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137-Teorias-De-La-Autogestion - Massari PDF
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TEORÍAS DE LA
AUTOGESTIÓN
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TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Libro 137
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Roberto Massari
Colección
SOCIALISMO y LIBERTAD
Libro 1 LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Víctor Serge - Karl Liebknecht - Rosa Luxemburgo
Libro 2 DIALÉCTICA DE LO CONCRETO
Karel Kosik
Libro 3 LAS IZQUIERDAS EN EL PROCESO POLÍTICO ARGENTINO
Silvio Frondizi
Libro 4 INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Antonio Gramsci
Libro 5 MAO Tse-tung
José Aricó
Libro 6 VENCEREMOS
Ernesto Guevara
Libro 7 DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO - DIALÉCTICA DE LO IDEAL
Edwald Ilienkov
Libro 8 LA DIALÉCTICA COMO ARMA, MÉTODO, CONCEPCIÓN y ARTE
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 9 GUEVARISMO: UN MARXISMO BOLIVARIANO
Néstor Kohan
Libro 10 AMÉRICA NUESTRA. AMÉRICA MADRE
Julio Antonio Mella
Libro 11 FLN. Dos meses con los patriotas de Vietnam del sur
Madeleine Riffaud
Libro 12 MARX y ENGELS. Nueve conferencias en la Academia Socialista
David Riazánov
Libro 13 ANARQUISMO y COMUNISMO
Evgueni Preobrazhenski
Libro 14 REFORMA o REVOLUCIÓN - LA CRISIS DE LA
SOCIALDEMOCRACIA
Rosa Luxemburgo
Libro 15 ÉTICA y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 16 EDUCACIÓN y LUCHA DE CLASES
Aníbal Ponce
Libro 17 LA MONTAÑA ES ALGO MÁS QUE UNA INMENSA ESTEPA VERDE
Omar Cabezas
Libro 18 LA REVOLUCIÓN EN FRANCIA. Breve historia del movimiento obrero en
Francia 1789-1848. Selección de textos de Alberto J. Plá
Libro 19 MARX y ENGELS
Karl Marx y Fiedrich Engels. Selección de textos
Libro 20 CLASES y PUEBLOS. Sobre el sujeto revolucionario
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 21 LA FILOSOFÍA BURGUESA POSTCLÁSICA
Rubén Zardoya
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“Hay por alguna parte en Mein Kampf veinte líneas de un perfecto cinismo
sobre la utilidad de la calumnia empleada con fuerza. Los nuevos métodos
totalitarios de dominación del espíritu de las masas adoptan los procedimientos
de la gran publicidad comercial añadiéndole, sobre un fondo irracional, una
violencia frenética. El desafío a la inteligencia la humilla y prefigura su derrota.
La afirmación enorme e inesperada sorprende al hombre medio, que no
concibe que se pueda mentir de esa manera. La brutalidad lo intimida y rescata
en cierto modo la impostura; el hombre medio, desfalleciendo bajo ese choque,
siente la tentación de decirse que después de todo ese frenesí debe tener una
justificación interior que rebasa su entendimiento. El éxito de estas técnicas no
es posible evidentemente sino en épocas perturbadas y a condición de que las
minorías valerosas que encarnan el sentido crítico estén bien amordazadas o
reducidas a la impotencia por la razón de Estado y la falta de recursos
materiales.
En ningún caso se trata de convencer; se trata en definitiva de matar. Uno de
los fines perseguidos por el desencadenamiento de disparates de los procesos
de Moscú, fue hacer imposible la discusión entre comunistas oficiales y
comunistas de oposición. El totalitarismo no tiene enemigo más peligroso que
el sentido crítico; se dedica encarnizadamente a exterminarlo. Los clamores
ahogan la objeción razonable y, si persiste, un ataúd se lleva al objetor a la
morgue. He hecho frente a atacantes en reuniones públicas. Les ofrecía
contestar a todas sus preguntas. Ráfagas de injurias, lanzadas a voz en grito,
se esforzaban por cubrir mi voz. Mis libros, completamente documentados,
escritos con la única pasión de la verdad, han sido traducidos en Polonia, en
Inglaterra, en Estados Unidos, en Argentina, en Chile, en España: nunca, en
ninguna parte, han impugnado una sola línea, nunca me han opuesto un
argumento. Nada más que la injuria, la denuncia y la amenaza.”
Víctor Serge "Memorias de un Revolucionario"
https://elsudamericano.wordpress.com
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TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
ROBERTO MASSARI1
ÍNDICE
Nota a la edición italiana
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1
LA AUTOGESTIÓN COMO ESPERANZA: ROBERT OWEN
CAPÍTULO 2
PROUDHON Y LA AUTOGESTIÓN
1. La fuerza colectiva
2. Organización social y reciprocidad
3. La estructura mutualista
4. Autogobierno y federalismo
CAPÍTULO 3
KARL MARX: DE LA AUTOEMANCIPACIÓN
A LA AUTOGESTIÓN
- Apéndice: Circular de la Comuna de París
CAPÍTULO 4
LA CONCEPCIÓN ANARCOSINDICALISTA
DE LA AUTOGESTIÓN
- Apéndice: Decreto de colectivización de la economía catalana
CAPÍTULO 5
LOS SOVIETS Y EL CONTROL OBRERO
EN LA REVOLUCIÓN RUSA
1. Los primeros soviets (1905)
2. Lenin, los soviets y el control obrero
3. Los comités de fábrica en la Rusia revolucionaria
CONCLUSIÓN
DESPUÉS DE OCTUBRE
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Título Original: Le teorie dell'autogestione. Primera Edición: Mayo, 1975
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INTRODUCCIÓN
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Sin embargo, aun antes de mostrar sintéticamente cuáles han sido las
posiciones “clásicas” respecto al problema de la gestión obrera de los
medios de producción, nos ha parecido necesario demostrar cómo ha sido
tratado semejante problema, tradicionalmente, desde sus orígenes, en el
centro de la elaboración del movimiento obrero. Diremos antes que tras el
final de la dramática experiencia de la Comuna de París tales principios ya
no fueron directamente sometidos a discusión en los principales
exponentes del socialismo internacional. La deformación estatista de
socialismo, de origen lassalliano y de corte “segundainternacionalista”,
conseguirá imponerse en la mayor parte del movimiento obrero mundial,
sólo después del triunfo de la burocracia estaliniana en la Unión Soviética.
Los motivos históricos (y sólo en parte sociológicos) que han permitido tal
desviación de la originaria inspiración marxiana están solamente aludidos
en este trabajo.
16
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CAPÍTULO 1
LA AUTOGESTIÓN COMO ESPERANZA: ROBERT OWEN
2
León Faucher, Manchester in 1844: The Present Condition and Future Prospects,
Londres, 1969, pág. 83.
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Para datos biográficos de R. Owen pueden consultarse los dos volúmenes de su
autobiografía (The Life of Robert Owen, Londres, 1857-1858; G. D. H. Colé: The Life of
Robert Owen, Londres, 1965) (es especialmente interesante la parte última, en que se
manifiesta la influencia de Owen sobre el movimiento obrero inglés). Ingenuos e
insuficientes son, en ocasiones, algunos pasajes de la biografía de E. Dolléans Robert
Owen, 1771-1858, París, 1905, así como de la de A. Fabre Robert Owen, un socialiste
practique, Nimes, 1896. Es utilísima la autobiografía de uno de los hijos de Owen, Robert
Dale Owen: Threading my Way, Londres, 1874, en la que se describen las experiencias
completas a que asistió acompañando a su padre, de fábrica en fábrica, desde la edad
de catorce años, en busca de apoyo para sus proyectos de reforma social.
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4
Harry Laider: Robert Owen, in History of Socialism, Londres, 1968, presenta una
imagen de R. Owen correspondiente a la de un reformador inspirado en los principios
humanísticos, completamente inscritos en las corrientes filantrópicas de la época.
Veremos hasta qué punto semejante juicio, sobre todo referido a la obra completa de
Owen, es superficial.
5
F. Engels: La situación de la clase obrera en Inglaterra, trad. de R. Panzieri, Roma,
1972, pág. 265
20
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9
R. Owen, op. cit., p. 85.
22
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Una acción en sentido único puede, por tanto, ser ejercida por el Estado
sobre la población trabajadora, por medio del sistema escolar; sin
embargo, todavía no aparece –en la problemática del período de New
Lanark– el problema de la relación inversa y de sus eventuales
consecuencias. Partiendo de una concepción ciudadana de inspiración
contractualista, Owen no llegará nunca a formular una crítica completa del
principio de autoridad implicada en ella, que será, contrariamente, el centro
de la meditación proudhoniana. La ilusión de que el Estado sea la
sociedad de todos, y la pobreza y la ignorancia su negación, le condenará
así a recorrer en parte el camino de las desilusiones casi en la misma
época que Fourier, llamando a las puertas de los filántropos y capitalistas
para obtener una ayuda financiera destinada a sus propios proyectos
cooperativistas, y esto, después de haber comprobado los límites, si no la
imposibilidad, de una “reforma” institucional. Owen llegará a declarar, por
ejemplo, que las leyes de 1802 sobre reglamentación del aprendizaje 10 son
aplicables sólo si hay la “voluntad” de aplicarlas.
10
V. A. Fabre, op. cit., págs. 24-27.
11
Para la concepción pedagógica de R Owen véase R. D Owen: Outline of the System of
Education at New Lanark, Glasgow, 1824; M. Dommanget: Robert Owen. Les Grands
Educateurs Socialistes. París, 1955.
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“El Nuevo Sistema está fundado sobre dos principios que permitirán a
la humanidad eliminar, en la naciente generación, casi todos, si no
todos, los males y miserias que hemos experimentado, tanto nosotros
como nuestros patronos. Existirá un conocimiento correcto de la
naturaleza humana. La ignorancia será eliminada; las pasiones
violentas no podrán adquirir fuerza, el amor y la cortesía prevalecerán
en todas panes; la pobreza será desconocida; los intereses de todos
los individuos concordarán fielmente en todo el mundo”.
12
R. Owen: Address to the Inhabitants of New Lanark, en op. cit., p. 114.
24
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
“¿Cuáles creéis, queridos amigos, que sean las razones para pensar
y actuar de este modo? Yo os diré. Es pura y simplemente porque
hemos nacido y hemos vivido en esta parte del mundo –en Europa–,
en la isla de la Gran Bretaña, y más especialmente en su parte
septentrional”.
Las demandas de reforma, por las cuales Owen se batirá con escaso éxito,
son las siguientes:
14
R. Owen. Observations on the effects of the Manufacturing System, 1816; On the
Employment of Children in Manufaetones, 1818; To the British Master Manufactures, 1818
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15
K. Marx: El Capital. Roma, 1964, vol. I, cap. 8, págs. 313-33.
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a) El final de la guerra.
Owen no está contra la Revolución Industrial como tal –al contrario, en ella
reconoce una importancia histórica incalculable para el progreso y el
desarrollo de la humanidad–, pero está contra la ceguera y la incapacidad
de algunos que no habían sabido prever que la difusión del trabajo
mecanizado a un ritmo casi frenético tenía que ocasionar necesariamente
una crisis de superproducción. El cierre del mercado bélico no hizo sino
poner de relieve el hecho de que a una producción destinada a cien
millones de personas no correspondía a un potencial similar en el plano de
los consumidores. Desde el momento que no se puede renunciar al uso de
la máquina (lo que significa, según palabras de Owen, “un claro signo de
barbarie”) ni permitir la existencia del hambre para millones de personas,
es necesario resolver el problema de la ocupación de los pobres y de los
trabajadores sin empleo, “a cuyo trabajo debe subordinarse el maquinismo”,
y no al contrario, como se verifica en la práctica corriente de los grandes
industriales británicos. Por primera vez Owen enuncia los principios de una
planificación estatal y de una política de intervención, destinada a eliminar
los desequilibrios existentes entre la producción y el consumo:
16
Report to the Committe for the Relief of the Manufacturing Poor, en R. Owen, op. cit.,
págs. 156-69.
28
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
La imagen ofrecida por la clase trabajadora en los comienzos del siglo XIX,
con sus características de embrutecimiento, miseria, ignorancia, etc., no es
como para permitir que Owen señale en ella al único sujeto capaz de
realizar su propia emancipación y, sobre todo, de comprender que las
17
Informe, p. 159
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condiciones por ella entrevistas no son las del desequilibrio existente entre
el desarrollo de la productividad y el empobrecimiento de las masas
trabajadoras, sino que aquélla está implícita en la organización social del
trabajo, como será analizada y “criticada” por Marx. 18
18
Vale la pena de destacar, sin embargo, que el mismo modo que Marx, Owen intuirá el
rol del factor ideológico en el mantenimiento de la clase obrera en un estado de
subordinación, al invitar a los trabajadores a abandonar cualquier deseo de competir con
las clases superiores en el plano de los privilegios para adquirir una nueva concepción
de los intereses propios”. “Cuando estéis en condiciones de comprender vuestros
intereses realmente –afirma Owen–, ya no desearéis las ventajas supuestas que hoy son
el adorno de las clases privilegiadas.” Address to the Working classes (1819), en R.
Owen, op. cit., págs. 152-58. Respecto a la condición de la clase trabajadora inglesa en
este periodo, y a un juicio positivo sobre el trabajo de Owen, véase P Mantoux: La
Rivoluzione Industriale. Roma, 1971, en particular las páginas 535-39.
19
Descrito en Futher Development of the Plan for the Relief of the Poor and the
Emancipation of Mankind en R. Owen, op. cit., p. 227.
20
Para la idea cooperativista de R. Owen, véase G. Mladenatz: “Les précureeurs: Roben
Owen”, en Histoires des doctrines coopératives. París, 1973; H. Desroches: “Roben
Owen, ou L’imagination inter-coopérative”, en Le coopérateur de France, 1972 (1971); J.
Gans: “Roben Owen et la coopération”, en Coopération, núm. 41 (1971); M Aucuy:
“Owen et le collectivisme”, en Les sistemes socialistes de l’échange, París, 1908. Las
dos últimas obras, sobre todo, insisten en el aspecto cooperativo de la teoría y de la
práctica owenistas, aislándolas de sus concepciones socialistas generales Véase
también Andrés Hirschfeld: “Roben Owen et le mouvement cooperative français”,
Renevue des études cooperatives. núm. 163 (1971), págs. 1-25.
21
Para esta experiencia véase Roben Owen: Outline of the System of Education at New
Lanark. Glasgow, 1824.
30
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22
Report to the Country of Lanark (1820), en R. Owen. op. cit., páginas 274-75 (220-22).
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23
Address delivered at the City of London tavern, en R. Owen, op. cit., p. 216 (144).
32
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24
No podemos detenernos en otros aspectos de la doctrina oweniana, por lo cual
preferimos remitir a otras obras. Para la teoría monetaria de Owen y su propuesta de un
natural standard of humane labour, véase el Report to the Country Lanark, en R. Owen,
op. cit., págs. 261-63; m. Aucuy: Owen et le colectivismo; H. Denis, R. Owen: “Les
principes et l’expérimentation du Labour-échange”, en Annales de l’institut des sciences
Sociales, Bruselas. 1895. Para la influencia de Owen sobre el movimiento cooperativo en
Francia, véase A. Hirschfeld, cit.; sobre la experiencia de Harmony véase G. B.
Lockwood: The New Harmony movement, Londres, 1905; para el papel de Owen en la
fundación de las Cooperative Societies y de la Grand national Consolidated Trades
Unions, en los orígenes del sindicalismo inglés, se recomienda la óptima reconstrucción
de G. D. H. Colé: The life of R. Owen, cit., caps. 15 y 16.
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F. Buonarroti: Cospirazione per l'eguaglianza detta di Babeuf. Torino, 1971. ps. 212-3.
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CAPÍTULO 2
PROUDHON Y LA AUTOGESTIÓN
29
¿Qué es la propiedad?, primera memoria (1840), Obras, vol. IV, página 339. De ahora
en adelante citaremos sólo esta obra en la traducción italiana de U. Cerroni, Bari, 1967,
píg. 282. Para la otra nos hemos servido de la nueva edición de las Oeuvres completes,
iniciada por la Ed. Marcel Rividre en 1923. A finales de 1968 habían salido ya quince
volúmenes con las principales obras de Proudhon y tres volúmenes de sus Carnets
personales (de estos últimos faltan todavía cinco volúmenes). La numeración
corrientemente adoptada en las Oeuvres se refieren al orden de estas nuevas ediciones
y no de la edición original.
30
De la Célébration du Dimanche (1839). Oeuvres, IV, p 91
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Nos vemos obligados, por motivos evidentes, a esbozar solamente a grandes rasgos
las teorías proudhonianas sobre el Estado, la propiedad y la alienación. Preferimos
recomendar, para una profundización sobre este tema, a P. Ansart: Marx et l’anarchisme.
París. 1969 (trad. it.: Marx et l’anarchismo, Bolonia, 1972), y la bibliografía sobre
Proudhon contenida en esta obra.
32
De la création de l’Orde dans l’Humanité ou principes de L'organization politique
(1843), Oeuvres, vol. V, p. 86.
40
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33
K Marx: “Letrera a Schweitzer” (24 de enero de 1865), en Appéndice a Miseria della
philosophie, 1969. págs. 186-87.
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34
Un esbozo biográfico sintético, pero preciso, de la vida de Proudhon se puede
examinar en la voz correspondiente en el tomo tercero del Dictionnaire Biographique du
mouvement Ouvrier Français, de J. Maitron, Ed. Ouvriére, París, págs. 256-61 (1966).
Véase asimismo la bibliografía teórica escrita por uno de los mis fervientes admiradores
del pensamiento proudhoniano en el campo de la sociología, G. Gurvitch: Proudhon, sa
vie, son oeuvre. Avec une exposé de sa philosophie, 1965. Véase también G. Sainte-
Beuve: Sa vie et sa correspondance, 1831-1948, París, 1947.
42
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1. La fuerza colectiva
35
Célébration du Dimanche, p. 61.
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36
J.J. Rousseau, Il contrato sociale, Firenze, 1961, p. 15.
37
¿Qué es la propiedad?
44
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38
¿Qué es la propiedad?, p. 123.
39
“En la serie social que nosotros consideramos debe ser una serie organizada, la
unidad orgánica es el trabajador, en un lenguaje un poco más abstracto, la función.”
Création de l’Ordre, p. 325.
40
“La unión de la fuerza no debe confundirse con la asociación. Como ahora
demostraremos, es igual que el trabajo y el cambio, productora de riqueza. Es una
potencia económica...” Idee Générale de la Revolution au XlXe siecle (1851), Oeuvres, II,
p. 161.
45
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41
¿Qué es la propiedad?, p. 137 y sígs.
42
Para una definición más madura del ideal libertario proudhoniano, véase el siguiente
pasaje: “¡NO más autoridad! Lo que quiere ya significar el contrato libre en lugar de la ley
absolutista; la transacción voluntaria en lugar del arbitrio estatal; la justicia igual y
recíproca en lugar de la justicia soberana y distributiva; la moral racional en lugar de la
moral revelada; el equilibrio de la fuerza en lugar del equilibrio de los poderes; la unidad
económica en lugar de la centralización política. Una vez más, ¿no es esto lo que osaré
llamar una conversión completa, un giro sobre sí mismo, una revolución?” Idee Générale.
p. 343.
43
¿Qué es la propiedad?, p. 119.
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44
Polémique contre Louis Blanc et Pierre Leroux (1849-1850). Ouvres, II, p. 410.
45
¿Qué es la propiedad?, p. 265.
46
Ibíd., p. 287. Y algunos años después: “...es la libertad, aquella que significa negación
de cualquier autoridad, aquella libertad que para el hombre supone todo”. Le Droit au
Travail le Droit de Proprieté (1848), Oeuvres, X, pág. 457.
47
“La libertad es esencialmente organizadora”, Ibíd., p. 289.
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55
ibíd,
51
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56
Idee Genérale, pág. 152.
57
Véase J. Bancal: Proudhon: Pluralisme et autogestión, París, 2 volúmenes, 1870.
52
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58
Idée Genérale, p. 162.
59
Programme révolutionnaire, 1947, Oeuvres, X.
53
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Llegados a este punto, nos sentimos tentados a afirmar que los aspectos
contradictorios, fácilmente localizables en la concepción teórica de
Proudhon, son en efecto atribuibles a la influencia ejercida sobre el autor
por la época en la cual ha vivido, sin que fuese capaz de reaccionar ante
tales influencias con el poder y la lucidez de la intuición teórica demostrada
por Marx. A caballo entre dos períodos diversos del desarrollo capitalista, e
influido por la experiencia “artesanal”, capaz de comprender las grandiosas
posibilidades del desarrollo social inherente al proceso de la revolución
industrial, Proudhon ha permanecido, sin embargo, incapaz de superar el
nivel de la intuición puramente sociológica y de desarrollar radicalmente un
método científico con el cual analizar la rica y dinámica realidad
circundante. Proudhon verifica los límites de la dialéctica seriada en el
momento en que Marx desarrolla los fundamentos de su propio método; el
primero cree todavía en la posibilidad de un régimen de “democracia
obrera”, comprendido como reconciliación con la burguesía 61 en el
momento en que el segundo anuncia la necesidad de la transformación de
la revolución democrático-burguesa en revolución socialista, incluso para
un país atrasado como Alemania;62 el primero continúa defendiendo el
principio de la reciprocidad hasta su muerte, mientras que el segundo
establece el carácter dinámico del conflicto entre las clases ejercido por el
60
Idée Générale, p. 175.
61
Véase, por ejemplo, el “escrito” referido a la “burguesía”, compuesto en la cárcel el 10
de junio de 1851 y que aparece en Idée Générale, p. 95.
62
Véase para esto el Llamamiento del Comité Central de la liga de los comunistas
(marzo de 1850), en Marx-Engels: Obras escogidas, Roma, 1969. págs. 364 y sígs.
54
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63
La siguiente definición del “socialismo” es redactada por Proudhon después de la
desilusión y del desastre del 48 y va, por tanto, situada en el contexto de la vida
particular del autor; sin embargo, puede ser útil para demostrar las oscilaciones que
sacuden la confianza revolucionaria de Proudhon: “Suscitar esta acción colectiva, sin la
cual la condición del pueblo será eternamente desdichada y sus esfuerzos impotentes.
En vez de prodigar el poder, debe procurarse solamente que no se inmiscuya más en
nada, y enseñar al pueblo a obrar por sí solo, sin ayuda del poder, de la riqueza y del
orden establecido. Esto, en conciencia, es lo que siempre he entendido por socialismo.”
Les confessions d’un Révolutionnaire pour servir d l’Histoire de la Révolution de Février
(1849), Oeubres, VII, p. 253.
55
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3. La estructura mutualista
65
Citado porJ. Bancal, op. cit., vol. II. p. 76.
66
Idée Générale, p. 276; véase también el siguiente pasaje: “Hacer al obrero
copropietario del mecanismo industrial y partícipe de los beneficios en vez de
encadenarlo como un esclavo, ¿quién osaría decir que no sea ésta la tendencia del
siglo?” Manuel du spéculateur a la Bourse, Ed. Garnier, París, 1853, p. 493.
57
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67
Idée Générale, p. 281.
68
Ibíd., págs. 282-83.
58
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Por otro lado, si es cierto que por su propia naturaleza ella es la clase que
mayor “experiencia” tiene en la organización del trabajo de empresa, es
también cierto que la división social del trabajo le impide perennemente la
adquisición de aquellas nociones que la burguesía prefiere adscribir a una
“casta” de especialistas: gerentes, teóricos de la programación, expertos
en marketing, etc. Y de hecho, según la concepción propiamente
marxiana, no es ciertamente a nivel de la gestión puramente técnico-
económica como la clase obrera puede demostrar la propia superioridad
sobre el organizadísimo sistema capitalista, sino, por el contrario, a nivel
de la gestión estatal del conjunto de las actividades sociales, lo que se
hace posible a través de la construcción de una infraestructura política en
la cual los trabajadores puedan ejercitar un rol activo y explotar aquella
fuerza colectiva que deriva del ejercicio constituido de “clase en sí” en
“clase por sí”.
70
En este aspecto, compete a este organismo la misión de controlar el crédito, los
transpones, los almacenes, las compras al por mayor y el mercado de los productos
agrícolas. Véase al respecto la propuesta de Proudhon en el Programe révolutionaire de
1848.
71
Los principios de organización de la federación agrícola-industrial son expuestos por
Proudhon en varias obras, especialmente en Del principio federativo (1863), Oeuvres,
XIV, cap. 11.
60
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
72
Primero de octubre de 1847, Cuaderno n°. 6, en Carnets de P, J. Proudhon, ed. Riviére,
vol. II, pág. 217
73
Proudhon ha desarrollado la teoría del crédito mutualista en una serie de obras como
Systéme de contradictions économiques (1846), Resume de la question sociale, Banque
d'échange (1848), Banque du Peuple (1849), Manuel d'un spéculateur a la bourse (1853),
De la justice dans la révolution et dans l'Eglise (1858), Théorie de l'impot (1861), De la
capacité politique des classes ouvrieres (1865), Théorie de la proprieté (1865). Aunque el
análisis de su contribución en este campo sea fundamental para una reconstrucción de la
historia de las instituciones crediticias, es evidente, sin embargo, que hoy ha perdido casi
toda actualidad. Es necesario hacer notar, de cualquier modo, que la teoría proudhoniana
del crédito recíproco no debe ser confundida con la práctica mutualista todavía difundida en
Francia en la iniciación del siglo XIX. Véase lo que afirma el propio Proudhon: “Yo
considero la sociedad de socorros mutuos, que existe hoy día, del mismo modo que la
simple transición al régimen mutualista, como todavía formando parte en el género de las
instituciones de caridad, de los gravámenes ulteriores que deben imponerse el trabajador
que no quiere exponerse a la ruina en caso de enfermedad o desocupación.” Capacité
politique, p. 132. Recordemos, por otra parte, cómo, por ironía de la suerte, en el curso de
la Comuna de París (1871), después de todos los procedimientos de clara marca
proudhoniana adoptadas en el breve período de gobierno revolucionrio, se verá
inexplicablemente olvidada de nacionalización de la Banca de Francia, sin la cual cualquier
forma de control sobre la economía nacional no podía ser sino ilusoria. Y esto, no obstante
la masiva presencia de proudhonianos en las filas de los comuneros. Véase J. Bancal:
“Proudhon et la Commune”, Autogestión, núm. 15, 1971, páginas 37-38; Henri Lefévre: La
proclamation de la Commune, París, 1965, en particular el cap. VI, dedicado a la difusión
de “la ideología proudhoniana”. Para un estudio de carácter más general, véase Jules-L.
Puech: Le proudhonisme dans l'Asociation internationale des Travailleurs, París, Alean,
1907.
61
Roberto Massari
74
No nos extendemos más respecto al complejo funcionamiento de tales organismos,
indudablemente la parte más caduca de la contribución proudhoniana. Aquéllos ya han
sido descritos de modo prolijo en obras como philosophie du progrés (1853), Projét
d’exposition perpétuelle (1855), Théorie de l'impót (1861), Du principe Fédératif (1863),
De la capacité politique des classes ouvrieres (1865), Théorie de la propriété (1865) y
otras.
75
“Manifeste éléctoral du Peuple”, en Le Peuple de los días 8-15 de noviembre de 1848.
Sobre la influencia ejercida por tales posiciones sobre el desarrollo del anarco-
sindicalismo, véase G. Pirou: Proudhonisme et sindicálisme révolutionnaire, París, 1910.
62
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
4. Autogobierno y federalismo
76
Polémique contre Luis Blanc et Pierre Lerroux, p. 367.
77
Ibíd., p. 369.
63
Roberto Massari
“Si por esta idea la clase obrera se hace capaz de deducir, para la
organización de la sociedad, conclusiones prácticas en su propio
provecho, y en el caso de que el poder y la decadencia o la retirada
de la burguesía le sea confiado, de desarrollar un nuevo orden
político”.82
68
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
94
Así concluye el testamento teórico de Proudhon. Capacidad política, p. 399.
71
Roberto Massari
CAPÍTULO 3
KARL MARX: DE LA AUTOEMANCIPACIÓN
A LA AUTOGESTIÓN
72
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
95
Véase L. Althuser: Per Marx, Roma, 1969, págs. 39-43- El autor adopta el término
“problemática” para referirse a la integridad de un sistema ideológico empleado en sus
“relaciones” con el campo ideológico existente y con los problemas y con la estructura
social que lo sostiene y que lo refleja (pág. 46).
73
Roberto Massari
75
Roberto Massari
77
Roberto Massari
97
El término ha sido tomado de Y. Bourdet: La délivrance de Prométhée, París, 1970,
con objeto de expresar contemporáneamente la relación de “alineaciones” que el
individuo vive en la sociedad de clases y la de «sujeción» al poder ajeno que permanece
en la sociedad dirigida por la burocracia. Véase, al respecto, el cap. IV de la citada obra.
78
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
98
En Obras filosóficas juveniles, a cargo de G. della Volpe, Roma, 1963.
99
Crítica, p. 132
79
Roberto Massari
100
Ibíd., p. 60.
80
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
81
Roberto Massari
101
Anales Franco-Alemanes, a cargo de Gin Mario Bravo, Milán, 1965.
102
“Correspondencia de 1843”, en Anales Franco-Alemanes, págs. 55-56.
103
Ruge a Marx, marzo de 1843, ibíd., p. 57.
82
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
104
Ibíd., p. 58.
105
Marx a Ruge, mayo de 1843, p. 62.
106
Ibíd., p. 68.
83
Roberto Massari
107
En los Manuscriti economico-filosofici de 1844, Marx empezará ese arreglo de cuentas.
Véase Opere filosofiche giovanili, pág. 239. Marx acusa de romántica a la escuela de
Malthus y comprende una primera contradicción en la formulación de sus leyes.
108
Marx a Ruge, septiembre de 1843, en Correspondencia.
84
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
112
La Cuestión Judía, p. 60
86
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
113
La Cuestión judía, págs. 78-79.
114
En Annales, págs. 125-142.
115
Ibíd., p. 134.
87
Roberto Massari
Podemos verificar, sobre la base del citado pasaje, que Marx no sólo ha
personificado el sujeto social de la emancipación humana, sino que ya está
en condiciones de formular una teoría de la autoemancipación: es de
hecho en el interior del proletariado mismo donde él halla las razones
estructurales y los orígenes de la potencialidad transformadora en la que
116
Ibíd., p. 138.
117
Ibíd., p. 141.
118
Ibíd.. p. 141-142.
88
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Que Marx había tenido contactos con los diversos círculos obreros, sin
ligarse específicamente a ninguno de ellos, nos lo confirmará él mismo en
1870.128 Tales contactos se llevan a cabo en un momento en que las
organizaciones obreras parisinas conocen un proceso de rápido desarrollo,
126
Lenin. Obras completas, t. 5, p. 346.
127
F. Mehring: Vita di Marx, Roma, 1966, págs. 78-79.
128
K. Marx: Herr Vogt, 1974, p. 51.
91
Roberto Massari
133
Flora Tristán: Union Ouvriere, París, Lyon, 1844 (reedición en 1967 a cargo de Les
Editions d’Histoire Sociale). La introducción a la primera edición lleva la fecha de 17 de
mayo de 1843. Para una biografía de esta grande y fascinante figura, pionera del
movimiento obrero organizado y de los movimientos feministas, véase J. L. Puech: La
vie et l’oeuvre de Flora Tristán. 1803-1844, París, 1925. Recientemente ha sido también
publicada una biografía a cargo de Dominique Desanti.
134
Aun aceptando la gran importancia de la obra de F. Tristán, no hay que olvidar los
precedentes anteriores en el seno del movimiento obrero inglés. Tras diversos intentos y
por la influencia de Owen se crea en Inglaterra la Gran Unión Consolidada (1833), que
es ya una Trade-Union con todas las consecuencias. En 1836 nace la Asociación de
Trabajadores, antecedente inmediato del cartismo (véase Dolléans: Historia del
movimiento obrero, vol. I, y las obras de este mismo autor de G. D. H. Colé sobre el
cartismo). (N. del T.)
135
Engels hace alusión a la Unión Obrera de F. Tristán en La Sagrada Familia, Roma,
1967, págs. 21-23. En la introducción a esta obra, en 1902, F. Mehring aclara el aspecto
esencialmente fourerista de la teoría de la Tristán. Véase el Apéndice a La Sagrada
Familia, p. 336.
136
M. Rubel: “Flora Tristan et Karl Marx”, en La Nef, enero de 1946, y del mismo autor:
Karl Marx..., págs. 92-94.
93
Roberto Massari
137
B. Nikolaevskij-O. Maenchen-Helfen: Karl Marx. La vita e l’opera, Turín, 1969, págs.
94-95: “Marx ha sobrevalorado la revuelta desesperada de los trabajadores de Silesia.
Contrariamente a lo que él creía entonces, aquélla no fue en modo alguno superior a los
movimientos obreros inglés y francés: ni por la claridad de propósitos ni por la conciencia
de clase. No eran obreros de la industria que se rebelaran contra los capitalistas de la
industria, sino artesanos miserables que trabajaban a domicilio, que habían atacado a
las máquinas, del mismo modo que había ocurrido en Inglaterra medio siglo antes.” Para
esta descripción de los acontecimientos, véase F. Mehring: Storia delia socialdemocracia
tedesca, vol. I, págs 229-33.
94
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
En los artículos del Vorwärts, escritos para rebatir los juicios negativos
dados por Ruge respecto a los acontecimientos de Silesia, se puede
encontrar una primera síntesis de esta compleja maduración. Marx afirma
su propia crítica respecto al divorcio entre Estado político y sociedad civil-
burguesa:
138
Los dos artículos en Vorwärts el 7 y el 10 de agosto de 1844 son conocidos bajo el título
de Glosas marginales de critica al artículo “El rey de Prusia y la reforma social, firmado: un
prusiano”; trad. en la Questione ebraica e altri scritti giovanili. págs. 113-38.
139
Ibíd, p. 132
140
“En la Canción de los tejedores, la ardorosa consigna de lucha, no aparecen ni una sola
vez ni los hogares ni la fábrica, si bien el proletariado proclama su antagonismo con la
sociedad de la propiedad privada de modo claro, tajante, juicioso y potente.” Ibíd., pág.
130. Algunas estrofas de la Canción aparecen en el libro citado de Mehring, págs. 230-231.
95
Roberto Massari
141
Ibíd, p. 132
142
Ibíd, p. 136
96
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
143
Glosas, p. 137 (la cursiva es nuestra).
144
Obras filosóficas juveniles.
145
Para una discusión más amplia sobre el tema, véase G. Bedeschi: Alienazione e
feticismo del pensiero di Marx, Bari, 1968, págs. 89-97.
97
Roberto Massari
146
Manuscritos, págs. 203-204.
147
Owen, op. cit., págs. 225-226.
148
Ibíd., p. 232.
149
Ibíd., p. 235.
98
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
La única alusión hecha por Marx en esta obra tan contradictoria –porque
contradictorio es el momento mismo en que Marx la esboza– a la situación
concreta de los trabajadores hace recordar que el Manuscrito había sido
terminado en París, antes incluso de establecer un contacto profundo con
las sectas obreras y socialistas que ya hemos indicado. La simplicidad y la
ingenuidad casi populista con que son descritas las reuniones de los
obreros parisinos son una ulterior confirmación de la urgencia con la que
Marx ha pensado introducir el tema de la asociación obrera en una obra en
sí ya concluida:
Podríamos tener aquí una idea de lo que Marx entiende por “comunismo
de masa”, difereciándose tanto del babouvismo vulgar como de las
tautologías de la “crítica crítica”, que en su estéril contraposición al
pensamiento de la masa no deriva a otra cosa que a una concepción
elitista del desarrollo histórico: a una caricatura, en la práctica, de la
“revolución política” de Ruge. En la crítica de Marx se abre ahora paso la
idea de que la situación obrera, aparentemente insensible a la fuerza pura
del pensamiento, se puede transformar sólo en el momento en que sean
atacadas y transformadas las condiciones externas que determinan tal
situación. Y de hecho, dirá Marx, sólo en el momento en que las masas de
trabajadores comunistas de Manchester y de Lyon,154 por ejemplo, empiezan
a vivir dramáticamente la distinción entre lo que es y lo que debe ser,
152
Ibíd., p. 44
153
Ibíd., p. 63
154
En 1841 hay una revuelta de los obreros en Lyon y el gobierno prohíbe unos ensayos
cooperativos. En 1831 se había producido una verdadera “comuna” lionesa. Durante
más de dos semanas los jefes de secciones de las fábricas rigieron la ciudad. Por el
antecedente, acaso Marx se refiere a los “comunalistas” En cuanto a los obreros de
Manchester, dada la época en que Marx escribe, se trata de los militantes obreros del
cartismo. (N. del T.)
100
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
155
Ibíd., p. 63
156
Tesis sobre Feuerbach, en Marx-Engels: Obras escogidas, p. 188.
157
Curioso constatar aquí la coincidencia con el ideo-realismo proudhoniano, manifiesto
ya en sus primeras obras: ¿Qué es la propiedad? (1840-1841), De la creación del Orden
en la humanidad (1843), Sistema de las contradicciones económicas (1846). He aquí la
fórmula final del ideo-realismo en Proudhon: “La idea, con sus categorías, nace de la
acción y debe volver a la acción para no frustrarse.”. [De la Justicia, 1858.) (N. del T.)
101
Roberto Massari
161
Op. Cit., p. 24
162
A este pasaje se vincula aquel en que Marx, un tanto rousseunianamente, expresa una
concepción formalmente no materialista de la recomposición humana (pero colectiva) del
hombre: “Estos millones de proletarios o comunistas lo piensan de modo completamente
diferente y lo demostrarán a su tiempo, cuando armonicen prácticamente, con una
revolución, su “ser” con su esencia”, p. 35.
163
“Lo que por una parte produce el fenómeno de “masa privada de propiedad” al mismo
tiempo en todos los pueblos (concurrencia general) hace depender cada uno de ellos de
las revoluciones de los demás”, p 25.
103
Roberto Massari
164
“El comunismo es posible empíricamente sólo como acción de los pueblos dominantes
todos “de una vez” y simultáneamente, lo que presupone el desarrollo universal de la
fuerza productiva y las relaciones mundiales que ese comunismo implica. Para nosotros, el
comunismo no es un estado de cosas que deba ser instaurado, un ideal al que la realidad
deba conformarse. Llamamos comunismo al movimiento real que pone fin al estado de
cosas presentes”, p. 25.
165
El período prosigue: “...la cual, naturalmente, se puede formar también en las otras
clases, en virtud de la consideración de la posición de tales clases”, p. 29.
166
“La transformación de las fuerzas (relaciones) personales en fuerza objetiva, provocada
por la división del trabajo, no puede abolirse quitándose de la cabeza la idea general, sino
sólo a condición de que los individuos pongan nuevamente bajo sí mismos aquella fuerza
objetiva y aboliendo la decisión del trabajo. Esto no es posible sin la comunidad» (pág. 54;
la cursiva es nuestra). El fundamento “objetivo” del comunismo viene a ser, según tal
formulación, el desarrollo pleno de la fuerza productiva (única posibilidad realista de abolir
la división del trabajo) bajo el control de los que son sus artífices. En otra parte Marx ha
empleado el término de “regulaciones”. Son éstas, a nuestro juicio, expresiones diversas
que se refieren, sin .embargo, al mismo principio autogestionario. Por lo que se refiere al
uso del término comunidad, su indeterminación en este estadio es explicable solamente por
la voluntad por parte de Marx de abandonar términos inadecuados como “individuos” o
“sociedad civil” y de guardar distancias respecto a conceptos como los de “Estado” (Hegel)
o de “humanidad” (Hess, Feuerbach), sin disponer todavía de soluciones de repuesto
plenamente aceptables. Todavía más precisa, si se relaciona con la sucesiva teoría
marxiana del «partido», es la expresión “comunidad de los proletarios revolucionarios”
(pág. 57), en la cual, evidentemente, el atributo tiene la función de especificar la función de
los individuos conocedores de la propia función histórica en el interior de la masa que
compone la clase o aquellos que la conciencia de la «clase por sí» distingue de la “clase en
sí” (Marx).
104
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
167
Ibíd. p. 56. Todavía: “El comunismo se distingue de todos los movimientos hasta ahora
existidos en que revoluciona la base de todas las relaciones de producción y las formas
de relación hasta ahora existentes y en que por primera vez trata conscientemente todos
los presupuestos naturales como creación de los hombres hasta ahora existentes, los
despoja de su carácter natural y los vincula al poder de los individuos unidos” (pág. 58; la
cursiva es nuestra).
168
Ibíd., pág. 368; la cursiva es nuestra.
105
Roberto Massari
106
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
169
Ibíd, p. 431
107
Roberto Massari
171
Ibíd, p. 14
172
Ibíd, p. 121-122
109
Roberto Massari
A nuestro juicio, éste es el sentido que hay que atribuir al famoso enigma
marxiano: “Los comunistas no constituyen un partido particular frente a los
demás partidos obreros” –sentido convalidado no sólo en una larga
relación de pasajes y citas, sino en el tipo mismo de actividad desarrollada
por Marx en la Asociación Internacional de Trabajadores. Es, por otra
parte, evidente cómo Marx atribuye un carácter transitorio a tal forma
organizativa, de hecho considerada por él como un instrumento (y no un fin
histórico) de cual se vale el proletariado solamente para los fines de su
propia constitución en clase:
173
Trad. italiana de P. Togliatti, Roma, 1964.
174
Véanse, entre muchos: Y. Bourdet: “Karl Marx et l’autogestione”, en Probleme del
socialismo, n°. 2-3, 1971, págs. 262-72; M. Rubel: Kar! Marx..., pág. 102; M. Löwy: La
Théorie de la révolution..., págs. 137-66; R. Rossanda: “Classe e Partido”, en II Manifiesto,
n°. 4, septiembre de 1969, págs. 41-46; M. Tronti: “II partito como problema”, en
Contrapunto, n°. 2, 1968; la referencia explícita a Marx está en la pág. 310, pero el sentido
general del artículo debe ser entendido también como una polémica contra determinadas
interpretaciones de la teoría marxiana de la organización. Véase también Ernest Mandel
Che co'e la teoría leninista del partito, Roma, 1972.
175
Ibíd., p. 76
110
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
176
Manifiesto, p. 87 y 90; la cursiva es nuestra.
177
En Marx-Engels: Opere Scelte, págs. 361-372.
178
Ibíd., p. 368. La cursiva es nuestra. Se lee en la misma página: “Los obreros deben
intentar organizarse independientemente en guardia proletaria, con cabeza y estado
mayor elegido por ellos, y de ponerse a las órdenes no del poder del Estado, sino de los
Consejos comunales formados por los obreros”.
111
Roberto Massari
179
Ibíd., p. 369
112
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Estos son algunos de los temas principales del Llamamiento sobre los
cuales no nos detenemos porque repiten –aunque en forma más precisa–
aspectos y elementos de la teoría de la autorganización y autogestión
obrera, ya estudiada con anterioridad. Además, el interés específico que
está en el centro de la lectura que proponemos de Marx nos impide
profundizar los temas que éste ha desarrollado a partir de 1850. Tales
temas se refieren sobre todo al análisis crítico del modo de producción
capitalista, sea en la forma de reflexión sobre las grandes tradiciones
teóricas de los economistas clásicos ingleses, sean como análisis
estructural del modo de producción mismo. Junto a los trabajos
preparatorios de El Capital Marx inicia también un trabajo de verificación
de las categorías fundamentales de la llamada “concepción materialista de
la historia”, aplicándola al análisis de algunos acontecimientos
contemporáneos a él y decisivos para el desarrollo sucesivo de las
relaciones entre las clases en el continente europeo. La continuación de la
polémica con las diversas corrientes del movimiento obrero posterior a los
años 40 –que no siempre se vincula a la problemática ampliamente
debatida en el período parisino y bruselense (véase el caso de Lasalle)–
ocupa la energía política de Marx en el decenio que va de 1850 a 1860,
culminando en 1864 con la fundación en Londres de la Asociación
Internacional de los Trabajadores.
Sin embargo, hay un tema que parece conservar una discreta importancia
y cierta continuidad en la reflexión marxiana: es el constituido por el
movimiento cooperativista, como aparece a la luz de la experiencia
completa y a la luz del vivo debate desarrollado en torno a los argumentos.
Marx no permanece extraño al debate, ni podía estarlo si es cierto –como
hemos tratado de demostrar– que el tema de la gestión de la economía por
parte de los trabajadores ha representado uno de sus principales móviles
de reflexión sobre el comunismo. Aunque en la solución de este problema
desciende Marx del conjunto de su aparato conceptual, tratando de
comprender y de poner en evidencia los aspectos económicos, históricos,
políticos, prácticos, etc., del problema, pero sin perder de vista el objetivo
final y la trascendencia real del asunto: él se pregunta, en la práctica, en
qué medida la organización de una red de cooperativas extendidas a los
diversos sectores productivos puede encarnar el ideal de una sociedad
113
Roberto Massari
180
La polémica con estos últimos será examinada en el curso del análisis de la Crítica al
programa de Gotha. En Rochdale, Inglaterra, se inicia, hacia 1844, una de las primeras
experiencias cooperativistas de inspiración owenista.
181
K. Marx: Miseria de la Filosofía, en particular la polémica con el economista inglés
Bray, págs. 61-68, y carta a Schweitzer en Apéndice, págs. 88-89.
182
John Gray: The social system. A treatise on the principal of exchange, Edimburgo,
1831; citado y criticado por Marx en Para la crítica de la economía política, Roma, 1969,
págs. 64-67
183
K. Marx: La lucha de clases en Francia entre 1848 y 1850, Roma, 1962, págs. 110-11.
184
Véase la campaña reaccionaria desencadenada contra los “talleres nacionales”, es
decir, contra los centros de trabajo instituidos en Francia para resolver el problema de los
empleados, Ibíd., págs. 28-29 y 138-39.
114
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
185
K. Marx, El 18 brumario de Luis Bonaparte, Roma, 1964, pág. 60 (la cursiva es
nuestra).
186
K. Marx: El Capital, Ed. Riuniti, Roma, 1964, libro I, pág. 373.
187
El Capital, libro III, pág. 459.
188
Ibíd., p. 457.
115
Roberto Massari
190
Ibíd., p. 522. La cursiva es nuestra. El concepto de Auto explotación y de valoración de
la fuerza de trabajo propia por parte de los obreros es también denso en cuanto a
sugerencias para comprender la teoría marxiana de la fase de transición, de la cual
hablaremos más adelante, y el sentido que en ella atribuye a la apropiación, y después a la
gestión directa de los medios de producción por parte de los trabajadores.
191
“Manifiesto inaugural y estatutos provisionales de la Asociación Internacional e los
trabajadores”, en Marx-Engels: Opere Scelte, páginas 753-67. La manera en que Marx
llega a redactar el manifiesto de fundación de la I Internacional en St. Martin’s Hall, de
Londres, el 28 de septiembre de 1864 lo sabemos por una de sus cartas a Engels del 4 de
noviembre de 1865, en Marx-Engels: Correspondencia, Roma, 1972, t. IV, págs. 245-49.
117
Roberto Massari
192
Manifiesto inaugural, op. cit., pág. 759-60. Vale la pena notar que a la luz de este
pasaje la frase con la que se inician los estatutos de la Asociación —“La emancipación
de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos”— adquiere un significado
118
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
mucho más preciso y concreto que en el caso de los slogans propagandísticos con que
se suele utilizar. Véase una recopilación de textos marxianos sobre el tema de la
cooperación en Thomas Lowit: “Etudes de marxologie”, en Cahiers de L’ISEA, n°. 129,
1962, págs. 791-98. Véase también Jacques Gans: “Karl Marx et la Coopération”, en
Revue d’Etudes Cooperatives, n°. 47, 1968, páginas 97-108.
193
K. Marx: Obras, Pleiade, París, vol. I, pág. 1.469; trad. italiana en I. Bourdet, art. cit.,
págs. 279, 281.
119
Roberto Massari
194
K. Marx: Obras, pág. 1.470.
195
El primero y segundo congreso son de influencia proudhoniana. En Ginebra, Marx no
comparece (en realidad sólo aparecerá en el congreso de La Haya, 1872: “Yo no he
podido ir ni he querido tampoco, pero he sido el que ha redactado el programa de los
delegados de Londres.” (Carta a Kugelmann del 9 de octubre de 1864). (N. del T.)
196
Véase B. Nikolaevski-O. Maenchen-Helfen: Karl Marx, págs. 309-310.
120
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
197
Las citas pertenecen a la compilación de documentos sobre la I Internacional a cargo
de Jacques Freymond, ed. Droz, Ginebra, 1962. Traducción castellana, Ed. Zero, Bilbao.
198
Las citas pertenecen a la compilación de documentos sobre la I Internacional a cargo
de Jacques Freymond, ed. Droz, Ginebra, 1962. Traducción castellana, Ed. Zero, Bilbao.
199
Véase Michel Raptis: “La Premidre Internationale sur l'autogestion”, en Autogestión,
n°, 5, 6, 1968, p. 194.
121
Roberto Massari
202
K. Marx: La Guerre civile in Francia, Roma, 1970. El Manifiesto, redactado en
Londres, lleva fecha de 30 de mayo de 1871.
203
K. Marx: Scritti sulla Comune di Parigi, Roma, 1972.
204
Ibíd, p. 59-60.
123
Roberto Massari
205
La Guerre civile..., págs. 63-64; la cursiva es nuestra
206
Ibíd., págs. 72-73- Véase también el juicio de Engels contenido en la «Introducción» de
1891 a La guerra civil en Francia: “El 16 de abril la Comuna ordenó una relación estadística
de fábricas que los patronos habían cerrado y la elaboración de proyectos para la apertura
de las mismas por los obreros que hasta entonces se ocupaban de ellas, reunidos en
sociedad cooperativa, para la reunión de las cooperativas en una gran organización... El
decreto de mayor alcance de la Comuna ordenaba una organización de la gran industria e
124
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Por otra parte, ante las tentativas –pasadas y probablemente futuras –de
limitar el empuje radical de la “única clase capaz de iniciativas sociales”
(pág. 69), en los ensayos de cooperativismo subalterno o de la
participación controlada, Marx hace en el curso del Llamamiento una clara
distinción entre la concepción reformista pequeño-burguesa del
cooperativismo –la concepción de los apóstoles frenadores y bulliciosos
del cooperativismo– y la teoría de la autogestión obrera, entendida como el
proceso a través del cual el proletariado crea los propios organismos de
control, sea sobre la nueva forma asumida por el poder político, sea sobre
las bases económicas y sociales de tal poder:
incluso de las manufacturas, las cuales no debían fundarce solamente sobre la asociación
de los obreros de cada fábrica, sino que debía también reunir en una gran sociedad todas
esas fábricas; en resumen, una organización que, como justamente dice Marx en La guerra
civil, debía llevar finalmente al comunismo.” (Ibíd., págs 14-18.) Véase también A. Decouflé:
“La Commune de París et le probléme des biens vacants”, en Autogestión, n°. 5-6, 1968,
págs. 196-208. En el apéndice ofrecemos una traducción de la circular del 16 de abril. Para
ulteriores noticias respecto al debate y a la actividad de la Comuna se puede ver la
reimpresión de la compilación publicada en 1871: Les 31 sé anees Officielles de la
Comune de París, París 1970. La noticia de la presentación del decreto por parte del
ciudadano Avrial y de la votación está en la p. 37.
207
La Guerre civile, p. 68; la cursiva es nuestra.
208
K. Marx: Crítica al programa de Gotha, introd. de A. Illuminati, Roma, 1968. Para un
encuadramiento histórico del congreso de reunificación de las dos tendencias
(lassalleana y eisenachiana) de la socialdemocracia alemana, véase –a pesar de la
esencial incomprensión de la teoría marxiana– F. Mehring: Storia della socialdemocrazia
125
Roberto Massari
127
Roberto Massari
partir de los aspectos aislados del proceso colectivo, para después llegar a
alcanzar el conjunto de las relaciones sociales de producción, sino
exactamente en sentido opuesto. La gestión directa por parte de los
trabajadores debe iniciarse en el conjunto de tales relaciones, en el cuadro
general en que se sitúa la organización del trabajo, para luego penetrar
todas sus articulaciones concretas. Es el control sobre las palancas
generales de la organización productiva que permite al proletariado darse
una organización estatal alternativa (es decir, fundada en los consejos),
regular la producción sirviéndose de las más modernas técnicas de la
planificación, dirigir el flujo de las inversiones en un sentido tal que permita
la generalización de la abundancia sin la cual cualquier discurso sobre la
igualdad retributiva es una pura enunciación teórica.
Por otra parte, son éstos algunos de los elementos que Marx ya había
formulado en el Manifiesto inaugural de 1864, cuando consideraba la
necesidad de una extinción del cooperativismo a escala nacional, antes de
que una medida semejante pudiera caracterizarse sucesivamente como
socialista.
212
Ibíd., p. 48
129
Roberto Massari
parte del Estado. Esta hipótesis, tomada de nuevo del Programa de Gotha,
es violentamente atacada por Marx, que no duda en reconocer en ello
cualquier peligro de degeneración reformista del movimiento cooperativo
tantas veces denunciado.
213
Ibíd., p.. 47. La cursiva es nuestra.
130
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Apéndice
Circular de la Comuna de París sobre la requisa de fábricas cerradas
o temporalmente abandonadas:
La Comuna de París,
CAPÍTULO 4
LA CONCEPCIÓN ANARCOSINDICALISTA
DE LA AUTOGESTIÓN
133
Roberto Massari
No nos compete reconstruir la vía por las cuales Marx llegó a liberarse de
la influencia que Proudhon había ejercido sobre él en ocasión de su primer
viaje a París, en el momento en que la publicación del libro de Flora Tristán
parecía haber abierto una nueva perspectiva política a los grupos obreros,
todavía organizados en forma de sectas y confraternidades; interesa más
bien ver, profundizando en los términos de la polémica entre Marx y
Proudhon, y sobre la base de nuevas experiencias históricas (la Comuna
sobre todo), cómo va tomando forma en las filas del movimiento obrero
occidental una concepción diversa del movimiento revolucionario y de la
autogestión de los productores. Y esta es la concepción que podemos,
para mayor comodidad, definir como anarcosindicalista, con la plena
conciencia de que semejante término está lejos de corresponder a una
experiencia histórica precisa o un cuerpo homogéneo de doctrina. 216
216
Es interesante al respecto el último estudio de J. L. Puech Le proudhonisme dans
l’association Internationale des travailleurs, París, 1907.
217
Del artículo «Della Cooperazione», L’Egalité, Ginebra, 1869, citado en Guerin, op. cit.
(la cursiva es nuestra).
135
Roberto Massari
220
El tema bakuninista de la «cultura obrera» es indicado por Gastón Leval en
«Conceptions constructives du socialisme libenaire», en Autogestión, número especial
dedicado a «Los anarquistas y la autogestión», n°. 18-19, 1972, págs. 29-30.
221
Cf. Apéndice en Estado y anarquía.
137
Roberto Massari
222
Aunque la crítica de Bakunin al autoritarismo patriarcal vigente en el interior de las
comunas agrícolas rusas (obchina) es de capital importancia para comprender hasta qué
punto la crítica de la autoridad y de la propiedad privada van indisolublemente ligadas en la
teoría bakuninista de la autogestión. Véase al respecto los óptimos capítulos (3 y 4) de F.
Venturi: Il populismo russo, Turín, 1972. vol. I, dedicados, respectivamente a Bakunin y a la
cuestión «campesina» en Rusia.
223
Cit. por D. Guerin, op. cit., págs. 298-99.
138
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
224
Notemos, a manera de inciso, que también en el movimiento anarquista ha habido
algunos que, como Marx y Engels, han sabido comprender la importancia de las medidas
tomadas en el breve período de existencia de la Comuna Véase, por ejemplo, el juicio de
Andrea Costa sobre el famoso decreto relativo a “la atribución a las asociaciones obreras
de los centros abandonados por los patronos”, en A. Costa: Il 18 marzo e la Comune di
Parigi, en Apéndice a La Comune e lo Stato, p. 141.
225
F. Pelloutier: Historie des Bourses du travail. Origines, Institutions, avenir, introd. de
George Sorel, París, 1971, p. 99.
139
Roberto Massari
141
Roberto Massari
El “Estado obrero”, según Schwitzguébel, no puede ser otra cosa que una
tentativa reformista de mejorar el Estado burgués, atribuyéndole contenidos
diversos en lo que respecta a sus funciones sociales, pero conservando
inalterable su fisonomía opresiva. El proletariado, obligado en algunas
cuestiones de cierta importancia a hacer una distinción entre lo que es de
competencia pública y de competencia privada, no podrá hacer del aparato
administrativo-estatal un uso diferente del que ha hecho tradicionalmente
la burguesía. Por un lado, no podrá mantener la homogeneidad decisoria y
la armónica combinación de los intereses; por otro, tendría que renunciar a
intervenir arrastrando a las masas de trabajadores; después se estaría
obligado a recurrir a un poder delegado, reproduciéndose fatalmente la
distinción entre el que produce y el que, por el contrario, controla los
232
Las intervenciones y discusiones sobre la relación de De Paepe son del máximo interés
para comprender la concepción dominante en el seno de la llamada Internacional
“antiautoritaria” y, sobre todo, la naturaleza de los problemas teóricos que tuvo que afrontar
el movimiento anarquista una vez constituido en fracción independiente y obligado por ello
a dar una formulación sistemática a las posiciones propias. La incomprensión que hallaron
las tesis De Paepe preludia, en la práctica, la disgregación y el fraccionamiento del
movimiento bakuninista en Europa. Las intervenciones y los textos de la discusión pueden
leerse en la obra de James Guillaume L’Internationale. Documents et Souvemrs (1864-
1874), París, 1907- 1910, vol. III, págs 219-24 y 229-35.
233
La Federación Jurasiana había sido la posición fuerte del bakuninismo en Europa, tanto
en la conferencia de Sonvillier (1871), cuando se adoptó la famosa resolución contra la
«centralización» de la AIT, como después de la transferencia del Consejo General
(marxista) a Nueva York. En torno a esta federación se reagrupa la corriente
«antiautoritaria» bakuninista; no faltaban, ciertamente, fuertes influencias de los belgas y
de De Paepe.
234
Ibídem.
143
Roberto Massari
144
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
235
P Kropotkin: El apoyo mutuo. Un factor de la evolución, ed. Tierra y Libertad, 1948.
págs. 236 y sigs. La primera ed. rusa es de 1907.
236
J. Guillaume: ldées sur l’Organisation sociale. Chaux de Fonds, Courvoisier, 1876, p. 48.
237
Véase al respecto D. Guerin: L’anarchisme. De la doctrine a la action, París, 1965, p. 68.
145
Roberto Massari
238
J. Guillaume: ldées, págs. 14-16.
239
Ibíd., págs. 15-16 (la cursiva es nuestra).
146
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
242
Este juicio vale, en general, según Bertrand Russell, para todos los exponentes del
sindicalismo revolucionario; «éstos» quieren llegar al autogobierno de cada industria, pero en
cuanto a los medios para organizar las relaciones entre varias industrias, no son demasiado
“claros” B. Russell: Socialismo, Anarchismo, sindicalismo, Milán, 1970, p. 95-96.
243
Vale la pena constatar, sin embargo, cómo muchos decenios antes de Lenin,
Guillaume había intuido que una transformación radical de las estructuras económicas y
sociales, así como la instauración de un régimen autogestionario en una sociedad
colectivista, no se habría podido llevar a cabo en el interior de los límites estrechos del
Estado nacional: “La Revolución no puede dañe en un solo país: ella está obligada bajo
pena de sucumbir a trascender su movimiento, si no al universo entero, al menos a una
parte considerable de los países civilizados. En efecto, ningún país puede ser
autosuficiente hoy día; las relaciones internacionales son una necesidad de la
producción y del consumo y no se puede interrumpir. Si en torno a un país en revolución
los Estados vecinos establecieran un bloqueo hermético, la revolución, quedando
aislada, estaría condenada a malograrse. Así, cuando nosotros razonamos sobre la
hipótesis del triunfo de la revolución en determinado país, debemos suponer que la
mayor parte de los países de Europa habrán hecho la revolución.” Op. cit., p. 47.
148
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
244
Para una breve historia de los orígenes de las Bolsas de Trabajo, véase el texto clásico
de F. P. Pelloutier Historie des Bourses du Travail, París, 1971, caps. 3 y 4. Para
profundizar en el argumento se remite al estudio y a la bibliografía anexa de Jacques
Jullieard Fernand Pelloutier et les origines du syndicalisme d’action, 1971, p. 569.
245
La diferencia entre los dos consiste, grosso modo, en el hecho de que los
anarcosindicalistas tienden a subordinar la acción sindical a la propaganda específica-
mente anárquica, mientras los sindicatos revolucionarios consideran el sindicalismo como
un fin en sí, completamente independiente de cualquier ideología política, incluso a la
anárquica. Véase D. Guerin: “Le marxisme libenaire”, en Anarchicie Anarchia, p. 449.
149
Roberto Massari
Las “Bolsas” aparecían, por tanto, como la sede ideal no sólo para
profundizar este tipo de discusiones, sino para comenzar a poner en
práctica algunas primeras formas de autorganización obrera. Vale la pena
observar, sin embargo, que en este tipo de experiencia –práctica y teórica
al mismo tiempo– se pudo formar una nueva generación de militantes
obreros, extraña en parte al proceso involutivo de la Segunda
Internacional, y conectada, aunque sólo idealmente, a los orígenes, en los
años cuarenta, de la discusión sobre la problemática de la autogestión y de
la revolución social. No será casual que algunos de aquéllos se hallen en
los orígenes del movimiento comunista de Europa occidental 248 y
participarán posteriormente en la fundación de los grupos de la Oposición
de Izquierda, cuando la degeneración estaliniana del Estado soviético
246
F. Pelloutier: Informe al y congreso de la Federación de Bolsas del Trabajo (Tours), 9-
12 de septiembre de 1896.
247
Véase F. Pelloutier: Historie, cap. VI.
248
Véase H. Dubief: Le syndicalisme révolutionnaire, París, 1969, p. 182.
150
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
F. Pelloutier:
E. Pouget:
249
Véase la breve pero eficaz reconstrucción de ese período hecha por J. Maitron:
Ravachol et les anarchistes, París, 1964.
151
Roberto Massari
Si es cierto que una historia agitada y una especial tradición política del
movimiento obrero francés pueden ofrecer la explicación más plausible de
la transformación anarcosindicalista de la CGT y de la mayor parte de sus
cuadros sindicales, es verdad también que en tal proceso ha tenido un rol
notable la estructura particular de la industria francesa, tal como se
presentaba a finales del siglo XIX. El retraso en el desarrollo de la gran
industria (en relación, por ejemplo, con Gran Bretaña y Bélgica) había
conservado un peso preponderante a las empresas de pequeñas
dimensiones; lo que no podía dejar de tener un rol negativo en lo que
respecta a la formación de grandes aglomeraciones obreras y en la
reagrupación del conjunto de las diversas categorías en torno a los
núcleos de trabajadores de la gran industria, dotada por motivos obvios de
una mayor fuerza y de un mayor conocimiento de los intereses reales.
252
Ibíd., p. 8.
253
Véanse las resoluciones y las intervenciones en “Congrés ananrhiste tenu á
Amsterdam”. agosto de 1907, París, La publication sociale, 1908.
254
Se declaraba en la cana de Amiens que el mejoramiento de las condiciones
materiales de los trabajadores “no es sino un aspecto del sindicalismo; ella prepara la
emancipación entera que no se podrá realizar si no es por la expropiación de los
capitalistas; la cana recomienda como medio de acción la huelga general y subraya que
el sindicato, organización de resistencia, será en el futuro la organización de producción
y distribución, de la reorganización social”.
153
Roberto Massari
El libro de Besnard, junto con una obra posterior del mismo autor, 260
representa el primer intento serio de sistematizar el conjunto de la teoría
anarcosindicalista. Ello concentra la atención propia sobre el aspecto más
característico de tal doctrina, no por la prédica de la acción directa (como
general y erróneamente se cree), sino sobre la voluntad de construir un
sistema social enteramente organizado sobre las bases de estructuras
económicas propias y dirigidas exclusivamente por organizaciones
sindicales de productores. El texto de Besnard es bastante complejo y
elaborado para poder dar una síntesis, siquiera esquemática. Lo que nos
interesa definir en este estudio, sin embargo, es ver cómo el autor,
partiendo de un análisis de la evolución y de las líneas tendenciales
insertas en las principales fuerzas sociales, llega a individuar en la clase
obrera el factor principal de progreso y de racionalización. Las tendencias
existentes en el seno de tal clase son recogidas sistemáticamente por
Besnard bajo dos prismas principales –lucha de clases y colaboración de
clases–, y a la luz de estas dos diversas concepciones del devenir histórico
y del desarrollo socioeconómico, proclama la necesidad de proyectar dos
formas diversas de organización productiva. Obviamente,el autor se
considera, situado dentro de la primera concepción, manifestada
históricamente, en su opinión, con el nacimiento del sindicalismo
revolucionario, y antes aún con el conflicto industrial y espontáneo de los
trabajadores.
que el patronato desarrollará para impedir a las organizaciones sindicales ejercitar sin su
consentimiento el control de la empresa. Esto es, por tal motivo, la reivindicación ofensiva
más completa del proletariado” p. 77.
263
“No existe ningún partido, aunque llegue al poder por la fuerza y la insurrección, que
esté en condiciones de desempeñar la principal misión revolucionaria: la organización de la
producción, de la distribución y de los cambios. Todos los decretos, todas las leyes serian
impotentes ante tal misión. Esto no puede ser sino obra de los sindicatos obreros, de las
comunas libres y de sus instituciones.” Ibíd., p. 92.
264
Ibíd, p. 105.
156
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
265
Ibíd., p. 149. Sobre el rol que la experiencia práctica ha tenido en las formulaciones de
algunas ideas de Besnard véase el texto de G Leval, ya citado, págs. 46-48.
157
Roberto Massari
pero ésta, sin embargo, según Besnard, habría debido constituir solamente
la base de una estructura general más compleja, que a través de una red
piramidal de uniones sindicales locales y regionales, de federaciones
industriales nacionales e internacionales, terminarían en un Consejo
económico del trabajo, en el cual, en la práctica, descansaría la dirección
efectiva de la economía y de otras actividades sociales. Tal esquema, que
puede ser considerado una pequeña obra maestra de ciencia de la
administración, será posteriormente desarrollado y descrito hasta en sus
menores detalles en la obra siguiente, que ya hemos aludido. 267 En la
actualidad es obviamente fácil comprender las debilidades y también una
cierta ingenuidad en la construcción “social” de Besnard. Sin embargo, la
complejidad de la estructura proyectada no puede desmentir ni un solo
momento que la primera tentativa de establecer criterios para una
planificación integral de la futura sociedad comunista, después de las bien
conocidas de Owen –llevadas a cabo en muy otras condiciones–, es obra
266
Sobre los consejos de fábrica y de oficina Besnard expresa también el juicio siguiente:
“¿Cuál debe ser la célula de base de la producción? ¿El comité de fábrica, el consejo de
taller o el sindicato de industria? Por lo que a mi respecta y con la máxima seguridad,
respondo: el sindicato de industria. ¿Por qué? Por el motivo de que los comités de
fábrica y los consejos de taller especializados en un ramo de la industria o en un sector
de tal ramo no se hallan en condiciones de' organizar toda una industria ni de garantizar
la conexión necesaria entre todas las fábricas de una localidad formando parte de una
misma industria: su actividad se limita por fuerza a la propia fábrica o al propio taller.”
Ibíd., p. 279.
267
En Le Monde Nouveau pueden verse las tablas y los diagramas (págs 32-33, plan de
la producción industria] y plan de la producción agrícola; 48-49, plan sindical y plan local;
81-82, plan regional y plan nacional; 96-97, plan internacional y plan de la organización
administrativa y social; 128, plan económico, administrativo y social).
158
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
268
Es indudable que también han existido estos aspectos. Véase, por ejemplo, el relato
de político-ficción de E. Pataud y E. Pouget: Comment nous ferons la Révolutions, París,
Tallandier, 1909: de la huelga general a la autogestión, pasando a través de una serie de
acontecimientos, entre los que figura también la guerra bacteriológica.
159
Roberto Massari
monopolio del poder estatal por parte de los que de hecho estén ya
resolviendo las funciones políticas “por cuenta” de los trabajadores y de la
masa del pueblo. La distancia jerárquica que se crearía entre la unidad
empresarial de base y los organismos centrales de planificación de la
economía sería, desde este punto de vista, solamente un agravante y un
factor ulterior en favor de una cristalización burocrática. Las ideas de
Besnard, sin embargo, conservan actualidad, sobre todo a la luz del hecho
de que algunas de sus hipótesis (y de modo más general las
anarcosindicalistas relativas a los problemas de gestión) parecen
destinadas a reproducirse periódicamente –en formas y modos diversos–
en el interior del movimiento sindical de muchos países del mundo. 269
Un discípulo directo de las teorías de Besnard es, sin duda, Diego Abad de
Santillán, conocido no sólo como teórico y dirigente español, sino también
como ministro de economía de la Generalidad la Cataluña en el período de
la guerra civil. La idea principal de Santillán 270 es que la dirección de las
principales ramas de economía debe confiarse a los sindicatos. Estos,
conservando un organismo central de coordinación, se articularán en
consejos, elegidos y constituidos sobre la base de la competencia. La red
nacional de tales consejos –que deberán formarse sobre todo en la
agricultura, en la industria, en los principales servicios, etc.– constituirá la
estructura general de organización de la economía. Esta idea será
desarrollada por el autor para proponer la constitución de una organización
federativa, articulada según los ejes principales (por regiones y por ramas
de industria) y culminando en un consejo nacional de economía
socializada, al cual deberán corresponder las principales misiones de
planificación.271 Según Abad De Santillán, la tendencia principal de la
economía moderna se encamina hacia una creciente centralización y, por
ello, cualquier tentativa de dirigirla hacia formas organizativas comunales,
de inspiración campesina o artesana, sólo puede llevar al fracaso. 272
269
Por motivos evidentes no podemos extendernos sobre estos aspectos del proyecto de
Besnard, que serían del máximo interés por su actualidad y trascendencia. Nos referimos,
por ejemplo, a la discusión sobre el rol de los técnicos en la gestión sindical (págs. 257-67),
a la solución propuesta para la cuestión agraria y a la explícita aceptación de una fase de
transición entre el viejo régimen y “el comunismo libertario realizado” (págs. 268-274).
270
Expuesta de forma sistemática en un texto actualmente casi imposible de hallar, El
organismo económico de la revolución. Cómo vivimos y cómo podríamos vivir en España,
Barcelona. Tierra y Libertad, 1936, 257 págs. Existe una traducción inglesa ampliada con el
título After the revolution, the Reconstruction of Spain Today, Nueva York, 1937. El autor
vive en Argentina.
271
Véase Antonio Elorza: Une conception scientifique du comunisme libertaire. D. A. de
Santillán, en Autogestión, n°. 18-19, 1972, p. 83. Véase también F. Mintz: L’autogestion,
págs. 36-37.
160
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
El programa más serio consiste en impedir que la gestión por parte de los
trabajadores se transforme en el poder despótico de una “burocracia
estatal”. Con este objetivo, De Santillán propone para el desarrollo de la
función coordinadora y planificadora la formación de un organismo de
coordinación, sometido a un control de la base, ejercido ya desde consejos
de fábricas, unidos, como ya se ha dicho, en federaciones sindicales
organizadas por ramas de industria, ya por consejos elegidos localmente
por la población. “La coerción estatal, en tal sistema, no ofrece ninguna
ventaja; sería estéril y de hecho imposible”.273
272
Véase al respecto la parte dedicada a las ideas de A. de Santillán en D. Guerin:
L’anarchisme, p. 144.
273
Ibíd., p. 145.
274
D. A. de Santillán: “Sobre la anarquía y las condiciones económicas”, en Tiempos
Nuevos, n°. 7, 1934, p. 225.
161
Roberto Massari
275
Esta es en sustancia la conclusión del artículo de Abad de Santillán, ya citado. No
repetimos las críticas expresadas a posiciones similares de Besnard.
276
Diego Abad de Santillán: El organismo económico, págs 180 y sígs. “EL
ANARQUISMO Y LA REVOLUCIÓN EN ESPAÑA” – Escritos 1930-1938 por Diego Abad
de Santillán
162
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Como fin de estos pasajes, sin embargo, vale la pena esbozar brevemente
el rol de las colectividades españolas durante la guerra civil, aunque para
poder verificar prácticamente cómo se concretó la problemática
autogestionaria estudiada durante tanto tiempo por el movimiento anarco-
sindicalista internacional y después aplicada efectivamente en la realidad.
La experiencia de autogestión conocida en Cataluña –sobre la cual se ha
escrito mucho y mucho queda por escribir280– representa indudablemente
una etapa fundamental del movimiento obrero occidental, no sólo por la
demostración práctica ofrecida por ella, por segunda vez desde la
277
Isaac Puente: El comunismo libertario, Barcelona, 1932.
278
Op Cit. págs. 103-111
279
Para el rol de la CNT y de los anarquistas en la guerra civil, véase la obra de César M.
Lorenzo Les anarchistes espagnols et le pouvoir (1868-1969), París, 1969.
280
Una óptima bibliografía sobre este tema hallamos en F. Mintz: L’autogestion dans
l’Espagne révolutionnaire, París, 1970. En ella se indican no sólo los textos, los
opúsculos que inspiraron la acción económica de los sindicatos catalanes en el curso de
la guerra civil, sino también gran cantidad de materiales más directos, indispensables
para los historiadores que quieran fundamentar una reconstrucción de la experiencia
catalana. Entre las tentativas ya completas podemos citar las siguientes: Gastón Leval:
Né Franco né Stalin. Le collectivitá anarchiche espagnole nella lotta contro Franco e la
razione staliniana, Milán, 1952; ampliado y revisado recientemente en Espagne libertaire,
1936-1939; L'oeuvre constructive de la revolution espagnole, París, 1971; F. Berkeneau:
El reñidero español, Ruedo Ibérico, 1961; CNT, collectivisation, l'oeuvre constructive de
la revolution espagnole, 1936-1939 (Toulouse, 1965); D. R. Mintz, además del texto ya
citado; «Enseignements de l’autogestion espagnole», en Autogestión, n°. 18-19, 1972;
véase Marcos Álvarez: «Les collectivités espagnoles pendant la révolution», ibíd., págs.
119-42; A. D. Prudhommeaux: Espagne libertaire, París, 1955.
163
Roberto Massari
281
Véase G. Leval, op. cit. págs 241-42.
282
Se observó, no obstante, que el peso cualitativo del proletariado español ha sido en
mucho superior al soviético en el período de febrero-octubre de 1917 (para esto véase P.
Broué-E. Témime: La révolution et la guerre d’Espagne, París, 1961, p. 131). De la
misma opinión fueron, entre otros, Andrés Nin y Trotsky. Este último afirmó que el
«proletariado» (español) ha demostrado calidad combativa de primer orden. Por su peso
específico en la economía del país, por su nivel político y cultural se hallaba el primer día
de la revolución no más atrás, sino más adelante que el proletariado ruso a comienzos
de 1917”. “La lezione della Spagna”, en / problemi della revoluzione ciñese e altri scritti
su questioni intemazionali, Torino. 1970, p. 184.
164
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
mundo rural español y el papel que a finales del siglo XIX ya había
desempeñado en ellas el movimiento anarquista y anarcosindicalista. 283 En
lo que respecta a la industria, por otro lado, no debe olvidarse tampoco el
peso de la desocupación (muy alta y originadora de transferencias al
sector primario) ni el hecho de que el grueso de la misma se hallaba
situado en Cataluña, es decir, en la región donde la revolución ha tenido su
propio centro político, sino también la experiencia más avanzada de
colectivización y autogestión obrera. Estos últimos términos reclaman una
aclaración. Cataluña no conoció un régimen efectivo e integral de los
medios de producción por parte de la clase obrera. No se llevó a cabo ni
se hubiera podido llevar en pocos meses una red de control obrero y
popular sobre el conjunto de la economía (Bancos, comercio, industrias,
etc.) ni el pueblo español consiguió darse una nueva estructura política con
la cual afrontar no sólo los problemas de la gestión económica, sino
también la ofensiva de la contrarrevolución. Es de notar que las mismas
fuerzas políticas contrarias a la extensión de la colectividad eran asimismo
favorables a la permanencia de las estructuras del Estado burgués
tradicional y a que éste asumiese como fórmula gubernamental la de
“unidad nacional”.284 Por tales motivos, no creemos se pueda hablar de
autogestión obrera en el verdadero sentido de la palabra, ni obviamente se
puede ignorar el hecho de que tal experiencia se haya desenvuelto de
manera muy desigual.285 Se trató más bien, a nuestro juicio, de una toma
temporal de posición por parte de los trabajadores de sectores importantes
de la economía (sobre toda catalana) y de la adopción de formas diversas
de la autogestión y de simple participación en algunas empresas de tales
sectores. Ello fue posible, por otra parte, sea por la situación creada de
283
Véase G. Brenan: The spanish labyrint, Cambridge, 1960, y la reconstrucción hecha
por E. J. Hobsbawm en I ribelli. Forme primitive di rivolta sociale, Turín, 1966, cap. V.
284
La política oportunista del PCE y la actividad contrarrevolucionaria de los agentes de
la GPU estaliniana son los aspectos más notables y más clamorosos de la colaboración
de clases propuesta y realizada durante la guerra civil por el partido comunista español.
Existe, sin embargo, un aspecto de tal política menos conocido, pero más significativo,
representado por el boicot y la oposición sistemática contra cualquier tentativa llevada a
cabo por los trabajadores de asumir la gestión de las empresas, de organizar
autónomamente la producción. Tal oposición asumió también una forma extremada,
como, por ejemplo, la destrucción violenta de las colectividades agrícolas, realizada por
las tropas de Líster y la negativa de suministrar las materias primas a las fábricas
autogestionarias. Véase al respecto los testimonios de G. Muñís: Jalones de derrota,
promesa de victoria: España, 1930-1939, México, 1948, y F. Morrow: L’opposizione di
sinistra nella guerra spagnola, 1970.
285
Según Franz Borkenau, op. cit., el 70 % de las empresas de Cataluña pasaron a un
régimen de gestión obrera y sindical, mientras en la zona de Madrid se había llegado a
un 30 % de empresas con formas de participación. En Asturias la producción pasó
completamente a manos de los sindicatos obreros, mientras que en la región vasca no
se llevó a cabo ninguna transformación sustancial.
165
Roberto Massari
166
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
recordar, sin embargo, que la CNT ejercía también una fuerte influencia
sobre la Generalidad de Cataluña y el decreto había sido en parte obra de
anarquistas. Es oportuno añadir que el decreto estaba animado de una
preocupación de integración económica y de un notable sentido de la
planificación “socialista”.286
286
Tal juicio ha sido expresado por D. Guerin: Né dio né padrone, vol. II, págs. 151-53.
287
La descripción más detallada de tales transformaciones llevadas a cabo, sin embargo,
desde un punto de vista excesivamente partisano, se halla en la colección de
documentos reunida por la CNT en el exilio, ya citada, mientras la investigación más
actual y más detallada sobre la experiencia de la colectivización es sin duda la de G.
Leval. Una óptima descripción, sin embargo, de la atmósfera y el clima político existente
167
Roberto Massari
“Fue sin duda un nuevo hálito el que pasó por la economía española
con la concentración de las empresas dispersas, la simplificación de
los circuitos comerciales, toda una serie considerable de realizaciones
sociales para los obreros ancianos, los niños, los inválidos, los
enfermos y el conjunto del personal. La gran debilidad de las
conquistas revolucionarias de los obreros españoles estuvo más que
en su improvisación, en su carácter incompleto. Pero es que, de
hecho, la revolución, apenas nacida, tiene que defenderse. Será la
guerra quien hará saltar las conquistas revolucionarias antes de que
tuvieran tiempo de madurar y aportar la prueba en una experiencia
cotidiana hecha de retrocesos y adelantos, de tentativas y de
descubrimientos”.289
289
P. Brogué-E. Témime, op. cit., págs. 150-51.
169
Roberto Massari
290
G. Cerrito: “II movimiento anarchico internazionale nella sua struttura attuale”, en
Anarchici e anarchia, p. 127-207.
291
Citamos a modo de ejemplo el de «Tribune Anarchiste Communiste, Les conditions
d’une révolution autogestionnaire» y de un militante dell'Alliance sundicaliste, Réné
Berthier: «Conceptions anarcho-syndicalistes de L’autogestión», ambos en el número de
Autogestión, muchas veces citado. Pueden verse también los artículos del número especial
de Noir et Rouge, supl. al n°. 41, mayo de 1968, reeditado y desarrollado recientemente en
Autogestión, Etat, Révolution, París, 1972. AUTOGESTIÓN, ESTADO Y REVOLUCIÓN.
Noir et Rouge en esta Colección) En general, véase la obra de E. Guerin y de la
organización a la que pertenece (ORA, Organisation Révolutionnaire Anarchiste), en
particular uno de sus últimos libros: Pour un marxisme libertaire, París, 1969.
170
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
292
Véase, en Murray Boockhim, El anarquismo en la sociedad del desarrollo, Ed. Kairós,
1974. Se trata de un intento de actualización de este problema. (N. del T.)
293
Véase al respecto el clásico de Volin: La rivoluzione sconosciuta. Roma, 1970, y G.
Rose: «Anarchismo e bolscevismo di fronte al problema dell'autogestione», en Anarchici
e anarchia, págs. 458-472.
171
Roberto Massari
Parece que tentativas autocríticas han sido efectuadas en los años últimos
(especialmente en Francia y en Estados Unidos) y con una dosis de
realismo a menudo superior que el de otros grupos que en el momento en
que se definían “marxistas-leninistas” respaldaban en realidad viejas
ideologías autoritarias, infectadas realmente de miticismo y populismo,
contra las cuales el marxismo ha conducido y ganado su primera batalla.
Es por este motivo que parecen del máximo interés posiciones anarquistas
más recientes, como las que afirman que:
294
G. Cerrito: «Sull’anarchismo contemporáneo», introducción a E. Malatesta: Scritti
scelti, Roma, 1970, pág. 43. En un sentido completamente opuesto circulan, por el
contrario, obras confusas como la de Jean Coulardeau: Autogestión et rívolution
anarchiste, París, Publico, 1970, en la cual la modernización de las viejas teorías
mutualistas se lleva a cabo en términos de economía marginalista.
172
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Apéndice
Decreto de colectivización de la economía catalana
(24 de octubre de 1936) 295
Consejos de empresa
La duración del mandato se fija en dos años, siendo renovable cada año la
mitad del consejo. Los miembros del consejo serán reelegibles.
295
Los extractos que reproducimos están tomados de la antología tantas veces citada de
D. Guerin.
173
Roberto Massari
Art. 19. Los consejos de empresa al final del ejercido tendrán que rendir
cuenta de su gestión a los obreros reunidos en asamblea general.
174
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Art. 23. Los patronos tendrán que presentar a los comités obreros de
control los balances y rendición de cuentas anuales, que enviarán al
consejo general de la respectiva industria colectiva.
175
Roberto Massari
CAPÍTULO 5
LOS SOVIETS Y EL CONTROL OBRERO
EN LA REVOLUCIÓN RUSA
296
León Trotsky, 1905. Roma, 1969, p. 101.
297
Ibíd., p. 223.
176
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Su acción atrae hacia sí a todas las mejores fuerzas del militarismo político
ruso, lo absorbe, pero no se puede nunca reducir a una de ellas en
particular, ya que ello equivale a renunciar contemporáneamente a dos
características fundamentales de la estructura sovietista:
El soviet, de hecho:
A finales del siglo XIX, sin embargo, en la tentativa de definir qué debe
entenderse por “conciencia de clase de los trabajadores”, Lenin había
indicado algunos elementos constitutivos de tal conciencia (anticapitalismo,
internacionalismo, voluntad de incidir en los asuntos del Estado), aludiendo
un tanto genéricamente a un posible fin último de la acción obrera:
Las condiciones de los obreros en las fábricas, los primeros años del siglo
XX, reflejaban simbólicamente las contradicciones de que se veía
aquejado el ámbito político- social dominado por el régimen zarista. De
origen rural reciente, inculto, especialmente analfabeto, marcado todavía
por el estigma infamante que hasta hacía poco tiempo había gravitado
sobre la espalda de la población campesina, el obrero ruso, cuando quería
encontrar un empleo en el sector industrial y manufacturero, se veía
obligado a sufrir un largo período de tiempo hasta conseguir ambientarse y
hallar una fisonomía propia (obrera) dentro de la empresa. El terror
represivo imperante en la sociedad entera no podía, por otra parte, dejar
de marcar también su propia fisonomía específica en el mundo restringido
y vigilado de los empleados de talleres, donde los adscritos a las misiones
de control obraban prácticamente como policía privada bajo la
dependencia directa del patronato. Una consecuencia de ese estado de
cosas fue, por ejemplo, la creación en 1901 de los sindicatos amarillos,
bajo la iniciativa del jefe de la policía política de Moscú, el coronel
Zumatov.
182
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
311
La obra más profunda y más completa sobre tales acontecimientos sigue siendo
todavía hoy el célebre escrito de Trotsky, 1905, ya citado.
185
Roberto Massari
186
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
pero debe explicarse sobre todo por la falta de presiones de base por parte
de los trabajadores, presiones que se expresaban esencialmente en la
facultad de elección directa y de revocabilidad inmediata en las
confrontaciones de los delegados que no expresaban completamente las
exigencias concretas y responsablemente formuladas por la base obrera.
189
Roberto Massari
313
Detallada e interesante información de estos acontecimientos se encuentra en una
antigua antología rusa, Istorija sovieta rabocich deputatov Peterburga, San Petersburgo
(1907), en la cual se informa, entre otras cosas, de los testimonios del que fue presidente
del soviet de San Petersburgo, Chrustalev-Nosar.
190
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
314
Cit. por O. Anweiler, op. cit., p. 81.
191
Roberto Massari
315
Véase M. Dobb: Storia dell’economía soviética, p. 64.
316
Op. cit., p. 101.
192
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
por lo que fueron sus resultados efectivos cuanto por el tipo de exigencia a
que apuntaban. Añadiremos, por otra parte, que su desarrollo y su
concreción en acciones precisas de política económica probablemente el
soviet –después de sobrevivir a la fase insurreccional-represiva– habría
tardado en hallar su verdadera razón de ser. Para las masas rusas, en
realidad, la primera experiencia de democracia electiva-formal habría
coincidido con la lucha por la afirmación temporal de una democracia
sustancial: único ejemplo en la historia del movimiento obrero occidental.
317
Trotsky, op. cit., p. 102.
193
Roberto Massari
318
La posición de Martov, favorable a la constitución de comités populares de agitación,
es aludida también por Lenin en Obras, vol. IX, pág. 207, que cita directamente el texto
del Arbeiter-Zeitung, de Viena (24 de agosto de 1905)
194
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
195
Roberto Massari
“No cabe duda que tenemos mucho trabajo que hacer para educar y
organizar a la clase obrera, pero todo consiste ahora en saber qué
cosa es la más importante desde el punto de vista político para esta
educación y para esta organización. ¿Los sindicatos y las
asociaciones legales o, por el contrario, la insurrección armada, la
creación de un ejército revolucionario y de un gobierno
revolucionario? La clase obrera se educa y se organiza en los unos y
durante las otras”. 319
323
Véase Istorija sovieta, p. 147.
324
Lenin: Obras, vol. X, p. 13.
325
Ibíd, p. 12.
326
Lenin, vol. X, p. 61. El título del artículo es “Socialismo e anarchia”.
197
Roberto Massari
Este, según Lenin, no podía ser considerado ni una cosa ni otra; los
soviets son solamente dos órganos de la lucha de masas inmediata del
proletariado. Estos organismos no se pueden crear en todos los
momentos, en tanto que los sindicatos y los partidos políticos son
necesarios siempre e incondicionalmente”. 327
En marzo de 1906 Lenin hace por última vez una valoración de conjunto
positiva de la experiencia soviética del primer año (es decir, de lo que el
soviet había sido efectivamente y no del uso propagandístico que se podía
hacer de él); la polémica con las fuerzas políticas burguesas que emergían
en la fase de repliegue popular le llevan, sin embargo, a sobrevalorar el
alcance de la estructura soviética, considerándola directamente el eje
exclusivo de la organización de la dictadura proletaria; palabras como las
que a continuación citamos ya no volverán a aparecer jamás en los
escritos de Lenin después de la primavera de 1917, es decir, el momento
en que toma nuevamente vigor el movimiento de masas:
“Los órganos del poder descritos por nosotros han sido, en embrión,
una dictadura, porque este poder no podía reconocer ningún poder,
ninguna ley, ninguna norma emanada de cualquier fuente (...). ¿Sobre
qué se apoyaba, pues, esta fuerza? Sobre las masas populares (...).
El viejo poder no creía sistemáticamente en las masas, temía la
cultura, se regía por el engaño. El nuevo poder, en cuanto dictadura
de la gran mayoría, ha podido regirse y se ha sostenido sólo con el
auxilio de la confianza en las grandes masas, sólo porque ha hecho
participar, del modo más amplio, libre y vigoroso, a las masas en el
poder. Ningún misterio, ningún secreto, ni reglamentos ni formalidades.
¿Eres un obrero? ¿Quieres batirte para liberar a Rusia de un puñado
de esbirros y de agresores? Bien, sé un camarada. Elige tu diputado.
Elígelo en seguida, inmediatamente, con gozo, entre los miembros de
nuestro soviet de diputados obreros, del comité campesino, del soviet
de los soldados, etc. Este poder está abierto a todos, actúa siempre
en presencia de las masas, es accesible a las masas y proviene
directamente de ellas, es el órgano directo de las masas populares y
de su voluntad. De este tipo ha sido el nuevo poder o, mejor dicho, su
embrión, porque la victoria del viejo régimen ha pisoteado pronto los
brotes de la joven planta”.328
327
Vol. XI, p. 81.
328
«La vittoria dei cadetti e i compiti del partito operaio», en Opere, vol. X. págs. 231-32.
198
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
En octubre de 1905, Lenin había repetido la que muchos años antes había
sido la posición de Marx respecto al movimiento cooperativo, considerado
útil sobre todo como escuela de formación teórico-práctica en vista de una
futura gestión socialista de la economía:
Una vez realizado el tránsito al socialismo, tal tipo de experiencia podrá ser
capitalizada al objeto de constituir una red autónoma de centros
productivos y de unidades de distribución, capaces de valorizar
plenamente la fuerza de trabajo y de sustituir por una nueva estructura de
organizaciones económicas las características de la burguesía.
Pero los socialistas deben saber distinguir los fragmentos del todo, deben
plantearse como consigna el todo y no el fragmento, deben contraponer
las condiciones fundamentales para una efectiva revolución a los arreglos
parciales que hacen a veces abandonar a los combatientes la vía
verdaderamente “revolucionaria”.332 Se observa cómo el énfasis se pone
sobre la globalidad, conducente a la asunción de misiones dirigentes en la
economía, en contraposición de la teoría anarquista y populista de la
máxima descentralización o de la autoadministración local. La polémica
con las posiciones favorables a la autoadministración local y con el
331
l’ultima parola della tattica iskrita, vol. 9, p. 35.
332
Ibíd, págs. 351-52. La cuestión de las nuevas formas de disponibilidad de la plusvalía
ya había sido desarrollada por Marx en El Capital, I. III, Roma, 1965. p. 522.
200
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
“el famoso decreto en virtud del cual todos los talleres, fábricas y
centros de producción, abandonados o dejados inactivos por sus
propietarios, eran entregados a cooperativas obreras para la puesta
en marcha de la producción”.335
337
II taylorismo asserve l'uomo alla macchina, vol. 20, págs 142-43 (la cursiva es
nuestra).
338
Apuntes para este tipo de discusión se hallan en D. Chauvey: Autogestión, París,
1970, págs. 199-204.
339
Para la evolución de las posiciones bolcheviques en el problema de los soviets, véase
la óptima reconstrucción de O. Anweiler, op. cit., págs 261-70.
203
Roberto Massari
En la tercera de las Cartas desde lejos340, Lenin toma de nuevo ( ' tema ya
tocado en 1905 y lo inserta en una perspectiva de transición al socialismo,
que podríamos decir casi “utópica” en relación a la situación real existente
en marzo de 1917. La cita directa a Marx y a su teoría del Estado proletario
y a la Comuna de París expresa claramente el nuevo nivel de adquisición
teórica alcanzado por Lenin en vísperas de la revolución de octubre. La
elaboración de la teoría del Estado-comuna podría, en efecto, aparecer
como pura demagogia o como un simple reclamo a la ortodoxia de
izquierda si no fuese acompañada de una profunda revisión en torno a la
posibilidad de solución política implícita en la acción práctica de las masas.
El fracaso de la hipótesis de un bloque con los mencheviques y los social-
revolucionarios no bastaría por sí solo para explicar un giro tan brusco del
pensamiento de Lenin y una transformación tan rápida del cuadro
estratégico en que los miembros del partido se habían habituado a
desenvolverse por espacio de veinte años:
340
Sulla milaia proletaria, marzo de 1917, vol. 23. Para una discusión de carácter más
general sobre posiciones escritas en las Lettere, véase M. Quaini: Lenin e il problema
dello Stato-Comune. Introducción a Lenin, Lettere da lontano, Roma, 1970. Véase el
Apéndice en nuestra edición de: Diez días que conmovieron al mundo de John Reed
204
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Vale la pena observar, por otra parte, que en este encuentro con la
tradición clásica del marxismo libertario346 existen también acentuaciones
en el sentido “espontaneista” en las posiciones de Lenin, de difícil
comprensión para quien ha querido ver en el gran dirigente bolchevique
siempre un campeón de la transacción.
344
Lenin, op. cit., vol. 23, p. 343.
345
Obras, vol. 24, p. 30.
346
Para una interesante definición de tal concepto, véase D. Guerin: Pour un marxisme
libertaire, París, 1969.
206
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
350
En Obras, vol. XXIV, p. 261.
351
Ibíd, vol. XXIV, pág. 303.
208
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
355
Nos referimos a: La ruina es inminente, Catástrofe inevitable y promesas
desmesuradas, Resolución sobre medidas contra la ruina económica, La ruina
económica y la lucha del proletariado contra la misma, La crisis se avecina, La ruina
aumenta, La catástrofe inminente y cómo luchar contra ella y otros más.
356
La catástrofe inminente, vol. XXV, p. 325.
211
Roberto Massari
357
Ibíd., p. 323.
358
Por ejemplo, Obras, vol. XXIV, p. 440.
359
Véase F. Ferri: “II problema del contrallo operaio”, en “Lenin teórico y dirigente
revolucionario”, Quaderni di critica marxista, n°. 4, 1970, págs. 177-205.
212
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
a) Prevé para los obreros una mayoría de tres cuartas partes de los
votos deliberativos.
360
Véase vol. XXIV, págs. 522-523.
361
Ibíd., p. 565.
362
“Los soviets pueden y deben comparecer en esta nueva revolución, pero no los soviets
actuales, no los organismos de inteligencia con la burguesía, sino, por el contrario, los
órganos de la lucha contra la burguesía. Es un hecho que entonces nosotros seremos
creadores de una estructura estatal de tipo soviético. No se trata de discutir de los soviets
en general, sino de combatir la contrarrevolución "actual" y la traición de los soviets
actuales” (sobre consignas, mitad de julio de 1917, vol. XW, p. 180).
213
Roberto Massari
tomar muy a su pesar. Lenin confirma una vez más la necesidad para el
trabajador de realizar una estructura autogestionaria, pero aplaza semejante
perspectiva para un segundo momento del proceso de construcción del
socialismo para cuando existan, de hecho, las condiciones objetivas de
semejante trasformación:
“El control obrero ha sido constituido por nosotros con fuerza de ley,
pero empieza a penetrar con dificultad en la vida y hasta en la
conciencia de las grandes masas del proletariado. (…) El control
obrero no se convertirá en realidad hasta que los obreros avanzados
no hayan organizado y conducido a término una campaña victoriosa e
implacable contra los violadores del control, contra aquellos que
atentan contra él. No se podrá desde el primer paso (el control
obrero) pasar al segundo, es decir, al socialismo, a saber, el tránsito a
la reglamentación obrera de la producción... El estado socialista
puede surgir solamente como una red de comunas de producción y
de consumo que calculen a conciencia su producción y su consumo,
economicen el trabajo y eleven constantemente la productividad,
consiguiendo así reducir la jornada laboral a siete, seis e incluso
menos horas”.366
366
Las tareas inmediatas del poder soviético, abril de 1918, vol. XXVII, p. 217.
215
Roberto Massari
367
Obras, vol. XXV, p. 445.
368
Vivir lo suficiente, sin embargo, para intuir el peligro inminente. Véase M. Lewin: L'
ultima battaglia di Lenin, Barí, 1969. Posiciones similares expresa M. Salvadori: «Lenin e
i soviet», en l consigli operai, Roma, 1972, p. 53-71.
216
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
369
El Estado y la revolución, vol. XXV. p. 459.
217
Roberto Massari
Los comités se afirman, por tanto, como organismos del poder obrero en
las fábricas paralelos a la estructura nacional de los soviets, en funciones
no antagónicas, sino complementarias de estas últimas (su posición, sin
embargo, fue, en general, más avanzada y más radical). Aunque
coordinados a escala nacional, se expresaron tras febrero y octubre por
boca de sus delegados a los principales soviets y en el curso de
conferencias regionales y nacionales.
Y también:
Y todavía:
374
Estas intervenciones son citadas en el libro de Pankratova (op. cit., págs. 25-26), que
a su vez cita los hechos de la conferencia.
375
Citado por Pankratova, Ibíd., p. 27.
221
Roberto Massari
376
Véase la intervención de Lenin en la Primera conferencia de los C.D.F. de Petrogrado:
“Si se quiere que el control sobre la industria sea eficaz es indispensable que se trate de un
control obrero, que los obreros estén en mayoría en todos los organismos de
responsabilidad y que la administración rinda cuentas de sus actos ante todas las
organizaciones obreras más autorizadas. Los c amaradas obreros tratan de obtener un
control efectivo y no ficticio, y deben rechazar con la máxima energía todas las
resoluciones y propuestas relativas a un control ficticio, que no dejaría de ser inútil.” Obras,
vol. XXIV, pág. 565.
377
El texto definitivo aparece expuesto en La catástrofe inminente, vol. XXV, p. 313 y sigs.
222
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
El paso del poder a las manos de los soviets determinó también una
transformación de enorme importancia en la acción y en los móviles de los
C.D.F. El control obrero que estos organismos habían empezado a
imponer en algunas empresas después de la revolución de febrero había
sido concebido esencialmente como un momento de oposición conflictiva
con el patronato o, más bien, en casos específicos, como una respuesta
378
Véase A. M. Pankratova, op. cit., pág. 61; la cursiva es nuestra.
223
Roberto Massari
224
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
379
Lenin: Obras, vol. XXVI, págs. 257-58.
380
Ibíd., p. 258.
381
Trad. italiana en El control obrero (escritos varios de Togliatti, Arsky, Radek, etc.;
reedición, Roma, 1970, págs. 19-21).
225
Roberto Massari
226
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
382
A. M. Pankratova, op. cit., págs. 74-75.
383
Véase Documentos de la revolución mundial, vol. I, Ed. Zero, Madrid, 1971. (N. del t.)
384
Una interesante discusión de este texto, desconocido en italiano, se halla en D.
Limón: «Lénine et le contróle ouvrier», en Autogestión, número 4, 1967, págs. 75-89. Del
conflicto entre bolcheviques habla también I. Deustcher: Los sindicatos soviéticos, págs.
54-55.
385
D. Limón, op. cit., p. 75.
228
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
229
Roberto Massari
386
Una distinción similar a la realizada por Limón relativa a las dos posibilidades en la
cuestión del control obrero se halla en E. H. Carr: La rivoluzione bolscevica, Turín, 1964, 1,
p. 474-75.
387
Hay una traducción italiana del texto en El control obrero, op. cit., p. 17-31.
230
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
388
Ibíd., p. 29.
389
Ibíd. Una tentativa de interpretación de los motivos de la renuncia bolchevique a un
control real por parte obrera ha sido llevada a cabo por P. Mattick. Este sostiene que en
las nuevas perspectivas de adopción de la NEP la desautorización de los soviets y de los
C.D.F. era una exigencia improrrogable para los bolcheviques, a fin de no acabar
nuevamente en minoría en el interior de los organismos de masas. Al autor se le escapa,
evidentemente, que el proceso estaba ya en fase avanzada en los comienzos del
“comunismo de guerra”. Véase P. Mattick: Intégration capitaliste et rupture ouvriere,
París, 222 y sgs. Una interpretación unilateralmente favorable a la evolución de los
bolcheviques ha sido reasumida recientemente por A. Chitarin: “La strategia leniniana del
controllo operaio”, en La crítica sociológica, n°. 22, 1972, págs. 45-78. En el artículo no
se tocan para nada los replanteamientos de Lenin y los cambios de su posición en la
cuestión de los soviets, del control obrero y de la autogestión.
231
Roberto Massari
390
Sobre el papel desempeñado por los sindicatos en la reabsorción del conflicto
desarrollado entre organismos empresariales y estructura estatal, véase. I. Deutscher,
op. cit., págs. 54-55.
391
Descrita y analizada por E. H. Carr: The Bolshevik Revolution, 1917-1923, vol. II,
Londres, 1952, p. 392-95.
232
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
392
Para un cuadro completo de esta vicisitud política «interna», véase L. Schapiro: Storia
del partito comunista soviético, Milán, 1973, capítulos 10-11.
393
Sobre el tema y sobre los antecedentes véase. I. Deutscher, op. cit., págs. 53-103.
394
Véase el trabajo de M. Lewin.
233
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395
Esbozos interesantes para una discusión de este tipo se encuentran en R. Di Leo:
Operari e sistema soviético, Bari, 1970. Véase también I. Lowit: Le sindyealisme de type
sovietique, París, 1971.
234
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
236
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397
Lenin: Obras, vol. XXVII, p. 240-43 y 245-6.
237
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CONCLUSIÓN
DESPUÉS DE OCTUBRE
En marzo de 1919, en la plataforma elaborada por el Congreso de la
Internacional, el movimiento comunista europeo reconoce oficialmente los
instrumentos de la dictadura proletaria y proclama la autogestión como fin
inmediato y no solamente histórico “del Estado obrero”: “El objeto de la
dictadura proletaria en el campo económico es alcanzable sólo en la
medida en que el proletariado sepa crear órganos centralizados de la
dirección de la producción y realizar la gestión por parte de los propios
obreros. A tal objeto deberán entregarse sus organizaciones de masas que
estén más directamente vinculadas al proceso colectivo”. 398
398
Primer Congreso de la Internacional Comunista, Roma, 1970, p. 77.
399
Segundo Congreso de la Internacional Comunista, Roma, 1970, p. 57.
400
Ibíd., pág. 58.
238
TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
401
“The Wobblies”: Documental sobre la Industrial Workers of the World
239
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404
Véase. A. Kollontay: L’Oposizione Operata, Milán, 1971
405
Este tiene lugar en marzo de 1921, coincidiendo con los acontecimientos de
Kronstandt. En el III° Congreso de la Internacional Alexandra Kollontay fue encargada de
las gestiones relativas a las cuestiones femeninas y al trabajo político entre las mujeres.
El tema revestía indudablemente gran importancia, pero no permitía una vinculación
directa con la temática expuesta por Kollontay en su famoso opúsculo.
241
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