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Sociología

ambiental
Su problemática

Carlos Armando de los Santos


García
CIISDER-UAT Teoría sociológica contemporánea MAR

Sociología ambiental
Su problemática

RESUMEN

Investigar los cambios ambientales con las dos teorías dominantes de la sociolo-
gía ambiental, el eco-marxismo y el modernismo ambiental, genera los siguientes
problemas: el primero la poca potencia explicativa ya que son teorías lineales ex-
plicando ecosistemas complejos que funcionan a partir de mecanismos lineales y
no lineales; el segundo es el paradigma del excepcionalismo humano que dificulta
el reconocimiento del hombre como parte de la naturaleza y; el tercero el dar por
sentado, sin refutación alguna, la ideología de los movimientos ambientalistas. Se
concluye que, si la sociología ambiental no genera una mayor reflexión filosófica y
teórica, no podrá generar investigaciones explicativas.

Palabras clave: sociología ambiental, eco-marxismo, modernismo ambiental, ex-


cepcionalismo humano, ideología ambiental, mecanismos, explicación, teoría.

INTRODUCCIÓN

Tradicionalmente la sociología ha estado ajena al estudio de la relación


hombre-naturaleza puesto que se encuentra influenciada por el paradigma del ex-
cepcionalismo humano lo cual provoca que se traten de explicar los procesos so-
ciales negando las relaciones que establece el primate humano con sus sistemas
bióticos y abióticos, es decir, explicar en términos sociales los fenómenos sociales.
Si bien es cierto que los mecanismos sociales producen cambios en el sistema
social, los cambios sociales no necesariamente requieren de mecanismos socia-
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les, por ejemplo, una sequía prolongada puede generar cambios en el sistema
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social.

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Enfoques teóricos de la sociología ambiental

En la sociología ambiental moderna existen dos escuelas dominantes: la


Escuela de Modernización Ecológica, originada en Alemania con Joseph Huber y
continuada en Holanda con Spaargaren y Mol como sus exponentes principales.
La segunda escuela es el Eco-Marxismo. La diferencia entre ambas escuelas es
que mientras los holandeses se centran en un argumento positivo donde afirman
que el capitalismo verde es posible y deseable, los eco-marxistas tienen un
fundamento más sombrío en la cual no puede haber desarrollo y sostenibilidad al
mismo tiempo, la única solución es destruir el capitalismo para tener una relación
más saludable con el medio ambiente (Lever-Tracy, 2008: 458-459) que se
traduce como una absurda idea en la que un sistema de producción diferente
como el socialismo (o una regresión al feudalismo) no impacta los ecosistemas.

En el siglo XIX los científicos Darwin, Mathus y Spencer (considerados


frecuentemente como padres de la ecología social) generaron unas líneas entre
teorías del ámbito biológico y aquellas del ámbito político y social (Spaargaren,
1997: 53). Los trabajos de Darwin, Mathus y Spencer; sirvieron como inspiración
para la sociología ecológica de la Escuela de Chicago, siendo uno de sus
representantes Robert E. Park (véase Park, 1915) quien vio en el proceso de
urbanización la necesidad de crear un vínculo entre el hombre y su medio
ambiente, sin embargo, bajo esta perspectiva teórica no hay interacción entre las
sociedades y la naturaleza sino la innevitable convivencia entre ambos, ello se
según Spaargaren (1997:47) se debe a la influencia del paradigma del
excepcionalismo humano en la Escuela de Chicago.

De forma separada las ciencias naturales y sociales han adoptado, entre


otros enfoques, la teoría de sistemas complejos para estudiar el fenómeno, pero
los intentos de integrar las ciencias naturales y sociales para entender el dominio
del humano en los ecosistemas han resultado en productos reduccionistas,
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generalmente se ha estudiado a los procesos sociales y ecológicos como


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procesos separados (Alberti, et. al., 2003:1169). Respecto a la teoría general de

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sistemas en las ciencias sociales, afirmo que ésta ha generado más expectativas
de lo que realmente puede producir en las ciencias sociales, ya que estamos lejos
de producir modelos formales [matemáticos] complejos que permitan encontrar
leyes como propone Bertalanffy, además, él pasa por alto que en realidad las
leyes no se encuentran por medio de teoremas o ecuaciones (estas sólo describen
el funcionamiento de la ley) sino por medio de la suposición, es decir, sólo gracias
a un sistema hipotético-deductivo (teoría); por el momento, las ciencias sociales
deben conformarse con un enfoque sistémico no formal.

No es casual que la sociología haya dejado de lado el mundo biofísico,


Lever-Tracy (2008:458) cita a Benton, Dunlap y Catton quienes afirman que el
énfasis durkhemniano de explicar los fenómenos sociales en términos de hechos
sociales, aunado a la aversión al determinismo biológico y geográfico excesivo
llevó a los sociólogos a ignorar el mundo biofísico.

De acuerdo con Spaargaren (1997: 46-47), la teoría de la Escuela de


Chicago y los sistemas parsonianos pueden incorporarse a la ciencia ambiental
pero con gran dificultad del mismo modo que lo presentan los neo-marxistas; estos
marcos teóricos son un obstáculo mas que un catalizador de la interdisciplina.
Afirmo que el problema de los estudios ambientales es lograr dar el peso
adecuado a la esfera social y natural (según cada caso particular a investigar) y
evitar explicar los fenómenos sólo a través de mecanismos poco relevantes, como
por ejemplo, el determinismo económico del eco-marxismo y modernismo
ambiental que explican todos los cambios ambientales.

El mecanismo lineal de la sociología ambiental

La disciplina de las ciencias naturales que tradicionalmente se ha dedicado


al estudio de la relación hombre-naturaleza ha sido la ecología, y en especial, la
ecología humana; sin embargo, algunos sociólogos reaccionaron contra la poca
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atención que la ecología prestaba a las influencias políticas, sociales y económi-


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cas en las dinámicas del primate humano en su ecosistema, naciendo así la socio-

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logía ambiental como contrarespuesta a la carencia de un enfoque sistémico de la


ecología. La crítica a la ecología social es que sus fronteras entre los territorios
sociales, biológicos o físicos son muy vagas y, la relación hombre-naturaleza no
presenta una dimensiones históricas ni políticas. Esto aplica para la ecología
social de los años veinte, treinta y actual (Spaargaren, 1997: 55); sin embargo, en
el desarrollo de la disciplina los académicos, entre ellos Spaargaren, cayeron víc-
timas de su propia crítica de falta de enfoque sistémico en los estudios ambienta-
les al negar la esfera física y biótica del ecosistema ya que redujeron su explica-
ción de los cambios ambientales complejos a través de un mecanismo lineal: el
capital es el causante del detrimento ambiental (eco-marxismo) o de su posible
solución (modernismo ambiental). Dejan de lado cuestiones como la cultura (la
cual sí es interés de la ecología cultural), las biológicas y físicas (el principal gas
de efecto invernadero no es el dióxido de carbono –CO2-sino vapor de agua, a su
vez, el CO2 de origen antropogénico está lejos de alcanzar la cantidad originada
por los océanos).

Veamos el siguiente ejemplo de cómo intentaría explicar la sociología am-


biental el hecho de que las zonas habitacionales urbanas con mayor ingreso per
cápita poseen mayor cobertura arbórea que las zonas pobres y, por lo tanto, un
mejor performance de su ecosistema local (Grove y Burch, 1997): los eco-
marxistas dicen que la concentración del capital es la causante del detrimento am-
biental, por lo tanto, la solución es la eliminación del capitalismo, sin embargo, el
hecho de que las zonas ricas tienen un mejor performance de su ecosistema plan-
tea una contradicción, ellos pueden esquivar la contradicción diciendo que la lucha
por el capital genera clases, y por lo tanto, la segregación de los pobres, es decir,
están diciendo que el sistema de producción no es el problema sino la desigualdad
en la distribución del ingreso. Vayda y Walters (1999) también ponen el dedo en la
llaga al ecomarxismo al afirmar que éstos no serían capaces de explicar, en su
trabajo de investigación sobre la deforestación del árbol Mangrove en Filipinas, por
qué no sólo los ricos deforestan, sino también los pobres, ni el por qué los ricos
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también reforestan. En resumen, los ecomarxistas hacen valer sus explicaciones

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incluso ante situaciones contradictorias, lo cual indica que, son activistas políticos
y no científicos que han adoptado una piel ambientalista. Los modernistas ambien-
tales son más cautos y no afirman que el capitalismo no puede subsanar su im-
pacto ambiental, al contrario, proponen que sólo el desarrollo del capitalismo y su
consiguiente tecnología, es capaz de reducir el impacto ambiental; ellos sí podrían
explicar los ejemplos anteriores, pero, hay un problema, cada ejemplo anterior tie-
ne un contexto biótico y abiótico (y no sólo social) que tienen mecanismos más
relevantes en los cambios ambientales.

Spaargaren (1997: 52) argumenta que el centro del análisis de los estudios
ambientales es la relación hombre-naturaleza y se asume que la línea divisoria
entre las ciencias sociales y las biológicas debe ser erradicada. Un ejemplo de
esta línea la encontramos a finales de los años setenta cuando los sociólogos de
la agricultura argumentaban que era inapropiado incluir factores como tipo de
suelo en las explicaciones de la conservación del suelo porque no eran variables
sociales (Dunlap y Marshall: 330), lo cual claramente es una construcción muy
pobre de conocimiento. Nuevamente, Spaargaren cae víctima de su crítica, ya que
su libro no hace mención alguna de nada biológico, químico o físico sino que se
centra exclusivamente al binomio capital/tecnología. En el ejemplo de
deforestación del Mangrove que nos describe Vayda y Walters (1999), ni el
ecomarxismo ni el modernismo podrían explicar por qué en las zonas
deforestadas de Mangrove son reforestadas (tanto por pobres como por ricos) con
bakau, es sólo la biología quien da cuenta que el bakau es un árbol con una
inusual capacidad reproductiva ya que sus semillas germinan y se elongan en
tallos mientras siguen unidos a la planta madre. No hay problemas de
deforestación de bakau y no ello no tiene razón económica, política o cultural.
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El problema del antropocentrismo

El antropocentrismo ciega al investigador en la búsqueda de los mecanis-


mos que generan cambios (o los evitan) en el ecosistema. Si no es posible descu-
brir esos mecanismos ocultos, no existe explicación científica, sólo la descripción
es posible (o una interpretación, pero, al igual que Mario Bunge, afirmo que la
Verstehen es una especulación de los significados de la realidad como si fuese un
texto así que, el especular es tan científico como la creación literaria). El antropo-
centrismo carga a las teorías con dos juicios a priori; el primero es el no reconoci-
miento del humano como parte del reino animal en el ecosistema; el segundo es la
sobredimensión de los mecanismos antropogénicos en los cambios ambientales.

Durante toda la historia de la humanidad, desde los grupos de cazadores-


recolectores hasta nuestros días, el hombre siempre ha influenciado los procesos
biofísicos y los sistemas ecológicos. Es necesario recalcar que, a pesar de los ar-
gumentos de los movimientos ecologistas que acusan a la industrialización como
la causante de generar cambios en los ecosistemas, la realidad es que los ele-
mentos bióticos y abióticos siempre influencian en el ecosistema, por ejemplo, la
respiración de los animales emite dióxido de carbono (uno de los gases de efecto
invernadero) a la atmósfera, es decir, desde los microorganismos hasta las comu-
nidades humanas impactan el ecosistema, y es que, el tan temido ‘impacto’ es en
realidad una condición necesaria para la vida. En la actualidad no existe ecosiste-
ma que no esté influido directa o indirectamente por el hombre, incluso en los lu-
gares más alejados de concentraciones humanas (Véase Vitousek, Mooney,
Lubchenco, y Melillo, 1997). Como uno de tantos ejemplos de esta influencia
antropogénica está el calentamiento del clima de las zonas urbanas, mismo que
fue descrito por primera vez en 1818 por Luke Howard quien observó que el centro
de Londres era más cálido que su periferia rural, pero cabe preguntarse, ¿son tan
dramáticas las influencias antropogénicas en la biosfera? El mayor ejemplo es la
teoría del calentamiento global generado por las actividades humanas. Es verdad
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que hay evidencia empírica de un calentamiento global, como ya los ha habido en


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el pasado (ya que las variaciones de temperatura son parte del sistema climático),

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sin embargo, lo que ha estado en tela de jucio por parte de la comunidad científica
(amedrentada por los movimientos ecologistas) es la correlación, tan publicitada
por Al Gore, entre dióxido de carbono (CO2) y el aumento de temperaturas ya que,
se ha comprobado que el aumento de la temperatura precede al aumento del CO2
con una diferencia de cientos de años, es decir, el aumento del gas no es la causa
del aumento de la temperatura; la correlación más significativa es el aumento de la
actividad solar aumenta la temperatura (Durkin, 2007), por lo tanto, la percepción
del problema ambiental tiene una sobredimensión antropocéntrica. La
industrialización no es más poderosa que el Sol. Erróneamente se piensa que los
cursos evolutivos tienen que ser detenidos por causas morales (como los ancianos
que pregonan que su época de juventud fue mejor que la presente y que debe
regresarse a ella), sin embargo, la evolución ambiental no se detiene con
movimientos sociales ni hay razón moral para intentar hacerlo.

Ya que el antropocentrismo puede cegar al investigador en la búsqueda de


mecanismos que expliquen los cambios ambientales, la actitud antropocentica
merece una reflexión. ¿De dónde viene esta actitud antropocéntrica? Andrew y
Yeuk-Sze (2001) citan la teoría de Lynn White la cual afirma que la tradición
monoteísta judeo-cristiana conduce al antropocentrismo, sin embargo, sostengo
que el antropocentrismo nace ante la pregunta filosófica que se ha realizado el
hombre, para conocer su lugar en el mundo, sobre existencia o no de la
conciencia animal; ya en la Grecia Antigua, Aristóteles contestaba esta pregunta al
afirmar que sólo los humanos tienen espíritus racionales.

¿Qué ideología hay detrás de la sociología ambiental?

A la luz de lo expuesto anteriormente es notorio que la sociología ambiental no


tiene el interés de realizar una teoría realmente interdisciplinar, sé que es una me-
ta muy ambiciosa y aparentemente inviable, pero la sociología ambiental no mues-
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tra indicios de evitar explicar vía mecanismos no lineales. Este artículo no ha men-
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cionado al feminismo ambiental porque abiertamente argumentan que sus explica-

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ciones (igual vía mecanismo no lineal) no son científicas sino ideológicas, el pro-
blema de las dos escuelas principales (ecomarxismo y modernismo ambiental) es
que nacieron de la ideología de los movimientos ambientalistas de los años seten-
tas y ochentas del siglo XX y no de un interés científico. Es decir, la sociología
ambiental no se ha dedicado a estudiar el ambiente sino a legitimar (modernismo
ambiental) o rechazar (marxismo) el modo de producción capitalista en pro de una
sociedad sostenible. He aquí que vale hacer una aclaración con el término soste-
nible; si la biosfera tiene una evolución compleja e imparable, la sostenibilidad no
es una problemática científica sino filosófica, es decir, la sostenibilidad debe ser
parte de la ética ambiental y es ahí donde la discusión de lo sostenible será más
fértil y no un camino minado por ideología como lo es en las ciencias sociales o
naturales.

Conclusión

La problematización de las investigaciones científicas sobre el ambiente


tienen una alta carga ideológica (antropocéntrica y ambientalista) que ha generado
gran cantidad de estudios sesgados o con poca potencia explicativa. La sociología
ambiental es una de las disciplinas más permeadas por la ideología por lo que es
conveniente regresar a los fundamentos de la disciplina y hacerse preguntas
como: ¿qué es el impacto ambiental?, ¿a qué conlleva?, ¿cuál es la ideología
imperante en la disciplina?, ¿está sobredimensionada la influencia antropogénica
en la dinámica de los ecosistemas?, ¿la sostenibilidad es una cuestión moral?, ¿el
objetivo logrado por la sociología ambiental ha sido la generación de explicaciones
científicas o simplemente ha legitimado el modo de producción?

Independientemente de las respuestas, que han sido bosquejadas en el


artículo, a las preguntas señaladas anteriormente, creo que el hecho más
interesante de la problemática ambiental es conocer los mecanismos que
permitieron a la ideología ambientalista torcerle la mano a la ciencia social y
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natural.

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