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Hace cinco años el ramen estaba tan presente en nuestras vidas como
Whatsapp en 1996, pero ahora –igual que la app en cuestión– es raro el día en el
que no aparece en ellas de una manera u otra. Su presencia en revistas de
tendencias, blogs de cocina, Instagram –el hashtag #ramen tiene más de
1.600.000 publicaciones– y el resto de redes sociales (que a veces nos hace
creer que el 50% de nuestros contactos se ha mudado a Harajuku sin avisar) es
tan constante que es imposible no darse cuenta de que se ha convertido en el
nuevo plato de moda. Por mucha rabia que dé el concepto “plato de moda” en sí
mismo.
EL RAMEN
EL CALDO
El caldo es la base del ramen, la madre del cordero, el traje de Iron Man, el pene
de Rocco Siffredi. Aunque se usan múltiples variedades que pueden ser 'assari'
(claras, con más vegetales, pescado o huesos en crudo, cocinados menos
tiempo) o 'kottery', enriquecidos, espesos y cocinados durante muchísimas
horas, en las que los alimentos regalan su grasa, minerales y proteínas al
líquido. El más popular de todos es tonkotsu , hecho con huesos de cerdo, que
idealmente tiene que ser espeso, lechoso y dorado, dejando una sensación
gelatinosa, como pegajosa, en los labios.
Para iniciarse en el ramen casero, Íñigo –que se confiesa fans del caldo de
pollo–, propone prepararlo con uno “básico (carcasas, alitas, cebolla, ajo,
jengibre, sal) en olla exprés durante 1.5 horas, cuela y retira sólo una parte de la
grasa porque le da un sabor insuperable”. Asegura que es “menos tradicional
que el clásico caldo de cerdo, pero increíblemente sabroso”, y que todavía tiene
grabado en el cerebro y el paladar uno de miso que tomó en un garito de
Sapporo, “una de las ciudades de Japón que más fama tienen por el ramen, en
un garito en el que sólo cabían 6 personas sentadas”. Los caldos pueden
aderezarse con sal, salsa de soja y miso, y en algunos restaurantes los rematan
con bonito seco en escamas, algún aceite aromático o pasta de sésamo que
personalizan el sabor del ramen.
LOS FIDEOS
Rodrigo nos ilumina respecto al origen chino de los fideos ramen, de hecho, su
nombre proviene de la palabra china ‘la’ (estirar) y ‘mian’ (fideo), y es que una
de las características principales de estos fideos es que son especialmente
elásticos. “Además de harina de trigo, agua y sal, para su elaboración se utiliza
‘kansui’, que originalmente era “agua carbonatada de una fuente natural en
Mongolia, y hoy es un preparado mineral alcalino que la confiere elasticidad y
una textura diferente”. Además de la presencia del kansui, para conseguir la
textura deseada es importante la manera en la que se prepara el fideo.
“Estirarlos y compactarlos correctamente es esencial, y para ello una máquina
manual, la típica de preparar pasta italiana, no nos da el resultado deseado”,
asegura Rodrigo.
Por esta razón usan una máquina específica que les da, tras un largo proceso y
varias repeticiones, el grosor deseado. “Aunque con toda seguridad no será lo
mismo, puesto que hacerlos en casa es prácticamente imposible, siempre se
pueden comprar fideos ramen en comercios de productos asiáticos”. Íñigo, que
no parece de los que se arredran a la primera, sí ha preparado noodles alcalinos
en casa, como se puede ver en este post , y asegura que no es difícil, pero
bastante laborioso. “El carbonato sódico y el carbonato potásico son los
ingredientes más difíciles de encontrar, y en Madrid se pueden encontrar en
Manuel Riesgo”, afirma. “Y como sustituto, en tiendas asiáticas también venden
‘lye water’, que se traduciría algo así como agua alcalina, lo que suelen utilizar
chinos y japoneses para elaborar ramen”. Que nadie pretenda pasar de ellos
porque son importantes, ya que “son los que le dan ese color a huevo tan
característico del ramen, y la elasticidad que hace a esta pasta tan especial”.
Como hacer los fideos en casa es una mezcla de Quimicefa y Master Chef a la
que no creo que os enfrentéis la gran mayoría de los vagueras que nos leéis,
ambos contemplan la posibilidad de comprar ramen fresco en la zona de
refrigerados de vuestra tienda de alimentación asiática de cabecera. Íñigo va
incluso un paso más lejos, y apunta que “si eres muy, muy vago y te pilla lejos,
los rámenes instantáneos pueden ser un sustituto casero cutre, pero que no está
mal cuando no te queda nada en la nevera”. Otro tipo de fideos muy utilizados
son la soba, de trigo y trigo sarraceno –de hecho ‘soba’ significa trigo sarraceno
en japonés– y el udon, hecho de harina de trigo, que se suele servir en un caldo
a base de dashi, salsa de soja, y mirin y que varía de forma y grosor según la
zona en la que se elabora. Los fideos se cocinan aparte –normalmente, muy
poco tiempo, atended a las instrucciones del fabricante– antes de ponerse en el
caldo.
Aunque las posibilidades son casi infinitas y dependen totalmente del gusto del
chef –según Rodrigo “en Nueva York tienden a utilizar productos de las granjas y
huerta locales, no hay unas reglas preestablecidas, nosotros por ejemplo
usamos albóndigas vegetales”–, nuestros dos expertos aseguran que se puede
hacer un ramen casero más que digno y sabroso con poca cosa. Los dos
recomiendan incluir cerdo (ambos panceta, Íñigo también lomo cortado finito),
cebolleta china cortada muy fina, y huevo “cocido 6 minutos desde agua
hirviendo, cortando la cocción en agua y hielo, pelándolo y marinando en un
baño de soja”, cortando a la mitad antes de servir. Íñigo aconseja añadir mirin
(vino de arroz dulce) y azúcar a la marinada, que considera imprescindible para
conseguir “ese inconfundible color a soja en la superficie de la clara y que son
increíblemente deliciosos”. Respecto al cerdo, Rodrigo recomienda asar la
panceta en una pieza grande en el horno a baja temperatura, y posteriormente
cortar lonchas de 1cm de grosor y marcarlas en una plancha. Aunque se pueden
añadir setas, algas, espinacas, verduras de todo tipo, marisco o esa cosa de
color rosa y blanco prima del palito de cangrejo llamada naruto, con estos
toppings y un caldo de pollo bajo en sal –como el que propone Íñigo en el
apartado correspondiente– con dashi instantáneo y un poco de soja se consigue
un Shoyu ramen casero perfecto para principiantes. De aquí a montar una
tasquita y petarlo en Osaka, solo os falta un poco de práctica.
COMER, COMER
Madrid
También nos han chivado que en Morikaen , un local pequeñito y fuera del
circuito, es habitual ver japoneses sorbiendo boles de ramen como si no hubiera
un mañana, además de sushi y oyakodon, un plato a base de pollo, arroz y
huevo revuelto.
Barcelona
Solo he ido una vez a Koku Kitchen , pero su ramen picante se quedó grabado
en mi paladar –y en mi lengua, cuando un asiático dice que algo es 'picante' es
porque lo es verdad– durante una buena temporada. Los vegetarianos tienen
múltiples opciones, su kimchi es de llorar de rico y tienen fideos de arroz para
celíacos. Vamos, que es como el final de Lost hecho restaurante: una especie de
casa de la pradera de la concordia donde todo el mundo es feliz comiendo un
ramen adecuado a sus necesidades alimentarias.
Valencia
Kamon también es aclamado por hordas de fanses en Twitter, y viendo las fotos
de sus platos –la sopa de miso con marisco y tomillo parece un ejercicio de
fusión la mar de divertido y muy rico– no me extraña nada. Además de ramen
tienen sushi, sashimi y otros platos tradicionales (y algunos menos, como el
maki de hoja de soja, del que no había oído hablar jamás).
Por el color que tiene mucha gente piensa que se hacen con huevo, pero nada más lejos, los
dos ingredientes misteriosos, el carbonato potásico y el c. sódico hacen que la pasta sea
alcalina, cambiando de color hacia el del huevo, y aportando esa deliciosa textura que se
asemeja un poco a una goma elástica.
Según Harold McGee la pasta es originaria del sudeste asiático, la típica de los salteados (así
que la podrás encontrar seca en muchas tiendas de productos chinos; sólo la he encontrado
fresca en una tienda de productos asiáticos por la zona del mercado de los Mosteneses).
Alrededor de 1900 los inmigrantes chinos los introdujeron en Japón (en China hay unos
casi idénticos que se llaman lo mein), la primera tienda de ramen se abrió en 1910 y
rápidamente se extendieron por todo su territorio.
Ingredientes:
• 500 gr. de harina ’00 u otra harina de trigo duro de buena calidad (te recomiendo
buscar una buena harina en tiendas especializadas en productos italianos)
• 4.75 gr. de carbonato sódico
• 0.5 gr. de carbonato potásico
• 250 gr de agua a temperatura ambiente
Preparación:
Amasa todos los ingredientes en un robot (yo uso la Thermomix) durante unos 10
minutos. Si ves que necesita un poco más de agua, echa poco a poco hasta que la masa
absorba lo suficiente. Deja reposar una media hora en la nevera cubierto con papel film.
Después enharina la superficie de trabajo y corta bolitas de unos 200 gramos, amasa para
que quede alargada y quepa bien en la boquilla de la máquina de hacer pasta.
Pasa la masa enharinada por la parte que comprime de la máquina de hacer pasta varias
veces, empezando con la apertura más grande. Dobla por la mitad y vuelve a pasar un par
de veces. Luego ve reduciendo su grosor en un punto, dobla de nuevo y vuelve a pasar.
Reduce el grosor repitiendo la operación anterior vez hasta llegar al más fino. Durante este
proceso ve añadiendo harina para que la pasta no se pegue.
Finalmente pasa por el corta pastas más fino que tenga la máquina.
Añade algo más de harina, cuélgala unos 10 minutos hasta que se seque un poco y ya la
tienes.
Para prepararla sólo tienes que cocerla unos 5 minutos. Prueba poco a poco hasta que
estén al dente.
También puedes envolverla en paquetitos de papel film y congelarla para que cuando
quieras tomarla sólo tengas que hervirla directamente.