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Introducción
Prácticamente todas las centrales eléctricas de carbón, nucleares, geotérmicas,
energía solar térmica o de combustión de biomasa, así como algunas centrales de
gas natural, son centrales termoeléctricas. El calor residual de una turbina de gas
puede usarse para producir vapor y a su vez producir electricidad, en lo que se
conoce como un ciclo combinado, lo cual mejora la eficiencia. Las centrales
termoeléctricas no nucleares, particularmente las de combustibles fósiles, se
conocen también como centrales térmicas o centrales termoeléctricas
convencionales.
Historia
La primera central termoeléctrica fue construida por Sigmund Schuckert en la ciudad
de Ettal en Baviera y entró en funcionamiento en 1879. Las primeras centrales
comerciales fueron la Central de Pearl Street en Nueva York y la Edison Electric
Light Station, en Londres, que entraron en funcionamiento en 1882.
Son consideradas las centrales más económicas, por lo que su utilización está muy
extendida en el mundo económicamente avanzado y en el mundo en vías de
desarrollo, a pesar de que estén siendo criticadas debido a su elevado impacto
medioambiental.
El agua calentada se transformará en vapor con una presión muy elevada, que es
la que hace girar una turbina de vapor, lo que transformará la energía interna del
vapor en energía mecánica (rotación de un eje).
GICC
Esquema básico de
funcionamiento de una central
térmica de ciclo combinado.
Impacto ambiental
La emisión de residuos a la atmósfera y los propios procesos de combustión que se
producen en las centrales térmicas tienen una incidencia importante sobre el medio
ambiente. Para tratar de paliar, en la medida de lo posible, los daños que estas
plantas provocan en el entorno natural, se incorporan a las instalaciones diversos
elementos y sistemas.
En todo caso, en mayor o menor medida todas ellas emiten a la atmósfera dióxido
de carbono, CO2. Según el combustible, y suponiendo un rendimiento del 40 %
sobre la energía primaria consumida, una central térmica emite aproximadamente:
Emisión de CO2
Combustible
(kg/kWh)
Gas natural 0,685
Gas natural
0,545
(ciclo combinado)
Fuelóleo 0,705
Biomasa (leña, madera) 0,826
Carbón 1,005
Las centrales de gas natural pueden funcionar con el llamado ciclo combinado, que
permite rendimientos mayores (de hasta un poco más del 50 %), lo que todavía
haría las centrales que funcionan con este combustible menos contaminantes.
Ventajas y desventajas
Ventajas
Son las centrales más baratas de construir (teniendo en cuenta el precio por
megavatio instalado), especialmente las de carbón, debido a la simplicidad
(comparativamente hablando) de construcción y la energía generada de
forma masiva.
Las centrales de ciclo combinado de gas natural son mucho más eficientes
(alcanzan el 50 %) que una termoeléctrica convencional, aumentando la
energía eléctrica generada (y por tanto, las ganancias) con la misma cantidad
de combustible, y rebajando las emisiones citadas más arriba en un 20 %,
quedando así en 0,54 kg de CO2, por kWh producido.
La gran cantidad de energía térmica generada (en las más eficientes, al
menos el 50 % del total de la energía consumida) podría emplearse como
energía residual para calefactor (o incluso refrigerar) edificios mediante una
red de distribución.
Desventajas
El uso de combustibles genera emisiones de gases de efecto invernadero y,
en algunos casos, de lluvia ácida a la atmósfera, junto a partículas volantes
(hollines) en las de carbón, si no están bien depurados los humos.
Los combustibles fósiles no son una fuente de energía infinita, por lo tanto su
uso está limitado por la disponibilidad de las reservas y/o por su rentabilidad
económica.
Afectan negativamente a los ecosistemas fluviales cuando la refrigeración se
hace mediante el agua del río en cuestión (lo que no es frecuente, pues es
más eficiente hacerla mediante vaporización).
https://es.wikipedia.org/wiki/Central_termoel%C3%A9ctrica