cambio, mejorar la productividad de los terrenos en descanso:
- quizás utilizando abonos químicos (pagados con la venta de productos de la crianza de
animales);
- eventualmente, enriqueciéndolo mediante especies forrajeras más productivas, sembradas
al mismo tiempo que el último cultivo de cereales para no aumentar la cantidad de trabajo;
- en todos los casos, esperando que la cobertura vegetal se establezca bien, para emplearla
como pastizal.
Se han efectuado en diferentes regiones ensayos parciales que merecerían ser sistematizados, y
que sus resultados se evaluaran y divulgaran.
Una evolución opuesta se produjo en las comunidades de San Juan y Huascoy, en el valle de
Chancay (Nº 58). Los cultivos de las rotaciones sectoriales se hallan ahí en franca decadencia;
compiten en las ocupaciones y preocupaciones de los campesinos con las huertas comerciales bajo
riego, situadas a 2,000 metros más abajo, al fondo del valle: "los trayectos son largos y el trabajo de
roturar (después del descanso) penoso, y los comuneros han escogido: se desinteresan cada vez más de
cultivos de rendimientos aleatorios" (Greslou y Ney, 1983: 171).
[[117]] Ya sea que se mantenga bajo la forma de barbechos sectoriales, que evolucione hacia su
intensificación con privatización, o al contrario hacia su abandono, el uso agrícola de las tierras más
76
altas no es aislado ni independiente: los mismos campesinos (o sus vecinos) explotan otros recursos,
con otras técnicas, en otras altitudes. Las relaciones entre los diferentes pisos son a la vez de
competencia y de complementaridad; y de acuerdo a que predomine una u otra, la evolución podrá
ser muy diferente.
El empleo complementario de diferentes pisos o medios ecológicos no sólo se encuentra en los
Andes, lejos de ello. Pero tiene, y sobre todo tenía, características muy particulares, siendo una de las
más importantes la ubicación de los centros de poder y de población a gran altura, justo en el límite
inferior de las zonas de barbecho sectorial. Y no se puede comprender la lógica que guía a los
campesinos actuales, si no se tiene en mente los antiguos modelos de complementaridad ecológica, tal
como han sido descritos por el antropólogo J. V. Murra. Ello será objeto del próximo capítulo.
77
[[119]] Capítulo 3
Valorización de la diversidad ecológica
[[120]] Introducción
Pierre MORLON
Como las civilizaciones precolombinas de los Andes no han dejado testimonios escritos, los
más antiguos de que disponemos son los de los cronistas españoles de la Conquista - incluso anteriores
a la seguridad de la victoria, y por tanto escritos cuando sus autores tenían otras preocupaciones. Así,
durante su marcha a través de los Andes desde Quito hasta el Cuzco, los españoles habían notado que
los indios
"Vístense de vestidura de lana y plumas que hay muy gran abundancia de ganados y de allí se
proveen los de la región caliente (...) No se crían frutos por la frialdad de la tierra, si no es en
algunos valles hondos; los ríos no crían pescados; si algunos hay, críanse en lagunas dulces
(...) provéense de todas estas cosas de los de la región caliente." (Miguel de Estete, [1535]
1968: 397).
Inmediatamente luego de la toma del Cuzco en noviembre de 1533, Francisco Pizarro envió de
allí a dos españoles en viaje de reconocimiento hacia el Sur, para "ver la provincia del Collao", es
decir el Altiplano. A su regreso al Cuzco, después de cuarenta días, éstos presentaron su relación:
"Es sierra muy alta y medianamente llana y con todo eso es sumamente fría. No hay en ella
bosques ni leña para quemar, y la que se usa se consigue a cambio de mercaderías con los
que viven cerca del mar, y también con los que habitan abajo junto a los ríos, que éstos tienen
leña y se cambia por ovejas y otros animales y legumbres, pues por lo demás la tierra es
estéril, que todos se mantienen con raíces, yerbas, maíz y alguna vez con carne (...) La tierra
está bien poblada, porque no la han destruido las guerras como a las otras provincias (...) En
medio de la provincia hay una gran laguna de grandor casi cien leguas, y la tierra más
poblada alrededor de la laguna." (Sánchez de la Hoz, 1534).
"Esta gente del Collao está poblada en una tierra fría alrededor de las lagunas (...) En todas
estas provincias del Collao, Quillacas y Carangas no se da maíz ni trigo por la mucha
frialdad de la tierra, sino unas papas a manera de turmas de tierra que siembran los indios en
gran cantidad; cogen también unas raíces que llaman ocas que son largas de un dedo y más,
y del gordor de dos; cogen también una semilla que llaman quinúa, que se cría en unos
arbolillos como cenizos de España, sino que son más altos; es la semilla muy menudita; éstos
siembran a sus tiempos y muchas veces se les hiela. Comen algún maíz de los valles que
tienen a la parte de la mar del Sur, y otros que están en los Andes hacia la mar del Norte, de
rescate con lana y ganados que tienen éstos mucho." (Pedro Pizarro, 1571).
Se podrían multiplicar las citas para mostrar que desde los primeros meses de la Conquista
los españoles observaron las bases de la problemática ecológica andina, comprendida mucho más
tarde por el geógrafo alemán Carl Troll (1931, 1943, 1968) y analizada por J. V. Murra:
[[121]] - las tierras altas frías se hallan densamente pobladas, a pesar del alto nivel de los
riesgos climáticos (fig. 56);
78
- ello es posible, por una parte, gracias a las técnicas de conservación mediante el frío, y, por
otra, a los "intercambios" con los valles cálidos;
- la ganadería de altura desempeña en tales "intercambios" un papel preponderante (fig. 57) :
"De esta manera (...) los collas llevaban en su ganado, para trocar con los parientes
trasplantados, grandísima cantidad de quinua y chuñu, que son papas pasadas, y mucho
tasajo, que llaman charqui, y volvían cargados de maíz y pimientos y frutas, que no las había
en sus tierras." (Garcilaso, 1609, VII, 1).
el modelo en archipiélago
John Victor MURRA (57)
El universo andino fue concebido por sus habitantes como un conjunto de estratos ordenados
"verticalmente" uno encima del otro. Al ascender a alturas más elevadas, los habitantes tenían que
enfrentarse con cambios continuos de clima, fauna y flora.
"Cualquiera sea la eficacia de su adaptación a las condiciones locales, ninguno de los cultivos
andinos, solo o asociado, sobre dos o tres pisos de una vertiente, podría haber abastecido a una
población importante o dado base a la formación de un Estado. Cualquiera fuera su tipo, la tierra era
muy escasa; los buenos pastizales distaban mucho uno del otro... Mucho antes que los Incas, los
pueblos andinos habían descubierto que sus mejores intentos locales de cultivo no bastaban, si querían
evitar, en primer término, la hambruna, y llenar los graneros de sus señores y los de los dioses
después. Para alcanzar una elevada productividad, sacaron partido de lo que los extranjeros
consideran como desventaja: los bruscos cambios en las condiciones ecológicas, a veces a algunos
cientos de metros de distancia. En los Andes, cada grupo humano, incluso pequeño o primitivo, debía
pescar, recolectar y cultivar sobre diferentes estratos..." (Murra, 1981)
A lo largo de la cordillera, las aldeas y etnias habían procurado siempre controlar el mayor
número posible de micro-climas. Las regiones a las cuales no era posible llegar en un día de camino, o
mediante migraciones estacionales, fueron pobladas por grupos de colonos permanentes, dedicados al
pastoreo, a recoger sal o wanu (guano) y al cultivo de coca, maíz o ají.
Los informes de las inspecciones (visitas) a las diferentes provincias del Perú, realizadas para
el rey de España veinticinco años después de la Conquista, han permitido trazar las características de
este modelo, propio de los Andes:
(
57) Conferencia presentada en Mexico en 1972 y publicada en el tomo II de la Visita a la Provincia de León de
Huánuco (1972). Selección y notas por P. Morlon.
80
puestos alli del tiempo del ynga y que estos se mudan cuando se muere la muger o cuando ellos
se mueren ponen otro en su lugar y que en la coca de Chinchao hay otros dos yndios uno es del
pueblo Rondo y otro de Chumicho..." Ortiz de Zúñiga [1562] 1967 : 43-44).
Chupachos
ros
QueChu Huánuco
pach
os
Ya
0 km 50
ch
Océano
a s
Pacífico
Ya 13 años antes, en 1549, cuando con la captura de su líder Illa Tupa, siete años antes, había
acabado la resistencia en la zona y había sido establecida la capital colonial de León de Huánuco, los
visitadores enviados por La Gasca y coordinados por Domingo de Santo Tomás informaban que:
"Este mismo día visitamos en un pueblo... que se llama Pichomachi siete yndios coca camayos
son de todas las parcialidades de Chinchao Poma o de Marca Pare...
[[124]] Este mismo día visitamos... en un pueblo que se llama Chinchao 33 yndios que son
coca camayos de todas las parcialidades de los chupachos los cuales veinte de estos estan ya
visitados en sus mismos pueblos donde son naturales..." (Ortiz de Zúñiga, [1549] 1967, t. I :
303-304).
Multi-étnicos
Pastizales
Jalca
sal
rebaños
Tubérculos
3 días de camino
Suni
mono étnicos
Chupaychu Q’eros Yacha
Quechua
Maíz
3 – 4 días de camino
madera, coca
Algodón, ají,
Yunga
Multi-
étnicos
Fig. 59: Esquema del "archipiélago" de los Chupaychu, etnía de 2,500 a 3,000 hogares, quechua-hablante.
Vemos por lo declarado tanto en 1549, como en 1562, que el control de los cocales se ejercía a
través de representantes provenientes de pueblos y grupos étnicos serranos, establecidos
81
permanentemente con sus familias en la ceja de selva. Arriba del núcleo, en las punas de
Chinchaycocha, pastaban sus rebaños; en Yanacachi excavaban la sal. Todas estas actividades,
ejercidas por colonos permanentes, "ya visitados en sus mismos pueblos donde son naturales",
aseguraban a las comunidades y a los señores Yacha, Huamalli o Chupaychu el acceso a recursos que
no se daban en la zona nuclear, donde quedaba el grueso de la población y el mando político.
Este conjunto de nichos y pisos podría definirse como la variante local del modelo panandino
de archipiélagos verticales:
a) Mas allá del deseo de abarcar un máximo de "islas" en lo vertical, había siempre un núcleo
de densa población, sede del mando político. El patrón de asentamiento preferido para los núcleos de
Chaupiwaranqa los ubicaba generalmente de manera tal que sus habitantes podían regresar el mismo
día de su maizal, debajo del pueblo, o del manay del año en curso, situado arriba de la población. Tal
yuxtaposición de [[125]] los dos complejos agrícolas claves no es frecuente en la región andina: los
manay rotativos, donde se cultivaban los tubérculos base de la alimentación, se encuentran con
frecuencia separados de los maizales por grandes distancias.
b) y c) Como ya indicamos, arriba del núcleo había por lo menos dos pisos donde
funcionaban poblaciones Yacha o Chupaychu: las salinas de Yanacachi y los pastos en los alrededores
de la laguna de Chinchaycocha. Una de las características imprevistas de tales colonias era que tanto la
sal como los pastos eran compartidos con salineros, pastores y rebaños de otros grupos étnicos,
algunos procedentes de distancias mucho mayores de sus respectivos núcleos que los Yacha o los
Chupaychu. Es tentador predecir que tal "control vertical de un máximo de pisos ecológicos" no se
refiere simplemente a una sola etnia, sino a una red de contradictorios reclamos, ajustes temporales,
tensiones, luchas y treguas...
d) Debajo de los maizales, los Yacha y los Chupaychu controlaban algodonales y chacras de
uchu (ají): la gente de Achinga "tienen tierras abajo en el valle de Cayra y alli tienen tierras para
algodonales" (t. I: 188). Los de Atcor, tan serranos como Rondo o Achinga, declararon que en Cayra
"se dan algodon trigo y maíz y ají y mani y zapallos y camotes [...] y frijoles y alli tienen muchas
tierras" (t. I: 193). Igual que las salinas o los cocales, las chacras de algodón o ají eran multi-étnicas y
necesitaban gente residente para cuidar los intereses de cada grupo que compartía los recursos. Pero
aparece una diferencia: donde los rebaños o los bosques requieren de unidades domésticas completas y
permanentes, los algodonales, quizás por su proximidad a los núcleos de los Quero, recibían el
cuidado de "viudas". Las casas 315 y 316 del pueblo Oxpa estaban vacías el día que los inspeccionó
Iñigo Ortiz; las viejas de quienes eran se encontraban en los algodonales. Notemos que una de ellas no
era una "vieja" cualquiera sino "la madre del dicho principal"
e) Más abajo de los algodonales, llegamos a la ceja de selva. La ocupación de esta zona era la
que mostraba mayor diversificación étnica y social. En Pomaguaci, "estan cinco yndios los dos de
Paucar Guaman y los dos de Marca Pare y uno de Chinchao (t. I: 302). En Uras, "seis yndios los dos
son de la parcialidad de Paucar Guaman y otros dos de Chinchao [...] son coca camayos" (p. 301).
Aparte de estos Chupaychu y de los Yacha enumerados arriba por Xulca Condor, había en la zona
cocales y kuka kamayoq de otros grupos étnicos más distantes, como los Yarush, cuyos núcleos
quedaban en lo que hoy es Pasco. Este carácter multi-étnico se encuentra en casi todos los
asentamientos.
f) Los bosques. El control de las fuentes de madera y de otros productos de la selva, como la
miel, puede haber dependido de un régimen semejante a los anteriores, aunque la escasa información
de la visita de 1562 no lo permite afirmar. Los pocos detalles que tenemos provienen de la visita de
1549, en la cual los cocales y las explotaciones de madera parecen muy cercanas. En un solo día, el 5
de agosto de 1549, Juan de Mori y sus acompañantes afirman haber visitado no sólo los cocales de
Pomaguaci sino también Conaguara, "que es de carpinteros de la parcialidad de Chinchao Poma y de
Marca Pare tiene 16 casas y en ellas 14 yndios". "Carpinteros" era una traducción literal y burda de un
término andino, quero camayos, que designaba a los artesanos residentes en la selva, los cuales
cortaban árboles y confeccionaban platos, vasos y demás objetos de madera.
82
[[126]] En resumen, el primer caso de "control vertical" reúne las características siguientes:
- se trata de sociedades demográfica y politicamente pequeñas, de 500 a 3,000 unidades
domésticas, o sea de 3,000 a un máximo de 18,000 a 20,000 almas;
- los núcleos de población y poder, que a la vez eran centros de producción de los alimentos
básicos, se ubicaban en Chaupiwaranqa y en el alto Huallaga, por debajo de los 3,200 metros.
Núcleos como Cauri, a 3,700 metros, en el alto Marañon, eran excepcionales en territorio Yacha
o Chupaychu;
- Sus zonas periféricas estaban pobladas de manera permanente por asentamientos ubicados
tanto por encima como por debajo del núcleo. Estas colonias periféricas, siempre multi-étnicas,
eran pequeñas, algunas veces simplemente tres o cuatro hogares por cada "parcialidad"; no se
aventuraban más allá de tres o cuatro días de camino del núcleo; sus moradores conservaban sus
"casas" y demás derechos en su núcleo y etnias de origen.
CHARCAS
PACAJES
SORAS-
UMA CHUIS
CARANGAS
CARACARAS-
QUILLACAS URCU
Océano
Pacífico
CHICHAS
Salar de Uyuni
100 km
Fig. 60: Los señoríos aymaras (mapa establecido en base a la lista de los mitayos de Capoche)
(Bouysse-Cassagne, 1978).
[[127]] Según el khipu presentado por los señores Lupaqa en respaldo de su testimonio, los
pobladores del reino habían sido unas 20,000 unidades domésticas (58), es decir 100,000 y quizas hasta
150,000 almas. Comparando éste con el primer caso examinado arriba, vemos que se trata de un
notable cambio de escala, casi 10 por 1. Y lo demográfico no es sino síntoma de profundas diferencias
económicas y politicas.
(58) "Parece por el dicho quipo que todos los yndios que había en el dicho tiempo del ynga son 16,151 yndios
aymaraes y 4,119 uros que son por todos 20,270 yndios" (p. 66). Durante la visita de Garci Diez, 35 años más
tarde, se enumeraron "indios varones tributarios... 11,658 aymaraes y 3,782 uros" (p. 206).
83
Una etnia de más de 100,000 habitantes puede movilizar un número de colonos periféricos
mucho más grande que las 4 ó 16 unidades domésticas que observamos en Huánuco. Estas colonias
pueden estar enclavadas a distancias mucho mayores del núcleo: a cinco, diez y hasta más días de
camino. Los Lupaqa tenían oasis en la costa del Pacífico, desde el valle de Lluta en Arica hasta Sama
y Moquegua (fig. 61). Allí cultivaban su algodón y maíz; recolectaban wanu, sin hablar de otros
productos marinos. Como parte integrante de su inspección, Garci Diez bajó del Altiplano para visitar
los oasis y los incluyó en su "parecer" dirigido al gobernador y a la audiencia.
[[128]] El uso de los oasis era multi-étnico, parecido al aprovechamiento de las zonas periféricas en
Huánuco: los Pacaxa, otro reino lacustre aymara-hablante, tenían posesiones en la costa del Pacífico,
al parecer intercaladas con las de los Lupaqa (Jiménez de la Espada, 1965, t. I : 338) (fig. 62). De
igual modo que en Huánuco, los colonos establecidos en los asentamientos periféricos seguían siendo
enumerados en los núcleos y no perdían sus derechos allí. Cuando Garci Diez quiso saber las "causas
por donde no hay ahora tantos yndios como en el tiempo del ynga", Cutinbo, "gobernador que ha sido
de los yndios de esta provincia", dijo "que cuando se visito la dicha provincia por el ynga se visitaron
muchos yndios mitimaes que eran naturales de esta provincia y estaban [...] en muchas otras partes [...]
y que con todos estos eran los veinte mil yndios del quipo y que los dichos mitimaes como se
encomendaron los repartimientos donde estaban se quedaron allí y nunca más se contaron con los de
esta provincia" (Garci Diez, [1567] 1964 : 170).
minerales
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Fig. 62: Esquema del "archipiélago" de los Lupaqa, etnía de 20,000 hogares aymara-hablantes.
84
Am
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Lupacas
Pacajes
Omasuyos
Collas
Multi- 0 50 km
étnicos
Los reinos de aymara-hablantes del Titicaca extendían su control no sólo hacia el Pacífico,
sino también en la ceja de selva y más allá. Según el informe de Garci Diez, los Lupaqa cultivaban
cocales y explotaban bosques en Larecaxa, en territorio hoy boliviano. En la lista de "islas" lupaqa
ubicadas al este del Altiplano (Capinota, Chicanuma,...) se mencionan otros recursos y "pueblezuelos"
a tan grandes distancias del Lago que, al dibujar por primera vez el mapa (fig. 61), no nos atrevimos a
afirmar que las poblaciones identificadas con estos nombres en los mapas modernos eran las
mencionadas en la visita. El arqueólogo Carlos Ponce Sanginés, con quien consultamos el asunto,
opinó que tales identificaciones eran probablemente correctas a pesar de las distancias (59). En la visita
de Chucuito, el visitador no inspeccionó casa por casa; la información que ofrece es mucho más
superficial que la de Iñigo Ortiz. Un ejemplo:
[[129]] "Provei que dentro de un año mudasen este pueblo [Chicanuma] una legua de allí que
es parte sana y de buen temple que es donde ellos iban a hacer sus sementeras de maíz [...]
desde allí podran ir a beneficiar con facilidad las chacras de coca" (p. 243)
Más allá de las colonias cuya ubicación fue de carácter netamente ecológico, es útil anotar que
en el reino Lupaqa ya hubo otra categoría de "islas": las que concentraban artesanos especializados.
Los olleros vivían en Cupi, los "plateros" en Sunacaya. El uso de la arcilla y del cobre (como el de la
sal en Huánuco) podría caer dentro del patron multi-étnico. Ninguno de los pueblos declarados por los
señores de las dos "mitades" lupaqa coinciden entre sí, con excepción de las "islas" artesanales, lo que
se debe probablemente a la necesidad de estar a proximidad de la materia prima (Diez de San Miguel,
[1567] 1964: 297-298).
Dado el hecho que los Lupaqa no fueron sino uno de varios reinos lacustres, cabe preguntarse
¿cuál fue el efecto, no sólo en la costa, sino al interior del continente, de este método para alcanzar
multiples ecologías a través de colonias permanentes a largas distancias de los núcleos? Si todos los
reinos altiplánicos tenían "sus" cocales, "sus" islas para wanu, "sus" bosques con "sus" q'erukamayoq,
el mapa étnico de la región andina debe dibujarse con multiples pinceles y con criterios distintos a los
que se usan en otros continentes, donde etnias y territorios suelen coincidir...
En resumen, este segundo ejemplo de "control vertical" nos presenta con el primero los
siguientes contrastes:
(59) El lector interesado en las confirmaciones arqueológicas del modelo en archipiélago podrá consultar a las
publicaciones originales de Murra, así como a la de Dillehay (1979). Después de la conquista española, las
migraciones continuaron, bajo otras formas y por otras razones; los censos efectuados en Larecaja en 1645 y
1684 indican respectivamente 3,194 y 4,378 tributarios originarios de la provincia de Chucuito (Saignes, 1987b)
(fig. 63).
85
[[130]] a) se trata de sociedades en otra escala, las estructuras políticas lacustres podían incorporar
100,000 y más habitantes bajo un solo dominio (60);
b) los núcleos de población y poder, que a la vez eran centros de cultivo y conservación
(deshidratación por el hielo) de alimentos básicos, eran cercanos a las zonas de pastoreo en gran
escala, a más de 3,800 metros de altura;
c) sus colonias periféricas, pobladas de manera permanente al igual que las de Huánuco, se
ubicaban tanto al oeste, en los oasis e islas del Pacífico, como al este del Altiplano; podían estar
ubicadas a distancias mayores (hasta diez y más días de camino del Titicaca); podían llegar a
centenares de "casas" (nunca más de veinte en el caso de Huánuco); de igual manera que en Huánuco,
sus moradores se seguían considerando como pertenecientes al núcleo y se supone que conservaban
allí sus derechos; suponemos también que eran multi-étnicas; por fin, algunas de las "islas"
correspondían a recursos minerales (cerámica, minerales metálicos).
(60) G. Martinez (1981: 270-274) muestra como las informaciones de la "Descripción de las tierras de la antigua
provincia de Chucuito", realizada en 1685, apoyan a la idea que las tierras explotadas por los diferentes ayllus se
interpenetraban en el seno mismo del núcleo altiplánico (el término empleado desde esta época es "salpicado") :
"el criterio básico, se puede entender, no es la territorialidad sino el control de recursos complementarios
mediante una pauta de dispersión que permita el más alto grado de seguridad ante las severidades del medio,
junto a un ideal de autosuficiencia que implica el acceso de cada ayllu (en este caso) a todos los recursos
posibles y necesarios, dentro del ecosistema. La dispersión territorial del ayllu se hace, así, indispensable: el
resultado es un espacio "salpicado" por unidades discretas, que son las tierras de los diversos ayllus, que se
interdigitan entre sí, imposibilitando una delimitación continua. [...]. El resultado, puede verse, es una
reproducción al interior del área nuclear de la misma figura con que Murra caracteriza las islas multi-étnicas
periféricas. La imagen del "archipiélago" se hace asi tambien válida para los núcleos. La idea aquí es que por la
lógica misma de la utilización del espacio, se produce una homologación (casi isomorfismo) de las estructuras a
todos los niveles. [...] Han implicado necesariamente una gran movilidad de la gente común por todo el
territorio". Veremos, en lo que sigue de este capitulo, así como en el capitulo 6, que esta pauta es todavía
asombrosamente válida en nuestra época, después de todos los trastornos de la historia.
61
Traducción, reducción y puesta al día en 1986-1990, del texto "El 'Archipiélago vertical' revisited", publicado
por la Editorial de la Universidad de Tokio, en : "Andean Ecology and Civilization. An interdisciplinary
Perspective on Andean Ecological Complementary". El fin del parágrafo 3.2.5. ha sido tomado de los
Comentarios de J. V. Murra a un artículo de A. Fioravanti-Molinié, "Contribution à l'étude des sociétés étagés
des Andes: la vallée de Yucay (Pérou)" (Études Rurales, 1975). Los títulos de los parágrafos y las notas han sido
añadidos por P. Morlon.
86
Muy tempranamente en la historia andina, algunos de esos pisos ecológicos tan altos debieron
presentar interés, por ejemplo para las etnias de pastores de llamas y alpacas (Flores Ochoa, 1968,
1977). Otra consideración podría ser la más fácil defensa de las altas montañas durante los períodos de
awqa runa, de guerra continua (Wamán Puma [1615] 1980: 63-65; Hyslop, 1979). Creo sin embargo
que tales explicaciones son de menor importancia frente al fenómeno central que retiene la atención de
quien estudia los Andes: una población densa, en sociedades pre-industriales, es siempre un signo
de éxito. Así la pregunta que se plantea de inmediato es: ¿cómo explicar tal densidad demográfica y
tal éxito en las condiciones de la puna (estepa de altura)?
La explicación parece encontrarse en la elevada productividad de las economías andinas, y no
en las características de una u otra zona o región. Pero aun si se acepta esta explicación estructural, es
preciso insistir en el hecho de que la puna ofrece ventajas invisibles al ojo europeo : fue en la puna
donde, muy temprano, los habitantes "domesticaron" el hielo que permite la deshidratación de los
tubérculos (ch'uñu) y de la carne (ch'arki). El almacenamiento masivo de estos alimentos fácilmente
transportables fue la condición de un desarrollo macro-económico y no solamente campesino.62 63
Me parece difícil sobrestimar la importancia del almacenaje como elemento clave para la
comprensión de las economías serranas en los Andes. En épocas relativamente recientes, pero siempre
anteriores a la Conquista, el almacenaje como alta política del Estado (Morris, 1981) me parece
vinculado a la ausencia en los Andes de plazas de mercado o de negociantes como los pochtecas de
México (Sahagún, [1547-77] 1956, libro IX). Tampoco hubo aquí una tradición oral de hambrunas
como las que cita KATZ (1972) en el caso de América Central64. La tarea que tenemos por delante
consiste en describir tales "ausencias" en términos que no sean meramente negativos: si no hubo
"tributo", en el sentido habitual del vocablo, en las economías en archipiélago, ¿de dónde provenían
los ingresos de las autoridades étnicas? Y si no había ferias ni negociantes, ¿cómo se realizaban los
intercambios?
Admito que para muchos observadores la articulación de estas preguntas con la
complementariedad ecológica no parezca evidente. Ya en 1973 señalaba yo que existen regiones
actualmente consideradas como "andinas" (desde el punto de vista cultural), pero en las que, incluso
antes de 1532, no encontramos una explotación en archipiélago del medio, y donde, en cambio, ciertos
intercambios eran realizados por profesionales (Murra, 1976-1978; cf. Hartmann, 1968; Oberem,
1978; Salomon, 1980, 1986). Otros han subrayado el hecho de que las sociedades que tenían su centro
en la Costa presentaban formas de organización diferentes (Rostworowski, 1977, 1978; Dillehay,
1979). Otras investigaciones efectuadas a lo largo de estos quince años sugieren otros límites
geográficos o estructurales para el modelo; supongo que se proseguirá con esos esfuerzos.
[[132]] Personalmente desearía concentrar la investigación en los logros culminantes del mundo
andino: las sociedades de puna entre Cajamarca, en el norte del Perú, y Jujuy, en el extremo
septentrional de la Argentina. Fue a lo largo de esos 2,300 kilómetros que florecieron tanto Chavín
como Wari, el Cuzco y Tiwanaku, los Lupaqa y los Yaru, los Qharaqhara/Charka como los Chanka y
Wanka (fig. 3). Fue en esa región que, siglo tras siglo, surgieron grupos étnicos y señoríos en cuyo
éxito el acceso complementario en archipiélago a diferentes pisos ecológicos desempeñó un papel
decisivo.
62
Para Troll (1968: 33), "es un hecho establecido que sin la invención de la conservación de tubérculos, no
habría habido en esas elevadas alturas ninguna civilización superior como fueron las de Tiahuanaco y la de los
Incas." Por otra parte, las pérdidas en el almacenaje se reducen con la altura a la cual se efectúa (Yamamoto,
1982: 50).
63
Se puede establecer una analogía con el desarrollo de la ganadería permitido por el reporte de stocks forrajeros
para el invierno (heno, ensilaje) en otras regiones del mundo.
64
No hambrunas, pero sí la preocupación permanente del hambre entre las cosechas: cf. Guamán Poma, [hacia
1615] 1936, pp. 241 y siguientes.
87
65
La arqueología andina hace alternar "períodos" en los que cada pequeña región tenía una cultura diferente,
con "horizontes', homogéneos en grandes extensiones geográficas, y que corresponden a las civilizaciones
Chavín, Tihuanaco-Huari, y al imperio Inca (fig. 3).
88
húmeda (cf. más recientemente Salomon, 1986: 21-29 y 42-44). Las guerras endémicas constituían
obstáculos en ambas zonas; para comprender las diferencias, debemos reconocer que lo que resultaba
inhibitorio en el páramo, podía ser percibido de manera muy diferente por las poblaciones de la puna:
una multiplicidad de ambientes contrastados, relativamente cercanos a la puna, pasan a ser una
ventaja, una fuente potencial de riqueza, y ya no un obstáculo. La diferencia decisiva radica sin duda
en la posibilidad, ofrecida por la puna y no por los páramos, de deshidratar los tubérculos y la carne,
y conservarlos por un largo período:
"En los Andes ecuatoriales de Colombia, de Ecuador y de Venezuela, la zonación vertical de
la agricultura y de las heladas es muy diferente [de la de los Andes Centrales]. Tanto el límite
superior de la agricultura (3,500 metros) como el límite inferior de las nieves perpetuas
(4,500 metros) son más bajos que en Bolivia, pero sobre todo las heladas nocturnas no
ocurren sino por encima del límite superior de la agricultura [por la humedad del aire y la
nubosidad, mucho más altas]. En consecuencia, la producción de chuño no sólo resultaba
imposible, sino que tampoco era necesaria. Gracias a temperaturas constantes, y a una
humedad siempre alta, se puede sembrar, plantar y cosechar a lo largo de todo el año. No
había, pues, necesidad de almacenar alimentos para una estación no productiva. Pero al
mismo tiempo faltaba un estímulo para el desarrollo de una civilización superior" (Troll,
1968: 33).
las yungas productoras de coca (Saignes, 1985); los esfuerzos de las repúblicas andinas para
comercializar las tierras: todos estos temas han sido objeto de estudio (cf. más adelante, 3.3).
Esta investigación histórica verifica la lenta pero continua erosión de las fuentes de riqueza
específicamente andinas. En el curso de estos cuatro siglos y medio, el archipiélago de asentamientos
múltiples, coordinados desde la puna, ha sido cercenado hasta el punto de desaparecer en ciertas
regiones; y allí donde sobrevive apenas si es perceptible tras de los territorios delimitados y de una
sola pieza de las comunidades legalmente reconocidas.
Es sin embargo notable que, hasta nuestros días, ciertos intercambios regionales sigan la ruta
de las antiguas caravanas que unían las "islas" de los "archipiélagos". César Fonseca observó que los
viajes de los serranos de Cauri, a 3,900 metros de altura, en el Alto Marañón, los llevaban todos los
años al valle llamado Chaupi Waranga, cruzando la Cordillera. Allí, en un asentamiento llamado
Yacan, los habitantes de Cauri poseían sus propios maizales hasta comienzos de nuestro siglo. Y, a
pesar de que ahora han perdido el control de sus antiguas chacras, los intercambios que actualmente
efectúan con este valle no se rigen en absoluto por los precios vigentes en el comercio.66
66
Notaremos que los Lupaqa, y sin duda otros grupos vecinos, explotaban "islas" en un territorio actualmente
repartido entre tres repúblicas: Perú, Bolivia y Chile. Ello alumbra con luz particular el muy voluminoso
contrabando que hoy se realiza entre los tres países, "contrabando" que es continuación, a través de
fronteras artificiales, de relaciones económicas muy antiguas en el interior de cada "archipiélago".
67
Un decreto de Simón Bolívar en 1824 abolió la utilización colectiva de las tierras, para no reconocer sino la
propiedad individual.
90
Antoinette Fioravanti (1975) ha notado precisamente que los campesinos no eran los únicos
apegados a este modelo: "La colonización de la región baja y tropical por las grandes propiedades ha
seguido, de alguna forma, un modelo vertical," dice ella. Una empresa moderna de 250 ha., que
produce maíz, "posee igualmente la hacienda Huaypo (100 ha.), donde cosecha papas." Los trabajos
de Katherine Barnes, investigadora de la Oficina de Reforma Agraria de Bolivia, confirman estos
resultados. Durante siglos las haciendas han tratado de establecer valladas que les pertenezcan en los
valles cálidos de los yungas de La Paz, o en Cochabamba.
Irónicamente, cuando la reforma agraria alcanza el nivel local en las cinco repúblicas, confisca
no solamente las "islas" de las grandes propiedades, sino también las que las comunidades habían
logrado conservar desde 1532. Tanto Jesús de Machaca como [[136]] Irpa Chico, dos localidades muy
bien estudiadas, han tratado de conseguir en los tribunales la anulación de las medidas por las cuales
agrónomos y otros funcionarios concedieron, en nombre de la reforma, títulos de propiedad a vecinos
colindantes de las "islas" tropicales, a pesar de que éstas habían sido explotadas "desde siempre" a
partir de las alturas. La ley y la mentalidad que animan la reforma agraria están tan imbuidas de
resistencia contra los "ausentistas," que la milenaria complementariedad entre los diversos pisos de los
Andes es combatida como retrógrada e ineficiente. Con ocasión del seminario sobre los "reinos
lacustres" organizado en 1973, con investigadores chilenos, peruanos y bolivianos en los alrededores
del lago Titicaca, se halló numerosos ejemplos de comunidades que, hace muy poco, habían perdido (y
no a manos de los latifundistas) zonas algo alejadas pero muy útiles al agricultor andino, y sobre las
cuales poseían títulos que datan del siglo XVIII, del XVII y a veces incluso del XVI.
Un detalle: A. Fioravanti habla de la necesidad de "diversificar la producción," como
explicación del modelo. La percepción local - la etno-ecología - añade siempre la diversificación de
los riesgos. Me acuerdo aún de las víctimas del sismo de 1970 en el Callejón de Huaylas, que recibían
el socorro de los equipos internacionales. Las víctimas aceptaban de buen grado toda ayuda útil para
reconstruir sus casas. Pero, al ver mi confusión, me tranquilizaban: las cosas podrían haber sido peor,
ya que la casa situada en el "piso" del maíz estaba intacta. Incluso en un solo piso, según constata
César Fonseca, se prefiere tener varios terrenitos, pues se puede abrigar así la esperanza de escapar a
las consecuencias de las granizadas locales, de los parásitos, del robo... (cf. más adelante, 3.6).
91
No se trata de efectuar aquí un recuento del conjunto de trastornos y evoluciones que han
tenido lugar en los Andes desde la Conquista hasta hoy, sino sólo de evocar rápidamente algunas
grandes etapas y mecanismos que han conducido a la situación que se observa en nuestros días.
12
10
8
Evaluaciones
por diferentes
autores
6
2
epidemia
1719-1720
1
1532
0
1500 1600 1700 1800 1900 2000
en los valles del litoral del Pacífico o cerca de las ciudades fundadas por los españoles (Arequipa, La
Paz, Sucre, Huamanga), rompiendo así sus lazos con los centros políticos situados por lo general en
las alturas.
Al comienzo, "el español beneficiario recibía los dos señores locales con todos sus súbditos,
cualquiera que fuese el lugar en que éstos se hubiesen establecido a lo largo de los Andes.
Lope de Mendieta, uno de los primeros compañeros de Pizarro, recibió todas las crianzas de
llamas o alpacas, [[139]] todas las instalaciones agrícolas o de pesca que habían tenido
relaciones de subordinación con Chuqui Champi y Maman Wilka, señores de los Caranqa.
Sus territorios discontinuos se extendían desde más de 4,000 metros de altura hasta el nivel
del mar, en lo que hoy son Bolivia y Chile (...) Los documentos más antiguos reflejan la
preocupación de los españoles beneficiarios de reunir superficies tan dispersas, gracias a
canjes ilegales que reducen el tiempo de viaje al interior de cada encomienda, Ya que la
valorización andina de tantas posesiones simultáneas no era compartida por los europeos, la
población concedida en encomienda comenzó a perder la facilidad de acceso a algunas de sus
lejanas fuentes de recursos, desde los primeros tiempos del período colonial." (Murra, 1981).
"Años antes de la visita de Garci Diez a los Lupaqa, el licenciado Juan Polo de Ondegardo
había comprendido ya este problema. Polo pertenecía a un grupo de administradores y de clérigos
españoles que muy pronto se dieron cuenta de que alcanzarían mejor sus objetivos catequísticos y
administrativos si hacían un esfuerzo para comprender la cultura de los vencidos, incluido en ello el
modelo de "archipiélagos verticales" Ya que las autoridades de Lima desconocían el hecho de que los
oasis de la Costa y sus habitantes eran parte integrante del reino Lupaqa, Polo trató de explicárselo:
"e ansi fue... en quitarles los yndios e las tierras que tenyan en la costa de la mar de que se
hicieron particulares encomyendas... no entendiendo los governadores la orden que los yndios
tenyan e ansi gobernando estos rreynos el Marques de Cañete se trato esta materia y hallando
verdadera esta ynformación que yo le hice... se hizo de esta manera que a la provincia de
Chucuyto se le vovieron los yndios y las tierras que tenyan en la costa en el tiempo del
ynga...y a Juan de San Juan vezino de Arequipa en quien estauan encomendados se le dieron
otros que vacaron en aquella ciudad...(Polo 1916: 81)."
"Pero todo esto sucedió antes de 1570. Todos esos esfuerzos quedaron sin resultado una vez
que prevaleció la política del virrey Toledo de "reducir" a la gente. En 1661, los pobladores
del valle de Sama, a pesar de sus lazos y lealtades altiplánicas, eran gobernados desde Arica.
Un siglo después de la visita de Garci Diez seguían quejándose y declaraban ser " yndios
mitimaes de Chucuito" y no pertenecer a Arica." (Murra, 1972, 1975).
La encomienda no daba ningún derecho a las tierras de los sujetos, pero con el tiempo ciertos
caciques, al no poder cubrir el total del tributo, no dudaron en vender a sus "señores" parcelas que
vinieron a constituir los primeros núcleos de la apropiación terrateniente. Fue en tanto que moradores
de las primeras ciudades (vecinos), que los encomenderos, y otros colonos (soldados), se vieron
beneficiados con la distribución de tierras (mercedes) por las nuevas municipalidades.
"Pero como también los españoles buscan las mejores tierras, en definitiva su toma de
posesión se traduce siempre en el despojo de los indios. Es así como, en la región de
Huánuco, en 1562, el curaca Cristóbal Xulca Cóndor se lamenta porque "las tierras que
siembran y tienen al presente no son tan buenas como las que solían tener porque las buenas
se las tomaron los españoles cuando este pueblo se fundó" (Ortiz de Zúñiga, 1562: f. 19 r.). En
efecto, para los españoles uno de los primeros medios de adquisición consiste en hacer que la
Municipalidad, de la que son "vecinos", les atribuya en forma oficial la propiedad de las
tierras. Pero generalmente se trata de extensiones cercanas a la ciudad en cuestión, y este
procedimiento regular pronto resulta insuficiente: la población blanca aumenta rápidamente y
la posesión de vastos dominios suscitaba un interés cada vez mayor, a medida que crecía el
mercado para los productos agricolas con el desarrollo de la red urbana y de la economía
minera.. En la mayoria de los casos, los españoles se apropiaron de la tierra ocupándola de
hecho, por medio de la violencia." (Wachtel, 1973: 84-85).
94
[[140]] La expansión de la hacienda sólo tendrá efecto con la legalización de los títulos de propiedad
durante las primeras "composiciones de tierras" que tendrán lugar a fines del siglo XVI. Mientras tanto
la administración española tomaba medidas drásticas para arrebatar a los indígenas una parte de sus
tierras.
Notemos en la región considerada, que las jurisdicciones del trabajo obligatorio minero
restablecen de alguna manera el marco de los antiguos señoríos. En consecuencia, las reducciones de
valle situadas en las provincias libres abrigan una población compuesta principalmente de mitimaes
que conservan derechos y obligaciones respecto de sus aldeas de altura. Mientras las unidades
domésticas sean lo suficientemente numerosas, cumplen con facilidad con las cargas vinculadas con la
doble residencia y los desplazamientos inter-zonales. Pero las olas de epidemias y de fugas a fines del
siglo XVI desequilibran su peso y traban el sistema. Pero, si quieren conservar sus derechos en la
altura, hay que ir a la mita: el precio que debe pagarse para escapar a la mita quedándose en la parte
baja, es la pérdida de esos derechos.
La desarticulación del espacio andino remite a las dispersión de sus miembros. Todo el
problema consiste en interpretar el significado de estos nuevos trayectos migratorios (Saignes, 1985 y
1987b).
Además, las potencialidades ecológicas, así como las divisiones administrativas regionales,
desempeñan un papel fundamental en la reorientación de los territorios agrarios sometidos a las
presiones mercantiles e impositivas. Se puede así, muy gruesamente, oponer los ayllus del Altiplano
occidental, que disponen de inmensos pastizales y rebaños, a los de las punas 68 y valles orientales más
húmedos, dedicados a cultivos alimenticios. Los primeros se especializaron en el transporte animal y
el comercio inter-regional (sobre todo con la costa), articulado en torno al aprovisionamiento de las
zonas mineras, fuentes de enormes ganancias; los segundos, privados de ingresos complementarios,
incluso proporcionando cereales y coca a las tierras altas, debieron a menudo alquilar, luego vender,
sus tierras a los españoles, a fin de cumplir con los tributos y otras imposiciones.
En cuanto a las divisiones regionales, se perfilan dos tendencias: el hecho de integrar en una
misma jurisdicción, sometida al trabajo obligatorio minero, el centro de altura y la "colonia" de valle,
como fue el caso de la provincia de Chayanta (Platt, 1982), reforzó los lazos de complementariedad,
que duraron hasta nuestros días; al contrario, en el Collao (cuenca del Titicaca), la afectación de unos
y otros a distritos "obligados" y "libres," contribuyó a disociar los intereses. En el detalle, muchos
reajustes obligan a matizar contrastes tan esquemáticos, pues las unidades domésticas no
permanecieron inactivas frente a las presiones externas tendientes a erosionar las posesiones
territoriales y a fragmentar los conjuntos socio-étnicos.
No se puede, en efecto, interpretar bajo un ángulo puramente negativo las reacciones de las
poblaciones indígenas frente a los excesos de la "comercialización forzada." Responden también a
preocupaciones propias de la dinámica social de un campesinado frente al Estado y el mercado. Dos
grupos, los migrantes y los caciques, permiten revelar algunas.
Desde fines del siglo XVI, el abandono de las reducciones toledanas remite a diferentes
modalidades de ocupación del espacio. Marca el retorno a un modelo de habitat prehispánico, con
unidades domésticas agrupadas en aldeas (estancias) situadas en el territorio de cada ayllu. Refleja
también la lucha de las autoridades intermedias (cacique/cura/corregidor), por una parte contra los
agentes del poder central, y, por otra contra las empresas mineras, a fin de subregistrar los efectivos
sometidos al tributo y a la mita. Traduce además la competencia interna entre esos tres mismos
agentes del poder local para adquirir o conservar el control de las unidades domésticas: los caciques
intercambian "naturales" entre las reducciones a fin de convertirlos en "forasteros", sobre los cuales
conservan sus derechos 69 más fácilmente que los curas y los corregidores. Estas tácticas [[143]] de
permutación pueden también afectar a los valles periféricos, en donde las aldeas de altura, ex-
propietarias de "islas étnicas", envían migrantes "forasteros" que reemplazan de alguna manera a los
antiguos mitimaes.
Estas migraciones pueden explicarse, en fin y sobre todo, por la búsqueda de nuevas formas de
lazos más fluidos de orden contractual, y mejor adaptados a la mayor movilidad económica y social
requerida en el espacio y el mercado colonial. Permiten la instalación de migrantes (forasteros), en las
reducciones, las haciendas o las ciudades, traducida en términos socio-jurídicos por diferentes
categorías locativas o de servicio (arrendire, yanacona: categorías de dependencia que no son
sinónimos de vínculos de servidumbre, sino que también traducen lazos contractuales). Expresan
también una voluntad de emancipación de los lazos y obligaciones comunitarias, establecidos según
un principio jerárquico juzgado demasiado opresivo. El siglo XVII aparece, pues, como un largo
período de transición de un sistema de inserción comunitaria fundada en el parentesco (descendencia),
a otro fundado en la territorialidad, el acceso a la tierra determinando la categoría fiscal.
Agreguemos que estas huidas hacia lejanos sectores de fondos de valle (huaycos y quebradas)
pueden marcar una recuperación parcial de la antigua frontera agraria, principalmente en el caso de
valles secos o encajonados, colonizados no hacía mucho por los Incas, y luego abandonados en la
68
Esta oposición geográfica (urcu/uma) recibe una sanción cultural aymara connotándose relaciones de
superioridad/inferioridad (Bouysse-Cassagne, 1978).
69
Las encuestas regionales y locales muestran que la mayor parte de los "forasteros" pagan tributo al cacique de
origen, así como, en menor medida, la compensación monetaria por su turno en la mita.
97
Conquista. Hacia mediados del siglo XVII las autoridades virreinales afirmaban que no quedaba ya un
sólo retazo de tierra disponible en el Perú.
En cuanto al segundo indicador social, hay que distinguir los caciques cuyo enriquecimiento y
activismo jurídico permiten la conservación del patrimonio territorial y de los intereses colectivos, y
los que fracasan económicamente en esta vía, o prefieren unirse a las filas criollo-mestizas "en un frío
proyecto de ascenso individual" (Sánchez Albornoz 1978). En esta perspectiva, la conversión de
ciertas "islas" étnicas en haciendas privadas (como las de los valles de Larecaja, en manos de los
caciques de la margen occidental del Titicaca), o la apropiación de rebaños comunales, vinculados a
las ganancias de un intenso comercio inter-regional, pueden parecer como un mecanismo defensivo
bien adaptado a las presiones coloniales. En el norte-Potosí, se ha podido evocar así un "modelo
cacical de mercantilismo agrario," que permitió a los ayllus mantener hasta nuestros días un acceso a
las tierras de valle (Platt, 1982).
En fin, no olvidemos que allí donde la apropiación colectiva directa de los pisos de vertiente se
perdió durante los tres siglos de erosión colonial, las unidades de altura habían llegado a estructurar
una red de caminos y de ferias inter-zonales, donde los intercambios, a menudo mediatizados por los
vínculos de parentesco ritual (compadrazgo) permitían restaurar un acceso, aunque indirecto y
limitado, a esos mismos recursos. En todos los casos, estos procesos de fragmentación, de velocidad
muy desigual en razón de los factores mencionados anteriormente (coherencia étnica prehispánica,
potencialidades ecológicas, impacto de las divisiones administrativas, situación con respecto a los
nuevos ejes mercantiles...), deben ser estudiados en su marco regional y local. Producidos por
presiones fiscales y mercantiles, pueden responder también a un deseo de escapar a las formas de
control económico o político consideradas restrictivas: esa fragmentación administrativa
("cantonalización" o "distritalización") prosigue hasta nuestros días. La apreciación histórica de tales
rupturas debe enfocar también las formas alternativas, más contractuales, al archipiélago, así como las
nuevas solidaridades residenciales.
Lo que es seguro es que la territorialidad indígena y el paisaje agrario actual son
producto directo de la historia colonial. Numerosas comunidades campesinas [[144]] actuales
tienen como origen las reducciones creadas por los españoles, (o bien las aldeas nacidas de su
abandono), y no los ayllus precolombinos, muchos de los cuales desaparecieron en la tormenta. Si
retomamos la terminología de S. Brush (cf. más abajo 3.5), se pasó así del tipo en "archipiélago" al
tipo "compacto". Por ejemplo, en diferentes valles de la costa peruana (Acos sobre el río Chancay,
Cocachacra sobre el Rímac...), en las épocas anteriores a los Incas las plantaciones de coca de las
zonas bajas no pertenecían, o no solamente, a las poblaciones que vivían en las partes contiguas más
altas, sino a otros grupos que vivían mucho más cuesta arriba, incluso en los "valles interandinos" del
otro lado de la línea de separación de las aguas. Fue en la época de las reducciones que estas zonas
fueron anexadas a los pueblos situados justamente más arriba (O. Dollfus, comunicación personal):
[[145]] "Por su origen, algunas comunidades de la cuenca datan de la época de la reducción
de ayllus a pueblos. En 1586 el corregidor de Huarochirí Diego Dávila Briceño redujo más de
200 ayllus a 39 pueblos, de los cuales 11 se ubican en la cuenca del río Cañete. Estas
comunidades se asientan en cada uno de los afluentes principales del río, por lo que cada
comunidad tiene tierras con riego, de secano o barbecho sectorial, y extensas punas cubiertas
de pastos naturales. Tal patrón de asentamiento permitió a las comunidades tener cierta
autonomía económica, a lo largo de los siglos coloniales y republicanos. A diferencia de otras
regiones del país, en la cuenca del Cañete no se dieron las rígidas relaciones de dependencia
"indio-mestizo". En la capital de la provincia no llegó a funcionar un mercado local, siendo
esta capital considerada como una comunidad más del conjunto." (Fonseca, 1977: 86).
En un trabajo sobre la historia de la provincia de Yauyos, escrito por el cura y ex-alcalde de la
provincia C. Bellido en 1943, un mapa (fig. 65) muestra muy bien los distritos divididos de acuerdo a
las cuencas vertientes de los afluentes sucesivos del río Cañete, y en posesión, por tanto, de una tierra
escalonada desde las zonas bajas, en la confluencia con el río principal, hasta las altas cumbres (fig.
66).
98
Huancaya
Vitis
limite distrital
Tomas
limite provincial
Alis
Laraos
Huantan
Pampas
Tupe
Cacra
Huangascar
Viña
Fig. 65: Mapa de los distritos de la margen izquierda del río Cañete
en la provincia de Yauyos (según Bellido, 1943).
Lana, animales
HUANCAYO
5000
TANTA LANCAICO
Gradiente
de lluvias AYZA
2000
CATAHUASI
P Fru
tas, 1000
0 30 km yuc
aprox. 200 mm a LIMA
Fig. 66: Esquema del territorio de algunas comunidades del alto valle del río Cañete.
"Aunque inspirado por el deseo de constituir una clase de pequeños propietarios, [este
decreto] fue la señal del asalto que los Blancos y Mestizos, con la complicidad de las
autoridades, llevaron a cabo durante un siglo y medio contra los bienes de las comunidades
indígenas (...) Fue mediante el engaño y la fuerza que se constituyó un buen número de
haciendas de la región andina, que, de 1860 a 1915, se multiplicaron (en superficie) cerca de
cien veces" (Métraux y Gutelman, 1963 : 8).
Pero, en las tres repúblicas andinas surgidas del desmembramiento del imperio inca y del
virreinato peruano, el ataque contra la propiedad comunal se realizó en proporciones y velocidades
desiguales, según el grado de cohesión social y la capacidad de resistencia que opusieron las mismas
comunidades, así como el de modernización económica (integración al mercado mundial) y de
voluntad política asumida por las capas dirigentes. En el último tercio del siglo XIX, el advenimiento
de políticas liberales, que pusieron fin al proteccionismo aduanero y a la defensa de la producción
nacional, iba a acelerar la ofensiva anti-comunitaria, al mismo tiempo que provocaba cientos de
rebeliones locales, incluso guerras indias en gran escala. Vamos a examinar uno a uno el caso de
Bolivia y el del Perú a través de ejemplos regionales.
a través de los curacas de cada ayllu, la misma economía minera funcionó asegurando la persistencia
de las condiciones verticales de reproducción de su propia fuerza de trabajo rotativa." (Platt, 1982a :
26).
La conservación de la antigua organización vertical se opuso, pues, a la expansión de la
hacienda en esta región. Los conflictos coloniales no opusieron propietarios de haciendas y de minas
por el control de la mano de obra indígena, sino a mineros y curas rurales en cuanto al empleo de los
excedentes comercializables indígenas : el lujo y número de las fiestas religiosas celebradas en torno a
las cofradías aumentaron la absorción de recursos indígenas, cada individuo duplicaba sus
compromisos ceremoniales por el hecho del " doble domicilio en la puna y en el valle" (según
expresión de un cura de los valles en 1797). En la época de las vicisitudes de la independencia, la
abolición de la mita (en 1812) y la negativa de las autoridades indígenas a subvencionar los gastos
eclesiásticos dieron pleno efecto al "modelo cacical de mercantilismo andino." Los caciques vendían
trigo, cultivado en parcelas (tierras de comunidad) reservadas al pago del tributo, obteniendo así una
producción cerealera (granos y harina de trigo y de maíz) que les permitía no solamente abastecer a las
ciudades bolivianas sino también exportar al sur peruano (id: 30 - 35).
La percepción fiscal daba lugar a inspecciones (revisitas) periódicas destinadas a censar los
efectivos de los tributarios; ellas se veían obstaculizadas por la distribución "multi-cantonal" de los
ayllus del Norte-Potosí. La "fragmentación administrativa sigue amenazando las bases multi-
ecológicas de producción que sustentaron el florecimiento comercial de Chayanta durante el siglo
XIX" (id: 47-48). Estos ayllus, recordemos, fundados en la agrupación de unidades domésticas
supuestamente descendientes de un mismo ancestro común, se desdoblaban entre las dos grandes
regiones geo-climáticas de la provincia, punas y valles. Como el monto del tributo dependía del acceso
a la tierra, los inspectores se preocupaban mucho en distinguir las tres categorías de tributarios, los de
"origen" (descendientes en principio de los antiguos titulares), los agregados o "forasteros con tierras"
(migrantes que habían recibido tierras), y, en fin, los "forasteros sin tierra" (instalados en tierras de las
categorías anteriores, a cambio de prestaciones de trabajo). La ventaja de los primeros consistía en
acceder a tierras situadas en los dos pisos ecológicos, mientras que los forasteros estaban instalados en
parcelas situadas en una sola región y de menor extensión (id, 50-53). T. Platt evoca también la
dinámica de los cambios de categoría fundada en la extensión del terreno ocupado, función a su vez de
la "relación hombre - tierra" y del "ciclo de desarrollo doméstico" : cuando un "terreno de origen" era
fraccionado entre varios hijos, [[148]] estos correspondían a la segunda categoría, y sus propios hijos,
en espera de sucederlos, podían clasificarse en la tercera. Después de las grandes epidemias de
mediados del siglo XIX, el repoblamiento de los ayllus se efectuó por asimilación de inmigrantes que
accedían a los diferentes status de acuerdo a sus alianzas matrimoniales y el tipo de tierra recibida (id :
54-55).
La resistencia de los ayllus del Norte-Potosí al establecimiento de un catastro y a la
distribución individual de tierras, se tradujo en hostilidades físicas, y culminó en la participación en la
"Guerra Federal" de 1899. Puso fin a la tentativa liberal de implantación de la pequeña propiedad
privada como etapa preliminar a la expansión de un "capitalismo agrario." Pero al mismo tiempo la
victoria de las políticas de libre cambio, que en los años 1870 permitió la importación masiva de trigo
y harina chilenos, provocó la caída de la producción cerealera comercial de los ayllus de Chayanta.
Estos dos grandes fenómenos explican la limitada expansión de la gran propiedad rural en el centro y
sur del país (id : 70 - 72).
A comienzos del siglo XX, ante el "vacío jurídico" suscitado por el fracaso del proyecto
liberal, las propias autoridades indígenas se decidieron a encargarse de la percepción del tributo y de
entregarlo, cada semestre, al Tesoro departamental de Potosí. La "segunda reforma agraria de 1953",
iniciada por el "Movimiento Nacionalista Revolucionario", seguida por un proyecto de impuesto
territorial único, no llegó a abolir esta práctica, continuada hasta nuestros días. (id : cap. 4 y epílogo).
101
70
En teoría, pues, según un viejo adagio peruano, "la ley se respeta, pero no se acata"...
102
Fig. 67: Vista desde Ayza en dirección de Tupe (cf. fig. 66). PM.
[[151]] Así, paradójicamente, la zona antiguamente central - el piso del maíz con riego, y el de los
tubérculos, con la aldea en el límite - se convierte en marginal, pues sus productos no son ya casi
competitivos con respecto a los de regiones menos accidentadas mientras que los pisos extremos se
separan:
- las zonas cálidas del fondo del valle principal (yungas), que se benefician con la proximidad
con la enorme aglomeración de Lima para vender allí frutas y legumbres (mandioca);
- por encima de los 4,000 metros, una parte de las punas productoras de lana y carne:
separación de Vilca y Tanta de Huancaya, y tentativa de Lancaico de separarse de Laraos; no
hay en estos casos pérdida de acceso de las comunidades-madres, en razón de la inmensidad
de estas punas (60,000 hectáreas en Laraos...).
103
exigencias técnicas del nuevo cultivo. De este modo la casi totalidad de comuneros transformó
sus andenes de la subzona watara en corrales o "potreros". Como resultado tenemos
"potreros" de distintos tamaños, desde 1/20 de ha hasta 4 ha. Los más grandes pertenecen a
los comuneros dedicados al pastoreo de ganado lechero, y los más pequeños a aquellos
comuneros que no teniendo ganado, arriendan los cortes de alfalfa a los ganaderos" (Fonseca,
1977: 97-100).
[[154]] Conclusión
A pesar de esta recargada historia, el "ideal vertical" permanece profundamente anclado en la
mentalidad andina:
105
71
Exposición preparada por E. Mayer para el symposium "An interdisciplinary Perspective on Andean
Ecological Complementarity," Wenner Gren Foundation for Anthropological Research. Extractos, adaptación y
notas por P. Morlon.
107
ceremonias religiosas locales y una organización económica autónoma. Cuando llegaron los
españoles, los "señoríos" habían sido incorporados al Estado Inca, el cual, al incluirlos, los trataba
como realidades políticas que poseían sus propios objetivos políticos y sociales.
Estos "señoríos" fueron igualmente útiles a los españoles, y persistieron durante la época
colonial, hasta que su tendencia a rebelarse condujo a su desmantelamiento. Antes de que se
comenzara a comprender las implicaciones del modelo de verticalidad, se [[156]] pensaba que estos
grupos étnicos, como otras "tribus", defendían territorios claramente delimitados.
Cada familia estaba afiliada claramente a un grupo étnico, y parece también que los pueblos
eran "súbditos" de una entidad étnica particular. Pero al mismo tiempo gentes afiliadas a otros grupos
étnicos podían pertenecer a un pueblo, con los mismos derechos y deberes que los demás. Conocemos
todavía muy poco de la organización aldeana de entonces para comprender plenamente las
implicaciones del modelo de verticalidad. Ello puede parecer sorprendente, ya que una gran parte de
la organización aldeana andina ha sobrevivido hasta el presente a pesar de las numerosas
transformaciones y reformas impuestas desde el exterior, que han interactuado con las dinámicas
internas de tales pueblos. Ello ha de sorprender tanto más porque ha sido largamente estudiado por los
antropólogos de los últimos decenios. Pero lo que ha faltado era el marco que nos habría permitido
integrar este nivel en el de grupos étnicos o "señoríos" más vastos.
No se puede comprender la riqueza del modelo vertical si se hace abstracción de la
organización local aldeana, pues le toca a ella resolver concretamente los problemas tecnológicos para
el aprovechamiento de un piso ecológico dado; la familia por sí sola no puede resolver todos los
problemas técnicos y de organización de la producción, y necesita del concurso de otras instancias de
la organización supra-doméstica (Guillet, 1979: 75-83), que por necesidad se debe organizar
localmente con independencia de la afiliación étnica de sus miembros.
Estos dos primeros niveles son los únicos visibles actualmente. El tercero es muy difícil de
percibir, pues fue largamente reprimido y destruido en 450 años de dominación colonial. Pues bien, el
modelo de verticalidad no es completo sino cuando los tres niveles actúan entre sí. Espero sin
embargo mostrar que, incluso en esos dos niveles, numerosos aspectos de la organización productiva
se hallan todavía vigentes.
- Entre aquéllas que utilizan criterios "científicos" occidentales, podemos citar las "zonas de
vida natural en el Perú" de Tosí (1978), de acuerdo al método de Holdridge (1967). Se trata de
caracterizaciones de comunidades vegetales naturales en función de tres variables climáticas,
según cinturones de 1,000 metros de altura. Como se trata de un ensayo de descripción del
medio "natural", no toma en cuenta las profundas modificaciones causadas por la ocupación
humana. Y, como ha notado Brush (1977), la escala elegida no se adecúa a a las variaciones
localizadas 72.
- Otro tipo son las zonaciones hechas por la población local, que corresponden a la manera en
que ella percibe lo que es pertinente e importante. La de Pulgar Vidal, "las ocho regiones
naturales del Perú", es una extrapolación de conceptos andinos completados por criterios
geográficos, climatológicos y de vegetación. César Fonseca (1972a, p 318-324; 1981) observó
que la representación andina del medio es de hecho comparativa, en el sentido de que términos
altitudinales como "jalka" / "kichua" / "yunga" en el norte del Perú, o "puna" / "suni" /
"quechua" / "yunga" en el sur, se vinculan uno con otro en referencia a un punto o a una línea
central ("chaupi"). Lo que realmente interesa al campesino son estas oposiciones, que pueden
aplicarse a sectores geográficos, cosas, gentes, alimentos, música, y en diferentes escalas: en
primer lugar la oposición entre el conjunto de la puna o jalka y el conjunto del valle
(quechua); a continuación, por ejemplo, se hace en el interior del valle otras distinciones
jalka/kichua, y se puede descender así a distinciones tan pequeñas como las de dos tunas que
crecen uno encima de otro, y de los cuales el de abajo será "kichwa" y el de arriba "jalka"...
En contraste con estos esquemas conceptuales tenemos las zonas de producción reales, que
son los lugares donde los campesinos cultivan especies particulares de una manera específica. Los
barbechos sectoriales colectivos descritos en el capítulo 2 son un ejemplo al respecto. En el interior de
cada comunidad, las diferentes zonas de producción son claramente identificables. Tienen límites
precisos, y, en ciertos casos, incluso cercos comunales 73.
Cada zona de producción tiene, en general, un tipo de campo característico: por ejemplo
andenes "rústicos" en declive, andenes con riego, pastizales cercados, huertos, etc. Para los
observadores de fuera, estos diferentes tipos de campo tienen la ventaja de formar motivos fácilmente
reconocibles en las fotografías aéreas: es lo que hemos hecho para cartografiar todas las zonas de
producción del valle del río Cañete; Smith, Denevan y Hamilton (1968) identificaron de la misma
manera los restos de camellones en el Altiplano (ver capítulo 4). Nosotros afirmamos que a cada zona
de producción le corresponde una forma específica de organización para la producción, entre los
campesinos que tienen acceso a ella.
Se podría definir formalmente una zona de producción como un conjunto territorial de
recursos productivos, administrado por la comunidad, y en cual la producción se [[158]] realiza de
manera específica. Posee infraestructuras características, un sistema particular de repartición de
recursos (como el agua de riego o el pasto), y mecanismos que permiten regular la utilización de estos
recursos. Las unidades de producción individuales (las familias campesinas) tienen derechos de acceso
a porciones identificadas y delimitadas; todos los productos que obtienen en ellas mediante su trabajo
les pertenecen sin reservas, y gozan del derecho de trasmitirlos a otros.
La noción de zonas de producción no se limita ni a la agricultura ni a la Sierra. En el capítulo
siguiente, Félix Palacios describe cómo se crean "bofedales" por medio del riego para el pastoreo
estacional de alpacas en la alta puna, muy por encima del límite superior de los cultivos; Benjamín
Orlove muestra la semejanza entre la construcción y explotación de las salinas y la de zonas de
72
Además, errores sistemáticos, cada vez mayores con la altura, conducen a considerar como "muy húmedas"
zonas donde no llueve durante ocho meses por año (cf. Morlon, 1979; Banegas y Morlon, 1980; Morlon y
Vacher, 1991).
73
Antes de que E. Mayer desarrollase el concepto de "zona de producción", con todas sus implicaciones
(organización social, acondicionamiento del medio), otros autores, tales como D. A. Preston (1973: 117-118)
habían notado "una relación fundamental entre la utilización de las tierras, el régimen de propiedad y la
naturaleza de los terrenos" (fig. 68).
109
producción agrícola; y citaremos la descripción de los campos excavados en la arena del desierto
costero hecha por Bernabé Cobo en el siglo XVII. Algunas comunidades del valle del Mantaro han
creado un cargo de "vigilante de los ríos", cuyo papel es el de controlar la pesca de la trucha: los
comuneros pueden pescar libremente, pero la gente de fuera, y en especial los turistas, pagan una tasa
a la comunidad. De la misma manera, pero remontándose en la historia, Pilar Ortiz de Zevallos y Lía
del Río (1978) describen las lagunas de agua salada en la Costa, fabricadas y mantenidas por las
comunidades de Coayllo, Chilca y Calango. Las "totoras" del lago Titicaca constituyen igualmente
una zona de producción.
A pesar de la diversidad natural en el valle del río Cañete, las zonas de producción son allí
bastante uniformes. En nuestro mapa de utilización del suelo hemos identificado solamente diez tipos
diferentes (Mayer y Fonseca, 1979). En él hemos puesto en [[159]] evidencia, entre otros, una masiva
conversión de antiguos andenes de maíz en un nuevo tipo de alfalfares para la producción de queso
destinado al mercado de Lima (cf. 3.3., más arriba), así como una expansión increíblemente rápida del
frente agrícola en el desierto de altitud media, abriendo nuevas extensiones al cultivo comercial de
frutas (fig. 69). Estos cambios muestran el dinamismo de estos agricultores, que arrancan a mano a la
roca nuevas extensiones cultivables, intensifican la producción y transforman sus recursos para
adaptarse a nuevas circunstancias exteriores. Se puede argumentar en torno a la oportunidad de su
acción, pero en ningún caso negar su increíble capacidad de hacer producir la tierra. Semejante tipo de
expansión no ha podido realizarse sino gracias a un alto nivel de organización.
Fig. 69: Expansión reciente del frente agrícola en el desierto (Catahuasi, Cañete, 1250 m.s.n.m.). PM.
a III
ZP 1
b
II
c ZP 2 III
d
e ZP 3 III
I
f II
ZP 4 III
g
h
ZP 5 III II
i
Acceso de las
Jerarquía de las
unidades domésticas
autoridades que
a las diferentes zonas
administran el territorio
de producción
Fig. 70: Manejo de tierras en los sistemas agrícolas comunales (Mayer, 1981, 1983).
110
La organización social que caracteriza el manejo de una zona de producción está representada
de manera esquemática en la figura 70; se trata de un sistema dual. En el primer nivel, la unidad
doméstica (la familia) es la unidad real de producción; en el nivel arriba del mismo, la comunidad
maneja y administra el territorio a través del control que ejerce en las familias. Idealmente, esta
institución controla un territorio amplio y heterogéneo. La autoridad se halla organizada de modo que
ese control es delegado, y diferentes posiciones jerárquicas tienen a su cargo porciones de territorio
especializados. Las decisiones relativas a la utilización del suelo están a la vez coordinadas
centralmente y localmente descentralizadas. Cada zona de producción está bajo la dirección de
autoridades locales (III), que toman las decisiones día a día a lo largo de toda la estación de cultivos,
velan por la aplicación de las reglas mediante la imposición de multas a los contraventores, y dan
cuenta de los problemas a los niveles superiores (II) y (I). Tales reglas varían de una zona a otra, en
función de las exigencias técnicas (agronómicas) de lo que se produce.
Las unidades de producción individuales tienen acceso a la tierra en cada zona de producción,
pero no pueden utilizarla sino bajo las condiciones establecidas por las [[160]] autoridades. Pero
pueden influir en éstas, participando en las asambleas o ejerciendo presión en las autoridades.
Si bien la producción está especializada por zonas, las unidades de producción
individuales son diversificadas. Pueden cultivar al mismo tiempo terrenos que se encuentran en
diferentes zonas de producción. Una buena explicación de la naturaleza de estas unidades de
producción no especializadas y multi-zonas, es la que propone Golte (1980): la mano de obra familiar
se utiliza mejor coordinando ciclos agrícolas diferenciados (cf. más adelante 3.5.2).
Las relaciones entre la comunidad y las familias que la constituyen son dinámicas, simbióticas
y conflictuales, y pueden ser analizadas de acuerdo a cinco ejes:
a) La creación a largo plazo de zonas de producción especializadas, y el acceso individual de
cada familia a porciones de zona.
b) La creación y aplicación comunales de reglas de uso para cada zona de producción, y la
conformidad, o, al contrario, la resistencia y oposición individuales a las mismas.
c) La coordinación comunal del calendario agrícola, frente a las decisiones individuales sobre
las fechas de siembra y cosecha (ver capítulo 2 para el ejemplo de los barbechos sectoriales
colectivos).
d) La utilización comunal del trabajo aportado por las familias para ciertas actividades
productivas, frente a la libre utilización de su mano de obra por las familias.
e) La aplicación de categorías de pensamiento andinas, tales como dualidad complementaria,
tripartición, jerarquía..., como modos de acuerdo a los cuales se utiliza y conserva la información
agrícola (técnica y ecológica), se organiza el trabajo y se torna posible el acceso de diferentes unidades
domésticas a las zonas de producción.
(74) "En ese tiempo los pueblos yuncas tenían, para regar sus tierras, un acueducto muy pequeño que salía de una
quebrada que se llamaba Cocochalla y que estaba un poco arriba de San Lorenzo. Pariacaca convirtió ese
112
descendientes de los zorros, pumas, serpientes y pájaros tendrían todos derecho a sembrar y cultivar
maíz en Huracupara, cualquiera que sea su habitat principal. Y, de hecho, la comunidad de Catahuasi
está constituida por comuneros originarios de numerosas otras localidades del valle y de otras partes.
Fig. 71: Expansión de un sistema de barbecho sectorial por construcción de un nuevo sector.
Los comuneros sacan las piedras grandes, que amontonan en líneas horizontales para
construir muros contra la erosión (Abril de 1977; Antauta, Puno, 4200 m.s.n.m.). PM.
Así, el acceso de los individuos a la calidad de miembro de una zona de producción no es tan
difícil, a pesar de que pueden esperarse considerables variaciones en el tiempo y entre las regiones. Lo
que parece más problemático es el establecimiento del derecho comunal sobre un terreno. Derecho
que es objeto de una encarnizada disputa, que conduce a los conflictos que todos conocemos: entre
comunidades; entre comunidades y grandes propiedades; entre comunidades y asociaciones de defensa
particular, o "pequeños propietarios" no afiliados, todos los cuales proclaman sus derechos a ocupar
porciones particulares del territorio. En los casos observados las comunidades de altura realizan el
máximo de esfuerzos, no siempre coronados por el éxito, para recuperar terrenos perdidos.
acueducto en una acequia ancha, con mucha agua, y la hizo llegar hast las chacras de los hombres de
Huracupara. Los pumas, los zorros, las serpientes, los pájaros de toda clase, barrieron el piso del acueducto, lo
hicieron ellos. Y para hacer el trabajo, todos los animales se organizaron: "¿Quién va a guiar la faena, quién va a
ir por delante?" dijeron. Y todos quisieron ser los guías. "Yo, antes de todos," "Yo", "Yo," reclamaban. Ganó el
zorro. "Yo soy el curaca; yo voy a ir por delante," dijo. Y comenzó el trabajo, encabezando a los otros animales.
El zorro guiaba la obra, los otros le seguían. Y cuando iba avanzando el trabajo, por encima de San Lorenzo, en
un cerro, de repente se echó a volar una perdiz. Saltó: "Psic," "Psic," gritando. El zorro quedó atudido: "Huac,"
diciendo, se cayó; rodó hacia abajo. Los otros animales se enfurecieron e hicieron subir a la serpiente. Dicen que
si el zorro no se hubiera caído, el acueducto hubiera seguido por una ruta más alta; ahora pasa un poco por
debajo. Y aún se ve muy claro dónde cayó el zorro; el agua baja por allí mismo." ("Dioses y hombres de
Huarochirí," J. M. Arguedas, traductor, 1966, cap. 6).
113
Autoridades y fiestas
Se asigna especialmente un grupo de autoridades para la supervisión de las zonas de
producción, para aplicar en ellas las reglas impuestas por la comunidad. En Laraos, por ejemplo (cf.
capítulo 2), las autoridades que se ocupan del barbecho sectorial colectivo son llamados meseros, y
ocupan el cargo durante un año. Isbell (1978: 89-93) describe tres sistemas entrelazados de varayoq
(autoridades tradicionales): sallqa para la zona de puna, taksa para las zonas agrícolas, y hatun alcalde
(gran alcalde) para el conjunto del pueblo. En razón de que uno de estos puestos estaba en excesiva
dependencia de los curas del lugar, los habitantes de Chuschi lo abolieron y lo sustituyeron por otro,
sostenido por el gobierno, manera por la cual aprovecharon de la Reforma Agraria para recuperar los
terrenos de la Iglesia. En Tangor (Mayer, 1974: 235-253), la función principal del sistema de
autoridades (vara) es de administrar las tierras en rotación colectiva y resolver los conflictos de su
funcionamiento.
Un examen atento de las representaciones simbólicas durante las fiestas que corresponden a
estos puestos de autoridad,76 muestra también que los rituales están asociados con diferentes zonas de
producción (Isbell, 1978: 139-145; Mayer, 1974: 40-45). Como consecuencia, la fiesta patronal
75
Ver Brush, 1976 a: 130; Netting, 1976; Rhoades y Thompson, 1975, para la descripción de fenómenos
similares en otras regiones de montaña del mundo.
76
La persona que ocupa un cargo en un determinado año financia la fiesta correspondiente, lo que a menudo
resulta ruinoso.
114
revelará al observador qué zona de producción es considerada como la más importante en una
comunidad. Ello puede, sin embargo, inducir a error; tal es el caso de Laraos, donde la fiesta de
limpieza de los canales atrae la atención sobre el maizal, en tanto que en realidad las extensiones de
puna son económicamente más importantes: bello ejemplo de manipulación ideológica...
quince días en temporada seca. El maíz, en cambio, puede [[166]] crecer incluso si no lo es más que
tres veces durante la temporada; las necesidades de la alfalfa y de los huertos son también diferentes.
Las precedencias y jerarquías son claramente visibles en la distribución del agua. En Huantán,
se daba agua a lo largo de un canal a grupos de cuatro o cinco campesinos. El orden en que les tocaba
determinaba en gran parte el resto del ciclo agrícola, ya que los primeros en ser atendidos al comienzo
de la estación podían cosechar más temprano que los últimos. En Anco, otra comunidad del valle de
Cañete, se realiza cada año una ceremonia llamada Asentada de la mita de agua. En compensación del
gran banquete que ofrecen a todos los comuneros, las autoridades obtienen los mejores turnos durante
su mandato; este privilegio da vuelta también entre los comuneros de un año a otro. Las cantidades,
periodicidad y grupos de regantes se deciden en ese día (Fonseca, 1978: 6-7).
Así, en el valle del río Cañete los controles comunales no se relajan al descender hacia zonas
de producción que pueden ser utilizadas de modo más intenso: más bien se desplazan de la tierra al
agua.
concepto de distancia, determinados en gran parte por la topografía local y regional, y la intensidad de
las gradientes. Pero en sí misma la distancia no es una medida suficiente, y debe ser completada por la
intensidad y continuidad de las tareas que hay que realizar. Por ejemplo, y al contrario de ciertos
trabajos agrícolas como la labranza (cf. capítulo 1), la ganadería demanda poco esfuerzo, pero sí una
vigilancia constante.
El número de zonas de producción que una comunidad puede realmente crear y controlar
depende igualmente de la importancia de su población, y aún más de las dimensiones y de la
complejidad de la organización social de las unidades domésticas. Cuanto más miembros cuentan
ellas, más pueden repartir las tareas entre un gran número de zonas de producción. Una familia en
aptitud tanto de asignar gente en permanencia para ocuparse del ganado en la puna, como disponer de
la fuerza de trabajo necesaria para cultivar parcelas en diferentes zonas de producción, está en mayor
capacidad de explotar todos los recursos disponibles en una comunidad, que otra cuya fuerza de
trabajo es insuficiente en número y variedad (Webster, 1981; Custred, 1981). No se trata solamente de
un asunto de demografía o de ciclo doméstico, sino también de relaciones de parentesco y de
organización social. La progresiva "nuclearización" de las familias (es decir, su reducción a la pareja
con sus hijos) constituye un importante factor de desestructuración de la organización económica
andina.
También pueden existir en un pueblo tendencias a la especialización y la división del trabajo.
Hasta aquí hemos supuesto que toda familia desea acceder a todas las zonas de producción, pero una
solución igualmente válida sería una especialización de las tareas en el interior de la aldea, quedando
asegurado el control de todas las zonas de producción por la organización de conjunto del pueblo. En
Laraos, por ejemplo, los criadores de cabras y los fabricantes de queso constituyen grupos
especializados, separados del que combina la agricultura y el trabajo en las minas vecinas.
Cuando el habitat se halla agrupado, los pueblos están situados por lo general cerca de las
zonas de producción que requieren cuidados más intensivos. Fonseca (1972a), Brush (1977) y muchos
otros han notado que los pueblos actuales se encuentran en el límite entre dos zonas de producción.
Con gran frecuencia los pueblos de dominante agrícola están situados entre las tierras de
barbecho sectorial y las zonas más bajas, donde se cultiva de manera continua maíz y tubérculos.
Aquéllos en los que la ganadería es más importante se hallan en el límite entre los pastizales de puna y
las zonas agrícolas más altas (Custred, 1973).
Cuando la importancia relativa de las zonas de producción se modifica, el pueblo mismo se
desplaza. En el valle de Cañete surgen nuevos caseríos en los fondos de valle productores de fruta, en
tanto que más arriba las aldeas ven disminuir su población (De la Cadena, 1977). En el caso, célebre,
de Huayopampa en el valle de Chancay, se desplazó la aldea toda (Fuenzalida et al., 1968, 1982); tal
tendencia es bastante frecuente en otras partes. Y no hay ninguna necesidad de ser arqueólogo para
notar que las ruinas están a menudo (pero no siempre) situadas más arriba que los pueblos actuales
(Brush, 1977: 44; Mayer, 1979: 57). Estoy convencido de que investigaciones arqueológicas y en
archivos, centradas en los modelos de habitat en relación con las zonas de producción, habrán de
revelar grandes desplazamientos históricos de las aldeas hacia arriba o hacia abajo, de acuerdo a la
jerarquía de las producciones en diferentes períodos de la historia.
[[168]] Pienso que es un error confundir las posibilidades de control vertical que un pueblo puede
tener localmente, y que son claramente limitadas, con las potencialidades del control vertical
organizado por un señorío o un reino. La organización local de la comunidad no es un "pálido reflejo"
o un "modelo reducido" de la verticalidad, sino uno de sus elementos: y no podemos confundir un
elemento con el conjunto del sistema. El modelo de verticalidad se aplica a grupos humanos más
importantes, en cuyo interior la aldea desempeña un papel esencial: la organización concreta de la
producción. Es sólo en aspectos restringidos que la comunidad puede constituir un microcosmos del
conjunto del modelo de verticalidad: el control es una variable esencial del mismo, y lo que una sola
comunidad puede controlar es evidentemente limitado.
La tendencia a la ruptura de lazos entre una zona de producción y el conjunto de que forma
parte es una consecuencia de la especialización interna, cuando los que se han especializado
consideran su interés hacer secesión. Ello puede acontecer cuando controlan un recurso
comercialmente rentable, como las producciones fruteras de fondo de valle o la ganadería en las punas
(caso del valle de Cañete, capítulo 3.3). Puede ser así porque se sienten explotados por el grupo social
que domina el conjunto; el caso de Mito, en el valle del Mantaro (Albertí y Sánchez, 1974; Mayer,
1983) es el ejemplo más conocido al respecto.
La tendencia a la separación de las zonas de producción es muy fuerte actualmente en el centro
del Perú; ha existido probablemente en otros períodos de la historia. El punto de partida de las
evoluciones descritas es una situación colonial (o post-colonial). No conocemos la anterior a las
reducciones del virrey Toledo 77 , de las cuales sabemos que modificaron profundamente la
composición de las aldeas, su función y la manera en que se hallaban integradas en conjuntos políticos
más vastos.
77
Los que defienden y tratan de revalorizar la agricultura andina "tradicional" sucumben a veces a la tentación
de promover el retorno a un pasado precolombino fácilmente idealizado. Pero ¿cómo volver a algo que sólo se
conoce muy mal?
118
afiliación (A, B,..., F), cuyos miembros locales son a, b ...f., tienen frente a aquéllos exigencias que
pueden ser muy diferentes entre sí. La función de la organización productiva de la comunidad local es
la de llegar a un compromiso entre los diferentes intereses, y, a partir de allí, determinar las reglas y
condiciones de utilización de la zona de producción (los individuos o instituciones, y sobre todo sus
intereses, serán de seguro diferentes en el caso de otras zonas de [[170]] producción de la comunidad).
El resultado final depende del juego de poderes y de influencias al nivel local: insisto una vez más en
la importancia de la noción de control que es inherente a todo debate sobre verticalidad.
Sostengo no obstante que los grupos externos no necesariamente tienen necesidad de controlar
toda una comunidad con sus zonas de producción para llegar al control vertical de múltiples zonas de
producción. En nuestros días, como antiguamente, las estructuras de organización comunal permiten a
miembros de grupos sociales muy diferentes estar presentes y participar en las zonas de producción
locales.
Tecnología y adaptación
Podemos observar que el nivel comunal de organización selecciona en todo un abánico de
posibilidades tecnológicas, ampliado por las diversas procedencias de sus miembros, cada uno de los
cuales aporta una tradición cultural particular. Tradiciones que están a su vez adaptadas a las
condiciones climáticas y ecológicas locales. Las opciones que a fin de cuentas se toman dependen de
lo que la gente quiere producir, y son, tanto como sea posible, compatibles con los diversos intereses
de los individuos. Este punto de vista implica que debemos considerar la tecnología como un esquema
medios-finalidad, en el cual se compatibiliza los fines deseados con el abánico actual de los medios de
que se dispone. La organización comunal es así una institución que crea tecnología "apropiada", en el
interior de un contexto económico, político y ecológico dado. Resulta también de ello que esta
tecnología se ajusta y se modifica constantemente, según la demanda que se hace de ella por los seres
humanos que manejan la compleja máquina que llamamos "zona de producción."
Conclusión
Si se adopta nuestra definición, todo fenómeno de zonación detectable no corresponde a zonas
de producción. Ciertas zonas se individualizan naturalmente a partir de discontinuidades del medio, o
de diferencias en la intensidad de su utilización, y, si el hombre las explota sin las características
sociales y organizacionales descritas arriba, no podemos realmente llamarlas zonas de producción.
Nuestra definición exige igualmente una intervención deliberada, una artificialización del
medio, de parte de las unidades de producción que explotan los recursos; veremos algunos ejemplos al
respecto en el capítulo 4.
Nuestro objetivo ha sido mostrar que ciertos, pero no todos, entre los muy dinámicos aspectos
de la organización social andina, se hallan siempre activos a nivel de comunidad. Es importante
comprenderlo en nuestros días, cuando se escucha afirmar perentoriamente muchas cosas sobre el
"bajo potencial" de la agricultura de la Sierra, y sobre su "inaptitud" para sostener un desarrollo, a
pesar de los procesos de reforma agraria bastante radicales que se han iniciado. Cuando éstos hayan
avanzado, es muy probable que veamos un control progresivamente más real de las poblaciones
andinas sobre sus recursos productivos. En oposición a la opinión de un alto responsable de la reforma
agraria, que cierto día consideró este tipo de investigación "Murraísta" como un "academismo
folklórico de frivolidad exquisita", esperamos haber mostrado que la investigación sobre la manera en
que las poblaciones andinas organizan la producción es de una importancia práctica crucial.
[[171]] Retomaremos aquí la conclusión de César Fonseca (1981):
"De lo expuesto se desprende que los criterios precolombinos de organización social parecen
ser los mismos de la organización de producción que aún están vigentes en las comunidades
tradicionales del país. (...) Al ser reducidos los ayllus a pueblos durante la Colonia, los nuevos
119
comuneros utilizaron estos mismos criterios para crear comunalmente zonas de producción."
(Fonseca, 1981: 186).
Aún lo hacen.
120
Como punto de partida de una investigación destinada a comprender la actual vitalidad en los
Andes de las formas de organización llamadas 'comunidades campesinas', Jürgen Golte presentó en
1980 un trabajo titulado "La racionalidad de la organización andina", centrado en la gestión por las
sociedades campesinas de una serie de ciclos agrícolas repartidos en diderentes pisos ecológicos. Allí
explica:
"Si el óptimo de la utilización de la fuerza de trabajo campesina se alcanza con el manejo
paralelo de varios ciclos agropecuarios en diversos pisos altitudinales, distantes entre sí, esto
no deja de influir sobre la organización social de la producción. Hay varias formas posibles
para organizar la producción multicíclica (fig. 73):
A.- Que el grupo social de productores controle en común todos los espacios aprovechables.
Que se organice colectivamente la utilización del trabajo y la distribución de la producción.
B.- Que la producción se organice por unidades domésticas en tierras adscritas a cada unidad
en todos los pisos altitudinales y que los productos pertenezcan a las unidades domésticas que
las trabajan.
C.- Que la producción se organice por subconjuntos sociales. Que se adscriba a un
subconjunto social la organización del cultivo en un piso altitudinal, pudiendo recurrir
cuando lo requiera a la mano de obra de las otras unidades, a cambio de productos.
A UD B
UD
UD UD UD
UD UD
Unidades
UD UD
domésticas
Grupo social
jerarquizado
Intercambio
de
productos y
trabajo
Fig. 73: Formas de organización social posibles para el aprovechamiento complementario de ambientes
verticales (Golte, 1980).
Otra clasificación propuesta por Brush (1974) se refiere a la disposición geográfica relativa de
los diferentes pisos utilizados; pero geografía y organización social no son independientes (Guillet,
1981a y b):
- El tipo "compacto": los campesinos residen en el límite entre las dos principales zonas
ecológicas, la del maíz y la de los tubérculos, y tienen acceso en menos de [[173]] un día de camino a
un conjunto de pisos próximos. No se ven así en la necesidad de recurrir a migraciones más
importantes, o a redes de comercio y de intercambios exteriores a las fronteras de la comunidad. Este
tipo compacto se halla, principalmente, en la vertiente oriental de los Andes, donde las gradientes o
variaciones ecológicas son muy rápidas.
"... la estrategia a largo plazo está basada en la obtención del conjunto de productos de las
zonas ecológicas en el interior de la comunidad, se puede esperar una tendencia hacia un
fuerte espíritu de cuerpo, que se puede manifestar en el señalamiento y defensa de los límites
territoriales, la endogamia comunal, la negativa a abrirse a los forasteros, la búsqueda de un
estatuto jurídico protector, etc" (Guillet, 1981b).
Pertenecen al tipo compacto los casos de Uchumarca (Brush, 1973 y 1974), Manchiri (Vallée,
1972), Huancaraylla (Barrete, 1972), Queros (Núñez del Prado, 1968; Webster, 1971 y 1973;
Yamamoto, 1982; Flores Ochoa y Fries, 1989), el valle del río Cañete (Fonseca y Mayer, l978, Mayer
y Fonseca, 1979; Brunschwig, 1986; Arana, 1986)...
- El tipo "extendido" se encuentra en grandes valles, como del Vilcanota, a lo largo de los
cuales las gradientes ecológicas son menos marcadas. En lugar de concentrarse en las partes altas, las
poblaciones se han dispersado de un extremo a otro, en comunidades separadas: cada una tiende a
especializarse en productos de una zona ecológica determinada, y obtiene los de las demás zonas a
través de redes de intercambio, las mismas que, llegado el caso, pueden constituir sistemas de
mercado altamente desarrollados.
- En fin, en el tipo en archipiélago, algunas de las zonas explotadas por el mismo grupo
social están muy alejadas, hasta unos diez días de camino, lo cual implica ya sea migraciones
estacionales de la población - como es el caso actualmente tanto en comunidades situadas en el norte
del Perú en los altos valles del Marañón y del Huallaga (Burchard, 1972; Fonseca, 1972a y b; Mayer,
1971, 1972), como en la región del lago Titicaca en el Sur (Flores Ochoa, 1970; Martínez, 1961 - , ya
sea colonias permanentes, como las descritas por Murra en lo que concierne a la época de la
conquista española. El habitat principal se encuentra por lo general en los límites entre los pisos
122
quechua (maíz) y puna o jalka (tubérculos, y, más arriba, pastos de altura), efectuándose las
migraciones hacia las zonas bajas tropicales.
"El control de zonas ecológicas dispersas, en el tipo en "archipiélago", se realiza ya sea a
nivel de la familia, ya sea a nivel del grupo social superior. En este último caso la exogamia y
matrimonios preferenciales deben ayudar a reforzar las relaciones con las colonias alejadas.
Una práctica que se podría estudiar desde este punto de vista es la escisión de las
comunidades andinas y la creación de "anexos", que a menudo poseen un status jurídico y
político separado, pero continúan manteniendo fuertes relaciones de dependencia con la
comunidad "madre": este proceso podría ser fruto de la estrategia en "archipiélago" a nivel
del grupo social." (Guillet, 1981b).
"La elección de una estrategia de largo plazo es, desde luego, central para otras funciones del
grupo social. Si las tierras de barbecho sectorial son un elemento clave al respecto, habrá
necesidad de un conjunto de reglas aceptadas y respetadas por todos, definiendo la utilización
del suelo, el control comunal y la planificación colectiva de los trabajos agrícolas. A la
inversa, las tierras irrigadas pueden estar sometidas más a la iniciativa individual y menos a
los controles colectivos. Así, una comunidad con una estrategia "compacta" puede poner en
acción dos modos de explotación por completo diferentes, en tanto que una estrategia
"extendida" puede llegar a un solo modo estrechamente acondicionado para una zona
específica" (Guillet, 1981b). Entre los casos descritos encontramos los de Alcavitoria (Custred,
1974), el valle de Vilcanota-Urubamba (Gade, 1975), el del Mantaro (Altamirano, 1974).
[[174]] Una diferencia fundamental entre los diferentes modelos reside en los calendarios de
trabajo:
a - La explotación por personas diferentes, cualquiera que sea la organización social, reduce
los desplazamientos obligatorios a solamente los intercambios; pero debe resolverse de otra manera el
problema de la desigual repartición del trabajo a lo largo del año.
b - La puesta en valor directa por las mismas personas de un conjunto de pisos, es el medio
más eficaz hallado por los campesinos para utilizar del mejor modo su fuerza de trabajo a lo largo de
todo el año, evitando así tanto las puntas de trabajo críticas, como los períodos huecos (desocupación
técnica no remunerada) (fig. 74). Ello es posible en virtud de las diferentes épocas de cultivo y de la
duración del crecimiento de las diferentes especies vegetales en los diferentes pisos ecológicos
(GOLTE). El interés de esta explotación simultánea se reduce cuando las distancias son muy grandes,
ocasionando una importante pérdida de tiempo en los desplazamientos, y una menor vigilancia de
ciertas parcelas.
Ene Feb Mar Abr Mayo Jun Jul Ago Set Oct Nov Dic
Altura
m.s.n.m.
5000
4000
3000
2000
1000
Fig. 74: Calendario de movimientos altitudinales de una familia de Q'ero durante un año (Flores Ochoa y
Fries, 1989).
123
78
Es muy fuerte el contraste entre el Altiplano, donde en estación seca los camiones llegan a casi todos los
puntos, y los valles encajonados, en los que, en el mejor de los casos, el camino llega hasta la capital de distrito,
donde termina.
79
Abancay está a 150 km "a vuelo de pájaro" y más o menos 1,000 por camino carrozable. Chumbivilcas está a
70-80 kms, a través de la puna, y a varios cientos por carretera.
124
80
Este texto toma el parágrafo "Dispersión de riesgos" (in Morlon et al., 1982), así como el artículo "Del clima a
la comercialización: el ejemplo del Altiplano peruano," en: El riesgo en la agricultura, ORSTOM (1989), en
español: Agricultura y sociedad, Madrid, 45 (1987): 133-183.
126
0 50 m
Fig. 78: Plano de las particiones de una parcela y arbol genealógico de los propietarios, comunidad de
Chujucuyo (Verliat, 1978).
(...) Esta fragmentación de las propiedades es fuente de una gran pérdida de tiempo.
Observemos el esquema de la propiedad de Jorge Apaza Apaza (fig. 79). Si bien en el plano
las distancias pueden parecer modestas, no olvidemos que estamos a 4,000 metros de altura, y
en laderas a menudo muy pronunciadas.(...) Esta fragmentación continúa fuera de la
comunidad, ya que todos poseen terrenos, por lo general muy pequeños, en las comunidades
vecinas. Asimismo, el 20 % de los terrenos en Chujucuyo pertenece a personas ajenas a la
comunidad. Si bien puede ser interesante ser propietario de terrenos en otras comunidades, a
fin de tener acceso a varios tipos de terrenos (ex: comunidad de las orillas del lago —
comunidad del interior), ¿qué pensar de las parcelas que se posee en las [[180]] comunidades
vecinas? El interés disminuye muy pronto al caminar durante dos horas (ida y vuelta) para
cultivar cuatro parcelas (en total 155 m2) en Chañohari, como sucede en el caso del señor F.
J. A.. No nos sorprendemos al encontrar, en estos terrenos exteriores a la comunidad, un
elevado porcentaje de tierras incultas - 64 % en el caso del señor A. A. J. (81).
Propiedades fragmentadas al extremo, y sobre todo pequeñas, pequeñísimas. El problema de
la tenencia de la tierra es una de las preocupaciones principales de los habitantes de
Chujucuyo. Es la principal causa de escisiones en la familia, de los numerosos juicios que
entablan los campesinos entre ellos, procesos que, manejados por astutos letrados (a veces
uno mismo asesora a las dos partes), no acaban nunca y absorben una gran parte de los
ingresos." (Verliat, 1978).
En realidad, hay dos problemas que se debe distinguir:
- la dimensión de las propiedades: su reducción es consecuencia del aumento de la población
en una extensión determinada. Los individuos no disponen de ninguna posibilidad de actuar al
respecto, salvo si abandonan la agricultura y se dedican a otras actividades. o invadiendo las
grandes propiedades (ya sea privadas o de cooperativas);
(81) Este porcentaje (los 2/3) corresponde exactamente al que encontramos, en promedio, en los sistemas de
barbecho sectorial. ¿No sería ese el caso? (Nota del editor).
127
+ 2 parcelas
(total 300 m2)
Plaine
Ladera rocosa
muy erosionada
Lago Titicaca
[[181]] "los intercambios de terrenos son bastante frecuentes, y ayudan a contrarrestar los
elementos del sistema responsable de la extrema división de tierras y la dispersión de tenencias.
El método más aceptado para efectuar los intercambios es el trueque o kala (...). Las
conversaciones pueden durar meses, pero una vez que han llegado a un acuerdo sobre la
equivalencia general, se llama a dos jilakata (autoridades comunales tradicionales) para medir
las parcelas y juzgar las diferencias en la calidad de la tierra y del drenaje. (...) Nunca se hace
un testimonio del intercambio. Este sistema les provee a los irpachiqueños un medio
importante para consolidar sus propiedades, y les ayuda a acumular una mejor variedad de
calidady drenaje en sus tierras" (Carter y Mamani 1982: 31).
¿Puede sorprender que una situación como ésta haya llegado a los extremos que se dan en el
Altiplano, allí donde se suman alta densidad de población y altos riesgos climáticos? La dispersión de
numerosas pequeñas parcelas no es sólo consecuencia involuntaria y nefasta del proceso de división
de las parcelas con ocasión de las sucesiones, sino que éste es más bien, en parte, un medio para
alcanzar esa dispersión, obtenida por el juego combinado de los factores siguientes:
- las sucesiones: las parcelas no son repartidas entre los herederos, sino que, al contrario, cada
una se divide entre todos, a fin de conservar el acceso a las diferentes zonas;
- la aparcería, o los matrimonios, en que cada uno de los cónyuges aporta sus parcelas, lo cual
permite adquirir acceso a diferentes zonas;
"Un medio habitual de conseguir acceso a tierras cuya localización es esencial, en las
comunidades contemporáneas, es la utilización de las relaciones sociales. (Brush (1975) ha
notado que la aparcería tenía una importancia mayor a fin de que todos pudieran tener
acceso a los recursos de las diferentes zonas ecológicas. En su muestra, 69 % de los convenios
de aparcería eran realizados entre personas que estaban vinculadas por relaciones de
parentesco (...). Custred (1973: 44), por otra parte, encontró que las relaciones de
compadrazgo son importantes en la cooperación entre campesinos que viven en diferentes
zonas ecológicas. En fin, Burchard sugiere que los matrimonios endogámicos o exogámicos
pueden estar estrechamente relacionados con la ubicación y el cceso a tipos de terrenos
estratégicos" (Guillet, 1981 b: 22).
128
(82) Este título algo provocador enfatiza la aplicación del concepto de verticalidad a una región que, como bien lo
indica su nombre, tiene como característica ser plana... al igual que muchas otras regiones agrícolas en el mundo.
"Este ideal (...) no se expresaría en última instancia en términos de 'verticalidad', sino más bien en términos más
genéricos de 'diversificación'. (...) En el Altiplano boliviano, en un contexto de horizontalidad total, (...) lo que
se pretende y se busca es que "cada persona debe tener cuantos diferentes tipos de calidad de suelo como es
posible" (Carter, 1964: 65)" (Camino, 1982: 28-29).
83
Cf. igualmente f. 27 testimonio de Pedro de Entrena; f. 75v y 76r del Hermano Agustín de Formizedo; f. 79
del Hermano Domingo de Loyola; f. 81 y 82 Melchior de Alarcón. Cf. asímismo Garcilaso, 1610, VIII, 1.
129
de suelos y micro-climas que, a igual altitud, son creadas por las diferentes posiciones respecto al lago
y por la topografía ("efecto de abrigo" y estancamiento del aire frío en las zonas bajas).
Estas diferencias climáticas son muy importantes a escala de la región, como muestra la
comparación de la duración de los períodos libres de heladas (fig. 81), para estaciones meteorológicas
situadas todas en la misma franja de altura entre los 3,800 y 4,000 metros, a unas cuantas decenas de
kilómetros unas de otras (fig. 82) (Morlon, 1978b, 1987). Se puede cultivar maíz, y, a condición de
contar con riego, lograr dos cosechas por año en algunas laderas que dominan directamente el lago
Titicaca, allí donde éste es profundo; y, a la misma altura, pero a unas decenas de kilómetros de
distancia, se hace difícil asegurar una sola cosecha de cebada o de papas por año.Incluso a corta
distancia, en el interior de una comunidad, las diferencias climáticas tienen consecuencias
agronómicas no desdeñables (Le Tacon, 1989).
En los pocos kilómetros cuadrados de que dispone, una comunidad de las orillas del lago
Titicaca, como Santa rosa de Yanaque (Enriquez Salas y Prins, 1986) modula la naturaleza y el
calendario de sus producciones agrícolas de acuerdo a todos los matices creados por las diferentes
situaciones relativamente al lago y a la colina rocosa (fig. 83):
- el cordón litoral arenoso (comparable a un gran camellón natural) de Sicata, más favorable,
salvo en caso de fuerte crecida del lago, pero muy estrecho;
- la llanura costera de Yanaque, excesivamente húmeda,
- las laderas de la colina gredosa, afectadas por todas las sequías, sobre todo allí donde la tierra
no es retenida por andenes;
- las heladas más frecuentes e intensas sobre la ladera opuesta al lago, y sobre todo en la llanura
de Alaiza hacia atrás.
S e q u e d a d Poca
según A veces al inicio del ciclo
Sí Muy Sí Exceso de agua
marcada prof. Inundaciones
suelo Las excesivas
lluvias producen por crecida de las aguas del
anegamiento Lago
Fig. 83: Zonación ecológica de la comunidad de Santa Rosa de Yanaque y adaptación
de los cultivos a los riesgos climáticos (Enriquez Salas y Prins, 1986).
130
[[184]] Esta comunidad está situada en el "núcleo" del antiguo reino Lupaqa, y no hay ninguna razón
para pensar que esa adaptación fina a cada variación del medio no existía hace ya cuatro siglos y
medio; pero en esa época se integraba en el gran modelo en "archipiélago" que garantizaba,
probablemente, una mayor seguridad.
- Por una parte la partición entre los herederos se efectúa dividiendo la franja en el sentido de
su longitud, a fin de garantizar a cada uno el acceso a todos los ambientes. Pero al cabo de un
cierto número de generaciones, la anchura es demasiado estrecha como para ser nuevamente
dividida, y cada cual recibe entonces parcelas separadas, distribuidas en todos los ambientes,
con lo cual comienza el estallido de la franja transversal;
[[190]] - al mismo tiempo, el aporte de cada uno de los cónyuges, con ocasión de los
matrimonios, adiciona lotes geográficamente separados, constituyéndose así, poco a poco, un
"archipiélago de franjas transversales" como el representado en la fig. 79.
Fig. 84: Ejemplo de plano parcelario en "bandas verticales" perpendiculares a las curvas de nivel, en Irpa
Chico; la zona representada cubre aproximadamente 450 ha (según Carter y Mamani, 1982).
Fig. 87: Andenes con arboles, con límites parcelarios en "banda vertical"
(San Jerónimo, Cusco, 3200 m.s.n.m.). PM.
132
84
Se puede muy bien imaginar que tal mecanismo existía en antiguos tiempos: la redistribución periódica de
las tierras, de la que habla Garcilaso, puede haber sido un mecanismo de 'integración parcelaria' para
reconstituir franjas verticales. En este caso, no aparece ya en contradicción con la herencia de tierras,
atestiguada por otros textos de la época.
85
Hemos tomado de Murra el término de archipiélago, pero el cambio de escala acarrea una interpretación
diferente. Se recurre al "archipiélago" de todas maneras en los barbechos sectoriales colectivos (incluso si
originalmente se trataba de "archipiélagos de franjas transversales" como sugieren ciertos paisajes entre Oruro y
Potosí en Bolivia): "En Irpa Chico, el ideal es tener las qallpa [parcelas en barbecho sectorial] esparcidas lo
suficientemente para poder gozar de los diferentes tipos de tierra, drenaje y elevación. Algunas familias tienen
90 o más qallpa independientes esparcidas en cuatro o cinco zonas diferentes." (Carter y Mamani 1982: 27-28).
Desgraciadamente ninguna de las comunidades en las que se hallan las familias que hemos estudiado en el
Altiplano -(cap. 6), sigue practicando tal sistema.
133
86
Cf. Lescano et al., 1982: 84-85; Camino 1982: 28-29; Thomas 1977: 98-99; Guillet, 1980 y 1981c.
134
una roca o una planta más alta" (Romero, 1928: 400; cf. Thomas, 1972: 130 - discutiremos los
mecanismos de esta protección en el cap. 4.3).
El mismo principio se aplica a veces en el caso del ganado, poniendo llamas en los rebaños de
carneros, porque saben defenderse mejor contra los animales salvajes.
En fin, "estas numerosas variedades pueden ser utilizadas como respuesta dinámica a las
variaciones del ambiente. Por ejemplo, el período habitual de siembra de maíz en la pampa
de Anta [a 3,400 metros de altura, cerca del Cuzco] se sitúa entre el 25 de agosto y el 15 de
septiembre. Si la siembra no brota a causa (...) de las condiciones climáticas, los campesinos
vuelven a hacerla, hasta la primera semana de octubre. Para esta segunda siembra se sirven
de una variedad especial llamada "pucutu," la cual, si bien da rendimientos bajos, es más
resistente a las heladas. Y si sigue helando hasta el 15 de octubre, siembran entonces trigo o
cebada, que son aún más resistentes" (Guillet, 1981b); en efecto, cuanto más tarde se siembra
en la estación, mayor peligro se corre de heladas precoces en el momento de la maduración del
cultivo.
son los productores de choclo principalmente, los que buscando reducir el daño por
enfermedades, e incentivados por mejores precios del choclo en los meses de Diciembre-
Enero, adelantan sus fechas de siembra. Pero en general todos los agricultores que disponen
de riego tienden en adelantar las fechas de siembra tratando de burlar el ataque de
enfermedades. Pero pareciera que esta práctica produce efectos contradictorios, puesto que
las primeras siembras se realizan cuando las cosechas todavía no han finalizado,
constituyéndose así en uno de los factores que agravan los problemas fitosanitarios de esta
región".
De hecho los campesinos efectúan un compromiso entre:
- la dispersión de los riesgos en el espacio, que implica en cada lugar el mayor número posible
de especies y de variedades que se comportan de modo diferente frente a los riesgos climáticos
y fitosanitarios:
[[193]] "A causa de la lluvia y de las heladas, sembramos todos los cultivos en diferentes
lugares para asegurar alguna cosecha, porque si cae una helada en la pampa donde lo destruye
todo, tendremos cuando menos productos en otros lugares. Por eso en una chacra grande
sembramos papa, oca, quinua y habas. Este año no ha habido heladas y hemos cosechado todos
los cultivos; sólo la papa fracasó por el exceso de lluvia" (Gregorio, jefe de la familia III, en el
capítulo 6.1).
- la adecuación de cada especie a cada característica del suelo y del clima: pampas de suelos
profundos y ricos, pero donde pueden acumularse agua y aire frío, o "cinturones térmicos" en
las pendientes de suelos más pobres:
"La mejor tierra es según el año; cuando hay mucha lluvia, como ocurre, la mejor para
nosotros es la tierra 'ashalaca', porque necesita mucha agua, y aunque llueva día y noche no le
hace daño. En cambio en la tierra 'shalla' (arenosa), todo se pierde en una semana. La grava
'kalachi kolla' es como la ashalaca, porque resiste cuando llueve, el agua penetra y va al fondo.
En cambio, cuando no hay lluvia, la tierra arenosa resiste mejor porque necesita poca agua
para dar una cosecha; es tierra muy buena, sobre todo para las papas por la facilidad con que
absorbe la humedad. Depende del año que venga. En las tierras pobres, sólo da bien el
centeno; la cebada queda pequeña..." (Gregorio).
- la localización de los cultivos en función de los transportes a efectuarse, lo cual a veces se
opone a la precedente. Así con frecuencia se cultiva arvejas en las parcelas más alejadas, pues
constituyen el producto más fácil y rápido de transportar en la cosecha, lo cual minimiza el
riesgo de robo de las cosechas, cuya gravitación, sorprendente en relación con otras regiones del
mundo, se explica por la desestructuración de la sociedad consecutiva a la conquista española.
Pero los productos que se obtienen no pueden evidentemente servir ya como semillas. Así, una
mala cosecha de papas se traduce al año siguiente en una menor extensión sembrada (e inversamente);
los efectos retardados en las extensiones cultivadas pueden extenderse de este modo a lo largo de
varios años, atenuándose a manera de ondas.
Otra solución es la de intercambiar recursos no afectados por la calamidad con productos
alimenticios disponibles en otras regiones. Papel que ha desempeñado, tradicionalmente, el ganado
o sus productos (lana), ya que los animales y el forraje son menos sensibles a los accidentes
climáticos que los cultivos de panllevar. Otra modalidad [[194]] es también la de extraer provecho de
los recursos no agrícolas: artesanado, minas, comercio, trabajo temporal en otras regiones. Así, como
en los tiempos en que se desplazaban entre las "islas" de los "archipiélagos" territoriales, los
campesinos actuales, incluso los de los pueblos más aislados, viajan muy a menudo para satisfacer los
imperativos de un "archipiélago de actividades", cuyo conjunto forma lo que llamamos "sistema de
producción rural," en el cual la distinción entre lo "agrícola" y lo "no agrícola" no es
necesariamente la más pertinente, como veremos en los ejemplos del capítulo 6.
137
Capítulo 4 [[195]]
[[196]] Introducción
Pierre MORLON
"¿Por qué crece esta planta en el sitio en que se encuentra? ¿Por qué se ha desarrollado tal
ecosistema en tal sitio y de esa particular manera? En Europa, dondequiera que se planteen
estas preguntas, la mejor respuesta será, probablemente: porque el hombre lo decidió o lo
permitió, voluntaria o involuntariamente; o porque su acción lo favorece directa o
indirectamente (...). El hombre ha modificado, y continúa haciéndolo, el balance hídrico y el
ciclo de los elementos nutritivos en prácticamente todos los ecosistemas. Más aún, influencia
de modo cada vez más acentuado en la dinámica de las poblaciones de plantas, animales y
micro-organismos.
Tal es la causa por la cual muchos ecólogos salen de Europa a fin de poder estudiar la
"naturaleza virgen" (...). Fue la razón de mi primer viaje hacia el Perú y otros países
tropicales. Sin embargo, después de algunos meses de trabajo, no pude dejar de descubrir,
también allí, el impacto de la actividad humana (...). Para aumentar los rendimientos de los
campos (...) las laderas fueron transformadas en andenes para la agricultura y horticultura
intensivas. Es por eso que cuando llegaron los españoles a la parte occidental de la América
tropical muchas montañas se parecían a escaleras, y toda la cordillera fue llamada con el
nombre de esos andenes" (Ellenberg, 1979: 401 y 411).
Aunque sea equivocada, esa etimología del nombre de la Cordillera de los Andes ilustra la
importancia de las transformaciones del paisaje y del medio natural con fines productivos.
Transformaciones que constituyen una de las razones que justifican el cambio del concepto de piso
ecológico al de zona de producción (capítulo 3.4).
La correspondencia entre una zona de producción y un tipo de infraestructura no es unívoco.
En Laraos, por ejemplo, tres zonas de producción se encuentran en andenes con regadío: el maizal, los
alfalfares con cerco, la zona de barbecho sectorial.
En este capítulo presentaremos las principales técnicas de "artificialización" del medio,
utilizadas por los campesinos para construir zonas de producción, tratando de interpretar su papel
micro-climático, y mostrando a partir de ellas cómo técnicas muy antiguas, hoy más o menos
abandonadas, pueden emplearse, junto con las más recientes, para un desarrollo agrícola futuro.
No hemos querido hacer aquí ni un catálogo exhaustivo de las infraestructuras existentes, ni una
síntesis general 87 ; pero dejando de lado lo que nos pareció conocido y evidente (el papel del riego,
por ejemplo), escogimos estudios realizados a partir de puntos de vista y con preocupaciones
diferentes, que en conjunto han de mostrar la generalidad de la noción de zonas de producción
construidas por el hombre, y la riqueza de las técnicas puestas en obra.
87
Una síntesis pediría un libro entero para cada tipo de acondicionamiento. Se comienza a publicar libros al
respecto, y los mencionaremos en su lugar. Antes de ellos aparecen compilaciones o colecciones de artículos.
Señalemos las de Lechtman y Soldí, 1981; Ravines, 1978; La revista América Indígena, (México), vol. XL (4),
1980; De la Torre y Burga, 1986; Culturas y Tecnologías Altoandinas, CorPuno, 1987; la revista Allpanchis:
Antigüedad y actualidad del riego en los Andes, Cusco, Nos. 27 y 28, 1986; Denevan et al., 1987.
138
88
Capítulo 17 de la "Historia del Nuevo Mundo" del sacerdote jesuita Bernabé Cobo (1580-1657), que pasó 48
años de su vida en el Perú. Selección y notas por P. Morlon.
139
en los arenales que hay entre Pisco e Ica, que es en el mismo paraje de las sobredichas hoyas de
Villacuri; los cuales arenales están tan secos por la sobrehaz, que los vientos mudan de unas partes a
otras los montones y médanos de arena, y acontece frecuentemente que, como la arena que es llevada
del aire topa en estos árboles, se va amontonando en torno de ellos hasta dejarlos sepultados, a unos
del todo, y a otros la mayor parte, dejándoles descubierta sola su cumbre o algunas de las ramas más
altas, y por este camino se vienen a secar muchos; y toda la tierra que hay desde Pisco a Ica, que son
doce leguas, es desta condición y calidad, que en dondequiera que aparten la arena, hallarán debajo de
ella tierra fértil con suficiente humedad; y las partes que carecen destos médanos de arena, como sean
de suelo bajo, gozan de tanta humedad, que vienen a ser mahamáes, crían yerba y otras plantas, y aún
suelen manar tanta cantidad de agua, que se forman en algunas partes ciénagas y lagunas.
Al argumento que se trae del salitre que crían estas hoyas en la superficie, se satisface con
decir que el tal salitre no procede de la calidad del agua que humedece las hoyas, sino de la naturaleza
de la tierra dellas, que de suyo es salitrosa en tanto grado, que en muchas partes cría en su sobrehaz
grandes costras y piedras de fina sal, como vemos en este mismo arenal de Villacuri, de que vamos
hablando, y en otros desta costa, a donde aun el agua dulce de los ríos que se suele rebalsar en ellos, en
poco espacio de tiempo se cuaja en sal.
Hacían los indios estas hoyas con inmenso trabajo, cavando en los arenales muertos y
apartando y amontonando la arena alrededor dellas hasta descubrir el suelo húmedo en conveniente
distancia del agua, para que fructificase. Algunas se hallan de dos o tres estados de hondo y otras
menos; unas son redondas y otras cuadradas, y con otras formas diferentes; mas, por la mayor parte,
son largas y angostas; algunas hallamos de extraña grandeza, cual es una que está en el valle de Asia
en esta diócesis de Lima, por la cual pasa el camino real de los Llanos, que tiene buena media legua de
largo. Las ordinarias del valle de Chilca tienen capacidad para una buena huerta o viña cada una,
porque de las redondas y cuadradas hay muchas de a ciento y a doscientos pasos de diámetro. Están
divididas unas de otras con una loma de la arena que en sus orillas se amontonó cuando se cavaban, la
cual sirve de cerca y vallado.
Y porque el salitre que crían es dañoso para las plantas, también alcanzaron los indios a
prevenir este daño, con estercolar la tierra de cuando en cuando, como es cada dos o tres años; y
sírveles de estiércol para este menester la hoja seca del guarango, de los cuales árboles suele haber
gran cantidad por todos estos llanos, y al pie de ellos se halla tanta copia de hoja amontonada y
podrida, por haberse juntado allí de muchos años, que cubre el suelo una capa della de uno y dos
codos de grueso; y éste es el estiércol con que se benefician las hoyas. En las hoyas de Chilca usaban
los indios sembrar con el maíz y demás semillas una cabeza o pedazo de sardina, con el cual beneficio
tenían abundantes cosechas; y era tan necesario, que sin él se iba la sementera en vicio.
[[200]] Al presente son muchas más la hoyas que están yermas que las que se cultivan, por haber
venido los indios en gran disminución; con todo eso, se aprovechan de algunas así indios como
españoles, y en el valle de Pisco se hacen ahora algunas de nuevo para plantar viñas. Nacen en ellas
los mismos frutos que en lo restante de los Llanos, y toda fruta de hoya se aventaja a la que nace en las
huertas de regadío, particularmente los dátiles, y el vino de hoya es preferido a los otros. Pues como
estas hoyas tengan la hondura que habemos dicho, no pueden los caminantes descubrir de lejos lo que
hay en ellas, por lo cual, los que no lo saben, piensan ser todo cuanto tienen por delante arenal seco
como lo demás del contorno, hasta que, llegando sobre ellas, hallan en medio de tanta sequedad un
deleitoso vergel en cada hoya, según están de verdes y hermosas con tanta arboleda y amenidad; y en
las hoyas que no se cultivan nace mucha yerba, que sirve de pasto para las bestias de los caminantes,
que no es de pequeño socorro para los arrieros.
Por lo que en este capítulo queda dicho, se entiende bastantemente lo que son mahamáes, y así
no hay que detenernos en explicarlo; sólo advierto que lo que mejor se da en los mahamáes son
melones, que nacen en ellos por el invierno; son regaladísimos; y en entrando el verano, como
empieza a crecer el río y a comunicar más humedad a estos mahamáes, van desdiciendo de su bondad
los melones. Demás desto, se debe advertir que también se suelen llamar mahamáes los bañados de los
ríos, que es la tierra de sus riberas que bañan y cubren en sus crecientes y avenidas, cuando salen de
140
madre, la cual tierra siempre conserva aquella humedad. Plántanse también en estos mahamáes viñas y
otros árboles frutales, y se siembra trigo y las demás semillas y legumbres.
Y porque parece que la demasiada humedad, así de las hoyas como de los mahamáes, había de
impedir el madurar y sazonar los frutos, proveyó el Sapientísimo Hacedor de todas las cosas que en
tiempo de invierno, cuando las plantas requieren más humedad y los ríos destos Llanos traen menos
agua, tengan las hoyas y mahamáes tanta humedad, que parece están brotando agua; y por el verano,
cuando, por llover en la Sierra, los ríos vienen crecidos y explayados, con que parece había de crecer
excesivamente la humedad de las hoyas y pudrirse sus frutos en lugar de madurar, experimentamos lo
contrario: que el agua que en sí tienen se baja y sume, de suerte que queda seca la superficie de la
tierra, con que se da lugar a que los frutos sazonen maravillosamente; lo cual tengo para mí se debe
atribuir a los recios soles y calores que en este tiempo hace, los cuales enjugan y secan la sobrehaz de
la tierra, así como el tener de invierno tanta copia de humor, procede de andar el sol entonces apartado
de este clima, y de las continuas neblinas que por este tiempo cubren la tierra y la humedecen y
defienden de los rayos del sol 89. »
89
Ana María SOLDI publicó en 1982 una síntesis sobre los 'mahamaes': "La agricultura Tradicional en Hoyas",
Fondo Editorial PUC, Lima, 104 p.
141
El creciente interés por las técnicas tradicionales agropecuarias andinas ha implicado un nuevo
planteo sobre la utilización de los recursos naturales en diferentes ambientes, y la posibilidad de
revalorar cultivos, herramientas y tecnologías hasta hace poco despreciadas. [[201]] Este estudio trata
de una actividad no agropecuaria, pero que corresponde tan igualmente al concepto de zona de
producción tal como lo definimos: la explotación tradicional de la sal.
Los dos casos aquí descritos son un ejemplo de la naturaleza de las economías campesinas
andinas, en las cuales se imbrican actividades económicas que, para los economistas formados en las
escuelas de los países industrializados, representan sectores económicos distintos (cf. capítulo 6). La
explotación de recursos minerales como la sal o la arcilla para hacer cerámica, obedece a la misma
percepción de la complementariedad que las producciones agropecuarias. La sal no sólo se emplea
como elemento de la dieta humana y animal, sino que permite utilizar más ampliamente otros
productos agropecuarios. La elaboración de carne y pescado secos, por ejemplo, no se hace
exponiéndolos simplemente al sol y a las heladas, sino también por disecación con sal. La elaboración
de quesos requiere en muchas zonas gran cantidad de sal. De esta manera, permite que la leche que se
produce en su mayor parte durante la época de lluvias - de noviembre a marzo - pueda consumirse
durante muchos meses.
Pero tal vez más importante aún es que en la problemática de la producción tradicional de la
sal se reproducen los mismos temas que surgen respecto de las tecnologías tradicionales
agropecuarias: la importancia del contexto socioeconómico e histórico; el empleo de fuentes limitadas
de energía; la valorización de recursos naturales mal reconocidos por la tecnocracia; el papel del
Estado, que apoya a algunas tecnologías mientras limita a otras. Estos puntos se tratarán más adelante,
después de presentar ambos casos.
90
Capítulo 4 de "Tecnologías agrícolas tradicionales en los Andes centrales: perspectivas para el desarrollo" (P.
Morlon, B. Orlove, A. Hibon; PNUD / UNESCO / COFIDE, Lima, 1982).
142
Fig. 90: Las salineras de San Juan de Salinas. Algunos montones de sal están cubiertos
de arcilla para protegerlos en caso de lluvia. Los andenes en la ladera están
fuertemente erosionados (Setiembre; Puno, 3850/4100 m.s.n.m.). PM.
La sal de San Juan es muy apreciada por los campesinos; según ellos, su color rosa claro indica
que posee cualidades "calientes" y, por lo tanto, se la prefiere para el consumo matinal y del atardecer.
También figura como remedio casero para algunas enfermedades. Cabrá investigar si los minerales
que contienen, además del cloruro de sodio, ofrecen beneficios nutritivos para la vida a gran altura.
[[202]] El trabajo en los hoyos resulta muy duro - debido a que la sal quema cualquier herida y refleja
intensamente el sol de la altura - pero no dura mucho, y se realiza únicamente durante los meses secos,
es decir, cuando los campesinos no están muy ocupados en otra labores agrícolas, lo que complementa
el calendario de trabajo.
Los hoyos son de propiedad individual y los campesinos los reciben por herencia de sus
padres, tal como los terrenos agrícolas. El diseño de las parcelas es en "fajas verticales", de igual
manera que los andenes sobre las laderas próximas (fig. 91). El derecho a los hoyos parece restringido
a los comuneros de San Juan de Salinas y, dado el nivel de endogamia existente dentro de la
comunidad, los forasteros y mestizos están excluidos. De esta manera, el derecho a los hoyos se parece
bastante al derecho a los totorales en el Lago Titicaca.
Aunque esta sal también se considera como de uso industrial, y, por lo tanto, de menor valor, en
muchos casos se vende a otras personas para el consumo humano y para la elaboración de charqui o
carne seca.
Discusión
Aparte de las mencionadas, también se conocen otras fuentes artesanales de sal en la sierra, sin
contar con los inmensos salares de Bolivia (Lecoq, 1987) y del norte de Chile. Ravines (1978: 65), aún
sin ser exhaustivo, cita siete de ellas, incluyendo la de Huarhua, en la provincia de La Unión,
departamento de Arequipa (ver cap. 3.5), a donde acudían campesinos provenientes de los
departamentos de Arequipa, Cusco y Apurímac para extraer sal con picos y palas. Allí también se
produjeron conflictos con la Empresa Nacional de la Sal, que quiso negar el libre acceso a estas sales a
los campesinos, reservándose no sólo el derecho de compra sino también el de extracción. Otras
salinas citadas por Ravines son las de Ayacucho y Huancavelica (Ibid.: 66) y las del distrito de Juli,
provincia de Chucuito, departamento de Puno, donde en los lugares denominados Jisk'ajayu y
Jach'ajayu los campesinos llenan ollas y platos varias veces con agua salada hasta obtener bloques de
sal en el interior de los recipientes, para luego venderla en los mercados y ferias de la zona.
No obstante la variación de los casos es posible notar algunos elementos comunes: el empleo
exclusivo de energías renovables (solar y secundariamente humana), el aporte de un ingreso adicional
a los sectores necesitados, la complementariedad con el calendario de las labores agrícolas, la
semejanza a la vez técnica y social con la agricultura en cada región considerada.
Sin análisis químicos detallados, nos es difícil comentar objetivamente la calidad de la sal. Sin
embargo, podemos señalar algunos hechos. Muchos otros manantiales salados de la sierra, como los
de Yura (Arequipa), San Pedro (Cusco), Luicho (Arequipa) y Putina (Puno) tienen aguas muy
codiciadas por sus propiedades medicinales. El aprecio que muchísimas generaciones de lugareños
sienten por las sales de Maras y San Juan de Salinas, así como la enorme inversión realizada en la
construcción de andenes, también permiten suponer que no son dañinas, sino más bien saludables, y es
muy probable que puedan ofrecer - aunque en pequeña cantidad - minerales indispensables para el
organismo humano. Al mismo tiempo, el alto grado de salinidad impide el florecimiento de microbios
patógenos.
La clasificación por la Empresa Nacional de la Sal, como "industrial" y "no apta para el
consumo humano", de sales que el hombre ha ingerido durante siglos, sería francamente ridícula si no
le permitiera comprarlas por la cuarta parte del precio que las revende, en el mismo lugar y sin
ninguna transformación (Sur, 03-1980: 28). El Estado peruano tiene acceso a otras fuentes de ingresos
aparte de la que se le saca al sector más pobre del país, el campesino serrano. Estos son los planteos
que hacen los mismos productores. Debido a este problema en San Juan de Salinas tuvo lugar una
huelga cuyo resultado fue la elevación del precio pagado por la Empresa a los productores.
Este tema de las técnicas tradicionales se relaciona con la problemática nacional de la sal. En
1972 la Empresa Nacional de la Sal decidió concentrar la producción nacional en las Salinas de
Huacho, en la parte costeña del departamento de Lima. La compra, por [[207]] doscientos millones de
soles, de una planta de molienda grande, resultó equivocada, la planta nunca funcionó en la forma que
se esperaba y los costos de producción aumentaron. Entonces, en 1973 la Empresa Nacional de la Sal
entregó gran parte del mercado nacional de la sal a la empresa Química del Pacífico, una subsidiaria
de la firma estadounidense Morton Salt Company, que también eleva el precio de la sal. Este arreglo
se mantinene hasta la fecha. Los incrementos sucesivos en los precios de los combustibles
incrementan a su vez las diferencias del precio de la sal entre Lima y las provincias, dada la sucesiva
concentración e importación de este producto en la capital y sus alrededores. Se nota, entonces, que la
misma empresa que marginaliza a los productores tradicionales andinos, desnacionaliza a la vez la
producción nacional. Las nuevas técnicas supuestamente avanzadas no resultaron adecuadas.
Estos están dispuestos a defender sus recursos y sus técnicas de explotación. Por otra parte, la
Empresa Nacional de la Sal considera más conveniente cerrar algunas fuentes tradicionales de la sal y
limitar el acceso y el empleo de otras, restando fuentes de alimento e ingresos a los campesinos
tradicionales. Los paralelismos con la agricultura y la ganadería tradicionales son evidentes, en un país
que depende cada vez más de alimentos importados, mientras desestima y no estimula a los alimentos
tradicionales.
145
91
Extractos y citas de la tesis de Magister en Antropología sostenida en la Universidad Católica de Lima en 1977
y del artículo "Pastizales de regadío para alpacas" (in: "Pastores de Puna", J. Flores Ochoa, ed., 1977). Selección,
complementos y notas por P. Morlon.
146
Una alpaca "de bofedal" puede "...dar en dos años, de diez a doce libras de lana, mientras que
en sitios secos dan de tres a cuatro libras de lana, esta es lana seca como de la llama...". "Sólo
se les saca [de los bofedales] en tiempo de parición para que las crías no se ahoguen o
mueran de frío cuando caen al agua..."
Durante la época de lluvias no hay problemas de pastos, hay forraje tanto en las zonas altas
como en las partes bajas de la comunidad. Los pastores se trasladan hacia las laderas de los altos
cerros. Durante la época seca, por el contrario, la cantidad de pastos para el ganado se reduce
solamente a los bofedales, que en esta estación pueden soportar hasta un límite de tres alpacas por
hectárea: es la extensión de sus bofedales la que determina el tamaño del rebaño de cada pastor.
Por consiguiente, gran parte de los esfuerzos físicos de los comuneros de Chichillapi están
dirigidos hacia la "construcción" o el agrandamiento de bofedales, por medio de canales de irrigación
(fig. 95). Aunque existen bofedales naturales, estos se limitan a lugares de poca extensión (sitios
aledaños a manantiales, pequenas quebradas o a orilla de los ríos); en otras comunidades, los más
extensos están alrededor de los lagos u ocupan el fondo de valles glaciares (fig. 96).
Fig. 95: Alpacas pastoreando un bofedal artificial, regado por el canal que se ve
en el primer plano (Diciembre; cerca de Ventilla, Bolivia, 4300 m.s.n.m.). PM.
"Para hacer un bofedal, hay que ver primero el suelo. Si es plano, en pendiente, si es bajada o
subida. Si es plano se le saca varias zanjas y ya está. (...) Si hay un morro, se saca agua desde
más arriba, se lleva el agua por la ladera y se inunda el sitio donde se quiere formar el
bofedal. (...) Luego se tiene que asegurar que nunca falte agua. Cuando falta agua, las plantas
comienzan a quemarse desde la raíz. Cuando la raíz se quema, la planta ya no resucita nunca.
En el mejor de los casos, demora hasta catorce años en resucitar. Un iral [pasto donde domina
el iro, Festuca orthophylla] tarda de dos a cuatro años en volverse bofedal, siempre y cuando
nunca falte agua. Y si no falta agua puede durar hasta el fin del mundo. (...). El iral que es un
pasto duro y seco que sólo comen las llamas y los caballos, y que crece en terrenos
completamente secos, se debe inundar de agua constante, de este modo el iral se [[209]]
empieza a podrir y seguro que esto mismo sirve de abono; luego con el tiempo, poco a poco,
empieza a cambiar el pasto. Aparecen el k'uli y la tiña que son pastos que siempre están
verdes. También aparece el llachhu*, que es gran alimento hasta para las vacas. Hay
bofedales que tardan en lograrse un poco más de tres años (...), y otro como el bofedal de los
Lube [una familia del sector de Laka] que hace veinte años están regando y hasta ahora los
iros no se han podrido completamente. La razón debe ser (...) que los Lube están regando con
agua de manantial, que se seca o baja de caudal en tiempo seco.
Casi todos sabemos hacer canales para regar los bofedales. Algunos bofedales (...) son muy
antiguos. Lo único que hacemos ahora es agrandarlos, haciendo irpas que pasen por las
partes altas de la ladera y que inunden más grandes pampas.
Para hacer una irpa, hay que saber por donde puede pasar. No tiene que haber mucha
pendiente porque se rompe el canal. Pero tienen que tener la suficiente bajada para que pueda
correr suficiente agua. Hay que ver, además, los terrenos por donde va a pasar, si son
arenosos, no pueden hacer curva, porque el agua tiene como dedos que ahuecan el canal.
Entonces hay que poner ch'ampas [terrones con pasto y raíces, cf. cap. 1]. También se puede
hacer de piedra, pero siempre es mejor con ch'ampa que resiste más al agua.(...) El agua tiene
que ser llevada por partes altas, para que pueda ir más lejos, hasta donde uno quiera. Luego
se sacan otros canales más chicos para inundar el iral o regar el bofedal. (...) Hay canales
que son muy grandes (hach'a irpa) y tienen bastante antigüedad, han sido hechos por los
abuelos 92, nadie sabe desde cuando están".
[[211]] De la observación de los bofedales existentes en la comunidad de Chichillapi y de los canales
que los irrigan, se puede abstraer el siguiente patrón de riego de los bofedales, en el caso de que el río
discurra entre dos laderas de pendiente suave. En la parte más alta, aguas arriba, se sacan dos canales
principales o hach'a irpa, uno en cada ribera. Estos hach'a irpa, que tienen un caudal considerable de
agua, son llevados por las partes más altas de las laderas, en pendiente muy suave, para que lleguen lo
más lejos posible. (...) Nunca se hacen canales en línea recta, sino que se los construye en forma
zigzagueante, para evitar que el agua adquiera velocidad, reduciendo por consiguiente la erosión que
podría causar en los canales. Un poco más abajo de la primera toma se construye una segunda,
semejante a la primera, con un hach'a irpa a cada lado. Del canal más alto se sacan varios canales
pequeños (hisk'a irpa) que inundan y riegan toda la superficie comprendida entre éste y el segundo
canal, éste ultimo sirve asi, también, de colector para las aguas que provienen del más alto. A su vez,
del segundo canal se derivan hisk'a irpas que inundan y riegan la superficie comprendida hasta el río,
que corre por las partes más bajas. Y se puede repetir aguas abajo.
Además de numerosos bofedales pequeños, alimentados por manantiales, Chichillapi tiene
cuatro grandes, que coinciden con los cuatro sectores de la comunidad. Tomaremos como ejemplo el
de Laka (fig. 97), que se extiende sobre una planicie suavemente inclinada, por cuyo centro se
92
La expresión se refiere, por lo general, a las épocas precolombinas. Cf. la Visita a la misma provincia de
Chucuito por Garcí Diez en 1567: "Algunos años suelen ser tan estériles de agua que padece el ganado
detrimiento y cuando esto sucede les es forzoso abrir acequias para regar la tierra para que nazca la yerba" (p.
160, Fray Domingo de Loyola); "...y si en algunas partes las ovejas [de Castilla] no se dan bien es por la falta
de los pastores y por no haber quien les trate bien y les busque buenos pastos y por andar en ciénagas" (p. 164,
Melchior de Alarcón).
148
desplaza el río Chila. Aguas arriba hay dos tomas que se dirigen hacia ambas márgenes. El canal de la
margen derecha mide al comenzar 1.70 m de ancho por 0.60 de profundidad, y recorre 16 km. El de la
izquierda mide al comienzo 2.10 m por 0.80; a 500 metros de la toma, después de alimentar varios
canales pequeños, se divide en dos, de 0.50 m de ancho por 0.45 de profundidad: uno, de 17
kilómetros de largo, para las zonas altas, y otro, de 9 km, para las zonas bajas. De estas tres irpas
principales o hach'a irpa se derivan numerosos hisk'a irpa o canales pequeños, para regar las 2,200
hectáreas del bofedal, en el cual es frecuente observar, en la temporada seca, de tres a cuatro mil
alpacas. Ningún comunero sabe cuando se construyeron los canales principales.
Alrededor de este inmenso bofedal, tienen sus casas nueve familias.
[[213]] Conclusión
De no existir los bofedales en la puna alta del sur del Perú (fig. 98) y del oeste de Bolivia, el
paisaje se presentaría desolado, seco y espinoso, sobre todo en la temporada seca. Pero,
remontándonos una vez más al pasado, dejemos la palabra a Garcilaso de la Vega (1609):
149
Fig. 98: Vista aérea de bofedales en la estación seca. Las zonas húmedas aparecen en negro; se
puede observar el trazo de los canales de riego que salen del río (Nuñoa, Puno, 4000 m.s.n.m.).
"[El Inca Viracocha] (...) entre otras cosas que mandó hacer, fue sacar una acequia de agua
de más de doce pies de hueco, que corría más de ciento y veinte leguas de largo 93; empezaba
de lo alto de las sierras que hay entre Parcu y Picuy, de unas hermosas fuentes que allí nacen,
que parecen caudalosos ríos. Y corría el acequia hacia los Rucanas; servía de regar los
pastos que hay por aquellos despoblados, que tienen diez y ocho leguas de travesía y de largo
toman casi todo el Perú.
Otra acequia semejante atraviesa casi todo Cuntisuyo y corre del sur al norte más de ciento y
cincuenta leguas 7 por lo alto de las sierras más altas que hay en aquellas provincias, y sale a
los Quechuas, y sirve o servía solamente para regar los pastos cuando el otoño detenía sus
aguas. De estas acequias para regar los pastos hay muchas en todo el Imperio que los Incas
gobernaron (...). Puédense igualar estas acequias a las mayores obras que en el mundo ha
habido, y darles el primer lugar, consideradas las sierras altísimas por donde las llevaban, las
peñas grandísimas que rompían sin instrumentos de acero ni hierro, (...) y que no supieron
hacer cimbras para sobre ellas armar arcos de puentes con que atajar las quebradas y los
arroyos. (...) Las acequias eran de diez, doce pies de hueco, por la parte de la sierra a que
iban arrimadas.
Esta [acequia], que viene atravesando todo el distrito llamado Cuntisuyo, vi en la provincia
llamada Quechua, (...) y tiene todo lo que he dicho, y la miré con mucha atención (...). Los
Españoles, como extranjeros, no han hecho caso de semejantes grandezas, ni para
sustentarlas ni para estimarlas, ni aun para haber hecho mención de ellas en sus historias
(94); antes parece que a sabiendas, o con sobra de descuido, que es lo más cierto, han
permitido que se pierdan todas." (Libro V, capitulo 24).
No todas, felizmente...
93
Garcilaso carga las tintas (exagera), a menos que reúna numerosos canales diferentes en uno solo. De todas
maneras, repite la "historia oficial" de sus antepasados incas, los mismos que, como todo colonizador, pretendían
haber llevado la civilización a pueblos bárbaros. Muchas de esas obras eran anteriores a ellos.
94
Lo mismo puede haber ocurrido con otras infraestructuras, que no encontramos mencionadas en las Crónicas
de la época (camellones o qocha, ver más abajo 4.2.2. y 4.2.3): el hecho de que no hayan sido descritas en las
"historias" destinadas a la publicación, no quiere decir entonces que no estaban utilizadas en la época.
150
Si se cree al mismo Garcilaso, los canales de regadío no son lo único que desapareció con la
conquista española:
[[214]] "Conocí el valle del Cuzco adornado de innumerables árboles de estos tan
provechosos, y en pocos años le vi casi sin ninguno; la causa fue que se hace de ellos muy
lindo carbón para los braseros, y aunque al encender chispea mucho, después de encendido
guarda el fuego hasta convertirse en ceniza." (1609, Libro VIII, capítulo 12).
Pedro Cieza de León, que permaneció en el Cuzco quince años después de la conquista (en
1548), tiene una visión más optimista de las cosas:
"Cerca desta ciudad hay muchos valles templados, y adonde hay arboledas y frutales y se cría
lo uno y lo otro bien: lo cual traen lo más dellos a vender a la ciudad. [...] Y hay plantados en
los lugares que digo muchos naranjos y otros árboles de frutas de España y de la misma tierra
[...] [cap. 93]. En este valle de Yucay ["El valle sagrado" del Urubamba, fig. 89] han puesto y
plantado muchas cosas de las que dije en el capítulo precedente. Y cierto en este valle y en el
de Bilcas [en el actual departamento de Ayacucho], y en otros semejantes (según lo que
paresce en lo que agora se comienza), hay esperanza que por tiempos habrá buenos pagos de
viñas y huertas, y vergeles frescos y vistosos. [...] En esta provincia de Condesuyo asimismo
hay muchas frutas de las naturales y muchas arboledas" (cap. 94).
Cieza confirmaba aquí lo que decía Pedro Sancho de la Hoz, en los días mismos de la
Conquista:
"La parte de Condisuyo hacia el mar en derecho del Cuzco (...) es tierra de muchos árboles y
montes y están muy poco poblados." ([1534] 1968: 327).
[[215]] La presencia de estos valles arbolados era tanto más sorprendente por cuanto se hallaban
aislados en medio de inmensas extensiones casi desprovistas de árboles, con las que se encontraron, de
norte a sur de los Andes peruanos, todos los cronistas.96 Los textos de Garcilaso y de Cieza nos dejan
adivinar una gran variedad de especies, frutales o no, y, a pesar de las destrucciones, una continuidad
indudable desde el punto de vista del paisaje creado, entre los Incas y los españoles.
Los primeros eran muy inclinados a pasar temporadas en el valle de Yucay, y plantaban
árboles sagrados en torno a algunos de sus templos y palacios, como aquél en que los españoles
encontraron al Inca, la primera vez, en Cajamarca en noviembre de 1532 (Cristóbal de Mena, [1534]
1968: 141, Francisco de Jerez, [1534] 1968: 223), o los de Pacaritambo, uno de los lugares míticos del
origen de los Incas (Cabello Balboa, [1586] 1951: 260-261). Los segundos añadieron a los árboles
frutales indígenas los que trajeron del viejo mundo: no solamente naranjos, sino también peros,
manzanos, duraznos, cerezos, higueras... Introducidos en el siglo XIX, los eucaliptos (E. globulus)
constituyen lo esencial de las plantaciones actuales, hasta el punto de haber sustituido,
desgraciadamente, la mayoría de los demás árboles en la Sierra.
La presencia del árbol como parte integrante de la chacra del campesino constituye un
elemento normal. El árbol o el arbusto no están allí por casualidad o azar, sino porque desempeñan
una o varias funciones complementarias dentro del sistema productivo del campesino. Podemos citar
95
Utilizamos aquí la voz 'campiña' en el sentido que tiene comúnmente en el Perú, algo diferente del que tiene
en España, donde designa un "espacio grande de tierra llana labrantía".
96
Cf. Miguel de Estete, [1535] 1968, p. 397, citado al comienzo del capítulo 3; Francisco de Jerez, [1534] 1968,
p. 218; Juan Ruiz e ArceE, [1645] 1968, pp. 425-427; Pedro Sancho de la Hoz, [1534], 1968, pp. 326, 331;
Bernabé Cobo, [1653] 1956, p. 255-256 y 468-469; etc...
151
En un primer inventario sobre la Sierra peruana (C. Reynel y Carmen Felipe-Morales, 1987;
ver igualmente Otarola, 1987), hemos identificado 20 prácticas agro-forestales tradicionales
actualmente utilizadas. Se pueden clasificar de acuerdo a sus funciones, por ejemplo:
- Producción de madera. Las especies más utilizadas son el aliso (Alnus jorullensis), el q'olle
(Buddleia coriacea) y el quishuar (Buddleia incana).
- Delimitación de los terrenos y protección de los cultivos contra los animales, con cercos vivos
a menudo espinosos (fig. 99): "uña de gato" (Caesalpinia sepiaria); agaves (maguey: Agave
americana, y cabuya: Fourcroya andina); tuna (Opuntia ficus-indica); zarzamora (Rubus
robustus).
[[219]] - Protección de los cultivos contra el viento, el sol, las heladas (ver más adelante 4.3).
- Protección del suelo contra la erosión y conservación del agua (fig. 100), por medio de
barreras vivas perpendiculares a la pendiente, hechos con especies arbustivas: mutuy (Cassia
hoockleriana y C. tomentosa), retama (Spartium junceum); marco (Ambrosia arborescens);
lupino (L. mutabilis); chilca (Baccharis sp.).
- Mejoramiento de la fertilidad del suelo, utilizando por ejemplo, como abono orgánico para las
papas y el maiz, la capa orgánica producida por la descomposición del follaje de especies tales
como el molle (Schinus molle), el aliso (fijador del nitrógeno) y el chachacomo (Escallonia
resinosa).
- Estabilización de infra-estructuras de interés agrícola, tales como muros y canales de riego,
sobre todo cuando son de pendiente fuerte (fig. 101), empleando una asociación de gramíneas y
de leñosas (Cortaderia jubata; chilpe, Solanum nitidum).
- Secado y almacenamiento de la cosecha, sobre todo árbol con una horqueta a la altura
adecuada (fig. 102); las especies más utilizadas son el sauco (Sambucus peruviana), el cerezo de
los Andes (capuli, Prunus serotina) y los eucaliptos.
- Asociación con gramíneas forrajeras y abrigo para el ganado (Polylepis spp., Buddleia spp.,
Escallonia resinosa).
[[220]] Varias de las especies citadas producen frutos, y algunas forraje de complemento en la
estación seca (maguey = agave). Una misma especie o asociación cumple a menudo varias funciones a
la vez.
Los paisajes andinos siguen oponiendo en nuestros días grandes espacios desnudos a las
campiñas, especie de boscajes. Cada una de ellas es de poca extensión, pero son muy numerosas
desde el nivel del mar hasta más de 4,000 metros (figs. 103 y 104). Es una de esas campiñas, la de
Yungay, que ocupa 9 km2 a 2,500 metros de altura, al pie de la Cordillera Blanca, en el Callejón de
Huaylas (fig. 89), que vamos a presentar a continuación.
152
Fig. 103: Arbolado sobre una ladera (Noviembre; Llupapuquio, Andahuaylas, 3400/3500 m.s.n.m.). PM.
Fig. 104: Arbolado sobre una ladera con andenes (Agosto; Huancaya, Alto Cañete, 3600 m.s.n.m.). PM.
Para que una unidad agraria sea campiña, es necesario que reúna una serie de condiciones:
además de un suelo de buena calidad, agua en abundancia, y el relieve del terreno, juegan papel
importante la pequeña extensión de la propiedad, los cultivos intensivos, el arbolado, el habitat y la
ausencia total de la gran propiedad agrícola o ganadera.
Para hacer una campiña se prefieren lo terrenos planos y bajos, a causa de la facilidad del
trabajo, y los fértiles suelos aluviales, enriquecidos de continuo por los elementos que arrastran los
97
Según el "Estudio geográfico de la campiña de Yungay," Trabajos del Instituto Francés de Estudios Andinos,
1949, pp. 59-106. Selección, resumen y notas por P. Morlon.
153
canales de regadío (aunque existen algunas campiñas en las vertientes, incluidos los andenes (figs. 87,
103, 104). Como las tierras de este tipo atraen a mucha gente, su propiedad se subdivide en manos de
una población campesina por tradición. Cada propietario las trabaja minuciosamente y de manera
intensiva, para obtener el mayor rendimiento posible. En su parcela siembra hortalizas, granos, papas,
etc., y a los lados planta árboles frutales, o árboles para leña. A veces, cuando tiene ganado, reserva
una franja para cultivos forrajeros, a la vez que dedica otra para almácigos...
Otro elemento básico de la fisonomía de la campiña es el arbolado, que le da de lejos la
apariencia de un bosque, pero dispuestos de modo tan ordenado que forman algo semejante a un
tablero de ajedrez.
El cuidado de la parcela y el cultivo intensivo hacen que los agricultores se establezcan en el
propio lote, pero como son muchos, son también numerosas las casas, esparcidas naturalmente entre el
arbolado.
Límites de la campiña
La campiña se va desvaneciendo poco a poco en su periferia, hasta perder sus características y
convertirse en un paisaje diferente, en la forma y en el espíritu; pero entre la campiña y la estancia 98
hay una zona de transición.
En primer lugar, la propiedad se halla mucho menos dividida en los alrededores de la campiña,
pues esos terrenos son mucho menos buscados a causa del relieve y de la lejanía al centro urbano.
Pertenecen a los latifundistas, y la agricultura no es allí de panllevar ni intensiva. Las casas son menos
numerosas pero más grandes, y la modesta vivienda se ve reemplazada por la casa hacienda, que por
lo general es de dos pisos con columnas, un patio, varios graneros y grandes corrales alrededor. A
veces, sin embargo, lo que uno encuentra son chozas miserables, ocupadas no por el hacendado sino
por el peón que cuida sus tierras.
Otra diferencia es la constitución de los cercos, que aquí no son ya arbustos o árboles, sino
pircas (muros de piedra) o cercos de alambre. El pequeño agricultor de la campiña no está en
condiciones de sacrificar terreno para levantar allí tapias, sino que planta árboles que no le cuestan
nada, y que además de cercar el predio le ofrecen frutas [[222]] o madera. Es por eso que la campiña
tiene plantaciones de árboles, y que alrededor de ella, allí donde predomina la gran propiedad, ese
aspecto boscoso se ve sustituido por otro de grandes potreros; y, cuando hay árboles, son ralos y
raquíticos, a causa del poco cuidado que reciben, y porque el relieve mismo no los favorece, por falta
de agua, o, al contrario, por exceso. En fin, en esta zona de transición encontramos poca población
humana, pero sí abundante ganado de tipo "industrial."
98
Palabra que designa aquí propiedades agrícolas sin riego.
154
eucaliptos, frijoles, quinua, pacae (Inga feuillei, especie de Acacia, cuyas grandes vainas azucaradas
son comestibles), trigo, coliflor, calabaza, camote, arvejas, yuca, maguey (agave, forraje para la
estación seca, cuyo tallo floral se utiliza en la construcción), capulí (cerezo de los Andes), cebada
forrajera, naranjos, sauces, "cedro" (Leguminosa cuya madera de color rosa, odorífera e insectífuga, se
valoriza altamente), arracacha, cebollas, ajo, lechuga, lúcumas, tunas, membrillos, molle, aliso, nogal,
etc...
Con tal variedad de cultivos, el calendario de trabajos se distribuye a lo largo de todo el año.
Propiedad de la tierra
En la campiña de Yungay la propiedad se ha dividido hasta el punto de que ya no cubre las
necesidades de los agricultores; acontece por ejemplo que una familia de seis personas no posee más
que un cuarto de hectárea. De las 900 hectáreas que comprende el conjunto, 550 están repartidas entre
840 propietarios, de los cuales solamente 12, considerados aquí como "haciendas," tienen entre 4 y 6
hectáreas. El resto pertenece a la Sociedad de Beneficencia Pública de la ciudad de Yungay, que los
alquila en lotecitos.
50 % de las tierras son trabajadas directamente por su propietario, y son las que producen los
mejores rendimientos; 20 % lo son por el aparcero, 26 % en arrendamiento, y 4 % por un
administrador que trabaja las tierras del "hacendado", a cambio de una parte de las cosechas y de un
pedazo de terreno.
Métodos de cultivo
La familia campesina comienza por regar una o varias veces para ablandar la tierra; en seguida
pasa el arado y desmenuza los terrones que éste pone al descubierto; de paso fertiliza la tierra y saca
las malas hierbas, que bota al pie de los cercos, o quema en el mismo lugar.
[[223]] Una de las grandes ventajas de la campiña es la densa red de acequias de riego que llevan el
agua a los menores rincones. Es tal el caudal de los canales principales, de los que parten centenas de
ramales, que muchos de ellos mueven molinos; son limpiados todos los años por los habitantes de
cada caserío.
El agua entra a la parcela por una pequeña bocatoma, y corre ya sea a lo largo de surcos
estables que duran toda la estación, para los frijoles, quinua, camotes y coliflores; ya sea por surcos
hechos en el momento de cada riego, para el maíz, el trigo y las zanahorias.
A fin de controlar el agua de riego en las parcelas accidentadas, que presentan una doble
inclinación con fuertes desniveles, se trazan los surcos paralela o perpendicularmente alvértice,
llamado maman, es decir en quechua "ahí donde nacen los surcos" (fig. 1054.9); cuando esa cresta es
de regulares dimensiones, se deja crecer en ella el pasto, y si es más grande, árboles; de ese modo no
se pierde nada de terreno.
Se emplean solamente dos formas de abono. La primera es el guano de corral, producto de la
recolecta por el campesino de los excrementos de los animales que cría: cuyes, cerdos, carneros, asnos
o vacunos; lo poco que reúne de tiempo en tiempo se esparce por la parcela en pequeños montones,
unos días antes de la preparación del suelo. Pero su cantidad no es, por lo general, suficiente,
obligando a alternar el abonamiento, un año sí y otro no, en cada parcela. La otra es el guano de isla,
de la costa, cuyo empleo como complemento es aquí relativamente reciente, y sólo se aplica en
pequeña escala, a causa de la reducida capacidad económica de los campesinos.
En general no se cultiva una sola especie pura, sino que se intercalan dos o tres plantas
diferentes: maíz, quinua y frijoles; maíz y frijoles; papas y quinua, etc.
Actualmente, son ya numerosos los agricultores que introducen nuevas plantas que resisten
mejor a los insectos y a las enfermedades de hongos, y que rinden más, como el trigo "101" y la
cebada cervecera, que maduran también en menos tiempo; comienzan a plantar viñedos y manzanos,
155
y, lo que es más estimulante, el 30 % de los campesinos han tomado la costumbre de comprar semillas
de nuevas hortalizas.99
De modo paralelo, los agricultores dejan de lado los cultivos que rinden menos o que no tienen
demanda [a causa de la competencia de otras regiones], cosa que ha sucedido con el tabaco y la caña
de azúcar.
La ganadería en la campiña
En un sitio donde la tierra es escasa, y donde cada agricultor llena al máximo sus parcelas con
cultivos de panllevar, uno no esperaría encontrar tal variedad de animales domésticos: cuyes, aves de
corral, carneros, cerdos, cabras, asnos, caballos, bovinos. Su alimentación proviene de las hierbas que
crecen espontáneamente al pie de los cercos o al borde de los caminos, en los terrenos pedregosos o
los terrenos de monte; otra fuente son los residuos dejados en las parcelas después de la cosecha, y las
plantas silvestres que crecen entre dos períodos de cultivo. Se cultivan igualmente parcelas de alfalfa y
de cebada, cuya producción se vende a menudo por anticipado a los vecinos, dando el mismo resultado
económico que las papas o el maíz.
[[224]] Los productos y ventajas que saca el agricultor de esta crianza de animales son múltiples:
- La carne de los cuyes, carneros y cerdos como no se les mata todos los días, se conserva una
parte de ella en forma seca y salada (charqui). En cambio, los campesinos no están acostumbrados a
consumir leche, y lo poco que obtienen lo venden en la ciudad, así como los el ganado vacuno.
- Los bueyes jalan el arado, y los asnos transportan la carga y, desde luego, todos los animales
producen excrementos que se utilizan como abono.
- Los pellejos de los carneros o de las cabras, simplemente secados, sirven como tapete para
dormir sobre el suelo; también se fabrica con ellos calzados simples y rústicos, y tambores, mientras
que con las tripas se hacen cuerdas para arpas. Con el cuero de los bovinos se hacen monturas y aperos
para los caballos, y con el de estos animales fuertes cinchas y finas sogas.
- Y qué decir del uso de la lana, ya que los campesinos se hacen ellos mismos, con ella, toda su
ropa: es lavada e hilada por las mujeres, que tejen vestidos y cinturones, mientras que los hombres
fabrican en el telar ponchos y frazadas.
99
Es de subrayar que estas observaciones de terreno se contradicen totalmente con los juicios que el mismo
Vergaray Lara expresa, inmediatamente antes en el mismo texto, sobre la ignorancia e incapacidad para el
cambio de los campesinos: "Nuestro campesino (...) no se da cuenta de la exposición de los terrenos al sol, al
viento; no sabe distanciar una planta de otra para que tengan un buen desarrollo, etc. etc. (...) Por otra parte no
tiene iniciativa para adaptar nuevos cultivos (...)". Los ejemplos de esta contradicción entre los prejuicios y las
observaciones de campo son frecuentes en la literatura sobre los campesinos.
156
una excepción en el valle del Santa, ya que se da la misma densidad en las campiñas de Caraz,
Carhuaz, Yungar y Huaraz (fig. 89)100
Los hombres se ven, pues, en necesidad de buscar nuevos recursos, de obtener dinero. Los
hombres se van a trabajar a otras partes: más de 1,500 van a trabajar en las islas guaneras durante un
período de 4 a 7 meses por año, reclutados en la misma Yungay por los agentes de la Compañía
Administradora del Guano; cuando regresan, entre octubre y diciembre, compran herramientas,
víveres, ropa, y el resto de la plata les sirve a unos para mejorar sus campos, y a otros para beber y
festejar.
Un número más pequeño va a trabajar en las obras hidroeléctricas del Cañón del Pato; otro, en
fin, se dirige a las haciendas de la costa, donde trabajan como simple jornaleros en condiciones tales
que al retornar al cabo de tres meses, a lo más, ya no tienen el menor deseo de volver por allá.
Todos aquéllos, luego de salir a otros sitios, regresan a cultivar sus tierras. Otros, menos
numerosos, emigran definitivamente a los grandes centros de trabajo de la costa: Chimbote, Lima,
Callao. Exodo que no afecta a los viejos, ni a familias enteras, y los que se van no venden sus tierras;
son hombres y mujeres jóvenes, que ofrecen sus servicios los unos como obreros, y las otras como
empleadas domésticas.
100
En la época en que escribió Vergaray todavía no se habían llevado a cabo los trabajos de Murra sobre la
verticalidad andina. No sorprende, por lo tanto, que su texto no permita saber de manera cierta si los campesinos
de la campiña explotaban o no recursos situados en otros pisos ecológicos en el valle, además de las migraciones
que se mencionan aquí.
157
"[Los Incas] procuraban siempre, en cuanto la disposición de la tierra daba lugar, que sus
sementeras fuesen de regadío, no sólo donde se carecía de agua del cielo, sino también donde
había temporal suficiente; y para esto hacían dos cosas de sumo trabajo y no poca industria:
la primera, que allanaban las tierras agrias y dobladas que cultivaban, para que estando
llanas, se pudiesen regar, arar y cultivar más cómodamente, y también porque desta manera
aprovechaban muchas tierras que sin esta traza fueran del todo estériles y sin provecho.
Allanábanlas haciendo en las laderas andenes, que ellos [[226]] llaman pata102, levantando a
trechos paredes de piedra que tuviesen la tierra, y poníanla igual y pareja a nivel de una
pared a otra; y eran estos andenes más y menos anchos, según la cuesta era más o menos
empinada." (Cobo, 1653, Libro XIV, cap. 8).
Las terrazas agrícolas construidas en los Andes Centrales desde hace unos veinticinco siglos son
extremadamente diversas.103 Refiriéndose a las más perfeccionadas, de un perfil de suelo enteramente
artificial (Ellenberg, 1979: 411), Donkin ha podido escribir que "los Incas llevaron el arte del trabajo
de la piedra y de la construcción de andenes hasta un punto en que dejaba de ser simplemente
utilitario: combinaba el atractivo estético y la demostración del poderío imperial" (1979: 132). Es en
ellos que se piensa en primer lugar, en general, cuando se habla de terrazas (fig. 106). Su extensión ha
sido estimada en un millón de hectáreas en el Perú (Masson, 1984).
[[227]] Pero existe una extensión, quizás aún mayor, de terrazas "rústicas", que nunca tuvieron muro
de contención de piedra, pero en las que se utilizó para contener el suelo una barrera viva de
101
Ver el artículo de Elías Mujica, "El rescate de las tecnologías andinas prehispánicas. Un comentario
bibliográfico." Gaceta Arqueológica Andina, 14 (1987), Lima, p. 29-30.
102
La palabra pata designa todo terraplén, cualquiera que sea su origen (natural o artificial) o su empleo
(agricultura, construcciones). Es muy frecuente en los nombres de lugares.
103
Este no es el lugar para una descripción completa; remitimos pues al inventario de la ONERN en el Perú, y a
la obra de Donkin (1979), con sus cientos de referencias bibliográficas.
158
vegetación, lás más de las veces arbustiva (fig. 100). La terraza se forma progresivamente, a medida
que la barrera viva retiene el suelo arrastrado por el agua de escurrimiento, o desplazado por los
trabajos agrícolas. (Reynel y Felipe-Morales, 1987: 55-61). Como mencionamos a propósito de la
agroforestería, la vegetación leñosa fue destruida en muchos lugares, provocando un reinicio de la
erosión que modifica el perfil original de las terrazas, acentuando cada vez más su declive. La ladera
presenta entonces un perfil en escalera, con peldaños inclinados.
De una manera muy general, una gran parte de las terrazas construidas antiguamente ha sido
abandonada y se ha deteriorado (figs. 107 y 108). Se ha adelantado, como explicación, dos tipos de
causas: naturales y antrópicas (Donkin, 1979, Masson, 1984 y 1987). Entre las primeras, se puede
retener los sismos, que no sólo destruyen los andenes sino también los reservorios y canales que los
alimentan. En cambio, los cambios climáticos no pueden explicar el abandono de terrazas a todas las
alturas desde el nivel del mar hasta más de 4,000 metros, sobre ambas vertientes de los Andes:
desértica hacia el Pacífico y muy húmeda hacia la Amazonia (Denevan, 1987, Morlon 1991 y 1992,
Bouysse-Cassagne et al., 1992).
Fig. 107: Erosión sobre una ladera antaño con andenes (San Juan de Salinas,
Puno, 3850/4050 m.s.n.m.). PM.
Se puede atribuir los factores más importantes a la historia de la sociedad y de las actividades
humanas. El impacto de la conquista española, acentuado luego de la independencia (capítulo 3.3), no
afectó solamente las estructuras sociales, políticas y culturales, sino igualmente los sistemas
ecológicos administrados por la sociedad. Bajo el virrey Toledo, se obligó a los indígenas a abandonar
sus dispersas casas para ir a vivir [[228]] en las aldeas que se crearon (reducciones): las distancias se
hicieron demasiado grandes para ir a atender numerosos terrenos, lo cual se vio agravado por las
exigencias en fuerza de trabajo por los españoles (minas, obrajes, trabajo doméstico). Si se añade la
caída demográfica de los siglos XVI y XVII, y la introducción de animales pesados con cascos
(bovinos), se entiende el abandono y la destrucción de decenas de millares de andenes. En nuestra
época, a proximidad de las ciudades, los muros de contención sirven de "canteras" para extraer
piedras...
159
La construcción de nuevas terrazas, sin embargo, no cesó nunca por completo en el Perú. Hace
veinticinco años los campesinos todavía lo hacían en la provincia de Andahuaylas (Vallejos et al.,
1967: 12) y en Q'ero, en el departamento del Cuzco (Luis Barreda, comunicación personal).
En Cuyo-Cuyo, en la cordillera oriental de Puno,
"Es importante señalar (...) que, si bien ya no se construyen nuevos sectores de andenes, los
andenes derrumbados son rápidamente rehabilitados. Entre junio y agosto toda familia
campesina dedica una parte considerable de su tiempo a la rehabilitación de andenes
derrumbados por efecto de lluvias y deslizamientos.
En 1977 la comunidad de Ura Ayllu rehabilitó integramente una manda de andenes que,
según la tradición local, estaban en desuso desde el tiempo de los Incas. Una parte
considerable de este sector fue destinada a la Empresa Comunal y otra repartida entre los
comuneros a título individual" (Camino, 1978b: 68).
[[229]] Las rehabilitaciones o reconstrucciones de andenes deteriorados han sido impulsadas por
diversas personas o instituciones, a partir más o menos de 1975. En el Altiplano, fue en esa época que
la comunidad de San José de Collana restauró aquéllas de las antiguas terrazas que eran accesibles y
cultivables con tractor, y que el obispado de Ayaviri, entre sus temas de catequesis, incluyó éste: "la
creación fue entregada inacabada al hombre, y es él quien debe completarla."
Desde 1985 el gobierno apoya financieramente este tipo de trabajo, y numerosas personas e
instituciones se han dedicado a ello - con métodos, competencias técnicas, y, por tanto resultados...
muy diversos.
He aquí los resultados provisionales de dos años de reconstrucción de antiguas terrazas
deterioradas, en el marco de un pequeño proyecto relacionado con la parroquia de Asillo en el
Altiplano (fig. 89). (Cf. igualmente Masson, 1984 y Portocarrero, ed., 1986).
160
Drenaje
A veces con una inclinación lateral (de 5 a 30 % como máximo), las terrazas se entrecruzan en
las pendientes, muy a diferencia en ello de las terrazas imperiales incaicas (figs. 110 y 111). La
104
Se ha tomado esta presentación de documentos de trabajo y exposiciones de C. Ramos (1984, 1986 a y b).
Síntesis y notas por P. Morlon.
161
evacuación de las aguas excedentarias en estación de lluvias se ve asegurada por tres clases de
drenaje:105
- zanjas oblicuas, de más o menos 20 x 20 cm de sección, y con una longitud de algunas decenas de
metros. Son de tierra y piedras, y desembocan en:
[[232]] - amontonamientos de piedra (soqa), en el sentido de la pendiente y al lado de las terrazas, cuyo
probable origen es el despedregamiento de las terrazas. Con una longitud de 10 a 50 metros, una
anchura de 1 a 3, y un espaciamiento de 5 a 50, hacen más lento el curso del agua y facilitan su
infiltración.
- la canalización con piedras de los escurrimientos naturales en las vaguadas. Estos canales, con una
anchura de 60 a 100 cm, y con una profundidad de 40 a 60, desembocan en ríos y lagos. Actualmente
se hallan obstruidos, y el agua vuelve a socavar sus costados.
En algunos sitios hallamos canales subterráneos, que pasaban por debajo de las terrazas.
105
El diseño general es el de un sistema de drenaje. Pero ciertas estructuras (soqa) están por encima del nivel
actual del suelo, lo cual hace pensar en un sistema de riego. Esta contradicción aparente se explica de dos
maneras. La erosión, si se juzga a partir de ese desfase, habría arrastrado una capa de suelo oscilando entre los
50 cm y un metro, según los lugares. Pensamos por lo demás que el sistema permite a la vez evacuar de modo no
erosivo las aguas de escurrimiento superficial, con ocasión de episodios lluviosos intensos, y de recuperarlas, ya
sea para hacer abrevar el ganado, ya sea para el riego de terrenos en la parte baja: en efecto, al comienzo de la
estación, alternando con períodos secos (veranillos), las lluvias de las tormentas corren sin penetrar en el suelo.
162
a) Tomamos contacto con los dirigentes y participamos en una asamblea. Intentamos sensibilizar
a los campesinos sobre la importancia de esta técnica que en otros tiempos fue la suya, y que
reconocen haber destruido ellos mismos sistemáticamente (¿influencia de la desestructuración social?
¿o del desprecio por las técnicas tradicionales, como contraparte de la difusión de las modernas?).
[[233]] b) Recorrimos las laderas con ellos, para constatar y analizar los problemas de erosión y sus
consecuencias en la producción agrícola.
c) Se acordó iniciar el trabajo en todo el territorio de la comunidad en junio de l983. Sin
embargo, en noviembre no se había hecho aún nada, pues:
- el terreno era duro en la estación seca,
- la propiedad de las tierras en las laderas se hallaba repartida de modo desigual, y también lo
serían, en consecuencia, los beneficios del trabajo;
- los campesinos no tenían confianza en los resultados y consecuencias del proyecto.
d) Se volvió a realizar una asamblea en enero de 1984; se tomó la decisión de que solamente
tomarían parte los que quisieran, cuyo número aumentó progresivamente.
e) Después de constatar que no se avanzaba sino cuando todos trabajaban en el mismo sitio, se
constituyeron grupos de 20 a 30 personas, por sectores geográficos.
f) Cada grupo funcionaba de acuerdo a los principios andinos del turno y de la reciprocidad
(ayni): en cada vuelta trabajaba todo el grupo un solo día en la parcela de cada uno. Algunos
comuneros no participaron más luego de que los comuneros hubieron trabajado su parcela: se resolvió
el problema eliminándolos para las vueltas siguientes, y sustituyéndolos por nuevos candidatos.
g) Además de la mano de obra, los campesinos aportaron sus herramientas: picos, lampas,
mazos, barretas, raucana, chaquitaclla, carretillas. En compensación recibieron víveres de Caritas
según el número de días en que habían trabajado.
El acabado y nivelamiento antes de la labranza fueron realizados por cada campesino en su
terraza. Posteriormente otros comuneros, individualmente, continuaron con la restauración de los
andenes con las mismas técnicas.
El tiempo de trabajo va de 225 a 2,270 días por hectárea, con una media de 600 106; entre las
causas de las variaciones se encuentran el estado de degradación, la altura de los muros, la pendiente,
la disponibilidad de materiales, la época de trabajo (humedad del suelo), etc. En promedio igualmente
(hombres y mujeres) un adulto construyó dos metros cuadrados de muro de contención por día de
trabajo.
La restauración o reconstrucción del muro se hace con piedras en forma de prismas alargados,
que pueden tener hasta un metro de largo por 50 cm de ancho. En el aparejo se dejan espacios entre
ellas. El interior es rellenado de acuerdo al antiguo modelo descrito más arriba.
Se escoge la época de acuerdo a dos criterios: trabajar en un suelo no demasiado duro, y por lo
tanto en época de lluvias; y llenar los huecos del calendario de trabajo de los campesinos, teniendo en
cuenta sus ocupaciones no agrícolas.
Resultados y perspectivas
En cuatro años se rehabilitaron 28 hectáreas de terrazas. La reconstrucción, tal como se ha
descrito aquí, interrumpe el proceso de degradación y erosión pero ¡no reconstituye de inmediato un
106
A una misma altura y a 150 km de allí, pero en condiciones mucho más difíciles (falta de piedras y de
herramientas, fuerte declive que no permitía la utilización de carretillas, etc), ese tiempo llega a 2,500 días por
hectárea (Coolman, 1986). En el Callejón de Huaylas, Vera (1986) indica una media de 438 días por hectárea,
sobre 350 hectáreas en total.
163
suelo rico y profundo! Ello explica la pequeña diferencia de [[234]] rendimientos de papas con las
terrazas no rehabilitadas, lo cual implica el riesgo de desanimar a los campesinos:
Se necesitará muchos años con aporte de fertilizantes, a la vez orgánicos (guano de corral,
pastizales temporales) y minerales, para que esta inversión produzca resultados espectaculares.
Se requerirá igualmente reelaborar poco a poco todas las reglas de manejo técnico de los cultivos
en andenes, los que necesariamente serán diferentes de los de hace 50 o 100 años: a la vez porque la
situación socio-económica ha cambiado, y porque se dispone de un abanico mucho más amplio de
técnicas utilizables.
164
Introducción
Sin duda el título de esta exposición chocará tanto a los arqueólogos tradicionales, cuya
ciencia se halla exenta de toda aplicación práctica, como a la gran mayoría de agrónomos y demás
"desarrollistas", poco inclinados a considerar algo indígena y prehistórico como una técnica con
porvenir. La estrecha colaboración entre ambas disciplinas parece asaz incongruente 107. Pase todavía
considerar que, si muchísimos campesinos utilizan aún una técnica tradicional, es porque de una
manera o de otra se adapta a su situación. Pero ¿qué decir de una técnica abandonada casi en todas
partes desde hace siglos? Y sin embargo...
Aunque han sido brevemente descritos por los viajeros alemanes Max Uhle en 1923 (Rowe,
1954: 86) y Karl Kaerger en 1899,108 los camellones de las llanuras del [[235]] Titicaca no han sido
realmente descubiertos sino hace veinte años. En un artículo magistral, Smith et al. (1968) revelaron a
la vez la existencia y la extensión de los vestigios, y plantearon las preguntas esenciales en cuanto al
papel y la utilización de los camellones, así como a las épocas de su construcción y de su abandono.
No podemos comenzar mejor nuestra exposición sino retomando sus datos e hipótesis:
107
Este ejemplo no es sin embargo el único, ni el primero. Durante los años 70, un programa de "arqueología al
servicio del hombre" trabajó en los sistemas de andenes y riego en el "valle sagrado" del Urubamba.
108
"De esto se deduce que los antepasados de los indios permitieron a la papa un amplio margen de desarrollo,
muy por encima de las necesidades reales (...) la mayor economía en el uso de la tierra se debe a los españoles y
constituye un avance." !!! (P. 21 de la edición peruana de 1979).
165
Fig. 112: Siembra de papas sobre camellones recientemente reconstruidos; detrás, restos de camellones tal
como se les encuentra sobre miles de hectáreas (Diciembre; Huatta, Puno, 3815 m.s.n.m.). PM.
Nota : los primeros camellones reconstruidos eran planos por encima,
lo que no resulta; se prefiere hacerlos alomados o en techo.
Fig. 114: Cultivo de avena sobre camellones reconstruidos (Mayo; Asillo, Puno, 3900 m.s.n.m.). PM.
[[238]] El examen de fotos aéreas permite calcular su superficie en al menos 82,000 hectáreas, cuya
parte cultivable sobrealzada representa la mitad. Su ubicación está claramente limitada a las zonas
166
planas húmedas, entre los 3,800 y 3,900 metros de altura, pero su distribución es muy desigual ((fig.
116): los dos tercios, o sea 56,500 hectáreas, se encuentran en la planicie al sur de Juliaca, utilizada
extensivamente en pastizales por las grandes propiedades (haciendas); no los hay en las llanuras de
Taraco y de Ilave, cuyo medio natural es semejante pero donde predomina la pequeña propiedad
cultivada: "Es probable que todo resto de antiguos sistemas de cultivo haya sido destruido allí." Los
camellones fueron construidos para ser trabajados con herramientas manuales como la taclla; el arado
los destruye.
Orurillo, Asillo,
Nuñoa, Santa Rosa
?
?
Fig. 116: Localización de las zonas con restos de camellones alrededor del lago
Titicaca (síntesis de varias fuentes)
En los camellones aún cultivados, la rotación es la que se halla ordinariamente en estas
altitudes: papas; quinua o cañihua; cebada; al menos tres años de descanso pastoreado.
Una función evidente de los camellones consiste en recuperar tierras pantanosas, o defender
los cultivos contra las inundaciones. Pero no se sabe con seguridad si eran construidos para evacuar
el agua, o para retenerla y regar. Ciertos patrones impiden su evacuación, "se puede pensar que
había un esfuerzo consciente de conservar el agua," lo cual ofrece claras ventajas en el clima de la
región: ya sea para atenuar un riesgo [[239]] siempre presente de sequía en la estación de cultivos; ya
sea, en estas llanuras donde el aire frío que se acumula por la noche ha significado siempre graves
riesgos de helada, para reducirlos gracias al calor almacenado de día por el agua. Algunos restos de
canales de riego parecen ligados a ciertos patrones. Otro papel probable de la construcción de los
camellones era el de traer a la superficie capas de suelo menos alcalinas (en la superficie, antes de la
reconstrucción, el pH es ahora con frecuencia superior a 8), y la utilización como abono verde de la
vegetación del canal.
Todas estas interpretaciones son hipótesis; sería también necesario relacionar las alturas de las
diferentes zonas de camellones con las variaciones del nivel del lago. "Es cierto que servían para
extender el área de tierras cultivables; es probable que en muchas zonas de camellones lo que se
buscaba era más la conservación del agua que un rápido y efectivo drenaje, y es claro que en unas
pocas zonas los camellones estaban asociados con sistemas de irrigación primitivos."
¿Por qué y cuándo fueron abandonados? En una comunidad los campesinos nos dijeron que
ello tuvo lugar "en tiempos de nuestros abuelos."109 Oficialmente, se dice que es a causa de las
heladas en la llanura. Pero éstas han existido siempre: "La ausencia de cultivos sobre la mayor parte
de la planicie cerca del Titicaca se debe más al sistema de tenencia de tierras y al sistema de pastoreo
extensivo de las grandes haciendas, que al deficiente drenaje, a la baja fertilidad del suelo y al
peligro de heladas." "En una foto aérea de la evaluación de recursos de ONERN,110 los camellones de
Requeña [cerca de Taraco] están incluidos en una categoría clasificada como apta solamente para la
109
Ambigua expresión que designa con más frecuencia épocas muy antiguas que el siglo XIX, como consideran
Smith et al..
110
Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales.
167
pesca y la vida silvestre (ONERN-CORPUNO, 1965, t. 3, mapa 39). Probablemente fue una ventaja
para lo antiguos agricultores que cultivaban los camellones el no haber podido aprovechar las
modernas evaluaciones de recursos."
¿Cuándo fueron construidos? La población no sabe nada al respecto. En una sola comunidad,
Requeña, la gente del lugar, que los llama waru-waru, los atribuye ya sea a los Incas, ya sea a los
Aymaras antes de los Incas. Todos están de acuerdo en que, desde que llegaron los españoles, no se
hicieron más.
No son mencionados en los textos de la época colonial (111), lo cual hace pensar que quizás ya
habían sido abandonados. En todo caso, no son cultivados desde la apropiación de la tierra por parte
de las haciendas, en su mayor parte a fines del siglo XIX y a comienzos del XX (Romero, 1928;
Chevalier, 1966; Martínez, 1962), aunque a veces bastante antes. Fueron construidos con, y hechos
para ser cultivados con taclla, no con el arado. Se hallan muy erosionados, aplanados, y no los hay
sobre los depósitos aluviales recientes. En fin, es probable que su construcción fuese una respuesta a
una fuerte presión poblacional sobre los recursos alimentarios, y que quedasen abandonados cuando la
misma disminuyó como secuela de la conquista española - en el caso de la provincia de Chucuito la
población bajó en un 57 % entre el último censo inca y la inspección de 1567 (Smith, 1970, según los
datos de Garcí Diez, [1567] 1964), y fue sólo en 1940 que la población alcanzó el nivel de antes de la
Conquista (cf. fig. 181).
[[240]] Se puede tener por lo tanto la certeza de que fueron construidos antes de ésta. ¿Se puede
precisar algo más? Al norte del lago Umayo, algunos camellones están asociados con restos Colla del
período Chullpa (entre 1,100 y la conquista inca, hacia 1445), y en Bolivia otros parecer estarlo con
restos de estilo Chiripa (600 antes - 100 después de J.C.) contemporáneos, al otro extremo del lago,
de la civilización Pukara (que mencionaremos otra vez a propósito de las qocha).
(111) Veinte años más tarde, tampoco pudimos encontrar menciones para la región del Titicaca. En cambio, para
el norte de Ecuador, Caillavet (1989) encontró, en documentos manuscritos españoles, pruebas de que los
camellones estaban utilizados en el siglo XVI y que se traía agua por medio de canales para hacer artificialmente
el terreno muy húmedo.
168
112
En el contexto de una "reestructuración" agraria, la mayor parte de las comunidades consideraron
políticamente oportuno demostrar que emplean la tierra de manera más productiva de lo que hacían
anteriormente las SAIS (Erickson y Candler, 1989).
169
Canales camellones
Materia orgánica % 8.6 3.5
pH 5.6 7.8
ácido ligeramente alcalino
Nitrógeno disponible ‰ 4.27 1.73
Fósforo disponible ppm 44.28 14.58
Para rehabilitar estos suelos se necesita sobrealzar los camellones erosionados, transfiriéndoles
el suelo, más rico, de los canales. En éstos el crecimiento de la flora acuática será una fuente continua
de materia orgánica que se transferirá periódicamente a los camellones.
La reconstrucción, que retoma las formas y dimensiones originales, se inicia marcando al
cordel las líneas paralelas que separan los canales de los camellones. A lo largo de ellas se recortan los
bloques de tapiz vegetal (champa, ver capítulo 1) con la chaquitaclla, y son volteados al otro lado para
formar "muros" de 20 a 40 cm de alto; se cava a continuación en el centro del canal para llenar el
espacio entre los muros. Se empieza con un ligero desnivel, inferior al que tenían anteriormente los
camellones (a veces más de 2 metros)113 , para aumentarlo a lo largo de los años con las sucesivas
limpiezas de los canales. La mecanización de la reconstrucción, técnicamente posible, no se adecúa al
contexto socio-económico de los pequeños campesinos del Altiplano.
113
Este punto es actualmente materia de debate e investigación.
170
Organización comunal
En 1983 y 1984 todos trabajaron juntos en las faenas comunales, que reunían de 30 a 70
personas; la extensión trabajada en cada día dependía, además del número, de la motivación de los
trabajadores y de la humedad del suelo.
En 1984 y 1985, en Viscachani pampa y Sancachi, se asignó a cada comunero un determinado
2 3
pedazo de terreno a reconstruir (tárea) de 20 m de extensión total, y 4 m de tierra por remover. En
la mayoría de los casos se terminó cada tárea en un día; el resultado fue técnicamente superior, y los
trabajadores consideraron este método más equitativo.
114
Ver en la Bibliografía las publicaciones de C. Ramos.
171
- Irregular cerrado, por lo general en zonas más húmedas. Algunos sólo retienen el agua, en
tanto que otros tienen una compuerta de entrada y otra de salida.
En la comunidad de Sillota coexisten los tres patrones. En todo el sistema hay canales
principales, alimentados por el agua que desciende de la vertiente. En estas zonas en ligero declive los
canales tenían una doble función: drenaje y riego (figs. 119 y 120).
Según el testimonio de ancianos campesinos, algunos eran utilizados hace 40 años como
sectores (mandas, cf. capítulo 2) de papas amargas, pero actualmente se hallan en pastizales. Su
estado de conservación es muy variable; las principales causas de su abandono fueron:
- el nivelamiento por y para la agricultura de yugo, luego los tractores, volviendo a dar terrenos
planos con problemas de exceso de agua y heladas; los acondicionamientos modernos (proyecto
de irrigación) tuvieron idéntico resultado;
- la parcelación de las comunidades y la desaparición de la organización comunal para la
producción (cf. capítulos 1 a 3).
Organización de la rehabilitación
Se realiza bajo la égida de la Federación Distrital de Campesinos, en la que cada presidente de
comunidad se responsabiliza del trabajo.
[[246]] Al comienzo los campesinos eran escépticos: "¿Cuándo se ha visto cultivar así? Nuestros
abuelos no nos hablaron nunca de esta forma de cultivo. Además, modificar el relieve del suelo
dañará los pastizales que alimentan a nuestro ganado."
Sin embargo, se pudo comenzar un trabajo de demostración en 3 comunidades, en parcelas de
32 comuneros (1.6 ha en total). Tomó parte un número cuatro veces mayor en los trabajos,
remunerados con la ayuda alimentaria de Caritas (pensamos que la misma debería sustituirse con
herramientas, abonos o semillas). El asombro y el interés fueron creciendo a medida que las plantas
crecían, pero el trabajo de persuasión tiene que repetirse para cada una de las especies por cultivar.
Se tropezó con dos problemas:
- La fuerte diferenciación social en el interior de las comunidades empujó a algunos
campesinos a oponerse a la rehabilitación de los terrenos de sus colindantes, acarreando
problemas en la regulación del agua.
- El paso a cultivos de extensiones que actualmente son pastizales determina modificaciones en
los sistemas de producción.
En lengua runasimi o quechua, la palabra qocha designa todo depósito de agua, natural o
artificial, permanente o temporal, cualesquiera que sean sus dimensiones, forma y profundidad. El
lago Titicaca es qocha, pero también se llama así los vasos ceremoniales (Cusihuamán, 1976;
Gonçales Holguín, [1608] 1952). El equivalente aymara es cota ou cotaña (Bertonio, 1612). Los
campesinos del Altiplano llaman también qocha las depresiones excavadas en el suelo, donde se
acumula el agua de lluvia y en las que cultivan (fig. 121).
Fig. 121: Una qocha antes de la cosecha de las papas (Mayo; Llallagua, Puno, 3890 m.s.n.m.). PM.
[[248]] Las qocha que aquí describimos se encuentran en la planicie, a unos cincuenta kilómetros del
extremo noroeste del lago Titicaca y de la ciudad de Juliaca, no lejos de San Juan de Salinas. Situadas
entre los 3,850 y 3,900 metros de altura, están distribuidas en una extensión de más o menos 530 km2,
donde la población sobrepasa los 10,000 habitantes (fig. 122). La economía se basa en la agricultura,
la ganadería y la cerámica (los famosos toritos de Pucará, y toda una gama de cerámica utilitaria).
Esta zona no puede ser regada por los ríos que la bordean, porque corren de 10 a 50 metros más
abajo; las napas de agua son demasiado profundas, de 4 a 15 metros; y como las montañas vecinas no
tienen nieves eternas, los arroyos que pasan por ella son temporales. Ahora bien, como en toda la
región, una larga estación seca se alterna con una estación de lluvias corta, irregular y muchas veces
demasiado abundante.
Las qocha son estanques artificiales, alimentados exclusivamente por la aguas pluviales, que son
conservadas allí durante la estación seca, y evacuadas antes del barbecho del suelo y la siembra.
Forman redes unidas por canales que permiten transvasar el agua de una a otra, o derivarla hacia los
ríos.
115
Síntesis, adaptación y notas por P. Morlon del artículo de J. Flores y M. P. Paz: "La agricultura en lagunas del
Altiplano) (Ñaupa Pacha, 21, 1983-1986: 127-152), y de la tesis de antropología de J. W. Rozas: "Sistemas de
cultivos en qocha," Universidad del Cuzco, 1984.
173
canal
Fig. 124: Esquema de una qocha circular mostrando la distribución de los camellones y canales.
Fig. 125: Una qocha con su canal o yani (Mayo; LLallagua, Puno, 3890 m.s.n.m.).PM.
174
Fig. 126: Cadenas de qochas unidas por canales en la comunidad de Llallahua (Angles, 1987).
[[251]] - La pollera, qocha qinray o muyura, es la ladera, en pendiente suave, de la qocha. Es dividida
horizontalmente en dos o tres por uno o dos surcos circulares (royras) y bordeada en la parte alta por
otro, el llakllaka wachu, que la separa del terreno no excavado. Este último se llama loma, pues, por la
presencia de la qocha, resulta a un nivel más alto; también es cultivado.
El conjunto de camellones y surcos preparados para el cultivo de la papa (cap. 1) se llama
kunkana wachu ("surcos con cuello"), a causa de su forma en zigzag, y de los pequeños diques que
cierran cada surco al medio o en los dos extremos, a fin de retener el agua de lluvia, o de hacerla salir
sin erosión, de acuerdo a las necesidades. Los camellones miden de 50 a 60 cm. de ancho y de 40 a 60
de altura, y su longitud varía de 2 metros en las pendientes abruptas a 6 metros en las suaves . Los
pampa wachu, al fondo, son perpendiculare al yani; los uku wachu, en la vertiente, y las h'acha wachu,
encima, son perpendiculares a las royras.
La profundidad de las qocha, muy variada, por lo general no es menor a 2 metros; un hombre
parado en la base no puede ver las casas situadas en las cercanías. Esa profundidad es determinante en
la clasificación de las qocha de acuerdo a sus propiedades hidráulicas, y, por lo tanto, al uso que se
hace de ellas (fig. 127):
- Las mama qocha o uku qocha, profundas (más de 3 metros) y grandes (de 1 a 4 hectáreas),
recolectan las aguas de otras qochas. Llenas siempre de agua, sirven para usos domésticos (el agua
potable proviene de pozos excavados a su lado) y como abrevaderos para los animales. No son
cultivadas, se les considera como sagradas, y es allí donde se realizan los ritos agrícolas.
- Las phurun qocha son también extensas; más profundas que su yani, su pampaqocha contiene
siempre agua, lo cual, según los campesinos, permite reducir las heladas nocturnas en sus pendientes
cultivadas para la producción de semillas.
- Las malta phuqros, pequeñas y fáciles de desaguar; en las más pequeñas, que no sobrepasan
los 1,000 m2, la pollera no está separada de la pampa qocha.
El fondo de las qocha en descanso es utilizado para la fabricación de chuño y de la tunta (papas
deshidratadas).
en gran parte, cuando la reforma agraria, a grandes propietarios que explotaban las qochas de la misma
manera que los campesinos. La parcialidad elige un Comité de Desarrollo que organiza la
construcción de infraestructuras de interés colectivo, y un Comité de Defensa contra las usurpaciones
de comunidades o grandes propiedades colindantes.
Para la utilización de las qocha, los agricultores de Iquilo han formalizado las reglas
siguientes:
- Todo agricultor que posea parcelas con qocha tiene derecho a evacuar su agua a un mama
yani o yana qocha (colector);
- Los mama yani y mama qocha son de uso colectivo;
- Nadie puede prohibir la utilización del yani que atraviesa su qocha para la evacuación del
agua de las que se hallan aguas arriba;
- Todos están obligados a mantener el yani, los mama yani y los yani de las mama qocha que
utilizan; pueden hacerlo en trabajo colectivo (faena) o individual;
- Todos deben respetar los turnos de siembra de las qocha situadas sobre el mismo yani, a
fin de evitar la inundación de los cultivos ya sembrados;
- Las autoridades de la parcialidad están encargadas de la aplicación de estas reglas y derechos
de uso, cuyas excepciones se establecen de modo preciso y a condición de respetar siempre los
imperativos de la evacuación del agua.
Cada familia posee una habitación principal, a cuyo lado se guardan los animales, y una o
varias secundarias, para ocuparse de las qocha en la época de los cultivos.
Las qocha se adquieren por herencia, venta o alquiler del terreno que las contiene, cuyo valor
depende del número y de la calidad de las qochas respectivas. En los casos de herencia, en que las
partes de los hijos deber ser iguales, a menudo surgen conflictos a propósito de la atribución de las
qocha. Los arrendamientos, por una duración mínima de dos años, se hacen generalmente entre
hermanos y hermanas (los que emigran y los que se quedan). También se puede alquilar por un año la
hierba de las qocha en descanso.
luego del descanso pastoreado se realiza entonces con chaquitaclla, y, para completar el equipo de
trabajo (masa) de dos hombres y una mujer, la pareja recurre al intercambio recíproco de trabajo
(ayni). Sería imposible realizar con el arado el complejo modelado del suelo que permite evacuar o
retener el agua, y hacerla filtrar en profundidad incluso en el caso de lluvias violentas y breves, que sin
ello se escurrirían por la superficie.
El abono enterrado en esa tarea proviene de las deyecciones animales, amontonadas por largo
tiempo y fermentadas en el corral donde se guarda el ganado por la noche utilización que compite con
la destinada a la fabricación de la alfarería (fig. 50); la utilización es alternada: en la estación de
lluvias para las papas, y en temporada seca para la coccón de la cerámica, empleándose las cenizas
como abono de segundo año en las terrazas de los cerros. A pesar de su elevado costo, se compran
abonos químicos, y se mezclan con las deyecciones de gallinas y cuyes.
Después de la siembra de papas, cuyas fechas escalonadas entre el 30 de agosto y mediados de
noviembre responden a los riesgos de heladas (cf. capítulos 1 y 3), el agua de las primeras lluvias
queda retenida por completo, hasta que, siendo ya demasiado abundante hacia diciembre-enero, se
abren los diques de los yani, y se vigilan todos los días los kunka, diquecillos entre los surcos.
La cosecha se escalona de abril-mayo a julio, comenzando por el fondo y terminando por
arriba. Se cierra entonces el canal para conservar la humedad, y el ganado pasta las hierbas y residuos
de cultivo, hasta la siembra siguiente, en octubre-noviembre (diciembre para cosechar forraje).
Los rendimientos en las qocha son superiores a los obtenidos en la llanura, y sobre todo más
constantes (Angles 1987 : 69-70). En papas,los campesinos consideran bueno un rendimiento en
relación con la semilla de quince a uno, y aceptable hasta cinco por uno. Con ocasión del seguimiento
de algunas qocha, realizado en 1982-1983, año de sequía catastrófica en toda la región, los
rendimientos promedio observados fueron de siete por uno en papas (1,000 kg. por masa), de ocho por
uno en quinua, y dieciocho por uno en cañihua, con una densidad de siembra, en los dos últimos
cultivos, extremadamente elevada 116. Según los campesinos, el agua almacenada defiende los cultivos
contra las heladas, pero este efecto positivo se hace sentir más, en apariencia, en lo alto de las qocha y
en el espacio que las separa entre sí (ver la última parte de este capítulo).
116
O sea, de acuerdo a la extensión de la masa, al menos 10 t/ha en papas, y 3,600 kg/ha en cañihua.
117
Orlove (1977a) describe acondicionamientos en la provincia de Espinar, Departamento del Cuzco, que
aunque son incomparablemente más sencillos, superficiales y pequeños, están destinados también a recoger y
concentrar las agua pluviales. Son los qochawiña.
177
118
Sucedió exactamente los mismo con los camellones, no sólo en el estudio de 1965 ¡sino incluso en el de
1985!
178
son más fértiles que el resto de la meseta. Los indios utilizan las orillas para preparar los
bancales de papa, que están dispuestos concéntricamente. Tomando en suenta si la depresión
tiene aperturas llanas o no - permitiendo que el agua se deslice por más tiempo fuera de ella -
tendrán la forma de medio o de 3/4 de círculo. Mientras más cerca a la fosa - por lo general
sólo se siembra de 2 a 3 m del centro - más cortos serán los surcos. La disposición estrellada
permite que el agua de las lluvias llegue hasta las depresiones sin arrastrar la tierra de los
bancales. En invierno, cuando todavía no se han arreglado las sementeras y las depresiones
están secas, éstas, en medio de la tierra aún no cultivada, tienen un aire fantasmagórico, casi
misterioso. Al viajar en tren no puede percibirse su finalidad y uso, ya que a simple vista no es
posible identificarlas como depresiones. Tanto es así que, incluso los peruanos que me
acompañaban, si bien costeños, no pudieron explicar de qué se trataba (...). Probablemente
pensaron que eran señales secretas de alguna de aquellas bandas revolucionarias que por ese
entonces volvían a aparecer en el Perú" (Kaerger, 1979: 20).
[[256]] Pasaron más de setenta años antes de que se realizara otra observación de las qochas (Flores
Ochoa, en Zúñiga et al., 1966).
Los campesinos actuales dicen que las qocha existen desde tiempos inmemoriales. La falta de
fuentes históricas no sorprende: la zona en que se encuentran no es visible desde el camino de Cuzco a
Puno, que pasa a un nivel inferior por la margen derecha del río Pucara. Rápidas observaciones
arqueológicas no han proporcionado tampoco ningún resultado concluyente. Varios indicios sugieren
una relación con la civilización que antecedió a Tiahuanaco en la región, a partir de 500 antes de J.-C.,
que los arqueólogos llaman Pukara a causa de los importantes restos arquitectónicos exhumados al
costado de esta aldea, muy próxima a las qocha, y que desde hace siglos es uno de los principales
centros de producción de alfarería y cerámica de la región.119
2.3.5. Conclusión
Serán necesarios numerosos trabajos de investigación sobre las qocha, para precisar no sólo su
origen arqueológico, sino también y sobre todo su funcionamiento agronómico y económico actual.
Nos hace falta, en particular, un análisis detallado:
- del manejo del agua a lo largo de toda una rotación de cultivos, con sus consecuencias sobre
los perfiles de humedad en el suelo y el desarrollo de los calendarios agrícolas;
- de las relaciones entre las qocha y los terrenos colindantes: de la circulación del agua a las
complementaridades en los sistemas de producción;
- de los efectos micro-climáticos: en la última parte de este capítulo proponemos una teoría de
conjunto, que permite explicar los efectos de diversas infraestructuras encontradas a gran
altura.
En 1987, a pedido de los campesinos, un programa de desarrollo agrícola (financiado por la
Comunidad Económica Europea) comenzó a profundizar con bulldozer las mama qocha, para
aumentar el volumen de retención de agua.
119
En los orígenes, las qocha podrían haber sido antiguos fosos de extracción de arcilla, acondicionados para la
agricultura.
179
Introducción
Así como la utilización complementaria del mayor número posible de pisos ecológicos
corresponde en parte a una estrategia de dispersión de riesgos (capítulo 3), los acondicionamientos
que transforman los pisos ecológicos naturales en "zonas de producción" corresponden a una
estrategia de reducción de los riesgos climáticos.
[[257]] La existencia de una larga estación seca y la irregularidad de las lluvias convierten en
superfluas las largas explicaciones sobre el papel del riego que, en una u otra forma, se halla presente
en todos los acondicionamientos mencionados, en todas las alturas.
En lo que respecta a las heladas, en cambio, los fenómenos climáticos a gran altura en los
Andes Centrales se explican con gran frecuencia de la misma manera que al nivel del mar en latitudes
templadas frías. El uso de la palabra 'invierno' 121 sugiere interpretaciones que no corresponden a la
realidad. Numerosas observaciones en el terreno, a gran altura en los Andes, contradicen la
experiencia habitual al nivel del mar en las latitudes medias. Como los mecanismos físicos y
biológicos fundamentales son desde luego los mismos, debemos averiguar de qué modo las
diferencias, en su importancia relativa y en su desarrollo a lo largo del tiempo pueden explicar estas
aparentes contradicciones.
He aquí un intento al respecto:
120
La progresiva elaboración del enfoque que proponemos aquí ha tenido como hitos varios documentos
(Morlon, 1977, 1978b, 1979, 1981b, 1987, 1990b).
121
Así como el hecho de llamar 'subalpino' o 'alpino' a pisos ecológicos que, a pesar de ser fríos en promedio,
nunca son cubiertos de nieve durante más de dos días consecutivos, y reciben la misma cantidad de radiación
solar durante todo el año. Ya desde comienzos del siglo XIX, A. von Humboldt (1981, 1817) había observado
que "ninguna zona de vegetación alpina en las zonas templadas y frías, puede compararse a la de los páramos en
los Andes tropicales" (citado por Troll 1968: 17).
180
El efecto de abrigo
El enfriamiento nocturno se produce por la pérdida de energía que tiene lugar en la superficie
del suelo por radiación hacia el espacio. Si una parte de la misma es absorbida por un cuerpo
cualquiera, que, a cambio de ello, emite radiación hacia el suelo, el balance global resulta menos
negativo y menor el enfriamiento. Ese cuerpo puede ser agua en la atmósfera (nubes, neblina..) o todo
otro objeto que reduzca el ángulo bajo el cual la radiación se pierde definitivamente en el
espacio: montañas, casas, árboles (fig. 129). Este efecto es conocido desde hace mucho tiempo, así
como el drenaje del aire frío.
122
La otra causa es la siguiente: las grandes propiedades, que optaron por sistemas de producción de ganadería
en general extensiva, se reservaron las pampas, con los terrenos más favorables.
181
ago set oct nov dic ene feb mar abr may
+ 5°C
0°C
150 cm
abrigo
150 cm
- 5°C 50 cm
10 cm
suelo
Orígen de las diferencias : desnudo
10 cm
- 10°C balance de radiación mulch
Fig. 130 : Temperaturas mínimas por décadas, mostrando la influencia de diferentes situaciones en la
misma estación meteorológica, Puno (según datos del SENAMHI).
Salvo la temperatura bajo abrigo, se trata de índices actinotérmicos (termómetro al aire libre). Las diferencias
entre índices actinotérmicos a diferentes alturas reflejan el gradiente de temperaturas encima del suelo; la
diferencia entre la temperatura bajo abrigo y el índice actinotérmico a 150 cm resulta del "efecto de abrigo".
Esta inversión sistemática de las temperaturas mínimas, y su muy grande variabilidad espacial
(vinculada con la topografía local), hace que todos los mapas de temperaturas mínimas basados sobre
la gradiente de temperatura promedio de 0,5 a 0,6º C por cada 100 m. de altura, sean erróneos. Pues
bien, y hasta donde yo conozco, son hasta ahora los únicos existentes a escalas utilizables en
agricultura.
123
La importancia capital, en este proceso, de la sequedad del aire y de la radiación solar, hacen ilusoria la
transferencia al Altiplano de los resultados obtenidos experimentalmente en lugares donde esa sequuedad y esa
radiación no son reproducidas. A título indicativo, la presión parcial de vapor de agua varía entre 1,5 y 8
182
Fig. 131a: Arboles de qeñua (Polylepis) sobre antiguos andenes orientados hacia el oeste.
¿Son desciendentes de los árboles plantados antiguamente para modificar el microclima?
(Llalli, Puno, 4000 m.s.n.m.). PM.
milibares, y la radiación solar alcanza 32 MJ/m2 en un día despejado en temporada de cultivo, con un máximo de
1,200 a 1,300 Watt/m2.
Una interpretación como ésta debería haber sido sugerida, mucho antes, por el uso que efectúan los campesinos
de estas mismas condiciones para deshidratar los tubérculos.
183
"La exposición al Oeste es considerada preferible a la exposición hacia el Este, pues la rápida
variación térmica causada por la intensa radiación solar de la mañana puede ocasionar
daños considerables." (Winterhalder y Thomas, 1978: 68).
Serán necesarias investigaciones para entender mejor estas observaciones, opuestas a lo que
sucede a baja altura en las regiones templadas, donde los viñedos están hacia el este.
Los mecanismos que hemos descrito brevemente, son tales que el hombre puede reducir los
riesgos de daños en las plantas, acondicionando el medio y favoreciendo un enraizamiento profundo
de los cultivos: hace siglos que los campesinos de los Andes han buscado asegurar así sus cosechas.
Fig. 132: Creación de un microclima favorable, a pesar de la altura, por la acción conjunta de un arbolado
denso, de muros y del riego (Marzo; Cala-Cala, Puno, 4100 m.s.n.m.). PM.
Se han constituido hasta nuestros días paisajes arbolados que por lo general combinan árboles
y muros, a lo largo de toda la escala de altitudes de los cultivos, desde el nivel del mar hasta más de
4,000 metros de altura (figs. 132 y 133). A primera vista menos espectaculares, y por lo mismo
184
descritos con menor frecuencia que las andenerías (con las que pueden asociarse), modifican muy
profundamente el micro-clima, al menos en lo que concierne a los riesgos de sequía y de helada, al
reducir:
- de noche, las pérdidas radiativas de energía (fig. 129), y ello tanto más cuanto más pequeño
el ángulo bajo el cual se ve el cielo: la disposición ideal de los árboles es, pues, una
distribución regular en todo el terreno, y no solamente en setos alrededor de las parcelas 124
- de día, el exceso de radiación solar y sus consecuencias que son: el deficit hídrico, el período
durante el cual la fotosíntesis se ve disminuida por el cierre de los estomas (Guyot, 1964), y el
riesgo de destrucción de las plantas por deshidratación (como resultado o no de una helada
nocturna). Hablamos de exceso, pues en el Altiplano la radiación solar, que durante casi
todos los días del año es superior a 20 MJ/m2/día, no es probablemente casi nunca limitante
por deficiencia, ya que al contrario de lo que sucede en las regiones templadas, y salvo casos
extremos (densa población de cipreses), no hemos observado jamás un efecto depresivo
causado por el sombreado mismo (puede haber, más bien, de acuerdo a las condiciones,
competencia al nivel de las raíces con respecto a la alimentación hídrica y mineral).
No disponemos actualmente de mediciones microclimáticas que permitan comparar, por
ejemplo, la intensidad de las heladas bajo y fuera del arbolado, sino solamente de observaciones
cualitativas, muy convincentes, sobre la vegetación (fig. 133).
Fig. 133: Creación de un microclima favorable, a pesar de la altura, por la acción conjunta
de un arbolado denso, de muros y del riego (Marzo; Cala-Cala, Puno, 4100 m.s.n.m.). PM.
El arbolado con muros protege igualmente contra las advecciones laterales de aire seco, y los
muros contra los daños producidos por los animales domésticos o salvajes. Por encima de un límite
altitudinal que corresponde muy bien al de las heladas en temporada de cultivo, los muros, que pueden
encontrarse solos o asociados con árboles, tienen huecos a manera de un calado, y son construidos por
124
Se trata claramente, a nuestro modo de ver, de un efecto de abrigo más que de almacenamiento diurno de
calor por las piedras de los muros que lo restituirían por la noche: sabemos en efecto (Choisnel, 1987) que la
modificación de las pérdidas de radiación por los obstáculos colocados bajo un ángulo inferior a 15º por encima
de la horizontal es desdeñable; los muros sólo ejercen, pues, un efecto muy localizado.
185
simple apilamiento de piedras colocadas en equilibrio unas sobre otras (fig. 134). Muros que, huecos
como son, [[264]] y por tanto permeables, dejan escurrir hacia abajo el aire frío en lugar de retenerlo en
"lagunas," como lo harían los muros plenos que se hallan en altitudes más bajas (fig. 135).
125
Kolata (1989) indica los rendimientos siguientes de papas obtenidos en un experimento llevado a cabo en
1987-1988 en el Altiplano boliviano: 42 toneladas/ha en los camellones (técnicas no precisadas); 14,5 t/ha "en la
zona mejorada con técnicas modernas"; 2,5 t/ha en la zona de cultivo tradicional sin camellones.
Las diferencias se deben principalmente a los daños de una helada, avanzada ya la estación de crecimiento.
126
A pesar de que allí hiela fuertemente todas las noches, existen plantas que no solamente resisten las
heladas, sino que pueden producir durante el día gracias a las temperaturas moderadas y a la intensa radiación
solar, a condición de que haya agua.
187
de respuesta a una pregunta que se plantea con frecuencia: ¿por qué las técnicas de conservación de
forrajes, tales como el heno y el ensilaje, no se han difundido ampliamente?
Es necesario notar antes que nada la ausencia de cobertura de nieve estacional, lo que hace
posible la conservación del forraje en pie, y el pastoreo por el ganado en todas las estaciones.
[[268]] Fuera de los bofedales, las plantas más altas en la vegetación natural son en la mayoría de los
casos silíceas o leñosas, es decir al mismo tiempo muy difíciles de segar y de poco interés como
forraje. No se puede por lo tanto cosechar y conservar en forma de heno o de ensilaje, sino los forrajes
que se cultivan (incluidos entre ellos los cereales). Ahora bien, las competencias y cuellos de botella
son ya muy fuertes en los sistemas de producción de los campesinos, ya sea en la utilización del suelo
cultivable, ya sea en la de mano de obra (cap. 6). No se ve bien dónde y cuándo podrían cultivar,
cosechar y asimismo almacenar esos forrajes. Ello explica por qué en el Altiplano sólo algunos pocos
productores especializados en producción lechera conservan forraje, en forma de ensilaje. En el caso
de todos los demás, el riego de los pastos naturales en la estación seca constituye una solución mucho
más lógica, allí donde es factible.
Conclusión
Las interpretaciones que hemos dado aquí son nuestras. Uno se puede preguntar si todas esas
obras de ingeniería eran sólo, como afirman algunos, resultado de "tanteos empíricos," o si las
sociedades que las construyeron tenían una teoría que explicase su funcionamiento. El intento de
interpretación de los mahamaes por B. Cobo es realmente notable, pero es una explicación a
posteriori y por un europeo. Pues bien, a propósito de otro método de lucha contra las heladas,
Garcilaso escribió un texto magnífico, ninguno de cuyos términos negaría un científico de
nuestros días (en el plano teórico), y cuya última frase es para nosotros capital, pues indica de
manera segura que se trata de la explicación que los indios daban ellos mismos:
"(...) porque en aquel valle del Cusco y en el de Sacsahuana y otros comarcanos, y en
cualesquiera otros que sean del temple de aquéllos, es muy riguroso el hielo, por ser tierra
fría, y daña más al maíz que a otra mies o legumbre, y es de saber que en aquellos valles
hiela todo el año, así de verano como de invierno, como anochezca raso, y más hiela por San
Juan que por Navidad, porque entonces anda el Sol más apartado de ellos. Viendo los indios a
prima noche el cielo raso, sin nubes, temiendo el hielo, pegaban fuego a los muladares para
que hiciesen humo, y cada uno en particular procuraba hacer humo en su corral; porque
decían que con el humo se escusaba el hielo, porque servía de cubija, como las nubes, para
que no helase. Yo vi esto que digo en el Cuzco; si lo hacen hoy, 127 no lo sé, ni supe si era
verdad o no que el humo escusase el hielo, 128 que, como muchacho, no curaba saber tan
por extenso las cosas que veía hacer a los indios." (1609, Libro VII, capítulo 5. Los
subrayados son nuestros).
127
Sí, lo hacen todavía...cuatro siglos más tarde (cf. Mishkin, 1946; Carter y Mamani, 1982; Angles, 1987: 64).
128
Nosotros no lo sabemos tampoco. Las mediciones modernas no indican más que una muy ligera elevación
de la temperatura (alrededor de 1º C !). Pero fueron obtenidas en ensayos efectuados con sustancias fumígenas, y
no con la combustión de detritus orgánicos: el "humo" que produce ésta es caliente, y contiene vapor de agua, el
cual puede, al condensarse en neblina, reducir el enfriamiento. No se ha efectuado ninguna medición en las
condiciones descritas por Garcilaso.
188
129
Realizado con medios nunca renovados desde entonces, este estudio, con más de veinticinco años, sirve
todavía como base y referencia para todos los trabajos de investigación o de desarrollo efectuados en la región.
130
En 1985, cuando comenzaban a conocerse los trabajos sobre los camellones, una publicación de la misma
institución no sólo no había reconocido su existencia en cuanto acondicionamiento agrícola, sino que
consideraba el "relieve ondulado" del suelo como un factor limitante, y recomendaba nada menos que ¡aplanar el
terreno! (ONERN-CORPUNO, 1985: 55-61).
189
"Un factor básico en la capacidad de controlar las tierras era el hecho de que en los Andes
las tierras sin pobladores no tenían valor, eran estructuralmente inexistentes. La tierra y la
gente que la trabajaba sobre la base de la reciprocidad formaban una sola unidad, que las
ciencias sociales pueden separar con fines analíticos, pero que nosotros debemos volver a
unir si deseamos comprenderlo según el criterio andino." (Murra, 1964).
Ignorar al mismo tiempo el principio andino de utilización complementaria de diferentes zonas
de producción acondicionadas, y los obstáculos socio-políticos para su aplicación (en 1961, antes de
las reformas agrarias, el 0,4 % de los propietarios poseía el 76 % de las tierras), condujo a hechos tan
aberrantes como definir y calcular para tal distrito o provincia una "capacidad de carga" 131 en
población humana, por encima de la cual habría un "exceso" de habitantes. Tomemos como ejemplo el
conocido estudio sobre el distrito de Nuñoa, a más de 4,000 metros en el Altiplano (Little y Baker,
1976; Mac Rae, 1982; Weinstein et al., 1983). El cálculo de tal "capacidad de carga" se basa en la
evaluación del número de calorías alimenticias producidas por la agricultura, muy marginal a causa
de la altura, y por la ganadería. Los autores consideran la posibilidad de una duplicación de los
rendimientos agrícolas en las extensiones cultivadas actuales, pero:
- no consideran la posibilidad de acondicionar el medio para volver a aumentar estas
extensiones aunque este distrito comprende, justamente, numerosos restos de andenes e
incluso de camellones;
- y tampoco consideran la eventualidad de una modificación de los precios de los alimentos
que compran los campesinos en relación con el de la lana de alpaca, que es su principal
recurso. Desde la época en que se efectuaron estos cálculos, considerados "definitivos" por sus
autores, el precio que se paga a los productores por la lana de alpaca se ha incrementado
considerablemente, como consecuencia de factores políticos y de la situación del mercado...
No se trata aquí de un simple debate entre especialistas, pues semejantes resultados
"científicos" sirvieron de caución a políticas de eliminación de los campesinos indígenas (ver por
ejemplo la película "La sangre del cóndor" de J. Sanjines), y más generalmente a la falta de acciones
de desarrollo para estas regiones.
131
El concepto de "capacidad de carga" (carrying capacity) fue creado para poblaciones de animales silvestres,
que no hacen sino aprovecharse del medio, sin cultivarlo ni acondicionarlo, de ninguna manera se puede aplicar
a animales domésticos... ¡y mucho menos a poblaciones humanas!.
132
Extractos de Morlon et al., 1982, capítulo 1.
190
inducían a error cuando se les aplicaba a esta región.133 Inventó nuevos gráficos para
registrar los extremos que se producen dentro de un período cualquiera de 24 horas.
Descubrió desde un comienzo que la terminología científica desarrollada en otros lugares no
describe los climas locales; tomó en préstamo una gran parte de su vocabulario de la práctica
etno-geografica andina. Es ciertamente posible colocar la puna andina en una caja marcada
"estepa" o "sabana", pero ello implica una gran pérdida de especificidad. Estas praderas
tropicales, frías y a gran altitud, son cultivadas desde hace mucho tiempo, quizás incluso
desde una época anterior a la deforestación; es allí donde vive, desde hace milenios, la
mayoría de las poblaciones andinas. Fue en la puna donde emergieron no solamente los
Incas, sino también estructuras estatales anteriores (Tiwanaku, Wari). Troll consideró esto
como un significativo indicador de las potencialidades que la mayor parte de los
observadores actuales no captan." (Murra, 1984b).
- una gran diversidad de técnicas, correspondiendo a cada zona de producción un conjunto
particular de técnicas apropiadas;
- decisiones cotidianas de manejo técnico, en función de la importancia en la actividad agrícola
de factores imprevisibles (clima, enfermedades).
Todo ello supone que, para cada unidad de producción agrícola, el centro de decisión real
(propietario, inquilino, administrador...) tenga su sede o resida en las proximidades, tenga la
responsabilidad de una extensión de tierras y de animales que no sobrepase lo que puede manejar con
eficiencia, y que la llegue a conocer a lo largo de un período suficiente. Lo cual nos parece totalmente
contradictorio con lo que encontramos con mucha frecuencia en los Andes Centrales, a saber:
a) Recetas técnicas que pretenden una validez universal, independientemente de las
condiciones. Pensamos, en particular, en las recomendaciones únicas sobre dosis de abonos, regadío,
densidad de siembra, variedades, para regiones extensas y heterogéneas, o en el mejor de los casos
distinguiendo dos o tres "niveles de tecnificación" de los productores. Nos asombramos asimismo ante
los grandes programas que pretenden desarrollar la agricultura de toda una región sobre la base de
normas o referencias uniformes (ver capítulo 5).
b) Las grandes propiedades centralizadas (poco importa su forma jurídica: privada,
colectiva o estatizada) - ¡algunas tienen cientos de miles de hectáreas! -, en las que un único centro de
decisión:
[[272]] - no conoce suficientemente el medio: propietario de varias fincas o haciendas;
funcionario llegado no hace mucho a la región, o responsable de explotaciones demasiado
extensas (¡las inmensas SAIS creadas por la reforma agraria en el Perú!);
- no reside (o no tiene su sede, si se trata de una institución) en el lugar: es el caso de
explotaciones dirigidas desde varios cientos de kilómetros de distancia, por directivas
ministeriales o propietarios ausentistas, o aun por empresas extranjeras, y todo ello incluso
cuando una inyección de capital o de tecnología da la impresión de una "tecnificación".
En tales latifundios la adaptación fina de las técnicas a las particularidades del medio ha sido
obviada por completo para ser sustituida por sistemas de explotación homogéneos, muy a menudo
extensivos. Las diferencias ecológicas originales son suprimidas desde un principio del paisaje visible,
y a continuación reducidas, pero en el nivel de producción más bajo, pues es imposible homogeneizar
el medio al nivel productivo de las zonas más favorables.
Al mismo tiempo, para justificarse o proteger sus intereses, los responsables de esos
latifundios niegan la posibilidad de lograr una mejor productividad,se oponen a las investigaciones
agronómicas que los contradicen, u ocultan sus resultados. En Puno, los responsables de la Reforma
133
Tales errores aumentan con la altura; llevan a considerar como "muy húmedas" o "pluviales" zonas en las que
no llueve durante ocho meses por año, y, en el Altiplano, a tomar las heladas como chivo expiatorio del estado
actual de la agricultura (Morlon 1978b, 1979, 1981b; Banegas y Morlon 1980).
191
Agraria de 1969-1975 ignoraban por completo los resultados obtenidos por el equipo de Mantari
(1955a, b, c), que no babían sido difundidos sino más bien ocultados.
En el estudio de la producción de maíz en la región del Cusco (capítulo 5), el desconocimiento
oficial de los altos rendimientos conseguidos con técnicas tradicionales por los pequeños productores
proviene del prejuicio de que los resultados de los pequeños campesinos "deben" ser inferiores a los
de las grandes propiedades.
La tecnología agrícola, y las relaciones del hombre con el medio, se hallan así íntimamente
vinculadas en los Andes con la estructura agraria y la organización social. ¿Para qué sirve una
Reforma Agraria, si no modifica los sistemas de producción ligados a la estructura anterior? No
basta cambiar jurídicamente la propiedad de la tierra si no se mejora su uso en lo que respecta, a la
vez, a la productividad inmediata y a la conservación a largo plazo de los recursos. Pero ello supone
disponer, previamente, de los conocimientos necesarios.
134
En este capítulo hemos presentado en forma separada diferentes zonas. Pero, normalmente, cada comunidad
tiene varias de ellas: para no citar sino un ejemplo, además de sus salinas, la comunidad de San Juan de Salinas
posee al menos dos otras zonas de producción artificializadas: camellones en la pampa, y pendientes con
andenes (ver igualmente las figs. 43 y 46).
192
Capítulo 5. [[276]]
135
Resúmenes del presente capítulo han sido publicados anteriormente por Morlon (1988, 1990a).
193
diferencias, pero, incluso así, ¿es posible que los rendimientos sean tan semejantes en un
sitio y otro y de un año [[279]] a otro? 136 Si tal fuera el caso, no se podría hablar ciertamente
de riesgos, sino solamente de una baja productividad general. Entonces, ¿son adecuados los
métodos de obtención y procesamiento de datos? Pero, con los medios de que se dispone, y
teniendo en cuenta la ausencia de catastro y la muy comprensible desconfianza de los
campesinos, ¿es posible hacer más de lo que uno de nosotros pudo observar con ocasión del
censo agrícola de 1972, es decir la obtención de datos por encuesta indirecta a un informador
por comunidad? Para las estadísticas anuales de producción del Ministerio de Agricultura, la
estimación del rendimiento "promedio" no descansa por lo general sobre un trabajo de
cuantificación preciso. En el mejor de los casos, es el fruto de una encuesta oral directa con un
número reducido de productores, en general los más vinculados al Ministerio, y que no
declaran sino la producción comercializada, pues es la única que conocen. El nivel real de
producción en el campo permanece en la obscuridad. Además, y en la medida en que un grupo
de productores o una zona es juzgada más o menos "moderna," se le atribuye un
"rendimiento" superior o inferior a ese "promedio"...
[[278]] Cuadro 4. Rendimientos de los principales cultivos de altura : ejemplos de datos estadísticos
agrícolas para la Sierra peruana.
136
Hace cuatro siglos sin embargo que se advirtió y anotó la variabilidad de los rendimientos entre años, pisos
ecológicos y ayllus, en documentos tales como los informes de las 'visitas' de Ortiz de Zúñiga (1562) en
Huánuco y Garcí Diez (1567) en Chucuito (citados en el Capítulo 3), o de la "revisita" de Chaqui, cerca de
Potosí, en Bolivia, en 1611, analizada por Sebill (1987, 1989, 1990).
137
Fuente : Pinto, 1972. El primer censo agropecuario del Perú, 1929.
138
Estadística agraria 1964, Ministerio de Agricultura y Universidad Nacional Agraria.
139
INIPA, 1982 (citado por Tapia, 1986), según estadísticas anuales del Ministerio de Agricultura.
140
Censo hecho por el Servicio de Información y Promoción agrícola del Ministerio de Agricultura en 1966,
citado por Vallejos et al., 1967.
141
Tesis de L. Goineau (1973 : 208 ss.) Las cuatro comunidades difieren mucho entre ellas por el medio natural,
las condiciones socioeconómicas y las técnicas utilizadas : por eso resulta sorprendente que aparezcan resultados
idénticos para rendimientos de papas tanto primerizas como tardís.
194
Se dio un paso decisivo para el conocimiento de los rendimientos logrados por los campesinos,
y de las técnicas empleadas, cuando los Centros Internacionales de Investigación sobre el Maíz
(CIMMYT) y sobre la papa (CIP) realizaron estudios "en las condiciones reales de producción" a fin
de entender por qué los pequeños agricultores no adoptaron sino en reducida proporción las variedades
mejoradas de papa, y absolutamente no las de maíz (Franco y Benjamin, 1978; Franco et al., 1979 y
1981; Benjamin, 1980; Tardieu, 1978 y 1980; Hibon, 1981 y 1982; Horton et al., 1980; Horton, 1983,
1984, 1985, 1986). Presentaremos aquí los resultados y conclusiones de dos de estos estudios.142
[[280]] Cuadro 5. Principales factores que, según los técnicos del Ministerio de Agricultura, limitan la
producción del ma en las medianas y pequeñas UPA 144 - Cuzco, 1978
Provincia Cusco Quispicanchis Anta-Maras Urubamba Calca
Factores (Urcos)
Clima Riesgos altos de heladas, granizadas y sequías Déficit de agua de regadío
(lluvias irregulares)
Suelos Fertilidad “baja” Fertilidad “media” o “baja”
Rotaciones Monocultivo
Variedades Locales (potencial bajo y semillas de mala calidad) Seleccionadas por los
agricultores
Tipo de siembra “Inadecuado” (en línea “a cola de buey” “Moderno” (hoyos de siembra)
142
Este capítulo trata exclusivamente del conocimiento que tenemos de los rendimientos obtenidos por los
campesinos, y de las condiciones que explican las técnicas aplicadas. No contiene ningún análisis agronómico
de la elaboración del rendimiento, que haría su lectura demasiado técnica... y no ha sido hecha aún sino muy
excepcionalmente en la región.
143
Los resultados que presentamos aquí provienen de la tesis de A. Hibon: "Transferencia de tecnología y
agricultura campesina en la zona andina: el caso del cultivo de maíz en los sistemas de producción del Cuzco".
ENSA/CNRS, Toulouse, 1981, 210 p., más anexos. UPA = Unidad de Producción Agrícola.
144
Se tratan de las UPA que tienen entre 0.5 y 20 ha de tierras, según las normas del Ministerio de Agricultura.
Fuente : elaborado por A. Hibon en base a las informaciones y programas de trabajo del « Proyecto de desarrollo
del cultivo del maíz amiláceo », Cuzco.
195
Pluriactividades:
Una de las características fundamentales de los productores medianos, y sobre todo de los
pequeños, reside en el hecho de que practican con mucha frecuencia una agricultura a tiempo parcial,
dedicándose también a otras actividades productivas.
De acuerdo a los términos de la economía clásica, el costo de oportunidad de la mano de obra
de estos grupos de UPA será, por eso, más alta que la norma, y tanto más cuanto, al contrario de lo que
se entiende comúnmente, falta mano de obra en las condiciones actuales, en ciertas épocas del año,
para llevar a buen término los trabajos de siembra, aporque y cosecha.
La cantidad de semilla utilizada varía según la zona y el tipo de UPA, entre 65 y 100 kg/ha.
Las grandes UPA utilizan cantidades superiores en más o menos 30 % a las de las UPA pequeñas y
medianas. Las densidades de siembra aumentan, igualmente, con la [[282]] altura: en el caso de los
pequeños agricultores se pasa de 68,000 plantas/ha en el valle del Urubamba a 90,000 plantas/ha o
más en las cercanías de Urcos y de Anta. Se trata, pues, de densidades mucho más elevadas de lo
que daban a entender los informes de los técnicos del Ministerio. La fase ulterior de seguimiento
agronómico permitió confirmar estos datos así como explicar su lógica: se trata, por una parte, de un
seguro contra los daños causados por los insectos del suelo; y, por otra, y en ciertas zonas, los
campesinos sacan plantas, durante todo el ciclo de crecimiento, hasta un total del 30 %, para alimentar
el ganado (Benjamin, 1980: 7).
Las variedades.
Las grandes unidades, que producen esencialmente para la venta, buscan altos rendimientos
con una, o al máximo dos variedades. Por el contrario, entre los pequeños agricultores, la mezcla de
variedades en una misma parcela es frecuente en todas las zonas y en todas las épocas de siembra. La
falta de semilla de una sola variedad, la carencia de liquidez para adquirirla, y también la voluntad de
afirmar la seguridad alimentaria de la familia, son los principales elementos explicativos. Para
alcanzar el objetivo de la seguridad alimentaria, los agricultores combinan diversas variedades de
características diferentes : valor culinario y sabor, precocidad, tolerancia a la sequía y al frío,
resistencia a los insectos y las enfermedades, resistencia a la caída por acción del viento o la lluvia. En
este caso, la seguridad alimentaria es el denominador común de estas mezclas de variedades.
Hay diferencias notables, según la zona y el tipo de UPA, en las preferencias que, según
manifiestan los agricultores, conceden a determinadas características varietales. En el valle del
Urubamba, donde han aparecido problemas serios por las plagas, se prefieren las variedades antes que
nada resistentes a los parásitos, de tallo más alto (sin duda para aumentar la disponibilidad de forraje)
y de grano grueso. A medida que se asciende, las preocupaciones cambian: en el valle del Vilcanota
(Urcos) se busca aumentar, en este orden, el tamaño del grano y la precocidad. Más arriba, en el
mismo valle, o alrededor de la pampa de Anta, la precocidad se convierte en la preferencia número
uno frente al agudo problema de las heladas. Los agricultores que cultivan parcelas de secano efectúan
ellos mismos un diagnóstico elocuente del maíz "temporal": expuesto en todo momento a las heladas
precoces, se queda pequeño y es sensible a las plagas.
La fertilización
Se ha difundido mucho la utilización de fertilizantes químicos en el cultivo de maíz en la
región, excepto en las zonas muy altas y muy alejadas del Cusco. Aparte del alto valle del Vilcanota
(Cusipata, Combapata), más del 35 % de las parcelas de maíz recibieron fertilizantes nitrogenados,
contra más del 70% de las parcelas de papa, a dosis a menudo superiores. Esto se explica fácilmente
por la sucesión de los cultivos : a la cabeza de la rotación, la papa recibe una fertilización nitrogenada
elevada (de 40 a 100 kg por hectárea), el maíz un complemento bastante reducido (de 10 a 70 kg/ha), y
los eventuales cultivos siguientes a menudo nada.
[[285]] El aporte regular de deyecciones animales se da en casi la totalidad de los pequeños y
medianos agricultores, en tanto que parece haber desaparecido en las grandes UPA. Las cantidades
esparcidas varían entre 2 y 3 t/ha., según las zonas y la importancia del ganado (se trata de
deyecciones secas, cuyas dosis no son comparables a las de estiércol).
Las pequeñas y medianas UPA se diferencian, pues, de las grandes, tanto por la naturaleza de
los abonos utilizados, como por las cantidades aportadas. Más aún, aparece claramente una relación
bastante directa entre la afectación de la producción y la fertilización (tanto su naturaleza como su
nivel): los agricultores ponen una fertilización mayor en las parcelas cuya producción se destina a la
venta que en aquéllas que son cultivadas para el consumo familiar.
197
tecnología," fueron proporcionados por el agricultor. Este dispuso al final de la campaña del total de la
cosecha.
Las técnicas de cultivo realizadas por los productores, observadas en el momento mismo de su
ejecución, fueron consignadas en un documento.
Con ocasión de las frecuentes visitas a todas las parcelas (experimentales y testigos) se
practicaban con regularidad observaciones sobre la densidad del cultivo, su crecimiento y su estado
fitosanitario, las malas hierbas, la importancia de los daños debidos [[288]] eventualmente a una
helada, el granizo o cualquier otra causa (divagación de los animales). La campaña agrícola 1978/1979
se caracterizó por una ligera sequía: demora en la llegada de las lluvias, y déficit importante en
comparación con el promedio de los meses de enero y febrero, época de floración del maíz. Las
primeras heladas, a partir del 15 de abril, pusieron fin bastante tempranamente al ciclo vegetativo del
maíz.
pero todo ello induce a pensar que una investigación comparativa sobre las condiciones (climáticas,
agronómicas y socio-económicas) en las que se han obtenido tales resultados permitiría comprender
por qué la mayoría de las unidades de producción existentes, pequeñas y grandes, permanece
bloqueada en un nivel de productividad muy bajo.
[[290]] No se puede inferir a partir de estos resultados consejos técnicos destinados a los productores
de maíz (ni a aquéllos con quienes se han llevado a cabo los ensayos ni a los otros), pues ello
equivaldría a ignorar las condiciones económicas de la producción en "dimensiones verdaderas."
145
Llamamos aquí beneficio al valor total de la producción, al que se ha restado el costo de los factores
utilizados para producir (incluido el trabajo familiar). Este costo varía de una opción técnica a otra.
200
consideradas, toda innovación, por lógica que parezca al observador, comporta grandes riesgos
de fracaso.
[[292]] La búsqueda de niveles óptimos de fertilización, según los conceptos de la economía marginal,
da, de acuerdo a los grupos, resultados variables y contradictorios. Esta fase de experimentación
necesita ser profundizada, aumentándose el número de observaciones en beneficio de las zonas donde
el problema de la fertilidad de los suelos constituye un freno a la producción (Urcos, Cusco, Anta).
Al término de esta primera campaña, se desemboca, pues, en la necesidad de redefinir las
zonas de experimentación, y sobre todo el tipo de agricultor con el cual trabajar. Al dar prioridad a los
pequeños y medianos productores, se hace necesario orientarse hacia protocolos de ensayo más
simples y más confiables, tomando en cuenta dos variables experimentales (fertilización y variedad),
para unidades de producción cuyos objetivos, así como el proceso de producción, deben ser mejor
conocidos.
Cuadro 9. Rendimientos promedios (t/ha) de las pequeñas y medianas UPA, Cusco, 1979-1980
[[293]] El uso de una fertilización complementaria se traduce, en el caso de cultivos bajo riego, en un
aumento de la producción con respecto a la tecnología de los agricultores, sobre todo en el caso de las
146
Las variedades sintéticas se distinguen de las variedades híbridas de primera generación por las largas
operaciones de selección e incorporación de genes que les dan origen. Por ello son costosas.
201
[[294]] Cuadro 10. Experimento « Evaluación de tecnología » : rendimientos y datos técnicos de las parcelas de maíz cultivadas por los agricultores, Anta, 1979-
1980
Parcelas clasificadas según el 1 2 3 4 5 6 7 8 9
rendimiento por ha
Extensión de la parcela (m2) 800 800 1200 2200 1700 900 3300 3300 3300
Rotación de los años precedentes (M: maíz, P: papas, T: trigo, P-M-P-M M-H-H M-M D-P M-P-M M-T-P P-P-M P-M M-T-M
H: habas, D: descanso)
Cultivo precedente Maíz Habas Maíz Papa Maíz Papa Maíz Maíz Maíz
Fertilización del cultivo Nitrógeno mineral 0 0 0 74 0 0 0 50 11
precedente (kg/ha)1 Deyecciones animales secas 9,400 3,000 4,200 6,000 3,800 9,300 3,000 0 1,800
Variedades sembradas (A: Amarillo Oro, B: Blanco común, S: A, B, G A A A A, S, B, G P A A P
Saqsa, G: Granada, P: Pucuto)
a la siembra 109 114 - 103 92 96 85 68 142
Densidad de cultivo (miles de al brote 66 72 - 55 46 55 59 50 95
plantas / ha) a la cosecha 59 67 44 45 44 55 55 47 63
Control fitosanitario de la semilla No Aldrin No Aldrin Aldrin No No No No
Número de días entre siembra y cosecha 191 214 205 222 234 178 178 230 192
Daños significativos sequía sequía sequía sequía
Pérdidas en la cosecha % 10 14 9 9 8 12 7 18 28
er er
Momento de la aplicación de la fertilización mineral 1 aporque 1 aporque siembra siembra
Fertilización (kg/ha) N 22 0 0 26 0 0 0 50 12
P 27 0 0 0 0 0 0 0 0
K 5 0 0 0 0 0 0 0 0
Deyecciones animales 9,400 6,000 0 0 7,000 0 3,500 0 1,500
Número de turnos de riego 2 2 1 2 1 0 1 1 0
Rendimiento de grano (kg/ha) 4,410 4,200 4,100 4,020 3,490 2,770 2,340 1,440 360
1
Datos idénticos para todas las parcelas : ausencia de fertilización mineral P-K del precedente ; preparación del suelo con arado de palo, deshierbe manual ; fertilización
orgónica del maíz aplicada a la siembra.
203
1
Fuera de las citas de otros autores, los resultados y conclusiones que aquí se presentan provienen de "Los
científicos sociales en la investigación agrícola. Lecciones del Proyecto del Valle del Mantaro. Perú."
(Douglas Horton, documento IDRC - 219, Ottawa, 1984, 71 p.).
204
ensayos relativos a las semillas en la zona de gran producción de papa (de 3,450 a 3,950 m.
sobre el nivel del mar) del valle del Mantaro (cuadro 12). Ninguna de tales técnicas permitió
alcanzar un 20 % de aumento en el rendimiento, lo que explica el hecho de que no fueron
adoptadas por los agricultores.
Cuadro 11. Rendimientos de los tubérculos (t/ha) medidos en las comunidades campesinas de 3 regiones
del Perú (campaña 1980-1981)
Se trata de promedios del conjunto de medidas hechas en cada comunidad, menos en Luquina Grande (“rango”). En
Amaru, las cifras entre paréntesis son los “rangos” de parcelas de una familia considerada como “representativa”.
Cuadro 12. Promedio de los aumentos de rendimiento (%) en relación a los de los agricultores (papas, 5
experimentaciones) (CIP, 1980)
Semilla del agricultor Aumento del tamaño de la semilla Semilla certificada
Sin « verdeo » testigo + 11 + 17
Con « verdeo » +3 + 20 +7
Estas dos series de ensayos condujeron al rechazo de hipótesis importantes en dos sentidos:
por una parte, mostraron que las técnicas que por lo general se recomendaban, como
consecuencia de sus resultados positivos en parcelas experimentales, no produjeron un
incremento notable de los rendimientos en las condiciones de medio de las parcelas de
agricultores. Por otra parte, permitieron mejorar el conocimiento del medio: la hipótesis
que condujo al empleo de semilla certificada era que la utilizada por los campesinos estaba
infectada por virus; pues bien, las poblaciones de cicadelas y [[297]] de pulgones son bajas
en la zona considerada, lo cual limita la transmisión de virus; la utilización de semilla
certificada no tenía, pues, interés, en este caso. Asimismo, los métodos para mejorar el
estado fisiológico de las semillas no dieron el resultado que se esperaba: a causa del clima
frío (temperatura media; 14º C), y de variedades de larga latencia utilizadas por los
agricultores, no hubo emisión de gérmenes blancos y ninguna degradación notable del
estado de las semillas." (Tardieu, 1980).
"La tecnología de los agricultores es, en muchos casos, igual o superior a las prácticas
recomendadas. La mayoría de los especialistas en producción asumen que los sistemas
"tradicionales" de producción están caracterizados por bajos rendimientos o ineficiencias
económicas que pueden superarse si los agricultores adoptan las prácticas recomendadas.
En el Proyecto del Valle del Mantaro se consideró que la principal limitante del rendimiento
era la baja calidad de la semilla. Se creyó, por tanto, que el empleo de "semilla mejorada"
resultaría altamente rentable. Sin embargo la investigación demostró que la semilla de los
productores de semilla registrados resultaba muy costosa y daba un rendimiento apenas
superior al de las semillas comúnmente empleadas por los agricultores. El consecuencia, el
uso de "semilla mejorada" redujo el retorno neto de los agricultores. Dos factores explican
estos sorprendente resultados. Primero, los agricultores usan con éxito numerosas
estrategias para lograr y mantener la buena calidad de la semilla. Por tanto, la semilla
obtenida a través del sistema informal de semillas de los agricultores, es mejor de lo que los
especialistas habían supuesto". Tales estrategias aprovechan el escalonamiento altitudinal:
205
[[298]] Cuadro 13. Rendimientos promedios en el valle del Mantaro (t/ha) (Franco et al., 1979)
Las variedades mejoradas actuales alcanzan rendimientos de 20-30, hasta 40 t/ha y más. Las
variedades indígenas no son necesariamente menos productivas, como se cree por lo general,
en buenas condiciones de cultivo. Son justamente éstas las que les faltan en la mayoría de los
casos.
"ticpa", gracias al mejor precio de venta de las variedades nativas. Además, el costo de los insumos
comprados equivale allí a un tercio de lo que se gasta en el sistema moderno, por lo cual este sistema
"tradicional" coloca al agricultor en una situación de menor riesgo económico.
Cuadro 14. Rendimientos, costos y beneficios en dos sistemas de cultivo de papas en las zonas alta e
intermedia del valle del Mantaro (Horton et al., 1980)
Sistema tradicional « ticpa » (1) Sistema « moderno »
Rendimiento (t.ha) 7.3 9.4
Ganancia total (US $/ha) [rendimiento x precio de la 1,030 1,102
tonelada (2)]
Insumos (US $/ha)
Semilla 235 278
Trabajo 218 186
Tracción 0 64
Pesticidas 14 67
Fertilizantes químicos 18 62
Fertilizantes orgónicos 59 15
Total, 544 672
de los cuales se ha comprado 114 316
Resultados económicos (US $/ha) :
Ganancia total menos insumos totales 486 430
Ganancia total menos insumos 916 786
(1) Labranza con chakitaclla después de plantación directa en el césped.
(2) Las papas del sistema tradicional, que los consumidores prefieren, se venden más caras.
Las observaciones que anteceden, en abierta contradicción con los supuestos de muchos
científicos y expertos en desarrollo que trabajaban en los Andes, ayudaron a destruir el mito
según el cual el tradicionalismo de los pequeños agricultores es el principal obstáculo para la
tranferencia de tecnología.
No hay un 'paquete tecnológico' óptimo único. Como se puede observar en la figura 141,
los resultados experimentales difieren ampliamente entre las diferentes fincas. Dentro de una misma
zona agro-ecológica, la zona intermedia, los rendimientos de los agricultores varían de menos de 5
t/ha a cerca de 30 t/ha, mientras los conseguidos con la aplicación de los paquetes tecnológicos van
de más o menos 5 t/ha a más de 40 t/ha. [[300]] Esta diversidad refleja variaciones en la fertilidad de
los suelos y las condiciones climáticas, a las que se suman las diferencias en los métodos que los
agricultores ponen en práctica (variedades empleadas, labranza y rotación...). Queda claro que
ningún solo "paquete tecnológico" representa un optimum económico en las diversas condiciones de
producción de esta sola zona agro-ecológica.
Esta figura ilustra gráficamente el riesgo de determinar las recomendaciones técnicas
para el agricultor basándose en los resultados agregados o promedios de los ensayos en finca:
estos promedios pueden encubrir un alto grado de variabilidad. Es interesante subrayar aquí
que, en términos estadísticos convencionales, el promedio del rendimiento de los paquetes de
mediano y alto costo fue significativamente más alto (a un nivel de 5 % de significancia) al de los
campesinos, es decir que la utilización mecánica de las estadísticas puede conducir en este caso a
recomendaciones prácticas erróneas.
Las mismas constataciones que en el caso del maíz llevan a las mismas preguntas. Vamos a
discutir ahora estas mismas preguntas, así como su generalización a otras regiones, ya que el valle
207
del Mantaro es la más "moderna" y "occidentalizada" de los Andes peruanos, gracias a su cercanía a
Lima.2
2
Las raíces históricas de esta particularidad se remontan - ¡una vez más! - a la época de la conquista española,
durante la cual la etnia Huanca, que habitaba el valle, se alió con los españoles, los cuales establecieron allí, en
Jauja, su primera capital, que se trasladó pocos años después a Lima.
3
Para obtener un rendimiento promedio se podría realizar una encuesta entre los productores. Pero (...) los
datos indicados (producción total, extensión de las parcelas) no corresponden nunca a la realidad: ya sea, con
mayor frecuencia, porque el campesino no ha efectuado nunca tales mediciones [con nuestras unidades y
nuestros criterios], ya sea porque piensa que la encuesta podría servir para otros fines (...). Una encuesta de
este tipo no sirve, pues, estrictamente, para nada." (Greslou, 1980: 179).
4
Los perjuicios causados por el ganado son una fuente inagotable de juicios entre vecinos en ciertas regiones,
como Andahuaylas, donde los grandes propietarios a menudo han acrecentado sus tierras en compensación por
los "daños" ocasionados por el ganado de los pequeños campesinos... (ver también Kaerger [1898] 1979: 46).
208
Daños de animales
Robos de cosecha
Semilla
Fig. 142. La sucesión de las sacas: ¿en qué momento se evalúa el “rendimiento” y se compara técnicas,
parcelas, unidades de producción, zonas ecológicas?
- La cosecha escalonada, a veces mucho antes de la madurez (hojas de quinua), para variar
los gustos o para llenar la olla en período de transición. El jefe de familia no sabe la cantidad
utilizada, porque aquélla es realizada por la mujer encargada de la cocina;
- Las pérdidas en la cosecha (granos caídos al suelo, tubérculos que permanecen en tierra)
son inevitables, pero su importancia depende grandemente de las relaciones sociales entre los
que participan en la cosecha: ¿Hay rebusca de espigas? ¿Se ha mostrado el propietario
generoso con los alimentos que brinda a los trabajadores...?
- Los alimentos de los trabajadores son descontados, en el caso de los tubérculos, de la
cosecha del día, y cocidos en el lugar mismo en un horno cavado en el suelo ("pachamanca" o
"huattia"). Y, ese día, ¡se come en abundancia!
- El pago en especie, en el producto cosechado, de los jornaleros que han participado en la
cosecha misma, o en su transporte;
- Los productos malogrados o de calidad inferior son separados ya sea para darlos al ganado,
ya sea para ser deshidratados (conversión de la papa en "chuño"), ya sea transformados en
chicha, en el caso del maíz (Sabogal Wiesse, 1966).
- Las semillas son separadas y conservadas aparte;
- Regalos y "contra-regalos" diversos, vinculados a la reciprocidad andina, y que son
efectuados en ciertas especies, que varían según las regiones;
- Queda, en fin, lo que se vende o se almacena para ser consumido por la familia: con
frecuencia ¡es esta cantidad la que se obtiene por medio de la [[302]] encuesta! 5 Ya que
las extensiones cultivadas son, a menudo, sobreestimadas (cf. Salis 1987: 4-8), se comprende
que un cálculo económico hecho sobre esta base puede conducir a una rentabilidad negativa, y
por lo tanto a la conclusión de que uno o varios cultivos o incluso la totalidad de los mismos
no se justifica en tal lugar...
Pero no se trata solamente de un problema de medición del rendimiento en granos:
5
El conjunto de las "pérdidas" y de los pagos o intercambios representaría a menudo entre un tercio y la mitad
de la cosecha (Tardieu, 1978; Tapia, 1986; Brunschwig, comunicación personal).
209
Fig. 143: Alimentación del ganado con "residuos" de cosecha (Julio; Huatta, Puno, 3820 m.s.n.m.). PM.
6
La importancia del centeno en la provincia de Huancané, en el Altiplano, se debe, según los campesinos a la
utilización de su paja para cubrir los techos; los carozos del maíz sirven como combustible; las cenizas de la
quinua y la "cañihua" forman la "llipta", masticada con las hojas de coca..
7
En el altiplano boliviano, Hatch et al. (1983) indican una producción de cebada por familia de 200 kg. de
granos después de la trilla (o sea 400 kg/ha) y 1,050 kg de forraje, como promedio de 3 años sucesivos para 31
familias de 5 comunidades.
210
Terreno8 (UET) es superior a 1 (entre 1,83 y 2,07) cuando se siembra maíz al mismo tiempo que un
frejol trepador. La utilización del terreno es, pues, más intensiva, ya que una sola hectárea cultivada
con la asociación maíz-frejoles produce casi tanto como dos hectáreas en cultivo puro, maíz por una
parte, y frejoles por otra.
Ahora bien, sucede que con ocasión de las encuestas, en las que las preguntas se [[305]]
refieren separadamente a cada una de las especies cultivadas, los cultivos asociados son ignorados,
ya que la extensión que ocupan juntos ¡es contada tantas veces como hay especies diferentes
asociadas!
A pesar de que desde hace unos diez años se han publicado, por una parte, descripciones y
clasificaciones (arreglos en el espacio y en el tiempo) de estos cultivos asociados, y, por otra parte,
resultados de ensayos en estaciones experimentales, son muy escasas las referencias de rendimientos
campesinos. Tal es la razón por la cual no nos ocuparemos aquí de los cultivos asociados de acuerdo
a su importancia en los Andes Centrales. En cambio, hemos desarrollado en un anexo a este capítulo
la cuestión de las "malas hierbas", cuya cosecha para alimentar el ganado se puede asimilar a un
cultivo asociado.
8
U.E.T. : Utilización Equivalente del Terreno = L.E.R. : Land Equivalent Ratio.
U.E.T. = Rendimiento de maíz asociado + Rendimiento de frejol asociado
Rendimiento de maíz solo Rendimiento de frejol solo
Queda claro que no se puede calcular la UET si no se conoce los rendimientos en cultivo puro, en los
mismos lugares y condiciones técnicas.
9
La fanega*, unidad de volumen, correspondía, de acuerdo a los productos, a un peso de 156 a 250 libras, es
decir 75 a 120 kg. Ver en Kaerger, [1898] 1979 (p. 23 a 26) cálculos de rendimientos en quintales métricos/ha
a partir de los expresados en fanegas/fanega sembrada o fanega/topo...
211
cañihua. Con las densidades de siembra practicadas actualmente en la misma región, eso daría
rendimientos del orden de 15 toneladas /ha en papas y 500 kg/ha en quinua: pero ésta, como el maíz,
probablemente se cultivaba por lo general en asociación. Los órdenes de magnitud confirman los
logros de la agricultura tradicional, pero nos cuidaremos mucho de comparar estos datos antiguos
con los rendimientos actuales: lo que importa aquí es la expresión del rendimiento en relación con
el factor de producción percibido como escaso: la semilla procedente de la última cosecha o
guardada de otro año (ver igualmente Walle 1913: 199).
[[306]] Hallamos una lógica muy similar en la elección de las densidades de siembra en Ambana, en
la vertiente oriental de los Andes en Bolivia (Julian, 1983: 55-58):
"Las densidades de siembra son muy altas (...) 125,000 papas por hectárea. En realidad,
hay una gran variación de densidad en la siembra de acuerdo a las tierras: en "aynocas"
tenemos entre 100,000 y 130,000 plantas/ha; en cambio, encontramos hasta 200,000
plantas/ha en los terrenos regados que están cerca a las casas.
Si se pregunta por la causa de la variación, será difícil obtener una respuesta técnica de
parte del campesino. Prefiere las contestaciones evasivas, pero no justifica explícitamente
esa alta densidad y sus variaciones. Es difícil captar las motivaciones profundas del
agricultor. Sin embargo, observaciones continuas permiten resolver algunos enigmas.
Hay en primer lugar una correlación cierta entre la densidad de siembra y la lucha contra
la erosión: una buena cobertura del suelo lo protege contra la lluvia.
Hay tres constataciones, sobre todo, que deben retener nuestra atención:
-La densidad de siembra es proporcional a la fertilidad del suelo. La diferencia es
de 50,000 plantas/ha entre las buenas y malas tierras.
- El campesino concede más importancia al número de papas que al peso total
cosechado. En efecto, (...) todo se cosecha, tanto la papa de 10 g. como la de 300 g. El
campesino prefiere tres papas de 100 g. a una sola de 300, ya que gran parte del trueque se
hace por unidad (cosa que se justifica por su utilización como semilla).
- En fin, el campesino expresa de modo diferente el rendimiento de sus cultivos de
acuerdo a la riqueza del suelo. En los suelos pobres y "aynocas" el rendimiento se expresa
en relación con la cantidad de semilla invertida. En el contexto de una economía de auto-
consumo, la cantidad de semilla representa una inversión tomada de la reserva alimentaria.
Por otra parte, la presión de la demanda de tierras, en el caso de las que son de suelo
pobre, es baja. La extensión que se siembra no tiene otra limitación que el trabajo
necesario para la preparación del terreno. En estas tierras pobres, el campesino mira
sobre todo cuántas papas cosechará con respecto a la cantidad de semilla empleada.
En las tierras ricas, de acceso fácil, esa presión es muy fuerte. El campesino verá la
extensión de su propiedad limitada por el vecindario. El rendimiento será expresado
entonces en relación con la extensión sembrada y no con la cantidad de semilla utilizada.
Tenemos pues una densidad de 100,000 plantas/ha en los "aynocas" con el fin de asegurar
una cobertura vegetal anti-erosiva. Pero también cada planta producirá sin entrar en
competencia con las otras y dará un resultado óptimo. En las tierras fértiles, una siembra de
200,000 plantas/ha permitirá una cobertura casi total del suelo; por otra parte, obtendremos
un rendimiento muy grande con un máximo de papas de calibre mediano.
Este ejemplo preciso ilustra que muchas técnicas agrícolas no hechas explícitas con claridad
por los campesinos de Ambana, tienen una justificación económica evidente, cuando se
intenta comprender su lógica de producción, que es muy diferente de la nuestra, pues lo que
está en juego no es lo mismo."
Se puede escribir, formalmente:
Rendimiento/hectárea = rendimiento/semilla x densidad de siembra/ha.
212
Si, para una misma especie, las densidades de siembra fuesen homogéneas, estos dos
"rendimientos" serían, grosso modo, proporcionales, y podrían ser utilizados indiferentemente. No
es tal el caso, ya que desde el punto de vista biológico, [[307]] los rendimientos elevados en
proporción a la semilla son obtenidos en ausencia de competencia entre plantas, es decir con
densidades de siembra muy bajas que no permiten rendimientos en relación por hectárea altos.
Inversamente, rendimientos por extensión de tierra elevados corresponden a poblamientos
vegetales densos que captan toda la luz del sol: la competencia entre plantas es allí fuerte, y, en
consecuencia, los rendimientos en relación con la semilla bajos.
Desde un punto de vista económico, en las agriculturas tradicionales manuales esta
oposición está vinculada a las disponibilidades y costos relativos de la semilla y del trabajo (Sigaut,
1989): los rendimientos altos en relación a las cantidades de semilla se consiguen con técnicas
de siembra exigentes en mano de obra (siembra en surcos, en hoyos con raleo, en almácigo con
repique), en oposición a la siembra al voleo que consume mucho menos trabajo pero más semilla.
Tal oposición diferencia a las regiones, pero también, dentro de una misma región, los años de
cultivo (de acuerdo a la abundancia de la cosecha anterior), y las familias campesinas (de acuerdo a
la relación mano de obra disponible/extensión cultivable, y el costo de oportunidad de su trabajo).
Ello hace igualmente azarosas las comparaciones entre diferentes períodos de la historia.
Hemos visto en el capítulo 1 cómo las observaciones efectuadas en Pullpuri se explican
mejor en términos de productividad del trabajo en el momento en que éste es más limitante, es decir
en producción por día de trabajo de barbecho. Es así que se pueden interpretar los términos
utilizados por Mishkin en 1946:
"En Kauri constatamos que los rendimientos de papas se aproximaban a 30 cargas de llama
por masa."10 La masa, extensión que un equipo barbecha con la chaquitaclla en un día, es sólo
en apariencia una unidad de extensión, ya que es variable: se trata en realidad de una unidad de
tiempo de trabajo (son tiempos de trabajo los que los campesinos intercambian en el ayni).
Así pues es en relación con las limitaciones y objetivos de los sistemas de producción
campesinos que examinaremos las cuestiones siguientes:
¿Por qué los rendimientos son tan variables, y, en promedio, tan bajos? ¿Cómo, en
cambio, los campesinos obtienen los elevados rendimientos señalados por los estudios
precedentes?
10
Ya que la carga de la llama es de 25 a 30 kg., y la masa de 500 a 800 m2 en la región, ello equivaldría a 12-
15 toneladas/ha, en un período anterior a la difusión de las técnicas "modernas" en esta zona.
213
las condiciones ecológicas adonde se llega a producir maíz a los 3,700 metros sobre el nivel
del mar (...) La agronomía moderna nos indica que este constituye un riesgo no-económico.
La producción de maíz en las condiciones de Chacán consistiría en un absurdo manifiesto,
existiendo valles en los cuales muchas veces la plétora abarrota los mercados (...)
La meta explícita (...) del Ministerio de Agricultura es alcanzar una mayor producción
agrícola, con la sementera más apropiada a condiciones ecológicas dadas (...) De esta
manera el comunero dispondría de excedentes que pueda comerciar en los mercados de la
zona (...) En consecuencia, en las condiciones ya descritas de Chacán, es preciso propiciar
la sustitución de los muchos maizales por el cultivo "más racional" de la papa (...) Los
precios en un mercado aún insatisfecho son iguales y a veces superiores a los del maíz (...)
A más de la compulsión familiar para el cultivo anual del maíz, que constituye una pauta
cultural en Chacán, los campesinos actúan de acuerdo a su experiencia vital, la cual, al ser
confrontada con la de sus vecinos, es coincidente. (...) El hecho es que (...) [en] los sistemas
de mercadeo (...) 'los peces grandes se comen a los chicos'" Y quienes mayor experiencia
tienen al respecto son los propios campesinos indígenas, a los cuales la historia de sus
propias vidas les indica los peligros de caer en las manos de los numerosos y voraces
intermediarios de los centros de 'mistis' en la región.(...) La sustitución del maíz por un
cultivo más 'racional' como la papa, les llevaría a entregarse inermes en manos de los
'rescatistas" (...) a los cuales los campesinos han eludido sistemáticamente. Y se lograría así
reemplazar a gente pobre, relativamente autárquica y libre por deudores sumisos y siempre
pobres (...)"
Según este punto de vista, el autoconsumo aparece no como una supervivencia, sino
como respuesta a condiciones muy actuales.
Además, el riesgo de una mala cosecha impulsa a los campesinos a comprar lo menos
posible de productos o de técnicas cuyo costo no será reembolsado con seguridad por el aumento de
la producción; es el caso de los cultivos para el autoconsumo, o cuando el costo de esas técnicas es
superior al valor monetario del aumento de la producción que permiten, cualquiera que sea la razón:
"un minifundista que trabaja al partir, no tiene ningún interés en intensificar el cultivo de la papa,
siendo así que ello significa, en promedio, una multiplicación por 1,8 del valor agregado por
hectárea para un campesino propietario de sus medios de producción." (Salis, 1987: 10-18). Pero
varios ejemplos muestran (y entre ellos el de la familia I, capítulo 6), que incluso aquellos
campesinos cuya situación es muy precaria pueden adoptar nuevas técnicas más productivas
cuando éstas se adaptan a su situación y les parecen tan seguras como las demás actividades
económicas de la familia.
4.3. La variabilidad
"Es muy difícil tener una idea exacta de la productividad de los cultivos, porque varía según
los años, según las unidades de producción y según las parcelas. (...) Si bien es cierto que
así se consiguen resultados confiables, por el hecho de la extrema variabilidad, las cifras
obtenidas valen para la parcela pero no pueden ser generalizadas." (Greslou, 1980: 179-
180).
Es así que en el "maizal" bajo riego de Laraos, entre los 3,200-3,500 m. de altura, en el valle
de Cañete, Brunschwig (1986) calculó, en un año climático favorable y para las cinco familias
estudiadas (capítulo 6.3), un rendimiento promedio de 5,100 kg/ha, Pero los extremos que
semejante promedio recubre y oculta son de 1,600 y 12,000 kg por hectárea (fig. 145)! 11 A
3,800 m. de altura (pero en un microclima muy abrigado en la península de Copacabana), a orillas
del lago Titicaca, Hatch et al. (1983) informan también, en el caso de una parcela de 1,500 m2, un
rendimiento de maíz muy elevado: 10,000 kg/ha de mazorcas enteras, o sea aproximadamente 5,000
kg/ha de grano. Obtenidos en dos regiones muy diferentes, estos rendimientos son probablemente
excepcionales. Pero son precisamente las excepciones lo que nos interesa, por la respuesta
completamente inesperada que dan a la pregunta formulada al comienzo: ¿qué rendimientos
puede obtener una agricultura tradicional con medios técnicos tan limitados, en medios naturales tan
diferentes y constrictivos? Y entonces, ¿en qué condiciones alcanzan los campesinos esos
rendimientos, y por qué éstos son excepcionales y no habituales?
t/ha
12
11
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
11
Todos estos rendimientos, obtenidos en andenes bajo riego de algunas decenas a algunas centenas de metros
cuadrados, no pueden ser comparados con los de parcelas grandes, de varias hectáreas. Por otra parte, no se
midió la humedad del grano ni se redujo a la norma de 15 %, que sirve tanto para para las comparaciones de
rendimiento como para las transacciones comerciales: lo esencial aquí está en la distancia entre los extremos,
que es de la misma magnitud en el caso de los demás cultivos: de 4,770 a 19,340 kg/ha de papas en las
parcelas de un mismo agricultor, en el mismo año, en Laraos (ver igualmente la fig. 146).
215
t/ha
10 Papas
9
8
7
6
5
4
3
2
1
Campos
0
t/ha
5
Cebada
4
3
2
1
Campos
0
Fig. 146: Rendimientos logrados en sus diferentes campos por una familia campesina del Altiplano
(N°2, cap. 6.1) en el mismo año.
Oscuro: preparación del suelo con arado de palo jalado por bueyes
Claro: preparación del suelo con chaquitaclla.
variedad x fecha de siembra 12 x técnicas, para que [[311]] al menos algunas de ellas produzcan con
toda seguridad. Pues bien, de hecho, en cada año sólo un pequeño número de estas combinaciones
resulta "óptima", proporcionando un rendimiento elevado, y, como el clima es imprevisible, el
campesino no sabe por anticipado qué combinación será la mejor.
Cuadro 16. Pronósticos climáticos y resultados de la producción de papas en Asillo (Ramos, 1988: 41)
Campaña agrícola
1983-84 1984-85 1985-86 1986-87
Pronósticos: fecha de siembra “favorable”. P = precoz, I P IyT IyT IyT
= intermedia, T = tardía
Fecha de siembra que ha dado los mejores resultados PeI IyT P P
Si tenemos en cuenta lo que se dijo más arriba sobre la comercialización y las competencias
entre producciones, el resultado es un rendimiento promedio automáticamente bajo: así, en un
nivel global, las estadísticas oficiales no están necesariamente muy alejadas de la realidad. Pero el
interés de estos promedios se limita a algunas utilizaciones. Toda comprensión de lo que hacen los
campesinos, y aún más toda acción, deben tener en cuenta necesariamente esta variabilidad y sus
causas: las estrategias de dispersión de riesgos, de utilización complementaria de zonas de
producción diferentes, y de pluriactividad, con las prioridades y jerarquías propias de cada familia
campesina.
[[312]] Una de las facetas del trabajo del agrónomo es comparar los rendimientos reales obtenidos
en cada parcela con el rendimiento "potencial" permitido, en las mismas condiciones de medio
natural, por las mejores técnicas actualmente disponibles, y luego identificar los "factores
limitantes" que expliquen las diferencias observadas. Lo que antecede plantea dos preguntas:
- ¿cuáles son las potencialidades, a veces insospechadas, que revelan los rendimientos más
elevados?
- cuando los factores limitantes eran modificables por el agricultor, ¿por qué no lo ha hecho
éste? ¿Qué obstáculos se lo han impedido? ¿De acuerdo a qué criterios evalúa "el"
rendimiento de cada una de sus parcelas? Un análisis de los rendimientos obtenidos en el
campo no tiene sentido sino en relación con el sistema de producción de la familia que las
cultiva.
El agrónomo no tendrá oportunidad de utilizar eficazmente sus métodos para permitir
aumentar los rendimientos en los casos en que tal pueda ser su objetivo sino allí donde este aumento,
y los medios para lograrlo, correspondan a la estrategia de la familia campesina: antes que nada y
desde luego su estrategia actual, pero también, prudentemente, otras estrategias a considerar cuando
los aportes técnicos exteriores permitan ampliar el abánico de posibilidades.
12
Los campesinos determinan en parte sus fechas de siembra en función de un "pronóstico climático" que
resulta de la observación de las plantas, los animales, las estrellas... Pero este pronóstico es a menudo erróneo,
lo cual no contribuye mucho que digamos a reducir la variabilidad de los rendimientos, como ilustra el cuadro
16.
217
Anexos al capitulo 5
[[313]]
"El primer problema que se nos planteó fue definir cuáles son las plantas en una parcela
que deben considerarse como "cultivos asociados", y cuáles son las "malas hierbas": el
límite entre ambas categorías es muy impreciso en los minifundios andinos.
Cuando ingresa en un campo de maíz asociado, el observador se da con un gran número de
especies. Todas esas plantas no son consideradas de la misma manera por el agricultor, y
no tienen el mismo origen. Proponemos por ello distribuir las plantas de una parcela en
cuatro categorías, que son las siguientes:
- las plantas sembradas y cosechadas: son las consideradas habitualmente como
cultivos (...)
- las plantas cultivadas no sembradas pero sí cosechadas: luego de la cosecha,
algunas semillas del cultivo se quedan en el suelo y brotan al año siguiente. El número de
plantas de este tipo es generalmente reducido, pero en ciertos casos puede ser importante
(granizo que a la vez "cosecha" y siembra para el año siguiente, o cañihua que a menudo es
cosechada por dos años consecutivos, ya que muchos granos se caen al suelo en el
primero). Los cultivos no sembrados son considerados de manera diferente por un
minifundista que los cosecha, y por un agricultor medio que no los cosecha, y los considera,
por lo tanto, como malas hierbas.
- las adventicias no sembradas pero cosechadas : existe un gran número de
especies que son utilizadas por los agricultores, ya sea para la alimentación humana, ya sea
para la alimentación de los animales. Estas plantas no pueden, en consecuencia, ser
consideradas como "malas hierbas", ya que son deseadas por los minifundistas.
- las adventicias no sembradas y no cosechadas: algunas de estas plantas son
fácilmente eliminadas, en tanto que otras plantean un real problema agronómico
(Pennisetum clandestinum o "kikuyu" y Rumex acetosella, en la región estudiada).
En las parcelas principales de un agricultor mediano, toda planta diferente del cultivo
principal es considerada mala hierba y eliminada, en tanto que el minifundista no considera
mala hierba sino las plantas que no puede utilizar, y que al mismo tiempo significan el
riesgo de una reducción del rendimiento del cultivo principal." (Tardieu, 1978, 1980).
En la encuesta sobre maíz en la región del Cusco, de 70 a 100 % de los agricultores (de
acuerdo a la zona y el tipo de UPA) manifestaron que las malas hierbas constituyen un problema, y
casi todos que luchaban contra ellas. Pero de 67 a 88 % dan un uso a estas "malas hierbas."
En Chacán, cerca del Cuzco, [[314]] "la alimentación del ganado se completa durante los 5
meses de lluvia con la "grama" o kikuyo que cubre todos los caminos y espacios libres, y con
el "nabo", "perka," que crece como maleza en el maizal. Su volumen es suficiente para
abastecer a las reses 14 y aun para engordarlas de acuerdo a las exigencias del mercado
13
El presente texto es una puesta al día de la "Note sur le rôle des herbes dites mauvaises dans les systèmes de
production andins" (in: Morlon, 1981a).
14
Según Sotomayor (1988, citado por Kervyn et al., 1989), en la comunidad de Cuyo Grande "las malezas
cortadas durante tres meses en las chacras de maíz y habas bajo riego, representan en promedio unos 9,500
218
peruano, solamente en la citada época (...) Puede observarse así, en las tardes a los
miembros de las diferentes familias retornando a sus casas cargados con enormes atados a
sus espaldas." (Sabogal Wiesse, 1966).
"En la mayoría de los terrenos agrícolas existe una invasión significativa de "malezas" que
no son eliminadas sino que se emplean como recurso forrajero. El nabo silvestre (Brassica
sp.), trébol de carretilla (Medicago lupulina e hispida) son ampliamente utilizados como
forraje." (Tapia, 1986: 61).
Esto es notable en la medida en que el estudio de la repartición de cultivos practicada en las
unidades de producción pequeñas y medianas muestra que un porcentaje muy bajo de tierras es
destinado exclusivamente a pastos temporales o cultivos forrajeros. La existencia del ganado,
principalmente de los bovinos de labor, indispensables en el contexto agroeconómico actual para
realizar determinadas labores, es posible, pues, gracias a una valorización de todos los recursos
forrajeros del sistema de producción, cualquiera que sea su valor nutritivo reconocido y su
origen: pastos naturales (correspondientes a las tierras menos fértiles, las que se hallan a mayores
alturas y a mayor pendiente), bordes con hierba de las parcelas y de los caminos, desechos de
cosecha de los diferentes cultivos, y adventicias que acompañan a estos cultivos.
Esta valorización, llevada al extremo, y este hábito de no dejar que se pierda nada, ¿traduce
la presión demográfica que se ejerce actualmente sobre los sistemas de producción estudiadados?
Hace cuatro siglos, Garcilaso hablaba sobre todo de la eliminación de las malas hierbas:
"De todas estas flores y yerbas que hemos nombrado, y otras que no he podido traer a la
memoria, hay ahora tanta abundancia que muchas de ellas son ya muy dañosas, como nabos,
mostaza, yerbabuena y manzanilla, que han cundido tanto en algunos valles que han vencido
las fuerzas y la diligencia humana toda cuanto se ha hecho para arrancarlas (...) (Garcilaso,
1610, libro IX, capítulo 29).
En nuestros días, "por mala hierba que sea, la mostaza silvestre (Brassica campestris) es
claramente valorizada por la población campesina, como alimento para ella misma y para
los animales. Esta idea de utilidad, condicionada por una magra existencia y por una
percepción ávida de todos los recursos disponibles, [[315]] tiene su origen en una larga
tradición andina de empleo de hierbas en la alimentación.15 El consumo, ampliamente
kg de forraje verde por hectárea, consumido por los animales. Después de la cosecha quedan en las chacras,
para el pastoreo colectivo, unos 2,000 kg de materia verde comestible por ha". Ello hace en total
aproximadamente 3,000 kg de materia seca por hectárea, ... que se tienen que añadir a los datos de la figura
144.
15
En lo que respecta a la alimentación humana, Guamán Poma, a comienzos del siglo XVII, había repetido
con insistencia la importancia de los "yuyos" o hierbas en la alimentación, sobre todo el los períodos entre
cosechas:
"... y cogían hierbas de comida de las susodichas para secarlas y tenerlas en el depósito - collca -
para el otro año." (p. 228).
"... en este mes [agosto] hay gran falta de yuyos y mucha carne y poca fruta." (p. 251).
"... desde este mes [febrero] se puede comer verduras sin daño porque están maduras (...) y en este
mes han de sacar acequias y aderezar las aguas manantiales y pozos y aderezar las chacras andenes
y sacar piedras para casas y sembrar mucha verdura..." (p. 1134).
"[marzo] y comer lindas verduras y sanas." (p. 1137).
"[mayo] se ha de coger yuyos verduras y secarlas para ogaño y tener que comer coger onquena-
llachoc - pinau - paconca y todos los demás yuyos y ponerlas a secar y guardarse para todo el año
(...) en este mes todas las verduras son buenas y medicina." (p. 1143).
"[julio] se ha recogerse todas las comidas y frutas pasadas y verduras secas - cachayuyo - y meterlos
en los depósitos y despensas." (p. 1149).
Pero parece que bajo el término de "verduras" Guamán Poma designa tanto las legumbres verdes cultivadas
como las hierbas "salvajes", sin precisar si éstas últimas crecen como adventicias de los cultivos o fuera de los
219
campos. En todo caso su papel era muy importante, y estrechamente vinculado en su espíritu a los
problemas de salud. En el estudio que presentamos en el capítulo siguiente, la principal carencia alimentaria
es la de la vitamina A.
220
Con ocasión de un cursillo para promotores campesinos del Altiplano, éstos reaccionaron de
modo muy vivo ante una exposición sobre el deshierbe químico: "¡Pero nosotros necesitamos esas
hierbas para el ganado!".
En el valle de Cañete, "en una terraza con riego invadida por el kikuyo, un agricultor
sembró maíz en hoyos, entre los terrones no pulverizados que resultaron del barbecho con
chaquitaclla. Una parte del kikuyo fue quemada; la otra, enterrada bajo los terrones, no fue
destruida. Al escalonar la operación del deshierbo en dos ciclos sucesivos de cultivo de
maíz, el agricultor se garantizó, en detrimento del rendimiento de maíz, una reserva
forrajera para el pastoreo luego de la cosecha, y un aporte de cenizas renovado en cada
ciclo." (D. Hervé, comunicación personal).
En lugar de cultivar separadamente parcelas de especies alimenticias (productoras siempre
de forraje), y parcelas de especies exclusivamente forrajeras, que exigirían trabajo y semillas, los
campesinos tienen asociaciones entre especies alimenticias cultivadas y adventicias espontáneas.
Estas no necesitan semillas y ningún trabajo hasta la cosecha, y proporcionan forraje mucho más
precozmente que los pastos naturales, que brotan muy lentamente, con lo cual llenan un vacío en el
calendario forrajero.
¿Son importantes las disminuciones de rendimiento por causa de las malas hierbas? Más
bien que citar los pocos resultados de las mediciones que poseemos, ninguna de las cuales se puede
generalizar, mostraremos en dos situaciones diferentes de qué modo las prácticas campesinas de
deshierbe tienden a evitar la competencia entre adventicias y cultivos:
- Cuando la densidad de cultivos es muy baja, tal como sucede a menudo en el Altiplano, al
comienzo de la temporada, "el aporque y la desyerba generalmente no comienzan hasta
fines de diciembre o principios de enero (...) se realiza el aporque y desyerbe una sola vez
en una temporada. El granizo y la helada representan amenazas de magnitud e importancia
mucho mayores." (Carter y Mamaní, 1982: 101). Y es precisamente en razón de las heladas
que la siembra o la plantación se efectúan tardíamente, dejando campo libre a las
adventicias, que valorizan factores del medio aún no utilizados plenamente por el cultivo, al
mismo tiempo que protegen el suelo trabajado contra la erosión.
- A una altura más baja, y en el caso del maíz que a comienzos de su crecimiento es mucho
más sensible a la competencia de las adventicias , lo más frecuente es que los pequeños
agricultores andinos practiquen de 1 a 3 deshierbes por escarda y/o aporque en los dos
primeros meses del cultivo. A continuación dejan crecer las [[317]] adventicias hasta que
alcancen un volumen importante; las cosechan entonces, progresivamente, para la
alimentación animal, y, en algunos casos (Brassica campestris) humana.
En la región de Cuzco el control de las malas hierbas se hace manualmente, en dos etapas
principales: la primera en el momento del primer aporque (Jallmay), más o menos de 30 a 40 días
después de la germinación; luego antes de la floración, cuando el agricultor las cosecha poco a poco,
seleccionando las que pueden servir de forraje o para la alimentación humana.
El efecto negativo de las "malas hierbas" en el cultivo es relativamente reducido, ya que,
gracias a los primeros deshierbes, la invasión por las adventicias no se efectúa sino una vez que que
el cultivo se halla sólidamente establecido; por otra parte, determinadas especies de adventicias no
prosperan sino en suelos abundantemente provistos de elementos nutritivos, de los cuales son, por
otra parte, indicadores.
Estas "malas hierbas" pueden desempeñar papeles positivos en la agricultura, siendo el más
importante la fijación del nitrógeno: a menudo podemos observar "asociaciones" de cebada o maíz
con alfalfas (Medicago lupulina o hispida) y de quinua con lupinos salvajes. Estos últimos no son
comestibles por los animales, pero, si nos referimos al volumen de los nódulos, probablemente fijan
cantidades superiores de nitrógeno a las de la mayoría de las demás especies.
Todas estas razones pueden explicar porqué el deshierbe selectivo tradicional permite
rendimientos culturales más elevados que los de los deshierbes químicos efectuados en fechas
221
B- agronomía y gastronomía 16
Cuando volvimos a visitar a las cinco familias campesinas con las que habíamos trabajado
ocho o nueve años antes (ver el capítulo siguiente), les preguntamos qué técnicas seguían empleando
de las que les habíamos propuesto nosotros, o les habían propuesto otros. Algunas de las respuestas
fueron las siguientes:
- Se dejó de lado una variedad de cebada traída de Huancayo a Huancho hace mucho tiempo
(familia III) porque el grano no revienta cuando se pone a tostar (e "incluso los burros no comen su
paja"). En Camata, Isidro (II) sembró en las parcelas de mayor riesgo (heladas, inundaciones) , y por
lo tanto perdió, a lo largo de los años - las variedades de cebada común que le habíamos llevado
nosotros, reservando las parcelas más seguras para las variedades de granos desnudos, cuya
preparación culinaria es mucho más fácil.
- En Huatta (V) y Huancho (III), las papas "mejoradas" y de alto rendimiento fueron
convertidas en "chuño", mediante la alternancia helada-sol, ¡de la misma manera que las variedades
amargas y los tubérculos enfermos o dañados, y eso a pesar de que su gran tamaño obligue a pelarlas
previamente para ello! En efecto, los campesinos les reprochan ser "aguanosas", siendo así que
preferen las variedades "harinosas", sobre todo cuando se plantan precozmente en octubre. De
manera general en la región, los campesinos se quejan de que las papas que recibieron fertilización
química son "aguanosas" (lo cual podría deberse a un desequilibrio entre elementos en las dosis
recomendadas).
[[318]] - En Huatta (V), las mashuas o isaños cosechadas en el morro son consumidas por los
mismos campesinos, ya que son mejores que las que se cultivan en los camellones de la pampa, que
se destinan a la venta. Y el grano de cañihua no revienta cuando se tuesta sino sólo cuando proviene
de suelos arcillosos (ch'anka), y no de arenosos (aq'o).
Uno se topa con las mismas observaciones en otras partes del Perú. Cerca del Cusco,
"experimentalmente, se ha encontrado que los rendimientos de papa obtenidos por los campesinos
podrían aumentar de 60 a 80 % con sólo el cambio de variedad. Sin embargo, los incrementos no
van aparejados con la calidad del producto, por lo cual existe un rechazo al cambio total" (Cosio
et al., 1983: 9).
En el valle del Mantaro, "en general, los productores consideran a las variedades mejoradas
en relación con las nativas como que rinden más (...), y por el contrario son de baja calidad
culinaria, tienen precios más bajos y no soportan períodos más o menos largos de
almacenamiento" (Franco et al., 1979: 43). Brush et al. (1981), citados por Rhoades (1984: 10),
"han demostrado que las parcelas plantadas con mezclas de variedades indígenas son apreciadas
por sus cualidades culinarias y el consumo en casa, mientras que las variedades mejoradas están
destinadas al mercado o al intercambio, y son plantadas en cultivo puro."
Y, en el caso de todas las especies, la enumeración por los campesinos de las numerosas
variedades que cultivan, incluye en primer lugar, antes que las características agronómicas
(precocidad, resistencia a las heladas...), la utilización culinaria de cada una: por ejemplo en las
cercanías del Cuzco, en el caso del maíz, cada una de las variedades existentes responde a hábitos y
costumbres alimentarias diferentes: la variedad "Blanco Urubamba", de grano grande, blanco y
tierno, da magníficas mazorcas que se cogen en estado lechoso ("choclo") y se comen sancochadas
con el queso local. La variedad "Amarillo Oro," de grano amarillo, más pequeño y duro, se conserva
mejor que la anterior; se consume a lo largo de toda la temporada en forma de granos sancochados:
16
Los autores son los mismos que los del conjunto del capítulo 5.
222
se trata del "mote", una de las bases de la alimentación, junto con las habas, en los días de labores
agrícolas. Otras variedades (Chullpi, occe, piskorunto, confite) son consumidas en forma de granos
reventados, después de tostarse en las cenizas, o con un poco de aceite: la cancha. Todas estas
variedades son la base, igualmente, de una bebida: la "chicha" o cerveza de maíz, ligeramente
fermentada y rica en vitaminas.
Las variedades de maíz que se cultivan en seco (pucuto, uchumuyo) son, en general,
variedades precoces, de mazorca corta y grano pequeño y coloreado, bastante duro. Es el que los
agricultores consumen al último, durante los meses de marzo o abril. Permiten hacer puente con la
cosecha siguiente.
Todas estas modalidades de consumo del maíz y de otros alimentos revisten en general una
gran importancia en las relaciones de trabajo recíprocas, ayni o minka. La calidad del trabajo
realizado por los miembros de la comunidad que vienen a trabajar en ayni depende en mucho de las
viandas y bebidas que ofrecen los propietarios de la parcela (cf. igualmente Gade, 1975; Fonseca,
1977; Tapia, 1986: 52-58; Carter y Mamaní, 1982: 90-108; Orlove, 1987).
Se puede tratar de averiguar en qué medida lo que los campesinos producen determina lo
que comen, relación que no siempre es fácil de poner en evidencia a causa de la importancia de los
intercambios (Sautier y Amemyia, 1986). ¿No se podría, inversamente, tratar de comprender de qué
manera lo que los campesinos quieren [[319]] consumir determina lo que cultivan, y el modo
cómo lo hacen? Hemos visto la primacía de la búsqueda de la seguridad alimentaria, mientras que
el paso por el mercado representa a menudo una pérdida considerable. Pero tal seguridad no es
solamente cuantitativa, y en particular:
- de la misma manera que la dispersión de riesgos, la diversidad de usos culinarios implica la
de las especies y variedades;
- en regiones donde el combustible es escaso y la temperatura de ebullición del agua más
baja, a causa de la altura, la facilidad de cocción es un criterio esencial de elección.
Sin embargo, hay que ser muy prudentes antes de convertir en regla estas observaciones. Las
prácticas evolucionan y no siempre corresponden a lo que dicen las gentes. Así, en Chumbivilcas
(Bourliaud y Reau, comunicación personal), con ocasión de encuestas en las casas de los
campesinos, éstos afirman que separan las parcelas de papa para la venta de las que se destinan para
el auto-consumo. Pero si se concurre a la cosecha se constata que hay de 12 a 15 variedades en una
parcela que se había señalado como de una sola...y los 3 montones para consumo, para "chuño" y
para venta, se hacen tanto en las parcelas de variedad reciente "comercial" como en las de
variedades tradicionales, y no se advierte prácticamente ninguna relación entre variedad, destino
anunciado y técnicas culturales, explicándose éstas por otros factores (capítulo 1).
223
CUARTA PARTE.
[[321]]
Capítulo 6 [[322]]
17
Respetivamente antropóloga, agrónomo y nutricionista. Este capítulo reproduce, completándolas, las
exposiciones de Morlon et al. (1986, en francés) y Montoya et al. (1986, en español).
224
Tal perspectiva planteaba un conjunto de preguntas, la primera de las cuales resulta central:
- ¿Hay compatibilidad entre un objetivo macro-económico externo a los campesinos, formulado
en la época como "transformar el Altiplano en granero del Perú," y el funcionamiento actual de
los sistemas de producción campesinos (condicionado a su vez por un papel muy diferente, cual
es el de proveedor de lana y reservorio de mano de obra barata, asignado a la región desde hace
un siglo y medio)?
[[325]] - ¿Cómo se puede explicar e interpretar este funcionamiento, más allá de las
exposiciones descriptivas de la literatura etnológica, y de las cifras de la literatura económica?
¿Qué relaciones se puede encontrar entre lo que producen los campesinos y su nivel de vida, en
particular su alimentación?
- ¿Qué mejoras técnicas y económicas se debe buscar para estos campesinos? ¿Qué es lo que
ellos piensan al respecto? ¿En qué condiciones el apoyo técnico o una ayuda económica
limitada en el tiempo pueden tener consecuencias positivas duraderas, es decir susceptibles de
desencadenar un proceso capaz de autosostenerse?
La idea de partida era identificar los "cuellos de botella" a través del ensayo, entre las
diversas técnicas propuestas por nuestro Proyecto y otros presentes en la región, de las que nos
parecían adecuadas a la situación de cada una de las familias campesinas estudiadas.
Expusimos en cinco comunidades, en que el Proyecto ya trabajaba, los objetivos y método
de estudio a una asamblea, que eligió una familia entre las voluntarias. Así fue implicada toda la
comunidad, la misma que pudo observar nuestra labor y sus resultados... lo que por otra parte
determinó, al año siguiente, peticiones que, en razón de las separaciones institucionales y la política
elegida por el Ministerio de Agricultura, no pudimos satisfacer en su integridad.
El camino elegido garantizaba las mejores probabilidades de éxito a la tarea emprendida,
pero excluía evidentemente la búsqueda de toda representatividad estadística (¿basada en qué datos,
en qué criterios...?).
Hemos trabajado así con cinco familias campesinas, todas moradoras de las proximidades
del lago Titicaca, y diferentes sobre todo en su situación en cuanto a la tenencia de tierras, y
asimismo en lo relativo a las condiciones del suelo, el clima y la lengua (quechua y aymara).
Luego de un inventario inicial del conjunto de medios de producción (y, como parte de ello,
el levantamiento de un plano de las parcelas, tomando nosotros a nuestro cargo el trabajo de
medirlas, ya que no existen catastros en las comunidades), había que ofrecer, en relación con cierto
número de parcelas o fracciones de las mismas, y sin cambiar la naturaleza del cultivo previsto, lo
siguiente:
- consejos técnicos, nunca obligatorios, basados en la percepción que teníamos de los
problemas de la parcela y del sistema de producción;
- semillas seleccionadas y certificadas, provenientes de las investigaciones agronómicas
efectuadas en la región, y fertilizantes.
Durante todo el año agrícola de 1978-1979 nuestro equipo, compuesto por una antropóloga,
un agrónomo y una nutricionista, ha seguido y registrado las actividades de cada familia: trabajos
agrícolas en las parcelas, intercambios en los mercados semanales, y alimentación. No conocíamos
estudios similares realizados con familias campesinas de los Andes peruanos, y nos concentramos,
por ello, más en la comprensión de lo que sucedía a nivel familiar que en el de la comunidad, sobre
el cual existía ya una abundante literatura.
Cerca de diez años más tarde, en 1986 y 1988, uno de nosotros regresó a visitar a esas
familias. Un lapso como éste, excepcional en esta clase de estudios 18, nos permite:
18
Señalemos aquí, en el Altiplano boliviano, el trabajo realizado sobre un período de quince años en la
comunidad de Irpa Chico, por Carter y Mamaní (1982), en una perspectiva mucho más antropológica.
225
de agravación de las desigualdades sociales) y de su estrategia a largo plazo. En el caso de las cinco
familias, todos los niños en edad escolar van a la escuela, excepto dos niñas de la familia I, y el hijo
mayor de la "comadre" alojada en casa de la familia IV.
Presentaremos sucesivamente las cinco familias, comenzando por la que posee más tierras:
Fig. 148: Comunidad de Collana Segunda. La casa de Melesio está en el centro de la foto
(Julio de 1986). PM.
En efecto, en los últimos años los recursos monetarios de la familia provenían casi
exclusivamente del ganado: quesos, huevos y animales en pie (fig. 177), con excepción de los
alimentos de la ayuda internacional distribuidos en compensación por trabajos realizados por la
colectividad (las cinco familias estudiadas habían recibido así aceite y cereales). Pero a fines de
marzo de 1979 una granizada de violencia excepcional destruyó casi todo: una vez deducido el pago
en producto a los jornaleros, la cosecha se redujo a unas diez arrobas de cebada y otro tanto de
cañihua, cosechados antes de la granizada, y tres toneladas de papas (con un rendimiento
promedio de 12 t./ha., muy superior al de los vecinos, gracias a las técnicas propuestas: semillas y
abonos).
227
[[327]] Cuadro 17. Composición familiar y medios de producción al inicio del estudio.
I II III IV V
Idioma Aymara Aymara Aymara Quechua
COMUNIDADES
Poco unida, población Plan piloto de comunidades Organización dinámica y Organizada y dinámica. Chacras comunales con proyectos diversos.
densa. modelos. Población muy reivindicativa. Colegio, feria Cabeza de distrito. Juicios de tierras con latifundio.
densa. Chacras comunales. semanal.
Superficie total (ha) 355, incluye una laguna 120 (1967, 153 (1978) 3,000
Cantidad de familias 186 (1967), 136 (1978 109 (1967), 84 (1978) 512 (1967), 785 (1978) 397, de los cuales una minoría son comuneros.
Medio natural Península aluvial plana, Ribera del lago en parte Valle abrigado con árboles. -Pampa húmeda en tiempo de lluvias, con riesgo de heladas nocturnas
inundable inundable. Topografía Terrazas. Riego. -Cerro seco con piedras (caliza y arenisca)
variable.
Composición familiar Padres 35 y 34 años Padres 42 y 40 años Padres 45 y 44 años Padres 31 y 27 años Abuelos 70 y 79 años
3 hijas (17 – 8 - 2 años), 2 hijas (21 - 10 años), 5 hijas (18-17-16-12- 8 años), 2 hijos (6 - 1 años) Padres 30 y 35 años
(subrayados : escolarizados)
2 hijos (12 - 5 años) 2 hijos (19 - 7 años) 3 hijos (20-18-16 años) Comadre 26 años con 2 hijos (7 - 1) 1 hija 13 años, 1 hijo 10 años
Territorio ha medidas 0.5 0.7 3.4 4.8 9.6
FAMILIA ESTUDIADA
Número de chacras 18 16 13 6 12
Incluyendo parcelas de totora 4 6 1 pequeña
Tipo de parcelario Archipiélago Archipiélago Mixto (transición) Faja transversal Faja transversal
Número de arados de palo propios 2 0 2 1 3
Vacas 3 0 3 7 7
Toros y bueyes 2 « al partir » 0 1 2 2
Becerros 2 1 2 3 2
Ovinos adultos 0 2 28 10 45
Porcinos (jóvenes y adultos) 2 0 4 3 15
Unidades bovinos, aprox. (1) 7 1 9-10 11 18
Otras actividades (enre paréntesis : Jornalero. Tejido de chompas. (Carpintero) Alcalde. (Herrero)
en caso de necesidad) Migración temporal Migración temporal Antes, albañil.
(1) Equivalente en bovinos adultos del rebaño total
228
1986 - 1988:
Todo el mundo se ha quedado, con la misma distribución de tareas. Pero la familia ha crecido:
Melesio se casó con Virginia en 1980; han nacido tres hijos (figs. 150 y 151). Eso significa más bocas
que alimentar, en extensiones de tierra más importantes, pero con apenas un poco más de fuerza de
trabajo, pues si Silvestre trabaja todavía con arado las parcelas que cultiva personalmente detrás de la
casa, y eventualmente sigue reparando herramientas de la familia o de los vecinos, ha sobrepasado ya
los 80 años (murió en diciembre de 1987) y su mujer los 85...
alejadas para que una granizada no destruya todo, como en 1979, y, sobre todo, una parte de ellas está
situada en un rincón abrigado frente al lago, y, por lo tanto, expuestas a menor es riesgos de helada.
3900 lago
O 1 km X
lago
Fig. 152: Las parcelas explotadas por las familias 4 (en rojo) y 5 (en verde). X: localización
de los aportes de las mujeres. Planos parcelarios en "banda vertical" discontinua,
entrecruzando los diferentes tipos de suelo y de micro-climas debidos a la topografía.
En las tierras que cultivaba antes de su matrimonio (fig. 153), Melesio pudo dejar de esta
manera como pastos las parcelas de la pampa más expuestas a las heladas y al exceso de agua, y, en
consecuencia, los cultivos propios de terrenos de ese tipo: cañihua y papas amargas, que desaparecen.
Las superficies destinadas a papas dulces y cereales se estabilizan (alrededor de 1/3 y de 1 ha,
respectivamente), a pesar de la sequía de 1983, que la familia soportó mucho mejor que sus vecinos
gracias a las reservas que guarda sistemáticamente, y a pesar de las lluvias de 1984 a 1986. El cultivo
que exige menos trabajo luego de la cosecha, el de arvejas, experimentó un fuerte aumento en 1985-
1986, en la parcela más alejada, donde los peligros de robo son más importantes. En el otro extremo
del cerro, donde construye su casa al lado de la de su suegro (fig. 154), Melesio cultiva las mismas
especies (habas, papas, cereales), y también quinua, que ha dejado casi por completo de este lado.
El ganado mayor va mejorando por cruce con el toro de raza Brown Swiss del suegro. Ahora
las vacas paren cada año, lo que permite contar, para tirar del arado, con dos toros de la misma edad y
nacidos allí, y no con dos animales comprados y de diferente edad. Y el aumento de recursos
forrajeros (pastos, cereales, tallos y hojas de las habas y arvejas...) permite acrecentar el número de
animales - con prudencia, sin embargo, pues las lluvias de 1985 y 1986 echaron a perder gran parte de
230
la avena forrajera, así como la alfalfa que se acababa de sembrar: puede ser necesario, a fines de la
estación seca, llevar los bovinos a pastar las hierbas acuáticas ("llachu") en las extensiones que posee
la [332]] comunidad en el lago, cuyo acceso es ahora más fácil tanto porque las tierras "del lado de su
mujer" las aproximan, como porque el lago ha crecido (fig. 165).
Fig. 154: Virginia ata a sus ovejas en el corral al lado de la casa de sus padres (Mayo de 1988). PM.
Los recusos comunales no se limitan al lago: tal como en los años anteriores, Melesio, elegido
dirigente de la comunidad, ha tomado parte en los trabajos en los campos colectivos, cuyo producto
sirve en un cincuenta por ciento para los proyectos comunes (este año, cuna y jardín de la infancia), y
en otro cincuenta por ciento se reparte de acuerdo al trabajo efectuado : así en el caso de la cosecha de
1986, Melesio recibió más o menos 250 kilos de papas y 8 kilos de trigo de invierno producido en los
camellones reconstruidos hace poco en la pampa, luego de muchos siglos de abandono (ver capítulo 4
y fig. 112).
recolectar totoras en los terrenos comunales en el lago, demasiado alejados - y, por lo demás,
no disponen de ningún bote.
Ladera seca :
antiguos andenes
erosionados
0 500 m
[337]] 1986:
La casa, vacía, amenaza con desplomarse por la mucha agua que hay en el suelo (fig. 157).
Mas no son las lluvias de la estación presente lo que ha determinado su abandono: la panadería fue un
fracaso por causas de organización interna y no de mercado; se han separado de la "comadre" a la que
daban hospedaje, y en 1982 Lucila volvió a casa de sus padres, a la salida del pueblo (fig. 152,
mientras que Héctor, una vez concluido su mandato de alcalde en 1979, partió a ganarse la vida fuera.
Ha sido así durante dos años asesor de comunidades campesinas para la Liga Campesina del Valle de
Sandia, que une el Altiplano con la Amazonía (fig. 147). Desde entonces trabaja como minero, a 4,800
metros de altura arriba de Ananea, en una cooperativa que explota un yacimiento de oro abandonado
por las grandes compañías. Los socios se reparten, en cantidades iguales, el valor de la cantidad de oro
obtenida, que varía, de acuerdo a los días, de 30 a 100 intis por trabajador; el promedio, que alcanza en
la actualidad a 60 intis, es decir cuatro veces más que el salario de un jornalero agrícola, permite pagar
232
los medicamentos de Lucila y el salario de los jornaleros que Héctor contrata cuando regresa, una o
dos veces por mes (fig. 158).
Fig. 157: La casa (un poco a la derecha del centro de la foto) y los terrenos de
Héctor y Lucila, durante la inundación (Marzo de 1986). PM.
Fig. 158: Héctor, Lucila y sus hijos Fig. 159: Lucila ordeña una de sus vacas
(Marzo de 1986). PM. (Marzo de 1986). PM.
Esos ingresos exteriores no fueron suficientes cuando se abatieron los dos duros golpes que
fueron la sequía de 1983 y la hospitalización de Lucila en Arequipa en 1984: se tuvo entonces que
vender todo el ganado, salvo una vaca para la reconstitución del rebaño, y en la actualidad no tienen
más que dos vacas (fig. 159) y cuatro ovejas con sus corderos (fig. 160), cuidados junto con los
animales de los padres de Lucila, los mismos que debieron vender también sus toros - pueden vender
queso, pero ya no tienen animales de trabajo.
233
[338]] La fuerza de trabajo disponible para la agricultura es, pues, muy reducida: Lucila, su padre que
tiene 74 años y continúa igualmente su actividad de sastre (confecciona uniformes para los policías del
pueblo), y un "compadre", el mismo que, a cambio de productos cosechados, les ayuda en sus terrenos
y los sustituye en los trabajos colectivos en los campos de la comunidad. Se hallan, pues, en una
situación de gran dependencia de la posibilidad de conseguir, en el momento requerido, trabajadores
y yuntas, y a menudo las extensiones realmente cultivadas son inferiores a lo que habían previsto:
¿sucederá lo mismo en la próxima campaña, para la cual Héctor considera duplicar la superficie
dedicada a papas (fig. 6.6), gracias por una parte a la cantidad de semilla disponible luego de la
abundante cosecha de este año, y, por otra, a los ingresos de la mina, que le permitirían alquilar un
tractor?
Fig. 160: Las ovejas en el corral de los padres de Lucila (Marzo de 1986). PM.
Los terrenos de los padres de Lucila - que no hemos medido - son administrados en forma
conjunta con los suyos, en los que la extensión cultivada se ha reducido en un cuarto, debiendo ser
entregadas "al partir" algunas parcelas, dejadas así en descanso, al "compadre" y a un tío. La
producción de habas ha sido transferida en su totalidad al lado de la casa de los padres; en 1983 se
abandonó un intento de cultivo comercial de lechugas, prometedor sin embargo, a causa del peligro de
robo en razón de la lejanía del habitat: al contrario de lo que acontece con las familias V, III y II,
cuyas parcelas "por el lado de la mujer" son vigiladas por los familiares de ésta, Héctor y Lucila no
parecen contar, en medida adecuada, con la ayuda en vigilancia de sus vecinos, a pesar de los lazos de
parentesco.
[340]] 1988
Sin dejar la mina - se hará reemplazar por peones asalariados, y por el hijo de la comadre, al
cual acogen de nuevo después de la muerte de su madre -, Héctor piensa en regresar a cultivar la tierra.
Varias razones lo impulsan a ello: no quiere que Lucila, siempre delicada de salud, se quede sola,
ahora que su último hijo va a ir a la escuela el próximo año, y que sus suegros se hacen cada vez más
viejos. El y Lucila han recibido seis hectáreas más: una parte por herencia luego de la muerte de
Silvestre, padre de Héctor y Melesio, y otra donada por los padres de Lucila, seguros ahora de que su
hijo (empleado del Ministerio de Agricultura) se quedará en la ciudad. Para trabajar sus once
hectáreas, situadas en ambos lados de la colina, es muy difícil encontrar un tractor de alquiler
cuando no se vive en el lugar. En fin, los ingresos de la mina han permitido ahorrar lo suficiente para
realizar su proyecto: comprar una bomba de agua, sembrar alfalfa y criar vacas lecheras seleccionadas,
de raza Brown Swiss.
234
Fig. 162: La casa de Gregorio (tercera a partir de la derecha) y una parte de sus terrenos
(Julio de 1986). PM.
El arrendamiento percibido por una casa que Gregorio heredó en Huancané, capital de la
provincia, asegura un ingreso mensual fijo que permite:
- por una parte consumir una parte importante de leche, queso y huevos, que en el caso de las
demás familias son vendidos prioritariamente para asegurar ingresos semanales en dinero (fig.
177);
[341]] - pagar los gastos de colegio mensuales para el mayor de los 4 hijos que permanecen en
la casa.
Con una situación relativamente cómoda, es la familia que muestra más interés y efectúa, de
lejos, los gastos más altos en la escolaridad de los hijos, con el manifiesto objetivo de que abandonen
235
el campo: "Hoy en día, ya no se puede hacer nada con la chacra; con la educación de alguna manera
se puede vivir." Son las mismas familias cuyo nivel de vida les permitiría vivir mejor en el campo, las
que tienen mejores oportunidades en el éxodo rural (y viceversa: familias I y II...).
Pero si Gregorio prepara sus hijos para la emigración, no lo hace consigo, ya que mejora su
casa, y, al comprar las parcelas de sus hermanos y hermanas que partieron a la ciudad, tiende a
reconstituir en parte la propiedad de la generación precedente. De las 5 "explotaciones" 1 la suya es la
única en ser a la vez lo suficientemente grande y estar situada enteramente en un medio favorable: un
valle abrigado cuyo clima se ve mejorado aún más por los acondicionamientos existentes: andenes,
arboledas y riego (figs. 161, 162 y 26).
[342]] ¿Cuáles fueron los resultados agrícolas en el año de nuestra intervención? El exceso de agua
durante la segunda mitad de la campaña, así como una granizada en la pampa, afectaron duramente a
toda la comunidad. Sólo Gregorio obtuvo una cosecha correcta (en promedio 7 t/ha. de papas), gracias
a variedades mejoradas (por ejemplo cebada precoz y más resistente al granizo), y a consejos
agronómicos dirigidos en particular a la aereación del suelo. En consecuencia, a la vez para verificar
directamente los resultados logrados, y, sobre todo, para regresar con su salario pagado en productos
cosechados, con los cuales ensayar la misma variedad al año siguiente, 16 vecinos se presentaron
espontáneamente para tomar parte en la cosecha de papas: aunque una mano de obra de esa magnitud
no era necesaria, las reglas sociales andinas obligaban a aceptarla, luego de lo cual quedaron, no
obstante, 2 toneladas para la familia. Gregorio vendió, de otro lado, desde febrero, las semillas propias
que había guardado desde antes de nuestra intervención para estas parcelas.
Gracias a condiciones económicas iniciales favorables, es probable que Gregorio sea quien
aproveche de manera más duradera nuestra intervención, con resultados que se traducen de inmediato
en una mejora del nivel de vida. No obstante, si bien es el que está en mejores condiciones para una
agricultura de venta (por lo demás cambia con regularidad productos agrícolas por tejidos de lana de
llama y de alpaca traídos por los pastores de altura, y los vende ocasionalmente en el mercado; de
igual modo ha seguido sembrando colza hasta el fin del Proyecto, el mismo que le aseguraba su
compra), sus perspectivas de futuro inmediato nos parecen ser prolongación directa de lo que
pudimos observar: aumento de las tierras y del ganado que alimentan, gracias a la posibilidad de [343]]
acudir, en caso de necesidad, a recursos muy variados, como venta de ganado, arrendamiento,
ebanistería, remisiones de los hijos que han emigrado (?), y, eventualmente, venta de productos
agrícolas o algún negocio.
1986:
Luego de la emigración de otros dos hijos a la costa, no quedan más que dos: la última hija y,
con su mujer y su recién nacido, el menor de los muchachos ,"que quisiera estudiar pero no hay dinero
para hacerlo" (fig. 164). Uno de los dos será, sin duda, el único que herede las extensiones que
Gregorio ha aumentado en un 50 % más, por compra a sus hermanos y hermanas que viven en la
ciudad (fig. 163). Tal ampliación, sin embargo, fue brutalmente detenida por la sequía de 1983: el río,
los canales de riego y la laguna se secaron, y una parte del ganado murió, de modo que Gregorio y su
familia tuvieron que ir a comprar totoras por cortar en el lago. En 1986 acababa de reconstituir el
ganado que tenía en 1978.
[344]] En conjunto, los cultivos han seguido el crecimiento de la extensión total, con los límites
impuestos por la falta de mano de obra: la papa, cultivo que exige mayor cantidad de mano de obra,
oscila como antes alrededor de 1/2 hectárea; las especies que más han progresado (cebada, avena,
habas y arvejas) son las que, además de servir para la alimentación humana, proporcionan forraje para
las vacas, en tanto que las ovejas pastan en los pastizales y los terrenos en descanso (no es sino en
1
Ponemos entre comillas esta palabra, que no utilizamos en otra parte, porque en el caso de esta familia, así
como en el de las demás que presentamos en el presente capítulo, las relaciones con la vecindad, la comunidad y
los membros de la familia emigrados, hacen que no haya superposición entre la unidad de producción, cuyos
límites son vagos (o, más bien, varían según los criterios que se adopta), la unidad de consumo y la unidad de
presupuesto.
236
octubre y noviembre, cuando ya no hay nada que comer, que las ovejas reciben avena y paja de
cebada, en tanto que las vacas se alimentan entonces con las totoras de la laguna y las hierbas
acuáticas sacadas del río y de los canales de riego).
m
3
-1
--2
-3
-4
1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990
Fig. 165: Variaciones del nivel del Lago Titicaca durante el siglo XX (M. Banegas, según datos
del SENAMHI). Cada metro corresponde aproximadamente a 250 km2, o sea 25,000 ha.
² La extrema precariedad de los cultivos alimenticios - en 1978 y 1979 se perdió la cosecha de
varias parcelas como resultado de granizadas e inundaciones -, en una extensión tan reducida, obliga,
pues:
- por una parte a valorizar al máximo la producción forrajera, que es la única segura, ya que es,
en el conjunto, menos sensible a las heladas y la sequía. Con el dinero adelantado por su
compadre, Santiago compra cada año dos bueyes o toros flacos, los hace engordar con totoras
durante el estiaje del lago, hasta diciembre, y los utiliza para la labranza. Cuando el nivel del
lago vuelve a subir, los vende, y el precio obtenido se reparte por partes iguales ("al partir").
- por otra parte, a valorizar la fuerza de trabajo que queda disponible al concluir la estación de
lluvias, antes de las necesidades de mano de obra para la cosecha, y de dinero para la época de
inicio de las labores escolares. Santiago va así en marzo, al [346]] menos una vez cada dos
años, a trabajar en la cosecha de arroz en Camaná (a 500 km. por carretera, fig. 147): de ese
modo prolonga, en otro contexto, las relaciones económicas de sus ancestros Lupaqa con los
valles de la costa...Su salario, que le es cancelado en dinero, sirve sobre todo para pagar el
viaje, pero la autorización de espiguear concedida a su hija mayor, que le acompaña, les
permitió traer la última vez 350 kg. de arroz con cáscara, en marzo de 1978. En la evolución
de las extensiones cultivadas (fig. 166), los viajes a Camaná corresponden a menores
superficies de papas.
[347]] Ello no permite sin embargo sino un nivel de vida muy bajo, y esta familia es la única de las
cinco que no envía a sus hijas a la escuela, y las relega al cuidado de los animales y las tareas
domésticas: "Sólo los varones deben ir a la escuela, y no las chicas, ya que éstas deben quedarse
siempre en casa para ayudar a su madre en la cocina, o para cuidar los animales." (Santiago, 1978).
¿Qué sucedió el año de nuestra intervención?
El nivel del Lago subió aún más, obligando a la familia a evacuar su casa a partir de febrero.
En cambio, las semillas traídas y los consejos agronómicos (por ejemplo, tomar en alquiler un bote de
un vecino para transportar a las tres parcelas arenosas del cordón [348]] litoral de Sicata la mayor parte
de las deyecciones animales, en lugar de acumularlas en los asfixiados terrenos próximos a la casa; o
también, inspirándonos en las técnicas costeñas precolombinas consignadas por los cronistas, recoger
los peces muertos arrojados por las olas para abonar los campos de papas de Sicata), permitieron una
cosecha de papas realmente excepcional, de 15 a 40 t/ha., según las parcelas: luego de pagar en
especie el transporte en bote, quedaron 3,500 kg. para semillas y el consumo de la familia, la cual, por
primera vez, no tuvo necesidad de comprarlas. Santiago prefirió no ir a Camaná, para vigilar los
cultivos y asegurar la cosecha, y empleó una parte del dinero de la venta de los toros en reparar sus
238
herramientas agrícolas y comprar otras nuevas, así como adquirir costales para transporte y
almacenamiento, afirmando que estaba decidido a hacer todo lo posible para obtener los mismos
resultados al año siguiente. Mostró así su apego a la actividad agrícola, de lo cual era indicio la no
escolarización de las niñas (pues la escolarización es vista sobre todo como una preparación para el
éxodo rural).
Nuestra intervención técnica mostró lo que era posible hacer para los cultivos (el ganado, muy
parasitado, ¡habría requerido un trabajo análogo!), con medios lo bastante limitados como para
poder ser renovados en cada campaña. Pero esta perspectiva sigue siendo muy frágil luego de un
solo año, y de todas maneras la muy reducida superficie disponible no permitirá que continúen en el
terruño los 5 hijos, que deberán emigrar; las niñas se verán entonces en desventaja muy grande, por su
analfabetismo. El recojo de arroz en Camaná, y el recurso a la crianza de ganado "al partir", resultarán
así indispensables.
Fig. 168: Panorama de la península de Ilave, en dirección del Lago Titicaca. La comunidad de
Santiago y Alejandrina, Sullcacatura, está al fondo a la izquierda (Diciembre de 1985). PM.
1986:
Durante cuatro años, hasta la muerte accidental de Santiago al regreso de un día de mercado en
1984, la familia continuó bajo el impulso tomado en 1978-1979, con buenas cosechas; en esta zona al
nivel del agua (fig. 168), incluso la sequía de 1983 no tuvo en lo inmediato consecuencias tan graves
como en las partes más altas. Pero como todo el mundo preveía que la sequía iba a continuar, y que el
nivel del lago habría de bajar [349]] (fig. 165) - cosa que fue anunciada incluso por la radio y en los
diarios por pretendidos "especialistas" 2 -, se realizaron muchas siembras en los terrenos que acababan
de quedar al descubierto, pero luego el agua alcanzó de un solo golpe el nivel anterior al de la sequía,
como consecuencia de las lluvias torrenciales de enero de 1984; las de 1985 y 1986 hicieron que se
elevara aún más, a un metro y medio... Gran parte de la comunidad se halla bajo el agua, y la mayor
parte de las casas de adobe, entre ellas la de Santiago y Alejandrina, se desplomaron (fig. 169).
Alejandrina se refugió en una parcela no inundada, perteneciente a su padre, junto con sus hijos, su
padre, su hermana, su cuñado y sus hijos, donde viven en una cabaña construida con las calaminas
recuperadas de sus antiguos techos. Como no saben lo que ha de suceder con el lago, no se atreven a
construir allí una nueva casa, cosa que permitirían sin embargo los ingresos actuales, mucho más
importantes que antes.
En efecto, en el agua que ha cubierto estas tierras ricas en materia orgánica a causa de la
densidad del ganado y de la población, las hierbas acuáticas crecen en abundancia: la alimentación
2
Estas "previsiones" no son en realidad válidas sino cuando varios años consecutivos se asemejan, pues se
fundan en la observación de plantas y animales, los mismos que no informan sino sobre el clima pasado, y no
sobre el que ha de venir.
239
de las vacas se halla garantizada y permite la venta de quesos (de 3 a 4 intis cada pieza, la misma que
es luego revendida a 10 - 15 en Puno, a 70 km. de distancia...) Pero sobre todo se han multiplicado los
peces, y toda la comunidad se ha puesto a pescar después de haber aprendido a hacerlo en las
comunidades de pescadores.3 La familia de Alejandrina ha comprado un bote y redes (fig. 170); en
julio (fin de la estación de pesca) obtiene de 60 a 70 intis al día por la venta de pescado a comerciantes
que acuden en camioneta; y además la alimentación resulta mucho más nutritiva que antes.
Fig. 169: La tumba de Santiago y, saliendo apenas del agua al centro de la foto,
las ruinas de su casa (Julio de 1986). PM.
3
"La pesca ha sido siempre una ocupación inferior, dejada a la población más pobre del altiplano. Economía de
simple subsistencia, se torna a veces en complementaria en el caso de ciertas comunidades pobres, que para
compensar la insuficiencia de sus recursos agrícolas se dedican a la pesca de modo temporal." (VELLARD,
1963: 65 - 66).
240
Zona con
heladas pero
sin exceso de
agua
0 200 m
Lago
(6 parcelas
de totoras)
Dos acontecimiento recientes, quizás vinculados entre sí, parecen determinantes para la
evolución de la familia:
- la única vaca lechera murió de meteorismo en febrero de 1978, en ausencia de Isidro. Ahora
bien, su leche, fresca o transformada en quesos, era en parte consumida por la familia, y en
parte vendida en la feria semanal, constituyendo la única fuente de ingresos monetarios
regulares. A falta de ganado, se obtiene dinero con la venta de la fuerza de trabajo, y la familia
se ha puesto a confeccionar en su domicilio chompas de lana de alpaca. Esta es comprada
todas las semanas en la feria (en la fig. 177 hemos descontado el valor de esta circulación de
fondos de las columnas de "ingresos" y "gastos"), hilada por Isidro y tejida por Julia hasta altas
horas de la noche. Para la venta de las chompas, así como de los demás productos, [351]] los
pequeños campesinos dependen de un único intermediario, cuyos precios no siguen ni el alza
en el costo de vida ni la de los precios de reventa en la ciudad; la remuneración del trabajo se
halla muy por debajo del mínimo legal. La mayor parte de los ingresos monetarios ya no
proviene de la actividad agropecuaria. Se tiene aquí un ejemplo de
"descampesinización".No hemos registrado ningún gasto productivo para la agricultura,
excepto una vacuna... Notemos que la familia compra fuera incluso la lana para su ropa, pues
las totoras, cultivo forrajero, quedan reservadas para los vacunos.
241
1986:
Isidro, elegido vocal del consejo de la comunidad, y Julia, participan activamente en las
actividades comunales: trabajos agrícolas y construcción del jardín de la infancia y del salón comunal,
labor remunerada con víveres de la ayuda internacional. Los mecanismos comunales, y sobre todo la
muy importante ayuda de su hijo y de su yerno (obreros de carreteras en Moquegua), les permitieron
afrontar el año 1983: en una de sus migraciones temporales a la costa, Isidro debió ser operado y
242
hospitalizado durante seis [353]] meses, lo cual le costó 3,500 intis. Debieron entonces vender todo lo
que les quedaba de animales, en tanto que la mayor parte de sus terrenos se quedaban en abandono, o
eran entregados a otras personas, en garantía por préstamos de dinero (fig. 174).
Desde entonces, en extensiones reducidas o transformadas por la subida del lago (figs. 172 y
173) y la recuperación por su propietario de las tres parcelas que cultivaba "al partir", y luego de un
canje amistoso con un tío para "acercar" una parcela alejada, y de la herencia de otra, vuelven a
aumentar cada año la superficie dedicada a papas, a medida que la cosecha precedente les proporciona
las semillas suficientes (fig. 174).
Fig. 173: Panorama de la comunidad de Camata en Mayo de 1988. El nivel del agua
ha bajado, pero parte de las chacras queda inundadas. PM.
A pesar de su nombre - San Isidro es el patrono de los labradores - Isidro nunca tuvo un arado
ni animales de tiro; anteriormente los obtenía por "ayni", a cambio de su trabajo personal. Luego de su
operación eso ya no es posible, y depende para el trabajo en el campo de la ayuda de los vecinos: sus
cultivos son raquíticos, ya sea por haber sido sembrados muy tarde, ya sea porque los ahoga la mala
hierba que Isidro "guarda para alimentar el ganado," actualmente refugiado en pastizales de altura
prestados por la SAIS vecina. Ahora bien, si la práctica, muy generalizada, del recojo progresivo de
las malas hierbas para dar de comer al ganado, puede justificarse a comienzos de estación, no lo es ya
en marzo, cuando los cultivos alcanzan su pleno desarrollo.
Isidro y Julia comienzan a reconstituir un pequeño rebaño de carneros, y crían dos vacas
lecheras y cuatro terneras que pertenecen a su yerno y a su nuera, que viven en Moquegua.
Actualmente sólo la capacidad de trabajo limita la cosecha de forrajes acuáticos, y, como en otros
tiempos, la venta de quesos y huevos proporciona una parte de los ingresos monetarios empleados en
la alimentación y en la escolaridad del último hijo, que entrará al colegio el año próximo. Pero lo
esencial de los ingresos proviene del tejido de chompas, vendidas ya sea al intermediario que les
provee de lana bruta y les paga de 5 a 10 intis cada pieza. ya sea a la cooperativa fundada por la Iglesia
Católica en la vecina comunidad de Camacani, de donde Julia procede. Desearían entrar a esa
cooperativa, cuyos precios son más ventajosos, pero les falta dinero para pagar su aporte social y un
stock de lana de alpaca.
[356]] 1988:
Isidro y Julia (fig. 175) no pudieron (¿o no quisieron?) pagar su ingreso a la cooperativa de
Camacani; se han dado cuenta de que la venta de los tejidos en el circuito tradicional no remunera el
trabajo empleado, y han abandonado en gran parte esa actividad. En reemplazo, cuidan las vacas que
pertenecen a sus hijos y a vecinos que han emigrado a la ciudad, y venden la leche (de 2 a 3 litros por
vaca y por día) a la vera del camino. Para obtener forraje han plantado totoras (fig. 176) "que dan
bien" en sus parcelas inundadas, y van a trabajar como jornaleros a la granja experimental de la
Universidad de Puno, en Camacani.
243
Fig. 176 : Las totoras del Lago Titicaca sirven como forraje para el ganado
vacuno hasta el mes de Diciembre (aquí en la bahía de Puno). PM.
244
Sería de veras riesgoso tratar de extraer conclusiones a partir solamente de los casos de estas
cinco familias. Por ello los vamos a completar a lo largo de estas páginas con los resultados obtenidos
por otros estudios realizados cerca del lago Titicaca (fig. 147), en particular el llevado a cabo desde
1980 por el proyecto PISCA 4 en las comunidades campesinas de Luquina Grande y Camacani (esta
última citada ya a propósito de la familia II). Interpretaremos en primer lugar lo que constatamos
actualmente - lo que es -, y luego discutiremos lo que podría ser.
4
Proyecto PISCA = Proyecto de investigación en Sistemas de Cultivos Andinos. Los resultados que se
reproducen aquí son tomados de las publicaciones: "Diágnóstico Técnico Agropecuario y Socioeconómico de las
comunidades de Camacani y Luquina Grande." (1982); "Caracterización Preliminar del Sistema de Producción
de la Unidad familiar campesina" (1986); "Recursos forrajeros en una comunidad del Departamento de Puno"
(1986), así como de las de Tapia ( 1986) y Kervyn et al. (1983).
5
Tales cambios, en todos los ámbitos - ver por ejemplo la evolución de las extensiones de cada cultivo, figs.
153, 156, 163, 166, 174 - relativizan en inmensa medida los resultados de encuestas obtenidos en un
momento dado. E incluso las evoluciones observadas en un período corto no pueden ser extrapoladas, ya que
pueden ser reversibles: Héctor volverá probablemente a la tierra después de haberla abandonado; cuando, en un
plazo desconocido, el lago haya bajado de nuevo, las familias I y II sustituirán las totoras y el "llachu" por la
cebada y las papas...
6
Hemos propuesto la expresión de "sistema de producción rural", y no solamente agrícola (Morlon, 1981a;
Morlon et al., 1982).
245
Todas las familias han afirmado que lo que cultivan les sirve para comer, pero que con esta
única actividad no les alcanza para vivir, porque el campo no rinde plata para comprar los demás
bienes que la familia no produce 7 ; esta función corresponde a la crianza de ganado, a la artesanía o al
trabajo asalariado temporal: "La agricultura sólo es para comer; no acostumbramos vender [los
productos del cultivo], nunca lo hemos hecho" (Melesio, quien sin embargo ¡ dispone de la extensión
más grande!).
Así, en el año del cual conocemos casi todos los intercambios que efectuaron (fig. 177), las
familias no vendieron productos vegetales. 8 En cambio todas vendieron al menos un vacuno, y,
salvo en el caso de la familia II, la parte de las entradas originadas en la venta de animales es
abrumadora (en el campo, las familas consideradas [360]] más pobres son las que no tienen bovinos).
Todas vendieron igualmente su trabajo, bajo modalidades y en lugares muy diversos, para obtener el
dinero necesario.
Aun si no es tan nítida en todas partes, esta constatación resulta universal en las márgenes del
lago. Tomemos como ejemplo el de la comunidad de Luquina Grande (fig. 147), que disfruta de un
microclima muy favorable. Los ingresos monetarios de una familia considerada representativa de los
campesinos "medios", con 1,5 ha. de tierras, provienen sólo en un 20 % de los cultivos (tubérculos 8,2
%, y cereales 11,7 %), contra más de 50% de los animales (29,6 % animales en pie, y 21,7 % en
productos), y cerca de un 30 % de la venta de su fuerza de trabajo (12,6 % en la comunidad, y 16,2 %
en migraciones temporales).
Los cultivos comerciales de flores y legumbres en la orilla sur del lago, cerca de la ciudad de
Puno, constituyen la excepción que confirma la regla: gracias al microclima y a los recursos de agua,
que reducen los riesgos de la producción, y gracias a condiciones de comercialización remuneradoras
en el mercado de la ciudad.
En cambio (fig. 178), lo esencial de la alimentación de las familias consiste en productos
vegetales e incluso la totalidad, en el caso de las más pobres, en las cuales la leche y los huevos son
destinados, antes que nada a proporcionar un ingreso semanal.
Son estas opciones lo que debemos explicar ahora.
7
Los bienes que la familia utiliza pero no produce son numerosos: productos industriales (utensilios de cocina,
útiles escolares, velas, petróleo, cerillas, bicicletas, receptores de radio, máquinas de coser, medicamentos...),
servicios (sobre todo transporte, pero también asesoría legal, consultas médicas...), e igualmente vestidos y
alimentos.
8
Es nuestra intervención (entrega de semillas para los ensayos) lo que explica la venta de algunas de sus
semillas. Pero ésta es por completo anormal; globalmente, su monto es desdeñable.
246
"Hace años el SIPA nos dio semilla de papa y fertilizantes. Nos prestaba para pagarles
cuando recogiéramos la cosecha. Se devolvía la misma cantidad, más intereses pagados
también en productos. No nos conviene ese trabajo porque no se puede asegurar buena
cosecha. Sería bueno tener crédito , pero el problema es el interés grande que se debe pagar,
y por eso preferimos morirnos de hambre que endeudarnos." (Isidro, noviembre de 1978).
2.1.2. El "topo"
Los campesinos reservan los gastos monetarios (productos fitosanitarios, semilla o
reproductores) a las producciones destinadas a la venta, y no los efectúan, prácticamente, para los
cultivos dedicados al auto-consumo. Pero como la alimentación es la necesidad fundamental, y la
menos postergable, dedican en prioridad al autoconsumo alimenticio la extensión de tierra que
estiman suficiente 9, y la mano de obra correspondiente. En la península de Capachica (Velasco, 1986
b), ello significa una media hectárea de papas, otro tanto de "cultivos andinos" (quinua, cañihua y
tubérculos secundarios), y 1,25 ha. de cebada y avena (una parte de la cual se destina a los animales) :
el orden de magnitud es el mismo que el de las extensiones cultivadas por las familias III, IV y V (fig.
153, 156, 163).
Velasco (1986, a y b) llama a esta extensión de tierra "EVAA": "espacio vital agrícola de auto-
consumo"; pero evoca sobre todo lo que Garcilaso (1610, libro V, capítulo 3) decía de la repartición de
las tierras en tiempos de los Incas:
"Daban a cada indio un tupu (...). Era bastante un tupu de tierra para el sustento de un
plebeyo y casado y sin hijos. Luego que los tenían le daban para cada hijo varón otro tupu, y
para las hijas a medio. Cuando el hijo varón se casaba le daba el padre el tupu de tierra que
para su alimentación había recibido, porque echándolo de su casa no podía quedarse con
ella."10
9
Se trata de una noción estadística, teniendo en cuenta años buenos y años malos. Cuando hay excedentes, son
por lo general guardados para los años malos (familia V).
10
No conocemos con exactitud el alcance y generalidad de esta regla, ya que sabemos que por otra parte el
derecho a la tierra se trasmitía hereditariamente (ver la discusión que hace Murra 1979: 278-279). Lo que nos
importa aquí es la persistencia, en la concepción andina:
- por un lado, de la noción de una extensión necesaria para la subsistencia de una familia, que depende a la vez
del tamaño de la familia y de las condiciones ecológicas: "...un topo que se reparte a un indio en tierras
templadas, se debe multiplicar por seis y a veces por diez en lugares fríos..." (don Guillermo Gato, 1713, citado
por Rostworowski, 1964, cf. cap. 2 de este libro).
- por otro lado, de la relación entre esa extensión de terreno y el trabajo para hacerla producir, sin lo cual la tierra
no tiene ningún valor: "Un factor básico en la capacidad de controlar las tierras era el hecho de que en los Andes,
las tierras sin gente no tenían valor, eran estructuralmente inexistentes. La tierra y la gente para trabajarla sobre
un recíproca formaban una sola unidad, que los estudiosos de las ciencias sociales pueden separar con fines
analíticos, pero que nosotros debemos volver a unir si deseamos comprenderlo según el criterio andino." (Murra,
1964: 435).
247
- Muchos, como las familias I y II, no disponen sino de superficies muy pequeñas, muy
insuficientes para asegurar su autoconsumo al menos con las técnicas y rendimientos habituales.
Incluso cultivando la casi totalidad de esa superficie, deben comprar una gran parte de su
alimentación de base (fig. 180, A): ya sea papas, habas y cebada producidas en la vecindad, ya sea
alimentos industriales (azúcar, fideos...), que aportan calorías muy baratas cuando son
subvencionados. Se trata de una alimentación esencialmente calórica, con deficiencias cualitativas que
pueden ser importantes en ciertas épocas del año (cuadro 19). Venden productos de la ganadería, pero
como el ganado se ve limitado por las dimensiones de la propiedad (más o menos, según la extensión
de las totoras), las familias deben vender también su trabajo, mal remunerado: artesanía, migraciones
temporales... [363]] Cuando el trabajo es esencial para sobrevivir, se ve privilegiado en relación con los
cultivos, los mismos que, mal atendidos, producen poco: un círculo vicioso.
Cuadro 18. Pobreza y repartición desigual de las tierras en las comunidades campesinas.
Comunidad y año Porcentaje de las familias que tienen
Sin tierra 0 a 1 ha 1 a 2 ha Más de 10 ha
Sullcacatura 1967 21 1 10 10
Huancho 1967 12 231 31 s.d.
Collana 2da 1977 2.6 4 13 6.5
Camacani 1980 92 5 s.d.
Luquina Grande 1980 79 19 s.d.
- Los que disponen de una extensión exactamente suficiente (fig. 180, B), tienen necesidad de
comprar muy pocos alientos en el exterior: la proporción de autoconsumo alimentario es la máxima.
248
[364]] - Más allá de este umbral, como sucede con las familias III, IV y V, pero también, y con mayor
razón, con los "agricultores medios" y los grandes propietarios, toda extensión suplementaria es
destinada a la ganadería, la misma que, a la vez:
. permite capitalizar, ya sea en la agricultura, ya sea lanzándose al comercio o los
transportes, o invirtiendo en los estudios de los hijos;
. puede proporcionar una parte creciente de la alimentación de la familia (figs. 178 y
180);
[365]] . procura dinero que permite consumir productos de tipo "urbano": pan, cerveza,
frutas, más caros en el campo que los tubérculos y granos que compran las familias pobres
(fig. 180, C).
Por lo tanto, la proporción de autoconsumo alimenticio disminuye - la familia III es la que
compra en el exterior alimentos por el monto más elevado (en particular frutas, legumbres,
condimentos, bebidas gaseosas...), mientras que su sistema de producción es el que permite la
alimentación autoconsumida más nutritiva, variada y equilibrada...
El trabajo de varios años con numerosos productores de todas las categorías, y los demás
estudios llevados a cabo en la región, nos permiten pensar que es muy general la "regla" según la cual
no se cultiva toda extensión por encima de la necesaria para la alimentación básica de la familia. No es
por casualidad, entonces, que en el departamento de Puno los pequeños campesinos, que representan
el 80 % de la población rural, producen igualmente el 80 % de los artículos alimenticios, en tanto que
no disponen más que del 10 % de las tierras.
Las grandes propiedades (privadas o formalmente "cooperativas"), incluso cuando poseen las
mejores tierras, practican allí una ganadería extensiva para la exportación de lana, y en lugar de
utilizar las deyecciones animales como fertilizante para los cultivos (cap. 2.2.4), las venden por
camiones enteros como combustible a los fabricantes de ladrillos de la ciudad...
11
Existe el trueque, pero es residual. Es exigido por los pescadores del lago y los criadores de altura, que lo
consideran más ventajoso gracias a la supresión de los intermediarios (Montoya, 1979; cf. igualmente Orlove,
1982b y 1983).
12
Un 60 % de los vacunos exportados por la región provienen de las márgenes del Lago, ya sea que hayan
nacido en ellas, ya sea que hayan sido engordados allí luego de nacer en la puna.
13
Velasco (1986a y b) efectuó la misma constatación en 350 familias encuestadas en la península de Capachica.
Habla de una "doble racionalidad campesina", pero pensamos que estas opciones son la expresión de una sola y
misma racionalidad - los campesinos no son por lo demás los únicos en hacerlo.
249
valor aquéllos cuya producción y cosecha requieren trabajo: totoras, avena y cebada, tallos y hojas de
habas y quinua...
[366]] En cambio, la producción de las ovejas y carneross está destinada al autoconsumo: a causa del
bajo precio relativo de su carne en el departamento de Puno, y, en lo que concierne a la lana, de la
competencia de las grandes propiedades, y también porque hay menos pérdidas cuando una familia
abate un animal de pequeña talla, cuya carne puede consumir o hacer secar más rápidamente (cf.
Thomas, 1973). No se benefician, "pues", de cuidados veterinarios, y pastan en magras praderas
naturales, como explicaba Gregorio en 1978: "Si tenemos pastos naturales, podemos hacernos de
ovejas; si no tenemos, no podemos, porque las ovejas sólo comen pastos naturales."
14
Hasta hoy en día las acciones de desarrollo han buscado mucho más acrecentar la productividad de las horas
de trabajo de los campesinos (por medio de mejoras técnicas), que el número de las mismas (por cambios en la
tenencia de la tierra, por ejemplo...).
15
Desde este punto de vista, la duración del presente estudio representa una ventaja considerable.
251
250
hipótesis
de
200
estructura
de la
población
150
100
50
Conquista
0
1500 1600 1700 1800 1900 2000
Agraria. La repartición de la la tierra permanece muy semejante a la anterior a toda reforma agraria
(Bourricaud 1962: 103 107; Vellard 1963: 71; fig. 183).
% de las familias
1-5 ha
< 1 ha
> 1000 ha
0.8 3.2 73.8
La opción elegida de no emplear técnicas intensivas (en dinero y/o trabajo) se explica por los
riesgos climáticos 16 , los mismos que a su vez dependen de las técnicas usadas:
[372]] - por una parte, de las infraestructuras permanentes (camellones, andenes, árboles,
riego), cuya degradación o abandono son resultado de la historia social y política, y que los
campesinos no mantienen o reconstruyen sino cuando se hallan seguros del disfrute de la
tierra;
- por otra parte, del conjunto de técnicas de cultivo (incluidas las variedades) - uno se puede
preguntar si el atraso de la región a este respecto no proviene de la exclusión autoritaria de
toda investigación sobre cultivos hasta más o menos 1970, para dejar campo libre a la
ganadería de las grandes propiedades (¿qué sucedió con el equipo de agrónomos peruanos que
en 1955-56 obtuvieron más de 3,000 kg/ha de quinua y cañihua?).
"Otra de las causas del atraso de la agricultura, ha sido la orientación industrial. Ella fue
primero minera cuando el auge de los yacimientos, pasando después a ser ganadera. (...) Los
capitales se han dedicado así a la ganadería por ser de mayores rendimientos y mejores
ventajas."(Romero 1928: 406).
Hay otro obstáculo de envergadura que no incita, precisamente, a invertir dinero en la
agricultura de víveres: los bajos precios que se pagan a los agricultores, y la insuficiencia de los
circuitos de recolección (ver nota 18).
2.2.3. La comercialización
Algunos hitos históricos en relación con los cereales, y en particular con el trigo, permiten
identificar los problemas, que serán tratados desde otro ángulo en el capítulo 6.4.
En 1567 Garcí Diez notaba: "trigo no ha visto vender en la provincia por no haber molinos en
que se muela." Un tiempo después, en el Altiplano el cultivo del trigo siguió a la introducción de los
molinos, y se mantuvo durante más de tres siglos.
En 1899 Kaerger decía de los valles del Cusco, próximos al Altiplano, pero beneficiados por
un clima mucho más favorable, lo siguiente:
"Dos razones explican el precio sorprendemente bajo del trigo. En primer lugar, la calidad
del trigo es mala y la harina sólo se produce en molinos muy pequeños, por lo que hasta en el
Cusco se prefiere importar la buena harina chilena. En segundo lugar, porque en los valles
del Cusco en realidad no existe un comercio del trigo. Los únicos compradores son los
panaderos, quienes sólo se abastecen de lo inmediatamente necesario para moler y hornear.
(...) Mientras los panaderos del Cusco pagaban 4 soles por la fanega de trigo, el dueño de un
molino en Arequipa, en el mismo momento, anunciaba en el periódico que quería comprar 200
lbs. de trigo blanco, seco, puro y de buena calidad por 6.80 soles, o sea 260 lbs. (que es el
peso de la fanega en el Cusco, en Arequipa la medida es otra vez distinta), a 8.84 soles. (...) Al
mismo tiempo, y también a través de un anuncio en el periódico, el molino vendía el quintal
(100 lbs.) de trigo nacional a 6.40 soles y el de trigo chileno a 7.50 soles. Las cifras indican
tanto el alto margen de ganancia de los molinos como la supremacía del trigo chileno."
([1899] 1979: 28-29) (ver 3.3.2.1.).
En 1913 Paul Walle escribía: "la agricultura no ha alcanzado un gran desarrollo en la sierra,
pues la actividad de los agricultores se ve grandemente paralizada por la dificultad de los
16
Los dos obstáculos, riesgos climáticos y dificultades de comercialización, no afectan solamente a los
campesinos de las comunidades. En la "microregión" de Juliaca, hay 930 "agricultores medios", propietarios de
algunas decenas a centenas de hectáreas, que no se ven limitados ni por la extensión, ni por la falta de material
agrícola, ni por el acceso al crédito y a las técnicas modernas. Pero todos ganan dinero mucho más fácilmente en
otras ocupaciones (comerciantes, profesiones liberales, funcionarios), que vendiendo el producto de sus cosechas
(O. Velasco, com. pers.).
254
medios de comunicación. Su insuficiencia es tal que la zona templada de la sierra, que podría
producir en abundancia todos los cereales, pues por doquiera el suelo está cubierto por una
enorme capa de humus, no puede proveer a los habitantes de la Costa, que deben comprar su
harina en Chile (...) El maíz y el trigo son objeto de cultivos bastante [373]] importantes, sobre
todo en el departamento del Cuzco (...) desgraciadamente, como no es posible trasportarlos a
los centros de consumo, se debe dejar de lado la exportación de estos productos (...) Los
departamentos susceptibles de iniciar un gran desarrollo agrícola son los de Puno, Cuzco,
Huánuco, Junín (...) Como se ve, la explotación en grande de estos diferentes productos
podría ser remuneradora, (...) 1) si las técnicas agrícolas de la sierra se modernizaran un
poco; 2) si los precios de flete por ferrocarril bajasen a 2 centavos por tonelada por
kilómetro" (p. 197-200).
Pero el desarrollo de los transportes ha tenido efectos inversos a los esperados por P. Walle:
En 1980, a 50 kilómetros de Puno, ante los magníficos trigales que había cultivado utilizando
los resultados de la investigación agronómica local, un "agricultor medio" nos declaraba; "¿Dónde voy
a vender todo este trigo?". En el mismo año el Perú importó el 90 % de su consumo total de trigo,
cifra que subió a 99 % en el caso de las industrias agro-alimentarias, concentradas en los puertos (Lajo
1980 y 1982; Ballay 1984); es lógico que las mismas prefieran no la producción nacional, dispersa y
no subvencionada, sino las importaciones, "concentradas" y a menudo subvencionadas ya sea por el
país exportador, ya sea, en ciertas épocas, por el mismo gobierno peruano, preocupado en brindar una
alimentación barata a la población pobre de las ciudades... resultado del éxodo rural: ¡un círculo
vicioso sin fin! El mismo agricultor añadía: "si al menos se tratase de quinua, pues entonces yo la
llevaría a Juliaca y encontraría de inmediato comprador". La quinua se consume, en el conjunto del
país, en cantidades inferiores a las del trigo, pero se beneficia de tres diferencias:
- las importaciones (desde Bolivia) son mínimas, y no están nunca subvencionadas;
- en su mayor parte se consume sin transformación industrial;
- la parte industrializada lo es en el Cuzco, en el corazón de una región productora.
Otro ejemplo a contrario es el que ofrece la Compañía Cervecera del Sur del Perú, que, en
primer término alrededor del Cuzco y de Arequipa, y luego hasta el Altiplano, estimuló la producción
comercial de cebada cervecera, remuneradora para los productores (al menos para aquéllos con
extensiones suficientes como para contratar con la Compañía). En contraste, y comentando los
resultados agronómicos obtenidos en las variedades alimenticias, un responsable del Ministerio de
Agricultura en Puno nos manifestaba en 1982: "En cuanto hay un aumento de producción, hay
superproducción" (o, más exactamente, embotellamiento de los circuitos actuales), y por lo tanto caída
de los precios.
La respuesta a la pregunta formulada al comienzo del estudio es, pues, totalmente paradójica
tratándose de un país y una región fuertemente deficitarios: uno de los principales obstáculos para
un crecimiento de las producciones alimenticias destinadas al mercado ¡es la falta de salidas!
Los esquemas de interpretación propuestos en esta parte parecen muy vinculados a la
precariedad de una agricultura practicada en condiciones ecológicas extremas, y a la lejanía de los
centros económicos y de decisión del país. Su interés es reducido si no son válidos en otras partes, o si
no se puede indicar de qué manera se modifican según las condiciones. Las páginas que siguen
intentan esbozar esa generalización.
255
Los campesinos del alto valle del río Cañete 18, lo mismo que en la mayor parte de los Andes
Centrales, tienen acceso a un mayor número de pisos ecológicos que los del Altiplano: para un
comunero de Laraos , desde los huertos y terrazas con riego de Llapay, a 3,000 metros de altura, hasta
el límite superior de los pastizales de altitud, hacia los 4,500-4,700 m, pasando por las terrazas de maíz
y las de barbecho sectorial colectivo. Ello posibilita la producción de casi todos los alimentos
necesarios, y en consecuencia los campesinos pueden vivir casi en autarquía.
Pero lo que dijimos acerca de las necesidades monetarias de los campesinos del Altiplano es
igualmente válido para los del Cañete, que se ven obligados a vender para conseguir dinero. En
relación con los campesinos de las riberas del Titicaca, se benefician de una segunda ventaja, pues se
hallan de cuatro a cinco veces menos lejos del mayor centro de consumo del país: la ciudad de Lima.
Estamos, pues, en posición de esperar a priori grandes diferencias entre las familias
campesinas de este valle y las del Altiplano tan grandes como entre los paisajes de ambas regiones.
Nos serviremos para esta comparación de un estudio realizado con métodos similares al
precedente (aunque más orientado hacia la ganadería), que versa sobre familias de las comunidades de
Laraos y de Huancaya (fig. 66).
17
Lo esencial de los datos utilizados aquí proviene del artículo "Sistemas de producción de laderas de altura"
(Bull. IFEA, XV, 1-2, 1986: 27-52) y la tesis de Doctor Ingeniero "Systèmes d'élevage extensif d'altitude dans
les Andes Centrales du Pérou" (INA-PG París, 1988, 510 p.). Para la metodología, ver Brunschwig, 1990.
18
Este valle, y ciertas comunidades como Laraos, han sido descritos en los capítulos 2.1 y 3.3.
19
Llamo aquí matorral bajo un tipo de formación vegetal situado entre los 3,200 y los 4,500 m de altura, en la
vertiente occidental de los Andes, en las regiones centrales del Perú. La vegetación se compone de herbáceas,
arbustos y cactus. El deficit hídrico climático se ve acentuado por la pendiente, a menudo muy fuerte: las pocas
lluvias escurren sin penetrar en el suelo.
256
en un sistema de barbecho sectorial colectivo (fig. 46): es la zona aisha. A esta altura, el riego se halla
todavía presente a lo largo de los cursos de agua en la zona mahuay. Por encima de los 4,000 m. de
altura, el matorral bajo y algunos pastos dispersos se disputan el espacio con las rocas y los
desmoronamientos; este pastizal natural, a menudo escarpado, recorrido por pequeños bovinos
rústicos, es el ámbito principal de la ganadería extensiva que practican los campesinos de Laraos.
Los pastizales permanentes situados en el matorral, divididos en grandes sectores llamados
localmente "canchada" o "estancia"20 , son siempre propiedad comunal; cada criador paga a la
comunidad un derecho por el alquiler de los pastos. La tarifa depende de la extensión concedida; si un
"comunero" posee un rebaño grande de bovinos - más de quince cabezas -, puede disponer de una
"canchada" para él solo; pero en la gran mayoría de casos, varios campesinos, a menudo vinculados
por lazos familiares, utilizan asociados una misma "estancia."
Hay también "canchadas" en la puna, que son propiedad comunal, y son asignadas de la
misma forma que las del matorral.
20
Como muchos otros en América Latina, el término estancia no designa lo mismo, de acuerdo a las regiones y
países.
257
reciben en retorno productos de su pueblo, papas, a veces un poco de carne o de queso, y siguen
siendo miembros de la comunidad de Laraos.
Cada vaca, ternera, toro o becerro pertenece a una persona, a veces a dos, pero raramente a una
familia, y no es fácil saber, en una conversación, si se habla de los animales del interlocutor o de los
de su familia; sucede lo mismo con los productos de origen animal. En el presente estudio he tratado
siempre de tomar en cuenta los animales de todos los miembros de la familia.
Designaré aquí a cada familia con el nombre del jefe de familia o de mi interlocutor principal.
[376]] Antonio
Antonio es minero en la mina de Yauricocha, cerca de Laraos (a 4,600 m. de altura, fig. 66).
Su familia reside en Laraos, adonde él regresa en motocicleta cada fin de semana (una hora de
trayecto).
En su caso, teniendo presente el poco tiempo que le deja su trabajo, la pequeña extensión de
que dispone (1,820 m2 cultivados en 1984-85)21 y su salario (cuadro 6.6), las actividades agrícolas son
secundarias; las deja a cargo de su esposa y de sus tres [377]] hijos. Sólo toma parte en las cosechas
más importantes (maíz y tubérculos) y en el barbecho. Para todos los trabajos difíciles su esposa
recurre a jornaleros; para los trabajos corrientes, apela a su hermana, en el sistema de ayuda mutua.
La familia posee 7 vacas adultas y 7 becerros (noviembre de 1986) en una estancia que dista
más o menos dos horas de camino del pueblo, así como de un burro en las tierras de descanso.
La producción agrícola en esta familia parece destinada a proporcionar una alimentación de
calidad y mantener una tradición familiar; sin pretender alcanzar objetivos de rentabilidad, desempeña
un papel no desdeñable en la economía familiar (cuadro 22 y fig. 186).
David
David es soltero y vive con su madre, sus dos hermanos y su hermana casada con un minero.
Posee en Llapay una gran extensión de alfalfa (1,950 m2), que alquila periódicamente al mismo
criador, lo cual le asegura un ingreso regular. Además, sabe trabajar la madera y efectúa, cuando se lo
solicitan, trabajos de mueblería y de carpintería, actividad que le ocupa sobre todo durante la estación
seca. Su madre tiene una pequeña tienda, que aporta un complemento financiero; sus hermanos dejan
con frecuencia Laraos durante varias semanas o varios meses para buscar trabajo afuera.
David posee una extensión importante a la escala de Laraos (5,575 m2 cultivados en 1984-85)
y trata de mejorar su producción agrícola; desarrolla actualmente al fruticultura (manzanos y peros) en
21
La extensión cultivada es la extensión realmente puesta en cultivo durante el período mencionado. No se
incluye la extensión dedicada a alfalfa, que es indicada aparte cuando hay lugar a ello. Para una familia, la
extensión de tierras en descanso, sumada a la extensión que cultiva, da el total de la extensión cultivable de que
dispone. Por el tipo de rotación usado (cap. 2), sólo se puede cultivar una parte de la extensión cultivable en cada
año. La relación entre ambas extensiones es relativamente constante, para cada familia, de un año a otro.
258
una de sus parcelas en la ribera del Cañete. Recurre poco a la ayuda recíproca, y la mano de obra que
necesita proviene de la familia y de jornaleros.
Tiene unos cincuenta ovinos confiados a un pastor en la puna. En una estancia situada a tres
horas del pueblo, su hermana posee 3 vacas y un becerro; ella se ocupa igualmente de 5 bovinos que
pertenecen a su otra hermana, que vive en Lima (noviembre de 1986).
[378]] Walter
Walter ha desempeñado durante 3 años el cargo de juez de paz, que le aseguraba buenos
ingresos; debió dejarlo en febrero de 1986. Es soltero y vive con su anciano padre, que tiene una
pequeña tienda. Realiza diversos trabajos de mantenimiento: reparación de tubos de agua potable,
pintura, albañilería; en ciertas ocasiones trabaja como jornalero.
Walter posee tierras suficientes (1,754 m2 cultivados en 1984-85) y animales para subvenir
ampliamente a sus necesidades; además de 40 carneros y 12 alpacas, que están en la puna bajo la
vigilancia de un pastor, tiene 10 vacas, 4 terneras, 3 becerros y 2 toros (noviembre de 1986). Los 19
bovinos están en una canchada de más o menos 300 ha, situada entre los 3,400 y 4,600 m. de altura,
sobre el río Cañete, con una pendiente promedio cercana a los 40º. Walter cultiva algunas de sus
parcelas de alfalfa (9,400 m2) para mejorar la alimentación de sus bovinos durante los períodos
difíciles.
No trata de aumentar sistemáticamente su producción agrícola, y prefiere disponer de tiempo
libre para sus distracciones o para ir a ver sus vacas. Es por ello que cultiva una parte de sus parcelas
al partir: asociado con otro agricultor de Laraos, aporta la tierra y la mitad de las semillas, en tanto
que su socio contribuye con la otra mitad de las semillas y efectúa todos los trabajos intermedios
(deshierbe, aporque, riego); trabajan juntos en la siembra y en la cosecha, la cual es repartida entre
ambos.
Walter, que privilegia sus horas libres en comparación con las que consagra a la producción,
parece constituir un caso aislado en la población de Laraos.
Juan
Juan, jornalero en la mayor parte de su tiempo, ganaba así un magro salario. Soltero, vivía en
casa de sus padres, los mismos que, con su hermano, siguen ocupándose de sus cultivos. Hay tres
sobrinos a cargo de la familia.
Si bien Juan se desempeñaba como jornalero en el exterior, tomaba parte en todos los trabajos
difíciles de sus parcelas: barbecho, cosecha, siembra. La mano de obra es exclusivamente familiar, por
ser la solución más económica. La familia dispone de una extensión reducida (2,560 m2 cultivados en
1984-85) y ya no posee más que una vaquilla en una estancia a dos horas de camino del pueblo; los
demás 4 bovinos del rebaño familiar han muerto. A fin de aumentar la producción agrícola, y, con
ello, la alimentación, pues sus finanzas no permiten comprar sino un mínimo de alimentos
complementarios, la familia toma en arrendamiento a bajos precios algunas parcelas mediocres de bajo
potencial productivo.
Juan murió en junio de 1985; su padre y su hermano se colocan desde entonces como
jornaleros, cuando les es posible.
Santiago
Santiago vive con su mujer, su hijo mayor, su nuera y sus dos nietos; su segundo hijo estudia
en Lima. Sus necesidades financieras son por eso importantes; utiliza todos los recursos posibles para
mejorar sus ingresos: es músico en las fiestas, yesero, albañil, a veces jornalero, y teje ponchos en el
telar de cintura (caywa).
259
Empleando al máximo la mano de obra familiar, recurre poco a la ayuda mutua y a los
jornaleros. Toma en alquiler algunas parcelas para aumentar su producción agrícola, pues no pose una
extensión suficiente (3,295 m2 cultivados en 1984-85).
[379]] Tiene 2 asnos que pastan en terrenos en descanso, y 7 vacas y 4 becerros en una canchada a
tres horas del pueblo (noviembre de 1986).
________________
Estas cinco familias asumen actitudes diferentes frente a la agricultura, la crianza de ganado y
las actividades no agrícolas, según los medios de producción de que disponen y las actividades
remuneradoras que practican o pueden practicar. Ellas representan la variedad de situaciones
observadas en Laraos (cf. las investigaciones realizadas por Brougère, 1986; L. Figueroa Urbina,
1989), por lo tanto, las diferentes orientaciones de los sistemas de producción de esta comunidad;
todas son pluriactivas, y ninguna se dedica exclusivamente a trabajos agrícolas.22
La agricultura
La agricultura stricto sensu en Laraos se rige todavía por el control comunal; la rotación de los
cultivos de secano (en barbecho sectorial colectivo, cap. 2), la duración del largo descanso pastoreado
(8 a 11 años), así como las fechas de cultivo del maízal, se siguen decidiendo anualmente en asambles
comunales, lo cual frena las eventuales tentativas individuales de intensificación. Cada familia no
posee más que una pequeña extensión cultivable cada año, de 1,800 a 5,500 m2, o sea 360 a 1,100 m2
por persona. En fin, las posibilidades de mecanización son nulas o extremadamente reducidas por la
pronunciada pendiente, aquí, y la disposición en andenes que, allá, divide la tierra en pequeñas
parcelas (unos 100 m2 en el maízal); en todas partes las parcelas son muy escarpadas y su acceso, por
una yunta de bueyes o un motocultor, es rara vez posible. Si se tiene en cuenta los altos costos de
mano de obra que impone el aprovechamiento de las tierras, y el bajo precio de los productos
cosechados, es hoy imposible para una familia de Laraos obtener del cultivo de sus tierras un ingreso
monetario suficiente para subvenir a todas sus necesidades durante el año.
Un rápido cálculo puede ilustrar esta afirmación. Sólo las zonas irrigables se pueden cultivar
intensamente sin peligro importante de helada o de sequía, y su extensión total en el territorio de la
comunidad de Laraos es globalmente de 50 ha. Con un rendimiento promedio de 5,000 kg/ha para el
maíz (cap. 5.5), se obtiene una producción total de 250 toneladas a repartir entre más o menos 150
familias, o sea de 1,5 a 2 toneladas por familia. Como cada una consume una cantidad del orden de
500 kg por año, queda disponible para la venta de 1 a 1,5 tonelada por familia y por año. Teniendo en
cuenta la evolución de la relación entre el precio del grano y el de la mano de obra, en las condiciones
actuales, el ingreso obtenido por la venta no podría bastar para cubrir todas las compras de una familia
durante un año.
[380]] Por otra parte, el largo descanso en las tierras de secano, el alto costo de la mano de obra para
su barbecho completo al comienzo de la rotación, y los imprevistos climáticos, no permiten tampoco
considerar la intensificación o el desarrollo de los cultivos de aisha, y tampoco la obtención por esta
vía de un ingreso monetario suficiente para cubrir las necesidades de una familia.
22
Laraos es una de las tres comunidades del Alto Cañete, donde 100 % de los jefes de familia son pluriactivos
(55 % de ellos trabajan en la mina y solamente 20 % residen en la comunidad); en las demás 20 comunidades
este porcentaje es, con una sola excepción, superior a 68 % (Figueroa Urbina, 1989).
260
La ganadería
En esta parte sólo estudiaremos la crianza de ganado bovino localizada en el matorral y
asociada a la agricultura tradicional de tubérculos, de maíz y de cebada. En Laraos los camélidos
andinos y los ovinos criados en la puna no pertenecen, por lo general, a las mismas familias.
[381]] La crianza de bovinos se halla esencialmente presente bajo dos formas en Laraos: una crianza
lechera semi-intensiva en alfalfares de riego (Roman, 1984) y una crianza extensiva de animales
rústicos en el matorral. Si la primera está en aptitud de proporcionar interesantes ingresos monetarios
en razón del alto precio del queso en la región, sigue siendo sin embargo privilegio de algunos; los
terrenos aptos para el riego y el cultivo de la alfalfa en Laraos son escasos fuera del maízal, y sólo los
tiene una minoría de campesinos.
La segunda forma de crianza de ganado, que se apoya casi exclusivamente en el pastoreo, se
halla mucho más difundida; todas las familias de Laraos, o casi todas, tienen algunos bovinos en el
matorral, dejándolos allí sin vigilancia durante casi todo el año, y no los visitan más que de veinte a
cuarenta veces en ese período. Como no se les distribuye ninguna forma de forraje cortado, los
animales deben encontrar por sí mismos toda su alimentación. Esto los obliga a desplazarse (fig. 184)
por los diferentes tipos de pastizal que les son accesibles: las canchadas en el matorral, el maízal
durante el rastrojo, y las tierras en descanso. La crianza de bovinos en Laraos es, pues, diferente de la
que se practica en las márgenes del lago Titicaca, donde una parte importante de la alimentación
corresponde a forraje cultivado, pastado directamente por los animales, o segado y distribuido por el
criador.
A lo largo de cada año la cobertura de las necesidades energéticas de los bovinos en Laraos
está asegurada, casi en su totalidad, por el pastoreo del matorral y de las tierras en descanso (91 %); el
resto proviene de los residuos de cultivo (8 % en el caso del rastrojo) y del maíz que contiene el
concentrado distribuido, con ocasión de cada visita, por los criadores (0,6 %). Durante la estación de
lluvias, la mayor disponibilidad de forraje permite a los animales ganar algo de peso y acumular
reservas que les servirán durante la estación seca, cuando los pastos se hacen escasos. La aptitud de los
bovinos para constituir reservas y utilizarlas luego es fundamental en este tipo de crianza, en el cual el
ritmo climático anual produce una insuficiencia alimenticia estacional (fig. 185).
[382]] Si las grandes etapas del ciclo de reproducción, las montas, gestaciones y partos se realizan
casi sin ninguna intervención del criador, los animales recién nacidos son objeto, en cambio, de una
vigilancia particular; un becerro tierno es en efecto particularmente vulnerable hasta la edad de quince
días. Como no tiene aún suficiente sentido del equilibrio, y facilidad para seguir a su madre por los
escarpados pastizales del matorral, corre peligro de caer y de herirse, y constituye una fácil presa para
el cóndor o el puma. Después de dos semanas, puede seguir a su madre sin mayores riesgos.
Los criadores vigilan por eso a los terneros durante los quince primeros días, a fin de evitar
pérdidas y asegurar la renovación del rebaño, vigilancia que permite también ordeñar a las vacas.
Posteriormente la protección de los terneros depende de la actitud del campesino frente al ordeño.
Walter, a quien le interesa poco la produccción lechera, deja sueltos a la vaca y al becerro al cabo de
dos semanas, y no los visita sino de tiempo en tiempo, mientras que Santiago, que se esfuerza en
producir quesos para su consumo, ordeña a sus vacas hasta que su ternero llega a los tres meses de
edad, o mientras pueda y tenga el tiempo necesario para hacerlo.
La crianza de bovinos en el matorral es pues algo muy cercano a una ganadería en semi-
libertad: durante la mayor parte del tiempo los animales pastan libremente en vastas extensiones
accidentadas y no cercadas; se reproducen sin intervención, o casi sin ella, del campesino. Este no
interviene sino en la vigilancia de los terneros de menos de quince días de nacidos, en la
261
administración esporádica de productos veterinarios, dos veces al año cuando se cambia de pastizal, y,
desde luego, en la recolección de los productos de sus animales.
Esta ganadería de tipo "recolecta" podría proporcionar, eventualmente, un ingreso monetario
relativamente importante: los bovinos se venden a buen precio y el costo en mano de obra de su
producción de carne es bajo. Pero requiere de importantes extensiones de pastos, y si bien algunas
familias disponen de canchadas lo bastante extensas (más de 300 ha) para alimentar un rebaño de más
de veinte cabezas - número capaz de proporcionar un ingreso monetario suficiente para cubrir las
necesidades de una familia -, la extensión total de matorral (31,500 ha) de la comunidad campesina de
Laraos (200 familias) no permite globalmente alimentar a un ganado importante que incluya un rebaño
de esas dimensiones por cada familia. Además, se necesita un importante aporte de capital inicial para
tener un rebaño de veinte bovinos o más, lo cual no está al alcance de todas las familias.
Esta ganadería extensiva es sin embargo fundamental en sistemas de producción como éste.
Como no requiere sino pocos medios de producción y se caracteriza por una gran facilidad de
adaptación, puede aportar productos alimenticios e ingresos monetarios; interviene también en la
producción de maíz y de tubérculos al limpiar el maízal y al transformar en el terreno la materia
orgánica de los residuos. Además, en la actualidad es la única actividad capaz de utilizar para sus fines
de producción la vasta extensión de matorral de que dispone la comunidad, y que representa cerca del
50 % de su extensión total. En fin, en un país donde la economía nacional conoce una fuerte inflación,
una ganadería como ésta representa un modo de inversión de rentabilidad riesgosa, es cierto, pero en el
cual se puede disponer fácilmente del capital.
La ganadería extensiva parece servir efectivamente de algo así como una caja de ahorros; el
aumento natural del rebaño representa la tasa de interés que procura el capital animal. Esta función de
la ganadería bovina es señalada también por Lausent-Herrera (1986a y b) en el valle de Chancay, más
al Norte y en la misma vertiente de los Andes.
Actualmente, los agricultores de Laraos producen, pues, con sus cultivos, una parte de lo que
necesitan para su alimentación, obtienen ingresos monetarios gracias a sus actividades no agrícolas, y
mantienen un capital por medio de la ganadería.
En condiciones naturales muy diferentes, los sistemas de producción de las cinco familias
de Laraos presentan importantes semejanzas con los de las cinco familias de las orillas del lago
Titicaca. En ambas situaciones, los cultivos están destinados en efecto a la alimentación de la familia,
quedando asegurados los ingresos financieros por la ganadería y/o la venta de la fuerza de trabajo.
La situación geográfica, las características de las tierras cultivables y la falta de mecanización
y de tracción animal, casi no permiten considerar, en el mediano plazo, un desarrollo de las
producciones vegetales que pueda asegurar ingresos monetarios suficientes para subvenir a las
principales necesidades de los campesinos y de sus familias; los oasis costeros o los grandes valles
interandinos (valle del Mantaro, por ejemplo), mecanizables y cercanos a un eje de comunicación
rápida, oponen o pueden oponer una muy fuerte competencia.
Por razones similares (competencia de zonas mejor situadas, dificultad de organizar circuitos
de comercialización), la conversión de las tierras agrícolas de Laraos en alfalfares y la reorientación de
la ganadería bovina hacia la producción de leche, no me parecen una solución aceptable con miras a
proporcionar lo esencial de los ingresos monetarios a más de unos cuantos campesinos.
[384]] Asimismo, el desarrollo exclusivo de las actividades no agrícolas, y por lo tanto de la
artesanía, o hasta de pequeñas empresas, parece demasiado riesgoso en esta zona relativamente alejada
de las grandes aglomeraciones y de las vías de comunicación rápidas. Y si bien existe desde hace
mucho una actividad minera importante en la región de Laraos, los actuales precios de los minerales
en los mercados internacionales no permiten augurar un próximo florecimiento de este sector.
En fin, ya que no es posible soslayar o levantar las limitaciones en el pastoreo y en la mano de
obra disponible en las condiciones presentes, los sistemas de ganadería extensivos en el matorral, al
parecer, no se podrán beneficiar, a mediano plazo, sino de una mejora y de un desarrollo limitados.
Los sistemas de producción de Laraos parecen destinados a conservar su múltiple actividad y a
mejorar poco a poco cada una de sus actividades, a menos que un cambio profundo de las políticas
agrícolas (cf. cap. 7) o de las condiciones del mercado (precios garantizados, aumento de los precios
de los productos agrícolas, instauración de etiquetas de calidad) modifique los supuestos del problema.
Tales cambios, sin embargo, no parecen probables en un futuro próximo.
Pero ¿es gracias al aporte de dinero proveniente de la mina (ver cap. 3.4.6) que el sistema
agrario tradicional de la región del Alto Cañete se ha conservado, en apariencia, [385]] al no haberse
visto obligado a recurrir a la especialización23 y/o a modificaciones profundas para obtener ingresos
monetarios? ¿O es esta fuente de dinero lo que ha permitido el mantenimiento de este pueblo, que, al
no disponer de posibilidades agrícolas para enfrentar la evolución, podría haberse despoblado o
incluso desaparecido?
En otros tiempos, Laraos estaba situado en un sitio privilegiado: en el límite entre la zona del
maíz de riego y la de los cultivos de secano, a menos de un día de camino de los fondos de valle donde
hay cultivos tropicales, y a un día de camino de la puna y de la ganadería de altura. Pero actualmente,
como acabamos de ver, Laraos no dispone mayormente de posibilidades para adecuar su agricultura a
las condiciones del mercado, y adopta, en consecuencia, soluciones particularmente basadas en la
venta de la fuerza de trabajo. Huancaya, cuya situación es globalmente comparable a la de Laraos,
presenta sin embargo una importante diferencia: todos sus habitantes tienen acceso a la vasta extensión
de puna de que dispone la comunidad, lo cual conduce a una evolución diferente.
23
Los pueblos de San Juan y de Huascoy, en el valle del Chancay, donde los agricultores han aumentado sus
extensiones de tierra con riego y se han especializado en la producción de manzanas y de duraznos (Greslou y
Ney, 1983), constituyen a este respecto un ejemplo opuesto al de Laraos, pero ello ha sido posible porque poseen
terrenos a una altura más baja, por debajo de los 2,000 m.
263
Fig. 187: La parte baja del territorio de la comunidad de Huancaya en la época seca (Agosto). PM.
[386]] Las tierras con riego corresponden al antiguo maízal, situadas aguas abajo del pueblo y a
orillas del Cañete, y se hallan cultivadas hoy con alfalfa; casi la totalidad pertenece a un solo
propietario. En las demás tierras con riego, de extensión modesta, se cultivan tubérculos,
esencialmente papas. Los terrenos de cultivo de secano se rigen por el barbecho sectorial colectivo,
con un descanso de más o menos 10 años, según modalidades comparables a las de Laraos.
Puede dividirse los pastizales de la puna, propiedad comunal, de dos maneras:
- ya sea en dos grandes zonas de altitud, una "baja", gruesamente por debajo de los 4,400 m., y
una "alta", por encima de este límite;
- ya sea en numeosos sectores llamados canchadas, de extensiones equivalentes y repartidos
entre las zonas alta y baja.
La atribución y uso de los pastizales comunales se rigen por normas comunales y se tratan en
las asambleas anuales. Los criadores pagan a la comunidad un canon calculado sobre la base de su
número de animales.
El acceso a los pastizales de la comunidad está reservado a los comuneros de Huancaya, y las
canchadas son asignadas por pares: una en la zona alta y otra en la zona baja. Son utilizadas ya sea por
un solo criador, que dispone de un gran rebaño (equivalente a más de 250 ovinos), ya sea por varios
pequeños criadores que han reunido sus modestos [387]] rebaños y se asocian según modalidades
variables: los diversos propietarios de los animales se turnan a lo largo del año para vigilar el ganado
puesto en común, o bien un criador cuida en permanencia sus animales así como el de los otros, y
recibe un pago en especies o en dinero por este trabajo de pastor. Todas las formas intermedias son
posibles.
264
[388]] Cuadro 23. Características principales de los sistemas de ganadería extensiva estudiadas en la puna
Tipo de ganadería Ganadería extensiva tradicional, pequeños productores.
Integración al mercado (lana, carne)
Comunidad Tomás Huancaya Huancaya Huancaya Huancaya
Jefe de familia Aquiles, Jorge, Agavio, Ervin Lucio
1 familia 4 familias 1 familia 1 familia 1 familia
asociadas
Trabajadores 2 2 (+5) 2 2 1 (+3)
Crianza
Número de canchadas 1 2 2 2 0
Superficie (ha) 375 390 415 100
Rebaño Grande Grande Grande Mediano Chico
Ovinos criollos 250 340 360 120 (+170) 13
Alpacas 110 69 / / /
Llamas 7 10 26 / /
Bovinos 22 25 30 5 /
Caprinos / 4 / 2 /
Caballos / 2 2 / /
Variación estable estable estable creciente creciente
Unidades ovinos (1) 546 598 554 313 13
Agricultura un poco un poco un poco un poco un poco
Actividades no agrícolas de la familia
Segundarias Tejedor Chofer Músico Restaurant
Principales (o que va a serlo) Negocio de Peón
caballos
Agavio
Agavio posee mucho ganado: un gran rebaño de carneros criollos de 350 cabezas, 26 llamas,
de las cuales 6 machos castrados que utiliza para el transporte de carga, y 34 bovinos, entre los cuales
15 vacas adultas; tiene también 2 caballos para desplazarse.
El y su esposa asumen todos los trabajos agrícolas, haciéndose ayudar a veces por sus hijos
durante las vacaciones escolares. Tienen cinco varones y una joven, el más joven de 18 años, y sólo 2
24
No debe extrañarse de las diferencias de cifras entre el texto y los cuadros: corresponden a diferentes fechas de
observación y, desde un punto de vista metodológico, subrayan la necesidad de una observación
prolongada. Ver el anexo B.
265
estudian todavía; todos viven en la ciudad, en Huancayo 25 , o en Lima. Como no tiene un sucesor que
continúe con la crianza de ganado, Agavio, que tiene ya más de 50 años, no se esfuerza mucho en
aumentar el número de su rebaño de ovinos.
En Huancaya tiene una casa y algunas parcelas cultivadas con tubérculos y cebada; viene de
tiempo en tiempo a ocuparse de ellas, pero la mayor parte del tiempo reside en la puna con sus
animales. Explota un par de canchadas (170 y 245 ha) para su rebaño, y no tiene pastor.
Jorge
Jorge (cuadro 24) se ha asociado con su padre Ibsen, su hermano Víctor, y su tío Anastasio, en
la explotación de un par de canchadas (125 y 265 ha); el rebaño común se compone de 320 ovinos
criollos, 69 alpacas, 12 llamas, 25 bovinos, 4 cabras y 2 caballos; el número de caballos es más o
menos estable, en tanto que el de alpacas aumenta poco a poco.
La mayor parte del ganado , y dentro de ella todas las llamas, pertenece a Ibsen; Jorge posee
un pequeño sub-rebaño de cada especie, y Víctor sólo algunos animales. Anastasio tiene solamente
alpacas en ese rebaño, y sus bovinos están en otra parte.
En esta asociación el papel de cada cual es diferente. Anastasio no cuida jamás los animales, y
paga en especie por su trabajo al pastor. Ibsen, que es ya de cierta edad (55 años) y se halla enfermo,
no soporta ya vivir en la puna con el frío y la altura; reside en Huancayo, a veces en Huancaya, y no se
ocupa ya, en la práctica, de su ganado. Jorge (28 años) cuida el rebaño durante una gran parte del año,
más o menos 8 meses, y en la estación de lluvias encarga la tarea a Víctor (25 años) durante 2 meses, y
luego, en los 2 meses restantes, a sus tres hermanas y a su hermano, aún estudiantes.
Jorge, su esposa y sus dos nietas viven la mayor parte del tiempo en la puna, con sus animales,
y efectúan lo esencial de los trabajos de crianza del ganado. Víctor y su esposa residen en Huancaya
en la casa de la familia y han asumido el cultivo de tubérculos y de cebada en las parcelas de Ibsen,
que no las ha repartido aún entre sus seis hijos. [389]] Anastasio vive en Huancaya, donde se ocupa de
sus cultivos y de la tienda comunal de abastecimiento.
25
No confundir Huancayo, la ciudad grande más próxima (en el valle del Mantaro), y Huancaya.
266
En lo que sigue, el rebaño de los cuatro asociados será designado arbitrariamente como el
rebaño de Jorge.
Ervin
Ervin tiene un rebaño de mediana importancia: 120 ovinos criollos, 5 bovinos y 2 cabras; el
número de sus carneros y de sus vacas va en aumento. Se ha asociado, para la utilización de un par de
canchadas (90 y 210 ha), con una viuda que no vigila sus animales y se dedica a sus cultivos. Hasta
mediados de 1986 cuidaba así de 170 ovinos, además de los suyos, y su trabajo de pastor le era pagado
básicamente en corderos.
Ervin (25 años) vivía con su mujer y sus dos hijos en la puna; sólo regresaban a residir en
Huancaya durante 1 ó 2 meses en la estación de lluvias; durante su ausencia empleaba un pastor para
cuidar su rebaño, Por lo demás, Ervin retornaba de vez en cuando a Huancaya para atender sus
parcelas en cultivo.
En la estación seca de 1986, Ervin se lanzó al comercio de ganado: compra carneros en la puna
a los criaderos de la zona y va a venderlos en cada fin de semana a la feria de Huancayo; lleva a pie a
los animales vivos hasta la estación ferroviaria de Chuquipita, [390]] donde los beneficia y transporta
luego los cuerpos, las vísceras y los pellejos por tren. Al comienzo su esposa se encargaba sola del
cuidado del rebaño durante esas ausencias semanales de 3-4 días, pero luego la familia tomó los
servicios de un pastor por todo el año.
Lucio
Lucio es un pequeño, muy pequeño criador, cuyo rebaño comprende solamente 11 carneros,
por lo general incluidos en uno grande, de más de 300 cabezas, que, cuidado por un pastor, pace en
dos canchadas. Siendo tan pocos sus animales, no paga el trabajo del pastor, pero le brinda su mesa
cuando éste viene al pueblo.
Lucio (más o menos 40 años), su esposa y sus ocho hijas viven en Huancaya, donde cultivan
algunas parcelas y tienen episódicamente una pensión; se ocupan poco de sus animales, cuyo número
aumenta lentamente. Lucio se emplea de tiempo en tiempo como jornalero.
Aquiles
Aquiles pertenece a la comunidad campesina vecina de Tomas, donde se asigna no dos, sino
una sola canchada por rebaño. Explota allí una de 490 ha, colindante con el territorio de Huancaya,
para su rebaño compuesto de 250 ovinos criollos, 96 alpacas, 7 llamas castradas y 22 bovinos. Compró
2 caballos en julio de 1986.
Aquiles (40 años, más o menos) y su esposa viven todo el año en la puna con sus animales y
tienen a su cargo todos los trabajos de ganadería; sus hermanos y sobrinos los ayudan
esporádicamente. El se dirige de vez en cuando a Tomas para ocuparse de sus parcelas cultivadas,
mientras ella cuida los animales.
En mayo de 1986 Aquiles cambió de canchada; la comunidad le asignó una nueva (375 ha),
mejor según él, y ha devuelto la que tenía; tuvo pues que trasladarse con su ganado y sus cosas. Los
pastos de los que dispone ahora le parecen más adecuados para los camélidos andinos que para los
ovinos, por lo cual procede a disminuir su número de carneros y aumenta el de alpacas.
Tiene una hija y un hijo, que estudian en el pueblo de Tomas, y que probablemente no
seguirán la ocupación de criador de ganado. Hasta 1984 se encargaba el rebaño a un pastor pagado,
pero la producción era por entonces baja, por lo cual Aquiles la tomó a su cargo desde entonces. Sus
hermanos tienen algunas alpacas.
267
26
Según Figueroa Urbina (1989), 85 % de los jefes de familia de Huancaya tienen una "actividad
complementaria", dentro de ellas 27 % como jornaleros o pastores, y 24 % como comerciantes. 43 % de ellos
residen en Huancaya, mientras que un 20 % en Laraos.
268
sectores, y el pastor lleva cada mañana a sus animales en una dirección diferente; el número de
posibilidades está en función del relieve.
En la puna, toda la alimentación de los animales proviene del pastoreo; no se les da nada de
forraje cortado ni ningún concentrado. Se da a ovinos y bovinos un poco de sal, [392]] completada a
veces por algunos minerales; el 100 % de la energía ingerida proviene, pues, del pastoreo. Estos
sistemas de crianza son particularmente dependientes de la disponibilidad instantánea de pastos y del
ajuste del calendario alimenticio de los animales al calendario forrajero, pues no se guarda ningún tipo
de forraje, sino es en pie.
Así como a alturas más bajas, la disponibilidad de forraje en la puna está en función de las
lluvias; los animales deben aprovechar, en consecuencia, de la relativa abundancia [393]] de pastos
durante la estación lluviosa para acumular reservas adiposas a fin de pasar lo mejor que sea posible la
estación seca. La elaboración de reservas durante la estación favorable, y luego su utilización durante
la otra, es un elemento clave de esta ganadería extensiva que se sirve de un medio natural muy poco
acondicionado; en efecto, en este ecosistema, el hombre no ha alterado la comunidad biótica pre-
existente que aún hoy comparten las llamas y alpacas domésticas con las vicuñas salvajes (Custred,
1977).
La ganadería tradicional en la puna presenta, pues, un carácter extensivo muy marcado;
depende fuertemente del medio natural en donde se encuentra y que prácticamente no controla, y se
apoya en la vigilancia permanente de los rebaños.
La reproducción de los animales en la puna no da lugar, mayormente, a prácticas particulares;
los pastores mantienen sin embargo una vigilancia constante, ayudan si es necesario a los recién
nacidos, y realizan una selección de los reproductores machos sin evitar necesariamente, no obstante,
la consanguinidad.
Para cada especie, ovinos, camélidos andinos y bovinos, las épocas de parición y las de monta
se superponen en su mayor parte, siendo sin embargo relativamente breves, salvo para los bovinos. Por
esto se concentra las épocas en que se necesita una vigilancia atenta. Estos acontecimientos se hallan
desfasados entre las especies (fig. 191), de tal manera que el pastor puede dedicar una mayor atención
a los bovinos en sus períodos de parición y de acoplamiento sin perjudicar por ello el manejo de los
camélidos andinos, y recíprocamente. Los bovinos en la puna reclaman poca vigilancia y mano de
obra; la dispersión de los partos y de los períodos de estro no aumenta el trabajo de los criadores, sino
que lo escalona, y se puede dedicar un poco de tiempo, cotidianamente, al ordeño de las vacas y al
encierro en corrales de los becerros tiernos. Además, la producción lechera del rebaño se escalona a lo
largo de la mayor parte del año.
De este modo, a pesar de que los ovinos y alpacas ocupan posiciones muy cercanas en el
consumo de los vegetales de la puna, son muy diferentes en lo referente al empleo del tiempo del
pastor y en lo concerniente a la época de mayores riesgos de mortalidad, que se dan en el primer mes
de los recién nacidos. Por otra parte, los bovinos y las llamas, [393]] que requieren mano de obra de
una manera muy diluida, se llevan bien con los ovinos y las alpacas.
El manejo sanitario no es objeto de prácticas o controles numerosos, a pesar de la importancia
de las consecuencias económicas que ello puede acarrear.
En conjunto, la mortalidad de las alpacas, y más aún la de los ovinos, es bastante importante,
siendo los jóvenes los más afectados; en cambio, las pérdidas en llamas y en bovinos son bajas. La
profilaxis, que actualmente se desarrolla, se dirige esencialmente contra los parásitos, y no se efectúa
de manera regular. Por esto subsisten problemas sanitarios, especialmente en el caso de los animales
jóvenes, que no reciben por lo general ningún tratamiento preventivo en el momento del nacimiento,
no obstante de que son por entonces muy sensibles a las infecciones. Las prácticas sanitarias actuales
se apoyan, en gran parte, en la rusticidad y la resistencia natural de los animales frente a las
enfermedades.
269
Una mejora de las prácticas profilácticas actuales parece, pues, una vía posible para el aumento
de la producción animal en la puna, y una necesidad si animales de raza mejorada reemplazan a los
animales rústicos que son los que se explota por ahora.
Los sistemas de ganadería tradicionales y cooperativo practican ambos una ganadería fundada
en el pastoreo extensivo y la vigilancia continua de los rebaños. La composición de su ganado es
semejante. Los ovinos (> 80 % del número de cabezas) constituyen la especie principal. A pesar de
que su cantidad se acrecienta, las alpacas (11.5 % del número de cabezas) no están presentes, sin
embargo, en todas las explotaciones ganaderas; algunos criadores tradicionales de Huancaya , y la
mayor parte de las unidades de la SAIS Tupac Amaru, no poseen camélidos andinos. Hay bovinos en
cantidad moderada.
270
27
Recordemos que las cooperativas y SAIS creadas por la Reforma Agraria son herederas de las haciendas que
en otros tiempos se apropiaron de las tierras, expulsando a los campesinos y criadores indígenas: la extensión
disponible por familia es en ellas mucho más grande que en las comunidades campesinas.
28
La unidad zootécnica está compuesta por una hembra reproductora y su descendencia; se calcula
estableciendo, para cada especie, la relación entre el número de animales de cada clase con el número de
hembras reproductoras. Sólo utilizaremos aquí las Unidades Zootécnicas Ovinas (UZO) y Alpacas (UZA).
271
dos, aproximadamente, el número de animales por persona. Sin embargo, no puede conseguirse una
especialización sino en las explotaciones muy grandes, ya que los sistemas de crianza siguen siendo
pluri-específicos. El problema no es, pues original: las grandes empresas, que emplean una mano de
obra especializada, producen más por UTH que las pequeñas, que se sirven de una mano de obra
polivalente.
En razón de las economías de escala, el sistema de ganadería cooperativo dispone de mayor
capacidad de financiación que los tradicionales: la mejor valorización de la mano de obra, una
producción más importante por cabeza de ganado, y, sobre todo, los mejores precios que se obtienen
para los productos ganaderos son los elementos esenciales de esa diferencia.
[397]] El bagage técnico, y por lo tanto las prácticas de crianza, presentan también importantes
diferencias entre ambos sistemas. Las técnicas y las prácticas de crianza de los sistemas tradicionales
son relativamente estables en el tiempo, adecuados a la conducción de un rebaño pluri-específico por
un pastor o por una pareja. Apuntan a obtener cada año un mínimo garantizado de producción, más
bien que una producción máxima.
Por el contrario, las técnicas y prácticas ganaderas del sistema cooperativo se caracterizan por
un gran dinamismo y por la búsqueda de una producción máxima o de una ganancia igualmente
máxima. Gracias a los varios controles, se pueden introducir rápidamente modificaciones y mejoras.
Esa vigilancia atenta y el dinamismo permiten correr más riesgos, a fin de mejorar y aumentar la
producción.29
En fin, los criadores tradicionales venden los productos en bruto, mientras que la SAIS
selecciona y reúne los suyos en lotes relativamente homogéneos, si el volumen de producción es
suficiente. Además, la SAIS trata directamente con las empresas o puede conquistar ciertos mercados
gracias a ventas regulares y en gran cantidad, mientras que los criadores tradicionales tienen que
servirse de intermediarios.
Ambas razones influyen fuertemente sobre los precios que se obtienen por los productos: la
SAIS comercializa su lana de ovino a $ 1,84 por kg contra $ 0,72 que se paga a los criadores
tradicionales, o sea un precio más de dos veces superior; pero la calidad (finura) de la lana de los
ovinos Junín es también superior a la de los ovinos criollos. El precio unitario de la carne ovina en pie
(de $ 0,66 a 0,69 por kg) es , no obstante, igual en ambos sistemas.
En cambio, en relación con el espacio, la tendencia de los logros de producción es inversa
(cuadro 6.10). Habida cuenta de las respectivas cargas por hectárea de los sistemas ganaderos
tradicional y cooperativo, las produciones de carne de ovino y de lana de alpaca del primero son
comparables, incluso superiores a las del segundo (29,0 kg contra 26,8 kg, y 3,8 contra 2,7 kg); la
relación permanece sin embargo conforme en el caso de las producciones de lana ovina y de carne de
alpaca (1,8 kg contra 6,2 kg, 22,1 kg contra 26,6 kg). Valores y comparación que hay que tomar con
cierta distancia por el hecho de la pluri-especificidad de los rebaños, aunque la composición
globalmente comparable de éstos les conserva un valor indicativo.
En conjunto el sistema de ganadería cooperativo aparece más eficiente y más productivo en
numerosos puntos que los sistemas tradicionales. Parece interesante, por ello, mejorar los segundos
mediante la transferencia y adaptación de elementos propios del primero, permaneciendo muy
conscientes, no obstante, de las limitaciones inherentes a los sistemas de crianza tradicionales. La
SAIS Tupac Amaru propone de alguna manera un nivel potencial que los criadores deberían alcanzar
en el futuro. Los principales puntos capaces de beneficiarse con tal modificación son la alimentación,
la reproducción, la selección, el tratamiento de las producciones y la protección sanitaria de los
animales.
29
El caso de la SAIS Túpac Amaru es excepcional entre las empresas creadas por la Reforma Agraria en esta
franja altitudinal. Las otras no están tan bien administradas como ella, tanto técnica como económicamente.
272
Después de considerar los casos del Altiplano, donde el acceso a varios pisos ecológicos es
limitado; de Laraos, pueblo de ladera con posibilidades de mejoras agrícolas restringidas; y de
Huancaya, vinculado a la puna, habría sido necesario analizar un ejemplo de región donde los
campesinos comercialicen sobre todo producciones vegetales. Por razones independientes de nuestra
voluntad, tal cosa no ha sido posible en la presente oportunidad.
273
30
El punto de partida para la redacción de este texto ha sido el capítulo escrito por B. Orlove con el título de
"Stability and Change in Highland Andean Dietary Patterns," en el libro "Food and Evolution: Toward a Theory
of Human Food Habits" (Marvin Harris y Eric B. Ross, eds., 1987). Tradución, remodelación y notas por P.
Morlon.
31
Ver Burchard, 1975, Allen, 1981, y la reciente recopilación del Instituto Indigenista Americano: "La coca
indígena, Visión andina de una planta satanizada.".
274
para obtenerlo, ya sea cultivando parcelas muy alejadas, ya sea viajando para intercambiarlo con sus
propios productos. Lo utilizan para la preparación de la chicha, cerveza de maíz consumida de manera
ritual, por ejemplo durante las jornadas de trabajo en común con ocasión de las cosechas y del techado
de las casas. En cuanto a las papas, no son objeto de un consumo ceremonial, pero los ritos de su
plantación pueden tener una gran importancia para el establecimiento y el mantenimiento de
relaciones sociales, y los individuos que, en un determinado año, no las han plantado, se hallan en
desventaja.
[400]] Se puede situar la importancia de estas plantas en el modelo de "verticalidad" andina de Murra
(capítulo 3). Se puede interpretar su empleo ceremonial como una cartografía simbólica de la
economía andina, en que cada piso ecológico está representado por un producto particular. Así Custred
(1980) considera la utilización de la grasa de llama como una representación simbólica de las zonas
pastorales de altura. La valorización de la carne (piso puna), de las papas (suni), del maíz (quechua) y
de la coca (yunga) sería así una traducción del modelo de verticalidad en términos de preferencias
alimenticias.
Esta complementaridad simbólica co-existe con la alta estima que cada grupo profesa a los
alimentos que produce y el desdén relativo a los de los otros grupos. Los criadores que viven por
encima del límite superior de los cultivos compadecen a los de las zonas más bajas, que no comen
tanta carne, en tanto que éstos, según los casos, están [401]]orgullosos de sus papas y ocas, o de su
maíz.32 Los habitantes de las riberas del lago Titicaca aprecian la parte baja de los tallos de totora, que
no son consumidos en otras partes, etc.
Los vínculos entre producción agrícola y alimentación son así, antes que nada - pero no
solamente - de orden ecológico:
32
"...Los indios de Chinchaysuyo aunque son indios pequeños de cuerpo, animosos porque les sustenta maíz y
bebe chicha de maíz qu es de fuerza y de los Collasuyos los indios tienen muy poca fuerza y ánimo y gran
cuerpo y gordo... porque comen todo chuño y beben chicha de chuño." (Guamán Poma, [hacia 1615] 1936: 336).
Cf. igualmente lo que consigna Garci Diez en Chucuito: "...papas y quinua y cañigua, que es mantenimiento de
poca sustentación." ([1567] 1964: 153 y 156).
275
tanto de las cosechas, pero también de los acontecimientos familiares y de las modificaciones del
medio económico.
c) Ambas siguen a lo largo del año un ciclo estacional (fig. 194) vinculado al calendario de
los trabajos agrícolas, de las cosechas y de la producción de los animales, de las actividades exteriores
y de las migraciones, y, en fin, de las fiestas. Ciclo que depende, claro está, de la naturaleza y de la
variedad de los recursos (fig. 195).
La mayoría de los productos vegetales son cosechados en dos o tres meses, justo después de la
estación de lluvias, y el pico estacional sigue siendo notorio aun allí donde el clima más suave y el
riego permiten dos y hasta tres cosechas por año. La disponibilidad de forraje, y por lo tanto el estado
de engorde de los animales y la producción de leche, siguen también la alternancia de las estaciones.
Ello se traduce, de un lado, en la importancia del almacenamiento y las técnicas de conservación, y, de
otro, en niveles más elevados de consumo de los productos que se conservan mal, justo después de las
cosechas: la proporción de tubérculos y de productos frescos (habas verdes, maíz choclo) es muy
fuerte en la época de las cosechas, y disminuye luego rápidamente para ser sustituida por la de granos
secos. Pero este ciclo anual es menos acentuado que en otras regiones del mundo, sin duda gracias a la
complementaridad de los pisos ecológicos [404]] (capítulo 3). El consumo alimenticio - y, en
particular, de carne, coca y alcohol - es a menudo muy alto en el momento de las fiestas, algunas de
las cuales son comunes, y otras propias de cada aldea o distrito.
d) Todos los campesinos compran alimentos en el mercado con el dinero que proviene de la venta
de su fuerza de trabajo, de productos no alimentarios (lana...), y casi siempre también de alimentos:
venta de leche, queso, huevos, animales vivos, para adquirir productos a base de almidón, aceite
y azúcar;
venta en el momento de las cosechas, luego compras (a precio mucho más alto) cuando las
reservas se han agotado.
La relación entre producción y consumo de alimentos es, pues, en parte indirecta; pasa
por el mercado y los ingresos monetarios de la familia, que a su vez influencian tanto en lo que
los campesinos producen como en lo que comen.
Las consecuencias metodológicas de estas cuatro características interesan a los que planifican
estudios sobre la alimentación, y a los que utilizan sus resultados:
- La interpretación de los datos supone que la población estudiada sea "estratificada" en función de
una caracterización bastante precisa de la totalidad de ingresos y [405]] recursos, tanto agrícolas
como no agrícolas; en el caso de los primeros, el conocimiento del acceso a los diferentes pisos
ecológicos es tan importante como el de la extensión total de las tierras explotadas (Ferroni
1980: 44; Ayala et al, 1989).
- Se requieren observaciones escalonadas a lo largo de todo el año.
- Las fluctuaciones interanuales plantean los mayores problemas, tanto para dar un diagnóstico en un
momento dado, como para detectar tendencias a largo plazo. Por ejemplo, a comienzos de los
años 60 se llevaron a cabo encuestas alimentarias por Mazess y Baker (1964), y algunos años
más tarde por Gurski (1969), en el distrito de Nuñoa, alejado del lago Titicaca y situado en su
mayor parte por encima del límite superior de los cultivos. La primera puso en evidencia un
régimen basado en los alimentos producidos localmente, en tanto que el maíz y el trigo sólo
proporcionaban el 2,5 % del consumo energético total. La segunda podría conducir a la
conclusión de que había habido un retroceso del modelo tradicional, con una mayor importancia
de los productos no locales (trigo, arroz, azúcar, aceite), en particular en la capital del distrito.
Pero Picón-Reátegui (1976: 235) previno contra una interpretación demasiado rápida de los
datos: como la cosecha de papas de 1969 fue excepcionalmente mala, la región había recibido
ayuda alimentaria. El modelo de consumo se había modificado en dos de las localidades
estudiadas por Gurski, y los habitantes de la tercera quizás habían sub-declarado su consumo
para recibir esa ayuda. Estos datos no muestran, pues, de manera indiscutible, una evolución de
los regímenes alimenticios de Nuñoa, pero ilustran su susceptibilidad frente a las
276
33
Generalmente se entiende por nutrición el equilibrio cuantitativo y cualitativo de la alimentación, así como el
proceso biológico de utilización de los elementos nutritivos por el organismo, y sus consecuencias en el estado
del individuo. La alimentación es la manera de escoger, preparar y consumir los alimentos. Su valor no es
solamente nutricional, sino también económico, cultural y simbólico.
34
La reducción de acuidad visual que puede resultar de ella en condiciones de poca luz es, tanto como el frio u
otras razones, una causa posible del miedo de muchos campesinos del Altiplano a caminar afuera por la noche.
35
Cuando el consumo energético es insuficiente, el organismo "quema" proteínas para suplir el déficit.
277
Cuadro 27. Porcentaje de cobertura de las necesidades alimentarias, Altiplano de Puno (normas FAO / OMS, 1973-1976-1979-1985)
Calorías Proteínas Grasas (1) Minerales Vitaminas (3)
Ca (2) Fe A B1 B2
Puno rural. 116 147 88 211 17 221 162
ENCA Proporción del autoconsumo en el total de las calorías : 87%
1971-1972 Puno urbano. 74 99 54 83 51 76 73
Proporción del autoconsumo en el total de las calorías : 9%
Jiscuani. Labranza y siembra 100 133 38 103 107 33 131 104
4 Trabajos de cultivo 82 117 38 75 75 31 119 92
comunidades Cosecha 97 114 33 119 115 35 133 121
Post-cosecha 83 90 28 98 75 36 118 116
en 1986-87
Anccaca. Labranza y siembra 61 61 28 41 43 12 115 80
(Ayala et al.,
Trabajos de cultivo 68 84 33 80 75 23 120 96
1989). Cosecha 99 108 64 75 77 40 109 75
(Porcentaje Post-cosecha 64 71 25 50 59 17 128 93
(1) A pesar de ser muy bajo, el consumo de grasa parece aportar cantidades suficientes de ácidos grasos no saturados.
(2) El consumo real de calcio es, sin duda, superior por la riqueza en calcio de alimentos no medidos (coca, llipta…)
(3) Los aportes promedios en fósforo y otras vitaminas son suficiente.s
278
la cantidad total de alimentos disponibles para una familia de cada dos no basta para
satisfacer las necesidades de energía de todos los miembros de la familia, (...) pero todos sus
miembros no se ven afectados de la misma manera." (Ferroni, 1980: 85-87).
Las relaciones antropométricas, similares en las zonas urbanas y rurales, van en el mismo
sentido. Un tercio de los niños entre 1 y 6 años está subalimentado, si se considera la relación peso-
edad (clasificación de Gomez), y la mitad si se considera juntos el peso, la talla y la edad
(clasificación de Waterlow). Los casos de malnutrición aguda, consecuencia de enfermedades
infecciosas y de stress cíclicos o accidentales en el sistema alimenticio familiar (sequías, fluctuaciones
de los precios...), son tan numerosos como los de la malnutrición crónica, expresión de la pobreza
(Ferroni, 1980: 100-106); ello refleja una gran vulnerabilidad frente a calamidades de toda clase.
En las cuatro comunidades estudiadas por Ayala et al (1989), los indicadores de subnutrición infantil
varían a lo largo del ciclo estacional de los cultivos.
Esta situación poco brillante, ¿está al menos en vías de mejora?
pero las bebidas calientes azucaradas y el pan aportan una más fuerte proporción de calorías, en tanto
que los fideos y el arroz son más frecuentes en las sopas y guisos.
Ferroni explica estas observaciones en términos económicos, más que culturales. Los
gobiernos peruanos han mantenido bajos los precios de los alimentos, favoreciendo a corto plazo a las
masas de consumidores urbanos y a sus empleadores, que pueden fijar así bajos salarios. Esos bajos
precios han desalentado la producción alimentaria en el país, colmándose los déficits creados así con
importaciones. Durante todo este tiempo, los campesinos de los Andes obtienen pocos ingresos por la
venta de su producción: los que no pueden producir por sí mismos lo esencial de lo que consumen,
compran lo que sus medios les permiten: pues bien, los alimentos no tradicionales tienden a ser más
baratos a causa de las subvenciones a las importaciones de alimentos.
¿Cuáles son los efectos de todo ello en el estado nutricional?
Los hogares de bajos ingresos, o con una fuerte proporción de autoconsumo, tienden a
consumir sobre todo alimentos tradicionales, y viceversa. Dentro de cada categoría, los hogares con
ingresos altos consumen en promedio más calorías y proteínas, [[409]] con carencias menos frecuentes:
todo lo cual es clásico. Más notable es el hecho que, en cada clase de ingresos, una mayor
proporción de calorías autoconsumidas corresponde igualmente a mayores niveles de consumo
de calorías y proteínas, y a menores riesgos de deficiencias (cuadro 28).
Cuadro 28. Relaciones entre nivel de ingresos, autoconsumo alimentario y riesgos de subnutrición.
Sierra Centro y Sur del Perú – Ferroni, 1980, según datos de ENCA, 1971-1972
Los hogares para los que el auto-consumo no representa más que una pequeña parte de la
ración alimenticia y de los gastos totales, tienen en general un estado nutricional inferior, a causa de la
menor calidad nutricional de los alimentos no tradicionales (azúcar, aceite, arroz), y de su más bajo
consumo calórico. Ferroni muestra que, en la Sierra, la subnutrición es ante todo un problema de
consumo insuficiente de calorías, vinculado a los bajos ingresos y a las bajas proporciones de
auto-consumo. La solución que propone sería aumentar los ingresos de los campesinos en la Sierra,
entre otros por medio de políticas como el cambio de la estructura de los precios de los alimentos, vía
la disminución de los subsidios a la importación de los mismos, y el estímulo a la producción de los
serranos. Pero al aumentar los precios de los alimentos que compran los campesinos, una política
como ésa tendría probablemente efectos muy diferenciados, de acuerdo a la medida en que esos
campesinos posean o no suficientes tierras para producir lo esencial de lo que consumen (fig. 180).
externa, una elevada inflación así como devaluaciones de la moneda nacional (¡fenómenos todos que
se agravaron después!). Bajo presión de los consumidores urbanos, los concejos municipales en esa
época nombrados por el gobierno, y no elegidos de las dos principales ciudades del departamento,
Puno y Juliaca, habían [[410]] mantenido los precios de los alimentos producidos localmente a un nivel
tan bajo que los de los productos importados se habían hecho relativamente más altos. Como
consecuencia de ello, "los campesinos guardaban la mayor parte de su producción para el consumo
doméstico" (Appleby, 1982: 7), y vendían menos, mientras que se reducía el consumo de productos
comprados, sobre todo los no tradicionales. "El pan y los condimentos, especialmente el ají, que
antes era posible encontrar en todas partes en los mercados, se hallan en vías de desaparecer de la
alimentación rural, por ser demasiado caros." (id.)201 Es verosímil que su más alta proporción de auto-
consumo haya conducido a una mejora de su estado nutricional, a menos que hayan sido víctimas, al
mismo tiempo, de una brutal disminución de sus ingresos, lo que no puede excluirse a causa de la
reducción de sus actividades no agrícolas como consecuencia de la contracción de la economía
nacional.
Las observaciones de Appleby son particularmente sorprendentes, pues muestran un retorno a
modelos de consumo alimenticio más tradicionales: en este caso, la evolución global de los últimos
decenios es reversible, una razón de más para tomar precauciones en la utilización del término
"tradicional."
201
El ensayo de diagnóstico alimenticio de las 5 familias (cuadro 6.3), que data del mismo año, pone en
evidencia la carencia de vitamina A, cuya principal fuente es el ají. Los campesinos de las 5 familias nos dijeron
que compraban fuera menos que antes.
281
ganan más vendiendo galletas, cuyos precios no están controlados... (Painter 1983: 213). Las
subvenciones gubernamentales benefician así tanto a una pequeño número de compañías como a la
masa de los consumidores.
La emergencia de políticas que favorecen las importaciones de trigo se puede vincular, según
Painter, a:
"la aprobación por el Congreso norteamericano, en 1954, de la Public Law 480, llamada
Alimentos para la Paz. Destinada a disminuir los excedentes de grano en el estados Unidos,
esta ley autorizó préstamos con bajas tasas de interés para la compra de cereales
norteamericanos por países en vías de desarrollo.
(...) Más tarde, el hecho de aceptar un reembolso en monedas locales se convirtió a su vez [a
causa de la inflación] en una de las diversas formas de préstamo con bajos intereses,
accesibles a las empresas norteamericanas deseosas de realizar operaciones en estos países.
Se esperaba que tales facilidades aumentarían la proporción de población asalariada capaz
de comprar productos a base de cereales US" (1983: 215).
En realidad, el trigo de la ley 480, enviado al Perú para aliviar temporalmente las
consecuencias de las desastrosas sequías de los años 50, acarreó un aumento del consumo de pan y de
fideos, que subsiste hasta ahora. Pero los precios no son sólo consecuencia de estos factores externos.
Platt (1982,a y b) ha mostrado de manera documentada la voluntad de las clases dirigentes bolivianas
de ver su país inundado de trigo importado a bajo precio. Una vez eliminado así el trigo local del
mercado, los campesinos de ciertas regiones orientaron su producción agrícola hacia una mayor
autosubsistencia.
Tampoco puede descartarse el papel de las preferencias de los consumidores: el consumo de
productos a base de trigo en el Perú puede ser consecuencia inmediata de las subvenciones, pero éstas
lo son a su vez de la demanda local. A veces es difícil separar aquí las causas de las consecuencias.
202
Los pequeños panes que se fabrican en los Andes se conservan fácilmente por una semana, y aún más, en
bolsas de plástico.
203
Ver el Anexo A de este capítulo.
282
Conclusión: tres puntos de vista sobre los cambios en los modelos alimenticios andinos
Las explicaciones de las evoluciones observadas difieren según el punto de vista que se adopte.
Una perspectiva fundamentalmente "adaptacionista" argumentaría que que los modelos
tradicionales de utilización de los recursos permiten a los campesinos andinos tomar su alimentación
de su medio natural, áspero e imprevisible. El modelo de verticalidad, tratado en el capítulo 3, permite
una utilización eficaz de la mano de obra, y reduce el riesgo de pérdida total de la cosecha. La
combinación de los diferentes alimentos producidos así satisface las necesidades nutricionales. Desde
este punto de vista, la alimentación cambia porque las adaptaciones tradicionales no son ya viables, a
causa antes que nada del aumento de la presión demográfica. Una argumentación como ésta es válida,
pero no es suficiente como para ser la única a retener.
En efecto, de una región a otra, la importancia de la introducción de los alimentos no
tradicionales no parece estar vinculada con la demografía. Y la aceptación de nuevos alimentos no se
explica simplemente por la relación entre su costo y su valor nutricional, como tendería a proponer
este punto de vista.
[[413]] Un segundo tipo de explicación, que adoptó Ferroni (1980), toca la economía política. Los
campesinos andinos, empobrecidos, son considerados como fuente de mano de obra a bajo precio, y,
en menor medida, de productos baratos. Pueden trabajar por bajos salarios, ya que ellos mismos
producen la mayor parte de su alimentación. Las evoluciones alimenticias pueden explicarse por el
deterioro de su posición en la economía nacional. Sus recursos disminuyen a causa de la presión
demográfica, de la falta de apoyo técnico e económico a la agricultura andina, de la incapacidad de los
campesinos marginalizados para invertir el trabajo necesario para acondicionar y mantener la tierra,
etc.
También esta aproximación puede explicar algunos cambios alimenticios que se han
observado. Pero se basa sobre la hipótesis implícita de que las familias campesinas buscan, antes que
nada, producir tantos alimentos como puedan en sus propias tierras, y sólo luego completar sus
ingresos por medio de otras actividades. En otros términos, las proporciones de autoconsumo
(subsistence ratios), tales como las define Ferroni, estarían determinadas, en cada familia
campesina, por los factores de producción de los que dispone, en particular la extensión de tierra y la
cantidad de mano de obra que controla. Esta hipótesis, si bien frecuente en el análisis de las economías
campesinas, merece un examen más de cerca. En primer lugar, en una situación económica idéntica,
dos familias campesinas diferentes pueden elegir dar un destino diferente a sus recursos, poniendo una
el acento en la agricultura de subsistencia mediante el cultivo más cuidadoso de sus parcelas, y la otra
buscando ante todo ingresos de trabajo no agrícola: en la primera parte de este capítulo ésa fue,
precisamente, la diferencia de comportamiento observada entre las familias I y V, por una parte, y II y
IV, por otra. En segundo lugar, prácticamente todas las familias compran suministros para la
204
En los restaurantes que hay a lo largo de los caminos es difícil, con frecuencia, conseguir que sirvan papas,
pues los camioneros se esfuerzan en exhibir su diferencia con las clases populares precisamente porque han
salido de ellas.
Cuando hubo que establecer una lista de productos que había que adquirir, para un curso de nutrición destinado a
campesinas del Altiplano, una de las organizadoras (una monja originaria de Arequipa) puso en primer lugar
leche evaporada en lata. Otra propuso sustituirla por quinua, producto local cuyas proteínas tienen una
composición en ácidos aminados cercana a la de la leche. La primera exclamó: "Quinua, ¡qué vergüenza!".
283
205
Cruel ironía, o vaivén de la historia: después de la gran insurrección de Tupac Amaru, que quiso restaurar en
1780 el imperio inca, el virrey del Perú trató de asimilar por la fuerza a los indios a la cultura española: dictó un
decreto que les prohibía utilizar ropa e instrumentos de música indígenas, y aun hablar en quechua. Tales
prohibiciones no pudieron se aplicadas nunca de manera total, pero causaron sin duda perjuicios....
206
"Pasar de trabajar los archivos de la sierra central a los de la sierra sur supone inevitablemente un choque
emocional que debiera consignarse. La imagen de lo que era la condición del campesinado indígena varía
fuertemente, pero sobre todo, lo que más conmociona es observar la radical diferencia en el terreno de la relación
entre los indígenas y las otras fracciones de la población (principalmente blancos y mestizos). La constatación
fundamental es que la percepción de la naturaleza esencial de estas diferencias anotadas por José María
Arguedas es justa: en las evidencias, revisadas en la sierra central no se percibe que entre indios, mestizos y
blancos hubiera una diferenciación social que supusiera el "establecimiento de un status que significaba
diferenciación que comprometía la propia naturaleza, como ocurrió y ocurre en el Cuzco, donde señores e indios
parecen aceptar diferencias que comprometen la propia naturaleza de las personas y no únicamente su
condición socioeconómica." (Arguedas, 1983: 119). En otras palabras, el racismo supone aquí una insuperable
dificultad, para las fracciones locales dominantes, de reconocer en los indígenas una básica humanidad que
permitiera entablar una relación social entre individuos pertenecientes a estratos socioeconómicos muy
diferentes, pero de quienes pudieran aceptar, más allá del discurso teórico, que eran básicamente sus
semejantes." (Manrique, 1988: 95).
284
mestizos (Orlove, 1980), y que, a la inversa, se consuma menos otros alimentos porque son
considerados emblemáticos de un estilo de vida antiguo, ahora despreciado.
Nuestro punto de partida para este libro fue un emblema de la agricultura tradicional, la
chaquitaclla que abre la tierra al comienzo de un ciclo de cultivo. Y es sobre el carácter emblemático
de los alimentos producidos y consumidos que se acaba aquí nuestro largo recorrido andino.
Nos queda todavía, en el último capítulo, ampliar nuestra perspectiva, mostrando de qué modo
las diferentes teorías disponibles explican el comportamiento económico de los campesinos andinos.
285
Anexos al capítulo 6
[[415]] A- Producción y consumo de trigo en Chumbivilcas
El trigo, introducido por los Españoles después de la conquista, entra desde esa época en los
sistemas de producción tradicionales de la agricultura andina. El Perú era en el siglo XVII exportador
del cereal. Sin embargo, en la costa su cultivo retrocedió en beneficio de cultivos de exportación más
rentables: caña de azúcar y algodón. Muy pronto se empezó a importar, desde el siglo XVIII. No
obtante, aun en esta época, había regiones enteras, como la de Arequipa, especializadas en la
producción de trigo. Especialización que después dejó el lugar a otra, la de la producción lechera. De
este modo las importaciones de trigo no cesaron de aumentar en el Perú, con la crisis de la producción
y la urbanización, hasta alcanzar más del 90 % del consumo actual. Hoy ocupan el primer lugar en las
importaciones alimentarias del país, ya que el pan y los fideos se han convertido en los alimentos
básicos de la población urbana.
El trigo, importado principalmente de los Estados Unidos, está destinado a una industria de la
molienda muy concentrada, implantada a proximidad de los puertos y en los grandes centros urbanos.
Estas industrias, que se abastecen al precio mundial, y se han beneficiado con subvenciones
suplementarias hasta fines de los años 70, venden sus productos no solamente en los grandes centros
urbanos sino también en el medio rural, que representa una parte importante de su mercado.
Frente a la competencia de las harinas industriales, los molinos de agua de la Sierra han sido
abandonados casi en su totalidad, y la producción de trigo ha retrocedido fuertemente. En la provincia
de Chumbivilcas, una de las primeras iniciativas que tomaron los técnicos del Ministerio de
Agricultura, a fines de los años 70, fue lanzar el proyecto de implantar un molino de tecnología
moderna destinado a tratar los cereales de la zona, que habría de reemplazar así la harina importada. El
proyecto fue llevado a cabo por una organización no gubernamental, CICDA, que instaló un molino
administrado por la "central de comunidades" de la provincia, constituida en esta oportunidad para
asegurar la recolección y la comercialización del trigo y otros productos agrícolas.
Los técnicos pensaban favorecer así la diversificación de los sistemas de producción, muy
especializados por entonces en papas, así como el consumo de un pan de harina completa, de mejor
calidad nutritiva que el pan de harina blanca. No sucedió nada de eso, ya que los campesinos se
contentaron con utilizar el molino para servicio de molienda, marchándose luego con su propia harina
destinada al auto-consumo. ¿Eran los precios del trigo, alineados con los de la harina importada, y la
influencia de los modelos de consumo, la única explicación de la preferencia que mostraba la
población de Chumbivilcas, eminentemente rural, por el pan a base de harina importada?
Una investigación que se realizó sobre la competencia entre el renglón industrial y el renglón
artesanal puso de relieve los puntos siguientes:
[[416]] - El consumo de trigo importado y de sus derivados no es algo que concierne solamente
a los centros urbanos, sino que es igualmente importante en el medio rural, donde las redes de
comercialización establecidas llegan a todos los pueblos de importancia. Santo Tomás, Velille,
Colquemarca, son abastecidos por los camiones que vienen, cada semana, de Arequipa.
Numerosas tiendas aseguran luego su distribución.
- Aun los campesinos y pastores de las comunidades más alejadas compran harina y pan con
ocasión de su visita al pueblo en el fin de semana. El mercado es importante a escala local.208
207
Tomado de "Recherche sur l'intensification des systèmes de production existants en vallée interandine du
Pérou. La province de Chumbivilcas dans la région de Cusco." Informe de Investigación INRA/DGRST, sin
fecha, 54 p.
286
- Pero los panaderos artesanales locales no se aprovisionan de trigo local. Prefieren utilizar la
harina industrial por varias razones.
El abastecimiento por camiones desde Arequipa es seguro, regular y fácil; la harina que traen
es de calidad homogénea y adecuada para la panificación y adaptada a la reglamentación del peso y
precio del pan, que son fijados por el Estado y las municipalidades. Ahora bien, el pan de harina local,
a pesos iguales, es de menor volumen que el pan de harina blanca. Habría que emplear entonces una
mayor cantidad de harina local para obtener un pan de aspecto equivalente.
Por otra parte, la leña para calentar los hornos representa una gran parte del costo total de la
producción de pan, lo cual se debe a su escasez en la provincia. Para disminuir la cantidad de leña que
necesitan para la fabricación, los panaderos agregan una cantidad mayor de grasa, técnica que presenta
una desventaja, ya que así el pan se conserva sólo unos pocos días. Esta es la razón por la cual los
panaderos locales no producen pan de larga conservación.
Ahora bien, éste es el tipo de pan que buscan los campesinos que vienen al pueblo a lo más
una vez por semana, y sobre todo los criadores de ganado en la altura, acostumbrados desde hace
mucho a comprar cantidades importantes de pan gracias a sus ingresos monetarios regulares.
Adquieren por ello el pan elaborado por las industrias de Arequipa, que se conserva por mayor tiempo.
De esta manera el mercado para el trigo local es muy reducido. Ello explica en parte el lugar
que ocupa el trigo en los sistemas de producción: es cultivado al final de la rotación, después de la
papa, objeto de mayores cuidados (abonos químicos, estiércol, trabajo de la tierra) y luego de otros
cultivos intensivos, como el maíz y las habas. El trigo no recibe ningún abono y se produce de modo
extensivo. Su papel se reduce al de un producto de auto-consumo.
Sería posible considerar su relanzamiento en esta provincia, cuyas tierras son relativamente
extensas en relación con la población. Ello implicaría una política de conjunto que vaya más allá de
una simple elevación de los precios, pero que sería de bajo costo: considerar a los campesinos y a la
gente del campo como consumidores advertidos y no sólo como víctimas de una aculturación que les
ha sido impuesta; y responder a las exigencias de los panaderos artesanales, si se quiere competir
eficazmente con las reales ventajas que representa la harina industrial. En fin, tomar en cuenta la
gestión del conjunto de los recursos del espacio andino para luchar contra la disminución de la leña de
que se puede disponer, problema que sobrepasa de lejos el aspecto que presentamos aquí.
[[417]] Todos los discursos políticos sobre los problemas alimentarios del país denuncian el grado de
dependencia frente al extranjero en lo que respecta a los cereales. Nos parece absolutamente posible
reducir el nivel de importación comenzando por disminuir los cereales importados en las zonas rurales.
Resultado que puede conseguirse a un costo razonable combinando medidas sobre los precios y
créditos, sobre la política tecnológica en el renglón artesanal, y sobre el acondicionamiento del
espacio.
208
Durante los primeros años de su puesta en servicio el molino procesó una cantidad promedio de unas 15
toneladas por año, ¡lo cual equivale a la harina industrial que ingresa en cada semana a Santo Tomás, sin tomar
en cuenta el pan importado de Arequipa!! Esta cantidad subió a 150 toneladas (trigo y cebada) en 1989.
287
Anexo B
Metodología y aprovechamiento crítico de los datos sobre la
ganadería andina en tiempos de sequía.
El caso de las comunidades del alto valle del rio Chancay, Perú, 1976-
1980 209
Isabelle LAUSENT-HERRERA
El Perú forma parte de las naciones donde se producen sismos y grandes desórdenes naturales.
A pesar de que escanden la vida de las poblaciones, las autoridades nacionales no pueden - si es que
tuvieran el deseo - medir sus impactos inmediatos o a largo plazo.
El aislamiento de las regiones montañosas, las diferencias étnicas entre sus poblaciones y la
clase dirigente, el sub-equipamiento, la insuficiencia de las infra-estructuras de comunicación, la falta
de estaciones y de centros de previsión meteorológicos, y la rareza de catastros y estadísticas
detalladas, son otros tantos factores que conducen al desconocimiento económico, social y político de
las consecuencias de las anomalías climáticas de gran envergadura.
Dada su diversidad geográfica, la dispersión de su población y las condiciones socio-
económicas de su desarrollo, nadie puede pretender establecer y disponer de estadísticas confiables
sobre el conjunto del territorio peruano en ámbitos tan importantes como los de recursos naturales,
accidentes climáticos y, sobre todo, la producción agropecuaria nacional y regional.
El estudio de las repercusiones económicas y sociales de la severa sequía de 1976 a 1980 en
las comunidades del Alto Valle del río Chancay muestra cuán difícil fue una aprehensión cuantitativa
de este fenómeno, por la falta de estadísticas de base. En el terreno la recolección de datos
cuantitativos y cualitativos referentes al estado comunal e individual de la ganadería durante esos
cinco años de crisis, puso en evidencia problemas metodológicos que confirmaron que, en un campo
tan complejo como el del mundo comunal andino, no se puede concebir la elaboración definitiva de
datos estadísticos sin estar animado, de una parte, por una gran prudencia frente a la información
directamente accesible, y, de otra, sin recurrir a los reajustes críticos que pueden aportar la
antropología y la sociología.
[[418]] He aquí, como ilustración de las observaciones en el terreno, un resumen de algunos de los
mayores obstáculos que encontramos con ocasión de dicho estudio.
209
Este texto se publicó en "Sociétés Rurales des Andes et de l'Himalaya" (Bourliaud et al, eds., 1990: 129 -
135). Ver igualmente Lausent, 1986 a y b.
288
Los censos
Estos censos, realizados por la comunidad misma, están las más de las veces destinados a la
"Dirección de Asuntos Indígenas", o a otros organismos oficiales, y levantados de tal manera que
puedan justificar los pedidos que infaltablemente los acompañan.
Es así que, de acuerdo a las solicitudes formuladas a las autoridades regionales y nacionales, la
comunidad indica una población masculina intencionalmente menor en razón de un "éxodo de
pobreza," o, al contrario, voluntariamente aumentada, con el fin de denunciar la pequeñez de sus
tierras y la dificultad que experimentan todos para tener una parcela o contar con agua y pastos
suficientes. Tales argumentos, reforzados por una falsificación "legitimada" de los censos y balances,
apoyan las peticiones de ayuda en dinero, equipo, abonos y alimentos.
Las crisis estimulan estos procedimientos. Así se pudo notar, durante la sequía, que un número
de comunidades del Alto Chancay presentaron a CARITAS 210 y otros organismos oficiales ligados al
desarrollo, listas infladas de agricultores-criadores, que comprendían comuneros ausentes, muertos o
que no habían existido nunca.
Esos censos periódicos y oportunos son por desgracia y de modo regular asentados en los
libros comunales, y utilizados sin cesar como referencia. A fuerza de recurrir a semejantes
procedimientos, los registros comunales pierden todo valor; no se puede contar, por lo tanto, con este
material demográfico y socio-económico a pesar de todo único, sin considerar su sistemática re-
interpretación.
210
Socorro Católico Internacional, que distribuye en particular la ayuda alimentaria extranjera.
289
parte porque aun si el encuestador formula un cuestionario destinado a establecer la "verdad," las
respuestas que obtendrá serán insatisfactorias, como se verá más adelante.
En cuanto a las ventas efectuadas con ocasión de los controles, son causa de nuevos errores.
La comunidad, en efecto, exige que se pague de todas maneras el impuesto correspondiente al animal
vendido durante esta operación, es decir, indiferentemente, por el criador, o por el comprador.
Varias soluciones son posibles cuando se registra los animales y se cobra simultáneamente el
impuesto:
- sea que la venta tenga lugar luego de que el criador haya declarado la totalidad de su rebaño,
de modo que resulte, luego de la aplicación del impuesto, propietario de un número en realidad
menor de animales, mientras que su rebaño aparece sobrevaluado en la contabilidad comunal;
en el momento de la venta el criador recupera el valor del impuesto a expensas del comprador.
- sea que la venta tenga lugar antes del paso al registro, y en este caso el negociante de ganado
paga el impuesto a la comunidad - sin mencionar a su vendedor -, en tanto que el criador
declara, esta vez, un rebaño subvaluado amputado por la transacción, y ello sin que jamás
aparezca su real dimensión.
Ya sea que el pago sea hecho por el criador, o luego de la venta por el negociante de ganado,
el mismo que reembolsará al criador, lo importante sería que la contribución fuese claramente señalada
en el registro: bastaría entonces, para conocer el real número de cabezas de los rebaños individuales en
el momento del control, asegurarse de que los animales, objeto de la venta, hayan sido incorporados al
contingente del criador, señalando al mismo tiempo su salida.
No es necesario decir que muy rara vez se hace esta precisión, y que el comunero que paga su
impuesto no señala que, unas horas antes o después del control, su rebaño era mayor o menor en uno y
hasta diez animales (caso de compra-venta entre comuneros). [[420]] Cuando en tiempo de sequía se
toma conocimiento de estas desapariciones, se tiene la tentación - a falta del testimonio individual - de
explicar semejantes fluctuaciones por causas tales como la muerte de animales famélicos, su extravío,
etc..., lo cual, en el caso de un estudio sobre el impacto de la sequía y las estrategias campesinas
consiguientes, constituiría una interpretación equivocada. Tales errores, así como los expuestos más
adelante, ponen en duda toda tentativa de elaboración de tipologías de criadores fundadas en la
evolución de los rebaños individuales, o sobre los comportamientos de las familias, a menos de
intentar otra aproximación.
de que la sequía no se prolongaría, y de que había gastado ya mucho para mantener en buen estado sus
dos rebaños, este criador no renueva su arrendamiento en el exterior; pero la sequía se agrava y las
pérdidas son grandes. El criador se presenta entonces al control de 1978, no con una ganancia de
animales en relación con el año anterior, sino con un cruel déficit. De los 57 bovinos alcanzados en
1977, 3 se vendieron durante el control, dejando a nuestro hombre con 54 animales. Después de un
año de dificultades se presentó, pues, al control de 1978 con un rebaño que sólo tenía 38 animales (8
muertos, 4 desaparecidos, 4 vendidos a pérdida).
Si se creyera el Registro Comunal del control, el camino recorrido por este criador habría sido
el siguiente:
Es así que como resultado de un don o de un adelanto de herencia, se produce una inscripción de los
mismos bienes - en este caso animales - bajo diferentes nombres. Y hasta que el donador se desprenda
"afectivamente", el objeto del don continuará siendo declarado al mismo tiempo como propiedad del
suya y como propiedad del beneficiario.
Conclusión
En período de crisis, y particularmente durante una sequía, los comportamientos, y con ello las
estrategias personales o de grupo, revisten una gran importancia. Asimismo, [[422]] todos los pequeños
errores que en tiempos normales, en un estudio socio-económico de comunidad, se advierten y
eliminan con facilidad, se acrecientan, escapan al entendimiento y finalmente se acumulan
peligrosamente.
Como he tratado de demostrar, tales errores son responsables de la desaparición o aparición no
justificadas de criadores; ofrecen una imagen cuantitativa falseada de los rebaños individuales así
como del capital ganado a escala comunal; inducen a colocar a los criadores en rúbricas tipológicas
que no les corresponden. En fin, de comunidad en comunidad, las fuentes de errores, semejantes o
diferentes, acentuadas por la crisis, van sumándose, hasta el punto de que la información estadística de
conjunto se hace ajena a la realidad.
292
QUINTA PARTE
[[423]]
DISCUSIÓN Y PERSPECTIVAS
Capítulo 7 [[424]]
211
Este capítulo ha sido tomado del libro "La economía campesina en el Perú: Teorías y Políticas" (Centro Las
Casas, Cusco, 1988) y del artículo "Campesinos y acción colectiva: La organización del espacio en comunidades
de la Sierra sur del Perú (Revista Andina, Cusco, 1989), remodelados y condensados por Pierre Morlon y Nadine
Sebill.
293
Presentaremos aquí, brevemente, la manera en que las diferentes teorías definen y articulan
estos diferentes conceptos, y los problemas que plantea su utilización en los estudios peruanos.
212
La obra principal de Chayanov, publicada en 1924, es La organización de la unidad economica campesina,
de la que hay edición en español: Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1985.
294
A nuestro conocimiento, el único texto que discute de manera sistemática y original las
diferentes observaciones e hipótesis sobre la racionalidad del campesinado andino, es el de Caballero
(1983: 300 ss). Propone "distinguir dos principios en la programación de la asignación de los recursos
de la familia campesina." El primero corresponde a la finalidad de "asegurar sus necesidades
elementales," para la cual el comportamiento campesino está dominado por la aversión al riesgo. El
segundo corresponde a un objetivo de "maximización del ingreso neto," sobre la base de los "recursos
que quedan," y aquí "la actitud frente al riesgo es neutral o incluso favorable" (p. 301).
Caballero parte de una hipótesis de Figueroa (1981: 95) según la cual los campesinos, en su
tiempo de trabajo, darían prioridad a las actividades agrícolas, para proponer un orden de prioridad en
los objetivos económicos de los campesinos: la satisfacción de las necesidades elementales (la
subsistencia) sería prioritaria, seguida por la maximización del ingreso.
En cuanto a nosotros, pensamos que el orden de prioridad en la asignación de recursos y en los
objetivos económicos depende de los factores disponibles y de otras restricciones, tales como el
mercado o el nivel de información, y no de una racionalidad inherente al campesinado en general. Por
lo tanto es indispensable partir de una tipología de las explotaciones para hablar de los
comportamientos. Creemos, en este caso, que sería más razonable volver al modelo neo-clásico que
define un comportamiento homogéneo de maximización de la utilidad bajo diversas restricciones
posibles. Estas observaciones tienen importantes consecuencias para la política económica, pues
comportamientos diferentes (es decir restricciones diferentes) implican respuestas diferentes a un
mismo estímulo económico.
Es importante no oponer el objetivo de subsistencia a la acumulación, y no olvidar que la
producción de excedentes es para los campesinos una necesidad. Lo ha sido a lo largo de toda la
historia cuando los campesinos debían pagar los tributos, impuestos y diversas formas de renta pre-
capitalista; y la acumulación y la inversión son necesarias para la reproducción del patrimonio familiar
(OSSIO y MEDINA, 1985: 218), so pena de ver reducirse los recursos al ritmo del crecimiento
demográfico.
[[430]] Para abordar la cuestión de las alternativas que existen en materia de políticas de desarrollo,
partiremos pues de la hipótesis de que las economías campesinas no son eficientes en el sentido neo-
clásico, que no desembocan tampoco en la eficiencia social, y que, en fin, los campesinos tienen una
diversidad de objetivos y comportamientos dentro de los cuales es posible encontrar la maximización
del ingreso, y por lo tanto de la productividad del trabajo que lo determina. ¿Qué implican estas
hipótesis para la política económica?
Si no hay un solo objetivo posible, sino varios, el primer desafío es el de adaptar las acciones
a los objetivos. Por ejemplo, los tradicionales "paquetes tecnológicos" que aumentan
significativamente el excedente comercializado durante algunas semanas cada año, pueden muy bien
no mejorar mayormente la alimentación campesina, que es más un problema de distribución
alimentaria a lo largo de todo el año que de disponibilidad promedio de calorías y proteínas (cap. 6.4).
Maximizar la seguridad alimentaria supone, en consecuencia, un orden de prioridad diferente en las
acciones: conservación después de la cosecha, diversificación de la producción...Y la investigación
agronómica debería interesarse más en los productos tradicionales auto-consumidos. Es finalmente
evidente que objetivos y órdenes de prioridad diferentes exigen acciones de desarrollo de una gran
flexibilidad: puede ser necesario obtener rendimientos más elevados en la producción de subsistencia
en un sitio dado, y promover las actividades comerciales en otro. Más aún: estos diferentes objetivos y
comportamientos se dan con frecuencia en el interior de una misma comunidad, y la experiencia
muestra que las acciones de desarrollo afectan de modo muy diferente a los campesinos de acuerdo a
la cantidad de recursos de que disponen. El problema más difícil, en general, es la dificultad de diseñar
programas especialmente orientados hacia los más pobres, que a menudo son campesinos a tiempo
parcial.
Las acciones de desarrollo están condicionadas también por los procesos de toma de
decisiones. Cuando, a causa de la aversión al riesgo, o de la necesidad de obtener un ingreso mínimo,
las restricciones son fuertes, los cambios técnicos son lentos y progresivos (Gonzalez y Kervyn, 1987).
Si una posibilidad de cambio afecta la organización de la actividad productiva en su conjunto, las
297
motivaciones (la esperanza de ganancia) deben ser muy grandes para que el cambio se produzca: una
simple variación en los precios es por lo general insuficiente para provocar una nueva decisión.
Veamos ahora las consecuencias de la teoría de la "ineficiencia" de los campesinos. La más
evidente es que permite invertir las consecuencias de la tesis de Schultz: si los campesinos son
técnicamente ineficientes (es decir bastante alejados en general de la frontera de producción) es
posible aumentar de manera significativa la producción sin revolución técnica mayor. Se podría
mejorar considerablemente la utilización de los recursos existentes antes de introducir otros nuevos.
Las diferencias de productividad son en efecto enormes, tanto entre regiones ecológicamente
comparables, como en el interior de cada una de ellas (Figueroa, 1986a; Cotlear, 1986: 173).
Aquí el problema es saber, en primer término, por qué se producen tales diferencias entre los
campesinos. Nuestra experiencia personal tendería a conceder un peso importante a las diferencias de
motivaciones y capacidades personales para explicar las grandes diferencias en los resultados
obtenidos por diferentes campesinos. Sería por lo tanto ilusorio imaginar una homogenización de los
rendimientos, y lo que hay que buscar a nivel microregional es un aumento del promedio más que una
disminución de la variancia.
Otra conclusión importante es la necesidad importante de diseñar políticas destinadas a
mejorar la utilización de los recursos colectivos (máquinas agrícolas, irrigación, pastizales,
infraestructuras) y a estimular la cooperación, para aprovechar las economías [[431]] de escala propias
de tales recursos y de las actividades agrícolas, que no pueden ser aprovechadas en un sistema de
minifundio individual. Tales políticas suponen, todas, un apoyo a las organizaciones colectivas de los
agricultores, pero no la colectivización de todo el proceso productivo, ni tampoco la imposición de
modelos de estructura agraria pre-establecidos desde el exterior.
beneficio "promedio" de la economía. Allí donde es muy elevada, constituye un evidente freno
a la penetración capitalista, al menos en la medida en que el mercado de tierras es lo
suficientemente imperfecto como para hacer muy lento el ajuste de precios. Así, a muy largo
plazo, la pequeña agricultura y las relaciones de trabajo no asalariadas son simplemente
características de formas de transición condenadas a desaparecer.
En los países occidentales la evolución de la agricultura, con su fantástico aumento de la
productividad del trabajo, ha desmentido las previsiones marxistas: la innovación [[432]]técnica ha
permitido al mismo tiempo una intensificación de la producción, una fuerte concentración de las
tierras y una muy fuerte reducción de la mano de obra empleada, desembocando todo ello en el
modelo de granja familiar actual, difundido tanto en los países desarrollados como en los del Tercer
Mundo.
Numerosos autores han tratado de explicar la persistencia de la pequeña explotación familiar.
Algunos subrayan su funcionalidad en relación con el sistema dominante: en los países del Tercer
Mundo el capitalismo requiere para desarrollarse la mano de obra y los alimentos baratos que le
proporciona la agricultura campesina. Esta es pobre porque es explotada, y el crecimiento del sector
capitalista se funda sobre dicha explotación. En los países desarrollados se ha considerado que la
estructura familiar de producción constituye la forma específica de la integración de la agricultura al
modo de producción capitalista. Permite, en efecto, producir al menor costo para la economía (ya que
el agricultor no busca una remuneración "normal" de sus factores de producciòn), y se halla
técnicamente más adaptada a una actividad que no permite una gran división del trabajo, y en que las
economías de escala son menores que en otros sectores (Servolin, 1972; Vergopoulos, 1975).
213
Lo cual constituye, por otra parte, la principal justificación económica de la aparcería.
299
2. El progreso técnico
En esta segunda parte presentaremos y discutiremos los resultados de los principales trabajos
realizados en el Perú sobre el progreso técnico. Expondremos igualmente las enseñanzas que se
derivan de los proyectos de desarrollo agrícolas.
214
Pero Erickson (1987) llega a conclusiones diferentes en relación con los camellones: "Si bien es cierto que
los camellones habrían podido subvenir a las necesidades de una población numerosa y densa (...) el sistema se
desarrolló mucho antes de que la alimentación de una población numerosa se convirtiese en un problema grave."
"No hay ninguna prueba de que fuese necesaria una organización socio-política más elaborada que el ayllu
andino para la construcción de un sistema de camellones."
302
Evaluación que no puede limitarse a cálculos de beneficios/costos, sino que debe tomar en cuenta las
variables mencionadas: demografía, prácticas culturales y de conservación de suelos, importancia de la
agricultura, organización social y política.
El contexto socio-económico, político, científico y también geográfico, desempeña, en efecto,
un papel fundamental en toda "revolución agrícola," y determina sus bases técnicas (preponderancia
de los factores genéticos, energéticos, de la fertilización, de las prácticas culturales, de las
infraestructuras).
Pensamos que una "revolución" orientada hacia la agricultura campesina en el Perú, que no
conceda un papel importante a las infraestructuras (irrigación, andenes, etc... pero también vías de
comunicación) es tan impensable como sería imposible un aumento mayor de la producción sin
modificaciones significativas en la fertilización y las prácticas culturales. Queda planteado el problema
de saber si las comunidades son actualmente capaces de construir y de mantener esas infraestructuras.
mediano plazo, un problema rural (de oferta = de producción), y a largo plazo un problema urbano (de
demanda).
Gonzalez y Kervyn (1987) abordan las cuestión del cambio técnico bajo un ángulo diferente, e
indican que en las dos micro-regiones estudiadas de la región del Cuzco la evolución de los precios
relativos de los factores no parece haber jugado un papel significativo en el cambio. Los dos elementos
principales que determinan la intensificación de la agricultura y el cambio técnico son el crecimiento
demográfico y la dinámica del mercado regional (incluso internacional, en el caso de la tecnología de
producción del maíz blanco en el valle de Calca-Urubamba).
Para estos autores los cambios ocurridos han significado poco progreso técnico (aumento de la
productividad del trabajo) pues los campesinos han debido enfrentar una lenta pero segura degradación
de sus recursos (difusión de plagas y enfermedades), degeneración de las variedades, erosión de los
suelos). Esta conclusión subraya la importancia de la adaptación de las técnicas al medio (cf. Figueroa,
1986a: 149 ss.), y la necesidad de acondicionamientos agrícolas.
Nos parece que las investigaciones deberían retomar el problema del cambio técnico en el
punto en que Figueroa y Cotlear lo dejaron: en el estudio de los procesos de desarrollo, quedan por
explicar las enormes diferencias inter e intra-regionales entre [[438]] campesinos, y establecer cuáles
son las condiciones de desarrollo de las economías campesinas.
La primera es que las investigaciones pueden ser más provechosas, precisas y baratas con la
participación de instituciones que tienen años de presencia en el mundo rural. Algunos proyectos
ensayan técnicas de "investigación de grupo" o "investigación participativa," cuyos resultados indican
que es posible obtener no sólo una información mucho más confiable que por medio de las técnicas
de encuesta tradicionales (cap. 5 y 6), sino sobre todo una devolución inmediata de los resultados a
los campesinos, para el diseño de alternativas de acción.
La segunda es que los campesinos proponen soluciones técnicas, sociales y organizativas a
casi cualquier problema que se plantee, pero en general no cuentan con los recursos (humanos y
materiales) para aplicarlas. Lo cual muestra que es absurdo marginar a los campesinos de los debates
sobre las acciones y las políticas de desarrollo. El hecho de que en este país no hayan tenido jamás voz
en la discusión y en las decisiones, no significa que no tengan ideas.
215
En 1987 el debate en el Parlamento peruano sobre la nueva Ley de Comunidades Campesinas ilustró muy
bien la polarización de las posiciones. La posición "modernizante" fue asumida por el Ministerio de Agrcultura,
que propuso la liberalización del mercado de tierras, siguiendo las recomendaciones del banco Mundial y la
corriente "liberal" (en el sentido económico de la palabra) que domina en Chile, en Bolivia, en Guatemala y en
otros países de América Latina. Finalmente la propuesta fue rechazada, y la nueva Ley es más conservadora que
la anterior en lo que respeta a la defensa del territorio y la autonomía de las comunidades.
305
muestran que el tipo de desarrollo agrario en los países del Tercer Mundo puede depender
críticamente de la manera en que las comunidades rurales responden a los cambios provocados por el
crecimiento demográfico, la expansión de los mercados y las innovaciones tecnológicas. El
crecimiento de la producción, del empleo y la distribución de ingresos en el medio rural dependen en
gran parte de la respuestas de las instituciones agrarias (Ishikawa 1975 y 1986, Hayami y Kikuchi
1981). La segunda razón proviene de una observación empírica: muy a menudo los [[440]] proyectos
de desarrollo constatan que el resultado de sus esfuerzos por modernizar la pequeña agricultura
(transferencia de técnicas, crédito, infraestructuras) depende, de manera crucial, de la organización de
las comunidades campesinas, es decir de su capacidad de llevar a cabo acciones colectivas.
Abordar la cuestión de la organización de la agricultura parece, pues, importante, desde el
punto de vista de la política económica, tanto más porque en los estudios de economía agraria
decenios de dominación de un paradigma exclusivamente centrado en el individuo han logrado
difundir la idea de que el modelo ideal, en el caso de los países del Tercer Mundo, es la generalización
del minifundio privado y autónomo, o lo que Bruno Revesz llama un "capitalismo agrario sin
empresas."
Hemos estudiado 14 comunidades campesinas en la región del Cusco. Aunque no hay más de
un día de camino entre las más alejadas, esta muestra, que por cierto no es representativa, es muy
diversificada. Tal heterogeneidad es bastante típica del mundo rural andino. Todas ellas comparten, sin
embargo, al menos cuatro características importantes:
- Los comuneros practican la agricultura y el pastoreo en un paisaje de montañas, en laderas
situadas entre los 3,000 y 4,500 metros de altura (figs. 196 y 197).
- El clima es seco, contrastado e irregular. En promedio llueve un poco menos de 700 mm.
por año, pero esta misma cantidad, así como su distribución en la estación de lluvias (noviembre a
216
Estudio realizado en 1987 en las comunidades campesinas de la zona de Pisac, bajo la dirección de B.
Kervyn, por el equipo del CEDEP Ayllu (Organismo no Gubernamental), compuesto por Alexander Chávez,
Cecilia Granadino, Raúl Mendívil, Hermógenes Cusihuamán, Pedro Germán Valero, Eduardo Díaz, Juan de
Dios Guevara, Dominique Van der Borght, Celso Quispe, Nguyen Chávez, Enrique Guzmán, Miguel Mendoza,
Jorge Chávez, Luis Minan y Andrés Loayza.
306
abril), varían de un año a otro. La heladas son en parte imprevisibles, y, por encima de los 3,500
metros, pueden producirse durante el crecimiento de los cultivos.
[[442]] - La presión sobre los recursos es fuerte. La densidad demográfica promedio es de 58
habitantes por km2 (con un rango de 20 a 167), pero llega a 70 si se excluyen los terrenos
improductivos. En la escala de Boserup estas comunidades se situarían en su mayor parte en el grupo
"densamente poblado." El crecimiento anual de la población es elevado : alrededor de 1,2 % en
promedio durante los últimos 50 años.
- No hay extremos en la repartición de esos recursos. Los únicos campesinos sin tierras son
los jóvenes que no han recibido todavía su herencia; y nadie cultiva más de 7 hectáreas (el promedio
es de 1.4 ha/familia), ni posee un rebaño de centenas de ovejas.
Fig. 197: Vista parcial de las comunidades estudiadas entre Cuzco y Pisac (Diciembre). PM.
A.- La zona de barbecho sectorial o "muyuy" (cap. 2) es la más extensa, y sólo una entre las 14
comunidades que hemos estudiado no la tiene. Se divide en sectores o muyuy en los que se siguen
ciclos regulares de cultivos y descanso. Cada uno de ellos se divide en parcelas individuales (en
promedio una media hectárea por año y por comunero). En nuestra muestra un sector se cultiva, por lo
general, durante dos años consecutivos, y se le deja luego unos cuatro en descanso abierto al pastoreo
217
La acción de un agente (individuo, grupo, empresa) tiene externalidades cuando afecta directamente la
producción o el bienestar de otras gentes. Las externalidades pueden ser negativas (una industria que contamina
un río) o positivas (un ganadero que hace rondas durante la noche para vigilar su ganado, impide también que
sea robado el de sus vecinos).
218
Tomada aquí en el sentido que le da Boserup (1965), la intensidad de la agricultura se define por el número
de cosechas realizadas cada año en un espacio cultivable (0,1 si una parcela es cultivada en un año de cada diez,
2 si se siguen 2 cultivos en cada año).
308
colectivo. La intensidad de la agricultura es de 0,37, pero con fuertes diferencias de una comunidad a
otra en función de la calidad de los suelos y de la presión demográfica. El cultivo principal es el de la
papa, que cubre el 64 % de la superficie cultivada.
[[444]] Las decisiones relativas a las organización de las zonas de barbecho sectorial deben ser
colectivas desde tres puntos de vista: para sincronizar las fechas de siembra y de cosecha (no
determinadas del todo por el clima, incluso a una altitud como ésta) a fin de evitar los daños a los
cultivos; para determinar qué sector será cultivado en un año dado, y lo que se sembrará; y, en fin,
barbechar un terreno luego de varios años de descanso es un trabajo duro, que se efectúa manualmente
por equipos de dos a cuatro adultos (cap. 1), lo que requiere la cooperación de varias familias.
¿Cómo responden las diferentes comunidades a estos requerimientos? En 8 comunidades de
las 13, la fecha de cosecha se decide colectivamente. En algunos casos no se necesita una decisión
colectiva, por ejemplo si la demora de las lluvias ha ocasionado una sincronización de la siembra. En
las 5 comunidades restantes, un grupo de comuneros decide comenzar a cosechar sus parcelas y obliga
a los demás a seguirlos, para evitar así daños ulteriores a las suyas. Son casos en los cuales el interés
de pequeños grupos prevalece sobre el interés del conjunto de la comunidad.
Los campesinos llevan de hecho sus animales a pastar en sus propias parcelas en curso de
cosecha (las vacas primero, y luego, progresivamente, caballos, carneros y en fin cerdos). Así el
pastoreo es privado al comienzo, cuando los residuos de la cosecha son abundantes, y se vuelve
colectivo a medida que disminuye el rastrojo disponible.
En algunas comunidades se decide colectivamente la fecha de barbecho, sobre todo luego de
un descanso de larga duración, cuando los límites de las parcelas no se distinguen ya claramente (cap.
2). Todos barbechan entonces al mismo tiempo, para controlar así el respeto a las propiedades. El
barbecho se organiza siempre en grupos de ayuda recíproca (ayni), compuestos por tres a quince
familias; son instituciones colectivas que se manejan fácilmente.
Todas las comunidades deciden, una vez por año, qué sectores serán cultivados. Las más de
las veces esta decisión es puramente formal, pues los ciclos de cultivo y reposo son repetitivos, y, por
lo tanto, tiene costos de transacción 219 muy bajos.
[[445]] En conclusión, observamos aquí un primer caso de relaciones entre restricciones ecológicas y
decisiones colectivas, pero nos parece más interesante la manera en que las comunidades prefieren una
"colectivización" progresiva del pastoreo en la época de las cosechas, que tiene costos de transacción
menores que una exclusión total hasta el fin de la cosecha (que observaremos en la zona con riego). De
modo general, y con el fin de minimizar los costos de una intervención colectiva, ésta se reduce a los
aspectos que no pueden manejarse de otra manera.
[[446]]B.- La zona de secano o "trigales" ha conservado su nombre desde la época en que el trigo
era el cultivo más importante. Se trata de una zona muy diversificada. La intensidad promedio de
agricultura es allí de 0,58 (un cultivo cada dos años), y los trigales desempeñan un papel de "zona
colchón": los campesinos cultivan en ella mayores extensiones cuando hay pocas tierras disponibles en
la zona de barbecho sectorial.
Son cinco los cultivos principales (habas, cebada, papas, arvejas y trigo) que revisten aquí una
importancia semejante, pero con períodos vegetativos diferentes. Hay muy pocas razones, por lo tanto,
219
Los costos de transacción son de dos tipos: Los costos directos se refieren al tiempo, al dinero o a los
productos usados para realizar contratos y transacciones entre individuos. Las asambleas comunales, por
ejemplo, duran fácilmente un medio día, o más cuando las decisiones por tomar interesan a todos los comuneros.
Los costos indirectos expresan los gastos en incentivos, medidas de control o sanciones, necesarios a causa del
comportamiento oportunista de los individuos. Por ejemplo, las comunidades deben consagrar recursos para
controlar la participación en los trabajos colectivos, el respeto de los turnos de agua, el pago de las cuotas. En la
Nueva Economía Institucional, la teoría de los costos de transacción es una herramienta indispensable para
comprender las instituciones y el funcionamiento de la economía en general.
309
para sincronizar las cosechas, y, de hecho, no lo son, y pueden escalonarse en un período de al menos
dos meses. Pero, entonces, ¿cómo se resuelve el problema de la alternancia entre cultivos y pastoreo?
Durante todo el período de cosecha de los trigales, los animales pastan en la zona de barbecho
sectorial, que siempre se cosecha antes. Allí los rebaños disponen de mayor forraje que en los trigales,
donde los suelos son por lo general pobres y los rendimientos de paja bajos. Las individuos no tienen,
por lo tanto, interés en hacer bajar a sus animales antes del fin de la cosecha. Pero en tres comunidades
(de las 9 que poseen zona de trigales), en las que una solución como ésta no es posible a causa de la
falta de forraje en la parte alta, la fecha de comienzo de la cosecha, y de la entrada de los animales, son
decididas colectivamente.
Dos comunidades privatizan los rastrojos durante algunos días después de la cosecha. En su
caso el pastoreo ofrece pocas economías de escala, pues si bien los rendimientos de los rastrojos son
bajos, el costo del pastoreo privado se ve reducido por la dispersión de las parcelas cultivadas,
separadas por terrenos en descanso o incultos, lo cual facilita considerablemente el control de los
animales.
Esta zona presenta también una posibilidad de sustitución entre limitaciones ecológicas y
restricciones sociales al derecho de propiedad privada, e ilustra la importancia de los costos y
beneficios en la elección entre soluciones institucionales privadas o colectivas.
C.- La zona con riego o maizales es muy importante para la crianza de ganado, pues los
rendimientos en rastrojos son altos. Según mis estimaciones, produce en promedio 40 % (en materia
seca) del total del forraje disponible en las comunidades estudiadas (incluyendo los pastos naturales).
La sincronización de las cosechas y la alternancia entre cultivo y pastoreo funciona aquí fácilmente,
por dos razones principales:
- En primer lugar, predomina el maíz (72 % de la superficie) porque necesita de 2 a 6 veces
menos de agua de riego que cualquier otro cultivo que sea interesante a esta altitud (por ejemplo
papas). Allí donde el agua es escasa, permite la maximización de la superficie regada. Por ello todos
cultivan lo mismo, no porque estén socialmente obligados a hacerlo, sino porque hay pocas
alternativas.
- En segundo lugar, a una altura como ésta, el maíz tiene un período vegetativo muy largo
(alrededor de 250 días), y la fecha de siembra es determinada exógenamente por la disponibilidad de
agua de riego. Por encima de los 3,300 metros, la fecha de cosecha es también exógena, pues es
determinada por la primera helada. Es por ello que solamente las comunidades más bajas deciden
colectivamente el comienzo de la cosecha, que a su vez determina la fecha de ingreso de los animales.
La decisión colectiva sólo complementa las restricciones ecológicas, cuando ello es necesario.
Sin embargo, en cuatro comunidades el pastoreo no es realmente colectivo sino a partir de una
semana después de la cosecha. Al revés de lo que sucede en los trigales, sólo acontece así cuando los
rendimientos en rastrojos son muy altos. Sólo en este caso, en [[447]] efecto, los beneficios cubren el
alto costo fijo que representa la vigilancia, necesaria entonces, de la parcela. Pero, incluso así, tal
beneficio es globalmente mayor en un sistema colectivo, porque los costos son en tal caso mucho más
bajos. Es la heterogeneidad y la desigualdad de los recursos entre los campesinos lo que explica la
elección de la solución privada, globalmente menos eficiente: el que posee menos animales o produce
más paja que su vecino, prefiere apropiarse de la totalidad de la renta en forraje de sus parcelas
cultivadas.
Vemos que el nivel de las restricciones sociales es bajo en la zona con riego, porque son los
factores exógenos (clima, disponibilidad de agua) los que regulan la alternancia entre agricultura y
pastoreo. Otra conclusión es que un arreglo privado puede ser preferido a un arreglo colectivo, incluso
cuando éste es más eficiente.
310
D.- La zona cercada existe en 8 de las 14 comunidades, y no tiene importancia sino en dos de ellas,
donde cada familia posee en promedio 1/2 hectárea cercada. Se trata de pequeñas parcelas con riego,
rodeadas por muros de piedra, de adobe o de espinos.
En ellas se cultiva sobre todo maíz y horticultura intensiva (la intensidad promedio es de
1,21). Se podría pensar que aquí el sistema de campo abierto no funciona. Sin embargo en ambas
comunidades existen restricciones a la propiedad individual. En una de ellas los cercos deben abrirse
después de la cosecha, para permitir el pastoreo colectivo, en fecha decidida por la comunidad. En la
otra se comparten las parcelas cercadas entre varias familias, de tal manera que el patrón de cultivo
común y la alternancia entre agricultura y pastoreo se ven restringidos a un pequeño número de
comuneros unidos por lazos de parentesco, en que se controla con facilidad a los "oportunistas." En
este caso los comuneros han reducido el costo de los cercos levantándolos en torno a grandes parcelas
(economía de escala). Pero ello obliga a las familias a seguir estrategias matrimoniales estrictas, a fin
de limitar el acceso a estas parcelas comunes (Marisol de la Cadena, comunicación personal).
La extensión e importancia de la zona cercada dependen de los costos y beneficios de este
arreglo institucional. El beneficio es correlacionado negativamente con el costo del cerco, y
positivamente con la intensidad de la agricultura, los rendimientos, la relación animales/tierra (es
decir, con los riesgos de daños a los cultivos) y con la concentración de la propiedad. Tales son
algunos de los factores que pueden llevar a un proceso de privatización y a la desaparición del sistema
de agricultura en campo abierto.
Hasta aquí hemos visto las limitaciones impuestas sobre lo que los individuos pueden cultivar,
y cómo, en cada zona de producción. La conclusión principal es que, en todas las zonas, las
restricciones sociales complementan las limitaciones ecológicas para controlar las externalidades
inherentes a una agricultura en campo abierto, es decir permitir la alternancia entre agricultura privada
y pastoreo colectivo. La razón principal por la cual esas restricciones sociales son solamente
complementarias, y por lo tanto poco numerosas, es que las comunidades buscan siempre minimizar
los costos de transacción vinculados a la acción colectiva, y, como consecuencia, minimizan las
intervenciones comunales. No hay en estos grupos ninguna preferencia "natural" por lo colectivo.
Ello no quiere decir que no actúen colectivamente, pero es importante distinguir lo que constituye una
necesidad, de algún tipo de "naturaleza esencial" o inclinación hacia la acción colectiva.
Otra conclusión que se desprende de nuestras observaciones empíricas es que resulta necesario
comparar los costos y beneficios de diferentes estrategias alternativas para comprender las formas
institucionales adoptadas en cada caso. Como las condiciones [[448]] naturales y los beneficios de la
acción colectiva difieren sensiblemente de una comunidad a otra, y de una zona de producción a
otra en la misma comunidad, las instituciones están determinadas de manera local. No existe,
pues, un modelo de organización idéntico para todas las comunidades campesinas andinas.
instancias: arreglo directo amistoso, decisión del juez de daños, sentencia de la asamblea comunal, y,
en fin, recurso a las autoridades del distrito.
La comunidad desempeña así el papel de provedor de un seguro. La prima de seguro consiste
en el ejercicio por turno de los cargos, no remunerados, de arariwa y de agente de daños. Sin un
sistema de seguros como éste, sería demasiado costoso para los comuneros "auto-asegurarse" o
comprar un seguro en el mercado.
Ello no significa, evidentemente, que todo funcione fácil y eficazmente. Los daños quedan por
lo general controlados, pero con muchos problemas. Así por ejemplo los agentes de daños, no
remunerados, carecen de motivación para los controles, pues sienten que el prestigio vinculado a la
función no es suficiente para compensar los esfuerzos que tienen que desplegar. A veces no tienen la
autoridad necesaria para juzgar problemas delicados, tales como la evaluación exacta de las
responsabilidades y de los perjuicios. El aumento general de las densidades de población humana y
animal es seguido por el de los riesgos y de la frecuencia de los daños, y la respuesta de las
comunidades consiste en monetarizar las indemnizaciones y multas. Al hacerlo, cambian el tipo de
autoridad necesaria para controlar los daños: es más importante ahora saber leer y escribir que ser un
comunero maduro y respetado - y, de manera inevitable, ellas atraviesan una "transición de confianza"
220
(Lipton, 1985: 51).
Es interesante notar que, al menos en una comunidad, los daños no son controlados
colectivamente, y que el costo privado de esa carencia institucional es bastante elevado [[449]] en
términos de pérdidas y de disputas. Para explicar tal situación hay que introducir otras variables
explicativas, tales como la desigual distribución de los recursos (tierra y ganado), los patrones
migratorios, y características sociológicas. No existe siempre, por lo tanto, relación directa entre la
necesidad (o utilidad) de una institución colectiva, y la existencia de la misma. ¡No basta que una
institución sea funcional para que exista!
220
Según Lipton una "transición de confianza" se produce cuando una sociedad pequeña se integra rápidamente
en mercados vastos y despersonalizados, en economías dominadas y reglamentadas por el Estado. Las
autoridades tradicionales cambian entonces de funciones; pierden una parte de su poder y de su capacidad para
dirigir la acción colectiva, pero durante un período de transición no son sustituidas por nuevas autoridades que
disponen de una capacidad, de un poder y de un peso moral suficientes.
221
No es así en todas partes. Cf. ls alfalfares cercados de la vertiente Pacífica (cap. 3.3.) y las "campiñas" (cap.
4).
312
Nos hemos limitado aquí a instituciones vinculadas con la organización del espacio, 222 pero
los sistemas descritos permiten cumplir tres condiciones necesarias para el desarrollo agrícola: una
cierta especialización de los cultivos, el aprovechamiento de las nuevas oportunidades ofrecidas por el
mercado, y la intensificación de la agricultura. En efecto, las instituciones que hemos presentado se
hallan muy determinadas por las condiciones locales, ya que están adaptadas a una ecología
extremadamente variada. Tal diversidad institucional permite una gran flexibilidad en el proceso de
adaptación a nuevas necesidades, porque permite modificar una parte del sistema - por ejemplo
ampliar la zona cercada, o cambiar los sistemas de cultivo - sin afectar en lo fundamental los
principios generales de una agricultura en campo abierto. Tal diversidad, y esta flexibilidad, explican
también la extraordinaria "capacidad de supervivencia" - en realidad capacidad de adaptación - de
estas comunidades.
Las comunidades andinas no tienen como función resolver un supuesto antagonismo entre un
modelo privado y otro colectivo, sino de permitir una autonomía suficiente en las relaciones
individuales, y al mismo tiempo llegar a controlar las externalidades, a reducir los riesgos y a
aprovechar las economías de escala inherentes a esos sistemas. Es por eso que las comunidades son
instituciones indispensables no sólo para la reproducción de la agricultura andina, sino también para su
desarrollo.
4. Conclusiones
¿Cuál es, a fin de cuentas, la especificidad de la agricultura campesina en los Andes? ¿Cómo
construir modelos explicativos de una realidad tan heterogénea? ¿Qué paradigmas pueden ser útiles
para ello?223 Quisiéramos, a manera de conclusión, hacer resaltar los elementos de este capítulo que
dan un comienzo de respuesta a estas preguntas.
222
No tratamos aquí de otras externalidades y funciones colectivas. El agua de riego y los pastos naturales son
probablemente los dos recursos cuya utilización crea más externalidades en estas comunidades.
223
Estas fueron, en síntesis, las preguntas planteadas por Adolfo Figueroa en el SEPIA II.
313
de los países del Tercer Mundo. La aversión al riesgo puede variar considerablemente de un individuo
a otro, pero en general depende del nivel de bienestar.
El hecho de que estas características no sean específicas de la agricultura andina no implica
que sean triviales. Su universalidad significa que vale la pena estudiar de qué manera otros autores han
tratado cada una de ellas.
La especificidad no se da en el nivel micro sino macroeconómico e histórico. El estudio de la
realidad peruana se aparta, de una manera u otra, de lo que se hace por lo general en otros sitios en
relación con los cuatro aspectos fundamentales siguientes:
A.- La marginalización de la agricultura andina es una hipótesis central, pues conduce a explicar el
estancamiento rural por la falta de incentivos internos y externos. Para salir de este círculo vicioso son
indispensables un cambio radical en el modelo de desarrollo nacional, y opciones claras de política a
largo plazo: para progresar, la agricultura andina debe hacerse necesaria para el desarrollo nacional. Si
la tendencia actual continúa, es probable que regiones enteras del país se tornen aún más atrasadas.
El paliativo que con mayor frecuencia se recomienda es acentuar las políticas de "satisfacción
de las necesidades básicas," cuyo objetivo es alcanzar un nivel mínimo de consumo per capita:
programas de empleo, de distribución de alimentos, de acceso a ciertos servicios de base. A menudo
estos programas reflejan la incapacidad de los gobiernos (y de los intelectuales) para atacar las causas
del subdesarrollo rural; si bien pueden aliviar la pobreza a corto plazo (mientras duran), no estimulan
mayormente ningún desarrollo.
Los economistas han advertido desde hace largo tiempo que el desarrollo desigual se da tanto
entre regiones como entre países y continentes. En el caso del Perú, la necesidad [[452]] de
investigaciones en historia económica es evidente: ¿Cuál es el papel que desempeñó la agricultura
andina a lo largo de la historia? ¿Cómo y por qué su funcionalidad se transformó en marginalización?
¿Cuáles son las características de ésta? Si ella es la principal causa de la pobreza rural en los Andes, es
necesario comprender el proceso para modificarlo.
B.- Los campesinos andinos están organizados en comunidades. Hemos visto que la mayoría de los
estudios económicos peruanos o bolivianos descuidan estas instituciones. Sin embargo, al mismo
tiempo florece a nivel internacional toda una literatura económica que concede una importancia
decisiva a las relaciones comunales en el desarrollo agrario. Deberíamos considerar las comunidades
andinas no como vestigios del pasado condenadas a desaparecer ante la agresión del mercado, sino
como formas de organización indispensables para el progreso económico, si bien obligadas a adaptarse
a nuevas condiciones y a nuevas funciones. Es probable que una parte del desarrollo agrario en la
Sierra dependa de la manera en que las comunidades (y no solamente los individuos) logren
responder ante los cambios exógenos. Es importante, por lo tanto, profundizar nuestros conocimientos
sobre las relaciones entre cambios institucionales y cambios demográficos, técnicos y en los mercados.
Ello implicará pasar del estudio de las economías campesinas al de las economías comunales, y
admitir que la organización de la producción debe ser parte fundamental de la política agraria.
C.- Factores estructurales e históricos modelan la evolución agraria de cada país. Es indudable que
la Reforma Agraria de 1969 marcó un hito en la historia peruana, pero conocemos mal las relaciones
entre estructura agraria y producción, y entre producción y políticas agrícolas (precios, crédito,
tecnología). En teoría la cuasi-desaparición de la clase terrateniente y la organización de formas
cooperativas habrían podido hacer posible una evolución más "campesina" (en oposición a una
modernización fundada en una rápida concentración de recursos). Pero esta posibilidad parece haberse
materializado muy poco. ¿Hasta qué punto los decepcionantes logros de la agricultura peruana, y de la
andina en particular, dependen de la estructura agraria y de las políticas de corto y mediano plazo? En
lo relativo a la estructura agraria, en lugar de condenar sin apelación la reforma de 1969 - que sería un
"fracaso total" - así como toda idea de cooperación, tal como se ha hecho en ciertos trabajos peruanos,
314
debemos considerar la necesidad de encontrar formas de cooperación que permitan cumplir con las
cuatro funciones siguientes: aprovechar las economías de escala, ocupar la mano de obra en
situaciones de subempleo estructural, defenderse contra ciertos sistemas de explotación, suplir el
subdesarrollo de los mercados de seguros, de crédito, de insumos y de factores de producción (cf.
Ishikawa, 1975).
D.- Los factores geográficos introducen una especificidad evidente (fuera del control vertical de los
recursos que existe en todos los sistemas agrícolas de montaña). Tienen al menos una ventaja en los
Andes: la de obligar a la utilización de tecnologías relativamente intensivas en trabajo. Junto con el
mantenimiento de la organización comunal, esta característica explica la casi inexistencia de una clase
de campesinos sin tierra, tan importante en otros países.
En conclusión, no creo que sea necesario buscar para los campesinos andinos nuevos modelos
teóricos de comportamiento individual, ya que su racionalidad es muy semejante a la de los
campesinos de otras partes del mundo. Pero, a nivel macro-económico, hay un conjunto de factores
históricos, organizativos y geográficos que hacen del [[453]] campesinado andino un caso específico.
Estos son los aspectos que hay que profundizar, tanto para orientar las políticas económicas como para
contribuir al debate internacional sobre la función y el porvenir del campesinado en los paises del
Tercer Mundo.
4.2. La heterogeneidad
Analizar una realidad heterogénea, para desembocar en recomendaciones de política
económica, plantea un reto particular. Permanecer en un nivel muy global (datos promedio), equivale
a ganar en simplicidad y coherencia, pero perder en realismo y correr el riesgo de proponer soluciones
inadecuadas para las situaciones particulares. Afirmar, por el contrario, que cada región o tipo de
campesino merece un tratamiento diferente, difícilmente ha de permitir la recomendación de políticas
coherentes que necesariamente requieren un cierto grado de unificación.
4.2.1. La dinámica
Es casi inevitable que el análisis estático proporcione una imagen confusa (por su
complejidad) de una realidad heterogénea. La "unidad en la diversidad" debe ser buscada en la
dinámica, es decir en el cambio.
Sin correr mucho riesgo de equivocarnos, podemos suponer que los campesinos de la Sierra
viven los cambios siguientes, comunes en su gran mayoría:
- Los mercados de productos y de factores "dominan" de manera creciente las economías
campesinas, que como consecuencia se ven cada vez más afectadas por la política y la
coyuntura económicas;
- La presión sobre los recursos se acrecienta;
- El cambio técnico es lento pero continuo;
- Los sistemas de organización de los campesinos se transforman.
Una dinámica bajo influencia de factores comunes no significa, necesariamente, una
homogeneización. Al ser diferentes los "puntos de partida", los factores comunes pueden dar lugar a
respuestas diversas, de tal manera que los "puntos de llegada" serán aún más heterogéneos. Por
ejemplo, el crecimiento demográfico provoca en ciertos casos una mejora de los recursos
(intensificación "apropiada", acondicionamiento del medio) y en otro su degradación, y, como
consecuencia, la emigración y el empobrecimiento. La transformación de las organizaciones significa
en ciertas ocasiones su modernización, y en otras su desintegración.
315
La importancia del estudio dinámico proviene justamente de que trata de explicar por qué las
respuestas a factores comunes son semejantes en ciertos casos, y diferentes en otros. Es el cambio
exógeno lo que constituye la "unidad en la diversidad" más que las respuestas de los campesinos o sus
patrones de evolución.
4.2.2. La acción
¿Cómo adecuar la política económica a la diversidad de la realidad, si no podemos tener,
como dice Adolfo Figueroa, "50 instrumentos para 50 objetivos"?
Para contestar a esta pregunta conviene distinguir el nivel nacional del local, o micro-regional.
Todo lo que antecede sobre la heterogeneidad del campesinado tiende a [[454]] mostrar que, a nivel
local, se necesita una gran flexibilidad en las acciones de desarrollo. Eso quiere decir que la
planificación y las responsabilidades deben ser muy claramente distribuidas. Corresponden al plano
nacional las grandes orientaciones de política económica, las mismas que se convierten en parámetros
para las acciones locales. Se pueden inventariar las alternativas fundamentales de política agraria
siguientes:
Si la elección entre estas opciones se efectúa de manera coherente, no será difícil, luego,
precisar el espacio abierto a la necesaria diversidad de las políticas locales: modalidades de crédito,
tipo de organizaciones agrarias, contenido de los paquetes tecnológicos, producción de insumos,
determinación de las prioridades en las infra-estructuras, etc... Y, sobre todo, a este nivel, la población
local debe participar en el proceso de planificación, lo cual introduce obligatoriamente flexibilidad
dentro de los parámetros definidos por las opciones nacionales.
A.- El primer paradigma consiste en suponer que el campesino sólo busca la reproducción simple, es
decir que su comportamiento está enteramente determinado por las costumnbres. Se utiliza a menudo
este argumento para explicar el supuesto "inmovilismo" de las economías campesinas, su perennidad y
su "resistencia" a la penetración capitalista. En la práctica, se le emplea también para justificar el
fracaso de las acciones de desarrollo mal concebidas [¡se pretende imposible lo que no se ha tenido la
capacidad de hacer! - N. del editor], o para legitimar sistemas de dominación y de explotación, pues si
316
[[455]] B.- La elección entre uno u otro paradigma de eficiencia o de ineficiencia de los campesinos
debería depender de la verificación empírica de las hipótesis en que se oponen:
- Los rendimientos de escala (constantes en el primero, crecientes en el segundo).
- La utilización de la mano de obra (subempleada en el segundo y no en el primero).
En el caso del Perú, hemos explicado - aunque sin las suficientes pruebas concretas - por qué
la teoría del campesino "pobre pero eficiente" nos parece empíricamente falsa y políticamente
peligrosa.
C.- El último paradigma que mencionaremos aquí afirma que el desarrollo del capitalismo en el campo
conduce a la polarización, es decir a la separación entre capitalistas y proletarios. Esta teoría se halla
implícita en las propuestas que, para evitar dicha polarización, ponen el acento sobre la necesidad de
un "desarrollo campesino" opuesto a un "desarrollo capitalista." Esta oposición es correcta solamente
en el sentido de que las políticas de "desarrollo capitalista" (que ven en la libre expansión del mercado
el principal, por no decir el único, agente de progreso) son muy diferentes de las del "desarrollo
campesino" (que ponen el acento sobre las medidas que llegan directamente a los campesinos,
controlando en caso necesario los "efectos perversos" del mercado).
Nuestra argumentación ha tratado de mostrar que las segundas constituyen una opción
necesaria pero no suficiente, ya que ambas propuestas conducen a desarrollar la agricultura familiar,
que constituye el modelo universal vinculado a la extensión del capitalismo. En otras palabras, la
expansión del mercado provoca normalmente una concentración de los recursos, pero sólo desemboca
en polarización en casos muy particulares. El "desarrollo campesino" tiene la enorme ventaja
potencial de acelerar la modernización de la economía campesina, y, eventualmente, de reducir las
disparidades entre las regiones, pero lleva igualmente a la concentración (que puede incluso acelerar)
si no está acompañado por medidas destinadas a asegurar un acceso equitativo a los recursos.
La evolución de los estudios peruanos sobre la economía campesina es muy positiva, y es
probable que pocas otras investigaciones puedan ofrecer beneficios sociales tan altos. Pero su
pragmatismo no debe hacer olvidar la importancia de la dinámica y de las teorías, para mejorar no
solamente el grado de fiabilidad de nuestras especulaciones, sino más que nada el grado de pertinencia
y de coherencia de nuestras propuestas de política económica. Y, en fin, pensar es comparar: cuanto
más amplio el abanico de comparaciones con las investigaciones efectuadas en otras partes del mundo,
más rico será el pensamiento.
317
Desde el descubrimiento y conquista de América, los europeos se han forjado imágenes muy
diferentes de los pobladores de este continente.
Hermanas enemigas, las más extremas son en apariencia opuestas, y conducen a políticas
igualmente opuestas. Su génesis tiene, sin embargo, tres puntos comunes:
- mezclar y confundir todo, al poner en un mismo cesto al imperio inca y a las tribus "salvajes"
del Caribe;
- conceder un carácter general a observaciones anecdóticas, a veces completamente
excepcionales;
- provenir del contraste entre la admiración de los conquistadores ante sociedades a las que
destruían, y el resultado de tal destrucción. Tal contraste no puede ser ilustrado mejor que por el
testamento de uno de esos conquistadores, Mancio Sierra Lejesema, dictado el 15 de septiembre de
1589 en el Cuzco 224 :
"Primeramente antes de empezar dicho mi testamento, declaro que ha muchos años que yo he
deseado tener orden de advertir a la Católica Majestad del Rey Don Felipe, (...) por lo que
toca al descargo de mi ánima, a causa de haber sido yo mucho parte en descubrimiento,
conquista, y población de estos Reynos, cuando los quitamos a los que eran Señores Ingas, y
los poseían, (...) y los pusimos debajo de la real corona, que entienda su Majestad Católica
que los dichos Ingas los tenían gobernados de tal manera, que en todos ellos no había un
ladrón ni hombre vicioso, ni hombre holgazán, ni una mujer adúltera ni mala; ni se permitía
entre ellos ni gente de mal vivir en lo moral; que los hombres tenían sus ocupaciones honestas
y provechosas; y que los montes y minas, pastos, caza y madera, y todo género de
aprovechamientos estaba gobernado y repartido de suerte que cada uno conocía y tenía su
hacienda sin que otro ninguno se la ocupase o tomase, ni sobre ello habían pleytos; y que las
cosas de guerra, aunque eran muchas, no impedían a las del comercio, ni éstas a las cosas de
labranza, o cultivar de las tierras, ni otra cosa alguna, (...). Y que mediante haberlo permitido
Dios nuestro Señor nos fue posible sujetar este reyno de tanta multitud de gente y riqueza, y de
Señores los hicimos Siervos tan sujetos, como se ve; y que entienda su Majestad que el intento
que me mueve a hacer esta relación, [[458]] es por descargo de mi conciencia, y por hallarme
culpado en ello, pues habemos destruido con nuestro mal ejemplo gente de tanto gobierno
como eran estos naturales, y tan quitados de cometer delitos ni excesos así hombres como
mujeres, tanto por el Indio que tenía cien mil pesos de oro y plata en su casa, y otros indios
dejaban abierta y puesta una escoba o un palo pequeño atravesado en la puerta para señal de
que no estaba allí su dueño, y con esto según su costumbre no podía entrar nadie adentro, ni
tomar cosa de las que allí había, y cuando ellos vieron que nosotros poníamos puertas y llaves
en nuestras casas entendieron que era de miedo de ellos, porque no nos matasen, pero no
porque creyesen que ninguno tomase ni hurtase a otro su hacienda; y así cuando vieron que
había entre nosotros ladrones, y hombres que incitaban a pecado a sus mujeres y hijas, nos
tuvieron en poco, y han venido a tal rotura en ofensa de Dios estos naturales por el mal
exemplo que les hemos dado en todo, que aquel extremo de no hacer cosa mala se ha
convertido en que hoy ninguna o pocas hacen buenas, y requieren remedio, y esto toca a su
Majestad, para que descargue su conciencia, y se lo advierto, pues no soy parte para más; y
con esto suplico a mi Dios me perdone; y muéveme a decirlo porque soy el postrero que mueve
de todos los descubridores y conquistadores, que como es notorio ya no hay ninguno, sino yo
224
Citado por Prescott (1925/1886), apéndice, p. 476. Se ha modernizado la ortografía.
318
solo en este reyno, ni fuera de él, y con esto hago lo que puedo para descargo de mi
conciencia."
[[459]] Conclusión
Pierre MORLON
Una conclusión está hecha para concluir. Todo está dicho, se cierra el libro. Pero éste, en su
integridad, no es sino una introducción. Uno de mis retos ha sido hacer de él algo más o menos
coherente y abierto: un instrumento de trabajo, un punto de partida para la observación, una apertura
hacia nuevas pistas. No es un sistema cerrado, que dice de una vez por todas "la" verdad; sino una
etapa, que convoca a otros trabajos:
En primer lugar, en los Andes Centrales la agricultura y el medio natural se hallan
extremadamente diversificados y contrastados - la diversidad regional hunde sus raíces tanto en la
historia como en los ambientes naturales: planicies a gran altura barridas por vientos secos y helados,
arriba de valles encajonados, que por un lado descienden a la tibieza húmeda de la floresta amazónica,
y por el otro hacen reverdecer de oasis el desierto costero.
La voluntad de llegar a una visión o interpretación de conjunto, ha llevado a esquematizar y
retener más bien lo que es común, a expensas de las diferencias y de los infinitos matices que se dan
de un caso a otro, de un sitio a otro. Un "modelo" como éste no debe ser utilizado para borrar o negar
la diversidad, sino para hacerla inteligible.
Ya que tal tentativa es general, no se adecuará jamás perfectamente a cada caso particular. No
se trata, pues, de aplicar automáticamente a toda observación las explicaciones que se ofrecen aquí,
sino de utilizarlas libremente como "claves de interpretación." Allí donde esta obra ayude al lector a
comprender lo que observa en el terreno, serán fecundas para él (y para todos) la observación y la
explicación de las variaciones en torno a nuestros esquemas, y la investigación de lo que no explican o
no preven.
Una de las prioridades actuales es por lo tanto hacer de la diversidad de las agriculturas
andinas un objeto de estudio; en primer lugar, pero no solamente, la diversidad regional de la
agricultura campesina: pues toda comparación entre regiones supone y exige tomar en cuenta el
conjunto de formas de agricultura ("medianos propietarios" privados, estructuras cooperativas...) que
coexisten, se complementan y compiten, y situarlas en el marco de la realidad económica y
demográfica.
En segundo lugar, si hubiera que retener sólo una idea de este libro, elegiría la siguiente: desde
hace milenios los campesinos andinos han dado prueba de una muy grande capacidad de innovación,
de creación y también de adaptación de lo que venía de fuera, capacidad que ha sobrevivido a las
vicisitudes de la historia.
La lógica de la agricultura andina es a la vez mantenida por los campesinos a través de y a
pesar de tales vicisitudes - tal es la razón por la cual no se puede comprender los sistemas actuales sin
una referencia en profundidad a los modos de organización tradicionales -, y constantemente
modificada, tanto por las propias respuestas de los campesinos ante las evoluciones técnicas,
demográficas y económicas, como por lo que [[460]] se les impone (o prohibe) desde el exterior.
Lo que describimos aquí no existirá ya tal como es hoy dentro de diez o veinte años: pero será
necesario recordarlo para comprender lo que entonces existirá.
En fin, las soluciones de los problemas y las acciones por realizar no se deducen de manera
unívoca y automática de una representación como ésta: entre unas y otras se necesitan etapas, no
explicitadas aquí, 225 y opciones por tomar - difíciles, pues necesariamente se producirán
contradicciones entre la voluntad de "desarrollar" o de mantener la agricultura andina (especialmente
225
Remito para ello al libro de Mario TAPIA: "Zonación agroecológica y Ecodesarrollo en la Sierra del Perú" (en prensa).
320
la de las regiones más marginales), y otros objetivos políticos. ¿Es posible, actualmente, en el Perú y
Bolivia, plantear estas preguntas de manera serena?
La memoria se halla presente sin cesar en nuestro libro. La pregunta que formula a fin de
cuentas es: ¿cuál es el proyecto de la sociedad peruana (o boliviana) acerca de sí misma?
321
[[461]] Glosario
"AL PARTIR": Equivalente de la aparcería, generalmente realizada entre parientes o compadres, y que
en la mayoría de las veces comporta una partición por partes iguales de la cosecha o de la ganancia.
AYLLU: Comunidad territorial fundada en lazos de parentesco, y que reclama un ancestro común.
AYMARA: Lengua de poblaciones que ocupan actualmente el Altiplano y algunos valles que
descienden de él (y otrora mucho más extendida hacia el Norte).
CACIQUE, CURACA: Antaño jefe indígena tradicional. En los textos inmediatamente posteriores a la
conquista española se emplean ambos términos, indistintamente (el primero viene de la lengua de los
Indios Taïno de Haití, el segundo es quechua). En aymara: mallku.
[[462]] CAÑIHUA o CAÑAGUA: Planta cultivada en regiones muy altas (ver Cuadro), que resiste
temperaturas muy bajas. Los granos, muy pequeños, contienen más o menos un 20 % de proteínas.
COMUNIDAD: La palabra española "comunidad" designa en los Andes Centrales la unidad de base
de población y de territorio. Comporta un abanico muy amplio de situaciones: desde las muy raras
comunidades tradicionales donde hay todavía una "repartición" periódica de las tierras (se asigna a los
que no las tienen las tierras dejadas vacantes por defunción sin herederos o por emigración) hasta
aquéllas donde todo el territorio ha sido privatizado y donde no funciona ninguna institución comunal.
CORREGIDOR, CORREGIMIENTO: En la segunda mitad del siglo XVI, el virrey del Perú dividió el
territorio en 71 corregimientos. Cada uno de ellos, administrado por un funcionario español, el
corregidor, se dividía a su vez en repartimientos.
CHICHA: Bebida fermentada. La de maíz, hoy de lejos la más frecuente y más conocida, se fabrica
con granos germinados. Se usa igualmente la quinua, los granos del molle (Schinus molle), los frutos
del algarrobo.
CHUÑO: Papas deshidratadas mediante la alternancia del hielo, por la noche, y de una intensa
radiación solar, de día, en condiciones muy secas de gran altura. Cuando el tratamiento incluye varios
días de lavado en agua corriente, se obtiene la moraya o tunta, de color blanco y de sabor más
agradable. Estos dos productos se pueden conservar durante varios decenios. La deshidratación de las
ocas da la t’aya, y la de la carne, el charki.
322
HACIENDA: Hacienda es el nombre que se daba en el Perú a las grandes propiedades (o latifundios),
de las que las más grandes alcanzaban, antes de la Reforma Agraria, a varios cientos de miles de
hectáreas.
LLACHU: Hierbas acuáticas (Myriophyllum spp. y Elodea sp.), que crecen en aguas poco profundas,
y en grandes cantidades, en los bordes del lago Titicaca. Usados como forraje (cosechado o
pastoreado) por los bovinos. A veces son invadidas por otras epecies, tóxicas, cuando la ventilación es
insuficiente.
MASHUA o AÑU o ISAÑU: Uno de los tubérculos secundarios de altura, casi siempre asociado con
otros cultivos (maíz, papas...). Ver el cuadro.
MINKA: En algunas regiones, trabajo remunerado en dinero por un campesino a otro campesino. En
otras, trabajo colectivo no remunerado para la colectividad (construcción de puentes, caminos,
escuelas, canales de riego), y llamado en otros sitios faena.
MITA: En quechua, turno. En la época colonial designaba todo trabajo obligatorio efectuado por
turno. El capitán de mita era el responsable indígena de un contingente de trabajadores en las minas de
Potosí.
[[464]] OCA: Uno de los tubérculos secundarios de altura, que puede alcanzar rendimientos por
hectárea superiores a los de la papa, pero cuyo valor nutritivo es menor. Los tubérculos tienes que ser
expuestos largamente al sol ("soleados") antes de ser consumidos. Ver Cuadro.
OLLUCO o PAPA LISA: Uno de los tubérculos secundarios de altura. Ver Cuadro.
PAMPA: En quechua y aymara, extensión de tierra horizontal y sin árboles, por lo general en situación
baja (un rellano en una ladera se llama pata: terraza).
PAPAS: En los Andes hay centenas de variedades de todas las formas, colores, gustos y consistencias,
que se agrupan en varias especies o subespecies: S. tuberosum, S. andigenum, S. juzepzukii, S.
curtilobum... Debe hacerse mención especial de las papas amargas (llamadas localmente luki, ruki,
shiri...) Resisten mejor las heladas que las demás, y se las cultiva en las grandes alturas. Si bien es
cierto que no son tan amargas como se dice, y se pueden consumir frescas, son casi siempre
transformadas en chuño o moraya.
PUNA: En la clasificación indígena de los pisos ecológicos, la puna designa las estepas de altitud,
por encima del límite de las tierras cultivables, entre 3,700 y 4,500-4,800 metros. Ambito de los
auquénidoso camélidos andinos. [[465]] Se distingue la puna seca, a dominante de arbustos espinosos
y de plantas almohadilladas, y la puna húmeda a dominante de gramíneas duras. En el Norte del Perú,
donde las lluvias están más uniformemente repartidas a lo largo del año, la puna es reemplazada por la
Jalka.
QUECHUA: a) En la clasificación ecológica indígena, quechua designa los valles templados (entre los
2,300 y los 3,500 metros, más o menos), zona por excelencia del maíz. Piso cuyo clima, ni demasiado
cálido ni demasiado frío, es el más favorable para la vida humana, y alberga la mayoría de las grandes
ciudades de los Andes centrales, y, entre ellas, las dos capitales de los Incas, el Cuzco y Quito.
323
b) la lengua hablada por la población de esta zona: hoy se habla de los "Indios Quechuas", de
la "lengua quechua", siendo así que los indígenas usan otros términos (su lengua es el runa-simi:
"lengua de las gentes").
En realidad, más que una lengua, "el" quechua es una vasta familia lingüística.
Escritura del quechua
Desde la conquista española se han utilizado numerosas escrituras, correspondientes por una parte a
principios de transcripción fonéticos diferentes, y, por otra, a los diferentes dialectos y pronunciación
locales. En este libro nos servimos, indistintamente, de las transcripciones coloniales o modernas:
Chaquitaclla = Chakitaqlla
Aynoca = Aynuqa
Cusco = Cuzco = Qosqo
Ruki = Luqui
Tiahuanaco = Tiwanaku
Tarhui = Tarwi
Huamán = Guamán.
Guano = Wanu
etc.
QUINUA: Planta cultivada en la altura, adaptada a las regiones secas, que produce con rendimientos
similares a los del trigo, un grano de calidad alimenticia superior (composición en aminoácidos que se
aproxima a la de la leche). Ver Cuadro.
REDUCCIÓN : a) Agrupamiento de las poblaciones indígenas en pueblos, por los españoles, a partir
de 1575; b) Esos pueblos.
[[466]] SAIS: Sociedad Agrícola de Interés Social. En el Perú, entidad jurídica y económica que asocia
una cooperativa creada por la Reforma Agraria de 1969-1975, y las comunidades campesinas vecinas.
La hacienda, transformada en cooperativa, había usurpado con frecuencia tierras de esas mismas
comunidades, de lo cual se derivaron conflictos permanentes.
TARWI: Lupino andino cultivado (ver cuadro); los granos contienen de 40 a 50 % de proteínas, y de
20 a 25 % de aceite, así como alcaloides tóxicos que deben eliminarse por remojo en agua corriente
ante de consumirse.
YUNGA: Piso ecológico de los valles cálidos, en las dos vertientes de los Andes.
324
Publicaciones de las cuales se han extraído los dibujos de las plantas cultivadas andinas
Tillman H.J. (ed.), 1983. Primer curso-taller de agricultura andina. CCTA Lima / Centro Las Casas,
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Salas M. (comp.), 1983. Cultivos andinos. Minka N°10, Huancayo, 32 p.
[[467]] Anexo A.
Equivalencia de unidades de medida antiguas o
locales226
Arroba = 25 libras = 11.5 kg.
Codo = 42 cm
Estado = 7 pies = alrededor de 2 m.
En superficie = 49 pies = 3.84 m.
Fanega o hanega: cantidad de granos que entran en un recipiente de 52 a 55 litros. Según las regiones
y los productos (maíz, trigo,…) el peso de la fanega varia entre 156 y 260 libras (75 a 125 kg).
Fanegada: superficie de terreno que recibe una cantidad de semilla de una fanega ; puede variar entre
1/3 y alredeor de 3 hectáreas.
Legua = 5,572 m (García-Pelayo) ; 5,549 m en 1801, 5,000 m en 1,900 (Piel)
Libra = 453 g
Masa o huiri: superficie arada en un día con chaquitaclla (huiri) por un equipo (masa) (ver capít. 1).
En general, mide entre 500 y 1,000 m2.
Paso = 70 a 83 cm.
Pie de Castilla = 28 cm.
Quintal = 4 arrobas = 100 libras = 46 kg. En este libro, para evitar cualquier confusión entre los
quintales métricos (100 kg) y los quintales antiguos (100 libras = 46 kg), todos los pesos y, po
rende, los rendimientos, estádados en kilogramos (o toneladas métricas).
Topo o tupu : originalmente, superficie que permite producir una cierta cantidad de alimentos, por
ende muy variable (de 0.1 a 1 ha) de un lugar a otro… y a lo largo de la historia. Es la medida
que más ha provocado discusiones, y que provoca más fácilmente errores de conversión.
Vara = 836 mm.
226
Fuentes : Baca, 1985 ; Benavides, 1986 ; Garcia-Pelayo et al., 1984 ; Garcilaso, 1609 ; Hibon, 1981 ;
Kaerger, [1899] 1979 ; Mishkin, 1946 ; Piel, 1975 ; Plane, 1903 ; Rostworowski, 1960 y 1964 ; Salis, 1987.
Sobre el problema de las equivalencias de estas unidades de medida, ver los anexos de los textos de Nadine
Sebill (1987 y 1989)
325
Anexo B. [[468]]
Quinua suba Kiuna, jupa, supha Chenopodium quinoa (Willd.), 2,500 a 4,000. 4 a 15
Quenopodiáceas Muy frecuente.
Cañihua o qañahui Chenopodium pallidicaule (Aellen), 3,600 a 4,200. 3a6
cañagua Quenopodiáceas Más que todo en el Altiplano.
Kiwicha Achis, achita, Chaquilla, trigo inca, Amaranthus caudatus (Linné) = edulis 1,500 a 3,500. 3a6
coyos, millmi, quinoa de valle (Speg), Amarantáceas Se había vuelto muy escasa.
coimi
Tarhui chocho Chocho, tauri, ullus Lupinus mutabilis (Sweet), 2,500 a 3,800. 60 a 80
Leguminosas = Fabáceas Un poco por todas partes.
Observaciones : el maíz (sara o zara) es el ceral más importante ; se cultiva desde el nivel del mar hasta 3,500 metros (excepcionalmente 3,800 en el
Altiplano). La cebada es la segunda en importancia ; se cultiva entre 2,500 y 4,000 m ; en bolivia, llaman « trigo » a las variedades sin gluma (granos
pelados). El trigo se cultiva hasta 3,600 m (3,900 en el Altiplano). La densidad de siembra abarca desde 50 hasta 120 kg/ha para estos tres cereales.
227
Eventualmente, se pueden consumir otras partes de la planta : hojas verdes de la quinua.
228
Andes del Norte : Venezuela, Colombia, Ecuador. Andes del sur : Argentina y Chile.
229
El abanico de alturas indicadas corresponde a los Andes centrales. Estas mismas plantas pueden ser cultivadas al nivel del mar, en latitudes templadas (sur de Chile, otros
continentes).
230
Las densidades de siembra dan una idea del tamaño de las semillas ; es un dato importante que hay que considerar para las parcelas alejadas (peso a transportar) y más que
todo después de una mala cosecha : se « sacrifica » una menor cantidad de comida para sembrar 1 ha de quinua que de cebada o de trigo.
326
231
Las densidades de siembra dan una idea del tamaño de las semillas ; es un dato importante que hay que considerar para las parcelas alejadas (peso a transportar) y más que
todo después de una mala cosecha : se « sacrifica » una menor cantidad de comida para sembrar 1 ha de quinua que de cebada o de trigo.
327
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