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armas y letras 58
La Santa. Poemas Morales / josé javier villarreal / 4
La poesía es una ventana que a mi paso se abre / En esta
entrevista, Forough farrojzad rememora su  ANDAR A LA REDONDA
encuentro con la poesía, ésa ilimitada que, de acuerdo con
la poeta iraní, se encuentra en todas las cosas. Traducción Pies de gato (Patte de velours) de jacques prévert,
de manuchehr eftekhar / 12 versión de miguel covarrubias / 52
Amor platónico / hugo garcía / 20 Teatro y cultura viviente / Jorge dubatti explica su
Los primeros latidos de la pasión amorosa en la literatura de teoría del convivio teatral a partir de la redefinición
Occidente / La mitología clásica explica que los humanos de la experiencia de la teatralidad en tres
siempre estamos en pos de nuestra mitad faltante; la acontecimientos: el convival, el poético y el
literatura clásica muestra elevadas muestras de la espectorial. / 56
búsqueda del amor. / coral aguirre / 26
La Santa. El cabrero / josé javier villarreal / 32

 TOBOSO
POESÍA Y PSICOANÁLISIS: BIBLIOCLIPS:
LUGAR DE LA IMAGINACIÓN, Viene Banville
Rodrigo Fresán / 66
IMAGINACIÓN DEL LUGAR LETRAS AL MARGEN:
¿Para quién se escribe?
Michael Harlow escribe sobre esta relación Eduardo Antonio Parra / 70
asentada desde Freud, en la cual el inconsciente NO HAY TAL LUGAR:
se expresa en lo poético y lo poético se posiciona My own private United States
Cristina Rivera-Garza / 74
en el inconsciente.
Traducción de Lety Damn / 8
operación de un vehículo para cambiar su rumbo

 ANATOMÍA DE LA CRÍTICA
acrílico sobre tela / 135 x 120 cm

Tras máscaras y fonteras: La monstruosidad en El valiente negro


en Flandes carrie ruiz / 36
La locura y la historia en Alias Grace de Margaret Atwood / Las
diversas voces de Grace Marks, protagonista de esta novela,
son develadas por cRistina rivera garza para demos-
trar que quizás somos lo que no sabemos que somos. / 44

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 MISCELÁNEA
Homo quidam: los rostros de nadie
daniel gonzález dueñas nos

tinta sobre papel / 86 x 70 cm


where can i cash this draft?
habla de Nadie, el hombre común
e incierto, no obstante siempre cer-
tero para interceder entre dos
“alguienes” y hacer posible la co-
municación. / 89
Kapuscinski: la acción de la palabra
agata orzeszek relata a José
garza cómo fue su acercamiento
con el renombrado periodista
Ryszard Kapuscinski (1932-2007)
y cómo fue que se convirtió en su
traductora al español bajo la firma
editorial Anagrama / 96
 DE ARTES Y ESPEJISMOS
FILTROS DE LA MEMORIA / Adrián Porcel
desarrolla un hiperrealismo que analiza la
experiencia de lo visual y cuestiona cuán real es
lo real filtrando en sus cuadros la memoria de los  CABALLERÍA
objetos / Miguel gonzález virgen / 76 De mujeres y política
josé maría infante / 101
CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS: A propósito de Peltre
Flujos entre el arte y las ciencias sociales / ENRIQUE RUIZ minerva margarita
villarreal / 102
/ 81
Cuando la escritura
es la última fuerza vital
víctor barrera
enderle / 104
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POESÍA

Poemas morales
(De La Santa)
JOSÉ JAVIER VILLARREAL

EXPECTING your arrival tomorrow, I find myself


thinking I love You: then comes the thought:
I should like to write a poem which would
express exactly what I mean when I think
these words.

W. H. Auden

En sirgo de bravatas
sin canto ni función
asperezados lados con fieras pubertades
de hilos y respiros
a la orilla del río.
Apacentó sus fuerzas, aquilató sus ansias, y como pudo dijo
y exoneró el lamento, la vena reventada, el risco levantado,
la purga de esmeralda
con la sola depressa que en los blancos

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POESÍA
tamaño infantil (en grises) / acrílico sobre tela / 135 x 100 cm

creyó adivinar. Arisco en la espesura, cuando la tarde se iba,


fue derrengando sirenas, azucenas en vilo:
huéspedes que se iban conformando con un beso.
Partió. Y cuando su boca sintió los hechizos de las ramas
quiso comulgar con flores, con colores desvaídos.
Después, se acurrucó
para soñar un rato con la tarde ya perdida.

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POESÍA

II

a Santiago Javier

No importa la clave,
el dardo traspasando el cuerpo que se inclina.
No importa la selva, tu cama, el cuarto suspendido,
la cantidad, el pago, el documento.
No importa el azul cuando la lluvia arrecia y las gradas del
estadio muestran su tristeza,
el silencio, la flecha, el camino que estás por recorrer.
No importa el peso, el brillo de los cubiertos, la loza sobre la
mesa,
la resaca, la tormenta que se estaciona sobre tus horas.
No importa la caricia, el murmullo,
el golpe, la redondilla que canta tu nombre, la novela o el libro
bajo la cama.
No importa el cassette, la ropa, las toallas invadiendo el
paraíso.
No importa que amenacen tus horas sacrificando un becerro que se
muere de frío.
No importa el sonido metálico e incisivo,
esa forma de amanecer que fatiga tu alma.

6
POESÍA

III

Como la escamosa situación del pez


cuando se pone a leer los periódicos
y descubre horrores, devastaciones,
la estupidez que flota
sobre la superficie de las aguas,
sobre su cabeza
con el mismo brillo del gancho y del arpón,
con sus mismas consecuencias royendo el hueso de la estabilidad,
carcomiendo el punzón que humedece la hoja donde no se escribe,
donde los barcos se hunden
en un camino que se pierde entre los rostros
y desgarra con sus filos
la delicada piel de la conciencia;
la misma con que el pez hojea las páginas del diario
y se queda mudo, grave, en su pecera
bajo la vigilante presencia de los gatos.

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Michael Harlow
traducción de lety damn

¿Cuál es el origen de nuestra primera pena?


Reside en habernos negado a hablar…
nació cuando nos guardamos dentro
lo callado …

Gaston Bachelard, La poética de la ensoñación

T
res voces psicoanalíticas rinden tributo a la mente poética: “Ante
el problema creativo del artista, el psicoanálisis debe arrojar las
armas”; “el verdadero poeta es un psicólogo intuitivo… capaz de
una profunda perspicacia”; “no me avergüenzo al decir que
Shakespeare sabía tanto como un psicólogo”. Estos son sólo algunos de los muchos
tributos y reconocimientos que eminentes psicoanalistas han rendido a la poesía y
a los poetas a través del tiempo. Por acuerdo general (aunque siempre haya
detractores en ambos bandos) se cree que sin los artistas —en este caso los poetas,
que son ejemplos en la aptitud para la “profunda perspicacia” de lo más hondo del
útero llamado inconsciente— no habría un proyecto llamado “psicoanálisis” como
lo conocemos actualmente. De hecho, la palabra “inconsciente” en sí, que Freud,
fundador del psicoanálisis, atribuye a los “poetas y filósofos [que] descubrieron el
inconsciente antes que yo… Lo que yo descubrí fue el método científico mediante el
cual puede descubrirse el inconsciente”1.

Poesía
y Psicoanálisis:
lugar de la imaginación, imaginación del lugar
8
La primera voz es de Freud, el más literario de los literatura, y aunque no ganó el premio gordo, el Nobel,
analistas (en su ensayo de 1928, Dostoievsky y parrici- ganó el apreciado Premio Goethe de Literatura; se vol-
ejercicio de ideas / acrílico sobre tela / 100 x 130 cm

dio); la segunda es la del analista Elle Sharpe, y la ter- vió hacia lo que muchos poetas conocen a fondo como
cera de D.W. Winnicott, uno de los más avanzados “lo mitopoético” —ese lugar del “imaginario persisten-
analistas de su generación —todos figuras destacadas te”— en busca de la metáfora acertada para el drama
en la evolución del psicoanálisis en el siglo XX. familiar del complejo de Edipo —y aquí hay resonan-
El mismo Freud, quien fuera todo un literato en una cias del recinto mismo de la imaginación, al escuchar
larga línea de narratólogos o narradores que “asalta- de Esquilo, el gran poeta y dramaturgo griego, cómo
ron lo inefable” —algunas veces proclamado “poeta del “las palabras son remedios para las mentes enfermas”.
inconsciente” cuyo texto embrionario, La interpretación Creo que es un indicio de que Freud, quien dedicó gran
de los sueños (1900) ha sido llamado el “gran poema del parte de su vida analítica a escribir para la vindicación
inconsciente”—, como “fundador” del psicoanálisis del psicoanálisis como ciencia, acabó escribiendo lo que
(así como muchos de sus colegas), se sumergió en la para nosotros suena y se ve como lo que solíamos lla-
mar Literatura.
Y bien puede ser cierto, o cuando menos un deseo
1 Freud en su septuagésimo cumpleaños. acertado, que leer literatura es la mejor preparación

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para ejercer el psicoanálisis, sugiere Adam Phillips del poeta W.S. Graham (1979) que cualquier psicoana-
(2000), analista, crítico y escritor. Aprendizaje del “es- lista quisiera adjudicarse.
tar dentro del alfabeto”, por decirlo así, donde Lacan “Todas las palabras fueron alguna vez / un poema
sugiere l’inconscient est comme language: el inconsciente ¿no?”, dice la hija de Casandra en un poema y libro ti-
es como el lenguaje. Creo que podemos decir sin gran tulados así (Harlow, 2005)2. Igualmente, cada palabra
riesgo de hipérbole que, sea lo que sea, capacitarse en tiene una larga y profunda historia. “Profundo es igual
psicoanálisis es capacitarse en lenguaje. Seré más es- a verdad”, afirmó el filósofo y poeta presocrático
pecífico: “el lenguaje en su condición para un uso es- Heráclito “abriendo camino a una hermenéutica psi-
pecial”. Es la manera en que usan los poetas este lenguaje lo cológica”. La poesía se regodea con esto y con el deseo
que le da tanto atractivo para los psicoanalistas; tan del psicoanalista, no tan secreto, que ocurra con ma-
es así, que se ha dicho que los poetas son “ídolos secu- yor frecuencia.
lares” de los psicoanalistas. La cuestión de la “envidia” Sea lo que sea, además e independientemente de
puede ser tema para otra plática. los otros usos que puedan darle, “la práctica del arte
¿Qué habrá entonces entre poesía y psicoanálisis es una actividad psicológica, la activación inconscien-
que les une como pareja de largo noviazgo, en lo que a
veces parece una relación más bien íntima (cuando no
cae en el antagonismo) cuyo proyecto compartido, en 2
N. de la E . En esta parte, “la hija de Casandra” se refiere al título del libro
el mejor de los casos, parece consistir en usar el len- Cassandra’s daughter (Auckland University Press, 2005): “ ‘Every word was
once / a poem, isn’t it?’, says Cassandra´s daughter, in a poem and book of
guaje para que las “palabras sueñen de nuevo”, de ma- that same title”.

IDEAS (ESPEJEADA y en grises) / acrílico sobre tela / 100 x 130 cm

nera que en ambas disciplinas se pueda descubrir algo te de una imagen arquetípica: el artista apresa la ima-
vital e importante para ese diálogo que por un lado gen y, sacándola del inconsciente más profundo”, dice
llamamos poesía y por el otro psicoanálisis, en cuya Jung (1971), reconoce la relación íntima que hay entre
médula parece estar lo que significa coexistir con otros la mente analítica y la poética. Un lenguaje para tra-
en el mundo? “Hablar al frente / de mí mismo con cada bajar y escribir con las bases mitopoéticas de la mente
oído vivo/ Y descubrir qué es lo que quiero”. Palabras que reside en la médula de lo que hacen los poetas, y

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en gran parte es la causa de que hayan sido proclama- Cualquier poeta auténtico lo entiende muy bien:
dos “ideales del ego” por el analista. Una relación don- explotar esa “corriente maestra debajo de la superfi-
de el idioma y el lenguaje del sueño son primordiales, cie” (Coleridge), transformar lo invisible a visible (lo
así como el proyecto compartido esencial de que ha- que los poetas hacen en lo que conocemos por poema);
blamos para darle sentido a la vida, para describir de hacer consciente lo inconsciente. La versión de seme-
alguna manera por qué somos tan indescifrables para jante “perspicacia profunda” en el psicoanálisis podría
nosotros mismos y el mundo. Cuando los psicoanalis- ser: como artista creativo, el poeta transforma nues-
tas hablan de qué es lo que vuelve a los poetas “ídolos tras transgresiones, nuestros deseos inaceptables, a una
seculares”, lo que parece ser la causa de que “arrojen forma aceptable, incluso placentera. Hace visible el
sus armas” y deseen cultivar esa especie de sensatez juego de sombras invisible del yo que se atreve a redi-
poética del lenguaje, es el oído atento a lo mitopoético: mir al “fallido artista que hay dentro del paciente”.
una manera de observar y escuchar al inconsciente, no Y aquí señalo al filósofo Heidegger como compañe-
sólo en términos de la fluidez asociativa que el lengua- ro de viaje en una especie de salud a la poesía: “La poe-
je busca de manera natural (la “libre asociación” de sía nunca es únicamente una modalidad más elevada
Freud, y la más amplia y creativa “imaginación activa” del lenguaje cotidiano, sino que el lenguaje cotidiano
de Jung), sino estar en lo que intuitivamente conocen es un poema olvidado y agotado…” Como la poesía pa-
los poetas como estado de ignorancia —o sea no saber rece saber, y el psicoanálisis sigue recordándoselo a sí
demasiado antes de escucharlo—, lo que el poeta Keats mismo: cuán a menudo nos encontramos “sin saber lo
(que también estudió para “científico”) en 1817 llamó que uno quiere… como si hubiéramos aprendido un
capacidad negativa (tan preponderante en el psicoanáli- idioma y luego olvidáramos cómo hablarlo” (Phillips,
sis) en aquella famosa carta a sus hermanos: “cuando 2000). Si olvidar siempre se refiere a recordar, enton-
un hombre es capaz de transitar entre incertidumbres, ces para encontrar ese idioma olvidado o “perdido”
misterios, dudas, sin que un sólo irritante le alcance mediante lo que podemos llamar una forma
después del hecho y la razón”. El distinguido analista mitopoética de escuchar y decir, debemos ir al centro
Wilfred Bion incluso afirma: “toda sesión debe ser del diálogo entre la poesía y el psicoanálisis. A veces
como la formulación de Keats en el sentido de que como podemos ser inaceptables, pero no podemos ser inin-
analista uno debe esforzarse por ser como el Man of teligibles para nosotros mismos. Como ya saben los
achievement (El hombre realizado) de Phillips. poetas y la poesía, y los analistas y el psicoanálisis si-
Cuando el psicoanálisis privilegia lo poético, se ha- guen descubriendo: siempre habrá el “clamor de lo in-
bla de escuchar a la psique inconsciente como se escu- congruente”, lo irracional y lo inaceptable. Después de
cha lo mitopoético: esto es, aspirar a un estilo imagi- todo, existen suficientes buenos poemas y buenas se-
nativo del discurso y escuchar la voz del inconsciente siones analíticas generadas por la circunstancia de que
como lo hace en la psicología de la imagen —por me- “suceden muchas cosas buenas en la oscuridad, ade-
dio del sueño, la fantasía y el arte— donde mito y me- más de Santa Clos”.
táfora, símbolo y paradoja, tropos esenciales del poe-
ta, son divisas de la perspicacia y la comprensión, maneras
de llevar una conversación que podemos llamar, en sus
formas dadas, poesía y psicoanálisis, donde lugar de la Bibliografía

imaginación es imaginación del lugar. Lo que el analista Bachelard, Gaston. (s / f) The Poetics of Reverie: Boston: Beacon Press.
posjungiano James Hillman (1979) aduce, casi con fiere- Freud, Sigmund (1928). “Dostoevsky and Parracide”, en Phillips, Adam
(2000). Promises, Promises. London: Faber and Faber.
za, hablando como escritor-poeta: “Quiero que la psico- Freud, Sigmund (1961). Standard Edition of Complete Works. London: Hogarth
logía se base en la imaginación de la persona más que en Press.
Graham, W. S. (1979). Collected Poems 1942-1977. London: Faber and Faber.
estadísticas y diagnósticos. Quiero que la mente poética Harlow, Michael (2005). Cassandra’s Daughter. Auckland, NZ: Auckland
se aplique a las historias clínicas para poder leerlas [y es- University Press.
Hillman, James (1979). The Dream and the Underworld. New York: Harper
cucharlas] como lo que son: formas de ficción y no infor- and Row.
mes científicos”. Dejar que el inconsciente hable cuando Jung, Carl Gustav (1971). Collected Works, The Spirit in Man, Art, and Literature.
Vol. 15. Eds. Read, Fordham, Adler. Traducción R.F.C. Hall: Prince-
el ego está bloqueado o silenciado es quizás otra manera ton University Press.
analítica de expresarlo. Phillips, Adam (2000). Promises, Promises. London : Faber and Faber.

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Entrevista a

Forough
Farrojzad
LA POESÍA
es una ventana
que a mi paso se abre 1

Traducción de Manuchehr Eftekhar


Y
o no soy como aquellas personas que, cuando ven que
alguien ha tenido una experiencia dolorosa por
golpearse con una piedra, concluyen que no se debe ir
hacia la piedra. Hasta que yo misma experimente el romperme la
cabeza con una piedra, no entenderé el significado de ésta. Quiero
decir que yo, después de leer la obra de otros poetas como Nima
Yushij2 , he escrito muchos malos poemas. Yo necesitaba crecer en
mí misma, y este crecimiento requiere tiempo. Con las pastillas
de vitaminas de golpe no se puede crecer. Llegar a ser alto es algo
aparente, los huesos en sí mismos no crecen. En todo caso, hubo
un tiempo en que escribía poesía y de modo natural en mí bullía.
Cada día dos o tres poemas: en la cocina, en el momento de utilizar
la máquina de coser; en fin, versaba porque uno tras otro leía libros
de poesía. De este modo, obtuve riqueza poética y también logré
un pequeño talento que de algún modo debía devolver. No sé si
era poesía o no, sólo sé que fueron fáciles y sinceros.

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“Todavía yo no estaba hecha; el lenguaje, la forma y el “Aparte de Nima, otros muchos me fascinaron. Por
mundo del pensamiento específicamente mío aún no ejemplo, Ahmad Shamlú3. Él, desde la estética poética,
lo había encontrado. Estaba en un ambiente pequeño el gusto poético y mi sentimiento, está muy cerca de
y estrecho que podría llamarse la vida familiar. De mí. Cuando leí: “La poesía es la vida”, entendí que las
repente me quede vacía de todas aquellas palabras, posibilidades de la lengua farsi son muy grandes. Me-
cambió mi ambiente. A la fuerza y de modo natural diante esta lengua y sus cualidades se puede hablar de
cambió. El muro y La rebelión en realidad son un intento un modo sencillo, tal como ahora estoy hablando con
desesperado entre dos etapas de la vida: son las últimas ustedes. Sin embargo el descubrimiento no es suficien-
respiraciones antes de un tipo de liberación, cuando el te. Bien, una vez que lo descubrí me pregunté ¿des-
hombre llega al pensamiento. En la juventud los pués, qué? Inclusive para hacer mimesis se requiere ex-
sentimientos tienen raíces débiles, pero más atracción. periencia. Debería de una forma natural, en mi interior
Después, si no son dirigidos o si no son el resultado del y según mis necesidades, sentir y pensar, ir hacia este
pensamiento, se secan y mueren. Yo he observado el lenguaje. Y este lenguaje de modo natural en mí estaba
mundo alrededor; los objetos, las personas, y las líneas formándose. Yo creo en este camino. He caminado con
esenciales de este mundo las descubrí y cuando quise un objetivo: escribir mucho.
hablar de ellas vi que necesitaba las palabras, nuevas “Yo soy una persona sencilla. Precisamente cuando
palabras que se relacionaran con aquel mundo. Si quiero hablar, ser sencilla en mí es una necesidad. Yo
hubiese tenido miedo, hubiera muerto. Sin embargo no nunca he estudiado ritmo prosódico. Lo encontré en
tuve miedo. Encontré las palabras. Que éstas aún no los poemas que estaba leyendo, así que para mí no eran
tengan carácter poético no depende de mí. Tienen vida. órdenes: eran caminos que otros habían caminado. Una
Las palabras se poetizan cuando se convierten en cosa que me hace feliz es que no me he hundido en
poesía, por tanto, se requieren cambios e nuestra literatura clásica y no he estado enamorada de
intervenciones en los ritmos. Si esta necesidad no la literatura occidental. Yo estaba en la búsqueda de
hubiera ocurrido de modo natural, la influencia de algo en mi interior y en el mundo alrededor —en una
Nima sería inútil. Él fue mi guía, pero yo soy constructora época concreta que desde la vida social y la del pensa-
de mí misma. Yo siempre tuve confianza en mis propias miento, y el ritmo de esta vida, tiene cualidades espe-
experiencias. En ellas me apoyaba. Primero tenía que ciales mías, la clave está en que las entendamos y las
descubrir cómo Nima había descubierto su propio incorporemos a la poesía. Para mí las palabras son muy
lenguaje y forma. Si no lo hubiera hecho no hubiese tenido importantes. Cada palabra tiene su propio espíritu, del
resultado, porque me habría convertido en un imitador mismo modo que los objetos. Yo no estoy atenta a la
sin moral. Tuve que ir a aquel camino; es decir, tuve que antigüedad poética de las palabras y los objetos. No
vivir. Cuando digo “es necesario”, este “deber” significa importa que hasta ahora ningún poeta haya usado la
un tipo de tenacidad natural e instintiva en mí. palabra ‘explosión’ en sus poesías. Yo, desde la maña-
na hasta la noche, en cualquier lado que miro algo está
explotando. Cuando yo poetizo, no puedo traicionar-
1
Fragmentos de una entrevista con Forough Farrojzad (Teherán-Irán,
1935-1967) publicada en la revista Arash en los números 1 y 2 (Teherán).
me a mí misma. Si la visión es la visión de hoy día, el
Fue realizada entre los años 1965 y 1966. Tengo dudas con respecto a la lenguaje también encontrará sus propias palabras y la
fecha de realización de la entrevista; según Nazanín Amirian (Forough
Farrojzad: Noche en Teherán, 2000), está fechada en 1959. Yo no lo creo,
armonía en estas palabras; y cuando el lenguaje se está
por que Forough misma en la conversación indica que algunas obras suyas construyendo y tiene unidad y es sincero, conllevará
pertenecen a fechas posteriores a 1959. En el libro original, que yo he tra- también su propio ritmo y así influirá en las tonalida-
bajado, tampoco se indica el nombre del entrevistador. El libro es: Una
selección de los poemas de Forough Farrojzad, sexta edición, publicado por la des corrientes.
Editorial Morvarid, Teherán, 1978. “La frase simplemente toma forma en mi cerebro y
2
Nima Yushij (1895-1960) es el poeta que creó el movimiento poético
moderno iraní durante la primera mitad del siglo XX. Referente la obra yo la escribo. Yo doy forma de un modo sencillo a la
de Nima Yushij, ver la Antología de Nima Yushij, Sohrab Sepehrí y Ahmad Shaml. frase sobre el papel y el ritmo es como un hilo que en-
Tres poetas persas contemporáneos (Barcelona, Icaria, 2000). Ver también:
www.angelfire.com/rnb/bashiri/Poets/Nima.html. tre las palabras pasa, sin ser visto, solamente las sos-
3
Ahmad Shamlú (1925-1999), considerado el gran renovador de la poesía tiene y no las deja caer. Si la palabra “explosión” no
persa contemporánea . Existe traducción en español de Aurora (Madrid,
Papeles de invierno, 1995). Ver también: www.angelfire.com/rnb/bashiri/
cabe en el ritmo y, por ejemplo, lo interrumpe; enton-
Poets/Shamlu.html ces esta interrupción es como un nudo en el hilo. Con

14
los nudos se puede también crear el principio del superar esta fase. Tal vez todo el mundo piensa que
“nudo” e integrarlo en el ritmo de la poesía. Del con- esta etapa ya está superada. Tal vez tengamos dema-
junto de los nudos se puede crear la uniformidad y la siada auto-confianza, en todo caso, se debe llegar a la
armonía. ¿No te parece que Nima hizo lo mismo? En sabiduría. Hasta en la vida cotidiana y normal.
mi opinión, es tiempo de sacrificar los “conceptos” por “La dificultad estriba en que aún no puedo expre-
razones de respeto al ritmo pasado. En la lengua farsi sar todo lo que deseo. Yo soy vaga. Siempre huyo de
existen ritmos que golpean menos y se acercan al rit- mis cualidades positivas y me dejo en la mano de los
mo de la conversación. Se pueden tomar y ampliarse. aspectos negativos de mí misma. Y todo ello influye,
El ritmo se debe crear de nuevo y aquello que constru- sin lugar a dudas, en mi poesía. Cuando observo mi
ye el ritmo debe administrar al ritmo —a diferencia de libro Nuevo Nacimiento me da pena. Es el resultado de
los tiempos pasados—: el sentido del lenguaje, el ins- cuatro años de mi vida. Es muy poco. Yo no sopeso mis
tinto del lenguaje, y la expresión musical natural de poesías colocándolas en una báscula; sin embargo, es-
las palabras. La cuestión del ritmo es del sentimiento peraba y espero más de mí misma. En la noche, al mo-
y no es una cuestión de lógica–matemática. Mi oído mento de acostarme me pregunto: ¿Qué he estado ha-
debe aceptarlo. Cuando me preguntan acerca del len- ciendo durante el día? Quiero decir que podría tener
guaje y del ritmo y a qué tipo de posibilidades he lle- un crecimiento poético más acelerado, pero en lugar
gado, sólo puedo decir que he llegado a la sinceridad y de apoyarlo lo he frenado con las desesperanzas filo-
lo simple (lo sencillo). Esta cuestión no se puede mos- sóficas y la falta de ganas, que son resultado de un pen-
trar con las figuras geométricas. Se debe elegir pala- samiento limitado de pedir demasiado y tener gran-
bras reales y con más sentido, aunque las palabras no des expectativas de la vida.
sean poéticas se deben a la forma, y no intentar llevar “No puedo saber donde tengo más éxito, pero sa-
las palabras a la forma. El exceso de ritmo se debe de- berlo no es necesario. Por lo que debo pasar, la poesía
jar fuera. ¿Y si se deconstruye? Que sea así. Si su senti- fluye. No puede quedarse en una forma bella. Pensar
miento y sus palabras tienen su propia fluidez, ense- en el éxito engaña al hombre. Nos hace orgullosos e
guida este daño “convencional” se puede recuperar. De inmóviles. Yo quiero vivir, encontrar y aprender nue-
estas deconstrucciones es de donde se puede crear algo vas cosas. No obstante, conozco mis fallos. Yo estoy
nuevo. Cuando la capacidad del oído está limitada, el más interesada en el contenido. Ahora tengo también
talento de la aceptación no será limitado. Estos nue- más años y para una mujer los treinta significan ma-
vos sonidos deben ser descubiertos; la dificultad con- durez. Sin embargo, el contenido de mi poesía no es el
siste en que la cuestión del lenguaje y la del ritmo son de una poeta de treinta años, es más joven. Y esto en
inseparables. Están juntos y la llave de acceso a ellos mi libro es un defecto. Se debe vivir informado, cons-
está en ellos mismos. ciente, con inteligencia y con sentido común. No tuve
“Sin embargo, referente a mi propia poesía, si us- una educación mental con base en un método correc-
ted piensa que el problema de la forma en mi poesía to, así que mis lecturas han sido desordenadas y he vi-
está resuelto o hay una autonomía entre los elementos vido por pedazos; el resultado es que tarde en desper-
de mi poesía, yo pienso que esto es el resultado de un tar. Yo siempre creo más en la última poesía que en
modelo de elección y no depende de los momentos de cualquier otra. El periodo de esta creencia es muy bre-
la creación. Hay que ir paso a paso, como cuando uno ve. Después pierdo el interés y todo me parece simple.
estudia inicia desde la infancia hasta llegar a la uni- De mi libro Nuevo Nacimiento me quedaría con la parte
versidad. Yo aún no sé en qué curso estoy, sólo sé que final para empezar de nuevo. Un tipo de inicio mental.
todo con su propia dinámica se forma y esto quiere El problema del lenguaje por sí mismo se resolverá y el
decir descubrirse a sí mismo y llegar a sí mismo. Ahora lenguaje creará el ritmo. Lo principal es lo mental y el
los gestos, los pensamientos, los sentimientos, los en- contenido. Pienso que todas las personas que se dedi-
tendimientos y las percepciones son los que, en secre- can a la tarea artística su razón —o una de sus razo-
to pero decisivamente, me guían. La poesía, como el nes— es un tipo de necedad inconsciente de enfren-
hombre, debe llegar a ser adulta, después puede hacer tarse con la muerte. Estas personas son las que aman
cualquier cosa, después de esta etapa apenas la poesía la vida y que entienden del mismo modo la muerte. La
tiene derecho a ser expresada. De todos modos hay que tarea artística es un intento por permanecer o dejar

15
algo de uno mismo en este mundo y negar el significa- sar, percibir, observar y sentir; es el resultado de una
do de la muerte. A veces pienso que es verdad que la mirada, un pensamiento y un punto de vista acerca de
muerte también es una ley natural y que las personas las cosas. Yo pienso que la tarea artística debe estar
sólo frente a la ley sienten que son pequeñas. Es un acompañada de la conciencia y la percepción. Estar
problema que no tiene solución, contra ella no se pue- informado respecto a la vida, a la existencia, al cuerpo,
de luchar, es inútil. Quizás así es mejor. Esto es una ser consciente al comer una manzana. No se puede vi-
interpretación general que tal vez sea estúpida. La vir solamente con el instinto. Es decir, un artista no
poesía es para mí como un amigo que cuando lo veo puede y no debe hacerlo. El hombre debe tener una
puedo contarle mis cosas tranquilamente. Es un ge- visión sobre sí mismo y del mundo exterior, y es esta
melo que me completa, me satisface, sin molestarme. necesidad la que obliga al hombre a pensar y tener es-
Hay personas en la vida que para recuperar sus ausen- peranza. Cuando el pensamiento se pone en marcha el
cias se refugian en otras personas. Pero nunca las re- hombre está más seguro en su sitio. No estoy diciendo
cuperan —si fueran recuperables, esta relación ¿no que el poema deba ser pensante, ni estúpido. Estoy
sería la más grande poesía del mundo y de la existen- diciendo que los poemas, como cualquier otro tipo de
cia? La relación entre dos personas nunca podrá com- arte, deben ser el resultado del sentimiento, y las per-
pletar o perfeccionar a alguno de los dos —precisa- cepciones y el entendimiento que mediante el pensa-
mente en esta época—, en todo caso hay gente que se miento y la educación deben ser guiadas. Cuando el
refugia en estas cosas. La poesía para mí es como una poeta es consciente y realmente es un poeta, es decir
ventana que cuando paso por su lado automáticamen- un “poeta consciente”, ¿saben cómo sus pensamientos
te se abre. Así que me siento allí, y contemplo, canto, entran en sus poemas? Como una mariposa que viene
grito, lloro. Me unifico con la imagen de los árboles, y detrás de una ventana o como una tortuga que des-
sé que al otro lado de la ventana hay un espacio y una cansa en el sol, así de fácil y bello.
persona que me oye. Una persona que probablemente “La poesía puede tener diferentes formas. A veces
estará dentro de 200 años, o que 300 años antes ya la poesía por sí sola es “poesía” —mi intención aquí al
existía. No hay diferencia —a pesar de ello es un me- usar la palabra ‘poesía’ es nuestro sentimiento cien por
dio para comunicarse con la vida, en un sentido am- ciento con respecto a ella y no su sentido general. Por
plio. Lo bueno es que cuando una persona recita poe- ejemplo, cuando en el atardecer vemos un árbol y de-
mas puede decir: yo también existo o yo existía. De cimos cuánto es poéticamente– algunos poemas son
otra manera, si no fuera así, ¿cómo uno podría decir así, quiero decir, son bellos. Acarician. En todo caso
que yo existo o yo existía? algunos poemas son poéticos. Desde luego estos son
“Yo en mis poemas no busco nada sino que en ellos poemas. Sin embargo la poesía no se limita a ello. Esta
me encuentro a mí misma. Pero en la poesía de otros, o tiene su propio lugar. La poesía es algo que puede ser
en la poesía en general…, algunas poesías son como las la causa de delicadeza y belleza como sus elementos.
puertas abiertas donde ni de este lado ni del otro hay Nuestro intento no puede ser reducido sólo a que otras
nada —se debe decir que pena con la hoja de papel. En personas queden contentas. No, la respuesta al arte no
todo caso hay poemas que son como puertas cerradas puede ser solamente para contentar. Construir y crear
que cuando las abres descubres que te han engañado, son dos cosas diferentes. Yo pienso que lo que real-
no merecían la pena abrirse. El vacío es tan terrible mente hace daño a nuestra poesía es la atención a la
que el recargado de este lado no recupera nada. Lo esen- belleza. Nuestra vida es diferente. Es agresiva. Todo
cial está en otra parte. Este modelo de trabajo es como ello hay que agregarlo a la poesía. Nuestra poesía ne-
una broma o un engaño. En una poesía verdadera y real cesita recibir esta agresividad y las palabras que no sean
uno puede parar durante mucho tiempo y aún se pue- poéticas para animarse y tener frescura.
den encontrar cosas nuevas. En ella hay horizonte, hay “Refugiarse en una habitación cerrada y contem-
espacio, hay belleza, hay naturaleza, hay hombre, hay plar el interior de uno mismo en estas condiciones son
vida y una unión sincera con todas estas cosas y una inaceptables. Yo digo que el mundo abstracto de uno
visión consciente y sabia de todas ellas. Yo gusto de mismo debe ser el resultado de la búsqueda y la con-
este tipo de poemas. Quiero que la poesía agarre mi templación y de una permanente relación con el mun-
mano y me lleve consigo. Me ayuda a aprender a pen- do exterior. El hombre debe contemplar hasta que sepa

16
mirar y tenga la capacidad de elegir. Cuando el hom- lor” o “yo sólo sufro”. Los poemas no deben tener sola-
bre encuentra su propio mundo entre la gente y en el mente el aroma de un perfume. Se debe permitir que
fondo de la vida, entonces podrá llevarlo consigo mis- algunos sean no poéticos, que sean imposibles de en-
mo; y en el interior de aquel mundo puede tener con- viar a un enamorado. Cuando yo paso por una calle
tacto con el exterior. Cuando vas y vuelves de la calle a que está llena de un olor putrefacto de urea, no voy
tu casa, algunas cosas de la calle quedan en tu mente y eligiendo el mejor perfume para describir el olor a urea.
pertenecen a tu propio mundo personal. Sin embargo, Esto sería una estafa. Uno debe llegar a un nivel de
si no vas a la calle y solamente te quedas en el interior conocimiento. Yo no he aprendido poesía leyendo li-
de ti mismo, y te quedas satisfecho de ello por el sim- bros; si fuera así, ahora estaría escribiendo oda. Empe-
ple hecho de pensarlo, no sabemos si tu pensamiento cé a andar como un niño que se pierde en un bosque.
se adapta a la realidad de la calle y a las cosas que ocu- Fui a cualquier lugar y me he fijado en todo y todas las
rren en ella. Posiblemente en la calle haya luz y tú, en cosas que me llamaron la atención y finalmente he lle-
cambio, pensarás que aún esta oscura; posible que haya gado a una fuente y en ella me encuentro, es decir, yo y
paz y tú imaginarás que aún hay guerra. Este caso es todas las experiencias del bosque. Ahora la poesía es
un aislamiento negativo. Ni es el salvador del hombre un asunto serio para mí. Es una responsabilidad que
y tampoco es constructivo. En todo caso la poesía nace tengo delante. Es un tipo de respuesta que debo dar a
de la vida. Todo lo que es bello y todo lo que crece es el mi propia vida. Le tengo tanto respeto a la poesía como
resultado de la vida. No se debe huir y negar. Se debe una persona religiosa la tiene por su religión. No pue-
ir y obtener experiencia. Incluso es necesario vivir los de basarse sólo en el talento. Crear una buena poesía
peores y terribles momentos y obtener de ellos expe- requiere tanto esfuerzo y trabajo como un descubri-
riencia desde la conciencia. El contacto con la vida y miento científico.
la existencia es necesario para cualquier artista. Si no “También creo en otra cosa y es el “ser poeta” en
fuera así, ¿de qué se alimentaría? todos los momentos de la vida. Ser poeta es ser huma-
“Con respecto a la poesía no puedo pensar de modo no. Conozco algunos que en sus comportamientos dia-
limitado. Afirmo que la poesía está en todas las cosas. rios no tienen nada que ver con sus poemas. Es decir,
Sólo debemos encontrarla y sentirla. A pesar de tener cuando dicen poemas son poetas. Y después termina.
una tradición clásica de poesía, los temas de nuestra De nuevo son como una persona hambrienta con pen-
poesía son limitados. O habla de una espiritualidad tan samientos limitados, pobres, celosamente pequeños;
“elevada” que deja de ser humana o es un tipo de con- bien, yo no creo en las palabras de estas personas. Doy
sejo y canto fúnebre. El lenguaje es un lenguaje espe- mucho valor a la vida misma, y cuando estas personas
cial y establecido. Entonces ¿qué hay que hacer? Nues- levantan sus puños y gritan, yo no les creo. Y además
tro mundo es un mundo diferente. Uno en el que el me producen odio. Me digo a mí misma “tal vez todo
hombre está caminando sobre la luna, y algunos —des- este ruido sólo es por sus propios intereses”. Pienso
de luego nosotros no, sino otros— piensan que esto es que cuando alguien se dedica a la tarea artística pri-
solamente un problema científico, no. Entonces, se mero debe construirse a sí mismo y llegar a la perfec-

Con respecto a la poesía


no puedo pensar de modo limitado.

escribe un poema acerca de un cohete. Los sabios di- ción, si puede. Después sale de sí mismo y se observa
rán: no, ¿dónde está el poeta? Como si éste fuera un ser como mediador de la existencia. Así podrá dar un as-
lleno de expresiones tristes o de enamoramiento, o un pecto generalizado a su percepción, pensamientos y
ser doloroso y pobre que sólo sabe decir “yo tengo do- sensibilidades”.

17
VENTANA

Una ventana para ver


una ventana para oír
una ventana que llega a su fin
al corazón de la tierra, como el aro de un pozo
y se abre hacia la extensión de ese afecto repetido y azul
Una ventana que llena las pequeñas manos de la soledad
con el nocturno desprendimiento
de dadivosas estrellas
Y desde ahí
se puede invitar al sol al exilio de los geranios
Me basta una ventana

Vengo de la tierra de los muñecos


cruzando las sombras de árboles de papel
que se elevan en el jardín de un libro ilustrado
desde las estaciones secas de las yermas experiencias
de la amistad y el amor.
En las polvorientas callejuelas de la inocencia
de los años en que crecían las pálidas palabras
detrás de las mesas de colegios tuberculosos
del instante en que los niños llegaron a escribir la palabra
“piedra” en la pizarra
y los mirlos agobiados se fueron volando del viejo árbol

Vengo de entre las raíces de las plantas carnívoras


y aún ocupa todo mi cerebro
el grito de espanto de aquella mariposa
que fue crucificada en el cuaderno con un alfiler

En aquellos días en que mi confianza se colgaba del débil


hilo de la justicia
y por toda la ciudad
descuartizaban el corazón de mis lámparas
En aquellos días en que cerraban los infantiles ojos de
mi amor
con el oscuro pañuelo de la ley
y saltaban chorros de sangre
de las fruncidas sienes de mi deseo
en aquellos días en que mi vida ya no era nada,
nada excepto el tic-tac del reloj de pared
comprendí que debo, debo, debo
amar locamente
No basta una ventana

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Una ventana sobre un instante de conciencia, mirada y
silencio

Ahora el joven nogal


ha crecido tanto que interpreta el significado del muro para
sus tiernas hojas
Pregunta al espejo
el nombre de tu salvador
¿Acaso no está más sola que tú
la tierra que tiembla bajo tus pies?
Los profetas han traído
a nuestro siglo
mensajes de destrucción
¿Acaso estas continuas explosiones
y estas nubes venenosas
son el eco de los versos sagrados?
¡Amigo! ¡Pariente! ¡Hermano!
Cuando llegues a la luna
escribe la historia del genocidio de las flores
Los sueños se caen siempre
desde su alta ingenuidad y mueren
Yo huelo un trébol de cuatro hojas
que ha brotado en la tumba de mis viejos conceptos
¿Acaso mi juventud fue aquella mujer enterrada en el sudario
de su recato y su pureza?
¿Volveré a subir las escaleras de mi curiosidad
para saludar a Dios, que pasea por el tejado de su casa?

Siento que el tiempo se ha ido


Siento que el “instante” es mi parte en las hojas de la historia
Siento que la mesa es una distancia falsa
entre mi pelo y las manos de este triste forastero
Dime una palabra
¿Quién te concede el afecto de un cuerpo vivo?
¿Qué te pide, sin sentir la sensación de estar vivo?

Dime una palabra


yo, en la ventana, al resguardo
tengo trato con el sol

* Poema tomado de Farrojzad, Forugh (2003). Nuevo Nacimiento.


Traducción de Clara Janés y Sahand (99-105). Debo de recordar que en la
actualidad la influencia de la obra poética de Forough Farrojzad sigue
permaneciendo en la sociedad; por ejemplo, su obra como referencia ha
sido muy importante para Shirin Neshat (artista iraní que trabaja y vive
en Nueva York) en sus creaciones visuales.

19
Amor platónico
Amor platónico
Amor platónico Hugo García

Éste es un compás que mide la belleza

Amor platónico
justa para que no rebose y quiebre y le
deshaga el humilde corazón al hombre.

Eliseo Diego

Amor platónico
Amor platónico
Amor platónico
Amor platónico
I

C
mayela / acrílico sobre tela / 135 x 135 cm

omo en sueños llegué al patio donde estaban los niños jugando, o


eso me pareció. No supe si estaban tirándole piedras a una lagar-
tija o a un perro o a un amiguito; un zumbido y algo así como un

Amor platónico
martilleo en las sienes no me dejaban distinguir nada, ni las carcajadas de los
ladridos ni los chillidos de la palpitación de las venas en el cuello, en las sienes,
en la palma de las manos; una luz brillante que venía de algún lado impreciso,
quizá detrás de mis ojos, me impedía identificar los gestos de los niños, sus
facciones, sus ademanes… Agarré a uno o a los dos, no sé…

Amor platónico 20
Estoy frente a la puerta, de nuevo la puerta de mi casa, gues y apéndices. Y tú también jugabas a decirte del
de nuestra casa. La mano extendida, las llaves en la modo en que a mí se me ocurría que debías llamarte y
mano; pero en la puerta no hay picaporte, no hay ni que debían llamarse todas tus partes y todas mis par-
puerta; también las paredes desaparecieron… No, no tes y yo mismo, y nos reíamos y reíamos hasta quedar-
desaparecieron, simplemente no retienen nada, nada nos dormidos de nuevo para empezar descansados al
contiene nuestra casa y yo estoy en el centro del remo- día siguiente.
lino que se va formando con todas las cosas que han El juego se complicó porque tú eras insaciable y yo
perdido su sitio porque ya no hay ningún sitio. A los tenía que complacerte, y se me subió el poder a la ca-
cuadros se les acabó la referencia de las paredes y em- beza y a las manos y a los ojos. Fue así como empezó
piezan a perseguirse: todos siguen a tu litografía favo- eso de los gobiernos autonómicos de tu espalda, y de
rita, ésa donde Saturno devora a sus hijos. A los mue- tus piernas; hasta que un día dejé de tener control so-
bles se les acabó la referencia del piso, de arriba y de bre los cambios sucesivos.
abajo, y empiezan a dar vueltas sobre sí mismos bus- El primer síntoma de la descomposición fue que
cando el estado perfecto, la comodidad absoluta del todas tus partes empezaron a exigir ser llamadas por
caos. Ya no hay nada. En una esquina del mundo tres sus nombres cristianos. Entonces llegó al poder en tu
platos de la vajilla de navidad atacan a la ensaladera, espalda un gobierno que se declaró independiente y
que se defiende con una servilleta y una sonrisa. Sobre exigió que se le hablara en espaldés. Yo tuve que apren-
mí pende la silla de Damocles mientras las ventanas der luego pierní para traducirle a tus piernas, que para
ensayan la horizontalidad y convencen a la estufa de entonces ya también eran una república, lo que tu es-
que se ligue a la lavadora. palda les quería decir en espaldés, o lo que tu mano
Camino para buscarte, busco nuestro cuarto y me derecha, que optó por la democracia representativa,
salen al paso siete rollos de papel higiénico que huyen decía en manés oriental a tu mano izquierda, que optó
de la mierda del retrete que salió bailarín de tango. No por la monarquía parlamentaria y sólo entendía el
encuentro nada, yo también perdí las referencias y es- manés occidental. Me volví experto en lenguas; pero
toy dando vueltas porque vuelvo al mismo punto aun- nunca me entendí bien con la tuya porque el lengüés
que no me mueva, el mismo punto se mueve y no logro tenía diez y seis declinaciones, siete géneros y otras
estarme quieto. Me enredo en las sábanas de los niños tantas minucias que le daba por inventar a su primera
que pasan jugando a las alfombras mágicas, me resba- ministra. El más fácil era el idioma de la monarquía
lo en los discos y caigo en un montón de libros muer- absoluta de tu vagina, el vaginí, que sólo conocía el
tos en la guerra, víctimas de la mediocridad de sus au- presente y cantaba en versos heroicos, y todas las pa-
tores, los unos, y de la mediocridad de sus lectores, los labras terminaban en vocales abiertas y empezaban con
otros. Caí en el mismo lugar, ya estoy en todos lados, vocales cerradas.
¿qué hace el refrigerador en el patio?, ¿qué hace el re- Te has de acordar del caos que aquello se volvió. Tu
trete en la sala?, ¿qué hace la licuadora en la cocina? piel empezó lentamente la conquista, primero se alió
¿Qué hago yo sentado en esta silla frente a esta cama? con tu páncreas y tu apéndice y otros órganos inter-
¿Qué haces tú ahí acostada? ¿Por qué no dices nada? nos que de otro modo no tendrían voz (me acuerdo
¿Por qué no nombras las cosas para que todo vuelva a incluso que le coquetearon a mi próstata, pero ella me
su lugar? fue fiel. Quién sabe qué hubiera pasado si resulta el
complot). El discurso de tu piel era simple, y en pielés,
II por supuesto, decía que sin ella ninguna de las otras
Te acuerdas de una época en la que tú y yo nos ponía- partes externas sería nada y que las partes internas sin
mos nombres, jugábamos a que no nos llamábamos de ella se desbordarían y se perderían en el espacio infi-
ningún modo y éramos los únicos, y nos bautizába- nito de nuestro cuarto, que Dios la había creado para
mos según el humor con que amanecíamos. Tú me en- gobernar por sobre todo lo demás porque ella era la
señaste ese juego pero a los pocos días demostré ser conjunción perfecta de contenido y continente de que
mucho más hábil. Tú me decías a mí de un modo, y yo hablaba Gorostiza. A pesar de lo agresivo del discur-
empecé a renombrar tu cuerpo, así le puse nombre a so, o por eso mismo, en pocos días conquistó de buena
tus dedos, a tu ombligo, a todos tus rincones y plie- gana o por la fuerza la voluntad de toda tú, se convir-

21
tió en ti; declaró su capital en tu ombligo y el fin de su no tiene ninguna idea propia ni nunca ha tenido… No,
imperio en tu culo, alfa y omega de tu humanidad. le juro que no lo estoy insultando. Déjeme explicarle,
Además impuso el pielés como único idioma oficial e más bien creo que usted es de esas personas que por
impulsó una política de nuevas negociaciones con el ahorrar, se ahorran hasta las ideas… Me pega otra vez
exterior, y como se le ocurrió que yo era indigno de y yo que me quejo con su superior… Me pegan otra vez
hablar directamente con ella, nombró como su emba- usted y su superior y yo mejor me quedo calladito y no
jadora ante mí a tu boca, que se tuvo que olvidar de su le voy con el chisme a derechos humanos… Está bien,
socialismo utópico y del boqués, claro. Estableció una ya no me peguen, no le voy a decir a nadie ni voy a
agencia de espionaje bajo el mando de las orejas y de insinuar nada, ni le voy a faltar el respeto a nadie; pero
los ojos, que olvidaron sus lenguajes de metáforas y por favor deje de decir dijistes e hicistes… No, no me
lunas; la nariz y las papilas gustativas se le unieron refiero a las acusaciones, sino a que debía decir dijiste
después. e hiciste… Está bien, ni una más. Que quiere que le
Así, como ella era la gobernante (gobernanta, diría cuente toda la historia, que desde el principio, ¿con el
un amigo), se dio el lujo de delegar las decisiones al verbo?… No, no, fue un chiste, de esos que ya no quiere
cerebro y fue asignándole funciones a todas tus par- que haga. Me refería a que en el principio fue el verbo
tes; volvió el orden y ella descansó y se dedicó a acu- y el verbo… ¿No? Bueno, no importa. Tiene que decir-
mular grasa de todo tipo, grasa que se volvió la mone- me qué historia quiere que le cuente, o mejor aún, us-
da corriente de tu cuerpo. Yo nada más vi, mi ted me pregunta y yo le respondo. Si me deja así suel-
dipsomanía evitó que objetara nada. to, pues ni empiezo ni termino… Ya le dije que no sé,
¿No te acuerdas? Respóndeme. Grité, grité lo más no me acuerdo, menos me voy a acordar por qué hice
fuerte que pude y nada. No respondiste, no te acor- algo que no sé si hice… ¿De lo último que me acuerdo?
daste. Bueno, estaba con unos amigos… ¿Nombres? Julián,
Raúl, Pedro, Marisa y otra muchacha… Me la presen-
111 taron pero no me acuerdo de su nombre, es amiga de
Sentado aquí, sentado así como estoy, con los tobillos Raúl, al menos llegó con él, y uno no hace más pregun-
cruzados bajo el asiento, no veo nada. Agarrado a los tas de las necesarias, con perdón de usted… Sí, sí, a Ju-
brazos de la silla, no veo nada. Estiro las piernas y sigo lián y a Marisa los conozco de la universidad, estudia-
sin ver nada. Ya no queda nada, sólo estamos tú y yo, mos juntos, Pedro es un amigo de Marisa y a Raúl lo
esta silla y esa cama que nunca fue cómoda. La com- conocí por Julián, se asociaron y pusieron una fábrica
pramos porque te convenció esa muchacha con sus de dulces; qué quiere, de algo hay que vivir. Le decía
malas artes. La compramos porque el casado cama que nos vimos para comer… A ver, era martes, fue el
quiere, me dijiste. En esa época se te ocurría cada martes… Ya sé que son más de tres días. Sí, sé contar,
bromita… es de lo que me acuerdo… La comida, sí, la comida, ya
ve, se alargó, que un digestivo, que otro tequilita, que
IV una cerveza para el tequilita y así… Que qué tiene qué
—No señor, le digo que no me acuerdo. Si usted dice ver eso, pues no sé, usted me preguntó… De nada en
que fueron tres días, yo le creo, no tengo por qué du- especial, es decir de todo un poco, del futbol, del tra-
darlo; bueno, sí, su cara no me da confianza y ya va bajo, de los niños; la verdad es que nos vemos muy poco
siendo hora que me deje en paz… Está bien, no tiene y acabamos platicando de casi todo y de nada. De las
que gritarme y, por favor, ya deje de golpearme, si me vacaciones, sí, ya ve que el que tiene hambre en pan
sigue pegando en la cabeza menos me voy a acordar. piensa, y de las vacaciones por venir pasamos a las pa-
Las fotos no me dicen nada, pudiera ser un montaje o sadas. Marisa nos contaba de un viaje que hizo a París,
pudiera ser verdad. Cómo me voy a arrepentir de algo no me acuerdo bien si de vacaciones o de trabajo; pero
que no hice, si no me acuerdo ha de ser porque no pasó no importa, un viaje a París aunque sea trabajo es pa-
y todo eso que me cuenta ha de ser un invento de su seo, ¿no? Nos platicaba de un parque, de una callecita,
cabeza; aunque por su forma y esa mirada tan de us- de una fuente que le gustó mucho, de un mesero que le
ted, se me ocurre que para inventar algo hay que tener trajo lo que ella no había pedido y que cuando le recla-
ideas y tal vez la idea no sea de usted, que usted tal vez mó hizo como si no entendiera su francés y la insultó

22
quedito y en español… Sí, en todos lados se cuecen ha- malditos celos. No preparó nada, tuvo que actuar en el
bas. Luego nos decía de la corredera que se traen to- instante. Cuando llegaron los niños se los llevó a casa
dos en el metro, que todos van corriendo como si qui- de su suegra, qué ironía. Volvió a su casa y pasó tres
sieran ganarle al tren, sin fijarse en nada ni en nadie, días con el cadáver. La policía finalmente lo descubrió
life en español (en grises) / acrílico sobre tela / 230 x 180 cm

muy en su rollo cada quien… No, más bien creo que y antes que lo detuvieran se suicidó, ¿o no?
ellos no andaban turisteando, como Marisa; pero se- Eso no aguanta ni para dos días de nota roja. Tuve
guro usted conoce mejor a la gente que yo. Nos dijo que apuñalar tu corazón. No tuve más remedio, no tuve
que se topó a una chica llorando en el metro de París. remedio. No, no tengo el remedio. Cuando llegue la
policía, si llega, si alguna vez llega, no sé qué les voy a
V decir; cómo voy a explicarles tu belleza. Ellos, los muy
Me acerqué a ti, pero ni me viste; te toqué, pero ni me brutos, van a ver un cadáver y yo les voy a tener que
sentiste. Cómo decirte todo lo que necesito decirte si explicar. Les voy a tener que enseñar a verte, les voy a
ni me escuchas; cómo evitar este cuchillo que tan bien enseñar a buscar las pistas de tu hermosura, les voy a
le sienta a mi mano; cómo evitar que el mundo se haga descubrir los secretos de tu cuerpo, les voy a enseñar a
tan chico como para acercar este cuchillo que traigo orientarse con tus lunares.
en la mano a ese pecho de tanta gravidez, como tú. Tú, Que quieren llegar a tu ombligo: Muy bien. Necesi-
tan el centro del mundo. Todo se dirige hacia ti. tan una cantimplora con suficientes recuerdos de la
Cómo confesar en tercera persona lo que pasó: Lle- infancia, cuatro cigarros (tu abdomen es área de sí fu-
gó a su casa. Él la estaba esperando y la mató de siete mar), ropa cómoda, imaginación y este mapa. Que por
puñaladas. Fue un acto de locura, fueron los celos, los qué cuatro cigarros, porque da lo mismo cuatro que

23
ciento veinte, porque no importa; que por qué el mapa cuerpo y lo va deshaciendo: un poco aquí, luego allá,
está en blanco, porque es igual, porque no hay un ca- probando resistencias, probando consistencias y tiem-
mino ni indicaciones para llegar a tu ombligo, porque pos; pero nada resiste al tacto, que todo lo destruye. Las
tu ombligo lo es todo, porque ya estamos en tu ombli- manos, esas manos no crean: mi voluntad de transformar-
go y nadie lo sabe, porque aunque supieran cómo lle- me y de ser creado es vencida por la voluntad del dedo. La
gar, no podrían hacerlo. Porque la imaginación es ne- voluntad de la piel sólo es vencida por otra piel.
cesaria para darse cuenta de eso, porque sin Me acerco a tu nariz. El olor oculta todas las inten-
imaginación uno puede seguir pensando que el mun- ciones, decir que no hay olor como el de tu cuello es
do está afuera de tu ombligo, porque sin imaginación una amenaza. Cuando acercas tu mano a mi cara des-
tu ombligo es sólo un ombligo. Tu ombligo es todo, el cubro que el olor de tus palmas es tu verdadero olor, el
lugar de nacimiento de todas las cosas, la prueba de que no huele a nada. Porque tu cuello huele demasia-
que somos hijos de hombre y mujer. La prueba de que do a todo, porque tu olor ordena el mundo y pone a
todos estamos aquí por la misma razón. Para vivir el cada cosa en su lugar, porque me acerco a tu cuello y
mundo como tú lo vives, como tú, volvernos tú, todos tú. huele al mundo, huele a hacer cosas, huele a levantar
una taza, a usar tijeras, huele a dar un paso. Pero tú te
VI acercas, acercarse es oler... pero tú te acercas y no me
Me acerco a tus ojos y me acuerdo cómo me ves, cómo hueles, junto a ti yo no huelo a nada, no es posible es-
tus ojos se acercan a mi mano y se pierden en cada uno tar junto a ti y no oler a ti. Deja que tu olor cubra las
de mis vellos, se pierden en mis cicatrices que se vuel- cosas de este mundo, del que abusas, como abusas de
ven azules, que se vuelven grises conforme esos ojos mí cuando no puedo evitar que me invadas y que tu
las miran y como esos ojos se borran y se pierden y nos olor me levante de este suelo que huele a ti y que me
vamos hundiendo los dos en lo mismo, en ese hueco de arrulle en las noches de tu olor y me despierte al alba
los ojos, en ese hueco de la cabeza que acaba signifi- sólo para presumirme que el sol también huele a ti. Tu
cando nada. Miramos hacia adentro y no hay nada. olor me cubre de la lluvia y me protege de mí mismo.
Todo es eso, principios, puros principios: el color se Me acerco a tu boca y sabes a la tierra... Pero no
termina en el color, el blanco se termina en el blanco y sabes a qué sabes. Sabes a todas las sonrisas, sabes a lo
nada más. Te preguntarás dónde has estado e, inge- que sabe la luna llena. Sabes como a martes. Tu sabor
nua, me lo preguntarás a mí, y yo te voy a decir que has cambió tantas veces que si ahora pruebo tu codo segu-
estado aquí, que llevas veinte años y dos abrazos aquí, ro sabe como sabía ayer tu espalda, como tus nalgas en
que hemos visto dos eclipses, que has pasado días en- octubre, como atrás de tus orejas en verano. Tu sabor
teros viendo mi pelo crecer. Tú, coqueta, tocarás mi se acumula en todas partes. Con mi lengua he recorri-
codo con tu codo, tocarás mis venas con tu mirada y do todo el mundo, así sé que estuviste en una playa,
tu sonrisa mirará justo donde mis ojos no alcanzan a que le diste sabor a las palmeras, que toda la arena se
ver y donde nadie alcanza sino tu sonrisa... Se ve, de- desprendió de tu cuerpo, que con tus lágrimas llenas-
cías, y me decías mira, mira como todo se ve a través te todos los cocos; así sé que siempre estuviste en mi
de mis ojos. Y yo no me atreví a mirar con tus ojos por- pueblo, porque sabes a todas las frutas tropicales, por-
que vería todo tan bello, porque me vería a mí y todos que la masa recién hecha sabe como tus manos y toda
mis defectos. Yo te tengo miedo, yo me tengo miedo, mi infancia sabe a tu tobillo... Las ciudades saben al
tengo miedo que me muestres a mí mismo. agua con que te bañas, las montañas saben como tu
Me acerco a tus manos. Con mis dedos recorro una ombligo, los bosques como tu cuello. El desierto, el
cicatriz y toco dos lunares. Casualidad, nada. Cuando desierto sabe al espacio entre tus senos, a tus axilas, a
tu dedo se apoya contra mi cara y se enfrenta a la sua- tus brazos levantados para detener al sol en lo más alto.
vidad de la piel, la vence; cuando se enfrenta a la dure- Estuve en el sol y el sol sabe a tu sexo. La lluvia y la
za de los huesos, la vence. Tras la piel y el hueso no hay sombra de las cinco de la tarde saben a tu mirada.
nada. Primero la boca, sí, es la boca y ahí no hay nada, Me acerco a tu oído y todo se parece al ritmo de tus
no hay dientes, no hay lengua, nada, ni yo mismo por- pasos, al ritmo de tus manos cuando me explicas cómo
que nada queda después del tacto. La agresión del tac- suena el mundo. Dices que si tocas mi cara se oyen
to se convierte en juego que inventa recorridos por mi pequeños cangrejos que salen a respirar y mueren aho-

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gados en la humedad del aire; y cuando acaricias mi cómo la va a identificar. No creo que usted pueda si-
espalda dices que puedes oír el vuelo de los cocuyos y quiera verla… Está bien: pelo negro, probablemente
la caída de los mangos maduros, y que escuchas a once pintado, ojos grandes, nariz recta, frente amplia, ma-
mujeres cocinando y once hombres hambrientos ca- quillaje mínimo. Señas particulares: ninguna y todas.
minando en los naranjales. Y entonces yo te pregunto Cómo me pregunta eso, cómo voy a tener una idea de
cómo suena la ciudad, y tú me quitas la camisa; cómo cuánto pesa… No, ni gorda ni flaca. Un metro setenta.
se oye la carretera, y tú tapas mi boca con tu mano y Por qué me pregunta eso; supone que siempre se viste
me das un beso en la nariz. Dices que cuando estoy igual, ¿o qué? No, nada particular, un vestido de tiran-
desnudo se oye un restaurancito en medio de un bos- tes, amplio, de una tela muy delgada, de cierta trans-
que de pinos, se oye el frío. Dices que cuando no te veo parencia, que se le untaba especialmente en el trase-
se oye la soledad, que cuando no hablo se oye la impa- ro…. ¡Y qué trasero! Sí, tal vez fue el agua, yo no sé, no
ciencia, y que cuando me enojo se escuchan los cruji- me acuerdo; pero sí recuerdo cómo se le marcaba bajo
dos de una casa de madera en la que dos ancianos se el vestido el pliegue de las nalgas cuando se convier-
dicen lo mismo todas las tardes. Entonces yo te digo ten abruptamente en piernas… Ah, eso le gustó, segu-
que cuando te quito la ropa no se oye nada, que todo ro eso sí lo ha visto. Pues no, no lo ha visto, nada más
se detiene, que cuando estás desnuda suena como el yo lo he visto. Era mi esposa la que acababa de entrar
amanecer en un barco muy pequeño en medio del ca- al restaurante, y sólo yo la he visto, sólo yo he sobrevi-
ribe; pero tú no me crees y me pides que te desnude vido a su belleza.
para ver si es cierto… y me explicas que tu desnudez
no suena a otra cosa que a mí mismo. IX
La quería para mí. Esa belleza es una agresión. Pobre
VII de quien la contemple, pobre… Clarito veía cómo to-
Que qué le voy a decir a la policía. No importa, ahora dos los que estaban en el restaurante la miraban y se
ya no importa. A lo mejor les digo la verdad, a lo mejor iban convirtiendo en estatuas de sal: primero el señor
me hago güey. Imagínate, cómo dices que mataste por- gordo, con los ojos transparentes por la transparencia
que te pareció una buena idea, la mejor manera. del vestido; luego la recepcionista con las manos secas
por tocar la belleza primera de su brazo; luego el
VIII meserito ingenuo que quedó con la cara torcida por
—Bueno sí. Tiene razón, nada de eso importa, lo que atreverse, frío, al goce infinito de su aliento cálido; el
estuviéramos platicando nada tuvo que ver con lo que joven, apenas adolescente, con la boca hecha chicha-
pasó después, con lo que pasó… Y lo que pasó fue que rrón por imaginarse el sabor de su cuello; el hombre de
empezó a llover… Se lo juro, y la lluvia era tan fuerte familia fulminado por el rayo por atreverse a imaginar
que las conversaciones eran cada vez más ruidosas y su desnudez. El diluvio universal provocado por los
más fuertes hasta que nadie pudo escuchar nada y se pecados que todos imaginaron al verla. En fin, todos
hizo un silencio raro. Fue entonces que la vi. La cria- agredidos, todos vueltos menos, perdidos, apocados
tura más bella que nadie hubiera visto entró al restau- por su luminosidad… Mi razón perdida, disuelta en el
rante empapada… No, le digo que era la primera vez olor que lo inundó todo, perdida para siempre… La
que la veía, no sé su nombre, nunca lo supe, o no sé. quise tocar, la quise para mí y mi cuerpo perdió su con-
Puedo inventar uno, puedo inventar todos, puedo re- sistencia, su constancia.
citarle todo el santoral y todos los nombres pudieran Ahora parece tener sentido congelar la belleza, mi
ser el de ella, ella es dueña de todos los nombres… No búsqueda de la perfección llegó a su fin. La búsqueda
es mi culpa, me pidió que le contara lo que pasó y yo se del cuerpo bello, de la belleza en un cuerpo, en dos, en
lo digo; si quiere volvemos a las preguntas y así desva- todos los cuerpos. La búsqueda de la ciencia de la be-
río menos… No, le digo que no sé cómo se llama… Uhhh, lleza, la comprensión, la sabiduría: supe que la belleza
tal vez unos 24 o 34 años, qué edad tiene Venus, qué era ella, en ese momento, y había que atraparla. La be-
edad tenía Helena, qué edad tienen las tres Gracias, lleza es una, es ella. ¿Cómo darle sentido al mundo?
quién sabe… No, no estoy bromeando, pudiera tener ¿De qué otra manera se apropia uno de la belleza? ¿De
cualquier edad, no importa, a nadie le importa… Que qué otra manera entra uno en la belleza?

25
Los
primeros
latidos
de la pasión
amorosa
en la literatura
de Occidente
26
Coral Aguirre

El amor se gesta entre iguales. Esto es lo que


pareciera estar diciendo la literatura clásica.
Convengamos antes que si el amor es una invención
literaria, su prehistoria está en la Grecia antigua.
Y en esta prehistoria del amor, ese sentimiento nace
primero dentro del mismo sexo.
acicalar mientras se escribe / acrílico sobre tela / 135 x 150 cm

27
E
n este marco, ante todo, lo que me salta a psiquis, no hay en ella el menor esbozo de utilidad o
partir de mis reflexiones quizás demasia- servicio tanto a la comunidad como a la familia, es aje-
do arriesgadas, es que el amor es un inven- na a la política, la religión, la sociedad.
to masculino, algo así como la necesidad Afirmo, pues, que el amor, esa producción mascu-
de un oasis, de un opuesto en medio de la guerra. Ha- lina, viajó por muchos vericuetos antes de hacer de la
llar al amado, hacerlo suyo, sufrir por su ausencia, pa- mujer una participante, una cómplice. En la prehisto-
reciera la metáfora del combate. Combate que se alar- ria del amor, según como lo prefigura Octavio Paz, lo
ga en la seducción, conquista, avances, peleas, progreso que advierto, lo que percibo es un hombre seducido
y procesos. Vaya a saber dónde se encuentra la mujer a por otro hombre. Un sujeto deseante frente a un suje-
la hora de inventarse al amor. Si alguna vez sirve de to deseado. Qué sujeto podía ser la mujer de aquel tiem-
referencia, no puedo ignorar que se encuentra al mar- po destinada a una condición inapelable: “Tenemos a
gen de la vida presupuesta en ese agon. Ella habita el las hetairas para nuestra diversión, a las concubinas
gineceo, entre otras mujeres, en los espacios privados para nuestro servicio personal y a las esposas para que
donde no sucede la guerra, arguyendo trampas para críen a nuestros hijos y atiendan la casa”, señalará
espiar y vislumbrar desde su escondite el mundo que Demosténes en el siglo V a. C. En cambio Patroclo es
no le pertenece. Como la Helena de Troya en las torres el amigo, el cómplice, el amado de Aquiles, su discípu-
de la ciudad observando a las dos facciones que pelean lo, quien sigue las huellas del hombre más valiente del
por ella y lamentándose de una y otra sin ninguna elec- mundo, el paradigma de la antigua Grecia. Patroclo
ción previa. Otros han elegido por ella, Paris la ha rap- quien sale a la guerra vestido con el escudo de Aquiles,
tado, Menelao y los ejércitos de Agamenón vienen a su guía y su tutor, como después lo harán los caballe-
rescatarla. Ella llora por unos y otros, y a la postre re- ros andantes con alguna prenda de su señora que los
gresará muy dispuesta a hilar por el resto de sus días a proteja, en el periodo del amor cortés en el medioevo.
la vera de su marido legítimo. El amor no ha sido. Del mismo modo, Patroclo con el escudo de Aquiles se
Afrodita es una diosa que está del lado de Paris, no siente protegido y amado. Cuando Homero relata el
de Helena. Y por supuesto, La Ilíada no es la historia dolor de Aquiles frente a la muerte de Patroclo, es cu-
del rapto de Helena a causa de la pasión de Paris sino rioso observar que lo hace no con el estilo directo que
el relato de la cólera de Aquiles a causa del despojo de aplica en el caso de Héctor y Andrómaca en la torre,
su botín de guerra, y su desenlace. Si Héctor, el heroi- sino por medio del estilo indirecto en donde la des-
co Héctor, nos emociona por las palabras destinadas a cripción de las acciones de llorar y querer arrancarse
su esposa e hijo, notemos que su voz no está los cabellos por parte de Aquiles resultan más vigoro-
conmocionada por la pasión amorosa sino por la im- sas para corroborar la pérdida.
portancia de la madre a la vera de su hijo, para prote- En este sentido, la invención del amor tiene su
ger la herencia, la propiedad, para que se disponga a más profundo y bello alegato en El Banquete de
cumplir bien su rol: el cuidado del hogar, del hijo, el Platón. Coincido con Paz que de los siete discursos
cumplimiento de las normas. Es cierto que en La Odi- que caracterizan y analizan el amor, sin duda el más
sea, Penélope, fiel y paciente, sortea todas las desven- bello es el de Aristófanes. El mito que relata
turas que la larga ausencia de Odiseo le ha provocado Aristófanes no es una invención helénica sino que
y permanece tan fiel como si la impulsaran los senti- se inscribe en la mitología griega de carácter más
mientos más poderosos; pero tampoco ésta es la histo- arcaico y trata de aquellas criaturas, los primeros
ria de una pasión amorosa, no hay el menor indicio que humanos, conformadas en tres categorías:
lo pruebe. Desearíamos como lectores participar en las machihembra, macho-macho, y hembra-hembra,
expectativas del Eros que conmueva al uno o al otro, quienes a causa de esta doble conformación fueron
pero sospechamos que están viejos, fríos, o bien cuan- tan capaces e inteligentes que ponían loco al mismo
do se amaron lo hicieron al igual que Andrómana y Zeus. Así que sin dudarlo, los dioses decidieron po-
Héctor en la Ilíada, desde la obediencia a los roles nor- ner fin a tanta autonomía cortándolas por la mitad.
mativos que como esposo y esposa, padre y madre les Y como en el cuento, hasta el día de hoy los huma-
son destinados. Por otra parte, la pasión amorosa es nos andamos buscando aquella parte que nos com-
gratuita, desinteresada, sólo compete a la carne y la pletaba y nos fue quitada. De tal modo los antiguos

28
sugirieron que las pulsiones homo y heterosexuales diosa del amor en su apogeo al cumplir con el papel de
serían perfectamente legítimas. cómplice no sólo en el campo de batalla y no sólo para
En cuanto a la verdadera opinión de Platón respec- reafirmar la potencia masculina.
to de ese sentimiento donde se mezcla el ansia y la ter- Esta mujer que invoca a la diosa Afrodita cada vez
nura, está dada en la misma obra citada más arriba por que otra existencia la conmueve, no es cualquiera sin
boca de Sócrates. Es Alcibíades quien narra cómo ha luces; al igual que los hombres ha obtenido sus laure-
deseado al sabio y de qué manera este último se ha les en el estudio y se constituye en sujeto por gracia de
abstenido para alcanzar el colmo del amor, es decir, de su arte, la poesía. Es una artista, la cual será calumnia-
la fineza. Y si nos detenemos un poco en ello, veremos da como suicida, traidora, perversa, lasciva por la ma-
que toda la invención del amor que sobrevendrá en yoría de sus colegas poetas romanos y medievales, qui-
tiempos futuros halla su fundamento en la abstinen- zás sólo por su singularidad. Es aquella que hizo decir
cia que proclama Platón a través de Sócrates con rela- a Solón, “Escuchar un verso de Safo y luego morir”, y a
ción a Alcibíades, el séptimo orador del banquete. Esa la que Sócrates nombrara como la décima musa, y cuyo
abstinencia que ha sido bandera de san Agustín y que poema fue considerado por los primeros médicos, a
une con tanta armonía el ideal platónico con el ideal partir de Hipócrates, como el mejor diagnóstico de los
cristiano. síntomas del amor. Por primera vez, en lo que conoce-
Llevamos grabado a fuego en nuestros huesos ese mos de la producción literaria de Occidente, se yergue
idealismo y soñamos con un amor, una pasión amoro- un cuerpo que late, cambia, se contrae, sufre y se ale-
sa, hasta el día de hoy, que vaya por encima de la carne gra, un cuerpo, no una mente, no el pneuma brindado
y nos transporte al cielo. ¿No es acaso platónica la me- por los dioses, un cuerpo de mujer, un organismo vivo.
táfora de Paz y además ilustra la fineza de Sócrates, Desde entonces pareciera que será siempre una mujer
cuando dice que la sexualidad es la raíz, el tallo es el la que abreve en sus entrañas, revelándolas, y un hom-
erotismo y la flor es el amor? Tres niveles perfectamente bre, quien se vuelva hacia el afuera y mire desde allí:
categorizados: uno que nos enlaza con la naturaleza, Te haré temblar, dirá, mientras la mujer será su opues-
la tierra y la bestia; el segundo la embriaguez de la car- to: tiemblo, estoy temblando, voy a temblar.
ne y sus juegos eróticos producidos por la sofistica- En los mitos primarios los lazos de Aquiles y
ción de los sentidos, la imaginación, la conformación Patroclo me parecen los más fuertes, los más cercanos
más sutil de la psiquis donde reside y se proyecta la a lo que Occidente conocerá después como amor. Sin
sensualidad; y por fin el amor en la cúspide, cerca del embargo, hay en ellos otra pasión que me desvela. Me
cielo o en el mismo cielo, apartado ya de una sexuali- refiero al incesto. El incesto, sublimado, halla en estos
dad instintiva, también más allá de los placeres lúdicos, mitos una fuerza que no alcanzará a ningún otro vín-
lúbricos, inteligentes, del Eros en acción. Lo bello, lo culo humano. No quisiera detenerme en Edipo, pues-
imaginado, deviene en ejercicio de abstinencia, en ri- to que la poesía trágica de Sófocles no aborda su prác-
gurosa retención de la carne, en poderoso espíritu que tica sino sus consecuencias. Nunca vemos a Edipo
sobrevuela toda carnalidad. Ergo, llevamos a Platón en apasionado por Yocasta, más aún, ella es una suerte de
los huesos. madre protectora que él rechaza con la rebeldía de un
Hay otras vertientes, no obstante, en las fuentes de hijo que no quiere ser sometido. Tendremos que espe-
nuestra cultura occidental en aquellos tiempos arcai- rar a Séneca, cinco siglos después, para que, tal vez con
cos. Sorprende el vigor con que Afrodita se presenta todo el peso de la culpa y el castigo cristianos, su
renovada por el llamado femenino y cómo de servir a Yocasta le ponga nombre a esos lazos y espantada cla-
Paris al robarlo de la guerra y plantarlo en el lecho de me aquel grito que pareciera resonar en nuestra pro-
Helena, se transforma ahora en la ayudadora que le pia humanidad: “¿Con qué nombre te llamaré?”.
exige ser una mujer. Queda lejos el amor sublime de Pero sí me parece prudente detenernos a pensar en
Aquiles por Patroclo, donde el organismo de la pasión Antígona, en Electra, en Fedra. Esas mujeres fuera de
se escamotea —nadie tiembla, nadie se contrae, los toda norma y toda visión femenina de su época, apa-
suspiros son aire que se mezcla con el aire, nada, y el rentemente ajenas a una cultura que las ha domestica-
arrebato de arrancarse los cabellos es un acto que lle- do. A un código social, familiar y afectivo que no las
ga después, frente al cuerpo ausente—, por fin es la tiene en cuenta. En ellas late un sino, una marca, un

29
destino que las hace singulares y no obstante deposi- pas, los obstáculos, el laberinto de la razón, y rozar la
tarias de unos lazos mucho más antiguos: esos dos ca- médula de nuestros fantasmas más íntimos.
chorros amantados por el mismo seno, esas dos carnes Así, en estos caracteres que hemos nombrado, su-
trémulas que frente al peligro que los acecha constan- gerido, incierto, confusamente apuntado si se quiere,
temente se aprietan la una contra la otra y viven el ham- hay un pathos, no hay amor más grande en toda la lite-
bre y el frío en un abrazo cuyos ecos resuenan en esos ratura occidental que el de Antígona por Polínices. Ella
cantos y alcanzan incluso hoy día a resonar en los nues- que naciera para el amor, no para la guerra, como lo
tros. Hay una nostalgia de hermano y hermana en cada enarbola frente a Creonte, se encamina con paso deci-
uno de nosotros, como si decir hermano, decir herma- dido hacia la muerte; es, de hecho, la novia de la muer-

dibujando (ESPEJEADA y en grises) / acrílico sobre tela / 135 x 150 cm

na, conllevara una impronta más vieja, más larga, más te, pues quebrar la Ley y el Orden es viajar del brazo
honda. Los poetas de todos los tiempos se han hecho de la muerte rumbo a los brazos del hermano muerto.
cargo. Mon enfant, ma soeur… ¿qué latido es este?, ¿la hue- Antígona sostiene entre sus manos la ley familiar, la
lla mnémica de aquel abrazo en la caverna?, tengamos ley aprendida frente al hogar, la ley que implica asi-
en cuenta que los versos del poeta surgidos de la zona mismo no dejar apagar el fuego, ser la guardiana de los
oculta y sagrada de su ser doblegan las fronteras del propios muertos. En nombre de ello lo hace con el fu-
lenguaje con la intención de echar por tierra las tram- ror de la pasión más grande: Polínices ha devenido por

30
obra y gracia de su insepultura el amante al que se des- cesario para nuestra sobrevivencia psíquica y física,
tinan todas las invocaciones del amor. Él se ha vuelto pero exasperado por la materia amorosa.
el objeto de su deseo. Ella, enamorada, se yergue con la Por último, es el mismo Narciso al suicidarse por
fuerza con que se presentarán las grandes heroínas de amor, aunque sea de sí mismo, quien nos lleva de la
la pasión amorosa en la literatura. Será Julieta e Isolda, mano al suicidio de amor. Esa otra cara de la pasión
Cleopatra y Dido. Será, como antes Aquiles, herida de amorosa, también tratada en los mitos primarios, aun-
muerte por la ignominiosa muerte de Polínices. Si que de un modo ambiguo.
Aquiles desespera por honrar a ese Patroclo cuyo ca- Fedra se suicida por amor a Hipólito, el hijo de Teseo;
dáver los aqueos no pueden rescatar sino con inmen- después de la muerte de Patroclo, Aquiles busca el triun-
sas pérdidas de sus hombres y ante el cual se fo de los aqueos para vengarlo, pero también su propia
prosternará durante los doce días que duren sus hon- muerte; Antígona elige su muerte al igual que Aquiles.
ras fúnebres, tal acto le es negado a Antígona. Pero los suicidas crecen a medida que pasan los tiempos.
En Las bacantes, Ágave se come a su propio hijo; cla- La imposibilidad del amor o el estallido de la vida ¿quién
ro, en el furor bacanal no lo sabe, pero todos reconoce- lo sabe? A mí me late una respuesta muy arriesgada: en el
mos la sugerencia de los signos impresos en el drama colmo del amor, en el puro goce del dolor por el/la ausen-
de los personajes. Tampoco Fedra es la verdadera ma- te, se produce un éxtasis, una euforia de vida tan fuerte,
dre de Hipólito, es su madrastra, pero las que se trata de dar un pequeño paso arrebatado y furioso
reverberancias incestuosas permanecen. y elegirnos para la muerte.
La literatura cuya fuente son los mitos siempre na- Finalmente Virgilio, sólo por ser ejemplar, y que-
rra a propósito de los deseos y los miedos que se alojan riendo sugerir al lector de su tiempo una historia
en nuestros corazones. Así, el Eros del maestro y el don- fundacional, toma la historia de Cleopatra y Marco An-
cel, su discípulo, y asimismo las mieles amorosas sur- tonio, y en el afán precisamente de contemporaneizar, re-
gidas en aquella Lesbos mítica donde Safo amara a las curre a un personaje que alude a las guerras púnicas, a
muchachas, siguiendo el modelo de los hombres, se la lucha de los romanos en contra de los cartagineses,
multiplica hasta nuestros días en tantos casos anóni- e inventa a Dido. Dido que retiene a Eneas y lo ama
mos de maestros y muchachos o muchachas alcanza- hasta el paroxismo. Pero, cosas que nos suceden a los
dos por los dardos de la pasión. Del mismo modo, la escritores, se enamora de Dido, la cartaginesa, más que
literatura ha seguido dando cuenta de las formas del propio Eneas, y escribe ese cuarto canto, su mo-
incestuosas cuyas formas expresivas son múltiples, y mento más sublime, más original, donde Dido se sui-
los poetas y escritores y filósofos se han visto seduci- cida por amor del troyano y entonces percibimos, des-
dos una y otra vez por el aliento que se desprende de lumbrados, que Dido también es nuestra, habita
Antígona, Fedra, Electra, Yocasta. nuestra sangre y participamos de sus lágrimas tanto
Sin embargo faltan otros paradigmas como el de como del abandono al que la constriñe Eneas.
Narciso, esta otra manera de la pasión amorosa. Tam- Se ha completado el círculo. La antigüedad clásica
bién del mito de Narciso, espléndidamente tratado por no podía sospechar los alcances del amor tal cual lle-
Ovidio, se va a nutrir nuestra literatura hasta los días garía al presente. No obstante supo iluminar con sus
presentes. Pensemos en El retrato de Dorian Gray, por mitos todas las variantes posibles en su producción
ejemplo, de Oscar Wilde, o en Mujeres Apasionadas de simbólica. Las generaciones y épocas que la siguieron
D.H. Lawrence. Allí se deslizan los sedimentos del sólo tuvieron que exacerbar los límites para revelar la
mito. Por otra parte, debemos subrayar que mucha de topografía de la pasión, ya apuntada en sus obras.
nuestra literatura es profundamente narcisista, de he- Y como el espejo que nos inquieta por reflejar nues-
cho todo el siglo XIX lo es, e incluso un poco antes. tra silueta vagamente parecida a la que suponemos pro-
¿Cómo establecer los límites de la pasión amorosa en pia, pero que al mismo tiempo nos ilumina a propósi-
un Wherter, en la Nueva Eloísa, en Adolfo? ¿Cómo sa- to de ciertos rasgos, aquella escritura poética de los
ber si los grandes amores no son más que un reflejo del griegos dio razón de los comportamientos expresivos
propio rostro en el espejo? ¿Hasta qué punto amamos y las conductas características de la pasión, guiándo-
como decimos amar o sólo es el otro, el cristal donde nos a lo largo de los siglos por una suerte de aprendi-
nos miramos? Narcisismo en parte absolutamente ne- zaje cuyas marcas siguen siendo literarias.

31
POESÍA

El cabrero
(de La Santa)
JOSÉ JAVIER VILLARREAL

Aunque pase la noche y vuelva el día,


triste amanece, si anochece triste.
Miguel de Barrios

Hampones.
Hidrocálidos matices. Arboladas fuentes
donde los sátiros
a olerte se han mentido
en infelice drama; donde tus huellas
la serpentina cama a otros brazos se ha rendido.

32
POESÍA

Caliza, de atesoradas y bien pulidas perlas, preguntaba


sin obtener respuesta, con el dardo,
con la sota en los pendientes del alma,
en esa hornacina de plurales brazos como grabado obsceno,
requinto nulo con la flora cabizbaja cuando a tormentos se
aplica.

Así lo iba diciendo, con angustia de grabar mensaje tras mensaje,


cubriendo con su frío ese lecho de piedra
en la medida exacta de su entrepierna, en la parte blanda
por las avariciosas
ramas de un jardín de no avanzar lo suficiente,
no inmolar fantasmas que reinan bajo mi cama y aguardan
lo blanco de tu cuerpo para caer de golpe, rodear la casa,
salir por escondrijos, resquicios, el borde,
por las hendiduras de las llorosas puertas.

33
POESÍA

De ti en este mar que viene


con su alambrito de plata
en esta soledad, diríase el radiante césped
que no me atrevo a pisar
en este oleaje donde las cabras,
desde lo alto, comen su hierba, y mi cuarto se desploma
frente a la isla de Cedros.

tamaño infantil ii (en grises) / acrílico sobre tela / 135 x 100 cm

34
POESÍA

II

A caricias mentidas, a presiones donde el santo entierra su


reliquia,
subraya el margen de su fe, el esperanto de sus sueños,
el equívoco que se alza en llamas
y en ardientes infiernos va cayendo sobre tu vientre
como flor que reclina sus pistilos,
la corola donde apareces inaugurando la toma, la aprehensión,
la silla que se mece
en las neblinosas construcciones donde las bestias se congregan,
donde los sicarios afinan
el dolido peso de la afrenta, el lodazal donde los niños guardan
su tiempo, su detenido tiempo por los bordes de la muchacha,
la que cruza la calle y acrecienta el suspiro,
el mapa de tus angustias, los dedos del que dormita su tristeza;
del que se acuesta solo para levantarse solo.

35
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

E n El valiente negro en Flandes (1603), de Andrés de Clara-


monte, aparecen varios motivos asociados con el concepto
de monstruosidad, entendida ésta bajo los postulados de
Jeffrey J. Cohen y Michael Uebel sobre la hibridez y la
transgresión. Esto es, el monstruo amenaza el orden al señalar que las
zonas delimitantes, bien sociales, bien topográficas, no son fijas ni
perpetuas. La obra que aquí nos ocupa refleja principalmente dos
motivos de la llamada monstruosidad: el de la máscara y el de la frontera.

maniobra / acrílico sobre tela / 150 x 135 cm

36
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

Tras
máscaras
y fronteras:
la monstruosidad en El valiente negro en Flandes

Carrie Ruiz

La máscara, o el motivo del encubrimiento, resalta el aspecto de


hibridez, de mutabilidad, y se inscribe en el ámbito de lo monstruoso.
El segundo motivo, la frontera, se caracteriza por el cruce y ruptura de
ésta. La violación de las fronteras establecidas ocurre tanto con la física/
geográfica como con la psicológica/social. La falta de adscripción a las
fronteras, junto con el uso de la máscara, se asocia con la dificultad de
categorizar y limitar la figura del monstruo; es decir, la imposibilidad de
fijar, catalogar y controlar a la figura o al personaje dentro de las normas
sociales establecidas, resulta en una amenaza al orden, y en consecuencia,
se presenta dentro del ámbito monstruoso. Así pues, la monstruosidad
funciona como elemento para cuestionar los valores de la sociedad.

37
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

En la obra de Claramonte la monstruosidad se erige negro en Flandes se desarrolla precisamente en los már-
en Juan de Mérida, el protagonista, que desestabiliza genes, en Flandes. Las descripciones del campo ene-
el modelo fijo ya que disuelve los límites entre lo inte- migo enfatizan su aspecto indeseable: es pantanoso y
rior y lo exterior, entre el “yo” y el “otro”. El presente es- lodoso; en otras palabras, es un área de suciedad. De
tudio se centrará en este personaje altamente problemá- esta forma, Flandes, y en específico el campo de bata-
tico para el orden social en El valiente negro en Flandes. lla, se construyen como lugares de oposición en cuan-
El primer traspaso de Juan de Mérida se produce to a España; el espacio del “otro” es uno húmedo y su-
en el ámbito físico: va de Mérida a Flandes, y, una vez cio en contraposición con el seco de Castilla. También,
en el país extranjero, vuelve a cruzar el espacio fronte- el habla es diferente y se representa como negativa.
rizo al adentrarse en el campo enemigo. Al cruzar las Juan asocia el lenguaje de los flamencos con el demo-
varias fronteras geográficas también atraviesa fronte- nio: “Niteat, / Y Bercebú que os entienda” (1888: 407).
ras sociales, ya que se alista a la milicia como soldado, En estos términos, Flandes no sólo es un espacio mar-
pero su condición física de negro sorprende a los otros ginal, sino sumamente negativo.
miembros del cuerpo militar. En este sentido, don Este espacio también se conecta con lo abyecto al
Agustín comenta sobre el protagonista: “Si ser solda- ser el campo de batalla un lugar violento. La violencia
do desea, / ¿Por qué á Guinea no pasa?” (1888: 491-2). pertenece al ámbito del abyecto, entonces, es signifi-
Don Agustín, junto con otros personajes, percibe la cativo que Juan triunfe en este recinto ya que lo sitúa
inscripción del protagonista en el ejército del rey como como figura monstruosa y abyecta. El campo del ene-
una ofensa. Sin embargo, la monstruosidad aquí no se migo es un lugar de extremos, tanto por el agua como
presenta en la figura de Juan sino en los comentarios por el frío, que los soldados españoles no aguantan:
racistas de los otros soldados. “Cada día soldados sepultamos, / Que amanecen hela-
El aspecto monstruoso de Juan se encuentra en sus dos” (500); “Y es el invierno terrible, / Y los soldados
escapadas nocturnas. El protagonista es capaz de pa- no pueden / En el agua resistirse” (501). Sin embargo,
sar al espacio del enemigo con facilidad en dos instan- para Juan las condiciones extremas de Flandes no su-
cias. De este modo, se demuestra su libertad y control ponen un problema; Juan no sólo resiste, triunfa. Su
dentro de los espacios liminales y peligrosos para el triunfo es posible gracias a que es una figura marginal
resto de los españoles. Es significativo que el traspaso y extrema.
ocurra de noche puesto que le otorga a la acción un Además, Juan se convierte temporalmente en una
carácter furtivo y contestatario. De hecho, el inscri- figura híbrida porque entra en el campo enemigo lle-
birse de esta manera en el espacio enemigo sitúa a Juan vando una máscara de blanco. Es importante precisar
en un plano cercano al delegado para el monstruo. Asi- el origen en griego de la palabra “persona”, puesto que
mismo, la descripción del campo enemigo lo ubica en un significa “máscara”, así la cara misma es una máscara.
ambiente de aspecto impuro o liminal: el espacio del ene- Se observan aquí una serie de capas, es decir, una su-
migo es “pantanoso” y está lleno de “lodo”. Michael Uebel perposición de máscaras que ponen en tela de juicio
(1996: 266) señala que el monstruo tiene libertad dentro cuál es la “verdadera”. Herbert L. Kessler (2000) apun-
de los espacios liminales y prohibidos. Es en el espacio ta que ya desde el medioevo la cara se consideraba una
liminal donde el protagonista adquiere su triunfo. máscara del alma. En el caso de Juan, cabe preguntar-
El espacio donde se efectúa este éxito se inscribe se cuál es la máscara de su alma: su máscara/cara ne-
en el ámbito de lo abyecto, pues es la zona del enemi- gra o la blanca. En este contexto la máscara funciona
go, del “tudesco”, que se opone al español. Julia para subrayar el aspecto de mutación y convierte a Juan
Kristeva (1982) señala que lo abyecto tiene como cua- en un ser con doble identidad2. El uso de la máscara no
lidad principal la oposición al “yo” por lo cual, queda borra la identidad debido a que es sólo una capa. Por
relegado a los márgenes1 . Una gran parte de El valiente

no reconoce reglas ni fronteras sociales. Por lo tanto, lo abyecto es


1
El concepto de abyecto que propone Julia Kristeva sin duda se liga a la empujado a los márgenes, a las fronteras, porque no puede pertenecer al
concepción del monstruo, ya que lo abyecto es “what disturbs identity, centro/orden aceptado. Al igual que la figura del monstruo, la del abyecto
system, order. What does not respect borders, positions rules” (4). Por tiene un carácter dual: de deseo y de repulsión.
2
ello se entiende que lo abyecto amenaza el orden preestablecido, porque La mutabilidad de identidad también pertenece al ámbito de lo abyecto.

38
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

tanto, la implementación de la máscara produce con- evidente que Juan es un ser híbrido que usa ambas
fusión para los personajes y para el público/lector. identidades. De hecho, parte de su monstruosidad se
Conviene notar que la confusión del público sería ex- halla en su falta de identificación como uno u otro.
trema ya que, como indica Fra Molinero (1995), los La monstruosidad llega a su cenit mediante las pro-
negros en el teatro español del Renacimiento y Barro- puestas que le hace Leonor/Esteban a Juan de Mérida:
co estaban representados por actores blancos con la “Los dos dormirémos juntos”; “Yo no es posible que
cara y las manos encorachadas. De esta manera, se pro- duerma / Sin compañía”; “Yo os haré con mis ternezas
yecta una serie de capas: actor blanco pintado de ne- / Y mis cariños y halagos / Amoroso” (498). Entonces,
gro con máscara de blanco. El ser y el parecer, al igual surge en la obra el tema del deseo interracial que no
que la identidad, quedan sumamente problematizados. era aceptado en la sociedad de la época. En torno a
Por esta razón, la identidad del protagonista se mues- esta cuestión, Baltasar Fra Molinero (1995) indica:
tra como inestable y transformable. El propio perso- “[e]n el tema de las relaciones sexuales, lo grotesco se
naje expone su carácter híbrido: “Mas no te fies de mi, convierte en tensión cuando se trata de emparejar a
/ Que soy hombre de dos caras” (Claramonte, 1888: una mujer blanca con un hombre negro (…). Estas re-
496). La dificultad de adscribirle una identidad fija y laciones estaban configuradas dentro de lo monstruo-
categorizable le posiciona indudablemente dentro de so” (28). No obstante, aquí la posible violación de esta
la esfera de la monstruosidad. La mutación es uno de “frontera” social es doblemente monstruosa debido a
los signos del monstruo; no obstante, esta transforma- que el deseo no es únicamente interracial sino que tam-
ción es monstruosa no sólo en el sentido de creación bién se presenta como si fuera homosexual. Cuando
de un cuerpo híbrido, sino también por la acción mis- Leonor propone dormir con Juan está vestida de paje;
ma de cambio, de mutación3. a través del comentario adverso de Juan se ejemplifica
La confusión o mutabilidad de identidad ocurre a esta tensión, pues él piensa que se lo dice un hombre
través de la máscara y de transformación del nombre: blanco: “Mas ¿Qué queman / A este Maricon?”
de Juan de Mérida a Juan de Alba. El cambio de nom- (Claramonte, 1888: 498). A pesar de que no ocurre di-
bre, dado por el duque de Alba, señala el proceso de cha unión, la aparición de este posible deseo constitu-
mestizaje por el que atraviesa el protagonista. Aun- ye un miedo social hacia los deseos escondidos o
que Juan cambia de nombre, obtiene el título de capi- tabúes, hacia la trasgresión de las normas sexuales.
tán y maestre de campo y llega a ser parte de la alta Después de atravesar múltiples fronteras, Juan se
sociedad blanca española, su condición mixta perma- reincorpora a España; pero esta reincorporación es
nece. Juan se define y presenta a lo largo de toda la posible porque se cumplen una serie de condiciones.
obra mediante el uso de términos opuestos: “Y soy ne- Primero, Juan es el único que no se casa: doña Leonor
gro, y alba soy” (497); “Un negro blanco en las obras” y don Agustín van a casarse y doña Juana va a elegir
(508). Por consiguiente, la hibridez es su característi- esposo en Mérida (gracias a la “dote” de Juan). De este
ca principal. El protagonista explota su “doble natu- modo, la monstruosidad queda contenida, es decir, el
raleza” pues cuando le conviene expone su “alma u “monstruo” no va a reproducirse. Esta falta de linaje
obras blancas”, pero en muchas instancias se sirve del funciona como elemento protector para la sociedad.
estereotipo del negro para salir de una situación ten- Aunque el final parecería indicar la lógica del matri-
sa. Por ejemplo, cuando doña Leonor, aquí disfrazada monio entre Juan y Juana, la unión interracial supon-
de varón, del paje Esteban, le propone que duerman dría para el público de la época una monstruosidad.
juntos Juan contesta: “Yo huelo, amigo, á grajea, / Y Esta posible monstruosidad también está indicada por
por eso duermo solo” (498). De esta manera, se hace la elección de los nombres: la unión de Juan y Juana
implicaría una acción de índole incestuosa. Segundo,
la reincorporación puede llevarse a cabo porque resul-
3 En su estudio, Mark T. Burnett (2002) señala que en la sociedad inglesa
ta temporal. Se indica que el protagonista va a regre-
del siglo XVII el actor estaba considerado un monstruo a causa de su sar a Flandes.
aspecto mutable: “the actor was a ‘monster’ (…) ‘monstrous’ in constantly
changing his attire” (10). En este sentido, se podría establecer un paralelo
En primera instancia, Juan impone justicia, pues
con Juan ya que también cambia de “hábito”, mediante la máscara, e restaura el honor de Leonor al casarla con Agustín. Sim-
interpreta un papel: el de blanco. bólicamente, Juan se convierte en padre. Él se queda

39
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

en un puesto superior
pero a la vez marginal;
marginal al no integrar-
se en ninguno de los en-
laces matrimoniales y
superior al restaurar el
orden y al ofrecer la dote
para doña Juana. La po-
sición que asume es una
similar a la que tiene el
rey. Asimismo, la asocia-
ción entre Juan y el rey
don Felipe se hace pa-
tente a través del moti-
vo sol/noche y luz/oscu-
ridad. Tanto Juan como
el duque de Alba y el rey
incluyen en sus discur-
sos estos “juegos” de
opuestos de tal manera
que un término no existe sin el otro. Cuando el rey y la corte sirve para cuestionar los valores de ésta. En su
Juan se conocen, ambos se definen en relación con el estudio sobre el monstruo, Sérgio L. Prado Bellei
otro. Juan le dice a don Felipe: “Sombra de sus rayos (2000) destaca que una de las características de éste
fui” (506). Si el sol es símbolo del rey, Juan (la sombra) es la de cuestionar la norma: “o monstro se configura
existe a causa de los rayos de sol; en otras palabras, es sempre em termos de ambivalência: serve ao mesmo
el inverso del rey. Don Felipe le contesta al protago- tempo para confirmar a norma, enquanto dela distan-
nista de forma similar: “Capitan Alba, por vos / Mis te, e questioná-la, enquanto dela faz parte” (18). Así
reinos ensalza Dios; / Premio os dé á vos por mí” (506- pues, cuando Juan pasa a formar parte del ejército y
507). Como indican las palabras del rey, los dos perso- entra temporalmente en la corte, sus actos nobles se
najes resultan intercambiables, ‘premio os de a vos por contraponen con los de los personajes supuestamente

monumento (en grises) / impresión cromogénea digital / 34 x 53 cm


mi’. De este modo, la relación entre ambos personajes nobles, como por ejemplo, don Agustín. En este senti-
es complementaria, incluso se pueden ver como una do, ocurre una inversión de roles ya que el blanco no-
sola moneda con una cara blanca y otra negra. ble don Agustín tiene menos carácter noble que la fi-
En consecuencia, cabe preguntarse si el rey es el gura marginal del negro. Don Agustín, junto con otros
verdadero monstruo. El rey en la obra representa a personajes “nobles” en la corte, insulta a Juan repeti-
Felipe II, por esta razón es importante tener en cuenta das veces y, por tanto, pierde el decoro que se requería
la leyenda negra que se había forjado alrededor de esta en la corte. Además, don Agustín queda retratado de
figura. Una de las acusaciones que se le hacía era la de mentiroso y engañador pues burla a doña Leonor y a
haber vivido amancebado con su hermana Juana. En- doña Juana. Este personaje queda situado en un plano
tonces, no es de extrañar la elección del nombre de negativo por engañar a las damas y por su trueque de
doña Juana para la obra pues es posible que identidad en el campo del enemigo en Flandes. Al igual
Claramonte estuviera haciendo una referencia a la re- que Juan, don Agustín pasa al espacio de los ‘tudescos’
lación incestuosa del rey. Por consiguiente, la obra si- por la noche. Sin embargo, al contrario que el prota-
túa a lo monstruoso dentro de España. No es necesario gonista, su cobardía se hace patente ya que se disfraza
buscar al monstruo en Flandes o en la figura del negro, del enemigo para protegerse: “Del hábito contrario /
pues el uso de máscaras y la violación de fronteras socia- Me he querido valer en esta empresa (…). Pues el traje
les (el incesto) se manifiestan dentro de la propia corte. es flamenco y voy seguro” (Claramonte, 1888: 496). De
Desde este punto de vista, la inclusión de Juan en esta manera, no sólo cruza al bando del “otro”, tam-

40
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

bién se representa simbólicamente su verdadero ca- Con todo, el cambio más significativo en el trans-
rácter moral. Para enfatizar este reverso, ocurre un curso del blanqueamiento ocurre en el ámbito exter-
encuentro entre Juan, con la máscara de blanco pues- no mediante el cambio de nombre. Tras la victoria de
ta, y don Agustín, vestido del enemigo, donde sendas Juan en el campo de batalla, el duque de Alba decide
identidades se muestran intercambiadas, Juan al res- darle un nuevo nombre: “Pues hoy, Juan, en la milicia /
pecto comenta: “Yo mas blanco que la nieve / Tú mas Naceis, vuestro nombre sea / Juan de Alba” (497). Este
negro que la pez / Darte puedo aquí la muerte / Y no renombramiento marca “la nueva vida” del protago-
quiero, por pensar / Que salió en negro tu azar, / Y sa- nista pues renombrar equivale a renacer. Asimismo, se
lió en blanco mi suerte” (496). Esta inversión cumple subraya la política de blanqueamiento; el propio Juan
la función de cuestionar la norma de la sociedad esta- se percata de la importancia del cambio: “Llamarse un
blecida puesto que la figura “inferior” del negro sobre- negro Juan de Alba / Hoy, de la misma manera / Es que
pasa con creces a muchos de los blancos “nobles”. llamarse Juan Blanco” (497). El cambio lleva al prota-
Por ende, la figura de Juan también se inscribe en gonista de un lugar topográfico —Juan de Mérida— a
el ámbito monstruoso porque cuestiona el orden esta- un espacio idealizado —Juan de Alba. Sin embargo,
blecido y supone una amenaza para éste. La amenaza, este “bautizo” también se inscribe en el discurso colo-
o el miedo, surgen porque se hace patente la posibili- nizador. En otras palabras, el acto del duque queda
dad de inversión. Por supuesto, esta inversión conlle- relegado a un acto similar al de la conquista; en este
va un proceso de blanqueamiento. De hecho, la verda- caso, el conquistado es Juan. A menudo, como indican
dera monstruosidad del protagonista radica Ella Shohat y Robert Stam (1994) en su estudio sobre
precisamente en este proceso de blanqueamiento, pues el eurocentrismo, en el acto colonizador se cambiaban
invierte el orden. No obstante, este proceso resulta pa- los nombres: “Colonialism stripped ‘peripheral’ places
radójico ya que por una parte posiciona a Juan en el and their inhabitants of their ‘unpronounceable’
ámbito monstruoso, pero, por otra parte, es necesario indigenous names and outfitted them with names
para intentar formar parte de la alta sociedad españo- marking them as colonial property” (142). A pesar de
la, para acceder a ese centro tan deseado. que el apellido de Juan no resulta impronunciable para
El proceso de blanqueamiento por el que atraviesa el duque, si supone una demarcación marginal, ya que
el protagonista ocurre a varios niveles, desde el perso- Mérida está en la frontera con Portugal y se encuentra
nal/interno hasta el público/externo. Al principio de alejada del centro castellano y de la corte en Madrid.
la obra se pone en tela de juicio el origen de Juan; aun- Además, al ponerle el apellido igual que el suyo, ocurre
que se sabe quién es su madre, la esclava Catalina, la una apropiación por parte del duque respecto a Juan; sim-
figura del padre es cuestionada por algunos persona- bólicamente el protagonista pasa a ser “hijo” de éste.
jes: “En Mérida, aunque se dice / Que de un título de Aunque parte del proceso de blanqueamiento por
España / Es hijo; mas es patraña, / Que la color lo des- el que atraviesa el protagonista es impuesto desde el
dice” (491). Ésta es la única alusión que se hace en la exterior, la transformación interior es mucho más pe-
obra sobre su padre, la mención de un padre con título ligrosa para la sociedad, y es aquí donde reside la mons-
indica la posibilidad de que sea hijo de un noble blan- truosidad del proceso. El que el duque “blanquee” a
co. Por tanto, desde la primera página de la obra el li- Juan no resulta tan amenazante ya que es una figura
naje de Juan queda problematizado debido a que exis- del centro la que ejerce el cambio. Sin embargo, la trans-
te la posibilidad de que tenga sangre noble. formación interior sí transgrede las fronteras/normas
sociales pues es un cambio que el centro no puede con-
trolar. En múltiples instancias Juan proclama que de-
... su color es un impedimento sea modificar su color: “Deste agravio / Me quejaré á la
fortuna, / Al tiempo, al cielo y á cuantos / Me hicieron
pues le dificulta llegar a negro. ¡Oh, reniego / Del color!” (Claramonte: 1888:
pertenecer a la clase alta y 495). Para Juan, su color es un impedimento pues le
dificulta llegar a pertenecer a la clase alta y su deseo es
su deseo es formar parte de formar parte de esa sociedad. Al principio de la obra,
esa sociedad. él comenta sobre sí mismo: “Porque este negro en Es-

41
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

paña / Algún día piensa ser / Lunar de la gente blanca” trucción social tras los conceptos de raza, y de otro
(492). De nuevo, este anhelo de pertenencia a la socie- lado, deja entrever la trasgresión del protagonista de
dad hegemónica destaca su condición monstruosa ya su marco preestablecido. En otras palabras, la distan-
que, como indica Prado Bellei (2000), la figura mons- cia que adquiere Juan del arquetipo señala su proceso
truosa quiere integrarse en el sistema dominante de de blanqueamiento debido a que se aleja del patrón
valores a pesar de que la integración completa sea im- que la sociedad ha creado para el negro y se infiltra en
posible. Para Juan, el proceso de blanqueamiento es esa sociedad blanca.
una vía que le acerca al centro. El lenguaje de Juan no es el arquetípico, habla igual
Se revela que Juan ha interiorizado completamen- que el resto de los personajes nobles blancos y al con-
te la política del blanqueamiento cuando éste aparece trario que Antón es una figura seria, es el protagonis-
por segunda vez con la máscara. Al contrario que la ta. Además, logra la emancipación de su puesto de es-
primera vez, su segunda implementación de la másca- clavo y obtiene un título de alto rango en el ejército.
ra surge de forma inconsciente, Juan dice: “Que sin pen- Asimismo, adopta el discurso nacional antisemita que
sar con la máscara he venido” (Claramonte, 1888: 502). funciona para alejarle de su posición de otredad nega-
De este modo, se indica que lo natural para él es portar tiva, es decir, el otro no es él sino los moros y los ju-
la máscara de blanco. Consecuentemente, no es de ex- díos. Del mismo modo, el protagonista se aleja de
trañar que el protagonista se considere un “negro blan- Antón, pues no quiere que se le identifique con la figu-
co” puesto que sus acciones subrayan que ha cruzado ra del esclavo negro. Antón supone un peligro para Juan
esa frontera socio-racial. De esta manera, se quiebra la porque tiene miedo de que le rebaje; en relación a
división necesaria para poder categorizarle. En la épo- Antón dice: “¡Que haya dado en esto el perro, / Y que
ca, tanto en España como en otros países europeos, afrentar pase á Flandes / El color que yo ennoblezco!”
había un verdadero deseo por catalogar. Mary Bain (Claramonte, 1888: 499). El protagonista de nuevo
Campbell (1999) anota en torno a la cultura de la épo- adopta el discurso racista al referirse a Antón como “pe-
ca: “Western and especially northern Europe’s was a rro”. También cuando se hallan los dos en la corte y oyen
list-making, ‘anatomy’-composing culture” (228). Así un insulto, Juan se lo atribuye a Antón. Así, el protago-
pues, las figuras que no encajan en las “listas”, enten- nista reniega de su condición de negro pues se distancia
didas éstas como el imaginario social establecido, re- de la figura de la que proviene, borra su origen.
sultan molestas al amenazar el orden creado. El protagonista erradica su condición previa de es-
Además, su caracterización le inscribe en un mun- clavo pero lo que realmente desea es cambiar el color
do separado al adjudicado al negro en las comedias del de su piel. Juan ha interiorizado el discurso del blanco
Siglo de Oro. En las comedias, el negro estaba repre- y percibe el color negro como algo negativo; dice: “Y
sentado dentro de un arquetipo: el del “gracioso”. ya que negro me has hecho, / Enmienda la imperfec-
Como indica Fra Molinero (1995) respecto a la figura ción” (496). Este concepto del color como impureza
del negro, “su presencia tiene que ir anunciada por algo: vuelve a observarse tras su éxito en el campo del ene-
una lengua, unas situaciones específicas (cómicas), una migo y se hace un tipo de juego con la idea del color y
referencia constante a su situación social de esclavo” del barro, pues Juan comenta: “Y á limpiarme voy, /
(20). En El Valiente negro en Flandes, Antón encarna el Porque tan de lodo / Me ha puesto esta acción” (503).
arquetipo del negro de comedia. Antón se distingue Aunque la referencia es la de limpiarse del lodo que
por su “habla de negro”, por sus referencias al color de hay en el terreno enemigo, también se aplica al intento
su piel y por su función de bufón, de gracioso4 . La in- de limpiarse la piel negra5. Ahora bien, el acto de lavar
clusión de este personaje es necesaria para que el pú-
blico/lector pueda contrastar a Juan con el arquetipo.
La presencia de Antón subraya, de un lado, la cons- 5 Esta misma noción aparecería más tarde, en 1621, en los emblemas de
Andrea Alciato. El emblema LIX en su Emblematum liber muestra a dos
personas blancas lavando a un hombre negro. Junto con la imagen aparece
la siguiente inscripción: “Lo imposible / ¿Por qué te empeñas en lavar al
4
Carlos González Echegaray (1998) anota que el “habla de negro” se etíope? /Ah, desiste: nadie puede dar luz a las / tinieblas de la negra noche”.
caracterizaba por la neutralización entre consonantes vibrantes laterales Esta inscripción sirve para demostrar una acción imposible e infiere la
y líquidas, /r/, /d/, /l/. También se observa la sustitución de sonido final o falta de razón que hay en el color negro puesto que está asociado con las
ye, por a. tinieblas.

42
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

indica que la norma es la blancura, ya que el color ne- Homi Bhabha (1994), la representación del “otro” es
gro es la suciedad que debe limpiarse. necesaria para poder definir al “yo”, por lo tanto, la
A pesar del proceso de blanqueamiento, Juan no se diferencia debe ser visible. No obstante, en el momen-
encuentra cómodo en la corte. En oposición al espacio to en que no existe la diferencia o cuando no se puede
liminal en Flandes, en la corte el protagonista se sien- definir y controlar al “otro”, el sistema binario peligra.
te inseguro y por ello comenta: “Que quisiera estar pri- En El Valiente negro en Flandes, el protagonista negro se
mero / En un pantano, hasta aquí / El agua, que estar transmuta en blanco noble; esto supone un trastorno
sufriendo / La dilacion que he tenido / Tantos días (…) para el orden establecido, ya que si el negro es más
Con mas miedo en estas salas / Palestras de lisonjeros, noble que el blanco, no existe un punto de contraposi-
/ Que en el campo del contrario” (505). Si la figura re- ción. La inestabilidad social requiere modelos sólidos
presentativa del monstruo ejerce control en los espa- y fijos; como subraya Robert J.C. Young (1995), “fixity
cios marginales, en el espacio central no es capaz de of identity is only sought in situations of instability
triunfar puesto que experimenta el miedo a ser expul- and disruption, of conflict and of change” (4). Así pues,
sado. El hallarse en la corte para ser visto por el rey los modelos contestatarios y difíciles de catalogar que-
también le desorienta porque se convierte en el centro dan inscritos dentro de los postulados de la monstruo-
de atención, en una curiosidad. Sin embargo, esta aten- sidad debido a que desestabilizan el modelo fijo que
ción no resulta positiva debido a que es “mostrado” en se intenta fabricar. La figura de Juan transgrede las
la corte; en otras palabras, su monstruosidad se con- fronteras sociales de la época y resulta difícil de
firma al ser exhibido en el centro y al relegarle des- categorizar y de contener. A causa de ello, el único es-
pués al margen, a Flandes6 . La monstruosidad del pro- pacio donde puede existir este personaje monstruoso,
tagonista no reside en ser negro, ya que Antón es negro y por tanto al que queda relegado, es el que se sitúa
pero no está caracterizado en el ámbito de lo mons- fuera de la sociedad.
truoso. La razón por la cual el rey desea verle parte de
su proceso de blanqueamiento, es decir, es un negro
que ha traspasado y deshecho las fronteras sociales. Bibliografía
La figura de Juan resulta una amenaza al orden por-
que no respeta las divisiones sociales impuestas. Por Alciato, Andrea (1976). Emblematum liber (1621). Nueva York: Garland
consiguiente, el protagonista se adentra al espacio Publishers.
Bain Campbell, Mary (1999). Wonder and Science. Imagining Worlds in Early
monstruoso y la sociedad debe controlar a esta figura Modern Europe. Ithaca: Cornell University Press.
a través del confinamiento al ámbito de lo abyecto, sim- Bhabha, Homi (1994). The Location of Culture. Nueva York: Routledge.
bolizado por Flandes, y mediante la castración simbó- Burnett, Mark T. (2002). Constructing Monsters in Shakespeare’s Drama and
Early Modern Culture . Nueva York: Palgrave Macmillan.
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En una sociedad cada vez más insegura de sí mis- Autores Españoles. Edición de Ramón de Mesoneros Romanos. Madrid:
Rivadeneyra. (491-509).
ma, donde la pureza de sangre era una cuestión de suma Cohen, Jeffrey J. (1996). “Monster Culture (Seven Theses)” en Monster
importancia y donde ya se había aprobado la expul- Theory. Edición de Jeffrey J. Cohen. Minneapolis: Minnesota Univer-
sity Press (3-25).
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constante cuestionamiento7. A causa de la crisis que Oro . Madrid: Siglo Veintiuno Editores.
González Echegaray, Carlos (1998). “Dos negros notables en España a tra-
esto ocasiona, se crea la necesidad de construir una vés del teatro del Siglo de Oro”en Boletín de la biblioteca de Menéndez Pelayo
identidad nacional unificada y estable. Como afirma 74 (407-34).
Kessler, Herbert L. (2000). Spiritual Seeing. Picturing God’s Invisibility in Me-
dieval Art. Filadelfia: Pennsylvania University Press.
Kristeva, Julia (1982). Powers of Horror. An Essay on Abjection. Traducción de
Leon S. Roudiez. Nueva York: Columbia University Press.
6 Burnett (2002) señala que la corte actuaba como un espacio feriante: Prado Bellei, Sérgio Luiz (2000). Monstros, Índios e Canibais: ensaios de crítica
“the court constructed itself as a permanent and exclusive exhibition site literária e Cultural. Florianópolis, Brasil: Editora Insular.
to which a ‘monster’ could turn. Such is the inevitable conclusion if we Shohat, Ella and Stam, Robert (1994). Unthinking Eurocentrism.
consider the fondness for populating royal households with non- Multiculturalism and the Media . Nueva York: Routledge.
normative employees” (21). Aquí, Juan pasa a ser una “muestra” en ese Uebel, Michael. “Unthinking the Monster: Twelfth-Century Responses
terreno de exhibición que es la corte. to Saracen Alterity”,en Monster Theory. Edición de Jeffrey J. Cohen.
7
La expulsión de los moriscos fue aprobada en enero de 1602 pero no se Minneapolis: Minnesota University Press. (264-91)
llevó a cabo hasta 1609. No obstante, los debates en torno a esta cuestión Young, Robert J.C. (1995). Colonial Desire. Hybridity in Theory, Culture, and
surgieron ya durante el reinado de Felipe II. Race. New York: Routledge.

43
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

D línea sobre drama / acrílico sobre tela / 180 x 200 cm


esde 1961, el año en que Michel Foucault riadores sociales emprendieron una búsqueda singu-
publicó Histoire de la Folie, los historiado- lar en oscuros archivos de manicomios y hospitales.
res se sumaron con ánimos nuevos a este Lo que encontraron en ellos —cartas escritas por los
batallón. Explorando terrenos de la rea- pacientes mismos, historias médicas en donde se po-
lidad que pocos consideraban como objetos legítimos día escuchar no sólo la voz del psiquiatra sino tam-
de estudio, Foucault (1965) se propuso trascender el bién la del interno, por ejemplo— confirmaba y con-
monólogo de la razón sobre la locura para llegar así tradecía la tesis foucauldiana. El silencio de la locura,
hasta su médula en el mundo moderno; ésta, en su opi- todo parecía indicarlo, estaba lleno de voces. Todo era
nión, se guardaba en su propio silencio. De ahí que, en cuestión de querer o saber oírlo. La respuesta no se
lugar de escribir una historia del lenguaje de la psi- hizo esperar. Tal como lo había planteado Foucault,
quiatría, el filósofo se propusiera explorar la arqueo- los historiadores poco a poco dejaron de poner tanto
logía de un silencio. Animados por la implícita crítica énfasis en los psiquiatras y los expertos. Sin embargo,
social del argumento y acaso seducidos también por armados de documentos repletos de voces, se enfren-
una prosa culta y evidentemente interdisciplinaria, los taron a la locura no como el arqueólogo que se aproxi-
historiadores de la medicina y los así llamados histo- ma a un silencio sino como el oído que se dispone a

44
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

escuchar un lenguaje cuyas reglas y significados, to- por mapas movedizos en los que se intenta capturar el
davía sin descubrir, constituirían precisamente el ob- diálogo tartamudo, interrumpido, imperfecto entre el
jeto de indagación. De ahí, por ejemplo, la publicación loco y el cuerdo (Cf. Porter y Wright, 2001). Después
en 1987 de A Social History of Madness: Stories of the Insane, de todo, en un mundo donde la locura ha devenido
el libro que Roy Porter, el historiador inglés, escribió enfermedad mental, el loco sólo se convierte en tal fren-
con base en historias de vida de pacientes mentales. O te al psiquiatra, mientras que éste sólo lo puede ser
los esfuerzos por recolectar diarios y cartas de inter- frente a su loco. Ambos, sin embargo, entran al diálo-
nos, entre los cuales se cuenta el libro editado por go con distintos grados de poder y con herramientas
Geller y Harris (1994), Women of the Asylum. Voices from igualmente distintas. El lenguaje científico por lo re-
Behind the Walls, 1840-1945. Poco a poco el debate sobre gular ampara al primero, mientras que el segundo, por
la médula misma de la locura se ha movido a un nuevo lo general, sólo tiene de su lado a la experiencia pro-
terreno. Los rígidos esquemas binarios, en los que el pia, su particular interpretación de los hechos. Así, en-
psiquiatra (o experto) detentaba el lenguaje y el pa- tendiéndose a medias, oyéndose de lado, frecuente-
ciente (o interno) el silencio, han sido reemplazados mente malentendiéndose, estos dos extremos han

Cristina Rivera Garza

No han sido pocos y sí muy diversos los autores que


se han dejado fascinar por el fenómeno de la locura.
Poetas y médicos, pintores y criminólogos, novelistas
y legisladores han investigado —a veces con asombro
y otras con métodos alegadamente científicos, a veces
con palabras y otras en perfecto silencio— el mundo
resbaladizo, ambiguo, que existe más allá de la razón.

La

locura
y la historia
en Alias Grace de Margaret Atwood

45
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

producido juntos tanto a la locura como al recalcitrante Sin temerle a la contradicción, a la condición res-
punto medio —ese terreno denominado salud mental, baladiza de toda verdad, Atwood y sus asistentes re-
razón, normalidad— a través de la creación y recrea- visaron cuanto documento pudieron encontrar —ar-
ción de sí mismos. Porque éste es un proceso funda- tículos periodísticos, documentos del juicio, escritos
mentalmente humano y, como tal, ambivalente y pla- de psiquiatras de la época, las memorias de Susanna
gado de fracturas, autores de diversas índoles han Moodie que en mucho tuvieron que ver con la crea-
hecho hincapié en la necesaria, y acaso perversa, com- ción de la leyenda de Grace Marks— para tocar a la
plicidad —o negociación, a decir de otros— que se es- casa de la locura desde distintas puertas. El invitado,
tablece entre paciente y experto. Es dentro de esta co- en este caso, es Simon Jordan, el joven doctor nacido
rriente, dentro de esta singular percepción de la locura en Estados Unidos que, después de viajar por Europa
como una construcción dialogada, que una novela y de estudiar los nuevos tratamientos en boga para los
como Alias Grace (Atwood, 1996) cobra especial signi- alienados mentales, estará a cargo de analizar la salud
ficado. En su aproximación al universo incierto de la mental de Marks. De su veredicto dependerá que el
enfermedad mental, el crimen y la verdad, Margaret reverendo Verringer pueda anteponer una nueva peti-
Atwood (Canadá, 1939) utiliza ciertamente el rigor del ción para la liberación de la acusada. Ésta es la premi-
historiador que, atento, se dispone a escuchar un len- sa de la que nace una reconstrucción detallada, imagi-
guaje que no habla. Esto lo hace, sin embargo, sin olvi- nativa y arriesgada del diálogo establecido entre el
dar su libertad imaginativa y su destreza de novelista psiquiatra y la sirvienta. Lo que en manos menos ex-
consagrada. pertas pudo haberse tornado esquemático y rígido,
En Alias Grace, su penúltima novela hasta el mo- emerge aquí, en cambio, en toda su ambigüedad, sin
mento, Atwood utiliza documentos históricos para asideros firmes, con fracturas secretas. Ciertamente,
recrear la voz de Grace Marks, una sirvienta que, en en el cuarto donde se reúnen el zorro y el ganso, como
1843, a la edad de 16 años, es acusada, junto a James aptamente se denomina una de las secciones del libro,
McDermott, del asesinato brutal de Thomas pronto no se sabrá en realidad quién estudia a quién o
Kinnear, el dueño de la casa donde trabajaba, y de cuál es la verdad que más pesa.
Nancy Mongomery, ama de llaves y amante del últi-
mo. El homicidio, ocurrido en las afueras de Toronto, La voz y el silencio de Grace Marks
atrajo de inmediato la atención de los periodistas, Sus encuentros están marcados por la sospecha desde
las autoridades policiacas, y los alienistas, vocablo un inicio. Después de haber pasado años enteros en
con el que se denominaba entonces a los psiquia- cautiverio, Grace tiene pocas razones para confiar en
tras. De hecho, fueron éstos los que contribuyeron a el hombre que se presenta ante ella con la intención
conmutar la sentencia de muerte de Grace Marks de conocer la historia de su vida. Simon lo intenta, sin
por una condena de por vida —McDermott no tuvo embargo. Su validación como profesional de la psiquia-
la misma suerte y fue ahorcado— aduciendo que la tría depende de las palabras que tenga a bien pronun-
joven mujer no se encontraba en pleno gozo de sus ciar Grace Marks. Poniendo en práctica la libre aso-
facultades mentales por ser, precisamente, joven y ciación de ideas como método de investigación, Simon
mujer. Así entonces, gracias al estereotipo decimo- coloca vegetales y objetos cotidianos —papas, una
nónico que conectaba la debilidad del sexo femeni- manzana— frente a la mirada de Grace. Luego la inci-
no con la “debilidad” mental, Marks se escapó de la ta a hablar. Grace contesta y guarda silencio, las dos
horca y pudo pasar una temporada en un manico- cosas al mismo tiempo. Una parte de su voz se esfuer-
mio. Más tarde, no encontrando razón para mante- za por dar con la respuesta adecuada, puesto que de
nerla ahí después de haberse comportado de mane- eso depende, como ambos lo saben, su eventual libera-
ra normal, fue transferida a la penitenciaria de ción. “Lo miro y después miro a otro lado. Una manza-
Kingston, Ontario. Tiempo después, como resulta- na, le digo. Debe de pensar que soy una simple o a lo
do de la serie de peticiones escritas por aquellos mejor sólo se trata de una trampa”1 (Atwood, 1996: 40),
convencidos de su inocencia, Marks fue liberada en
1872, a la edad de 46 años. Esta historia es sencilla 1Todas las traducciones del inglés al español son de la autora de este
sólo en apariencia. ensayo.

46
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

reflexiona Grace todavía con la manzana en la mano. La segunda voz constituye, a su vez, dos voces. Le
El interrogatorio continúa. El doctor Jordan intenta pertenece por igual a Grace y a Mary Withney, la ami-
conducir a Grace hacia conceptos más profundos y, ga rebelde y contestona que, tiempo atrás, muere como
por eso, le pregunta si existe algún tipo de manzana resultado de un aborto mal practicado. Mary Withney
que no debe comer. “El árbol del conocimiento, eso es es, además, el alias de Grace, su propia autodenomi-
lo que él quiere que diga. El bien y el mal. Hasta un nación. En la novela, ése fue el nombre con el que se
niño lo adivinaría. Pero no lo voy a complacer. Vuelvo registró en el hotel a donde fue a parar mientras huía,
a usar mi gesto de estúpida. ¿Es usted un sacerdote? le junto con McDermott, hacia los Estados Unidos. En
pregunto” (40). Ésta es la otra parte de su voz, la que los documentos históricos, ése es el nombre que apa-
el doctor Jordan no escucha pero que presiente o vis- reció al borde de una fotografía y sobre el cual nadie
lumbra dentro de su mirada. “Sus ojos eran inusualmente hizo comentario alguno. Grace Marks, alias Mary Withney.
grandes”, recuerda el doctor después de la visita, “pero Si bien este desdoblamiento de voces no es único, la
no eran los ojos de una loca. De hecho, lo evaluaban abier- manera consciente y articulada en que Grace determi-
tamente. Era como si ella estuviera contemplando el ob- na lo que debe y no debe decir sí lo es. En un ejercicio
jeto de un experimento sin explicación; como si fuera él, que bien pudiera servir como ejemplo en The Weapons
y no ella, la persona bajo escrutinio” (60). of the Weak de James Scott (1985), el débil aquí mani-
Estableciendo una complicidad obvia con el lector, pula sus pocas herramientas para, si no enfrentar, por
Atwood le dará la oportunidad de escuchar tanto las lo menos destantear o confundir al fuerte. En la segun-
palabras como el silencio de Grace, un privilegio del da voz de Grace “siempre es un error maldecir de mane-
que Simon Jordan, cada vez más confundido y frustra- ra abierta a los que son más fuertes que uno, a menos que
do, carece por completo. Lo que une a ambas voces en haya una cerca de por medio” (Atwood, 1996: 130). A juz-
una tensión irresuelta es la clara conciencia de Grace gar por la creciente desazón de Simon, por esa incómoda
acerca de su débil posición en el mundo que la rodea. certeza de su propia ignorancia que se le desenvuelve
En el Toronto de mediados de siglo XIX, entre otros dentro, Grace pronto se revela como una maestra en el
tantos inmigrantes que han llegado, como ella misma, arte de manejar las armas de los débiles —una habilidad
a la Torre de Babel moderna huyendo de hambrunas o que no es del todo ajena a su género y a su oficio.
persecuciones diversas, Grace no es más que una huér- Margaret Atwood ha explorado con sin igual falta
fana, una sirvienta sin educación, una mujer acusada de piedad los límites difusos y políticamente peligro-
de homicidio, una loca, una prisionera. Por eso, aún sos de los discursos de género. En The Handmaid’s Tale
cuando hay comentarios de Simon que la enojan y otros (1986), por ejemplo, creó una sociedad futurista y pa-
que la ofenden, en ambos casos sabe que la agresión triarcal donde las mujeres son vistas como agentes
frontal sólo la perjudicaría a ella. Así entonces, la voz reproductores fundamentalmente. Sin embargo, años
audible, la voz a la que Simon tiene acceso, es experta más tarde, en The Robber Bride (1993), Atwood dirigió
en la evasión, en el ejercicio de las normas, en las bue- su mirada crítica al daño que se hacen las mujeres en-
nas maneras. La otra voz, la voz que sólo le pertenece tre ellas mismas, un tema que ya había tocado con an-
al lector, es experta en el sarcasmo y tiene iguales do- terioridad en Cat’s Eye (1988). De hecho, ha dejado muy
sis de inteligencia y de buen humor. Cuando Simon le en claro en varias ocasiones que a ella no le interesa el
pregunta a Grace, por ejemplo, sobre el bordado que estereotipo de la buena mujer:
escogería para representar su vida, la segunda voz dice:
“No tengo la menor duda al respecto, sé la respuesta. Por supuesto, se supone que no debería decir esto por-
Sería un árbol del paraíso”. Pero la primera voz, de in- que la hermandad de las mujeres es poderosa y las mu-
mediato, se retrae: jeres supuestamente siempre se llevan bien. Pero eso no
es cierto ni entre los hombres ni entre las mujeres, ¿por
Lo que le digo a él es otra cosa. Le digo que no sé, doc- qué debería de ser de otro modo? Las mujeres son seres
tor. Tal vez las lágrimas de Job, o el árbol del paraíso, o la humanos y, como tales, hay de todo entre ellas. Siempre
serpiente… No le doy una respuesta verdadera porque de- he estado en contra de la representación de la mujer
cir lo que uno quiere verdaderamente siempre trae mala como el ángel victoriano, la idea de que la mujer no pue-
suerte y, entonces, las cosas buenas nunca llegan… (98) de errar. Eso no es más que una estupidez y no le hace

47
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

bien a nadie. En los inicios de la lucha por los derechos labores cotidianas de la sirvienta de origen irlandés,
de la mujer, la discusión no se centraba en su supuesta produciendo de paso una de las mejores historias
superioridad moral. De hecho, la conversación era acer- sociales de la vida doméstica del Canadá de media-
ca de la diferencia entre hombres y mujeres en términos dos de siglo XIX. Al describir puntualmente las ar-
de poder, privilegio social, voto, salarios, etc. Desafor- duas labores desarrolladas por Grace —desde ten-
tunadamente, todo parece indicar que el argumento de der la cama hasta hacer mantequilla, desde hacer el
que “las mujeres son mejores” ha ganado mucho terre- jabón para lavar la ropa hasta pelar manzanas—
no. Si esto fuera verdad, ya sea en la vida real o en las Atwood hace algo más que regodearse en el detalle
novelas, no tendríamos ninguna Salomé, ninguna Car- histórico. De hecho, es a través de estas descripcio-
men, ninguna Ofelia. No tendríamos, además, ningunos nes que Grace puede explayar su propio conocimien-
celos, ninguna pasión. (Atwood en Snell, 1977) to y, de esta manera, cuestionar, al menos por unos
momentos, las reglas del interrogatorio médico. Una
Por esta razón no es sorpresivo que Atwood esté escena. El doctor Jordan encuentra un pasaje oscu-
dispuesta a internarse en la abrupta complejidad hu- ro en la primera confesión que vertió Grace ante el
mana de Grace Marks. En otras palabras, la autora evita juzgado y, tratando de esclarecerlo, le pregunta so-
convertir la historia de Marks en una narrativa de bre sus actividades más mundanas.
victimización femenina. Así entonces, la segunda voz
de Grace, la voz que es dos voces y un silencio al mis- ¿Qué es ese todo? ¿Qué hacías realmente? ¿Perdón, doc-
mo tiempo, no sólo le permite explorar la frágil posi- tor? ¿Sí qué hacías todos los días? Lo usual, doctor, le
ción de una mujer soltera, huérfana, y sin educación digo. Hacía mis deberes. Perdóneme, Grace, dice el doc-
en el Canadá de mediados de siglo XIX, sino que tam- tor Jordan, pero ¿en qué consistían esos deberes? Lo
bién le ayuda a vislumbrar la fuerza vital, las trampas, observo. Trae puesta una corbata amarilla con peque-
los recursos que alientan su vida y su dignidad perso- ños cuadros color blanco. No está bromeando. Él real-
nal. Aún dentro de los ámbitos reducidos en los que mente no lo sabe. Los hombres como él nunca tienen
acontece su vida, aún en el silencio, la segunda voz de que limpiar su propio mugrero. Nosotras, en cambio,
Grace es capaz de deslizarse —a veces de manera jugue- tenemos que limpiar nuestro propio mugrero y el suyo
tona, otras simplemente porque puede— por esa fractu- también. En eso se parecen a los niños, en que nunca
ra del todo social que es la locura, ya sea aparente o real. tienen que pensar o preocuparse por las consecuencias
de sus actos (Atwood, 1996: 214).
¿Hogar, dulce hogar?
Poder y conocimiento en la vida doméstica Si Grace elabora sobre las labores domésticas que
Mucha de la literatura que utiliza como centro de lleva a cabo en tono práctico, objetivo casi, es a través
acción al ámbito doméstico, el espacio femenino por de la voz desparpajada de su compañera de trabajo,
antonomasia, se centra en la descripción de univer- Mary Withney, que el lector puede internarse en la
sos hogareños delineados en tonos pastel en donde danza de poder que practican los pobres y los ricos,
de manera casi milagrosa aparecen platillos sucu- los fuertes y los débiles, los hombres y las mujeres, en
lentos, ropa almidonada y cuartos perfectamente el aparentemente tranquilo ámbito del hogar.
limpios. Pocas veces se pone atención al momento
en que tales “milagros” se producen y, mucho me- Ella decía que ser sirvienta [refiere Grace al doctor
nos, a la persona que realiza este trabajo. De la mano Jordan] era como cualquier otro trabajo, con sus ma-
de Grace, siguiendo con cuidado los tonos más fir- ñas, que muchas no aprendían nunca, y que todo de-
mes de la primera voz, Atwood recrea en detalle las pendía del espejo con que se mirara. Por ejemplo, siem-

la novela es una investigación, una búsqueda de conocimiento


en la cual el autor usa personajes (“yos” imaginarios) en lugar
de conceptos

48
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

pre nos decían No saber:


que usáramos el reto
las escaleras de de la novela
atrás para no histórica
estorbar a la fa-
milia cuando, Alias Grace es una
en realidad, era novela histórica
todo lo contra- en el mejor senti-
rio: las escale- do del término.
ras de enfrente No lo es porque
estaban ahí la novela se base
para que la fa- en un hecho histó-
milia no nos es- rico y ni siquiera
torbara a noso- porque la autora
tras (158). y sus asistentes
hayan documen-
Suspicaz, de- tado tal hecho de
mócrata con- la manera más
vencida, y traba- responsable po-
jadora como la sible, visitando
que más, Mary archivos y resca-
Withney, a de- tando documen-
cir de Grace, se- tos. Lo es porque
guía la lógica de además de basar-
su pensamiento se en un hecho
hasta las últimas histórico bien
consecuencias y, documentado,
haciéndolo, Atwood ofrece
rompía con to- una densa re-
dibujo de entretenimiento (en grises) / acrílico sobre tela / 80 x 60 cm

das las reglas del flexión sobre las


juego domésti- maneras en que
co. “Al final, decía, nosotras siempre nos llevábamos se produce conocimiento histórico. La autora, en otras
la mejor parte porque lavábamos su ropa sucia y, por palabras, va en pos de una epistemología. Si como
eso, sabíamos mucho de ellos; mientras que ellos no Milan Kundera (1986) ha afirmado, la novela es una
lavaban la nuestra y, claro, no sabían nada de noso- investigación, una búsqueda de conocimiento en la
tras” (158). Esta interpretación dinámica de las re- cual el autor usa personajes (“yos” imaginarios) en lu-
laciones de poder no es, sin embargo, suave o facilo- gar de conceptos, en Alias Grace Atwood utiliza per-
na. Mary Withney, la que roba migajas de aquí y de sonajes para cuestionar y problematizar los discursos
allá sin que nadie lo note, la que se sale con la suya producidos alrededor de Grace Marks —una tarea
en cosas pequeñas, no puede, sin embargo, escapar que ciertos críticos literarios clasifican como la mar-
a las circunstancias que la limitan. Embarazada de ca misma de los escritos poscolonialistas (Hutcheon,
un hombre de mejor posición que había prometido 1995). Así, fiel a la ambivalencia y complejidad de la
casarse con ella, Mary procura un aborto clandesti- experiencia humana, Atwood descarta la estabili-
no del que no sobrevive. La narración de los hechos dad de la Verdad y se propone investigar la tensión
en voz de Grace conmueve al doctor Jordan, para que acompaña a la oposición y competencia por le-
quien ese mugrero siempre había sido algo abstracto, gitimidad de varias verdades —la de la pionera
algo, en todo caso, que ni él ni aquellos en su misma Susanna Moodie que escribió sus libros para una au-
posición tenían que limpiar. diencia europea, la de James McDermott quien acusó

49
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

a Grace unos minutos antes de ser ahorcado, la de para mantenerlo cerca, ¿cuál es el valor de la infor-
Grace Marks que siempre clamó no recordar nada de mación recibida, cuál su status ontológico? La falta
los sucesos que se le imputaban. En la novela, el foro de certeza eventualmente derrotará a Simon. “No
principal donde estas verdades se enfrentan es el diá- saber 2 —arrebatar pistas y presagios, cabos sueltos,
logo entre Simon Jordan y Grace Marks. Pero este foro, susurros apenas— es tan malo como estar embruja-
tal como la búsqueda en sí misma, es inestable, move- do” (424). Así, un Simon atormentado y lleno de
dizo, plagado de trampas. dudas, que además se ha metido en líos eróticos con
Simon y Grace se estudian el uno al otro desde la su casera, deja el caso y la ciudad, sin escribir el re-
primera entrevista, sospechando intenciones secretas, porte médico que le había prometido al reverendo
midiendo el peligro. Verringer y sin siquiera avisar. Se diría que el doc-
tor Jordan huye del embrujamiento no de la igno-
Si intentas hablar, continúa, yo intentaré oír. Mi in- rancia, sino de la incertidumbre. Es ahí precisamen-
terés es puramente científico… Tal vez le diré menti- te, en esa tensa incomodidad, dentro de la sabiduría
ras, le digo. No, dice, Grace que idea tan perversa, tie- de la incertidumbre, donde se cosen, para ser fiel a las
nes una imaginación pecaminosa. Dice, tal vez lo metáforas elegidas por Atwood a través del libro,
harás. Tal vez me dirás mentiras sin querer y, tal vez, las múltiples pequeñas verdades de donde brota esta
las dirás también deliberadamente. Tal vez eres una novela (Kundera, 1986). A final de cuentas, tal como
mentirosa. Lo miro. Hay quienes han dicho que lo soy, Simon lo sospecha, tal vez “somos —pre-
le digo. Pues tendremos que correr ese riesgo, dice ponderantemente— lo que olvidamos” (Atwood,
(Atwood, 1996: 41). 1996: 406). A lo que se le puede añadir que tal vez
somos, preponderantemente, lo que no sabemos que
El riesgo, pronto lo descubrirá el doctor Jordan, es somos. Una buena novela nos coloca esa piedra en
inmenso. Contrario a lo que esperaba, a medida que el zapato que, ciertamente, molestará al caminar, pero
recibe más y más información de Grace, la sensación nos hará conscientes del hecho de estar caminando.
de vértigo, de falta de certeza, aumenta en lugar de dis-
minuir. Esa molestia existencial, cognoscitiva, es como
una piedra en el zapato que no lo deja disfrutar sus
2
triunfos cotidianos que son, además, pocos. “Ella no Itálicas del autor.
se ha negado a hablar —de hecho ha sido todo lo con-
trario” reflexiona Simon. “Le ha dicho mucho, pero sólo

percepción de interés (en grises) / acrílico sobre tela / 40 x 50 cm


lo que ella ha decidido decirle. Lo que él quiere es lo Bibliografía
que ella se niega a decir; lo que a lo mejor hasta ella
misma se niega a saber” (322). Después, mientras ha- Atwood, Margaret (1986). The Handmaid’s Tale. Boston: Houghton Mifflin.
bla con el licenciado que logró salvarle la vida a Grace Atwood, Margaret (1988). Cat’s Eye. New York: Doubleday.
y quien, por cierto, está convencido de su culpabili- Atwood, Margaret (1993). The Robber Bride. New York: Nan A. Talese /
Doubleday.
dad, la pregunta vuelve una vez más. ¿Le está mintien- Atwood, Margaret (1996). Alias Grace. New York: Nan A. Talese.
do Grace? Foucault, Michel (1965). Madness and Civilization. A History of Insanity in the
Age of Reason. New York: Vintage.
Geller, Jeffrey L. y Harris, Maxine (1994). Women from the Asylum. Voices
Mentir, dice MacKenzie. Un término muy severo cier- from Behind the Walls, 1840-1945. New York: Doubleday.
Hutcheon, Linda (1995). “Circling the Downspout of empire”, en The Post-
tamente. ¿Me pregunta si Grace le ha estado mintien- Colonial Studies Reader. London: Routledge.
do? Déjeme ponerlo de esta manera ¿mentía Scherezade Kundera, Milan (1986). “The Depreciated Legacy of Cervantes”, en The
Art of the Novel. New York: Grove Press.
al contar sus historias?... Tal vez Grace le ha estado di- Porter, Roy (1987). A Social History of Madness: Stories of the Insane. London:
ciendo lo que necesita decirle para lograr su propósito. Weidenfeld and Nicolson.
Porter, Roy y David Wright (eds.) (2001). The Confinement of the Insane, In-
¿Qué es? le pregunta Simon. Mantener divertido al sul- ternational Perspectives. Cambridge.
tán, dice Mackenzie” (377). Scott, James (1985). The Weapons of the Weak. Everyday Forms of Peasant
Resistance. New Haven: Yale University Press.
Snell, Marilyn. “Margaret Atwood. The activist author of Alias Grace and
La mera posibilidad lo aterra pues, si Grace ha The Handmaid’s Tale discusses the politics of art and the art of the con”,
compartido la historia de su vida sólo para divertirlo, en Mojo Wire (August 1997).

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51
TEATRO

Pies de gato
(Ballet)
JACQUES PRÉVERT
versión de miguel covarrubias

Una boda
El cortejo de automóviles
En el primer coche, los novios se miran.

EL NOVIO
¿Contenta?

LA NOVIA
Sí.

EL NOVIO
¡Maravilloso!
Siempre dices sí.
En la iglesia, en el ayuntamiento, a todas horas dices sí.

LA NOVIA
Sí. (De pronto grita…)¡Oh!

… y señala con el dedo un gato negro en medio de la calle. El gato desaparece.

52
TEATRO

EL NOVIO
No.

El cortejo continúa.
El gato lo mira alejarse y corre detrás.

Un gran salón
Todos los invitados bailan, aunque los padres de la novia y la novia misma
avanzan hacia la canastilla de bodas.
La novia está encantada; ella que parecía siempre triste está de pronto loca
de alegría.
En medio de la canastilla, ronronea el gatito negro.
El novio ahuyenta al gato.
La novia estalla en sollozos: está verdaderamente loca de dolor.
Se podría creer que va a morirse.
Todos los bailarines buscan al gato.
La pareja de novios se queda.
La música continúa.
El novio quiere bailar.
La novia se deja hacer, inerte, completamente extraña a ese insoportable
giro de ballet.

53
TEATRO

EL NOVIO
¿No quieres bailar?

LA NOVIA
¡No!
Se escapa.

EL NOVIO
¡Ella siempre decía sí!
La persigue.

Un corredor.
Un hombre joven de tez bronceada está de pie, apoyado contra una ventana y
sus ojos brillan con un destello insólito a la luz del sol.
La novia llega hasta el fondo del corredor, se detiene de pronto delante del joven.
El joven tiende los brazos hacia ella.
Ella se aproxima suavemente.

EL JOVEN
¡Miau!

54
TEATRO

LA NOVIA
Sí.

Desaparecen bailando.
Toda la boda, incluido el novio, regresa buscando sin cesar al gato y también a
la novia.
Buscan, bailan. El tiempo pasa.
Y la noche cae y se divisa una gata blanca y un gato negro bailando en el tejado.
esquema de maniobra (en grises) / acrílico sobre tela / 160 x 200 cm

55
ANDAR A LA REDONDA

TEATRO
y cultura viviente
Jorge Dubatti

La experiencia de las vanguardias históricas (futurismo, dadaísmo y surrea-


lismo), que cubrió tres décadas (aproximadamente de 1909 a 1939, según una
discutida periodización), produjo en los campos teatrales de Occidente un quie-
bre equivalente al que generó Marcel Duchamp —según Gadamer (1996)— en
el concepto de arte. ¿QUÉ ES EL TEATRO DESPUÉS DE LAS
VANGUARDIAS; ANTE QUÉ MANIFESTACIONES Y
ACONTECIMIENTOS PODEMOS HABLAR DE TEATRO?
¿Cuándo hay teatro y cuándo no? La posvanguardia, que prolonga su producti-
vidad hasta hoy, es tiempo de liminalidad (Diéguez, 2004 y 2007) del teatro con
otras artes, de poéticas de cruce y frontera de lenguajes, de hibridez y excentri-
cidad. HAPPENING, PERFORMANCE, ANTROPOLOGÍA
TEATRAL, BIODRAMA, BODY-ART, TEATRO
POSDRAMÁTICO, TEATRO INVISIBLE, INSTALACIÓN
TEATRAL, SON ALGUNAS DE LAS FORMULACIONES
QUE DAN CUENTA DE ESA TENSIÓN ENTRE EL CON-
CEPTO REPRESENTACIONAL DE TEATRO Y SU DISO-
LUCIÓN. En los últimos veinte años, con el avance de la mediatización el
estatuto problemático de la teatralidad se ha acentuado a causa de la
“transteatralización”: todo se ha teatralizado, la realidad es más teatral que el
teatro, los mejores actores —dice Ricardo Bartís (Cancha con niebla, 2003)— son los
políticos. El concepto de teatro ha terminado de delimitarse y ampliarse.

56
ANDAR A LA REDONDA

Pero los tiempos de liminalidad y transteatralización tra enciclopedia de espectador, así como en las decla-
son a la vez tiempos de desafío teórico y estético, en raciones de teatristas y de otros espectadores. Segui-
tanto —como sostiene el gran director mexicano Luis mos, mutatis mutandis, el modelo de los trabajos de
de Tavira (2003)— “sólo el teatro es teatro, porque si Michèle Petit (2001)2. Un alcance más ambicioso de
todo es teatro nada es teatro” (10). Proponemos en- estos esbozos radicaría en contribuir a la deseada re-
tonces reconsiderar la definición de la teatralidad —o composición de la base epistemológica de la teatrología
especificidad del lenguaje teatral— a partir de la iden- (Dubatti, 2002: 39-48) a través de una doble opera-
tificación, descripción y análisis de las estructuras ción: el desplazamiento de la semiótica de su lugar ac-
conviviales 1. Nos detuvimos en el problema del tual de transdisciplina a sus posibilidades originarias
“convivio” —reunión, encuentro de presencias— gra- como disciplina de la teatrología (De Marinis, 1997: 18);
cias a la lectura de los estudios de Florence Dupont la instauración de un nuevo marco lingüístico (Carnap,
(1991, 1994) sobre las prácticas literarias orales en la 1974) más amplio, polimorfo, a partir de la integración de
cultura “viviente” del mundo greco-latino, especial- los estudios culturales, la antropología, la ontología, la
mente el sympósion y las diferentes variantes griegas y filosofía de la historia y la filosofía del lenguaje.
latinas del banquete. Dichas investigaciones iluminan
el funcionamiento de formas de “convivialité” —tér- El convivio en la literatura oral antigua
mino empleado por Dupont— que no son mero con- Ya en Homère et Dallas (1991), volumen consagrado al
texto del acontecimiento literario sino parte consti- estudio de la epopeya homérica y el canto del aedo,
tutiva e irrenunciable de él. Sumados a las Dupont (1994) revela la importancia de la situación
observaciones de Dupont los aportes de otras investi- de enunciación y recepción de estas formas de la lite-
gaciones (Segal, Murray, Vernant, Bauzá, entre otros) ratura: el banquete. Al examinar su ensayo años des-
que directa o indirectamente caracterizan el funcio- pués, la investigadora resume:
namiento convivial, traspolamos dichas categorías al
teatro para advertir su relevancia y singularidad. (...) la epopeya griega arcaica pone al hombre en rela-
Para caracterizar el convivio teatral combinaremos ción con Mnemosyne, la Memoria divina del mundo, en
aportes bibliográficos diversos con una metodología el marco ritual del banquete sacrificial, por intermedio
empírico-inductiva de base antropológica, comple- del aedo (...) Saber efímero y musical, sólo es accesible
mentaria en algunos aspectos de la etnoescenología en el banquete ritual, y no puede atesorarse como una
(Pradier, 1996 y 2001; Pavis, 2000). Partimos del estu- mercadería (9-10).
dio de casos del campo teatral de Buenos Aires en los
últimos diez años y desde lo particular proyectamos En apretada exposición Dupont agrupa los com-
una conceptualización general. Las reflexiones teóri- ponentes de este acontecimiento excepcional: oralidad,
co-analíticas que se propondrán surgen a posteriori de memoria divina y transmisión convivial en el encuen-
la observación de la experiencia teatral, de acuerdo con tro de presencias del aedo, los dioses —intermediados
una visión historicista (Dubatti, 1999) que busca res- por el poeta— y los oyentes-espectadores3. Inmedia-
tituir al teatro su concreta materialidad como aconte- tamente llama la atención sobre su singularidad: se
cimiento. Al respecto, impulsa estas observaciones una trata de un modelo de producción, circulación y re-
concepción de la teatrología que “regrese el teatro al cepción literarias en las antípodas de la escritura im-
teatro”, en el sentido que Laura Cerrato (1992) otorga
al concepto de “vuelta a la literatura”, de “hacer regre-
2
sar la literatura a la literatura” (9-10). Para ello, implí- Nos sirven de guía su uso de las entrevistas con lectores adolescentes y
el autoanálisis que desarrolla en su “autobiografía como lectora”. La
citamente fundamos las conceptualizaciones en nues- invitación de Petit: “Les recomiendo un pequeño ejercicio: escriban su
autobiografía como lectores” (2001: 66), ha sido aplicada provechosamente
a las trayectorias de espectación de los integrantes de la Escuela de
Espectadores —espacio de estudio que coordinamos desde 2001—, cuyos
resultados tendremos en cuenta para la composición de este trabajo.
1A pesar de que los diccionarios de lengua castellana señalan que el adjetivo 3
Fusionamos aquí la doble función de recepción destacada por Charles
correspondiente a las voces convite o convivio es “convival”, el uso Segal (1995) ya que sostenemos que el trabajo del aedo y del rapsoda
rioplatense más frecuente es “convivial” y preferimos para nuestro trabajo generan —siquiera discontinuamente— no sólo audiencia sino también
esta segunda modalidad. espectación.

57
ANDAR A LA REDONDA

presa y la lectura ex visu (desde la vista), silenciosa, del Dupont demuestra que la distinción entre oralidad y
libro. Los poemas no podían ser conservados en la es- escritura no implica una concepción meramente utilitaria
critura, bajo la forma de un enunciado único, fijo y de- sino simbólica, y que “la prioridad simbólica ha sido otor-
finitivo, bajo la forma de un texto, sin perder su razón gada siempre a lo oral, la escritura aparecía a menudo
de ser. “Alteridad fundadora”, afirma Dupont (24-25), como su auxiliar” (12)5. Refiriéndose a L’invention de la
tanto para radicalizar nuestras diferencias respecto de littérature, Joël Thomas (1997) valora la lectura de Dupont
los antiguos como para generar expectativas sobre el como “un verdadero manifiesto en favor de las culturas
futuro insospechado que la posteridad acaso otorgará de la oralidad y su capacidad de improvisación y ‘entu-
a los usos de la oralidad y la escritura. siasmo dionisiaco’ contra el ‘enfriamiento’ de una litera-
La misma Dupont se encarga de señalar que tura escrita, condenada a estar ‘conservada’, definitiva-
L’invention de la littérature (1994), su libro siguiente, mente coagulada en los libros y las bibliotecas” (15).
es una prolongación de la problemática de Homère et En tanto la transmisión oral exige convivio, reunión,
Dallas. Retoma sus afirmaciones sobre el banquete Dupont (1994) se demora en el componente que nos
homérico para estudiar las formas de producción, interesa especialmente: el encuentro, la colectivización
circulación y recepción de obras de Anacreonte, vinculante, que define como “un lien [atadura, víncu-
Catulo y Apuleyo en el mundo griego y latino. Muy lo] social” (12).
distantes de nuestro concepto moderno de “insti-
tución literaria” —cuya aparición marcaría poste- Sym-pósion: ‘beber juntos’: el syn —juntos— es esencial.
riormente la “invención de la literatura”—, los tex- Todo en el banquete de Dionysos se hace juntos, y ese
tos de Anacreonte, Catulo y Apuleyo son “illisibles” conjunto es la salvaguarda de los bebedores, porque les
(ilegibles) (18) y, aunque textos, funcionan como permite un control colectivo de la ebriedad” (30 y ss.).
meros intermediarios de dos grupos de instancias
de oralización: el anterior a la fijación textual y aquel Según advierte Oswyn Murray (1995), el trato so-
que la escritura debe propiciar más tarde, ya fuera a cial fue asumiendo en el devenir de la civilización grie-
través de la recreación memorialista o de la lectura ga diferentes formas: “La relación entre el hombre y la
en voz alta 4. sociedad es dinámica en todas las sociedades: cada
“Literatura sin lectores”, sintetiza Dupont: no existe época concreta del hombre tiene un pasado y un futu-
en el mundo antiguo el concepto de lector en el senti- ro; y no existe un hombre griego sino una sucesión de
do que actualmente, en forma familiar, otorgamos a ese hombres griegos” (250-1). Ello le permite, siguiendo el
término. De esta manera distingue en los orígenes de ejemplo de Jacob Burckhardt (1953), distinguir cua-
la cultura europea una doble tradición: tro tipos ideales o cuatro edades del hombre griego:
heroico, agonal, político y cosmopolita. Lo cierto es
De un lado, una tradición de escritura, más reciente, más que, más allá de los cambios en las formas de sociabili-
limitada de lo que nos gustaría decir; del otro, una tra- dad, la literatura oral permanece como un constante
dición de poesía (oral), una poesía ritual que se inscribe estímulo de socialización. De las diferentes formas
en la relación que los hombres sostienen con los dioses conviviales vinculadas a la literatura oral, podemos
y que, como el sacrificio, define su identidad de hom- abstraer un conjunto de rasgos invariantes:
bres civilizados, griegos o romanos (12).
a) el convivio implica la reunión de dos o más
hombres, vivos, en persona, en un centro territo-

4
Bauzá (1997) resume el proceso de pasaje de una lectura ex auditu a otra
ex visu : “Con los rollos o volúmenes papiráceos de la antigüedad, con los 5
Jorge Luis Borges (1979) lo afirma en su conferencia sobre el libro:
códices de la Edad Media o con los libros del mundo moderno, se abandona “Los antiguos no profesaban nuestro culto del libro. Veían en el libro un
la cultura ex auditu —donde hay un declamador y escuchas— y se pasa a sucedáneo de la palabra oral. Aquella frase que se cita siempre: Scripta
la lectura: ésta, en un primer momento, era en voz alta (tal como aconteció manent, verba volant, no significa que la palabra oral sea efímera sino
también a lo largo de todo el medioevo) pues se la sentía como una que la palabra escrita es algo duradero y muerto. En cambio, la palabra
prolongación de la conversación y el texto era comprendido en la medida oral tiene algo de alado, de liviano; alado y sagrado, como dijo Platón.
en que se lo escuchaba, es decir que ingresaba en la mente no por la vista Todos los grandes maestros de la humanidad han sido, curiosamente,
sino por el oído” (113). maestros orales”.

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rial, encuentro de presencias en el espacio y convi- cionada tradición de la poesía oral. Hoy el teatro pre-
vencia acotada —no extensa— en el tiempo para serva la cultura de la oralidad en una sociedad letrada
compartir un rito de sociabilidad en el que se dis- y regida por el auge de lo sociocomunicacional sobre
tribuyen y alternan dos roles: el emisor que dice lo socioespacial, como afirma García Canclini (1995):
—verbal y no verbalmente— un texto, el receptor “en la segunda mitad de nuestro siglo la transnacio-
que lo escucha con atención. nalización económica y el mismo carácter de las últi-
b) el convivio entraña compañía —etimoló- mas tecnologías comunicacionales —desde la televi-
gicamente, “compartir el pan”—, estar con el otro/ sión hasta los satélites y las redes ópticas— reorganizó
los otros, pero también con uno mismo, dialéctica en un sistema globalizado las comunicaciones” (19), y ello
del yo-tú, salirse de sí al encuentro con el otro/con le otorga al teatro, que preserva la territorialidad, un va-
uno mismo. Importa el diálogo de las presencias, la lor de resistencia y afirmación de modalidades ancestrales.
conversación: el reconocimiento del otro y del uno Llamamos acontecimiento teatral6 a la singularidad,
mismo, afectar y dejarse afectar en el encuentro, sus- la especificidad del teatro según las prácticas occiden-
pensión del solipsismo y el aislamiento. tales (Goody, 1999), advertida por contraste con las
c) el convivio implica proximidad, audibilidad y otras artes (Souriau, 1986) o, como afirma Grotowski
visibilidad estrechas, así como una conexión sen- (2000), por negación de la cleptomanía artística de
sorial que puede atravesar todos los sentidos —por aquellas poéticas escénicas acostumbradas a “tomar
ejemplo, el gusto, el tacto y el olfato a través del prestados” campos del arte que no le son “propios”.
vino o los alimentos compartidos. Hablamos de acontecimiento porque lo teatral “suce-
d) el convivio es efímero e irrepetible, está inser- de”, es praxis, acción humana, sólo devenida objeto por
to en el fluir temporal vital en su doble dimensión el examen analítico.
bergsoniana: objetiva y subjetiva. A partir de una reconsideración de lo convivial, el
e) la socialización no es excluyentemente huma- acontecimiento teatral se manifiesta en su fórmula
na: el convivio incluye la ofrenda y la manifestación nuclear compuesto por una tríada de subaconteci-
del orden divino en el rito de reunión. mientos concatenados causal y temporalmente, de
manera tal que el segundo depende del primero y el
El convivio, tercero de los dos anteriores.
principio del acontecimiento teatral Los tres momentos de constitución del teatro en
A pesar de los reparos que impone Dupont (1994) al teatro son: el acontecimiento convivial, que es condición
contrastar el banquete y los festivales teatrales en la de posibilidad y antecedente de el acontecimiento de len-
Atenas de los tiranos, y observar en el siglo VI a.C. el guaje o acontecimiento poético, frente a cuyo advenimien-
comienzo de un proceso de “enfriamiento” de las prác- to se produce el acontecimiento de constitución del espacio
ticas orales y de resistencia a la cultura de la “ebrie- del espectador.
dad” (91-105), el teatro preserva la estructura convivial El teatro acaba de constituirse como tal en el ter-
que poco a poco irá perdiendo protagonismo —muy cer acontecimiento y sólo gracias a él. Sin aconteci-
aceleradamente a partir del siglo XVI— al propiciar el miento de espectación no hay teatralidad, pero tam-
libro la lectura en soledad, ex visu, como acto indivi- poco la hay si el acontecimiento de espectación no se
dual. Creemos que el teatro es una de las manifesta- ve articulado por la naturaleza específica de los dos
ciones conviviales heredadas en el presente de esa “cul- acontecimientos anteriores: el convivial y el poético.
tura viviente” de la que habla Dupont, perduración de La idea de espectáculo y de espectador no implica ne-
los hábitos de una sociedad “caliente” y “salvaje” en el cesariamente teatralidad. En consecuencia, no es la
marco de una cultura “fría” y “domesticada” (Lévi- condición aislada de espectador lo que determina la
Strauss, 1998). En el teatro la letra palpita in vivo, a tra- teatralidad sino lo que la completa concatenadamente
vés de las formas de producción, circulación y recep-
ción diferentes de la letra in vitro, encapsulada,
“enfrascada”, propia de la cultura del libro. En conse-
6Como antecedente de las observaciones que siguen, véase Dubatti (2002),
cuencia, el teatro —aunque reconocidos los reparos especialmente Capítulo II, “La teatralidad y el ser: el acontecimiento
de Dupont— pertenece, con sus diferencias, a la men- teatral” (49-56).

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con los procesos convivial y poético. Estos modalizan tografía. Un fotógrafo saca la primera placa y de ese ne-
la categoría de espectación, la afectan y singularizan gativo se pueden hacer reproducciones infinitas. Tam-
teatralmente —distinguiéndola de otras formas de acti- bién hay artes de las que se puede sacar una reproduc-
vidad espectatorial— y a la vez la concitan para el adve- ción fotográfica aunque la obra de arte sea un original:
nimiento del teatro si, y sólo si, la espectación se mani- la plástica. Puedo sacar una foto de La Gioconda e impri-
fiesta dando entidad totalizante al acontecimiento teatral. mirla en un póster. La Gioconda original tiene aura; la
Detallaremos a continuación las características de reproducción fotográfica, no. En el caso del teatro y de
cada uno de estas instancias del acontecimiento tea- la música tocada en vivo el aura es irreproducible: no
tral, sus propiedades y las categorías que involucran hay foto ni grabación en video de una representación
para el análisis teatrológico. teatral que pueda restituir el aura. En el teatro, el aura
está en la presencia inmediata de los cuerpos. Esto es lo
El acontecimiento convivial que hace que sea tan apasionante. Hay mucha gente que
El punto de partida del teatro es la institución ances- dice que no tolera el teatro porque están los actores; lo
tral del convivio: la reunión, el encuentro de un grupo que no toleran es el aura, esa cosa magnética que tienen
de hombres en un centro territorial, en un punto del los cuerpos de los actores, aun de los malos actores (en
espacio y del tiempo, es decir, en términos de Dubatti, 2001a: 13-14).
Dupont, la “cultura viviente del mundo antiguo”.
Conjunción de presencias e intercambio humano En el convivio no sólo resplandece el aura de los
directo, sin intermediaciones ni delegaciones que actores, también la del público y los técnicos. Reunión
posibiliten la ausencia de los cuerpos. No se va al de auras, el convivio teatral extiende el concepto
teatro para estar solo: el convivio es una práctica de benjaminiano. El encuentro de auras no es perdura-
socialización de cuerpos presentes, de afectación co- ble: dura lo que el convivio, en consecuencia, es tam-
munitaria, y significa una actitud negativa ante la bién imperio de lo efímero, de una experiencia que su-
desterritorialización sociocomunicacional propicia- cede e inmediatamente se desvanece y se torna
da por las intermediaciones técnicas (García irrecuperable. Si el teatro sólo acontece en la dimen-
Canclini, 1995). En tanto convivio, el teatro no acep- sión aurática de la presencia corporal-espiritual de ar-
ta ser televisado ni transmitido por satélite o redes tistas, técnicos y público —conjunción que inicialmen-
ópticas ni incluido en Internet o chateado. Exige la te es humana y sólo a posteriori reconocerá la
proximidad del encuentro de los cuerpos en una distribución de roles de trabajo—, luego se disuelve y
encrucijada geográfico-temporal. se pierde. Por su efímera dimensión convivial, el tea-
Sin convivio no hay teatro, de allí que podamos re- tro —como la experiencia vital— se consume en el mo-
conocer en él el principio —en el doble sentido de fun- mento de su producción y es recuerdo de la muerte.
damento y punto de partida lógico y temporal— de la Ricardo Bartís (2003) reflexiona sobre el pasado tea-
teatralidad. A diferencia del cine o la fotografía, el tea- tral como pérdida:
tro exige la concurrencia de los artistas y los técnicos
al acontecimiento convivial y, en tanto no admite El teatro es un performance volátil, una pura ocasión,
reproductibilidad técnica, es el imperio por excelen- algo que se deshace en el mismo momento que se reali-
cia de lo aurático (Benjamin, 1968). Beatriz Sarlo tes- za, algo de lo que no queda nada. Y está bien que eso
timonia en una entrevista su experiencia frecuente suceda, porque lo emparenta profundamente con la vida,
como espectadora: no con la idea realista de una copia de la vida, sino con
la vida como elemento efímero, discontinuo. En ese sen-
Voy mucho al teatro. Hay algo que aprendí en Walter tido el teatro parece contener, al mismo tiempo que la
Benjamin: el riesgo que tiene el teatro me fascina (...) el seriedad de la muerte, la mueca ridícula de la muerte,
riesgo de la equivocación, la cosa de que los actores se su patetismo, su ingenuidad. En una época
están moviendo en la cuerda floja. Es lo que Benjamin hiperartificial, hipervisual, la materialidad del teatro
llama el aura. El pensaba que hay artes que pueden re- sigue siendo un elemento primitivo, reducido, como una
producirse técnicamente y otras no. Uno de los casos obligación de un devenir cerrado, minoritario: gente gran-
en que la reproducción es posible, por ejemplo, es la fo- de encerrada en la oscuridad haciendo cosas tontas.

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ANDAR A LA REDONDA

Traspolando en extensión y radicalidad las catego- toria y reproductibilidad técnica del cine o la televi-
rías de A. Deyermond (1996) y R. M. Wilson (1970) sión). En tanto experiencia vital, aparece atravesado
para el estudio de la literatura medieval, puede afir- por las categorías de la estabilidad y la imprevisibili-
marse que la historia del pasado teatral es en realidad dad de lo real, está sujeto a las reglas de lo normal y lo
la historia del teatro perdido. posible, a la fluidez, el cambio y la imposibilidad de
En el centro aurático del teatro, el arte adquiere repetición absoluta, a nuestro mundo común o
una dimensión de peligrosidad de la que el cine ca- intersubjetivo, a la realidad compartida. Lo convivial
rece: el actor puede morir ante nuestros ojos, puede exige una extremada disponibilidad de captación del
lastimarse, olvidarse el texto, la función se puede otro: la cultura viviente es eminentemente temporal y
interrumpir y suspender. volátil y los sentidos (especialmente la vista y el oído)
El acontecimiento convivial es experiencia vital in- deben disponerse a la captación permanentemente
transferible (no comunicable a quien no asiste al mutante de lo visible y lo audible, con el peligro de
convivio), territorial, efímera y necesariamente mino- perder aquello que no se repetirá, con el riesgo de pér-
ritaria (si se la compara con la capacidad de convoca- dida de la legibilidad y la audibilidad.
time out (en grises) / acrílico sobre tela / 230 x 180 cm

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El acontecimiento poético o de lenguaje Valga la breve descripción de un caso: un espec-


De pronto, en el marco del convivio, se detona un se- tador conmovido que salte al espacio del escenario
gundo acontecimiento: el lenguaje poético. General- para abrazar a la víctima inocente de un melodrama
mente un indicador convencional da la señal de dicho (Indalecia, por ejemplo, en El desalojo de Florencio
advenimiento: se apagan las luces de sala, se silencia la Sánchez), no podrá amparar al personaje sino sólo
música, se corre el telón... Se inicia así, en el seno del entorpecer el trabajo de la actriz. El personaje acon-
convivio, un acontecimiento de lenguaje, instauración tece en otro plano de realidad, sostenido sobre la
de un orden ontológico otro. No se trata del lenguaje radical negación del ente real. En términos del céle-
natural, sino de una desviación, un écart que instaura bre cuadro de René Magritte, Esto no es una pipa.
—en términos románticos— una physis poética, diver- La nueva dimensión óntica del acontecimiento
sa de la physis natural (Bauzá, 1997: 43). poético produce una amplificación del mundo, fun-
da nuevos territorios ónticos y es eso lo que distin-
A través de la poesía [teatral], la palabra [y el lenguaje gue al teatro de otras formas de espectacularidad
no verbal] se revela[n] como un logos demiúrgico y, a que podemos definir como “parateatrales”. La seduc-
través de ella, el poeta —por medio de una suerte de ción (Geirola, 2000) y el fingimiento cotidianos, el
metafísica poética—, a la vez que asume el mundo, crea fútbol, las ceremonias religiosas y los ritos laicos,
otro situado en la esfera del arte (40-41). las fiestas, los desfiles de modas, el discurso y el acto
político, la magia, la tauromaquia, el carnaval, la te-
El lenguaje poético —segundo avatar del aconteci- levisión no ficcional, buena parte de las destrezas
miento teatral— instala una estructura sígnica verbal circenses, no instauran un mundo otro paralelo al
y no verbal que, gracias a un proceso de semiotización mundo sino que acontecen en la esfera ontológica
(De Marinis, 1997), funciona en dos instancias de pro- de lo real intersubjetivo. Las diferencias entre tea-
ducción de sentido (Muschietti, 1986). tralidad y parateatralidad se ratifican en el aconte-
En un primer estadio del signo, los materiales ver- cimiento de la espectación.
bales y no verbales se constituyen en signos que fun- La amplitud de fenómenos estéticos que
dan-nombran-describen un mundo de representación y involucra el carácter referencial y areferencial del
sentido, un universo referencial7 (Cerrato, 1992). La cons- acontecimiento poético permite incluir dentro de la
trucción de ese mundo marca un salto/cambio esfera de la teatralidad un repertorio abierto, que
ontológico: se crea un universo que es paralelo al mun- no reconoce las exclusiones clasificatorias de las
do, su “complemento” (Eco, Obra abierta), otro mundo taxonomías impuestas en los siglos XIX y XX8: el
posible dentro del mundo, que participa de la natura- teatro musical, la danza, la narración oral (Bovo,
leza de la ficción, de lo imaginario y de lo estético. Pero 2002) y las múltiples expresiones de la juglaría, el
ese mundo de lenguaje también es areferencial (Cerrato, teatro leído y el semimontado, el recital de poesía y
1992), puro acontecimiento de lenguaje, lenguaje sin otras manifestaciones performáticas (Schechner,
voluntad de referir a una realidad otra que el mismo 2000; Taylor, 1997).
lenguaje (en escena, las poéticas más abstractas de la
danza, el movimiento como puro lenguaje). El acontecimiento espectatorial
En un segundo estadio del signo (Muschietti, 1986), El universo poético creado por el acontecimiento del
la estructura implica el advenimiento de la semiosis ili- lenguaje a partir de los procesos de semiotización, fic-
mitada: producción de sentido infinita propia de la fun- ción, referencia y función estética —que instauran una
ción estética que organiza todos los materiales, tanto dimensión óntica otra—, genera un espacio de veda
los verbales como los no verbales. (Breyer) o espacio de reserva del teatro como aconteci-
miento lingüístico. La asistencia al advenimiento y
devenir de ese mundo, el atestiguamiento de ese acon-
tecer, la contemplación y afección del universo de len-
7
El acontecimiento lingüístico involucra el problema de la referencia: a)
referencia de lo teatral o autorreferencia; b) referencia del mundo
representado; c) referencia del mundo externo. Cf. “Hacia una teoría de
los efectos” ( Dubatti, inédito). 8
Cf. nota 5.

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ANDAR A LA REDONDA

guaje desde fuera de su régimen óntico, constituye el Lo cierto es que, en el teatro, el espacio de espectación
tercer acontecimiento o la instauración de un espacio nunca desaparece definitivamente: puede quedar delega-
complementario al poético: el de la espectación. Tea- do a un único espectador mientras el resto de la platea
tro es, etimológicamente, mirador. El espectador se participa “tomada” por el acontecimiento poético, pero
constituye como tal a partir de la línea que lo separa dicho espectador es el que garantiza que el teatro no se
ónticamente del universo otro de lo poético. Esa sepa- transforme en parateatro. No hay teatro sin función
ración no existe en los espectáculos parateatrales: espectatorial, sin espacio de veda, sin separación óntica
quien observa se encuentra en el mismo nivel de reali- entre espectáculo y espectador. Si el acontecimiento
dad que el acontecimiento observado. La óptica polí- espectatorial deja de devenir, el teatro se transforma en
tica no entabla referencia con un mundo otro sino la práctica espectacular de la parateatralidad y el arte se
esfera inmediata del ser o a través de ésta la presenta- fusiona con la vida, como en la utopía artaudiana (Dubatti,
ción hierofánica de lo numinoso (Rudolf Otto, 1998). 2001b y 2002). En las manifestaciones parateatrales apun-
Sin embargo, el lugar de la espectación puede per- tadas arriba, la espectación es desplazada por la partici-
derse provisoriamente dentro de un juego específico pación. En tanto no hay distancia ontológica ni espacio
de la poética teatral. El espectador puede salir del es- de reserva, no se “especta” la misa o un partido de fútbol
pacio de espectación e ingresar en el campo del acon- —por ejemplo—, sino que se participa “dentro” de ellos,
tecimiento poético de lenguaje. Veamos algunos casos como oficiante o como hinchada respectivamente.
de esta abducción poética: La conciencia del carácter de la espectación es un
saber adquirido en los espectadores avisados y cultos.
a) puede ser “tomado”, “absorbido” por el acon- Por el contrario, puede suceder entre los niños y los
tecimiento poético a partir de determinados meca- espectadores adultos ingenuos (o en algunos casos de
nismos de participación (los payasos que involu- patología) que no haya conciencia de la separación
cran a alguien del público en sus juegos, la entre el arte y la vida9.
experiencia de hacer subir al escenario al público Las prácticas parateatrales comparten con el tea-
como en Cegada de amor de la compañía española La tro una “óptica política” o “política de la mirada”
Cubana o de convertir la platea en escena, como en (Geirola, 2000: 50), pero no instauran un orden óntico
Un enemigo del pueblo, versión del director Andrés que se desvía, aparta y desprende de lo real, produ-
Bazzalo) y perder momentáneamente su conexión ciendo un fenómeno de despragmatización del lengua-
con el espacio de espectación; je (Ricoeur, 1983-4 y 5). La vida es campo de ejercicio
b) puede “entrar y salir” del espacio poético en múltiple de la óptica política, de allí el tópico de “la
espectáculos de tipo performáticos, en los que se vida como teatro”, el “Theatrum Mundi”. La espec-
instaura la posibilidad de una entrada permanen- tacularización de las prácticas sociales —ha señalado
temente abierta al orden óntico del acontecimien- Debord (2000)— es uno de los rasgos más manifies-
to de lenguaje (La cama, por Batato Barea, en Ce- tos de la cultura actual. Pero la vida no es el teatro, al
mento); menos para Occidente10.
c) puede lograr una posición de simultaneidad
en el “adentro” y el “afuera” del universo de lengua-
je, como sucede con algunos espectadores de inten- 9
Múltiples testimonios dan cuenta de este borramiento ingenuo de los
sa participación festiva en Período Villa Villa del gru- límites entre la vida y el arte: las participaciones de los chicos en las
funciones teatrales, quienes increpan directamente al personaje y entran
po De La Guarda: el espectador especta y participa en diálogo con él como si su ser aconteciera en el mismo plano de realidad
simultáneamente, y en la mirada de los otros apa- en el que ellos se ubican; el episodio del Fausto criollo de Estanislao del
Campo; la reacción de los gauchos que, en funciones circenses, saltaban
rece como “parte” del espectáculo; al picadero para defender a Moreira de la policía; la anécdota referida por
d) puede ser “tomado” por el acontecimiento poé- Jorge Luis Borges a Ricardo Piglia sobre una muchacha que aseguraba
tener un hijo de Juan Moreira (cuando en realidad lo había tenido del
tico a través de la experiencia que Peter Brook actor que encarnaba el personaje en una compañía itinerante).
(1994) ha denominado “teatro sagrado” en su El es- 10
Al respecto, Jack Goody (1999: 115-168) reconoce una “tendencia
internacional” europea contra el teatro, que se remonta a los textos
pacio vacío: la fuga de la realidad, lo invisible hecho platónicos y perdura con avatares diversos y reformulaciones hasta bien
visible, la conexión con lo absoluto, el teatro como avanzada la modernidad, en la que la antiteatralidad se expresa
hierofanía (Mircea Eliade, 1999). repudiando en el teatro su distancia ontológica respecto de lo real y el

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ANDAR A LA REDONDA

Experiencia y lenguaje dad, son categorías que están en la base de la expe-


La composición triádica del acontecimiento teatral riencia convivial. La semiótica puede leer el aconteci-
permite refundar las bases de nuestra comprensión del miento poético-lingüístico, pero no desde el régimen
teatro en el convivio. Si la semiótica trabaja sobre el de afecciones de lo convivial, la cultura viviente, lo
análisis del segundo acontecimiento y el tercero, es aurático. La teatrología debe emprender el desafío de
necesario volver al primero. Y éste se manifiesta repensar la teatralidad desde su cimiento convivial.
como un campo complejo en el que no rigen las cer- Resulta interesante observar que en algunas prác-
tezas instaladas por la semiótica como preceptos in- ticas teatrales actuales se restituye al convivio su di-
cuestionables. mensión de sympósion y comensalía (Murray, 1995): bas-
La primera constatación es que, en el aconteci- te citar la comida judía que se sirve en Trilogía de las
miento convivial, en la experiencia de presencia, de polacas (Patio de Actores, 2002), en los consumos del
contacto e intercambio aurático, no todo es legible. La café-concert o en las golosinas y bebidas que se ven-
experiencia convivial tiene puntos ciegos y funcio- den en los intervalos de espectáculos del circuito
na por contagio. Transcurre, es efímera y es imposi- comercial. Pero el beber puede adquirir una dimen-
ble retenerla, reconstruirla o restaurarla en su di- sión simbólica, como expresa Ana María Bovo
mensión presente. Al convertirla en artefacto de la (2002) al reflexionar sobre su conciencia del
memoria, se la desnaturaliza: no se conoce la expe- convivio durante una función: “la palabra ‘comuni-
riencia convivial sino un artefacto construido para cación’ me parece demasiado técnica para nombrar
una aproximación prácticamente imposible. La ex- el fenómeno. Es otra cosa: yo me bebo el silencio
periencia convivial se pierde, no puede ser conser- (que hacen los espectadores concentrados en el es-
vada. El artefacto de la memoria implica pectáculo) y ellos se beben mis palabras” (123).
congelamiento, detenimiento, en oposición a la flui- En conclusión, a partir de los estudios de Florence
dez y mutabilidad de la experiencia. Lo convivial Dupont sobre las prácticas literarias orales en la cul-
también se desnaturaliza en la narrativización: pier- tura “viviente” del mundo greco-latino, hemos pro-
de espesor e intensidad. puesto en este trabajo una redefinición de la teatrali-
Además, en el convivio hay más experiencia que len- dad desde el concepto de convivio. Recurrimos para ello
guaje. Hay zonas de la experiencia de las que el len- a diversos aportes bibliográficos y una metodología
guaje no puede construir discurso. Hay zonas de la empírico-inductiva de base antropológica, fundada en
experiencia que no se pueden semiotizar y, en con- nuestra enciclopedia de espectador, así como en las
secuencia, quedan fuera del marco lingüístico declaraciones de teatristas y de otros espectadores.
(Carnap, 1974) de la semiótica. La experiencia está su- Sostuvimos que el teatro es una de las manifestacio-
jeta a los límites de la percepción. La realidad es trans- nes conviviales heredadas en el presente de esa “cultu-
formada en experiencia a partir de una percepción ra viviente”, en la que la letra palpita in vivo, a través de
fragmentaria. Suceden más cosas que las que perci- las formas de producción, circulación y recepción di-
bimos. Si percibimos “mal”, comprendemos “mal”, ferentes de la letra in vitro, “enfrascada” propia de la
construimos un artefacto lingüístico deficiente cultura del libro. Ligado a la tradición de la poesía oral
(Beckett). La realidad y el texto son ilimitados, pero a que hace referencia Dupont, el teatro preserva en la
la percepción es limitada, y en consecuencia la expe- actualidad la cultura convivial de la oralidad en una
riencia es limitada. La experiencia y la percepción es- sociedad letrada y regida por al auge de lo
tán condicionadas por la cultura y son inmediatez: no sociocomunicacional sobre lo socioespacial. A partir
hay perspectiva, no hay toma de distancia. Compleji- de una reconsideración de lo convivial, definimos el
dad, multiplicidad, simultaneidad, limitación, veloci- acontecimiento teatral como una tríada de subacon-
tecimientos concatenados causal y temporalmente: el
acontecimiento convivial, el acontecimiento de lenguaje o poéti-
rito. Paradójicamente, dicho repudio implica de alguna manera el co, y el acontecimiento de constitución del espacio del espectador.
reconocimiento de la especificidad ontológica del acontecimiento poético Para ampliar y continuar estas investigaciones, re-
teatral. Remitimos al respecto a los estudios de J. Barish (The Anti-Theatrical
Prejudice , 1981) e I. Levine (Men in Women’s Clothing, 1994), entre los más mitimos a dos trabajos mayores (Dubatti 2003 y 2005).
recientes. Allí hemos propuesto, de acuerdo con las

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ANDAR A LA REDONDA

formulaciones precedentes una aproximación empíri- Dubatti, Jorge (1999). El teatro laberinto. Ensayos sobre teatro argentino. Bue-
nos Aires: Atuel.
co-inductiva al convivio teatral a partir de tres ejes: la Dubatti, Jorge (2001a). “La deslumbrante intensidad de las propuestas
composición del convivio (integrantes y vínculos), su mínimas. Entrevista con Beatriz Sarlo”, en Teatro al Sur 19 (edición
estructura diacrónica (convivio preteatral, teatral pro- especial V, agosto) (13-16).
Dubatti, Jorge (2001b). “Consideraciones sobre el cuerpo y la cultura en
piamente dicho, de los intermedios y posteatral) y el el sistema de ideas del ‘Prefacio’ a El teatro y su doble de Antonin
comportamiento convivial del público (acciones Artaud”, en AAVV. Cuerpos. Universidad Nacional de Jujuy: Talleres
intersubjetivas y condicionamientos). Señalamos ade- Gráficos de la UNJU (109-126).
Dubatti, Jorge (2002). El teatro jeroglífico. Herramientas de poética teatral. Bue-
más el nuevo sentido y función que adquiere en las nos Aires: Atuel.
nuevas condiciones culturales el teatro en tanto acon- Dubatti, Jorge (2003). El convivio teatral. Teoría y práctica del Teatro Compara-
do. Buenos Aires: Atuel.
tecimiento convivial y revisamos la nueva concepción de Dubatti, Jorge (2005). Filosofía del teatro I: Convivio, experiencia, subjetividad.
texto dramático y sus sistemas de notación como escri- Buenos Aires: Atuel.
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65
66
TOBOSO

BIBLIOCLIPS

VIENE
BANVILLE
RODRIGO FRESÁN uno Hay
escritores que no plantean ningún
problema a la hora de decidir cúal de sus
libros (que también son nuestros libros)
darles a firmar. Así, en los años que llevo
en Barcelona no dudé un segundo —por
citar unos pocos casos— en que Campos
de Londres era el libro que tenía que
dedicarme Martin Amis, El mundo según
Garp era el que le correspondía
garrapatear a John Irving o Submundo el
que le tocaba a Don DeLillo.

El criterio es tan simple como sentido: elegir carnívoras que margaritas, sus muy personales bio-
aquel libro que, de desaparecer, dejaría un confesiones organizadas grafías de Kepler y Co-
agujero imposible de llenar en nuestras bibliotecas alrededor de la pausada o pérnico, publicadas en Ar-
y en sus obras. Días atrás, el caso de John Banville vertiginosa velocidad de los gentina por aquellos días en
(Wexfrod, Irlanda, 1945) fue mucho más pensamientos. Historias los que lo histórico hacía
complicado. Tenía que encontrarme con Banville girando centrífugas dentro histeria— desde un afuera
en la librería La Central, en cuya terraza el de las cabezas de los muy íntimo comprendiendo,
escritor irlandés grabaría una entrevista para la protagonistas. Beckett vía y haciéndonos comprender,
televisión catalana, y ahí estaba yo, frente a mis Nabokov en tramas-tumores lo que nadie comprendió
estantes, sin saber qué libro elegir. Por que la obra que enseguida hacen me- hace tanto tiempo.
de Banville —por lo general reunida en torno a tástasis en secretos primero Así que cuál: ¿El libro de
trilogías elásticas pero fuertes— no resulta fácil y culpas después. Páginas las pruebas? ¿Mi muy raro y
de redudir a favoritos o indispensables. En unos donde cada palabra cuenta y muy difícil de conseguir
y en otros, en todos, esa voz que es la voz de toda oración narra, casi ejemplar de los funda-
Banville, quien es La Voz con la que se desgranan, siempre, en una primerísima cionales relatos contenidos
de a poco, como deshojando más plantas persona de primera o —en en Long Lankin? ¿El intocable?

67
TOBOSO

¿O mejor llevarle ese díptico en bus- las listas de ficción traducida al cas- para la que estuvo preparando
ca de una tercera parte compuesto tellano durante el 2006—, y lo dijo “más de cuarenta años; porque de
por Eclipse e Imposturas? ¿O tal vez luego de subir al proscenio y acep- algún modo todo surge de la infan-
El mar, porque es el último y el que tar el galardón, para asombro de la cia y de sus veranos” y que, estima,
ha venido a presentar y el que por concurrencia toda que se dividió tiene una voz “más simple y piado-
fin, lo ha vuelto reconocido y reco- entre el aplauso por lo alto y la con- sa y menos maligna que la de mis
nocible a un lector español que has- dena por lo bajo. Y Banville encan- otras novelas”.
ta ahora había decidido no mojarse tado, claro. Y Banville —el mismo Le comento a Banville que cuan-
en las aguas de este autor tal vez por Banville que alaba al Last Evenings on do supe que su siguiente novela
pensarlo demasiado “difícil” y “es- Earth de Roberto Bolaño en las pá- después de Eclipse e Imposturas se iba
tilista” y todo eso? ginas de The Nation o destroza al a llamar El mar no dudé ni un mo-
Lo que decidí entonces fue lle- Sábado de Ian McEwan en las de The mento que sería el cierre de lo que
nar una bolsa con la obra completa New York Review of Books provocan- podría llamarse Trilogía Cass. De
de Banville y dejar que fuera él do una de las polémicas literarias este modo, la primera era la versión
quien eligiera el que pensara más más feroces de los últimos tiem- del asunto narrada por el padre es-
apropiado. Así, llegué a la librería, pos— seguía todavía más encanta- trella del teatro de la joven suicida
y ahí estaba Banville frente a las do en Barcelona, un año después de Cass Cleave, y la segunda la versión
cámaras (igual que en las fotos pero su Noche B, recordando sin ira y de su amante intelectual. La terce-
más bajo de lo que esperaba, con con el casi descarado placer de ra y con ese título —Cass se había
una aire de hobbit tamaño XL, pero quien ya ha contado el episodio arrojado a las aguas para morir—
hobbit finalmente) y después se demasiadas veces pero nunca las tenía que ser, por fin, la versión del
apagaron las luces y se desen- suficientes: “Fue algo genial. Se su- fantasma en otra banvilleana nove-
gancharon los micrófonos y nos fui- ponía, así lo indicaban todas las la de fantasmas sin fantasmas. Pero

imagen página anterior: dos carros blancos (en grises) / acrílico sobre tela / 60 x 80 cm
mos a un bar cercano y después de apuestas, que el ganador sería no, El mar —considerada por mu-
la cerveza número quién sabe, le Arthur & George de Julian Barnes. O chos críticos como la más “sencilla”
señalé a Banville mi bolsa y le co- que Ishiguro se llevaría su segundo de las obras de Banville— era otra
menté mi dilema y le dije que él de- Booker. Creo que yo estaba último cosa. Le digo a Banville que a mí no
cidiera por mí. Y Banville dudó me- en las apuestas porque, bueno, yo me pareció más o menos compleja
nos tiempo que el segundo que escribo esas novelas ‘bien escritas que las anteriores pero que sí po-
consume una, cualquiera, de sus pero donde no sucede demasiado’, dría definirla como una suerte de
comas siempre puestas en el sitio dicen. De hecho, a la mañana si- Verano del ’42 reescrito por Henry
exacto y en el momento justo, y guiente, el editor cultural de The James. “Je, je”, ríe Banville con esa
dijo: “Todos. Te firmo todos”. Independent condenó al jurado por risa de quien no se está riendo
haber hecho ‘tal vez la peor y se- mientras ensarta un pulpito y, sí, El
DOS “Es bueno ver que una obra guro más perversa elección en los mar como una novela “de playa”, una
de arte ha sido reconocida”, dijo 36 años del Booker’. Así que yo memoria de adolescencia con sexo y
Banville. No me lo dijo a mí frente a subí a decir lo mío y dije eso y lo arena y olas y, en la orilla, otra vez, el
una cazuela con pulpitos una pri- dije por molestar, para meterle el tan recurrente como las mareas tema
maveral noche de otoño en Barce- dedo en el ojo a la escena cultural de Banville: cómo hacer y deshacer
lona, sino a los comensales asisten- londinense. Lo dije porque han memoria. Pero ni rastro de Cass.
tes a la cena del Premio Booker del sido muchos años de soportar in- Cuando le comento esto, mi ilu-
2005. Lo dijo en vivo y en directo, justicias, de ser ‘escritor de escri- sión frustrada de oír a Cass,
por televisión. Y Banville no se re- tores’ y de tener que lidiar con ti- Banville me mira primero descon-
fería al libro de otro sino al propio, pos que piensan que la trama es certado y después con los ojos de
a El mar —que minutos después tre- lo único que importa. Y lo dije quien mira pensando: “Jamás se me
paba a lo más alto de las listas de porque era verdad: El mar es una hubiera ocurrido… Es verdad… Sí,
best-sellers de UK y que un año y buena obra de arte”. El mar es tam- una novela contada por Cass
algo más tarde coronaba casi todas bién, según Banville, la novela Cleave es una idea atractiva… De

68
TOBOSO

acuerdo: voy a escribirla. Pero Cass su amigo Barney Boyle que apenas timamente, soy tan consciente de to-
tendrá que esperar a que acabe la esconde al verídico Brendan Behan— das y cada una de sus partes que, al
que estoy escribiendo ahora. Serán la iglesia, la mafia, la masonería cató- repasarlos, lo único que veo es cómo
dos o tres años. Y también tengo lica y los clanes familiares se trenzan mejorarlos un poco más. Escribir es,
que ocuparme de Benjamin Black”. en una lucha a muerte por un bebé para mí, como intentar redactar un
desaparecido en Irlanda y aparecido sueño. Nunca se lo hace del todo bien.
TRES Benjamin Black es el seudó- en los Estados Unidos. El resultado Pero uno insiste. Y, de acuerdo, no es
nimo con el que John Banville acaba es un lluvioso melodrama gótico don- el tipo de literatura que le gusta a todo
de publicar su primer policial (aun- de casi todos son culpables y la prosa el mundo. Pero al menos ese el tipo
que todos sus libros bien pueden ser entre lírica y clínica de Banville, una de libro que a mí me gusta escribir…
considerados policiales o, mejor aún, vez más, es la única forma de justicia Benjamin Black es mi oportunidad de
criminales) protagonizado por el en un paisaje podrido por odios ser otro sin dejar de ser yo. De hecho,
patólogo y viudo Quirke (nada que ancestrales. ya estoy bastante avanzado en el se-
en el río (en grises) / acrílico sobre tela / 13 x 18 cm

ver con la Scarpetta de Patricia Le pregunto a Banville si le resul- gundo thriller de Quirke. No sé… Con
Cornwell o los tecnócratas à la C.S.I, tó más fácil escribir como Black y me Black somos muy distintos pero nos
)y titulado Christine Falls. Quirk, en in- mira con ojos tristes y responde con gustan las mismas cosas. Es más, le
glés, significa rareza y, para muchos las mismas todavía más tristes pala- deseo lo mejor. Le deseo a Benjamin
de los seguidores de Banville, Christi- bras —una tristeza que apenas es- Black que se gane el próximo Booker.
ne Falls (que publicará Alfaguara du- conde la felicidad de saberse uno de Y, ya que estamos en tema, que John
rante el 2007) será una rareza: terce- los buenos de verdad— que ya le ha- Banville se lleve el Nobel”.
ra persona: casi no hay página donde bía leído decir en otra parte: “Nunca Y Banville, con voz de Banville, me
no suceda algo y un tan enrevesado es fácil. Nada es fácil. Ninguno es fá- pide que pida más pulpitos mientras
como sorprendente argumento don- cil. Yo suelo pasarme horas tras hora me firma una novela titulada El mar y
de —en el Dublín de los cincuenta, en una oración o en un párrafo. Por Black, con letra de Banville,
con Quirke investigando la muerte de eso detesto a todos mis libros por autografía las pruebas corregidas y
una mujer caída en desgracia yendo igual. Y los odio porque me resulta encuadernadas de otra novela llama-
y viniendo al pub y departiendo con imposible leerlos. Los conozco tan ín- da Christine Falls.

69
TOBOSO

LETRAS AL MARGEN

¿Para quién
se escribe?
EDUARDO ANTONIO PARRA
Una de las preguntas que se hace el escritor
en ciernes y permanecerá en su mente durante
muchos años es ¿para quién escribe? No es
algo banal. Cada vez que un alguien publica
un nuevo libro, no falta el periodista que lo
cuestiona acerca del “lector” al que dirige la
obra. A veces el aludido responde “A mí no
me importan los lectores”. En otras ocasiones
la respuesta es “Escribo para mí”, lo que desde
cualquier perspectiva resulta incongruente
con la publicación de la obra. En un tenor
semejante, pero con más elegancia, dicen que
Rulfo, hablando de Pedro Páramo, aseguró que
lo había escrito porque “es el libro que yo
quería leer y no estaba en mi librero”.

70
TOBOSO

En otros tiempos los escritores las consideró clásicas. cos lectores independientes (qui-
contaban con receptores cuyos Durante el Medioevo y el Rena- zás entonces aún no tan “anóni-
comentarios condicionaban sus cimiento la obra de los escritores mos”), la nutrición de su ego.
obras, sin que nadie los acusara de debía ser del gusto de obispos y Hasta el siglo XIX “escribir” se
“hacer concesiones” al público. En sacerdotes, quienes al leerla ha- convirtió en un oficio liberal que
la Grecia antigua, por ejemplo, los cían observaciones que casi siem- redituaba algo de ganancia y, por lo
dramaturgos Esquilo, Sófocles y pre eran acatadas (aún estaba en tanto, independencia. Sin embargo,
Eurípides debían complacer a la peligro la fama, la salud y, en a pesar de que ya se daba entonces
multitud del teatro, a riesgo de tiempos de la Inquisición, inclu- cierta masificación de la literatura,
perder fama, salud y hasta la vida, so la libertad y la vida). Las cosas los narradores seguían conociendo
pues el pueblo ateniense, si veía no habían cambiado mucho en ese las facciones y la mentalidad de sus
su gusto ofendido por una trage- aspecto y, no obstante, a diferen- lectores. Escribían para los burgue-
dia, lanzaba sobre el autor una cia de ahora, el escritor conocía ses educados y trataban de halagarlos
lluvia de piedras (con los siglos perfectamente el rostro y la ma- incluso cuando denunciaban sus vi-
fueron sustituidas por frutas y le- nera de pensar de sus principales cios o al ridiculizarlos en el papel. Te-
gumbres podridas, pero la cos- lectores, y a veces hasta de aque- nían la ventaja de saber, al menos de
tumbre permaneció). Así, los tres llos que no eran tan “principales” un modo general, cómo iban a reac-
trágicos aprovechaban la “retroa- y empezaban a conformar “su pú- cionar ante su obra.
limentación” para hacer sustrac- blico”. Cuando se escribía bajo la Quizá fue durante la primera mi-
ciones o añadidos con tal de agra- protección de los mecenas suce- tad del siglo XX cuando el escritor
dar al público durante la siguiente día lo mismo: de la aprobación o comenzó a “especializarse”, a escri-
representación. Esas obras llenas reprobación de “quien pagaba” bir para determinado público. Quie-
de “concesiones a la plebe” son las dependía el alimento del artista y nes abrazaron las vanguardias es-
que dejaron a la posteridad, que de su familia y, de los esporádi- cribían para sus colegas y para los
letras para los demás ( en grises) / acrílico sobre tela / 60x 80 cm

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TOBOSO

críticos, si acaso también para ar- permanezca vivo, el escritor debe obra literaria se ha transformado en
tistas de otras disciplinas, aunque saber que en algún lugar del presen- un artículo cada vez más desecha-
dijeran que lo hacían para el públi- te o el futuro existe un ser extraño, ble, resulta difícil, casi imposible,
co. Los revolucionarios de izquier- su lector, un fenómeno dialéctico concebir para quién se escribe.
da lo mismo, aunque pensaran que que es su aliado y al mismo tiempo Acaso por eso, ante una pregun-
sus escritos estaban dirigidos “a las su enemigo. Alguien que lo invoca ta tan insistente, muchos colegas se
masas” (que no sabían leer) y, más y al mismo tiempo lo rechaza. Hay atienen a respuestas como “No me
tarde, según su importan los lecto-
nacionalidad, res” o “Escribo para
para las autorida- mí mismo”. El poeta
des del Partido: Luis Cernuda centró
sus lectores más su esperanza, su ne-
atentos. Los que cesidad, en un poeta
siguieron fieles al Los escritores futuro, a quien le
“gusto de las ma- necesitan conocer el dice: “Cuando en días
yorías” (el público rostro de sus venideros, (…) lleve el
anónimo) estable- lectores. No en el destino/ tu mano ha-
cido durante el si- circo de las veladas cia el volumen donde
glo anterior, pron- yazcan/ olvidados
literarias, sino en
to se vieron des- mis versos, y lo
plazados por el
otro lugar y de otra abras,/ yo sé que sen-
cine, la radio y, forma. Como los tirás mi voz llegarte,/
más adelante, por espiritistas ven el no de la letra vieja,
la televisión y aura de la persona mas del fondo/ vivo
otros medios más evocada en el plasma de tu entraña, con un
avanzados. materializado. afán sin nombre/ que
Sándor Márai, el tú dominarás. Escú-
gran escritor hún- chame y comprende./
garo reciente- En sus limbos mi
mente rescatado alma quizá recuerde
para la lengua es- algo,/ y entonces en ti
pañola, apunta en su libro de me- algo sensual en ese fenómeno, algo mismo mis sueños y deseos/ ten-
morias ¡Tierra! ¡Tierra!: “Los escrito- invocador y algo amenazador. Él es drán razón al fin, y habré vivido”.
res necesitan conocer el rostro de la pareja, como la mujer en el amor”. En lo particular, quien esto escribe
sus lectores. No en el circo de las Ahora, cuando la industrializa- no lo hace para “nadie” (le importan
veladas literarias, sino en otro lu- ción del libro ha convertido a nues- los lectores, aunque sean pocos), ni
life savers / acrílico sobre tela / 140 x 180 cm
gar y de otra forma. Como los espi- tros posibles lectores en una peque- para el “escritor futuro”, ni tampoco
ritistas ven el aura de la persona ña masa amorfa, completamente para “él mismo”, aunque sí para quien
evocada en el plasma materializa- anónima, en la que tan sólo de vez guarde con él ciertas coincidencias de
do. Una obra literaria no es sola- en vez es posible distinguir algún interés estético, de cultura, de mane-
mente lo que el escritor (y el libro) rostro concreto, o cuando la radio, ra de pensar. Alguien que, aunque no
cuentan, ni tampoco su manera de la prensa y la televisión se han con- sea idéntico, funcione como una suer-
relatar, sino sobre todo la atmósfe- vertido en las rutas más seguras te de reflejo, acaso distorsionado,
ra que la rodea. En esa atmósfera el para que un autor se dé a conocer pero con ciertas semejanzas. Debe
libro cobra vida, y sin ella se resu- al público, o cuando los pocos lec- existir. Este escritor lo intuye. Lo
me en un astro frío, en un cuerpo tores con que contamos están dis- supo desde que leyó un verso de Jai-
celeste que brilla pero no tiene persos en los estratos ideológicos, me Sabines que reza: “Ando buscan-
alma”. Y agrega: “Para que un libro educativos y sociales, o cuando la do un hombre que se parezca a mí…”.

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TOBOSO

NO HAY TAL LUGAR

E
n Texas, donde viví seis militado activamente en los sesen- nombres como “Tomatoes”, sindi-
años, asistí a discipli- ta y que se referían a sí mismos, calistas con título universitario,
nadísimas marchas muy quién sabe si consecuentemente, parejas de bienpensantes que iban
pequeñas, que no sólo se llevaban como gringos. Andaba mucho en cada año a observar pájaros a Cos-
a cabo sobre las banquetas sino bicicleta. Cuidaba un perro. ta Rica, latinos que sabían hablar
que también tenían horarios muy Leía el New York Review of Books. pero querían aprender a escribir en
específicos, para apoyar la amnis- Leía a Audrey Lorde. Leía a Camilla español, ex integrantes del WWP
tía de ciudadanos salvadoreños. Paglia. Leía a Alice Jardine. con planes de pasar un año entero
Luego, con amigos de Veterns for Un día a la semana daba clases en Bolivia. Esos mismos alumnos
Peace o del SWP, íbamos a cafe- de español en Pueblo to People, una me invitaban a fiestas temperamen-
citos de la calle de Montrose con cooperativa independiente que se tales donde parejas de judíos con
nombres tan singulares como La dedicaba a importar productos nicaragüenses o blancos de San
Jaliciense o, si era un poco más artesanales de Latinoamérica a Francisco con negras de Alabama,
tarde, al Valhalas, el bar de la Uni- maestros de primaria, feministas o mexicanas con as-gringo-as-you-
versidad de Rice donde la cerve- sin brassiere, miembros de bandas can-get atacaban con similar pasión
za costaba 50 centavos y la com- pospunk cuyos hijos respondían a la política internacional del parti-
pañía, siempre diversa y siempre
inesperada, era completamente
gratis y completamente amena.
Ahí discutíamos, en todos los
acentos posibles y en algunos con
MY
toda seguridad imposibles, las po-
líticas de Reagan y, blandiendo el
número más reciente de The
Nation, esgrimíamos airados argu-
OWN PRIVATE
UNITED STATES
mentos sobre la Contra o la situa-
ción, bastante precaria, de los
programas de educación bilingüe.
Leía el Utne Reader. Leía The
Revolutionary Worker. Leía Granta.
Salía muy seguido a caminar por CRISTINA RIVERA GARZA Había Leído
unas calles bordeadas de encinos
con una tía que había participado
a Kerouac y había leído a Gingsberg, y había
en las movilizaciones chicanas de leído, sobre todo, a Corso. Había leído a Diane
los sesenta y que había viajado a
Cuba y a China cuando ninguna de Di Prima. Alguien me había regalado un
las dos cosas estaba ni de moda ni
permitida y que, después de pasar
libro de Ferlinghetti. Había leído Naked
un par de días en la cárcel por de- Lunch y Cities of Red Night. Había leído a
fender su librería de un ataque del
Ku Klux Klan, había aumentado su Cassidy. Leía con regularidad a Chomsky.
expediente en la FBI. Enrollaba mis
propios cigarrillos. Tomaba clases
Ya había quedado prendada de Susan Sontag.
entonces con profesores que habían Eso era, para mí, Estados Unidos.

74
TOBOSO

do republicano sin augurarle nada miembros, por cierto, siempre por- las secretarias, los empleados, los
mejor ni al país ni al mundo con los taban cachuchas con lemas a favor dependientes, los transeúntes res-
demócratas. Leía por horas enteras de la Nicaragua sandinista, en el pondían en español, acentuado
periódicos del siglo XIX tratando Fitzgerald’s, o jugando billar en el ciertamente, es decir, no en el ori-
ginal, pero en español al fin y al
cabo. Pensaba.
Leía a Butler. Leía The Guardian.
Leía a Gilbert Joseph. Leía a Susan
Kellogg. Leía a Freizer.
Pensaba.
Se trataba de un país, entonces,
donde se podía leer y vivir y pen-
sar. Se podía desvariar, diferir,
utopiar.
Y sabía, por supuesto, que al-
rededor de ese mundo que era mi
mundo, alrededor de ese país que
era mi país o la versión privada de
mi país, se encontraban, verídicos
y verdaderos, todos los procesos
sobre los cuales leía y discutía y
comentaba críticamente: la po-
breza, la discriminación, el
sexismo, la muerte. Lo sabía, digo,
pero no lo comprendí hasta que
no presencié, con todo conoci-
miento de causa, una marcha sor-
de encontrar a los hispanos que Kipling´s, un barecito de barrio prendentemente numerosa que
desesperada y gustosamente busca- donde tocaban amigos de amigos avanzaba, con la lentitud que da
trade mark (en grises) / acrílico sobre tela / 121 x 162 cm

ba para el Retrieving the Hispanic que entre rola y rola salían a los a veces el poder, no sobre la ban-
Heritage in the United States —un tra- callejones adyacentes para fumar queta, como lo hacíamos nosotros
bajo de medio tiempo. un poco de marihuana. Camina- en disciplinadísimas marchas
Leía a Angela Davis. Leía Z Ma- ba mucho. Utilizaba el transpor- muy pequeñas, sino sobre el cen-
gazine. Leía a John Hart. Leía a te público. Tenía una bandera roja tro de la calle misma, su columna
Américo Paredes. Leía Mother Jones. y otra nacionalistamente tricolor vertebral, su plexo. No compren-
Los domingos asistía a una re- a la entrada de una vieja casa de dí que se trataba de mi Propio
unión de feministas de todas las madera que no gozaba ni de cale- Texas Privado hasta que no obser-
edades y todos los colores en los re- facción ni de aire acondicionado. vé el brillo angular de los ojos que
cintos iconofálicos de la iglesia uni- Comía alimentos orgánicos que se asomaban a través de los agu-
taria para terminar oyendo blues, usualmente compraba en tiendas jeros de los gorros puntiagudos y
horas más tarde, en el Reddie Room vietnamitas o árabes o tai- blancos del Ku Klux Klan.
o poniéndole una atención desme- landesas. Cuando saludaba decía Todo esto de finales del siglo
dida a la lírica descarnada de las “buenos días” —en español, el ori- XX, por supuesto. Todo esto en mi
canciones de Uncle Tupelo, cuyos ginal. Y los chóferes de autobuses, propio life time.

75
76
en brake $6.00 dólares la hora (imagen 2, 3 y 6 en grises) / impresión cromógena / 10 x 15 cm c/u. fotógrafa: mayra silva
DE ARTES Y ESPEJISMOS

FILTROS
de la
memoria Miguel González Virgen

¿No lo entiende? Lo que frívolamente


llamamos realidad no está ahí hasta
que se ha convertido en realidad a
través del arte. En otras palabras, el
arte nunca hace una afirmación sobre
la realidad, sino que es en sí mismo
la única realidad que está ahí.

Gerhard Richter

77
DE ARTES Y ESPEJISMOS

La pintura de los manuscritos góticos, como el Book cia de otra realidad mucho más concreta y cierta
of Kells que data del año 800 y que se encuentra en que la ilusión de lo contemplado. Tal como lo seña-
el Trinity College de Dublín, revela una sensibili- la Kart Ruhrberg, “el realista serio no refleja irre-
dad que interpreta la realidad visual como una se- flexivamente la realidad, sino que la analiza”,
rie de signos semiocultos que contienen el mensaje Adrián Procel ha desarrollado gran parte de su tra-

cifrado de Dios acerca del sentido final del mundo. bajo artístico con un hiperrealismo enfocado en
La representación de símbolos mitológicos ocultos, analizar la experiencia de lo visual cuestionando
miniaturizados, dentro de representaciones de ob- su valor en torno a qué es lo real. A diferencia de la
jetos cotidianos, forzaban al espectador a descifrar mayoría de los hiperrealistas anglosajones de la pri-
las revelaciones que el lenguaje pictórico contenía mera generación —Richard Estes, Robert
dentro de diferentes niveles de percepción visual. Cottingham, Don Eddy, y algunos otros exponen-
Tal ejercicio constituía en realidad una preparación tes— que se concentraron en estudiar el valor pro-
de cómo ver el mundo “real” exterior, en cuya con- pio de la pintura como medio con respecto a la fo-
templación el ser humano debía agudizar la mira- tografía, Adrián entiende ya perfectamente los
da para descubrir los signos que el Ser Supremo alcances de cada medio, por lo que su trabajo no
había dejado para aquellos dispuestos a profundi- debe ser entendido como una contraposición al me-
zar en el mensaje divino que estaba ahí, inmerso en dio fotográfico. Más bien, la obra pictórica de Procel
la cotidianeidad visual. captura el momento visual no como una documen-
léxico (en grises) / arcilla / 8 x 15 x 25 cm

De esta forma, el arte pictórico medieval señala- tación del instante exterior, sino como una docu-
ba que lo percibido visualmente no era más que una mentación del instante interior en el que la imagen
“representación” simbólica, y que la realidad mis- visual es ya un hecho mental. Se trata, pues, de ins-
ma no era más que un mensaje cifrado para enten- tantáneas de la memoria misma, del momento en que
der la “verdadera” realidad, metafísica y espiritual, la percepción visual se convierte en imagen mental.
a la que podíamos aspirar si comprendíamos los Este retrato revela que ya en el momento de observar,
mensajes de este mundo. instantáneamente cargamos la realidad de nuestro
La obra de Adrián Procel es una indagación con- propio peso personal y mitológico.
tinua sobre la lectura de la realidad visual como una Así, cuando a primera vista un cuadro de Adrián
sucesión infinita de signos que sugieren la existen- Procel parece darnos una imagen fotográfica de un

78
DE ARTES Y ESPEJISMOS

instante casual, una aparente instantánea de la pular de México. Ya desde ese tiempo Adrián se in-
cotidianeidad personal, un examen más cuidadoso teresó por los diferentes estratos de significado pro-
y pausado de la representación revela que los deta- yectados en el aparentemente inocente rótulo pu-
lles de cada objeto y cada figura han sido despoja- blicitario urbano o en la etiqueta de un envoltorio,
dos de cualquier accidente que hubiese interferido desarrollando una sensibilidad especial hacia aque-
con la percepción ideal de la escena. Esto es, no hay llos signos visuales de gran interacción mnemónica
en las imágenes ningún accidente que, en el usual —pegajosos, pues. De aquí, la capacidad de análi-
registro fotográfico, aparece como un elemento que sis del artista le llevó a examinar aquellas escenas y
remite a alguna situación o evento que va más allá momentos vitales que, como rótulos publicitarios,
del tema de la fotografía: marcas en la piel, man- tienen la capacidad de permanecer continuamente
chas extrañas en los muros, pliegues que remiten a en la memoria. Adrián entendió, además, que estas
otra ocasión, algún insecto que pasaba imágenes altamente mnemónicas han sido seleccio-
incidentalmente; todo ha sido filtrado por la me- nadas y filtradas por la mente para constituir una na-
moria en el cuadro, el cual sólo incluye aquello que rrativa que otorga un sentido integral a la realidad.
recordamos fotográficamente de los eventos cotidianos, Por esta misma razón la investigación de Adrián
de manera que esta representación tiene mayor Procel tuvo que extenderse más allá de la represen-
realidad personal que la fotográfica. Es evidente tación pictórica propia, para rastrear en la realidad
que para Procel estas instantáneas de la mente, tridimensional aquellos objetos y sus marcas que
entrelazadas, van tejiendo una estructura de tienen el poder de activar especialmente la facul-
mitologías y simbolismos personales que a su vez tad mitologizante del artista. Esto es, objetos y si-
se proyectan, en forma inversa, sobre la realidad tuaciones cotidianas con la capacidad de seducir-
misma, de manera que el artista desarrolla una nos, como un rótulo, para incorporarlos dentro de
sensibilidad visual que descubre en cada mirada la estructura simbólica con la que damos sentido a
traslado de equipaje nueva york-monterrey (en grises) / registro fotográfico

un posible nuevo símbolo o un nuevo elemento la realidad. Entre sus “hallazgos”, Adrián ha lleva-
que integrar a su mitología personal. do al espacio de las galerías una estaca topográfica
Adrián inició su contacto con el arte pictórico con los niveles marcados; una piedra de especial for-
como rotulista, es decir, como pintor de rótulos co- ma ovoide, fracturada, que al centro guarda una es-
merciales de gran demanda entre el comercio po- pecie de embrión mineral; un ladrillo intervenido

79
DE ARTES Y ESPEJISMOS

en el que la palabra MÉXICO del molde ha sido ro por excelencia de la época moderna, un mensaje
modificada a LÉXICO, con lo que una vez más el que le señale la realidad concreta de su memoria.
artista subraya la propiedad semiótica de los ob- Como una investigación continua sobre la percep-
jetos, naturales o artificiales, que integran la es- ción de la realidad visual, la obra de Adrián Procel
tructura del mundo como un lenguaje codificado puede ser vista como un Book of Kells personal, que
—no el lenguaje de Dios, como en el caso de los nos enseña a leer nuestra realidad visual para com-
manuscritos medievales, sino el lenguaje de la pu- prender la forma en que lo observado se transforma
blicidad personal con la que marcamos, como con instantáneamente en un símbolo cargado de referen-
estacas, los eventos más significativos en nuestra cias implícitas y conexiones semiocultas —incons-
interpretación del mundo. cientemente— con el tejido de mitos y narracio-

posición horizontal (espejeada y en grises) / acrílico sobre tela / 130 x 200 cm


Mucho más complejas han sido las acciones en nes que usamos para dar un sentido personal a la
las que Adrián ha tomado objetos para llevarlos al experiencia del mundo. Como en los manuscritos
espacio de las galerías. Se trata de ciertas cosas medievales, las pinturas de Procel nos empujan a
que en los viajes de Procel adquirieron un peso es- observar los más mínimos detalles de la represen-
pecialmente mnemónico y significativo, para los tación pictórica; sólo que, si en las miniaturas gó-
que ya no basta una representación pictórica realis- ticas cada detalle contiene a su vez otros detalles
ta para evocar su realidad mental, sino que se han simbólicos en diferentes escalas, en las obras de
convertido en verdaderos íconos dentro de la mito- Procel descubrimos que esos detalles están perfec-
logía del artista, que ameritan su presencia física tamente vacíos, que la mano ya no tiene más po-
como afirmación y correspondencia de la memo- ros, que la superficie reflexiva ya no revela más tex-
ria. Aún más, en el traslado de equipaje que Adrián turas: que la percepción del detalle tiene sentido
Procel hizo desde Nueva York a Monterrey, el ar- sólo como un símbolo o estaca que completa el
tista marcó en Manhattan su propio rótulo perso- mapa topográfico sobre el que discurren como
nal en el concreto para dejar, en el material durade- mitos ciertos instantes cotidianos.

80
DE ARTES Y ESPEJISMOS

Convergencias
y divergencias:

y las ciencias sociales


Flujos entre el arte
Es ciertamente indiscutible hoy en día
que la observación de los hechos
es la única base sólida
de los conocimientos humanos

Auguste Comte

Enrique Ruiz

Hay un parteaguas manifiesto en esta


declaración, una división entre el mundo
que en el siglo XIX se preconfiguraba
como ilustrado, racional, sistemático,
objetivo, y otro mundo que, a partir de
esas circunstancias, empieza a ser
comprendido como primitivo, intuitivo,
informal, no objetivo. La modernidad, a
tambor batiente, va generando un
modelo poderoso de conocimiento a su
imagen y semejanza: la ciencia positiva.

81
DE ARTES Y ESPEJISMOS

En sus primeros momentos, sin embargo, no todo está desde fuera, como cosas exteriores, pues es en calidad
tan claro. Aún están presentes las influencias de otras de tales como se presentan a nosotros. (82)
actividades, de las que nace la misma ciencia, como la
filosofía, las religiones y las artes. Pero la pretendida Con ello contribuye a definir la vocación de estas
división ya está en camino. El modelo positivista ha- ciencias, con una metodología de trabajo específica: la
brá de ser la medida con la que se comprobarán todos observación directa, libre de interpretaciones a priori
los ámbitos del conocimiento humano, y aspirará gra- o subjetivas. Tampoco los sentimientos, agrega, pue-
dualmente a establecer una hegemonía conceptual y una den ser criterio de la verdad científica. Ellos pertene-
concatenación de procedimientos y validaciones de ese cen más al mundo religioso o moral.
conocimiento, que en nuestros días han llegado a ser En sus orígenes, entonces, el conocimiento artísti-
los responsables de dar coherencia y sentido (con sus co (lo que ello era antes de la modernidad) no fue un
conocidas limitaciones) a la cultura en la que vivimos. asunto que interesara a la ciencias sociales2. No tenía
presencia y fue denostado por creer que no se podía
Aunque sea indirecta, hay una profunda conexión entre desarrollar un conocimiento científico a partir de él.
las concepciones de Aristóteles sobre la física celeste y Pero ¿quién podría haber dicho en ese entonces que
terrestre, las doctrinas escolásticas de la Edad Media y la ferocidad inicial de tales convicciones habría de ser
el Contrato Social de Rousseau. Es el mismo espíritu cuestionada durante el siglo XX? ¿Y quién habría po-
abarcando un nuevo orden de ideas. (Comte, 1977: 208) dido decir en aquellos días que el arte y las ciencias
sociales llegarían a encontrarse, a colaborar, e incluso
Así, en aquellos días, nace por defecto el concepto a yuxtaponerse, como formas legítimas del conoci-
mundo antiguo (Egipto, India, China, Perú, México), que miento humano?
se opone al mundo moderno, con proyección hacia el fu- Las ciencias sociales y el arte fueron coincidiendo
turo. Y pretende ser, desde sus inicios, una respuesta en un campo común porque ambos dominios abordan
homogénea del espíritu humano, porque ha superado asuntos comunes, y ambos pretenden construir inter-
su estado de conocimiento metafísico. Comte (1977), pretaciones, establecer visiones y dar explicaciones
extrapolando ideas de las ciencias duras, aboga por una acerca de las formas de la existencia humana y de sus
Física Social (201) capaz de entender los fenómenos de modos de organización cultural. La música, la poesía,
la sociedad como objetos de estudio explicables en base las artes visuales no son sólo representaciones, sino
a leyes naturales invariables. Con ello, acota un cam- interpretaciones, construcciones y reconstrucciones
po importante que gradualmente se convertirá en el del modo en el que se piensa el mundo. Son proyeccio-
de las ciencias sociales. nes y discursos.
Hay en esta transición una pugna entre las religio- Por su parte, las ciencias sociales, enfrentadas a este
nes y las ciencias por dominar las esferas de explica- objeto de estudio complejo (las estructuras y formas
ción del origen del universo y del ser humano. Y tal sociales, la validez de la cultura, la conducta humana,
vez precisamente sea esta pugna la que coloca a las el lenguaje y el pensamiento, las pugnas y las prohibi-
artes fuera del espacio de la ciencia, en tanto que se ciones, la continuidad y la descontinuidad de las prác-
pensaba que las artes eran representaciones, y no co- ticas, etc.) fueron modificando rápidamente el crite-
nocimiento puro1. rio de observación objetiva.
Durkheim (1982), siguiendo esta línea, describe: Malinowski (1975), a principios del siglo XX, plan-
teó lo siguiente:
… tenemos que considerar los fenómenos sociales en sí
mismos, independientemente de los sujetos que se for- Considero que una fuente etnográfica tiene valor cien-
man una representación de ellos; hay que estudiarlos

2Para el mundo del arte, la verdad —si así podemos decirle— puede
1
Sin embargo, más adelante la ciencia usará esta capacidad del arte, al consistir, entre otras cosas, en dejar constancia de la mirada sensible y
utilizar las imágenes como una forma de ilustrar sus textos científicos. Y emotiva de un individuo, pero no extender esa verdad a un algo universal,
por su parte, el arte encontrará apoyo fundamental en la filosofía con Kant ni mucho menos como una verdad objetiva y absoluta que puede ser
y Hegel para desarrollar su lado racional. comprobada científicamente.

82
DE ARTES Y ESPEJISMOS

tífico incuestionable siempre que podamos hacer una dad que se quiere construir.
clara distinción entre, por una parte, lo que son los re- Pero bueno, el arte también se ha enfrentado a es-
sultados de la observación directa y las exposiciones e tas problemáticas:
interpretaciones del indígena y, por la otra las deduc- Los pintores impresionistas, por ejemplo, optaron
ciones del autor basadas en su sentido común y capaci- por abandonar la práctica de la pintura dentro de un
dad de penetración psicológica. (21) “atelier” (encerrados, creando, como entonces se acos-
tumbraba), para trabajar en espacios al aire libre, ela-
Con sus descripciones sobre la navegación y el co- borando obras rápidas que pretendían captar las dife-
mercio en los Mares del Sur, fenómeno anual llamado rentes atmósferas de color (las impresiones) con base
El Kula, explica que el trabajo del etnógrafo es una mez- en los cambios de luz en un día dado. Hay en esto un
cla de cronista e historiador in situ, y que requiere de cambio importante respecto al arte que se había he-
un esfuerzo adicional para poder comprender la com- cho antes: se elimina el trabajo del taller (invención),
plejidad cultural en la que está ubicado. Es decir, plan- para dar paso a una “objetividad” perceptual del artis-
tea el enfrentamiento a su propia condición de obser- ta. Entra con ello a debate la cuestión de la represen-
vador, a sus prejuicios, a sus cegueras y a las tación (lo que es pintado) como algo creado o, en otra
dificultades en la interpretación lingüística y cultural. dirección, como algo observado. Es evidente que la dis-
Ello es posible, supone, porque la teoría lo guía en el cusión viene de fondo de las inquietudes de principios
proceso. Y su meta, además de intentar comprender a del siglo XX de la propia cultura científica occidental
profundidad una cultura ajena, es que “quizás la com- moderna.
prensión de la naturaleza humana, bajo una forma le- Lo mismo podríamos decir de Gauguin, pintor pa-
jana y extraña, nos permita aclarar nuestra propia na- radigmático, quien decide abandonar la vida civiliza-
turaleza” (42). da europea para sumergirse en las culturas primitivas
Con él ya se identifica la necesidad de vivir la expe- de los Mares del Sur, igual que Malinowski. El estado
riencia subjetiva como una herramienta integral del salvaje o primitivo, los valores que redescubrió en ello,
trabajo, pero persiste la visión exterior del objeto, la y la necesidad de cuestionar los sistemas de represen-
mirada que ausculta, que investiga, que determina un tación se vuelven parte de su proyecto artístico: recu-
fenómeno externo al que observa. perar lo auténtico (lo primitivo) de un pasado perdi-
Podríamos decir que el arte, al contrario de una ob- do, un pasado que ha sido suprimido por el mundo
servación etnográfica, se produce dentro de la cultura civilizado. Sus cuadros son paisajes locales, pero sus
para las necesidades y fines de la misma cultura. Sin temas son alegorías religiosas cristianas. Dos realida-
embargo, aún cuando Malinowski es ajeno a la cultu- des yuxtapuestas, condensadas en un frágil equilibrio
ra que estudia, y es, por lo tanto, un agente extraño entre el interpretante y los interpretados. Este es, en
que no pretende sumarse a esa cultura sino solo apre- parte, el problema con el que también se enfrenta
henderla, en realidad a quien está sirviendo con sus Malinowski: los primitivos no son primitivos, sino sa-
investigaciones, sus escritos (literatura científica), sus bios, y el europeo comienza a dudar de sus mecanis-
fotos, dibujos o sus colecciones de objetos “cultura- mos de observación. Para ambos, la estancia es una
les”, es a su cultura: la cultura de donde él proviene. oportunidad de contrastar su distante vida europea
En cierto modo, al igual que un artista, las interpreta- contra la vida cotidiana de los nativos, y dar testimo-
ciones que hace de la cultura extraña le sirven para nio de ello, incluidos los conflictos que surgen con
“aclarar” su propia naturaleza. misioneros, comerciantes y demás aventureros.
Es un paso importante reconocer que el observa- Algo semejante sucedió con los cubistas. A Europa
dor de un fenómeno actúa deliberadamente constru- llegaban continuamente barcos cargados de esos ob-
yendo ese fenómeno. Los supuestos culturales que jetos extraños recolectados en África, Egipto, la India,
operan en el etnógrafo al realizar sus observaciones, Oriente, América. Habían sido saqueados,
por ejemplo, al traducir la lengua, o al organizar con intercambiados o robados, y ahora se exhibían como
mapas y archivos los acontecimientos sociales, influ- trofeos arrancados a un mundo exótico y lejano. En
yen en la construcción de la idea “científica” de esa París, estos objetos llaman la atención de artistas como
cultura, para beneficio de la propia pretensión de ver- Picasso, quien visita el área denominada El Trocadero

83
DE ARTES Y ESPEJISMOS

y se entusiasma con los hallazgos: piezas africanas y El arte, nos explica este autor, genera reflexiones,
asiáticas cuyas formas de representación escapan a las no sólo estados estéticos o placer sensorial. De hecho,
normas y criterios de las academias de arte europeas. lo que se pretende es que se acabe el conflicto impro-
Esas extrañas muestras de un mundo no civilizado son ductivo entre los sentimientos y la razón, para que el
un detonador para construir las obras cubistas. De arte sea el conductor a través del cual la emotividad
nueva cuenta, la relación entre objeto, sujeto e inter- pase a ser reflexión, y después, acción (exigencia, de-
pretación viene al caso. manda, clamor de justicia). El arte, con sus conteni-
Los tiempos del arte mencionados no empatan dos históricamente comprometidos, debe ser un de-
exactamente con los tiempos de la sociología, la et- tonador de la movilidad civil, que reaccionará
nografía o la antropología referidos; pero aún así, reflexivamente ante la realidad que le es presentada
me parece que hay cierta concatenación de aconte- en la forma artística, y volcará su energía en la lucha
cimientos. colectiva por mejorar su forma de vida.
Habría que agregar a esto el clima político que ger-
mina en Europa. Los artistas frecuentemente toman Todo arte está condicionado por el tiempo y represen-
partido y actúan consecuentemente. Gramsci (1975) ta la humanidad en la medida en que corresponde a las
reconoce este trabajo y lo conceptualiza en sus escri- ideas y aspiraciones, a las necesidades y esperanzas de
tos: los intelectuales (y los artistas entran en esta ca- una situación histórica particular. Pero, al mismo tiem-
tegoría) deben desarrollar una relación integral, or- po, el arte va más allá, supera ese límite y, en cada momen-
gánica con su tiempo y su contexto, en apoyo a la to histórico crea un momento de la humanidad suscepti-
emancipación civil, social, cultural de los hombres. Los ble de un desarrollo constante (Fischer, 1978: 12).
artistas están llamados a asumir una postura crítica
frente a su contexto; como parte de la revolución; de- El arte no pierde su magia, su encanto, su efecto
ben asumir el papel activo que, como pensadores lí- de inmediatez y totalidad propio de lo sensorial (vi-
deres, les corresponde en la trasformación de la su- sual, auditivo, corporal), pero también es capaz de
perestructura, para conseguir así la transformación de ilustrar y estimular la acción a través de sus conteni-
la estructura material, enmarcada en la teoría econó- dos (temas, asuntos, ideas).
mica de Marx. Como se puede observar, el arte, ya avanzado el
Fischer (1978) proclamaría años después la nece- siglo XX, ofrece una perspectiva que hasta la primera
sidad de sacudir al arte de su marasmo y su inutilidad mitad del siglo XIX no tenía: ahora es autónomo, es
—o neutralidad—, para proyectarlo como actividad reflexivo, y está involucrado en pugnas políticas, so-
indispensable dentro de esa descomunal tarea de re- ciales, científicas y filosóficas.
volucionar el mundo. Raymond Williams (1981), uno de los iniciado-
res de los estudios culturales (pero que en su mo-
La tensión y la contradicción dialéctica son inherentes mento él llamó sociología de la cultura), ubica las ac-
al arte: éste no sólo debe surgir de una experiencia in- tividades artísticas como parte de las funciones de
tensa de la realidad sino que debe construirse, adquirir la ideología, entendiendo la ideología no sólo como
forma a través de la objetividad. El libre juego artístico las creencias formales, sino también como las for-
es resultado de un dominio total. Aristóteles, tan mas culturales que se producen, distribuyen y con-
incomprendido, consideraba que la función del arte sumen en una clase social o grupo. Dicho de otro
consiste en purificar las emociones, en vencer el terror modo, Raymond Williams propone una sociología
y la piedad, de modo que el espectador, identificado de la cultura que sea capaz de realizar un acerca-
con Orestes o Edipo, se libere de esa identificación y se miento a las formas (por ejemplo, artísticas) para
eleve por encima del destino ciego. Las ataduras de la comprenderlas como manifestaciones reales de los
vida son rotas temporalmente, porque el arte ‘cautiva’ valores ideológicos de un grupo específico. El arte
de manera muy distinta a como cautiva la realidad; y es mediación, no reflejo.
en esta agradable cautividad temporal radica, precisa-
mente, la característica del ‘entretenimiento’, del pla- En su punto más complejo, el análisis del material so-
cer que encontramos incluso en las tragedias (8). cial en el arte se extiende hasta el estudio de las relacio-

84
DE ARTES Y ESPEJISMOS

nes sociales. Esto sucede especialmente cuando la idea del monía social en un momento determinado, al tiempo que
variable de una operación / acrílico sobre tela / 135 x 200 cm

‘reflejo’ —según la cual las obras de arte encarnan direc- tienden a negar legitimidad a otras manifestaciones.
tamente el material social preexistente— es modificada o El arte es parte de los cambios sociales, científi-
reemplazada por la idea de la ‘mediación’ (23). cos y tecnológicos, de sus fracturas y divisiones.
Actúa (no como un débil reflejo, sino deliberada-
Resulta claro que al relacionar ideología / arte / mo- mente) en los procesos de construcción del senti-
mento histórico, se contribuye directamente a abolir do social, de la hegemonía cultural, del complejo
el “verdadero” arte —el arte europeo—, con carácter universo simbólico.
universal, falacia que llevó a hacer creer que ese arte era Clifford Geertz (1989) profundiza en esto, y mues-
legible en cualquier contexto, asunto poco probable que tra una preocupación por comprender esta compleji-
se relaciona más con el interés de “cierta” cultura domi- dad cultural, esta experiencia no agotada, esta inde-
nante por imponer sus paradigmas artísticos, que con la terminación del todo. Geertz considera necesario
propia capacidad de ese arte de ser universal. propugnar por un concepto de cultura más amplio:
Al establecer que el arte es parte de su contexto, se
abre el camino para buscar concatenaciones entre in- Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal
tereses y grupos posicionados socialmente, en rela- inserto en tramas de significación que él mismo ha teji-
ción a distintas producciones y consumos culturales, do, considero que la cultura es esa urdimbre, y que el
los cuales pugnan por asumir y condensar una hege- análisis de la cultura ha de ser, por lo tanto, no una cien-

85
DE ARTES Y ESPEJISMOS

cia experimental en busca de leyes, sino una ciencia reunió a un dispar grupo de productores y hacedores
interpretativa en busca de significaciones (20). de arte contemporáneo del tercer mundo, que abordan
en sus obras su condición geopolítica, realizan cues-
La descripción densa que propugna Geertz plantea la tionamientos al mundo del arte, y exponen multitud
necesidad de entender la cultura como un proceso ac- de preocupaciones metafísicas y filosóficas.
tivo de interpretaciones yuxtapuestas en las cuales los Estas obras son producto de yuxtaposiciones dis-
hechos no pueden ser superficiales, de apariencias cursivas, permisividades culturales, interdisci-
fotografiables, sino resultado de experiencias cultura- plinariedades y trasdisciplinariedades que abren es-
les complejas que responden a tradiciones, circunstan- pacios de interpretación flexibles, densos e
cias, protocolos, condiciones políticas y económicas, etc. innovadores. Es imposible no relacionarlo con las in-
cuya composición en capas es necesario hacer palpable y quietudes de los estudios culturales:
tangible de algún modo. “El análisis consiste pues en des-
entrañar las estructuras de significación” (24). La antropología, o por lo menos la antropología
El arte contemporáneo parece comprender estas interpretativa, es una ciencia cuyo progreso se caracte-
premisas. Su propósito en el siglo XX ha sido riza menos por un perfeccionamiento del consenso que
desincorporar la mirada europea, otorgando licencias de por el refinamiento del debate. Lo que en ella sale mejor
desterritorialización estética, al tiempo que ha abierto es la precisión con que nos vejamos unos a otros (Geertz,
espacios para la experimentación tecnológica y lingüísti- 1989: 39).
ca, en un afán de aprehender esta densidad, esta comple-
jidad social en la que hoy vivimos. Es cierto que la exis- Renato Rosaldo (1991) en su texto Cultura y verdad:
tencia del arte está históricamente determinada, y por ello nuevas propuestas de análisis social, menciona cómo en los
implica cierto uso de conceptos y medios que le son pro- setenta se planteó la necesidad de pensar en procesos
pios. Pero su rechazo a este determinismo le ha llevado a de descolonización y reconfiguración de los panora-
construir una complicada red de estructuras densas de mas culturales para incluir a las minorías, y para acep-
producción, interpretación, reinterpretación y divulga- tar nuevos campos de estudio que se basaran en un
ción de lo artístico contemporáneo. tejido social diferente.
Sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, el arte
es considerado un discurso que requiere ser James Clifford, por ejemplo, discute persuasivamente
contextualizado y ubicado dentro del enorme conjun- que la etnografía se ha convertido en el centro de ‘un
to de intencionalidades culturales manifiestas que se fenómeno interdisciplinario emergente’ de estudios cul-
han venido sucediendo mundialmente. Muestra de esto turales críticos y descriptivos, que incluye áreas de la
es que, mientras la crítica de arte va perdiendo terreno etnografía histórica hasta la crítica cultural, y del estu-
de acción, la curaduría va tomando un lugar privile- dio de la vida diaria, a la semiótica de lo fantástico. Se-
giado. La curaduría niega la elaboración de normas, gún mi punto de vista, incluso la lista de estudios cul-
reglas, paradigmas para realizar juicios estéticos para turales de Clifford debería ampliarse más allá de lo
“beneficio” del arte (tareas del crítico). Por el contra- académico a áreas ilustradas por la sensibilidad
rio, propone llevar a cabo acopios de obras híbridos, etnográfica, como documentales y ensayos fotográficos,
circunstanciales, sesgados, de obras de diversa índole, el nuevo periódico, docu-dramas de televisión y ciertas
a partir de conceptos mixtos que provienen de la teo- novelas históricas. Como una forma de entendimiento
ría del arte, pero también de las ciencias sociales o de cultural mixto, la etnografía ahora juega un papel im-
las ciencias duras. Un buen ejemplo de esto es la ex- portante para un conjunto de académicos, artistas y
posición llamada How latitudes become forms: art in a glo- gente de los medios de comunicación (46).
bal age 3 la cual, bajo el concepto geográfico de latitud,
Estas palabras abren de par en par las puertas
para considerar la producción artística como una
3
forma de conocimiento humano y social que es sig-
Esta exposición fue presentada en el museo MARCO, de Monterrey,
N uevo León., y puede ser revisada en la página electrónica http://
nificativo a su propia intención artística, pero que
latitudes.walkerart.org/index.wac además es necesario y útil para otras disciplinas,

86
DE ARTES Y ESPEJISMOS

pues el lenguaje del arte es capaz de condensar la La experiencia en el mundo no es gratuita, no es


experiencia de la realidad de una forma que tal vez neutral. Si algo queda claro es su carácter complejo,
el lenguaje ordinario no puede hacerlo. La música, humano, que necesariamente remite a la condición del
las ilustraciones, las acciones-grafitti, la fotografía ser en una espacio-temporalidad: la incertidumbre de
digital alterada, las producciones para Internet, los la existencia; la pugna de los individuos por compren-
fanzines, todas estas son formas artísticas y cultu- der su realidad; el tramado de las relaciones sociales y
rales que se generan con el deseo de comprender lo el enajenamiento de la conciencia; los líos de la mo-
humano y su dimensión social. dernidad y su proyecto “inconcluso”; las formas de re-
Berger y Luckmann (1968) describen la manera en presentación sensible a las que tenemos culturalmen-
que toda producción cultural es social; es decir, que te derecho (que nos son dadas o negadas por la
toda producción de arte es una producción de sentido cultura); el arte que somos capaces de desarrollar para
que se inserta en el constructo que denominamos la construir algo de esas representaciones.
realidad social. Hoy, más que nunca, la relación del arte con los es-
tudios de la cultura es fundamental para comprender
El lenguaje construye entonces enormes edificios de re- el qué y el cómo de los sentidos que se imprimen tanto a
presentación simbólica que parecen dominar la vida los procesos hegemónicos, como a los de divergencia o
cotidiana como presencias de otro mundo. La religión, de rechazo a esa hegemonía.
la filosofía, el arte y la ciencia son los de mayor impor- Por producción de arte debemos entender tanto lo
tancia histórica entre los sistemas simbólicos de esta que cualquier individuo con un mínimo de experien-
clase (59). cia puede hacer a partir de un espectro dado de técni-
cas de representación (pintar, fotografiar, tomar video,
Esto significa que percibimos la realidad a partir construir páginas de Internet, fotocopiar panfletos,
de los complejos sistemas de signos que históricamente etc.), como lo que los artistas profesionales hacen a
se han elaborado y refinado, y que los percibimos como partir de su compromiso y fuerza expresiva y concep-
una totalidad (la realidad que representa) que man- tual (instalaciones, estética relacional, accionismo,
tiene una coherencia interna de significados objetivos situacionismo, performance, intervenciones en espa-
(eso aceptamos que es, e incluso ignoramos las con- cios públicos, etc.).
tradicciones o las fallas, para privilegiar el sentido y Es decir, debemos considerar el arte como un vasto
su coherencia). campo social de producción y renovación de significa-
dos, que constantemente contribuye a los procesos de
El universo simbólico se concibe como la matriz de to- interacción y pugna por el poder entre los individuos
dos los significados objetivados socialmente y y los grupos sociales. Hay que ampliar el concepto de
subjetivamente reales; toda la sociedad histórica y la arte para nuestros días.
biografía de un individuo se ven como hechos que ocu-
rren dentro de ese universo (125)

Vivimos —intensamente— en ese universo simbó-


Bibliografía
lico, y a través del arte, ese universo simbólico se eleva
a la categoría de conocimiento sensible, conocimiento Berger, Peter y Thomas Luckman (1968). La construcción social de la realidad.
Buenos Aires: Amorrortu. Buenos Aires.
estético, conocimiento de las formas y los contenidos, Comte, Augusto (1977). Primeros ensayos. México: Fondo de Cultura Eco-
de las ideas y la verdad. Las estructuras de significa- nómica.
Durkheim, Emile (1982). Las reglas del método sociológico.
ción van apareciendo gradualmente, de un modo jerar- Fisc her, Ernest (1978). La necesidad del arte. Barcelona: Ediciones Península.
quizado, con un orden interno que otorga coherencia y Geertz, Clifford (1989). La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa.
Gramsci, Antonio (1975). Los intelectuales y la organización de la cultura. Méxi-
consistencia al acontecimiento social. Se trata, precisa- co: Juan Pablos Editor.
mente, de la misma coherencia y consistencia que requiere Malinowski, B. (1975). Los argonautas. Barcelona: Península.
cualquier cultura para operar plenamente. Rosaldo, Renato (1991). Cultura y verdad: nuevas propuestas de análisis social.
México: Grijalbo / CNCA.
No hay tal arte en una torre de marfil, aislado del Williams, Raymond (1981). Cultura. Sociología de la comunicación y del arte.
mundo. Barcelona: Ediciones Paidós.

87
88
MISCELÁNEA

Daniel González Dueñas

Homo quidam:
los rostros de Nadie
1. Rilke: sueño de Nadie bajo tantos párpados

Cómo olvidar aquel humilde y altivo epitafio que en 1911 Rilke vio en la iglesia de Santa María
Formosa en Venecia, sobre la tumba de un completo desconocido para la historia (en estos casos se
antepone al nombre de estos Nadie el triste eufemismo “un tal”), Hermann Wilhelm o Hermanus
Gulielmus, muerto en 1593. El epitafio contiene esta línea: “En vida viví para los demás; ahora,
después de la muerte, no he perecido, sino que vivo en mármol frío para mí mismo”. Rilke (1987) lo
mencionaría, estremecido, en la Primera elegía de Duino (1923), en donde agrega:

Realmente es extraño ya no habitar la tierra,


no seguir practicando las costumbres apenas aprendidas,
no dar el significado de un porvenir humano a las rosas
y a tantas otras cosas llenas de promesas;
no seguir siendo lo que uno era
en unas manos infinitamente angustiadas
o incluso dejar de lado el propio nombre
tamaño infantil / acrílico sobre tela / 12 x 10 cm c/u

como un juguete roto.


Es extraño no seguir deseando los deseos. Es extraño
ver ondear libre en el espacio todo lo que antes tenía sus propias relaciones.
Y el estar muerto es doloroso y tan lleno de recuperación
que sólo lentamente percibe uno algo de eternidad. Pero los vivos
cometen todo el error de diferenciar demasiado tajantemente.
Los ángeles (se dice) no sabrían a menudo
si andan entre los vivos o los muertos.
A través de ambas regiones la corriente eterna arrastra siempre consigo
a todas las edades, y acalla a ambas zonas.

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MISCELÁNEA

Rilke escribiría su propio epitafio con la misma fuerza e llas: pues cómo, cómo, cómo olvidarlas!”. En la trascen-
idéntico sentido: “Oh, Rosa, pura contradicción / Deseo dencia de lo humano está el conocimiento, vedado al hom-
de no ser sueño de nadie / Bajo tantos párpados”. La pala- bre por el simple hecho de haber nacido. Es por ello que:
bra “extraño” se repite a lo largo de la literatura de Nadie,
y a tal grado, que acaso Nadie se perfila justamente por Cada sorda vuelta del mundo tiene tales desheredados,
eso, por su profunda, indoblegable extrañeza; lo atesti- a quienes no pertenece ni lo anterior ni, todavía,
gua Virginia Woolf (1982) en sus diarios: lo venidero. Pues aun lo venidero más cercano está lejos
de los hombres. Y esto no debe desconcertarnos, sino
Casi todo me atrae. Sin embargo, se alberga en mí algún fortalecernos en la conservación de la forma aun
buscador infatigable. ¿Por qué no hay un descubrimiento reconocida. Esto estuvo en pie alguna vez entre
de la vida? Algo para ponerle las manos encima y excla- los hombres, estuvo en mitad del destino.
mar: “¿Es esto?” Mi depresión es un sentirme acosada.
Estoy buscando: pero no, no es eso... no es eso. ¿Qué es Y ese destino no estuvo sólo en el principio de la
entonces? ¿Tendré que morir sin haberlo encontrado? Y raza sino en el de cada individuo: “No crean ustedes
luego (como anoche, cuando atravesaba Russell Square) que el destino es más de lo que cupo / en la infancia”. Y
veo las montañas en el cielo: las grandes nubes, y la luna de ahí acaso la diferenciación que se establece, en la
que se está alzando sobre Persia; tengo una grande, sor- Décima elegía, entre dolores comunes y sublimes:
prendente impresión de que hay algo allí, ¿qué es “eso”?
No es exactamente la belleza a lo que me refiero. Quie- Que mi rostro fluido me haga más resplandeciente:
ro decir que la cosa en sí basta: es satisfactoria; acaba- que el llanto imperceptible florezca. Oh, entonces, cómo
da. También una impresión de mi propia rareza, de la me serán queridas ustedes, noches de aflicción.
rareza de estar caminando sobre la tierra. También está Cómo no me arrodillé más ante ustedes, hermanas
ahí, la infinita extrañeza de la posición humana; estar inconsolables, para recibirlas; cómo no me abandoné
atravesando Russell Square, con la luna ahí arriba y las a mí mismo, más suelto todavía, en su suelto cabello.
nubes como montañas. Quién soy yo, qué soy, y todo el Nosotros, derrochadores de dolores.
resto; preguntas que siempre flotan en torno: y de pronto
doy de narices con algún hecho concreto —una carta, al- El hombre que pasa de largo como acallado por la eter-
guien— y vuelvo a ellos con un gran sentimiento de fres- nidad, el que se va exhalando, el que en cada aliento se
cura. Y así continúa. Suelo toparme frecuentemente con disipa un poco más, corresponde acaso al testimonio de
este “eso”, y experimento entonces un gran reposo. una Creación inversa, es decir de una que va de más a
menos. Quizás es ese el sentido de dos extraños versos del
Innumerables personajes de la historia de la literatura poeta español Claudio Rodríguez (2000): “¿Quién hace
viven para sí mismos en el mármol que los reviste en vida. menos creados / cada vez a los seres?”.
Un lector angélico no sabría a qué “zona” pertenecen. En
la Segunda elegía de Duino, Rilke define a este Nadie como 2. Yourcenar:
un proceso de evaporación, de desgaste a través del sen- ser dios no tiene nada de único
timiento: “Porque nosotros, siempre que sentimos, nos Pocos, muy pocos personajes llegan a la exclamación
evaporamos; / ay, nosotros nos exhalamos a nosotros mis- del emperador Adriano retratado en la eternidad por
mos, / nos disipamos”. Como la piel de zapa imaginada Marguerite Yourcenar (1997):
por Balzac, el hombre se va haciendo Nadie, se va redu-
ciendo, se va exhalando a sí mismo a medida que vive. Y, Yo era dios, sencillamente, porque era hombre. Los títulos
continúa la Segunda elegía, “Sólo nosotros pasamos / de divinos que Grecia me concedió después no hicieron más
largo sobre todas las cosas como un cambio / de vientos. que proclamar lo que había comprobado mucho antes por
Y todo se une para acallarnos, mitad / por vergüenza qui- mí mismo. Creo que hubiera podido sentirme dios en las
zás, y mitad por esperanza indecible”. prisiones de Domiciano o en el pozo de una mina. Si tengo
En la Séptima elegía, Rilke sugiere lo que hay de la audacia de pretenderlo se debe a que ese sentimiento
luz en la atracción por el abismo: “¡Oh, ya estar muer- apenas me parece extraordinario, y no tiene nada de úni-
to, y conocerlas interminablemente, / todas las estre- co. Otros lo sintieron, o lo sentirán en el futuro.

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MISCELÁNEA

Por una vez, la divinidad humana no es vista como de los polos que habrán de usarlo, puesto que si los
la contraparte ilusoria, la “idealización” de la funda- conservara no podría actuar justamente como inter-
mental insignificancia del hombre. A los 44 años de mediario. Los emperadores, dictadores, tiranos, y to-
edad, Adriano ha alcanzado un punto en que “me sen- das las cortes que los rodean en descendencia
tía libre de impaciencia, seguro de mí, tan perfecto piramidal, ¿son individuos que borran tanto su huma-
como mi naturaleza me lo permitía, eterno”. Etapa pa- nidad como su divinidad? Puesto que conciben a Dios
sajera, es cierto, pero no menos real que ese saberse como el poder absoluto, y a la humanidad como la masa
dios justamente porque ello no tiene nada de extraordi- despojada de todo poder, su intermediación equivale
nario ni se basa en una superioridad o una excepción, es a una voluntaria pérdida de todo lo que pudiera haber en
decir, porque ser dios no tiene nada de único. Es la otra cara de ellos, tanto de divino como de humano. Sólo
Nadie que permanece insidiosamente oculta. desdivinizados y deshumanizados pueden mediar entre
lo “alto” y lo “bajo”. Este doble despojo los vuelve un Na-
3. Nadie, el intermediario die insospechado, una figura que parece fascinar a los
En el panorama del poder sociopolítico, Nadie parece rapiñadores desde el origen mismo de lo humano.
el oprimido y Alguien el opresor, mas ¿en qué sentido? Esto se ve a cada minuto en el discurso político de la
En el siglo XV el imperio austriaco ostentaba la hege- modernidad. Un arquitecto diseña casas y un médico
monía en Europa, ya que continuaba la tradición del atiende enfermedades, pero la función de un político, más
Imperio Romano de Occidente y se atribuía la “legiti- que organizar o intermediar, es declarar. Un hombre de
midad histórica” del Sacro Romano Imperio Germá- poder tiene un “proyecto”, que es justamente el que ha
nico. Los emperadores austriacos creían con absoluto hecho que los ciudadanos le den ese poder; para explicar-
convencimiento que eran los intermediarios entre Dios les ese proyecto, el “funcionario” debe estar en poder de
y los hombres, es decir, que el poder absoluto surgía su lenguaje; mas parece lo contrario: el lenguaje, o mejor
de Dios, y que ese poder estaba reservado a los sobera- dicho, un lenguaje muy especial, toma en su poder a los
nos de la casa de Austria. Es una “fe” que no ha hecho hombres de poder. Éstos dejan de hablar y comienzan a
sino reiterarse a lo largo de la historia. refinar una y otra vez su programa declarativo, que a su vez
El término Kaiser, con el que se conoce a los empera- parece programarlos y unificarlos en una sola dirección.
dores de Austria, no es sino una deformación del nombre A través de la avalancha de frases huecas, el discur-
propio de Julio César, Iulius Cæsar. También procede de so político/económico del siglo XXI virtualiza el mun-
ese término latino el apelativo de los emperadores de do y obliga a los ciudadanos a vivir en edificios de pa-
Rusia, Zar. Un único linaje secreto identifica a los que se labras falsas que los hacen perder su vida interior y
han creído intermediarios entre la divinidad y los huma- servir a intereses ajenos. A cada momento el lenguaje
nos “comunes”, y han impuesto esa fe con sangre y fuego. de la cotidianidad extirpa hasta las últimas gotas de
Desde siempre, el poderoso se ha vestido con los ropajes alma para sustituirla por valores funcionales. El poder
de la “intermediación con lo divino”. Se alimenta, pues, somete a todos a un anonimato brutal: arrebata a cada
de fe. Esa “fe” supone que estas personas son puentes en- uno el nombre y con él sus características profundas.
tre Dios y los hombres para que éstos no se sientan tan El anonimato es la suprema invención de la Tierra de
solos, tan abandonados por el numen. Dios tiene un reba- Nadie. Porque el poder depende de Nadie, y desapare-
ño formado por pastores: son los elegidos, los discípulos, cería si cada quien recuperara su nombre y su rostro.
a quienes entrenará para ser a su vez pastores de la grey.
Toda cracia, toda monarquía parte de ese principio inferi- 4. Uno de tantos de nosotros
do. La autoridad de los políticos o los líderes religiosos Si algún área del pensamiento humano ha intentado
surge del mismo punto: bañarse del poder divino, repre- reivindicar al hombre común fue el cristianismo pri-
sentar en la tierra el orden celestial, transmitir a la grey el mitivo, algo que intentó luego heredar el socialismo
mensaje del pastor de pastores. (cómo olvidar las utopías de Saint-Simon, a las que se
Sin embargo, Nadie es el intermediario por anto- adhirieron Heine y su amigo Karl Marx, y que soña-
nomasia, puesto que sirve de comunicador entre dos ban con una sociedad sin clases basada en la
Alguien. Para establecer el contacto, un intermediario “meritocracia”); sin embargo, ello parece un tanto con-
debe perder los atributos que en sí tiene de uno y otro tradictorio, al menos en principio, cuando se repara

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MISCELÁNEA

en que el propio Cristo habló de un “reino” de los cielos: tantos”, invita a la intimidad y a la amistad, ese territorio
incluso él marcó la pirámide jerárquica, las líneas de mo- único en que el dar y el recibir son posibles. Cristo se se-
narquía-aristocracia, las supremacías y subordinaciones. ñala llamándose homo quidam, “un cualquiera”, “uno de
Mas ¿en qué modo o por qué lo hizo? tantos de nosotros”. Sobre todo al inferir el concepto no-
En la versión de la Vulgata de los Evangelios (y sobre sotros, estaría extendiendo a sus escuchas su categoría de
todo en el de Lucas), prácticamente todas las parábolas Filius hominis, el Hijo del Hombre, lo cual implica que no
enunciadas por Cristo comienzan con una misteriosa sólo “cualquiera” (es decir, Nadie) detenta ese nombre
expresión: Homo quidam. Es el caso de una de las parábo- sino que “cada uno de nosotros” es el Hijo de Cualquiera,
las más citadas, la de la gran cena, que comienza: Homo es decir, el Hijo de Nadie. El propio Cristo había dado la
quidam fecit coenam magnam (“Un cierto hombre preparaba clave de lectura de sus parábolas: Qui potest capere, capiat,
un gran banquete”, Lucas, 14:16), y también de Homo “que comprenda el que pueda comprender”.
quidam descendit ab Ierusalem (“Un cierto hombre bajaba de Según esta lectura teológica, el Hijo de Dios, hecho
Jerusalén”, Lucas, 10:30), o de Homo quidam erat dives (“Ha- hombre por amor hacia las criaturas humanas, semetipsum
bía un cierto hombre que era rico”, Lucas, 16:19), contra- exinanivit, formam servi accipiens, “se anonadó a sí mismo,
puesta en el siguiente versículo con et erat quidam mendicus tomando la forma de un siervo”. El verbo “anonadar” re-
nomine Lazarus (“Y había un cierto mendigo llamado suena a “hacerse nada o nadie”. El que es Alguien por el
Lázaro”, Lucas, 16:20). O en Mateo: Homo quidam erat pater poder divino, por amor se vuelve Nadie y luego indica a
familias (“Era un cierto padre de familia”, Mateo, 21:33). cada uno el camino espiritual para volverse o volver a ser
Parece, pues, una fórmula común, usada del mismo Alguien. Pero ¿he aquí la figura de un rey que condesciende,
modo que en las conocidas locuciones Homo quidam venit es decir que “confraterniza” con sus siervos para que és-
(“Va a venir un cierto hombre”) o Trebonius quidam venit tos no se cohíban y se sientan “a sus anchas”? ¿Es un mero
(“Va a venir un tal Trebonio”), muy parecidas a las sen- efecto para crear confianza, que sin embargo no altera las
tencias indefinidas como Quicumque hæc dixerit (“Quien- jerarquías? ¿O el rey que se anonada y se vuelve siervo
quiera que lo haya dicho”). Pero aquella fórmula muestra quiere borrar las jerarquías de una vez por todas?
otros matices en et ecce homo quidam hydropicus erat ante illum Cristo había hablado de jerarquías mal entendidas:
(“Y había un cierto hombre que era hidrópico delante de “Ya sabéis que los jefes de las naciones las rigen con
él”, Lucas, 14:2). Ecce homo, dirá Pilatos al presentar a un despotismo, y que los grandes abusan de su autoridad
Cristo sangrante al pueblo, “He aquí al hombre”. sobre ellas. Pero no ha de ser así entre vosotros; al con-
Las parábolas son sutiles y apremiantes invitaciones trario, el que quiera entre vosotros ser grande, sea vues-
dirigidas a todos, vocavit multos. Una de las lecturas que se tro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el pri-
han hecho a la parábola de la gran cena es la de que Cristo mero, sea vuestro esclavo, de la misma manera que el

“El hombre humilde no necesita pedir a Dios, puede muy bien mandar
a Dios, porque la elevación de la deidad no puede considerar nada
como no sea en la profundidad de la humildad. El hombre humilde y
Dios son uno y no dos”. Si el hombre es Nadie, lo es también Dios.

utiliza el término genérico y familiar homo quidam para Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a
referirse a sí mismo, con objeto de que sus escuchas no se dar su vida en rescate por todos” (Mateo, 20:25-27). A
sientan cohibidos en su presencia, “pues el encogimiento una inversión de jerarquías humanas se refiere el
de saberse invitados a la mansión de un rey podría alicortar Mesías cuando afirma “Los últimos serán los prime-
a sus convidados y hacer que no se sintieran completa- ros, y los primeros, los últimos” (Mateo, 20:16). Se tra-
mente a sus anchas”, escribe un exegeta (Canals, 1962). ta en principio de una simple inversión de polos que
Lejos de provocar timidez, el definirse como “soy uno de no hace sino confirmar a ambos: sigue habiendo últi-

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MISCELÁNEA

mos y primeros, alto y bajo, rey y siervos, pastor y re- de ser opuestos. Según Eckhart en el fragoroso sermón
baño. Así, en numerosas exégesis católicas se mencio- Beati pauperes, esta es la fusión intemporal, la más alta:
na al Homo quidam casi en el sentido genérico que tiene
Homo sapiens, definida aquella expresión como “el re- Yo soy la causa de mí mismo según mi ser, que es eterno, y
baño del Señor”. no según mi transcurrir, que es temporal. Es porque soy
En la parábola de la gran cena, los invitados nobles se un “no-nacido” y según mi manera de ser un “no-nacido”,
disculpan de asistir: uno dice haber comprado una finca que no puedo nunca perecer. Según mi modo “no-nacido”,
y explica que debe ir a verla; otro ha comprado cinco pa- he sido eternamente y soy ahora y debo permanecer eter-
res de bueyes y va a probarlos; otro más ha tomado espo- namente. Lo que soy por mi nacimiento debe morir y ser
sa y por eso no puede acudir. Iracundo, el anfitrión excla- aniquilado porque es mortal y es por ello que debe corrom-
ma: Nemo virorum illorum, qui vocati sunt, gustabit coenam meam perse con el tiempo. En mi nacimiento eterno todas las
(“Os digo que ninguno de los que fueron invitados sabo- cosas nacieron y yo fui causa de mí mismo y de todas las
reará mi cena”). cosas y si yo hubiese querido no sería y todas las cosas tam-
Esta parábola se volvió favorita de la Iglesia en tanto poco serían y si yo no fuese, Dios tampoco sería.
representación de las jerarquías celestes, y en numerosas
adaptaciones eclesiásticas, el homo quidam (el “cierto hom- Una de las más complejas y oscuras parábolas de
bre”) que ofrece la cena fue ya declaradamente transfor- Cristo es la de las diez minas (Lucas, 19:11-27), que tam-
mado en un rey que organiza un banquete para celebrar bién comienza con la línea Homo quidam, en este caso
la boda de su hijo. Los modestos invitados de la parábola Homo quidam nobilis (“Un cierto hombre de familia no-
original, que declinan con cortesía y verdad, se vuelven ble”). La línea final no podría ser más misteriosa: “A
príncipes rivales que asesinan a los enviados del rey y aca- todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun
rrean su cólera. El mensaje elegido por la oficialidad es lo que tiene se le quitará”. El maestro Eckhart (1995)
claro: hay jerarquías de poder celeste que deben ser aca- ha ofrecido la siguiente lectura:
tadas en la Tierra, en donde tiene que haber también re-
yes, príncipes, cortes y ejércitos; en ese orden cósmico, A medida que el hombre es pura y simplemente él mis-
cada quien posee un lugar y debe servirlo. No obstante, mo en él mismo, mejor comprende simplemente toda la
¿es esto lo que alienta en el fondo de esa parábola? multiplicidad y permanece inmutable. (...) El que así
Si la gran cena es la metáfora de la salvación eterna de salga de sí mismo será más propiamente devuelto a sí. Y
cada invitado, los que se niegan a asistir, aunque no mien- todo lo que voluntariamente haya dejado en la multipli-
tan y se muestren corteses en sus respuestas, están des- cidad le será todo devuelto en la simplicidad, porque él
cuidando lo principal (el espíritu) por lo secundario (la se encontrará en todas las cosas en el instante presente
materia). ¿Implica ello que las jerarquías son sólo una for- de la unidad. Y quien salga de sí de este modo, regresará
ma de ver característicamente humana, y que ellas no a sí mucho más noble que a su salida.
existen en lo espiritual? ¿El rey no es tal y sólo se vuelve
siervo para revelar a los siervos que tampoco son tales? Si ¿Es esto lo que en última instancia significa el
continúa hablando de reinos y monarquías, ¿es sólo para complejísimo e íntimo acto humano aludido con el
ser entendido, mas no porque correspondan a una reali- nombre de confianza, es decir el acto de dar la palabra y
dad más allá de la materia? recibirla mutuamente, aludida en latín como con-fides?
Una contundente respuesta ofrece Meister Eckhart A quien tiene humanidad, se le dará, puesto que es un
(1995) en uno de sus Sermones, precisamente llamado desafío y no un hecho dado; a quien no la tiene, aun
Homo quidam: “El hombre humilde no necesita pedir a eso se le quitará, puesto que la tenía en potencia y nun-
Dios, puede muy bien mandar a Dios, porque la eleva- ca supo desarrollarla, crearla como obra de arte. Por
ción de la deidad no puede considerar nada como no eso sólo el que no tiene puede dar y sólo el que ya
sea en la profundidad de la humildad. El hombre hu- tiene puede recibir, porque en el fondo de toda ac-
milde y Dios son uno y no dos”. Si el hombre es Nadie, ción de dar y recibir hay otra cosa que se da y se
lo es también Dios. Si la dicotomía Nadie-Alguien sólo recibe, tan de fondo como puede estarlo el espíritu,
existe en el reino humano (en el sentido cultural, so- es decir el terreno en donde no hay jerarquías y en
cial), entonces también lo humano y lo divino dejan donde dar y recibir son darse.

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MISCELÁNEA

En el siglo XVI el compositor holandés Adriaan no”. Cuando uno es “alguien” según las normas socia-
Willaert escribió Homo quidam fecit, una variación del tema les, se va separando de lo humano: se compromete sólo
“Mi final es mi principio”. Nicola Vicentino (en el capítu- con unas cuantas personas y el resto de su humanidad
lo 16 del libro IV de L’antica musica ridotta alla moderna se le vuelve ajeno; es “alguien” precisamente porque se
prattica, Roma, 1555) explicó ese tema según la idea de ha vuelto el hombre incierto. Por eso lo que más miedo
que a veces un compositor decide el desenlace de una obra suscita en la figura de Nadie es lo simultáneo, una de
musical antes de haber escrito el principio. Mas acaso el cuyas formas es lo colectivo y lo diverso. Si el con-fides
sentido sea mucho más profundo, y yazga en el hecho de —esa actitud fundamental— equivale a dar palabra, no
que Nadie no es lo nuestro, y tampoco Alguien, es decir puede limitarse a “dar palabra de no hacer daño”, que
no dos polos sino la unidad sin nombre, aludida a fin de cuentas implica lo activo (dar palabra) en fun-
parabólicamente como Homo quidam. ción de lo pasivo (restringirse de dañar). El siguiente
paso es dar palabra sin más, es decir, abrir un sentido
5. Coda activo a la creación humana por medio del logos.
Homo quidam tiene un sentido literal como “un cierto Este, y no otro, es el homo fidens: un sapiens en el que
hombre”, pero se ha usado para aludir al “hombre in- resuena lo humano a plenitud. Su construcción desde
cierto”: al hombre común, a Nadie. Así por ejemplo, cero comienza cuando vive el dolor humano y lo hace
Gerhard de Zütphen (1367-1398) fue uno de los pri- suyo, cuando en verdad es humanidad sin barreras tem-
meros Hermanos de la Vida Común, fraternidad crea- porales o espaciales, cuando en verdad se transforma
da por Gerhard Groote y Florentius Radewyn en en un vaso comunicante. Y esto último implica de in-
Deventer, Holanda. En su vida monástica, Zütphen mediato ir incluso más allá de lo humano: hacia toda
desempeñó el cargo de librero, y volcó su vasto cono- la vida en sus muy diversas manifestaciones. Porque
cimiento de teología moral en su obra Homo Quidam, en la entonces ya no únicamente da su palabra a una mas-
que llamaba al hombre común a compartir su ulterior ol- cota sino a todos los animales sin excepción; no sólo a
vido de todos los asuntos de mero interés terrenal. Cuan- las plantas de su jardín sino al mundo vegetal; no sólo
do al paso de los siglos las sociedades laicas borraron el a la materia de su casa sino al reino mineral. El homo
sentido religioso del término “hombre común”, no quedó fidens es Nadie en este sentido, el más alto: no consien-
sino el Nadie social para gritar su desarraigo. te ningún límite y su casa es el universo entero. La Tie-
Entre un cúmulo de literatura volcada a este grito, rra de Nadie se transfigura: ya no es el sitio enrarecido
puede citarse, justamente por la lucidez de recuperar en donde todo cruza y nada permanece, sino la parte
esa antigua y misteriosa fórmula, a Homo Quidam, no- en que se refleja un Todo en creación constante, en
vela de Fernando Togni cuyo protagonista lleva el lú- nacimiento sin fin.
cido nombre de Ulises (Togni, 2003). Es la modesta
saga o fábula de varias personas, de “hombres comu-
nes” rodeados de pequeñas cosas, de dramas diminu-

AVISOS COMO ESTE / acrílico sobre tela / 40 x 50 cm


tos, de “insignificancias”. El cine conoce bien esta ver- Bibliografía

tiente, a la que se denomina “tono menor”. Son las Canals, Salvador (1962). Ascética meditada. Barcelona: Ediciones Rialp.
historias en las que no pasa nada “interesante”, nada Eckhart, Maître (1995). Traités et Sermons. París: Flammarion.
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trascendente, nada grandilocuente, historias que no Strephen Spender (eds.). Londres: The Hogarth Press.
intimidan al espectador y que intentan invitarlo a mi- Rilke, Rainer María (1987). Elegías de Duino. Los sonetos a Orfeo. Edición y
traducción de Eustaquio Barjau. Madrid: Cátedra.
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Una literatura que no “condesciende” sino que busca (2000). México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Direc-
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el supremo con-fides, la ruptura final de todas las jerar- Togni, Fernando (2003). Homo Quidam (uno tra la folla). Milán: Greco &
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“nadie” que Nadie debe vencer, y no para volverse Al- Pennsylvania: Harvest Books.
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su verdadera identidad está siempre en otra parte. Yourcenar, Marguerite (1977 [1951]). Mémoires d’Hadrien. París: Gallimard.
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Sólo Nadie puede pronunciar aquella máxima del Yourcenar, Marguerite (1997). Memorias de Adriano. Traducción de Julio
médico latino Terencio: “Nada de lo humano me es aje- Cortázar. Barcelona: Edhasa.

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MISCELÁNEA

Catedrática de la Universidad Autónoma de Barcelona, Orzeszek es la


traductora del polaco de los libros publicados por Anagrama del gran
periodista Ryszard Kapuscinski, fallecido en enero de 2007. “La
traducción es un espejo sin acabar de serlo; más bien es un retrato, no
fotografía”, dice.

Entrevista con Agata Orzeszek


José Garza

R
yszard Kapuscinski murió en su natal Polo- con acentos sobre la “n” y la primera “s”, pero soy inca-
nia a la edad de 75 años, en enero de 2007. paz de encontrar el atributo que mi computadora debe
Vivió para compartir la experiencia de obser- tener para acentuar consonantes. Continúo escribien-
var la construcción del planeta durante el siglo XX. do sin tildes el apellido de autor, considerado uno de
Ése fue su destino y por eso sobrevivió a muchos peli- los mejores reporteros del mundo: entre 1958 y 1981
gros. Qué desgracia la falta de oportunidad para cono- cubrió, para una agencia polaca de noticias, revolucio-
cerle personalmente. Qué emoción su actividad de los nes, golpes de Estado, guerras y movilizaciones en paí-
últimos años como maestro del oficio de reportero y ses de América Latina, Asia, África y el extinto impe-
promotor del humanismo por todo el mundo. Qué fe- rio soviético. Sin dejar de viajar y escribir, las últimas
licidad la lectura de sus obras; él es un autor entraña- dos décadas de su vida estuvo concentrado en la pro-
ble, querido, indispensable en la formación y el desa- ducción de libros en los que reconstruyó toda su ex-
rrollo de uno como periodista. Qué consuelo su periencia reporteril, eje vivo de sus relatos vinculados
memoria, en efecto: sus libros. Su herencia es una dila- con el periodismo y en los que conjuga autobiografía,
tada bibliografía, traducida a más de treinta idiomas; historia, filosofía y, por la forma en que están escritos
gracias a la editorial española Anagrama contamos al y según ha dicho él, “literatura de collage”, una escritu-
menos con diez títulos en español, casi todos traduci- ra de altos vuelos narrativos.
dos por Agata Orzeszek. De Anagrama y Orzeszek es- Su traductora, Orzeszek, catedrática de lengua y
peramos más obras de Kapuscinski, al menos la anhe- literatura rusas en la Facultad de Traducción de la Uni-
lada antología de los reportajes sobre América Latina. versidad Autónoma de Barcelona, me informó que exis-
Hace unos años, en 2001, tuve la oportunidad de ten otras traducciones a nuestra lengua de algunas
consultar a Agata Orzeszek una serie de dudas sobre obras de Kapuscinski, como El emperador y La guerra
la obra de Kapuscinski. A ella le presenté un cuestio- del fútbol, editado bajo el título de Las botas. Me de-
nario sobre su labor. De entrada me indicaba que la cía entonces también que existe una edición en es-
forma correcta en que debe escribirse Kapuscinski es pañol —publicada recientemente por Anagrama— de

KApuscinski:
la acción de la palabra
96
MISCELÁNEA

La guerra de Angola, cuyo título original es Un día más y trabajoso. En primer lugar porque la prosa de
con vida. Kapuscinski es exacta y rigurosa al tiempo que extre-
La labor de traducción de Orzeszek se extiende a madamente trabajada desde el punto de vista litera-
otros autores polacos como Andrzejewski, célebre rio. A él no le basta el dato; la reelaboración literaria
—gracias a la película de Wajda— por Cenizas y dia- es tan —o más— importante que los hechos descri-
mantes; Hlasko y Tryzna; y a Turguénev del ruso. tos —espero que se note en mis traducciones. Además,
Como traductora habitual de Kapuscinski, al no ser el español mi lengua materna, mis traduccio-
Orzeszek respondió a mis preguntas. nes pasan por la exigente criba de un catedrático de
lengua y literatura española: no las entrego a la edito-
¿Cómo descubrió la obra de Ryszard rial sin sus correcciones.
Kapuscinski?
Fácil: estudié con su hija en la Universidad de Varso- ¿Cuál es su relación con Kapuscinski como
via y, a mis veinte añitos, debo reconocer —no sin cier- traductora de su obra al español?
to rubor de vergüenza— que conocí antes al autor que La relación es muy buena: desde la primera —que ojeó
a su obra. en persona y de la que había oído comentarios halagado-
res, aunque esto resulta poco modesto de mi parte, pero
¿Por qué decidió traducir al español la es cierto— se fía ciegamente de mis traducciones.
obra de Kapuscinski? ¿Existieron, existen,
retos o motivaciones especiales para ¿Durante el proceso de traducción usted
emprender esta labor? ¿Traducir a consulta al autor, trabaja junto con él o
Kapuscinski al español ha sido una trabaja de forma independiente sin que el
iniciativa del autor, de la editorial o de resultado tenga que estar aprobado por el
usted? autor?
Traducir a Kapuscinski es traducir a un amigo, así que
al establecerme en España —para entonces, 1977, ya
conocía por supuesto toda su obra escrita hasta aque-
lla fecha y tenía perfectamente formada la idea de su
valor— no tuve que pensar mucho a la hora de propo-
ner sus libros —“textos”, como a él le gusta definir-
los— a las editoriales barcelonesas. La respuesta, em-
pero, fue “no” en un primer momento, porque en
España las editoriales suelen esperar a que el libro ten-
ga éxito internacional. Y así fue: tras la Feria de
Francfort de 1986 —creo recordar— donde se habló
mucho de El sha, Jorge Herralde, de Anagrama, me lla-
mó —aún se acordaba de mi visita en su despacho va-
rios años antes con la encarecida propuesta de publicar
El emperador— para encargarme la traducción de El sha,
que decidió subtitular —siguiendo a los franceses: y le
aplaudí la decisión— “o la desmesura del poder”.

¿Cuál es el proceso
de traducción?
El proceso es largo —por suerte, la sabi-
duría traductora y editora Anagrama hace
que Herralde nunca me haya apremiado
con plazos de entrega imposibles: siempre
dispongo de un mínimo de seis meses—

97
MISCELÁNEA

No, no trabajo con él, porque tal cosa es imposible. tores. Lo que sí puedo decir —lo comprobé al traducir
Cuando escribe un nuevo libro no está disponible para El sha o El emperador: el editor me había facilitado la tra-
nadie. Y cuando no escribe, no está en su casa de Var- ducción al inglés, edición norteamericana— es que los
sovia: viaja. Pero nunca cunde el pánico: cuando hay estadounidenses omiten algunos fragmentos, curiosa-
algo que necesito consultar envío una lista de dudas a mente aquellos que se refieren a su intervención e in-
su mujer y ella me manda la respuesta lo antes posible digna participación en los hechos descritos —antes
—conoce muchas respuestas de antemano (no debo esto se llamaba censura política, pero creo adivinar que
ser la única traductora que le consulta cosas) y las que ahora lo definirían como lo políticamente correcto.
ignora se las plantea a su marido por teléfono, cuando
él la llama desde... Paraguay, por ejemplo. ¿Cómo describe la escritura
Lo dicho en el punto anterior —confianza ciega— de Kapuscinski?
aclara la cuestión del visto bueno del autor: no lo necesito. Exacta, rigurosa, literariamente trabajada. Kapuscinski
cambia de registro cada vez que lo necesita su texto
¿Cuál es el idioma en el que Kapuscinski inmediato. Por ejemplo, barroco y rebuscado cuando
escribe originalmente y en qué idioma o describe el interior de un piso pequeño burgués bo-
idiomas está mejor traducido y es más naerense; escueto, hasta telegráfico, cuando los acon-
conveniente leerlo? tecimientos descritos se precipitan y quiere dar la im-
A pesar de conocer muchas lenguas, escribe exclusi- presión de una crónica periodística; cuasi naturalista
vamente en polaco. Es muy delicado —no me corres- o impresionista cuando plasma el horror —guerra— o
ponde a mí hacerlo— hablar de otros colegas traduc- la belleza —un paisaje—; natural y coloquial en los

98
MISCELÁNEA

poquísimos diálogos; bíblico o con sabor a la antigüe- escollo: cómo ingeniárselas para decir lo mismo e igual
dad cuando lo considera oportuno —ya me ve a mí em- de bien que en el original sin modificar el “espíritu” de
papándome de la Biblia o de fray Luis de Granada an- lo dicho y de cómo está dicho.
tes de abordar la traducción de un capítulo de El emperador:
me consta que él hace lo mismo—. En resumen: sus ¿La traducción, en su caso, qué dimensiones
muchos estilos —escritura acorde con lo que se dice, tiene, es decir: es un fiel espejo de la obra
o, lo que es lo mismo, forma al servicio del fondo— traducida, es una versión o es otra obra?
han formado un estilo propio de Kapuscinski. ¿Cómo define usted la traducción?
Para ser escueta, diré que es espejo sin acabar de serlo.
¿A quién evoca la escritura de Kapuscinski? Más bien es un retrato, no fotografía.
¿Estilísticamente dónde se nutre este
autor? La obra de Kapuscinski conjuga una serie de
No evoca a nadie en concreto. Se nutre de todo —no relaciones del periodismo con la literatura,
exagero: su biblioteca es impresionante y, lo más im- la historia, la filosofía y la política. ¿Como
portante: está leída. traductora usted cuestiona, digamos, la
fiabilidad del narrador o este tipo de
¿La traducción de la obra de Kapuscinski aspectos están fuera de sus competencias?
también está sujeta al rigor periodístico en Como persona —y se supone que pensante— puedo
cuanto a la oportunidad en que debe cuestionar cosas —y no dejo de hacerlo, diciéndoselo
aparecer? Y es que la aparición de la al autor cada vez que tengo oportunidad. Como tra-
traducción es casi simultánea a la ductora tengo que ceñirme a su texto, y es lo que hago.
publicación del original; El imperio, por
ejemplo, apareció en 1993 y su traducción en La obra de Kapuscinski es rica en
1994. verosimilitud en cuanto a que siempre
No. Un “no” rotundo. El imperio y Ébano salieron tan de muestra los hechos por medio de la acción:
prisa porque Kapuscinski ya era mucho Kapuscinski usa palabras efectivas y usa verbos: nos
en el mercado editorial. Pero El emperador salió bastan- ofrece acción. ¿Es ésta una de las virtudes
tes años más tarde, una década, creo —incluso más tar- de su escritura? ¿Qué piensa usted al
de que El sha, que es posterior. No se trata de una es- respecto, cuál es el aspecto más atractivo
critura inmediata: sus libros son tan válidos hoy como de la escritura de Kapuscinski?
lo fueron ayer y como lo serán mañana. En la traducción, los verbos —excepto los de movi-
miento: pesadilla de mis estudiantes de ruso y mía
¿Cuáles son las principales dificultades al cuando traduzco del polaco— son lo que menos me
traducir su obra? preocupa. En cambio los sustantivos, los adjetivos y
Dar con el registro de lengua exacto. Documentarse has- las estructuras adverbiales —tan naturales en polaco—
ta la saciedad, buscar equivalencias españolas —cuando y, sobre todo, el uso que él hace de ellos me hacen pa-
existen— para todo lo “exótico” —que no es poco— hasta sar noches en vela cuando lo traduzco. El aspecto más
por debajo de las piedras o inventar palabras cuando él atractivo: el detalle elevado a una categoría —por ejem-
las inventa. plo: el alambre de espino en El imperio. Por eso mismo
sus libros no son inmediatos: hay un pensamiento fi-
¿Qué obra le ha resultado con más escollos? losófico detrás de lo narrado.
El emperador, sin duda alguna.
¿Qué obra ha disfrutado más al traducir?
¿La traducción al español de la obra de No sabría decirle qué obra he disfrutado más al tradu-
Kapuscinski implica modificaciones a la cir. Cuando traduzco, lucho con cada palabra, cada
misma, es decir, implica cambios de frase. Disfruto cuando veo la traducción publicada y
estructura, gramática? la leo. A veces —no pocas— no comprendo cómo se
Por supuesto implica cambios gramaticales, he aquí el me ha ocurrido tal o tal solución.

99
100
L
os análisis de la realidad urbano en que nos tocó vivir. mente determinada? Excluidas de los
social suelen hacerse des- Como casi todos sabemos —en modos tradicionales de hacer políti-
de distintas perspectivas y la mayoría de los casos por experien- ca, encontraron en los movimientos
a partir de diferentes intereses, de cia personal— la participación polí- sociales una forma de escapar a los
forma manifiesta o combinada. Hay tica de los mexicanos estuvo contro- condicionamientos de la dominación
análisis con rigor científico, donde se lada por muchos años por los patriarcal, en una acción no exenta de
busca comprobar la adecuación de aparatos del estado de acuerdo con presiones a la distorsión y para la
un modelo teórico y donde se proce- las necesidades del régimen. Sin em- vuelta a la “buena senda”. Esta diná-
de de manera minuciosa a buscar bargo, el último cuarto del siglo XX mica, en las que los aparatos estata-
conceptos cada vez más precisos nos presentó un rasgo que había es- les suelen recurrir a varios modos de
para explicar los procesos de la di- tado relativamente ausente en los cooptación, entre los cuales el
námica social; hay estudios que par- países latinoamericanos, pero que clientelismo, cuando no la compra
ten desde alguna perspectiva ideoló- desde ese momento apareció com- decidida y franca de los líderes sue-
gica y tratan, con una argumentación partido entre casi todos ellos, la de- len ser el modus operandi, es analizada
más o menos coherente, de aportar cidida y activa presencia femenina en de manera clara y sin prejuicios por
una conclusión adecuada a los valo- los movimientos sociales de reivin- la autora, mostrando lo complejo de
res ideológicos que se suscriben; dicación y cambio. ¿Coincidencia una realidad que no siempre puede
también los hay que buscan agrandar coyuntural o condición histórica- dar cuentas claras de una ética trans-
el ego del autor, los que ocultan mo-
tivaciones “políticamente incorrec-
tas”, para hablar con una expresión
puesta de moda; los hay también por
encargo, donde el escritor defiende
los intereses de algún grupo social,
CABALLERÍA
con fines éticamente válidos, o tam-
bién, a veces, poco aceptables. Pero
son escasos los que suelen hacerse
De mujeres y política
desde un compromiso personal des-
interesado con su objeto, tratando de
encontrar elementos que propongan
alguna mejoría progresiva de quienes
son estudiados y analizados, en un
sincero y honesto interés por un
mundo mejor para todos.
El trabajo de Alejandra Rangel se
ajusta a esta última categoría, sin des-
medro del rigor científico pero tam-
bién sin intereses que ocultar. Ya en
el título, se enlazan tres términos que
tienen por sí mismos una tradición
desk copy / acrílico sobre tela / 180 x 200 cm

de complejas trayectorias y estructu-


ras: participación política, mujeres y
movimientos sociales. Y todo el tex-
to trata de dar cuenta de la compleja
trama de enlaces y desenlaces de esos
conceptos, desde la perspectiva de la
teoría social pero también, más im-
portante, desde una realidad —de la
que se han hecho muchos comenta- TÍTULO: Participación política de las mujeres
rios y se han vertido infinidad de opi- en un movimiento urbano de Nuevo León
niones, pero que al mismo tiempo ha AUTORA: Alejandra Rangel Hinojosa
sido poco estudiada— de una colo- EDITORIAL: UANL / Plaza y Valdez
nia marginal de este conglomerado AÑO: 2006

101
parente, pero que así parece estar trata hoy del pasaje de una democra- bres? Si pudiéramos profundizar en
determinada de una manera quizá cia de electores a una democracia de este punto, probablemente podamos
evitable. La descripción de todos es- ciudadanos y la experiencia analiza- entender mejor las relaciones entre
tos mecanismos se hace de una ma- da en este libro es una valiosa con- líderes y seguidores en el plano polí-
nera diáfana, relatando anécdotas tribución para ello. tico y social.
esclarecedoras y sin caer en expresio- Mujer es un término que despier- Las correspondencias del trián-
nes condenatorias de un hablante ta pasiones pero no siempre buenas gulo participación-mujer-movimien-
que se cree dueño de la ética —vicio intenciones. Cultural, política, eco- tos es presentada aquí con su contri-
que encontramos en muchos preten- nómica y socialmente la sola mención bución a la transformación social, no
didos líderes e intelectuales—, pero provoca, en cualquier contexto, una la de las grandes transformaciones
sin ocultar condiciones que deberían saga de prejuicios y contradicciones, que han sido muchas veces prometi-
ser erradicadas de las prácticas polí- aunque también de análisis sensatos das por movimientos revolucionarios
ticas, si es que realmente queremos y pertinentes. En este punto, como que suelen culminar, la mayoría de
que México se integre como país de en los anteriores, la autora resuelve las veces, en regresiones, sino la de
democracia plena. las dificultades con sencillez sin des- las transformaciones que efectiva-
Las democracias calificadas de cuidar la profundidad. Luchando en mente han contado en la historia, la
liberales que aparecieron en Occi- un territorio cuyas reglas de juego de seres comprometidos en su vida
dente en el transcurso del siglo XIX estaban definidas por el macho do- cotidiana que empeñosamente y su-
y que hoy pretenden imitar la mayo- minante, las mujeres de este estudio perando las adversidades se han pro-
ría de los países del mundo, hicieron lograron superar ese condicio- puesto un mundo un poco mejor.
de la acción del voto y la mediación namiento y convertirse en promo- Es de esperar que los compromi-
de los partidos políticos el mecanis- toras de una nueva forma de hacer sos sociales y políticos de Alejandra
mo excluyente de participación po- política, donde la acción construyó la no nos priven en el futuro de entre-
lítica. Partiendo de un supuesto fal- conciencia. Pero no dejaron a un lado gas tan valiosas como ésta.
so, el interés universal de los las tareas y deberes “propios de mu-
ciudadanos por la acción política, jeres” sino que los integraron a su tra- José María Infante
dejaron a un lado las muchas otras bajo social y político, entendiendo
formas de inserción real de la gente que no hay individuos liberados sin
en la acción política y en sus posibi- hogar liberado y que no hay sociedad
lidades concretas; esta lógica de in- liberada sin individuos liberados, sin
clusión que implica exclusiones ol- que la primacía de la acción social
vidó también una de las promesas de
la democracia, la de una acción
pueda mostrar una hegemonía que
sólo puede funcionar dialéc-
A propósito
participativa y comprometida per-
manentemente. En nuestro caso —
me refiero a México— se presentó
ticamente. Hablar de mujer no pue-
de soslayar el tema de los cuerpos y
las formas de dominación sexuadas
DE PELTRE
una deformación adicional, la ausen- y tampoco se omite el problema. En
cia durante muchos años de auténti- este punto, sin embargo, me parece
cos partidos políticos —ni siquiera que es mucho lo que todavía nos que-
el que así se reivindicaba lo era. Las da por indagar: una no siempre
cadenas de transmisión directa entre autoconsciente de su machismo teo-
población y gobierno estuvieron ro- ría política ha sostenido la masculi-
tas y la mediación entre estos dos sec- nidad como elemento asociado al
tores quedó en manos de interceso- poder y a la sexualidad como su ex-
res que, con méritos o sin ellos, se presión fáctica. El mito del poderío
convirtieron en los elementos nu- sexual del líder masculino, revelado
cleares del funcionamiento de todo también en creencias populares y en
el sistema. Pero, al no estar inserta- expresiones como la de aquella man-
TÍTULO: Peltre,
dos en estructuras que otorgaran ta que decía “Marcos, queremos con- en Premio Salvador Gallardo Dávalos 2005
sentido a su acción individual, termi- tigo”, hizo de estas relaciones una AUTOR: Jorge Saucedo
naban siendo funcionales para un ré- forma, quizá alienada, de entender- EDITORIAL: Instituto Cultural de
gimen que se autoperpetuaba en su las. ¿Cómo se presenta esta relación Aguascalientes
propio beneficio. Más allá todavía, se en aquellos líderes que no son hom- AÑO: 2006

102
¿no es excesivo soñar con peces entre pájaros mendigos? que conservó la primera risa y pre-
¿no es la cara que opone esta hora de la tarde una razón para besar? [meditaba el llanto que me causan
conozco las ratas que corren por esta acera sus rápidas salidas [las primeras risas
su cola astuta en el juego del revés tan conmovedoramente sostenidas
al cartón sucede el periódico en el asiento que construyo
a la noche de ayer sigue esta hora que se coloca siempre un poco delante de mí La poesía más que leerse debe ver-
y como la niña de piernas descubiertas me sonríe se, como escribió Garcilaso de la
¿no es la esperanza esta colmena que no alcanzo a escuchar, Vega en su segunda égloga. Peltre me
pero que miro con la oreja ansiosa por tomar un trozo de mirada? llevó a ver o, más bien, a detenerme
no he dejado de soñar con el olor del chile el chile es una caminata que con los ojos del alma en este paisaje
[empieza en esta puerta de miseria y olvido, tan vívido, tan en-
camino por ella como si habitara una casa persistente porque la voz del trañable que es el Monterrey del cen-
[tirano de bigote ralo permanece más que yo tro, a cuyos habitantes hoy se les lla-
que muerto no escucharé su voz que flota sin moverse en el olor del chile ma chamucos en las zonas residencia-
que todos con distintas caras en diferentes direcciones respiramos les. A los vecinos del centro se les co-
y es su voz como habitar una casa que durará más que la sonrisa noce hoy como diablos, como si la in-
tan débil sin lonas ni cuerdas que forman el templete sobre los aguacates fancia de pronto se tiñera de rojo y
sobre la voz de todos los que en diferentes direcciones al mismo tiempo aparecieran congales y se consuma-
[caminamos ran crímenes donde antes fueron ca-
sas y parques. El centro de Monte-
(de “Una mujer bailó la polka”) rrey cuyo prestigio familiar de hace
cuarenta años derivó en la zona roja.

E l desarrollo de una arquitec- que el libro inicie su baile en el Mer- Lo marginal al centro y lo marginal
tura y la presencia de una cado Juárez. Un sitio popular, asen- alrededor, el anillo conurbado, con-
instalación urbana policro- tamiento quizás del comercio más notan una geografía hasta cierto pun-
ma y nutrida, sobrecargada de vecin- viejo del centro de la ciudad; una pla- to celeste hoy mancillada. Porque la
dad y ruido, de olor a chile y a mer- za por la que necesariamente pasa- nostalgia se atraganta y el llanto pa-
cado, se funden en el paisaje de este ban y pasan los pobladores del mun- rece no salir. Es agudo el sentimien-
jardín no botánico titulado Peltre, do rural que iniciaban e inician su to de la infancia, por eso las palabras
cuyo fondo opera desde esas puertas peregrinaje y su destino en esta gran que se reiteran son agudas y hacen que
que son los 25 poemas que integran urbe que, a su vez, si les va bien, los el verso se prolongue, respire hondo,
el libro con el cual Jorge Saucedo me- estrena comprando su fuerza de tra- aguante, enfatizando la emoción con
reció el premio Salvador Gallardo bajo. Un mercado, somos un merca- esa sílaba larga entre diptongo y con-
Dávalos 2005. En estos poemas aso- do grande y populoso. Un sitio para sonante, como ejemplifican estas pala-
ma la belleza con una cara más que la compraventa, una mujer que baila bras que subrayo:
personal, un rostro apartado de lo y que se vende. Y por este cuerpo de
consabidamente poético, diferenciado mujer que es una ciudad hay grietas, aquel metal acribillado por la pasión
en su visión nostálgica por un amor que cicatrices, calles, una “Avenida” que [de un perro desorienta
viaja tiritando en el extremo. se abre para mostrarnos [mi consolación
“Sólo lo transparente nos seduce”, porque una cueva de cortinas duras
dice un verso de Nicanor Parra. Pues …un mar de municiones [corta la respiración
bien, en este poemario estamos ante se llamaba Lucía como La Habana [a los ojos del enamorado
la transparencia de un jardín que ex- o rumor como se llaman las catara- y allí no queda sino el sudor que
plora lo que una ciudad no quiere [tas tan céntricas de Monterrey [de mantas y ceras se vacía
mostrar, lo políticamente inviable se llamaba alguna vez hija del puen- el rubio proceder del cirio, la cuenta
para las fotografías de las visitas pre- [te hermana de mi mano [de granos depositada
sidenciales. Digamos que tenemos, [que alza la mano para [por doscientos años en un sobre
para empezar, el baile, la polka en el desarrollar un árbol de piedra
Mercado Juárez, la danza de una pues no sé lo que es imaginar que ella una música esculpida con manos des-
mujer que no es otra que Monterrey: [se levantó con la intención [cubiertas, refugio escalonado
“(…) ¿no es asombroso el cuerpo de [de pervertir [que nació de la profusa
la calle y su vaivén de fierros?” la recta confusión de lenguas del promiscuidad de manos
Nada es en vano. No es en vano [mercado de los hombres que jugaron con sus

103
[manos a construir el miedo, iracundos donde se encuadra la vi- onfieso mi interés por la na-
[a edificar hermosos tallos,
a padecer en la cantera las fiebres
[de animales increíbles,
sión por pequeñeces. Si hay pelícu-
las que plantean tres escenarios al
unísono para entretejer un entrama-
C rrativa latinoamericana, mi
preocupación por seguir,
en la medida de lo posible, las mani-
[el licencioso virus de peces do de las realidades planteadas como festaciones más recientes. Empresa
y caballos una sola realidad, este libro presen- imposible, lo sé. Sin embargo, no es
de los hombres que, en fin como pe- ta enfoques sustantivos, rigurosos necesario conocer la totalidad de una
[queñas soflamas recurrieron close-ups: “¿no se abrirán los brazos producción para adentrarnos en sus
[a la tierra partida por el de esta tumba que reclama mi particularidades, para ensayar algún
rayo, a la prolongación de amores boca?”. Encuadres de la vida en la juicio inevitablemente rebatible. Hoy
[siniestros o locura, a la colonia Terminal, la Moderna, las he terminado la lectura de El fotógra-
[cadena que jala una mano plazas de Guadalupe, la Niño Arti- fo belga, la última novela del escritor
insoportable y remeda la lluvia llero, la esencia de la poesía que chileno Ricardo Cuadros, y puedo
en las paredes del tallo una caliente está donde puedas mirarla, bajo la decir que, al ensayar sus propias for-
[voz se reproduce providencia de un encuentro, de la mas expresivas, esta obra confirma
y gritan las gitanas que se llaman voz de Jorge Saucedo contigo, an-
[Lorenzo y buscan a la virgen helado lector.
hunden otro costal de tierra para Lejos están estos poemas del
[desenterrar un eco, retablos, facilismo y del lugar común. Encon-
[alabastros de puertas con traremos en ellos recovecos, techos
hojas que cortan su alimento y la y paredes herrumbrosas. La carrete-
[pared de cera negra dura ra esperando como un hilo de futu-
como un piso ro, ¿hacia dónde nos llevará?
Desde el título entra el autor en
El erotismo que abrigan estos los aprietos que plantea la realidad,
poemas es más aliento que pide cle- porque la realidad real es la que pre-
mencia, que anhela presencia, que senta el lenguaje; cómo entonces ex-
busca el apego en un lugar en el que plicarnos que en nuestro español no un largo proceso de transformación
el tiempo sólo ficciona: “Una fic- existe la palabra “escarapelar”, única en nuestras letras. Hablo no sólo de
ción de tarde”, (“Pez”); desde la que registra cualquier diccionario ante experimentación sino de desplaza-
noche prolongada de la miseria que a lo que nos orilla el peltre usado: miento, del testimonio de una larga
no deja dormir en “Casa”, hasta una “descarapelar”. Se descarna el lenguaje y cruenta historia de pérdidas y olvi-
voz que enfatiza que la voz de la porque la realidad es descarnada. Ante dos forzados. Esta novela se une a
indigencia no sale: “Un hombre mi- eso emerge la esperanza que sólo pue- una particular lista de obras (y de
raba la tarde”. Este adormecimien- de abrir la palabra que explora. autores) que se crearon (se forma-
to que parece pronunciar la pobre- ron) fuera de nuestras regiones, es-
za aquí baja como corriente de un Minerva Margarita Villarreal capando a las estrechas miras de las
río que divide la ciudad cuando lle- clasificaciones locales. Expresiones,
gan los huracanes. o mejor: sublimaciones de un exilio
Definitivamente Peltre, de Jorge real o imaginario que obligó a una o
Saucedo, es un poemario que privi- dos generaciones de escritores a in-
legia una voz, la voz que del olor a
chile y a hierbas del mercado, del olor Cuando ventarse sus propias tradiciones, los
orilló a la necesidad de imaginar paí-
a podrido de la fruta pasada en M. M.
de Llano y del sonido de la polka, del
la escritura ses perdidos al otro lado del mar.
Creadores que experimentaron, en
acordeón acompasado y la tambora,
pasa al gusto fino de la esperanza afi-
es la última su temprana juventud, la caída estre-
pitosa de las utopías latinoamerica-
lando la complejidad de lo sencillo, fuerza vital nas de la década del sesenta: ese pe-
la riqueza de lo invisible, que emerge, riodo que se abrió esperanzadoramen-
que brota, que sucede en estas pági- TÍTULO: El fotógrafo Belga te con el triunfo de la Revolución
nas de jardines violetas, puesto que AUTOR: Ricardo Cuadros Cubana en 1959 y comenzó a desmo-
hoy la tarde es violeta y la violenta el EDITORIAL: RIL Editores ronarse con el golpe de Pinochet en
azul asfalto. De jardines variables e AÑO: 2006 Chile aquel fatídico 11 de septiembre

104
de 1973. La debacle incluía, por su- sar a Chile a construir o reconstruir ción profesional en Barcelona; el in-
puesto, a la literatura misma: la he- una historia familiar. evitable retorno a Chile (con los
gemonía del boom narrativo se había La novela empieza con el relato de reencuentros que ello supone); el via-
ido poco a poco difuminando en tris- Pereira: su encuentro (o de- je final a Marruecos. Todo se ordena
tes y poco afortunados epifenómenos sencuentro) con el mundo y paisaje o desordena en los cuadernos, en
que no hacían sino alargar, desvir- marroquíes. Todo puede pasar, el ellos Pereira escribe que está escri-
tuándolo, el débil eco de los grandes pretexto (la fotografía de esa mítica biendo una imposible historia, la
proyectos narrativos de los años se- tumba) detona un sinnúmero de po- suya (la cual nos llegará salvada del
senta. Huérfanos tempranos de nues- sibilidades exploratorias. Dos viajes desierto como algunas tablillas de
tra historia literaria, estos escritores se inician: uno hacia el interior del arcilla). Busca el sentido y sólo en-
ni siguieron la ruta segura de los desierto africano, otro no menos es- cuentra desolación. Confrontación
amanuenses del boom ni se conforma- cabroso hacia el pasado de Pereira. imposible: la escritura se convierte en
ron con las nuevas modas narrativas Dos tiempos también: Pereira regis- espejo y muchas veces la propia mi-
que empezaban a circular en el ám- tra el presente al manipular el obtu- rada es la más insoportable. Pereira
bito occidental. rador de la cámara y reconstruye el escribe para desconocerse, para vol-
Hablo de autores que leían y es- pasado al escribir en sus cuadernos. verse otro y así poder mirarse con ple-
cribían desde territorios ignotos, Las dos travesías llevan a la misma na libertad. Tarea superior a cualquier
desconocidos para la Historia Lite- sensación de despojo, de pérdida. esfuerzo humano de comprensión.
raria y la Literatura misma, institu- La historia familiar, problemáti-
ciones con mayúsculas que entonces ca y dolorosamente cercana (mucho Verme así, incluido, formando par-
todavía habitaban las amplias habi- más próxima de lo que el narrador te de situaciones de las que sólo
taciones de llamada “alta cultura”. Y suponía); la soledad compartida en recuerdo la superficie, me produce
aún hoy, con todas las transformacio- Ámsterdam; la superficial consagra- la sensación de caída en un abismo
nes y desplazamientos (surgimiento
de “otras literaturas”, cambios de
paradigma, hegemonía de las indus-
trias culturales), siguen producien-
do desde lugares inusuales: porque el
desencantó no terminó con la sona-
da vuelta a las democracias de los
noventa. La desilusión y la decepción
permanecen intactas hasta nuestros
días. El despotismo de las dictaduras
militares se trocó por la indiferencia
de la globalización.
El fotógrafo belga narra el gradual
descenso, el viaje sin retorno, de
Waldo Pereira, un exiliado chileno
que vive dando tumbos por Europa.
Una casualidad lo convierte, prime-
ro, en el fotógrafo de una periodista
belga y, posteriormente y para facili-
tar su trabajo, en su esposo: trámite
preciso para obtener la nacionalidad
de ese país. Lo demás es la narración
que el propio Waldo se encarga de
registrar en sus múltiples cuadernos
escolares. La detonación: fotografiar
la tumba de Jean Genet en Larache,
Marruecos, y cumplir con ello la pos-
trera petición de Mónica Alvarado,
chilena y exiliada como él, pero que,
a diferencia de Waldo, decide regre-

105
de bolsillo: escribo aquí que escri- contraste sugerido aquí: letra y are- refugia en las dunas de lo exótico.
bía en otro tiempo, algo que no re- na, dos contrarios poderosos, la pri- Waldo Periera procede de un mun-
cuerdo, un agujero negro. O tal vez mera remite a la permanencia; la se- do de pérdidas irrecuperables (la su-
ya estoy dividido, desdoblado, y gunda, a la fugacidad. La comunión puesta armonía familiar, la idealiza-
soy varias personas. No es mala de estos opuestos es sólo posible en da república de Chile). Tan extraño
idea. Algunas de ellas recuerdan, la literatura. Pereira va de la “reali- se siente en Marruecos como en Ho-
otras no. (239) dad” a la escritura tal vez porque sólo landa. ¿A dónde ir? ¿A dónde remi-
en ella la incertidumbre se vuelve tirse? ¿Para quién escribir?
Tales bifurcaciones prefiguran un habitable, un lugar menos inhóspito La novela, así, se transforma en un
relato diverso que, sin embargo, no y que no pide nada que no estemos gran cuestionamiento, en una abier-
pierde nunca la coherencia, esa par- dispuestos a dar. La literatura es casi ta forma de inquisición al lector, a sus
ticular ordenación de palabras, espa- siempre un lugar de conversión: pares, a sus críticos. ¿Cuánta dosis de
cios y tiempos. En un sentido más cuando llegamos a ella hemos acep- desolación, o mejor de incomunica-
profundo, El fotógrafo belga es la voz tado tácitamente la transformación. Es ción y desconocimiento podemos so-
de una circunstancia silenciada, for- un viaje sin retorno porque, si volve- portar? No hay aquí fórmulas ni fra-
zada al olvido. Un narrador que ape- mos, lo hacemos de manera diferente. ses hechas, todo es escritura sobre
la, o mejor, interpela a sus pares, a los Tal es el registro múltiple de El escritura, historia que no termina de
fantasmas de su propia generación. fotógrafo belga: una historia que son contarse, Biblia personal donde cada
Profunda llamada de atención a la muchas porque se concentra en una episodio de la vida es un capítulo
misma historia literaria latinoameri- sola experiencia. El rastreo interior aparte. Genealogía y Apocalipsis.
cana que no ha sabido dar cuenta (ca- no impide, por cierto, una atenta y Pero sin ningún designio exterior,
balmente) de esas voces dispersas, creativa mirada del universo marro- sólo la fortuna o desgracias persona-
despojadas de toda esperanza. Por- quí. Una primera lectura asociaría les. Ante tal cuestionamiento no nos
que Waldo Pereira escribe para el este relato con algunas obras canó- queda sino la inmersión en la lectura
pasado, se remite a todos los espacios nicas sobre el tema: ciertas novelas y la redacción de nuevas notas que
perdidos, busca el diálogo con figu- de Paul Bowles, las narraciones más intenten dar cuenta de estos
ras desaparecidas, borradas por el significativas de William Burroughs novísimos derroteros, de estas igno-
vendaval de los tiempos actuales. Y y en general la larga tradición litera- tas situaciones en las que se pierde
no queda nada, salvo la escritura; ria que va de Marco Polo hasta J. M. todo, salvo el último aliento, aquel
cuando nuestro protagonista lo pier- Coetzee, pasando por Flaubert. La capaz de luchar y dar batalla contra
de todo, hasta sus cámaras fotográfi- diferencia radicaría en que el prota- el olvido y la muerte: la escritura.
cas, se sujeta sólo a sus cuadernos: gonista de El fotógrafo... no es el típico
son el oasis en medio de un desierto —o atípico— occidental que se fas-
literal y metafórico. Es interesante el tidia del orden metropolitano y se Víctor Barrera Enderle

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AUTORES

Coral Aguirre (Bahía Blanca, Argentina). Drama- Manuchehr Eftekhar Doctor en bellas artes por la
turga, directora de teatro y catedrática de literatura Universidad Complutense de Madrid. Ha colaborado
clásica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. en las revistas Kalías, revista de arte, Antropología y en
Premio Nacional de Dramaturgia en Argentina en 1987 la revista virtual Replica 21. Ha realizado labor docente
y 1997. En 1993 recibió el Premio de Guión Cinema- a nivel superior en España y México. Actualmente de-
tográfico concedido por la UNAM y el Instituto de la sarrolla su tesis doctoral en estética y teorías del arte
Revolución Mexicana. Ha publicado la novela Larga por la Universidad de Distancia de Madrid, España.
Distancia (Conarte, 2003), y los dramas Silencio hospital
y La cruz en el espejo (INBA, 1988). Forough Farrojzad (Teherán, Irán, 1935-1967). En
1955 publicó su primer libro de poemas, La cautiva. Via-
Víctor Barrera Enderle (Monterrey, 1972). Ensayis- jó durante nueve meses por Europa y publicó El muro.
ta y crítico literario. Doctor en literatura hispanoame- Su vida independiente y libre era motivo de escándalo
ricana por la Universidad de Chile. Ha publicado La en los cerrados cenáculos literarios. En 1958 publicó
mudanza incesante. Teoría y crítica literarias, Miscelánea tex- su tercer poemario, Rebelión. Se relacionó con el
tual. Ensayos sobre literatura y culturas latinoamericanas y cineasta y escritor Ebrahim Golestan, quien produjo
La otra invención. Obtuvo el Certamen Nacional de En- la primera película de Forough, La casa negra (1962),
sayo Alfonso Reyes 2005 por su trabajo De la amistad lite- un breve documental sobre la leprosería de Tabriz.
raria. Actualmente se desempeña como investigador y
académico en la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963). Es autor de His-
toria argentina, Vidas de santos, Trabajos manuales,
Miguel Covarrubia s (Monterrey, 1940). Ensayista y Esperanto, La velocidad de las cosas y Mantra. Es también
poeta. Obtuvo, entre otros, el Premio de Traducción editor de La geometría del amor, antología de relatos de John
de Poesía del INBA y el Premio a las Artes de la UANL. Cheever. Ha traducido a Denis Johnson. Actualmente
Algunos de sus libros son Junto a una taza de café, Papele- prepara una edición anotada de las Lyrics de Bob Dylan.
ría en trámite, El rojo caballo de tu sonrisa, Sombra de pante-
ra, Antología o tiranía y Kurt Schwitters/ Blaise Cendrars. Hugo García (ciudad de México, 1973).Escritor. Licen-
ciado en letras españolas por la UANL, y maestro en
Lety Damn (Monterrey). Inició su carrera de traduc- ciencias de la comunicación, en el área de comunica-
tora en 1969 y fue presidenta fundadora de la Aso- ción de masas, por el Tecnológico de Monterrey.
ciación de Traductores e Intérpretes de Monterrey,
A.C. (1980), para la cual editó la revista Lenguas du- José Garza (Monterrey, 1971). Periodista. Reportero
rante una década. Becaria del Centro de Escritores cultural de los diarios El Porvenir, El Norte y La Jorna-
durante el 2000. Ha publicado los poemarios Osci- da. Participante en el taller de periodismo de Gabriel
lando y Palabras al vuelo. García Márquez. Master por el ABC de España y
doctor por la Universidad Complutense de Madrid.
Jorge Dubatti (Buenos Aires, 1963). Doctor por la Autor de Tierra de cabritos (1995) y Entrevista a dioses y
Universidad de Buenos Aires. Docente de historia y demonios (2002).
teoría teatral en la Universidad de Buenos Aires y en
la Universidad Nacional de Rosario. Dirige el Centro Daniel González Dueñas Estudió dirección de cine y
de Investigación en Historia y Teoría Teatral, la Es- ha realizado varias películas. Ha publicado Libro de
cuela de Espectadores de Buenos Aires y Palos y Pie- Nadie (Premio de Ensayo Hispanoamericano Casa de
dras. Revista de Política Teatral. Entre sus libros figuran América-Fondo de Cultura Económica, España, 2003).
Teatro comparado. Problemas y conceptos (1995), El teatro Ha recibido seis premios nacionales de literatura, en-
jeroglífico (2002), El convivio teatral (2003), El nuevo tea- tre ellos el de Novela José Rubén Romero 1987, el de
tro argentino en la postdictadura (2003), El teatro sabe Cuento San Luis Potosí 1995 y el de Ensayo Literario
(2005) y Henrik Ibsen y las estructuras del drama moderno José Revueltas 1998. Ha publicado, entre otros libros,
(2006). Su último trabajo es Filosofía del Teatro I. Luis Buñuel: la trama soñada (1986, 1988, 1993), Las visio-
Convivio, experiencia, subjetividad (2007). nes del hombre invisible (1988, 2004), Méliès: el alquimista

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AUTORES

de la luz. Notas para una historia no evolucionista del cine mundo cultural parisino de la posguerra. Autor de Paroles,
(2001), Las figuras de Julio Cortázar (2002), Libro de Nadie La Pluie et le Beau Temps, Lumières d’homme, entre otros.
(2003) y Ónfalo (2004).
Adrián Procel (Monterrey, 1974). Licenciado en artes
Miguel González Virgen (Colima, 1964). Bachelor of visuales por la UANL. Becario del Programa de resi-
arts y master of architecture por la Universidad de dencias artísticas México-Nueva York en 2002. Ha
Harvard. Autor del libro Of Games, the Infinite and Worlds, participado en exposiciones individuales y colectivas,
the Work of Gabriel Orozco. Ha trabajado para renombra- entre las que destacan la Bienal Nacional Rufino
dos arquitectos en Nueva York, Tokio y Zürich, y des- Tamayo 2006 y Entre Siglos (Monterrey, 2006). Entre
de 2003 ejerce una práctica independiente como ar- sus reconocimientos se encuentran el Premio de ad-
quitecto y crítico de arte y arquitectura. Es director quisición de la IV Bienal Regional de la Plástica Joven
de la licenciatura en artes en el CEDIM. de Nuevo León 2000; el Premio de adquisición Salón
de la Fotografía de Nuevo León 2001; mención honorí-
Michael Harlow (Alexandra, Nueva Zelanda, 1937). fica en la VI Bienal Regional de la Plástica Joven de
Crítico literario y licenciado en artes por la Universi- Nuevo León 2004; y mención especial en el Salón de la
dad de Middlebury (Vermont, Estados Unidos). Du- Fotografía Nuevo León 2006.
rante 10 años editó la revista literaria Landfall. Ha pu-
blicado Giotto’s Elephant (1995) y Cassandra’s Daughter Cristina Rivera Garza Es autora de Desconocer, La más
(2005). Actualmente se desempeña como escritor y mía, La guerra no importa, Nadie me verá llorar, La cresta de
psicoterapeuta en Otago, Nueva Zelanda. Ilión, Ningún reloj cuenta esto y Lo anterior. Su obra se ha
hecho acreedora al Premio Nacional José Rubén Ro-
José María Infante Doctor en Psicología por la Uni- mero (2000) y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz (2001).
versidad Nacional de Córdoba. Es miembro de Slow Es maestra del ITESM campus ciudad de México.
Food, una asociación internacional dedicada a promo-
ver la vida tranquila que aprecia el gusto por las bue- Carrie Ruiz (Soria, España). Actualmente realiza el
nas cosas, especialmente por la comida preparada con doctorado en literatura española premoderna en la
laboriosidad y con amor destinada a ser consumida Universidad de Colorado en Boulder e imparte clases
gozando de la compañía y la plática amistosas. Ha pu- en esta institución. Se especializa en la literatura del
blicado A la mesa con Alfonso Reyes (2005). Actualmente Siglo de Oro. Es editora de la revista Transitions: Journal
se desempeña como profesor de posgrado en la Facul- of Franco-Iberian Studies.
tad de Filosofía y Letras de la UANL.
Enrique Ruiz (McAllen, 1953). Maestro de tiempo com-
Agata Orzeszek Profesora en la Universidad Autóno- pleto en la Facultad de Artes Visuales de la UANL.
ma de Barcelona. Traductora de ruso, polaco y espa- Trabaja como productor independiente y recientemen-
ñol, en particular de la obra de Ryszard Kapuscinski. te expuso su obra en Estados Unidos. Recibió el Pre-
mio a las Artes de la UANL en 2003.
Eduardo Antonio Parra (León, 1965). Narrador y en-
sayista. Ha colaborado en diferentes periódicos y re- Minerva Margarita Villarreal (Nuevo León) Poeta.
vistas del país. Ha escrito los libros de cuentos El río, el Maestra en la Facultad de Filosofía y Letras de la
pozo y otras fronteras, Los límites de la noche y Tierra de na- UANL. En 1991 la Universidad la distinguió con el
die. Por el relato breve Nadie los vio salir ganó el Premio Premio a las Artes. Entre sus libros de poesía sobre-
de Cuento Juan Rulfo 2000. Fue becario de la John salen Pérdida (Premio Alfonso Reyes 1990), El cora-
Simon Guggenheim Memorial Foundation en 2001 y zón más secreto (Premio Internacional de Poesía Jai-
del Sistema Nacional de Creadores de Arte. me Sabines 1994), Adamar, De amor es la batalla (en
coautoría con Daniel Kent) y La condición del cielo. Fue
Jacques Prévert (Francia, 1900-1977). Poeta, guionis- directora de la revista armas y letras durante 2004 y
ta de Jean Renoir y de Marcel Carné, amigo de Picasso 2005. Es directora de la Capilla Alfonsina Bibliote-
y de Montand, fue una de las figuras ineludibles del ca Universitaria.

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AUTORES

José Javier Villarreal (Tijuana, 1959). Entre sus poe- poemas brasileños del siglo XX (2005), entre otros. Produce y
marios se cuentan Bíblica (1998) y Fábula (2003). Ha locuciona “Las aventuras sigilosas”. Es maestro de la Fa-
traducido En una estación del metro. Antología de la poesía breve cultad de Filosofía y Letras de la UANL. Ha recibido el
(1908-1917) de Ezra Pound (1997), Preparación para la muerte Premio Nacional de Poesía Aguascalientes y el Premio
de Manuel Bandeira (2000) y Estrellas pájaros. Treinta y dos Nacional de poesía Alfonso Reyes.

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