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Donnelly Jennifer - 02 - Olas Salvajes (Waterfire)
Donnelly Jennifer - 02 - Olas Salvajes (Waterfire)
OLAS SALVAJES
Saga Waterfire
Jennifer Donnelly
Biblioteca Tiflolibros
Asociación Civil Tiflonexos
Adolfo Alsina 2604 – Ciudad de Buenos Aires –
Argentina
Telefax: +54-11 4951-1039
E-mail: Tiflolibros@tiflolibros.com.ar
http://www.tiflolibros.com.ar
OLAS SALVAJES
Jennifer Donnelly
Traducción de Ana María Lojo y Virginia Sauda
Planeta
Donnelly, Jennifer
Olas salvajes, - la ed. - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : Pianeta, 201S. i04 p.; 21x15 cm.
ISBN 978-950-49-4578-9
1. Literatura Juvenil Estadounidense. I. Título
CDD 813.928 3
Título original: Roguc Wave
Copyright © 2014 Disney Fnterpri.ses, Inc.
ISBN 9778*1-4231-3316-2 Mapas de la guarda c
ilustraciones de inicio de los capítulos por
Laszlo Kibinyi Visitar v^rvw, DisneyHooks.com
Todos los derechos reservados
© 20]3,Cirupo Editorial Planeta S.A.l.C.
Publicado bajo el sello Planeta®
Independencia 1682 (1100) C.A.B.A,
www.editoriaIplaneta.com.ar
1 “ edición: mayo de 2015 3.ÜÜÜ ejemplares
ISBN 978-950-49-4578-9
Impreso en Master Graf S.A.
Mariano Moreno 4794, Munro en el mes de abril de
2015.
Hecho el depósito que preve la ley 11.723
Impreso en la Argentina
No se permite la reproducción parcial o total,
el almacenamiento, el alquiler, la transmisión
o la transformación de este libro, en cualquier
forma o por cualquier medio, sea electrónico o
mecánico, mediante fotocopias, digitalización, u
otros métodos, sin el permiso previo y escrito
del editor la infracción está penada por las
leyes 1 1.723 y 25.446 de la República
Argentina.
PRÓLOGO
Detrás del vidrio plateado, sonrió el hombre sin
ojos.
Ella estaba aquí. Había venido. Tal como él lo
había previsto. Su corazón era fuerte y leal. Y
la había guiado a casa.
Había venido con la esperanza de que hubiera
quedado alguien. Su madre, la regina. Su hermano
guerrero o su valiente tío.
El hombre observó a la sirena mientras nadaba
por el camarote en ruinas del palacio de su
madre. La observó con ojos que eran insondables
fosas de oscuridad.
Ahora tenía un aspecto distinto. Llevaba la ropa
de las corrientes, de aspecto duro y osado.
Había cortado su pelo largo y cobrizo bien
corto, y lo había teñido de negro. Sus ojos
verdes se veían cautelosos y alertas.
Sin embargo, en algunos aspectos, no había
cambiado. Sus movimientos eran vacilantes. Había
inseguridad en su mirada. El hombre notó que
ella todavía no reconocía la fuente de su poder
y, por eso, no creía en él. Eso era bueno. Para
cuando sí la entendiera, ya iba a ser demasiado
tarde. Para ella. Para los mares. Para el mundo.
La sirena miró el enorme hueco donde una vez
había estado la pared este del camarote. Una
corriente, lenta y lúgubre, circulaba a través
de él. Las anémonas y las algas habían empezado
a colonizar sus bordes irregulares. La sirena
nadó hasta el trono destrozado y se inclinó para
tocar el piso.
Con la cabeza inclinada, se quedó ahí por un
largo rato. Después, se levantó y se alejó hacia
atrás, más cerca de la pared norte.
Más cerca de él.
Él ya había tratado de matarla una vez. Antes
del ataque a su reino. Había entrado a su cuarto
a través de un espejo, pero había aparecido una
sirvienta, obligándolo a introducirse de nuevo
en la plata.
Ahora, lo detenían largas grietas dentadas que
recorrían el vidrio como una red de venas. Los
espacios entre las grietas eran demasiado chicos
para pasar el cuerpo a través de ellos, pero lo
bastante grandes como para deslizar las manos.
Despacio, en silencio, empujó con ellas,
atravesando el espejo. Las manos flotaron a
apenas unos centímetros de la sirena. Sería tan
fácil enroscarlas alrededor de su delgado cuello
y terminar lo que habían empezado las iele...
«Pero no», pensó el hombre, y retiró la mano.
Eso no sería una buena idea. Ella tenía más
fuerza y coraje de lo que él hubiera imaginado.
Todavía podía triunfar ahí donde otros habían
fracasado: podía encontrar los talismanes. Y si
lo hacía, él se los quitaría. Lo ayudaría un
hombre sirena en quien ella una vez había
confiado y a quien había amado.
El hombre sin ojos había esperado mucho tiempo.
Sabía que no tenía que perder la paciencia justo
ahora. Se replegó dentro del espejo y se perdió
otra vez en la plata líquida. En las cavidades
donde una vez habían estado sus ojos, brillaba
la oscuridad, viva y radiante. Era una oscuridad
que observaba y esperaba. Una oscuridad que se
agazapaba. Una oscuridad antigua como los
dioses.
En su última hora, ella iba a verla. Él iba a
voltear la cara de la sirena hacia la suya y la
iba a hacer mirar dentro de esas profundidades
negras e insondables. Ella iba a saber que había
perdido.
Y que la oscuridad había ganado.
UNO
DOS
—… —le dijo Serafina al pez de plata.
La criatura la miró fijo con sus grandes ojos
negros.
——dijo.
Serafina miró el espejo otra vez. El pez de
plata la había llevado un largo trecho por el
interminable Salón de los Suspiros y la había
depositado aquí. El espejo frente a ella estaba
roto, con los bordes dentados, sujeto al marco
sólo por dos lados. Si ella hundía el estómago y
se ponía de costado, podría llegar a nadar a
través de él, pero no estaba segura y no quería
correr ningún riesgo.
Cada espejo en el Salón de los Suspiros
correspondía a un espejo en el mundo de los
terragones o de las sirenas. El otro lado de
este espejo estaba en algún lugar de Atlántida,
en algún cuarto en ruinas, ¿pero dónde?
Estaba oscuro dentro del vidrio. Ella no podía
ver lo que le esperaba. ¿Qué pasaba si se
quedaba atorada? ¿Y si se quedaba mitad fuera y
mitad dentro, sin poder moverse, con opáfagos
del otro lado? Le pidió a la criatura que la
llevara a otro espejo.
El pez de plata se encabritó y después apoyó de
golpe sus patas contra el suelo.
…—exigió.
—…—respondió Serafina.
TRES
Serafina se quedó mirando, estática, casi sin
respirar.
Era mucho lo que se había derrumbado durante la
destrucción de la isla, pero aquí y allá,
algunos edificios, o al menos partes de ellos,
habían sobrevivido. Ella había estudiado sobre
Elysia en la escuela y había producido varios
caracoles semestrales sobre su arte y su
arquitectura.
«Allá a lo lejos, esa estructura con forma de
cuenco... ese tiene que ser el anfiteatro»,
pensó. «Y el espacio enorme flanqueado por
columnas, esa es el ágora... la plaza pública. Y
allí está el ostrokón, que los habitantes de
Atlántida llamaban "biblioteca”».
Incapaz de contenerse un segundo más, hizo un
hechizo canta prax de camuflaje que le
permitiera mezclarse con su entorno al igual que
un pulpo. El prax, o canción simple, era la
magia más básica de las sirenas y exigía poca
energía o habilidad. Apenas estuvo listo el
hechizo, ella nadó hacia las ruinas.
En unos minutos, ya estaba en las afueras de la
ciudad. Se lanzó en picada hasta abajo,
dispuesta a entrar como lo hacían sus ancestros,
por sus calles. Mientras nadaba por ellas —
deteniéndose para tocar una columna o un dintel,
cuarenta siglos se desvanecieron al instante.
CINCO
—Así que dime, ¿me queda mejor el pelo recogido?
¿O suelto?
—Pasaron cuatro mil años, ¿y esto es lo que nos
pregunta? —gruñó Ling.
—¡Shh! —siseó Serafina, codeándola—. Recogido,
lady Thalia. Definitivamente —le dijo a la
figura del espejo—. Es hermoso el modo en que te
encuadra la cara. Y resalta tus lindos ojos.
La vitrina se enroscó el cabello y se lo recogió
con una horquilla.
—¡Oh, tienes toda la razón! Ahora, ¿qué aros?
¿Las gotas de rubí o las argollas de oro?
—Te acuerdas que estamos justo en el medio de
una tribu de caníbales, ¿no? —susurró Ling.
Serafina y Ling estaban en los baños de mujeres.
El edificio, hecho de gruesos bloques de piedra,
había sobrevivido con pocos daños. Había un
cuarto —tal vez un vestidor— que tenía las
paredes cubiertas con espejos. Gran parte de
ellos se había oscurecido, rajado o caído, pero
todavía había un panel de buen tamaño que no
estaba demasiado oscuro y en él encontraron a
lady Thalia, una mujer de la nobleza. Era su
primera y única ocupante, según se habían
enterado las sirenas. Había vivido allí sola
durante los últimos cuatro milenios.
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DIEZ
ONCE
DOCE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDÓS
VEINTITRÉS
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA
—|Uuuuuuuaaaaauuuuu!
El grito —fuerte y aterrador— atravesó el agua.
—Esa es Kora —dijo Neela—. Reconocería su voz
donde fuera. Vamos, Ooda. Ya casi llegamos.
Neela y Ooda habían estado viajando toda la
noche desde que salieron del campo de
prisioneros. Neela se arrastraba. Necesitaba un
descanso y una buena comida con desesperación,
pero la voz de Kora recargó sus energías.
Los suaves rayos del sol matinal iluminaban las
aguas de Nzuri Bonde. Cuando se aproximaron al
pueblo, Neela y Ooda vieron casas bajas,
construidas con piedras y una mezcla de limo y
caracoles triturados que hacía las veces de
argamasa, rodeadas de una vegetación exuberante.
Las puertas y las ventanas estaban decoradas en
sus bordes con austeros diseños geométricos de
color rojo, blanco y amarillo. Simples y
sobrios, armonizaban con el paisaje salvaje y
apartado. Los cobertizos, hechos con huesos de
ballena recogidos del lecho marino, albergaban
dugongos que esperaban plácidamente que los
llevaran a pacer.
Neela recordó cómo podían verse las cúpulas
brillantes y las torrecillas de la ciudad de
Matali mucho antes de llegar a ella. La
aldea de Nzuri Bonde era lo contrario: antes de
verla, uno ya estaba prácticamente dentro de
ella.
Había un gran estadio en las afueras de la
aldea. Kora estaba allí, entrenándose con los
askari, su guardia personal. Vivían alejados del
resto de los habitantes en el ngome ya jeshi, un
recinto cercado. Ahora estaban practicando
haraka, una forma de artes marciales cuyos
golpes eran rápidos como un rayo. Usaban largas
cañas de bambú para azotar a los enemigos en
todo el cuerpo o arrancarles las colas. Neela
observó a los luchadores mientras se aproximaba
al estadio. Los askari eran delgados, rápidos y
letales, y ninguno lo era más que su líder.
Kora, de piel oscura y porte principesco, tenía
pómulos altos, una boca carnosa y ojos color
almendra con manchitas doradas. Su poderosa cola
tenía rayas marrones y blancas, como un pez
león. Sus aletas pectorales se agitaban a sus
costados cuando estaba enojada y se elevaban
como espigas altas y punzantes. Vestía un
turbante de seda marina roja y un peto de valvas
de cauri adornado con cuentas. Su brazalete, de
coral blanco, tenía una muesca por cada dragón
marino que ella había matado.
—¡Mgeni anakuja! —exclamó una de los askari.
Todos dejaron de ejercitarse y miraron lo que
ella estaba señalando, hacia Neela. Ooda,
asustada, se metió dentro del bolso de la
sirena.
Neela, que hablaba kandinés, pero no mucho, se
sorprendió al comprobar que podía comprender a
la guardia. Había advertido a Kora que se
aproximaba una extraña. «Es el lazo de sangre»,
pensó.
Kora giró sobre sí misma. Sus ojos se
entrecerraron al principio y luego se agrandaron
cuando la reconoció.
—¡Salamu kubwa, malkia! —gritó Neela,
saludándola con una inclinación de cabeza—. ¡La
saludo, gran reina!
—¿Princesa Neela? ¿Eres tú? —preguntó Kora,
hablando sirenés ahora. Ella nadó hacia Neela.
En su rostro podía verse una sonrisa, amplia y
hermosa. Tomó a Neela por los hombros y la besó
en las mejillas.
—¡Tienes un nuevo look! No sabía que eras una
fanática de Goa. —Neela aún tenía su uniforme de
caballabongo.
—No lo soy, aunque lo parezca —replicó Neela—.
Estuve...
Iba a decir que estuvo nadando toda la noche,
pero Kora la interrumpió. Juguetona, tomó uno de
los grandes aros de Neela.
—¡Eres la única sirena que conozco que haría un
viaje tan peligroso con tantos accesorios! —
exclamó—. Si hubiera sabido que venías, me
habría hecho la manicura.
A Kora, a quien no le interesaba la moda, le
gustaba molestar a Neela por su pasión por la
ropa y los accesorios. Neela siempre le seguía
la corriente, pero este no era el momento.
—Kora, no vine a visitarte. Estoy aquí porque
necesito tu ayuda.
—¿Qué clase de ayuda?
Una oleada de cansancio la abrumó. Neela no
tenía idea de por dónde empezar
—Este... necesitamos salvar al mundo,
básicamente.
—¿Y unos buenos accesorios te van a servir? —
inquirió Kora, levantando una ceja. Los askari
rieron ruidosamente, Neela les echó una mirada
furiosa.
—Unos buenos accesorios —dijo exasperada— sirven
para todo. —Necesitaba que Kora la ayudara, no
que se burlara de ella.
Kora rodeó su cuello con un brazo y le hizo una
llave de cabeza, una muestra kandinesa de
cariño.
—¿Recuerdas la última vez que viniste a Kandina?
¿Con toda la familia real matalina? ¡La corte
que los seguía se extendía dos leguas detrás de
ustedes! ¿Dónde están tus cofres? ¿Dónde están
tus criados?
—Kora, no hay ningún criado. Es lo que estoy
tratando de decirte. Esta visita no es como la
de la última vez. Para nada. Hay problemas,
muchos problemas... —dijo Neela. Su voz se
quebró en la última palabra. Estaba tan triste
por lo que había visto en el campo de
prisioneros, tan exhausta por las horas que
había nadado, que estaba a punto de desmayarse.
TREINTA Y UNO
TREINTA Y DOS
—Justo al sur, dijo el caracol. No dijo sur
suroeste, ni sur sureste. Justo al sur. ¡Tiene
que ser aquí! —se dijo Serafina a sí misma.
Había llegado a las aguas de las afueras de
Saintes-Maries hacía cuatro horas, después de
haber nadado durante días, y había estado
buscando al Deméter todo ese tiempo.
—¿Habré entendido mal esta cosa? —se preguntó en
voz alta, mirando otra vez la brújula que
Fossegrim le había prestado.
Según el instrumento, ella estaba en el lugar
correcto. Desafortunadamente, el Deméter no
estaba allí.
La sobrecogió un pensamiento aterrador: ¿y si
Traho ya lo había encontrado? ¿Y si Mfeme, de
alguna manera, lo había subido a bordo de uno de
sus enormes barcos arrastreros? Eso explicaría
por qué no se lo veía en ningún lado.
Sera estaba considerando esta posibilidad cuando
sintió vibraciones en el agua. Apenas unos
segundos después, algo pasó sobre su cabeza.
Miró hacia arriba justo a tiempo para ver dos
vientres blancos que nadaban encima de ella.
Eran tiburones. Tiburones grandes.
El corazón de Serafina dio un vuelco. Eran
tiburones tigre, que solían atacar a las
sirenas. Dieron la vuelta y comenzaron a nadar
de regreso hacia ella, cobrando cada vez más
velocidad. Esperando ahuyentarlos, buscó la
poción de lenguado de Moisés del mar Rojo que le
había dado Vrája, pero recordó que ya no le
quedaba más; la había usado para los jinetes de
la muerte. Miró el lecho marino, esperando
encontrar algún lugar para esconderse —una
cueva, un arrecife de coral, algo—, pero todo lo
que había allí era un matorral de kelp. ¿Podría
llegar a él antes de que la atacaran los
tiburones?
Con su corazón golpeándole el pecho. Sera se
sumergió. Los tiburones la siguieron. Podía
sentir cómo descendían, surcando el agua,
ganando terreno a cada segundo. Diez metros,
cinco metros, tres metros... y ya estaba en el
matorral de algas, tratando de alcanzar el fondo
para echarse sobre el lecho marino. Pero no
había fondo. No había nada.
De pronto. Sera se dio cuenta de que se hundía
entre las hojas de las algas; estaba cayendo en
un barranco profundo y negro. Las verdes frondas
eran tan densas que lo habían ocultado a sus
ojos. Frenó la caída, giró sobre sí misma y miró
hacia arriba. Los tiburones estaban nadando
sobre su cabeza, pero no la perseguían. Algunos
débiles rayos de luz penetraban el matorral.
Hizo una bola con ellos y la ocultó en su mano.
Luego miró nuevamente hacia el barranco y casi
la dejó caer de la sorpresa.
El barco naufragado yacía en el fondo, inclinado
hacia un lado. Si los tiburones no la hubieran
perseguido hasta el barranco, nunca lo habría
encontrado. El barco estaba asombrosamente bien
preservado.
Eso debería haber sido una advertencia para
Sera, pero ella estaba tan emocionada por haber
encontrado los restos del naufragio que no
registró el hecho de que los mástiles, los
aparejos y la cubierta aún se veían en buen
estado a pesar de que habían pasado
cuatrocientos años.
Sera observó que la nave era una carabela de
tres mástiles, un barco que usaban los españoles
hacía siglos. Era ligero, elegante y
medía cerca de dieciocho metros de eslora,
justamente el tipo de barco maniobrable y rápido
en el que viajaría una princesa temerosa de un
ataque pirata. Tenía que ser el Deméter.
Cuando se acercó, vio que el casco estaba
plagado de agujeros. Espió dentro de uno de los
orificios y vio cangrejos que se escabullían
sobre canastas y barriles de vino y de agua.
Había cálices y platos de plata en el piso de la
bodega. Baúles de madera, iguales a los que
usaban antiguamente los terra para guardar la
ropa, estaban caídos por todos lados, como los
ladrillos de un edificio en ruinas. ¿Estas cosas
podrían haber pertenecido a la infanta?
¿Estarían sus restos a bordo del barco?
¿Encontraría el diamante azul de Neria? Sera
escudriñó en busca de huesos humanos, pero no
vio ninguno. Tendría que entrar y registrar el
resto de la nave.
Los agujeros en el casco eran demasiado pequeños
para que ella pudiera entrar, por lo que decidió
nadar hacia la cubierta y entrar por allí. Miró
hacia arriba, lista para dirigirse a la borda, y
se detuvo, congelada en el lugar.
Alguien estaba parado en la cubierta del barco,
observándola. Era una joven con encantadores
ojos negros. Era bella, pálida. Y estaba muerta.
La reconoció inmediatamente por la pintura del
duca. El estómago de Sera se le retorció del
miedo. Era la infanta. El Deméter era un barco
fantasma.
Sera corría un gran peligro.
TREINTA Y TRES
TREINTA Y CUATRO
TREINTA Y CINCO
Kora, con los brazos cruzados sobre el pecho,
hizo una sonrisa amplia al admirar la carnicería
que tenía frente a ella.
Si estaba cansada por su carrera de tres leguas
con Hagarla, no lo parecía. Ella y su grupo
habían hecho que los dragones fueran hacia la
prisión. Tan pronto como Hagarla vio las
gorgonias, dejó de perseguir a las sirenas, que
eran difíciles de atrapar, y atacó a las medusas
en su lugar.
Ella y los otros dragones boca de navaja estaban
dándose un festín frenético. Las gorgonias se
defendían, lanzándoles sus poderosos tentáculos,
aunque los dragones apenas sentían las picaduras
a través de sus gruesas escamas. Los guardias de
la prisión trataron de hacer que las gorgonias
se mantuvieran en su lugar, pero no lo lograron;
las gorgonias rompieron filas y los guardias
abandonaron sus puestos. Mientras ellos huían,
Nadifa y cuatro askari más se lanzaron a través
de lo que quedaba del cerco y guiaron a los
aterrorizados prisioneros a las barracas.
—Ahora viene la parte difícil —dijo Kora.
—Claro —respondió Neela—. La parte difícil.
Porque todo fue pan comido hasta ahora.
—Khaali, Leylo y Ceto están en su posición y nos
esperan al norte de aquí —comentó Kora—. Basra,
espera hasta que logremos que los dragones se
vayan y luego tú, Neela e Ikraan ayuden a Nadifa
a sacar a los prisioneros. El resto de ustedes,
divídanse el tesoro y prepárense para nadar.
Naasir dejó caer el contenido de la bolsa del
botín que se había llevado de la cueva de
Hagarla. Para el momento en que Kora y varios
askari recogían los objetos brillantes, los
dragones ya habían terminado lo que se había
convertido en una matanza absoluta de las
gorgonias. Había nubes de sangre, pedazos de
carne y tentáculos retorciéndose.
—Vamos —dijo Kora, señalando las barracas.
Un puñado de dragones se estaba moviendo hacia
las edificaciones. Uno ya había aterrizado sobre
un tejado y estaba golpeándolo con su larga cola
puntiaguda.
Neela observó cómo Kora y su equipo se
preparaban.
—En sus marcas... —habló Kora.
Los askari esperaron, las cabezas hacia abajo,
luciendo como si estuvieran listos para correr
la carrera de sus vidas.
—... listos...
Las cabezas se levantaron de repente, los
cuerpos se tensaron, las colas se enroscaron.
—... ¡ya!
Los guerreros levantaron una polvareda en el
lecho marino, impulsándose en el agua. Gritaban
y se llamaban unos a otros mientras nadaban,
haciendo una conmoción que no iba a pasar
inadvertida, Al oírlos, los dragones giraron
hacia ellos.
—¡Eh, mal aliento! —le gritó Kora a Hagarla en
draca—. ¡Mira lo que tenemos! —-Levantó una copa
tachonada con piedras preciosas—. ¡La robamos de
tu cueva!
Neela comprendió lo que Kora estaba diciendo.
Otra vez, era el lazo de sangre, tenía que
serlo. Nunca había estudiado una palabra de
draca en su vida.
Los otros askari, ululando y gritando, alzaron
el producto del saqueo.
—¡Robamos el tesoro del dragón! ¡Robamos el
tesoro del dragón! —cantaron.
—¡Tu cueva está vacía! ¡El tesoro es nuestro.
Haga-imbécil! —vociferó Kora.
Los ojos de Hagarla se abrieron. Rugió fuerte,
loca de furia. Kora y su grupo surcaron el agua
y los dragones los siguieron, olvidándose de los
prisioneros.
Basra le hizo una seña a su grupo para que
nadara a la prisión. Descendieron a las
barracas, gritando que los dragones de mar se
habían ido, tratando de convencer a los
prisioneros de que los siguieran, de que
estarían seguros.
Los prisioneros estaban flacos y débiles. Los
padres abrazaban fuerte a sus hijos mientras
nadaban, llorando de alegría por haberse reunido
con ellos otra vez. Continuamente, los askari
los hacían moverse, amables pero firmes. Si los
dragones volvían de repente, todos serían
carnada.
Cuando estuvieron a una buena distancia al norte
de la prisión, Basra dijo nerviosa:
—Dónde están Khaali, Leylo y los Rorqual?
Ikraan, escuchando con atención, señaló hacia
adelante.
—¡Allí! ¡Oigo a Ceto! —replicó—. ¡Por aquí!
¡Vamos! —le ordenó a la columna de prisioneros.
Neela miró hacia donde Ikraan estaba señalando.
Vio a Khaali y a Leylo y, detrás de ellos,
suspendidas en el agua, lo que parecían varias
montañas flotantes. Más de veinte ballenas
jorobadas los esperaban. Cuando las ballenas
vieron a Basra y a los prisioneros liberados, se
dividieron en dos filas, con una amplia
distancia entre ellas,
—¡Salve, Ceto, honorable líder del clan Rorqual!
—gritó Basra en ballenés, haciendo una
reverencia a la ballena jorobada más grande—.
¡Malkia Kora le envía sus respetos y su más
profunda gratitud hacia usted y vuestra familia!
Ceto inclinó su magnífica cabeza.
—Los respetos pueden esperar, askara. Trae a tu
gente. ¡Apresúrate!
Basra y los demás guiaron a los prisioneros
liberados al espacio que se había formado dentro
del corro de ballenas, mientras Ceto y las otras
ballenas jorobadas comenzaron a cantar. Su
canción era bella, pero no estaban cantando para
complacer a su público. El canto de la ballena,
misterioso y poderoso, tenía una magia
irresistible. Las ballenas jorobadas estaban
cantando un hechizo para proteger a los
prisioneros, construyendo un campo de fuerza
sónico a su alrededor
Tan pronto como las sirenas liberadas se
ubicaron entre las ballenas, Ceto tomó su lugar
al frente y otra ballena tomó el suyo en la
retaguardia. Dos más nadaron por arriba y por
debajo de las sirenas. A una señal de Ceto,
partieron en formación. Khaali y Leylo, los
jinetes de ballenas, se sentaron sobre las dos
ballenas jorobadas que flanqueaban a Ceto,
escrutando las aguas en busca de cualquier signo
de un dragón.
Tuvieron un viaje sin incidentes y no
encontraron dragones hasta que estuvieron a
apenas una legua al este de Nzuri Bonde.
—¡Problemas adelante! —gritó Leylo.
Unos segundos después, apareció Hagarla seguida
por los otros seis dragones. Las orejas de
Hagarla estaban achatadas contra su cráneo. Su
cola daba latigazos en el agua, haciendo espuma.
Estaba buscando pelea.
—Vete, Hagarla. Te superamos en número
ampliamente —le advirtió Ceto en draca.
—No queremos pelear con ustedes, Ceto Rorqual —
siseó Hagarla—. Queremos a las sirenas.
Entrégalas y dejaremos a tu familia en paz.
—Vete por donde viniste. No tienes nada que
hacer aquí. Ni con mi familia ni con las
sirenas.
—¡Las sirenas me robaron! ¡Invadieron mi casa!
¡Molestaron a mis hijos!
—Y los alimentaron bien —dijo Ceto—. A ustedes
les gustan demasiado las gorgonias. Lo saben en
todos los mares. Váyanse. No les entregaré a las
sirenas. Para eso, deberán pelear conmigo y
perderán. Vete, Hagarla.
Los ojos de Hagarla se entrecerraron.
—¡Me lo pagarán, askari! —gruñó—. ¡Un día, muy
pronto, cuando Ceto Rorqual no esté aquí para
defenderlas!
Lanzó un rugido ensordecedor y se alejó. Uno de
los otros dragones trató de atacar a las
ballenas, pero lo frenó el campo de fuerza. Se
unió a los otros en la retirada.
Poco después del encuentro con los dragones,
Ceto y las sirenas a su cargo arribaron a Nzuri
Bonde a salvo. Los rescatistas habían instalado
carpas, comedores y hospitales para alimentar y
alojar a las sirenas liberadas. Kora se movía
entre los prisioneros, hablándoles,
escuchándolos, abrazándolos. Cuando todos
estuvieron instalados, se dirigió a Ceto.
Haciéndole una reverencia, le agradeció a él y a
su familia por haber rescatado a su gente.
—Tu agradecimiento no es necesario, malkia —dijo
Ceto—. El clan Rorqual recuerda los arpones que
tu gente nos quitó, las redes que cortaron para
liberar a nuestros hijos, los anzuelos crueles
que sacaron de nuestra carne. Los Rorqual no
olvidamos.
Kora nadó hacia la enorme criatura y apoyó su
frente contra la de la ballena. Ceto cerró los
ojos cuando lo hizo y luego se despidió.
Mientras se preparaba para irse, miró a Khaali y
Leylo, que lo habían acompañado desde que
regresaron a Nzuri Bonde. Lucían como si
quisieran algo, pero no podían reunir el valor
para pedirlo. Cómplice, Ceto los miró con sus
ojos sabios.
—Está bien —concedió—. Pero sólo una vez. Me
estoy poniendo viejo para estos trotes.
—¡Sí! —gritaron Khaali y Leylo, chocando sus
colas.
Kora sacudió la cabeza con desaprobación.
—Estos dos no crecen más —dijo—. Vamos, miremos.
—¿Miremos qué? —preguntó Neela—. ¿Dónde vamos?
—Arriba —replicó Kora.
Khaali y Leylo tomaron una de las enormes aletas
de Ceto cada uno. Ceto giró y se dirigió hacia
la superficie. Nadó cada vez más rápido. Kora,
Neela y los demás tuvieron que esforzarse para
seguirle el ritmo a la ballena. A unos pocos
metros de la superficie, Ceto se impulsó con su
monumental cola y los tres estuvieron de repente
en el aire, en un espectacular salto. Khaali y
Leylo soltaron las aletas y saltaron aún más
alto, haciendo volteretas hacia atrás en el
aire. Ceto se zambulló, y Khaali y Leylo cayeron
hacia el agua después de él, riéndose a
carcajadas y gritando como tontos.
Ceto rio también, un sonido que era tan antiguo
y profundo como el océano, y luego él y su clan
se despidieron de las sirenas. Kora, Neela y los
askari regresaron al estadio. Kora, notando la
espalda vendada de Neela, la llevó directamente
a la tienda hospital. Un sanador le quitó las
vendas a las heridas. Kora dejó escapar un
silbido cuando las vendas cayeron.
—Impresionante —dijo—. ¿Qué pasó?
Kora escuchó atentamente mientras Neela le
explicaba, observando el brazalete que le había
regalado Basra. Cuando el sanador terminó, Neela
le dio las buenas noches a Kora. Estaba exhausta
y le dolían las heridas.
—Me voy a mi cuarto —informó—. Las veré mañana.
—No —replicó Kora.
—¿No? ¿Por qué no? ¿Tienes planeado para hoy
otro rescate que desafíe a la muerte?
—Dormirás en una habitación en el ngome ya
jeshi. Es el único que está a tu altura.
Neela no entendía.
—¿El ngome ya jeshi? Pero no es...
—Sí.
—Pero Kora, yo no...
Kora sonrió. Apoyó su frente contra la de Neela.
—Lo eres ahora. Bienvenida a casa, askara.
TREINTA Y SEIS
TREINTA Y OCHO
TREINTA Y CUATRO
CUARENTA
CUARENTA Y UNO
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES
CUARENTA Y CINCO
CUARENTA Y SEIS
CUARENTA Y SIETE
CUARENTA Y OCHO
CUARENTA Y NUEVE
CINCUENTA
CINCUENTA Y DOS
AGRADECIMIENTOS
En esta página, el autor debe agradecer a la
gente que lo ayudó a escribir un libro y, una
vez más, me gustaría agradecer a mi maravillosa
familia y al fantástico equipo de Disney por el
entusiasmo y el apoyo que le brindaron a esta
obra y a toda la saga Waterfire. Pero hay una
persona en particular a la que quisiera
agradecer aquí, la persona que me presentó por
primera vez a mis amigas las sirenas: mi agente
de toda la vida, Steve Malk.
El papel de un agente en la vida de un escritor
es importantísimo. Es socio, confidente,
animador, consejero y, si tiene tanta suerte
como yo, un amigo. No puedo agradecerle lo
suficiente a Steve por todo lo que ha hecho por
mí en estas pocas líneas, pero voy a intentarlo.
Aquí va.
Gracias, Steve, por tu conocimiento, tus sabios
consejos, tu constante buen humor, todo lo cual
lo tengo en grandísima estima. Gracias por amar
la música y el chocolate tanto como yo. Compartí
mi última trufa de jengibre, sésamo y wasabi
contigo y sé que tú harías lo mismo por mí.
Gracias por salvarme muchas más veces de las que
puedo contar. Gracias por preocuparte lo
suficiente para decirme siempre qué estaba mal
en un manuscrito, así como lo que estaba bien.
Gracias por tu amor genuino y duradero por los
libros infantiles. Sobre todo, gracias por
ayudarme a vivir de lo que me gusta. Toda mi
vida quise ser escritora. Debido a todo el
trabajo que hiciste en mi nombre, lo pude
lograr.
GLOSARIO
ABBADÓN: Monstruo inmenso creado por Orfeo que
luego fue derrotado y enjaulado en las aguas del
Antártico.
ABELARDO: El tiburón de arena de Coco.
ACQUA GUERRIERI: Soldados miromarenses,
AGORA: Plaza pública.
AHADI, EMPERATRIZ: La antigua líder de Matali,
madre de Mahdi.
ALETAS NEGRAS: Miembros de la resistencia de
Cerúlea cuyo cuartel general está en el
ostrokón.
AlÍTHEIA: Araña venenosa de tres metros y medio
hecha de bronce mezclado con gotas de la sangre
de Merrow. Bellogrim, el dios herrero, la forjó,
y la diosa del mar Neria le dio vida con su
aliento para que protegiese el trono de Miromara
de cualquier farsante.
ALMA: La mujer que Orfeo amó; cuando ella murió,
él enloqueció de dolor
AMAH: Niñera.
AMARREFE MEI FOO: Pirata que atacó el Deméter
para robarse el diamante azul de la infanta.
ANARACHNA: Palabra miromarense que significa
«araña»,
ANGUILÉS: El lenguaje que hablan las anguilas.
APÁ PIATRÁ: Viejo hechizo rumano de protección
que levanta una pared de agua y luego la
endurece, formando un escudo.
ARAN, EMPERADOR: El actual gobernante de Matali;
padre de Neela.
ARMANDO CONTORINI: Duca di Venezia, líder de los
praedatori (alias Kharkarias, el Tiburón).
ASKARI (ASKARA, sing.): Los miembros de la
guardia personal de Kora en Kandina.
ASTRID: La hija adolescente de Kolfinn,
gobernante de Ondalina.
ATLÁNTICA: Los dominios de las sirenas en el
océano Atlántico.
ATLÁNTIDA: Antigua isla paradisíaca en el
Mediterráneo, poblada por los ancestros de las
sirenas. Seis magos gobernaron la isla con
bondad y sabiduría: Orfeo, Merrow, Sycorax,
Navi, Pyrrha y Nyx. Cuando la isla fue
destruida, Merrow salvó a los atlantes,
recurriendo a Neria para que les otorgara aletas
y colas de pez.
AVA: Sirena adolescente del río Amazonas. Es
ciega pero puede percibir las cosas.
BABA VRÁJA: Anciana líder —u obarsie- de las
iele, brujas de río.
BABOSUCHOS: Los temores más profundos de una
persona; Rorrim Drol se alimenta de ellos.
BABY: La piraña guía de Ava.
BALTAZAAR: El primer ministro de Finanzas desde
el comienzo del reino de Merrow.
BASTIÁN, PRÍNCIPE CONSORTE: El esposo de la
Regina Isabella y padre de Serafina; hijo de la
noble Casa de Kaden del mar de Mármara.
BARCO FANTASMA: Un barco naufragado que se
entrelaza con la fuerza vital de un ser humano
que murió a bordo; su casco no se pudre ni se
oxida.
BECCA: Sirena adolescente de Atlántica.
BEDRIEER; Uno de los tres buques arrastreros que
posee Rafe Mfeme.
BELLA: Palabra italiana que significa «hermosa».
BILAAL, EMPERADOR: El antiguo gobernante de
Matali, padre de Mahdi.
BING BANG: Golosina matalina.
BIOLUMINISCENTE: Criatura marina que brilla con
luz propia.
BLU, GRIGIO y VERDE: Tres praedatori que ayudan
a Neela y Serafina a escapar de Traho.
BUONO: Palabra italiana que significa «bueno».
CABALLABONGO: Juego con hipocampos, parecido al
polo de los humanos.
CANCIÓN DE SANGRE: Sangre extraída del propio
corazón que contiene recuerdos y permite
hacerlos visibles a otros.
CANCIÓN NEGRA: Un poderoso hechizo canta malus
que causa daño; es legal usarlo contra los
enemigos en tiempos de guerra.
CANTA MAGUS {MAGI, pl.) Uno de los magi de
Miromara, el guardián de la magia.
CANTA MALUS: Canción negra, un don ponzoñoso
otorgado por Morsa a las sirenas a fin de
burlarse de los dones de Neria.
CANTA MIRUS: Canción especial.
CANTA PRAX: Canción mágica que hace hechizos
sencillos.
CAÑAIBUJU: Golosina matalina.
CARA: Palabra italiana que significa «querida».
CARACOL: Caparazón de molusco que se utiliza
para grabar información y conservarla.
CARCERON: La prisión de Atlántida. La cerradura
sólo puede abrirse con seis talismanes. Ahora
está ubicada en algún lugar del mar del Sur
CERÚLEA: La ciudad real de Miromara, donde vive
Serafina.
CETO: El líder del clan Rorqual, las ballenas
jorobadas.
CHILAGUONDA: Golosina matalina.
CLÍO: El hipocampo hembra de Serafina.
COMMOVIO: Una canción mágica que puede usarse
para mover objetos.
CONFUTO: Hechizo canta prax que hace que los
humanos parezcan locos cuando hablan de haber
visto una sirena.
CONVOCA: Canción mágica que puede usarse para
convocar a otros y para comunicarse con la
gente.
CORRENTE LARGA: La carretera principal de la
Laguna.
CÓSIMA: Una joven de la corte de Serafina. Su
sobrenombre es Coco.
CONSEJO DE LAS SEIS AGUAS: Una reunión de los
representantes de todos los reinos de las aguas.
CUENCA de MADAGASCAR: Cuenca donde se crían los
dragones boca de navaja, ubicada al oeste de
Matali, cerca de Kandina.
DAÍMONAS TIS MORSA: Demonio de Morsa.
DEMÉTER: El barco en el que María Teresa,
infanta de España, estaba navegando cuando se
perdió de camino a Francia en 1582.
DESIDERIO: Hermano mayor de Serafina.
DESTRUCTOR: Medusa de gran tamaño que flota
sobre las entradas de las discotecas y evita que
las personas entren sin pagar
DINERO MARINO: Dinero que usan las sirenas;
trocii de oro (trocus, sing.), drupas de plata,
cauris de cobre. Los doblones de oro son dinero
del mercado negro.
DOKIMÍ: Palabra griega que significa «prueba»,
una ceremonia en la cual la heredera al trono de
Miromara tiene que demostrar que es la verdadera
descendiente de Merrow, derramando sangre para
Alítheia, la araña marina. Después debe realizar
un hechizo con una canción mágica, hacer sus
votos de compromiso matrimonial y jurar que un
día dará al reino una hija.
DRACA: La lengua que hablan los dragones.
DRAGÓN BENGALÍ DE ALETA AZUL: Especie de dragón
gentil, calmo, bueno para tirar de carruajes y
carretas.
DRAGÓN BOCA DE NAVAJA: Una de las variadas
especies de dragones que se crían en Matali y
que son la principal fuente de la riqueza del
reino; son feroces y asesinos, y evitan que los
invasores pasen más allá de la Cuenca de
Madagascar.
DRAGÓN ÁRABE REAL: Una de las variadas especies
de dragones que se crían en Matali y que son la
principal fuente de la riqueza del reino; son
tan imponentes y tan costosos que solamente las
sirenas de mayor poder adquisitivo se los pueden
permitir
DUCHI DE VENEZIA: Nobles cuyos títulos fueron
creados por Merrow para proteger los mares y a
sus criaturas de los terragones.
EKELSHMUTZ-. Una de las cuatro tribus de los
duendes.
ELYSIA: Capital de Atlántida.
ESPADACHINES: Jóvenes sirena que desafían a la
sociedad vistiéndose de piratas, extravagantes y
aventureros.
EVEKSION: El dios de la curación.
FABRA: Mercado público.
FANTASMAS DE NAUFRAGIO: Fantasmas que viven en
los barcos naufragados, hambrientos de vida; su
contacto, si es prolongado, puede ser letal.
FEUERKUMPEL: Duendes mineros, pertenecientes a
una de las tribus kobold, que canalizan el magma
desde las fallas de las profundidades debajo del
mar del Norte a fin de obtener la lava para la
iluminación y la calefacción.
FILOMENA: Cocinera del Duca Armando.
FOSSEGRIM: Uno de los magi miromarenses, el
liber magus, guardián del conocimiento.
FRAGOR LUX (FRAG, acort.): Canción mágica que
crea una bomba de luz.
FRESHWATERS: Los dominios de las sirenas en
ríos, lagos y lagunas.
GLOBO DE LAVA: Fuente de luz cuya luminosidad
proviene del magma extraído de las minas y
refinado en forma de lava blanca por los
feuerkumpel.
GORGONIAS: Las medusas más mortíferas del mundo.
GRAN ABISMO: Sima en Qin donde se cree que se
encuentra el talismán de Sycorax y donde el
padre de Ling desapareció mientras lo estaba
explorando.
GUERREROS DE LAS OLAS: Humanos que luchan por el
mar y sus criaturas.
HAGARLA: Reina de los dragones boca de navaja.
HARAKA: Tipo de arte marcial practicado por los
askari.
HIPOCAMPOS: Criaturas que son mitad caballo,
mitad serpiente, con ojos de serpiente.
HOLLEBLÁSER: Duendes sopladores de vidrio, una
de las tribus kobold.
HOROK: El Guardián de las Almas en Atlántida,
que llevó a los muertos al inframundo,
reteniendo cada alma en una perla blanca.
IELE: Brujas de río.
ILLUMINATA: Canción mágica para crear luz.
ILLUSIO: Hechizo para crear un disfraz.
INCANTARIUM: El cuarto donde las incanta, las
brujas de río, mantienen a Abbadón a raya con
canciones mágicas y el waterfire.
HIERRO: Metal que repele la magia.
ISABELLA, LA SERENISSIMA REGINA: Gobernante de
Miromara, madre de Serafina.
JANICARI: Guardia personal de la Regina
Isabella.
JINETES DE LA MUERTE: Los soldados de Traho, que
montan caballos de mar de color negro.
JUA MAJI: Aldea de Kandina.
KANDINA: Región en la parte occidental de
Matali, cerca de la cuenca de Madagascar,
gobernada por Kora.
KANDINÉS: Gentilicio de Kandina; la lengua que
se habla en Kandina.
KENJI: Palabra kandinesa que significa «rayo de
sol»; el símbolo de Jua Maji.
KHARKARIAS: «El Tiburón», líder de los
praedatori.
KHELEFU: El gran visir de Matali.
KIONGOZI: General de Kora.
KIRAAT: Medica magus de Matali,
KOBOLD: Tribus de duendes del mar del Norte.
KOLFINN: Almirante de Ondalina, la región del
Ártico.
KOLISSEO: Enorme teatro de piedra de aguas
abiertas en Miromara que se remonta a la época
de Merrow.
KOOTAGULLA: Un postre matalino de varias capas.
KORA: Sirena que gobierna la región matalina de
Kandina como vasalla del emperador; líder de los
askari.
KUWEKA MWANGA, DADA YANGU: Palabras en kandinés
que significan «conserva tu luz, hermana mía».
KYR: El hijo menor de Neria, a quien Merrow
salvó del ataque de un tiburón.
LA LÁGRIMA DE LA SIRENA: El diamante azul que le
regalaron a María Teresa, una infanta de España,
por su decimosexto cumpleaños.
LA LAGUNA: Las aguas frente a la ciudad humana
de Venecia, prohibidas para las sirenas.
LAGUNENSE: Residente de la Laguna.
LAKSHADWA: Dragón garranegra, una de las
variadas especies de dragones que se crían en
Matali y que son la principal fuente de la
riqueza del reino; son enormes y poderosos, y
son utilizados por el ejército.
LAZO DE SANGRE: Hechizo en el que la sangre de
distintos magos se mezcla para formar un lazo
inquebrantable que les permita compartir sus
habilidades.
LIBER MAGUS: Uno de los magi de Miromara,
guardián del conocimiento.
LING: Sirena adolescente del reino de Qin. Es
omnivoxa.
LUCÍA VOLNERO: Una de las damas de honor de
Serafina; miembro de los Volnero, una familia
noble tan antigua y casi tan poderosa como los
merrovingios.
MAGGIORE: Palabra italiana que significa «más
grande».
MAHDI: Príncipe heredero de Matali, prometido de
Serafina, primo de Yazeed y Neela.
MAREABAR: Pequeño bar al paso.
MARÍA TERESA: Infanta de España que estaba
navegando hacia Francia a bordo del Deméter en
1582 cuando fue atacada por un pirata, Amarrefe
Mei Foo.
MARKUS TRAHO, CAPITÁN: Líder de los jinetes de
la muerte.
MATA-JI: Palabra matalina que significa «mamá».
MATALI: El reino de las sirenas del océano
índico. Empezó como un pequeño puesto remoto
frente a las islas Seychelles y creció hasta
convertirse en un imperio que se extiende hacia
el oeste hasta las aguas de África, hacia el
norte hasta el mar Arábigo y la bahía de
Bengala, y hacia el este hasta las costas de
Malasia y Australia.
MATALINO: Natural de Matali.
MEDICA MAGUS: El equivalente de las sirenas de
un doctor.
MEERTEUFEL: Una de las cuatro tribus de los
duendes.
MEHTERBASI: Líder de los janicari.
MEREDILA, MERIATMÁ: Palabras matalinas que
significan «mi corazón, mi vida».
MERROW: Una gran maga que formó parte de los
Seis que Reinaron en Atlántida, antepasado de
Serafina. Primera gobernante del pueblo de las
sirenas. Las canciones mágicas nacieron con
ella. Decretó el dokimí.
MERROVINGIOS: Descendientes de Merrow.
MERROVINGIA REGERE HIC: Palabras del latín que
significan «los merrovingios gobiernan aquí».
MGENI ANAKUJA: Palabras en kandinés que
significan «se aproxima una extraña».
MINA: Voz brasileña coloquial para referirse a
una amiga.
MIROMARA: El reino de donde proviene Serafina.
Es un imperio que se extiende por el mar
Mediterráneo, los mares Adriático, Egeo,
Báltico, Negro, Jónico, el mar de Liguria y el
Tirreno, los mares de Azov y de Mármara, los
estrechos de Gibraltar, de los Dardanelos y del
Bósforo.
MOLUSQUÉS: Lenguaje que hablan los pulpos.
MORSA: Antigua diosa carroñera, cuyo trabajo era
llevarse los cuerpos de los muertos. Enfureció a
Neria por practicar la necromancia. Neria la
castigó, dándole la cara de la muerte y el
cuerpo de una serpiente, y la desterró.
NAKKI: Asesinos del Atlántico Norte que cambian
de forma.
NAVI: Una de los seis magos que gobernaron
Atlántida, antepasado de Neela.
NEELA: Princesa matalina, la mejor amiga de
Serafina. Hermana de Yazeed y prima de Mahdi.
Ella es una bioluminiscente.
NEGRA: Una cerveza espumosa destilada de
manzanas de agua ácidas.
NERIA: La diosa del mar
NEX: Canción negra usada para matar
NGOME YA JESHI: El recinto cercado de los
askari, la guardia personal de Kora.
NOCÉRUS: Canción negra usada para hacer daño.
NYX: Uno de los seis magos que gobernaron
Atlántida, antepasado de Ava.
NZURI BONDE: La aldea en Kandina donde vive
Kora.
OMNIVOXA (acort., OMNI): Sirena que tiene una
habilidad natural para hablar todos los
dialectos del sirenés y para comunicarse con
todas las criaturas del mar
ONDALINA: El reino de las sirenas en las aguas
del Ártico.
OODA: Pez globo hembra, mascota de Neela.
OPÁFAGOS: Criaturas marinas caníbales que vivían
en Miromara y cazaban sirenas hasta que Merrow
las obligó a retirarse a los páramos de Thira,
que rodean las ruinas de Atlántida.
ORFEO: Uno de los seis magos que gobernaron
Atlántida, antepasado de Astrid.
OSTROKI: La versión de las sirenas de los
bibliotecarios.
OSTROKÓN: La versión de las sirenas de una
biblioteca.
PALAZZO: Palabra italiana que significa
«palacio».
PÁNI YOD'DHÁ'OM: Guerreros de las aguas de
Matali.
PÁRAMOS DE THIRA; Las aguas de los alrededores
de Atlántida, donde viven los opáfagos.
PERLA DE TRANSPAROCÉANO: Perla que contiene un
hechizo de invisibilidad; las piedras de
transparocéano no son tan potentes como las
perlas de transparocéano.
PERMUTAVI: Pacto entre Miromara y Ondalina,
efectuado después de la Guerra de la Cordillera
Submarina de Reykjanes, que decretó el
intercambio de los hijos de sus gobernantes.
PESCA: La lengua hablada por algunas especies de
peces.
PETRA TOU NERIA: La Piedra de Neria, un diamante
azul en forma de lágrima que le regaló Neria a
Merrow por salvar a Kyr, su hijo menor, del
ataque de un tiburón.
PIEDRA DE LA LUNA: El talismán de Navi, de color
azul plata y del tamaño de un huevo de albatros.
Brilla desde el interior
PIEDRA DE NERIA: Diamante azul en forma de
lágrima que le regaló Neria a Merrow por salvar
a Kyr, su hijo menor, del ataque de un tiburón.
PITA-JI: Palabra matalina que significa «papá».
POCIÓN DE LENGUADO DE MOISÉS: Líquido extraído
del lenguado de Moisés del mar Rojo que hace
dormir a la gente.
POMPASUMA: Postre matalino.
PORTIA VOLNERO: Madre de Lucía, una de las damas
de honor de Serafina. Quería casarse con
Vallerio, tío de Serafina.
POSIDONIA: Vino dulce hecho de algas
fermentadas.
PRAEDATORI: Soldados que defienden el mar y a
sus criaturas contra los terragones; conocidos
en tierra como los Guerreros de las Olas.
PRAESIDIO: La casa del Duca Contorini en
Venecia.
PRAX: Magia práctica que ayuda a las sirenas a
sobrevivir, como hechizos de camuflaje, hechizos
de ecolocalización, hechizos para aumentar la
velocidad o para oscurecer con una nube de
tinta. Hasta los que tienen poca habilidad para
la magia pueden hacerlos.
PRINCIPESSA: Palabra italiana que significa
«princesa».
PRIYA: Palabra matalina que expresa afecto.
PYRRHA: Una de los seis gobernantes de
Atlántida, antepasado de Becca.
QIN: El reino de las sirenas en el océano
Pacífico, hogar de Ling.
RAFAEL: El juez de paz de los mares que oficia
en la ceremonia de intercambio de votos de Mahdi
y Sera.
RAFE IAORO MFEME: El peor de los terragones,
dirige una flota de dragas y enormes arrastreros
que amenazan con sacar hasta el último pez del
mar
REGGIA: Antiguo palacio de Merrow.
REGINA: Palabra italiana que significa «reina».
RÍO OLT: La región de Freshwaters donde se
encuentra la caverna de las iele.
ROBUS: Canción mágica usada para empujar
RORQUAL: Ballena jorobada.
RORRIM DROL: El señor de Vadus, el reino de los
espejos.
RURSUS: La lengua de Vadus, el reino de los
espejos.
RUSALKAS: Fantasmas de jóvenes humanas que
saltaron al río y se ahogaron porque alguien les
había roto el corazón.
SAGI-SHI: Uno de los tres arrastreros de Rafe
Mfeme.
SAINTES-MARIES: Los restos del naufragio del
Deméter yacen a veinticinco leguas al sur de
este punto de Francia.
SALÓN DE LOS SUSPIROS: Largo corredor en Vadus,
el reino de los espejos, cuyas paredes están
cubiertas de espejos; cada uno de ellos tiene un
espejo que le corresponde en el mundo de los
terragones.
SALAMU KUBWA, MALKIA: Palabras kandinesas que
significan «La saludo, gran reina».
SANANDA, EMPERATRIZ: La actual gobernante de
Matali; madre de Neela.
SEJANUS ADARO: El marido de Portia Volnero, que
murió al año del nacimiento de Lucía.
SERAFINA: Principessa di Miromara.
SIRENA HIPNOTIZADORA: Sirena que canta por
dinero marino.
SILVESTRE: El pulpo mascota de Serafina.
SOLDATI: Palabra italiana que significa
«soldados».
SUMA: Amah, o niñera, de Neela.
SVIKARI: Uno de los tres arrastreros de Rafe
Mfeme.
SYCORAX: Una de los seis gobernantes de
Atlántida, antepasado de Ling.
TALISMÁN: Objeto con propiedades mágicas.
TAVIA: Niñera de Serafina.
TERRAGONES (acort. TERRAS): Humanos. Hasta ahora
no han podido romper los hechizos de las
sirenas.
THALIA, LADY: Una vitrina que sabe dónde están
los seis talismanes,
TORTUGUÉS: La lengua hablada por las tortugas de
mar.
VADUS: El reino de los espejos,
VALLERIO, PRINCIPE DEL SANGUE: Hermano de la
Regina Isabella, generalísimo de Miromara, tío
de Serafina.
VIAJE DE MERROW: Diez años después de la
destrucción de Atlántida, Merrow hizo un viaje a
todas las aguas del mundo a fin de buscar
lugares seguros donde las sirenas pudieran
establecer colonias.
VITRINAS: Almas de humanos bellos y vanidosos
que pasaron tanto tiempo admirándose en los
espejos, que quedaron atrapados dentro.
VORTEX: Una canción mágica usada para crear un
remolino.
WATERFIRE: Fogata mágica que se usa para
encerrar o contener
YANTIYAPTA: Golosina matalina.
YAZEED: Hermano de Neela, primo de Mahdi.
ZE ZÉ: Golosina matalina.
ZENO PISCOR: Hombre sirena que traicionó a
Serafina y Neela, aliado de Traho.