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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y
EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Libro 299

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Colección
SOCIALISMO y LIBERTAD
Libro 1 LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Víctor Serge – Karl Liebknecht – Rosa Luxemburgo
Libro 2 DIALÉCTICA DE LO CONCRETO
Karel Kosik
Libro 3 LAS IZQUIERDAS EN EL PROCESO POLÍTICO ARGENTINO
Silvio Frondizi
Libro 4 INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Antonio Gramsci
Libro 5 MAO Tse-tung
José Aricó
Libro 6 VENCEREMOS
Ernesto Guevara
Libro 7 DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO – DIALÉCTICA DE LO IDEAL
Edwald Ilienkov
Libro 8 LA DIALÉCTICA COMO ARMA, MÉTODO, CONCEPCIÓN y ARTE
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 9 GUEVARISMO: UN MARXISMO BOLIVARIANO
Néstor Kohan
Libro 10 AMÉRICA NUESTRA. AMÉRICA MADRE
Julio Antonio Mella
Libro 11 FLN. Dos meses con los patriotas de Vietnam del sur
Madeleine Riffaud
Libro 12 MARX y ENGELS. Nueve Conferencias en la Academia Socialista
David Riazánov
Libro 13 ANARQUISMO y COMUNISMO
Evgeni Preobrazhenski
Libro 14 REFORMA o REVOLUCIÓN – LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA
Rosa Luxemburgo
Libro 15 ÉTICA y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 16 EDUCACIÓN y LUCHA DE CLASES
Aníbal Ponce
Libro 17 LA MONTAÑA ES ALGO MÁS QUE UNA INMENSA ESTEPA VERDE
Omar Cabezas
Libro 18 LA REVOLUCIÓN EN FRANCIA. Breve historia del movimiento obrero en Francia
1789–1848. Selección de textos de Alberto J. Plá
Libro 19 MARX y ENGELS
Karl Marx y Friedrich Engels. Selección de textos
Libro 20 CLASES y PUEBLOS. Sobre el sujeto revolucionario
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 21 LA FILOSOFÍA BURGUESA POSTCLÁSICA
Rubén Zardoya
Libro 22 DIALÉCTICA Y CONCIENCIA DE CLASE
György Lukács
Libro 23 EL MATERIALISMO HISTÓRICO ALEMÁN
Franz Mehring
Libro 24 DIALÉCTICA PARA LA INDEPENDENCIA
Ruy Mauro Marini

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Libro 25 MUJERES EN REVOLUCIÓN


Clara Zetkin
Libro 26 EL SOCIALISMO COMO EJERCICIO DE LA LIBERTAD
Agustín Cueva – Daniel Bensaïd. Selección de textos
Libro 27 LA DIALÉCTICA COMO FORMA DE PENSAMIENTO – DE ÍDOLOS E IDEALES
Edwald Ilienkov. Selección de textos
Libro 28 FETICHISMO y ALIENACIÓN – ENSAYOS SOBRE LA TEORÍA MARXISTA EL VALOR
Isaak Illich Rubin
Libro 29 DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN. El hombre y la Democracia
György Lukács
Libro 30 PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO
Paulo Freire
Libro 31 HISTORIA, TRADICIÓN Y CONSCIENCIA DE CLASE
Edward P. Thompson. Selección de textos
Libro 32 LENIN, LA REVOLUCIÓN Y AMÉRICA LATINA
Rodney Arismendi
Libro 33 MEMORIAS DE UN BOLCHEVIQUE
Osip Piatninsky
Libro 34 VLADIMIR ILICH Y LA EDUCACIÓN
Nadeshda Krupskaya
Libro 35 LA SOLIDARIDAD DE LOS OPRIMIDOS
Julius Fucik – Bertolt Brecht – Walter Benjamin. Selección de textos
Libro 36 UN GRANO DE MAÍZ
Tomás Borge y Fidel Castro
Libro 37 FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Adolfo Sánchez Vázquez
Libro 38 ECONOMÍA DE LA SOCIEDAD COLONIAL
Sergio Bagú
Libro 39 CAPITALISMO Y SUBDESARROLLO EN AMÉRICA LATINA
André Gunder Frank
Libro 40 MÉXICO INSURGENTE
John Reed
Libro 41 DIEZ DÍAS QUE CONMOVIERON AL MUNDO
John Reed
Libro 42 EL MATERIALISMO HISTÓRICO
Georgi Plekhanov
Libro 43 MI GUERRA DE ESPAÑA
Mika Etchebéherè
Libro 44 NACIONES Y NACIONALISMOS
Eric Hobsbawm
Libro 45 MARX DESCONOCIDO
Nicolás González Varela – Karl Korsch
Libro 46 MARX Y LA MODERNIDAD
Enrique Dussel
Libro 47 LÓGICA DIALÉCTICA
Edwald Ilienkov
Libro 48 LOS INTELECTUALES Y LA ORGANIZACIÓN DE LA CULTURA
Antonio Gramsci
Libro 49 KARL MARX. LEÓN TROTSKY, Y EL GUEVARISMO ARGENTINO
Trotsky – Mariátegui – Masetti – Santucho y otros. Selección de Textos
Libro 50 LA REALIDAD ARGENTINA – El Sistema Capitalista
Silvio Frondizi

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Libro 51 LA REALIDAD ARGENTINA – La Revolución Socialista


Silvio Frondizi
Libro 52 POPULISMO Y DEPENDENCIA – De Yrigoyen a Perón
Milcíades Peña
Libro 53 MARXISMO Y POLÍTICA
Carlos Nélson Coutinho
Libro 54 VISIÓN DE LOS VENCIDOS
Miguel León-Portilla
Libro 55 LOS ORÍGENES DE LA RELIGIÓN
Lucien Henry
Libro 56 MARX Y LA POLÍTICA
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 57 LA UNIÓN OBRERA
Flora Tristán
Libro 58 CAPITALISMO, MONOPOLIOS Y DEPENDENCIA
Ismael Viñas
Libro 59 LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO
Julio Godio
Libro 60 HISTORIA SOCIAL DE NUESTRA AMÉRICA
Luis Vitale
Libro 61 LA INTERNACIONAL. Breve Historia de la Organización Obrera en Argentina.
Selección de Textos
Libro 62 IMPERIALISMO Y LUCHA ARMADA
Marighella, Marulanda y la Escuela de las Américas
Libro 63 LA VIDA DE MIGUEL ENRÍQUEZ
Pedro Naranjo Sandoval
Libro 64 CLASISMO Y POPULISMO
Michael Löwy – Agustín Tosco y otros. Selección de textos
Libro 65 DIALÉCTICA DE LA LIBERTAD
Herbert Marcuse
Libro 66 EPISTEMOLOGÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Theodor W. Adorno
Libro 67 EL AÑO 1 DE LA REVOLUCIÓN RUSA
Víctor Serge
Libro 68 SOCIALISMO PARA ARMAR
Löwy –Thompson – Anderson – Meiksins Wood y otros. Selección de Textos
Libro 69 ¿QUÉ ES LA CONCIENCIA DE CLASE?
Wilhelm Reich
Libro 70 HISTORIA DEL SIGLO XX – Primera Parte
Eric Hobsbawm
Libro 71 HISTORIA DEL SIGLO XX – Segunda Parte
Eric Hobsbawm
Libro 72 HISTORIA DEL SIGLO XX – Tercera Parte
Eric Hobsbawm
Libro 73 SOCIOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA
Ágnes Heller
Libro 74 LA SOCIEDAD FEUDAL – Tomo I
Marc Bloch
Libro 75 LA SOCIEDAD FEUDAL – Tomo 2
Marc Bloch
Libro 76 KARL MARX. ENSAYO DE BIOGRAFÍA INTELECTUAL
Maximilien Rubel

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Libro 77 EL DERECHO A LA PEREZA


Paul Lafargue
Libro 78 ¿PARA QUÉ SIRVE EL CAPITAL?
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 79 DIALÉCTICA DE LA RESISTENCIA
Pablo González Casanova
Libro 80 HO CHI MINH
Selección de textos
Libro 81 RAZÓN Y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 82 CULTURA Y POLÍTICA – Ensayos para una cultura de la resistencia
Santana – Pérez Lara – Acanda – Hard Dávalos – Alvarez Somoza y otros
Libro 83 LÓGICA Y DIALÉCTICA
Henri Lefebvre
Libro 84 LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA
Eduardo Galeano
Libro 85 HUGO CHÁVEZ
José Vicente Rangél
Libro 86 LAS GUERRAS CIVILES ARGENTINAS
Juan Álvarez
Libro 87 PEDAGOGÍA DIALÉCTICA
Betty Ciro – César Julio Hernández – León Vallejo Osorio
Libro 88 COLONIALISMO Y LIBERACIÓN
Truong Chinh – Patrice Lumumba
Libro 89 LOS CONDENADOS DE LA TIERRA
Frantz Fanon
Libro 90 HOMENAJE A CATALUÑA
George Orwell
Libro 91 DISCURSOS Y PROCLAMAS
Simón Bolívar
Libro 92 VIOLENCIA Y PODER – Selección de textos
Vargas Lozano – Echeverría – Burawoy – Monsiváis – Védrine – Kaplan y otros
Libro 93 CRÍTICA DE LA RAZÓN DIALÉCTICA
Jean Paul Sartre
Libro 94 LA IDEA ANARQUISTA
Bakunin – Kropotkin – Barret – Malatesta – Fabbri – Gilimón – Goldman
Libro 95 VERDAD Y LIBERTAD
Martínez Heredia – Sánchez Vázquez – Luporini – Hobsbawn – Rozitchner – Del Barco
Libro 96 INTRODUCCIÓN GENERAL A LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
Karl Marx y Friedrich Engels
Libro 97 EL AMIGO DEL PUEBLO
Los amigos de Durruti
Libro 98 MARXISMO Y FILOSOFÍA
Karl Korsch
Libro 99 LA RELIGIÓN
Leszek Kolakowski
Libro 100 AUTOGESTIÓN, ESTADO Y REVOLUCIÓN
Noir et Rouge
Libro 101 COOPERATIVISMO, CONSEJISMO Y AUTOGESTIÓN
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 102 ROSA LUXEMBURGO Y EL ESPONTANEÍSMO REVOLUCIONARIO
Selección de textos

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Libro 103 LA INSURRECCIÓN ARMADA


A. Neuberg
Libro 104 ANTES DE MAYO
Milcíades Peña
Libro 105 MARX LIBERTARIO
Maximilien Rubel
Libro 106 DE LA POESÍA A LA REVOLUCIÓN
Manuel Rojas
Libro 107 ESTRUCTURA SOCIAL DE LA COLONIA
Sergio Bagú
Libro 108 COMPENDIO DE HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Albert Soboul
Libro 109 DANTON, MARAT Y ROBESPIERRE. Historia de la Revolución Francesa
Albert Soboul
Libro 110 LOS JACOBINOS NEGROS. Toussaint L’Ouverture y la revolución de Haití
Cyril Lionel Robert James
Libro 111 MARCUSE Y EL 68
Selección de textos
Libro 112 DIALÉCTICA DE LA CONCIENCIA – Realidad y Enajenación
José Revueltas
Libro 113 ¿QUÉ ES LA LIBERTAD? – Selección de textos
Gajo Petrović – Milán Kangrga
Libro 114 GUERRA DEL PUEBLO – EJÉRCITO DEL PUEBLO
Vo Nguyen Giap
Libro115 TIEMPO, REALIDAD SOCIAL Y CONOCIMIENTO
Sergio Bagú
Libro 116 MUJER, ECONOMÍA Y SOCIEDAD
Alexandra Kollontay
Libro 117 LOS JERARCAS SINDICALES
Jorge Correa
Libro 118 TOUSSAINT LOUVERTURE. La Revolución Francesa y el Problema Colonial
Aimé Césaire
Libro 119 LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA
Federico Engels
Libro 120 POR LA SEGUNDA Y DEFINITIVA INDEPENDENCIA
Estrella Roja – Ejército Revolucionario del Pueblo
Libro 121 LA LUCHA DE CLASES EN LA ANTIGUA ROMA
Espartaquistas
Libro 122 LA GUERRA EN ESPAÑA
Manuel Azaña
Libro 123 LA IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA
Charles Wright Mills
Libro 124 LA GRAN TRANSFORMACIÓN. Critica del Liberalismo Económico
Karl Polanyi
Libro 125 KAFKA. El Método Poético
Ernst Fischer
Libro 126 PERIODISMO Y LUCHA DE CLASES
Camilo Taufic
Libro 127 MUJERES, RAZA Y CLASE
Angela Davis
Libro 128 CONTRA LOS TECNÓCRATAS
Henri Lefebvre

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Libro 129 ROUSSEAU Y MARX


Galvano della Volpe
Libro 130 LAS GUERRAS CAMPESINAS – REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN
ALEMANIA
Federico Engels
Libro 131 EL COLONIALISMO EUROPEO
Carlos Marx – Federico Engels
Libro 132 ESPAÑA. Las Revoluciones del Siglo XIX
Carlos Marx – Federico Engels
Libro 133 LAS IDEAS REVOLUCIONARIOS DE KARL MARX
Alex Callinicos
Libro 134 KARL MARX
Karl Korsch
Libro 135 LA CLASE OBRERA EN LA ERA DE LAS MULTINACIONALES
Peters Mertens
Libro 136 EL ÚLTIMO COMBATE DE LENIN
Moshe Lewin
Libro 137 TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Roberto Massari
Libro 138 ROSA LUXEMBURG
Tony Cliff
Libro 139 LOS ROJOS DE ULTRAMAR
Jordi Soler
Libro 140 INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA POLÍTICA
Rosa Luxemburg
Libro 141 HISTORIA Y DIALÉCTICA
Leo Kofler
Libro 142 BLANQUI Y LOS CONSEJISTAS
Blanqui – Luxemburg – Gorter – Pannekoek – Pfemfert – Rühle – Wolffheim y Otros
Libro 143 EL MARXISMO – El MATERIALISMO DIALÉCTICO
Henri Lefebvre
Libro 144 EL MARXISMO
Ernest Mandel
Libro 145 LA COMMUNE DE PARÍS Y LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA
Federica Montseny
Libro 146 LENIN, SOBRE SUS PROPIOS PIES
Rudi Dutschke
Libro 147 BOLCHEVIQUE
Larissa Reisner
Libro 148 TIEMPOS SALVAJES
Pier Paolo Pasolini
Libro 149 DIOS TE SALVE BURGUESÍA
Paul Lafargue - Herman Gorter - Franz Mehring
Libro 150 EL FIN DE LA ESPERANZA
Juan Hermanos
Libro 151 MARXISMO Y ANTROPOLOGÍA
György Markus
Libro 152 MARXISMO Y FEMINISMO
Herbert Marcuse
Libro 153 LA TRAGEDIA DEL PROLETARIADO ALEMÁN
Juan Rústico

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Libro 154 LA PESTE PARDA


Daniel Guerin
Libro 155 CIENCIA, POLÍTICA Y CIENTIFICISMO – LA IDEOLOGÍA DE LA NEUTRALIDAD
IDEOLÓGICA
Oscar Varsavsky - Adolfo Sánchez Vázquez
Libro156 PRAXIS. Estrategia de supervivencia
Ilienkov - Kosik - Adorno - Horkheimer - Sartre - Sacristán y Otros
Libro 157 KARL MARX. Historia de su vida
Franz Mehring
Libro 158 ¡NO PASARÁN!
Upton Sinclair
Libro 159 LO QUE TODO REVOLUCIONARIO DEBE SABER SOBRE LA REPRESIÓN
Víctor Serge
Libro 160 ¿SEXO CONTRA SEXO O CLASE CONTRA CLASE?
Evelyn Reed
Libro 161 EL CAMARADA
Takiji Kobayashi
Libro 162 LA GUERRA POPULAR PROLONGADA
Máo Zé dōng
Libro 163 LA REVOLUCIÓN RUSA
Christopher Hill
Libro 164 LA DIALÉCTICA DEL PROCESO HISTÓRICO
George Novack
Libro 165 EJÉRCITO POPULAR - GUERRA DE TODO EL PUEBLO
Vo Nguyen Giap
Libro 166 EL MATERIALISMO DIALÉCTICO
August Thalheimer
Libro 167 ¿QUÉ ES EL MARXISMO?
Emile Burns
Libro 168 ESTADO AUTORITARIO
Max Horkheimer
Libro 169 SOBRE EL COLONIALISMO
Aimé Césaire
Libro 170 CRÍTICA DE LA DEMOCRACIA CAPITALISTA
Stanley Moore
Libro 171 SINDICALISMO CAMPESINO EN BOLIVIA
Qhana - CSUTCB - COB
Libro 172 LOS ORÍGENES DE LA CIVILIZACIÓN
Vere Gordon Childe
Libro 173 CRISIS Y TEORÍA DE LA CRISIS
Paul Mattick
Libro 174 TOMAS MÜNZER. Teólogo de la Revolución
Ernst Bloch
Libro 175 MANIFIESTO DE LOS PLEBEYOS
Gracco Babeuf
Libro 176 EL PUEBLO
Anselmo Lorenzo
Libro 177 LA DOCTRINA SOCIALISTA Y LOS CONSEJOS OBREROS
Enrique Del Valle Iberlucea
Libro 178 VIEJA Y NUEVA DEMOCRACIA
Moses I. Finley

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Libro 179 LA REVOLUCIÓN FRANCESA


George Rudé
Libro 180 ACTIVIDAD, CONCIENCIA Y PERSONALIDAD
Aleksei Leontiev
Libro 181 ENSAYOS FILOSÓFICOS
Alejandro Lipschütz
Libro 182 LA IZQUIERDA COMUNISTA ITALIANA (1917–1927)
Selección de textos
Libro 183 EL ORIGEN DE LAS IDEAS ABSTRACTAS
Paul Lafargue
Libro 184 DIALÉCTICA DE LA PRAXIS. El Humanismo Marxista
Mihailo Marković
Libro 185 LAS MASAS Y EL PODER
Pietro Ingrao
Libro 186 REIVINDICACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER
Mary Wollstonecraft
Libro 187 CUBA 1991
Fidel Castro
Libro 188 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
Mario De Micheli
Libro 189 CHE. Una Biografía
Héctor Oesterheld - Alberto Breccia - Enrique Breccia
Libro 190 CRÍTICA DEL PROGRAMA DE GOTHA
Karl Marx
Libro 191 FENOMENOLOGÍA Y MATERIALISMO DIALÉCTICO
Trần Đức Thảo
Libro 192 EN TORNO AL DESARROLLO INTELECTUAL DEL JOVEN MARX (1840–1844)
Georg Lukács
Libro 193 LA FUNCIÓN DE LAS IDEOLOGÍAS - CRÍTICA DE LA RAZÓN INSTRUMENTAL
Max Horkheimer
Libro 194 UTOPÍA
Tomás Moro
Libro 195 ASÍ SE TEMPLÓ EL ACERO
Nikolai Ostrovski
Libro 196 DIALÉCTICA Y PRAXIS REVOLUCIONARIA
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 197 JUSTICIEROS Y COMUNISTAS (1843–1852)
Karl Marx, Friedrich Engels y Otros
Libro 198 FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD
Rubén Zardoya Loureda - Marcello Musto - Seongjin Jeong - Andrzej Walicki
Bolívar Echeverría - Daniel Bensaïd - Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 199 EL MOVIMIENTO ANARQUISTA EN ARGENTINA. Desde sus comienzos hasta 1910
Diego Abad de Santillán
Libro 200 BUJALANCE. LA REVOLUCIÓN CAMPESINA
Juan del Pueblo
Libro 201 MATERIALISMO DIALÉCTICO Y PSICOANÁLISIS
Wilhelm Reich
Libro 202 OLIVER CROMWELL Y LA REVOLUCIÓN INGLESA
Christopher Hill
Libro 203 AUTOBIOGRAFÍA DE UNA MUJER EMANCIPADA
Alexandra Kollontay

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Libro 204 TRAS LAS HUELLAS DEL MATERIALISMO HISTÓRICO


Perry Anderson
Libro 205 CONTRA EL POSTMODERNISMO - UN MANIFIESTO ANTICAPITALISTA
Alex Callinicos
Libro 206 EL MATERIALISMO DIALÉCTICO SEGÚN HENRI LEFEBVRE
Eugenio Werden
Libro 207 LOS COMUNISTAS Y LA PAZ
Jean–Paul Sartre
Libro 208 CÓMO NOS VENDEN LA MOTO
Noan Chomsky – Ignacio Ramonet
Libro 209 EL COMITÉ REGIONAL CLANDESTINO EN ACCIÓN
Alexei Fiodorov
Libro 210 LA MUJER Y EL SOCIALISMO
August Bebel
Libro 211 DEJAR DE PENSAR
Carlos Fernández Liria y Santiago Alba Rico
Libro 212 LA EXPRESIÓN TEÓRICA DEL MOVIMIENTO PRÁCTICO
Walter Benjamin - Rudi Dutschke - Jean-Paul Sartre - Bolívar Echeverría
Libro 213 ANTE EL DOLOR DE LOS DEMÁS
Susan Sontag
Libro 214 LIBRO DE LECTURA PARA USO DE LAS ESCUELAS NOCTURNAS PARA
TRABAJADORES – 1er Grado
Comisión Editora Popular
Libro 215 EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Bolívar Echeverría
Libro 216 APUNTES SOBRE MARXISMO
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 217 PARA UN MARXISMO LIBERTARIO
Daniel Guerin
Libro 218 LA IDEOLOGÍA ALEMANA
Karl Marx y Friedrich Engels
Libro 219 BABEUF
Ilya Ehrenburg
Libro 220 MIGUEL MÁRMOL – LOS SUCESOS DE 1932 EN EL SALVADOR
Roque Dalton
Libro 221 SIMÓN BOLÍVAR CONDUCTOR POLÍTICO Y MILITAR DE LA GUERRA ANTI
COLONIAL
Alberto Pinzón Sánchez
Libro 222 MARXISMO Y LITERATURA
Raymond Williams
Libro 223 SANDINO, GENERAL DE HOMBRES LIBRES
Gregorio Selser
Libro 224 CRÍTICA DIALÉCTICA. Ensayos, Notas y Conferencias (1958–1968)
Karel Kosik
Libro 225 LA POLÍTICA REVOLUCIONARIA. Ensayos, Notas y Conferencias
Ruy Mauro Marini
Libro 226 LOS QUE LUCHAN Y LOS QUE LLORAN. El Fidel Castro que yo ví
Jorge Ricardo Masetti
Libro 227 DE CADENAS Y DE HOMBRES
Robert Linhart
Libro 228 ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ
César Vallejo

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Libro 229 LECCIONES DE HISTORIA. Documentos del MIR. 1965–1974


Miguel y Edgardo Enríquez – Bautista Van Schowen – Ruy Mauro Marini y Otros
Libro 230 DIALÉCTICA Y CONOCIMIENTO
Jindřich Zelený
Libro 231 LA IZQUIERDA BOLCHEVIQUE (1922–1924)
Izquierda Bolchevique
Libro 232 LA RELIGIÓN DEL CAPITAL
Paul Lafargue
Libro 233 LA NUEVA ECONOMÍA
Evgeni Preobrazhenski
Libro 234 EL OTRO SADE. DEMOCRACIA DIRECTA Y CRÍTICA INTEGRAL DE LA
MODERNIDAD (Los escritos políticos de D. A. F. de Sade. Un comentario)
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 235 EL IMPERIALISMO ES UNA JAULA
Ulrike Meinhof
Libro 236 EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA DERECHA
Simone de Beauvoir
Libro 237 EUROPA ANTE EL ESPEJO
Josep Fontana
Libro 238 LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS
Edouard Perroy
Libro 239 TRESCIENTOS MILLONES DE ESCLAVOS Y SIERVOS TRABAJAN BAJO
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO FASCISTA
Jürgen Kuczynski
Libro 240 HISTORIA Y COMUNICACIÓN SOCIAL
Manuel Vázquez Montalbán
Libro 241 TEORÍA GENERAL DEL DERECHO y Otros Escritos
Pēteris Ivánovich Stučka
Libro 242 TEORÍA GENERAL DEL DERECHO Y MARXISMO
Evgeni Bronislavovic Pashukanis
Libro 243 EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Angelo Tasca
Libro 244 LA INSURRECCIÓN DE ASTURIAS
Manuel Grossi Mier
Libro 245 EL MARXISMO SOVIÉTICO
Herbert Marcuse
Libro 246 INTELECTUALES Y TARTUFOS
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 247 TECNOLOGÍA Y VALOR. Selección de Textos
Karl Marx
Libro 248 MINIMA MORALIA. Reflexiones desde la vida dañada
Theodor W. Adorno
Libro 249 DOCE AÑOS DE POLÍTICA ARGENTINA
Silvio Frondizi
Libro 250 CAPITALISMO Y DESPOJO
Renán Vega Cantor
Libro 251 LA FORMACIÓN DE LA MENTALIDAD SUMISA
Vicente Romano
Libro 252 ESBOZO PARA UNA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
Friedrich Engels

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Libro 253 LA CIENCIA DE LA SOCIEDAD


Leo Kofler
Libro 254 MARXISMO CRÍTICO. CRÍTICA COMUNISTA
Karl Korsch - Maximilien Rubel
Libro 255 UN LIBRO ROJO PARA LENIN
Roque Dalton
Libro 256 LA REVOLUCIÓN HAITIANA
Oscar de Pablo
Libro 257 SOBRE LA CONSTITUYENTE Y EL GOBIERNO PROVISIONAL
Rosa Luxemburgo
Libro 258 ESCRITOS DE JUVENTUD - SOBRE EL DERECHO
Karl Marx
Libro 259 PAN NEGRO Y DURO
Elizaveta Drabkina
Libro 260 PARA LA CRÍTICA A LAS TEORÍAS DEL IMPERIALISMO
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 261 LOS ESCRITOS DE MARX Y ENGELS SOBRE MÉXICO
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 262 BOLÍVAR, EL EJÉRCITO Y LA DEMOCRACIA
Juvenal Herrera Torres
Libro 263 MERCADERES Y BANQUEROS DE LA EDAD MEDIA
Jacques Le Goff
Libro 264 LOS SIETE PECADOS CAPITALES
Bertolt Brecht
Libro 265 HISTORIA DE LA COMUNA DE PARÍS
H. Prosper-Olivier Lissagaray
Libro 266 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi
Libro 267 MALCOLM X
Maria Elena Vela
Libro 268 EROS Y CIVILIZACIÓN
Herbert Marcuse
Libro 269 MANUAL CRÍTICO DE PSIQUIATRÍA
Giovanni Jervis
Libro 270 LOS MÁRTIRES DE CHICAGO
Ricardo Mella
Libro 271 HISTORIA DE LAS DOCTRINAS SOCIALES
Raúl Roa
Libro 272 PARTIDO Y LUCHA DE CLASES
Selección de Textos
Libro 273 SARTRE Y EL 68
Jean-Paul Sartre
Libro 274 EL HUMANISMO DE MARX
Rodolfo Mondolfo
Libro 275 LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD
Peter Berger y Thomas Luckmann
Libro 276 LAS RAÍCES SOCIOECONÓMICAS DE LA MECÁNICA DE NEWTON
Boris Mijailovich Hessen
Libro 277 PSICOANÁLISIS, FEMINISMO Y MARXISMO
Marie Langer
Libro 278 MARX Y LA PSICOLOGÍA SOCIAL DEL SENTIDO COMÚN
Jorge Veraza Urtuzuástegui

14
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Libro 279 EL MARXISMO Y LA CULTURA VIETNAMITA


Trường Chinh
Libro 280 VIETNAM. PUEBLO HEROICO
Memorias de Militantes
Libro 281 CONTRIBUCIÓN A LA HISTORIA DE LA SOCIEDAD BURGUESA
Leo Kofler
Libro 282 CARLOS MARX Y SU PENSAMIENTO – EL MARXISMO VIVIENTE
Mario Miranda Pacheco
Libro 283 OMNIA SUNT COMMUNIA
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 284 LA FILOSOFÍA DEL ARTE DE KARL MARX
Mijaíl Lifshitz
Libro 285 TEORÍA DE LA VANGUARDIA
Peter Bürger
Libro 286 LA DIMENSIÓN ESTÉTICA
Herbert Marcuse
Libro 287 EL DOMINGO ROJO
Máximo Gorki
Libro 288 IDEALISMO Y MATERIALISMO EN LA CONCEPCIÓN DE LA HISTORIA
Jean Jaurès – Paul Lafargue
Libro 289 LA DIALÉCTICA COMO SISTEMA
Zaid M. Orudzhev
Libro 290 LA ESTRUCTURA LIBIDINAL DEL DINERO.
Horst Kurnitzky
Libro 291 LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER Y LA LUCHA AFRICANA POR LA LIBERTAD
Thomas Sankara
Libro 292 CRÓNICA SOBRE LA GUERRA SOCIAL EN CHICAGO (1886–1887)
José Martí
Libro 293 EL IMPERIO DEL CAOS. La nueva mundialización capitalista
Samir Amin
Libro 294 LO IRRACIONAL EN POLÍTICA
Maurice Brinton
Libro 295 LOS ORÍGENES DEL MATERIALISMO
George Novack
Libro 296 EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN. La doctrina marxista del Estado y las tareas del
proletariado en la Revolución
Vladimir Ilich Lenin
Libro 297 LA INTERNACIONAL COMUNISTA Y EL PROBLEMA COLONIAL
Rudolf Schlesinger
Libro 298 EL ORIGEN DE LA CONCIENCIA HUMANA
Alexander Georgyevich Spirkin
Libro 299 LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

15
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

https://elsudamericano.wordpress.com

La red mundial de los hijos de la revolución social

16
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

León Trotsky - Nicolai Bujarin


Grigori Zinóviev - Josep Stalin1
*
Primera Parte: LA REVOLUCIÓN PERMANENTE

La discusión sobre la revolución permanente


Giuliano Procacci
Las tesis de Trotsky
Giuliano Procacci
Lecciones de Octubre
León Trotsky
El debate sobre el trotskismo
Giuliano Procacci
Acerca de la teoría de la revolución permanente
Nicolai Bujarin
El leninismo
Grigori Zinóviev

Segunda Parte: EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Las posiciones en litigio


Giuliano Procacci
El leninismo
Grigori Zinóviev
La Revolución de Octubre
Josep Stalin
Cuestiones del leninismo
Josep Stalin

1
Cuadernos de Pasado y Presente, n.° 34 y 36, septiembre de 1972. Córdoba. Argentina
17
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Título original: La «revoluzione permanente», e il Socialismo in


un paese solo. Editori Riunitti
Primera edición en italiano: 1963
Primera edición en español: septiembre de 1972. Cuadernos de
Pasado y Presente, n.° 34 y n.° 36
Los trabajos incluidos en la Primera Parte fueron tomados de la
siguiente publicación:

1. Giuliano Procacci, “La discussione sulla ‘rivoluzione


permanente’”, La “rivoluzione permanente” e il socialismo
in un paese solo, Roma, 1963. Editori Riuniti.

2. Giuliano Procacci, “Le tesi di Trotsky”, Ibíd.

3. L. Trotsky, “Le lezioni dell’Ottobre”, ibíd.

4. Giuliano Procacci, “II dibattito sul trotskismo”, ibíd.

5. N. Bucharin, “Sulla teoría della rivoluzione permanente”,


ibíd.

6. G. Zinóviev, de: “Il leninismo”, ibíd.


*

Los textos de J. V. Stalin han sido tomados de Obras (Moscú,


Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1953). La Revolución de
Octubre y la táctica de los comunistas rusos, tomo 6, pp. 376-
421. Cuestiones de leninismo, t. 8, pp. 14-97.

En todos los casos los trabajos fueron traducidos por Carlos Echagüe.

18
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Primera Parte:
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

LA DISCUSIÓN SOBRE LA REVOLUCIÓN PERMANENTE


Giuliano Procacci
El presente volumen recoge los principales textos del debate político
soviético desde el otoño de 1924 hasta los comienzos de 1926, es decir
desde el período inmediato a la muerte de Lenin hasta el XIV Congreso del
partido. Los problemas centrales de ese debate fueron los de la
revolución permanente y el socialismo en un solo país, considerados
desde el punto de vista de su correspondencia a la enseñanza y la
doctrina de Lenin y la tradición y el mensaje de Octubre. Se trata, sin
duda, de una de las fases más importantes y decisivas del debate político
que se desarrolló en el partido bolchevique y en la URSS desde la muerte
de Lenin hasta la iniciación del período staliniano; intervinieron sucesiva-
mente los más autorizados y prestigiosos exponentes del grupo dirigente
del partido, incluyendo a Trotsky, a Bujarin, a Zinóviev, a Stalin. La
selección se cierra con amplios fragmentos de las Cuestiones del
leninismo, justamente de Stalin. La inclusión puede parecer superflua,
pues el texto es muy accesible a través de traducciones precedentes y de
ediciones italianas. Pero creemos que su lectura aquí, con la posibilidad
para el lector de una confrontación con las afirmaciones de sus inter-
locutores y de Zinóviev en particular, suscitará nuevas y distintas
impresiones, confiriendo al texto mismo una nueva dimensión, ya no
dogmática, sino histórica. Además, sin las Cuestiones la selección no
hubiera tenido ese acabado histórico que es la principal preocupación del
editor. Es un hecho que el XIV Congreso –de cuyas deliberaciones y de
cuya línea política las Cuestiones son comentarios– cierra determinada
fase del debate político en la Unión Soviética, la fase del debate sobre
Octubre y el leninismo. Por cierto que en el accidentado período que va
del XIV Congreso (diciembre de 1925) al XV (diciembre de 1927), algunos
de los temas surgidos en el curso de la precedente discusión general serán
reanimados y se seguirá hablando de la fórmula “socialismo en un solo
país”, del carácter de la NEP, etc. Pero, junto a dichos temas, irán
emergiendo otros, de manera tal que el debate político de estos años
tomará un carácter más disperso. Entre esos nuevos temas sobresale el
que Zinóviev había ya tocado en su última intervención en el XIV
Congreso: el de la democracia interna del partido y la lucha contra los
peligros de la burocratización. Debe tenerse en cuenta al respecto que el
XIV Congreso constituye una etapa importante, aun cuando no sea éste su
aspecto más significativo, en la historia de la organización y la estruc-
turación interna del partido bolchevique. Además, fue el último de los
congresos donde una minoría organizada se opuso a la mayoría, no siendo
las decisiones unánimes.
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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Por todas estas razones hemos preferido detener la fijación del período
del presente volumen en el XIV Congreso, reservándonos la posibilidad de
volver en otras ocasiones y en otros y eventuales volúmenes a los temas
del debate posterior a dicho congreso.
La mayor parte de las obras sobre la historia de la URSS disponibles para
el lector occidental son historias del Partido comunista bolchevique. Este
es sobre todo el caso de las ediciones y reelaboraciones del manual oficial
soviético de historia del partido y, también, el de la obra de Shapiro, muy
conocida en los países de Europa occidental. En uno y en otro caso, y
aunque los puntos de vista sean radicalmente distintos por no decir
antitéticos, el partido aparece como el mayor protagonista de la historia
soviética, que queda modelada según la sucesión de sus congresos, sus
conferencias y sus “virajes”. Es difícil decir si esta forma de exposición
historiográfica constituye, si los términos son aceptables, la causa o el
efecto de una concepción del proceso histórico de tipo sociológico, que
bien poco tiene de común con una concepción materialista y realista de la
historia. Lo cierto es que dicho hábito de observación historiográfica ha
penetrado vastamente entre los estudiosos, y por ello a los ojos de
muchas personas la historia de la URSS desde 1917 hasta nuestros días se
configura como una serie de congresos, de “virajes”, de decisiones del
“aparato”, de constitución de troikas y de alianzas, de procesos y de
purgas. Todo lo que de grande y de dramático hay en la historia de un
gran pueblo y de una gran nación empeñada en la construcción de un
régimen social nuevo, de una sociedad socialista, se pierde irremediable-
mente en una reconstrucción histórica de este tipo, cualquiera que sea la
orientación y el criterio de valoración de los hechos. A casi cincuenta años
de la Revolución de Octubre no disponemos de ninguna obra que iguale
en intensidad histórica a los primeros trabajos históricos sobre la
revolución francesa, aún antes de la gran obra de Michelet. La History of
Soviet Russia de Carr, que sin embargo es una obra ejemplar, semeja, en
virtud de ciertos aspectos suyos, más que una obra histórica acabada, una
colección de materiales, de documentos, de observaciones para una
historia a ser escrita a partir de ella.
Así las cosas, existe el peligro de que la lectura de los textos reproducidos
en este volumen, de su estilo que se hace casi una regla seguir e imitar la
impasibilidad de las páginas de Lenin y no consigue a menudo otra cosa
que volverse estereotipado y frío, pueda quedar en el ánimo del lector la
impresión que acabamos de señalar, vale decir que la historia soviética se
le aparezca una vez más como secuela de resoluciones de congresos,
rectificaciones y modificaciones de la “línea” política del partido. Se ve
claro, justamente por las consideraciones ya hechas, que es imposible

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

hacer mucho más para evitar este peligro. Sólo advertimos al lector contra
él, lo invitamos, por así decir, a trabajar un poco con la fantasía, de
manera de poder aprehender, más allá del laconismo y la frialdad de los
textos, la dramaticidad de la situación a que ellos se refieren. Sin
embargo, hagamos una rápida mención, no más que un promemoria para
el lector, de los términos esenciales que caracterizaban la situación
interna soviética y la internacional en los años de 1924 a 1926: creemos
que puede ser de alguna utilidad.
La situación internacional considerada desde el punto de vista de las
perspectivas del movimiento obrero y socialista se presentaba bajo el
signo de la incertidumbre y de lo contradictorio. En el occidente capitalista
se acentuaba un movimiento de reflujo de la ola de agitaciones sociales y
movimientos revolucionarios que había caracterizado los años de la
inmediata posguerra, mientras por otro lado las estructuras del mercado y
de la economía capitalista se iban reordenando. La misma Internacional
comunista reconocía, como veremos, en marzo de 1925, la cada vez más
clara “estabilización relativa del capitalismo”. Esa estabili-zación se daba a
la par de una estabilización política verificada a distintos niveles. En Italia,
el fascismo, superada ya entre el verano y el otoño la crisis provocada por
el asesinato de Matteotti, adoptaba ahora los caracteres de un régimen
de tipo autoritario y dictatorial. En Alemania, la gravísima crisis, que se
había abierto en el momento de la ocupación franco-belga del Ruhr,
manifestándose en el plano político y en el económico a través de una
espectacular inflación, venía también cicatrizando. Las esperanzas de
utilizar en sentido revolucionario la profunda crisis y la profunda
desorientación posteriores a la ocupación del Ruhr se habían disipado en
octubre de 1923, luego de la renuncia a la tentativa de insurrección que
hubiera debido ser la respuesta a la disolución del gobierno de coalición
obrera de Sajonia y al fracaso de la táctica de “frente único desde abajo”,
llevada a cabo, sin excesiva coherencia, por el Partido comunista alemán y
por la Internacional. 1924 vio también el fracaso en Inglaterra de la
primera experiencia de gobierno laborista, con MacDonald; siempre el
mismo país habría de ser teatro, durante 1926, de aquel episodio en
muchos aspectos desconcertante, que fue la gran huelga dé los mineros
ingleses, cuyas alternativas y cuya conclusión señalaron un grave golpe al
prestigio de la Internacional comunista en los países de Europa occidental.
En la mayor parte de los países de Europa oriental la situación también se
estabilizaba alrededor de los regímenes de tipo tradicional y conservador-
agrario, mientras se agotaba, en parte por lo escasamente sostenida y
comprendida por los partidos obreros, el ímpetu del movimiento
campesino, tan fuerte en los años de la primera posguerra. Los hechos de
Bulgaria durante 1923 son, al respecto, ejemplares; el movimiento obrero
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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

y las corrientes que adherían a la Internacional comunista experimentaron


en el momento de la fallida insurrección de septiembre contra el régimen
reaccionario de Zankov la gravedad del error cometido al no apoyar a
fondo la experiencia del gobierno de Stambolisky y del partido campesino.
En cambio, era distinto el cuadro que, en la perspectiva de los movi-
mientos revolucionarios y de emancipación, ofrecía Oriente. 1924 había
visto a la vez, en China el comienzo del gran movimiento revolucionario
que sacudiría por tres años a ese dilatado país, y en India el primer acto
en vasta escala del movimiento gandhista. En el cercano oriente la estrella
de Kemal Ataturk estaba en el cénit y suscitaba por todos lados
esperanzas y fermentos de emancipación. Parecía verdaderamente que
aquella que ha pasado a la historia como la “profecía” de Lenin y que está
contenida en uno de sus últimos escritos (Más vale poco y bueno, marzo
de 1923) indicaría el camino que debía recorrer la humanidad hacia la
emancipación y que justamente en Oriente el mensaje liberador de
octubre estaba destinado a poner sus más profundas raíces.
Entre Europa “retrasada” y Asia “avanzada” (eran los términos empleados
por Lenin en un célebre trabajo suyo, y que veremos citados en el curso
de las páginas reproducidas en este volumen) estaba la gran Unión
Soviética, el país de Octubre y de Lenin, objeto en todas partes del mundo
de odas inextinguibles y de esperanzas profundas. Su posición internacional
reflejaba las contradicciones de la constelación política mundial que
rápidamente hemos esbozado. Reconocida por algunas grandes potencias
de Occidente (el primer reconocimiento fue, como se sabe, el de Inglaterra,
en enero de 1924), no dejaba por eso de ser el objeto de los intentos de
desquite de importantes sectores de las clases dirigentes y del capitalismo
occidental y norteamericano. El reconocimiento de Estados Unidos se
produciría recién en 1933. Demasiado fuerte ya y demasiado consolidada
como para ser objeto de una nueva intervención militar desde el exterior,
era demasiado débil como para pensar en retomar aquella política de
intervención revolucionaria que llevara en el verano de 1920 hasta las
puertas de Varsovia al Ejército rojo.

También la situación interna de la URSS se presentaba caracterizada por la


existencia de contradicciones, de zonas de sombra y de luz. Eran los años
de la NEP, de cuya atmósfera Ilia Ehrenburg nos ha dado una descripción
tan eficaz y viva en algunas páginas de sus memorias, los años en que la
vieja Rusia campesina y mercantil iba resurgiendo de la tempestad de la
revolución y de la guerra civil, los años en que al deseo de un retorno a la
normalidad difundido en la gran mayoría del país se oponía el sentido
de desilusión de las vanguardias revolucionarias e intelectuales, de los
estudiantes universitarios de Moscú que, en el otoño de 1923, proyec-
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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

taban partir hacia Alemania y hacer allí la revolución que en Rusia les
parecía comprometida y empantanada; de los obreros de Leningrado cuyo
instinto proletario e igualitario (pensemos en el escrito La filosofía de la
época, de Zinóviev, al que se hará referencia luego) era ofendido por la
prodigalidad y la ostentación entre campesina y provisional de los nuevos
ricos de la NEP. Eran los años en que, mientras se seguían elaborando
grandes planes para la modernización y la industrialización del país, se
hablaba (la expresión era muy apreciada por Trotsky), de “dictadura de la
industria” y se estaba obligado a marcar el paso para ocuparse de
problemas mucho más urgentes y mucho más tradicionales: la marcha de
la estación y la cosecha ante todo; los campesinos que ocultaban o
volcaban el trigo en el mercado de acuerdo a las variadas coyunturas
económicas y contingencias políticas. Eran los años en que se asistía a la
vez a las experiencias más vanguardistas y de carácter experimental en el
terreno del arte, y a la reconstitución o aun a la formación de un gusto
entre pequeño-burgués y monumental. Para hacer evidente los aspectos
profundamente contradictorios de esta situación había sobrevenido la
muerte de Lenin con el sentido de desaliento que comunicó al país y
sobre toldo al partido.

Este es, delineado en sus rasgos esenciales, el fondo sobre el cual deben
ser ubicados los textos incorporados en esta recopilación. Y es sobre este
fondo que se los debe considerar y meditar en su conjunto, es decir, como
el testimonio de una búsqueda y de un esfuerzo de elaboración política.
Tratemos de considerar su curso y su perfil, teniendo en cuenta más que
la menuda crónica de los hechos (para la cual remitimos al lector a las
“guías” que preceden a las distintas partes del volumen), a la individualidad
de sus protagonistas y a sus orientaciones generales.

La primera personalidad con la que nos encontramos es la de Trotsky. Si


tuviéramos que caracterizar la orientación de sus ideas en 1924 con una
fórmula, diríamos que él se nos aparece caracterizado por la exigencia de
la necesidad de una recuperación revolucionaria, de un retorno a los
orígenes. Orígenes constituidos por la insurrección de Octubre y las tesis
de abril que la habían precedido y hecho posible contra las vacilaciones y
la perplejidad de muchos. Retornar a los orígenes significaba entonces
reencontrar el arrojo y el coraje de las jornadas de abril y de octubre, la
confianza en los inagotables recursos del proletariado revolucionario ruso
y europeo que había animado a los combatientes de Leningrado. Todavía
era posible vencer al adversario a través de una lucha frontal: y los
eventos del otoño de 1923 en Alemania lo habían demostrado. La causa
de la derrota de la revolución alemana radicaba, a juicio de Trotsky, sólo
en la falta de preparación y de confianza con que el partido alemán había
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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

afrontado la lucha, en su incapacidad de hacer propia aquella lección de


coraje, de “audacia” revolucionaria que era la lección de octubre. Este es
el núcleo de ideas, del folleto publicado por Trotsky en el otoño de 1923,
justamente con el título Lecciones de Octubre. La interpretación de la
acción política de Lenin y del leninismo que en él se proponía estaba
esencialmente en función del tipo de orientación ideal que hemos
descrito: Lenin era sustancialmente el teórico de Octubre y el formulador
de las tesis de abril. El resto de su actividad de teórico y de político pasaba
a segundo plano respecto de su obra maestra política, la Revolución de
octubre.

Si cotejamos esta postura ideal y política con la situación política de la


época tal como la hemos tratado antes rápidamente y como se habría de
desarrollar luego en los años siguientes, su carácter intempestivo, su
maximalismo no pueden dejar de aparecer a plena luz. Vienen a la mente
las páginas de Maquiavelo dedicadas a la cuestión del “choque con los
tiempos”: un “impetuoso” no puede tener éxito sino “cuando es el tiempo
de ir al ímpetu”; cuando este tiempo ha pasado, es necesario que ceda el
campo a los “respectivos” si no quiere fracasar. Trotsky había sido el
hombre de octubre, el organizador del Ejército rojo, el jefe de las tropas
revolucionarias durante la guerra civil. Pero ahora aquellos tiempos
habían pasado y tocaba el turno a los “respectivos”.

Fue esta la sensación general en cuanto aparecieron Lecciones de


Octubre. La casi unanimidad formada en el partido contra Trotsky no fue
sólo el fruto de hábiles maquinaciones del “aparato” de una lograda
campaña de propaganda. Era sobre todo la otra cara de su aislamiento y
de la escasa audiencia que tuvieron sus tesis fuera de círculos restringidos.
El modo con que reaccionó ante los ataques a su línea política y su
persona, su amargura teñida de un aristocrático desprecio, su aversión a
empeñarse en la batalla que él mismo había iniciado; en fin, su actitud en
relación a las decisiones del partido parecen confirmarnos estas suposi-
ciones. Es que, aun prescindiendo del partido, era el país golpeado por
diez años de guerra, de revolución, de guerra civil, de escasez y de
dificultades de todo tipo el que se mostraba refractario y reticente a la
perspectiva de una recuperación revolucionaria que hubiera comportado
nuevos sacrificios y nuevas luchas. Faltaba en suma a Trotsky la capacidad
de percibir el carácter especifico del momento político que cambiaba, la
capacidad, que había sido peculiar del genio de Lenin, de combinar la
paciencia con la audacia del revolucionario, las dotes del táctico y las del
estratega. Esta incapacidad del Trotsky de 1924 en cuanto a saber indivi-
dualizar el “eslabón” faltante de la cadena fue magistralmente analizada
por Bujarin en las primeras páginas del escrito que reproducimos más
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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

abajo. Advertía Bujarin que, más allá de las inquietudes de algunas


minorías, la situación se caracterizaba por el deseo de la gran mayoría de
la población por un retorno a la normalidad, y que justamente este hecho
había provocado la buena acogida y el éxito de la NEP. No es una
casualidad que en su trabajo Bujarin guste remitirse preferentemente a
los escritos de Lenin durante sus últimos años de vida, los años de la NEP
y de los grandes congresos de la Internacional. Por otro lado, él no se
limitaba a criticar el punto de vista de Trotsky y la teoría de la revolución
permanente; hay en su escrito páginas y referencias que hacen pensar
fundamentalmente en la elaboración, aunque embrionaria, de una nueva
y opuesta teoría general de la revolución. La doctrina de la revolución
permanente estaba fundada sobre la convicción de que era posible un
rápido traspaso de la fase democrática a la fase socialista de la revolución
misma y ligaba estrechamente esta convicción a la perspectiva de una
revolución victoriosa en los países “decisivos” del occidente europeo. La
conquista para la economía socialista del gran aparato productor de los
países de Europa occidental hubiera permitido, también en Rusia, un
ritmo más rápido de avance hacia el socialismo. La doctrina delineada por
Bujarin justificaba en cambio la lentitud de la transición de la fase demo-
crática a la fase socialista de la revolución mundial con la consideración de
que la gran mayoría de los habitantes del globo eran campesinos, las
grandes masas hambrientas de Asia y de los países coloniales. De Europa,
de los países “decisivos” con alto desarrollo industrial, el ojo del
revolucionario se movía hacia Oriente y la táctica del choque frontal con
el capitalismo era sustituida por la de una inmensa y lenta maniobra
envolvente.

¿Pero qué garantía existía de que en el curso de un camino tan largo la


perspectiva socialista no se perdiera y se atenuara hasta la casi desaparición
de la fidelidad a los “principios”, el mensaje revolucionario y proletario de
octubre? Esta era la cuestión ante la cual se halló, en los primeros meses
de 1925, el grupo dirigente del partido bolchevique. La condena del
“trotskismo”, la definitiva ruptura con él, y con la perspectiva de una
“recuperación revolucionaria”, no hacía sino más evidente el peligro
opuesto, el de un “empantanarse” del movimiento revolucionario, el de
una preeminencia de la vieja Rusia campesina sobre la Rusia de octubre.
El discurso del “¡enriquecéos!” pronunciado por Bujarin en abril de 1925
sonó un poco como un timbre de alarma. Debía existir una alternativa al
dilema que se presentaba; la búsqueda de esa alternativa constituyó el
centro del debate desarrollado en el partido durante los meses que
precedieron a la convocatoria del XIV Congreso.

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

En el centro de ese debate hubo dos nombres: Zinóviev y Stalin. Ninguno


de los dos poseía las dotes de inventiva y de capacidad teórica propias de
Trotsky y de Bujarin. Su reflexión política se movía en el ámbito delimitado
por estos últimos, por las antinomias que ellos representaban. Pero esta
era, si analizamos atentamente las actitudes respectivas de cada uno, la
única analogía real entre ambos. Además, se trataba de dos mentes y
caracteres completamente distintos.

Creemos poder caracterizar con una sola palabra la actitud de Zinóviev


durante el período en cuestión diciendo que era sustancialmente la de un
ecléctico. Su eclecticismo se manifiesta de varias formas: sobre todo como
es natural, a través de la tendencia a la conciliación y a la contaminación
de las tesis en disputa, tal como nos lo atestiguan numerosas páginas de
su Leninismo. En segundo lugar, y más fundamentalmente, ese eclecticismo
se manifiesta en la tendencia, cuando parece que la tentativa de
conciliación es imposible o difícil, a adherir a fondo a una determinada
orientación para repudiarla de una manera igualmente total en el
segundo momento. Transigencia e intolerancia son, a menudo, como se
sabe, fenómenos concomitantes. Si se recorre rápidamente el iter
intelectual y político de Zinóviev entre 1924 y 1927, período decisivo de
su carrera, estas impresiones, en nuestra opinión, quedan confirmadas.
Debuta como jefe en la campaña contra Trotsky, y allí se lanza con
animosidad hasta llegar a pedir la expulsión de Trotsky del partido; en
este período, como resulta de los primeros capítulos de Leninismo
reproducidos más abajo y de la serie de artículos publicados con el título
Frente al campo, era el más convencido sostenedor de la prioridad del
problema de los campesinos, de la necesidad de una pausa en la NEP, y el
más tenaz adversario de la teoría de la revolución permanente. A
continuación, después del pronunciamiento de Bujarin y de la aparición
de la teoría del socialismo en un solo país, se diría que retrocede ante las
consecuencias de la línea política seguida hasta entonces. El presidente de
la Internacional comunista y el dirigente de la organización ciudadana de
Leningrado entran en conflicto con el teórico de Frente al campo y con el
animador de la ofensiva antitrotskista. La segunda parte de Leninismo (ver
sobre todo las páginas sobre el problema del socialismo en un solo país
reproducidas en esta selección), corresponde justamente a esta frase de
incertidumbre y representa, en cierta medida, la tentativa de hallar una
conciliación entre las exigencias opuestas y las opuestas orientaciones
que se iban perfilando en el partido. Luego rompe nuevamente los
titubeos y en sus intervenciones en el XIV Congreso aparece enrolado en
posiciones que preludian su acuerdo posterior con Trotsky, que había sido
su adversario de ayer.

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

También Stalin, como se dijo, participaba de las mismas incertidumbres y


perplejidades que sirven para explicar la actitud (o las actitudes) de
Zinóviev, pero su forma mentís no era la de un ecléctico, sino la de un
empírico, y su regla de conducta la frialdad y no la emotividad. Sabía
particularizar el sentido de la corriente, pero no se abandonaba nunca a
ella. La reserva y la prudencia caracterizan su comportamiento en el
período comprendido entre la publicación de Lecciones de octubre y el XIV
Congreso. Participa de la campaña contra Trotsky, pero en el momento de
su conclusión no se asocia a las medidas radicales propuestas por otros;
luego mantiene una actitud reservada hasta el XIV Congreso, durante el
cual apoya sustancialmente el punto de vista de Bujarin sobre las cuestiones
en discusión, pero observando siempre una cierta distancia respecto de su
aliado y rechazando sus puntas más extremas y sus formulaciones más
discutidas.

Cuando se subraya el empirismo de la conducta de Stalin, no se debe


olvidar que él, como sucede por otro lado con todos los otros miembros
del grupo dirigente bolchevique, era ante todo un hijo de la revolución y
que en el fondo nutría convicciones profundas y muy radicadas, como las
que habían madurado a través de un duro aprendizaje de luchas y de
experiencias. Raramente este aspecto esencial de su personalidad tenía
ocasión de manifestarse, pero cuando, en algunas raras y solemnes
ocasiones, surgía, nadie podía sustraerse a la sensación de una fuerza
profunda e irremovible. Pensemos en el célebre juramento sobre la
tumba de Lenin. Estos dos aspectos de la personalidad de Stalin, su
empirismo y su firmeza en ciertos principios fundamentales, están sólo
aparentemente en contradicción. De hecho, su confianza firmísima en
ciertos principios constituía el presupuesto y la condición de su empirismo,
de su falta de escrúpulos. Actuaba en él la convicción de que, necesaria-
mente, en el curso de la batalla, se manifestaban disentimientos y
oposiciones, pero que en definitiva se trataba de manifestaciones
contingentes como la espuma y el encresparse de la superficie respecto
de la corriente profunda de un gran río. Las polémicas del momento, las
cuestiones personales, no podían debilitar los principios. Estos principios
habían sido fijados por Lenin y adquiridos a través de la experiencia de la
revolución. No se trataba de interpretar el leninismo, sino de aplicar las
enseñanzas de Lenin y de Octubre, y de no olvidar ciertas verdades
fundamentales: que la revolución soviética era una revolución de
proletarios, que tenía como finalidad la victoria del socialismo y como
instrumento la dictadura del proletariado. Y es en este espíritu que
inmediatamente después del XIV Congreso, Stalin escribió las Cuestiones
del leninismo. De ellas se transparenta, especialmente de las primeras
páginas, el propósito de hacer una síntesis después de tantas discusiones,
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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

de reclamar la atención, de los militantes del partido, luego de tanto


debate en torno al leninismo, sobre puntos esenciales y no controvertidos.

Este era un tipo de actitud mental que correspondía a un nivel de


conciencia política y revolucionaria que estaba y está muy difundido entre
los cuadros y los militantes de un partido obrero, es decir la convicción de
que, para alcanzar determinados objetivos y realizar determinados ideales
hace falta recorrer un largo camino en cuyo curso es necesario enfrentar
obstáculos y contingencias de distinta naturaleza, cumpliendo cada vez lo
que hay que cumplir, sin detenerse en discusiones excesivas, que puedan
comprometer la necesaria unidad del movimiento, confiados en la propia
buena causa, sólidos en las convicciones básicas. En este sentido Stalin
representaba a los ojos de muchos militantes, obreros de la “promoción
leninista”, la sublimación de su modo de ver las cosas, del buen sentido
proletario, del código moral de los revolucionarios. Agreguemos a ello que
entre los distintos líderes de partido él aparecía como el menos compro-
metido y el más equilibrado, aquel en cuya boca las apelaciones a la
humanidad sonaban más convincentes que en boca de cualquier otro.
Tendremos así un primer cuadro de las condiciones en que maduró la
victoria de Stalin en el XIV Congreso y el crecimiento de su prestigio y de
su autoridad en los años sucesivos. Su empirismo iluminado por algunos
principios indiscutidos y fundamentales devenía gradualmente el modelo
de conducta de los cuadros, de los hombres y de las generaciones que
habrían de realizar los grandes planes quinquenales y que, en pocos años
de un trabajo sostenido y sin pausas, habrían de echar las bases de la
primera sociedad socialista de la historia humana.

Pero también estaba la otra cara de la cuestión. Breve era el paso del
empirismo a una actitud que asociaba a un rígido dogmatismo en el plano
de los principios, a una concepción talmudista del marxismo y del
leninismo, una ausencia total de escrúpulos y un pragmatismo integrales
en el plano de la acción concreta y cotidiana. El uno y el otro, dogmatismo
y pragmatismo, concluían después en una negación de la necesidad de
una dialéctica y de un debate, en el desprecio de las ideas y de su proceso
de formación, en una concepción burocrática y administrativa de la vida
interna del partido. Los gérmenes de esta segunda actitud, de esta
degeneración, pueden ser advertidos ya en los escritos de Stalin del
período que nos ocupa y que, en buena parte, son reproducidos en este
volumen. Lo que en ellos, por ejemplo, no puede dejar de sacudir al lector
es la facilidad con que se pasa del tono escolástico y perentorio con que
se enfrentan las cuestiones de principio, a la extrema inescrupulosidad y
desenvoltura, con escasísimo respeto por las posiciones del interlocutor y
con el empleo de una argumentación claramente instrumental y precipi-
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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

tada, de las páginas dedicadas a la polémica política más inmediata. Es


que el empirismo staliniano, si por un lado representaba una comprensible
reacción hacia una situación de incertidumbre y de precariedad que
alimentaba discusiones interminables y teorizaciones en parte ociosas, y
la convicción de que de tal situación sólo se podía salir continuando el
trabajo emprendido y vigorizando los principios primeros, por otra parte
representaba también la intolerancia de toda forma de debate y corres-
pondía a una fase de agotamiento en la historia del partido, esa particular
forma de agotamiento por la cual uno se lanza de cabeza en el trabajo sin
interrogarse demasiado sobre las condiciones y las modalidades del mismo.

Con el XIV Congreso se iniciaba un nuevo curso en la historia de la URSS,


que sería dominado por la figura de Stalin y en el cual el stalinismo se
convertiría cada vez más en ideología oficial del estado soviético. Conocer
el modo y los hechos a través de los cuales, entre 1924 y 1926, se llegó a
esta nueva fase, es algo que puede contribuir a facilitar el dificilísimo
objetivo de su comprensión histórica, en su grandeza y en sus contradic-
ciones.

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

LAS TESIS DE TROTSKY


Giuliano Procacci

Lecciones de Octubre fueron escritas por Trotsky durante el verano de


1921 y publicadas en octubre del mismo año como prólogo del primer
volumen de sus obras completas.
Las Lecciones son esencialmente un libro de historia como lo evidencia su
lectura desde la primera página; constituyen una reconstrucción personal
de los acontecimientos que precedieron y acompañaron a la revolución
rusa entre febrero y octubre. De allí que nos resulte hoy difícil explicar las
razones que motivaron, alrededor de esta obra de Trotsky, una polémica y
conflictos tan vivaces que la colocaron durante algunos meses en él
centro del debate político en la Unión Soviética. El hecho de que en ella el
autor volviese sobre ciertos argumentos “delicados” del pasado y, en
particular, reflotara la cuestión de la actitud de Zinóviev y Kámenev en la
víspera de octubre no basta, por cierto para desentrañar por qué las
Lecciones de Octubre promovieron tantos enfrentamientos.
Para encontrar sus causas es necesario tomar en cuenta muchos otros
hechos y elementos.
En primer lugar la propia personalidad del autor. Luego de la desaparición
de Lenin, producida, como es sabido, en enero de 1924, Trotsky era sin
duda la personalidad de mayor prestigio del grupo dirigente bolchevique,
a cuyo nombre estaban ligadas algunas de las experiencias y de las
páginas más gloriosas de la revolución y de la guerra civil. En segundo
lugar y sobre todo, se debe tomar en cuenta qué significaba la persona-
lidad de Trotsky en la peculiar constelación y coyuntura política de aquél
período: era ante todo la figura de un crítico y de un opositor del grupo
dirigente que detentaba de hecho el control del partido y del Estado.
Entre el otoño de 1923 y los primeros meses de 1924, Trotsky había
finalmente publicado en la prensa una serie de artículos que a continuación
recopiló en su libro El nuevo curso.2 El tema predominante de estos
escritos era el de la denuncia de un proceso de burocratización que habría
tenido lugar en el partido y que reflejaba un enfrentamiento entre las
viejas generaciones, la “vieja guardia”, y las nuevas generaciones. El partido

2
Los artículos publicados en la prensa que Trotsky recopiló en su libro El nuevo curso, han sido
reproducidos en el volumen Les bolcheviks contre Staline, París, 1957. En esp. se pueden ver en
Cuadernos de Pasado y Presente, n.° 27, El nuevo curso. Problemas de la vida cotidiana, Córdoba,
1971.
31
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

–a juicio de Trotsky– estaba perdiendo de más en más el contacto con las


fuerzas más vivas y más revolucionarias del país, la juventud obrera y la
juventud estudiantil; lo que se expresaba en su propia composición social
y en los avances del “funcionarismo”.
En los escritos recopilados en El nuevo curso no se especificaba clara-
mente cuál era el contenido concreto de este proceso de burocratización
ni cuáles, por tanto, los problemas concretos y las nuevas instancias a los
que era insensible la “vieja guardia”; el momento de la denuncia y de la
postulación harto indeterminada acerca de un “nuevo curso” resulta
prevaleciente sobre el momento del análisis. Sin embargo, un lector
advertido y que tenga presente el cuadro de la situación soviética
alrededor del año 1924, no puede dejar de captar en la misma algunos de
los motivos que, si entonces estaban apenas valoreados y entrevistos,
habrían de convertirse de inmediato en elementos constitutivos de una
visión más orgánica y de una perspectiva política más acabada. Entre
estos elementos ocupa un lugar principal el tema de la planificación, al
cual está dedicado uno de los escritos incluidos en la recopilación. 3 Se
trataba de un tema muy caro a Trotsky, del cual él se había ocupado
extensa y apasionadamente en su informe al XII Congreso del partido, 4 y
que reflejaba su experiencia revolucionaria particular en la organización
del ejército rojo en los años del “comunismo de guerra”. La planificación
económica, sobre todo en el sector de la gran industria estatizada, habría
permitido superar aquella “crisis de las tijeras” caracterizada por la
diferencia entre la curva de los precios de los productos agrícolas y la de
los productos de la industria; crisis sobre la cual el mismo Trotsky había
reclamado la atención del partido. Pero en este punto chocaba con la
cuestión de los campesinos: ¿una política de planificación que, en cierta
medida, representase un retorno al comunismo de guerra no habría
estado en contradicción con la nueva política económica inaugurada por
Lenin en 1921 y con la economía mercantil que ésta habría restaurado? La
publicación de los artículos de Trotsky en la prensa, había suscitado ésta
como asimismo otras objeciones del mismo género. El autor de El nuevo
curso respondía negando que existiese de su parte algún tipo de
“subestimación de los campesinos” y recordando que él se había mani-
festado perfectamente de acuerdo con Lenin en sostener la necesidad del

3
Véase el escrito Le plan dans L’Economie publicado en Les bolcheviks contre Staline, cit., pp. 50-
63. El tema de la necesidad de la planificación también había sido suscitado por Trotsky en su
carta al Comité Central del 8 de octubre de 1923, acerca de la cual cf. E. H. Carr, A history of
Soviet Russa. The interregnum, London-New York, 1954, pp. 105-106. Ese mismo argumento es
también uno de los que, asimismo en octubre de 1923, son planteados en la Plataforma de los
46, sobre la cual cf. E. H. Carr, op. cit., pp. 106 y ss.
4
Sobre el informe de Trotsky al XII Congreso (17-25 de abril de 1923) acerca de la industria cf. E.
H. Carr, op cit., pp. 20-26.
32
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

viraje de la NEP.5 Sin embargo ello no impedía a los interlocutores el


insistir en aquel argumento y en su crítica, lo cual, por otra parte, hallaba
un cierto fundamento en algunas de las formulaciones e ideas contenidas
en los escritos de Trotsky. Como se desprende con evidencia de los textos
que hemos recopilado en el presente volumen, los adversarios de Trotsky
se detenían en aquel pasaje en el cual él afirma su fidelidad con la
sustancia de la teoría de la revolución permanente, formulada por él
mismo entre los años de 1904 a 1906. Más aún: Trotsky afirmaba que la
teoría de la resolución permanente, en cuanto aseveraba que Rusia no
podía quedarse en la fase democrático-burguesa de la Revolución
sintetizada en la fórmula de la “dictadura democrática de los obreros y de
los campesinos” sino, que debía ir más allá, a la constitución de un
“gobierno obrero que se apoyara en los campesinos y abriese la era de la
revolución socialista internacional”, “conducía directamente al leninismo
y, en particular, a las tesis de abril de 1917”. 6 Será esta la idea central que
Trotsky desplegará ampliamente en las Lecciones de Octubre. Pero hasta
entonces, el “nuevo curso” auspiciado por Trotsky se delineaba como una
suerte de “recuperación” revolucionaria, de retorno a un “leninismo”, él
auténtico de las tesis de abril, tanto en el plano interno como en el plano
de las relaciones con el movimiento proletario internacional.
La publicación de los artículos de El nuevo curso, suscita intensas polémicas.
Esto ocurre particularmente en ocasión de la XIII Conferencia del Partido
(16-18 de enero de 1924), en el curso de la cual es principalmente Stalin
quien dirige el ataque contra las ideas expuestas por Trotsky. 7 La muerte
de Lenin, sobrevenida inmediatamente después de la clausura de los
trabajos de la XIII Conferencia, y la profunda perturbación que la misma
determinó en el grupo dirigente del partido, hicieron que la polémica en
curso cesara casi instantáneamente. Durante todo el primer semestre de
1924, la preocupación fundamental de todos los principales exponentes
del partido fue la de salvaguardar la unidad del grupo dirigente. El propio
XIII Congreso (23-31 de mayo de 1921) no vio la repetición de las disensiones
que habían caracterizado a la XIII Conferencia. Trotsky mismo, que no
había estado presente en las labores de la conferencia, interviene en el
Congreso con un discurso moderado y conciliador en el que recomienda
como porro unum el mantenimiento del partido.8

5
Cf., los escritos La “sougestimation de la paysannerie” (pp. 2-49) y Sur la Liaison entre la ville y la
campagne (pp. 75-80) en Les bolcheviks contre Staline, cit.
6
Ibíd., p. 43.
7
La intervención de Stalin en la XIII Conferencia se encuentra en las Obras completas, B. Aires,
Fundamentos, 1956, VI, pp. 11-48.
8
Cf., E. H. Carr, op cit., pp. 362-364.
33
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

La publicación de las Lecciones de Octubre en el mes de octubre, rompe la


tregua que se había establecido luego de la muerte de Lenin y reavivó la
polémica. A quien la leía entonces, teniendo fresca la experiencia política
y los debates que hemos evaluado rápidamente, las Lecciones aparecían
como el manifiesto de aquella “recuperación” revolucionaria, de aquel
“nuevo curso” del cual Trotsky se había hecho el propulsor. En resumidas
cuentas, el núcleo del nuevo escrito estaba constituido por la contra-
posición entre el auténtico “leninismo”... la “tendencia proletaria” que
“señalaba la vía de la revolución mundial” y que había impuesto a un
grupo dirigente vacilante la disyuntiva revolucionaria de las tesis de abril,
y el “menchevismo” de aquellos que no tenían confianza en la capacidad
del proletariado ruso para convertirse en el iniciador de la revolución
socialista mundial. La referencia a la experiencia alemana de octubre de
1923 (que había estado en el centro de los debates del V Congreso de la
Internacional en julio de 1924) confería actualidad a tal contraposición:
¿no había sido acaso esta misma vacilación y desconfianza –que entre
abril y octubre de 1917 había hecho correr el riesgo, de no haber sido por
el estímulo y el empuje revolucionario de Lenin, de paralizar y comprometer
la suerte del movimiento revolucionario en Rusia– las que determinaron
el fracaso en Alemania de una revolución cuya posibilidad de triunfo había
sido considerada favorablemente por la propia Internacional Comunista?
¿Y no era el argumento de aquellos que continuamente alegaban el retraso
de la Rusia, campesina también otra manifestación de menchevismo, una
coartada para su desconfianza en las posibilidades revolucionarias del
proletariado ruso y mundial?
Estos eran los interrogantes que suscitaban las Lecciones de Octubre en
sus lectores de la época. Y eran interrogantes que asimismo envolvían
toda una serie de cuestiones que habían aflorado en el curso del debate
precedente: él problema de la NEP, de la planificación o de la “dictadura
de la industria”; la cuestión de la capacidad del entonces grupo dirigente
del partido y de la Internacional Comunista para advertir e interpretar la
aseverada necesidad de un reavivamiento revolucionaria y, por lo tanto,
el problema de la burocratización del partido. No obstante que estas
cuestiones no eran directamente afrontadas en el nuevo escrito de
Trotsky o lo eran de modo únicamente indirecto y en passant, su conexión
con el núcleo central del mismo no resultaba menos evidente para quien
recordase la polémica suscitada por la publicación de la Plataforma de los
46 un año antes y los debates de la XIII Conferencia.
Se explica así cómo en definitiva, las Lecciones de Octubre dieron lugar a
una reacción tan enorme y, como veremos más adelante, aparentemente
tan desproporcionada con su propio contenido.

34
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

LECCIONES DE OCTUBRE
León Trotsky
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DEBE SER ESTUDIADA
Si hemos tenido suerte, en la revolución de octubre, ésta en cambio no ha
sido afortunada con nuestra literatura. Hasta ahora no tenemos ni una
sola obra que ofrezca un cuadro completo del levantamiento de octubre,
poniendo en claro sus principales momentos organizativos y políticos.
Peor aún: hasta el presente ni siquiera se ha publicado el material bruto
con los documentos más importantes, que caracterizan las diversas fases
de la preparación de la revolución o la revolución misma. Hemos publicado
muchos documentos de historia de la revolución y del partido que se
refieren al período de antes y después de octubre. Pero al “octubre”
mismo le dedicamos una atención mucho menor. Después de haber
realizado la revolución es como si estuviésemos convencidos de que ya no
debemos esperar que se repita. Pareciera que del estudio de octubre, de
la indagación de las condiciones de su preparación inmediata, de su
realización, de las primeras semanas de su consolidación, no esperamos
obtener ninguna utilidad directa e indirecta para las tareas urgentes de la
construcción ulterior.
Pero una opinión así, en cuanto pueda ser no del todo consciente, es
absolutamente equivocada y por demás restringida a los límites nacionales.
Aún si no nos incumbe la tarea de repetir una vez más la experiencia de la
revolución de Octubre, ello no significa de ninguna manera que no
debemos aprender nada de la misma. Nosotros formamos parte de la
Internacional, y el proletariado de los demás países aún se prepara para
resolver las tareas de su “octubre”. Y en este último año hemos compro-
bado de modo conveniente que nuestra experiencia de octubre no sólo se
ha convertido en carne y sangre de al menos los partidos comunistas
occidentales más maduros sino también que éstos directamente ignoran
los hechos de la misma.
Es cierto que se podría argumentar que es imposible estudiar octubre o
aun publicar simplemente el material relativo al mismo sin resolver viejas
divergencias de opinión. Pero este modo de considerar la cuestión sería
demasiado mezquino. Se comprende que en 1917 las divergencias de
opinión eran muy profundas y no eran en absoluto de naturaleza
coyuntural. Pero hoy, a varios años de distancia, sería miserable el querer
valerse de aquéllas como armas contra quienes entonces se equivocaban.
Pero sería aún menos admisible si por estas consideraciones de carácter
personal y del todo secundarias se quisiera silenciar los problemas más
35
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

importantes de la revolución de Octubre, los cuales tienen un valor


internacional.
En 1923 hemos sufrido dos graves derrotas en Bulgaria: primero el partido
había dejado escapar, a causa de consideraciones doctrinarias y fatalistas,
un momento especialmente favorable para una acción revolucionaria (la
revuelta de los campesinos luego del levantamiento de Zankov en junio) y
después, para reparar el error, se lanzó a la insurrección de septiembre
sin haber creado los presupuestos políticos y organizativos. 9 La revolución
búlgara debía ser el preludio de la alemana. Desgraciadamente mal
comienzo de ésta tuvo una continuación aún peor en Alemania. Durante
la segunda mitad de 1923, observamos en este país, una demostración
clásica de cómo se puede desaprovechar una situación revolucionaria del
todo excepcional y de importancia histórica. 10 Y tampoco en este caso, ni
la experiencia búlgara, ni la experiencia alemana del último año han sido
hasta ahora objeto de un juicio suficientemente particularizado y concreto.
Quien escribe estas líneas ha trazado un esquema general del desarrollo
de los acontecimientos alemanes del último año. 11 Todo lo que sucedió
desde entonces ha confirmado completamente aquel esquema. Y ninguno
ha dado otras explicaciones. Pero no basta con un simple esquema:
tenemos necesidad de un cuadro concreto, lleno de datos del hecho, del
curso de los acontecimientos de 1923, que esclarezca de una manera
enteramente plástica y tangible las razones de esta derrota histórica.
Pero es difícil hablar de un análisis de los acontecimientos de Alemania y
de Bulgaria, cuando nosotros mismos no hemos hecho una exposición
elaborada desde el punto de vista político y táctico sobre nuestra
revolución de Octubre. Aún no vemos con claridad qué cosa hemos
realizado y cómo lo hemos hecho. Luego de las jornadas de octubre, en el
ardor de la contienda, parecía que los acontecimientos en Europa se
desarrollarían por su propia cuenta y en un plazo tan breve que faltaría el
tiempo necesario para una asimilación teórica de las enseñanzas de
9
En junio de 1923, en Bulgaria, el gabinete Stambolisky, expresión del Partido Agrario que había
triunfado en las elecciones de abril y detentaba la mayoría absoluta en la Cámara, fue derribado
por medio de un golpe de estado militar dirigido por Zankov. En esta contingencia, el Partido
Comunista búlgaro se mantuvo ajeno a la lucha. En cambio, tomó parte en la fallida revuelta
campesina contra el régimen de Zankov, producida en septiembre.
10
Hace referencia a la actitud adoptada por el Partido Comunista alemán después de la
ocupación francesa de la cuenca de Ruhr y en curso de la grave crisis económica y política que
provocó la misma. Como es sabido, en octubre de 1923, la dirección del Partido Comunista
alemán no consideró su deber responder con la insurrección a la disolución Armata Manu del
gobierno de Sajonia por parte del gobierno central.
El gobierno de Sajonia se había constituido hacía poco por medio de una coalición de los
comunistas con la socialdemocracia. Sobre los acontecimientos alemanes de 1923 y la conducta
de la Internacional Comunista frente a los mismos, cf. E. H. Carr, The interregnum, cit., pp. 201 ss.
11
Véase en Oriente y Occidente los capítulos “El viraje” y “La etapa que recorremos”
36
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

octubre. Pero está visto que en ausencia de un partido capaz de conducir


la revolución proletaria, esta revolución resulta imposible. El proletariado
no puede conquistar el poder con una insurrección espontánea; aún en un
país del alto nivel industrial y cultural de Alemania, una revuelta espontánea
de los trabajadores en noviembre de 1918, no logró sino consolidar el
poder en manos de la burguesía. Una clase poseedora está en condiciones
de conquistar el poder, arrancado de las manos de otra clase poseedora,
apoyándose en la riqueza de su “cultura”, en sus innumerables lazos con
el viejo aparato estatal. En cambio, para el proletariado, nada puede
sustituir a su partido.
Recién en la mitad de 1921 comienza el verdadero período de la
construcción elaborada de los partidos comunistas (“lucha por las masas”,
“frente unitario”, etc.). Las “tareas de un octubre” pasaron a segundo
plano; y asimismo el “estudio de octubre”. El año pasado nos encontramos
de nuevo frente a las tareas de la revolución proletaria. ¡Es ya tiempo de
reunir todos los documentos, de publicar todo el material y de ponerse a
estudiarlo!
Naturalmente sabemos que cada pueblo, cada clase y aun cada partido
debe aprender a expensas propias. Pero ello no significa que la experiencia
de otros países, clases y partidos tenga escasa importancia. Sin haber
profundizado en la gran revolución Francesa, en la revolución de 1848 y
en la Comuna de París nosotros nunca hubiéramos realizado la revolución
de Octubre, pese a disponer de la experiencia de nuestra revolución de
1905, ya que también esta experiencia nacional la alcanzamos apoyándonos
en los resultados finales de las revoluciones precedentes y continuando su
línea histórica. Luego hemos pasado todo el período siguiente de la
contrarrevolución estudiando las enseñanzas y las conclusiones de 1905.
En cambio, en mérito a la victoriosa revolución de 1917, no nos abocamos
a este trabajo, ni siquiera en una décima parte. Evidentemente no vivimos
en años de reacción ni nos encontramos en el exilio. Pero, en compensación,
las fuerzas y los medios de los cuales hoy disponemos no pueden ser
realmente parangonados con aquellos que teníamos en aquel difícil
período. Se trata únicamente de plantear de un modo claro y neto, tanto
en el seno de nuestro partido como en el seno de toda la Internacional, la
tarea del estudio de la revolución de Octubre. Se trata de que todo el
partido, y en particular sus camaradas jóvenes, examinen paso por paso la
experiencia de Octubre que constituyó en el pasado la más grande,
incontestable e irrevocable prueba, y abrió de par en par las puertas del
futuro. La lección alemana del último año no representa sólo una
advertencia sino también un indicio peligroso.

37
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Ciertamente se puede objetar que aún el más íntimo conocimiento del


decurso de nuestra revolución de Octubre, no le habría dado una garantía
de victoria a nuestro partido alemán. Pero este modo de razonar en
abstracto, que en realidad es filisteísmo, no nos conduce ni un paso
adelante. Es natural que el estudio de la revolución de Octubre, no
alcanza, por sí solo, para darnos la victoria en los otros países; mas
pueden existir situaciones en las cuales se den todos los presupuestos
para una revolución, excepto una dirección de partido clarividente y
decidida, basada en la comprensión de las leyes y los métodos de la
revolución. Precisamente esta era la situación existente en la Alemania de
1923. Y puede volverse a presentar también en otros países. No existe
otra fuente más importante e inagotable para el estudio de las leyes y de
los métodos de la revolución proletaria que la experiencia de nuestro
octubre. Los dirigentes de los partidos comunistas europeos que no
profundizaran críticamente, y con un conocimiento minucioso de los
hechos, la historia de nuestra revolución de Octubre serían como aquellos
comandantes de ejército que se preparasen para una nueva guerra, en las
condiciones actuales, sin querer estudiar la experiencia estratégica,
táctica y técnica de la más reciente guerra imperialista. Un general así
llevaría inevitablemente a sus ejércitos a la derrota.
El instrumento fundamental de la revolución proletaria es el partido.
Sobre la base de nuestra experiencia, si bien limitada a un solo año (de
febrero de 1917 a febrero de 1918), y sobre la base de las experiencias
complementarias realizadas en Finlandia, en Hungría, en Italia, en Bulgaria
o en Alemania, se puede establecer como una ley infalible el hecho que
en el pasaje del trabajo preparatorio para la revolución a la lucha
inmediata por el poder, surge una crisis inevitable en el partido.
En general, surgen en cada viraje serio de la marcha del mismo, sea como
preanuncios o como consecuencias de dicho viraje. Ello resulta así porque
cada período de desarrollo da un partido presenta características propias
y requiere métodos de trabajo y hábitos particulares. Un viraje táctico
significa una ruptura más o menos fuerte de estos hábitos y de estos
métodos; aquí reside la causa más directa y más próxima de todos los
contrastes y las crisis internas del partido.
“Ocurre con harta frecuencia –escribía Lenin en julio de 1917– que
cuando la historia da un viraje brusco, hasta los partidos avanzados
dejan pasar un tiempo más o menos largo antes de orientarse en la
nueva situación creada y repiten consignas que si ayer eran exactas,
hoy han perdido ya toda razón de ser, tan ‘súbitamente’ como
‘súbito’ es el brusco viraje que da la historia”.12
12
A propósito de las consignas, en Lenin, Obras completas, Bs. As, Cartago, 1958, XXV, p. 175.
38
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

De ello nace un peligro: si el viraje es demasiado brusco o súbito, y si el


período precedente había acumulado con exceso elementos de pereza y
de conservadurismo en los órganos dirigentes del partido, entonces,
precisamente en el momento de mayor responsabilidad para el cual se ha
venido preparando en el curso de años y decenios, el partido se revela
incapaz. Así el partido se resquebraja en la crisis, mientras que los
acontecimientos lo superan y lo conducen a la derrota.
El partido revolucionario se halla siempre bajo la presión de otras fuerzas
políticas; en cada período de su desarrollo él elabora métodos peculiares
para ejercer una contrapresión y una resistencia contra aquellas fuerzas
enemigas. En el momento de un viraje táctico, con los consiguientes
desplazamientos y roces en el interior del partido, su fuerza de resistencia
se debilita; de donde resulta la posibilidad de que los desplazamientos
internos en el partido, necesariamente derivados del viraje táctico,
conduzcan mucho más allá de sus puntos de partida y ofrezcan puntos de
apoyo a tendencias de clase diferentes. En términos más simples: .un
partido que no está a tono con las tareas históricas de su clase corre el
peligro de convertirse en un instrumento indirecto de otra clase, o se
convierte realmente en ello. Si cuanto hemos señalado es justo para cada
cambio técnico serio, tanto más justo resulta en relación a los grandes
virajes estratégicos. Entendemos por táctica en política –por analogía con
la terminología militar– el arte de conducir operaciones singulares;
mientras que la estrategia es el arte de vencer, o sea de conquistar el
poder. Hasta la guerra, en la época de la II Internacional, no solíamos
hacer esta distinción y nos restringíamos al concepto de la táctica social-
demócrata. Y esto no era fortuito. La socialdemocracia tenía: su táctica
parlamentaria, su táctica sindical, comunal, cooperativa, etc. En la época
de la II Internacional, en esencia, no fue planteada la cuestión de la
concentración de todas las fuerzas y de todos los medios –de las armas de
todo tipo– con el fin de derrotar al enemigo: y ello porque ni siquiera se
planteaba la tarea de luchar por el poder.
Sólo la revolución de 1905, luego de una larga pausa, suscitó por primera
vez las cuestiones fundamentales o estratégicas de la lucha proletaria. Y
de este modo aseguró a los socialdemócratas revolucionarios rusos, es
decir a los bolcheviques, un fuerte predominio.
La gran época de la estrategia revolucionaria se inicia con el año 1917,
primero para Rusia y luego también para toda Europa. Naturalmente la
estrategia no vuelve superflua a la táctica; las cuestiones del movimiento
sindical, de la actividad parlamentaria, etc., no desaparecen de nuestro
horizonte sino que adquieren ahora una importancia nueva, en tanto que
métodos subordinados de la lucha que se desarrolló desde todas las
39
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

direcciones por la conquista del poder. La táctica se subordina a la


estrategia.
Si las oscilaciones tácticas llevan a roces en el seno del partido, muchos
más fuertes y profundos deben ser los roces provocados por un viraje
estratégico. Pero el viraje más decisivo se produce cuando el partido del
proletariado pasa de la preparación, de la organización de la propaganda
y de la agitación, a la lucha inmediata por el poder, a la insurrección
armada contra la burguesía. Todos los elementos escépticos, dispuestos a
la conciliación, a la sumisión, todos los elementos mencheviques que aún
existen en el partido, buscan motivaciones teóricas para su oposición; y
las hallan bien y pronto en el campo de los enemigos de ayer, en el campo
de los oportunistas. Tendremos aún diversas ocasiones de observar este
fenómeno. En el período que media entre octubre y febrero de 1917 tuvo
lugar, sobre la base de un amplísimo trabajo de agitación y de organi-
zación, la última revista de fuerzas y la última inspección del partido antes
de la batalla decisiva. Las armas se pusieron a prueba antes y después de
octubre en una acción histórica gigantesca. Ahora –varios años después
de la revolución de Octubre– si nos dedicásemos a evaluar diferentes
puntos de vista sobre la revolución en general y sobre la rusa en particular
sin tener en cuenta la experiencia del 17, haríamos escolástica estéril,
vacía sofística, todo menos un análisis marxista de la política. Sería como
si quisiésemos sumergirnos en discusiones sobre las ventajas de tales o
cuales estilos de natación rehusando no obstante, testarudamente a
echar una mirada al río donde estos estilos son practicados por los
nadadores. El mejor modo de verificar una concepción de la revolución es
el de aplicarla durante la revolución misma, del mismo modo que un
estilo de natación es experimentado de la mejor manera cuando el
nadador se arroja al agua.

LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DEL PROLETARIADO


Y DE LOS CAMPESINOS. FEBRERO Y OCTUBRE
El desarrollo y el desenlace de la revolución de Octubre ha dado un golpe
de gracia a aquella parodia escolástica del marxismo que estaba
profusamente difundida en los círculos socialdemócratas rusos, en parte
ya en el Grupo de Emancipación del Trabajo, 13 y que fue ampliamente
elaborada por los mencheviques. La esencia de este pseudomarxismo
residía en el hecho que el mismo trasformaba en una ley absoluta y

13
Este grupo, fundado alrededor de 1883, fue una de las primeras organizaciones social-demócratas
rusas; varios de sus adherentes fueron posteriormente mencheviques o semimencheviques como
Deutsch, Axelrod, Pléjanov, etc.; pero hacia 1900 también Lenin se aproximó al mismo. El grupo se
disolvió en 1903, en el II Congreso de los socialdemócratas rusos.
40
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“superhistórica” –como la llamaba Marx– al juicio condicionado y limitado


de Marx según el cual “los países avanzados señalan el modelo de su
desarrollo futuro a los países retrasados”; y sobre esta ley el pseudo-
marxismo trataba de fundar la táctica del partido de la clase obrera.
Según este punto de vista no se podía pensar en una lucha del
proletariado ruso por el poder antes que los países económicamente más
desarrollados no hubieran establecido un precedente. Sin duda es
innegable que cada país atrasado encuentra algunos aspectos de su
desarrollo futuro en la historia de los países más avanzados; pero de
ninguna manera se puede hablar en general de una repetición del
desarrollo. Por el contrario, cuanto más se expande, la economía
capitalista como economía mundial, tanto más peculiares resultan ser las
vicisitudes de los países atrasados, en los cuales, los elementos de su
atraso se acoplan a las últimas conquistas del capitalismo. Engels escribía
en su prefacio a su obra La guerra campesina en Alemania.14
“Y al llegar a un determinado momento, que no es el mismo en
todas partes ni tampoco es obligatorio para una determinada fase
del desarrollo, la burguesía comienza a darse cuenta de que su
inseparable acompañante, el proletariado, empieza a sobrepasarla”.

La burguesía rusa, dado el curso del desarrollo histórico, debió comprender


este hecho antes y más a fondo que ninguna otra. Ya en vísperas de la
revolución de 1905, Lenin indicó esta peculiaridad de la revolución
rusa con la fórmula: “Dictadura democrática del proletariado y de los
campesinos”. Esta fórmula, en sí y de por sí, sólo podía indicar una etapa
del camino hacia la dictadura socialista del proletariado, que se apoya en
los campesinos, como lo ha demostrado todo el desarrollo siguiente; la
tesitura leninista, en todo y por todo revolucionaria, dinámica (o sea que
tenía en cuenta las fuerzas motrices y cambiantes), era totalmente
opuesta al esquema menchevique según el cual Rusia sólo tenía el
derecho de repetir la historia de los pueblos avanzados, donde la
burguesía está en el poder y la socialdemocracia se halla en la oposición.
No obstante, en la fórmula de Lenin ciertos círculos de nuestro partido no
pusieron el acento en la dictadura del proletariado y de los campesinos,
sino en su carácter democrático que aparecía contrapuesto al carácter
socialista. Eso significaba, por tanto, que en Rusia, país atrasado, única-
mente era posible una revolución democrática. La revolución socialista
debía, comenzar en Occidente; nosotros podíamos entrar en la vía del
socialismo sólo cuando nos hubiesen precedido Inglaterra, Francia,
Alemania. Pero esta tesitura, bien o mal, derivaba de modo inevitable

14
Prefacio a La guerra campesina en Alemania, en Marx-Engels, Obras escogidas, B. Aires, Cartago,
1957, p. 444.
41
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

hacia el menchevismo y ello aparece clarísimo en 1917, cuando las


cuestiones de la revolución se plantearon no como objetos de previsión
sino como objetos de acción.

En las condiciones reales de la revolución, el ubicarse desde el punto de


vista de la democracia llevada hasta las últimas consecuencias y contra el
socialismo, considerado “prematuro”, significaba en términos políticos
resbalar desde las posiciones proletarias a las pequeño-burguesas, pasar a
adoptar los puntos de vista del ala izquierda de la revolución nacional
(burguesa). La revolución de Febrero (1917), considerada en sí misma, era
una revolución burguesa. Pero en tanto revolución burguesa había llegado
demasiado tarde y no podía tener una consistencia íntima. Desgarrada
por sus contradicciones internas, que se expresaron enseguida en la
dualidad de poderes,15 esta revolución debía o bien trasformarse poniendo
rumbo hacia la revolución proletaria –como ocurrió– o bien, bajo algún
tipo de régimen burgués-oligárquico, hacer retroceder a Rusia hacia una
condición de país semicolonial.

Por lo tanto, el período abierto con la revolución de Febrero podía ser


considerado desde dos puntos de vista: o como período del reforza-
miento, del desarrollo o ¡quiera Dios! la consolidación de la revolución
“democrática”, o como período de la preparación de la revolución
proletaria. El primer punto de vista era apoyado no sólo por los menche-
viques y los socialistas-revolucionarios, sino también por algunos de los
dirigentes de nuestro partido. La diferencia entre estos últimos y los otros
estribaba en que ellos apuntaban verdaderamente a empujar lo más a la
izquierda posible a la revolución democrática. Pero su método era
sustancialmente el mismo: “presionar a la burguesía dominante”, pero de
tal manera que esta presión no se saliese de los marcos del régimen
democrático-burgués. Si esta política hubiera triunfado definitivamente,
el desarrollo de la revolución se habría invertido y, a la postre, nuestro
partido y nosotros nos hubiésemos encontrado frente a una revuelta de
los obreros y de las masas campesinas sin que existiese una dirección de
partido; en otras palabras, hubiéramos tenido en una escala gigantesca
las jornadas de julio, ya no como accidente sino como catástrofe.

Resulta del todo evidente que la consecuencia inmediata de dicha catástrofe


hubiese sido la destrucción del partido. De esta manera tenemos una
unidad de medida para valorar en toda su profundidad las divergencias
existentes.

15
O sea el gobierno provisional (burgués-socialdemócrata) y los soviets de los obreros y de los
soldados.
42
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

La influencia de los mencheviques y los socialistas-revolucionarios en el


primer período de la revolución, por supuesto, no se debía al azar; ella
reflejaba no sólo la inmadurez de la revolución sino también el predominio
de las masas pequeño-burguesas, sobre todo campesinas, en el pueblo
ruso. Fue precisamente la inmadurez de la revolución lo que hizo caer –en
las condiciones particularísimas creadas por la guerra– la dirección, en
manos de los revolucionarios pequeño-burgueses, o al menos, la apariencia
de dirección; la que consistía en el hecho que ellos defendían los derechos
históricos de la burguesía a tener el poder. Pero ello de ninguna manera
significaba que la revolución rusa únicamente pudiese seguir el rumbo
que tomó de febrero a octubre de 1917. Esta senda efectivamente
recorrida, derivaba no solamente de la correlación de fuerzas entre las
clases sino también de las circunstancias transitorias creadas por la
guerra. Gracias a la guerra, la clase campesina se presentaba organizada y
armada en un ejército compuesto de millones de hombres. Desde antes
que el proletariado hubiese logrado organizarse bajo su propia bandera
para conducir tras él a las masas del campo, los revolucionarios pequeño-
burgueses ya habían encontrado un sostén natural en el ejército campesino
exasperado por la guerra. Con el peso de estos millones de soldados, de
los cuales por el momento dependía todo, los revolucionarios pequeño-
burgueses presionaron sobre el proletariado y en un primer momento lo
arrastraron tras suyo. Que la revolución también podía tener un curso
diferente aún sobre las mismas bases de clase, está perfectamente
demostrado por los acontecimientos inmediatamente previos a la guerra.16
En julio de 1914 Petrogrado fue sacudida por huelgas revolucionarias. Se
llegó hasta los choques abiertos en las calles. La dirección de este
movimiento estaba absolutamente en un puño de la organización ilegal y
16
Este pasaje y las afirmaciones en él contenidas fueron objeto de una dura crítica por parte de
Zinóviev.
“¿No es ésta –escribía Zinóviev– como gustaba decir Vladimir Ilich, una ‘perla’?... Si se observa con
atención se ve que el rumbo de febrero a octubre es la resultante no ‘sólo de las relaciones mutuas
entre las clases sino también en las condiciones transitorias creadas por la guerra’. ¿Qué significa
esta fantasía? De la misma se deduce que la guerra no ha sido la resultante de las relaciones
recíprocas entre las clases. De la misma se desprende que la guerra, obsérvese con atención, fue
algo totalmente inesperado, una especie de ‘caso producido por azar’. ¿Y la guerra ruso-japonesa,
después de la cual sobrevinieron los sucesos de 1905 –el ensayo general del 17– no fue también
casual? ¿No ha creado también ‘condiciones transitorias’? ¡Qué profundidad de pensamiento!
“Si no hubiera sido por la guerra imperialista... si Rusia no hubiese sido un país de campesinos, si su
ejército de doce millones de hombres no hubiera sido un ejército campesino, si este ejército no
hubiese sido llevado a la rebelión por la guerra imperialista de la cual la burguesía no podía salirse;
si el peso específico de los más de cien millones de campesinos no hubiera repercutido sobre el
sesgo de toda la vida política y social del país –entonces el desarrollo de la revolución se habría
producido según las previsiones de Trotsky y la humanidad atónita habría conocido la apoteosis del
trotskismo.
“Toda esta filosofía puede ser expresada en forma sintética pero comprensible con el hermoso
proverbio: ‘si no hubiera sido por...’”. (G. Zinóviev, Bolchevismos, Oder Trotskismus en Um Den
October, Carl Hym, Hamburg, 1925, pp. 117-18).
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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

de la prensa ilegal de nuestro partido. El bolchevismo consolidaba cada


vez más su influencia en lucha abierta contra el liquidacionismo y en
general contra los partidos pequeño-burgueses. Una intensificación ulterior
de aquel movimiento hubiera significado, ante todo, un crecimiento del
partido bolchevique. Los soviets de diputados obreros en 1914 –si en
aquel momento se hubieran llegado a constituir soviets– probablemente
desde el inicio hubiesen sido bolcheviques. El despertar del campo habría
advenido bajo la dirección directa e indirecta de los soviets urbanos, los
que a su vez habrían tenido una dirección bolchevique. Ello no quiere decir,
ciertamente, que los socialistas-revolucionarios hubiesen estado conde-
nados a una súbita desaparición del campo; no, lo más probable era que
la primera etapa de la revolución campesina pasase bajo el estandarte de
los narodniki. Pero en el curso de los acontecimientos que estamos
evaluando, los mismos narodniki se habrían visto en la necesidad de
impulsar a un primer plano a su ala de izquierda y a tratar, en la ciudad,
de adherir a los soviets bolcheviques. Naturalmente, también en este caso
el éxito inmediato de la insurrección hubiera dependido, sobre todo, del
estado de ánimo y de la actitud del ejército, que estaba ligado a los
campesinos. Por otra parte, es imposible y asimismo inútil querer adivinar
después de los hechos si el movimiento de 1914-15 hubiera conducido a
la victoria antes del estallido de la guerra, la que agrega un nuevo y
decisivo elemento a la cadena de acontecimientos. Pero muchos indicios
permiten suponer que, si la revolución victoriosa se hubiera desarrollado
en el sentido de los sucesos de julio de1914, con toda seguridad que la
derrota del zarismo hubiese significado el advenimiento inmediato al
poder de los consejos obreros revolucionarios, que a través de de
(momentánea) mediación de los narodniki, hubieran luego arrastrado a su
cauce a las masas campesinas.

La guerra interrumpe el movimiento revolucionario en vía de desarrollo,


lo retarda, pero luego lo aceleró extraordinariamente. La guerra creó, en
el ejército formado por muchos millones de soldados, un excepcionalísimo
sostén para los partidos pequeño-burgueses, sostén no sólo social sino
también organizado; ya que la clase campesina, aun cuando tiene
sentimientos revolucionarios, posee la particularidad de que su enorme
composición numérica difícilmente pueda ser trasformada en una base
organizada. Los partidos pequeño-burgueses se apoyaron entonces sobre
las espaldas de estas organizaciones ya existentes, es decir en el ejército,
y se impusieron al proletariado, envolviéndolo en el incienso de la
“defensa de la patria”. Es por esto que Lenin se vuelve, de inmediato,
rabiosamente en contra de la vieja consigna de la “dictadura democrática
del proletariado y de los campesinos”, que en la nueva situación
significaba la trasformación del partido bolchevique en un ala de izquierda
44
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

del bloque de la “defensa de la patria”. Para Lenin la tarea principal


consistía en poner a la vanguardia proletaria a salvo del “pantano
patriótico”. Esta era la condición para que el proletariado pudiese, en el
período siguiente, convertirse en el núcleo central en torno al cual se
reagrupasen las masas de campesinos trabajadores. Pero entonces ¿qué
conclusiones debían sacarse en lo que respecta a la “revolución demo-
crática”, o más exactamente a la “dictadura democrática del proletariado
y de los campesinos”? Lenin ataca despiadadamente a aquellos “viejos
bolcheviques” que “más de una vez jugaron ya –dice Lenin– un triste
papel en la historia de nuestro partido, repitiendo sin sentido una fórmula
aprendida de memoria, en lugar de estudiar la peculiaridad de la nueva
situación, de la realidad viva”. Es necesario orientarse no en base a las
viejas fórmulas sino en base a las nuevas realidades. Lenin se pregunta:

“¿Es abarcada la realidad por la vieja fórmula bolchevique del


camarada Kámenev: ‘la revolución democrático-burguesa no ha
llegado a su fin’? No –responde–, la fórmula ha envejecido. No sirve
para nada. Es una fórmula muerta. Serán vanos los esfuerzos para
resucitarla.”17

Es cierto que Lenin dice muchas veces que en el primer período de la


revolución de Febrero, los soviets de diputados obreros, soldados y
campesinos, actuaron en una cierta medida como dictadura democrático-
revolucionaria del proletariado y de los campesinos, y esto es justo en
cuanto estos soviets representaban en alguna medida un poder. Pero,
como Lenin lo señaló en más de una oportunidad, los soviets del período
de febrero ejercieron solamente la mitad del poder. Estos apoyaron al
gobierno de la burguesía, presionando sobre el mismo con una semi-
oposición. Precisamente es esta posición intermedia la que no les permite
salir del cuadro de una coalición democrática de los obreros campesinos y
soldados. En lo que respecta a las formas del ejercicio del poder, esta
coalición, apoyándose no en un ordenamiento político establecido sino en
el poder armado y en el arbitrio revolucionario directo, se inclinaba hacia
la dictadura, si bien no estaba en absoluto a la altura de practicarla.
Precisamente en esta difusa coalición democrática de los obreros, los
campesinos y los soldados, que dominaba sólo a medias, residía la
inconsistencia de los consejos oportunistas. Estos debían conquistar
efectivamente el poder a sucumbir. Y no podían conquistar el poder bajo
la forma de una coalición democrática de los obreros y los campesinos,
representados por diversos partidos, sino únicamente bajo la forma de
una dictadura del proletariado, guiada por un solo partido, que arrastrase

17
Cartas sobre táctica, en Lenin, O.C., edit cit., XXIV, pp. 35-41.
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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

tras de sí a las masas campesinas y en primer lugar a sus estratos semi-


proletarios.

En otras palabras: la coalición democrática de los obreros y de los


campesinos podía considerarse, como una formación inmadura que no
alcanza el poder real, simplemente como una tendencia, que no se realiza
en los hechos. El ulterior desarrollo con miras a la conquista del poder
inevitablemente debía romper la envoltura democrática y poner a la
mayoría de los campesinos frente a la necesidad de seguir al proletariado,
de permitirle a éste el ejercicio de su dictadura de clase y, así, poner a la
orden del día, además de una democratización resuelta y radical de las
relaciones sociales, una intervención puramente socialista por parte del
estado en los derechos de la propiedad capitalista. En esta situación,
permanecer atado a la fórmula de la “dictadura democrática”, equivalía
en realidad a renunciar al poder y conducir a la revolución a un callejón
sin salida.

El problema principal de la lucha, en torno al cual se reagrupaban todos


los demás, era el siguiente: ¿se debe combatir por el poder; sí o no? ¿Se
debe conquistar el poder; sí o no? Esto es suficiente para demostrar que
no nos encontrábamos frente a meras divergencias tácticas sino frente a
dos netas tendencias de principio. Una de estas tendencias –la principal–
era la tendencia proletaria y señalaba la vía de la revolución mundial. La
otra era una tendencia “democrática”, o sea pequeño-burguesa y, en
última instancia, llevaba a subordinar la política proletaria a las necesidades
de la sociedad burguesa que se estaba reformando. Estas tendencias
entraron en un conflicto abierto respecto a todas las cuestiones de algún
modo sustanciales durante el año 1917. Precisamente en la época
revolucionaria, es decir el período en el cual el capital acumulado por el
partido debe ser puesto directamente en circulación, necesariamente se
debía revelar y poner en evidencia este tipo de divergencias. En mayor o
menor medida, con diversos matices, estas tendencias aparecieron aun a
menudo en los períodos revolucionarios de todos los países. Si por
bolchevismo se entiende, en esencia, una educación, un temple, una
organización que haga a la vanguardia proletaria capaz de conquistar el
poder con la fuerza de las armas, si por política socialdemócrata se
entiende una actividad de oposición reformista en el marco de la sociedad
burguesa y una adaptación a las leyes de la misma, es decir una educación
de las masas tendiente a reconocer que el estado burgués es indes-
tructible, entonces está claro que aun en el seno del partido comunista, el
cual no surge armado de la fragua de la historia, la lucha entre las
tendencias socialdemócratas y el bolchevismo debe manifestarse con

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

máxima claridad, abierta y patentemente, cuando se plantea directamente


la cuestión de la conquista del poder en el período revolucionario.

La tarea de la conquista del poder fue planteada en el partido sólo luego


del 4 de abril, es decir después del arribo de Lenin a Petrogrado. Pero
tampoco entonces la línea del partido fue categóricamente única,
concorde e indiscutida. A pesar de las resoluciones de la Conferencia de
Abril de 1917, la resistencia contra el curso revolucionario perduró, ora
abiertamente, ora de manera disimulada, durante todo el período de la
preparación.

El estudio de las divergencias existentes en el período que media entre la


revolución de Febrero y la consolidación de la revolución de Octubre no
tiene sólo un excepcional interés teórico, sino también una importancia
práctica incomparable. Las divergencias surgidas en el II Congreso del
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en 1903 fueron definidas por Lenin,
en 1910, como una “anticipación”. Es muy importante seguir estas
divergencias yendo nuevamente a sus fuentes originarias, o sea al año
1903 y aún más atrás, por ejemplo al llamado “economismo”. Pero este
estudio sólo tiene sentido si se lo conduce con coherencia y abarca
también el período en el cual las divergencias tuvieron que afrontar la
prueba decisiva de octubre.

En el marco del presente ensayo no nos podemos proponer el objetivo de


examinar todos los estadios de esta lucha.

Pero nos parece necesario, al menos en parte, colmar la laguna que existe
en nuestra bibliografía en lo concerniente a los principales períodos de
desarrollo de nuestro partido.

Como ya está dicho, en el centro de las divergencias se halla la cuestión


del poder. Esta es en general la piedra de toque que determina el carácter
de un partido revolucionario (y también de uno no revolucionario). En
relación estrecha con la conquista del poder viene planteada y resuelta en
este período la cuestión de la guerra.

Examinaremos ambas cuestiones siguiendo cronológicamente los princi-


pales hechos: el punto de vista del partido y de la prensa del partido en el
primer período después de la caída del zarismo hasta la llegada de Lenin;
la lucha en torno a las tesis de Lenin; la Conferencia de Abril; las conse-
cuencias de las jornadas de julio, la aventura de Kornilov, la conferencia
democrática y del preparlamento; la cuestión de la insurrección armada y
de la conquista del poder (septiembre-octubre); la cuestión del gobierno
socialista “homogéneo”.

47
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

LA LUCHA CONTRA LA GUERRA


Y CONTRA LA DEFENSA DE LA PATRIA
La caída del zarismo en febrero de 1917 como es natural significó un
enorme paso adelante. Pero si se considera la revolución de febrero en su
marco específico, es decir, no como un avance hacia octubre, se ve que la
misma sólo comportó un acercamiento de Rusia a un tipo de república
burguesa como es por ejemplo Francia. Los partidos revolucionarios
pequeño-burgueses consideraron a la revolución de Febrero, según sus
intereses, no como una revolución burguesa ni menos como un paso
adelante hacia la revolución socialista, sino como un hecho “democrático”
en sí mismo. Sobre esta base ellos también fundaron su ideología de la
defensa revolucionaria de la patria. No defendían la dominación de ésta o
de aquella clase, sino la “revolución” y la “democracia”. Pero también en
nuestro partido la revolución de Febrero turbó fuertemente las perspectivas
políticas en un primer momento. Durante las jornadas de marzo la
Pravda, sustancialmente, estaba mucho más cerca del punto de vista de la
“defensa revolucionaria de la patria” que del de Lenin.
“Cuando un ejército se enfrenta con otro –se lee en uno de sus
artículos editoriales– la política más absurda sería aquella que
propusiera a uno de los contendientes abandonar las armas y
retornar a su casa. Tal política no sería una política de paz, sino de
sometimiento, una política que rechazaría con indignación un
pueblo libre. No, un pueblo libre permanecería firme en su puesto,
respondería a cada balazo con un balazo, a cada cañonazo con un
cañonazo. No debemos permitir ninguna desorganización de las
fuerzas militares de la revolución”.18

Aquí no se habla de clases dominantes y oprimidas, sino del “pueblo


libre”; no de clases que combaten por el poder, sino del pueblo libre que
permanece firme “en su puesto”. Las ideas y también las formulaciones
corresponden en todo y por todo al punto de vista de la defensa
patriótica. Más adelante, en el mismo artículo se lee:

“Nuestra consigna no es la desorganización del ejército revolu-


cionario que se revoluciona a sí mismo, ni tampoco el vacuo ‘¡abajo
la guerra!’. Nuestra consigna es presión (!) sobre el gobierno pro-
visional con el objetivo de constreñirlo a tomar posición incondicional
y abiertamente ante toda la democracia mundial (!) con una
tentativa (!) de invitación a todos los países beligerantes a aceptar
tratativas inmediatas sobre los métodos que puedan poner fin a la

18
Pradva, n.° 9 del 15 de marzo de 1917, artículo Sin diplomacia secreta.
48
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

guerra mundial. Pero mientras tanto cada uno (!) permanece en su


puesto de combate (!).”
El programa de ejercer una presión sobre el gobierno imperialista con el
objeto de volver lo “propenso” a la realización de tratativas “decorosas”,
era el programa de Kautsky y de Lebedour en Alemania, de Jean Longuet
en Francia, de MacDonald en Inglaterra, pero de ninguna manera era el
programa del bolchevismo. El artículo no sólo se contenta en su comienzo
con enviar un “caluroso saludo” a aquel “famoso” manifiesto de los
consejos de Petrogrado A los pueblos de todo el mundo (este manifiesto
está hecho en el espíritu de la defensa “revolucionaria” de la patria), sino
que también proclama “con satisfacción” la solidaridad de la redacción
con las resoluciones, evidentemente inspiradas en la idea de la defensa
patriótica, aprobadas en dos mítines efectuados en Petrogrado. Basta
recordar que una de estas resoluciones dice:
“Si la democracia alemana y austríaca no escuchan nuestra voz (o
sea la “voz” del gobierno provisional y de los soviets oportunistas,
L. T.), entonces defenderemos nuestra patria hasta la última gota
de sangre”.19
Este artículo no es una excepción. Por el contrario en él se expresa con
toda claridad el punto de vista sostenido por la Pravda antes del retorno
de Lenin a Rusia. En el número siguiente del periódico, en el artículo Sobre
la guerra, que sin embargo también contiene algunas observaciones
críticas respecto del Manifiesto a los pueblos, se dice:
“No se puede menos que saludar al Llamamiento a los Pueblos de
Todo el Mundo, emanado ayer de los consejos de los obreros y de
los soldados de Petrogrado, que contiene la exhortación a inducir a
los propios gobiernos a poner fin a la guerra.”20
¿Cómo se debe buscar una salida a la guerra? La respuesta que encontramos
es la siguiente:
“El camino para la salida es el camino de la presión que se ejerce
sobre el gobierno provisional, invitándolo a declararse dispuesto a
inmediatas tratativas de paz.”21
Declaraciones similares a ésta –que sostienen ocultamente la defensa
patriótica y el compromiso– podrían ser citadas en un buen número. Al
mismo tiempo, y aun una semana antes, Lenin, que todavía se hallaba en
su refugio de Zurich, condenaba en sus Cartas desde lejos (las cuales en

19
Pravda, n.° 9 del 15 de marzo de 1917
20
Pravda, n.° 10 del 16 de mazo de 1917
21
Ibíd.
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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

gran parte no llegaron a la Pravda) toda traza de concesiones a la defensa


patriótica y al oportunismo.
“Pero es del todo inadmisible –escribía Lenin el 8 (21) de marzo,
cuando aún debía captar los contornos de los acontecimientos
revolucionarios en el espejo deformante de las informaciones de
origen capitalista– ocultarse a sí mismos y ocultar al pueblo que
este gobierno quiere la continuación de la guerra imperialista, que
es un agente del capital inglés; que anhela la restauración de la
monarquía y el fortalecimiento de la dominación de los terrate-
nientes y los capitalistas.”22
Y luego el 12 de marzo:
“Pedirle al gobierno que concluya una paz democrática es lo mismo
que predicar la virtud a quienes sostienen casas de tolerancia.23

Mientras que la Pravda invita a ejercer “presión” sobre el gobierno


provisional, con el objeto de inducirlo a actuar “ante toda la democracia
mundial" en el interés de la patria, Lenin escribe:

“Por eso proponer al gobierno Guchkov-Miliukov que concluya


cuanto antes una paz honrada, democrática y de buena vecindad es
lo mismo que si un ‘buen padrecito’ de aldea pidiera en su sermón
a los terratenientes y a los comerciantes que viviesen ‘según los
mandamientos de la ley de Dios’, amasen al prójimo y ofreciesen la
mejilla derecha cuando se les golpea en la izquierda".24

El 4 de abril, un día después de haber retornado a Petrogrado 25, Lenin


ataca enérgicamente el punto de vista sostenido por la Pravda en la
cuestión de la guerra y de la paz:

“Ni el menor apoyo al Gobierno provisional –escribe Lenin–;


demostrar la falsedad absoluta de todas sus promesas, principal-
mente de la renuncia a las anexiones. Desenmascarar a este
gobierno, que es un gobierno de capitalistas, en vez de ‘exigir’ que
deje de ser imperialista, cosa inadmisible y que no hace más que
despertar ilusiones.”26

22
Reimpreso en ruso en Proletarskaya Revolutsia, n.° G (80), p. 239 –ver Lenin, O.C., edic.
Cartago, B. Aires 1957, t. XXIII, p. 316. (N. Ed.)
23
Ibíd., p. 334. (N. Ed.)
24
Ibíd., p. 336, (N. Ed.)
25
Las tareas del proletariado en la presente revolución. (“Tesis de abril”). Pravda n.° 26 con la
firma “N. Lenin". Petrogrado 4 y 5 de abril de 1917. En Lenin, O.C., edic. cit., XXIV, p. 12.
26
Lenin, Obras, ed. rusa, vol XIV, parte I, p. 189
50
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

No hace falta decir que el llamamiento emanado el 14 de marzo de los


oportunistas, y saludado con tanta simpatía por la Pravda, es definido
como “famoso” y “confuso” por Lenin. Hace falta una hipocresía máxima
para invitar a los otros pueblos a romper la coalición con sus banqueros
cuando se forma una coalición de gobierno con los banqueros en la propia
casa.

“Todos los ‘centristas’ juran y re juran –dice Lenin en su Proyecto


de Plataforma– que ellos son marxistas, internacionalistas, que
están por la paz, por toda ‘presión’ y toda ‘reivindicación’ tendientes
a que los gobiernos ‘proclamen la voluntad de paz de sus pueblos’...”27

¿Pero puede un partido revolucionario –se podría objetar a primera vista–


renunciar a ejercer “presión” contra la burguesía y su gobierno? Natural-
mente que no. La presión sobre el gobierno burgués es la vía de las
reformas. El partido marxista revolucionario no renuncia a las reformas,
pero el camino de las reformas es únicamente suficiente para las
cuestiones de segundo orden, no para las cuestiones fundamentales. No
se puede conquistar el poder siguiendo la senda de las reformas. Con
“presiones” no se puede constreñir a la burguesía a cambiar su política en
las cuestiones de las cuales depende todo su destino. Precisamente la
guerra ha creado una situación revolucionaria porque no ha dejado más
lugar para “presiones” reformistas. O se debía marchar compactamente
con la burguesía, o bien se debía movilizar a las masas contra la burguesía
con el objetivo de arrancarle el poder. En el primer caso se podía obtener
esta o aquella concesión en política interna, esto presuponiendo el apoyo
ilimitado a su política exterior imperialista. Precisamente por esto el
socialismo reformista, desde el inicio de la guerra en adelante, se convirtió
abiertamente en imperialismo socialista. Precisamente por estas razones
es que los elementos realmente revolucionarios se vieron constreñidos a
fundar una nueva Internacional.
El punto de vista de la Pravda no era revolucionario-proletario, sino
democrático y conforme –aunque no abiertamente– a la tesis de la
defensa patriótica. Hemos derribado al zarismo. Ejerzamos presión sobre
el poder democrático. Este último debe proponer la paz a los pueblos. Si
la democracia alemana no está en condiciones de ejercer una presión
adecuada sobre su gobierno, nosotros defenderemos la “patria” hasta la
última gota de sangre.

27
Vol., XIV, parte I, p. 52.
51
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

La perspectiva de la paz no se planteaba como una tarea independiente


de la clase obrera –que está llamada a realizarla pasando por la lucha
contra el gobierno provisional burgués–, precisamente porque la conquista
del poder por parte del proletariado no se planteaba como una tarea
revolucionaria práctica. Sin embargo no es posible separar una de la otra.

LA CONFERENCIA DE ABRIL
El discurso pronunciado por Lenin en la estación de Finlandia sobre el
carácter social de la revolución rusa tuvo el efecto de una bomba para
muchos dirigentes del partido. Ya el día de la llegada de Lenin comenzó la
polémica entre éste y los partidarios de la “consolidación de la revolución
democrática”.

La demostración armada de abril, en la cual fue lanzada la consigna


“¡Abajo el gobierno provisional!”, daría ocasión a un áspero conflicto. Esta
circunstancias ofreció la oportunidad a algunos representantes del ala
derechista para acusar a Lenin de ‘blanquismo’. El derrocamiento del
gobierno provisional, que en aquel período estaba apoyado por la
mayoría de los soviets únicamente podía ser provocado por medio del
engaño a la mayoría de los trabajadores. Desde el punto de vista formal
este reproche podía aparecer como no infundado, pero en esencia la
política seguida por Lenin en abril no contenía ni un ápice de blanquismo.
Para él, ante todo, la cuestión consistía en saber en qué medida los
consejos continuaban expresando los reales sentimientos de las masas y si
el partido no se engañaba guiándose según la mayoría de los soviets. La
demostración de abril, que fue “más a la izquierda” de lo necesario,
constituyó un reconocimiento de exploradores para sondear el estado de
ánimo de las masas y la relación entre éstas y la mayoría de los soviets.
Este sondaje condujo a la conclusión de que era necesario un largo
trabajo preparatorio. Sabemos con cuánta dureza criticó Lenin a los
[marineros] de Kronstadt que súbitamente declararon no reconocer al
gobierno provisional.

Los adversarios de la lucha por el poder consideraron de un modo


totalmente distinto la cuestión. En la conferencia del partido de abril, el
camarada Kámenev se lamentó:28

28
Las actas de la Conferencia de Abril fueron publicadas por primera vez en 1925 y reeditadas en
1934. En 1958, se efectuó una nueva edición Sedmaia (Aprielskaya) Vsierossiiskaya Konferentsia
BSDRP (Bolshevikov), Moskva, 1958. La intervención de Kámenev, de la cual se han extraído las citas
siguientes, se halla en las pp. 78-86.
52
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“En el número 19 de la Pravda algún camarada (se trata evidente-


mente de Lenin. L. T.) presentó por primera vez una resolución
sobre el derrocamiento del gobierno provisional, la que fue publicada
aún antes de la última crisis. Luego esta consigna fue rechazada
porque habría provocado desorganización y fue definida como
aventurera. Ello quiere decir que durante esta crisis nuestros
camaradas han aprendido algo. La resolución propuesta (es decir la
resolución que el camarada Lenin somete a la conferencia. L. T.)
repite este error.”
Este modo de plantear la cuestión es harto significativo.

Luego de la tentativa de sondaje, Lenin retiró la consigna del derroca-


miento inmediato del gobierno provisional, pero la retiró sólo por algunas
semanas o meses, según fuere la rapidez con que aumentase la indignación
de las masas contra los oportunistas. Pero la oposición consideraba que
era errada la propia consigna en sí misma.

La temporaria retirada de Lenin no contenía la menor señal de un cambio


de línea. El no partía de la idea de que la revolución democrática no
estuviera aún concluida, sino únicamente de la constatación de que en
aquel momento las masas eran incapaces de derribar al gobierno provisional
y, por lo tanto, que se debía hacer todo lo necesario para que la masa
fuera capaz de alcanzar este objetivo en un momento posterior.

Toda la Conferencia de Abril del partido estuvo dedicada a este problema


fundamental. ¿Pasamos a la conquista del poder en nombre de la revolución
socialista o ayudamos (alguno) a completar la revolución democrática?
Por desgracia, aún no han sido publicadas las actas de esta Conferencia de
Abril, no obstante que jamás en la historia de nuestro partido hayamos
tenido un congreso que tuviese una importancia tan excepcional e
inmediata para la suerte de la revolución.

El punto de vista de Lenin era: lucha implacable contra la defensa


patriótica y sus sostenedores, conquista de la mayoría en los soviets,
derrocamiento del gobierno provisional, conquista del poder por parte de
los soviets, política revolucionaria de paz, programa de transformación
socialista en el interior y de revolución internacional en el exterior. En
cambo, la opinión de la oposición era, como ya sabemos, la de completar
la revolución democrática ejerciendo presión sobre el gobierno provisional,
en tanto los soviets debían quedar como “órganos de control” del poder
burgués. De lo que derivaba esa posición, mucho más conciliadora frente
a la defensa patriótica.

53
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

En la Conferencia de Abril, uno de los adversarios del punto de vista de


Lenin, objetó:

“Nosotros hablamos de los consejos de los obreros y de los


soldados como de centros organizativos de nuestras fuerzas y de
nuestro poder... Su propio nombre indica que representan un
bloque de fuerzas pequeño-burguesas y proletarias que se hallan
frente a tareas democrático-burguesas aún no resueltas. Cuando la
revolución democrática sea culminada, entonces este bloque no
podrá subsistir... y el proletariado conducirá una lucha revolucionaria
en contra del mismo... Pero nosotros reconocemos a estos soviets
como centros organizativos de nuestras fuerzas... En consecuencia
la revolución burguesa todavía no se ha completado, aún no se
sobrevive a sí misma, y creo que todos nosotros consideramos que
después del final, después que esta revolución termine por
completo, el poder pasará realmente a las manos del proletariado.”
(Discurso del camarada Kámenev.)

Está clarísimo el desesperado esquematismo de estas afirmaciones:


precisamente el hecho está en que el “terminar por completo esta
revolución” no puede alcanzarse sin un cambio de poderes. En el citado
discurso se ignora totalmente el esqueleto clasista de la revolución: las
tareas del partido no son determinadas en base al reagrupamiento real de
las fuerzas de clase, sino que están definidas según sea que el carácter de
la revolución es formalmente declarado burgués o democrático-burgués.
Nosotros debemos entrar en un bloque con la pequeña burguesía y
efectuar el control sobre el poder burgués hasta tanto la revolución
burguesa no esté completada. Este es un esquema puramente menche-
vique. Luego de haber delimitado doctrinariamente las tareas de la
revolución por medio de una fórmula (revolución “burguesa”), se debía
pasar a la política del control sobre el gobierno provisional y a la
reivindicación de un programa de paz sin anexiones, etc. Completar la
revolución democrática significaba una serie de reformas que debían ser
realizadas por la Asamblea Constituyente, en la cual se le asignaba al
partido comunista el papel de ala izquierda. Según esta concepción, la
consigna “Todo el poder a los soviets” habría perdido todo contenido real.
Ninguno expresó las cosas tan bien, de manera tan coherente y meditada,
como lo hizo el malogrado Noguin, también él integrante de la oposición,
en la Conferencia de Abril:

54
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“En el proceso de desarrollo los soviets pierden sus funciones más


importantes. Una serie de sus funciones administrativas son
transferidas a instituciones urbanas y rurales, comunales, etc. Si
nos fijamos en el desarrollo ulterior de la construcción del Estado,
no podemos cuestionar que se convocará una Constituyente, y
después de la misma un parlamento... Así vemos que las funciones
principales de los consejos se extinguirán poco a poco. Pero esto no
significa que los soviets terminen su existencia sin gloria. Ellos
únicamente ceden sus funciones. Con estos soviets no se llegará a
concretar la Comuna Republicana.”29
El tercer opositor, finalmente, afrontó la cuestión en base al criterio que
Rusia no estaba todavía madura para el socialismo:
“En resumidas cuentas, ¿podemos contar con el apoyo de las
masas si lanzamos la consigna de ‘revolución proletaria’? Rusia es
el país más pequeño-burgués de Europa. Es imposible contar con la
simpatía de las masas para la revolución socialista, y, por lo tanto,
el partido cuanto más aferre a las posiciones de la revolución
socialista tanto más se trasformará en un círculo de propaganda. El
impulso para la revolución socialista debe venir de Occidente.”
Y agrega:
“¿De dónde surge el esplendor de la revolución socialista? Yo creo
que, teniendo en cuenta todas las condiciones, el nivel pequeño-
burgués de nuestro país, la iniciativa de la revolución socialista no
puede partir de aquí. En cambio, en Occidente, la cuestión se
planteará de inmediato así como entre nosotros se plantea la
cuestión del derrocamiento del zarismo.”

No todos los adversarios del punto de vista de Lenin, sacaban, en la


Conferencia de Abril, las conclusiones de Noguin. Pero algunos meses más
tarde, en vísperas de octubre, todos ellos debieron aceptar lógicamente
estas conclusiones. O ser dirección de la revolución proletaria o asumir el
papel de oposición en el parlamento burgués; así estaba planteada la
cuestión en el seno del partido. Está muy claro que esta segunda posición
era propiamente menchevique o, mejor dicho, era una idea que los
mencheviques se vieron obligados a abandonar después de la revolución
de Febrero. En realidad, los mencheviques habían repetido durante años
con incesante monotonía que la futura revolución sería burguesa, que el
gobierno de la revolución burguesa podría resolver solamente tareas
burgueses, que la socialdemocracia no podría asumir las tareas de la
29
Las intervenciones de Noguin se encuentran en las pp. 101-103, 112-116, 129-132 de la citada
edición de las actas de la Conferencia de Abril.
55
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

democracia burguesa y estaría obligada, desde la oposición, a “empujar a


la burguesía hacia la izquierda”. Este tema fue desarrollado con una
profundidad particularmente extenuante por Martinov. Al estallar la
revolución burguesa de 1917, los mencheviques se encontraron bien
pronto en el gobierno. De todas sus ideas “de principio” sólo quedó en pie
la conclusión política de que el proletariado no debía osar aproximarse al
poder. Pero está claro que aquellos bolcheviques que ponían en la picota
al ministerialismo menchevique y al mismo tiempo se oponían a la
conquista del poder por parte del proletariado en realidad, se acercaban
al punto de vista de los mencheviques anterior a la revolución.

La revolución produjo desplazamientos políticos en dos direcciones: los


derechistas se convirtieron en kadetes, los kadetes se convirtieron en
republicanos involuntariamente, y éste era un desplazamiento formal-
mente hacia la izquierda; los socialistas-revolucionarios y los mencheviques
se trasformaron en un partido burgués dominante y éste fue un despla-
zamiento hacia la derecha. De esta manera la sociedad burguesa intentó
crear una nueva estructura de poder, una nueva consistencia y un nuevo
orden. Pero mientras los mencheviques pasaron de una posición socialista
formal a una posición democrática vulgar, el ala derecha de los bolcheviques
pasó a una postura socialista formal, o sea a la posición que antes había
sido de los mencheviques.

También en la cuestión de la guerra se verificó el mismo desplazamiento.


La burguesía, con excepción de algunos doctrinarios, repetía incansable-
mente el estribillo: “Sin indemnizaciones y sin anexiones”, tanto más pues
ya tenía poco que esperar en cuanto a anexiones. Los mencheviques y
la corriente zimmerwaldiana de los socialistas-revolucionarios habían
criticado a los socialistas franceses porque habían defendido su patria
burguesa-republicana, pero rápidamente se convirtieron en defensores de
la patria cuando se encontraron en una república burguesa; de su posición
internacionalista pasiva pasaron a una postura patriótica activa. Al mismo
tiempo el ala derecha de los bolcheviques adoptó una posición interna-
cionalista pasiva, la de la “presión” sobre el gobierno provisional en
interés de una paz democrática “sin indemnizaciones ni anexiones”. En la
Conferencia de Abril quedó perimida, por tanto, en el plano teórico y
político, la fórmula de la dictadura democrática del proletariado y los
campesinos. Y de ello resultaron dos concepciones antagónicas: una
democrática, que se ocultaba tras reservas socialistas formales, y una
socialista revolucionaria, realmente bolchevique, la de Lenin.

56
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

LAS JORNADAS DE JULIO. LA INTENTONA DE KORNILOV.


LA CONFERENCIA DEMOCRÁTICA Y EL PREPARLAMENTO
Las resoluciones de la Conferencia de Abril condujeron al partido por una
senda justa, en esencia. Pero en el estrato superior de éste, las
divergencias no quedaron eliminadas. Al contrario. Durante el curso de los
acontecimientos, las mismas asumieron formas aún más concretas y se
agudizaron al extremo en el momento decisivo de la revolución, en las
jornadas de Octubre.

La tentativa, sugerida por Lenin, de organizar una demostración el 10 de


junio fue considerada aventurera y condenada por aquellos camaradas
que estaban insatisfechos con el carácter de la acción de abril. La
demostración del 10 de junio no tuvo efecto debido a la interdicción del
congreso de los soviets. Pero el 18 de junio, el partido se tomó la
revancha: la demostración conjunta de Petrogrado, efectuada en base a
una iniciativa bastante imprudente de los oportunistas, estuvo dominada
casi por completo por las consignas bolcheviques. Pero también el
gobierno trató de hacer algo: comenzó la estúpida y desconsiderada
ofensiva en el frente. Fue un momento decisivo. Lenin puso en guardia al
partido contra los pasos imprudentes. El 21 de junio escribe en la Pravda:

“Camaradas, en este momento una acción sería inoportuna. Ahora


deberemos recorrer una etapa totalmente nueva en nuestra
revolución.”

Pero vinieron las jornadas de julio, que significaron uno de los más
importantes mojones tanto en lo referente al desarrollo de la revolución
como en lo que respecta a las divergencias internas en el partido.
En el movimiento de julio tuvo un peso decisivo la acción autónoma de las
masas de Petrogrado. Indudablemente en julio Lenin se planteó el
interrogante: ¿no ha llegado aún el momento? ¿El estado de ánimo de las
masas no ha superado todavía a la superestructura de los soviets? ¿No
existe el peligro que nosotros, hipnotizados por la legalidad soviética, nos
quedemos por detrás del estado de ánimo de las masas y nos separemos
de ellas? Es muy probable que algunas acciones puramente militares
fueran llevadas a cabo durante las jornadas de julio por iniciativa de
algunos camaradas honestamente convencidos de que su punto de vista
no divergía de la valoración que hacía Lenin sobre la situación. Lenin dice
más tarde: “En julio hemos hecho no pocas imbecilidades”. Pero en el
fondo, también en esta oportunidad todo se redujo a un nuevo y más
amplio reconocimiento, en una etapa nueva y de mayor envergadura del
movimiento. Debimos batirnos en dura retirada. El partido, en cuanto se
57
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

preparaba para la insurrección y la toma del poder, vio tal como lo hacía
Lenin, en las acciones de julio, sólo un accidente en el que pagamos a un
alto precio una enérgica toma de contacto con las fuerzas enemigas, pero
que no podía dañar a la línea de conjunto de nuestras acciones. En
cambio, aquellos camaradas que eran hostiles a la política de conquista
del poder debieron ver en el episodio de julio una dañina aventura. Los
elementos de derecha del partido se movilizaron aún más; su crítica se
hizo más categórica. Por consiguiente, también cambió el tono de la
defensa contra esta crítica. Lenin escribía:
“Todas esas lamentaciones, todos esos razonamientos de que ‘no
se hubiera debido’ participar en aquella acción (¡¡en el intento de
imprimir un carácter ‘pacífico y organizado’ a las archilegítimas
expresiones de descontento e indignación de las masas!!), son, si
provienen de los bolcheviques, un acto de renegados, o si
provienen de la pequeña burguesía, la expresión habitual de su
habitual pusilanimidad y confusión.”30
La palabra “renegados” –empleada en aquel momento– arrojaba una luz
trágica sobre las divergencias. Más tarde esta palabra desagradable
aparecería con frecuencia creciente.
La posición oportunista sobre la cuestión del poder y de la guerra,
naturalmente llevaba a una postura análoga en lo referente a la Inter-
nacional. La derecha trataba de inducir al partido a participar en la
Conferencia de Estocolmo de los socialpatriotas. Lenin escribía el 16 de
agosto:

“La intervención del camarada Kámenev en el C.E.C. el 6 de agosto


relacionada con la conferencia de Estocolmo, no puede dejar de
provocar el repudio de los bolcheviques, fieles a su partido y a sus
principios”.31

Y más adelante, respecto a la frase según la cual se desplegaría la bandera


de la revolución en la Conferencia de Estocolmo:

“Es ésta una declamación hueca en el estilo de Chernov y Tsereteli.


Es una flagrante mentira. No un estandarte revolucionario, sino el
estandarte de las transacciones, las conciliaciones, de la amnistía
de los socialimperialistas, de las negociaciones de los banqueros
sobre el reparto de las anexiones, tal es el estandarte que de hecho
comienza a ondear sobre Estocolmo”.32

30
Sobre las ilusiones constitucionalistas, en Lenin, O.C., edic. cit., XXV, p. 196.
31
Cf., t. XXV, p. 232
32
Cf., t. XXV, p. 233
58
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

La senda que conducía a Estocolmo era precisamente la senda de la II


Internacional, así como la participación en el preparlamento era el camino
de la república burguesa. Lenin se pronunció por el boicot a la Conferencia
de Estocolmo, del mismo modo en que más adelante estuvo por el boicot
al preparlamento. En el fragor de la batalla él no olvidaba ni por un solo
instante la necesidad de crear una nueva Internacional Comunista.

Ya el 10 de abril, Lenin propone el cambio del nombre del partido. Él


rechaza todas las objeciones planteadas contra el nuevo nombre, definién-
dolas como “argumentos de la rutina, del letargo, de la inercia”. El insistía:
“Ya es hora de tirar la camisa sucia, ya es hora de ponerse ropa limpia”.
Sin embargo la resistencia de los estratos superiores del partido era tan
fuerte que transcurrió un año entero, mientras Rusia tiraba la ropa sucia
del dominio burgués, para que el partido se decidiese a cambiar el
nombre y retornar a la tradición de Marx y Engels.

En esta historia del nombre del partido, la función desempeñada por


Lenin durante todo el año 1917 está expresada de manera simbólica: en
los virajes más decisivos de la historia, él conduce siempre en el partido
una lucha violenta contra el pasado, en nombre del porvenir. Y a veces, la
resistencia del pasado, que se presenta bajo el estandarte de la “tradición”,
asume una dureza extraordinaria.

Los acontecimientos en torno a la aventura de Kornilov, que provocaron


un fuerte desplazamiento de la situación a nuestro favor, atenuaron
temporariamente las divergencias, pero no las eliminaron. En el ala derecha
emerge en aquellos días una tendencia que quería aproximarse a la
mayoría de los soviets sobre el terreno de la defensa de la revolución y,
en parte, de la patria. Lenin reaccionó en contra de la misma a comienzos
de septiembre en una carta al Comité Central:

“A mi juicio, incurren en una falta de principios quienes (como


Volodarski) descienden hasta las posiciones del defensismo o (a
modo de otros bolcheviques) hasta el bloque con los socialistas-
revolucionarios, hasta el apoyo al Gobierno Provisional. Esto es
archiequivocado, es una falta de principios. Nos haremos defensistas
sólo después que el poder pase al proletariado…”

Y agregaba:

“Nosotros no debemos apoyar al gobierno de Kerenski ni siquiera


ahora. Es una falta de principios. Preguntarán: ¿es posible que no
haya que luchar contra Kornilov? ¡Por cierto que sí! Pero no es lo
mismo; hay un límite; y ese límite lo transponen algunos bolcheviques

59
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

cayendo en una ‘posición conciliadora’ dejándose arrastrar por la


corriente de los acontecimientos.”33

La etapa siguiente en el desenvolvimiento de las divergencias fue la


Conferencia Democrática (del 14 al 22 de septiembre) y el preparlamento
que de ella surge (7 de octubre). La tarea de los mencheviques y de los
socialistas-revolucionarios consistía en ligar a los bolcheviques con la
legalidad soviética y en la inserción sin problemas de esta última en la
legalidad burguesa-parlamentaria. Los elementos de derecha favorecían
estos esfuerzos. Ya hemos visto cómo concebían ellos el desarrollo
ulterior de la revolución: los soviets van cediendo poco a poco sus
funciones a los organismos correspondientes, a las dumas, a los cuerpos
administrativos autónomos, a los sindicatos, en fin, a la Asamblea
Constituyente, y después desaparecen de la escena. La senda que pasaba
por el preparlamento debía apartar la atención política de las masas de
los consejos, como instituciones “transitorias” ya superadas, para volverla
hacia la Asamblea Constituyente, como coronamiento de la revolución
democrática. Pero los bolcheviques ya estaban en mayoría en el soviet de
Petrogrado y en el de Moscú; nuestra influencia en el ejército crecía no ya
de un día para otro sino de una hora para otra. Ya no se trataba de hacer
un pronóstico, de buscar las perspectivas, sino literalmente de fijar la vista
sobre el camino que debíamos emprender al día siguiente.

La actitud de los partidos oportunistas en la Conferencia Democrática, ya


completamente fuera de causa, reveló su miserable bajeza. Pero nuestra
propuesta de abandonar la Conferencia realizando una demostración
dado su evidente papel negativo, chocó contra una violenta resistencia de
parte de los elementos de derecha de la fracción, que entonces tenían
fuerte influencia en el estrato superior de nuestro partido. El conflicto
provocado por esta cuestión fue el prólogo de la lucha que estalló sobre la
cuestión del boicot al preparlamento. El 24 de septiembre, o sea después
de la Conferencia Democrática, escribía Lenin:

“Los bolcheviques debieron retirarse en señal de protesta a fin de


no caer en la celada de la Conferencia, que procura desviar al
pueblo de los problemas serios.”

Los debates sobre la cuestión del boicot al preparlamento, que se


produjeron en el seno de la fracción bolchevique de la Conferencia
Democrática, aun cuando versaban sobre un tema relativamente limitado
tuvieron una importancia extraordinariamente grande. En realidad se
trataba de la tentativa efectuada por los elementos de derecha, sobre una

33
Al Comité Central del POSDB, en Lenin, O.C., edic. cit. XXV, p. 227.
60
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

escala más amplia y con mayor éxito aparente, para llevar al partido al
camino del “perfeccionamiento de la revolución democrática”. Por lo que
parece, estos debates no fueron registrados, como quiera que sea
nosotros no disponemos de ningún acta taquigráfica. El editor de la
presente obra colectiva ha hallado algún material muy sucinto entre mis
papeles.

El camarada Kámenev adujo argumentos que más tarde, formulados de


manera más neta y clara, constituyeron el contenido de la carta de
Zinóviev y Kámenev a las organizaciones del partido (11 de octubre). La
cuestión fue formulada en términos de principio sobre todo por parte de
Noguin: el boicot del preparlamento sería un llamamiento a la resistencia,
o sea una repetición de las jornadas de julio. Algunos otros camaradas
definían en genera] la táctica parlamentaria socialdemócrata y decían al
respecto:

“Ninguno osaría proponer el boicot al parlamento; pero aquí se


propone boicotear esta institución sólo porque ésta se denomina
preparlamento.”

Los elementos de derecha sostenían, en esencia, que la revolución llevaba


inevitablemente de los soviets al parlamentarismo burgués, que el
“preparlamento” representaba un eslabón natural de la cadena, y que era
inútil renunciar a la participación en el preparlamento si nos disponíamos
a ocupar la bancada de izquierda en el parlamento. Era necesario
completar la revolución democrática y “prepararse” para la socialista.
Pero; ¿cómo prepararse? A través de la escuela del parlamentarismo
burgués: los países avanzados indicaban precisamente a los países
atrasados la senda de su futuro. La caída del zarismo era considerada
como un hecho revolucionario, como en realidad lo fue. Pero la conquista
del poder por parte del proletariado era prevista por la vía parlamentaria,
sobre la base de la consolidación de la democracia. Entre la revolución
burguesa y la proletaria debían pasar largos años de régimen democrático.
La lucha por la participación en el preparlamento debía servir para
“europeizar” al movimiento obrero, para insertarlo más rápidamente en
la cadena de la “lucha democrática por el poder”, o sea en la cadena de la
socialdemocracia. La fracción de la Conferencia Democrática, que contaba
con más de cien miembros, equivalía, especialmente entonces, a un
verdadero congreso del partido. Más de la mitad de la fracción se
pronunció por la participación en el preparlamento. Este solo hecho
bastaba para provocar inquietud, y desde este momento en adelante
Lenin no dejó de dar la voz de alarma.

61
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Durante los días de la Conferencia Democrática, Lenin escribía:

“Sería el más grande de los errores, el mayor de los cretinismos


parlamentarios, que nosotros consideráramos la Conferencia
Democrática como un parlamento, pues aunque ella se hubiese
proclamado como tal, como parlamento soberano de la revolución,
igualmente no resolvería nada: la solución está fuera de ella, está
en los barrios obreros de Petrogrado y de Moscú.”34

El juicio de Lenin sobre la participación o no participación en el prepar-


lamento aparece en muchas de sus declaraciones y, en particular, en su
carta al Comité Central del 29 de septiembre, en la que habla de los
“irritantes errores de los bolcheviques, tales como la vergonzosa resolución
de participar en el preparlamento”. Para él esta resolución era una
expresión de las ilusiones democráticas y de las oscilaciones pequeño
burguesas; en su combate contra las mismas desarrollaba y perfeccionaba
su concepción de la revolución proletaria. No es verdad que entre la
revolución burguesa y la proletaria deben mediar muchos años. No es
verdad que la única escuela, o la escuela obligatoria fundamental que
prepara para la conquista del poder, deba ser la escuela del parlamen-
tarismo. No es cierto que la vía hacia el poder deba pasar siempre a través
de la democracia burguesa. Todas éstas son abstracciones vacías, esquemas
doctrinarios que tienen una única función política: atar de pies y manos a
la vanguardia proletaria, trasformarla, por medio del mecanismo estatal
“democrático”, en una oposición que es la sombra política de la burguesía:
no es otra cosa la socialdemocracia. La política del proletariado no debe
ser conducida en base a un esquema escolástico, sino de acuerdo con los
imperativos reales de la lucha de clases. No se trata de ir al preparla-
mento sino de organizar la insurrección y de conquistar el poder. Lenin
proponía directamente la convocatoria de un congreso extraordinario del
partido, cuya plataforma fuera el boicot al preparlamento. Desde entonces,
todas sus cartas y artículos están dominados por una idea: no se debe
participar en el preparlamento, y hacer de furgón “revolucionario” de los
oportunistas, sino se debe ir afuera, a las calles, a combatir por el poder.

POR LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE


Pero no hubo necesidad de convocar un congreso extraordinario. La
presión de Lenin aseguró, tanto en el Comité Central como en la fracción
del preparlamento, el necesario desplazamiento hacia la izquierda de las
fuerzas. El 10 de octubre los bolcheviques abandonaron el preparlamento.
En Petrogrado surgió un conflicto entre el soviet y el gobierno sobre la
34
El marxismo y la insurrección, en Lenin, O.C., edic. cit., XXVI, p. 15.
62
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

cuestión del envío al frente de unidades de la guarnición que simpatizaban


con los bolcheviques. El 16 de octubre fue creado el Comité Militar
Revolucionario, como órgano soviético legal de la insurrección. El ala
derecha del partido trató de frenar el curso de los acontecimientos. La
lucha de tendencias en el seno del partido, como toda la lucha de clases
en el país, entró en la fase decisiva. La toma de posición de la derecha fue
expresada del modo más completo y en el nivel de principios por la carta
de Zinóviev y Kámenev El momento presente.35 Esta carta, escrita el 11
(24) de octubre, dos semanas antes de la revolución, y enviada a las
principales organizaciones del partido, toma una posición decidida contra
la resolución del Comité Central sobre el levantamiento armado. En ella se
advierte contra la subestimación del enemigo, pero a su vez, subestima
enormemente las fuerzas de la revolución y pone directamente en duda la
existencia de un espíritu combativo en las masas (¡dos semanas antes del
25 de octubre!). La carta dice:

“Estamos profundamente convencidos que proclamar hoy la


insurrección armada significa poner en peligro no solo el destino de
nuestro partido sino también el destino de la revolución rusa e
internacional.”36

Pero sin insurrección y sin conquista del poder, ¿qué se debería hacer? La
carta también responde con suficiente claridad a este interrogante:
“Mediante el ejército, mediante los obreros, nosotros tenemos la pistola
apuntada sobre la sien de la burguesía” y bajo tal amenaza ella no podrá
hacer fracasar la Asamblea Constituyente.

“Nuestro partido tiene magníficas posibilidades de éxito en las


elecciones a la Asamblea Constituyente... La influencia del bolche-
vismo aumenta. Con una táctica justa podemos conquistar un
tercio, acaso más, de las bancas de la Asamblea Constituyente.” 37

Por lo tanto, la carta insta abiertamente a asumir el papel de oposición


“influyente” en la constituyente burguesa. Esta orientación puramente
socialdemócrata se disimula con la consideración siguiente:

35
El escrito de Zinóviev y de Kámenev, al cual se refiere Trotsky, ha sido recientemente publicado
en la edición italiana de las actas y documentos de las sesiones del Comité Central del Partido
Obrero Social Demócrata Ruso (bolchevique) en el período comprendido entre agosto de 1917 y
febrero de 1918: Los bolcheviques y la Revolución de Octubre, Roma, Editori Riuniti, 1962. pp. 197-
204. Hay edic. en español: Cuadernos del pasado y presente, n.° 28, Córdoba, 1972.
36
La cita es incompleta. En las actas se halla en la p. 198 el texto correcto, que incluye la expresión
puesta entre corchetes.
37
Los bolcheviques y la Revolución de Octubre, edic. cit., p 198.
63
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Los soviets han entrado en la vida y no pueden ser suprimidos... La


propia Asamblea Constituyente sólo puede contar con los soviets
para su labor revolucionaria. La Asamblea Constituyente más los
soviets: he aquí el tipo combinado de instituciones estatales hacia
el cual nos encaminamos.”38
Es muy interesante, para caracterizar toda la línea de la derecha, anotar el
hecho que la teoría del sistema político “combinado” –en el cual la
Asamblea Constituyente estaría combinada con los consejos–, fue retomada
en Alemania un año y medio o dos años más tarde por Rudolf Hilferding,
que también luchaba contra la conquista del poder por parte del prole-
tariado. El oportunista austro-alemán no sabía que cometía un plagio.
La carta El momento presente negaba que la mayoría del pueblo ruso
estuviera ya con nosotros, entendiendo el concepto de mayoría de
manera absolutamente parlamentaria.
“En Rusia nos sigue –dice la carta– la mayoría de los obreros y una
parte considerable del ejército. Pero todo lo demás constituye un
signo de interrogación. Por ejemplo, nosotros estamos convencidos
que si se llega a las elecciones para la Asamblea Constituyente, los
campesinos votarán en su gran mayoría por los socialistas-
revolucionarios. ¿Y acaso esto es algo fortuito?”39
El error fundamental de este razonamiento consiste en no comprender
que los campesinos tienen por cierto poderosos intereses revolucionarios
y pueden demostrar una fuerte aspiración a hacer triunfar estos intereses,
pero que no pueden asumir una postura política independiente: ellos
pueden o votar por la burguesía, por medio de la agencia socialista-
revolucionaria de la burguesía, o unirse de hecho al proletariado.
Precisamente dependía de nuestra política la efectivización de una u otra
posibilidad. Si íbamos al preparlamento, para posteriormente ejercer una
posición influyente (“un tercio, acaso más, de las bancas”) en la Asamblea
Constituyente, casi automáticamente colocábamos a los campesinos en
una situación tal que éstos habrían debido buscar la salvaguardia de sus
intereses a través de la Asamblea Constituyente y, por lo tanto, no por
medio de la oposición sino por medio de la mayoría de la asamblea
misma. Por el contrario, la conquista del poder por parte del proletariado,
debía crear de inmediato un marco revolucionario para la guerra de los
campesinos contra los propietarios de la tierra y los funcionarios. Si
queremos utilizar una expresión muy frecuente entre nosotros, la carta
contenía al mismo tiempo una subestimación pero asimismo una sobre-
38
Ibid., p. 199
39
Ibid., p. 199
64
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

estimación de los campesinos; la subestimación de sus posibilidades


revolucionarias (¡bajo dirección proletaria!) y la sobreestimación de su
autonomía política. Este doble error, esta simultánea subestimación y
sobreestimación de los campesinos a su vez derivaba de la subestimación
de la propia clase y de su partido, o sea de una visión socialdemócrata
del proletariado. Y la cosa no es sorprendente. Todos los matices del
oportunismo conducen, en última instancia, a valorar erróneamente las
posibilidades revolucionarias del proletariado.
Rechazando la conquista del poder, la carta pone en guardia al partido
contra la perspectiva de la guerra revolucionaria.
“La masa de los soldados nos apoya para una consigna de paz, no
de guerra... Si nosotros, luego de haber tomado el poder hoy solos,
nos encontrásemos (por fuerza de toda la situación mundial) en la
necesidad de llevar a cabo una guerra revolucionaria, la masa de
soldados nos abandonaría. Naturalmente permanecería a nuestro
lado lo mejor de la juventud del ejército, pero la masa de soldados
se apartaría de nosotros.”40
Estos argumentos son extremadamente instructivos. Aquí ya encontramos
las consideraciones principales que fueron hechas a favor de la firma de la
paz de Brest-Litovsk. Pero estos argumentos se empleaban entonces
contra la conquista del poder. Resulta muy claro que las ideas expresadas
en la carta El momento presente facilitó en mucho a los sostenedores de
estas ideas la aceptación de la paz de Brest-Litovsk. A nosotros sólo nos
resta repetir en esta oportunidad lo que al respecto hemos dicho en otra
ocasión: no es la temporal capitulación de Brest-Litovsk la que de por sí
caracteriza al genio de Lenin, sino únicamente el nexo existente entre
Octubre y Brest-Litovsk. Esto no puede ser olvidado.
La clase obrera combate y crece en la continua conciencia de que el
adversario es superior. Ello se observa en todo momento en la vida
cotidiana. El adversario tiene la riqueza, el poder, todos los instrumentos
para la influencia ideológica, todos los medios para la represión. El pleno
conocimiento de que el enemigo es superior en fuerzas es una
componente de toda la vida y de toda la labor del partido revolucionario
en el período de preparación. Las consecuencias de tal o cual acción
prematura o imprudente hacen recordar en cada oportunidad, de la
manera más cruda, la fuerza del enemigo. Pero llega un momento en que
este hábito de considerar al enemigo como el más fuerte se convierte en
el obstáculo principal en el camino de la victoria. La debilidad actual de la
burguesía se oculta detrás de la sombra de su fuerza pasada. “Ustedes

40
Ibíd., p. 199-200
65
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

subestiman la fuerza del enemigo”. Bajo esta línea se reagrupan todos los
elementos que guardan hostilidad respecto de la insurrección armada.
“Pero para cualquiera que no quiera quedarse en hablar de la
insurrección es un deber también sopesar con lucidez sus posibi-
lidades de éxito. También en este punto, empero, consideramos
que es nuestro deber decir que sería particularmente perjudicial en
este momento, subestimar las fuerzas del enemigo y sobreestimar
a las nuestras. Las fuerzas del adversario son superiores de lo que
parecen. Es Petrogrado la que decide y en Petrogrado los enemigos
del partido proletario han concentrado ingentes fuerzas: cinco mil
junkers, magníficamente armados, organizados, con deseos (por su
posición de clase) y con capacidad de combatir, más el estado
mayor, más las tropas de asalto, más los cosacos, más una parte
notable de la guarnición, más una artillería muy fuerte, distribuida
convenientemente en torno a Petrogrado. Por otra parte, casi
seguro que los adversarios, con la ayuda del CEC, intentarán traer
tropas desde el frente.”41
Es obvio que en la guerra civil, cuando no se trata de mirar simplemente
la composición de los batallones sino de evaluar su previsible actitud
dicho cálculo debe ser más atento y preciso que nunca. Lenin también era
de la opinión de que el enemigo disponía en Petrogrado de fuerzas
conspicuas, y propuso por ello la iniciación de la insurrección en Moscú,
donde a su juicio la misma podía desenvolverse sin derramamiento de
sangre. Errores de detalle similares son completamente inevitables en un
cálculo preventivo, aún en las condiciones más propicias, y es mejor hacer
las previsiones menos favorables. Pero aquí lo que nos interesa es el
hecho de la enorme sobreestimación de las fuerzas del enemigo, la
completa desfiguración de las proporciones en circunstancias en que el
enemigo, en verdad, no contaba más con fuerzas armadas.
La cuestión es de enorme importancia, como ha demostrado la experiencia
de Alemania. Mientras la consigna de la insurrección tenía para los
dirigentes del Partido Comunista Alemán un significado predominante-
mente, si no exclusivamente, agitativo, éstos simplemente ignoraron la
cuestión de las fuerzas armadas del enemigo (reichswehr, tropas fascistas,
policía). Ellos consideraban que en un flujo revolucionario creciente la
cuestión militar se resolvería por sí misma. Pero cuando se encontraron
situados de manera directa frente al problema, los camaradas que
anteriormente habían enjuiciado como irrelevante la fuerza armada del
enemigo, cayeron súbitamente en el exceso opuesto. Tomaron por
buenas todas las cifras que la burguesía daba a conocer sobre sus fuerzas
41
Ibíd., p. 202.
66
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

armadas, las sumaron cuidadosamente a los guarismos correspondientes


a la reichswehr y a la policía, luego redondearon la suma con exceso
(hasta medio millón o más) y así obtuvieron una masa compacta, armada
hasta los dientes, ciertamente suficiente para paralizar sus intentos.
Sin duda, la contrarrevolución alemana tenía fuerzas notables; de
cualquier manera estaba mejor organizada y preparada que nuestras
tropas kornilovianas y semikornilovianas. Pero también las fuerzas activas
de la revolución alemana son bien diferentes. El proletariado constituye la
gran mayoría de la población alemana. En nuestro caso, por lo menos en
el estadio inicial, la decisión dependía de Petrogrado y de Moscú. En
Alemania la insurrección habría dispuesto de inmediato de docenas de
potentes legiones proletarias. Desde este punto de vista, las fuerzas del
enemigo no hubieran sido ya tan terribles como aparecían en las
estadísticas redondeadas que hemos mencionado. De todas maneras
deben ser categóricamente rechazados aquellos cálculos tendenciosos
que fueron hechos después de] octubre alemán con el objeto de justificar
la política que había conducido a la catástrofe. En este dominio tiene un
significado insustituible nuestra experiencia rusa. Dos semanas antes de
nuestra victoria incruenta en Petrogrado –que hubiésemos podido obtener
aún con dos semanas de anticipación– los expertos políticos de nuestro
partido veían en contra nuestra a los junkers deseosos y capaces de
combatir, y también a las tropas de asalto y a los cosacos y una parte
importante de la guarnición y a la artillería, distribuida convenientemente
en torno nuestro, y las tropas que llegaban del frente. En realidad no
había nada de eso. Imaginémonos por un instante que en el partido y en
el Comité Central hubiesen triunfado los adversarios de la insurrección.
Resulta claro el papel que hubiera jugado la dirección en la guerra civil: la
revolución habría estado condenada de entrada al fracaso, si Lenin no
hubiera apelado al partido en contra del Comité Central, cosa que él
estaba dispuesto a hacer y que sin duda habría hecho con éxito.
Pero en circunstancias análogas no todos los partidos tuvieron su Lenin.
No es difícil de imaginar cómo se habría escrito la historia si en el Comité
Central hubiera vencido la tendencia que rechazaba la lucha. Los
historiadores oficiosos naturalmente expondrían las cosas mostrando
hasta qué punto habría sido un absurdo la insurrección en Octubre de
1917, y presentarían al lector disuasivas estadísticas acerca de las fuerzas
de los junkers, de los cosacos, de las tropas de asalto, sobre la artillería
emplazada en posiciones favorables y acerca de los cuerpos de ejército
que estaban llegando del frente. Si no hubieran sido puestas a prueba en
el fragor de la insurrección, esas fuerzas habrían sido presentadas como

67
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

mucho más terribles de lo que en realidad fueron. Esta es la enseñanza


que debe quedar grabada en la conciencia de todo revolucionario.
La presión que ejerció Lenin sobre el Comité Central en septiembre y
octubre, con una tenacidad incesante e infatigable, se debió a su
constante temor de que dejáramos escapar el momento favorable. Los
derechistas respondían diciendo que tal temor era ilógico puesto que
nuestra influencia crecería siempre más. ¿Quién tuvo razón? ¿Qué
significa dejar escapar el momento? Aquí llegamos a la cuestión donde la
valoración bolchevique, activamente estratégica y operativa, de la vía y de
los métodos de la revolución, se contrapone con la socialdemócrata,
menchevique, que es totalmente fatalista. ¿Qué significa dejar escapar el
momento oportuno? Evidentemente se da el presupuesto más favorable
para la insurrección cuando existe un máximo desplazamiento de fuerzas
a nuestro favor. Naturalmente que aquí se trata de la correlación de
fuerzas en la esfera de la conciencia, es decir en la superestructura
política, y no en la base la cual debe considerarse más o menos constante
durante todo el período de la revolución. Permaneciendo estable la base
económica y la estructura de clases de la sociedad, la correlación de
fuerzas entre las mismas cambia en consonancia con el estado de ánimo
de las masas proletarias, con la quiebra de sus ilusiones, con la acumulación
de sus experiencias políticas, con la pérdida de la fe en el poder estatal
por parte de las clases y de los grupos intermedios, y, en fin con el
debilitamiento de la confianza en si mismo del propio poder estatal.
Todos estos son procesos que se desarrollan en la revolución.
Todo el arte de la táctica reside en la elección del momento en el cual la
correlación de fuerzas se configura del modo más favorable para
nosotros. La asonada de Kornilov creó definitivamente estas condiciones.
Las masas, que habían perdido la confianza en los partidos mayoritarios
de los soviets, se encontraban frente a frente con el peligro de la contra-
rrevolución. Consideraban que ya les correspondía a los bolcheviques
hallar una salida. Ni la disgregación elemental del poder estatal, ni la
afluencia espontánea de las masas impacientes y plenas de reivindicaciones
hacía los bolcheviques, podían durar mucho tiempo. La crisis debía ser
resuelta en una u otra dirección. Ahora o nunca, responde Lenin.
Los elementos de derecha replicaron:

“En tales condiciones sería un profundo error histórico plantear la


cuestión del paso del poder a manos del partido proletario en estos
términos: ¡ahora o nunca!

68
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“¡No! El partido proletario crecerá; su programa será cada vez más


claro para masas siempre más amplias... El partido puede destruir
sus propios éxitos de una sola manera: tomando sobre sí la
iniciativa de un ataque en las condiciones actuales…
“Contra esta política perniciosa nosotros elevamos nuestro grito de
advertencia.”42
Este optimismo fatalista debe ser estudiado con la máxima atención. No
es un hecho nacional, ni menos aún, excepcional. La misma tendencia la
pudimos observar también en Alemania el año pasado. En esencia, tras
este fatalismo quedantista se esconde la irresolución y la incapacidad para
actuar, que sin embargo se enmascara con el pronóstico consolador:
nuestra influencia es siempre mayor; cuanto más se va adelante, tanto
más crecerán nuestras fuerzas. ¡Grosero error! La fuerza de un partido
revolucionario crece sólo hasta un cierto momento. Pero después de este
momento el proceso puede transformarse en su contrario: a causa de la
pasividad del partido, las esperanzas de las masas ceden su lugar a las
desilusiones. Un viraje decisivo de este género se ha podido observar en
la Alemania de octubre de 1923. En el otoño de 1917, en Rusia, no
estábamos muy lejos de un viraje similar. Acaso hubiera sido suficiente
con que dejásemos pasar aún un par de semanas más inutilizadas. Lenin
tenía razón: ¡Ahora o nunca!
“Pero la cuestión decisiva –éste es el último y más fuerte argumento
que los adversarios de la insurrección pueden presentar– es la
siguiente: ¿verdaderamente existe entre los obreros y los soldados
de la capital un estado de ánimo tal que ellos mismos vean de
ahora en adelante la salvación solamente en el combate callejero y
anhelen lanzarse a las plazas? No. Tal estado de ánimo no existe.
Los propios partidarios de la ofensiva dicen que el estado de ánimo
de los trabajadores y de los soldados está lejos de ser aquel que
precedió, aunque más no fuese, el 3 de julio. Si existiese en las
amplias masas de la capital un espíritu de lucha, un impuso a ganar
las calles, ello podría ofrecernos la garantía de que su iniciativa en
el ataque arrastraría tras suyo también a las importantes y grandes
organizaciones (ferroviarios, correos y telégrafos, etc.) en las cuales
la influencia de nuestro partido es débil. Pero ya que este estado
de ánimo no existe ni en las fábricas ni en los cuarteles, construirlo
sobre cálculos sería ilusionarse.”43

42
Ibíd., p. 204
43
Ibíd., p. 203
69
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Estas líneas, escritas el 11 de octubre, adquieren un significado especial y


de actualidad si se recuerda que los camaradas dirigentes del partido
alemán explicaron su retirada sin combate del año pasado, precisamente,
alegando que las masas no querían batirse. Justamente es éste el punto:
la victoria de la insurrección está mejor asegurada, en general, si las
masas tienen tiempo para acumular suficientes experiencias como para
no arrojarse de cabeza en la lucha, si esperan tranquilamente y reclaman
una dirección resuelta y sagaz. En octubre de 1917, luego de la experiencia
de la revuelta de abril, de las jornadas de julio y de la aventura de
Kornilov, se había abierto camino entre las masas obreras, o al menos
entre sus estratos dirigentes, la firme convicción de que siguiendo
adelante no se trataría más de meras manifestaciones elementales de
protesta, de escaramuzas, sino de una insurrección decisiva para la
conquista del poder. Por lo tanto, el estado de ánimo de las masas se
había vuelto más reconcentrado, más crítico y más profundo.
El pasaje de una alegre espontaneidad plena de ilusiones a una conciencia
más crítica, provoca inevitablemente un cierto retardo en la revolución.
Esta crisis progresiva en el estado de ánimo de las masas puede ser
únicamente superada con una adecuada política del partido: se trata en
primer lugar de que el partido esté listo y en condiciones de conducir la
insurrección del proletariado. En cambio, un partido que ha desarrollado
una prolongada agitación revolucionaria y que ha sustraído a las masas
del influjo de los oportunistas, paralizaría la actividad de las masas,
provocaría abatimiento y desilusión en las mismas, aniquilaría la revolución,
si él mismo, luego de haber sido llevado en alto por la confianza de las
masas, comenzase a vacilar, cavilar, inventar sofismas y a esperar. En
compensación, un partido de ese tipo, se crea la posibilidad de justificarse,
después de la derrota, poniendo como causa la insuficiente actividad de
las masas. Precisamente por este camino conducía la carta El momento
presente. Afortunadamente, nuestro partido, bajo la dirección de Lenin,
liquidó resueltamente, en la cúspide, estas posturas. Tan sólo gracias a
esta circunstancia es que pudo guiar una revolución triunfante.
Luego que hemos definido la naturaleza de las cuestiones políticas
conectadas con la preparación de la revolución de Octubre, y luego de
haber tratado de esclarecer el sentido de las divergencias que aquéllas
suscitaran, únicamente nos resta exponer, brevemente, los principales
momentos de la lucha interna en el partido durante los últimas semanas
decisivas.

70
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

El 10 de octubre el Comité Central aprobó la resolución sobre la


insurrección armada. El 11 de octubre fue enviada a las principales
organizaciones del partido la carta El momento presente. El 18 (31) de
octubre, una semana antes de la revolución, aparece en Novaia Zhizn (La
vida nueva) la carta de Kámenev.

“No únicamente el camarada Zinóviev y yo, sino también muchos


otros camaradas con nosotros, que desenvuelven una actividad
práctica –dice esta carta– consideramos que tomar sobre sí la
iniciativa de una insurrección armada en este momento, con la
actual correlación de fuerzas sociales, independientemente del
congreso de los soviets y pocos días antes de su convocatoria,
constituiría un paso inadmisible y pernicioso para el proletariado y
la revolución.”44

El 25 de octubre (7 de noviembre) fue conquistado el poder en Petro-


grado y formado el gobierno de los soviets. El 4 (17) de noviembre, un
grupo de funcionarios responsables dimitió del Comité Central del partido
y del consejo de comisarios del pueblo y planteó la exigencia, en forma de
ultimátum, de formar un gobierno de coalición con los partidos soviéticos.

“Consideramos –escribían ellos– que fuera de ello existe una única


alternativa: el mantenimiento de un gobierno puramente bolchevique
por medio del terror político.”45

Y en otro documento del mismo período se lee:

“No podemos solidarizarnos con la desastrosa política del Comité


Central, política atentatoria contra la gran mayoría del proletariado y
los soldados, que aspiran a que se haga la paz entre los diferentes
grupos de la democracia y no quieren que corra más sangre. Por esa
razón, renunciamos al título de miembros del Comité Central con el
fin de tener derecho a defender nuestras opiniones ante la masa de
obreros y soldados e invitarlos a apoyar nuestro llamamiento: ¡Viva
el gobierno de los partidos socialistas!”46

44
El texto de la carta de Kámenev publicada en Novaya Zhign el 18 de octubre de 1917, se
reproduce en Los bolcheviques y la Revolución de Octubre, edic., cit., pp. 243-244.
45
Se trata de la declaración de los comisarios del pueblo Noguin, Zukov, Miliutin y Teodorovich
en la reunión del CEC [Comité Central Ejecutivo] del 17 de noviembre. Cf. Los bolcheviques y la
Revolución de Octubre, edic. cit., pp. 287-288.
46
Se trata de la declaración dirigida al CC del POSDR por Kámenev, Rykov, Miliutin, Zinóviev y
Noguin, Cf. ibíd., pp. 287-288.
71
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Así, pues, aquellos camaradas que se habían opuesto a la insurrección


armada y a la conquista del poder, y que la definían como una aventura,
luego de la insurrección triunfante exigieron que el poder fuera restituido
a aquellos partidos a los cuales el proletariado se lo había arrancado. ¿Por
qué razón el partido bolchevique victorioso debía restituir el poder a los
mencheviques y a los socialistas-revolucionarios? Ya que precisamente se
trataba de restituir el poder. Así respondían los camaradas de la oposición:
“Estimamos que la formación de un gobierno de este tipo es
indispensable para evitar un nuevo derramamiento de sangre, para
conjurar el hambre inminente, evitar el aplastamiento de la
revolución por Kaledin y asegurar la reunión de la Asamblea
Constituyente en la fecha señalada, así como la ejecución del
programa de paz acptado por el II Congreso de los Soviets de
Diputados obreros y soldados de toda Rusia.”47
En otros términos, se trataba de hallar la vía del parlamentarismo burgués
pasando por la puerta, de los soviets. Si la revolución no había sido
llevada adelante por el preparlamento sino que se había abierto camino
por medio de Octubre, a inicio de la oposición era necesario salvar la
revolución de la dictadura, con el auxilio de los mencheviques y de los
socialistas-revolucionarios y encaminarla sobre los carriles del régimen
burgués. Ni más ni menos; se trataba de liquidar a Octubre. Naturalmente
en tales circunstancias no se podía pensar en un acuerdo.
Al día siguiente, el 5 (18) de noviembre, fue publicada otra carta de la
misma tendencia:
“No puedo callar por resguardo a la disciplina de partido si hay
marxistas que, contradiciendo razones y hechos elementales, no
quieren tomar en consideración las circunstancias objetivas que
nos imponen un entendimiento con todos los partidos socialistas si
no queremos ir a la quiebra... Por respeto a la disciplina de partido
no puedo sumarme al culto de la persona y hacer depender de la
presencia de ésta o aquélla persona en el ministerio el acuerdo
político con todos los partidos socialistas que aprueban nuestras
reivindicaciones esenciales, y prolongar, así, aunque no fuera más
que un minuto, el derramamiento de sangre.”48
Al final, el autor de la carta (Losovski) dice que es necesario luchar por la
convocatoria del congreso, con el fin de decidir

47
Ibíd., p. 287.
48
Rabochaia Gazieta, n.° 204 del 5 de noviembre de 1917.
72
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“si el partido de los bolcheviques debe continuar siendo un partido


marxista de los trabajadores o tomar definitivamente un rumbo
que no tiene nada de común con el marxismo revolucionario.”49
La situación parecía verdaderamente desesperada. No sólo la burguesía y
los grandes propietarios de la tierra, no sólo la así llamada “democracia
revolucionaria”, en cuyas manos aún permanecían numerosas direcciones
de organizaciones (la asociación de ferroviarios, los comités del ejército,
los empleados estatales, etc.), sino también influyentes funcionarios de
nuestro propio partido, miembros del Comité Central y del Consejo de
Comisarios del Pueblo, condenaban abiertamente las tentativas del
partido de mantener el poder para así realizar su programa.
La situación podía parecer verdaderamente desesperada si se observaba
sólo la superficie de los acontecimientos. ¿Qué nos quedaba por hacer?
Aceptar las exigencias de la oposición significaba liquidar a Octubre. Pero
entonces no tenía más sentido hacer la insurrección. Sólo una cosa quedaba
por hacer: seguir adelante confiando en la voluntad revolucionaria de las
masas. El 7 de noviembre apareció en la Pravda la declaración decisiva del
Comité Central de nuestro partido, que había sido redactada por Lenin y
estaba llena de auténtica pasión revolucionaria, formulada de modo claro,
simple e inatacable; esta declaración estaba dirigida a todos los miembros
del partido que trabajaban entre las masas. Este llamamiento puso fin a
cualquier duda sobre la política ulterior del partido y de su Comité
Central.
“Avergüéncense, pues, todos los que no tienen fe, todos los que
vacilan, todos los que dudan, todos los que se han dejado intimidar
por la burguesía e influir por los gritos de sus cómplices directos e
indirectos. Entre las masas de obreros y soldados de Petrogrado,
de Moscú, de otras partes, no hay sombra de vacilación. ¡Unánime
y firme como un solo hombre, nuestro partido monta guardia en
torno al poder de los soviets, en torno a los intereses de todos los
trabajadores, de los obreros y campesinos pobres en primer
término!”50
La crisis más aguda del partido estaba superada. Pero todavía no cesó la
lucha interna. La línea de batalla seguía siendo la misma. Pero su
importancia política disminuía siempre más. Hallamos un testimonio
cuando menos interesante en el informe de Uritski, pronunciado el 12 de
noviembre en la sesión del comité de Petrogrado de nuestro partido,
acerca de la convocatoria de la constituyente.

49
Ibíd.
50
Este llamamiento del CC del POSDR redactado por Lenin se halla en O.C., edic. cit., XXVI, p. 288.
73
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Las divergencias en el seno de nuestro partido no son algo nuevo.


Es la misma corriente que se podía observar también antes a
propósito de la cuestión de la insurrección. Actualmente, algunos
camaradas ven en la Asamblea Constituyente algo que coronará la
revolución. Se sienten afligidos y afirman que nosotros hemos
procedido sin tacto. Se oponen a que los miembros bolcheviques
de la Asamblea Constituyente controlen su convocatoria y la
correlación de fuerzas. Adoptan un punto de vista meramente
formal y no toman en cuenta que tal control permite obtener una
visión de lo que acontece en relación a la Asamblea Constituyente;
de esta manera nosotros tenemos la posibilidad de determinar
nuestra toma de posición respecto de la Asamblea Constituyente...
Nuestro actual punto de vista es que nos batimos por los intereses
del proletariado y de los campesinos más pobres. Pero algunos
camaradas creen que nosotros hicimos una revolución burguesa,
de la cual la Asamblea Constituyente debería ser el coronamiento.”
Con la disolución de la Asamblea Constituyente se puede considerar
cerrado no sólo un significativo capítulo de la historia de Rusia, sino
también un capítulo no menos importante de la historia de nuestro
partido. Después de haber superado las resistencias internas, el partido
de la clase obrera no sólo ha conquistado el poder, sino también lo ha
mantenido.

LA INSURRECCIÓN DE OCTUBRE Y LA “LEGALIDAD” SOVIÉTICA


En septiembre, en los días de la “Conferencia Democrática”, Lenin
reclamaba el paso inmediato a la insurrección:
“Y para considerar la insurrección al estilo marxista, es decir, como
un arte, es necesario que, al mismo tiempo, sin perder un minuto,
organicemos el Estado Mayor de los destacamentos de la
insurrección, distribuyamos las fuerzas, lancemos los regimientos
de confianza contra los puntos más importantes, cerquemos el
Teatro Alexándrovski51 y tomemos la fortaleza de Pedro y Pablo,
arrestemos al Estado Mayor y al gobierno, enviemos contra los
junkers y contra la “división salvaje” tropas dispuestas a morir
antes de dejar que el enemigo se abra paso hacia los centros de la
ciudad: es preciso que movilicemos a los obreros armados,
haciéndoles un llamamiento para que se lancen a una lucha
desesperada, a la lucha final; es necesario que ocupemos inmedia-
tamente las centrales Telégrafos y Teléfonos, que instalemos
51
La Conferencia sesionaba en el Teatro de Alejandro en Petrogrado.
74
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

nuestro Estado Mayor de la insurrección en la Central de Teléfonos


y poner en contacto telefónico con él a todas las fábricas, a todos
los regimientos y a todos los puntos de la lucha armada; etc.
Todo esto, naturalmente, a título de ilustración, de ejemplo de
cómo en los momentos actuales no se puede ser fiel al marxismo, a
la revolución, sin considerar la insurrección como un arte.”52
Tal modo de plantear la cuestión presuponía la preparación y realización
de la insurrección por mediación del partido y en su nombre, y que sólo
en un segundo momento la victoria debía ser sancionada por el congreso
de los soviets. El Comité Central no aceptó esta propuesta. La insurrección
fue encaminada sobre los carriles de los soviets y en el terreno de la
agitación se la unió al segundo Congreso de los Soviets. Esta diferencia
exige una explicación especial. Naturalmente ésta no es una cuestión de
principios, sino una cuestión puramente técnica, pero sin embargo tiene
gran importancia práctica.
Ya hemos dicho que Lenin temía, con una ansiedad impaciente, dejar
pasar el momento de la insurrección. A causa de las vacilaciones de las
que era presa la cúspide del partido, la agitación formalmente unida al
inminente segundo congreso de los consejos debía parecerle un retardo
inadmisible, una concesión a las irresoluciones y a las pérdidas de tiempo
provocadas por la indecisión; en definitiva, debía parecerle un crimen.
Lenin vuelve a menudo sobre este concepto desde fines de septiembre.
“En nuestro Comité Central y en los medios dirigentes del partido
–escribía Lenin el 29 de septiembre– hay una tendencia u opinión
en favor de esperar al Congreso de los Soviets, contraria a la toma
inmediata del poder, contraria a la insurrección inmediata. Hay que
vencer esta tendencia u opinión.”53

A comienzos de octubre Lenin escribía:

“Demorar constituye un crimen. Esperar el Congreso de los Soviets


sería jugar pueril y vergonzosamente con trámites formalistas, sería
traicionar la revolución.”

En las tesis para la conferencia de Petrogrado del 8 de octubre Lenin dice:

“Hay que combatir las ilusiones constitucionales y las esperanzas


depositadas en el Congreso de los Soviets, abandonar la idea pre-
concebida de ‘esperar’ incondicionalmente el Congreso…”

52
El marxismo y la insurrección, en Lenin, O.C., edic. cit., XXVI, pp. 17-18. vol. XIV-2, p. 140
53
La crisis ha madurado, en Lenin, O.C., edic. cit., XXVI, p. 71.
75
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

En fin, el 24 de octubre Lenin escribe:


“Es claro como la luz del día que hoy en verdad aplazar la
insurrección es la muerte... La historia no perdonará ninguna
dilación a los revolucionarios que hoy pueden triunfar (y que
triunfarán hoy con toda seguridad.) y que mañana correrán el
riesgo de perder mucho, tal vez de perderlo todo.”54
Todas estas cartas, en las cuales cada frase estaba martillada sobre el
yunque de la revolución, presentan un interés extraordinario ya sea para
un retrato de Lenin como para un juicio sobre la situación. La idea central
de las mismas está constituida por la indignación, por la protesta, por la
irritación ante la actitud fatalista, quedantista, socialdemócrata y
menchevique hacia la revolución; actitud que Lenin considera como un
aplazamiento sin fin. Si el factor tiempo siempre tiene importancia en
política, esta importancia resulta cien veces mayor en la guerra y en la
revolución. Todo aquello que se puede hacer hoy no siempre puede ser
realizado mañana. Una insurrección, el abatimiento del enemigo, la toma
del poder, pueden ser posibles hoy pero imposibles mañana. Pero tomar
el poder significa dar un golpe de timón en la historia; ¿acaso puede
depender tamaña empresa de un espacio de veinticuatro horas? Sí, puede
depender de ello. Cuando se ha llegado hasta el punto de la insurrección
armada, los acontecimientos ya no pueden ser medidos con el largo
rasero de la política, sino que deben referirse al breve patrón de medidas
de la guerra. Dejar pasar alguna semana, algún día, a veces aún un solo
día, en determinadas circunstancias significa la renuncia a la revolución, la
capitulación. Acaso, de no haber sido por la alarma de Lenin, por su
presión, por su crítica, por su intensa y apasionada desconfianza revolu-
cionaria, el partido no hubiera dispuesto sus efectivos en el frente de
batalla en el momento decisivo, dado que la resistencia en la cúspide era
muy intensa y en la guerra, como asimismo en la guerra civil, el estado
mayor tiene una gran importancia.
Pero al mismo tiempo, está muy claro que el hecho que la insurrección
fuese preparada y realizada aparentemente con el objeto de preparar el
segundo Congreso de los Soviets y con la consigna de defenderlo, nos
otorgó una ventaja inestimable. Desde el instante en que nosotros, soviet
de Petrogrado, protestamos contra la orden de Kerenski de enviar al
frente a los dos tercios de la guarnición de Petrogrado, de hecho
entramos en la fase de la insurrección armada. Lenin, que se encontraba
fuera de Petrogrado, no veía claramente todo el valor de esta circunstancia.
Ninguna de sus cartas de aquel período, en lo que yo recuerdo, contiene
una sola palabra acerca de este hecho. Sin embargo, el éxito de la
54
Carta a los miembros del Comité Central, en Lenin, O.C., edic. cit., XXVI, p. 220.
76
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

insurrección del 25 de octubre ya estaba decidido en sus tres cuartas


partes, sino en más, en el instante en que nos oponemos a la orden de
partida de la guarnición de Petrogrado, creamos el Comité Militar
Revolucionario (16 de octubre), enviamos a nuestros comisarios a todas
las unidades militares y a todas las instituciones y aislamos, de esta
manera, completamente, no sólo al estado mayor del distrito de
Petrogrado sino también al gobierno. En un sentido estricto esto ya era
una insurrección armada, aunque fuera incruenta, de los regimientos de
Petrogrado contra el gobierno provisional, bajo la dirección del Comité
Militar Revolucionario y bajo la divisa de la preparación y de la defensa
del segundo Congreso de los Soviets, que debía decidir acerca de la suerte
del poder.
Los consejos de Lenin de comenzar la insurrección en Moscú, donde, a su
juicio, la misma hubiese tenido un curso incruento, precisamente
derivaban de la circunstancia de que desde su situación de clandestinidad,
él no tenía la posibilidad de valorar el grandioso viraje que se había
producido a mediados de octubre, luego de la insurrección “silenciosa” de
la guarnición de la capital, no sólo en el estado de ánimo de las masas,
sino también de las unidades organizadas, en toda la jerarquía militar.
Desde el instante en que los batallones, por orden del Comité Militar
Revolucionario, se rehusaron a abandonar la ciudad, y no la abandonaron,
en la capital ya teníamos una insurrección victoriosa, que no podía ser
disimulada por la supervivencia del régimen político democrático-burgués.
La insurrección del 25 de octubre sólo sirvió de culminación. Justamente
por ello es que se desarrolla de un modo indoloro. En cambio, en Moscú,
la lucha fue mucho más larga y sangrienta, aun cuando el poder de los
soviets estaba ya consolidado en Petrogrado. Resulta muy evidente que si
el levantamiento se hubiera iniciado en Moscú, antes de la insurrección
de Petrogrado, aquél hubiese sido inevitablemente más largo y su éxito
muy dudoso. Pero un fracaso en Moscú habría tenido graves consecuencias
asimismo en Petrogrado. Naturalmente tampoco en tal caso hubiera
estado excluida la victoria; pero la vía efectivamente recorrida por los
acontecimientos se evidenció mucho más económica, ventajosa y
victoriosa.
Nosotros tuvimos la posibilidad de hacer coincidir, más o menos, la
conquista del poder con el momento de la reunión del segundo Congreso
de los Soviets gracias a que la insurrección armada “silenciosa”, casi
“legal”, de Petrogrado era ya un hecho consumado en sus tres cuartas
partes por no decir en sus nueve décimas. Denominamos “legal” esta
insurrección en el sentido que la misma surge en las condiciones
“normales” de la dualidad de poderes. Cuando aún estaba dominada por

77
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

los oportunistas, el Soviet de Petrogrado, a menudo, procedía a controlar


o modificar resoluciones del gobierno. Ello estaba en consonancia con la
estructura de aquel régimen que en la historia se da en llamar “la era de
Kerenski”. Cuando nosotros, los bolcheviques, llegamos al poder en el
Soviet de Petrogrado, nos limitamos a proseguir este doble gobierno y a
profundizar sus métodos. Introdujimos en nuestra esfera de acción la
facultad de controlar las órdenes de desplazamiento de la guarnición; y,
de tal modo, enmascaramos bajo las tradiciones y los métodos de la
dualidad de poderes legales la insurrección de hecho de la guarnición de
Petrogrado. Y no sólo ello: en nuestra agitación hacemos coincidir la
cuestión del poder con la fecha de la convocatoria del segundo Congreso
de los Soviets, desarrollamos y profundizamos las tradiciones ya generadas
por la dualidad de poderes y preparamos así el cuadro de la legalidad
soviética para la insurrección bolchevique en todo el país.
No hacemos adormecer a las masas con ilusiones soviético-constitu-
cionales: por el contrario, con la consigna de la lucha por el segundo
congreso conquistamos para nuestra parte a las bayonetas del ejército
revolucionario y consolidamos su organización. Por otra parte, logramos,
en mayor medida de lo previsto, hacer caer en la trampa de la legalidad a
nuestros enemigos oportunistas. El uso de la astucia política es siempre
peligroso, sobre todo en la revolución: la más de las veces no se consigue
engañar al enemigo mientras que se genera confusión entre las masas
que se conducen. Si nuestra “astucia” dio resultados cien por ciento ello
se debió a que no era una invención artificiosa de avisadísimos estrategas
que querían burlar la guerra civil: esa “astucia” nacía naturalmente de las
condiciones de la reina del régimen oportunista, de sus flagrantes
contradicciones. El gobierno provisional quería desembarazarse de la
guarnición. Los soldados no querían marchar al frente. Nosotros le dimos
a este estado de ánimo una expresión política, un fin revolucionario y una
máscara “legal”. De tal modo obtuvimos una unanimidad excepcional en
el seno de la guarnición y la ligamos estrechamente con los obreros de
Petrogrado. En cambio, nuestros adversarios, en su confusión mental y en
su situación desesperada, tendían a confundir el enmascaramiento
soviético con la esencia. Ellos querían ser engañados y nosotros les
aseguramos de la mejor manera esta posibilidad.

Entre nosotros y los oportunistas se desarrollaba la lucha por la legalidad


soviética. En la conciencia de las masas los soviets eran la fuente del
poder. De los soviets salían Kerenski, Tsereteli, Skóbelev. Pero también
nosotros estábamos estrechamente vinculados a los soviets por medio de
la consigna: todo el poder a los soviets. La burguesía hacía derivar la
continuidad jurídica de la Duma de Estado. Los oportunistas la hacían

78
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

derivar de los soviets, con el objeto de destruirlos; otro tanto hacíamos


nosotros, pero con el fin de transferir a los soviets todo el poder. Los
oportunistas no podían todavía interrumpir la continuidad soviética y se
apresuraban a construir un puente de ésta al parlamentarismo. Para ello
crearon la Conferencia Democrática y el preparlamento. La participación
de los soviets en el preparlamento sancionaba, para así decirlo, este
rumbo. Los oportunistas trataban de capturar a la revolución utilizando
como cebo a la legalidad soviética para encaminarla posteriormente sobre
los carriles del parlamentarismo burgués.

Pero también nosotros teníamos interés en valemos de la legalidad


soviética. Al término de la Conferencia Democrática arrancamos a los
oportunistas el acuerdo para la convocatoria del segundo Congreso de los
Soviets. Este Congreso les creaba extraordinarias dificultades: por una
parte, ellos no podían oponerse a la convocatoria sin romper con la
legalidad soviética; por otra parte, debían advertir claramente que por su
composición el congreso no les prometía nada bueno. Con mayor decisión
nosotros nos dirigíamos al segundo Congreso como máxima autoridad del
país, y en toda nuestra labor de preparación nos orientábamos a apoyar y
defender el congreso de los soviets contra los inevitables atentados de los
contrarrevolucionarios. Si los oportunistas nos aprisionaron con la legalidad
soviética mediante el preparlamento, que estaba originado en los soviets,
también nosotros los capturamos con esta legalidad mediante el segundo
Congreso de los Soviets. Preparar una insurrección armada bajo la
consigna abierta de la conquista del poder por parte del partido es una
cosa totalmente diferente que preparar y realizar la insurrección bajo la
consigna de la protección de los derechos del congreso de los soviets. La
adaptación de la tarea de la conquista del poder al segundo Congreso de
los Soviets no implicaba de ninguna manera la espera ingenua de que el
congreso resolviera por sí solo la cuestión del poder. Estábamos muy lejos
de este fetichismo de la forma soviética. Toda la labor no solamente
política, sino también organizativa y técnico-militar, que era necesaria
para la conquista del poder se desarrollaba a todo vapor. Esta labor
estaba siempre enmascarada con referencia al inminente congreso, que
debía resolver al problema del poder. Estábamos a la ofensiva en toda la
línea, pero bajo la apariencia de defendernos.

Y a la inversa. Si el gobierno provisional hubiese intentado una defensa


enérgica y seria, hubiera debido atacar al congreso de los soviets, prohibir
su convocatoria y ofrecer de tal manera un pretexto a su adversario para
la insurrección armada, lo que hubiese sido tanto más desfavorable para
el propio gobierno. Y no sólo ello. Nosotros colocamos al gobierno
provisional no sólo en una situación políticamente desfavorable, sino que
79
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

adormecimos su mente ya de por sí perezosa e inmóvil. Esta gente creía


seriamente que para nosotros se trataba de un parlamentarismo soviético,
de un nuevo congreso en el cual se presentaría una nueva resolución
sobre el problema del poder modelada de acuerdo al ejemplo de las
resoluciones de los soviets de Petrogrado y de Moscú, que el gobierno
volvería atrás, amparándose en el preparlamento y en la próxima
Asamblea Constituyente, y que nos pondría en una situación ridícula. Que
los proyectos de los más sabios entre los sabios pequeño-burgueses se
movían en ese sentido lo demuestra el testimonio atendible de Kerenski.
En sus memorias cuenta que en la noche del 25 de octubre tuvo
tempestuosas discusiones con Dan y otros, en el gabinete ministerial,
acerca de nuestra insurrección, la cual ya en aquel instante marchaba a
todo vapor.

“Antes que nada Dan me dijo –cuenta Kerenski– que ellos estaban
mucho mejor orientados que yo, y que mi sobrestimación de los
acontecimientos se debía a la influencia de mi ‘estado mayor
reaccionario’. Luego me comunicó que la resolución de la mayoría
de los soviets pese a ser ‘desagradable para el orgullo del gobierno’
era, por otra parte, útil a la república y tenía gran importancia para
el ‘cambio del estado de ánimo de las masas’. El efecto de esta
resolución ‘ya se hacía sentir’ y la influencia de la propaganda
bolchevique ‘pronto se vería disminuida’. Por otra parte, según
decía, los bolcheviques, aún en tratativas con los jefes de la
mayoría de los soviets, ya se habían declarado dispuestos ‘a
inclinarse ante la mayoría de los soviets’, y ellos estaban listos ‘ya al
día siguiente’ para adoptar todas las medidas necesarias a fin de
sofocar la insurrección que había estallado ‘sin que ellos lo
quisiesen, sin que la sancionaran’. En fin, Dan recordó que los
bolcheviques ‘ya al día siguiente’ (¡siempre mañana!) disolverían su
estado mayor militar y declaró que todas las medidas por mí
adoptadas para reprimir la insurrección ‘no hacían otra cosa que
indisponer a las masas’ y que yo ‘inmiscuyéndome’, no hacía más
que ‘impedir a los representantes de la mayoría de los soviets la
continuación exitosa de las tratativas con los bolcheviques para
liquidar la insurrección’... Debo añadir para completar el cuadro
que precisamente mientras Dan me hacía esta importante comuni-
cación, las tropas de la ‘Guardia Roja’ ocupaban un edificio
gubernamental tras otro. Y casi inmediatamente después que Dan
y sus compañeros hubieron abandonado el Palacio de Invierno, el
ministro de cultura Eartaschev fue arrestado en la calle De los
Millones, mientras volvía a su casa después de una sesión del

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

gobierno provisional, y conducido al Smolny, donde Dan retornó


para continuar sus conversaciones pacíficas con los bolcheviques.

“Es necesario reconocer que entonces los bolcheviques procedieron


con gran energía y habilidad. Mientras la insurrección estaba ya en
pleno desarrollo y los ‘ejércitos rojos’ estaban activos en toda la
ciudad, algunos jefes bolcheviques escogidos para este fin trataron
no sin éxito de hacer de modo que los representantes de la
‘democracia revolucionaria’ mirasen sin ver, escucharan sin
comprender. Estos artistas hicieron pasar toda la noche en
incesantes debates sobre varias fórmulas que, por cuanto decían,
debían servir de base para la reconciliación o para liquidar la
insurrección. Con estos ‘métodos de las tratativas’, los bolcheviques
ganaron una infinidad de tiempo, y las fuerzas de combate de los
socialistas-revolucionarios y de los mencheviques no pudieron ser
movilizadas a tiempo. O sea ni más ni menos lo que se quería
demostrar.”55

Es cierto, precisamente eso es lo que se quería demostrar. Los opor-


tunistas, como se ve por este relato, fueron totalmente atrapados con el
cebo de la legalidad soviética. De hecho, la hipótesis de Kerenski de que
bolcheviques escogidos a propósito para tal objeto hicieran caer en el
engaño a los mencheviques y a los socialistas-revolucionarios respecto a
la pretendida liquidación inminente de la insurrección, no es correcta. En
realidad, tomaron la parte más activa en las tratativas aquellos bolcheviques
que realmente querían liquidar la insurrección y que creían en la fórmula
de un gobierno socialista formado por medio del entendimiento de los
partidos. Pero objetivamente estos parlamentarios prestaron un cierto
servicio incontestable a la insurrección, porque con sus propias ilusiones
alimentaron las ilusiones del enemigo. Pero pudieron prestar este servicio
sólo gracias a que el partido, no obstante sus consejos y advertencias,
llevó adelante y concluyó con toda energía la insurrección.

Para que esta maniobra de engaño en vasta escala pudiera tener éxito
existían circunstancias, grandes y pequeñas, totalmente excepcionales.
Ante todo se necesitaba un ejército que no tuviera más intención de
combatir. Si en el momento de la revolución, como ya ha sido dicho, no
hubiéramos tenido un ejército de varios millones de campesinos,
disgregado y descontento, todo el curso de la revolución hubiera sido
distinto, en especial en el primer período comprendido entre febrero y
octubre. Sólo gracias a estos presupuestos pudimos llevar a cabo el
experimento con la guarnición de Petrogrado, que fue determinante para
55
Kerenski, Desde lejos, pp. 197-198
81
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

la victoria de octubre. De ninguna manera se puede erigir en ley esta


combinación especial de una insurrección “fría” y casi desapercibida, con
la defensa de la legalidad soviética contra el ataque de los kornilovistas.
Por el contrario. Se puede decir con convicción que tal experiencia no
volverá a repetirse en la misma forma en ningún momento y en ninguna
parte. Y sin embargo es necesario estudiarla cuidadosamente. La misma
amplía el horizonte de cada revolucionario y le muestra la variedad de
métodos y de medios que se pueden emplear cuando el objetivo está
claro, la situación ha sido valorada correctamente y la lucha es conducida
hasta el fin con coherencia y decisión.

En Moscú, la insurrección hubiera sido mucho más prolongada, hubiese


exigido un mayor empeño de las fuerzas y hubiera provocado sacrificios
mucho más grandes. Ello, en gran medida, se debe a que la guarnición de
Moscú no había sido colocada bajo una tan grande preparación
revolucionaria como la de Petrogrado, unida a la cuestión del envío de los
batallones al frente. Ya hemos señalado y repetimos que la insurrección
armada de Petrogrado se realizó en dos tiempos: en la primera mitad de
octubre, cuando los regimientos de Petrogrado se sometieron a la orden
del soviet, que correspondía totalmente al estado de ánimo, y pudieron
rehusarse, sin ser castigados, a acatar la orden del comandante en jefe.
Después, el 25 de octubre, cuando fue necesaria una insurrección
complementaria que cortase el cordón umbilical con el régimen político
generado por la revolución de Febrero. En cambio, en Moscú, la
insurrección se produce en un acto único. Esta fue la principal causa de su
prolongación. Pero también hubo una razón adicional: la indecisión de la
dirección. En Moscú vemos que se pasaba de las operaciones militares a
las tratativas, para retornar enseguida a la lucha armada.

Si una vacilación de la dirección, visible para quienes son sus dirigidos, es


por lo general perjudicial en política, en una insurrección armada ello
implica un peligro mortal. La clase dominante pierde ya la confianza en
sus propias fuerzas (sin la cual no puede existir esperanza de victoria),
pero el aparato estatal todavía está en sus manos. La clase revolucionaria
tiene la tarea de apoderarse del aparato estatal. Para lograrlo debe
poseer confianza en sus propias fuerzas. Si el partido ha conducido a los
trabajadores al camino de la insurrección debe extraer de ello todas las
consecuencias. En la guerra es necesario actuar en consonancia con las
exigencias de la guerra, y aquí las oscilaciones y las pérdidas de tiempo
son menos admisibles que en otras circunstancias. En la guerra es
menester valorar las cosas con una unidad de medida reducida. Si se ciñe
el paso, aunque fuere por pocas horas, se le restituye a la clase dominante
una parte de su confianza en sí misma mientras que se la quita a los
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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

insurrectos. Porque esta confianza, esta seguridad, determina directamente


la correlación de fuerzas que decide el éxito de la lucha. Es en este sentido
que el decurso de las operaciones militares en Moscú debe ser estudiado
en relación con la dirección política.

Aun sería extraordinariamente importante enumerar algunos puntos en


los cuales la guerra civil se desarrolla en circunstancias peculiares;
cuando, por ejemplo, la misma se complicaba con el factor nacional. Un
estudio de este género, basado en una cuidadosa elaboración del material
documental, deberá enriquecer considerablemente nuestra visión de la
mecánica de la guerra civil, facilitando, de esta manera, la formulación de
ciertos métodos y reglas que tienen un carácter suficientemente general
como para ser recapitulados en una suerte de “reglamento” de la guerra
civil. Pero aún sin esperar las conclusiones particularizadas de tal
investigación se puede afirmar que en el interior el desarrollo de la guerra
civil dependía en gran medida del éxito que la misma alcanzase en
Petrogrado. a pesar de la demora en Moscú. La revolución de Febrero
hizo pedazos el viejo aparato estatal. El gobierno provisional lo heredó,
pero fue incapaz de renovarlo o de consolidarlo. En consecuencia, entre
febrero y octubre el aparato estatal operó en virtud únicamente de los
residuos de la inercia burocrática. La provincia burocrática estaba
habituada a regirse por Petrogrado: así procedió en febrero y nuevamente
volvió a hacerlo en octubre.

Nuestra gran ventaja, residió en que preparábamos la caída de un


régimen que no había dispuesto del tiempo para reforzarse. La extra-
ordinaria incoherencia y la falta, de confianza en el seno del aparato
estatal, facilitaron enormemente nuestra labor v despertó en las masas
revolucionarias la confianza en sí mismas y en el partido.

En Alemania y en Austria, después del 9 de noviembre de 1918, existía


una situación similar. Pero la socialdemocracia colmó las lagunas
existentes en el aparato estatal y ayudó al régimen republicano burgués a
mantenerse. Aún cuando ni siquiera hoy puede considerarse a este
régimen como un modelo de estabilidad, sin embargo ya tiene seis años
de vida. En lo que respecta a los demás países capitalistas, ellos no
tendrán la ventaja de esta rápida sucesión de revolución burguesa y
revolución proletaria. El febrero de ellos ya está lejano. Es cierto que en
Inglaterra quedan no pocos lastres feudales, pero no se puede pensar en
una revolución burguesa autónoma en Inglaterra. El país será liberado de
la monarquía, de los lores, etc., por obra del proletariado inglés, apenas
éste conquiste el poder. En Occidente, la revolución proletaria tendrá que
habérselas con un estado burgués de estructura absolutamente diferente.

83
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Pero esto no significa que este estado dispondrá de un aparato sólido,


porque la posibilidad de la insurrección proletaria presupone un avanzado
proceso de disgregación del estado capitalista. Si entre nosotros la
revolución de Octubre se ha desarrollado en la lucha contra un aparato
estatal que luego de Febrero no había logrado consolidarse; en otros
países, la insurrección se encontrará frente a un aparato estatal ya
reducido a un estado de disgregación progresiva.

Debemos suponer como regla general –ya lo hemos señalado en el IV


Congreso Mundial de la Internacional Comunista– que en los viejos países
capitalistas la fuerza de resistencia de la burguesía contra la revolución
será mucho más notable que entre nosotros; la victoria del proletariado
será más difícil; pero, en compensación, la conquista del poder le
asegurará una situación más sólida y más estable de aquella en la que
nosotros nos hemos encontrado después de octubre. En Rusia, en los
principales centros urbanos e industriales, la guerra civil tuvo real inicio
sólo después de la conquista del poder y ocupó los tres primeros años del
poder soviético. Mucho es lo que hace suponer que en los países de
Europa central y occidental la conquista del poder exigirá mucho más
esfuerzo, pero que en compensación el proletariado dispondrá de una
libertad incomparablemente mayor después de la toma del poder.
Naturalmente, estas perspectivas tienen sólo un valor condicional. Mucho
dependerá del cuadro de conjunto en el que se inscribirán las revoluciones
de los países europeos, de las perspectivas de una intervención militar,
del estado en que se encontrará en el momento dado la fuerza económica
y militar de la Unión Soviética, etc. Con tanta mayor razón esta previsión
fundamental y a mi entender incontestable –según la cual en Europa y en
América, el proceso de la conquista del poder chocará con una resistencia
de las clases dominantes mucho más seria, más tenaz y mayor que la que
nosotros afrontamos– nos obliga a considerar la insurrección y la guerra
civil en general como un arte.

UNA VEZ MAS ACERCA DE LOS CONSEJOS Y EL PARTIDO


EN LA REVOLUCIÓN PROLETARIA
En Rusia, tanto en el año 1905 como en el 17, los consejos obreros se
originaron en el movimiento mismo, como la forma natural de organización
del movimiento en una fase determinada de la lucha. Pero para los
jóvenes partidos europeos, que han adoptado a los consejos más o menos
como una “doctrina”, como un “principio”, existe siempre el peligro de
considerarlos como un fetiche, como un fin en sí mismo en la revolución.
Sin embargo, no obstante las grandes ventajas que tienen los consejos en

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

tanto forma de organización de la lucha por el poder, es posible que se


desarrolle la insurrección sobre una base distinta, mediante otras formas
de organización (consejos de fábrica, sindicatos), y que los consejos se
generen como órganos de poder, únicamente en el proceso de la
insurrección o directamente después del triunfo.

Desde este punto de vista, resulta muy instructivo considerar la lucha que
emprendió Lenin contra el fetichismo organizativo respecto a los soviets
de las jornadas de julio. En la medida en que, durante el mes de julio, los
soviets socialistas-revolucionarios y mencheviques se convirtieron en
organizaciones que abiertamente empujaban a los soldados hacia la
ofensiva y reprimían a los bolcheviques, el movimiento revolucionario de
las masas obreras podía y debía buscar vías nuevas. Lenin señaló a los
consejos de fábricas como organizaciones de la lucha por el poder. (En las
memorias del camarada Ordzhonikidze, por ejemplo, se pueden encontrar
referencias en este sentido). Si no hubiera intervenido la acción de
Kornilov es muy probable que el movimiento hubiese seguido precisamente
este rumbo; esa acción obligó a los soviets oportunistas a tomar medidas
de autodefensa y ofreció a los bolcheviques la posibilidad de infundirles
una nueva vitalidad revolucionaria y ligarlos estrechamente a las masas a
través del ala izquierda de los bolcheviques.

Como ha demostrado la reciente experiencia alemana, este punto tiene


una enorme importancia internacional. Justamente en Alemania fueron
creados soviets en varias ocasiones: como órganos de la insurrección sin
insurrección, como órganos del poder sin poder. En consecuencia, en
1923, el movimiento de las amplias masas proletarias o semiproletarias
comenzó a reagruparse alrededor de los consejos de fábrica, que en
esencia cumplían todas las funciones que entre nosotros fueron asumidas
por los soviets en el período inmediato anterior a la lucha por el poder.
Empero, en agosto-septiembre de 1923, algunos camaradas propusieron
que se procediese en Alemania a la inmediata creación de consejos. Luego
de largos y violentos debates esta propuesta fue rechazada, y con razón.
Dado que ya los consejos de fábrica se habían convertido en centros
reales de concentración de la masa revolucionaria, en el período de
preparación los soviets hubieran significado formas paralelas sin contenido.
Estos habrían desviado hacia formas vacías de organización las tareas
materiales de la insurrección (ejército, policía, milicias armadas, ferro-
carriles, etc.). Por otro lado, la creación de soviets como tales antes de la
insurrección, hubiera sido equivalente a proclamar insulsamente: “¡Estamos
contra ustedes!” El gobierno, que estaba obligado a “tolerar” los consejos
de fábrica en tanto éstos se habían convertido en el centro de agrupa-
miento de grandes masas, hubiera asestado el golpe más duro al primer
85
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

soviet en tanto órgano oficial del “delito”, de la conquista del poder. Los
comunistas hubiesen sido constreñidos a defender los soviets como
iniciativas meramente organizativas. La lucha decisiva no se hubiera
librado por la conquista o la defensa de posiciones reales, ni en un
momento escogido por nosotros, cuando la insurrección brotase de las
condiciones del movimiento de masas: no, la lucha hubiese estallado por
la “bandera” de los soviets, en un momento elegido por el enemigo e
impuesto a nosotros.

Sin embargo está bien claro que toda la labor de preparación de la


insurrección podía adaptarse con pleno éxito a la forma organizativa de
los consejos de fábrica, que ya habían conseguido convertirse en
organizaciones de masas, crecer y reforzarse más y más, y que, en lo que
respecta al momento de la insurrección, podían asegurar completa
libertad de movimiento al partido. Evidentemente, en un cierto grado de
desarrollo, los soviets debían surgir; pero es dudoso que, en las
circunstancias apuntadas más arriba, hubiesen surgido, en el fragor del
combate, como órganos directos de la insurrección, dado que ello hubiese
comportado el peligro de crear dos centros revolucionarios en el
momento más agudo de la tensión. Dice un proverbio inglés que no se
debe cambiar de caballo mientras se atraviesa un torrente tempestuoso.
Es posible que los soviets hubiesen surgido en todos los puntos decisivos
del país después de la victoria. En cualquier caso, la insurrección
triunfante hubiera conducido inevitablemente a la creación de soviets
como órganos del poder.

No hay que olvidar que en Rusia los soviets no fueron creados en la fase
“democrática” de la revolución; sino que en ella fueron, por así decirlo,
legalizados, y que posteriormente nosotros los heredamos y los hemos
utilizado. Esto no se repetirá en las revoluciones proletarias de Occidente.
Aquí, en la mayoría de los casos, los sóviets se constituirán por iniciativa
de los comunistas, o sea como órganos directos de la insurrección
proletaria. Por supuesto no está ni mucho menos excluida la posibilidad
de que la disgregación del aparato estatal burgués esté lo bastante
avanzado antes aún que el proletariado pueda conquistar el poder, y ello
proporcionaría luego el presupuesto para la creación de soviets como
órganos abiertos para la preparación de la insurrección. Pero ésta no será
la regla general. Probablemente en la mayoría de los casos sólo se logrará
la creación de soviets como órganos directos de las masas insurreccionales
en los últimos días previos al desenlace.

86
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Por último, posiblemente en ciertos casos los soviets surgirán sólo


posteriormente al estallido o directamente después de la victoria de la
insurrección, como órganos del nuevo poder. Es necesario tener en
cuenta todas estas variantes para no caer en el fetichismo organizativo y
para no hacer de los soviets, forma viva y dúctil de lucha, como deberían
ser, un “principio” de organización que se adosa desde el exterior al
movimiento y perturba su desarrollo correcto.

En los últimos tiempos, en nuestra prensa, se ha discutido mucho para


llegar a la conclusión que nosotros, por ejemplo, aún no sabemos a través
de qué puerta entrará la revolución proletaria en Inglaterra: si a través del
partido comunista o de los sindicatos. Esta tesis, que en apariencia
presupone una amplia perspectiva histórica, es absolutamente falsa y
peligrosa porque elude la principal enseñanza de los últimos años. Si la
revolución no triunfó después del final de la guerra, ello se debió a que no
existían partidos bolcheviques. Esta es la conclusión que se puede sacar
para toda Europa. Se puede dar una respuesta aún más concreta a la
cuestión si se observan las vicisitudes del movimiento revolucionario en
cada país. En lo que respecta a Alemania las cosas están sumamente
claras: la revolución alemana hubiese podido triunfar tanto en 1918 como
en 1919 si hubiera existido una justa dirección de partido. En 1917
tuvimos el ejemplo de Finlandia, donde el movimiento revolucionario se
desarrollaba en condiciones excepcionalmente favorables, respaldado y
sostenido directamente por la Rusia revolucionaria. Pero el partido
finlandés, con una dirección mayoritariamente socialdemócrata, llevó al
fracaso a la revolución.

No menos clara es la enseñanza que nos deja la experiencia de Hungría,


donde los comunistas, unidos a los socialdemócratas de izquierda, no
habían conquistado el poder sino que lo habían recibido de manos de la
burguesía espantada. Desde sus primeros pasos, la revolución húngara
–triunfante sin lucha y sin victoria– se encontró con que debía combatir
sin una dirección. El partido comunista se fusionó con el socialdemócrata,
demostrando así que no era un partido comunista y que, por tanto, era
incapaz de conservar el poder obtenido con tanta facilidad, pese al
espíritu combativo de los proletarios húngaros. La revolución proletaria
no puede vencer sin un partido, por fuera de un partido, engañando al
partido, con un sustituto de partido. Esta es la principal enseñanza de los
últimos diez años.

87
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Es verdad que los sindicatos ingleses pueden convertirse en una poderosa


palanca para la revolución proletaria. En determinadas condiciones y por
un cierto tiempo, por ejemplo, ellos pueden sustituir a los mismos
consejos obreros. Pero no pueden desempeñar esta función sin el partido
comunista, y mucho menos en contra de éste, y si lo hacen será sólo a
condición que sea decisiva la influencia comunista en los sindicatos. Esta
enseñanza –en lo que respecta a la función y a la importancia del partido
en la revolución proletaria– nos ha costado demasiado caro para que
podamos olvidarla tan fácilmente o aunque sea para que atenuemos su
significación.

En las revoluciones burguesas, la conciencia de clase, el conocimiento de


los objetivos, y la planificación, han tenido un peso incomparablemente
menor del que deberán tener o ya tienen en las revoluciones del
proletariado. En las revoluciones burguesas también eran las masas las
que constituían sus fuerzas motrices, pero masas mucho menos
organizadas y conscientes que ahora. La dirección era ejercida por las
diversas fracciones de la burguesía, que disponía de toda la riqueza, de
toda la cultura y de los organismos conectados con estos privilegios (la
ciudad, la universidad, la prensa, etc.). La monarquía se defendía empírica-
mente y operaba a tientas. La burguesía aprovechaba el momento
favorable apenas podía, usufructuaba el movimiento de las capas
inferiores y arrojaba sobre la balanza el peso social de éste para
conquistar el poder.

La revolución proletaria se distingue, precisamente, porque en ella el


proletariado representa no sólo la principal fuerza de choque sino
también, en cuanto a su vanguardia, la fuerza dirigente. Las funciones que
en la revolución burguesa cumplía la burguesía económicamente fuerte,
sus organizaciones, sus municipalidades y su universidad, sólo el partido
del proletariado las puede desempeñar en la revolución proletaria. Su
función es tanto más grande cuanto mayor es la conciencia de clase del
enemigo. La burguesía, en el curso de siglos de su dominación, ha pasado
por una escuela política incomparablemente superior que la vieja
monarquía burocrática. Si el parlamentarismo ha sido para el proletariado
en cierta medida una escuela preparatoria para la revolución, para la
burguesía el parlamentarismo ha significado en una medida mucho mayor
una escuela de estrategia contrarrevolucionaria. Basta pensar que gracias
al parlamentarismo la burguesía ha educado a la socialdemocracia, la cual
es hoy el máximo sostén de la propiedad privada. La era de la revolución
social en Europa será una época de luchas no sólo intensas y despiadadas,
sino también meditadas y calculadas, como lo han demostrado sus

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LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

primeros pasos: y serán así en un nivel mucho más elevado que lo que
fueron entre nosotros en el 17.

Justamente por ello es que debemos considerar de una manera diferente


a como lo hicimos en el pasado los problemas de la guerra civil y, en
especial, de la insurrección armada. Nosotros repetimos a menudo, con
Lenin, el juicio marxiano de que la insurrección es un arte. Pero este
concepto se trasforma en una frase hueca si a la fórmula de Marx no se le
dá un contenido estudiando los elementos fundamentales del arte de la
guerra civil, sobre la base de las inmensas experiencias acumuladas en los
últimos años. Debemos decirlo abiertamente: en la manera superficial con
la que se abordan las cuestiones de la insurrección armada se revela la
fuerza aún no derrotada de las tradiciones socialdemócratas. El partido
que descuida los problemas de la guerra civil esperando que los mismos
se resuelvan por sí solos en el momento decisivo, seguramente sufrirá una
derrota. La experiencia de las luchas proletarias de 1917 en adelante debe
ser objeto de una elaboración colectiva.

La historia expuesta más arriba de los grupos y de las corrientes del


partido en 1917, representa, al mismo tiempo, una parte esencial de las
experiencias de la guerra civil y posee una importancia inmediata,
pensamos, también para la política de toda la Internacional Comunista. Ya
lo hemos señalado, y repetimos, que el estudio de las divergencias no
puede y no debe en absoluto ser tomado como si se tratase de juzgar a
aquellos camaradas que han seguido una política equivocada. Pero sería
asimismo inadmisible cancelar el capítulo mayor de la historia de nuestro
partido sólo porque no todos los miembros del partido han marchado al
compás de la revolución del proletariado. El partido puede y debe conocer
todo el pasado, para valorarlo con justeza y para asignar su debido lugar a
todos los sucesos. La tradición del partido revolucionario no surge del
silencio sino de la claridad crítica.

La historia ha otorgado a nuestro partido incomparables méritos revolucio-


narios. La tradición de la heroica lucha contra el zarismo, los hábitos y los
métodos de la consagración revolucionaria, estrechamente conectados
con el estado de clandestinidad, la amplia elaboración teórica de la
experiencia revolucionaria de toda la humanidad, la lucha contra el
menchevismo, contra el populismo, contra la conciliación, la gran
experiencia de la revolución de 1905, la profundización teórica de esta
experiencia durante los años de la contrarrevolución, la capacidad de
afrontar los problemas del movimiento obrero internacional sobre la base
de las enseñanzas revolucionarias de 1905: todo esto ha dado a nuestro
partido un temple especial, la máxima agudeza teórica, un impulso

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León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

revolucionario sin precedentes. Y sin embargo, con todo, se formó, en la


cúspide de este partido, inmediatamente antes de la acción decisiva, un
grupo de viejos y probados revolucionarios bolcheviques que se opuso
encarnizadamente a la revolución proletaria y que, en el período crítico de
la revolución, desde febrero del 17 hasta aproximadamente febrero del
18, adoptó un punto de vista esencialmente socialdemócrata en todas las
cuestiones fundamentales.

Era menester la excepcional influencia, imposible de igualar, que ya


entonces Lenin ejercía en el partido, para salvar al partido y a la revolución
de la enorme confusión que se generaba en tales circunstancias. Ello no
debe, en absoluto, ser olvidado si queremos que los partidos comunistas
de los demás países aprendan algo de nosotros. El problema de la
elección de los dirigentes tiene una importancia gigantesca para los
partidos europeos occidentales. Esto ha sido demostrado por el Octubre
alemán que no se llevó a cabo. Pero esta lección debe ser efectuada
desde el punto de vista de la acción revolucionaria. Durante estos años,
en Alemania, han sido puestos a prueba en más de una oportunidad en
los momentos de la lucha inmediata. Sin esta prueba, todos los demás
elementos de juicio son inadecuados. En estos años, Francia, ha tenido
pocas y parciales sacudidas revolucionarias. Pero en su vida política han
saltado diversas chispas de guerra civil y el Comité Central del partido y
los dirigentes sindicales han debido reactuar activamente sobre cuestiones
quemantes e improrrogables (por ejemplo, el sangriento mitin del 21 de
enero de 1924). El estudio atento de tales episodios proporciona un
material insustituible para valorar la dirección del partido, la actitud de
sus diferentes órganos y de cada uno de los funcionarios dirigentes. La
ignorancia de estas enseñanzas, el no extraer de ellas todas las conse-
cuencias con vistas a la elección de las personas, significa marchar hacia
una derrota inevitable, porque sin una dirección de partido enérgica,
decidida y valerosa, es imposible la victoria de la revolución proletaria.

Todo partido, aun el más revolucionario, evidenciará un cierto conserva-


durismo organizativo, de otro modo podría perder la necesaria estabilidad.
Aquí todo reside en los matices. En un partido revolucionario la indis-
pensable dosis de conservadurismo debe estar unida a la total ausencia
de rutina, al espíritu de iniciativa en la orientación y a un impulso vital.
Estas cualidades pueden ser mejor valoradas en los momentos de viraje
del desarrollo histórico. Ya hemos visto más atrás que Lenin señalaba que
ante cada cambio repentino de la situación y de las tareas que de ella se
derivan, aun los partidos más revolucionarios prosiguen sobre la ruta del
pasado y se trasforman así, o corren el peligro de hacerlo, en obstáculos
para el desarrollo revolucionario. Y el conservadurismo del partido y su
90
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

iniciativa revolucionaria hallan su expresión más concentrada en los


órganos del partido. Pero para los partidos comunistas europeos aún
deba llegar el “viraje decisivo”: el viraje de la labor de preparación a la
conquista del poder. Este es el viraje que exige más empeño, más rapidez,
más responsabilidad y el que comporta más peligros. Dejar que se escape
dicho momento representaría la más grave derrota que puede sufrir un
partido.

La experiencia realizada en los últimos años por los partidos europeos,


sobre todo por el alemán, a la luz de nuestra propia experiencia, nos
indica que existen dos tipos de dirigentes que se inclinan a tirar hacia
atrás al partido precisamente en el momento en que éste debe efectuar el
mayor salto hacia adelante. Unos tienden a ver en el camino de la
revolución sobre todo dificultades, obstáculos, impedimentos, y a
considerar cada situación con el preconcepto, aunque no siempre
consciente, de evitar la acción. En éstos, el marxismo se convierte en un
método que sirve para motivar la imposibilidad de la acción revolucionaria.
Los mencheviques rusos representan este tipo en su estado puro. Pero de
por sí este tipo va más allá del menchevismo, y en el momento más
decisivo, se lo encuentra súbitamente en una instancia responsable del
partido revolucionario. Los representantes del otro tipo son los agitadores
superficiales que no ven ningún obstáculo, ninguna dificultad, hasta que
no se encuentran cara a cara con los mismos. Estos tienen la capacidad de
velar las dificultades reales con ayuda de frases, evidencian el máximo de
optimismo en todas las cuestiones (tomando todo a la ligera) e, inevita-
blemente, su optimismo se trastrueca en lo opuesto apenas llega la hora
de la acción decisiva.

Los revolucionarios sofísticos del primer tipo descubren las dificultades de


la toma del poder acumulando simplemente y engrandeciendo todas
aquellas dificultades con las que están habituados a toparse. Para el
segundo tipo, el de los oportunistas superficiales, las dificultades de la
acción revolucionaria siempre surgen de improviso. En el período de la
preparación el comportamiento de los dos tipos es diferente: el primero
es un excéptico con el que no se puede contar demasiado en un sentido
revolucionario; en compensación el otro puede parecer un revolucionario
desatado. Pero en el momento decisivo ambos se toman de la mano y se
oponen a la insurrección. Pero todo el trabajo preparatorio tiene valor
sólo en tanto permite al partido, y, sobre todo, a sus órganos dirigentes, la
determinación del momento de la insurrección y la conducción de la
insurrección. En resumidas cuentas, la tarea del partido comunista es la
conquista del poder con el objeto de trasformar la sociedad.

91
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

En los últimos tiempos se ha hablado y escrito mucho sobre la necesidad


de “bolchevizar” a la Comintern. Esta tarea es incontestable e improrro-
gable: sobre todo después de las sangrientas experiencias realizadas el
pasado año en Alemania y en Bulgaria. El bolchevismo no es una doctrina
(mejor dicho; no únicamente una doctrina), sino un sistema de educación
revolucionaria para la revolución proletaria. ¿Qué cosa es el bolchevismo
de los partidos comunistas?

Es una educación de los partidos, una selección de los dirigentes,


realizadas de modo tal que en el momento de su octubre éstos no deban
tropezar y caerse. “Aquí está Hegel y la sabiduría y el sentido de toda
filosofía…”

DOS PALABRAS ACERCA DEL PRESENTE LIBRO


La primera fase de la revolución “democrática” se prolongó desde el
levantamiento de febrero hasta la crisis de abril y su solución, obtenida el
6 de mayo mediante la formación de un gobierno de coalición en el cual
participaban los mencheviques y los populistas. En todo este primer
período, el autor de este libro no tomó parte en los acontecimientos
puesto que recién llegó a Petrogrado el 5 de mayo, precisamente en la
víspera de la constitución del gobierno de coalición. La primera fase de la
revolución y sus perspectivas están ilustradas en los artículos escritos en
América. Creo que los mismos concuerdan esencialmente con el análisis
de la revolución que hace Lenin en sus Cartas desde lejos.

Desde el primer día de mi arribo a Petrogrado yo trabajé en pleno


acuerdo con el Comité Central de los bolcheviques. Naturalmente apoyé
en todo y por todo el curso leninista hacia la conquista del poder por
parte del proletariado. En lo que respecta a los campesinos no existía ni
sombra de divergencias entre mí y Lenin, el cual en aquel entonces
concluía la primera fase de la lucha contra los bolcheviques de derecha y
su consigna “Dictadura democrática del proletariado y de los campesinos”.
Antes de mi adhesión formal al partido, participé en la ampliación de una
serie de resoluciones y de documentos publicados en nombre del partido.
El único motivo que retrasó en tres meses mi adhesión formal al partido
estuvo en mi deseo de apresurar la unión de los mejores elementos de los
“mesraiontsy”56 y en general de los internacionalistas revolucionarios con
los bolcheviques. También esta política la llevé a cabo en pleno acuerdo
con Lenin.
56
Organización “interfraccional” entre los bolcheviques y los mencheviques, a la cual pertenecía
el camarada Trotsky y que se unió a los bolcheviques en julio de 1917. (Nota del encargado de la
edición de 1924).
92
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

La redacción del presente libro ha reclamado mi atención sobre la


valoración crítica del “circulismo” organizativo de los bolcheviques,
contenida en uno de los artículos escritos por mí en aquel entonces para
favorecer la unificación. Uno de los agudos sacristanes del tipo de
camarada Zorin, naturalmente se apresura a colocar esta frase en relación
directa con las divergencias sobre el primer párrafo de los estatutos. He
considerado superfluo desarrollar una polémica al respecto, dado que con
la palabra y con los hechos he reconocido mi real, y asimismo grave, error
organizativo. Pero el lector imparcial más bien encontrará que la
expresión citada está explicada de una manera simple y derivada de las
circunstancias concretas del momento. Entre los obreros “mesraiotsy” se
trasmitía todavía del pasado una grandísima desconfianza hacia la política
organizativa del comité de Petrogrado. Entre los “mesraiontsy” circulaban
en abundancia rumores acerca del “circulismo”, con los rasgos de
“injusticia” de todo tipo que son comunes en estos casos. Mi respuesta en
el artículo se basaba en el siguiente razonamiento: el circulismo existe
ciertamente, como herencia del pasado. Pero para que sea atenuado, los
“mesraiontsy” deben renunciar a su existencia separada.

Mi “proposición” puramente polémica, hecha en el Primer Congreso de


los Soviets, de formar el gobierno con doce hombres de Peschejonov, 57
fue interpretada por alguno, me parece que por Sujánov, en parte como
una actitud benévola hacia Peschejonov, en parte como una línea
particular, diferente de la de Lenin. Esto es un absurdo, sin duda. Cuando
nuestro partido exigía que los sóviets dirigidos por los mencheviques y por
los socialistas-revolucionarios tomaran el poder, el partido “exigía” con
ello un ministerio de hombres de Peschejonov: ya que, en el fondo, entre
Peschejonov, Chernov y Dan no existía ninguna diferencia esencial. Todos
eran igualmente aptos para facilitar el pasaje del poder de la burguesía al
proletariado. Acaso Peschejonov conocía mejor las estadísticas y daba una
impresión más positiva que Tsereteli o Chernov. Una docena de hombres
de Peschejonov quería decir: una docena de representantes de la demo-
cracia pequeñoburguesa en vez de la coalición. Cuando las masas de
Petrogrado, guiadas por nuestro partido, lanzaron la consigna “Abajo los
diez ministros capitalistas”, con ello estaban exigiendo que éstos fuesen
sustituidos por mencheviques y socialistas-revolucionarios.

57
Peschechenov era el jefe de los “socialistas populares”, partido que fluctuaba entre los kadetes
y los socialistas-revolucionarios. (Nota del encargado de la edición de 1924).
93
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Echad a la calle a los kadetes, tomad el poder en vuestras manos,


vosotros señores demócratas pequeño-burgueses, poned en el
gobierno a doce (o los que sean) hombres de Peschejonov, y
nosotros os prometemos deponeros del modo más “pacífico”
posible de vuestros puestos, cuando llegue la hora. Y llegará
pronto”.

Esta no era una línea particular, era la misma línea que Lenin había
formulado en varias ocasiones.

Considero necesario subrayar explícitamente la advertencia hecha por el


editor del presente libro, el camarada Lenzner. En buena medida, los
discursos contenidos en este libro no están citados en base a un registro
taquigráfico, aunque fuese malo, sino en base a las actas semi-ignorantes
y semi-malignas, de la prensa oportunista. Pero un rápido recorrido por
algunos de estos documentos me ha inducido a renunciar a mi propósito
inicial de corregirlos e integrarlos en parte. Que queden como están.
También ellos son documentos de la época, a su modo, aunque sea “de la
otra parte”.

El presente libro no hubiese aparecido sin el cuidadoso y competente


trabajo del camarada Lenzner, que lo ha realizado en conjunto con los
camaradas Heller, Krischianovski, Revenskaia e I. Rumer. Expreso a todos
estos compañeros mi agradecimiento.

En particular, quisiera recordar el gran trabajo aportado por mi colaborador


más cercano, el camarada M. S. Glasmann, en la preparación de éste como
de otros de mis libros. Escribo estas líneas con el sentimiento de la
profundísima aflicción causada por la muerte indeciblemente trágica de
este camarada, trabajador y hombre ejemplar.

Kislovodsk, 15 de septiembre de 1924.

94
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

EL DEBATE SOBRE EL TROTSKISMO


Giuliano Procacci
El 18 de noviembre de 1924, en el curso de la reunión de funcionarios del
partido de la ciudad de Moscú, Kámenev pronunció un extenso discurso
en el cual desarrollaba un ataque a fondo contra Trotsky y Las lecciones
de Octubre.58 Este era el comienzo de una verdadera campaña política y
propagandística que no dejaría de intensificarse con el tiempo. En
resumidas cuentas, a la intervención de Kámenev le siguió, al otro día, un
discurso de Stalin en la reunión plenaria del Consejo Central de los
Sindicatos, la que fue publicada inmediatamente bajo el título de
¿Trotskismo o leninismo?59 Con el mismo título, la Pravda publicaba el 30
de noviembre un largo artículo de Zinóviev 60; y finalmente el 13 de
diciembre, Bujarin pronunciaba frente a una asamblea de partido un
discurso que tuvo como tema “la teoría de la revolución permanente”61,
que fue publicado en la prensa pocos días después.62 Unieron sus voces a
las de los exponentes más renombrados del partido también Bela Kun 63
Kuusinen64 y otros.
Evocando en su autobiografía este período, Trotsky escribe:
“Finalizada la preparación secreta, a una señal de la Pravda, se
desencadenó en todas partes, en todas las tribunas, en todas las
columnas de los periódicos, la campaña contra el trotskismo. Era
un espectáculo majestuoso en su género. La calumnia parecía una
erupción volcánica; la gran masa sufre una sacudida. Yo era presa
de la fiebre y callaba. La prensa y los oradores no se ocupaban de
otra cosa que de las revelaciones sobre el trotskismo. Todos los
días se aparejaban nuevos episodios del pasado, citas polémicas
extraídas de los artículos de Lenin escritos 20 años antes, des-
figuradas y alteradas; y todo ello era presentado como si hubiese
sucedido el día anterior... La calumnia vomitaba, en frío, lava.
Presionaba sobre la conciencia y, con efectos más deletéreos,
sobre la voluntad.”65
58
La intervención de Kámenev fue publicada, en forma reelaborada, en el volumen Za Leninizm
editado en 1926 y en la versión alemana del mismo publicada bajo el título Im Den Oktober, Carl
Hoym, Hamburgo, 1925, pp, 53-01.
59
Cf., Stalin, Obras completas, edic. cit., VI, pp. 297-326.
60
Este escrito de Zinóviev se halla igualmente en Um Den Oktober, edic. cit., pp. 102-137.
61
También este escrito de Bujarin fue publicado en Um Den Oktober, edic. cit., pp. 179-211.
62
Cf., E. H. Carr, A History of Soviet Russia, vol. VI, Socialism in one Country. Segunda parte,
London-New York, 1959, p. 21.
63
Este escrito de Bela Kun fue publicado en Um den Oktober, edic. cit., pp. 138-150.
64
Este escrito de Kuusinen fue publicado en el mismo volumen, pp. 212-228.
65
L. Trotsky, Mi vida, Mondadori, Milano, 1961, p. 431.
95
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

...De hecho, el conjunto de los escritos que hemos citado más arriba
puede hacer pensar más en una campaña periodística, con todo lo que
ella encierra de escándalo y de artificio, que en un verdadero debate
político.

Si en sus Lecciones de Octubre, Trotsky había juzgado oportuna la


evocación del “affaire” de la actitud de Zinóviev y Kámenev en vísperas de
Octubre y su carta El momento presente, ahora se le recompensaba ad
abundantiam con la evocación y la minuciosa documentación de todas sus
“desviaciones” recientes y remotas: de su posición en la época de la
revolución de 1905 y en el período de la reacción de Stolipin hasta las
posiciones asumidas por. él en las tratativas de paz de Brest-Litovsk, en la
discusión sobre los sindicatos en 1920-21 y hasta los más recientes
debates. No se vaciló ni siquiera en recurrir a los archivos y fueron ex-
humados para la ocasión sus cartas en 1918 y a Olminski en 1921, que se
constituyeron en otras tantas piezas de apoyo de la polémica anti-
trotskista.

Pero sería absolutamente erróneo destacar en los escritos que se han


señalado únicamente los aspectos más personalistas y contingentes. En
realidad, hay un tema político de fondo sobre el cual cada uno de ellos
insiste, en medida y con acentos distintos: se trata del tema de la
revolución permanente y de la cuestión, estrechamente conectada con él,
de la actitud ante los campesinos. En su intelectualismo maximalista e
impaciente –se afirmaba– Trotsky evidenciaba el olvido de que la revolución
proletaria se había afirmado y había vencido en un país cuya población
estaba constituida en su enorme mayoría por los campesinos, o sea que
olvidaba lo que había sido una constante preocupación de Lenin y que
constituía un rasgo esencial del leninismo auténtico. Sólo que este tema
político en los escritos de Kámenev, de Stalin y de Zinóviev está estrecha-
mente entrelazado con los motivos polémicos de orden personalista; la
polémica contra las ideas se convierte harto frecuentemente en polémica
contra la persona. La única excepción es el escrito de Bujarin que tiene un
tono bastante menos apasionado y un aire más propiamente “teórico”. El
esfuerzo de su autor aparece evidentemente dirigido a crear en el plano
teórico y de la doctrina política algo que pudiera contra-ponerse con
autoridad a la teoría de la revolución permanente y a la interpretación del
leninismo que estaba implícita en Las lecciones de Octubre Bujarin utiliza
en particular los escritos de Lenin sobre la cuestión agraria y sus recientes
posiciones en oportunidad de la discusión de la misma en él II° Congreso
de la Internacional Comunista, para construir toda una teoría del
problema campesino en el ámbito de la revolución mundial: la mayoría de
la población mundial está constituida por los campesinos, “la mayor parte
96
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

de Francia, está en África, la mayor parte de Inglaterra está en Asia”; la


cuestión colonial no es, en el fondo, sino una ampliación en escala mundial
de la cuestión campesina. Sólo manteniendo el contacto con las grandes
masas campesinas, marcando el paso al ritmo lento y oneroso de su
avance, la vanguardia proletaria conseguirá realizar su labor de emanci-
pación. El desarrollo de la revolución no puede seguir el ritmo apretado y
acosador que quisieran imprimirle los que, como Trotsky, tienen la mirada
puesta en Europa, sino un ritmo fatigado, lento, pero seguro con el que
avanza sobre la vía de la emancipación aquella “Asia avanzada” que ya
Lenin había contrapuesto a la “Europa atrasada”. Parece que resonaron
en la polémica de Bujarin contra Trotsky los acentos y los motivos de la
larga y variada disputa entre “occidentalistas” y “eslavófilos”, que
caracterizó la cultura y la vida política de la Rusia prezarista.

Análogos motivos, si bien expuestos y desarrollados con menor conse-


cuencia y con menor brillo dialéctico, encontramos asimismo en los
primeros capítulos de El leninismo de Zinóviev.

Este libro, que luego de los primeros escritos más inmediatamente


polémicas, en las intenciones del autor quería representar una sistema-
tización teórica de las cuestiones suscitadas por el debate sobre el
leninismo, tuvo, como punto de partida, como está especificado en la
introducción,66 una conferencia pronunciada ante los alumnos de la
Academia Comunista y del Instituto de Profesores Rojos hacia finales de
1924, es decir en el momento en que se estaba replegando en toda su
amplitud y virulencia la campaña contra el trotskismo. Y es en base a tal
comprobación que se ha considerado oportuna la inserción de los
capítulos primero y octavo de esta obra de Zinóviev en esta sección de la
presente recopilación, separándolos de los demás capítulos que se han
publicado en la sección siguiente, por cuanto, como se verá, el eje de
ideas es diferente en dicha sección y distinta también la situación en la
que fue escrita.

Para Bujarin, como también para Zinóviev, la nueva contribución que ha


traído el leninismo en comparación con el marxismo, aquéllo que en
definitiva hace de él el “marxismo en las condiciones de una época
nueva”, consiste principalmente en el estudio de la cuestión agraria y de
la cuestión colonial:

66
Véase el prefacio de la edición francesa: G. Zinóviev, Le Leninisme, París, Bureau d’Editions, 1926,
p. 8. Cf., asimismo E. H. Carr, op. cit., vol. cit. Primera parte, London-New York, 1958, p. 303.
97
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“El leninismo, que se basa totalmente en el marxismo, opera en


una escala geográfica mayor, dado que vive y actúa en una época
histórica distinta. Arrastra a su órbita a países como Rusia, América,
Japón, la India y la China”.

Y es a partir de tal interpretación del leninismo y del desarrollo histórico


mundial que Zinóviev, como ya Bujarin lo había hecho, critica y se opone a
la teoría trotskista de la “revolución permanente” y define al trotskismo
como un “matiz de izquierda del pseudomarxismo europeo (o sea
oportunista)”.

¿Cómo reaccionó Trotsky frente a la campaña contra su persona y al


ataque a sus ideas, llevado a cabo entre octubre de 1924 y enero de
1925? Ya hemos tenido la ocasión de citar lo que él ha dejado escrito en
su autobiografía: “era presa de la fiebre y callaba”. Hoy, en cambio,
nosotros sabemos que Trotsky preparó, desde el lugar de reposo en el
que entonces se hallaba en Georgia, una extensa respuesta a los ataques
de los que estaba siendo objeto y que esta respuesta no fue publicada.
Pero asimismo sabemos que Trotsky mismo dejó al arbitrio de sus colegas
del grupo dirigente del partido la publicación de aquella. 67 En general, ya
sea de la lectura de la autobiografía, ya sea del examen del conjunto de la
discusión se obtiene la impresión que él no se empeñó a fondo en la
batalla, a causa de una suerte de desprecio aristocrático hacia los
métodos empleados por sus adversarios, o a causa de que fue tomado
desprevenido. Esta impresión de indecisión y de timidez se refuerza con la
lectura de la carta que dirigió al Comité Central a principios de enero. En
la misma Trotsky negaba haber querido constituir con sus Lecciones de
Octubre una “plataforma” y haber intentado la empresa de una revisión
sistemática del leninismo. El “trotskismo”, del cual tanto se había hablado,
existía únicamente en la fantasía que lo habían fabricado para utilizarlo
como un blanco oportuno; en cuanto a la teoría de la “revolución
permanente”, que debería ser el corazón del “trotskismo”, era de aquí en
adelante sólo una cuestión de interés histórico. La carta de Trotsky
finalizaba con una declaración de disciplina respecto del partido y con la
presentación de su propia dimisión a la presidencia del Consejo de Guerra
revolucionario.68 En el conjunto, por tanto resulta fundada la impresión de
que Trotsky no se empeñó a fondo en la batalla en la cual su persona y sus
ideas estaban en el centro del debate. Era ciertamente verdad en parte
que sus afirmaciones habían sido objeto de un proceso de ampliación y de

67
Cf., Carr, op. cit., segunda parte, pp. 28-29 donde se da un resumen de la respuesta que había
preparado Trotsky y cuyo manuscrito se conserva en los Archivos Trotsky, en Harvard.
68
Esta carta de Trotsky está publicada en Internationale Presse-Korrespondenz (Inprekorr), 21 de
enero de 1925.
98
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

dilatación por parte de sus adversarios. Por lo demás, esto no significaba


que las divergencias entre el mismo Trotsky y el resto del grupo dirigente
bolchevique, como se había manifestado en el otoño de 1923 y a
continuación de la publicación de las Lecciones de Octubre, no encerrara
problemas de fondo y fuera una simple controversia de carácter “histórica”.
La ligazón que se establecía entre los varios escritos de Trotsky desde El
nuevo curso al prefacio de 1922 a su libro 1905 hasta Lecciones de
Octubre, y entre el conjunto de estos escritos y su acción política no era
tan arbitrario como él sostenía en su carta al Comité Central.

El último capítulo de la batalla política que se abrió luego de la publicación


de las Lecciones de Octubre está constituido por la reunión del Comité
Central del partido, realizada el 17 de enero, mientras todavía Trotsky se
encontraba en Georgia. En esta oportunidad algunos participantes de la
reunión, y en particular Zinóviev, llegaron a exigir un procedimiento de
expulsión respecto de Trotsky.69 La oposición de otros, entre los cuales
estaba Stalin, logró que no fuera adoptada esta medida extrema y que se
limitara la reunión a la aprobación de una resolución en la que se
confirmaba la condena del “trotskismo” y el alejamiento de Trotsky de la
presidencia del Consejo de Guerra, reservando las eventuales decisiones
acerca de su permanencia o no en el Comité Central al próximo congreso.

Así se ponía término a un largo debate sobre el “trotskismo” que había


dominado la escena política soviética durante todo el otoño de 1924. El
mismo finalizaba con la derrota y el aislamiento político del autor de las
Lecciones de Octubre. En los nuevos debates y en las nuevas polémicas
que se encenderán en el período comprendido entre enero de 1925 y el
XIV Congreso (18-31 de diciembre de 1925), el nombre y las ideas de
Trotsky sólo figuraban marginalmente.

69
Carr, op. cit., segunda parte, p. 31.
99
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

ACERCA DE LA TEORÍA DE LA
REVOLUCIÓN PERMANENTE
Nicolai Bujarin

El problema de la revolución permanente concierne a la Valoración general


del curso de nuestra revolución, a las relaciones entre las principales clases
de nuestra sociedad, a los cambios producidos en la correlación de
fuerzas sociales en el curso de la revolución y, por lo tanto, asimismo a las
conclusiones que debemos extraer del correspondiente análisis teórico.

La fase actual de nuestra discusión, la forma en que se está llevando a


cabo, y la amplitud de las cuestiones sobre las cuales ahora se discute en
el seno de nuestra organización partidaria son diferentes de la problemática
del año pasado; la diferencia fundamental reside en el hecho que cada
uno de los problemas que enfrentábamos el año pasado y que en parte
enfrentamos hoy también, se hallan concentrados en la cuestión principal,
que se refiere a la valoración de nuestra revolución en su conjunto. Aquí
reside la esencia práctica de los debates teóricos sobre la revolución
permanente.

Nuestro país atraviesa hoy por una situación especial. Nos encontramos
en un viraje histórico. Este viraje no es similar a los virajes históricos por
los que nuestra revolución ya ha pasado anteriormente; pero es también,
sin duda alguna, un viraje histórico. La esencia de todo viraje interno en la
vida de nuestro país –y, naturalmente, los virajes internos están vinculados
con la situación externa– deriva de un cambio de las relaciones entre las
principales clases de nuestra sociedad: entre la clase obrera y los
campesinos. Así lo fue hasta ahora y así lo será por mucho tiempo.
También el viraje que hoy se inicia tiene sus raíces en un cambio de las
relaciones entre la clase obrera y los campesinos. Mencionamos este
punto solamente para indicar lo que sigue: si nuestro país se encuentra
frente a un cierto viraje, si éste exige que nuestro partido esclarezca el
problema de las nuevas relaciones entre la clase obrera y los campesinos,
está claro que la “teoría de la revolución permanente”, que “toca” ante
todo esta cuestión, debe ser vinculada con la práctica del día de hoy. En
este sentido, el desarrollo de una discusión teórica acerca de la revolución
permanente atañe a la exigencia práctica y actual de tener continuamente
bajo observación la correlación fundamental entre las clases en nuestro
país, partiendo de la concepción leninista de esta correlación, y precisa-
mente en una situación nueva, particular, en la que esta correlación

100
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

adopta una forma distinta que en el pasado. Esta discusión atañe y


expresa la exigencia absoluta de bailar una respuesta a las nuevas
cuestiones de nuestra “gran política” partiendo de las bases generales de
la doctrina formulada por el camarada Lenin sobre el bloque de los
obreros y de los campesinos. Por ello hemos dicho y decimos que nuestra
discusión teórica tiene un valor práctico actual e inmediato. Después de
esta breve introducción, pasamos a examinar la esencia de nuestras
divergencias con el camarada Trotsky.

Entre la mayoría del partido y el camarada Trotsky, como todos saben,


han existido grandes diferencias de opinión no sólo en el período que
precedió a Octubre, sino también posteriormente a éste. En la actualidad
todas estas diferencias han sido llevadas a un plano teórico general. Los
últimos escritos del camarada Trotsky, como asimismo la carta que ha
sido publicada con una apostilla del camarada Olminski70, iluminan como
un gigantesco reflector la esencia de las controversias particulares, de las
divergencias, de las polémicas que han existido entre la mayoría del
partido y el camarada Trotsky. (Entre paréntesis, hacemos notar que aquí
prescindimos de toda apreciación personal, de cualquier simpatía o
antipatía, y que hablaremos únicamente de la línea política.)

Cada uno ha podido ver por la carta del camarada Trotsky que en lo que
se refiere al problema de las principales fuerzas motrices de la revolución
rusa y en lo que respecta a la cuestión –contenida en otra más general–
de la correlación entre el proletariado y los campesinos, hay una gran
diferencia entre la opinión del camarada Trotsky y la de todo el partido.
Esta situación hace converger en un único punto todos los errores par-
ciales, relativos a cuestiones particulares, del camarada Trotsky; los enlaza
en un nudo en el cual desembocan todos los problemas particulares, y
este nudo es precisamente la teoría de la revolución permanente. Es lo
que trataremos de demostrar en nuestra exposición siguiente.

70
Inprekorr, n.° 166 de 1924. Se trata de la carta de Trotsky a Olminsky del 6 de diciembre de
1921, en la cual el primero desaconsejaba la publicación por parte del Instituto de Historia del
partido en una carta suya dirigida a Chjeídze en 1913 en la cual él manifestaba su discrepancia
con las posiciones de Lenin de entonces. Por otra parte, en su carta a Olminsky, Trotsky refirmaba
su análisis de las fuerzas motrices de la revolución. Esta carta fue publicada por primera vez en la
Pravda del 9 de diciembre y se constituyó en uno de los puntos de apoyo más citados en el curso
de la campaña contra Trotsky. Sobre el episodio cf. E. H. Carr, op. cit., segunda parte, p. 27
101
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

LA LÓGICA FORMAL DEL TROTSKISMO Y LA DIALÉCTICA LENINISTA


Si arrojamos luz sobre toda una serie de errores cometidos por el
camarada Trotsky (y cometidos por muchos de nosotros junto con él), y,
honestamente, queremos explicar el común denominador que está en la
base de todos estos errores, podemos encontrarlo en el mundo racionalista-
formal, literario, de tratamiento de las cuestiones de nuestra vida social.
No el método dialéctico vivo, que es propio del bolchevismo, sino el
método lógico-formal es lo que ha caracterizado y caracteriza la actitud
del camarada Trotsky durante toda nuestra revolución.

El camarada Lenin no vacilaba nunca en llevar todo error político hasta


sus raíces, cuando las necesidades del momento imponían que el error
fuese puesto al desnudo y destruido. No es casual que durante la
polémica sobre los sindicatos, Lenin dedicó una cantidad de páginas al
problema de la dialéctica y dio al respecto una serie de brillantes
definiciones, extraordinariamente ajustadas. No es por azar que en los
últimos días de su vida insistía en afirmar que era necesario “aprender la
dialéctica”. Ahora que se han sistematizado las divergencias con el
camarada Trotsky, y que no es difícil discernir que sus equivocaciones (y
los pasados errores de muchos de nosotros) tienen características parti-
culares, específicas, y que estas son de un tipo peculiar, debemos llevar
estos errores al fondo de sus raices metodológicas. Entonces la diferencia
entre el leninismo y el trotskismo quedará totalmente clara.

¿En qué reside la fuerza de la dialéctica leninista y de la política que el


partido ha seguido sobre la base de dicha dialéctica? ¿En qué reside la
fuerza de la doctrina leninista, cuál es la base de esa genial maestría de la
cual Lenin hacía gala en todos los períodos de la revolución, durante los
acontecimientos tempestuosos, en sus flujos y reflujos? Se podría decir
que el camarada Lenin, a más de su capacidad de previsión genial de las
grandes perspectivas históricas, poseía tres cualidades que expresaban un
dominio magistral de la dialéctica marxista: en primer lugar, la enorme
capacidad para descubrir en cada situación particular lo peculiar de la
misma, de ver en cada período histórico el contenido original, particular,
irrepetible; en segundo lugar la capacidad de avizorar los pasajes de una
situación a otra, de advertir cómo una fase histórica se convierte en otra,
cómo de una situación, o una coyuntura, se pasa a otra; finalmente en
tercer lugar –como consecuencia de las primeras dos cualidades– la
enorme capacidad para discernir en cada fase histórica (en el “momento
actual”, como estamos habituados a decir en nuestra jerga política) ese
eslabón más importante al cual hay que asirse para dominar toda la
cadena.

102
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Para juzgar al camarada Lenin es menester una unidad de medida


totalmente diferente de la que utilizamos para valorar a los revolucionarios
comunes, y asimismo para aquellos no tan comunes. Cuando nos
referimos a alguna corriente del socialismo, o del “socialismo” entre
comillas, solemos expresarnos con fórmulas más bien genéricas: éste es
un punto de vista “social-demócrata”, “oportunista”, aquel otro es un
punto de vista “revolucionario”; por lo general definimos como un “buen
revolucionario” al que sigue un punto de vista “revolucionario”. Esta es la
concepción común. Pero esta unidad de medida, este criterio, esta
valoración, este modo de enjuiciar, no pueden, en absoluto, ser aplicados
a la doctrina leninista, porque sería ridículo utilizar un criterio análogo con
Lenin, que es el representante de toda una doctrina que desarrolla en una
escala superior al marxismo. La argumentación de que sea algo absoluta-
mente revolucionario es en cierto modo obvia para el leninismo. No es
esto lo importante. Este es un punto sobre el cual sería estúpido discutir;
sería estúpido considerar desde esta perspectiva la doctrina formulada
por el camarada Lenin: tan obvio y elemental es todo ello desde el punto
de vista de las tesis que el camarada Lenin nos ha enseñado. Repetimos:
no es esto lo característico; lo característico es que el camarada Lenin no
observaba las cosas únicamente desde el punto de vista de las perspectivas
generales, sino que también en el interior de estas perspectivas generales
siempre captaba, y siempre con una seguridad excepcional, el aspecto
original, el pasaje de una coyuntura a otra; siempre encontraba el eslabón
de la cadena del cual era necesario asirse para conducir a nuestra
revolución por un rumbo justo. Desde este punto de vista, únicamente
con este patrón puede enjuiciarse al camarada Lenin, y con este patrón
debemos evaluar la política de nuestro partido, porque ella es la política
del partido leninista, educado y construido por él, que Lenin guió en todo
el período heroico de la historia de nuestro movimiento obrero. Si
valoramos con este criterio los errores del camarada Trotsky, o cuanto hay
de particular y de específico en el camarada Trotsky, entonces veremos
cómo de pronto el trotskismo se revela inadecuado. El trotskismo no está
a la altura del patrón de medida con el cual se puede y se debe evaluar la
política de un partido bolchevique. Muchos de nosotros hemos sido
atraídos –y en parte también actualmente lo somos– por la brillante
capacidad para indicar algunas grandes perspectivas, a primera vista muy
revolucionarias, en lo que el camarada Trotsky es un tan gran maestro.
Pero hasta aquí es suficiente con un patrón de medida inferior: Trotsky
tiene ventajas únicamente respecto a la socialdemocracia, que ha caído
en el pantano del oportunismo, que no tiene nada que ver con la
revolución, porque es precisamente un partido socialdemócrata, contra-
revolucionario. Las brillantes perspectivas revolucionarias generales, que

103
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

de manera magistral sabe señalar el camarada Trotsky, producen una


impresión imponente. Si adoptáramos esta unidad de medida, todas las
ventajas, naturalmente, estarían de parte del camarada Trotsky. Desde el
punto de vista del leninismo, esto es elemental.

Pero si aplicamos a las ideas del camarada Trotsky el rasero leninista, es


decir si le planteamos: ¿y bien, cómo debemos proceder concretamente
en este o en aquel momento? ¿cómo se debe analizar cada etapa coherente
de esta brillante perspectiva? ¿qué hay que hacer prácticamente para que
esta brillante perspectiva no quede en el papel sino que se realice en los
hechos? ¿qué análisis teórico de conjunto es menester efectuar?, si
enfocamos el punto de vista del camarada Trotsky desde este criterio
vemos súbitamente con claridad que el trotskismo comete errores
inevitables, que fracasa. El trotskismo no está a la altura de esta postura.
Ahora aparece más claro que en el pasado. El trotskismo no ha alcanzado
esa unidad de medida que nosotros tenemos el derecho de aplicar a la
auténtica política bolchevique.

Hemos señalado que la principal cualidad del método leninista, que la real
expresión de la dialéctica es marxista-leninista reside en la capacidad para
percibir las condiciones peculiares, el pasaje de una situación a otra, y
para encontrar ese eslabón importante de la cadena al cual hay que asirse
para dominarla en su conjunto.

Ahora bien, cualquiera que sea el problema, grande o relativamente


pequeño, acerca del cual verificamos las equivocaciones del camarada
Trotsky, hallamos precisamente que a él le falta esta capacidad, este
elemento decisivo que distingue al leninismo como desarrollo de la
doctrina marxista. Tomemos algunos ejemplos de diferentes sectores de
trabajo y de distintos períodos de nuestra revolución. Tomemos, ante
todo, de nuestra discusión del año pasado, el ejemplo de la polémica
sobre la economía planificada.71 ¿Cuál era el objetivo central del ataque
del camarada Trotsky? Él quería hallar una salida de la crisis en que nos
encontrábamos, proponiendo un plan económico más ideal y racional. De
éste se derivaban una serie de propuestas prácticas que debían promover
o promover de mejor manera el desarrollo de nuestra industria. Pero el
impulso que esperábamos no ha sido obtenido con el plan del camarada
Trotsky, sino sobre una base totalmente distinta, sobre la base de la
reforma financiera y de la política de rebaja de los precios. La reforma
financiera y la política de rebaja de los precios fueron dos factores que
efectivamente sacaron nuestra vida económica de un punto “muerto”. Los

71
Sobre este punto cf. más arriba.
104
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

éxitos económicos que hemos obtenido en este último año 72, en nuestro
balance económico también pueden atribuirse en su mayor parte a esos
dos factores principales. Resulta sumamente claro, por lo tanto, que los
remedios recomendados por el camarada Trotsky para nuestra economía,
en el cuadro de su plan, contenían muchos errores.

¿Qué errores? Tratemos de examinar concienzudamente la cuestión. Ante


todo, la oposición no reconocía la peculiaridad de la situación en la que
nos encontrábamos; no veía la peculiaridad de la situación económica,
conectada con la situación general y con la estructura general del país; la
plataforma de la oposición esencialmente ponía en un primer plano ideas
abstractas, consignas abstractas, cuyo significado se reducía a la simplí-
sima consideración de que todo plan es mejor que la anarquía, que la
economía ordenada conforme a un plan es mejor que una economía
anárquica. Todo esto suena terriblemente revolucionario. Y desde el
punto de vista de aquellos criterios que hemos señalado ésta es una
plataforma brillantísima. ¿Quién puede, en resumidas cuentas, batirse
contra una economía planificada? Acaso, cuanto más, algún pequeño
comerciante. En este terreno se puede trazar una línea extraordinariamente
aguda, aparentemente “proletaria”. ¡He ahí, ustedes están contra el plan!
Pero la economía planificada es el criterio fundamental del socialismo.
¿Por tanto, ustedes están contra el socialismo? ¿Deberemos abandonar el
socialismo? ¿Deberemos por tanto capitular ante el campesino anti-
socialista? Etc., etc...

Podría parecer que todos cuantos protestan contra la “planificación” se


convierten en responsables de una “desviación pequeño-burguesa”, allí
donde la “base económica planificada” del camarada Trotsky encarnaría y
expresaría las “razones; proletarias-socialistas” en lucha contra el elemento
pequeñoburgués y contrarrevolucionario.

Pero ésta es únicamente la vulgar “superficie de los fenómenos”. Si


profundizamos en la cuestión, la misma aparecen bien distinta. El
problema no residía de ninguna manera en decidir qué cosa era mejor “en
general”; si la “planificación” o la “anarquía”, si el socialismo o la economía
mercantil. No residía en si marchábamos o no hacia la economía
planificada, hacia el socialismo. Se trataba, en cambio, de ver, dada la
existencia de una enorme masa de pequeñas haciendas, dada la enorme
importancia del mercado, la quiebra del papel moneda y la crisis de los
suministros, cómo podíamos dar el siguiente, pequeño paso, hacia la

72
Se refiere a las medidas sobre política financiera aprobadas entre febrero y marzo de 1924,
dirigidas a combatir la inflación por medio de la emisión de una nueva moneda estable. Cf. E. H.
Carr, The Interregnum, ed. cit., pp. 133-135.
105
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

economía planificada, hacia la cual estamos encaminándonos. Aquí residía


el problema práctico. Y el camarada Trotsky no ha tomado en consideración
las peculiaridades de nuestra situación. Aun cuando en sus escritos
posteriores a la discusión trató siempre de refutar las acusaciones; políticas
que se le habían formulado en el sentido de que subestimaba la economía
campesina,73 también en este período Trotsky incurrió en el mismo error.
Aquí la subestimación de la economía campesina se manifestaba en la
subestimación de la fuerza el mercado, en la falta de comprensión de toda
la importancia que tiene el sistema nervioso de la economía de mercado,
o sea el sistema monetario, y en el análisis unilateral de la industria; que
él consideraba de modo aislado.

La peculiaridad de la situación –su principal peculiaridad– no estaba de


por sí en los fenómenos patológicos de la producción, o más bien no tanto
en éstos cuanto en una crisis: en las relaciones entre la ciudad y el campo.
Hubiera sido imposible, aún si hubiésemos aplicado el mejor de los
“planes” dar un impulso hacia adelante de la industria manteniendo una.
política de precios altos (y de impedimento a los suministros) y la quiebra
del papel moneda (que perdía toda capacidad adquisitiva). Por tanto, el
camarada Trotsky no miraba en la dirección en la que debería haber
mirado. No captaba la peculiaridad de la situación. En segundo lugar, no
consideraba el pasaje de un estudio a otro. Existiendo una economía
agrícola dispersa y una enorme masa de pequeñas haciendas, nuestra
tarea consiste en pasar gradual y muy lentamente de una economía no
planificada a una economía planificada.

Pero para el pasaje de una fase a otra es menester toda una serie de
providencias que no podemos descuidar en la práctica y que debemos
adoptar si queremos elevarnos de un estadio al otro. ¿Cuál era el estadio
por el cual debíamos pasar para aproximarnos, así fuera un poco, a la
economía planificada? ¿Cuál era el “eslabón” de la cadena leninista al que
debíamos asirnos en ese momento? Este “eslabón” era la reforma
financiera. En otros términos: para dar realmente un paso adelante en
dirección de la economía planificada debíamos pasar de la fase que
podríamos denominar “precedente a la reforma financiera” a la “fase de
la reforma financiera”. Sólo así podíamos dar realmente un paso adelante
hacia la economía planificada. Pero precisamente este eslabón de la
cadena es lo que ha sido descuidado por el camarada Trotsky y por toda la
oposición.
73
Bujarin se refiere aquí, evidentemente, al escrito La subestimación de los campesinos que
Trotsky publicó en su recopilación de trabajos El nuevo curso (Cf. más arriba, pp. 20-21 [Procacci
sobre Las tesis de T.].
Este escrito se puede hallar en su versión francesa en el volumen Les Bolcheviks Contre Staline,
1923-1928, París, 1957, pp. 42-49.
106
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Todos saben que después de la discusión en el partido, algunos camaradas


de la oposición veían con mucho escepticismo la reforma financiera,
predecían su inevitable fracaso y se inclinaban a defender el “dinero
soviético”. Los hechos los han desmentido por completo. Por lo tanto, en
este caso hemos visto la incapacidad de encontrar el “eslabón de la
cadena”. Hemos visto un esquema en lugar de un análisis, lo abstracto en
vez de lo concreto, la lógica formal en lugar de la dialéctica. El trotskismo
en lugar del leninismo.

Tomemos otra cuestión, en la cual junto con el camarada Trotsky el


modesto suscripto también incurrió en el error más grueso. Queremos
referirnos a la paz de Brest-Litovsk. Nos permitimos retomar este ejemplo
porque en él, aun cuando en circunstancias totalmente distintas, emerge
con extraordinaria claridad un error del mismo tipo. ¿En qué residía la
peculiaridad de aquel momento? ¿En qué residía esencialmente? Residía
en el hecho que el campesino no quería combatir. Este era el “nudo de la
cuestión” y era necesario tomarlo en consideración antes que nada. ¿Qué
proponíamos nosotros, “comunistas de izquierda” por ese entonces, y
Trotsky con nosotros? Proponíamos un “plan” que parecía formidable: la
guerra revolucionaria. Es cierto que el camarada Trotsky daba una
consigna intermedia: “Ni guerra ni paz”.

Pero al mismo tiempo él afirmaba que era preferible sucumbir bajo los
golpes de la espada alemana que bajo los de los especuladores de
cereales. La lucha inmediata, una batalla heroica, ésta era también su
perspectiva del momento. Estos “planes” parecían formidables, eran
considerados los únicos revolucionarios, y el que no persiguiese este
objetivo era a nuestros ojos un “desertor”. Los “comunistas de izquierda”
llevaron coherentemente hasta sus últimas consecuencias esta ideología;
en sus círculos y en los círculos que simpatizaban con la posición del
camarada Trotsky se decía que nuestro partido, si se basaba en el hecho
de que el campesino huía del frente, se transformaba en un partido
pequeñoburgués, en un partido campesino. Esta opinión era particular-
mente subrayada por el camarada Riazanov, que entonces abandonó el
partido porque a su parecer habíamos perdido la pureza revolucionaria.74
74
Cito algunos pasajes del discurso del camarada Riazanov por cuanto tal discurso afronta la
cuestión de la manera más rigurosa desde el punto de vista de un análisis cuasi-clasista.
“Yo sabía que el partido del proletariado, al cual nosotros pertenecemos, apenas tomado el
poder, se iba a encontrar frente a un dilema, y que el mismo iba a tener que decidir la cuestión
de si nosotros apoyamos en las masas de campesinos o bien (subrayado por mí. N. B.) en el
proletariado de Europa Occidental. El camarada Lenin y la parte del partido que estaba de
acuerdo con él ha preferido –volveremos luego a analizar estas relaciones– apoyarse en los
campesinos. Yo ya he definido en nuestra fracción política del camarada Lenin. Lenin quería
valerse de las palabras de Trotsky adaptándolas a la época actual. Tolstoi proponía construir a
Rusia a la manera campesina, simple; Lenin, A la manera campesina y soldadesca. Ahora gozamos
107
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

De todo ello surge claramente que el camarada Trotsky no tomaba en


consideración la primera exigencia de un análisis correcto. No tenía en
cuenta la peculiaridad del momento; no juzgaba esta peculiaridad, como
debían hacerlo hombres políticos que pretendían guiar al partido hacia la
victoria no con palabras, sino con los hechos. En cambio esa era la virtud,
en lo esencial, de la genial maestría del incomparable análisis leninista.

En segundo lugar se debe ver si se tenía o no en cuenta el pasaje de una


fase a otra, de una situación a otra. ¿Dónde está el pasaje concreto de
una fase a otra en los días de Brest-Litovsk? Era menester comprender
cómo se podía pasar del período de la deserción de los campesinos al
período de la defensa revolucionaria del país contra el enemigo. Ni los
comunistas de izquierda ni el camarada Trotsky pudieron entenderlo en
absoluto.

Y finalmente una tercera cuestión: ¿cuál era el “eslabón de la cadena” que


se necesitaba asir para facilitar este pasaje a una fase distinta, es decir de
la fase de las deserciones de los campesinos a la fase del “plan”, o sea de
la defensa? Este eslabón era precisamente el tratado de paz. Era menester
aferrarse a este eslabón para disolver el viejo ejército disgregado y para
formar tropas combativas sobre nuevas bases de defensa de la tierra
contra los grandes propietarios, y para crear, cediendo territorio y
ganando tiempo, los presupuestos para una lucha exitosa. El camarada
Trotsky no vio este eslabón. También en este caso la cuestión del
“eslabón” de la cadena leninista se plantea en toda su agudeza. Hoy esto
se ve más claro que nunca. Se cometió un error del mismo tipo de aquel
cometido en la cuestión del “plan”. Una buena perspectiva revolucionaria
“en general”, una “teoría” expuesta en términos brillantes, pero inservible
en la práctica. Con la aplicación de esta teoría se obtiene precisamente lo
contrario de aquello que está escrito sobre el papel.

los frutos de esta política campesina y soldadesca”. Actas del VII Congreso del Partido Comunista
Ruso, p. 87.
El camarada Trotsky se cuidaba muy poco de los sentimientos de los campesinos. Él apuntaba
todo hacia la acción inmediata del proletariado de Europa Occidental.
“...La corriente a la cual pertenezco –decía Trotsky– es de opinión de que para nosotros la única
posibilidad reside en el hecho... que el proletariado alemán haga sentir su influjo revolucionario.
Como consecuencia de ello, nuestra continuidad en la agitación que venimos llevando a cabo no
quedará interrumpida y no sufrirá ninguna fractura histórica... Ahora es necesario poner delante
los ojos del proletariado alemán este drama político, que no hemos creado nosotros sino que
corresponde a la esencia de la situación internacional y endosarle toda la responsabilidad por el
hecho de que el partido alemán no nos apoya” (ibíd., se puede firmar el tratado de paz ya que en
tal caso nuestra agitación p. 81). “...No quedaría comprometida como una ‘comedia’” (p. 80).
Como estaba señalado en el texto, los comunistas de izquierda “pura sangre” compartían
también el punto de vista que la paz iba a seguirse de una degeneración campesina de nuestro
partido y del poder soviético. (Nota de Bujarin).
108
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Este es el tipo general de los errores, por lo tanto, que son característicos
en el camarada Trotsky. Y este tipo general de errores debe ser tomado
en cuenta si se pretende comprender muchos de los sucesos actuales.
Para concluir observemos que el leninismo destruye todas las frases
erigidas en fetiches. El leninismo no practica siempre una política “de
izquierda”. Practica una política justa, es decir una política que corresponde
a los intereses generales del proletariado y que tiene presente la
peculiaridad del momento. Por ello es un arma insustituible de la lucha de
clases internacional.

LA VALORACIÓN GENERAL DE NUESTRA REVOLUCIÓN


Pasamos a la valoración general de nuestra revolución. La teoría del
camarada Trotsky lleva el nombre de “teoría de la revolución permanente”.
Aquí nos encontramos, sobre todo, frente a una valoración general de
nuestra revolución. En una de sus últimas o penúltimas obras escribe el
camarada Trotsky al respecto:
“En lo que respecta a la teoría de la revolución permanente yo no
tengo ningún motivo para retractarme de lo que he escrito al
respecto, en 1904, 1905, 1906 y posteriormente. Asimismo ahora
considero que lo esencial de las ideas que yo desarrollaba entonces
estaba mucho más próxima de la real esencia del leninismo de
aquello que fue escrito en esa época por diversos bolcheviques. La
expresión revolución permanente es una expresión de Marx... En su
traducción precisa, revolución permanente quiere decir revolución
continua o ininterrumpida. ¿Cuál es el significado político de estas
palabras? El significado de estas palabras es que para nosotros,
comunistas, la revolución no concluye después de tal o cual
conquista, sino que se desarrolla ulteriormente, y que para
nosotros únicamente la sociedad socialista pone un límite a la
revolución... En las condiciones rusas esto quiere decir: no una
república burguesa como algo políticamente concluido, ni tampoco
la dictadura democrática del proletariado y de los campesinos, sino
un gobierno obrero que se apoye en los campesinos y que inaugure
la era de la revolución socialista internacional... De tal manera la
revolución permanente concuerda en todo y por todo con los
principios estratégicos del bolchevismo... En mis escritos de entonces
no trataba de pasar por encima de los campesinos. Un hilo directo
llevaba a través de la teoría de la ‘revolución permanente’ al
leninismo y, en particular, a las tesis de abril de 1917.”75
75
El pasaje aquí citado se encuentra en el ya mencionado artículo La subestimación de los
campesinos. Cf., Les Bolcheviks contre Staline, edic. cit., p. 43.
109
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

En el prefacio al libro 1905, el camarada Trotsky escribe:


“...En el intervalo comprendido entre el 9 de enero y la huelga de
octubre de 1905 fue precisamente cuando el autor formó sus
concepciones sobre el carácter del desarrollo revolucionario en
Rusia, conocidas bajo el nombre de teoría de la ‘revolución
permanente’.”76

Aunque con un intervalo de doce años, esta apreciación se ha visto


plenamente confirmada. En la carta al camarada Olminski, finalmente, el
camarada Trotsky escribía:

“Yo no creo, de ninguna manera, haberme equivocado del todo en


mis divergencias de opinión con los bolcheviques... Creo que mi
valoración sobre las fuerzas motrices de la revolución era incontes-
tablemente correcta.
“Con todo podría dividir con facilidad mis artículos polémicos
contra los bolcheviques y contra los mencheviques en dos categorías:
los que estaban dedicados al análisis de las fuerzas internas de la
revolución y de sus perspectivas... y los que hacen la evaluación de
las fracciones de la socialdemocracia rusa, sus luchas, etc. Aún
ahora podría volver a publicar sin correcciones de ningún tipo los
artículos de la primera categoría, porque éstos se acercan por
completo a las posiciones adoptadas por nuestro partido después
del 17.”
Por tanto, el camarada Trotsky sostiene ahora:

76
Transcribimos aquí de la edición italiana de 1905 (Milano, Istituto editoriale italiano, 1948, pp. 10-
11) el pasaje intermedio omitido en la cita de Bujarin, en el cual Trotsky ilustra su teoría de la
revolución permanente:
“Esta denominación un poco abstrusa, expresa la idea que la revolución rusa, si bien tenía
planteados algunos objetivos burgueses inmediatos, no podría detenerse en los mismos. La
revolución no podría resolver los problemas de tipo burgués más importantes que tenía planteados
más que llevando al proletariado al poder. Y cuando este último se hubiese adueñado del poder no
habría podido limitarse al aspecto burgués de la revolución. Al contrario, y precisamente para
asegurarse la victoria definitiva, la vanguardia proletaria, hubiera debido, desde los primeros días
de su poder, penetrar profundamente en los dominios prohibidos de la propiedad, tanto burguesa
como terrateniente. En tales condiciones la vanguardia debía chocar contra demostraciones
hostiles de parte de los grupos burgueses que la habían sostenido al comienzo de su lucha
revolucionaria, y aún también de parte de la masa campesina cuyo apoyo la proyectó hacia el
poder. En un país en el cual la enorme mayoría de la población estaba compuesta de campesinos,
los intereses contrapuestos que dominaban la situación de un gobierno obrero sólo podían conducir
a una solución en el plano internacional, en la arena de una revolución proletaria mundial. Cuando,
en virtud de la necesidad histórica, la revolución rusa hubiera franqueado los estrechos límites de la
democracia burguesa, el proletariado triunfante iba a estar constreñido a franquear asimismo los
límites de la nacionalidad, es decir hubiera debido dirigir conscientemente sus esfuerzos de manera
tal que la revolución rusa se transformase en el prólogo de la revolución mundial.”
110
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

1) que la teoría de la revolución permanente se ha demostrado como


justa porque ha sido confirmada “en todo” por la experiencia;
2) que la teoría de la revolución permanente está incomparablemente
más próxima que cualquier otra cosa de la esencia del leninismo;
3) que la teoría de la revolución permanente corresponde perfectamente
a la línea estratégica que siguió el partido y el bolchevismo desde 1917 en
adelante;
4) que la teoría de la revolución permanente de ningún modo se basa en
una subestimación de los campesinos; y en general;
5) que la teoría de la revolución permanente ofrece una valoración
absolutamente justa de las fuerzas motrices de nuestra revolución.
El camarada Trotsky, vertiendo tantos cumplidos acerca de su pupilo
teórico, cuando menos hace inteligible su linea política interna en el
partido.
¿Por qué según el camarada Trotsky toda la historia de nuestro partido
anterior a 1917 es igual a cero? Porque sólo después del 17, a su juicio, el
partido adoptó el punto de vista de la revolución permanente.
¿Por qué nuestro partido ha “nacido” sólo en el 17? Porque sólo entonces
fue rebautizado bajo el signo de la revolución permanente.
¿Por qué no tiene importancia ocuparse de las luchas con los mencheviques
y con el camarada Trotsky en el período prerrevolucionario? Porque la
teoría de la revolución permanente cubre todos los errores pasados,
presentes y futuros del camarada Trotsky, y aún más.
Summa Summarum; la esencia del leninismo, que en cuanto leninismo
también se origina únicamente en el 17 (concuerdan asimismo los artículos,
“espiritualmente afines” al trotskismo, del camarada Preobrazhenski),
reside en la teoría de la revolución permanente. Por tanto no es sorpren-
dente que el camarada Trotsky se presente como el máximo leninista y
como el custodio del legado de Lenin (no como su autor, pero sólo por
modestia), por cuanto para él lo que cuenta no es el bolchevismo
histórico sino el trotskismo con la etiqueta de leninismo.
Pero dejemos a un lado esta cuestión, ya suficientemente esclarecida en
nuestra prensa, y pasemos al análisis propio y verdadero de la teoría del
camarada Trotsky.
El camarada Trotsky plantea el problema del modo siguiente:

111
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

La teoría de la revolución permanente es una teoría que encontraremos


ya motivada en Marx. ”La revolución permanente”, es decir la “revolución
ininterrumpida”, sería una revolución que en última instancia halla su
límite en la edificación de la sociedad socialista. Ahora, en muchas de sus
obras más recientes, el camarada Trotsky extrae de ella la conclusión
siguiente: la teoría se concretó también en la realidad, la revolución
permanente se vio confirmada, porque en Rusia el proletariado conquistó
el poder político. Pero antes de 1917, los bolcheviques habían combatido
a la teoría de la revolución permanente en cuanto sostenían que aquí la
revolución debía ser una revolución burguesa.
Es cierto. En 1905 y hasta la revolución de febrero nosotros hablábamos
verdaderamente así. ¿Quién tuvo razón? ¿La teoría de la revolución
permanente o los bolcheviques ortodoxos?
Tuvo razón la teoría de la revolución permanente y los bolcheviques sólo
en el 1917 adoptaron la línea “justa” precisamente porque renunciaron a
la teoría bolchevique de la revolución e hicieron suya la concepción
trotskista: esta es la conclusión que extrae el camarada Trotsky.
Veamos mejor. Ante todo, debemos hacer notar que en la teoría de la
revolución permanente, en general, lo esencial no reside en el hecho que
aquí estamos ante una revolución que en última instancia llega a una
determinada etapa en la cual la clase obrera está en él poder. En este
sentido la revolución permanente se ha realizado, porque la clase obrera
alcanzó, efectivamente, el poder.77
Pero la cuestión es otra. Y precisamente en esto otro reside la “esencia”
de la teoría de la revolución permanente. De esa esencia debemos hablar
ante todo. Pero, entretanto, debemos observar cómo Marx concebía la
teoría de la revolución permanente. Stalin, en su opúsculo, citaba un
pasaje decisivo de Marx y lo comentaba con gran justeza. Marx escribe:

77
Aquí hay que tener en cuenta la relatividad del concepto de “ininterrumpido”, ya que no ha
habido un período ininterrumpidamente, es decir completamente revolucionario. Después de la
derrota de los años 1905-1907 pasaron sus buenos diez años antes que estallara la “segunda
revolución”. El camarada Lenin, en su artículo A propósito de las dos líneas de la revolución,
escribía: ”El esclarecimiento de las relaciones entre las clases en la próxima revolución es la
principal tarea del partido revolucionario. Trotsky cumple con esta tarea de manera equivocada,
en el Nashe Slovo, repitiendo su “original” teoría de 1905 sin querer interrogarse en virtud de qué
causas la vida ha pasado por buenos diez años dejando de lado esta excelente teoría”. Por lo
tanto, en primer lugar, ha habido una cierta interrupción en la revolución “ininterrumpida”; en
segundo lugar esta interrupción y los acontecimientos que le sucedieron han refutado la teoría
del camarada Trotsky y su valoración de las fuerzas de clase, ya que la historia de los campesinos
ocupa un lugar que estaba excluido según la concepción del camarada Trotsky De ello
hablaremos extensamente en el texto. (Nota de Bujarin).
112
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren


poner fin a la revolución lo más rápidamente que se pueda,
después de haber obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba
mencionadas, nuestros intereses y nuestras tareas consisten en
hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la
dominación de las clases más o menos poseedoras, hasta que el
proletariado conquiste el poder del estado... etc.”78
¿Qué entendía, por lo tanto, Marx, por teoría de la revolución permanente?
Marx entendía una perspectiva en la que la correlación de fuerzas va
cambiando constantemente en el curso de la revolución y la misma se
desarrolla incesantemente “hacia adelante”. Podemos decir, los grandes
propietarios de la tierra son derribados. En su lugar, sustituyéndolos,
entra una de las fracciones de la burguesía, por ejemplo la burguesía
liberal. Con esto la revolución no ha concluido. La burguesía liberal es
derrocada y sustituida por la pequeña burguesía radicalizada. La pequeña
burguesía radicalizada es derribada y en su lugar son los pobres de la
ciudad los que entran, aliados, en el verdadero sentido de la palabra, con
los pobres del campo y con la clase obrera. Finalmente este gobierno
también es eliminado y cede su lugar a un gobierno de la clase obrera.
Naturalmente que éste es un esquema, pero un “esquema justo”. 79
78
Citado en Stalin, Lenin y el leninismo, p. 42. Trad. esp. en Stalin, Fundamentos del leninismo, cf.
Obras completas, edit. cit., VI, p. 101.
79
Hay que recordar, sin embargo, que este esquema no puede “simplemente” ser aplicado a la
realidad. Aquí también es menester tomar en cuenta la correlación concreta de las fuerzas
sociales. Así, por ejemplo la peculiaridad de la revolución democrático-burguesa rusa residía en
que la misma podía ser llevada a término sólo en lucha contra la burguesía liberal, que se había
convertido ya antes del triunfo sobre el zarismo en una fuerza contrarrevolucionaria. Al no
entender este hecho, los mencheviques cayeron en una traición propia y verdadera. Lenin
escribía al respecto lo siguiente: “Estas gentes (Martínov y Mártov en la nueva Iskra. N.B.)
razonan, en el fondo, como si tratan de poner coto, de cortar las alas a su lucha por la libertad...
Tales gentes, decía Vperiod (el órgano de los bolcheviques, N. B.), achatan de un modo filisteo la
conocida tesis marxista acerca de las tres principales fuerzas de la revolución del siglo XIX (y del
siglo XX) y de sus tres etapas fundamentales. Esta tesis sostiene que la primera fase de la
revolución consiste en la limitación del absolutismo, lo que da satisfacción a la burguesía; la
segunda, en la conquista de la república, lo que da satisfacción del ‘pueblo’ es decir a los
campesinos y a la pequeña burguesía en general; la tercera, en la revolución socialista, la única
que puede satisfacer al proletariado. “Este cuadro es exacto, en sus rasgos generales”, escribía
Vperiod. Tenemos ante nosotros, en realidad, un auge hacia estas tres distintas fases
esquemáticas, distintas por lo que se refiere a qué clases pueden, en el mejor de los casos,
acompañarnos en este auge. Pero, si quisiéramos interpretar este certero esquema marxista de
las tres etapas de tal modo que antes de todo auge necesitamos recorrer de antemano un
pequeño trozo de camino, por ejemplo solamente una fase, si quisiéramos con arreglo a este
esquema, “Trazar un plan de acción, en una época revolucionaria” antes de cualquier auge,
seríamos unos virtuosos del filisteísmo” (Lenin, Obras completas, edic. cit., VIII, p. 465.) En otras
palabras: no se puede pues aplicar el esquema directamente a todos los fenómenos de la vida.
Son posibles los “saltos”. Sería cosa de filisteos poner en duda la posibilidad de los saltos. Sin
embargo, “que ningún lector cicatero vaya a sacar de nuestras palabras la conclusión de que
nosotros preconizamos una ‘táctica encaminada’ a saltar obligadamente una etapa, sin tener en
113
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

¿Dónde, por tanto, reside la esencia de la revolución permanente? La


esencia de la teoría marxista, es decir justa, de la revolución permanente
reside en el hecho de que hay que tomar en consideración los cambios
reales en el contenido social de la revolución. Aquí se expresa el hecho
que en el curso de la revolución cambia continuamente la correlación
entre las clases en lucha, que la revolución, en su desarrollo, pasa
continuamente de una fase a la siguiente. La revolución pasa de la fase
feudal a la de la burguesía liberal, luego de ésta a la pequeña burguesía, y
posteriormente de esta fase a la fase de la revolución proletaria.
En esto reside la esencia de la teoría marxista (pero no de la trotskista) de
la revolución permanente. ¿Podemos objetar algo contra esta teoría? No,
nada, porque la misma es justa. En este sentido nuestra revolución ha sido
“permanente”. Nuestra revolución atravesó por una serie de etapas. En
febrero de 1917, el régimen de los grandes propietarios de la tierra fue
remplazado por un régimen liberal de la burguesía imperialista, y paralela-
mente al mismo se creó el poder de los obreros y de los campesinos
(soviet); siguió luego un desplazamiento de los grupos, como conse-
cuencia de lo cual la burguesía liberal fue sustituida por varias fracciones
de la pequeña burguesía en alianza con los liberales (el “gobierno de
coalición”, con participación de los mencheviques, los socialistas-
revolucionarios, etc.). Después que conquistamos el poder, en Octubre,
estaban en el poder los bolcheviques y los socialistas-revolucionarios de
izquierda. Después del levantamiento de los socialistas revolucionarios, se
produjo un nuevo cambio de guardia y nuestro partido quedó solo en el
gobierno. En Rusia, por tanto, la curva de la revolución fue ascendiendo,
en su conjunto, durante todo el período (decimos “en su conjunto”
porque en el marco de este movimiento ascendente de la revolución
hubo algunos contragolpes: basta recordar las jornadas de julio; esta
circunstancia debe tenerse presente porque tiene no poca importancia
asimismo para la práctica). Este proceso tuvo su expresión en la
estructura del poder político, en el paso del poder de una clase a otra, de
un grupo social a otro, hasta tanto se originó una situación estable en la
cual la clase obrera marchó al poder, la dictadura de los obreros echó
sólidas raíces y el partido comunista se convirtió en el único partido que
tenía en sus manos el poder político.

cuenta la correlación de fuerzas ‘sociales’”. [N. Ed.: el subrayado es de Bujarin] (Ibíd, p. 466). La
correlación de las fuerzas sociales, el cálculo de esta correlación, es, pues, “en última instancia”,
lo decisivo. Impulsar adelante resueltamente la revolución pero al mismo tiempo saber partir de
la correlación de fuerzas inexistente y de tal modo llevar a cabo de hecho la dirección de la
revolución: ésta es la táctica del leninismo. (Nota de Bujarin).
114
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Si examinamos las cosas de esta manera, es decir desde el punto de vista


del curso real de los acontecimientos históricos, y nos interrogamos: ¿es
ésta la esencia de la revolución permanente trotskista?, entonces debemos
responder con la negativa a esta cuestión general. Y precisamente en este
“no” reside el núcleo del problema. Enseguida examinaremos esta cuestión
central desde distintos puntos de vista. Aquí solamente indicamos las
líneas principales de lo que será el objeto de nuestras ulteriores
argumentaciones.

Si el camarada Trotsky, por tanto, hubiera previsto los sucesivos hechos,


en 1905 no hubiese dado la consigna que tenía en común con Parvus.
Como es sabido, en 1905, el camarada Trotsky sostuvo contra los
bolcheviques la consigna: “Sin zar, por un gobierno obrero”. Por lo tanto,
el camarada Trotsky, en la primera fase de nuestro movimiento
revolucionario, planteaba como consigna inmediata la que se planteó
únicamente en la última fase de este proceso. La consigna de Trotsky no
tenía ninguna relación con la realidad de entonces. En otros términos: la
culpa principal que nosotros le reprochamos a la teoría trotskista de la
revolución permanente es que la misma deja de lado toda la etapa
intermedia, es decir precisamente aquello que distingue a la revolución
permanente (en el sentido marxista). Estas diversas etapas de la revolución
en las cuales las diferentes clases resuelven sus tareas y se suceden
recíprocamente, exigen de nosotros soluciones peculiares para cada una
de estas etapas, que pese a todo se dirigen hacia un fin único; sólo así se
puede conducir una revolución. Pero el camarada Trotsky ha colocado en
el lugar inicial la última fase de la revolución, para la cual no estaban
dadas las premisas. Él ha pasado por encima de una serie de fases de
transición, y si nuestro partido hubiera seguido al camarada Trotsky y no
hubiese conducido la revolución como en realidad lo hizo, nos hubiéramos
dado un regio porrazo. Aún cuando pueda parecer extraño, el camarada
Trotsky ha precisamente matado las ideas de la revolución permanente: si
en resumidas cuentas el final se halla al comienzo, entonces no hay
proceso, no existen transiciones, no hay “revolución ininterrumpida”.

¿Ha captado, el camarada Trotsky, la peculiaridad de nuestra revolución?


¿Ha visto el camarada Trotsky de qué manera la misma pasa de una etapa
a otra (cómo “se desarrolla” de una a otra) ? ¿Ha sabido encontrar el
necesario “eslabón” de la cadena? A todos estos interrogantes hay que
responder negativamente.

115
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

El camarada Trotsky simplificaba la cuestión al extremo: en Rusia sólo


podía haber una revolución proletaria. (Todavía en 1905 el camarada
Trotsky negaba la posibilidad de la revolución burguesa.) En Rusia
únicamente podía darse una revolución proletaria, pero esta revolución
proletaria en un país pequeñoburgués estaba condenada a la ruina si no
recibía un apoyo estatal de parte del proletariado triunfante en Europa
Occidental.
“La clase obrera de Rusia, sin el apoyo estatal (subrayado por mí N.
B.) directo del proletariado europeo, no podrá mantener el poder y
no podrá transformar su dominio temporario en una dictadura
socialista duradera. De ello no cabe dudar ni siquiera un instante
(Nuestra revolución).”

El camarada Trotsky comenzaba no comprendiendo la peculiaridad del


decurso de nuestra revolución, que reside en una original combinación
entre la guerra campesina contra los grandes propietarios de la tierra y la
revolución proletaria. El cama- rada Trotsky no comprendió la peculiaridad
de la fase inicial de esta revolución, cuya esencia residía en la ruptura de
las cadenas feudales y en la destrucción de la gran propiedad latifundista
(“La cuestión agraria constituye la base de la revolución burguesa en Rusia
y condiciona la peculiaridad nacional de esta revolución”. “La experiencia
del primer período de la revolución rusa ha demostrado de manera
definitiva que ésta sólo puede ser inevitable en tanto revolución agraria
campesina”)

El camarada Trotsky “no reparó” en aquéllas etapas en las cuales, en


Rusia, la revolución burguesa se desarrolló en revolución proletaria
socialista.

Además, el camarada Trotsky no reconoció aquellas peculiaridades que


distinguen a nuestra revolución socialista de las revoluciones socialistas
en otros países.

Además, el camarada Trotsky no reconoció aquellas condiciones inter-


nacionales particulares que permiten a nuestra revolución socialista –aun
sin una ayuda estatal del proletariado europeo triunfante– defenderse,
reforzarse, crecer, para alcanzar la victoria definitiva junto a la clase
obrera de otros países.

116
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Aquí también el juicio del camarada Trotsky es esquemático: o revolución


burguesa o revolución proletaria. O una revolución proletaria clásica, y
por tanto una victoria duradera, o bien una revolución proletaria mezclada
con otros elementos, y por tanto la muerte. O el apoyo estatal del
proletariado occidental y por ende la salvación, o bien ningún apoyo y por
tanto ninguna salvación.

En la realidad, la vida ha refutado completamente estos esquemas y


aportado una respuesta del todo distinta a nuestros problemas. Tanto una
revolución burguesa como cuanto una revolución proletaria (la una se
transforma en la otra); ningún apoyo estatal del proletariado, pero sin
embargo apoyo, tanto por parte del proletariado como por parte de las
colonias (pero también “ayuda” de parte de los capitalistas, los cuales con
sus disputas internas favorecen a los Estados Proletarios); ninguna
revolución proletaria clásica, y no obstante nada de muerte, sino vida, etc.
La realidad se mostró enormemente más rica que los áridos esquemas
contenidos en los cuidadosos diagramas de la “revolución permanente”.

De su incomprensión de la realidad derivó asimismo la debilidad política


de Trotsky.

De la comprensión que Lenin y su partido tuvieron sobre todas las etapas,


las transiciones, las peculiaridades del proceso, derivaba la capacidad de
asirse realmente al necesario eslabón de la cadena en cada momento y de
conducir al triunfo a la clase obrera y a los campesinos.

Verdaderamente, nuestro partido no tiene el menor motivo para sustituir


la teoría leninista de nuestra revolución por la teoría “permanente” del
camarada Trotsky.

LA VALORACIÓN GENERAL DE LAS CLASES EN EL CURSO


DE NUESTRA REVOLUCIÓN
Más arriba hemos hablado sobre las etapas de nuestra revolución; ahora
debemos plantear la misma cuestión, siempre de una manera general,
pero desde el punto de vista de la lucha de clases y de los desplaza-
mientos en el seno de cada clase. Como es sabido, las controversias que
hemos tenido estaban referidas, en buena medida, al problema del
bloque de los obreros y de los campesinos, de la alianza entre la clase
obrera y los campesinos, y de la hegemonía del proletariado en el seno de
la “alianza” o del ”bloque”. Ahora, en el octavo año de nuestra revolución
y de nuestra dictadura, vemos harto claramente toda la magnitud de este
problema, que fue planteado por primera vez con claridad por Lenin y que

117
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

en consecuencia se convirtió en una de las piedras fundamentales del


edificio tanto teórico como práctico del bolchevismo. Recién ahora este
problema se nos plantea en un contexto ampliado. En resumidas cuentas,
aquí no se trata exclusivamente del problema de la unión entre la clase
obrera y los campesinos en nuestra república soviética, sino de la gran
cuestión, en cierto modo decisiva, de la revolución internacional. Un
problema tan actual y candente como la cuestión colonial, que es la
cuestión vital para el capitalismo, no consiste en otra cosa, desde el punto
de vista de la revolución mundial, que en la unión entre el proletariado
industrial europeo occidental y americano y los campesinos de las
colonias.

Es verdad que la cuestión colonial, aun siendo en gran medida un


problema de relaciones entre el proletariado y los campesinos, no es
únicamente esto. La cuestión colonial tiene características propias, y sería
errado considerar idénticas las dos cuestiones. Pero también está suma-
mente claro que por sus raíces sociales, la cuestión colonial es una
cuestión campesina. Si afirmamos que hoy los campesinos miran los
pilares fundamentales de la sociedad capitalista, también podemos
afirmar que la clase obrera que apoya las revueltas coloniales, precisa-
mente realiza con ello su hegemonía sobre el movimiento campesino de
las colonias. Si nos interrogamos acerca de cuál será la situación en el
marco de la economía mundial después de la conquista del poder por
parte de los obreros, es como si nos preguntáramos acerca de cuáles
serán las relaciones entre el proletariado triunfante y los campesinos de
las colonias. Si nos interrogamos acerca de las causas por las que la
socialdemocracia europea no ha comprendido de ninguna manera la
importancia de la cuestión campesina, por qué le ha dedicado tan escasa
atención y no ha desentrañado los problemas que para nosotros son tan
relevantes, la explicación no está en el hecho de que mientras nosotros
habitamos en un país agrícola ellos viven en países industriales. También
ellos tienen su “integración agraria”, sólo que la misma no se halla en las
metrópolis sino en la lejana periferia colonial. El hecho que la social-
democracia europea haya dedicado una atención insuficiente a la cuestión
campesina está indudablemente conectado al hecho de que la misma
considera con desprecio las cuestiones revolucionarias concernientes a las
colonias. La socialdemocracia tenía respecto del movimiento colonial una
actitud directamente hostil (socialimperialismo) o una “actitud” que se
expresaba con el silencio. Cuando el camarada Trotsky se dejaba arrastrar
por su “europeísmo”, y más de una vez subrayó el carácter asiático-
campesino del proletariado “inmaduro” (de esta manera juzgaba él a los
bolcheviques), este “europeísmo” contenía algo de desprecio social-
demócrata hacia la cuestión campesina y colonial, aunque el camarada
118
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Trotsky, personalmente, dedicara una atención relativamente grande a la


cuestión colonial.

De esta visión general de las clases, de esta valoración “europea” de sus


funciones, también se desprendía la muy concreta opinión del camarada
Trotsky según la cual la revolución en Rusia sería derrotada inevitable-
mente de no recibir un apoyo estatal de parte del proletariado europeo
triunfante.

Cuando el camarada Trotsky sustituye el análisis concreto por el esquema


abstracto, desprende de ello la opinión de que la revolución europea
representaría una revolución clásica, mientras que la revolución “no
clásica” estaría de antemano condenada a la ruina. En otros términos:
sólo en una sociedad que no tuviera campesinos podría tener lugar una
revolución ideal.

Pero esta concepción “ideal” no corresponde en lo más mínimo a la


realidad. Si tomamos el movimiento de la economía mundial vemos que el
verdadero y propio proletariado representa una pequeña minoría de la
población. Si tomamos a modo de ejemplo a los países más grandes del
mundo, debemos inevitablemente comprobar que los mismos están
constituidos por una pequeña “metrópoli” densamente poblada y prole-
tarizada, y por inmensas colonias agrícolas. La mayor parte de Francia está
en África, la mayor parte de Inglaterra está en Asia, etc. ¿Qué hará el
proletariado inglés después de su victoria si no trata de apoyarse en la
simpatía de los campesinos hindúes y egipcios, si no los guía en la lucha
contra el capital, si no intenta conquistar su simpatía y apoyo, si entre
estas inmensas masas no logra la hegemonía, la dirección?

Sin duda, el camarada Trotsky conoce toda la enorme importancia del


problema colonial. Pero sin embargo, no concuerda con esta consideración
de las colonias la valoración que el camarada Trotsky hacía de los
campesinos en 1905, en su teoría de la revolución permanente. Y todavía
hoy, con una obstinación irreductible, él sostiene que aquella valoración
era correcta. Aquí el camarada Trotsky se contradice absolutamente.

Ahora se ve con claridad suficiente de qué manera debe ser considerado


este problema desde el punto de vista del proletariado.

Antes de la conquista del poder, la clase obrera debe contar con el apoyo
de los campesinos, y precisamente en la lucha contra los capitalistas y los
grandes propietarios.

119
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Después de la conquista del poder, el proletariado se debe asegurar el


apoyo de una parte considerable de los campesinos, y precisamente en la
guerra civil hasta la consolidación de la dictadura proletaria.

¿Y luego? ¿Podemos limitarnos a considerar a los campesinos únicamente


como “carne de cañón” en la lucha contra el capital y la gran propiedad?

No. Es menester entender este “no” y recordárselo de una vez por todas.
Después de la victoria, el proletariado también deberá vivir a toda costa
en amistad con los campesinos dado que los campesinos representan la
mayoría de la población y tienen una gran importancia en el terreno
económico y social. Únicamente por ignorancia de las relaciones econó-
micas mundiales se puede desconocer esta tarea. Pero inevitablemente,
más tarde o más temprano, la misma debe ponerse en la orden del día.
Por lo tanto hay que comprender que el proletariado no tiene otra opción;
en la construcción del socialismo está constreñido a conducir tras de sí a
los campesinos. El proletariado debe saber hacerlo, puesto que de otro
modo no podrá conservar el poder.

Naturalmente que en la dirección de los campesinos es necesario aplicar


diversos métodos, según sea la situación concreta.

Para poder guiar correctamente hay que conocer todos los pasajes, todas
las etapas. Y durante la discusión sindical Lenin escribía:

“Toda la dictadura del proletariado es un período de transición.


Pero ahora nosotros vemos, por así decirlo, toda una serie de
períodos de transición: la desmovilización del ejército, el fin de la
guerra y la posibilidad de un período pacífico de respiro mucho más
largo, la posibilidad de un pasaje duradero del frente militar al
frente de la producción. Ya esto, sólo esto, cambia las relaciones
entre la clase proletaria y la clase campesina.”

Esto vale, y en una mayor medida aún, para todas las etapas extra-
ordinariamente importantes del proceso revolucionario.

El camarada Trotsky, en su teoría de la revolución permanente, no ha


comprendido en absoluto

1) ni el problema general del campesinado;

2) ni los métodos de dirección del proletariado sobre los campesinos;

3) ni las distintas etapas del desarrollo de las relaciones entre la clase


obrera y los campesinos en el curso de nuestra revolución.

120
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

El propio camarada Trotsky expone con harta elocuencia su modo de


concebir el problema campesino en el prefacio al libro 1905. Después de
haber formulado (¡en 1922!) la teoría de la revolución permanente y
haber subrayado la justeza de esta teoría, el camarada Trotsky, como ya
vimos, escribe lo siguiente:
“...para asegurarse la victoria definitiva, la vanguardia proletaria,
hubiera debido, desde los primeros días de su poder, penetrar
profundamente en los dominios prohibidos de la propiedad, ya
burguesa, ya terrateniente. En tales condiciones la vanguardia
debía chocar contra demostraciones hostiles de parte de los grupos
burgueses que la habían sostenido al comienzo de su lucha
revolucionaria, y aun también de parte de la masa campesina cuyo
apoyo la proyectó hacia el poder. En un país en el cual la enorme
mayoría de la población estaba compuesta de campesinos, los
intereses contrapuestos que dominaban la situación de un gobierno
obrero sólo podían conducir a una solución en el plano inter-
nacional, en la arena de una revolución proletaria mundial. Cuando,
en virtud de la necesidad histórica, la revolución rusa hubiera
franqueado los estrechos límites de la democracia burguesa, el
proletariado triunfante hubiera estado constreñido a franquear
asimismo los límites de la nacionalidad, es decir hubiese debido
dirigir conscientemente sus esfuerzos de manera tal que la
revolución rusa se transformase en el prólogo de la revolución
mundial.”80
La última afirmación es justa. Pero no está aquí la esencia de la cuestión.
En Trotsky la esencia de la cuestión reside en el hecho de que el
proletariado triunfante debe absoluta e inevitablemente entrar en un
conflicto insanable con las amplias masas campesinas y que en un país
con una mayoría pequeñoburguesa, el proletariado no puede hallar una
salida a este problema y como consecuencia de este conflicto inevitable la
hegemonía proletaria debe quebrarse si no sobreviene una ayuda del
exterior, y por otra parte una ayuda estatal.

Lo que sorprende sobre todo (ahora, después de las enormes experiencias


del movimiento internacional) es la circunstancia que la “solución” de
Trotsky no es de ninguna manera una solución, así como su “revolución
permanente” no es en absoluto una revolución permanente.

Finalmente, si el conflicto entre el proletariado y los campesinos es


inevitable, irremediable, etc., entonces el mismo es también inevitable
después de la victoria mundial del proletariado.
80
Prefacio a 1905, edic. italiana cit., pp. 10-11.
121
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Los campesinos constituyen la enorme mayoría de nuestro planeta. Si el


proletariado no dispone de los medios para conducir tras suyo a esta
mayoría, entonces o la revolución internacional está también condenada
a la ruina, o bien la misma debe ser postergada (como pretende Cunow)
hasta tanto no se haya constituido una mayoría proletaria sobre la tierra.
¡No puede suponerse que se haga necesario traspasar los “confines
terrenales” y que se deba esperar un apoyo, y por añadidura un apoyo
“estatal”, de fuerzas celestes!

Si se explica, por tanto, de esta manera el problema, y se lo plantea en


toda su amplitud., es fácil descubrir que el camarada Trotsky desplaza la
cuestión pero no la resuelve.

El error del camarada Trotsky reside en el hecho que él considera que es


inevitable el conflicto entre el proletariado y los campesinos, cuando en
realidad es solamente posible. Lo que no es lo mismo. El conflicto resulta
inevitable únicamente si el régimen proletario se evidencia como menos
ventajoso que el régimen burgués para los campesinos, si éstos se
sustraen de la dirección del proletariado. Pero de ninguna manera ello es
inevitable, y no lo será si el partido del proletariado triunfante se traza
como tarea principal de su política el apoyo y la consolidación del bloque
de los obreros y los campesinos. El explicar cómo se debe realizar eso en
concreto no forma parte de los objetivos del presente trabajo.

De la valoración de los campesinos que hemos examinado también se


desprenden los métodos con los cuales hay que actuar respecto de los
mismos, los cuales fueron formulados por el camarada Trotsky, entre
otros, asimismo en el período de la reacción. El camarada Lenin escribía al
respecto:

“...Finalmente, más equivocada todavía es la tercera de las


opiniones de Trotsky citadas por el camarada Mártov y que éste
considera ‘justa’: ‘no importa incluso que él [el campesinado] haga
eso’, ‘se adhiera al régimen de la democracia obrera’ de un modo
no más consciente del que se adhiere habitualmente al régimen
burgués'. El proletariado no puede ni confiar en la inconsciencia y
los prejuicios del campesinado, como confían y se apoyan en ellos
los señores del régimen burgués, ni presuponer que durante el
período revolucionario va a conservarse, aunque sólo sea, la
inconsciencia y pasividad habituales del campesinado.81

81
El objetivo de la lucha del proletariado en nuestra revolución) [N. T.: el subrayado es de Bujarin,
ver O.C., tomo XV, edic. cit., p. 352.]
122
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Y en la época de la revolución proletaria, cuando se trataba de pasar de


las palabras a los hechos, cuando la situación se estaba volviendo
particularmente difícil, Lenin decía:

“Cuanto mayor es la envergadura y amplitud de las acciones


históricas, más numerosos son los que participan en ellas. Y a la
inversa, cuanto más honda es la trasformación que deseamos
realizar, tanto más necesario es el interés y la actitud consciente y
tanto más es preciso convencer de esta necesidad a millones y
decenas de millones de personas.”82

¿No nos hallamos frente a una actitud muy particular hacia los campesinos?
¿Y esta actitud no está en relación con la valoración general de los
campesinos, como aliados necesarios para la lucha del proletariado?

Pero para estar en condiciones de “convencer” hay que conseguir


“encadenar” a los campesinos con el correspondiente “eslabón” de la
cadena. Y aquí aparece más claro que nunca, que el trotskismo es incapaz
hasta de afrontar la cuestión con justeza.

En 1905 Trotsky no prestó atención a la revolución agraria y no captó que


en la misma reside la esencia de la época. Tampoco lo comprendieron los
mencheviques, y Lenin tenía razón al afirmar que éstos:

“en la lucha contra el populismo... habían omitido su contenido


histórico-real e históricamente progresivo, como teoría de la lucha
pequeñoburguesa de masas del capitalismo democrático contra el
capitalismo liberal-terrateniente”, así que Lenin definía asimismo a
esta idea como “monstruosa”, “idiota” y “apóstata”. 83
El camarada Trotsky aún hoy sostiene que su valoración de las fuerzas
motrices de la revolución era justa, que él no pasaba por encima de los
campesinos y que de ninguna manera pensaba en “subestimar” al
campesinado. Trotsky escribe:
“Un argumento preferido, empleado recientemente por varios
círculos (!), es la indicación de mi ‘subestimación’ del papel de los
campesinos. Pero sería inútil buscar algún análisis de esta
cuestión... En mis escritos de entonces no había ninguna tentativa
de ‘pasar por encima’ de los campesinos.84

82
Informe sobre la actividad del Consejo de Comisarios del Pueblo del 20 de diciembre de 1920.
[N. T.: el informe corresponde al 22 de diciembre. El subrayado es de Bujarin. Ver O.C., edic. cit.,
t. 31, pp. 477-478.]
83
Cf., Lenin Acerca de la vía prusiana y americana de desarrollo. Carta a Skvortsov-Stepanov, en la
revista La Revolución proletaria, de mayo de 1924). [N. T.: ver O.C., edic. cit., t. XVI, pág. 114.]
123
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Pero he aquí cómo valoraba Lenin el punto de vista de Trotsky ya en 1915,


es decir durante la guerra:

“La teoría original de Trotsky toma de los bolcheviques el llamamiento


a la lucha resulta, revolucionaria del proletariado y a la conquista
del poder político por parte del proletariado; y toma de los menche-
viques la “negación” de la función de los campesinos.”85

“En realidad Trotsky se aproxima a los dirigentes políticos obreros


liberales de Rusia, que por ‘negación’ de la función de los campesinos
entienden la falta de voluntad de alzar a los campesinos por la
revolución.”86

A continuación Lenin hace una breve y espléndida descripción de las


etapas de la revolución y del contenido de las mismas así como de
nuestras tareas:

“Y esto (el alzamiento de los campesinos, N. B) representa el punto


crítico. El proletariado lucha y luchará sin descanso por la conquista
del poder estatal, por la república, por la confiscación de la
propiedad terrateniente, es decir por atraer a los campesinos, por
desplegar toda su fuerza revolucionaria, por hacer participar a ‘las
masas populares no proletarias’ en la liberación de la Rusia
burguesa del ‘imperialismo’ militar-feudal (zarismo). Y el proleta-
riado aprovechará sin tardanza (subrayado mío, N. B.) esta
liberación de la Rusia burguesa del zarismo, de la dominación
agraria de los grandes propietarios, no para ayudar a los campesinos
acomodados en su lucha contra los trabajadores agrícolas, sino
para realizar la revolución proletaria, en alianza con los proletarios
de Europa.”87

El camarada Lenin considera, por tanto, a diferencia del camarada


Trotsky, que la teoría de este último subestima a los campesinos. Y aún
cuando el camarada Trotsky quiera evitar el reconocimiento de este error
fundamental de su teoría, no lo consigue. Aquí no se puede jugar a las
escondidas. Aquí hay que decir claro, neto y preciso quién tiene la razón.
Y, en resumidas cuentas, es evidente que nos encontramos ante dos
teorías distintas: según la primera, los campesinos son aliados, según la
segunda son enemigos incondicionales. Según la primera nosotros
84
El pasaje citado aquí está también extraído del escrito: La subestimación de los campesinos,
que forma parte del volumen El nuevo curso. Cf. Les Bolcheviques contre Staline, edic. cit., p. 42.
85
Acerca de las dos direcciones de la revolución, en la recopilación Contra la corriente, ed.
alemana, p. 296.
86
Ibíd., p. 297
87
Ibíd.
124
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

podemos llevar a cabo con éxito una lucha por nuestra hegemonía sobre
los campesinos, según la otra esto no se logra; para la segunda es
inevitable un áspero conflicto, según la primera este conflicto puede ser
evitado por medio de una política sensata, etc.

Está claro, por lo tanto, que esta cuestión “permanente” de la teoría


“permanente” es un contraste “permanente” entre el trotskismo y el
leninismo.

LAS ETAPAS DE NUESTRA REVOLUCIÓN


Y LA TEORIA DEL CAMARADA TROTSKY
Ya es hora de pasar de aquí en adelante de estos problemas generales a
los concretos, o sea de examinar en particular cómo han considerado
nuestro partido y el camarada Trotsky las etapas de nuestra revolución,
de qué manera el partido y el camarada Trotsky han considerado la
correlación de fuerzas de clase característica para 1905, para la etapa
siguiente, para la Revolución de Febrero, para el período comprendido
entre la Revolución de Febrero y la Revolución de Octubre, para la
Revolución de Octubre, para el período posterior a Octubre y finalmente
para la situación actual. Luego será fácil convencerse de que todos los
errores del camarada Trotsky que hemos delineado de manera general se
repiten en cada una de estas etapas y que los mismos expresan asimismo
la esencia de la revolución permanente trotskista.

Por ende comenzamos nuestro análisis con el año 1905.

El punto de vista de los bolcheviques era entonces el siguiente: nosotros


considerábamos la revolución de 1905 como una revolución democrático-
burguesa, que derriba a los grandes propietarios latifundistas y entrega la
tierra a los campesinos, libera al país de las cadenas feudales e instaura
–éste es nuestro fin– la dictadura revolucionaria de la clase obrera y de la
clase campesina; esta dictadura, en este estadio de desarrollo, todavía no
tiene un carácter socialista. Contra esta concepción lanza tremendas
acusaciones el camarada Trotsky. En primer lugar él afirma que es
imposible un estado de cosas así, y en segundo lugar que la teoría
bolchevique es reaccionaria; los bolcheviques, sostiene el camarada
Trotsky, junto a ciertos aspectos revolucionarios tienen asimismo un
aspecto reaccionario; y el aspecto reaccionario del bolchevismo consiste
simplemente en el hecho que éste desea colaborar con los campesinos.
Esto se puede hallar en el 1905 del camarada Trotsky. De este libro
extraemos aquí sólo algunas citas que arrojan viva luz sobre los juicios del
camarada Trotsky, quien escribe:
125
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Ahora se propone completar esta restricción política con una


propia y verdadera garantía antisocialista, la imposición al proleta-
riado de un colaborador: el mujik.”88

¿Qué se obtiene si desciframos esta cita? Lo siguiente: los bolcheviques


proponen llevar hasta el fin la revolución: democrático-burguesa, y precisa-
mente mediante la dictadura democrática de la clase obrera y de los
campesinos que destruirá hasta el último de los residuos del régimen
feudal.

¿Qué es lo que objeta el camarada Trotsky? Él dice: precisamente el


aspecto reaccionario del bolchevismo consiste en el hecho que éste desea
un régimen en cuya construcción el campesino está junto al proletario.
¿Qué es el campesino? El campesino es un pequeño propietario. ¿Qué es
un pequeño propietario? Desde el punto de vista del desarrollo del
socialismo la pequeña propiedad es una fuerza reaccionaria. Si ustedes,
los bolcheviques, quieren al campesino como colaborador en el gobierno
(¡todo esto se decía en 1905!) son reaccionarios, porque pretenden
asegurar allí esta “garantía” reaccionaria antisocialista para arruinar al
proletariado socialista.

Y el camarada Trotsky prosigue:

“Mientras que los aspectos antirrevolucionarios del menchevismo


se manifiestan en toda su amplitud desde ya, lo que hay de
antirrevolucionario en el bolchevismo sólo nos amenaza –pero
mucho más seriamente– en el caso de una victoria revolucionaria.”89

En una nota al pie de página de la segunda edición (ed. rusa de 1922,


alemana de 1923) el camarada Trotsky “explica” graciosamente este
punto urticante:

“Por fortuna las cosas no marcharon así: bajo la dirección del


camarada Lenin, el bolchevismo cambió (no sin lucha interna) su
ideología sobre esta cuestión primordial hacia la primavera del 17,
es decir antes de la conquista del poder.”90

Más adelante veremos cuán ridículo es el sostener que el partido, por


añadidura bajo la guía de Lenin, habría pasado “hacia la primavera del 17”
al punto de vista del camarada Trotsky. Ya aquí podemos observar que
esta idea, reconfortante para el amor propio del autor, permite comprender
cómo empero el camarada Trotsky teme tanto una “degeneración” de
88
1905. edit. cit., p. 349.
89
Ibíd., p. 350.
90
Ibíd., pp. 350-351.
126
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

nuestro partido. A juicio del camarada Trotsky, ya el bolchevismo era


amigo de los campesinos, tenía caracteres campesinos, antirrevolu-
cionarios; el gobierno de los bolcheviques era amigo de los campesinos,
tenía caracteres campesino, antirrevolucionarios; el gobierno de los
bolcheviques llevaba en sí el inmenso “peligro” de una política anti-
proletaria, campesina, pequeño burguesa. “Bajo la guía de Lenin éste
cambió de armamento" y tomó prestado sus “armas” de la teoría
“proletaria” del camarada Trotsky.

El “peligro” no existió. Pero Lenin ha desaparecido, ese Lenin que “hacia la


primavera del 17” ha tenido el coraje de seguir las enseñanzas de Trotsky
“en la cuestión más importante”. ¿Y ahora? El partido debe ser vigorosa-
mente “permanentizado” (por ende la fecunda actividad literaria en esta
dirección), porque esto representa la garantía socialista contra la “anti-
socialista” (“la colaboración del campesino”) que estaba en la esencia
última del viejo bolchevismo. Hay que educar lo más rápido posible a la
juventud del partido en el espíritu del “nuevo curso”, porque todavía no
está infectada por el “enorme peligro antisocialista”. Y si el partido no
toma en cuenta esta prédica (por culpa de los hombres de la “vieja
guardia”) entonces lo afectará el peligro de la “degeneración” pequeño
burguesa.

Así vemos que la gritería del año pasado acerca de la degeneración de la


vieja guardia tiene un fundamento muy profundo, estrechamente ligado a
la “teoría de la revolución permanente”, la cual, según la declaración
jurada del camarada Trotsky habría sido confirmada “en todo y por todo”.

Pero pasemos a la esencia de la cuestión.

En 1905, el camarada Trotsky consideraba oportuno proceder contra el


“mujik” [el campesino pobre de Rusia], Esto es un hecho. Aquí él veía un
peligro enorme. En 1905, el camarada Trotsky luchaba contra la consigna
de los bolcheviques: “Dictadura del proletariado y de los campesinos”.
¿Era políticamente justo este punto de vista? ¿Correspondía a la
situación? ¿Por ende, era justa la consigna de Trotsky y de Parvus? “Sin
zar, por un gobierno obrero”. Hay que responder a este interrogante.

Sobre el año 1905, sobre la peculiaridad de 1905 y asimismo sobre las


tareas revolucionarias que derivaban de ésta, escribía el camarada Lenin:
“Hoy esta cuestión agraria en Rusia es una cuestión nacional”.

Por ende ¿era justo que el “núcleo” se uniese precisamente aquí? ¿Era
justo que la tarea principal del momento consistiese en rebelar al
campesino, enfrentarlo con el gran propietario latifundista y destruir

127
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

junto con la gran propiedad de la tierra también su superestructura


política, el régimen autocrático? ¿Era justo encaminar las cosas en el
sentido de desplegar las posibilidades revolucionarias de los campesinos?

Era absolutamente necesario. La cuestión se podía plantear sólo de ese


modo. (Hay que pensar que en ese tiempo en Rusia aún no existía una
industria monopolizada, que no había guerra imperialista, que no había
excitación entre el proletariado de Europa Occidental, etc.) es decir que
faltaban esas peculiaridades, esas condiciones históricas que existían ya
“hacia la primavera del 17”; pero en compensación, el campesino estaba
intimidado, privado de conciencia de clase; aún no había sido puesto en
movimiento contra el gran propietario y sólo entonces comenzaba a
tomar contacto con la vida política. La tarea de la clase obrera en ese
momento consistía en iniciar al campesino a la revolución, por medio de la
lucha por la tierra, contra todo el régimen semifeudal.

El camarada Trotsky miraba las cosas con ojos totalmente diferentes. Él


no captaba los imperativos que la historia le planteaba al partido
revolucionario. Si hoy consideramos la revolución de 1905, y nos
preguntamos por qué fue quebrada, por qué fracasó no resulta tan difícil
responder. La revolución de 1905 fracasó porque no se realizó la unión
entre el movimiento urbano y el campesino. En la ciudad la revolución
alcanzó su pico más alto en diciembre de 1905 (insurrección de diciembre
de los obreros moscovitas); el pico culminante del movimiento agrario,
cuando el campesino prendía fuego a las casas de campo, se alcanzan en
el año 1907. En otros términos: la retaguardia campesina comenzó a
entrar en la revolución cuando la vanguardia obrera de la revolución ya
había sido derrotada en la ciudad. La revolución fracasó, por lo tanto,
porque no se logró obtener la unidad en la acción de estas dos clases, ni
siquiera a través del camino tomado por el partido respecto a los
campesinos.

El camarada Trotsky, que entonces nos acusaba de prestar demasiada


atención al campesino, incurría en un doble error. Bajo su orientación, la
revolución jamás hubiera podido triunfar porque el camarada Trotsky, no
obstante sus aseveraciones en contrario, pasaba por encima de la etapa
campesina de la revolución. Su política era radicalmente equivocada, su
valoración de las fuerzas de clase no correspondía en lo más mínimo a la
realidad. Considerando todo esto ¿cómo puede afirmarse, como lo hace
el camarada Trotsky, que la esencia del bolchevismo reside en la teoría de
la revolución permanente?

128
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“El error fundamental del camarada Trotsky –escribe el camarada


Lenin a propósito de esta etapa de la revolución– consiste en que
deja de lado el carácter burgués de la revolución, en que no tiene
una idea clara del paso de esta revolución a la revolución socialista.91
De este error fundamental se derivan los errores parciales que
repite el camarada Mártov... Mostraremos, al menos, la equivocación
de esos razonamientos de Trotsky... La coalición del proletariado y
del campesinado ‘presupone o bien que uno de los partidos
burgueses existentes se apoderará del campesino, o bien que el
campesinado creará un poderoso partido independiente’. Esto,
evidentemente, no es exacto ni desde el punto de vista teórico
general ni desde el punto de vista de la experiencia de la revolución
rusa. La ‘coalición’ de clases no presupone en modo alguno ni la
existencia de uno u otro partido poderoso ni el carácter de partido
en general. Eso es confundir el problema de las clases con el
problema de los partidos. La ‘coalición’ de las clases indicadas no
presupone en modo alguno ni que uno de los partidos burgueses
existentes haya de apoderarse del campesinado, ni que el
campesinado haya de crear un poderoso partido independiente... De
la experiencia de la revolución rusa se desprende también con
claridad que la ‘coalición’ del proletariado y del campesinado se
realizó decenas y centenas de veces en las formas más diversas sin
‘ningún poderoso partido independiente’ del campesinado.”

En 1905 Trotsky se preguntaba: ¿cuál es el papel de los campesinos ? Y


respondía: los campesinos o se convertirán en una agencia directa de la
burguesía, o tendrán su poderoso partido independiente.

De donde se deducía que una dictadura de la clase obrera y de los


campesinos era imposible, porque tanto en uno como en el otro caso,
hubiera sido inevitable el conflicto más áspero entre la clase obrera y los
campesinos. En otras palabras, se negaba por anticipado la idea de la
hegemonía del proletariado. Trotsky tenía miedo de los campesinos en un
período en el que era necesario llamarlos a la lucha contra los grandes
propietarios latifundistas. Trotsky tenia miedo de esa “coalición” de clases
que era la única capaz de hacer posible la victoria sobre el zarismo.

Por ende era un punto de vista totalmente diferente, que en la revolución


asignaba a los campesinos un papel completamente distinto, que no
comprendía la quintaesencia del bolchevismo y que hubiese conducido al
fracaso de toda la revolución si se hubiera convertido en el punto de vista
dominante en el partido proletario dirigente.
91
El subrayado es mío, (N.B.)
129
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Pasamos ahora a la etapa siguiente de la revolución y dejamos de lado la


época de la reacción, cuando el camarada Trotsky marchaba en un todo
de acuerdo con los mencheviques. Tomemos la Revolución de Febrero de
1917. ¿Qué es lo que escribía entonces Lenin, que según Trotsky “cambió
de armamento”, que en la “cuestión más importante” (en la cuestión
campesina) se inclinó hacia la teoría de la revolución permanente? ¿Qué
decía este genial estratega en 1917, doce años después de la primera
revolución, en condiciones completamente distintas, mucho más maduras,
después que el capitalismo ya había realizado un gran progreso, después
que la guerra imperialista ya duraba varios años, después que el máximo
impulso revolucionario se había convertido en un hecho real, y después
que ya se habían evidenciado los indicios premonitorios de la revolución
europea occidental? ¿Cómo valoraba Lenin esta nueva etapa? En la
fundamentación de sus tesis sobre el poder soviético (las mismas tesis de
las cuales dice Trotsky que correspondían perfectamente a sus ideas, ¡a
las ideas de Trotsky!) Lenin escribe:

“¿Pero no nos amenazará el peligro de caer en el subjetivismo, en


el deseo de ‘saltar’, por encima de una revolución inconclusa en la
que el movimiento campesino aún no ha llegado a su fin, de una
revolución de carácter democrático-burgués, a la revolución socia-
lista? Si yo dijese: ‘sin zar, por un gobierno obrero’, este peligro me
amenazaría.”92

Por tanto, Lenin dice que si en 1917 hubiera dicho lo que Trotsky decía en
1905, entonces correría el peligro de saltar algunas fases y precipitarse en
el vacío. Y continúa:

“Pero yo no he dicho esto, sino otra cosa diferente. Yo he dicho que


en Rusia no puede haber otro gobierno (sin contar el burgués) fuera
de los soviets de diputados obreros, obreros agrícolas, soldados y
campesinos. Yo he dicho que hoy el poder en Rusia sólo puede
pasar de Guchkov y Lvov a estos soviets, y en ellos predominan
precisamente los campesinos, predominan los soldados, predomina
la pequeña burguesía, expresándonos en un término científico,
marxista, para dar una definición no vulgar, no filista, no profesional,
sino de clase”.

92
Cartas sobre táctica, en Lenin, O.C., edic. cit., XXIV, p. 39. [N. Ed.: el subrayado es de Bujarin,
salvo la palabra obrero. Ver O.C., edic. cit., t. XXIV, pág. 39.]
130
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Por ende, Lenin decía: sería estúpido creer que nuestra revolución ha
entrado en una fase en la que nosotros podemos lanzar ya mismo la
consigna de la dictadura puramente proletaria (“sin zar, por un gobierno
obrero”). ¿Por qué sería estúpido? Porque el movimiento agrario,
campesino, aún no había sido superado. Todavía los campesinos no
habían llevado a fondo su revolución agraria, no habían aún derrotado a
los grandes propietarios, aún los campesinos marchaban hacia adelante.
Nuestra tarea consistía en aprovechar esta fuerza revolucionaria e
impulsar hacia adelante la revolución, a través de esta etapa, en dirección
al socialismo. Por lo tanto, también aquí Lenin tenía en cuenta en primer
lugar la peculiaridad de la situación, porque él razonaba dialécticamente.

La consigna bolchevique y las ideas de 1905 han sido en general


confirmadas, pero en concreto “las cosas han sucedido de modo distinto...
de modo más original, más peculiar, más variado” (Cartas sobre táctica).
La dictadura revolucionaria del proletariado y de los campesinos “ya se ha
visto cumplida, pero en forma extraordinariamente original”, dado que
ésta existía junto al poder de la burguesía (Los soviets y el gobierno
provisional). En esto reside la peculiaridad del año 1917.

“Según la fórmula antigua resulta que: tras la dominación de la


burguesía puede y debe seguir la dominación del proletariado y el
campesinado, su dictadura. Pero en la vida misma ya ha sucedido
de otra manera: ha resultado un entrelazamiento de lo uno y lo
otro, un entrelazamiento extraordinariamente original, nuevo,
nunca visto.”93

Lenin dice, por tanto, partiendo de esta coyuntura original, que es


necesario pasar a la siguiente clase revolucionaria, es decir, volver las
miradas hacia los soviets pequeño burgueses. Lenin todavía no dice
“soviet con comunistas”: él subraya el mantenimiento del carácter pequeño
burgués de los soviets, en los cuales los campesinos tienen la mayoría. No
un súbito salto a la dictadura proletaria, sino una cauta superación de
todos los obstáculos, un cuidadoso cálculo de todas las posibilidades, un
análisis sumamente cuidado de todas las fases de desarrollo y de su
peculiaridad. ¿Se asemeja todo esto, de alguna manera, a la consigna y a
la teoría del camarada Trotsky? Leamos lo que escribía Lenin acerca de
nuestra política desde el punto de vista económico. Citamos del artículo
un problema fundamental.

93
Ibíd.
131
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“¿Puede la mayoría de los campesinos en Rusia exigir e implantar la


nacionalización de la tierra? Indudablemente que puede. ¿Es eso
una revolución socialista? No. Es todavía una revolución burguesa,
pues la nacionalización de la tierra es una medida compatible con
el capitalismo. Pero es, al mismo tiempo, un golpe asestado contra
la propiedad privada en el más importante medio de producción.”

Lenin prosigue:

“¿Puede la mayoría de los campesinos en Rusia abogar por la


fusión de todos los bancos en un banco único? ¿Puede abogar por
que hasta en la más remota aldea se abra una sucursal de ese gran
Banco Nacional del Estado ruso? Puede, pues las ventajas y
comodidades que semejante medida le reportaría al pueblo son
indiscutibles. Hasta los “defensistas” podrían estar por esa medida,
pues con ella se elevaría la capacidad de Rusia para la “defensa”
multiplicándola. ¿Es económicamente posible implantar inmediata-
mente esa fusión de todos los bancos en un banco único? Lo es,
indudablemente. ¿Es eso una medida socialista? No, eso no es
todavía el socialismo. Continuamos. ¿Puede la mayoría de los
campesinos de Rusia abogar por que el consorcio de fabricantes de
azúcar pase a manos del estado y se someta al control de los
obreros y los campesinos, rebajándose el precio del azúcar? Es
completamente posible pues es ventajoso para la mayoría del
pueblo. ¿Y es económicamente posible? Lo es, sin duda alguna...
etc., etc.”

Examinemos con atención de qué manera plantea Lenin la cuestión. Él


pregunta continuamente qué dirá el “campesino”. No es por azar; al
contrario. Aquí está esa grandiosa lucidez revolucionaria que era propia
de este dirigente proletario. ¿Acaso esta cita indica que los bolcheviques
se habían colocado en el punto de vista de la revolución permanente del
camarada Trotsky? Nada de eso. Y en el sentido del pasaje de una etapa a
otra, desde el punto de vista económico, Lenin guiaba a las masas hacia la
siguiente fase de la revolución. ¿Por qué era esto posible y por qué ha
sucedido así? Porque no debíamos separarnos de la base campesina,
porque debíamos arrastrar al campesinado junto a la clase obrera mediante
procedimientos graduales. En resumidas cuentas, Lenin no consideraba a
los campesinos como un enemigo absoluto, que irremediablemente nos
destruirá, sino como un posible aliado que en ocasiones refunfuñará un
poco y de tanto en tanto le procurará algún contratiempo a la clase
obrera, pero que hay que arrastrar detrás del proletariado, y de tal

132
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

manera que signifique una de las principales fuerzas de nuestra lucha por
el orden económico proletario.

En consecuencia, en 1917, en Lenin no hay el “gobierno obrero” del cual


había hablado ya en 1905 Trotsky, sino más bien una polémica contra esta
consigna. Lenin señala: “Yo no digo ‘Sin zar, por un gobierno obrero’, sino
que digo ‘Soviets pequeñoburgueses’. No digo: ‘Socialismo inmediato’,
sino que digo: ‘Tales o cuales medidas que son ventajosas para el
campesinado pero que significan un golpe contra la hegemonía de la
propiedad privada’.” El lector puede advertir cómo Lenin sabía pasar
genialmente de una fase a otra, aprehender la peculiaridad del momento
y asir aquel eslabón de la cadena que había que asir para llevar la
revolución de una etapa a otra.

Vayamos a octubre. Aquí no deberían olvidarse dos datos: por un lado


existía el gobierno revolucionario, salido de la victoria de octubre,
constituido por una coalición de los bolcheviques con los socialistas-
revolucionarios de izquierda; por el otro, tomamos y realizamos el
programa agrario de los socialistas-revolucionarios, mientras que la
organización de los mismos compuesta por intelectuales y que se apoyaba
en los campesinos, fue desbaratada por estos mismos campesinos en el
momento decisivo, cuando comenzaron a ocupar los establecimientos
agrícolas. Lenin, evidentemente partiendo de la idea de que era necesario
atraer a los campesinos, planteó una audaz maniobra táctica y dijo:
“Ustedes, los campesinos, han elaborado este programa bajo la guía de
los socialistas-revolucionarios. ¡Muy bien! Nosotros les ayudaremos a
llevarlo a cabo”. Entonces los socialistas-revolucionarios de izquierda
todavía se apoyaban efectivamente en los campesinos y aún eran muy
populares entre los mismos. Todos, por ejemplo, recuerdan cuán popular
era María Spiridinova.

¿Qué hicimos? Los acogimos en el gobierno. Y entonces el camarada


Trotsky no refunfuñó acerca de la “garantía antisocialista” de la
“colaboración del campesino”. Por medio de esta política, aceptando el
programa de los socialistas-revolucionarios y acogiendo a los socialistas-
revolucionarios de izquierda en el gobierno, pusimos a las masas de
millones de campesinos bajo la dirección del proletariado.

¡¿Era justo? Sí, era justo. ¿Y ello corresponde a la consigna “Sin zar, por un
gobierno obrero”? Tampoco esto corresponde a dicha consigna. ¿Acaso
concuerda el reconocimiento, por ejemplo, de la justeza de esta política
con la polémica sobre la garantía antisocialista bajo la forma de la
“colaboración del campesino”? Naturalmente que no. Es una música
totalmente distinta. ¿Y después de todo eso se puede afirmar por ejemplo
133
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

que ninguno de los escritos de Trotsky del tipo 1905 contiene algo que
esté en contradicción con el punto de vista del bolchevismo? El camarada
Trotsky ha errado el blanco.

¿Y qué viene después? Viene otra etapa. ¿En qué dirección se profundizó
la revolución? Entre otras cosas, en el sentido en el que estuvimos
obligados a agudizar la lucha de clases en las aldeas. En octubre, la clase
obrera y casi todos los campesinos, comprendidos los campesinos ricos,
se enfrentaron con los grandes propietarios latifundistas. ¿Por qué?
Porque también el campesino rico, entre otras cosas, estaba interesado
en la destrucción del dominio de los grandes propietarios.

En Rusia, toda la masa pasó al ataque contra los grandes propietarios.


¿Era justo que impulsáramos al combate a toda la masa? Sí, era justo. ¿Y
nos quedamos en este punto durante todo el curso de la revolución? No,
la revolución procedió de otra manera. ¿Cómo procedió de otra manera?
Diferenciando entre los campesinos y llevando a cabo una desesperada
lucha de clases en el campo. ¿Cómo se expresó todo ello? Se expresó en la
política de los comités de los asalariados del campo, que en aquel
momento era indispensable. ¿A dónde condujo esta política? Condujo a lo
siguiente: los socialistas-revolucionarios encendieron una revuelta contra
la política de los comités de los asalariados del campo, los campesinos
ricos y una parte de los campesinos medios se apartaron de nosotros, y
nosotros comenzamos a apoyarnos en los asalariados agrícolas y en la
otra parte de los campesinos medios. La revolución pasó así a la fase
inmediatamente siguiente. Sólo entonces pasamos a una dictadura de la
clase obrera propia y verdadera. La revolución, por lo tanto, no se
desarrolló tan simplemente como se lo imaginaba el camarada Trotsky. El
camarada Trotsky ubicaba la dictadura del proletariado en el comienzo
del proceso, pero no advertía las fases ni los pasajes que llevaba hacia
esta dictadura, olvidaba la correlación de fuerzas concretas, no percibía
las etapas de la revolución, no reconocía la necesidad de cambiar las
consignas, es decir no advertía todo lo que era necesario para conducir
exitosamente la revolución. Pero ahora él afirma: “Todo ha marchado de
la manera que predije, por ende, yo tenía razón”. Nada sucedió del modo
que Trotsky había previsto. Si hubiéramos actuado “según Trotsky” jamás
hubiéramos arribado a la dictadura del proletariado. Y precisamente
porque el partido ha procedido ”según Lenin” y no “según Trotsky” hemos
arribado a la dictadura del proletariado. Y precisamente porque también
en el futuro actuaremos “de acuerdo con Lenin”, o sea arrastraremos con
nosotros a los campesinos y nos apoyaremos en ellos, arribaremos al
socialismo.

134
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

LA PECULIARIDAD DE NUESTRA REVOLUCIÓN


Ahora debemos hacer la síntesis de nuestro análisis. Lo mejor será
examinar qué juicio general emitieron acerca del pasado en su conjunto
tanto el camarada Trotsky como el camarada Lenin, y precisamente
cuando el poder ya estaba en nuestras manos, después que la dictadura
del proletariado se hubo consolidado en nuestro país. En Las lecciones de
octubre del camarada Trotsky encontramos el siguiente pasaje:

“La Revolución de Febrero, considerada en sí misma, era una


revolución burguesa. Pero en tanto revolución burguesa había
llegado demasiado tarde y no pedía tener una consistencia íntima.
Desgarrada por sus contradicciones internas que se expresaron en
seguida en la dualidad de poderes, esta revolución debía o bien
transformarse poniendo rumbo hacia la revolución proletaria –como
ocurrió– o bien, bajo algún tipo de régimen burgués-oligárquico,
hacer retroceder a Rusia hacia una condición de país semicolonial.
Por lo tanto, el período abierto con la Revolución de Febrero podía
ser considerado desde dos puntos de vista: o como período de
reforzamiento, del desarrollo o ¡quiera Dios! de la consolidación de
la revolución ‘democrática’, o como período de la preparación de la
revolución proletaria”.

Por lo tanto, el camarada Trotsky plantea la cuestión de la manera


siguiente: nosotros consideramos el período siguiente a febrero, y a la
Revolución de Febrero mismo, o de este o de aquel punto de vista. Aquí
se debe escoger. O se trata de un período de reforzamiento y de
consolidación de la revolución democrático-burguesa, y entonces sólo
esto sería justo. O bien deberemos considerar al mismo período como un
prólogo, como una “introducción” a la revolución proletaria, y entonces
sólo esto sería lo justo. La formulación del camarada Trotsky aparece así:
"aut aut”, “o esto o aquello”. La valoración general está hecha, el
resumen, la síntesis, es ésta.

¿Y la valoración del camarada Lenin? Abramos el volumen XVIII de sus


obras y echemos una mirada a su discurso con motivo del cuarto
aniversario de la existencia del poder soviético. El discurso fue pronunciado
cuando ya habían transcurrido cuatro años con el poder en nuestras
manos. ¿Qué dice, pues, Lenin? Lo que sigue:

“Tanto los anarquistas como los demócratas pequeñoburgueses (es


decir los mencheviques y eseristas, como representantes rusos de
ese tipo social internacional) repiten una increíble cantidad de
conceptos confusos sobre la relación que existe entre la revolución
135
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

democrático-burguesa y la socialista (es decir, la proletaria)...


Hemos llevado a término, como nadie lo hizo, la revolución
democrático-burguesa. Con clara conciencia, con firmeza e inflexi-
bilidad, continuaremos adelante, hacia la revolución socialista,
pues sabemos que entre ésta y la revolución democrático-burguesa
no hay una muralla china;94 pues sabemos que solo la lucha
decidirá en qué medida (en fin de cuentas) podremos avanzar
(Lenin escribe después de cuatro años de existencia del poder
soviético, N. B.), qué parte de nuestro elevado objetivo lograremos
realizar y qué parte de nuestras victorias conseguiremos
consolidar...”95

¡Con cuánta cautela está formulado todo eso! Otra cita del mismo
discurso:

“...Todos los Kautski, los Hilferding, Mártov, Chernov, los Hillquit,


Longuet, MacDonald, Turati y otros héroes de ese marxismo de la
"Internacional II" no fueron capaces de comprender esta correlación
existente entre la revolución democrático-burguesa y la revolución
socialista proletaria. La primera se transforma en la segunda. La
segunda resuelve de paso los problemas de la primera, la segunda
consolida la obra de la primera. Y sólo la lucha determina hasta qué
punto la segunda logra rebasar la primera.”96

¡Cuán grande es la diferencia de concepciones! En Trotsky se trata o de


una revolución democrático-burguesa o de una revolución socialista. En
Lenin se trata de otra cosa. Él dice: no se debe separar por medio de una
muralla china una etapa de la otra. No se puede escoger: o esto o aquello.
La peculiaridad de la revolución rusa reside ciertamente en el hecho que
un tipo de revolución se transforma en el otro. Si la cuestión pudiera ser
resuelta desde el punto de vista del esquema lógico-formal, entonces
Trotsky tendría “razón” en toda la línea.

Pero si el problema debe ser resuelto desde el punto de vista de la


realidad viva, dialéctica, y del arte estratégico del camarada Lenin (el cual
precisamente reside en la dialéctica revolucionaria), entonces, de todo el
“plan” sugerido por el camarada Trotsky no quedan más que palabras
muertas, sin vida.

94
El subrayado último es de Bujarin. (N. Ed.)
95
Con motivo del cuarto aniversario de la Revolución de Octubre, en Lenin, O.C., edic. cit., XXXIII,
pp. 1-41.
96
El subrayado es de Bujarin. (N. Ed.)
136
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Pero la teoría leninista se corresponde plenamente con aquella praxis, con


aquella “praxis dirigente” tan genial, en la que Lenin era tan gran maestro.
Finalmente, para encontrar el hilo conductor en medio del caos de la vida,
en medio de los más complicados fenómenos, para hallar ese hilo en un
período en el cual la correlación entre las clases cambia con una rapidez
caleidoscópica, en el cual se originan nuevos problemas, en el cual
siempre son necesarias nuevas consignas, no sirve ese trabajo muscular
(hay que entenderlo en el sentido literal del término) que se encuentra en
el camarada Trotsky. Aquí es menester adaptarse a todas las situaciones e
impulsarlas hacia un objetivo único. Si la correlación de fuerzas entre las
clases se ha modificado, es necesario dar un paso adelante, con una
consigna distinta, y esta línea debe ser practicada de manera tal de no
caer en el abismo o de no errar la dirección. Cada uno podrá advertir
hasta qué punto Trotsky tenía razón cuando por ejemplo afirmaba: yo no
soy culpable de subestimación de los campesinos, o, cuando afirmaba, yo
no soy culpable de haber saltado diversas etapas.

Al final, de ello salió una dictadura proletaria: y aquí él tenía razón. En


esto no hay diferencias. Pero si cree que los bolcheviques han actuado de
acuerdo con la teoría de la “revolución permanente” y que por ello han
alcanzado la dictadura proletaria, quiere decir, para decirlo claramente,
que se ilusiona. Es pues totalmente natural que nosotros debamos
afirmar, cuando el camarada Trotsky insiste en sus errores: si ahora,
cuando el país se halla frente a un nuevo viraje y la cuestión de los
campesinos se replantea en toda su magnitud, se plantea el problema de
la “revolución permanente”, si se continúan colocando desde las posiciones
de la “revolución permanente” y se pretende imprimir este sesgo a todo
el partido, nosotros no podemos emprender este rumbo, porque no
queremos renunciar a las posiciones leninistas, porque de otro modo
pondremos en peligro todo. Y es por ello que debemos liquidar ideo-
lógicamente al trotskismo, debemos alinear al partido en su conjunto, a
cualquier costo, alrededor de esas banderas leninistas: la cuestión del
bloque de los obreros y de los campesinos es en realidad el problema
central, es el problema de los problemas.

Deseamos aún decir algunas palabras más acerca de la valoración general


de nuestra revolución en un período totalmente diferente, en el período
siguiente a la conquista del poder por parte de la clase obrera.

¿Cuál es la contribución original que nos dio Lenin para la comprensión


del desarrollo de la revolución inmediatamente después de la conquista
del poder? Aquí hay algunas cosas que en nuestra literatura aún no han
sido enjuiciadas como se debería. En general, cada uno de nosotros

137
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

debería releer hoy las obras de Lenin, porque él tiene de particular lo


siguiente: escribe de manera tan simple que muchos camaradas, sobre
todo entre los intelectuales, sobrevuelan por encima de estas cosas; todo
parece tan simple, y no se detienen a meditar acerca de estas cosas
“simples”. Pero ahora que hemos dejado atrás una serie de contrastes y
que de las cuestiones “menudas” ha emergido nuevamente la valoración
del curso de nuestra revolución, el problema de las relaciones entre la
clase obrera y los campesinos, etc., resulta extraordinariamente útil
retornar de continuo a ver qué escribe Lenin.

Tenemos el problema de las ulteriores perspectivas de nuestra revolución.


El camarada Trotsky sostiene que su juicio sobre las fuerzas motrices de la
revolución, juicio expresado por él en 1905, es correcto. Si ese juicio es
correcto, nosotros inevitablemente seremos arruinados por nuestro
colaborador antirrevolucionario, hasta tanto la clase obrera no haya
alcanzado el triunfo, o sea hasta tanto no haya instaurado la dictadura
proletaria en la Europa Occidental Pero según Lenin nuestra tarea
consiste en “vivir en amistad con los campesinos”. Así definía Lenin la
línea general de nuestra conducta. Lenin, no decía en absoluto, que
fracasaríamos inevitablemente si la clase obrera occidental no conquistaba
a tiempo el poder. ¿Por qué? Porque hallaremos un acuerdo con los
campesinos si procedemos con sensatez. Y ahora también resulta
inteligible el aspecto psicológico de la oposición trotskista del año pasado,
que frente al primer retardo en el desarrollo revolucionario, agita el
espectro del conflicto entre el proletariado y los campesinos. No hay que
desesperarse y pedir auxilio, dice la oposición. Pero la situación no es, de
ninguna manera, desesperada: saldremos adelante si no cometemos
torpezas, si procedemos de acuerdo con la línea del bloque de los obreros
y de los campesinos. Es suficiente con no cometer torpezas en esta
cuestión, con no cometer errores groseros, con utilizar la máxima
prudencia en este punto inmediato, no gritar demasiado contra los
campesinos, y, en cambio, tratar de llevar adelante una política que
salvaguarde el papel dirigente del proletariado. Se advertirá que en la
base de nuestras discrepancias existe una profunda divergencia teórica
que por lo visto no ha sido jamás realizada, que debe ser analizada y que
sin duda será analizada en el curso de nuestros ulteriores debates en el
campo de la divulgación y de la investigación teórica.

¿Cuál es el juicio sobre la revolución socialista que comúnmente se recaba


en los libros? Un ejemplo de cómo puede ser formulado es el siguiente: si
el proletariado es relativamente poco numeroso, si éste se halla en un
país con una aplastante mayoría campesina y, por ende, con una
aplastante mayoría de pequeñas explotaciones, este proletariado, llegado
138
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

al poder, no podrá sobreponerse, en absoluto a las enormes masas e


inevitablemente caerá, en una u otra forma. Este punto de vista se
desprende de la manera habitual, libresca y escolástica, de plantear el
problema de la revolución socialista; debemos reconocer que, empero,
este modo de plantear la cuestión ha penetrado en la mente de círculos
muy amplios de miembros de nuestro partido.

El camarada Lenin ha criticado esta concepción. Empero no ha sido


examinado como correspondía su breve trabajo en ese sentido. (No
queremos decir que los conceptos enunciados por Lenin no hayan tenido
ninguna difusión. Tenemos in mente su notable artículo sobre Sujanov.
Este artículo es una joya en el verdadero sentido de la palabra.
Consideramos muy oportuno citar algunos pasajes de este genial artículo
que escribió Lenin mientras estaba gravemente enfermo: 97

“Todos ellos (los socialdemócratas, N. B.) se llaman a sí mismos


marxistas, pero lo entienden de una manera harto pedante, no
comprenden lo principal de éste: precisamente su dialéctica
revolucionaria. Incluso las claras indicaciones de Marx de que
durante la revolución es necesario ser flexibles al máximo no las
comprenden en absoluto, les han pasado inadvertidas; por ejemplo,
cuando indica en su correspondencia, que si no recuerdo mal se
remonta al año 1856, que tiene la esperanza que la guerra
campesina en Alemania, capaz de crear una situación revolucionaria,
se fusione con el movimiento obrero... Hasta ahora han visto un
camino determinado de desarrollo del capitalismo y de la
democracia burguesa en Europa Occidental. Y he aquí que no están
en condiciones de imaginarse que este camino no puede ser
considerado como modelo mutatis mutandis sin introducir en él
ciertas correcciones (por completo insignificantes desde el punto
de vista de la historia universal).98

“Primero: una revolución vinculada con la primera guerra imperialista


mundial.99 En tal revolución debían aparecer rasgos nuevos o
modificados…

“Segundo: Les es por completo ajena la idea que dentro de las leyes
generales de desarrollo de toda la historia universal no quedan en
manera alguna excluidas, sino por el contrario, presuponen ciertas
etapas peculiares de desarrollo, tanto en lo que hace a la forma
97
Nuestra revolución (A propósito de las notas de N. Sujanov), en Lenin, O.C., edic. cit., XXXIII, pp.
438-440.
98
El subrayado posterior a la expresión mutatis mutandis es de Bujarin [N. Ed.]
99
El subrayado es de Bujarin [N. Ed.]
139
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

como al orden de sucesión... Por ejemplo, no puede ser más vulgar


la argumentación, que aprendieron de memoria en la época del
desarrollo de la socialdemocracia en Europa Occidental, de que
nosotros no hemos madurado para el socialismo, de que... entre
nosotros no existen condiciones económicas objetivas para construir
el socialismo. A ninguno de ellos se les pasa por la imaginación
preguntarse: ¿un pueblo que se encontró con una situación
revolucionaria como la que se produjo durante la primera guerra
imperialista, no podía, impulsado por su situación sin salida,
lanzarse a una lucha que le brindara aunque más no fuese ciertas
perspectivas de conquistar para sí condiciones fuera de las
habituales que le permitieran lograr un nivel más elevado de
civilización?... ¿Pero qué hacer si circunstancias especiales hicieron,
primero, que Rusia participara en la guerra imperialista mundial, en
la que intervinieron todos los países más o menos influyentes de
Europa Occidental; que por su desarrollo Rusia se encontrara en la
línea divisoria de las revoluciones nacientes de Oriente (algunas
han comenzado ya), lo que creaba condiciones que permitían
realizar esa misma alianza de la “guerra campesina” con el movi-
miento obrero, de la cual, como una de las probables perspectivas,
escribió un “marxista” como Marx en 1856, refiriéndose a Prusia?

“¿Y qué debíamos hacer si esta situación sin salida posible, que
multiplicaba las fuerzas de los obreros y de los campesinos, abría
ante nosotros la posibilidad de pasar, de manera diferente que en
todos los demás países del occidente de Europa, a crear las
premisas fundamentales de la civilización? ¿Se ha modificado a
causa de ello la línea general de desarrollo de la historia universal?
¿Ha cambiado la correlación básica entre las clases fundamentales
en cada país que pasa, que ha pasado ya a formar parte del curso
general de la historia universal?100

“¿Por qué entonces, si para implantar el socialismo es necesario


determinado nivel cultural (aunque nadie puede decir cuál es este
determinado ‘nivel cultural’), no podemos comenzar por la
conquista, por vía revolucionaria, de las premisas necesarias para
obtener ese determinado nivel, y después, en base al poder obrero
y campesino y el régimen soviético emprender la tarea de alcanzar
a los demás países”

100
Los subrayados son de Bujarin [N. Ed.]
140
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Este bosquejo extraordinariamente agudo, con su estructura de ideas


extraordinariamente amplia, es una ampliación óptima de la dialéctica
revolucionaria. Aquí nos hallamos frente a una intuición extraordina-
riamente profunda del problema de la peculiaridad de nuestra revolución,
lo único que puede servir de base para una política justa y que se vea
coronada por el éxito.

En realidad, la concepción corriente de la revolución socialista es la


siguiente: el presupuesto material del socialismo sería la gran industria y
una fuerte clase obrera; si falta este presupuesto, la revolución proletaria
debería fracasar absolutamente, porque se llegaría a un parto revolucio-
nario precoz. ¿Cómo afronta Lenin el problema? Él dice: esto es justo en
su conjunto. Pero en condiciones particulares este justo se transforma en
falso. Es necesario advertir cuáles son estas condiciones particulares. En
Rusia, estas condiciones se dan por ejemplo, en el hecho que nosotros
tenemos guerra mundial, el dominio de los grandes propietarios lati-
fundistas en el estado y el sojuzgamiento de los campesinos, agitación en
los obreros de la Europa Occidental, revueltas en las colonias del Oriente,
etc.; de tal modo, que independientemente del atraso de esta Rusia, se
origina una situación en la que el principio general, si se debe aplicar en
todo y por todo en el caso concreto, se transforma en falso. Aquí está el
núcleo de la cuestión. Nosotros creemos que estos razonamientos del
camarada Lenin proporcionan, en un cierto sentido, la clave para
comprender toda su conducta.

La regla general es importante, dice el camarada Lenin. Pero es necio


quien no comprende que no se puede vivir de reglas generales única-
mente. Tened la gentileza de examinar a fondo el caso en el que, gracias a
las condiciones peculiares de la guerra y de la revolución en Occidente y
de los comienzos revolucionarios en Oriente, etc., surge la posibilidad
para la clase obrera y para los campesinos de arrojar a los latifundistas, de
eliminar a los capitalistas, de apropiarse de las fábricas y de las haciendas
agrícolas y de marchar adelante sobre nuevas bases, en medio de una
atmósfera particular que nunca existió anteriormente (crisis del capita-
lismo, etc.). Lenin somete a fuego las ideas habituales acerca de la
revolución y sobre las posibilidad de un triunfo del proletariado, etc. Y él
aporta una gran corrección a estas ideas vulgares, corrientes y librescas;
¿en qué libro –pregunta Lenin– habéis leído que sería imposible hacer una
excepción de este tipo? Es obvio que este modo de plantear el problema
no contradice en lo más mínimo al marxismo. Por el contrario, ésta es
precisamente una aplicación extraordinariamente perfeccionada de la
teoría marxista, de la dialéctica marxista revolucionaria. Precisamente de
esta manera, en definitiva, es que se afirma la peculiaridad de los
141
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

caracteres de la revolución que acaso no se repetirán nunca más y que


distinguen nuestra revolución. ¿Y cómo son las cosas para Trotsky? En él
no hay ninguna indicación al respecto. Él se imagina la cosa de manera
muy fácil, del mismo modo como se la imaginan “todos”, como la
describen los escritores socialdemócratas y como de costumbre se la
trata. Un pequeño proletariado, una pequeña industria. El proletariado
llega al poder e inevitablemente quiebra. Pero el camarada Lenin dice: no,
de ninguna manera ello es inevitable, porque puede presentarse una
situación así, y las condiciones internas pueden configurarse de manera
tal que aquella conclusión no sea en absoluto obligatoria.

De ello se desprende la diferencia en el pronóstico, la diferencia en la


perspectiva, las divergencias en toda una serie de problemas parciales de
la política práctica. De ello se desprendió asimismo el “plan” general de
Lenin: no apartarse de la base campesina y desarrollar gradualmente la
industria. Se debe pensar que la acumulación de un kópek en la economía
campesina es la base para poder acumular un rublo en la industria
socialista. En toda la política económica general hay que mantenerse
constantemente cerca de los campesinos. Es menester trasformarlos por
medio de las cooperativas de consumo, es menester arrastrarlos a
adherirse a las cooperativas de consumo. Disponemos de la banca y del
crédito. En el curso de decenios nosotros transformamos al campesino sin
chocar con el hecho que él es un propietario. Se debe pensar en que es el
aliado al que hay que trasformar. Debemos tener paciencia, no estar
apurados, no cometer despropósitos, no pongamos siempre por delante
las propias virtudes comunistas que podrían espantar a los campesinos,
guardémoslas por el momento en el bolsillo si lo espantan, aprendamos a
conducirlo tras nuestro con prudencia y con sensatez; y sólo entonces
venceremos. Y ahora se le pregunta al camarada Trotsky si él ha hecho
aunque sólo fuera una indicación sobre las cooperativas de consumo, que
Lenin ubicaba en el primer plano en sus últimos artículos cuando escribía
sus ideas al respecto. ¿La cháchara sobre la quiebra inevitable no
contradice el plan de Lenin?

Ahora algunas observaciones acerca del apoyo por parte del proletariado
europeo occidental. Tampoco aquí las cosas son como piensa el camarada
Trotsky. Para el camarada Trotsky el proletariado europeo occidental
presta un apoyo estatal: conquista el poder y de esta manera nos ayuda a
sacar el carro fuera del pantano campesino. Pero el proletariado no ha
triunfado todavía. ¿Acaso por ello no nos ayuda? ¿Y no existe acaso otra
fuerza que nos apoya, la fuerza de los pueblos coloniales? ¿En qué
consiste aquí la equivocación del camarada Trotsky? Siempre en la misma
visión lógico-formal de las cosas.
142
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Él no advierte la peculiaridad de las formas, no ve la “era” particular, que


castiga a las concepciones tan características del camarada Trotsky. En
Trotsky hay o un triunfo del proletariado occidental o nuestra quiebra; o
el apoyo estatal o ningún apoyo.

¿Pero qué pasa en la realidad? En la realidad tenemos una serie de


victorias a medias, junto con el movimiento colonial, junto con la crisis del
capitalismo provocada por la guerra. También aquí la realidad se ha
revelado más rica y más variada. Y toda esta peculiaridad de la situación y
la peculiaridad de la forma del apoyo proletario internacional, de esa
forma que no puede ser constreñida en los estrechos esquemas lógicos de
Trotsky, todo eso es lo que el leninismo tiene en cuenta, lo que lo muestra
como el instrumento gnoseológico más dúctil de nuestro tiempo.

Cada Comité Central (de nuestro partido) hubiera conducido al país “al
borde del abismo”, el cual de acuerdo al punto de vista de Trotsky estaba
en la cuestión de los campesinos. Este punto de vista hubiese condenado
al fracaso a nuestra revolución; bajo el manto de una ideología “proletaria”
pura y de una política ”proletaria” pura, en realidad se habría practicado
una política cooperativa semimenchevique; y esta política nos hubiera
arrojado inevitablemente al abismo: hubiésemos perdido el contacto con
los campesinos y hubiéramos entrado en un conflicto que realmente
podría haber tenido un desenlace mortal. Por ello es menester hoy asumir
una determinada y neta actitud política. Aquí debemos dejar a un lado
todas las simpatías o antipatías personales.

El camarada Trotsky ha salido a la palestra nuevamente con un sistema de


ideas que constituyen la esencia del trotskismo; pero nuestro partido de
ninguna manera puede adoptar el punto de vista contra el cual siempre
ha luchado infatigablemente en el curso de tantos años. A nosotros la
teoría de la revolución permanente no nos es indiferente. Si hoy esta
bandera es desplegada nuevamente, estamos obligados a batirnos porque
nuestro partido llevará victoriosamente hasta el fin su causa, únicamente,
si se mantiene alineado en torno a un determinado basamento político-
ideológico. Pero si bajo esta osamenta, bajo estos cimientos, se coloca
dinamita –como está ocurriendo– nuestro partido no puede tolerarlo.
Nuestra revolución no ha concluido. Nosotros no pensamos renunciar a
ellas de ningún modo. Más tarde o más temprano tenemos el deber de
consignar a la generación en crecimiento la solución de los destinos de la
revolución. Debemos salvaguardar y consolidar en el partido la continuidad
ideológica bolchevique. Nuestro partido existirá todavía por varios
decenios.

143
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

La historia de nuestro partido de ninguna manera ha comenzado en


octubre de 1917 y tampoco se ha incluido en octubre de 1917. Nuestro
partido vivirá aún por décadas. ¿Debe el partido preocuparse por la
continuidad ideológico? ¿Debemos, nosotros, educar en el espíritu
leninista a todos los estudiantes de los institutos superiores y a toda
nuestra juventud comunista? ¿O bien debemos decirles: “Estas son
controversias viejas. Olvidémoslas. Tenemos otros problemas, estas
controversias no tienen relación con la realidad”? Esta no puede ser la
respuesta, porque esas controversias “viejas” tienen la relación más
directa con los nuevos problemas. Es por ello que nos consideramos
empeñados en la defensa del partido contra las tentativas de reformar un
poco la doctrina leninista y de corregirla a la manera de la revolución
permanente. No hay mal que por bien no venga con el tratamiento de
estos problemas, con la cuidadosa consideración de todos los argumentos,
con la elaboración de la historia de nuestro partido, vinculando la historia
pasada del partido con las cuestiones políticas cotidianas, nosotros
garantizaremos la bolchevización de nuestro partido.

144
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

EL LENINISMO
Grigori Zinóviev

MARXISMO Y LENINISMO101
¿Cuándo y por qué se ha comenzado a hablar en el movimiento obrero
mundial de leninismo?

El término fue adoptado por primera vez por los adversarios de Lenin,
hacia 1903, en el comienzo de las discrepancias entre los bolcheviques y
los mencheviques. El término era utilizado con un fin polémico, para
contraponer las ideas de Lenin con los principios de Marx. Se intentaba
identificar al leninismo con el jacobinismo democrático burgués.

Como es obvio, Lenin protestó enérgicamente. Él se consideraba un


marxista ortodoxo, y efectivamente lo era.

Después de la desaparición de Lenin, los bolcheviques comenzaron a


hablar del leninismo como teoría, no sólo en Rusia, sino en el mundo
entero.

En cuanto a Lenin, sin duda estaría en contra del uso del término a causa,
evidente para todos los que lo conocieron, de su modestia.

Pero nosotros, sus contemporáneos y discípulos, debemos hablar ahora


de leninismo tal como los continuadores de la obra de Marx han hablado
de marxismo y los seguidores de Darwin de darwinismo. No sólo lo
impone la necesidad de rendir homenaje a nuestro gran maestro, sino
también los intereses esenciales del movimiento revolucionario.

Para ilustrar el tema: Marxismo y leninismo, lo mejor es partir del


conocido artículo de Lenin: Tres fuentes y tres partes integrantes del
marxismo. Este artículo sumamente importante, fue escrito en su exilio de
Cracovia, en marzo de 1913.

En el mismo, Lenin, tomando el ejemplo de Engels, 102 señalaba que el


marxismo es el desarrollo y el coronamiento de las tres grandes corrientes
de ideas del siglo XIX: 1. la filosofía clásica alemana; 2. la economía
política clásica inglesa; 3. el socialismo francés.

101
Es el primer capítulo del libro.
102
F. Engels, Del socialismo utópico al socialismo científico y Anti-Dürhing.
145
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta. Es


completa y armónica, y da a los hombres una concepción del
mundo íntegra, intransigente con toda superstición, con toda
reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. El marxismo
es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad creó en el siglo
XIX; la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo
francés.”103

En su origen, el socialismo científico, debía, como toda nueva teoría,


utilizar el bagaje ideológico preexistente. En el caso específico, este
bagaje ideológico lo constituían las tres fuentes del marxismo de las
cuales hemos hablado.

En su artículo: Karl Marx, Lenin subraya las siguientes partes de la


doctrina de Marx: materialismo filosófico, dialéctica, concepción materia-
lista de la historia, doctrina económica, socialismo científico y táctica de la
lucha de clase del proletariado. El marxismo abarca todos los problemas
de la vida y de la evolución de la sociedad. No se contenta con “explicar”
al mundo, traza el camino para su transformación. Ello exige la
comprensión de loa nuevos fenómenos que aparecen en la historia. A su
vez, aquéllos no pueden ser entendidos en un sentido marxista si no es a
través de la unidad de la teoría con la acción.

Lenin indica, hablando acerca de la necesidad de una “teoría revolucionario


justa” en El izquierdismo..., justamente, que la teoría “no es un dogma,
sino que sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la
experiencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas y
verdaderamente revolucionario”.104

El leninismo es, ante todo, la comprensión, la explicación marxista, de los


nuevos estudios históricos de la evolución de la sociedad de la nueva
experiencia del movimiento obrero mundial (y del movimiento revolucio-
nario en general), de todo lo que surgió después de Marx y en parte ha
sido deformado por los teóricos oficiales de la II Internacional. El
leninismo es la teoría y la práctica marxista en la época del imperialismo
(es decir del capitalismo monopolista en vías de deterioro) y de la
revolución social en ascenso. Analizando las contradicciones de la época
imperialista, Lenin describe al mismo tiempo el mecanismo de desarrollo
de la revolución proletaria e indica las fuerzas motrices que presiden el
pasaje del capitalismo al socialismo. Lenin ha creado la teoría y la táctica
de la revolución proletaria mundial. Para ello hizo avanzar al marxismo en

103
Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, en Lenin, O.C., edit. cit., XIX pp. 11-12.
104
En Lenin, O.C., edic. cit., XXXI, p. 19.
146
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

la comprensión de los problemas fundamentales planteados por la nueva


época del capitalismo: la del imperialismo.

Es incuestionable que el leninismo no puede ser contrapuesto al


marxismo. Lenin ha sido el discípulo más importante de Marx. Fuera del
marxismo no hay leninismo. El leninismo ha enriquecido al marxismo con
la experiencia de las tres revoluciones rusas y con los diversos
movimientos revolucionarios que estallaron después del comienzo del
siglo XX. Ha enriquecido la teoría general del marxismo por medio de la
profundización de los siguientes problemas:

1) La teoría del imperialismo;

2) Las condiciones y los modos para la realización de la dictadura del


proletariado; la táctica del proletariado en la época de la guerra
imperialista y de la revolución mundial;

3) Las relaciones entre el proletariado y los campesinos antes, durante


y después de la revolución proletaria;

4) La importancia para la revolución mundial de la cuestión nacional en


general y de los movimientos nacionales en los países coloniales y
semicoloniales en particular;

5) El papel del partido;

6) El papel del estado proletario en el período de transición;

7) El régimen soviético como forma concreta del estado proletario en


este período.

Marx y Engels sintetizaron la experiencia de los movimientos sociales en


Francia, en Inglaterra, y en Alemania. El leninismo, que brotó de la
doctrina de Marx, combatió contra las deformaciones del marxismo de los
socialdemócratas de la Europa Occidental (lucha de Lenin contra el
oportunismo en general y contra el kautskismo en particular). Al mismo
tiempo, aplicando el método de Marx, el leninismo efectuó la síntesis de
la experiencia de los grandes movimientos revolucionarios del Medio y
Lejano Oriente: ante todo de Rusia, después de China, de la India, etc.

Pueden distinguirse tres períodos de marxismo:

El primero, que va desde el Manifiesto hasta la muerte de Marx (1847-


1883).

147
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

El segundo, el de los epígonos del marxismo, que va desde la formación


de la II Internacional hasta el comienzo de la guerra imperialista (1889-
1914). Sobre todo al inicio, este período tiene sus lados positivos: la
creación de las organizaciones de masas del proletariado, la labor de
educación de los obreros, etc. En su conjunto, luego de 1890, es ésta la
época de la deformación del marxismo bajo la misma etiqueta de
“marxismo”. Sin embargo, a partir de 1907, el ala revolucionaria, de la II
Internacional (Lenin, Rosa Luxemburg) comienza a consolidarse.

El tercer período es el período leninista. El leninismo comparece en la


víspera de la primera revolución rusa (1903-1904) y obtiene su primera
victoria en 1917.

Lenin no puede existir sin Marx. Pero después de lo que hicieron del
marxismo los jefes de la II Internacional, después de la “revisión” a la que
lo sometieron Kautsky y sus socios, cubriéndose con el nombre de Marx
(en particular en el curso de la lucha que libraron contra la dictadura del
proletariado en Rusia), es necesario decir que ahora fuera del leninismo
no puede haber marxismo revolucionario.

La victoria de la dictadura del proletariado en Rusia, los avances del


movimiento obrero y campesino en casi todos los países, el creciente
movimiento nacional de los pueblos coloniales y semicoloniales, consti-
tuyen el comienzo de la revolución mundial.

El leninismo es el marxismo de la época del capitalismo monopolista


(imperialismo), de las guerras imperialistas, de los movimientos de
liberación nacional y de las revoluciones proletarias.

El leninismo obtuvo su primera victoria, en Rusia, un país agrícola por


excelencia. “Debemos recordar –dice Lenin– que nosotros procedemos a
la realización del socialismo en un país en el cual la mayor parte de la
población está constituida por los campesinos”. Esto explica varias
características del leninismo. Pero del mismo modo que la revolución rusa
surgió de la situación internacional, el leninismo es el producto del
movimiento proletario internacional. Con la reevaluación del análisis
hecho por Marx de los grandes movimientos proletarios del siglo XIX
(Cartismo, Comuna de París) y la depuración de las deformaciones
oportunistas que les ha hecho sufrir los “adeptos” del marxismo; con el
agregado de la valoración marxista de los nuevos movimientos de masa
de Europa, de América y de otras partes del mundo; con la generalización
del inmenso alcance de los movimientos campesinos y nacionales
manifestados con fuerza particular a comienzos del siglo XX, Lenin ha
elevado al marxismo a un nivel sin precedentes.
148
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

El leninismo es el desarrollo lógico de la idea del papel dirigente del


proletariado en el momento en el cual la dictadura del proletariado
sustituye a la de la burguesía.

Es falsa la afirmación que el marxismo es la teoría y el leninismo es la


práctica. El leninismo es la teoría y la práctica, del marxismo en la época
del imperialismo, de las guerras imperialistas y de la revolución mundial,
inaugurada por la dictadura del proletariado en Rusia.

El leninismo es la concreción y el desarrollo del marxismo en las


condiciones de una nueva época.

Como ya se dijo, el marxismo tiene tres fuentes: la filosofía clásica


alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo francés. Marx
no se ha contentado, en su teoría, con la combinación mecánica de estos
tres elementos; los ha refundido para hacer de ellos una concepción
monolítica.

Lenin no tenía ante sí una tarea idéntica. Él se mantiene sólidamente


sobre el terreno de la teoría de Marx y Engels. En sus investigaciones
teóricas y en su actividad práctica, toma como único punto de partida el
materialismo histórico y la teoría económica de Marx. Lenin ha elaborado
la estrategia y la táctica de la lucha de clase del proletariado en la época
del imperialismo, aplicando integralmente el marxismo.

Pero Lenin va más allá aún que Marx. Analiza los acontecimientos más
importantes del período histórico nuevo y de esta manera enriquece la
teoría del marxismo con nuevos elementos. Es por ello que el leninismo
nos muestra la aplicación del método dialéctico a un nivel hasta ahora
desconocido; nos da una concepción clara y completa de las contradic-
ciones esenciales y de las leyes fundamentales de la época imperialista;
resuelve los problemas primordiales que se desprenden de las caracte-
rísticas típicas de esta época. Por tal motivo, en nuestro tiempo, para ser
un marxista revolucionario, es indispensable ser leninista.

¿Cuáles son los nuevos hechos, que hay que tener en cuenta para
comprender la esencia del leninismo?

En primer lugar, la experiencia del capitalismo monopolista y de las


guerras imperialistas (en particular la de 1914-1918); el comienzo de la
revolución proletaria en los países afectados por la guerra.

En segundo lugar, la revolución rusa, o más exactamente, las tres


revoluciones rusas y el papel jugado en las mismas por el proletariado y
por los campesinos.
149
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

En tercer lugar, la experiencia de los movimientos nacionales en las


colonias y semicolonias, y la significación en general de la cuestión
nacional.

....Estas son las tres principales “partes integrantes” del leninismo


propiamente dicho.

Cuando Lenin, en 1913, definía las “partes integrantes” del marxismo, no


tenía como mira únicamente el libro, la escuela, el sistema. Tenía in
mente todas los nexos de la lucha de clases, todo el desarrollo de la
historia mundial.

El leninismo es el producto de la luz arrojada por la teoría marxista sobre


elementos nuevos de suma importancia, mayor de la que tuvo, por
ejemplo, la revolución inglesa, la revolución de 1789 y la Comuna de París.

En los diez años transcurridos desde que Lenin elaboró esa definición
(desde 1913 a 1924, año de la desaparición de Lenin) se han producido
acontecimientos que bastarían para llenar un siglo entero. Por ello es que
surgieron tan “rápidamente” nuevas “partes integrantes” del marxismo
contemporáneo, del leninismo.

Lenin fue un genio. Fue la expresión de una época tempestuosa. Todo lo


que se había acumulado durante siglos, se precipitó desde 1905 hasta
1917 como un alud.105 La cantidad se convirtió en calidad. Lenin fue el jefe
indiscutido de este gran advenimiento histórico mundial.

Los trabajos de Lenin escritos en ocasión de la elaboración del primer


programa del partido fueron publicados en 1924. Sólo luego de la
aparición de estos textos fue posible comprender hasta el fin el gran papel
jugado por Lenin como teórico desde 1902, cuando Plejánov era aún el
teórico indiscutido de los marxistas rusos. Desde ese momento, Lenin fue
la expresión de la gran época revolucionaria inminente, no sólo por la
táctica sino por la teoría.

La definición que dio Lenin sobre las partes integrantes del marxismo en
1913 ya no es más completa porque tras de ella falta Lenin. Mientras que
el viejo marxismo sintetizaba la experiencia fundamentalmente de tres
países, Alemania, Francia e Inglaterra, el marxismo de la época leninista
estaba destinado a sintetizar la experiencia histórica mundial de una serie
de otros países, y, en primer lugar, de Rusia, de América, del Japón, de
China y de la India. A la vieja experiencia de Europa en los tiempos de la
prosperidad del capitalismo y de las primeras grandes batallas de clase,
Lenin fue “derrotista” pleno hasta 1904 (guerra ruso-japonesa), como asimismo durante las
105

guerras en los Balcanes que precedieron la guerra mundial. (Nota de Zinoviev).


150
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Lenin ha agregado la experiencia del capitalismo en descomposición y de


las primeras batallas decisivas por la revolución mundial.

Marx y Engels sabían perfectamente que estaba reservado un gran futuro


a nuestro país. En sus obras hay palabras verdaderamente proféticas
acerca de su futuro desarrollo, del cual, evidentemente, ellos no podían
prever su gran papel histórico.

En su artículo La significación del materialismo militante, 106 Lenin escribía:


“en la actualidad cada día del despertar de las nuevas clases a la vida y ala
lucha en Oriente... confirma más y más el marxismo”.

Es incontestable que así es efectivamente. Sin embargo era necesario


Lenin, para demostrar, comentar, desarrollar esta “confirmación del
marxismo” sobre la base de los acontecimientos producidos después de
Marx, en especial los más recientes.

El verdadero Marx es ahora “imposible” sin Lenin. Se puede ser un marxista


“académico”, se puede hacer mal o bien un curso sobre el marxismo hasta
el 1900 sin introducir en la misma exposición al leninismo. Pero es
imposible ser un verdadero marxista revolucionario, un militante proletario,
un miembro consciente del movimiento proletario mundial, sin ser un
partidario del leninismo.

Aquí se nos podrá observar que, con esta afirmación, no hacemos otra
cosa que atravesar una puerta abierta. Empero, que no ocurra así.

No hablamos de los líderes de la segunda Internacional. Friedrich Adler


recientemente ha reprochado a los bolcheviques endilgándoles una
“negación” del marxismo y su “sustitución” por el leninismo. No es por
casualidad, dice, que los bolcheviques hablan cada vez más de leninismo y
no de marxismo. Pannekoek, nadie lo niega, es un marxista valioso en
Europa. Como Gorter, en otros tiempos. No obstante, ellos no son
leninistas. Quieren mantenerse como “marxistas” en la vieja acepción de
la palabra. Ellos rechazan la falsificación del marxismo consumada por la ii
Internacional, pero también rechazan al leninismo. ¿A dónde los ha
conducido tal actitud? Ante todo, a convertirse en “académicos”, luego,
en lo que respecta a Gorter, a pasar del otro lado de la barricada. Un
comunista italiano, de “izquierda” (sin ninguna duda, un sincero revolucio-
nario) nos escribía recientemente: “Yo no soy bolchevique, pero soy
comunista”.

106
Cf. Lenin, O.C., edic. cit., XXXIII, p. 213.
151
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Aun entre nosotros hay personas que piensan que se puede ser marxista
sin ser leninista. Últimamente, nuestra academia socialista en Moscú,
adoptó el nombre de comunista y en una de sus sesiones hubo una breve
discusión sobre el tema. Riazanov pronunció un discurso interesante. Dice
textualmente:

“A comienzos de 1919, yo había propuesto el cambio de nombre de


la academia. Pero entones tenía otros motivos que ahora repito. Ya
no soy bolchevique, no soy menchevique, ni leninista, soy exclusi-
vamente marxista y, como tal, soy comunista”.107

Naturalmente, estas palabras no pueden ser tomadas al pie de la letra:


como es sabido, Riazanov ama las bellas frases. Sin embargo, éstas al
mismo tiempo, expresan una opinión personal. Existe un grupo de
camaradas que conocen bastante bien a Marx, que son, a su modo,
marxistas coherentes y que comparten la misma opinión. Sólo que acaso
no la expresarían de manera tan clara como Riazanov, una de cuyas dotes
es la franqueza.

En Lenin no hay nada, o casi nada, que no pueda ser “deducido” del
marxismo. En este sentido en numerosas oportunidades Lenin se ha
revelada como el discípulo de Marx. No hay Lenin sin Marx. No obstante,
hay ya no podemos hablar más de marxismo sin Lenin. Las primeras
“partes integrantes” del marxismo, están personificadas principalmente
por Marx, así como las nuevas ”partes integrantes” lo están sobre todo
por Lenin. Sin Lenin hoy no hay más marxismo, así como no lo hay sin el
propio Marx. Marx sin Lenin ya no es más un Marx íntegro; Marx más
Lenin, he aquí lo que es hoy todo el marxismo.

El leninismo es el desarrollo del marxismo que se corresponde


cabalmente con la fase contemporánea de la lucha de clases. Esto no vale
de un modo igualmente cabal para las obras de marxistas relevantes
como Rosa Luxemburg y Pannekoek. En lo que respecta al “marxista”
Kautsky, él se ha colocado totalmente fuera de la lucha de clases.

El leninismo, lo repetimos, deriva por entero del marxismo. Por este


motivo, hoy se puede afirmar con razón que el marxismo se ha enriquecido
convirtiéndose en marxismo del período leninista. Marx y Engels fueron
los precursores de la revolución proletaria; Lenin ha sido su jefe y su
dirigente. En otras palabras, en la época de Lenin, la revolución proletaria
pasó del campo de las previsiones y de la preparación lenta al período de
la realización. Este período aportó muchas cosas nuevas que, no obstante
su gente, Marx y Engels no podían prever. Basta con indicar los tres
107
Boletín de la Academia Comunista, fascículo 8. p. 392.
152
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

puntos siguiente: el papel del partido, la importancia de los campesinos


como aliados del proletariado durante la revolución, y la importancia de
los movimientos de liberación nacional para la revolución proletaria. No
sería posible negar que, en estos tres campos, el leninismo completó
hasta tal punto al marxismo, que sin tal complementación, en la época
actual no hay marxismo posible. El leninismo basado totalmente en el
marxismo, opera en mayor escala geográfica, dado que vive y actúa en
una época histórica diferente. El leninismo arrastra a su órbita a países
como Rusia, América, el Japón, la India, China.

Es particularmente importante comprender cuánto de nuevo aportó el


leninismo en el problema campesino.

La concepción leninista del papel de los campesinos como posibles aliados


del proletariado en la revolución, es una de las partes más importantes
del leninismo. Dentro de ciertos límites, puede afirmarse que Lenin ha
“descubierto” a los campesinos.

En verdad, se trata sólo de una parte del leninismo; pero es una parte de
importancia a veces decisiva en el período actual.

Ya dijimos que en todo el leninismo no existe casi nada que no pueda ser
deducido del marxismo. Lenin desarrolló en un sistema coordinado
aquello que en Marx y Engels estaba sólo en un estado embrionario. El
mejor ejemplo de esto es la cuestión campesina. En diversos pasajes de
las obras de Marx y Engels se pueden encontrar afirmaciones probatorias
de cómo ellos habían previsto, mucho antes de Lenin y de la revolución
rusa, el papel de los campesinos en la revolución proletaria. El propio
Lenin ha citado, en su prefacio a la biografía de Karl Marx, 108 el siguiente
pasaje de la carta dirigida por Marx a Engels el 16 de abril de 1856:

“Todo el asunto dependerá en Alemania de la posibilidad de cubrir


la retaguardia de la revolución proletaria mediante una segunda
edición de la Guerra Campesina. De esta manera la cosa será
espléndida.109

¡Pocas palabras, pero de cuánta importancia! El movimiento obrero, más


una reedición de la guerra campesina; así hablaba Marx en 1856.

En la primera edición de El dieciocho brumario se encuentra esta


importante frase (omitida en las ediciones siguientes):

108
Cf. Lenin: Marx-Engels-Marxismo.
109
Véase Marx-Engels: Correspondencia, edición Cartago, Bs. As. 1957, p. 66.
153
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Al desilusionarse de la restauración napoleónica, el campesino


francés abandonará la fe puesta en su parcela; todo el edificio
estatal erigido sobre ella se vendrá abajo, y la revolución proletaria
obtendrá el coro, sin el cual su solo se convierte, en toda nación
campesina, en un canto del cisne.”110

iConcisas palabras, pero cuán significativas! El solo proletario, sin el


acompañamiento de los campesinos, puede transformarse en el canto del
cisne en los países agrarios. En otros términos, la revolución proletaria en
un país agrario puede perecer si no cuenta con el concurso de los
campesinos.

Engels escribía en 1890111 en El problema campesino, que “la conquista


del poder político por el partido socialista se ha dibujado como una meta
próxima”; que “para conquistar el poder político este partido, tiene antes
que ir de la ciudad al campo y convertirse aquí en una potencia”; que
“cuanto más numerosos sean los campesinos que sean ganados por
nosotros antes de proletarizarse, más rápida y fácilmente se realizará la
revolución social”.

“Cuando estemos en posesión del poder del estado –escribía


Engels en su nombre y en el de Marx– no podremos pensar en
expropiar violentamente a los pequeños campesinos (sea con
indemnización o sin ella) como nos veremos obligados a hacerlo
con los grandes terratenientes. Nuestra misión respecto a los
pequeños campesinos consistirá ante todo en encauzar su
producción individual y su propiedad privada hacia un régimen
cooperativo, no por la fuerza, sino por el ejemplo y brindando la
ayuda social para este fin”.112

En varios párrafos, Engels expone la táctica “bolchevique” que el


proletariado triunfante debía practicar frente al pequeño y mediano
campesino.

Las citas podrían multiplicarse. Pero bastan las que hemos transcripto
para demostrar que, en el problema campesino, sobre el cual Lenin dijo
muchas cosas nuevas y de gran valor, el leninismo se funda totalmente en
el marxismo. Lenin tuvo el inmenso mérito de haber sabido crear, a la luz
de los nuevos acontecimientos, un sistema completo partiendo de una
observación genial de Marx y Engels. Por ende, y esta es la cuestión
110
Véase Marx-Engels, Obras Escogidas, Edición Cartago, Bs. As. 1957, pie de p. 220.
111
En realidad se trata del escrito de Engels de noviembre de 1894, El problema campesino en
Francia y Alemania, ibíd. pág. 727-740
112
F. Engels: El problema Campesino en Francia y Alemania, en Marx-Engels, Obras escogidas, B.
Aires, edit cit., p. 736.
154
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

principal, supo aplicar estas ideas a una revolución que ha asumido una
importancia histórica universal.

En el problema campesino, gracias a Lenin, el bolchevismo supo convertirse


en internacional. La grandeza de Lenin no consiste únicamente en el
hecho que él supo aplicar con justeza las ideas de Marx y Engels para
definir la táctica del proletariado en un país agrario (es decir en Rusia);
sino que proviene también de su nuevo aporte al problema campesino a
nivel internacional. Las actuales tesis de la Internacional sobre este
problema fueron enteramente elaboradas por Lenin. No obstante la
resolución del II Congreso Mundial de la I.C. sobre el problema agrario es
muy poco difundida y conocida entre nosotros. La misma fue escrita
desde la primera hasta la última línea por Lenin, quien la defendió
personalmente frente al Congreso. Es en este documento programático
donde el leninismo se expresa del modo más completo y adquiere un
auténtico valor internacional en torno a la cuestión agraria. Toda la lucha
de la I.C. en los próximos años estará dirigida a la aplicación exacta de
este programa y a la bolchevización, que está actualmente a la orden del
día.

Recordamos el contenido esencial de este documento, uno de los más


importantes del leninismo:

“Sólo el proletariado urbano e industrial, dirigido por el partido


comunista, puede librar a las masas trabajadoras rurales del yugo
del capital y de la gran propiedad agraria de los terratenientes, de
la ruina económica y de las guerras imperialistas, inevitables
mientras se mantenga el régimen imperialista... Por otra parte, los
obreros industriales no podrán cumplir su misión histórica de
liberar a la humanidad de la opresión del capital y de las guerras,
si se encierran en el marco de sus intereses estrechamente corpo-
rativos, estrechamente profesionales y se limitan, con suficiencia, a
preocuparse sólo de mejorar su situación que a veces es pasable
desde el punto de vista pequeño-burgués.”113

Lenin toma la cuestión agraria a nivel mundial. La clase fundamental es el


proletariado; luego, viene la clase campesina. Ésta comprende diversas
capas.

La masa de los campesinos trabajadores que son explotados y que el


proletariado debe conducir a la lucha, o al menos ganarlos para su causa,
están representados en todos los países capitalistas por las siguientes
capas:
113
Primer esbozo de la tesis sobre la cuestión agraria, en Lenin, O.C., edic. cit., XXXI, pp. 145-146.
155
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“En primer lugar, por el proletariado agrícola, los obreros asala-


riados... en segundo lugar, por los semi-proletarios o campesinos
parcelarios, es decir, los que ganan su sustento, en parte mediante
el trabajo asalariado en empresas capitalistas agrícolas e industriales
y, en parte, trabajando en la parcela propia o tomada en arriendo...
en tercer lugar, por los pequeños campesinos, es decir, los
pequeños labradores que poseen, ya sea como propiedad o
tomada en arriendo, una parcela de tierra tan reducida, que
cubriendo las necesidades de sus familias y de su hacienda, no
precisan contratar jornaleros.”114

En este documento fundamental, Lenin no sólo considera a la Rusia


campesina o a un país determinado; él demuestra que en todo el mundo,
hay tres capas principales de la población rural que deben ser conquistadas
para la causa del proletariado. Se trata de un notable aporte a la teoría y a
la táctica del marxismo.

Con sólo este ejemplo puede verse cómo hoy es absolutamente imposible
hablar de marxismo sin tener en cuenta las ideas de Lenin.

Hubo un tiempo en el cual el bolchevismo fue un fenómeno casi exclusiva-


mente ruso. Pero, habiendo nacido en el seno del movimiento obrero
ruso, el bolchevismo se transformó rápidamente en la teoría y la práctica
del movimiento obrero de todos los países y de la revolución proletaria
mundial. Si se mira retrospectivamente al bolchevismo del primer período,
puede constatarse que ya entonces éste había expresado muchas cosas
nuevas de alcance internacional.

Se puede dividir la historia del bolchevismo en dos períodos: 1 el


bolchevismo primitivo115 (carácter de la revolución Rusa) y 2 el bolchevismo
en su forma desarrollada (teoría de la revolución proletaria mundial).
Evidentemente esta división es más o menos convencional, ya que mucho
antes de 1917, Lenin vinculaba la victoria definitiva de la revolución rusa
no solamente a la lucha del proletariado europeo sino también a la lucha
nacional de los países oprimidos de oriente.

“El movimiento revolucionario internacional del proletariado no se


desarrolla o no puede desarrollarse de un modo regular y en forma
idéntica en los diferentes países. La plena utilización de las
posibilidades en todas las ramas de la actividad es el resultado de la

114
Ibid., pp. 146-147.
115
Sin embargo, ya en este período, es decir desde los primeros años de su existencia, el
bolchevismo plantea nítidamente el problema de la revolución rusa como parte del problema de
la revolución social. (Nota de Zinóviev).
156
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

lucha de clases de los obreros de los distintos países. Cada país


aporta lo que tiene de bueno, sus propios elementos peculiares a la
tendencia general, pero en cada país el movimiento padece de este
o aquel exclusivismo, de éste o aquel defecto teórico o práctico de
los diversos partidos socialistas. En suma, se constata claramente
un gran avance del socialismo internacional, la cohesión de ejércitos
de millones de proletarios en numerosas batallas contra el
enemigo, la proximidad de la lucha final contra la burguesía, lucha
para la cual la clase obrera está mucho mejor preparada hoy que
en los tiempos de la Comuna, que fue la última gran insurrección
proletaria.

“Tal avance del socialismo internacional, paralelamente con la


exacerbación de la lucha revolucionaria democrática en Asia,
coloca a la revolución rusa en condiciones especial y particular-
mente difíciles.

“La revolución rusa posee un gran aliado en Europa y en Asia, pero


justamente por ello, no tiene solamente un enemigo nacional ruso,
sino un enemigo internacional.”

Revolución campesina bajo la dirección del proletariado, esta es la fórmula


a la cual puede reducirse, en el sentido literal de la palabra, el
bolchevismo durante el período revolucionario de 1905. Una fórmula
nueva y potente, pero todavía no desarrollada. La “dictadura democrática
del proletariado y de los campesinos” es su perífrasis. En 1917, esa
fórmula se transformó en la de “revolución proletaria y campesina”, o
“revolución del proletariado y de las masas campesinas”, o “revolución
del proletariado que arrastra tras suyo a las masas campesinas”. En todas
estas fórmulas la hegemonía del proletariado está sobreentendida como
el elemento principal. Existen matices en las expresiones, pero la idea es
siempre la misma. Todas estas definiciones son válidas para expresar la
esencia de la táctica del leninismo.

Si se quiere dar una definición más amplia del leninismo en toda su


importancia histórica e internacional, hay que decir lo siguiente:

Si Lenin, en 1913, definía al marxismo como la doctrina que generalizó la


filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y el socialismo
francés, hoy nosotros debemos definir al marxismo de la época del
leninismo como una teoría cuyas líneas fundamentales fueron trazadas
por Marx y Engels pero que fue desarrollada por Lenin.

157
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Además de las tres partes integrantes arriba mencionadas Lenin generalizó


en el marxismo también otras tres: en primer lugar, la experiencia del
capitalismo monopolista, de las guerras imperialistas y del inicio de las
revoluciones proletarias en occidente; en segundo lugar, las revoluciones
rusas y el papel del proletariado y de los campesinos en las mismas; en
tercer lugar, el movimiento de las naciones oprimidas.

En las condiciones actuales de nuestra época revolucionaria, adquiere una


particular importancia esa parte del leninismo que puede definirse como
teoría de las fuerzas motrices de la revolución. Y es en este sentido que
puede convencionalmente definirse el leninismo ante todo como la teoría
de las fuerzas motrices de la revolución rusa, y a continuación como la
teoría de las fuerzas motrices de la revolución proletaria mundial. Más
brevemente, puede decirse que el leninismo es la teoría y la práctica de la
revolución proletaria mundial, ya iniciada, de la cual las principales
fuerzas son: 1) el proletariado, 2) las tres capas principales de la población
rural en todo el mundo, 3) las naciones oprimidas. Por otra parte, hay que
tener en cuenta que el problema de las naciones oprimidas y de su
movimiento de liberación es, en lo fundamental, una cuestión campesina.

LA “REVOLUCIÓN PERMANENTE” SEGÚN PARVUS Y TROTSKY116


Parvus y Trotsky han desprendido, de las generalizaciones histórico-
filosóficas exactas de Marx, deducciones absolutamente inexactas en lo
que respecta a la valoración concreta de las fuerzas motrices de la
revolución rusa.

Ahora bien, dado que esta cuestión estaba (y sigue estando) estrecha-
mente conectada con el problema de las fuerzas motrices de la revolución
mundial, está claro que en este dominio, Parvus y Trotsky debían cometer
errores igualmente graves.

Puede imaginarse que Trotsky haya podido equivocarse antes de 1917,


pero que después de 1917 se ha trasformado completamente. ¿Por qué
retornar al pasado en lo que es materia de la historia?

116
Es el octavo capítulo de la obra. En los capítulos intermedios, Zinóviev había tratado los
siguientes temas: en el segundo, la cuestión de la “crítica pequeño burguesa ‘de izquierda’ del
leninismo” (pp. 27-43 de la edic. franc.); en el tercero, el tema de la “dictadura democrática del
proletariado y de los campesinos” (pp. 44-57); en el cuarto, el de la “transformación de la
revolución democrático-burguesa de la revolución socialista” (pp. 58-66) ; en el quinto, el de la
“revolución mundial según Lenin” (pp. 67-82); en el sexto, el tema de la “amplitud del
movimiento y el análisis de Lenin” (pp. 83-113) y, finalmente, en el séptimo, el de la “actitud de
Marx respecto de la idea de la revolución permanente” (pp. 114-119).
158
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

En realidad, las cosas no son así. No se trata solamente de historia.


Obviamente, la revolución de 1917 ejerció una enorme influencia sobre
todos los que participaron en la misma, incluido Trotsky. Pero es
precisamente en este punto que Trotsky cree, con todo, haber tenido
razón contra Lenin. Aún en 1924, en su Nuevo Curso hizo afirmaciones
muy claras en este sentido. Entonces, nosotros contestamos, en el XIII
Congreso del partido, que a nuestro entender en esa obra de Trotsky no
había ni un gramo de bolchevismo. Se trató de interpretar nuestra
intervención como un exceso polémico. Pero actualmente, después de la
última discusión acerca de Las lecciones de octubre, todos deberían
comprender que nosotros no nos “excedíamos” en nada. Trotsky escribe
en El nuevo curso:

“En lo que concierne a la teoría de la “revolución permanente” no


tengo ningún motivo para retractarme de lo que he escrito al
respecto en 1904, 1905, 1906 y posteriormente. También ahora
considero que la esencia de las ideas que yo desarrollaba entonces
está mucho más próxima de la real esencia del leninismo de lo que
ha sido escrito en esa época por diversos bolcheviques.

“...La idea de la revolución permanente está en plena concordancia


con la línea estratégica fundamental del bolchevismo Esto aún
podía estar incomprendido hace unos quince años atrás; pero es
imposible no reconocerlo y no comprenderlo hoy que las fórmulas
generales han adquirido un contenido histórico preciso. 117 ...Un hilo
directo conducía al leninismo a través de la teoría de la ‘revolución
permanente’, y en particular a las tesis de abril de 1917.”

De esta manera, en 1923, en medio de la discusión sobre cuestiones de


suma importancia para el partido, Trotsky ha declarado abiertamente no
tener razón ninguna para retractarse de todo lo que había señalado en
1904 y 1905 acerca de la revolución permanente.

La prensa publicó recientemente una declaración de Trotsky en la que


sostiene que se puede estar equivocado en la valoración histórica de las
fracciones bolchevique y menchevique, aún teniendo razón contra los
bolcheviques en la cuestión de las fuerzas motrices de la revolución.

El 6 de diciembre de 1921, en una carta dirigida a Olminski, Trotsky


expresaba ese pensamiento de manera muy nítida:
117
Esta afirmación no concuerda en nada con la carta dirigida el 15 de enero de 1925 por Trotsky
al C.C. y a la Comisión Central de Control, en la cual dice: “Si después de Octubre me ha sucedido,
en ciertos casos, de tener que volver a la fórmula de la ‘revolución permanente’ fue exclusiva-
mente en relación a la historia del partido y no respecto a la solución de los problemas políticos
actuales”. (Nota de Zinóviev).
159
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Creo que mi valoración de las fuerzas motrices de la revolución era


incuestionablemente correcta, pero que las deducciones que
desprendía de la misma en relación a las dos fracciones fueron
incuestionablemente falsas.

“¿Es posible, verdaderamente, estar acertado contra los bolche-


viques en la valoración de las fuerzas motrices de la revolución, aún
manteniéndose sobre el terreno del bolchevismo?”

A nuestro entender, es imposible.

En la misma carta, Trotsky afirma un poco más adelante que:

“Sólo gracias a que el bolchevismo logró crear esa compacta


organización revolucionaria, le fue posible pasar rápidamente
desde la posición democrática revolucionaria a la posición socialista
revolucionaria.”

He aquí una afirmación que no es precisamente coherente. ¿Para qué se


mete aquí a la “organización”? Sólo como una manera de decirles a los
bolcheviques, por el hecho de haber logrado crear una excelente organi-
zación ha sido posible pasar de vuestra falsa posición a una posición justa.
Naturalmente somos partidarios de una organización “compacta”, íntima-
mente sólida. Pero si se tiene un punto de vista errado, en esencia, acerca
del problema de las fuerzas motrices de la revolución, ninguna organización
podrá hacer nada. Porque la “organización” hay que tenerla antes que
nada en el cerebro.

Finalmente, una afirmación más de Trotsky:

“Con todo podría dividir con facilidad mis artículos polémicos


contra los bolcheviques y contra los mencheviques en dos
categorías: los que estaban dedicados al análisis de las fuerzas
internas de la revolución y de sus perspectivas (Neue Zeit, órgano
teórico polaco de Rosa Luxemburg) y los que hacen la evaluación
de las fracciones de la socialdemocracia rusa, de sus luchas, etc.
Aún ahora podría republicar sin correcciones de ningún tipo los
artículos de la primera categoría porque éstos se acercan por
completo a las posiciones adoptadas por nuestro partido después
de 1917.”

160
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

¿Es posible estar equivocado en la cuestión de la lucha entre las


fracciones bolchevique y menchevique y, al mismo tiempo, estar en lo
cierto en la importante cuestión de la valoración de las fuerzas motrices
de la revolución? Lo que hemos dicho más arriba demuestra que es
absolutamente imposible, porque hay en ello una contradicción absoluta.

En los capítulos precedentes hemos tratado de demostrar que la teoría de


las fuerzas motrices de la revolución es una de las cuestiones capitales del
bolchevismo. Y es sobre la misma que giraba la discusión entre el bolche-
vismo y el menchevismo. ¿Qué diríamos de un individuo que sostuviese:
Yo estoy de acuerdo con Darwin en todo, salvo en... la teoría sobre el
origen de las especies?

¿Qué pensar de un individuo que dijese: Acaso he cometido errores en la


valoración de la lucha entre las fracciones lasalleana y eisenachiana; 118
pero, en compensación, Marx se equivocó en... la teoría de la lucha de
clases?

Estos dos ejemplos encierran la misma contradicción flagrante que las


citadas afirmaciones, en las cuales, Trotsky sostiene estar errado en su
actitud hacia los bolcheviques y los mencheviques, y tener razón en la
cuestión de las fuerzas motrices de la revolución rusa.

Esta cuestión es al leninismo lo que para el darwinismo es la teoría del


origen de las especies o para el marxismo la teoría de la lucha de clases.

Se podría decir que el bolchevismo, en esencia, es la teoría de Lenin sobre


las fuerzas motrices de la revolución, en primer lugar de la revolución
rusa, y a continuación de la revolución mundial. Teoría, por otra parte,
totalmente confirmada por los hechos. El menchevismo, en esencia, es la
teoría de Axelrod y Mártov sobre las fuerzas motrices de la revolución
rusa, teoría falsa, democrático-burguesa y que no ha sido justificada por la
historia. Finalmente, el “trotskismo” (o “parvusismo”) es, en esencia, la
teoría de Parvus y de Trotsky acerca de las fuerzas motrices de la
revolución, que no fue justificada y permaneció a mitad de camino entre
el bolchevismo y el menchevismo, teoría “caprichosamente extremista”
(Lenin) en la forma, semi-menchevique en el contenido.

118
Los lasalleanos y los eisenachianos son dos viejas fracciones de la socialdemocracia alemana.
La primera estaba encabezada por Lasalle y Schweitzer; la otra por Wilhelm Liebknecht y August
Bebel. La segunda estaba más cerca del marxismo. La primera tenía tendencias mencheviques, y
se inclinaba a un “entendimiento” con la monarquía. (Nota de Zinóviev).
161
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

La diferencia entre la teoría de Axelrod-Mártov y la de Trotsky-Parvus


consiste en el hecho que el menchevismo, aün cuando estaba errado,
atrajo en su tiempo a importantes estratos de la clase obrera, mientras
que el trotskismo, teoría igualmente equivocada, nunca tuvo una fuerza
de atracción similar.

El problema de las fuerzas motrices de la revolución no es un problema


secundario, es una cuestión de primer orden. Por ella pasa la línea de
demarcación entre el bolchevismo, el menchevismo y el trotskismo.

Pasamos ahora a definir la “teoría de la revolución permanente” de


Trotsky.

¿Dónde fue expuesta de la manera más precisa? En el prefacio de Parvus


al opúsculo de Trotsky antes del 9 de enero (1905), en una serie de
artículos del Nachalo (1905), en algunos artículos recogidos en la recopi-
lación de Trotsky recientemente vuelta a publicar con el título 1905, y, por
ende, en algunos pasajes de los libros de Parvus, 119 en los cuales éste trata
de sintetizar al mismo tiempo la experiencia de la revolución rusa y el
comienzo de la ola revolucionaria en Alemania.

El Nachalo, muy avanzado y muy “de izquierda” en la forma, dio bastante


poco en el campo teórico. No se lo tomaba en serio y los propios
mencheviques lo escarnecían. Examinemos, pues, las fuentes teóricas más
serias. La más importante es el prefacio de Parvus al opúsculo de Trotsky,
escrito en 1905. Aquí la cuestión se plantea de modo más sutil que en las
siguientes obras de Parvus y de Trotsky. Pero ya se encuentra el error
fundamental de los partidarios de la “revolución permanente”. Este
consiste en una valoración equivocada de las fuerzas motrices de la
revolución rusa, en un razonamiento inexacto sobre la correlación de
clases en Rusia, en deducciones absolutamente falsas sobre la genealogía
histórica de la clase obrera rusa. He aquí lo que Parvus escribe:

“Como es sabido, el radicalismo político en Europa Occidental se


apoyaba principalmente en la pequeña burguesía, formada por los
artesanos y, más en general, por toda esa parte de la burguesía
golpeada por el desarrollo de la industria y rechazada de la clase de
los capitalistas. No debe olvidarse que los artesanos crearon en
Europa ciudades que se hicieron florecientes bajo su dominio
político, que los maestros artesanos dejaron su marca en varios
siglos de civilización europea. Es cierto que con el advenimiento del

119
Rusia y la revolución; el socialismo y la revolución social; la socialdemocracia y el parlamen-
tarismo; el papel de los sindicatos y de la socialdemocracia en la revolución social; etc. (Nota de
Zinóviev).
162
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

régimen parlamentario, su potencia hacía tiempo que se había


agotado, pero la existencia de numerosas ciudades en las cuales
predominaba el tercer estado tuvo una indiscutible importancia
política. A medida que estas fuerzas sociales se disolvían en las
contradicciones capitalistas, a los partidos democráticos se les
planteaba el problema siguiente: unirse a los obreros y convertirse
en socialistas, o unirse con la burguesía capitalista y transformarse
en reaccionarios. En Rusia, en el período precapitalista, las ciudades
se desarrollaban más bien a la manera china que al modo europeo.
Eran centros administrativos sin ninguna importancia política y,
desde el punto de vista económico, mercados para los campesinos
y los propietarios latifundistas del entorno. Su desarrollo era
todavía insignificante cuando el capitalismo lo detuvo, y comenzó a
fundar grandes ciudades, es decir ciudades industriales y centros
de comercio mundial. Por estas causas Rusia tiene una burguesía
capitalista, pero no tiene esa burguesía media de la cual ha salido y
sobre la cual se ha mantenido la democracia política de Europa
occidental. Los estratos medios de la burguesía capitalista contem-
poránea en Rusia, así como en todo el resto de Europa, comprenden
las profesiones liberales (médicos, abogados, literatos, etc.), los
estratos sociales ajenos al proceso productivo y el personal técnico
de la industria y del comercio capitalista como asimismo ciertas
ramas de actividad conectadas con éstos, como las sociedades de
seguros, los bancos, etc. Estos elementos no pueden tener un
programa propio de su clase; dado que sus simpatías y antipatías
oscilan incesantemente entre el proletariado revolucionario y el
conservadurismo capitalista. En Rusia hay que agregar los resabios
de las clases del período anterior a la abolición de la servidumbre
de la gleba, resabios que el capitalismo aún no ha tenido tiempo de
absorber.

“Es sobre tal población urbana, que no ha pasado por la escuela del
medioevo europeo occidental, sin conexiones económicas, sin
tradiciones del pasado y sin ideales de futuro, que debe fundarse el
radicalismo político en Rusia. No tiene nada de extraño que éste se
busque también otras bases”.

Esta es la generalización sociológica fundamental de Parvus, mil veces


repetida y desarrollada a continuación por Trotsky. Todos los que han
leído los bosquejos sociológicos en los cuales Trotsky trata de fundamentar
la teoría de la revolución permanente, se convencerán que Trotsky, en
esencia, no hace otra cosa que retomar a Parvus.

163
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Trotsky habla frecuentemente de Parvus con reconocimiento, como de su


propio maestro. He aquí, por ejemplo, un pasaje de uno de sus artículos
en Nashe Slovo (1915):
“Junto con Parvus, yo sostenía en Nachalo, la idea que la revolución
rusa es el prólogo de la época socialrevolucionaria en Europa; que
la misma no puede ‘llegar a buen puerto’ ni a través de la
colaboración del proletariado con la burguesía liberal, ni por medio
de su alianza con los campesinos revolucionarios; que la misma
sólo puede triunfar como parte integrante de la revolución del
proletariado europeo. Hoy menos que nunca veo motivos de peso
como para rechazar este diagnóstico, cuyo mérito corresponde en
gran parte a Parvus. Sólo unos colegiales “subjetivistas” pueden
reírse de la concepción de la revolución permanente, cuyo sentido
les parece igualmente oscuro que el de la catástrofe actual, en la
cual ellos se debaten desesperadamente tratando de ostentar
independencia.
“Junto con Parvus, fundé en Petersburgo el primer gran diario
obrero ruso, La Gaceta Rusa, y de él aprendí el difícil arte de
expresar pensamientos simples con palabras simples. Con la
colaboración directa de Parvus, publiqué en Viena el diario obrero
Pravda en la época más oscura de la revolución. Como Parvus,
rehusé a ver en las dos fracciones de la socialdemocracia rusa dos
corrientes irreconciliables de la teoría o de la práctica socialista;
junto con él me rehusé a adherir al bolchevismo o al menchevismo.
Ahora, luego de toda la experiencia política e ideológica del
partido, no veo motivo para renunciar a esta tradición más que
decenal.”
No hay duda, pues, que la teoría de la revolución permanente pertenece
en gran parte a Parvus, como afirma el propio Trotsky.
Antes de analizar el mencionado pasaje de Parvus, conviene recordar lo
que dijimos acerca de la “revolución permanente” de Marx. La misma es
la generalización de la experiencia de varias revoluciones en occidente y la
indicación de la línea general ascendente de la revolución proletaria en el
curso de decenas de años. La misma contiene, en germen, la teoría de la
transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución
socialista, teoría ulteriormente desarrollada por Lenin. En Parvus y
Trotsky, como veremos, se trata de otra cosa: se trata de una valoración
de las fuerzas motrices de la revolución en Rusia, valoración, por otra
parte, profundamente errónea. En vez de basarse en un análisis exacto
para evaluar de un modo concreto las fuerzas de clase de un país, Parvus y

164
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Trotsky hacen un análisis falso sobre las fuerzas motrices en Rusia, análisis
que ellos cubren con la fórmula de Marx, la cual tiene un significado
histórico-filosófico general.
Examinemos cuánto hay de exacto en el análisis concreto de las fuerzas
motrices de la revolución rusa hecho por Parvus, y, sobre la base del
mismo, retomado por Trotsky. Según Parvus, la población urbana en Rusia
no ha vivido el medioevo de Europa Occidental; la misma no tiene
tradiciones del pasado y carece de ideales futuros. En Rusia, no obstante
la existencia de una burguesía capitalista, no hay una supuesta burguesía
media y el radicalismo político debe buscarse otra base.
Es exacto que en Rusia, el artesano no tiene tras suyo una historia tan
larga como en Europa Occidental. Es exacto que se carece de numerosos
caracteres típicos del medioevo, lo que debía tener repercusión sobre la
correlación de clases en nuestro país. Todo esto Lenin lo ha puesto bien
de manifiesto en El desarrollo del capitalismo en Rusia y en varias otras
obras.
¿Pero qué se desprende de este hecho aproximadamente exacto según el
cual el artesano no tiene, en nuestro país, una historia tan prolongada
como en la Europa Occidental. Simplemente que nuestro obrero, desde
un punto de vista genealógico, está mucho más cerca del campesino de lo
que lo está un obrero de Occidente. Es precisamente porque en nuestro
medio el artesanado no se ha desarrollado durante tanto tiempo como en
occidente, que nuestra clase obrera está más próxima a la clase
campesina. Nuestro obrero ruso está separado del campesino por menos
generaciones. Por su genealogía social, el mismo está mucho más
estrechamente ligado a las masas campesinas y semi-campesinas de lo
que lo está el obrero de occidente.

En esto, sobre todo, se basa gran parte de la táctica del bolchevismo.


Ahora, el trotskismo ha logrado desprender de estas comprobaciones de
los hechos conclusiones diametralmente opuestas.

Parvus y Trotsky investigaron la originalidad de la genealogía de la clase


obrera rusa. Tienen razón, ya que ésta difiere de la genealogía de la clase
obrera de Occidente. ¿Pero en qué sentido? El obrero ruso descienda más
directamente del ambiente rural: hacia 1890 existía entre nosotros un
fuerte estrato de obreros-campesinos; el obrero ruso está ligado por
miles de lazos a los campesinos, mucho más de lo que ocurre en cualquier
país. Y esto es así porque nuestro desarrollo no fue idéntico al de Europa
Occidental.

165
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Toda la teoría de la revolución permanente está basada en una conclusión


inexacta sobre la comprobación que el origen de nuestro proletariado y el
del proletariado de Occidente son diferentes. No hay que maravillarse,
pues, si tal base no es sólida y si se ha quebrado toda la hojarasca teórica
del trotskismo apenas comenzaron a precisarse las perspectivas de la
revolución inminente y el papel de los campesinos en esta revolución.
Nuestros teóricos de la revolución permanente no están en condiciones
de comprender el parentesco de nuestro obrero con la masa campesina.
En consecuencia no están en condiciones de valorar el papel de los
campesinos en la revolución rusa.
En el citado prefacio escribe Parvus:
“La lucha de clases del proletariado ruso ya se había manifestado
nítidamente bajo el absolutismo. El débil desarrollo de la producción
artesanal, que impidió a la democracia pequeñoburguesa desarro-
llarse, fue útil para la conciencia de clase del proletariado ruso, el
cual se encontró súbitamente concentrado en las fábricas. Inmedia-
tamente el poder económico aparece bajo la forma acabada del
capitalismo ajeno a la producción, y el poder estatal aparece bajo la
forma más concentrada, la de la autocracia apoyada exclusivamente
en la fuerza militar.”
Este pasaje igualmente indica, de manera más o menos exacta, el original
desarrollo del artesanado en nuestro país y muestra las causas por las
cuales el proletariado se encontró súbitamente concentrado en las
grandes fábricas. Pero el segundo aspecto, más importante, omitido por
Parvus, es que los obreros no perdieron su ligazón con los campesinos. En
la Rusia Central, y aun mismo en Moscú, hace una treintena de años, se
erigieron inmensas fábricas, a las cuales afluyeron inmediatamente en
gran número los campesinos contratados como obreros. Arrastrados por
el torbellino de la gran industria centralizada, éstos comenzaron a adoptar
la mentalidad proletaria, sin perder aun su vinculación orgánica con el
campo. Es esto lo que distingue al obrero ruso de los proletarios de
Europa Occidental, los cuales, cuando más, son ex-artesanos. El campesino,
cuyos antepasados aspiraban a la posesión de la tierra y odiaban al gran
propietario latifundista, se encontró incorporado a la industria moderna.
Se convierte en un revolucionario que unía en sí la energía y la firmeza del
proletariado con la espontaneidad y el espíritu de revuelta del campesino
que aspira a la posesión de la tierra.
Parvus señala, más o menos exactamente los hechos, pero desprende de
ellos conclusiones falsas. En Rusia existe una burguesía capitalista pero no
existe una burguesía media. ¿Es exacto? Esta afirmación quiere decir que

166
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

no se comprende el papel de los campesinos en general y, en particular,


de las capas más acomodadas, o sea significa subestimar a los campesinos.
En efecto, para los teóricos de la revolución permanente no existen los
campesinos en la revolución. Si éstos tienen el honor de figurar en el
esquema abstracto de la revolución permanente es sólo para traer un
elemento de “barbarie política”, de falta de carácter y de “anarquía”.

“Los elementos democráticos –escribe Parvus– se mantendrán en


los flancos de los obreros. Pero ya hemos dicho antes, que éstos
son en Rusia muy débiles. Los campesinos serán arrastrados al
movimiento en una masa cada vez más vasta; pero ellos no pueden
hacer otra cosa que acrecentar la anarquía política en el país y, por
lo tanto, debilitar al gobierno. No pueden constituir un ejército
revolucionario compacto.

Trotsky plantea el problema aproximadamente de la misma manera.

“Si la ausencia de las tradiciones burguesas individualistas y de los


prejuicios antiproletarios entre los campesinos y entre los intelec-
tuales ayuda al proletariado a tomar el poder, hay que hacer notar
que tal ausencia de prejuicios no se apoya en una conciencia
política, sino en una barbarie política, en un amorfismo social, en
un estado primitivo y en una falta de carácter. Todos estos elementos
y peculiaridades no proporcionan una base segura para una política
activa y consecuente del proletariado... por lo tanto, cuanto más
precisa y enérgica sea la política del proletariado en el poder, tanto
más movedizo será el terreno existente bajo sus pies. Todo esto es
probable, o sea inevitable”.120

De esto se sigue, pues, según Trotsky, que después de la conquista del


poder el proletariado estará solo y que en el mejor de los casos los
campesinos no pueden ser otra cosa que un compañero de ruta de la
revolución proletaria, eventual y de poco fiar.

Si el campesinado desempeña un papel en el movimiento revolucionario,


¿cuál será, pues, este papel? En el mejor de los casos consistirá en el
acrecentamiento de la energía política en el país. El término “anarquía”
es, en esta ocasión, un término típicamente semi-menchevique. El
campesino, decimos, es solo capaz, en la revolución, de acrecentar la
anarquía. Parvus ni siquiera imagina que entre nosotros el obrero es en la
mayoría de los casos un obrero-campesino, como lo hizo notar Lenin en
1894, en Quienes son los “amigos del pueblo”.

120
L. Trotsky, Nuestra revolución.
167
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

En su artículo La social democracia y el gobierno provisional revolucionario


(marzo 1905), Lenin, criticando despiadadamente el opúsculo de Martinov
Dos dictaduras, examina este error fundamental de Parvus y Trotsky.

El lector no se molestará por esta larga cita, ya que el papel de los


campesinos en la revolución y la conducta del proletariado frente a los
mismos están expuestos de una manera sumamente clara en ese artículo:

“Son falsas... las siguientes frases de Parvus: ‘el gobierno provisional


revolucionario será en Rusia, un gobierno de la democracia obrera’;
‘si la socialdemocracia se halla a la cabeza del movimiento revolu-
cionario del proletariado ruso, este gobierno será un gobierno
social-democrático’; el gobierno provisional social-democrático
'será un gobierno armónico con una mayoría social-democrática’.

Esto no puede ser, si es que no se habla de episodios fortuitos y pasajeros,


sino de una dictadura revolucionaria relativamente larga y que pueda,
más o menos, dejar su huella en la historia. No puede ser, porque cabe
que se mantenga más o menos tiempo (no en absoluto, naturalmente,
sino en términos relativos) una dictadura revolucionaria que se apoye
sobre la inmensa mayoría del pueblo. Y el proletariado ruso solo forma,
actualmente, la minoría de la población del país. La única manera que
tiene de llegar a convertirse en la mayoría inmensa y dominante es aliarse
a la masa de los semiproletarios, de los pequeños propietarios, es decir, a
la masa de las capas pequeñoburguesas de la población pobre de la
ciudad y el campo. Y esta composición de la base social en una posible
y deseable dictadura revolucionaria-democrática tiene que reflejarse
también, naturalmente, en la composición del propio gobierno revolu-
cionario y hará inevitable la participación en este gobierno de los más
diversos representantes de la democracia revolucionaria, e incluso el
predominio de ellos en el gobierno de que se trata. Sería sumamente
perjudicial hacerse, en este respecto, ninguna clase de ilusiones. Cuando
el charlatán Trotsky escribe ahora (desgraciadamente, al lado de Parvus)
que ‘el cura Gapón quedará como una figura aislada’, que ‘no habrá sitio
para un segundo Gapón’, lo hace sencillamente, porque es un charlatán.
Si en Rusia no hubiera sitio para un segundo Gapón no habría sitio
tampoco para una revolución democrática verdaderamente ‘grande’,
capaz de llevar sus tareas hasta el fin. Para llegar a ser grande, una
revolución democrática que recuerde e incluso sobrepase la de los años
1789-1793, y no la de 1848-1850, tiene que poner en pie a masas
gigantescas, incorporándolas a la vida activa y a los esfuerzos heroicos, a
‘una acción histórica creadora a fondo’, tiene que arrancarlas de la sima
de las espantosas tinieblas, de la opresión sin ejemplo, del increíble

168
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

embrutecimiento y del desesperado embotamiento en que viven. Y la


revolución se halla ya entregada a la obra de ponerlas en pie y de sacarlas
de esa sima, obra que el propio gobierno facilita con su convulsiva
resistencia; pero sin que se pueda, naturalmente, hablar de una
conciencia política madura, de una conciencia social-democrática de estas
masas y de sus numerosos ‘primigenios’ dirigentes populares, y no
digamos los campesinos. No pueden, sin haber pasado por una serie de
pruebas revolucionarias, convertirse de pronto en socialdemócratas, no
sólo por razón de su ignorancia (la revolución ilustra a los hombres,
repetimos, con fabulosa celeridad), sino porque no son, por su situación
de clase, proletarios y porque la lógica objetiva del desarrollo histórico los
coloca, en el momento actual, ante objetivos que no son, en modo
alguno, los de una revolución socialista, sino los de una revolución
democrática.

“El proletariado revolucionario participará con toda energía en esta


revolución, rechazando tanto la lamentable política seguidista de
los unos como la fraseología revolucionaria de los otros, poniendo
en el vertiginoso torbellino de los acontecimientos su presión de
clase y su conciencia de clase, avanzando valerosa e intrépidamente,
sin temer a la dictadura revolucionario-democrática, sino, por el
contrario, anhelándola con todas sus fuerzas y luchando por la
República y por la plena libertad republicana, por serias reformas
económicas, para crear así una palestra verdaderamente amplia y
digna del siglo XX, en la que se pueda librar la lucha por el
socialismo.”121

De esta manera, Lenin consideraba que arrastrar a las masas pequeño-


burguesas (en particular a los campesinos) a la revolución, no significa
“restringir la base” de la revolución (Trotsky), ni introducir la “anarquía
política” (Parvus), sino adaptarse a la “lógica objetiva del desarrollo” que,
en 1905, planteaba la tarea concreta de la dictadura revolucionaria y
democrática del proletariado y de los campesinos.

¿Cómo explica Parvus su discrepancia con Lenin?

En su libro Rusia y la Revolución dice lo siguiente:

“¿En qué no estamos nosotros de acuerdo con Lenin? Para él, la


revolución es la obra de un momento que se nos podría escapar de
las manos; para mí es un proceso histórico inevitable. Lenin piensa
que la insurrección revolucionaria crea la revolución; yo considero

La socialdemocracia y el gobierno provisional revolucionario, en Lenin, O.C., edic. cit., VIII, pp.
121

289-290.
169
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

que la insurrección lleva la revolución al triunfo. Aquél busca


aliados para la insurrección revolucionaria porque no tiene confianza
en la energía revolucionaria del proletariado; yo impulso a los
obreros a la lucha política y los pongo en relación política con
los otros partidos para hacer que manifiesten así su energía
revolucionaria.”

Y en otro pasaje dice:

“La Duma del imperio, de la manera como ha sido instituida por el


gobierno, es la revolución permanente.”

Estos dos fragmentos son característicos. En el segundo, el autor juega


con las palabras. En el primero, disimula su semi-menchevismo bajo una
fraseología revolucionaria. Está claro que él no comprende aquello que es
esencial en Lenin. “Lenin busca en el exterior aliados para la insurrección
revolucionaria”, he aquí para Parvus todo el sentido de la táctica leninista.
Lenin, efectivamente, buscaba un aliado para la clase principal, el
proletariado, y este aliado lo descubría gracias a un análisis profundo y
exacto de la correlación de clases en nuestro país.

Esta es la base teórica del parvusismo y del trotskismo. La misma se


expresa en consignas tales como: ¡Abajo el Zar y viva el gobierno obrero!
Esta consigna parece bastante justa ahora que hemos conquistado el
poder soviético en alianza con los campesinos. ¡Abajo el Zar!, perfecto.
¡Viva el gobierno obrero!, mejor aún. Pero si se recuerda que esta
consigna fue lanzada en 1905, habrá de reconocerse que la misma
olvidaba entonce» completamente a los campesinos.

En 1917, después de la guerra imperialista que conmovió al mundo,


después de la revolución de febrero, los bolcheviques lanzaron la
consigna de gobierno obrero y campesino. En 1925, después de 8 años de
dictadura proletaria, nosotros repetimos esa consigna de Lenin. En
cambio, los partidarios de la revolución permanente quisieron imponernos
en 1905 la consigna: ¡Abajo el Zar y viva el gobierno obrero! ¿Pero qué
hacen con los campesinos? Salta a la vista su total incomprensión del
papel de los campesinos en un país como Rusia. Esa consigna derivaba
directamente de toda la teoría de Parvus y Trotsky. Si no hubiésemos
tenido una pequeña burguesía, si no hubiera habido un terreno propicio
para el “radicalismo político”, si Parvus hubiera tenido razón en la
cuestión campesina, hubiese sido necesario, evidentemente, renunciar a
la táctica bolchevique. Pero en la realidad no era así.

170
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Como consecuencia de su falsa valoración de la situación concreta de las


clases en Rusia y de su obstinación por un esquema general y abstracto,
los partidarios de la revolución permanente fatalmente tenían que
desarrollar una teoría que desconocía a los campesinos como aliados del
proletariado en la lucha revolucionaria.

Se puede juzgar hasta qué punto esta cuestión ha sido planteada


teóricamente de una manera falsa y esquemática, sobre la base de las
enseñanzas de la revolución de febrero de 1917.

Así Lenin, en 1915, atacó de nuevo con toda energía la teoría de Trotsky,
“el cual no piensa que si el proletariado conduce a las masas no
proletarias del campo a conquistar la tierra y a derrocar la monarquía, ello
será precisamente la culminación de la ‘revolución nacional burguesa’ en
Rusia, la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los
campesinos”.

Trotsky conectaba lógicamente su concepción errónea sobre el papel de


los campesinos en Rusia con la manera igualmente errónea en que él
planteaba el problema de la correlación entre la revolución rusa y la
revolución mundial, como asimismo la cuestión de las fuerzas motrices de
esta última.

En su obra Nuestra revolución, Trotsky plantea así la cuestión:

“Pero hasta dónde puede impulsarse la política socialista de la clase


obrera en las condiciones económicas de Rusia? Lo que se puede
decir con certeza, es que ella chocará con obstáculos políticos aun
antes de chocar con la atrasada técnica del país. Sin un apoyo
estatal directo del proletariado europeo, la clase obrera de Rusia no
podrá mantenerse en el poder y transformar su dominación temporal
en una dictadura socialista duradera. De ello no cabe dudar ni un
instante.”

El error de Trotsky no consiste en haber considerado la revolución rusa


como parte de la revolución mundial, en haber considerado que la victoria
definitiva del socialismo en nuestro país estuviese ligada al triunfo de la
revolución mundial. Su error proviene del hecho que él no comprendía (y
aun no comprende) cuáles son las vías que conducen a la victoria a la
revolución mundial y rusa. Aplicando su táctica, nosotros hubiéramos
podido hacer fracasar la revolución rusa y alargar así la revolución inter-
nacional.

171
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

¿Qué significa “el apoyo estatal del proletariado europeo”? Para poder
dar tal “apoyo” a la revolución rusa, el proletariado europeo hubiera
debido comenzar por... apoderarse del poder en Europa. Pero no era éste
el caso en 1905, ni en general, antes de la guerra de 1914-1918. Y no
obstante, Trotsky predicaba en 1905 la revolución permanente.

¿Qué se deduce de ello? Simplemente, que Trotsky o no creía seriamente


en una revolución permanente, cualquiera que fuese, y en 1905 hablaba
de ella solo en abstracto; o que él predicaba en 1905 la revolución
permanente a condición que el proletariado europeo nos proporcionase
un apoyo cuando hubiese llegado al poder, y entonces, en este caso,
Trotsky postergaba la revolución obrera en Rusia hasta el momento de la
revolución proletaria en Europa. En esta última hipótesis, Trotsky
sustentaba el punto de vista más vulgar de la social democracia: que
comiencen “ellos” a hacer la revolución, que luego nosotros de un solo
golpe haremos la revolución obrera. El bloque de Trotsky con los
mencheviques en aquella época, está entonces confirmado por esta
segunda hipótesis.

En aquel tiempo, Trotsky escribía mucho para demostrar que la revolución


rusa triunfante sólo era posible como parte de la revolución mundial
triunfante, ya que el capital occidental sostenía al zarismo con sus
empréstitos, etc. En esto había una parte de verdad, en la medida en que
Trotsky repetía las afirmaciones de los bolcheviques. Pero Trotsky
comprendía esa ligazón de la revolución rusa con la revolución inter-
nacional de una manera demasiado abstracta, demasiado esquemática,
demasiado mecánica. En consecuencia, preconizaba una política abstracta,
aparentemente de izquierda, pero que se compaginaba perfectamente
con el apoyo a los mencheviques.

No podía plantearse en 1905 la cuestión de un “apoyo estatal del


proletariado europeo”. Este apoyo ni siquiera existe en 1924. Después de
8 años de dictadura proletaria en nuestro país, no es un apoyo del
proletariado inglés en el poder lo que recibimos, sino notas amenazantes
de Baldwin y de Chamberlain. Si la teoría de Trotsky ha podido compaginarse
tan fácilmente durante 15 años con el apoyo al menchevismo más
inveterado, es porque su “izquierdismo” es puramente verbal. Como se ve
el enigma es fácil de resolver.

Trotsky no comprendió los caminos concretos de la revolución en nuestro


país. Ni siquiera ahora ha comprendido la importancia real de los
campesinos en ella.

172
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“...Para asegurarse la victoria definitiva, la vanguardia proletaria,


hubiera debido, desde los primeros días de su poder, penetrar
profundamente en los dominios prohibidos de la propiedad, ya
burguesa, ya terrateniente. En tales condiciones la vanguardia
debía chocar contra demostraciones hostiles de parte de los grupos
burgueses que la habían sostenido al comienzo de su lucha
revolucionaria y aun también de parte de la masa campesina cuyo
apoyo la proyectó hacia el poder.”122

El problema del papel de los campesinos antes de la toma del poder tiene
una importancia capital; para la URSS, ahora ya no tiene más que un
significado histórico, pero es actual para toda la Internacional Comunista.
En cuanto al papel que los campesinos deberán y podrán desempeñar
después de la toma del poder político por parte del proletariado, este es
un problema sumamente actual para la URSS, pero cuya importancia es
mínima en este momento para el proletariado de los demás países.

En sus tesis sobre la cuestión agraria, adoptada por el II Congreso de la I.


C., Lenin dice:

“La opinión según la cual los campesinos constituyen una única


masa reaccionaria sólo se basa... en la incomprensión obstinada
que ya tiene el arraigo de un prejuicio (vinculado a todos los
prejuicios democrático-burgueses y parlamentarios) de esta verdad,
perfectamente demostrada por el marxismo en el terreno teórico y
completamente confirmada por la experiencia de la revolución
proletaria en Rusia, a saber: que la población rural de las tres
categorías arriba mencionadas –proletariado agrícola; semi-
proletarios o campesinos que trabajan en calidad de asalariados en
empresas diferentes, agrícolas, industriales o capitalistas; pequeños
propietarios o agricultores que no ocupan mano de obra asalariada–,
embrutecida hasta el extremo, desperdigada, oprimida, condenada
en todos los países, incluso los más avanzados, a vegetar en
condiciones de vida semibárbaras, interesada desde el punto de
vista económico, social y cultural en el triunfo del socialismo, es
capaz de apoyar enérgicamente al proletariado revolucionario
únicamente después de que éste conquiste el poder político, sólo
después que ajuste terminantemente las cuentas a los grandes
terratenientes y a los capitalistas, sólo después que estos hombres
oprimidos vean en la práctica que tienen un jefe y un defensor
organizado, lo bastante poderoso y firme para ayudar y dirigir, para
señalar el camino acertado.”
122
L. Trotsky, 1905, edic. cit., p. 10.
173
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Está claro, sin embargo, que no siempre ni en todas partes los campesinos
desempeñarán el mismo papel.

Los marxistas deben saber aplicar según las circunstancias de lugar y


tiempo la teoría general de Lenin sobre el papel de los campesinos en la
revolución.

Una de las partes esenciales de esta teoría, dice que los campesinos
estarán en condiciones de sostener fuertemente la revolución proletaria
después de la conquista del poder, es decir cuando comprueben que tiene
un defensor firme y que los grandes propietarios latifundistas están
inexorablemente liquidados.

También en este punto, el trotskismo y el leninismo difieren de una


manera radical. Este problema es interesante no sólo para la historia del
partido; asimismo es un problema de profunda actualidad. En resumidas
cuentas, el partido, justamente ahora, se halla frente al problema de las
relaciones de la clase obrera con los campesinos. Y los lineamientos
acerca de ello se plantean de manera totalmente divergente. En base a
Lenin, resulta que después de haber tomado el poder, después de haber
liquidado a los propietarios latifundistas, dispondremos de mayores
probabilidades de arrastrar tras nuestro a las amplias masas campesinas.
Según Parvus y Trotsky es lo contrario. Su error de valoración del papel de
los campesinos antes de la conquista del poder, los ha llevado a un error
igualmente grande en el problema de la actitud a adoptar frente a los
campesinos después de la toma del poder.

En su carta a Olminski, Trotsky trata de probar que, concordando con el


escrito de Kautsky, Las fuerzas motrices de la revolución, Lenin, por esto
sólo ha accedido a la teoría de la revolución permanente, o sea a Parvus y
Trotsky.

He aquí lo que escribía Trotsky en esa carta:

“Yo no creía que las dos fracciones estuviesen separadas por


divergencias tan profundas y esperaba... que el propio camino de la
revolución las hubiera conducido a la plataforma de la revolución
permanente y la conquista del poder por parte de la clase obrera,
cosa parcialmente realizada en 1905.”123

Trotsky juzgado por Lenin, p. 5. Cf. el prefacio de Lenin al art. de Kautsky sobre las fuerzas
123

motrices de la revolución rusa y la posición del periódico Nachalo.


174
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

De esta manera Trotsky presenta a Lenin como un partidario inconsciente


o tímido de la revolución permanente. ¿Hay en ésto siquiera una partícula
de verdad? No, en cambio hay una total alteración de la verdad. Era
Kautsky, en el escrito Las fuerzas motrices y las perspectivas de la
revolución rusa, el que se aproximaba a Lenin y no viceversa. Era lo que
subrayaba Lenin en su prefacio a este escrito.

He aquí lo que escribía Lenin:

“La revolución burguesa es llevada a cabo por el proletariado y los


campesinos, a pesar de la inconstancia de la burguesía: he ahí la
tesis fundamental de la táctica…”124

¿Dónde está aquí la revolución permanente?

Como es sabido, el escrito de Kautsky era una respuesta al interrogante


de Plejanov, el cual preguntaba si la revolución rusa sería burguesa o
social demócrata. ¿Cómo considera Lenin la respuesta de Kautsky?

“En suma –dice Lenin–, Kautsky ha respondido a las preguntas de


Plejanov, corrigiéndolo. Es un viejo patrón, le dice Kautsky. No se
puede plantear el problema así, eso no es marxista. La revolución
rusa no es una revolución burguesa, pues la burguesía no figura, en
Rusia, entre las fuerzas motrices del actual movimiento revolu-
cionario. Pero la revolución rusa no es tampoco una revolución
socialista, ya que en modo alguno puede instaurar el poder
exclusivo o la dictadura del proletariado... Pero el triunfo en la
actual revolución no puede ser el triunfo exclusivo del proletariado,
sin la ayuda de otras clases. Ahora bien, ¿cuál es la clase que
constituye el aliado del proletariado, en virtud de las condiciones
objetivas de la actual revolución? Son los campesinos. ‘Solamente
entre el proletariado y los campesinos media una sólida comunidad
de intereses económicos para todo el período de la revolución’.”

¿Dónde se puede ver aquí, repetimos, la teoría de la revolución permanente,


que abandona a los campesinos, que no ve la “sólida comunidad de
intereses” entre los campesinos y el proletariado que afirma, por el
contrario, que el proletariado triunfante “deberá penetrar profundamente,
desde los primeros días de su poder, en los dominios prohibidos de la
propiedad tanto burguesa como terrateniente. Éste deberá chocar pues,
no sólo con todos los reagrupamientos de la burguesía..., sino también
con las grandes masas campesinas, con cuyo apoyo se había proyectado
hacia el poder”?
124
El subrayado es de Zinóviev
175
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Puede comprobarse cómo el escrito de Kautsky no tenía nada de común


con el parvusismo (y el trotskismo) por la siguiente idea expresada por el
autor:

“La fuerza revolucionaria de la socialdemocracia rusa y la posibilidad


de su victoria están en la comunidad de intereses entre el prole-
tariado industrial y los campesinos, pero esta comunidad de
intereses limita el aprovechamiento de una tal victoria.”

En otros términos, Kautsky admitía que el proletariado, dirigiendo la


revolución campesina, pudiera colocarse límites espontáneamente. Por su
parte, la teoría de la revolución permanente no lo admitía y condenaba
enérgicamente a la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado
y de los campesinos que llevaba a tal limitación.

“Como partido victorioso –razonaba Kautsky– la social democracia


no puede ir en aplicación de su programa, más allá de aquello que
consienten los intereses de la clase que sostiene al proletariado.”

“Esto significa –escribe Lenin al respecto– no ya la dictadura


socialista del proletariado, sino la dictadura democrática del
proletariado y de los campesinos”.

En otras palabras, Kautsky ha formulado el viejo principio de toda la


táctica de los socialdemócratas revolucionarios que no son ni oportunistas
ni “farsantes”. Por “farsantes”, naturalmente, Lenin entendía a los
parvusistas.

Sobre estas bases, se ve el valor de la afirmación de Trotsky en su famosa


carta a Olminski.

Después de haber hablado acerca de la teoría de la revolución permanente,


es necesario hablar también de la práctica, que de ella deriva. Parvus,
fundador de esa teoría ha terminado muy mal; se mantuvo en las filas de
la social democracia alemana y ha caído en el social patriotismo más
inveterado, bien que en su tiempo combatió contra Bernstein, colaboró
con la vieja Iskra, etc. Probablemente Parvus era de aquellos revolucionarios
que no pueden soportar las derrotas, aun cuando las mismas signifiquen
ciertas victorias, como era el caso de la que sufrimos en 1905. A partir de
1906, él comienza a perder su ardor revolucionario; vuelve a la derecha
de la social democracia alemana, y en Rusia, apoya al menchevismo.

La práctica del trotskismo está suficientemente caracterizada por las


siguientes líneas de Lenin:

176
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“Fue [Trotsky] menchevique en 1903; se apartó del menchevismo


en 1904; volvió junto a los mencheviques en 1905, haciendo gala
de una fraseología ultra revolucionaria; en 1906, de nuevo se
apartó de ellos; a fines de 1906 defendió los acuerdos electorales
con los kadetes (o sea, prácticamente estuvo otra vez con los
mencheviques); y, en la primavera de 1907 dijo en el Congreso de
Londres que su divergencia con Rosa Luxemburg era ‘más una
diferencia de matices individuales que de tendencia política’.
Trotsky plagia hoy el bagaje ideológico de una fracción, mañana de
otra y, como consecuencia, se proclama colocado por encima de
ambas fracciones. En teoría, Trotsky en nada está de acuerdo con
los liquidadores y los otzovistas, pero, en la práctica, se halla en
todo de acuerdo con los de Golos y los de Vperiod.”125

Para concluir señalamos en forma de tesis los principales errores de la


teoría de la revolución permanente.

1. Después de haber tomado prestado la terminología de Marx, los


autores de la teoría de la revolución permanente intentan, sin éxito,
aplicarla en su errónea valoración de las fuerzas motrices de la revolución
en Rusia; ellos dan a las palabras de Marx un sentido completamente
diferente de lo que las mismas implican y no comprenden en absoluto la
correlación de clases en nuestro país.

2. Después de haber hecho notar con justeza que la clase obrera en Rusia
no se ha formado del mismo que en Europa occidental, los autores de la
teoría de la revolución permanente extraen de ello conclusiones inexactas
y no toman en cuenta que las ligazones de la clase obrera rusa con el
campesinado son muy estrechas.

3. No habiendo comprendido el papel y la importancia de los campesinos


en la revolución agraria de un país como Rusia, los partidarios de la
revolución permanente o condenan fatalmente su teoría a la esterilidad, o
están constreñidos a ponerla al servicio del menchevismo.

4. De todo esto, en los partidarios de la revolución permanente, se deriva


una total incomprensión de las fuerzas motrices reales de la revolución
rusa.

5. Los teóricos de la revolución permanente probaron que su punto de


vista sobre la revolución nacional (popular), es absolutamente erróneo.
De esto deriva el hecho de que se orienten no hacia la revolución nacional
en Rusia, sino hacia la revolución internacional.
125
El sentido histórico de la lucha interna del partido en Rusia, en Lenin, O.C., edic. cit., XVI, p. 383.
177
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

6. De aquí la incomprensión del carácter de la revolución de febrero en


nuestro país y toda una serie de errores en la valoración de las fuerzas
motrices en el período comprendido entre febrero y octubre de 1917; si
no se comprende el papel de los campesinos y la situación social de ese
período, es imposible explicarse las causas y el carácter de la revolución
de febrero.

7. No habiendo comprendido el papel de los campesinos en Rusia, con


mayor razón, el trotskismo no estaba en condiciones de comprender este
papel en la revolución mundial (el cual, para el leninismo es muy
importante).

8. En consecuencia, Trotsky no comprende como necesario el problema


de las naciones oprimidas; en todas sus obras hasta 1917, guarda un
silencio absoluto sobre esta cuestión.

De aquí la incomprensión de la lucha entre la burguesía y el proletariado


por la conquista de las masas campesinas y la liberación de las naciones
oprimidas. La cuestión de las naciones oprimidas es, en una buena
medida, la cuestión de los campesinos, porque estas naciones están
compuestas por una mayoría de campesinos.

9. Teóricamente, los partidarios de la revolución permanente no


comprenden la transformación de la revolución democrático burguesa en
revolución socialista.

10. Por otra parte, ellos querían la unidad con los mencheviques a
cualquier precio. Esta idea de la unidad ha tenido en la doctrina trotskista
un papel importante (conciliadorismo). La teoría de la revolución perma-
nente en la práctica es una predicación sin tregua sobre la necesidad de la
unidad con el ala contrarrevolucionaria de la social democracia.

11. De ello resulta que la corriente Parvus-Trotsky, durante los años de la


revolución (1904-1906) se recostó sobre los críticos pequeño burgueses
“de izquierda” del bolchevismo y que, en el período decisivo de la lucha
por la segunda revolución (1907-1917), el trotskismo apoya directamente,
orgánica y políticamente, a los mencheviques liquidadores.

12. El trotskismo tiene la misma línea de conducta en la época de la


guerra imperialista (es contrario a la escisión de los socialdemócratas en
la esperanza de conquistar pacíficamente el aparato social demócrata).

13. En última instancia el trotskismo solamente fue (y en gran parte hasta


ahora lo es) un matiz de izquierda del pseudo-marxismo “europeo” (es
decir oportunista), esencialmente hostil al bolchevismo.
178
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

14. Por este motivo actualmente la teoría de la revolución permanente


pone trabas a la bolchevización de todos los partidos de la I. C., incluido el
PCR., en la medida en que nuestro partido tiene necesidad de
bolchevizarse.

La alternativa es, teoría de la revolución permanente o bolchevización de


los partidos. La teoría de la revolución permanente es incompatible con la
bolchevización de los partidos, con el leninismo Es imposible bolchevizar a
los partidos alemán, francés u otros, sin una explicación preliminar a los
mismos acerca de los errores esenciales de la teoría de la revolución
permanente, sin hacerlos reflexionar sobre las relaciones reales entre la
revolución democrático-burguesa y la revolución socialista, sin explicarles
el papel de los campesinos antes y después de la conquista del poder.

La teoría de Parvus y de Trotsky sobre la “revolución permanente” es


cualquier cosa, pero no leninismo. Ni siquiera se le asemeja.

179
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Segunda Parte:
EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

180
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

LAS POSICIONES EN LITIGIO


Giuliano Procacci

En enero de 1925, a la vez que el largo debate sobre el trotskismo iba


tocando a su fin, Stalin reeditaba como prefacio al volumen Camino de
Octubre, un escrito suyo en polémica con Trotsky que ya había aparecido
el 20 de diciembre de 1924, en la Pravda.126 Como es sabido, se trata de
un escrito que alcanzó gran éxito y se reprodujo en las sucesivas ediciones
de las Cuestiones del leninismo. Es sabido, asimismo, que su éxito se debe
al hecho que en ese trabajo se formula por primera vez la idea de la
construcción del “socialismo en un sólo país”. Una de las características de
la teoría leninista de la revolución de Octubre consistía, según Stalin, en
haber aprehendido que el desarrollo económico y político desigual de los
países capitalistas hacía posible la ruptura del sistema capitalista mundial
en su “eslabón más débil” y, por tanto, la victoria del socialismo en un
solo país. Uno de los errores de Trotsky, precisamente, había sido la no
comprensión de esta particularidad de la teoría leninista y de la expe-
riencia de la revolución soviética. Por cierto, como ya se señaló en la
introducción, que esta primera formulación de la teoría del socialismo en
un solo país no estaba exenta de incertidumbre y de oscuridad. La
importancia del escrito sobre La revolución de Octubre y la táctica de los
comunistas rusos proviene más de una valoración retrospectiva de éste
que de su propio valor y de su novedad intrínseca. Lo que parece
confirmarse por el poco interés que despertó en el momento de su
publicación, y por el hecho de que el mismo Stalin en sus escritos
siguientes, no retomó ni profundizó la fórmula del triunfo del socialismo
en un solo país.127

Los acontecimientos y las discusiones de los meses siguientes probable-


mente contribuyeron en gran medida a fijar la atención sobre esa
fórmula. En efecto, a fines de marzo se reunió en Moscú el plenum del
Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, donde el signo bajo el
cual se desenvolvieron sus tareas, fue la admisión de que agotada
momentáneamente la gran ola revolucionaria abierta por la revolución de
Octubre, se había entrado poco a poco en un período de “estabilización
relativa” del capitalismo.128

126
Cf., Stalin, Obras completas. B. Aires, Fundamentos 1956, VI, pp. 327-365.
127
Ibíd.
128
Sobre las labores del Comité Fjecutivo ampliado de la Internacional Comunista, cf. Protokoll
Erweiterte Executive del Koinmimisfrschen Internationale. 21 März - 6 April 1925, Hamburg, Car!
Hoyn, 1925 y las Thesen und Resotutionen publicadas en el mismo año por el mismo editor.
181
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Ello equivalía a decir que la perspectiva de una revolución proletaria en


Europa Occidental que, al menos hasta el fracaso de la tentativa
revolucionaria en octubre de 1923 en Alemania, se había considerado
abierta (piénsese en las Lecciones de Octubre), debía ahora evaluarse
como postergada por un tiempo indefinido. ¿Sería posible en estas nuevas
condiciones llevar adelante la construcción del socialismo en Rusia? Por
cierto que había muchos pasajes de Lenin y una rica tradición teórica que
respondía negativamente a este interrogante. Sin embargo, la experiencia
y la realidad efectiva indicaban que la “estabilización relativa” del
capitalismo venía aparejada con una correspondiente “estabilización
relativa” del estado y de la economía soviética: la “crisis de las tijeras”
estaba superada y la situación interna venía consolidándose más y más.
Un índice elocuente de ello, por otra parte, lo constituía el hecho de que
algunas de las mayores potencias del mundo capitalista habían reconocido
de jure al régimen revolucionario fruto de Octubre

Es en tal contexto y en tal coyuntura histórica que hace pié y comienza a


circular la fórmula del “socialismo en un solo país”.

Es notable que no fuera Stalin sino Bujarin quien más contribuyó a la


difusión de la nueva fórmula y de la nueva idea. A comienzos de abril en
un discurso –posteriormente editado en un opúsculo– pronunciado en
una reunión del partido de. Moscú, Bujarin invitaba, a los militantes a
tomar en consideración y a profundizar la fórmula del “socialismo en un
solo país”.129 La intervención de Bujarin, cuya autoridad como “teórico”
era por cierto entonces, mayor que la de Stalin, probablemente contribuyó
a que el problema fuera abordado en las labores de la XlV Conferencia
(27-29 de abril de 1925) y a que la fórmula de la construcción del
socialismo en un solo país figurara, aunque en términos no muy claros, en
una de las resoluciones adoptadas.130

En el mismo período en que se lanzaba la teoría de la construcción del


socialismo en un solo país, se desarrollaba otro debate en la escena
política soviética, en cuyo centro se encontraba también la figura de
Bujarin. El 17 de abril, éste pronuncia en el teatro Bolshói un discurso que
iba a suscitar un amplio eco y viva polémica: en efecto, en el mismo
Bujarin lanzaba, como consigna para los campesinos “¡enriquecéos!” y
delineaba la perspectiva política de una continuación por tiempo inde-
finido de la NEP y, por consiguiente, de una edificación del socialismo
–como lo expresará en el curso de los debates del XIV Congreso (18-31 de

129
E. H. Carr, Socialism in one Country, London-New York, 1959. parte I, pp.258-61, donde se han
reproducido largos extractos del discurso de Bujarin.
130
Cf. Carr, Socialism in one Country, cit., parte II, pp.45-6.
182
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

diciembre de 1925)– a “paso de tortuga”. Las formulaciones teóricas y


políticas de Bujarin, cuyo origen y fundamentos se encuentran ya presentes
en el escrito sobre la revolución permanente 131, provocaron inmediata-
mente vivas reacciones pero también calurosos consensos. En lo que
respecta a éstos últimos, levanto un verdadero clamor la publicación de
un escrito de Ustrialov en el cual se llevaban al extremo las ideas
expresadas por Bujarin y en el que podían leerse frases como las siguientes:

“¡Propietarios, enriquecéos! ¡Consigna, vital, de saneamiento, genial


grito interno!... La consigna de crecimiento y de individualismo es
tan sana como el agro laborioso, inevitable como la vida, imperiosa
como la historia”.132

Ustrialov hablaba hasta de una “burguesía socialista”. Pero igualmente


vivas fueron las reacciones en sentido contrario. En los primeros días de
junio llegaba a la mesa de trabajo de la redacción de la Pravda, cuyo
director entonces era Bujarin, un artículo de Krupskaia en el cual era
violentamente criticada la línea del “enriquecéos”. A su vez, Bujarin
preparó un artículo de réplica y ambos textos fueron sometidos al juicio
del Buró Político que fue encargado de abordar el problema. La decisión
adoptada por éste fue la de no publicar ni el artículo de Krupskaia ni el de
Bujarin con la réplica. Pero esta decisión se tomó por mayoría ya que
Kámenev y Zinóviev se opusieron a la misma.133 Era la primera oportunidad,
después del cierre del debate sobre el trotskismo, que se verificaba una
fractura en el grupo dirigente del partido. Fractura profunda ya que todo
el verano de 1925 se. caracterizó por la sucesión de polémicas y choques
entre los dos campos que se venían delineando. La figura de Zinoviev, sin
duda, ocupa un lugar relevante en este nuevo contexto, y en este nuevo
debate. El era entonces presidente de la Internacional Comunista, y
responsable de la organización local más grande y gloriosa del partido,
la.de Leningrado. Y ambas ubicaciones lo impulsaban naturalmente a
disentir con las posiciones expuestas por Bujarin, a advertir en las mismas
una renuncia a las tradiciones proletarias e internacionalistas de las
organizaciones que encabezaba. Zinóviev, en el artículo La filosofía de la
época, que publicó en septiembre, atacaba violentamente las tesis de
Ustrialov como una “canonización de los kulaks” y expresaba su desacuerdo
abierto con Bujarin. La “filosofía de la época”, la gran consigna de la época
histórica abierta en Octubre, continuaba siendo la idea proletaria de la
“igualdad”. El artículo, que era un verdadero grito de guerra fue publicado

131
Véase la Primera Parte: La revolución permanente
132
Estas citas del libro de Ustrialov lian sido extraídas de la edición francesa G. Zinóviev, Le
leninisme, París, Bureau d’editions, 1926. pp. 186-87.
133
Cf. E. H. Carr, Socialism in one Country, cit., parte II, p. 60 y parte I, p. 285;
183
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

en la Pravda luego que se introdujeron modificaciones en el sentido de


atenuar sus afirmaciones más crudas como aquella del acercamiento de la
línea política de Bujarin a la del ministro zarista Stolypin.134

Simultáneamente con la publicación del artículo sobre la filosofía de la


época aparecía El leninismo. Zinóviev había comenzado a trabajar en él
desde fines de 1924, concibiéndolo como una refutación del trotskismo
en el plano teórico, como se desprende, por otra parte, de los capítulos
que han sido reproducidos antes. En cambio, es distinta la tesitura de la
segunda parte de la obra, la cual probablemente fue comenzada por
Zinóviev en el transcurso del verano de 1925, cuando ya la polémica sobre
el “¡enriquecéos!” dominaba la escena política soviética. En efecto, al final
del décimo capítulo, Zinóviev introduce súbitamente un ataque contra
Ustríalov y aquellos que “pretenden que el partido se apoye en los kulaks
para transformar al país en una democracia burguesa de kulaks enriquecidos
y apacentados”.135 A continuación pasa a tratar el problema de la NEP en
su relación con el leninismo, dedicando a este tema dos buenos capítulos.
El concepto fundamental planteado en los mismos es que la NEP y el
régimen económico de capitalismo de estado conectado con ésta,
constituían una “retirada estratégica”... “útil y necesaria, pero retirada al
fin” respecto a la línea leninista que seguía siendo en esencia una línea de
“ofensiva”.136 En primer lugar desarrolla la idea que la parábola de esa
retirada estaba llegando a su término o hubiese alcanzado sus objetivos 137
y que era necesario entonces retomar la línea de ofensiva para “preservar
a nuestro país de la restauración138 de las relaciones burguesas, y asegurar
el rumbo que conduce al comunismo”. A continuación, en los capítulos
que se reproducen más abajo, Zinóviev pasa a considerar el problema del
socialismo en un solo país. Resulta evidente la conexión entre este
problema y las páginas precedentes sobre la NEP y sobre el peligro de una
regeneración de las relaciones burguesas en la URSS. El “socialismo en un
solo país”, siendo Rusia ese país, no podía dejar de ser un socialismo de
tipo particular en el cual los rasgos proletarios originales estuviesen
atenuados y casi sumergidos en la potente realidad de la vieja Rusia
campesina, en el “reino del estrecho espíritu campesino” 139 y en el cual “la
influencia burguesa y pequeño burguesa empujase a la clase obrera de
nuestro país a encerrarse en la estrechez nacional y en la suficiencia
pequeño burguesa”.140 No es por casualidad que fuera Bujarin quien más
134
E. H. Carr, ibíd, parte I, pp. 300-302
135
Zinóviev, Le leninisme, cit, p. 188
136
Ibíd. pp. 190-96
137
Ibíd., p. 203
138
Ibíd., p. 240
139
Véase a continuación
140
Véase a continuación
184
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

había contribuido a lanzar la fórmula de la construcción del socialismo en


un solo país, y también aquel que se había convertido en el teórico del
“¡enriquecéos!” y de la construcción del socialismo “a paso de tortuga”.
Las conclusiones de Zinoviev, a partir de esas premisas, no podían ser
otras que la idea que una victoria “definitiva” del socialismo en Rusia no
iba a ser posible sin la victoria del mismo en una seria de países, es decir,
un nuevo lanzamiento de una política internacionalista. Volvía a replantear,
de este modo, casi inadvertidamente, las instancias y las ideas que habían
sido esbozadas por Trotsky en sus Lecciones de Octubre y que el propio
Zinóviev, más que ningún otro, había contribuido a combatir y a derrotar.
Las bases para la alianza entre Trotsky y el grupo opositor dirigido por
Zinóviev y Kámenev que se concretó posteriormente en vísperas del XV
Congreso (2-19 de diciembre de 1927) deben buscarse en este período.

Durante el otoño, en los meses que precedieron la convocatoria del XIV


Congreso, la polémica entre los dos campos continuó sin excluir los
golpes. De esta manera, la polémica asumió propiamente la forma, en su
fase más aguda, de una verdadera contraposición entre la organización de
Leningrado y la de Moscú,141 entre la ciudad que había sido la cuna de la
revolución y la capital, de la vieja Rusia campesina.

El punto culminante del debate se alcanzó en el curso del XIV Congreso.


Zinóviev en calidad de coinformante, habló inmediatamente después que
Stalin, concluyó el informe de apertura, y volvió a polemizar con las
posiciones de Bujarin que llevaban a identificar a la NEP con el socialismo
y eran la expresión de una inclinación a la estabilización (Stabilisations-
stimmungen en las actas en idioma alemán) que corría el riesgo de
convertirse precisamente en una verdadera liquidación. Por otra parte –y
Zinóviev lo admitía– existía una “estabilización” del mundo capitalista y en
las condiciones del momento no podía pensarse en la posibilidad de
abandonar la línea de política económica inaugurada en 1921 y basada en
una política prudente respecto de los campesinos. 142 Por ello, su crítica
quedaba a medias tintas, era indecisa, y no se concretaba en propuestas
alternativas y realizables. Por ende, Bujarin tenía un buen margen, en su
intervención, para reprochar a la oposición de Leningrado y a su líder, el
carácter escasamente constructivo de sus críticas. La línea política por él
propuesta, aparecía mucho más coherente y, sobre todo, más en
correspondencia con el estado de ánimo de un país que, habiendo pasado
por terribles pruebas, se aprestaba a retomar aliento y a encontrar un

141
Cf. E. H. Carr, ibíd., parte II, pp. 108-30. donde se halla ampliamente documentado tf curso del
debate pre-congreso y la polémica entre la Pravda de Moscú y la Leningrádskaya Pravda.
142
El co-informe de Zinóviev al XIV Congreso se encuentra reproducido en Inprekorr, del 7 de
enero de 1926.
185
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

nuevo equilibrio. Según Bujarin, se trataba de adquirir la “firme convicción


que no nos iremos a pique a causa de las diferencias de clase que existen
en nuestro país, a causa de nuestro atraso técnico, que nosotros
podremos construir el socialismo aun sobre esta base pobre, que este
crecimiento del socialismo se operará mucho más lentamente, que
nosotros avanzaremos en su construcción acaso con paso de tortuga,
pero que la llevaremos a cabo”.143 En aquella coyuntura peculiar, se
trataba de un tipo de argumentación que no podía dejar de hacer impacto
y de hallar audiencia en la mayoría de los delegados. Así es que, a medida
que proseguían las labores del congreso y los diferentes oradores se
alternaban en la tribuna, el aislamiento de Zinóviev y de la delegación de
Leningrado se hacía más evidente. A Zinóviev no le quedaba otra
alternativa que ampliar los términos del problema, introduciendo nuevos
elementos en el debate y replanteando cuestiones que se había convenido
en considerar resueltas. Y es esto lo que hizo en su intervención final,
exigiendo, entre las continuas interrupciones de la asamblea, el restable-
cimiento o la adopción de una serie de medidas aptas para garantizar una
dialéctica más ágil entre la mayoría y la minoría en el partido y para
preservar en el mismo su carácter proletario y leninista contra la amenaza
del “funcionarismo” y del aburguesamiento.144 Le tocó a Stalin responderle
en su discurso de clausura de las labores del congreso, En esta
oportunidad el secretario general abandonó el tono circunspecto que
había adoptado en el informe introductorio. Mientras mostraba indulgencia
hacia las exageraciones polémicas en las que había caído Bujarin (el
famoso “¡enriquecéos!” no había sido más que una palabra “escapada”
sobre la cual era inoportuno seguir insistiendo), 145 Stalin atacó violenta-
mente el escrito sobre la “filosofía de la época” de Zinóviev 146 y, aun
aceptando en parte algunas de las demandas relativas a la organización
interna del partido planteadas por Zinóviev en su intervención final,
insistió sobre todo en el tema de la necesaria “unidad” del partido: “El
partido quiere la unidad y logrará obtenerla junto con Kámenev y
Zinóviev, si ellos lo quieren; sin ellos si no lo quieren”.147 Se ponía así fin a
este segundo debate, que se había abierto inmediatamente después del
cierre de la prolongada polémica sobre el trotskismo y sobre la revolución
permanente y en cuyo centro había estado ubicada la cuestión de la
construcción del socialismo en un solo país. Así como el primero se había
concluido con la derrota política de Trotsky, éste terminaba con la derrota

143
La intervención de Bujarin en el XIV Congreso se halla reproducida en Inprekorr del 12 de
enero de 1926.
144
La intervención final de Zinóviev está reproducida en Inprekorr del 19 de enero de 1926.
145
Stalin, Obras cit., VII.
146
Ibíd.
147
Ibíd.
186
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

de Zinóviev y de la oposición de Leningrado, El grupo dirigente del partido


se venía estrechando progresivamente (la exclusión de Trotsky, de
Kámenev y de Zinóviev del Buró Político y el alejamiento de éste último de
la presidencia de la Internacional Comunista y su reemplazo por Bujarin
habrían de ocurrir en el transcurso de 1926) y la figura de Stalin iba
emergiendo en una ubicación de mayor relieve. La manera cómo éste se
había conducido en las recientes discusiones y polémicas había contribuido
notablemente a elevar su prestigio.

Ya se ha visto cuál había sido su posición en la fase final del debate sobre
el trotskismo y cómo Stalin se había opuesto al procedimiento de
expulsión solicitado por otros. También se ha visto cómo, aunque fue el
primero en emplear la fórmula de la construcción del socialismo en un
solo país, se mostró a continuación muy prudente y circunspecto en
responsabilizarse de ella. Ni en las fases más agudas del debate, Stalin se
apartó de esta regla de prudencia y circunspección. Luego de la XIV
Conferencia, acerca de la cual había trazado un amplio balance en la
Pravda del 12 y 13 de mayo de 1925, 148 habló y escribió poco. Su trabajo
más relevante en el período comprendido entre la XIV Conferencia y el
XIV Congreso, fue el discurso pronunciado el 9 de junio en la Universidad
Sverdlov, bajo la forma de respuesta a varias preguntas, que era de su
predilección. En éste, entre otras cosas, encaraba el problema de los
kulaks sobre el cual en ese momento, como ya se ha dicho, el
“¡enriquecéos!” de Bujarin había provocado desacuerdos tan vivos; sus
conclusiones no eran del todo explícitas: el partido debía “organizar y
dirigir la lucha de los campesinos pobres contra los kulaks” sin por ello
–una distinción sumamente sutil y casi imperceptible– “fomentar” la lucha
de clases misma.149 En general, de la lectura de este escrito, difícilmente el
lector pueda escapar a la impresión que Stalin se empeñaba en seguir una
línea signada por la prudencia, conservando su distancia tanto hacia una
como hacia la otra parte. Esta impresión parece confirmarse por el hecho
que después de esa conversación en la Universidad Sverdlov y hasta el XIV
Congreso, Stalin no tomó la palabra en público más que en raras
ocasiones y de todas maneras no abordó más las cuestiones de mayor
importancia. Su informe al XIV Congreso mantenía un carácter circunspecto
y prudente. La afirmación más interesante y comprometida, sostenía que
de las dos desviaciones posibles en el problema campesino, la más
peligrosa y que debía ser combatida con mayor fuerza era la tendencia a
la sobrevaloración del papel de los kulaks en el campo y la consiguiente
necesidad de luchar contra los mismos. 150 Por cierto que ésta era una
148
Ibíd
149
Ibíd
150
Ibíd
187
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

formulación más clara que aquélla, expuesta en el curso de la charla en la


Universidad de Sverdlov, y sin duda significaba una aproximación nítida a
las posiciones de Bujarin. Esta aproximación, como ya vimos, se precisó en
el curso del congreso. Sin embargo, en su discurso de clausura, Stalin, no
obstante alinearse abiertamente contra Zinóviev y la oposición de
Leningrado, se cuida de poner cierta distancia de sus aliados subrayando
su desacuerdo con la fórmula extremista del “¡enriquecéos!”

Si sé tienen presentes todos estos elementos y precedentes, no será difícil


comprender las razones del creciente prestigio de Stalin; los llamamientos
a la unidad del partido tenían, ciertamente, en su boca un mayor poder de
persuasión del que habrían tenido si viniesen de cualquier otro miembro
del grupo dirigente bolchevique.

Las Cuestiones del leninismo de Stalin, evidentemente, quieren ser un


intento de poner punto final a la larga discusión que se venía desarrollando
en el partido y, al mismo tiempo, sellar en el plano teórico la victoria
política obtenida por el autor en el XIV Congreso. Zinóviev sigue siendo el
blanco principal de la polémica y, más aún en particular, su obra El
leninismo, tanto en su primera parte como en la segunda. Se podría decir
así que Stalin utiliza no sin habilidad en su polémica las contra-dicciones
que, como ya señalamos, existían precisamente entre las dos partes de la
obra y que reflejaban la evolución política de Zinóviev desde la época del
debate sobre el trotskismo al momento de la discusión sobre el socialismo
en un solo país. Zinóviev, que había atacado violentamente a Trotsky
objetándole su subestimación de los campesinos y del basarse única-
mente en el apoyo del proletariado occidental, concluía por reintroducir en
el debate precisamente las tesis de su adversario, negando la posibilidad
de construir el socialismo en Rusia. Para Stalin, tanto a Zinóviev como a
Trotsky, les faltaba confianza en la posibilidad de la clase obrera rusa en
su conjunto, de Leningrado, de Moscú y del Cáucaso, de escapar al dilema
de revolución mundial o restauración burguesa-campesina en Rusia. En
cambio, él poseía en alto grado tal confianza, y éste era un punto fuerte
en su empirismo de “teórico”.

Esta objeción que Stalin le hace a Zinóviev, y que constituye el núcleo


central de la argumentación de las Cuestiones, también se podía hacer a
Bujarin, su aliado de entonces. La antinomia que hemos indicado también
valía para éste ampliamente, aun cuando Bujarin la resolviese en un
sentido opuesto. El “socialismo en un solo país”, como él lo entendía, el
socialismo construido a paso de tortuga era el socialismo de un país
campesino en el cual los rasgos originales, proletarios e internacionalistas,
del mensaje de, Octubre se atenuaban hasta casi desaparecer. Si no nos

188
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

equivocamos, el nombre de Bujarin, en las Cuestiones, no aparece sino


incidentalmente y no hay indicios explícitos de polémica con éste. Esto no
quita que la concepción del “socialismo en un solo país” que delinea Stalin
aparezca distinta de la que teorizaba Bujarin. El acento –para retomar una
feliz observación de Carr151– no está puesto en el segundo término de la
fórmula (en un solo país), sino sobre el primero, el socialismo: Rusia, si
quiere sobrevivir y desarrollarse, no puede renunciar a la bandera
levantada en Octubre, la revolución soviética no puede abjurar de sus
principios. En este sentido, las Cuestiones del leninismo, aunque cierta-
mente constituyen el verdadero epílogo de una determinada fase de la
historia de la URSS y de un determinado contexto de polémicas y de
conflictos, también contienen el germen de las polémicas y de los
conflictos que iban a sucederlas.

151
Carr, ibíd, parte II, pp. 48-9. En particular observa Carr: “The initial emphasis of those who
propagated or welcomed the new doctrine seemed, therefore, to rest on the words “in one
country” and on its national aspects... it was the legitimate successor of NEP. In the years after
1925 socialism in one country, whatever the original intentions of its promotor and whatever the
first impressions created by it, came to mean the opposite of NEP… What was now to be realized
“in one country” was not the peasant socialism of the old Russian tradition, but the industrial
socialism of Marx”.
189
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

¿QUÉ ES LA VICTORIA DEFINITIVA DEL SOCIALISMO?


Grígori Zinóviev152

¿Es posible la victoria definitiva del socialismo en un solo país? ¿Cuál es la


respuesta del leninismo a este interrogante?

En primer lugar, tenemos que ponernos de acuerdo sobre el propio


interrogante.

Nosotros decimos, con razón, por ejemplo, que la conquista de la jornada


de ocho horas es una victoria del socialismo. Con esto no queremos decir
que la jornada de ocho horas ya sea el socialismo. No, simplemente
consideramos que la misma significa una victoria del proletariado socialista,
del partido obrero.

Análogamente, por ejemplo, decimos que los dos millones de votos


obtenidos por el comunista Thälmann en las elecciones presidenciales son
un “triunfo del comunismo”. Esto no significa, evidentemente, que el
alcanzar esos votos sea el comunismo. No, únicamente es un triunfo de la
vanguardia comunista.

La conquista del poder político por parte del proletariado en un país solo
ya es una gran victoria del socialismo y, en tal caso, es un triunfo de la
revolución proletaria. Pero de ninguna manera queremos decir con ello
que la conquista del poder político por el proletariado, que es una victoria
de la revolución proletaria, ya sea el triunfo definitivo del socialismo.

Más aún, el acto legislativo que nacionaliza los instrumentos y los medios
de producción por obra del proletariado en el poder es, evidentemente,
una victoria del socialismo pero aún no es su victoria definitiva, aunque se

152
Extracto de su libro: El Leninismo. Aquí publicamos los capítulos XIII y XIV de la obra. Los
capítulos comprendidos entre el VIII, reproducido en la Primera Parte de este volumen, y el XIII
estaban dedicados respectivamente: el noveno, a la “cuestión de las fuerzas motrices de la
revolución a la luz de la experiencia nacional” (pp. 143-63 de la edic. cit.); el décimo al “leninismo y
la dictadura del proletariado” (pp. 165-90); el undécimo al “leninismo, la NEP y el capitalismo de
estado” (pp. 191-220) y finalmente el duodécimo al “leninismo y la NEP. La lucha de clases bajo la
dictadura proletaria” (pp. 221-40).
Con el capítulo X se inicia esa segunda parte de la obra de Zinóviev que, escrita en el curso del
verano de 1925, se separa notablemente de la primera parte de la misma. Mientras que en esta
última predominan efectivamente los temas de la polémica entre Trotsky y contra la teoría de la
“revolución permanente” y es bien visible el eco de las discusiones y las polémicas que, entre el
otoño de 1924 y los primeros meses de 1925, se sucedieron en torno a las lecciones de Octubre y
culminaron en la resolución del partido de enero de 1925 contra el “trotskismo”: en la segunda
parte de la obra, el eje de la polémica está, en cambio, planteado contra las formulaciones teóricas
de Bujarin. Ello resulta particularmente evidente en los capítulos dedicados a la NEP.
190
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

trata de un paso decisivo hacia esta victoria. El hecho mismo de declarar a


los instrumentos y medios de producción propiedad del estado todavía no
es el triunfo del régimen socialista.

Cuando en la URSS, luego de ocho años de dictadura del proletariado, nos


preguntamos si es posible el triunfo definitivo del socialismo en un solo
país, no estamos hablando de la jornada de ocho horas, ni de la conquista
del poder político por parte del proletariado y ni siquiera de la trans-
formación de los instrumentos y medios de producción en propiedad del
estado proletario. Estamos planteando precisamente la cuestión del
triunfo del régimen socialista, de la instauración definitiva de la sociedad
socialista.

¿Cómo definía Lenin, bajo la guía de Marx y Engels, el término “socialismo”?


¿Qué distinción hacía entre el socialismo y el comunismo?

No se trata aquí de ciertas definiciones lapidarias que, evidentemente,


expresan la esencia social del socialismo y han prestado grandes servicios
al leninismo, pero no pueden pretender una precisión científica. Lenin ha
dicho, por ejemplo, muchas veces: el socialismo es la cooperación en
amplia escala; o bien: el comunismo es el poder soviético más la
electrificación; o bien: el socialismo sin correos, telégrafos, máquinas, es
una palabra sin sentido; ó aún: el socialismo es el cultivo en común del
suelo, etc.

Esas fórmulas son excelentes para los objetivos especiales a los que están
destinados. Pero para responder al interrogante que nos interesa ahora,
es necesario tomar las fórmulas más exactas producidas por el leninismo.

“La distinción científica entre socialismo y comunismo consiste en


que el primer término designa la primera fase de la nueva sociedad
que surge del capitalismo, mientras que el comunismo expresa una
fase superior y más avanzada.”153

“La diferencia científica entre el socialismo y el comunismo es clara.


Lo que se acostumbra a denominar socialismo, Marx lo llamaba
‘primera’ fase o fase inferior de la sociedad comunista. Por cuanto
los medios de producción se convierten en propiedad común,
puede emplearse la palabra ‘comunismo’ siempre y cuando que no
se pierda de vista que éste no es el comunismo completo. La gran
importancia de la explicación de Marx reside en que también aquí
aplica consecuentemente la dialéctica materialista, la teoría del
desarrollo, considerando el comunismo como algo que se desarrolla
153
Lenin, Una gran iniciativa, cf. Obras completas, B. Aires, Cartago, 1957, XXIX. p. 413.
191
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

del capitalismo. En vez de ‘imaginadas’ definiciones escolásticas y


artificiales y de disputas estériles sobre palabras (qué es el socialismo,
qué es el comunismo), Marx hace un análisis de lo que podríamos
llamar grados de madurez económica del comunismo.

“En su primera fase, en su primer grado, el comunismo no puede


presentar todavía una madurez económica completa, no puede
aparecer todavía completamente libre de las tradiciones o de las
huellas del capitalismo. De aquí un fenómeno tan interesante como
la subsistencia del ‘estrecho horizonte del derecho burgués’ bajo él
comunismo, en su primera fase. El derecho burgués respecto a la
distribución de los artículos de consumo presupone también inevi-
tablemente, como es natural, un estado burgués, pues el derecho
no es nada sin un aparato capaz de obligar a respetar las normas
de aquél.”154

“Registro y control: he aquí lo principal, lo que hace falta para


‘poner en marcha’ y para que funcione bien la primera fase de la
sociedad comunista. Aquí, todos los ciudadanos se convierten en
empleados a sueldo del estado, que no es otra cosa que los obreros
armados. Todos los ciudadanos pasan a ser empleados y obreros de
un solo ‘consorcio’ de todo el pueblo, del estado. De lo que se trata
es de que trabajen por igual, observando bien la medida del trabajo
y de que ganen equitativamente.”155

“Mientras que llega la fase ‘superior’ del comunismo, los socialistas


exigen el más riguroso control por parte de la sociedad v por parte
del estado sobre la medida del trabajo y la medida del consumo,
pero este control sólo debe comenzar con la expropiación de los
capitalistas, con el control de los obreros sobre los capitalistas y no
debe llevarse a cabo por un estado de burócratas, sino por el
estado de los obreros armados.”156

“Marx no sólo tiene en cuenta del modo más preciso la inevitable


desigualdad de los hombres, sino que también tiene en cuenta que
el solo hecho de que los medios de producción pasen a ser
propiedad común de toda la sociedad (el ‘socialismo’, en el sentido
corriente de la palabra) no suprime los defectos de la distribución y
la desigualdad del “derecho burgués”, el cual sigue imperando, por
cuanto los productos son distribuidos ‘según el trabajo’.

154
Lenin, El Estado y la revolución, ibíd, XXV, pp. 464-65.
155
Ibíd., p. 467
156
Ibíd., p. 463
192
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“Pero estos defectos –prosigue Marx– son inevitables en la primera


fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad
capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento. El
derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni
al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionada...”157

“En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desapa-


recido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división
del trabajo, y, con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el
trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de
vida, sino la primera necesidad vital: cuando, con el desarrollo de
los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas
productivas y fluyan con todo su caudal los manantiales de la
riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el
estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá
escribir en su bandera: ‘De cada cual según sus capacidades; a cada
cual, según sus necesidades.’”158

Estas son las definiciones científicas del socialismo y del comunismo que
da Lenin bajo la inspiración de Marx y Engels.

“El socialismo es la supresión de las clases –dice Lenin en otro


trabajo. Para suprimir las clases lo primero que hace falta es
derrocar a los terratenientes y capitalistas. Hemos cumplido esta
parte de la tarea, pero es solo una parte y no la más difícil. Para
acabar con las clases es preciso, en segundo lugar, suprimir la
diferencia existente entre obreros y campesinos, convertir a todos
en trabajadores. Y no es posible hacerlo de la noche a la mañana.
Es una tarea muchísimo más difícil y necesariamente muy larga.
Una tarea que no puede resolverse con el derrocamiento de una
clase. Para resolverla, no hay otro camino que la reorganización de
toda la economía, el paso de la pequeña producción mercantil
individual y aislada a la gran producción colectiva. Proceso, por
fuerza, extraordinariamente largo…

“Para resolver esta segunda parte de la tarea que es la más difícil,


el proletariado, después de vencer a la burguesía, debe mantener
de modo inquebrantable la siguiente línea política fundamental
respecto de los campesinos: separar, diferenciar a los campesinos
trabajadores de los propietarios, a los campesinos laboriosos de los

157
Ibíd., p. 460
158
Ibíd., pp. 461-62, se trata de una cita de Marx, extraída de Critica del Programa de Gotha. [N. Ed.]
193
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

campesinos comerciantes, a los campesinos trabajadores de los


campesinos especuladores...”159

“El socialismo es inconcebible sin la gran técnica capitalista,


estructurada de acuerdo con la última palabra de la ciencia
moderna, y sin una organización estatal planificada, que someta a
decenas de millones de personas al estrieto cumplimiento de una
norma única, en cuanto a la producción y distribución de los
productos...”160

En cuanto al tiempo necesario para la consolidación del orden socialista


en Rusia conviene tomar nota de las siguientes afirmaciones de Lenin:

“El camino de la organización es largo y las tareas de la cons-


trucción socialista demandan un trabajo persistente y tenaz, y los
conocimientos adecuados, que hoy son muy precarios. Es probable
que ni siquiera la próxima generación, más evolucionada, logre
completar la transición al socialismo.”161

Esto ha sido dicho en pleno comunismo de guerra. Veamos otra


afirmación similar:

“El comunismo es la etapa posterior del socialismo, en la que se


trabaja movido por la conciencia de que es necesario hacerlo para
el bien común. Sabemos que al presente no podemos implantar el
orden socialista; y nos daríamos por satisfechos con que lo pusieran
en práctica nuestros hijos y tal vez nuestros nietos.”162

Para ser completos es conveniente hacer aún otra cita con lo que Lenin,
inspirándose en Engels, decía acerca de la “extinción” del estado.

Lenin subraya en especial las siguientes frases del Anti-Dühring:

“El proletariado toma el poder estatal y comienza por convertir los


medios de producción en propiedad del estado. Pero con este acto
se destruye a sí mismo como proletariado y destruye toda diferencia
y todo antagonismo de clases, y, con ello mismo, el estado como
159
Véase su importante artículo Economía y política en la época de la dictadura del proletariado.
(Nota de Zinóviev) Cf., Obras, cit. XXX, pp. 106-107.
160
Lenin, Sobre el infantilismo de la “izquierda” y el espíritu pequeño burgués, ibíd., XXVII, p. 333.
161
Lenin, Informe sobre las tareas inmediatas del poder soviético (Sesión del Comité Central
Ejecutivo de Rusia del 29 de abril de 1918), ibíd., XXVII, pp. 293-94. [N. T.: el subrayado es de
Zinóviev.]
162
Lenin, Discurso pronunciado en el Congreso de comunas y arteles agrícolas. 4 de diciembre de
1919. Cf. Obras, cit., XXX, p. 198 [El subrayado es de Zinóviev.] (Lenin hizo muchas veces
afirmaciones análogas. Pero sucedía que fijaba lapsos menos amplios, por ejemplo en su discurso
ante el III Congreso de las Juventudes Comunistas.) (Nota de Zinóviev).
194
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

tal... Cuando el estado se convierta finalmente en representante


efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando
ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la
opresión; cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase,
junto con la lucha por la existencia individual, engendrada por la
actual anarquía de la producción, los choques y los excesos
resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir ni hará
falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el estado. El
primer acto en el que el estado se manifiesta efectivamente como
representante de toda la sociedad –la toma de posesión de los
medios de producción en nombre de la sociedad– es a la par su
último acto independiente como estado. La intervención del poder
estatal en las relaciones sociales se hará superflua en un campo
tras otro y se adormecerá por sí misma. El gobierno sobre las
personas será sustituido por la administración de las cosas y por la
dirección de los procesos de producción. El estado no será
‘abolido’: se extinguirá.

“En realidad –razona Lenin–, Engels habla aquí de la ‘destrucción’


del estado de la burguesía por la revolución proletaria, mientras
que las palabras relativas a la extinción del estado se refieren a los
restos del estado proletario después de la revolución socialista. El
estado burgués no se ‘extingue’, según Engels, sino que ‘es
destruido’ por el proletariado, en la revolución. El que se extingue,
después de esta revolución, es el estado o semiestado proletario...
Engels, al hablar de la ‘extinción’ y –con palabra todavía más
plástica y gráfica–, del ‘adormecimiento’ del estado, se refiere con
absoluta claridad y precisión a la época posterior a la “toma de
posesión de los medios de producción por el estado en nombre de
toda la sociedad”, es decir, posterior a la revolución socialista…

“Nosotros nos proponemos como meta final la destrucción del


estado, es decir, de toda violencia organizada y sistemática, de
toda violencia contra los hombres en general. No esperamos el
advenimiento de un orden social en el que no se acate el principio
de la subordinación de la minoría a la mayoría. Pero, aspirando al
socialismo, estamos persuadidos de que éste se convertirá gradual-
mente en comunismo, y en relación con esto desaparecerá toda
necesidad de violencia sobre los hombres en general, toda
necesidad de subordinación de unos hombres a otros, de una parte
de la población a otra, pues los hombres se habituarán a observar

195
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

las reglas elementales de la convivencia social sin violencia y sin


subordinación.”163

De todo esto indudablemente se desprende que, cuando se habla de


victoria definitiva del socialismo, es necesario entender:

1) la abolición de las clases y, por consiguiente,

2) la supresión de la dictadura de una clase, y en tal caso la supresión de


la dictadura del proletariado.

El triunfo total y definitivo del socialismo es el pasaje de la primera fase, o


fase inferior de la sociedad comunista, a la segunda fase la superior. La
victoria definitiva del socialismo es la supresión de las injusticias en la
distribución y de la desigualdad del derecho burgués; supresión ineluctable,
definitiva, basada entre otras cosas en el alto grado de desarrollo de una
“técnica estructurada de acuerdo con la última palabra de la ciencia
moderna”.

“Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista –prosigue


Marx– media el periodo de la transformación revolucionaria de la
primera en la segunda. A este período corresponde también un
período político de transición, cuyo estado no puede ser otro que
la dictadura revolucionaria del proletariado…

“Y lo primero que ha sido establecido con absoluta precisión por


toda la teoría del desarrollo y por toda la ciencia en general –y lo
que olvidaron los utopistas y olvidan los oportunistas de hoy, que
temen a la revolución socialista– es el hecho de que, históricamente,
tiene que haber, sin género de duda, una fase especial o una etapa
especial de transición del capitalismo al comunismo.”164

Hay que distinguir de qué país se trata en cada caso concreto. Hay que
distinguir entre los Estados Unidos y China, entre Rusia y Alemania, entre
el Japón y Suiza.

Rusia, por la extensión de su territorio como por la diversidad de sus


zonas económicas, era un conglomerado de estados. Sucede lo mismo con
la URSS que, pese a la conformación de Polonia, Letonia, etc., como
estados independientes, cubre la sexta parte de la superficie del globo. La
URSS es una suma de estados. En ella es relativa la importancia de la
industria y del proletariado industrial. Y es precisamente en relación a
esta URSS actual que se plantea el problema.
163
Lenin, El Estado y la revolución, ibíd, pp. 388-390, 448
164
Ibíd., p. 453
196
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Afirmando: “el triunfo del socialismo en un solo país”, estamos diciendo


que los demás países continúan aún siendo burgueses y que el país
socialista del que estamos hablando se halla cercado por estados
burgueses. No se trata de un país abstracto, abandonado a sí mismo, es
decir el único país que existe en el mundo; si se plantease así, es claro que
la cuestión del triunfo del socialismo en un solo país sería teóricamente
posible. Pero se trata de un país cercado totalmente por estados
burgueses. (Lenin decía, vivimos no sólo en un estado sino en un sistema
de estados.) El problema reside en saber si esta victoria definitiva del
socialismo es posible en un país rodeado por estados burgueses, si es
posible que se afirme en este país el modo de producción socialista, que
se establezca en el mismo una sociedad sin clases y que se extinga la
dictadura del proletariado así como toda otra forma de estado.

Para comprender mejor la manera cómo se plantea entre nosotros, en la


URSS, en 1925, el problema, hay que diferenciar dos cuestiones:

1) la posibilidad de edificar el socialismo, posibilidad que puede,


evidentemente, concebirse en los límites de un solo país:

2) la instauración definitiva y la consolidación del socialismo, o sea la


realización del régimen socialista, de la sociedad socialista, el pasaje al
segundo estadio, al estadio superior del comunismo.

¿Es posible tal victoria definitiva del socialismo en un solo país? Esta es la
cuestión que hay que resolver.

El triunfo total y definitivo del socialismo, según Lenin, es el pasaje al


comunismo, es decir la instauración de una sociedad sin clases, la supresión
de la dictadura del proletariado.

De lo que se trata es precisamente de saber si dicho triunfo total y


definitivo del socialismo es posible en un país cercado por estados
burgueses.

El siguiente capítulo responderá a este interrogante.

197
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

EL LENINISMO Y EL PROBLEMA DEL TRIUNFO DEL SOCIALISMO


EN UN SOLO PAÍS
“No cabe duda que en un país en donde la inmensa mayoría de la
población son pequeños productores agrícolas, sólo es posible
llevar a cabo la revolución socialista a través de toda una serie de
medidas transitorias especiales, que no serían necesarias en absoluto
en países de capitalismo desarrollado, donde los obreros de la
industria y de la agricultura constituyen una mayoría aplastante…

“En numerosas obras, en todas nuestras intervenciones públicas y


en toda la prensa hemos subrayado que en Rusia la situación es
distinta, que aquí tenemos una minoría de obreros industriales y
una enorme mayoría de pequeños agricultores. En un país así la
revolución socialista sólo puede alcanzar el éxito definitivo con dos
condiciones. En primer término, a condición de que sea apoyada a
su debido tiempo por la revolución socialista en uno o en varios
países avanzados…

“La otra condición es el acuerdo entre el proletariado, que ejerce


su dictadura o mantiene en sus manos el poder del estado, y la
mayoría de la población campesina…

“Sabemos que sólo el acuerdo con el campesinado puede salvar la


revolución socialista en Rusia, en tanto que no estalle la revolución
en otros países.”

Esto es lo que afirmaba Lenin en el X Congreso del PCR. 165 Estas palabras
bastan por sí mismas. para hacerse una idea de la concepción del
leninismo acerca de la victoria del socialismo en un solo país. Examinemos
cómo se han formado históricamente estas concepciones.

En la II Internacional, la idea de la revolución internacional solo suscitaba


escaso entusiasmo. Se consideraba necesario hablar de socialismo, del
“ideal socialista”, de la “meta final”, con una “veneración” que se parecía
más bien a afectación. Cuando Eduard Bernstein lanzó su famosa frase:
“El movimiento lo es todo, la meta final, nada”, fue criticado porque se
juzgaba que había infligido las reglas de cortesía que estaban vigentes en
la II Internacional. En realidad, Bernstein se había limitado a expresar el
estado de ánimo de la inmensa mayoría de los dirigentes de la II
Internacional, de los Vandervelde, de los Adler, de los Scheidemann y sus
socios. La “meta final”, la “lucha por el socialismo”, la socialdemocracia

165
Cf., Lenin, O.C., edic. cit., XXXII, pp. 207-208.
198
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“emancipadora dé los pueblos”, todo ello era, para los líderes de la II


Internacional, sólo una pose teatral.

Recordemos cómo se representaban, los mejores de esos líderes, la lucha


revolucionaria mundial por ejemplo en caso de guerra. Su axioma
implícito era: sólo puede actuar todo un conjunto de países simultánea-
mente; no hay derecho de exigir a los obreros y al partido obrero de un
país aislado una acción revolucionaria contra su propia burguesía, si, al
mismo tiempo los obreros y el partido obrero de los otros países
beligerantes no entran en acción. Esta sensatez era presentada como la
más plena expresión del internacionalismo. So pretexto de una mejor
preparación de la acción internacional se predicaba la inacción inter-
nacional.

Los hombres que se reunieron en Zimmerwald y en Kienthal eran muy


distintos a los peores de la Internacional. Sin embargo, la mayoría de
Zimmerwald estaba enteramente bajo la influencia de este sedicente
internacionalismo. Cuando no se trataba de una acción revolucionaria
directa sino exclusivamente de un voto contra los gastos de guerra, la
mayoría de Zimmerwald invariablemente planteaba la cuestión de la
siguiente manera: los socialdemócratas alemanes sólo pueden votar
contra los gastos de guerra en el caso que los socialistas franceses hagan
lo propio. Se caía de este modo en un círculo vicioso. Y todo ello se
recubría con el manto del internacionalismo. Dado que existía una
organización internacional, no podían permitirse actos revolucionarios si
no se lograba garantizarlos simultáneamente en una serie de países. Pero
mientras no se estuviera en condiciones de hacerlo se recomendaba
paciencia. De hecho, se trataba de una conspiración internacional contra
la acción revolucionaria internacional.

La lucha del leninismo contra la II Internacional alcanzó su punto


culminante a comienzos de la guerra del 14. Es innecesario decir que
Lenin desenmascaró despiadadamente a los que sostenían ese punto de
vista.

Desde el principio de la guerra mundial imperialista, los leninistas


sostuvieron que había que transformar la guerra imperialista en guerra
civil y que, en la guerra imperialista, todo revolucionario proletario debía,
primero que nada, aspirar a la derrota de su propio gobierno. Estas dos
consignas esenciales del leninismo tenían un alcance internacional. Lenin
y sus partidarios no esperaron a que las mismas hubiesen sido adoptadas
en todos los países, ellos la propagandizaron de inmediato en su propio
país, encontrando en los líderes extranjeros de la socialdemocracia única-
mente incomprensión y odio.
199
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Era importante entonces abatir al “centro” socialdemocrático dirigido por


Kautsky, el cual intentaba dar una base científica a la idea de que en
tiempos de guerra son imposibles, en general, los movimientos revolucio-
narios, y que la revolución socialista sólo es posible si tiene lugar
simultáneamente en diversos países, y que en todo caso la misma se
verificará exclusivamente en los países capitalistas más desarrollados.

Lenin arremete vigorosamente contra estas ideas de Kautsky. Combate a


los social chovinistas y a los centristas en dos frentes: el frente científico
(leyes de la evolución del socialismo: el imperialismo última etapa del
capitalismo) y el frente táctico (¿en qué consiste el verdadero inter-
nacionalismo?). Lenin trata, sobre todo, de analizar las leyes fundamentales
del capitalismo en general y del capitalismo del período imperialista en
particular.

“La desigualdad del desarrollo económico y político –dice Lenin– es


una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible
que la victoria del socialismo empiece por unos cuantos países
capitalistas, o incluso por un solo país capitalista. El proletariado
triunfante de este país, después de expropiar a los capitalistas, se
alzaría contra el resto del mundo capitalista, atrayendo a su lado a
las clases oprimidas de los demás países, impulsándolas a la
insurrección contra los capitalistas, empleando, en caso necesario,
incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus
estados.”166

He aquí lo que Lenin escribía en un artículo del 23 de agosto de 1915,


dedicado a los Estados Unidos de Europa y dirigido contra los sostenedores
de Kautsky (y en gran parte contra Trotsky).

De ”la desigualdad del desarrollo económico y político, ley absoluta del


capitalismo”, Lenin desprende dos conclusiones: en primer lugar, es
posible que el socialismo triunfe inicialmente en algunos países capitalistas
y aun en uno solo; en otros términos es posible romper el frente
capitalista, es posible que la primera revolución proletaria se verifique en
un solo país; en segundo lugar, el país o los países donde estalle esta
revolución no serán obligatoriamente aquellos en los cuales el capitalismo
esté más desarrollado.

Pero Lenin no deduce de ninguna manera, sobre esta base, que sea
posible el triunfo definitivo del socialismo en un solo país.

166
Lenin, Obras, cit. XXI.
200
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

La teoría leninista dé la revolución proletaria es la teoría del triunfo del


socialismo en escala internacional, es la teoría de la revolución proletaria
mundial. Tal es, igualmente, la teoría de Marx.
Pero la teoría leninista de la revolución proletaria mundial, lejos de excluir
la posibilidad de ruptura del frente capitalista en algunos países aislados
o, aun en un solo país, presupone que la revolución proletaria pueda
verificarse al inicio en un solo país y mantenerse por largos años, hasta el
momento en que vendrá en su auxilio la victoria del socialismo en una
serie de países y luego en el mundo entero.
La experiencia de la revolución rusa no sólo ha demostrado que es posible
un primer triunfo en un solo país, sino que, si las circunstancias son
favorables, este primer país de la revolución proletaria victoriosa puede
(con cierto apoyo del proletariado internacional) mantenerse y consolidarse
en el curso de un largo período, aun cuando el apoyo del proletariado
internacional no se exprese bajo la forma de una revolución proletaria
directa.

Lenin analiza esta “ley absoluta de la desigualdad del desarrollo


económico y político del capitalismo” en todos sus aspectos, en diversas
obras y artículos. Discute con Kautsky no solo acerca de las leyes de la
evolución del capitalismo antes de la guerra mundial capitalista, sino
también acerca de la suerte del capitalismo después de. esta guerra. En
refutación de la teoría de Kautsky sobre el ultraimperialismo, Lenin
formula nuevamente su ley concerniente, al desarrollo económico desigual
del capitalismo.167

El desarrollo del capitalismo en general, y del imperialismo en particular,


procede irregularmente, a saltos. Es por tal motivo que éste o aquel país,
en un momento dado, pasa al primer plano y se convierte en un foco de
acontecimientos revolucionarios. No es obligatorio que este país sea el
más desarrollado desde el punto de vista capitalista. Merced a un
conjunto de circunstancias determinado, el proceso revolucionario más
activo puede manifestarse en un país donde el capitalismo no es tan
poderoso.

Lenin, echando una mirada retrospectiva sobre la revolución rusa, intentó


el análisis, en 1920, del peculiar concurso de circunstancias que había
conducido al triunfo de la revolución proletaria en un país relativamente
atrasado como Rusia.
167
Por “ultraimperialismo” Kautsky entendía el acuerdo internacional de la burguesía de
diferentes países después de la guerra, acuerdo que debía alejar para siempre la amenaza de
nuevas guerras. Lenin puso al desnudo el trasfondo oportunista de esta teoría hipócrita. ( Cf. El
imperialismo, fase superior del capitalismo y Contra la corriente). (Nota de Zinóviev).
201
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“En la situación concreta de 1917 –dice Lenin–, extraordinariamente


original desde el punto de vista histórico, a Rusia le fue fácil
empezar la revolución socialista, pero le será más difícil que a los
países europeos continuarla y llevarla a término. A comienzos de
1918 tuve ya ocasión de indicar esta circunstancia, y la experiencia
de los dos años transcurridos desde entonces ha venido a
confirmar enteramente la justeza de tal consideración. Condiciones
específicas como fueron: 1) la posibilidad de conjugar la revolución
soviética con la terminación, gracias a ella, de la guerra imperialista,
que había extenuado hasta lo indecible a los obreros y los
campesinos; 2) la posibilidad de sacar provecho, durante cierto
tiempo, de la lucha a muerta en que estaban enzarzados los dos
grupos más poderosos de los tiburones imperialistas del mundo,
grupos que no podían coaligarse contra el enemigo soviético; 3) la
posibilidad de soportar una guerra civil relativamente larga, en
parte por la extensión gigantesca del país y por sus malas comuni-
caciones: 4) la existencia entre los campesinos de un movimiento
revolucionario democrático burgués tan profundo, que el partido
del proletariado hizo suyas las reivindicaciones revolucionarias del
partido de los campesinos (del partido socialista revolucionario,
profundamente hostil, en su mayoría, al bolchevismo) y las realizó
en el acto gracias a la conquista del poder político por el prole-
tariado: tales condiciones específicas no existen hoy en Europa
occidental, y la repetición de estas condiciones o de otras análogas
no es nada fácil. Por ello, entre otras razones, a Europa occidental
le es más difícil que a nosotros comenzar la revolución socialista.”168

Poco antes de su muerte, Lenin vuelve sobre el tema en las páginas de su


diario y, en particular, en su notable escrito: Nuestra revolución (A
propósito de las notas de N. Sujánov). Lenin sostenía:

“(A los pseudomarxistas europeos) les es por completo ajena la


idea de que dentro de las leyes generales de desarrollo de toda la
historia universal no quedan en manera alguna excluidas, sino que
por el contrario, presuponen ciertas etapas peculiares de desarrollo,
tanto en lo que hace a la forma como al orden de sucesión. No les
pasa siquiera por la cabeza que por ejemplo Rusia, que se
encuentra en la línea divisoria entre los países civilizados y los que
por primera vez son arrastrados de modo definitivo, por esta
guerra, a la civilización –todo Oriente, los países no europeos–; que
en Rusia debían manifestarse ciertas particularidades, paralelas,
claro está, a la línea del desarrollo mundial, pero que diferencian su
168
La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, en Lenin, Obras, cit., XXXI, p. 59.
202
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

revolución de todas las anteriores ocurridas en los países de Europa


Occidental e introducen algunas innovaciones parciales al despla-
zarse a los países orientales.”169

Retornando a sus discusiones de Zimmerwald y de Kienthal con los líderes


de la II Internacional, que demostraban la necesidad de preparación de
una acción simultánea de la clase obrera en distintos países antes de
pensar en la revolución mundial, Lenin escribe:

“Recuerdo que Napoleón escribía: On s’engage et puis... on voit,


que en traducción libre quiere decir: “Primero hay que entablar el
combate serio: después se verá”. Como podrán ver, nosotros
entablamos en 1917, primero la lucha seria, y después analizamos
detalles (para la historia universal son sin duda alguna sólo
detalles) como la paz de Brest-Litovsk, la Nueva Política Económica,
etc.”170

El leninismo enseña, pues, que:

1) el desarrollo desigual del capitalismo (sobre todo en su etapa


imperialista) crea la posibilidad objetiva de una revolución triunfante del
proletariado en algunos países, y aun en un solo país:

2) no es obligatorio que tal país sea uno de los que tienen el más alto
grado de desarrollo capitalista. Merced a un determinado concurso de
circunstancias, puede verificarse la primera revolución proletaria triunfante
en un país relativamente atrasado desde el punto de vista capitalista, cosa
probada por la historia de la revolución rusa;

3) ningún “ultra-imperialismo” puede modificar las dos leyes precedentes;


al contrario sólo puede acentuar su efecto;

4) de ello se desprende que las revoluciones proletarias, mientras


trabajan por la preparación de la revolución mundial, no deben postergar
la acción revolucionaria del proletariado de un país (cuando las circuns-
tancias la favorecen) hasta el momento en que la clase obrera podrá
accionar simultáneamente en una serie de países:

5) luego de haber alcanzado el triunfo en un solo país, el proletariado de


este país debe hacer todo para sostener y desarrollar el movimiento
revolucionario internacional, ya que la victoria definitiva del socialismo es
imposible en un país solo y el socialismo vencerá completamente al
capitalismo sólo en escala internacional. El derrocamiento del poder de la
169
Lenin, Obras, cit., XXXIII, p. 439
170
Ibíd., p. 441
203
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

burguesía y la instauración de un gobierno proletario es algo que puede


hacerse en un país aislado. Otra cosa es garantizar el triunfo completo y
definitivo del socialismo: ello sólo puede ser alcanzado merced a la
victoria del socialismo en una serie de países.

Lenin jamás olvidaba que el triunfo definitivo de la revolución socialista es


imposible en un solo país. Listo para lanzarse a la lucha, en el momento de
su partida hacia Rusia, después de la revolución de Febrero, escribe en su
carta de despedida a los obreros suizos:171

“El proletariado ruso no puede con sus solas fuerzas acabar triun-
falmente la obra de la revolución socialista. Pero puede imprimir a
la revolución rusa un empuje tal, que cree las mejores condiciones
para ello; que, en cierto sentido, la inicie y facilite las condiciones
para que su aliado más importante, más fiel y más seguro, el
proletariado socialista europeo y americano, se lance a la lucha
decisiva.”

Esta tesis se mantiene como indiscutible. La misma es esencial para el


leninismo. Un solo país puede iniciar victoriosamente la revolución socia-
lista. La revolución socialista internacional puede alcanzar importantes
triunfos en un solo país. Pero el socialismo no puede vencer definitivamente
en un país aislado. La victoria del socialismo, su significación histórico-
mundial, se deciden en la arena internacional. La victoria del socialismo es
sólida y definitiva sólo cuando se la obtiene cuando menos en algunos
países importantes.

Lenin afirmaba, refutando y demoliendo a los mencheviques, que sostenían


la “lucha mundial” para evitar la lucha contra la burguesía rusa en 1917:

“Cuando nos pintan lo dificultoso de nuestra tarea, cuando nos


dicen que el triunfo del socialismo es posible solo en escala
mundial, vemos en ello nada más que un intento, particularmente
desesperado, de la burguesía y sus partidarios voluntarios e
involuntarios, por tergiversar la verdad más indiscutible. Claro está
que la victoria definitiva del socialismo es imposible en un solo
país.”172 "Nuestro destacamento de obreros y campesinos, sostén
del poder soviético, es uno de los destacamentos de ese ejército
mundial que ahora está desmembrado por la guerra mundial...”173

171
Lenin, Obras, cit. XXIII, p. 372.
172
Subrayado por mí (Nota de Zinóviev).
173
Esta última línea no figura en el texto del discurso citado por Zinóviev, de acuerdo con la
versión del mismo en el tomo XXVI de las Obras, edic. cit., pp. 437-453. [N. Ed.]
204
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“El país en el cual la situación es favorable es el que debe


comenzar.”174

“No cabe duda que la revolución socialista en Europa debe estallar


y estallará. Todas nuestras esperanzas en la victoria definitiva del
socialismo se fundan precisamente en esta seguridad y en esta
previsión científica.”175

“Aquí reside la más grande dificultad de la revolución rusa, su


problema histórico más grande: la necesidad de resolver los
problemas internacionales, la necesidad de provocar la revolución
mundial, la necesidad de realizar el paso de nuestra revolución,
como revolución limitadamente nacional, a la revolución mundial.”176

“Si el partido bolchevique se hizo cargo de todo, lo hizo convencido


de que la revolución madura en todos los países y que, en fin de
cuentas –y no al comienzo–, cualesquiera fuesen las dificultades
que hubiéramos de atravesar, las derrotas que estuviéramos
condenados a padecer, la revolución socialista mundial tiene que
venir, pues ya viene: tiene que madurar, pues ya madura, y llegará
a madurar del todo. Nuestra salvación de todas estas dificultades
–lo repito– está en la revolución europea.”177

“Siempre sostuvimos, ya sea antes como después de Octubre, que


nos considerábamos únicamente como un destacamento del
ejército internacional del proletariado, destacamento que se halla a
la vanguardia no como consecuencia de su propio desarrollo y de
su propia preparación sino a causa de las excepcionales circuns-
tancias de Rusia. Por este motivo, la victoria de la revolución
socialista no puede considerarse definitiva hasta que no se
convierta en victoria del proletariado al menos en varios países
avanzados.”178

“Estaba claro para nosotros que la victoria de la revolución


proletaria era imposible sin el apoyo de la revolución mundial.”179
174
Lenin, Informe sobre !a actividad del Consejo de Comisarios del Pueblo. (III Congreso de los
soviets, 1J de enero de 1918), en Obras cit., XXVI, pp. 451-52.
175
Lenin, Tesis sobre el problema de la inmediata concertación de una paz por separado y
anexionista, en Obras, cit., XXVI, p. 424.
176
Lenin, Informe sobre la guerra v la paz (VII Congreso del PCR), en Obros, cit., XXVII, p. 84.
177
Ibíd., p. 87
178
Informe del Consejo de Comisarios del Pueblo (VII Congreso del PCR). No aparece en el tomo
XXVI de las Obras, cit., donde están recogidas las intervenciones de Lenin en el mencionado
congreso. [N. Ed.]
179
Lenin, Informe sobre la láctica del PCR al III Congreso de la I.C. - 12/6 al 12/7 de 1921. Obras,
cit. XXXII, p. 474.
205
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Vivimos no en un estado aislado sino en un sistema de estados, y


la existencia de la República Soviética al lado de los estados
imperialistas es imposible por un lapso prolongado. A fin de
cuentas, una de las dos partes se impondrá.”180

“Cuando los bolcheviques comenzamos la revolución, dijimos:


podemos y debemos comenzarla; pero sin embargo no olvidamos
que sólo era posible llevarla hasta la victoria definitiva y absoluta a
condición de no limitarla a Rusia, y de vencer al capital inter-
nacional en alianza con toda una serie de países... Vemos confirmado
que la revolución rusa no es sino un eslabón en la cadena de la
revolución internacional y que nuestra causa se asienta sobre bases
firmes y es invencible...”181

“En aquel entonces sabíamos que nuestra victoria sería firme sólo
cuando nuestra causa ganara al mundo, pues iniciamos nuestra
obra exclusivamente porque contábamos con la revolución
mundial...

“Apostamos por la revolución internacional y esta apuesta era


absolutamente acertada...

“Si echamos una mirada, en estos momentos, a las relaciones


internacionales –y siempre hemos subrayado que sostenemos un
punto de vista internacional y que es imposible llevar a término en
un solo país una obra como la revolución socialista– y observamos
la historia de las guerras...182

“...No debemos olvidar el otro aspecto de la cuestión: que hemos


vencido, pero nada más que a medias...

“Hemos sabido siempre, y no lo olvidaremos, que nuestra causa es


una causa internacional, y mientras en todos los países –entre ellos
también los más ricos y civilizados– no se produzca la revolución,
nuestra victoria será sólo una victoria a medias, o quizá menos...

“Pero nuestra victoria, camaradas, está lejos de ser completa:


hemos conseguido todavía menos de la mitad.”183
180
Lenin, Informe al VIII Congreso del PCR. Ibíd., XXIX, p. 147.
181
Discurso en la Conferencia de Presidentes de Comités Ejecutivos de Distrito, subdistrito y aldea
de la Provincia de Moscú (15-X-1920), ibíd., XXXI, pp. 307-08.
182
La última frase que está entre guiones (...y que es imposible...) no figura en el texto inserto en
las Obras, edic. cit., XXXI, p. 383. [N. Ed.]
183
Lenin, Discurso en la Asamblea plenaria del soviet de Moscú. En realidad se trata del Discurso
en la sesión solemne, del Soviet de diputados obreros, campesinos y soldados rojos, del Comité de
Moscú del PC(b)R y del Consejo de Sindicatos de Moscú, dedicada al tercer aniversario de la
206
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“Mientras existan, el capitalismo y el socialismo no podrán convivir


en paz: en último término triunfará uno u otro; habrá que cantar la
misa de difuntos por la República Soviética o por el capitalismo
mundial.”184

“Si examinamos la situación en escala histórico-mundial, no cabe la


menor duda de que si nuestra revolución se quedase sola, si no
existiese un movimiento revolucionario en otros países, no habría
ninguna esperanza de que llegase a alcanzar el triunfo mundial.”
“Alcanzaremos la victoria definitiva sólo cuando logremos derrotar
al capitalismo internacional, el cual funda su poder en la potencia
formidable de su técnica y de su disciplina.”185

“...Decíamos siempre de manera terminante que esta victoria no


podía ser sólida si no la apoyaba la revolución proletaria en
Occidente, y que sólo era posible hacer una apreciación justa de
nuestra revolución desde el punto de vista internacional. Para
lograr vencer firmemente, teníamos que conseguir la victoria de la
revolución proletaria en todos los países capitalistas, o cuando
menos en varios de los principales.”186

“Siempre hemos sostenido que sólo somos un eslabón de la cadena


de la revolución mundial y nunca nos hemos basado en que
venceríamos contando sólo con nuestras fuerzas.”187

“Mientras nuestra República Soviética siga siendo una isla en el


conjunto del mundo capitalista, sería una fantasía, una utopía
ridícula, pensar en una total independencia económica nuestra y en
la desaparición de todo peligro. Por supuesto que mientras
subsistan estas oposiciones radicales, se mantendrán los peligros y
no podrán ser evitados.”188

“Ustedes saben hasta qué punto el capital es una fuerza inter-


nacional, hasta qué punto las fábricas, las empresas y los comercios
capitalistas más importantes están vinculados entre sí en todo el
mundo, y, por consiguiente, es imposible batir definitivamente al
Revolución de Octubre 6/XI/1920], en Obras, cit. XXXI, pp. 382-85.[N. Ed.]
184
Lenin, Discurso sobre las concesiones (27 de noviembre de 1920). En realidad se trata del
Discurso en la Asamblea de militantes activos de la organización de Moscú del PC(b)R del 6-XII-
1920], en Obras, cit. XXXI, p. 439. [N. Ed.]
185
Lenin, Informe sobre la guerra y la paz, cit., p. 87. La última frase no figura en el texto de esta
edición. [N. Ed.]
186
Lenin, Nuestra situación exterior e interior y las tareas del Partido - 21/XI/1920, en Obras, cit.,
XXXI, p. 396.
187
Lenin, Discurso en el soviet de Moscú, ibíd:, XXVII.
188
Lenin, Discurso en la reunión de secretarios de célula de Moscú.
207
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

capitalismo en una sola parte. Se trata de una fuerza internacional


y para batirla definitivamente es necesaria la acción común de los
obreros en escala internacional. Y desde que combatíamos contra
los gobiernos republicanos burgueses en Rusia en 1917, desde que
conquistamos el poder de los soviets en noviembre de 1917, nunca
dejamos de mostrar a los obreros que la tarea esencial, la condición
fundamental de nuestra victoria residía en la extensión de la
revolución cuando menos en algunos países más avanzados.”189

“En este momento, pues, se nos plantea el siguiente problema:


¿podremos mantenernos con la producción de nuestros pequeños
y muy pequeños campesinos, en este estado ruinoso, hasta que los
países capitalistas en Europa occidental culminen su desarrollo
hacia el socialismo?... Nosotros también necesitamos un nivel más
elevado de civilización para pasar directamente al socialismo,
aunque tenemos para ello las premisas políticas.”190

Estas son las formulaciones de Lenin.

¿Han sido los textos de Lenin arriba citados escogidos artificiosamente?


¿No hay acaso en los mismos cierto “pesimismo” derivado de las
dificultades de nuestro desarrollo?

No, en absoluto.

Esperamos que no haya ninguno que diga que el ABC sea una obra
pesimista. Este libro fue escrito cuando nuestra revolución iba triunfal-
mente de victoria en victoria. He aquí lo que podemos leer en la misma:

“La revolución comunista sólo puede vencer como revolución


mundial... Cuando los obreros han triunfado en un solo país, el
desarrollo económico, la organización de la economía, son muy
difíciles... Si, para la victoria del comunismo, son necesarios la
victoria de la revolución mundial y el apoyo recíproco de los
obreros, de ello se desprende que la condición indispensable para
la victoria es la solidaridad internacional de la clase obrera.”

Esto no es pesimismo, simplemente es el ABC del comunismo.

Si, actualmente el ABC del comunismo está un poco superado (como, por
otra parte, lo está nuestro programa), el pasaje que hemos citado de
ningún modo lo está, porque la idea que contiene es una de las ideas
fundamentales del marxismo-leninismo.
189
Lenin, Discurso en el VIII Congreso de los soviets de Rusia.
190
Más vale poco pero bueno, en Lenin, Obras, cit., XXXIII. pp. 458-460.
208
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Los textos de Lenin arriba citados se refieren, en su mayor parte, a los


años de los mayores éxitos de la revolución rusa y del movimiento obrero
internacional. Como se sabe, Lenin jamás fue pesimista.

No es pesimismo recordar una de las tesis fundamentales del leninismo.


Nosotros estamos construyendo el socialismo en la URSS y continuaremos
haciéndolo. De la Rusia de la NEP saldrá la Rusia socialista. No obstante lo
cual, “la revolución comunista sólo puede vencer como revolución
mundial”, esto nos lo han enseñado Marx, Engels y Lenin. Pese a todo,
debemos ser siempre revolucionarios proletarios internacionalistas y
recordar que la victoria definitiva del socialismo está condicionada por la
victoria de la revolución proletaria en diversos países. La era de la
revolución mundial se ha iniciado. Nosotros vivimos en esta época. La
victoria definitiva de la revolución mundial está absolutamente asegurada
pese a los obstáculos y a la resistencia de la contrarrevolución. Cuanto
mayor sea la energía y el éxito con que proceda nuestra construcción del
socialismo en la URSS, tanto más rápida será nuestra victoria definitiva en
escala mundial.

Estos principios fundamentales del leninismo continúan siendo plenamente


válidos. Al comienzo parecía que la victoria iba a ser obra de algunos
meses. Pero los hechos han demostrado que se trataba de una ilusión. Ya
en 1921, Lenin escribía:

“Diez, veinte años de relaciones sensatas con los campesinos, y la


victoria estará asegurada en escala mundial (aun cuando las
revoluciones proletarias se dilaten en el tiempo): de lo contrario,
tendremos el terror blanco y sus torturas por veinte, por cuarenta
años.”

Estas palabras de Lenin no deben ser olvidadas.

Los años transcurridos desde el 17 y todas las vicisitudes de la revolución


mundial desde 1917 a 1925 pueden considerarse, en cierto sentido, como
un comienzo. La situación actual en el mundo se puede caracterizar con
las siguientes palabras de Lenin: “Un largo retraso que no decide la
situación en forma definitoria ni para un lado ni para el otro”, a las cuales
se puede agregar ahora: con un evidente avance del socialismo en la URSS
y una clara tendencia hacia el triunfo de la revolución socialista.

Aleccionados por la experiencia, ahora enfocamos con prudencia el


problema del ritmo y de los plazos del desarrollo de la revolución.

209
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Nuestro partido, sin tener una experiencia histórica concreta suficiente,


no podía evitar caer una vez en algunos errores de valoración en el
problema del desarrollo de la revolución socialista internacional, en
particular al comienzo de nuestra revolución.

Hubo un tiempo en que todos nosotros (1918) estábamos convencidos


que la revolución proletaria estaba por triunfar en Alemania y en otros
países en el curso de algunos meses o de algunas semanas.

La revolución alemana se produjo mucho más tarde, y además no fue una


revolución proletaria; únicamente derribó a Guillermo II y no al poder de
la burguesía. No obstante ello, esta revolución, así como los diversos
movimientos revolucionarios, fueron suficientes para permitir que la
revolución rusa ganara tiempo y se reforzase.

Lo que ha ocurrido es que, en primer lugar, el desarrollo de la revolución


mundial procedió mucho más lentamente de lo que nosotros pensábamos
y, en segundo lugar, que la primera revolución proletaria triunfante
(URSS) pudo mantenerse por sí sola (con cierto apoyo de los obreros de
los demás países) mucho más tiempo de lo que se creía al principio.

Ahora vemos claramente que cuando pensábamos en meses hubiéramos


debido calcular en años y cuando contábamos en años hubiésemos
debido pensar en décadas. Esto en lo que concierne a la revolución
proletaria internacional, que madura, pero mucho más lentamente de lo
que suponíamos. Y también se refiere al problema de la posible duración
del primer estado proletario rodeado por estados capitalistas.

Los ocho años que hemos vivido desde el 17 son únicamente, como
resulta claro, el comienzo de la revolución proletaria mundial. Si tomamos
el año 1917 (año de la revolución proletaria) y 1925 (año en el cual, la
organización internacional del proletariado, la I.C. reconoce oficialmente
una estabilización parcial del capitalismo), puede afirmarse, bajo ciertas
condiciones, que estos primeros ocho años corresponden al primer
período de la revolución proletaria. Este período finaliza sin una victoria
decisiva de una u otra parte. La estabilización parcial del capitalismo en
algunos países de Europa está compensada por la estabilización de la
economía nacional en los países de la primera revolución proletaria
triunfante, la URSS. En todo caso se han producido no una, sino dos
estabilizaciones. Se ha originado una especie de equilibrio del cual Lenin
ya hablaba en 1920.191

191
“...Ni la República Soviética de Rusia ni el mundo capitalista, conoció la victoria o la derrota,
pero al mismo tiempo resultó que si bien nuestras predicciones no se cumplieron de manera
simple, rápida y directa, se cumplieron, sin embargo, en la medida en que obtuvimos lo esencial,
210
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Hubo un tiempo en el cual se hacía depender enteramente la suerte de la


revolución proletaria y del poder soviético en Rusia de la rápida victoria
de la revolución en Alemania. Así, Lenin decía en el VII Congreso del
partido (en su informe del 7 de marzo de 1918):

“Y es una lección, porque constituye una verdad absoluta el hecho


de que sin la revolución alemana estamos perdidos. Quizá tengamos
que trasladamos, no a Petrogrado o a Moscú, sino a Vladivostok o a
lugares más lejanos aún…

“Pero de todos modos y con todas las peripecias posibles e imagi-


nables, si la revolución alemana no estalla estamos perdidos.”192

No ha sido así. La revolución proletaria aún no ha triunfado en Alemania


pasados ocho años, pero ha sido suficiente la victoria de la revolución
burguesa, junto a una serie de otras circunstancias favorables, para
permitir al poder soviético ganar tiempo y sostenerse en Rusia hasta el
momento de la verdadera victoria proletaria en Alemania y en otros
países importantes.

No obstante ello, Lenin tenía razón cuando afirmaba que la victoria


definitiva de la revolución social sólo es posible en escala internacional

Lenin escribía en su artículo La tarea principal de nuestros días, funda-


mentando su teoría acerca del respiro con que contaba la revolución:

“La salvación sólo es posible siguiendo el camino que hemos


emprendido, el camino de la revolución socialista mundial.”

“Mientras que permanezcamos solos, nuestra tarea consiste en la


salvaguardia de la revolución, en la conservación de cierta dosis de
socialismo, por débil que sea, hasta el momento en que la
revolución estallará en los otros países y otros destacamentos se
lanzarán al ataque. Pero dar por seguro que la historia pondrá en
movimiento los destacamentos socialistas de los diversos países en
una progresión metódica, significa no tener la más mínima idea
sobre la revolución o renunciar por necedad a sostener la
revolución socialista.”193

es decir, la posibilidad de subsistir para el poder proletario y la República Soviética incluso en el


caso en que se demorase la revolución socialista en todo el mundo”. V, Lenin, Nuestra situación
exterior e interior y las tareas de! Partido –21/XI/1920. Cf. Obras, cit., XXXI, p. 396 (Nota de
Zinóviev).
192
Informe sobre la guerra y la paz, cit., p. 91.
193
Lenin, Informe sobre las tareas inmediatas de! poder soviético, Obras, cit. XXVII, p. 155. Las
frases que siguen a la primera no figuran en el texto de esta edición [N. Ed.]
211
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Lenin saca la conclusión, sobre esta base, que nuestra táctica es una
“táctica de ganar tiempo, expectativa y de retirada”. Habla de la “teoría
de tomarse un respiro”.

¿Cuántos años puede sostenerse el poder proletario en un país si la


revolución proletaria no se produce en los demás? Al principio no
teníamos al respecto ideas muy precisas. Sólo actualmente comenzamos a
apreciar con exactitud el factor “tiempo”. Ya en su célebre Carta a los
obreros americanos (20 de agosto de 1918), escribía Lenin:

“Sabemos que la revolución proletaria europea puede no estallar


en las próximas semanas, por mucha que sea la rapidez con que
madura en este último tiempo. 194 Nosotros contamos con la
inevitabilidad de la revolución mundial, pero eso no quiere decir, ni
mucho menos, que contemos como unos simples con la inevita-
bilidad de la revolución en breve y determinado plazo...

“Nos encontramos como en una fortaleza sitiada, en tanto no nos


llegue la ayuda de otros destacamentos de la revolución socialista
mundial.”

Desde las primeras semanas de la revolución de Octubre, Lenin supo


explicarnos por qué la previsión de Marx y de Engels: “Los franceses
comenzarán, los alemanes la llevarán a término”, no se vio confirmada.

“Las cosas han ocurrido en forma distinta de como lo esperaban


Marx y Engels: ellos nos brindaron a nosotros, las clases trabajadoras
y explotadas rusas, el honroso papel de vanguardia de la revolución
socialista internacional. Ahora vemos claramente qué lejos llegará
el desarrollo de la revolución; el ruso la comenzó, y el alemán, el
francés, el inglés, le darán fin, y el socialismo triunfará.”195

Después de la firma del tratado de Brest nosotros evaluábamos el triunfo


del socialismo en términos de meses, de semanas o directamente de días.
Pero el desarrollo de los acontecimientos siguientes demostró que eran
necesarias algunas rectificaciones en nuestra evaluación sobre la rapidez
del desarrollo de la revolución proletaria en Occidente.

Poco después de la victoria de Octubre, Lenin valoraba así el factor


“tiempo”:

El subrayado es de Zinóviev.[N. Ed.]


194

195
Lenin, III Congreso de los Soviets de Diputados obreros, soldados y campesinos de toda Rusia.
23-31/1/1918. Informe sobre la actividad del Consejo de Comisarios del Pueblo, en Obras, cit.
XXVI, p. 453.
212
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“La revolución no llegará tan pronto como esperábamos. La historia


lo ha demostrado, y hay que saber aceptarlo como un hecho, hay
que aprender a tener en cuenta que la revolución socialista en los
países avanzados no puede comenzar con tanta facilidad como en
Rusia...

“En un país de esta naturaleza, comenzar la revolución era tan fácil


como levantar una pluma...

“En /aquéllos/ no hacemos más que abordar el penoso período del


comienzo de las revoluciones socialistas.”196

Esto es lo que Lenin decía en el VII Congreso del partido.

Un año después aún esperábamos una marcha rápida de los aconte-


cimientos.

“He aquí las últimas cifras en cuanto a la composición del Soviet de


diputados obreros de Varsovia: socialtraidores polacos, 333;
comunistas, 297. Esto indica que, según nuestro calendario
revolucionario, Octubre ya no está lejos, allí. Están en agosto o más
bien en setiembre de 1917.”197

“Sabemos que tanto la revolución polaca como la revolución


húngara avanzan, y avanzan muy rápido. Estas revoluciones nos
proporcionarán reservas proletarias, facilitarán nuestra situación y
reforzarán en una medida enorme nuestra base proletaria.”198

Así hablaba Lenin en el VIII Congreso del PCR (marzo de 1919). Pero
agregaba inmediatamente.

“Ello puede suceder en los próximos meses, pero no sabemos con


precisión cuando acontecerá...

“...el decreto por el cual todos los países deberían ajustarse al


calendario revolucionario de los bolcheviques todavía no ha sido
dictado.”199

Aún no hemos triunfado en forma definitiva. Y la revolución proletaria no


puede vencer de manera definitiva en un solo país. Los imperialistas
burgueses se hallan divididos a causa de sus rivalidades. Debemos utilizar
este momento favorable para nosotros. Los obreros de los demás países
196
Lenin, Informe sobre la guerra y la paz, cit., p. 91.
197
Lenin, Informe sobre el Programa del Partido en el VIII Congreso, Obras, cit., XXIX, pp. 168-169.
198
Se cita como parte del mismo discurso, pero esta frase no figura en el texto de la ed. cit. (N. Ed.)
199
Ibíd
213
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

acudirán en apoyo nuestro. La revolución proletaria se aproxima en una


serie de países. De lo contrario no puede comprenderse la “teoría de
tomarse un respiro” de Lenin. Esta es la base de la misma. Hemos
triunfado en una batalla decisiva en un primer país, Trataremos de
aguardar, nos tomaremos un respiro hasta el momento en el cual
acudirán a reforzarnos nuestros demás destacamentos. La teoría de
tomarse un respiro no es algo sin importancia en el leninismo. Toda la
NEP, en Lenin, está conectada con la teoría de tomarse un respiro. Según
Lenin, la NEP es, ante todo, una gran maniobra estratégica que tiene por
objeto el reforzamiento –aún pagando el precio de pesadas concesiones–
del bloque de la clase obrera y los campesinos, en especial, durante el
periodo de espera de la revolución, proletaria en otros países. Hay que
tener presente que la alianza de la clase obrera con los campesinos será
todavía más necesaria en el futuro (es decir después de la victoria de la
revolución proletaria en otros países) de cuanto lo es ahora, mientras que
la NEP (es decir la forma actual de la alianza de la clase obrera con los
campesinos) es sólo provisoria. La alianza de la clase obrera con los
campesinos por largo tiempo, para siempre, hasta la supresión de las
clases. La NEP es una cosa seria y por largo tiempo, pero no para siempre.

Manteniéndonos justamente en las posiciones revolucionarias proletarias


internacionalistas –porque sin ello no hay leninismo– sabemos perfecta-
mente que la victoria definitiva en la URSS sólo es posible después del
triunfo del socialismo en diversos países importantes. Es precisamente
por que planteamos el problema de la táctica de nuestro partido en el
actual período desde el punto de vista de las tareas de los revolucionarios
proletarios internacionalistas que nosotros consideramos la consigna: “De
cara al campo”, como una consigna seria, válida por un largo período de
tiempo”.200

De la teoría de tomarse un respiro, se desprende incuestionablemente


que Lenin comprendía con exactitud el valor del tiempo ganado y sabía
que en definitiva la cuestión se iba a resolver en el terreno internacional.
En otros términos, Lenin era, y no podía ser otra cosa, un revolucionario
internacional, de lo contrario no hubiera sido Lenin y nosotros no
tendríamos el leninismo.

Recordamos que Lenin decía en el VIII Congreso de los soviets:

“...Hasta el presente, la suerte de todas las revoluciones, de todas


las grandes revoluciones, la decidía una larga serie de guerras.
200
La consigna “De cara al campo” fue lanzada por Zinóviev e ilustrada en una serie de artículos
de enero de 1925. Fueron publicados en Inprekorr del 28 de enero, del 30 de enero y del 8 de
febrero de 1925.
214
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Nuestra revolución es una de ellas. Hemos terminado un período


de guerras y debemos prepararnos para el siguiente; pero no
sabemos cuando vendrá, y es preciso proceder de modo que
cuando llegue estemos a la altura requerida...

“Si bien pudimos salir del primer período de guerras, del segundo
no saldremos tan fácilmente, y por eso es necesario prestar
especial atención a este aspecto. Es preciso que todo campesino sin
partido comprenda esta verdad indudable, y estamos seguros de
que la comprenderá.”

En su momento las grandes revoluciones burguesas tuvieron que superar


diversos ciclos de guerras. La gran revolución proletaria deberá, evidente-
mente, superar un número aún mayor de pruebas. El segundo ciclo de
guerras, verosímilmente, será más o menos decisivo. Es evidente que
debemos tratar de evitar nuevas guerras. Pero esto no depende única-
mente de nosotros. Así hablaba Lenin, porque se mantenía sobre el
terreno de la revolución internacional. Por otra parte, Lenin acordaba una
importancia particular, no sólo a Occidente sino también al Oriente.

“India y China están en ebullición. Y se trata de más de 700


millones de personas. Y si a ello se agregan los países vecinos, cuya
situación es similar, se trata de más de la mitad de la población de
la tierra. Allí se aproxima incontenible y con una rapidez creciente
un año 1905, con la enorme y esencial diferencia de que la
revolución rusa de ese año se veía aún aislada (por lo menos al
principio), es decir, que no arrastró enseguida a otros países a la
revolución; pero la que avanza en India y China forma parte ahora
de la lucha y el movimiento revolucionarios mundiales, de la
revolución mundial.”201

Lenin, en su Diario, dedica una atención aun mayor al Oriente. En el


mismo expresa nuevamente su opinión acerca de la interdependencia de
nuestra revolución y la revolución mundial.

“...¿Podremos mantenernos con la producción de nuestros pequeños


y muy pequeños campesinos, en este estado ruinoso, hasta que los
países capitalistas de Europa occidental culminen su desarrollo
hacia el socialismo? Pero ese desarrollo hacia el socialismo lo
realizarán de modo diferente al que esperábamos; no transcurre
como un proceso gradual de ‘maduración’ del socialismo, sino
mediante la explotación de unos estados por otros, mediante la
201
Lenin, En el décimo aniversario del “Pravda” (19 de setiembre de 1922), en Obras, cit., XXXIII,
p. 319.
215
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

explotación del más importante de los estados, vencidos en la


guerra imperialista, a lo que se agrega la explotación de todo el
Oriente. Este último, por otra parte, como consecuencia de la
primera guerra imperialista, se ha incorporado de manera definitiva
al movimiento revolucionario, se ha visto arrastrado al torbellino
general del movimiento revolucionario mundial, del cual ya no
saldrá,

“¿Cuál es la táctica que esta situación impone a nuestro país? Sin


lugar a dudas, la siguiente: debemos manifestar extrema prudencia
para poder conservar nuestro poder obrero, para mantener bajo su
autoridad y dirección a nuestros campesinos pequeños y muy
pequeños. Tenemos la ventaja de que todo el mundo se incorpora
al movimiento que engendrará la revolución socialista mundial.
Pero también la desventaja de que los imperialistas han logrado
dividir al mundo en dos campos, aunque esta escisión se complica
por el hecho de que Alemania, país de desarrollo capitalista
realmente avanzado y culto, se ve ante infinitas dificultades para
levantarse…

“Rusia, India, China, etc., constituyen la inmensa mayoría de la


población del globo; y esta mayoría es la que se incorpora en los
últimos años, con musitada rapidez, a la lucha por su liberación, de
modo que en este sentido no puede haber ni sombra de duda con
respecto a la forma en que se decidirá la lucha mundial. La victoria
definitiva del socialismo está plena y absolutamente asegurada.”202

Hemos obtenido un primer respiro por algunos años merced a la lucha


encarnizada que se desarrollaba entre los dos grupos de estados
capitalista en Occidente. Hemos aprovechado su conflicto. Ahora se trata
de saber si podemos obtener otro respiro gracias a la lucha de los
imperialistas del Occidente con los del Oriente. Para nosotros, en buena
medida, el problema se reduce a ganar tiempo durante la lucha entre los
imperialistas de Occidente y Oriente y a obtener, de esta manera, un
segundo respiro.

Toda vez que Lenin examina la suerte de la revolución en nuestro país, la


relaciona con la situación internacional, tanto en Oriente como en
Occidente; la considera en vinculación estrecha con el destino de la
revolución mundial, para ver no sólo la parte sino el todo.

202
Lenin, Más vale poco pero bueno, cit., pp. 458-460.
216
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Lenin era la encarnación del revolucionario internacional. Su doctrina


puede aplicarse no solamente a Rusia sino en todo el mundo. Nosotros,
sus discípulos, debemos arrojar lejos, la idea de que es posible mantenerse
en el leninismo si se atenúa, en alguna medida, lo que éste tiene de
internacional.
Consideremos la política campesina. En la situación actual, dicen algunos,
sólo nos queda ceder ante el mujik ruso y ante sus necesidades económicas
y hacerle concesiones; pero, evidentemente, ésta ya no es más la política
de la revolución internacional. No .es más lo que escribía Marx, no es lo
que se denomina la táctica de la revolución mundial.
El planteo del problema en estos términos significa no entender nada de
leninismo. La alianza de los obreros y de los campesinos rusos es la
primera condición de la victoria de la revolución mundial. Lo que ahora
estamos llevando a la practica es la cuestión campesina, es la aplicación
de los principios leninistas desarrollados en la resolución del II Congreso
de la I.C. por parte de los partidos comunistas de todo el mundo.
Sí, en la época de la revolución de 1848, los campesinos rusos represen-
taban un factor reaccionario (el ejército campesino ruso sofocó la
revolución húngara, etc.), en la época de la revolución social comprendida
entre 1917 y 19.. los campesinos rusos, aliados de la clase obrera en
nuestro país, desempeñan objetivamente un papel revolucionario.

¿Existe algún vínculo (y en caso afirmativo ¿cuál?) entre nuestra política


campesina actual y la situación internacional de la revolución mundial?

Evidentemente sí. Somos una parte de la revolución mundial. Por lo


mismo, por ejemplo, las decisiones más importantes de la I.C. y de
nuestro partido concuerdan no sólo en lo cronológico sino también
lógicamente.

¿Había alguna relación entre la adopción de la NEP y el ritmo mas lento de


la revolución proletaria en todo el mundo? Sin duda que la había.
Ya en 1918, Lenin establecía una conexión entre las concesiones que
entonces se delineaban y el aflojamiento del ritmo no sólo de la
revolución mundial en general sino también de la revolución en Alemania,
un país aislado.

“Mientras el ‘nacimiento’ de la revolución en Alemania se demora,


nuestra tarea reside en aprender de los alemanes el capitalismo de
estado; asimilarlo con todas las fuerzas, sin escatimar métodos
dictatoriales con el objeto de acelerar esta asimilación...”203
203
Lenin, Sobre el infantilismo de la “izquierda” y el espíritu pequeño burgués, cit., p, 333.
217
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Esta conexión era, lógica y políticamente, aun más clara en 1921, al


comienzo de la NEP. Entonces decía Lenin, en el X Congreso del PCR:

“...No cabe duda que en un país donde la inmensa mayoría de la


población son pequeños productores agrícolas, sólo es posible llevar
a cabo la revolución socialista a través de toda una serie de medidas
transitorias especiales, que no serían necesarias en absoluto en
países de capitalismo desarrollado, donde los obreros de la industria
y la agricultura constituyen una mayoría aplastante...

“En numerosas obras, en todas nuestras intervenciones públicas y


en toda la prensa hemos subrayado que en Rusia la situación es
distinta, que aquí tenemos una minoría de obreros industriales y
una mayoría enorme de pequeños agricultores. En un país así la
revolución socialista sólo puede alcanzar el éxito definitivo con dos
condiciones. En primer término, a condición de que sea apoyada a
su debido tiempo por la revolución socialista en uno o en varios
países avanzados...

“La otra condición es el acuerdo entre el proletariado, que ejerce


su dictadura o mantiene en sus manos el poder del estado, y la
mayoría de la población campesina...

“Sabemos que sólo el acuerdo con el campesinado puede salvar la


revolución socialista en Rusia, en tanto que no estalle la revolución
en otros países.”

O sea que existen dos condiciones para poder triunfar en forma definitiva
en un país como el nuestro, en el cual los pequeños agricultores pre-
dominan. Debemos acometer la tarea de un partido obrero en general, y
además la de un partido obrero en un país agrario. La victoria definitiva
del partido comunista en un país con estas características depende de la
efectivización de dos condiciones: la primera de orden internacional, la
segunda de carácter interno. La primera condición consiste en que la
revolución socialista en un país así sólo triunfa de modo definitivo si está
simultáneamente sostenida por la revolución socialista en uno o más
países avanzados. La segunda consiste en el entendimiento con los
campesinos.

Por otra parte, ninguna de estas dos condiciones puede ser reemplazada
por la otra; ambas son necesarias para la obtención de la victoria
completa. Lenin jamás consideró al campesino como un aliado “sustituto”,
como un aliado que nosotros, bien o mal, nos veíamos obligados a
aceptar. El leninismo era consciente que, para la victoria definitiva y

218
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

completa, es necesaria la efectivización de esas dos condiciones. La


existencia de una de esas dos condiciones no puede reemplazar a la otra,
únicamente puede modificarla.

Un rápido triunfo de la revolución proletaria en una serie de países no nos


hubiera eximido de la necesidad de la alianza (por otra parte auspiciosa)
de la clase obrera con los campesinos; sólo habría modificado las
circunstancias de esta alianza. Por otra parte, la más estrecha alianza de la
clase obrera con los campesinos en nuestro país no nos libera de la
obligación de efectivizar la primera condición para alcanzar la victoria
definitiva: para defender nuestra revolución de la restauración de las
relaciones burguesas es necesaria la revolución socialista en varios países.
Una sólida alianza de la clase obrera y del campesinado en la URSS sólo
modifica la primera condición (la revolución en otros países), en el sentido
que nos da un mayor tiempo y una mayor posibilidad de esperar y de
fecundar el movimiento proletario en desarrollo en otros países.

¿En qué sentido el triunfo rápido de la revolución socialista en otros


países podría modificar las condiciones del acuerdo, de la alianza de la
clase obrera con los campesinos en la URSS?

Mejor es responder con las palabras de Lenin.204 Para que la alianza de la


clase obrera con el campesinado se afirme en nuestro país, para que sea
irrompible y dé rápidamente origen al socialismo, hay que pasar al
intercambio directo de los productos de la gran industria con los
productos de la agricultura. Pero esto no lo podemos hacer ahora. ¿Por
qué? Nuestra economía no lo permite, dado que, ante todo, nuestra gran
industria es aún extremadamente débil. ¿Significa esto que nuestra
política de Octubre fuera errada? ¿Quiere decir que los mencheviques
tenían razón cuando afirmaban que, en un país económicamente atrasado,
el proletariado no debe tomar el poder y que todavía no existen las
condiciones para el socialismo? No, en absoluto.

Lenin justamente decía:

“Por lo que se refiere a esta gran industria floreciente, capaz de


facilitar inmediatamente a los campesinos todos los productos que
necesitan, existe; si analizamos este problema a escala mundial,
existe una gran industria floreciente, que puede proveer al mundo
de todos los artículos, pero no se sabe obtener de ella otra cosa
que cañones, proyectiles y demás pertrechos bélicos, que se
emplearon en forma tan abundante en 1914-1918...
204
Véase su discurso al IX Congreso de los Soviets y el artículo: La importancia del oro ahora y
después de la victoria total del socialismo.
219
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Sin embargo estamos en lo justo cuando decimos que en escala


mundial existe tal industria. Existen en la tierra países con una gran
industria tan adelantada, que puede abastecer inmediatamente a
cientos de millones de campesinos atrasados. En esto basamos
nuestros cálculos... ¿Qué debemos hacer si en nuestro país, dadas
las condiciones de atraso en que nos encontrábamos en el momento
de la revolución, no existe hoy el necesario desarrollo industrial?
¿Renunciar al camino emprendido, desanimarnos? No. Tenemos
por delante un trabajo duro, pero lo realizaremos porque estamos
en el camino correcto. No hay duda de que éste, el camino de la
alianza de las masas populares, es el único que conduce a que
los campesinos y los obreros trabajen para sí y no para los
explotadores.”205

En el artículo La importancia del oro, Lenin termina así el desarrollo de su


idea:

“En escala mundial este ‘sí’ se ha realizado, esta condición existe,


pero intentar hacerlo en un país aislado, y por añadidura en uno de
los países capitalistas más atrasados, transformarlo en realidad,
ajustar de modo práctico el nuevo vínculo entre la industria y la
agricultura, lograrlo de golpe, mediante un ataque ‘fulminante’, no
fue posible; ahora es preciso recurrir a una serie de medidas lentas,
graduales, de cauteloso ‘sitio’.”206

“Deben recordar –afirma Lenin en otro lado– que nuestro país


soviético, pauperizado luego de largos años de sufrimiento, no
tiene como vecinos a una Francia o una Inglaterra socialistas, que
podrían ayudar con su alto nivel técnico e industrial. ¡No! Debemos
recordar que en la actualidad la alta técnica y la desarrollada
industria de esos países se hallan en poder de los capitalistas, que
actúan contra nosotros.”207

En estas citas puede apreciarse cómo la victoria de la revolución proletaria


en uno o más países modificaría la segunda condición necesaria para
nuestra victoria definitiva en la URSS, es decir como la tornaría fácil la
unión estrecha entre la clase obrera y el campesinado en la URSS. Si se
hubiera triunfado en los importantes países de los cuales habla Lenin,
205
Lenin, IX Congreso panruso de los soviets –23-28/XII/1921–, La política interior y exterior de la
República. Informe sobre la actividad del CEC de Rusia y del Consejo de Comisarios del Pueblo, en
Obras, cit., XXXIII, pp. 140-43.
206
Lenin, La importancia del oro ahora y después de ¡a victoria total del socialismo , en Obras, cit.,
XXXIII, p. 99.
207
Lenin, La Nueva Política Económica y los objetivos de los organismos de educación política.
Informe en el II Congreso de Educación política de Rusia –17/X/1921– en Obras, cit. XXXIII, p. 61.
220
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

hubiéramos podido utilizar de inmediato la gran industria de esos países y


la nuestra, y ello nos hubiera permitido llevar a cabo mejores acuerdos
con los campesinos, en circunstancias mucho más favorables.

Sin modificar en lo más mínimo la necesidad misma de nuestra alianza


con el campesinado, la victoria de la revolución proletaria en uno o más
países, modificaría las condiciones de esta alianza, le conferiría mayor
fuerza y le daría mejor base material.

Pero es precisamente esta victoria la que aún no se ha alcanzado: así,


debemos ser prudentes en el problema de nuestro acuerdo con el
campesinado. Sabemos, dice Lenin, que hasta que no estalle en los demás
países, la revolución socialista en Rusia puede salvarse únicamente por el
acuerdo con los campesinos.

“¿El individualismo del campesino, la libertad de comercio que ya le ha


sido acordada, constituyen un peligro para el socialismo?” se pregunta
Lenin en el bosquejo, recientemente publicado, de su opúsculo El
impuesto en especie, Y responde:

“No... Si la electrificación se realiza en un período de diez a veinte


años", no debemos temer por el individualismo del pequeño
agricultor y por su comercio local. Sin la electrificación el retorno al
capitalismo es inevitable.”

Entre nosotros, algunas veces, se piensa que la electrificación simplemente


consiste en la construcción de las centrales eléctricas. No es así. La
electrificación significa la mejora general de la industria y del agro, el
avance de la técnica, el desarrollo de las fuerzas productivas.

Como hemos visto, Lenin ha explicado muy bien que, gracias a cierto
concurso de circunstancias, un país que no está muy desarrollado
industrialmente puede perfectamente iniciar la revolución. “Pero, sin la
electrificación, le es imposible continuarla y terminarla, aún cuando
disponga de un apoyo internacional asegurado. Sin la electrificación (o
sea, sin un desarrollo considerable de las fuerzas productivas) el retorno
al capitalismo es inevitable.” Por fortuna, este peligro, gracias a la justeza
de nuestra política, no nos amenaza demasiado.

El error esencial de la teoría de la revolución permanente consiste


precisamente en una subestimación del papel del campesinado como
aliado del proletariado en la lucha por el poder, particularmente después
de la conquista del poder político por parte del proletariado

221
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Si se cotejan las dos cifras que siguen se tendrá una idea precisa de la
radical divergencia entre el leninismo y el trotskismo en este problema.

Lenin escribía en 1920 en sus Tesis sobre el problema agrario para el II


Congreso de la I.C.:

“...La población rural de las tres categorías arriba mencionadas,


embrutecidas hasta el extremo, desperdigada, oprimida, condenada
en todos los países, incluso en los más avanzados, a vegetar en
condiciones de vida semibárbara, interesada desde el punto de
vista económico, social y cultural en el triunfo del socialismo, es
capaz de apoyar enérgicamente al proletariado revolucionario
únicamente después de que éste conquiste el poder político, sólo
después de que ajuste terminantemente las Cuentas a los grandes
terratenientes y a los capitalistas, sólo después de que estos
hombres oprimidos vean en la práctica que tienen un jefe y un
defensor organizado, lo bastante poderoso y firme para ayudar y
dirigir, para señalar el camino acertado.”208

Trotsky, en 1922, en el prefacio a 1905, escribía:

“Al contrario, precisamente para asegurar su victoria, la vanguardia


proletaria tendrá que hacer, desde los primeros pasos de su
dominación, las más profundas incursiones, no sólo en la propiedad
feudal, sino también en la propiedad burguesa. Este modo de
proceder le llevará a choques hostiles, no sólo con todos los grupos
burgueses que la apoyaron en el primer momento de su lucha
revolucionaria, sino también en las vastas masas de campesinos,
con ayuda de las cuales ha llegado al poder. Las contradicciones en
la situación del gobierno obrero en un país atrasado, en el cual la
mayoría aplastante de la población está compuesta de campesinos,
podrán ser solucionadas sólo en el plano internacional, en la
palestra de la revolución mundial del proletariado.”

Cuando hayamos consolidado nuestra dirección económica sobre el campo,


entraremos en una nueva época, en la cual el apoyo del campesinado
quedará asegurado por largo tiempo. Según Lenin, después de la conquista
del poder por parte del proletariado, la masa rural es capaz de sostener
firmemente y por largo tiempo al proletariado.

Según Trotsky, las cosas ocurren de otra manera.

Primer esbozo de Tesis sobre el problema agrario (para el II Congreso de la Internacional


208

Comunista), en Lenin, Obras, cit., XXXI, pp. 148-149.


222
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Esas dos citas reflejan claramente la diferencia radical del leninismo y el


trotskismo. La incomprensión general del papel de los campesinos y, en
particular, de su papel después de la victoria de la revolución proletaria,
hace que Trotsky postergue, de alguna manera, el desarrollo de la
economía socialista de la URSS hasta el triunfo de la revolución mundial.209
En el intervalo comprendido entre la victoria de la revolución en Rusia y
su futuro triunfo en otros países, Trotsky. prevé para nuestro país contra-
dicciones y conflictos entre el proletariado y el campesinado, en vez de
colaboración entre ambas clases.

No hay que representarse las cosas de manera demasiado simple. A quien


nos pregunte si podemos y debemos estabilizar el socialismo en un solo
país, respondemos que lo podemos y lo debemos hacer. Sin esperar,
desde ahora, trabajaremos sin descanso para edificar el socialismo en la
URSS. Es seguro que podremos mantener nuestra revolución y “preservar
cierto nivel”, más aún, un alto nivel de socialismo. Podemos y debemos
realizar desde aquí el máximo por la revolución mundial, edificando el
socialismo en nuestro país, que hasta ahora permanece aislado.

En 1925, en la URSS, la base del socialismo se ha ampliado sensiblemente.


Además de las “condiciones políticas”, disponemos de una fuerte base
material. Nuestro estado de ánimo no debe ser el de aquel que levanta
encofrados y termina postergando para un tiempo lejano la construcción
del edificio. No, debemos desde ya meter mano al edificio. Debemos
construir el socialismo en nuestro país sin olvidar que nuestra victoria es,
parte integrante de la victoria internacional, que somos uno de los
destacamentos más importantes de la revolución mundial. Nuestro
territorio abarca un sexto del globo; somos la parte más importante de la
revolución mundial. De nuestros esfuerzos, de nuestros éxitos, económicos
y otros, depende el éxito de la revolución internacional.

El resultado del “respiro” que nos concede la historia para el estable-


cimiento del socialismo dependerá en gran parte de cómo lo utilicemos.
Determinará en buena medida el resultado final de la actual época
histórica.

En nuestro país, rural por excelencia, hay que pensar, ahora sobre todo,
en los medios de establecer el socialismo en el campo. Estos medios nos
los indicaba Lenin, poco antes de su muerte.

209
“El desarrollo verdadero de la economía socialista en Rusia sólo será posible después de la
victoria del proletariado en los principales países de Europa”. He aquí lo que escribía Trotsky en
1922, en el prefacio al opúsculo Programa de paz. (Nota de Zinóviev).
223
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Recordemos una vez más la formulación de Lenin en su último artículo


sobre la cooperación (1923), formulación particularmente importante en
el momento actual:

“En efecto, todos los grandes medios de producción en poder del


estado, y este poder en manos del proletariado, la alianza de éste
con millones y millones de pequeños y muy pequeños campesinos,
la garantía de que la dirección de éstos últimos la ejerce el
proletariado, etc., ¿no representan acaso todo lo necesario para
edificar la sociedad socialista completa partiendo de la cooperación,
sólo por medio de ella; y de esa cooperación a la antes tratábamos
de mercantilista y que ahora, bajo la NEP, merece también en
cierto modo el mismo trato? Eso no es todavía la edificación de la
sociedad socialista, pero sí todo lo imprescindible y lo suficiente
para construirla... Y hasta diría que este centro de gravedad habría
que desplazarlo en nuestro país hacía la labor cultural, sí las
relaciones internacionales no nos obligaran a luchar en escala
mundial por nuestras posiciones.”210

Lenin, considerando el problema de la cooperación en sus principios,


bosquejando el desarrollo del futuro “régimen cooperativo” soviético en
la URSS, régimen llamado a eliminar definitivamente los elementos
capitalistas, proporciona a nuestra revolución un vasto programa, le abre
una grandiosa perspectiva. Nos muestra el camino que conducirá al
socialismo a los pequeños campesinos.

En esta obra, Lenin también desentraña las cuestiones ligadas al desarrollo


inicial del sistema cooperativo en la URSS (las ventajas que hay que
acordar a la cooperación, el re forzamiento de la labor del partido en este
terreno, etc.). Pero lo principal es la perspectiva de por lo menos una
docena de años, que nos abre. Basándose en su experiencia, el partido
debe hallar los medios que llevarán al país a tomar este nimbo. Los
problemas prácticos del primer (o primeros) estadio del desarrollo de la
cooperación en la URSS, hasta su absorción integral en el sistema socialista,
deberán ser resueltos en el curso de los próximos años en base a la
experiencia. No cabe duda que la organización de los pequeños productores,
de los pequeños propietarios, aún bajo la forma cooperativa, comporta
serias dificultades económicas y políticas, de las cuales es bueno tomar
conciencia para poderlas superar. Como dijo Lenin, la cooperación genera
el elemento menchevique y socialista-revolucionario.

210
Lenin, Sobre la cooperación, en Obras, cit.. XXXIII. pp. 431, 436.
224
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Pero con una política sensata, triunfaremos, sobreponiéndonos a esta


dificultad. No obstante, hay que formarse una idea precisa sobre la lucha
que se desarrollará para y en la cooperación. Cuanto más se vaya
desarrollando la economía rural, tanto más esta lucha será aguda en el
campo. He aquí lo que debemos ver correctamente.

Al poner todo nuestro entusiasmo y toda nuestra energía al servicio del


desarrollo de la cooperación, debemos permanecer fieles a las enseñanzas
de Lenin, examinar desde un claro punto de vista de clase las próximas
etapas del sistema cooperativo en las condiciones de la NEP, sin dejarse
descorazonar en caso de jaques parciales al principio poniéndose a
resguardo de las ilusiones y de la presunción después de los primeros
éxitos.

Hay que ver claramente el rumbo que conduce a la consolidación del


socialismo en el campo. Pero también hay que ver los obstáculos
diseminados en ese camino y los precipicios que lo flanquean, y entonces
nuestra victoria estará asegurada.

Está cercano el décimo aniversario de la revolución del proletariado en la


URSS. Dentro de poco la NEP cumplirá cinco años. Los resultados
económicos de este primer período nos permiten juzgar la rapidez con la
que edificamos el socialismo en nuestro país, aún cercado por la burguesía.

En el IV Congreso mundial de la I.C., Lenin informaba solemnemente a los


representantes del proletariado internacional que la República Soviética
había acumulado diez millones de rublos oro con el comercio exterior y
esbozaba la perspectiva del desarrollo gradual de nuestra gran industria
gracias a esos millones acumulados. En este momento podemos presentar
cifras muy distintas.

Nos limitaremos a citar algunos datos del último informe realizado por el
Buró del Gosplan ante el Consejo del Trabajo y de la Defensa.211

El total de las mercancías (producción nacional), que, en 1925 represen-


taban 7307 millones de rublos de antes de la guerra, contra 11509
millones de rublos en 1913 (63%), alcanzará, en 1926 a 9149 millones de
rublos, o sea al 79% del total de la preguerra.

En 1913, la producción global de la grande y mediana industria representaba


5620 millones de rublos y, en 1924-1925, 3.977 millones, o sea el 70%.

211
Gosplan: Comisión de planificación estatal. [N. Ed.]
225
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

El número de obreros ocupados en la industria era, en 1913, de 2 598


600; en 1924-1925 era de 1 841.000, o sea el 70,8% respecto a la cifra de
preguerra.

El valor de la producción bruta de un obrero era, en 1913, de 2162 rublos


y 90 kopeks y, en 1924-1925, de 2160 rublos con 40, o sea el 99,9%.

El tráfico ferroviario era, en 1913, de 7671 millones de pud y, en 1924-


1925, de 4576 millones de pud; en 1925-1926 será de 6100 millones de
pud, o sea el 80% del nivel de preguerra.

Los gastos fundamentales para nuestra industria, en 1925-1926 son de


cerca de 970 millones de rublos, de los cuales 324 millones son para
nuevas construcciones y 646 millones para trabajos de reconstrucción.

Nuestro comercio exterior superará este año los dos mil millones y se
cerrará con un superávit de 150 millones de rublos.

Para este año se prevé un aumento de la mano de obra del 21% pata toda
la industria nacionalizada, un incremento del 15% de la productividad del
trabajo y un aumento medio del 20% en el salario real.

Se ha comenzado la construcción de viviendas. Nuestras finanzas se


sanean; nuestro balance de pagos mejora incesantemente.

La producción de nuestra industria nacional, que era del 17% en 1920, ha


saltado al 70% del nivel de preguerra en 1925. Está cercano el momento
en que alcanzaremos el 100 por ciento. La producción agrícola debe
representar alrededor del 87% de la de preguerra.

Estas son las cifras principales que testimonian la rápida revitalización de


nuestra economía e indican que ésta continuará adelante.

Sin embargo, los leninistas no pueden plantear el problema de la suerte


de la URSS exclusivamente desde el punto de vista del desarrollo de las
fuerzas productivas. Sin el desarrollo de las fuerzas de producción no
existe el socialismo. Pero bajo un régimen de transición como la NEP, cuyo
elemento fundamental es la lucha entre el elemento socialista y el
elemento capitalista en la economía, sería un error plantear el problema
exclusivamente desde el punto de vista del desarrollo de las fuerzas
productivas. Nadie cuestiona actualmente nuestra revitalización econó-
mica. Pero toda la cuestión consiste en saber en qué sentido se realiza el
desarrollo de las fuerzas de producción, cuál será el papel de los
elementos socialistas en el crecimiento general de la economía.

226
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Las cifras publicadas al respecto en el informe antes mencionado y en el


artículo de S. Strumilin ¿La economía de la URSS se socializa?, ponen de
relieve que el proceso de socialización de nuestra economía se desarrolla
de manera satisfactoria.

“A comienzos del ejercicio 1924-25, el estado poseía (abstracción


hecha de las viviendas) un valor de 11.700 millones en medios
materiales de producción, la cooperación un valor de 500 millones,
los privados, y en particular los campesinos, un valor de 7500
millones. De este modo, cerca del 62% de los medios de producción
están socializados. Hay que notar que en el campo los medios de
producción están socializados en una proporción del 4% mientras
que en la ciudad lo están en una proporción del 97%.

“En la industria en general, los medios de producción están


socializados en una proporción del 89%, pero en la gran industria
esta proporción salta al 99%. El cuadro que va a continuación indica
el valor de la producción de la grande y de la pequeña industria.

PRODUCCIÓN GLOBAL DE LA INDUSTRIA EN LA URSS


(en millones de rublos)

Privados Totales
Estado y cooperación
Años % cifra % cifra %
cifra absoluta
absoluta absoluta

1923-24 5562 76,3 1728 23,7 7290 100

1924-25 7550 79,3 1970 20,7 9520 100

1925-26 9186 79,7 2334 20,3 11520 100

“Como puede verse, la producción de las empresas nacionalizadas


está destinada no sólo a aumentar considerablemente (un 65% en
dos años), sino que representa una proporción siempre creciente
sobre el total de la producción general.”212

Estas cifras, aun siendo aproximadas, nos dan toda la razón para ser
optimistas. Sin embargo los leninistas, lo repetimos, no deben olvidar que
en este régimen transitorio que es la NEP, el competidor, el rival, el
microbio capitalista existe todavía y que hay que destruirlo, empujarlo
progresivamente hacía su desaparición, Y en cada partícula de nuestra
economía se nota la rivalidad más o menos aguda entre el elemento
212
Vida económica, 1925, n.° 2009.
227
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

socialista y el elemento capitalista. Esta rivalidad, no hay que olvidarlo, se


manifiesta por medio de la lucha de clases directa.

No debemos disimular que todavía los obreros ocupados en nuestra gran


industria se consideran con frecuencia como asalariados y no como
productores socialistas que trabajan en sus propias fábricas y empresas
socialistas nacionalizadas. La raz.órí principal de este estado de ánimo hay
que buscarla en la desocupación y en la insuficiencia de los salarios.

La cooperación, a la cual le está reservado el futuro más grande,


representa el principal elemento de la economía socialista en el campo. Y
no cabe duda que la misma desempeñará en nuestro campo el papel que
le ha sido asignado por Lenin en su obra sobre la cooperación. Según
datos de la Dirección Central de Estadísticas, sobre una población total de
135 millones, existen en la URSS 31 millones y medio de personas
(comprendidas las familias) asociadas a las cooperativas, o sea cerca del
24% de la población. Este es un resultado importante, porque no hay que
olvidar que la cooperación ha comenzado a desarrollarse con un mínimo
de normalidad recién hacia 1923. Pero sus rápidos avances no deben
ilusionamos: la actual cooperación no es aún el socialismo. El microbio
capitalista subsiste en determinadas cooperativas. Las supervivencias del
capitalismo son y aun serán por mucho tiempo poderosas en nuestra
cooperación, en el seno de la cual se desarrolla la lucha de clases que no
está destinada a terminar tan pronto. En el campo (cf. arriba las cifras
citadas por Strumilin), los medios de producción solo están socializados en
una proporción del 4%, y aunque los medios de producción materiales del
campo son inferiores a los del estado (la proporción es aproximadamente
de 7 a 11), no hay que olvidar que los campesinos constituyen la mayoría
aplastante de la población de la URSS y que, por este solo hecho ellos
imprimen un sello profundo a todo el desarrollo de nuestra economía y a
la vida social en general. La economía mercantil pequeñoburguesa está
muy difundida y su papel es importante. Las diferencias de clase no han
sido suprimidas. La influencia real del campo es muy superior a la relación
de 7 a 11.

“Los campesinos constituyen la inmensa mayoría de la población


en Rusia y ejercen una influencia notable sobre toda la economía...
Esta es una verdad económica fundamental.”

Eso es lo que Lenin escribía en tiempos no muy lejanos. Tampoco hay que
olvidar que, aunque el papel relativo del capital privado en la pequeña y la
gran industria haya descendido del 23,7% en 1923-24 al 20,7% en 1924-
25, la parte absoluta de capital privado ha aumentado, en este mismo
lapso, de 1728 millones de rublos a 2334 millones.
228
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Debemos recordar las siguientes palabras de Lenin:

“Se comprende que sin esta reestructuración de toda la industria,


desde el punto de vista de las condiciones de la gran producción
mecanizada, la edificación socialista no pasaría de ser un simple
conglomerado de decretos, no pasaría de ser el vínculo político de
la clase obrera con los campesinos contra las bandas de Kolchak y
de Denikin y un ejemplo para todos los países, pero carecería de
base alguna. El comunismo presupone el poder soviético como
órgano político que brinda a las masas oprimidas la posibilidad de
resolver todos los asuntos; sin ello es inconcebible el comunismo...

“Así se asegura el éxito político, pero el éxito económico sólo


puede ser garantizado cuando estén concentrados de un modo
efectivo en el estado proletario ruso todos los recursos de la gran
maquinaria industrial edificada sobre la base de la técnica
moderna.”213

“La clase de los explotadores, Jos terratenientes y capitalistas no ha


desaparecido ni puede desaparecer en seguida bajo la dictadura
del proletariado. Los explotadores han sido derrotados, pero no
aniquilados. Conservan una base internacional, el capital inter-
nacional, del cual son parte integrante. Conservan, en parte,
algunos medios de producción, conservando el dinero, conservan
enormes relaciones sociales... Su importancia es muchísimo mayor
que su proporción numérica dentro de la cifra global de la
población.”214

Tenemos razones para mirar con confianza el porvenir. El país se pone


nuevamente en pie. Constatamos no sólo un crecimiento general de las
fuerzas productivas, sino también un desarrollo gradual de los elementos
socialistas de nuestra economía. Sin embargo, si queremos seguir siendo
leninistas, hasta las últimas, consecuencias, debemos ver nítidamente la
lucha de clases que está en curso tanto en la ciudad como en el campo. No
debemos olvidar que el capitalismo es engendrado por la economía
campesina individual, cosa que Lenin no se ha cansado de recordarnos
durante la NEP.

Al mismo tiempo que arrimamos el entusiasmo, la energía, nuestra fuerza


al restablecimiento y desarrollo de la economía, a la edificación del socia-
lismo en la URSS, debemos defender enérgicamente las tesis esenciales del
leninismo acerca de la imposibilidad del triunfo definitivo del socialismo
213
Lenin, Nuestra situación exterior e interior y las tareas del Partido, cit., pp. 404-405
214
Lenin, Economía y política en la época de la dictadura del proletariado, cit., p. 109
229
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

en un solo país. Cada nueva fábrica construida, cada victoria del elemento
socialista sobre el capitalista, cada golpe de martillo sobre el yunque de
nuestra industria soviética, debe hacer de nuestros obreros y de los
miembros de nuestro partido, revolucionarios internacionales cada vez
más convencidos. Sólo de esta manera evitaremos que nuestro país se
convierta en el reino del estrecho espíritu campesino, peligro contra el
cual Lenin nos ha puesto en guardia en su testamento político.

Uno de los artículos más notables de Lenin, El ascenso a las altas cumbres,
escrito en la primavera de 1922, ha dado la mejor respuesta al problema
examinado en el presente capítulo:

“Hemos ‘realizado por completo’ la revolución democrático-


burguesa, con una 'limpieza' tal como nunca se la hizo en el
mundo...

“Pero no hemos logrado aún organizar totalmente la economía


socialista. Y ésta si pueden destruirla las fuerzas hostiles del
capitalismo moribundo. Es necesario comprenderlo con claridad y
admitirlo con franqueza, pues nada es más peligroso que las
ilusiones (y el vértigo, en especial a grandes alturas). Y esta amarga
realidad nada tiene de terrible, nada que dé motivo legítimo para el
menor desaliento, pues siempre hemos profesado y defendido la
verdad elemental del marxismo, que dice que es necesario el
esfuerzo conjunto de los obreros de varios países avanzados para
que triunfe el socialismo... Pero no están perdidos (y lo más
probable es que no se desorienten) los comunistas que no se dejan
dominar por las ilusiones ni el desaliento... Y tenemos menos
derecho aún a caer en el más mínimo desánimo, menos motivos,
porque pese a nuestra rama, atraso, pobreza y hambre, comenzamos
a avanzar en el campo de la economía que sentará las bases del
socialismo.”

En este artículo, Lenin lucha contra el desánimo. Pero, al mismo tiempo,


declara la guerra a las ilusiones. “El vértigo es especialmente peligroso a
grandes alturas”, dice Lenin. Es una advertencia que viene a tiempo,
ahora que estamos restaurando nuestra economía y nos elevamos a
“alturas” cada vez mayores. A esta altura, las ilusiones son inadmisibles y
es peligroso perder la cabeza, ver todo color de rosa, percibir socialismo
allí donde no hay aún otra cosa que capitalismo de estado con un
crecimiento del socialismo, no reparar que la lucha de clases está lejos de
haberse atenuado, etc., etc.

230
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

A esta altura es peligroso pensar que, podremos pasamos sin el apoyo del
proletariado internacional. Siempre hemos profesado y defendido la
verdad elemental del marxismo –dice Lenin– que dice que es necesario el
esfuerzo conjunto de los obreros de varios países avanzados para que
triunfe el socialismo. No es posible expresarse con mayor claridad. Esta es
una verdad que el leninismo debe aun ahora “profesar” y “defender”.

Plantear así el problema no tiene, evidentemente, nada en común con la


concepción de quienes afirman que, sin préstamos del exterior no
podremos renovar el capital fundamental de nuestra industria, que sin
grandes concesiones a los capitalistas extranjeros no restauraremos la
economía y que, por consiguiente, debemos orientarnos hacia el Occidente,
hacer importantes concesiones a los capitalistas extranjeros, etc. Por
supuesto que no estamos en contra ni de los préstamos ni de las
concesiones si es que estas operaciones se efectúan en condiciones
favorables para nosotros. Pero principalmente nos basamos en las fuerzas
internas propias. Otorgamos importantes concesiones para obtener un
empréstito de 200-300 millones de rublos de MacDonald, cuando éste era
ministro. El asunto no anduvo adelante. En 1925, obtuvimos, sí puede
decirse así, gracias a la buena cosecha, un préstamo interno mucho más
elevado y en condiciones mucho más ventajosas, El presente año
podremos invertir en nuestra industria casi mil millones de rublos. Con
fondos tan altos, es evidente que la industria soviética no puede menos
que desarrollarse con extraordinaria rapidez.

Y sin embargo, ello no es aún la victoria del socialismo.

“En el dificilísimo momento presente, engañarse a sí mismos sería


lo más dañino para los revolucionarios.”215

Ningún desánimo, ninguna ilusión. Es absolutamente falso que para


apuntalar la energía de la nueva generación y darle confianza en la victoria
definitiva, haya que dorarle la realidad y embellecerle las perspectivas.
Lenin jamás actuaba de tal modo.

“Y tenemos menos derecho aún a caer en el más mínimo desánimo,


menos motivos, porque pese a nuestra ruina, atraso, pobreza y
hambre, comenzamos a avanzar en el campo de la economía que
sentará las bases del socialismo.”

Estas palabras de Lenin se destacan por su prudencia, pero bajo ella, se


advierte un real optimismo, una verdadera confianza en el triunfo final.

215
Lenin, En el décimo aniversario de Pravda, cit., p. 321.
231
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

En 1925 es menos admisible aún que se caiga en el descorazonamiento.


Eramos optimistas en 1923, en el XIII Congreso del PCR. En 1925 hay
razones aún más poderosas para serlo.

En la URSS comienza en este momento una grandiosa obra económica,


cultural y política. El comunismo penetra, cada vez más en los estratos
profundos de la población, que elevaremos a un nivel superior con un
trabajo tenaz. La fe en el pueblo y en su capacidad creadora era el rasgo
más característico de Lenin. Esta fe ha sido heredada por el partido. Este
sabrá elevar poco a poco el nivel de las decenas de millones de
trabajadores de nuestro país. Sabrá edificar el socialismo, a la cabeza de la
clase obrera, utilizando para este fin cada pulgada de terreno, cada
posibilidad real, conduciendo a la nueva generación por el camino del
socialismo, y sabrá encaminar al país hacia la sociedad en la que
desaparecerán todas las clases. Pero para cumplir exitosamente su tarea,
el partido deberá luchar contra toda revisión del leninismo, en particular
contra toda estrechez nacional, y permanecer como el partido de la
revolución proletaria internacional.

Como enseñaba Lenin, no podrá ser totalmente asegurada en Rusia ni


siquiera la victoria de una revolución democrática auténtica sin la
revolución proletaria en Occidente. En la revolución socialista inter-
nacional, Lenin veía la salvaguardia para la propia revolución democrática.

En su discurso en el congreso de unificación de Estocolmo (1906). Lenin


decía:

“...La revolución rusa puede triunfar con sus propias fuerzas, pero
no puede en modo alguno mantener y consolidar sus conquistas
con sus propias manos. No puede conseguir esto si no se produce
la revolución socialista en Occidente... Nuestra república demo-
crática no tiene más reserva que el proletariado socialista de
Occidente, y en este sentido no hay que perder de vista que la
revolución burguesa clásica en Europa, la gran revolución francesa
del siglo XVIII, tuvo lugar en una situación internacional completa-
mente distinta a aquella qué transcurre la revolución rusa. La
Francia de fines de siglo XVIII estaba rodeada de estados feudales y
semifeudales. La Rusia del siglo XX, que lleva a cabo la revolución
burguesa, está rodeada de países en los que el proletariado
socialista se halla plenamente pertrechado en vísperas de la
contienda final con la burguesía.”216

216
Lenin, Obras, cit., X, p. 274.
232
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Estas palabras de Lenin se aplican más exactamente a la revolución


socialista en Rusia. Hace tiempo que ésta no tiene otras reservas que el
proletariado socialista internacional (y, en cierta medida, los pueblos
oprimidos de Oriente), no tiene otras garantías absolutas contra la
restauración del régimen burgués que la revolución socialista en los países
capitalistas avanzados. Olvidar estas palabras de Lenin, no saberlas aplicar
a la situación actual, quiere decir hacer una concesión a la “estrechez
nacional”.

No cabe duda que la situación actual (aflojamiento de la revolución


europea, desarrollo económico de la URSS, condiciones sociales y políticas
creadas por la NEP) presiona hacia una restricción del leninismo en un
punto esencial: en el carácter internacional de la revolución proletaria. La
influencia burguesa y pequeñoburguesa presiona actualmente a la clase
obrera de nuestro país a encerrarse en la estrechez nacional 217 y en una
autosuficiencia y pequeñoburguesa. Esta influencia se hace sentir en
todos los dominios.

Aunque parezca paradójico, es verdad que tal estado de ánimo es un


síntoma del reforzamiento del poder soviético. Nuestra economía renace
y se desarrolla tanto en' el campo como en la ciudad. Las masas populares
tienen la necesidad, comprensible y justificable, de tomarse un descanso,
de trabajar la tierra en paz, de recuperar nuevas fuerzas, de tomar aliento
después de la crisis, de las alarmas de guerra, de la lucha ininterrumpida,
de los conflictos internacionales, etc. Un estado de ánimo similar existe
también entre los comunistas. Pero los enemigos de la revolución
proletaria, los ideólogos de la burguesía internacional, la gente agazapada,
intentan aprovechar este deseo de descanso para empujar al bolchevismo
hacia el camino de la estrechez nacional.

Es necesario prestar atención a este estado de ánimo de las masas


populares y tenerlo en cuenta. Nuestro partido, que dirige el estado, está
obligado a emplear todos los medios para asegurar la paz al país y la
posibilidad de trabajar en calma. Pero la sensibilidad por el estado de las

217
La resolución de la XIV Conferencia del Partido desnuda las raíces de esta “estrechez nacional”.
“Dada la situación internacional actual, nuestro partido puede ser amenazado por dos peligros: 1)
una tendencia a la pasividad, provocada por una sobreestimación de la estabilización del
capitalismo, como igualmente por el aflojamiento de la revolución internacional, por la falta de
energía en la construcción del socialismo en la URSS; 2) una tendencia a la estrechez nacional, el
olvido de las tareas que incumben a los revolucionarios proletarios internacionales, una
consciente negligencia del hecho que la suerte de la URSS depende estrechamente de la
revolución proletaria internacional, la cual se desarrolla, aunque lentamente; la incomprensión
del hecho de que no sólo el movimiento internacional tiene necesidad de la existencia y la
consolidación del primer estado proletario del mundo, sino que también la dictadora del
proletariado en la URSS necesita del apoyo del proletariado internacional. (Nota de Zinóviev).
233
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

masas y su comprensión, el tener en cuenta sus tendencias, no significa


ser complacientes con sus debilidades, no significa alentar sus prejuicios.
Ir a remolque de las masas sería particularmente peligroso. Los intereses
fundamentales de millones de trabajadores exigen, hoy más que nunca,
que todos los problemas de la revolución rusa sean planteados en
vinculación estrecha con las cuestiones de la revolución internacional.

Es posible, distinguir dos tipos de estado de ánimo en las masas


trabajadoras de la población.

En fin, la economía comienza a levantarse, las heridas de la guerra se


cicatrizan; queremos un poco de reposo, queremos trabajar en paz y
elevar nuestro nivel de vida; evitad nuevas crisis, nuevas sacudidas;
vinculad menos nuestra suerte a la de los demás países; basta de crisis y
de tempestades; nosotros no estamos en contra de la revolución mundial,
pero no consideramos que nos corresponde encaminarla; queremos
tranquilidad a cualquier precio. He aquí, en síntesis, como se expresa el
primer estado de ánimo.

Así se expresa el otro: también nosotros queremos paz, tranquilidad; no


queremos nuevas guerras, nuevas pruebas; nosotros también queremos
dedicamos al trabajo pacífico; pero sabemos por la experiencia de 1914-
1925, que toda la vida social se ha internacionalizado, lo queramos o no;
la guerra del 14 nos ha enseñado que los destinos de los pueblos están
estrechamente vinculados entre sí; sabemos que no podemos encerrarnos
en nuestra torre de marfil; sabemos que no podremos trabajar en una paz
definitiva, elevar nuestra cultura, consolidar el socialismo, si no es después
de haber abatido al imperialismo rapaz en los países más importantes y
haber triunfado sobre el capitalismo no sólo en la URSS, sino en una serie
de otros países. Es por esto que debemos ligar nuestra suerte a la suerte
de la revolución internacional; es por ello que la llegada de delegaciones
obreras de diversos países a la URSS tiene la máxima importancia para
nosotros.

El primer estado de ánimo es el de los campesinos, de numerosos obreros


y también de ciertos comunistas. Este se refleja de manera especial en el
aparato estatal y, así, penetra hasta en el partido. No hay que hacerse
ninguna ilusión, por el momento éste es el estado de ánimo más difundido
en las masas. El segundo estado de ánimo es el de la vanguardia, firme,
decidida. El partido del proletariado, llevando a cabo su dictadura, debe
necesariamente tomar en cuenta él primer estado de ánimo. Pero otra
cosa es que deba sostenerlo y desarrollarlo. Hay que llevar al primer grupo
a alinearse con el segundo, pero, es necesario, proceder con inteligencia y
prudencia. El segundo estado de ánimo coincide con la línea revolucionaria;
234
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

sólo éste refleja la razón colectiva de los elementos avanzados de nuestro


pueblo, y refuerza a nuestro partido en tanto que partido de la revolución
proletaria internacional.

Los intereses “nacionales” de la URSS, exigen que los problemas inter-


nacionales sean planteados desde el punto de vista internacional. La URSS
tiene un interés primordial en ligar su suerte con la de la revolución mundial.
El “orgullo nacional de los grandes rusos” (recuérdese el importante artículo
de Lenin al respecto) exigía la emancipación y la total igualdad de todos
los pueblos oprimidos por el zarismo. No se trataba de un sacrificio. Un
pueblo que permite la opresión de otros pueblos no podría ser libre. La
resolución de todos los problemas de la URSS desde una óptica inter-
nacional no es un sacrificio para ella; sólo está garantizada la suerte del
estado que regula su propia política y su propia economía con el progreso
histórico. La revolución mundial es el porvenir de la humanidad. El
proletariado es una clase en ascenso, que mira no sólo a su presente sino
también a su futuro. Es ésta la política más razonable, más sensata, más
ventajosa para los trabajadores.

Es verdad que la revolución proletaria internacional se desarrolla con


lentitud. Sin embargo, es más sensato para la URSS y más ventajoso para
las masas trabajadoras, apuntar sobre el proletariado internacional, que
avanza lentamente, que sobre la burguesía internacional, que declina
lentamente.

El leninismo enseña, y todos los acontecimientos del último período lo


han confirmado, que fuerza de la victoria de la revolución proletaria en
todo el mundo, o, cuando menos, en una serie de países, no hay una
garantía segura, definitiva, contra el restablecimiento de las relaciones
burguesas, o sea contra una nueva servidumbre, contra decenas de años
de terror blanco, contra nuevas guerras imperialistas, etc. Es en el interés
de las masas populares de la URSS, que el partido de Lenin debe combatir
no solamente contra las supervivencias ideológicas del comunismo de
guerra, sino igualmente contra la ideología burguesa y pequeñoburguesa,
ligada a la época de la NEP y de la elevación del nivel de vida en el país.

Lenin decía en su artículo Lo conquistado y refrendado, escrito con motivo


de la fundación de la III Internacional:

“La teoría del marxismo, iluminada por los rayos brillantes de la


nueva experiencia de los obreros revolucionarios –experiencia de
riqueza universal– nos ha ayudado a comprender las leyes que
rigen el desarrollo de los acontecimientos. Esta teoría ayudará a los
proletarios de todo el mundo que combaten por la abolición de la
235
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

esclavitud asalariada capitalista, a adquirir una conciencia más clara


de los objetivos de su lucha, a marchar con paso más firme por la
ruta ya trazada, a conquistar la victoria con mayor seguridad y
solidez, y a afianzarla.”218

Esta victoria la obtuvo el partido bajo la guía directa de Lenin. Ahora se


trata de consolidarla. No es fácil.

Por muchas razones, no es más difícil “llevar a término” que “comenzar”.


La actual alianza de los campesinos y de los obreros no es solamente la
lucha conjunta contra los terratenientes y los capitalistas. Tiene sobre
todo como objetivo la realización de la obra económica y cultural que se
impone en nuestro país.

En el esbozo de su opúsculo El impuesto en especie, Lenin escribía:

“La alianza del campesinado y de los obreros contra Denikin y sus


secuaces no es lo mismo que su alianza en la organización económica.
La primera es la revolución burguesa. La segunda es la revolución
socialista.”

La alianza de los obreros y de los campesinos para la realización de la obra


económica será más necesaria en el futuro que hoy. Cómo conservar en
esta alianza la dirección del proletariado, es lo que Lenin ha expuesto en
sus principales, obras sobre la NEP, en sus artículos sobre la cooperación,
en Mas vale poco pero bueno, en sus discursos contra los úkase, etc.

Por el contrario, el trotskismo ha entendido muy poco, en relación con el


modo de mantener la dirección del proletariado en el seno del bloque
obrero-campesino y continuar la edificación del socialismo en un país
agrario. En esto no hay nada de sorprendente. El trotskismo se ha colocado
fuera del camino correcto sobre todo en el problema campesino, en la
cuestión de la unión en un todo único de las diferentes partes del
movimiento, en la cuestión de las vías concretas de la revolución en un
país agrario. Este defecto orgánico le ha impedido comprender la
combinación de las fuerzas en el estadio actual de la revolución.

Se habla a menudo entre nosotros del bloque obrero-campesino, sin


entender que no se trata de un bloque cualquiera, sino de un bloque en el
cual se debe reservar el papel dirigente al proletariado.

Debemos dar crédito al buen sentido (pero no al espíritu de conservación)


del pequeño campesino, sin dejar de mantenernos como revolucionarios
proletarios internacionales.
218
En Obras, cit., XXVIII, p. 481.
236
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Las palabras que hemos citado de Lenin iluminan nítidamente la cuestión


de la posibilidad de la victoria definitiva del socialismo en un solo país. Sus
numerosas formulaciones no dejan lugar a ningún equívoco.

Las cuestiones examinadas en este capítulo han sido plenamente resueltas


por Lenin. Ellas están en la base del marxismo-leninismo. La solución que
Lenin les ha dado ha sido confirmada por los últimos hechos políticos y
económicos.

En 1915, Lenin formuló de modo preciso la posibilidad del triunfo de la


revolución proletaria primeramente en un solo país. Una vez alcanzada
esta victoria en Rusia, Lenin no dejó, en el curso de varios años, de afirmar
que aún no se trataba del triunfo definitivo del socialismo, que sólo era
una parte del mismo, y que la victoria definitiva del socialismo sólo era
posible en escala internacional.

Lenin ha iluminado nuestro camino. La situación es favorable. Nuestra


tarea, modesta y grande al mismo tiempo, consiste en consolidar nuestra
victoria en en país agrario por excelencia. La consolidación de la victoria
en nuestro país, al mismo tiempo significa abrir el camino a los obreros de
otros países, facilitar su triunfo y, por ende, preparar la victoria del
comunismo en el mundo entero.

237
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE Y LA TÁCTICA


DE LOS COMUNISTAS RUSOS
Josep Stalin219

1. LAS CONDICIONES EXTERIORES E INTERIORES


DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

Tres circunstancias de orden exterior determinaron la relativa facilidad


con que la revolución proletaria en Rusia logró romper las cadenas del
imperialismo y derrocar, de este modo, el poder de la burguesía.

En primer lugar, la circunstancia de que la Revolución de Octubre comenzó


durante un período de pugna encarnizada entre los dos principales grupos
imperialistas, el anglo-francés y el austro-alemán, cuando estos grupos,
enzarzados en mortal combate, no tenían ni tiempo ni medios para
dedicar una atención seria a la lucha contra la Revolución de Octubre.
Esta circunstancia tuvo una importancia enorme para la Revolución de
Octubre, pues le permitió aprovechar los cruentos choques en el seno del
imperialismo para consolidar y organizar sus fuerzas.

En segundo lugar, la circunstancia de que la Revolución de Octubre


empezó en el curso de la guerra imperialista, cuando las masas trabajadoras,
extenuadas por la guerra y ansiosas de paz, se vieron llevadas, por la
lógica misma de las cosas, a la revolución proletaria, como único medio de
salir de la guerra. Esta circunstancia tuvo una importancia inmensa para la
Revolución de Octubre, pues puso en sus manos el poderoso instrumento
de la paz, ofreciéndole la posibilidad de conjugar la revolución soviética
con la terminación de la odiosa guerra y, de este modo, granjearse la
simpatía de las masas, tanto en el Occidente, entre los obreros, como en
el Oriente, entre los pueblos oprimidos.

En tercer lugar, el poderoso movimiento obrero en Europa y la crisis


revolucionaria que, engendrada por la prolongada guerra imperialista,
maduraba en el Occidente y en el Oriente. Esta circunstancia tuvo para la
revolución en Rusia una importancia inapreciable, pues le aseguró fuera
de Rusia aliados fíeles en su lucha contra el imperialismo mundial.

219
Prefacio al libro Camino de Octubre. El libro de J. V. Stalin apareció en dos ediciones; en enero
y mayo de 1925. El prefacio fue terminado por el autor en diciembre de 1924 y únicamente fue
publicado completo en dicho libro.
238
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Pero, aparte de las circunstancias de orden exterior, la Revolución de


Octubre tuvo a su favor muchas condiciones interiores que coadyuvaron a
su triunfo.

Entre esas condiciones, las principales son las siguientes.

Primera: la Revolución de Octubre contaba con el apoyo más enérgico de


la inmensa mayoría de la clase obrera de Rusia.

Segunda: contaba con el apoyo indudable de los campesinos pobres y de


la mayoría de los soldados, ansiosos de paz y de tierra.

Tercera: tenía a la cabeza, como fuerza dirigente, un partido tan probado


como el partido bolchevique, fuerte no sólo por su experiencia, no sólo
por su disciplina, forjada durante años, sino también por su gran ligazón
con las masas trabajadoras.

Cuarta: la Revolución de Octubre se enfrentaba con enemigos relativa-


mente fáciles de vencer, como eran la burguesía rusa, más o menos débil,
la clase de los terratenientes, totalmente desmoralizada por los “motines”
campesinos, y los partidos conciliadores (menchevique y eserista), que en
el transcurso de la guerra quedaron en plena bancarrota.

Quinta: disponía de los inmensos espacios del joven estado, donde podía
maniobrar libremente, retroceder cuando las circunstancias lo exigiesen,
tomar aliento, reponer sus fuerzas, etc.

Sexta: la Revolución de Octubre podía contar, en su lucha contra la


contrarrevolución, con suficientes reservas de víveres, combustible y
materias primas en el interior del país.

Estas circunstancias exteriores e interiores, sumadas, crearon la peculiar


situación que hizo relativamente fácil el triunfo de la Revolución de
Octubre.

Eso no quiere decir, naturalmente, que a la Revolución de Octubre no se


opusieran condiciones exteriores e interiores desfavorables. ¿No fue, por
ejemplo, muy desfavorable la soledad de la Revolución de Octubre, el
hecho de que no tuviera al lado, junto a sus fronteras, un país soviético en
el que pudiera apoyarse? Es indudable que una futura revolución, en
Alemania, por ejemplo, se encontraría, en este sentido, en situación más
Ventajosa, pues tendría al lado a un país soviético tan fuerte como
nuestra Unión Soviética. Y no hablo ya de la desventaja que para la
Revolución de Octubre suponía el que los proletarios no fuesen mayoría
en el país.

239
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Pero estas circunstancias desfavorables no hacen más que subrayar la


enorme importancia de la peculiaridad de las condiciones interiores y
exteriores de la Revolución de Octubre de que hemos hablado anterior-
mente.
No se debe olvidar ni por un instante esa peculiaridad. Conviene sobre
todo recordarla al analizar los acontecimientos de otoño de 1923 en
Alemania. La debe recordar, en primer término, Trotsky, que establece
muy a la ligera una analogía entre la Revolución de Octubre y la
revolución de Alemania y vapulea sin piedad al Partido Comunista de
Alemania por sus errores reales e imaginarios.
“En la situación concreta de 1917, situación extraordinariamente
original desde el punto de vista histórico –dice Lenin–, a Rusia le
fue fácil empezar la revolución socialista, pero continuarla y llevarla
a término le será más difícil que a los países europeos. A comienzos
de 1918 hube ya de indicar esta circunstancia, y la experiencia de
los dos años transcurridos desde entonces ha venido a confirmar
enteramente la justeza de tal consideración. Condiciones específicas
como fueron: 1) la posibilidad de conjugar la revolución soviética
con la terminación, gracias a ella, de la guerra imperialista, que
había extenuado hasta lo indecible, a los obreros y a los campesinos;
2) la posibilidad de sacar provecho, durante cierto tiempo, de la
lucha a muerte en que estaban enzarzados los dos grupos más
poderosos de los tiburones imperialistas del mundo, grupos que no
podía coligarse contra el enemigo soviético; 3) la posibilidad de
soportar una guerra civil relativamente larga, en parte por la
extensión gigantesca del país y por sus malas comunicaciones; 4) la
existencia, entre los campesinos, de un movimiento revolucionario
democrático-burgués tan profundo, que el partido del proletariado
hizo suyas las reivindicaciones revolucionarias del partido de los
campesinos (del partido eserista, profundamente hostil, en su
mayoría, al bolchevismo) y las realizó inmediatamente gracias a la
conquista del poder político por el proletariado; tales condiciones
especificas no existen hoy en la Europa Occidental, y la repetición de
estas condiciones o de condiciones análogas no es nada fácil. Por
ello, entre otras razones, a la Europa Occidental le es más difícil
que a nosotros comenzar la revolución socialista”.220
Estas palabras de Lenin no deben olvidarse.

220
Véase. t. XXV, p. 205
240
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

II. DOS PARTICULARIDADES DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE, U


OCTUBRE Y LA TEORIA DE LA REVOLUCIÓN “PERMANENTE” DE
TROTSKY
Hay dos particularidades de la Revolución de Octubre, que es indispensable
esclarecer, sobre todo para comprender el sentido interno y la importancia
histórica de esta revolución.

¿Qué particularidades son ésas?

En primer lugar, el que la dictadura del proletariado haya nacido en


nuestro país como un poder surgido sobre la base de la alianza entre el
proletariado y las masas trabajadoras del campesinado, dirigidas por el
proletariado. En segundo lugar, el que la dictadura del proletariado se
haya afianzado en Rusia a consecuencia de la victoria del socialismo en un
solo país, poco desarrollado en el sentido capitalista, mientras que el
capitalismo subsiste en los otros países, con un mayor desarrollo capitalista.
Esto no quiere decir, naturalmente, que la Revolución de Octubre no
tenga otras particularidades. Pero las que nos importan en este momento
son precisamente estas dos, y no solo porque expresan con nitidez la
esencia de la Revolución de Octubre, sino también porque revelan a las
mil maravillas la naturaleza oportunista de la teoría de la “revolución
permanente”.

Examinemos con brevedad esas particularidades.

El problema de las masas trabajadoras de la pequeña burguesía urbana y


rural, el problema de atraer a estas masas al lado del proletariado, es un
problema importantísimo de la revolución proletaria. ¿A quién apoyará,
en la lucha por el poder, la gente trabajadora de la ciudad y del campo: a
la burguesía o al proletariado? ¿De quién será reserva: de la burguesía o
del proletariado? La suerte de la revolución y la solidez de la dictadura del
proletariado dependen de ello. Las revoluciones de 1848 y 1871 en Francia
fracasaron, principalmente, porque las reservas campesinas estuvieron al
lado de la burguesía. La Revolución de Octubre triunfó porque supo
arrancarle a la burguesía sus reservas campesinas, porque supo conquistar
estas reservas para la causa del proletariado y el proletariado fue en esta
revolución la única fuerza dirigente de las vastas masas de gente
trabajadora de la ciudad y del campo.

Quien no haya comprendido esto no comprenderá jamás ni el carácter de


la Revolución de Octubre, ni la naturaleza de la dictadura del proletariado,
ni las peculiaridades de la política interior de nuestro poder proletario.

241
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

La dictadura del proletariado no es una simple élite gubernamental,


“inteligentemente” “seleccionada” por la mano solícita de un “estratega
experimentado” y que “se apoya sabiamente” en tales o cuales capas de
la población. La dictadura del proletariado es la alianza de clase del
proletariado y de las masas trabajadoras del campo para derribar el
capital, para el triunfo definitivo del socialismo, a condición de que la
fuerza dirigente de esa alianza sea el proletariado.

No se trata, por tanto, de menospreciar “un poquito” o de sobrestimar


“un poquito” las posibilidades revolucionarias del movimiento campesino,
como gustan de expresarse ahora algunos diplomáticos defensores de la
“revolución permanente”. Se trata de la naturaleza del nuevo estado
proletario, nacido como resultado de la Revolución de Octubre. Se trata
del carácter del poder proletario, de las bases de la dictadura misma del
proletariado.

“La dictadura del proletariado –dice Lenin– es una forma especial


de alianza de clase entre el proletariado, vanguardia de los
trabajadores, y las numerosas capas trabajadoras no proletarias
(pequeña burguesía, pequeños patronos, campesinos, intelectuales,
etc.) o la mayoría de ellas, alianza dirigida contra el capital, alianza
cuyo objetivo es el derrocamiento completo del capital, el aplasta-
miento completo de la resistencia de la burguesía y de sus tentativas
de restauración, alianza cuyo objetivo es la “instauración y la
consolidación definitiva del socialismo.”221

Y más adelante:

“La dictadura del proletariado, si traducimos esta expresión latina,


científica, histórico-filosófica, a una lenguaje más sencillo, quiere
decir lo siguiente: solo una clase determinada –a saber: los obreros
de la ciudad y, en general, los obreros de las fábricas, los obreros
industriales– está en condiciones de dirigir a toda la masa de los
trabajadores y los explotados en la lucha por derrocar el yugo del
capital, en el proceso mismo de su derrocamiento, en la lucha por
mantener y consolidar la victoria, en la creación de un nuevo orden
social, socialista, en toda la lucha por la supresión total de las
clases.”222

Tal es la teoría de la dictadura del proletariado formulada por Lenin.

221
Cf., t. XXIV, p. 311
222
Cf., t. XXIV, p. 336
242
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Una de las particularidades de la Revolución de Octubre consiste en que


esta revolución es una aplicación clásica de la teoría leninista de la
dictadura del proletariado.

Algunos camaradas opinan que esta teoría es puramente “rusa”, que sólo
guarda relación con la realidad rusa. Eso es falso, completamente falso.
Cuando habla de las masas laboriosas de las clases no proletarias dirigidas
por el proletariado, Lenin no se refiere solamente a los campesinos rusos,
sino también a los elementos trabajadores de las regiones periféricas de
la Unión Soviética, que hace bien poco aun eran colonias de Rusia. Lenin
no se cansaba de repetir que, sin una alianza con estas masas de otras
nacionalidades, el proletariado de Rusia no podría triunfar. En sus artículos
sobre la cuestión nacional y en los discursos pronunciados en los congresos
de la Internacional Comunista, Lenin dijo reiteradas veces que la victoria
de la revolución mundial es imposible sin una alianza revolucionaria, sin
un bloque revolucionario del proletariado de los países avanzados con los
pueblos oprimidos de las colonias esclavizadas. ¿Y qué son las colonias
sino esas mismas masas laboriosas oprimidas y, ante todo, las masas
trabajadoras del campesinado? ¿Quién ignora que el problema de liberar
a las colonias es, en el fondo, el problema de liberar del yugo y de la
explotación del capital financiero a las masas trabajadoras de las clases no
proletarias?

Pues de esto se desprende que la teoría leninista de la dictadura del


proletariado no es una teoría puramente “rusa”, sino una teoría obligatoria
para todos los países. El bolchevismo no es un fenómeno exclusivamente
ruso. “El bolchevismo” –dice Lenin– es un “modelo de táctica para todos”.223

Tales son los rasgos que caracterizan la primera particularidad de la


Revolución de Octubre.

¿Qué se puede decir de la teoría de la “revolución permanente” de Trotsky,


desde el punto de vista de esta particularidad de la Revolución de Octubre?

No vamos a extendernos sobre la posición de Trotsky en 1905, cuando se


olvidó, “simplemente”, del campesinado como fuerza revolucionaria,
lanzando la consigna de “sin zar, por un gobierno obrero”, es decir, la
consigna de una revolución sin los campesinos. Incluso Radek, este
diplomático defensor de la “revolución permanente”, se ve obligado a
reconocer ahora que en 1905 la “revolución permanente” significaba un
“salto en el vacío”, fuera de la realidad. Hoy todo el mundo, por lo visto,
está conforme en que no merece la pena ocuparse de ese “salto en el
vacío”.
223
Cf., t. XXIII, p. 386
243
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Tampoco vamos a extendernos sobre la posición de Trotsky durante la


guerra, en 1915, por ejemplo, cuando en su artículo La lucha por el poder,
partiendo de que “vivimos en la época del imperialismo”, de que el
imperialismo “no contrapone la nación burguesa al viejo régimen, sino el
proletariado a la nación burguesa”, llegaba a la conclusión de que el papel
revolucionario de los campesinos debía decrecer, de que la consigna de la
confiscación de la tierra no tenía ya la importancia de antes. Es sabido que
Lenin, analizando este artículo de Trotsky, le acusaba entonces de “negar”
“el papel del campesinado” y decía que “Trotsky ayuda de hecho a los
políticos obreros liberales de Rusia, quienes por ’negación’ del papel de
los campesinos entienden el no querer levantarlos a la revolución”.224

Pasemos mejor a trabajos posteriores de Trotsky acerca de esta cuestión,


a las obras escritas en el período en que la dictadura del proletariado
estaba ya afianzada y cuando Trotsky había podido comprobar en la
práctica su teoría de la “revolución permanente” y corregir sus errores.
Tomemos el “Prefacio” de Trotsky escrito en 1922 para su libro 1905.
He aquí lo que Trotsky dice en este “Prefacio” sobre la “revolución
permanente”:

“Precisamente en el intervalo entre el 9 de enero y la huelga de


octubre de 1905 fue cuando llegó el autor a las concepciones
acerca del carácter del desarrollo revolucionario de Rusia que han
recibido el nombre de teoría de la “revolución permanente”. Ésta
denominación abstrusa expresaba la idea de que la revolución rusa,
ante la cual se alzan de manera inmediata objetivos burgueses, no
podrá, sin embargo, detenerse en ellos. La revolución no podrá
resolver sus tareas burguesas más inmediatas sino colocando en el
poder al proletariado. Y este último, al tomar el poder en sus
manos, no podrá por menos de rebasar el marco burgués en la
revolución. Al contrario: precisamente para asegurar su victoria, la
vanguardia proletaria tendrá que hacer, desde los primeros pasos
de su dominación, las más profundas incursiones, no soló en la
propiedad feudal, sin también en la propiedad burguesa. Este
modo de proceder le llevará a choques hostiles, no sólo con todos
los grupos burgueses que le apoyaron en los primeros momentos
de su lucha revolucionaria, sino también con las vastas masas
campesinas, con ayuda de las cuales ha llegado al poder. Las
contradicciones en la situación del gobierno obrero en un país
atrasado, en el que la mayoría aplastante de la población está
compuesta de campesinos, podrán ser solucionadas sólo en el

224
Cf., t. XVIII, p. 318
244
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

plano internacional, en la palestra de la revolución mundial del


proletariado.”225

Así habla Trotsky de su “revolución permanente”.

Basta comparar esta cita con los pasajes de las obras de Lenin acerca de la
dictadura del proletariado reproducidos anteriormente, para comprender
qué abismo media entre la teoría leninista de la dictadura del proletariado
y la teoría de la “revolución permanente” de Trotsky.

Lenin habla de la alianza entre el proletariado y las capas trabajadoras del


campo como de la base de la dictadura del proletariado. En Trotsky, por el
contrario, nos encontramos con “choques hostiles” entre la “vanguardia
proletaria” y las “vastas masas campesinas”

Lenin habla de la dirección, por el proletariado, de las masas trabajadoras


y explotadas. En Trotsky, por el contrario, nos encontramos con
“contradicciones en la situación del gobierno obrero en un país atrasado,
en el que la mayoría aplastante de la población está compuesta de
campesinos”.

Según Lenin, la revolución saca sus fuerzas, ante todo, de los obreros y los
campesinos de Rusia misma. En Trotsky, por lo contrario, resulta que las
fuerzas indispensables pueden sacarse únicamente de “la palestra de la
revolución mundial del proletariado”

¿Y qué hacer si la revolución internacional ha de demorarse? ¿Le queda a


nuestra revolución algún rayo de esperanza? Trotsky no nos deja ningún
rayo de esperanza, pues “las contradicciones en la situación del gobierno
obrero... podrán ser solucionadas sólo... en la palestra de la revolución
mundial del proletariado”. Con arreglo a este plan, a nuestra revolución
no le queda más que una perspectiva: vegetar en sus propias contra-
dicciones y pudrirse en vida, esperando la revolución mundial.

¿Qué es, según Lenin, la dictadura del proletariado?

La dictadura del proletariado es un poder que descansa en la alianza del


proletariado con las masas trabajadoras del campo para “el derrocamiento
completo del capital”, para “la instauración y la consolidación definitiva
del socialismo”.

¿Qué es, según Trotsky, la dictadura del proletariado?

225
Subrayado por mí, J. Stalin.
245
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

La dictadura del proletariado es un poder que llega “a choques hostiles”


con “las vastas masas campesinas” y que busca la solución de las “contra-
dicciones” únicamente “en la palestra de la revolución mundial del
proletariado”.

¿En qué se diferencia esta “teoría de la revolución permanente” de la


conocida teoría del menchevismo que niega la idea de la dictadura del
proletariado?

En el fondo, no se diferencia en nada.

No cabe duda: la “revolución permanente” no se limita a menospreciar las


posibilidades revolucionarias del movimiento campesino. La “revolución
permanente” menosprecia el movimiento campesino hasta tal extremo,
que es la negación de la teoría leninista de la dictadura del proletariado.

La “revolución permanente” de Trotsky es una variedad del menchevismo.

Esto es lo que puede decirse en cuanto a la primera particularidad de la


Revolución de Octubre.

¿Cuáles son los rasgos característicos de la segunda particularidad de la


Revolución de Octubre?

Estudiando el imperialismo, sobre todo en el período de la guerra, Lenin


descubrió la ley del desarrollo económico y político desigual y a saltos de
los países capitalistas. Según esta ley, el desarrollo de las empresas, de los
trusts, de las ramas de la industria y de los diversos países no se produce
en forma igual, con arreglo a un orden de sucesión establecido, de modo
que un trust, una rama de la industria o un país marchen constantemente
a la cabeza y otros trusts u otros países vayan a la zaga, sujetándose a ese
orden de sucesión, sino que se desarrollan a saltos, con interrupciones en
el desarrollo de unos países y saltos adelante en el desarrollo de otros.
Además, la tendencia, “completamente legítima”, de los países que se
quedan atrás a conservar sus antiguas posiciones y la no menos “legítima”
tendencia de los países que saltan adelante a apoderarse de nuevas
posiciones, hacen que las colisiones bélicas entre los países imperialistas
sean una necesidad ineluctable. Así ha ocurrido, por ejemplo, con Alemania,
que hace medio siglo era, en comparación con Francia e Inglaterra, un
país atrasado. Lo mismo puede decirse del Japón, en comparación con
Rusia. Sin embargo, es notorio que, ya a principios del siglo XX, Alemania y
el Japón habían dado un salto tan grande, que la primera había sobre-
pasado a Francia y comenzaba a desplazar a Inglaterra en el mercado
mundial, y el segundo a Rusia. De estas contradicciones, como es sabido,
surgió la reciente guerra imperialista.
246
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Esta ley parte de que:

1) “El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzga-


miento colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de
la población del planeta por un puñado de países ‘adelantados’“. 226

2) “El reparto de este ‘botín’ se efectúa entre dos o tres potencias


rapaces, y armadas hasta los dientes, que dominan en el mundo (Estados
Unidos, Inglaterra, el Japón) y arrastran a su guerra, por el reparto de su
botín, a todo el planeta”.

3) Al agravarse las contradicciones dentro del sistema mundial de


opresión financiera, al hacerse inevitables los conflictos bélicos, el frente
mundial del imperialismo se hace fácilmente vulnerable para la revolución,
y es factible su ruptura por ciertos países.

4) Lo más probable es que esta ruptura se produzca en los lugares y países


donde la cadena del frente imperialista sea más débil, es decir, donde el
imperialismo esté menos fortificado y la revolución pueda desarrollarse
con mayor facilidad.

5) Por ello, la victoria del socialismo en un solo país –aun en el caso de


que ese país, esté menos desarrollado en el sentido capitalista y el capita-
lismo subsista en otros países, aunque estos países estén más desarrollados
en el sentido capitalista– es perfectamente posible y probable.

Tales son, en pocas palabras, los fundamentos de la teoría leninista de la


revolución proletaria.

¿En qué consiste la segunda particularidad de la Revolución de Octubre?

La segunda particularidad de la Revolución de Octubre consiste en que


esta revolución es un modeló de aplicación práctica de la teoría leninista
de la revolución proletaria.

Quien no haya comprendido esta particularidad de la Revolución de


Octubre, jamás comprenderá ni el carácter internacional de esta revolución,
ni su formidable potencia internacional, ni su peculiar política exterior.

“La desigualdad del desarrollo económico y político –dice Lenin–


es, una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es
posible que la victoria del socialismo empiece por unos cuantos
países capitalistas, o incluso por un solo país capitalista. El prole-
tariado triunfante de esté país, después de expropiar a los

226
Véase el prólogo a la edición francesa de El imperialismo de Lenin, t. XIX, p. 74
247
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

capitalistas y de organizar la producción socialista dentro de sus


fronteras, se enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo
capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás
países, levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas,
empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra
las clases explotadoras y sus estados. Pues ‘la libre unión de las
naciones en el socialismo es imposible sin una lucha tenaz, más o
menos prolongada, de las repúblicas socialistas contra los estados
atrasados’.“227

Los oportunistas de todos los países afirman que la revolución proletaria


sólo puede comenzar –si es que ha de comenzar, en general, en alguna
parte, según su teoría– en los países industrialmente desarrollados; que
cuanto más desarrollados industrialmente estén esos países, tanto
mayores serán las probabilidades de triunfo del socialismo. Ellos descartan,
como algo totalmente inverosímil, la posibilidad de la victoria del
socialismo en un solo país, y por añadidura, poco desarrollado en el
sentido capitalista. Ya durante la guerra, Lenin, apoyándose en la ley del
desarrollo desigual de los estados imperialistas, opone a los oportunistas
su teoría de la revolución proletaria, que afirma la posibilidad de la
victoria del socialismo en un solo país, aun cuando este país esté menos
desarrollado en el sentido capitalista.

Sabido es que la Revolución de Octubre confirmó plenamente la justeza


de la teoría leninista de la revolución proletaria.

¿Qué podemos decir de la “revolución permanente” de Trotsky, desde el


punto de vista de la teoría leninista sobre la victoria de la revolución
proletaria en un solo país?

Tomemos el folleto de Trotsky Nuestra revolución (1906).

Trotsky dice:

“Sin un apoyo estatal directo del proletariado europeo, la clase


obrera de Rusia no podrá mantenerse en el poder y transformar su
dominación temporal en una dictadura socialista duradera. De ello
no cabe dudar ni un instante.”

¿Qué dice esta cita? Que la victoria del socialismo en un solo país, en este
caso en Rusia, es imposible “sin un apoyo estatal directo del proletariado
europeo”, es decir, mientras el proletariado europeo no conquiste el poder.

227
Véase, t. XVIII, pp. 232-233
248
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Qué hay de común entre esta ‘teoría’ y la tesis de Lenin sobre la


posibilidad de la victoria del socialismo “en un solo país capitalista”?

Evidentemente, nada.

Pero admitamos que este folleto de Trotsky, publicado en 1906, cuando


era difícil definir el carácter de nuestra revolución, contiene errores
involuntarios y no responde por entero a las concepciones sustentadas
por Trotsky posteriormente. Examinemos otro folleto de Trotsky, El
programa de la paz, publicado en vísperas de la Revolución de Octubre,
en 1917, y reeditado ahora (1924) en el libro 1917. En este folleto, Trotsky
critica, lo que dice la teoría leninista de la revolución proletaria sobre la
victoria del socialismo en un solo país, oponiéndole la consigna de los
Estados Unidos de Europa. Trotsky afirma que el socialismo no puede
triunfar en un solo país, que la victoria del socialismo solo es posible a
condición de que triunfe en algunos de los principales países de Europa
(Inglaterra, Rusia, Alemania), agrupados en los Estados Unidos de Europa,
siendo en otro caso totalmente imposible. Dice con toda claridad que
“una revolución victoriosa en Rusia o en Inglaterra es inconcebible sin la
revolución en Alemania, y viceversa”.

“La única consideración histórica más o menos concreta –dice


Trotsky– contra la consigna de los Estados Unidos ha sido formulada
en el ‘Sotsial-Demokrat’ de Suiza (entonces órgano central de los
bolcheviques, J. St.), en la siguiente frase: “La desigualdad del
desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo”.
De aquí deducía ‘Sotsial-Demokrat’ que la victoria del socialismo en
un solo país es posible y, por tanto, no hay por qué supeditar la
dictadura del proletariado en cada país a la formación de los
Estados Unidos de Europa. Que el desarrollo capitalista de los
distintos países es desigual, es una afirmación absolutamente
indiscutible. Pero esta desigualdad es ella misma sumamente
desigual. El nivel capitalista de Inglaterra, de Austria, de Alemania o
de Francia no es el mismo. Pero, en comparación con África y Asia,
todos estos países representan la ‘Europa’ capitalista, madura ya
para la revolución social. Que ningún país debe ‘aguardar’ a los
otros en su lucha, es una idea elemental que es útil y necesario
repetir, para que la idea de una acción internacional paralela no sea
sustituida por la idea de una inactividad internacional expectante.
Sin aguardar a los demás, comenzamos y continuamos la lucha en
el terreno nacional, con la plena seguridad de que nuestra iniciativa
impulsará la lucha en otros países; y, si esto no sucediese, no hay
ningún fundamento para suponer –así lo atestiguan la experiencia

249
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

histórica y las consideraciones teóricas– que la Rusia revolucionaria,


por ejemplo, podría sostenerse frente a la Europa conservadora o
que la Alemania socialista podría subsistir aislada en un mundo
capitalista.”

Como veis, estamos ante la misma teoría del triunfo simultáneo del
socialismo en los principales países de Europa, que descarta, como regla
general, la teoría leninista de la revolución sobre la victoria del socialismo
en un solo país.

Cierto es que, para la victoria completa del socialismo, para la garantía


completa contra la restauración del antiguo orden de cosas, son indispen-
sables los esfuerzos conjuntos de los proletarios de unos cuantos países.
Cierto es que, sin el apoyo del proletariado de Europa a nuestra
revolución, el proletariado de Rusia no habría podido resistir la presión
general, del mismo modo que el movimiento revolucionario de Occidente,
si no lo hubiera apoyado la revolución de Rusia, no habría podido
desarrollarse con el ritmo que adquirió después de la instauración de la
dictadura proletaria en Rusia. Cierto es que necesitamos apoyo. Pero
¿qué es el apoyo del proletariado de la Europa occidental a nuestra
revolución? La simpatía de los obreros europeos por nuestra revolución,
su disposición a desbaratar los planes de intervención de los imperialistas,
¿constituye todo esto un apoyo, una ayuda seria? Indudablemente. Sin
ese apoyo, sin esa ayuda, no sólo de los obreros europeos, sino también
de las colonias y de los países independientes, la dictadura proletaria de
Rusia se vería en un trance muy difícil. ¿Ha bastado hasta ahora con esa
simpatía y con esa ayuda, unidas al poderío de nuestro ejército rojo y a la
disposición de los obreros y campesinos de Rusia a defender con su pecho
la patria socialista? ¿Ha bastado todo eso para repeler los ataques de los
imperialistas y conquistar las condiciones necesarias para una seria labor
de edificación? Sí, ha bastado, Y esa simpatía, ¿crece o disminuye?
Indudablemente, crece. ¿Tenemos, pues, condiciones favorables, no sólo
para llevar adelante la organización de la economía socialista, sino
también para prestar, a nuestra vez, apoyo a los obreros de la Europa
occidental y a los pueblo oprimidos del Oriente? Sí, tenemos esas
condiciones. Los siete años de historia de la dictadura proletaria en Rusia
lo atestiguan elocuentemente. ¿Puede, acaso, negarse que en nuestro
país ha comenzado ya un poderoso auge del trabajo? No, no se puede
negar.

¿Qué puede significar, después de todo eso, la declaración de Trotsky


de que la Rusia revolucionaria no podría resistir ante una Europa
conservadora?

250
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

No puede significar más que una cosa: en primer lugar, que Trotsky no
percibe la potencia interior de nuestra revolución; en segundo lugar, que
Trotsky no comprende la importancia inapreciable del apoyo moral que
los obreros del Occidente y los campesinos del Oriente prestan a nuestra
revolución; en tercer lugar, que Trotsky no percibe el mal interior que
corroe actualmente al imperialismo.

Llevado por el apasionamiento en su crítica de la teoría leninista de la


revolución proletaria, Trotsky, sin darse cuenta, se ha derrotado a sí
mismo en su folleto El programa de la paz, publicado en 1917 y reeditado
en 1924.

Pero ¿quizás este folleto de Trotsky haya también envejecido y no


corresponda por una u otra razón a sus puntos de vista actuales?
Tomemos trabajos más recientes de Trotsky, escritos después del triunfo
de la revolución proletaria en un solo país, en Rusia, Tomemos, por
ejemplo, el “Epílogo” que escribió en 1922 para la nueva edición de su
folleto El programa de la paz. He aquí lo que dice en ese “Epílogo”:

“La afirmación, varias veces repetida en El programa de la paz, de


que la revolución proletaria no puede terminar victoriosamente
dentro de un marco nacional, parecerá quizás a algunos lectores
desmentida por la experiencia de casi cinco años de vida de nuestra
República Soviética. Pero semejante conclusión sería infundada. El
hecho de que el estado obrero haya resistido contra el mundo
entero en un solo país, y además en un país atrasado, atestigua la
potencia colosal del proletariado, que en otros países más
adelantados y más civilizados será capaz de hacer verdaderos
milagros. Pero, habiendo logrado mantenernos como estado en el
sentido político y militar, no hemos llegado todavía, ni siquiera nos
hemos acercado a la creación de la sociedad socialista... Mientras
en los demás estados europeos se mantenga en el poder la
burguesía, nos veremos obligados, en la lucha contra el aislamiento
económico, a buscar acuerdos con el mundo capitalista; al mismo
tiempo, puede afirmarse con toda certidumbre que estos acuerdos
pueden, en el mejor de los casos, ayudarnos a cicatrizar una u otra
herida económica, a dar uno u otro paso adelante, pero el verdadero
auge de la economía socialista en Rusia no será posible más que
después de la victoria228 del proletariado en los países más impor-
tantes de Europa.”

228
Subrayado por mí, (J. St.)
251
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Esto es lo que dice Trotsky, pecando manifiestamente contra la realidad y


esforzándose a toda costa por salvar del naufragio definitivo la “revolución
permanente”.

Resulta que, por más vueltas que se le de, no solo “no hemos llegado”,
sino que “ni siquiera nos hemos acercado” a la creación de la sociedad
socialista. Resulta que alguien abrigaba la esperanza de llegar a “acuerdos
con el mundo capitalista”, pero resulta también que de estos acuerdos
tampoco sale nada, pues, por más vueltas que se le de “el verdadero auge
de la economía socialista” no se alcanzará mientras el proletariado no
haya vencido “en los países más importantes de Europa”.

Y como aún no se ha obtenido la victoria en el Occidente, a la revolución


de Rusia no le queda más que un “dilema”: o pudrirse en vida o degenerar
en un estado burgués.

Por algo hace ya dos años que Trotsky viene hablando de la “degeneración”
de nuestro partido.

Por algo Trotsky profetizaba el año pasado el “hundimiento” de nuestro


país.

¿Cómo se puede conciliar esta extraña “teoría” con la teoría de Lenin


sobre la “victoria del socialismo en un solo país”?

¿Cómo se puede conciliar esta extraña ”perspectiva” con la perspectiva de


Lenin, según la cual la nueva política económica nos permitirá “echar los
cimientos de la economía socialista”?

¿Cómo se puede conciliar esta desesperanza “permanente” con las


siguientes palabras de Lenin, por ejemplo?

“Hoy, el socialismo no es ya un problema de un futuro remoto, ni


una visión abstracta o un icono. De los iconos seguimos teniendo la
opinión de antes, una opinión muy mala. Hemos hecho penetrar el
socialismo en la vida diaria, y de eso es de lo que debemos
ocuparnos. Esa es la tarea de nuestros días, ésa es la tarea de
nuestra época. Permitídme que termine expresando la seguridad
de que, por más difícil que sea esa tarea, por más nueva que sea,
en comparación con nuestra tarea anterior, y por más dificultades
que nos origine, todos nosotros, juntos, y no mañana, sino en el
transcurso de unos cuantos años, todos nosotros, juntos, la
resolveremos a toda costa, de modo que de la Rusia de la NEP salga
la Rusia socialista.”229
229
Véase, t. XXVII, p. 366
252
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

¿Cómo se puede conciliar la falta “permanente” de perspectivas de


Trotsky con las siguientes palabras de Lenin, por ejemplo?

“En efecto, todos los grandes medios de producción en poder del


estado y el poder del estado en manos del proletariado; la alianza
de este proletariado con millones y millones de pequeños y muy
pequeños campesinos; asegurar la dirección de los campesinos por
el proletariado, etc., ¿acaso no es esto todo lo que se necesita para
edificar la sociedad socialista completa partiendo de la cooperación,
y nada más que de la cooperación, a la que antes tratábamos de
mercantilista y que ahora, bajo la NEP, merece también, en cierto
modo, el mismo trato; acaso no es esto todo lo imprescindible para
edificar la sociedad socialista completa? Eso no es todavía la
edificación de la sociedad socialista, pero sí todo lo imprescindible
y lo suficiente para esta edificación.”230

Es evidente que todo eso no se concilia ni puede conciliarse. La “revolución


permanente” de Trotsky es la negación de la teoría leninista de la revolución
proletaria, y viceversa: la teoría leninista de la revolución proletaria es la
negación de la teoría de la revolución “permanente”.

La falta de fe en la fuerza y en la capacidad de nuestra revolución, la falta


de fe en las fuerzas y en la capacidad del proletariado de Rusia: tal es el
fondo de la teoría de la “revolución permanente”.

Hasta ahora solía señalarse un solo lado de la teoría de la “revolución


permanente”: la falta de fe en las posibilidades revolucionarias del movi-
miento campesino. Ahora, para ser justos, hay que completar ese lado
con otro: la falta de fe en las fuerzas y en la capacidad del proletariado de
Rusia.

¿En qué se diferencia la teoría de Trotsky de la teoría corriente del


menchevismo, según la cual la victoria del socialismo en un solo país, por
añadidura atrasado, es imposible sin la victoria previa de la revolución
proletaria “en los principales países de la Europa occidental”?

En el fondo, no se diferencia en nada.

No cabe duda: la teoría de la “revolución permanente” de Trotsky es una


variedad del menchevismo.

230
Cf., t. XXVII, p. 392
253
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Últimamente han aparecido en nuestra prensa diplomáticos podridos,


que se esfuerzan por hacer pasar la teoría de la “revolución permanente”
como algo compatible con el leninismo. Naturalmente –dicen–, esta
teoría resultó inservible en 1905. Pero el error de Trotsky consiste en
haberse adelantado entonces, intentando aplicar a la situación de 1905 lo
que en aquel tiempo no se podía aplicar. Pero más tarde –dicen–, por
ejemplo, en octubre de 1917, cuando la revolución había alcanzado plena
madurez, la teoría de Trotsky estaba completamente en su lugar. No
cuesta trabajo adivinar que el principal de estos diplomáticos es Radek.
Escuchad lo que dice:
“La guerra ha abierto un abismo entre los campesinos, que aspiran
a conquistar la tierra y la paz, y los partidos pequeñoburgueses; la
guerra ha puesto a los campesinos bajo la dirección de la clase
obrera y de su vanguardia, el partido bolchevique. Lo que se ha
hecho posible no es la dictadura de la clase obrera y de los
campesinos, sino la dictadura de la clase obrera, apoyada en los
campesinos. Lo que Rosa Luxemburg y Trotsky propugnaban en
1905 contra Lenin (es decir, la ‘revolución permanente’, J. St.) ha
resultado ser, de hecho, la segunda etapa del desarrollo histórico.”
Cada una de estas palabras es una falsedad. Es falso que durante la guerra
“lo que se ha hecho posible no es la dictadura de la clase obrera y de los
campesinos, sino la dictadura de la clase obrera, apoyada en los
campesinos”. En realidad, la revolución de febrero de 1917 fue la
realización de la dictadura del proletariado y de los campesinos, entre-
lazada de modo peculiar con la dictadura de la burguesía.
Es falso que la teoría de la “revolución permanente” que Radek silencia
púdicamente, fuese formulada en 1905 por Rosa Luxemburg y Trotsky. En
realidad, esa teoría la expusieron Parvus y Trotsky. Ahora, a los diez meses,
Radek se rectifica y estima necesario reprochar a Parvus la “revolución
permanente”. Pero la justicia exige de Radek que los reproches alcancen
también a Trotsky, el socio de Parvus.
No es cierto que la “revolución permanente”, refutada por la revolución
de 1905, haya resultado acertada en la “segunda etapa del desarrollo
histórico”, es decir, durante la Revolución de Octubre. Todo el curso de la
Revolución de Octubre, todo su desarrollo han revelado y demostrado la
inconsistencia absoluta de la teoría de la “revolución permanente”, su
absoluta incompatibilidad con los fundamentos del leninismo.

Con discursos melifluos y diplomacia podrida no se puede cubrir la


profunda sima que separa la teoría de la “revolución permanente” y el
leninismo.
254
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

III. ALGUNAS PARTICULARIDADES DE LA TÁCTICA DE LOS


BOLCHEVIQUES EN EL PERIODO DE LA PREPARACIÓN DE
OCTUBRE
Para comprender la táctica de los bolcheviques en el período de la
preparación de Octubre, hay que conocer, por lo menos, algunas
particularidades sumamente importantes de esta táctica. Ello es tanto
más. necesario, por cuanto en los numerosos folletos de la táctica de los
bolcheviques se pasa por alto precisamente estas particularidades.

¿Qué particularidades son ésas?

Primera particularidad. Oyendo a Trotsky, podría creerse que en la


historia de la preparación de Octubre existen tan solo dos períodos: el
período de reconocimiento y el período de la insurrección, y que lo que es
más de esto, de mal procede. ¿Qué fue la manifestación de abril de 1917?
“La manifestación de abril, que tomó más a la ‘izquierda’ de lo necesario,
fue una operación de reconocimiento para pulsar el estado de ánimo de
las masas y sus relaciones con la mayoría de los soviets”. ¿Y qué fue la
manifestación de julio de 1917? Según Trotsky, “también esta vez la cosa
se redujo, en el fondo, a un nuevo reconocimiento, más profundo, en una
etapa nueva y más elevada del movimiento”. Ni que decir tiene que la
manifestación de junio de 1917, organizada a instancias de nuestro partido,
con mayor razón debe ser calificada, según Trotsky, de “reconocimiento”.

Resulta pues que en marzo de 1917 los bolcheviques tenían ya preparado


un ejército político de obreros y campesinos y que, si no lo emplearon
para la insurrección ni en. abril, ni en junio, ni en julio y sólo se dedicaron
a hacer “reconocimientos”, ello fue, única y exclusivamente, porque “los
datos de los reconocimientos” no proporcionaba entonces “indicios”
favorables.

Ni que decir tiene que esta concepción simplista de la táctica política de


nuestro partido no es sino una confusión de la táctica militar corriente con
la táctica revolucionaria de los bolcheviques.

En realidad, todas aquellas manifestaciones fueron, ante todo, resultado


de la acometividad espontánea de las masas, resultado de su indignación
contra la guerra, indignación que pugnaba por manifestarse en la calle.

En realidad, el papel del partido consistía entonces en dar a las acciones


espontáneas de las masas una forma y una dirección que respondiesen a
las consignas revolucionarias de los bolcheviques.

255
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

En realidad, los bolcheviques no tenían ni podían tener en marzo de 1917


un ejército político preparado. Lo fueron formando (y lo formaron, por fin,
hacia octubre de 1917) sólo en el transcurso de la lucha y de los choques
de clases de abril a octubre de 1917; lo formaron pasando por la manifes-
tación de abril, y por las manifestaciones de junio y julio, y por las
elecciones a las dumas de distrito y urbanas, y por la lucha contra la
korniloviada, y por la conquista de los soviets. Un ejército político no es lo
mismo que un ejército militar. Mientras que el mando militar comienza la
guerra disponiendo ya de un ejército formado, el partido debe crear su
ejército en el curso de la lucha misma, en el curso de los choques entre las
clases, a medida que las masas mismas se van convenciendo, por propia
experiencia, de que las consignas del partido son acertadas, que su
política es justa.

Naturalmente, cada una de esas manifestaciones arrojaba, al mismo


tiempo, cierta luz sobre correlaciones de fuerzas imperceptibles a simple
vista; constituía, en cierto modo, un reconocimiento, pero éste no era el
motivo de la manifestación, sino un resultado natural de ella.

Analizando los acontecimientos de vísperas de la insurrección de octubre


y comparándolos con los acontecimientos de abril-junio, Lenin dice:

“La situación se presenta, precisamente, de modo distinto a como


se presentaba en vísperas del 10 y el 21 de abril, del 9 de junio y del
3 de julio, pues entonces nos hallábamos ante una efervescencia
espontánea, que nosotros, como partido, no percibíamos (20 de
abril), o conteníamos, dándole la forma de una manifestación
pacífica (9 de junio y 3 de julio). Porque entonces sabíamos bien
que los Soviets no eran todavía nuestros, que los campesinos
creían todavía en el camino liberdanista-chernovista y no en el
camino bolchevique (el de la insurrección); que, por consiguiente,
no podíamos contar con la mayoría del pueblo y, por ello, la
insurrección sería prematura”.231

Es evidente que sólo con “reconocimientos” no se puede ir muy lejos.

Por lo visto, no se trata de “reconocimientos”, sino de que:

1) durante todo el período de la preparación de Octubre, el partido no


dejó un momento de apoyarse, para su lucha, en el auge espontáneo del
movimiento revolucionario de las masas;

231
Véase, t. XXI, p. 345
256
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

2) al apoyarse en este auge espontáneo, el partido conservaba en sus


manos la dirección indivisa del movimiento;

3) tal dirección del movimiento le facilitaba la formación del ejército


político de masas para la insurrección de Octubre;

4) tal política debía necesariamente llevar a que toda la preparación de


Octubre se hiciese bajo la dirección de un solo partido, el partido
bolchevique;

5) tal preparación de Octubre llevó, a su vez, a que, como resultado de la


insurrección de Octubre, el poder quedase en manos de un solo partido,
el partido bolchevique.

Por tanto, la dirección indivisa de un solo partido, del partido comunista,


como factor esencial de la preparación de Octubre: tal es el rasgo
característico de la Revolución de Octubre, tal es la primera particularidad
de la táctica de los bolcheviques en el período de la preparación de
Octubre.

No creo que sea necesario demostrar que, sin esta particularidad de la


táctica de los bolcheviques, la victoria de la dictadura del proletariado,
bajo el imperialismo, hubiera sido imposible.

Por esto, la Revolución de Octubre se distingue ventajosamente de la


revolución de 1871 en Francia, donde compartían la dirección de la
revolución dos partidos, de los cuales ninguno puede ser calificado de
partido comunista.

Segunda particularidad. La preparación de Octubre se llevó a cabo, pues,


bajo la dirección de un solo partido, del partido bolchevique. Pero ¿cómo
ejercía el partido esa dirección, hacia dónde la orientaba? Esa dirección se
orientaba al aislamiento de los partidos conciliadores, por ser los grupos
más peligrosos en el período de desencadenamiento de la revolución, al
aislamiento de los eseristas y los mencheviques.

¿En qué consiste la regla estratégica fundamental del leninismo?

Consiste en reconocer que:

1) el más peligroso apoyo social de los enemigos de la revolución, en el


período en que se avecina un desenlace revolucionario, lo constituyen los
partidos conciliadores;

2) es imposible derrocar al enemigo (al zarismo o a la burguesía) sin haber


aislado a estos partidos;
257
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

3) en el período preparatorio de la revolución, los principales tiros deben,


por ello, dirigirse a aislar a estos partidos, a desgajar de ellos a las amplias
masas trabajadoras.

En el período de la lucha contra el zarismo, en el período preparatorio de


la revolución democrático-burguesa (1905-1916), el apoyo social más
peligroso del zarismo era el partido liberal-monárquico, el partido de los
demócratas constitucionalistas. ¿Por qué? Por ser un partido conciliador,
el partido de la conciliación entre el zarismo y la mayoría del pueblo, es
decir, el campesinado en su conjunto. Es natural que el partido dirigiese
entonces sus principales golpes contra los demócratas constitucionalistas,
pues sin aislarlos no podía contarse con la ruptura de los campesinos con
el zarismo, y sin asegurar esta ruptura no podía contarse con la victoria de
la revolución. Muchos no comprendían entonces esta particularidad de la
estrategia bolchevique y acusaban a los bolcheviques de “inquina excesiva”
a los demócratas constitucionalistas, afirmando que la lucha contra los
demócratas constitucionalistas hacía que los bolcheviques “perdieran de
vista” la lucha contra el enemigo principal: el zarismo. Pero estas acusa-
ciones, infundadas, revelaban una incomprensión evidente de la estrategia
bolchevique, que exigía el aislamiento del partido conciliador para facilitar
y acercar la victoria sobre el enemigo principal.

No creo que sea necesario demostrar que, sin esta estrategia, la hegemonía
del proletariado en la revolución democrático-burguesa hubiera sido
imposible.

En el período de la preparación de Octubre, el centro de gravedad de las


fuerzas en lucha se desplazó a un nuevo plano. Ya no había zar. El partido
demócrata constitucionalista se había transformado, de fuerza conciliadora,
en fuerza gobernante, en la fuerza dominante del imperialismo. La lucha
ya no se libraba entre el zarismo y el pueblo, sino entre la burguesía y el
proletariado. En este período, el apoyo social más peligroso del imperia-
lismo lo constituían los partidos democráticos pequeñoburgueses, los
partido eserista y menchevique. ¿Por qué? Porque estos partido eran
entonces partidos conciliadores, partidos de la conciliación entre el
imperialismo y las masas trabajadoras. Es natural que los principales
golpes de los bolcheviques fueran dirigidos entonces contra estos
partidos, pues sin el aislamiento de estos partidos no se podía contar con
la ruptura de las masas trabajadoras y el imperialismo, y sin conseguir
esta ruptura no se podía contar con la victoria de la revolución soviética.
Muchos no comprendían entonces esta particularidad de la táctica
bolchevique, acusando a los bolcheviques de “excesivo odio” a los
eseristas y a los mencheviques y de “olvido” del objetivo fundamental.

258
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Pero todo el período de la preparación de Octubre evidencia elocuente-


mente que sólo gracias a esta táctica pudieron los bolcheviques asegurar
la victoria de la Revolución de Octubre.

El rasgo característico de este período consiste en una revolucionarización


más profunda de las masas trabajadoras del campo, en su decepción
respecto a los eseristas y los mencheviques, en su alejamiento de estos
partidos, en su viraje para agruparse directamente en tomo al proletariado,
única fuerza consecuentemente revolucionaria, capaz de llevar el país a la
paz. La historia de este período es la historia de la lucha entre los eseristas
y los mencheviques, de una parte, y los bolcheviques, de otra, por
atraerse a las masas trabajadoras del campo, por conquistar a estas
masas. Decidieron la suerte de esta lucha el período de la coalición, el
período de la kerenskiada, la negativa de los eseristas y los mencheviques a
confiscar las tierras de los terratenientes, la lucha de los eseristas y los
mencheviques por la continuación de la guerra, la ofensiva de junio en el
frente, la pena de muerta para los soldados y la sublevación de Kornilov. Y
estos factores decidieron la suerte de esa lucha exclusivamente en favor
de la estrategia bolchevique. Pues, sin aislar a los eseristas y a los
mencheviques era imposible derrocar al gobierno de los imperialistas, y
sin derrocar a este gobierno, era imposible salir de la guerra. La política de
aislamiento de los eseristas y los mencheviques resultó ser la única
política acertada.

Así, pues, aislamiento de los partidos menchevique y eserista, como línea


principal de la dirección de la preparación de Octubre: tal es la segunda
particularidad de la táctica de los bolcheviques.

No creo que sea necesario demostrar que, sin esta particularidad de la


táctica de los bolcheviques, la alianza entre la clase obrera y las masas
trabajadoras del campo hubiera quedado suspendida en el vacío.

Es significativo que, en sus Lecciones de Octubre Trotsky no diga nada, o


casi nada, de esta particularidad de la táctica bolchevique.

Tercera particularidad. La dirección del partido en la preparación de


Octubre se orientaba, pues, a aislar a los partidos eserista y menchevique,
a desgajar de estos partidos a las amplias masas obreras y campesinas.
Pero ¿cómo conseguía, concretamente, el partido llevar a cabo este
aislamiento?, ¿en qué forma y bajo qué consigna? Lo llevaba a cabo en la
forma de un movimiento revolucionario de las masas por el poder de los
soviets, bajo la consigna de “¡Todo el poder a los soviets!”, luchando por
transformar a los soviets, de organismos de movilización de las masas, en

259
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

organismos de la insurrección, en organismos de poder, en el aparato de


un nuevo estado, del estado proletario.

¿Por qué se aferraron los bolcheviques precisamente a los soviets como a


la palanca fundamental de organización, que podía contribuir al aislamiento
de los mencheviques y de los eseristas, que podía impulsar la revolución
proletaria y estaba llamada a llevar a las masas de millones y millones de
trabajadores a la victoria de la dictadura del proletariado?

¿Qué son los soviets?

“Los soviets –decía Lenin ya en septiembre de 1917– son un nuevo


aparato de estado que, en primer lugar, proporciona la fuerza
armada de los obreros y de los campesinos, fuerza que no está,
como lo estaba la del viejo ejército permanente, apartada del
pueblo, sino ligada a él del modo más estrecho; en el sentido
militar, esta fuerza es incomparablemente más poderosa que las
anteriores; en el sentido revolucionario, no puede ser reemplazada
por ninguna otra. Es segundo lugar, este aparato proporciona una
ligazón tan estrecha e indisoluble con las masas; con la mayoría del
pueblo, una ligazón tan fácil de controlar y renovar, que en vano
buscaremos nada análogo en el viejo aparato de estado. En tercer
lugar, este aparato, por ser elegibles y revocables a voluntad del
pueblo, sin formalidades burocráticas, los hombres que lo integran,
es mucho más democrático que los aparatos anteriores. En cuarto
lugar, este aparato proporciona una sólida ligazón con las
profesiones más diversas, facilitando de este modo, sin burocracia,
las más distintas y más profundas reformas. En quinto lugar,
proporciona una forma de organización de la vanguardia, es decir,
de la parte más consciente, más enérgica y más avanzada de las
clases oprimidas, de los obreros y de los campesinos, constituyendo,
de este, modo, un aparato por medio del cual la vanguardia de las
clases oprimidas puede elevar, educar, instruir y guiar a toda la
gigantesca masa de estas clases, que hasta hoy permanecía
completamente al margen de la vida política, al margen de la
historia. En sexto lugar, proporciona la posibilidad de conjugar las
ventajas del parlamentarismo con las ventajas de la democracia
inmediata y directa, es decir, reúne en la persona de los
representantes elegidos por el pueblo la función legislativa y la
ejecución de las leyes. Comparado con el parlamentarismo burgués,
es un avance de trascendencia histórica mundial en el desarrollo de
la democracia...

260
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“Si la iniciativa creadora popular de las clases revolucionarias no


hubiera organizado los soviets, la revolución proletaria en Rusia se
vería condenada al fracaso, pues, con el viejo aparato, el proleta-
riado no habría podido, indudablemente, mantenerse en el poder.
En cuanto al nuevo aparato, es imposible crearlo de golpe”.232

Por eso, los bolcheviques se aferraron a los soviets como al eslabón


orgánico fundamental, que podía facilitar la organización de la Revolución
de Octubre y la creación del nuevo y poderoso aparato del estado
proletario.

Desde el punto de vista de su desarrollo interno, la consigna de “¡Todo el


poder a los soviets!” pasó por dos etapas: la primera, hasta la derrota de
los bolcheviques en julio, durante la dualidad de poderes, y la segunda,
después de la derrota de la sublevación de Kornilov.

En la primera etapa, esta consigna significaba la ruptura del bloque de los


mencheviques y los eseristas con los demócratas constitucionalistas, la
formación de un gobierno soviético, integrado por mencheviques y
eseristas (pues los soviets estaban entonces en sus manos), la libertad de
agitación (es decir, para los bolcheviques) y libertad de lucha entre los
partidos en el seno de los soviets, con la esperanza de que esta lucha
permitiría a los bolcheviques conquistar a los soviets y modificar la
composición del gobierno soviético mediante un desarrollo pacífico de la
revolución. Este plan no era, naturalmente, la dictadura del proletariado.
Pero, sin duda alguna, facilitaba la preparación de las condiciones
necesarias para asegurar la dictadura, pues al colocar en el poder a los
mencheviques y los eseristas y al obligarles a poner en práctica su
plataforma antirrevolucionaria, aceleraba el desenmascaramiento de la
verdadera naturaleza de esos partidos, aceleraba su aislamiento, su
separación de las masas. Sin embargo, la derrota de los bolcheviques en el
mes de julio interrumpió este proceso, dando ventaja a la contrarrevolución
de los generales y los demócratas constitucionalistas y arrojando a los
eseristas y a los mencheviques en sus brazos. Esta circunstancia obligó al
partido a retirar por el momento la consigna de “¡Todo el poder a los
soviets!” para volver a lanzarla cuando se produjera un nuevo auge de la
revolución.

La derrota de la sublevación de Kornilov inauguró la segunda etapa. La


consigna de “¡Todo el poder a los soviets!” se puso de nuevo a la orden
del día. Pero ahora esta consigna no significaba ya lo mismo que en la
primera etapa. Su contenido había cambiado radicalmente. Ahora, esta

232
Cf., t. XXI, pp. 258-259
261
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

consigna significaba la ruptura completa con el imperialismo y el paso del


poder a los bolcheviques, pues los soviets eran ya, en su mayoría,
bolcheviques. Ahora, esta consigna significaba que la revolución abordaba
el establecimiento de la dictadura del proletariado mediante la insurrección.
Es más: esta consigna significaba ahora la organización de la dictadura del
proletariado y su constitución en estado.

La táctica de transformación de los soviets en organismos de poder del


estado tenía una importancia inapreciable, porque apartaba del imperia-
lismo a las masas de millones y millones de trabajadores, desenmascaraba
a los partidos menchevique, y eserista como instrumentos del imperialismo
y llevaba a las masas por vía directa, digámoslo así, a la dictadura del
proletariado.

Por tanto, la política de transformación de los soviets en organismos de


poder del estado, como la condición primordial para el aislamiento de los
partidos conciliadores y para la victoria de la dictadura del proletariado:
tal es la tercera particularidad de la táctica de los bolcheviques en el
período de la preparación de Octubre.

Cuarta particularidad. El cuadro quedaría incompleto si no examináramos


cómo y por qué consiguieron los bolcheviques transformar las consignas
de su partido en consignas para las masas de millones y millones de
trabajadores, en consignas que impulsaban la revolución; cómo y por qué
lograron convencer de que su política era acertada, no sólo a la
vanguardia y no sólo a la mayoría de la clase obrera, sino también a la
mayoría del pueblo.

La realidad es que, para el triunfo de una revolución, si esta revolución es


auténticamente popular y engloba a millones de hombres, no basta que
las consignas del partido sean acertadas. Para que la revolución triunfe, es
necesario, además, otra condición indispensable, a saber: que las masas
se convenzan ellas mismas, por propia experiencia, de que esas consignas
son acertadas. Sólo en tal caso las consignas del partido se convierten en
consignas de las masas mismas. Sólo en tal caso la revolución se convierte
en una auténtica revolución popular. Una de las particularidades de la
táctica de los bolcheviques durante el período de la preparación de
Octubre es que supo trazar certeramente las rutas y los virajes que llevan
de un modo natural a las masas a identificarse con las consignas del
partido, al umbral mismo, por decirlo así, de la revolución, y de este modo
hacen más fácil para ellas el percibir, comprobar y reconocer, por propia
experiencia, que esas consignas son acertadas. En otros términos: una de
las particularidades de la táctica de los bolcheviques es que no confunde
la dirección del partido con la dirección de las masas; que ve claramente
262
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

la diferencia entre esa primera dirección y la segunda; que no sólo es, por
tanto, la ciencia de dirigir el partido, sino también la de dirigir a las masas
de millones y millones de trabajadores.

La experiencia de la convocatoria y disolución de la Asamblea consti-


tuyente es una manifestación patente de esa particularidad de la táctica
bolchevique.

Sabido es que los bolcheviques habían lanzado la consigna de república de


los soviets ya en abril de 1917. Sabido es que la Asamblea constituyente
era un parlamento burgués, en contradicción flagrante con los principios
de la república de los soviets. ¿Cómo pudo ocurrir que los bolcheviques,
marchando hacia la república de los soviets, exigieran al mismo tiempo
del Gobierno provisional la convocatoria inmediata de la Asamblea
constituyente? ¿Cómo pudo ocurrir que los bolcheviques, no sólo
participaran en las elecciones, sino que convocaran ellos mismos la
Asamblea constituyente? ¿Cómo pudo ocurrir que un mes antes de la
insurrección, cuando se estaba pasando de lo viejo a lo nuevo, los
bolcheviques admitieran la posibilidad de una combinación temporal de la
república de los soviets y de la Asamblea constituyente?

“Ocurrió” esto porque:

1) la idea de la Asamblea constituyente era una de las ideas más


extendidas entre las amplias masas de la población;

2) la consigna de convocatoria inmediata de la Asamblea constituyente


permitía desenmascarar con más facilidad la naturaleza contrarrevolu-
cionaria del Gobierno provisional;

3) para desprestigiar ante las masas populares la idea de la Asamblea


constituyente, era indispensable llevar a estas masas, con sus reivindi-
caciones sobre la tierra, la paz y el poder de los soviets, hasta los muros
de la Asamblea constituyente, haciéndolas chocar, de esta manera, con la
Asamblea constituyente real y viva;

4) ésta era la única forma de hacer que las masas se convencieran


fácilmente, por experiencia propia, del carácter contrarrevolucionario de
la Asamblea constituyente y de la necesidad de su disolución;

5) todo esto implicaba, naturalmente, la posibilidad de una combinación


temporal de la república de los soviets y de la Asamblea constituyente,
como uno de los medios de eliminar a esta última;

263
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

6) semejante combinación, llevada a cabo siempre y cuando que todo el


poder pasase a los soviets, solo podía significar la supeditación de la
Asamblea constituyente a los soviets, su transformación en un apéndice
de los soviets, su extinción sin dolor.

No creo que sea necesario demostrar que, sin semejante política de los
bolcheviques, la disolución de la Asamblea constituyente no habría sido
tan fácil, y que las acciones posteriores de los eseristas y los mencheviques
bajo la consigna de “¡Todo el poder a la Asamblea constituyente!” no
habrían fracasado con tal estrépito.

“Participamos –dice Lenin– en las elecciones al parlamento burgués


de Rusia, a la Asamblea constituyente, en septiembre-noviembre
de 1917. ¿Era acertada nuestra táctica o no?... ¿Acaso nosotros, los
bolcheviques rusos, no teníamos en septiembre-noviembre de
1917 más derecho que todos los comunistas de Occidente a
considerar que el parlamentarismo había sido superado política-
mente en Rusia? Lo teníamos, naturalmente, pues la cuestión no
estriba en si los parlamentos burgueses existen desde hace mucho
o poco tiempo, sino en si las grandes masas trabajadoras están
preparadas (ideológica, política y prácticamente) para adoptar el
régimen soviético y disolver (o permitir la disolución) del parlamento
democrático-burgués. Que la clase obrera de las ciudades, los
soldados y los campesinos de Rusia estaban, en septiembre-
noviembre de 1917, en virtud de una serie de condiciones parti-
culares, excepcionalmente preparados para adoptar el régimen
soviético y disolver el parlamento burgués más democrático, es
un hecho histórico absolutamente indiscutible y plenamente
establecido. Y, no obstante, los bolcheviques no boicotearon la
Asamblea constituyente, sino que participaron en las elecciones,
tanto antes como después de la conquista del poder político por el
proletariado”.233

¿Y por qué no boicotearon los bolcheviques la Asamblea constituyente?


Porque, dice Lenin:

“Incluso unas semanas antes de la victoria de la república soviética,


incluso después de esta victoria, la participación en un parlamento
democrático-burgués, lejos de perjudicar al proletariado revolucio-
nario, le permite demostrar más fácilmente a las masas atrasadas
por qué semejantes parlamentos merecen ser disueltos, facilita el

233
Véase. t. XXV, pp. 201-202
264
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

éxito de su disolución, facilita la ‘superación política’ del parlamen-


tarismo burgués”.234

Es significativo que Trotsky no comprenda esta particularidad de la táctica


de los bolcheviques y gruña contra la “teoría” de la combinación de la
Asamblea, constituyente y de los soviets, tildándola de hilferdingada.

No comprende que, una vez lanzada la consigna de insurrección y


cuando el triunfo de los soviets es probable, admitir esa combinación,
admitir la convocatoria de la Asamblea constituyente constituye la
única táctica revolucionaria, que no tiene nada de común con la
táctica a lo Hilferding de transformar los soviets en un apéndice de
la Asamblea constituyente; no comprende que el error de algunos
camaradas en este problema no lo autoriza a vituperar la posición
absolutamente acertada de Lenin y del partido en cuanto a la
posibilidad de un “poder estatal combinado” en ciertas condi-
ciones.235

No comprende que, sin su política peculiar en relación con la Asamblea


constituyente, los bolcheviques no habrían logrado ganarse a millones y
millones de hombres del pueblo y que, sin ganarse a estas masas, no
habrían podido transformar la insurrección de Octubre en una profunda
revolución popular.

Es interesante ver cómo Trotsky gruñe hasta contra las palabras “pueblo”,
“democracia revolucionaria”, etc., etc.. que suelen encontrarse en los
artículos de los bolcheviques y que él considera indecorosas para un
marxista.

Por lo visto, Trotsky olvida que incluso en septiembre de 1917, un mes


antes de la victoria de la dictadura del proletariado, Lenin, marxista
indudable, escribía sobre la “necesidad del paso inmediato de todo el
poder a manos de la democracia revolucionaria, con el proletariado
revolucionario a la cabeza”.236

Por lo visto, Trotsky olvida que Lenin, marxista indudable, citando la


conocida carta de Marx a Kugelmann (abril de 1871) donde se dice que la
demolición del aparato burocrático-militar del estado es condición previa
de toda verdadera revolución popular en el continente, escribe, con
claridad meridiana, las siguientes líneas:

234
Op. Cit.
235
Cf., t. XXI, p. 338
236
Cf., t. XXI, p. 198
265
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Merece especial atención la observación extraordinariamente


profunda de Marx de que la demolición de la máquina burocrático-
militar del estado es ‘condición previa de toda verdadera revolución
popular’. Este concepto de revolución ‘popular’ parece extraño en
boca de Marx, y los adeptos de Plejánov y los mencheviques rusos,
esos discípulos de Struve que quieren hacerse pasar por marxistas,
podrían tal vez calificar de ‘lapsus’ esta expresión de Marx. Esa
gente ha hecho una tergiversación tan liberal e indigente del
marxismo, que para ellos no existe nada sino la antítesis entre
revolución burguesa y revolución proletaria, y hasta esta antítesis
la conciben de un modo a más no poder escolástico...

“En la Europa de 1871, el proletariado no formaba en ningún país


del continente la mayoría del pueblo. La revolución no podía ser
‘popular’ ni arrastrar verdaderamente a la mayoría al movimiento,
si no englobaba tanto al proletariado como a los campesinos.
Ambas clases formaban entonces el ‘pueblo’. Une a estas clases el
hecho de que la ‘máquina burocrático-militar del estado’ las oprime,
las esclaviza, las explota. Destruir, demoler esta máquina, eso es lo
que aconsejan los verdaderos intereses del ‘pueblo’, de su mayoría,
de los obreros y de la mayoría de los campesinos, y tal es la
‘condición previa’ para una alianza libre de los campesinos pobres
con los proletarios; y sin esa alianza, la democracia es precaria y la
transformación socialista imposible.”237

Estas palabras de Lenin no deben olvidarse.

Así, pues, lograr que las masas se convenzan por experiencia propia de
que las consignas del partido son acertadas llevando a estas masas a
posiciones revolucionarias, como la condición primordial para la conquista
de millones de trabajadores en favor del partido: tal es la cuarta
particularidad de la táctica de los bolcheviques durante el período de ta
preparación de Octubre.

Creo que lo dicho es suficiente para comprender bien los rasgos


característicos de esta táctica.

237
Op. cit. XXI, pp. 395-396.
266
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

IV. LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE. COMIENZO Y PREMISA DE LA


REVOLUCIÓN MUNDIAL
Es indudable que la teoría universal del triunfo simultáneo de la revolución
en los principales países de Europa, la teoría de la imposibilidad de la
victoria del socialismo en un solo país, ha resultado ser una teoría
artificial, una teoría no viable. La historia de siete años de revolución
proletaria en Rusia no habla en favor, sino en contra de esa teoría. Esa
teoría no sólo es inaceptable como esquema de desarrollo. de la
revolución mundial, ya que está en contradicción con hechos evidentes.
Es todavía más inaceptable como consigna, porque no libera, sino que
encadena la iniciativa de los distintos países que, en virtud de ciertas
condiciones históricas, adquieren la posibilidad de romper ellos solos el
frente del capital: porque no estimula a los distintos países a emprender
una arremetida enérgica contra el capital, sino a mantenerse pasivamente
a la expectativa, en espera del “desenlace general”: porque no fomenta
en los proletarios de los distintos países la decisión revolucionaria, sino las
dudas a lo Hamlet: “¿y si los demás países no nos apoyan?”. Lenin tiene
completa razón al decir que la victoria del proletariado en un solo país es
un “caso típico”, que “la revolución simultánea en varios países” sólo
puede darse como una “excepción rara.238

Pero la teoría leninista de la revolución no se circunscribe, como es


sabido, a este solo aspecto del problema. Es, al mismo tiempo, la teoría
del desarrollo de la revolución mundial. La victoria del socialismo en un
solo país no constituye un fin en sí. La revolución del país victorioso no
debe considerarse como una magnitud autónoma, sino como un apoyo,
como un medio para acelerar el triunfo del proletariado en todos los
países. Porque la victoria de la revolución en un solo país, en este caso en
Rusia, no es solamente un producto del desarrollo desigual y de la
disgregación progresiva del imperialismo. Es, al mismo tiempo, el comienzo
y la premisa de la revolución mundial.

Es indudable que las vías del desarrollo de la revolución mundial no son


tan sencillas como podían parecer antes de la victoria de la revolución en
un solo país, antes de la aparición del imperialismo desarrollado, “antesala
de la revolución socialista”. Porque ha surgido un factor nuevo tan
importante como la ley del desarrollo desigual de los países capitalistas,
que rige bajo las condiciones del imperialismo desarrollado y evidencia la
inevitabilidad de los conflictos armados, el debilitamiento general del
frente mundial del capital y la posibilidad de la victoria del socialismo en
algunos países por separado. Porque ha surgido un factor nuevo tan
238
Op. cit., XXIII, p. 354
267
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

importante como el inmenso país soviético, situado entre el Occidente y


el Oriente, entre el centro de la explotación financiera del mundo y el
teatro de la opresión colonial, un país cuya sola existencia revoluciona el
mundo entero.

Todos estos factores (por no citar otros de menor importancia) no pueden


ser pasados por alto al estudiar las vías de la revolución mundial.

Antes solía suponerse que la revolución iría desarrollándose por


“maduración” gradual de los elementos de socialismo, ante todo en los
países más desarrollados, en los países “adelantados”. Ahora, esta idea
debe ser modificada de modo substancial.

“El sistema de las relaciones internacionales –dice Lenin– es


actualmente tal, que uno de los estados de Europa, Alemania se ve
avasallado por los estados vencedores. Por otra parte, diversos
estados, por cierto de los más antiguos del Occidente, se hallan,
gracias a la victoria, en condiciones de poder aprovechar esa misma
victoria para hacer a sus clases oprimidas una serie de concesiones,
que, sí bien son insignificantes, retardan el movimiento revolu-
cionario en estos países, creando una apariencia de ‘paz social’.

“Al mismo tiempo, otros muchos países –el Oriente, la India, China,
etc.– se han visto definitivamente sacados de su carril, precisa-
mente por causa de la última guerra imperialista. Su desarrollo se
ha orientado definitivamente por la vía general del capitalismo
europeo. En esos países ha comenzado la misma efervescencia que
se observa en toda Europa. Y para todo el mundo es ahora claro
que ellos han entrado en un proceso de desarrollo que no puede
por menos de conducir a la crisis de todo el capitalismo mundial.

“En vista de esto y en relación con ello, los países capitalistas de la


Europa occidental llevarán a término su desarrollo hacia el socia-
lismo... de un modo distinto a como esperábamos anteriormente.
No lo llevan a término por un proceso gradual de ‘maduración’ del
socialismo en ellos, sino mediante la explotación de unos estados
por otros, mediante la explotación del primer estado entre los
vencidos en la guerra imperialista, unida a la explotación de todo el
Oriente se ha incorporado de manera definitiva al movimiento
revolucionario, gracias precisamente a esta primera guerra imperia-
lista, viéndose arrastrado definitivamente a la órbita general del
movimiento revolucionario mundial.”239

239
Op. cit., t. XXVII, pp. 415-416
268
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Si a esto se añade que no sólo los países vencidos y las colonias son
explotados por los países vencedores, sino que, además, una parte de los
países vencedores cae en la órbita de la explotación financiera de los
países vencedores más poderosos, de los Estados Unidos e Inglaterra; que
las contradicciones entre todos estos países constituyen el factor más
importante de la disgregación del imperialismo mundial; que, además de
estas contradicciones, existen y se están desarrollando, otras contradic-
ciones, profundísimas, dentro de cada uno de estos países; que todas
estas contradicciones se ahondan y se agudizan por el hecho de existir al
lado de esos países la gran república de los soviets; si tomamos todo eso
en consideración, tendremos una idea, más o menos completa, de la
peculiaridad de la presente situación internacional.

Lo más probable es que la revolución mundial se desarrolle del siguiente


modo: nuevos países se desgajarán del sistema de los países imperialistas
por vía revolucionaria, siendo apoyados sus proletarios por los proletarios
de los países imperialistas. Vemos que el primer país que se ha desgajado,
el primer país que ha vencido, es apoyado ya por los obreros y las masas
trabajadoras de los otros países. Sin este apoyo no podría mantenerse. Es
indudable que este apoyo irá cobrando mayor intensidad y fuerza. Pero
también es indudable que el mismo desarrollo de la revolución mundial,
el mismo proceso por el que se desgajen del imperialismo nuevos países
se operará con tanta mayor rapidez y profundidad cuanto más firmemente
se vaya consolidando el socialismo en el primer país victorioso, cuanto
más rápidamente se transforme este país en una base para el desarrollo
sucesivo de la revolución mundial, en una palanca de la disgregación
sucesiva del imperialismo.

Si es cierta la tesis de que el triunfo definitivo del socialismo en el primer


país liberado no es posible sin los esfuerzos comunes de los proletarios de
varios países, no menos lo es que la revolución mundial se desarrollará
con tanta mayor rapidez y profundidad, cuanto más eficaz sea la ayuda
prestada por el primer país socialista a los obreros y a las masas
trabajadoras de todos los otros países.

¿En qué debe consistir esta ayuda?

En primer lugar, en que el país que ha triunfado “lleve a cabo el máximo


de lo realizable en un solo país para desarrollar, apoyar y despertar la
revolución en todos los países.”240

En segundo lugar, en que “el proletariado triunfante” de un país:

240
Cf., Lenin, t. XXIII, p. 385
269
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“después de expropiar a los capitalistas y de organizar la producción


socialista dentro de sus fronteras, se enfrente con el resto del
mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases
oprimidas de los demás países, levantando en ellos la insurrección
contra los capitalista, empleando, en caso necesario, incluso la
fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus estados.”241
La particularidad característica de esta ayuda del país victorioso no sólo
consiste en que acelera la victoria del proletariado de los otros países,
sino también en que, al facilitar esta victoria, asegura el triunfo definitivo
del socialismo en el primer país victorioso.
Lo más probable es que, en el curso del desarrollo de la revolución
mundial, se formen, al lado de los focos de imperialismo en distintos
países capitalistas y al lado del sistema de estos países en todo el mundo,
focos de socialismo en distintos países soviéticos y un sistema de estos
focos en el mundo entero, y que la lucha entre estos dos sistemas llene la
historia del desarrollo de la revolución mundial.
Pues, “la libre unión de las naciones en el socialismo –dice Lenin– es
imposible sin una lucha tenaz, más o menos prolongada, de las repúblicas
socialistas contra los estados atrasados”.242
La importancia mundial de la Revolución de Octubre no sólo reside en que
es la gran iniciativa de un país que ha abierto una brecha en el sistema del
imperialismo y constituye el primer foco de socialismo en medio del
océano de los países imperialistas, sino también en que es la primera
etapa de la revolución mundial y una base potente para su desenvolvi-
miento sucesivo.

Por eso no sólo yerran quienes, olvidando el carácter internacional de la


Revolución de Octubre, afirman que la victoria de la revolución en un solo
país es un fenómeno pura y exclusivamente nacional; yerran también
quienes sin olvidar el carácter internacional de la Revolución de Octubre,
propenden a considerarla como algo pasivo, sujeto únicamente al apoyo
que pueda recibir del exterior. La realidad es que no sólo la Revolución de
Octubre necesita del apoyo de la revolución de los otros países, sino que
también la revolución de estos países necesita del apoyo de la Revolución
de Octubre para acelerar e impulsar el derrocamiento del imperialismo
mundial.

17 de diciembre de 1924.

241
Cf., Lenin, t. XVIII, pp. 232-233
242
Op. cit.
270
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

CUESTIONES DEL LENINISMO243


Josep Stalin

A la organización de Leningrado del P.C. (b) de la URSS

I. DEFINICIÓN DEL LENINISMO


En el folleto. Los fundamentos del leninismo se da la conocida definición
del leninismo, que ha obtenido ya, por lo visto, carta de ciudadanía. Dice
así:

“El leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de la


revolución proletaria. O más exactamente: el leninismo es la teoría
y la táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la
táctica de la dictadura del proletariado en particular”.

¿Es exacta esta definición?

Yo entiendo que sí lo es. Es exacta, en primer lugar, porque indica


acertadamente las raíces históricas del leninismo, conceptuándolo como
el marxismo, de la época del imperialismo, por oposición a algunos críticos
de Lenin, que entienden equivocadamente que el leninismo surgió
después de la guerra imperialista. Es exacta, en segundo lugar, porque
señala acertadamente el carácter internacional del leninismo, por oposición
a la socialdemocracia, que entiende que el leninismo sólo es aplicable a
las condiciones nacionales rusas. Es exacta, en tercer lugar, porque señala
acertadamente la ligazón orgánica que existe entre el leninismo y la
doctrina de Marx, conceptuándolo como el marxismo de la época del
imperialismo, por oposición a algunos críticos del leninismo, que no ven
en éste un nuevo desarrollo del marxismo, sino simplemente la
restauración del marxismo y su aplicación a la realidad rusa.

No creemos que, sea necesaria detenerse a comentar esto.

Sin embargo, en nuestro partido hay, por lo visto, quienes consideran


necesario definir el leninismo de un modo diferente. Así, por ejemplo,
Zinóviev cree que:

“El leninismo es el marxismo de la época de las guerras imperia-


listas y de la revolución mundial, revolución que se ha iniciado
directamente en un país en que predomina el campesinado.”

243
J . Stalin, Camino de Octubre. Editorial del Estado. 1925
271
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

¿Qué pueden significar las palabras subrayadas por Zinóviev? ¿Qué


significa introducir en la definición del leninismo el atraso de Rusia, su
carácter campesino?

Significa convertir el leninismo, doctrina proletaria internacional, en un


producto de las condiciones específicas rusas.

Significa hacer el juego a Bauer y Kautsky, que niegan la posibilidad de


aplicar el leninismo a otros países más desarrollados en el sentido
capitalista.

Es indudable que la cuestión campesina tiene para Rusia una importancia


enorme, que nuestro país es un país campesino. Pero ¿qué importancia
puede encerrar este hecho, a la hora de definir los fundamentos del
leninismo? ¿Acaso el leninismo se formó exclusivamente en las condiciones
de Rusia y para Rusia, y no en las condiciones del imperialismo y para los
países imperialistas en general? ¿Acaso obras de Lenin como El imperia-
lismo, fase superior del capitalismo244, El estado y la revolución245, La
revolución proletaria y el renegado Kautsky, 246 La enfermedad infantil del
“izquierdismo” en el comunismo,247 etc., solo tienen importancia para Rusia
y no para los países imperialistas en general? ¿Acaso el leninismo no es la
síntesis de la experiencia del movimiento revolucionario de fados los
países? ¿Acaso los fundamentos de la teoría y de la táctica del leninismo
no son válidos y obligatorios para los partidos proletarios de todos los
países? ¿Acaso Lenin no tenía razón cuando decía que “el bolchevismo
puede servir de modelo de táctica para todos?. 248 ¿Acaso Lenin no tenía
razón cuando hablaba de la significación internacional [Subrayado por mí
J. St.] del poder soviético y de los fundamentos de la teoría y de la táctica
bolchevique?249 ¿Acaso no son exactas, por ejemplo, las siguientes palabras
de Lenin?

“En Rusia, la dictadura del proletariado tiene que distinguirse


inevitablemente por ciertas particularidades en comparación con
los países avanzados, como consecuencia del inmenso atraso y del
carácter pequeño burgués de nuestro país. Pero las fuerzas funda-
mentales –y las formas fundamentales de la economía social– son,
en Rusia, las mismas que en cualquier país capitalista, por lo que

244
Cf., V. I. Lenin, Obras, t. 22
245
Cf., V. I. Lenin, Obras, t. 25
246
Cf., V. I. Lenin, Obras, t. 28
247
Cf., V. I. Lenin, Obras, t. 31
248
Cf., t. XXIII, p. 386. Aquí y en las siguientes referencias a los trabajos de V. I. Lenin, los números
romanos corresponden a los tomos de la 3a edición en ruso de las Obras de V.I. Lenin. (N. Ed.).
249
Cf., t. XXV, pp. 171-172
272
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

estas particularidades pueden referirse tan sólo a lo que no es


esencial” [Subrayado por mí. J. St.].250

Y si todo eso es cierto, ¿no se desprende, acaso, de ello que la definición


del leninismo que da Zinóviev no puede considerarse exacta?

¿Cómo se puede compaginar esta definición del leninismo, que lo limita a


un marco nacional, con el internacionalismo?

II. LO FUNDAMENTAL EN EL LENINISMO


En el folleto Los fundamentos del leninismo se dice:

“Algunos piensan que lo fundamental en el leninismo es la cuestión


campesina, que el punto de partida del leninismo es la cuestión del
campesinado, de su papel, de su peso específico. Esto es completa-
mente falso. La cuestión fundamental del leninismo, su punto de
partida, no es la cuestión campesina, sino la cuestión de la dictadura
del proletariado, de las condiciones en que ésta se conquista y de
las condiciones, en que se consolida. La cuestión campesina, como
cuestión del aliado del proletariado en su lucha por el poder, es una
cuestión derivada.”

¿Es exacto este planteamiento?

Yo entiendo que sí lo es. Este planteamiento se desprende íntegramente


de la definición del leninismo. En efecto, si el leninismo es la teoría y la
táctica de la revolución proletaria, y si lo que constituye el contenido
fundamental de la revolución proletaria es la dictadura del proletariado,
resulta evidente que lo principal en el leninismo es la cuestión de la
dictadura del proletariado, es el estudio de esta cuestión, es su funda-
mentación y concretización.

Sin embargo, Zinóviev no está, por lo visto, de acuerdo con este plantea-
miento. En su artículo En memoria de Lenin, dice:

“La cuestión del papel del campesinado es, como ya he dicho, la


cuestión fundamental [Subrayado por mí J. St.] del bolchevismo, del
leninismo.”

Como veis, este planteamiento de Zinóviev se desprende íntegramente de


su falsa definición del leninismo. Por eso, es tan falso como su definición
del leninismo.
250
Cf., t. XXIV, p. 508
273
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

¿Es exacta la tesis de Lenin de que la dictadura del proletariado forma “el
contenido esencial de la revolución proletaria”?. 251 Indiscutiblemente, es
exacta. ¿Es exacta la tesis de que el leninismo es la teoría y la táctica de la
revolución proletaria? Entiendo que es exacta. ¿Qué se deduce entonces
de esto? De esto se deduce que la cuestión fundamental del leninismo, su
punto de partida, su base, es la cuestión de la dictadura del proletariado.

¿Acaso no es cierto que la cuestión del imperialismo, la cuestión del


desarrollo a saltos del imperialismo, la cuestión del triunfo del socialismo
en un solo país, la cuestión del estado del proletariado, la cuestión de la
forma soviética de este estado, la cuestión del papel del partido dentro
del sistema de la dictadura del proletariado, la cuestión de los caminos de
la edificación del socialismo; acaso no es cierto que todas estas cuestiones
fueron esclarecidas precisamente por Lenin? ¿Acaso no es cierto que son
precisamente estas cuestiones las que forman la base, el fundamento de
la idea de la dictadura del proletariado? ¿Acaso no es cierto que sin
esclarecer estas cuestiones fundamentales sería inconcebible el esclare-
cimiento de la cuestión campesina desde el punto de vista de la dictadura
del proletariado?

Es indudable que Lenin era un profundo conocedor de la cuestión


campesina. Es indudable que la cuestión campesina, como la cuestión del
aliado del proletariado, tiene enorme importancia para el proletariado y
es parte integrante de la cuestión fundamental, la cuestión de la dictadura
del proletariado. Pero ¿acaso no es evidente que si ante el leninismo no se
hubiera planteado la cuestión fundamental, la de la dictadura del prole-
tariado, no habría existido tampoco la cuestión derivada de ésta, la
cuestión del aliado del proletariado, la cuestión de los campesinos?
¿Acaso no es evidente que si ante el leninismo no se hubiera planteado la
cuestión práctica de la conquista del poder por el proletariado, no habría
existido tampoco la cuestión de la alianza con el campesinado?

Lenin no sería el ideólogo más grande del proletariado, como indiscutible-


mente lo es, sino que sería un simple “filósofo campesino”, como con
frecuencia lo pintan los filisteos literarios del extranjero, si en vez de
esclarecer la cuestión campesina sobre la base de la teoría y la táctica de
la dictadura del proletariado, lo hubiese hecho independientemente y al
margen de esta base.

Una de dos:

251
Cf., t. XXIII, p. 337
274
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

o bien la cuestión campesina es lo fundamental en el leninismo, y


entonces el leninismo no es válido ni obligatorio para los países desarro-
llados en el sentido capitalista, para los países que no son campesinos;

o bien lo fundamental en el leninismo es la dictadura del proletariado, y


entonces el leninismo es la teoría internacional de los proletarios de todos
los países, válida y obligatoria para todos los países, sin excepción,
incluyendo los países desarrollados en el sentido capitalista.

Hay que optar por una de las dos cosas.

III. LA CUESTIÓN DE LA REVOLUCIÓN “PERMANENTE”


En el folleto Los fundamentos del leninismo, a la “teoría de la revolución
permanente” se la juzga como una “teoría” que menosprecia el papel del
campesinado. Allí se dice lo siguiente:

“Así, pues, Lenin no combatía a los partidarios de la revolución


“permanente” por la cuestión de la continuidad, pues el propio
Lenin sostenía el punto de vista de la revolución ininterrumpida,
sino porque menospreciaban el papel de los campesinos, que son
la reserva más importante del proletariado.”252

Hasta estos últimos tiempos, esta manera de conceptuar a los “perma-


nentistas” rusos gozaba del asentimiento general. Sin embargo, aun siendo
en general acertada, no puede considerarse todavía como completa. La
discusión de 1924, de una parte, y, de otra, el estudio minucioso de las
obras de Lenin han demostrado que el error de los “permanentistas”
rusos no consistía solamente en menospreciar el papel del campesinado,
sino también en menospreciar la fuerza y la capacidad del proletariado
para conducir a los campesinos tras de sí, en la falta de fe en la idea de la
hegemonía del proletariado.

Por eso, en mi folleto La Revolución de Octubre y la táctica de los


comunistas rusos (diciembre de 1924) amplié esta caracterización y la
sustituí por otra más completa. He aquí lo que se dice en el citado folleto:

“Hasta ahora solía señalarse un solo lado de la teoría de la “revolución


permanente”: la falta de fe en las posibilidades, revolucionarias del
movimiento campesino. Ahora, para ser justos, hay que completar
ese lado con otro: la falta de fe en las fuerzas y en la capacidad del
proletariado de Rusia.”253
252
Cf., J. Stalin, Obras, t. 6
253
Cf., en este mismo volumen el artículo de Stalin
275
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Esto no significa, naturalmente, que el leninismo haya estado o esté en


contra de la idea de la revolución permanente, sin comillas, proclamada
por Marx en la década del 40 del siglo pasado. 254 Al contrario, Lenin fue el
único marxista que supo comprender y desarrollar de un modo acertado
la idea de la revolución permanente. La diferencia entre Lenin y los
“permanentistas”, en esta cuestión, consiste en que los “permanentistas”
tergiversaban la idea de la revolución permanente de Marx, convirtiéndola
en sapiencia inerte y libresca, mientras que Lenin la tomó en su forma
pura e hizo de ella uno de los fundamentos de su teoría de la revolución.
Conviene recordar que la idea de la transformación de la revolución
democrático-burguesa en revolución socialista, expresada por Lenin ya en
1905, es una de las formas en que encarna la teoría de la revolución
permanente de Marx. He aquí lo que Lenin escribía a este respecto ya en
1905:
“De la revolución democrática comenzaremos a pasar en seguida, y
precisamente en la medida de nuestras fuerzas, de las fuerzas del
proletariado consciente y organizado, a la revolución socialista.
Nosotros somos partidarios de la revolución ininterrumpida [Subra-
yado por mí J. St.]. No nos quedaremos a mitad de camino...
“Sin caer en el aventurerismo, sin traicionar nuestra conciencia
científica, sin buscar popularidad barata, podemos decir y decimos
solamente una cosa: ayudaremos con todas nuestras fuerzas a todo
el campesinado a hacer la revolución democrática para que a
nosotros, al partido del proletariado, nos sea más fácil pasar lo
antes posible a una tarea nueva y superior: a la revolución
socialista”.255
Y he aquí lo que dice Lenin a este propósito dieciséis años más tarde,
después de la conquista del poder por el proletariado:

“Los Kautsky, los Hilferding, los Mártov, los Chernov, los Hillquit, los
Longuet, los MacDonald, los Turati y otros héroes del marxismo de
la ‘segunda y media’ no han sabido comprender... la correlación
entre la revolución democrático-burguesa y la revolución proletaria
socialista. La primera se transforma en la segunda [Subrayado por
mí J. St.]. La segunda resuelve de paso los problemas de la primera.
La segunda consolida la obra de la primera. La lucha, y solamente la
lucha, determina hasta qué punto la segunda logra rebasar a la
primera”.256

254
Cf., Marx y Engels, “Mensaje del CC a la Liga de los Comunistas”. O.E., t. I, pp. 92-102
255
Cf., t. VIII, pp. 186-187
256
Cf., t. XXVII, p. 26
276
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Llamo especialmente la atención acerca de la primera cita, tomada del


artículo de Lenin La actitud de la socialdemocracia ante el movimiento
campesino, publicado el 1 de septiembre de 1905. Subrayo esta para
conocimiento de aquellos que aun siguen afirmando que Lenin no llegó a
la idea de la transformación de la revolución democrático-burguesa en
revolución socialista, es decir, a la idea de la revolución permanente,
hasta después de empezada la guerra imperialista. Esta cita no deja lugar
a dudas de que esa gente se equivoca de medio a medio.

IV. LA REVOLUCIÓN PROLETARIA


Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
¿Cuáles son los rasgos característicos de la revolución proletaria, que la
distinguen de la revolución burguesa?

La diferencia entre la revolución proletaria y la revolución burguesa


podría resumirse en cinco puntos fundamentales:

1) La revolución burguesa comienza, generalmente, ante la presencia de


formas más o menos plasmadas de economía capitalista, formas que han
surgido y madurado en el seno de la sociedad feudal ya antes de la
revolución manifiesta; mientras que la revolución proletaria comienza con
la ausencia total o casi total de formas plasmadas de economía socialista.

2) La tarea fundamental de la revolución burguesa se reduce a conquistar


el poder y ponerlo en consonancia con la economía burguesa existente;
mientras que la tarea fundamental de la revolución proletaria consiste en
construir, una vez conquistado el poder, una economía nueva, la
economía socialista.

3) La revolución burguesa termina, generalmente, con la conquista del


poder; mientras que para la revolución proletaria la conquista del poder
no es más que el comienzo, con la particularidad de que en este caso el
poder se utiliza como palanca para transformar la vieja economía y
organizar la nueva.

4) La revolución burguesa se limita a sustituir en el poder a un grupo de


explotadores por otro grupo de explotadores, razón por la cual no
necesita destruir la vieja máquina del estado; mientras que la revolución
proletaria arroja del poder a todos los grupos explotadores, sin excepción,
y coloca en él al jefe de todos los trabajadores y explotados, a la clase de
los proletarios, razón por la cual no puede dejar de destruir la vieja
máquina del estado y sustituirla por otra nueva.

277
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

5) La revolución burguesa no puede agrupar en torno a la burguesía, por


un período más o menos largo, a los millones de hombres de las masas
trabajadoras y explotadas, precisamente porque se trata de trabajadores
y explotados; mientras que la revolución proletaria puede y debe unirlos
al proletariado en una alianza duradera, precisamente por tratarse de
trabajadores y explotados, si es que quiere cumplir su tarea fundamental
de consolidar el poder del proletariado y construir una nueva economía,
la economía socialista.

He aquí algunas tesis fundamentales de Lenin a este respecto:

“Una de las diferencias fundamentales –dice Lenin– entre la


revolución burguesa y la revolución socialista consiste en que para
la revolución burguesa, que brota del feudalismo, se van creando
gradualmente, en el seno del viejo régimen, nuevas organizaciones
económicas, que modifican poco a poco todos los aspectos de la
sociedad feudal. La revolución burguesa tenía una sola tarea;
barrer, arrojar, romper todas las ataduras de la sociedad anterior.
Al cumplir esta tarea, toda revolución burguesa cumple con todo lo
que de ella se exige: intensifica el desarrollo del capitalismo.

“Muy distinta es la situación en que se halla la revolución socialista.

Cuanto más atrasado es el país que, en virtud de los zigzags de la


historia, ha tenido que comenzar la revolución socialista, más difícil
le resulta pasar de las viejas relaciones capitalistas a las relaciones
socialistas. Aquí, a las tareas destructivas se añaden otras nuevas,
de inaudita dificultad: las tareas de organización.”257

“Si la obra creadora popular de la revolución rusa –prosigue Lenin–,


que pasó por la gran experiencia de 1905, no hubiera creado los
soviets ya en febrero de 1917, éstos no habrían podido, en modo
alguno, tomar el poder en octubre, pues el éxito sólo dependía de
que el movimiento, que abarcaba a millones de hombres, contase
con formas de organización ya plasmadas. Estas formas ya plasmadas
fueron los soviets, y por eso en el terreno político nos esperaban
tan brillantes éxitos y una marcha triunfal ininterrumpida como la
que hemos realizado, pues la nueva forma del poder político estaba
ya dispuesta y sólo nos restaba transformar mediante algunos
decretos aquel poder de los soviets que en los primeros meses de
la revolución se hallaba en estado embrionario, en la forma legal-

257
Cf., t. XXII, p. 315
278
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

mente reconocida y afianzada en el estado ruso: en la República


Soviética de Rusia”258

“Quedaban todavía –dice Lenin– dos problemas de una dificultad


inmensa, cuya solución no podía ser de ningún modo aquel camino
triunfal por el que avanzó en los primeros meses nuestra
revolución”.259

“En primer lugar, las tareas de organización interna, que se le


plantean a toda revolución socialista. La diferencia entre la revolución
socialista y la revolución burguesa está precisamente en que en el
segundo caso existen formas plasmadas de relaciones capitalistas,
mientras que el poder soviético, poder proletario, no se encuentra
con relaciones plasmadas, sí se prescinde de las formas más
desarrolladas del capitalismo, que en el fondo sólo abarcan a unas
pocas posiciones elevadas de la industria y aún muy escasamente a
la agricultura. La organización dé la contabilidad, el control sobre
las empresas más fuertes, la transformación de todo el mecanismo
económico del estado en una sola gran máquina, en un organismo
económico que funcione de modo que centenares de millones de
personas se rijan por un solo plan: he ahí la formidable tarea de
organización que cayó sobre nuestros hombros. Dadas las condi-
ciones actuales del trabajo, este problema no admitía en absoluto
una solución audaz, como las que solíamos dar a los problemas de
la guerra civil.”260

“La segunda dificultad inmensa... era la cuestión internacional. Si


hemos podido acabar tan fácilmente con las bandas de Kerenski, si
hemos instaurado con tanta facilidad nuestro poder, si liemos
conseguido sin la menor dificultad los decretos de socialización de
la tierra y del control obrero; si hemos logrado tan fácilmente todo
esto, se debe exclusivamente a que las condiciones favorables
creadas durante breve tiempo nos protegieron contra el imperia-
lismo internacional. El imperialismo internacional, con todo el
poderío de su capital con su máquina bélica altamente organizada,
que constituye la verdadera fuerza, la verdadera fortaleza del
capital internacional, no podía, en modo alguno ni bajo ninguna
condición, acostumbrarse a vivir al lado de la república soviética,
tanto por su situación objetiva como por los intereses económicos
de la clase capitalista que en él encarna; no podía, en virtud de los

258
Cf., t. XXII, p. 315
259
Op. cit. p. 315
260
Op. cit. p. 316
279
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

vínculos comerciales, de las relaciones financieras internacionales.


Aquí el conflicto es inevitable. En ello reside la más grande dificultad
de la revolución rusa, su problema histórico más grande: la necesidad
de resolver los problemas internacionales, la necesidad de provocar
la revolución internacional”.261

Tal es el carácter intrínseco y el sentido fundamental de la revolución


proletaria.

¿Se puede llevar a cabo una reconstrucción tan radical del viejo régimen,
del régimen burgués, sin una revolución violenta, sin la dictadura del
proletariado?

Evidentemente que no. Quien crea que semejante revolución puede


llevarse a cabo pacíficamente, sin salirse del marco de la democracia
burguesa, adaptada a la dominación de la burguesía, ha perdido la cabeza
y toda noción del sentido común, o reniega cínica y abiertamente de la
revolución proletaria.

Hay que subrayar este planteamiento con tanta mayor fuerza y tanto más
categóricamente, por cuanto se trata de una revolución proletaria que
hasta ahora sólo ha triunfado en un país, cercado por países capitalistas
hostiles y cuya burguesía no puede por menos de ser apoyada por el
capital internacional.

Por eso dice Lenin que:

“La liberación de la clase oprimida no sólo es imposible sin una


revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del
poder estatal, creado por la clase dominante”.262

“Que antes –manteniéndose en pie la propiedad privada, es decir,


el poder y el yugo del capital– la mayoría de la población se
pronuncie a favor del partido del proletariado; sólo entonces podrá
y deberá éste tomar el poder”, dicen los demócratas pequeño
burgueses, de hecho criados de la burguesía, que se llaman
“socialistas” [Subrayado por mí, J. St. ]263

“Que antes el proletariado revolucionario derribe a la burguesía,


acabe con la opresión del capital, destruya el aparato del estado
burgués; entonces podrá el proletariado victorioso ganarse rápida-
mente las simpatías y el apoyo de la mayoría de las masas trabaja-

261
Cf., t. XXII, p. 317
262
Cf., t, XXI, p. 373
263
Cf., t. XXIV, p. 647
280
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

doras rio proletarias, satisfaciendo las necesidades de estas, masas


a expensas de los explotadores”, decimos nosotros” [Subrayado por
mí, J. St.]264

“Para atraer a su lado a la mayoría de la población, el proletariado


–prosigue Lenin– tiene, en primer lugar, que derribar a la burguesía
y adueñarse del poder del estado; tiene, en segundo lugar, que
implantar el poder soviético, haciendo añicos el viejo aparato estatal,
con lo cual quebranta inmediatamente la dominación, el prestigio y
la influencia de la burguesía y de los conciliadores pequeño
burgueses entre las masas trabajadoras no proletarias. Tiene, en
tercer lugar, que acabar con la influencia de la burguesía y de los
conciliadores pequeñoburgueses entre la mayoría de las masas
trabajadoras no proletarias, dando satisfacción revolucionaria a las
necesidades económicas de estas masas a expensas de los
explotadores”.265

Tales son los signos característicos de la revolución proletaria.

¿Cuáles son, en relación con esto, los rasgos fundamentales de la dictadura


del proletariado, si se reconoce que la dictadura del proletariado forma el
contenido fundamental de la revolución proletaria?

He aquí la definición más general de la dictadura del proletariado que da


Lenin:
“La dictadura del proletariado no es la terminación de la lucha de
clases, sino su continuación bajo nuevas formas. La dictadura del
proletariado es la lucha de clase del proletariado que ha triunfado y
ha tomado en sus manos el poder político contra la burguesía que
ha sido vencida, pero que no ha sido aniquilada, que no ha
desaparecido, que no, ha dejado de oponer resistencia; contra la
burguesía cuya resistencia se ha intensificado”.266

Al oponerse a que se confunda la dictadura del proletariado con un poder


“de todo el pueblo”, “elegido por todos”, con un poder “que no es de
clase”, Lenin dice:

“La clase que ha tomado en sus manos el poder político, lo ha


tomado consciente de que es ella sola [Subrayado por mí, J. St.] la
que se hace cargo de él. Esto entra en el concepto de dictadura del
proletariado. Y este concepto sólo tiene sentido cuanto una clase
264
Op. cit.
265
Op. cit., p. 641
266
Cf., t. XXIV, p. 311
281
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

sabe que es ella sola la que toma en sus manos el poder político y
no se engaña a sí misma ni engaña a los demás hablando de un
poder ‘de todo el pueblo, elegido por todos y refrendado por todo
el pueblo’.”267

Sin embargo, esto no significa que el poder de una sola clase, la clase de
los proletarios, poder que ésta no comparte ni puede compartir con otras
clases, no necesita, para alcanzar sus objetivos, la ayuda de las masas
trabajadoras y explotadas de otras clases, la alianza con esas masas. Al
contrario, este poder, el poder de una sola clase, sólo se puede afianzar y
ejercer totalmente mediante una forma especial de alianza de la clase de
los proletarios con las masas trabajadoras de las clases pequeño-burguesas,
y ante todo, con las masas trabajadoras del campesinado.

¿Cuál es esta forma especial de alianza y en qué consiste? ¿No se


encuentra esta alianza con las masas trabajadoras de otras clases no
proletarias en contradicción con la idea de la dictadura de una sola clase?

Lo que distingue a esta forma especial de alianza es que el proletariado


constituye en ella la fuerza dirigente. Lo que distingue a esta forma
especial de alianza es que el dirigente del estado, el dirigente del sistema
de la dictadura del proletariado, es un solo partido, el partido del prole-
tariado, el partido comunista, que no comparte ni puede compartir la
dirección con otros partidos.

Como veis, no se trata más que de una contradicción aparente.

“La dictadura del proletariado –dice Lenin– es una forma especial


de alianza de clase [Subrayado por mí, J. St.] entre el proletariado,
vanguardia de los trabajadores, y las numerosas capas trabajadoras
no proletarias (pequeña burguesía, pequeños patronos, campesinos,
intelectuales, etc.) o la mayoría de ellas, alianza dirigida contra el
capital, alianza cuyo objetivo es el derrocamiento completo del
capital, el aplastamiento completo de la resistencia de la burguesía
y de sus tentativas de restauración, alianza cuyo objetivo es la
instauración y la consolidación definitiva del socialismo. Es una
alianza de tipo especial, que se forma en condiciones especiales,
precisamente en las condiciones de una furiosa guerra civil; es una
alianza de los partidarios resueltos del socialismo con sus aliados
vacilantes, y a veces con los ‘neutrales’ (en cuyo caso, de pacto de
lucha, la alianza se convierte en pacto de neutralidad); es una

267
Cf., t. XXVI, p. 286
282
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

alianza entre clases diferentes desde el punto de vista económico,


político, social y espiritual” [Subrayado por mí, J. St.]268

Tratando de rebatir esta interpretación de la dictadura del proletariado,


Kámenev dice en uno de sus informes de orientación:

“La dictadura no es [Subrayado por mí, J. St.] la alianza de una clase


con otra.”

Creo que Kámenev se refiere aquí, ante todo, a un pasaje de mi folleto La


Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos, donde se dice:

“La dictadura del proletariado no es una simple élite guberna-


mental, ‘inteligentemente’ ‘seleccionada’ por la mano solícita de un
‘estratega experimentado’ y que ‘se apoya sabiamente’ en tales o
cuales capas de la población. La dictadura del proletariado es la
alianza de clase del proletariado y de las masas trabajadoras del
campo para derribar el capital, para el triunfo definitivo del
socialismo, a condición de que la fuerza dirigente de esa alianza sea
el proletariado.”269

Sostengo enteramente esta definición de la dictadura del proletariado,


pues entiendo que coincide íntegra y plenamente con la definición de
Lenin que acabo de citar.

Afirmo que la declaración de Kámenev de que “la dictadura no es la


alianza de una clase con otra”, hecha de una forma tan categórica, no
tiene nada que ver con la teoría leninista de la dictadura del proletariado.

Afirmo que de este modo sólo pueden hablar quienes no hayan compren-
dido el sentido que encierra la idea de la ligazón, de la alianza entre el
proletariado y el campesinado, la idea de la hegemonía del proletariado
dentro de esta alianza.

Unicamente pueden hablar así quienes no hayan comprendido la tesis


leninista de que:

“Sólo el acuerdo con el campesinado [Subrayado por mí, J. St.]


puede salvar a la revolución socialista en Rusia, en tanto que no
estalle la revolución en otros países”.270

Unicamente pueden hablar así quienes no hayan comprendido la tesis de


Lenin de que:
268
Cf., t. XXIV, p. 311.
269
Cf., en este mismo volumen el artículo de Stalin.
270
Cf., t. XXVI, p. 238
283
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“El principio supremo de la dictadura [Subrayado por mí, J. St.] es


mantener la alianza entre el proletariado y el campesinado, para
que el proletariado pueda conservar el papel dirigente y el poder
estatal”.271

Señalando uno de los objetivos más importantes de la dictadura, el de


aplastar a los explotadores, Lenin dice:

“Científicamente, dictadura no significa más que un poder no


limitado por nada, no restringido por ninguna ley, absolutamente
por ninguna regla, un poder que se apoya directamente en la
violencia”272

“Dictadura significa –¡tenedlo en cuenta de una vez para siempre,


señores demócratas constitucionalistas!– un poder ilimitado que se
apoya en la fuerza, y no en la ley. Durante la guerra civil, el poder
victorioso, sea el que fuere, sólo puede ser una dictadura”.273

Pero, naturalmente, la dictadura del proletariado no se reduce solamente


a la violencia, aunque sin violencia no puede haber dictadura.

“Dictadura –dice Lenin– no significa solamente violencia, aunque


aquélla no es posible sin la violencia; significa también una organi-
zación del trabajo superior a la precedente.”274

“La dictadura del proletariado... no es sólo el ejercicio de la


violencia sobre los explotadores, ni siquiera es principalmente
violencia. La base económica de esta violencia revolucionaria, la
garantía de su vitalidad y de su éxito, está en que el proletariado
representa y pone en práctica un tipo más elevado de organización
social, del trabajo que el del capitalismo. Esto es lo esencial. En ello
radica la fuerza y la garantía del triunfo inevitable y completo del
comunismo”.275

“Su esencia fundamental (es decir, la de la dictadura, J. St.) reside


en la organización y disciplina del destacamento avanzado de los
trabajadores, de su vanguardia, de su único dirigente: el proletariado.
Su objetivo es crear el socialismo, suprimir la división de la sociedad
en clases, convertir a todos los miembros de la sociedad en trabaja-
dores, destruir la base sobre la que descansa toda explotación del

271
Cit., p. 460
272
Cf., t. XV, p. 441
273
Cf., t. XXV, p. 436
274
Cf., t.XXIV, p. 305
275
Cf., t. XXIV, pp. 335-336
284
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

hombre por el hombre. Este objetivo no puede alcanzarse de un


golpe; ello exige un período de transición bastante largo del
capitalismo al socialismo, tanto porque reorganizar la producción
es empresa difícil, como porque se necesita tiempo para introducir
cambios radicales en todos los dominios de la vida, y porque la
enorme fuerza de la costumbre de dirigir de un modo pequeño
burgués y burgués la economía, sólo puede superarse en una lucha
larga y tenaz. Precisamente por eso habla Marx de todo un período
de dictadura del proletariado como período de transición del
capitalismo al socialismo”.276

Tales son los rasgos característicos de la dictadura del proletariado.

De aquí los tres aspectos fundamentales de la dictadura del proletariado:

1) Utilización del poder del proletariado para aplastar a los explotadores,


para defender el país, para consolidar los lazos con los proletarios de los
demás países, para desarrollar y hacer triunfar la revolución en todos los
países.

2) Utilización del poder del proletariado para apartar definitivamente de


la burguesía a las masas trabajadoras y explotadas, para consolidar la
alianza entre el proletariado y estas masas, para hacer participar a estas
masas en la edificación socialista, para asegurar al proletariado la
dirección estatal de estas masas,

3) Utilización del poder del proletariado para organizar el socialismo, para


suprimir las clases, para pasar a una sociedad sin clases, a la sociedad
socialista.

La dictadura proletaria es la suma de estos tres aspectos. Ni uno solo de


estos aspectos puede considerarse como el único rasgo característico de
la dictadura del proletariado; y a la inversa, basta con que falte aunque
sólo sea uno de ellos, para que, existiendo el cerco capitalista, la dictadura
del proletariado deje de ser dictadura. Por eso, no se puede prescindir de
ninguno de estos tres aspectos sin correr el riesgo de tergiversar la idea
de la dictadura del proletariado. Solamente estos tres aspectos, juntos,
nos dan una idea completa y acabada de la dictadura del proletariado.

La dictadura del proletariado tiene sus períodos, sus formas especiales,


sus diversos métodos de trabajo. Durante el período de la guerra civil,
salta sobre todo a la vista el lado de violencia de la dictadura. Pero de aquí
no se desprende, ni mucho menos, que durante el período de la guerra

276
Cit. p. 314
285
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

civil no se efectúe ninguna labor constructiva. Sin una labor constructiva


es imposible sostener la guerra civil. Por el contrario, durante el período
de edificación del socialismo, salta sobre todo a la vista la labor pacífica,
organizadora y cultural de la dictadura, la legalidad revolucionaria, etc.
Pero de aquí no se desprende tampoco, ni mucho menos, que el lado dé
violencia de la dictadura haya desaparecido o pueda desaparecer durante
el período de, edificación. Los órganos de represión, el ejército y otros
organismos, siguen siendo tan necesarios ahora, en el período de
edificación, como lo fueron en el período de guerra civil. Sin estos
organismos no se puede asegurar, por poco que sea, la labor constructiva
de la dictadura. No debe olvidarse que hasta ahora la revolución no ha
triunfado más que en un sólo país. No debe olvidarse que, mientras exista
el cerco capitalista, subsistirá el peligro de intervención, con todas las
consecuencias derivadas de este peligro.

V. EL PARTIDO Y LA CLASE OBRERA DENTRO DEL SISTEMA


DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
Más arriba he hablado de la dictadura del proletariado desde el punto de
vista de su inevitabilidad histórica, desde el punto de vista de su
contenido de clase, desde el punto de vista de su carácter como estado y,
por último, desde el punto de vista de sus tareas destructoras y creadoras,
que se realizan a lo largo de todo un período histórico, llamado período
de transición del capitalismo al socialismo

Ahora hemos de hablar de la dictadura del proletariado desde el punto de


vista de su estructura, desde el punto de vista de su “mecanismo”, desde
el punto de vista del papel y del significado de las “correas de transmisión”,
“palancas” y “fuerza orientadora”, que en conjunto forman el “sistema de
la dictadura del proletariado” (Lenin) y por medio de las cuales ésta
realiza su labor diaria.

¿Cuáles son esas “correas de transmisión” o “palancas” dentro del sistema


de la dictadura del proletariado? ¿Cuál es esa “fuerza orientadora”? ¿Para
qué son necesarias?

Las palancas o correas de transmisión son aquellas organizaciones de


masas del proletariado, sin ayuda de las cuales es imposible ejercer la
dictadura.

La fuerza orientadora es el destacamento de avanzada del proletariado,


su vanguardia, que constituye la fuerza dirigente fundamental de la
dictadura del proletariado.

286
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

El proletariado necesita esas correas de transmisión, esas palancas y esa


fuerza orientadora porque sin ellas se encontraría, en su lucha por el
triunfo, en la situación de un ejército inerme frente al capital organizado y
armado. El proletariado necesita estas organizaciones porque sin ellas
sería derrotado indefectiblemente en su lucha por el derrocamiento de la
burguesía, en su lucha por la consolidación de su propio poder, en su
lucha por la edificación del socialismo. La ayuda sistemática de estas
organizaciones y la fuerza orientadora de la vanguardia son necesarias
porque sin estas condiciones es imposible una dictadura del proletariado
más o menos duradera y estable.

¿Cuáles son estas organizaciones?

En primer lugar, los sindicatos obreros, con sus ramificaciones en el centro


y en la periferia, bajo la forma de toda una serie de organizaciones de
empresa, culturales, educativas, etc. Estas organizaciones agrupan a los
obreros de todos los oficios. No son una organización del partido. Puede
decirse que los sindicatos son la organización de toda la clase obrera, que
en nuestro país es la clase dominante. Los sindicatos son una escuela de
comunismo. Destacan de su seno a los mejores hombres para la labor
dirigente en todas las ramas de la administración. Sirven de enlace entre
los elementos avanzados y los elementos rezagados de la clase obrera.
Unen a las masas obreras con la vanguardia de la clase obrera.

En segundo lugar, los soviets, con sus numerosas ramificaciones en el


centro y en la periferia, bajo la forma de organizaciones administrativas,
económicas, militares, culturales y demás organizaciones del estado,
unidas a las innumerables asociaciones de masas de los trabajadores,
creadas por iniciativa de éstos, que rodean a esas organizaciones y las
unen con la población. Los soviets son una organización de masas de
todos los trabajadores de la ciudad y el campo.

No son una organización de partido. Los soviets son la expresión directa


de la dictadura del proletariado. A través de los soviets se realizan todas y
cada una de las medidas de consolidación de la dictadura y de la
edificación del socialismo. Por medio de los soviets el proletariado ejerce
la dirección estatal de los campesinos. Los soviets unen a las masas de
millones de trabajadores con la vanguardia del proletariado.

En tercer lugar, todos los tipos de cooperación, con todas sus ramificaciones.
La cooperativa no es una organización de partido; es una organización de
masas de los trabajadores que los agrupa, ante todo, como consumidores
y también, con el transcurso del tiempo, como productores (en las
cooperativas agrícolas). Esta organización adquiere una importancia
287
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

especial después de la consolidación de la dictadura del proletariado,


durante el período en que se desarrolla ampliamente la labor de
construcción. La cooperación facilita la ligazón entre la vanguardia del
proletariado y las masas campesinas y permite atraer a éstas al cauce de
la edificación socialista.

En cuarto lugar, la Unión de la juventud. Es ésta una organización de


masas de la juventud obrera y campesina. No es una organización de
partido, pero es afín al partido. Su misión es ayudar al partido a educar a
la joven generación en el espíritu del socialismo. Proporciona reservas
jóvenes a todas las demás organizaciones de masas del proletariado, en
todas las ramas de la administración. La Unión de la juventud ha adquirido
una importancia especial después de la consolidación de la dictadura del
proletariado, durante el período en que se desarrolla ampliamente la
labor cultural y educativa del proletariado.

Por último, el partido del proletariado, su vanguardia. La fuerza del


partido consiste en que absorbe a los mejores hombres del proletariado,
salidos de todas sus organizaciones de masas. Su misión consiste en
coordinar la labor de todas las organizaciones de masas del proletariado,
sin excepción, y en encauzar su actividad hacia un mismo objetivo, hacia
la liberación del proletariado. Y esto, coordinar y encauzar a estas
organizaciones hacia un mismo objetivo, es absolutamente necesario,
pues de otro modo es imposible la unidad de la lucha del proletariado, de
otro modo es imposible dirigir a las masas proletarias en su lucha por el
poder, en su lucha por la edificación del socialismo. Pero sólo la
vanguardia del proletariado, su partido, es capaz de coordinar y encauzar
la labor de las organizaciones de masas del proletariado. Sólo el partido
del proletariado, sólo el partido de los comunistas es capaz, de
desempeñar este papel de dirigente principal dentro del sistema de la
dictadura del proletariado.

¿Por qué?

“Primero, porque el partido es el punto de concentración de los


mejores elementos de la clase obrera, directamente vinculados a
las organizaciones sin-partido del proletariado y que con frecuencia
las dirigen; segundo, porque el partido, como punto de concen-
tración de los mejores elementos de la clase obrera, es la mejor
escuela de formación de jefes de la clase obrera, capaces de dirigir
todas las formas de organización de su clase; tercero, porque el
partido, como la mejor escuela para la formación de jefes de la
clase obrera, es, por su experiencia y su prestigio, la única organi-
zación capaz de centralizar la dirección de la lucha del proletariado,
288
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

haciendo así de todas y cada una de las organizaciones sin-partido


de la clase obrera organismos auxiliares y correas de transmisión
que unen al partido con la clase”.277

El partido es la fuerza dirigente fundamental dentro del sistema de la


dictadura del proletariado.

“El partido es la forma superior de unión de clase del proletariado”


(Lenin).

Así, pues, los sindicatos como organización de masas del proletariado, que
liga al partido con la clase, sobre todo en el terreno de la producción; los
soviets como organización de masas de los trabajadores, que liga al
partido con éstos, sobre todo en el terreno de la labor estatal: la coope-
ración, como organización de masas, principalmente del campesinado,
que liga al partido con las masas campesinas, sobre todo en el terreno
económico, en el terreno de la atracción de los campesinos a la
edificación socialista; la Unión de la juventud, como organización de
masas de la juventud obrera y campesina, llamada a facilitar a la vanguardia
del proletariado la educación socialista de la nueva generación y la
formación de reservas juveniles; y, finalmente, el partido, como fuerza
orientadora fundamental dentro del sistema de la dictadura del prole-
tariado, llamada a dirigir a todas estas organizaciones de masas. Tal es, a
grandes trazos, el cuadro del “mecanismo” de la dictadura, el cuadro del
“sistema de la dictadura del proletariado”.

Sin el partido, como fuerza dirigente fundamental, no puede haber una


dictadura del proletariado más o menos duradera y estable.

De este modo, para decirlo con las palabras de Lenin:

“se obtiene, en conjunto, un aparato proletario, formalmente no


comunista, flexible y relativamente amplio, potentísimo, por medio
del cual el partido está estrechamente ligado a la clase y a las
masas y a través del cual se ejerce, bajo la dirección del partido, la
dictadura de la clase”.278

Esto no significa, naturalmente, que el partido pueda o deba sustituir a los


sindicatos, a los soviets y a las demás organizaciones de masas. El partido
ejerce la dictadura del proletariado, pero no la ejerce directamente, sino
con la ayuda de los sindicatos, a través de los soviets y de sus ramifi-
caciones. Sin estas “correas de transmisión”, sería imposible una dictadura
más o menos estable.
277
Cf., J. Stalin, Los fundamentos del leninismo .”, Obras, t. 6.
278
Cf., t. XXV, p 192
289
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“No es posible –dice Lenin– ejercer la dictadura sin que haya


algunas ‘correas de transmisión’ entre la vanguardia y la masa de
la clase avanzada, entre ésta y la masa de los trabajadores”.279

“El partido absorbe, por decirlo así, a la vanguardia del proletariado, y


esta vanguardia ejerce la dictadura del proletariado. Y sin una base
como los sindicatos, no se puede ejercer la dictadura, no se pueden
cumplir las funciones del estado. Estas, a su vez, tienen que
realizarse a través [Subrayado por mí, J. St.] de una serie de
instituciones especiales, también de nuevo tipo; concretamente: a
través [Subrayado por mí, J. St.] del aparato soviético”.280

La expresión suprema del papel dirigente del partido, por ejemplo, en


nuestro país, en la Unión Soviética, en el país de la dictadura del
proletariado, es el hecho de que no hay una sola cuestión política o de
organización importante que los soviets u otras organizaciones de masas
de nuestro país resuelvan sin las directivas del partido. En este sentido,
podría decirse que la dictadura del proletariado es, en el fondo, la
“dictadura” de su vanguardia, la “dictadura” de su partido, como funda-
mental fuerza dirigente del proletariado. He aquí lo que Lenin decía a este
respecto en el II Congreso de la Internacional Comunista:281

“Tanner dice que él es partidario de la dictadura del proletariado,


pero que concibe la dictadura del proletariado en forma algo
distinta a como la concebimos nosotros. Dice que, en esencia
[Subrayado por mí, J. St.) nosotros entendemos por dictadura del
proletariado la dictadura de su minoría organizada y consciente.

“En efecto, en la época del capitalismo, cuando las masas obreras


se hallan sometidas a permanente explotación y no pueden
desarrollar sus facultades humanas, lo que más caracteriza a los
partidos políticos obreros es, precisamente, el hecho de que éstos
sólo pueden abarcar a una minoría de su clase. Un partido político
solo puede agrupar a la minoría de la clase, del mismo modo que
los obreros realmente conscientes de toda sociedad capitalista sólo
forman una minoría dentro de la totalidad de los obreros. Esto nos
obliga a reconocer que sólo esta minoría consciente puede dirigir a
las grandes masas obreras y hacer que la sigan. Y si el camarada
Tanner afirma que es enemigo del partido, pero que al mismo

279
Cf., t. XXVI, p. 65
280
Cf., t. XXVI, p. 64
281
Cf., “Sobre el papel del Partido Comunista”. El II Congreso de la .Internacional Comunista se
celebró del 19 de julio al 7 de agosto de 1920. Stalin cita un pasaje del discurso pronunciado por
Lenin.
290
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

tiempo es partidario de que la minoría de los obreros mejor


organizados y más revolucionarios señale el camino a todo el
proletariado, entonces yo digo que, en realidad, no hay diferencia
entre nosotros”.282

Sin embargo, esto no debe interpretarse en el sentido de que entre la


dictadura del proletariado y el papel dirigente del partido ("dictadura" del
partido) se puede poner un signo de igualdad que se puede identificar la
primera con el segundo, que se puede sustituir la primera por el segundo.
Sorin, por ejemplo, dice que “la dictadura del proletariado es el dictadura
de nuestro partido”. Como veis, esta tesis identifica la “dictadura del
partido” con la dictadura del proletariado. ¿Puede reputarse exacta esta
identificación sin salirse del terreno del leninismo? No, no se puede. Y he
aquí por qué.

Primero. En el pasaje arriba citado de su discurso ante el II Congreso de la


Internacional Comunista, Lenin no identifica en modo alguno el papel
dirigente del partido con la dictadura del proletariado. Dice únicamente
que “sólo la minoría consciente (es decir, el partido. J. St.) puede dirigir a
las grandes masas obreras y hacer que la sigan” y que en este sentido,
precisamente, “entendemos, en esencia [Subrayado por mí, J. St.], por
dictadura del proletariado la dictadura de su minoría organizada y
consciente”.

Decir “en esencia” no equivale a decir “íntegramente”. Con frecuencia


decimos que la cuestión nacional es, en, esencia, la cuestión campesina. Y
esto es muy cierto. Pero esto no significa todavía que la cuestión nacional
coincida en toda su extensión con la cuestión campesina, que la cuestión
campesina sea, por sus proporciones, igual a la cuestión nacional, que la
cuestión campesina equivalga a la cuestión nacional. Huelga demostrar
que la cuestión nacional es, por sus proporciones, una cuestión más
amplia y más rica en contenido que la cuestión campesina. Otro tanto
cabe decir, por analogía, del papel dirigente del partido y de la dictadura
del proletariado. Si el partido ejerce la dictadura del proletariado, y en
este sentido la dictadura del proletariado es, en esencia, la “dictadura” de
su partido, esto no significa todavía que la “dictadura del partido” (su
papel dirigente) sea idéntica a la dictadura del proletariado, que la primera
sea, por sus proporciones, igual a la segunda. Huelga demostrar que la
dictadura del proletariado es, por sus proporciones, más amplia y más rica
en contenido que el papel dirigente del partido. El partido ejerce la
dictadura del proletariado, la del proletariado, y no otra cualquiera. Quien

282
Cf., t. XXV, p. 347
291
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

identifica el papel dirigente del partido con la dictadura del proletariado,


sustituye la dictadura del proletariado por la “dictadura” del partido.

Segundo. Ni una sola decisión importante de las organizaciones de masas


del proletariado se adopta sin las directivas del partido. Esto es muy
cierto. Pero ¿significa esto, acaso, que la dictadura del proletariado se
reduzca a las directivas del partido? ¿Significa esto, acaso, que, por tal
razón, las directivas del partido puedan identificarse con la dictadura del
proletariado? ¡Naturalmente que no! La dictadura del proletariado consiste
en las directivas del partido, más el cumplimiento de estas directivas por
las organizaciones de masas del proletariado, más su puesta en práctica
por la población. Aquí tenemos, como puede verse, toda una serie de
transiciones y grados intermedios, que constituyen un elemento nada
despreciable de la dictadura del proletariado. Entre las directivas del
partido y su puesta en práctica, media, pues, la voluntad y la acción de los
dirigidos, la voluntad y la acción de la clase, su disposición (o su falta de
disposición) a apoyar estas directivas, su aptitud (o ineptitud) para
cumplirlas, su aptitud (o ineptitud) para cumplirlas precisamente en la
forma que exige la situación. No creo que sea preciso demostrar que el
partido, que se ha hecho cargo de la dirección, no puede dejar de tener
en cuenta la voluntad, el estado y el grado de conciencia de los dirigidos,
no puede descartar la voluntad, el estado y el grado de conciencia de su
clase. Por eso, quien identifica el papel dirigente del partido con la
dictadura del proletariado, sustituye la voluntad y la acción de la clase por
las directivas del partido.

Tercero. “La dictadura del proletariado –dice Lenin– es la lucha de clase


del proletariado que ha triunfado y ha tomado en sus manos el poder
político”.283 ¿Cómo puede manifestarse esta lucha de clase? Puede
manifestarse en una serie de acciones armadas del proletariado contra las
intentonas de la burguesía derrocada o contra la intervención de la
burguesía extranjera. Puede manifestarse en la guerra civil, si el poder del
proletariado no se ha consolidado aún. Puede manifestarse, ya después
de la consolidación del poder, en una amplia labor organizativa y
constructiva del proletariado, atrayendo a esta obra a las grandes masas.
En todos estos casos, el personaje en acción es el proletariado como
clase. No se ha dado el caso de que el partido, de que el partido solo, haya
organizado todas estas acciones única y exclusivamente con sus fuerzas,
sin el apoyo de la clase. Generalmente, el partido no hace más que dirigir
estas acciones, y las dirige en la medida en que cuenta con el apoyo de la
clase. Pues el partido no puede coincidir en extensión con la clase, no
puede sustituirla. Pues el partido, con toda la importancia de su papel
283
Cf., t. XXIV, p. 311
292
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

dirigente, sigue siendo, no obstante, una parte de la clase. Por eso, quien
identifica el papel dirigente del partido con la dictadura del proletariado,
sustituye la clase por el partido.

Cuarto. El partido ejerce la dictadura del proletariado. “El partido es la


vanguardia del proletariado, vanguardia que ejerce directamente el
poder: el partido es el dirigente” (Lenin).284 En este sentido, el partido
toma el poder, el partido gobierna el país. Pero esto no significa que el
partido ejerza la dictadura del proletariado pasando por alto el poder del
estado, sin el poder del estado: que el partido gobierne el país prescin-
diendo de los soviets, y no a través de los soviets. Esto no quiere decir
todavía que se pueda identificar al partido con los soviets, con el poder
del estado. El partido es el núcleo central del poder. Pero no es el poder
del estado ni se íe puede identificar con él.

“Como partido gobernante –dice Lenin–, no podíamos dejar de fundir las


‘capas superiores’ de los soviets con las ‘capas superiores’ del partido: en
nuestro país, están y seguirán estando fundidas”. 285 Esto es muy cierto.
Pero con esto Lenin no quiere decir, ni mucho menos, que todas nuestras
instituciones soviéticas –por ejemplo, nuestro ejército, nuestro transporte,
nuestras instituciones económicas, etc.– sean instituciones de nuestro
partido, que el partido pueda sustituir a los soviets y a sus ramificaciones,
que pueda identificarse al partido con el poder del estado. Lenin ha dicho
más de una vez que “el sistema de los soviets es la dictadura, del
proletariado”, que “el poder soviético es la dictadura del proletariado”, 286
pero no ha dicho nunca que el partido sea el poder del estado, que los
soviets y el partido sean una y la misma cosa. El partido, que cuenta con
centenares de miles de miembros, dirige los soviets y sus ramificaciones
en el centro y en la periferia, que abarcan decenas de millones de
personas, comunistas y sin partido. Pero el partido, no puede ni debe
sustituirlos. Por eso, Lenin dice que “la dictadura la ejerce el proletariado
organizado en los soviets y dirigido por el partido comunista bolchevique”,
que “toda la labor del partido se realiza a través [Subrayado por mí, J. St.]
de los soviets, que agrupan a las masas trabajadoras, sin distinción de
oficios”287, que la dictadura “ha de ejercerse... a través [Subrayado por mí,
J. St.] del aparato soviético”. 288 Por eso, quien identifica el papel dirigente
del partido con la dictadura del proletariado, sustituye los soviets, es
decir; el poder del estado, por el partido.

284
Cf., V. l. Lenin, Obras, t. 32
285
Cf., t. XXVI, p. 208
286
Cf., t. XXIV, pp. 15 y 14
287
Cf., t. XXV, pp. 192 y 193
288
Cf., t. XXVI, p. 64
293
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Quinto. El concepto de dictadura del proletariado es un concepto estatal.


La dictadura del proletariado encierra forzosamente la idea de violencia.
Sin violencia no puede haber dictadura, siempre y cuando que la
dictadura se entienda en el sentido exacto de la palabra. Lenin define la
dictadura del proletariado como “poder que se apoya directamente en la
violencia”.289 Por eso, hablar de dictadura del partido con respecto a la
clase de los proletarios e identificarla con la dictadura del proletariado,
significa decir que el partido debe ser, en cuanto a su clase, no sólo
dirigente, no sólo el jefe y el, maestro, sino una especie de dictador que
emplea la violencia con respecto a ella, lo cual, naturalmente, es falso de
raíz, Por eso, quien identifica la “dictadura del partido” con la dictadura
del proletariado, presupone tácitamente que el prestigio del partido se
puede basar en la violencia ejercida con respecto a la clase obrera, cosa
absurda y absolutamente incompatible con el leninismo. El prestigio del
partido descansa en la confianza de la clase obrera. Pero la confianza de la
clase obrera no se adquiere por la violencia –la violencia no hace más que
destruir la confianza–, sino por la teoría acertada del partido, por la
política acertada del partido, por la fidelidad del partido a la clase obrera,
por su ligazón con las masas de la clase obrera, por su disposición y por su
capacidad para convencer a las masas de lo acertado de sus consignas.

¿Qué es lo que se desprenden de todo esto?

De esto se desprende:

1) que Lenin no habla de dictadura del partido en el sentido literal de la


palabra (“poder que se apoya en la violencia”), sino en un sentido figurado,
indicando con ello que el partido ejerce, la dirección de un modo exclusivo:

2) que quien identifica la dirección del partido con la dictadura del prole-
tariado, tergiversa a Lenin, atribuyendo falsamente al partido funciones
de violencia con respecto a la clase, obrera en su conjunto;

3) que quien atribuye al partido funciones de violencia, que po le son


propias, con respecto a la clase obrera en su conjunto, falta a las exigencias
elementales a que deben responder, para ser acertadas, las relaciones
entre la vanguardia y la clase, entre el partido y el proletariado.

De este modo, entramos de lleno en la cuestión de las relaciones entre el


partido y la clase, entre los miembros del partido y los sin-partido de la
clase obrera.

289
Cf., t.. XIX, p. 315
294
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Lenin las define como relaciones de “confianza mutua [Subrayado por mí,
J. St. ] entre la vanguardia de la clase obrera y la masa obrera”. 290

¿Qué significa esto?

Significa en primer lugar, que el partido debe estar muy atento a la voz de
las masas: que debe tener muy en cuenta el instinto revolucionario de las
masas: qué debe estudiar la experiencia de la lucha de las masas, compro-
bando a través de ella si su política es acertada; que, por tanto, no sólo
debe enseñar a las masas, sino también aprender de ellas.

Significa, en segundo lugar, que el partido debe conquistar, día tras día, la
confianza de las masas proletarias: que, mediante su política y su labor,
debe ganarse el apoyo de las masas; que no debe ordenar, sino ante todo
persuadir, ayudando a las masas a convencerse por propia experiencia de
lo acertado de la política seguida por el partido: que, por tanto, debe ser
el dirigente, el jefe y el maestro de su clase.

Faltar a estas condiciones equivale a infringir las relaciones que deben


existir entre la vanguardia y la clase, quebrantar la “confianza mutua” y
destruir tanto la disciplina de clase como la de partido.

“Seguramente –dice Lenin–, hoy casi todo el mundo ve ya que los


bolcheviques no se hubieran mantenido en el poder, no digo dos
años y medio, sino ni siguiera dos meses y medio, sin la disciplina
rigurosísima, verdaderamente férrea, de nuestro partido, sin el
apoyo total e incondicional prestado a él por toda la masa de la
clase obrera [Subrayado por mí, J. St.], es decir, por todo lo que ella
tiene de consciente, honrado, abnegado, influyente y capaz, de
conducir tras de sí o de arrastrar a las capas atrasadas” 291

“La dictadura del proletariado dice –Lenin más adelante– es una


lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacífica, militar y
económica, pedagógica y administrativa, contra las fuerzas y las
tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza de la costumbre de
millones y decenas de millones de hombres es la fuerza más
terrible. Sin un partido férreo y templado en la lucha, sin un partido
que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado dentro de
la clase [Subrayado por mi, J. St.], sin un partido que sepa pulsar el
estado de espíritu de las masas e influir sobre él. es imposible llevar
a cabo con éxito esta lucha”.292

290
Cf., t. XXVI, p. 325
291
Cf., t. XXV, p. 173
292
Cf., t. XXV, p. 190
295
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Pero ¿cómo adquiere el partido esta confianza y este apoyo de la clase?


¿Cómo se forja en la clase obrera la férrea disciplina, necesaria para la
dictadura de] proletariado? ¿Sobre qué terreno brota?

He aquí lo que dice Lenin a este respecto:

“¿Cómo se mantiene la disciplina del partido revolucionario del


proletariado? ¿Cómo se comprueba? ¿Cómo se refuerza? Primero,
por la conciencia de la vanguardia proletaria y por su fidelidad a la
revolución, por su firmeza, por su espíritu de sacrificio, por su
heroísmo. Segundo, por su capacidad de ligarse, de acercarse y,
hasta cierto punto, si queréis, de fundirse con las más amplias
masas trabajadoras [Subrayado por mí, J. St.], en primer término
con las masas proletarias, pero también con las masas trabajadoras
no proletarias. Tercero, por lo acertado de la dirección política que
ejerce esta vanguardia, por lo acertado de su estrategia y de su
táctica política, a condición de que las más más extensas se
convenzan de ello por experiencia propia. Sin estas condiciones, no
es posible la disciplina en un partido revolucionario verdadera-
mente apto para ser el partido de la clase avanzada, llamada a
derrocar a la burguesía y a transformar toda la sociedad. Sin estas
condiciones, los intentos de implantar una disciplina se convierten,
inevitablemente, en una ficción, en una frase, en gestos grotescos.
Pero, por otra parte, estas condiciones no pueden brotar de golpe.
Van formándose solamente a través de una labor prolongada, a
través de una dura experiencia; su formación sólo se facilita con
una acertada teoría revolucionaría que, a su vez, no es un dogma,
sino que sólo se forma definitivamente en estrecha “relación con la
experiencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas
y verdaderamente revolucionario”.293

Y en otro lugar:

“Para alcanzar la victoria sobre el capitalismo, hace falta una corre-


lación acertada entre el partido dirigente –el partido comunista–, la
clase revolucionaria –el proletariado– y las masas, es decir, la
totalidad de los trabajadores y explotados. Sólo el partido comunista,
si realmente forma la vanguardia de la clase revolucionaria, si
encuadra a los mejores representantes de la misma, si está formado
por comunistas conscientes y fieles a carta cabal, instruidos y
templados en la experiencia de una tenaz lucha revolucionaria, si
ha sabido ligarse inseparablemente a toda la vida de su clase y, a

293
Cf., t. XXV, p. 174
296
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

través de ella, a toda la masa de los explotados, e inspirar a esta


clase y a esta masa confianza plena [Subrayado por mí, J. St.]; sólo
un partido de esta naturaleza es capaz de dirigir al proletariado 'en
la lucha más implacable, en la lucha decisiva, en la lucha final,
contra todas las fuerzas del capitalismo. Por otra parte, sólo bajo la
dirección de una partido de esta naturaleza puede el proletariado
desplegar toda la potencia de su empuje revolucionario, reduciendo
a la nada la inevitable apatía –en ocasiones resistencia– de esa
pequeña minoría que integran la aristocracia obrera, corrompida
por el capitalismo, los viejos líderes de las tradeuniones y de las
cooperativas, etc. sólo así puede el proletariado desplegar toda su
fuerza, que, por la estructura económica misma de la sociedad
capitalista, es inconmensurablemente mayor que la proporción que
representa en la población”.294

De estas citas se desprende lo siguiente:

1) que el prestigio del partido y la disciplina férrea de la clase obrera,


indispensables para la dictadura del proletariado, no se basan en el temor
ni en los derechos “ilimitados” del partido, sino en la confianza que la
clase obrera deposita en el partido, en el apoyo que la clase obrera presta
al partido;

2) que la confianza de la clase obrera en el partido no se adquiere de


golpe ni por medio de la violencia sobre la clase obrera, sino mediante
una larga labor del partido entre las masas, mediante una acertada
política del partido, por la capacidad del partido para lograr que las masas
se persuadan por propia experiencia de lo acertado de la política del
partido, por la capacidad del partido para asegurarse el apoyo de la clase
obrera y hacer que le sigan las masas de la clase obrera;

3) que sin una acertada política del partido, reforzada por la experiencia
de la lucha de las masas, y sin la confianza de la clase obrera, no hay ni
puede haber verdadera labor de dirección del partido;

4) que el partido y su labor de dirección, si aquél goza de la confianza de


la clase y si esa dirección es una verdadera dirección, no pueden ser
opuestos a la dictadura del proletariado, pues sin la labor de dirección del
partido (“dictadura” del partido), que goza de la confianza de la clase
obrera, no puede haber una dictadura del proletariado más o menos
estable.

294
Cf., t. XXV, p. 315
297
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Si no se dan estas condiciones, el prestigio del partido y la disciplina férrea


de la clase obrera serán frases hueras o baladronadas y afirmaciones
aventuradas.

No se puede contraponer la dictadura del proletariado a la dirección


(“dictadura”) del partido. No se puede, puesto que la labor de dirección
del partido es lo principal de la dictadura del proletariado, si se trata de
una dictadura más o menos estable y completa, y no como, por ejemplo la
Comuna de París que fue una dictadura incompleta e inestable. No se
puede, puesto que la dictadura del proletariado y la labor de dirección del
partido siguen, por decirlo así, una misma línea de trabajo, actúan en la
misma dirección.

“El solo hecho –dice Lenin– de plantear la cuestión de ¿dictadura


del partido o dictadura de la clase?, ¿dictadura (partido) de los
jefes o dictadura (partido) de las masas? atestigua la más increíble
e irremediable confusión de ideas... De todos es sabido que las
masas se dividen en clases..., que las clases están, habitualmente y
en la mayoría de los casos, por lo menos en los países civilizados
modernos, dirigidas por partidos políticos; que los partidos políticos
están dirigidos, por regla general, por grupos más o menos
estables, integrados por las personas más prestigiosas, influyentes
y expertas, elegidas para los cargos de mayor responsabilidad y
llamadas jefes.... Llegar... a contraponer la dictadura de las masas a
la dictadura de los jefes es un absurdo ridículo y una necedad”.295

Esto es muy cierto. Pero esta tesis acertada parte de la premisa de que
existan relaciones acertadas entre la vanguardia y las masas obreras,
entre el partido y la clase. Parte del supuesto de que las relaciones entre
la vanguardia y la clase sigan siendo, por decirlo así, normales, se
mantengan dentro de los límites de la “confianza mutua”.

Ahora bien, ¿y si son infringidas las relaciones acertadas entre la vanguardia


y la clase, las relaciones de “confianza mutua” entre el partido y la clase?

¿Y si el propio partido comienza a ponerse, de un modo o de otro, frente a


la clase, violando los principios en que se basan las relaciones acertadas
con la clase, violando los principios en que se basa la “confianza mutua”?

¿Pueden darse, en general, casos de éstos?

Sí, pueden darse.

Y pueden darse:
295
Cf., t. XXV, pp. 187 y 188
298
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

1) sí el partido comienza a erigir su prestigio entre las masas, no sobre la


base de su labor y de la confianza de estas masas, sino sobre la base de
sus derechos “ilimitados”;

2) si, la política del partido es manifiestamente falsa, y el partido no


quiere revisarla ni corregir su error;

3) si, aun siendo su política, en general, acertada, las masas no están


todavía preparadas para asimilarla, y el partido no quiere o no sabe
esperar a que las masas puedan convencerse por su propia experiencia de
lo acertado de la política del partido y trata de imponérsela.

La historia de nuestro partido ofrece toda una serie de casos de éstos.


Diversos grupos y fracciones de nuestro partido han fracasado y se han
disgregado por haber faltado a una de estas tres condiciones, y a veces a
las tres juntas.

Pero de aquí se desprende que contraponer la dictadura del proletariado


a la “dictadura” (dirección) del partido, sólo puede reputarse falso en los
casos siguientes:

1) si, la dictadura del partido respecto a la clase obrera no se entiende


como una dictadura en el sentido directo de esta palabra (“Poder que se
apoya en la violencia”), sino tal y precisamente como la entiende Lenin:
como la dirección del partido, que descarta toda violencia sobre la clase
obrera en su conjunto, sobre su mayoría;

2) si, el partido cuenta con las condiciones necesarias para ser el


verdadero dirigente de la clase; es decir, si la política del partido es
acertada, sí esta política corresponde a los intereses de la clase;

3) si, la clase, sí la mayoría de la clase acepta esta política, la hace suya, se


convence, gracias a la labor del partido, de lo acertado de esta política,
confía en el partido y lo apoya.

Si se falta a estas condiciones, surge inevitablemente un conflicto entre el


partido y la clase, una escisión entre ellos, su contraposición.

¿Se puede, acaso, imponer por la fuerza a la clase la dirección del partido?
No, no se puede. En todo caso, semejante dirección no podría ser más o
menos duradera. El partido, si quiere mantenerse como partido del
proletariado, debe saber que, ante todo y sobre todo, es el dirigente, el
jefe y el maestro de la clase obrera. No podemos olvidar las palabras
escritas por Lenin a este propósito en el folleto El Estado y la revolución.

299
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Educando al partido obrero, el marxismo educa a la vanguardia del


proletariado, vanguardia capaz de tomar el poder y de conducir a
todo el pueblo al socialismo, de dirigir y organizar el nuevo régimen,
de ser el maestro, el dirigente y el jefe [Subrayado por mí. J. St.] de
todos los trabajadores y explotados en la obra de organizar su
propia vida social sin la burguesía y contra la burguesía”.296

¿Puede, acaso, considerarse el partido como el verdadero dirigente de la


clase, si su política es desacertada, si su política choca con los intereses de
la clase? ¡Naturalmente que no! En tales casos, el partido, si quiere
mantenerse como dirigente, debe revisar su política, debe corregir su
política, debe reconocer su error y enmendarlo. En confirmación de esta
tesis, podríamos remitimos aunque solo fuese a un hecho tomado de la
historia de nuestro partido: al período de la abolición del sistema de
contingentación, cuando las masas obreras y campesinas estaban manifies-
tamente descontentas de nuestra política y cuando el partido accedió,
franca y honradamente, a revisar esa política. He aquí lo que dijo
entonces Lenin, en el X Congreso, a propósito de la abolición del sistema
de contingentación y de la implantación de la nueva política económica:

“No debemos tratar de ocultar nada, sino decir francamente que el


campesinado está descontento de la forma de relaciones estable-
cidas entre él y nosotros, que no quiere esa forma de relaciones y
que no está dispuesto a seguir así. Esto es indiscutible. Esta
voluntad se ha manifestado de un modo resuelto. Es la voluntad de
masas enormes de la población trabajadora.. Debemos tenerla en
cuenta, y somos políticos lo suficientemente sensatos para decir
abiertamente: “¡Vamos a revisar nuestra política con respecto al
campesinado!” [Subrayado por mí, J. St.]297

¿Puede, acaso, considerarse que el partido debe asumir la iniciativa y la


dirección en la organización de las acciones decisivas de las masas
basándose solo en que su política es, en general, acertada, si esta política
no goza aún de la confianza y del apoyo de la clase, a causa, pongamos
por ejemplo, del atraso político de ésta, si el partido no ha logrado
convencer aún a la clase de lo acertado de su política, a causa, pongamos
por ejemplo, de que los acontecimientos no están todavía lo suficiente-
mente maduros? No, no se puede. En tales casos, el partido, si quiere ser
un verdadero dirigente, debe saber esperar, debe convencer a las masas
de lo acertado de su política, debe ayudar a las masas a persuadirse por
experiencia propia de lo acertado de esta política.

296
Cf., t. XXI, p. 386
297
Cf., t. XXVI, p. 238
300
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“Si el partido revolucionario –dice Lenin– no cuenta con la mayoría


dentro de los destacamentos de vanguardia de las clases revolucio-
narias ni dentro del país, no se puede hablar de insurrección”.298

“Si no se produce un cambio en las opiniones de la mayoría de la


clase obrera, la revolución es imposible, y ese cambio se consigue a
través de la experiencia política de las masas”.299

“La vanguardia proletaria, está conquistada ideológicamente. Esto


es lo principal. Sin ello es imposible dar ni siquiera el primer paso
hacia el triunfo. Pero de esto al triunfo hay todavía un buen trecho.
Con la vanguardia sola es imposible triunfar. Lanzar sola a la
vanguardia a la batalla decisiva, cuando toda la ciase, cuando las
grandes masas no han adoptado aún una posición de apoyo directo
a esta vanguardia o, al menos, de neutralidad benévola con respecto
a ella y no son completamente incapaces de apoyar al adversario,
sería no sólo una estupidez, sino, además, un crimen. Y para que
realmente toda la clase, para que realmente las grandes masas de
los trabajadores y de los oprimidos por el capital lleguen a ocupar
esa posición, la propaganda y la agitación, solas, son insuficientes.
Para ello se precisa la propia experiencia política de las masas”300

Es sabido que así fue como procedió nuestro partido durante el período
que media entre la Tesis de Abril de Lenin y la insurrección de Octubre de
1917. Y precisamente por haber actuado conforme a estas indicaciones de
Lenin, fue por lo que triunfó en la insurrección.

Tales son, en lo esencial, las condiciones para que las relaciones entre la
vanguardia y la clase sean acertadas.

¿Que significa dirigir, si la política del partido es acertada y no se infringen


las relaciones acertadas entre la vanguardia y la clase?

Dirigir, en estas condiciones, significa saber convencer a las masas del


acierto de la política del partido; significa lanzar y poner en práctica
consignas que lleven a las masas a las posiciones del partido y les ayuden
a convencerse por su propia experiencia del acierto de la política del
partido: significa elevar a las masas al nivel de conciencia, del partido, y
asegurar así el apoyo de las masas, su disposición para la lucha decisiva.

Por eso, el método fundamental en la dirección de la clase obrera por el


partido es el método de la persuasión.
298
Cf., t. XXI, p. 282
299
Cf., t, XXV, p. 221
300
Cit., p. 228
301
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“Si hoy, en Rusia –dice Lenin– , después de dos años y medio de


triunfos sin precedentes sobre la burguesía de Rusia y la de la
Entente, estableciéramos como condición para el ingreso en los
sindicatos el ‘reconocimiento de la dictadura’, cometeríamos una
tontería, quebrantaríamos nuestra influencia sobre las masas y
ayudaríamos a los mencheviques, pues la tarea de los comunistas
consiste en saber convencer a los elementos atrasados, en saber
trabajar entre ellos, y no en aislarse de ellos mediante consignas
sacadas de la cabeza e infantilmente ‘izquierdistas’.”301

Esto no significa, naturalmente, que el partido deba convencer a todos los


obreros, del primero al último; que sólo después de haberlos convencido
a todos se pueda pasar a los hechos, que sólo entonces se pueda empezar
a actuar. ¡Nada de eso! Significa únicamente que, antes de lanzarse a
acciones políticas decisivas, el partido debe asegurarse, mediante una
labor revolucionaria prolongada, el apoyo de la mayoría de las masas
obreras o, por lo menos, la neutralidad benévola de la mayoría de la clase.
De lo contrario, carecería en absoluto de sentido la tesis leninista que
plantea como condición indispensable para el triunfo de la revolución que
el partido conquiste a la mayoría de la clase obrera.

Ahora bien, ¿qué ha de hacerse con la minoría, si ésta no quiere, si no


está de acuerdo en someterse de buen grado a la voluntad de la mayoría?
¿Puede el partido, debe el partido, gozando dé la confianza de la mayoría,
obligar a la minoría a someterse a la voluntad de la mayoría? Sí, puede y
debe hacerlo. La dirección se asegura por el método de persuadir a las
masas, como método fundamental del partido para influir, sobre éstas.
Pero ello no excluye el empleo de la coerción, sino que, por el contrario,
lo presupone, siempre y cuando que esta coerción se base en la confianza
y en el apoyo que la mayoría de la clase obrera presta al partido, siempre
y cuando que esta coerción se emplee con respecto a la minoría después
de haber sabido convencer a la mayoría.

Sería conveniente recordar las controversias suscitadas a este respecto en


nuestro partido en la época de la discusión sobre los sindicatos. ¿En qué
consistió entonces el error de la oposición, el error del Tsektrán? 302 ¿Acaso
en que la oposición considerara posible por aquel entonces emplear la
coerción? No, no era en eso. El error de la oposición consistió entonces en
que, sin estar en condiciones de persuadir a la mayoría de lo acertado de
301
Cf., t. XXV, p. 197
302
Tsektrán: Comité Central del Sindicato Único de Ferroviarios y de Trabajadores del Transporte
Fluvial y Marítimo, constituido en setiembre de 1920. Hasta marzo de 1921, fecha de realización
del primer congreso de los ferroviarios y de los trabajadores fluviales, la dirección del sindicato
estaba en manos de la oposición.
302
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

su posición y habiendo perdido la confianza de la mayoría, comenzó, no


obstante, a emplear la coerción, a insistir en “sacudir” a los hombres que
gozaban de la confianza de la mayoría.

He aquí lo que dijo entonces Lenin, en el X Congreso del partido, en su


discurso sobre los sindicatos:

“Para establecer relaciones mutuas, una confianza mutua entre la


vanguardia de la clase obrera y la masa obrera, era necesario, si el
Tsektrán había cometido un error..., era necesario que lo corrigiese.
Pero si se empieza a defender el error, esto se convierte en fuente
de un peligro político. Si no se hubiese hecho todo lo posible para
ampliar la democracia, teniendo en cuenta el estado de ánimo que
expresa aquí Kutúzov, hubiéramos llegado a la bancarrota política.
Ante todo debemos persuadir, y luego recurrir a la coerción. Cueste
lo que cueste, primero debemos persuadir, y luego recurrir a la
coerción [Subrayado por mí, J. St.], No hemos sabido convencer a
las grandes masas y hemos infringido la correlación acertada entre
la vanguardia y las masas.”303

Esto mismo dice Lenin en su folleto Sobre los sindicatos:304

“Sólo hemos empleado acertada y eficazmente la coerción, cuando


hemos sabido crearle antes la base de la persuasión”.305

Y esto es muy cierto, pues sin ajustarse a esas condiciones no hay


dirección posible; pues sólo de ese modo se puede asegurar la unidad de
acción en el partido, sí se trata del partido, o la unidad de acción de la
clase, sí se trata de la clase en su totalidad. De otro modo, sobreviene la
escisión, la confusión, la descomposición dentro de las filas de la clase
obrera.

Tales son, en general, las bases en que ha de descansar la dirección


acertada de la clase obrera por el partido.

Toda otra interpretación de lo que significa la dirección, es sindicalismo,


anarquismo, burocratismo, todo lo que se quiera menos bolchevismo,
menos leninismo.

No se puede contraponer la dictadura del proletariado a la dirección


(“dictadura”) del partido, si existen relaciones acertadas entre el partido y
la clase obrera, entre la vanguardia y las masas obreras. Pero de aquí se

303
Cf., t. XXVI, p. 235
304
Cf., V. l. Lenin, Obras, t. 32.
305
Cf., lugar citado, p. 74
303
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

desprende que con mucha menos razón se puede identificar el partido


con la clase obrera, la dirección (“dictadura”) del partido con la dictadura
de la clase obrera. Basándose en que la “dictadura” del partido no se
puede contraponer a la dictadura del proletariado, Sorin llega a la
conclusión falsa de que “la dictadura del proletariado es la dictadura de
nuestro partido”.

Pero Lenin no sólo dice que esa contraposición es inadmisible, sino que
dice al mismo tiempo que es inadmisible contraponer la “dictadura de las
masas a la dictadura de los jefes”. ¿No se os ocurre identificar, basandoos
en esto, la dictadura de los jefes con la dictadura del proletariado? De
pensar así, deberíamos decir que “la dictadura del proletariado es la
dictadura de nuestros jefes”. A esta necedad precisamente es a lo que
conduce, propiamente hablando, la política que identifica la “dictadura”
del partido con la dictadura del proletariado...

¿Cuál es la posición de Zinóviev a este respecto?

Zinóviev mantiene, en el fondo, el mismo punto de vista de identificar la


“dictadura” del partido con la dictadura del proletariado que mantiene
Sorin, con una diferencia, sin embargo: la de que Sorin se expresa con más
claridad y franqueza, mientras que Zinóviev “hace equilibrios”. Para
convencerse de ello, basta leer el siguiente pasaje del libro de Zinóviev El
leninismo:

“¿Qué representa –dice Zinóviev– el régimen existente en la URSS,


desde el punto de vista de su contenido de clase? Es la dictadura
del proletariado. ¿Cuál es el resorte inmediato del poder en la
URSS? ¿Quién ejerce el poder de la clase obrera? ¡El partido
comunista! En este sentido, en nuestro país [Subrayado por mí, J.
St.] rige la dictadura del partido. ¿Cuál es la forma jurídica del
poder en la URSS? ¿Cuál es el nuevo tipo del régimen,de estado
creado por la Revolución de Octubre? El sistema soviético. Lo uno
no contradice en modo alguno a lo otro.”

Lo de que lo uno no contradice a lo otro es, naturalmente, cierto, si por


dictadura del partido respecto a la clase obrera en su conjunto se
entiende la dirección del partido. Pero ¿cómo se puede, sobre esta base,
poner un signo de igualdad entre la dictadura del proletariado y la
“dictadura” del partido, entre el sistema soviético y la “dictadura” del
partido? Lenin identificaba el sistema de los soviets con la dictadura del
proletariado, y tenía razón, pues los soviets, nuestros soviets, son la
organización cohesionadora de las masas trabajadoras en torno al
proletariado, bajo la dirección del partido. Pero ¿cuándo, dónde, en qué
304
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

obra pone Lenin un signo de igualdad entre la “dictadura” del partido y la


dictadura del proletariado, entre la “dictadura” del partido y el sistema de
los soviets, como lo hace ahora Zinóviev? No sólo no está en contradicción
con la dictadura del proletariado la dirección (“dictadura”) del partido,
sino que tampoco lo está la dirección (“dictadura”) de los jefes. ¿No se os
ocurre proclamar, basándoos en esto, que nuestro país es el país de la
dictadura del proletariado, es decir, el país de la dictadura del partido, es
decir, el país de la dictadura de los jefes? A esta necedad precisamente es
a lo que conduce el “principio” de la identificación de la “dictadura” del
partido con la dictadura del proletariado, que Zinóviev sustenta furtiva y
tímidamente.

En las numerosas obras de Lenin, sólo he logrado anotar cinco casos en


los que Lenin toca de pasada el problema de la dictadura del partido.

El primer caso, en una polémica con los eseristas y los mencheviques,


donde dice:

“Cuando se nos reprocha la dictadura de un solo partido y se nos


propone, como habéis oído, un frente único socialista, decimos: Sí,
¡dictadura de un solo partido! Sobre este terreno pisamos y no
podemos salimos de él, pues se trata de un partido que ha
conquistado, a lo largo de varios decenios, el puesto de vanguardia
de todo el proletariado fabril e industrial’.”306

El segundo caso, en la Carta a los obreros y campesinos con motivo de la


victoria sobre Kolchak, donde dice:

“Tratan de intimidar a los campesinos (particularmente los menche-


viques y los eseristas, todos ellos, hasta los de ‘izquierda’) con el
espantajo de la ‘dictadura de un solo partido’, del partido de los
bolcheviques-comunistas.

“Con el ejemplo de Kolchak, los campesinos han aprendido a no


temer a este espantajo.

“O la dictadura (es decir el poder férreo) de los terratenientes y de


los capitalistas, o la dictadura de la clase obrera”.307

El tercer caso, en el discurso pronunciado por Lenin en el II Congreso de la


Internacional Comunista, en la polémica con Tanner. Este discurso lo he
citado ya más arriba.

306
Cf., t. XXIV, p. 423
307
Cf., t. XXIV, p. 436
305
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

El cuarto caso, en unas líneas del folleto La enfermedad infantil del


“izquierdismo” en el comunismo. Las citas correspondientes han quedado
ya transcritas más arriba.

Y el quinto caso, en el esbozo de esquema de la dictadura del proletariado,


publicado en el tercer tomo de la Recopilación Leninista, en el que hay un
punto que dice: “Dictadura de un solo partido”.308

Conviene indicar que en dos casos de los cinco, en el último y en el


segundo, Lenin pone entre comillas las palabras “dictadura de un solo
partido”, queriendo hacer resaltar, manifiestamente, el sentido inexacto y
figurado de esta fórmula.

Conviene indicar también que, en todos estos casos, Lenin entiende por
“dictadura del partido” la dictadura (“el poder férreo”) con respecto a “los
terratenientes y los capitalistas”, y no con respecto a la clase obrera, pese
a las calumniosas supercherías de Kautsky y compañía.

Es significativo que ni en una sola de sus obras, ni eu las fundamentales ni


en las secundarias, en las que Lenin trata o simplemente menciona la
dictadura del proletariado y el papel del partido en el sistema de la
dictadura del proletariado, se alude siquiera a que “la dictadura del
proletariado es la dictadura de nuestro partido”. Por el contrario, cada
página, cada línea de estas obras es un grito de protesta contra semejante
fórmula.309

Y aún es más significativo que en las tesis del II Congreso de la Inter-


nacional Comunista310 sobre el papel del partido político, redactadas bajo
la dirección inmediata de Lenin y a las que Lenin alude reiteradamente en
sus discursos como a un modelo de definición acertada del papel y de las
tareas del partido, no encontremos ni una palabra, literalmente ni una
sola, sobre la dictadura del partido.

¿Qué indica todo esto?

índica:

a) que Lenin no consideraba irreprochable ni exacta la fórmula “dictadura


del partido”, razón por la cual muy rara vez la emplea en sus obras y la
pone a veces entre comillas;
308
Cf., el tomo III de la Recopilación Leninista, p. 497
309
Cf., El Estado y la revolución, La revolución proletaria v el renegado Kautsky, La enfermedad
infantil del “izquierdismo” en el comunismo, etc.).
310
Las tesis del II Congreso de la IC sobre “El papel del Partido Comunista en la revolución
proletaria” fueron aprobadas como resolución del Congreso. Cf., la resolución en el tomo 25 de
las obras de Lenin.
306
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

b) que en los pocos casos en que Lenin se veía obligado, en polémicas con
los adversarios, a hablar de la dictadura del partido; hablaba general-
mente de “dictadura de un solo partido”: es decir, de que nuestro partido
está en el poder solo, de que no comparte el poder con otros partidos, y,
además, siempre aclaraba que por dictadura del partido con respecto, a la
clase obrera se debe entender la dirección del partido, su papel dirigente;

c) que en todos los casos en que Lenin creía necesario definir científica-
mente el papel del partido dentro del sistema de la dictadura del
proletariado, hablaba exclusivamente (y estos casos son innumerables)
del papel dirigente del partido con respecto a la clase obrera;

d) que fue precisamente por esto por lo que a Lenin no “se le ocurrió”
incluir en la resolución fundamental sobre el papel del partido –me refiero
a la resolución del II Congreso de la Internacional Comunista– la fórmula
“dictadura del partido”;

e) que no tiene razón desde el punto de vista del leninismo y padecen


miopía política los camaradas que identifican o tratan de identificar la
“dictadura” del partido –y también, por consiguiente, la “dictadura de los
jefes”– con la dictadura del proletariado, pues con ello infringen las
condiciones para que las relaciones entre la vanguardia y la clase sean
acertadas.

Y no hablemos de que la fórmula “dictadura del partido”, tomada sin las


reservas indicadas más arriba, puede crear toda una serie de peligros y de
desventajas políticas en nuestra labor práctica. Con esta fórmula, tomada
sin reservas, es como si se dijese:

a) a las masas sin-partido: ¡no os atreváis a contradecir, no os atreváis a


razonar, porque el partido lo puede todo, ya que tenemos la dictadura del
partido!

b) a los cuadros del partido: ¡actuad con mayor osadía, presionad ,con
mayor rigor, se puede no prestar oído a la voz de las masas sin-partido,
pues tenemos la dictadura del partido!

c) a los dirigentes del partido: ¡podéis permitiros el lujo de cierta


suficiencia y, tal vez, hasta podéis caer en el engreimiento, puesto que
tenemos la dictadura del partido y, “por consiguiente”, la dictadura de los
jefes!

Es conveniente recordar estos peligros precisamente ahora, en el período


de ascenso de la actividad política de las masas, cuando la disposición del
partido a prestar oído atento a la voz de las masas tiene para nosotros
307
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

una importancia especial: cuando el prestar atención a las exigencias de


las masas es el mandamiento fundamental de nuestro partido; cuando se
requiere del partido una prudencia y una flexibilidad especiales en su
política; cuando el peligro de caer en el engreimiento es uno de los
peligros más serios que amenazan al partido en la obra de dirigir
acertadamente a las masas.

No se puede por menos de recordar las preciosas palabras pronunciadas


por Lenin en el XI Congreso de nuestro partido:

“A pesar de todo, nosotros [los comunistas, J. St.] somos en la masa


del pueblo como una gota en el mar, y sólo podemos gobernar
cuando expresamos acertadamente lo que el pueblo piensa. De
otra manera, el partido comunista no conduciría al proletariado, ni
el proletariado conduciría a las masas, y toda la máquina se
desencuadernaría”311

“Expresar con acierto lo que el pueblo piensa”: ésta es, precisamente, la


condición indispensable que garantiza al partido el honroso papel de
fuerza dirigente fundamental en el sistema de la dictadura del proletariado.

VI. LA CUESTIÓN DEL TRIUNFO DEL SOCIALISMO


EN UN SOLO PAÍS
El folleto Los fundamentos del leninismo (primera edición, mayo de 1924)
contiene dos formulaciones de la cuestión del triunfo del socialismo en un
solo país. La primera dice así:

“Antes se creía imposible la victoria de la revolución en un solo


país, suponiendo que, para alcanzar la victoria sobre la burguesía,
era necesaria la acción conjunta de los proletarios de todos los
países adelantados o, por lo menos, de la mayoría de ellos. Ahora,
este punto de vista ya no corresponde a la realidad. Ahora hay que
partir de la posibilidad de este triunfo, pues el desarrollo desigual y
a saltos de los distintos países capitalistas en el imperialismo, el
desarrollo, en el seno del imperialismo, de contradicciones catas-
tróficas que llevan a guerras inevitables, el incremento del
movimiento revolucionario en todos los países del mundo; todo
ello no sólo conduce a la posibilidad, sino también a la necesidad
del triunfo del proletariado en uno u otro país”312

311
Cf., t. XXVII, p. 256
312
Cf., Los fundamentos del leninismo
308
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Este planteamiento es completamente acertado y no necesita comentarios.


Combate la teoría de los socialdemócratas, que consideran como una
utopía la toma del poder por el proletariado en un solo país, si no va
acompañada al mismo tiempo de la revolución victoriosa en otros países.

Más en el folleto Los fundamentos del leninismo hay también otra


formulación, que dice:

“Pero derrocar el poder de la burguesía e instaurar el poder del


proletariado en un solo país no significa todavía garantizar el
triunfo completo del socialismo. Queda por cumplir la misión
principal del socialismo: la organización de la producción socialista..
¿Se puede cumplir esta misión, se puede lograr el triunfo definitivo
del socialismo en un solo país sin los esfuerzos conjuntos de los
proletarios de unos cuantos países adelantados? No, no se puede.
Para derribar a la burguesía, bastan los esfuerzos de un solo país,
pomo lo indica la historia de nuestra revolución. Para el triunfo
definitivo del socialismo, para la organización de la producción
socialista, ya no bastan los esfuerzos de un solo país, sobre todo de
un país tan campesino como Rusia: para esto hacen falta los
esfuerzos de los proletarios de unos cuantos países adelantados”313

Esta segunda formulación combate la afirmación de los críticos del


leninismo, de los trotskistas, de que la dictadura del proletariado en un
solo país, sin el triunfo en otros países, no podría “sostenerse frente a la
Europa conservadora”.

En este sentido –pero sólo en este sentido–, esa formulación era entonces
(mayo de 1924) suficiente, y fue, sin duda, de cierta utilidad.

Pero más tarde, cuando ya se había vencido dentro del partido la crítica al
leninismo en este aspecto y se puso a la orden del día una nueva cuestión,
la cuestión de la posibilidad de edificar la sociedad socialista completa con
las fuerzas de nuestro país y sin ayuda exterior, la segunda formulación
resultó ser ya insuficiente a todas luces y, por tanto, inexacta.

¿En qué consiste el defecto de esta formulación?

Su defecto consiste en que funde en una sola dos cuestiones distintas: la


cuestión de la posibilidad de llevar a cabo la edificación del socialismo con
las fuerzas de un solo país, cuestión a la que hay que dar una respuesta
afirmativa, y la cuestión de si un país con dictadura del proletariado puede
considerarse completamente garantizado contra la intervención y, por

313
Cf., Los fundamentos del leninismo.
309
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

tanto, contra la restauración del viejo régimen, sin una revolución


victoriosa en otros países, cuestión a la que hay que dar una respuesta
negativa. Esto, sin hablar de que dicha formulación puede dar motivo para
creer que es imposible organizar la sociedad socialista con las fuerzas de
un solo país, cosa que, naturalmente, es falsa.

Basándome en esto, en mi folleto La Revolución de Octubre y la táctica de


los comunistas rusos (diciembre de 1924), he modificado y corregido esta
formulación, dividiendo la cuestión en dos: en la cuestión de la garantía
completa contra la restauración del régimen burgués y en la cuestión de
la posibilidad de edificar la sociedad socialista completa en un solo país.
He conseguido esto, primero, al presentar “la victoria completa del
socialismo” como “garantía completa contra la restauración del antiguo
orden de cosas”, garantía que sólo se puede obtener mediante “los
esfuerzos conjuntos de los proletarios de unos cuantos países”, y,
segundo, al proclamar, basándome en el folleto de Lenin Sobre la
cooperación,314 la verdad indiscutible de que contamos con todo lo
necesario para edificar la sociedad socialista completa. 315

Esta nueva formulación es la que sirvió de base a la conocida resolución


de la XIV Conferencia del partido “Sobre las tareas de la Internacional
Comunista y del PC(b) de Rusia”,316 que trata de la cuestión del triunfo del
socialismo en un solo país, en relación con la estabilización del capitalismo
(abril de 1925), y que considera posible y necesaria la edificación del
socialismo con las fuerzas de nuestro país.

Esta formulación ha servido también de base a mi folleto Balance de los


trabajos de la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia, publicado inmediata-
mente después de esta conferencia, en mayo de 1925.

Respecto al planteamiento de la cuestión del triunfo del socialismo, en un


solo país, he aquí lo que se dice en este folleto:

“Nuestro país nos muestra dos grupos de contradicciones. Uno de


ellos lo forman las contradicciones interiores, entre el proletariado
y el campesinado [aquí se trata de la edificación del socialismo en
un solo país. J. St.]. El otro, las contradicciones exteriores, entre
nuestro país, como país del socialismo, y todos los demás países,
como países de] capitalismo [aquí se trata de] triunfo definitivo del
socialismo. J. St.] “Quien confunde el primer grupo de contradic-
314
Cf. V. I. Lenin, La Revolución de Octubre v la táctica de los comunistas rusos. Obras, t. 33.
315
Esta nueva formulación vino luego a reemplazar a la vieja en las ediciones posteriores del
folleto Los fundamentos del leninismo.
316
Cf., dicha resolución en El PCUS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos y Conferencias
y de los Plenos del CC, parte II, pp. 43-52, ed. en ruso, 1953.
310
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

ciones, que es perfectamente posible vencer con los esfuerzos de


un solo país, con el segundo grupo de contradicciones, para vencer
las cuales hacen falta los esfuerzos de los proletarios de unos
cuantos países, comete un gravísimo error contra el leninismo, y es
un confusionista o un oportunista impenitente”.317

Respecto a la cuestión del triunfo del socialismo en nuestro país,, este


folleto dice:

“Podemos llevar a cabo la edificación del socialismo, y lo iremos


edificando juntamente con el campesinado y bajo la dirección de la
clase obrera...”, pues “bajo la dictadura del proletariado se dan en
nuestro país... todas las premisas necesarias para edificar la
sociedad socialista completa, venciendo todas y cada una de las
dificultades internas, pues podemos y debemos vencerlas con
nuestras propias fuerzas”.318

Respecto de la cuestión del triunfo definitivo del socialismo, el folleto


dice:

“El triunfo definitivo del socialismo es la garantía completa contra


las tentativas de intervención y, por tanto, también de restauración,
pues una tentativa de restauración de alguna importancia solo
puede producirse con un considerable apoyo del exterior, con el
apoyo del capital internacional. Por eso, el apoyo de los obreros de
todos los países a nuestra revolución, y con mayor razón el triunfo
de estos obreros, aunque sólo sea en unos cuantos países, es
condición indispensable para garantizar plenamente al primer país
victorioso contra las tentativas de intervención y de restauración,
es condición indispensable para el triunfo definitivo del
socialismo”.319

Me parece que está claro.

Es sabido que en igual sentido se interpreta este problema en mi folleto


Preguntas y respuestas (junio de 1925) y en el informe político del CC ante
el XIV Congreso del PC(b) de la URSS320 (diciembre de 1925).

Tales son los hechos.

317
J. Stalin, “Balance de los trabajos de la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia”. Obras, t. 7.
318
J. Stalin, Obras, t. 7
319
Ibíd
320
Ibíd
311
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

Creo que estos hechos los conocen todos los camaradas, y Zinóviev entre
ellos.

Si hoy, casi a los dos anos de la lucha ideológica sostenida en el seno del
partido, y después de la resolución adoptada en la XIV Conferencia del
partido (abril de 1925), Zinóviev, en su discurso de resumen, pronunciado
en el XIV Congreso del partido (diciembre de 1925), cree posible sacar a
relucir la vieja fórmula, completamente insuficiente, del folleto de Stalin,
escrito en abril de 1924, como base para resolver el problema ya resuelto
del triunfo del socialismo en un solo país, este modo de proceder peculiar
de Zinóviev sólo atestigua que se ha hecho un verdadero lío en esta
cuestión. Tirar del partido hacia atrás, cuando ya éste había ido adelante,
eludir la resolución de la XIV Conferencia del partido, después de haber
sido confirmada por el Pleno del CC,321 significa atascarse irremisiblemente
en contradicciones, no tener fe en la edificación del socialismo, desviarse
del camino de Lenin y suscribir la propia derrota.

¿Qué significa la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo país?

Significa la posibilidad de resolver las contradicciones entre el proletariado y


el campesinado con las fuerzas internas de nuestro país, la posibilidad de
que el proletariado tome el poder y lo utilice para edificar la sociedad
socialista completa en nuestro país, contando con la simpatía y el apoyo
de los proletarios de los demás países, pero sin que previamente triunfe la
revolución proletaria en otros países.

Sin esta posibilidad, la edificación del socialismo es una edificación sin


perspectivas, una edificación que se realiza sin la seguridad de llevarla a
cabo. No se puede edificar el socialismo sin tener la seguridad de que es
posible dar cima a la obra, sin tener la seguridad de que el atraso técnico
de nuestro país no es un obstáculo insuperable para la edificación de la
sociedad socialista completa. Negar esta posibilidad es no tener fe en la
edificación del socialismo, es apartarse del leninismo.

¿Qué significa la imposibilidad del triunfo completo y definitivo del


socialismo en un solo país sin el triunfo de la revolución en otros países?

Significa la imposibilidad de tener una garantía completa contra la inter-


vención y, por consiguiente, contra la restauración del régimen burgués, si
la revolución no triunfa, por lo menos, en varios países. Negar esta tesis
indiscutible es apartarse del internacionalismo, es apartarse del leninismo.

321
Se alude al Pleno del CC del PC(b) de Rusia, celebrado del 23 al 30 de abril de 1925
312
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“No vivimos solamente –dice Lenin– dentro de un estado, sino


dentro de un sistema de estados, y no se concibe que la República
Soviética pueda existir mucho tiempo al lado de los estados
imperialistas. En fin de cuentas, acabará triunfando lo uno o lo
otro. Pero antes de que se llegue a esto, es inevitable una serie de
choques terribles entre la República Soviética y los estados
burgueses. Esto significa que si la clase dominante, el proletariado,
quiere dominar y ha de dominar, tiene que demostrarlo también
por medio de su organización militar”.322

“Estamos –dice Lenin en otro lugar– ante un equilibrio sumamente


inestable, pero, con todo, ante cierto equilibrio indudable,
indiscutible. ¿Durará mucho tiempo? Lo ignoro, y no creo que
pueda saberse. Por eso, debemos mostrar la mayor prudencia. Y el
primer mandamiento de nuestra política, la primera enseñanza que
se deriva de nuestra labor de gobierno durante este año, enseñanza
que todos los obreros y campesinos deben aprender, es la
necesidad de estar en guardia, la de tener presente que nos
hallamos rodeados de hombres, de clases y de gobiernos que
manifiestan abiertamente el mayor odio hacia nosotros. Es preciso
tener presente que estamos siempre a un paso de una inter-
vención.”323

Me parece que está claro.

¿Cómo presenta Zinóviev la cuestión del triunfo del socialismo en un solo


país?

Escuchad:

“Por triunfo definitivo del socialismo se debe entender, por lo


menos: 1) la supresión de las clases y, por tanto, 2) la abolición de
la dictadura de una sola clase, en este caso, de la dictadura del
proletariado…”. “Para percatarse con mayor exactitud –dice más
adelante Zinóviev– de cómo se plantea este problema en nuestro
país, en la URSS, en 1925, hay que distinguir dos cosas: 1) la
posibilidad garantizada de edificar el socialismo, posibilidad que
también puede concebirse plenamente, claro está, en el marco de
un solo país, y 2) la edificación definitiva y la consolidación del
socialismo, es decir, la creación del régimen socialista, de la
sociedad socialista.”

322
Cf., t. XXIV, p. 122
323
Cf., t. XXVII, p. 117
313
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

¿Qué puede significar todo esto?

Que Zinóviev no entiende por triunfo definitivo del socialismo en un solo


país la garantía contra la intervención y la restauración, sino la posibilidad
de llevar a cabo la edificación de la sociedad socialista. Y por triunfo del
socialismo en un solo país Zinóviev entiende una edificación del socialismo
que no puede ni debe conducir a la edificación completa del socialismo.
Una edificación al azar, sin perspectivas, una edificación del socialismo
emprendida con la imposibilidad de llevar a cabo la edificación de la
sociedad socialista: tal es la posición de Zinóviev.

Edificar el socialismo sin la posibilidad de llevar a cabo su edificación,


edificar a sabiendas de que la edificación no se llevará a cabo: he ahí a
qué incongruencias llega Zinóviev.

¡Pero esto es burlarse del problema, y no resolverlo!

He aquí otro pasaje tomado del discurso de resumen de Zinóviev en el XIV


Congreso del partido:

“Ved, por ejemplo, a dónde ha ido a parar el camarada Yákovlev en


la última conferencia del partido de la provincia de Kursk. ‘Estando
rodeados de enemigos capitalistas por todas partes, ¿acaso
podemos, en estas condiciones –pregunta–, llevar a cabo la
edificación del socialismo en un solo país?’ Y contesta: ‘Basándonos
en todo los expuesto, tenemos derecho a decir, que no sólo,
estamos edificando el socialismo, sino que, a pesar de ser por el
momento los únicos, a pesar de ser el único país soviético, el único
estado soviético del mundo, llevaremos a cabo la edificación del
socialismo.’324 ¿Acaso es ésta una manera leninista de plantear el
problema? – pregunta Zinóviev–, ¿acaso no huele esto a estrechez
nacional?” [Subrayado por mí. J. St.].

Por tanto, según Zinóviev, resulta que reconocer la posibilidad de llevar a


cabo la edificación del socialismo en un solo país significa adoptar una.
posición de estrechez nacional, y negar esta posibilidad significa adoptar
la posición del internacionalismo.

Pero, de ser esto cierto, ¿acaso valdría la pena de luchar por el triunfo
sobre los elementos capitalistas de nuestra economía? ¿No se desprende
de aquí la imposibilidad de este triunfo?

Capitulación ante los elementos capitalistas de nuestra economía: he aquí


a lo que conduce la lógica interna de la argumentación de Zinóviev.
324
Kurskaia Pravda, núm. 279, 8 de diciembre de 1925
314
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

¡Y esta incongruencia, que no tiene nada que ver con el leninismo,


Zinóviev nos la ofrece como “internacionalismo”, como “leninismo cien
por cien”!

Yo afirmo que, en el importantísimo problema de la edificación del socia-


lismo, Zinóviev se aparta del leninismo, rodando hacia las concepciones del
menchevique Sujánov.

Recurramos a Lenin. He aquí lo que ya antes de la Revolución de Octubre,


en el mes de agosto de 1915, decía Lenin acerca del triunfo del socialismo
en un solo país:

“La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley


absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que la
victoria del socialismo empiece por unos cuantos países capitalistas,
o incluso por un solo país capitalista. El proletariado triunfante de
este país, después de expropiar a los capitalistas y de organizar la
producción socialista dentro de sus fronteras [Subrayado por mí, J.
St.], se enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo capitalista,
atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás países,
levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas, emple-
ando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las
clases explotadoras y sus estados”325

¿Qué significa la frase de Lenin que subrayamos: “después de organizar la


producción socialista dentro de sus fronteras”? Significa que el proletariado
del país victorioso, después de la toma del poder, puede y debe organizar
en su país la producción socialista. ¿Y qué significa “organizar la producción
socialista”? Significa llevar a cabo la edificación de la sociedad socialista.
No creo que haga falta demostrar que este planteamiento de Lenin, claro
y terminante, no necesita más comentarios. De otro modo, serían incom-
prensibles los llamamientos de Lenin para que el proletariado tomase el
poder en octubre de 1917.

Veis, pues, que este planteamiento tan claro de Lenin se distingue como
el cielo de la tierra del “planteamiento” confuso y antileninista de
Zinóviev, de que podemos emprender la edificación del socialismo “en el
marco de un solo país” aun siendo imposible acabar de edificarlo.

El planteamiento de Lenin corresponde a 1915, antes de que el prole-


tariado tomara el poder. Pero ¿se modificaron, tal vez, sus concepciones
después de la experiencia de la Loma del poder, después de 1917?
Consultemos el folleto de Lenin Sobre la cooperación escrito en 1923:
325
Cf., t. XVIII, pp. 232-233.
315
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“En efecto –dice Lenin–, todos los grandes medios de producción


en poder del estado y el poder del estado en manos del prole-
tariado; la alianza de este proletariado con millones y millones de
pequeños y muy pequeños campesinos: asegurar la dirección de los
campesinos por el proletariado, etc., ¿acaso no es esto todo lo que
se necesita para edificar la sociedad socialista completa partiendo
de la cooperación, y nada más que de la Cooperación, a la que
antes tratábamos de mercantilista y que ahora, bajo la NEP,
merece también, en cierto modo, el mismo trato; acaso no es esto
todo lo imprescindible para edificar la sociedad socialista completa?
[Subrayado por mí, J. St.]. Esto no es todavía la edificación de la
sociedad socialista, pero sí todo lo imprescindible y lo suficiente
para esta edificación” [Subrayado por mí, J. St.]326

En otras palabras; podemos y debemos edificar la sociedad socialista


completa, pues disponemos de todo lo necesario y lo suficiente para esta
edificación.

Parece que es difícil expresarse con mayor claridad.

Comparad este planteamiento clásico de Lenin con el réspice antileninista


de Zinóviev a Yákovlev, y comprenderéis que Yákovlev no hizo sino repetir
las palabras de Lenin sobre la posibilidad de llevar a cabo la edificación del
socialismo en un solo país, mientras que Zinóviev, al manifestarse en
contra de este planteamiento, al fustigar, a Yákovlev, se apartó de Lenin,
adoptando el punto de vista del menchevique Sujánov, el punto de vista
de la imposibilidad de llevar a cabo la edificación del socialismo en
nuestro país, en razón de su atraso técnico.

No se comprende entonces para qué tomamos el poder en octubre de


1917, si no nos proponíamos llevar a cabo la edificación del socialismo.

No se debió tomar el poder en octubre de 1917: he aquí la conclusión a


que conduce la lógica interna de la argumentación de Zinóviev.

Afirmo, además, que, en la importantísima cuestión del triunfo del


socialismo, Zinóviev procede en contra de acuerdos precisos de nuestro
partido, estampados en la conocida resolución de la XIV conferencia del
partido “Sobre las tareas de la Internacional Comunista y del PC(b) de
Rusia, en relación con el Pleno ampliado del CE de la Internacional
Comunista”.

326
Cf., t. XXVII, p. 392).
316
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Veamos esta resolución. He aquí lo que dice acerca del triunfo del
socialismo en un solo país:

“La existencia de dos sistemas sociales diametralmente opuestos


provoca la amenaza constante de un bloqueo capitalista, de otras
formas de presión económica, de la intervención armada y de la
restauración. La única garantía para el triunfo definitivo del
socialismo, es decir, la garantía contra la restauración [Subrayado
por mí, J. St.], es, por tanto, la revolución socialista victoriosa en
varios países…”. “El leninismo enseña que el triunfo definitivo del
socialismo, en el sentido de garantía completa contra la restauración
[Subrayado por mí, J. St.] de las relaciones sociales burguesas, sólo
es posible en un plano internacional…”. “De aquí no se desprende
[Subrayado por mí, J. St.] en modo alguno que sea imposible la
edificación de la sociedad socialista completa [Subrayado por mí,
J. St.] en un país tan atrasado como Rusia sin la ‘ayuda estatal’
(Trotsky) de los países más desarrollados en el aspecto técnico y
económico.”

Veis, pues, que esta resolución presenta el triunfo definitivo del


socialismo como una garantía contra la intervención y la restauración,
todo lo contrario de como lo presenta Zinóviev en su libro El leninismo.

Veis, pues, que esta resolución reconoce la posibilidad de edificar la


sociedad socialista completa en un país tan atrasado como Rusia sin la
“ayuda estatal” de los países más desarrollados en el aspecto técnico y
económico, o sea, todo lo contrario de lo que afirma Zinóviev en el réspice
que da a Yákovlev en su discurso de resumen pronunciado en el XIV
Congreso del partido.

¿Qué otro nombre merece esto más que el de lucha de Zinóviev contra la
resolución de la XIV conferencia del partido?

Naturalmente, a veces las resoluciones del partido no son intachables.


Puede ocurrir que las resoluciones del partido contengan errores.
Hablando en términos generales, podemos suponer que la resolución de
la XIV conferencia del partido contiene también ciertos errores. Es posible
que Zinóviev considere que esta resolución es equivocada. Pero, en este
caso, ha!y que decirlo clara y francamente, como corresponde a un
bolchevique. Sin embargo, Zinóviev no lo hace, por algún motivo. Prefiere
seguir otro camino, el camino de atacar por la espalda la resolución de la
XIV conferencia del partido, silenciando esta resolución, sin criticarla
abiertamente en lo más mínimo. Zinóviev cree, por lo visto, que este
camino Ic conduce mejor a su objetivo. Y su objetivo no es más que uno:
317
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“mejorar” la resolución y enmendarle la plana “un poquito” a Lenin. No


creo que sea preciso demostrar que Zinóviev se ha equivocado en sus
cálculos.

¿De dónde proviene el error de Zinóviev? ¿Dónde reside la raíz de su


error?

La raíz de este error reside, a mi juicio, en que Zinóviev está convencido


de que el atraso técnico de nuestro país es un obstáculo insuperable para
la edificación de la sociedad capitalista completa, de que el proletariado
no püedé llevar a cabo la edificación del socialismo debido al atraso
técnico de nuestro país. Zinóviev y Kámenev habían intentado una vez
exponer este argumento, en una de las sesiones de CC del partido, en
vísperas de la conferencia celebrada por el partido en abril. 327 Pero se les
dio la réplica adecuada, y se vieron obligados a retroceder, sometiéndose
formalmente al punto de vista opuesto, al punto de vista de la mayoría del
CC. Pero, con ese sometimiento formal Zinóviev ha proseguido durante
todo el tiempo su lucha contra este punto de vista de la mayoría del CC.
He aquí lo que dice a propósito de este “incidente”, producido en el CC
del PC(b) de Rusia, el Comité de Moscú de nuestro partido, en su
Respuesta a la carta de la conferencia del partido de a provincia de
Leningrado:328

“No hace mucho tiempo, Kámenev y Zinóviev mantuvieron en el


Buró Político el punto de vista de que, a causa de nuestro atraso
técnico y económico, no podremos vencer las dificultades interiores,
a menos de que venga a salvarnos la revolución internacional. Pero
nosotros, con la mayoría del CC, entendemos que podemos edificar
el socialismo, que lo estamos edificando y que terminaremos de
edificarlo, no obstante nuestro atraso técnico y a pesar de él.
Entendemos que esta edificación irá, naturalmente, mucho más
despacio de lo que iría bajo las condiciones de un triunfo mundial,
pero, sin embargo, avanzamos y seguiremos avanzando. Enten-
demos asimismo que el punto de vista de Kámenev y Zinóviev
expresa la falta de fe en las fuerzas internas de nuestra clase obrera
y de las masas campesinas que la siguen. Creemos que sustentar
ese punto de vista es desviarse de la posición mantenida por
Lenin”.329

327
Se alude a la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia, celebrada del 27 al 29 de abril de 1925.
328
La respuesta del Comité de Moscú del PC(b) de Rusia a la carta de la XXII Conferencia de la
organización del partido de la provincia de Leningrado, fue publicada el 20 de diciembre de 1925
en el n.° 291 de Pravda.
329
Cf., la Respuesta
318
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Este documento apareció en la prensa durante las primeras sesiones del


XIV congreso del partido. Zinóviev pudo, naturalmente, manifestarse en
contra de este doeumento ya en el mismo congreso. Es significativo que
Zinóviev y Kámenev no encontrasen argumentos que oponer a esta grave
acusación lanzada contra ellos por el Comité de Moscú de nuestro partido.
¿Es esto casual? Yo creo que no es casual. Por lo visto, la acusación acertó
en el blanco. Zinóviev y Kámenev dieron la callada por “respuesta” a esta
acusación, porque no tenían con qué “matarla”.

La “nueva oposición” se siente ofendida porque se acuse a Zinóviev de


falta de fe en el triunfo de la edificación socialista en nuestro país. Pero si
Zinóviev, después de un año entero de discutirse la cuestión del triunfo
del socialismo en un solo país; después de haber sido rechazado por e!
Buró Político del CC (abril de 1925) el punto de vista de Zinóviev; después
de haberse formado en el partido una opinión definida a este respecto,
expresada en la conocida resolución de la XIV conferencia del partido
(abril de 1925): si, después de todo esto, Zinóviev se decide a manifestarse
en su libro El leninismo (setiembre de 1925) en contra del punto de vista
del partido; si, más tarde, repite estas manifestaciones en el XIV congreso,
¿cómo puede explicarse todo ello, esa obstinación, esa contumacia en
defender el error, como no sea porque Zinóviev esté contaminado,
incurablemente contaminado, de la falta de fe en el triunfo de la edificación
socialista en nuestro país?

Zinóviev quiere presentar su falta de fe como internacionalismo. Pero


¿desde cuándo se acostumbra entre nosotros a considerar como inter-
nacionalismo el desviarse del leninismo en una cuestión cardinal del
leninismo?

¿No sería más exacto decir que quien peca aquí contra el internacio-
nalismo y la revolución internacional, no es el partido, sino Zinóviev?
¿Pues qué es nuestro país, el país del “socialismo en construcción”, sino la
base de la revolución mundial? Pero ¿puede, acaso, nuestro país ser la
verdadera base de la revolución mundial si no es capaz de llevar a cabo la
edificación de la sociedad socialista? ¿Acaso puede, nuestro país seguir
siendo el poderoso centro de atracción para los obreros de todos los
países, como lo es indudablemente en la actualidad, si no es capaz de
conseguir dentro de sus fronteras el triunfo sobre los elementos capitalistas
de nuestra economía, el triunfo de la edificación socialista? Yo entiendo
que no. ¿Y acaso no se desprende de esto que la falta de fe en el triunfo
de la edificación socialista, que el predicar esta falta de fe conduce a
desprestigiar a nuestro país como base de, la revolución mundial, y que
este descrédito de nuestro país conduce, a su vez, a debilitar el movimiento

319
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

revolucionario mundial? ¿Cuáles eran los medios de que se valían los


señores socialdemócratas para ahuyentar de nuestro lado a los obreros?
Ellos afirmaban que “los rusos no conseguirán nada”. ¿Con qué batimos
nosotros ahora a los socialdemócratas, atrayendo una serie interminable
de delegaciones obreras y reforzando con ello las posiciones del comunismo
en el mundo entero? Con nuestros éxitos en la edificación del socialismo.
¿Y acaso no está claro, después de esto, que quien predica la falta de fe
en nuestros éxitos en la edificación del socialismo, ayuda indirectamente a
los socialdemócratas, debilita la amplitud del movimiento internacional, se
aparta inevitablemente del internacionalismo?...

Como veis, el “internacionalismo” de Zinóviev no sale mejor parado que


su “leninismo cien por cien” en lo referente a la edificación del socialismo
en un solo país.

Por eso, el XIV congreso del partido ha procedido acertadamente al


definirlas concepciones de la “nueva oposición” como “falta de fe en la
edificación del socialismo” y como “tergiversación del leninismo”330

VII. LA LUCHA POR EL TRIUNFO DE LA EDIFICACIÓN SOCIALISTA


Entiendo que la falta de fe en el triunfo de la edificación socialista es el
error fundamental de la “nueva oposición”. Este error es, a mi juicio, el
fundamental, porque de él derivan todos los demás errores de la “nueva
oposición”. Sus errores en las cuestiones de la NEP, del capitalismo de
estado, del carácter de nuestra industria socialista, del papel de la
cooperación bajo la dictadura del proletariado, de los métodos de lucha
contra Los kulaks, del papel y del peso del campesinado medio; todos
estos errores derivan del error fundamental de la oposición, de su falta de
fe en la posibilidad de llevar a cabo la edificación de la sociedad socialista
con las fuerzas de nuestro país.
¿Qué significa la falta de fe en el triunfo de la edificación socialista en
nuestro país?
Significa, ante todo, falta de seguridad en que las masas fundamentales
del campesinado, debido a determinadas condiciones del desarrollo de
nuestro país, puedan incorporarse a la edificación socialista.

Significa, en segundo lugar, falta de seguridad en que el proletariado de


nuestro país, dueño de las posiciones dominantes de la economía nacional,
sea capaz de atraer a las masas fundamentales del campesinado a la
edificación socialista.
330
Cf., El PCUS en las resoluciones..., cit. p. 77.
320
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

De estas tesis parte tácitamente la oposición en sus razonamientos sobre


el camino de nuestro desarrollo, y lo mismo da que lo haga consciente o
inconscientemente.

¿Se puede incorporar a la masa fundamental del campesinado soviético a


la edificación socialista?

En el folleto Los fundamentos del leninismo hay a este respecto dos tesis
esenciales:

1) ”No hay que confundir al campesinado de la Unión Soviética con el


campesinado del Occidente. Un campesinado que ha pasado por la
escuela de tres revoluciones, que ha luchado del brazo del proletariado y
bajo la dirección del proletariado contra el zar y el poder burgués, un
campesinado que ha recibido de manos de la revolución proletaria la
tierra y la paz y que, por ello, se ha convertido en reserva del proletariado,
este campesinado no puede por menos de diferenciarse del campesinado
que ha luchado en la revolución burguesa bajo la dirección de la burguesía
liberal, ha recibido la tierra de manos de esta burguesía y se ha
convertido, por ello, en reserva de la burguesía. Huelga demostrar que el
campesino soviético, acostumbrado a apreciar la amistad política y la
colaboración política del proletariado y que debe su libertad a esta
amistad y a esta colaboración, no puede por menos de estar extraordina-
riamente predispuesto a colaborar económicamente con el proletariado.”

2) “No hay que confundir la agricultura de Rusia con la del Occidente. En


el Occidente, la agricultura se desarrolla siguiendo la ruta habitual del
capitalismo, en medio de una profunda diferenciación de los campesinos,
con grandes fincas y latifundios privados capitalistas en uno de los polos,
y, en el otro, pauperismo, miseria y esclavitud asalariada. Allí son
completamente naturales, a consecuencia de ello, la disgregación y la
descomposición. No sucede así en Rusia. En nuestro país, la agricultura no
puede desarrollarse siguiendo esa ruta, ya que la existencia del poder
soviético y la nacionalización de los instrumentos y medios de producción
fundamentales no permiten semejante desarrollo. En Rusia, el desarrollo
de la agricultura debe seguir otro camino, el camino de la cooperación de
millones de campesinos pequeños y medios, el camino del desarrollo de la
cooperación en masa en el campo, fomentada por el estado mediante
créditos concedidos en condiciones ventajosas. Lenin indicaba acertada-
mente, en sus artículos sobre la cooperación, que el desarrollo de la
agricultura de nuestro país debía seguir un camino nuevo, incorporando a
la mayoría de los campesinos a la edificación socialista a través de la

321
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

cooperación, introduciendo gradualmente en la economía rural el principio


del colectivismo, primero en la venta de los productos agrícolas y después
en su producción...

“No creo que sea necesario demostrar que la inmensa mayoría de


los campesinos seguirá de buen grado esta nueva vía de desarrollo,
rechazando la vía de los latifundios privados capitalistas y de la
esclavitud asalariada, la vía de la miseria y de la ruina.”

¿Son exactas estas tesis?

Yo creo que estas dos tesis son exactas e irrefutables para todo nuestro
período de edificación, bajo las condiciones de la NEP.

No son sino la expresión de las conocidas tesis de Lenin de la alianza del


proletariado y el campesinado, de la incorporación de las haciendas
campesinas al sistema del desarrollo socialista del país, de la necesidad de
que el proletariado marche hacía, el socialismo con las masas funda-
mentales del campesinado; de que la incorporación de las masas de
millones y millones de campesinos a la cooperación es el principal camino
de la edificación socialista en el campo: de que, con el crecimiento de
nuestra industria socialista, “para nosotros, el simple desarrollo de la
cooperación se identifica... con el desarrollo del socialismo” 331

En efecto, ¿cuál es el camino que puede y debe seguir en nuestro país el


desarrollo de la economía campesina?

La economía campesina no es una economía capitalista. La economía


campesina, si nos fijamos en la aplastante mayoría de las haciendas
campesinas, es una economía de pequeña producción mercantil. ¿Y qué
es la economía campesina de pequeña producción mercantil? Es una
economía que se halla en una encrucijada entre el capitalismo y el
socialismo. Puede evolucionar hacia el capitalismo, que es lo que ocurre
actualmente en los países capitalistas, o hacia el socialismo, que es lo que
debe ocurrir en nuestro país, bajo la dictadura del proletariado.
¿De dónde provienen esa inestabilidad y esa falta de independencia de la
economía campesina? ¿Cómo se explican?

Se explican por la dispersión de las haciendas campesinas, por su falta de


organización, por su dependencia de la ciudad, de la industria, del sistema
de crédito, del carácter del poder imperante en el país: finalmente, por el
bien conocido hecho de que el campo marcha y tiene necesariamente que
marchar, tanto en el aspecto material como en el cultural, tras la ciudad.
331
Cf., t. XXVII, p. 396
322
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

El camino capitalista de desarrollo de le economía campesina pasa a


través de una profundísima diferenciación del campesinado, creando, en
un polo, grandes latifundios y, en el otro polo, depauperación en masa.
Este camino de desarrollo es inevitable en los países capitalistas, porque
el campo, la economía campesina, depende de la ciudad, de la industria,
del crédito concentrado en la ciudad, del carácter del poder, y en la
ciudad impera la burguesía, la industria capitalista, el sistema de crédito,
el poder capitalista del estado.

¿Es acaso forzoso que las haciendas campesinas sigan este camino en
nuestro país, donde la ciudad presenta una fisonomía completamente
distinta, donde la industria está en manos del proletariado, donde los
transportes, el sistema de crédito, el poder del estado, etc. están
concentrados en manos del proletariado, donde la nacionalización de la
tierra es ley que rige para todo el país? ¡Naturalmente que no es forzoso!
Por el contrario, precisamente porque la ciudad dirige al campo, y quien
impera en la ciudad en nuestro país es el proletariado, en cuyas manos
están todas las posiciones dominantes de la economía nacional: precisa-
mente por esto, las haciendas campesinas tienen que seguir en su
desarrollo otro camino, el camino de la edificación socialista.

¿En que consiste este camino?

Este camino consiste en incorporar en masa los millones de haciendas


campesinas a todas las formas de la cooperación; en unir las haciendas
campesinas dispersas en torno a la industria socialista; en implantar los
principios del colectivismo entre el campesinado, primero en lo tocante a
la venta de los productos agrícolas y al abastecimiento de las haciendas
campesinas con artículos de la ciudad, y luego en lo que se refiere a la
producción agrícola.

Y cuanto más lejos se vaya, más inevitable será este camino en las
condiciones de la dictadura del proletariado, pues la incorporación al
régimen cooperativo en el terreno de la venta, en el abastecimiento y, por
último, en el terreno del crédito y de la producción (cooperativas agrícolas),
es el único camino para elevar el bienestar en el campo, es el único medio
para salvar a las grandes masas campesinas de la miseria y de la ruina.

Se dice que, por su situación, el campesinado de nuestro país no es


socialista y que, debido a esto, es incapaz de desarrollarse en un sentido
socialista. Naturalmente, es cierto que el, campesinado, por su situación
no es socialista. Pero esto no es un argumento en contra del desarrollo de
las haciendas campesinas por el camino del socialismo, una vez sentado
que el campo sigue a la ciudad y que en la ciudad domina la industria
323
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

socialista. Durante la Revolución de Octubre, el campesinado tampoco era


socialista por su situación y no quería, ni mucho menos, implantar el
socialismo en nuestro país. Luchaba entonces, principalmente, por acabar
con el poder de los terratenientes, poner fin a la guerra y establecer la
paz. Y, sin embargo, siguió entonces al proletariado socialista. ¿Por qué?
Porque el derrocamiento de la burguesía y la toma del poder por el
proletariado socialista era entonces el único camino para salir de la guerra
imperialista, el único camino para establecer la paz. Porque entonces no
había ni podía haber otros caminos. Porque nuestro partido logró
entonces hallar, descubrir un grado de conjugación de los intereses
específicos del campesinado (el derrocamiento de los terratenientes, la.
paz) con los intereses generales del país (dictadura del proletariado), un
grado de subordinación de los primeros a los segundos qué resultó
aceptable y ventajoso para el campesinado. Y, pese a no ser socialista, el
campesinado siguió entonces al proletariado socialista.

Lo mismo hay que decir acerca de la edificación socialista en nuestro país


y de la incorporación, del campesinado a los cauces de esta edificación. El
campesinado no es socialista por su situación. Pero tiene que seguir, y
seguirá forzosamente, el camino del desarrollo socialista, pues fuera de la
alianza con el proletariado, fuera de la ligazón con la industria socialista,
fuera de la incorporación de las haciendas campesinas al cauce general
del desarrollo socialista mediante la incorporación en masa del campe-
sinado al régimen corporativo, no hay ni puede haber otros caminos para
salvar al campesinado de la miseria y de la ruina.

¿Por qué ha de ser precisamente mediante la incorporación en masa del


campesinado al régimen cooperativo?

Porque en la incorporación en masa al régimen cooperativo “hemos


encontrado el grado de conjugación de los intereses privados, de los
intereses comerciales privados, con los intereses generales, los métodos
de comprobación y de control de los intereses privados por el estado, el
grado de su subordinación a los intereses generales”. (Lenin),332 aceptable
y ventajoso para el campesinado y que permite al proletariado incorporar
a la masa fundamental del campesinado a la educación socialista. El
campesinado encuentra ventajas en organizar la venta de sus mercancías
y en el abastecimiento de sus haciendas con máquinas mediante el
sistema de la cooperación, y, precisamente por ello, el campesinado tiene
qus seguir y seguirá el camino de la incorporación en masa al régimen
cooperativo.

332
Cf., V. I. Lenin, Obras, t. 33.
324
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

¿Y qué significa la incorporación en masa de las haciendas campesinas al


régimen cooperativo, contando con la supremacía de la industria socialista?

Significa que la economía campesina de pequeña producción mercantil


abandonará el viejo régimen capitalista –que entraña la ruina en masa del
campesinado– y tornará un nuevo camino, el camino de la edificación
socialista.

He aquí por qué la lucha por; el nuevo camino de desarrollo de la


economía campesina, la lucha por la incorporación de la masa funda-
mental del campesinado a la edificación del socialismo es una tarea
inmediata de nuestro partido.

El XIV Congreso del PC(b) de la URSS ha procedido, por tanto, acertada-


mente, al decir que:

“El camino fundamental de la edificación del socialismo en el


campo, a condición de que sea cada vez mayor la dirección
económica ejercida por la industria estatal socialista, por las
instituciones estatales de crédito y por otras posiciones domi-
nantes en manos del proletariado, es el de incorporar la masa
fundamental del campesinado a la organización cooperativa y
asegurar el desarrollo socialista de esta organización, utilizando,
venciendo y eliminando a sus elementos capitalistas”.333

El profundísimo error de la “nueva oposición” consiste en no tener fe en


este nuevo camino de desarrollo del campesinado, en no ver o no
comprender que bajo la dictadura del proletariado ese camino es
inevitable. Y no lo comprende porque no tiene fe en el triunfo de la
edificación socialista en nuestro país, porque no tiene fe en la capacidad
de nuestro proletariado para conseguir que el campesinado le siga por el
camino del socialismo.

De aquí la incomprensión del doble carácter de la NEP, la exageración de


los lados negativos de la NEP y su interpretación como un retroceso,
fundamentalmente.

De aquí que se exagere el papel de los elementos capitalistas de nuestra


economía y se menosprecie el papel de las palancas de nuestro desarrollo
socialista (la industria, socialista, el sistema de crédito, la cooperación, c]
poder del proletariado, etc.).

De aquí la incomprensión del carácter socialista de nuestra industria


estatal y las dudas en cuanto al acierto del plan cooperativo de Lenin.
333
La resolución del Congreso sobre el informe del CC: El PCUS en las resoluciones, cit. p. 78.
325
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

De aquí que se exagere el proceso de diferenciación en el campo: de aquí


él pánico ante el kulak y que se menosprecie el papel de los campesinos
medios: de aquí los intentos de malograr la política del partido encaminada
a asegurar una alianza sólida con el campesino medio, y, en general, los
continuos saltos de un extremo a otro en la cuestión de la política del
partido en el campo.

De aquí la incomprensión de la enorme labor realizada por el partido para


incorporar a las masas de millones y millones de obreros y de campesinos
a la construcción de la industria y de la agricultura, a la obra de vivificar
las cooperativas y los soviets, a la administración del país, a la lucha
contra el burocratismo, a la lucha por el mejoramiento y la transformación
de nuestro aparato estatal, lucha que marca una nueva fase de desarrollo
y sin la que no es concebible ninguna edificación socialista.

De aquí la desesperación y la desorientación ante las dificultades de


nuestra obra de edificación, las dudas respecto a la posibilidad de llevar a
cabo la industrialización de nuestro país, la charlatanería pesimista sobre
la degeneración del partido, etc.

Allí, en el campo burgués, todo marcha más o menos bien; en cambio en


nuestro campo, en el campo proletario, todo marcha más o menos mal: si
la revolución de los países occidentales no llega a tiempo, nuestra causa
está perdida: he ahí el tono general de la “nueva oposición”, tono que es,
a mi juicio, liquidacionista, pero que la oposición quiere hacer pasar, por
alguna razón (probablemente, para despertar la hilaridad), por “interna-
cionalismo”.

La NEP es el capitalismo, dice la oposición. La NEP es, fundamentalmente,


un retroceso, dice Zinóviev. Todo eso es, naturalmente, falso. En realidad,
la NEP en una política del partido que admite la lucha entre los elementos
socialistas y capitalistas y que se propone el triunfo de los elementos
socialistas sobre los elementos capitalistas. En realidad, sólo el comienzo
de la NEP ha sido un repliegue; pero lo que se persigue es efectuar en el
curso del repliegue un reagrupamiento de fuerzas e iniciar la ofensiva. En
realidad, llevamos ya unos cuantos años luchando con éxito a la ofensiva,
pues vamos desarrollando nuestra industria, vamos desarrollando el
comercio soviético, vamos desalojando de sus posiciones al capital privado.

Pero ¿cuál es el sentido de la tesis de que la NEP es el capitalismo, de que


la NEP es, fundamentalmente, un retroceso? ¿De qué parte esta tesis?

326
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

Parte del falso supuesto de que en nuestro país se está llevando a cabo
actualmente una simple restauración del capitalismo, un simple “retomo”
del capitalismo. Sólo este supuesto puede explicar las dudas de la
oposición respecto al carácter socialista de nuestra industria. Sólo este
supuesto puede explicar el pánico de la oposición ante el kulak. Sólo este
supuesto puede explicar la prisa con que la oposición se ha agarrado a las
cifras falsas sobre la diferenciación del campesinado. Sólo este supuesto
puede explicar que la oposición olvide con tanta facilidad que el
campesino medio es, en nuestro país, la figura central de la agricultura.
Sólo este supuesto puede explicar el menosprecio del peso del campesino
medio y las dudas respecto al plan cooperativo de Lenin. Sólo este
supuesto puede “motivar” la falta de fe de la “nueva oposición” en el
nuevo camino de desarrollo del campo, en el camino de la incorporación
del campo a la edificación socialista.

En realidad, en nuestro país no se está produciendo actualmente un


proceso unilateral de restauración del capitalismo, sino un proceso
bilateral de desarrollo del capitalismo y desarrollo del socialismo, un
proceso contradictorio de lucha de los elementos socialistas contra los
elementos capitalistas, un proceso en el que los elementos socialistas van
venciendo a los elementos capitalistas. Esto es tan indiscutible respecto a
la ciudad, donde la base del socialismo es la industria del estado, como
respecto al campo, donde el asidero fundamental para el desarrollo
socialista es la cooperación en masa ligada con la industria socialista.

La simple restauración del capitalismo es imposible por el mero hecho de


que el poder, en nuestro país, es un poder proletario, de que la gran
industria está en manos del proletariado, de que los transportes y el
crédito se hallan a disposición del estado proletario.

El proceso de diferenciación en el campo no puede revestir las proporciones


anteriores, el campesino medio sigue constituyendo la masa fundamental
del campesinado, y el kulak no puede recobrar su fuerza anterior, aunque
sólo sea por el hecho de que en nuestro país la tierra está nacionalizada,
ha dejado de ser una mercancía y nuestra política comercial, crediticia,
fiscal y cooperativa tiende a restringir las tendencias explotadoras de los
kulaks, elevar el bienestar de las grandes masas de campesinos y nivelar
los extremos en el campo. Prescindo del hecho de que la lucha contra los
kulaks se desarrolla actualmente en nuestro país no sólo eh la vieja
dirección, en la de organizar a los campesinos pobres contra los kulaks.
sino también en una nueva dirección, en la de consolidar la alianza del
proletariado y de los campesinos pobres con las masas de campesinos
medios contra los kulaks. El que la oposición nó comprenda el sentido y el

327
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

alcance de la lucha contra los kulaks en esta segunda dirección, confirma


una vez más que la oposición se desvía hacia el viejo camino de desarrollo
del campo, y hacia el camino del desarrollo capitalista, en el que el kulak y
los campesinos pobres constituían las fuerzas fundamentales del campo,
mientras que los campesinos medios “mermaban”.

La cooperación es una modalidad del capitalismo de estado, dice la


oposición, remitiéndose al folleto de Lenin, El impuesto en especie,334
razón por la cual la oposición no tiene fe en la posibilidad de utilizar la
cooperación como asidero principal para el desarrollo socialista. La
oposición comete también aquí un error gravísimo. Esta interpretación de
la cooperación era suficiente y satisfactoria en 1921, cuando fue escrito el
folleto El impuesto en especie, cuando no teníamos una industria socialista
desarrollada, cuando Lenin concebía el capitalismo de estado como
posible forma fundamental de nuestra actividad económica y veía las
cooperativas en conexión con el capitalismo de estado. Pero hoy, este
modo de tratar el asunto ya no basta y está superado por la historia, pues
de entonces acá los tiempos han cambiando, la industria socialista se ha
desarrollado, el capitalismo de éstado no ha echado raíces en la medida
apetecida, y la cooperación, que hoy abarca más de una decena de
millones de miembros, ha comenzado a ligarse ya con la industria
socialista.

¿Cómo, si no, puede explicarse que, ya a los dos años de haber escrito El
impuesto en especie, es decir, en 1923, Lenin comenzase a considerar la
cooperación de un modo distinto, entendiendo que “bajo nuestras
condiciones, a cada paso la cooperación coincide plenamente con el
socialismo”?335

¿Cómo se explica esto si no es por el hecho de que durante estos dos años
la industria socialista tuvo tiempo de desarrollarse, mientras que el
capitalismo de estado no arraigó lo bastante, razón por la cual Lenin
comenzó a considerar la cooperación, ya no en conexión con el capitalismo
de estado, sino en conexión con la industria socialista?

Las condiciones de desarrollo de la cooperación habían cambiado. Y, con


ellas, tenía que cambiar también el modo de abordar el problema de la
cooperación.

He aquí, por ejemplo, un notable pasaje tomado del folleto de Lenin


Sobre la cooperación (1923), que arroja luz en este problema:

334
Cf., V. I. Lenin, Obras, t. 32
335
Cf., t. XXVII, p. 396
328
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

“En el capitalismo de estado [Subrayado por mí, J. St.], las empresas


cooperativas se diferencian de las empresas capitalistas de estado,
en primer lugar, en que son empresas privadas y, en segundo lugar,
en que son empresas colectivas. Bajo nuestro régimen actual
[Subrayado por mí, J. St.], las empresas cooperativas se diferencian
de las empresas capitalistas privadas por ser empresas colectivas,
pero no se diferencian [Subrayado por mí, J. St.] de las empresas
socialistas, siempre y cuando se basen en la tierra y empleen
medios de producción pertenecientes al estado, es decir, a la clase
obrera”.336

En este breve pasaje se resuelven dos grandes problemas. Primero, el


problema de que “nuestro régimen actual” no es el capitalismo de estado.
Segundo, el problema de que las empresas cooperativas, consideradas en
conexión con “nuestro régimen”, “no se diferencian” de las empresas
socialistas.

Creo que es difícil expresarse con mayor claridad.

Y he aquí otro pasaje tomado del mismo folleto de Lenin:

“Para nosotros, el simple desarrollo de la cooperación se identifica


(salvo la ‘pequeña’ excepción indicada más arriba) con el desarrollo
del socialismo y al mismo tiempo nos vemos obligados a reconocer
el cambio radical producido en todo nuestro punto de vista sobre el
socialismo”.337

Es evidente que el folleto Sobre la cooperación nos sitúa ante un nuevo


modo de apreciar la cooperación, cosa que la “nueva oposición” no quiere
reconocer, silenciándolo cuidadosamente, a despecho de la realidad, a
despecho de la verdad evidente, a despecho del leninismo.

Una cosa es la cooperación considerada en conexión con el capitalismo de


estado y otra es la cooperación considerada en conexión con la industria
socialista.

Sin embargo, de esto no se puede sacar la conclusión de que entre el


trabajo El impuesto en especie y el folleto Sobre la cooperación media un
abismo. Esto es, naturalmente, falso. Basta con remitirse, por ejemplo, al
siguiente pasaje tomado de El impuesto en especie, para comprender en
seguida el lazo indisoluble que hay entre este trabajo y el folleto Sobre la
cooperación, en lo que se refiere al modo de apreciar la cooperación. He
aquí el pasaje en cuestión:
336
Cf., t. XXVII, p. 396
337
Op. Cit.
329
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin

“El paso de la práctica concesionista al socialismo es el paso de una


forma de gran producción a otra forma de gran producción. El paso
de la cooperación de los pequeños productores al socialismo es el
paso de la pequeña producción a la gran producción, es decir, una
transición más compleja, pero capaz, en cambio, de abarcar, en
caso de éxito, a masas más extensas de la población, capaz de
extirpar raíces más profundas y más vivaces de las viejas relaciones
presocialistas [Subrayado por mí, J. St.], e incluso precapitalistas,
que son las que más resistencia oponen a toda innovación”.338

Por esta cita se ve que ya en el período de El impuesto en especie, cuando


todavía no teníamos una industria socialista desarrollada, Lenin reputaba
posible transformar la cooperación, en caso de éxito, en un poderoso
medio de lucha .contra las relaciones "presocialistas", y, por tanto, contra
las relaciones capitalistas también. Creo que fue precisamente esta idea
la que le sirvió más tarde de punto de partida para su folleto Sobre la
cooperación.

Pero ¿qué se desprende de todo esto?

De todo esto se desprende que la “nueva oposición” no aborda el


problema de la cooperación de un modo marxista, sino de una manera
metafísica. No ve en la cooperación un fenómeno histórico, enfocado en
conexión con otros fenómenos, en conexión, por ejemplo, con el
capitalismo de estado (en 1921) o con la industria socialista (en 1923),
sino como algo inmutable, plasmado de una vez para siempre, como una
“cosa en sí”.

De aquí provienen los errores de la oposición en el problema de la


cooperación: de aquí su falta de fe en que el campo se desarrolle hacia el
socialismo a través de la cooperación; de aquí su desviación hacia el viejo
camino, hacia el camino de desarrollo capitalista del campo.

Tal es, en términos generales, la actitud de la “nueva oposición” ante los


problemas prácticos de la edificación socialista.

Sólo cabe una conclusión: la línea de la oposición –en la medida en que


tiene una línea–, las vacilaciones y titubeos de la oposición, su falta de fe
en nuestra causa y su desorientación frente a las dificultades, llevan a la
capitulación ante los elementos capitalistas de nuestra economía.

338
Cf., t. XXVI, p. 337
330
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS

En efecto, si la NEP es, fundamentalmente, un retroceso, si se pone en


duda el carácter socialista de la industria de estado, si el kulak es casi
omnipotente, si hay que cifrar pocas esperanzas en la cooperación, si el
papel del campesino medio baja en proporción progresiva, si el nuevo
camino de desarrollo del campo es dudoso, si el partido degenera o poco
menos, y si la revolución en los países occidentales no está todavía cerca,
¿qué queda, después de todo esto, en el arsenal de la oposición?, ¿con
qué cuenta la oposición para la lucha contra los elementos capitalistas de
nuestra economía? Pues no se puede emprender la lucha contando
solamente con la Filosofía de la época.339
Es evidente que el arsenal de la “nueva oposición”, síes que a eso se le
puede llamar arsenal, no tiene nada de envidiable. No es un arsenal de
armas para la lucha. Y mucho menos para el triunfo.
Es evidente que el partido se vería perdido en “un dos por tres” si se
lanzara a la pelea con semejante arsenal. Tendría que capitular lisa y
llanamente ante los elementos capitalistas de nuestra economía.
Por eso, el XIV Congreso del Partido ha procedido con todo acierto al
dejar sentado que “la lucha por el triunfo de la edificación socialista en la
URSS es la tarea fundamental de nuestro partido”; que una de las
condiciones para cumplir esta tarea es “la lucha contra la falta de fe en la
edificación del socialismo en nuestro país y contra las tentativas de
considerar a nuestras empresas, que son empresas ‘de tipo consecuen-
temente socialista’ (Lenin), como empresas capitalistas de estado”; que
“semejantes corrientes ideológicas, al hacer imposible una actitud
consciente de las masas ante la edificación del socialismo en general y de
la industria socialista en particular, sólo sirven para frenar el desarrollo de
los elementos socialistas de la economía y para facilitar la lucha del capital
privado contra ellos”; y que “el congreso considera, por tanto, necesario
desplegar una amplia labor educativa con el fin de eliminar estas tergiver-
saciones del leninismo”.340
La significación histórica del XIV Congreso del PC(b) de la URSS consiste en
que ha sabido poner al desnudo hasta sus raíces los errores de la “nueva
oposición”, en que ha repudiado su falta de fe y sus lamentaciones, en que
ha trazado clara y nítidamente el camino para seguir luchando por el
socialismo, en que ha dado al partido perspectivas de triunfo y, con ello,
ha infundido al proletariado una fe inquebrantable en el triunfo de la
edificación socialista.
25 de enero de 1926.
339
Filosofía de la época, título de un trabajo de Zinóviev escrito en 1925
Cf., la resolución sobre el informe al CC del PC(b) de la URSS. El PCUS en las resoluciones..., cit.,
340

pp. 75-77
331

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