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Biblioteca COGNICIÓN Y DESARROLLO HUMANO / 2 SERGE MOSCOVICI
Colección dirigida por César Coll (École des Hautes Études en Sciences Sociales, París)
PSICOLOGIA SOCIAL, 11
• Pensamiento y vida social
• Psicología social y problemas sociales
Coautores:
Michael Billig
Títulos publicados: Jean-Pierre Deconchy
Robert M. Farr
1. S. Moscovici - Psicología social, vol. 1 Michel Gilly
2. S. Moscovici - Psicología social, vol. 2 Carl F. Graumann
3. J. Bruner - El habla del niño Miles Hewstone
4. S. A. Hampson - La construcción de la personalidad Jos Jaspars
5. D. A. Norman - Perspectivas de la ciencia cognitiva Denise Jodelet
7. R. Schank y R. Abelson - Guiones, planes, metas y entendimiento Lenelis Kruse
8. R. J. Sternberg - Inteligencia humana, l. La naturaleza de la inteligencia y su medición
9. R. J. Sternberg - Inteligencia humana, 11. Cognición, personalidad e inteligencia
Gabriel Mugny
10. R. J. Sternberg - Inteligencia humana, 111. Sociedad, cultura e inteligencia Henri Paicheler
11. R. J. Sternberg - Inteligencia humana, 111. Evolución y desarrollo de la inteligencia Stamos Papastomou
12. R. E. Mayer - Pensamiento, resolución de problemas y cognición Bernard Rimé
13. R. Case O El desarrollo intelectual: del nacimiento a la edad madura Michel-Louis. Rouquette
16. M. J. Mahoney y A. Freeman - Cognición y psicoterapia
17. J. V. Wertsch - Vygotsky y la formación social de la mente
18. J. Dewey - Cómo pensamos
19. R. Harre, D. Clarke y N. De Cario - Motivos y mecanismos
20. J. Bruner y H. Haste - La elaboración del sentido
22. M. Wertheirner - El pensamiento productivo
23. J. Lave - La cognición en la práctica
24. D. Middleton y D. Edwards- Memoria compartida.
25. M. Hewstone - La atribución causal
26. D. Cohen y S. A. Mackeith - El desarrollo de la imaginación
27. B. Rogoff - Aprendices del pensamiento
28. J. Pemer - Comprender la mente representacional
30. L. Vygotsky - Pensamiento y lenguaje
31. J. A. Fodor - El olmo y el experto
32. B. lnhelcler y G. Cellérier - Los senderos de los descubrimientos del niño
33. M. C. Wittrock y E. L. Baker - Test y cognición
34. H. P. Das y otros - Planificación cognitiva
35. A. Clark - Estar ahí
36. W. Frawley - Vygotsky y la ciencia cognitiva
37. A. Kozulin - Instrumentos psicológicos
38. E. Wenger - Comunidades de práctica
39. N. Mercer - Palabras y mentes
40. D. P. Ausubel - Adquisición y retención del conocimiento Barcelona 1:~!,}2.2x§ ~,
' ~ ,..
.,
B. La obediencia 62
a. Las investigaciones 80brc la obe«Ueoa,
h. El anilisis teóric:o de la obediencia
C. Las consecuencias de la conformidad y de la obediencia 67
2. INNOVACION E INFLUENCIA DE LAS MINORIAS 71
Machteld Doms y Serge Moscovid
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los tttulares del «Copyright•, bajo las A. Introducción 71
sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier método o
procedimiento, comprendidos la reprogrefla y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares
B. Los rasgos específicos de la innovación 75
de ella mediante alquiler o préstamo públicos. C. Innovación y creación de conflictos . 80
D. Los estilos de comportamiento de las minorías 86
E. ¿Qué es lo que facilita o frena la influencia de una minoría? 94
«:>
1984, Presses Universitaires de Franca
© 1986 de todas las ediciones en castellano, F. La influencia de las minorías y las normas sociales . 105
Ediciones Paidós Ibérica, S. A., G. Conclusión
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona 113
y Editorial Paidós, SAICF,
Defensa, 599 - Buenos Aires
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3. EL CAMBIO DE ACTITIJD 117
Germaine de Montmollin
ISBN: 84-7509-343-4
ISBN: 84-7509-344-2 (obra completa)
Depósito legal: B-40.115/2002 A. Introducción 117
Impreso en Hurope, S.L.,
Lima, 3 - 08030 Barcelona ,. El problema de la naturaleza de lu actitudes
h. Los factores del cambio de actitud
Impreso en Espaí'la - Printed in Spain
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Indice 1 389
368 1 Palcologla aoc:lal
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372 1 Psicología social Indice 1 373
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a. La difusión
b. La propagación
Tercera parte
c. La propaganda
PENSAMIENTO Y VIDA SOCIAL
20. MASAS, MUCHEDUMBRES Y DENSIDAD 649
Carl F. Graumann y Lenelis Kruse
Bibliografía 711
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A. Introducción
1
l a. Escenificación del problema
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380 ¡ Pensamiento y vida social 10. La epistemología del sentido común 1 381
siente inc6modo ante un grupo tan cohesivo. Todo el mundo se dedica a sus satisfechos varios tests, es recibido por el Sr. Cazacabezas para una entrevista;
ocupaciones, Mariette ha desaparecido en la cocina, dejándolo solo; Luden este último es informado de los resultados obtenidos en el test 16 PF: «Ajá»,
se muestra inquieto, finge un gran interés por una funda de disco: siem- dice ajustándose la corbata, «mucha sizotimia y poca afectotimia, muy intro-
pre se siente incómodo en este tipo de situaciones, se sonroja, etc. vertido... cierta tensión energética y mucha emotividad, pero buenas notas
«Quédate a comer, Luden.» «No, no, tengo que hacer ... me están espe- en los factores HARRIA, ALAXIA, PRAXERNIA ... Escuche, joven, usted
rando ... bueno, sólo una copa ... cinco minutos, pero no más.» Se ha roto el no tiene en absoluto la personalidad que corresponde al perfil del puesto de
hielo y se inicia.una animada conversación sobre las próximas elecciones. Lu- vendedor. En cambio, estamos buscando un auxiliar de contabilidad y. creo
den conoce bien el tema y expresa algunas opiniones pertinentes, mostrán- que usted podría realizar esas labores de manera muy satisfactoria».
dose muy sarcástico en su crítica de uno de los candidatos. Encantado por haber encontrado un empleo, Luden se apresura para no
«Bueno, me tengo que ir.» Tras intercambiar algunos apretones de ma- llegar tarde a su «sesión» en la Oficina de Ayuda Psicológica Universitaria.
nos y tirar un plato de galletas, Luden se va. Tras su partida, la conversa-
ción coge nuevos impulsos: ~ ACTO 5. - Viernes, 5 de la tarde. Desde hace algún tiempo, Luden
«Un poco raro, este nuevo amigo de Mariette.» Todo el mundo lo en- es tratado por la señorita Tescucho, psicoterapeuta.
cuentra «tímido», «tenso», «no tiene las cosas claras», pero también lo con- «Siempre me siento incómodo ante un auditorio desconocido, me siento
sideran «inteligente», «sarcás_tico» y «gracioso». torpe y estúpido.»
Paul, un estudiante de psicología que siempre trae a Freud o a Lacan «Sí...»
bajo el brazo, pronuncia su sentencia: «Me siento paralizado por la timidez, aún no me he decidido a hablar
«Completamente reprimido, ese tío d_ebe tener un superego tan grande
como una montaña.»
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382 1 Pensamiento y vida social 10. La eplstemologfa del sentido común 1 383
de mis sentimientos con Mariette... tengo miedo de un fracaso... simple- etcétera. Estas informaciones han sido percibidas y, no obstante, tras su par-
mente me comporto CO!llO si fuera un buen amigo ... • tida, cuando hablan de él, no dicen lo que hizo o dijo, sino que utilizan ras-
«Sf... Usted no se siente seguro de si mismo ... • gos abstractos, no observados directamente: no se ve la timidez o la inteli-
«Ayer, por ejemplo, me habría. gustado quedarme con ellos ... , pero no, gencia, sino sus supuestas manifestaciones.
me dominó el plÚÚco.• Señalemos también que estos rasgos que «resumen» gamas de compor-
La señorita Tescucho conoce muy bien el caso de Luden, gracias al
Rorschach y al TAT: tipo de resonancia {ntima, introvertido ... Las respues- tamientos o de actitudes constituyen generalmente caracteristicas estables,
tas K son claramente superiores a las respuestas C. Mañana, 'en la reunión este carácter de estabilidad, aunado a un valor esencia/,mente explicativo (si
de síntesis con el equipo, propondrá que se le aplique una terapia de afir- se amodorra en la silla es porque está incómodo y si está incómodo es porque
mación. es tímido), cumple asimismo una función de previsión: su timidez hace que
los demás esperen que responda de cierta manera ante una situación deter-
Acabamos de conocer a cierto número de actores sociales que, en su acti- minada y, además, ¡existe una manera de comportarse con los tímidos!
vidad cotidiana o profesional, han llegado a una impresión, a un conocimiento Semejante descripción del proceso puede parecer un conjunto de cosas
de otras personas, tras una interacción en ocasiones muy limitada. En la ac- evidentes. Esto sucede con tanta «naturalidad» que no podemos ver cómo
tualidad, el estudio de 'este tipo dé fenómenos es objeto de un gran desarrollo podría ser de otra forma. Más adelante tendremos oportunidad de explicar
en psicología social y los problemas que permiten plantear parecen decisivos que esto quizá no tiene nada de evidente ni de natural. El mecatiismo que
en varios aspectos: conduce de la percepción de los indicios a través de los órganos de los sen-
- Al pertenecer al campo de la percepción del otro, estas investigaciones tidos a una atribución de rasgos abstractos constituye lo que se denomina
podrían haberse conformado con estudiar este tipo de procesos en sí mismos; un proceso de inferencia; los investigadores de la percepción del otro obser-
pei:o pronto resultó evidente que a menos que se considerara que una persona varon rápidamente la analogía entre el proceso cotidiano del sentido común
no es más que un objeto de percepción, como un mueble o una perspectiva, y el procedimiento clínico utilizado en medicina o en psicología (los puntos
la naturaleza misma del objeto (de los individuos o personas en situación social) blancos que aparecen en la garganta permiten diagnosticar una angina, una
podía constituir una vía real que conduciría a una mejor comprensión del respuesta determinada a un cuestionario de personalidad permite concluir una
establecimiento, del funcionamiento de las relaciones interpersonales y de la extraversión). Así pues, podemos hablar de inferencia clínica.
articulación existente entre la estructura social, los comportamientos y las El segundo y tercer actos pueden permitirnos descubrir otras característi-
vivencias individuales. cas de este fenómeno de la percepción del otro. En presencia de rasgos y
- Tras haberse concentrado en el carácter emocional, afectivo de nuestras movimientos sumamente estilizados que representan a la pantera rosa o ante
relaciones con los demás, lo que hizo qúe se concediera una importancia el conjunto de las características de los rostros de Lebrun, los espectadores
excesiva a este tipo de variables en la explicación de los juicios que nos for- también se hacen una impresión inmediata. Por otra parte, comparten la
mamos, los autores actualmente enfatizan fas modalidades de funcionamiento misma impresión y, a menudo, tendrían bastantes dificultades para justifi-
cognitivo que gobiernan la impresión. Por lo que se refiere a: la articulación car las inferencias realizadas. El hecho de que estos procesos sean inconscien-
individual-social, veremos que las diferentes soluciones teóricas propuestas tes y espontáneos y no requieran ningún esfuerzo por parte del sujeto con-
para explicar los procesos de percepción del otro, pueden conducir a concep- tribuye a crear un sentimiento de evidencia; el objeto existe, se trata de una
ciones fundamentalmente diferentes de este problema. \ persona que posee atributos. Este sentimiento es corroborado por la exis-
tencia de un acuerdo entre los espectadores, pues todos ellos vieron lo mismo
y tuvieron la misma impresión.
b. Análisis del problema En el cuarto y quinto actos, Luden se enfrenta a los «profesionales» del
conocimiento del Otro. Ya hemos visto que, para llegar a este conocimiento,
Regresemos a las situaciones sociales de nuestra obra en cinco actos: estos profesionales utilizan el mismo procedimiento: la inferencia clínica. En
Primer acto: ¿qué sucedió tras la partida de Luden? Cada protagonista cambio, lo que a primera vista parece diferenciarlos del hombre de a 'pie es
tenía una impresión de él y la pudo verbalizar eri términos de atributos de la utilización sistemática de teorías de la personalidad que les permiten ex-
personalidad: tímido, indeciso, etc: ¿Cómo se formó esta impresión? Cada plicitar o validar sus reglas de inferencias. Estas últimas responden, además,
uno de los presentes disponía de muy pocas informaciones sobre Luden: al- a una representación de la causalidad que justifica estas inferencias; si Luden
gunos comportamientos, su aspecto físico, el timbre de su voz, el contexto, ha dado muestra de esos comportamientos en el primer acto; esto se debe
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386 1 Pensamiento y vida social 10. La eplstemologfa del sentido común 1 387
TABLA l. - Correlaciones entre ¡uicios de la inteligencia (Cli) y de la amabilidad sona adquiere la calidad de sus acciones y aparece fenomenológicamente como
(Ai) y su evaluaci6n en las personas fotografiadas (Clm y Am) causa primera. Este aspecto del fenómeno había sido estudiado en particular
por Heider (1958), pero Asch resalta el hecho de que la impresión que nos
! Clm r = .07 CI/ hacemos de un individuo está sumamente unificada, percibimos la totalidad
de una persona. ¿Cómo se forma esta unidad? Existen dos posibilidades: po-
r=.00 r=.62
demos suponer que la impresión es una simple suma de rasgos. Si hemos
! Am - - - - r = . 2 8 - - - - - A/ _ _J .observado un cierto número de comportamientos y si cada uno de estos com-
portamientos se explica a través de la posesión de un rasgo, la impresión
resultará de la suma de estos rasgos. Este modelo, calificado de aditivo, ha
Al leer esta tabla aparece una clara correlación entre las atribuciones de dado lugar a numerosas investigaciones y a cierto número de variantes. Para
inteligencia y las atribuciones de amabilidad; estos dos rasgos aparecen rela- Asch, guestaltista, este modelo no permite explicar la unidad de la impresión
cionados entre sí en el seno de la impresión y todo parece indicar que los e insiste en el carácter dinámico de la totalidad, en la que cada rasgo obtiene
sujetos pensaban que resulta imposible que una persona sea, al mismo tiem- su significado de la relación que sostiene con los otros rasgos y actúa sobre
po, inteligente y antipática (y ·viceversa). En esa época se interpretaba esa el conjunto de los rasgos (una inteligencia fria y calculadora nos hace pensar
correlación sistemática como la manifestación de un efecto de halo, el carác- en un tipo totalmente diferente de aptitud que una inteligencia alerta y bri-
ter positivo o negativo de un rasgo que se generaliza a otras atribuciones. llante). Desde este punto de vista, en la impresión global, no todos los ras-
El examen del valor de los otros coeficientes permite comprender que, gos tienen la misma importancia, el mismo peso; ciertas características son
por una parte, el consenso existente entre los sujetos no puede basarse en centrales y otras son periféricrJS. La comparación de los resultados de dos de
la «realidad» de las personas percibidas, ya que no existe ninguna correla- sus experiencias nos permitirá ilustrar esta concepción en términos de tota-
ción entre los juicios y la evaluación objetiva de los rasgos, y por la otra, lidad dinámica. En la primera investigación, el experiment'<ldor lee a cada
que este «efecto de halo» no es comprobado en las personas objeto de la uno de los dos grupos experimentales una lista de rasgos que describen
percepción. Diversos resultados de este tipo habían hecho que Newcomb
(19 31) viese en esta relación la manifestación de una especie de «error lógi-
co». Esta experiencia, a pesar de su gran simplicidad y su artificialidad, per- TABLA 11. - Porcenta;es de rasgos elegidos en la «chek-list»
mite plantear los principales problemas a los que tuvieron que enfrentarse en las experiencias de Asch
los investigadores que trabajaban en este campo: 1 / los sujetos funcionaron
como morfopsicólogos ingenuos, utilizando las mismas reglas de inferencia. Experiencia I Experiencia II
2/ Al parecer estas reglas no pudieron ser aprendidas, a través de su prácti- --
ca, de otras personas durante sus experiencias sociales. 3 / También emplean Cordial Frio Amable Brusco
las mismas reglas de correspondencia que estructuran su impresión. ¿Cuál
Generoso 91 8 56 58
es la naturaleza exacta de est'<ls reglas y de dónde provienen?
Sentido del humor 77 13 71 48
Hemos elegido abordar estos procesos a través de un ejemplo sobre, úni-
Sociable 91 38 83 78
camente, dos rasgos y un tipo sumamente particular de indicios. No hace
falta decir que en los procesos intervienen un número infinitamente mayor
de indicios, rasgos y posibilidades de relaciones.
\ 1
Influyente
Carácter controlado
88
77
99
89
94
82
96
77
Honesto 98 94 87 100
b. El modelo de la totalidad
a una persona. El primer grupo de sujetos escucha el siguiente retrato: «in-
Según Asch (1946-1954), percibimos a las personas como individualida- teligente, dotado, trabajador, cordial, decidido, prudente». Para el segundo
des singulares, únicas y a partir de sus diferentes características nos forma- grupo, el retrato es el mismo, excepto que el rasgo «cordial» es reempla-
mos la imagen de un tipo particular. Consideramos que todo comportamiento zado por el rasgo «frío». Los sujetos deben transmitir su impresión eli-
es un efecto producido por una persona autora, causa de dicho comporta- giendo de una lista de adjetivos (la check-list) aquellos que, según su pare-
miento. Cuando acción y persona constituyen una unidad cognitiva, la per- cer, también caracterizan a esta persona. La hipótesis es que los atributos
lff,li4jlil4Jl4P\44ff. wW á ; 4! 1
388 1 Pensamiento y vida social 10. La epistemología del sentido común 1 389
«cordial» y «frío» funcionarán como características centrales y adquirirán un ponen circunscribir la naturaleza de las relaciones entre indicios iniciales y
considerable peso dentro de la totalidad de la impresi6n. rasgos-respuestas. La pregunta que se plantea es. la siguiente: si el sujeto
La segunda experiencia es estrictamente idéntica a la primera, excepto sabe que la otra persona posee una característica determinada o varías ca-
que la variable «cordial-frío» se convierte en «amable-brusco». Examinemos racterísticas, ¿cómo puede inferir la ausencia o presencia de otras caracte-
(tabla II) una selección de respuestas de los sujetos a los rasgos de la check- rísticas? Nos encontramos ante una especie de «lógica», de «teoría», donde
list. la presencia de ciertos rasgos implica la existencia o la ausencia de otros
Los resultados obtenidos demuestran la exactitud de las hipótesis de Asch. rasgos. Bruner y Tagiuri proponen la expresión de teoría implícita de la per-
La pareja de características cordial-frío da pruebas de centralidad y ejerce sonalidad. para explicar la existencia en el perceptor de tendencia, de expec-
una influencia considerablemente mayor sobre la impresión que la pareja tativas generalmente no verbalizadas y no conscientes, consistentes en pre-
amable-brusco, que resulta periférica en el mismo contexto, en el mismo sumir la existencia de una relación entre las diferentes características de la
retrato. persona percibida. Otros autores, Sarbin, Taft y Bailey (1960) hablan de
Multiplicando las experiencias de este tipo, Asch pudo demostrar que sistemas 4,e postulados del perceptor.
el carácter de centralidad era .determinado por una interacción con la totali- Desde este punto de vista (Wishner, 1961), el carácter de centralidad de
1
dad. El rasgo cordial puede, por ejemplo, adquirir un carácter periférico en un rasgo sería secundario en relación con el conjunto de las relaciones exis-
el contexto «obediente, débil, superficial, sin ambición, fútil». tentes entre los rasgos que constituyen la impresión, Estas relaciones pueden
Por su parte, Kelley ( 1950) pudo encontrar los efectos descritos por Asch ser puestas de manifiesto a través de las correlaciones que existen entre las
en una situación de interacción social. Su experiencia consistía en presentar diferentes atribuciones realizadas por los sujetos.
a dos clases diferentes de psicología a un profesor que sólo intervendría du- Este «modelo» de trabajo y el recurso sistemático a análisis estadísticos
rante una conferencia; este profesor era presentado mediante una especie de han permitido un considerable progreso en la comprensión de las modalida-
biografía, en la que se decía que su entorno lo consideraba generalmente des de funcionamiento de las teorías implícitas de la personalidad.
como una persona «cordial, trabajadora», etc. (lista de Asch) para uno de Habida cuenta del gran núm~ro de rasgos que proporciona una lengua,
las clases y «fría» en la otra condición. Tras dar su clase, este nuevo ¿cómo se organiza el conjunto de las correlaciones posibles entre cada pare-
profesor, en realidad un cómplice del experimentador, hacía que los estu- ja de rasgos posibles?
diantes discutieran entre sí durante veinte minutos. Al final de la discusión, Aquí nos conformaremos con dar algunos ejemplos. Igualmente reco-
los sujetos debían transmitir la impresión que tenían de esta persona, median- mendamos al lector que consulte un manual especializado en estadística.
te la check-list. Esta impresión estaba determinada por la presencia de los
adjetivos cordial o frío. Pero otro resultado que no podía aparecer en las.
experiencias tan artificiales de Asch, confiere todo su interés a la situación
de terreno utilizada 'por Kelley. Tras haber grabado toda la discusión del gru- d. A la búsqueda de la estructura de la impresión
po, Kelley pudo demostrar que los sujetos que habían recibido la descrip-
ción «cordial» manifestaban una tendencia a evitar con mayor frecuencia las
interacciones con el profesor que los otros sujetos. Por otra parte, la modi-, En el marco de una de nuestras propias investigaciones (Paicheler y col.,
ficación de la impresión tenía un efecto sobre el clima del grupo y la canti- \ 1983) pedimos a un centenar de sujetos que pensaran en «alguien que cono-
cieran bien» y que nos describieran su personalidad, atribuyéndole notas de
dad de los intercambios.
O a 7 para cada uno de los 64 rasgos que figuraban en un cuestionario. Re-
sulta importante insistir en que cada sujeto piensa en una persona diferente.
c. La impresión: ¿fin o medio? De esta manera nos es posible calcular las correlaciones existentes entre cada
una de las evaluaciones y presentarlas en una matriz. La tabla III muestra
La concepción de Asch que concede una importancia primordial ·al con- algunos valores de esta enorme matriz que nos servirán de ejemplos.
junto, a la totalidad de los rasgos ha sido criticada por Bruner y Tagiuri El examen de esta tabla no nos enseña nada nuevo en relación con lo
(1954 ). Para estos últimos, el perceptor reaHza inferencias sobre la persona- constatado en las experiencias anteriores: existen fuertes correlaciones, po-
objeto de forma directa, a partir de los indicios, sin pasar por el estadio «in- sitivas o negativas, entre ciertos rasgos. Además, ciertos atributos parecen
termediario» de la impresión estructurante y totalizante. De este modo, pro- ser independientes.
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390 1 Pensamiento y vida social 10. La epistemología del sentido común 1 391
'*
llegamos a la matriz «reconstruida» de la tabla IV.
resuelto
e inteligente
TABLA IV. -Matriz «corregida» que pone de manifiesto dos factores de «ansi~ frlo
e «imaginaci6n» que organizan las atribuciones • serio
práctico
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Ansioso .67 -.34 -.41 .00 .06 .01 .08 Irresponsable •
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•
•••
Tenso -.32 -.48 .01 .02 .01 .05 sentlme~tal feliz
Emocionalmente estable .50 -.15 -.07 -.09 .05 • sociable
Carácter controlado .06 .10 .04 .07 caluroso
Práctico .57 -.65 -.55
Concreto -.60 -.78
Imaginativo .60
Abstracto
mente diferente para poner de manifiesto la estructura de la impresión. Tras e. La persona: ¿conjunto de rasgos o tipo?
entregar a cada uno de sus sujetos un cartón con un rasgo de personalidad;
les piden que repartan estos cartones de forma que reúna las características Partiendo de investigaciones desarrolladas en psicolingüística dentro del
que, en su opinión, pueden estar presentes en una misma persona. Tras estudio del impacto de una «lógica natural» en nuestros procesos de catego-
utilizar un procedimiento de análisis multidimensional, el análisis de estos rización de los objetos, algunos autores han propuesto un enfoque diferente
agrupamientos, el número de veces que los rasgos han sido asociados pueden de la formación de las impresiones. Según este enfoque, los sujetos llevarían
conducir a una representación espacial de los resultados. En esta repre- a cabo una especie de generalización que conduciría a la construcción de
sentación (fig. 2), los adjetivos serán más cercanos en la medida en que estén prototipos abstractos que les permitirían clasificar los objetos en función de
relacionados entre sí en la teoría implícita. su mayor o menor distancia respecto a dichos «tipos ideales».
También es posible demostrar la existencia de una organización del con- En nuestro lenguaje cotidiano utilizamos expresiones como: «En fin ya
junto que aparece estructurado mediante dos dimensiones que los autores ves ... un estúpido que he conocido y que ... » De esta forma, el estúpido en
subrayan trazando dos ejes. Uno de estos ejes corresponde al éxito (o fra- cuestión constituiría un prototipo que permitiría «resumir» cierto número de
caso) en el terreno «intelectual» y el otro al éxito «social». rasgos o comportamientos que podrían evocar diferentes tipos de personas
Bruner y T agiuri habían propuesto la expresión de teorías implícitas de que presenten características más o menos comunes. Desde este punto de
la personalidad en base a la constatación de las correlaciones que existen vista, nuestras clasificaciones responderían a una «lógica» diferente de la
entre las atribuciones de rasgos. En unos cuantos años, la elección de esta descrita por el enfoque en términos de rasgos.
expresión demostró su pertinencia en la medida en que el conjunto de estas Las categorías implícitas estarían jerarquizadas y nosotros funcionaría-
correlaciones se organiza . siguiendo con gran exactitud el mismo modelo mos como taxonomistas ingenuos. El ejemplo de la figura 3, tomado de Cantor
y Mischel (1979 ), ilustra este principio: al nivel más abstracto, tenemos una
clase muy general, «persona psicológicamente inestable», si descendemos a
diversos niveles llegamos a categorías de personas mucho más particulares,
mucho más diferenciadas.
Este modo de funcionamiento puede ilustrarse con una investigación de
~- Solso y McCarthy (1981) sobre la memorización de los rostros. Los autores
Persona emplean un material que habitualmente utiliza la policía para elaborar los
emocionalmente
Inestable retratos robot, pudiendo así elaborar un gran número de rostros más o me-
nos similares mediante sobreposiciones de calcas.
Partiendo de cuatro retratos prototipo, los autores realizan un cierto
número de rostros «derivados» que presentan diversos grados de semejanza,
siendo uno de ellos totalmente diferente. Se muestra a los sujetos las seri~!>
de rostros a razón de treinta segundos por imagen, diciéndoles que las ob-
serven detenidamente, ya que después tendrán que reconocerlas.
Cada serie incluye cierto número de rostros derivados ( tres al 25 % ,
cuatro al 50 % y tres al 75 % ), excepto el prototipo y el rostro totalmente
diferente (O % ). Luego se presenta a los sujetos una nueva serie de dibujos
constituida por una mezcla de ciertos rostros derivados ya presentados, nue-
vos rostros derivados, el rostro al O % y el ptototipo. Los sujetos deben
decir si ya han visto a esta persona y transmitir su grado de seguridad me-
diante una escala.
FrG. 3. -Ejemplo de taxonomía implícita de una persona inestable
(según Cantor y Mischel, 1979). Los sujetos reconocen con mayor facilidad a las personas que ya han
visto y están entonces más seguras de su juicio. En los nuevos rostros deri-
que el utilizado por algunos teóricos de .la personalidad para comprender vados, su grado de seguridad es tanto más fuerte en la medida en que éstos
el funcionamiento de la persona y explicar sus comportamientos. presenten una mayor semejanza con el prototipo.
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394 1 Pensamiento y vida social
_10. La epistemología del sentido común 1 395
--
cionamiento, teorías y taxonomías implícitas. Ya establecida esta constata-
ción, nos queda el problema de la explicación.
Si efectivamente algo sucede «en la cabeza» de nuestros sujetos, para
,25 % utilizar una expresión de moda entre los cognitivist11s, ¿de dónde provienen
estos mecanismos? ¿Qué explicación puede dar de ellos la psicología social
teórica? La respuesta· a estas preguntas reviste un gran interés, no solamen-
te para nuestro campo de estudio, sino también para el conjunto de la psi-
cología y para las prácticas sociales basadas en estas teorías.
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396 1 Pensamiento y vida social 10. La eplstemologla del sentido común 1 397
...
398 1 P11nsamlento y vida social 10. La epistemología del sentido común 1 399
bien la posesión de ciertas características de personalidad) en detrimento de Los antropólogos y los historiadores han podido demostrar que la noción
las' causas externas relacionadas con la situación. De esta forma, nuestro teó- actual de persona, que nos parece tan natural y evidente en nuestro funcio-
·. rico ingenuo utilizaría teorías sesgadas que pecarían p9r exceso de ¡psicolo- miento cotidiano, es en realidad bastante reciente y procede de una larga
gismo! historia. Además, esta ·noción puede presentar considerables variaciones de-
Así, en nuestros sistemas de percepción no habría lugar para tomar en pendiendo de la cultura, las religiones y las estructuras sociales en que se
consideración otros tipos de determinaciones: es bien sabido, «evidente», haya desarrollado. Según Meyerson ( 197 3 ), se puede hablar de una «cons-
que los parados poseen características que explican su situación y ,si ciertas trucción social» de la noción de persona.
personas continúan en un lugar determinado de la estructura social, es porque Esta construcción no es un ~estado simple, un hecho primitivo, un dato
carecen de voluntad o de necesidad de éxito/ inmediato. El sentimiento de continuidad del yo, de ser fuente de acciones,
¿Podemos seguir considerando en psicología social que este tipo de de ser un individuo singular y original es fruto de una larga evolución de
fenómenos, de herejías «teóricas» son errores? Errores respecto a un modelo los sistemas de representaciones»~ara este autor, la persona no ha consti-
estrictamente cognitivo que describe un proceso intelectual muy general y tuido el primer objeto de investigación del hombre, sino que éste primero
supuestamente adaptado, en adecuación con la realidad. habría tomado conocimiento del orden del entorno viéndose a sí mismo
Desde la perspectiva d~ nuestra disciplina, ¿no sería mejor consid~rarlos, como parte de los equilibrios cósmicos y sociales. Así, el hecho individual
no ya como un efecto secundario del fenómeno, sino como un objeto privi- se ·representaba en interacción causal con agentes sobrenaturales, autores y
legiado que permite comprender mejor los comportamientos sociales a par- reguladores del orden universal.
tir del momento en que lo social no se reduciría, como sucede a menudo en Mauss (1978) estudió la construcción de esta «categoría del espíritu hu-
este tipo de teorizaciones, a la existencia de relaciones interpersonales? mano» desde la Antigüedad hasta nuestros días, y el largo recorrido que,
En este tipo de psicología social, estas relaciones encuentran toda su «de una simple mascarada a la máscara,' de un personaje a la persona», ha
explicación en el funcionamiento psicológico de los individuos implicados conducido a una «forma fundamental del pensamiento y la acción». La apa-
en ellas. Las leyes del funcionamiento del universo cognitivo descubi~ rición del derecho romano, el desarrollo de las diferentes teologías judeo-cris-
por la psicología general bastarían para explicar no solamente las relaciones tianas, el surgimiento de la Ciencia y la Razón, y por último, la Declaración
sociales, sino también, si no se presta atención (pensemos en el problema de de los Der:echos del Hombre habrían de encontrar sus ecos sucesivos en los
las relaciones jerárquicas o de las relaciones intergrupales), el funcionamiento sistemas de 'representación de la persona y en la construcción de la identidad
del conjunto de la estructura social. individual.
Antes que hablar de errores, sería preferible ver en ellos modalidades
«normales» de funcionamiento de un pensamiento social que tiene por efec-
to el control, la producción y la reproducción de los comportamientos inter- b. La representación social del otro
personales. Si los procesos psicológicos tienen por función poner ~<orden»
en el entorno, una concepción más «socio-cognitiva» nos permite integrar una La tendencia de los sujetos consistente en explicar el comportamiento de
evidencia olvidada por este tipo de teóricos: la organización de las personas, los demás a través de la posesión de características estables, la percepción
de sus relaciones responde asimismo a la necesidad de poner «orden» en la de una «tonalidad» de la persona serían, pues, el resultado de este largo
estructura social, en sus reglas de organización, cumpliendo así una función proceso de objetivización, y no tanto de modalidades de funcionamientos psi-
dentro de la constitución y el mantenimiento del poder social,. co-cognitivos generales. ·
¿Nos encontramos en presencia de lo que algunos autores denominan
una «psico-lógica» o ante la lógica específica a la que obedece toda repre-
D. De la noción social de la persona a su representación sentación social? ¿Acaso el objeto de la psicología social es investigar las
reglas de funcionamiento de esta psico-lógica, lamentar sus desviaciones de
a. Historia de la noción de persona la lógica formal que debería ser la de un individuo racional? ¿No debe más
bien estudiar y comprender lá eficacia de estas «otras lógicas»?
Las concepciones que acabamos de examinar nos presentan el conteni- Desde el punto de vista social existe una «lógica de lo ilógico» (Win-
do de las teorías implícitas y la estructura de la persona-objeto como uni-
versales.
f
1. En su origen, persona provendría de per sonare: máscara que hace resonar la voz.
disch, 1982) que desempeña un papel determinante en todos nuestros. com- cien habría frecuentado los confesionarios y no el BAPU (Bureau d'Aide
portamientos sociales, en las relaciones que existen entre grupos, en las Psychologique Universitaire). Quizá lo habrían contratado a prueba para
diferentes formas que éstos pueden tomar y en su evolución histórica. La el puesto de vendedor.t.L..as representaciones sociales de la persona reflejan
noción de representación social, reactualizada por Moscovici (1976, 1981) prácticas sociales y determinan la aparición de nuevas práctica~J.-P. Leyem
y aplicada en investigaciones experimentales europeas, permite escapar de (1982) ha estudiado particularmente las implicaciones de las teorías implíci-
las contradicciones teóricas que hemos descrito con gran amplitud. tas de la personalidad en los diagnósticos de los psiquiatras y los psicólogos.
Los esquemas de causalidad que han sido circunscritos al nivel individual, Por otra parte, estas representaciones sociales de origen ideológico tienen
que funcionan «en la cabeza» de cada sujeto concreto reflejan antes que nada respuestas para todo. Un objeto particular no se presenta solo en el universo
una causalidad social y la manera cómo conciben y explican los diversos gru- teórico de un sujeto, sino que también se define en relación con otros ob-
pos, a través de su percepción, el desarrollo de la vida social, los conflictos jetos y la representación establece las reglas de articulación de estos dife-
y los sistemas jerárquicos que la caracterizan. rentes objetos. Ciertas ideologías 2 son calificadas de «totalitarias». Pues
La eficacia del proceso reside en el hecho de que si los sujetos no «co- bien, desde este punto de vista, toda ideología es totalitaria. Al parecer, el
nocen» la teoría, sí que la utilizan y son utilizados por ella. Si bien son hombre de la calle no funciona únicamente como un psicólogo ingenuo, sino
capaces de enunciar sus efectos, su lógica no les resulta evidente. Basta con también como un antropólogo ingenuo.
ver las precauciones que ha tomado el autor de este artículo para «explicar» Si las contemplamos con mayor detenimiento, las teorías implícitas ac-
el análisis factorial a sus lectores, para darse cuenta de que incluso en tanto tuales no regulan solamente la interpretación de la persona, sino también
que «estadístico ingenuo», el sujeto no puede vislumbrar la lógica que sub- la interpretación de una articulación Individuo-Sociedad-Naturaleza. El im-
yace bajo su impresión. plícito no retrocede ante los «grandes sistemas» teóricos.
/,b. través de la representación social nos enfrentamos a objetos, no a Más adelante veremos que, ,en el universo cognitivo de nuestros sujetos,
concepto~ Como lo ha demostrado Moscovici sobre la difusión del psico- el rasgo abierto se opone al rasgo conservador y quejEI independencia no se
análisis, si en un principio estas nociones del sentido común constituían cg.n.-/ define por una falta de acuerdo con los demás, sino por un rechazo de las
ceptos en un cierto marco teórico científico, ahora se hallan reobjetivizados. normas socialelJLa utilización de una teoría implícita basada en un modelo
Este último proceso va acompañado, además, de una esquematización y de la individualista y sociófobo supone la existencia de cierto modelo de lo que
elaboración de una teoría implícita que ya no tiene nada que ver con la teoría se denomina actualmente «sociedad», sociedad que, en nuestros sistemas de
inicial. ¡Puesto que Luden tiene un superego «grande como una montaña», pensamiento, se ha convertido en un objeto tan real como la persona y que
no puede sino estar «reprimido» bajo semejante presión! Y el hecho de que le disputa a ésta la responsabilidad de cierto número de fenómenos.
«no tenga las cosas claras» no resulta extraño dada su timidez. Al conducir a una naturalización de los acontecimientos individuales o
Ciertas nociones que aparecen a manera de datos evidentes en las expe- sociales (a los que se califica de «normales»), las teorías implícitas cumplen
. riencias descritas en la primera parte del manual, se difunden, se institucio- así una función axiológica. Estas teorías conducen a través de sus esquemas
nalizan y participan en la creación de nuevas relaciones sociales, restauran y de causalidad y su visión del mundo social a los modelos normativos e idea-
«adaptan» antiguas teorías implícitas, proporcionando nuevas explicaciones les que por su carácter son considerados «naturales». Los sistemas de ex-
del funcionamiento colectivo. Estas nuevas explicaciones pueden conducir plicaciones que proporciona la representación social reflejan asimismo, al
a movimientos sociales que propongan, en base a estos «sistemas de expli- igual que las teorías científicas, los debates y enfrentamientos que existen
cación», «jugar con ciertas variables» a fin de alcanzar un nuevo orden entre grupos sociales. El debate actual sobre la noción de inteligencia, sobre
social. su definición, sobre su carácter innato o adquirido, no constituye evidente-
Hemos visto a Luden enfrentado a dos tipos de instituciones que exis- mente tan sólo un debate científico: el regreso al primer plano de la actua-
ten en nuestra sociedad. El acceso a un tipo de empleo, el lugar ocupado lidad de una vieja querella entre especialistas sólo puede encontrar su expli-
en el sistema social pasa por la posesión de un capital de personalidad. Por cación en la función política que cumple desde hace algunos años dentro
lo que se refiere a la necesidad de estar más se,guro de uno mismo para de la oposición entre liberalismo y socialismo. La amplia difusión de los
enfrentarse al tipo de vida social definido en nuestra sociedad, esta necesi- argumentos a través de los órganos de la prensa, cada uno de los cuales
dad puede realizarse a través de la terapia de afirmación que va a empren-
der la señorita Tescucho. 2. En este caso, el término «ideología» designa, como dijera R. Aron, «las represen-
En otra época, para encontrar una imagen más positiva de sí mismo, Lu- taciones políticas de mi adversario».
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404 1 Pensamiento y vida social 10. La epistemología del sentido común 1 405
cho más débil: ciertos rasgos atribuidos generalmente a la Ansiedad y a la Todos hemos visto pasar, por nuestra imaginación, p~ro también por
Estabilidad se inscriben en la dimensión de Extraversión. Un factor que nuestras calles, a esos tipos ideales, «tranquilos», considerados más tarde
tenía poca importancia en la teoría de Cattell se sitúa aquí en tercera posi- con un cierto desprecio por los jóvenes «modernos», como supervivientes de
ción, reagrupando caracter{.sticas relacionadas con una aptitud para la ima- una especie en vías de desaparición: los «pasotas».
ginación y con la elaboración abstracta por oposición a lo práctico y a lo El propio Cattell constataba sorprendido que, a partir de 1970, los «jó-
concreto. La inteligencia, independiente de este último factor, es concebida venes» daban con creciente frecuencia respuestas positivas al factor M («Bo-
como una actividad esencialmente controlada, sumamente diferente de la hemianism - Spiess-bürger» ). De lo que se deduce que podemos dedicar toda
imaginación y de la espontaneidad. la vida a la personalidad de las personas sin mirar a nuestro alrededor. Sin
Si tratamos los mismos resultados con otro método, más cercano al utili- duda, Cattell no es un asiduo de los conciertos de Bob Dylan, ni de los fines
zado por Rosenberg, llegamos a los factores descritos en la tabla VI. La amal- de semana ni de los gurus de la Costa Oeste.
gama constatada con anterioridad entre las dimensiones de Extraversión y de . Por lo que respecta a los rasgos de imaginación y creatividad, y gracias
Ansiedad queda confirmada: la serenidad, la relajación son asociadas a la a la crisis económica, la patronal y los gobernantes nos exigen que desarro-
expansividad, la armonía y el espíritu aventurero. Pobre Luden... En cam- llemos este tipo de actitudes, mientras que profesores y educadores se dedi-
bio, el segundo factor reagrupa un estilo de comportamientos intelectuales can a formar al hombre de mañana mediante teorías (¿ideologías?) pedagó-
opuestos: ensueños, espontaneidad e instinto por oposición a lo práctico gicas basadas en el mismo modelo del hombre. ¡Pronto habrá que rehacer
y la razón. todos los tests de personalidad!
TABLA VI. - Factores que organizan las atribuciones de rasgos de su¡etos que b. Estudio diacrónico de la representación de la persona ideal
piensan en «alguien que conocen bien» (procedimiento ANAFAC) __,/
FACTOR I FACTOR II Una investigación de Maisonneuve ( 1979) más centrada en el aspecto axio-
lógico de la utilización de los rasgos que en las teorías implícitas tal como
- Expansivo - Encerrado - Soñador - Formalista las hemos estudiado aquí, permite demostrar la existencia de una evolución
- Aventurero - Tímido - Abstracto - Concreto histórica reciente de los modelos de la persona. Maisonneuve pudo comparar
- Abierto - Reservado - Imaginativo - Práctico los resultados obtenidos con encuestas sobre el ideal de la persona simpáti-
- Carácter controlado - Carácter incontrolado -- Ingenuo - Lúcido ca con veinte años de intervalo (1957-1977). Los sujetos debían transmitir
- Independiente - Dependiente - Espontáneo - Racional su concepción eligiendo los tres rasgos que, entre la lista que aparece en la
- Emprendedor - Timorato - Instintivo - Prudente tabla VII, mejor caracterizaban a dicha persona en su opinión.
- Difícilmente frustrado - Fácilmente frustrado El cuestionario fue sometido a varias poblaciones pertenecientes a diver-
- Rdajado - Tenso sos medios socioprofesionales y nosotros hemos efectuado un reagrupamien-
- Sereno - Ansioso
- Seguro de s{ mismo - Inseguro de s{ mismo to de los resultados. Estos ponen de manifiesto que, durante estos últimos
veinte años, se ha producido una regresión en la elección de rasgos relacio-
nados con cualidades morales o intelectuales. Si bien la honestidad sigue
¿Cómo explicar, no ya estos trastornos, sino estos «deslizamientos» en la siendo la primera clasificada a pesar de haber perdido parte de su importan-
estructura de conjunto en relación con los factores de Cattell? cia1 la puntuación de los rasgos serio y generoso ha disminuido. También se
La teoría implícita parece funcionar como una teoría factorial de «geo- observa la progresión de un conjunto de atributos (alegre, servicial, compren-
metría variable». Para explicar la estructura que se constata con la lectura sivo) asociados con una forma de ideal de relación, siendo la progresión más
de los resultados de esta investigación realizada en 1981, quizá sea nece- espectacular la del rasgo de alegría.
sario que salgamos del laboratorio y examinemos algunos ideales de valores · Aún más interesante resulta la toma en consideración de la variable gru-
muy difundidos en nuestra sociedad desde hace unos quince años. 1968, la pos socioprofesionales. Todo parece como si hubiésemos asistido a la difu-
unagiriación al poder, el rechazo de una forma de conformismo, el vigoroso sión de un modelo salido del grupo de los intelectuales. Un análisis más
retorno del individualismo, la búsqueda del equilibrio personal, todo ello no detallado muestra que, al menos en estas dimensiones, el modelo ha sido
es sin duda extraño a esta forma de elabor~ nuevos objetos. «adoptado» por el grupo intermediario. En cambio, el grupo obreros-agricul-
tores da pruebas de una considerable estabilidad de conjunto; señalemos; no ( 197 4) estudiaron la circulación, a lo largo de varios siglos de fa historia
obstante, que la valentía tiene una menor importancia y se observa un mayor griega 1lntigua, de una categoría particular de aptitud, la «Melis», a la que
deseo de comprensión, lo que constituye una modesta pero real participa- califican de «inteligencia de la astucia».
ción en el ideal difundido en los dos otros grupos. Para comprender el funcionamiento de este rasgo, muestran que es nece-
Estos resultados confirman los que hemos obtenido en nuestras propias sario tomar en consideración las tradiciones técnicas, los mitos y los dife-
investigaciones sobre las teorías implícitas de la personalidad y sobre la im- rentes sistemas de poder de la sociedad griega.
portancia de las dimensiones relativas a la felicidad individual y de relación Elaborada en un mundo de artesanos y marinos que tenían que enfren-
en las representaciones sociales que funcionan actualmente en gran parte de tarse a un entorno hostil con tecnologías sumamente primitivas, la Metis
la población. constituye una forma de inteligencfa práctica basada en la astucia, único
elemento que permite dominar los obstáculos materiales. Los autores mues-
tran que esta noción obedece a «reglas lógicas», constituye un conjunto co-
TABLA VII. -Frecuencias de las elecciones de rasgos que pueden calificar a una
persona simpática según diferentes medios socioprofesionales en 1957 y en 1977 herente de procedimientos intelectuales y prácticos que combinan sagacidad,
previsión, prudencia, flexibilidad y vigilancia. Además, esta noción requiere
Vendedores, ·Técnicos, una gran experiencia y largos períodos de aprendizaje. Si bien no tiene
Obreros, comerciantes, universitarios, nada que ver con las largas disertaciones sobre la inteligencia de los filósofos
agricultores empleados profesiones liberales griegos que llenan nuestros manuales, la Metis es implícita y eficaz a nivel
de vida diaria. Asimismo, los autores ponen de manifiesto el papel decisi-
1957 1977 1957 1977 1957 1977 vo de los sofistas durante la transición de la concepción en términos de Metis
____..._./
tradicional a la inteligencia definida por una clase determinada de intelec-
Serio 16,2 16,6 10,5 11,3 4,7 1,9 tuales. Detienne y Vernant llegan incluso a describirnos los «factores de la
Generoso 5,8 3,3 4,7 4,1 12,2 9,4
época». La nueva representación social «supone una dicotomía entre el ser
Alegre 8,3 10,0 8,0 15,5 10,2 18,6
Honesto 21,2 22,5 20,5 14,1 13,0 11,3
y el devenir, lo inteligible y lo sensible. [Ella] no pone en juego únicamente
Inteligente 8,0 7,9 13,3 8,8 19,7 18,0 una serie de oposiciones entre términos antitéticos. Agrupadas por parejas,
Servicial 12,5 16,2 11,6 15,2 9,7 12,7 estas nociones contrastadas se ajustan unas a otras para formar un sistema
Valeroso 15,8 12,0 9,7 5,0 9,4 5,5 completo de antinomias que definen dos niveles de realidad que se excluyen
Comprensivo 4,1 8,4 10,5 18,8 13,8 20,0 mutuamente. De un lado tenemos el campo del ser, del uno, de lo inmu-
Discreto 7,9 2,9 10,8 6,6 9,7 6,3 table, de lo limitado, del conocimiento recto e inamovible; del otro, el terre-
no del devenir, de lo múltiple, de lo inestable, de la opinión sesgada y
fluctuante».
c. De la Inteligencia a la creatividad En este marcó ya no hay lugar para la Metis," caracterizada hasta enton-
ces por un juego continuo de balanza entre polos que se han convertido en
Ya hemos señalado la importancia que tienen los factores relacionados opuestos.
con la imaginación y la espontaneidad en la teoría implícita actual, en «de- Le Disert ( 1983) se interesó particularmente por la representación so-
trimento» de la inteligencia, variable que tenía un peso mucho mayor en las cial de una aptitud «reciente» tanto a nivel teórico, como a nivel de su
teorías implícitas más antiguas. Los r11sgos relativos a las «aptitudes intelec- difusión entre ciérto público: la creatividad. Esta i_nvestigadora ha podido
tuales» han sufrido grandes variaciones históricas en sus definiciones implí- demostrar que est'a · noción transmite de hecho una representación muy
citas, sin duda debido a la importancia que han tenido para el grupo social global de la persona y de su posición dentro de la formación social. Este
y su papel en l11s diferentes tecnologías utilizadas por éste. modelo, a la vez, individualista y sociófobo del funcionamiento intelectual,
No describiremos aquí la historia reciente, alimentada abundantemente mantiene estrecha$ relaciones con otras representaciones (ecología, artesanía
por las consideraciones de esta dimensión realizadas por los psicólogos cien- y mitos rousseaunianos de la naturaleza humana).
tíficos. Evidentemente resulta imposible recurrir a la experimentación para Por su «nat\J,l"alez~», esta aptitud solamente puede representarse a través
explor11r lo que podían ser dichas nociones en otras épocas, pero ciertos his- del esquema figuradvo de una espontaneidad impetuosa, forzada y bloqueada
toriadores pueden proporcionar argumentos al psicólogo. Detienne y Vernant por obstáculos materiales, sujeciones, corazas o «conservas culturales». Del
•
lado del individuo vemos las potencialidades, la vida; del fado de lo social, Desde una perspectiva global, l11s personas que posean una de estas ap-
la coacción, la norma y la rutina. Le Disert también pudo poner de mani- titudes serían extravertidas, independientes y relativamente poco ansiosas.
fiesto la presencia de este modelo en categorías sociales tan diferentes como No resulta sorprendente constatar una diferencia entre ambas representacio-
los ejecutivos de empresa y el personal docente. La representación social nes en el factor V, pero ésta se halla muy lejos de ser la más fuerte y la más
conoce así un cierto número de variantes, explicables a través del lugar y la interesante. Creatividad e inteligencia parecen distinguirse, incluso «oponer-
función social de cada uno de estos grupos. se», en varios otros factores. La persona creativa es más extravertida y an-
Le Disert estudia esta representación entre los docentes, pidiéndoles que siosa que la inteligente, siendo la diferencia máxima la que aparece en los
describan ya a su alumno más inteligente ya al más creativo, mostrando así factores III y VI, relativos a la imaginación y la espontaneidad. En este
las diferencias existentes entre las dos teorías implícitas y su intervencióp último punto, se puede hablar incluso de oposición en la concepción de las
en las relaciones pedagógicas. aptitudes. La persona creativa es también percibida como más independiente
Pedimos a dos grupos de cuarenta estudiantes de psicología que nos des- que la persona inteligente.
cribieran, mediante el material proveniente del test 16 PF de Cattell (ma-
terial .ya utilizado para demo~trar la teoría implícita que funciona en la per-
cepción de otras personas en general), al individuo de inteligencia ideal para d. Morfopsicología ingenua y representación del cuerpo
un grupo y al individuo de creatividad ideal para el otro grupo. Podemos
calcular una nota por factor estableciendo el promedio de los valores conce- Desde Lebrun, numerosos autores han intentado demostrar la existencia
didos a cada rasgo que compone el factor, pudiendo elaborar la siguiente de una relación entre las características morfológicas de un individuo y su
tabla: __,./ personalidad. Al p11recer, todas las posibilidades de establecer tipologías que
permitiesen diferenciar a los individuos a nivel físico habían sido utiliza-
das para que éstas correspondiesen a diferentes tipos de personalid11d. Los
TABLA VIII.- Teorías implícitas de la inteligencia y de la creatividad. rasgos del rostro, las características del conjunto del cuerpo, la forma de las
Notas obtenidas en los seis factores descritos en la tabla V manos o de las orejas dieron lugar a diferentes «teorías». Aunque fueron ob-
jeto de un gran éxito popular y, en ocasiones, se les utilizó para la selección
de personal, conviene recordar que estas concepciones nunca recibieron una
+4 demostración seria y que la relación entre este tipo de características y el
- Consigna Individuo creativo ~ Consigna Individuo inteligente comportamiento de las personas que las poseen nunca ha recibido el más
mínimo apoyo teórico. Sin embargo, su éxito a nivel de sentido común pue-
de encontrar una explicación en el hecho de que el carácter «objetivo» de
este tipo de indicios favorece, en la búsqueda de explicaciones, la «natura-
+1
lización» de las causas.
Hemos intentado mostrar que también el hombre de la calle poseía «ele-
o mentos teóricos» que le permitían prever los comportamientos de un indivi-
duo en base 11 este tipo de indicios.
_;. 1
Sheldon (1951) intentó hacer corresponder diversos somatotipos (endo-
morfo, ectomorfo y mesornorfo) con diferentes temperamentos (viscerotonía,
-2
somatotonía y cerebrotonía).
-3 Tras realizar algunos dibujos de estos tres tipos (figura 5), pedirnos a 50
personas contactadas en trenes de cercanías que nos transmitieran la perso-
-4 nalidad que correspondería, ·en su opinión, a dichos tipos. Los sujetos debían
dar una nota de una escala de siete puntos que figuraba frente a diversos
-6
comportamientos (por ejemplo, «le gusta dominar a los demás, tener poder»,
F. IV F. V F. VI
«le gusta su comodidad·física», etc.). La lista había sido elaborada mezclan-
• do al azar comportamientos pertenecientes, según Sheldon, a los tres tipos
_, ~'"'\" ~ ·.44 h
410 Pensamiento y vida social 10. La epistemología del sentido común 1 411
Somatotipos
ENDOMORFO
1
Temperamentos Endomorfo Mesomorfo Ectomorfo
estableció sus tipologías habría hecho que nuestros abuelos mostraran una
mayor admiración. También resulta poco probable que la frecuencia de los
diferentes tipos en la población actual sea la misma, ya que estos tipos han
evolucionado evidentemente al ritmo de los cánones estéticos.
MESOMORFO
e. Fisonomía, religión e lconografia
ficación se basaba as1m1smo en tres tipos básicos que s~ definían, según él,
por la posición y la forma de los ojos (fig. 6 ).
El tipo II caracteriza al hombre de razón, tranquilo, sereno, racional, que
controla sus pasiones. El tipo I caracteriza a los hombres de genio, goberna-
dos por impulsos generosos y creadores. La posición ascendente de los ojos
es, según Lebrun, la de un individuo en busca de Dios, de celebridad e inmor-
talidad. El tipo III, con los ojos bajos en señal de vergüenza o temiendo la
luz que iluminaría sus «negros instintos» es un hombre dominado por «pasio-
- •
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santa no .resisten el «psicoanálisis salvaje» inscrito en las teorías implícitas del
medio social de los lectores del Nouvel Observateur.
{
Tipo 1 Tipo 11 Tipo 111 .t
,·5:
_, F. Conclusión
FIG. 6.
Habíamos abierto este capítulo y lo cerraremos con una estampa ex-
\;> traída del célebre Essai sur la physiognomie destinée a connaitre l'homme et
nes innobles». Pedimos a varios estudiantes de psicología que evaluaran estos
rostros. El consenso registrado no tiene nada que ver con las previsiones de -'.t:
a le faire aimer escrito por Lavater a finales del siglo XVIII.
El análisis y los comentarios realizados por este autor, amigo de Goethe
Lebrun. Entonces, ¿es falsa la teoría de Lebrun? Sin duda, pero tampoco \
·l,
{ y relacionado con el «movimiento de la Ilustración», nos ofrecen una buena
cabe duda de que fue «cierta» y eficaz en la ideología de la época. ,¡ definición, sin duda implícita, de los procesos que acabamos de estudiar.
Una comparación del tipo I y de toda la iconografía religiosa de inspira- X
,1 La «primera vista», el «primer vistazo» nos permiten situar a toda per-
ción «sansulpiciana» nos dirá mucho más que largos discursos sobre las re-
laciones entre las teorías de la personalidad y el funcionamiento del grupo
:: sona de nuestro entorno social. Si bien este último sólo puede justificar su
social. i cohesión a través del «conocimiento y el amor a los demás», también se
f caracteriza a nivel de su funcionamiento concreto por la producción y repro-
En un cómic reciente consagrado a Santa Teresa de Avila, Claire Bré-
ducción de relaciones sociales que sin duda no tienen nada que ver con el
techer utilizó otros rasgos físicos para darnos a conocer a esta santa y sus
amor del Otro. La justificación de estas relaciones, del lugar de unos y otros,
experiencias místicas. Para poder comprender y degustar· el humor de este
de las relaciones entre grupos sociales debe, para ser natural, constituir otras
cómic, resulta evidente que el lector debe tener un modelo de la personalidad
tantas evidencias, «oráculos del sentimiento» que regulen los afectos inter-
totalmente diferente del elaborado por Lebrun. Las elevaciones de alma de la
personales.
•
414 1 Pensamiento y vida social
Este «sentimiento» puede ser una cuestión tanto del Poder social como
de la Persona. 11 La teoría de la atribución
Aunque nadie nos hubiese dicho que este retrato era el de Judas Is- por JOS JASPARS y MILES HEWSTONE
cariote de Holbein, aunque nunca hubiésemos visto un rostro que se le
pareciese, un primer sentimiento nos advertirla inmediatamente que no
podemos esperar generosidad ni ternura ni nobleza de alma. El iudio sór-
dido nos chocarla aunque no pudiésemos .compararlo ni darle un nombre.
Esos son los oráculos del sentimiento.
mostrado King (1982), la gente cree por lo general que fas enfermedades zación, basados en gran medida en la manera como hablamos de los acon-
comunes no son graves y que las enfermedades graves no son muy frecuen- tecimientos ordinarios y la manera como los explicamos por escrito, concede
tes. Al considerar si una enfermedad puede evitarse (por ejemplo, una en- una gran importancia a las «propiedades importantes del carácter y de la psi-
fermedad contagiosa o infecciosa), las personas toman en c~nsideración estas cología de otra persona, como pueden ser sus acciones, sus motivos, sus
estimaciones subjetivas de riesgo y gravedad, lo que puede resultar, de hecho, afectos, sus creencias, etc.» (Heider, 1958, pág. 58). Si no se atribuye el
absolutamente erróneo. Según Herzlich ( 197 3 ), dichas creencias son insepa- comportamiento de una persona a estos rasgos latentes, sus actos seguirán
rables de nuestras representaciones sociales de la salud y la enfermedad. siendo en gran parte incomprensibles. Para ilustrar este punto, Heider ana-
Por supuesto, los errores de juicio no son prerrogativa del gran público. liza la fábula del cuervo y la zorra que hizo célebre La Fontaine (Heider,
Incluso los psicólogos tienden a tener puntos ciegos. En un estudio del valor 1958, pág. 13). Los primeros versos de la fábula, que el lector probable-
de la orientación profesional, uno de nosotros (Jaspars, 1968) examinó los mente conoce de memoria, hacen que Heider proponga conceptos funda-
éxitos y fracasos de clientes que habían recibido asesoramiento hacía tres mentales como la necesidad, la causa y el poder, para analizar las nociones
y cinco años. El resultado mostraba que los clientes que habían seguido el \ del sentido común relativas al comportamiento humano. Resultaría impo-
consejo de los orientadores habían obtenido un mayor éxito en general que sible comprender una historia tan simple sin recurrir de forma implícita a
aquellos que no lo habían seguido.· No obstante, un análisis con mayor pro- dichos conceptos: Muy recientemente, la cuestión quedó completamente cla-
fundidad mostró que los psicólogos sobrestimaban la importancia de la inte- ra gracias al trabajo de Schank y Abelson ( 1977 ), quienes intentaron progra-
ligencia general y subestimaban la pertinencia de ciertos rasgos de carácter mar un ordenador a fin de comprender un lenguaje natural de un género
cuando asesoraban a sus clientes en comparación con lo que parecía ser vecino. Para que el ordenador pueda parafrasear historias o responder pre-
el caso en realidad. Cosa interesante, los propios clientes parecían cometer el guntas sobre éstas, es necesario que memorice informaciones formuladas en
error inverso, al explicar su propio éxito y sus propios fracasos en función función de actos y estados primitivos, así como de relaciones causales del
de factores sociales y rasgos de carácter, en lugar de en función de su inteli- tipo propuesto por Heider.
gencia. Resultaría difícil comprender al mismo tiempo el consejo dado por He aquí una ilustración aún mejor de nuestra necesidad ineludible de
los psicólogos y la acción emprendida por los clientes si no supiéramos que atribuir los acontecimientos observables a rasgos humanos, incluso si dichos
esta comprensión de las causas de éxito y fracaso difería y estaba plagada de acontecimientos son, además, de naturaleza abstracta. Esta ilustración se la
parcialidades tanto en un caso como en el otro. debemos a la película producida por Heider y Simmel ( 1944) en la que se
Así pues, el juicio que hacemos sobre los demás y sobre nosotros mis- ve cómo se desplazan tres figuras geométricas: «En la medida en que el
mos puede ser erróneo. He aquí un ejemplo importante e interesante: el esquema de los acontecimientos mostrados en la película es percibido en
efecto de primus inter pares (PIP), explicado por Codo! (1976). En una serie función de los movimientos en tanto que tales, el esquema presenta un caos
de estudios, Codal mostró que, al parecer, todos nosotros nos consideramos de elementos yuxtapuestos. Pero cuando las figuras geométricas adquieren
mejores que la media de los demás, lo que evidentemente resulta imposible. caracteres personales, de manera que sus movimientos son percibidos en
Según este autor, este efecto es una manifestación de la tendencia humana, función de motivos y sentimientos, aparece una estructura unificada» (Heider,
muy fundamental y motivada, consistente en ser al mismo tiempo similar 1958, pág. 32).
a los demás y diferente de ellos. Consagraremos la parte principal de este capítulo a la atribución de
Por consiguiente, quizá sería preferible no calificar de errores las insufi- unidades observables a disposiciones subyacentes. Al hacer esto, el observa-
ciencias del juicio humano. Se trata, por supuesto, de errores, en co¡npara- dor explica el comportamiento como un efecto causado por una disposición.
ción con la realidad objetiva, pero calificar de imperfecto el comportamiento El actor y el acto son percibidos como una unidad causal, al igual que en
humano o el juicio social no nos enseña gran cosa al respecto. Lo que qui- las experiencias de Michotte sobre la causalidad física, dos objetos que cho-
siéramos saber es qué procesos intervienen en los juicios sociales realizados can entre sí como dos bolas de billar son vistos como un Gestalt cinemático
por las personas. Sin este conocimiento, los errores siguen siendo simplemen- (Michotte, 1946).
te errores. Por supuesto, los procesos de atribución de este tipo no son más que
Nadie ha contribuido más que Heider a la comprensión del juicio social. una parte de la percepción del otro y del juicio sobre él. La atribución de
En su psicología de las relaciones interpersonales (Heider, 1958 ), Heider un comportamiento a rasgos latentes constituye tan sólo la primera etapa
intentó descubrir cómo percibimos y explicamos nuestro propio comporta- de la formación de una impresión sobre otra persona. Para que el observador
miento y el de los demás en la vida cotidian¡. Su análisis y su conceptuali- llegue a un juicio definitivo de conjunto es necesario que integre rodas las
informaciones disponibles, ya sean inconsistentes o no. Una vez integrada Wertheimer. De esta forma, se considera que factores como la similitud y
la observación aparece una representación que sobrentiende una teoría (de la proximidad determinan el lugar de la atribución. Si dos acontecimientos
la personalidad) implícita completa por parte del observador. Todos estos son parecidos entre sí o se desarrollan uno cerca del otro, es probable que
aspectos de la percepción de la persona han sido objeto de un detallado uno .de ellos sea considerado la causa del otro.
estudio de psicología social (véase el capítulo de H .. Paicheler), por lo que La consecuencia más importante de este lazo inevitable entre actor y acto
no los abordaremos aquí. En el presente capítulo nos interesaremos única- es que, en general, una atribución «a la persona» es más verosímil que una
mente por un proceso fundamental: explicar nuestro comportamiento y el atribución «a la situación», ya que las personas son consideradas como el
del otro en función de las características de la persona y/ o de las caracte- «prototipo de los orígenes». Heider ilustra en parte por qué las atribuciones
rísticas de la situación. en función de la persona reciben este tratamiento de favor con una cita de
En el resto de este capítulo, examinaremos primero cuatro teorías prin- Fauconnet:
cipales de la atribución. En la tercera parte someteremos estas teorías a un
examen crítico. En la cuarta parte, concederemos particular atención a cier- \ «Existe una causalidad propia del hombre, .distinta de la causalidad que
encadena entre sí los fenómenos de la naturaleza. De cierta manera, el hom-
tos aspectos sociales del proceso de atribución y, en la última parte, discu-
tiremos los principales problemas a que se enfrentará la teoría de la atribu- bre es una causa primera, si no ya de los movimientos materiales que consti-
tuyen sus actos, al menos de su calidad moral. En él reside toda la efi-
ción en un futuro· próximo. ciencia del carácter que les confiere un valor, él es plenamente su autor, su
creador» (Fauconnet, 1928, págs. 177-178).
B. Cuatro teorías principales El hecho de que una persona sea vista como una causa primera o «lo-
cal», más allá de la cual no podemos retrazar la cadena de las interferen-
Si bien es evidente que hubo muchos otros desarrollos significativos, las cias aleatorias, este hecho implica que el comportamiento (o su efecto) pue-
cuatro teorías esbozadas a continuación constituyen las principales contribu- da ser anulado con mayor facilidad y justificación si se «destruye» el origen
ciones teóricas en este campo. Cada .una aborda y analiza un aspecto algo absoluto de los efectos. De este modo, la atribución excesiva a la persona
diferente de la percepción social, pero los intereses compartidos coinciden tiene un fundamento claramente motivado, pues cumple funciones sociales
entre sí, lo que era previsible, ya que el análisis teórico de Heider (1958) y psicológicas. Fauconnet también discutió las graves implicaciones sociales
ha proporcionado los fundamentos de las tres teorías restantes. Así pues, de esta idea preconcebida. Habiendo sido discípulo de Durkheim, creía que el
comenzaremos por el trabajo de este autor. crimen perturba la sociedad y amenaza la vida social. La forma más simple de
mantener el orden o restablecerlo consiste en destruir la fuente o el origen
del crimen. Las personas manifiestan una predisposición que les hace per-
a. La teoría de Heider del "Análisis ingenuo de la acción• cibir al otro de manera que se conserve la armonía de la sociedad, mostrándose
particularmente severas con ciertas otras personas. Como escribía Fauconnet:
La «psicología ingenua» de Heider intentó formular los procesos a través
de los cuales un observador desprovisto de formación o un ·psicólogo inge-
«Las gentes temidas por su brutalidad son las primeras sospechosas de
nuo comprenden el sentido de las acciones de otra persona. En sus primeros un crimen violento; las personas despreciadas, de una vileza; las personas
trabajos, Heider estudió, al igual que Michotte (1946), la percepción ·del que provocan repugnancia, de un acto inmundo. Las personas "mal vistas"
movimiento de las figuras geométricas (Heider y SimJDel, 1944) e introdujo son acusadas y condenadas mediante indicios que se considerarían insuficien-
las importantes nociones de «formación de unidad» y de personas en tanto tes, si una prevención desfavorable no los emparentara de antemano al cri-
que «prototipo de los orígenes», a las que posteriormente se concedería una men. Por el contrario, si concedemos nuestra benevolencia al acusado, exigi-
atención mucho mayor. mos pruebas irrefutables para imputarle la materialidad del crimen» (Fau-
La formación de la unidad está relacionada con el proceso mediante el connet, 1928, pág. 266).
cual el origen y el efecto, el actor y el acto, son vistos en-tanto que partes
de una unidad causal. Heider se interesó especialmente por los diversos Este primer artículo de Heider, a pesar de sus considerables intuiciones,
grados de semejanza entre ambas partes de la unidad, sufriendo así la influen- ha recibido una atención mucho menor de la que merece. Recomendamos
ci.1 de los principios de la organización de la\ percepciones formulados por su lectura a todo estudiante que busque una exposición corta y sucinta de
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422 1 Pensamiento y vida social 11. La teoría de la atribución J 423
las características que diferencian a ambas universidades (por ejemplo, una nado una base fecunda para nuevas teorías (por ejemplo, las de Jones y Nis-
ofrece enseñanza basada en la biologfa y la otra tiene una tendencia socio- bett, 1972; Ross, 1977) que han culminado en un análisis más completo y
lógica) las que guían al observador. El segundo factor de la teoría, la «desea- sistemático de las ideas preconcebidas en la atribución y en los demás juicios
bilidad social», tiene relación con lo que el observador cree que harí1!.ll otros sociales (Nisbett y Ross, 1980).
actores en la misma situación. Si bien Jones y Davis reconocen que los efec-
tos que normalment~ son deseables para los actores indican mejor sus inten-
ciones, también señalan que los efectos universalmente deseados aportan muy c. Las teorías de la •Covaríanza y de la configuración» de Ke/ley
poca cosa al observador sobre los rasgos únicos de un individuo. De esta
forma, es el comportamiento indeseable o en desacuerdo con el papel del in- La contribución de Kelley se basa en la proposición de Heider consisten-
dividuo el que resulta más escfarecedor (por ejemplo, Jones, Davis y Ger- te en afirmar que para llegar a comprender el medio, es necesario hacer un
gen, 1961). En el estudio de Jones et al., se pidió a varios estudiantes q~ análisis causal parecido al método experimental (Kelley, 1967). Kelley co-
escucharan la entrevista grabada en cinta magnética entre un examinador\ mienza planteando la siguiente pregunta: ¿qué información se emplea para
y un candidato a un empleo. Para los diversos sujetos, el candidato aspiraba llegar a una atribución causal y _de qué manera se produce este fenómeno?
a un puesto de submarinista o astronauta y escuchaban la descripción que Se describen dos casos diferenciados por la cantidad de información dispo-
hacía el interrogador del candidato «ideal» (un individuo «extravertido» en nible. En el primer caso, la persona que realiza la atribución cuenta con in-
el primer caso y un individuo «introvertido» en el segundo). A medida que formaciones provenientes de fuentes múltiples y puede percibir la covariación
se desarrollaba la entrevista, la mitad de los sujetos escuchaban cómo el de un efecto observado y de su posible causa. Pero en el segundo caso, la
candidato se describía a sí mismo como una persona introvertida, mientras información proviene de una sola observación, de manera que la atribución
que la otra mitad oía que el sujeto se describía como una persona extraver- debe tomar en consideración la configuración de los factores que constituyen
tida. Tras haber escuchado la cinta magnética, se pedía a los sujetos que causas plausibles para el efecto observado.
dieran su impresión sobre el tipo de persona que, en su opinión, era el Al describir la atribución en el caso de la covarianza, Kelley utilizó, al
candidato en realidad y que dieran umt estimación en confianza. Como se igual que !ieider, una versión ingenua del «método de las diferencias» de
preveía, los resultados mostraron que únicamente cuando el comportamiento J. S. Mili: se atribuye un efecto a una condición que está presente cuand<,
del candidato estaba en desacuerdo con el «ideal» del examinador se le des- el efecto también lo está, y que está ausente cuando también lo está el
cribía (en confianza) como una persona introvertida o extravertida. La expe- efecto. La lógica subyacente de la covarianza, sostiene Kelley, es parecida
riencia confirma así que el comportamiento conforme a un papel o social- . a la de la técnica estadística conocida con el nombre de análisis de varianza
mente deseable nos brinda escasas informaciones sobre los rasgos de perso- (ANOVA). De esta forma, Kelley ha arrojado luz sobre la noción de «el
nalidad de un individuo. hombre, ese científico».
De esta forma, Davis y Jones aportan una serie de proposiciones sobre La esencia del modelo ANOVA puede expresarse por medio de una frase
cómo un observador busca la causa de una intención en el carácter. Como utilizada como ejemplo en el estudio de McArthur (1972): «Juan se ríe del
lo indica el título de su estudio, estos autores intentan saber cómo los ob- cómico». Este resultado podría estar causado por algo situado en la «perso-
servadores dan el salto que les per~ite inferir «las disposiciones en base a los na» (Juan), en el «estímulo» (el cómico),· en las «circunstancias» (por ejem-
actos». Eiser (1980) ha señalado que la relación entre comportamiento, in- plo, el momento en que se produce el resultado) o por alguna combinación
tenciones y disposiciones es problemática. Esta relación supone literalmente de estos factores. En términos de un análisis de varianza, las variables inde-
que el comportamiento es «causado por» intenciones que, a su vez, «son pendientes constituyen las tres maneras posibles de examinar las variaciones
causadas por» disposiciones de la persona. Esto significaría, de hecho, que observadas en los efectos: a) variaciones relativas a las personas (informa-
al ver que alguien se comporta de manera «torpe», por ejemplo, habría que su· ción de «consenso»); b) variaciones relativas a las entidades (información de
poner que dicho comportamiento era intencional. En lugar de adoptar esta «diferenciación»); e) variaciones relativas al tiempo y/o a las modalidades
interpretación mecanicista, podemos considerar que el modelo de Jones y (información de «consistencia»). La variable dependiente es indicada por el
Davis constituye un conjunto de previsiones válidas para ciertos tipos de hecho de saber si el efecto tiene lugar o no. El efecto de covarianza propone
comportamientos, pero no para todos. Por otra parte, es una manera de que se considere al efecto como producto del factor con el que varía. De esta
abordar el problema que ·ha estimulado la realización de numerosos estudios manera, si Juan es el único que se ríe del cómico (consenso débil), ha hecho
empíricos y que ha sido confirmada por,ellos. Estos estudios han pr_oporcio- lo mismo anteriormente (consistencia fuerte) y si también se ríe de todos los
b.
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424 1 Pensamiento y vida social 11. La teoría de la atribución 1 425
otros cómicos (diferenciación débil), se considera que el efecto es producto El elegante modelo ANOVA de la atribución de Kelley presenta una
de algo situado dentro de la persona (Juan). El estudio de McArthur (1972) construcción que permite poner a prueba con gran claridad un buen núme-
y numerosos estudios realizados desde entonces nos hacen pensar que el ro de hipótesis. Este modelo ha conducido a la proliferación de estudios y
consenso, la consistencia y la diferenciación afectan realmente las atribucio- ha engendrado nuevas ideas, pero también ha producido una cierta miopíá
nes de una manera sumamente parecida a la prevista por Kelley. relativa a la atribución en contextos más sociales y realistas. Sin embargo,
Kelley (1972, 197 3) reconoce que el modelo ANOV A ha sido idealizado no es justificado criticar a Kelley diciendo que lo único que hizo fue elabo-
y que existen circunstancias en que el observador carece de la información, la rar el modelo de covarianza, ya que tuvo el tino de observar su carácter
motivación y el tiempo necesarios para examinar observaciones múltiples. En idealizado y él mismo hizo un llamamiento para que se realizaran otros tra-
estos casos de datos incompletos, las atribuciones se realizan en base a una bajos sobre la atribución en su contexto natural (Kelley y Michela, 1980}.
observación única, empleando esquemas causales. Estos esquemas constitu-
yen creencias relacionadas con la forma de interacción de ciertas especies de .
causas para obtener una especie específica de efecto y pueden ser ilustra- \ d. La teoría de las atribuciones para "el éxito y el fracaso•
dos mediante dos principios que han recibido una atención particular en la de Weiner
literatura especializada. El primero es conocido con el nombre de «principio
de sustracción» y enuncia que el papel de una causa determinada en la pro- La teoría avanzada por Weiner (por ejemplo, Weiner, 1979; Weiner
ducción de un efecto determinado es sustraído si están presentes otras causas et d., 1972) trata sobre las atribuciones en un contexto relacionado con la
plausibles. De este modo, un individuo al que se había pedido que obtuviese realización de una tarea y se preocupa particularmente de las explicaciones
la sumisión de una persona de status elevado y de una persona de status que se han dado del éxito y del fracaso. :Esta teoría, al igual que las otras
inferior,· explicó de forma diferente el comportamiento similar de los otros a qmr hemos pasado revista, debe mucho a Heider, quien estudió las atribu-
dos. Los factores internos habían sido sustraídos (o considerados menos im- ciones de la realización en el contexto de la distinción entre la atribución
portantes) · cuando había que explicar la sumisión de la persona de status a la persona y al medio (por ejemplo, atribuir el fracaso a la falta de capa-
inferior, ya que los factores externos (por ejemplo, la fuerza aplicada por el cidad o a la dificultad de la tarea) y describió los conceptos de poder, inten-
individuo) proporcionaban causas externas plausibles (Thibaut y Riecken, tar, fortuna y dificultad en su análisis ingenuo de la acción.
1955). El «principio de au111.ento» tiene relación con la idea común de que, Weiner propone que estos cuatro factores son empleados por los indi-
si sabemos que existen coacciones, costos, sacrificios o riesgos implicados en viduos para predecir y explicar el desenlace de los acontecimientos en terre-
una acción que debe llevarse a cabo, se atribuye en mayor medida la acción nos relacionados con la realización de una tarea. Los individuos hacen el
al actor que en otras situaciones. Así, cuando un estudiante proveniente de inventario de su propio nivel de capacidad (o del nivel de un ejecutante),
un medio pobre aprueba un examen, es posible que se atribuya su éxito más de la cantidad de esfuerzo aplicada, de la dificultad de la tarea y de la fuerza
a factores internos (como el esfuerzo y la capacidad) que en el caso de un o dirección de la fortuna. Bajo estos factores se halla un esquema de clasi-
estudiante proveniente de un medio acomodado. ficación en tres direcciones, según el cual las causas son clasificadas en fun-
Estos principios ilustran únicamente dos de los esquemas de que dis- ción de su estabilidad (estable-inestable), del lugar de control (interno-exter-
pone el observador ingenuo (Kelley, 1972), y su funcionamiento exacto aún no) y de la posibilidad de control (controlable-incontrolable). De esta forma,
no ha sido esclarecido. Donde existen fuertes ideas preconcebidas (por ejem- podemos concebir los cuatro factores de la siguiente manera:
plo,· cuando esperamos que ciertas causas actúen dentro de ciertos marcos),
éstas pueden dominar la percepción de covarianza. Las investigaciones sobre a) CAPACIDAD - estable, interna, incontrolable;
cómo los observadores resuelven la contradicción entre las creencias existen- b) ESFUERZO - inestable, interno, controlable;
tes y los nuevos datos revisten una evidente importancia para integrar las e) DIFICULTAD DE LA TAREA - estable, externa, incontrolable;
dos mitades de la teoría de Kelley. La noción de covarianza se aplica más d) FORTUNA - inestable, externa, incontrolable.
bien al caso «puro» y, como ha indicado Ross ( 1977 }, implica el empleo de
reglas esencialmente lógicas. Como ha dicho este mismo autor, esta noción Por supuesto, la información utilizada en este esquema debe ser recogida
puede ser utilizada por un «simple estadístico». Sin embargo, el empleo de en el medio social de una u otra manera. La capacidad percibida se basa en
conceptos de configuración es mucho más social, ya que exige «una consi- el grado de éxito anterior en una tarea específica o en tareas similares, y la
derable intuición sobre la naturaleza del hombre» (Ross, 1977, pág. 181).
• consistencia en la realización hace que se atribuva una capacidad. La dificul-
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426 1 Pensamiento -y vida social ,,
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428 1 Pensamiento y vida social 11. La teoría de la atribución 1 429
gar a una multitud de estudios y un número de pos1c10nes teóricas mucho inferencia ante los otros tipos de comportamientos» (Apfelbaum y Herzlich,
mayor del que podemos examinar aquí, la mayoría de ·las personas ordinarias 1970-1971, pág. 963 ).
pueden indicar algunas importantes lagunas. Una de estas lagunas .consiste
en que se ha prestado atención a •la cuestión de saber «por qué» alguien Pasando al tamiz la teoría de Kelley, estas mismas autoras sostienen que
se comporta de cierta manera, dejando a un lado la pregunta: «¿por qué resulta erróneo considerar que los observadores son personas que buscan un
razón» ha tenido lugar este mismo comportamiento? Si nos unimos a una conocimiento «verdadero» u «objetivo», pues esto equivaldría tratarlos como
manifestación para reclamar un aumento de las subvenciones para los estu- a estadísticos. Deschamps utiliza el mismo argumento:
diantes o si fumamos una petición de apoyo al movimiento «Solidaridad»
de Polonia, probablemente rechazaremos las explicaciones de tipo «por qué» «Esta teoría de la atribución parece aplicarse a un sujeto aislado, separado
de nuestro comportamiento. Sin duda negaremos haber sido empujados por de todo contexto social, pasivo ante el mundo que le rodea. No toma en
fuerzas externas, cuya impor!ancia explicaría nuestros actos, y ,pretenderemos · \ consideración la dimensión social de la atribución» (Deschamps, 1973-1974,
que nuestro comportamiento ha sido asumido con cierta finalidad. Nos he- pág. 713).
mos manifestado para atraer la atención del gobierno sobre la dificultad fi-
nanciera que implica la realización ,de estudios o bien hemos firm~do una Estos autores han planteado algunas penetrantes preguntas sobre la atri-
petición a fin de expresar a escala mundial la conciencia que tenemos de la bución, pero su enfoque es demasiado polémico. Al parecer, no toman en
crítica situación de los sindicatos en Polonia. consideración el interés que tiene el estudio de la atribución en tanto que
Esta distinción se halla en el centro de la crítica elaborada por Buss proceso cognitivo intrapersonal, enfoque que se justifica, en cierta medida,
(1978) y ha dado lugar a ciertas discusiones que no reproduciremos de forma cuando se pretende que la comprobación sistemática de las teorías en el la-
detallada en este capítulo. Pero reconocemos que una teoría general de las boratorio no es incompatible con el examen simultáneo de los fenómenos del
explicaciones del sentido común debería incluir el estudio de las «causas» «mundo real». También podría afirmarse que, antes de aplicar teorías en
(lo que implica un efecto) y de las «razones» (aquello por lo que se desen- un marco realista --como lo hacen la psicología clínica y la medicina pre-
cadena un efecto) y, sobre todo, cuando se pide a la gente que explique sus ventiva- deberíamos estar seguros de que «nuestras teorías son correctas».
propios actos. Sea como fuere, este género de críticas puede tener su utilidad al estimular
el debate y ha llevado a los autores de este capítulo a realizar una investi-
gación empírica más detallada y extendida sobre las dimensiones de la atri-
c. ¿Ha ignorado la teoría de la atribución la dimensión social? bución. Examinaremos esta investigación con más detalle a continuación.
o tengan otros móviles. Las diferencias con la lógica son consideradas a su de Voltaire), por creer que «Todo está bien en el mejor de los mundos
vez como errores o prejuicios y los investigadores han reunido un creciente posibles». A pesar de este peligro, el punto de vista funcional ofrece una
número de pruebas que justifica su pesimismo por lo que se refiere a la orientación valiosa y que podría servir de foco si las investigaciones fueran
capacidad de los seres humanos para tratar las informaciones sociales de encaminadas en una nueva dirección:
manera refinada y exacta (véase Nisbett y Ross, 1980).
Se puede criticar y se ha criticado de hecho este punto de vista, debido
a que no toma en consideración los problemas de motivación, aunque éstos e. Resumen
hayan sido reconocidos efectivamente en los enunciados principales de la
teoría de la atribución. Tanto Heider y Kelley, como Janes y Davis han En este apartado hemos examinado algunos desarrollos que se han origi-
examinado las necesidades del observador, sus prejuicios egocéntricos y las nado en las teorías anteriores, así como los debates que animan este campo
otras formas de motivación relacionadas con la atribución. · \ tan concurrido. No debe caber duda alguna de que las cuestiones que consti-
Adoptar una posición más orientada hacia las motivaciones respecto a tuyen el objeto de las investigaciones actuales fortalecerán la teoría de la
los fenómenos de atribución_ significa que el investigador examina con mayor atribución en su conjunto, haciéndola más apta para tratar en toda su ampli-
detenimiento por qué y cómo se producen los juicios. Desde este punto de tud los fenómenos relativos a las explicaciones del sentido común. A conti-
vista, las atribuciones se realizan a fin de cumplir ciertas funciones y satis- nuación examinaremos de forma más detallada lo que consideramos un pro-
facer diversas necesidades (véase Hewstone, 1983) y no simplemente para blema clave y que, además, se halla en el centro de nuestras propias investi-
alcanzar la «exactitud». El enfoque funcional parece ampliar el campo de gaciones: las dimensiones sociales de las atribuciones. La explicación que el
aplicación de los estudios sobre la atribución y abre nuevas posibilidades de sentido común hace de los fenómenos sociales, como el desempleo o el terro-
utilización para los conocimientos psicosociológicos. Este enfoque también rismo urbano, no es tan sencilla como ciertas de las explicaciones considera-
nos ayuda a comprender ciertos resultados que parecen sumamente extra- das en la investigación sobre la atribución. Si ahora las estudiamos con ma-
ños sin él. Por ejemplo, varios estudios han ilustrado el mismo modelo de 0yor detalle, tenemos la oportunidad de percibir algunos de los factores que
atribución de una culpabilidad propia entre las víctimas de cáncer, los en- deberían formar parte de la construcción de una teoría realmente social de
fermos que tienen lesiones en la médula espinal y los padres de niños afec- la atribución.
tados por enfermedades graves ( véase King, 1983 ). ¿Por qué se deberían El hecho que se nos viene inmediatamente a la mente cuando intentamos
hacer dichas atribuciones autopunitivas?, ¿por qué un hombre o una mujer explicar la condición de una persona en paro es que ya no estamos estudian-
enfermos de cáncer habrían de sentirse culpables de haber contraído esta do tan s6lo un comportamiento, ni siquiera el resultado del comportamiento
enfermedad? Una explicación plausible es que este género de atribución de la persona que se halla en paro. Pueden existir varias causas intermedias,
representa una tentativa de dominar un acontecimiento inexplicable y cala- directas o indirectas, así como una causa primera o última. Por ejemplo,
mitoso. De este modo las explicaciones del sentido común pueden propor- se puede considerar que la causa del paro es la política del Partido Socia-
cionar un sentimiento (o quizás una ilusión) de dominio. Dichos resultados lista que detenta las riendas del poder o bien que las malas decisiones toma-
pueden prestarse a diversas interpretaciones, pero parecen tener sentido si das en la gestión pueden atribuirse a las prácticas y actitudes de los traba-
los consideramos como una función de dominio. El individuo que se ex- jadores. Así pues, la explicación de las condiciones sociales no es una cues-
plica la calamidad tiene por motivación llegar a cierto grado de dominio tión sencilla. Y sin embargo, esta explicación tiene lugar con mucha frecuen-
de su mundo social y físico, sobre todo al comprender las causas del com- cia y casi cada día nos vemos obligados a hacer un juicio de este tipo. Es
portamiento y de los acontecimientos. Se han identificado otras funciones que necesario examinarlo a fin de ampliar el contexto social de la teoría de la
incluyen la protección del amor propio positivo de la persona y el hecho de atribución. Es posible que podamos utilizar algunos aspectos de las teorías
presentarse a los demás de manera de provocar reacciones favorables de su estudiadas con anterioridad --como la información sobre el consenso de Ke-
parte. lley- para justificar una concentración en los factores causales internos o ex-
Desgraciadamente, la adopción de cualquier tipo de análisis de motivación ternos. Pero no podemos explicar una situación como el desempleo confor-
o de análisis funcional, por moderado que sea, plantea ún problema. Sobre mándonos con una simple explicación «o bien ... o bien» en función de la
todo porque, en ocasiones, parece ofrecer una explicación para todo. Se persona y de la situación y tampoco se explica a través de fuerzas causales
considera que toda atribución extraña cumple una función de cierto tipo y el discretas en cierto momento del tiempo.
investigador termina, como el doctor Pangfoss (ridiculizado en el Candide El terrorismo en las ciudades, como los atentados perpetrados reden-
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432 1 Pensamlent~ y _vida social 11. La teoría de la atribución 1 433
teniente en París, ponen de relieve la misma necesidad de dar unas bases también tienden a realizar atribuciones a la disposición en los actos posi-
más sociales a nuestras teorías de la atribución. En una explicación razonable tivos (y atribuciones a la situación en los actos negativos) de los miembros
debería intervenir la dimensión histórica de la capital francesa como asilo de de su grupo.
refugiados políticos, la perspectiva global de las relaciones entre árabes e Este efecto ha sido demostrado por Taylor y Jaggi (1974) en un estudio
israelíes y el reciente ataque efectuado por Israel contra el Líbano, las repre- efectuado en el sur de la India. Los adultos hincluistas a quienes se había
salias dirigidas contra objetivos judíos en la capital, etc. En otras palabras, pedido que explicaran un comportamiento positivo daban explicaciones in-
toda explicación de un caso determinado de terrorismo exigiría una enorme ternas cuando el actor era hinduista y explicaciones externas, por el con-
cantidad de conocimientos sobre la sociedad. No iríamos muy lejos si exa- trario, cuando el actor era musulmán. En la explicación de los comporta-
mináramos las características personales de las personas asesinadas en un mientos negativos se obtuvieron los resultados opuestos; el comportamiento
restaurante judío de la rue des Rosiers, ya que no fueron asesinadas debido negativo de un actor hinduista era «justificado» en función de factores ex-
a sus rasgos particulares, sino simplemente porque formaban parte de una \ ternos debidos a la situación, mientras que el comportamiento negativo de
categoría social, los judíos. De forma similar, el comportamiento de los ase- un actor musulmán era atribuido a disposiciones personales.
sinos no puede atribuirse' a sus características personales, sino más bien al
hecho de haber adoptado u'na ideología determinada. A continuación exami-
naremos varios estudios que están más estrechamente relacionados con este b. La influencia social
nivel del análisis.
Un segundo desarrollo ha consistido en estudiar las atribuciones en algu-
nos de los contextos sugeridos por la literatura de la influencia social. Esto
D. Las dimensiones sociales de la atribución lleva a pensar que, en numerosos ejemplos, los individuos no responden por
sí solos, sino que intentan conocer las opiniones de otras personas antes de
Este apartado estudia las cuatro dimensiones sociales principales de la comprometerse. Para conocer cómo las opiniones de los demás pueden influen-
atribución, haciendo referencia a otros capítulos del libro. ciar las atribuciones, podemos estudiar las investigaciones sobre la polari-
zación de los grupos (véase el capítulo de Doise y Moscovici, cap. 7, vol. I).
Estos estudios sugieren que la discusión acentúa o polariza las respuestas en
a. La categorización social la misma dirección que aquellas respuestas que se han realizado antes de la
discusión. Hewstone y Jaspars (1982) observaron el mismo resultado al pedir
Hemos partido de la afirmación de que la teoría de la atribución, al a adolescentes británicos de raza negra y blanca que explicaran las discrimi-
intentar explicar el comportamiento de los individuos, había manifestado una naciones raciales. Tanto blancos como negros atribuyeron la responsabilidad
tendencia más bien 'l.ndividualista, en lugar de examinar las atribuciones a de la discriminación al sistema y no tanto a las disposiciones de los jóvenes
nivel intergrupal (Deschamps, 1973-1974). Como ya hemos indicado en ca- negros. Los juicios más radicales (pero que iban en la misma dirección) fue-
pítulos anteriores (Hewstone y Jaspars, 1982; Jaspars y Hewstone, 1982), la ron pronunciados por ambos grupos una vez finalizada la discusión. Los
investigación a este nivel se preocupa por saber cómo explican los miembros miembros de los dos grupos propusieron atribuciones diferentes: los negros
de los diferentes grupos sociales el comportamiento de los miembros de su acusaron más al sistema y menos a los rasgos de los negros que los blancos,
propio grupo y de los otros grupos sociales. Esta preocupación ha dado pero ambos grupos compartían la misma explicación en un grado considerable.
lugar a abundantes estudios sobre las atribuciones presentadas por los indi- Los dos grupos parecían compartir una representación social común de las
viduos que actúan en tanto que miembros de un grupo (por ejemplo, Taylor causas de la discriminación y podemos suponer que esta representación so-
y J aggi, 197 4) y sobre los modelos de atribución presentados por diferentes cial estaba basada en su conocimiento de las condiciones sociales. Este mo-
grupos (por ejemplo, Deaux y Emswiller, 1974 ). Numerosos estudios han delo de explicaciones compartidas nos ayudaría a explicar por qué los adoles-
atraído la atención sobre un equivalente, basado en el grupo, de los pre- centes, tanto blancos como negros, participaron en numerosas revueltas que
juicios individuales utilizados por la persona en la atribúción. De este modo, tuvieron lugar en toda Gran Bretaña en 1980 y 1981.
mientras que se ha puesto de relieve entre los individuos una tendencia a
explicar los acontecimientos de una forma que les favorece y realza su iden-
tidad personal (por ejemplo, Zuckerman, lf79), los miembros de un grupo
,¡
,ót
434 1 Pensamiento y vida social 11. La teoría de la atribución 1 435
c. La naturaleza social de lo que se explica mano de establecer una causalidad elemental y exhaustiva, como la aparecida
durante las sucesivas persecuciones contra las brujas en el siglo XVII y las
Este último estudio requirió la explicación de hechos sociales o de con- «teorías del complot» que implican a judíos, jesuitas, marxistas y francma-
diciones sociales, más que de comportamientos. Nosotros proponemos que sones. La idea del chivo expiatorio --es decir, que las dificultades de un
las atribuciones, en contextos de carácter más social, pueden implicar pasar grupo o sociedad son atribuidas a las maquinaciones de un pequeño grupo
de la explicación del comportamiento individual a la de las diferencias eco- de otras personas fáciles de identificar y dominar- también es tratada
nómicas y sociales entre los grupos. De esta forma, Hewstone, Bond y de forma extensa (y quizá demasiado forzada) por Girard (1982).
Wan (en prensa) han estudiado las explicaciones propuestas de hechos so- La integración experimental de la atribución y de dichas representacio-
ciales que favorecen al ,grupo interno y otras que favorecen al grupo externo, nes sociales ha recibido un inicio de verificación en un estudio sobre cómo
en un estudio sobre el terreno realizado en Hong Kong. Los resultados han explican los alumnos de establecimientos privados y públicos de Inglaterra
mostrado que las explicaciones presentadas por miembros de grupos de status\ los éxitos y fracasos en los exámenes de los miembros de su propio grupo y de
elevado y de status inferior podían proporcionar a quienes daban las respues- otro grupo (Hewstone, Jaspars y Lalljee, 1982). Los resultados mostraron
tas una imagen positiva del grupo interno en comparación con el grupo ex- la existencia del modelo común de atribuciones en favor del grupo, pero
terno. Los hechos indeseables eran evitados (o justificados) mediante la elec- también revelaron una estrecha correspondencia entre las atribuciones del
ción de una atribución adecuada. Este estudio también ha mostrado que la grupo y la cantera de creencias que los miembros de ambos grupos com-
explicación de las diferencias económicas y sociales puede revestir una im- partían respecto a la pertenencia al grupo, el sistema escolar y las opor-
portancia particular para los miembros del grupo de status inferior; de esta tunidades de acceder a una profesión. Por ejemplo, los chicos provenientes
forma, sus juicios desempeñan un papel en las relaciones entre los grupos, de escuelas privadas tenían una representación social que subrayaba su pro-
papel que resulta mucho menor entre los miembros del grupo dominante. pia superioridad intelectual; a continuación daban explicaciones diferentes
del mismo éxito escolar (dependiendo de si se trataba de un alumno de es-
cuela privada o de una escuela pública) en función de la dimensión de
d. Las representaciones sociales capacidad de W einer. Los alumnos de los establecimientos públicos eran
conscientes de la diferencia entre las estructuras escolares y los sistemas de
Un último desarrollo en la dirección de la sociedad toma en considera- valores de ambos tipos de establecimientos, así como de la falta de equidad
ción las creencias compartidas que se hallan debajo de las atribuciones co- del sistema para con ellos. Como decía un alumno: «Los profesores son los
munes de los miembros de un grupo o de una sociedad. A pesar de sub- mejores de Inglaterra, porque sus sueldos son superiores. Por ello son mejor
rayar frecuentemente la importancia de las teorías causales, Nisbett y Ross instruidos y más tarde obtienen los mejores puestos y los mejores lugares en
( 1980) reconocen que se ha realizado un número sorprendentemente re- la universidad. Conocen todos los buenos enchufes y quiénes manejan el tin-
ducido de investigaciones sobre las creencias compartidas por un gran nú- glado». De esta forma, estos jóvenes tenían su propia «teoría» de sentido
mero de personas en el seno de un grupo o de una cultura. Moscovici (1976) común sobre este aspecto de la sociedad, lo que nos recuerda una frase de
ha empleado el término de «representación social» para designar estas creen- Jean Cocteau. Cuando se le preguntó si creía en la suerte, Cocteau contestó:
cias sociales más amplias y las teorías ingenuas sobre algunos aspectos de «Por supuesto. De otra manera, cómo se podría explicar el éxito de aquellos
la sociedad. Al parecer, un análisis realizado en función de dichas representa- a quienes se detesta».
ciones constituiría una contribución decisiva a la teoría de la atribución
y a las investigaciones relacionadas con ella, sobre todo, si se centra en la
cuestión de saber de dónde provienen las atribuciones (Moscovici y Hews- e. Resumen
tone, 1983 ). Resulta interesante señalar que los historiadores de la sociedad
y otros investigadores del campo de las ciencias sociales se han adelantado En este apartado hemos presentado aquello que, en nuestra opinión,
a los psicosociólogos a la hora de ver la importancia de dicho enfoque. Así, constituye algunas de las más importantes dimensiones sociales de la atri-
Poliakov ( 1980) ha realizado un apasionante análisis de la forma en que ope- bución. Al integrar la teoría de la atribución en el estudio de las relaciones
ra un modelo de pensamiento -la denominada «causalidad diabólica»- que entre grupos, de la influencia y de las representaciones sociales, podemos
ha hecho su reaparición en diversos momentos de la historia. Se denomina ver que, en psicología social, las atribuciones causales desempeñan un papel
así a un tipo de explicación que acusa a u¡i chivo, expiatorio y al deseo hu- a muchos niveles. Estos acercamientos también permiten evitar la tenden-
cia consistente en dividir nuestra disciplina en sectores claramente· delimi- figuración de la teoría de la atribución. De hecho, el problema es aún más
tados y tratarlos como si fueran totalmente independientes. Al poner el complicado de lo que supone el propio Kelley. Si el modelo de configuración
acento en los fundamentos, las funciones y las consecuencias sociales de la atri- de Kelley representa la influencia de las expectativas basadas en la experien-
bución, reconocemos la pertinencia de los fenómenos de atribución; el desarro- cia pasada, y si el modelo de covarianza trata de los efectos de la informa-
llo de los estudios en este campo debería permitir que la teoría de la atri- ción presente, resulta evidente que también debemos tomar. en considera-
bución abarcase tod'cl la amplitud y la diversidad de las explicaciones propues- ción las metas futuras a las que deben servir estas explicaciones. Las expli-
tas por el sentido común de los acontecimientos sociales que encontramos en caciones del sentido común no surgen de la nada, sino que tienen su fuente
nuestra vida diaria. en el pasado, en el· mundo real, y cumplen una función psicológica o social
para el individuo. Es en este marco que se interpreta la nueva información.
Una de las direcciones hacia las que puede dirigirse la investigación es el
E. Conclusiones desarrollo"fe un'cl teoría capaz de tratar de forma sistemática todos estos
aspectos. Esto reviste una particular importancia si la teoría de la atribución
La teoría de la atribución ha recorrido un largo camino o al menos da ha de tener un valor práctico. Resulta difícil considerar investigaciones apli-
esa impresión en sentido cuantitativo. Y aún tiene un largo trecho por re- cadas sobre la atribución si no se tienen en cuent'cl las creencias explicativas
correr si consideramos varios aspectos de la más alta significación. Y a que que ya existen y las funciones a las que sirven dichas explicaciones.
si examinamos lo que esta teoría ha logrado hasta ahora, veremos que ape- Consideremos por ejemplo cómo se utiliza una nueva información sobre
nas hemos comprendido algunos de los primeros principios sobre cómo ex- un miembro de otro grupo o de otra categoría para explicar el comporta-
plica la gente ordinaria su propio comportamiento y el de los demás. Ni miento de esta persona. Supongamos que descubrimos, como recientemente
siquiera haciendo un esfuerzo máximo de imaginación podemos llegar a una ha hecho uno de los autores de este capítulo, que los resultados medios de
idea clara y completa de una epistemología ingenua, de una etnometodolo- las chicas en los exámenes de final de los estudios secundarios en Gran Bre-
gía o de un sistema de explicaciones debido al sentido común que pudiése- taña son mejores que los de los chicos en prácticamente todas las materias
mos considerar como la contraparte de las explicaciones científicas estableci- universitarias (no solamente en lenguas o letras, sino también en ciencias
das. Todo lo que parecemos tener es un conocimiento más o menos siste- difíciles como la física, la química, etc.). ¿Cómo interpretamos esta nueva
mático de la psicología (social) del sentido común. Es posible que la psico- información? Sin duda constituye un duro golpe para las creencias estereo-
logía de las relaciones interpersonales de Heider no sea la «biblia» de l'<l psi- tipadas de los hombres acerca de las mujeres. Y los hombres incluso se
cología del sentido común, pero sin duda ha servido de prototipo para mu- sienten un poco amenazados, ya que en nuestra sociedad las ciencias son el
chas investigaciones sobre la atribución. Estas investigaciones se han con- territorio del hombre. Una manera evidente de explicar y neutralizar, por
centrado sobre todo en los determinantes de carácter informativo de las expli- así decirlo,· esta nueva información por parte de un hombre consiste en
caciones causales del comportamiento humano. Si bien se han estudiado otros suponer que existe un número mucho menor de chicas que se presentan a
determinantes, como las creencias, las expectativas y los motivos, únicamen- los exámenes finales de enseñanza secundaria (lo que es cierto) y que aque-
te disponemos de un conocimiento sistemático y teórico de las explicaciones llas que se presentan forman un grupo sumamente seleccionado cuyos re-
del sentido común sobre los determinantes de carácter informativo. E incluso sultados medios son lógicamente mejores que los de los chicos, mucho más
_en este caso, nuestro conocimiento es sobre todo por carencia, es decir, que numerosos, que se presentan a los mismos exámenes. Cierta o no, esta ex-
sabemos que el razonamiento causal del sentido común se asemeja, en cier- plicación permite a los hombres conservar su opinión estereotipada de las
ta medida, al razonamiento científico, pero el modelo del hombre en tanto mujeres en general y, además, es evidente que unos ejemplos elegidos repre-
que hombre de ciencia aún está lejos de ser perfecto. Hast'cl ahora sobre todo · sentan una amenaza mucho menor para nuestro amor propio que una· dife-
se ha descrito el razonamiento práctico como un razonamiento científico im- rencia significativa entre dos grupos tomados en su conjunto.
perfecto. Todavía no hemos descubierto la lógica inductiva y natural de las Este ejemplo pone de manifiesto que existen otros dos aspectos de la
explicaciones cotidianas en tanto que sistema cognitivo sui generis. Por su- teoría de la atribución que debemos tomar en consideración. Uno de ellos
puesto, este enfoque es el que caracteriza el estudio de- l'clS representaciones ha estado presente a todo lo largo de este capítulo. Cuando explicamos el
sociales defendido por Moscovici (1976). comportamiento de una persona no pensamos necesariamente en este hombre
Si deseamos progresar en este campo es necesario que lleguemos a inte- o en esta mujer en tanto que individuos. En numerosas circunstancias de
grar lo que Kelley denomina el modelo de 1ovarianza con el modelo de con- importancia social actuamos en tanto que representantes de grupos sociales.
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438 1 Pensamiento y vida social
Esto signific,a que no buscamos tan sólo explicaciones en función de las 12 Sistemas de creencias
personas, las entidades y las circunstancias, sino también, y quizá sobre todo,
·,
en función de las categorías sociales a las que pertenecen dichas personas. y representaciones ideológicas
,j Esto resulta aún más evidente si consideramos el último problema impor0
11
tante que deseamos señalar ·aquí. Se supone que las atribuciones afectan por JEAN-PIERRE DECONCHY
!i1;1 nuestro comportamiento, pero se han consagrado relativamente pocas inves-
:11 tigaciones a las relaciones entre atribución y comportamiento. Por consiguien-
il
,,., te, no disponemos de lo que Kelley ha denominado una teoría de las atribu-
ciones que se ocupe de esta relación. Las investigaciones en el campo de
:¡:¡
,, las atribuciones parecen suponer que las explicaciones en la vida cotidiana
,.,
.·.·.
__
i
son inseparables del comportamiento social de una persona. Si atribuimos
la causa de un accidente, en el que estamos implicados, a otra persona,
\
j resulta muy difícil comprender esta atribución sin tomar en consideración
igualmente el hecho de que clicha atribución causal tiene consecuencias para
aquella persona que sea considerada responsable por la ley y tenga que pagar
"11
Ante· el prolijo juego de las creencias y representaciones ideológicas y
los daños. Si bien se han avanzado numerosas ideas sobre la relación entre
ante los funcionamientos tan implacables como abundantes de las form'cl.s
las explicaciones y el comportamiento social (Jaspars, Fincham y Hewstone,
sociales que se valen de aquellas y son informadas por ell'cl.s, la psicología ·
1983), sin duda no podemos decir que dispongamos de una comprensión
social debería, en nuestra opinión, saber dominar y controlar una triple fas-
satisfactoria de esta relación.
En pocas palabras, parece como si la teoría de la atribución y la inves- cinación.
tigación en este terreno hubiesen descrito un círculo completo; Fauconnet
1 / Fascinación que pueden e;ercer el obieto y sus sensaciones agrada-
'Y Heider comprendieron la íntima relación existente entre la comprensión
bles. - A primera vista, este juego presenta todas las características de lo
de las causas y la acción social, pero a lo largo de los quince años trans-
indiscernible, de lo paradójico y de lo desproporcionado. Indiscernibilidad de
curridos, las investigaciones se han cóncentrado en los procesos cognitivos
las causas: ¿podemos «explicar» seriamente los delirios de la ideología nazi,
individuales. Ha llegado el momento de aceptar el desafío inicial y de dar
la influencia de su «teoría de la raza», el terror que hizo reinar y el apoca-
a la teoría de la atribución un carácter más social, examinando en detalle
lipsis en que s"e hundió, conformándonos con achacarlos a los fantasmas de
el origen cultural de las explicaciones, su naturaleza colectiva y las funciones
un solo hombre o incluso, en otro eje de análisis, a las debilidades económi-
sociales que éstas cumplen.
cas y políticas de la República de Weimar? Parado;a de los funcionamientos:
:1
-~
::-
·~¡
si dentro del conjunto de las . formas sociales sociológicamente observables
se hiciera el inventario de aquellas que fueron o son las más conservadoras,
las más totalitarias, las más aletargadas y las más aplastantes, es probable que
¡
,: 1 .~: fueran ,aquellas derivadas de las creencias denominadas «religiosas»; pero re-
1
i
,.i:
1 sulta igualmente probable que si hiciéramos el inventario de las formas
sociales que se han mostrado o muestran más imaginativas, efervescentes y
contestatarias ante el poder establecido, volveríamos a encontrarnos con
aquellas que se remiten a las creencias «religiosas» i y a menudo serían las
mismas. Desproporción de algunas de sus formas: ¿con qué ley conocida
del comportamiento humano podemos relacionar el suicidio colectivo de Gua-
yana, incluso afectando dicha ley con coeficientes desmesuradamente expo-
nenciales? Persistencia de ciertos tipos de creencias en lugares donde todo
ya está hecho, desde hace mucho tiempo, p'cl.ta extenuadas más que para
, reprimirlas; reaparición del gusto por lo inverificable en civilizaciones de
./
440 j Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 441
las que se podía pensar que tan sólo se preocupan por la ciencia y la tec- al punto de contradecirlas. Tampoco resulta imposible que la idea de rela-
nología; historicidad evidente de las condiciones de producción y de deca- cionar las creencias con ciertos funcionamientos repetitivos pueda parecer una
dencia de estos sistemas: aspectos a los que, a diversos niveles, el investiga- tentativa de darles un .carácter «natural» y de concederles de esta forma un
dor puede ser tan sensible que llega a la convicción de que resulta vano status nuevamente apremiante, al capricho de diversas apologéticas. Sea como
e incluso contrario a la naturaleza del objeto querer derivar de ellos leyes fuere, esta nueva fascinación puede- incitar a remitir el estudio de las creen-
o incluso repeticiones decisivas, tendencialmente «transculturales», «trans-si- cias y de ·los funcionamientos correspondientes únicamente a la psicología
tuacionales» o «trans-históricas». Por ello, las metodologías experimentales clínica, cuya metodología en ocasiones algo fluctuante y su gusto por lo sin-
(por ejemplo, en psicología social) le parecen en sí mismas y de entrada tan gular resultan relativamente isomorfos respecto a las actitudes, las conductas
inadaptadas para el estudio de este tipo de objeto que lo destruirían desde y las situaciones en que intervienen dichas «creencias».
el momento mismo de comenzar a estudiarlo. Por consiguiente, el análisis de
estos juegos de representaciones sociales y de estos funcionamientos psicoso- 3 / Fascinación que pueden ejercer los discursos internos de los sistemas
ciales competería, por esencia podríamos decir, a la monografía descriptiva estudiados. - La actual fragilidad del discurso científico relativo a los siste-
(etnografía, sociografía, historiografía ... ), aunque los resultados obtenidos mas de creencias y a los sistemas de representaciones ideológicas y la in-
a este nivel sean posteriormente organizados en modelos de carácter más contestable debilidad de la reflexión teórica en este campo de investigación
económico e integrador. pueden llevar a esta investigación hacia un callejón sin salida. Pues las formas
institucionales que administran socialmente estos sistemas (iglesias, partidos,
2 / Fascinación que pueden ejercer las formas canónicas del método cien- escuelas ... ) han elaborado con el tiempo, al capricho de las circunstancias y
tífico. - Lógicamente existe un profundo dimorfismo entre el conocimiento al choque de las disidencias, un discurso que trata precisamente de sus pro-
científico y los procedimientos de validación de la prueba que pone en prác- pios funcionamientos. Este discurso, a menudo de una impresionante virtuo-
tica, por una parte, y los «saberes» transmitidos por las creencias o las sidad, es llevado a cabo en nombre de los objetivos perseguidos por estas
ideologías y las estrategias psicosociales que los acreditan y hacen que sean instituciones y por medio de los mismos procedimientos argumentativos que
considerados «verdaderos» por sus adeptos o militantes. Podríamos dejarnos los que definen su objeto: procedimientos que, por consiguiente, resultan
fascinar hasta tal punto por la especificidad del conocimiento científico y incompatibles con los utilizados por la investigación científica. Incluso si está
por este diformismo evidente -e insalvable- que, paradójicamente, llega- fuera de estas instituciones y es extraño al sistema de creencias del que estas
ríamos a temer que al conceder a las creencias y a las representaciones ideo- instituciones pretenden ser testigos, garantes y actores, el investigador puede,
lógicas el status de objetos «consistentes» desde una óptica social y sus- en el estado de penuria teórica en el que aún se encuentra la investigación
ceptibles de ser estudiados por la vía científica, ocultaríamos este diformis- sobre las creencias y las representaciones soci'<!les, dejarse fascinar, sin darse
mo en detrimento del rigor científico. Habría mucho que decir sobre este apenas cuenta, por la coherencia de este discurso interno. Incluso sin adop-
deslizamiento y esta paradoja que explican en parte la actual pobreza de lo tarlo, el investigador corre peligro de recurrir a los conceptos e indicado-
que podríamos llamar la «ciencia ,de las creencias». Podríamos sobre todo res que pone en práctica este discurso, descuidando su axiomatización. De
evocar las circunstancias históricas y el clima en que se han desarrollado las hacerlo, es probable que adoptaría una parte considerable de la teoría inter-
ciencias y en especial las ciencias humanas: circunstancias y clima tan conflic- na que estos conceptos e indicadores han contribuido a elaborar, al perse-
tivos que, para realizar un'<! labor científica, se ha notado cierta resistencia a guir sus propios objetivos que, a su vez, dependen de las creencias y opciones
conceder una consistencia social y, por ende, una posibilidad de observación ideológicas .
empírica a las creencias, por ejemplo, a las creencias religiosas. También pode-
mos ,pensar que una vieja idea platónica continúa asediando la reflexión Hay que saber controlar estas fascinaciones, aunque sin por ello con-
científica: idea que consiste en que existe -y debe existir- una cierta siderarlas intrínsecamente perversas, pues probablemente estas fascinaciones
identidad de «naturaleza» entre el objeto conocido y el instrumento que no se han limitado a ilustrar el estado actual de una disciplina cuyo desarro-
permite conocerlo, en cuyo caso, los verdaderos objetos de la racionalidad llo habrían venido a obstaculizar en un principio. En. realidad, estas fas-
científica no podríah ser sino aquellos que dependen de Jo «racional» y de cinaciones refractan la singularidad y la dificultad de la empresa. No obs-
las tecnologías que lo refractan. Los sistemas de representaciones y de argu- tante, desde esta perspectiva, el problema que plantean ya no es el de la
mentaciones que se apartan de las normas de la racionalidad tan sólo podrían pertinencia o de la posibilidad de estudiar un sector particular del campo
ser estudiados en la medida en que se desvÍ(ln de estas normas hasta llegar social: el de las creencias y· las representaciones ideológicas. Este problema
1
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442 1 Pensamiento y vida eoclal 12. Sistemas de creencias y representaciones Ideológicas 1 443
consiste en saber si la psicología social es capaz de estudiar de forma expe- introduce en ocasiones un espacio teórico que, explorado y operacionalizado
rimental sistemas sociales complejos y relativamente completos (es decir, con un espíritu menos monográfico y menos estrictamente descriptivo, po-
sistemas que incluyan las representaciones y significados de todo tipo que dría abrir fecundas perspectivas. Este es el caso, por ejemplo, de los que men-
suscitan), de una fuerte implicaci6n o contra-implicaci6n individual, intrín- cionaremos a continuación a manera de ejemplos.
secamente dependientes de sus condiciones hist6ricas de producción y deca- Como primera aproximaci6n al estado de la investigación en el campo
dencia. Ya hemos tenido ocasión de examinar este problema (Deconchy, de la_s creencias y las representaciones ideológicas -desde el ángulo de la
1981). psicología social-, podemos pensar en explorar dos ejes o, si se prefiere,
dos perspectivas de investigaci6n, cuyo éxito aún está por evaluar y que in-
Hasta ahora, los psicólogos sociales han trabajado sobre todo en el estu- tentan romper con la descripción monográfica y establecer por vía experi-
dio de las creencias y representaciones ideológicas a partir de «actitudes» mental o cuasi-experimental funcionamientos psicosociales más o menos fun-
que, desde una perspectiva, se referían a ellas de forma explícita o implí- damentales. La primera de estas líneas de investigación intenta lograr esto
cita y que, desde otra perspectiva, ellas mismas contribuirían a provocar. poniendo entre paréntesis el contenido de las creencias atestadas a fin de
De esta forma han puesto a punto una maquinaria no desprovista de inge- establecer ciertas modalidades y estructuras propias de los individuos y de
niosidad, de género fundamentalmente descriptivo y cuyo procedimiento se las instancias sociales que constituyen al mismo tiempo el apoyo y la con-
basa, casi exclusivamente, en el empleo de cuestionarios y escalas. secuencia de esta atestaci6n. De este modo nos vemos obligados a mencio-
La puesta a punto de esta maquinaria, no obstante, es tal que no está · nar la línea de prospección que va desde la idea de «personalidad aut01:ita-
desprovisto de ambigüedad, ya que remite en contadas ocasiones a los meca- ria» hasta los modelos y funcionamientos característicos de los sistemas or-
nismos que intervienen .en este tipo de actitud. La mayor parte del tiempo, todoxos. La segunda de estas líneas de investigación, orientada hacia el estu-
las. modalidades de la selección de los ítems destinados a formar parte de dio de las creencias relativamente trans-culturales y trans-históricas, intenta
este cuestionario oscilan entre diversos criterios no formulados y muy poco poner de manifiesto, a ·partir del estudio experimental de un comportamiento
dominados. Algunos de estos criterios provienen de una especie de fenome- dado, la función de filtro que algunas de estas «creencias» desempeñan en el
nología latente e inmediata de la experiencia vivencia! que, según ciertos iso- desciframiento de un campo social particular. Aquí evocaremos los trabajos
morfismos indiscernibles, correspondería al tipo de creencias que entran en sobre la cr,eencia en la justicia del mundo.
juego. Otros se refieren a conjuntos de comportamientos sociales controlados
y programados de forma más o menos directa por los grupos institucionales
organizados alrededor de estas creencias. Otros más retoman pura y simple- A. Estructuras, sistemas y «neutralización»
mente (por instinto o mediante un jurado de expertos) enunciados de creen- del enunciado de las creencias
cias considerados característicos del conjunto de representaciones ideológi-
cas alrededor de las cuales establece su consenso un grupo determinado. Esta La línea de investigación que va de la elaboración de la noción de «per-
oscilación cpnstante entre enfoques subjetivos, sociales y organizativos que sonalidad autoritaria» a la puesta a punto del concepto de «ortodoxia»,
opera mediante yuxtaposición y ponderaciones titubeantes de los diversos pasando por el «dogmatismo», constituye una ilustración bastante buena de
«componentes» de lo que sería una «actitud» determinada y sin un verdadero las continuidades y rupturas que puede sufrir la reflexión ante el juego pa-
análisis de sus modalidades de articulación, desemboca en la elaboración de radójico de los sistemas de creencias y representaciones ideológicas. Más que
instrumentos, a menudo compuestos y que difícilmente coinciden o se deli- un estudio erudito de los trabajos a que ha dado lugar esta línea, lo que in-
mitan entre sí. Probablemente por ello las actitudes relativas a un conjunto tentaremos explicar aquí es el espíritu con el que ha sido explorada.
de «creencias» determinadas, incluso si están organizadas alrededor de varias
dimensiones, siguen siendo percibidas de forma relativamente aislada: ais-
lada en relación con otros conjuntos de actitudes que, por su parte, no depen- a. Adorno y la «personalidad autoritaria»: una psicología
den de «creencias» y con las que se les intenta cruzar tan sólo posteriormen-
te; aislada en relación con enraizamientos sociológicos- generales y en rela- En su célebre obra (1950), la cuestión que se plantean Adorno y sus
ción con finalidades sociales globales. Esta observación más bien pesimista colaboradores es la de una paradoja. ¿Cómo explicar que, a pesar de la
no debe hacernos olvidar que la maquinaria reflexiva y conceptual que ha extravagancia del sistema de representaciones que introducía en la sociedad
precedido a la elaboración de un cuestiot¡11rio o de una escala de actitudes alemana, del despropósito de sus posiciones políticas y raciales, y de la espan-
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444 1 Pensamiento y vida -social
• . 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 445
tosa aberración de su ética cotidiana o «final», la ideología nazi haya podido de Adorno encontramos una vez más lo que probablemente constituye el
tomar cuerpo en una Europa de civilización y cultura avanzadas y provocar problema .central · del estudio científico de las creencias y las representacio-
connivencia, adhesión y entusiasmo al menos en minorías sustanciales? Visto nes ideológicas: ¿es posible -y llegado el caso, ¿cómo es posible?- ob-
en estos términos, el problema es de aquellos que permiten presagiar, sin tener indicadores de carácter cultural, definidos históricamente, significati-
saber muy bien por qué, que las explicaciones de tipo estrictamente indivi- . vos individualmente y que se impongan socialmente, con los que se pueden
dual, puntual o coyuntural resultarían inoperantes, incluso desde el punto poner de manifiesto la existencia de «leyes» relativamente estables, que ex-
de vista científico, y ocultarían la cuestión de manera finalmente tan segura pliquen el funcionamiento social de representaciones que parecen depender,
como los «no sabíamos» o los «tan sólo cumplíamos órdenes» evocados con en sí, de lo cultural, de lo histórico, de lo individual y de la ecología del
otros fines. momento?
La intuición de Adorno consiste en afirmar que el estudio «científico» de A pesar de que se halla, inevitablemente, fechada, la aportación de Ador-
fenómenos de tal magnitud sólo puede tener éxito si, «más allá» de la de- no al estudio de ciertas actitudes ideológicas -en este caso, las actitudes
tección de estas causas individuales, puntuales o coyunturales que sin duda fascistas- resulta incontestable. Pero más allá de esta aportación, es pro-
intervienen, se echa mano_ de algo más fundamental y menos dependiente bable que su empresa desbloquee los aspectos silenciados que prevalecen
intrínsecamente de la historicidad individual y social: algo que formaría alrededor del estudio de los sistemas de creencias y permita superar en
parte integral de la «naturaleza» humana, si aún podemos hablar en estos parte los malthusianismos mencionados al principio de este capítulo. De
tér:minos. De esta forma habría en el hombre una especie de estructura una manera más directamente operativa, Rokeach vuelve a tomar estos tra-
estable y «potentially fascistic» y el trágico privilegio de ciertas caracterís- bajos de Adorno, haciéndoles sufrir cierto número de fructuosas modifica-
ticas individuales y ciertas situaciones históricas consistiría en poder reacti- ciones.
varla y actualizarla, según unos mecanismos que aún quedarían por estable-
cer. Sin embargo, es esta estructura mental la que podría explicar en última
instancia la adhesión de hecho a la ideología fascista y a los comportamientos b. Rokeach· y el «dogmatismo»: una psicología y una sociología
que corresponden a ella.
Adorno explorará esta estructura estable y parcialmente constitutiva de 1 / Etnocentrismo y rigidez mental. - Para Adorno, el etnocentrismo
la «naturaleza» humana a partir del concepto de «personalidad autoritaria». constituye una de las dimensiones de la personalidad autoritaria. Se trata de
Sin duda, el problema propiamente científico adopta así una doble dirección. un complejo conjunto de actitudes que reflejan al mismo tiempo una subesti-
Por una parte se tratará, por supuesto, de hacer el inventario de las caracte- mación de las minorías étnicas, un desprecio funcional por los negros y un
rísticas individuales, situacionales e históricas que vienen a reactiv'tJ.r o a nacionalismo receloso. Si bien recurre probablemente a un juego diversifi-
actualizar esta estructura mental, cuya existencia ha sido deducida sin dis- cado de «valores» y «creencias», este modelo de comportamiento remite ;i
poner de un gran número de indicadores empíricos; también se tratará de una especie de estereotipia del desciframiento y de la evaluación del campo
estudiar los mecanismos que intervienen en esta reactivación o en esta actua- social y de las interacciones que en él se producen. Basta con que yo sep:>
lización. Por otra parte, para que esta estructura mental estable y etiqueta- el color de tu piel y tu pertenencia a determinado grupo étnico para que,
da de «potencialmente fascista» no se difumine en una especie de vacío nou- ipso facto, sin error posible y sin necesidad de un análisis más preciso, yo
ménico, habrá que llegar, desde un punto de vista operativo, a aislar e iden- sepa lo que vales y lo que vale lo que haces, incluso en lo referente a tus
tificar sus reveladores empíricos que, a su vez, serán fechados y situados. rendimientos intelectuales y tecnológicos. Los primeros trabajos de Milton
En el momento de su investigación (la inmediata posguerra), Adorno Rokeach muestran que esta estereotipia del desciframiento y de la evalua-
cree poder organizar el estudio de la refracción empíricamente observable de ción de las situaciones e interacciones psicosociales no es, en realidad,
esta estructura potencial y relativamente meta-empírica en torno a cuatro sino una faceta particular de una rigidez mental general· y que ésta afecta
dimensiones que contrastará un sistema de escalas de actitudes: el antisemi- tanto al campo de las operaciones cognitivas como al de los juicios de eva-
tismo, el conservadurismo económico-político, las tendencias antidemocráti- luación. De hecho, los sujetos que, según la terminología y las escalas ela-
cas y el etnocentrismo, cuya consistencia interna y externa será mostrada boradas por Adorno, pueden ser considerados «etnocéntricos» también son
por él y sus colaboradores. Sería un grave error olvidar que estos "indicado- quienes manifiestan menor capacidad para detectar e inventar soluciones nue-
res están fechados y situados, y pensar que seguirán siendo para siempre vas y creativas para cierto número de problemas lógicos, de tipo aritmético
los indicadores de una misma estructura linental «natural». En la reflexión o más directamente manipuladores (Rokeach, 1948 ). Con lo cual, Rokeach
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446 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 447
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hace avanzar aún más el problema que nos ocupa. En la obra de Adorno, el versamente, la persona que obtuviese una nota baja se adheriría a una ideo-
alcance teórico y operativo de la noción de «etnocentrismo» conseguía su logía de «izquierdas»: todo esto, en la época y el tipo de sociedad en que tra-
validación al ponerse de manifiesto sus lazos repetitivos con otras actitudes bajaban Adorno y Rokeach. Estos contenidos, evidentemente contradicto-
que, a su vez, son de género ideológico (antisemitismo, conservadurismo rios entre sí, sin embargo, no bastan para generar estilos de comportamien-
económico-político, tendencias antidemocráticas ). Para Rokeach, esta noción to esencialmente diferentes. Independientemente de que se adhieran a progra-
nos remite a un modelo de comportamiento más amplio, en el que las mas ideológicos diferentes, los sujetos que manifiestan su adhesión de una
conductas que dependen de un deseo menos validador y a las que podemos forma extrema o extremista presentan comportamientos semejantes: una
denominar «ideológicas» (nacionalismo, ideología de la raza y de la etnia, manera casi idéntica de tratar la información, una misma tendencia a impo-
etcétera) están articuladas orgánicamente con y sobre conductas de tipo ner sus opmiones con la misma violencia o el mismo totalitarismo. Aparece
validador (operaciones lógicas, ya sean o no de tipo aritmético) y, por con- así la idea de que, para comprender cómo funcionan un sistema de creen-
siguiente, con y sobre el juego de invariantes -alrededor del que se organizan cias o de representaciones ideológicas al mismo tiempo que las instituciones
las conductas. que las regulan, resulta mucho menos importante abordarlas a nivel de la
A nivel operatorio, no obstante, Rokeach pronto se encontrará ante una especificidad de sus enunciados que dilucidar cierto número de sus estructu-
paradoja. Una primera curiosidad está constituida precisamente por esta po- ras sistemáticas repetitivas, que pueden tener por objeto las más diversas
sibilidad de hundir este conjunto de conductas que dependen de forma creencias y representaciones ideológicas. Es a nivel de la dilucidación de
global de la «ideología» en un conjunto más amplio del que también forman estas estructuras que la psicología social encontrará los invariables que le
parte las operaciones de tipo intelectual y cognitivo. Pero si intenta con- permitirán pensar en términos relativamente fundamentales los sistemas y
frontar la rigidez mental manifestada en interacciones psicosociales de tipo funcionamientos cuya exuberancia y cuyos matices parecían condenar a sólo
mínimo (en el fondo se trata del encuentro entre un white-anglo-saxon-pro- poder ser percibidos y pensados dentro de una singularidad que se renueva
testant con una persona diferente) con las rigideces que pueden manifestar- sin cesar.
se en el marco de un sistema de representaciones más extensivo (el catoli-
cismo, el liberalismo, el comunismo ... ), los lazos entre el etnocentrismo y 2 / El dogmatismo. - Es entonces que se introduce el concepto de «dog-
este tipo de rigidez ya no resultan tan evidentes. Dicho de otra manera, Ro- matismo» (1954, 1960). Anteriormente, Leverrier creía que, en un punto
keach no llega a demostrar totalmente que los católicos «más rígidamente determinado del espacio, debería existir un planeta, inaccesible para los ins-
católicos» o los «liberales» ( en el sentido norteamericano del término) «mas trumentos ópticos de la época, pero que resultaba indispensable para poder
rígidamente liberales» también sean los más etnocéntricos. Al parecer -y explicar el movimiento celeste. De manera algo comparable, Rokeach estima
esta cuestión nos parece revestir una gran importancia que quizá no ha que debe existir un medio de equiparar un concepto -así como los paráme-
sido suficientemente explorada-, las «leyes» del funcionamiento de las tros necesarios para su operacionalización- que remitiría a un comporta-
interacciones sociales mínimas y puntual.es y las de los funcionamientos miento «dogmático» tal que los sujetos que obtuviesen notas muy altas o muy
referidos a espacios sociales más amplios y con una mayor carga ideológica bajas en la Escala de Etnocentrismo se revelarían muy dogmáticos, incluso
no eran obligatoriamente las mismas. A este nivel, la paradoja es que habría si sus ideologías de referencia fueran contradictorias entre sí. Por el contrario,
una mayor distancia entre las estrategias de evaluación de una interacción el sujeto medianamente etnocéntrico (o ... medianamente no etnocéntrico)
de tipo mínimo y las operaciones con una gran influencia y fuertes referen- sería, a su vez, un sujeto poco dogmático.
cias sociales que la que habría entre las primeras y las operaciones de tipo La «teorización» o, mejor, dicho, la «axiomatización» de esta «idea»
puramente cognitivo, sin referente directo de orden axiológico o praxioló- del dogmatismo nos parece de una gran ingeniosidad. Al describir las estruc-
gico. turas del tratamiento «dogmático» de la información y de la lectura del
Sin embargo, Rokeach aborda esta paradoja desde otro ángulo y es ahí espacio social, Rokeach intenta, en el fondo, establecer una forma a priori
donde su ruptura resulta decisiva. El concepto de etnocentrismo, tal como de la manipulación de los objetos ideológicos. Tentativa que podía parecer
Adorno lo había equipado y operacionalizado, y como Rokeach lo había uti- contradictoria al inicio de nuestra reflexión.
lizado hasta entonces, remite sin duda a contenidos ideológicos especificados. Para Rokeach, el hombre, por debajo del análisis racional que puede
Si se desea, el sujeto que obtiene una elevada nota en la Escala de ·Etnocen- hacer, filtra y organiza su lectura del espacio y sobre todo del espacio social
trismo es un sujeto del que puede decirse a grosso modo y a pesar de la im- mediante una compleja estructura mental que él denomina un belief-disbe-
precisión de la fórmula, que se adhiere a i,tla ideología de «derechas»; in- lief system, fórmula de difícil traducción. Se trata de la articulación de dos
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448 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 449
subsistemas heterogéneos: el de las creencias que el su;eto adopta y el de creencias determinado y sin hacer referencia a contenidos específicos: salvo
no-creencias cuyas interacciones sociales hacen que el sujeto sepa que otras quizás el que tiene por objeto las grandezas y los derechos de la «autoridad».
personas se adhieren a ellas, pero que él no adopta. La estructura de un El lugar teórico de su elaboración es, no obstante, algo incierto. Tal como
belief-disbelief system ( tanto el de un individuo como el de un grupo en ha sido presentado y tal como, al parecer, lo percibe Rokeach, este lugar nos
el que se inserta este sujeto) puede variar a lo largo de una línea continua remite al sistema cognitivo de un individuo determinado. De hecho, Rokeach
que va desde el sistema cerrado (dogmático) hasta el sistema abierto ( no también considera que existen campos sociales y montajes institucionales
dogmático). (iglesias, partidos, organizaciones diversas ... ) que, al propio nivel de su
El grado de dogmatismo (o de «cerrazón») de la organización cognitiva funcionamiento global, son más «dogmáticos» que otros. Sin embargo, nun-
de las creencias y no-creencias a través de la que filtramos nuestro enfoque ca teorizará la articulación entre este dogmatismo del individuo y este dog-
del mundo y sobre todo del mundo social puede definirse mediante ciertas matismo de la institución, al menos en la parte central de su obra. Y si
características estructurales. 1) Una estructura cognitiva es tanto más dogmá- establece, a partir de las escalas elaboradas por él mismo, cierto número de
tica en la medida en que defina estrictamente el sistema de impermeabilidad paralelismos sugestivos entre el sujeto dogmático y el funcionamiento de al-
entre el sistema de las creencias y los sistemas de no-creencias. Ciertos proce- gunos grupos de pertenencia de destino o de elección, lo hace utilizando una
dimientos (funcionales o efaborados de forma deliberada) regulan este sis- «armonía preestablecida» que la psicología social, en la propia especificidad
tema de impermeabilidad: acentuación contrastada y diferenciada entre el del género científico que explora, no puede considerar como una explicación.
sistema de creencias y los sistemas de no-creencias; afirmación sistemática Tal vez sea este tipo de dificultad lo que explique que, en base a un
de la no pertinencia racional de los argumentos que asimilarían unos y otros; utillaje conceptual de excepcional calidad, Rokeach finalmente no haya roto
denigración de los hechos que pudieran contradecir las creencias, desde la de forma más radical con las metodologías tradicionalmente utilizadas en
no percepción de dichos hechos hasta la prohibición de su pertinencia en este campo de estudios. Ya que, a final de cuentas, este utillaje desemboca,
función de evaluaciones éticas o de simbolismos primarios; capacidad para a su vez, en la elaboración de una Escala de Actitud: una más, podríamos
hacer -que coexistan contradicciones dentro del sistema de creencias; 2) decir si no temiéramos que, diciéndolo, ocultáramos la gran calidad y alcance
Una estructura cognitiva será más dogmática cuanto más acentúe las dife- _de la Escala de Dogmatismo. Validada en referencia a otras escalas cono-
rencias entre el sistema de creencias y los sistemas de no-creencias y éstos cidas (sobre todo con la Escala de Etnocentrismo de Adorno, y con la finalidad
estén reunidos («amalgama») dentro de un todo indiferenciado y rechazado de verificar si mantiene adecuadamente el juego de correlaciones paradójicas
en bloque; 3) Una estructura cognitiva será más dogmática cuanto más que ya hemos mencionado), o en referencia a comportamientos individuales
fuerte sea la dependencia de las creencias periféricas de las creencias centra- y sociales que, en los más diversos campos, parecen característicos de las
les. Cuando la estructura es considerada en sí, esto significa que las creen- conductas «dogmáticas», esta Escala, como todas las Escalas, conserva ine-
cias periféricas son percibidas como emanaciones directas de las creencias vitablemente una resonancia monográfica.
centrales; cuando es considerada en sus relaciones con la realidad, dicha En base al modelo elaborado por Rokeach, la empresa podría desembo-
estructura opera por asimilación (reintegración del hecho desviado. de ma- car en la demostración de la existencia de funcionamientos tendencialmente
n~~ª que pue?a ser fago~itado e inte~rado por ~l sistema)_ y por «co,str~c- fundamentales, siempre que se recurriese a metodologías de otro orden y,
·c10n», es decir, la capacidad para evitar los esttmulos sociales que, cuestio- especialmente, a los métodos experimentales. Podemos preguntarnos por qué
narían el rigor del sistema. Cuando se fa considera en sus relaciones con la razón no pensó Rokeach (salvo en contadas ocasiones y recurriendo a varia-
autoridad y estando la credibilidad de esta última situada siempre en la zona bles de tipo farmacológico) en tratar experimentalmente los problemas que
central de los sistemas de creencias, esta autori'\8d puede modificar a su · planteaba y los conceptos que se trataba de operacionalizar. Esto constituye
albedrío las creencias periféricas. 4) Una estructura cognitiva será más dog- - un tema que sobrepasa el caso particular de Rokeach y que probablemente
mática en la medida en que la perspectiva temporal que está inscrita en ella resulta central para la epistemología de la empresa que estamos analizando.
se organice en torno a una subestimación sistemática de la importancia y el ¿Es porque construyó, de forma simultánea aunque disyunta, el concepto de
valor del presente, en beneficio de una sobrevaloración del pasado ( edad de dogmatismo a nivel del individuo y a nivel de ciertos sistemas sociales, sin
oro) y del futuro (utopía). que estos dos niveles estén articulados entre sí de forma lógica y operacio-
nal, que la vía experimental se halla atascada, en el sentido de que no sabe-
3 / Dificultades y nuevas parado;as. - De este modo, el «dogmatismo» mos muy bien dónde buscar el juego de variables que precisamente hay que
es definido sin hacer referencia a un siste~a ideológico o a un sistema de operacionalizar para obtener cierto número de mecanismos invariables? ¿O al
'ro,'lliJ.".~~.-
450 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 451
contrario es porque sentimos una gran repugnancia para buscar en el funciona- perimentales llevados a cabo sobre y en torno del concepto de «ortodoxia
miento de los sistemas y de los campos sociales la explicación relativamente ideológica».
«invariable» de los sistemas religiosos o ideológicos, que renunciamos a re-
currir a la experimentación y al tipo de conocimientos que ella puede con-
tribuir a demostrar? No podemos decidirnos por ninguna de estas explica- c. La «ortodoxia ideológica»: una psicología social
ciones. Eri este campo, las elecciones metodológicas y las opciones epistemo-
lógicas remiten probablemente a criterios que no son únicamente de orden 1 / Definiciones e hipótesis
científico.
Sin embargo, la importancia que revestiría la dilucidación teórica de la a) LAS DEFINICIONES. - Estas tienen por objetivo construir y opera-
articulación entre los dos lugares de elaboración del concepto de dogmatismo cionalizar el concepto de «ortodoxia ideológica» no a partir del suieto (como
no escapa a Rokeach. No obstante, es en artículos aparecidos en revistas de Adorno con la «personalidad autoritaria»), ni en referencia a un paralelismo
poca importancia donde plantea el problema de esta articulación acerca de más o menos difícil de circunscribir entre el su;eto · y el grupo (como Ro-
las creencias religiosas y de lo que él llama sus «paradojas». ¿Cómo expli- keach con el «dogmatismo»), sino a través de la articulación misma entre
car, se pregunta él, que ios sistemas religiosos articulados en torno a un suieto y grupo: uno y otro corresponderían a «realidades vacías» desde el
juego de creencias y cierta visión del mundo, de la-s · que se' pretenden testi- instante mismo que se intentara pensarlos y establecerlos sin hacer referen-
gos y garantes, sólo puedan sobrevivir elaborando dispositivos que contra- . cia al otro. Haciendo esto, la empresa intenta adquirir un carácter específi-
dicen de forma intrínseca estas creencias y esta visión? Todas las religiones camente psicosocial, ya que la articulación se considera ahora como un con-
hablan de las grandezas y el significado último del amor, de la libertad, de cepto central de dicha problemática (Doise, 1982).
la igualdad entre los hombres, y en su nombre se han ejercido y aún se Aunque serán desarrolladas posteriormente, las tres definiciones iniciales
ejercen feroces represiones, se montan dispositivos de control de una pasmo- son relativamente simples. Se dirá que un su;eto es ortodoxo en la medida
sa y, en ocasiones, sangrienta eficacia, se establecen campos socio-cognitivos en que acepte e incluso exija que su pensamiento, su lenguaje y su compor-
donde los poderes y los papeles son distribuidos con una desigualdad sin tamiento sean regulados por el grupo ideológico del que forma parte y, sobre
igual. En el fondo, esto equivale a decir que, en el campo de las creencias todo, por los aparatos de poder de dicho grupo. Se <;!irá que un grupo es
y de las representaciones ideológicas, la idea de un paralelismo «de natura- ortodoxo en la medida en que este tipo de regulación esté asegurado de for-
leza» entre las que, en última instancia, siguen siendo creencias de indivi- ma efectiva en su interior: pero también -precisión suplementaria en rela-
duos y los funcionamientos sociales que las transmiten y apoyan desemboca ción con lo que no sería sino la simétrica formal de la definición anterior-
en un atolladero teórico. en la medida en que la legitimidad (tecnológica y axiológica) de este tipo de
Toda la cuestión consiste en saber si lo que Rokeach considera paradójico regulación forme parte de la doctrina testimoniada por el grupo. Así, llama-
es percibido como un fenómeno de coyuntura o si es percibido como carac- remos sistema ortodoxo al conjunto de los dispositivos sociales y psicosocia-
terístico y como fundador de la idea misma de sistema de creencias. En el les que regulan la actividad del sujeto ortodoxo dentro del grupo ortodoxo,
primer caso echaremos mano de la debilidad de los hombres, de los azares al mismo tiempo que intervienen en la aparición de un grupo ortodoxo.
de la historia, de las torpezas de los actores. En el segundo caso y más allá La elaboración de este juego de definiciones sitúa la empresa en un es-
del recurso a determinismo~ sociales masivos y equívocos, nos preguntaremos pacio relativamente nuevo en relación con las iavestigaciones que hemos men-
cionado anteriormente. Sin duda, como en Rokeach, el contenido de las creen-
si el juego de controles puesto en práctica en los sistemas (o contra-sistemas)
cias y de las representaciones ideológicas es puesto entre paréntesis -al
sociales que se organizan en torno a informaciones que, en última instancia:
menos momentáneamente- con lo que el concepto recibe un cierto alcance
no pueden ser verificadas por las normas clásicas de la racionalidad, no llevan
transcultural, es decir, pueden haber ortodoxias de todo tipo. Pero este con-
a cabo una función constitutiva y no desempeñan un papel fundamental en cepto, tal como ha sido equipado de entrada, no remite a una característica
la existencia y supervivencia de los sistemas de creencias. ·De esta forma. de la personalidad: es por ello que no se elaborará ni contrastará ninguna
al situar las invariables que precisa toda ciencia tendencialmente fundamen- «Escala de ortodoxia» destinada a dilucidar el grado de proximidad entre
tal dentro de un conjunto de controles sociales y de regulaciones sociales; un sujeto y una doctrina en particular o sus predisposiciones generales hacia
sería posible abandonar de forma más radical las empresas estrictamente mo- un cierto enfoque de un determinado sistema de creencias. Este concepto
nográficas. En todo caso, es ésta la intern¡ón que atraviesa los estudios ex- remite a un campo social organizado e institucionalizado. Y por este mismo
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/i 452 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones Ideológicas 1 453
hecho no cierra el paso a. una tentativa de estudiar por vía experimental (sin dones, sino que los constituirían en su propio ser, para adoptar una fórmu-
duda convenientemente equipada) los funcionamientos que se podrían dilu- la que merecería cierta explicación. Si se desea, la regulación y el control
cidar refiriéndolos a esta triple definición. social desempeñarían, respecto a estas creencias y estas representaciones ideo-
Una de las características del grupo ortodoxo, al menos según la defini- lógicas, una función esencial, en el sentido etimológico del término. A título
ción que se ha dado de él, dará a esta investigación un tinte y, tal vez, una de hipótesis, primero se pensó que la elaboración de un campo social o de
plasticidad particulares. Esta característica consiste en que el conjunto de un sistema ortodoxo «tenía como objetivo» anular funcionalmente una de las
creencias alrededor del cual establece su consenso el grupo ortodoxo y por características fundamentales de las creencias y de las representaciones ideo-
el cual regula y controla de forma orgánica las actitudes, conductas y com- lógicas, con lo que se comprenderá por qué, en este capítulo, las relaciona-
portamientos, incluye una creencia cuyo status formal es totalmente origi- mos entre sí: su no-verificabilidad en el orden de la racionalidad y de la
nal: la creencia que se refiere a la legitimidad doctrinal de las modalidades demostración empírica. Ya más formalizada, esta hipótesis pretende que «en
prácticas del ejercicio de dicho control y de dichas regulaciones. A este ni- sistema ortodoxo, la fragilidad racional de la información es compensada por
vel, podríamos decir que la función ortodoxa se enrolla sobre sí misma para el vigor de la regulación». Al aumentar la fragilidad racional el grupo ortodo-
referirse a su propio despliegue y funcionamiento. Desde .esta perspectiva xo endurece sus influencias: la proposición resulta relativamente trivial. Pero
casi podríamos decir que ·e1 creyente ortodoxo «cree» antes que nada en si disminuye la regulación social, entonces aparece una mayor fragilidad so-
una psico-sociología, incluso en una sociología. Así, la desviación respecto cial: proposición ésta que resulta más original y cuya verificación permitiría
a la ortodoxia se convierte en un concepto que no resulta unívoco. Por una además axiomatizar la aparente trivialidad de la primera. A continuación se
parte, puede referirse al contenido de una creencia determinada, contra· la verá cuál será el aspecto general del paradigma experimental que se ela-
que trabajan todos los dispositivos de control social para que aparezca en borará.
contradicción con el cuerpo unificado de creencias en cuyo nombre se regula
il: la pertenencia: desviación clásica que podríamos denominar simplemente «he-
terodoxa» y que no introduce ningún funcionamiento social formalmente 2 / Algunos funcionamientos y algunas estrategias «ortodoxos»
nuevo. Por otra parte, esta desviación puede referirse a una característica
más dinámica, como en el caso de las situaciones e interacciones sociales en a) CONTROL SOCIAL y SIGNIFICADO. - A decir verdad -y como su-
que elementos, a menudo minoritarios, al adoptar las mismas creencias, re- cede siempre- solamente tras una serie de trabajos experimentales más dis-
presentaciones ideológicas e intuiciones iniciales exigen su reactivación so- persos y varios sondeos teóricos, esta hipótesis ha tomado esta forma defini-
cial, entrando en conflicto con el sistema de regulación y control (Iglesia, tiva. Esto se debe a que, en el clima en que tomaba cuerpo este conjunto de
el partido ... ) que, según ellos, los habrían reducido a la insignificancia. En reflexiones, se formaba poco a poco una idea: en la medida en que la regu-
este caso, la desviación respecto a la «ortodoxia» es de un tipo totalmente lación y el control social desempeñaban un papel que daba cuerpo en gran
:j diferente de la simple heterodoxia, pues desemboca en la aparición de ef er- medida a los sistemas de creencias, explicaban mejor que el contenido de
:1
vescencias sociales (de tipo profético, utópico, mesiánico ... ), emparentadas las propias creencias el funcionamiento de ciertas zonas de los sistemas or-
'11 con aquellas cuyo juego ha mostrado Moscovici en ciertas formas de influen- todoxos. En este concepto y de cierta manera, se podía pensar que, en un
1¡
cias minoritarias (Moscovici, 1979) y cuyas modalidades de despliegue y sistema ortodoxo, la regulación social se impone sobre el significado (De-
I:
i' funcionamiento provocan procesos sociales más complejos y desenfrenados conchy, 1971 ). Algunos trabajos han intentado explicar esta intuición y pres-
que aquellos que habitualmente explora la psicología social, en especial de tar imposición a este clima.
:I! tipo experimental. De esta forma, en experimentaciones llevadas a cabo en sesiones de re-
1
1j
;,i
11,
ciclaje teológico, se hizo que sujetos ortodoxos (en este caso, eclesiásticos
1,
1'! b) UNA HIPOTESIS. - Esta forma de relacionar de entrada el concepto católicos) recibieran de una fuente con autoridad interna sobre su grupo
de ortodoxia con un campo social regulado y controlado y de ver. en esta una información que contradecía la primera posición que habían adoptado
regulación y en este control lo que instituye este concepto en su género en relación con una creencia determinada. Se les invitaba a que matizaran
propio está probablemente enraizada en una intuiciórr. Dicho rápidamente, su posible acuerdo mediante una evaluación referente al papel que desem-
esta intuición consistiría en que la regulación y el control social no desem- peñaba esta creencia en la regulación de la pertenencia a su Iglesia («yo creo
peñarían únicamente funciones adventicias o auxiliares de simple gestión en ello y cualquiera que desee formar parte de mi Iglesia también debe
política y de «mantenimiento en el ser iilÍ)cial» de enunciados y representa- creer en ello»: regulación «extrema», de tipo dogmático); («yo creo en
~""'l.-~-·~·-,,.,-~
454 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 455
ello, pero alguien que no lo creyera podría, no obstante, llegado. el caso for- se denomina «racionalidad» (en este caso sin las precauciones epistemológi-
l
mar parte de mi Iglesia»: regulación «liberal»). En esta situación y con in- cas que se han tomado en otras circunstancias).
formación constante, resultó más fácil hacerlos pasar de una toma de posi- Así, tras una polémica realizada entre creyentes ortodoxos acerca de la
ción «extrema» a la toma de posición contradictoria, igualmente extrema imposibilidad de verificar una creencia como la que pretende que «Dios se
(«yo no lo creo y nadie que quiera pertenecer a pii Iglesia puede creerlo»), ha hecho hombre», eclesiásticos católicos afirman más que antes que esta
que a una toma de posición de tipo liberal ( «yo no lo creo, pero si alguien lo creencia regula de forma adecuada la pertenencia a .su Iglesia, sin afectarla
creyera, no obstante, llegado el caso podría formar parte de ,mi Iglesia»). ya del ligero coeficiente de fluidez que le concedían anteriormente: funcio-
11;
'[ En esta situación, podría decirse que la regulación de la pertenencia (en namiento relativamente clásico que un investigador como Daniel Batson ya
este caso, todo o nada) resistía durante más tiempo que la evaluación .de interpretó como un caso de reducción de la disonancia. Por el contrario, tras
la «veracidad» del contenido de la creencia puesta en juego; paradójicamen- haber trabajado el campo de representaciones de los sujetos de manera que
,, . te, esta regulación explicaba mejor la evolución de la atestación de una la urgencia de adoptar 'una creencia determinada como criterio obligado de
,.
!: creencia que la propia evaluación de la veracidad de dicha creencia. De ma- pertenencia aparezca con menos fuerza de la que esta idea tenía para ellos
nera similar y en otra situación experimental, los sujetos ortodoxos del mis- con anterioridad, la distancia que esta creencia --que, no obstante, siguen
mo status, cuando daban· testimonio de una creencia de forma liberal, se testimoniando- impone a la racionalidad les parece más clara. Estos des-
il decían más dispuestos a pertenecer a «la misma Iglesia» junto a aquellos que plazamientos sufren variaciones de gran sutileza cuando la contestación o la
la rechazaban también de forma liberal, que junto a aquellos que, como ellos, polémica se refiere a la coherencia interna del corpus, corpus cuya imagen de
daban testimonio de ella, pero de manera «extrema». coherencia interna se debe, por una parte, a la virtuosidad lógica de la estruc-
Esta preeminencia del control social sobre el contenido del enunciado ha tura formal que organiza entre ellos enunciados totalmente inverificables a
sido puesta de _manifiesto en parte en situaciones intergrupales. Ante las través de la racionalidad o de la validación empírica, y que se debe, por otra
mismas proposiciones de origen marxista y al ser invitados a que evaluaran parte, al conjunto de los dispositivos sociorreguladores que conttibuyen a
la posibilidad de integrar estas proposiciones en su propio cuerpo de creen- acreditar la idea de que, en todo caso, la Verdad tan sólo puede ser Una y
cias, los eclesiásticos católicos reaccionan de forma contradictoria y según que la jerarquía no incurriría en falta alguna al presentarla de forma unificada
modelos selectivamente refinados cuando dichas proposiciones provienen pre- y sin contradicción interna. Aquí no podemos entrar en los detalles de los
tendidamente de un sistema ortodoxo isomorfo al suyo (en este caso, el Par- trabajos que han intentado desenredar los efectos de lo que, en la imagen del
tido Comunista francés) y cuando provienen pretendidamente de parajes corpus, depende de la evocación de la racionalidad y lo que depende de la
sociales menos organizados (agrupaciones marxistas de estilo más eferves- evocación de los dispositivos de control (Deconchy, 1980).
cente) (Deconchy, 1976 ). Algunas experiencias realizadas en situación de ortodoxia pacificada pa-
recen haber puesto de manifiesto otros funcionamientos paradójicos y .arro-
b) REGULACION SOCIAL Y PERCEPCION DE LA FRAGILIDAD RACIONAL DE jan un poco de luz sobre estrategias funcionales que, en ocasiones, resultan
LA INFORMACION. - La tentativa de desembrollar, en el campo sociocogni- desconcertantes.
tivo elaborado por un sistema ortodoxo, los juegos y contrajuegos de la ra- De este modo, en situación de «ortodoxia pacificada», es decir, cuando
cionalidad y del control ha desembocado en cierto número de modelos: la se permite a los sujetos que transmitan públicamente la idea que se hacen
«racionalidad» está manipulada experimentalmente a nivel de la percepción ;; ya sea de la mayor racionalidad, de la mejor integración al corpus de los
que tienen los sujetos de la distancia que la creencia de la que dan testimo- ,;j enunciados religiosos que aceptan como verdaderos en comparación con los que
nio impone a las normas de la «racionalidad» y el control social lo está -a }i- rechazan o del hecho de que la adopción de estos enunciados no va sin conse-
nivel de su refracción en el rigor selectivo de la regulación de la pertenencia. Ú cuencias sociales, pero regula la pertenencia al grupo, al parecer, la vigilancia
En situaciones de ortodoxia amenazada, se ha podido demostrar que no de estos sujetos se atenúa un poco. Se constata que, selectivamente, los su-
todas las lesiones infligidas al testimonio ortodoxo de 1115 creencias tienen jetos conceden que existen ciertas fallas en el corpus, reconocen en mayor me-
los mismos efectos. Llevada a nivel de la percepción de la fragilidad racional dida el hecho de que sus creencias no sean totalmente «racionales». También
(que aparece entonces con mayor claridad), parece provocar un reforzamien- se constata que son menos estrictos por lo que se refiere a la regulación de
to de las influencias sociales; a nivel de la regulación de la pertenencia (a· la pertenencia.
cuya distensión se contribuye), también contribuye a que se perciban mejor Dicho de otra manera, las creencias del grupo correrían ciertos riesgos en
las distancias que la creencia testimoniajll impone a las normas de lo que esta situación de ortodoxia pacificada: aparece la no-racionalidad, se detec-
·-'""'~"'~t,-,,,,..~,
456 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 457
tan fallas en el corpus, se relaja el control de la ·pertenencia. Así, un sistema De esta forma, tras haberles mostrado y «demostrado» que, en el tipo
ortodoxo «pacificado» hasta el punto que ya no se vea confrontado con de sistema social en el que se inscriben y del que dan testimonio, la percep-
cierto número de desafíos cognitivos o sociales, internos o externos, es un ción de la fragilidad racional puede provocar un refuerzo de la regulación
sistema ortodoxo amenazado en sus propios fundamentos. Entonces le re- de la pertenencia y que un relajamiento de esta regulación provoca una per-
sulta benéfico reinyectar en su funcionamiento la· imagen de una amenaza, cepción más clara de esta fragilidad, los sujetos ortodoxos son llevados a
real o ficticia. La discusión interna, la contestación interna o externa, e in- posponer (¿fuga hacia adelante?)' para un futuro más o menos vago los
cluso los riesgos de disidencia desempeñan entonces un papel esencial en fundamentos informacionales que el estado actual de cosas, al parecer, ya
este funcionamiento y en la supervivencia del grupo ortodoxo. Se trata de no puede asegurar. Unos tienden a «utopizar» sus creencias diciendo que
operaciones que mantienen movilizados (o ponen una vez más en movimien- están aún más convencidos que antes de que sólo poco a poco y con el tiem-
to) todos los elementos de su campo sociocognitivo y que mantienen la po -y por ende, en un futuro de contornos inciertos- el creyente podrá
tensión formal que lo constituye. Por lo que se refiere a dicho sistema y las comprender lo que una creencia determinada significa «verdaderamente».
creencias que administra, esto equivale a decir hasta qué punto interviene Otros tienden, por su parte, a «escatologizarlan>, en el sentido de que lo
la influencia social -mayoritaria ci minoritaria- siguiendo modelos origina- que ellos mismos denominan «Fin de los Tiempos» les parece más suscepti-
les en relación con aquellos que constituyen· con mayor frecuencia el objeto ble que antes de transformar el «sentido profundo» de sus creencias. Por
de la psicología social. último, otros creen en mayor medida que antes que en el papel que desem-
peñarán en el futuro dentro de las investigaciones de las creencias los teó-·
logos, el magisterio institucional y los místicos, la parte de estos últimos resul-
3 / El surgimiento de las efervescencias tará esencial y motriz, en virtud misma de la vaguedad y la singularidad de
sus procedimientos cognitivos.
Al mostrar que, en un sistema ortodoxo, el control social sustituye, Mientras que, en situación habitual, la estructura formal de un corpus
según complejos modelos, a la racionalidad de la información, los pocos ortodoxo a menudo presenta una excepcional tecnicidad, es probablemente
estudios que acabamos de mencionar proponen una explicación de lo que el conjunto de estos procedimientos cognitivos los que son llevados a perder
hace que un sujeto considere que una creencia es «verdadera». Evidente- parte de su rigor. Tras haberse visto confrontados con la información cientí-
mente, este tipo de explicación no es al que recurre el creyente, de forma al fica sobre sus propios funcionamientos, los sujetos ortodoxos afirman con ma-
menos latente y en busca de sus propias finalidades, para explicar y explicarse yor frecuencia que antes que resulta indispensable explicar la adhesión a es-
las modalidades de su adhesión: ambos sistemas de explicación probable- tas creencias a través de ciertos factores inconscientes; otros sujetos afirman
mente compiten entre sí. Entonces podemos preguntarnos qué estrategias de forma más decidida que sus maneras de actuar están enraizadas en la af ec-
cognitivas se desencadenarán en los sujetos ortodoxos cuando se les con- tividad y no tanto en la racionalidad. Este deslizamiento hacia un nuevo tipo
fronte con. una información científica que se refiera precisamente a sus pro- de información se desplaza también hacía los procedimientos pedagógicos a
pios comportamientos. Dicho de otra forma: ¿cómo «se las arreglará» un través de los que se despliega la influencia ortodoxa: unos evalúan de forma
sujeto ortodoxo para seguir siendo ortodoxo después de que se le hayan más positiva que antes la capacidad que tendrían ciertas ilustraciones de es-
presentado los resultados de los trabajos resumidos en el párrafo anterior, tilo no figurativo para «hacer comprender» a los niños de corta edad un
así como las modalidades técnicas que han permitido su comprobación y los determinado enunciado de creencia que deben ilustrar en el libro de cate-
presupuestos teóricos en los que dichos resultados se basan? cismo en el que serán incluidas; otros conceden un alcance pedagógico rriás
En esta situación se ha adelantado la hipótesis de que el sistema ortodoxo importante a los gestos o a la mímica, al igual que a los métodos audiovi-
y los sujetos inscritos en él aceptarían el riesgo de desplazar el lugar de su suales. En otro orden de ideas, el monolitismo social e institucional sobre
consenso hasta los márgenes del sistema y de conceder un valor de informa- cuyo fondo intervienen las estrategias ortodoxas tiende a ser sustituido por
ción (que también podría calificarse de «ortodoxa») y de lugar posible de una referencia a las potencialidades epistemológicas de campos sociales más
la información a formas sociales efervescentes, formas contra las cuales, en fragmentados: de est~ forma, tras haber recibido la información científica,
situación habitual, se inmunizan a fin de que no sea perturbado el orden algunos sujetos ortodoxos evaluaron de forma más positiva el papel que «los
social y cognitivo que el sistema pretende hacer reinar sobre el campo que pequeños grupos comunitarios» pueden desempeñar en la elaboración de una
se halla bajo su control. Algunas de estas estrategias de defensa han podido «verdadera» comprensión de las creencias alrededor de las que se constitu-
ser desencadenadas. por vía experimental. i yen dichos grupos.
458 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 459
A título ilustrativo, uno se preguntará, acerca de este último funciona- tativa de trascender la simple descripción monográfica. Desde un punto de
miento, cómo el deterioro de la imagen y de las virtudes del monolitismo vista formal, la empresa de Lerner resulta original: es para explicar un com-
social e ideológico prepara el surgimiento del famoso «derecho de tendencia» portamiento psicosocial paradó;ico, puesto de manifiesto por vía experimental,
1
1 juzgado tan pernicioso por sistemas ideológicos en los que, por otra parte, que avanza su hipótesis de la «existencia» de una «creencia» determinada,
1:
11 las interacciones horizontales son juzgadas peligrosas por un centralismo que, i(,' si bien de influencia bastante generalizada ( Lerner, 1980 ).
!!: no obstante, es considerado democrático. En toda hipótesis, el sujeto y el
sistema en el que éste se halla inmerso aceptan, en este tipo de situaciones,
ciertos riesgos al evocar, probablemente con fines de salvaguarda, formas y a. La creencia en la «justicia del mundo»
fuerzas sociales «efervescentes» que resultan más difíciles de controlar y con-
tra las que habitualmente se inmunizan. No obstante, resultaría imprudente 1 / Víctima inocente y orden de las cosas. - En el inicio de las inves-
interpretar estas estrategias de defensa como un debilitamiento obligatorio tigaciones de Lemer encontramos conjuntamente la experiencia de la existen-
del sistema, así como de las creencias y representaciones que este sistema auten- cia del mal, del sufrimiento y de la injusticia en la sociedad de los hombres
tifica. De cierta manera, estos desplazamientos hacia los márgenes del siste- y la extraordinaria capacidad de éstos y de aquélla para continuar dedicán-
ma que tienen por finalidad encontrar un nuevo fundamento y un nuevo dose a asuntos de tipo anecdótico. Paradoja fundamental que desemboca so-
lugar de elaboración teórica de las creencias, forman parte del programa es- bre todo en estrategias cognitivas y argumentativas que, si bien constatan la
tratégico y del capital ideológico que administra el sistema. En este tipo de existencia de este mal, de este sufrimiento y de esta injusticia, destacan en
situación, el sistema vuelve a poner en circulación y reactiva la representa- la búsqueda de razones y explicaciones que disuaden relativamente de toda
ción de lo que fueron sus orígenes históricos, antes de la elaboración y de la acción curativa o preventiva.
entrada en acción del campo ortodoxo: intuición constituyente, procedimien- Para Lerner, lo que se halla, formalmente y en última instancia, bajo la
tos cognitivos efervescentes, formas sociales de protesta o incluso revolucio- actitud del hombre ante el sufrimiento de sus congéneres y la injusticia de
narias, profetismos calurosos y visionarios. En el fondo, el riesgo que corre la sociedad es la idea de que el mundo es fundamentalmente previsible y
el sistema reside en volver a introducir en su funcionamiento significoJos controlable; idea que hace posible que alguien emprenda una actividad a lar-
preortodoxos, a menudo turbulentos, que había viabilizado el control social... go plazo con una finalidad determinada. Resultaría imposible vivir en un
al ocultarlos. entorno caótico, desordenado e imprevisible que no sólo hiciera incierta la
En esta línea de investigación, al igual que en la que llevó a Rokeach a acción, sino que dejara al sujeto «sin recurso ni ayuda».
descubrir «paradojas» que, no obstante, se creían superadas, los contenidos Sin embargo, esta idea inicial -que remite a cierta representación de la
vuelven a surgir, al menos algunos de ellos. Lo cierto es que fue su previa «racionalidad» esencial del mundo-- no corresponde término por término
«neutr-alización» la que permitió introducir un utillaje teórico y proponer cier- y de forma adecuada a las teorías cognitivas del tipo de Piaget. Ya que para
tos invariables para estudiar un campo que, en apariencia, estaba fraccionado Lerner, esta idea y esta exigencia de ordenamiento coexisten, entrelazadas
en sus singularidades existenciales y en sus happenings históricos. Esta forma indisociablemente, con las de una «conveniencia» que no es solamente de
de proceder es una de las que podría sacar a la investigación sobre las creen- orden cognitivo, sino que remite, de forma indiscernible aunque refractada
cias y las representaciones sociales de la incertidumbre y la vaguedad donde por todo un material cultural, a la idea de que el mundo es «justo». «No cree-
aún se halla. Podemos imaginamos formas muy diferentes; en el párrafo mos que, en el mundo, las cosas tan sólo sucedan y se produzcan.» Esta
siguiente daremos un ejemplo de ellas. idea-creencia en un mundo justo la llevamos en nosotros mismos y, al mismo
tiempo, precisamos de ella hasta tal punto que la creamos. Esta idea-creencia
se traduce en una especie de certeza no criticada de que, a final de cuentas
B. Análisis de un comportamiento y tomando todo en consideración, las personas obtienen lo que merecen y
y puesta de manifiesto de una «creencia» se merecen lo que les sucede.
Es a la puesta de manifiesto y al reconocimiento empírico de esta creen-
Los trabajos que llevaron a Melvin Lerner a evocar la «creencia en la cia esencial y constitutiva del hombre que Lerner ha consagrado lo mejor
justicia del mundo» y a estudiar sus funcionamientos se basan, de hecho, de su trabajo experimental. Su objetivo «no es describir cómo llegan las per-
en una estrategia de investigación totalmente diferente. Los mencionaremos sonas a poner en orden la abundante y aturdidora confusión de su :vida. Sino
por su interés intrínseco, sin duda, per<\ sobre todo para ilustrar otra ten- más bien atraer la atención hacia una mejor comprensión de lo que estas per-
,....,..,,
i
·¡I 460 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 1 461
1
sonas hacen cuando descubren que no viven en un jardín de rosas». Para él trabajo es ser recompensado!). Independientemente de que sea Toro (por otra
se trata de «uno de los esfuerzos posibles para comprender cómo damos un parte, percibido como el más sit;npático de ambos) o Bill quien haya si.do
1I
sentido a nuestra vida». designado por sorteo para ser recompensado, siempre es el elegido quien es
De esta manera, las personas tendrían lo que se merecen y únicamente percibido como la persona que ha realizado la mayor parte del trabajo. En
,,,,·:11''I·,,'! lo que se merecen. En las situaciones en que,. sin que lo hayan merecido apa- cierto. modo resulta «impensable» (y por ende no se piensa) que no haya «me-
rentemente (la noción de «merecimiento» presenta, por otra parte, un ca- recido», de una forma u otra, la recompensa atribuida de manera aleatoria.
i! rácter sumamente equívoco), las personas son víctimas del sufrimiento o la Así pues, los sujetos habrían filtrado su percepción y su análisis de una si-
desgracia, es necesario que la creencia en la justicia del mundo, si es tan esen- tuación determinada a través de una «creencia», de la que aún nos queda
cial como pretende la hipótesis, sea restablecida de una manera u otra. O bien, saber si es «natural» o ha sido inculcada a través de un aprendizaje social y
más allá de las apariencias, se buscará entonces en los atributos o los com- cultural determinado. Esta creencia consiste en creer que existe, de todas ma-
portamientos del sujeto las «causas» ocultas de este sufrimiento o de esta neras y contra toda evidencia, una cierta adecuación entre los merecimientos
desgracia. O bien, se transformará la desgracia en falsa desgracia, en un he- de una persona y lo que se puede denominar su «destino» (/ate). Si el destino
cho que promete una auténtica felicidad. En una serie de experimentaciones (benéfico para uno, desastroso para el otro) es lo que es, es necesario que el
sumamente bien realizadas, Lerner intenta poner de manifiesto este tipo de sujeto haya hecho algo, dentro del marco del sistema de referencias particu-
funcionamiento. lares de la situación establecida, para que dicho destino sea el que es.
a) «LAS PERSONAS NO PUEDEN NO MERECER AQUELLAS COSAS FELICES b) «Es NECESARIO QUE LAS PERSONAS A QUIENES SUCEDE ALGO MALO
QUE LES SUCEDEN» (Lerner, 1965). - Se hace que los sujetos observen a dos LO HAYAN MERECIDO. A MENOS QUE ... » - Sin embargo, es en el marco
jóvenes estudiantes, Bill y Tom, «sin que éstos se den cuenta de ello» (es- de otra situación experimental, realizada en numerosas ocasiones por Lerner y
pejo de doble visión), mientras trabajan en una tarea de tipo cooperativo en diversos autores, donde se ha intentado poner d~ manifiesto de forma decisiva
el marco de una supuesta investigación realizada por otro investigador. La la creencia en la justicia del mundo, hasta el punto en que se ha llegado a
tarea consiste en que compongan cierto número de anagramas a partir del hablar del «paradigma>~ de Lerner y Simmons ( 1966) a través del cual fue-
conjunto de palabras que les ha sido comunicado. Por supuesto, Bill y Tom ron organizadas estas experimentaciones. Aquí la presentaremos en su forma
son cómplices del experimentador y hay que decir inmediatamente que uno prínceps.
de ellos es percibido en todo momento por los verdaderos sujetos como una Se recluta a los sujetos para que participen en una investigación que trata
persona más simpática que el otro. La situación ha sido programada de ma- de elaborar una rejilla de análisis de las reacciones emocionales, tal como son
nera que ambos actores participen de forma rigurosamente igual en la reali- manifestadas por los actores de diversas situaciones sociales. Para· hacerlo
zación de la tarea común. se les invita a que asistan, sin ser vistos (espejo de doble visión), a una ex-
Se hace creer a los sujetos que, en vista de los tiempos difíciles y de perimentación llevada a cabo por otro laboratorio de la Universidad en el mar-
la situación financiera de la Universidad, tan sólo se pagará a uno de ellos co de la teoría del reforzamiento. Lerner y Simmons hacen que sus sujetos
al final del trabajo y que el afortunado ya ha sido designado por sorteo, si observen las reacciones emocionales de un estudiante (desconocido la mayor
bien Bill y Tom ignoran aún toda esta enojosa situación. Los sujetos, por su parte del tiempo y, por supuesto, cómplice del experimentador) que, tras ha-
parte, saben el resultado del sorteo y a quién de ambos se pagará. El plan ber memorizado una lista muy larga de palabras asociadas por parejas, debe
l!i experimental ha previsto pagar una vez a Bill y otra a Tom a fin de elimi- relacionar verbalmente cada palabra aparejada con la palabra-estímulo que le
',,I nar los efectos de simpatía natural que pueden suscitar cada uno de loi comunica el experimentador. Para activar el aprendizaje, a cada error se
cómplices. Al final de la observación se invita explícitamente a los sujetos le aplica una descarga eléctrica dolorosa.
a que evalúen la parte del trabajo efectuada en realidad por cada uno de estos Al término de la sesión ·y en vistas a la constitución de la rejilla de aná-
cómplices. lisis que pretendidamente se prepara, los sujetos responden a un cuestionario
Los resultados obtenidos son bastante sorprendentes. Los sujetos se hallan destinado a describir el comportamiento general del estudiante ( 15 escalas
ante una situación de interacción social en la que dos actores realizan ob;eti- bipolares de adjetivos de alto contenido evaluativo) y a establecer el tipo de
vamente la misma parte del trabajo, pero en la que uno de ellos ha sido de- interacción que les gustaría tener con él y la identificación que tienen con él.
signado por sorteo (y por consiguiente, sin tener en cuenta sus méritos y su De esta forma, los · sujetos se hallan ante lo que podríamos considerar
eficacia) para ser recompensado ( ¡en la mi<1ida en que «ser pagado» por un una «víctima inocente». Si su percepción del campo es efectivamente me-
462 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones lde.ológicas 1 463
diatizada por la «creeO:cia en la justicia del mundo», esta expresión de «víc- creencia determinada, enmarcada etnológicamente, institucionalizada más· ó
tima inocente» resulta formalmente contradictoria. Entonces sería necesaria menos vigorosamente y, a diversos grados, equipada cognitivamente por di-
una serie de operaciones perceptivo-cognitivas para que la «inocencia» se con- versas instancias de influencia social. Es del comportamiento de individuos
vierta, funcionalmente, en culpable, al menos simbólicamente, y para que, colocados en situaciones experimentales controladas y que remiten, de forma
de cierta manera, la «víctima» no sea realmente una víctima. Así, Lerner evidente, a secuencias históricas y a campos sociales <<reales», que Lerner
:1 intenta poner de manifiesto las estrategias perceptivo-cognitivas que tienden deduce que «es necesario» que haya «algo» que venga a filtrar la percepción
I¡ a «rebajar» a la víctima, a subestimar sus «atributos» o a sospechar de sus de dichas situaciones y a organizar su .lectura; «algo» informulado que, no
lj comportamientos. obstante, da lugar a discursos hipercategorizadores; «algo» cognitivamente
¡ Tomando en consideración únicamente las evaluaciones referentes a la indiscernible que, sin embargo, parece desembocar en corpus ideológicos
«atractividad» («attractiveness») de la víctima inocente, éstas confirman de bien organizados; «algo» vago, mirándolo bien, pero susceptible de generar
forma evidente la hipótesis. A víctima constante -¡podríamos decir!-, los campos de interacciones «que más se imponen» desde el punto de vista
cuanto más la secuencia de operaciones a la que asisten los sujetos tiende a social. Una «creencia»: sin duda ésta es la palabra que mejor se adapta para
una «derelicción» irreversible y sin alternativa, tanto más devaluada y subes~ evocar su status J?Sicológico.
timada será la víctima en Sus características propias. Donde se le devalúa más
o se le rebaja más es en la situación en que se supone que, en el momento a) CREENCIA EN LA JUSTICIA DEL MUNDO y APRENDIZAJE SOCIAL. - Na-
1HI! de la toma de medidas, se encuentra a medio camino de su vía crucis y turalmente es imprescindible referir este status a operaciones psicológicas
1
,¡ en la que el sujeto aún ignora cuál será la continuación de la secuencia; en" más amplias e, inevitablemente, a operaciones de tipo cognitivo. No es fácil
ambos casos, nada viene a atenuar el desequilibrio (¿la irracionalidad?) del establecer esta referencia. No cabe duda que esta creencia, cuya existencia
campo en el que sufre la víctima, a pesar de ser inocente. Donde es menos de- acabamos de deducir, nos remite (causa o efecto) a todo un fondo cultural
vduada es en la situación en que se hace creer a los sujetos, en el momento de imaginería y sabiduría populares más o menos mitologizadas, que pre-
, de solicitarles su evaluación de la víctima, que la secuencia ha terminado tende que Cenicienta y la virtud sean recompensadas, que Barba Azul y el
y la víctima ha dejado de sufrir, o sobre todo, en la situación en la que se érimen sean castigados y que Santa Claus sea el evaluador y remunerador
supone que la víctima, tras haber sufrido esta secuencia de reforzamiento ne- exacto de la buena conducta y la maldad, en fin, todo este material cognitivo,
gativo, debe pasar por otra de reforzamiento positivo (recompensa tras cada simbólico y praxeológico, que después coalescerá en sistemas ideológicos o
respuesta correcta en la tarea de asociación de palabras); en estos dos casos, religiosos de otra amplitud. Pero para Lerner, y acertadamente a nuestro en-
algo ha venido a contrarrestar, en el campo, la «injusticia» de la primera tender, la idea de que la creencia en la justicia del mundo corresponde ade-
parte de la secuencia. Pero el momento en que los su;etos devalúan con ma- cuadamente a un aprendizaje social y a una interiorización de las normas cul-
yor intensidad las características de la víctima inocente es cuando le han es- turales dominantes no puede explicarla.
cuchado decirle al experimentador que, aunque tenía un gran temor del su-
frimiento que se le iba a infligir, aquélla lo aceptaba <<por sacrificio y abnega- b) CREENCIA EN LA JUSTICIA DEL MUNDO Y DESARROLLO MORAL. - En
ción». Al ratificar un desequilibrio del campo, la víctima ha añadido un ele- una reflexión posterior que nos parece menos penetrante, Lerner afirma que
l1 mento aún más perturbador al desequilibrio de base.
Evidentemente, estos resultados son sorprendentes. Sin duda convendría,
·1a creencia en la justicia del mundo puede corresponder a cierto tipo de «mo-
tivación». La construcción de la creencia en la justicia del mundo sería lle-
( sin atenuar su alcance, analizar con mayor detenimiento Jas condiciones ex- vada a cabo al ritmo del acceso, por parte del ser humano, a la posibilidad
't perimentales en que han sido obtenidos. Pero, por sorprendentes --e inquie- de de_sinteresarse de las recompensas inmediatas, a fin de entregarse a finali-
1
il tantes- que sean, estos resultados evocan, con una cruel verdad, algunos dades posteriores y superiores. Sería el «lastre» informulado que haría que
1 !I funcionamientos intergrupales: como aquellos que, por ejemplo, tienden a esta toma de riesgo resultase soportable desde el punto de vista psicológico,
·¡ .i<¡.l justificar, no sólo afectiva sino también cognitivamente, los holocaustos, lle- al tiempo que confirmaría a ciertos individuos en la certeza de que son amos
) gando, en casos extremos, a negar su existencia o su historicidad.· de su propio destino. Como podemos ver, la empresa se desvía poco a poco
1 hacia consideraciones de tipo diferencial.
lj
i 2 / El status psicológico de la creencia en la ;usticia del mundo. - En Si se intenta otorgar un status psicológico a la creencia en la justicia
materia de teoría de las creencias, la originalidad .de Lerner reside en no haber del mundo, es necesario referirlo a las teorías de Piaget sobre el desarrollo
:t,, realizado, como es la práctica predominan¡e, una simple «topografía» de una cognitivo o de Kohlberg sobre el desarrollo moral. Para el primero, la creen-
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464 1 Pensamiento y vida s.?clal 12. Sistemas de creencias y representaciones Ideológicas 1 465
cía en una justicia inmanente que debe restablecer, pase lo que pase, el or- jurar el destino e incluso, según las palabras utilizadas por Lerner al presen-
den de las cosas desgraciadamente perturbado por la falta ·moral corresponde tar los resultados, de «apaciguar a los dioses»: en todo caso, un compor-
a un momento determinado del desarrollo del niño. Para el segundo, a lo tamiento suficientemente paradójico como para intentar dilucidarlo con ma-
largo de su desarrollo moral (moralidad preconvencional, moralidad conven- yor claridad.
cional, acceso a principios morales de carácter universal), el ser humano otor- Pensamos, por ejemplo, en otra investigación: la de Walster, Aronson
garía diversas inflexiones a la creencia en la justicia del mundo, hasta poder y Brown ( 1966 ), quienes consideran «inesperados» los resultados de su in-
superar los aspectos nocivos de esta creencia. En ambos casos, la creencia vestigación. En el marco de un estudio :ficticio sobre las reacciones fisiológi-
en la justicia del mundo se desplaza del paraje epistemológico en que fue cas ante lo agradable y lo desagradable, organizado supuestamente por los
inferida hacia cuadrantes especificadores: tanto en el orden del acceso a es- Servicios Sanitarios de la Universidad, varios estudiantes son colocados en
tadios momentáneos de desarrollo, como en el de las características diferen- presencia de lo que habrán de comer más tarde durante la entrevista. En
ciales de cada sujeto. , un caso, la perspectiva es relativamente seductora, ya que los estudiantes
deberán probar pastas y otros productos de pastelería; en el otro, resulta
infinitamente más desagradable, puesto que tendrán que ingerir gusanos, sal-
b. El encantamiento de lo real tamontes y otros platos más bien repugnantes. El reparto en ambos gru-
pos se hace por sorteo. Sin embargo, antes de pasar a alguna de estas dos
El filtro cuyo papel en el desciframiento del campo social muestra Lerner, operaciones, los sujetos son' colocados en otra situación experimental --cuya
se refiere, de entrada, a una creencia de influencia generalizada y a modelos representación ha sido elaborada de manera que disocia de la de orden ali-
cognitivos relativamente fundamentales: el mundo, además de previsible y mentario-, en la que deben aplicarse a sí mismo descargas eléctricas cuya
ordenado, es ;usto. Es únicamente en segundo análisis, incontestablemente repetición termina por provocar dolores. Entonces se percibe que los sujetos
próximo a ciertas interrogaciones filosóficas o religiosas sobre el sufrimiento, que saben que posteriormente tendrán que enfrentarse a una situación fran-
la injusticia y la muerte, que su empresa desembocará en la toma en consi- camente repugnante y desagradable, se aplican un mayor número de descar-
deración de los enunciados de creencias que un sistema ideológico determi- gas eléctricas que los demás. Aunque «inesperados», estos resultados pueden
nado ha elaborado, así como -en otro orden de ideas- en la construcción interpretarse de formas muy diversas: deseo de habituación al dolor, dismi-
de una escala de actitud particular por parte de Rubín y Peplau. nución de la estima de sí mismo debido a un sorteo desfavorable, compor-
Otras investigaciones experimentales, llevadas. a cabo en un estado de es- tamiento de aui:ocastigo ... También es posible tomar en consideración otras
píritu similar al de Lerner, ·hacen pensar que otros filtros pueden intervenir explicaciones aún más próximas a nuestros intereses, como la idea de que
en la lectura del campo social y desembocar en cierto tipo de prácticas, in- los sujetos infelices pensarían que, al mutilarse a sí mismos y al adelantarse
cluso si, por lo que a ellas respecta, no son referidas a una determinada eti- al destino, «algo» hará que sean finalmente protegidos del enojoso desenlace
queta cultural. Estas investigaciones están aún muy dispersas y, para decirlo ( ¿imagen de los desenlaces fatales?), ya sea por enternecimiento del experi-
todo, tienen un alcance reducido. A pesar de ello abren una nueva ruta hacia mentador ante tanta buena voluntad, o bien por evolución del curso natural
una psicología social de las creencias y las representaciones ideológicas. de las cosas. ·
Una de estas investigaciones, de superficie restringida, se articula directa- ¿Habría en esto una especie de encantamiento de lo real con el fin de
mente en los trabajos de Lerner. Zuckerman ( 197 5) pregunta por teléfono a desviar su curso y conjurar sus determinismos? Una investigación más re-
estudiantes que no conoce si estarían dispuestos a asistir a un curso noc- ciente de Curtís, Rietdorf y Rovell (1980) podría dejarlo entender así. Adop-
turno, a fin de ayudar a un ciego leyéndole documentos en voz alta. Formula tando en lo esencial el dispositivo anterior, estos autores programan una nue-
esta petición ya sea en plena mitad del semestre ( cuando el trabajo no corre va situación experimental en la que el sujeto sabe que posteriormente un
tanta prisa) o en los días que preceden inmediatamente al examen semestral sorteo lo destinará a uno de ambos menús, pero sin saber aún a cuál de
(época en la que el trabajo es intenso). Por otra parte, los. sujetos que ob- ellos. Son precisamente estos sujetos los que se muestran más dispuestos
tienen los resultados más altos en la escala de «creencia en la justicia del a convertirse en su propio verdugo: en mayor medida, en todo caso, que
mundo» se muestran más dispuestos a prestar este servicio durl!,nte este pe- aquellos que ya saben que su almuerzo será repugnante. Desde luego, todavía
ríodo de incertidumbre que en medio del semestre; entre los sujetos que ob- habría que explicar por qué la automutilación y el sufrimiento voluntario
tienen resultados bajos en la misma escala, la relación es inversa. Compor- (¿la penitencia? ¿la ascesis?) son consideradas como una conjuración de los
tamiento en el que se podría ver, como lo1hace el autor, una manera de con- destinos funestos y no las conductas autogratificantes y regocijantes. Una vez
466 1 Pensamiento y vida social 12. Sistemas de creencias y representaciones ideológicas 467
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más, si podemos interpretar esta situación como una situación de elevación tentan acreditar un modelo' ponderado de las representaciones de lo que
del nivel de actividad en las fases de incertidumbre ansiógena, también po- dura, (naturaleza), de lo que sucede (cultura) y de lo que perdura (superna-
demos pensar en la puesta en práctica de estrategias impücitas de encanta- turaleza), y en cuyo fondo se sitúan campos de interacciones de influencias
miento de lo real, estrategias de las que convendría preguntarse si se trata diversificadas.
de un aprendizaje social reforzado por la imposición de la progra~ación cultu- Más allá de la descripción de estas interacciones, es posible que. estudian-
ral o bien de una red de lectura constitutiva de la especie. do los mecanismos que generan estas representaciones y estas ponderaciones
sea posible empezar a elaborar una ciencia fundamental de los sistemas de
creencias y representaciones ideológicas.
Diferentes en sus estrategias, las dos líneas de investigación que acaba-
mos de mencionar --con fines ilustrativos y no de ejemplificación- se in-
jertan en un mismo «deseo» científico. En el fondo, este deseo consiste en
dominar la fascinación ejercida por las reverberaciones incesantes de objetos
sociales que parecen agotarse en su historicidad individuru y social, y para
hacerlo, referirlos a ciertos invariables. «Situados» de cierto modo fuera de
estas especies culturales y de esta historicidad, estos invariables constituirían
el punto de apoyo desde el que se podría, si no ya penetrar, al menos orga-
nizar la exuberancia de los sistemas de creencias v representaciones ideo-
lógicas.
En la segunda de estas líneas de investigación -sobre todo en Lerner-
el invariable se situaría en· una «naturaleza» humana, sin duda reactivada a
través de datos particulares del campo, pero cuya actualización esencial con-
sistiría en informar el desciframiento de las interacciones sociales mediante
una creencia «natural»: la creencia en que el mundo es justo. En la primera
-sobre todo en las investigaciones sobre la ortodoxia ideológica-, el in- ,,
variable se referiría a una especie de «naturaleza» social, donde incluso las
creatividades y los surgimientos serían programados de forma natural.
La investigación científica sería profundamente renuente a aceptar esta
ilij idea de <<naturilleza» humana o de «naturaleza» social. si hubiera que car-
garla con correlatos ontológicos. Pero en torno a este lastre se forman va-
1~'!'; rias operaciones y prácticas sociales cuyos propios envites competen a la em-
·,
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~
~
presa cuya posibilidad acabamos de examinar y a algunos de sus fundamen-
tos. Para unos, lo que «es» debe aún ser, y los valores de la acción humana
deben referirse a una ley inscrita en la naturaleza de fas cosas, como la que
puede explicar en parte un estudio empírico: dicho rápidamente, ésta sería
11,·~ la argumentación mediante la cual ciertas Iglesias denunciarían la perversidad
•,l
¡,, de los anticonceptivos y lo que, según se dice, prestaría fundamento a las
l11
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~
posiciones de Wilson sobre la sociobiología. Para otros, estos valotes toma-
rían cuerpo al capricho de una historicidad de momentos tan dialécticos que
¡,~~' dependerían, en última instancia, de hechos de cultura, que habría· que reco-
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J
1'
lectar a flor de historia .... individual o social. Para otros, por último, estos
valores se enraizarían en una supernaturaleza que sostendría complejos lazos
de refracción y de participación con los funcionamientos observables de for-
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,: ma natural. Posiciones hipotéticamente «¡uras», pero que introducen e in-
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13 La representación social:
fenómenos, concepto y teoría
por DENISE JODELET
Introducción
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470 1 Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 471
Partiendo de la noción de representación social intentaremos presentar Antes que nada surge un núcleo central donde se cristaliza un fantasma pri-
las líneas principales de esta teoría. Pero antes, algunos ejemplos para ilus- mogenio, la cuna, las raíces de lá ciudad: todo lo positivo se concentra en
trar la variedad de los fenómenos con que se relaciona. los barrios del nacimiento de la urbe. Luego, una corona, hoy inexistente,
el «mur des Fermiers généraux», demolido en 1859. Este último deja en la
memoria cole~tiva la huella de un ordenamiento social, realizado por el barón
A. De los fenómenos representativos a la noción Haussmann, que implicó el desplazamiento de las capas populares hacia los
de representación social .límites de la periferia, estableciendo una segregación humana y residencial
~- que aún está muy presente en las imágenes sociales del París actual. La es-
- En una situación experimental (J. C. Abric, 1971), varios grupos de L tructuración urbana reposa sobre una base imaginaria y simbólica que incide
sujetos deben llevar a cabo dos tipos de tareas, precisando cada una de ellas ;'. sobre la manera con que los parisinos viven su ciudad. Esta organización
una diferente estructura de comunicación: la tarea de resolución de proble- .· del espacio mediante su historia organiza la percepción de los diferentes ba-
ma reclama una estructura jerárquica y la tarea de creatividad exige una rrios en una representación socio-espacial ampliamente compartida.
estructura no jerárquica. En la experiencia que nos interesa, el simple hecho Es hacia el norte y el este que serán rechazados los pobres y, sobre todo,
de que el experimentador haga intervenir una definición de la tarea que sea • los inmigrantes de todo tipo. No se carece de imaginación para ponerles
o no congruente con su naturaleza (en este caso, provoca la idea de que la ·nombres despectivos. Así vemos aparecer una nueva clase de inmigrantes:
tarea consiste en resolver un problema, cuando realmente se trata de una· los «Porto-crouilles». Un neologismo espontáneo que crea una imagen, que
prueba de creatividad y viceversa), basta para afectar el nivel de rendimiento · · por sí solo resume toda la evolución de la inmigración y engloba en el mis-
de los grupos y para implicar diferentes procedimientos cognitivos y diversas mo desprecio a toda la mano de obra extranjera. Esta reducción identifica
comunicaciones. Los sujetos comprenden e interpretan· de manera diferente a los portugueses (designados a partir de un término genérico, inspirado en
la situación en que se ·encuentran y no se comportan de manera similar ante el nombre de un producto conocido, emblema de Portugal: el Porto-Cruz),
un procedimiento que se mantiene idéntico. tSu rendimiento es mayor cua!l_qo y a los árabes (que en argot también son denominados «crouillas»; recordemos
su representación concuerda con el ejercicio que· deben realizar y menor 'al célebre héroe de Queneau «Crouilla-bey-sidi-mouilleminche» de Pierrot
cuando no concuerda con él; los sujetos se organizan según su representa- mon ami). Esta categorización de los portugueses indica que sustituyen a los
ción: de forma jerárquica cuando la tarea de creatividad es vista como reso- l·. . ara9_es en un cierto status social, y que se asimila a ambos en un mismo gru-
lución de problema y de forma no jerárquica cuando la tarea de resolución. . i ;'. ,' po._ !,kpresentación social ;l!:!.e condensa en una imagen cosificante historia, re-
de problema es vista como tarea de creatividad. Por último, ante una tarea de,, · f l_acio~es social~s y prej~tc~~
creatividad presentada corno resolución de problema, hacen intervenir pro- l
cesos cognitivos adaptados a este tipo de prueba: mayor control de la produc- f - Marzo de 1983. El gobierno anuncia medidas de rigor económico.
ción y menor riqueza cuantitativamente y menor originalidad ·cualitativa- \':- Una de ellas moviliza especialmente la atención del público: la instauración
mente. )· de un carnet de cambio de divisas y la limitación del dinero que puede trans-
La representación que elabora un grupo sobre lo que debe llevar a cabo, ferirse al extranjero para las vacaciones. La opinión se divide. Aparecen di-
define objetivos y procedimientos específicos para sus miembros. rAquí descu- versas posiciones en el discurso público. Entre otr'<ls, algunos denuncian que
brimos una primera forma de representación social: la elaboración por parte la medida constituye un atentado contra las libertades individuales, mencio-
de una colectividad, bajo inducción social, de una concepción de la -tarea que nando a este propósito el aislamiento de los países del Este, el monopolio
no torna en consideración la realidad de su estructura funcional. /Esta repre- de la agencia soviética «Intourist», etc. Otros se congratulan de la reacción de
sentación incide directamente sobre el comportamiento social y la organización los franceses que denotaría un cambio de mentalidad: ahora se preocupan
del grupo y llega a modificar el propio funcionamiento cognitivo. i menos del «tener» que del «ser», ya que han demostrado ser menos sensi-
bles a los nuevos impuestos que a la restricción de las posibilidades de enri-
- En una encuesta sobre la imagen de París (S. Milgram, D. Jodelet, quecimiento que ofrecen las vacaciones en el extranjero.&ás deseosos de
1976), las evaluaciones de los barrios («arrondissements») desde un punto consumir ocio que de acumular capitalJlos franceses han optado por la feli-
de vista de preferencia, conocimiento, elección o rech~zo residencial, del cidad presente, cosa qqe .vale más que una promesa de herencia para la de
tipo de actividad y población que se observa en ellos, ponen de manifiesto sus hijos en el futuro. /También aquí encontramos representaciones sociales:
una división del espacio urbano entre un núcleo y un cinturón históricos. un mismo hecho es situado y analizado dentro de dos marcos de referencia,
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472 1 Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 473
a su vez articulados a una percepción ideológica. El empleo de una contextuali- textos sociales o históricos, de datos recopilados mediante procedimientos
zación histórica de tipo político o sociológico cambia el significado y la gra- . codificados al análisis de los discursos institucional,e,s 9 ..~spontáneos, vemos
vedad que se presta a la medida en cuestión y produce diferentes reacciones. perfectamente que siempre se trata de lo mismo.KA sáber: una manera dt!fa
/Representaciones que transmitirán los medios de comunicación social, modi- ae
·tnte.rp..retar y.·· pe.jfsaf hue. stra"reaii.oacrcoHdiiiña;-üna forma. de con. ocimiento'
6éando la respuesta del público segú~ sus expectativas y deseos.
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474 1 Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 475
rentescos no van muy lejos con esos objetos parciales que son, en psicología las··· repr.esentaciones, a las c__ munz.·c_ª_ciones mediante las que circulan y a las
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social, las opiniones, actitudes, estereotipos e imágenes, a través de las cua- funciones a las que sirven dentr.o de la interacción .con el mundo y los demás . .
les los modelos conductistas reducen el conocimiento a simples disposiciones . .. .. A.proxiiñéiñorios 'ün p~co más a la manera cómo se abordarán estos obje-
de respuesta (J. Fodor, 1981). tos así definidos.
El concepto de Durkheim recubría esta forma de pensamiento social sin
circunscribirlo en su especificidad. Para explicarlo era necesario establecer un
modelo que revelase los mecanismos psicológicos y sociales de su producción, B. Elementos para acotar la noción de representación social
sus operaciones y sus funciones. La obra La psychanalyse, son [mage et son
public sigue siendo hasta el día de hoy la única tentativa sistemática y global De los ejemplos que hemos dado se desprenden dos constataciones thn
en este sentido, como recuerda C. Herzlich (1972 ). banales como necesarias.~r una parte, la representación social se define por
En efecto, si bien numerosos e interesantes trabajos se han inscrito en un contenido: informaciones, imágenes, opiniones, ·actitudes, etc. I:}s_te con-
esta línea de preocupación, sobre todo desde hace una década, e'stos estudios tenido se relaciona con un objeto: un trabajo a realizar, un acontecimiento
han concentrado su atención, dentro de investigaciones experimentales o so- económico, llll. personaje social, etc. (Por_ la -~tr~, es .la. representadón social
bre el terreno, en aspectos específicos de las representaciones sociales, a me- d~_yn sujeto (individuo, familia, grupo, clase, etc.), en relación con· otrci su-
nudo en respuesta a las preguntas teóricas que plantea este nuevo campo de jeto. De esta forma, pa representación es tributaria"de la posición que ocupan
exploración que se halla en perpetua tensión entre el polo psicológico y el los sujetos en la sociedad, 1a economía, la cultura'.:i
polo social. Sin duda, el acuerdo tiene lugar en el hecho de que debe ser ·__ ... Por ello siempre· debemos recordar esta pequeña idea: !toda representa-
abordada como el producto y el proceso de una elaboración psicol<igica y so- ción social es representación de algo y· de alguien./ Así, no es el duplicado
cial de lo real. Pero los fenómenos aislados, los mecanismos puestos de ma- de lo real, ni el duplicado de lo ideal, fii la patte s~bjetiva del objeto, ni la
nifiesto se sitúan a diversos niveles que van desde lo individual hasta lo co- parte objetiva del sujeto. Sino que constituye el proceso por el cual se es-
lectivo, dificultando así una comprensión global del pensamiento social. tablece su relación. Sí, en el fondo de .toda representación debemos buscar
Por otra parte, 1~1 h~~ho °J~--q~e 1; representación social constituya un.t esta relación con el mundo y con las cosas. Antes de examinar los procesos
forma de coriocimÍ~nto implica el riesgo de reducirla a un acontecimiento a través de los cuales se constituye dicha relación, aún debemos añadir al-
intraindividual, donde lo social tan sólo interviene de forma secundaria. El. gunas precisiones .
.hecho de que se trate de una forma de pensamiento social entraña el peligroj.
de diluirla en fenómenos culturales o ideológicos.¡ · ..... ······ · · ···
Sin embargo, en este campo de investigación que se halla en plena evo- Del hecho de representación ...
lución, se obtienen resultados cuyo carácter convergente contribuye a escla-
recer, en diversas relaciones, los fenómenos representativos. Estos resultados El acto de representar por el que empezar~os constituye el . nivel ele-
r . - ·--
pueden alinearse dentro de un modelo teórico unitario que desarrolle el con- mental para abordar la representación social.~ El .acto de repres¡:nt_a~i~1_1_.s,s _/
cepto de,.r,<;presentación social, pai:a la que proponemos la siguiente definición .un acto de pensamiento por medio del cual un sujeto se relaciona con un ·
general: JE! -~~n·c~p¡¿. de. ;epresentación soeza! designa una· fór;ña de ~onocP, .objeto.l Pero a este· propósito resulta imposible no mencionar las represen:
miento específico, el saber de sentido común, cuyos contenido1 manifiestan 1 taciones teatral y política. Estas pueden esclarecer, de forma ~etafórica, las
la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. } ' características de la representación social. .,
En.. !entido más
.
amplio,
. .
designa una forma de pensamiento . socia/,.
. .
1 · ••
.. __.. _...-¡ Primero, por lo que respecta al acto .... J3,epresentar es sustituir' a, estar en
Las representaciones sociales /:onstituyen modalidades de pensamiento\ el lugar de. En este sentido,Jl~ representadón es el representante mental de
; práctico orientados hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del) algo: objeto, persona, acontecimiento, idea, etc. Por esta razón,lla represen-
entorno social, material e ideal. En tanto que tales, presentan característictJs \ tación está emparentada con el símbolo, con el .signo. Al igual que ellós, la
específicas a nivel de organización de los contenidos, las operaciones men- J repres~nt~ció¿ remite a otra cosa. No existe ninguna representación social
tales y la lógica., · · que no sea la de un objeto, aunque éste sea mítico o imaginario.
¡ia" caracterización social de los contenidos o de los procesos de repre- Por otra parte, representar e.s re-presentar, hacer presente en la. "!frJ.t..e,. '
senliición ha de referirse a las condiciones y a, los contextos en los que surgen en la conciencia. En este sentido, fo. representación es la reproducción men-
'
~¿.;;,.&e ...,..,..,.,..,....,-«,•~""'""'W"'¡¡,
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476 1 Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 477
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tal de otra cosa: persona, objeto, acontecimiento material o psíquico, idea, se imprime e integra mecánicamente en el espíritu. No es la reproducción
etcétera. pasiva de un exterior en un interior, concebidos como radicalmente distin-
En todos estos casos, en la representación tenemos el contenido mental tos. Como podrían hacer pensar ciertos empleos de la noción de imagen que
concreto de un acto de pensamiento que restituye simbólicamente algo ausen- la asocian a la idea de «copia conforme», especie de «sensación mental»,
te, que aproxima algo lejano. Particularidad importante que garantiza a la «átomo cognitivo».~s estudios sobre las representaciones sociales emplean
representación su aptitud para fusionar percepto y concepto y su carácter de el término imagen en un sentido totalmente diferente, ya sea como «figura»,
imagen. «conjunto figurativo», es decir, ~onstelación de r'asgos de~cts;r eoocre.to..
Las metáforas teatral y política permiten avanzar en la comprensión del o bien en sus acepciones que hacen entrar en juego la intervención especi-
concepto, pues señalan aspectos fundamentales de la representación social: ficante de lo imaginario, individual o social, o de la imaginació~Además,
sus aspectos de significado, de creatividad, de autonomía. La representación en sus corrientes más recientes, la psicología cognitiva ha tenido que refle-
teatral permite que un público vea actos y escuche palabras que hacen pre- xionar sobre las distinciones que existen entre imagen y representación, y
sente algo invisible: el destino, la muerte, el amor, la incomunicabilidad¡ etc. considerar a la imagen como una de las especies del género representación,
En la representación política, el elegido, el delegado, sustituye ante ciertas junto a las representaciones de lenguaje y de relaciohes (M. Denis, 1979).
instancias a quienes lo han· designado (el electorado, la base, etc.). Hablá en 3 / El propio concepto de representación social fue introducido en psi-
su nombre, actúa en su lugar, decide por ellos. A través de ello se autono- cología social debido a las insuficiencias de los modelos clásicos, y en parti-
miza de quienes representa y dispone de un poder creativo. cular del modelo conductista, a fin de explicar nuestras interacciones signi-
La representación mental, social, conlleva igualmente este carácter signí- ficativas con el mundo (J. J. Franks, 1974). En su crítica de las nociones
ficante. {J'-IC>_ sCJlamente_ rest~tuye de modo simb6lico algo a.l!sente, _si_nCJ __~ de imagen, opinión y actitud, S. Moscovici (1969) explica el fracaso de toda
puede sustituir lo que está presente, !como indica nuestro primer ejemplo. una tradición de investigación que pretendía predecir o cambiar los compor-
Siempre significa algo para alguien ..(para uno mismo o para otra persona) tamientos, mediante el hecho de que la relación entre el sujeto y el objeto
y hace que aparezca algo de quien la formula, su parte de interpretación, se reducía a una relación entre un estímulo y una respuesta, y se introducía
como en el caso del actor. Debido a ello, no es simple reproducción, sino una división entre el universo exterior y el universo interior. Ahora bien,
construcción y conlleva en la comunicación una parte de autonomía y de según él, «el sujeto y el objeto no son congénitamente distintos» y !«repre-
creación individual o colectiva. Con las siguientes consecuencias: sentarse algo es darse, conjunta e indiferenciadamente, el estímulo yla res-
puesta-e.) «Este fenómeno es una característica de la interacción del sujeto y
1 / El aspecto de imagen, figurativo de la representación es inseparable del objeto, que se enfrentan modificándose mutuamente sin cesar», como
de su aspecto significante: la estructura de cada representación, dice S. Mos- dice Piaget (1968).
covici, «aparece desdoblada, tiene dos caras tan poco disociables como el an- 4 / Esto implica que siempre haya una parte de actividad de construc-
verso y el reverso de una hoja de papel: la cara figurativa y la cara simbólica. ción y de rec(!)nstrucción en el acto de representación. «Una vez en el terreno
figura de la percepción», continúa Piaget, «el sujeto no es el simple teatro en cuyo
Decimos que: Representación = ----, lo que significa que la represen- escenario se interpretan piezas independientes de él y reguladas de antemano
sentido por las leyes de un equilibramiento físico automático, sino el actor y, a
tación hace que a toda figura corresponda un sentido y a todo sentido corres- menudo, incluso el autor de estas estructuraciones que él mismo ajusta a me-
ponda una figura». Una de las personas interrogadas en una encuesta sobre dida que se desarrollan». A fortiorí, nos sentiríamos tentados a afirmar,
la representación del cuerpo (D. Jodelet, 1976) designó al sexo femenino cuando nos hallamos en el terreno de la representación, puesto que el sujeto
como «el tabernáculo sagrado de la vida», sin añadir nada más. Por esta considerado no es un organismo, sede de procesos psicobiológicos, sino un
imagen pasa todo un mundo de significados e ideas: la cavidad del útero sujeto social, ya que su actividad es tanto simbólic'<l como cognitiva. Pero
restituida por «tabernáculo», objeto indisociable de una cultura religiosa; aquí tenemos que dar un paso más y ver cómo el estudio de las represen-
«sagrado» anuncia lo prohibido y «vida» la dedicación del sexo a la repro- taciones social¡;;s analiza en todas sus facetas este proceso de construcción de
ducción. Todo un programa y resulta evidente que pen~ar en tales términos la realidad.
tendrá una incidencia sobre la vida sexual. ;).,
5 / Al decir que la representación tiene un carácter creativo y autóno-
2/ En contra de lo planteado por ciertas teorías psicológicas clásicas, mo, no sólo nos situamos respecto al objeto. Volvamos a tomar hi imagen
la representación no es un puro reflejo del_.mundo exterior, una huella que del sexo-femenino-tabernáculo-sagrado-de-la-vida. Al expresarla, nuestra entre-
I!
478 1 Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, ,concepto y teoría 1 479
vistada no sólo buscaba un buen ejemplo, sustituyendo una designación la construcción psicológica y social que es una representación social. Las prin-
anatómica que le molestaba por una imagen-modelo; expresaba también su cipales son: '
propia relación con la sexualidad, pero para ello utilizaba elementos descrip- - Una' primera óptica se limita a la actividad puramente cognitiva a
tivos y simbólicos proporcionados por la comunidad a la que pertenece, así través de la cual el sujeto construye su representación.¡ La representación
como elementos normativos. El juego del simbolismo social se impone a nues- presenta __do~ _dimensiones. Una dimensión de contexto: el' sujeto se halla en
tro sujeto, el cual, a: su vez, la manipula con fines de expresión. En el caso situación de interacción social o ante un estímulo social y la representación
de los «Porto-crouilles», la categorización es una construcción ficticia, pero aparece entonces como un caso de la cognición social, tal como es abordada
contiene elementos que circulan en el medio cultural. En ambos casos, los por la psicología social. UI?,a dimensión de pertenencia: siendo el sujeto un
elementos se imponen de cierta manera e influyen sobre los comportamientos. sujeto social, hace intervenir en su elaboración idea~, valores y modelos pro-
Incluso en representaciones muy elementales tiene lug81," todo un proceso venientes de su grupo de pertenencia o ideologías transmitidas dentro de la
de elaboración cognitiva y simbólica que orientará los comportamientos., Es \ sociedad. Los estudios experimentales de la representación en sus relaciones
en este sentido que la noción de representación. constituye una innovación con la conducta entran, en su mayoría, en esta óptica (J. C. Abric, 1971,
en relación con los otros modelos psicológicos, ya que relaciona los procesos 1972, 1982 a y b; E. Apfelbaum, 1967; J. P. Codo!, 1969, 1970 a y b;
simbólicos con las conductas. Pero a partir de ahí, también se puede presen- C. Flament, 1971, 1979, etc.).
\, tir que las representaciones que circulan en la sociedad desempeñarán un pa- , - Un segundo enfoque pone el acento sobre los aspectos significantes
\, pel, adquirirán autonomía y tendrán una eficacia específica. de la actividad representativa. Se considera que el sujeto es productor de
sentido, que expresa en su representación el sentido que da a su experiencia
En resumen, del análisis del hecho de representar se desprenden cinco en el mundo social. El carácter social de la representación se desprende de
características fundamentales de representación: la utilización de sistemas de codificación e interpretación proporcionados por la
'-.,
sociedad,9 _Qt;,.l;u:n:oyección_de_yalo.cess._ª~,Pj_t:11ciones sociales. En tal sen!id_o,
'una
\:,l
' \' =
\"':
.\
siempre es la representación de un objeto;
tiene un carácter de imagen y la propiedad de poder intercambiar lo
sensible y la idea, la percepción y el concepto;
tiene un carácter simbólico y significante;
~,representación también es , considerada la . exp;~;ión' "dé.
lter_minad!,;__ 'J ·
'Cuando es propia de sujetos que comparten una misma condición social
sodeéiad de-
Moviliza una actividad representativa destinada ·a regular, ant1c1par y justi- subrayando su pertinencia para el análisis de las representaciones y de los
ficar las relaciones sociales así establecidas (J. P. Di Giacomo, 1980; W. Doi- fenómenos socio-cognitivos. Además numerosas investigaciones han demostra-
se, 1972, 1979). do su alcance.
- Finalmente, una última perspectiva, más sociologizante y que hace No obstante, su interés trasciende el hecho de que tenga un carácter de
del sujeto el portador de determinaciones sociales, basa la actividad repre- generalidad. La na~uraleza del trabajo psicológico y social que ponen de ma-
sentativa en la reproducción de los esquemas de pensamiento socialmente nifiesto, las implicaciones que conllevan sus diversas modalidades los sitúan,
establecidos, de visiones estructuradas por ideologías dominantes o en el re- junto con las representaciones sociales, en la base de toda una serie de ope-
doblamiento analógico de relaciones sociales ( L. Boltanski, 1971; P. Bour- raciones mentales que explican el funcionamiento general del pensamiento
dieu, 1980; J. Maitre, 1975; P. Robert y C. Faugeron, 1978). social. Asimismo esclarecen una importante propiedad del saber: la integra-
ción de la novedad que apar,ece como una función básica de la representa-
Estas ópticas se vuelven a encontrar -y en ocasiones coinciden- en ción social.
el interior del campo de estudio de las representaciones sociales. Este ya ha
sido objeto de reseñas o comentarios sobre tendencias y metodologías (J. P.
Codol, 1979; R. Farr, 19n, 1979; C. Herzlich, 1972; J. Jaspars, 1979; a. La objetivización: lo social en la representación
D. Jodelet, 1982; P. Malrieu, 1977).
Su desarrollo permite aislar algunos sectores claves de aplicación: la co- En este proceso, la intervención de lo social se traduce en el agencia-
municación social, la difusión y asimilación de los conocimientos (W. Acker- miento y la f arma de los conocimientos relativos al objeto de una represen-
mann, 1963, 1966; P. Roqueplo, 1974; B. Schiele, 1982; P. Verges, 1982); tación, articulándose con una característica del pensamiento social, la pro-
el campo educativo (M. Gilly, 1980; M. Gorin, 1980; A. N. Perret-Cler- piedad de hacer concreto lo abstracto, de materializar la palabra. De esta
mont, 1976); la genética de las representaciones (H. Deschamps y W. Doise, forma, la objetivización puede definirse como una operación formadora de
1975; M. J. Chombart de Lauwe, 1979); la formación en los grupos (R. Kaes, imagen y estructurante.
1976; C. Vacheret, 1982); las concepciones de la salud física y mental, de
la vida psíquica y biológica (R. Farr, 1981; C. Herzlich, 1969; D. Jodelet, 1 / El proceso de la objetivización. - La representación permite inter-
1982, 1984; A. Palmonari, 1982); la percepción y la utilización del espacio cambiar percepción y concepto. Al poner en imágenes las nociones abstractas,
(P. E. Barjonet, 1980; D. Jodelet, 1982; S. Milgram y D. Jodelet, 1976; da una textura material a las ideas, hace corresponder cosas con palabras, da
Pailhous, 1979), etc. cuerpo a esquemas conceptuales. Proceclimiento tanto más necesario en cuan-
Estos diversos enfoques y estudios de los fenómenos representativos abor- to que, en el flujo de comunicaciones en que nos hallamos sumergidos, el
dan la doble cuestión que se halla en la base de la teoría: ¿cómo interviene conjunto demasiado abundante de nociones e ideas se polariza en estructu-
lo social en la elaboración psicológica que constituye la representación so- ras materiales.*"«Objetivizat es reabsorber .1JQ.~:1Cceso de significados materiali-
cial?, ¿cómo interviene esta elaboración en lo social? zán.do].ofil>f'JMoscovid, 1976 ). -------- - ---· -----
,,,,,_ --:- La experiencia cotidiana nos ayuda a ello y P. Roqueplo (197 4) muestra
su poder de inercia: el sentido común utiliza la noción de peso, de la que
C. Construir lo real, encarnar el pensamiento existe una evidencia sensible, para interpretar la noción de masa, concepto
abstracto definido científicamente hace tres siglos y que forma parte de nues-
Al estudiar cómo penetra en la sociedad una ciencia, el psicoanálisis, tro bagaje escolar y de nuestra cultura. De manera que la materialización
S. Moscovici puso de manifiesto dos procesos principales que explican cómo de una -noción de contornos poco precisos constituye un fenómeno común,
lo social transforma un conocimiento en representación y' cómo esta repre- como indican las representaciones de la enfermedad mental que hemos es-
sentación transforma lo social. tudiado en un medio rural, donde los enfermos mentales son colocados, en
Estos dos procesos, J1! objetivización y el anclaje,,,__,¡,e refieren a la elabo- libertad, en casa de los habitántes (D. Jodelet, 1984 ). Entre otras formula-
ración y al funcionamiento de una representación social, pues muestran la ciones de una teoría «ingenua» de la enfermedad mental, ciertas afecciones
interdependencia entre la actividad psicológica y sus condiciones sociales de nerviosas se explican a través de un «shock», como puede ser «un temor de
ejercicio. Diversos autores (R. Kaes, 1968; C. Herzlich, 1972; P. Roqueplo, guerra», y ante un acceso de nerviosidad, se dirá: «Es el temor que tenía
1974; M. Gilly, 1980; U. Wipdish, 1982) han presentado estos procesos, y que ha vuelto», o bien un «shock afectivo» y se dirá: «Su mujer lo ha
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482 1 Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 483
abandonado; es algo que le ha quedado en el cerebro y que se ha agriado». leza: «el inconsciente es inquieto», «los complejos son agresivos», «las par-
Para comprender y asimilar un conocimiento científico se desarrolla un pro- tes conscientes e inconscientes del individuo se hallan en conflicto». Las fi.
ceso similar. Al ignorar las convenciones que fijan la relación entre el len- guras, elementos del pensamiento, se convierten en elementos de la realidad,
guaje científico y lo real, el público considera que el concepto constituye referentes para el concepto. El modelo figurativo utilizado como si realmente
el indicador de un fenómeno atestado: el complejo de Edipo, cuando pasa al demarcara fenómenos, adquiere un status de evidencia: una vez conside-
dominio público, ya no está relacionado con una relación entre padres e hijos rado como adquirido, integra los elementos de la ciencia en una realidad de
o con su desplazamiento al nivel interpersonal, sino que se convierte en un sentido común.
signo visible, en un atributo de la persona. Esta tendencia a dotar de realidad un esquema conceptual no es privativa
Otro tanto sucede con la teoría psicoanalítica, a partir de la cual se cons- del «sentido común». P. Roqueplo señala la tentación, sufrida por los pro-
tituye una visión del aparato psíquico. En el caso de un objeto complejo pios científicos, de ontologizar los modelos que familiarizan el aspecto teóri-
como es una teoría, la objetivización implica varias fases: co de su saber. El modelo «cosista» del átomo ha llevado a los físicos a con-
a) Selección y descontextualización de los elementos de la teoría. Las siderar que el electrón es «algo» que gira alrededor de «otra cosa», el núcleo.
informaciones que circulan sobre el psicoanálisis serán objeto de una selec-
ción en función de criterios culturales ( todos los grupos no tienen un igual 2 / Implicaciones del paradigma de la objetivización. - Aunque aislado
acceso a las informaciones) y, sobre todo, en función de criterios normativos respecto a la representación de una teoría científica particular, el modelo de
( tan sólo se retiene aquello que concuerda con el sistema ambiente de valo- la objetivización en su triple carácter de: construcción selectiva / esquemati-
res: las prohibiciones referentes a la sexualidad ocultan los elementos de la zación estructurante / naturalización, resulta tener una gr~n importancia. Por
teoría relacionados con ella). Estas informaciones son separadas del campo una parte, se lo puede generalizar a toda representación. El propio Roqueplo
científico al que pertenecen, del grupo de expertos que las ha concebido y demostró de forma magistral que fa vulgarización científica sigue, en tanto
son apropiadas por el público que, al proyectarlas como hechos de su propio que proceso, las mismas fases que la objetivización. Por la otra, implica im-
universo, consigue dominarlas. portantes prolongaciones desde el punto de vista de la lógica y del funcio-
b) Formación de un «núcleo figurativo»: una estructura de imagen re- namiento del pensamiento social.
producirá de manera visible una estructura conceptual. Las nociones claves
a) Este modelo revela la tendencia del pensamiento social a proceder
que configuran dimensiones existenciales, el «consciente» (que evoca la vo-
por medio de construcción «estilizada», gráfica y significante. Así, C. Herzlich
luntad, lo aparente, lo realizable) y el «inconsciente» (que evoca lo involun-
(1969) vuelve a encontrar un proceso similar acerrn de· las concepciones de
tario, lo oculto, lo posible) son visualizados en el núcleo a través de su po-
la salud y la enfermedad, constituidas independientemente de los conoci-
sición por encima y por debajo de una línea de tensión en la que se en-
mientos médicos. Un esquema bipolar: articula en oposición dos parejas, «in-
carnan el conflicto, la contradicción en forma de presión represiva, el «re-
dividuo/salud» y «sociedad/enfermedad». Éste esquema interviene en forma
chazo» que da lugar al «complejo». De esta forma, los conceptos teóricos
se constituyen en un conjunto gráfico y coherente que permite comprenderlos de núcleo figurativo para organizar las representaciones del origen d~ la en-
de forma individual y en sus relaciones. Pero asimismo permite transformar fermedad, de los estados y conductas· de la enfermedad. Las diversas agre-
el aparato psíquico en una visión compatible con otras teorías o visiones del siones del modo de vida, planteadas como fuentes de· la enfermedad, son
hombre. La ocultación de la sexualidad ha conllevado la eliminación, dentro asimiladas en un mismo significado: coacción de la sociedad sobre el indi-
de la reconstrucción esquemática, de un elemento, esencial en la teoría, la viduo sano. Su carácter nocivo se encarna en la intoxicación, que es perci-
libido, directamente asociada a la sexualidad. bida como realidad tangible.
De manera similar, las representaciones del niño, aisladas por M. J. Chom-
Inconsciente bart de Lauwe (1972) en un conjunto de documentos cinematográficos, lite-
t '-,i rarios, publicitarios e institucionales, ~e estructuran en torno a un núcleo
Esquema: Rechazo - - - - Complejo bipolar. Una serie de oposiciones elabora una imagen coherente y mitificada
.J, ,l' del niño, opuesto al adulto como lo auténtico se opone a lo inauténtico, la
Consciente
naturaleza a la sociedad, la vida espontánea al condicionamiento normativo,
c) Naturalización: el modelo figurativo permitirá concretar, al coordi- la comunicación directa con los seres y las cosas a las relaciones sociales fac-
narlos, cada uno de los elementos que srí' transforman en seres de natura- ticias, guiadas por el inte;és y el afán de lucro. En una serie de experiencias,
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484 1 Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 485
esta estructura gráfica se revela como el núcleo resistente y estable de las titucionales que definen su función: enseñar, coordinar la vida colectiva de
representaciones (Abric, 1982). la clase.
Al analizar la lógica natural que interviene en las actividades discursivas, e) Como ya hemos visto, la aparición del consciente y del inconsciente
J. B. Grize (197 4) corrobora este proceso por medio de la noción de «esque- en tanto que términos del núcleo figurativo se debe a su resonancia existen-
matización». Una persona que se· dirige a otra utiliza los signos de la lengua cial. Estos se hacen eco de una experiencia conflictiva íntima, en la que no
para «darle a ver» su representación en una «esquematización» compuesta están ausentes ni la dimensión imaginaria ni la dimensión mítica, con la ima-
por imágenes. Esta es construida en función de los objetivos perseguidos gen de una lucha entre «potencias» o «fuerzas antagónicas». De esta ma-
en la comunicación. Esta subordinación de la esquematización a una finali- nera, ciertos elementos del fondo cultural presente en el universo mental
dad social nos conduce a otra importante implicación del proceso de obje- de los individuos y los grupos pueden ser movilizados en la actividad de es-
tivización. tructuración y destacar a título de referentes ideológicos o modelos culturales.
b) Este aparece, con la evicción de la libido en el caso del psicoanálisis, Los estudios sobre las representaciones sociales del grupo han puesto de ma-
como una construcción selectiva subordinada a un valor social. Un juego de nifiesto de manera particular este proceso. Así, R. Kaes (1976) muestra que
enmascaramiento y de acentuación de los elementos que constituyen el ob- las representaciones sociales de grupos reales, grupos corporativos o grupos
jeto de la representación produce una visión de este objeto marcada por una de diagnóstico, se estructuran en gran parte en torno a «organizadores socio-
distorsión significante. Dicho fenómeno está emparentado con lo que Piaget culturales». Estos son tomados de modelos que aparecen como modelos uni-
(1976) definió como «pensamiento socio-céntrico», por oposición al pensa- versales de la grupalidad (el modelo cristiano, con el ~tupo de los doce após-
miento técnico y científico: un conocimiento elaborado para servir a las ne- toles; el modelo hebraico, con la Alianza de Dios con su pueblo; el modelo
cesidades, valores e intereses del grupo. céltico, con los Caballeros de la Mesa Redonda) que proponen formas idea-
lizadas, arquetípicas, de funcionamiento. C. Flament (1979) se ha consagrado
Este tipo de pensamiento cuyo funcionamiento evoca el de la ideología
a las representaciones de las relaciones sociales en el seno de un grupo. Un
es ilustrado por el caso de la representación de la violación colectiva entre
núcleo bipolar hace que coexistan relaciones que obedecen a un modelo fun-
los educadores callejeros (P. Robert, T. Lambert y C. Faugeron, 1974). Estos
cional que las relaciona con las exigencias de una producción colectiva y rela-
últimos, ante tales actos que condenan y de los que son excluidos por los
ciones que obedecen a un modelo igualitario y fraternal proveniente de la
jóvenes que tienen a su cargo, entran en contradicción con su proyecto profe-
ideología política revolucionaria.
sional consistente en identificarse con dichos jóvenes. Por ello construirán
d) Por último, no es necesario demostrar la generalidad de la naturali-
una imagen del acto delictivo que resulte compatible con su permanencia en
zación ni su importancia en contextos sociales reales. Ya se trate de relacio-
el seno del grupo. Son puestas en práctica diversas modalidades de construc- nes étnicas, interraciales o intergrupales, o bien de juicios sociales, no faltan
ción: por ejemplo, se banalizará la violación colectiva ya sea escotomizando los ejemplos en que la imagen, la palabra basta~ para_ inmovilizar al otro
la violencia que conlleva, lo que reduce dicho acto a un caso de sexualidad en un status de naturaleza. Esto es lo que produce la «biologización» de lo
colectiva, o bien escotomizando el acto sexual, lo que reduce la violencia social cuando transforma· diferenciaciones sociales en diferencias de ser. Esto
a una forma común y aceptable. puede producir las teorías sociales cuya triste lección nos ha enseñado la
Si se pasa de la sociedad general a grupos y situaciones socialmente de- historia. Regresemos a las explicaciones de la enfermedad mental en nuestra
finidos, el modelo de construcción o de reconstrucción de la re.alidad permite comunidad rural donde viven los enfermos mentales. Lo que se denomina
comprender la génesis de los contenidos representativos. La intervención de «desequilibrio nervioso» puede ser explicado de otra manera que por medio
lo social como determinación interna de las operaciones de construcción de la de un «shock» -que constituye así la clase de enfermedad más inquietante-,
representación puede especificarse derivando los procesos cognitivos movili- es decir, por medio de una degeneración de la sangre. Por ello, un africano
zados por las condiciones normativas o de vital interés para la colectividad cuya piel es negra será considerado menos peligroso, debido a que su sangre
o el individuo. De esta forma, el estudio de M. Gilly (1980) sobre las re- es más pura, que un magrebí, cuyo color de piel hace pensar en una san-
presentaciones que elaboran los maestros de sus alumnos revela que el juicio gre mezclada, es decir, en nervios más afectados.' Entre los mecanismos de
sobre los niños con quienes el maestro o el educador se .halla en interacción reconstrucción de la violación colectiva, los autores han destacado una cosi-
constante, se estructura, más allá de la diversidad de las impresiones subje- ficación de la víctima, en forma de «vaginalización»: en el discurso de los edu-
tivas y particulares, alrededor de un núcleo compuesto por dos tipos de cua- cadores, la víctima pierde todos los atributos de la feminidad, no teniendo
lidades (intelectuales y de relación) que c01¡esponden a los imperativos ins- otra existencia, para sí misma y para los demás, que a través. de su vagina.
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486 1 Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 487
La estabilidad del núcleo figurativo, la materialización y la espacializa- ieres, los intelectuales, etc.); expresa una relación entre los grupos sociales
ción de sus elementos les confieren el status de marco e instrumento para (se le asocia a la lucha de clases, al antagonismo franco-norteamericano, al
orientar las percepciones y los juicios en una realidad construida de forma modo de vida de los norteamericanos, etc.); encarna un sistema de valores
social. Y otorga sus herramientas al anclaje, segundo proceso de la represen- o de contra-valores (fuente de libertad o fracaso de la voluntad, clave para
tación social. · la desviación o amenaza para la autonomía, etc.); incluso puede convertirse
en emblema o signo de sexualidad o de una vida sexual liberada.
)
Este juego de significados externos tiene incidencia sobre las relaciones
b. El anclaje: la representación en lo social establecidas entre los diferentes elementos de la representación. Dependiendo
de que un grupo sitúe la práctica analítica en una perspectiva política o cien-
Este segundo proceso se- refiere al enraizamiento social de la representa- tífica, mostrará una tendencia a prestarle diferentes usuarios, por ejemplo, los
ción y de su objeto. En este caso, la intervención de lo social se traduce en ricos en el primer caso, los intelectuales en el segundo. Y evidentemente,
el significado y la utilidad que les son conferidos. Al menos asf son los dos esto dependerá a su vez del sistema de valores al que se adhiera este grupo.
aspectos que han retenido con mayor frecuencia la atención, debido a la fun- En este sentido s decir que el grupo expresa sus contornos Y,.$u iden-
ción social de la representación que llevan aparejada. i:1 a a través g e ~ Q que ~oññere a su rs:preseoradón, Este aspecto del
Sin embargo, el anclaje implica otro aspecto, cuya gran importancia ha proceso de anclaje resulta importante desde el punto de vista del análisis teó-
sido puesta de manifiesto por las recientes investigaciones en el campo de rico de una representación. Al poner de roaoifiesto.J.Jll_«principio_ <k ..signifi-
las representaciones y de los procesos cognitivos. Este aspecto se refiere a la cado», provisto de apoyo sociª1._ se asegura la interdependencia de los ele-
;ntegración cognitiva del objeto representado dentro del sistema de pensa- melitos de una representación y constituye una indicación fecunda para tratar
miento preexistente y a las transformaciones derivadas de este sistema, las relaciones existentes entre los contenidos de un campo de representación.
tanto de una parte como de otra¡ Y a no se trata, como en el caso de la ob- Esta demostración permite aislar una de las articulaciones entre el aspecto·
jetivización, de la constitución formal de un conocimiento, sino de su inserción procesal y el aspecto temático de las representaciones, y uno de los puntos
orgánica dentro de un pensamiento constituido. de encuentro entre sus aspectos individual y social.
Más complejo y fundamental de lo que ha podido parecer, el proceso de Para numerosos investigadores, este enraizamiento de la representación
anclaje, situado en una relación dialéctica con la objetivización, articula en la vida de los grupos constituye un rasgo esencial del fenómeno represen-
las tres funciones básicas de la representación:/función cognitiva de integra- tativo, ya que explica sus lazos con una cultura o una sociedad, determinadas.
ción de la novedad, función de interpretación de la realidad y función de
orientación de las conductas y las relaciones sociale~ 2 / El anclaje como instrumentalización del saber. -· Esta modalidad
«Proteiforme», para utilizar una expresión de S. Moscovici, el proceso de permite comprender cómo los elementos de la representación no sólo expre-
anclaje se descompone en varias modalidades que permiten comprender: san relaciones sociales, sino que también contribuyen a constituirlas. En el
1 / cómo se confiere el significado al objeto representado; 2 / cómo se utili- caso del psicoanálisis, esta modalidad transforma la ciencia en saber útil para
za la representación en tanto que sistema de interpretación del mundo so- todos, confiriéndole un valor funcional en la comprensión e interpretación
cial, marco e instrumento de conducta; 3/ cómo se opera su integración den- de nosotros mismos y de aquellos que nos rodean. Alguno verá en el son-
tro de un sistema de recepción y la conversión de los elementos de este úl- rojamiento y la cortedad, un complejo de timidez; otro, ejecutivo de pro-
timo relacionados con la representación. fesión, atribuirá la agresividad de sus subordinados al hecho de que él en-
carna la imagen del padre.
1 / El anclaje como asignación de sentido. - La jerarquía de valores Este proceso tiene lugar inmediatamente después de la objetivización.
que se impone en la sociedad y sus diferentes gmpos contribuye a crear, al- La estructura gráfica se convierte en guía de lectura y, a través de una «ge-
rededor del psicoanálisis y su representación, una « ~ ~ a neralización funcional», en teoría de referencia para comprender la realidad.
través de la cual son situadas socialmente y evaluailiíscomo_hecho so~. A lo U. Windisch (197 8 ), al estudiar discursos sostenidos por 11acionalistas suizos
largo de su penetración, el psicoanálisis se ha topado, _en un contexto más xenófobos sobre un referéndum sobre la inmigración, deduce una argumen-
o menos hostil, con diferentes corrientes de pensamiento (político, filosófico, tación basada en oposiciones como la existente entre suizos y extranjeros, y
religioso, etc.), que lo inscribirán en diversas perspectivas. Ya no es consi- desviación y normalidad, que funcionan como auténticas entidades materia-
derado como ciencia, sino como atributo d¡, ciertos grupos (los ricos, las mu- les inmutables: el izquierdista se opone al auténtico suizo porque es, al igual
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488 Pensamiento y vida social
13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 489
funcionamiento del pensamiento. En los discursos o las respuestas que dan social, entra en contacto con otros sistemas de pensamiento, con otros mar-
acceso a las representaciones, estos elementos intervienen efectivamente como cos de interpretación. Estos, a su vez, se transformarán, como el propio psi-
organizadores de contenido y como operadores de sentido: con ellos lo que coanálisis. Cuando se compara el psicoanálisis con la confesión, a fin de com-
alcanzamos es un pensamiento en actos, pues hacen inteligible su funciona- prender lo que es la curación psicoanalítica, se deforma el psicoanálisis para
i.
1':! miento. Por otra parte, son proporcionados por el lenguaje y -funcionan como integrarlo dentro de' un universo conocido de referencia y, no obstante, la
un lenguaje que sirve para codificar la realidad. confesión también sufre una modificación semejante. S Moscovici habla de
11
1> Por último hay que señalar que las tendencias más recientes de las inves- «conversiones» de experiencias, de percepciones que conducirán a una nueva
¡1 tigaciones sobre la cognición, las imágenes y la epistemología ingenua con- visión. Los conceptos analíticos operarán en tanto que categorías de lengua-
vergen en afirmar la existencia, dentro del pensamiento, de dichas estructu- je, introduciendo otro orden en el entorno y transformándose en instrumen-
ras y de dichas imágenes. Para superar las insuficiencias de las teorías inspi- tos naturales de comprensión que hacen caducos a los otros. Una nueva
radas por el conductismo, cada vez resulta más necesario hacer intervenir disciplina se ha anclado en lo real, pero al hacerlo, ha trastornado el pensa-
las representaciones como «teorías implícitas» que dan cuenta de operaciones miento. Las necesidades de la colectividad que la integra hacen de ella un
de pensamiento en la interacción cotidiana con el mundo y, sobre todo, en instrumento que producirá sus efectos al convertir los marcos habituales de
la integración de la novedad: las representaciones desempeñarían el papel representación de la realidad y al cambiar el contenido de nuestras experien-
de sistemas generadores. Esto nos lleva a la tercera modalidad del proceso cias y de nuestras percepciones.
de anclaje. De esta forma, el cambio cultural puede incidir sobre los modelos de
pensamiento y de conducta que modifican de manera profunda las experien-
4 / El ancla;e como enraizamiento en el sistema de pensamiento. - Así cias por mediación de las representaciones. Como ya hemos mostrado res-
como no surge de la nada, la representación no se inscribe sobre una tabla pecto al cuerpo (D. Jodelet, 1982), la difusión de nuevas técnicas corporales
rasa, sino que siempre encuentra «algo que ya había sido pensado», latente y de nuevos modelos de pensamiento ha modificado profundamente la rela-
o manifiesto. Los divulgadores científicos ya saben algo de ello, pues en oca- ción con el cuerpo y las categorías a partir de las cuales lo representamos.
siones se topan con la inercia o la resistencia de esquemas, de sistemas de re- En una experiencia natural que ha permitido comparar diversos discursos so-
cepción que impiden la asimilación de nuevos conocimientos. S. Moscovici bre el cuerpo con quince años de intervalo, se ha visto que la experiencia
ha explorado las consecuencias de dicha fricción, mostrando cómo la divulga- corporal se ha ido ampliando, orientándose hacia diferentes direcciones: la
ción del psicoanálisis era considerada una amenaza en la medida en que ponÍ!I relación distante es sustituida por un enfoque vivencia! y los mensajes mór-
en peligro el sistema de normas y de conocimiento de la colectividad. bidos y funcionales pierden importancia en comparación con las experiencias
A nivel individual, E. de Rosny (1981), jesuita que fue iniciado en el sa- dinámicas y placenteras. Su conocimiento también se modifica, un desinterés
ber oculto por un curandero de Camerún, ha sido testigo de lo que repre- por el cuerpo biológico en favor de un cuerpo lugar de placer conduce a aban-
senta un «shock» de este tipo, pues vivió como una lucha la integración donar un enfoque científico biológico. Actualmente se conoce menos el or-
de conocimientos que chocaban frontalmente con su visión cristiana, ya que ganismo. Se olvidan los sistemas funcionales y los órganos internos ante las
dichos conocimientos consideran que la violencia mortal es benéfica y libe- partes externas del cuerpo a través de las cuales éste se hace notar y entra
radora. Tuvo que operar una auténtica «conversión» para llegar a «ver» la en contacto con el exterior. Las representaciones adquieren autonomía y rea-
violencia, es decir, para atreverse a considerarla en el mundo e interiorizarla lizan un trabajo en los modos colectivos de pensamiento. ¿No es ese fenó-
como un hecho. meno al que se refería Durkheim (1895) cuando proponía que la psicología
El contacto entre la novedad y el sistema de representación preexistente social estudiase «de qué manera las representaciones se interpelan, se exclu-
se halla en el origen de dos órdenes de fenómenos, opuestos de cierta manera, yen, se fusionan o se distinguen entre sí»?
1: que dan a las representaciones una dualidad en ocasiones sorprendente. Esta b) Desde otra perspectiva, la «familiarización de lo extraño», junto al
ji anclaje, hará prevalecer los antiguos marcos de pensamiento, alineándolo en
dualidad consiste en ser tanto innovadoras como rígidas, tanto movientes como
j; permanentes, y en ocasiones, en el seno de un mismo sistema. Fenómeno al lo ya conocido (S. Moscovici, 19 81 ). Esta modalidad de pensamiento carac-
terizada por la memoria y el predominio de posiciones establecidas, subsuma
que S. Moscovici se refiere con la hipótesis de la «polifasia cognitiva».
y pone en práctica mecanismos generales como la clasificación, la categori-
!1,1! a) De cierta manera, la incorporación social de la novedad puede ser
zación, el etiquetaje, la denominación y procedimientos de explicación que
estimulada por el carácter creador y autónomo de la representación social.
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¡; A medida que la representación del psieoanálisis se extiende en el campo obedecen a una lógica específica{Comprender algo nuevo es hacerlo propio
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492 j Pensamiento y vida social 13. La representación social: fenómenos, concepto y teoría 1 493
y también explica;lo. \ El sistema de re~resen~a~ión, proporciona los ~a.reos, mentos gráficos, en forma de preconstrucciones, a fin de elaborar nuevas re-
las señales a traves "le las que el ancla¡e clas1f1cara dentro de lo fam1har y presentaciones.
explicará de una forma familiar. El estudio de M. J. Chombart de Lauwe sobre el niño ofrece un buen
Hacer propio algo nuevo es aproximarlo a lo que ya conocemos, califi. ejemplo de esta última dialéctica. El status social (no activo) del niño le hace
cándolo con las palabras de nuestro lenguaje. Pero nombrar, comparar, asi- caer, habida cuenta de la ideología de nuestras sociedades, en el grupo de
milar o clasificar supone siempre un juicio que revela algo de la teoría que los dominados, categorizándolo como tal (dotado, pero en menor medida,
uno se hace del objeto clasificadQ. En la base de toda categorización, un sus- de los atributos del grupo dominante o de los atributos opuestos). Esta
trato representativo sirve de presuposición. categorización constituye la base de la C(l)nstrucción de la representación, es-
En la comunidad rural donde son acogidos los enfermos mentales aún se tructurada según un esquema bipolar que ya hemos visto con anterioridad.
utiliza una designación antigua y vernacular del loco: el bredin. Esta costum- Ese esquema cristaliza una visión mitificada del niño que provocará prácticas
bre se reserva específicamente para expresar una diferenciación social cuando sociales y propondrá al niño un modelo al que éste se somete.
se desea oponer el grupo de enfermos al grupo de acogida, es decir, los civi- Como ya hemos dicho, comprender es también explicar. La búsqueda de
les. Esta categoría se diversifica en cinco tipos: el «inocente» (cuyo cerebro causalidad es un importante aspecto lógico del pensamiento social. Ante un
no se ha desarrollado), el· «chiflado» ( que corresponde a un trastorno pura- nuevo acontecimiento o un nuevo objeto sobre el que no disponemos de co-
mente cerebral y, por ende, poco peligroso), el «loco mental» (en quien no nocimiento alguno, explicar mediante una causalidad es una manera de repre-
se nota ningún signo visible de locura, pero cuya mirada y comportamiento sentárselo. Pero esta explicación no se hace únicamente en base a las infor-
«solapados» indican una maldad imputable a los nervios), el «chaval de lo-: maciones y observaciones de que disponemos: no procedemos tan sólo por
quera» ( también sin signo visible, pero con una marcada desviación y una inferencia, sino también por deducción.
maldad imputada a los nervios). Sobre la base de la teoría implícita se ha Por esta razón, S. Moscovici (1982, 1983) hace que coexistan, dentro
constituido una construcción de «tipos» que permite clasificar a cualquier de la manera de pensar la realidad cotidiana, dos tipos de cau$alidad: la
recién llegado. causalidad por atribución, eficiente, atribución de una causa a un efecto, como
Este tipo de clasificación en relación con un prototipo nunca es neutra. en el procedimiento científico, y la causalidad por imputación, que busca las
Ofrece una matriz icónica de rasgos en referencia a los cuales el nuevo ob- intenciones que hay detrás de los actos, el por qué de su finalidad. Es este
jeto es situado en relación positiva o negativa. Al permi_tir una rápida evalua- último tipo de causalidad el que es movilizado cuando un acto no concuerda
ción de las informaciones disponibles, el anclaje autoriza así conclusiones con las representaciones de quien lo observa. Este observador buscará la in-
rápidas sobre la conformidad y la desviación respecto al modelo. Procede tención y el anclaje servirá para encontrar su sentido, definiendo la categoría
por un razonamiento en el que la conclusión ha sido planteada de antemano a la que pertenece. En el pensamiento social a menudo se produce un des-
y ofrece al objeto clasificado una matriz de identidad en la cual pueda que- lizamiento de un tipo de causalidad al otro y una transformación de la in-
dar fijo. tención en causa o una transformación de la causa en intención. En el campo
de la vida y las ·relaciones sociales, este funcionamiento produce efectos se-
Este sistema de clasificación presupone una base de representación com-
mejantes al fenómeno del chivo expiatorio o la teoría del complot, en historia
partida colectivamente, referente a lo que debe incluirse en una clase deter-
(M. Billig, 1978).
minada. Las propias categorías son establecidas socialmente. En un estudio
Los procesos de juicio en que las representaciones preestablecidas de&nen
de L. Boltanski (1981 ), varios sujetos deben clasificar diferentes fichas de
la naturaleza de la causa que se desea descubrir ponen en duda la generalidad
filiación en grupos correspondientes a categorías socioprofesionales. La clasi-
de la teoría de la atribución en psicología social, o los pretendidos «sesgos»
ficación es llevada a cabo en función de un tipo de profesión privilegiada que
que las teorías de la cognición descubren en el pensamiento de sentido común
encarna, por razones históricas o sociales, la categoría profesional en cuestión.
al referirlo al pensamiento científico. Sobre todo el sesgo denominado de
Los prototipos que orientan las clasificaciones no sólo tienen propiedades «personalismo» que expresaría una tendencia general consistente en ver en
taxonómicas, sino que corresponden a expectativas y coacciones que definen el sujeto y no en las circunstancias exteriores la causa de los acontecimientos
los comportamientos adoptados. La interacción con ellos se desarrolla de tal que le suceden. Ahora bien, diversos trabajos muestran que, por una parte,
forma que confirman los caracteres que se les atribuyén. De esta forma, el existen explicaciones diferentes según los grupos sociales .Y que, por la otra,
anclaje garantiza la relación entre la función cognitiva básica de la represen- la explicación a través de una causalidad personal es específica de las opcio-
tación y su función social. Además, propoi:cionará a la objetivización sus ele- nes ideológicas propias de ciertos grupos (U. Windisch, 1982) o depende de
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la representación que se tiene de la sociedad y del hombre. Dichas represen- 14 Las representaciones sociales
taciones subtienden, en un estudio sobre la representación de la justicia, to-
das las posiciones acerca de la responsabilidad de los actos delictivos y el
papel del sistema penal. Por otra parte, en nuestras sociedades, la ideología por ROBERT M. FARR
dominante, nuestras mismas leyes, elaboran un modelo de la sociedad donde
se sobrevalúa el papel del individuo. Dichas representaciones se ofrecen a modo
de premisas de las que no hacemos sino sacar las conclusiones lógicas. Los
juicios de causalidad que resultan de ellas quizá sean erróneos respecto a los
datos objetivos -<orno muestra P. E. Barjonet (1980) acerca de la responsa-
bilidad de los conductores en los accidentes de tráfico--, pero no demuestran
en modo alguno la existencia de «sesgos» inherentes a toda forma de pensa-
miento natural o ingenuo.
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1 parte de su tiempo hablando y quien desee estudiar las representaciones so- Más sociales que estas últimas que son manifestaciones puramente cognitivas,
ciales deberá interesarse por el contenido de estas conversaciones que, por menos globales que los mitos y los fenómenos similares estudiados por an-
otra parte, presentan muy variadas formas. Conversaciones muy formales 0 tropólogos y sociólogosJiI_;¡;- representaciones sociales, en su actual concep-
ti charlas de café o en el tren, diálogos telefónicos o parloteo de salón subrayan, ción, permiten a los inJf;íduos_ «orientarse en .su entorno social y material,
0
por su misma diversidad, el interés que presenta el estudio de la influencia y dominarlo» (Moscovíci, 1969~-J "-..;
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del contexto tanto sobre el contenido como sobre el desarrollo de una con- Sesenta años después de Durkheim, el concepto de representación colecti-
¡ versación. G. Tarde, quien ya a finales del siglo pasado había comprendido va se convierte en el punto de partida de la investigación sobre las represen-
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la importancia de la comunicación en la reproducción y la transformación de taciones sociales con la obra de S. Moscovíci La psychanalyse, son image et
las sociedades humanas, propuso que la psicología social se hiciese cargo so- son public (1961). Su propósito era mostrar cómo una nueva teoría cientí-
bre todo del estudio comparativo de las conversaciones. No fue hasta des- fica o política es difundida en una cultura determinada, cómo es transformada
pués de la Segunda Guerra Mundial que fue recordada su sugerencia, en durante este proceso y cómo cambia a su vez la visión que la gente tiene de
Francia, país en el que todo un eje de investigación sobre las representaciones sí misma y del mundo en que vive. Como objeto de esta primera investiga-
sociales utiliza conversaciones grabadas como material de investigación. ción, Mos._covíci eligi~coanillsis..-teoría nueva sobre el comportamiento
Desde la proposición dé Tarde las cosas han evolucionado y, tanto en humano· que habiapenet~ad~mpliamente en la sociedad francesa de post-
Francia como en otros países desarrollados, uno de los cambios más espec- guerra y cuyas trazas debían poderse notar en la vida cotidiana.
taculares es sin duda el papel cada vez más determinante de los medios de Salida de la idea de la realidad que profesa su autor, una nueva teoría
comunicación de masas en la creación y la difusión de informaciones, opinio- científica se convierte, tras ser expuesta, en un componente de la realidad y
nes e ideas. Las conversaciones particulares nunca han girado tanto alrededor por esa misma razón, como subraya Moscovici, en un objeto de legítimo in-
de acontecimientos de alcance nacional e internacional. Todo esto llevó a terés para la psicología social. Una vez difundida, la teoría se transforma en
S. Moscovíci a caracterizar nuestro tiempo como la época por excelencia de una representación social autónoma que ya no puede tener gran semejanza
las representaciones sociales. --o incluso ninguna- con la teoría original. Algunos pensadores que han
A menudo escuchamos que el arte de la conversación está moribundo y dejado una gran huella en el siglo xx, como Darwin, Freud, Marx y Einstein,
que los responsables de ello son los mass-media. Esto equivale a olvidar que tenían conciencia del carácter revolucionario de sus ideas, incluso antes de
es precisamente la comunicación de masas la que al reflejar, crear y transfor- darlas a conocer. Tomemos el·ejemplo de Darwín: su viaje a bordo del Beagle
mar las representaciones sociales, ordena la forma y el contenido de las con- le permitió reunir el material que le llevaría a revisar las ideas en vigor
versaciones-lNumerosas representaciones son sociales porque son transmiti- --esencialmente religiosas- sobre los orígenes del hombre. En vista de las
das por los medios de comunícaciónJEsta relación ilustra todo el interés que implicaciones de su teoría resultaba evidente que, una vez publicados sus·
tiene el análisis del contenido de los medíos de comunicación para el estudio descubrimientos, el mundo ya no podría ser el mismo que antes. Por ello,
de las representaciones sociales. Desde una perspectiva esquemática, nos en- Darwin dudó largo tiempo, acumulando los elementos de apoyo a sus tesis,
contramos ante representaciones sociales cuando los individuos debaten te- y cuando finalmente se decidió a publicar, el peso de las pruebas era tal que,
mas de mutuo interés -por otra parte, un gran número de conversaciones a pesar de su explosiva naturaleza, su teoría fue rápidamente admitida, al
abordan temas metafísicos o existenciales- o cuando se hacen eco de los menos por los círculos científicos. En La psychanalyse, son image et son pu-
acontecimientos seleccionados como significativos o dignos de interés por blic, Moscovici recuerda que Freud, al desembarcar en Nueva York a fina-
quienes controlan los medíos de comunicación. les del siglo pasado, habría dicho a Jung: «No sospechan que les traemos la
Una vez esbozada así la aparición de las representaciones sociales en la peste». Freud, al igual que Darwin, sabía cuáles serían los trastornos cultu-
comunicación humana, resulta evidente qur .ésta.s trascien.den....la esfera d.e las rales que conllevarían sus ideas, una vez aceptadas éstas.
simples opiniones, imágenes y actitudes. ·J-e_Jrata . de «_§Ísterrrn.L _c:9g_nítiv~~ En vista del interés de la elección de una teoría científica como objeto
que_ poseen una lógica y un lenguaje particulares, .. de_ ~'.~~.9!.ͪ~t,._d~..'.'~!.~!1.:- de investigación, el psicoanálisis, por las características ya mencionadas, su
cias" sui generis, destinadas a descubrir la realidad y ordefiftrffii,> -(-Moscovicí, amplía difusión entre la comunidad cultural, su novedad, su importancia
1969). Su función proviene de que son compartidas a -nivel de una mís1n¡1_ para comprender el comportamiento humano, resultaba un objeto particular-
.. wmunídad por lo que se a
renere· 'las -~<r~presentaciones colectivas», como mente bien adaptado. Este no habría sido el caso con el conductismo o,
las ..religfones y los mitos, ·a-cuyo est~dío se dedicó burkheím, oponíéndolas para tomar otro campo, con la teoría de la relatividad. El marxismo, en cam-
a las «representaciones individuales» que er¡tran en el 'campo de la psicología. bio, representaba una alternativa que Moscovíci llegó a considerar. En efecto,
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las teorías económicas y políticas, por sus repercusiones sociales inmediatas, das esencialmente con habitantes de París y con una pequeña muestra de ha-
garantizan mejor que otras teorías científicas que sus representaciones sociales bitantes de pequeñas poblaciones de Normandía.
serán lo suficientemente ricas como para merecer la exploración. Por último, En la materia, las representaciobes sociales son estructuradas con gran
en la distinción que establece Moscovici en L'áge des foules ( 1981) entre claridad. Asociada con uno mismo y a una relación armoniosa con la natura-
las ciencias determinadas por la historia y las ciencias que, una vez puestas leza, la salud, desprovista de causas, no requiere explicación: se tiene la suer-
en práctica, la determinan (como la economía política y l'<l psicología colectiva), te de haber nacido con una buena constitución y, por consiguiente, se goza
el psicoanálisis se halla emparentado con la segunda categoría. Por su radical de una salud floreciente. Por el contrario, la enfermedad debe ser explicada.
carácter innovador, las concepciones de Freud desmoronaban las nociones co- Es atribuida en gran parte al entorno, al carácter artificial del ritmo de vida
munes del sentido común: su teoría del inconsciente constituía un desafío a urbano, a una alimentación «no natural» o malsana y a la contaminación, por
la opinión que sostenía que el hombre puede adquirir un perfecto conoci- oposición a la vida en el campo, como era la del pasado rural de Francia. Pero
miento de sí mismo; su teoría de la sexualidad infantil hacía estallar en pe- para atenuar los sombríos colores de este cuadro, la medicina moderna ha
dazos el mito de la inocencia de la infancia. realizado progresos y, sobre todo, ha aumentado la longevidad humana. A lo
La mayoría de las ciencias de laboratorio no dan a luz tan poderosas que podría replicarse que, paralelamente, la calidad de la vida se ha dete-
representaciones sociales, tal vez porque el laboratorio es esencialmente un riorado. Esta es la convicción de las personas interrogadas, que no ven en
dispositivo artificial que permite aislar fenómenos simples, extraídos de su ello contradicción alguna con el hecho de que ellas no están enfermas. Aquí
situación en el espacio-tiempo en el seno de un medio cultural determinado. aparece el papel que desempeñan, en la representación social, las nociones de
Desde esta perspectiva, el gabinete del doctor Freud era un lugar mucho «malestar», «depresión» y, sobre todo, «fatiga», correspondientes a un estado
menos hermético para la cultura ambiente. En el papel de científico que se intermedio entre la salud y la enfermedad: el cuerpo está intoxicado, no se
había atribuido, Freud respondía a los acontecimientos y problemas que sus está verdaderamente enfermo, pero tampoco se está bien. En suma, la fatiga,
clientes traían consigo al gabinete, por lo que no resulta sorprendente que, física y nervios'<l, ha aumentado con el desarrollo de la vida moderna, al mismo
cuando los resultados de su reflexión fueron hechos públicos, tuviesen un tiempo que se socavaba la resistencia a la enfermedad. En cualquier caso, la
eco en el seno de la comunidad cultural. salud no es idéntica a la simple ausencia de enfermedad.
En la primera parte de La psychanalyse, son image et son public, Mos- Si su representación de la enfermedad se nutre en gran parte de una teo-
covici utilizó cuestionarios convencionales para evaluar los conocimientos que ría del «germen» y se percibe que el entorno oculta peligros invisibles, hay
tenían diversos sectores de la población francesa sobre el psicoanálisis, su que ver en ello la persistente influencia del descubrimiento de los microbios
fundador, sus formas y utilizaciones contemporáneas. En la segunda parte, por los bioquímicos franceses del siglo XIX. Por el contrario, la ausencia casi
el método de investigación era menos tradicional, pues se basaba en un aQ_á- total de una teoría de la enfermedad basada en la culpabilidad, indica que la
Jisis de contenido de todos los artículos relacionados de forma directa o -i~di/ concepción psicoanalítica que considera que el hombre es la fuente de sus
~~eta cori elp"sicó;~sis aparecido en 241 periódicos y revistas entre enero problemas, no ha dejado huellas.
de 1952 y julio de 1956. Así, no sólo se realizó un repertorio de la difusión Los habitantes de pequeñas poblaciones, deplorando la invasión del campo
del saber psicoanalítico en diferentes medios socioculturales, sino que también por parte de la vida urbana, oponen, al igual que los parisinos, las coacciones
fueron aisladas, ordenadas y '<tnalizadas las representaciones sociales que cir- de la vida en la ciudad al ritmo natural de la vida rural.
culaban en la prensa. Dichas representaciones pueden explicar algunos fenómenos interesantes,
como el éxito que han tenido en los mercados de las grandes ciudades los
yogurts y otros «alimentos sanos», que son presentados como «productos na-
B. Naturaleza y variedades de las representaciones sociales turales», «cultivados biológicamente» y provenientes directamente del campo.
Estas mismas representaciones sociales pueden ayudar a comprender la rápida
a. Representaciones sociales de salud y enfermedad, propagación de las ideas ecologistas en las economías tecnológicamente más
y del cuerpo humano evolucionadas, y la explotación que de ellas hacen algunos políticos astutos.
Los movimientos ecológicos no han inventado los árboles ni las flores, pero
Siguiendo esta tradición de investigación, C. Herzlich ( 1969) analizó las han contribuido a su transformación ideológica. Entre otras c;osas, la natura-
representaciones sociales de salud y enfermedad. Su estudio se basa en 80 leza ha adquirido una reputación de pureza que, de ahora en adelante, ha-
conversaciones no directivas de una duratfón media de 90 minutos, realiza- bría que defender contra la contaminación. Es en este contexto que debemos
comprender el violento mov1m1ento que, en los Estados Unidos, ha opuesto de diez años de intervalo, representantes de ambos sexos a quienes se ha
el «argumento del veneno» (A. L. Green, citado por Herzlich) a una tenta- invitado a que hablen sobre el cuerpo. Esta es una interesante aplicación de
tiva administrativa de fluorizar el agua potable. Había que proteger la «pureza las ideas de Tarde sobre el estudio comparativo de las conversaciones. En
del agua». Parece evidente que la tan bien intencionada campaña administra- " este caso, la dimensión de la comparación es el tiempo.
tiva debería haber tomado en consideración tanto los argumentos de los den-
tistas como un estudio de las concepciones comunes de la calidad del medio
ambiente. Esto habría permitido no chocar de frente con las representacio- b. La representación social de la enfermedad mental
nes sociales de sensibilidad ecológica que hicieron fracasar el proyecto.
Pare~e difícil abordar el terreno de la representación social del cuerpo
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En su estudio de las representaciones comunes de salud y enfermedad,
humano. (Jodelet, 1976) sin relacionarla con los procedimientos de la medi- Herzlich casi no encontró ninguna referencia espontánea a la enfermedad
cina occidental que se centra en el tratamiento del cuerpo considerado como mental, a excepción de la observación ocasional de que la progresión de esta
objeto físico, en detrimento· de su dimensión social. Ahora bien, la idea que categoría de enfermedad tan sólo constituye una prueba adicional de la agra-
la gente tiene de su cuerpo, además de su importante papel social, puede vación de la fatiga nerviosa en las ciudades modernas.
resultar decisiva a nivel clínico. En el centro de este problema se sitúa el estudio de D. Jodelet sobre una
En sus primeros trabajos, consagrados a la histeria. Freud mostró cómo comunidad rural del centro de Francia que, desde principios de este siglo,
la parálisis correspondía a la representación que la paciente tenía de su ser acoge a enfermos mentales de forma institucionalizada. Basándose en el ma-
físico y no a las concepciones fisiológicas del neurólogo. Así pues, para com- terial recogido durante prolongadas estancias sobre el terreno; esta investi-
prender el síndrome histérico, resultaba necesario integrar la representación so- gadora ha podido reconstruir la historia del acontecimiento, seguir la cons-
cial del cuerpo. Llevado por su form~ión médica a observar visualmente los titución y la evolución de una representación específica de la enfermedad
fenómenos físicos, Freud, al convertirse en clínico, rompe con dicha forma- _ mental y explicar la interdependencia entre esta elaboración cognitiva y la
ción, dedicándose de ahí en adelante a escuchar a sus pacientes. De esta for- ,, adopción de comportamientos completamente concretos. Así, el status de
ma se pasó gran parte de su tiempo escuchando a sus pacientes hablar de sí los internos en el seno de la familia, lejos de estar dictado por consideracio-
mismos, de sus problemas y de su cuerpo. M. Jahoda (1977) considera que nes de economía doméstica, hacía de ellos extraños permanentes a fin de
el mayor logro de Freud fue su invención de un lenguaje psicológico sobre evitar el contagio: los internos comían· por separado, su ropa era lavada apar-
el cuerpo humano. De hecho, el psicoanálisis es, para esta autora, una repre- te; se alejaba de ellos a los niños pequeños y, si por ventura una chica del
sentación psicológica del cuerpo. Es posible relacionar esta caracterización pueblo establecía relación con alguno de ellos, ésta era inmediatamente desa-
del psicoanálisis hecha por Jahoda con el estudio realizado por Moscovici so- probada. De esta forma, la política aparentemente «ilustrada» de las autori-
bre su difusión en el seno de la cultura francesa: de la misma manera que dades sanitarias, dirigida hacia la reinserción, chocaba contra la aparición de
la representación que tiene el individuo de su propio cuerpo ejerce una in- un código de discriminación social que sin duda no habían previsto.
fluencia sobre sus síntomas clínicos, la ciencia elaborada por Freud para «in-
terpretar» estos síntomas, que en sí misma constituye una representación
psicológica del cuerpo, se convierte, una vez extendida dentro de una cultura, c. Representaciones sociales de la infancia
en la fuente de nuevas modificaciones en la representación social del cuerpo.
Así se desarrolla la dinámica de las representaciones sociales. P. Aries (1962) atrae ia atención sobre el hecho de que la categoría de
ll En su estudio de la representación social del cuerpo, D. Jodelet relaciona la «infancia» tan sólo se constituye como representación distinta en la so-
la evolución del pensamiento social con la evolución de la vivencia corporal ciedad adulta hasta fecha muy reciente, ya que hay que esperar al siglo XIX
del individuo. A las transformaciones en la sociedad, como la creciente difu- para observar sus primeras huellas. .
sión de los conocimientos biológicos, la ascensión del feminismo, la extensión La psicosocióloga M.-J. Chombart de Lauwe (1971) ·toma el concepto de
del interés por el equilibrio físico, el deporte y el regreso a la naturaleza, la infancia donde se detiene el historiador Aries. Explorando biografías, auto-
franqueza que tiende a dominar el discurso sobre la sexualidad, responden biografías, novelas y películas, así como la literatura infantil creada por
modificaciones a nivel de la representación y, a través de ésta, en la vivencia adultos, como los cómics, ella descubre que la infancia constituye «un mun-
y las prácticas corporales. Estos cambios, qesiguales entre hombres y muje- do diferente». Es un mundo distinto porque no se parece al mundo· de los
res, se desprenden del análisis detallado d~ los temas que abordan, con más adultos, al que a menudo se opone. Sin embargo, estos mundos imaginarios
11: en términos _de «fatiga» y de «tensión nerviosa». Actualmente, estos estados) ción de grupo, como que exige un procedimiento compeuuvo o cooperativo
intermedios entre la salud y la enfermedad son ampliamente reconocidos y\ (Codal, 1974). Actualmente disponemos de más de un centenar de tales ex-
quien los invoca puede beneficiarse de parte de la consideración y de la siJn. -~ periencias, que estudian cóino se representa el sujeto los diversos aspectos
patía que se deben por lo general a quienes se hallan enfermos. de la situación experimental, teniendo en cuenta las representaciones que
Moscovici ( 1983) comenta la tentativa de la Asociación Psiquiátrica de éste trae consigo al laboratorio. Tomadas colectivamente, estas representa-
los Estados Unidos, confrontada con un fenómeno similar, de proscribir el , ciones constituyen una amplia contribución a la ilustración de los procesos
empleo del término genérico «neurosis» para caracterizar a qué desorden J que articulan lo individual y lo colectivo, las acciones y las representaciones.
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nervioso se alude. En efecto, al haber adquirido un carácter familiar dentro ·i-
del discurso cotidiano, esta palabra ha adquirido una función social, indepen. :Oí
diente de su acepción médica, que conlleva una comprensión condescendiente ' D. Sentido común, explicaciones y representaciones
para aquel a quien es aplicada. Dicha categoría, ejemplo de la autonomía·
adquirida por las representaciones sociales una vez extendidas entre el públi- Durante el transcurso del siglo XIX apareció un interesante cambio en
co, no será eliminada de un día para el otro. «Que desaparezca la palabra las relaciones entre ciencia y sentido común: «Contrariamente a lo que se
"neurosis" y que entre en escena la palabra "desorden", este hecho tiene un· creía en el siglo pasado, lejos de ser el antídoto de las representad~ y las
alcance que va mucho más allá de su simple sentido en una frase o en psiquia- ideologías, la ciencia es, en realidad, su fuente» (Moscovici, 1983 ) ~ ~ -
tría. Son las relaciones y el pensamiento colectivo los que se ven afectados do de lo científico se e~c~~~!_ra_ t~n...a,l~l!qo__de lo cotidiano qut!_res_ult~ total-
y cambian» (Moscovici, 1983 ). . te extrano para el profano,._E,st~ último s6fo ·»Jicile.:iene.r..a.(ce.&.o..a..e.s.te .
Al igual que la representación de la enfermedad orienta la decisión de ~ e p t o s c 1 a v e s1.éxEresados en síII_lh,olos y ecuaciones matemá~
consultar a un médico, la representación del cuerpo determina la higiene cor-
poral y las reglas que se observan para mantenerse en buena forma física;
la representación social de la infancia de un urbanista influirá sus proyectos \
!~~~:-~~~!!~~~~~ 0
~:ª;J:~ftt:i:ff;;:~ª~~j~~ie::~ft~a;:J~ª§~~s-~t:
.. A1güños"cle~cubrimientos científicos pueden tener implicaciones tan po-
de terrenos de juego. · derosas para. la humanidad como la explosión de una bomba atómica en me-
Este estrecho lazo entre representaciones y acciones ha sido objeto de dio de un centro de población. Como señalaba Moscovici ( 1963 ), Hiroshima
numerosos estudios' de laboratorio. Mientras que los trabajos citados hasta y Nagasaki constituyeron un curso acelerado de física nuclear para la mayor(a
ahora han sido realizados sobre el terreno, en contextos sociales determina- de la humanidad. Para ella resultaba vital adquirir una representación del
dos, las experiencias que trataremos a continuación han sido llevadas a cabo mundo que integrara la fisión del átomo y el hongo atómico se ha conver-
en el laboratorio, sobre todo en Aix-en-Provence, por J.-C. Abric, J.-P. Co- tido en el icono por excelencia de la era nuclear.
dal, C. Flament y otros investigadores. Los sondeos no son un medio adecuado para evaluar el impacto de la
Estos estudios experimentales, al igual que todas las investigaciones sobre • ciencia sobre la opinión pública. «No ganamos gran cosa enterándonos de
las representaciones sociales, se apoyan sobre la realidad cultural compartida que en Minneapolis tan sólo el 12 % de las personas interrogadas relacio-
por los sujetos y el experimentador, cuya manifestaci<in más evidente reside naban la fuerza centrífuga con la fuerza de gravedad.!'Pa_ra comprender_ t:1._
en la lengua común. El interés particular de esta experimentación proviene e';' impacto de la difusión de los conocimientos científicos 'f"tecno!é>_gicq~,_y_Jo.s .
de la posibilidad de crear en el laboratorio situaciones más precisas: mejor \l trastornos .. que esto proéfüce a.riívefes "língüísticos, inteli:"éi:~aies' culturales y_
delimitadas o más intensas que en la realidad social y, por ende, de ilustrar ' ~imbólicos, se requieren .otros métodos que lo$ emp}eados normaliñeñie_y_otr?;
procesos específicos dentro de la dinámica de las representaciones. Al madi- ' enfoques teóricos» (Moscovici, 1963). Ese otro enfoque teórico es-efesi:í.1ctio
ficar. ciertos aspectos de la· situación experimental se pueden introducir cam- de las r~r(;sentacionés sociales. t . ' -· ,. --·- ---·--'·
bios en la representación que de ella se hace el sujeto. · ·· A II1enudo, la ciencia obtiene sus premisas del sentido común, al que
De esta forma se han podido descubrir importantes diferencias en el com- refina en su progresión. En psicología ése es el procedimiento adoptado por
portamiento, dependiendo de que el adversario en un juego experimental sea Heider ( 1958 ): su concepción de la «psicología ingenua» constituyó el punto
presentado como «una máquina» o bien como «un estudiante al igual que de partida para la elaboración de una psicología de las relaciones interper-
usted» (Abric, 1976) o que se juegue contra «el azar» o contra «la natura- sonales. El otro procedimiento para crear una nueva ciencia exige que se
leza» (Faucheux y Moscovici, 1968); o bien que la tarea experimental sea rompa claramente con las nociones y la «episte~-ogía» del sentido común,
descrita como «creativa» o «pragmática» (Abric, 1971 ), o, en una situa- como lo ha hecho, en psicología, el conductismo Ahora bien, se ha visto que
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508 1 Pensamiento y vida social 15. · Los estilos de comportamiento y su representación social 1 509
esta forma, el propio comportamiento constituye· el contenido de la comuni- de profundizar. Desde esta óptica, la repetición no es eficaz simplemente por-
cación. Así, en el marco del aprendizaje por imitación (véase Zajonc, 1967), que haya conllevado una imitación repetitiva y reforzada del comportamien-
es el propio comportamiento lo que constituye el indicio que guía al obser- to, ni únicamente porque haya permitido inferir una actitud (en efecto, una
vador en su comportamiento, al igual que una rata aprende a orientarse den- vez reconocida la actitud, ¿por qué ésta no sería rechazada en lugar de apro-
tro de un laberinto a través de la imitación repetitiva de otra rata. Si la re- bada?). La repetición es eficaz porque constituye un estilo de organización
petición proporciona la condición del aprendizaje tanto de la nueva respuesta de los comportamientos que modifica el significado de estos últimos. Mejor
como de su estabilización (así, el comportamiento puede ser autonomizado aún, la misma organización de los comportamientos crea nuevos significados
y presentado incluso fuera de la presencia del modelo), el refuerzo final (en- (se considerará que el actor está convencido y que la actitud defendida me-
contrar agua para la rata) por su parte proporciona la motivación para adoptar rece que se luche por ella ... ). También porta un mensaje sobre la relación
dicho comportamiento. Otro tanto sucede con el aprendizaje vicario, donde entre el actor y el observador. Así, la repetición de una misma respuesta
el observador no sólo aprende a imitar un comportamiento, sino también a hará que resulte evidente para el observador que el actor mantendrá intran-
reconocer los indicios de la situación que condicionan la respuesta del actor sigentemente sus posiciones, que no hará compromiso alguno y que conti-
(señales luminosas en el caso de la rata). En ambos casos, el comportamiento nuará el conflicto interpersonal. En pocas palabras, esta particular organiza-
en sí mismo es fuente de úna información directa y, más que una forma, es ción de un conjunto de comportamientos genera significados que trascienden
un contenido, informador por sí mismo. ampliamente el contenido que constituye o que transmite cada comporta-
Pero el comportamiento también constituye una forma que organiza con- miento considerado aisladamente.
tenidos. Así, otra razón del impacto que tiene la repetición de un mismo ¿Cómo se generan estos significados? He aquí cómo se abordará la cues-
comportamiento puede residir en su función instrumental. De esta forma, tión: primero, evidentemente, nos interesaremos por las diversas organiza-
la repetición puede explicitar una actitud específica del actor respecto a un ciones posibles de los comportamientos. Para ello estudiaremos diversos es-
objeto determinado. Desde esta perspectiva, el comportamiento no constituye tilos de comportamientos, diversas maneras de agenciar los comportamientos
el contenido propio de la información, sino que tiene por función expresar para que de ellos se desprenda un significado determinado. Volveremos a
en la comunicación un contenido subyacente. Tomemos el ejemplo de la ac- tomar en detalle el ejemplo de la repetición, que define la consistencia del
titud: ésta ha podido ser definida como una estructura cognitiva relativamen- comportamiento ya estudiada en los capítulos consagrados a la innovación
te estable en el individuo, como una orientación más o menos favorable res- y la conversión, primero porque constituye uh estilo particularmente eficaz y
pecto a un objeto social (la droga, el ejército, la sexualidad, etc.). En tanto segundo porque es sobre ella que se dispone de un mayor número de infor-
que tal, la actitud no puede ser observada ni percibida. De hecho organiza maciones por lo que se refiere a las representaciones que provoca y moviliza.
realidades psicológicas (opiniones, comportamientos, etc.) de otro orden, que Tras haber visto esta especie de gramática de los comportamientos y si-
no son sino sus consecuencias observables, tangibles, para el observador. La guiendo la secuencia causal, abordaremos la cuestión de la semántica. De he-
eficacia de la repetición de un mismo comportamiento reside, así pues, en su cho se trata de determinar cómo estas organizaciones de los comportamientos
capacidad de explicitar una actitud, siendo esta última la que constituye el son leídas, descifradas, interpretadas y, por consiguiente, representadas por
objeto de la comunicación mientras que el comportamiento . tan sólo consti- los observadores. Esta lectura da lugar a imágenes que se articulan en torno
tuye el vehículo, el canal de comunicación. a dos ejes principales. Primero, los estilos de comportamientos informan a
No cabe duda de que el comportamiento constituye en sí mismo un con- los sujetos sobre las características cognitivas de la fuente: así, la consisten-
tenido y un canal privilegiado ( tanto como el lenguaje) para expresar un cia les hace considerar que el actor está convencido, seguro de sus afirma-
contenido. Incluso podemos afirmar que estos aspectos funcionrues e instru- ciones y que es independiente en sus juicios. Son estas características las que
mentales de los comportamientos dentro de la comunicación han sido amplia- definen de hecho la relación entre actor y objeto, las que conceden (o oo)
mente privilegiados en los estudios de psicología social. La observación co- validez a los contenidos informativos (por ejemplo, las actitudes propuestas
mún, pero también los progresos recientes en diversos campos de la !?sicología ante la droga, el ejército y la sexualidad). Es la consistencia la que hace que
social, imponen otra manera de ver el comportamiento. De hecho,til,19.s_com- la fuente sea digna de fe, incluso creíble o competente, y la que hace que la
portamientos suscitan y moy_ilizan___n:,n.r_ei~!!_taciones sociales qu<;_Jtascienden. respuesta propuesta sea, de cierta maner'<l, objetiva y, por lo tanto, digna de
por miicho la información bruta obt~Qidl!._ 11 través de los comportamientos ser apropiada o, al menos, tomada en consideración. Por otra parte, los es-
'de un
actór: ~---------------- -·-···--·-- . - .. -· . ----...
tilos de comportamientos generan imágenes de la fuente respecto a sus inten-
Tomemos el ejemplo de la repetición, qlf más adelante tendremos ocasión ciones dentro de la relación interindividual. Sobre todo harán resaltar la in-
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510 1 Pensamiento y vida social 15. Los estilos de comportamiento y su representación social 1 511
tendón de la fuente de mostrarse o no sistemáticamente intransigente, su vo- verde: mi repetición demuestra mi autonomía de juicio, mi independencia
luntad de bloquear la relación y de prolongar o no el conflicto.· Pero más allá ante los juicios de los demás. También demuestra que estoy seguro de mis
de estos contenidos específicos se verá que es sobre todo la estructura de esta respuestas, que estoy convencido de que tengo razón, hasta el punto de de-
imagen, la manera cómo estos dos componentes (cognitivo e interpersonal) finirme competente para esta tarea (independientemente de la competencia
se yuxtaponen Q se mezclan, la que determinará el significado final que se que, por otra parte, se me quiera conceder). Si además demuestro 'que mi
desprenderá. visión es normal, respondiendo correctamente ante diapositivas de otros co-
Los estilos de comportamientos no sólo generan y provocan nuevas imá- lores, excluiré una atribución de mis comportamientos a un sesgo interno.
genes, sino que también movilizan de hecho representaciones sociales ya or- Gracias a la organización coherente y sistemática de mis comportamientos
ganizadas y convencionalizadas, que servirán de anclaje para elaborar los sig- obligo de cierta manera a mis interlocutores a que tomen en serio mi res-
nificados de los comportamientos de la fuente. Este excedente de signifiéado . puesta incorrecta, a que revisen los criterios de juicio que habían predomina-
1 do hasta ese momento e incluso, llegado el caso, logro convencer a los demás
que se desprende de un conjunto organizado de comportamientos da lugar,,
en realidad, a una especie de consenso: los sujetos disponen de las represen- de la pertinencia de mi respuesta. Sea como fuere, y como lo ha mostrado
taciones ya establecidas, de los diversos significados que dichos comporta- el capítulo sobre la conversión (cap. 4, vol. I), los demás no han permane-
mientos pueden tomar. De ·esta forma tenderán a interpretar una cierta rigidez cido indiferentes ante mis comportamientos y algo en ellos ha sido modifi-
en términos de características psicológicas, patológicas o a dar una lectura cado. Y la causa fundamental de este cambio es sin duda la imagen que he
diferente a los mismos comportamientos, dependiendo de que la lengua ele- dado de mí mismo; el contenido de mis proposiciones sólo habrá tenido im-
gida para la traducción sea (la norma de) la originalidad o de la objetividad. pacto a través de las representaciones sociales que habré movilizado. Habré
Pero vayamos por orden. · . trastornado un truismo mediante el estilo de comportamiento que habré im-
¡ primido a mis respuestas.
Para hacerlo también habré utilizado indicios de comportamientos que
B. Los estilos de comportámiento informan de mis intenciones, de mis estados internos y no solamente del con-
tenido de mi respuesta. Estos indicios son de diversa naturaleza: puedo dar
A semejanza de los sonidos de una lengua, los comportamientos uruca- · impresión de certeza empleando un tono firme y convencido, giros lingüís-
mente adquieren un sentido a través de su combinación. Aislado, un com-. ticos afirmativos, una intensidad particular al expresar mi afirmación ... Se-
portamiento carece de significado o bien tiene uno limitado, a menudo teñido, ñalemos de paso que la utilización de dichos indicios se encuentra amplia-
de ambigüedad. De este modo, decir una vez que considero verde el color de mente convencionalizada y que, por consiguiente, ya existe un contexto social
una diapositiva evidentemente azul no tiene un significado estable y cierto: para su interpretación, incluso antes de dicha interacción. Tomemos un ejem-
quienes me observan pueden deducir que me he equivocado, que observaba ' plo sencillo: si un griego desea mostrar su desacuerdo, puede hacerlo mo-
distraídamente, que tal vez tengo una visión deficiente e incluso que soy un viendo la cabeza hacia arriba. Este gesto carecerá de sentido para un francés
provocador. que no conozca esta costumbre. De hecho, para este último, el desacuerdo
Así pues, los comportamientos toman su significado de su disposición se expresa sacudiendo la cabeza. Para dar una información que pueda ser
interna, de su organización dentro del espacio .Y del tiempo. La reciente no- interpretada de forma adecuada, un actor deberá utilizar comportamientos
ción de estilos de comportamiento remite precisamente a esta organización, sistemáticos ya convencionalizados.
portadora de significados que le son propios. Volvamos al ejemplo anterior:., Veamos algunos ejemplos e:¡ctraídos de los estudios sobre los procesos de
supongamos que repito mi juicio erróneo del color azul de una misma dia- innovación y, más precisamente, de la difusión minoritaria de una innovación.
positiva, repitiendo sistemáticamente la misma respuesta «verde» durante va- ¿Por qué encontramos en ellos un terreno privilegiado para el estudio de
rios ensayos. Entonces cambia el sentido de mis respuestas. El conjunto de los estilos de comportamientos? Esencialmente porque la influencia de las
mis comportamientos no se reduce a su simple suma, sino que introduce minorías se ejerce, ya hemos visto cómo en otros capítulos (vol. I), por ra-
nuevas informaciones. Así, a tr~vés de la repetición excluyo ciertas explica- zones que no se reducen a priori a simples características de la fuente, como
ciones: mis observadores o mis compañeros en la intet-acción ya no pueden pueden ser la competencia reconocida, la autoridad o el prestigio, cualidades
suponer que estoy distraído; la distracción no puede repetirse indefinidamen- sociales de las que, de hecho, están desprovistas las minorías. Ya que su in-
te. Supongamos además que yo he mantenido mi respuesta incluso tras de fluencia no depende de los contenidos propuestos, pues éstos son impopula-
que mis compañeros intentaran convencer¡ie de que el juicio correcto era el res de entrada, ni de características de la fuente que son valorizadas social-
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estricta del campo cognitivo. De esta forma podían observarse cuatro tipos nas. Tomemos un ejemplo que nos alejará de los senderos abiertos por la
de argumentos en los textos: éstos hablaban de la inserción jurídica de los experimentación y utilicemos una ilustración histórica de un estilo flexible
jóvenes, del funcionamiento democrático de la sociedad, de la definición de comportamiento. Así, a principios de siglo, Lenin lanzó la consigna de
apoyo y unión de la clase obrera en la lucha contra el zarismo y luego la
r progresista manifestada por la juventud griega o de la madurez psicológica e
consigna de distribuir la tierra a los campesinos, lo que iba en contra de las
;:_ intelectual de los jóvenes. Ahora bien, independientemente del número total
de argumentos, el número de dimensiones al que se había recurrido en los concepciones ortodoxas o dogmáticas que exigían la colectivización inmedia-
textos de esta condición era significativamente menor que el de las otras ta. ¿No estaba la propiedad privada en flagrante contradicción con los inte-
condiciones. El texto de estos sujetos, que habían adoptado posiciones más reses a largo plazo de la clase obrera? Es posible, pero Lenin era un estra-
extremas, se organizaba en torno a un menor número de dimensiones, sin tega, un especialista de la estrategia revolucionaria... ¡un especialista de los
1 duda menos numerosas, pero mejor fundadas y, en cierta manera, explotadas estilos de comportamiento! No escribía Lenin (1971): «Con la burguesía
campesina hacia la democracia, con el proletariado urbano hacia el socialismo,
de forma más sistemática.
En resumen, la rigidez se basa en una organización fuertemente jerarqui- esta consigna será mejor comprendida por los pobres del campo que las
zada de los criterios de juicio, siendo este último afirmativo, repetitivo, uni- frases brillantes pero carentes de sentido de los socialistas revolucionarios
lateral y más unidimensional. De cierto modo, la rigidez planifica una cierta de tendencia populista». Actualmente sabemos hasta qué punto cambiaron
forma de extremismo, aumenta la presión social que ejercen los comporta- las consignas. ¿Mas no es el mismo principio el que rige la noción de los
mientos y acentúa el conflicto social. Así, la rigidez contrasta con un estilo estilos de comportamiento; no son éstos estrategias, planificaciones de ac-
de explicación que presenta una mayor flexibilidad, que denota cierta volun- ciones, de comportamientos y de discursos, constantemente adaptadas a las
tad de atenuar la presión y de evitar un bloqueo demasiado marcado de las coyunturas históricas y a los objetivos, cualquiera que sea su plazo, de un
individuo o un grupo?
negociaciones.
Hasta aquí hemos visto estilos de comportamiento que se organizan alre- I'
Tomemos el ejemplo de una de nuestras experiencias (Mugny et al., 1972- dedor de lo que llamaremos comportamientos-indicios que, sin presentar una lt
1973). Durante varias discusiones sobre el ejército nacional, un cómplice,
defendía una posición militarista a ultranza, opuesta a la de los sujetos, quie-
relaéión directa con el contenido subyacente a los otros comportamientos, Í:
servían esencialmente como indicadores para orientar el significado de éstos ¡:
nes se manifestaban más bien en contra de ésta. Durante seis discusiones, el
cómplice defendió invariablemente la misma posición, avanzando una serie (la elección que expresa la autonomía, el gesto que anuncia la flexibilidad, et- !
de argumentos programados de antemano. La única diferencia entre las dos cétera). De ahora en adelante nos interesaremos por la consistencia, que pre- 1
1;
condiciones experimentales era su grado de extremismo en el momento en senta la ventaja de definirse, por lo esencial, a través de cierta forma de re- 1
que los grupos de tres personas debían efectuar una elección sobre una es- petición sistemática de un mismo comportamiento o de comportamientos '1
cala de ocho puntos. En la condición que representaba la rigidez, el cómplice similares en su contenido. Si debido a ello su operacionalización resultará 1
elegía invariablemente la casilla del militarismo extremo. En la otra condi- más límpida, otro tanto sucederá con los significados que adopte. 1
ción, más flexible, el cómplice hacía lo mismo, pero únicamente dutante las La idea inicial es muy sencilla, a pesar de que ha sido ignorada durante 1
tres primeras discusiones. Durante las tres últimas, aun manteniéndose en largo tiempo, puesto que los investigadores se habían dedicado a situar la
f,
1,
sus posiciones por lo que respecta al contenido, elegía una respuesta me- eficacia de un discurso o de un comportamiento en las características de 11
nos extrema de la escala (6 en lugar de 8, 3 en lugar de 1) a fin de inten- la fuente, como pueden ser su competencia o su autoridad (véase a este res- 11
tar, decía, llegar al consenso que exigía el experimentador. En una ¡1ala-
bra, negociaba de manera puramente formal, ya que, por lo demás, se pecto la crítica de Moscovici, 1979). Para que un contenido sea tomado en
ll' mantenía de forma explícita en sus posiciones. Así, el cómplice modulaba sus consideración, para que incluso sea aceptado, en fin, para que sea convin-
¡1
comportamientos, oponiendo a su extremismo inicial una retirada formal que cente, es necesario que la fuente organice sus argumentos de tal manera que
pretendía demostrar su flexibilidad, su intención de evitar un bloqueo de la ! ella misma parezca convencida, segura de sus afirmaciones, y que demuestre
negociación. Por otra parte, su eficacia fue mayor que en la condición· de ri- que no transigirá respecto a ellas.
gidez. Aunque esto importa poco, ya que lo esencial es que el conjunto de' ¿Cómo operacionalizar esta idea? En toda una serie de experiencias (Mos-
su discurso tuviese un impacto diferente, a pesar de ser idéntico en su con- covici, 1979) se utiliza un mismo paradigma (Moscovici et a/,., 1969): varios
tenido en ambas condiciones. - sujetos, repartidos en grupos de seis personas, deben expresar oralmente el
Pero una flexibilidad también puede tener un carácter relativo al propio nombre de un color simple ante toda una serie de diapositivas de color azul.
contenido, situación que sin duda está ,más cerca de las realidades cotidia- Dos sujetos son en realidad cómplices que responden, ya sea a todos los
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ítems o bien a dos tercios de los ítems, diciendo que el color de las diapo.. tadas en un estilo discursivo afirmativo, firme y seguro. La inconsistencia
\ sitivas es verde, respuesta evidentemente incorrecta. En este caso poco itn- se definía reemplazando las frases finales de los diversos párrnfos (es decir,
i
porta la tasa de influencia obtenida, lo importante es la diferencia que se ¡el resto del texto era el mismo! l, cuyo estilo era dubitativo y la fuente
1 observa en función del carácter sistemático de la repetición del error. En declaraba finalmente que no podía decidirse, en flagrante contradicción con
!1 efecto, cuando los cómplices se equivocan en dos terceras partes de las res- el inicio de los párrafos, siempre claro y afirmativo. Los efectos se resumen
puestas, su influencia es casi nula. Su impacto tan sólo resulta significativo así: mientras que el propio contenido de las posiciones era claramente favo-
1 cuando repiten siempre la misma respuesta incorrecta: la repetición de un rable o desfavorable a los extranjeros, los cambios de opinión solamente se
¡1 mismo comportamiento es garantía de consistencia, es la demostración de la manifestaban cuando la fuente era consistente, coherente y no contradictoria,
~
1
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seguridad y de la convicción de que hacen alarde los cómplices. firme y segura. Esto también es válido tanto para el texto favorable como
1 Por otra parte, señalemos que la repetición no implica forzosamente una para el texto desfavorable.
'
1 cierta forma de rigidez. Una repetición muy acentuada también puede hacer Aquí se halla la conclusión: en este experimento como en los restantes,
que se perciba a la fuente como obstinada y de espíritu cerrado, es decir no es el contenido lo esencial. Lo que determina el impacto social de una
como indigna de ser tomada en consideración. Por consiguiente, la repetició~ fuente es su estilo, el agenciamiento de sus comportamientos: convencida
puede ser matizada, a coadición de que los matices sean legitimados por va- también es convincente.
riaciones efectivas de los estímulos (Nemeth et al., 197 4 ). De este modo y
continuando en el mismo paradigma, ciertos estímulos resultaban más brillan-
tes y otros más apagados. En tres condiciones, los cómplices respondían ver- C. La representación de la fuente
de a los primeros y verdiazul a los segundos. Así, continuaban en flagrante
contradicción con la percepción espontánea de los sujetos experimentales, Si un estilo de comportamiento tiene cierto impacto, éste no puede de- .
pero dentro de su consistencia daban muestras de matización y diferenciación. berse a las características propias del contenido de las proposiciones de la
Dependiendo de la condición, las respuestas verdiazules eran dad11s ya sea ante , ":· fuente, ya que dicho contenido, en las experiencias que acabamos de ver, era 'I
,1
los ítems apagados, ante los ítems brillantes (es decir, de manera sistemática -~ impopular de entrada y no presentaba atracción alguna en sí mismo. Ade-
r
JI
¡¡
en ambos casos) o bien al azar, sin basarse en este criterio de brillo. Tan más, este contenido era destacado, evidente y, por consiguiente, podía ser
sólo en las dos primeras condiciones apareció una influencia efectiva, condi- f percibido correctamente en todas las condiciones. Si un estilo es eficaz, lo
ciones en las que los matices coincidían con diferencias perceptivas en los { es en la misma medida en que la fuente logra imponer una imagen de sí
estímulos. Poco importaba, además, que las respuestas matizadas verdiazules ,Í' misma que dé validez, de una manera u otra, a los contenidos de sus propo- ,¡
fueran expresadas ante estímulos apagados o brillantes, ya que no es un f siciones, a través de la orquestación de sus comportamientos y de la añadí- 't
1,
contenido lo que define a la consistencia, sino el carácter sistemático de la '! dura calculada de comportamientos que indiquen sus intenciones. :¡,,
organización de las respuestas. ¿Cuáles son estas imágenes de la fuente? La mayoría de las experiencias 1
1
De hecho es la repetición, sea cual sea su forma, la que es eficaz en la · discutidas presentan una evaluación de la imagen de la fuente, conseguida ,1
medida en que indica la coherencia del sistema· de respuestas. Por lo tanto, ~ durante una entrevista postexperimental. Generalmente, los sujetos deben 1,
1,
la repetición también puede expresarse a propósito de juicios sociales, don- juzgar mediante escalas (de 7 puntos, por ejemplo) si la fuente es consis- 1,
de la simple repetición de uno o varios argumentos puede operacionalizar tente, admirada, etc. A menudo, estas experiencias son fragmentarias y se
igualmente la consistencia (Paicheler, 1976; Wolf, 1979). Pero también pue- limitan a hipótesis específicas puestas a prueba en la experiencia considerada; '!
de caracterizar la coherencia entre respuestas similares, pero referentes a as- por consiguiente utilizaremos la experiencia de Nemeth y W achtler ( 197 4 ),
pectos ligeramente diferentes de un mismo objeto. Tomemos un ejemplo rela- donde esta evaluación es extensiva y resume, de alguna manera, todas las
cionado con los trabajadores extranjeros (Mugny, 1975a). Los sujetos debían demás. Recordaremos que en dicha experiencia, un cómplice defendía una
leer un texto que o bien defendía diversos derechos de los trabajadores ex- posición sumamente impopular y que elegía (o no) el asiento de la c11becera
tranjeros o bien los atacaba. Cada uno de los textos (xenófilo o xenófobo) de la mesa, en signo de autonomía.
estaba redactado de manera consistente o inconsistente. La consistencia es- En el conjunto de las condiciones, el cómplice era descrito por estos ju-
taba definida por el mantenimiento de una misma po~ición favorable o des- rados de una forma muy diferente a la de los otros participantes, en varias
favorable a estos diversos derechos: derechos políticos y sindicales, y dere- características. De este modo se considera que el cómplice es más consis-
chos a la igualdad económica. Además, las tomas de posición estaban redac- tente, más independiente, más activo, más central dentro del grupo, más
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jf, voluntarioso y más seguro de sí mismo. También hace pensar más que los
1
1
sados en la desviación (véase el capítulo sobre la desviación, cap. 1, vol. I)?
1 demás y hace que los sujetos vuelvan a evaluar sus posiciones en mayor Si estos investigadores han considerado sobre todo el rechazo de los desviados,
i medida que los otros. Por otra parte, se considera que el cómplice es menos ¿no es precisamente porque sólo han visto (en tanto que observadores pre-
i
razonable, menos equitativo, menos sensible, menos cordial y menos coope- tendidamente sofisticados) esta dimensión? En efecto, ¿se puede imaginar
i
.1
rativo. Asimismo, el cómplice es el miembro del grupo que es menos queri- realmente que una fuente pueda obtener alguna influencia considerando úni-
! do, menos admirado y menos solicitado o deseable. camente esta dimensión relacional?
Esta lista, a pesar de no ser forzosamente exhaustiva, pone de relieve la Lo que asegura un impacto por parte de los estilos de comportamiento
trama sobre la que se tejerá, a final de cuentas, el significado de los compor. es, de hecho, otra dimensión relacionada con características de comportamien-
tamientos. A primera vista, este significado está marcado por una profunda tos de orden más cognitivo. Lo que se define en esta dimensión es, de cierta
ambivalencia: a la fuente se atribuyen, con mayor intensidad que a los otros manera, la relación entre la fuente y el objeto. Por ejemplo, si esta relación
participantes, tanto características negatiyas como positivas. Sin embargo, su- es guiada por un interés personal que tergiverse sus respuestas, la fuente no
pongamos que se explica a algunas personas el principio de estas experiencias, podrá ser verdaderamente sincera y lo que diga no tendrá valor alguno (Maass
1: en las que el cómplice se equivoca al 100 % : ¿ qué imagen pensarían estas et al., 1982). Así pues, lo que un estilo como la consistencia procura a la
'· personas que darían los sujetos sometidos a estas experiencias? ¿No se verían fuente es el reconocimiento de su independencia de juicio (¿no resiste la
•¡: tentadas a decir que los sujetos deberían pensar que el cómplice era sobre
!j fuente ante las presiones hacia la uniformidad?), su voluntad firme y activa,
todo inexacto, incorrecto, absurdo, provocador y, por tanto, rechazado? En su convicción en sus respuestas, su absoluta seguridad en su exactitud, que
efecto, resulta sorprendente que esta imagen no sea únicamente negativa. constituyen otras tantas características cognitivas que otorgan validez de he-
Pero en realidad, los estilos de comportamiento son interpretados no de ma- cho a su respuesta. Debido a que es independiente y está convencida, sus
(!! nera 'unidimensional, en simples términos de valor, de «más» o de «menos», respuestas adquieren, de cierta manera, un status de objetividad y constitu-
,¡
sino que son interpretados al menos según dos dimensiones distintas: una . yen informaciones válidas que, entonces, hay que tener en cuenta. Es esta
I¡~ a la que calificaremos de cognitiva y otra a la que denominaremos relacional. , } especie de vínculo privilegiado lo que une a la fuente con el objeto que obje-
i,,
lj¡t
Dependiendo de los estilos (y los contextos sociales, como veremos más
adelante), aparecerán valorizaciones diferentes para cada una de estas dimen-
t
g-,
tiviza sus respuestas, pues éstas ya no resultan de un sesgo personal de la
fuente, sino que adquieren un carácter de necesidad, de verdad.
':¡1':,'
,i siones y, mejor aún, podrán manifestarse deslizamientos de una a otra. f En este punto supondremos que ya se ha demostrado que los comporta-
1t
'¡
Pero procedamos por orden. Primero, los estilos de comportamiento tie-
nen una incidencia directa sobre la percepción de las relaciones interperso-
;l ~ient~s proporcionan exc~~entes de informa~ión que trasci:nden los conte-
¡j '¡ nidos inherentes o transmitidos por los propios comportamientos. Estos ex-
lí nales. ¿No implican de hecho una conflictivización de las relaciones entre 1, ceden tes se organizan al menos en torno a dos dimensiones esenciales: una
ji
¡, los interlocutores, no constituyen otras tantas tensiones que administran, man- 1' cognitiva y la otra relacional. La primera valida o no la información bruta
,¡jj teniéndolas (como la consistencia), atenuándolas (como la flexibilidad) o exa- t expresada por los comportamientos, mientras que la segunda destaca o no
cerbándolas (como la rigidez)? Tomemos el caso de la consistencia:· la repe- }. la intransigencia de la fuente en la interacción. Hasta aquí hemos visto los
i. tición, cualquiera que sea su forma, explicita la independencia social de la · contenidos de cada una de estas dimensiones tomados por separado. Hemos
j¡ fuente, hace resaltar su inquebrantable intención de no ceder a las presiones visto que a pesar de no ser apreciada, por constituir una fuente de tensiones
hacia la uniformidad que no dejan de ser ejercidas sobre ella. Mantiene un i_. sociales, podía percibirse a la fuente, no obstante, como consistente. En la
fuerte conflicto y una tensión psicológica constante dentro del grupo. Por ,, experiencia que ha servido de ilustración, estos dos ejes parecían estar cla-
ello se percibe a la fuente como menos equitativa, menos cordial y más in- ramente disociados, ortogonales uno respecto al otro. Pero no siempre es así.
sensible. Siendo menos cooperativa, será rechazada, de cierta manera, como De hecho, el significado que tomará a fin de cuentas un estilo de compor-
mal querida, como indeseable. tamiento dependerá esencialmente de la propia estructura de la imagen, de
Permitámonos hacer aquí un paréntesis para recordar que las fuentes la organización de estas dos dimensiones. Si éstas son independientes, la con-
consistentes que hemos estudiado en este capítulo representan en realidad sistencia percibida será máxima. Sin embargo, estas dos dimensiones pueden
posiciones socialmente minoritarias. Ahora bien, ¿no recuerda esta imagen entrar en conflicto e incluso excluirse mutuamente. ¿De qué depende la na-
negativa que se desprende de esta dimensión relacional el estereotipo habitual turaleza del vínculo que se establecerá entre ellas? Varias experiencias (Mug-
de las minorías? ¿No ha sido esta desvalorización de los minoritarios la que ny, 1982; Papastamou, 1983) han mostrado que se debe tomar en conside-
más ha llamado la atención, sobre todo la de los psicólogos sociales intere- ración la intensidad del conflicto. Sin entrar en detalles podemos afirmar
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:· 520 ¡ Pensamiento y vida social 15. Los estilos de comportamiento y su representación social 1 521
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,,! irado, cambiante, superficial...), 10 flexibilidad (cooperativo, abierto, compren-
que cuanto mayor sea la intensidad con que se experimente el conflicto social
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,'i "7' sivo ... ) y, por último, 10 reflejaban rigidez (autoritario, hostil, intolerante ... l.
más firmemente se establecerá el vínculo psicológico que formulan los suje~
! I f De esta forma puede obtenerse un resultado para cada una de las dos
tos entre las dos dimensiones cognitiva y relacional. Hablando con mayor pre-
fi1
{¡ cisión, cuanto mayor sea la percepción de la intransigencia de la fuente, me- .,·.'·. dimensio~es_: un _result~do de consi~tencia/. inc~nsistencia su_st~ayendo e~ núme-
i1¡1¡h nor será la percepción de la consistencia. Y puesto que la consistencia perci- '., ro de ad1et1vos mconsistentes elegidos del numero de ad1et1vos consistentes
. . elegidos, y un índice de flexibilidad/rigidez sustrayendo el número de adje-
11•:,
;¡, bida constituye la fuente de su eficacia, resulta evidente que la fuente deberá
entonces dosificar sabiamente el conflicto que ella misma provocará a través ·•• tivos rígidos del número de adjetivos flexibles. La tabla I indica los resul-
:u !i tados medios para estas dos dimensiones en ambas condiciones.
!·¡;: de su estilo de comportamiento. Consistente pero flexible, la fuente será juz-
i;,i
gada sobre las dos dimensiones de forma independiente; consistente pero rí-
:;¡¡
gida, destacará su intransigencia, de forma que su consistencia tomará otro
¡:.! significado: será vista como obstinada, dogmática. Entonces, su relación TABLA !.-Imagen de la fuente
,¡
,,. --casi psicológica, como se verá más adelante- con el objeto invalidará su
Dimensión Dimensión
¡:¡ modelo y su impacto social se verá disminuido en la misma proporción. flexibilidad/ rigidez
consistencia/ inconsistencia
:: Tomemos un ejemplo º(Mugny, 1975b) que ilustra muy bien cómo esta
'¡¡
:i\¡
:1
dinámica de la percepción de los estilos engendra significados divergentes. Fuente flexible + 3,90 + 3,20
f¡I La experiencia era referente al ejército nacional, con sujetos que se oponían Fuente rígida + 2,15 + 1,35
k un poco a él, siendo favorables incluso a la objeción de conciencia. En dos
:1
lf! condiciones experimentales, un cómplice proponía un discurso oral que tenía
!~¡ Hay que destacar varios efectos. Primero, se ve que la imagen es más
,il' por finalidad presentar la· posición radicalmente antimilitarista de su grupo
de extrema izquierda. Como es habitual, este discurso era idéntico en ambas positiva en lo que se refiere a la consistencia que a la flexibilidad. Esto indica
¡ condiciones. Lo que cambiaba era el estilo de negociación: la rigidez definida que si bien los comportamientos de la fuente dan fe, a los ojos de los suje-
1
por el mantenimiento y la acentuación del conflicto, opuesta a la flexibilidad, ': tos, de su seguridad y su coherencia, también son fuente de una tensión so-
¡,.
~ i definida _por el relajamiento de dicho conflicto. En las dos condiciones, tras icial que mantiene su intransigencia. De manera general también destaca una
algunos minutos el cómplice terminaba la primera parte de su discurso afir- (.diferencia entre la fuente cuyo estilo es flexible y la fuente de estilo rígido.
mando que, para él, la objeción de conciencia no constituía un medio adecua- [' Primero, la fuente rígida tiende a ser percibida como menos consistente, aun-
li do para luchar contra el ejército, por ser demasiado individual. Al decir esto ,, que la diferencia sea poco considerable. En cambio, en la dimensión relacio-
ilí
!, creaba evidentemente un conflicto ante sujetos favorables a la objeción de. , nal aparece una diferencia significativa: la intransigencia de la fuente es más
conciencia. Antes de abordar la tercera y última parte de su discurso, el cóm- ,. marcada cuando es rígida. Así, vemos una especie de movimiento inverso en-
:¡¡ plice volvía a la carga, ya fuera de manera rígida o bien de manera flexible. tre ambas dimensiones: cuando es mayor la percepción de la flexibilidad, su-
·¡,
' En la condición de rigidez echaba leña al fuego, llegando a tachar la obje- cede otro tanto con la consistencia. Por el contrario, cuando se nota más la
ij' ción de conciencia de pequeño-burguesa y casi reaccionaria, Era demasiado intransigencia, se nota menos la consistencia.
para los sujetos, quienes incluso se distanciaron algo de su posición inicial.
Por el contrario, en la condición de flexibilidad, el cómplice limaba aspe- Prueba de ello es un efecto suplementario. En efecto, se ha calculado una
rezas. Para ello afirmaba que deseaba precisar su posición, explicitando esta correlación para ambas condiciones entre los índices relativos a las dos di-
mensiones. Ahora bien, esta correlación varía en función del estilo de com-
vez con claridad que la objeción de conciencia también podía constituir un
portamiento de la fuente. Cuando la fuente se muestra flexible, esta correla-
medio eficaz de lucha, a condición de que estuviera organizada y fuese co- ción es próxima a cero. Por el contrario, cuando es rígida, se aprecia una fuer-
lectiva. Aunque su discurso era rigurosamente idéntico al del cómplice rígi- te correlación: cuanto más se nota la rigidez, menos se nota la consistencia.
do, esta negociación que atenuaba su intransigencia inicial le valió una in- Estos últimos resultados confirman que, más allá de los contenidos mismos
. fluencia positiva en promedio. ¿Por qué? ¿Qué sucedió a nivel de la repre- de la imagen, lo que importa es la organización de las dimensiones en las
sentación para que los sujetos aceptaran la posición del -cómplice? que se apoya dicha imagen. Si la fuente es flexible, las dos dimensiones son
Para saberlo, los sujetos debían indicar, al final de la experiencia, entre independientes: al no notarse con demasiada dureza la intransigencia, ésta
i 40 adjetivos los que mejor describían al cómplice. Entre dichos adjetivos, 10 no implica nada respecto a la consistencia percibidá. Por el contrario, cuan-
j:: do se nota fuertemente la rigidez, estas dos dimensiones se solidarizan. Y es
reflejaban consistencia (seguro, riguroso, serio.,.), 10 inconsistencia (apresu-
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,¡ entonces que cambia el significado. Lo que ante una fuente flexible era con.'>: tamiento es el mismo en las tres condiciones, que difieren respecto al modo
'I sistencia, toma otro sentido: la consistencia obtiene su sentido de la intran.. i¡ de representación inducido, pudiendo ser monolítico o unidimensional, o plu-
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sigencia relacional, que arroja sobre ella otra luz. La ,consistencia se con. ¡ ' ridimensional:
vierte en signo de estrechez de espíritu, el acto de una fuente obstinada. }
:;I La seguridad se convierte en obstinación. Y puesto que el significado del !
- en la condición 1 (representación monolítica), los sujetos deben des-
'11ii
estilo de comportamiento se organiza alrededor de esta intransigencia per-
1:1 cibida con demasiada fuerza, el discurso de la fuente pierde su legitimidad cribir en varias ocasiones a lo largo de la discusión a los otros participantes
,il la rigidez invalida la consistencia. ' (incluyendo a los cómplices) por medio de sólo dos escalas, lo cual debería
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:,,¡ forzarlos a tomar en consideración únicamente los elementos de información
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,,¡ más relevantes;
1 ¿A qué se debe esta nueva estructuración cognitiva que hace que la' in- ,,,¡.
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transigencia se deslice hacia una impresión de lo que aparece como una es- \ - en la condición 3 (representación pluridimensional), por el contra-
:¡(¡ rio, los sujetos efectúan estas descripciones por medio de ocho escalas en
pecie de rigidez mental, psicológica, de la fuente y que invalida el contenido
\·: cada ocasión; por consiguiente, se verán obligados a utilizar un número mu-
que transmite? Lo que sucede es que el estilo rígido, al reforzar el conflicto
hace destacar la dimensión de bloqueo, haciendo que los sujetos reduzcan s~ cho mayor de elementos de información relativos a los comportamientos de
campo cognitivo, de man~ra que sólo vean un lado de las cosas. Si esto es así los demás;
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bastaría con limitar el campo cognitivo del sujeto mediante un procedimien'. - en la condición 2, que es intermedia, se emplean cinco escalas.
fl to adecuado para que un mismo estilo consistente sufra un deslizamiento
lji¡ Aquí mencionaremos los efectos de influencia tan sólo para indicar que,
semántico similar al que provoca un estilo rígido. Al hacerlo, como en la
)\ experiencia de Ricateau (1970-1971), se acotará con mayor precisión el fun- Í como se preveía, la influencia depende del modo de representación induci-
¡¡;¡ cionamiento cognitivo responsable de estos efectos. La idea en sí es muy '.( do; para resumirlos, diremos que los sujetos de la condición 1, quienes tan
.,j, simple: si se hace que un individuo se represente una situación social de ,J sólo emplean pocas dimensiones de juicio, dan muestras en general de un re-
,l! manera unidimensional, considerando tan sólo una parte limitada de las infoi- ,: chazo de las posiciones de la fuente. Esta última tan sólo es influyente en las
1 maciones que se pueden desprender de dicha situación, este sujeto tendrá qué , dos otras condiciones, en las que los sujetos consideran informaciones más
t seleccionar entre estas informaciones únicamente los elementos psicológica~
mente más relevantes, los más inmediatamente evidentes. El significado que' {
dé a la situación dependerá únicamente de estos elementos; o bien no tO: ; TABLA II. -Imagen de la fuente (según Ricateau, 1970-1971)
mará en cuenta los demás, o bien los interpretará a la luz de lo que le haya
impresionado. En este caso, lo que destacaría de la consistencia, como Yll, , Dimensi6n Dimensi6n
hemos visto, sería de hecho la intransigencia de la fuente dentro de la rela~ :,1,, consistencia/ flexibilidad/ Otras
1 1 Modo de percepci6n inconsistencia rigidez dimensiones
,,1 ción. No se notaría su consistencia o bien ésta sería interpretada desde un11 •'
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óptica de intransigencia: como ya se ha visto, la fuente ya no sería consistente, Monolítico (condición 1) 3,25 4,69 2,86
111 sino obstinada, limitada de cierta manera en su enfoque de la realidad.
!I• Intermedio (condición 2) 5,07 4,21 1,88
li1
En cambio, si hacemos que un individuo dé muestras de un enfoque plu- Pluridimensional (condición 3) 6,62 4,08 3;02
ridimensional y capte desde todos los ángulos el excedente de información
que proporciona el estilo de comportamiento acerca de la fuente, utilizaría
efectivamente este excedente y ponderaría las diversas dimensiones. Así, la variadas. ¿ Y qué pasa con la organización de la imagen? Al final de la interac-
consistencia es percibida por sí misma y la intransigencia pierde parte de su
ción, los sujetos debían describir al cómplice, eligiendo entre un centenar de
importancia en cuanto a asignar un significado a los comportamientos de la ,
adjetivos aquellos que, en su opinión, lo caracterizaban mejor. Estos rasgos
fuente. se referían a diferentes dimensiones de un individuo: sus características físi-
Veamos cómo ha ilustrado Ricateau estas cuantas ideas. En su experien- cas, su actitud emocional, sus rasgos de personalidad y, sobre todo, sus ca-
cia, los sujetos deben discutir con un cómplice acerca de un caso de delin- racterísticas cognitivas y su actitud ante el bloqueo de la interacción. Natu-
cuencia juvenil. Durante dicha discusión, un cómplice defiende con consis- ralmente son las dos últimas categorías las que nos interesan aquí, ya que
tencia la posición extrema más impopular y se niega a transigir. Su compor- coinciden con las dos dimensiones que hemos empleado para nuestros propó-
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524 1 Pensamiento y vida social 15. Los estilos de comportamiento y su representación social 1 525
tura de los comportamientos. De este modo, los significados que se despren- · En otras condiciones, los sujetos simplemente debían analizar, a partir de su
den de un estilo de comportamiento determinado no dependen únicamente lectura, las características del contenido del texto. Por otra parte, hay que
del mecanismo cognitivo que interviene, sino de reglas de lectura (más ade~ subrayar que el texto era similar para todos los sujetos y que únicamente
lante se verá cómo la psicologización regula la lectura de los comportamien- difería en lo que respecta a la orientación del acto perceptivo, favoreciendo
tos de un desviado), pero también de los contextos sociales que proponen \\ la búsqueda de indicios situados ya sea a nivel del contenido del mensaje o
un determinado criterio de lectura (más adelante se verá cómo se leen de ' bien a nivel de las características de personalidad de los autores. Como se
forma diferente los comportamientos, dependiendo de que se aplique un preveía, la influencia fue más importante cuando los sujetos no estaban cen-
critedo de objetividad o bien uno de originalidad). Veamos ahora cómo estos trados sobre los rasgos de personalidad de los autores. Sin embargo, con-
mecanismos de la percepción de una fuente varían y se .combinan en diversas centraremos una vez más nuestra atención en la imagen de la fuente, captada
situaciones.
l. También puede estar institucionalizada, como lo demuestra la psiquiatrización de la
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disidencia bajo ciertos regímenes.
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a través de un cuestionario en el que los sujetos debían juzgar a la fuen~; palabra, mediante sesgos anormales (y no obstante, ¿por qué la psicología
mediante un conjunto de 35 calificativos (dándose éstos en escalas bipolares ;e habría de ser la ciencia de la anormalidad y no de lo normal?). Centrar sobre
de 7 puntos). · el contenido permite, por el contrario, que la consistencia opere por sí mis-
De un análisis factorial de los datos relativos a la imagen de la fuente se· lllª· En tanto que estilo de comportamiento reconocido e identificado, la
desprenden, antes que nada, dos factores que recuperan las dimensiones cog~'': consistencia da validez a una visión particular, la objetiviza, ya que existe
nitivas y relacionales con las que nos hemos familiarizado. Al considerar la! un consenso según el cual quien detenta la verdad sólo puede ser consis-
posición de las dos condiciones experimentales respecto a estos factores se t tente.
observan dos hechos de relieve. Primero, al considerar la dimensión rel;cio- :1;,, Sin embargo, no se trata de ser mecanicista: las mismas convenciones
na! se nota que la inducción de una psicologización hace que· los sujetos re- ! sociales no son movilizadas en toda condición, independientemente de los
sientan fuertemente el bloqueo de la negociación. Sobre todo, los sujetos 1! contextos, para oponerse a toda novedad y paralizar la acción de los estilos
consideran que la fuente es más extrema, más rígida, más descontenta y tnás t de comportamiento. Además, la presente experiencia lo demuestra, ya que
combativa. Pero este bloqueo y esta intransigencia en realidad son imputados , eran los propios experimentadores quienes inducían el reduccionismo psico-
a características propias de la fuente. De esta forma, su intransigencia no es:;/, logizante que se oponía al reconocimiento de la consistencia. Por otra parte,
fruto ni consecuencia de· una lectura objetiva y, por consiguiente, creíble de~~ en la prolongación del estudio de los efectos de la psicologización se señalará
la realidad, sino de una rigidez y de una intolerancia inherente a la perso- .'; que en otra experiencia (Papastamou et al., 1980), la propia fuente se oponía
nalidad de la fuente: su extremismo no informa sobre la definición del oh-•.~ a dicho efecto de psicologización, subrayando simplemente en su discurso
jeto, sino sobre la psicología de la fuente. Y para dar lugar a esta interpre- .~ que sus posiciones se derivaban de un análisis científico y, por ende, objetivo.
tación bastará con centrar la percepción de los sujetos sobre la personalidad I Desarmaba así las resistencias que podían oponérsele. Modificaba una vez más
de la fuente, sin siquiera proponer un contenido específico. En cambio, .s( el contenido mismo de sus comportamientos, pues introducía nuevos com-
bien la experiencia de Ricateau nos informa sobre el mecanismo cognitivo} portamientos, nuevas afirmaciones que, debido a otras convenciones (¿no es
que explica la organización de la percepción de la fuente (en función del~ la ciencia un prototipo?), estaban en condiciones de orientar de forma dife-
relieve de una dimensión), la presente experiencia nos informa sobre el con-i\ rente la interpretación de sus comportamientos.
tenido de esta percepción que será dominante en una situación· en la que:¡
se habrá activado dicho relieve. Pero esto no es todo 1 :j
La otra dimensión pertinente a nuestro análisis es de naturaleza cognititi Las normas: entre la objetividad y la originalidad
va. Ahora bien, si la fuente se halla psicologizada, esta imagen cognitiva'!
cambia de forma radical, ya que se percibe la fuente como menos competente,'1, Los estilos de comportamiento activan diversos mecanismos cogmuvos
menos digna de fe, menos realista y menos abierta, menos segura de sí misma] ' que organizan las representaciones sociales de la fuente y determinan su sig-
y menos culta, es decir, que carece de consistencia. Además y en relación ' nificado. Este último se basa también en la intervención de procesos como
con el mismo factor, se considera que la fuente es menos normal, más egoÍs· :1 la psicologización que, ampliamente convencionalizados, constituyen (o no)
ta, más desequilibrada y menos productiva. ¿Qué hay que concluir de todo ( otros tantos posibles obstáculos para. los efectos potenciales de los estilos de
esto? Sobre todo que esta dimensión no presenta únicamente un polo posi- 1/ comportamiento, ya que proporcionan en realidad un contexto específico para
tivo y otro negativo; la fuente no es simplemente más o menos consistente,:: su lectura.
sino que el propio significado de cada uno de los polos es radicalmente di- ; Veamos la psicologización. ¿Por qué ésta no tiene en suma un efecto faci-
ferente. Situarse en el polo positivo equivale a ser consistente de la manera¡ litador? ¿No existen asimismo características psicológicas ampliamente valo-
que se ha visto hasta ahora. Es poseer estas cualidades cognitivas que, en sí 'l rizadas? Y así, ¿no califica la consistencia a fin de cuentas características de
mismas y a través del consenso social, garantizan la validez de lo que s~j personalidad que, sin embargo, constituyen otros tantos indicios de cierta
afir~a. En el p?lo opuesto, cuando 1~ _fuente ~e encu~ntra psicologizada, el) j objetividad? ¿No poseen esta extraordinaria virtud de transformar lo eva-
realidad no es simplemente menos positiva o mas negativa, smo que sus com- ¡' luativo en hechos, de dar a valorizaciones cognitivas el significado que los
portamientos hacen que sea considerada anormal, desequilibrada, es decir,:.; comportamientos son objetivos? Así pues ya no son la expresión de una
desviada. Por consiguiente, la psicologización cambia el significado de un es- i preferencia totalmente subjetiva, sino de una necesidad imprimida por el ob-
tilo de comportamiento, pues explica los comportamientos y, por lo tanto, jeto. Y entonces se percibe al objeto como causa de los comportamientos de
las posiciones de la fuente a través de características p~icológicas, en una'~ la fuente; de esta forma, el objeto es objetivizado, separado de la fuente
~¡c,;,,,,,,,_,:,.""',--~--'"''.!M,~M,4~,w¡.¡i.,Mj,~,;¡¡1.'¡¡¡~;.~"-0\,,.,;Zi;!,i.Wl>~~.;..~~;,;~~J#.."S<.J~,~~ 'filtM * - t ' · ¡ , ' ~ . b l i ~ ~ ~ , ; ~ J i i i , , ~ ~ ~ ~ - . ) W A . ; & 4 1 > . ~ ~ , . , ~ ~ ~ 4 a . , , , . ~ ~ ~ i / i W ; , ~ ¡ ¡ , , . d , ; : 1 ; t , , ¼ o ,1,U4iií:lls""',i"'1W,¡tj¡;.,~,.~-","-•'''~•-•''
que lo expresa, al igual que la imagen especular que vemos en un espejo no la percepción de los colores. En una experiencia, Moscovici y Lage (1978)
propusieron a sus sujetos que formularan sus respuestas en diversos contextos
puede ser diferente de lo que es.
Ahora bien, como se ha visto, la psicologización hace resaltar el bloqueo experimentales que proporcionaban diversas definiciones de la originalidad.
de la fuente, su intransigencia, alrededor de la cual se organiza la imagen de Como de costumbre, en cada condición, dos cómplices responden con consis-
la fuente, hasta el punto que pierde este recurso social que consiste en ser tencia «verde» al ver diapositivas de color evidentemente azules.
objetivo. ¿Por qué implica la psicologización que se perciba un sesgo psicoló- En una primera condición se decía simplemente a los sujetos que lo que
gico, ese algo falso en el individuo que arruina toda su credibilidad? ¿Por · interesaba era la originalidad en la percepción de los colores. Esta inducción,
qué la fuente se hace -bajamente- subjetiva si no es porque es juzgada débil, no ·cambió en nada el efecto habitual y se obtuvo una tasa de influen-
a través de una norma social central, dominante, ·que basa la verdad y la ob-
cia de aproximadamente el 8 % . Esta tasa alcanzó el 13 % cuando se pro-
jetividad en indicios claramente definidos? La objetividad es un ideal ·que ponía a los sujetos una discusión sobre la definición de originalidad, antes
hay que penetrar hasta en sus menores comportamientos. Supone lo mesu- de la experiencia propiamente dicha. Además predominaban dos definiciones
rable, la existencia del patrón que garantiza el valor de la verdad, que da contradictorias, sin que se lograra un consenso. Por una parte, la originali-
validez a ésta. Ahora bien, este patrón, como ya se ha visto, también es so- dad que remite a un comportamiento nuevo, inventivo, creativo e intere-
cial y «comportamental», también constituye una cierta organización de los sante. Pero la originalidad también puede remitir simultáneamente a una de-
comportamientos y, de hecho, es la expresión de ia seguridad y la convic- finición -psicologizante en: realidad- que considera que los comportamien-
ción, ya que la verdad únicamente puede ser una e indivisible. tos son extraños, incomprensibles, anormales e inexactos. De hecho, la norma
Debido a que existe una norma de objetividad, cuya definición se basa de originalidad se hallaba en conflicto con la norma de objetividad que, en
sobre todo en la unicidad del objeto, la psicologización puede constituir un realidad, domina y se impone en una situación de percepción.
obstáculo para la consistencia. El objeto sólo puede ser único: lo que es , En otras condiciones, los experimentadores estuvieron en condiciones de
azul no puede ser sino azul, como si los observadores ignoraran las deter- · hacer que la tasa de influencia se elevara hasta llegar casi al 30 % Para lo-
minaciones sociales de la percepción (Tajfel, 1969). Y la unicidad del objeto ' grarlo tuvieron que proponer ellos mismos una valorización de la originalidad,
implica necesariamente la existencia de un consenso respecto a él. Ahora bien, subrayando sobre todo su importancia dentro de las nuevas formas de ver
la consistencia de un comportamiento desviado o minoritario tiene la fun- que han formado el arte contemporáneo, las nuevas concepciones arquitec-
ción de romper la universalidad de esta definición y proponer otra. Así, la tónicas, etc. De hecho tuvieron que luchar contra la norma de objetividad
psicologización tiene el efecto de reforzar la norma de objetividad y organizar y debilitarla para que se impusiese la norma de originalidad.
los significados en ¡orno al hecho de que la fuente es desviada. De esta forma En resumen, la originalidad puede constituir una norma alternativa que
le retira su capacidad de ser objetiva -negándole la consistencia-, insis- permite e incluso exige definiciones variadas, ya no únicas y uniformes, de
tiendo en bloquear la relación. Al mismo tiempo, la psicologización da lugar . . un objeto. La experiencia citada presenta la ventaja de mostrar que el objeto
a una representación de la fuente que es fundamentalmente monolítica por ,~ mismo no recurre a dicha norma a no ser porque las situaciones perceptivas
lo que respecta a sus aspectos formales y, simultáneamente, proporciona un ; tienden a producir una especie de epistemo-ideología (Mugny y Doise, 1979),
contenido para su interpretación, imponiendo como punto de anclaje la norma donde predomina ampliamente la norma de objetividad que exige un con-
senso social. Son precisamente los experimentadores, en tanto que actores so-
de objetividad.
Por otra parte, existen otras normas que no caracterizan al mismo grado " ciales, quienes han propuesto la nueva norma, quienes han creado un nuevo
la definición de lo verdadero y de lo falso y, en última instancia, de lo nor- contexto social para evaluar los estilos de comportamiento. Señalaremos que
mal y de lo patológico. Aquí retendremos la norma de originalidad que puede otros trabajos (Lema,ine, 197 4) han estudiado las condiciones sociales que
predominar en ciertos campos (como las artes, la actividad científica, que, al hacen que los actores sociales promuevan dicha norma. Aquí tan sólo men-
menos superficialmente, no se conforman con la uniformidad) e incluso puede_:,, cionaremos que la norma de originalidad dispone de la misma capacidad para.
alternar con la norma de objetividad en ciertos períodos históricos. La norma liberar nuevas respuestas, pero esta vez respecto a juicios sociales ~Mugny
de originalidad subtiende otra epistemología social que no es binaria y que no et al., 1981).
opone al verdadero absoluto lo más o menos falso, sino- que, por el contrario, Veamos ahora qué consecuencias provoca la inducción de esta norma de
,,, permite e incluso exige una cierta pluralidad en la definición del objeto. Esta originalidad sobre la imagen de la fuente. En una experiencia reciente sobre
li la contaminación, propusimos a nuestros sujetos que leyeran un texto mino-
1 norma de originalidad autoriza y legitima la diferencia, la desviación. To-
memos de entrada un ejemplo también relacionado con el paradigma sobre ritario que acusaba unilateralmente a la sociedad industrial de ser la única
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530 1 Pensamiento y vida social 15. Los estilos de comportamiento y su representación social 1 531
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causa de la contaminación actual y se negaba categóricamente a considerar ' este caso se aprecia una marcada diferencia, dependiendo de que la ong1-
como su causa a un egoísmo individual (casi genérico) que no haría sino nalidad dé lugar o no a un consenso sobre las características psicológicas que
ocultar a los verdaderos culpables. El texto era el mismo para los sujetos de la definen. En lo esencial, si se hace que los sujetos piensen que no existe
las cuatro condiciones experimentales y se caracterizaba por una consisten- ' un consenso sobre las características de los minoritarios originales, a éstos
cia rígida por lo que respecta al estilo de comportamiento que expresaba. se les atribuyen características que denotan su debilidad. Es decir que se les
En dos condiciones, la consigna pedía a los sujetos que juzgaran la ori- percibe como muy poco combativos. También resulta interesante señalar que
ginalidad de la fuente. Esta originalidad era definida como la tendencia a esta condición es en la que la influencia es menor que en todas las demás.
aceptar ideas y valores nuevos que constituyeran un progreso social. Así Sin duda, la intransigencia debe dosificarse, como ya se ha visto, pero la
se valorizaba la creación de nuevos modelos de respuestas. En las otras dos fuente debe, sin embargo, ser intransigente en un grado óptimo. Debido a la
condiciones, los sujetos debían juzgar a la fuente en términos de desviación falta de referencia a una norma que defina (de forma consensual) la origi-
definida ésta como la tendencia a aceptar valores e ideas socialmente rechaza'. nalidad, los sujetos han concluido que dicha originalidad es débil -y por con-
dos por cuestionar las normas establecidas. De este modo, aquí se desvaloriza siguiente, impotente- socialmente. Esta falta de combatividad relacional
la novedad que remite a la ruptura de la uniformidad y al no-respeto de la , también se traducirá a nivel cognitivo, como veremos respecto al tercer factor
norma de objetividad. relativo a la consistencia que consideraremos ahora.
En una de las condiciones de originalidad y de desviación se introducía De hecho, este factor da lugar a una interacción estadística: la percep-
una psicologización, afirmando que un sondeo (realizado efectivamente entre ' ción de la consistencia es así compleja, como lo son, por lo demás, los datos
los mismos sujetos unos días antes) había· demostrado que la gente aceptaba relativos a su influencia que, no hay por qué sorprenderse, son paralelos a
asignar a las minorías (originales o desviadas, según el caso) característic¡s ella. Para no perder la secuencia, veamos primero las condiciones de origina-
psicológicas específicas. En las dos otras condiciones, se afirmaba que esto . Iidad: al igual que en la dimensión relacional que acabamos de ver, la ori-
no era así y que, por consiguiente, la gente se negaba en general a asignar '. ginalidad tan sólo es valorizada, desde este punto de vista cognitivo, si la
características psicológicas específicas a las minorías ( originales o desviadas). ~ 11poya y la define una norma social.
En este caso, la psicol~g_ización no es_taba ~poyada por el consens~ social. ,') Vista desde la perspectiva de la originalidad socialmente definida por el
En todas las cond1c10nes, los su¡etos ¡uzgaban, tras haber leido el texto ~: consenso del grupo o de la colectividad, la fuente efectivamente es percibida
minoritario (idéntico en todos los casos), a la fuente mediante las mismas:; ' como muy consistente, en los términos precisos que ya hemos visto y no re-
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