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https://www.youtube.com/watch?

v=XGvnU_8411o

VIDEO I

https://www.youtube.com/watch?v=acHq_Unpr6o

VIDEO II

http://leyconcursal.org/derecho-concursal/peru/ley-general-del-sistema-
concursal/titulo-iii-quiebra/

Artículo 99.- Procedimiento judicial de quiebra

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https://gestion.pe/economia/empresas/concurso-preventivo-salida-viable-crisis-
empresariales-30199

El concurso preventivo: una


salida viable a las crisis
empresariales
https://ar.ijeditores.com/articulos.php?idarticulo=63228&print=2

El sistema concursal en el Perú

Anthony Lizárraga Vera-Portocarrero[1][2]

I. Introducción [arriba] -

A finales del año 1992[3], se produjo una importante modificación en el Sistema de


Quiebras de Empresas en el Perú, promulgándose la Ley de Reestructuración Empresarial
publicándose su Reglamento un año después. La novedad de este nuevo régimen, es que
derogaba la Ley Procesal de Quiebras, cuya idea y práctica consistía que todo agente
económico que se encontraba en crisis patrimonial se liquidaba.

Es así que, la Junta de Acreedores del deudor, declarado en insolvencia, se encargaba a


partir de ese momento de decidir el destino de la concursada, ya sea a través de una
reestructuración o disolución y liquidación extrajudicial, dejando atrás la conducción del
proceso al Juez de quiebras y la administración al síndico referidos en la derogada Ley
Procesal de Quiebras.

A raíz de ello, los casos de Reestructuración Patrimonial aumentaron, cambiando el


sistema normativo de insolvencia en el Perú con la entrada en vigencia de la Ley de
Reestructuración Empresarial, dado que anteriormente eran mínimos los casos que
optaban por la Reestructuración con la Ley Procesal de Quiebras.

Sin embargo, el cambio más significativo fue desjudicializar el proceso de insolvencia en


nuestro país, pues se encargó la tramitación, supervisión y conducción de dicho proceso a
una autoridad administrativa (autoridad concursal), el Instituto Nacional de Defensa de la
Competencia y de la Propiedad Intelectual (INDECOPI), a través de su órgano funcional de
aquellos años, la Comisión de Acceso y Salida del Mercado del INDECOPI[4].

Estos cambios adoptados a inicios de los años noventa como, que el Juez de quiebras
(órgano jurisdiccional) dejó de tener competencia dentro de un procedimiento de
insolvencia, relegó su actuación a ciertos escenarios como la revisión de las resoluciones
administrativas emitidas por el INDECOPI que fueran objeto de impugnación en la vía
contencioso administrativa, luego culminada la vía administrativa, la declaración de
quiebra del deudor concursado y declarar la ineficacia de actos realizados por el deudor
antes y después de la publicación de la situación de concurso, por lo que la insolvencia
en el Perú dejó de ser judicializada y paso a ser casi por completo, administrativa.
Nuestro país ha sido uno de los primeros que sustrajo del fuero judicial los
procedimientos concursales y los implantó y acondicionó en la vía administrativa, siendo
el INDECOPI el encargado de conducir dichos procedimientos en nuestro país. Asimismo,
el Sistema Concursal Peruano contiene características propias y sui generis, tan es así
que producto de esta desjudicialización, la autoridad concursal tiene facultades y
atribuciones reducidas en el concurso, además la normativa concursal peruana ha
establecido disposiciones destinadas a regular actuaciones propias tanto del órgano
administrativo, como del jurisdiccional.

II. El objetivo del Sistema Concursal Peruano [arriba] -

El artículo I del Título Preliminar de la Ley General del Sistema Concursal, Ley N° 27809
(en adelante, Ley Concursal Peruana) señala lo siguiente:

“Artículo I.- Objetivo de la Ley

El objetivo de la presente Ley es la recuperación del crédito mediante la regulación de


procedimientos concursales que promuevan la asignación eficiente de recursos a fin de
conseguir el máximo valor posible del patrimonio del deudor".

La Junta de Acreedores teniendo en cuenta la información que obtiene del agente


económico en crisis, opta por decidir cuál es el mejor destino del concursado para hacer
efectivo el cobro de sus acreencias. Si el valor de negocio en marcha de la empresa
deudora es mayor que el valor del negocio en liquidación (VNM > VNL), la Junta decidirá
reestructurar la empresa, de lo contrario procederá a liquidarla[5]. Sobre el particular,
Huáscar Ezcurra señala lo siguiente:

“Desde el punto de vista de la eficiencia, no conviene mantener vivo un negocio cuyo


VNM sea menor que su VNL, pues tal negocio no satisface adecuadamente los intereses de
la comunidad. La única manera de mantener con vida estos negocios será a través de un
subsidio y quiénes finalmente pagaran la factura de este subsidio serán los consumidores,
ya sea a través de mayores impuestos o por una cuestión de costo de oportunidad (el
estado, en lugar de invertir su presupuesto en la provisión de bienes públicos, como
seguridad o carreteras, va a destinarlo a salvar una empresa privada). Como
consecuencia del subsidio, se reducirá el incentivo de las empresas eficientes para seguir
siéndolo, pues paradójicamente, la ineficiencia traería consigo un premio (dinero fresco
de las arcas del estado). Además, las tasas de interés se elevarían, pues cobrar a los
negocios subsidiarios será más difícil. Las empresas eficientes, en este escenario, sufrirán
aún más, pues tendrán que pagar mayores tasas de interés para acceder a préstamos”[6].

Si nos encontramos en una situación donde VNM


Como bien señala el referido artículo el objetivo del Sistema Concursal Peruano es la
recuperación del crédito, buscando dicho recupero ejerciendo una protección sobre éste,
es decir el objetivo de alguna manera es proteger el crédito para que los acreedores
puedan recuperar sus acreencias sin inconvenientes, de lo contrario estos no tendrían
incentivos para otorgar créditos (en el Perú la mayoría de acreedores, prestamistas e
inversionistas son las entidades financieras, es decir los bancos). De no protegerse el
crédito, los préstamos (acceso al crédito) serían muy altos por ser el riesgo mayor ya que
difícilmente será cobrado, es por ello que el acceso al crédito por parte del deudor no
será posible al ser los intereses tan altos por tratarse de una operación riesgosa y; en
todo caso, se accederá al crédito con intereses tan altos que lo más seguro es que el
deudor no pueda cubrirlos.

III. Los tipos de procedimientos concursales en el Perú y la apertura del


concurso [arriba] -

La Ley Concursal Peruana establece dos tipos de procedimientos concursales: el


Procedimiento Concursal Ordinario y el Procedimiento Concursal Preventivo.

El Procedimiento Concursal Ordinario puede iniciarse a impulso del propio deudor o del
acreedor, cuya finalidad es la de revertir la situación de crisis patrimonial que se
encuentra el deudor.

El deudor podrá solicitar su acogimiento a este procedimiento, siempre y cuando se


encuentre como mínimo en alguno de los siguientes supuestos[8]:

a) Que más de una tercera parte del total de sus obligaciones se encuentren vencidas e
impagas por un período mayor a treinta días calendario.

b) Que tenga pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, cuyo importe sea mayor al
tercio de su capital social pagado.

Asimismo, en el caso de Personas Naturales, Sociedades Conyugales o Sucesiones


Indivisas, la Ley Concursal Peruana ha establecido requisitos adicionales a los indicados
anteriormente.

a) Que más del 50% de sus ingresos se deriven del ejercicio de una actividad económica o
empresarial desarrollada directamente y en nombre propio por el solicitante.
b) Que más de las dos terceras partes de sus obligaciones se hayan originado en actividad
empresarial desarrollada directamente por el solicitante y/o por terceras personas
respecto de las cuales el solicitante haya asumido el deber de pago de sus obligaciones,
incluyéndose para tales efectos las indemnizaciones por responsabilidad civil derivadas
del ejercicio de la referida actividad.

Con ello, la Ley Concursal Peruana restringe el acceso al sistema a aquellos agentes
económicos que no realicen actividad empresarial de gran magnitud.

Si uno o varios acreedores solicitan el inicio del Procedimiento Concursal Ordinario de un


deudor, deberán acreditar que mantienen frente a estos créditos impagos, exigibles y
vencidos por más de treinta (30) días calendario que en total superen las cincuenta (50)
Unidades Impositivas Tributarias (UIT)[9].

Luego de ello, la autoridad concursal verificará el origen, existencia, legitimidad, cuantía


y exigibilidad de los créditos invocados por el acreedor o acreedores para con ello
emplazar al deudor a que se apersone al procedimiento teniendo éste veinte (20) días
hábiles para ello y ejercer su derecho de defensa.

Al apersonarse el deudor, éste podrá optar por: pagar el íntegro de los créditos, ofrecer
pagar el íntegro de los créditos materia del emplazamiento, oponerse a la existencia,
titularidad, exigibilidad o cuantía de los créditos materia de emplazamiento, compensar
los créditos invocados por el presunto acreedor con aquellos a favor del emplazado y de
cargo del solicitante o allanarse a la solicitud[10].

La autoridad concursal declarará el concurso del deudor cuando: i) el o los acreedores


rechacen el ofrecimiento de pago formulado por el deudor emplazado; ii) la oposición
formulada por el deudor resulte infundada o improcedente; iii) el deudor se allane a la
solicitud de sometimiento al procedimiento concursal; o, iv) el deudor no opte por alguna
de las alternativas antes señaladas.

Consentida o firme la Resolución que declara la situación de concurso de un deudor, la


autoridad concursal deberá publicar el aviso de difusión del concurso. Todos los lunes la
autoridad concursal (INDECOPI) publica en la sección de avisos societarios del Diario
Oficial “El Peruano”, la comunicación al público en general de los nuevos deudores que
han sido sometidos al Sistema Concursal en el Perú.

El Procedimiento Concursal Preventivo se impulsa únicamente a pedido del deudor, y


busca evitar (prevenir) que éste llegue a una crisis, siendo su objetivo la Refinanciación
de sus obligaciones. Es decir, aquellos deudores que se encuentren inmersos en una crisis
económica y/o financiera de mayor magnitud no podrán someterse a este procedimiento
concursal, pues el objetivo principal es la refinanciación de las obligaciones del deudor y
deberá ser aprobada por los acreedores en un Acuerdo Global de Refinanciación (AGR).
Los requisitos para que un deudor se someta a este procedimiento consiste en que no
tenga más de una tercera parte del total de sus obligaciones vencidas e impagas por un
período mayor a treinta (30) días calendario, ni pérdidas acumuladas, deducidas las
reservas, cuyo importe sea mayor al tercio de su capital social pagado.

IV. Verificación y reconocimiento de créditos [arriba] -

El reconocimiento de créditos es la etapa del procedimiento concursal, en la cual se


otorga legitimidad a los acreedores de intervenir en el concurso, determinando los
derechos que le asiste a cada acreedor que hará valer en el procedimiento concursal,
sean políticos y económicos (dependiendo de su apersonamiento oportuno o no al
concurso[11], y de cuándo se hayan generado o devengado los créditos adeudados),
legitimando a los acreedores su participación en la Junta de Acreedores.

“Al respecto, debe precisarse que si bien en la etapa preconcursal del procedimiento de
insolvencia –actualmente denominado Procedimiento Concursal Ordinario-, la
intervención de los sujetos está reservada sólo a los directamente involucrados con el
pedido (el deudor, el acreedor solicitante y la autoridad concursal), tal procedimiento se
toma de interés público una vez que se publica la situación de acogimiento del deudor y
se cita a sus acreedores para que presenten sus solicitudes de reconocimiento de
créditos. Ello, toda vez que la referida publicación genera en todos los acreedores que
mantiene créditos frente al deudor devengados hasta la fecha de tal publicación, el
derecho a participar en la Junta de Acreedores y adoptar decisiones que sean más
convenientes a fin de recuperar eficazmente sus créditos.

Adicionalmente, la publicación del acogimiento del deudor a este procedimiento da curso


a la suspensión de pagos y a la protección del patrimonio del deudor, lo cual afecta las
relaciones jurídicas de éste con todos sus acreedores. Esta afectación desborda la esfera
patrimonial de un acreedor o deudor determinado, involucrando a la totalidad de los
acreedores que deben concurrir al procedimiento para lograr una solución colectiva a la
crisis patrimonial”[12].

El reconocimiento de créditos, como fase del Procedimiento Concursal, se encuentra


regulado en los artículos 37° al 42° de la Ley Concursal Peruana, ello referido al
Procedimiento Concursal Ordinario y en el artículo 105.2 de la referida Ley, aplicado
para el Procedimiento Concursal Preventivo.

En el Procedimiento Concursal, dentro de la etapa de reconocimiento de créditos se


encuentra la de verificación de créditos, en la cual tanto la Secretaría Técnica de la
Comisión o en todo caso la Comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI (en
adelante, la Comisión) deben analizar de manera minuciosa la documentación presentada
por los solicitantes (demostrando así su relación obligacional y crediticia con el deudor)
para sustentar los créditos invocados demostrando tanto la existencia, origen, titularidad
y cuantía de los mismos, con el objetivo que participen en la Junta de Acreedores
aquellos que mantienen un derecho expectante de cobro frente al concursado, y evitar
distorsionar los procedimientos concursales a través de fraudes y simulación de créditos.
Al respecto, Echeandía señaló que:

“El reconocimiento de la obligación por parte de la empresa deudora no eximirá a la


autoridad administrativa de su deber de verificación, ya que en un régimen concursal la
solicitud de reconocimiento de un crédito no se opone solamente a los intereses de la
insolvente, sino que también tiene efectos sobre los derechos de los demás acreedores
de ésta que, con cada crédito reconocido ven reducida su participación, tanto en la junta
de acreedores, como en la posibilidad de pago de sus créditos.

[…] El reconocimiento de créditos no es cualquier cosa, sino que exige de la autoridad


concursal todo un trabajo de análisis y comprobación que le permita validar la existencia
del derecho invocado, determinar sus real cantidad y características o, de lo contrario,
sustentar un pronunciamiento denegando el pedido”[13].

La Ley Concursal Peruana ha privilegiado el régimen de reconocimiento de créditos,


antes que una etapa de meramente registro de créditos, esto dado que ha preferido
adoptar la seguridad jurídica de los procedimientos concursales frente a una etapa de
celeridad.

Sin embargo, existen casos excepcionales que por su importancia y apremio para el
acreedor merecen un trámite especial (respecto a la celeridad en su tramitación) en el
reconocimiento de sus créditos, tales como los créditos laborales.

Luego de la fase de verificación de créditos, tanto la Secretaría Técnica como la


Comisión de la autoridad concursal procederán a emitir la Resolución de reconocimiento
de créditos, en la cual se detalla y precisa el nombre del acreedor y deudor, el monto de
los créditos reconocidos por concepto de capital, intereses y gastos, el orden de
preferencia de los mismos, y finalmente, la existencia o no de vinculación entre el
deudor y acreedor[14].

V. La Junta de Acreedores del concursado en el Perú [arriba] -

Una vez finalizada la etapa de reconocimiento de créditos, a los acreedores con créditos
reconocidos les corresponderá sus derechos políticos (participación en Junta de
Acreedores mediante el derecho a voz y voto en la adopción de acuerdos) y derechos
económicos (cobrar los créditos adeudados a través de los negocios jurídicos aprobados
por la Junta).
Así, se determinará la composición de los acreedores legitimándoles a participar en el
concurso, y se procederá a la instalación y conformación de la Junta de Acreedores,
siendo este órgano rector del concurso, ya que toma las decisiones más trascendentales
de la concursada, pues son los acreedores quienes deciden el destino de la empresa[15],
y esta Junta se encuentra conformada por aquellos acreedores apersonados al concurso,
de manera proporcional a sus créditos reconocidos respecto de la masa concursal[16],
así, Huáscar Ezcurra señala lo siguiente:

“Para que la negociación en junta de acreedores se lleve a cabo de manera eficiente y


ordenada, y los costos de transacción imperantes no hagan imposible un acuerdo, resulta
imprescindible tener claramente establecidas las reglas de juego que regirán la
negociación, determinando con precisión la forma en que se computarán los votos, así
como cuáles son las mayorías y formalidades requeridas para la adopción de acuerdo.
[...] resulta de fundamental importancia para el buen desarrollo de la negociación bajo
el marco de una junta de acreedores, el que los acreedores tengan certeza plena sobre la
cuantía de sus créditos y el derecho de preferencia que les asiste”[17].

En tal sentido, la Junta de Acreedores es el máximo órgano decisorio y deliberativo del


deudor concursado, y es a través de este órgano que los acreedores participan en el
Procedimiento Concursal manifestando su voluntad en las decisiones adoptadas, así como
de todas las atribuciones que les confiere la Ley[18].

“[…] La legislación concursal transfiere a los acreedores la responsabilidad de las


decisiones que afectan al patrimonio y la carga del impulso de los procedimientos.

Sin embargo, el mayor derecho que tienen no significa que el Estado deba privilegiarlos
dándoles un tratamiento especial o protegiéndolos de cualquier contingencia que pueda
surgir en los procedimientos. Por el contrario, dada esta situación de especial interés en
los resultados, los acreedores tienen la obligación y la responsabilidad, consigo mismos,
de actuar y conducir los procedimientos en forma eficiente; de lo contrario serán ellos
quienes asumirán las consecuencias del fracaso”[19].

Asimismo, como lo señaló en su momento el Área de Estudios Económicos del INDECOPI


en el Documento de Trabajo N° 008-2000 “Perfeccionamiento del sistema de
reestructuración patrimonial: diagnóstico de una década”[20], y como viene ocurriendo
en el presente, se propuso impulsar más la privatización de los procedimientos
concursales emprendidos desde 1992, limitando la labor de la autoridad administrativa
dentro del concurso, teniendo en cuenta que la participación que establece la Ley
Concursal Peruana a los actores de los procedimientos concursales señala que los
acreedores deciden, los deudores proponen (voz pero no voto) y el INDECOPI supervisa,
fiscaliza (estableciendo actuaciones limitadas de oficio e iniciando Procedimientos
Administrativos Sancionadores), es decir, el manejo del concurso, corresponde
exclusivamente al control privado, tal como lo indica Huáscar Ezcurra a continuación:
“En efecto, los acreedores serán los que ganan si deciden bien, y los que pierden si
deciden mal. Por eso, considerando que internalizan como costo o beneficio privado las
consecuencias de sus decisiones, se entiende que, en el agregado, la tendencia mostrará
que deciden bien. Esto por supuesto no significa que los acreedores no se equivoquen. Lo
único que significa es que la mayoría de las veces no se equivocan. O dicho de otra
forma, estadísticamente los acreedores tienden a equivocarse menos que, por ejemplo,
el deudor insolvente o el Estado (si se hubiera atribuido a estos últimos la decisión. ¿y por
qué razón el deudor no decidirá bien, si le atribuimos a él la decisión del destino? Por la
simple razón de que, una vez insolvente, si el deudor decide mal, el costo del error no lo
asumirá él, si no los acreedores, que cobran siempre primero que el deudor. Entonces,
como el deudor no internaliza como costo privado sus errores, sino que los traslada a
terceros (los acreedores) no tiene los mejores incentivos para tomar decisiones que
garanticen el objetivo de maximización de valor.

De la misma forma ¿por qué razón el Estado (el Indecopi) no decidiría bien? La
explicación de fondo es la misma: El Estado no gana si decide bien, ni pierde si decide
mal. Si decide mal la factura la pagarán los acreedores. Entonces, como no internaliza el
costo de sus errores, la tendencia será equivocarse”[21].

El Sistema Concursal Peruano otorga a los acreedores la potestad de decidir la manera de


solucionar la crisis patrimonial del deudor, pues éstos les asisten el mejor derecho y los
mayores incentivos para adoptar decisiones más eficientes, son ellos quienes deben de
adoptar tales decisiones, de lo contrario, todo nuestro régimen concursal se
desmoronaría[22]. Sin embargo, INDECOPI mantiene facultades discrecionales de
supervisar procesos de oficio o a pedido de parte, como podrá ser la impugnación de
acuerdos de Junta[23], incluso en casos excepcionales, adoptar de oficio la disolución y
liquidación de la concursada[24].

Debemos señalar que, existen diferentes maneras de variación de la conformación de la


Junta de Acreedores, sea por: i) la reducción de los créditos de los acreedores, (por el
pago parcial o total del deudor a los acreedores); o, ii) por el cambio de la titularidad de
dichos créditos, mediante la transferencia de los créditos del acreedor a un tercero o al
propio deudor, en éste último caso a través de una capitalización de créditos en donde el
acreedor o los acreedores se convierten en accionistas de la empresa deudora.

VI. Las Entidades Liquidadoras y/o Administradoras del concurso en el Perú [arriba] -

Las Entidades Administradoras y/o Liquidadoras son personas naturales o jurídicas


autorizadas por el ente concursal para ejercer funciones como tal y designadas por la
Junta de Acreedores del deudor y en algunos casos de oficio por la autoridad
administrativa[25] para conducir la Reorganización o liquidación del patrimonio de los
deudores en un Procedimiento Concursal Ordinario, en el marco de una Reestructuración
o Disolución y Liquidación, respectivamente.
Estas Entidades representan los intereses generales de la colectividad de acreedores y de
los deudores (en algunos casos), actuando con la mayor diligencia posible que
corresponde su cargo, de conformidad a lo estipulado por la Junta de Acreedores y lo
dispuesto en la Ley Concursal Peruana.

“[…] la junta de acreedores contrata los servicios profesionales de un especialista en la


materia: el liquidador, quien por tal desempeño recibe un honorario -porcentual a la
venta de activos o de éxito, según disponga la junta- a cambio de liquidar la sociedad con
diligencia y pericia debida”[26].

La Ley Concursal Peruana establece los requisitos mínimos, tanto para aquellas personas
jurídicas y naturales que quieren brindar el servicio de una Entidad Administradora y/o
Liquidadora[27].

La Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI)


preparó la Guía Legislativa sobre el Régimen de la Insolvencia con la finalidad de
contribuir con la creación de un marco jurídico eficaz y eficiente para regular la
situación de los deudores que tengan dificultades financieras, recomendando a fin de
establecer y desarrollar un régimen eficiente de la insolvencia el tener en cuenta que la
norma de diligencia a que debe atenerse todo representante de la insolvencia y
responsabilidad personal son factores importantes para la buena marcha del
procedimiento. Para determinar el grado de diligencia, cuidado y competencia con que
deberá obrar el representante en el cumplimiento de su cometido y en el ejercicio de sus
funciones, deberán tenerse en cuenta las difíciles circunstancias en las que deba
desempeñar su papel, y esas dificultades habrán de compensarse con un nivel adecuado
de remuneración.

Entre las principales funciones de las Entidades Administradoras y/o Liquidadoras en el


Perú se encuentran: ejercer la representación del deudor para el cumplimiento de los
fines de la reestructuración o liquidación; suscribir el inventario y balance de inicio de
liquidación; disponer de los activos corrientes, fijos o intangibles de propiedad del
deudor; celebrar los actos jurídicos o contratos que sean necesarios; solicitar el
levantamiento de las cargas y gravámenes que pesen sobre los bienes del deudor; pagar a
los acreedores y a los accionistas o socios en el orden de prelación legal; formular las
denuncias pertinentes ante el Ministerio Público se constatara la existencia de elementos
que hicieran presumir la comisión de actos dolosos o fraudulentos en la administración
del deudor, o que podrían dar lugar a su quiebra fraudulenta; formular el balance final
de la liquidación y atender lo concerniente a la entrega del remanente sobrante, si lo
hubiere; y la representación de la solicitud judicial de quiebra, entre otros[28].

Asimismo, en el artículo 123.1 de la Ley Concursal Peruana precisa que las sanciones que
se impondrán a las Entidades Administradoras y Liquidadoras en caso incumplan sus
funciones, podrán ser pecuniarias o restrictivas de derechos[29], dado que podrán
alcanzar multas no menores a una (1), ni mayores a cien (100) Unidades Impositivas
Tributarias (UIT)[30], así como la suspensión del registro e inhabilitación permanente
para el desempeño como tal.
“[…] la ley ha previsto necesario establecer sanciones para aquellos agentes que actúan
en perjuicio de la masa concursal, de tal forma que se desalienten estas conductas y se
protejan los intereses de aquellos que de hecho se encuentran en la imposibilidad de
resguardar adecuadamente su crédito”[31].

Finalmente, la Ley Concursal Peruana en su artículo 123.2, establece que las sanciones
administrativas podrán aplicarse tanto a las Entidades Administradoras y/o Liquidadoras,
como a sus representantes legales, apoderados, directores, accionistas, gerentes y a todo
aquel que hubiera participado directamente en la infracción, sin perjuicio de la
responsabilidad penal que les pudiera corresponder.

“Este régimen hace responsables a los administradores concursales como consecuencia de


los daños y perjuicios causados a la masa por los actos y omisiones contrarios a la Ley o
realizados sin la diligencia con la que deban desempeñar el cargo. El régimen de
responsabilidad establecido constituye, por tanto, un mecanismo indirecto de protección
de la masa, que no excluye las hipotéticas acciones de responsabilidad individual que
pudieran asistir al deudor, los acreedores o los terceros por los daños sufridos en su
propio patrimonio”[32].

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[1] Bachiller en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con estudios de
post-grado en Reestructuración de Empresas y Patrimonios y Gestión de Empresas en
Crisis por la Universidad ESAN (Perú). Autor de diversos artículos sobre Derecho
Concursal.
[2] Si los lectores del presente trabajo tienen alguna crítica o comentario, les
agradecería, dirigirlas al siguiente correo electrónico: anthony.lizarraga@pucp.edu.pe
[3] Ley de Reestructuración Empresarial del Perú, Decreto Ley N° 26116, Publicado en el
Diario Oficial “El Peruano” el 29 de diciembre de 1992 y entró en vigencia el 20 de enero
de 1993.
[4] En la actualidad, la autoridad concursal en primera instancia está compuesta por las
Comisiones de Procedimientos Concursales Lima-Sur y Lima-Norte del INDECOPI (ellas
ubicadas en la ciudad de Lima-Perú) y las existentes en los demás departamentos del
Perú, denominadas Oficinas Regionales del INDECOPI. Asimismo, en segunda instancia el
órgano encargado es la Sala de Defensa de la Competencia del INDECOPI N° 1.
[5] VNM > VNL = Reestructuración; VNM < VNL= Disolución y Liquidación.
Asimismo, debemos agregar que el órgano decisorio del destino del concursado es la
Junta de Acreedores, ejerciendo el INDECOPI una función de árbitro en el Procedimiento
Concursal y que entra en juego cuando existe una controversia entre las partes
involucradas en el procedimiento sin que esta pueda solucionarse sin su intervención.
[6] Ezcurra, Huáscar y Solís, Gerardo, “El Estado contraataca. La “múltiple personalidad”
de un sistema concursal de ciencia ficción”, en Themis, Revista Editada por alumnos de
la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, núm. 45, Lima,
2002, p.157.
[7] “[...] para proteger el crédito se requiere previamente tener mecanismos efectivos
para proteger el patrimonio de la empresa en crisis, de eventuales intentos de ejecución
individual de sus deudores. Tales mecanismos de protección de activos están contenidos
en los artículos 17, 18, 19 y 20 de la LGSC: la suspensión de la exigibilidad de
obligaciones del deudor sometido a concurso, y la declaración de ineficacia de actos del
deudor ocurridos durante el año anterior al inicio del concurso”. Ezcurra, Huáscar, “La
Nueva Ley General del Sistema Concursal ¿Hacia dónde vamos? ¿Avance o retroceso?”, en
Derecho Concursal. Estudios Previos y Posteriores a la Nueva Ley Concursal. Análisis
Económico del Derecho, Lima, Palestra Editores, 2002, p. 254.
[8]Ver Artículo 24° de la Ley Concursal Peruana.
[9] Ver Artículo 26.1 de la Ley Concursal Peruana. A la conversión sería 66 mil dólares
americanos aproximadamente.
[10] Ley Concursal Peruana. Artículo 28.- Apersonamiento al procedimiento
28.1 El emplazado podrá apersonarse al Procedimiento Concursal Ordinario optando por
alguna de las siguientes alternativas:
a) Pagando el íntegro de los créditos objeto del emplazamiento. Si el acreedor se niega a
recibir el pago, el deudor podrá consignar el íntegro del monto emplazado, conforme a
las disposiciones del Código Civil y del Código Procesal Civil, en cuyo caso la obligación
quedará extinguida.
b) Ofreciendo pagar el íntegro de los créditos objeto del emplazamiento. Se otorgará al
acreedor el plazo de diez (10) días para dar su conformidad. El silencio constituirá una
aceptación del ofrecimiento de pago.
c) Oponiéndose a la existencia, titularidad, exigibilidad o cuantía de los créditos objeto
del emplazamiento. El ejercicio de esta opción no enerva el derecho del emplazado a
plantear subordinadamente la alternativa anterior. La Comisión se pronunciará en el
mismo acto administrativo sobre ambos, previo traslado al acreedor.
d) Allanándose a la solicitud.
28.2 Cuando el emplazado opte por la alternativa a) precedente, la Comisión expedirá
una resolución denegatoria de la solicitud de inicio de concurso y declarará concluido el
procedimiento, siempre que se acredite el pago o la consignación de los créditos materia
del emplazamiento.
28.3 Se declarará la situación de concurso bajo los siguientes supuestos:
a) Cuando el acreedor solicitante rechace el ofrecimiento de pago formulado por el
emplazado.
b) Cuando la oposición presentada por el deudor resulte infundada o improcedente y, en
caso éste hubiese optado subordinadamente por la opción prevista en el literal b) del
primer párrafo, la misma haya sido desestimada por el acreedor.
c) Cuando el emplazado reconoce el monto de los créditos materia del emplazamiento y
se allana a la solicitud presentada.
d) Cuando el emplazado no se pronuncia sobre ninguna de las alternativas previstas en
este artículo, dentro del plazo establecido en el Artículo 27.1.
28.4 En cualquiera de los supuestos previstos en el párrafo anterior, se declarará la
disolución y liquidación del deudor en la resolución que declara la situación de concurso,
siempre que sus pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, superen todo su capital
social pagado.
28.5 Si la oposición es fundada se denegará la solicitud de inicio del concurso y se
declarará concluido el procedimiento.
28.6 La conformidad del acreedor con el ofrecimiento de pago da por concluido el
procedimiento, debiendo expedirse resolución denegatoria del inicio del mismo.
[11] Al señalar créditos oportunos, hacemos referencia a aquellos acreedores que se
apersonaron al Procedimiento Concursal de su deudor invocando el reconocimiento de sus
créditos dentro del plazo establecido en el artículo 34° de la Ley Concursal Peruana.
[12] Los párrafos citados se dictaron al interior del expediente Nº 0928-2000/CRP-ODI-
CAMARA, mediante Resolución Nº 0301-2004/SCO-INDECOPI del 21 de mayo de 2004, en el
Procedimiento Concursal seguido frente a Funeraria Libertad S.R.L.
[13] Echeandía, Luis Francisco, “Odisea concursal y Crisis Empresarial. Verdades,
mentiras y leyendas tras el mito de una ley con fama de flotador”, en Ius et Veritas,
Revista Editada por alumnos de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, núm. 22, Lima, 2001, pp. 201 y 212.
[14] Ley General del Sistema Concursal Peruana.- Artículo 38.- Procedimiento de
reconocimiento de créditos
38.1 Culminada la fase de apersonamiento de los acreedores, la Secretaría Técnica
notificará al deudor para que, en un plazo no mayor de diez (10) días exprese su posición
sobre las solicitudes de reconocimiento de créditos presentadas.
38.2 De existir coincidencia entre lo expuesto por el deudor y el acreedor, la Secretaría
Técnica emitirá la resolución de reconocimiento de créditos respectiva, en un plazo no
mayor de diez (10) días de la posición asumida por el deudor respecto del crédito. La
falta de pronunciamiento del deudor no impide a la Secretaría Técnica, dentro del mismo
plazo, emitir las resoluciones respectivas, de considerarlo pertinente.
38.3 En el supuesto del párrafo anterior, la Secretaría Técnica, atendiendo a las
características de la solicitud y a la naturaleza del crédito invocado, podrá proceder a la
acumulación de las mismas a través de la emisión de una sola resolución.
38.4 En un plazo no mayor de cinco (5) días al vencimiento del plazo referido en el
segundo párrafo del presente artículo, la Secretaría Técnica publicará en su local un
aviso detallando, de manera resumida, el contenido de sus resoluciones, precisando el
nombre del acreedor, el monto de los créditos por concepto de capital, intereses y gastos
y el orden de preferencia. Dentro de los cinco (5) días siguientes a la publicación
cualquier acreedor podrá oponerse a dichas resoluciones, adjuntando la información y
documentación a efectos de fundamentar su pedido
38.5 En los casos de créditos invocados por acreedores vinculados al deudor y en aquéllos
en que surja alguna controversia o duda sobre la existencia de los mismos, el
reconocimiento de dichos créditos solamente podrá ser efectuado por la Comisión, la que
investigará su existencia, origen, legitimidad y cuantía por todos los medios, luego de lo
cual expedirá la resolución respectiva […].
[15] “[...] una vez definida la composición de los créditos que concurrirán frente al
deudor concursado, se conformará e instalará el órgano colegiado junta de acreedores, el
mismo que se convertirá en el nuevo órgano societario responsable de la toma de las
decisiones principales al interior del proceso [...]”. Ezcurra, Huáscar, “Sociedades
Insolventes ¿Hasta dónde llegan las facultades del Estado para revisar las decisiones de la
Junta? ¿Cuál es el límite?”, en Estudios de derecho societario: Libro Homenaje a Enrique
Elías Laroza, Trujillo, Normas Legales, 2005, p. 255.
[16] Ley General del Sistema Concursal Peruana.- Título Preliminar
Artículo VI.- Proporcionalidad
Los acreedores participan proporcionalmente en el resultado económico de los
procedimientos concursales, ante la imposibilidad del deudor de satisfacer con su
patrimonio los créditos existentes, salvo los órdenes de preferencia establecidos
expresamente en la presente Ley.
[17] Ezcurra, Huáscar, “La Ley de Reestructuración Patrimonial: Fundamentalmente un
instrumento de reducción de costos de transacción”, en Gaceta Jurídica, Tomo 57, Lima,
1998, p. 34.
[18] “La garantía de que la decisión de mayoría sea la mejor decisión a los intereses de
los acreedores (y a la finalidad de proteger el crédito), es justamente haberle atribuido
dicha decisión exclusivamente a ellos. Es por ello que para tal decisión no se requiere ni
se permite la intervención del deudor, ni del propio Indecopi, pues ninguno de ellos tiene
los incentivos adecuados para tomar una decisión que maximice el retorno para los
acreedores afectados por la crisis”. Ezcurra, Huáscar, Sociedades Insolventes, Óp. Cit, p.
262.
[19] Resolución Nº 120-97/TDC-INDECOPI del 9 de mayo de 1997.
[20] Ver en Separata Especial del Diario Oficial “El Peruano” del 27 de agosto de 2000.
[21] Ezcurra, Huáscar, “¿Cuándo y por qué el Estado debe decidir la liquidación de los
insolventes?”, en Manual de Actualización Comercial, Lima, Gaceta Jurídica, 2010, p. 46.
[22] Echeandía, Luis Francisco, Loc. Cit.
[23] Ley General del Sistema Concursal Peruana. Impugnación de acuerdos de junta de
acreedores
Artículo 118.- Impugnación y nulidad de acuerdos
118.1 El deudor o los acreedores que en conjunto representen créditos de cuando menos
el 10% del monto total de los créditos reconocidos por la Comisión, podrán impugnar ante
la misma, los acuerdos adoptados en Junta dentro de los diez (10) días siguientes del
acuerdo, sea por el incumplimiento de las formalidades legales, por inobservancia de las
disposiciones contenidas en el ordenamiento jurídico, o porque el acuerdo constituye el
ejercicio abusivo de un derecho. Asimismo, cualquier cuestionamiento sobre la
convocatoria y reunión de la Junta de Acreedores deberá efectuarse mediante el
procedimiento previsto para la impugnación de acuerdos.
118.2 En los mismos casos señalados en el párrafo anterior, la Comisión, de oficio, podrá
declarar la nulidad del acuerdo adoptado en Junta dentro de un plazo de treinta (30)
días.
[24] Ley General del Sistema Concursal Peruana. Artículo 50°.- Instalación de la Junta de
Acreedores
[…]
50.7 Si en el caso referido en el quinto párrafo del presente artículo, la Junta no se
instala en la oportunidad prevista o dentro del término de treinta (30) días posteriores a
la ocurrencia de dicho hecho no se implementa la liquidación mediante la adopción de
los acuerdos necesarios para que ello ocurra, la Comisión designará, de oficio, un
liquidador, siguiendo las reglas establecidas en el Artículo 97.
Artículo 58.- Plazo para decidir el destino del deudor
58.1 La Junta contará con un plazo hasta de cuarenta y cinco (45) días de instalada para
decidir el destino del deudor, conforme al literal a) del Artículo 51.1.
58.2 Si la Junta no tomase acuerdo sobre el destino del deudor serán de aplicación las
disposiciones contenidas en el Capítulo VII del Título II de la Ley.
Artículo 65.- Aprobación del Plan de Reestructuración
65.1 Acordada la continuación de las actividades del deudor, la Junta de Acreedores
deberá aprobar el Plan de Reestructuración en un plazo no mayor de sesenta (60) días.
65.2 La administración del deudor podrá presentar a la Junta más de una propuesta de
Plan de Reestructuración.
65.3 Si la Junta no aprueba el Plan dentro del plazo referido, será de aplicación el
Capítulo VII del Título II de la Ley.
Artículo 74.- Acuerdo de disolución y liquidación
[…]
74.4 La Junta aprobará y suscribirá el respectivo Convenio de Liquidación en dicha
reunión o dentro de los treinta (30) días siguientes. De no darse la aprobación
mencionada, serán de aplicación las disposiciones contenidas en el Capítulo VII del Título
II
[…]
[25] Sobre el particular, Paolo del Aguila señala que, podemos encontrar dos niveles para
la nominación y elección del liquidador: i) en un nivel interno de la sociedad donde la
Junta de Acreedores deliberan y designan al liquidador, según se trate de un esquema
liquidatorio regulado por la Ley Concursal Peruana; y, ii) en un nivel externo a la
sociedad, determinado por la falta de acción de la Junta de Acreedores, será la autoridad
concursal la llamada a designar al liquidador conforme el artículo 97.4 de la Ley
Concursal Peruana. Del Águila, Paolo, “Un fin, dos caminos: encuentros y desencuentros
entre la Liquidación Societaria y la Liquidación Concursal”, en Estudios de derecho
societario: Libro Homenaje a Enrique Elías Laroza, Trujillo, Normas Legales, 2005, p. 216
[26] Íbidem, p. 225.
[27] Ley General del Sistema Concursal Peruana. Artículo 120º.- Registro de entidades
administradoras y liquidadoras.
120.1 Podrán ejercer las funciones de Administrador o de Liquidador las personas
naturales o las personas jurídicas registradas ante la Comisión.
120.2 Para acceder al registro los interesados deberán presentar ante la Comisión de
Procedimientos Concursales del INDECOPI una solicitud acreditando cumplir los requisitos
siguientes:
a) En caso de personas naturales:
a.1 Tener capacidad de ejercicio.
a.2 Tener grado académico universitario.
a.3 No haber sido condenado por delito doloso.
a.4 Presentar declaración jurada de bienes y rentas.
a.5 Tratándose de personas previamente inscritas, no encontrarse suspendido su registro
ni haber sido inhabilitado en forma permanente, según el Artículo 123.1.
b) En caso de personas jurídicas:
b.1 Estar inscrita en los Registros Públicos del país.
b.2 Presentar declaración jurada de bienes y rentas.
b.3 Tratándose de entidades previamente inscritas, no encontrarse suspendido su registro
ni haber sido inhabilitado en forma permanente, según el Artículo 123.1.
b.4 Los representantes, apoderados, gerentes, directores, accionistas y similares de la
persona jurídica deberán cumplir los requisitos para personas naturales, en lo que sea
aplicable.
120.3. Los requisitos señalados en el numeral anterior deberán cumplirse mientras el
Administrador o el Liquidador tenga el registro vigente ante la Comisión.
120.4 La Comisión podrá solicitar información complementaria a las diversas centrales de
riesgo u otros organismos que considere pertinente.
120.5 En defecto del acuerdo de Junta de Acreedores, el INDECOPI exigirá a la entidad
administradora o liquidadora una Carta Fianza otorgada por una empresa del Sistema
Financiero autorizada por la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP, solidaria,
irrevocable, incondicional y de realización automática a requerimiento del INDECOPI,
cada vez que la entidad administradora o liquidadora asuma la conducción de un
procedimiento concursal por designación de la Junta o la Comisión.
120.6 En caso las entidades liquidadoras designadas por la Comisión no cumplan con
constituir la referida Carta Fianza dentro del plazo establecido por la Comisión, quedará
sin efecto dicha designación de pleno derecho
[28] Ver los artículos 61°, 74.3, 78°, 82°, 83° y 120° de la Ley Concursal Peruana.
[29] “Dada su naturaleza dineraria, las multas tienen como finalidad primordial
desincentivar a los administrados de volver a infringir las normas transgredidas con su
accionar. En el caso específico de las administradoras y liquidadoras registradas ante
indecopi, tales sanciones tiene por objeto persuadir a dichas entidades de que el
beneficio esperado por su conducta ilícita siempre será menor al detrimento económico
que les representa la multa, propiciando con ello que en lo sucesivo su actuación se
ajuste al estricto cumplimiento de las obligaciones que la Ley y la Junta de Acreedores le
imponen en salvaguardia del interés público tutelado mediante el concurso.
En cambio, las sanciones restrictivas de derechos cumplen una función, más drástica y
severa, consistente en la necesidad de apartar de forma temporal o definitiva a aquellas
entidades administradoras o liquidadoras que, por la especial gravedad de las
infracciones cometidas, el serio perjuicio ocasionado a la masa de acreedores y/o
reiterancia sostenida en el incumplimiento de sus deberes, evidencian con su conducta
ilícita la imposibilidad de continuar desempeñando sus funciones de conductores de los
patrimonios sometidos a concurso sin poner en grave riesgo los intereses de las partes
involucradas en los respectivos procedimientos”. Criterios establecidos en la Resolución
Nº 0595-2008/SC2-INDECOPI del 30 de diciembre de 2008.
[30] En la conversión sería entre 1300 a 130,000 dólares americanos.
[31] Flint, Pinkas, Tratado de Derecho Concursal, Tomo I, Lima, Editorial Jurídica Grijley,
2003, p. 577.
[32] Barrero, Enrique, “La responsabilidad de los administradores concursales”, en
Estudios sobre la Ley Concursal. Homenaje a Manuel Olivencia, Tomo II, Madrid, Marcial
Pons Ediciones Jurídicas y Sociales, 2005, p. 1281.
https://www.monografias.com/trabajos75/derecho-concursal/derecho-
concursal.shtml

Derecho concursal

https://www.uv.es/ajv/art_jcos/art_jcos/num12/art%2012/Breves%20apuntes
%20de%20la%20nov%C3%ADsima%20Ley%20de%20Concursos%20peruana%
20o%20Ley%20n%C2%BA_%2027809.htm

Breves apuntes de la novísima Ley de Concursos


peruana o Ley nº. 27809(1)
POR

ESTEBAN CARBONELL O'BRIEN (2)

Sirvan estas notas al Derecho Concursal peruano, el inicio de mi segundo


trabajo de investigación a pedido expreso de personas ligadas al quehacer
jurídico y empresarial que involucra éste, un amalgama de pensamientos e
ideas que rodean en estricto al Derecho y a sus demás ramas colindantes,
sean éstas de carácter sociológico, histórico y político.

Es necesario precisar que el Derecho Concursal es una materia inmersa en el


ordenamiento jurídico del Derecho Mercantil, que por sus variables
principalmente ligada al mundo de los negocios, espectro éste de fluidos
intercambios, hace se originen variables, a veces bruscas, como el de nuestra
legislación en materia de concursos, que en menos de diez años –de
encontrarse su tutela en el ámbito privado- ha devenido en modificaciones
legislativas de singular importancia.

Valgan verdades nuestro legislador de hoy en día, busca notoriedad –no


sabemos a ciencia cierta si frente a sus electores- al presentar iniciativas
legislativas, con el objeto de aparecer como el solucionador de problemas
originados a consecuencia de la crisis patrimonial de las empresas o
propiamente de los empresarios.

En estas reformas por lo general existe un camino que las guía, lo que unos
tildan como criterios de política legislativa, o simplemente la finalidad de las
normas en el tiempo. En otras latitudes, como en Europa principalmente, las
denominadas reformas o enmiendas a la ley, pasan por un proceso de
evaluación y estudio y fundamentalmente por un debate nacional.
Consideramos oportuno soslayar que las normas deben perdurar en el tiempo
lo suficiente, que haga necesario un nuevo proceso de depuración legislativa.
Es diligente –aún más responsable- adoptar posturas legislativas de
vanguardia que coadyuven a mejorar la política de nuestro Poder Legislativo.

En dicho orden de ideas, hemos de subrayar que nuestro examen se centra en


aquellos institutos que persiguen la conservación de la empresa, sin que ello
haga merecedor a nuestro legislador de loas por la dación de normas que
apunten a ello. No es la generación de leyes, las que ayudarán a salir de la
crisis patrimonial a las empresas, sólo ellas –las empresas- deben tomarlas
como directriz para orientar su rumbo a aguas más calmadas.

El preservar el patrimonio de las empresas no es más que el patrón de


conducta que debe incentivar al empresario, a prevenir –pues no hay nadie
más que él- la generación de sucesivas obligaciones que no podrá afrontar en
un futuro, con el consecuente incumplimiento en cadena de empresas del
mismo grupo económico, sector productivo o de servicios.

He de observar que en las últimas modificaciones del Derecho Concursal a


nivel comparado, destaca el portugués a través de la sanción del Decreto-Ley
132/93 (3), el belga recientemente se ha sancionado la Ley de 17 de julio de
1997, relativa al convenio judicial y, por su parte, al Ley de 8 de agosto de 1997
sobre quiebras (4) y el Anteproyecto de Ley Concursal española de 2001.

Por tanto, nuestra legislación debe recoger lo mejor de cada una de ellas –
previa adaptación a nuestra realidad social y política- y buscar que contenga la
finalidad de todo procedimiento concursal que es la mejor tutela del crédito,
vale decir el satisfacer a todos los acreedores en la medida de lo posible, a
través de dos vías pertinentes: conservación de la empresa o liquidación de la
misma.

He de considerar que la presente ley busca satisfacer una aspiración profunda


y quizás largamente sentida en el Derecho Patrimonial peruano, pues ello
implica que las severas críticas que ha merecido la ley concursal, no han ido
seguidas, de soluciones legislativas, que pese a su reconocida urgencia y a los
meritorios intentos realizados en su preparación, han venido demorándose y
provocando, a la vez un agravamiento de los defectos de que adolece la
legislación en vigor: arcaísmo, predominio de determinados intereses
particulares en detrimento de otros generales, inadecuación a la realidad social
y económica de nuestro tiempo, con la consecuente práctica de maniobras de
mala fe, abusos y simulaciones, que las normas reguladoras de las
instituciones concursales no alcanzan a reprimir eficazmente.

Es menester mencionar a pesar de la sanción de ésta nueva Ley concursal,


han faltado sin embargo, meritorios trabajos prelegislativos en la senda de la
reforma concursal, sumado a ello el escaso debate al interior de las
Comisiones de trabajo del Congreso de la República, no hace más que validar
la tesis de adoptar con mesura los grandes cambios propuestos, los mismos
que pueden verse truncados por la poca difusión por parte del Estado a través
de sus organismos colaterales.

Consideramos que ésta ley concursal opta a nuestro modo de ver, por los
principios de unidad legal y de sistema, pues unifica un solo texto legal los
aspectos materiales y procesales del concurso, sin más excepción que la de
aquellas normas que por su naturaleza han exigido ser excluidas.

Es de observarse que se supera la diversidad de instituciones concursales, que


es una fórmula que además de ser justificada por la desaparición del carácter
represivo de la insolvencia mercantil, viene determinada por la tendencia a
simplificar el procedimiento, sin que ello pretenda ignorar determinadas
especialidades del concurso y de la existencia en la masa activa de unidades
productivas de bienes o servicios, temas que son tenidos en cuenta a lo largo
de la regulación del concurso, desde su solicitud hasta su solución mediante el
Plan-Convenio o su liquidación.

Consideramos que la unidad del procedimiento de concurso se consigue en


virtud de la flexibilidad de que la Ley lo dota, que permite su adecuación a
diversas situaciones a través de las cuales puede alcanzarse la satisfacción de
los acreedores, finalidad –consideramos última- esencial del concurso.

Dicha unidad impone un presupuesto objetivo, cual es la insolvencia, estado en


que se encuentra el deudor que no puede cumplir sus obligaciones. Debe
resaltarse que dicho concepto unitario es también flexible. La verificación o
reconocimiento del estado de insolvencia patrimonial opera de manera distinta
según sea por un concurso necesario o voluntario.

Por ende, los legitimados para solicitar el concurso del deudor –entendiéndase
los acreedores- han de basarse en alguno de los hechos que como presuntos
reveladores de la insolvencia enuncia la Ley, dado que puede partir de una
ejecución singular infructuosa hasta el sobreseimiento general, según afecte al
conjunto de obligaciones o alguna de las clases que la Ley considera en el
pasivo del deudor.

Por tales razones incumbe al solicitante del concurso necesario la prueba de


los hechos en que se fundamente; en todo caso, la declaración ha de realizarse
respecto de las garantías del deudor, quien habrá de ser emplazado y podrá
oponerse a la solicitud, basándose en la inexistencia del hecho en que ésta se
fundamente o en la de su estado de insolvencia, debiendo acreditar su
solvencia patrimonial.

Ahora bien, si la solicitud de concurso la insta el propio deudor, se considera


reconocimiento de su estado de insolvencia, que en este caso no sólo podrá
ser actual, sino futura prevista con el carácter de inminente, para lo cual el
deudor tiene el deber "ético" de solicitar su declaración de concurso cuando
conozca o hubiera debido conocer su estado de insolvencia; por ello debe tener
la facultad de anticiparse a éste de manera preventiva. En dicho presupuesto,
el Estado debe cumplir un rol fundamental de difusión no solo a nivel local, sino
regional, con la consecuente administración de recursos en estrecha relación
con sus operadores administrativos, quienes deben trabajar de manera
conjunta que refleje eficacia real.

El sistema legal combina así las garantías del deudor con la conveniencia de
ser previsor en el tiempo, al solicitar la declaración del concurso, a fin de evitar
que el deterioro del estado patrimonial impida o dificulte las soluciones más
adecuadas para satisfacer a los acreedores.

He de resaltar la unidad y la flexibilidad del procedimiento concursal peruano, el


cual se refleja en su propia estructura, articulada, en principio, en una fase
común que puede desembocar en un Plan –Convenio o en una liquidación. La
fase común se abre con la declaración del concurso y concluye una vez
presentado el informe de la Comisión pertinente y transcurrido el plazo de
impugnaciones o resueltas las formuladas contra dicho fallo administrativo, el
cual reflejará el estado patrimonial del deudor, a través de la determinación de
las masas activa y pasiva del concurso.

La flexibilidad del procedimiento se percibe también en el régimen de los


efectos que produce la declaración de insolvencia. Con respecto al deudor, se
atenúan los establecidos por la legislación anterior y se suprimen los que tienen
un carácter represivo de la insolvencia. Como corolario del procedimiento, el
ejercicio de las facultades patrimoniales del deudor se somete a intervención
de sus acreedores.

Asimismo, con sentido positivo el deber del deudor de prestar colaboración con
los órganos del concurso, informarles de cuanto sea de interés de éste,
auxiliarlos en la conservación y administración de la masa activa hasta su
correspondiente entrega, máxime si cabe la prosecución de los actos del
deudor.

Es menester privilegiar que la Ley con criterios de funcionalidad –recogidos de


la anterior legislación- a conservado los efectos de la declaración de concurso
sobre los acreedores, ordenando la paralización de las acciones individuales
promovidas por éstos contra el patrimonio del concursado. Dicha suspensión
importa una consecuencia natural de la integración de los acreedores en la
masa pasiva del concurso, no afectando a las declarativas de la justicia civil ya
en trámite, que continuarán hasta la firmeza de la sentencia, salvo aquellos
generados con posterioridad a la declaración de dicha situación patrimonial.

Resulta provechoso mencionar que la Ley da un nuevo tratamiento al difícil


tema de los efectos de la declaración del concurso sobre los actos realizados
por el deudor en período sospechoso por su proximidad a ésta. El perturbador
sistema de retroacción del concurso se sustituye por unas específicas acciones
de reintegración destinadas a rescindir los actos perjudiciales para la masa
activa, perjuicio que en unos casos la ley presume y en los demás con carácter
de probanza ante la administración judicial o subsidiariamente, por los
acreedores legitimados para ejercitar la correspondiente acción reinvindicatoria.
Cabe agregar que, los terceros adquirientes de bienes o derechos afectados
por estas acciones gozan de la protección que derive, en su caso, de la buena
fe, de las normas sobre irreivindicabilidad o del Registro.

He de mencionar que las soluciones del concurso previstas en la Ley, son el


Plan-Convenio y una salida ordenada del mercado, a través de una liquidación
extrajudicial, para cuya respectiva tramitación se articulan específicas fases en
el procedimiento.

Es el Plan-Convenio la solución normal del concurso, que la Ley fomenta con


una serie de medidas, orientadas a alcanzar la satisfacción de los acreedores a
través del acuerdo contenido en un negocio jurídico en el que la autonomía de
la partes goza de una gran amplitud.

Es de resaltar entre las medidas para facilitar esta solución del concurso la
admisión de la propuesta anticipada de convenio que el deudor puede
presentar con la propia solicitud de concurso voluntario o preventivo o, incluso
cuando se trate de concurso necesario hasta la expiración del plazo de
comunicación de créditos, siempre que vaya acompañada de adhesiones de
acreedores en el porcentaje que la Ley establece.

Debe resaltarse que la regulación de la propuesta anticipada permite, incluso la


aprobación del Plan-Convenio durante la fase común del concurso, con una
notoria economía de tiempo y de gastos respecto de los actuales
procedimientos concursales.

Por ende, la Ley procura agilizar la tramitación de las propuestas de Convenio.


La propuesta anticipada que no hubiese alcanzado adhesiones suficientes para
su aprobación, podrá incluso ser enmendada en el tiempo establecido y
mantenida por la Junta de Acreedores, quienes son a través de su
representante, el director de debates al interior del concurso.

Es necesario mencionar que para asegurar que el Plan-Convenio sea aprobado


y para la posibilidad de cumplimiento, la propuesta ha de ir acompañada de un
cronograma de pagos, el cual debe respetar los regímenes especiales
establecidos en la Ley.

De otro lado, la finalidad de conservación de la actividad profesional o


empresarial del concursado puede cumplirse a través de un Plan-Convenio, a
cuya propuesta se acompañará un plan de viabilidad. Aunque he de precisar
que el objeto del concurso no sea el saneamiento de empresas, un convenio de
continuación puede ser instrumento para salvar las que se consideren total o
parcialmente viables, en beneficio no solo de los acreedores, sino del propio
concursado, de los trabajadores y de otros intereses.

Ahora bien, la aprobación del Plan-Convenio no produce la conclusión del


concurso, que sólo se alcanza con el cumplimiento de aquél.

La otra cara de la moneda y que concede la Ley al deudor es la facultad de


optar por una solución liquidatoria del concurso, como alternativa a la de
convenio, pero también le impone el deber de solicitar la liquidación cuando
durante la vigencia de un Plan- Convenio conozca la imposibilidad de cumplir
los pagos comprometidos y las obligaciones contraídas con posterioridad a su
aprobación. Es oportuno mencionar que en los casos de apertura de la
declaración de insolvencia a pedido expreso de acreedor o de oficio –al correr
traslado de la justicia civil- la liquidación es siempre una solución subsidiaria,
que opera cuando no se alcanza o se frusta la del Plan-Convenio.

La unidad y flexibilidad del procedimiento permiten en estos supuestos pasar


de forma rápida y simple a la fase de liquidación.

Los efectos de la liquidación son, lógicamente más severos. El concursado


quedará sometido a la situación de suspensión en el ejercicio de sus facultades
patrimoniales de administración y disposición y sustituido por la administración
que proponga la Junta de Acreedores.

No obstante la mayor imperatividad de las normas que regulan esta fase, la Ley
la dota también de la conveniente flexibilidad, como se refleja en el Convenio
de Liquidación, que habrá de preparar el liquidador designado por la Junta de
Acreedores, y sobre el que podrán formular observaciones o propuestas el
deudor y los acreedores concursales antes de su aprobación.

Especial atención debida la Ley a las cuestiones que plantea el concurso con
elemento extranjero, fenómeno carente de adecuada regulación en la
legislación anterior y cada vez más frecuente en una economía globalizada.

La competencia internacional para declarar y tramitar el concurso se basa en el


lugar de situación del centro de los intereses principales del deudor, teniendo el
carácter de "principal" el concurso que se declare sobre esa base, sin perjuicio
de que puedan abrirse otros concursos "territoriales" en aquellos Estados en
los que el deudor tenga establecimientos.

De otro lado, la profundidad de la reforma tiene su más clara expresión en las


disposiciones finales, transitorias, derogatoria y modificatorias que cierran la
Ley. El alcance de la nueva regulación se extiende a múltiples sectores de
nuestro ordenamiento jurídico y afecta a numerosas normas que, en virtud de
la reforma han de quedar modificadas, en unos casos, y derogadas en otros.
Se pretende armonizar el Derecho vigente con la reforma introducida por la
presente Ley, y al propio tiempo, limitar el ámbito de ésta a la materia
concursal.

En dicho orden de ideas, sin más nos adentraremos a este laberinto mágico de
los concursos, para lo cual esperamos contribuir de manera suficiente –aunque
preferimos ser diligentes-con el acervo documentario del Derecho Concursal en
nuestra patria.

Florida, Miami, septiembre de 2002.

NOTAS

(1) In Memorian, a doña Carmen Rivas Franco de Elguera.


(2) (Lima, 1970) Abogado con estudios en leyes en universidades de Lima y
Buenos Aires. Maestría (LL.M.) en Derecho Civil por la Universidad Católica
del Perú (1993-94). Ex Asesor Legal de las Comisiones de Justicia y
Reestructuración Empresarial del Congreso de la República del Perú y del
Colegio de Abogados de Lima, respectivamente. Miembro de la Comisiones
Consultivas de Derecho Concursal y Contratos del Colegio de Abogados de
Lima (2001-03). Arbitro en asuntos de su especialidad por el Colegio de
Abogados de Lima (2002-03). Autor del libro: "Bancarrota y Suspensión de
Pagos: Mecanismos Alternativos de Reingeniería Legal"(1999). En prensa
(Edit. San Marcos) su segundo libro: "Interpretación a la Ley General del
Sistema Concursal. Visión Práctica y Jurisprudencial"(2003).

(3) Con la nueva reforma domina la idea de la recuperación de la empresa


deudora insolvente cuando es económica y financieramente viable, se reduce
así el procedimiento de quiebra a los casos irremediables de insolvencia. Así
se habla de quiebra/saneamiento. Lo fundamental a tener presente es que este
régimen está presidido por una visión social de la empresa, basada en su
manutención, siempre que así esté justificada. En suma, las orientaciones
normativas son: 1. la eliminación de la dicotomía entre quiebra de
comerciantes e insolvencia de los no comerciantes, sustituida por la dicotomía
empresa/no empresa, en función de lo cual sea admisible el proceso de
recuperación de empresas en alternativa al proceso de quiebra. Véase:
FERREIRA DE ALMEIDA, Carlos. "O ambito de aplicacao dos processos de
recuperacao da empresa e de falencia: pressupostos objectivos e subjectivos".
Revista a Facultade de Direito da Universidade de Lisboa. Vol. XXXVI,
1995, p. 385; CARVALHO FERNÁNDEZ, L.. "Sentido general (...)". Op.
Cit.p. 32; DE OLIVEIRA ASCENSAO, José. "Efeitos da Falencia sobre a
pessoa e negocios do fallido". Anno 55. Vol. III. Revista da ordem dos
advogados, 1995. p. 641 y ss.

En cambio, en su art. 1.2. en relación con el art. 4 se establece la quiebra de


una empresa deudora insolvente cuando ésta se muestra económicamente
inviable, o no se considere posible, atendiendo a las circunstancias de su
recuperación financiera.

(4) Véase estudio de ambas leyes en AA.VV.Le nouveau Droit du concordat


judiciaire et de la Faillite: Les Lois des 17 juillet et 8 aout 1997. Bruxelles:
Bruylant, 1997, 288 p.

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https://www.indecopi.gob.pe/en/web/procedimientos-concursales/home

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https://www.soyconta.com/que-es-el-iva-acreditable/

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Prestamos diversos servicios de asesoría legal vinculada a la prevención y manejo de las situaciones de crisis
patrimonial y de iliquidez de personas jurídicas, personas naturales, sociedades conyugales y sucesiones
indivisas, en el marco del sistema concursal peruano.

Nuestros especialistas estructuran, presentan y dan trámite a solicitudes de inicio de procedimientos concursales
por parte del deudor o de sus acreedores, así como de reconocimientos de créditos a cargo de acreedores
sometidos a procedimiento concursal. Los miembros del área de Derecho Concursal del Estudio Echecopar
cuentan con amplia experiencia estructurando y dirigiendo sesiones de Junta de Acreedores, ejerciendo la
representación de deudores y de acreedores ante la misma y ante la autoridad concursal.

Otro tipo de operaciones que involucran un mayor grado de sofisticación son también parte de los encargos
profesionales que atienden nuestros especialistas en Derecho Concursal; así, contamos con experiencia como
expertos en cortes internacionales, en operaciones de adquisición de créditos concursales, adquisición de activos
del patrimonio concursal, estructuración de procesos de reestructuración, liquidación de empresas en marcha,
tomas de control de empresas sometidas a procedimiento concursal, protección al patrimonio del deudor en crisis,
estructuración de vehículos de quiebra remota, "Due Diligence" legal de empresas sometidas a procedimiento
concursal, insolvencias transfronterizas, conclusión anticipada de procedimientos concursales, entre otras.

De igual manera nuestros profesionales se encuentran altamente calificados para brindar todo tipo de asesoría a
deudores que busquen manejar o poner fin a una situación de crisis patrimonial o de liquidez; a acreedores con
interés en el cobro de sus acreencias o en el castigo contable de las mismas; así como a los propios acreedores
o terceros con interés en la prevención de crisis patrimoniales del deudor, en su reestructuración, liquidación o
control.
SUMILLA: Tratándose de deudas tributarias garantizadas con carta fianza, que se encuentren
sometidas a un procedimiento de reestructuración en el cual se hubiera aprobado el Plan de
Reestructuración correspondiente, procede que la Administración Tributaria, de ser el caso,
disponga la ejecución de dicha garantía; salvo que se hubieran dado los supuestos de
excepción establecidos en el numeral 67.3 del artículo 67° de la Ley General del Sistema
Concursal.

A efectos de realizar la imputación del monto resultado de la ejecución de la carta fianza, es


de aplicación lo dispuesto en el artículo 31° del TUO del Código Tributario.

INFORME N° 018-2003-SUNAT/ 2B00001

MATERIA:

Se formulan las siguientes consultas:

1. ¿Corresponde la ejecución de cartas fianzas otorgadas por una entidad bancaria a favor de
un contribuyente, cuando la deuda respaldada con dichas garantías posteriormente deviene
en concursal, es decir, es reconocida dentro de alguno de los procedimientos regulados en la
Ley de Reestructuración Patrimonial?.

2. En tal caso, ¿cómo procede la imputación producto de la ejecución de la carta fianza, si el


reconocimiento de la deuda es hecho a través de una Resolución, teniendo en consideración,
además, que en los acuerdos de Juntas de Acreedores usualmente se varían las reglas de
imputación a capital o intereses?.

BASE LEGAL:

- Ley N° 27809, Ley General del Sistema Concursal, publicada el 08.08.2002 (1)
.

- Texto Único Ordenado del Código Tributario, aprobado mediante Decreto Supremo N° 135-
99-EF y normas modificatorias (en adelante, TUO del Código Tributario), publicado el
19.08.1999.

(2)
ANÁLISIS :

Para efectos del presente informe, entendemos que la consulta formulada se encuentra
referida a los procedimientos concursales ordinarios vigentes en los cuales se hubieran
aprobado planes de reestructuración.

Al respecto, cabe señalar lo siguiente:

Conforme a lo dispuesto en el numeral 17.1 del artículo 17° de la Ley General del Sistema
Concursal, a partir de la fecha de la publicación a que se refiere el artículo 32°, se suspenderá

1
http://www.sunat.gob.pe/legislacion/oficios/2003/oficios/i0182003.htm
la exigibilidad de todas las obligaciones que el deudor tuviera pendientes de pago a dicha
fecha, sin que este hecho constituya una novación de tales obligaciones, aplicándose a éstas,
cuando corresponda, la tasa de interés que fuese pactada por la Junta de Acreedores de
estimarlo pertinente. En este caso, no se devengará intereses moratorios por los adeudos
mencionados, ni tampoco procederá la capitalización de intereses.

El numeral 17.2 del artículo 17° de la Ley General del Sistema Concursal, dispone que dicha
suspensión durará hasta que la Junta apruebe el Plan de Reestructuración, el Acuerdo Global
de Refinanciación o el Convenio de Liquidación en los que se establezcan condiciones
diferentes, referidas a la exigibilidad de todas las obligaciones comprendidas en el
procedimiento y la tasa de interés aplicable en cada caso, lo que será oponible a todos los
acreedores comprendidos en el concurso.

Adicionalmente, el numeral 17.3 del mencionado artículo señala que la inexigibilidad de las
obligaciones del deudor no afecta que los acreedores puedan dirigirse contra el patrimonio de
los terceros que hubieran constituido garantías reales o personales a su favor, los que se
subrogarán de pleno derecho en la posición del acreedor original.

El numeral 18.1 del artículo 18° de la Ley General del Sistema Concursal, dispone que a partir
de la fecha de la publicación referida en el artículo 32°, la autoridad que conoce de los
procedimientos judiciales, arbitrales, coactivos o de venta extrajudicial seguidos contra el
deudor, no ordenará bajo responsabilidad, cualquier medida cautelar que afecte su
patrimonio (3) y si ya están ordenadas se abstendrá de trabarlas.

Por su parte, el numeral 67.3 del artículo 67° de dicha ley señala que los efectos de la
aprobación del Plan no liberan a los terceros garantes del deudor, salvo que el acreedor
beneficiario de las garantías constituidas por éstos hubiera votado a favor de la aprobación
del Plan o que dichos garantes hubiesen previsto el levantamiento de las garantías otorgadas
por efecto de la aprobación del Plan.

Como se observa de las normas glosadas, la esfera de protección del patrimonio previsto en
la Ley General del Sistema Concursal comprende sólo los bienes, derechos y obligaciones del
deudor, es decir aquello que conforma su patrimonio.

Cabe indicar que, el concurso incide en un patrimonio determinado, por lo que sus efectos no
pueden extenderse al patrimonio de terceros. Así, los acreedores pueden dirigir el
cumplimiento de obligaciones a aquellas personas que constituyeron garantías reales o
personales a su favor frente a obligaciones del concursado. De esa forma se logra: a) respetar
el régimen de garantías y b) premiar el comportamiento diligente de ciertos acreedores que
se cubrieron mejor ante el riesgo que implica el incumplimiento de obligaciones (4).

Ahora bien, es del caso señalar que aún cuando se hubiera aprobado el Plan de
Reestructuración sus efectos no alcanzan a los terceros garantes o fiadores. Sin embargo
existen dos excepciones, que se presentan en los siguientes supuestos (4):

a) Cuando dichas personas al constituirse como fiadores o garantes del deudor hubieran
previsto que los efectos del Plan de Reestructuración sí les resultan oponibles: este caso
plantea una situación atípica consistente en el hecho que el tercero garante, al asumir dicho
rol, manifiesta su voluntad de excusarse o eximirse temporalmente del pago de la obligación
en la eventualidad que el deudor responsable de las obligaciones materia de garantía se vea
sometido a un procedimiento concursal en el que se privilegie la conservación patrimonial.
Ello no implica que el tercero forme parte del procedimiento concursal, sino que, de manera
voluntaria, se restringe los alcances de su responsabilidad ante el riesgo de que el deudor
ingrese a concurso.
b) Cuando el acreedor beneficiario de las garantías de terceros vote a favor de la aprobación
del Plan de Reestructuración: la justificación para esta consecuencia legal está dada por el
hecho que, aquellos acreedores que votan a favor de la aprobación del Plan de
Reestructuración están aceptando la reprogramación y/o refinanciación de las obligaciones
respecto de las que tienen un derecho de crédito, lo que motiva que resulte incoherente que
tales acreedores, por otra parte, se dirijan contra los terceros garantes o fiadores respecto
de las mismas obligaciones.

Así pues, se tiene que la aprobación del plan de reestructuración no impide que los acreedores
puedan ejercer las acciones que resulten pertinentes contra el patrimonio de los terceros que
hubieran constituido garantías reales o personales a favor de dicho deudor, toda vez que,
como ya se ha mencionado, la esfera de protección concursal comprende sólo el patrimonio
del deudor; salvo que resulten de aplicación los supuestos de exclusión previstos en el
numeral 67.3 del artículo 67° de la Ley General del Sistema Concursal.

Por consiguiente, aún cuando la deuda tributaria que hubiera sido garantizada con carta
fianza, se encuentre sometida a un procedimiento concursal, y se hubiera aprobado el plan
de reestructuración, procede que la Administración Tributaria, de ser el caso, disponga la
ejecución de dicha garantía; salvo que se hubieran dado los supuestos de excepción antes
mencionados.

Debe destacarse que si bien la deuda garantizada con carta fianza a favor del contribuyente
se encuentra sometida a un procedimiento concursal (5), ello no implica en absoluto que la
misma hubiera perdido su naturaleza de deuda tributaria.

Asimismo, debe tenerse en cuenta que la relación jurídica existente entre el tercero y el
acreedor no se encuentra sujeta a las normas concursales ni tampoco a lo dispuesto en el
Plan de Reestructuración, razón por la cual el pago que realice el fiador debe regirse por sus
propias normas, que en el presente caso son las de carácter tributario.

En consecuencia, a efectos de realizar la imputación del monto resultado de la ejecución de


la carta fianza, es de aplicación lo dispuesto en el artículo 31° del TUO del Código Tributario (6).

CONCLUSIÓN:

Tratándose de deudas tributarias garantizadas con carta fianza, que se encuentren sometidas
a un procedimiento de reestructuración en el cual se hubiera aprobado el Plan de
Reestructuración correspondiente, procede que la Administración Tributaria, de ser el caso,
disponga la ejecución de dicha garantía; salvo que se hubieran dado los supuestos de
excepción establecidos en el numeral 67.3 del artículo 67° de la Ley General del Sistema
Concursal.

A efectos de realizar la imputación del monto resultado de la ejecución de la carta fianza, es


de aplicación lo dispuesto en el artículo 31° del TUO del Código Tributario.

Lima, 27 de enero de 2003

Original firmado por


CLARA URTEAGA GOLDSTEIN
Intendente Nacional Jurídico (e)

(1)
Dispositivo legal aplicable a los procedimientos en trámite bajo la Ley de Reestructuración Patrimonial, en la etapa en que se
encuentren, tal como lo dispone la Primera Disposición Transitoria de la Ley General del Sistema Concursal.
(2)
En principio, cabe indicar que la presente consulta no versa sobre el sentido y alcance de las normas tributarias, teniendo el
presente informe únicamente título ilustrativo en cuanto a las normas que regulan la reestructuración patrimonial.

Dicho “patrimonio” comprende la totalidad de bienes, derechos y obligaciones del deudor concursado, con excepción de sus
(3)

bienes inembargables y aquellos expresamente excluidos por leyes especiales, tal como lo establece el numeral 14.1 del artículo 14°
de la Ley General del Sistema Concursal.

(4)
Así lo señala la exposición de motivos de la Ley General del Sistema Concursal.

(5)
Cabe mencionar que, la finalidad única del procedimiento concursal es propiciar la negociación entre los acreedores y el deudor
sometido a concurso, que les permita llegar a un acuerdo de reestructuración o, en su defecto, a la salida ordenada del mercado,
conforme a lo dispuesto en el artículo II del Título Preliminar de la Ley General del Sistema Concursal.

(6)
El artículo 31° del TUO del Código Tributario señala que los pagos se imputarán en primer lugar, si lo hubiere, al interés moratorio
y luego al tributo o multa, de ser el caso; salvo lo dispuesto en los artículos 117° y 184° respecto a las costas y gastos.
Agrega el tercer párrafo del artículo 31° antes mencionado, que cuando el deudor tributario no realice dicha indicación, el pago parcial
que corresponda a varios tributos o multas del mismo período se imputará, en primer lugar a la deuda tributaria de menor monto y
así sucesivamente a las deudas mayores. Si existiesen deudas de diferente vencimiento, el pago se atribuirá en orden a la antigüedad
del vencimiento de la deuda tributaria.

CAT

A1104-D2

REESTRUCTURACIÓN PATRIMONIAL – Ejecución de carta fianza.

La Ley Reestructuración Patrimonial N.° 26116, promulgada el 28/12/92, derogó la antigua


Ley Procesal de Quiebras N.° 7566, vigente desde el año 1932. El Decreto Legislativo N.°
845, promulgado el 21 de septiembre de 1996, abordó importantes objetivos en e l Sistema
Concursal; tales como:

– La reducción de las dificultades de negociación y costos de transacción con la


finalidad de llegar a acuerdos plurilaterales.
– Evitar la depreciación del patrimonio de los deudos insolvente con las acciones
ejecutivas de cobro.
– La conservación de empresas viables o la salida ordenada y equitativa para los
acreedores de aquellas que no lo son.
– El respeto del derecho de los acreedores a través de sus acciones colectivas en las
Juntas de Acreedoresy la facultad del control ex ante y ex post otorgadas a la autoridad
concursal.
– Y el reordenamiento del mercado y de sus propios agentes a través de las decisiones
tomadas dentro del concurso.

Pese a ello, la demanda y complejidad de los casos presentados ante el INDECOPI


hizo necesaria la promulgación de la Ley de Fortalecimiento de Reestructuración
Patrimonial, Ley N.° 27146, que intentaba reforzar las facultades de fiscalización de la
autoridad concursal e impulsar la utilización de los procedimientos preventivos.

Posteriormente con el Decreto de Urgencia N.° 064-99 se establecieron normas


transitorias para el desarrollo de programas de saneamiento y fortalecimiento
patrimonial en las empresas, creándose a tales efectos el denominado Procedimiento
Transitorio 3, que se crea para:

a. Descentralizar las funciones del INDECOPI.


b. Reducir y flexibilizar los requisitos para gozar de los beneficios del Sistema
Concursal.
c. Agilizar el reconocimiento de los créditos.
d. Controlar mejor la asunción de nuevas deudas por parte de la empresa concursada.
e. Propiciar reuniones, y con ello, decisiones más rápidas de las Juntas de Acreedores,
entre otras razones.

Con la intención de querer modernizar las instituciones concursales y brindar todas las
facilidades posibles a las empresas y personas en crisis financieras para solucionar
sus problemas, se fueron dictando un considerable número de leyes y normas de rango
menor que provocaron cambios constantes, algunos sustanciales que trajeron
yuxtaposiciones y evidentes confusiones al momento de su aplicación, tanto por parte
de los usuarios como de la propia autoridad administrativa, tales como:

a. Falta de celeridad de los procedimientos concursales.


b. Uso indisciplinado y confuso de los procedimientos.
c. Elevados costos de uso y administración del sistema.
d. Capacidad de fiscalización y control limitada de acreedores y de la autoridad
concursal.
e. Uso inadecuado del sistema por parte de administradores y liquidadores de
insolventes.
f. Inequidades en tratamiento de la acreencia laboral.
g. Falta de predictibilidad del Sistema Concursal como consecuencia de las
intervenciones del Poder judicial en el procedimiento concursal.

Éstas, entre otras consideraciones, llevaron a INDECOPI a plantear la necesidad de


una reforma integral para perfeccionar el sistema concursal vigente, que si bien logró
algunos avances era indispensable fortalecerlo para ser mejor entendido. En ese
sentido, se promulgó la Nueva Ley General de Sistema Concursal, Ley N.°
27809 publicada el 8 de agosto del 2001 y puesta en vigencia desde el 8 de octubre
del mismo año.

La Nueva Ley General del Sistema Concursal, a diferencia de las anteriores normas,
contiene un Título Preliminar que regula los lineamientos y principios rectores de la
aplicación de la norma concursal para la consecución de estos objetivos, para estos
efectos la evaluación de la viabilidad del concursado está a cargo de los acreedores
involucrados en los respectivos procedimientos concursales. El Estado tiene en estos
procedimientos un rol promotor de la negociación entre acreedores y deudores,
respetando la autonomía privada respecto a las decisiones que tomen.

Por otro lado, se ha mejorado sustantivamente el diseño del Procedimiento Concursal


Preventivo, el mismo que permite que la junta de Acreedores que desea realizar
cambios en el plan de pagos, se vuelva a reunir para esos efectos. Ello es positivo,
pues si partimos de la premisa que los acreedores deciden, ellos pueden muy bien
reunirse nuevamente para ajustar la reestructuración y mantener a flote el negocio.
Con la antigua Ley de Reestructuración Patrimonial no se podían aprobar dichos
ajustes.

También se puede destacar que prevé expresamente la posibilidad de que el


incumplimiento de un plan de reestructuración o el incumplimiento de un plan de
liquidación, sea conocido y resuelto por un árbitro del Tribunal Arbitral.

Además, introduce las siguientes modificaciones:

a. Se elimina el Procedimiento Simplificado y queda el Procedimiento Concursal


Ordinario y el Procedimiento Concursal Preventivo.
b. Se conceden mayores atribuciones a INDECOPI para fiscalizar a las liquidadoras
(se exige carta fianza a quienes quieran ser liquidadores y se exige el respeto de los
procedimientos para liquidar, etc.).
c. Si los acreedores se demoran en tomar decisión, INDECOPI decide la liquidación en
forma irreversible.
d. Los acreedores que inicien un proceso judicial de ejecución frente al deudor y no
sean pagados, pueden hacer valer el apercibimiento de liquidación del deudor que
prevé el nuevo Artículo 703° del Código Procesal Civil.
e. Se establece que INDECOPI sólo puede participar en la junta de Acreedores donde
se decide el destino del deudor y se aprueba la forma de pago de los créditos.
Un Repaso luego de 114 años de su Regulación en el Perú
LOS DIEZ PRINCIPIOS JURÍDICOS DEL DERECHO CONCURSAL2
Daniel Echaíz Moreno3

El autor comenta la evolución del Derecho Concursal en el Perú y la sucesión de


diversas normas que afinaron su práctica. Asimismo, detalla los principios por
los que se rige la actual Ley General del Sistema Concursal, cuyo cumplimiento
resulta clave para la aplicación de los procedimientos de esta índole.

Los antecedentes normativos del actual Derecho Concursal en el Perú los


encontramos en el Código de Comercio de 1902, publicado específicamente el 1
de julio de aquel año en su Libro Cuarto. Posteriormente se independiza con la
Ley Procesal de Quiebras, la cual fue aprobada mediante Ley Nº 7566, publicada
el 27 de agosto de 1932; y modificada mediante Ley N° 16267 el 5 de noviembre
de 1966.

La primera norma peruana avocada puntualmente al Derecho Concursal es la


Ley de Reestructuración Empresarial, aprobada mediante Decreto Ley Nº 26116,
publicado el 30 de diciembre de 1992. Luego vendrían la Ley de Reestructuración
Patrimonial, aprobada mediante Decreto Legislativo Nº 845, el cual se publicó el
21 de setiembre de 1996; y la Ley de Fortalecimiento de la Ley de
Reestructuración Patrimonial (aprobada mediante Ley N° 27146, publicada el 24
de junio de 1999. Estas últimas normas se condensan en el Texto Único
Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial, aprobado mediante Decreto
Supremo Nº 014-99-ITINCI y publicado el 1 de noviembre de 1999).

Así llegamos a la actual Ley General del Sistema Concursal (en adelante, LGSC),
que fue aprobada mediante Ley Nº 27809 y publicada el 8 de agosto de 2002.
Esta se complementa con otras normas jurídicas, tales como la Ley para la
Reestructuración Económica y de Apoyo a la Actividad Deportiva Futbolística en
el Perú, que se aprobó mediante Ley Nº 29862 y fue publicada el 6 de mayo de
2012), la Ley Complementaria para la Reestructuración Económica de la
Actividad Deportiva Futbolística, aprobada mediante Ley Nº 3064 y publicada el

2
https://laley.pe/art/3031/los-diez-principios-juridicos-del-derecho-concursal-
3
Daniel Echaíz Moreno es Doctorando en Derecho y Magíster en Derecho de la Empresa por la
Pontificia Universidad Católica del Perú. Abogado summa cum laude por la Universidad de Lima. Socio
fundador de Echaíz Abogados. Presidente de la Comisión Consultiva de Derecho Empresarial del
Ilustre Colegio de Abogados de Lima. Árbitro en arbitrajes institucionales ante la Cámara de Comercio
de Lima, el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Justicia, así como en arbitrajes ad-hoc. Catedrático
de la Universidad San Ignacio de Loyola y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).
Miembro asociado del Instituto Peruano de Derecho Mercantil.
10 de julio de 2013; además de la norma que establece la prelación del pago de
las deudas a la Seguridad Social en Salud, aprobada mediante Decreto
Legislativo Nº 1170 el 7 de diciembre de 2013.

Ahora bien, los principios jurídicos del Derecho Concursal los encontramos
recogidos en el Título Preliminar de la LGSC, el cual contiene 10 normas:

1. Objetivo de la Ley.- Originalmente, la LGSC estableció que su objetivo era


la permanencia de la unidad productiva, la protección del crédito y el patrimonio
de la empresa (posición pro deudor), pero dicho texto fue modificado mediante
el Decreto Legislativo Nº 1050, prescribiendo ahora que el objetivo es la
recuperación del crédito (posición pro acreedor) mediante la regulación de
procedimientos concursales que promuevan la asignación eficiente de recursos
(teoría de la optimización) a fin de conseguir el máximo valor posible del
patrimonio del deudor (teoría de la maximización).

2. Finalidad de los procedimientos concursales.- Siendo que los


procedimientos concursales surgen en un contexto de crisis económica, en el
cual concurren varios acreedores a cobrarle al deudor, se busca propiciar un
ambiente idóneo para la negociación entre los acreedores y el deudor que les
permita llegar: a un acuerdo de reestructuración (si el deudor tiene viabilidad
económica) o a la salida ordenada del mercado mediante la liquidación y la
extinción (si el deudor no tiene viabilidad económica).

3. Decisión sobre el destino del deudor.- La viabilidad económica o no del


deudor (que permita llegar al acuerdo de reestructuración o a la salida ordenada
del mercado, respectivamente) es decidida por los acreedores (reunidos en una
junta de acreedores) quienes asumen la responsabilidad y los efectos de su
decisión.

4. Universalidad.- En principio, los procedimientos concursales producen sus


efectos sobre la totalidad del patrimonio del deudor, salvo excepciones como los
frutos del patrimonio familiar (art. 492 Código Civil), los bienes inembargables
(art. 648 Código Procesal Civil) y los créditos post concursales (art. 16 LGSC).

5. Colectividad.- Los procedimientos concursales apuntan a la colectividad, de


modo que, por un lado, buscan la participación y el beneficio de la totalidad de
los acreedores involucrados en la crisis del deudor (sin embargo, no basta ser
acreedor, sino titular de un crédito reconocido) y, por otro, hacen prevalecer el
interés colectivo de la masa de acreedores frente al interés individual de cada
acreedor.

6. Proporcionalidad.- Para evitar el canibalismo del patrimonio del deudor en


donde pocos acreedores se llevan todo y muchos acreedores no se llevan nada,
se tiende a la participación proporcional de los acreedores en el resultado
económico de los procedimientos concursales, cuando el patrimonio del deudor
es insuficiente para atender todas las acreencias; ello sin perjuicio del orden de
preferencia en los procedimientos de disolución y liquidación: primero, créditos
laborales; segundo, créditos alimentarios; tercero, créditos garantizados;
cuarto, créditos tributarios; y, quinto, otros créditos (art. 42 LGSC).

7. Inicio e impulso de los procedimientos concursales.- El inicio de los


procedimientos concursales es a instancia de parte (sea del acreedor o del
deudor). El impulso de los procedimientos concursales es a instancia de parte y
la intervención de la autoridad concursal (es decir, el INDECOPI) es subsidiaria.

8. Conducta procesal.- Todos los partícipes de los procedimientos concursales


(sean acreedores, deudores, sus representantes, sus abogados, entidades
administradoras, entidades liquidadoras, etc.) deben adecuar su conducta a los
deberes de veracidad (lo contrario podría tipificarse como delito contra la fe
pública, art. 427 Código Penal), probidad (actuando con la diligencia ordinaria),
lealtad (como norma ética aplicable a la conducta personal) y buena fe (que se
presume), sancionándose la temeridad, mala fe o cualquier otra conducta dolosa
(como el cohecho activo, arts. 397 y 398 Código Penal).

9. Integración de la norma.- La laguna jurídica se produce cuando hay


defecto o deficiencia de la norma, en cuyo caso la autoridad concursal (es decir,
el INDECOPI) deberá acudir a la hermenéutica jurídica y realizar una tarea de
integración, aplicando los principios generales del Derecho (como “lo accesorio
sigue la suerte de lo principal” o “quien puede lo más, puede lo menos”) con
especial énfasis en los principios generales del Derecho Concursal (como los que
integran el Título Preliminar de la LGSC).

10. Rol promotor del Estado.- El régimen económico constitucional es la


economía social de mercado (art. 58 Constitución Política del Perú) donde el
Estado es un regulador del mercado, más no un interventor; por ello, en los
procedimientos concursales, el Estado (a través del INDECOPI) promueve la
negociación entre acreedores y deudores, debiendo respetar la autonomía
privada en aquellos asuntos que no sean de orden público (como la votación en
las juntas de acreedores que regula el art. 53 LGSC).
OCT 14, 2011 | TI PS PERÚ

El Procedimiento concursal preventivo se orienta básicamente a prevenir la


problemática de la crisis patrimonial de un deudor, a diferencia del
procedimiento concursal ordinario que está destinado a enfrentar y revertir (de
ser ello posible) una crisis manifiesta. En ese sentido, puede concebirse como
un mecanismo de reestructuración de obligaciones ante la imposibilidad
inmediata de pago o de dificultad de honramiento futuro de deudas, anterior al
estado de insuficiencia patrimonial o cesación de pagos definitivo, que son
problemas que se buscan resolver a través del procedimiento concursal
ordinario.

Es un procedimiento que se inicia a instancia del deudor, y ha sido establecido con el


objeto de facilitar la adopción de acuerdos de reprogramación de pagos que permitan
la recuperación de empresas deudoras económicamente viables. a tal efecto, la
normativa concursal ha optado por transferir a los acreedores la facultad de
pronunciarse sobre la propuesta de refinanciamiento de pasivos formulada por el
deudor, de forma tal que la decisión que se adopte al respecto obliga al deudor y a
todos sus acreedores que en forma obligatoria han sido vinculados al concurso por
mandato legal.

Según el tratamiento normativo otorgado, dicho procedimiento prevé un trámite


rápido y de costos menores que los de un procedimiento concursal ordinario, en la
medida que el mismo se sustenta básicamente en acuerdos de reprogramación de
pasivos acordados por el deudor y sus acreedores, sin que ello afecte la competencia
de la Junta General de Accionistas o del titular, en todo lo referente a la
administración de la empresa.
ABR 19, 2009 | TI PS PERÚ

Elaborado por el área concursal y reestructuración patrimonial:

Es un proceso en el cual a un deudor con problemas para pagar a sus acreedores


se le aplica la Ley General del Sistema Concursal, para que sus acreedores se
reúnan en una Junta de Acreedores para decidir qué es lo que harán con el
patrimonio del deudor, con la finalidad de obtener el mayor valor de él y tratar de
pagar la mayor cantidad de créditos posible.

Los acreedores pueden decidir por reestructurar o liquidar el patrimonio del deudor.
Esta decisión dependerá de la evaluación que los acreedores realicen.

En caso, opten por la reestructuración los acreedores deberán nombrar a la


administración que se hará cargo de llevar a cabo el proceso de reestructuración.

La primera obligación de esta administración es proponer a los acreedores un Plan de


Reestructuración, el cual deberá ser aprobado por ellos. Dicho Plan de
Reestructuración señala la forma en que los créditos de los acreedores serán pagados.

En caso la Junta apruebe el Plan de Reestructuración propuesto, el administrador debe


encargarse de ejecutar dicho plan y la junta de verificar su cumplimiento.

En el supuesto que los acreedores decidan la liquidación del patrimonio del deudor,
deberán nombrar a un liquidador y luego suscribir un convenio de liquidación, el cual
establecerá la forma en que se desarrollará el proceso de liquidación.

El liquidador tiene la obligación de transferir el patrimonio del deudor y con los recursos
que obtenga pagar a los acreedores de acuerdo al orden de preferencia establecido
en la Ley. Es deber de la junta vigilar el desempeño del liquidador y el cumplimiento
de lo establecido en el Convenio de Liquidación.

1. Inicio del procedimiento


El proceso concursal puede ser iniciado a pedido del deudor, de uno o más acreedores
o por mandato judicial en virtud de lo dispuesto por el artículo 703 del Código Procesal
Civil.

Para que el propio deudor pueda iniciar el inicio del procedimiento es necesario que
se encuentre en algunos de los siguientes casos:

a) Que más de un tercio del total de sus obligaciones se encuentren vencidas e


impagas por un período mayor a treinta (30) días calendario.

b) Que tenga pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, cuyo importe sea mayor
al tercio del capital social pagado.

La solicite de inicio de concurso deberá cumplir con los requisitos establecidos en el


Tupa de INDECOPI.

Para que uno o varios acreedores soliciten el inicio del procedimiento deberán acreditar
que mantienen créditos exigibles, impagos, vencidos por más de treinta (30) días y que
superen las 50 UIT vigentes a la fecha representación de la solicitud.

2. Evaluación y publicación

Una vez presentada la solicitud la Comisión de Procedimientos Concursales verifica


que se haya cumplido con los requisitos establecidos en la Ley. Una vez cumplidos
estos requisitos la Comisión dispone la publicación de un aviso en el diario oficial El
Peruano por el que se anuncia que dicho deudor ha sido sometido a un procedimiento
concursal y se llama a los acreedores para que se presenten al proceso.

3. Reconocimiento de créditos

En esta etapa los acreedores podrán solicitar a la Comisión de Procedimientos


Concursales correspondiente el reconocimiento de sus créditos. El plazo para
presentar esta solicitud es de treinta (30) días hábiles posteriores a la publicación del
aviso de inicio del concurso.

En esta etapa la Comisión de Procedimientos Concursales verifica la existencia,


origen, legitimidad y cuantía de los créditos cuyo reconocimiento ha sido solicitado. El
reconocimiento de éste crédito tiene por objeto permitir al acreedor su participación en
junta de acreedores, ser parte del proceso, determinar el porcentaje con el que
participará en Junta de Acreedores y tener derecho a cobro.

4. Convocatoria a instalación de Junta de Acreedores

Luego de la etapa de los reconocimientos de créditos, corresponde que se convoque


a instalación de Junta de Acreedores, donde los acreedores reconocidos
oportunamente, elegirán las autoridades de la junta y decidirán el destino del deudor.
M AR 11, 2013 | OPI NI ÓN PERÚ

Mediante la Resolución N° 025-2013-INDECOPI/COD se aprobó la directiva que


consagra las normas sobre las garantías que deben otorgar las entidades
administradoras y liquidadoras conforme lo establece el artículo 120.5 de la Ley
General del Sistema concursal.

Esta directiva tiene por objeto determinar los alcances de la disposición contenida en
el artículo 120.5 de la Ley General del Sistema Concursal. Se señala que, este
artículo establece que en defecto del acuerdo de junta de acreedores, el Indecopi
deberá exigir, a la entidad administradora o liquidadora, una carta fianza otorgada
por una empresa del sistema financiero autorizada por la Superintendencia de Banca,
Seguros y AFP, solidaria, irrevocable, incondicional y de realización automática a
requerimiento del Indecopi, cada vez que la entidad administradora o liquidadora
asuma la conducción de un procedimiento concursal por designación de la junta o la
comisión.Asimismo, se señala que esta directiva será de observancia obligatoria
respecto de todos los procedimientos en los que las juntas de acreedores o la
Comisión de Procedimientos Concursales designen para el ejercicio del rol de
administrador o liquidador de la masa concursal a una persona natural o jurídica
registrada para tales efectos, conforme a lo dispuesto en los Capítulos V, VI y VII del
Título II de la Ley General del Sistema Concursal.

En ese sentido, la directiva precisa que la carta fianza constituye un instrumento


destinado a garantizar el correcto desempeño de las entidades administradoras y
liquidadoras en los procedimientos a su cargo que podrá ser constituido cuando así
lo estime conveniente la correspondiente junta de acreedores, para efectos de
resguardar de manera prioritaria los derechos de los acreedores comprendidos en los
respectivos procedimientos concursales. Se señala que, a falta de estipulación
expresa de la junta de acreedores acerca de la carta fianza, conforme a lo referido en
el numeral anterior, y cuando la Comisión de Procedimientos Concursales designe de
oficio a una entidad liquidadora para que asuma la conducción de un procedimiento,
tal instrumento se constituirá para asegurar el pago de las sanciones pecuniarias
que, en resguardo de la legalidad y los derechos de los acreedores, los órganos
funcionales del Indecopi puedan imponer a las entidades administradoras o
liquidadoras.
Se ha establecido, además, que las entidades administradoras o liquidadoras que
incumplan con la obligación de otorgar la carta fianza, podrán ser sancionadas por la
correspondiente Comisión de Procedimientos Concursales conforme a lo previsto en
el artículo 123.1 de la Ley General del Sistema Concursal. Asimismo, se señala que
la autoridad competente para exigir a la entidad administradora o liquidadora el
otorgamiento de la carta fianza en nombre del IndecopI, será la Comisión de
Procedimientos Concursales a cargo del trámite del proceso concursal en el cual va a
asumir funciones tal entidad.Tambiénse señala que la Comisión de Procedimientos
Concursales deberá solicitar a la entidad administradora o liquidadora, la emisión de
una carta fianza otorgada por una empresa del sistema financiero autorizada por la
Superintendencia de Banca, Seguros y AFP que sea solidaria, irrevocable,
incondicional y de realización automática a requerimiento del Indecopi.

Finalmente, se ha dispuesto que, para efectos de determinar la cuan tía de la carta


fianza, la Comisión de Procedimientos Concursales competente tendrá que tener en
cuenta el factor objetivo, consistente en la cuantía total de los créditos reconocidos
en el procedimiento concursal a la fecha de designación de la entidad como
administradora, de suscripción del respectivo convenio de liquidación o de
designación de oficio a una entidad liquidadora al amparo del artículo 97.4 de la Ley
General del Sistema Concursal, según sea el caso; y, el factor subjetivo, consistente
en el historial de sanciones pecuniarias impuestas por los diversos órganos
funcionales que integran el sistema concursal a la entidad registrada para actuar
como administradora o liquidadora a nivel nacional desde el momento de inicio de
sus actividades como tal.
FEB 15, 2013 | OPI NI ÓN PERÚ

Por José Yataco:

Con el fin de resguardar la seguridad del


procedimiento concursal y como una suerte de contrapeso necesario ante las
prerrogativas concedidas a la Junta de Acreedores, la Autoridad Concursal tiene
facultades para formular observaciones a las propuestas sometidas para su
aprobación por la Junta de Acreedores (control ex ante), o para disponer la
ineficacia o nulidad, en caso los acuerdos sean adoptados incumpliendo las
formalidades legales o las disposiciones contenidas en el ordenamiento jurídico,
involucren el ejercicio abusivo de un derecho o lesionen, en beneficio de uno o
varios acreedores, los intereses de la masa concursal (control ex post).

La Comisión ejerce sus facultades de fiscalización a través de sus representante que


asiste a las Juntas de Acreedores, el mismo que se encuentra facultado a informar a
dicho órgano colegiado sobre la ilegalidad que pudieran contener las propuestas
sometidas a consideración de los acreedores. De esta forma, a través de este tipo de
control, la Comisión cuenta con la posibilidad de evaluar el contenido de las propuestas
y de observar aquellas que resulten ilegales o abusivas.

Asimismo, como complemento de las facultades antes señaladas, la Comisión puede


sancionar como nulos los acuerdos adoptados por la Junta de Acreedores, por
cualquiera de las causales indicadas.

Así, a través de este control ex post, la Comisión podrá declarar la nulidad o ineficacia
de acuerdos con posterioridad a su adopción, dado su carácter ilegal, abusivo o
discriminatorio. El ejercicio de esta facultad deberá hacerse en un plazo no mayor de
treinta días calendario contados desde la adopción del acuerdo respectivo.

Por otro lado, si bien la Ley Concursal no contempla la posibilidad de que los
instrumentos concursales (léase Plan de Reestructuración, Convenio de Liquidación o
Acuerdo global de Refinanciamiento), puede incorporar pactos extraconcursales, es
decir, acuerdos que celebran los acreedores con terceros ajenos al procedimiento,
debe señalarse que uno de los principios que recoge la Ley Concursal es el de la Libre
Autonomía Privada como el mejor mecanismo para que los acreedores puedan
alcanzar aquella decisión más adecuada para el objetivo de maximizar el valor del
negocio y el recupero de sus créditos, lo cual viene en definitiva a legitimar la inclusión
de este tipo de acuerdos en un instrumento concursal.

Sin perjuicio de ello, cabe señalar que la viabilidad de estos acuerdos en el ámbito
concursal podría sustentarse supletoriamente en lo dispuesto por el artículo 8 de la
Ley General de Sociedades, norma que legitima en el ámbito societario los pactos
entre los accionistas y terceros, disponiendo que le son exigibles a la sociedad a
condición de que le sean debidamente comunicados y siempre que no contradigan el
pacto social o el estatuto.

De este modo, en un Plan de Reestructuración o Convenio de Liquidación, por ejemplo,


se puede incluir el tratamiento de deudas no concursales, lo cual no invalidará dicho
acuerdo. Lógicamente los acuerdos que adopte la Junta de Acreedores sobre este
tema no serán oponibles a quienes no se hubiesen manifestado expresamente a favor
de tal regulación y estarán sujetos a las mismas limitaciones impuestas por el
ordenamiento jurídico.

En tal sentido, la Comisión podrá declarar la nulidad de tales acuerdos extra-


concursales si los mismos infringen el ordenamiento jurídico, implican el ejercicio
abusivo de un derecho o lesionan el derecho de uno o más acreedores. Consideramos
que la Comisión será competente para revisar todo pacto incorporado en un
instrumento concursal (independientemente que sea concursal o extra concursal), ya
que forma parte integrante del mismo y que por sus efectos puede verse afectado el
ordenamiento jurídico.
http://leyconcursal.org/noticias/

NOTICIAS DE TODOS LOS PAISES QUE PUEDEN SER TOMADAS COMO CASUISTICAS

http://leyconcursal.org/category/expertos/

LA HIPOTECA MULTIDIVISA

COMO SERAN LOS DESPACHOS DE ABOGADOS EN UN FUTURO

FEB 25, 2015 | EXPERTOS

Aunque tradicionalmente se
considera típico que la economía y los sectores que la integran estén en permanente
movimiento y cambio, es llamativo que, en los últimos años, los cambios se hayan
venido acelerando de forma exponencial debido a los avances tecnológicos y, más en
concreto, en el sector jurídico.

Para hablarnos de ello, estamos con Fernando González, presidente de IURE


Abogados. Una de las más prestigiosas firmas de abogados de Madrid, especializada
en derecho concursal, que cuenta con casi treinta años de experiencia.
¿Cómo ve la situación actual en el ámbito jurídico de España? ¿y su futuro más
inmediato?

El sector jurídico, como la mayoría de los sectores económicos, está sujeto a un


proceso de cambio. Se podría decir que si ya antes opinábamos que existían muchos
actores, hoy esa opinión se acentúa. En el futuro creo que sobraremos no solo muchos
abogados, sino también el resto de operadores (procuradores, notarios,…)

Bajo su punto de vista ¿las nuevas tecnologías (actuales y las que están por
llegar) cómo van a afectar al campo jurídico, tanto al legislador como a los
despachos de abogados?

La gran revolución va a venir, como en casi todos los campos de la economía, de las
nuevas tecnologías. Hasta hace poco, era impensable que un cliente no conociera
físicamente a su abogado. La tendencia se está invirtiendo, sobre todo en asuntos de
consumidores. Ahora y en el futuro, abogados virtuales resolverán la mayoría de las
cuestiones, sin haber llegado a tener contacto físico con el cliente.

¿Cuál es su pronóstico sobre qué rama del derecho va ser más demandada por
la sociedad en el aspecto empresarial, así como en los particulares?

El derecho se mueve al ritmo de la economía a la que sirve. Están naciendo nuevas


tecnologías de la información y la comunicación (TIC). A su vez, la economía
colaborativa está en auge. Ello propiciará que el derecho y sus operadores se adapten
a estas nuevas tendencias económicas.

¿Qué características profesionales debe cumplir el letrado para atender a estos


clientes?

La principal es que sea feliz ejerciendo su profesión. Ello implica que la abogacía debe
ser una herramienta que aporte felicidad a sus destinatarios, lo que parece estar en
entredicho.

Cada vez se exige menos que el profesional tenga un caudal amplio de conocimientos.
A cambio, se exige más que sea inteligente y ágil en la búsqueda de soluciones.

Hoy al existir tantísima información glosada y clasificada, lo que se pide al profesional


es que sepa analizar y aplicar la misma al caso en cuestión. Para el resto están dichas
fuentes.

¿Cree que la sociedad del futuro estará más concienciada en una abogacía
preventiva, más que en una curativa?

Sin duda, la abogacía es similar en esto a la medicina. La prevención es la mejor


medicina preventiva. Además, una tendencia que se va acentuar es la resolución de
conflictos extramuros de la Administración de Justicia.

Hay que potenciar la mediación y los acuerdos extrajudiciales. El coaching, el PNL y


la inteligencia emocional jugarán su papel de cara a formar expertos mediadores.

¿Qué tendencias prevé sobre la tipología de despachos, serán más


especializados o por el contrario llevarán cualquier tipo de caso?
Sin duda, habrá que especializarse, pero no únicamente por materias, sino por la
tipología de clientes y por la vía de atención de los mismos.

Cada despacho que quiera sobrevivir debe buscar su nicho y, si no existe a priori, debe
segmentar el mercado hasta que lo encuentre, y sí además es capaz de liderarlo, mejor
que mejor.

Un ejemplo puede ser el despacho ubicado en Alicante que apuesta por tener una
plantilla de abogados bilingües hispano-rusos y que se ha especializado en real state
para el mercado ruso.

¿Cómo será el sector en los próximos diez años, habrá una concentración en los
grandes despachos (fusiones y adquisiciones), desembarcarán firmas
internacionales en España?

Yo, personalmente, estoy esperando que llegue el día en que las máquinas (y no las
personas-jueces, secretarios, fiscales,…) resuelvan los asuntos contenciosos. Si Deep
Blue (máquina ya obsoleta de IBM) ganó a Kasparov en un tablero de ajedrez ¿por qué
no dejar que las máquinas actuales, una vez planteados los supuestos de hecho,
resuelvan en segundos las cuestiones jurídicas? ¿Es que acaso hay más casuística en
un caso –por complejo que sea- que en una partida de ajedrez?.

El día que esto ocurra, habrá desaparecido la prevaricación, el cohecho y, sobre todo,
la dilación en la resolución de los conflictos. La pregunta que me hago es si hay
voluntad real (política) de poner la justicia en manos de la objetividad de las máquinas
o, por el contrario, debe seguir en manos de la subjetividad y contrariedad de los
humanos.

Para dar o quitar razón en casos de cláusulas suelo, desahucios, reclamación de


créditos,… utilizando las tecnologías actuales, bastaría con que cada parte hiciera
valer sus hechos y, en cuestión de segundos, por medios telemáticos, se tendría la
resolución que sería, sin duda, objetiva, razonada y que, al no dejar dudas de que
estaría aplicando la última jurisprudencia, disuadirían a las partes de la intención de
ser apelada.

Recientemente, ha salido publicado en el diario Expansión que la cadena de


supermercados Wal Mart ofrece servicios legales a sus clientes ¿puede llegar a
España este tipo servicio? ¿llegaremos algún día a tener un abogado virtual, al
que se le informe sobre nuestro caso y nos imprima un dictamen?

Cuando una compañía tiene en su activo intangible la base de datos de cientos de


miles de clientes, es capaz de ofrecerle no sólo los productos de su core business,
sino una amplia gama de otros servicios ajenos. Esto ya está sucediendo con otras
compañías (ejemplo, de seguros).
SEP 01, 2012 | OPI NI ÓN ESPAÑA

Aunque en sus orígenes la inquisición pudo nacer con buena voluntad, como casi
todo, derivó en auténticas burradas. Y así, andando el tiempo, se llegó a eso tan
lindo de las acusaciones secretas (no sabías ni quien te acusaba y, a veces, ni de
qué se te acusaba) y ya después, visto que aquéllo era bueno para cobijar intereses
inconfesables, se llegó a la injusticia suma, que no era otra cosa que actuar en el
Derecho mediante normas secretas. El destinatario de las normas ni siquiera las
podía conocer. Menos mal que triunfó la Revolución Francesa y se acabaron las
normas secretas. ¿O no?

Pues parece que no.

El día 31 el gobierno publica en el Boletín Oficial del Estado un Real Decreto Ley en
el que dice necesitar alterar todos los principios básicos del derecho concursal ,
el principio de la igualdad en las pérdidas, e incluso permite que una de las partes
de los posibles procesos judiciales decida por sí misma si cumple las
sentencias o no. Ole.

Eso es malo. Si, seguro.

Pero aún peor es lo que se hace, no ya en las normas de ese Real Decreto Ley, sino
en su misma exposición de motivos. Observen el texto publicado (página 3 del
decretazón):
“La aprobación de esta norma se enmarca, por otra parte, en el programa de
asistencia a España para la recapitalización del sector financiero, que nuestro país
ha acordado en el seno del Eurogrupo y que se ha traducido, entre otros
documentos, en la aprobación de un Memorando de Entendimiento. Con este real
decreto-ley se da adecuado cumplimiento a aquellas medidas cuya adopción está
prevista para el mes de agosto de este año.”

Muy bien.

Solo una cuestión:


¿En la aprobación del Memorando de Entendimiento?
¿Eso, exactamente, qué es?
Es algo que se haya aprobado ¿por quién? ¿Por el Ministro de Exteriores? ¿Por el
Jefe del Gobierno? ¿Por alguna institución competente del Reino de España para
vincular a este Reino mediante un acuerdo internacional? ¿Es algo que se aprueba
de acuerdo con los mecanismos de integración de las normas jurídicas en el seno de
la UE? O sea, ¿quién puñetas ha aprobado esto, en virtud de qué facultades y qué
competencias, y por qué narices eso va a vincular a España, si se trata, ni más ni
menos, de algo internacional que pone patas arriba el Derecho Constitucional, y
eso requiere un tratado en las cortes? Es decir ¿quién ha dado validez a ese texto
como si de él derivaran obligaciones para alguien?

Parece grave. ¡Se ha firmado algo que tiene por sus efectos más fuerza que la
propia Constitución!, y, cuanto menos, es un tratado que rompe todo lo que había
hasta ahora en el Ordenamiento Jurídico sobre el asunto, y al parecer nadie ha
respetado las mínimas previsiones legales sobre competencia , formalidades,
procedimiento, etcétera.

Pues no, no es eso lo grave. Hay algo peor.

EL BOE, a mí, asiduo lector diario, profesional del ramo, que utilizo las normas
jurídicas para trabajar, que tiene al BOE como referencia de lo que es y de lo que no
es, que para entender y comprender he de leerme sus textos, lo que existe y lo que
no, me ha pasado lo siguiente:

Señor Ministro, señor Gobierno:

¿Donde está ese documento, el “Memorando de Entendimiento”, sin el cual no


puedo comprender el resto de la norma jurídica, el por qué y el plan? ¿Dón de se ha
publicado, y con qué carácter?

Se ha dado cuenta señor Ministro, señor Gobierno, que para mi, que acudo a
los medios legales y oficiales de publicidad de las normas, el documento no
aparece.

¡¡¡¡¡¡Es secreto!!!!!!

¿Por qué?

Si he de utilizar lo que haya en ese texto ante un tribunal, para defender


legítimamente los intereses de mis clientes, ¿cómo lo hago? Si el Juez debe
fallar conforme a ese documento, ¿cómo lo hace?
Una sola pregunta pues, y como definitiva:
¿Esto de las normas secretas para
los ciudadanos, será por esta única vez, o a partir de ahora va ser la tónica?

Lo digo para abandonar el Reino cuanto antes si ustedes piensan volver a instaurar
losmecanismos inquisitoriales de “normas secretas”,

PD: Hay muchas formas de mentir, pero la mejor: que ni se sepa.

Francisco Jurado Gilabert – @SuNotissima


Juan Moreno Yagüe – @Hackbogado
senti2comunes
FEB 12, 2013 | OPI NI ÓN PERÚ

La Sala de Defensa de la Competencia N° 1 del Tribunal del INDECOPI


mediante Resolución N° 0086-2012/SC1-INDECOPI revocó la resolución de la
Comisión de Procedimientos Concursales que redujo los créditos reconocidos a
favor de uno de los acreedores como consecuencia del acuerdo de condonación
de créditos que forma parte de la modificación de su plan de reestructuración.

Según el colegiado, en los procedimientos de reestructuración patrimonial, el plan de


reestructuración es el instrumento concursal aprobado por la junta de acreedores en
ejercicio de la autonomía privada reconocida a sus integrantes, por la cual estos se
encuentran facultados a regular sus propios intereses mediante la creación,
modificación o extinción de relaciones jurídicas de contenido patrimonial a través de
los mecanismos para llevar a cabo la reestructuración económico financiera del
deudor. Para la determinación del contenido del plan de reestructuración (y sus
modificatorias), los acreedores tienen plena libertad para elegir los mecanismos que
consideren más convenientes para una recuperación eficiente de sus créditos, los
cuales pueden consistir, por ejemplo, en la variación de las tasas de interés,
otorgamiento de nuevas líneas de crédito para capital de trabajo de la empresa, la
reprogramación de los plazos para el pago de sus créditos, e incluso la capitalización
o la condonación de créditos, como ha ocurrido con la empresa concursada.

El artículo 67.1 de la Ley General del Sistema Concursal, establece que el plan de
reestructuración aprobado por la junta obliga al deudor y a todos los acreedores
comprendidos en el procedimiento, aun cuando se hayan opuesto a los acuerdos, no
hayan asistido a la junta o no hayan solicitado oportunamente el reconocimiento de
sus créditos. Sin embargo, en aquellos casos en los que dicho instrumento concursal
contemple la capitalización o condonación de los créditos involucrados en el concurso,
la interpretación de los artículos antes citados debe realizarse conjunta y
sistemáticamente con el artículo 68.5 de la Ley General del Sistema Concursal, el cual
establece que a los acreedores que hubiesen votado en contra, no hubiesen asistido
a la junta o no hubiesen solicitado oportunamente el reconocimiento de sus créditos,
les serán oponibles los acuerdos de capitalización o condonación de acreencias en los
mismos términos que a los acreedores que, habiendo votado a favor del acuerdo,
resulten menos afectados.

Esta excepción a la regla general de oponibilidad de los términos del plan de


reestructuración constituye un mecanismo especial y extraordinario que se activa a
favor de aquellos acreedores que hubiesen votado en contra, no hubiesen asistido a
la junta o no hubiesen solicitado oportunamente el reconocimiento de sus créditos,
únicamente ante acuerdos de la junta de acreedores cuyo contenido implique una
afectación cercana o equivalente a la pérdida absoluta de su derecho de crédito.

En efecto, considerando que el objetivo de la norma concursal es la recuperación del


crédito, la adopción de acuerdos tales como los de condonación o capitalización de
créditos se presenta como una situación extrema en la que se privilegian otros factores
antes que la satisfacción de los créditos.

Si bien en la experiencia en la tramitación de procedimientos concursales, la adopción


de acuerdos de este tipo no resulta extraña, toda vez que los acreedores pueden
acceder a renunciar al cobro de una parte de sus créditos o a capitalizar los mismos,
si es que con ello alcanzan mejores condiciones de pago del saldo restante o se les
presenta una vía para obtener otro tipo de ventajas económicas y/o relaciones
societarias con la concursada; tales acuerdos no dejan de ser un acto de renuncia al
derecho de crédito, en un caso, y la aceptación de una prestación distinta a la
originalmente pactada (emisión de acciones de la deudora concursada, las mismas
que, dada la situación de crisis patrimonial de la empresa no constituyen activos
líquidos en la mayoría de los casos), en el otro, por lo que en estos casos la
oponibilidad de tales acuerdos quedaría sujeta a la decisión de los acreedores
afectados con ellos, dentro de los límites fijados por la norma.

En este sentido, la Sala considera que la regla excepcional que prevé la norma
concursal en el artículo 68.5 no está orientada a inaplicar los términos que la junta de
acreedores ha considerado para la extinción de los créditos, es decir, no implica una
vulneración al principio de igualdad de trato entre los acreedores, sino que precisa la
oponibilidad de tales términos, únicamente en situaciones que implican la pérdida casi
total o absoluta del derecho de crédito para aquellos acreedores que no votaron a favor
de dichos acuerdos, resultándoles aplicables para la extinción de sus créditos los
términos de aquellos que, habiendo votado en favor de dichos acuerdos, resulten
menos afectados con los mismos. En otras palabras, la aplicación de este dispositivo
legal no conlleva a que existan acreedores que no asuman las pérdidas derivadas del
procedimiento concursal como sí lo hacen los demás acreedores, sino que hace que
este acreedor –que no participó de la junta, votó a favor del acuerdo o no solicitó el
reconocimiento de sus créditos- no pierda más que aquellos que, habiéndose
manifestado a favor de tales acuerdos, se vieron afectados en menor medida.

http://leyconcursal.org/noticias/
CONCURSAL

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