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DERECHO PENAL

PARTE ESPECIAL

RAMIRO SALINAS SICCHA

Estudio dogmático integral del Código Penal Peruano


INDICE
PALABRAS DEL AUTOR
IMPORTANCIA DE LA DOGMÁTICA JURíDICO PENAL

TITULO I
DELITOS CONTRA LA VIDA Y LA SALUD DE LAS PERSONAS
CAPíTULO I: HOMICIDIO (Artículo 106 al 113)
 Generalidades
 Homicidio simple
 Parricidio
 Asesinato
 Homicidio por emoción violenta
 Infanticidio
 Homicidio culposo
 Homicidio piadoso
 La eutanasia en el Código Penal
 Instigación y ayuda al suicidio

CAPíTULO II: ABORTO (Artículo 114 al 120)


 Consideraciones generales
 El autoaborto
 Aborto consentido
 Aborto no consentido
 Aborto abusivo o causado por profesional
 Aborto preterintencional
 Aborto terapéutico
 Aborto sentimental o ético
 Aborto eugenésico

CAPíTULO III: DELITOS CONTRA LA SALUD (Artículo 121 al 124)


 Consideraciones generales
 Lesiones graves
 Lesiones graves a menores y parientes
 Formas agravadas. Lesiones graves por violencia familiar (*)
 Lesiones leves
 Lesiones simples a menores y parientes
 Lesiones con resultado fortuito
 Lesiones culposas
 Lesiones al feto

CAPÍTULO IV:
EXPOSICiÓN A PELIGRO O ABANDONO DE PERSONAS EN PELIGRO (Artículo 125 al
129)
 Consideraciones generales
 Exposición o abandono de menores o incapaces
 Omisión del deber de socorro
 Omisión de auxilio o aviso a la autoridad
 Exposición a peligro de personas dependientes

TÍTULO II
DELITOS CONTRA EL HONOR DE LAS PERSONAS(Artículo 130 al 138)
 Cuestiones preliminares
 Injuria
 Calumnia
 Difamación
 Excepciones del delito de injuria y difamación
 La excepto veritatis o prueba de la verdad
 Inadmisibilidad absoluta de la exceptio veritatis
 Difamación o injuria encubierta o equivoca
 Injurias recíprocas

TÍTULO III
DELITOS CONTRA LA FAMILIA
CAPíTULO I
MATRIMONIO ILEGAL (Artículo 139 al 142)
 Generalidades
 Bigamia
 Matrimonio con persona casada
 Celebración de matrimonio ilegal
 Inobservancia de las formalidades para contraer matrimonio

CAPÍTULO II
DELITOS CONTRA El ESTADO CIVIL (Artículo 143 al 146)
 Generalidades
 Alteración o supresión del estado civil
 Fingimiento de embarazo o parto
 Alteración o supresión de la filiación de menor
 El honor en los delitos contra el estado civil

CAPÍTULO III
ATENTADOS CONTRA LA PATRIA POTESTAD (Artículo 147 al 148)
 Generalidades
 Alteración o supresión del estado civil
 Inducción a la fuga de un menor
 Instigación de menores a participar en pandillas perniciosas

CAPÍTULO IV
OMISiÓN DE ASISTENCIA FAMILIAR (Artículo 149 al 150)
 Generalidades
 Incumplimiento de obligación alimentaria
 Abandono de mujer en gestación
TÍTULO IV
DELITOS CONTRA LA LIBERTAD
CAPÍTULO I
VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD PERSONAL (Artículo 151 al 153)
 Generalidades
 Coacción
 Secuestro
 Trata de personas
 Trata de personas agravada

CAPÍTULO II
VIOLACiÓN DE LA INTIMIDAD (Artículo 154 al 158)
 Generalidades
 Violación de la intimidad
 Violación de la intimidad agravada por la calidad del autor
 Revelación de la intimidad conocida por motivos de trabajo
 Organización y empleo ilícito de archivos políticos o religiosos
 Acción privada

CAPÍTULO III
VIOLACiÓN DE DOMICILIO (Artículo 159 al 160)
 Generalidades
 Violación de domicilio
 Allanamiento ilegal de domicilio

CAPÍTULO IV
VIOLACiÓN DEL SECRETO DE LAS COMUNICACIONES (Artículo 161 al 164)
 Generalidades
 Apertura o apoderamiento indebido de correspondencia
 Interferencia telefónica
 Desvío o supresión de correspondencia
 Publicación indebida de correspondencia
CAPÍTULO V
VIOLACiÓN DEL SECRETO PROFESIONAL (Artículo 165)
 Violación del secreto profesional
CAPÍTULO VI
VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD DE REUNiÓN (Artículo 166 al 167)
 Impedimento o perturbación de una reunión pública
 Abuso de cargo
CAPÍTULO VII

VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD DE TRABAJO (Artículo 168)


 Delitos contra la libertad de trabajo

CAPÍTU LO VIII
VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD DE EXPRESiÓN (Artículo 169)
 Delito contra la libertad de expresión

CAPÍTULO IX

VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD E INDEMNIDAD SEXUAL (Artículo 170 al 178)


 Delito de acceso carnal sexual 1
 Delito de acceso carnal sexual
 Delito de acceso carnal sexual presunto
 Delito de acceso carnal sexual abusivo
 Delito de acceso carnal sexual sobre menores
 Delito de acceso carnal sexual sobre menores
 Delito de acceso sexual en personas dependientes
 El delito de acceso carnal sexual por engaño: seducción
 Actos contrarios al pudor
 Atentado al pudor de menor
 Responsabilidad civil especial
 Tratamiento terapéutico

CAPÍTULO X
PROXENETISMO (Artículo 179 al 182)
 Favorecimiento a la prostitución
 Rufianismo
 Prostitución de personas
 Turismo sexual adolescente
 Trata de personas para ejercer la prostitución
 Uso de los medios de comunicación para promocionar la prostitución
adolescente, turismo sexual adolescente y trata de menores

CAPÍTULO XI
OFENSAS AL PUDOR PÚBLICO PUBLICACIONES Y EXHIBICIONES
OBSCENAS(Artículo 183 al 183-A)
 Pornografía infantil y adolescente

CAPÍTULO XII
DISPOSICiÓN COMÚN PENALIDAD DEL CÓMPLICE PRIMARIO(Artículo 184)

TÍTULO V
DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO (Artículo 185 al 208)

CAPÍTULO I
HURTO (Artículo 185 al 187)
 Hurto agravado
 (*)Dispositivos para asistir a la decodificación de señales de satélite
portadoras de programas (Artículo 186-A)
 Hurto de uso
CAPíTULO II
ROBO(Artículo 188 al 189)
 Robo simple
 Robo simple (jurisprudencia)
 Robo agravado
 Robo agravado
CAPÍTULO II-A
ABIGEATO (Artículo 189-A al 189-C)
 Abigeato de uso
 Abigeato agravado
CAPÍTULO III
APROPIACiÓN ILICITA (Artículo 190 al 193)
 Sustracción de bien propio
 Apropiación de bien perdido o de tesoro
 Apropiación de un bien por error o caso fortuito
 Disponer o apropiación de bien recibido en prenda

CAPíTULO IV
RECEPTACIÓN (Artículo 194 al 195)
(*)Distribución de señales de satélite portadoras de programas (Artículo 194-A)

CAPíTULO V
ESTAFA Y OTRAS DEFRAUDACIONES (Artículo 196 al 197)
 Defraudación
CAPíTULO VI
FRAUDE EN lA ADMINISTRACiÓN DE PERSONAS JURíDICAS (Artículo 198 al
199)
 Fraude por contabilidad paralela
CAPÍTULO VII
EXTORSiÓN Y CHANTAJE (Artículo 200 al 201)
 Extorsión
 Chantaje
CAPíTULO VIII
USURPACiÓN (Artículo 202 al 204)
 Usurpación de aguas
 Usurpación agravada
CAPíTULO IX
DAÑOS (Artículo 205 al 206)
 Agravantes del delito de daños
 Producción o venta de productos dañinos para consumo de animales

CAPíTULO X
DELITOS INFORMÁTICOS (Artículo 207-A al 207-C)
 El delito de intrusismo informático
 El delito de sabotaje informático
 El delito informático agravado

CAPíTULO XI
DISPOSICiÓN COMÚN CAUSAS PERSONALES DE
EXCLUSiÓN DE PUNIBILlDAD (Artículo 208)

MODIFICACIONES 2009
PALABRAS DEL AUTOR

Después de agotada la segunda edición de Derecho penal. Parte especial, se


publica la tercera edición actualizada, pues como nos enseñan a todos en las aulas
universitarias, el Derecho está en constante cambio.

La dogmática1 del Derecho penal referente a la parte especial, no es ajena a los


cambios que se producen tanto en el aspecto legislativo 2, así como en la
jurisprudencia. De ahí que en la presente edición, aun cuando los conceptos y
teorías centrales se mantengan, se han reinterpretado los tipos penales, modificados
por el Decreto Legislativo Nº 982, publicado en El Peruano, el 22 de julio de 2007

1
"La dogmática es, desde luego, una actividad compleja en la que cabe distinguir esencialmente
estas tres funciones: 1) suministrar criterios para la producción del Derecho en las diversas instancias
en que ello tiene lugar; 2) suministrar criterios para la aplicación del Derecho; 3) ordenar y
sistematizar un sector del ordenamiento jurídico" (ATIENZA Rodríguez, Las razones del derecho.
Teoría de la argumentación jurídica, Palestra, Lima, 2004, p. 29).
2
De ese modo, al estar en impresión el presente libro se publicó el 25 de enero de 2008 la Ley Nº
29194. Allí se dispone la adición un último párrafo al artículo 177 y se incorpora el artículo 181-B del
Código Penal. Para fines pedagógicos resulta pertinente reproducirlo:
Artículo 1772.- Formas agravadas (.)
En los casos de los delitos previsto en los artículos 1732, 1732·A Y 176º-A, cuando el agente sea el
padre o la madre, tutor o curador, en la sentencia se impondrá, además de la pena privativa de
libertad que Corresponda, la pena accesoria de inhabilitación a que se refiere el numeral 5 del
artículo 362.
con la finalidad de poner al día, en lo posible, a nuestros lectores que hacen uso de
nuestros trabajos en el campo académico y en la práctica forense, fiscal y judicial.
Es indispensable advertir que, a diferencia de otras obras de Derecho penal editadas
en el Perú, en la presente, para sustentar o argumentar posiciones y opiniones sobre
los temas tratados, solo se hace uso en forma tangencial de la ubérrima bibliografía
extranjera, y más bien, pese a lo escaso, hacemos uso de la bibliografía nacional y
de nuestros precedentes jurisprudenciales que en cantidad es abundante pero que
en calidad Todavía queda mucho camino por descubrir y recorrer. Sin embargo,
como lo dijo Machado: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".

Actualmente en este rumbo vienen haciendo importantes aportes los brillantes


catedráticos de Derecho Penal, los que por su desprendimiento, y por obra de la
divinidad, ocupan hoy el más alto cargo en la magistratura nacional: los vocales
supremos3.

En efecto, no recurrimos tanto a fuentes extranjeras para efectuar la hermenéutica


de la parte especial de nuestro Código Penal, pues tenemos claro que lo contrario
revelaría, como atinadamente enseña el profesor José Hurtado Pozo: "una actitud
intelectual especial, consistente en abordar las obras doctrinales extranjeras sin
tener en cuenta ni la legislación que las sirve de punto de partida, ni la legislación
4
nacional que debe ser interpretada".

Del mismo modo, no nos limitamos a realizar exclusiva interpretación doctrinaria de


los tipos penales referentes a los delitos que se tratan, sino también, recurrimos a la
jurisprudencia de "calidad" elaborada por nuestros jueces penales a fin de saber
cómo se interpretan y aplican los tipos penales en los casos concretos que la
realidad presenta.

3
Entre los más representativos: doctores César San Martín Castro, Robins6n Gonzáles Campos,
Víctor Prado Saldarriaga y Javier Villa Stein.
4
HURTADO POZO, José, Manual de Derecho penal. Parte general 1, 3' ed., Grijley, Lima, 2005, p.
379.
Artículo 1812-8.- Formas agravadas en los casos de los delitos previstos en los artículos 1792, 1812
Y 181 2_A cuando el agente sea el padre o la madre, tutor O curador, en la sentencia se impondrá,
además de la pena privativa de libertad que corresponda, la pena accesoria de inhabilitación a que se
refiere el numeral 5 del articulo 362.
Optamos por esta forma de hacer dogmática penal, debido que en la doctrina
jurídica más avanzada es lugar común afirmar que no se puede conocer el Derecho
de un país leyendo simplemente sus leyes; tampoco es suficiente consultar la
doctrina elaborada a partir de ellas. Para conocer el derecho de un país, es
indispensable saber cómo son aplicadas sus leyes, en consecuencia, cómo son
interpretadas por los diversos órganos encargados de aplicarlas a los casos
concretos y, en particular, por los órganos judiciales. Los jueces, en la medida que
de manera constante y coherente justifican jurídicamente sus decisiones en los
innumerables casos que conocen y resuelven, otorgan un sentido determinado a las
disposiciones legales. De ahí la urgencia que los precedentes jurisprudenciales
vayan adquiriendo mayor calidad.
Esto es uno de los objetivos, y quizá el principal, de la actual orientación de la
educación universitaria en Europa. Desde 1999 con la célebre "Declaración de
Bolonia" se dio inició al proyecto de construcción del denominado "Espacio Europeo
de Enseñanza Superior" (EEES) cuya finalidad es aprovechar la unificación para
elevar la calidad de la enseñanza universitaria adoptando el modelo de las
universidades norteamericanas. El EEES representa una cierta "norte
americanización" de la universidad europea. 5 La enseñanza tradicional, basada en la
mera transmisión de información acerca de conocimientos, de contenidos, y su
recepción pasiva del estudiante, debe ser superada por una educación en
capacidades, en habilidades y competencias, es decir, una formación mucho más
metodológica que no se limite a informar de contenidos, sino que enseñe a usarlos
de un modo práctico; y, vinculado con esto, capacite también al estudiante para
6
adquirir nuevos conocimientos y nuevas aptitudes por sí mismo.

En concreto, se trata de hacer realidad el eslogan de las Facultades de Derecho de


las Universidades de Estados Unidos: "enseñar a pensar como juristas". Allí los
conocimiento normativos y dogmático jurídicos se enseñan no en el vacío sino a
partir de la discusión argumentativa de sentencias y casos prácticos, mostrando
cómo aparecen en la realidad aplicativa del Derecho y enseñando a los estudiantes
a ver, extraer, aplicar e incluso construir por sí mismos, las normas y las

5
Por todos, vide: PEREZ LLEDÓ, Juan, La enseñanza del Derecho. Dos modelitos y una propuesta,
Palestra, Lima, 2006, p. 13.
6
Ibídem, p. 17.
teorizaciones dogmático-jurídicas verdaderamente útiles elaboradas a partir de
casos concretos. El objetivo es formar buenos profesionales del Derecho, juristas
técnicamente competentes y bien orientados moralmente, no simplemente porque
conozcan Derecho, sino porque tengan aptitudes para manejado hábilmente de un
modo no formalista sino instrumentalista; capaces de argumentar jurídicamente un
espectro de soluciones posibles mucho mayor que las que prima facie se le
presentan "congeladas" desde la literalidad de la norma o de su interpretación
dominante.7

Esa es la línea que adoptamos y esperemos se vaya consolidando en nuestra patria.


En el Perú, la explicación dogmática del Derecho penal con el uso de los
precedentes jurisprudenciales se vuelve una necesidad ineludible. El Derecho
positivo ha dispuesto en forma taxativa que los precedentes judiciales en materia
penal dictados por la Corte Suprema tengan carácter normativo o vinculante cuando
así se especifique en la sentencia. De ese modo, el Decreto Legislativo Nº 959, del
17 de agosto de 2004, adelantándose a la vigencia total en todo el país del Código
Procesal Penal de 2004, dispone que: las sentencias de la Sala Penal de la Corte
Suprema sin Perjuicio de lo dispuesto en el artículo 12º de la Ley Orgánica del Poder
judicial, constituyen precedente vinculante cuando así lo expresen las mismas,
precisando el extremo del efecto normativo. Cuando la Sala Penal de la Corte
Suprema resuelva apartándose del precedente, debe expresar los fundamentos de
hecho y de derecho que sustenten la sentencia y las razones por las cuales se
apartan del precedente. En ambos casos la sentencia debe publicarse en el diario
oficial y, de ser posible, a través del portal o página web del Poder judicial. 8

Los magistrados que integran las salas penales de nuestra Corte Suprema,
decididamente han asumido tal tarea. Vienen encaminando a nuestra administración
de justicia penal por la senda de la predictibilidad. En estos tiempos de
posmodernidad no podemos aceptar que casos penales parecidos tengan una
solución diferente.

7
Ibídem, p. 30.

8
Contenido del artículo 301 Q-A del Código de Procedimientos Penales incorporado por el citado
Decreto Legislativo NQ 959.
Se han emitido precedentes jurisprudenciales con carácter vinculante. Incluso se ha
dictado sentencias vinculantes contradictorias. Situación que ha originado que todos
los vocales supremos integrantes de las Salas Penales de la Suprema Corte, a la
fecha, se hayan reunido hasta en tres oportunidades 9 en plenos jurisdiccionales y
hayan dictado varios acuerdos plenarios que al igual que las ejecutorias supremas
vinculantes son de cumplimiento imperativo por todos los magistrados del país, sin
perjuicio de la excepción que prevé el segundo párrafo del artículo 22º del Texto
Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial. 10

En el último pleno jurisdiccional, considero que se ha dictado un infeliz acuerdo


plenario. Me refiero al Nº7-2007 /CJ-116 cuyo asunto fue definido como "alcance
interpretativo del artículo 173.3 CP, modificado por la Ley Nº 28704 para la
determinación judicial de la pena". La doctrina legal impuesta por este acuerdo
plenario no es de recibo para la doctrina y jurisprudencia peruana, al juez tomado
como referencia para determinar la pena a imponer al acusado por el delito de
acceso carnal sobre menor, fueron derogados por la Ley 28704 como se indica en
las partes pertinentes del libro.

Resulta más atinado el precedente de la Sala de Derecho Constitucional y Social de


la Suprema Corte al resolver la Consulta Nº 2224-2007-Arequipa 11. Aquí se aprobó
12
la resolución consultada que declaró inaplicable para el caso concreto el artículo
173º, inciso 3 del Código Penal, modificado por el artículo 1 º de la Ley Nº 28704,
con el argumento principal siguiente: "en efecto, la Constitución Política del Estado
consagra el derecho a la libertad de las personas, sin transgredir los derechos de los
9
El primer pleno jurisdiccional se realizó el 30 de setiembre de 2005, el segundo se realizó el 13 de
octubre de 2006 y finalmente el último se ha efectuado el 16 de noviembre de 2007. En los dos
primeros intervinieron 10 vocales supremos en tanto que en el último intervinieron 14, con ausencia
por salud del vocal supremo titular, Robinson Gonzáles Campos.
10
Se prevé que los jueces pueden apartarse del precedente vinculante, pero cuando ello ocurra, con
carácter obligatorio deben expresar los fundamentos de hecho y de derecho que sustentan la
sentencia y las razones por las cuales se apartan del precedente.

11
De fecha 20 de noviembre de 2007.
12
Exp. 2006-2156, sentencia del 28 de mayo de 2007 dictada por la Segunda Sala Penal de Arequipa
y firmada por los doctores JORGE SALAS ARENAS (director de debates) y Arce Villafuerte. En tanto
que el voto en discordia firmado por el Dr. Castañeda Moya se pronunció por la absolución del
acusado invocando el error de prohibición invencible.
demás, por lo que la persona puede disponer de su vida sexual, sin interferencia del
Estado, mientras no perjudique a los demás; y si bien es cierto el Derecho Penal,
mediante la Ley Nº 28704, establece una sanción para quien comete el acto sexual
con menor de edad, dicha norma se contrapone con la Constitución misma, que
garantiza el derecho a la libertad de las personas y en este caso de los menores de
edad, desde el momento que el ordenamiento legal en materia civil, permite el
matrimonio entre menores de 16 años en adelante". 13

Finalmente, de modo alguno se pretende que el presente trabajo se limite a expresar


nuestras opiniones o creencias teóricas o prácticas sobre los delitos de la parte
especial, sino por el contrario, se busca fundamentar nuestras opiniones o
creencias, dando razones a favor de estas, toda vez que estamos convencidos que
"argumentar no es un proceso orientado a establecer nuestras opiniones o
creencias, sino a determinar su fundamentación". 14 Para ello, hacemos uso del
método jurídico entendido como el conjunto de operaciones destinadas a justificar
una solución jurídica considerada correcta, coherente, justa y aplicable para la
solución del caso concreto que la realidad cotidiana presenta.

Lima, febrero de 2008

13
Considerando cuarto de la citada Ejecutoria Suprema.
14
AGUILÓ REGLA, JOSEPH; la Constitución del Estado, Palestra-Temis, 2004, p. 165. En parecido
sentido ATIENZA Rodríguez, enseña que: "argumentar o razonar es una actividad que consiste en
dar razones a favor o en contra de una determinada tesis que se trata de sostener o refutar", Bioética,
derecho y argumentación, Temis-Palestra, 2004, p. 15. Así también Alfonso García Figueroa,
sostiene que argumentar es la "habilidad para ofrecer buenas razones a favor o en contra de una
forma de aplicar el derecho", La argumentación en el derecho. 2da. Edición, Palestra, 2005, p. 49.
IMPORTANCIA DE LA DOGMÁTICA
JURÍDICO PENAL

El trabajo que presentamos a la comunidad estudiosa e interesada en el derecho


penal constituye un ejemplo de lo que entendemos por dogmática jurídico penal. Se
ha realizado haciendo uso del método dogmático. Ello debido a que nuestro objetivo
primordial radica en contribuir de alguna manera a que la aplicación del derecho
penal a la vida o realidad cotidiana sea de manera racional, previsible y legítima. No
olvidemos que el derecho sale de la realidad para volver a ella, normando la
conducta de los hombres. Al tener un problema de carácter penal, el ciudadano,
haciendo uso de las categorías y conceptos de la dogmática, sabe a que atenerse
(seguridad jurídica) y, sobre todo, entiende que el Estado no puede atropellado de
modo legítimo (control del poder punitivo).

No obstante, la claridad, precisión, brillantez de sus conceptos y fuerza de


convicción, la dogmática penal siempre ha estado en cuestionamiento y constante
revisión de su contenido. De esa forma, en el libro homenaje a Luis Jiménez de
Asúa, titulado "Problemas actuales de las ciencias penales y de la Filosofía del
derecho", (1970), el profesor español Enrique Gimbernat Ordeig, con su
investigación: "tiene un futuro la dogmática jurídico-penal?", puso en el tapete que en
la década del sesenta, en Alemania, donde el Derecho penal ha alcanzado un
desarrollo sostenido extraordinario, existían Círculos intelectuales en los cuales
había caído en descrédito la culpabilidad, la pena, el derecho penal y, naturalmente,
como consecuencia, la ciencia del derecho penal.
Se había establecido que toda conducta humana es condicionada por diversos
factores, por tanto, el libre albedrío, base de la culpabilidad, no existe o por lo menos
no puede ser demostrado en forma objetiva. Ello fue la premisa para concluir que el
contenido de la culpabilidad, base de la pena, es falso. Trayendo como efecto lo que
Gimbemat etiqueta como "la teoría del dominó":

La crisis de la culpabilidad trae consigo la de la pena; y sin pena no puede haber


derecho penal, y sin este tampoco una ciencia del derecho penal.
Desde otra óptica, Bustos Ramírez en su investigación "criminología crítica y
derecho penal" publicado en nuevo Foro Penal (1987) sostenía que el resurgimiento
de la criminología crítica en las últimas décadas ha socavado las bases de sus
tentación de la dogmática provocando una revisión completa del derecho penal.
Sentenciando fatalmente el citado penalista que la identificación entre dogmática y
derecho penal había caído en crisis. En esta misma postura, a finales de los años
ochenta, Eugenio Raúl Zaffaroni diagnosticaba que en pocos años la crítica
sociológica al sistema penal provocó un cuadro bastante desconcertante para la
dogmática penal, que no logra asimilarla, sino que, por el contrario, en opinión de
muchos autores conduce a su desaparición. La crítica sociológica concluye que si el
ejercicio de poder del sistema penal pierde legitimidad, parece imposible salvar a la
dogmática.

El profesor argentino llegó a sostener que desde los países donde el derecho
punitivo alcanzó cierto desarrollo, se recibía los argumentos teóricos
deslegitimantes, cuya proliferación fue altamente favorecida por un envejecimiento
filosófico del derecho penal, que terminó manejándose con antropologías
insostenibles en las grandes líneas del pensamiento, como también con la apelación
a las ficciones y metáforas renovadas, aunque, a veces, en forma mucho menos
coherente que sus versiones originales.

Ello ha generado un retorno a los orígenes de la dogmática penal del siglo XVIII y
principios del siglo XIX y, por tanto, desde esa perspectiva una vuelta a la política
criminal; y no es extraño, entonces, que autores como Roxin planteen que la
dogmática debe entenderse y comprenderse desde la óptica de la política criminal,
pues en su estructura está atravesada por ella. Desde los años ochenta hacia
delante puede señalarse que la política criminal, como perspectiva de la dogmática
penal en su vertiente de prevención general, aparece como dominante, muestra de
ello son el trabajo de los profesores alemanes Roxin y Jakobs.

Así las cosas, en líneas generales, la crítica sociológica, de modo alguno, pretendió
o pretende la desaparición de la dogmática jurídico penal, a lo más, aspira a que se
revisen todas las instituciones dogmáticas y se les construya y conceptualice de
manera diferente, es decir, desde el punto de vista sociológico. Se hace necesario
un dogmático de nuevo estilo. Para lograr tal objetivo el derecho internacional de los
derechos humanos juega un rol protagónico. En tal sentido, Zaffaroni concluyó su
interesante trabajo afirmando que la construcción de un nuevo derecho penal
humanista debe tener como tarea principal la de reformular los enunciados de todos
los principios del derecho penal de garantías, desde la óptica de que se trata de
enunciados útiles para limitar la intervención punitiva, que en su aplicación concreta
y progresiva iría generando un estándar de máximo de irracionalidad tolerada en
función de la limitación del poder disponible por parte de las agencias judiciales.

En otros términos, se trata de convertir al derecho penal en una disciplina de


garantías en un sistema democrático de derecho, de modo que la intervención
punitiva del Estado sea reducida al mínimo y toda fundamentación de ella sea al
mismo tiempo una base de limitación y no de extensión de su control. En ese
sentido, la criminología crítica se convierte en un planteamiento que pone siempre
en tensión y en el límite de sus posibilidades al sistema. Desde una perspectiva
crítica del sistema, el derecho penal pasa a identificarse con un garantismo máximo
y, por ende, a constituirse en un Derecho penal mínimo.

De esa forma, los críticos del Derecho penal sostienen que se hace necesaria una
dogmática que paute la estrategia de las agencias judiciales en función de la
necesidad impostergable de controlar la violencia estatal. En consecuencia, se exige
una reconstrucción de la dogmática desde la política criminal como fue en sus inicios
desde la prevención general, es decir, hay una coincidencia desde los orígenes del
Derecho penal con un replanteamiento de la dogmática penal como el instrumento
más importantes y de mayor desarrollo dentro del campo del Derecho penal.

Por otro lado, también se ha llegado a objetar a la dogmática penal, su excesiva y


exagerada elaboración conceptual. No obstante, si recordamos que el Derecho
penal, en cuanto funciona como un cuerpo sistemático y armónico de reglas
normativas dirigidas a lograr o mantener una pacífica convivencia social, solo puede
ser enteramente comprendido e internalizado a partir de un real conocimiento de las
dos partes que conforman su estructura legislativa: la parte general que se ocupa del
estudio del delito y la pena en abstracto y la parte especial que se ocupa del estudio
del delito y de la pena en concreto, esto es, aplicada a los casos.

Es más, si recordamos la real significación y finalidad de la pena, creemos que de


ningún modo exagera la dogmática penal atravesada por la política criminal cuando
emite y fija conceptos. Pues la pena que se convierte en el medio más doloroso del
Estado para encauzar la vida social, está solo justificada porque tanto como
dolorosa es necesaria. La importancia de la dogmática penal radica en que dispone
de mecanismos precisos para que la pena permanezca siempre bajo control y solo
sea aplicada en aquellos supuestos en que es verdaderamente necesaria para el
mantenimiento de una convivencia social soportable y pacífica.

En rigor de verdad, pese a las severas críticas a la dogmática jurídico penal


provenientes de diversas corrientes, nadie que tome conciencia de cuales son sus
objetivos o finalidades en tanto no se encuentre otra alternativa, puede poner en tela
de juicio su utilidad para la solución de concretos problemas judiciales de carácter
penal. La dogmática penal, sea en su sentido tradicional o en la óptica sociológica,
en un Estado democrático de Derecho cumple dos roles primordiales: dar seguridad
jurídica a los ciudadanos y controlar, poniendo límites, al poder estatal. En suma,
sirve como instrumento o medio social de control, de seguridad, previsibilidad,
certeza y de límites. No obstante, de modo alguno puede servir para solucionar los
problemas sociales que genera la delincuencia como lo piensan ciertos sectores en
nuestro país al recurrir al Derecho penal para frenar la comisión de hechos delictivos
imponiendo penas severas a ciertas conductas y penalizar otras, las que con el uso
de otro medio de control pueden ser frenadas.

La ciencia penal se expresa a través de la dogmática como sistema. Aspira a


establecer las bases para una administración de justicia igualitaria y justa. Solo la
comprensión de las conexiones internas del Derecho penal libera a su aplicación del
acaso y la arbitrariedad (Hans Welzel). Toda construcción dogmática aspira al
señalamiento de reglas que hagan previsible y racional el ejercicio del poder
punitivo. La incapacidad de controlar los límites de la decisión judicial es el alto
precio que se paga por ausencia de estructuras dogmáticas. El componente intuitivo
o sentimental, no normativo, no dogmático, genera inseguridad jurídica. Sin límites,
sin conceptos, no se tiene una aplicación segura y calculable del Derecho penal,
gobierna la irracionalidad, la arbitrariedad y la improvisación.

Por su parte el profesor alemán jescheck, enseña que la dogmática jurídico-penal


ordena los conocimientos, las particularidades, establece categorías, conceptos,
construye sistemas, interpreta, sistematiza todo en referencia al derecho positivo: su
finalidad es proporcionar seguridad jurídica de otro modo inexistente. Y la seguridad
jurídica exige como presupuesto, de un lado, la previsibilidad, la calculabilidad y la
continuidad -estabilidad- de las decisiones judiciales; y, de otro, la igualdad, en cuya
virtud todos los ciudadanos tienen derecho a un mismo tratamiento en la aplicación
del Derecho dentro del territorio del Estado.
En esa línea, cuando menos esté desarrollada la dogmática penal en un país, más
imprevisible y arbitraria será la decisión del legislador y de los jueces. Más
dependerá del apasionamiento político y de factores incontrolables la tipificación de
una conducta por parte del legislador y, a su vez, dependerá del azar e
improvisación la condena o la absolución de un ciudadano por parte del juzgador.
Ello debido, que si no se conoce debidamente las instituciones y categorías penales,
no se conoce los límites de un tipo penal. Si no se ha establecido dogmáticamente
sus alcances, la punición o impunidad de una conducta no será una actividad
racional, ordenada y meticulosa como debería ser; sino, por el contrario, una
cuestión de improvisación, ignorancia, buena suerte y, cuando no, utilizada para
conseguir fines oscuros y tendenciosos, con el consecuente quebrantamiento de la
administración de justicia penal.

Actualmente, nadie ignora que la tarea a cumplir por la pena, aparte de constituir un
castigo, es la de reforzar el carácter inhibidor de una prohibición, la de crear y
mantener en los ciudadanos unos controles que serán más vigorosos cuanto mayor
sea la nocividad social de su comportamiento. Sería absurdo que se castigue con
mayor severidad un delito contra la propiedad que uno contra la vida. No obstante,
esto no sucede porque el libre albedrío sea la base de la pena, sino porque el
legislador tiene que intentar alcanzar una cierta eficacia racional a través del
importante medio de política social que es el derecho penal, por lo que no puede
castigar cualquier lesión de un bien jurídico protegido con la misma pena. Es preciso
establecer una graduación según la importancia que da al bien jurídico lesionado.

Castigar con el máximo rigor todos los delitos prescindiéndole distinto trastorno
social que producen, es inadmisible. La pena no se puede aplicar en forma
derrochadora, sino cautelosamente; caso contrario, se establecería el desconcierto
en los mecanismos humanos de control y solo se conseguiría la destrucción del
efecto de la pena de ser un importante medio de encauzamiento de conductas.

Pero, ¿quién nos orienta en ese sentido? La respuesta salta por sí sola: la
dogmática jurídico-penal. La dogmática nos enseña lo que es debido en base al
derecho. La dogmática jurídico-penal, averigua el contenido del derecho penal, le
interesa determinar cuales son los presupuestos que han de darse en un caso real
concreto para que entre a tallar un tipo penal, qué es lo que distingue un tipo penal
de otro, dónde acaba el comportamiento impune y cuándo empieza el punible. En
concreto, la dogmática jurídico-penal es la materia que se preocupa de la
interpretación, sistematización y desarrollo de los preceptos legales y las opiniones
científicas en el ámbito del derecho penal.
Sin embargo, las severas críticas a la dogmática penal han generado consecuencias
encomiables y positivas. Actualmente, esta no responde ante el derecho positivo
como un puro comentario a la ley y tampoco se limita a facilitar su comprensión
como exposición aclaratoria. La dogmática es crítica y no está dispuesta a
interpretar todo lo que le pongan delante.

La dogmática no implica un dogmatismo. Si bien es cierto que ella parte de las


normas jurídicas positivas consideradas como dogmas, también lo es que tal
expresión no significa que se acepta en forma acrítica una verdad absoluta e
inmutable. Las normas jurídicas se encuentran relativizadas por el progresivo
avance del conocimiento. Las propuestas dogmáticas en derecho penal requieren
argumentos convincentes al abordar un problema jurídico e igualmente pasa por el
cernidor de la crítica y revisión de las propuestas, de su constante estudio.

Ahora, nadie que conozca las categorías elementales del derecho punitivo, puede
soslayar que la dogmática y lo que es propio a su finalidad científica -su carácter
abierto- le obliga a procesos continuos de rediscusión y profundización de sus
planteamientos, cuyo objetivo fundamental solo puede ser la dignidad del ser
humano. Actualmente, la dogmática ha llegado a constituirse en un sistema abierto
de conocimientos en continua interpretación, discusión, análisis, crítica,
reelaboración y creación.

La continua discusión científica de la dogmática jurídico-penal ha llegado al punto de


extender su horizonte más allá de los límites territoriales de cada país, por lo que no
ha faltado un tratadista (Jesús María Silva Sánchez, profesor español) que ha
propuesto declarar su carácter supranacional. Esta sugerencia, no es una pura
casualidad, sino, por el contrario, en tiempos postmodernos en los cuales nos ha
tocado vivir, donde la tendencia a la globalización en todos los aspectos se impone,
la dogmática penal no puede ser ajena a tal situación. Pero ello, de modo alguno
significa que el legislador y el jurista nacional van a recepcionar al derecho penal
extranjero sin analizar y meditar debidamente las consecuencias que puedan
producirse en nuestro peculiar sistema, al incluir conceptos o instituciones
desconocidos, endémico problema de nuestros legisladores y juristas. Sino todo lo
contrario, deberá ser más analítico y crítico para evitar potenciar nuestra
dependencia cultural respecto de los países centrales.

OBJETIVO DE LA PARTE ESPECIAL


Bien se conoce que el derecho penal se divide en dos secciones claramente
diferenciables, las mismas que han recibido el nombre de parte general y parte
especial. La primera se ocupa de todos los problemas, categorías y conceptos que
son comunes a la generalidad de conductas delictivas previstas en un corpus iuris
penales y que aparecen a la hora de aplicar cada uno de ellas en la realidad
cotidiana. En tanto que la segunda se ocupa de estudiar, interpretar, discutir y
analizar cada conducta ilícita recogida en un tipo penal concreto. Aquí se encuentra
simplemente la voluntad del legislador indicando cuáles son las conductas
criminalmente punibles. De allí que, entonces, si el derecho penal se encarga de
tutelar derechos e intereses jurídicos predominantes, resultará fundamental conocer
el modo cómo se concreta y organiza. En consecuencia, en la parte especial se
determina cuáles son las características o elementos peculiares de cada una de las
conductas delictivas. En esta sección se pone siempre de relieve la importancia del
bien juridico protegido debido que según su importancia se determinará el grado de
culpabilidad y se graduará las penas que se impondrán al agente.
No obstante, tal división no significa que ellas funcionen independientemente la una
de la otra, con reglas y principios propios no vinculados entre sÍ. En los tiempos
actuales resulta imposible pensar en la operatividad de un sector enteramente
aislado del otro. Por el contrario, ambas partes del derecho penal, si bien con
características particulares, funcionan también sometidas al canon científico de que
lo individual se conoce y realiza mejor mediante la determinación sistemática de
principios comunes. De esa forma, hoy en día es común entre los penalistas,
desterrando perjuicios históricos, concluir que ambos sectores del conocimiento del
Derecho penal se hallan en estrecha relación entre sí hasta el punto que la parte
general del Código Penal carecería de todo sentido sin la existencia de una parte
especial. En tanto que esta última constituye el ámbito dentro del cual están
llamadas a tener aplicación y adquirir vida los principios de la parte general.

En la parte especial de un Código Penal, el legislador describe las formas de


conducta que son socialmente dañosas que se conminan con el gravoso instrumento
de la sanción penal. El legislador describe típicamente la conducta socialmente
dañosa como un ataque a un bien merecedor de protección, al que denominamos
bien jurídico. Esta descripción debe ser precisa, sobre todo como consecuencia de
las exigencias de seguridad jurídica, y debe llevarse a cabo a través de una ley.
Correspondiendo a la dogmática penal de la Parte especial, como misión esencial,
analizar sus elementos constitutivos, discutir sus alcances y de ser necesario
proponer reformas. En otros términos, podemos decir con el profesor argentino
Jorge Buompadre, que el objeto o misión de la parte especial consiste en la
descripción de las conductas socialmente dañosas a bienes merecedores de
protección legal, que en el léxico penal se denominan bienes jurídicos.

El bien jurídico protegido es el punto de referencia fundamental tanto para fijar si


determinada conducta se subsume al tipo penal construido por el legislador y
recogido en el Código Penal, como para valorar la gravedad o importancia de cada
delito. Asimismo, resulta importante para ordenar sistemáticamente los delitos a lo
largo de toda la parte especial. Ello genera dos grandes grupos:

En el primero pueden situarse todos los bienes jurídicos individuales, es decir,


intereses particulares que de ser puestos en peligro o lesionados afectan a las
personas en forma individual como la vida, salud, la libertad, el patrimonio. A tales
bienes jurídicos corresponde todas las figuras delictivas que ahora se analizan. En el
segundo grupo se concentran los bienes jurídicos de la sociedad o del Estado, es
decir, intereses públicos que de ponerse en peligro o lesionarse afectarían a un
grupo de personas y en otros casos, comprometerían al normal funcionamiento del
aparato estatal. Aquí se cautelan los bienes jurídicos denominados orden
económico, administración pública, fe pública, etc. No obstante, cabe preguntarse:
¿dónde se ubican los delitos que protegen la ecología, cuyos efectos lesionan
directamente intereses de ciertos grupos de ciudadanos y también intereses del
Estado? La respuesta que demos, nos convence que los límites entre unos delitos y
otros no son compartimentos estancos sino que hay numerosos entrecruzamientos
de los intereses del Estado y los intereses de los ciudadanos en particular.

En consecuencia, la distinción entre bienes jurídicos que corresponden a la


protección de intereses colectivos y bienes jurídicos que sirven para la tutela de los
particulares es posible tan solo en una consideración primaria. En una comunidad
organizada en aras del interés de los ciudadanos, el ataque al Estado afecta
directamente al ciudadano en particular, y viceversa, el ataque a un interés particular
afecta también directamente a la sociedad jurídicamente organizada (Estado), pues
a esta no le es indiferente que uno de sus miembros haya sido asesinado, lesionado,
estafado, etc. De ahí que el Estado, en los sistemas jurídicos de orientación romano-
germánico, haya asumido el monopolio de la acción penal, hasta el punto que si este
por medio del Ministerio Público no acciona, el delito queda impune.

No obstante, tal situación no se pondría en evidencia sin recurrir al instrumento de la


dogmática jurídico-penal, la cual al sistematizar conceptos e instituciones pone en el
tapete circunstancias que de otro modo pasarían desapercibidas.
TÍTULO I

DELITOS CONTRA LA VIDA Y LA SALUD DE LAS PERSONAS

CAPÍTULO I
HOMICIDIO

Subcapítulo 1
Generalidades

l. CUESTIÓN PRELIMINAR

Todo nuestro sistema jurídico se inicia interesándose por los principales derechos
fundamentales de la persona humana, los que vienen a constituir la vida individual,
la integridad física o mental y la salud, de los cuales emergen y se ejercitan los
demás como la libertad.
Ello no tiene otra explicación sino en el hecho concreto que estos derechos
proporcionan a todos y cada uno de los seres humanos, los presupuestos y medios
adecuados para intentar alcanzar la plenitud de su ser como verdaderos hombres,
los mismos que filosóficamente consisten en una sustancia individual de naturaleza
racional, dotado de la capacidad de entender y querer. En efecto, nuestra Carta
Política y el Código Civil, siguiendo la ideología inmersa en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos (1948), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (1966) y la Convención Americana de Derechos Humanos (1969),
comienzan señalando que en primerísimo lugar, toda persona natural tiene derecho
a la vida y a su integridad psico-física y corresponde a la sociedad jurídicamente
organizada (Estado), protegerla. En ese sentido, El corpus juris penales, no puede
ser indiferente a aquella ideología adoptada en todo Estado Democrático de
Derecho. Apareciendo como los principales y primeros bienes jurídicos a proteger, la
vida y después la integridad física y psicológica de la persona individual.
Tal situación se explica en la posición doctrinaria que claramente plantea: si bien es
cierto el ejercicio del derecho a la vida, a la integridad física o mental y los demás
derechos, corresponde al hombre, individual o colectivamente considerado; su
garantía, defensa y puesta en práctica pertenece al Estado, pues solo él dispone en
forma efectiva de los resortes para su protección. Por lo demás, protegiéndoles se
protege a sí mismo y garantiza su supervivencia.
En otro aspecto, es indudable que la vida y la integridad psico-física del hombre
pertenecen a los pocos bienes jurídicos sobre cuya existencia, contenido y
protección punitiva existe unidad de pareceres. Doctrinariamente no existe polémica
en lo fundamental, sino en ciertos puntos tangenciales o a veces coyunturales. La
persona individual es el pilar central del sistema jurídico, constituyéndose al mismo
tiempo en su principal valor; en consecuencia, ya nadie discute que merece por ello
su preferencial protección.
No obstante, la importancia de este pensamiento no debe hacernos soslayar que su
concretización real y teórica implica una serie de problemas. Ya la exacta
determinación de los criterios de bien jurídico, presenta dificultades. Se plantean
también interrogantes axiológicas, dogmáticas y de política criminal sobre su
naturaleza y ámbito de protección. Finalmente, el avance de la tecnificación, la
industrialización y la cibernética se encargan de modificar constantemente las
condiciones de vida y con ello se crean nuevos riesgos para el bien jurídico, cuya
protección por medio del derecho penal no está absolutamente garantizada. Todo
esto da pábulo suficiente para plantearse problemas ya clásicos, pero en absoluto
definitivamente resueltos, relativos a la protección de la vida y de la integridad física.
Aquí, es importante poner de relieve que cuando se alude al derecho a la vida, nos
estamos refiriendo tanto a la vida independiente así como a la dependiente, y
cuando nos referimos a la integridad física y mental de la persona, automáticamente
estamos aludiendo a la salud. Actualmente, se ha determinado objetiva y
científicamente que toda lesión al bien jurídico integridad psicofísica de la persona,
afecta inmediatamente a la salud de aquella, entendida esta como el estado de
equilibrio orgánico-funcional que le sirve para desarrollar normalmente sus
funciones.
2. Protección DE LA VIDA

Aún cuando en la actualidad, la categoría del bien jurídico en derecho penal es


bastante cuestionada, pensamos que su utilidad deviene por constituir un criterio
limitador del poder punitivo que tiene el Estado, y punto de referencia para
sistematizar las conductas prescritas como delictivas en el catálogo penal.

Entendemos como bien jurídico a todo aquel interés social que se constituye en
presupuesto necesario para el normal desenvolvimiento de la persona humana en
sociedad. "Los bienes jurídicos son tales no porque el legislador los considere
merecedores de protección jurídica, sino porque, son en sí, presupuestos
indispensables para la vida en común".
Indudablemente, una vez que el legislador considera que determinados bienes
deben ser protegidos o tutelados por el derecho y así los tipifica mediante una ley,
automáticamente se convierten en bienes jurídicamente protegidos.
En las conductas tipificadas bajo el membrete de delitos contra la vida, no hay
mayores problemas para identificar a la vida humana como el bien jurídico protegido.
Esta es la fuente de todos los demás bienes tutelados; sin ella no tendría sentido
hablar de derechos y aún más, ni de la vida misma. En otros términos, la vida
constituye el bien jurídico de mayor importancia, no solo porque el atentado contra
ella es irreparable, sino porque es también la condición absolutamente necesaria
para sentir su grandeza y disfrutar de los restantes bienes. En suma, la vida
constituye el valor de más alto rango en la escala axiológica y permite inferir, que
cualquiera sea la concepción que de ella se tenga, es seguro que no debe existir
hombre alguno sobre la tierra que pueda negar o minimizar, a la hora del crepúsculo,
la magnitud de su grandeza.

Tal circunstancia insoslayable por el legislador es la base de todo nuestro sistema


jurídico. De esa forma, en el inciso 1 del artículo 2 de la Constitución Política de
1993, se señala taxativamente: "Toda persona tiene derecho a la vida"; ello como
simple reflejo de tratados y acuerdos internacionales de los cuales el Perú es parte.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos firmada en 1948 después de la


infausta Segunda Guerra Mundial, en su artículo 3 prevé "todo individuo tiene
derecho a la vida... ". Asimismo, en la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre aprobado en Bogotá en 1948 en el artículo 1 se prescribe "todo
ser humano tiene derecho a la vida... ". En tanto que el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos firmando en New York en 1966 en su parte III, artículo
6.1 señala: "El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho
estará protegido por la ley. Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente".
Finalmente, precisando mucho más los alcances del derecho a la vida, la
Convención Americana sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa
Rica- firmado en 1969 en el artículo 4.1 establece que "toda persona tiene derecho a
que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley, y en general, a
partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente".
De ese modo, y tal como aparece en nuestro sistema jurídico penal, a la vida
humana se protege de manera rigurosa; pero ello no significa que se la proteja de
manera absoluta como alegan Luis Alberto Bramont-Arias Torres/ García Cantizano,
pues continuamente caeríamos en serias contradicciones. Es evidente que la vida
viene a constituir el derecho principalísimo y supremo del ser humano, no obstante,
en determinadas circunstancias también se le sacrifica, ciertas veces sin causa y
otras con la visación del derecho mismo (por ejemplo, la pena de muerte prevista en
nuestra constitución para el delito de traición a la patria en caso de guerra exterior).

Por otro lado, la vida humana de acuerdo con su naturaleza de desarrollo se protege
en dos aspectos: vida humana independiente que se lesiona con las figuras
delictivas de homicidio y vida humana dependiente que se lesiona con las conductas
dolosas rotuladas como aborto. El derecho penal protege a la vida como un
fenómeno biosociológico inseparablemente unido. La vida es un bien jurídico
individual y social a la vez.

En doctrina, por cuestión de sistemática se hace la diferencia entre vida humana


dependiente y vida de la persona que se identifica con vida independiente.
Apareciendo lógicamente que respecto a la vida independiente, toda persona natural
tiene derecho a gozarla, a disfrutarla libremente y como a bien tenga, siempre y
cuando no entre en conflicto con el desenvolvimiento del conglomerado social que
viene a ser su protectora y garantía de permanencia en el tiempo. Situación que es
inimaginable respecto de la vida dependiente.
En la ciencia penal también aparece la polémica nada pacífica sobre la pregunta:
¿desde cuándo se inicia la vida para ser protegida penalmente? Para un sector la
vida comienza con el fenómeno de la fecundación del óvulo (teoría de la
fecundación) en tanto que para otro sector mayoritario el inicio de la vida se produce
desde la implantación del óvulo ya fecundado en el útero de la mujer (teoría de la
anidación). En la doctrina penal peruana actual existe unanimidad en considerar que
esta se inicia desde el momento de la anidación del óvulo fecundado por el esperma
en el útero de la mujer. No obstante, las posiciones distan sobre las razones para
considerar a la anidación como inicio de la vida con trascendencia punitiva. Algunos
lo hacen por fines pragmáticos y otros para resolver problemas que ha generado el
derecho genético.
Teniendo en cuenta que la anidación en la matriz endometrial se produce al décimo
cuarto día de la concepción a través de una serie de encimas y de pequeñas
terminaciones tentaculares denominadas VILLI, que se insertan en el útero, nosotros
adoptamos tal posición por el hecho concreto que desde aquel momento histórico
del desarrollo de la vida, el nuevo ser alcanza y cuenta con todos los elementos
biológicos necesarios e indispensables para desarrollarse y comenzar a crecer
naturalmente. Antes de llegar al útero, el óvulo fecundado por el espermatozoide no
tiene todas las posibilidades naturales de desarrollarse, fácilmente puede ser
expulsado por razones naturales o artificiales (uso de anticonceptivos por ejemplo).
Por su parte los académicos Bustos Ramírez, Muñoz Conde y Buompadre, adoptan
la "teoría de la anidación" debido que es a partir del momento de la anidación "que
se tiene mayor certeza en el desarrollo de la vida humana".

Adoptar esta posición ayuda de manera eficaz a solucionar los problemas que
presenta el derecho genético que involucra a diversos procedimientos que en el área
de la salud actualmente se denominan como biotecnología, bioética (disciplina que
estudia las reglas y principios éticos aplicados a la biología y a las ciencias de la
salud con miras a mejorar la calidad de vida), biomedicina, biología molecular,
ingeniería genética (conjunto de técnicas destinadas a posibilitar la transferencia de
porciones del patrimonio hereditario de un organismo viviente a otro), etc.

Así, consideramos que el producto de una concepción lograda fuera del seno
materno en un probeta -fecundación exutlcorpórea (FEC)- que se sostiene
artificialmente por no haber sido anidada en el vientre de una mujer, aun cuando
puede catalogarse como vida humana, su aniquilamiento de ningún modo constituye
delito contra la vida, pues no aparece el momento biológico de la anidación en la
matriz endometrial.
Finalmente en doctrina existe consenso en considerar que concluye la vida con la
muerte de la persona natural, entendida esta como la cesación definitiva e
irreversible de la actividad cerebral, ello debido que actualmente con el avance
científico de la medicina y sus instrumentos resulta fácilmente identificable aquel
momento trascendente.
En nuestra patria, el artículo 3 de la Ley Nº 28189, Ley general de donación y
trasplante de órganos y/o tejidos humanos, publicada el 18 de marzo de 2004,
prescribe que el diagnóstico y certificación de la muerte de una persona se basa en
el cese definitivo e irreversible de las funciones encefálicas de acuerdo con los
protocolos que establezca el reglamento y bajo responsabilidad del médico que lo
certifica.
De esa forma, aparece como características principales de la muerte: ausencia de
respuesta cerebral a estímulos externos, ausencia de respiración espontánea,
ausencia de reflejos encefálicos y electrocefalograma plano. En consecuencia,
cuando un médico determina tales circunstancias, y así lo certifique estaremos ante
la muerte con efectos jurídico-penales.
Subcapítulo 2
Homicidio simple

l. TIPO PENAL
El tipo básico del homicidio que aparece como el primer delito específico regulado
en el código sustantivo, se encuentra tipificado en el artículo 106 de la manera
siguiente: “El que mata a otro será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de seis ni mayor de veinte años”.

2. TIPICIDAD OBJETIVA
La conducta típica del homicidio simple consiste en quitar la vida dolosamente a una
persona, sin la concurrencia de alguna circunstancia atenuante o agravante
debidamente establecida en el Código Penal como elemento constitutivo de otra
figura delictiva. Si bien, en el tipo penal no se hace referencia a la forma de aniquilar
la vida de otro, se entiende que puede ser por acción u omisión, en este último
supuesto será de aplicación el artículo 13 del Código Penal que regula la omisión
impropia. Siendo así, se concluye que detrás de una omisión delictiva debe existir
una norma de mandato (prestar auxilio, avisar a la autoridad, etc.), caso contrario, la
conducta es atípica. Ocurre, por ejemplo, cuando un médico de guardia nocturna
dolosamente no atiende a un paciente herido de bala con la finalidad que muera
desangrado por ser este, el causante de su divorcio. "Lo determinante es que el
sujeto activo se encuentre en una posición de garante frente a la muerte del sujeto
pasivo". Es decir, se encuentre con el deber jurídico de actuar para evitar el
resultado dañoso no querido por el orden jurídico.
Es importante tener en cuenta que para calificar el delito de homicidio simple resulta
irrelevante determinar la modalidad empleada por el agente así como los medios
utilizados (revólver, cuchillo, golpe de puño, etc.) para consumar el hecho punible.
Se trata de aquella clase de delitos que en doctrina se denominan "tipos resultativos
o tipos prohibitivos de causar", en los cuales la ley se limita solo a prohibir la
producción de un resultado sin determinar la clase del comportamiento típico. Son
tipos de injusto que no especifican el modo, forma o circunstancias de ejecución, se
limitan a exigir la producción de un resultado sin indicar cómo o de qué modo debe
arribarse a dicho resultado.
Lo único que se exige es la idoneidad del medio para originar el resultado dañoso.
No obstante, las formas, circunstancias y medios empleados devienen en
importantes al momento de imponer la pena al homicida por la autoridad
jurisdiccional competente. De ese modo, lo entiende la Suprema Corte al exponer en
la Ejecutoria Suprema del 16 de julio de 1999 que "en el delito de homicidio, la
conducta se agrava en función al móvil, a la conexión con otro delito, por el modo de
ejecución o por el medio empleado, elementos que dotan a la figura básica de un
plus de antijuridicidad, que justifican la imposición de una pena mayor teniendo en
cuenta, además, la nocividad social del ataque al bien jurídico protegido".
El artículo 106, constituye el tipo básico del homicidio de donde se derivan otras
figuras delictivas que han adquirido autonomía legislativa y sustantiva propia al
haber sido reguladas en forma específica y con determinadas características
(asesinato u homicidio calificado, parricidio, infanticidio, etc.).
En otro aspecto, bien señalan Bramont-Arias Torres/ García Cantizano, cuando
afirman que según la doctrina penal moderna, para que el comportamiento cumpla el
tipo se requiere no solo el nexo de causalidad, sino, además, que dicha conducta
sea imputable jurídicamente a una persona. Ello conlleva a considerar que el nexo
de causalidad entre el resultado muerte y la acción u omisión no es suficiente para
considerar a una conducta como típica. Se requiere, además, la relevancia del nexo
causal que permita comprobar que ese resultado puede ser objetivamente imputado
al comportamiento del autor.
Indudablemente, en este extremo entra a tallar la moderna teoría de la imputación
objetiva para resolver los problemas que eventualmente pueden presentarse para el
juzgador en un caso concreto. Esta teoría sostiene que para atribuir o imputar
responsabilidad penal a un sujeto se requiere que su acción u omisión haya creado
un riesgo no permitido jurídicamente, o aumentado un riesgo jurídico y normalmente
permitido, trayendo como consecuencia el resultado letal.

2.1. Bien jurídico protegido: Se pretende tutelar la vida humana independiente,


entendida desde la perspectiva natural y biológica. Esto es, se pretende proteger la
vida de la persona, la misma que comprende según nuestra sistemática desde el
momento del parto hasta la muerte de aquella.
Para nuestro sistema jurídico vigente, la condición, cualidad o calidad del titular del
bien jurídico "vida" no interesa para catalogar como homicidio simple una conducta
dolos a dirigida a aniquilada. Aquel puede ser un genio, un idiota,'la mis Perú, un
deforme, un enfermo, un recién nacido, un anciano, un delincuente, un orate, etc.
Igual, el hecho punible aparece y se sanciona drásticamente, debido a que la vida
humana independiente es el bien jurídico que a la sociedad jurídicamente
organizada le interesa proteger en forma rigurosa de cualquier ataque extraño.
Resulta importante dejar establecido, a fin de evitar confusiones, que cuestiones
diferentes son el bien jurídico y el objeto material sobre el cual cae la acción delictiva
del agente. En efecto, en el homicidio simple, el bien jurídico es la vida humana
independiente, en tanto que el objeto material del ilícito es la persona humana
naturalmente con vida contra la que se dirige el ataque y se produce el resultado
letal.

2.2. Sujeto activo: El tipo legal de homicidio simple indica de manera indeterminada
al sujeto activo, agente o autor, al comenzar su redacción señalando "el que (...)”. De
ese modo, se desprende o interpreta que autor del homicidio básico puede ser
cualquier persona natural. Constituye un delito común, pues para ser sujeto activo
no se necesita reunir alguna condición o cualidad especial, ya sea que actúe por sí
mismo o valiéndose de terceros, de medios mecánicos o animales.
En los casos de omisión) impropia, el sujeto activo solo puede ser quien está en
posición de garante respecto del bien jurídico lesionado. Si en el caso concreto no
puede determinarse que el sujeto tenía la posición de garante sobre el fallecido,
resultará imposible atribuirle el resultado letal a título de omisión.

2.3. Sujeto pasivo: Al prescribir el tipo penal la expresión "(...) a otro" se entiende
que sujeto pasivo puede ser también cualquier persona natural y con vida desde el
momento del parto hasta su muerte debidamente determinada -alegamos desde el
momento del parto por las consideraciones que expondremos más adelante, cuando
desarrollemos la figura delictiva del infanticidio-. Claro está, se exceptúa a los
ascendientes, descendientes, cónyuges o concubinos, quienes solo son sujetos
pasivos del delito de parricidio.
Resulta claro que el sujeto pasivo tiene que ser una persona con vida. El que
procura la muerte de un cadáver creyéndole vivo, de ningún modo puede ser
imputado el hecho ilícito de homicidio simple.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
Para configurarse el homicidio simple es requisito sine qua non la concurrencia del
dolo en el actuar del agente. El dolo exige el conocimiento y voluntad de realizar las
circunstancias del tipo objetivo, es decir, el sujeto activo debe actuar con
conocimiento de dar muerte a su víctima y querer hacerlo. La Ejecutoria Suprema
del 19 de noviembre de 1998 es concluyente en este aspecto al señalar: "Para la
configuración del delito es preciso constatar en el agente una especial
intencionalidad dirigida hacia la realización del resultado típico; dicha intencionalidad
o animus necandi, importa en el sujeto activo un conocimiento actual de los
elementos objetivos del tipo, conocimiento que está indisolublemente ligado al
aspecto volitivo de la conducta, de modo que conciencia y voluntad, al ser los dos
aspectos indesligables del dolo, deben concurrir necesariamente para la
configuración del delito de homicidio simple".
Es admisible el dolo directo, dolo indirecto y el dolo eventual. El dolo directo
presupone el gobierno de la voluntad. En él, las consecuencias que el agente se ha
representado mentalmente fueron voluntariamente buscadas y queridas. El autor
quiere matar, emplea el medio elegido y mata.
En el dolo indirecto se producen consecuencia que son necesarias al resultado
querido directamente. Además del resultado deseado, el autor se representa la
generación de otro porque está inseparablemente unido al primero.
Ejemplo: la bomba colocada para matar al jefe de Estado (resultado querido
directamente), cuya explosión mata, al mismo tiempo, a los acompañantes
(consecuencia necesaria que no forma parte del propósito original). El autor quiere
matar al jefe de Estado pero, al mismo tiempo, se representa que con su acción
matará necesariamente a sus acompañantes y, frente a esa representación, actúa.
Por su parte en el dolo eventual se requiere, además de la previsibilidad del
resultado como posible, que el autor se haya asentido en él, esto es, que lo haya
ratificado o aceptado. El agente, a pesar de representarse la muerte como posible,
no se detiene en su actuar, continúa su acción hacia ese resultado, en definitiva, lo
acepta.
Ejemplo: comete homicidio con dolo eventual quien disparó una sola vez en la
dirección en la que donde iba caminando la víctima, y si bien no es posible soslayar
que lo hizo desde un vehículo en movimiento y a una distancia considerable,
también hay que considerar que aceptó el resultado, porque cualquier persona que
dispara contra otra se representa la posibilidad de herirla o matarla. La realidad no
es ajena a tal forma de cometer el homicidio simple.
En efecto, la Ejecutoria Suprema del 14 de diciembre de 1994 refiere que "el delito
es imputable al procesado a título de dolo eventual, al haber este propiciado una
descarga eléctrica en el cuerpo del agraviado, al conectar energía eléctrica en la
rejilla del establecimiento cuando el menor se encontraba sujetado a ella, con la
intención de asustarlo, sin mediar las consecuencias fatales que podía ocasional;
advirtiéndose por las circunstancias del caso, que el resultado era previsible; por lo
que no se trata como erróneamente lo ha indicado el colegiado, de un delito de
homicidio por omisión impropia, sino de uno de homicidio simple imputable a título
de dolo eventual".
No se exige que el sujeto activo tenga un conocimiento especial o especializado de
los elementos objetivos del tipo, es suficiente en aquel una valoración paralela a la
esfera de un profano. Es decir, una valoración que nace del sentido común que
manejamos la generalidad de las personas normales.
En doctrina se hace referencia común que el dolo en el homicidio significa que el
agente ha procedido con animus necandi o animus accedend~ esto es, el homicida
debe dirigir su acción o comisión omisiva (final) con previsión del resultado letal,
siendo consciente de quebrantar el deber de respetar la vida del prójimo. El autor
quiere y persigue el resultado muerte de su víctima.
Cuando se trata de un acto omisivo, el agente debe conocer particularmente el
riesgo de muerte que corre la víctima, las posibilidades que tiene para evitarla y la
obligación de conjurar el peligro. Si no aparecen tales circunstancias en un hecho
concreto, el autor será responsable de ser el caso, de homicidio por culpa.
Resulta importante no confundir los motivos y móviles que determinaron al agente a
dar muerte a su víctima con el elemento subjetivo del tipo denominado "dolo".
Mientras los primeros son las causas que hacen nacer en el homicida la intención de
quitar la vida a su víctima, el dolo es el conocer y querer quitar la vida a la víctima. El
dolo es la consecuencia inmediata de los móviles. Sin embargo, no se requiere
necesariamente la concurrencia de algún motivo o móvil para aparecer el dolo que
es totalmente independiente.
3.1. La categoría del error en homicidio: Doctrinariamente está aceptado que el
error de tipo desaparece el dolo. Así aparece regulado en el artículo 14 de nuestro
corpus juris penales. En consecuencia, cualquier error del agente sobre los
elementos constitutivos del tipo objetivo al momento de desarrollar su conducta de
resultado letal, determinará que no se configure el delito de homicidio simple. Sin
embargo, si el error de tipo es vencible o evitable, es decir, el agente pudo salir del
error en que se encontraba y así evitar el resultado, observando el cuidado debido,
la muerte de la víctima se encuadrará en el tipo penal de homicidio culposo.
De esa forma, en el delito de homicidio simple muy bien puede invocarse el error de
tipo, pero este debe ser invocado en forma adecuada como argumento de defensa
cuando las circunstancias en que ocurrieron los hechos indiquen que el imputado
actuó en error de tipo, caso contrario, la figura no funciona.

La Sala Penal Permanente del Supremo Tribunal por ejemplo, en la Ejecutoria


Suprema del 11 de junio de 2004, resolvió un caso descartando el error de tipo en
homicidio simple. En efecto, si bien es cierto los procesados coincidieron en el
proceso que el imputado Nicanor Manosalva en forma no premeditada disparó
contra el occiso, toda vez que cuando se encontraban con el agraviado apareció un
sajino y que al intentar dispararle el proyectil impactó en aquel debido que se
interpuso al intentar golpear al animal con su machete, sin embargo del análisis del
protocolo de necropsia se concluye que el disparo fue a una distancia de dos metros
aproximadamente, no siendo razonable que a una distancia tan cercana se pueda
errar en el tiro teniendo en consideración que la detonación se efectúo con una
pistola.
Los elementos del tipo también generan otras clases de error. En efecto, tenemos el
error sobre la persona (error in personam) y el error en el golpe (aberratio ictus). El
primero aparece cuando el agente se confunde de persona sobre la cual va dirigida
la acción de matar, por ejemplo: Francisco quiere matar a su ex amante Gertrudis,
pero por causa de la oscuridad mata a Susana que circunstancialmente vino a
dormir en el cuarto de aquella. El segundo, aparece cuando el agente por inhabilidad
yerra en la dirección de la acción y mata a otra persona distinta a la que quería
realmente aniquilar, por ejemplo: Oscar apunta con su revolver a Gerardo y
finalmente por mala puntería, la bala llega a Fernando que circunstancialmente
acompañaba a aquel.
En ambos casos, al sujeto activo se le imputará la comisión del delito de homicidio a
título de dolo, con la diferencia que en el segundo caso, además, se le atribuirá el
delito de tentativa acabada de homicidio respecto de Gerardo. Esto es consecuencia
de considerar que todas las vidas de las personas tienen el mismo valor. Lo
verdaderamente significativo es que aparece en el agente el animus de matar a una
persona. Es más, el profesor Luis Roy Freyre, basándose en el pensamiento de
Giuseppe Bettiol, asevera que la irrelevancia penal del error respecto de la persona
ofendida es perfectamente explicable: las normas penales tutelan los bienes
jurídicos pertenecientes a una generalidad de individuos sin prestar especial
atención a la persona de su titular, siendo una de sus perspectivas más importantes
la protección de la vida de la persona en cuanto tal.

Posición contraria sostiene Felipe Villavicencio Terreros, quien afirma que aplicando
el concurso ideal (artículo 48 del C. P.) se resuelve el problema. Sostiene que en el
error in personam aparecerá tentativa inidónea de homicidio doloso y homicidio
culposo; en el aberractio ictus, concurre tentativa de homicidio doloso y homicidio
culposo. Para nada toma en cuenta aquel tratadista, el dolo (animus necandz) con
que actúa el agente. El autor tiene pleno conocimiento y voluntad de aniquilar la vida
de una persona. Incluso se prepara suficientemente para lograr su objetivo, cual es
lesionar el bien jurídico vida. El objetivo final del autor es quitar la vida de una
persona. Es irrelevante para calificar el hecho punible, determinar qué persona fue
afectada con la conducta criminal del agente, circunstancia que solo se tendrá en
cuenta al momento de individualizar la pena.
Por lo demás, los hechos o conductas valen más por lo que significan en sí mismas
que por los resultados que producen. En aquellos supuestos, el agente ha
desarrollado toda la actividad que ha estado en sus manos realizar para alcanzar su
objetivo querido cual era quitar la vida a una persona. Ha cumplido con el iter
criminis. Ha realizado todos los actos que estaban a su alcance realizar para lograr
su objetivo final. Hubo desde el principio intención criminal, siendo que si los hechos
producen resultados en persona diferente a la que se quería eliminar, carece de
relevancia penal. Es más, para evidenciarse un homicidio culposo, el agente debe
actuar sin el dolo de matar. No se quiere la muerte de ninguna persona. Situación
que no se presenta en el error in personam ni en el aberractio ictus donde el dolo
predomina en el actuar del agente.
No estamos de acuerdo con la posición de Villavicencio, pues aparte de ser
benevolente con la conducta de un sujeto criminal peligroso para el conglomerado
social, la mayoría de las veces puede servir para que personas inescrupulosas
saquen provecho, llevando agua a su molino, y decididamente aleguen que la
conducta homicida del agente, solo es a título de tentativa de homicidio y homicidio
culposo.

4. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del homicidio simple
previsto en el artículo 106 del Código Penal, el operador jurídico pasará
inmediatamente a analizar el segundo elemento o nivel denominado antijuridicidad.
Es decir, entrará a determinar si la conducta es contraria al ordenamiento jurídico o,
en su caso, concurre alguna causa de justificación de las previstas y sancionadas en
el artículo 20 del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si en el
homicidio concreto concurre la legítima defensa o el estado de necesidad justificante
o el agente actuó por una fuerza física irresistible o impulsado por un miedo
insuperable o en cumplimiento de un deber.
En la praxis judicial es frecuente encontramos con la legítima defensa como causa
de exclusión de antijuridicidad. Como ejemplos representativos cabe citar
Ejecutorias Supremas en las cuales nuestra Suprema Corte aúnadamente ha
aplicado la referida causal en casos reales. De ese modo, tenemos la Ejecutoria
Suprema del 24 de setiembre de 1997 cuando expone que" si bien es cierto que el
acusado Fernández Carrero acepta haber disparado contra el acusado Saldaña
Mejía, también lo es que su conducta cae bajo los presupuestos de la causal de
justificación prevista en el inciso tercero del artículo veinte del Código Penal vigente,
bajo la denominación jurídica de legítima defensa, pues es evidente que el acusado
Fernández Camero ha obrado, no solo para defender la libertad sexual de su hija,
sino también para defender su propia vida, destacándose que en el caso que se
analiza, nos encontramos ante una perfecta legítima defensa, pues ha existido una
agresión ilegítima de parte de Saldaña Mejía, quien inicialmente los amenazó de
muerte, sometió sexualmente a su hija y finalmente atentó contra su vida, existiendo
racionalidad en la defensa, pues el acusado al momento de disparar se encontraba
herido y presenció la violación perpetrada contra su hija y no ha existido provocación
de parte del acusado que ha efectuado la defensa, razón por lo que su conducta se
encuentra justificada y debe absolvérsele".

En igual sentido, la Ejecutoria Suprema del 27 de abril de 1998 declara exento de


responsabilidad penal al acusado de homicidio por concurrir legítima defensa. En
efecto, pedagógicamente allí se expresa que "conforme se advierte de autos, siendo
las tres y cuarenta de la madrugada aproximadamente, del veintisiete de noviembre
de mil novecientos noventa y cuatro, las personas de Américo Cristian Espinoza
Morales y Alex Alfredo Estrada Villanueva, procedieron a sustraer los autopartes de
uno de los vehículos del encausado Percy Rafael Gibson Frech que se encontraba
aparcado en el frontis de su vivienda, produciéndose ruidos que motivaron que el
mencionado encausado abandonara la habitación en que se encontraba
descansando y de inmediato tomara su arma de fuego efectuando dos disparos al
aire, circunstancias que en lugar de atemorizar a los agentes patrimoniales, o en
todo caso les hiciera desistir de su resolución delictiva, estos procedieron a
responder también con disparos de armas de fuego, generándose así una balacera
que trajo como resultado que Espinoza Morales fuera alcanzado por dos proyectiles
de bala disparados por Gibson Frech, logrando impactar una bala en la cabeza y
otra en el brazo derecho que determinaron su muerte, tal como se describe en el
protocolo de autopsia obrante a fojas trescientos cincuenta y siete; que, al haber
ocurrido los hechos de la manera descrita, se aprecia que el comportamiento del
encausado Gibson Frech se encuentra amparado en la causa de justificación de la
legítima defensa, prevista en el inciso tercero del artículo veinte del Código Penal,
toda vez que concurren sus elementos configurativos: a) agresión ilegítima, que
resulta de la hora, escenario y circunstancia de los hechos, observándose que los
disparos que efectuó el citado encausado estuvieron precedidos por la agresión de
que era víctima tanto en su patrimonio como en su integridad corporal, máxime aun
cuando el propio encausado Estrada Villanueva declara a fojas diecisiete y
doscientos cincuenta y dos que fue el occiso quien dio la iniciativa para la
perpetración del ilícito patrimonial y que con el hecho sub materia sumaban tres ya
los robos perpetrados conjuntamente; b) necesidad racional del medio empleado
para impedirla o repelerla: se tiene que los agentes emplearon arma de fuego en el
momento de los hechos, obrando incluso con la intención de dar muerte al
propietario del vehículo con tal de lograr su propósito delictivo, tal como se infiere de
la declaración del testigo presencial de fajas noventa y dos, el que asevera que
escuchó que los "choros" decían "mátalo (...) mátalo"; que, en consecuencia es
frente a la agresión ilegítima cuando el agente emplea el arma de fuego como único
medio para impedir o repeler la agresión que en el caso concreto era actual e
inminente en vista de la especial situación de necesidad en que se encontraba, de
tal forma que el uso del arma en esta circunstancia resulta racional; que, a lo anterior
se agrega el hecho que el agente contaba con licencia para portar armas conforme a
la fotocopia obrante a fajas cuarenta y cinco; c) falta de provocación suficiente de
quien hace la defensa: que, conforme a la inspección técnica balística de fajas
cuarenta y uno efectuada en el inmueble donde acontecieron los hechos, se infiere
que los atacantes efectuaron varios disparos contra el propietario del referido
inmueble, hecho que dio lugar a que este efectuara dos disparos al aire antes de
disparar contra el cuerpo de su agresor, de tal forma que el encausado Gibson Frech
no provocó ni dio motivo para la agresión ejecutada en su contra, por lo que no se le
puede exigir el empleo de otro medio cuando el arma era lo único con que podía
defenderse; que, por consiguiente, al concurrir los elementos de la mencionada
causa de justificación, la conducta del encausado Percy Rafael Gibson Frech debe
ser vista como un comportamiento aceptado socialmente en consideración al
contexto especial en que se desarrolló la agresión y la respuesta frente a ello,
desapareciendo así la antijuridicidad de la conducta".

Por su parte la Resolución Superior del 06 de agosto de 1999, emitida por la Corte
Superior de Loreto, da cuenta de un hecho real donde aparece la causa de
justificación del miedo insuperable. En efecto allí se establece que "informado de
esos luctuosos sucesos el procesado Carlos Enrique Chávez Bonifaz, siendo la
media noche aproximadamente del día de los hechos se constituyó al local de la
empresa ... , a bordo de su motocicleta y al llegar al lugar de los hechos verificó que
dicha turba de gente estaba saqueando el local por lo que sacó su pistola que la
utiliza para su defensa personal y realizó tres disparos al aire para persuadir y
disuadir a los saqueador es, sin embargo, fue recibido con insultos y fue agredido
por personas desconocidas quienes lo amenazaron con matarlo, por lo que decidió
escapar del lugar para proteger su integridad física, sin embargo, como la
motocicleta no encendía... y la turba de gente se acercaba hacia él con fines
inconfesables, tuvo que realizar dos disparos contra el grupo de gente para
alejarlos, los mismos que imputaron en los cuerpos de los agraviados ; que la
conducta asumida por el procesado ... se encuentra contemplada en los incisos y
sétimo del artículo veinte del Código Pena!...; el referido procesado obró compelido
por miedo insuperable de un mal igualo mayor, miedo entendido como una fuerte
emoción producida por la perspectiva de un mal que deja al sujeto un margen de
opción entre soportar un mal que le amenaza o eludirlo realizando un acto punible.
El miedo es un estado de perturbación anímica más o menos profunda provocado
por la previsión de ser víctima de un daño y admite graduaciones: temor, terror,
espanto, pavor y pánico; en el caso concreto materia de estudio hubo fundado temor
y pánico ya que la turba de gente enardecida se aproximaba hacia el procesado
Chávez Bonifaz obviamente con el finalidad de atentar contra su vida ya que sería
ingenuo en otra posibilidad menos grave dado el número de personas que
confirmaba la turba dentro de la cual incluso se encontraba gente al margen de la ley
y en estado etílico".
Si se concluye que en el homicidio concurre alguna causa de justificación, la
conducta homicida será típica pero no antijurídica y por tanto será irrelevante pasar
a analizar el tercer elemento del delito conocido como culpabilidad.

5. CULPABILIDAD
Si después de analizar la conducta típica de homicidio se llega a la conclusión que
no concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al ordenamiento
jurídico, el operador jurídico inmediatamente entrará a determinar si' aquella
conducta homicida puede ser atribuida o imputable a su autor. En consecuencia,
analizará si la persona a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica es
imputable penalmente, es decir, goza de capacidad penal, para responder por su
acto homicida. En este aspecto por ejemplo, tendrá que determinarse la edad
biológica del autor del homicidio. "La minoría de edad constituye una causa de
inimputabilidad criminal, cuya importancia normativa supone una presunción legal
iure et de jure que incide en una dimensión biológica de la persona, por lo que
bastará la sola constatación de que el sujeto no haya alcanzado la mayoría de edad
para fundar la exclusión de su responsabilidad penal".

Luego, determinará si tenía conocimiento que su actuar homicida era antijurídico, es


decir, contrario a todo el ordenamiento jurídico. Pero, de modo alguno, se requiere
un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un conocimiento paralelo a
la esfera de un profano, o, mejor dicho, un conocimiento que se desprende del
sentido común que gozamos todas las personas normales.
Al protegerse la vida de modo riguroso, no es posible invocar el error de prohibición
en un caso de homicidio.
En cuanto al error culturalmente condicionado previsto en el artículo 15 del Código
Penal, debido que la vida humana es apreciada en todas las sociedades y culturas
ya sean civilizados o nativas, solo puede servir para atenuar la pena al inculpado en
razón que la comprensión del carácter delictuoso de su acto se halle disminuida. En
este sentido se ha pronunciado nuestra jurisprudencia. De ese modo, reduciendo
incluso la pena por debajo del mínimo legal, en la sentencia del 15 de abril de 1999
emitido por un juzgado Penal de Iquitos se ha establecido que "si bien en el proceso
y al rendir su instructiva, Tangoa Guerra... ; se declara en efecto CONVICTO Y
CONFESO del delito investigado, señalando que ultimó de un balazo con su
retrocarga, al agraviado SIQUIHUA MASAHACURI; ya que este venía haciéndole
daño, con la brujería, impidiéndole formalizar, además, su relación convivencial con
una fémina de nombre HUMANTI; se ha planteado también en la instrucción y en su
defensa, como justificación o su acto el hecho de que se trata de un nativo
integrante de la Comunidad Quichua del Napo; que ha incurrido en el acto de
eliminación física del agraviado ... ; en razón de que este según sus costumbres
ancestrales, era objeto de daño por parte del agraviado, quien era un BRUJO
reconocido en la zona; situación ante la que no cabía sino su eliminación física para
amenguar el mal que le causaba ... ; no obstante tales argumentos ... resultan
insuficientes para exonerarlo de responsabilidad penal, por el HOMICIDIO
investigado ... desde que, el DERECHO A LA VIDA constituye un bien de superlativa
significación, incluso en las etnias mas alejadas y de menos desarrollo social: que,
siendo ello así, es claro que Tangoa Guerra, al quitarla la vida a ESPÍRITU
SIQUIHUA MASHACURI, no solo ha violentado las normas básicas de su entorno,
sino las que regulan la vida en sociedad de entidades ajenas a ella; situación por la
que no corresponde sino sancionar su conducta en el modo y forma establecida por
la Ley".

Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz para responder penalmente


por su acto homicida y se determine que conoCÍa que su acto era contrario al
ordenamiento jurídico, el operador jurídico pasará a determinar si el agente tenía o le
era posible comportarse conforme a derecho y evitar causar la muerte de su víctima.
Si se concluye que el agente no tuvo otra alternativa que causar la muerte de la
víctima, no será culpable de la conducta típica y antijurídica. Aquí nos estamos
refiriendo al caso del estado de necesidad exculpante cuya construcción tiene una
larga tradición que se remonta al romano Karneades quien lo ilustraba con el
ejemplo del hundimiento de un barco en el que se salvan dos personas, una de las
cuales se ve obligada a dar muerte a la otra para aferrarse al único tablón que le
permite sobrevivir. También es conocido el caso Mignonette, sucedido en Inglaterra
(1884), cuando dos náufragos salvaron su vida dando muerte a un tercero cuya
carne consumieron. Lo mismo sucede en el conocido ejemplo de la discoteca o del
teatro en llamas cuyos ocupantes, al tratar de huir apresuradamente para salvar la
vida, se atropellan entre sí y algunos mueren pisoteados por los demás.
En nuestra jurisprudencia, encontramos la Resolución Superior del 06 de agosto de
1999 emitida por la Corte Superior de Loreto, en la cual se aplicó el estado de
necesidad exculpante previsto en el inciso 5 del artículo 20 del Código Penal para
excluir de responsabilidad penal al procesado. En la citada Resolución judicial se
precisó que "informado de esos luctuosos sucesos el procesado Carlos Enrique
Chávez Bonijaz, siendo la media noche aproximadamente del día de los hechos se
constituyó al local de la empresa (...), a bordo de su motocicleta y al llegar al lugar
de los hechos verificó que dicha turba de gente esta saqueando el local por lo que
sacó su pistola que la utiliza para su defensa personal y realizó tres disparos al aire
para persuadir y disuadir a los saqueador es, sin embargo fue recibido con insultos y
fue agredido por personas desconocidas quienes lo amenazaron con matarlo, por lo
que decidió escapar del lugar para proteger su integridad física, sin embargo como
la motocicleta no encendía (...) Y la turba de gente se acercaba hacia él con fines
inconfesables, tuvo que realizar dos disparos contra el grupo de gente para alejarlos,
los mismos que impactaron en los cuerpos de los agraviados (...),. que la conducta
asumida por el procesado (...) se encuentra contemplada en los incisos quinto (...)
del artículo veinte del Código Penal (...) el procesado Chávez Bonijaz ha realizado
un acto antijurídico para alejar el peligro que cernía sobre él como es la amenaza
que le hiciera la turba de matarlo porque lo consideraban como 'ecuatoriano' en
alusión a los sucesos políticos ocurridos en aquella oportunidad, por lo que actuó en
estado de necesidad exculpante que prevé el inciso quinto del artículo veinte del
Código Penal".

6. CONSUMACIÓN
Entendemos que existe consumación de un hecho punible cuando el sujeto activo da
total cumplimiento a los elementos constitutivos descritos en el tipo penal. En ese
sentido, el homicidio simple alcanza su consumación cuando el agente, actuando
dolosamente, ha puesto fin a la vida del sujeto pasivo. Esto es, haya agotado el
verbo matar.
Aun cuando el tipo penal se refiere en forma singular al agente, es perfectamente
posible la participación de varios sujetos en la comisión del hecho criminal. En estos
casos, aplicando la teoría del dominio del hecho se diferenciará entre autores y
partícipes (ya sean en nivel primario o secundario). Para ello se tendrá en
consideración lo prescrito en los artículos 23, 24 y 25 del CP.

7. TENTATIVA
De acuerdo con el artículo 16 del Código Penal sustantivo existe tentativa cuando el
agente comienza la ejecución de un delito que decidió cometer, sin consumarlo. De
modo que al ser el homicidio simple un hecho omisivo de carácter doloso y de
resultado necesariamente lesivo, la tentativa es posible. Villavicencio, afirma que "la
tentativa de homicidio comienza con aquella actividad con la que el agente según su
plan delictivo se coloca en relación inmediata con la realización del tipo delictivo". Ej.
Juan Quispe premunido de un revólver calibre 38 ingresa al domicilio de Pánfilo
Pérez con intención de darle muerte, siendo el caso que en circunstancias que se
disponía disparar fue reducido con un golpe de palo de escoba en el cráneo por
Reducinda Márquez, doméstica de Pánfilo Pérez, quien al ver el peligro en que se
encontraba su empleador con cuidado y a espaldas del agente actuó, evitando de
ese modo la comisión del homicidio.

Diferenciar tentativa de homicidio del delito de lesiones graves en la teoría resulta un


tema de fácil explicación y argumentación, distinguiendo entre animus necandi y
animus vulnerandi; sin embargo, en la práctica ocurren casos donde la
diferenciación entre uno y otro resultan casi imposible de realizar. No obstante, que
tiene razón Bramont-Arias Torres/García Cantizano cuando afirman que la decisión
en última instancia va a depender del sano criterio de nuestros jueces, nosotros
consideramos que la forma, modo y circunstancias en que ocurrió el evento
delictuoso, así como el tipo de instrumento que utilizó el agente y la clase de
persona a la que fue dirigido el ataque, determinarán la mayor de las veces si el
agente actuó con la finalidad de matar o solo lesionar al sujeto pasivo. Así, en el
Ejecutoria Suprema del 27 de mayo de 1986 se sostiene que "un mismo delito no
puede ser calificado por dos dispositivos legales diferentes, al haber el acusado
disparado contra el agraviado con la intención de matarlo, lesionándole en el brazo,
las lesiones quedan subsumidas en el delito de homicidio en grado de tentativa"

8. PENALIDAD
De haberse verificado la consumación del homicidio de acuerdo al tipo penal en
comento, al sujeto activo se le impondrá una pena privativa de la libertad no menor
de seis ni mayor de veinte años. La pena variará de acuerdo con la forma, modo,
circunstancias y grado de culpabilidad con que actuó el autor, todo ello probado
durante un debido proceso penal.
Subcapítulo 3
Parricidio

1. TIPO PENAL
La figura delictiva etiquetada con el nomen iuris de parricidio u homicidio de autor
como lo denomina cierta parta de la doctrina, se encuentra tipificado en el tipo penal
del artículo 107 del Código Penal que ad pedem litterae, dice: “El que, a sabiendas,
mata a su ascendiente, descendiente, natural o adoptivo, o a su cónyuge o
concubino, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años”.

2. TIPICIDAD OBJETIVA
El parricidio se configura objetivamente cuando el agente o sujeto activo da muerte a
su ascendiente o descendiente, natural o adoptivo, o a su cónyuge o concubino,
sabiendo muy bien que tiene tales cualidades respecto de su víctima. En otras
palabras, el parricidio aparece o se evidencia cuando el agente con pleno
conocimiento de sus vínculos consanguíneos (padre, hijo natural, etc.) o jurídico (hijo
adoptivo, cónyuge o concubino) con su víctima, dolosamente le da muerte. Siendo
irrelevante típicamente los medios y formas empleadas, mas solo tendrán
importancia al momento de individualizar la pena. En tal sentido se ha pronunciado
nuestra Suprema Corte en la Ejecutoria del 03 de enero de 1995, al exponer que
"luego de una discusión que el procesado sostuvo con su víctima en su domicilio, la
agredió brutalmente hasta quitarle la vida, haciendo lo propio con su menor hijo, a
quien lo asfixio con un cordón al borde del cuello; que luego de victimar a los
referidos agraviados, procedió a enterrarlos, no sin antes seccionar los órganos y
extremidades de la primera de las víctimas aludidas; que, por las razones expuestas,
el ilícito perpetrado por el acusado referido se encuentra incurso en el Artículo 107
del Código Penal (...), la actitud de asfixiar a su menor e indefenso hijo así como el
descuartizamiento de su esposa post mortem, denotan gran peligrosidad en el
acusado, razón por la cual la pena a imponerse debe graduarse en atención al
Artículo 46 del Código Penal".
El conocimiento del vínculo de parentesco consanguíneo o jurídico por parte del
sujeto activo respecto del sujeto pasivo, constituye un elemento fundamental de este
delito. Tal circunstancia hace a la conducta delictiva independiente, autónoma y
diferenciable del delito de homicidio simple. No obstante, cierta parte importante de
la doctrina considera que se trata de un delito derivado del homicidio simple, e
incluso en el Código Penal español de 1995, el legislador ha suprimido la figura
delictiva del parricidio y en adelante las relaciones de parentesco entre agente y
VÍctima constituyen agravante del homicidio simple. No obstante, consideramos que
en nuestro sistema jurídico penal se justifica plenamente la existencia independiente
de la figura del parricidio por las especiales circunstancias que conforman el tipo
objetivo y subjetivo; en consecuencia, esperamos que nuestro legislador, muy
propenso y solícito a copiar lo que hacen los españoles, no se le ocurra suprimido de
nuestro código sustantivo.
Por otro lado, el hecho punible de parricidio, por las peculiaridades especiales que
se evidencia para su perfeccionamiento, exige mayor penalidad para el agente, ello
debido a que el parricida tiene mayor culpabilidad al no respetar ni siquiera la vida
de sus parientes naturales o legales, con quienes hace vida en común,
evidenciándose de ese modo, que el agente está más propenso y solícito a atacar
en cualquier momento a personas que le son extrañas, demostrando peligrosidad
para el conglomerado social.
El español Miguel Bajo Femández sostiene que la gravedad de la figura del
parricidio se fundamenta en la mayor culpabilidad del autor presumida objetivamente
a partir de la complicación profunda de las relaciones interpersonales con
acumulación de tensiones durante la convivencia de los parientes. En tanto que el
desaparecido Raúl Peña Cabrera, fundamenta la gravedad del parricidio en el hecho
que el sujeto activo revela mayor peligrosidad, porque no solo viola y destruye el
bien jurídico de la vida tutelada por la ley, sino que vulnera principios y sentimientos
elementales como el respeto y acatamiento a los parientes más próximos,
provocando una singular alarma social.
Por su parte José Castillo Alva, afirmando que no alcanza a ver cómo el mayor
afecto o sentimiento puede incidir en la culpabilidad, concluye que simplemente la
gravedad del parricidio reside solo en el vínculo del parentesco, sea legal o natural, y
no en el presunto afecto que existe entre parientes.

En consecuencia, para la configuración de este hecho punible, resulta insuficiente


que el agente esté premunido del animus necandi. La ley penal requiere además de
la conciencia y voluntad de matar, que el agente ejecute la acción 'a sabiendas' o
mejor dicho, con pleno conocimiento que extingue la vida de uno de sus parientes
considerados en el tipo penal respectivo. De este modo, La Suprema Corte, por
Ejecutoria del 07 de octubre de 1998, a sostenido que "para establecer el delito de
parricidio, no basta que el autor del delito sepa que la víctima es su ascendiente,
descendiente o cónyuge, sino que debe probarse el vínculo familiar con la respectiva
partida de los Registros del Estado Civil o con los instrumentos públicos donde
conste la filiación, por consiguiente la confesión del reo, testimoniales o cualquier
otro elemento resultan insuficientes". Si no hay forma de probar el parentesco entre
agente y víctima el caso será tipificado como homicidio simple.
No debe soslayarse que para que exista concubinato es necesario se cumplan los
requisitos que recoge el artículo 326 del Código Civil, de modo que si uno de los
convivientes da muerte al otro antes de cumplirse los dos años de convivencia,
jurídicamente no es posible subsumir tal hecho en el delito de parricidio.

El parricidio también puede perfeccionarse por una conducta de omisión impropia


(artículo 13 del C.P.), debido que la relación interpersonal entre agente y víctima
fundamenta la posición de garante del primero respecto del segundo. No debemos
soslayar que entre una conducta de omisión y otra de comisión lo común es que el
autor ostenta el dominio de la causa del resultado final dañoso. Ocurre, por ejemplo
cuando Juan Manuel, salvavidas en la playa de Ancón, observa que su cónyuge pide
auxilio desesperada porque se está ahogando y pudiendo salvarla no lo hace con el
fin de que muera. También la Ejecutoria Suprema del 28 de octubre de 1997,
expone un caso real de parricidio por omisión impropia: "Habiéndose determinado
que la muerte de la recién nacida Shadira Huamán Trinidad se produjo a
consecuencia de una enfermedad producida en las vías respiratorias
bronconeumonía debido al abandono que sufriera por parte de su padre en las
inmediaciones del río Rímac; que, siendo esto así, el ilícito penal perpetrado por el
citado acusado es el delito consumado de parricidio, y no el de tentativa del mismo,
como equivocadamente lo ha valorado así la Sala Penal Superior".
2.1. Bien jurídico protegido: La vida humana independiente comprendida desde el
instante del parto hasta la muerte natural de la persona humana. Ello es importante
tenerlo en cuenta puesto que muy bien puede verificarse el delito de parricidio
cuando un padre da muerte a su hijo en circunstancias que se encuentra siendo
expulsado por la madre de su vientre, es decir, en la etapa del nacimiento.

2.2. Sujeto activo: Al describir el tipo penal ciertas relaciones interpersonales entre
el agente y su víctima, el delito se torna en lo que se denomina en doctrina 'delito
especial', esto es, el sujeto activo solo está limitado a quien ostenta las cualidades
de parentesco consanguíneo o jurídico con el sujeto pasivo de la acción. Nadie más
puede ser autor de este delito. El penalista chileno Juan Bustos Ramírez (41),
siendo más preciso, asevera que el parricidio es un delito especial impropio, puesto
que al desaparecer aquellas cualidades que agravan la penalidad, sigue
subsistiendo el homicidio.
El ilícito penal de parricidio como tenemos señalado, es un homicidio de autor. Las
calidades o cualidades de quien puede ser autor o sujeto activo viene precisado en
forma textual por el propio tipo penal. De los términos del tipo penal se desprende
que se exige la existencia de una cualidad personal en el sujeto activo que lo
relacione con su víctima, sin el cual el delito de parricidio se desvanece para dar
paso a la figura del homicidio simple. En consecuencia, solo puede ser sujeto activo
en línea ascendente: el padre, abuelo, bisabuelo, etc., y en línea descendente, el
hijo, el nieto, bisnieto, etc. También un cónyuge o concubino respecto del otro.

2.3. Sujeto pasivo: Igual como ocurre en cuanto al sujeto activo, la situación de
víctima en el injusto penal de parricidio también se encuentra limitado para
determinadas personas que ostentan cualidades especiales que le une con el
agente. Sujeto pasivo no puede ser cualquier persona, sino aquellas que tienen
relación parental con su verdugo. En ese sentido, del tipo penal se desprende que
víctima del delito de parricidio únicamente pueden ser los ascendientes y
descendientes en línea recta del parricida. También su cónyuge y el hijo adoptivo de
acuerdo con el artículo 377 del Código Civil y, finalmente, el concubino unido al
sujeto activo de acuerdo al artículo 5 de la vigente Constitución Política.
Un caso real donde la concubina es sujeto pasivo del parricidio lo encontramos en el
libro "La decisión Judicial". En efecto, allí se recoge la Ejecutoria Superior del 26 de
agosto de 1998 emitida por la Sala Mixta descentralizada de Camaná del Distrito
Judicial de Arequipa, que condenó al acusado por el delito de parricidio debido que
se había determinado que "el día veintisiete de setiembre de mil novecientos
noventa y siete, en circunstancias que el procesado y la occisa discuten, habiendo
llegado a la vía de los hechos, aquel coge una piedra dándole dos golpes en la sien,
lo que le ocasiona la muerte. Que, el procesado ha actuado premeditadamente,
pues el día anterior redacta su testamento en el que pone de manifiesto sus
intenciones, incluyendo la de quitarse él mismo la vida".
Bramont-Arias Torres/ García Cantizano, certeramente señalan que en cuanto a la
relación parental surgida mediante el matrimonio, habrá que tener presente las
reglas del Código Civil. La mera separación de cuerpos no elimina la existencia del
delito de parricidio. Sólo la declaración de nulidad del matrimonio y el divorcio
excluyen la relación paren tal y, por tanto, no se cometería el ilícito de parricidio sino
el de homicidio simple.
También es de poner de relieve que del propio texto del tipo penal, queda
claramente establecido que no se configura el injusto penal de parricidio cuando el
agente es hermano, tío, primo, suegro, yerno, nuera, etc. de su víctima.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
El hecho punible de parricidio se realiza con dolo directo (primero y segundo grado),
así como por dolo eventual. Este se presenta cuando el sujeto activo, conociendo la
relación parental con el sujeto pasivo, se representa el resultado letal como posible y
lo acepta. Sin embargo, está posición, aparentemente clara, resulta complicada y de
diversa opinión entre los tratadistas nacionales. Así, Roy Freyre, al igual que
Hurtado Pozo, Peña Cabrera y Castillo Alva, asevera que mediante la expresión "a
sabiendas", el legislador peruano excluye la posibilidad que sea suficiente el dolo
eventual. No obstante, para nosotros se evidencia en forma clara que la frase "a
sabiendas" de ningún modo excluye el dolo eventual, sino por el contrario, solo sirve
y se dirige a asegurar que el agente haya conocido el parentesco consanguíneo o
jurídico con su víctima.

Esto es, consideramos que la expresión "a sabiendas" utilizada por el legislador en
el momento histórico de legislar el tipo penal del artículo 107, está dirigida a exigir
que el agente actúe conociendo perfectamente la relación parental con su víctima. Si
se verifica que no conoció tal circunstancia, el parricidio desaparece por más dolo
directo o indirecto con el que haya actuado. Basta que el sujeto activo (parricida)
conociendo la relación paren tal que le une con el sujeto pasivo se represente
seriamente el resultado letal y lo acepte o se conforme con ello para estar frente al
dolo eventual.

En consecuencia, resulta requisito sine qua non la concurrencia del dolo, no cabe la
comisión por culpa. Si ello sucediera, el hecho se subsumirá al homicidio por
negligencia. Aparece el dolo cuando el sujeto activo con conocimiento y voluntad da
muerte a su víctima sabiendo que tiene en la realidad un parentesco natural o
jurídico debidamente especificado en el tipo penal. En efecto, si se verifica que el
agente no conocía o no pudo conocer por determinadas circunstancias que su
víctima era su pariente, el delito de parricidio no se configura circunscribiéndose tal
hecho al homicidio simple.

De ello concluimos que el dolo es independiente al conocimiento de la relación paren


tal. El animus necandi es indiferente a que tenga o no conocimiento el agente de la
relación paren tal con su víctima. La frase "a sabiendas" sirve para diferenciar la
conducta delictiva de parricidio del homicidio simple. Resultando de esa forma la
posición aceptada por la doctrina tanto nacional como extranjera que sostiene que si
el agente actuó a sabiendas de la relación paren tal estaremos ante el delito de
parricidio, pero que si actuó sin conocer aquellos vínculos que le une con la víctima,
estaremos frente al delito de homicidio simple.

3.1 Solución en caso de error: El error sobre el parentesco ya sea natural o


jurídico del sujeto activo respecto del pasivo, excluye el dolo del delito de parricidio,
limitándose la conducta homicida a un homicidio simple. En ese sentido, quien mata
a su cónyuge al haberlo confundido con un extraño contra quien iba dirigida la
acción homicida (mw in personam), cometerá el hecho punible regulado en el tipo
penal del artículo 106 del c.P. respecto del occiso y tentativa de homicidio respecto
del extraño. Igual ocurre cuando por un error en el golpe o disparo se produce la
muerte del hijo, cuando la acción homicida está dirigida a otra persona (aberratio
ictus), presentándose homicidio doloso respecto del pariente y tentativa inidónea
respecto del extraneus. En ambos supuestos no puede hablarse de parricidio puesto
que no aparecen todos los elementos constitutivos del tipo.

En nuestra patria, es de posición diferente el profesor Felipe Villavicencio, quien


afirma incluso que el error sobre el parentesco debe resolverse según las reglas del
error de tipo. Posición con la cual discrepamos. Es imposible la aplicación de los
presupuestos del error de tipo en toda su magnitud para resolver el error in
personam o aberractio ictus.

Por lo demás, tiene razón Villa Stein cuando refutando los planteamientos de
Villavicencio respecto del tema en sede, señala que no cabe calificar de culposo un
homicidio que se quiso, aunque la víctima, por error, fuera distinta a la que
realmente se quiso eliminar. Por lo siguiente: primero, en el homicidio culposo el
agente no quiere muerte alguna, aunque ocurra por causa de su obrar negligente o
imprudente. No hay en el homicidio culposo animus necandi;..Segundo, si
optásemos por aceptar la fórmula de un concurso con homicidio culposo tendríamos
que determinar la naturaleza de la infracción del deber de cuidado por parte del
autor, lo que sería un absurdo.

4. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del parricidio previsto en
el artículo 107 del Código Penal, el operador jurídico pasará inmediatamente a
analizar el segundo elemento o nivel denominado antijuridicidad. Es decir,
determinará si la conducta es contraria al ordenamiento jurídico o en su caso,
concurre alguna causa de justificación de las previstas y sancionadas en el artículo
20 del Código Penal.
De ese modo, el operador jurídico analizará si en el homicidio concreto concurre la
legítima defensa o el estado de necesidad justificante o el agente actuó por una
fuerza física irresistible o compelido por un miedo insuperable o en cumplimiento de
un deber. Si se concluye que en el parricidio concurre alguna causa de justificación,
la conducta homicida será típica pero no antijurídica y por tanto, será irrelevante
pasar a analizar el tercer elemento del delito conocido como culpabilidad.

5. CULPABILIDAD
Si después de analizar la conducta típica de parricidio se llega a la conclusión que
no concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al ordenamiento
jurídico, el operador jurídico inmediatamente entrará a determinar si aquella
conducta homicida puede ser atribuida o imputable a su autor. En consecuencia,
analizará si la persona a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica es
imputable penalmente, es decir, goza de capacidad penal, para responder por su
acto homicida.
En este aspecto, por ejemplo, tendrá que determinarse la edad biológica del
parricida. "La minoría de edad constituye una causa de inimputabilidad criminal, cuya
importancia normativa supone una presunción legal iure et de jure que incide en una
dimensión biológica de la persona, por lo que bastará la sola constatación de que el
sujeto no haya alcanzado la mayoría de edad para fundar la exclusión de su
responsabilidad penal".

Luego, determinará si tenía conocimiento que su actuar homicida era antijurídico, es


decir, contrario a todo el ordenamiento jurídico. Pero, de modo alguno, se requiere
un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un conocimiento paralelo a
la esfera de un profano, o, mejor dicho, un conocimiento que se desprende del
sentido común que gozamos todas las personas normales. Aquí muy bien puede
concurrir un error culturalmente condicionado. En este punto cabe precisar que: el
conocimiento que se mata a un pariente natural o jurídico constituye un elemento de
la tipicidad del parricidio, por lo que cualquier error respecto a este conocimiento, de
modo alguno constituye error de prohibición sino que estaremos frente a un error de
tipo.

Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz para responder penalmente


por su acto homicida y se determine que conocía que su acto era contrario al
ordenamiento jurídico, el operador pasará a determinar si el agente en el caso
concreto podía o le era posible comportarse conforme a derecho y evitar causar la
muerte de su pariente. Si se concluye que el agente no tuvo otra alternativa que
causar la muerte de la víctima, no será culpable de la conducta típica y antijurídica.
Aquí nos estamos refiriendo al estado de necesidad exculpante que, muy bien,
puede configurarse si en el ejemplo conocido como el caso Mignonette, sucedido en
Inglaterra (1884), el tercero, al cual dieron muerte los dos náufragos para salvar su
vida consumiendo su carne, resultó ser el padre de los náufragos. De darse el caso,
se aplicará el supuesto previsto en el inciso 5 del artículo 20 del Código Penal que
se presenta como una causal de inculpabilidad.

6. CONSUMACIÓN
El delito se perfecciona cuando el agente agota los elementos constitutivos del tipo
penal, es decir, da efectiva muerte a su VÍctima de quien conocía tener parentesco
consanguíneo o jurídico. Resulta trascendente indicar que el provecho que pueda
sacar el agente (la mayor de las veces herencia) con la muerte de su padre, por
ejemplo, es irrelevante para la consumación del parricidio. Este se agota con la sola
verificación de la muerte del sujeto pasivo a consecuencia del accionar doloso del
parricida.
7. PARTICIPACIÓN
La participación en derecho penal se le conceptualiza como la cooperación o apoyo
intencional a un tercero en la comisión de un delito doloso. Sólo los delitos de
carácter doloso resisten la categoría de la participación. La participación siempre es
dolos a, no cabe una participación culposa. Resulta imposible que en un delito
culposo se hable de partícipes. Partícipes son aquellos cuya actividad se encuentra
en dependencia, en relación a la del autor. Partícipe es el que efectúa un aporte
doloso en el injusto doloso de otro, trátese de una instigación o de una complicidad.
El partícipe interviene en un hecho ajeno, por ello es imprescindible la existencia de
un autor, respecto del cual se encuentra en una posición secundaria. Por ende, no
es posible un partícipe sin un autor.

Al describirse cada uno de los ilícitos penales en la Parte Especial del Código Penal,
no se hace alusión a los partícipes, solo se alude a los autores o coautores, quienes
tienen el dominio total del hecho; situación que ha obligado al legislador a consagrar
la participación criminal como un dispositivo amplificador de los tipos penales, con lo
cual se amplía la punibilidad de comportamientos que, de no ser así, penal mente no
tendrían ninguna trascendencia. De ese modo, una vez cometido un hecho punible
en la que han intervenido dos o más personas en apoyo del autor, el operador
jurídico deberá determinar la aplicación de las reglas recogidas en los artículos 24 y
25 del corpus juris penale.

La instigación definida por el artículo 24 del c.P. como el determinar dolosamente a


otra persona a que realice un delito, constituye una forma de participación. En
efecto, se le considera partícipe por instigación a aquel que dolosamente hace nacer
en el autor la decisión o resolución de realizar el tipo penal. En otros términos, por la
instigación una persona incita, impulsa, apremia a otra a realizar el injusto doloso.
De allí que el instigador sea quien se limita a provocar en el autor la resolución
delictiva sin tener el dominio del hecho, lo cual lo distingue del coautor.

Por otro lado, la complicidad primaria o secundaria es otra forma de participación.


Hay uniformidad en la doctrina en definir al cómplice como aquel que dolosamente
colabora, coopera o apoya a un tercero a realizar un hecho punible doloso. O mejor,
en términos del español Gonzalo Quintero Olivares, la complicidad puede definirse
como aquella contribución o auxilio al hecho, anterior o simultáneo, que ha sido útil
para la ejecución del plan del autor. En consecuencia, debe haber vinculación entre
el hecho principal y la acción del cómplice.

Nuestro legislador, en el artículo 25 del C.P. hace la diferencia entre complicidad


primaria o necesaria y la secundaria. En efecto, mientras que la primaria consiste en
colaborar o prestar auxilio doloso para realizar un delito, sin el cual no hubiese sido
posible su realización, la complicidad secundaria consiste en colaborar o prestar
asistencia en forma dolosa, de algún modo que no es indispensable para la comisión
del delito por el autor, aun sin la colaboración o apoyo, de toda maneras se hubiese
realizado el evento delictivo por el agente.

7.1. Problema de la participación en el parricidio: Teniendo en cuenta que el


hecho punible etiquetado como "parricidio" es netamente de carácter doloso, es
material y jurídicamente posible la figura de la participación, ya sea en su forma de
instigación o de complicidad.

En definitiva, los partícipes en el delito de parricidio serán sancionados como


partícipes de este delito según las reglas del artículo 24 y 25 del Código Penal, así
no tengan ni conozcan la cualidad especial que exige el tipo penal para los autores.
Ello en virtud de dos principios que informan la participación delictiva: el principio de
la accesoriedad y el de unidad de título de imputación. El primero establece que para
hablar de participación es necesaria la autoría. Es impensable la instigación y la
complicidad con vida propia e independiente. En tanto que al no ser un concepto
autónomo la participación, sino dependiente al concepto de autor, se concluye en
forma coherente que solo sobre la base del autor puede enjuiciarse la conducta del
partícipe. Es decir, por el principio de unidad de título de imputación, el delito por el
que pueden ser enjuiciados los distintos intervinientes (autores y partícipes) en su
realización es el mismo para todos. No hay razón consistente para dividirlos e
imputar determinado delito al autor o coautor y otro distinto al partícipe.

En este sentido, los profesores Muñoz Conde y GarCÍa Aran (54), enseñan que en
los delitos especiales impropios, no hay ninguna razón para no aplicar las reglas
generales de la participación. Si el autor es el intraneus, el delito cometido será el
especial y, en virtud del principio de unidad del título de imputatión, todos los demás
responderán por ese delito, aunque no tengan las cualidades exigidas en el mismo.
No obstante, la mayoría de penalistas nacionales, por razones más de tradición que
por argumentosjurídicos coherentes, sostienen que "si los partícipes no tienen las
cualidades descritas en el tipo penal de parricidio, se les imputará el delito de
homicidio simple".
A nuestro criterio aparece incongruente y contradictoria esta posición doctrinaria que
basándose en lo dispuesto en el artículo 26 del código sustantivo, que recoge la
teoría de la incomunicabilidad de las circunstancias, asuma que el autor del delito de
parricidio responda por este delito y los partícipes, por el delito de homicidio. Pensar
de ese modo es desconocer o pasarlas por alto las reglas de la participación como
son el título de unidad de imputación y el principio de accesoriedad.

Incluso, optar por esta posición doctrinaria resulta para el conglomerado social al
cual están dirigidas las normas penales por sí solas o traducidas en la
jurisprudencia, contradictorio e injusto apartar a los instigadores o cómplices del
delito de parricidio en el cual prestaron auxilio o asistencia para su perpetración e
imputarle un delito diferente como es el de homicidio. Mucho más, si la mayor de las
veces el cómplice o instigador conoce perfectamente que el agente o a,utor se
dispone a matar o está matando a su pariente. El partícipe sabe que la víctima es
pariente de la persona a la cual le presta asistencia, auxilio o instiga para consumar
su acción homicida.

Sostenemos que el artículo 26 del Código Penal, no es de aplicación al momento de


calificar o determinar el delito que se va imputar al autor y los partícipes, sino más
bien cuando se gradúa la pena a imponerse al autor y partícipes. Sólo en este
momento el operador jurídico podrá precisar que las circunstancias y cualidades que
afectan la responsabilidad de algún autor no modifica la responsabilidad de otro
autor o coautor (estado de necesidad disculpan te, emoción violenta, estado
puerperal, etc.), y, a la vez, las cualidades o circunstancias que afectan la
responsabilidad de un partícipe no modifican la de otro partícipe (inimputabilidad,
obediencia debida, etc.).

No obstante, queda claro que lo referido sirve para los partícipes (cómplices e
instigadores), de modo que si el coautor del parricida no tiene las cualidades que
exige el tipo penal para configurarse el hecho punible de parricidio, indudablemente
se le adecuará su conducta al homicidio simple.
8. TENTATIVA
Indudablemente, al tratarse el parricidio de un hecho punible factible de ser
desarrollado por comisión y de resultado necesariamente lesivo contra el bien
jurídico vida, es perfectamente posible que la conducta delictiva se quede en el
grado de tentativa, esto es, por ser un delito de resultado lesivo al bien jurídico vida,
es posible que la conducta del autor se quede en realización imperfecta.

La Resolución Superior del 28 de enero de 2004 grafica un caso de la vida real en el


cual el parricidio quedó en grado de tentativa. En efecto, se narra que "se atribuye la
encausada Santos Alejandrina Á vila Villanueva haber intentado causar la muerte de
la agraviada Milagros ( ... ) ., habiéndole administrado raticida mezclada con jugos
en su biberón, hecho ocurrido el día once de diciembre de dos mil dos,
aproximadamente a horas doce y treinta minutos del medio día, en una de las
habitaciones del Hotel San Francisco ( ... ) del distrito del Rímac, ingiriendo luego
ella cuatro pastillas de diazepan, pretendiendo luego tomar el veneno preparado con
raticida, pero se desistió de ello, al ver a su hija, llevándola inmediatamente en mal
estado al Hospital de la Policía Nacional del Perú 'Augusto B. Leguía: donde fue
atendida y luego pudo recuperarse ( ... ) ; así mismo, que el parricidio es un acto
exclusivamente doloso, por el cual el agente no solo debe conocer los elementos
que integran el tipo penal, sino, además voluntariamente, debe ejecutar la conducta
homicida; en el caso sub materia, la acusada Santos Alejandrina Ávila Villanueva en
este acto ora~ admite haber intentado eliminar a la menor agraviada, vale decir, la
agente sabía lo que hacía; aun cuando luego ella misma haya frustrado la
consumación del evento que ha reducido al grado de tentativa".
9. PENALIDAD
Después de probada la comisión del delito de parricidio y el grado de
responsabilidad del acusado durante el debido proceso, este será merecedor a una
pena privativa de la libertad no menor de 15 años y no mayor de 25 años en
aplicación del artículo 1 de la Ley Nº 26360 del 23 de setiembre de 1994, que
modificó el artículo 29 del Código Penal, prescribiendo que la pena privativa de la
libertad temporal tendrá una duración mínima de dos días y un máximo de 25 años.

Subcapítulo 4
Asesinato

1. TIPO PENAL
El contenido del original artículo 108 del Código Penal, fue modificado por el Decreto
Legislativo Nº 896 del 24 de mayo de 1998 que elevó el mínimo de pena a los
asesinos de quince a veinticinco años y agregó en el primer inciso la agravante el
matar "por placer" y también trasladó a la modalidad "por veneno" del inciso 3 al
inciso 4 originando un cambio en el concepto de esta modalidad delictiva. Luego, por
Ley Nº 27472 del 05 dejunio de 2001 se volvió al texto original en cuanto al margen
del mínimo de pena, pero el agregado en el primer inciso de la modalidad del matar
"por placer" no se ha modificado. Igual ha ocurrido con el cambio de ubicación de la
modalidad del matar "por veneno", la cual se ha quedado en el inciso 4, es decir,
como explicaremos más adelante, actualmente para configurarse el asesinato "por
veneno", el actuar del agente además debe poner en peligro la vida o la salud de
otras personas.

Si no hay peligro para otras personas el uso del veneno en forma furtiva para
eliminar a una persona no constituye esta modalidad homicida. Finalmente, en el
entendido errado de nuestro legislador que el derecho penal resuelve todos los
problemas, el 17 de agosto de 2006 se publicó la Ley Nº 28878 por la cual de las
modalidades de asesinato ya existentes se agregó otra calificante. Así, desde el 17
de agosto de 2006 el artÍCulo 108 del Código Penal tiene el siguiente contenido:
“Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años el que mate
a otro concurriendo cualquiera de las circunstancias siguientes:
1. Por ferocidad, por lucro o por placer;
2. Para facilitar u ocultar otro delito;
3. Con gran crueldad o alevosía;
4. Por fuego, explosión, veneno o por cualquier otro medio capaz de poner en
peligro la vida o salud de otras personas;
5. Si la víctima es miembro de la Policía Nacional del Perú o de las Fuerzas
Armadas, Magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público, en el cumplimiento
de sus funciones”.

2. TIPICIDAD OBJETIVA
El hecho punible denominado asesinato se configura cuando el sujeto activo da
muerte a su víctima concurriendo en su accionar las circunstancias debidamente
previstas y enumeradas en el artículo 108 del Código Penal. No obstante, se
entiende que no es necesaria la concurrencia de dos o más de las características
descritas para perfeccionarse aquel ilícito penal, sino con la sola verificación de una
de ellas aparece el delito. Teniendo en cuenta que las circunstancias especiales que
caracterizan al asesinato se refieren a medios peligrosos o revelan una especial
maldad o peligrosidad en la personalidad del sujeto activo, podemos definirlo como
la acción de matar que realiza el agente sobre su víctima haciendo uso de medios
peligrosos o por efectos de perversidad, maldad o peligrosidad de su personalidad.
No hay consenso entre los tratadistas nacionales en cuanto a considerar al
asesinato con autonomía propia. Gran sector de aquellos, niegan su autonomía
señalando que solamente es un homicidio calificado, una forma circunstanciada del
homicidio, y, si bien el legislador lo trata con sustantividad o autonomía propia, bien
podría habérsele considerado como una modalidad dependiente y agravado del tipo
base homicidio simple, pues evidentemente se trata de una descripción típica y
subsidiaria. Por su parte, Roy Freyre, comentando el Código Penal derogado,
sostiene que la norma en comentario es dependiente y accesoria, pues no por el
único hecho que el codificador haya reservado para el asesinato un dispositivo legal
distinto, en lugar de señalar las agravantes en el mismo numeral que se tipifica el
homicidio simple, vamos a sostener un carácter constitutivo que realmente no
encontramos. Igual planteamiento hace José Hurtado Pozo.
No obstante, nosotros consideramos que la figura delictiva del asesinato cuenta con
sustantividad y autonomía propia, pero no simplemente porque el legislador le dio un
tipo penal independiente al homicidio tipificado en el artículo 106 del C.P.
(circunstancias que de por sí ya es suficiente), sino porque realmente en lo central y
sustancial difiere abismalmente de aquel. En efecto, la única coincidencia es que en
ambos hechos punibles se produce la muerte de una persona; en tanto que en lo
demás, aparecen diferencias harto conocidas. Así tenemos que en el asesinato
concurren elementos constitutivos diferentes al homicidio simple ya sea por la actitud
psicológica o por la forma de actuar del agente; aparte de actuar con el animus
necandi al agente le alienta un sentimiento de maldad o perversidad, la pena es más
alta y se asienta en la mayor culpabilidad del agente, etc. Parecida posición es la,
planteada por Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano.
Esta posición al parecer se ha impuesto en el Código Penal español de 1995 debido
que en su artículo 138 prescribe que será castigado "como reo de homicidio" el que
matare a otro, en tanto que evidenciando marcada diferencia, el artículo 139
establece que será castigado "como reo de asesinato" el que matare a otro
concurriendo alevosía, por precio, recompensa o promesa; por ensañamiento. Por
su parte el Código Penal alemán en su artículo 211 prevé que "asesino es quien por
placer de matar, para satisfacer el instinto sexual, por codicia, o de otra manera por
motivos bajos, con alevosía, o cruelmente, o con medios que constituyen un peligro
público, o para facilitar otro hecho o para encubrirlo, mata a un ser humano"; en
tanto que en el artículo 212 c.P., los alemanes sancionan como autor de homicidio a
"quien mata a un ser humano sin ser asesino ( ... )".
Las características o circunstancias particulares que especifican al asesinato y por
ende, le dan fundamento y autonomía frente al homicidio simple en nuestro sistema
jurídico, consisten:

2.1. Por ferocidad: No obstante que fácilmente puede definirse al asesinato por
ferocidad como el realizado con absoluto desprecio y desdén por lo vida humana,
doctrinariamente existe aceptación mayoritaria en afirmar que en la realidad se
presentan hasta dos modalidades que dan a entender el actuar por ferocidad, a
saber:

a. Cuando el sujeto activo concluye con la vida del sujeto pasivo sin motivo ni
móvil aparentemente explicable. El agente, demuestra perversidad al actuar
sin tener un objetivo definido. Aquí falta un móvil externo. Al final, cuando
cualquier persona ya sea operador jurídico o común, pretenda encon trar una
explicación sobre los motivos y móviles que hicieron nacer en el agente la
intención de poner fin a la vida de una persona hasta desconocida para aquel,
no puede encontrado razonablemente sino recurriendo a pensar que aquel
sujeto muestra un desprecio por la vida humana. Nada le importa ni le inmuta.
Le da igual matar a una persona que a un animal.

b. Cuando el agente actúa con ferocidad brutal en la determinación del agente,


es decir inhumanidad en el móviL Cabe hacer la anotación que no se trata de
la ferocidad brutal, cruel e inhumana en la ejecución del homicidio, pues este
vendría a constituir una modalidad más del asesinato como es el matar con
crueldad, sino que la ferocidad se evidencia en la determinación del agente
para poner fin a la vida del sujeto pasivo. Aquí se trata de una ferocidad cruel
entendida desde un aspecto subjetivo.

Respecto de este punto, el desaparecido Raúl Peña Cabrera, enseñaba


certeramente que es menester no confundir el homicidio perpetrado por ferocidad
con la ejecución cruel o brutal, pues no es lo mismo la brutalidad en la ejecución que
la perversidad brutal de la determinación.
El móvil por lo exiguo, mezquino y ridículo no explica racionalmente la acción
homicida, desconcertando a cualquier persona con sus cinco sentidos normales. El
móvil inhumando solo denota insensibilidad en el actor cuyo grado máximo lo
constituye la maldad perversa. El asesino actúa por "causas fútiles y nimias que
desconciertan". La ejecutoria Suprema del 20 de abril de 1995, expone el supuesto
del matar por un móvil fútil y ridículo al sostener que "constituye delito de homicidio
calificado, contemplado en el artículo 108 del Código Pena~ el hecho de haber el
acusado disparado con su arma de fuego contra la agraviada, produciéndose su
muerte, por el solo hecho de no haberle respondido el saludo que este le hiciera,
demostrando así el poco valor y sentimiento por la vida humana".

De ese modo, queda claro que mientras en la primera modalidad no aparece motivo
ni móvil aparente o explicable, en este último, aparece un motivo o móvil, pero fútil e
insignificante. He ahí la diferencia entre ambas modalidades, aun cuando en ambas
el agente demuestra perversidad en su actuar.
Los dos supuestos que con fines didácticos hemos explicado por separado, tanto en
la doctrina como en las diversas legislaciones son utilizadas como aspectos
parecidos cuando no sinónimos, pues al final de cuentas, se afirma, muestran la
perversidad con que actúa el asesino.
La jurisprudencia peruana, pareciera que tiene claro estas modalidades del actuar
por ferocidad como son: matar con ausencia de móvil y matar por móvil fútil e
insignificante, no obstante aplicado al caso concreto los utiliza como sinónimos. Así
tenemos que nuestro alto Tribunal por Ejecutoria Suprema del 27 de mayo de 1999,
para descartar la agravante, sentenció que en la ferocidad, "se requiere que la
muerte se haya causado por un instinto de perversidad brutal o por el solo placer de
matar; esto es, que el comportamiento delictivo es realizado por el agente sin ningún
motivo ni móvil aparente explicable; que, en el caso de autos, si bien el acusado y el
agraviado aparentaban una relación producto de parentesco de características
'normales: esta no era tal, puesto que entre ambos existían desavenencias en razón
a que este último agredía físicamente y de manera constante a su esposa y
hermana de aquel ( ... ), lo que originó que por tales hechos se le instaurará un
proceso penal por el delito de lesiones graves, el cual se encuentra acompañado al
presente proceso, situación que ha motivado la reacción del acusado, aunque no se
justifica de ninguna manera". Igual argumento se esgrime en la Ejecutoria Suprema
del 17 de noviembre de 1999, por el cual también excluyó al asesinato por ferocidad,
calificando el homicidio como simple.

Roy Freyre, citando al italiano Francesco Carrara, sostiene que frente al individuo
que mata sin odio, sin pasión, sin provecho, por la sola sed de sangre, no hay nadie
que pueda considerarse seguro, pues no basta para evitar la brutal 'agresión con ser
pobre, o ser prudente, o no tener enemigos. En este homicidio existe el máximo
grado difusivo del daño mediato y también el ínfimo grado de defensa de la víctima.
Carece de importancia que este malvado nada tenga que ganar con su delito y
también que nada tenga que le impulse a su comisión con vehemencia.
De ahí surge el fundamento para su mayor reprochabilidad, debido que el sujeto
activo se desenvuelve frente a su víctima sin tener un interés identificable y
razonable o, mejor dicho, sin tener como objetivo el obtener alguna ventaja cierta
con su actuar homicida.
2.2. Por lucro: Se configura el asesinato por lucro cuando el agente produce la
muerte de su víctima con el firme propósito y objetivo de obtener un provecho o
ganancia patrimonial. Esto es, el sujeto activo actúa porque recibió o recibirá en un
futuro, dinero de un tercero para poner fin a la vida de su víctima, o porque espera
obtener una ganancia o provecho económico con su actuar ilícito al heredar los
bienes del sujeto pasivo o cobrar un seguro de vida por ejemplo.
En la doctrina peruana generalmente aceptada, el asesinato por lucro es entendido e
interpretado en forma restrictiva como lo hace un gran sector de los tratadistas
foráneos. En efecto, Bramont Arias; Roy Freyre; Peña Cabrera; Bramont-Arias
Torres/García Cantizano y Javier Villa Stein, comentando el código derogado de
1924 los primeros y los otros haciendo dogmática del actual código sustantivo,
enseñan que la fórmula es de carácter restrictivo y solo comprende, en realidad, el
homicidio por precio, habiéndose tomado esta expresión en su neto sentido
económico, ya sea como precio recibido o solamente estipulado. Incluso, Bramont-
Arias Torres/García Cantizano son mucho más explícitos al decir que el homicidio
por lucro consiste en matar a otra a cambio de alguna compensación económica,
que generalmente proviene de otro sujeto. Es más, Villa Stein, siguiendo al
legendario e ilustre penalista italiano Carrara, afirma categóricamente que en este
tipo de homicidio existen dos sujetos: el mandante y el ejecutor que actúa motivado
por una recompensa.
Por nuestra parte, consideramos que tal forma de entender el asesinato por lucro no
motivó al legislador en el momento histórico de legislar. En efecto, si esa hubiese
sido la intención legislativa al redactar el contenido de esta modalidad, en lugar de
indicar "por lucro" hubiese vuelto a la fórmula del viejo Código Penal de 1863 que en
el inciso 1 del artículo 232 prescribía "por precio recibido o recompensa estipulada".
Fórmula que dicho sea de paso, ha sido recogido en el inciso 2 del artículo 139 del
Código Penal español de 1995 que prescribe "por precio, recompensa o promesa".

Interpretar restrictivamente el homicidio por lucro o codicia, lleva a serios equívocos


al juzgador que denotan injusticia a los ojos del conglomerado social, dejando de
lado conductas homicidas efectuadas por codicia que demuestran mayor
peligrosidad en el agente. En efecto, según aquella respetable posición siempre será
necesaria la participación de una tercera persona para que se evidencie la
modalidad de asesinato por lucro. No toman en cuenta el supuesto en que
perfectamente aparece tal circunstancia cuando el sujeto activo, por sí solo, hace
nacer la intención de poner fin la vida de una persona con el único propósito de
obtener algún provecho patrimonial futuro. Aquí, lo fundamental es identificar en el
sujeto activo el hecho concreto de si dio muerte a su víctima orientado o guiado por
la codicia (apetito desordenado de riqueza), la misma que se constituye en
característica trascendente de la modalidad de homicidio por lucro.
Bien señala Hurtado Pozo que la culpabilidad y el carácter ilícito del acto se acentúa
por la disposición del agente para matar a una persona por un móvil bajo e innoble:
obtener una ganancia o provecho económico. El autor -continúa Hurtado- manifiesta
así un deseo desmesurado de enriquecerse, el mismo que le conduce a tener en
mayor estima sus intereses económicos que la vida del prójimo. Parecida posición
adopta Felipe Villavicencio. También Castillo Alva se adhiere a esta posición
afirmando que con esta agravante más que prohibir la producción de una muerte en
virtud de un pacto, precio o promesa remunerativa, prohíbe matar, en general, por
un móvil vil y bajo como es el que busca una utilidad económica. La ley pretende
resaltar no tanto la muerte fijada en un convenio oneroso, sino el hecho de matar por
un móvil bajo, como sería el obtener dinero u otra ventaja patrimonial.
En consecuencia, para nuestro sistema jurídico aparecen perfectamente hasta dos
formas de verificarse el asesinato por lucro:
a. Cuando una persona, actuando por una compensación económica y a
pedido de un mandante, da muerte a su víctima. AqUÍ aparece el mandan te y
el ejecutor, quien actúa guiado por la codicia. El pacto o acuerdo criminal
deber ser expreso, pudiendo ser verbal o escrito, pero nunca tácito o
presumido. El precio o la promesa remunerativa deben ser efectivos, no
presuntos o esperados por el sicario. Sin duda, al mandan te o inductor, al
tener desde el inicio del acto homicida el dominio del hecho, se le aplicará la
misma pena que al sicario, pues ambos son autores del asesinato. Así lo ha
establecido la Corte Suprema en la Ejecutoria del 16 de julio de 1999, al
sostener que "de la revisión de lo actuado se desprende que el encausado
Julio César Benites Mendoza, si bien, no es quien ejecutó el acto homicida,
sin embargo, se ha acreditado que fue quien llevó al autor material al
escenario del crimen, esperando con este que se presenten las circunstancias
comisivas y luego de ejecutado el crimen, ayudó en la fuga a bordo de su
motocicleta al 'homicida' ( ... ) ; siendo esto así, el encausado Benites
Mendoza ha tenido dominio funcional del hecho, prestando aportes
esenciales, en tanto y en cuento ha podido impedir la comisión del mismo,
aún más si todo esto fue ejecutado por un móvil de lucro, al haber recibido de
su coencausado Santos Antonio Alzamora Palomino la suma de trescientos
dólares; por lo que la condición jurídica que le corresponde es de coautor y no
de cómplice".
b. Cuando el sujeto activo guiado por la obtención de un beneficio patrimonial,
unilateralmente toma la decisión de cegar la vida de su víctima. Matar para
heredar, matar para cobrar un seguro de vida, matar al acreedor para que no
le siga cobrando la deuda, etc. A nuestro entender, es posible que al
momento de individualizar la pena, el juzgador se decida por una pena más
alta a la que correspondería de evidenciarse la primera modalidad. Ello
debido que la mayoría de las veces, la víctima tendrá vínculos sentimentales
de parentesco natural, jurídico o amicales con su verdugo, presentándose
más reprochable la conducta delictiva.
En cuanto al derecho comparado tenemos que el Código Penal alemán utiliza la
fórmula del matar "por precio, recompensa o promesa", en tanto que el artículo 104
en el inciso 4 del Código Penal colombiano se emplea la fórmula de matar "por
precio, promesa remuneratoria, ánimo de lucro o por otro motivo abyecto o fútil".

2.3. Por placer: En el texto original del artículo 108, esta modalidad,
interpretativamente se subsumía en el asesinato por ferocidad, sin embargo, con la
promulgación del Decreto Legislativo Nº 896 en el periodo gubernamental de ingrato
recuerdo democrático, se independizó y adquirió vida propia. En la misma situación
ha quedado después de la Ley Nº 27472 del 05 dejunio de 2002 que modificó el
citado decreto legislativo y se pretendió volver al texto original del tipo penal en
interpretación, es decir, actualmente el matar por placer constituye una modalidad de
asesinato que perfectamente puede presentarse por sí sola sin que sea necesario la
concurrencia de otra circunstancia.

Se configura cuando el asesino mata por el solo placer de hacerlo, es decir, el


agente experimenta una sensación agradable, un contento de ánimo o un regocijo
perverso al poner fin a la vida de su víctima. En esta modalidad, el único motivo que
mueve o motiva al agente es el deleite, complacencia o satisfacción de dar muerte a
la víctima ya sea por lujuria o vanidad. Aparece un gozo inexplicable en el asesino al
ocasionar la muerte de su ocasional víctima. Nadie puede explicarse como una
persona puede llegar a divertirse y celebrar con regocijo el dar muerte a una
persona, cuando lo normal y natural es sentirse mortificado y arrepentido. Sin duda,
el sujeto que llega a estos extremos, no tiene frenos inhibitorios para respetar
siquiera la vida de sus congéneres y, por ende, se constituye en un peligro constante
para cualquier persona. Este tipo de sujetos presentan la mayor de las veces una
personalidad desviada que se expresa en una anomalía psíquica o enfermedad
mental que eljuez al momento de calificar la pena a imponerle no puede dejar de
observar.
Por su parte Castillo Alva, en posición parecida a la expuesta, sostiene que en el
asesinato por placer el homicida siente una satisfacción y gozo especial en la
producción de una muerte a un semejante, concretando un fin mórbido portador de
una especial patología. De manera gráfica se afirma que el asesino por placer en la
ejecución de su acción demuestra tener" sed de sangre" y " deseos de muerte". N o
se mata por un propósito específico o con un fin determinado y reconocible, sino en
virtud del simple goce y disfrute que provoca la causación de la muerte al otro.
En doctrina se pone el ejemplo de la enfermera que día a día va sustituyendo la
dosis terapéutica por un líquido ineficaz, sin causar dolores ni molestias al paciente,
por el placer de verlo morir de modo lento, no actúa por un impulso, ni con
ensañamiento. Está matando porque causar esa muerte le produce una sensación
agradable.

2.4. Para facilitar otro delito: Esta modalidad se configura cuando el sujeto activo
pone fin a la vida de una persona para facilitar o favorecer la comisión de otro delito
independiente. Fácilmente se identifica la existencia de un delito-medio (asesinato) y
un delito-fin (cualquier otro delito).

Con Roy Freyre, podemos sostener que aquí aparece el agente causando la muerte
de una persona (delito-medio) con el objeto de hacer viable otro hecho delictuoso
que puede ser de naturaleza idéntica al precedente o distinta (delito-fin). De ese
modo, el homicidio representa el medio para lograr o consumar el delito fin. Por ello,
la conexión es necesaria entre uno y otro tramo entre lo que el autor hace (mata) y lo
que persigue (el otro delito). Debe existir conexidad subjetiva o ideológica que
funciona como un eslabón que une el homicidio con el otro delito. Los dos hechos
deben estar conectados psicológicamente entre sí. Caso contrario, si no hay
conexión entre el delito precedente y el delito fin, se excluye esta modalidad
homicida configurándose un concurso de delitos.
Aquí no estamos ante un concurso real de delito como sostiene Castillo Alva, sino
frente a una sola conducta punible, el asesinato para facilitar la comisión de otro
delito. Hay conexión subjetiva entre el homicidio y el delito fin. En suma, no es
posible jurídicamente hacer una doble valoración, es decir, no es posible atribuir al
agente el delito de asesinato por el delito precedente y otro delito por el delito-fin. La
Suprema Corte en casos de la vida real ha dejado establecido que este ilícito se
caracteriza "por la muerte de una persona como medio para hacer viabú otro hecho
delictuoso; así, en el caso de autos, los encausados no han tenido reparos en
sacrificar una vida humana con la finalidad de satisfacer su apetito económico; que,
asimismo, ha quedado acreditado que la finalidad de los acusados en todo momento
ha sido la de apoderarse del dinero de la víctima, coligiéndose pues que el delito fin
era el robo; por ello el hecho criminoso no puede ser calificado al mismo tiempo
como robo agravado ya que se estaría incurriendo en una dobú valoración de la
conducta incriminada, pues se trata de tipos penaús excluyentes". En igual sentido,
en la Ejecutoria Suprema del 03 de noviembre de 1998 se expone que este ilícito" se
caracteriza por la muerte de una persona como medio para hacer viabú otro hecho
delictuoso; siendo que en el caso de autos el acusado no ha tenido reparos en
sacrificar una vida humana para satisfacer su afán de posesión económica,
coligiéndose así que el delito fin era el robo".

El homicidio se instrumentaliza en favor de otro delito y en ello radica la gravedad


del acto, pues el sujeto activo menosprecia la vida humana, la pasa por alto con tal
de alcanzar el ilícito fin al cual estaba orientada desde un inicio su conducta. El
sujeto activo evidencia una especial peligrosidad al no tener reparos en sacrificar
una vida humana para satisfacer su particular ego. Esta circunstancia es la que
importa mayor reproche de culpabilidad en el agente y sirve la mayor de las veces
para imponer la pena máxima a los acusados por esta modalidad delictiva. Así se
expresa en la Ejecutoria Suprema del 23 de marzo de 1998 cuando se afirma que "la
conducta del acusado consistente en haber dado muerte al agraviado, en
circunstancias que perpetraba un asalto a un grifo, estuvo motivada por la intención
de facilitar el apoderamiento patrimonial, habiendo mostrado un elevado desprecio
por la vida de los demás, al no haber vacilado en dar muerte al empleado de la
grifería con tal de hacer más fácil el robo; por lo que el designio criminal del
mencionado acusado comporta un mayor reproche de culpabilidad que le hace
pasible de una sanción de mayor severidad'.
La redacción de la fórmula en el tipo penal evidencia que el agente debe actuar con
dolo, por cuanto ve en el homicidio un medio que le ayuda a obtener sus propósitos,
lo que implica ya conocimiento y voluntad, 'la misma finalidad exigida por el tipo
penal en esta modalidad de asesinato excluye toda posibilidad de actuación culposa,
dado que la finalidad guía su conducta desde el mismo instante en que decide matar
(85). En este aspecto resulta importante detenerse un instante. Tanto el delito-medio
como el delito-fin deben ser de carácter doloso. "El empleo por parte de la Ley del
término "para" excluye la posibilidad del delito eventual pudiéndose solo cometer el
hecho por dolo directo de primer o segundo grado".

Al momento de calificar una conducta que se presume homicidio calificado por la


concurrencia de la agravante en análisis, el operador jurídico debe identificar el
aspecto subjetivo (dolo) en el agente, es decir, un dolo directo o indirecto que debe
aparecer antes o durante la ejecución del homicidio. Si se llega a determinar que la
conducta punible que facilitó la comisión de otro hecho punible fue de comisión
culposa, se descartará la figura del asesinato para facilitar otro delito.

También resulta irrelevante determinar si el delito fin se llegó a consumar o quedó en


grado de tentativa. El delito-fin se presenta aquí como una intención específica que
debe preexistir en la mente del agente a la comisión del asesinato, sin que el tipo
penal en estudio requiera que dicha intencionalidad se haya realizado o intentado
realizar para considerársele, recién entonces, al asesinato por consumado. Por su
parte Villavicencio, certeramen te señala que "este delito queda consumado cuando
se produce el resultado típico, sin que sea necesario que el agente consiga realizar
su específica tendencia trascendente". Pero eso sí, tiene que tratarse de facilitar o
hacer viable otro delito mas no una simple falta. En términos jurisprudenciales se ha
expresado que "para la configuración del asesinato bajo la modalidad de matar para
facilitar otro delito, no es necesario que se consuma el delito fin, vale decir, el robo
agravado, basta la intención de realizar el mismo, para lo cual se vence el obstáculo
que representa la vida de la persona que defiende su patrimonio".
En la vida real, constantemente se presentan casos en los que concurre la conducta
en hermenéutica y en los cuales nuestra Suprema Corte de Justicia la mayor de las
veces se ha pronunciado atinadamente. Como ejemplos que grafican el asesinato
para facilitar otro delito y la posición adoptada por nuestro máximo tribunal,
citaremos dos Ejecutorias Supremas. En la Ejecutoria del 25 de setiembre de 1998,
se expresa que "de la revisión de autos, se advierte que el día diecisiete de octubre
de mil novecientos noventisiete, siendo las dos de la tarde aproximadamente, el
acusado Milton Trigoso Rodríguez, en su condición de Sub Oficial de Tercera del
Ejercito Peruano y Jefe del Puesto de Vigilancia y Control ''El Pijuayal" ubicado en el
río Amazonas, circunscripción del Distrito de Peves - Departamento de Loreto,
ordenó la intervención de los ciudadanos japoneses Chiaki lto y Takahiro Miyashita,
debido a que éstos, supuestamente, habían cruzado el referido puesto de vigilancia
sin que previamente se les haya efectuado el registro personal y de equipajes; que
es en esas circunstancias que el referido acusado se percató que los ciudadanos
extranjeros mencionado llevaban dinero y diversos objetos de valor, decidiendo
quitarles la vida para apoderarse de los mismos, comunicando su determinación a
sus coacusados (. .. ), los que aceptaron la propuesta que aquél les hiciera, voluntad
criminal que se ejecutó a las ocho y media de la noche aproximadamente, del mismo
día, para lo cual estos últimos procedieron a atacar a sus víctimas causándoles
diversas fracturas en las costillas, traumatismos craneános faciales múltiples y otras
heridas contundentes, utilizando para ello palos, troncos, fierros e inclusive un
cortaplumas; agresión criminal que se prolongó por espacio de diez minutos
aproximadamente, hasta cegarles la vida; que al día siguiente, los cuerpos de los
agraviados fueron trasladados a unos doscientos metros del lugar de los hechos, en
la zona denominada "polvorín': donde fueron arrojados y cubiertos con hojarasca,
para luego repartir se entre todos el dinero y los objetos de valor de los que se
apoderaron; que teniendo en cuenta la forma, modo y circunstancias en que se han
desarrollado los hechos, se concluye que se ha configurado el delito de homicidio
calificado, en la modalidad de facilitar la comisión de otro delito ... , ilícito que se
caracteriza por la muerte de una persona como medio para hacer viable otro hecho
delictuoso; así, en el caso de autos, los acusados no han tenido reparos en sacrificar
dos vidas humanas, con la finalidad de satisfacer su apetito económico; que,
asimismo, ha quedado acreditado que la finalidad de los acusados en todo momento
ha sido la de apoderarse del dinero y de los objetos de valor de las víctimas, siendo
ese el motivo que los llevó a asesinarlos, coligiéndose pues que el delito fin era el
robo".

En tanto que en la Ejecutoria del 28 de mayo de 1999, la Suprema Corte expresa"


que, de la revisión de autos, se advierte que el día veintidós de febrero de mil
novecientos noventa y ocho, siendo las ocho de la noche aproximadamente los
acusados ( ... ) Wilmer Manayay Nicolás ( ... ), llegaron al domicilio del agraviado
Electo Inocente Rojas Calvay ( ... ), con la finalidad de despojarlo de sus
pertenencias y de una fuerte suma de dinero que al parecer guardaba en su
domicilio; para ello se aprovisionaron de una escopeta, la misma que era portada por
el acusado Wilmer Manayay Nicolás, así como pasamontañas que utilizaron antes
de ingresar al inmueble para cubrirse los rostros y así evitar ser identificados; ya en
el domicilio del agraviado, le exigen que abriera la puerta de ingreso, lo cual no fue
aceptado por este, por lo que los encausados reaccionaron tirando diversas patadas
a la puerta y ante su tenaz negativa, el acusado Wilmer Manayay Nicolás decide
quitarle la vida para así poder ingresar al inmueble, utilizando para ello la escopeta
que portaba ( ... ); luego de ello el antes mencionado y sus acompañantes
ingresaron libremente al inmueble y logran apoderarse de diversas especies hasta
por un monto de treinta y cinco mil nuevos soles; que, teniendo en cuanta la forma,
modo y circunstancias en que se han desarrollado los hechos, se concluye que la
conducta desarrollada por el acusado Wilmer Manayay Nicolás, configura el delito de
homicidio calificado, en la modalidad de facilitar la comisión de otro delito ( ... ); así
en el caso de autos, el referido acusado no ha tenido reparos en sacrificar una vida
humana, con la finalidad de satisfacer su apetito económico, así como el de sus
coacusados".

Finalmente, cabe dejar establecido que la frase "para facilitar" da entender también
que la autoría del delito medio y el delito fin no necesariamente pueden coincidir. La
conducta delictiva en análisis se configura aun cuando el delito-fin sea perpetrado
por un tercero. Basta que se verifique la conexión entre el delito medio y el delito fin.
En otros términos solo bastará determinar si el asesino dio muerte a la víctima con el
firme propósito de facilitar o favorecer la comisión de otro hecho punible doloso
realizado por él o por terceros. Parecida posición adopta Castillo Alva cuando
sostiene que la premisa descrita pretende indicar que se verán abarcados por la
agravante los casos en que el delito se comete por el mismo agente del homicidio
como por otro distinto.

2.5. Para ocultar otro delito: En la realidad se configura esta modalidad homicida
cuando el agente da muerte a una persona con la finalidad o propósito de ocultar la
comisión de otro delito que le interesa no sea descubierto o esclarecido.
Roy Freyre señala que la calificante es válida tan solo en la hipótesis que exista una
conexión subjetiva en la comisión de ambos ilícitos penales: entre el delito-
precedente (que lesiona o compromete cualquier bien jurídico) y el delito
consecuente (que lesiona la vida misma). En ese sentido -continúa Roy-, para que
opere la calificante debe coexistir en la mente del autor, al momento de perpetrarse
el homicidio, tanto la decisión de matar como también el propósito de que su
comisión tenga por fin dificultar el esclarecimiento de un delito ya cometido y de
acaecimiento más o menos próximo. En tanto que Bramont-Arias Torres/Garda
Cantizano, indican que lo importante para constituirse esta modalidad de asesinato
es que la muerte se cause con la concreta finalidad de ocultar el primer delito ya
ejecutado por el sujeto. Por ello, se exige, además del dolo de matar, una concreta
finalidad cual ~s ocultar otro delito. Por ejemplo en el Ejecutoria Suprema del 26 de
marzo de 1999 se estableció que los hechos sub judice constituían homicidio para
ocultar otro delito debido que "cuando los referidos acusados se percataron que al
parecer el agraviado (...), había muerto, decidieron quitarle la vida a Emeterio Santos
Calvay, a fin de evitar que este los delatara".

Es irrelevante determinar que el delito que se pretende ocultar sea de gravedad o de


bagatela. Basta con verificar que el ilícito penal a ocultar se trate de una conducta
prevista en el corpus juris penale como delito (contra la vida, el patrimonio, el orden
económico, la salud pública, etc.). De ningún modo se acepta que sea una simple
falta. De verificarse que el agente dio muerte a una persona para ocultar una
conducta catalogada como falta en el Código Penal, indudablemente por lo
insignificante y nimiedad del móvil, se adecuará la conducta homicida al asesinato
por ferocidad.

Al no hacer referencia el tipo penal respecto de la estructura del injusto penal, se


interpreta que el delito a ocultar puede ser doloso o culposo. En ese sentido, comete
asesinato aquel chofer que después de atropellar a un peatón, dejándole seriamente
lesionado, con la intención de evitar que lo identifique, retrocede su vehículo y le
vuelve a repasar causándole la muerte, dándose luego a la fuga. Basta determinar
que el agente actuó con la finalidad de ocultar un primer delito para estar frente al
delito de asesinato.
En tal sentido, Castillo Alva, resumiendo su postura, sostiene que el delito que se
pretende ocultar puede ser de cualquier naturaleza y estructura.
Poco importa si el delito a ocultar es omisivo o comisivo como si se halla afectado
por una causal de atenuación de la pena. Asimismo, es irrelevante si se da un delito
grave o leve en cuanto a su penalidad. Sólo es necesario resaltar la necesidad de
excluir las faltas o infracciones administrativas. El delito a ocultar puede ser tanto
doloso como culposo, este último aspecto es lo que le diferencia del matar para
facilitar otro delito donde se excluye el delito culposo.
Por otro lado, el injusto penal que se pretende ocultar no necesariamente debe
haber sido perfeccionado o consumado, es suficiente incluso, que se haya quedado
en grado de tentativa. Según nuestro sistema jurídico penal, basta que se haya
comenzado la ejecución de un delito para ser responsable penal y aceptar las
consecuencias punitivas de ser descubierto. El objetivo de no ser imputado por
aquel ilícito, motiva al agente para dar muerte a su víctima quien mayormente viene
a ser testigo del delito precedente.

El tiempo transcurrido entre el delito-precedente yel delito consecuente puede ser


inmediato o mediato. Lo importante es determinar que el agente, con su acción
homicida, tuvo el setio propósito de ocultar el delito precedente. Bien señala el
profesor argentino Ricardo Núñez, citado por Villa Stein, "la esencia subjetiva de la
calificación, exige solo que en el agente exista la preordenación de su propósito
homicida (...)". Por lo demás, aun cuando en la praxis judicial es dificil determinar el
elemento subjetivo del que hacemos mención, muchas veces la forma, modo, lugar y
circunstancias en que ocurrieron los hechos, así como los indicios razonables y
pruebas concretas dan luces suficientes para evidenciar aquel propósito.

2.6. Con gran crueldad: Se configura esta circunstancia cuando el sujeto activo
produce la muerte de su víctima haciéndole suftir en forma inexplicable e
innecesatia. En la legislación penal comparada también se le conoce con el nombre
de homicidio por sevicia u homicidio con ensañamiento. De ese modo, el artículo
139 del Código Penal español de 1995 prescribe que será castigado "como reo de
asesinato (...) el que matare a otro (...) 2. Con ensañamiento, aumentando
deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido".

En tal sentido, esta modalidad consiste en acrecentar deliberada e inhumanamente


el sufrimiento de la persona a la que se quiere exterminar, causándole un dolor físico
que es innecesario para la perpetración del homicidio. En la Ejecutoria Suprema del
26 de marzo de 1999, se determinó que los hechos instmidos constituyen homicidio
con gran crueldad, debido que los acusados causaron la muerte de los agraviados,
"para lo cual previamente los torturaron con fuertes golpes de puños, puntapiés,
culatazazos de fusil e incluso fueron sometidos a la 'técnica de la sumersión' con la
finalidad de lograr que éstos confesaran ser miembros de algún grupo subversivo
(...) que teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que los acusados han
acrecentado deliberada e inhumanamente el sufrimiento de los agraviados,
causándole un dolor que era innecesario para la perpetración de su muerte,
coligiéndose que los encausados por un lado han actuado con dolo homicida y por
otro con el propósito de hacer sufrir más a las víctimas".

En el mismo sentido, la Ejecutoria Suprema del 22 de enero de 1999, nuestro


máximo Tribunal de Justicia presenta otro caso real que grafica el asesinato por gran
crueldad. En efecto, allí se fundamenta que "se ha acreditado que los referidos
acusados causaron la muerte del agraviado (oo.), injiriéndole diversas lesiones con
picos de botella y un arma blanca -chaveta- que había sido acondicionada
previamente para ser utilizada como tal; que, dichas lesiones se encuentran
ampliamente descritas en el Protocolo de Autopsia obrante a fojas (...), en cuyas
conclusiones se destaca que el mayor porcentaje de las mismas han sido de
carácter superficial y solo una herida corto penetrante de cara ha sido la de
necesidad mortal; que, teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que los acusados
han acrecentado deliberada e inhumanamente el sufrimiento del agraviado,
causándole un dolor que era innecesario para la perpetración de su muerte; que,
dada la cantidad y naturaleza de las lesiones inferidas en el cuerpo de la víctima, de
ello se colige que los encausados por un lado han actuado con dolo homicida y por
el otro con el propósito de hacer sufrir más a la víctima; que, siendo ello así, en el
presente caso, se ha configurado la circunstancia calificante de homicidio con gran
crueldad".

En consecuencia, resulta indispensable la presencia de dos condiciones o


presupuestos importantes que caracterizan al asesinato con gran cmeldad. Primero,
que el padecimiento, ya sea físico o psíquico, haya sido aumentado deliberadamente
por el agente, es decir, este debe actuar con la intención de hacer sufrir a la víctima.
Si llega a verificarse que en la elevada cmeldad no hay intención de acrecentar el
sufrimiento de la víctima, no se concreta la modalidad. Segundo, que el
padecimiento sea innecesario y prescindible para lograr la muerte de la VÍctima, es
decir, no era preciso ni imprescindible hacer sufrir para lograr la muerte del que se
quiere eliminar. El agente lo hace con la sola intención de hacerlo padecer antes que
se produzca la muerte, demostrando con ello ensañamiento e insensibilidad ante el
dolor humano.
Si por el contrario, en un caso concreto estas circunstancias no se hacen evidentes
con los actos de investigación y de prueba recogidos en el expediente, se descarta
el asesinato en la modalidad de gran crueldad. Así lo expone la Ejecutoria Suprema
del 04 de octubre de 1993, cuando afirma que "no habiéndose comprobado con
medio probatorio idóneo que el seccionamiento de los miembros inferiores de la
víctima haya sido pre o post morten, habiendo indicado el acusado que cortó las
extremidades de la agraviada una vez que esta se encontraba muerta con la
finalidad de poderla enterrar en la fosa que a tal respecto había cavado, la agravante
de gran crueldad no se encuentra constituida, ya que ella supone el matar de modo
que el sujeto pasivo sienta que mueYl!, esto es, la carrmcia de sentimientos
humanitarios y de complacencia ante el mal ajeno"
Buompadre y Fontán Balestra, comentando la legislación argentina que habla de
homicidio por "ensañamiento" -como también lo hace el Código Penal español-,
concluyen que el sujeto activo no solo quiere matar, sino que además quiere hacerlo
de modo perverso y cruel, mutilando y causando el mayor daño posible y el mayor
dolor posible a su víctima.

El fundamento de la crueldad, como modalidad del asesinato, se debe a la tendencia


interna intensificada que posea el sujeto activo al momento de actuar. No solo le
guía y motiva el querer matar a la víctima, sino que también tiene el firme deseo de
que esta sufra intensos dolores antes de su muerte.

Existe unanimidad en la doctrina al considerar que la constatación de diversas


heridas de puñalada o bala en el cuerpo cadavérico de la víctima no es evidencia de
asesinato con gran crueldad. Puede suceder que el sl~eto activo pretenda cegar la
vida de su víctima de un modo mucho más breve y en su desesperación produjo
diversas heridas. De igual modo se pronuncia la Ejecutoria Suprema del 09 de
setiembre de 2004, emitido por la Sala Permanente de la Suprema Corte, cuando
argumenta que no aparece la agravante de homicidio por crueldad" en tanto que la
prueba actuada solo revela que se mató a la víctima con un instrumento punzo
cortante, no siendo determinante a los efectos de dicha agravante la sola
acreditación de vanas heridas punzo cortantes inferidas al agraviado".

Mas, para encuadrar el hecho al asesinato por crueldad será necesario se constate y
verifique que el agente, al momento de actuar, ha aumentado deliberada e
inhumanamente el dolor del sujeto pasivo, haciéndole sufrir de modo innecesario,
demostrando con ello insensibilidad al sufrimiento del prójimo. En suma, lo que
interesa es que esa forma sea elegida para causar la muerte, pues si alguien hiere
con arma blanca o de fuego y la víctima muere después de un largo padecimiento, la
agravante no se configura.

Ocurre, por ejemplo cuando Oscar MartÍnez, después de haber perdido un juicio civil
sobre pago de dólares, va en busca de su oponente, que se encontraba solo en su
domicilio a fin de darle muerte, para ello, premunido de un hacha y después de
reducirlo, procedió a cortarle primero un brazo, después una pierna, luego de varios
minutos le pinchó ambas vistas para, pasado de dos horas de atroz sufrimiento,
darle muerte con un hachazo en el cráneo que le partió en dos.

2.7. Con alevosía: Se presenta esta modalidad del asesinato cuando el agente
actúa a traición, vulnerando la gratitud y confianza (la bona jide) que le tiene su
víctima y a la vez, aprovechando la indefensión de esta al no advertir, ni siquiera
sospechar, el riesgo que corre su vida al brindar confianza a su verdugo creyéndole
leal y que muchas veces se presenta generoso. En otros términos, podemos definir
la alevosía como la muerte ocasionada de manera oculta a otro, asegurando su
ejecución libre de todo riesgo o peligro e imposibilitando intencionalmente la defensa
de la víctima.
De ese modo, para configurarse la alevosía se requiere la concurrencia de tres
elementos o condiciones fundamentales hasta el punto que a falta de una de ella, la
alevosía no aparece: primero, ocultamiento del sujeto activo o de la agresión misma
(modo o forma de asegurar la ejecución del acto); segundo, falta de riesgo del sujeto
activo al momento de ejecutar su acción homicida y tercero, estado de indefensión
de la víctima. El ocultamiento del agente o de la agresión misma se representa con
el acecho o la emboscada. La falta de riesgo supone una situación que ha sido
procurada por el autor. El agente debe haber buscado su propia seguridad personal
antes de ejecutar la muerte de su víctima. El agente busca actuar u obrar sobre
seguro. Finalmente, el estado de indefensión por parte de la víctima supone que el
agente actúa aprovechando un estado determinado de la víctima que no le permite
defenderse de la agresión. Aqui, el conocimiento y voluntad (dolo) de cometer el
asesinato por alevosía, no es elemento o condición de la alevosía. El dolo como
elemento objetivo del tipo se analiza después que se verifica los elementos
configuradores de la agravante de alevosía. Una cosa es alevosía que tiene sus
propios elementos y otra diferente, es el dolo que también tiene sus elementos
propios. Asimismo, debemos advertir que una cosa es saber cuándo hay alevosía y
cuándo se presenta como agravante en un asesinato. Para que se configure la
primera es necesario la concurrencia de los elementos anotados, en tanto que para
configurarse la agravante en estudio es necesario primero la muerte de la víctima,
luego la alevosía y acto seguido, la concurrencia del dolo homicida del agente. A
falta de uno de ellos la agravante no aparece.

Así aceptado, se advierte que los tratadistas peruanos al referirse al asesinato por
alevosía, empleando indistintamente los conceptos de "alevosía" y "asesinato por
alevosía" conceptualizan al asunto de manera sesgada y muchas veces afirman que
hay alevosía cuando concurre solo uno de sus elementos, en tanto que otros
pretenden comprender como elemento de la alevosía al dolo.

Así, Hurtado Pozo enseña que la alevosía se presenta cuando existe indefensión de
la víctima (en razón del estado personal de la víctima o de las circunstancias
particulares en que actúa el agente), así como cuando el agente explota.la relación
de confianza existente entre la víctima y aquel (confianza real o creada astutamente
por el delincuente).
Por su parte, Roy Freyre sostiene que la agravante no solo comprende a las
personas quebrantadoras de un deber de fidelidad cierto y preexistente, sino
también a aquellos sujetos que con la idea de asegurar la perpetración del homicidio
simulan actitudes y comportamientos que generan confianza en la víctima. Es más,
el profesor sanmarquino concluye que la modalidad de alevosía se presenta cuando
el agente actúa por medios, modos y formas que permiten asegurar el resultado
letal, sin riesgo alguno para su persona (el actor premeditadamente se evitó la
posibilidad de una reacción defensiva por parte del sujeto pasivo). En tanto que
Bramont-Arias Torres/García Cantizano sostienen que se da esta modalidad cuando
el agente, para matar, emplea medios o formas en la ejecución que tienden directa y
especialmente a asegurar que no corre ningún riesgo ante la defensa que pudiera
realizar el ofendido.

El Vocal Supremo Javier Villa Stein, basándose en los juristas españoles Antón
Oneca,José Cerezo Mir, Rodríguez Devesa y Ferrer Sama, afirma que la idea del
aseguramiento de la ejecución evitando los riesgos de la posible defensa de la
víctima es lo determinante en la alevosía. Es imprescindible que ambas finalidades
-asegurar la ejecución y evitar los riesgos de la defensa por parte de la víctima-
vayan unidas, siendo el caso que aun cuando el asunto no consiga los fines de las
circunstancias, habrá siempre alevosía.

Finalmente, Castillo Alva aun cuando explica que son tres los requisitos de la
alevosía (empleo de medios tendientes a asegurar la ejecución del homicidio,
ausencia de riesgo para el autor y dolo en el actuar del agente), concluye que la
esencia de la alevosía es el despliegue de actos ejecutivos con ausencia de riesgo
para el autor. Esta situación es conocida también de modo genérico, como estado
de indefensión de la víctima. La ausencia del riego es el elemento objetivo principal
que funda esta agravante y le imprime su peculiar sentido jurídico. No basta que el
autor emplee determinados medios o modos tendientes a asegurar la ejecución del
hecho sino que es indispensable que ese obrar sea orientado básicamente por la
indefensión de la víctima, de tal suerte que la falta de riesgo debe constituir el motivo
decisivo de la acción incluso cuando no haya sido reflexionado con frialdad.

Nuestra Suprema Corte por Ejecutoria Suprema del 27 de mayo de 1999, para
descartar la agravante de matar por alevosía en un caso de homicidio simple,
haciendo pedagogía, concluyó que en la agravante por alevosía "se requiere la
concurrencia de tres supuestos; a) un elemento normativo, en cuanto se encuentra
delimitado su ámbito de aplicación a los delitos contra la vida de las personas,
apareciendo como circunstancia agravatoria; b) un elemento objetivo, consistente en
que la agresión ha de hacerse de manera tal que elimine las posibilidades de
defensa del agredido, lo que lleva como consecuencia inseparable, la inexistencia de
riesgo para el atacante que pudiera proceder del comportamiento defensivo de la
víctima; c) un elemento subjetivo, que no es sino el dolo, consistente en que la
voluntad consciente del agente ha de abarcar no solo el hecho de la muerte de una
persona, sino también a la circunstancia de que esta se ejecuta a través de una
agresión que elimina las posibilidades de defensa del ofendido; que en el presente
caso, ha quedado probado que el acusado ... no utilizó un procedimiento de agresión
que originara la indefensión del agraviado, sino que esta se produjo porque la
víctima se encontraba distraída y no se percató que el procesado se acercaba de
modo abierto y claro, sin ocultarse, por lo que mal puede decirse que hubo conducta
traicionera".

Iguales argumentos se encuentra en la Ejecutoria Suprema del 17 de noviembre de


1999, por los cuales también excluyó al asesinato por alevosía, calificando el
homicidio como simple.
La jurisprudencia, de ese modo, sin entrar a conceptuar la alevosía, en forma directa
conceptualiza la agravante del asesinato por alevosía, concluyendo que la agravante
se configura cuando se verifica la concurrencia de los tres elementos: muerte de la
víctima, alevosía y dolo en el actuar del agente.

Se presenta la hipótesis delictiva cuando Juan Pérez Ríos, que había decidido
acabar con la vida de su primo hermano Roberto Pérez Salinas, por haberse
enterado que hace la corte a su novia, invita a este a salir de caza al campo; ya en
medio de los matorrales, cuando Pérez Salinas confiado y sin sospechar las fatales
intenciones de su acompañante se adelanta unos metros, Juan Pérez le dispara por
la espalda con su escopeta, causándole la muerte instantáneamente, ocultando
después el cadáver para no ser encontrado por sus familiares. En la Ejecutoria
Suprema del 26 de junio de 1996 se expone, por ejemplo, que "al haber los
procesados emboscado al agraviado y en tales circunstancias efectuado uno de los
acusados un disparo con el arma de fuego que portaba, victimando al agraviado por
la espalda, dicha conducta configura el delito de homicidio calificado por alevosía".

- El uso del veneno como medio de la agravante por alevosía


Actualmente, en nuestro sistema jurídico, con el cambio de ubicación de la
modalidad del matar por veneno del inciso 3 al inciso 4 del artículo 108 del Código
Penal producido por el Decreto Legislativo Nº 896 y no rectificado por la Ley Nº
27472, la modalidad del matar por alevosía perfectamente puede materializarse por
el uso del veneno, es decir, estaremos frente al asesinato por alevosía cuando,
traicionera y astutamente, el agente le hace ingerir una sustancia venenosa a su
VÍctima. Ya, Roy Freyre enseñaba que esta modalidad se considera agravada no en
razón de alguna cualidad particular de la sustancia misma, sino en función a la forma
insidiosa como el agente le administra a su víctima.

De ese modo, es importante que la víctima no tenga conocimiento que está


ingiriendo el veneno, caso contrario, estaremos ante otra modalidad de asesinato,
pues de conocer el sujeto pasivo que beberá veneno y que morirá indefectiblemente,
sufrirá cruelmente, encuadrándose la conducta delictiva en la modalidad del
asesinato por crueldad.

No deja de tener razón Villavicencio cuando, siguiendo criterios de los penalistas


Juan Bustos, Muñoz Conde y Enrique Bacigalupo, afirma que el matar por veneno
es un caso especial de alevosía. De tal manera que su efecto agravante en el
asesinato dependerá de la existencia de los elementos propios de la alevosía.

La Ejecutoria Suprema del 14 de mayo de 1998, presenta un caso real que califica
como asesinato por alevosía y veneno. Allí se expresa que "se configura el delito de
homicidio bajo circunstancias de alevosía y veneno, toda vez que los agentes al
actuar con la voluntad de matar emplearon de una manera furtiva una sustancia
nociva para la vida, produciéndose así la muerte del agraviado de un modo seguro
sin darle la oportunidad de poder percibir el ataque ni de defenderse".

Incluso, esta modalidad puede quedarse en grado de tentativa tal como ocurrió en el
caso real que da cuenta la Ejecutoria Suprema del O 1 de junio de 2004 al
considerar: que "hechos que provocó en el acusado la decisión de matar a su padre,
hermanos y demás agraviados, para lo cual aprovechando que se encontraban solos
en la casa con la única compañía de su cuñada Margarita quien preparaba alimentos
para su familia, burlando el cuidado de esta, procedió a echar a la olla de almuerzo,
una cantidad de veneno denominado Klerat hecho del cual se dio cuenta su cuñada
(...) frustrando con ello el delito".

No obstante, pensamos que el cambio de ubicación efectuado por el Decreto


Legislativo 896 y no enmendado por la Ley NQ 27472, promulgada en un Estado
Democrático de Derecho, no se justifica y debe modificarse con la reforma penal que
se viene fomentando. En efecto, el matar por veneno como estaba configurado en el
texto original se independiza del matar por alevosía por el hecho concreto que el
agente se representa que el empleo de sustancias venenosas constituye el medio
más seguro y eficaz para lograr su propósito de dar muerte a su victima y, a la vez,
le alienta la firme esperanza que no será descubierto. La victima puede ser una
persona que ha brindado confianza o no al sujeto activo, es decir, verificar que fue
un extraño o una persona que tuvo confianza en su verdugo, es irrelevante a efectos
de la configuración de la modalidad del matar con veneno.
En tal sentido, de lege ferenda el matar "por veneno" no puede subsumirse en la
modalidad del matar por alevosía debido a dos factores: Primero, el agente decide
utilizar el medio veneno con la firme convicción que es la forma más segura y eficaz
de ocasionar indefectiblemente la muerte de su víctima. No quiere fallar. Segundo, la
víctima no siempre será una persona que tenga confianza en el sujeto activo, sino
cualquier persona hasta desconocida para el agente, incluso puede ser su acérrimo
enemigo. En efecto, mientras que la modalidad de alevosía se concreta cuando el
agente actúa a traición, aprovechando la gratitud y confianza que ha depositado la
víctima en él, en la modalidad de matar por veneno no es necesario que la víctima
tenga confianza en el agente. AquÍ, la víctima puede ser cualquier persona.
- Diferencia entre gran crueldad y alevosía
En un caso concreto, siempre resulta difícil determinar cuando estamos ante una
conducta homicida con gran crueldad y cuando ante una de alevosía. La Ejecutoria
Suprema del 09 de octubre de 2003 da cuenta de un caso particular en la que la
Sala Permanente de la Suprema Corte, haciendo pedagogía y enmendando el error
incurrido por la Sala Penal de la Corte Superior de Lima Norte, hizo la diferencia
entre una y otra agravante. De ese modo, en forma atinada la jurisprudencia
nacional sostiene que "para que se considere la agravante con gran crueldad el
agente debe exprofesamente haber infringido dolores innecesarios a la víctima,
prolongando su agonía cuando pudo desencadenar el resultado letal sin necesidad
de tales sufrimientos, es decir, que en la conducta desplegada exista ensañamiento,
mientras que la 'alevosía' requiere que la conducta se desarrolle en forma insidiosa,
es decir, que la agresión ha de hacerse de manera tal que elimine las posibilidades
de defensa del agredido, lo que lleva como consecuencia inseparable la inexistencia
de riesgo para el atacante que pudiera proceder del comportamiento defensivo de la
víctima; que de la revisión de los actuados y analizando la conducta desplegada por
cada uno de los agentes, se puede apreciar que el acusado Hernández Cabrera
había preparado debidamente el enfrentamiento con el agraviado, habiéndose
inclusive proveído de los elementos contundentes que podría utilizar ante la eventual
reacción de la víctima, a quien haciéndole confiar a través de un acto de amabilidad
le ofreció trasladarlo hasta su domicilio en el vehículo que conducía habiendo a
modo de refuerzo solicitado a su coacusado Araujo Urrunaga que lo acompañara,
ubicándose este estratégicamente en la parte posterior del vehículo, detrás del
agraviado y reaccionando en el momento oportuno conforme al plan macabro
fríamente ejecutado; motivos por los cuales, la conducta de dichos sujetos si bien es
cruel y brutal, no alcanza sin embargo a reunir los requisitos exigidos para ser
considerados homicidio con gran crueldad; más bien sí llega a constituir una forma
felona de matar, aprovechando el estado de indefensión, la condición de adulto
mayor de la víctima y el lapso de sem inconciencia o de agonía de la misma, lo que
configura la comisión de un delito de homicidio con alevosía".

2.8. Por fuego: Se configura esta modalidad de asesinato cuando el agente de


forma intencional prende fuego al ambiente donde sabe se encuentra la persona a la
que ha decidido dar muerte, poniendo en peligro la vida o salud de otras personas
que allí se encuentren.

En ese sentido, en el tipo penal la frase "capaz de poner en peligro la vida o salud de
otras personas" orienta que esta modalidad de asesinato no se refiere a dar muerte
a la víctima prendiéndole fuego en forma directa o en un lugar en que las
circunstancias mismas hacen presumir que no pone en peligro a nadie, pues allí
aparecería otra modalidad del asesinato, como puede ser el matar con crueldad (al
respecto, hay unanimidad de criterio en la doctrina peruana); sino por el contrario, se
refiere que el uso del fuego, aparte de buscar eliminar a la víctima, debe poner en
peligro o riesgo la integridad de otras personas. Esto es, aparece el asesinato
cuando las circunstancias y el lugar donde se ha prendido el fuego con la finalidad
de poner fin a la vida del sujeto pasivo, evidencian fácilmente que se pone en peligro
la vida y la salud de otras personas diferentes a la víctima. No se necesita que el
fuego lesione la vida o salud de terceras personas, es suficiente que el curso del
acto homicida origine un peligro concreto para aquellas.

Así lo entiende la jurisprudencia nacional en la Ejecutoria Suprema del 03 de abril de


1998, cuando descartando el asesinato por fuego califica el hecho concreto como
asesinato con gran crueldad. En efecto, allí se sostiene que "el homicidio con gran
crueldad, se encuentra debidamente acreditado con los respectivos medios
probatorios; los mismos que permiten establecer que los sujetos activos produjeron
la muerte de los agraviados acrecentándoles deliberadamente su sufrimiento
personal, al causarles, con las lesiones producidas durante el interrogatorio
preliminar a su muerte e incineración, un dolor físico innecesario; no evidenciándose
la agravante prevista en el inciso 4 del artículo 108 del Código Penal, puesto que si
bien se dio muerte a las víctimas prendiéndolas fuego en forma directa en lugar
descampado, este accionar no puso en peligro la vida y la salud de otras personas
diferentes a las víctimas, requisito indispensable para que se produzca esta
calificante del homicidio".

Aparece el delito de asesinato por fuego cuando Casimiro Gutiérrez, que ha decidido
dar muerte a Petronila Pérez, le prende fuego a su precaria vivienda de esteras
ubicada en el pasaje Virgen Asunta, logrando su objetivo, pero por las especiales
circunstancias del lugar se quemaron otras chozas, cuyos moradores se salvaron de
morir al haberlas abandonado ante la inminencia que el fuego les alcance.

El peligro concreto originado a dos o más personas que se deriva de la forma y


medio empleado por el agente para ocasionar la muerte del sujeto pasivo constituye
el fundamento de la gravedad de la conducta delictiva homicida.

2.9. Por explosión: Se presenta esta modalidad del asesinato cuando el agente
haciendo uso de medios o elementos explosivos que ponen en riesgo la vida y salud
de terceras personas, logra dar muerte a su víctima. El sujeto activo logra su fin
creando un peligro concreto de muerte o lesiones para dos o más personas.

Aquí, cabe hacer una distinción evidente entre el asesinato por el uso de un medio
explosivo, con la muerte que produce actos terroristas. Mientras que los actos
terroristas con el uso de explosivos solo buscan intimidar, alarmar o crear zozobra
en un grupo determinado de personas, si se produce la muerte de alguna persona
se configura una circunstancia agravante de la conducta terrorista. En el asesinato
por el uso de explosivos, el agente actúa con animus necandi directo. Persigue la
muerte de su víctima. Para lograr su objetivo no le interesa poner en riesgo la vida y
la salud de otras personas. Con ello se demuestra su peligrosidad y se justifica la
agravante. El agente planifica su conducta homicida no importándole poner en
peligro a otras personas con tal de lograr su finalidad.

2.10. Por veneno: Se entiende por veneno cualquier sustancia animal, vegetal o
mineral, sólida, líquida o gaseosa que, al ser introducida en el cuerpo humano, tiene
efectos destructivos en el organismo, produciendo, muchas veces, y de acuerdo a la
dosis, la muerte de una persona, combinando su naturaleza por acción química o
bioquímica. La sustancia solo puede ser categorizada como veneno cuando
adquiere ese carácter por influjo de su propia naturaleza o cuando la ciencia
particular, que de ella se ocupa (toxicología), así lo decide. En tal sentido, no tienen
la categoría de veneno aquellas sustancias que, aun cuando poseen capacidad para
matar y pueden ser usadas insidiosamente, solo actúan en el cuerpo bajo efectos
físicos, mecánicos o térmicos, por ejemplo, el vidrio molido, el plomo derretido, los
alfileres, etc. (son sustancias que producen ulceración en los tejidos, desgarramiento
en las paredes intestinales, ete., pero no obran químicamente), ni aquellas otras,
generalmente inocuas (por ejemplo, el azúcar suministrado a un diabético), o que
producen daños a la salud por la especial condición de la víctima (por ejemplo, el
alcohol suministrado a un bebé, etc.) (120).

Como hemos puesto ya en evidencia, con el cambio de ubicación de esta modalidad


delictiva del inciso 3 al inciso 4 del artículo 108 del Código Penal, el matar por
veneno en nuestro actual sistemajurídico penal, ya no se configura cuando,
traicionera y astutamente, el agente le hace ingerir una sustancia venenosa a su
víctima que se encuentra sola; sino que ahora, esta modalidad se configura cuando
el sujeto activo con la intención de dar muerte a su víctima, traicionera y astutamente
le hace ingerir una sustancia venenosa en un escenario donde se encuentran
muchas personas a las cuales pone en peligro su vida o salud debido que cualquiera
puede ingerir la sustancia venenosa.

En el tipo penal la frase, "capaz de poner en peligro la vida o salud de otras


personas", orienta que esta modalidad de asesinato no se refiere a dar muerte a la
víctima dándole veneno en forma directa o en un lugar en que las circunstancias
mismas hacen presumir que no pone en peligro a nadie, pues allí estaremos frente
al asesinato por alevosía, sino por el contrario, se refiere que el uso del veneno
aparte de buscar eliminar a la víctima debe poner en peligro o riesgo la vida o salud
de otras personas. Esto es, aparece esta modalidad de asesinato cuando las
circunstancias y el lugar donde se ha hecho beber el veneno, con la finalidad de
poner fin a la vida del sujeto pasivo, evidencian fácilmente que se pone en peligro la
vida y la salud de otras personas diferentes a la víctima. No se necesita que el
veneno lesione la vida o salud de terceras personas, es suficiente que el curso del
acto homicida origine un peligro ce ncreto para aquellas.
Se configura este supuesto de asesinato cuando el agente, aprovechando una
reunión social, se dirige al bar y vierte una sustancia venenosa en una copa de
Champagne y le solicita al personal de servicio que le lleve a su víctima quien en
ese momento se encuentra departiendo la reunión con cinco amigos más. Aquí, si
bien la copa con el licor envenenado llegó a su destinatario y cumplió la finalidad
premeditada y calculada por el agente, es evidente que puso en peligro la vida de
cualquiera de los cinco amigos que departían,junto a la víctima, pues, muy bien,
pudieron solicitar la copa y beber su contenido.

Aquí, el agente con tal de lograr su objetivo de eliminar la vida de su víctima no le


importa poner en peligro la vida o salud de otras personas. En el caso concreto, el
fin justifica los medios pareciera ser el lema del asesino.

2.11. Otros medios capaces de poner en peligro la vida o la salud de otras personas

Haciendo uso de la fórmula jurídica de numerus apertus, el legislador ha dejado


abierta la posibilidad para que el operador del derecho encuadre otras circunstancias
que la realidad presenta a la figura. Ello, mediante la interpretación analógica, mas
no por la figura de la analogía, pues esta no tiene aplicación en el moderno derecho
penal. Por ejemplo, puede presentarse cuando el agente dolosamente, y sin
importarle el peligro concreto que crea para terceras personas, desvía las aguas de
un río a fin que inunden la vivienda de la persona que pretende dar muerte; o
cuando por el derrumbe de un edificio busca que su adversario en política pierda la
vida, etc.

La fórmula de numerus apertus sirve para subsumir todos aquellos hechos en los
cuales el sujeto activo hace uso de medios que, por su misma naturaleza
destructiva, ponen en riesgo concreto la salud o la vida de otras personas diferentes
a la que se dirige intencionalmente la acción del agente. Roy Freyre (121),
comentado el código derogado de 1924, respecto de este punto, en forma clara y
contundente, señala que "el peligro colectivo debe serprevisible, no siendo necesario
que se actualice o que cause efectivamente los estragos temidos por su
potencialidad catastrófica, pues resulta suficiente con el riesgo corrido. Insistimos:
basta que el curso causal real sea eficaz para crear una situación de peligro, sin que
sea indispensable que culmine con daños a la vida o salud de personas distintas a la
víctima escogida, para que el hecho se subsuma en esta modalidad de asesinato".

En conclusión, queda claro que la modalidad de asesinato no se configura por la


misma naturaleza catastrófica del medio o forma empleada por el agente, sino por el
hecho concreto que con el uso de aquellos medios destructivos para dar muerte al
sujeto pasivo se ha puesto en peligro real y concreto la vida y salud de otras
personas distintas a aquel. Esta situación se desprenderá del lugar y tiempo en que
fue utilizado el elemento catastrófico; así como por la forma y circunstancias en que
ocurrieron los hechos. BramontArias Torres/Garda Cantizano (122), ponen un
ejemplo que grafica lo que se pretende explicar: si se pone dinamita para matar a
una persona en un sitio despoblado, no sería posible aplicar esta circunstancia. Ello,
debido a que no se cumple el elemento constitutivo del tipo, cual es la creación de
peligro para terceros. En parecido sentido se pronuncia Castillo Alva (123).

En la práctica resulta medianamente fácil identificar cuando el uso de aquellos


medios, para dar muerte al sujeto pasivo, han originado u ocasionado un peligro
concreto para otras personas. Mucho más se facilita la situación cuando el uso de
medios catastróficos ha ocasionado lesiones o muerte a otras personas.

Finalmente, respecto al inciso 4 del tipo penal del artículo 108 es importante tener en
cuenta que la forma, modo y medio empleado por el agente para lograr su objetivo
debe haber sido previsto mucho antes de cometer el hecho punible. De modo que si
Juan Ferreyros ingresó al domicilio de su víctima para darle muerte y antes de
dispararle, ocasionalmente con la colilla del cigarrillo que botó se prende fuego a la
vivienda del agraviado ocasionándole la muerte, no estaremos ante un asesinato
sino ante un homicidio simple. Ello debido que el autor no planificó el uso de aquel
medio y por tanto no pudo prever el peligro concreto que se originó para terceras
personas.
2.12. Si la víctima cumple función especial

Por Ley N 28878 del 17 de agosto de 2006 el gobierno aprista agregó otra calificante
al artículo 108 del Código Penal. Según palabras del propio Presidente de la
Republica, que promulgó aquella Ley, esta tiene como intención "cortar todo
desborde y exceso contra la autoridad", pues sin respeto a la autoridad, "no hay
Estado ni sociedad posible" (124). Esto es, se piensa en forma equívoca que
aumentando las penas se disuade a las personas a que no cometan asesinato,
cuando lo real y concreto es que la pena no cumple aquella función.

Sin embargo, haciendo dogmática, tenemos que así no concurra alguna de las
calificantes del artículo 108 del código penal, si la víctima del homicida es miembro
de la Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas, Magistrado del Poder Judicial o del
Ministerio Público, estaremos ante un asesinato siempre que la muerte se haya
producido en el cumplimiento de sus funciones. Aquí, en consecuencia, se configura
el asesinato cuando se produce la muerte de la víctima en el cumplimiento de su
función pública asignada. Si la muerte se produce en horas del día en que la víctima
(efectivo policial miembro de las Fuerzas Armadas o magistrados) está descansando
o, mejor, aun fuera del ejercicio de su labor normal, el asesinato no se da,
configurando tal muerte en simple homicidio, claro está siempre que no concurre
alguna otra calificante.

Esta forma particular de legislar en el Perú, nos orienta a concluir que la muerte
lamentable producida en Lima del Vocal Superior Provisional "Saturno Vergara", de
no concurrir cualquier otra calificante, sería un simple homicidio y no asesinato,
puesto que si bien es cierto, la víctima fue un magistrado del Poder judicial, la acción
homicida se produjo después de sus horas de labor judicial. Esto es, no aparece la
calificante debido que la muerte se produjo cuando la víctima no se encontraba en el
cumplimiento de sus funciones judiciales. Ello es así, pese a que de las
investigaciones se demuestre que la muerte de la víctima se planificó y se realizó a
consecuencia directa del ejercicio de sus funciones (por ejemplo, debido que
resolvió la causa en contra del homicida).
De esa forma, por voluntad del legislador, la acción homicida sobre un Policía
Nacional, un miembro de la Fuerza Armada, un magistrado del Poder judicial o del
Ministerio Público, dependiendo de la hora en que se produzca producirá efectos
penales diferentes. Si la acción criminal se produce en horas de cumplimiento de su
función, el hecho se califica como asesinato, en cambio si el deceso se genera en
horas de descanso o días de vacaciones, el hecho se califica como homicidio.
Situación absurda, cuando lo real y racional para efectos laborales; un miembro de
la Policía Nacional, de la Fuerza Armada, un Magistrado del Poder judicial o del
Ministerio Público, nunca deja de ser tal aun cuando esté descansando.

2.13. Bien jurídico tutelado

La vida humana independiente. Como en todos los hechos punible s homicidas, la


vida es el interés social fundamental que el Estado pretende proteger de manera
rigurosa, Si confluyen algunas de las modalidades enumeradas y analizadas, la
pena es más alta, buscando con ello disuadir que no se atente contra la vida de las
personas.

2.14. Sujeto activo

Agente o sujeto activo de la figura ilícita penal de asesinato puede ser cualquier
persona. No se requiere que aquel tenga alguna cualidad o condición especial que le
caracterice. El asesinato no se configura coma tal, por alguna cualidad del autor,
sino por ocasionar la muerte de una persona materializando las modalidades que
describe claramente el tipo penal. No obstante, este tipo de delito está reservado
para personas de condiciones psíquicas especiales, cuando no anormales.

2.15. Sujeto pasivo

Víctima también puede ser cualquier persona natural y con vida. El objeto que
resiste la acción homicida es necesariamente un ser humano con vida
independiente. De verificarse que la acción homicida circunstanciada se produjo
sobre un cuerpo cadavérico, el delito no aparece, así se constate el uso de formas o
medios perversos por el agente que demuestren peligrosidad para el conglomerado
social. Ello evidentemente se deriva de uno de los presupuestos en los que se
ampara el derecho penal moderno, cual es que los hechos se sancionan por lo que
significan en sí mismos y no por la personalidad de su autor. Modernamente, se ha
impuesto el derecho penal de acto y no de autor.

El sujeto pasivo tiene la calidad especial cuando la acción homicida cumple función
pública en su calidad de miembro de la Policía Nacional, de la Fuerza Armada,
magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

El asesinato es un delito netamente doloso, es imposible su comisión por culpa o


negligencia. El sujeto activo necesariamente debe tener conciencia y voluntad de
cegar o aniquilar la vida de su víctima haciendo uso de las formas y desarrollando
las circunstancias especificadas en el tipo penal.

Creemos que en las modalidades por ferocidad, por lucro, por placer, para facilitar u
ocultar otro delito y con gran crueldad o alevosía, solo se admite el dolo directo. En
efecto, el agente debe querer cegar la vida de la víctima y, a la vez, ser consiente de
los fines, formas y medios a emplear para acceder a su objetivo. El agente no actúa
al azar, sino por el contrario, antes de actuar se representa claramente el porqué, la
forma, el tiempo y los medios a emplear para lograr su propósito, ya sea para
obtener un provecho patrimonial, para ocultar otro delito, por crueldad, etc. En
consecuencia, si las circunstancias que califican al asesinato se presentan sin haber
sido previstas por el agente, aquella conducta no aparece.

En cambio, en las modalidades previstas en el inciso 4 del artículo 108, esto es, por
el uso de fuego, explosión, veneno o cualquier otro medio, es perfectamente
admisible que aparte del dolo directo se presente el dolo indirecto. En todos los
casos, concurren necesariamente el dolo directo respecto de la víctima que se
quiere eliminar y el dolo indirecto respecto de las personas que se ponen en peligro
con el actuar homicida del agente. El sujeto activo haciendo uso del fuego o veneno
quiere eliminar a su acérrimo enemigo. representándose que con su actuar puede
ocasionar la muerte o lesionar gravemente a otras personas, sin embargo, no se
abstiene y actúa ocasionando finalmente la muerte de su víctima y la muerte de
otras personas. Por la primera responderá a título de dolo directo en tanto que por
las otras personas responderá a título de dolo indirecto.

Pensamos que no es posible aceptar el dolo eventual en la figura delictiva de


asesinato.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad de cualquiera de las
modalidades del asesinato previstos en el artículo 108 del Código Penal, el operador
jurídico pasará inmediatamente a analizar el segundo elemento o nivel denominado
antijuridicidad. Es decir, se determinará si la conducta es contraria al ordenamiento
jurídico o en su caso, concurre alguna causa de justificación de las previstas y
sancionadas en el artículo 20 del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico
analizará si en el asesinato concreto concurre la legítima defensa o el estado de
necesidad justificante o el agente actuó por una fuerza física irresistible o compelido
por un miedo insuperable o en cumplimiento de un deber.

Si se concluye que en el asesinato analizado concurre alguna causa de justificación,


la conducta será típica pero no antijurídica y, por tanto, será irrelevante pasar a
analizar el tercer elemento del delito conocido como culpabilidad.

5. CULPABILIDAD

Si después de analizar la conducta típica del asesinato se llega a concluir que no


concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al ordenamiento
jurídico, el operador inmediatamente entrará a analizar si aquella conducta homicida
puede ser atribuida o imputable a su autor. En consecuencia, analizará si la persona
a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica de asesinato es imputable
penalmente, es decir, goza de capacidad penal, para responder por su acto
homicida. En este aspecto por ejemplo, tendrá que determinarse la edad biológica
del asesino. "La minoría de edad constituye una causa de inimputabilidad criminal,
cuya importancia normativa supone una presunción legal iure et de jure que incide
en una dimensión biológica de la persona, por lo que bastará la sola constatación de
que el sujeto no haya alcanzado la mayoría de edad para fundar la exclusión de su
responsabilidad penal" (125).

Luego determinará si tenía conocimiento que su actuar homicida era antijurídico, es


decir, contrario a todo el ordenamiento jurídico. Pero, de modo alguno no, se
requiere un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un conocimiento
paralelo a la esfera de un profano, o mejor, un conocimiento que se desprende del
sentido común que gozamos todas las personas normales.

Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz de responder penalmente


por su acto homicida y se determine que conocía que su acto era contrario al
ordenamiento jurídico, el operador jurídico pasará a determinar si el agente, en el
caso concreto podía o le era posible comportarse conforme a derecho y evitar
causar la muerte de la víctima. Si se concluye que el agente no tuvo otra alternativa
que causar la muerte de la víctima, no será culpable de la conducta típica y
antijurídica.

6. CONSUMACIÓN

El asesinato se perfecciona cuando el sujeto activo ha logrado su objetivo, cual es


quitar la vida de su víctima, desarrollando cualquiera de las modalidades prescritas
en el artículo 108 del Código Penal.
La coautoría, así como la autoría mediata y la participación (instigación, complicidad
primaria y secundaria) son perfectamente posibles y se verificarán en cada caso
concreto. Sin embargo, pese a tener contenidos claramente delimitados en los
artículos 23, 24 Y 25 del Código Penal, aún hay confusión en el operador jurídico.
De ese modo, nuestro máximo Tribunal de Justicia siempre aparece precisando
conceptos, tal como lo hace en la Ejecutoria Suprema del 25 de marzo de 1998,
donde establece que "la condición jurídica del acusado es la de coautor y no de
cómplice, por cuando sus aportes a la perpetración del evento delictivo han tenido la
calidad de principales o esenciales, habiendo tomado parte en la planificación como
en la ejecución del ilícito penal, destacando la función de haber cargado el arma que
fuera utilizado para ultimar a la víctima" (126). En igual sentido se pronuncia la
Ejecutoria Suprema del 16 de junio de 2004, cuando fundamenta que "los
procesados Carda Escudero y Minchola Escudero se encuentran en calidad de
autores del hecho delictivo por cuanto han realizado de propia mano todos los
elementos objetivos y subjetivos que configuran el tipo penal del homicidio calificado,
lo que permite afirmar a la luz de la moderna teoría del dominio del hecho que los
citados encausados han sostenido las riendas del acontecer típico o la dirección final
del acontecer, habiendo tenido a la vez la posibilidad de evitar el resultado" (127).

Aquí, al igual como ocurre en la figura del parricidio, los partícipes hayan o no
conocido las modalidades empleada por el autor, serán imputados por el delito de
asesinato según haya sido su colaboración, ayuda o apoyo en la comisión del
evento homicida.

Sostener lo contrario y decir que al partícipe que no conocía las especiales


circunstancias con las que actuó el autor, se le atribuirá el delito de homicidio simple,
como lo hacen la mayoría de los juristas peruanos siguiendo posiciones adoptadas
por algunos tratadistas foráneos, significa pasar por alto los principios generales de
la categoría de la participación, como el de accesoriedad y el principio de unidad del
título de imputación, aceptando con ello las incoherencias y arbitrariedades que
puede ocasionar en la praxis judicial tal posición.

No obstante, consideramos que de concurrir dos o más colaboradores del autor en


la realización de la conducta homicida, el partícipe que conoCÍa las circunstancias
agravantes con las que actuó el autor tendrá una responsabilidad mayor que el
partícipe ignorante o desconocedor de aquellas especiales circunstancias, ello en
aplicación del artículo 26 del Código Penal que recoge el principio de la
incomunicabilidad de las circunstancias y cualidades.

En efecto, la circunstancia de no conocer el porqué, la forma y los medios


empleados por el autor disminuye la responsabilidad o reprochabilidad de aquel
partícipe, sin embargo, por incomunicabilidad de las circunstancias, aquella situación
que beneficia al partícipe no sirve para favorecer a otro que colaboró conociendo
perfectamente la modalidad empleada por el autor para lograr su objetivo de matar a
su víctima, por lo que su responsabilidad será mayor, la cual se traducirá en la
sentencia.

7. TENTATIVA

Bien sabemos que la tentativa se configura cuando el sujeto activo da inicio a la


ejecución de la acción típica mediante hechos directos, faltando uno o más actos
para la consumación del delito, en este punto nuestro ordenamiento jurídico sigue la
teoría de la responsabilidad en virtud de la cual el merecimiento de pena se centra
en que el sujeto pone en peligro un bien jurídico penalmente protegido. La tentativa
se castiga en consecuencia por la probabilidad de lesión de algún bien jurídico. Por
ello, de acuerdo con dicha teoría no se castiga los actos preparatorios debido que
aún no se ha producido la puesta en peligro del bien jurídico.
De ese modo, siendo el hecho punible de asesinato, en cualquiera de sus
modalidades de comisión dolosa y de resultado material, evidente, nada impide que
se quede en grado de tentativa. Ocurre por ejemplo, cuando después que el agente
haya prendido fuego a la vivienda de su víctima con la finalidad de darle muerte, con
la oportuna intervención de los bpmberos, logran rescatar con vida a esta.

8. PENALIDAD

Igual como ocurre con el parricidio, el legislador solo se ha limitado a señalar el


mínimo de la pena privativa de la libertad de quince años, mas no el máximo. No
obstante, recurriendo al contenido del artículo 29 de la parte general del corpus juris
penale, modificado por la Quinta Disposición Final del Decreto Legislativo nº 895 del
23 de mayo de 1998, se verifica que el máximo de pena para estos casos alcanza
los 35 años. En consecuencia, en nuestro actual sistemajurídico penal, un acusado
de asesinato dependiendo de la forma, circunstancias, medios empleados y su
personalidad, se hará merecedor a una pena privativa de libertad que oscila entre 15
y 35 años.
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Subcapítulo 5

Homicidio por emoción violenta

1. TIPO PENAL

El homicidio por arrebato repentino está debidamente tipificado en el artículo 109 del
Código Penal con el contenido siguiente:
El que mata a otro bajo imperio de una emoción violenta que las circunstancias
hacen excusables, será reprimido con pena privativa de libertad, no menor de tres ni
mayor de cinco años.
Si concurren algunas de las circunstancias previstas en el artículo 107, la pena será
ni menor de cinco ni mayor de diez años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El ilícito penal se configura cuando el sujeto activo actúa y da muerte a su víctima


bajo el dominio de una emoción, violenta, la cual surge repentinamente por
circunstancias excusables o, mejor aun, justificables provocadas por el mismo sujeto
pasivo o por un tercero. Se trata de un homicidio realizado en estado de emoción
violenta justificada por especiales circunstancias.

No obstante, no debe pensarse que el legislador pretende que se tenga como


atenuante del homicidio cualquier emoción violenta surgida en el agente, sino que
este estado de la conciencia, debe ser de cierta intensidad que genere un estado
transitorio de conmoción o perturbación en la personalidad del sujeto activo que le
impida controlar sus actos frente a determinadas circunstancias, realizando con
frecuencia conductas irracionales que normalmente no realizaría (128). En otras
palabras, aparece la emoción violenta como elemento atenuante cuando, en las
mismas circunstancias excepcionales, toda persona respetuosa del orden o sistema
jurídico la experimentaría y realizaría actos impensables en circunstancias normales.
"La conciencia del agente se fija en aquello que ha motivado la emoción violenta,
debilitando considerablemente el control del individuo sobre su conducta hasta el
extremo que realiza· con frecuencia actos irracionales que están en desacuerdo con
su comportamiento habitual" (129).

No obstante, la intensidad de la emoción violenta no debe hacer perder el poder de


inhibición al agente. Caso contrario, la situación se desplazaría hacia los confines de
la inimputabilidad. Un individuo emocionado no es un individuo inimputable. La
emoción debe ser violenta, eso sí, pero no ser la causa de la pérdida del control de
la conducta que configure un estado de inconsciencia subsumible en el inciso 1 del
artículo 20 del Código Penal.

a. Circunstancias excusables

"Para gozar de la atenuante el autor debe matar bajo el imperio de una emoción
violenta excusable por las circunstancias, esto es, requiere que las circunstancias
que rodean el hecho justifiquen que una persona se emocione y que se encuentre
en dicho estado psicológico en el momento de la ejecución delictiva" (150) o

Las circunstancias excusables pueden ser de cualquier naturaleza, no


necesariamente éticas, solo deben tener una capacidad de causar conmoción en la
conciencia del sujeto activo. Aquellas circunstancias deben hacer excusable el
actuar del agente, esto es, justificar en cierta forma o medianamente la conducta
homicida. Con razón ha señalado el profesor Hurtado Pozo (151) que es inadmisible
considerar que ciertas emociones son en sí excusables y otras, condenables. Como
exige la ley, este carácter de la emoción debe ser determinado en cada caso
concreto y apreciando las circunstancias en que actuó el agente así como su
personalidad. Sin duda, aquellas circunstancias deberán ser valoradas en su
conjunto por eljuzgador en su momento.
El ánimo conmocionado se manifiesta en estados transitorios de miedo, dolor,
cólera, furor, temor, amor, celos, piedad, venganza, odio que desorganiza la
conducta de cualquier persona normal y le predispone a realizar actos muchas
veces impensables, con facilidad y destreza inexplicables. Aquellos son estados
impulsivos que arrastran al agente a cometer el delito.

Compartimos criterio con Roy Freyre (m), quien, siguiendo al argentino Ricardo
Núñez, señala que la excusabilidad de la emoción violenta supone su justificación
desde un triple punto de vista: causal, subjetivo y objetivo. Desde la perspectiva
causal, el surgimiento de la emoción violenta tiene excusabilidad cuando ha sido
motivada eficazmente por un hecho extraño a la propia idiosincrasia del agente, es
decir, la emoción violenta debe tener un motivo razonable en las circunstancias que
lo provocaron y de ningún modo en el carácter iracundo del agente. Desde la
perspectiva subjetiva, el surgimiento de la emoción violenta se excusa cuando el
sujeto activo ha sido ajeno a la gestación u origen del fenómeno psíquico emotivo
desencadenante del acto homicida; y, finalmente, desde la perspectiva objetiva, se
excusa la emoción violenta cuando el motivo de aquella no debe radicar en un
evento frente al cual el actor se encuentre obligado a responder en determinadas
circunstancias, con serenidad. No funciona alegar circunstancias excusables,
cuando un psiquiatra mata a su paciente que le dijo que era un charlatán y un
estafador.

No le falta razón a Castillo Alva (133) al sostener que al emplear el tipo penal la
expresión "circunstancias",junto a la acción pueden sumarse una serie de diversas
condiciones que en una visión de conjunto y con efecto totalizador influirán en la
producción del estado emocional. La acción externa, llamada también causa
provocadora o estímulo externo, tiene que pertenecer al mundo real y debe ser
ajeno al autor del homicidio. De no ser así, la consecuencia atenuante se basaría en
un amplio subjetivismo beneficiando solo al intemperante y al malvado, como
tendería un puente de oro, cercano a la impunidad, al sujeto irascible por naturaleza
y al falto de templanza. Asimismo, el derecho premiaría con pena atenuada a todo
aquel que encuentra en la emoción un fundamento para iniciar la más vil de las
venganzas y cometer homicidios.
b. Intrrrvalo de tiempo transcurrido entre la provocación y el acto homicida Otro
aspecto importante a tener en cuenta es que las circunstancias que provocaron la
emoción violenta deben ser inmediatos, anteriores al acto homicida, es decir, entre
la causa que hizo nacer la emoción violenta y el resultado muerte de la víctima, no
debe transcurrir mayor tiempo que cree convicción en el juzgador que el sujeto
activo tuvo oportunidad y tiempo suficiente para sobreponerse, reflexionar y no
cometer el homicidio. Mas por el contrario, si por la forma, tiempo y circunstancias
en que actuó el agente, nos hacen caer en la cuenta que tuvo bastante tiempo para
salir del estado de conmoción y, sin embargo, persistió en dar muerte a su víctima,
no habrá homicidio por emoción violenta, sino estaremos ante un homicidio simple o
calificado según las características especiales en que haya desarrollado su accionar
delictivo el autor.

La inmediatez entre la causa de la emoción violenta y repentina y el resultado letal,


aparece como condición prioritaria a tener en cuenta para encuadrar a un homicidio
en la figura delictiva en interpretación (1S4). Bramont-Arias Torres/ García Cantizano
(US) enseñan que el delito tiene que cometerse en un lapso de tiempo durante el
cual el sujeto se encuentra bajo el imperio de la emoción violenta, Por tanto, no
puede transcurrir un largo espacio temporal entre el hecho provocante y su reacción,
dato que deberá precisar el juez en cada caso concreto.

En este sentido, se ha pronunciado la Suprema Corte en la Ejecutoria del 04 de junio


de 1999 al establecer que "para la configuración de la emoción violenta se requiere
de la presencia de ciertos presupuestos tales como: a) el tiempo que sucede entre la
provocación y el hecho, es decir, que el delito tiene que cometerse en los precisos
instantes en que el sujeto se encuentra bajo el imperio de la emoción violenta, esto
es, que la reacción del agente debe ser de manera inmediata, b) el conocimiento
previo por parte del autor del homicidio emocional, lo que implica que la emoción
violenta debe desencadenarse por la aparición súbita de una situación importante
para el sujeto" (136).

Por su parte Villavicencio Terreros (137), basándose en la jurisprudencia nacional,


afirma que la problemática del tiempo transcurrido entre la emoción y la acción
delictiva no requiere necesariamente la inmediatez. Es posible -continúa
Villavicencio- una reacción inmediata, tardía e incluso diferida. Igual postura adopta
Villa Stein (138) siguiendo al histórico Carrara y a Ricardo Levene. También Castillo
Alva (139) es partidario de esta postura. Sin embargo, esta posición no podemos
avalarla ni sustentarla según nuestro sistema jurídiCo penal. Del propio texto
expreso del tipo penal se desprende que el sujeto activo debe actuar en el lapso que
sufre o atraviesa una seria perturbación de la afectividad que le impida reflexionar y
controlar sus frenos inhibitorios, y ello naturalmente, debe ser ni bien producido o
conocido las causas provocantes de la emoción violenta, la misma que viene a
constituir una reacción desordenada, impetuosa y repentina. Ello debido que la
emoción violenta debe estar presente tanto en la decisión como en el acto mismo de
matar.
Es indudable que aceptar una reacción tardía o diferida es desnaturalizar el hecho
punible en interpretación. Estaríamos aceptando que también puede darse la
conducta delictiva atenuada así el agente haya tenido el tiempo suficiente para
sobreponerse de la grave perturbación provocada y reflexionar, y, de ser el caso,
decidir no llevar a cabo su propósito homicida, es decir, haya tenido la posibilidad de
comportarse conforme a derecho.
Por lo demás, si de acuerdo con la forma cómo ocurrieron los hechos, al medio
empleado y por la personalidad del autor, se llega a determinar que este antes de
actuar reflexionó y tuvo la posibilidad de desenvolverse y comportarse conforme a
derecho no ocasionando la muerte de su víctima, el hecho se adecuará al homicidio
simple o asesinato de ser el caso, mas no al homicidio por emoción violenta.

Por ejemplo (pese a que el abogado defensor haciendo uso de la doctrina que
sustenta la reacción tardía y diferida, alegaba que el hecho se encuadraba en el tipo
del artículo 109 del Código Penal), no se adecuará a la conducta delictiva de
homicidio por emoción violenta el siguiente hecho real: Juan Casi Ido y su cuñado
Alberto Anchante, después de estar bebiendo cerveza y pisco en el domicilio de
Pedro Román, se liaron a golpes haciendo uso incluso de piedras. Durante la pelea,
Alberto Anchante le decía a viva voz a su oponente que su esposa tenía un amante,
quien incluso le daba de comer a sus hijos. Al verse vencido Juan Casildo, ofuscado
y herido en su amor propio, se retiró raudamente a su domicilio. Después de
conversar con su señora por espacio de hora y media aproximadamente, con
engaños, salió de su vivienda en busca de su cuñado para matarlo, premunido ya de
un revólver. En su mototaxi, volvió al lugar de la pelea, donde encontró a su rival y
sin decir palabra alguna le descargó la cacerina del revólver, ocasionando
instantáneamente la muerte de Alberto Anchante, dándose a la fuga el homicida.

Como antecedente jurisprudencial donde se interpreta que el tiempo entre el


resultado y las causas de la emoción violenta debe ser breve o corto, cabe citarse la
Ejecutoria Superior del 08 de setiembre de 1997, en la cual la Corte Superior
deJunín en un caso real para descartar el delito en comentario, indica que ''para que
se configure el delito de homicidio por emoción violenta debe darse a nivel de
tipicidad objetiva, la existencia del sujeto activo bajo el imperio de una emoción
violenta, que implica que el sujeto actúe con disminución del poder de sus frenos
inhibitarios, debiendo este estado psíquico traslucirse en un estado de furor, pasión,
perturbación, etc., debiendo pues esta conmoción psíquica ser 'violenta' e imprevista
y no planeada como tal; el hecho de cometerse bajo ese breve lapso de alteración
psíquica, no pudiendo transcurrir un largo espacio temporal entre el hecho
provocante y su reacción; que en el caso de autos se advierte que si bien la acusada
se encontraba con problemas familiares sumamente alterados, esto no implica que
permanentemente haya estado' bajo imperio de una emoción violenta', pues no se
podría explicar entonces, como haya planeado ejecutar a su menor hijo, previo a lo
cual, como ella misma afirma se dirigió a comprar veneno, luego inclusive para
poder darse' valor' tomó licor y departió con otros amigos cerveza, esto pues no
puede considerarse' emoción violenta' " (140).
Por otro lado, también resulta imposible que prospere esta atenuante del homicidio,
cuando hay indicios razonables o pruebas concretas que el sujeto activo actuó con
premeditación y solo estaba buscando las circunstancias o condiciones aparentes
para consumar su objetivo, cual es dar muerte a su víctima. La emoción violenta no
es compatible con la premeditación. Aquí, de ningún modo aparece la condición
súbita o repentina que exige el tipo penal.

Finalmente, resulta obvio que el autor no debe haber provocado ni facilitado su


propia emoción violenta. La provocación deber ser extraña al sujeto, de ese modo, la
emoción violenta tampoco puede ser el resultado del propio carácter del agente, sino
que debe encontrar su estímulo en una causa externa, fuera de él.

2.1. Agravante del homicidio por emoción violenta


El segundo párrafo del articulo 109, regula la figura del parricidio cometido por
emoción violenta como agravante del homicidio realizado bajo el imperio de una
emoción violenta. A comparación de la figura típica del parricidio ya estudiada, el
presente hecho típico viene a constituir una atenuante de aquel, ello por las mismas
circunstancias especiales en las que ocurre. Es decir, estamos ante un supuesto que
se constituye en agravante del homicidio por emoción violenta recogido en el articulo
109 y, a la vez, una atenuante del parricidio previsto en el artículo 107 del Código
Penal.

En esta hipótesis penal se encuadran los conyugicidios pasionales, donde los 'celos'
aparecen como la principal causa que predispone a uno de los cónyuges O
convivientes a dar muerte al otro. La Ejecutoria Suprema del 05 marzo de 1987 da
cuenta de un uxoricidio ocurrido por emoción violenta, allí se expone que "el
acusado al volver a su hogar sorprende a su esposa en flagrante adulterio y la mata
a golpes, logrando el amante escapar; que cometido el delito, el causado en su
desesperación arroja el cadáver al no y denuncia a la autoridad la desaparición de
su esposa; que esta última circunstancia puede ser motivo para una mayor
severidad en la graduación de la pena, pero no puede impedir la aplicación del tipo
legal que define la figura del uxoricidio por emoción violenta, probada que ha sido la
emoción violenta y las circunstancias provocadoras del delito y tomando en cuenta
que el acusado no ha sido arrastrado a cometer el ilícito penal por su propia
capacidad delictiva, sino, en gran medida por una fuerza irnpulsiva que encuentra su
causa en la propia conducta de la víctima" (141).

Para encuadrar determinada conducta homicida en la figura de parricidio por


emoción violenta, en primer término debe exigirse la concurrencia necesaria de
todos los presupuestos anotados al analizar el hecho punible tipificado debidamente
en el tipo penal del artículo 107 del Código Penal; luego se entrará a analizar si el
hecho homicida fue realizado por emoción violenta a consecuencia de circunstancias
excusables o justificables. De ese modo, como ya dejamos establecido en las líneas
que preceden, el acto homicida debe ser un acto circunstancial, no premeditado ni
reflexivo y, además, no debe ser producto del carácter iracundo del sujeto activo,
caso contratio el parricidio por emoción violenta no se configura, calificándose el
hecho como simple parricidio. En efecto, la Ejecutoria Suprema del 22 de mayo de
1985 así lo establece en un hecho real ocurrido en el incontrastable Valle del
Mantaro. Allí, en forma pedagógica, se afirma que "la emoción violenta debe tener
un motivo razonable en las circunstancias que la provocaron y no en el carácter
iracundo del actm;' no constituye homicidio por emoción violenta la reacción del
acusado, quien al ser recriminado por su padre ante su mal comportamiento,
reaccionó violentamente y cogiendo un palo procedió a golpearlo hasta dejarlo
tendido en el suelo semiinconsciente para acto seguido con una chalina ahorcarlo;
que faltando la figura privilegiada de parricidio emocional, el acusado de
responsabilidad restringida está incurso en el delito de parricidio" (142).

En el libro "Introducción al derecho penal y derecho penal procesal" (14S) de Claus


Roxin, Gunther Arzt y Klaus Tiedemann, traducido al castellano por los españoles
Luis Arroyo Zapatero y Juan Luis Gómez Colomer, el profesor Gunther Arzt expone
un caso, al parecer real, que grafica un parricidio por emoción violenta en nuestro
sistema jurídico penal, aun cuando para el sistema alemán daría la apariencia de un
asesinato. El caso se titula "Es Ursula A. una asesina?". Ursula A., de 33 años, el 31
de agosto de 1975, dio muerte a su marido, comisario de policía de 31 años, con su
arma reglamentaria. El propio magistrado ponente al dar comienzo a la
fundamentación de su sentencia hizo expresa referencia que el asunto requería una
difícil decisión entre dos distintas alternativas: asesinato u homicidio pasional. El
caso presentaba un matrimonio destruido y una disputa en el curso de la cual el
marido llegó a admitir un adulterio. La acusada gritó "quiero divorciarme,
devuélveme la libertad!", a lo que el marido respondió: "ni hablar, te necesito para
pagar deudas y para que limpies los excrementos del perro!", tras lo cual se retiró al
dormitorio se tumbo en la cama. A continuación, Ursula cogió la pistola del armario y
repitió ante la cama su exigencia: "o me das el divorcio, o me pego un tiro!", a lo que
el marido respondió: "dispara de una vez si te atreves cerda cobarde!". Entonces
sonó un disparo que alcanzó al hombre quien, en opinión del jurado, para mostlar
que para él el asunto estaba resuelto ostentosamente había cerrado los ojos.

2.2. Bienjurídico protegido

Es la vida humana independiente que como ya expresamos, se inicia desde el


momento del parto hasta la muerte cerebral del individuo. Bien jurídico que se
protege en forma rigurosa por nuestro sistema jurídico al constituir el principal interés
de las personas y del Estado. A pesar de la ftiación de una penalidad menor, el bien
jurídico: "vida" sigue conservando toda su significación valorativa. El fundamento de
la atenuación no deriva de la menor valiosidad de la vida, sino de un especial estado
anímico del autor del delito emergente de las circunstancias. No se toma en cuenta
el bien jurídico, el mismo que se mantiene inalterable, sino la perturbación de la
conciencia producida en el autor a raíz de la existencia de supuestos fácticos que
alteran el razonamiento y disminuyen los frenos inhibitorios (144).

2.3. Sujeto activo

Agente del homicidio por emoción violenta puede ser cualquier persona natural,
pues del tipo penal no aparece que se exija alguna condición o cualidad especial.

Tratándose de la hipótesis agravada, al constituir supuestos de un delito especial,


como el parricidio, autores solo podrán ser en línea ascendente:
padre, abuelo, bisabuelo, etc. y en línea descendente: hijo, nieto, bisnieto, etc.
También un cónyuge o concubino respecto del otro.
2.4. Sujeto pasivo
Puede ser cualquier persona. No necesariamente el que provocó la emoción violenta
en el agente será el sujeto pasivo de la acción homicida, pues fácilmente aquel
puede ser un tercero, Un ejemplo típico es la obra clásica de William Shakespeare
"Otelo", en la cual, un tercero "yago", mediante el ardid provocó en Otelo tal
conmoción por celos que se determinó y finalmente dio muerte a su amada.
En el caso de la figura agravada, vÍCtima pueden ser los ascendientes y
descendientes en línea recta del agente, también un cónyuge, un concubino y un
hijo adoptivo.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

El agente debe actuar con conocimiento y voluntad de poner fin a la vida de su


vÍCtima. La resolución homicida debe ser producto o consecuencia inmediata de la
emoción violenta surgida en forma súbita y repentina por especiales circunstancias
excusables o justificables. No obstante. debe tenerse en claro que, aquella emoción
violenta de ningún modo debe alcanzar real intensidad en el agente que le genere
una grave alteración de la conciencia de tal forma que afecte gravemente su
concepto de la realidad y anulen la facultad de comprender el carácter delictuoso de
su acto. Si ello se evidenciara, al desaparecer el dolo no habría homicidio atenuado
sino estaríamos ante una causa de inimputabilidad previsto en el inciso 1 del artículo
20 de la parte general del Código Penal.
El dolo en el homicidio por emoción violenta puede ser directo o indirecto. No
creemos que sea posible un dolo eventual como sostiene Castillo Alva (145).

En definitiva, para tipificarse el ilícito penal se exige que el agente obre en un estado
de alteración de su ánimo y. por tanto, disminuido sus facultades de control.

4. ANTIJURIDICIDAD

U na vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los


elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del homicidio por
emoción violenta previsto en el artÍCulo 109 del Código Penal, el operador jurídico
pasará inmediatamente a analizar el segundo elemento o nivel denominado
antijuridicidad. Es decir, se entrará a determinar si la conducta es contraria al
ordenamiento jurídico O en su caso, concurre alguna causa de justificación de las
previstas y sancionadas en el artículo 20 del Código Penal. De ese modo el
operador jurídico analizará si en el homicidio emocional concreto concurre la legítima
defensa o el estado de necesidadjustificante o el agente actuó por una fuerza fisica
irresistible o compelido por un miedo insuperable o en cumplimiento de un deber.

Se configura la legítima defensa por ejemplo en el siguiente caso: Juan Vílchez, al


regresar repentinamente a su domicilio, en su propio dormitorio encuentra a su
cónyuge en pleno adulterio; ante tal espectáculo, lleno de celos y rabia cogió su
correa de cuero y comenzó a castigar a la adultera, escapándose el amante, en tales
circunstancias, esta se dirigió al comedor que se encontraba a dos pasos del
dormitorio y, rápidamente, cogió el cuchillo de cocina y comenzó a amenazar a Juan
Vílchez afirmando que lo iba a matar porque ya no le servía ni en la cama, instantes
que viendo amenazada su vida, Juan saca el revólver que portaba y disparó un solo
tiro con dirección al corazón causando instantáneamente la muerte de la adultera.

Si se concluye que en el homicidio concurre alguna causa de justificación, la


conducta homicida será típica pero no antijurídica y, por tanto, será irrelevante pasar
a analizar el tercer elemento del delito conocido como culpabilidad.

5. CULPABILIDAD

Si después de analizar la conducta típica de homicidio emocional se llega a la


conclusión que no concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al
ordenamiento jurídico, inmediatamente se entrará a determinar si aquella conducta
homicida puede ser atribuida o imputable a su autor. En consecuencia, se analizará
si la persona a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica es imputable
penalmente, es decir, goza de capacidad penal, para responder por su acto
homicida. En este aspecto, por ejemplo, tendrá que determinarse, en primer lugar, la
edad biológica del autor del homicidio por emoción violenta.

Luego, determinará si tenía conocimiento que su actuar homicida era antijurídico, es


decir, contrario a todo el ordenamiento jurídico. Pero, de modo alguno, no se
requiere un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un conocimiento
paralelo a la esfera de un profano, o mejor, un conocimiento que se desprende del
sentido común que gozamos todas las personas normales. Finalmente, se entrará a
analizar si el agente tuvo o no alternativa diferente a cometer el delito de homicidio
emocional.

6. CONSUMACIÓN

El agente perfecciona el delito en sede cuando logra poner fin a la vida del sujeto
pasivo concurriendo en su accionar los elementos descritos. Todos deben de
concurrir. A falta de uno de ellos, el delito perfeccionado será el de homicidio simple
o asesinato, según sea el caso. Es irrelevante el modo y las formas empleadas.
La participación es posible en todas sus modalidades. De acuerdo al auxilio o
asistencia del partícipe al autor principal en la comisión del homicidio atenuado, se le
sancionará aplicando el artículo 25 de la parte general del corpus juris penale. Ello
por los mismos fundamentos ya esgrimidos al analizar la conducta delictiva conocida
con el nomen iuns de "parricidio".

7. TENTATIVA

Al ser un delito de comisión, ya sea por acción u omisión, y de resultado lesivo al


bien jurídico vida, es posible que el accionar homicida se quede en grado de
tentativa.

8. PENALIDAD

Después del debido proceso y verificado la concUlTencia de los diversos requisitos


indicados, el acusado de homicidio por emoción violenta será pasible de ser
condenado a pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de cinco años.

Tratándose de un parricidio atenuado, el autor será merecedor a una pena privativa


de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años. Todo ello de acuerdo con la
forma, circunstancias, medios empleados para la perpetración del hecho punible y la
personalidad del autor o autores.

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Subcapítulo 6

Infanticidio
1. TIPO PENAL

La conducta delictiva que se conoce con el nomen iurn de infanticidio se encuentra


regulado en el tipo penal del artículo 110 del código sustantivo, el que literalmente
señala:

La madre que mata a su hijo durante el parto o bajo la influencia del estado
puerperal, será reprimida con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor
de cuatro años o con prestación de servicio comunitario de cincuenta y dos a ciento
cuatro jornadas.

2. TIPICIDAD OB]ETNA
El infanticidio se configura cuando la madre ocasiona, ya sea por acción u omisión,
la muerte dolosa del producto de su gestación durante o en circunstancias del parto
o cuando se encuentre bajo los efectos del estado puerperal.
Aun cuando en la doctrina nacional ni en la jurisprudencia hay acuerdo unánime
sobre el contenido de las frases "durante el parto" y "estado puerperal", nosotros
sostenemos que aquellas frases deben ser entendidas haciendo uso de la ciencia
médica. De ahí que para resolver cada caso concreto, los médicos legistas y
profesionales en psicología serán de importante asesoramiento.

2.1. Durante el parto

En la ciencia médica, se entiende por parto a la función fisiológica natural mediante


el cual el producto del embarazo es expulsado del vientre materno al mundo exterior.
Ello significa que se inicia desde el momento que la gestante comienza a sentir
intensos dolores que avisan el inminente nacimiento y finaliza cuando es totalmente
expulsado al exterior el nuevo individuo.

En forma más precisa, el parto se inicia con lo que comúnmente los obstetras,
obstetrices y ginecólogos llaman dilatación (desde uno a diez cm.), pues desde esos
instantes, el producto de la gestación tiene vida independiente. Ha cumplido el
período biológico de nueve meses y se encuentre expedito para desarrollar su vida
en el mundo exterior. Ya sea expulsado naturalmente por la madre, o extraído
mediante intervención quirúrgica conocida como cesárea-, el individuo tiene todas
las posibilidades biológicas para hacer vida normal en el mundo exterior sin ser
necesario ningún instrumento mecánico, como sí sería indispensable de ser extraído
antes que se inicien aquellos intensos dolores del parto. Situación fácilmente
verificable por la ciencia médica que ha adquirido real importancia y eficacia en la
actualidad. En suma, los intensos dolores producto del inicio del parto, constituye el
hito fundamental para diferenciar un homicidio simple o infanticidio con el aborto
(146).

En consecuencia, pensar que la vida humana independiente se inicia con la


percepción visual de la persona en la fase del alumbramiento del parto, una vez que
comienza a salir del claustro materno, pues es "más reprochable matar lo que se ve
que lo que no se ve" (147), no tiene asidero en nuestro sistema jurídico penal,
debido que si ese hubiese sido el razonamiento del legislador nacional, nada se
oponía que en lugar de decir "durante el parto", hubiese indicado "durante el
nacimiento" en el tipo penal correspondiente al infanticidio. Ello debido que desde
todo punto de vista, son términos claramente definidos por la Real Academia de la
Lengua Castellana. Realizar interpretación diversa y darle otro significado a las
palabras debidamente conceptualizadas, ocasiona seria distorsión en la dogmática
penal, originando equívocos y cuando no injusticias en la praxis judicial.

Además, sustenta nuestra posición el hecho que para nuestro legislador no era nada
nuevo indicar "durante el nacimiento", si aquello hubiese sido su intención, pues el
artículo 242 del Código Penal de 1863 regulaba el infanticidio en los términos
siguientes: "La mujer de buena fama que por ocultar su deshonor matare a su hijo en
el momento de nacer, sufrirá cárcel". Aquí tenemos un antecedente legislativo, en
donde se tenía como límite del infanticidio, el dar muerte durante el nacimiento. En
consecuencia, alegar que el legislador ha incurrido en error de técnica legislativa al
mencionar "durante el parto" en lugar de decir "durante el nacimiento" en el tipo
penal del articulo 110, no tiene mayor fundamento.
Por otro lado, resulta explicable que los penalistas españoles Muñoz Conde (148) y
Enrique Gimbernat, entre otros, defiendan o sustenten la posición de la percepción
visual, pues el articulo 410 del Código Penal español ya derogado, pero comentado
por aquellos, al tipificar la figura del infanticidio indicaba: "la madre que para ocultar
su deshonra matare al hijo recién nacido". Aquí, claramente se indica que el sujeto
pasivo será siempre un recién nacido, para nada se hace alusión "durante el parto"
como aparece en el tipo penal del Código Penal peruano. En consecuencia, es
compatible que para el sistema jurídico penal español tenga asidero la teoría de la
percepción visual, tan igual como lo es para el sistema penal argentino que utiliza
igual fórmula legislativa al tipificar el delito de infanticidio (149). Pero, de modo
alguno, podemos sustentarla en nuestro sistema jurídico penal. También resulta
necesario indicar que la figura autónoma del infanticidio ha sido suprimida en el
Código Penal español de 1995, al punto que en la actualidad interpretativamente
solo se constituye en agravante del homicidio simple tipificado en el artículo 138 del
citado texto punitivo.

En suma, para nuestro sistema jurídico penal se configurará el infanticidio en


circunstancias o durante el parto, cuando la madre de muerte a su hijo en el periodo
comprendido entre el inicio de los intensos dolores y la expulsión total al exterior del
nuevo ser.

2.2. Bajo la influencia del estado puerperal

El estado puerperal se entiende como aquel periodo que transcurre desde el


nacimiento del niño hasta que los órganos genitales y el estado psicológico de la
recién madre vuelvan a su normalidad anterior a la gestación. Resulta, como efecto
natural del parto, la alteración psicológica de la madre, ocasionando una disminución
en su capacidad de entendimiento y sus frenos inhibitorios, ello como consecuencia
lógica del sufrimiento físico vivido durante el parto y la debilidad al haber perdido
abundante líquido sanguíneo y cuando no, el latente sentimiento de no querer al
recién nacido ya sea por circunstancias éticas o económicas.
Roy Freyre (150) enseña que estado puerperal es el tiempo que transcurre sin que
la madre se haya recuperado todavía de las alteraciones psico-física propias del
embarazo y alumbramiento. La palabra "estado" permite dar una idea clara que se
trata de un proceso donde se presentan sucesivos modos de ser de una situación
personal sujeta a cambio. En consecuencia, si la madre durante este estado da
muerte a su hijo recién nacido, será autora del delito de infanticidio. Caso contrario,
de verificarse la inexistencia del estado puerperal al momento de dar muerte a su
hijo, la conducta homicida de modo alguno constituirá infanticidio sino parricidio y,
por tanto, la pena a imponerse será mayor.

Finalmente, al ser unánime la doctrina en el sentido que el tiempo que dura el estado
puerperal es incierto y varía de una mujer a otra, su fijación se determinará en cada
caso concreto que la realidad presente. Situación que será determinada con el
apoyo de los expertos en la ciencia médica y psicológica y sobre la base de las
circunstancias en que ocurrieron y rodearon a los hechos.

2.3. Fundamento del privilegio punitivo

Al revisar la literatura penal sobre las razones que privilegian la figura del infanticidio,
mayormente enconU-amos que la razón fundamental resulta ser el matar para
mantener el honor, la buena fama de la agente. El privilegio tiene un fundamento
honoris causa. En tanto que otros sustentan la atenuación de la pena solo en el
estado puerperal. Finalmente, hay quienes tratan de hacer una mixtura entre honoris
causa e impetus do/mis, es decir, fundamentan el privilegio entre el matar por honor
y el matar durante el estado puerperal. Sin embargo, en la actualidad nadie puede
sustentar seriamente que el infanticidio se privilegie por razones de honor o fama.
Ello ha quedado obsoleto en la sociedad moderna que nos ha tocado vivir.

En esta época de modernidad o, porque no, de postmodernidad se tiene claro que


las razones que fundamentan el privilegio del infanticidio lo constituye la disminución
de la imputabilidad de la agente, al actuar durante el estado del parto o bajo la
influencia del estado puerperal. Las especiales circunstancias en las que actúa el
sujeto activo constituyen el fundamento del privilegio punitivo del injusto penal de
nomen iuns infanticidio. "La atenuación se explica por los trastornos psíquicos que
ocasionan en la mujer los significativos cambios físicos propios del embarazo y del
parto" (151). Nadie puede objetar fundadamente que las especiales condiciones en
las que el agente desarrolla la conducta homicida, 1 justifiquen en cierto modo y
medida su actuar. Por ello se afirma que el infanticidio aparece como un delito
especial impropio de naturaleza sui genelis debido que determina la atenuación de la
punibilidad. Creemos que con el avance de la ciencia médica actual, no tiene
sustento afirmar (como lo hacía en los años cuarenta, el argentino José Peco) que el
estado puerperal es vago, incierto y peligroso.

Por otro lado, de ningún modo puede sostenerse, que el fundamento del privilegio
punitivo del que goza el delito en sede, lo constituya el hecho que la víctima sea un
recién nacido o naciente como al parecer opinan Villavicencio (152), Bramont-Arias
Torres/García Cantizano (15S) y Villa Stein (154). Aceptar tal posición es arbitralio,
no compatible con nuestro sistema jurídico, en donde el bien jurídico "vida" tiene el
mismo valor en todos los delitos que le afectan o ponen en peligro. No se acepta
alguna diferencia entre una vida independiente y otra. Por lo demás, no entendemos
de donde salió tal planteamiento, pues por la forma cómo aparece redactado el tipo
penal, no se evidencia mínimamente que la minorante sea consecuencia de la
calidad o condición del sujeto pasivo. La condición consistente en que la víctima se
encuentre en inminente nacimiento, naciente o nacido, para nada influye en la
atenuación de la pena. Tampoco el parentesco constituye razón para que opere la
minorante.

2.4. Bien jurídico tute1ado

Lo constituye la vida humana independiente entendida como aquella que no necesita


ningún mecanismo artificial para desarrollarse y desenvolverse en este mundo. Esto
es, desde el momento en que el individuo trata o mejor dicho intenta, en forma
natural, salir del vientre de la madre hacia adelante. En otros términos, desde la
circunstancia fácilmente verificable por la ciencia médica, como lo es el inicio de los
intensos dolores, aparece el bien jurídico protegido por el hecho punible de
infanticidio.

2.5. Sujeto activo

Por la misma construcción del tipo penal, solo es posible que la madre biológica del
naciente o recién nacido sea sujeto activo del ilícito penal de infanticidio. Se conoce
como un típico delito de propia mano. El infanticidio viene a constituir un delito
especial impropio, pues la condición del sujeto activo solo atenúa la penalidad. En
tanto, si la madre no actúa bajo las circunstancias anotadas en el tipo penal, será
autora del ilícito de parricidio. La atenuante no alcanza a otros parientes, de tal modo
que si el padre del recién nacido da muerte a este, su conducta será adecuada para
la figura del parricidio. Con la condición impuesta por el legislador de que solo sujeto
activo puede ser la madre biológica del naciente o nacido, se está dando a entender
que de modo alguno la calidad de vida del sujeto pasivo, es el fundamento para la
atenuación de la pena. Si otro pariente, diferente a la recién madre, o un extraño
pone fin a la vida del naciente o nacido, su conducta no será adecuada a la figura
del infanticidio, sino, según sea el caso, al parricidio u homicidio simple.

2.6. Sujeto pasivo

De acuerdo con lo expuesto, solo serán sujetos pasivos de infanticidio el individuo


que se encuentra en inminente nacimiento, el que está naciendo y el ya nacido que
se encuentra desarrollándose normalmente durante el período en que la madre se
encuentra bajo los efectos del estado puerperal. Le asiste razón a Bramont-Arias
Torres/García Cantizano (155) cuando afirman que si la madre matara bajo la
influencia del estado puerperal a otro hijo, distinto del recién nacido, estaríamos ante
a un caso de parricidio posiblemente atenuado por disminución de la culpabilidad de
la mujer, pero no infanticidio. Incluso si la recién madre en estado puerperal da
muerte a otro niño que no es su hijo, su conducta homicida se subsumirá en el tipo
penal del homicidio pero jamás en el tipo penal de infanticidio. Esto se deduce del
mismo tenor literal del texto del artículo 110 del Código Penal. Donde se relaciona
directamente el momento del parto y del estado puerperal con la figura de "su hijo".

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Necesariamente se requiere la presencia del dolo al momento de realizarse el hecho


punible, es decir, de conciencia y voluntad homicida. Sin la constatación efectiva de
aquel elemento subjetivo, no habrá infanticidio sino homicidio por negligencia o
también podrá declararse la inimputabilidad de la madre, en caso de constatarse una
grave alteración de la conciencia que afecte gravemente el concepto de la realidad.
Ello en aplicación del artículo 20 inciso 1 del corpus juris penale. Esto último ocurriría
cuando la madre actúe bajo los efectos de una fiebre puerperal, por ejemplo.

No obstante, es suficiente evidenciar el dolo eventual en la conducta desarrollada


por la madre para imputarle infanticidio, es decir, la madre percibe el resultado
muerte de su hijo como posible mediante su comportamiento y circunstancias, sin
embargo, lo asume y acepta al seguir actuando de la misma manera. En ese
sentido, no compartimos posición con Villa Stein (156) cuando afirma que "el
fundamento de la atenuación del infanticidio radica en la supuesta y grave alteración
psicofisiológica de la parturienta que hace que su intervención filicida sea coherente
solo con el dolo directo de primer grado, intencional o inmediato, pues el dolo
eventual o condicionado presupone una capacidad de cálculo, un estado de alerta,
una concentración sobre un objeto criminal distinto del que se da cuando el ánimo
persigue la muerte del infante, ligado en la hipótesis del dolo eventual a la
conciencia del autor de manera concomitante pero remota".

En cuanto al error, cabe indicar que de presentarse será resuelto aplicando los
principios generales ya expuestos ut supra.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del infanticidio previsto
en el artículo 110 del Código Penal, el operador jurídico pasará inmediatamente a
analizar el segundo elemento o nivel denominado antijuridicidad. Es decir, se entrará
a determinar si la conducta es contraria al ordenamiento jurídico o en su caso,
concurre alguna causa de justificación de las previstas y sancionadas en el artículo
20 del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si en el infanticidio
concreto concurre un estado de necesidad justificante o el agente actuó por una
fuerza física irresistible o compelido por un miedo insuperable.

Si se concluye que en el infanticidio concurre alguna causa de justificación, la


conducta homicida será típica pero no antijurídica y, por tanto, será irrelevante pasar
a analizar el tercer elemento del delito conocido como culpabilidad.
5. CULPABILIDAD

Si después de analizar la conducta típica de infanticidio se llega a la conclusión que


no concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al ordenamiento
jurídico, inmediatamente se entrará a determinar si aquella conducta homicida puede
ser atribuida o imputable a su autora. En consecuencia, analizará si la madre a quien
se le atribuye la conducta típica y antijurídica es imputable penalmente, es decir,
goza de capacidad penal, para responder por su acto homicida. En este aspecto por
ejemplo, tendrá que determinarse en primer lugar, la edad biológica de la autora del
infanticidio.

Luego, determinará si tenía conocimiento que su actuar homicida era antijurídico, es


decir, contrario al ordenamiento jurídico del país. De modo alguno se requiere un
conocimiento específico, sino simplemente un conocimiento paralelo a la esfera de
un profano, o mejor, un conocimiento que se desprende del sentido común que
gozamos todas las personas normales. Finalmente se entrará a analizar si el agente
tuvo o no alternativa diferente a cometer el delito.

6. CONSUMACIÓN

El delito se perfecciona en el instante que el agente pone fin a la vida de su


indefensa víctima. Es irrelevante determinar los medios y la forma empleada para
calificar el delito, pudiendo ser por estrangulamiento, por inanición, sumersión,
sepultamiento, etc. La participación también es posible, siendo de aplicación lo
dispuesto en el artículo 25 del código sustantivo con igual razonamiento a lo dicho
en lo referente al parricidio. Ello aun cuando los tratadistas nacionales de derecho
penal, más por costumbre o tradición que por argumentos consistentes, sean de
contraria opinión alegando que para resolver la responsabilidad de los instigadores y
cómplices debe recurrirse al artículo 26 del Código Penal.

Por otro lado, por ser benigna la pena, puede aparecer una injusticia que a un
partícipe que no se encuentre en las especiales circunstancias que exige el tipo
penal para el agente, sea merecedor de la atenuante o minorante. Sin embargo, este
supuesto de ningún modo puede ser un argumento para romper los principios
generales de la figura penal de participación, sino por el contrario, debemos alegar
que la aplicación de las consecuencias jurídicas del delito será graduada por el
juzgado teniendo la posibilidad de imponerle el máximo de pena previsto en el tipo
penal, al ser mayor su culpabilidad respecto de la autora principal.

7. TENTATIVA

Es posible la tentativa al ser el infanticidio un hecho punible de resultado lesivo al


bien jurídico vida. Por ejemplo, se presenta cuando la madre después de dos días
de haber tenido un parto complicado, se dispuso a dar muerte al causante de sus
intensos dolores mediante sumersión, siendo el caso que cuando ya tenía al recién
nacido por dos minutos deb,yo de agua, hizo su aparición su cónyuge y padre de la
ctiatura, evitando que se produzca el resultado letal luego de un alterado forcejeo.

8. PENALIDAD.

Después del debido proceso donde queda claro la forma, medios y circunstancias en
que actuó el sujeto activo, así como su personalidad, la autoridad jurisdiccional
podrá imponerle una pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro
años, o también de acuerdo a las circunstancias le impondrá una pena limitativa de
derechos de prestación de servicio comunitario de cincuenta y dos a ciento cuatro
jornadas. Esto es, facultativamente, el juzgador le impondrá una pena privativa de la
libertad o una pena limitativa de derechos.

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Subcapítulo 7

Homicidio culposo
l. TIPO PENAL

El homicidio culposo o conocido también en otras legislaciones como homicidio por


negligencia, por culpa, no intencional, por imprudencia o por impericia, esta
sancionado en el tipo penal del artículo 111 del código sustantivo, el mismo que ha
sido modificado por la Ley Nº 27753 del 09 de junio de 2002 teniendo, actualmente,
el siguiente contenido:

El que, por culpa, ocasiona la muerte de una persona, será reprimido con pena
privativa de libertad no mayor de dos años o con prestación de servicio comunitario
de cincuenta y dos a ciento cuatro jornadas.
La pena privativa de la libertad será no menor de cuatro años ni mayor de ocho años
e inhabilitación, según corresponda al artículo 36 incisos 4, 6 Y 7, cuando el agente
haya estada conduciendo un vehículo motorizado bajo el efecto de estupefacientes
() en estado de ebriedad, con presencia de alcohol en la sangre en proporción mayor
de 0.5 gramos-litro, o cuando sean varias las víctimas del mismo hecho o el delito
resulte de la inobservancia de reglas técnicas de tránsito.

La pena será no mayor de cuatro años si el delito resulta de la inobservancia de


reglas de profesión, de ocupación o industria y cuando sean varias las víctimas del
mismo hecho, la pena será no mayor de seis años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito se perfecciona cuando el sujeto activo ocasiona la muerte del sujeto pasivo
por haber obrado culposamente. El agente obra por culpa cuando produce un
resultado dañoso al haber actuado con falta de previsión, prudencia o precaución,
habiendo sido el resultado previsible o, previéndole, confía en poder evitarlo.
Aparece el homicidio culposo cuando la conducta del agente afecta el deber objetivo
de cuidado y como consecuencia directa deviene el resultado letal para el sujeto
pasivo. De allí que la relación entre acción y resultado, o si se prefiere, la imputación
objetiva del resultado a la acción que le ha causado, deviene en presupuesto mínimo
para exigir una responsabilidad por el resultado producido. Es decir, entre la acción y
el resultado debe mediar un nexo de causalidad, una relación entre la conducta
realizada y el resultado producido, sin interferencias de factores extraños, como es
propio de todo delito cuya acción provoca una modificación en el mundo exterior.

De ese modo, el delito imprudente solo está completo cuando se comprueba un


resultado que es consecuencia de la conducta que infringe un deber objetivo de
cuidado, el cual crea, a su vez, un riesgo típicamente relevante que se concretiza en
el resultado (muerte) y se mantiene él mismo dentro de los alcances del tipo del
homicidio imprudente (157).

Este aspecto aparece pedagógicamente explicado en la Ejecutoria Superior del 24


de abril de 1998, donde se afirma "que, respecto al tipo del injusto imprudente hay
que tener en cuenta lo señalado por la doctrina en el sentido que: -actúa culposa o
imprudentemente el que omite la diligencia debida-o ( ... ), se trata, por lo tanto de la
infracción del deber de cuidado, o sea, de las normas de conducta exigibles para el
caso, las cuales se extraen de la experiencia común y no dependen necesariamente
de Leyes o reglamentos. Se tata de un deber objetivo en cuanto que es el que
hubiera observado un ciudadano medio en tales condiciones y con los
conocimientos específicos del agente (. .. ); que, por lo tanto, si la acción se realiza
con la diligencia debida, aunque sea previsible un resultado, se mantiene en el
ámbito de lo permitido jurídicamente y no se plantea problema alguno; pues, la
acción objetivamente imprudente, es decir; realizada sin la diligencia debida que
incrementa de forma ilegítima el peligro de que un resultado se produzca es, junto
con la relación de causalidad, la base y fundamento de la imputación objetiva del
resultado ... ; que, en este sentido lo contrario seria afirmar que el riesgo socialmente
aceptado y permitido que implica conducir un vehículo motorizado, desemboca
definitivamente en la penalización del conductor; cuando produce un resultado no
deseado; ya que seria aceptar que el resultado es una pura condición objetiva de
penalidad y que basta que se produzca, aunque sea fortuitamente, para que la
acción imprudente sea ya punible; sin embargo, tal absurdo se desvanece en el
ámbito doctrinario de la teoría de la imputación objetiva, en el sentido de que solo
son imputables objetivamente los resultados que aparecen como realización de un
riesgo no permitido implícito en la propia acción; en consecuencia, la verificación de
un nexo causal entre acción y resultado no es suficiente para imputar ese resultado
al autor de la acción" (158).

Roy Freyre (159) enseña que puede definirse el homicidio culposo como la muerte
producida por el agente al no haber previsto el posible resultado antijurídico de su
conducta, siempre que debiera haberlo previsto y dicha previsión era posible
(homicidio por culpa inconsciente), o habiéndole previsto, confía sin fundamento en
que no se producirá el resultado letal que el actor se representa (culpa consciente).

El comportamiento del agente vulnera el deber objetivo de cuidado (elemento


fundamental en los delitos culposos, destacado por vez primera en 1930 por el
alemán Engisch) que le exige la ley. Por deber de cuidado debe entenderse aquel
que se exige al agente que renuncia a un comportamiento peligroso o que tome las
precauciones necesarias y adaptadas al comportamiento peligroso, con la finalidad
de evitar poner en peligro o lesionar bienes jurídicos protegidos. En términos de
Villavicencio (160), siguiendo a Tavares, el deber de cuidado -dada la estructura de
los delitos culposos- está integrado por el deber de reconocimiento del peligro para
el bien jurídico y, después, por el deber de abstenerse de las medidas cautelosas.
La acción realizada por el autor supone la inobservancia del cuidado objetivamente
debido. En términos jurisprudenciales, "se entiende por deber objetivo de cuidado al
conjunto de reglas que debe observar el agente mientras desarrolla una actividad
concreta a título de profesión, ocupación o industria, por ser elemental y ostensible
en cada caso como indicadores de pericia, destreza o prudencia (velocidad
adecuada, desplazamiento por el carril correspondiente, estado psicosomático
normal, vehículo en estado electromecánico normal y contar con licencia de conducir
oficial; reglas aplicables al caso del chofer)" (161).

A efectos de configurarse la infracción del deber objetivo de cuidado se requiere que


el agente esté en posición de garante respecto de la víctima. Así, por ejemplo, el
salvavidas de una piscina es garante de la vida de todos los bañistas que concurren
a ella durante su horario de labor, cosa que no sucede entre los banistas. Esto es, si
un bañista que ve que otro de su costado se esta ahogando y no interviene de modo
alguno podrá imputársele el delito de homicidio culposo, debido que no tenía la
posición de garante respecto del ahogado y menos creó o aumentó el peligro.
Para la dogmática peruana representada por Hurtado Pozo, Villavicencio Terreros,
Salinas Siccha y Castillo Alva, la acción puede ser por comisión u omisión. En
contra, Roy Freyre (162), quien comentando el código derogado, enfatiza, sin mayor
fundamento, que para el actual desarrollo de la Dogmática Penal en cuanto al delito
imprudente, "no es posible pensar en la dogmática peruana respecto a la existencia
de un homicidio culposo por omisión, menos aún por comisión omisiva". Se imputará
homicidio culposo por omisión al médico de guardia que sin dar importancia al caso,
sigue hablando por teléfono y no atiende inmediatamente al paciente que se asfixia
por aspiración de contenido gástrico, pese a que la enfermera le insiste que es
urgente su intervención.

El deber de cuidado debido se origina de fuentes diversas como los reglamentos de


tránsito, de deporte, de hospitales, de minería, de arquitectura, de ingeniería, etc.; y
ante la ausencia de reglamentaciones se aplica las reglas de la experiencia general
de la vida. En estas circunstancias debe aparecer una mediana inteligencia y el
sentido común en el operador jurídico para apreciar los hechos de acuerdo a su
sana crítica e identificar si la conducta del sujeto activo afectó algún deber de
cuidado exigido. Caso contrario, si el operador de justicia, después de apreciar los
hechos, llega a la conclusión que no se lesionó algún deber objetivo de cuidado, el
delito culposo no aparece. Ello debido que el derecho penal no puede obligar a
nadie más allá de la observancia del cuidado que objetivamente era exigible en el
caso concreto. Sólo la inobservancia del deber objetivo de cuidado convierte a la
conducta en acción típica imprudente. De ese modo deviene en límite de la
responsabilidad culposa el denominado principio de confianza, según el cual no viola
el deber objetivo de cuidado la acción del que confía en que otro, relacionado con el
desempeño de alguna profesión, tarea o actividad, se comportará correctamente
(163).

De tal forma, si se determina que el agente al actuar lo ha hecho observando el


deber objetivo de cuidado, así produzca un resultado letal, su conducta no será
punible por atípica. Así la Ejecutoria Superior del 28 de setiembre de 2000 establece
que "revisado lo actuado, no advertiTnos ningún elemento probatorio que de manera
objetiva muestre que el encausado, en su condición de conductor del vehículo de
placa de rodaje ... , haya in observado algún deber de cuidado o diligencia debida
que le eran exigibles en el momento del hecho o, que efectivamente debía prever la
incursión del agraviado a la zona de circulación vehicular por donde conducía dicha
unidad, sino por el contrario, en las conclusiones del atestado policial se considera
como factor predominante de producción del accidente a la acción del propio
agraviado al invadir la calzada destinada a la circulación vehicular sin adoptar las
precauciones del caso, a lo que debe agregarse la uniforme versión del encausado
en el sentido de sostener que el agraviado ingresó a la vía de manera intempestiva
no obstante haber fijado su mirada a la dirección de circulación vehicular, no
permitiendo, por tanto, realizar ninguna maniobra evasiva; que, para reprochar pena
lmen te al agente a título de culpa, no basta la verificación del resultado objetivo,
sino que, además, este deber ser el resultado del incremento del riesgo no permitido
implícito en la conducta del agente, lo cual no se presenta en el caso que no ocupa"
(164).

En ese sentido, se sostiene que el itinerario del hecho punible culposo sería:
voluntad de realizar una acción lícita, posibilidad de prever un resultado lesivo, deber
de evitarlo comportándose de acuerdo con lo que se le exigía y esperaba que
hiciera, y, producción de aquel resultado por falta de previsión o por una previsión
defectuosa [homicidio para este caso]. Si el agente produjo una muerte que no
previó, dicho resultado casual y fortuito no le será jurídicamente atribuible y, por
tanto, reprochable (165).
Resulta importante señalar que el agente de un delito culposo no quiere ni persigue
un resultado dañoso a diferencia del hecho punible por dolo. Su acción (consiente y
voluntaria) no está dirigida a la consecución de un resultado típico, sino ocurre por
falta de previsión (166). Aquí el agente de ningún modo persigue dar muerte a
persona alguna, el resultado letal se produce por falta de previsión, debiendo o
pudiendo hacerlo cuando aquel realiza una conducta lícita. No obstante, entre la
acción imprudente y el resultado lesivo debe mediar una relación de causalidad
(manejar el vehículo que ocasionó el accidente; construir el edificio que después se
desplomó; atender al paciente que después murió; etc.) , es decir, una circunstancia
de conexión que permita imputar ya en el plano objetivo ese resultado concreto que
ha producido el autor de la acción culposa.
La Corte Suprema en el caso real etiquetado por la doctrina nacional como "Rock en
Río", aplicando la teoría de la imputación objetiva, en el Ejecutoria del 13 de abril de
1998, llegó a la conclusión que el procesado no había cometido el delito de
homicidio culposo por el cual fue sentenciado en la Corte Superior de Huaraz. Para
ello hizo uso del siguiente razonamiento: "en el tipo objetivo de los delitos culposos o
imprudentes exige la presencia de dos elementos: a) la violación de un deber
objetivo de cuidado, plasmado en normar jurídicas, normas de la experiencia,
normas del arte, ciencia o profesión, destinadas a orientar diligentemente el
comportamiento del individuo, y b) la producción de un resultado típico imputable
objetivamente al autor por haber creado o incrementado un riesgo jurídicamente
nlevante, que se ha materializado en el resultado lesivo del bien jurídico, que, en el
caso de autos no existe violación del deber objetivo de cuidado en la conducta del
encausado José Luis Soriano Olivera al haber organizado el festival bailable "Rock
en Río" el tns de junio de mil novecientos noventa y cinco en la localidad de Caraz,
contando con la autorización del Alcalde del Consejo Provincial de dicha ciudad, el
mismo que fuera nalizado en una explanada a campo abierto por las inmediaciones
de un puente colgante ubicado sobre el Río Santa, tal como se despnnde de las
tomas fotográficas ( ... ), aconteciendo que un grupo aproximado de cuarenta
personas en estado de ebriedad se dispusieron a bailar sobre el mencionado puente
colgante ocasionando el desprendimiento de uno de los cables que lo sujetaba a los
extremos, produciéndose la caída del puente con sus ocupantes sobre las aguas del
Río Santa en el que perecieron dos personas a causa de una asfixia por inmersión y
traumatismo encéfalo craneano (. .. ) quedando asimismo heridos muchos otros;
que, en efecto, no puede existir violación del deber de cuidado en la conducta de
quien organiza un festival de rock con la autorización de la autoridad competente,
asumiendo al mismo tiempo las precauciones y seguridad a fin de evitar riesgos que
posiblemente pueden derivar de la realización de dicho evento, porque de ese modo
el autor se está comportando con diligencia y de acuerdo al deber de evitar la
creación de riesgo; que, de otro parte, la experiencia enseña que un puente colgant¿
es una vía de acceso al tránsito y no una plataforma bailable como imprudentemente
le dieron uso los agraviados creando así sus propios riesgos de lesión; que, en
consecuencia, en el caso de autos la conducta del agente de organizar un festival de
rock no creó ningún riesgo jurídicamente relevante que se haya realizado en el
resultado, existiendo por el contrario una autopuesta en peligro de la propia víctima,
la que debe asumir las consecuencias de la asunción de su propio riesgo, por lo que
conforme a la moderna teoría de la imputación objetiva en el caso de autos "el obrar
a propio riesgo de los agraviados tiene una eficacia excluyente del tipo penal" (cfr.
Günther jakobs, Derecho penal Parte Genera~ Madrid, 1995, p. 307) por lo que los
hechos subexamine no constituyen delito de homicidio culposo y consecuentemente
tampoco generan responsabilidad penal" (167).

El término 'por culpa', debe entenderse en la acepción de que la acción se realiza


mediante negligencia, imprudencia, impericia e inobservancia de los reglamentos o
deberes del cargo, ello según el caso concreto, donde será necesario una
meticulosa apreciación de las circunstancias en relación del agente para saber cuál
era el cuidado exigible (168). No obstante, sin duda la capacidad de previsión que
demanda la leyes la que le exigiría a cualquier hombre de inteligencia normal.

Se obra por negligencia cuando el agente no toma las debidas precauciones y


prudencia en su accionar. Obra negligentemente quien omite realizar un acto que la
prudencia aconseja realizar. En la negligencia hay un defecto de acción y un defecto
en la previsión del resultado.

Aparece la imprudencia cuando el autor realiza la acción por actos inusitados,


precipitados y fuera de lo corriente, de los cuales debió abstenerse por ser capaces
de producir un resultado lesivo para determinado bien jurídico por las mismas
circunstancias que lo rodean. Obra imprudentemente quien realiza un acto que las
reglas de la prudencia aconsejan abstenerse. Es un hacer de más, un plus o un
exceso en la acción.

Se imputará impericia -también conocida en la doctrina como culpa profesional-, al


agente cuando este sin estar debidamente preparado o capacitado para realizar
determinada acción peligrosa, lo realiza sin prever el resultado dañoso. En suma, la
impericia es la falta o insuficiencia de aptitudes para el ejercicio de una profesión o
arte que importa un desconocimiento de los procedimientos más elementales. Por
ejemplo, cometerá homicidio culposo el médico cirujano que a consecuencia de
haber ejecutado una operación difícil y riesgosa, sabiendo o siendo consciente que
no estaba suficientemente preparado, produjo la muerte de su paciente.

Por último, la inobservancia de los reglamentos y deberes del cargo configuran un


supuesto de culpa punible que puede derivar de cualquier normativa de orden
general emanada de autoridad competente. Se trata de la inobservancia de
disposiciones expresas (ley, reglamento, ordenanzas municipales, etc.,) que
prescriben determinadas precauciones que deben observarse en actividades de las
cuales pueden derivar hechos dañosos. El desconocimiento u omisión de ellas
genera una hipótesis de responsabilidad culposa,.en la medida que el obrar de ese
modo causara un resultado dañoso típico. Por ejemplo, se configura esta modalidad
de culpa cuando el chofer por in observar las reglas de tránsito que prescriben
manejar a velocidad prudencial por inmediaciones de los colegios, maneja a
excesiva velocidad y como consecuencia atropella a un estudiante que cruzaba la
vía, causándole instantáneamente su muerte por TEC grave. En nuestro sistema
penal, este tipo de culpa deviene en agravante del homicidio culposo; en efecto, en
el segundo párrafo del artículo 111 se prevé que se agrava la conducta y es
merecedora de mayor pena, "cuando el delito resulte de la inobservancia de reglas
técnicas de profesión, de ocupación o industria".

Cabe resaltar que con la tipificación penal de determinados comportamientos


culposos, lo único que se persigue es motivar a los ciudadanos para que, en la
realización de acciones que puedan ocasionar resultados lesivos para bienes
jurídicos trascendentes (como la vida, la integridad física, etc.) , empleen el máximo
cuidado que es objetivamente necesario para evitar que se produzcan, mejor dicho,
para que actúen con la diligencia debida.

Finalmente, es importante señalar que el debido cuidado exigible debe ser en


condiciones normales tanto para el agente como para el sujeto pasivo, mas si las
circunstancias mismas que rodean a la víctima ya de por sí son riesgosas (por
ejemplo, intervenir a un paciente que presenta un cuadro que los médicos
denominan de alto riesgo), es casi imposible verificar objetivamente la inobservancia
de la diligencia debida.

2.1. Homicidio culposo agravado

Las circunstancias que califican el homicidio culposo se fundamentan en la mayor


exigibilidad de previsión para quienes desempeñan actividades que demandan una
buena dosis de diligencia y precaución. Aparece así el principio de confianza que
inspira el actuar dentro de la comunidad haciendo uso de medios peligrosos o
desarrollando actividades que, por su trascendencia, devienen en peligrosos y, por
tanto, exigen conocimiento y una preparación especial. En otras palabras, el
maniobrar objetos riesgosos (vehículos, aviones, barcos, etc.), o desarrollar
actividades peligrosas (la medicina, la arquitectura, la química, etc.) exigen un mayor
cuidado en el actuar normal de las personas, caso contrario, de ocasionarse un
perjuicio a algún bienjurídico por falta del cuidado debido, se estaría configurando el
delito culposo calificado. El ejercicio de actividades riesgosasexige en quien lo
practica, como profesional o técnico, un cuidado y diligencia extrema para no
aumentar el riesgo consentido y ordinario (169).

En efecto, el legislador no podía ser ajeno a tales circunstancias y así los ha previsto
como agravantes los siguientes comportamientos:

a. Cuando son vanas las víctimas del mismo hecho. Ello ocurre cuando con una
sola acción culposa el agente ocasiona la muerte de varias personas pudiendo
evitadas si hubiese actuado diligentemente y poniendo el debido cuidado. Al
referirse el tipo penal a VÍctimas solo se está refiriendo a las personas que han
perdido la vida y no a aquellas que pueden haber quedado heridas. Es decir, si a
consecuencia de la acción culposa solo una pierde la vida y las demás personas
quedan heridas, la agravante no se configura. La agravante se justifica por la
extensión del resultado ocasionado a consecuencia de una acción culposa temeraria
por parte del agente. Ocurre, por ejemplo, cuando un conductor de ómnibus
interprovincial, por mirar a un costado, arremete y atropella con consecuencias
letales a un grupo de personas que participaban en una marcha de sacrificio.

No es necesario que la muerte de las víctimas se produzca en el mismo instante o


tengan coetaneidad temporal. Solo es necesario que las muertes sean consecuencia
de la culpa, más allá de si el resultado (muerte) aparece en el mismo instante o hay
una diferencia temporal, la cual puede darse siempre que subsista la imputación
objetiva y el resultado no salga del ámbito de protección de la norma y del alcance
del tipo (170).

b. El delito resulte de la inobservancia de reglas técnicas de profesión, de


ocupación o industria. La vulneración a los deberes impuestos por desarrollar una
profesión, ocupación o industria están considerados como circunstancias que
agravan la acción culposa. Ello tiene plena justificación en el hecho que al
desempeñarse en actividades que exigen del agente la máxima diligencia en
observar las reglas técnicas que le son propias su inobservancia y como
consecuencia de ello se produce un resultado letal de determinada persona, sin
duda, hacen más reprochable la acción del sujeto activo.

La agravante se fundamenta sobre la función social que desarrolla el agente en el


conglomerado social. Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (171) enseñan que "la
justificación de la existencia de tal agravante estriba, por un lado, en la diligencia
normal que debe tener toda persona y, de otro, en la obligación y el cuidado especial
que deben demostrar en el ejercicio de su profesión". Un médico cirujano que realizó
una intervención quirúrgica sin estar debidamente preparado y a consecuencia de tal
accionar produjo la muerte de su paciente, habrá cometido homicidio culpo so con
agravante. La jurisprudencia en muchas oportunidades se ha pronunciado sobre
casos de negligencia médica, así, es de tomar en cuenta los siguientes fallos
judiciales que grafican la consumación de negligencia médica. En efecto, en el
proceso donde se juzgó a un médico que por su negligencia permitió el fallecimiento
de un recién nacido, eljuzgado Penal de Huari Ancash, el 31 de mayo de 1999,
emitió sentencia condenatoria alegando "que precisamente estas conclusiones,
enervan la declaración del inculpado, no habiendo tenido el cuidado suficiente como
así se lo exige la ética de médico para propender al florecimiento de una vida,
permitiendo que muera, por negligencia, no tomando las precauciones que el caso
requería, de encender el motor entre ellos, para el funcionamiento del grupo
electrógeno y contar así con los implementos necesarios para atender este caso de
emergencia, y que el médico debe de estar preparado, para el mismo, ya que estas
pueden presentarse en cualquier momento; que el responsable no es el personal
obstétrico, sino el galeno, produciéndose el desenlace final solo y únicamente por
descuido del inculpado; que, además, el delito de homicidio está probado con la
sindicación directa del agraviado quien ha sufrido en carne propia el poco interés de
este profesional en evitar tales consecuencias" (172).

En parecido sentido se ha pronunciado la Suprema Corte del país en otro caso de


negligencia médica, encontrando responsabilidad penal en el actuar del procesado.
Así, en la Ejecutoria Suprema del 7 de enero de 1998 se expresa "si bien es cierto el
deceso del agraviado se produjo luego de casi tres semanas de producida la
intervención quirúrgica, no es menos cierto que la inobservancia a las reglas
generales de la profesión de medicina fue lo que motivó el hecho lamentable;
acreditándose lo expuesto con el certificado de defunción, el mismo que certifica que
el agraviado falleció directamente por septicemia - shock séptico causado por
cirrosis hepática - HDA Y neumonía aguda, habiendo contribuido al resultado trágico
una infección de herida, concordándose tal dictamen con la propia versión del
procesado, en el sentido que tiene conocimiento que es imposible someter a una
operación de cirugía a los que padecen de cirrosis hepática, enfermedad que no fue
detectada por el procesado al no haber adoptado las medidas necesarias e
imprescindibles exigidas en este tipo de operaciones" (m).

También aparece la agravante cuando un arquitecto sin estar lo suficientemente


preparado se comprometió a construir un edificio, el mismo que ante el menor
temblor se derrumbó, matando a un transeúnte que circunstancialmente pasaba por
el lugar. Igual ocurre con los choferes negligentes.

Por el contrario, si no se verifica la inobservancia de las reglas técnicas por ejemplo


de tránsito, el homicidio culposo no se configura. De ese modo ha quedado
declarado en la Ejecutoria Superior del 25 de febrero de 1997 por la cual se confirmó
la sentencia absolutoria al procesado. En efecto allí se expresa "que, tal como puede
apreciarse de autos ( ... ), el accidente de tránsito en el cual se produjo la muerte del
agraviado tuvo como factores preponderantes el estado etílico en que este se
encontraba, el que según el certificado del Dosaje Etílico obrante a fojas veintiuno
alcanzaba los dos puntos cincuenta Cg/L unido al hecho que manejaba su bicicleta
sin frenos en sentido contrario al del tránsito y sin que en modo alguno esté probado
que el procesado hubiera actuado imprudentemente, pues por el contrario está
demostrado que conducía de acuerdo a las reglas de tránsito"(I74).

2.2. Bien jurídico protegido

La vida humana independiente dentro de los parámetros naturales y biológicos ya


señalados y explicados. Así aparece expresado en la Ejecutoria Superior del 28 de
diciembre de 1998:que establece que "en el delito de homicidio culposo el bien
jurídico protegido es la vida humana en forma independiente, considerándose que el
comportamiento del sentenciado ha consistido en matar a otro, dándose el nexo de
causalidad entre el comportamiento culposo y el resultado muerte"(175).

2.3. Sujeto activo

Puede ser cualquier persona, no requiriéndose alguna condición o cualidad personal


especial. Incluso, pueden cometer homicidio por culpa aquellas personas que tiene
relación de parentesco natural o jurídico con su víctima también, un inculto e ignaro
como un erudito y científico, etc.

2.4. Sujeto pasivo

La persona sobre la cual se descarga la acción culposa, también puede ser


cualquiera. Desde un naciente hasta, incluso, un enfermo incurable y que sufre de
intolerables dolores. No importa la condición en la que se encuentra la persona para
que se configure el hecho punible.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

En primer término, queda claro que en el homicidio culposo, el agente no tiene


intención de dar muerte. No actúa con el animus necandi. No quiere el resultado
letal, pero se produce por la inobservancia del deber objetivo de cuidado.

En ese sentido, la figura del homicidio culposo necesariamente requiere la presencia


de la culpa, ya sea consciente o inconsciente, en sus modalidades de imprudencia,
negligencia, impericia e inobservancia de las reglas técnicas de profesión, actividad
o industria. Entendido la culpa global como la falta de previsión, precaución,
prudencia, precognición de un resultado previsible o previéndolo se confia en poder
evitarlo. Es decir, el agente ocasiona un resultado lesivo-Ietal al actuar
culposamente, teniendo la oportunidad o alternativa de prever el resultado y
conducirse con el cuidado debido que exigen las circunstancias (culpa inconsciente).
O también se evidencia cuando se produce el resultado lesivo que el agente previó y
por exceso de confianza en evitarlo no realizó la diligencia debida (culpa
consciente).

En consecuencia, si en determinado hecho concreto no se constata aquellas


condiciones o elementos de la acción culposa, el hecho será atípico e imposible de
ser atribuido penalmente a persona alguna.

4. CONSUMACIÓN

El homicidio por culpa se perfecciona en el mismo momento que se produce el


resultado 'muerte del sujeto pasivo a consecuencia del actuar negligente del agente.
En tal forma, la simple vulneración del deber de cuidado no es suficiente para estar
frente al ilícito en hermenéutica. Resulta necesaria la producción efectiva del
resultado muerte. De modo más claro para la imputación a una persona de un
homicidio culposo no es suficiente la simple infracción del deber objetivo de cuidado,
resulta imprescindible que se verifique el resultado muerte de la víctima. Recién con
la verificación del resultado letal podemos hablar de un homicidio culposo, antes no
se configura.

5. TENTATIVA

Como ha quedado establecido y aceptado por la doctrina, en los delitos por culpa es
imposible hablar de tipos de realización imperfecta o mejor dicho, tentativa. En ese
sentido, aparece sin mayor polémica que en el homicidio por culpa es imposible la
tentativa, debido a que el agente no quiere ni busca el resultado muerte de la
víctima.
Igual, no es posible que en un hecho culposo se den actos de participación
(instigadores, cómplices), pues estos solo aparecen en hechos quelidos y cuando
menos medianamente preparados. En ese sentido. en el homicidio culposo no es
posible lógicamente hablar de instigadores o cómplices; sí, por el contrario, en dos o
más personas que realizan una conducta culposa, es posible imputar a título de
coautores directos del homicidio culposo.
6. PENALIDAD

Después del debido proceso, donde se ha debatido la forma y circunstancias


concretas, resultado y personalidad del agente, la autoridad jurisdiccional podrá
imponer una pena privativa de libertad no menor de dos días ni mayor de dos años o
con prestación de servicio comunitario de cincuenta y dos a ciento cuatro jornadas
de adecuarse el hecho al primer párrafo del tipo penal del artículo 111. En cambio, si
concurren las agravantes previstas en el párrafo segundo la pena privativa de
libertad oscila entre no menor de cuatro ni mayor de ocho años e inhabilitación
conforme al artículo 36 incisos 4, 6 Y 7 de la Parte General del Código Penal.

Finalmente, si estamos ante los supuestos previstos en el tercer párrafo del artículo
111 la pena será no mayor de cuatro arios si el delito resulta de la inobservancia de
reglas de profesión, de ocupación o industria, y cuando sean varias las víctimas del
mismo hecho, la pena será no mayor de seis años.

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Subcapítulo 8

Homicidio piadoso

1. CONSIDERACIONES GENERALES

En principio, como cuestión fundamental para evitar confusiones, debe establecerse


en forma clara que para hablar de eutanasia y, más precisamente, del hecho
conocido como homicidio piadoso, no debe existir aún muerte cerebral
(electroencefalograma plano), pues médica y jurídicamente es desde ese momento
que se determina el fallecimiento de una persona. En consecuencia, queda fuera de
las conductas penalmente relevantes contra el bien jurídico vida, la desconexión de
un respirador o de un marcapaso en un muerto cerebral. La eutanasia solo funciona
en personas que pese a la gravedad de la herida o enfermedad que les aqueja, aún
no han llegado a la muerte clínica.

Puesto de relieve lo indicado, veamos ahora qué se entiende por eutanasia:


El vocablo "eutanasia" proviene de dos voces griegas, a saber, "eu" que significa
literalmente "bien", y "thanatos", "muerte". Por lo tanto, el mencionado término
equivale a buena muerte, muerte tranquila sin dolor ni sufrimiento. Se atribuye su
uso por vez primera al célebre Francisco Bacon, en su obra "novum organum", en el
siglo XVII. El médico -escribía Bacon- debe calmar los sufrimientos y dolores no solo
cuando este alivio puede traer curación, sino también cuando pueda servir para
procurar una muerte dulce y tranquila (176).

La eutanasia puede adoptar las siguientes formas; eutanasia indirecta, cuando se


administra calmantes con la intención principal de aliviar los dolores, aunque
conociendo que ello puede traer como consecuencia secundaria, pero prácticamente
segura, la anticipación de la muerte; eutanasia pasiva, cuando el médico resuelve no
prolongar la situación del paciente y suspende la asistencia; y finalmente, eutanasia
directa cuando existe el propósito directo de causar la muerte del enfermo y, para
ello, se le administra una sobredosis de morfina por ejemplo.

Sin duda que las formas de eutanasia, indirecta, directa y pasiva, ya sean
voluntarias o involuntarias, es uno de los temas que suscita uno de los más
encendidos debates y las más contrastadas opiniones entre moralistas, científicos y
jUlistas, tanto en este tiempo como en el pasado. Tal polémica ha contribuido para
darle diversos significados a la eutanasia.

Luis jiménez de Asúa, penalista español, que vivió exiliado en Argentina por varios
años, afirmaba que el término eutanasia es más limitado y consiste tan solo en la
muerte tranquila y sin dolor, con fines libertadores de padecimientos intolerables y
sin remedio, a petición del sujeto, o con objeto eliminador de seres desprovistos de
valor vital, que importa a la vez un resultado económico, previo diagnóstico y
ejecución oficial (177). Esto es, la eutanasia tiene dos acepciones claramente
definidas, el homicidio piadoso y el homicidio eugenésico.
Por su parte, Antonio Quintano Ripollés también, haciendo una reducción de la
amplitud de conceptos, aseveraba que la eutanasia propiamente dicha es solamente
la que procura la muerte para evitar sufrimientos irreversibles en la víctima que
consciente, y cuya vida no tiene posibilidades normales de salvación (178). El
penalista español reduce el concepto de la eutanasia a lo que se conoce como
homicidio piadoso.
Nosotros consideramos que la eutanasia solo se identifica con el homicidio piadoso.
En efecto, el homicidio eugenésico o económico de ningún modo puede constituir
eutanasia, y, por tanto, merecen general repulsa al estar en contraposición de
nuestro sistema jurídico imperante. Esta de acuerdo con su significado etimológico
es buena muerte o muerte sin dolor, cuando el afectado es un enfermo incurable
sufriendo intensos dolores, en tanto que la muerte eugenésica, es la eliminación de
personas que tienen vidas sin valor con la finalidad de profilaxis social. Fundamenta
el homicidio eugenésico, el aspecto económico consistente en la pérdida de dinero y
horas de trabajo en el cuidado de aquellos pacientes. Esta forma de homicidio tuvo
su máximo auge legislativo en Alemania, cuando Hitler llegó al poder (179).

2. EL HOMICIDIO PIADOSO ES COMPATIBLE CON LA MORAL

No hay duda que a estas alturas del conocimiento, cuestiones claramente


diferenciables son la religión y la moral. Aun cuando ambas se relacionan, es sabido
que la moral no depende de la religión. Esto lo muestra la existencia de honorables
ateos o agnósticos, con sólidos principios morales.

Todos los argumentos esgrimidos en contra de la impunidad del homicidio piadoso


se basan en cuestiones religiosas, mas no morales aun cuando arbitrariamente se
les confunde. Se afirma que el homicidio piadoso se constituye en un acto lesivo a la
"moral de la vida" que enseñan sus dogmas. Argumento que se contrapone
abiertamente al sentido altruista que, por otro lado, predica. El argumento central de
la religión católica en contra de la licitud del homicidio por piedad se reduce a lo
siguiente: "ante un enfermo incurable, sufriendo desgarradores dolores, la infinita
misericordia del altísimo puede tener la piedad de curarlo o en todo caso, de
recogerlo en su seno". No obstante, si de especular se trata, aparece con más lógica
a las enseñanzas religiosas y sentido común pensar que el altísimo, está probando
al médico o al pariente de un enfermo incurable, si ante los intensos dolores, es
capaz de sentir piedad y ayudarle en la difícil tarea de hacer morir.

En el ámbito jurídico penal existen tratadistas que con argumentos religioso-católicos


rechazan la impunidad del homicidio piadoso. Afirman que es preciso, por razones
de seguridad jurídica, que el bien jurídico vida, se halle siempre absolutamente
protegida y que no se amplíe las excepciones a la norma moral y jurídica "no
matarás". Cuello Calón (180) quizá sea el más representativo de esta corriente
cuando afirmaba que "el hombre no puede disponer de lo que no es suyo, sino de
Dios. Sólo a él se le está permitido quitárnoslo. Esta es la más fuerte razón para
condenar a la eutanasia".

Por 'nuestra parte, debemos indicar que tenemos un gran respeto por los principios
religiosos, mas nos parece inadmisible que aquellos puedan servir para influir de
manera positiva en un ordenamiento jurídico, debido a que "los principios religiosos
son -necesariamente- de tipo metafísico, insusceptibles de prueba, dogmáticos y, en
buena medida, inmunes al razonamiento" (181). Por otro lado, un ordenamiento
jurídico está orientado a todos los miembros de una sociedad organizada, creyentes
o no creyentes, circunstancia que los principios religiosos no solventan, pues sus
dogmas únicamente obligan en conciencia a los creyentes y aun no sin ciertas
salvedades, vistas las numerosas excepciones que al mandamiento "no matarás" se
ha reconocido en hipótesis de guerra, legítima defensa y pena capital.

En suma, declarar al homicidio piadoso como un acto no punible, de ningún modo


atenta contra la moral humanitaria, entendida como reglas de conducta impuestas
por la sociedad a través de la experiencia social para desenvolvernos altruistamente
en nuestro entorno, por el contrario, lo enaltece y le da asidero auténtico.

3. EL MÉDICO HUMANISTA Y EL HOMICIDIO PIADOSO

Actualmente, somos conscientes de una cruda realidad, difícil de soslayar. Cuando


se habla en el conocimiento de post modernidad y estamos iniciando el siglo XXI, si
bien la capacidad científica del hombre, para seguir descubriendo e inventando
bienes novedosos va en aumento, en el campo de la medicina existen aún
enfermedades a las cuales no se les ha encontrado su antídoto. La mayor de las
veces, aquellas enfermedades vienen acompañadas de una penosa y prolongada
situación de sufrimiento, como ejemplo basta citar al parkinson, el si da, el
Alzheimer.
Ello sin duda, llevó a decir ajiménez de Asúa que la medicina por desgracia no
siempre sana, la mayoría de las veces solo alivia el sufrimiento.

Tomando como fundamento el juramento hipocrático, se afirma que el médico de


ningún modo puede aliviar el dolor de su paciente poniéndole fin a su vida. Pues
ello, quebranta en forma grave los deberes fundamentales de la actividad profesional
del médico cual es el de conservar la vida y la salud de las personas, mas no el de
causar la muerte. No obstante, debe tenerse en cuenta que curar no solo significa
sanar sino en el último de los casos, aliviar el dolor. Consideramos que cuando un
profesional de la medicina pone fin a la vida de su paciente incurable, quien slúre
enormes dolores, no le guía la intención de darle muerte, ni aun por piedad, sino que
su finalidad única y primordial es aliviarle, disminuirle o extinguirle sus desgarradores
dolores.
No obstante, el drama espantoso en que se debate el paciente, unido con la solicitud
para acabar con su vida, no constituyen los elementos determinantes en la decisión
del galeno, sino la certeza científica que sufre de una enfermedad aún incurable. El
controvertido Kevorkian, inventor de la máquina del suicidio, afirmaba que con su
invento buscó "hacer de la eutanasia una experiencia positiva", tratando que los
médicos acepten su responsabilidad, y entre ellas se incluye el ayudar a los
pacientes a morir, cuando voluntariamente así lo requieran o en su defecto, cuando
un familiar cercano así le solicite o exija. Actuar contra aquel consentimiento trae
como consecuencia alguna responsabilidad para el médico.

Sin duda, cada vez se avanza en aquel sentido, debido que el profesional de la
medicina también es un ser de carne y hueso, siente, quiere y ama como todos. No
es buen médico el despiadado ante el dolor y se muestra indiferente a aliviarle del
angustiante dolor a su paciente por ceñirse al juramento hipocrático que, a medida
que el derecho humanitario se constituye en la base de todo sistemajurídico, va
quedando petrificado en el tiempo, dando paso a nuevas orientaciones como el
derecho al consentimiento informado que tienen todos los enfermos.
4. CIRCUNSTANCIAS A TENER EN CUENTA PARA DECLARAR LA
IMPUNIDAD DEL MATAR POR PIEDAD

El homicidio por piedad debe estar rodeado de una sede de circunstancias o


condiciones que confluyan y hagan de él un acto singular, con características
peculiares e inconfundibles. Si en un hecho concreto, tales circunstancias
debidamente descritas en la norma, no se presentan o, en su caso, falta alguna de
ellas, la conducta de matar por piedad no aparece, sino otra figura homicida. Así
tenemos:
a. El consentimiento. Consideramos al consentimiento como la manifestación de
voluntad que realiza una persona con la finalidad de desprenderse de algún bien
jurídico. El consentimiento para tener respaldo jurídico, debe ser emitido por una
persona con capacidad de apreciar la magnitud del desprendimiento, debe ser dado
con plena libertad y espontaneidad, es decir, sin coacción de algún tipo, y
finalmente, debe ser emitido antes de producirse el desprendimiento, si se produce
después, el consentimiento no tiene eficacia jurídica.

El consentimiento puede ser emitido en forma expresa y también en forma presunta.


Esto ocurrirá siempre que el agente actúe en lo que más conviene y favorece al
interesado. El profesor Carlos Femández Sessarego (182) señala certeramente que
"se da la potestad de consentir al hombre porque la vida es libertad; y como
constante elección, la existencia es permanente preferir, eterno valorar. La
contextura de la vida humana es estimativa". En ese sentido, el hombre en
condiciones normales y sin ninguna afección está destinado a consentir y decidir
permanentemente sin claudicar ni evadir su propia responsabilidad, sino a costa de
un reproche personal cuando no colectivo. Esto es, decide y consciente sabiendo la
mayor de las veces, qué quiere y cuál es su responsabilidad por sus actos y lo
asume como un ser de carne y hueso.
Se sabe en principio, que no se puede disponer del bien fundamental vida humana,
no obstante, como ya expresamos, este principio tiene sus excepciones.

En el homicidio por piedad se presentan dos situaciones: por un lado, la de otros


pacientes incurables con extensos dolores que todavía pueden expresar su
voluntad, y la de aquellos que teniendo una enfermedad incurable y dolorosa no
pueden expresada. Lo natural y normal es que aquellas personas tengan la firme
voluntad de alcanzar con fe su salvación fisica en la ciencia médica, como también
en manos del altísimo. Sin embargo, por las mismas circunstancias en que se
encuentran, es normal también que otras personas tengan la firme voluntad de ya no
seguir viviendo, aun cuando no lo puedan expresar.
Gimbernat Ordeig (183), sobre la base del sistema jurídico español que recoge los
derechos a la vida, de libre desarrollo de la personalidad, libertad ideológica de los
individuos y el derecho de no soportar tratos inhumanos, propone que para
solucionar los problemas de la eutanasia, "el consentimiento es lo decisivo y de que,
por consiguiente, en situaciones de extrema gravedad -como lo son todas las
eutanásicas- el límite entre lo lícito y lo ilícito lo determina la voluntad del afectado
(oo.). No hagamos a la muerte más dificil de lo que ya, de por sí, es. Y mucho
menos, contrariando la voluntad de nuestros semejantes y metiendo de por medio al
derecho penal".

Sin embargo, nosotros consideramos que si bien es cierto, el consentimiento puede


tener cierto valor exculpatorio en el homicidio piadoso, no es definitivo ni
fundamental. Ello debido que para nuestro sistema jurídico, la categoría del
conocimiento para tener eficacia jurídica, debe ser emitido con espontaneidad y
gozando de todas las facultades normales. Situación que no aparece en la
eutanasia, debido que el sujeto que emite consentimiento atraviesa circunstancias
especiales de enfermedad incurable con dolores irresistibles y, muchas de las veces,
no hay forma de conocer aquel consentimiento. Resulta dudoso la consistencia
jurídica del deseo o voluntad expresados o concebidos en momentos de dolor,
cuando el espíritu está dominado por la emoción y por la angustia. Postura parecida
y, sobre todo, basada en que el derecho a la vida es inalienable ha dominado en la
doctrina. Esta situación ha motivado al legislador a no declarar la impunidad del
buen morir. No obstante, modernamente se comienza a pensar diferente con el
objetivo de declarar la impunidad del homicidio piadoso pues lo contrario, jurídica y
objetivamente no tiene asidero en el derecho penal moderno.

b. El móvil que guía al autor: Se define al móvil como aquel sentimiento que
orienta y guía al sujeto a realizar determinado acto. En la eutanasia viene a constituir
la piedad, compasión, caridad o misericordia. La forma suprema del amor es la
caridad. "La caridad es la plenitud de nuestra existencia" (184).
En consecuencia, sancionar penalmente a las personas que practican tales
sentimientos en circunstancias especiales, aparece desde todo punto de vista
absurdo. La sanción penal solo tiene sentido cuando está dirigida u orientada contra
aquellos que no practican la solidaridad y atentan contra la libertad de los demás
como proyecto personal y social.
Son aquellos despiadados y temibles los merecedores de alguna penalidad. En
efecto, resulta evidente la punibilidad cuando el agente ha obrado con móvil
diferente a la piedad. Así tenemos, si el que da muerte a un enfermo incurable que
solicita insistentemente el fin de sus padecimientos, lo hace con un móvil execrable
como 10 es alcanzar pronto una herencia o para deshacerse de la pesada carga que
significa el enfermo incurable, cometerá homicidio pero no asesinato. En cambio, si
le impuso fines altruistas, como la piedad por el acervo sufrir del afectado, sería inútil
imponerle una pena, porque en la realidad no estamos ante un caso de temibilidad
(185). Sin duda, el dar dulce muerte por piedad al enfermo incurable que slúre
intensos dolores, se constituye en un acto que solo puede realizarlo espíritus nobles
y abnegados, quienes sienten y aman de verdad. Ir contra ellos por medio del
derecho penal implicaría atentar la inhumanización del hombre que vive en
sociedad, situación que no debe permitirse ni suceder.

En ese sentido, aparece evidente que el móvil que orienta al que practica el
homicidio a petición se convierte en elemento fundamental a tener en cuenta para
declararlo como un acto no punible. Ello más, cuando en el derecho penal moderno,
el móvil tiene relevancia preponderante para tener como delictuosas algunas
conductas y lícitas otras.

5. CIRCUNSTANCIA QUE FUNDAMENTA LA IMPUNIDAD DEL HOMICIDIO


PIADOSO

En principio debe dejarse establecido dos situaciones. Consideramos, primero, que


a la vida se defiende de manera ¡;gurosa, sin embargo, bien sabemos que en la
realidad aparecen circunstancias y situaciones especiales como límites dentro de las
cuales una persona normal puede actuar vulnerando aquel bien jurídico de manera
lícita. Nuestro sistema jurídico así 10 ha previsto y lo permite. Y como segunda
situación -que se origina de la primera-, para declararse la atipicidad de la conducta
deben concurrir condiciones sine qua non, como enfermedad incurable y dolorosa, el
consentimiento tácito o expreso y la piedad. Las cuales se evidencian como
supuestos de un escenario único y especial capaz de influir negativamente en aquel
que produce la muerte dulce del afectado.
Las condiciones especiales de enfermedad incurable y dolorosa, consentimiento del
enfermo y el sentimiento de piedad, definitivamente, alteran la conciencia y voluntad
de toda persona normal. La casuística sobre eutanasia revela que, en gran parte de
los casos, el autor realizó el hecho en un estado emotivo o pasional hondamente
perturbador y, cuando no, anulador de la conciencia y voluntad, originado por el
choque psíquico causado por el espectáculo de los intolerables sufrimientos y la
agonía dolorosa e interminable del enfermo.

Tal insoslayable realidad nos lleva a concluir que, aplicando el artículo 20 inciso 1
del Código Penal fácilmente puede declararse la impunidad del homicidio piadoso y,
por ende, así debió preverlo nuestro legislador. En efecto, en el referido numeral, se
prevé que está exento de pena quien actúa con grave alteración de la conciencia,
pues el trastorno de esta, origina que el sujeto al momento de actuar pierde la
capacidad de poderse dar cuenta de la naturaleza delictuosa de su acción y
determinarse conforme a esta apreciación. Ello se debe a que el reproche de la
culpabilidad presupone no solo que el sujeto tenga la suficiente capacidad psíquica
para comprender la antijuridicidad de su acto, sino también, que esa capacidad
tenga el grado adecuado de modo que permita hacer exigible la adecuación de la
conducta a la comprensión de la valoración jurídica.

Un individuo cualquiera y normal, ante una escena dramática, donde uno de sus
seres quelidos se debate en intolerables sufrimientos, su conciencia se perturba en
forma grave a tal punto que, ante las súplicas, y cuando no, exigencias del pariente
a que le ayude a morir, no cavila en ningún momento y acelera el fin de su agonía.
Todo ello, por el sentimiento de piedad o caridad que tales circunstancias, hacen
nacer en aquel pariente. El sujeto, en aquellas circunstancias se encuentra
seriamente perturbado y limitado tanto como sucede cuando se le coacciona, con la
diferencia que la limitación no viene del mundo exterior sino del propio aspecto
psíquico del agente. Por lo demás, el argentino Ernesto Ure (186) señalaba que en
los casos acontecidos, los jueces no permanecieron indiferentes ante el drama
humano planteado y, sin escapar de los marcos legales, encontraron buenas
razones para exculpar al autor por haber obrado en un estado de locura
momentánea o de emoción violenta excusable.

En cuanto al profesional de la medicina, la solución se presenta más fácil y


convincente como lo veremos en el acápite siguiente.

6. EL MÉDICO Y EL DERECHO AL CONSENTIMIENTO INFORMADO

Antiguamente, la actividad médica tenía un sentido patemalista sobre el enfermo o


paciente. Este no tenía ningún derecho de decidir sobre su cuerpo cuando se ponía
en manos del médico quien hacía lo que mejor le aconsejaba su ciencia, actuaba
amparado en el imperativo moral supremo de favorecer al paciente.

No obstante, en la actualidad y ante constantes actos irresponsables de los galenos,


el sentido patemalista ha variado en forma diametral. Plimero, porque los enfermos
han hecho prevalecer el plincipio de autonomía por el cual se permite a todo ser
humano, en uso de su razón, ejercer la autonomía, la privacidad, el dominio de sí
mismo, la libre elección, la elección de un acto o criterio sin control, coacción o
imposición de otro o, lo que es lo mismo, el autogobiemo de la persona autónoma. Y
segundo, porque la falta de responsabilidad de los actos médicos y la impunidad que
le protegía permitía que en muchos casos se amenazara o lesionara los derechos de
los pacientes (187).

Ahora son relativamente pocos los casos en que los médicos toman decisiones sin,
la participación del enfermo, sin hacer que cada uno de aquellos ejerza su derecho
al consentimiento y, aún más, sin informarle los métodos y consecuencias de sus
prácticas.

El derecho al consentimiento informado es definido como aquel que ejerce un


enfermo o paciente de manera autónoma y sin injerencias ni coacciones para
realizar una elección de modo racional, a fin de expresar su consentimiento o no al
médico. En otros términos, en virtud de aquel derecho, el médico obtiene el permiso
de un enfermo o paciente, previa entrega de información completa y elección
racional de este, para que realice o no un tratamiento. Se constituye en el derecho
específico que le protege de los actos médicos que atentan contra su dignidad,
integridad física y su propia conciencia. Este derecho prohíbe a los médicos, sean
diestros o eminentes, realizar intervenciones médicas sobre sus pacientes sin contar
con su consentimiento o conocimiento.

En efecto, en la actualidad sabemos perfectamente que el profesional de la medicina


requiere el consentimiento del paciente o su representante para realizar cualquier
intervención. Actuar de modo diferente acarrea responsa bilidad administrativa para
el médico -cuando no penal- de ocasionarse un daño al enfermo.

En rigor, teniendo como base aquella corriente que se ha impuesto después de


mucho batallar en los tlibunales, especialmente norteamelicanos, coherentemente se
puede concluir que la responsabilidad penal del profesional de la medicina por dejar
morir a su paciente no aparece cuando este en lugar de prestar su consentimiento
para acceder a una terapia e intentar su curación y mitigar su dolor, solicita le
aceleren su agonía no sometiéndole a algún tratamiento. Ello también ocurre cuando
el representante del enfermo incurable que no puede expresar su consentimiento por
sus mismas condiciones, así lo solicite o exige. Modernamente, la voluntad del
paciente o su representante, excluye en forma total el deber del galeno cuando
aquel rechaza en forma autorresponsable la prolongación posible de la vida
mediante una terapia o la continuación de esta.

La omisión del médico de continuar con la terapia no cumple de modo alguno con el
tipo del homicidio por omisión, ni tampoco con el de ayuda al suicidio. Contra la
voluntad del paciente o su representante no hay posición de garante del médico
tratante.

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Subcapítulo 9
La eutanasia en el Código Penal

l. TIPO PENAL

El homicidio por piedad, que en nuestra opinión no constituye conducta ilícita de


carácter penal, está debidamente tipificado en el tipo penal del artículo 112 del
código sustantivo, en los términos siguientes:
El que, por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de manera expresa y
consiente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena privativa
de libertad no mayor de tres años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Aun cuando por nuestra parte como ha quedado establecido, consideramos lícito la
acción que pone fin la vida de un enfermo incurable que sufre de intensos dolores,
haciendo dogmática penal no tenemos otra alternativa que exponer las
circunstancias o elementos constitutivos del delito de homicidio piadoso que recoge
el tipo penal del artículo 112 del vigente Código Penal.

El agente realiza la conducta delictiva de homicidio piadoso cuando motivado o


guiado por un sentimiento de piedad y a solicitud expresa y consiente del sl~eto
pasivo, que sufre de enfermedad incurable, le pone fin a su vida para librarle de
intolerables dolores (188).

La conducta ilícita puede realizarse tanto por acción como por omisión impropia
(arúculo 13 del CP.). En este punto no compartimos criterio con Bramont-Arias
Torres/Carcía Cantizano (189), cuando refieren que esta modalidad de homicidio
solamente puede ser cometida a través de una conducta activa, por lo que queda
excluida la omisión como forma de comportamiento típico de este delito. En efecto,
queda claro que fácilmente la conducta homicida puede ser por omisión impropia,
por ejemplo, ocurre cuando a solicitud del enfermo incurable, el sujeto activo omite
prestarle el medic<l:,mento que sirve para mantener con vida a aquel y como
consecuencia de tal omisión, el enfermo llega a fallecer.

De la descripción del tipo penal se desprende la concurrencia de varios elementos


para calificar al homicidio 'piadoso. Ptimero, el sujeto pasivo debe padecer una
enfermedad incurable, la misma que puede ser de naturaleza corporal o psíquica;
pero eso sí, debe ser incurable, es decir, según criterio médico, no sea posible su
curación o recuperación. Sin duda, solo los peritos médicos podrán determinar
aquella circunstancia, siendo de importancia su asesoramiento para resolver un caso
concreto.
Segundo, que el enfermo incurable esté suftiendo de intolerables dolores, si ello no
se constata, el delito de homicidio piadoso no aparece. "Este es un elemento básico
en la tipicidad objetiva, puesto que, si el sujeto pasivo va a morir, pero no está
slúriendo de dolores intolerables no estaremos ante un homicidio por piedad. Este
requisito debe de constarle de manera expresa al sujeto activo, no es suficiente que
un tercero le haya comunicado tal circunstancia" (190).

Tercero, solicitud expresa y consiente del enfermo incurable al sujeto activo a que le
de muerte. El legislador ha desechado el consentimiento tácito y en consecuencia, y
muy a pesar de muchas personas que irremediablemente caen en una situación de
incurabilidad inconsciente, no podrán ser sujetos pasivos de este delito privilegiado.
Además, la concurrencia de este elemento excluye la petición de un enfermo mental,
la de quien lo realiza baJo un estado no lúcido, etc. En suma, la exigibilidad de la
solicitud realizada de manera expresa y consciente que formule el enfermo incurable
para poner fin a sus padecimientos, excluye numerosos casos en los cuales el
enfermo se encuentra, por su propia dolencia, incapacitado para realizar el pedido
en aquellas condiciones (191).

Cuarto, el móvil que orienta la acción del agente, debe ser la piedad, circunstancia
altmista que se le entiende como un estado de dolor o ímpetu de dolor en que hay
ofuscación del ánimo, imposibilidad de control pleno de la voluntad y disminución de
las capacidades de entender y querer. La piedad es la motivación fundamental con
que actúa el agente para poner fin a la vida del enfermo incurable.
Los elementos descritos están debidamente previstos en forma concurrente en el
tipo penal del artículo 112, de modo que si en un caso concreto falta uno de
aquellos, el hecho no se subsumirá al homicidio piadoso sino a otro tipo de
homicidio.
Los medios empleados y la forma en que actuó el sujeto activo son irrelevantes para
calificar la conducta en estudio, circunstancias que solo tendrán importancia para
individualizar e imponer la pena después del debido proceso.

2.1. Bien jurídico tutelado

Vida humana independiente, seriamente debilitada.

2.2. Sujeto activo

Puede ser cualquier persona, no se requiere condición especial para realizar este
delito privilegiado. Pueden ser los palientes o terceros incluidos los profesionales en
la medicina, sin embargo, al exigirse que el enfermo incurable preste su
consentimiento, elimina, en el ámbito de la medicina, la posibilidad de alguna
responsabilidad penal a los profesionales de la medicina por omisión impropia. Ello
debido que el consentimiento del paciente prima en toda decisión médica. Ir en
contra del consentimiento del paciente acarrea responsabilidad administrativa y civil
para el galeno, cuando no penal.

2.3. Sujeto pasivo

El tipo penal condiciona al sujeto pasivo. Solo los enfermos incurables y consientes
que estén sufriendo de intolerables dolores pueden ser sujetos pasivos de este
delito. Es indiferente que el sujeto pasivo vaya o no fallecer en tiempo cercano a
consecuencia de la enfermedad incurable que sufre. Si la persona no atraviesa estas
especiales condiciones, podrá ser sl~eto pasivo de cualquier otro homicidio, pero no
del por piedad.
En suma, para ser VÍctima del homicidio piadoso se requiere hasta tres condiciones
o circunstancias especiales: enfermo incurable, sufriendo intensos dolores y estar
consiente para solicitar la muerte en forma expresa. Quedan fuera de este delito
aquellos enfermos incurables que por su inconsciencia en la que se encuentran no
pueden expresar su consentimiento que le dejen mOl;r.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

El homicidio por piedad exige que el agente actúe con conocimiento y voluntad.de
poner fin a la vida del sujeto pasivo, movido por el sentimiento de piedad, caridad,
conmiseración, misericordia o compasión, dada las especiales condiciones en que
se desenvuelve el sujeto pasivo. Es decir, se exige el dolo directo dirigido a poner fin
a la vida del enfermo incurable y, lo más importante, terminar o concluir con sus
intolerables dolores que le agobian. La decisión homicida debe ser producto o
resultado del sentimiento de piedad, si ello no se constata y, por el contrario, se
determina que el agente puso fin a la vida del enfermo incurable guiado por
sentimientos innobles, como, por ejemplo, con la finalidad de heredar, el delito
privilegiado en sede no aparece.
No es posible la comisión por culpa, si ello se evidencia, la conducta se encuadraría
en el tipo penal que regula el homicidio culposo, según las circunstancias.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del homicidio por piedad
previsto en el artículo 112 del Código Penal, el operador jurídico pasará analizar el
segundo elemento o nivel denominado anújuridicidad. Es decir, determinará si la
conducta es contraria al ordenamiento jurídico o en su caso, si concurre alguna
causa de justificación de las previstas y sancionadas en el artículo 20 del Código
Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si en el homicidio piadoso
concreto concurre, por ejemplo, un estado de necesidad justificante o el agente
actuó por una fuerza física irresistible o impulsado por un miedo insuperable.
Si se concluye que en el homicidio por piedad concurre alguna causa de
justificación, la conducta homicida será típica pero no antijurídica y, por tanto, será
irrelevante pasar a analizar el tercer elemento del delito conocido como culpabilidad.

5. CULPABILIDAD

Si después de analizar la conducta típica de homicidio piadoso se llega a la


conclusión que no concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al
ordenamiento jurídico, el operador entrará a determinar si aquella conducta homicida
puede ser atribuida o imputable a su autor. En consecuencia, analizará si la persona
a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica es imputable penal mente, es
decir, goza de capacidad penal, para responder por su acto homicida.

Luego, determinará si tenía conocimiento que su actuar homicida era antijurídico, es


decir, contrario a todo el ordenamiento jurídico. Pero, de modo alguno, no se
requiere un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un conocimiento
paralelo a la esfera del profano, o, mejor dicho, un conocimiento que se desprende
del sentido común que gozamos todas las personas normales. Aquí, muy bien,
puede concurrir un error de prohibición. Por ejemplo, aparece este supuesto cuando
el agente que observa a su pariente sufrir intensos y desgarradores dolores que
destrozan el alma, en la firme creencia que no es delito, intencionalmente le da el
medicamento prohibido y como consecuencia el enfermo incurable muere y deja de
sufrir, encontrando el sujeto activo, alivio en su alma y conciencia al haber ayudado
a morir a su pariente.

Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz para responder penalmente


por su acto homicida y se determine que conocía que su acto era contrario al
derecho, el operador jurídico pasará a determinar si el agente tenía o le era posible
comportarse conforme a derecho y evitar causar la muerte de su víctima. Si se
concluye que el agente no tuvo otra alternativa que causar la muerte de la víctima,
no será culpable de la conducta típica y antijurídica.

6. CONSUMACIÓN
El hecho punible se perfecciona en el mismo momento de producirse la muerte del
sujeto pasivo por acción directa o indirecta del sl~eto activo. Se trata de un injusto
penal de resultado.

Es posible que dos o más personas participen en la comisión del homicidio piadoso,
ya sea como instigadores, cómplices, etc., situación que se resolverá aplicando los
principios de accesoriedad de la participación y el de unidad del título de imputación.

7. TENTATIVA

También es posible. Ocurre, por ejemplo, cuando Pedro Salinas motivado por un
sentimiento de piedad planifica dar muerte a su padre que slúre una enfermedad
incurable con intensos dolores, para ello ha comprado una dosis de veneno, siendo
que en los instantes que se dispone a darle de beber es descubierto.

8. PENALIDAD

El sujeto activo del homicidio por piedad será merecedor de una pena privativa de
libertad no menor de dos días ni mayor de tres años, dependiendo de los medios,
circunstancias y formas en que actuó.

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Subcapítulo 10

Instigación y ayuda al suicidio


l. CUESTIÓN PREVIA

La palabra "suicidio" provine de las voces latinas "sut (de sí mismo) y "cidium"
(asesinato o muerte), esto es, matarse a sí mismo. De allí que se defina al suicidio
como el acto voluntario de quitarse uno mismo la vida. Es común en la doctrina
afirmar: para que haya suicidio, solo basta que el sujeto dirija su voluntad a producir
su muerte.

Como veremos mas adelante, de la forma como aparece redactado el tipo penal que
tipifica la instigación o ayuda al suicidio, se desprende con claridad meridiana que en
nuestro sistema penal, como en otros existentes en el mundo, por razones de
política criminal el suicidio voluntario no es reprimible penalmente.

Roy Freyre (192), comentando el presente ilícito penal que de manera parecida
estaba regulado en el Código Penal derogado de 1924, certeramente señala que si
el sujeto ha consumado su decisión suicida, la que en última instancia solo él
controla, pierde sentido una sanción post mortem. Es más, con el argentino
Buompadre (193) podemos aseverar que la finalidad preventivo-represiva que
caracteriza a la sanción penal pierde toda su eficacia frente a este hecho. Por otro
lado, si el suicidio se ha frustrado, la amenaza de la pena tal vez habrá de constituir
un motivo más que, agregado a los ya existentes, precipitaría un nuevo intento, en
esta oportunidad tomando todas las precauciones para no fallar.

Igual, si el Estado tipificara como hecho punible e! suicidio, sancionando a quien


intentó suicidarse, se inmiscuiría en la esfera íntima que tiene toda persona,
situación que representaría un atentado contra su persona y una tendencia a
despersonalizar al sujeto (194).

Por su parte el profesor Bramont Arias (195), sostiene que el suicidio, por sí mismo,
no constituye delito, no tanto por la imposibilidad de reprimirlo (lo cual no subsiste en
el caso de la tentativa), sino porque el derecho, que es relación de hombres, no se
ocupa de las acciones que no salen de la esfera personal del individuo. Pero, e!
hecho que e! suicidio sea penalmente indiferente, no excluye que el suicidio
constituya una acción moral y socialmente dañosa.
En consecuencia, en nuestro sistema punitivo, solo cometen ilícito con relevancia
penal los terceros que intervienen en el suicidio de una persona, cuando esta
voluntariamente decidió quitarse la vida. Se pretende garantizar el bien jurídico vida
frente a actos de participación que fácilmente pueden ponerlo en peligro o lesionarlo.

2. TIPO PENAL

Los supuestos penales de instigación y ayuda al suicidio se encuentran debidamente


regulados en el tipo penal del artículo 113 de! Código Penal que literalmente señala:

El que instiga a otro al suicidio o lo ayuda a cometerlo, será reprimido, si el suicidio


se ha consumado o intentado, con pena privativa de libertad no menor de uno ni
mayor de cuatro años.
La pena será no menor de dos ni mayor de cinco años, si el agente actuó por un
móvil egoísta.

3. TIPICIDAD OBJETIVA

El tipo penal del artÍCulo 113 del c.P. regula dos acciones delictivas claramente
diferenciables:

a. Instigación al suicidio. Este supuesto delictivo aparece cuando el agente


instiga, induce, persuade, convence, motiva o determina al sujeto pasivo a que
ponga fin a su vida. La actividad desplegada por el agente debe ser directa y eficaz
para hacer nacer la idea en el suicida de quitarse la vida.

De esa forma, los actos de instigación deben estar orientados a una persona
individualizada. No se presenta la figura delictiva cuando por efecto de obras de
literatura se producen muertes masivas. Asimismo, el sujeto activo debe valerse de
argumentos serios, verbalizados o explicitados de cualquier forma, siendo suficiente
que hagan nacer en la víctima la decisión de quitarse la vida voluntariamente.
La conducta de instigar, en consecuencia, debe estar dirigida a persona
determinada. Puede ser condicional (la muerte queda supeditada a una condición o
suceso), recíproca (cuando existe instigación mutua) o condicional-recíproca (por
ejemplo, el duelo americano. en el que la suerte decide quién habrá de suicidarse; o
bien, la llamada mleta mso, consistente en colocar un proyectil en el tambor del
revólver, hacerla girar y dispararse sucesivamente cada protagonista) IJ96).

La instigación, para ser punible, debe ser directa y convincente (197). Directa,
implica que la influencia tiene que ser personal, sin intermediarios. Convincente,
significa que la instigación debe ser suficiente para determinar la voluntad del
instigado a quitarse la vida, quedando descartado este carácter cuando existe
animus jocandi.

En esa línea, debe quedar meridianamente claro: para configurarse el supuesto de


la instigación es necesario que el agente despierte o haga nacer, en quien no tenía
hasta entonces la intención de matarse, o, mejor dicho, la decisión de poner
voluntariamente fin a su vida. El suicida debe decidir aniquilar su vida a causa de la
instigación; por el contrario, si llega a determinarse que con anterioridad a la
instigación, el sujeto ya estaba decidido a matarse, no tendrá relevancia penal la
conducta del tercero. En ese sentido, Luis Bramont Alias (198), señala que la
instigación tiene generalmente

3. TIPICIDAD OBJETIVA

El tipo penal del arúculo 113 del c.P. regula dos acciones delictivas claramente
diferenciables:

a. Instigación al suicidio. Este supuesto delictivo aparece cuando el agente


instiga, induce, persuade, convence, motiva o determina al sujeto pasivo a que
ponga fin a su vida. La actividad desplegada por el agente debe ser directa y eficaz
para hacer nacer la idea en el suicida de quitarse la vida.

De esa forma, los actos de instigación deben estar orientados a una persona
individualizada. No se presenta la fig-ma delictiva cuando por efecto de obras de
literatura se producen muertes masivas. Asimismo, el sujeto activo debe valerse de
argumentos serios, verbal izados o explicitados de cualquier forma, siendo suficiente
que hagan nacer en la VÍctima la decisión de quitarse la vida voluntariamente.

La conducta de instigar, en consecuencia, debe estar dirigida a persona


determinada. Puede ser condicional (la muerte queda supeditada a una condición o
suceso), recíproca (cuando existe instigación mutua) o condicional-recíproca (por
ejemplo, el duelo americano. en el que la suerte decide quién habrá de suicidarse; o
bien, la llamada ruleta ruso, consistente en colocar un proyectil en el tambor del
revólver, hacerlo girar y dispararse sucesivamente cada protagonista) (196).

La instigación, para ser punible, debe ser directa y convincente (197). Directa,
implica que la influencia tiene que ser personal, sin intermediarios. Convincente,
significa que la instigación debe ser suficiente para determinar la voluntad del
instigado a quitarse la vida, quedando descartado este carácter cuando existe
animus jocandi.

En esa línea, debe quedar meridianamente claro: para configurarse el supuesto de


la instigación es necesario que el agente despierte o haga nacer, en quien no tenía
hasta entonces la intención de matarse, o, mejor dicho, la decisión de poner
voluntariamente fin a su vida. El suicida debe decidir aniquilar su vida a causa de la
instigación; por el contrario, si llega a determinarse que con anterioridad a la
instigación, el sujeto ya estaba decidido a matarse, no tendrá relevancia penal la
conducta del tercero. En ese sentido, Luis Bramont Arias (198), señala que la
instigación tiene generalmente como presupuesto la ausencia previa de una
resolución suicida por parte de la VÍctima. Es la conducta de instigación la que hace
surgir o robustecer en el sujeto el propósito suicida. Por consiguiente, la existencia o
inexistencia de una decisión suicida señala el confín entre la instigación y la ayuda al
suicidio. El que con su consejo o incitación fortalece el plimitivo propósito suicida no
está, en realidad, instigando sino ayudando moralmente.

También resulta importante y necesario poner de relieve que la instigación debe


estar dirigida a una persona que goza de todas las facultades de decidir por sí sola,
de modo que si actúa coaccionado o se instiga a un in imputable o a una persona
que no disfruta de plena capacidad psíquica, no se podría plantear la existencia de
instigación, sino la de una autoría mediata de homicidio (199l. En otros términos, el
instigado debe ser una persona imputable, el suicidio instigado de un inimputable o
incapaz o logrado mediante error, ignorancia, violencia o coacción, configura un
supuesto de homicidio y no de instigación al suicidio.

Es obvio que en este supuesto delictivo no es aplicable el artículo 24 del Código


Penal que regula la participación en hechos punibles. La instigación como una forma
de participación consiste en determinar a otro a realizar un hecho punible. Hipótesis
que no se presenta en la instigación al suicidio, pues aquí el agente determina a otro
a realizar un hecho que no es punible en sí mismo.

b. Ayuda al suicidio. Aparece este supuesto delictivo cuando el sujeto activo


ayuda directa o indirectamente a que la víctima, en forma voluntaria, ponga fin a su
vida. El verbo ayudar comprende todas aquellos comportamientos ejecutivos que, de
algún modo, favorecen la extinción de la vida del suicida. Es imprescindible que el
agente no participe en los actos de ejecución de la muerte misma del suicida. La
ayuda puede manifestarse antes del suicidio (proveyendo el arma, el veneno, etc.) o
durante su ejecución (montar guardia para impedir la intervención de un tercero,
desviar la vigilancia, etc.).

El agente debe coadyuvar ya sea prestando una asistencia de carácter secundalio


con relación al gesto suicida, o una cooperación sin la cual el suicidio no se habría
podido ni siquiera intentar (200l. De ahí que el profesor Bramont Arias (201), señale
que la ayuda se halla comprendida entre un límite mínimo y uno máximo. El límite
mínimo está representado por la mínima eficacia causal en la facilitación de la
realización del suicidio; en tanto que el límite máximo está representado por actos
necesarios de ayuda que presuponen la ejecución de la muerte (homicidio-suicidio).

En efecto, la ayuda al suicidio tiene en nuestra dogmática un límite. Si el agente,


además de proporcionar los instrumentos para el suicidio, también los maneja,
ejecutando personalmente la muerte, aparecerá la figura del homicidio pero jamás la
hipótesis en análisis. Resulta condición sine qua non de la hipótesis de ayuda al
suicidio que el suicida y no el ayudante, tenga el dominio del hecho.

Si bien en la doctrina existe viva controversia, consideramos que las figuras de


ayuda al suicidio pueden darse mediante una conducta de omisión impropia (artículo
13 del C.P.), bastará determinar que el agente estuvo en posición de garante del
suicida para estar ante la hipótesis delictiva. Luis Bramont Arias (202) indic,a que el
dejar que el suicida coja una pistola del armado puede constituir una ayuda omisiva
al suicidio sin el cual este, incluso, no se hubiera producido. Igual ocurrirá cuando el
salvavidas no socorre al suicida que se ha lanzado al mar con la finalidad de
ahogarse. La responsabilidad del agente, en este caso, se fundamenta en su
posición de garante.

En ese sentido, no compartimos la tesis adoptada por Roy Freyre (203), quien
basado en el penalista chileno Politoff, afirma que el auxilio al suicidio es un delito
que solo puede realizarse por acción stneto sensu. Si el agente, por su posición de
garante, tenía el deber jurídico de evitar el suicidio, pero se abstuvo de intervenir por
querer la muerte de la víctima, a pesar que tuvo la posibilidad real de evitar la
muerte, tal conducta se tipificará como homicidio por comisión omisiva.

Sin duda, hasta tres circunstancias justifican la admisión típica de la ayuda al


suicidio en la forma de omisión impropia. Primero, al no hacer diferencia el tipo penal
entre ayuda positiva y ayuda omisiva, se concluye que esta puede ser por acción
como por omisión; segundo, es imposible imputar el delito de homicidio por omisión
impropia al agente que por omisión no evitó la muerte del que voluntariamente se
mata, pues para que se evidencia aquel es necesario que el agente tenga el firme
propósito de aniquilar la vida de su víctima y esta debe querer vivir, de ningún modo
debe tener la intención de suicidarse como ocurre en la ayuda al suicidio; y, tercero,
el suicida tiene el dominio del hecho, esto es, él mismo activa el comportamiento que
pondrá fin a su vida. En tanto que en el homicidio por omisión impropia, es el agente
quien ocasiona u origina la causa de la muerte, ocurre, por ejemplo, cuando la
enfermera de guardia en una clínica que desea la muerte de un enfermo,
dolosamente omite darle su medicamento que sabe lo mantendrá con vida. Cuestión
diferente ocurre cuando la enfermera a pedido del enfermo que ha decidido morir,
omite darle su medicamento para mantenerlo con vida. Este supuesto será calificado
como ayuda al suicidio y aquel, como homicidio por omisión impropia.

Por otro lado, entre e! acto doloso de! agente y e! suicidio mismo debe existir un
nexo de causalidad imprescindible. Sólo se puede hablar de delito cuando la acción
u omisión tiene el objetivo de ayudar o cooperar para que una persona logre su
.finalidad de quitarse la vida. Igualmente, si la víctima ya tuviese e! plan
preconcebido de suicidarse, e! delito no quedaría excluido, si la acción vigo riza,
fortalece o elimina las vacilaciones de la víctima, porque siempre habría coeficiente
causal en la acción del sujeto activo (204).

3.1. Circunstancia agravante

El segundo párrafo del tipo penal en comentario indica que se agravará la conducta
delictuosa, a efectos de la punibilidad, cuando el agente actúa movido, guiado o
motivado por un móvil egoísta, ruin, vil o mezquino. Ocurrirá, por ejemplo, cuando
Ciro Rosas ayuda a suicidarse a su padre guiado por el solo interés de heredar una
masa hereditaria jugosa. Otro caso representativo de la agravante sería e! supuesto
en que Armando Yupari instiga a que su cónyuge se suicide con e! ohjetivo de
realizar nupcias con tercera persona inmediatamente.

La agravante se justifica por e! desprecio que se observa en e! agente al valorar más


apetitos mezquinos que la vida misma del prójimo. Los maquiavélicos están más
propensos a realizar la conducta delictiva en su forma agravada, pues para aquellos
e! fin justifica los medios. En efecto, si de poseer una gran fortuna económica se
trata no sienten remordimiento alguno y se proyectan a instigar o ayudar que se
suicide su víctima.

3.2. Bien jurídico protegido

La vida humana independiente.

3.3. Sujeto activo

Puede ser cualquier persona, desde un pariente o extraño de la víctima.


El tipo penal no exige ninguna condición o cualidad en el agente para cometer el
delito en sede.
3.4. Sujeto pasivo

Puede ser también cualquier persona libre y consiente. Sólo pueden ser víctimas
aquellas personas que tienen capacidad para entender el significado de suicidio, es
decir, si la persona no entiende ya sea por la edad, defecto físico o psíquico, el
significado de quitarse la vida, no podrá ser sujeto pasivo de las acciones delictivas
en comentario. Si la conducta del sujeto activo se dirige a este tipo de personas,
cometerá homicidio.

En ese sentido, bien señala Bramont Arias (205) que al ser la víctima un inimputable
o un incapaz de autodeterminarse, se convierte en un mero "instmmento" del slBeto
activo que, al tener el dominio del hecho, actúa en realidad como un autor de
homicidio o de asesinato según sea el caso. En cambio, sin exponer mayores
razones, Roy Freyre (206) afirma que "cualquiera puede tener esta calidad jurídico
penal, sea mayor o menor de edad, con salud o sin esta".

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

El ilícito para perfeccionarse necesariamente requiere la presencia del dolo en la


conducta del agente. No se ha tipificado como delito la acción por culpa. Es decir, el
agente debe tener conciencia y voluntad de instigar o ayudar al sujeto pasivo para
que se quite voluntariamente la vida. Ello es importante tenerlo en cuenta, pues la
acción debe ser directa a determinada persona, caso contrario, el delito no aparece,
como ocurre en la supuesta inducción al suicidio colectivo o masivo.

Para completar la tipicidad de la instigación o ayuda al suicidio, no será suficiente


haber creado en el suicida la resolución de matarse o haberle ayudado, sino que
deviene en necesalio también la intención de conseguir tal efecto por parte del
agente, sin el cual no será responsable penal mente.

Asimismo, al haberse establecido que las conductas de instigación y ayuda al


suicidio deben ser convincentes y directas, pensamos que es imposible la aparición
del dolo eventual.
5. CONSUMACIÓN

Ambos hechos punibles descritos y explicados son de mera actividad. Basta que se
constate que el agente ha hecho nacer en su víctima la idea de suicidarse y esta se
dispusiera hacerlo o, en el otro caso, ayudase a cumplir su resolución o decisión de
quitarse su vida para estar frente a un delito consumado. Es irrelevante si el sujeto
pasivo logró o no su objetivo de suicidarse. Basta que haya comenzado a ejecutar el
suicidio. AquÍ, la consumación del suicidio o la tentativa del suceso tienen el mismo
valor a efectos de perfeccionarse el hecho punible. Ambas hipótesis están sometidas
a la misma escala penal.

No obstante, es necesario resaltar que la producción de la muerte o su intento es


una condición objetiva de la punibilidad. Si no ocurre aquella condición es imposible
que se pueda sancionar la instigación o ayuda aunque la acción del instigador o
ayudante esté ya concluida. Ni, aun, a título de tentativa podría castigarse al
instigador o auxiliador si no ocurre el real suicidio o intento de suicidio causado
eficazmente por su acto (207).

6. TENTATIVA

Es imposible la tentativa punitiva de las conductas de instigación o ayuda al suicidio.


Esto es, las conductas que aparecen recogidas como presupuestos del tipo penal
del artículo 113 del código sustantivo, por sí mismas, no constituyen hecho punible,
de modo que al quedarse estas en grado de tentativa son irrelevantes penalmente.
Cuestión diferente es sería si, a consecuencia de la instigación o ayuda, llega a
producirse el suicidio o, en su caso, la víctima lo intenta. Aquí, estaremos frente aun
delito consumado. Tanto la muerte del suicida como el intento de suicidio
ocasionado a consecuencia de los actos de instigación y ayuda, producen
consumación de los supuestos delictivos en análisis.
Tampoco es posible la participación, pues si dos o más personas intervienen en la
instigación o ayuda al que se propone suicidarse, serán coautores del hecho punible.
Es imposible hablar de instigador del instigador o ayudante del que ayudó a
suicidarse.
7. PENALIDAD

Después del debido proceso, el juzgador impondrá pena plivativa de la libertad que
oscila entre uno a cuatro años. De concurrir la agravante, la pena oscila entre dos a
cinco años.

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CAPíTULO II

ABORTO

SUMARIO: Subcapítulo 1: Consideraciones generales.!. Preliminares. 2. Posiciones.


3. El sistema de las indicaciones. 4. La solución del plazo. Sub capítulo 2: El auto
aborto.!. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto
activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación. 7. Tentativa. 8. Penalidad. Sub capítulo 3: Aborto consentido. 1. Tipo
penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Aborto seguido de muerte. 2.2. Bien jUFídico
protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Participación. 8. Tentativa. 9.
Penalidad. Sub capítulo 4: Aborto no consentido.!. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva.
2.1. Aborto no consentido seguido de muerte. 2.2. Bien jurídico protegido. 2.3. Sujeto
activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación. 7. Tentativa. 8. Participación. 9. Penalidad. Subcapitulo 5: Aborto
abusivo o causado por profesional.!. Tipo penal. 2. Comentario. 3. Pena· lidad.
Subcapitulo 6: Aborto preterintencional. l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Tentativa. 8. Penalidad.
Subcapitulo 7: Aborto terapéutico.!. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 3. Fundamento
del aborto terapéutico o neo cesario. 4. Conflicto de intereses. Sub capítulo 8: Aborto
sentimental o ético.!. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido.
2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Consumación. 5.
Penalidad. Sub capítulo 9: Aborto eugenésico. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva.
2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad
subjetiva. 4. Consumación. 5. Penalidad.

Subcapítulo 1

Consideraciones generales

1.· PRELIMINARES

En doctrina existe consensusen señalar que la expresión aborto deriva del latín
abortus, la cual se entiende como "Ab", "Mal' y "Ortus", "Nacimiento", es decir, mal
nacimiento o nacimiento malogrado.
Biológica y jurídicamente hablando el delito de aborto pone en peligro o lesiona la
vida humana en formación. No la vida de la persona natural. Mecta a la vida en
formación o, lo que afirman algunos entendidos, lesiona una esperanza de vida que
puede llegar a ser persona humana.
Se conceptúa el aborto como el aniquilamiento del producto de la gestación en el
periodo comprendido entre la anidación hasta antes que comience el parto, ya sea
provocando su expulsión violenta o por su desmlcción en el mismo vientre de la
gestante, o como afirman Bramont-fuias Torres/Carcía Cantizano (208), en derecho
penal existe delito de aborto cuando de manera intencional se provoca la
interrupción del embarazo, causando la muerte del embrión o feto en el seno de la
madre o logrando su expulsión prematura.
Como efecto inmediato de la definición del hecho punible de aborto se colige que el
bien jurídico protegido, o que se pretende proteger, lo constituye la vida humana en
formación o, mejor dicho, la vida humana dependiente, la que, como hemos
señalado con anterioridad, comienza con la anidación del óvulo fecundado en el
útero de la futura madre y concluye con las contracciones uterinas que avisan el
inminente nacimiento. De ahí que el argentino Buompadre (209) en forma atinada
defina al aborto como la interrupción del proceso fisiológico de la gravidez, con la
consecuente muerte del feto, ocurrida con posterioridad a la anidación del óvulo.

En tal sentido, el límite mínimo del objeto material del aborto está dado por el
momento histórico de la anidación, antes del cual no puede hablarse propiamente de
la vida en formación. El comienzo del proceso fisiológico de la gestación tan solo se
produce tras la anidación del óvulo fecundado en el útero materno. Únicamente a
partir de esa circunstancia puede afirmarse con cierto grado de exactitud el
comienzo de la vida. En tanto no se produzca la fijación del huevo fecundado en la
matriz, no podría afirmarse inequívocamente la existencia de un embarazo cuya
intermpción sea abortiva. En efecto, de fijarse el comienzo de la protección penal en
la fecundación, la utilización de dispositivos inu-auterinos (DIU) como medios de
control de natalidad quedaría comprendida dentro de las conductas prohibidas por la
norma ya que, como es sabido, dichos dispositivos no impiden la concepción sino la
anidación del óvulo fecundado en el útero materno. Por lo demás, de admitirse la
protección penal del nasciturus a partir de la fecundación, las conductas abortivas
ocurridas durante el peliodo anterior a la anidación no podrían castigarse sino como
tentativa imposible, pues los medios científicos actualmente disponibles no permiten
probar el embarazo en dicha etapa inicial, a lo que se debe agregar que la propia
mujer solo puede sospechar su estado de embarazo, pero desconoce si el mismo
realmente se ha producido (210).

2. POSICIONES

No obstante que la corriente social peluana se manifiesta contraria al aborto y a


favor de una planificación familiar edificada sobre las bases del respeto a la decisión
personal y el acceso general a la información, adquisición y uso de medios
anticonceptivos (211), en doctlina existen posiciones encontradas entre los que
consideran que el aborto debe ser replimido penalmente en todas sus formas, y
otros que consideran que el aborto debe ser impune en todas sus modalidades y
otros, que sostienen la impunidad en ciertas circunstancias indicadas (ponderación
de bienes). La primera posición la defienden los tratadistas católicos, quienes
orientados por la doctrina católica concluyen que debe reprimirse todo atentado
contra la vida, sus planteamientos al respecto siguen los lineamientos desarrollados
en la Encíclica Humana Vitae, la cual puede resumirse en la siguiente frase: "El
hombre y la sociedad están sometidos a los mandamientos de Dios, No matar".

La segunda postura es sustentada por los movimientos liberales, como los gmpos
feministas que, con argumentos coincidentes, señalan que existe el derecho a
decidir sobre el propio cuerpo y que de acuerdo con él, solo se puede ser madre las
veces que deseen. Otro argumento lo constituye la superioridad de los derechos de
la gestante respecto al producto de la concepción, en el que se afirma que no se
puede estar de acuerdo con el hecho de que el feto tenga más derechos que la
mujer gestante. Finalmente, también sostienen que las necesidades económicas
deben tenerse en cuenta para despenalizar el aborto, pues la calidad de vida que se
puede ofrecer a los hijos es tan importante que la vida misma. No debemos soslayar
que en aquel sentido o por fundamentos parecidos, existen países en donde la
práctica del aborto es un acto lícito.
La tercera posición, de modo realista, concluye que el respeto a la persona y a su
dignidad está por encima de una vida en formación, por tanto en circunstancias
especiales debidamente prevista por la normativa penal y practicada con las debidas
garantías y por persona especializada, debe ser impune el aborto.

No hay duda que el legislador del Código Penal de 1991, con el mismo asumido
desde el código derogado de 1924, pese a haber dispuesto la impunidad del aborto
terapéutico, se adhiere a la primera posición, pues reprime todas las demás
conductas abortivas. De ese modo, y siendo respetuosos de los reales significados
de las palabras y posiciones, no compartimos opinión con Bramont-Arias
Torres/García Cantizano (212) cuando afirman que el sistema de las indicaciones se
ha introducido en forma subrepticia en nuestro Código Penal, por el hecho que al
establecerse una pena mínima de tres meses, en la práctica se traduce en
impunidad al operar la prescripción. Al final, de manera contundente e insoslayable,
parece claro que toda conducta abortiva, excepto la terapéutica, es delito en el Perú,
quizá insignificante, pero por obra y gracia del legislador nacional, constituye hecho
punible.

Arbitrariamente, en nuestro sistemajurídico se ha previsto que el aborto en toda


circunstancia, constituye delito a excepción del terapéutico, el mismo que aplicando
el estado de necesidad justificante ha quedado impune, toda vez que de haberse
dispuesto lo contrario, no hubiera coherencia entre las disposiciones de la parte
general y especial del corpus juris penale. Ello significa que para el legislador
peruano poco importa el respeto a la persona humana y a su dignidad, que de
acuerdo al numeral 1 de la Constitución Política de 1993 aparece como el fin
supremo de la sociedad y del Estado.

La segunda posición aparece también desmesurada, pues entra en contradicción


con todo nuestro sistema jurídico que defiende el derecho a la vida desde sus
inicios.

En tanto que la tercera posición doctrinaria en forma más acertada y coherente,


ponderando los bienes jurídicos en su real dimensión, ha formulado hasta dos
modelos de regulación penal del aborto: el sistema de las indicaciones y la solución
del plazo.

Se parte de la tesis que si se reprime penalmente toda clase de aborto, la legislación


aparece discriminatoria, pues, en la práctica, la mujer favorecida económicamente al
encontrarse ante un embarazo no querido, inmediatamente se pone en manos de
inescrupulosos profesionales de la salud, quienes lucran con su proceder ilegal y se
practican el aborto sin poner en peligro su integridad física. En cambio, si una mujer
humilde económicamente, se encuentra ante un embarazo no deseado, la ilegalidad
del aborto le obliga la mayor de las veces ha ponerse en manos de personas sin
ningún conocimiento de la medicina a fin de hacerse maniobras abortivas con el
inminente peligro de poner en riesgo su salud y hasta su vida.

Bien señala Prado Saldarriaga (m), en la práctica policial y judicial se observa que el
aborto constituye un delito de escasa frecuencia, debido a que se descubre el acto
ilícito de aborto por haberse infectado la mujer a consecuencia de la falta de higiene
de los instrumentos utilizados para las maniobras abortivas. En efecto, se observa
que un 95% de los procesos penales por aborto se siguen a personas de escasa
economía que decidieron por diversas razones someterse a maniobras abortivas por
inexpertos en medicina.

En suma, se descubre la comisión del delito de aborto cuando las maniobras


abortivas acarrean consecuencias funestas para la salud y muchas veces para la
vida de la abortante, caso contrario, ni llega a sospecharse. En cambio, el aborto
también ilegal, practicado por el profesional inescrupuloso de la medicina, nunca se
descubre pasando a engrosar lo que se conoce con la etiqueta de "la cifra negra" del
delito de aborto. De modo que no es errado ni arbitrario sostener que la tipificación
de las conductas delictivasde aborto aparecen como meramente simbólicas.

3. EL SISTEMA DE LAS INDICACIONES

Este modelo sostiene que debe legalizarse la interrupción del estado de gestación,
solo cuando concurren circunstancias determinadas que evidencian que el aborto
aparece indicado. Existen cuatro supuestos: la indicación terapéutica o médica, la
indicación ética, indicación eugenésica y la indicación social.

a. La indicación terapéutica consiste en legalizar el aborto cuando el continuar


con el embarazo pone en peligro la vida de la gestante o para evitar en su salud un
mal grave o permanente. Circunstancias que solo pueden determinarse por los
profesionales de la medicina. Para efectuarse necesariamente se requiere el
consentimiento de la gestante y ser practicado por un titulado en medicina. Recogen
este tipo de indicación las legislaciones de los países de Perú, España, Argentina,
Alemania, etc.

b. La indicación ética, sentimental, jurídica o humanitaria consiste en permitir el


aborto cuando la gestación es producto del delito de violación sexual y, ahora con el
avance del derecho genético, también es lícito el aborto cuando el embarazo es
producto de una inseminación artificial no consentida. En este tipo de indicación se
valora en su real sentido la libertad de la mujer de decidir o no tener el hijo
procreado por medio de un abuso sexual violento o por inseminación no quelida.
Recogen esta indicación las legislaciones de los países de Argentina, México,
Espaiia, Uruguay, Brasil, etc.

c. La indicación eugenésica consiste en autorizar el aborto cuando se determina


que el producto de la gestación nacerá con graves taras fisicas o psíquicas de
continuarse con él. No hay duda que la finalidad de esta indicación es prevenir el
nacimiento de seres con graves taras degenerativas. Entre los países que recogen,
en sus respectivas legislaciones, esta indicación encontramos a España, Alemania,
Francia, Italia, etc.

d. La indicación social consiste en legalizar la interrupción del embarazo cuando


por las mismas circunstancias económicas apremiante en que vive la gestante, se
concluye que de continuarse con la gestación se producirá una situación de
angustiosa necesidad económica para la madre y el infausto niño. Los países
europeos que recogen e sus legislaciones esta indicación son Polonia, Dinamarca,
Italia, etc.

4. LA SOLUCIÓN DEL PLAZO

Este modelo, evidentemente exagerado, sostiene que debe descriminalizarse el


aborto cuando es practicado al comienzo de la gestación (generalmente durante las
primeras doce semanas) y por un especialista en la medicina (214). Se fija aquel
límite por la circunstancia de que al ser practicado con posterioridad puede traer
graves consecuencias para la salud o vida de la embarazada.

En este sistema, la libertad de la mujer durante los tres plimeros meses de gestación
plima sobre la vida del producto de la concepción. Transcurrido este plazo, la
libertad de la mujer no es suficiente, puesto que se pone en peligro bienes jurídicos
de trascendencia como su salud o vida, por ello es necesario la concurrencia de una
indicación precisa, donde se ponga de manifiesto que el mal a provocar es menor
que aquel que se trata de evitar (215).

La limitación de la impunidad del aborto a los tres primeros meses se debe hasta
dos circunstancias determinantes. Primero, porque a partir de aquel tiempo el
producto del embarazo comienza a adquiIir una forma semejante a la humana.
Antes, hasta carece de actividad cerebral. La segunda, por el hecho concreto que su
práctica, siempre por un especialista en la ciencia médica, de modo alguno pone en
peligro la salud y menos la vida de la abortante.
Se afirma que de producirse la despenalización del aborto practicado en las
primeras semanas para todas las mujeres sin importar la condición social a la que
pertenecen, se evitará los innumerables abortos clandestinos con sus consiguientes
riesgos para la integridad fisica y hasta la vida de las ml~eres que decidan
someterse a la práctica abortiva.
En me judice (mi opinión), pese que somos católicos, decididamente nos inclinamos
por la solución de las indicaciones, pues legalizar el aborto para todos los casos
durante los tres primeros meses como sostiene el penalista español Enrique
Gimbernat Ordeig entre otros, nos parece exagerado y a la vez entra en
contraposición con el derecho a la vida del concebido que nuestro sistema jurídico
(Código Civil) ampara y defiende desde la concepción. Por otro lado, entra en
conflicto con los principios fundamentales del Estado democrático de derecho que
alentamos y defendemos. Sistema político en el cual la defensa del derecho a la
vida, desde su inicio y en todas sus formas, es la regla, siendo que las excepciones
debidamente justificadas, confirman a aquella (excepto probat regularn) .

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Subcapítulo 2

El autoaborto

l. TIPO PENAL
La figura delictiva que en nuestro Código Penal aparece como la primera conducta
típica de aborto, es la denomnada autoaborto o aborto propio, la misma que se
redacta de la manera siguiente:
La mujer que causa su aborto, o consiente que otro le practique, será reprimida con
pena privativa de libertad no mayor de dos años, o con prestación de servicio
comunitario de cincuenta a ciento cuatro jornadas.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo penal se evidencia que encielTa o describe dos conductas
delictivas, fácilmen te diferenciables, pasi bles de realización por la gestante:

a. Cuando la propia gestante se ocasiona el aborto. En docuina se conoce con


el nombre de aborto activo. Aparece cuando la propia ml~er en estado de preñez se
practica la interrupción de su embarazo por diversas razones y valiéndose de
cualquier medio. La conducta puede ser por acción u omisión. Se verifica una
conducta omisiva cuando la mujer que ha decidido interrumpir su embarazo no toma
los medicamentos prescritos por el profesional médico para impedir el aborto.

b. Cuando la gestante presta su consentimiento para que otro le practique el


aborto.

En doctlina se le conoce como aborto pasivo. Se verifica cuando la mujer


embarazada consciente que un tercero le interrumpa su gestación, o cuando la
propia gestante instiga a un tercero a que le provoque el aniquilamiento del producto
de su embarazo.

"La mujer no interviene directamente en la práctica abortiva; ella se limita


únicamente, a dar su consentimiento o a cooperar para que un tercero le haga
abortar" (216). Pero ello de ningún modo puede entenderse que su actitud es
meramente pasiva, de puro consentimiento, sino de intervención directa y activa en
la ejecución del aborto. La mujer desea abortar, presta su consentimiento, paga al
abortador y sobre todo cede su cuerpo para que el aborto pueda ser ejecutado,
demostrando con ello una actitud y comportamiento activo e importante (217). No
obstante, por la forma de redacción del tipo penal en examen, se evidencia que
según nuestro sistema penal vigente, la mujer en estado de preñez se convierte en
sujeto activo del hecho punible por la circunstancia fundamental de haber consentido
que un tercero le practique maniobras abortivas con el fin de aniquilar al ser en
formación. El tercero también se convierte en sujeto activo del delito de aborto, pero
su conducta se adenIa al tipo penal del artículo 115, como veremos más adelante.

El consentimiento puede ser expreso (verbal o escrito) o tácito (no oponerse al


acto) ,pero no presunto. También se exige que el consentimiento sea jurídicamente
válido, esto es, debe ser prestado por quien tiene la capacidad legal para otorgado.
En nuestro sistema jurídico, la gestante para prestar su consentimiento válidamente
debe ser mayor de 18 años de edad, antes de esta edad, estaremos ante un
consentimiento no válido e irrelevante. Esto es así en nuestro sistemajurídico
vigente, debido que a los 18 años tanto mujeres como varones adquirimos la
mayoría de edad (artículo 30 de la Constitución de 1993) y, por tanto, dejamos de
ser totalmente dependientes de nuestros padres y pasamos a responder por
nuestros actos ante el Estado. Desde esta edad dejamos de ser inimputables y
obtenemos capacidad para responder ante el Estado por cualquier hecho punible
(artículos 20 y 22 del Código Penal).
Resulta importante resaltar que en ambas modalidades alternativas de aborto
propio, la abortante tiene un rol principal y protagónico. o solo debe tener iniciativa
en la idea de practicarse el aborto, sino también el dominio de la acción que le
permita dirigir su propia voluntad, o encaminar la voluntad ajena para lograr su
objetivo, cual es intemlmpir su estado de embarazo. En suma, la embarazada
siempre tendrá la iniciativa y el control de la acción delictiva.

Los móviles o causas que guían la conducta de la embarazada para someterse a


prácticas abortivas, no afectan la tipicidad de su conducta, sin embargo, resulta
sobre entendido que aquellas serán observadas por el juzgador en cada caso
concreto al momento de individualizar la pena. Tal situación también ocurre con el
tipo de medios empleados para interrumpir el embarazo. El legislador al no referirse
a la clase de medios que puedan ocasionar el autoaborto, ha dejado establecido
implícitamente que estos pueden ser tanto físicos (introducción de sondas en el
útero, masajes en el abdomen, etc.), químicos como psíquicos (sustos, cólera, etc.).
2.1. Bien jurídico protegido

El bien jurídico tutelado que se pretende proteger con el autoaborto lo constituye la


vida del producto del embarazo. La vida humana en formación y, por tanto,
dependiente.
En la doctrina del derecho penal, como volvemos a insistir, existe unanimidad para
considerar que la vida dependiente se le protege penalmente desde el momento de
la anidación biológica. Recién en ese crucial instante, la vida humana cuenta con
todos los elementos necesarios e indispensables para desarrollarse. Antes de aquel
momento histórico-biológico, no resulta segura aún su viabilidad. Constituyendo ello
el motivo de mayor peso para aceptarse el uso de los anticonceptivos.
Concluye la protección penal de la vida dependiente según nuestro sistema penal en
el momento que comienza las contracciones uterinas que avisan el inminente
nacimiento del nuevo ser.

2.2. Sujeto activo

El sujeto activo de ambos supuestos delictivos previstos en el artículo 114 del


Código Penal puede ser cualquier ml~er en estado de gestación mayor de 18 años.
La mujer en estado de preñez al ocasionarse su propio aborto o consentir que un
tercero le practique el aborto, se convierte en autora directa del delito. En
consecuencia, al identificarse que solo la mujer embarazada puede ser agente o
autora del delito en hermenéutica, se concluye que estamos ante una figura delictiva
especial, propia o exclusiva. Nadie que no esté gestando o en estado de embarazo
puede ser sujeto activo de este delito.

El tercero que coopera o interviene en el aborto propio, también se constituye en


sujeto activo, pero su conducta se sub sume al tipo penal del artículo 115 del código
sustantivo. No hay duda que tanto la abortante como el tercero tienen el dominio del
hecho, por lo que se trata de una figura de coautoría con la diferencia que mientras
la conducta de aquella se subsume al tipo penal del artículo 114, la acción del
tercero se encuadra en la figura sancionada en el tipo penal del artículo 115, siendo
la penalidad más grave en este último supuesto.
2.3. Sujeto pasivo

La víctima solo puede ser el producto del engendramiento con vida. Aquí coinciden
tanto sujeto pasivo como el objeto material del injusto penal. El feto debe estar con
vida en el momento que se producen las maniobras abortivas, sin que importe sus
condiciones de viabilidad. No se puede hacer diferencia entre fetos viables o
inviables, pues por más inviable que sea el feto tiene protección penal.

Es irrelevante el tiempo de vida que tenga el embrión, basta que se constate que las
maniobras abortivas se produjeron dentro del periodo comprendido desde la
anidación del óvulo fecundado hasta el inicio de las contracciones uterinas. El
aniquilamie'nto del ser humano fuera de tal periodo, constituirá cualquier otro ilícito
pero nunca el que se conoce con el nomen iuns de aborto.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Necesariamente se requiere la presencia del dolo en la comisión de las conductas


explicadas, conocidas con el nomen iuns de autoaborto o aborto propio. La gestante
debe tener conciencia y voluntad que su conducta está diIigida a conseguir la muerte
del feto (218).
No obstante, si como consecuencia de las maniobras abortivas no se consigue que
el ser en formación deje de existir y, por el contrario, este es expulsado con vida y es
viable, se cometerá homicidio al ser aniquilado después.

Si aquel elemento subjetivo no aparece en la conducta de la abortante, los ilícitos del


autoaborto o el dar el consentimiento para que un tercero practique maniobras
abortivas, no se perfeccionan. Si llega a determinarse que el aborto se prodt~o por
un actuar culposo de la gestante o del tercero, la conducta será atípica e impune al
no haberse previsto en nuestro sistema penal alguna figura de aborto culposo.

4. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que se ha verificado la concurrencia de los elementos objetivos y subjetivos
de la tipicidad del auto aborto, al operador del derecho le corresponderá velIDcar si
la conducta típica es antijurídica o conforme a derecho. Es decir, en esta etapa se
determinará si en la conducta concurre o no, alguna causa de justificación como
puede ser el estado de necesidad justificante o un miedo insuperable. Si llega a
determinarse que en la conducta típica de aborto no concurre alguna causa de
justificación estaremos ante una conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD

Ante la conducta abortiva típica y antijurídica. el operador jurídico deberá analizar si


es pasible de ser atribuida personalmente a su autor, es decir, analizará si es posible
que el aborto típico y antijurídico sea atribuible penalmente a la autora de las
maniobras abortivas. En primer término, se verificará si la gestante que se causó su
propio aborto o consintió que un tercero se lo practique, es imputable, es decir
mayor de 18 años de edad y no sufre alguna anomalía psíquica. Una vez verificado
que la autora del delito es imputable, corresponderá determinar si al momento de
desarrollar la conducta abortiva conocía que su acto era contrario al derecho
(conocía la antijuridicidad de su conducta). Aquí fácilmente puede presentarse la
figura del error de prohibición. Estaremos ante un error de prohibición cuando, por
ejemplo, la gestante se causa su propio aborto en la creencia que en el país tal
conducta no es punible.

Luego, de verificarse que la autora de las maniobras abortivas o la que consintió


para que le practiquen el aborto, es imputable y conocía perfectamente la
antijuridicidad de su conducta, corresponderá analizar si en lugar de cometer el
aborto le era exigible otra conducta, es decir, le era exigible no cometer el aborto y
respetar al producto de su embarazo. Si se determina que a la autora del aborto no
le era exigible otra conducta en el caso concreto por concurrir un estado de
necesidad exculpante, la conducta no será culpable. En efecto, estaremos ante un
aborto donde concurre el estado de necesidad exculpante previsto en el inciso 5 del
artículo 20 del Código Penal cuando la gestante que ha tomado conocimiento que de
seguir con su embarazo puede morir, por estrechez económica en lugar de recurrir a
los· especialista para someterse al procedimiento del aborto terapéutico, se causa su
propio aborto.

6. CONSUMACIÓN

Si aceptamos la premisa que la mujer en estado gestacional al someterse a


prácticas abortivas tiene como objetivo primordial poner fin a su embarazo
aniquilando su producto, debemos concluir que el delito se perfecciona en el
momento que se verifica tal objetivo. Es irrelevante penalmente que la muerte del
embrión se haya producido en el vientre de la madre o con su violenta expulsión al
mundo exterior. Basta que se verifique la muerte del feto como consecuencia de las
maniobras abortivas para estar frente al delito consumado, ya sea que la muerte del
feto se produzca en el seno materno o como consecuencia de su expulsión.

La participación es posible. No obstante, el tercero que practica las maniobras


abortivas con el consentimiento de la autora del delito, de modo alguno es solo
partícipe, sino aparece como autor del delito de aborto pero sancionado con la figura
delictiva que regula el aborto consentido.
Partícipe, por ejemplo, sería el causante del embarazo de la mujer que decidió
someterse a prácticas abortivas, cuando se verifique que aquel determinó a aquella
a que proceda de tal manera con la finalidad de deshacerse del nuevo ser en
formación. O también cuando se verifique que contribuyó económicamente para que
el tercero practique el aborto a la gestante, quien accedió voluntariamente.

7. TENTATIVA

Al ser un delito doloso y de resultado, es posible la tentativa. Ocurre cuando la


gestante que previamente se ha agenciado de los elementos abortivos, se dispone a
practicarse el aborto, sin embargo, circunstancialmente es sorprendida por el
responsable de su gestación quien después de una acalorada discusión y forcejeo,
logró evitar la consumación del hecho delictivo.
Tiene razón Bramont Alias (219) cuando afirma que se produce la frustración
(tentativa) cuando los medios empleados han sido adecuados para matar al feto,
pero esta no ha tenido lugar por circunstancias independientes a la voluntad del
agente. La frustración existirá, por consiguiente, tanto en el caso de no haber
alcanzado la expulsión del embrión, no obstante que los medios empleados
normalmente la provocan, como en el caso de haber sido conseguida la expulsión
pero no la muerte, por ser el feto ya viable. Respecto de esto último, igual criterio
maneja Roy Freyre (220), quien comentado el Código Penal de 1924, afirma que "si
con el ánimo de exterminar el germen de vida humana se provoca su expulsión
prematura, deviniendo el feto en viable y sobreviviente, el hecho será castigado
como tentativa o frustración". Aquí cabe hacer mención que de acuerdo con nuestro
sistema penal vigente, tienen la misma connotación, para efectos de sanción
punitiva, tentativa y frustración; así aparece previsto en el artículo 16 y siguientes del
Código Penal.
Por otro lado, aparece el denominado aborto imposible cuando se pretende provocar
el aborto utilizando medios inidóneos, o cuando con medios idóneos se pretende
hacer abortar a una mujer que no se encuentra en estado de embarazo o cuando el
feto ya está muerto. Si la mujer no está embarazada o el feto está muerto, por más
que se quiera causar un aborto a través de maniobras abortivas, estos hechos serán
atípicos debido que no puede matarse algo que no existe y, por tanto, no puede
producirse el resultado típico.

8. PENALIDAD

Después del debido proceso, de hallarse responsable a la acusada del delito de


autoaborto o por haber prestado su consentimiento que un tercero le practique 'el
aborto, se hará merecedora a pena privativa de la libertad que oscila entre dos días
y dos años o con prestación de servicio comunitario de cincuenta y dos a ciento
cuatro jornadas.

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Subcapítulo 3

Aborto consentido

l. TIPO PENAL

El delito conocido como aborto consentido, se encuentra debidamente tipificado en


el artÍCulo 115, donde literalmente se prescribe:
El que causa el aborto con el consentimiento de la gestante, será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años.
Si sobreviene la muerte de la mujer y el agente pudo prever este resultado, la pena
será no menor de dos ni mayor de cinco años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Antes de señalar la acción típica del aborto consentido en nuestro sistema penal
vigente, cabe indicar que en el código derogado del 1924, el tipo penal pertinente
recogía dos acciones delictivas diferentes: causar el aborto con el consentimiento de
la abortante y prestar asistencia para que aquella se cause el aborto. Sin embargo,
actualmente se ha superado tal equívoco. En efecto, con la fórmula del código
derogado se confundía la cuestión. Se sancionaba un acto de complicidad primaria
(prestar asistencia) como un acto de auto ría. En consecuencia, se afirmaba que si
bien el tercero no causaba el aborto en forma directa, él cooperaba a que la
abortante se lo cause. Sólo el carácter esencial de la colaboración del tercero le
hacía pasible de la sanción prevista en el artículo 160.
El legislador del Código Penal de 1991, aplicando de manera coherente los
conceptos y categorías del derecho punitivo moderno, ha tipificado en el artículo 115
la conducta delictiva de causar el aborto con el consentimiento de la gestante como
única conducta típica, dejando de lado la acción de "prestar asistencia", la cual se
encuentra prevista como una hipótesis del artículo 25 del Código Penal que regula la
complicidad, según sea el grado de cooperación del tercero.
En esa línea, actualmente el hecho punible que se conoce con el nomen iuns de
aborto consentido aparece cuando el sujeto activo, contando con el consentimiento
de la embarazada, le somete a prácticas abortivas y le provoca la intermpción de su
embarazo. En el supuesto recogido en el tipo penal, el tercero actúa activamente
ejecutando la intermpción del estado gestacional. La conducta de la mujer aparece
circunscrita a prestar su consentimiento para que el tercero ejecute la acción
delictiva. Resultando como circunstancia agravante del actuar del agente, la muerte
de la gestante, pudiendo preverlo o suponerlo y, por ende, evitarlo.

El consentimiento prestado por la gestante debe ser legal, voluntario y espontáneo y


sin ningún vicio que lo invalide, esto es, debe ser emitido por mujer mayor de 18
años, sin violencia ni coacciones de algún tipo, caso contrario, estaremos frente a la
figura delictiva del aborto no consentido.

Bien señala Roy Freyre (221), el consentimiento de una menor de edad es


equivalente a un no consentimiento y, por tanto, carece de valor alguno. También
carece de valor el permiso que pudiera prestar una enajenada o débil mental.
Igualmente, si el consentimiento es obtenido por violencia,
intimidación, amenaza o engaño, desaparece la figura delictiva estudiada. Por su
parte, el profesor Victor Prado Saldarriaga (222) asevera que el consentimiento
puede ser expreso o tácito, lo importante es que provenga de una mujer con
capacidad para otorgarlo (mayor de 18 años y con pleno goce de sus facultades
físicas y mentales).

Respecto del consentimiento que resulta un presupuesto importante para la


configuración del aborto, debemos destacar y dejar establecido en forma tajante,
que el consentimiento prestado por la mujer embarazada en nada exonera ni afecta
la responsabilidad penal del sujeto activo, ello debido que nos encontramos ante un
bien jurídico que no es de libre disposición.

Sin duda la mujer puede cooperar con el tercero o limitarse a consentir que este le
haga abortar. Es importante poner de relieve que en el presente accionar delictivo se
encuadra la conducta del "otro que le practique" que hace mención el tipo penal del
artículo 114. No obstante, se hace un tratamiento diferenciado de la misma acción
delictiva en razón de las personas. En efecto, el hecho único del aborto consentido
es visto, primero en relación con la mujer que consiente y, segundo, en relación con
el tercero que practica el aborto consentido por aquella. Mientras la mujer es
sancionada de manera atenuada en aplicación del artÍCulo 114, el tercero es
sancionado de acuerdo a los parámetros del artículo 115.
Finalmente, cabe indicar que en el inciso 1 del artÍCulo 145 del Código Penal
español de 1995 se regula el aborto consentido con el contenido siguiente: "El que
produzca el aborto de una mujer, con su consentimiento, fuera de los casos
permitidos por la ley, será castigado con la pena ( ... )".

2.1. Aborto seguido de muerte

En doctrina, aún en polémica, se le conoce como muerte preterintencional.


Ello ocurre cuando el agente que dolosamente somete a prácticas abortivas a la
gestante, provoca por culpa previsible su muerte.
La muerte tiene que ser a consecuencia del aborto o del procedimiento abortivo al
que fue sometida la embarazada para lograr aniquilar el producto de la concepción,
exigiéndose como requisito esencial la concurrencia de la previsibilidad para
reprochar penalmente la conducta del autor. De un acto doloso deviene un acto
culposo. Hurtado Pozo (22~) afirma que el fallecimiento previsible de la gestante no
solo ha de ser causa de las maniobras abortivas, sino que es necesario que se deba
a una imprevisión culpable.

Roy Freyre (224), comentando el tipo penal del artículo 160 del código derogado,
explica que para hacer responsable al actor por el resultado más grave, no es
suficiente la causalidad física, se necesita también la causalidad jurídica, que exige
la previsibilidad del resultado letal. En tanto que Prado Saldaniaga (225), entiende
que la muerte se imputa como efecto de una imprevisión culpable, de una falta de
cuidado, de un acto imprudente. El juicio del reproche por la muerte alcanza al
tercero a título de culpa, a contrario sensu, si la muerte sobreviene como resultado
imprevisible (deficiencia orgánica de la gestante imposible de detectar) el tercero no
será responsable de aquella muerte.
Necesariamente, el sujeto activo debe tener la posibilidad de prever el resultado
muerte de la gestante, a contrario sensu, es atípica la conducta. La responsabilidad
es mayor no en función del resultado exclusivamente, sino en atención a que el
agente no previó aquella gravísima consecuencia que pudo y debió prever, siendo
su correlato el artículo VII del Título Preliminar del Código Penal que claramente
establece como principio de cumplimiento imperativo:

"La pena requiere de responsabilidad penal del autor. Queda proscrita toda forma de
responsabilidad objetiva".

Es importante resaltar que desde la vigencia del vigente código sustantivo, ha


quedado desterrada la responsabilidad penal por el simple resultado. Ahora, es
requisito sine qua nonla presencia del dolo o la culpa en determinada conducta para
considerarla delictiva (artículo 11 del C.P).
En consecuencia, la agravante presupone que el delito base se haya consumado,
siendo suficiente establecer el nexo de causalidad entre el procedimiento abortivo y
la muerte de la mujer. Sin embargo, la agravante subsiste aunque luego de
producidas las maniobras abortivas, el producto de la concepción se logre salvar por
intervención de terceros (226).
En suma, como afirman Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (227), la muerte de
la gestante a consecuencia del aborto o prácticas abortivas solo agrava la conducta
si se realiza de manera culposa. Si se determina que el sujeto activo ha tenido el
dolo de matar a la gestante, ya sea dolo eventual, nos encontraremos ante un delito
de homicidio o asesinato, según corresponda (228).

2.2. Bienjurídico protegido

La vida dependiente. El interés que se pretende tutelar con la tipificación del delito
denominado "aborto consentido" lo constituye la vida del producto de la concepción,
el mismo que produce el estado de gestación o embarazo en la mujer. Así lo ha
entendido lajurisprudencia nacional. En efecto, la Resolución Superior del 26 de
enero de 1998 emitida por la Corte Superior de Lima enseña que "en esta clase de
delitos se tiende a proteger la vida humana dependiente, esto es, la vida del embrión
o feto, teniendo en cuenta que nuestra Constitución Política del Perú, consagra en
su artículo segundo inciso primero como derecho fundamental de la persona, la vida
humana y establece, además, que el concebido es sujeto de derecho a todo cuanto
le favorezca" (229).
Con la tipificación del supuesto previsto en el segundo párrafo del tipo penal en
comentario, sin duda que se pretende proteger y defender un solo bien jurídico como
lo es la vida, pero en grado de desarrollo evolutivo diferente: la vida dependiente del
embrión y la vida independiente de la abortante.

2.3. Sujeto activo

Autor puede ser cualquier persona, desde un profesional de la ciencia médica hasta
una comadrona, siendo suficiente la verificación del desarrollo de su conducta
dolosa, después de haber obtenido el consentimiento de la mujer que se dispone a
abortar. En este supuesto solo se excluye a la gestante que presta su
consentimiento, pues su conducta se encuadra en el tipo penal del artículo 114 ya
tratado en su calidad de autora.

2.4. Sujeto pasivo

El producto de la gestación, sobre el cual recae la acción dolos a del agente. De


producirse el supuesto agravado, víctima será la mujer fallecida a consecuencia del
aborto o del procedimiento abortivo empleado por el sujeto activo.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

El agente necesariamente debe actuar con conocimiento y voluntad de practicar el


aborto con pleno consentimiento de la abortante. Es un acto doloso. El tercero debe
tener la intención de aniquilar el producto de la concepción. Caso contrario, si se
determina que el tercero solo participó para acelerar el parto y a consecuencia de
una deficiente maniobra ocasionó el aborto, su conducta será irrelevante para el
derecho punitivo. Esto es, al no haberse tipificado el aborto culposo, cualquier acción
que no tenga como objetivo y finalidad aniquilar al embrión, constituye conducta
irrelevante penalmente, así se verifique el aborto.
En el supuesto del segundo párrafo del tipo penal del artículo 115, interviene el
elemento culpa como circunstancia para ocasionar un resultado más grave,
motivando el aumento de la penalidad.
4. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que se ha verificado la concurrencia de los elementos objetivos y subjetivos
de la tipicidad del aborto consentido, al operador del derecho le corresponderá
verificar si la conducta típica es antijurídica o conforme a derecho. Es decir, en esta
etapa se determinará si en la conducta concurre o no, alguna causa de justificación
como puede ser el estado de necesidad justificante o un miedo insuperable. Si llega
a determinarse que en la conducta típica de aborto no concurre alguna causa de
justificación estaremos ante una conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD

Ante la conducta abortiva típica y antijurídica, el operador jurídico deberá analizar si


es pasible de ser atribuida personalmente a su autor, es decir, el operador del
derecho analizará si es posible que el aborto típico y antijurídico sea atribuible
penalmente al autor de las maniobras abortivas ocasionadas con el consentimiento,
autorización o anuencia de la gestante. En primer término, se verificará si e!
abortante es imputable, es decir, mayor de 18 años de edad }' no sufre alguna
anomalía psíquica. Luego de verificarse que e! abortante es imputable,
corresponderá determinar si al momento de desarrollar las maniobras abortivas en la
embarazada conocía que su acto era contrario al derecho (conocía la antijuridicidad
de su conducta). Aquí puede presentarse la figura del error de prohibición.
Estaremos ante un error de prohibición cuando, por ejemplo, e! autor ocasiona o
causa el aborto consentido en la creencia que en e! país tal conducta no es punible.

Luego de verificarse que e! autor de las maniobras abortivas, es imputable y conocía


perfectamente la antijuridicidad de su conducta, corresponderá analizar si en lugar
de cometer e! aborto le era exigible otra conducta, es decir, le era exigible no
cometer e! aborto y respetar al producto del embarazo. Si se determina que al autor
de! aborto no le era exigible otra conducta en el caso concreto por concurrir un
estado de necesidad exculpante, la conducta no será culpable.

6. CONSUMACIÓN

El aborto consentido se perfecciona cuando el agente que actúa con el


consentimiento de la mt~er que se encuentra gestando, logra su objetivo de
provocar la muerte del producto de la concepción mediante maniobras abortivas. En
ese sentido, queda claro que es indiferente la circunstancia que se cause o no la
expulsión del producto del embarazo, debido a que es perfectamente posible que se
ocasione la muerte del feto dentro del vientre de la madre sin producirse la expulsión
al exterior.
Al tratarse de la conducta indicada en el segundo párrafo del tipo penal en
comentario, se consuma o perfecciona al constatarse la muerte efectiva de la
gestante. Luis BramontArias (230) señala que la agravante se considera consumada
en el momento que se verifica la muerte de la mujer y para su consumación se
requiere la consumación del aborto. Si el aborto quedara en grado de tentativa y se
produjera la muerte de la gestante estaremos ante un concurso de homicidio culposo
y tentativa de aborto.

7. PARTICIPACIÓN

La participación es posible y en cada caso concreto el juzgador determinará el grado


de complicidad de los partícipes. La acción puede ser por instigación al aborto o por
complicidad, ya sea primaria o secundaria. Por ejemplo, será sancionado en calidad
de instigador, el padre de la embarazada que le motiva e induce para que se someta
a prácticas abortivas, prometiéndole ayuda económica para que finalice sus estudios
universitarios. En tanto que tendrá la calidad de cómplice, el causante del embarazo
quien conduce a la gestante a la comadrona para que le ocasione el aborto e,
incluso, paga sus servicios. También será cómplice la ayudante de la comadrona
que ayuda a preparar a la gestante para ser sometida al proceso abortivo; o la amiga
que indica la dirección de la clínica donde practican abortos, e incluso le presta parte
del dinero para pagar al autor del aborto ilegal, etc.
8. TENTATIVA

Al constituirse en una figura delictiva de resultado, la tentativa es perfectamente


posible. Ocurrirá, por ejemplo, cuando por circunstancias extrañas a la voluntad del
agente (es intervenido cuando ya se disponía a hacer uso de la sonda, o cuando
estaba haciendo los masajes respectivos, etc.) se frustra el aborto; cuando la mujer
supuestamente embarazada no lo está en la realidad; cuando los medios empleados
en las maniobras aborúvas no son idóneos para tal fin; o, cuando después de la
expulsión violenta, el producto del embarazo no muere y logra sobrevivir.

9. PENALIDAD

El agente acusado por la comisión del delito de aborto consenúdo será merecedor
de una pena privaúva de libertad que oscila entre uno a cuatro años. Si se produce
la muerte de la abortante, siendo previsible o sospechada, el agente será merecedor
de pena privaúva de libertad que oscila entre dos y cinco años.

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Subcapítulo 4

Aborto no consentido

1. TIPO PENAL
El aborto sin consentimiento o también conocido como aborto suflido se regula en el
tipo penal del articulo 116 del código sustantivo en los términos que siguen:
El que hace abortar a una mujer sin su consentimiento, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de tres ni mayor de cinco años.
Si sobreviene la muerte de la mujer y el agente pudo prever este resultado la pena
será no menor de cinco ni mayor de diez años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La hipótesis delictiva que recoge el artÍCulo 116 del Código Penal se configura
cuando el agente, sea este una persona natural común o profesional de la medicina,
practica el aborto a una mujer en estado de gestación sin contar con su
consentimiento o, lo que es más reprochable, en contra de su expresa voluntad. En
efecto, la acción típica la realiza un tercero en oposición a los deseos de la gestante.
Esta puede haber ignorado las intenciones del agente o, conociéndolas haber
manifestado, expresamente, su rechazo (2S1).

La Resolución Superior del 21 de agosto de 1998 emitida por la Corte Superior de


Ancash, presenta un caso real de aborto no consentido aun cuando al final por falta
de pruebas concluye absolviendo al procesado. Allí se indica que "según se
desprende de la denuncia de parte de fojas uno y dos la agraviada sostiene que ha
mantenido relaciones convivenciales con el acusado MRN desde octubre de mil
novecientos noventicuatro, resultando embarazada en diciembre de mil novecientos
noventicuatro, que como este no deseaba el nacimiento del niño en muchas
ocasiones le insinuó que se practicara el aborto, pero como se negó, el acusado
tomó actitudes negativas contra ella, es así que en el mes de abril de mil
novecientos noventa y cinco, cuando tenía aproximadamente cuatro meses de
gestación, la golpeó en diversas partes del cuerpo sobre todo recibió patadas y
puñetes en el vientre dejándola lesionada completamente y posteriormente llegó a
abortar"(232).
Se constituye de ese modo en elemento esencial de la figura delictiva la
circunstancia que la mujer en gestación no preste su consentimiento para ser
sometida a prácticas abortivas, sin ser necesario que la negativa sea expresa (233).
La conducta ilícita puede verificarse por acción o por omisión. También son
irrelevantes los medios empleados por el agente para vencer la resistencia, potencial
o activa, de la mujer embarazada, los que servirán para el momento de graduar la
pena por el juzgador.
En otro aspecto, también se configura el hecho punible si el consentimiento o
autorización ha sido prestado por persona que no tiene capacidad suficiente para
emitir un consentimiento jurídicamente válido, esto es, por ejemplo, la autorización
dado por una mujer embarazada menor de 18 años de edad, carece de validez, en
consecuencia, el autor del aborto practicado sobre la base de aquel permiso, será
responsable del delito de aborto abusivo o no consentido. El profesor Roy Freyre
(234) en forma más radical afirma que "si la mujer embarazada es menor de 18
años, se supone juro et de jure que el aborto se ha practicado no contando con su
consentimiento". En el mismo sentido Prado Saldarriaga (235) enseña que "se
presume que no hay consentimiento o mejor dicho existiendo este carece de
relevancia cuando el aborto se haya practicado a una mujer menor de 18 años o
incapaz (oligofrénica, demente, en estado de inconsciencia) de prestarlo".

Resulta interesante acotar que el Código Penal derogado de 1924, al tipi-' ficar el
delito de aborto no consentido en el tipo penal del artÍCulo 161, prescribía que el
delito se configura cuando "se hiciere abortar a una mujer sin su consentimiento o en
contra de su voluntad". Fórmula que sirvió para que los profesores Hurtado Pozo
(236) y Roy Freyre (237) encontraran algunas diferencias entre el significado de una
y otra frase sin ningún efecto práctico para la realidad judicial, pues al final se
configuraba el hecho punible debido que la gestante no prestó su consentimiento
para ser sometida al proceso abortivo. Por ello, acertadamente Luis Bramont Arias
cliticó tal fórmula afirmando que "quien obra en contra de la voluntad de una mujer
está actuando, naturalmente, sin su consentimiento, siendo redundante el texto legal
comentado "(238). Igual critelio alega Prado Saldarriaga (239), quien comparte
opinión con Bramont Alias y señala que si el legislador nacional se hubiese limitado
a requerir únicamente la falta de consentimiento no se habría peljudicado la eficacia
del tipo penal. Posición que finalmente recogió el legislador del vigente corpus juris
penale al redactar el tipo penal en análisis.

2.1. Aborto no consentido seguido de muerte


El supuesto agravado se presenta cuando el agente ocasiona por culpa la muerte de
la gestante que en principio le sometió a la práctica abortiva sin su consentimiento.
Bastará constatar el nexo de causalidad entre las maniobras abortivas y la muerte
previsible para atribuir el supuesto agravado al sujeto activo. En otras palabras, el
agente será responsable penalmente por la muerte de la gestante, cuando el
resultado letal haya sido previsible y, en consecuencia, evitado si hubiese actuado
con el debido cuidado y prudencia para no lesionar o poner en peligro la vida de la
ml~er sometida a la interrupción de su embarazo sin su consentimiento.
Roy Freyre (240) enseña que la sanción más severa a imponerse por un resultado
muy grave e inesperado (muerte de la gestante) se sustenta en su previsibilidad. El
reproche de la leyes mayor para quien no previó una consecuencia letal que pudo y
debió prever.

Si el resultado muerte se produce sin que el agente haya tenido la posibilidad de


preverlo o por la concurrencia de circunstancias extrañas a la voluntad negligente
del sujeto activo, el hecho será atípico.

2.2. Bien jurídico protegido

Indudablemente, en principio y de manera plincipal, se pretende defender, amparar o


tutelar la vida dependiente del producto de la gestación y de realizarse el segundo
supuesto, la vida independiente de la frustrada madre. Ello se desprende de la
ubicación que tiene en el Código Penal la figura delictuosa conocida con el nomen
iuTÍs de "aborto no consentido". De ningún modo se protege otro interés como
sostienen Hurtado Pozo (241), Villa Stein (242) y Bramont-Arias Torres/García
Cantizano (243).
No obstante, aparece obvio que de manera secundaria y accesoria, también se
atenta contra intereses jurídicos fundamentales como son la salud y la libertad de la
mujer sometida al aborto. Igual ocurre, por ejemplo, con el delito de robo, en el cual
el patrimonio es el bien jurídico principal que se pretende tutelar, deviniendo en
intereses secundarios la salud (en caso de lesiones a consecuencia de la violencia
utilizada por el agente) y la libertad de la victima.
No se agrava la responsabilidad penal que le asiste al autor por atacar o poner en
peligro a varios bienes jurídicamente protegidos, sino por la conducta per se del
autor, quien actuando en forma dolosa hace todo lo necesario para lograr su objetivo
cual es frustrar el embarazo de su víctima aun en contra de su voluntad. Incluso
puede llegar a utilizar la violencia para vencer la resistencia de su víctima con la
finalidad de aniquilar la vida del embrión. El leit motivo móvil del agente es
irrelevante.
En cierto sentido no les falta razón a Bramont-Arias Torres/García Cantizano (244),
cuando afirman que el aborto practicado contra la voluntad de la mujer embarazada
representa el mayor ataque que puede cometerse contra los bienes jurídicos
afectados, la vida del embrión o feto, por un lado, y la vida, salud y libertad de la
mujer, por otro.

2.3. Sujeto activo

Puede ser autor de este tipo de aborto toda persona natural desde un profesional de
la medicina hasta un profano, un pariente o un extraño, no se requiere tener alguna
condición especial. De la propia redacción del tipo penal, se desprende de modo
claro que la propia mujer en estado

de gestación queda excluida. Cualqtúera puede ser sujeto activo menos la mt~er
embarazada.
2.4. Sujeto pasivo
En la hipótesis recogida en el primer párrafo del tipo penal en comentario aparecen
hasta dos víctimas. Por un lado el indefenso producto de la concepción, y por otro, la
gestante que no prestó su consentimiento válidamente e incluso se opuso a ser
sometida al proceso abortivo.
Sin embargo, de presentarse el supuesto agravado recogido en el segundo párrafo
del tipo penal del artículo 116, aparece como st~eto pasivo la mujer que momentos o
días antes, había sido sometida a prácticas abortivas sin su consen timiento.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
La forma de redacción del tipo penal exige la presencia del dolo en la conducta del
agente, esto es, el sujeto activo tiene conocimiento que la gestante no ha prestado
su consentimiento e incluso que se opone o no puede darlo válidamente, sin
embargo, voluntariamente le somete a maniobras abortivas con la finalidad de
acabar con la vida del embrión que se proyecta decididamente a convertirse en
persona.
En el segundo supuesto que encierra el tipo penal, resulta necesario la aparición del
elemento culpa en el actuar del sujeto activo después que dolosamente ha realizado
el proceso abortivo, es decir, en el supuesto agravado debe concurrir el dolo en las
maniobras abortivas sobre la gestante renuente al aborto y, luego, debe aparecer la
culpa o negligencia en la muerte de la mujer embarazada, caso contrario, al haber
quedado prescrito la responsabilidad objetiva de nuestro sistema jurídico, el hecho
será impune.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha verificado la concurrencia de los elementos objetivos y subjetivos


de la tipicidad del aborto no consentido o, mejor dicho, sin consentimiento de la
gestante, al operador jurídico le corresponderá verificar si la conducta típica es
antijurídica o conforme a derecho. Es decir, en esta etapa se determinará si en la
conducta concurre o no, alguna causa de justificación como puede ser el estado de
necesidad justificante o ante un miedo insuperable. Si llega a determinarse que en la
conducta típica de aborto sin consentimiento no concurre alguna causa
dejustificación estaremos ante una conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD

Ante la conducta abortiva típica y antijurídica, el operador jurídico deberá analizar si


es pasible de ser auibuida personalmente a su autor, es decir, analizará si es posible
que el aborto no consentido típico y antijurídico sea atribuible penalmente al autor de
las maniobras abortivas. En efecto, primero se verificará si el agente del aborto no
consentido es imputable, es decir, mayor de 18 años de edad y no slúre alguna
anomalía psíquica.
Una vez verificado que el autor del delito es imputable, corresponderá determinar en
seguida si al momento de desarrollar la conducta abortiva conocía que su acto era
contrario al derecho (conocía la antijmidicidad de su conducta).
Luego, de verificarse que el autor de las maniobras abortivas, es imputable y
conocía perfectamente la antijuridicidad de su conducta, corresponderá analizar si
en lugar de cometer el aborto le era exigible otra conducta, es decir, le era exigible
no cometer el aborto y de ese modo respetar al producto del embarazo así como a la
gestante misma. Si se determina que al agente no le era exigible otra conducta en el
caso concreto por concurrir un estado de necesidad exculpante, la conducta no será
culpable. En efecto, estaremos ante un aborto donde concurre el estado de
necesidad exculpante previsto en el inciso 5 del artículo 20 del Código Penal,
cuando el autor del embarazo ha tomado conocimiento que de seguir gestando su
cónyuge, morirá irremediablemente, por estrechez económica, en lugar de recurrir a
los especialista para someterlo al procedimiento del aborto terapéutico, en contra de
la voluntad de la gestante que prefiere nazca su hijo, le somete a maniobras
abortivas.

6. CONSUMACIÓN

Como ocurre con las demás figuras de aborto, el hecho punible se perfecciona
cuando se verifica realmente la muerte del producto de la concepción. Es irrelevante
si se logró o no la expulsión del feto del seno materno. En el segundo supuesto, el
delito se perfecciona con la muerte previsible o presumida de la gestante a
consecuencia de la práctica abortiva.

7. TENTATIVA

No obstante, que en la praxis judicial es rarísimo encontrar procesos por tentativa,


en teoría y teniendo en cuenta que la figura delictiva es de lesión y resultado, es
perfectamente posible la tentativa o lo que modernamente se conoce como tipo de
realización imperfecta.
Ocurrirá por ejemplo, cuando en circunstancias que el agente se encuentra haciendo
uso de la violencia para vencer la resistencia de la gestante a fin de ser sometida al
proceso abortivo, es sorprendido por el responsable del embarazo antes de lograr su
objetivo. También se configura cuando después de haber sido vencida y el agente
se dispone a iniciar las maniobras abortivas, en un descuido de este, la mujer
embarazada logra escapar del lugar donde se encontraba.

8. PARTICIPACIÓN

La participación es posible en la consumación del hecho punible de aborto no


consentido, la misma que puede aparecer por instigación o por complicidad. Será
partícipe de aborto no consentido en su modalidad de instigación, el responsable del
embarazo que paga una jugosa suma de dinero al ginecólogo de su novia, a fin que
haciendo uso del engaño le interntmpa su embarazo; hecho que finalmente se
verifica.
Aparece la participación en forma de complicidad cuando el responsable del
embarazo ayuda en forma directa a vencer la resistencia de la gestante para que la
comadrona le someta al proceso abortivo. Las circunstancias y forma como
ocurrieron los hechos servirán para calificar si se trata de una complicidad primaria o
secundaria.

9. PENALIDAD

El autor del aborto sufrido será merecedor de las penas más severas que ha previsto
el legislador para el aborto, las mismas que por la propia naturaleza del ilícito penal
deben mantenerse en caso de declararse impune la figura del aborto, como son no
menor de tres ni mayor de cinco años, en el primer supuesto, y en el agravado, no
menor de cinco ni mayor de diez años. Ello se explica por la misma conducta del
agente, quien no tiene miramientos para poner fin al estado de embarazo, utilizando
incluso la fuerza para vencer la resistencia y voluntad de la gestante que se opone a
tal hecho, siendo la mayor de las veces por lucro

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Subcapítulo 5

Aborto abusivo o causado por profesional

1. TIPO PENAL

El artículo 117 del Código Penal tipifica la conducta delictiva de aborto abusivo,
conducta agravada por la calidad o condición del sujeto activo, así tenemos:

El médico, obstetra, farmacéutico o cualquier profesional sanitario, que abusa de su


ciencia o arte para causar el aborto, será reprimido con la pena de los artículos 115
y 116 e inhabilitación conforme al artículo 36 incisos 4 y 8.

2. COMENTARIO

De la lectura del contenido del artículo 117 se advierte que el legislador solo
pretende poner énfasis en el sentido que, además de la pena privativa de libertad
prevista en los artículos 115 y 116 del Código Penal, se impondrá la pena limitativa
de derechos denominada inhabilitación a aquellos autores del aborto que tengan el
título de médico, obstetra, farmacéutico o cualquier profesional de la salud. En otros
términos, el artículo 117 regula una agravante por la condición del autor.
En doctrina, con esta forma de legislar se ha dado cabida para hablar de un aborto
abusivo, el mismo que se configura cuando el agente que tiene condición especial
de ser profesional de la medicina, abusando de sus conocimientos de la ciencia
médica o de su arte, somete a prácticas o proceso abortivo a una gestante, ya sea
contando con su consentimiento o sin él.

El sujeto activo, evidenciando abuso, utiliza sus conocimientos científicos para


realizar abortos mayormente a cambio de ventajas patrimoniales. El abuso consiste
en una violación maliciosa de sus deberes profesionales. Con igual criterio Bramont-
Arias Torres/Garda Cantizano (245) enseñan que no se castiga toda intervención
sanitaria, sino solo aquella en la cual se da un abuso en su ciencia o arte para
causar el aborto. Dentro de sus facultades elementales del profesional de la ciencia
médica está el de cuidar los bienes jurídicos más importantes, la vida y la salud. Si
se aprovechan de sus conocimientos en contra de estos bienes jurídicos, deben ser
penados de manera más grave.

Resulta una figura delictiva agravada por la condición especial del autor. Esto es, al
depositarse en el profesional de la medicina la confianza y cuidado de la vida y la
salud de las personas, actuar vulnerando aquel principio de bona fide, provoca
mayor alarma social y, por ende, aparece más reprochable socialmente tal conducta.
A su vez, la conducta del profesional de la ciencia médica resulta execrable, pues
teniendo pleno conocimiento que está prohibido el aborto, lo realiza con plena
confianza de que no será descubierto, obteniendo por ello un lucro. Sin duda, el
profesional de la medicina practica el aborto con alevosía.

En aquel sentido, Prado Saldarriaga (246) afirma que se trata en realidad de una
agravante que se basa en la condición personal del sl~eto activo. El trato
diferenciado resulta obvio, pues el sanitario no solo viola la norma penal sino que,
además, infringe sus deberes profesionales y quebranta la confianza social
depositada en el buen uso de sus conocimientos. De allí que el legislador acentúe la
represión en la forma de inhabilitación para el ejercicio de la actividad profesional.

Por lo demás, no le falta razón al profesor Villa Stein (247) cuando, basado en
Roberto Terán Lomas, asevera que la naturaleza del abuso del conocimiento
profesional se revela en el móvil que anima al autor, quien preparado para rehabilitar
y salvar la vida del embrión le tnmca valiéndose precisamente de esa preparación,
en lo que se da en llamar falta de una finalidad terapéutica.

En otro aspecto, si el agente, profesional de la medicina, ocasiona la muerte de la


gestante en forma culposa a consecuencia de la práctica abortiva, será merecedor
de la máxima pena privativa de la libertad prevista en el párrafo segundo de los tipos
penales de los artículos 115 y 116, ello por el hecho concreto de que por sus
especiales conocimientos médicos tienen mayores posibilidades de prever el
resultado letal a diferencia de otras personas, y no obstante no lo evitan.
Asimismo, se requiere que el profesional médico o sanitario actúe con conocimiento
y voluntad de practicar el aborto sin ninguna finalidad terapéutica, estando este
prohibido. Es una conducta punible de comisión solo a título de dolo y, como en
todas las figuras delictivas de aborto, no es posible la comisión por culpa.

Aquí cabe hacer una observación. Abiertamente desatina Javier Villa Stein (248),
cuando señala que el dolo consiste en saber y querer que se usa y abusa de un
conocimiento profesional, contra toda finalidad terapéutica, para truncar el embarazo
procurando el aborto y muerte del embrión. Pues a todas luces aparece que el dolo
no consiste en el saber y querer hacer uso del conocimiento profesional para
interrumpir el embarazo, sino en saber y querer practicar el aborto. Es decir, el
profesional de la medicina sabe que practicar el aborto está prohibido, sin embargo,
voluntariamente lo realiza y es por ello que se le reprocha penalmente. Cuestión
diferente es hacer uso o abuso del conocimiento médico. Esta circunstancia solo
sirve para agravar la conducta dolosa del sujeto activo.

Bien señala Roy Freyre (249) que en nuestra dogmática penal no es punible, a título
de autor del delito de aborto, el profesional sanitario que, por falta de pelicia o por
error, Oligina la muerte del producto de la concepción (intervención quirúrgica
inoportuna, medicación contraindicada, etc.), pues no se prevé el aborto por culpa.
En tanto que en el mismo sentido, el profesor Bramont Arias (250) enseña que
cuando el profesional de la medicina obrare de buena fe en razón de los remedios o
el tratamiento aconsejado, por falta de pericia o error produce el aborto, quedará
exento de pena porque este no se imputa a título de culpa.

3. PENALIDAD

Si el agente actuó con consentimiento de la gestante, será merecedor de pena


privativa de la libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años. En el caso de
muerte de la abortante, con una pena no menor de dos ni mayor de cinco años. Si
se actúa sin el consentimiento de la gestante, la pena oscila entre tres y cinco años,
y en el caso de muerte de la mujer sometida a las maniobras abortivas, será no
menor de cinco ni mayor de diez años.
En ambos supuestos, al agente se le imposibilitará conforme a lo dispuesto en el
artículo 36 incisos 4 y 8 del código sustantivo. Aquí la inhabilitación se le aplica
como pena accesoria tal como lo expresa el Supremo Tribunal en la Ejecutoria
Suprema del 23 de octubre de 1997. En efecto, allí se expone que "la pena de
inhabilitación se impone como pena principal o accesoria, fijándose en este último
sentido cuando el agente comete el delito abusando de una profesión u otra
circunstancias, conforme a lo previsto por los artículos treinta y cinco y treinta y
nueve del Código Penal"(251).

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Subcapítulo 6

Aborto preterintencional

l. TIPO PENAL

El artículo 118 del Código Penal regula el aborto conocido en la doctrina peruana
como preterintencional. En efecto, aquí se prescribe lo siguiente:

El que, con violencia, ocasiona un aborto, sin haber tenido el propósito de causarlo,
siendo notorio o constándole el embarazo, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de dos años o con prestación de servicio comunitario de cincuenta
y dos a ciento cuatro jornadas.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Aun cuando en doctrina no existe unanimidad para etiquetar esta modalidad del
aborto, en la dogmática peruana se ha decidido en aceptar como nomen iuris más
adecuado el de "aborto preterintencional". Ello debido que la tipicidad subjetiva se
constituye de una mixtura entre dolo en la acción inicial y culpa en la consecuencia o
acción final.

En efecto, el presupuesto delictivo se configura cuando el agente, mediante el uso


de la violencia, ocasiona el aborto sin haber tenido el propósito de causarlo. El sujeto
activo dirige una energía física sobre la mujer de la cual le consta que viene
gestando o es notorio tal circunstancia y le ocasiona el aborto sin habérselo
propuesto (252).

En esa línea, para la configuración del aborto preterintencional se exige la


concurrencia de uno de los dos supuestos claramente diferenciados y previstos en el
tipo penal. En efecto, el comportamiento delictivo bien puede configurarse cuando el
embarazo sea notorio para cualquier persona incluido el agente, es decir, que la
gestación sea objetivamente evidente, o cuando el estado de gestación le conste al
agente, es decir, aún no siendo visible el embarazo, el agente sepa el estado en que
se encuentra la mujer.

El autor, haciendo uso de la violencia, actúa dolosamente al querer lesionar la


integridad física de la gestante, sin embargo, infringiendo el deber objetivo de
cuidado ocasiona la muerte del producto del embarazo. La responsabilidad del
agente salta inmediatamente, pues toda persona sabe y es consciente que, de
actuar con violencia sobre la mujer delicada por la gestación, puede ocasionar
consecuencias graves como el hacerle abortar.

La Resolución Superior del 19 de marzo de 1998 emitido por la Corte Superior de


Lima presenta un caso real calificado como aborto preterintencional. Aquí se señala
que "a lo largo del proceso ha quedado plenamente establecido que la acusada
Blanca Esther Condor Apaza conjuntamente con el reo contumaz Alejandra Apaza
Condori el dia dieciocho de mayo de mil novecientos noventa y seis, en el interior del
Mercado Siete de Noviembre, agredieron físicamente a la agraviada profiriéndoles
golpes, de puño, patada en las zonas de estómago y vientre, ocasionándole a esta,
quien se encontraba gestando, la pérdida de su bebe" (m).
Resulta elemento constitutivo del injusto penal, la circunstancia que el sujeto activo
debe conocer o sospechar el estado de embarazo de la mujer sobre la cual dirige su
violencia, esto es, debe constarle el embarazo o ser notorio, caso contrario, solo se
encuadrará la conducta en el hecho punible de lesiones. En tal sentido, si el estado
de gravidez no es notorio ni conocido por el agente, y a consecuencia de unos
golpes se produce el aborto, no se configura el aborto preterintencional.

La violencia que ha indicado el legislador en el tipo penal se refiere al desarrollo de


una energía fisica sobre la mujer en estado de gestación con el solo propósito de
causarle daño a su cuerpo y salud, de modo alguno debe querer causar el aborto. Si
al momento de calificar los hechos se determina que la violencia ha tenido el objetivo
oscuro de causar el aborto, se encuadrará tal conducta en el delito de aborto no
consentido. En efecto, bien señala Roy Freyre (254) que la dirección del golpe será
uno de los elementos de juicio importantes que deberá considerar el operador
jurídico para decidir si hubo o no intención abortiva en la violencia descargada sobre
el organismo de la gestante.

Según la redacción del tipo penal en hermenéutica, no es posible aceptar la figura


del dolo eventual en la acción inicial, pues si llegara a determinarse en un caso
concreto que el autor no obstante advertir o conocer el estado de embarazo de la
mujer y previendo la posibilidad de causar el aborto, ejerce violencia sobre ella no
importándole el resultado (lo menosprecia) ocasionándole en consecuencia el
aborto, estaremos ante a la figura del aborto no consentido. El tipo penal del artículo
118 exige que el agente no haya tenido el propósito de causar el aborto, lo que en
buena cuenta significa que no debe haberse representado el resultado aborto, caso
contrario, si hay dolo eventual en el actuar del agente, se configura simplemente el
aborto no consentido.

Por otro lado, aparece meridianamente claro de la lectura del tipo penal del artículo
118, que queda fuera del ámbito de las conductas penalmente relevantes el uso de
la coacción como un medio idóneo para ocasionar el aborto a título de
pretelintencionalidad.
Finalmente, para configurarse simplemente el aborto en comentario, sostenemos
que las lesiones producidas por el empleo de la violencia que ocasionó
lamentablemente la interrupción del embarazo, deberán ser de escasa gravedad,
caso contrario, de haberse producido lesiones de cierta gravedad en la integridad
física de la gestante, configurará un concurso real de delitos entre el aborto
pretelintencional y el delito de lesiones simples o graves, según sea el caso.

2.1. Bien jurídico protegido

Como en todas las modalidades de aborto, esta figura delictiva busca proteger la
vida dependiente del producto de la concepción, cuando no la integridad física u
psíquica de la mujer grávida.

2.2. Sujeto activo

Al no exigir el tipo penal alguna cualidad o condición especial en el sujeto activo,


este puede ser cualquier persona, sea profesional o sin profesión, solo se excluye a
la propia gestante.

2.3. Sujeto pasivo

El producto de la gestación y la mujer en estado de embarazo, pues le privan de su


gestación sin su consentimiento, ocasionándole sin duda un perjuicio material y
moral al frustrarle su expectativa de llegar a ser madre en tiempo cercano.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Tratándose de una conducta delictiva preterintencional se exige que el agente actúe


con dolo al momento de dirigir la violencia sobre el cuerpo de una mujer grávida
cuyo estado es notorio o le consta. La finalidad del agente debe ser el de lesionar la
salud de la embarazada y como consecuencia de no haber previsto o sospechado el
resultado, ocasiona el aborto. La violencia de ningún modo debe ser la causa del
aborto sino simplemente la ocasión para que ello se produzca. En suma, la violencia
no origina directamente el aborto sino que ocasiona o sirve para que el aborto se
produzca incluso ayudado por otras causas como, por ejemplo, la fragilidad de la
gestante.

El elemento subjetivo de la culpa aparece después del uso doloso de la violencia por
el agente sobre la integridad física de la embarazada. El agente no quiere ni busca
interrumpir el embarazo que es notorio o le consta, pero este deviene como
consecuencia automática del uso de la violencia, debido que el agente infringió el
deber objetivo de cuidado que tenemos todas las personas hacia aquellas que se
encuentran en el estado bendito de embarazo. En efecto, ante una mujer con
embarazo notorio, todos los demás nos convertimos de una u otra manera en
garantes para que el estado gestacional finalice sin contratiempos, pues todos
sabemos que con una actitud hostil o violenta sobre la gestante podemos malograr
el embarazo. En es línea de interpretación, si el embarazo no es notorio ni le consta
tal estado al agente de la violencia, no es posible atribuirle la intermpción de la
gestación, pues al no ser evidente ni constarle el embarazo, este de ningún modo se
convierte en garante del embarazo.
Asimismo, si se determina que el aborto fue consecuencia de circunstancias fortuitas
ajenas a la violencia producida por el tercero, la conducta delictiva no aparece.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha verificado la concurrencia de los elementos objetivos y subjetivos


de la tipicidad del aborto preterintencional, al operador jurídico le corresponderá
verificar si la conducta típica es antijurídica o conforme a derecho. Es decir, en esta
etapa se determinará si en la conducta inicial, esto es, el uso de la violencia
efectuada por el agente sobre la gestante, fue realizada por una causa de
justificación, como puede ser el estado de necesidad justificante o ante un miedo
insuperable. Si llega a determinarse que en la conducta típica de aborto preterin
tencional no concurre alguna causa de justificación estaremos ante una conducta
típica y antijurídica.
5. CULPABILIDAD

Ante la conducta abortiva típica y antijurídica, el operador jurídico deberá analizar si


es pasible de ser atribuida personalmente a su autor, es decir, analizará si es posible
que el aborto pretelintencional típico y antijurídico sea atribuible penalmente al autor
de la violencia. En efecto, primero se velificará si el agente del aborto es imputable,
es decir, mayor de 18 años de edad y no sufre alguna anomalía psíquica. Una vez
verificado que el autor del delito es imputable, corresponderá determinar en seguida
si al momento de desarrollar la conducta abortiva conoCÍa que su acto era contrario
al derecho (conoCÍa la antijuridicidad de su conducta).
Luego, de verificarse que el autor de la violencia, es imputable y conocía
perfectamente la antijuridicidad de su conducta, corresponderá analizar si en lugar
de hacer uso de la violencia sobre la mujer gestante, le era exigible otra conducta,
es decir, le era exigible no hacer uso de la violencia y, de ese modo, respetando el
embarazo, evite la intermpción violenta de la gestación. Si se determina que al
agente no le era exigible otra conducta en el caso concreto por concurrir un estado
de necesidad exculpante, la conducta no será culpable.

6. CONSUMACIÓN

El delito se perfecciona al producirse la muerte real del producto de la concepción. Al


intervenir el elemento culpa como requisito sine qua non del delito en hermenéutica,
es imposible la participación. En el caso que dos o más personas actúen
violentamente sobre la ml~er grávida, todas responderán a título de coautores. No
obstante, si se concluye que alguno de ellos no conocía el estado gestacional de su
víctima, no responderá por el aborto pretetintencional, limitándose a responder solo
por la lesiones que se hubieran producido.

7. TENTATIVA

Al sancionarse la conducta delictiva a título de preterintencionalidad, donde concurre


el elemento culpa, es imposible que se quede en el grado de tentativa. No obstante,
resulta discutible si aparece la tentativa en el caso que como producto de la violencia
que recibió la mujer gestante, esta expulsa el feto, pero gracias a su viabilidad ya
intervención de terceros, logra sobrevivir. Por nuestra parte, pensamos que es
posible hablar de tentativa en este único supuesto.

8. PENALIDAD

El sujeto activo de la presente conducta ilícita y dependiendo de la forma y


circunstancias en que actuó, así como a su personalidad podrá ser merecedor de
una pena privativa de libertad que oscila entre no menor de dos días ni mayor de
dos años, o con prestación de servicio comunitatio de cincuenta y dos a cincuenta y
cuatro jornadas.

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Subcapítulo 7

Aborto terapéutico

l. TIPO PENAL

La única figura de aborto impune que el legislador ha previsto en nuestro sistema


jurídico penal, se encuentra regulado en el tipo penal del artículo 119 que ad litteram
prescribe:
No es punible el aborto practicado por un médico con el consentimiento de la mujer
embarazada o de su representante legal, si lo tuviere, cuando es el único medio para
salvar la vida de la gestante o para evitar en su salud un mal grave y pennanente.
2. TIPICIDAD OBJETIVA

Estamos ante el denominado aborto terapéutico cuando el aniquilamiento del


producto de la gestación efectuado por un profesional de la medicina con el
consentimiento de la gestante o su representante legal de ser esta menor de edad o
suflir de capacidad disminuida, se realiza como única alternativa para salvar la vida
de la gestante o en todo caso, evitarle un mal grave y permanente en su salud.
Interpretando el contenido del tipo penal del artículo 119 del C.P. yel contenido del
artículo 21 del Código Sanitario de 1981, el que establece taxativamente los
requisitos para practicar en forma eficaz el aborto necesalio, podemos
conceptualizar el aborto terapéutico como la interrupción artificial del embarazo que
realiza un médico, con el consentimiento de la gestante o su representante y con
previa opinión favorable de dos médicos que trataron el caso en consulta, con la
finalidad de salvaguardar la vida de la gestante o evitarle en su salud un mal grave y
permanente.
En consecuencia, para calificar un caso concreto como aborto terapéutico resulta
necesario constatar la concurrencia de cuatro circunstancias insalvables, como son:

a. Consentimiento de la gestante o de su representante legal si lo tuviere.


El consentimiento debe ser expreso tratándose de mujer lúcida y mayor de edad. En
el caso de una menor de edad o de quien tenga capacidad disminuida, el
consentimiento también expreso, lo prestará su representante legal.

No le falta razón a Roy Freyre (255) cuando enseña que al requerirse el previo
consentimiento de la mujer grávida, indirectamente se está reconociendo el real
derecho del producto de la gestación a la vida extrauterina, unido a ello, el respeto a
los sentimientos de la gestante, por no decir al instinto maternal, a veces más fuerte
que el de su propia conservación.

b. El aborto debe presentarse como la única alternativa para salvar la vida de la


embarazada o en todo caso, evitarle un mal grave y permanente en su salud. Aquí
aparecen dos supuestos claramente diferenciables: primero, cuando el continuar con
el embarazo ponga en peligro concreto la vida de la gestante, dándose preferencia
el salvar la vida de esta a la del embrión. Por ejemplo, puede ocurrir que una
gestante cardiaca, puede correr el firme riesgo de perder la vida si continúa con su
embarazo. Y segundo, cuando de continuar con el embarazo, represente para la
futura madre un riesgo concreto de ocasionar un mal grave y permanente en su
salud. El mal puede ser tanto físico o psíquico, el cual será determinado
expresamente por los especialistas. El daño a la salud aparte de ser grave tiene que
ser permanente. Si se llega a determinar que el mal a sufrir por la mujer grávida de
continuar con su estado gestacional es de suma gravedad pero temporal, no se
admitirá la práctica del aborto necesario.
c. También en el caso concreto debe acreditarse un previo diagnóstico médico
efectuado por dos o más especialistas que aconsejan realizar el aborto. Bien
señalan en este punto Bramont-A1ias Torres/ García Cantizano (256) cuando
sostienen que esta es una forma de evitar, por parte del legislador, cualquier posible
error médico.

d. Finalmente, el aborto debe ser practicado por un médico, excluyéndose a


cualquier otra persona.
Estas circunstancias devienen en condición sine qua non para configurarse el aborto
necesario, pues de faltar alguno de ellos estaremos ante un aborto punible. Sin
embargo, de presentarse urgencias en las cuales el aborto se practica sin contar con
todos aquellos requisitos (incapacidad de la gestante de prestar su consentimiento,
falta de representante legal o imposibilidad material de contar con diagnóstico de
dos médicos), el médico al convencerse de la necesidad del aborto para preservar la
vida o la salud de la embarazada puede positivamente practicarlo, pues su conducta
estaría amparada por la justificante del cumplimiento de un deber de profesión,
debidamente establecido en nuestro código sustantivo en el artículo 30 inciso 8.
Igual criterio exponía el ahora versado magistrado de la Corte Superior de Justicia
de Lima, Víctor Prado Saldarriaga (257), cuando comentaba el Código Penal
derogado.

El objetivo primordial para declarar la impunidad de este tipo de aborto, lo constituye


el salvar la vida de la gestante o evitarle un mal grave y permanente en su salud
cuando exista el peligro inminente que ello puede suceder sino se sacrifica el
producto del embarazo. En ese sentido, el aborto legalmente permitido debe
obedecer a fines terapéuticos exclusivamente (258).
3. FUNDAMENTO DEL ABORTO TERAPÉUTICO O NECESARIO

Interpretando sistemáticamente las normas de nuestro Código Penal sustantivo, se


concluye que el fundamento legal del aborto impune lo encontramos en el inciso 4
del artículo 20, es decir, en la categoría del estado de necesidad justificante. Sin
embargo, esto no significa que invocándose el estado de necesidad se va a justificar
todo tipo de prácticas abortivas, sino solo aquellas que reúnan los requisitos o
circunstancias exigidas expresamente en la norma penal referente al aborto
terapéutico, de ahí, su importancia de regularse siempre en forma taxativa en los
catálogos penales.

Los supuestos del aborto terapéutico se diferencian de los del estado de


necesidadjustificante puro en lo siguiente: cualquier persona no puede practicar el
aborto en condiciones de imptmidad sino solamente está reservado para los
profesionales de la medicina, debido que solo el médico, según sus conocimientos,
puede declarar que el embarazo implica un grave peligro para la vida o la salud de la
madre y en esa convicción practicar el aborto sin aumentar el peligro para la
embarazada. Además, el aborto terapéutico requiere el consentimiento de la
gestante, condición innecesaria en los casos identificados plenamente con el estado
de necesidad justificante previstos en el inciso 4 del artículo 20 del Código Penal.

Por su parte, Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano (259) indican que el supuesto


previsto en el artículo 119 se trata de una especial exención de responsabiHdad por
el aborto causado ante una situación de peligro para la mujer, que ve privilegiado su
derecho a la vida y la salud frente al del feto o embrión. No obstante -continúa- ello
solo será posible en tanto que esta preste su consentimiento, siendo este el dato
que nos impide identificar plenamente esta exención con la naturaleza propia del
estado de necesidad justificante, donde la concurrencia del peligro justifica de por sí
la directa intervención en aras de salvaguardar interés preferente.
Como ya expresamos, el aborto terapéutico no se identifica plenamente con lo
dispuesto en el inciso 4 del artículo 20 del Código Penal, pero nadie puede negar
que en aquel supuesto aparecen todos los elementos constitutivos del estado de
necesidad justificante, agregado a ello, particulares elementos que lo diferencian e
independizan de aquel, y a la vez, sirven de fundamento para que el legislador lo
regule en forma independiente.
Compartimos posición con el profesor Luis Roy Freyre (260), cuando comentando el
Código Penal derogado, enseñaba que el estado de necesidad no podía invocarse
para justificar el tipo de aborto que venimos tratando, pues el inciso 3 del Artículo 85
del Código Penal de 1924, según su redacción, no permitía ampliar lajustificante en
favor de terceros que actúan para solventar un conflicto entre intereses que son
extraños a su propia persona. No obstante, actualmente tal situación ha cambiado,
al haberse impuesto la concepción amplia del estado de necesidad en nuestro
corpus juris penale.

4. CONFLICTO DE INTERESES

En la figura impune del aborto necesario se presenta un conflicto de intereses entre


dos circunstancias de desarrollo de un mismo bien jurídico como es la vida: la vida
independiente y cierta de la gestante, reconocida como persona y la vida
dependiente e incierta del producto de la gestación identificado como esperanza de
vida o vida en desarrollo. Este es un ser en quien recién comienza la vida humana.
Circunstancias que objetivamente no pueden ser de la misma magnitud. Hecho
evidente que el legislador en el momento histórico de legislar no puede soslayar en
la escala de valores impuesto en el Código Penal. El fallecimiento de la gestante es
un mal de mayor entidad que la eliminación de lo que ha venido a denominarse
"proyecto o esperanza de persona humana". Situación que se evidencia en el hecho
concreto que se castiga más severamente al que produce la muerte de una persona
(homicidio, asesinato, parricidio, etc.), que al que ocasiona un aborto.
Doctrinariamente ha quedado establecido que la vida autónoma y cierta de la
gestante, de modo alguno, puede ser igual a la vida dependiente e incierta del
producto del embarazo. Su rango en la consideración social y su potencia vital son
plenamente diferenciables, situación que ha sido aceptada por nuestro legislador y,
finalmente, plasmado en nuestro sistema jurídico desde mucho tiempo atrás.

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Subcapítulo 8

Aborto sentimental o ético

l. TIPO PENAL

El aborto sentimental que ha generado múltiples y nada pacíficos debates


doctrinalios, se encuentra regulado en el inciso 1 del artículo 120 del Código Penal
de la manera siguiente:
El aborto será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres meses:
1. Cuando el embarazo sea consecuencia de violación sexual fuera del
matrimonio, o inseminación artificial no consentida y ocurrida fuera del matrimonio
siempre que los hechos hubieren sido denunciados, o investigados cuando menos
policialmente.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Tradicionalmente, se ha conceptuado al aborto sentimental o ético como aquel


practicado a una mujer por haber resultado embarazada como consecuencia de
haber slúrido el delito de violación sexual. En otros términos, por haber resultado
gestando a consecuencia de haber sido sometida al acto sexual lesionando su
libertad sexual. No obstante, el legislador de nuestro Código Penal, acorde con el
avance de la ciencia y tomando en cuenta el flamante derecho genético, también ha
considerado como una modalidad del aborto ético al practicado a una mujer que
haya sido embarazada como consecuencia de una inseminación artificial no
consentida y producida fuera del matrimonio.

Importante sector de la doctrina sostiene que esta clase de aborto debe ser impune,
pues toda nllüer tiene derecho a tener una maternidad libre y consciente. Si le
hubiere sido impuesta la maternidad con violencia física, grave amenaza o, en su
caso, mediante inseminación artificial sin su consentimiento, se sostiene debe
reconocérsele a la mlüer la facultad de deshacerse del estado de embarazo. En
estos casos, debe prevalecer el derecho a la propia dignidad y el derecho al honor
de la mujer, reconocido a nivel constitucional como consecuencia mediata del
reconocimiento en normas de nivel internacional.

En nuestra opinión, este tipo de aborto debió despenalizarse por fundadas razones
(261), sin embargo, haciendo dogmática penal no podemos en esta oportunidad más
que señalar y explicar los elementos constitutivos del delito.

En tal sentido, del tipo penal anotado se desprende que la conducta punible se
configura cuando se practica el aborto a una mlüer que resultó en estado de
gestación a consecuencia de una violación sexual o, en su caso, de una
inseminación artificial no consentida, siempre que en ambas situaciones, haya
ocurddo fuera del matlimonio y hayan sido cuando menos denunciados ante la
autoridad competente los hechos causantes de la concepción no deseada.

De ese modo, el agente cometerá aborto sentimental o ético cuando practique


maniobras abortivas sobre una mujer que resultó embarazada por un acto sexual
realizado mediante violencia o bajo amenaza por persona diferente a su cónyuge de
ser casada. Aquí debe haber existido un atentado a la libertad sexual, el cual debe
haber sido cuando menos denunciado.

También, se configura el ilícito penal cuando el sl~eto activo someta a práctica


abortiva a una mujer que resultó embarazada con ocasión de una inseminación
artificial no consentida y ocurrida fuera del matrimonio, es decir, cuando resulta la
gestación por haber sido sometida la mujer, sin su consentimiento, a una de las
técnicas de reproducción humana como es la inseminación artificial (IA), la cual que
se realiza inoculando el semen del varón de manera directa, pero asistida, en la
vagina de la mujer teniendo como finalidad esencial la procreación (262). Por la
forma como el legislador ha redactado el tipo penal, entendemos que no ha tomado
en cuenta la otra técnica de reproducción humana asistida, conocida como
fecundación extra corpórea (FEC) , la misma que se realiza uniendo el
espermatozoide y el óvulo en un probeta para después transferido al útero de la
mujer. En consecuencia, de verificarse que se practicó el aborto a una mujer que
resultó gestando a consecuencia de la técnica de la fecundación extra corpórea sin
su consentimiento, se subsumirá tal conducta al delito de aborto común y no del
aborto privilegiado.
Otra circunstancia importante lo constituye el haber sido denunciado o investigado,
por lo menos, policialmente, las causas que ocasionaron la gestación. Esto es, si se
produce una violación sexual fuera del matrimonio, cuando menos debió ser
denunciado ante la autoridad competente tal hecho, para de ser el caso poder
practicarse el aborto plivilegiado. La misma condición reza para la inseminación
artificial no consentida. Si no hay denuncia de los hechos a nivel policial, no hay
privilegio y el hecho será calificado como aborto común.
En suma, se entiende que si se practica el aborto sin la concurrencia al mismo
tiempo de los elementos referidos, estaremos ante a un aborto agravado.

El fundamento de la atenuación se halla en el reconocimiento del derecho de la


mujer a una maternidad libre y consciente, es decir, a una maternidad no impuesta
contra su libre voluntad (263). En tal sentido, de ningún modo podemos encontrar el
fundamento de esta atenuación en la libertad de la mujer para abortar cuando ha
quedado embarazada en contra de su voluntad, como enseñan Bramont-Atias
Torres/Carda Cantizano (264), pues al prohibirse esta clase de aborto, es desde
todo punto de vista incoherente pensar que a la vez se le reconoce a la gestante el
derecho de libertad para practicarse el aborto.

2.1. Bien jurídico protegido


La vida dependiente del producto del embarazo.
2.2. Sujeto activo
De la lectura del contenido del inciso primero del artÍCulo 120, se concluye que
cualquier persona puede practicar el aborto privilegiado siempre y cuando cuente
con el consentimiento o autorización de la gestante. No se exige la concurrencia de
alguna condición especial en el agente. Por su parte la embarazada que prestó su
consentimiento también se constituye en sujeto activo del delito de aborto
privilegiado y será sancionada en su calidad de coautora. No se descarta que la
propia embarazada, por sí sola, sea la que se provoque el aborto.

2.3. Sujeto pasivo


El producto de la gestación.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

El agente debe obrar con conocimiento y voluntad de poner fin a la vida del feto que
es producto de una violación sexual o en todo caso, consecuencia de una
inseminación artificial sin el consentimiento de la gestante. El agente debe conocer
estas circunstancias, caso contrario su conducta se subsume a otro tipo penal. Así,
en su forma peculiar, Javier Villa Stein (265) enseña que el dolo debe estar
acompallado de la motivación del agente de actuar para mitigar los estragos de un
parto derivado de un hecho violento.

4. CONSUMACIÓN

El insignificante delito se perfecciona en el mismo momento que se constata


efectivamente la muerte del producto del embarazo no deseado.
La participación en todas sus formas es posible, así como la tentativa.

5. PENALIDAD

El agente será pasible de pena privativa de libertad que oscile entre dos días a tres
meses, situación que conociendo nuestra administración de
justicia, parece imposible que a alguna persona se le pueda condenar por este
delito, debido que antes que se agote la investigación judicial, cuando no la policial,
ya habrá operado la figura de la prescripción de la acción penal..

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Subcapítulo 9

Aborto eugenésico

l. TIPO PENAL

El aborto eugenésico se encuentra regulado en el segundo inciso del artículo 120 del
código sustantivo en los términos siguientes:
El aborto será reprimido con pena privativa de la libertad no mayor de tres meses:

2. Cuando es probable que el ser en formación conlleve al nacimiento graves


taras físicas o psíquicas, siempre que exista diagnóstico médico.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Se configura el delito denominado aborto eugenésico cuando el sujeto activo somete


a práctica abortiva a una gestante al tener diagnóstico médico que el producto del
embarazo nacerá con graves taras físicas o psíquicas.

Doctrinariamente, es evidente que la impunidad de la figura del aborto eugenésico


tiene por objeto evitar el nacimiento de seres humanos que sufrirán toda su vida por
las graves taras de las que pueden ser portadores. Su objetivo es como advierte Roy
Freyre (266) el prevenir la procreación de hijos defectuosos o enfermos en su
aspecto físico o mental. Sin embargo, aquellos objetivos fácilmente comprensibles
en una sociedad severamente injusta e hipócrita, al parecer, han sido soslayados
por el legislador al disponer que aquella conducta es punible.

Para la configuración del hecho punible del aborto eugenésico, el agente debe
actuar después de conocer el diagnóstico médico que indica la sólida probabilidad
del nacimiento de un ser defectuoso. El diagnóstico médico se constituye en un
elemento constitutivo de trascendencia del aborto eugenésico. En su defecto, de no
contar con diagnóstico médico en aquel sentido, la figura delictiva privilegiada no se
verifica.

En el pasado se criticó este tipo de aborto privilegiado, señalando que muchas veces
podía frustrarse nacimientos de seres normales por erróneo diagnóstico médico, sin
embargo, actualmente con el desarrollo de la ciencia médica especializada, la
arbitrariedad en los diagnósticos es cada vez más remota. De ese modo, se justifica
que el profesional de la ciencia médica pueda ser privilegiado por practicar un aborto
después de diagnosticar graves males en el producto de la gestación.

Se entiende también que las graves taras detectadas en el producto de la


concepción deben ser permanentes, es decir, el diagnóstico debe señalar
claramente que la tara detectada es de imposible curación. Caso contrario, de
detectarse que la tara del feto es curable con especial tratamiento médico, la
práctica del aborto se subsumirá a una figura mucho más grave. En ese sentido,
carece de fundamento la posición adoptada por Bramont-Arias Torres/ Carcía
Cantizano (267) cuando refieren que el legislador ha dejado abierto este supuesto al
no especificar qué se entiende por afección grave física o psíquica. Tampoco ha
señalado si esta afección debe ser perenne, porque plantearía duda la aplicación de
este precepto a aquellos casos en los que tales malformaciones sean curables.

2.1. Bien jurídico protegido

Sin mayor duda, se desprende que el bien jurídico que al Estado le interesa proteger
es la vida del producto de la gestación, aun cuando sea probable que tiene graves
taras fisica o mentales.

2.2. Sujeto activo

Puede ser cualquier persona, desde la gestante que presta se consentimiento hasta
aquellas personas inescrupulosas que lucran con la práctica del aborto. No obstante,
aún cuando la norma penal no resulta clara, pensamos que al hablarse de
diagnóstico médico, el legislador ha querido señalar que las únicas personas con
posibilidad de practicar el aborto eugenésico, son los profesionales de la medicina,
pues se pretende no poner en riesgo la vida ni la salud de la gestante.

2.3. Sujeto pasivo

El producto de la gestación.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

El sujeto activo debe tener conocimiento y voluntad de poner fin a la vida del feto,
siendo consciente de la existencia de un diagnóstico especializado regularmente
emitido, el cual indica la probabilidad que aquel sufre graves taras incurables.
Si el agente actúa dolosamente sin conocer la existencia del diagnóstico médico que
exige el tipo penal o sin efectuarlo o, en su caso, en el diagnóstico se indica que la
tara del feto es curable después de producido el nacimiento, su conducta se
adecuará a otro tipo de aborto mas no al eugenésico.

4. CONSUMACIÓN

Igual que en todas las figuras delictivas de aborto, el injusto penal se perfecciona en
el instante que se produce la muerte del producto de la concepción. De haberse
dirigido la acción a lograr la muerte de aquel, sin obtenerlo, estaremos frente a la
categoría de la tentativa.
La participación también es posible.

5. PENALIDAD

El agente de esta figura delictiva, de encontrársele responsable, será merecedor de


pena privativa de libertad no menor de dos días ni mayor de tres meses.
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CAPíTULO III

DELITOS CONTRA LA SALUD

SUMARIO: Sub capítulo 1: Consideraciones generales.!. Preliminares. 2. Concepto


del bien jurídico salud. 3. El bien jurídico del delito de lesiones en el sistema penal
peruano. Sub capítulo 2: Lesiones graves. l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Circunstancias que califican la lesión como grave. 2.2. Lesiones graves seguidas de
muerte. 2.3. Si la víctima cumple función especial. 2.4. Bienjurídico protegido. 2.5.
Sujeto activo. 2.6. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5.
Culpabilidad. 6. Con·sumación. 7. Tentativa. 8. Penalidad. Subcapítulo 3: Lesiones
graves a menores y parientes.!. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico
protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Penalidad.
Subcapítulo 4: Lesiones leves.!. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico
protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Lesiones
simples seguidas de muerte. 5. Antijuridicidad. 6. Culpabilidad. 7. Consumación. 8.
Tentati· va. 9. Penalidad. Subcapítulo 5: Lesiones simples a menores y parientes. 1.
Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Sujeto activo. 2.2. Sl~eto pasivo. 3. Tipicidad
subjetiva. 4. Lesiones leves a parientes seguidas de muerte. 5. Penalidad.
Subcapítulo 6: Lesiones con resultado fortuito.!. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 3.
Tipicidad subjetiva. 4. Penalidad. Subcapítulo 7: Lesiones culposas. 1. Tipo penal. 2.
Tipicidad objetiva. 2.1. Lesiones culposas agravadas. 2.2. Bien jurídico protegido.
2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Consumación. 5.
Procedimiento para la acción penal. 6. Penalidad. Subcapítulo 8: Lesiones al feto. 1.
Cuestión preliminar. 2. Tipo penal. 3. Tipicidad objetiva. 3.1. Bien jurídico tutelado.
3.2. Sujeto activo. 3.3. Sujeto pasivo. 4. Tipicidad subjetiva. 5. Consumación y
tentativa. 6. Penalidad.
Subcapítulo 1

Consideraciones generales

l. PRELIMINARES

Después de haberse analizado dogmáticamente todos los hechos punibles que


nuestro legislador ha previsto como actos que ponen en peligro o lesionan la vida de
las personas, corresponde ahora hacer un estudio dogmático de los ilícitos penales
debidamente regulados en el Capítulo III del Título Primero del corpus juro penale,
que se etiqueta con el nomen iuris de "lesiones".

En la doctrina del derecho punitivo aparecen hasta dos posiciones encontradas que
tratan de señalar y sustentar el bien jurídico que el Estado pretende proteger o
tutelar cuando tipifica como injusto penal las diversas modalidades de lesiones. En
efecto, la posición tradicional y la más avanzada.

La posición tradicional y por ello mayoritaria, sostiene que en los ilícitos de lesiones
se trata de proteger hasta dos bienes jurídicos totalmente identificables y
diferenciables como son la integridad física y la salud de la persona. En tanto que la
teoría más moderna y aún con pocos seguidores como Rodríguez Devesa, Quintana
Ripollés y con Ignacio Berdugo Gómez de la Torres como el más representativo
(268), sostiene que el único bien jurídico que se pretende proteger con la tipificación
de las diversas modalidades de lesiones es la salud de las personas. En efecto,
como aparece objetiva y científicamente, cualquier ataque a la integridad física o
mental de la persona trae como efecto inmediato una afección a la salud de aquella.
De modo que todos los supuestos que el legislador enumera hacen referencia a
distintos aspectos de un único bien jurídico de mayor amplitud como lo es la salud
de las personas. En consecuencia, no tiene ningún sentido práctico identificar a la
integridad corporal y la salud de la persona como bienes jurídicos distintos.

Nosotros nos adherimos a la teoría avanzada debido que se sustenta en


circunstancias científicas y contrastables objetivamente y, a la vez, por tener asidero
en nuestro sistema jurídico nacional. Si aceptamos que la vulneración de la
integridad física trae como consecuencia inmediata una afección a la salud del que
la sufre, automáticamente se descarta la posibilidad de estar frente a dos bienes
jurídicos diferenciables como son la integridad física y mental, por un lado, y la
salud, por otro. De modo alguno podemos señalar que el ataque a uno de ellos tiene
diferentes efectos en la persona. La salud dellesionado resulta al final el aspecto que
se petjudica. De igual parecer son Bramont-Arias Torres/García Cantizano (269),
siguiendo al español Berdugo de la Torre, al indicar que a pesar de la distinción, en
realidad se trata de un solo bien jurídico: la salud (física o psicológica).
Por otro lado, entendiendo que daño o perjuicio a la integridad física de la persona
es cualquier modificación más o menos duradera en el organismo de la víctima, que
trae como consecuencia ipso Jacto la afección o deterioro a la salud del que la sufre,
debe concluirse que esta última entidad es el bienjurídico que el legislador nacional
pretende proteger con la tipificación de las diversas conductas delictivas de lesiones
recogidas en el código sustantivo. Ello aun cuando en la realidad nuestro legislador
no ha sido consciente.
2. CONCEPTO DEL BIEN JURÍDICO SALUD
La salud de la persona puede ser definida como el estado en el cual esta desarrolla
todas sus actividades, tanto físicas como psíquicas, en forma normal, sin ninguna
afección que le aflija. Refiere Berdugo Gómez de la Torre que la salud es el estado
en el que una persona desarrolla normalmente sus funciones, entendiendo por
función el ejercicio de un órgano o aparato. En el Perú, a nivel constitucional se ha
reconocido como uno de los derechos principales el libre desarrollo y bienestar de
las personas. Resulta impensable que un daño a la integridad física no afecte la
salud del que la sufre, en cambio, es perfectamente posible que una afección a la
salud no afecte en nada a la integridad física. Incluso, Roy Freyre (270) que sustenta
la posición tradicional, asevera que "generalmente el daño en el cuerpo trae consigo
un daño en la salud, sin que esta afirmación signifique negar la existencia
independiente del último".
En suma, la salud de las personas es perfectamente identificable como el bien
jurídico protegido en las diversas modalidades delictivas de lo que se conoce con la
etiqueta de lesiones. Esta puede ser vulnerada por una modificación en su normal
funcionamiento, por ejemplo incapacidad para el trabajo, o por un menoscabo en la
integridad corporal de la persona agraviada, que le disminuye seriamente sus
facultades o capacidad para cumplir con sus funciones físicas normales como son,
por ejemplo, fractura de un miembro inferior, la desfiguración de rostro, etc.

No obstante, el bien jurídico en el hecho punible de lesiones tiene aspecto relativo,


debido que posee caracteres peculiares en cada persona. La salud de una persona
no siempre presentará el mismo contenido en otra. En efecto, distinto es el
contenido concreto de la salud en unjoven que en un anciano, en una persona que
sufre una enfermedad o una tara física o mental que en aquella que no la padece.
3. EL BIEN JURÍDICO DEL DELITO DE LESIONES E EL SISTEMA PENAL
PERUANO
No obstante, nuestro legislador del Código Penal de 1991, siguiendo la posición
mayoritaria, ha dispuesto como bienes jurídicos equivalentes la salud de la persona
y la integridad corporal. Ello se explica por el hecho concreto que los autores de los
proyectos del citado documento legislativo sustentan la posición mayoritaria. Incluso,
tal posición doctrinaIia prevaleció en la Constitución Política del Estado de 1993,
carta fundamental al presctibir taxativamente en el inciso 1 del artículo 2 que toda
persona tiene derecho a su integIidad moral, psíquica y fisica ya su libre desarrollo y
bienestar. En tal sentido, y para fines del presente trabajo, no queda otra alternativa
que seguir aquellos lineamientos con la finalidad de no apartarnos ni distorsionar
nuestro objetivo pIincipal cual es hacer dogmática del contenido del Código Penal
peruano.
En esa línea, no compartimos posición con Bramont-Arias Torres/García Cantizano
(271), quienes enseñan que la tesis según la cual habría un único bien jurídico en el
delito de lesiones, entendido como salud en términos amplios, no constituye una
interpretación contraria a lo dispuesto por nuestro Código Penal. Resulta ingenuo
tratar de desconocer la realidad o quizá justificar al legislador, cuando lo real y
contundente resulta que según la redacción de nuestro Código Penal, las diversas
modalidades del delito de lesiones tienen como bienes jurídicos a la integIidad
corporal y la salud, e incluso en forma equivalente, aun cuando la mayor de las
veces el correlato anatomofisiológico sea evidente (272).
Las lesiones para constituir ilícito penal y ser imputadas a determinada persona a
título de dolo deben tener el objetivo de dañar la salud o la integridad corporal del
que la sufre. En el hecho concreto, si el objetivo de causar perjuicio en la salud o la
integridad corporal de la víctima no se veIifica, el injusto penal de lesiones no se
configura. En esta línea de interpretación, resultan atípicas las lesiones producidas
por los profesionales de la medicina cuando con el propósito loable de curar o
buscar una mejora en la resquebrajada salud de su paciente, a consecuencia de una
intervención quirúrgica, las ocasionan.

A lo más, estas si llegan a comprobarse que se debieron a una falta de cuidado al


momento de la intervención serán imputadas al médico a título de culpa.
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Subcapítulo 2

Lesiones graves

l. TIPO PENAL

Las diversas conductas delictivas que configuran lesiones graves están tipificadas
en el artículo 121 del código sustantivo, el mismo que con la modificación producida
por la Ley NQ 28878 del 17 de agosto de 2006, tiene el siguiente contenido:

El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la salud, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años. Se consideran
lesiones graves:
1. Las que ponen en peligro inminente la vida de la víctima.
2. Las que mutilan un miembro u órgano principal del cuerpo o lo hacen
impropio para su función, causan a una persona incapacidad para el trabajo,
invalidez o anomalía psíquica permanente o la desfiguran de manera grave y
permanente.
3. Las que infieren cualquier otro daño a la integridad corporal o a la salud física
o mental de una persona que requiera treinta o más días de asistencia o descanso,
según prescripción facultativa.

Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y si el agente pudo prever este


resultado, la pena será no menor de cinco ni mayor de diez años.

Cuando la víctima es miembro de la Policía Nacional del Perú o de las Fuerzas


Armadas, Magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público, en el cumplimiento
de sus funciones, se aplicará pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor
de doce años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La acción típica de lesiones graves se configura cuando el agente por acción u


omisión impropia causa, produce u origina un daño grave en la integridad corporal o
salud del sujeto pasivo. El profesor Luis Bramont Arias (m), comentando el tipo penal
de lesiones graves del Código Penal derogado de 1924, señalaba que consiste en
"la causación de cualquier resultado que deje una huella material en el cuerpo o una
alteración funcional en la salud de la persona ofendida".

Se entiende por daño a la integridad corporal toda alteración anormal en la


estructura fisica o anatómica de la persona. En otros términos, daño en el cuerpo se
entiende cualquier modificación, más o menos duradera, en el organismo de la
víctima. El daño puede ser externo o interno y carece de importancia, para su
configuración que exista o no derramamiento de sangre. Sin embargo, el detrimento
en la contextura fisica debe ser anormal, esto es, que tenga incidente en la eficacia
vital del cuerpo humano. Por lo tanto, la alteración de parte del cuerpo que no afecta
la vitalidad o que no tenga incidencia en ella, no constituye lesión, por ejemplo, el
corte de cabellos, de barba, de uñas (que son partes que están destinadas a ser
cortadas normal y periódicamente) no configuran delito de lesiones pero sí puede
constituirse en otro delito como el de injuria.
En tanto que daño a la salud se entiende como una modificación funcional del
organismo. Afecta el desarrollo funcional del organismo humano, sea en su aspecto
fisico como mental. Por lo tanto, cualquier detrimento o perturbación en el organismo
que afecte su desarrollo o equilibrio funcional constituye un daño en la salud
tipificable como delito (274).
En otro aspecto, de la redacción del tipo penal se evidencia en forma clara que las
autolesiones no constituyen injusto penal de lesiones. El tipo comienza indicando
que el daño debe ser "a otro", es decir, la acción de lesionar debe estar dirigida a un
tercero. Si uno mismo se causa las lesiones en el cuerpo o en la salud no se
configura el delito de lesiones y menos en su modalidad de graves.

Las cualidades o características de los medios o elementos empleados para la


materialización de la conducta delictiva de lesiones graves carecen de relevancia al
momento de calificar los resultados producidos sobre la integridad corporal y salud
de la víctima. Siendo posible la utilización de cualquier medio. La lesión se torna en
grave por su misma magnitud, sin importar el objeto con el cual fue causado. Los
medios, instrumentos, formas o especiales circunstancias solo tendrán
trascendencia cuando el juez se encuentre en el momento de individualizar y
graduar la pena a imponer al agente que ha encontrado responsable penalmente de
la lesión grave después del debido proceso.
De acuerdo con nuestro sistemajurídico, la integridad corporal y la salud no son
bienes o intereses fundamentales de libre disposición por las personas. En tal
sentido, el consentimiento de la víctima para que el sujeto activo le cause lesiones
en su integridad corporal o salud carece de relevancia para la configuración del
delito, esto es, aun cuando la víctima haya dado su consentimiento para que otro le
ocasione o cause lesiones grAves, el delito se configura: InclusO, así el agraviado
pretenda justificadas o abdIque en reclamar alguna mdemmzación, al ser un delito
de acción pública, el debido proceso penal se iniciará y se continuará hasta que se
dicte resolución final en contra el autor de las lesiones graves. El consentimiento de
la víctima solo servirá como atenuante al momento de individualizar y graduar la
pena.

2.1. Circunstancias que califican la lesión como grave


a. Poner en peligro inminente la vida del sujeto pasivo. Esta calificante aparece en el
inciso 1 del artículo 121 del Código Penal. Se entiende que la lesión se considerará
grave cuando el daño ocasionado o producido en la integridad corporal o en la salud
de la víctima, le pone en serio, concreto e inminente peligro su vida.

Peligro inminente de la vida debe ser entendido como la probabilidad concreta y


presente que a consecuencia de la lesión producida se origine un resultado letal. El
peligro de muerte debe ser actual, serio, efectivo y no remoto o meramente
presumido. El peligro inminente será reconocido por síntomas objetivamente
demostrables y en referencia a las funciones más importantes de la vida orgánica
(275). Lo cual significa que no es suficiente que la lesión o daño producido sea apta
"en sí" para poner en peligro la vida de la víctima, sino que será indispensable
verificar, en el caso concreto, un peligro concreto para la vida de aquella (276). En
consecuencia, si la lesión producida en una persona no pone en peligro su vida en
algún momento de su evolución, por más horror que cause en sí misma, por su
propia naturaleza, no se configurará la modalidad delictiva en comentario.

b. Mutilación de un miembro u árgano principal del cuerpo. Antes de exponer en qué


consiste esta modalidad delictiva, resulta necesario entender o saber los conceptos
de "miembro" u "órgano" que se utiliza en la construcción de la circunstancia
agravante del delito de lesiones graves.

Biológicamente, se entiende como miembro a cualquiera de las extremidades del


hombre articuladas con el tronco, destinadas al ejercicio de las funciones de
relación, los miembros son cuatro: dos inferiores y dos superiores. En tanto que
órgano es cualquiera de las partes del cuerpo que ejercen una función específica,
por ejemplo, la vista, los oídos, etc.

En ese sentido, se configura como graves las lesiones cuando el agente mutila,
amputa o cercena algún miembro u órgano principal del slyeto pasivo. También se
configura esta modalidad agravada cuando a consecuencia de la acción del agente,
se mutile o ampute por prescripción médica, un miembro u órgano principal de la
víctima. Así se pronuncia la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en la
Ejecutoria del 05 de setiembre de 2005, al argumentar que "la !esión que causó es
grave porque importó, por el medio empleado y la zona afectada, la pérdida de la
pierna izquierda, siendo de aplicación el inciso dos del artículo 121 del Código
Penal'.

La mutilación o cercenamiento de alguna parte de la persona es per se de suma


gravedad, siendo más evidente la gravedad cuando se produce sobre un miembro u
órgano que realiza una función principal para la víctima.

Los efectos de la mutilación de un miembro u órgano trascendente para la vida en


relación al que la sufre, deja a este en la imposibilidad de valerse por sí mismo O de
ejecutar las funciones naturales que antes ejecutaba. Un ejemplo típico de
imposibilidad de ejecutar las funciones naturales, es la castración producida ya sea
en un hombre o en una mujer. Nunca más podrá realizar su función natural de
procreación.

Bramont-Arias Torres/García Cantizano (277) han señalado que la distinción sobre


la importancia del miembro u órgano se deducirá desde el bien jurídico y según la
importancia que revista para la salud del sujeto pasivo. De ese modo, un criterio de
distinción será necesariamente de naturaleza funcional. Así, por ejemplo, para un
pianista un dedo reviste carácter plincipal, pues su amputación afecta gravemente su
estado de bienestar. Siendo que la distinción o calificación será realizado por el
juzgador en cada caso concreto.

c. Hacer impropio para su función a un miembro u órgano principal. Estos supuestos


se producen cuando la lesión origina invalidez e inutilización del órgano o miembro
principal de la víctima. La lesión ocasionada hace inapto para la función que el
órgano o miembro desempeña normalmente. Aquí no es necesario la amputación
sino simplemente hacerle inapto o impropio para su función normal. En otros
términos, hacer impropio para su función significa que el sujeto pasivo queda en la
imposibilidad de valerse de algún miembro u órgano importante a consecuencia de
la lesión, sin necesidad de que haya sido cercenado.

Nada precisa el tipo penal respecto al tiempo que debe durar la impropiedad de la
función de un miembro u órgano importante, no obstante, interpretando
sistemáticamente y tomando en cuenta la drasticidad de la pena a la que se hace
merecedor el agente, se concluye que la impropiedad debe ser permanente y total.
En consecuencia, la opinión médica será necesaria al momento de decidir si la
invalidez del órgano o miembro es permanente e irreversible y total.
Si en un caso concreto se concluye que la impropiedad para la función de un órgano
o miembro es temporal o parcial, es decir, subsiste pero en una forma disminuida, se
descartará la lesión grave (278).
Ejemplos típicos de esta modalidad de lesión grave son la parálisis, la perdida de la
visión, perdida de la capacidad para el coito (impotencia), la esterilidad, etc.
d. Causar incapacidad para el trabajo. Para explicar este supuesto, resulta primordial
diferenciar los términos de total, parcial, permanente y temporal, ello a fin de no
utilizarlos en forma confusa y, por ende, confundir al lector.

En primer lugar, se acepta que la incapacidad para el trabajo puede ser parcial y
total. Habrá incapacidad parcial cuando el sujeto pasivo a consecuencia de la lesión,
sufre una disminución en su capacidad laboral, es decir, sigue laborando pero lo
hace en menor intensidad con ocasión de la lesión. En tanto que habrá incapacidad
total cuando la víctima a consecuencia de la lesión sufrida, pierde en forma general y
total la capacidad para el trabajo, esto es, de ningún modo puede desempeñarse en
el trabajo que venía realizando hasta antes de la lesión.

Por otro lado, también existe la distinción entre incapacidad temporal y permanente.
Será temporal cuando la incapacidad solo es por tiempo determinado o definido, en
cambio será permanente cuando la pérdida de la capacidad para el desempeño de
un trabajo es irrecuperable, es decir, la víctima no podrá volver a cumplir función
laboral.

En el momento de calificar los hechos y determinar si estamos ante una incapacidad


para el trabajo total o parcial y temporal o permanente, es conditio sine qua nonla
existencia de un pronunciamiento médico legal. Corresponde a los médicos legistas
Olientar al fiscal y después aljuez, la magnitud de la incapacidad laboral producida
en la víctima a consecuencia de la lesión.

En ese sentido, haciendo interpretación sistemática de todos los supuestos que


recoge el inciso 2 del artículo 121 del Código Penal, se concluye que debe tratarse
de una lesión que origine incapacidad para el trabajo total y permanente. De ese
modo, creemos que no es acertado sostener que la incapacidad a la que alude la
disposición puede ser permanente o parcial como entiende Villa Stein (279).
Finalmente, al no hacer distinción el legislador en cuanto a qué tipo de trabajo debe
quedar imposibilitado de realizar el sujeto pasivo con ocasión de la lesión, debe
entenderse que se refiere al trabajo en general. Técnicamente es una fórmula más
eficiente. Hacer distinciones de acuerdo a la función que cumple la víctima hasta
antes de slúrir la lesión, es desde todo punto arbitrario y lleva a cometer excesos
como sostenía Peña Cabrera (280). En efecto, interpretar de otra manera el
supuesto en comentario conduce a efectuar distinciones arbitrarias en donde la ley
no las hace.

También resulta incoherente sostener que el presente presupuesto se refiere al


trabajo habitual de la víctima y si esta no tenía trabajo habitual como, por ejemplo,
los jubilados, tendríamos que concluir que no son pasibles de ser víctimas de la
agravante, lo cual es absurdo. En concreto, debe entenderse que se refiere a todo
tipo de trabajo (281).
e. Invalidez permanente. Este supuesto agravante no debe entenderse, como lo
hacen los profesores Bramont Arias (282), Roy Freyre (283) y Bramont-Arias
Torres/Carda Cantizano (284) que se refiere a la incapacidad para el trabajo total y
permanente. La sola incapacidad para el trabajo se subsume en el supuesto
anterior. Invalidez es un término mucho más amplio y da a entender una situación
desastrosa y lamentable para el que la sufre, pues sus funciones de relación se ven
seda y totalmente afectadas.

La invalidez significa o se entiende que la víctima, como consecuencia lamentable


de la lesión sufrida, no puede desenvolverse por sí misma. Necesita de una tercera
persona o de algún elemento mecánico o electromecánico para realizar sus
actividades básicas. Aparte de no poder realizar alguna actividad lucrativa, no
puede, por ejemplo, hacer sus necesidades básicas sin la ayuda de un tercero.
Podemos afirmar que hasta su dignidad de persona humana se ve seriamente
lesionada.

La invalidez debe tener el carácter de permanente. Si en el caso concreto se


determina que la invalidez solo es temporal, el hecho no se subsumirá en este
supuesto delictivo. En consecuencia resulta primordial el pronunciamiento de los
profesionales de medicina legal para la calificación correspondiente de los hechos.

f Anomalía psíquica permanente. A efectos de este supuesto agravante, se entiende


por anomalía psíquica toda alteración, perturbación o trastorno de las facultades
mentales de la persona.

La hipótesis se presenta cuando el sujeto pasivo o víctima a consecuencia de la


lesión, sufre alteración de sus facultades mentales de manera permanente, es decir,
incurables; siendo la mayor de las veces, efectos inmediatos de traumatismos
encéfalo craneános (285).
g. Desfiguración de manera grave y permanente. Este supuesto agravante se
presenta cuando como resultado de la lesión sufrida por la víctima, esta queda
dañada físicamente de manera grave e irreversible. Es un daño que afecta
directamente la integridad física de la persona en su totalidad y no solo a aquel
producido en el rostro.

Aun cuando en la doctrina peruana y en la práctica judicial se conoce a este


supuesto como "desfiguración de rostro", de acuerdo con la redacción del inciso 2
del artículo 121 del Código Penal, estamos ante un supuesto que abarca las
lesiones que originan deformidad o desfiguración en cualquier parte de la integridad
corporal o física de la persona, pudiendo ser en el rostro u otra parte. El legislador
peruano, siguiendo la tendencia de la legislación espanola, al redactar el tipo penal
no ha hecho distinción alguna. En cambio, como ejemplo de las legislaciones que
hacen distinciones cabe citar el artículo 90 del Código Penal argentino que amenaza
con pena de reclusión o prisión de uno a seis años "si la lesión ( ... ) le hubiere
causado una deformación permanente del rostro". De ese modo, para la legislación,
doctrina y jurisprudencia argentina es apropiado y atinado referirse al supuesto de
desfiguración de rostro. Situación que no puede ocurrir en la doctrina y
jurisprudencia de nuestra patria.

Se considera grave la lesión cuando modifica profunda y considerablemente la forma


habitual de la persona en su círculo social. Permanente es la desfiguración
indeleble, irreparable, excluyente de la posibilidad de una restitutio in integrum.
Irreparabilidad quiere significar desfiguración no rectificable por sí misma (286).
Las lesiones de este tipo, consideradas desde una perspectiva subjetiva, teniendo
en cuenta tanto al individuo lesionado como al prójimo, deben generar una impresión
de repugnancia, o por lo menos de incuestionable disgusto o desagrado (287).

Es importante indicar que no es necesario que la deformidad o desfiguración estética


de la figura humana esté visible para un público indeterminado para considerarse
como agravante la lesión, sino también lo serán aquellas que permanezcan ocultas
por la vestimenta. En suma, toda lesión dolosa que produzca un perjuicio o
desmedro en la integridad corporal del sujeto pasivo que reúna las características de
grave y permanente, es decir, irreversible por sí misma, es calificada como lesión
grave para nuestro sistema jurídico.

La característica de irreversible e irreparable debe entenderse en el sentido que por


sí misma, o mejor dicho, de manera natural, la integridad corporal no pueda
reconstnürse o restituirse y volver al estado anterior de producida la lesión. De esa
forma, si se aplica los avances de la ciencia médica como la cirugía plástica, por
ejemplo, y vuelve a restituirse la integridad del afectado con la lesión grave, de modo
alguno puede excluirse la agravante de desfiguración grave y permanente. El autor
de la lesión será sancionado por el ilícito penal en interpretación.

Aún cuando para calificar el hecho concreto no tiene mayor relevancia, para efectos
de individualizar la pena a imponer al autor de las lesiones ocasionadas a la víctima,
se tendrá en cuenta la función que cumple la víctima en determinado grupo social, el
sexo, la edad, la parte afectada. Ello reviste importancia, pues será más perjudicial
y, por ende, más reprochable la lesión que causa cojera en un futbolista que aquella
que causa cojera en un vendedor de carne en el mercado. Aquel nunca más volverá
a efectuar su profesión de futbolista, mientras que este seguirá atendiendo
normalmente a sus clientes en el mercado, pero claro está, con cierta dificultad. O
como indican Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano, no es lo mismo un pequeño
corte en el muslo de un carpintero que en el de una modelo profesional.

La Ejecutoria Suprema del 14 de junio de 2004 recoge un caso real de lesiones


graves de este tipo. En efecto, allí se considera que "está probado que el acusado
Nureña Palma y el agraviado Tello jara se acometieron mutuamente que en el curso
de la gresca el imputado no solo le fracturó los huesos de la nariz sino que portando
un pico de botella le infirió una herida cortante en forma de 'Y' en dorso nasal, la
misma que según la exposición pericial en el acto oral ( ... )es de tipo colgajo que
dejara huella indeleble por lo que el hecho se subsurne en el inciso dos del artículo
ciento veintiuno del Código Penal' (288).

h. Inferir cualquier otro daño en la integridad corporal o la salud física o mental que
según prescnpción médica requiera más de veintinueve días de asistencia o
descanso. Indudablemente, el legislador no puede prever todas las formas en que
pueden aparecer las lesiones y, por ende, causar daño o peljuicio a la integridad
corporal de las personas y a su salud. En tal sentido, siendo conscientes de aquella
situación se hace uso de una formula que vía la interpretación analógica legalmente
permitida, facilita abarcar toda aquella gama de lesiones no previstas taxativamente.
Así, aparece la indicación de un plazo de atención facultativa o de descanso para el
trabajo como parámetro para medir la gravedad de las lesiones.

En esa línea, cualquier otra lesión que causa un daño en la integridad corporal,
salud física o mental del sujeto pasivo que requiera, según prescripción médica, más
de veintinueve días de atención facultativa o descanso para el trabajo, será
considerado como lesión grave. Los efectos de la lesión pueden ser permanentes o
temporales. De esa forma, no le falta razón a Roy Freyre (289), quien comentando el
corpus juris penale de 1924, enseña que el citado daño grave puede ser permanente
o reversible, entendido este último que la afectación o alteración de la integtidad
corporal o salud, puede desaparecer, volviendo el organismo o la salud a su estado
normal en un tiempo más o menos prolongado.

Eri consecuencia, al igual como en los anteriores supuestos, aquí el


pronunciamiento médico legal resulta fundamental para calificar una lesión como
grave. Si el reconocimiento médico no se realiza es probable que el hecho quede
impune. Pues, aquel es pmeba para acreditar la comisión del delito de lesiones por
parte del imputado. Nuestro más alto tribunal de justicia así lo entiende. Como
ejemplo, tenemos el caso real objeto de la Ejecutoria Suprema del 21 de junio de
1999 donde se expone "que, habiéndose acreditado que el citado acusado lesionó
dolosamente al agraviado ( ... ), en circunstancias que este descendía del vehículo
de su propiedad, por inmediaciones de la cuadra dos de la calle La Habana - El
AlambreTrujillo- con la finalidad de retirar un árbol que obstruía el paso,
proponiéndole diversos golpes en distintas partes del cuerpo, los mismos que se
encuentran acreditados con el Certificado Médico Legal obran te a fojas diecinueve,
del que se desprende que el antes mencionado ha requerido de sesenta días de
atención facultativa y sesenta días de incapacidad para el trabajo, debe graduarse la
pena en atención a dicha circunstancias"(290).

En la misma línea de razonamiento tenemos la Sentencia del 05 de agosto de 1997


del Trigésimo Segundo juzgado Penal de Lima. En efecto, aquí se sostiene que "el
delito de Lesiones Graves se configura cuando el sujeto activo produce en el sujeto
pasivo un daño en su integridad física, corporal o la salud mental, sin que medie
para ello el ánimo de matar, que, haciendo un análisis juridico y objetivo de los
hechos expuestos y las pruebas que obran en autos a quedado plenamente
acreditado el delito de lesiones con el Certificado Médico Legal que obra en autos,
así como la responsabilidad penal del encausado ya que si bien este alega que no
ha tenido la intención de ocasionar la lesión al agraviado pues este ha sido producto
de un forcejeo tras una discusión mantenida con este, ello se ha desvirtuado con la
imputación hecha por el agraviado cuando refiere que el encausado ha venido
directamente y le ha reventado una botella de cerveza en la cabeza, dando certeza
esta imputación el hecho de presentar el agraviado seis heridas en la cabeza que de
ninguna manera pudieron haber sido producto solo de una lesión en el forcejeo (oo.)
" (291).

2.2. Lesiones graves seguidas de muerte

La última parte del tipo penal del artículo 121 prescribe las lesiones graves seguidas
de muerte que comúnmente en doctrina se le conoce con el nomen iuris de
homicidio preterintencional.

El injusto penal consiste en ocasionar la muerte de la VÍctima con actos que estaban
dirigidos a solo producir lesiones graves, teniendo la posibilidad el agente de prever
el resultado letal. La previsibilidad es importante para calificar la figura delictiva. Si el
agente no tuvo ninguna posibilidad de prever aquel resultado no será culpable de la
muerte que se produzca, limitándose su responsabilidad penal por las lesiones
graves que ocasione. Ello debido a nuestro sistema jurídico penal, en el cual ha
quedado proscrita toda forma de responsabilidad objetiva, es decir, la
responsabilidad por el solo resultado, según el artículo VII del Título Preliminar del
Código Penal. Ahora se requiere necesariamente la concurrencia del dolo o la culpa
en una conducta para ser catalogada como ilícita de carácter penal (artículo 11 del
C.P.).

Aquí creemos necesario exponer la diferencia que existe entre culpa y lo que se
conoce como dolo eventual, pues caso contrario, podemos llevar a confusión y
fácilmente se puede pensar que estamos frente al dolo eventual, cuando realmente
estamos ante la culpa. Existe culpa cuando el autor pudiendo o debiendo prever el
resultado dañoso realiza la conducta riesgosa pero permitida, sin el cuidado debido.
Aquí el agente no quiere ni tiene conciencia de cometer un injusto penal. En cambio,
se configura el dolo eventual cuando el autor, previendo el resultado dañoso actúa
confiado en que no se producirá y, sin embargo, se produce. Aquí el agente, al
menos, se representa y, en consecuencia, tiene consciencia que puede realizar el
delito. En efecto, mientras en la culpa el sujeto activo puede o debe prever el
resultado y, de ese modo, actuar con el debido cuidado y prudencia; en el dolo
eventual, el agente prevé aquel resultado, no obstante, confiando que no se
producirá en la realidad, actúa. Ahí radica la principal diferencia, aun cuando por la
exquisitez de cierto sector de la doctrina se afirme que su diferenciación es nula.

En tal línea de interpretación, basta identificar que el agente tuvo animus


vulnerandisobre la víctima y, además, estaba en la posibilidad de prever la muerte
de esta, para imputarle la figura de lesiones graves seguidas de muerte. Esto es,
debe concurrir el dolo en la conducta que ocasiona las lesiones graves y el elemento
culpa en el resultado muerte. La culpa se materializa en la ausencia del debido
cuidado o por falta de diligencia del agente al momento de producir las lesiones
graves. El sujeto activo produce la muerte que en realidad no quiso causar, pero se
concretiza por haber actuado sin el debido cuidado para evitarlo, pudiendo hacerlo.
Tratándose de una muerte imprevisible, por adolecer la víctima de la lesión de
alguna enfermedad oculta o algún otro menoscabo en su salud, el agente solo
responderá por las lesiones que se propuso realizar (292).
Por otro lado, si la lesión que ocasiona la muerte fue originada a título de culpa por
el agente, se excluye el homicidio preterintencional y en su lugar estaremos ante la
figura delictiva de homicidio culposo.

En tal sentido, es necesario que la muerte sea con ocasión directa de las lesiones
dolosas, pues si ocurre por otra circunstancia, como, por ejemplo, negligencia
médica en el tratamiento del sujeto pasivo, el agente de las lesiones no responderá
por aquella muerte a título de culpa sino por las lesiones que ocasionó,
excluyéndose de ese modo el delito de lesiones seguidas de muerte. Por el
contrario, si a consecuencia de alguna negligencia, impericia o imprudencia médica,
se produce la muerte del paciente, el médico tratante responderá por la muerte a
título simplemente de culpa.

En suma, el homicidio preterintencional se consuma con la verificación de la muerte


del sujeto pasivo por culpa del agente al momento o con ocasión de las lesiones
graves que produjo. Si ello no ocurre, este solo responderá por las lesiones graves
dolosas, subsumiéndose su conducta a alguna de las circunstancias agravantes ya
descritas y analizadas. Es imposible hablar de tentativa en este hecho punible.

En la praxis judicial, aún se advierte que al operador jurídico le resulta difícil


intemalizar los conceptos de las lesiones graves seguidas de muerte y muchas
veces estos casos los califica como homicidio. Sin embargo, la Corte Suprema del
país, en este aspecto, ha orientado la jurisprudencia en sentido correcto,
enmendando de ese modo la calificación efectuado por los magistrados de niveles
infeliores. Así tenemos las siguientes Ejecutadas Supremas:

"Por la forma en que ocurrieron los hechos, la ocasionalidad de los mismos y el


hecho de haber quedado el herido con vida suficiente para desplazarse, se descarta
la presencia de ánimo homicida en el agente, es decir, conciencia y voluntad
deliberada de ocasionar el resultado muerte en el agraviado, quien evidentemente
actuó con el propósito de herir, por lo que la acción delictuosa no cabe tipificarla de
homicidio sino de lesiones graves seguidas de muerte" (293).

"De acuerdo al protocolo de necropsia el agraviado falleció a causa de un


traumatismo encéfalo craneano grave, el cual, según se ha determinado en la
secuela del proceso le fue ocasionado por el encausado, quien le infirió un golpe en
la región parietal con un objeto contundente duro; sin embargo, en autos no se ha
acreditado que la conducta del encausado haya estado dirigida por un animus
necandi, sino que más bien se ha acredito que su actuar estuvo orientada por un
dolo de lesionar, es decir, por un animus vulnerandi, por lo que la conducta de este
constituye delito de lesiones graves seguidas de muerte y no de homicidio simple
como lo ha consignado el Colegiado Superior en su sentencia" (294).

"El citado agraviado después de haber sufrido la agresión de parte del referido
acusado aún continuaba con vida, falleciendo recién al día siguiente de los hechos,
tal como se acredita en el certificado de defunción; que, por la forma en que
sucedieron los hechos, el presente caso se subsume dentro del tipo penal de
lesiones graves seguidas de muerte, y no así en el delito de homicidio simple como
incorrectamente ha sido valorado por el colegiado; toda vez que el delito de
homicidio requiere para su configuración que la lesión del bien jurídico vida se haga
mediante una consumación instantánea, en la que la acción y el resultado deben
estar íntimamente ligados tanto en espacio y tiempo, cuestión que no se aprecia en
el caso sub materia en el cual el resultado muerte aconteció al día siguiente de los
hechos y no así en el acto de su perpetración; que siendo esto así, tanto el
comportamiento delictivo, como el objeto material del delito resultan invariables
conforme a las pruebas actuadas en autos, los mismos que han sido debatidos y
controvertidos en la investigación y a nivel de juzgamiento" (295).

2.3. Si la víctima cumple función especial

Por Ley Nº 28878 del 17 de agosto de 2006, el gobierno aprista agregó otra
calificante al artículo 121 del Código Penal. Según palabras del propio presidente
que promulgó aquella ley, esta tiene como intención "cortar todo desborde y exceso
contra la autoridad", pues sin respeto a la autoridad, "no hay Estado ni sociedad
posible" (296). Aun cuando puede ser verdad que sin respeto a la autOlidad no es
posible la existencia de un Estado Democrático de Derecho, resulta errado en estos
tiempos de postmodernidad, seguir pensando que aumentando las penas se disuade
a las personas a que no cometan delito, cuando lo real es que la pena no cumple
aquella función.
Sin embargo, haciendo dogmática, si la víctima de las lesiones graves es miembro
de la Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas, magistrado del Poder Judicial o del
Ministerio Público, la pena será mayor, esto es, de cinco a doce años, siempre que
las lesiones graves se hayan producido en el cumplimiento de sus funciones. Aquí
en consecuencia se aumenta la pena cuando se produce las lesiones graves sobre
la víctima en el cumplimiento de su función pública asignada. Si las lesiones se
producen en horas del día en que la víctima (efectivo policial o de la fuerza armado o
los magistrados) está descansando o, mejor dicho, fuera del ejercicio de su labor
normal, el incremento de la penalidad no se produce. En tales circunstancias el
agente será sancionado solo con una pena individualizada dentro de los márgenes
establecidos en el primer párrafo del tipo penal del artículo 121 del C.P.

De esa forma, por voluntad del legislador, las lesiones graves producidas en
perjuicio de un Policía Nacional, de un miembro de la Fuerza Armada, de un
magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público, dependiendo de la hora en
que se realicen, producirá efectos punibles diferentes .. Si la acción criminal se
produce en horas de cumplimiento de su función, el hecho merecerá pena de cinco a
doce años, en cambio si las lesiones se producen en horas de descanso o días de
vacaciones, el hecho será sancionado con una pena no menor de cuatro ni mayor de
ocho años. Situación absurda, cuando lo real y racional a efectos laborales, un
miembro de la Policía Nacional, de la Fuerza Armada, un magistrado del Poder
Judicial o del Ministerio Público, nunca deja de ser tal aun cuando esté
descansando.

2.4. Bien jurídico protegido

De la forma como se encuentra construido el tipo penal, se colige que el Estado VÍa
el derecho punitivo pretende proteger por un lado, la integridad corporal y por otro, la
salud tanto física como mental de las personas. Se busca proteger lo que el
legislador de la Constitución Política vigente denomina integridad psíquica, física y el
libre desarrollo y bienestar de las personas. Con la tipificación de las lesiones graves
seguidas de muerte (homicidio preterintencional), aparte de la integridad corporal y
la salud, también se pretende proteger la vida de las personas.
2.5. Sujeto activo

Sujeto activo puede ser cualquier persona ya que el tipo penal no exige que se tenga
alguna cualidad o condición especial. Basta que su actuar desarrolle el verbo
lesionar para ser implicado en la comisión del delito de lesiones graves. Sólo se
excluye el propio lesionado, pues al haber previsto nuestro legislador el causar
lesión <la otro" se descarta que sea punible la autolesión.

2.6. Sujeto pasivo

También sujeto pasivo, VÍctima o agraviado puede ser cualquier persona desde el
momento del parto hasta que ocurra su deceso. El consentimiento de la víctima para
que se le cause lesiones graves es irrelevante. El agente será autor de las lesiones
graves así haya actuado con el libre consentimiento de su VÍctima.

Incluso, actualmente por la Ley Nº 28878, si la víctima es miembro de la Policía


Nacional, de la Fuerza Armada, magistrado del Poder Judicial o del Ministerio
Público, la consecuencia punible será mayor siempre que la acción se haya
realizado en el cumplimiento de su función.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

En doctrina no existe mayor discusión en considerar que el sujeto activo o agente


debe actuar con animus vulneran di, llamado también animus laedendi al momento
de ocasionar la lesión grave a su víctima. Esto es, se exige necesariamente
conocimiento y voluntad de lesionar gravemente en el agente. La intención de
causar lesiones graves es fundamental, pues si se determina que el sujeto activo
solo tuvo intención de causar lesiones leves y por circunstancias extrañas se
producen lesiones graves, estaremos ante otra figura delictiva diferente a la que
venimos comentando.
También cabe resaltar que si de acuerdo a las circunstancias se determina que el
agente actuó con animus necandi y solo ocasionó lesiones graves, estaremos ante
tentativa de homicidio o asesinato, según sea el caso.
En las lesiones seguidas de muerte como hemos dejado indicado, debe concurrir el
dolo al ocasionar las lesiones graves y el elemento culpa al producirse la muerte a
consecuencia de aquellas.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del delito de lesiones
graves en cualquiera de las modalidades previstas en el artÍCulo 121 del Código
Penal, el operador jurídico pasará inmediatamente a analizar el segundo elemento o
nivel denominado antijUlidicidad, es decir, entrará a determinar si la conducta es
contraria al ordenamiento jurídico o, en su caso, concurre alguna causa de
justificación de las previstas y sancionadas en el artículo 20 del Código Penal. De
ese modo, el operador jurídico analizará si en la conducta que ocasionó las lesiones
graves, concurre la legítima defensa o el estado de necesidad justificante o el agente
actuó por una fuerza física irresistible o compelido por un miedo insuperable o en
cumplimiento de un deber.

En la praxis judicial es frecuente encontrar a la legítima defensa como causa de


exclusión de antijuridicidad. Como ejemplos representativos cabe citar los siguientes
precedentes jurisprudenciales:

En la Ejecutoria Suprema del 05 de marzo de 1998, la Suprema Corte sentenció que


"teniéndose en cuenta que las lesiones corporales ocasionadas por el acusado
estuvieron motivadas por la necesidad de defensa frente a la agresión ilegítima de
que era objeto, es de apreciar que en la circunstancia concreta, la respuesta de
repeler la agresión con el único objeto -una silla metálica- a su disposición, se ajusta
a las requisitos de la legítima defensa "(297).

La Resolución Superior del 1 7 de setiembre de 1996 de la Primera Sala Penal de la


Corte Superior de junín, pedagógicamente aplica los supuestos de la legítima
defensa para absolver de la acusación fiscal al imputado por el delito de lesiones
graves. En efecto, allí se expone "según la doctrina penal la legítima defensa se
funda en el principio de que NADIE PUEDE SER OBLIGADO A SOPORTAR LO
INJUSTO, por lo que el ordenamiento juridico no solamente se compone de
prohibiciones, sino también de normas permisivas, que autorizan realizar un hecho
en principio prohibido por la ley, pero que por causas justificadas son permitidos y,
por tanto, no punibles. Es decir, existen causas que excluyen la antijuridicidad, que
convierten el hecho típico en un hecho perfectamente lícito y aprobado por el
ordenamiento juridico y si un hecho o una acción no es antijuridico, no se contraria el
orden juridico porque la ley lo permite entonces no es delito y no siendo delito al que
actúa en legítima defensa no se le puede sancionar. En nuestro Código Penal la
figura de la legítima defensa se encuentra tipificada en el artículo veinte inciso
tres, ... ; este tipo legal, se subsume en la conducta realizada por el acusado, pues
concurren los tres requisitos que describe la norma penal; así tenemos: a) agresión
ilegítima, indudablemente que existió, pues la intención de la víctima era la de
asaltar al acusado que mostraba síntomas de embriaguez y eran aproximadamente
las veintitrés con treinta horas, b) la necesidad racional del medio empleado, es decir
que el autor debe repeler la agresión no necesariamente con un medio igual al que
tiene el que lo ataca, pues nuestro Código Penal no exige como requisito de la
legítima defensa la proporcionalidad del medio empleado, sino la racionalidad de la
reacción por ello es que el hecho de que el acusado rechazara la agresión con
disparos de arma de fuego al aire y luego con un dispara en la pierna izquierda del
asaltante constituye legítima defensa máxime si por los años de mil novecientos
noventa y uno la sierra central del Perú se encontraba completamente
convulsionada por el terrorismo donde los policías eran generalmente blanco de los
aniquilamientos selectivos de los subversivos, por lo que el acusado al verse
atacado era lógica la reacción de sacar el arma y disparar pues no tenía otro
instrumento para defenderse de la agresión ilegítima; si a esto le agregamos el
tercer requisito de c) la falta de provocación suficiente de quien hace la defensa, es
decir, que el acusado no haya provocado la agresión, como en efecto es en el caso
de autos, donde el policía acusado solo trató de defenderse usando su arma de
fuego, no había dado ningún motivo para ser agredido o atacado por los
delincuentes. Si esto es así, entonces concluimos que existe en la conducta del
acusado una causa de justificación que hace desaparecer el delito por haber
actuado en legítima defensa "(298).
Igual aplicación encontramos en la Resolución Superior del 15 de enero de 1998, en
donde los vocales de la Corte Superior de Lima, haciendo uso de los presupuestos
de la legítima defensa, revocaron la sentencia apelada en el extremo que condenaba
a Orfa Ortiz Godoy y la absolvieron de los cargos, alegando que "en consecuencia,
considerando que la procesada Betsabé Guillen Luna agredió sin mediar motivo
alguno o sin que haya sido provocado lo suficiente para que justifique su acción,
usando como medio material para satisfacer su animus vulnerandi el balde que
portaba, es justificable la respuesta de la procesada Orfa Ortiz Godoy, por lo que si
bien su conducta es típica, la misma no es antijurídica al haberse realizado bajo
condiciones que la justifican; en este caso, no se debe valorar el resultado producido
sino la acción que lo motivó, siendo nulo el desvalor de acción respecto a la
procesada Orfa Ortiz al haber actuado correctamente y, al no existir desvalor de
acción en este caso, su conducta no constituye un injusto penal"(299).

Si se concluye que en la conducta calificada de lesiones graves, concurre alguna


causa de justificación, aquella conducta será típica pero no antijurídica y por tanto
será irrelevante pasar a analizar el tercer elemento del delito conocido como
culpabilidad.

Antes de continuar, considero necesario dejar establecido que "el consentimiento" no


se configura como una causa de justificación en el delito de lesiones, toda vez que
los bienes jurídicos que se protege como es "la integridad corporal" y "la salud" de
las personas no son de libre disposición por sus titulares. En otros términos, al no
estar ante bienes jurídicos de libre disposición, no se configura la causa de
justificación recogida en el inciso 10 del artículo 20 del Código Penal.

No obstante, resulta claro que si en los hechos denunciados ha mediado el


consentimiento válido, libre, espontáneo y expresamente emitido por la víctima con
capacidad para prestarla, la pena que se impondrá al acusado será mucho menor a
aquel que actuó sin consentimiento, es decir, el consentimiento prestado por la
víctima solo tendrá relevancia penal al momento que el juzgador individualice y
gradúe la pena a imponer después del debido proceso.
Finalmente, cabe precisar que el consentimiento válido, libre, espontáneo y
expresamente emitido por la víctima exime de responsabilidad penal al autor de los
supuestos de trasplante de órganos efectuado con arreglo a lo dispuesto en la ley y
cirugía transexuales realizadas por facultativos. Sin embargo, esta eximente no
ocurre por causa de justificación.

5. CULPABILIDAD

Si después de analizar la conducta típica de lesiones graves se llega a la conclusión


que no concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al
ordenamiento jurídico, el operador inmediatamente entrará a determinar si aquella
conducta puede ser atribuida o imputable a su autor o autores. En consecuencia,
analizará si la persona a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica es
imputable penalmente, es decir, goza de capacidad penal, para responder por las
lesiones que ocasionó. En este aspecto por ejemplo, tendrá que determinarse la
edad biológica del autor de las lesiones graves. "La minoría de edad constituye una
causa de inimputabilidad criminal, cuya importancia normativa supone una
presunción legal iure et de jure que incide en una dimensión biológica de la persona,
por lo que bastará la sola constatación de que el sujeto no haya alcanzado la
mayoría de edad para fundar la exclusión de su responsabilidad perzal" (300).

También se determinará si siendo mayor de edad, goza de capacidad penal, pues


caso contrario, será declarado inimputable como ocurrió con Pedro Manuel Flores
Yauri acusado por el delito de lesiones graves a quien la Primera Sala Penal
deJunín, por Resolución Superior del 30 de setiembre de 1996, lo declaró
inimputable y dispuso su internamiento en un hospital psiquiátrico, toda vez que se
llegó a determinar durante el proceso que el acusado sufría de alteraciones y
desequilibrio mental, "que adolecía incluso antes de perpetrar el delito de lesiones
graves de lo que se colige que en el momento en que cometió el delito no tenía
capacidad de discernimiento cabal de sus actos" (301).

Luego, se determinará si tenía conocimiento que su conducta de lesionar era


antijurídico, es decir, contrario al ordenamiento jurídico del país. Pero de modo
alguno se requiere un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un
conocimiento paralelo a la esfera de un profano, o, mejor dicho, un conocimiento que
se desprende del sentido común que gozamos todas las personas normales.

Aquí es factible que se presente el error de prohibición. Se producirá, por ejemplo,


cuando el agente contando con el consentimiento de la víctima le ocasiona lesiones
graves, en la creencia que al contar con el consentimiento del sujeto pasivo, no
comete delito.

En cuanto el error culturalmente condicionado previsto en el artículo 15 del Código


Penal, debido que la integridad física y la salud de las personas es apreciada en
todas las sociedades y culturas ya sean civilizados o nativas, solo puede servir para
atenuar la pena al inculpado en razón que la comprensión del carácter delictuoso de
su acto se halle disminuida.

Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz para responder penalmente


por las lesiones graves que ocasionó a su víctima y se determine que conocía que
su acto era contrario al ordenamiento jurídico, el operador jurídico pasará a
determinar si el agente tenía o le era posible comportarse conforme a derecho y
evitar causar las lesiones graves. Si se concluye que el agente no tuvo otra
alternativa que causar las lesiones, no será culpable de la conducta úpica y
antijurídica. Aquí nos estamos refil;endo al caso del estado de necesidad exculpante
cuya construcción tiene una larga tradición que se remonta al romano Karneades
quien lo ilustraba con el ejemplo del hundimiento de un barco en el que se salvan
dos personas, una de las cuales se ve obligada a dar muerte a la otra para aferrarse
al único tablón que le permite sobrevivir.

6. CONSUMACIÓN

Al constituirse el injusto penal de lesiones graves en cualquiera de sus modalidades,


de resultado dañoso, es decir, de lesión concreta al bien jurídico protegido por la
norma penal, el ilícito se consuma en el mismo momento que se verifica la real y
efectiva ofensa a la integridad corporal o la salud del slyeto pasivo por parte del
agente. En tal sentido, las lesiones graves se consumaran cuando concurriendo
alguna de las circunstancias o modalidades ya analizadas, se realiza de manera
efectiva el real daño a la víctima, ya sea en su integridad corporal o en su salud. Si
no se verifica la lesión efectiva a los bienes jurídicos protegidos por el tipo penal no
será posible hablar de consumación.

En·la práctica judicial para verificar las lesiones producidas en la víctima, resultan
fundamentales los certificados médicos legales. Sin ello, no es posible acreditar este
delito. Así, la Resolución Superior del 05 de junio de 1998, emitida por la Segunda
Sala Penal de la Corte Superior de Ancash expresa "que, la consumación del delito
de Lesiones Graves, está debidamente acreditado con el mérito de los dictámenes
periciales emitidos en este juicio oral, debidamente ratificados, del cual se
desprende que se ha ocasionado en el agraviado referido una lesión Grave y
permanente, requiriendo treinta o más días de asistencia o descanso, para
recuperarse anatómicamente el miembro lesionado, notándose a la fecha una
función muscular disminuida, razón por la cual la conducta del procesado se
encuentra prevista en el inciso tercero del artículo ciento veintiuno del Código Penal,
quien ha reconocido desde el inicio ser el autor del ilícito referido" (S02) o

7. TENTATIVA

El delito de lesiones graves al ser de resultado lesivo a los bienes jurídicos que la
norma penal tutela, es posible que la acción del agente se quede en el grado de
tentativa. Esto es, el agente empiece o inicie su conducta destinada a lesionar la
integridad física o salud de la víctima, no obstante, por circunstancias extrañas a su
voluntad o por propio desistimiento, no logra realizar su objetivo cual es lesionar.

En la praxis judicial se presentan casos límite en los cuales resulta tarea difícil para
el operador jurídico, determinar debidamente cuándo se está ante una tentativa de
lesiones graves o cuándo ante una tentativa de homicidio. Sin embargo, bastará
determinar el motivo o intención que tuvo el agente al momento de iniciar su
conducta lesiva para califica la acción. Si se advierte que el agente actuó guiado por
el animus necandi, estaremos ante una tentativa de homicidio; por el contrario, si se
verifica que el agente actuó guiado por el animus vulnerandi, la conducta será
calificada como tentativa de lesiones. En ciertos casos resulta difícil determinar la
intención real del agente, no obstante, las circunstancias, la forma, el lugar, el tiempo
y los medios empleados por el agente sirven para identificar su real intención. De
ese modo, se ha pronunciado la Suprema Corte al indicar en la Ejecutoria Suprema
del 24 de setiembre de 1997 que "desde el punto de vista externo y puramente
objetivo, el delito de lesiones y un homicidio tentado son totalmente semejantes,
teniéndose como única y sola diferencia, el ánimo del sujeto, pues en un caso tiene
la intención de lesionar y en el otro la de matar" (303).

En consecuencia, si llega a identificarse el animus vulnerandi del agente, estaremos


ante la tentativa de lesiones graves. Roy Freyre (304) comentando el Código Penal
derogado, pone como ejemplo el hecho de arrojar ácido sulfúrico con dirección al
rostro de la víctima con la intención de desfigurarlo, el mismo que al desviarse o
desubicarse oportunamente logra salir ileso.

Por último, como volvemos a repetir, en la figura de lesiones graves seguidas de


muerte, al concunir en la última fase el elemento culpa, no es posible la tentativa.
Ello como consecuencia lógica que en los delitos culposos es imposible que se
presente la tentativa.

8. PENALIDAD

De acuerdo con la primera parte del tipo penal del artículo 121 del código sustantivo,
el agente será merecedor de una pena privativa de libertad que oscila entre cuatro y
ocho años.

En el caso de las lesiones graves seguidas de muerte, se aplicará una pena privativa
de libertad que oscila entre cinco y diez años.
Cuando la víctima cumpla función en su calidad de Policía Nacional, miembro de la
Fuerza Armada, magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público, la pena será
no menor de cinco ni mayor de doce años.
Eljuzgador al momento de individualizar y graduar la pena, podrá aplicar el mínimo,
intermedio o máximo de la pena. Todo dependerá de la forma y circunstancias en
que ocurrieron los hechos, así como la conducta procesal que asumió el imputado
dentro del proceso penal instaurado. Incluso, de acuerdo con nuestro sistema
jurídico penal, si el acusado se ha sincerado y colaborado en la investigación
judicial, eljuzgador aplicando el criterio de conciencia, le podrá imponer una pena
privativa de libertad, por debajo del mínimo legal.

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Subcapítulo 3

Lesiones graves a menores y parientes

1. TIPO PENAL

Por Ley Nº 26788 del 16 de mayo de 1997, se introjo en el Código Penal el artículo
121-A, cuya finalidad fue elevar la pena para el agente cuando el sujeto pasivo de
las lesiones graves tenga la calidad de menor de edad, pariente o dependiente del
slBeto activo. De ese modo, tenemos la siguiente redacción:

En los casos previstos en la primera parte del artículo anterior, cuando la víctima sea
menor de catorce años y el agente sea el padre, madre, tutor, guardador o
responsable de aquel, la pena será privativa de libertad no menor de cinco ni mayor
de diez años, suspensión de la patria potestad según el literal b) del artículo 83 del
Código de los niños y adolescentes e inhabilitación a que se refiere el artículo 36
inciso 5.
Igual pena se aplicará cuando el agente sea el cónyuge, conviviente, ascendiente,
descendiente natural o adoptivo, o pariente colateral de la víctima.
Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y el agente pudo prever este
resultado, la pena será no menor de seis ni mayor de quince años.(*)
(*) Artículo modificado por el Artículo 9 de la Ley N° 29282, publicada el 27
noviembre 2008, cuyo texto es el siguiente:
2. TIPICIDAD OBJETIVA

El ilícito penal se configura tal y conforme ocurre con las conductas punibles
recogidas en el tipo penal del artículo 121, por ello remitimos al lector a lo que
referente a aquel ilícito se ha comentado. Aquí solo cabe indicar que, el contenido
del tipo penal agregado constituye la materialización de una modalidad agravada de
lesiones graves, cuyo fundamento lo podemos encontrar en el objetivo que tiene el
Estado de proteger las relaciones de familiaridad entre las personas. En efecto,
aquel que pone en peligro o vulnera la salud y como consecuencia directa las
relaciones de familiaridad, debe recibir sanción punitiva ejemplar, pues su conducta
resulta más reprochable al actuar en contra de su pariente que si actuara en contra
de un extraño. Si no respeta la integridad corporal o la salud de sus parientes, no
podemos esperar que lo haga con terceros. Incluso, actuaría con más temeridad.

En consecuencia, el legislador por política criminal-cuya única finalidad es de frenar


los constantes abusos y maltratos que se cometen en el ceno de las familias
peruanas- ha dispuesto agravar la responsabilidad penal de aquellas personas que
dolosamente ocasionan lesiones graves a otras con las cuales se encuentran unidas
por relaciones parentales o de custodia.
Ocurre, por ejemplo, cuando un padre coge a su hijo de cinco años y le pone las
manos al fuego de una cocina a gas supuestamente para que deje de hurtar
pequeños bienes del hogar, produciéndole quemaduras hasta de tercer grado. O
cuando una madre que se entera que su menor hija de trece años ha tenido
relaciones sexuales con su enamorado, le coge y le da tremenda paliza, dejándole
incluso al borde de la muerte, lográndose salvar solo por la oportuna intervención
médica.

La responsabilidad penal del agente se agrava cuando a consecuencia de las


lesiones graves producidas sobre el sujeto pasivo, se ocasiona la muerte de este,
pudiendo el agente haber previsto tal resultado letal antes o en el acto mismo que
desarrolla su conducta, es decir, es más reprochable la conducta del sujeto activo
cuando producto de su actuar doloso de causar las lesiones graves, deviene un
actuar culposo que finalmente origina la muerte de la víctima. Caso contrario, si llega
a comprobarse que en el deceso de la vÍCtima no concurrió el elemento culpa (ya
sea en su forma consciente o inconsciente) en el actuar del agente, sino que aquel
resultado letal se produjo por hecho fortuito u otra circunstancia, la muerte no será
imputable al autor de las lesiones.

El ilícito se consuma en el momento que se verifica el daño, perjuicio o desmedro a


la integridad corporal o salud del sujeto pasivo. Asimismo, se consuma el supuesto
previsto en el último párrafo del artículo 121-A cuando la víctima fallece a
consecuencia de las lesiones graves producidas por el agente.

Es posible la tentativa en los supuestos de los primeros párrafos del tipo penal en
interpretación. En cambio, como ya hemos tenido oportunidad de indicar, en la
hipótesis de lesiones graves seguidas de muerte no es posible que la conducta se
quede en grado de tentativa, debido que en la última fase del delito interviene el
elemento subjetivo "culpa".

2.1. Bien jurídico protegido

Aun cuando hemos indicado que el objetivo que motivó al legislador fue el de
resguardar las relaciones de familiaridad entre los ciudadanos, el bien jurídico que
se protege con la tipificación del presente injusto penal lo constituye la integridad
corporal y la salud de las personas; asimismo, en el supuesto de lesiones graves
seguidas de muerte, se pretende tutelar el bien jurídico primordial "vida" de las
personas.

El objetivo del Estado, cual es el de amparar las relaciones de familiaridad entre los
ciudadanos del país, constituye el fundamento para agravar o aumentar las
consecuencias jurídicas del delito de lesiones graves, es decir, aumentar el quantum
de la pena.

2.2. Sujeto activo


El hecho punible en comentario constituye un típico ilícito penal exclusivo o especial.
En efecto, solo las personas que tengan las cualidades explicitadas en el tipo penal
podrán ser sujetos activos del injusto penal. Es decir, solo son susceptibles de ser
autores de los supuestos delictivos en hermenéutica aquellos que con relación a la
víctima tengan las cualidades de padre, madre, tutor, guardador o responsable de un
menor de catorce años, cónyuge, conviviente, ascendiente, descendiente natural o
adoptivo y pariente colateral. Aparte de estas personas, ninguna otra persona puede
ser agente, sujeto activo o autor del delito de lesiones graves a menores y parientes.

2.3. Sujeto pasivo

Víctimas del ilícito penal solo podrán ser los menores de catorce años, uno de los
cónyuges, uno de los convivientes, hijos, padre y pariente colateral del agente.

Siempre habrá una relación directa entre la cualidad del sujeto activo con la cualidad
de la víctima. Si ello no ocurre, las lesiones graves producidas se adecuarán a
alguno de los supuestos que recoge el tipo penal del artículo 121.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Necesariamente se requiere la concurrencia del animus vulnerandi es decir de la


conciencia y voluntad de causar un daño a la integridad corporal o salud del sujeto
pasivo. Unido a ello, la misma construcción del tipo penal exige que el sujeto activo
debe conocer que entre él y su víctima existe una relación de familiaridad, si ello no
ocurre, esto es, si el agente desconoce que le une una relación paren tal o de
custodia con el sujeto pasivo, la conducta se adecuará al tipo penal del artículo 121.

4. PENALIDAD

El autor, al ser encontrado responsable penalmente por las lesiones producidas en


el agraviado, podrá hacerse merecedor de una pena privativa de libertad que oscila
entre cinco y diez años. De corresponder el caso, incluso se le suspenderá la patria
potestad según el literal b) del articulo 83 del Código del Niño y el Adolescente e
inhabilitación a que se refiere el artículo 36 inciso 5 del Código Penal.

Cuando la victima haya muerto a consecuencia de la lesión, pudiendo haber sido


previsto este resultado por el agente, la pena privativa de libertad oscila entre no
menor de seis ni mayor de quince años.

Subcapítulo 4

Lesiones leves

l. TIPO PENAL

Las lesiones leves, conocidas también como simples o menos graves se encuentran
debidamente tipificadas en el tipo penal del artículo 122 con el contenido siguiente:

El que cause a otro un daño en el cuerpo o en la salud que requiera más de diez y
menos de treinta días de asistencia o descanso, según prescripción facultativa, será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años y con sesenta a
ciento cincuenta días multa.
Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión, y el agente pudo prever este
resultado, la pena será no menor de tres ni mayor de seis años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Como se observa, el legislador no ha conceptualizado las lesiones menos graves en


el entendido que a la doctrina le corresponde tal tarea. Nosotros la entendemos
como el daño causado dolosamente a la integridad corporal o salud de un tercero
que requiere, para curarse, de once a veintinueve días de asistencia médica o
descanso para el trabajo, e incluso, de no alcanzar aquel mínimo, constituye lesión
leve o menos grave, cuando concurre alguna circunstancia que le de cierta gravedad
al hecho mismo, como, por ejemplo, el medio empleado (piedra, chaveta,
verduguillo, etc.).

En tal sentido, el legislador peruano por Ley Nº 27939 (12 de febrero de 2003),
modificando el contenido del artículo 441 del Código Penal, a dispuesto en el último
párrafo de aquel numeral, que se considere circunstancia agravante cuando la
víctima sea menor de catorce años y el agente sea el padre, madre, autor,
guardador o responsable de aquel, y a criterio del juez, cuando sean los sujetos a
que se refiere el artículo 2 de la Ley Nº 26260 (Ley de Violencia Familiar), es decir,
cónyuges, convivientes, ascendientes, descendientes, parientes colaterales hasta el
cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad, así como quienes habiten en
el mismo hogar siempre que no mediaran relaciones contractuales o laborales. Para
evitar equívocos, cabe señalar que de concurrir cualquiera de estas circunstancias,
la conducta se subsume en el artículo 122-A que analizaremos en su momento.

Constituyen lesiones leves todas aquellas que no producen daño, perjuicio o


desmedro en la integridad corporal o salud del sujeto pasivo en la magnitud de una
lesión grave. Si ello ocurriese el hecho será subsumido por el tipo penal del artículo
121.

Del concepto expuesto se concluye que los límites f~ados en el dispositivo legal de
días de asistencia o descanso para el trabajo no son concluyentes para considerar a
un daño en la integridad física como delito de lesiones menos graves o simples, toda
vez que el medio empleado por el agente, el lugar donde se produjo los hechos, la
calidad o cualidad de la víctima o la calidad del agente, puede servir para catalogado
como tal aun cuando el daño ocasionado y los días para su recuperación, no
excedan los diez días de asistencia o descanso.

Esta circunstancia incluso, hace que algunas Salas de las Cortes Superiores del
país, califiquen como graves las lesiones ocasionadas a la víctima así la atención
facultativa o días de descanso para el trabajo que indica el certificado médico, sea
inferior a 10 días. Como ejemplo representativo tenemos la Ejecutoria Suprema del
27 de noviembre de 1997, por la cual la Suprema Corte haciendo uso del principio
de determinación alternativa corrige a la Sala de la Corte Superior señalando "que,
tal como se desprende del certificado médico obran te a fojas nueve, las lesiones
inferidas al agraviado Lima Baldevia no tienen el carácter de graves, al haber
requerido tres días de atención facultativa y diez días de descanso, sin que a su vez
se hay puesto en peligro inminente la vida, u ocasionado una desfiguración de
manera grave y permanente en la integridad corporal del referido agraviado; que, en
tal razón, y en aplicación del principio de determinación alternativa, la tipificación
correcta del hecho sub materia debe ser el de un delito de lesiones leves y no de
lesiones graves" (305).

Roy Freyre (m), comentando el artÍCulo 166 del código derogado que recogía el tipo
penal de lesiones simples, enseña que "aun cuando el daño fuere de escasa
importancia, si el agente ha empleado un instrumento cortante (cuchillo, serrucho,
etc.) o contundente (cachiporra, manopla, cadena, etc.), o si la lesión fuera
producida valiéndose de alevosía, nocturnidad o despoblado, por ejemplo, el hecho
se considerará como delito".

En tal sentido se ha pronunciado reiterada jurisprudencia. Para graficar esta


posición, la Ejecutoria Suprema del 28 de setiembre de 1994 del Supremo Tribunal
de Justicia Penal ha expresado que "no obstante que las lesiones producidas al
agraviado le han ocasionado 8 días de incapacidad, no puede considerarse faltas
contra la persona, pues ha sufrido una herida cortante de 8 cm, por agente
contundente duro y cortante, lo que da gravedad al hecho" (307). Por su parte la
Ejecutoria Superior del 28 de noviembre de 1997 expone que "si bien es cierto el
artículo 122 del Código Penal establece que se considerará delito de lesiones
cuando se produzca un daño en el cuerpo o en la salud que requiera más de 10 días
y menos de 30 días de asistencia o descanso médico, también lo es que el artículo
441 del mismo cuerpo legal que regula las faltas contra la persona, establece que en
caso de concurrir circunstancias que den gravedad al hecho, este será considerado
corno delito; en el presente caso las lesiones han sido causadas con arma blanca lo
cual hace que sean consideradas corno delito y no corno falta" (308).

Por el contrario, si la lesión leve no ha sido producida por un elemento peligroso, no


concurre ninguna otra circunstancia que le de gravedad y no logra superar los diez
días de asistencia médica o incapacidad para el trabajo, aquella, en estricta
aplicación del contenido del artículo 441 del Código Penal, constituirá faltas contra la
persona y no delito.
El pronunciamiento médico legal resulta fundamental para acreditar o verificar las
lesiones menos graves, hasta el punto que se constituye en un elemento de prueba
irremplazable dentro del proceso penal por el delito de lesiones. Reiteradas
ejecutorias supremas han dispuesto la absolución del procesado por falta del
pronunciamiento médico legal. Sin embargo, "la gravedad de las lesiones puede
probarse con la pericia médica y cualquier otro medio idóneo, corno fotografía o la
constatación que haga el juez al momento de la preventiva del agraviado u otro acto
procesal penal, corno el examen del agraviado en el acto oral' (309).

Igual que en las lesiones graves, el consentimiento de la víctima es irrelevante para


producir lesiones leves en su integridad corporal o salud. Incluso, si nO ha sido
factible aplicar el principio de oportunidad previsto en el artículo 2 del Código
Procesal Penal por parte del Ministerio Público, así exista una transacción entre
víctima y victimario sobre las lesiones menos graves producidas, la formalización de
denuncia continúa y, de encontrarse responsable al acusado de lesiones simples, se
le impondrá pena indefectiblemente. Claro está, la u'ansacción patrimonial solo
servirá para efectos de la reparación civil.

2.1. Bien jurídico protegido

El interés socialmente relevante que se pretende proteger es la integridad corporal y


la salud de las personas. También, la vida de las personas cuando se tipifica el ilícito
penal de lesiones simples seguidas de muerte. En ese sentido, se desprende que la
razón o fundamento por la cual es más reprochable la conducta de lesiones simples
seguidas de muerte y, por ende, se le reprime con mayor severidad, radica en la
relevancia del interés jurídico que el Estado pretende salvaguardar, como lo
constituye el interés social "vida" en nuestro sistema jurídico.

2.2. Sujeto activo


Agente del delito de lesiones leves puede ser cualquier persona, no exigiéndose que
reúna alguna cualidad o condición especial al momento de actuar dolosamente
sobre la integridad corporal o salud de su víctima. Ahora, en nuestro sistema jurídico
solo se excluye a los familiares cercanos del sujeto pasivo, ello en concordanciá con
lo establecido en el tipo penal del artículo 122-A que estudiaremos a continuación.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima o damnificado del ilícito penal puede ser cualquier persona. No obstante,
actualmente en nuestro sistema jurídico-penal se excluye de la figura delictiva a los
menores de catorce años de edad cuando el autor sea el padre, madre, tutor,
guardador o su responsable, así como también a uno de los cónyuges o conviviente
cuando el agente sea el otro. Del mismo modo, a los panentes del autor.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Se exige necesariamente la concurrencia del dolo. El agente debe actuar con


conciencia y voluntad de causar un daño leve, ya sea en la integridad corporal o a la
salud de su víctima. En la práctica, es poco más que imposible llegar a determinar
qué grado de daño se propuso causar el autor con su actuar, no obstante, el medio o
elemento empleado así como las diversas circunstancias y factores que rodean a la
conducta ilícita, sirven la mayor de las veces al operador jurídico para deducir el
grado de daño que perseguía el sujeto activo al desarrollar su accionar lesivo.
Es posible la comisión del delito por dolo eventual. Ejemplo: la Ejecutoria Superior
del 13 de mayo de 1998 que confirmó la sentencia al agente considerando que "las
lesiones causadas en circunstancias de forcejeo, en la que el procesado debió de
tener un deber de cuidado y sopesar la acción que realizaba, constituyen lesiones
realizadas con dolo eventual, dada su superioridad física y corporal' (~IO).

La concurrencia del elemento culpa también se exige cuando producto de las


lesiones leves, la víctima llega a fallecer. Si la muerte se debe a factores diversos
como la falta de cuidado o falta de diligencia del agente, este no responderá por la
vida, pero sí por las lesiones leves causadas.
En suma, las lesiones menos graves, simples o leves se configuran cuando concurre
el dolo, no cabe la comisión culposa.

4. LESIONES SIMPLES SEGUIDAS DE MUERTE

El último párrafo del tipo penal del artículo 122 regula las lesiones menos graves
seguidas del fallecimiento de la víctima. La hipótesis delictiva se configura cuando a
consecuencia o efecto directo de las lesiones leves que causó el agente a su
VÍctima -debiendo o pudiendo prever el resultado- esta muere.

Constituye circunstancia agravante del hecho punible en comentario, la muerte del


sujeto pasivo a consecuencia de las lesiones menos graves, al concurrir el elemento
culpa en el accionar del sujeto activo. La culpa aparece cuando el agente pudiendo o
debiendo prever el resultado letal que se podía producir, no lo hizo y se limitó a
actuar. Ocurre, por ejemplo, cuando el agente mediante un golpe de puño en las
fosas nasales del sujeto pasivo le ocasiona una hemorragia, siendo el caso que al
no ser auxiliado por el agente, este muere después de dos horas por
desangramiento.

No está demás precisar que resulta necesario verificar el nexo causal directo que
debe existir enU-e las lesiones leves causadas y la muerte del que las sufrió para
estar ante la figura agravada. Si ello no sucede y, por ejemplo, el deceso se debe a
la concurrencia de otros factores, el ilícito penal con agravante no se materializa. Por
ejemplo, no sería autor de lesiones simples seguidas de muerte, cuando Juan
Arrelucea sil' saber que su víctima sufría del corazón, le propinó un fuerte golpe en el
rostrO aJorge Reyes de 24 años, quien después de algunos minutos se desplomó o'
uliendo instantáneamente.

Por el contralio, si el sujeto .lCtiVO conocía el mal que padece el sujeto pasivo y
actúa, aparecerán necesari. mente en su actuar los elementos constitutivos del
injusto penal de lesiones Jt'ves seguidas de muerte. El agente al conocer el estado
de su víctima pudo fá¡ ilmente prever el resultado letal.
5. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que se ha determinatlO que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjt'tivos que conforman la tipicidad del delito de lesiones
leves previsto en el artículo 122 del Código Penal, el Operador jurídico pasará de
inmediato a an<Jljzar el segundo elemento o nivel denominado antijuridicidad. Es
decir, entPlcá a determinar si la conducta es contraria al ordenamiento jurídico o, en
su e o, concurre alguna causa de justificación de las previstas y sancionadas en el
~rtículo 20 del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si eI1 las
lesiones leves ocasionadas a la víctima concurre la legítima defensa o el e .rado de
necesidad justificante o el agente actuó por una fuerza física irresistible o compelido
por un miedo insuperable o en cumplimiento de un deber.

En la praxis judicial es frecue te encontramos con la legítima defensa como causa de


exclusión de antijurJ icidad. Como ejemplo representativo tenemos la Ejecutoria
Suprema del 5 de marzo de 1998. En efecto, en ella el Tribunal Supremo de Justicia
Penal el Perú, en,seña que "teniéndose en cuenta que las lesiones corporales
ocasionadas P r Fernández Alvarez estuvieron motivadas por la necesidad de
defensa frente a la aft'!' -ión ilegítima de que era víctima de parte de Zambrano
Quispe, a quien incluso ('n m' gún momento provocó, sino que este de manera
injustificada e intencionalmente a Fernández Álvarez causándose daños
patrimoniales y lesiones corporales confora en el certificado médico legal de fojas
doce, es de apreciar que, en las circunstanritl ~ -reta, la silla metálico era el único
objeto con el c~a~ el agraviado podía repeler la (l , por lo que su respuesta se
ajusta a los reque-mzentos de la legítima defensa {'Xl el inciso tercero del
artículo veinte del Código Penal, a saber: a) agresión ilegítl necesidad racional del
medio empleado para impedirla o repelerla, )' c) falta d{' l' ión suficiente de quien
hace la defensa, lo que, en consecuencia, excluye la antij l' f1 del
comportamiento siendo del caso declarar exento de responsabilidad a Fernandez
"(511).
no se materializa. Por ejemplo, no sería autor de lesiones simples seguidas de
muerte, cuando Juan Arrelucea sin saber que su víctima sufría del corazón, le
propinó un fuerte golpe en el rostro aJorge Reyes de 24 años, quien después de
algunos minutos se desplomó mmiendo instantáneamente.

Por el contrario, si el sujeto activo conocía el mal que padece el sujeto pasivo y
actúa, aparecerán necesariamente en su actuar los elementos constitutivos del
injusto penal de lesiones leves seguidas de muerte. El agente al conocer el estado
de su víctima pudo fácilmente prever el resultado letal.

5. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del delito de lesiones
leves previsto en el artículo 122 del Código Penal, el Operador jurídico pasará de
inmediato a analizar el segundo elemento o nivel denominado antijuridicidad. Es
decir, entrará a determinar si la conducta es contraria al ordenamiento jurídico o, en
su caso, concurre alguna causa de justificación de las previstas y sancionadas en el
artículo 20 del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si en las
lesiones leves ocasionadas a la víctima concurre la legítima defensa o el estado de
necesidad justificante o el agente actuó por una fuerza fisica irresistible o compelido
por un miedo insuperable o en cumplimiento de un deber.

En la praxis judicial es frecuente encontramos con la legítima defensa como causa


de exclusión de antijuridicidad. Como ejemplo representativo tenemos la Ejecutoria
Suprema del 05 de marzo de 1998. En efecto, en ella el Tribunal Supremo de
Justicia Penal en el Perú, enseña que "teniéndose en cuenta que las lesiones
corporales ocasionadas por Fernández Álvarez estuvieron motivadas por la
necesidad de defensa frente a la agresión ilegítima de que era víctima de parte de
Zambrano Quispe, a quien incluso en ningún momento provocó, sino que este de
manera injustificada e intencionalmente agredió a Fernández Álvarez causándose
daños patrimoniales y lesiones corporales conforme obra en el certificado médico
legal de fojas doce, es de apreciar que, en las circunstancia concreta, la silla
metálico era el único objeto con el cual el agraviado podía repeler la agresión, por lo
que su respuesta se ajusta a los requerimientos de la legítima defensa exigido por el
inciso tercero del artículo veinte del Código Penal, a saber: a) agresión ilegítima, b)
necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla, y c) falta de
provocación suficiente de quien hace la defensa, lo que, en consecuencia, excluye la
antijuridicidad del comportamiento siendo del caso declarar exento de
responsabilidad a Fernández Álvarez " (Sll).
Si se concluye que en la conducta calificada de lesiones simples o menos graves,
concurre alguna causa de justificación, aquella conducta será típica pero no
antijurídica y, por tanto, será irrelevante pasar a analizar el tercer elemento del delito
conocido como culpabilidad.

El consentimiento no se configura como una causa de justificación en el delito de


lesiones, toda vez que los bienes jurídicos que se protege como es "la integridad
corporal" y "la salud" de las personas no son de libre disposición por sus titulares. En
otros términos, al no estar ante bienes jurídicos de libre disposición, no se configura
la causa de justificación recogida en el inciso 10 del artículo 20 del Código Penal.

No obstante, resulta claro que si en las lesiones simples ha mediado el


consentimiento válido, libre, espontáneo y expresamente emitido por la víctima con
capacidad para prestarla, la pena que se impondrá al acusado será mucho menor a
aquel que actuó sin consentimiento de su víctima. Es decir, el consentimiento
prestado por la víctima solo tendrá relevancia penal al momento que el juzgador
individualice y gradúe la pena a imponer después del debido proceso.

6. CULPABILIDAD

Si después de analizar la conducta típica de lesiones se llega a la conclusión que no


concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al ordenamiento
jurídico, el operador jurídico inmediatamente entrará a determinar si aquella
conducta puede ser atribuida o imputable a su autor o autores. En consecuencia,
analizará si la persona a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica es
imputable penalmente, es decir, goza de capacidad penal, para responder por su
acto lesionante. En este aspecto, por ejemplo, tendrá que determinarse la edad
biológica del autor de las lesiones. "La minoría de edad constituye una causa de
inimputabilidad criminal, cuya importancia normativa supone una presunción legal
iure et de jure que incide en una dimensión biológica de la persona, por lo que
bastará la sola constatación de que el sujeto no haya alcanzado la mayoría de edad
para fundar la exclusión de su responsabilidad penar (812).
Luego, determinará si tenía conocimiento que su conducta de causar lesiones en su
víctima era antijurídico, es decir, contrario al ordenamiento jurídico del país. Pero de
modo alguno se requiere un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un
conocimiento paralelo a la esfera de un profano, o, mejor dicho, un conocimiento que
se desprende del sentido común que gozamos todas las personas normales.
Al igual como ocurre con las lesiones graves, también es factible que se presente el
error de prohibición. Se producirá, por ejemplo, cuando el agente contando con el
consentimiento de la víctima le ocasiona lesiones leves, en la creencia que al tener
el consentimiento del sujeto pasivo, no comete delito.

En cuanto el error culturalmente condicionado previsto en el artículo 15 del Código


Penal, debido que la integridad física y la salud de las personas es apreciada en
todas las sociedades y culturas ya sean occidentalizadas o nativas, solo puede
servir para atenuar la pena al imputado en razón que la comprensión del carácter
delictuoso de su acto se halle disminuida.

Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz para responder penalmente


por las lesiones simples que ocasionó a su VÍctima y se determine que conocía que
su acto era contrario al ordenamiento jurídico, el operador pasará a determinar si el
agente tenía o le era posible comportarse conforme a derecho y evitar causar las
lesiones menos graves. Si se concluye que el agente no tuvo otra alternativa que
causar las lesiones, no será culpable de la conducta típica y antijurídica. Aquí nos
estamos refiliendo al caso del estado de necesidad exculpante cuya construcción
tiene una larga tradición que se remonta al romano Karneades como ya hemos
tenido oportunidad de indicar.

7. CONSUMACIÓN

El injusto penal de lesiones menos graves o leves se perfecciona en el mismo


momento que el autor o agente intencionalmente ocasiona las lesiones en la
integridad corporal o salud de la víctima. En otros términos, hay consumación del
delito de lesiones cuando el agente ha conseguido realmente su objetivo propuesto,
cual es lesionar a su víctima.
8. TENTATIVA

Al tratarse de un hecho punible de resultado dañoso para la salud y la integridad


anatómica del sujeto pasivo, resulta perfectamente posible que el actuar doloso del
agente se quede en el grado de tentativa. Ocurre, por ejemplo, cuando después de
haber derribado al suelo a su víctima de un empujón, el sujeto activo se dispone a
golpearle con los pies, siendo cogido por un tercero quien evita se produzca el
resultado querido por el autor.

9. PENALIDAD

De presentarse la primera hipótesis del tipo penal del artículo 122, el autor será
merecedor a una pena privativa de la libertad que oscila entre dos días y dos años,
unido a ello, a criterio del juzgador, se le impondrá de sesenta a ciento cincuenta
días multa.
De ocurrir el segundo supuesto, es decir lesiones simples seguidas de resultado
letal, el autor será merecedor de pena privativa de libertad, según sea el caso, de
tres a seis años.
La mayor severidad de la pena en este último supuesto se explica por el hecho que
al autor también responde a título de culpa por la vida del sl~eto pasivo. Se le
reprocha la vulneración del bien jurídico plincipal como es la vida, por su actuar
negligente e imprudente.

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Subcapítulo 5
Lesiones simples a menores y parientes

l. TIPO PENAL

El delito de lesiones leves agravado por la condición o calidad del SUJETO pasivo
se encuentra previsto en el tipo penal del artículo 122-A del código sustantivo que ad
letteram indica:

En el caso previsto en la primera parte del artículo anterior, cuando víctima sea
menor de catorce años y el agente sea el padre, madre, tutor, guardador o
responsable de aquel, la pena será privativa de libertad no menor de tres ni mayor
de seis años, suspensión de la patria potestad según el literal b) del artículo 83 del
Código de los Niños y Adolescentes e inhabilitación a que se refiere el artículo 36
inciso 5.
Igual pena se aplicará cuando el agente sea el cónyuge, conviviente, ascendiente,
descendiente natural o adoptivo, o pariente colateral de la víctima.
Cuando la víctima muera a consecuencia de la lesión y el agente pudo prever este
resultado, la pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El ilícito penal se configura cuando el agente causa un daño o perjuicio en la


integridad corporal o salud que requiera más de diez y menos de treinta días de
atención facultativa o descanso para el trabajo sobre un menor de edad, de cuyo
cuidado es responsable, u otro pariente, sabiendo perfectamente que le une vínculos
familiares. Incluso, también estaremos ante esta figura delictiva agravada, cuando la
atención medica o descanso que requiera la lesión para su recuperación no
sobrepase el mmlmo de dIez dlas, sIempre que concurra alguna circunstancia
agravante de las previstas en el último párrafo del articulo 441 modificado por la Ley
Nº 27939 del 12 de febrero de 2003. En efecto, allí se ha previsto que se considera
circunstancia agravante cuando la victima sea menor de catorce años y el agente
sea el padre, madre, autor, guardador o responsable de aquel, y a criterio del juez,
cuando sean los sujetos a que se refiere el artículo 2 de la Ley Nº 26260.

Igual como hemos señalado al comentar el tipo penal del artículo 121-A, cabe
reiterar que el injusto penal es la materialización del objetivo primordial del legislador
de pretender poner fin o frenar los maltratos infantiles y violencia en el seno de los
hogares peruanos. No cabe duda que utilizando el derecho punitivo no va obtenerse
resultados alentadores en este aspecto, no obstante, ante la pasividad es mejor
ensayar alguna fórmula orientada a frenar la violencia familiar y maltrato infantil, toda
vez que la mayor de las veces se lesiona seriamente la integridad corporal o salud
del damnificado que le originan secuelas para su vida futura de relación.

La hipótesis delictiva de lesiones se agrava por la condición del agente respecto del
sujeto pasivo. Elleit motiv de la agravante se evidencia por el hecho concreto que a
la luz del conglomerado social, resulta más reprochable la conducta del agente
cuando el daño ocasionado es sobre una persona con la cual tiene lazos familiares,
que el perjuicio producido a un tercero o extraño. La conducta de una persona que
actúa dolosamente sobre su hijo menor de edad, cónyuge, conviviente o pariente,
sin importarle poner en peligro la estabilidad de las relaciones familiares,
ocasionándole lesiones, es más reprochable y, por lo tanto, merece mayor sanción
penal.

Ocurre el delito de lesiones simples agravadas por la calidad del sujeto pasivo,
cuando Juana Tipacti mediante latigazos -que dejaron huella en la espalda y
miembros inferiores de su hijo de diez años-, le ocasiona un daño que según el
certificado médico legal requiere de quince días de atención facultativa y veinticinco
días de descanso. O cuando, Cirilo Acasiete, mediante golpe de puño ocasiona la
fractura de tabique en las fosas nasales de su cónyuge, la misma que según
prescripción facultativa requiera 11 días de atención facultativa o médica por quince
de descanso para el trabajo para su restablecimiento.

El ilícito se perfecciona cuando se verifica el daño o perjuicio ocasionado en el


cuerpo o salud del sujeto pasivo. Siendo así, y requiriendo de un resultado, es
posible que se quede en grado de tentativa.
Sin embargo, la forma de redacción de la agravante deja vacíos de punibilidad
importantes, pues no constituye delito si el padre o madre ejerce violencia física
cotidiana sobre su menor hijo, si el certificado médico no indica lesiones que
requieren de más de diez días de atención facultativa o descanso médico para su
restablecimiento. Igual no habrá delito de lesiones así uno de los cónyuges o
conviviente maltrata físicamente en forma cotidiana al otro (como ocurre en las
zonas marginales de las grandes ciudades del Perú), si las lesiones no superan el
mínimo exigido por la norma penal.

Para evitar estos vacíos de punibilidad que originan deslegitimación del sistema
penal ante el conglomerado social, de lege ferenda es preferible la fórmula del
artículo 153 del Código Penal español. En efecto, el legislador de la madre patria ha
previsto que será castigado como autor del delito de lesiones agravadas "el que
habitualmente ejerza violencia física sobre su cónyuge o persona a la que se halla
iigado de forma estable por análoga relación de afectividad o sobre los hijos propios
o del cónyuge o conviviente, pupilos, ascendientes o incapaces que con él convivan
o que se hallen sujetos a la potestad, tutela, curatela o guarda de hecho de uno u
otro, será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años, sin peIjuicio
de las penas que pudieran corresponder por el resultado que, en cada caso, se
causare".

2.1. Sujeto activo

Se trata de un delito especial propio. Agente solo pueden ser aquellas personas que
tienen las condiciones indicadas expresamente en el tipo penal respecto al sujeto
pasivo. Nadie más puede desarrollar la conducta delictiva.
En efecto, según nuestra normatividad penal vigente solo pueden ser autor del delito
de lesiones leves a menores y parientes las personas que tienen las siguientes
condiciones respecto de su víctima: padre, madre, tutor, guardador o responsable
del menor de catorce años, cónyuge y conviviente respecto de su pareja.
Finalmente, puede ser sujeto activo del delito, el ascendiente (padre, abuelo, etc.),
descendiente natural o adoptivo (hijo, nieto ya sean naturales o adoptivos) o pariente
colateral de la víctima.
2.2. Sujeto pasivo

De acuerdo con la construcción del tipo penal, la condición para ser víctima del delito
aparece restringida o limitada a determinadas personas que tienen particular
relación con el victimario. Sólo puede ser sujeto pasivo el menor de catorce años
cuando el agente es su padre, madre, tutor, guardador o su responsable. Uno de los
cónyuges o conviviente cuando el agente es el otro. También puede ser víctima un
pariente en línea recta o colateral del sujeto activo.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Para la configuración del injusto penal se requiere necesariamente la concurrencia


del dolo, el cual también puede ser eventual. El sujeto activo debe tener conciencia y
voluntad de ocasionar una lesión leve o simple a su hijo menor de edad,
representado o pariente cercano.
Esta última circunstancia merece ser resaltada. De verificarse que el sujeto activo no
conoCÍa que tenía lazos de familiaridad o de representación con su víctima, el delito
agravado no aparece, subsumiéndose el daño producido en el tipo de lesiones
simples regulado en el artículo 122. En efecto, por la forma de redacción del tipo
penal se colige que es un hecho punible netamente doloso no siendo posible la
comisión por culpa. Si concluimos que un padre, por ejemplo, ha causado lesiones
leves a su hijo menor de catorce por negligencia, estaremos frente a la figura de
lesiones culposas.

4. LESIONES LEVES A PARIENTES SEGUIDAS DE MUERTE

La figura de lesiones simples agravada por la condición del agente respecto de la


víctima, se agrava aún más cuando a consecuencia de las lesiones producidas se
ocasiona la muerte del sujeto pasivo, pudiendo y debiendo prever aquel resultado el
agente. Aparece al final de la acción el elemento culpa, pues el slÜeto activo
pudiendo y debiendo actuar con cuidado o diligencia para evitar un resultado más
grave, como es la muerte, no lo hace y la ocasiona. Si ello no sucede y, por el
contrario, se verifica que el fallecimiento devino a consecuencia de otros factores, el
agente no responderá por aquel resultado.

Es importante dejar establecido que esto último es aplicación del principio general
recogido en el artículo VII del Título Preliminar del Código Penal. La pena requiere
de la responsabilidad penal de autor. Aquella responsabilidad solo aparece cuando
el autor actúa con dolo o culpa al desarrollar una conducta. Caso contrario, al
haberse proscrito de nuestro sistema jurídico la responsabilidad penal por el solo
resultado, de verificarse la ausencia del dolo o culpa en la conducta, el autor no será
responsable.
La justificación de la mayor severidad de la pena radica en el hecho que se vulnera o
lesiona un bien jurídico de mayor jerarquía como lo es la vida misma.

En suma, el hecho punible aparece cuando el agente con pleno conocimiento que le
une vínculos de representación o familiaridad con su víctima, ocasiona la muerte de
esta a consecuencia de la lesión leve causada, pudiendo o teniendo la posibilidad de
prever aquel resultado. Constituye lo que en doctrina se conoce como homicidio
preterintencional. Concurre el dolo en la primera acción de lesionar y después a
consecuencia de la concurrencia del elemento culpa se produce la muerte del
damnificado.

5. PENALIDAD

De verificarse la hipótesis del primer párrafo del tipo penal, al autor se le impondrá
una pena privativa de la libertad que oscila entre tres y seis años. Según sea el
caso, también se le suspenderá la patria potestad sobre el menor agraviado, según
el literal b) del artículo 83 del Código del Niño y Adolescente e inhabilitación a que se
refiere el artículo 36 inciso 5 del Código Penal, esto es, se producirá la incapacidad
para el ejercicio de la patria potestad, tutela o curatela.

Al verificarse la segunda hipótesis, recogida en el segundo párrafo del tipo penal en


análisis, el autor será merecedor a una pena que oscila entre tres y seis años,
además la inhabilitación según sea el caso. Por ejemplo, al padre que ocasionó
lesiones simples o menos graves a su hijo de quince años, se le inhabilitará para el
ejercicio de la patria potestad.
Finalmente, de verificarse el delito de lesiones simples seguidas de muerte pudiendo
haber previsto aquel resultado, al autor se le impondrá una pena privativa de la
libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho

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Subcapítulo 6

Lesiones con resultado fortuito

l. TIPO PENAL

Las lesiones con resultado fortuito o imprevisible se encuentran reguladas en el tipo


penal del artículo 123 del c.P. en los siguientes términos:
Cuando el agente produzca un resultado grave que no quiso causar, ni pudo prever,
la pena será disminuida prudencial mente hasta la que corresponda a la lesión que
quiso inferir.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El ilícito penal conocido con el nomen iuns de lesiones con resultado fortuito se
configura cuando el agente mediante su conducta dolos a pretende causar una
lesión poco grave al sujeto pasivo, sin embargo por circunstancias fortuitas,
imprevistas e imprevisibles se produce una lesión grave o la muerte de la víctima. En
otros términos, se materializa cuando el agente tuvo la intención de causar una
lesión simple y por circunstancias fortuitas se produce una lesión grave, o quiso
causar una lesión simple o lesión grave y por concurrir causas imprevisibles se
produce la muerte de la víctima.

El sujeto activo nunca tuvo la intención de causar una lesión grave o la muerte de su
víctima ni siquiera estuvo en la posibilidad de prever aquel resultado. El resultado
más grave que rebasa la voluntad del agente se produce a consecuencia de
circunstancias imprevisibles. Aquel resultado grave no pudo ni podía evitarse así el
sujeto activo se haya tomado severas y máximas precauciones.

El caso fortuito debe entenderse como una circunstancia imprevisible e incalculable


que se presenta en el desarrollo de una conducta de manera inopinada y produce un
resultado inevitable no querido. El penalista español Luis jiménez de Asúa (313),
enseñaba que el caso fortuito se carkcteriza por la imprevisibilidad del
acontecimiento que se produce en relación causal con la actividad de un hombre o
con su omisión.
El presente ilícito penal es la objetivación de los principios generales y rectores del
derecho punitivo moderno, debidamente estipulados en el artículo VII y VIII del Título
Preliminar del Código Penal. Los mismos que materializan al derecho penal de
culpabilidad en nuestro sistema jurídico. Nullum crimen, nulla poena sine culpa.

Todo lo que no es atribuible a dolo o culpa debe ser excluido del ámbito del derecho
penal e incluso del ámbito de lo típicamente relevante. Todo resultado que no se
deba al menos a una conducta culposa, debe estimarse como fortuita y excluirse,
por tanto, del ámbito de lo penalmente relevante. En efecto, actualmente, salvo
aquellos que no conocen los conceptos elementales ni principios generales en los
cuales se asienta el derecho penal moderno, existe consenso en considerar que las
conductas constituyen hecho punible y por ende son reprochables penalmente
cuando concurre el dolo, la culpa o ambas.

La exclusión de la responsabilidad por el resultado o de la responsabilidad objetiva


del ámbito del derecho penal, es también una consecuencia de la función
motivadora de la norma penal que solo puede motivar a los ciudadanos para que se
abstengan de realizar acciones que puedan producir resultados previsibles y
evitables. Desde todo punto de vista carece de sentido prohibir actos meramente
causales y sin control.
El legislador nacional, ha proscrito o, mejor dicho, ha expresado literalmente que es
inaplicable en nuestro sistema jurídico penal toda forma de responsabilidad objetiva,
la misma que aparece cuando una persona responde por un resultado imprevisible,
en tanto este lo ha causado por su comportamiento inicial ilícito. Nunca más una
persona responderá por un resultado imprevisible y fortuito.

Roy Freyre (314) ya había advertido que resultaba absurdo que en la hora actual del
progreso de las ciencias del hombre, le reprocháramos las consecuencias
nonnalmente imprevisibles de una determinada conducta, aun cuando la acción
agresora fuese inicialmente ilícita. No hay justificación científica alguna para revivir el
aforismo versan in re illicita etiam casus imputatur (todo aquel que incurre en un
hecho ilícito responde también del resultado fortuito o imprevisto), procedente del
derecho canónico medieval.

Por otro lado, al disponerse que el agente responda por la lesión que quiso causar,
se está haciendo realidad el principio que "la pena no puede sobrepasar la
responsabilidad por el hecho". Nadie puede ser reprochado por lo que no quiso
causar ni pudo prever. Solo será responsable por el hecho que con intención o falta
de cuidado causó, sin importar la personalidad del autor. Ello materializa al derecho
penal de acto.
La lesión que se propuso causar el autor puede ser una lesión simple o una lesión
grave. Bastará que el resultado sea más grave que el realmente querido por el
agente, como puede ser una lesión grave o la muerte de la víctima, para estar frente
al hecho punible en análisis.

En consecuencia, no compartimos criterio con Roy Freyre (315) cuando, analizando


la presente figura delictiva que en el Código Penal de 1924 estaba recogido en el
tipo penal del artículo 167 en términos parecidos, indica que "nuestra dogmática
exige que la conciencia y la voluntad del actor estén orientadas solo a producir una
de las lesiones a que se refiere el artículo 166, primer párrafo, del c.P.", esto es,
lesiones leves. De parecido criterio son BramontArias Torres/García Cantizano (316)
cuando interpretando el actual tipo penal, refieren que "la lesión que quiere causar el
sujeto activo es una lesión menos grave, pero en la práctica, a consecuencia de la
lesión menos grave, se produce un resultado que puede consistir bien en una lesión
grave o bien en la muerte de la persona". Parecida es la posición de Javier Villa
Stein (317).

En nuestro opinión basada en el análisis dogmático y sistematizado, el supuesto


delictivo tipificado en el actual tipo penal del artículo 123 en términos parecidos que
el artículo 167 del código derogado, al no indicar expresamente el tipo de lesión que
quiso el autor, es de concluir que puede ser una lesión simple previsto en el artículo
122, una lesión grave previsto en el tipo penal del artículo 121 del c.P. Basta que por
circunstancias imprevisibles se produzca en la realidad un resultado más grave del
querido, para configurarse el ilícito de lesiones con resultado fortuito. De modo
alguno resulta serio y coherente hacer distinciones donde la ley no las hace.

La frase "ni pudo prever" del tipo penal sustenta aún más lo expuesto, pues con
aquella frase el legislador está dando a entender que el resultado más grave puede
ser uno que en forma objetiva puede tenerse como preterintencional, no obstante,
realmente no hay preterintencionalidad, debido que el resultado más grave al
querido por el agente no se produce por culpa sino por causas fortuitas o
imprevisibles. En suma, aquí no cabe hablar de lesiones preterintencionales, pues
no existe en la conducta dolo inicial y culpa final. Lo que se verifica es dolo inicial y
causas fortuitas e imprevisibles al final.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

La figura delictiva exige necesariamente la concurrencia del dolo, ya sea directo o


eventual, en la conducta inicial, es decir, conciencia y voluntad de producir un daño
en la integridad corporal o salud del sujeto pasivo mediante un lesión simple o grave,
de donde deviene un "resultado más grave" con relación al cual no concurren ni el
dolo ni el elemento culpa, sino circunstancias fortuitas que hacen imprevisible aquel
resultado.
Al indicar el tipo penal "la lesión que quiso inferir" se descarta en forma total la
concurrencia del elemento culpa. Si ella aparece en la conducta inicial, el delito en
análisis no se configura. No cabe la comisión culposa.
También no aparece el delito si el resultado más grave del querido por el agente se
produce por falta del debido cuidado o diligencia, esto es, por culpa. Si ello se
verifica, estaremos frente a un hecho punible preterintencional ya comentado.

4. PENALIDAD

Como es de advertirse la pena a imponerse al autor o sujeto activo del injusto penal
queda al libre y sano criterio del juzgador, quien merituando los actuados, de
concluir que el resultado grave a devenido de una lesión como consecuencia de
circunstancias fortuitas e imprevisibles, rebajará prudencialmente la pena a la que
corresponda a la lesión que quiso inferir el agente. Por ejemplo, de seguirse un
proceso penal de lesiones graves seguidas de muerte, si al final se concluye que la
muerte del agraviado se debió a circunstancias fortuitas e imprevisibles por el
acusado, el juzgador no le aplicará la pena prevista en el último párrafo del artículo
121 del Código Penal, sino una pena que oscile entre los márgenes previstos en el
primer párrafo.

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Subcapítulo 7

Lesiones culposas

l. TIPO PENAL

Las lesiones culposas, negligentes o imprudentes se encuentran debidamente


reguladas en el artículo 124 del Código Penal, el mismo que por Ley Nº 27753 del 09
de junio de 2002 fue modificado, quedando con la siguiente redacción:
El que, por culpa causa a otro un daño en el cuerpo o en la salud, será reprimido,
por acción privada, con pena privativa de libertad no mayor de un año o con sesenta
a ciento veinte días multa.
La acción penal se promoverá de oficio y la pena será privativa de libertad no menor
de uno ni mayor de dos años y de sesenta a ciento veinte días multa, si la lesión es
grave.

La pena privativa de la libertad será no menor de tres años ni mayor de cinco años e
inhabilitación, según corresponda, conforme al artículo 36 incisos 4), 6) Y 7), cuando
el agente haya estado conduciendo un vehículo motorizado bajo el efecto de
estupefacientes o en estado de ebriedad, con presencia de alcohol en la sangre en
proporción mayor de 0.5 gramos-litro, o cuando sean varias las víctimas del mismo
hecho o el delito resulte de la inobservancia de reglas técnicas de tránsito.
La pena no será mayor de tres años si el delito resulta de la inobservancia de reglas
de profesión, de ocupación o industria y cuando sean varias las víctimas del mismo
hecho, la pena será no mayor de cuatro años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito se perfecciona cuando el sujeto activo ocasiona lesiones sobre el sujeto


pasivo por haber obrado culposamente. El agente obra por culpa cuando produce un
resultado dañoso al haber actuado con falta de previsión, prudencia o precaución,
habiendo sido el resultado previsible o, previéndole, confía en poder evitarlo.
Aparece el delito de lesiones culposas cuando la conducta del agente afecta el
deber objetivo de cuidado y como consecuencia directa deviene el resultado no
querido ni buscado sobre el sujeto pasivo. Para lajurisprudencia, "las lesiones
culposas pueden ser definidas como aquella lesión producida por el agente al no
haber previsto el posible resultado antijuridico, siempre que debiera haberlo previsto
y dicha previsión era posible, o habiéndolo previsto, confia sin fundamento en que no
se producirá el resultado que se representa; actuando en consecuencia con
negligencia, imprudencia e impericia" (518).
De allí que la relación entre acción y resultado, o si se prefiere, la imputación
objetiva del resultado a la acción que le ha causado, deviene en presupuesto mínimo
para exigir una responsabilidad por el resultado producido, es decir, entre la acción y
el resultado debe mediar un nexo de causalidad, una relación entre la conducta
realizada y el resultado producido, sin interferencias de factores extraños, como es
pro(>io de todo delito cuya acción provoca una modificación en el mundo exterior,
toda vez que "la acción objetivamente imprudente es decir, realizada sin la diligencia
debida que incrementa de forma ilegítima el peligro de que un resultado se produzca
es, junto con la"}elación de causalidad, la base y fundamento de la imputación
objetiva del resultado ... que en este sentido lo contrario seria afirmar que el riesgo
socialmente aceptado y permitido que implica conducir un vehículo motorizado,
desemboca definitivamente en la penalización del conductor, cuando produce un
resultado no deseado; ya que seria aceptar que elnsultado es una pura condición
objetiva de penalidad y que basta que se produzca, aunque sea fortuitamente, para
que la acción imprudente sea ya punible; sin embargo, tal absurdo se desvanece a
nivel doctrinario con la teoría de la imputación objetiva, en el sentido de que solo son
imputables objetivamente los resultados que aparecen como nalización de un riesgo
no permitido implícito en la propia acción; en consecuencia, la verificación del nexo
causal entre acción y resultado no es suficiente para imputar ese resultado al autor
de la acción "(519).

El comportamiento del agente vulnera el deber objetivo de cuidado (elemento


fundamental en los delitos culposos, destacado por vez primera en 1930 por el
alemán Engisch) que le exige la ley. Por deber de cuidado debe entenderse aquel
que se exige al agente a que renuncie a un comportamiento peligroso o que tome
las precauciones necesarias y adaptadas al comportamiento peligroso, con la
finalidad de evitar poner en peligro o lesionar bienes jurídicos protegidos. En
términos de Villavicencio (520), siguiendo a Tavares, el deber de cuidado -dada la
estructura de los delitos culposos- está integrado por el deber de reconocimiento del
peligro para el bien jurídico y después, por el deber de abstenerse de las medidas
cautelosas. La acción realizada por el autor supone la inobservancia del cuidado
objetivamente debido. Conforme lo precisa la jurisprudencia, "se entiende por deber
objetivo de cuidado al conjunto de nglas que debe observar el agente mientras
desarrolla una actividad concreta a título de profesión, ocupación o industria, por ser
elemental y ostensible en cada caso como indicadores de pericia, destreza o
prudencia (velocidad adecuada, desplazamiento por el carril correspondiente, estado
psicosomático norma~ vehículo en estado electromecánico normal y contar con
licencia de conducir oficial; reglas aplicables al caso del chofer)" (m).

A efectos de configurarse la infracción del deber objetivo de cuidado se requiere que


el agente esté en posición de garante respecto de la víctima. El deber de cuidado
debido se origina de fuentes diversas como los reglamentos de tránsito, de deporte,
de hospitales, de minería, de arquitectura, de ingeniería, etc. Ante la ausencia de
reglamentaciones se aplica las reglas de la experiencia general de la vida. En estas
circunstancias debe aparecer una mediana inteligencia y el sentido común en el
operador jurídico para apreciar los hechos de acuerdo a su sana crítica e identificar
si la conducta del sujeto activo afectó algún deber de cuidado exigido. Caso
contrario, si el operador de justicia después de apreciar los hechos, llega a la
conclusión que no se ha infringido algún deber objetivo de cuidado, el delito culposo
no aparece, pues el derecho penal no puede obligar a nadie más allá de la
observancia del cuidado que objetivamente era exigible en el caso concreto. Sólo la
inobservancia del deber objetivo de cuidado convierte a la conducta en acción típica
imprudente. De ese modo, deviene en límite de la responsabilidad culposa el
denominado principio de confianza, según el cual no viola el deber objetivo de
cuidado la acción del que confía en que otro, relacionado con el desempeño de
alguna profesión, tarea o actividad, se comportará correctamente (32%).

No esta demás señalar que el agente de un delito culposo no quiere ni persigue un


resultado dañoso a diferencia del hecho punible por dolo. Su acción (consciente y
voluntaria) no está dirigida a la consecución de un resultado típico, sino ocurre por
falta de previsión (m). Aquí el agente de ningún modo persigue la lesión de persona
alguna, el resultado se produce por falta de previsión debiendo o pudiendo hacerla,
cuando aquel realiza una conducta peligrosa pero lícita o normalmente permitida.
Ocurre, por ejemplo, cuando Juan Sulca, sabiendo que su perro pastor alemán
muerde a las personas desconocidas, lo deja suelto en su barrió sin bozal para que
pasee, el mismo que efectivamente causa lesiones a Delia Anchante que
circunstancialmente pasaba por el lugar. La Sentencia del 13 de enero de 1997
emitida por el Juzgado Penal de Sihuas- Ancash da cuenta del delito de lesiones
culposas ocasionadas a consecuencia del uso de caballos para cabalgar: "que,
resulta de autos que el cuatro de diciembre de mil novecientos noventa y cinco el
agraviado en circunstancias que se dirigía de esta ciudad a su lugar de origen
acompañado de Darío Colchado Valerio cabalgando su caballo, al llegar a la altura
del paraje Collota hizo su aparición el acusado presente así como el ausente
también cabalgando sus respectivos caballos quienes venían a velocidad sin prever
que se podría producir algún accidente dado el camino accidentado por donde
recorrían, y es así que intempestivamente y por la velocidad de sus caballos
impactaron con el que cabalgaba el agraviado dando lugar a que fuera arrojado
hacia el camin'o causándole lesiones, y lo peor aún no le prestó ningún auxilio"
(324).
.
No obstante, entre la acción imprudente y el resultado lesito debe mediar una
relación de causalidad (manejar el vehículo que ocasionó el accidente; construir el
edificio que después se desplomará; atender al paciente que después quedó
seriamente lesionado; etc.), es decir, una circunstancia de conexión que permita
imputar ya en el plano objetivo ese resultado concreto que ha producido el autor de
la acción culposa. De modo que si no aparece la relación de causalidad es imposible
la imputación de aquel resultado al agente. Así, faltaría nexo causal entre la
conducta del que maneja un vehículo y la lesión que se produce su acompañante al
arrojarse sin motivo aparente de aquel (325).

Al juzgador corresponde determinar en cada caso concreto cuando el agente ha


actuado culposamente. Si se determina que la VÍctima por su actuar imprudente
desencadenó el evento que produjo sus lesiones, se descartará la responsabilidad
del imputado. En tal sentido, existen innumerables resoluciones judiciales en nuestra
patria, especialmente sobre lesiones ocasionadas a consecuencia de accidentes de
tránsito que a decir de los entendidos, fueron los eventos que originaron o dieron
cabida que se comenzará a pensar primero y luego legislar sobre los delitos por
culpa en el derecho penal. Así tenemos: "si la agraviada cruzó la pista sin tomar las
precauciones que el caso requería y teniendo en consideración que la vía en que se
produjo el hecho era la carretera Panamericana Sur; procede la absolución del
acusado por lesiones culposas', otra: "A pesar de que existe nexo entre la violación
del deber de cuidado y el resultado típico producido, si la víctima, porsu propia
imprudencia dio lugar al evento que originará las lesiones, procede la absolución de
la acusación fiscal por dicho delito" (326).
Si por el contrario, se evidencia que por la circunstancias que rodearon al hecho, el
agente ha actuado en forma negligente será responsable penalmente del ilícito
penal, así se determina también que la víctima actuó imprudentemente.
Circunstancia que solo se tomará en cuenta al momento de individualizar y graduar
la pena. En este sentido se pronuncia la Ejecutoria Supelior de} 18 de marzo de
1998, cuando expone que "advirtiéndose que existió acción negligente en los actos
de la acusada, consistente en ingresar abruptamente a un carril preferencial sin
tomar las precauciones del caso, así como igualmente en la persona agraviada al
conducir su vehículo a una velocidad tal que no le permitió eludir el choque; resulta
que ambos factores son de casi similar grado contributivo a la producción del evento
fatal, por lo que corresponde atenuar la responsabilidad de la procesada" (327).
Parecida posición se adopta en la Resolución Superior del 30 de enero de 1998. En
efecto, allí se sostiene que "fluye del Atestado Policial y del mismo peritaje que si
bien es cierto que constituyó elemento contributivo del evento dañoso la omisión de
la víctima en colocar señales de seguridad para alertar acerca de su automóvil
detenido en la calzada, también lo es que como lo ilustran el croquis y el panel
fotográfico ( ... ) el citado vehículo pudo ser avistado por el acusado quien conducía
su automóvil en línea recta, en la misma dirección y con iluminación artificial
suficiente, teniendo razonable distancia para percatarse del obstáculo, lo que
evidentemente no se hizo por imprevisión o por distracción, habida cuenta que era
acompañado en su vehículo por sus colegas de armas con quienes había departido
esa noche" (328) o

El término "por culpa" debe entenderse en la acepción que la acción culposa puede
realizarse mediante negligencia, imprudencia, impericia e inobservancia de los
reglamento o deberes del cargo, ello según el caso concreto, donde será necesario
una meticulosa apreciación d-e las circunstancias en relación del agente para saber
cuál era el cuidado exigible. No obstante, sin duda la capacidad de previsión que
demanda la leyes la que le exigiría a cualquier hombre de inteligencia normal.
Se obra por negligencia cuando el agente no toma las debidas precauciones y
prudencia en su accionar. Obra negligentemente quien omite realizar un acto que la
prudencia aconseja realizar. En la negligencia hay un defecto de acción y un defecto
en la previsión del resultado.
Aparece la imprudencia cuando el autor realiza la acción por actos inusitados,
precipitados y fuera de lo corriente, de los cuales debió abstenerse por ser capaces
de producir un resultado lesivo para determinado bien jurídico por las mismas
circunstancias que lo rodean. Obra imprudentemente quien realiza un acto que las
reglas de la prudencia aconsejan abstenerse. Es un hacer de más, un plus o un
exceso en la acción.

Se imputará impericia o culpa profesional al agente cuando sin estar debidamente


preparado o capacitado para realizar determinada acción peligrosa, lo realiza sin
prever el resultado dañoso. En suma, la impericia es la falta o insuficiencia de
aptitudes para el ejercicio de una profesión o arte que importa un desconocimiento
de los procedimientos más elementales, por ejemplo, será autor de lesiones
culposas el médico cirujano que a consecuencia de haber ejecutado una operación
difícil y riesgosa sabiepdo o siendo consciente que no estaba suficientemente
preparado, origina una lesión grave en la salud de su paciente.
Por último, la inobservancia de los reglamentos y deberes de cargo configuran un
supuesto de culpa punible que puede derivar de cualquier normativa de orden
general emanada de autoridad competente. Se trata de la inobservancia de
disposiciones expresas (ley, reglamento, ordenanzas municipales, etc.) que
prescriben determinadas precauciones que deben observarse en actividades de las
cuales pueden derivar hechos dañosos.

El desconocimiento u omisión de ellas genera una hipótesis de responsabilidad


culposa, en la medida que el obrar de ese modo causara un resultado dañoso típico.
Por ejemplo, se configura esta modalidad de culpa cuando el chofer por inobservar
las reglas de tránsito que prescriben manejar a velocidad prudencial por
inmediaciones de los colegios, maneja a excesiva velocidad y como consecuencia
atropella a un estudiante que cruzaba la vía, causándole lesiones. En nuestro
sistema penal, este tipo de culpa deviene en agravante de las lesiones culposas. En
efecto, en el tercer párrafo del artículo 124 del Código Penal se prevé que se agrava
la conducta y es merecedora de mayor pena "cuando el delito resulte de la
inobservancia de reglas técnicas de tránsito".

De acuerdo con el tipo penal, la lesión ocasionada al sujeto pasivo puede ser simple
o grave. Para distinguir cuando estamos frente a una u otra se aplicará los mismos
criterios prescritos en los artículos 122 y 121 del c.P. La diferencia entre una y otra
evidentemente es, en cierto modo, la pena graduada de acuerdo con la magnitud del
daño producido en la integridad o salud del damnificado. Para la lesión simple es
menor que para las lesiones graves. Caso contrario, si la lesión no está en los
parámetros de los artículos 122 ó 124 del Código Penal, estaremos ante las
denominadas faltas culposas contra la persona.

La Resolución Superior del 07 de setiembre de 2000, grafica lo expuesto: "para la


configuración del delito contra la vida, el cuerpo y la salud -lesiones culposas el
sujeto activo debe causar a otro un daño en el cuerpo o en la salud que requiera
más de quince y menos de treinta días de asistencia o descanso, según prescripción
facultativa, conforme al artículo ciento veinticuatro del Código Penal, concordado con
el artículo cuatrocientos cuarentiuno del Código acotado que señala que será
considerado como faltas contra las personas el que, por cualquier medio causa a
otro una lesión culposa que requiera hasta quince días de asistencia o descanso
según prescripción facultativa ( ... ) que, del estudio de autos se tiene, que el día de
los hechos ... en circunstancias que el procesado se encontraba prestando servicio
de seguridad en la puerta principal del chifa 'Wan Gen', situado en la Calle
Maximiliano Carranza ( ... ) se produce un disparo accidental de un cartucho de
perdigones efectuado por el arma que este portaba, impactando a los agraviados ( ...
) quienes circunstancialmente transitaban por ellugar; ( ... ) que, conforme a los
certificados médicos-legales, obrantes a fajas dieciocho, ochenta y nueve y ciento
diez, los agraviados sufrieron heridas por proyectil de arma de fuego, requiriendo por
tal motivo tres días de atención facultativa por ocho de incapacidad para el trabajo,
cada uno de ellos, deviniendo en atípicos los hechos sub judice, constituyendo faltas
que a la fecha se encuentran prescritas" (329).

Cabe resaltar en este acápite que con la tipificación penal de determinados


comportamientos culposos lo único que se persigue es motivar a los ciudadanos
para que, en la realización de acciones que puedan ocasionar resultados lesivos
para bienes jurídicos trascendentes (como la vida, la integridad física, etc.), empleen
el máximo cuidado que es objetivamente necesario para evitar que se produzcan; en
una frase: actúen con la diligencia debida.
2.1. Lesiones culposas agravadas

Las circunstancias que califican las lesiones culposas se fundamentan en la mayor


exigibilidad de previsión para quienes desempeñan actividades que demandan una
buena dosis de diligencia y precaución. Apareciendo así el principio de confianza
que inspira el actuar dentro de la comunidad haciendo uso de medios peligrosos o
desarrollando actividades que por su trascendencia devienen en peligrosos y, por
tanto, exigen conocimiento y una preparación especial. En otras palabras, el
maniobrar objetos riesgosos (vehículos, aviones, barcos, etc.) o desarrollar
actividades peligrosas (profesionales de la medicina, de arquitectura, químico, etc.)
exigen un mayor cuidado en el actuar normal de las personas, caso contrario, de
ocasionarse un perjuicio a algún bien jurídico por falta del cuidado debido, se estaría
configurando el delito culposo calificado. El ejercicio de actividades riesgosas exige
en quien lo practica, como profesional o técnico, un cuidado y diligencia extrema
para no aumentar el riesgo consentido y ordinario.

En efecto, la Ley Nº 27753 del 9 de junio de 2002, no podía ser ajeno a tales
circunstancias y, de ese modo, ha previsto como agravantes a los siguientes
comportamientos:

Conducir bajo los efectos de estupefacientes o en estado de ebriedad


La sola circunstancia de conducir vehículos motorizados bajo los efectos de
estupefacientes o en estado de ebriedad, constituye delito contra la seguridad
pública previsto y sancionado en el artículo 274 del Código Penal. No obstante, si a
consecuencia de conducir en alguno de los estados antes indicados se ocasiona
lesiones a determinada persona, tal circunstancia se constituye en agravante de las
lesiones culposes. Es necesario indicar que según redacción de la agravante de
conducir en estado de ebriedad, esta se presenta o perfecciona cuando se verifica
por medio del dosaje ett1ico que en la sangre del conductor negligente lw presencia
de alcohol en proporción mayor de 0.5 gramos por litro.
La calificante tiene su origen social en la realidad frecuente de los accidentes de
tránsito que ocurren en las grandes ciudades de nuestra patria a consecuencia de
conducir una máquina motorizada en estado de drogadicción o bajo los efectos del
alcohol.
b. Cuando son varias las víctimas del mismo hecho
Ello ocurre cuando con una sola acción culposa el agente ocasiona lesiones a varias
personas pudiendo evitarlas si hubiese actuado diligentemente y poniendo el debido
cuidado. La agravante se justifica por la extensión del resultado. Ocurre, por
ejemplo, cuando un conductor de ómnibus interprovincial, por mirar a un costado,
arremete contra un grupo de personas que participaban en una marcha de sacrificio
ocasionando lesiones a varias de ellas.

c. El delito resulta de la inobservancia de reglas técnicas de tránsito


Esta calificante se configura cuando el agente ocasiona lesiones culposas por no
haber observado debida y diligentemente las reglas técnicas de tránsito, esto es,
cuando el conductor infringe las reglas técnicas descritas en el Reglamento General
de Tránsito. La agravante se justifica por el hecho que para entregar las licencias de
conducir vehículos motorizados, el Estado por medio del Ministerio de Transportes y
comunicaciones, prepara o exige preparación especial a los postulantes y es allí
donde se advierte a los flamantes conductores la importancia que tiene el
conocimiento riguroso y aplicarlas diligentemente las reglas técnicas de tránsito, de
modo que si las inobserva y causa lesiones, será sancionado con mayor pena.

d. El delito resulta de la inooservancia de reglas técnicas de profesión, de


ocupaciún o industria La forma de redacción de la agravante nos orienta a sostener
que la vulneración de los deberes impuestos por desarrollar una profesión,
ocupación o industria están consideradas como circunstancias que agravan la
acción culposa. Ello tiene plena justificación en el hecho que al desempeñarse en
actividades que exigen del agente la máxima diligencia en observar las reglas
técnicas que le son propias para el desarrollo de su actividad, su inobservancia, sin
duda, hacen más reprochable la acción del sujeto activo.
La agravante se fundamenta sobre la función social que desarrolla el agente en el
conglomerado social. La justificación de la agravante estriba, por un lado, en la
diligencia normal que debe tener toda persona y, de otro, en la obligación y el
cuidado especial que deben demostrar en el ejercicio de su profesión.
e. Cuando sean varias las víctimas de la inobservancia de reglas técnicas de
profesión, ocupación o industria

Finalmente, constituye agravante que merece mayor pena el hecho que por
inobservar las reglas técnicas de profesión, ocupación o industria, el agente
ocasiona lesiones a varias personas. Las lesiones pueden ser leves o graves. En
ambos casos el lesionado se convierte en Víctima. La única condición es que de un
solo hecho se origine peIjuicio a la salud de varias personas.

2.2. Bien jurídico protegido

Con la tipificación del artículo 124 que recoge las lesiones simples o graves
culposas, el Estado busca proteger dos bienes jurídicos fundamentales para la
convivencia en sociedad, esto es, la integridad fisica de las personas por un lado y
por el otro, la salud de las personas en general.

2.3. Sujeto activo

Agente puede ser cualquier persona al no especificar el tipo penal alguna calidad
especial que debe reunir. No obstante, cuando el agente produce el resultado
dañoso al conducir una máquina motorizada bajo los efectos de estupefacientes o
en estado de ebriedad o el resultado dañoso se produce por la inobservancia de
reglas de profesión, de ocupación o industria, son solo circunstancias que agravan la
pena. Según la praxis judicial, puede concluirse certeramente que los médicos y
conductores de máquinas motorizadas, están más propensos a estar implicados en
el injusto penal de lesiones culposas.

2.4. Sujeto pasivo

Puede ser cualquier persona. Cabe mencionar que los tipos penales de los artículos
121-Ay 122-A, no tienen ninguna aplicación para diferenciar a las víctimas, cuando
las lesiones han sido ocasionadas por imprudencia.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA

En las lesiones culposas, el agente no tiene intención ni quiere causar el resultado.


No actúa con el animus vulnerandi. No quiere el resultado, este se produce por la
inobservancia del deber objetivo de cuidado.
En ese sentido, la figura de las lesiones culposas necesariamente requiere la
presencia de la culpa ya sea consciente o inconsciente, en sus modalidades de
imprudencia, negligencia, impericia e inobservahcia de las reglas técnicas de
profesión, actividad o industria. Entendido la culpa global como la falta de previsión,
precaución, prudencia, precognición de un resultado previsible o previéndolo se
confía en poder evitar, es decir, el agente ocasiona un resultado lesivo al actuar
culposamente, teniendo la oportunidad o alternativa de prever el resultado y
conducirse con el cuidado debido que exigían las circunstancias (culpa
inconsciente). O también se evidencia cuando se produce el resultado lesivo que el
agente previó y por exceso de confianza en evitarlo no realizó la diligencia debida
(culpa consciente).

En consecuencia, si en determinado hecho concreto no se constata aquellas


condiciones o elementos de la acción culposa, el hecho será atípico e imposible de
ser atribuido penalmente a persona alguna.

4. CONSUMACIÓN

El delito de lesiones culposas no admite la tentativa. Ello por el hecho concreto que
cuando concurre la culpa en el actuar del agente se colige que este no quiso el
resultado dañoso. Si ello está aceptado sin mayor discusión, es imposible pensar
que el tipo ha quedado en realización imperfecta.

La consumación del ilícito penal ocurre una vez que se produce las lesiones en la
integridad física o psíquica del sujeto pasivo o, en todo caso, el daño a su salud.
Se requiere necesariamente el resultado dañoso para consumarse el ilícito de
carácter penal. Si ello no se produce y el acto negligente solo puso en peligro
concreto la integridad corporal o la salud de la víctima, el delito de lesiones por
negligencia no se evidencia. Ejemplo, no habrá delito de lesiones culposas cuando
el agente al manejar en forma imprudente su vehículo, ocasiona la volcadura de su
maquina motorizada, saliendo felizmente ilesos todos sus pasajeros. El conductor
solo será sancionado administrativamente, mas su conducta es irrelevante para el
derecho penal.

5. PROCEDIMIENTO PARA LA ACCIÓN PENAL

El legislador del corpus juris penale, al tipificar las lesiones culposas, ha previsto de
manera expresa el procedimiento que debe seguirse para sancionar a los autores.

Indica que si las lesiones por negligencia son simples o menos graves, la acción
será privada. Es decir, corresponde a la víctima o a su representante legal de ser el
caso, hacer la correspondiente denuncia penal, de modo que si ella no actúa el
hecho quedará impune. En la práctica se observa que solo llegan a denunciarse los
casos en que los agentes de la acción negligente que produjo el perjuicio, se
resisten a reconocer su responsabilidad respecto del hecho, negándose en
consecuencia a indemnizar a la VÍctima por el daño ocasionado. Por el contrario,
cuando el agente es consciente y responsable, con un arreglo económico y
voluntario con la VÍctima pone fin a la inminencia de una sanción penal.

Cuestión diferente ocurre cuando la lesión producida en la víctima es grave, es decir


reúne los supuestos previstos en el tipo penal del artículo 121 del CP. La acción
penal es de oficio, es decir, corresponde al Estado por medio del Ministerio Público
investigar de manera preliminar y formalizar la correspondiente acción penal en
contra del agente o autor de la conducta delictiva imprudente, correspondiendo al
juzgador imponer la sanción penal al final de un debido proceso.

En el último supuesto, si ocurre algún arreglo económico voluntario entre agente y


VÍctima, solo tendrá efectos para la reparación civil, mas la pena será impuesta
indefectiblemente. Claro está, será pasible de mayor pena aquel autor que no ayudó
con asistencia económica a la víctima para su recuperación que aquel que si lo hizo.

6. PENALIDAD

Cuando por la magnitud del daño ocasionado a la integridad física o salud del
agraviado, la lesión es calificada como lesión simple o menos grave, al autor se le
seguirá proceso por acción privada, y de encontrársele responsable se le impondrá
pena privativa de libertad no mayor de un año o sesenta a ciento veinte días multa.

Si la lesión es calificada como grave, es decir, se subsume en los parámetros


descritos en el artículo 121 del Código Penal, al autor se le seguirá proceso por
acción pública o de oficio y será merecedor de la pena privativa de libertad no menor
de uno ni mayor de dos años y de sesenta a ciento veinte días multa.

La pena privativa de la libertad será no menor de tres ni mayor de cinco años e


inhabilitación, según corresponda, conforme al artículo 36 incisos 4, 6 Y 7, cuando el
agente haya estado conduciendo un vehículo motorizado bajo el efecto de
estupefacientes o en estado de ebliedad, con presencia de alcohol en la sangre en
proporción mayor de 0.5 gramos-litro, o cuando sean varias las víctimas del mismo
hecho o el delito resulte de la inobservancia de reglas técnicas de tránsito.

La pena no será mayor de tres años si el delito resulta de la inobservancia de reglas


de profesión, de ocupación o industria y cuando sean varias las víctimas del mismo
hecho, la pena será no mayor de cuatro años.

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Subcapítulo 8

Lesiones al feto
l. CUESTIÓN PRELIMINAR

Al inicio de la interpretación de los delitos contra la vida, ya hemos referido que en la


ciencia penal existe la polémica nada pacífica sobre la interrogante de establecer
cuándo se inicia la vida para ser protegida penalmente. Para un sector, la vida
comienza con el fenómeno de la fecundación del óvulo por el espermatozoide (teoría
de la fecundación o concepción) en tanto que para otro sector mayoritario, el inicio
de la vida se produce desde la implantación del óvulo ya fecundado en el útero de la
mujer (teoría de la anidación). En la doctrina penal peruana actual existe unanimidad
en considerar que esta se inicia desde el momento de la anidación del óvulo
fecundado por el esperma en el útero de la mujer (330). No obstante, las posiciones
distan sobre las razones para considerar a la anidación como inicio de la vida con
trascendencia punitiva. Algunos lo hacen por fines pragmáticos y otros para resolver
problemas que ha generado el derecho genético.

Teniendo en cuenta que la anidación en la matriz endometrial se produce al décimo


cuarto día de la concepción a través de una serie de enzimas y de pequeñas
terminaciones tentaculares denominadas VILLI, que se insertan en el útero (331),
nosotros adoptamos tal posición por el hecho concreto que desde aquel momento
histórico del desarrollo de la vida, el nuevo ser alcanza y cuenta con todos los
elementos biológicos necesarios e indispensables para desarrollarse y comenzar a
crecer naturalmente. Antes de llegar al útero, el óvulo fecundado por el
espermatozoide no tiene todas las posibilidades naturales de desarrollarse,
fácilmente puede ser expulsado por razones naturales o artificiales (uso de
anticonceptivos, por ejemplo). Por su parte, los académicos Bustos Ramírez, Muñoz
Conde y el argentino Buompadre (332), adoptan la "teoría de la anidación" debido
que es a partir del momento de la anidación "que se tiene mayor certeza en el
desarrollo de la vida humana".
Sin embargo, el legislador al momento de redactar el delito de lesiones a la salud del
nasciturus, en lugar de referirse al feto como lo hace, por ejemplo, el Código Penal
español, se ha referido al concebido dando a entender de esa forma que el derecho
penal protege la vida y salud del ser humano desde la fecundación o concepción. Es
decir, el legislador nacional, desconociendo los avances de la doctrina en esta
materia, ha vuelto a la concepción tradicional ampliamente superada, poniendo en el
tapete nuevamente una discusión bizantina. La explicación de tal retroceso se debe
al hecho que en la redacción del tipo penal del artÍCulo 124-A al parecer han
intervenido especialistas en derecho civil y no los iniciados en derecho penal que
muy bien pudieron informar a los legisladores sobre los avances de la doctrina y
legislación en esta materia.
No obstante, nosotros no vamos a volver a aquella discusión bizantina y superada,
reafirmando que para el derecho penal la vida humana se inicia realmente desde el
histórico momento que el óvulo fecundado por el espermatozoide llega y se implanta
en el útero de la mujer. En consecuencia, para efectos de hacer hermenéutica
jurídica del artículo 124-A del catálogo penal, no queda otra alternativa que sostener
que la salud e integridad fisica del concebido o feto se protege desde la anidación
del óvulo fecundado en el útero. Incluso para fines prácticos, antes de aquel
momento, pese a lo avanzado de la ciencia y tecnología médica, resulta imposible
detectar o determinar algún daño al feto. Finaliza la protección de la integridad fisica
y salud del feto en el momento trascendente de inicio del parto. Después de aquel
momento, los bienes jurídicos denominados "integridad fisica y salud" del ser
humano es protegido por las figuras delictivas de lesiones a la persona ya
analizadas.
Con fines exclusivamente pedagógicos, es de señalar que en nuestro sistema
jurídico penal, el feto (vida dependiente) es protegido penal mente por las conductas
punibles de aborto cuando se refiere a su vida y lesiones al feto cuando se trata de
su integridad física y salud, en tanto que la persona (vida humana independiente) es
protegida penalmente por las figuras delictivas de homicidio cuando se refiere a su
vida y lesiones a la persona cuando se trata su integridad física o salud física o
mental.
Aquí también es pertinente dejar expresado nuestra extrañeza de haberse regulado
el delito de carácter doloso de daños al feto como un apéndice del delito de lesiones
culposas previstas en el artículo 124. Esto es, el legislador nacional sin siquiera
recoger el supuesto de lesiones al concebido culposo, como lo hace la legislación
comparada, ha regulado un delito doloso como anexo de un delito culposo.
Circunstancia que no hace más que confirmar nuestra hipótesis planteada en el
sentido que en la redacción del tipo penal han intervenido personajes con escasos
conocimientos del derecho penal.
En tal sentido,junto a Portocarrero Hidalgo (333) aseveramos de lege jerenda que tal
situación "exige una corrección inmediata porque no se puede tolerar que un delito
doloso depende de un culposo haciendo a la excepción regla general, es más, que
un delito de lesiones al feto sea apéndice de un delito de lesiones a la persona,
cuando realmente se trata de dos bienes jurídicos diferentes; en el artículo en
comentario se protege a la salud del feto -vida dependiente-, y. en el artículo 124 se
protege a la salud de la persona -vida independiente-; ello exige que la lesión al feto
sea contemplado en un capítulo especial, independiente, considerando no solo a la
lesión dolosa sino también a la culposa, que es la conducta más usual, sobre todo,
en nuestro medio".

2. TIPO PENAL

El artículo primero de la Ley N 27716, publicada el 08 de mayo de 2002, incorporó al


Código Penal el artículo 124-A que tipifica el delito de daños o lesiones al concebido
o feto con el contenido siguiente:
El que causa daño en el cuerpo o en la salud del concebido, será reprimido con
pena privativa de la libertad no menor de un año ni mayor de tres.

3. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de lesiones o daño al feto se configura cuando el agente o autor desarrolla


o efectúa, haciendo uso de cualquier medio o instrumento, una
conducta orientada a causar u ocasionar daño o lesiones en la integridad física o
salud del concebido.
Las lesiones a la integridad o la salud del feto tienen que tener la magnitud de las
lesiones previstas en los supuestos de los artículos 121, 122 Y 123 del Código
Penal, por lo que el operador jurídico al momento de aplicar la norma en comentario,
deberá remitirse a aquellos supuestos.
La ley se refiere a dos clases de lesiones, una en la integridad física del feto, y otra
en la salud del mismo, la primera se limita a ocasionar deformaciones, tanto en el
aspecto interno como externo, en la etapa de formación o en la etapa desarrollada;
la segunda clase, se refiere al daño o menoscabo en la salud, como en el
funcionamiento de los órganos; afectación que puede prolongarse hasta después del
nacimiento. Es indudable que el feto para desarrollarse o desenvolverse
normalmente, requiere de salud, mucho más que un ser extrauterino, pues cualquier
afectación a su salud trae consecuencias para su desarrollo futuro. No debe
obviarse que un ser en formación es más propenso a ser afectado que un ya nacido,
el mismo que se refleja en el APGAR (prueba universalmente aceptada por los
pediatras que sirve para determinar el estado de salud del recién nacido, el mismo
que se basa en la frecuencia cardiaca, esfuerzo respiratorio, no muscular, respuesta
estímulos y coloración de piel). De donde resulta que el feto en su evolución
necesita de plena salud, su alteración puede ocasionar trastornos irreparables que
necesariamente van a influir negativamen te en su vida fuera del vientre materno
(334).

En la fórmula utilizada por el legislador peruano "causar daño en el cuerpo o salud


del concebido", muy bien puede englobar todas y cada uno de los comportamiento
previstos expresamente en el artículo 157 del Código Penal español que regula el
delito de lesiones al feto. En efecto, allí se expresa que comete delito de lesiones al
feto aquella persona que por cualquier medio o procedimiento, le causa una lesión o
enfermedad que perjudique gravemente su normal desarrollo, o provoque en el
mismo una grave tara física o psíquica.

En nuestro sistema penal, no hay lesiones al feto o concebido por negligencia como
sí se regula en el artículo 158 del Código Penal español (335). Es una omisión que
debe corregirse, caso contrario, los fetos se encuentran desprotegidos O
desamparados ante temerarias negligencias de los profesionales de la salud que
tienen que ver con ellos.

3.1. Bien jurídico tutelado

Del mismo contenido del tipo penal del artÍCulo 124-A, se concluye que los bienes
jurídicos que el Estado pretende proteger con la tipificación de la conducta lo
constituyen la integridad física y la salud del feto. Es decir, el bien jurídico protegido
es la integridad física y salud del ser que se encuentra en la etapa que comienza con
la anidación del óvulo fecundado en el útero de la mujer hasta que se inicia el parto.
Se protege la integridad y la salud del ser humano que tiene vida dependiente.
Al analizar las figuras de homicidio hemos tenido oportunidad de sostener y
fundamentar que después que se inicia el parto comienza la vida humana
independiente y por tanto, desde que empiezan los intensos dolores que avisan la
llegada inexorable del nuevo ser, se habla ya de persona. En suma, cualquier
afectación de la salud o integridad física del ser humano después que se inicia la
etapa del parto, será subsumida y analizada de acuerdo con los parámetros de los
tipos penales de los artículos 121, 122 Y 123 del Código Penal.

3.2. Sujeto activo

Sujeto activo del delito de lesiones al feto puede ser cualquier persona. El tipo penal
no exige alguna cualidad o calidad especial en el sujeto activo. En consecuencia,
puede ser perfeccionado, realizado o cometido tanto por un ignorante en la ciencia
médica como por un iniciado en ella.

3.3. Sujeto pasivo

La víctima o sujeto pasivo de la conducta en análisis indudablemente será el feto o


ser humano en formación que comprende desde la anidación o implantación del
óvulo fecundado en el útero de la mujer hasta el momento que comienza el parto de
la gestante. Así, el Diccionario de la Lengua española define al feto como "el
embrión de los mamíferos placentarios y marsupiales, desde que se implanta en el
útero hasta el momento del parto".

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

Por la redacción del tipo penal se concluye que se trata de una conducta punible
netamente dolosa. No cabe la comisión por culpa o impmdencia, es decir, el agente
debe actuar con conocimiento y voluntad de ocasionar daño a la salud o integridad
física del ser concebido. Muy bien puede presentarse un dolo directo, indirecto o
eventual. Asimismo, en un caso concreto puede presentarse un error de tipo, el
mismo que excluirá de sanción al agente del hecho debido que no se ha previsto
como delito a las conductas culposas.
Si se llega a determinar que el daño ocasionado el sujeto pasivo, se originó a
consecuencia de una conducta negligente o imprudente, se descartará la comisión
del delito en hermenéutica jurídica.
Teniendo como objetivo una normativa penal coherente y con consistencia interna y
observando la realidad que también por conductas negligentes se lesiona el cuerpo
y la salud de los fetos, consideramos de lege jerenda que el legislador en el futuro
debe incorporar un capítulo específico para regular tanto las conductas dolosas
como culposas que lesionan le bien jurídico integridad física y salud de los
concebidos o fetos.

5. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

El delito se consuma o perfecciona en el mismo momento que el agente por


cualquier medio ocasiona o causa lesión en la integridad física o causa daño a la
salud del feto. Obviamente, con lo avanzado de la ciencia médica, la lesión o daño
causado puede terminar con atención médica tanto antes del nacimiento como
después del parto.
Es posible la tentativa. Habrá tentativa cuando el agente desarrolla su
comportamiento orientado a ocasionar lesión en el feto, sin embargo, no logra
alcanzar su objetivo por la intervención de circunstancias extrañas a su voluntad, o
también por su propio desistimiento.

6. PENALIDAD

El autor, de ser encontrado responsable del delito de daño o lesiones al concebido,


será merecedor de una pena que oscila entre uno y tres años. La individualización
de la pena concreta dependerá de las circunstancias que rodeen al hecho así como
a la personalidad y medio social del agente.

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CAPíTULO IV

EXPOSICiÓN A PELIGRO O ABANDONO DE PERSONAS EN PELIGRO

SUMARIO: Subcapítulo 1: Consideraciones generales. 1. Preliminares. Subcapítulo


2: Exposición o abandono de menores o incapaces. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad
objetiva. 2.1. Sujeto activo. 2. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad.
5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Resultado que agrava la conducta de exposición
o abandono de menores o inca-
paces a peligro. 8. Penalidad. Subcapítulo 3: Omisión del deber de socorro. 1.
Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3.
Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 4: Omisión de auxilio o aviso a la autoridad.
1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo.
2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 5: Exposición a peligro de personas
dependientes. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2.
Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Agravante del delito de exposición a peligro de
personas dependiente. 4. Tipicidad subjetiva. 5. consumación. 6. Penalidad.

Subcapítulo 1

Consideraciones generales
l. PRELIMINARES

El artículo IV del Título Preliminar del Código Penal recoge uno de los principios
fundamentales del derecho penal moderno, el denominado "lesividad". Allí se señala
que la pena, necesariamente, precisa de la lesión o puesta en peligro de bienes
jurídicos tutelados por ley. Esto es, habrá delito o hecho punible cuando determinada
conducta lesiona de manera real o pone en peligro un bien jurídico tutelado por la ley
por constituir condición importante para la normal y pacífica convivencia social.
En consecuencia, del principio de lesividad se concluye que los ilícitos penales
recogidos en nuestro corpus juris penale pueden ser de resultado dañoso o de
peligro, ya sea concreto o abstracto. En otras palabras, toda conducta, para ser
catalogada como ilícita de carácter penal, requiere que se traduzca en el mundo
exterior como un resultado, ya sea en forma de dai'io o peligro.
En doctrina, la diferencia de los delitos por el resultado está al parecer pacíficamente
aceptada. Los delitos de resultado dañoso son aquellos que requieren
necesariamente la producción de una lesión o daño real sobre el bien jurídico
protegido, en cambio, los de resultado de peligro son aquellos que requieren
solamente la producción de un riesgo probable de lesionarse o afectarse un bien
jurídico determinado. En estos, el dolo del agente se evidencia en la conciencia y
voluntad de poner en riesgo al bien jurídico protegido.
Se entiende por peligro todo estado de hecho potencialmente condicionado para
actualizarse en un resultado dañoso que afecte un bien jurídico tutelado (556). En
ese sentido, al delito de peligro puede conceptuarse como aquella conducta ilícita
que pone en riesgo de producción de daño a determinado bien jurídico protegido. La
posibilidad de producirse una lesión constituye uno de los elementos constitutivos
fundamentales de los ilícitos penales de peligro. Obviamente, en doctlina ha
quedado meridianamente claro que no cabe la tentativa en los delitos de peligro.
El peligro puede ser concreto o abstracto. Estamos ante el primero cuando la
probabilidad e inminencia del daño a determinado bien jurídico es actual y presente,
en cambio, es abstracto cuando el riesgo de causarse lesión real a un interés
jurídicamente protegido, es impreciso, indeterminado y genérico. Esto es, la
conducta del agente no está dirigida a producir un riesgo específico.
El capítulo que nos proponemos interpretar en las líneas siguientes sin lugar a dudas
constituyen los primeros delitos de peligro regulado en el Código Penal. Los mismos
que por la forma de construcción o redacción de los tipos, constituyen injustos
penales de peligro concreto.

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Subcapítulo 2

Exposición o abandono de menores o incapaces

l. TIPO PENAL

La primera figura delictiva de peligro concreto lo constituye el tipo penal del artículo
125 del código sustantivo, modificado por el artículo 2 de la Ley NQ 26926 del 21 de
febrero de 1998. Aquí se regulan varias hipótesis delictivas, en los términos
siguientes:

El que expone a peligro de muerte o de grave e inminente daño a la salud o


abandona en iguales circunstancias a un menor de edad o a una persona incapaz de
valerse por sí misma que estén legalmente bajo su protección o que..se hallen de
hecho bajo su cuidado, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de
uno ni mayor de cuatro años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo legal, se advierte que la figura delictiva se constituye de dos
hipótesis ilícitas que, por sí mismas, constituyen hechos punibles independientes. La
diferencia es de forma, pues al final tienen el mismo sentido. Los dos supuestos
delictivos denotan peligro concreto y actual sobre la vida o de grave daño a la salud
de la víctima.

a. Exponer a peligro de muerte a un menor. En primer término resulta necesario


poner de relieve qué debe entenderse por exponer a efectos de comprender mejor
los hechos punibles.
Doctrinariamente se señala que el comportamiento delictivo de exponer a peligro de
muerte o grave daño a la salud, consiste en trasladar a un menor de edad o incapaz
de valerse por sí mismo de un ambiente seguro en el cual se encontraba hacia otro
lugar donde queda sin amparo alguno y desprovisto de toda seguridad, originando
así un peligro concreto para la vida o salud de aquel (~37).
La conducta delictiva de exponer solo puede materializarse por acción no cabe la
omisión. El agente debe actuar trasladando a su víctima de un lugar a otro, donde
corre inminente peligro de muerte o grave daño a su salud. No obstante, de modo
alguno podemos concluir que con el solo traslado ya estamos ante al delito en
hermenéuticajurÍdica. Aquel recién se evidencia cuando aparece el real peligro al
sujeto pasivo. Es decir, el traslado que realiza el agente apenas es un acto
preparatorio para producirse el resultado de relevancia penal, cual es la creación de
un peligro concreto para la víctima.
Si no se evidencia el peligro concreto y actual, así se pruebe con indicios razonables
o pruebas concretas que el traslado de un menor a lugar desolado efectivamente se
produjo, la conducta será atípica, pues aquella queda fuera del ámbito de las
conductas penalmente relevantes ('58).
Lo último es consecuencia de lo expuesto líneas atrás, en el sentido que en los
delitos de peligro no cabe la tentativa. El quid del asunto es determinar si el peligro
se produjo o no. Si corrió inminente peligro la VÍctima estaremos ante el hecho
punible, si no se produjo aquello, el delito no aparece. Ejemplo, no se adecuará a la
presente figura delictiva, la conducta de una madre que traslada de su precaria
vivienda y deja a su hijo recién nacido en la puerta de la casa de una familia con la
esperanza que lo recojan y le den la protección que ella no puede darlo, incluso le
vigila hasta que le recojan a su criatura.
También es irrelevante para efectos de calificar el delito el tiempo que se expuso a
peligro a la VÍctima. Puede ser corto o por varias horas. Basta que se haya creado
un peligro de muerte.
El peligro creado tiene que ser de muerte del sujeto pasivo, si por el contrario el
peligro que se creó solo produjo un daño leve en la salud de la víctima, no se
configura el delito de exposición de personas en peligro.

b. Exponer a peligro de muerte a un incapaz de valerse por sí mismo. Este supuesto


delictivo de exponer a peligro de muerte a un incapaz, consiste en trasladar a un
incapaz de valerse por sí mismo que tiene bajo su protección y cuidado, de un
ambiente seguro, en el cual se encuentra hacia otro lugar donde queda sin amparo
alguno y desprovisto de toda seguridad, originando así un peligro concreto para su
vida.

c. Exponer a peligro de grave e inminente daño a la salud de un menor de edad. La


hipótesis delictiva se configura cuando el agente traslada a un menor de edad del
cual tiene su protección legal o custodia, de un ambiente seguro en el cual se
encuentra hacia otro lugar donde queda sin amparo alguno y desprovisto de toda
seguridad, originando así un peligro concreto para su salud.

d. Exponer a peligro de grave e inminente daño al incapaz de valerse por sí mismo.


En cambio, el presente supuesto consiste en trasladar a una persona incapaz de
valerse por sí mismo, de la cual tiene su cuidado y protección, de un ambiente
seguro, en el cual se encuentra, hacia otro lugar donde queda sin amparo alguno y
desprovisto de toda seguridad, originando así un peligro concreto para su salud.
Ocurre, por ejemplo, cuando Manuel Tupayachi traslada a su padre que sufre de
ceguera, de su casa y lo deja al borde de la Panamericana Sur.
e. Abandonar a un menor a peligro de muerte. Esta es la otra figura delictiva
recogida en el tipo penal del artículo 125. El presente supuesto es de comisión por
omisión. La conducta delictiva se materializa cuando el sujeto activo se aleja del
ambiente en donde se encuentra el menor de edad, dejándole indefenso y expuesto
a peligro, con el fin de no brindarle los cuidados debidos a los cuales está obligado.
El profesor Bramont Arias (339) señala certeramente que por abandono debe
entenderse privar a la víctima, de la protección o cuidado que se tiene obligación de
impartir, colocándole en una situación de peligro en contra de su vida o su salud.
Es evidente la diferencia con el supuesto anterior. En aquel, el sujeto pasivo realiza
un desplazamiento junto al agente, al lugar donde se crea un peligro concreto, en
cambio, aquí el sujeto pasivo no realiza ningún desplazamiento, es mas bien el
sujeto activo el que se desplaza dejando a la víctima en total desamparo, poniéndole
de ese modo en peligro.
El elemento de trascendencia del abandono para que tenga relevancia penal, no lo
constituye el desplazamiento o alejamiento que realiza el agente del lugar donde se
encuentra el sujeto pasivo, sino el peligro concreto que se crea para este. En
cambio, no aparece el ilícito penal cuando el agente al alejarse del menor de edad,
toma las medidas necesarias para evitar todo peligro en contra de aquel. Por
ejemplo, no constituye delito la conducta del padre que deja por varios días, a sus
menores hijos de cuatro y diez años de edad, aprovisionados de alimentos en su
precaria vivienda de esteras con la finalidad de no encontrarse con su conviviente
que abe llegará en cualquier momento.
En igual sentido, constituye abandono de menor a peligro de muerte cuando un
padre deja al cuidado de su hija a la madre mientras él sale a trabajar para
agenciarse los medios económicos para ubsistir. La Resolución Superior del 30 de
marzo de 1998 emitida por la Sala Mixta de la Camaná-Arequipa, se pronuncia
atinadamente en este sentido, reformando una sentencia condenatoria, y
absolviendo al procesado. En efecto, aquí se expone "que de todo lo expuesto, se
advierte que no hubo dolo de parte del procesado, cuando, con el acuerdo de su
esposa, se traslada a su chacra a cuidar de los animales de los cuales dependía el
sustento de la familia, en razón que aquél se encontraba sin trabajo y deja a la
menor al cuidado de su madre, la agraviada; que hubo la intención de parte del
procesado de vender un torete para hacerse de medios que permitiesen atender los
gastos de curación y/ o atención de la menor fallecida; que al mismo tiempo que el
procesado se trasladó a la chacra, la menor se encontraba "algo enfermita ", y por
ende ignoraba, que, como se desprende del protocolo de necropsia, la misma menor
falleció por: paro cardiorespiratorio, neumonía e inanición" (340). En parecido
sentido se pronuncia la Resolución Superior del 19 de noviembre de 1998 que
resolvió declarar de oficio la excepción de naturaleza de acción con los siguientes
fundamentos: "Que, el presupuesto del tipo penal requiere como elemento
constitutivo "el peligro de muerte o de grave e inminente daño a la salud" esto
implica el riesgo en el que se encuentra el sujeto pasivo, debe reunir tres
condiciones conjuntas, que sea concreto, grave e inminente, de lo actuado se
establece que el procesado dejó el hogar conyugal por los problemas que surgieron
con su esposa, la madre del menor, quien se quedó a cargo de este, el niño no
quedó solo sino bajo el cuidado de una persona mayor de edad quien también tiene
un deber legal con el niño, así mismo tampoco se establece que se den en forma
conjunta estas condiciones comprometedoras de la salud; si bien se acredita en
autos que el menor tiene un serio problema neurológico, este se inició conforme se
señala en autos antes de que el actor hiciera el abandono del hogar conyugal, no
siendo este el motivo del problema de salud del menor; ( ... ) que, no obstante que
se establece de autos que el procesado ha venido consignando la pensión
alimenticia, pero no en los montos ordenados por el juzgado de Paz ( ... ); así
mismo, que hay una falta de atención de este para con su menor hijo, conductas que
son reprochables moralmente, mas no constituyen presupuestos del tipo penal
materia del juzga miento" (341).

En todos los supuestos delictivos, el peligro debe ser concreto e inminente para la
vida misma o para la salud del sujeto pasivo. Todo riesgo que no tenga estas
connotaciones carece de relevancia para la presente figura delictiva, como
sucedería si se verifica que el riesgo es leve o remoto.
La duración del abandono es irrelevante para configurarse el delito. De modo que
puede ser definitivo, temporal o breve. Basta que se haya creado el peligro concreto
para la vida y salud de la víctima. Si el peligro no se verifica así se determine que el
abandono ha sido definitivo, no estaremos ante una conducta ilícita de carácter
penal.

Abandonar a un incapaz de valerse por sí mismo a peligro de muerte. El presente


supuesto es de comisión por omisión. La conducta delictiva se materializa cuando el
sujeto activo se aleja del ambiente en donde se encuentra la persona incapaz de
valerse por si mismo, dejándola indefensa y expuesta a peligro, con el fin de no
brindarle los cuidados debidos a los cuales está obligado. Ocurre, por ejemplo,
cuando un curador con toda su familia sale de vacaciones y deja bajo llave en su
vivienda a un incapaz -ciego sordo- por espacio de un mes, creándole el serio
peligro de morir por inanición.
g. Abandonar a un menor de edad a grave e inminente daño a su salud. La hipótesis
delictiva se configura cuando el agente con la finalidad que el menor de edad del
cual tiene su cuidado o protección quede expuesto a peligro grave e inminente su
salud, se aleja del lugar donde este se encuentra dejándole sin amparo y
desprovisto de toda seguridad. No se configura el delito en comentalio cuando el
propio menor de edad por propia voluntad, decide sustraerse a la custodia de sus
progenitores fugándose, por ejemplo (S42).

h. Abandonar a un incapaz de valerse por sí mismo a grave e inminente daño a su


salud. Este último supuesto delictivo se configura cuando el agente con la finalidad
que la persona incapaz de valerse por sí mismo -de la cual tiene su cuidado o
protección legal- quede expuesta a peligro grave e inminente su salud, se aleja del
lugar donde esta se encuentra dejándola sin amparo y desprovista de toda
seguridad.

2.1. Sujeto activo

Se trata, sin duda, de un delito especial o exclusivo. En efecto, de la lectura del tipo
penal se colige que el hecho punible está reservado solo a determinadas personas.
Aquellas personas que no reúnen las condiciones debidamente especificadas en el
tipo penal de modo alguno pueden ser agentes del ilícito penal de exposición o
abandono a peligro de muerte o grave e inminente daño a la salud de menor de
edad o de una persona incapaz de valerse por sí mismo.

Los supuestos delictivos solo se aplicarán a las conductas desarrolladas por todas
aquella personas que tienen el deber legal ineludible de proteger o cuidar al menor
de edad o al incapaz de valerse por sí mismo. Esto es, pueden ser los padres, los
tutores, guardadores respecto del menor, los curado res respecto del incapaz,
parientes, etc.

En suma, toda persona que teniendo el deber legal de proteger o cuidar a su víctima
lo habrá cometido el injusto penal. Ello debido que elleit motiv del hecho punible
radica en reforzar dentro de los componentes de la comunidad los deberes legales
de protección o cuidado respecto de los menores e incapaces indefensos y que por
sus mismas condiciones biológicas o fisicas no pueden valerse por sí mismos.

2.2. Sujeto pasivo


Víctima solo puede ser un menor de edad o un incapaz de valerse por sí mismo.
Esto es, de acuerdo con nuestro sistema jurídico, los menores de 18 años de edad y
aquellas personas afectadas por alguna deficiencia o dolencia que les imposibilita
para valerse por sí solos, requiriendo siempre la intervención de una tercera persona
para realizar sus actividades (caminar, sentarse, acostarse, etc.) y, a veces, hasta
para realizar sus necesidades fisiológicas. Aquí se comprende a los ancianos,
inválidos, enfermos mentales, etc.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

La forma de construcción o redacción del tipo penal, nos orienta a precisar que
estamos ante conductas netamente dolosas. No cabe l~ comisión por culpa. Es
decir, el agente debe tener conciencia y voluntad de exponer o abandonar a un
peligro concreto a un menor de edad o un incapaz que sabe no puede valerse por sí
mismo para salir de cualquier situación de riesgo en que puede encontrarse, con la
finalidad de librarse de los deberes de asistencia que tiene para con él. Esto último
es importante poner de relieve para calificar la conducta, pues si no fuere esa la
finalidad del agente y, por el contrario, actuara con la finalidad que muera o se
lesione gravemente la víctima, estaremos ante la figura delictiva de homicidio O
lesiones respectivamente, de modo alguno frente al hecho punible en hermenéutica
jurídica.

No obstante, determinar el deslinde entre el delito de exposición o abandono a


peligro a un menor o incapaz con una conducta homicida o lesiones, resulta la
mayor de las veces difícil. Sin embargo, a nuestro entender se deberá calificar
determinado hecho real de acuerdo a las circunstancias en que estos ocurrieron.
Ello, después de la investigación preliminar que se realiza ni bien ocurrido un hecho
con características criminales. Aun cuando es difícil establecer el fin perseguido por
el agente al perpetrar un delito, muchas veces aplicando el sentido común en el
análisis de los actos de investigación y de prueba efectuados en la investigación
preliminar, llega a ponerse en evidencia.

Resulta imperativo que el agente sepa, por ser evidente o conocer la edad, que la
víctima de la exposición o abandono es, en efecto, un menor de edad, es decir
menor de dieciocho años de edad según nuestro sistema jurídico. En su caso, el
sujeto activo debe conocer, por ser evidente o estar informado, que su víctima es un
incapaz de valerse por sí mismo ('4'). Si se verifica que por especiales circunstancias
no conocía o no pudo conocer tales situaciones no se configurará el ilícito pues no
aparece el dolo.

4. ANTIJURIDICIDAD

Igual que los delitos anteriores en esta etapa del análisis de los supuestos delictivos
previstos y sancionados en el artículo 125 del Código Penal, se verificará si
realmente la conducta es contraria a derecho o, en su caso, concurre alguna causa
de justificación de las indicadas en el artículo 20 del Código Penal. De ese modo, el
operador jurídico analizará si en la exposición o abandono a peligro de muerte o
grave e inminente daño a la salud de un menor de edad o incapaz de valerse por sí
mismo, concurre la legítima defensa o el estado de necesidad justificante o el agente
actuó por una fuerza física irresistible o compelido por un miedo insuperable o en
cumplimiento de un deber.

5. CULPABILIDAD

En cambio, en este aspecto del análisis se verificará si el agente es imputable, es


decir, es mayor de edad o no sufre de alguna anomalía psíquica para atribuirl~
positivamente el hecho punible. Luego, se determinará si al momento de actuar
conocía la antijuridicidad de su conducta. Finalmente, se verificará si en el caso
concreto tenía o no la posibilidad de actuar conforme a derecho. Esto es, si se
determina que el agente no tuvo otra alternativa que realizar el hecho típico por
estado de necesidad exculpante, por ejemplo, la conducta típica y antijurídica no se
le podrá atribuir. Por el contrario, si llega a verificarse que el agente tuvo otra
alternativa diferente a la de realizar el hecho típico, se le atribuirá la comisión del
mismo.

6. CONSUMACIÓN
Como ha quedado meridianamente establecido, el ilícito de carácter penal es de
resultado de peligro concreto, en consecuencia, no se requiere la verificación de la
muerte o lesión efectiva al bien jurídico salud para que se perfeccione el delito, basta
con verificarse el peligro. Sin embargo, si ello llegara a verificarse como efecto del
riesgo corrido por la víctima, constituirá una conducta agravada.

En efecto, el hecho punible se consuma o perfecciona cuando realmente se verifica


el riesgo para la vida o salud de la víctima como reacción inmediata o mediata de la
conducta de exposición o abandono desarrollada por el agente. Siendo así, no es
del todo cierto lo sostenido por Bramont-Arias Torres/ García Cantizano(344) al
mencionar que "el delito se consuma con el abandono del menor o incapaz". El acto
mismo de abandono o exposición de la víctima, a lo más, constituye un acto
preparatorio del hecho punible, de ninguna manera puede pensarse que con ello se
perfecciona aquel ilícito, puesto que muchos abandonos no crean en sí ningún
riesgo.
Por otro lado, al ser un delito de peligro concreto, se descarta la tentativa. Pues con
la sola conducta de trasladar a la víctima de un lugar seguro a otro donde campea la
inseguridad para aquel, o abandonarlo, no podemos asegurar que el peligro se
llegará a concretar toda vez que alguna persona caritativa puede acercarse y brindar
apoyo al menor o al incapaz de valerse por sí mismo.

7. RESULTADO QUE AGRAVA LA CONDUCTA DE EXPOSICIÓN O


ABANDONO DE MENORES O INCAPACES A PELIGRO

Con la Ley Nº 26926, del 21 de febrero de 1998, se prevé y sanciona en el artículo


129 del C.P. la hipótesis que aparece cuando a consecuencia inmediata o mediata
de la exposición o abandono a peligro a un menor o incapaz de valerse por sí
mismo, se produce la muerte o lesión grave de aquel.

El agente responderá por la muerte o lesión grave ocasionada dentro de los


parámetros del ilícito penal recogido en el artículo 125 del C.P., cuando concurran
dos circunstancias elementales. Plimero, el resultado grave deberá ser
consecuencia del peligro creado a la víctima por la exposición o abandono; y
segundo, que el resultado grave producido se haya debido a la actuación culposa
del agente. El profesor Roy Freyre (~45) señala certeramente que el autor solamente
es responsable por la secuela más grave cuando, siendo la misma previsible, el
agente no lo haya previsto por haberse comportado con negligencia. De ningún
modo el agente debe haber actuado con animus necandi o animus laedend~ pues
de ser así se configuraría el delito de homicidio o lesiones graves previsto en otro
tipo penal diferente al del artículo 125 que venimos comentando.

En definitiva, se produce la agravante cuando el agente, pudiendo prever aquel


resultado grave, no lo hizo y por lo tanto no lo evitó. La posibilidad de prever el
resultado grave será, al final de cuentas, la circunstancia que tomará en cuenta el
juzgador para responsabilizar al agente. Si se verifica que era imposible que el
sujeto activo haya previsto el resultado, se descartará su responsabilidad. Estamos
ante otro supuesto donde se evidencia aún más el principio rector que indica el
destierro definitivo de la responsabilidad objetiva de nuestro sistema jurídico, es
decir, la responsabilidad por el solo resultado. Ahora, es requisito sine qua non la
concurrencia del dolo o culpa o de ambas en la conducta del agente, para poderle
imputar la comisión de un hecho punible. Caso contrario, la responsabilidad penal no
aparece y el hecho será impune.

8. PENALIDAD

De verificarse los supuesto recogidos en el primer párrafo del artículo 125 del
Código Penal, el autor será merecedor de una pena privativa de libertad que oscila
entre uno y cuatro años, todo dependiendo de la forma, modo y circunstancias en
que ocurrieron los hechos y la personalidad del agente.

En el supuesto agravado previsto en el artículo 129 del C.P., el agente responde a


título de dolo por la exposición o abandono a peligro de la VÍctima ya la vez
responde a título de culpa por la muerte o lesión grave ocasionada a aquella. 'En
consecuencia, al autor se le impondrá una pena privativa de libertad no menor de
tres ni mayor de seis años de haberse producido lesiones graves en la VÍctima y no
menor de cuatro ni mayor de ocho años en caso de haberse originado su muerte.
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Subcapítulo 3

Omisión del deber de socorro

l. TIPO PENAL

El ilícito de carácter penal de omisión de socorro a una persona que el propio agente
lo ha incapacitado, se encuentra debidamente previsto en el
tipo penal del artículo 126 del corpus iuns penale, que señala:
.
El que omite prestar socorro a una persona que ha herido o incapacitado, poniendo
en peligro su vida o su salud, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor
de tres años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El injusto penal se configura cuando el agente con una conducta omisiva no presta
auxilio o socorro al sujeto pasivo que ha herido o incapacitado, poniendo con tal
conducta omisiva en peligro su vida o su salud. Constituye un comportamiento de
omisión propia, por lo que se exige que exista una norma de mandato, la misma que
sería la obligación natural que impone la cultura social de prestar socorro a una
persona que se encuentra ante un inminente peligro para su vida o su salud.

El delito se configura por un actuar precedente del agente, esto es, el haber herido o
incapacitado a la víctima. En doctrina encontramos una viva controversia respecto
de este punto. Cierto sector refiere que el actuar precedente que genera el peligro
debe ser fortuito, otro sector de la doctrina refiere que debe ser por un actuar
imprudente o negligente, algunos refieren que puede ser tanto por imprudencia
como por caso fortuito; en tanto que un grupo minoritario sostenemos que puede ser
por una conducta imprudente o dolos a, de ninguna manera puede devenir de un
caso fortuito. Modernamente, ha quedado fuera del ámbito de las conductas
penalmente relevantes los casos fortuitos e imprevisibles. Nadie responde por ellos.

La última posición indicada se ha impuesto en nuestra normatividad vigente. El tipo


penal del artículo 126, nada refiere respecto de si la lesión o incapacidad producida
sobre la víctima tenga que ser consecuencia de una conducta dolos a o negligente.
Solo refiere que la conducta precedente debe provenir de una conducta del propio
agente. En efecto, ampara y fundamenta mucho más nuestra posición el hecho que
el tipo penal del artículo 126 al indicar en su redacción "a una persona que ha herido
o incapacitado", nos orienta que la conducta precedente debe provenir de una
conducta dolosa o culposa del agente, queda excluido los casos fortuitos.

El hecho punible, en consecuencia, se configura tanto si el actuar precedente del


agente que causó la lesión o incapacidad de la víctima fue doloso o culposo,
quedando excluidos los casos fortuito o imprevisible. Ello tiene su correlato de
coherencia con el principio general que nadie responde por el solo resultado o, mejor
dicho, por responsabilidad objetiva. De modo que no cometerá el presente injusto
penal una persona que en circunstancias que se encontraba intercambiando golpes
de puño con otra, ocurre un sismo y, como consecuencia de ello, esta queda bajo
los escombros de su vivienda mal herido y aquel en lugar de socorrerle sale del
lugar corriendo y va en busca de sus familiares.

En cambio, aparece el ilícito penal cuando una persona culposamente atropella a un


peatón y no le socorre, dándose, por el contrario, a la fuga. Grafica claramente lo
expresado la Sentencia del 13 de enero de 1997, dictada por el Juzgado de la
Provincia de Sihuas-Ancash. En efecto, allí se verifica y al final se condena al
procesado por los delitos de lesiones culposas y por omisión de socorro debido que
una vez que lesionó culposamente al agraviado, omitió prestarle socorro
abandonándole a su suerte en el lugar. La resolución judicial expone "que, resulta de
autos que el cuatro de diciembre de mil novecientos noventa y cinco el agraviado en
circunstancias que se dirigía de esta ciudad a su lugar de origen acompañado de
Darío Colchado Valerio cabalgando su caballo, al llegar a la altura del paraje Collota
hizo su aparición el acusado presente así como el ausente también cabalgando sus
respectivos caballos quienes venían a velocidad sin prever que se podría producir
algún accidente dado el camino accidentado por donde recorrían, y es así que
intempestivamente y por la velocidad de sus caballos impactaron con el que
cabalgaba el agraviado dando lugar a que fuera arrojado hacia el camino
causándole lesiones, y lo peor aún no le prestó ningún auxilio" (~6).

También se configura el delito cuando una persona en un lugar apartado de la


ciudad, dolosamente ha causado una lesión en las fosas nasales de su oponente y
en lugar de prestarle los primeros auxilios, le abandona poniéndole en peligro de que
muera desangrado. O cuando el agente después de darle un fuerte golpiza al sujeto
pasivo en la playa, le abandona y no le presta el auxilio necesario, poniéndole en
riesgo de que se ahogue.

Muchas veces aparece el concurso ideal de delitos, el mismo que se solucionará


aplicando el artículo 48 del Código Penal, es decir, sancionando al autor con el tipo
penal que contiene mayor penalidad.
Otro elemento constitutivo del hecho punible en comentario, es la real verificación de
la herida o incapacidad de la víctima. Si tal circunstancia no se verifica, el delito no
aparece. Tampoco se trata de cualquier herida o incapacidad. La herida causada al
sujeto pasivo deberá ser de proporciones considerables capaces de impedirle evitar
algún peligro por sí solo. Para ello, será necesario el pronunciamiento de los
médicos legistas. Por otro lado, la incapacidad originada por el agente sobre su
víctima también tendrá que ser considerable, la misma que a criterio del juzgador le
impidió evitar algún peligro.

No obstante, nuestra posición es contraria a la legislación y consecuente doctrina


española, aquí se considera que la conducta precedente muy bien puede provenir
de un caso fortuito ocasionado por el agente. Posición que se explica sin mayor
inconveniente debido que el inciso 3 del artículo 195 del Código español prescribe
expresamente: "Si la víctima lo fue por accidente ocasionado fortuitamente por el
que omitió el auxilio, le pena será de prisión de seis meses a un año y multa se seis
a doce meses (oo.)".
2.1. Bienjurídico protegido

La ubicación que tiene el injusto penal en hermenéutica jurídica en el corpus juris


pena le, así como la referencia que hace la propia redacción del tipo penal,
determina que los bienes jurídicos que se tratan de proteger lo constituyan la vida y
la salud de las personas. La acción de omitir prestar el socorro que las
circunstancias exigen, ponen en peligro concreto y directo a aquellos intereses
jurídicos que resultan fundamentales para nuestro sistema jurídico.

2.2. Sujeto activo

Agente puede ser cualquier persona. El tipo penal no exige que tenga alguna calidad
o cualidad personal especial. La única condición que debe concurrir,
necesariamente, es el hecho concreto que haya causado la conducta precedente.
Esto es, el agente de la omisión de prestar socorro debe ser el autor de la herida o
incapacidad que causó a la víctima. Si se verifica que quien omite prestar el auxilio o
socorro a una persona herida o incapacidad es un tercero, el hecho punible en sede
no se configura.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima de los supuestos delictivos puede ser cualquier persona. No obstante, se


exige que mediante una conducta precedente a la omisión de socorro, haya sido
herida o incapacitada por el sujeto activo. En consecuencia, el sujeto pasivo debe
tener la condición especial de estar herida o incapacitada para valerse por sí misma
y salir de cualquier peligro que pueda presentársele, ya sea por la misma gravedad
de la herida o incapacidad, o ya sea por las circunstancias especiales que rodean a
la víctima.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
La forma como aparece redactado el tipo penal permite entender que se trata de un
delito de comisión netamente doloso. No cabe la comisión por culpa. Si la omisión
de prestar socorro se debe a una negligencia, la conducta no será delictiva, pues
aquel accionar queda fuera del ámbito de la norma y, por tanto, son conductas
penalmente irrelevantes.
En la conducta debe concurrir necesariamente el dolo, es decir, el agente debe
conocer la lesión o incapacidad que ha causado a su víctima y tener la voluntad para
no prestarle el socorro que, dentro de circunstancias normales, se le exige. El
agente debe querer, con su omisión, causar un peligro para la vida o salud de su
víctima. El objetivo final debe ser la generación concreta de un peligro, de ningún
modo puede ser otra la finalidad. Si se verifica que el sujeto activo tuvo la finalidad
de ocasionar la muerte de su víctima o generar una lesión más grave, el delito de
omisión de socorro no aparece, por el contrario, aquella conducta será subsumida
en otro tipo penal mucho más grave.

4. ANTIJURIDICIDAD

En esta etapa del análisis de los supuestos delictivos previstos y sancionados en el


artículo 126 del Código Penal, se verificará si realmente la conducta es contraria a
derecho o, en su caso, concurre alguna causa de justificación de las indicadas en el
artículo 20 del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si en la
omisión de prestar socorro o auxilio a una persona que ha herido o incapacitado
poniéndole en peligro su vida o su salud, concurre la legítima defensa o el estado de
necesidad justificante o el agente actuó por una fuerza fisica irresistible o compelido
por un miedo insuperable o en cumplimiento de un deber.

5. CULPABILIDAD

En cambio, en este aspecto del análisis se verificará si el agente es imputable, es


decir, es mayor de edad o no sufre de alguna anomalía psíquica para atribuirle
positivamente el hecho punible. Luego, se determinará si al momento de actuar
conocía la antijUlidicidad de su conducta. Finalmente, se verificará si en el caso
concreto tenía o no la posibilidad de actuar conforme a derecho. Esto es, si se
determina que el agente no tuvo otra alternativa que realizar el hecho típico por
estado de necesidad exculpante, por ejemplo, la conducta típica y antijurídica no se
le podrá atribuir. Por el contrario, si llega a verificarse que el agente tuvo otra
alternativa diferente a la de realizar el hecho típico, se le atribuirá la comisión del
mismo. Por ejemplo, no se le atribuirá el delito de omisión de prestar socorro al
chofer que prefirió conducir al hospital a su cónyuge que salió seriamente lesionada
del accidente de tránsito en que participó, dejando o abandonando al herido. En este
supuesto es evidente que aparece un estado de necesidad exculpante.

6. CONSUMACIÓN

Tratándose de un delito de peligro concreto, se consuma cuando realmente se


verifica el peligro inminente a la vida o salud del sujeto pasivo. La constatación de la
sola omisión de prestar socorro de ningún modo nos debe llevar a concluir que el
delito se ha consumado. De ese modo, no es de recibo la posición adoptada por el
profesor Villa Stein (M'), quien recogiendo comentarios al Código Penal español -que
realiza acertadamente Guillermo Portilla Contreras-, señala que "tratándose de un
delito de mera actividad se consuma cuando el omitente conoce la obligación de
socorrer y desiste de hacerlo".

Se exige necesariamente la concurrencia de un inminente peligro para la vida o


salud de la víctima. Por ejemplo, no aparece el delito cuando Juan Tipacti después
de atropellar a Francisca Ochante se fuga del lugar al observar que se acerca una
tercera persona a socorrerle, quien rápidamente le conduce al hospital donde logra
recuperarse. Aquí, al no aparecer el peligro concreto para la víctima, el delito de
omisión de socorro no se evidencia. AJuan Tipacti, solo se le imputará el delito de
lesiones por negligencia según sea la gravedad de estas. Caso contrario, si el
atropello se realiza en lugar de poco tránsito de personas y, en consecuencia, es
difícil que sea auxiliado por un tercero, el delito aparece al darse a la fuga el chofer.

Al tratarse de un delito de peligro es imposible que aparezca la tentativa.


Como volvemos a repetir, doctrinariamente no se admite la tentativa en los delitos de
peligro por razones que son obvias.
7. PENALIDAD

El autor será pasible de ser sancionado con pena privativa de libertad que oscila
entre dos días a tres años.

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Subcapítulo 4

Omisión de auxilio o aviso a la autoridad

1. TIPO PENAL

El tipo penal del artículo 127 del corpus iuns pena le tipifica dos conductas punibles,
la omisión de auxilio y la omisión de dar aviso a la autoridad, en los términos
siguientes:
El que encuentra a un herido o a cualquier otra persona en estado de grave e
inminente peligro y omite prestarle auxilio inmediato pudiendo hacerlo sin riesgo
propio o de tercero o se abstiene de dar aviso a la autoridad, será reprimido con
pena privativa de libertad no mayor de un año o con treinta a ciento veinte días
multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El tipo penal recoge dos hipótesis delictivas. La primera que aparece cuando el
agente dolosamente omite prestar auxilio inmediato a un herido o cualquier otra
persona en estado de grave e inminente peligro; y la segunda, que se configura
cuando el sujeto activo se abstiene de dar aviso a la autoridad competente respecto
del herido o la existencia de una persona en estado de grave e inminente peligro.

Se trata de hechos punibles de omisión propia, donde se requiere infringir o lesionar


una norma de mandato, la misma que lo constituye el deber social de auxiliar o
prestar ayuda diligente al prójimo que se encuentre en circunstancias concretas que
encierran peligro para su vida o salud.
Los supuestos delictivos requieren necesariamente de la concurrencia de
determinadas circunstancias, que de no aparecer, aquellos no se configuran.

En efecto, se exige que el sujeto pasivo se encuentre herido o atravesando cualquier


otra situación de grave e inminente peligro. Por herida se entiende cualquier daño
sufrido en la integridad física que pone en riesgo la salud. Este riesgo debe ser una
amenaza concreta de causar un daño grave e inminente a la salud de la víctima.
También el sujeto pasivo puede encontrarse en cualquier otra circunstancia que
denote peligro grave e inminente para su vida o salud. Una persona puede hallarse
en peligro sin haber sido previamente herida. Por ejemplo, se presenta cuando un
navegante por un accidente en alta mar pierde su barco y queda a la deriva en un
bote averiado que difícilmente le hará llegar a la orilla.

Roy Freyre (548), analizando el artículo 183 del Código Penal derogado y citando a
Hungría, señala certeramente que "tratándose de una persona herida la norma
estudiada presume jure et de jure la existencia de un estado de peligro, aun cuando
la herida no sea grave, siendo suficiente que reduzca a la víctima a la condición de
no poderse valerse por sí misma. Fuera de la hipótesis aludida, el riesgo debe ser
apreciado in concretus; es decir, tendrá que demostrarse en cada caso que la
persona se encontraba realmente en un peligro inminente".

Existe consenso que el peligro en que se encuentre el sujeto pasivo debe ser de una
magnitud grave e inminente ya sea para su vida o su salud. No se requiere la simple
concurrencia de un peligro, sino por el contrario, por las mismas circunstancias en
que se encuentra la víctima debe colegirse que este debe ser de resultado grave e
inminente. Si se verifica que por las mismas circunstancias que rodean al suceso, la
víctima no corre peligro, o que este no era grave ni inminente, el hecho ilícito de
carácter penal no aparece. Ello es así debido que sin peligro no hay razón de
asistencia de parte de otra persona.

El verbo "encontrar" ha generado en la doctrina discusiones nada pacíficas. El


presupuesto de las hipótesis delictivas descritas consiste en que el agente debe
encontrar al sujeto pasivo en una situación de peligro o riesgo manifiesto y grave e
inminente para su vida o salud, ya sea herida o no. Interpretando específicamente y
en forma estricta el texto del tipo penal, se entiende que el sujeto activo debe
encontrar, tropezar, topar, coincidir o chocar con la persona en peligro manifiesto, es
decir, el agente debe chocar físicamente con el sujeto pasivo o, en todo caso,
hallarse en presencia fisica con aquel. Por el contrario, si ello no se produce, el
hecho punible no se configura. No obstante, cierta parte de la doctrina
-especialmente la española, con Muñoz Conde al frente- señala que no
necesariamente debe haber encuentro fisico con la víctima, basta el "encuentro
moral", esto es, basta tener noticias que una persona está en peligro para admitir el
comportamiento típico exigido por el tipo penal. Sin embargo, a todas luces se
evidencia que esta posición doctrinaria es demasiado amplia y no pertinente para el
sistemajurídico-penal peruano que tiene al principio rector de "legalidad" como uno
de sus más trascendentes pilares.

El verbo "encontrar" utilizado en la construcción del tipo penal, también sirve de


supuesto para concluir que el styeto activo no ha intervenido en la creación del
estado de peligro que rodea a la vÍCtima. Esta circunstancia lo diferencia con la
conducta delictiva tipificada en el tipo penal del artÍCulo 126 ya desarrollado. El
agente es ajeno a tal situación. Recién interviene cuando tropieza o choca con el
sujeto pasivo o se encuentra en presencia fisica de aquel. El último supuesto se
presenta cuando un profesor de natación que observa que uno de sus discípulos se
está ahogando, omite prestarle auxilio.

En la primera hipótesis indicada, debe concunir necesariamente para configurarse el


hecho punible, el presupuesto que el sujeto activo haya podido actuar sin riesgo
propio o de tercero. En otros términos, el agente haya podido prestar el auxilio o
socorro a la víctima sin correr ningún riesgo su salud o la de un tercero. El deber de
prestar el auxilio debido está condicionado a que el agente pudiera hacerla sin
riesgo personal. Esto se explica debido que si bien el ordenamiento jurídico impone
deberes a los ciudadanos, este no exige conductas sacrificadas ni heroicas.

El sentido común del juzgador resulta fundamental para calificar toda conducta
dolosa. Con acierto señala Bramont Arias (849) que el auxilio está limitado por la
capacidad y las facultades del asistente. Nadie está obligado a hacer lo que es
absolutamente imposible realizar. Un sujeto de constitución débil no tiene el deber
de cargar el cuerpo de una persona cuyo peso rebasa sus fuerzas, un individuo sin
conocimientos médicos o quirurgicos no tiene el deber de practicar la ligadura de
una arteria.
Finalmente, según la redacción del tipo penal, se convertirá en sujeto activo aquel
que no prestó el auxilio necesario por correr riesgo su persona o un tercero, si se
abstiene de dar aviso a la autoridad. Es decir, si bien a un ciudadano se le puede
eximir de prestar el auxilio necesario a una persona en peligro, no se le puede eximir
si dolosamente no da aviso a la autoridad para que concurran en su auxilio. Se
reprocha por igual tanto a la conducta de aquel que omitió prestar auxilio a una
persona en peligro manifiesto, pudiendo hacerlo sin ningún riesgo, así como a aquel
que no pudiendo prestar el auxilio directo por el riesgo que corría se abstiene de dar
aviso a la autoridad.

2.1. Bien jurídico protegido

La ubicación sistemática del tipo penal en el corpus juris penale nos indica
claramente que el interés con relevancia jurídica que se pretende proteger con las
hipótesis delictivas lo constituye la vida y salud de las personas, bienes jurídicos que
se encuentran en grave e inminente peligro por el actuar doloso del sujeto activo,
mas no la seguridad de las personas.

2.2. Sujeto activo

Sujeto activo puede ser cualquier persona independientemente que tenga o no


obligación sobre la víctima. El tipo penal no exige alguna condición especial. La
persona se convierte en agente cuando omite prestar auxilio inmediato a la víctima
después de haberlo encontrado herido o en grave e inminente peligro. También se
convierte en sujeto activo aquel que, encontrando a un herido o en peligro concreto,
omite dar aviso a la autoridad competente, haciéndose el desentendido, siendo su
conducta reprochable por mostrar desinterés por el prójimo.

2.3 .. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo del evento delictivo solo puede ser una persona herida, es
decir, que ha sufrido un daño a su integridad física grave, o aquella que se
encuentra atravesando una situación de grave e inminente peligro para su vida o su
salud. Pero como se ha mencionado, la herida o el estado de peligro deben ser de
magnitud suficiente que impida valerse por sí sola a la víctima. Si llega a verificarse
que la persona herida o en estado de peligro fácilmente podía ponerse a buen
recaudo, de modo alguno podrá constituirse en víctima del hecho punible.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

La forma de redacción del tipo penal, evidencia que se trata de un delito netamente
doloso. No cabe la comisión culposa.
El sujeto activo actúa con conocimiento que el sujeto pasivo se encuentra en un
grave e inminente peligro y voluntariamente decide no prestarle el auxilio inmediato
que amerita la situación, sabiendo perfectamente que no corre ningún riesgo
personal si actuara. En la segunda hipótesis, el agente con conocimiento que la
víctima objetivamente se encuentra en un estado de peligro, voluntariamente decide
no dar a viso a la autoridad.
El error sobre cualquiera de los elementos del tipo anotados, ya sea vencible o
invencible, excluye el dolo, por lo tanto, el hecho sería atípico al no haberse regulado
la omisión de socorro culposo en nuestro Código Penal.

4. ANTIJURIDICIDAD
En esta etapa del análisis de los supuestos delictivos previstos y sancionados en el
artículo 127 del Código Penal, se verificará si realmente la conducta es contraria a
derecho o en su caso, concurre alguna causa de justificación de las indicadas en el
artículo 20 del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si en la
omisión de prestar socorro o auxilio a una persona que ha encontrado herida o en
manifiesto e inminente peligro, concurre la legítima defensa o el estado de
necesidad justificante o el agente actuó por una fuerza física irresistible o inducido
por un miedo insuperable.

5. CULPABILIDAD

En este aspecto del análisis se verificará si el agente es imputable, es decir, es


mayor de edad o no sufre de alguna anomalía psíquica para atribuirle positivamente
el hecho punible. Luego, se determinará si al momento de actuar conocía la
antijuridicidad de su conducta. Finalmente, se verificará si en el caso concreto tenía
o no la posibilidad de actuar conforme a derecho, esto es, si se determina que el
agente no tuvo otra alternativa que realizar el hecho típico por estado de necesidad
exculpante, por ejemplo, la conducta típica y antijurídica no se le podrá atribuir. Por
el contrario, si llega a verificarse que el agente tuvo otra alternativa diferente a la de
realizar el hecho típico, se le atribuirá la comisión del mismo.

6. CONSUMACIÓN

El ilícito penal se perfecciona en el mismo momento que el sujeto activo decide


omitir prestar el auxilio inmediato teniendo la posibilidad de hacerlo sin ningún riesgo
para su persona. En la segunda hipótesis, el delito se consuma en el momento que
el agente decide abstenerse de dar aviso a la autoridad para que concurran a
prestar el auxilio necesario a la víctima.
En consecuencia, de modo alguno el delito se perfecciona con el solo encuentro de
agente a víctima herida o en estado de grave peligro, ello es el presupuesto
principal, no obstante la omisión o abstención resultan los elementos trascendentes
para verificarse o consumarse los injustos penales, independientemente que se
produzca después la muerte o una lesión grave en la víctima.
Al tratarse de un delito de peligro concreto, es unánime la doctrina en considerar que
es imposible que se ejerza en tentativa la conducta delictiva.
También resulta importante señalar que la conducta no admite la categoría de
participación, pues no hay forma que ella se concretice. En efecto, si dos o más
personas encuentran a una persona herida o en situación de peligro y omiten prestar
el auxilio exigido o se abstienen de dar aviso a la autoridad, serán autores o
coautores del delito.

7. PENALIDAD

El autor, después de haberse probado su responsabilidad penal en la comisión del


hecho punible, será merecedor a pena privativa de libertad que oscila entre dos días
y un año o con treinta a ciento veinte días multa, ello a cri terio del juzgador.

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Subcapítulo 5

Exposición a peligro de personas dependientes

l. TIPO PENAL

El delito denominado también abuso de tutela o maltrato de dependiente, se


encuentra debidamente tipificado en el tipo penal del artículo 128 del Código Penal,
cuyo texto original fue modificado por el artículo 2 de la Ley Nº 26926 del 21 de
febrero de 1998 y, luego, por la Segunda Disposición Final de la Ley Nº 28190, Ley
que protege a los menores de edad de la mendicidad, del 18 de marzo de 2004,
quedando en los términos siguientes:
El que expone a peligro la vida o la salud de una persona colocada bajo su
autoridad, dependencia, tutela, curatela o vigilancia, sea privándola de alimentos o
cuidados indispensables, sea sometiéndola a trabajos excesivos, inadecuados, sea
abusando de los medios de corrección o disciplina, sea obligándola o induciéndola a
mendigar en lugares públicos, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de cuatro años.

En los casos en que el agente tenga vínculo de parentesco consanguíneo o la


víctima fuere menor de doce años de edad, la pena será privativa de libertad no
menor de dos años ni mayor de cuatro años.
En los casos en que el agente obligue o induzca a mendigar a dos o más personas
colocadas bajo su autoridad, dependencia, tutela, curatela o vigilancia, la pena
privativa de libertad será no menor de dos ni mayor de cinco años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El hecho punible se configura cuando el sujeto activo expone a peligro para la vida o
salud al sujeto pasivo, quien se encuentra bajo su dependencia, ya sea privándole
de alimentos o cuidados indispensables o sometiéndole a trabajos excesivos o
inadecuados o en su caso, abusando de los medios de corrección, disciplina u
obligándole a mendigar.
El ilícito penal aparece solo en los casos en que la víctima sea dependiente del
agente, ya sea porque está colocado bajo su autoridad, dependencia, tutela, curatela
o vigilancia. Si se verifica que la supuesta víctima no tiene relación de dependencia
respecto del sujeto activo, el delito no se configura.

De la forma de redacción del tipo penal se colige claramente que están tipificadas
hasta seis conductas delictivas o modalidades y no solo tres como afirman Bramont-
Arias Torres/Carda Cantizano(!50), quienes separan las conductas punibles de la
misma forma que el legislador lo hace, por técnica legislativa. Sin embargo como es
de verse, de modo alguno puede alegarse que la conducta de poner en peligro la
salud de una persona privándole de alimento sea igual a la conducta de privarle de
los cuidados indispensables. Pueden tener ciertas connotaciones parecidas, pero se
verifican. de manera diferenciable, como veremos:

a. Privación de alimentos. Esta modalidad delictiva se configura cuando el


agente, teniendo el deber u obligación de darle el alimento necesario al st~eto
pasivo, dolosamente no lo hace y le priva de aquel, poniéndole de ese modo en
peligro su vida o salud. Aquí es necesario resaltar que el sujeto pasivo debe estar
imposibilitado de acceder por sí mismo a los alimentas, ya sea porque está privado
de su libertad (cárcel), porque es un menor de edad, un impedido físico, etc. Caso
contrario, si llega a verificarse que la supuesta víctima podía por si sola acceder a
los alimentos aun cuando el agente se haya abstenido de darle, el delito no aparece,
pues el peligro requerido no se concretiza.

b. Privación de cuidados indispensables. La conducta delictiva se produce o


configura cuando el agente, teniendo el deber de brindar los cuidados
indispensables para que el sujeto pasivo realice su vida normalmente, dolosamente
se abstiene de hacerlo, poniendo con tal actitud en peligro la vida y la salud de
aquel.
Es indudable que el hecho punible solo se presenta cuando la persona dependiente
no puede valerse por si misma, ya sea por las mismas circunstancias que atraviesa,
por su edad o por impedimento fisico o psicológico.
Se presenta cuando, por ejemplo, un padre no le da asistencia médica oportuna a su
menor hijo, sabiendo que este lo necesita, o cuando el agente por salir de excursión
un fin de semana con toda su familia, deja encerrado en su casa, sin ninguna ayuda,
a una persona ciego sorda que tiene bajo su cuidado. En este último caso, se
configura el ilícito penal así se verifique que el agente dejó el alimento necesario.
Ello debido que por la misma naturaleza de una persona de aquellas características,
necesita de ciertos cuidados indispensables, caso contrario, aparece un peligro para
su vida o salud, como, por ejemplo, conducirle a su dormitorio, prestarle abrigo, etc.
No obstante, si se verifica que la supuesta víctima podía valerse por sí sola, el delito
no se configura.

c. Sometimiento a trabajos excesivos. El hecho punible se configura cuando el


sujeto activo obliga a realizar labores excesivas, desmesuradas o sobrehumanas
para las normales fuerzas del sujeto pasivo, quien tiene una relación de
dependencia respecto de aquel. El agente dolosamente y con la única finalidad de
obtener algún provecho patrimonial del trabajo de su dependiente, le obliga realizar
trabajos que exceden las fuerzas normales de la víctima. Ocurre, por ejemplo,
cuando un jefe de Delegación policial hace trabajar en labores agrícolas a un
detenido por más.de doce horas seguidas. Sin duda aquella autoridad, aparte de ser
responsable del delito de abuso de autoridad, será responsable del delito de
exposición a peligro de personas dependientes. En este caso, de acuerdo con
nuestro sistemajurídico se le impondrá la pena del delito más grave, es decir, del
presente hecho punible.
O cuando un padre obliga a trabajar a su hijo de diecisiete años en labores de
construcción civil, estando sufriendo de tuberculosis, etc.

d. Sometimiento a trabajos inadecuados. La conducta delictiva consiste en


someter a una persona a realizar trabajos inapropiados e inadecuados por las
mismas condiciones de la VÍctima así como por las condiciones y naturaleza de
determinada labor. En otras palabras, el hecho delictivo se configura cuando el
agente, obliga a realizar trabajos impropios al sujeto pasivo, creando de ese modo
un peligro concreto para este quien es dependiente de aquel.
El legislador no dice nada sobre los móviles, tal como lo hacía el código derogado en
su artículo 185, en consecuencia, es irrelevante determinar los móviles. Será
suficiente verificar el peligro concreto creado por la conducta dolosa del agente, el
mismo que puede actuar ya sea por egoísmo, lucro, inhumanidad, etc.
Ocurre, por ejemplo, cuando un padre de familia obliga a su menor hijo de doce
años a realizar labores de construcción civil, o cuando el capataz de una mina
contrata y obliga a menores de edad a realizar labores subterráneas para
supuestamente sacar metal precioso, etc.

e. Abuso de los medios de wrrección. La conducta reprochable penalmente se


configura cuando el agente abusa de los medios de corrección que tiene sobre el
sujeto pasivo, quien es su dependiente. El sujeto activo tiene derecho y el deber de
corregir de modo normal al sujeto pasivo, sin embargo, exagera y abusa en el
empleo de los medios utilizados para corregirle. Para configurarse el ilícito penal es
irrelevante determinar los móviles que motivaron al agente.
Aquí se subsumen todos aquellos actos en los cuales se aplica la fuerza física o
psíquica sobre la víctima, que pueden ser desde latigazos hasta actos destinados a
aterrorizarlo. Ocurre, por ejemplo, cuando un padre desnaturalizado, castiga con
látigo cada vez que su hijo menor de edad saca mala nota en el colegio, o cuando
un curador aterroriza a un impedido físico que tiene bajo su cuidado, enseñándole
diversos animales de la selva, cada vez que no desea comer, etc.
Cuando se trate de padres a hijos, resulta conveniente dejar aclarado lo siguiente:
Ahora que se ha tipificado como agravante las lesiones que causen los padres a sus
hijos puede llevar a confusión al momento de calificar determinados hechos, esto es,
al calificar los hechos, aparentemente puede aparecer confuso decidir qué norma
aplicar al caso concreto, entre el delito de lesiones ya sean graves o simples y el
delito de exposición de menores en peligro. Sin embargo, haciendo un análisis
mesurado del contenido de aquellas figuras delictivas, se concluye que son total-
mente diferenciables. En primer lugar, para verificarse el delito en comentario, las
lesiones que puede eventualmente causar un padre a su menor hijo, deben provenir
por el abuso de los medios de corrección, es decir, se hicieron con el ánimo de
corregir al menor; en cambio, se decidirá por el delito de lesiones cuando el daño
producido en la integridad física o salud del menor no haya provenido de actos de
corrección sino hayan sido ocasionados por fines oscuros.
y en segundo lugar, de modo alguno el abuso de los medios de corrección van
ocasionar lesiones de magnitud exagerada en la VÍctima, si ello ocurriese estaremos
frente al delito de lesiones, pues sería iluso pensar que alegando actos de
corrección se haya, por ejemplo, cercenado los dedos de la mano de un menor o
quemado ambas manos con fuego. Aquí el agente demuestra peligrosidad social.
f Abuso de los medios de disciplina. El hecho punible se presenta cuando el agente
abusando de los medios de disciplina, crea un peligro para la vida o salud del sujeto
pasivo quien es su dependiente. Ocurre, por ejemplo, cuando el director de un
colegio, hace arrodillar sobre un falso piso, sin moverse y por más de tres horas
seguidas a los alumnos que llegan tarde.

g. Obligando o induciendo a mendigar en lugares públicos. Esta conducta,


incorporada por la Ley NQ 28190 que protege a los menores de edad de la
mendicidad, se configura cuando el agente obliga o induce a su VÍctima para que
salga a la calle o lugares públicos y haciendo el papel de mendigo solicite dinero o
dádivas a las personas.
2.1. Bienjurídico protegido

El bien jurídico que se pretende proteger lo constituye la vida y la salud de las


personas, mas no la seguridad de estas. El peligro concreto que se crea con el
actuar del sujeto activo siempre es referente a la vida o salud de la víctima.

2.2. Sujeto activo

De la redacción del tipo legal se concluye que el ilícito penal se constituye en un


delito especial, propio o exclusivo. En efecto, solo pueden ser agentes, autores o
sujetos activos aquellas personas que tienen las condiciones debidamente
especificadas en el tipo penal, es decir, aquellas personas que tiene la condición de
autoridad, ascendencia, tutor, curador o vigilante respecto del sujeto pasivo. En
consecuencia, el delito puede ser cometido solo por los padres, tutores, curadores,
directores de colegio, profesores, jefes de oficina, gerentes, médicos, enfermeras,
policías, alcaides, etc.

2.3. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo puede ser cualquier persona desde su nacimiento hasta que fallece.
No se requiere tener otra condición especial sino la de ser persona dependiente del
sujeto activo. Es decir, debe estar bajo la autoridad, dependencia, tutela, curatela o
vigilancia del agente quien debe tener el deber de cuidar y vigilarlo. En
consecuencia, pueden ser víctimas los hijos mayores o menores de edad, pupilos,
incapaces, operados, obreros, detenidos, enfermos, etc.

3. AGRAVANTE DEL DELITO DE EXPOSICIÓN A PELIGRO DE PERSONAS


DEPENDIENTE

De acuerdo con el artículo 3 de la Ley Nº 26926 o ley de los delitos contra la


humanidad, publicada en el diario oficial El Peruano el 21 de febrero de 1998,
corresponde al tipo penal del artículo 129 del corpus juris penale regular y sancionar
la agravante del delito de exposición a peligro de personas dependientes.

La agravante se configura cuando la víctima a consecuencia de las conductas antes


descritas muere o resulta con lesiones graves por culpa del agente, esto es, la lesión
grave o muerte del sujeto pasivo se produce como consecuencia de la falta de
previsión del sujeto activo.
El tipo penal es claro. Aparece el delito agravado, cuando el agente pudiendo prever
el resultado muerte o lesión grave, no lo hizo y actuó sin importarle los lamentables
resultados. Ocurre, por ejemplo, cuando un curador no le presta los alimentos a un
impedido físico por tres días consecutivos y este muere por inanición. De ningún
modo debe aparecer el animus necandi en el comportamiento del agente, caso
contrario, estaremos ante la figura del delito de homicidio.

Por otro lado, si llega a verificarse que el resultado grave se prodl~o por
circunstancias fortuitas o ajenas a la voluntad del agente, la agravante no se
configura. Este es otro ejemplo de la solidez que ha adquirido en nuestro
sistemajurídico, el principio rector que nadie responde por un hecho a título de
responsabilidad objetiva. Debe concurrir necesariamente el dolo o culpa en la
conducta para ser imputada al agente.

También constituye agravante de las conductas ya explicadas el hecho que el


agente tenga vínculo consanguíneo con la víctima o cuando esta sea menor de doce
años. Incluso, el último párrafo del artículo 128 prescribe que se agrava la conducta
cuando el agente obligue o induzca a mendigar a dos o más personas colocadas
bajo su autoridad, dependencia, tutela, curatela o vigilancia.

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

El elemento subjetivo del tipo penal hace referencia que el sl~eto activo debe actuar
con dolo, es decir, con conocimiento y voluntad de producir el resultado, cual es
exponer a un peligro concreto la vida o salud del sujeto pasivo, quien debe tener una
relación de dependencia respecto de aquel.
El agente debe conocer la especial circunstancia que la víctima está colocada bajo
su autoridad, dependencia, tutela, curatela o vigilancia. En efecto, si llega a
determinarse que el agente no conocía tal situación, se descarta la comisión del
ilícito penal.

No obstante, para completarse los elementos constitutivos del dolo, debe verificarse
que el sujeto activo, aparte de conocer la situación antes anotada debe querer el
resultado, cual es la creación de un peligro concreto. En tal sentido, si llega a
determinarse que el agente no tuvo intención de ocasionar el resultado y sin
embargo, este se produjo por culpa o negligencia, el delito no se configura. El hecho
punible de exposición a peligro de personas dependientes es de comisión dolosa, ya
sea directa o eventual, no se admite la comisión por culpa.
Cualquier error respecto a los elementos del tipo penal, el injusto penal en estudio
no se configura, pues el dolo desaparece.
Por otro lado, en el actuar del agente de ningún modo debe aparecer el animus
necandi o vulnerandi sobre la víctima. En efecto, de precisarse o verificarse que el
agente actuó creando un peligro concreto con la intencióJl de lesionar efectivamente
al bien jurídico vida o salud del sujeto pasivo, la conducta delictiva se adecuará al
delito de homicidio o lesiones según sea el caso.

Determinar cuándo estamos ante una u otra conducta es de difícil solución, no


obstante, la forma como ocurrieron los hechos, así como las especiales
circunstancias que rodearon al hecho mismo y, sobre todo, el sentido común del
operador jurídico, sirven la mayor de las veces para calificar de modo positivo una u
otra conducta.

Finalmente, para configurarse la forma agravada del ilícito penal previsto en el


artículo 129, debe concurrir el dolo y después la culpa en el actuar del sujeto activo,
esto es, el agente desarrolla una conducta inicial dolosa para crear un peligro
concreto sobre la vida o salud de la víctima, sin embargo, después, por falta de
previsión o por falta del deber de cuidado exigido por parte del agente, se produce
un resultado más grave al realmente querido.

La responsabilidad por el resultado grave ocasionado se evidencia por el hecho


concreto que el agente pudiendo y debiendo prever aquel resultado después de
producido el riesgo sobre la víctima, no actuó prudentemente o, en todo caso, pecó
de confianza. En esta línea, resulta claro que la culpa o negligencia del agente
concurre después de haberse creado en forma dolosa el peligro concreto para la
vida o salud del sujeto pasivo. No cabe duda que tiene razón el profesor Luis Roy
Freyre (m) cuando comentando el código derogado en el punto pertinente, señala
que desde el punto de vista de la culpabilidad nos encontramos ante a una
responsabilidad prescrita a título de preterintencionalidad.

5. CONSUMACIÓN

El ilícito penal se perfecciona en el mismo momento que aparece el peligro concreto


para la vida o salud de la víctima. En efecto, el delito no se consuma, como piensan
algunos tratadistas, con la sola verificación de los actos de privación de alimento o
cuidados indispensables a la víctima, sometimiento a trabajos excesivos o
inadecuados o abuso de los medios de corrección o disciplina, sino se requiere
necesariamente que como consecuencia de aquellos actos se cree un peligro
concreto para la vida o salud del sujeto pasivo. Si no se verifica el peligro concreto,
el delito no aparece.
Al ser un delito de peligro, no se admite la tentativa. Es imposible su verificación.
En cuanto se refiere a la forma agravada del ilícito en sede, se consuma cuando
después de producirse los actos antes descritos para crear un peligro concreto, se
ocasiona culposamente en forma efectiva la muerte o lesión grave de la víctima.

6. PENALIDAD

El autor del delito será merecedor de una pena privativa de libertad que oscila entre
uno y cuatro años. De configurarse el segundo párrafo del artículo 128, la pena
oscila entre dos y cuatro años. En tanto que de configurarse la agravante prevista en
el último párrafo del artículo 128, la pena para el autor será no menor de dos ni
mayor de cinco años.
En cambio, si se produce la forma agravada prevista en el artículo 129, al agente se
le impondrá pena privativa de la libertad según sea el resultado ocasionado. Si a
consecuencia de su actuar culposo se produjo la muerte de la víctima, se le
impondrá pena privativa de libertad que oscila entre cuatro Y ocho años; y
finalmente, de haberse ocasionado solo lesiones graves al sujeto pasivo, la pena
privativa de libertad será no menor de tres ni mayor de seis años.

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Título II

DELITOS CONTRA EL HONOR DE LAS PERSONAS

CAPíTULO V
DELITOS CONTRA El HONOR

SUMARIO: Subcapítulo 1: Cuestiones preliminares. l. Generalidades. 2. El honor


desde su aspecto objetivo. 3. El honor desde su aspecto subjetivo. 4. El honor desde
una concepción normativa. 5. El honor en nuestra legislación. 6. Animus iniuriandi. 7.
¿Es la persona jurídica titular del bien jurídico honor? 8. Posición discutible del
tribunal constitucional. Subcapítulo 2: Injuria. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Bien juridico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva.
4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Tentativa. 8. Penalidad.
Subcapítulo 3: Calumnia. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico
protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Tentativa. 8. Penalidad. Sub
capítulo 4: Difamación. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico
protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 2.4. El delito de difamación
agravada. 2.5. Difamación y medios de comunicación social. 3. Tipicidad subjetiva.
4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Penalidad. Subcapitulo 5:
Excepciones del delito de injuria y difamación. 1. Descripción legal. 2. Cuestión
previa 3. Excepciones legales. Subcapítulo 6: La exeeptio veritatis o prueba de la
verdad. l. Descripción legal. 2. Definición de la exceptio veritatis. 3. Circunstancias
en las cuales funciona. Subcapítulo 7: Inadmisibilidad absoluta de la exeeptio
veritatis. 1. Descripción legal. 2. Fundamento de la norma. 3. Supuestos que no
admiten la exceptio veritatis. Subcapítulo 8: Difamación o injuria encubierta o
equivoca. 1. Descripción legal. 2. Análisis del tipo penal. Subcapítulo 9: Injurias
recíprocas. 1. Tipo penal. 2. Fundamento de la norma. 3. Elementos constitutivos de
las injurias reciprocas. 4. Ofensa a la memoria de personas.

Subcapítulo 1

Cuestiones preliminares

1. GENERALIDADES

Si bien los delitos contra el honor son los más clásicos y asentados en la legislación
penal comparada, esta tradición punitiva se contrasta con el hecho que encontrar un
concepto convincente sobre lo que se entiende o debe entenderse por honor es
poco más que dificil. Ello debido a que todo tratadista del Derecho se ha aventurado
a definirlo desde su particular circunstancia vivencial. La disparidad de criterios que
se usan o emplean para tratar de delimitar su concepto y contenido constituye,
quizá, la mayor dificultad para lograr definir al honor.

También contribuye a la falta de un concepto unánime, el hecho que el honor es uno


de los bienes jurídicos más sutiles y difíciles de aprehender del derecho penal.
Probablemente esa extrema sutileza del objeto que ha de definirse explique la
proliferación casi abrumadora de conceptos diferentes de honor y, sobre todo, una
abundancia de clasificaciones que si bien se formulan con el objeto de echar luz
sobre el problema, acaban por superponerse entre sí, aumentando todavía más el
desconcierto a la hora de dotar de contenido a tan complejo bien jurídico. Así, las
habituales distinciones entre honor objetivo y subjetivo, real y aparente, merecido o
meramente formal, externo e interno, con frecuencia aparecen yuxtapuestas de
manera poco clara, al tiempo que se entremezclan entre sí presentando contenidos
no siempre coincidentes (SS2).

No obstante, hay consensus en considerar al honor como un derecho fundamental e


inalienable de toda persona humana, el que, dada su trascendencia, ha sido elevado
a categoría de bien jurídico penalmente protegido, es decir, ha sido reconocido como
un valor de importancia tal, que merece ser protegido por las normas jurídicas de
mayor intensidad que posee el sistema: las normas penales (SSS).

De tal modo es recogido en las principales leyes internacionales, y en el Perú,


aparece previsto en el artículo 2 inciso 7 de la Constitución Política del Estado y
artículo 5 del Código Civil de 1984. Estos dispositivos reconocen al honor como uno
de los derechos fundamentales de la persona, colocándole en el mismo nivel que el
derecho a la vida, la integridad física y la libertad. Igual como aquellos derechos, el
del honor es irrenunciable y no puede ser objeto de cesión. Sin embargo, en derecho
penal, y más precisamente en nuestro sistema jurídico, no se protege al honor
disponiendo penas severas para aquellos que atentan contra él, por el contrario, a
diferencia con lo que ocurre cuando se afecta la vida o la integridad física de una
persona en que se prevé penas severas, cuando se lesiona el honor, se dispone
penas benignas.

Al respecto Bramont Arias (354) ha explicado que el honor es un bien de estimación


relativa, esto es, no todas las personas la consideran de igual modo. Nadie deja de
apreciar su.vida, su integridad física o su patrimonio, por lo que las conductas que
atentan contra estos bienes son sancionados con parecida severidad en casi todas
las legislaciones. En cambio, con el honor no acontece lo mismo. Mientras que para
algunas personas -continúa Bramont Arias- su honor vale más que su propia vida,
para otros, aun siendo un bien estimable, no reviste ese carácter superlativo que
tiene para aquellos, y si deciden a conservarlo, es por las ventajas innegables que
resultan de su posesión y que se traducen en bienes materiales. También hay
personas que estiman de modo escaso su honor que no vacilan sacrificarlo ante
cualquier ventaja patrimonial. Ello nos lleva a concluir que el bien jurídico honor no
es valorado del mismo modo por las personas que conforman un grupo social ni por
todas las sociedades existentes, a la inversa de lo que sucede con los bienes
jurídicos vida, integridad física o patrimonio, con los cuales jurídicamente se le
pretende equiparar.

El profesor Carlos Femández Sessarego (355) enseña que el derecho al honor


encuentra sustento en la cualidad moral de la persona que la impele al severo
cumplimiento de sus deberes de ser humano frente a los otros y consigo mismo. El
honor es el íntimo y raigal valor moral del hombre. Es un valioso bien de carácter no
patrimonial que conlleva un sentimiento o conciencia de la propia dignidad como
persona.
También hay consenso en la doctrina y jurisprudencia peruana de entender al bien
jurídico honor desde una concepción fáctica planteada por Frank, la misma que
divide entre honor objetivo y honor subjetivo.

2. EL HONOR DESDE SU ASPECTO OBJETIVO

El honor entendido desde su aspecto objetivo, se constituye como la valoración que


las demás personas que conforman el conglomerado social hacen de la
personalidad de otra. Este concepto se identifica plenamente con lo que
comúnmente adquiere la etiqueta de reputación o buena fama. El honor de las
personas es un bien que socialmente se traduce en el respeto y consideración que
se merece de los demás, en la estima, aprecio, buena fama y reputación adquiridas
por la virtud y el trabajo. En ese sentido, Bramont-Arias Torres/ CarcÍa
Cantizano(556) afirman que "el honor objetivo es la valoración que otros hacen de la
personalidad ético-social de un sujeto. Coincidiría con la reputación de la que
disfruta cada persona frente a los demás sujetos que conforman una comunidad
social".
El italiano Francesco Carrara, citado por Roy Freyre (557), tiempo atrás, ya había
ilustrado en forma meridianamente clara que la reputación es la opinión que los
demás tienen de nuestras cualidades, tanto espirituales como corporales. El
patrimonio del buen nombre no existe en nosotros, sino en la mente de los demás.
No es una cosa que la poseemos como sucede con cualquier objeto de nuestra
propiedad, sino es algo que está en poder de otras personas aun cuando nos
beneficiemos por completo de ella.
En ese sentido, se entiende que el honor quedará seriamente afectado o lesionado,
cuando cualquier conducta dolosa de un tercero logre quebrantar la estimación o
reputación que tiene una persona ante el conglomerado social en donde se
desenvuelve y hace vida normal. Ejemplo característico de atentar contra el honor,
desde el aspecto objetivo lo constituiría la figura de nomen iuns difamación.

3. EL HONOR DESDE SU ASPECTO SUBJETIVO

Desde la perspectiva subjetiva, al honor se le entiende como la autovaloración que


se hace una persona de sí misma. Es el juicio u opinión que tiene cada persona de
si misma dentro de su desenvolvimiento en el conglomerado social al cual
pertenece.
Bramont Arias (558) enseña que, desde el punto de vista subjetivo, el honor es el
sentimiento Íntimo de estimación y respeto por la propia dignidad. Por su parte Roy
Freyre (559), siguiendo al argentino Sebastián Soler, sostiene que el . honor desde
una perspectiva subjetiva, puede ser considerado como una autovaloración, es
decir, como el aprecio de la propia dignidad, como el juicio que cada cual tiene de sí
mismo en cuanto sujeto de relaciones ético sociales. En tanto que los profesores
Bramont-Arias Torres/Carcía Cantizano (560) enseñan que el honor subjetivo puede
entenderse como la autovaloración del slBeto, es decir, el juicio que tiene toda
persona de sí mismo en cuanto sujeto de relaciones sociales.
En consecuencia, se lesiona el honor, desde el aspecto subjetivo, cuando cualquier
conducta de un tercero afecta el sentimiento de dignidad o, mejor dicho, el amor
propio que tenemos cada una de las personas. Basta que se lesione nuestra estima
personal para que se perfeccione una conducta delictiva contra el honor. Ejemplo
característico de atentar contra el honor, desde el aspecto subjetivo, lo constituye la
injuria.
Sin embargo, de esta forma de dividir y plantear el contenido del bien jurídico honor
se deriva dos consecuencias importantes que nos inducen a descartado como
fundamento para explicar su contenido en un Estado Democrático de Derecho como
el nuestro. En primer lugar, surge un bien jurídico de contenido altamente variable,
distinto para cada ciudadano en función de su mayor o menor sentimiento de propia
estimación y, sobre todo, del grado de prestigio social del que disfrute. No todas las
personas tendrán el mismo honor, siendo imaginable, incluso, la existencia de
ciudadanos sin este atributo de la personalidad. En segundo término, dado que el
objeto de tutela se sitúa en la reputación social efectiva, la lesión del bien jurídico no
dependerá de la verdad o falsedad de la imputación ofensiva, sino únicamente que
esta influya de modo negativo sobre la buena fama de la que goce de hecho el
afectado. Esta segundo consecuencia, conducente a restar valor a la prueba de la
verdad en los delitos de injurias y calumnias, es la causa de la frecuente
identificación de la concepción fáctica con el llamado honor aparente (361).

4. EL HONOR DESDE UNA CONCEPCIÓN NORMATIVA

Para superar las deficiencias y consecuencias de la concepción fáctica, en doctrina


se ha conceptualizado al honor desde una concepción normativa. Esta prescinde de
cualquier clase de consideración fáctica a la hora de dotar de contenido al bien
jurídico honor para acudir, en cambio, al ámbito de los valores. Surge así un
concepto de honor directamente vinculado a la dignidad de las personas. De esa
forma, el honor aparece como un atributo de la personalidad que corresponde por
igual a cualquier ser humano por el solo hecho de serIo. El núcleo del bien jurídico
se sitúa en el honor interno identificado con la dignidad de las personas.
Constituyendo la fama y autoestima simples reflejos en el mundo exterior de esa
dignidad.

El enlace entre la dignidad de la persona, la fama y la autoestima se produce a


través de la idea de libre desarrollo de la personalidad. La libertad de
autodeterminación se presenta así como una consecuencia directa de la
consideración de la persona como ser racional, de donde se sigue que el respeto a
la dignidad se traduce en términos de respeto a las opciones vitales de cada
ciudadano, cualquiera sea el contenido de estas. Y este respeto solo será real y
efectivo si las decisiones personales no lesionan la autoestima ni el aprecio de los
demás ciudadanos. De esa forma, tal como lo enseña José Urquizo Olaechea (362),
"la dignidad de la persona aparece no como una expectativa o como algo fuera de la
realidad, sino por el contrario como un hecho tangible, un derecho sl~eto a
protección e irrenunciable sin admitir privilegio alguno". Así todos tenemoscontinúa
Urquizo- no solo un derecho, sino una natural expectativa a no ser menoscabados,
ultrajados, ofendidos o valorados negativamente. No mientras se defienda sin
concesiones la primacía de la dignidad de la persona humana.

Una vez situado la esencia del honor en un atributo propio de todas las personas,
este adquiere un contenido igualitario, no dependiente de la posesión social ni de
ningún otro factor social o personal susceptible de introducir diferencias entre ellos.
En consecuencia, aceptando que la dignidad de las personas necesita de la libre
actuación de la voluntad conforme a las opciones vitales de cada cual, se concluye
que "el derecho al honor entronca así, de modo directo, con el libre desarrollo de la
personalidad, concentrándose en un espacio de libertad que posibilita al individuo
ejercitar sus propia opciones sin perder la autoestima ni el aprecio de la comunidad
o, si se prefiere, en una pretensión de respeto que corresponde a toda persona por
su condición de tal, con independencia de su mayor o menor grado de seguimiento
de un determinado código ético, moral o incluso jurídico" (363).

El desplazamiento del centro de gravedad del bien jurídico hacia el plano de la


libertad de decisión aleja definitivamente la idea del honor como un derecho que las
personas han de conquistar mediante el seguimiento de determinadas pautas de
comportamiento social mayoritariamente admitidas. Aquí se garantiza un espacio de
libertad igual para todos, cualquier sea el modo de vida elegido. En tal sentido, lo
importante para sub sumir un comportamiento en alguno de los tipos de los delitos
contra el honor tipificados en nuestro Código Penal es su idoneidad objetiva para
suscitar el desprecio de los demás, resultando irrelevante, en cambio, el carácter
verdadero o falso de los hechos atribuidos, toda vez que la simple idoneidad objetiva
de los hechos imputados al ofendido es suficiente para obstaculizar su espacio de
libertad en el que se concreta el bien jurídico honor.

Expuestas así las teorías que explican el contenido del bien jurídico honor, en
nuestro objetivo de hacer hermenéutica jurídica vamos hacer uso de los
planteamientos de la concepción normativa, pues creemos que explica el contenido
del bien jurídico honor de modo más objetivo y en concordancia con derechos
fundamentales reconocidos a nivel constitucional como es la dignidad de las
personas y el libre desarrollo de su personalidad. Ello debido que al desplazar el
núcleo del honor del plano fáctico al valorativo, la fama y la autoestima adquieren un
sentido diferente, situándose como puntos de referencia normativos destinados a
precisar el contenido del derecho al respeto de los demás en el que, en última
instancia, se sintetiza la idea de honor derivada de la confluencia de los principios de
dignidad y libre desarrollo de la personalidad. De ese modo, el bien jurídico de los
delitos de calumnia, injuria y difamación aparece como el derecho que corresponde
a todos los ciudadanos por igual a disfrutar del aprecio de los demás y de sí mismos,
sin verse sometidos a actos despectivos o de menosprecio originados en sus
opciones vitales. Originando como lógica consecuencia una concepción del honor
que, sin abandonar los clásicos criterios de fama y la autoestima, se muestra
respetuosa con el principio de igualdad proclamado por nuestra constitución.

5. EL HONOR EN NUESTRA LEGISLACIÓN

El honor ha sido reconocido como un derecho fundamental de la persona en el


inciso 7 del numeral 2 de la Carta Política del Estado de 1993 y en el artículo 5 del
actual Código Civil. Ello, como afirma Fernández Sessarego (364), debido a que "la
protección de la integridad moral de la persona es piedra angular de una civilizada
convivencia". No obstante, ahora cabe resaltar que en aquellos dispositivos, el
legislador, sin duda, partidario de la concepción fáctica que ha tenido por mucho
tiempo influencia en las legislaciones, ha tratado de distinguir al honor desde sus
dos aspectos tanto objetivo como subjetivo, reconociéndole su protección desde
ambas perspectivas.

En efecto, el inciso 7 del artÍCulo 2 de la Constitución Política del Estado prescribe


que toda persona tiene derecho al honor y a la buena reputación. Haciendo
hermenéuticajurídica de esta norma constitucional se concluye que hace la
diferencia del honor desde una perspectiva subjetiva cuando se refiere con el
término "honor", y desde el aspecto objetivo cuando se refiere "a la buena
reputación". Es decir, la norma constitucional establece que todas las personas
tenemos derecho a nuestra autovaloración o estima personal y a nuestra buena
reputación o fama. Cualquier atentado contra cualquiera de estos aspectos,
constituye infracción constitucional y en su caso y dependiendo de la gravedad,
configura delito.
Esta forma de redacción del texto constitucional ha llevado a concluir a Bramont-
Arias Torres/Carda Cantizano (365) que nuestra Carta Magna entiende por honor
solo el subjetivo, esto es, la autovaloración de la persona, al objetivo se refiere
expresamente al hablar de la reputación de manera independiente. Para el legislador
de la Constitución vigente, ambos aspectos constituyen el único derecho al honor
que tenemos todas las personas. Su aparente separación solo es debido a técnica
legislativa.
En el campo del derecho punitivo, la posición que sostenemos queda más evidente.
Esto es, aun cuando sabemos que no hay normas puras y que la protección del
honor ocurre de manera conjunta, existiendo equilibrio o cierto predominio de un
aspecto sobre el otro, encontramos en el catálogo penal tipos penales que protegen
exclusivamente el honor desde el aspecto subjetivo como lo constituye el artículo
130 del Código Penal que prevé el delito de injuria, y como contrapartida, normas
penales que protegen exclusivamente el honor desde el aspecto objetivo como lo
constituye el tipo penal del artículo 132 del C.P. que regula el delito de difamación. y,
también, normas que prevén conductas con resultado híbrido, es decir, pretenden
proteger a la vez el aspecto objetivo y subjetivo del bien jurídico honor, como lo es el
tipo penal del artículo 131 del C.P. que tipifica el delito de calumnia, figura delictiva
que lesiona a la vez la estima personal y la buena reputación del afectado.

No obstante, no le falta razón a la línea jurisprudencial que interpreta que "en los
delitos contra el honor la lesión del bien jurídico debe ser valorada dentro del
contexto situacional en el que se ubican tanto el sujeto activo corno el sujeto pasivo,
por el indiscutible contenido socio- cultural que representa la reputación o la buena
irnagen de la persona corno objeto de tutela penal"(366).

6. ANIMUS INIURIANDI

Otro aspecto fundamental a tener en cuenta al momento de interpretar los tipos


penales que tienen como bien jurídico protegido al honor, lo constituye el anirnus
iniunandi o ánimo de injuriar o anirnus difarnandi.

Este elemento trascendente en los delitos contra el honor es entendido como la


voluntad deliberada de lesionar el honor de una persona. Esta intención premeditada
de lesionar el honor de la víctima aparece como la esencia de las conductas
delictivas contra el bien jurídico honor. Roy Freyre (367) enseña que el animus
iniurandi llamado también animus difamandi, consiste en la intención que se expresa
en forma perceptible o inteligible, o que se induce de las circunstancias, y que está
dirigido a lesionar el honor ~eno.

Este elemento subjetivo de los tipos penales que tipifican los delitos contra el honor
ha causado en la doctrina y en la jurispmdencia peruana, la tendencia de interpretar
al animus injuriandio difamandicomo un elemento subjetivo diferente al dolo. No
obstante, como lo veremos al momento de interpretar o comentar cada uno de los
delitos contra el honor, al menos en nuestra legislación tal tendencia, impuesta por
recoger las interpretaciones de losjuristas foráneos que hacen de la correspondiente
legislaciones de su patria, no tiene cabida. En efecto, por el principio de legalidad, en
nuestra legislación, por la forma como se ha tipificado los delitos de injuria,
difamación y calumnia, el animus injuriandi o difamandi integra el contenido del
elemento cognoscitivo del dolo.
En otros términos, se configura, por ejemplo, el delito de difamación cuando el
agente conociendo que las palabras o frases que difundirá o difunde afectan el
honor del sujeto pasivo, en lugar de abstenerse voluntariamente las difunde o
propala. De ese modo, si en el agente no hay ese conocimiento, intención o ánimo
en su conducta, el delito conU'a el honor no aparece por falta de dolo. En el mismo
sentido argumenta Iván Meini (368) al concluir que el artículo 132 del CP que regula
el delito de difamación no prevé un elemento subjetivo del tipo distinto al dolo, no
solo porque así lo demuestran consideraciones gramaticales, sino también porque
no es necesario desde el punto de vista de la naturaleza del delito y de la necesidad
de protección jurídico-penal del bien jurídico honor y reputación. Extendiendo tal
conclusión a los delitos de injuria y cal~mnia.
De modo alguno se lesiona el honor de las personas si no aparece el dolo o animus
de injuriar o difamar en el agente. Los delitos contra el honor no se configuran sino
cuando las expresiones o frases injuriantes se emiten con el animus, intención o
dolo de ofender el amor propio de la persona o en su caso, de lesionar su buena
fama o reputación ante los demás.

Para la jurisprudencia nacional, no es nada nuevo lo sostenido, pues de manera


excepcional ya encontramos algunas resoluciones judiciales que identifican al dolo
con el animus injuriandi o difamandi. Como precedente importante, tenemos la
Ejecutoria Suprema del 11 de setiembre de 1997, en la cual se sostiene "que, de las
publicaciones periodísticas que corren de fojas cinco a fojas diecinueve,
correspondientes al Diario "Nuevo Norte", no se advierten expresiones que atenten
contra reputación de la Universidad Privada "César Vallejo ", ni menos contra sus
autoridades; que, el delito de difamación por medio de prensa, es eminentemente
doloso, esto es, que el agente activo del delito debe actuar ya sea con animus
injuriandi o animus difamandi, circunstancias que no concurren en le presente caso,
al no concurrir el aspecto subjetivo del tipo "(369l.
En los tipos penales pertinentes, este importante elemento subjetivo de las
conductas penalmente relevantes que afectan el honor se materializan con las
frases "el que ofende o ultraja" (artículo 130), "atribuye falsamente" (artículo 131),
"atribuye a una persona, un hecho, una cualidad o una conducta que pueda
perjudicar su honor o reputación" (artículo 132), etc.
En teoría, saber cuándo una persona que vierte frases aparentemente con animus
iniuriandi contra otra, esta actuando con intención de lesionar el honor de esta o no,
es una cuestión que resulta difícil de establecer, sin embargo, consideramos por ser
evidente, que en los casos que se presentan en la praxis judicial, la tarea es simple.
Bastará que el juzgador aplicando un poco de sentido común, realice un análisis de
la forma, circunstancias, oportunidad, y tiempo en que ocurrieron los hechos para
arribar a la conclusión primordial de saber si el querellado actuó con ánimo de
ofender o lesionar el honor del querellante o, en su caso, actuó guiado por otro
propósito.

Este aspecto es importante tenerlo en cuenta, pues en doctrina existen otras clases
de intenciones o animus que son irrelevantes penalmente, es decir, de presentarse o
comprobarse, no tienen connotación en el campo penal. Así tenemos:

" Animus corregendi el mismo que aparece cuando se emite palabras o frases
aparentemente ofensivas al honor, pero con la única intención de amonestar y
corregir algunos errores de la persona a la que van dirigidas. Ocurre mayormente en
el ámbito familiar de padres a hijos.
" Animus consulendi, consiste en proferir palabras o frase aparentemente
injuriantes, pero con el único ánimo o propósito de aconsejar, advertir o informar,
espontáneamente o a solicitud de parte del receptor.
" Animus eriticandi, consiste en emitir palabra o frases aparentemente
ofensivas al honor, pero en el contexto de una crítica o enjuiciamiento que se hace a
la labor de determinadas personas, especialmente a los funcionarios o servidores
públicos.
" Animus defmdendi, aparece cuando las expresiones, aparentemente
contrarias al honor son vertidas con el único propósito de defenderse de
imputaciones que le hace otra persona.
" Animus iocandi, se constituye cuando las expresiones o gestos se vierten con
la única intención de bromear o jugar una broma a quien va dirigida la expresión. El
profesor Bramont Arias (370) enseña que el propósito humorístico, cuando aparece
evidenciado por las circunstancias del hecho, elimina el poderío ofensivo de las
palabras o actos. Sin duda, ejemplos característicos de esta clase de animus lo
constituyen las imitaciones que hacen en los programas humorísticos de la televisión
a diversos personajes públicos.

" Animus retorquendi, aparece cuando el que profiere expresiones


aparentemente injuriantes o difamantes, actúa con el único propósito de devolver el
agravio recibido. Como no puede ser de otra manera, el derecho faculta a las
personas a reaccionar en ciertos momentos cuando se sienten ofendidos por un
tercero en su honor y se puede responder una ofensa con otra, más o menos
equivalente. La conditio sine qua non para que prospere esta clase de animus, lo
constituye la circunstancias que la respuesta de la ofensa debe ser inmediatamente
después de recibida la ofensa provocante. Si se hace horas o días después de
producido aquel, es imposible que aparezca el animus retorquendi.

7. ¿ES LA PERSONA JURÍDICA TITULAR DEL BIEN JURÍDICO


HONOR?

Saber quienes pueden ser titulares del bien jurídico honor o, mejor dicho, quienes
pueden ser pasibles de constituirse en sujetos pasivos de una conducta que afecta
el honor, es un tema que en doctrina y en las diversas legislaciones da pie a una
polémica nada pacífica. Para algunos tanto la persona física como lajurídica tienen
honor y, por tanto, corresponde al derecho penal protegerlo. En tanto que para otros,
solo la persona natural es titular del bien jurídico honor que merece protección
punitiva.

Haciendo dogmática e interpretando en forma sistematica nuestro sistema penal


respecto de este punto, creemos decididamente que únicamente la
persona natural o física puede ser titular del bien jurídico honor y, por tanto, solo la
persona natural puede ser sujeto pasivo de una conducta dolosa que lesiona el
honor. Incluso, abona esta posición la concepción normativa del honor aquí
sostenida al identificar al honor con la dignidad de las personas. No obstante,
nuestra posición de ningún modo acepta ni avala la tesis reduccionista que da
cuenta el profesor Urquizo Olaechea (571), la misma que sostiene que "dentro de las
relaciones sociales, las personas jurídicas carecen de significación social alguna,
que se trata de ficciones jurídicas y que en el fondo no existen o son irrelevantes
para la ley penal". Por el contrario, nuestra tesis tiene asidero jurídico hasta por
cuatro hipótesis que pasamos a exponer:

a. El inciso 7 del artículo 2 de nuestra Constitución Política de 1993 que se


refiere al derecho al honor y a la buena reputación de la persona, se ubica en el
Capítulo'I del Título I, que trata de los derechos fundamentales de la persona. Este
capítulo de nuestra Carta Magna recoge y reconoce todos los derechos de la
persona en forma individual, comenzando por prescribir que la defensa de la
persona humana y el respeto a su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del
Estado. Por su parte el Código Civil, al referirse al derecho al honor en su artículo 5,
lo hace en el ámbito de los derechos de la personalidad. En suma, de estas normas
se deduce que la persona jurídica allí no tiene cabida, la misma que se le define
como una creación ficticia que se constituye mediante la reducción o abstracción de
una pluralidad de personas a una unidad ideal de referencia normativa.

b. De la lectura de los tipos penales referentes a los delitos contra el honor,


tipificado~ en nuestro código sustantivo, claramente se evidencia que solo la
persona natural o individual puede ser sujeto pasivo de las conductas lesionantes
del honor. Ahora, a diferencia del código derogado de 1924, no se hace mención a la
persona jurídica o corporaciones como sujetos pasibles de constituirse en sujetos
pasivos.
c. En otro aspecto, si aceptamos que el honor es definido como la valoración
que hacen los demás de la personalidad de una persona (aspecto objetivo) o como
la autovaloración que se hace una persona de sí misma (aspecto subjetivo) o, mejor
dicho, desde la concepción normativa identificamos al honor con la propia dignidad
de las personas, fácilmente se concluye que la persona jurídica no puede ser titular
del bien jurídico que se protege con las conductas etiquetadas en nuestro corpus
juris penale como "delitos contra el honor". Ello debido que la personajmidica al ser
un ente ficticio, no tiene dignidad personal ni mucho menos personalidad.

Finalmente, es evidente que una personajurídica tiene reputación o buena fama


desde el punto de vista económico que merece ser protegida, pues conductas
dolosas de terceros pueden seriamente peljudicarla. Una ofensa difamatoria directa
contra la persona jurídica solo puede tener repercusión negativa en el aspecto
económico. Es, en ese sentido, que el moderno derecho penal económico prevé
diversos supuestos de conductas delictivas cuya finalidad es proteger la reputación
de aquella. En nuestra patria, el legislador siguiendo criterios impuestos por la
doctrina del derecho penal económico, ha prescrito taxativamente que la tutela o
protección de la buena reputación económica de la empresa se hace por medio del
inciso 2 del tipo penal del artículo 240 del c.P.

Sin embargo, los representantes de la persona jurídica, pueden fácilmente


convertirse en sujetos pasivos de alguna conducta que afecte seriamente su honor,
pero ello a título personal. Ocurrirá, por ejemplo, cuando Francisco Saravia, afirme
directamente al gerente de la empresa El Sol S.A., que dirige una empresa cuyos
accionistas pertenecen a una banda dedicada al tráfico ilícito de sustancias
psicotrópicas.
En suma, toda persona física sea este menor de edad, incapaz absoluto,
deshonesta, analfabeto o erudito pueden ser sujetos pasivos de cualquier conducta
delictiva que lesione su honor. E incluso si aquella muere, su memoria es objeto de
protección penal.

8. POSICIÓN DISCUTIBLE DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


Posición particular, confusa y arbitraria, sostuvo el Tribunal Constitucional en la
Sentencia del 14 de agosto de 2002 cuando en sus fundamentos 6 y 7 señaló que
"el Tribunal Constitucional debe recordar que el fundamento último del
reconocimiento del derecho a la buena reputación es el principio de dignidad de la
persona, del cual el derecho en referencia no es sino una de las muchas maneras
como aquella se concretiza. El derecho a la buena reputación, en efecto, es en
esencia un derecho que se deriva de la personalidad, y en principio, se trata de un
derecho personalísimo. Por ello, su reconocimiento (y la posibilidad de
tutelajmisdiccional) está directamente vinculada con el ser humano." Hasta aquí, el
Tlibunal interpretó correctamente el sentido de las normas constitucional e
infraconstitucional que rigen nuestro Estado Democrático de Derecho respecto al
honor en su aspecto objetivo, definido como la valoración que hacen los demás de la
personalidad de una persona (buena reputación).
No obstante, por razones que personalmente las considero de carácter político, el
intérprete supremo de la Constitución, incurriendo en grave error en la misma
sentencia, aseveró que "sin embargo, aunque la buena reputación se refiere, en
principio, a los seres humanos, este no es un derecho que ellos con carácter
exclusivo puedan titularizar, sino también las personas jurídicas de derecho privado,
pues, de otro modo, el desconocimiento hacia estos últimos podría ocasionar que se
deje en una situación de indefensión constitucional ataques contra la "imagen" que
tienen frente a los demás o ante el descrédito ante terceros de toda organización
creada por los individuos. En consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que
las personas jurídicas de derecho privado también son titulares del derecho a la
buena reputación y, por tanto, pueden promover su protección a través del proceso
de amparo" (572).
Resulta particular el razonamiento del Tribunal, toda vez que, primero señala, en
forma acertada, que el derecho a la buena reputación (honor en su aspecto objetivo)
se fundamenta en el principio de dignidad de la persona, y, por tanto, es un derecho
personalísimo. No obstante, luego, soslayando tales categorías, concluye que la
persona jurídica de derecho privado, definida como una creación ficticia que se
constituye mediante la reducción o abstracción de una pluralidad de personas a una
unidad ideal de referencia normativa, también es titular del derecho al honor en su
aspecto de la buena reputación.
Por otro lado, el Tribunal confunde los conceptos de buena reputación de las
personas individuales (honor en su aspecto objetivo) con buena reputación, "imagen"
o buena fama económica de las personas jurídicas. En efecto, una cuestión es la
buena reputación de la persona individual, definida como la valoración que hacen los
demás de la personalidad de una persona en todos sus aspectos y no solo
económicos; y otra diferente, es la buena reputación, "imagen" o buena fama de las
personas jurídicas que solo tiene que ver con su aspecto económico o patrimonial.
La afectación a la buena reputación de una persona individual le ocasiona daños en
todos los aspectos, en tanto que la afectación a la buena fama de la personajurídica
solo le ocasiona daños en su aspecto patrimonial. Es ahí donde se aprecia la
diferencia y, por ello, se puede afirmar que se trata de categorías normativas
disímiles.

Por lo demás, aparte de ser particular y confusa la posición adoptada por el Tribunal
Constitucional, también es arbitraria. Pues sostiene que solo las personas jurídicas
de derecho privado son titulares del derecho a la buena
reputación, relegando a las personas jurídicas de derecho público. Es decir, para el
Tribunal estas últimas no tienen derecho a la buena reputación o buena imagen lo
cual es arbitrario, pues bien sabemos hasta por sentido común, que todas las
personas jurídicas gozan y se les reconoce, su buena reputación, buena imagen o
buena fama patrimonial o económica. El hacer distinciones donde la ley ni la realidad
de las cosas no las hace, resulta arbitrario.

De ese modo, y por la trascendencia que tiene los pronunciamientos del Supremo
intérprete de la Constitución, esperemos que en algún momento, haciendo uso del
mecanismo conocido como overruling dicte un nuevo pronunciamiento planteando
una mejor hermenéutica de las normas pertinentes al derecho al honor en su
aspecto objetivo (buena reputación)

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Subcapítulo 2
Injuria

1. TIPO PENAL

La primera conducta delictiva que se prevé como lesionante del bien jurídico honor
es la que se conoce en doctrina penal con el nomen iuns de injuria. Este supuesto
delictivo aparece regulado en el tipo penal del artículo 130 del código sustantivo que
lo regula en los términos siguientes:
El que ofende o ultraja a una persona con palabras, gestos o vfas de hecho, será
reprimido con una prestación de servicio comunitario de diez a cuarenta Jornadas o
con sesenta a noventa dfas multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Antes que nada, nos parece importante dejar establecido con palabras del profesor
Urquizo Olaechea cm), que bajo este tipo penal subyace una prescripción punitiva
rigurosa, por la cual la ley no permite burlarse ni siquiera del más miserable de los
hombres. Es el derecho a ser respetado por los demás, a no ser escarnecido ni
humillado ante uno mismo o ante otros. Es un derecho sin el que no se concibe la
dignidad inherente a la condición humana.
El comportamiento típico de la injuria se configura cuando, el agente haciendo uso
de la palabra, gestos o vías de hecho, de modo concreto, ofende o ultraja el honor
del sujeto pasivo, es decir, se lesiona la dignidad de la vÍCtima. La conducta
ofensiva se dirige a lesionar la autovaloración que hace el ultrajado de sí mismo, así
como a menoscabar el concepto o la fama que los demás tienen de la personalidad
de la víctima. Se constituye en un descrédito o deshonra que merma las calidades o
cualidades personales que le corresponde al sujeto pasivo en cuanto ser racional,
obstaculizando, de ese modo, su libre desarrollo de su personalidad. Las
expresiones "ofender" y "ultrajar" han sido tomadas por el legislador como sinónimos
y han sido empleados en la estructura del tipo penal para darle mayor acentuación al
verbo rector de la conducta típica. En términos más concretos, el delito de injuria, tal
como lo define el artÍCulo 208 del Código Penal español, "es la acción o expresión
que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra
su propia estimación".
La acción típica se traduce en la realidad como la imputación o atribución que hace
el agente a su víctima de cualidades, conductas, costumbres, formas de
comportarse que son entendidas por este como peyorativas, creándole un mal
psicológico que solo a él corresponde. Incluso, se perfecciona la conducta típica con
palabras o gestos que para terceras personas significan simplemente bromas. No
obstante, basta que el sujeto pasivo considere que se le ha ultrajado en su amor
propio y de paso se ha menoscabado su reputación o fama y que, por su parte, el
sujeto activo ha actuado con la deliberada intención de ofender a aquel, para estar
ante un hecho punible injuriante.
Es indiferente si las palabras, gestos o vía de hecho significan cuestiones o
circunstancias verdaderas o falsas. Basta que el sujeto pasivo se sienta ofendido en
su honor para accionar penalmente y solicite tutela jurisdiccional.
Referente a los modos o medios por los cuales se perfeccionan las conductas
ultrajantes, el tipo penal del artículo 130 en forma taxativa los indica, así tenemos:
a. Por medio de la palabra, la misma que puede ser verbalizada o escrita por el
agente. Por ejemplo, decirle directamente a una persona que es un holgazán
mantenido por su amante, o escribirle una nota imputando al destinatario que es un
'chivato loco' al no poder embarazar a su cónyuge.
b. Gestos, que se traducen en la realidad como los movimientos que se hace del
rostro para significar alguna circunstancia que se quiere expresar. Comúnmente se
le conoce como mueca. Ejemplo, cuando el agente, cada vez que encuentra a la
bella Gertrudis Buendía, le hace una mueca de querer hacerle el amor, denotando
que aquella es una prostituta.
c. Vías de hecho, estas se perfeccionan en la realidad por el movimiento que se
hace de otras partes del cuerpo diferentes al rostro. La conducta que se exterioriza
por movimientos corporales diferentes a la del rostro constituye vías de hecho, con
los cuales perfectamente se puede lesionar el honor de una persona. Ejemplos
característicos son poner los dedos al costado de la frente para significar que el
ofendido es un cornudo, o cuando el agente hace un círculo con los dedos de la
mano para significar que la víctima es homosexual.
La Ejecutoria Superior del 05 de noviembre de 1998, resume estos aspectos del
modo siguiente: "El medio empleado es la palabra dicha lo que significa que se
requiere una acción o sea la realización de un acto en sí ultrajante, la ofensa puede
manifestarse por lo que en doctrina se llama "injuria real", vale decir gestos o
cualquier otro signo representativo de un concepto o idea ultmjante, "las vías de
hecho" son las conductas que se exteriorizan por movimientos corporales" (574).

En consecuencia, sabiendo lo que significan los medios por los cuales puede
lesionarse el bien jurídico honor vinculado directamente con la dignidad de las
personas, es evidente que es imposible concretarse la conducta típica por omisión.
Ni en teoría podemos imaginamos que alguna persona lesione el honor de otra por
actos omisivos. Necesariamente, el hecho punible en análisis requiere
comportamientos activos o positivos. Creemos que le falta fundamento a lo
expresado por Bramont-Arias Torres/García Cantizano (375) cuando afirman que no
resulta difícil admitir en teoría la injuria por omisión, cuando el sujeto está obligado a
mantener un determinado comportamiento, incluso, estos autores ponen como
ejemplo el no saludar o no sacarse el sombrero como conductas injuriantes. Por
nuestra parte, estamos seguros que estos hechos puestos como ejemplos de injuria
por omisión a lo más pueden expresar irrespeto hasta irreverencia que puede traer
como consecuencia sanciones administrativas, pero de ningún modo pueden ser
medios para ofender el honor de una persona.

Otra circunstancia fundamental que perfecciona el delito de injuria, lo constituye el


hecho que el ofendido o, mejor dicho, la persona a la cual va dirigida el mensaje
ofensivo debe estar presente al momento de ser expresadas las palabras o
realizados los gestos o vías de hecho ultrajantes. En el caso que se produzcan por
escrito, el sujeto pasivo debe estar presente al momento que se lea el contenido de
la comunicación ofensiva. Debe haber una relación directa entre el sujeto activo y el
pasivo. Este último debe escuchar, ver o leer las expresiones ultrajantes en forma
directa. Si toma conocimiento de las expresiones ofensivas por medio de otra
persona, podrá configurarse otra conducta delictiva como, por ejemplo, el de
difamación, pero nunca la conducta típica de injuria.

Respecto de este punto, con acertado criterio Roy Freyre,(376), comentado el


código derogado, enseña que tratándose de injuria verbal se necesita la presencia
física de la persona deshonrada, es decir, que se halle en el mismo ambiente físico
del injuriante o a la vista del mismo. Para los casos de una ofensa realizada
mediante comunicación telegráfica, telefónica o a través de escritos o dibujos
dirigidos al sujeto pasivo, la persona ofendida debe estar presente en el momento de
explicitarse el contenido de la comunicación ofensiva.

Finalmente, en lo que se refiere a la tipicidad objetiva, se constituye en elemento


constitutivo importante de la conducta delictiva de injuria, el hecho que las palabras
ofensivas, gestos o muecas deben ser concretas y dirigidas en forma directa al
ofendido, expresiones vagas, abstractas y generalizadas de ningún modo pueden
constituir medios para configurarse el hecho punible en hermenéutica jurídica. De
ese modo, se pronuncia la Ejecutoria Suprema del 1 de octubre de 1997 al sostener
que "las expresiones genéricas "se ha comido la plata de los padres de familia ", "ha
cometido graves irregularidades" entre otras, si bien revelan un vocabulario ofensivo
y agresivo, denotando una grave falta de educación, no evidencian en cambio un
componente injurioso, puesto que no se infiere de ellas ninguna afectación real a la
posición que ocupa la querellante dentro de su relación social concreta, careciendo
además el componente de los agentes del especial animus injuriandi" (m).
Asimismo, de emitirse expresiones injuriantes sin destinatario definido o identificado,
tampoco podrá alegar en forma positiva que se ha cometido el delito de injuria en su
agravio, aquel que se siente ofendido con las expresiones. Sin embargo, si se trata
de expresiones de doble sentido o que encubren injurias, se aplicará el tipo penal del
artículo 136 del c.P. que más adelante analizaremos.

2.1. Bienjurídico protegido

Como ha quedado explícitamente anotado, el bien jurídico que se pretende tutelar es


el honor vinculado a la dignidad de la persona como fundamento del desarrollo
normal de su personalidad. El mismo que se traduce en la realidad como el derecho
de ser respetado por los demás por el simple hecho de ser racional. En otros
términos se pretende proteger o resguardar el amor propio, el sentimiento de la
dignidad personal o la autovaloración que hacemos de nuestra propia personalidad,
de expresiones injuriantes (que denotan humillación, desprecio, etc.) que como
efecto inmediato afectan el libre desarrollo de la personalidad del sujeto pasivo.
2.2. Sujeto activo

De la redacción del tipo penal del artículo 130, se concluye que cualquier persona
fisica puede ser sujeto activo, agente o autor de la materialización del delito de
injuria. El tipo penal no exige alguna cualidad, calidad o condición especial para
realizar el tipo objetivo.

2.3. Sujeto pasivo

También de la propia redacción del tipo penal se colige con claridad meridiana que
solamente la persona fisica puede ser sujeto pasivo de la conducta injurian te. No se
requiere reunir alguna condición personal para ser víctima del delito de injuria. El
destinatario de las expresiones ofensivas o ultrajantes puede ser un menor de edad,
un incapaz de valerse por sí mismo, un enfermo, un inmoral o amoral, una prostituta,
un reo, un analfabeto, un erudito, un gerente de una empresa, etc.
Se excluye a las personas jurídicas como víctimas del delito de injuria, debido que al
ser una creación ficticia del derecho para efectos mayormente económicos, es
imposible que tenga amor propio, sentimiento de su dignidad o se autovalore así
misma.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Sin duda, de la propia estructura del tipo penal que tipifica el hecho punible, se
deduce que la injuria es una conducta netamente dolosa. No cabe la comisión por
culpa. Aquí es necesario dejar establecido que todas las conductas de relevancia
penal que lesionan el bien jurídico honor, son de comisión dolosa.

En el delito de injuria el agente actúa con conciencia y voluntad de ofender o ultrajar


al sujeto pasivo. El agente es consiente que las expresiones que emite son
ofensivas o ultrajantes para el honor de su oyente o receptor, sin embargo
voluntariamente lo hace, pues ofender la dignidad y el amor propio de aquel es su
objetivo final. Este aspecto es lo que en doctrina se conoce como animits iniunandi.
Caso contrario, si llegara a determinarse que el agente no sabe o no tiene la menor
intención o idea que sus expresiones son ofensivas al honor de otra persona, el
delito de injuria no se verifica. Igual ocurre cuando se determina que el objetivo final
de la persona que expresa palabras o frases supuestamente injuriantes, no consiste
en ofender o ultrajar el honor de nadie sino por ejemplo, corregir o bromear.

No se tratan de dos cuestiones distintas el dolo y el animus iniuriand~ como


pretende diferenciarlo la docuina (378) y jurispnldencia peruana, sino que
constituyen una misma cuestión en la configuración del delito de injuria. En efecto,
como volvemos a repetir, al dolo se le define como el conocimiento y voluntad del
agente de ofender o ultrajar el honor del styeto pasivo, en tanto que al animus
iniuriandi, la doctrina lo define como el ánimo o intención consiente de injuriar o
ultrajar el honor de la víctima. Ambos expresan la finalidad última que es ofender o
ultrajar el honor de una persona. Comprendido ello, resulta obvio que tales términos
se identifican plenamente. En suma, en un caso concreto que nos presenta la
realidad, en forma correcta podemos decir que el agente ha actuado con dolo de
injuriar o con animus iniuriandi. La Suprema Corte por Ejecutoria del 16 de diciembre
de 1992, al parecer se ha pronunciado en este sentido. En efecto, allí se sostiene
que "la querellada, en el momento del desarrollo del evento inmminado, no tenía la
condición de casada ni de viuda, no obstante lo cual y con el evidente propósito de
exhibirse públicamente como cónyuge supérstite, cuando hacía más de 7 años que
se había declarado su divorcio, se presentó y presidió el duelo, excluyendo de hecho
a la querellante, ocasionándole así grave humillación afectando sus más íntimos y
sensibles sentimientos; hechos que configuran el delito de injuria, al acreditar se el
anirr:us injuriandi en la conducta de la querellada" (379).

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez verificada que la conducta se sub sume en el tipo penal de injuria,
corresponde al operador jurídico determinar si la conducta es contraria al
ordenamiento jurídico o en su caso, está permitida por concurrir alguna causa de
justificación de las previstas en el artículo 20 del Código Penal.
5. CULPABILIDAD

Respecto a la culpabilidad, corresponde al operador jurídico determinar si el agente


de la acción o expresiones injuriantes es imputable, es decir, es mayor de edad y no
sufre de alguna alteración mental; luego, deberá verificar si el agente al momento de
expresar las palabras o frases ofensiva al honor de su victima, conocía la
antijuridicidad de su conducta, es decir, conocía que estaba actuando en contra del
derecho. Aquí muy bien puede configurarse un error de prohibición. Estaremos ante
esta categoría cuando el agente ofende la dignidad de la VÍctima en la creencia que
está legalmente permitido defendel' su honor de hombre a cualquier precio. Acto
seguido, deberá verificarse si el agente al momento de injuriar tenía otra alternativa
a la de injuriar a la víctima. Si llega a determinarse que en el caso concreto, el
agente no tenía otra alternativa que ofender el honor de la víctima, la conducta no
será culpable, pues es posible que estemos ante un estado de necesidad
exculpante.

6. CONSUMACIÓN

La conducta delictiva de injuria se perfecciona en el mismo instante que el sujeto


pasivo o destinatario de las expresiones ofensivas o ultrajantes escucha u observa
en forma directa aquellos términos, gestos o vías de hechos que lesionan su honor,
o en el caso de haberse emitido las expresiones injuriantes por medio de la
escritura, el hecho punible se consuma cuando el destinatario llega a leer u observar
lo escrito o dibujado.
En otras palabras, el delito de injuria se perfecciona en el momento que realmente
se hiere el amor propio o dignidad del sujeto pasivo, y ello solamente se produce
cuando directamente se escucha, lee u observa las expresiones lesivas.
En consecuencia, de acuerdo a nuestro sistema jurídico, queda sin ningún
fundamento la posición doctrinaria que sostiene que el delito de injuria se consuma
con la sola exteriorización de las expresiones ultrajantes, careciendo de importancia
si ha tomado conocimiento de aquellas el sujeto pasivo o destinatario.
7. TENTATIVA

Estamos convencidos que el delito de injuria por su misma configuración, no resiste


a la categoría de tentativa, esto es, por el hecho concreto que se exige
necesariamente la lesión del amor propio o dignidad personal del ofendido, para que
se evidencie los elementos constitutivos del delito de injuria, es imposible sostener
que los actos encaminados a tal finalidad que no logran concretizarse merezcan ser
objeto de alguna sanción.
Me explico. Para saber si se ha lesionado nuestro honor, debemos conocer
necesariamente las expresiones injuriantes, antes que sean emitidas o se nos
infame, pero como es lógico, ello sería imposible saberlo. Es más, no podemos
recurrir a la autoridad jurisdiccional y presentar una querella, alegando que Juan
Pérez tenía serias intenciones de ofender nuestra dignidad mañana, o que Aniceto
Corrales a escrito una carta ofensiva al honor de uno, sin saber su contenido y
solicitamos se le sancione por ello. Resulta absurdo pensar de tal modo.

Creemos que el solo hecho de haber escrito una carta ofensiva al honor del
destinatario, sin que este entre en conocimiento del contenido de aquella, se
constituye en una conducta penalmente irrelevante siempre y cuando, claro está, no
se lo entregue a un tercero, pues en este caso, se configurará otro delito como la
difamación, por ejemplo.

8. PENALIDAD

Al agente que se le encuentre responsable del delito de injuria, después de haber


transcurrido la querella con todas las garantías que exige el debido proceso, se hará
merecedor de la pena de prestación de servicio comunitario de diez a cuarenta
jornadas o con sesenta a noventa días multa. Además, esto va a depender de la
forma, modos, circunstancias en que ocurrieron los hechos y sobre todo la
personalidad del procesado.

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Subcapítulo 3

Calumnia

l. TIPO PENAL

La conducta delictiva que-se conoce con el nomen iuru de calumnia, la misma que
viene a ser una especie de las conductas injuriantes, se encuentra debidamente
tipificada en el tipo penal del artículo 131 del código sustantivo, el mismo que ad
pedem litterae, señala:
El que atribuye falsamente a otro un delito, será reprimido con noventa a ciento
veinte días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La conducta se materializa cuando el agente o sujeto activo con la única finalidad de


lesionar el honor (definido como el derecho a ser respetado por los demás por el
simple hecho de ser racional y dotado de dignidad personal), le atribuye, inculpa,
achaca o imputa a su vÍCtima la comisión de un hecho delictuoso, sabiendo, muy
bien, que no lo ha cometido ni ha participado en su comisión. En este sentido, el
artÍCulo 205 del Código Penal español de 1995 define a la calumnia como "la
imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario
desprecio hacia la verdad".

Necesariamente tiene que tratarse de un hecho delictivo falso el que ha sido


atribuido al sujeto pasivo. Aquí puede presentarse hasta dos supuestos: el primero
cuando el agente sabe muy bien que el delito que imputa o atribuye a su víctima no
ha sido perpetrado por este sino por tercera persona y, segundo, cuando el agente
sabe que el delito que inculpa o achaca al sujeto pasivo no ha ocurrido en la
realidad, siendo solo un invento de aquel. En suma, el sujeto activo actúa
atribuyendo falsamente un delito a su víctima con la única finalidad de lesionar el
honor.

Roy Freyre (380), haciendo dogmática penal del Código Penal derogado, respecto
de este punto certeramente enseña que "es manifiestamente falsa unC¡l imputación
cuando el agente sabe de manera indubitable que el sujeto pasivo no ha cometido el
hecho punible que se le atribuye, o cuando el hecho en sí no es una realidad desde
que nunca aconteció".
Otra aspecto importante que merece ser resaltado lo constituye la circunstancia que
la imputación falsa de un delito a la víctima tiene que ser directamente dirigida a esta
o ante otras personas (incluyéndose entre estas a la autoridad) que después hacen
de conocimiento de aquella. A diferencia de lo prescrito en el artículo 186 del corpus
juris penale de 1924, ahora no se requiere que la imputación o atribución falsa de un
delito sea ante una autoridad. Basta que se asigne falsamente la comisión de un
delito en presencia del propio agraviado o ante un tercero o una autoridad (que
después le va a ser conocer la falsa imputación que hizo el agente) para
configurarse la conducta delictiva.

También se requiere que la atribución sea directa y concreta. La ejecutoria Superior


del 10 de julio de 1998 excluye el delito de calumnia al verificarse que la imputación
no fue concreta sino general. En efecto, allí se expone que "de la revisión del
documento con el cual supuestamente se ha atentado contra el honor del
querellante, se advierte que no se le atribuye la condición de 'chantajista:
habiéndose referido el señor Ponce Valderrama en forma genérica a los hechos que
le venían ocurriendo 'que vengo siendo extorsionado por diferentes personas sobre
supuestas acreencias, estoy poniendo en conocimiento de la opinión pública de la
localidad, mediante medios de comunicación social, así como a la Sunat para que
investigue los signos de riqueza y en base a declaraciones juradas de pago de
impuestos para acreditar solvencia económica:· por lo que el a quo ha actuado en el
ejercicio de sus atribuciones al determinar que los hechos denunciados no
constituyen delito" (381).
El legislador del vigente cuerpo de leyes penales, con mejor técnica legislativa, ha
redactado el tipo penal que recoge el delito de calumnia. Antes, al exigirse
necesariamente que la calumnia sea ante una autoridad se creaba una confusión
con otra conducta delictiva que atenta contra el bien jurídico "función jurisdiccional"
que se conoce con el nomen iuris de "denuncia calumniosa".

En cambio ahora, aquella situación es totalmente diferente. Esta forma acertada de


tipificar la conducta calumniosa ha traído como consecuencia lo siguiente: si una
persona ante una autoridad (policía, fiscal,juez, ete.) , atribuye o imputa falsamente
la comisión de un delito a determinada persona, responderá ante la justicia por dos
delitos. Primero, por el delito de calumnia en agravio del ofendido en su honor y
segundo, por el delito de denuncia calumniosa en agravio directo del Estado. Se le
procesará por dos hechos delictivos totalmente diferentes regulados en los artÍCulos
131 y 402 del C.P. respectivamente, siendo el primero por querella y el segundo por
acción pública.

La conducta delictiva de calumnia solo se verifica por comisión. El verbo central y,


por tanto, rector del tipo penal lo constituye el término "atribuir" que significa también
imputar, achacar, asignar, inculpar o incriminar. El verbo rector, como un faro en el
desierto, nos indica que la conducta calumniosa se verifica con actos comisivos
efectuados por el agente o autor. En consecuencia, en forma coherente se concluye
que en nuestro sistema jurídico penal, no cabe hablar de conducta calumniosa
realizada por omisión.

Por otro lado, otra circunstancia trascendente que debe quedar establecida, lo
constituye la situación concreta que el delito imputado o atribuido al sujeto pasivo
debe ser falso, caso contrario, de verificarse que la imputación de un delito, es
verdadero, el delito de calumnia no se configura. Sin embargo, dependiendo de la
forma como ha ocurrido la imputación, el hecho puede subsumirse a la figura
delictiva de injuria y fácilmente, el que se siente ofendido en su honor, puede recurrir
a la autoridad jurisdiccional para solicitar sanción para el autor de la imputación. Ello
debido que ninguna persona tiene derecho a andar predicando que tal fulano mató a
zutano o que Juan robó a José, ete. Tales hechos, sin duda, lesionan el amor propio
o dignidad personal de cualquier persona natural y sirven para menoscabar su honor
ante el conglomerado social donde se desenvuelven.
Lo anotado es una prueba o indicio razonable más que la conducta delictiva de
calumnia es una forma especial de la injuria.

2.1. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se pretende tutelar o proteger con la tipificación del hecho
punible de calumnia viene a ser el honor conceptualizado como el derecho que
tenemos todas las personas de ser respetados por los demás en tanto seres
racionales con dignidad. Ello debido que una conducta calumniosa lesiona o ofende
tanto al amor propio y dignidad personal, como la valoración y estima que le tiene al
agraviado otras personas que conforman el conglomerado social en donde se
desenvuelve, obstaculizando de ese modo el libre desarrollo de la personalidad que
reconoce nuestra Carta Política como uno de los derechos fundamentales de las
personas. Con la calumnia se ofende el honor en su vertiente de autoestima
afirmando por ejemplo que se es un asesino y a la vez, se ofende la fama o
reputación que se tiene ante el grupo social, el mismo que le observará en adelante
con cierto recelo y desprecio. La calumnia ocasiona una humillación para el propio
ofendido así como un descrédito o desprecio de parte de los demás hacia el sujeto
pasivo.

2.2. Sujeto activo

De la redacción del tipo penal se evidencia que sujeto activo, autor o agente del
hecho punible de calumnia puede ser cualquier persona natural, sin necesidad de
que se exija alguna cualidad o calidad especial. Lo único que se requiere es que
aquel actúe consciente y voluntariamente, de lo que se deduce que los incapaces
absolutos están exceptuados de constituirse en autores del ilícito penal.

2.3. Sujeto pasivo

De la forma como está construido el tipo penal y de la naturaleza propia del delito de
calumnia, se concluye que solo puede ser sujeto pasivo la persona fisica o natural,
pues solo esta tiene la posibilidad de cometer un delito y, lógicamente, se le puede
atribuir. Se excluye a la persona jurídica al ser esta una creación del derecho, resulta
absurdo que pueda cometer un delito y, por tanto, atribuÍrsele.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Como el delito de injuria, la conducta calumniosa es netamente dolosa, no cabe la


comisión por culpa.
El agente o sujeto activo actúa con conocimiento y voluntad de ofender el honor del
sujeto pasivo. También se conoce como animus injamandi. El agente conoce que
atribuyendo falsamente un delito a su víctima le va a ocasionar ofensa a su honor
tanto en su aspecto subjetivo como objetivo, sin embargo, voluntariamente decide
actuar para lograr su única finalidad.
En este sentido, Roy Freyre (582), comentando el Código Penal derogado, afirmaba
que el dolo en el delito de calumnia consiste en la conciencia y voluntad de ofender
el honor de una persona formulándole la imputación de un delito a sabiendas de su
falsedad, o sin tener los suficientes elementos de juicio que hagan creer
verosímilmente en su autoría o participación.
Si se concluye que el agente actuó con otra finalidad distinta al de ocasionar un
ultraje al honor del ofendido, el delito de calumnia no se configura. No se imputará el
delito de calumnia, por ejemplo, cuando Liduvina Tordoya, en una investigación
policial sobre homicidio, afirma que Pánfilo Trujillo fue el autor del disparo que
~casionó la muerte de Juan Vicente Reyes, con la finalidad de sustraer de la justicia
a su hijo César Veliz Tordoya, quien fue el verdadero homicida. Aquí la autora de la
denuncia calumniosa no tiene intención de perjudicar el honor del denunciado, lo
único que busca es proteger a su hijo de la justicia.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez verificada que la conducta se subsume al tipo penal de calumnia,


corresponde al operador jurídico determinar si la conducta es contraria al
ordenamiento jurídico o en su caso, está permitida por concurrir alguna causa de
justificación de las previstas en el artículo 20 del Código Penal.
La Sentencia del 25 de setiembre de 1998 dictada por el Juzgado Penal de Recuay,
expone un caso real en el cual concurrió la causa de justificación de "ejercicio
regular de un derecho" en un hecho típico de calumnia denunciado por el querellante
después de haber sido absuelto por el órgano jurisdiccional por el delito de
Homicidio denunciado por el querellado. En efecto, allí se sostiene que "el
querellante fue procesado en base a la denunciad del titular de la acción penal que
es el Representante del ministerio Público a mérito del Atestado Policial de fojas tres
a trece, por lo que el querellado al formular la denuncia por el delito de Homicidio
conforme se infiere de las instrumentales citadas precedentemente, lo hizo en
ejercicio regular de su derecho por ende no se puede atribuir a este haber cometido
delito contra el Honor en la modalidad de Calumnia ya que dicha denuncia fue
amparada por el Organismo jurisdiccional dictándose el auto apertorio de
Instrucción, máxime si toda persona tiene el derecho de recurrir ante las A
utoridades pertinentes solicitando Tutela jurídica en caso de haber sido Víctima de
algún delito, pues ello constituye el ejercicio legítimo de un derecho a que se contrae
el inciso octavo del artículo veinte del Código Penal, concordante con el artículo mil
novecientos sesenta y uno inciso primero del Código Civil, aplicable en el caso de
autos en forma supletoria dada a la naturaleza de la acción" (585).

5. CULPABILIDAD

Respecto a la culpabilidad, corresponde al operador jurídico determinar si el agente


de la imputación falsa es imputable, es decir, es mayor de edad y no sufre de alguna
alteración mental; luego, deberá verificar si el agente al momento de atribuir
falsamente la comisión de un delito al agraviado, conocía la antijuridicidad de su
conducta, es decir, conocía que estaba actuando en contra del derecho. Aquí, muy
bien, puede configurarse un error de prohibición. Acto seguido, deberá verificarse si
el agente al momento de calumniar tenía otra alternativa a la de perjudicar el honor
de la VÍctima. Si llega a determinarse que en el caso concreto, el agente no tenía
otra alternativa que ofender el honor del sujeto pasivo, la conducta no será culpable,
pues es posible que estemos ante un estado de necesidad exculpante.

6. CONSUMACIÓN
En cuanto a la consumación, se debe distinguir dos formas de verificación del delito
de calumnia. Primero, si la calumnia se realiza en presencia del sujeto pasivo o
agraviado, el delito se verifica o perfecciona en el mismo momento en que se le
imputa, atribuye, o inculpa un delito falso.
Segundo, en caso que la imputación se realice ante otra persona, estando ausente
el sujeto pasivo, la calumnia se consuma o perfecciona en el mismo instante que
llega a conocimiento del agraviado la inculpación falsa. Esto último es importante
tenerlo en cuenta, pues si a una persona se le atribuye, imputa o inculpa un delito,
sin que ella sepa, no podrá saberse si se trata de un hecho delictivo falso o
verdadero. Corresponde al destinatario de la imputación discernir si se le atribuye un
hecho falso y, por tanto, agraviante a su honor. En consecuencia, si la imputación
supuestamente falsa no llega a conocimiento del supuesto agraviado o de sus
parientes, en caso de haber fallecido aquel, estaremos frente a una conducta
penalmente irrelevante.
Por su parte, el profesor Bramont Arias (384) enseña que se trata de un delito formal
o instantáneo, pues lo que pueda ocurrir después de su ejecución no es imputable al
culpable, sino a la persona inducida a engaño.
La participación en el delito de calumnia es teórica y prácticamente posible. Se
daría, por ejemplo, cuando una tercera persona se limite a confirmar la imputación
falsa hecha por el autor.

7. TENTATIVA

Teniendo en cuenta lo anotado en la consumación, en forma lógica se concluye que


es imposible la categoría de la tentativa en el delito de calumnia. Si la imputación o
inculpación falsa de la comisión de un delito no llega a conocimiento del sujeto
pasivo u ofendido, es imposible alegar que la calumnia ha quedado en grado de
tentativa. Si el supuesto perjudicado no conoce la imputación que se le hace y, por
tanto, no puede discernir si se trata de una inculpación falsa o verdadera, es ilógico
pensar que pueda recurrir a la autoridad jurisdicci~ nal y querellar al autor de aquella
imputación. Una persona no puede alegar en sentido positivo o negativo en contra
de algo que no conoce ni sabe.
No puedo imaginarme un ejemplo donde podamos siquiera pensar que una calumnia
ha quedado en grado de tentativa. Aquí solo hay dos alternativas. Se calumnió o no.
Se ofendió el honor del sujeto pasivo o no. Es imposible pensar en una tercera
posibilidad.

8. PENALIDAD

Después de concluido el debido proceso de la querella, al encontrársele responsable


del delito de calumnia, la autoridad jurisdiccional dependiendo de la forma, modo,
circunstancias en que ocurrió los hechos y la personalidad del procesado, le aplicará
una pena que oscila entre noventa a ciento veinte días multa. Unido a ello, una
considerable reparación civil por el daño causado al honor del querellante.

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Subcapítulo 4

Difamación

l. TIPO PENAL

El hecho punible que se conoce con el nomen iuris de difamación, el mismo que
dicho sea de paso se constituye en el ilícito penal de mayor gravedad entre los que
lesionan el honor, se encuentra tipificado en el tipo penal 132 del Código Penal, en
los términos siguientes:

El que, ante varias personas, reunidas o separadas, pero de manera que pueda
difundirse la noticia, atribuye a una persona, un hecho, una cualidad o una conducta
que pueda perjudicar su honor o reputación, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de dos años y con treinta a ciento veinte días- multa.

Si la difamación se refiere al hecho previsto en el artículo 131, la pena será privativa


de libertad no menor de uno ni mayor de dos años y con noventa a ciento veinte
días-multa.

Si el delito se comete por medio del libro, la prensa u otro medio de comunicación
social, la pena será privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años y de
ciento veinte a trescientos sesentaicinco días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La conducta típica de difamación se configura cuando el sujeto activo, ante varias


personas, reunidas o separadas, pero de modo que haya posibilidad de difundirse tal
acontecimiento, atribuye, imputa, inculpa o achaca al sujeto pasivo un hecho,
cualidad o conducta capaz de lesionar o perjudicar su honor. En forma concreta, el
profesor Ugaz Sánchez-Moreno (S85) afirma que el delito de difamación consiste
"en la divulgación de juicios de valor ofensivos a la dignidad de una persona".
Lo trascendente en el hecho punible de difamación es la difusión, propalación o
divulgación que se realice o haya la posibilidad de realizarse del acontecimiento
ofensivo que se imputa al sujeto pasivo o víctima. Esta circunstancia es la que le da
peculiaridad frente a los delitos de injuria y calumnia ya explicados. De este modo,
no cabe discusión que se trata de una injuria con característica especial: la difusión
de la noticia ofensiva o injuriante (S86). El sujeto activo debe comunicar a otras
personas algún hecho, cualidad o conducta que lesiona al honor del sujeto pasivo.
La imputación hecha por el agente o sujeto activo, para poderse difundir o tener la
posibilidad de divulgarse deberá hacerse ante dos o más personas, estén éstas
separadas o reunidas. El profesor Bramont Arias (S87) asevera que "no es
necesario que la divulgación, al menos a dos personas, se efectúe cuando estas se
hallen reunidas o en un mismo contexto de tiempo, sino únicamente que el
contenido ofensivo del aserto difamatorio resulte de las declaraciones hechas a cada
una de las personas". Basta que haya la posibilidad de difundir la atribución
difamatoria a más personas en perjuicio evidente de la dignidad de la víctima. Caso
contrario, se colige que si se atribuye un hecho, cualidad o conducta ofensiva al
honor del destinatario ante su persona o ante una sola tercera persona, sin que haya
posibilidad de difusión o propalación a otras personas, la difamación no se configura.

En tal sentido, deviene en circunstancia importante a tener en cuenta que la frase


"pero de manera que pueda difundirse la noticia" del tipo legal nos indica que es
suficiente la sola posibilidad objetiva de difundirse la palabra o frases injuriantes para
estar ante el delito en hermenéutica jurídica. En consecuencia, no necesariamente
se requiere que la imputación del hecho ultrajante haya sido difundido o divulgado
para perfeccionarse la difamación. En suma, si por la forma como ocurre la
imputación de un hecho, cualidad o conducta ultrajante al honor del destinatario, no
hay posibilidad que pueda difundirse, el ilícito penal de difamación no aparece,
circunscribiéndose el comportamiento a una injuria o calumnia según sea el caso.

Igual como ocurre con los ilícitos penales de injuria y calumnia, el de difamación es
de acción por comisión. No cabe la comisión por omisión. Ello debido que al tener
como verbo central del tipo penal 132, el término "atribuir" necesariamente se refiere
a un actuar positivo de parte del agente. Solo actuando positivamente se puede
atribuir algo a una persona. Con conductas omisivas nada se puede atribuir, imputar,
achacar o inculpar a un tercero. Pensar y sostener lo contrario resulta ilógico e
incoherente.

Los medios por los cuales se puede hacer realidad el delito, pueden ser verbales,
escritos, gráficos o por medio del vídeo. Todo medio capaz de difundir las ofensas
emitidas por el agente, será idóneo para la consumación de la difamación.

Por otro lado, de la redacción del tipo penal que tipifica la conducta delictiva de
difamación se evidencia con claridad meridiana que pueden presentarse hasta tres
supuestos capaces de poner en peligro o lesionar la reputación fama o libre
desenvolvimiento de la personalidad del ofendido. Veamos:

a. Atribuir a una persona un hecho que pueda perjudicar su honor. El sujeto


activo, en presencia de un grupo de personas, atribuye o imputa al sujeto pasivo un
suceso o acontecimiento, de manera que deteriora su honor ante los ojos del grupo
social en donde hace su vida normal. Es irrelevante si el suceso que se le atribuye al
agraviado es verdadero o falso, lo único que se tendrá en cuenta es la circunstancia
de si pone en peligro o lesiona el bien jurídico honor de aquel. Ocurre, por ejemplo,
cuando Juan Gaspar que pertenece a un club deportivo, con el propósito de
perjudicar por problemas familiares, difunde ante todos los socios que el jugador
Francisco Maradona, recién contratado, hace dos años estafó a un club con la suma
de veinte mil dólares.

b. Atribuir a una persona una cualidad que pueda perjudicar su honor. El agente,
ante la presencia de varias personas, imputa o achaca a la víctima una condición o
calidad personal que puede ser de carácter intelectual, moral o física que le
perjudica en su honor. El agente maliciosamente imputa una manera de ser al sujeto
pasivo, haciéndole aparecer como un defectuoso, causando de ese modo una
ofensa a su dignidad y deterioro en su reputación o fama ante el conglomerado
social en donde se desenvuelve normalmente. Ocurre, por ejemplo, cuando Heber
Venegas en una reunión social, afirma ante sus amistades que Javier Saldaña es un
afeminado y parece que le gustan las personas del mismo sexo.

c. Atribuir una conducta que pueda perjudicar su honor. Este supuesto delictivo
aparece cuando el agente imputa o inculpa al sujeto pasivo un modo o forma de
proceder que al ser divulgado o propalado ante las personas que conforman un
grupo social puede perjudicar el honor de aquel. El perjuicio puede materializarse en
una desestimación o reprobación del grupo social respecto del imputado. Ocurre, por
ejemplo, cuando Blanca Soriel Campos, con la única finalidad de perjudicar la buena
reputación de Reynaldo Flores, su compañero de trabajo, comienza a decir a todos
los trabajadores de la empresa donde labora, que aquel por cobarde }' miedoso no
se lanzó a la piscina para auxiliar a Juan Parra, que finalmente murió ahogado.

2.1. Bien jurídico protegido

El interés fundamental que se trata de tutelar mediante la tipificación de la conducta


delictiva de difamación lo constituye el honor vinculado a la dignidad personal,
entendido como el derecho de ser respetados por los demás en tanto seres
racionales, con la finalidad de desarrollar libremente nuestra personalidad. Si bien es
cierto en la redacción del tipo penal, se pone mayor énfasis en señalar que se trata
de proteger la reputación o buena valoración personal que hacen los demás de una
persona, no debe soslayarse que también se tutela la autoestima y dignidad
personal. Ello debido que una conducta difamatoria lesiona la autovaloración o
autoestima personal así como la reputación o fama que se tiene ante los demás.
Con la difamación el sujeto pasivo se siente humillado, y a la vez el grupo social
donde se desenvuelve lo ve con recelo y, cuando no, lo rechaza.

Creemos que esta forma de observar las consecuencias de una conducta


difamatoria ha llevado al legislador a indicar en el tipo penal los términos "honor" y
"reputación" en forma expresa, cuando se refiere a la finalidad de la conducta, esto
es, afirma que la acción difamatoria "pueda perjudicar su honor o reputación".

Respecto de este punto la jurisprudencia nacional úene claro el panorama. Como


precedente cabe citarse la Ejecutoria Suprema del 23 de enero de 1998, en la cual
se sosúene que u en los delitos de difamación e injuria el bien jurídico tutelado es el
honor; el mismo que consiste en la valoración que otros realizan de nuestra
personalidad ético-social, estando representado por la apreciación o estimación que
hacen los semejantes de nuestras cualidades morales y de nuestro valor social"
(388). AÍlade luego: upar lo tanto es la buena reputación que gozamos ante nuestros
conciudadanos, siendo esta conducta afectada por toda manifestación que logre
quebrantar la estimación que disfruta una persona en su medio social, por lo que se
deben tomar en consideración los aspectos subjetivos y adjetivos del honor para
tipificar, interpretar y juzgar los hechos que pudieran afectar o lesionar a dicho bien
jurídico" (389).

Por su parte en la Ejecutoria Superior del 14 de diciembre de 1998 se expresa que u


la doctrina penal es unánime en afirmar que el honor es el bien jurídico tutelado en
este ilícito investigado, el mismo que es valorado como uno de los bienes jurídicos
más importantes, por constituir las relaciones de reconocimiento fundadas en los
valores sociales de dignidad de la persona y libre desarrollo de la personalidad,
agregándose a ello lo señalado por Binding 'el honor del hombre es una obra
realizada por sus propias manos, no es un bien innato, sino totalmente adquirido:
razón por la cual debe respetarse".(390l.
2.2. Sujeto activo

Agente, autor o sujeto acúvo de una conducta difamatoria puede ser cualquier
persona. El úpo penal no exige que este tenga alguna condición o cualidad personal
especial. Puede ser tanto un periodista, un ejecuúvo de una empresa periodísúca
hasta un ciudadano que vive en un pueblo joven de Lima. Lo único que se requiere
es que tenga conciencia y voluntad de difamar, por lo que se excluye a los
incapaces relaúvos y absolutos.

2.3. Sujeto pasivo

Vícúma, agraviado o sujeto pasivo de un hecho punible difamatorio también puede


ser cualquier persona natural o física. De la redacción del úpo penal se colige que no
se requiere alguna cualidad o condición diferente a la de ser persona natural.

Volvemos a insistir aquí: se excluye a la persona jurídica de ser sujeto pasivo de


difamación por la circunstancia que su reputación se le protege con normas
diferentes a la presente. Se le protege con normas de contenido económico. Ello
debido que de ocasionarse alguna lesión a la reputación de la persona jurídica tiene
consecuencias perjudiciales en su economía.

Por ejemplo, propalar la noticia de que Nicolini S.R.L. es una empresa dedicada al
lavado de dinero del narcotráfico origina un descrédito en la reputación económica
de aquella empresa, trayendo como consecuencia un descalabro económico, debido
a que sus clientes comenzarían a quitarle su respaldo. Siendo así, los
representantes de dicha empresa, en la firme creencia que se le ha difamado
maliciosamente, recurrirán a la autoridad jurisdiccional para denunciar por el delito
tipificado en el inciso 2 del artículo 240 del Código Penal, pues de ese modo
lograrán que se sancione severamente al sujeto activo de aquella conducta y unido a
ello obtendrán una suficiente indemnización por el daño causado.

2.4. El delito de difamación agravada


De la lectura del contenido del tipo 132 del Código Penal se evidencia que la
conducta delictiva de difamación se agrava hasta por dos circunstancias claramente
establecidas:

a. Por la calidad. El segundo párrafo del artículo 132 del Código Penal,
establece que la conducta difamatoria se agrava si esta se refiere al hecho previsto
en el artículo 131 del Código Penal. Esto es, el agente o autor será merecedor a una
pena más grave cuando, con la finalidad que se propale la noticia, ante varias
personas imputa o atribuye falsamente la comisión de un delito a otra persona. Se
justifica plenamente la agravante, pues el agente no escatima esfuerzos ni tiene
miramiento alguno en causar un perjuicio al honor de su VÍctima. Para ello, divulga o
difunde la falsa noticia ante un gran número de personas; su objetivo es dañar
primero la autoestima de la víctima y luego, su reputación o fama.
La difusión masiva de la imputación falsa de que hemos cometido un delito, aparte
de ofender nuestra dignidad, en forma automática ocasiona un desprestigio y
descrédito ante los demás. Sin explicación razonable, instintivamente, las personas
vemos con recelo y máximo cuidado, hasta el punto que deseamos (ya veces se
logra) separar del grupo social, a aquel que se le imputa la comisión de un hecho
delictivo.

b. Por el medio empleado. El tercer y último párrafo del tipo penal que venimos
analizando establece que la pena será más grave contra el autor de difamación
cuando ha actuado haciendo uso del libro, la prensa u otro medio de comunicación
social. Esto es, cuando el autor o agente utiliza el libro, la prensa (periódico, revistas
sociales, pasquines, boletines, etc.) u otro medio de comunicación social (radio,
televisión, internet, etc.), para imputar o atribuir un hecho, cualidad o conducta que
pueda perjudicar el honor del aludido, se verificará la agravante.

El precedente jurisprudencial del 6 de agosto de 1998 da cuenta de un caso donde


el injusto penal de difamación se materializó haciendo uso del diario El Comercio.
Aquí se expone: "se aprecia que evidentemente en todas estas comunicaciones
existe "un animus difaman di ", ya que el querellante en su condición de gerente
técnico de la citada empresa se ha visto afectado en su honor; con afirmaciones que
no tenían por qué darse a publicidad como se ha hecho al publicarse en la edición
del veinte de abril de mil novecientos noventa y siete en una nota del diario El
Comercio de esta capita~ donde se señala calidades que no han sido debidamente
probadas por el querella do, y que si bien es cierto el querellado al prestar su
declaración instructiva ... argumenta que su intención no era de difamar, sino el
defender sus derechos, también lo es que no era el medio idóneo de recurrir a la
prensa para hacer valer su pretensión, la importancia individual y socialmente
apreciado, corre paralela con la que se asigna a la vida misma y a la libertad,
alcanzando preeminencia en algunas circunstancias propias de ciertas actividades
profesionales como en el presente caso; por tales motivos la ley penal, en
cumplimiento de las exigencias plan(eadas por el congregado social, necesita
proteger al hombre frente a la agresión que significa la comisión de delitos que lo
ofendan ya sea de manera directa o indirecta a su personalidad, es decir que
ofendan al hombre nada menos que en el meollo de las cualidades apreciadas como
valiosos por la comunidad y que no se concretan en las que tienen exclusivamente
una disminución moral ... "(591).

La agravante se justifica toda vez que al difamarse a una persona haciendo uso de
los medios anotados, los mismos que tienen un amplio e inmediato alcance, la
desestimación o reprobación es mayor. Es decir, un número incalculable de
personas conocerán los hechos, cualidades o conductas injuriosas, ocasionando un
enorme daño a la reputación o fama de la Victima. La magnitud del perjuicio
personal que puede ocasionarse al difamado, es lo que al final de cuentas pesa para
tener como agravante el uso de los medios de comunicación masiva social.

2.5. Difamación y medios de comunicación social

Modernamente, con el uso masivo de los medios de comunicación social, en teoría,


el derecho al honor entra en constante conflicto con la libertad de expresión y de
información reconocidos también como derechos fundamentales de la persona
humana; no obstante, creemos que en los casos concretos que la realidad presenta,
no es nada difícil determinar cuando estamos ante una conducta típica de
difamación y cuando nos encontramos haciendo uso de la libertad de expresión e
información. Para ello, al juzgador solo le bastará saber o conocer qué significa uno
y otro aspecto. Por un lado conocer cuál es el contenido de la libertad de expresión e
información y por otro, cuáles son los elementos constitutivos del delito de
difamación, en el cual, determinar el animus difamandi del agente es la piedra
angular.

En ese sentido, en forma clara y sintética, aseveramos con Ugaz Sánchez


Moreno(392) que se entiende por libertad de expresión al derecho que tiene toda
persona natural a expresar públicamente sus ideas y opiniones. En tanto que
libertad de información se entiende como el derecho que tenemos a informar
públicamente hechos noticiables, así como a ser informados de hechos noticiables.
La libertad de información se traduce en el derecho de informar a los demás y a la
vez, en el derecho a ser informado por los demás. Sin embargo, aun cuando puede
tratarse de cualquier idea, opinión, pensamiento o hecho, estos no deben ser
ultrajantes para otra persona. Conocido es el adagio jurídico que el derecho de uno
acaba donde empieza el derecho del otro. No existen derechos absolutos. Todos
tienen límite. En efecto, el límite y restricción de la libertad de expresión e
información, lo constituye el derecho al honor de la persona.

La Ejecutoria Superior del 14 de diciembre de 1998, fundamenta cuándo, por


ejemplo, se perfecciona el delito de difamación por los medios de comunicación
masiva. Allí se argumenta: "en tal sentido se puede advertir que dicho reportaje fue
prematuro, siendo emitido de igual forma, esto es sin una investigación previa que
avale la información recibido por parte de un testigo que transitaba por la zona, a fin
de cumplir con un deber esencial de todo periodista anotado en el inciso cuarto de la
Declaración de Deberes del Estatuto y Código de Ética Profesional del Colegio de
Periodistas del Perú, que reza: que es deber del periodista publicar informaciones y
documentos cuyo origen haya sido plenamente verificado, sin desnaturalizar al
añadir hechos que puedan tergiversar la información; sin embargo, la querellada, por
el simple hecho de habérsele comunicado que los autores del plagio se encontraban
en una motocicleta de color rojo y que eran chicos pitucos, atribuyó a estos en todo
momento su participación en un hecho punible contra el patrimonio, habiendo
permitido se propale tal noticia [durante} varios días, incluyendo en el resumen
dominical de lo que sucedió durante la semana [. .. } que si bien es cierto la
Constitución Política del Perú consagra [. .. ] el derecho fundamental de la persona a
la libertad de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento [. .. ],
también lo es que igualmente reconoce en el inciso séptimo el derecho de toda
persona al honor y a la buena reputación [ ... ]; por lo que, a criterio del
[órgano]colegiado, el primero de los derechos citados la libertad de información debe
ser veraz y esa veracidad debe ser analizada ex ante desde la posición del
informador, quien debe realizar una comprobación necesaria de la certeza de la
información, es decir, esta debe ser diligentemente investigada; y no con
posterioridad a la difusión de la noticia" (393) o

También la Ejecutoria Superior del 18 de junio de 1998, en la cual se resuelve


declarar infundada la excepción de naturaleza de acción deducida por el querellado,
se pone de manifiesto el límite que tiene la libertad de información y expresión frente
al derecho al honor y a la buena reputación de las personas. En efecto, en el
precedente se sostiene" que del examen del mismo, este órgano colegiado infiere lo
siguiente: a) que el comportamiento humano atribuido al procesado Lúcar de la
Portilla cabe plenamente en el tipo porque cubre sus elementos estructurales
descriptivos, normativos y subjetivos. Al respecto cabe señalar que si bien Leonor La
Rosa ha pasado a ser un personaje público por las torturas y lesiones infringidas
hacia su persona esto no es óbice para considerar que su vida personal, su
intimidad, su intimidad personal sea causa de interés público por lo que pueda ser
objeto de la libertad de información; que la Constitución Política del Perú, reconoce
en su artículo 2, inciso 4, las libertades de información, opinión, expresión y difusión
del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen por cualquier medio
de comunicación social sin previa autorización ni censura bajo las responsabilidades
de ley, sin embargo, señala por otro lado en su artículo 2, inciso 7, unos límites al
ejercicio de los derechos reconocidos en la Constitución especialmente al honor, la
intimidad personal y familiar, la buena reputación, voz e imagen, así también lo
contempla el artículo 13, inciso 2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos; b) que al propalar el incidente que supuestamente mantuvo con el coronel
Wilson Oswaldo Aguilar del Águila no es asunto de interés público, pues no es un
hecho o noticia que afecte a la sociedad, por lo tanto no se puede aducir como
causa de justificación para considerar que la causa no es justiciable penalmente,
que el periodista querella do actuó en ejercicio "regular" de su profesión; que en ese
sentido entendemos que todo conflicto entre estos derechos fundamentales, debe
ser resuelto mediante una adecuada ponderación que respete los respectivos
contenidos esenciales de los derechos en conflicto; c) que la atribución de una
relación sentimental a cualquier persona per se señala el querellado no implicaría
una difamación; pero si consideramos que la querellante Leonor La Rosa
Bustamante es una mujer de estado civil casada, que tiene una vida familiar, honor e
intimidad personal que proteger, la conducta desplegada si encuadra al ilícito
investigado, configurándose el elemento subjetivo del tipo, esto es la intención"
(394).

En cambio, no es posible la comisión del delito de difamación haciendo uso de los


medios de comunicación cuando el reportaje es efectuado y emitido después de una
seria investigación periodística. De este modo se expresa la Ejecutoria Superior del
10 de agosto de 1999, cuando refiere que "al respecto se tiene que las
informaciones contenidas en dicho reportaje han sido producto de una detallada
investigación periodística cuyos puntos han sido corroborados con documentos
comentes en autos, así como las propias declaraciones de la querellante, quien
reconoce haber asesorado para la consecución de visas y no niega su vinculación
personal con el sujeto conocido como 'Maradona', por lo que en el caso de autos, al
no estar acreditada una extra limitación dolosa de la función periodística ni un ánimo
subjetivo de dañar la reputación de la querellante, será menester absolverlos de los
cargos imputados" (395) o Incluso esta resolución superior fue confirmada por la
Ejecutoria Suprema del 18 dejulio de 2000, en la cual los magistrados supremos de
la República sostuvieran que "del estudio de autos, se aprecia que el contenido del
reportaje propalado por los procesados se encuentra dentro de los límites del
derecho de información, recogido en el artículo 2, inciso 4 de la Constitución Política
del Estado, tanto más si dicho informe ha sido previamente investigado" (396).

No obstante, al momento de calificar los hechos concretos debe tenerse en cuenta lo


expresado en la Ejecutoria Suprema del 9 de marzo de 2000, en el sentido que "en
los delitos contra el honor tiene como elemento fundamental lo que la doctrina llama
el animus iniuriandi et difaman di, esto es, voluntad especifica de lesionar el honor
de una persona, conciencia de que se obra con mala intención de dañar dicho bien
jurídico tutelado; de otro lado, tenemos que la libertad de expresión es un derecho
amplio e irrestricto, en cuyo ejercicio se suelen cometer errores o excesos que no
necesariamente constituyen delito, por carecer del elemento constitutivo
fundamental antes expuesto" (397). En consecuencia, aparecerá el delito de
difamación cuando lo expresado ya sea como opinión, pensamiento o noticia sea
manifiesta y objetivamente ultrajante para la dignidad de una persona. En la querella
concreta, eljuzgador determinará si el autor de la opinión injuriosa o de la noticia
ultrajante ha actuado con el propósito o finalidad de causar un daño en el honor de
la persona ofendida.
Sobre esto, cabe hacerse la pregunta siguiente: ¿si se hace uso de un derecho de
rectificación, desaparece el delito de difamación o subsiste y, por ende, el ofendido
puede recurrir a la autoridad jurisdiccional a solicitar una sanción para el infractor
pese a la rectificación hecha? Creemos con lo anotado que no le falta razón al
profesor josé Ugaz (598) cuando afirma que no desaparece el delito al honor, "pues
la rectificación persigue corregir una información que el solicitante considera
equivocada, independientemente de que la misma tenga contenido difamatorio y
haya sido presentada con intención de menoscabar el honor del aludido". En efecto,
teniendo en cuenta que el ilícito penal de difamación se perfecciona en el mismo
momento que se produce la publicación o emisión de las expresiones objetivamente
injuriosas, cualquier rectificación posterior no desmerecerá de ningún modo la
comisión del delito. La conducta delictiva difamatoria queda concluida o consumada,
así el autor rectifique su información ofensiva minutos u horas después.

2.6. Derecho al honor ya las libertades de información y expresión según


jurisprudencia vinculante

No obstante lo expresado, y ante la diversidad de interpretaciones efectuadas por


los jueces de los diversos niveles, el13 de octubre de 2006 todos los vocales
supremos de las Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema,
dando cumplimiento a los dispuesto por los artículos 22 y 116 de la Ley Orgánica del
Poder judicial, se reunieron en Pleno jurisdiccional y dictaron entre otros el Acuerdo
Plenario NQ 3-2006/CJ-1l6 (599), que fija criterios para solucionar la colisión que
puede presentarse entre el delito contra el honor y el derecho constitucional a la
libertad de expresión. En este acuerdo plenario se acordó establecer como doctrina
legal, las reglas de ponderación precisadas en los párrafos 8 al 13. En
consecuencia, se dispuso que tales párrafos constituyan precedentes vinculantes.

En efecto, son precedentes judiciales de observancia obligatoria por todos los


jueces, vocales superiores, vocales supremos y otra autoridad, como por ejemplo los
fiscales, hasta que otro Pleno jurisdiccional lo modifique, las siguientes reglas de
interpretación:
8. La solución del conflicto pasa por la formulación de un juicio ponderativo que
tenga en cuenta las circunstancias de cada caso en particular y permita determinar
que la conducta atentatoria contra el honor está justificada por ampararse en el
ejercicio de las libertades de expresión o de información. La base de esta posición
estriba en que, en principio, los dos derechos en conflicto: honor y libertades de
expresión -manifestación de opiniones o juicios de valory de información -imputación
o narración de hechos concretos-, gozan de igual rango constitucional, por lo que
ninguno tiene carácter absoluto respecto del otro (ambos tienen naturaleza de
derecho-principio). A est efecto, uno de los métodos posibles, que es del caso
utilizar para el juicio prderativo, exige fijar el ámbito propio de cada derecho, luego
verificar la concurrencia de los presupuestos formales de la limitación, a
continuación valorar bajo el principio de proporcionalidad el carácter justificado o
injustificado de la injerencia y, finalmente, comprobar que el límite que se trate
respeta el contenido esencial del derecho limitado.

9. Una vez determinados legalmente la concurrencia de los presupuestos típicos del


delito en cuestión -paso preliminar e indispensable-, corresponde analizar si se está
ante una causa de justificación -si la conducta sujeta a la valoración penal constituye
o no un ejercicio de las libertades de expresión e información-o Es insuficiente para
la resolución del conflicto entre el delito contra el honor y las libertades de
información y de expresión el análisis del elemento subjetivo del indicado delito, en
atención a la dimensión pública e institucional que caracteriza a estas últimas y que
excede el ámbito personal que distingue al primero.
En nuestro Código Penal la causa de justificación que en estos casos es de invocar
es la prevista en el inciso 8 del artículo 20, que reconoce como causa de exención
de responsabilidad penal 'El que obra ( ... ) en el ejercicio legítimo de un derecho ... ',
es decir, de los derechos de información y de expresión. Estos derechos o libertades
pueden justificar injerencias en el honor ajeno, a cuyo efecto es de analizar el ámbito
sobre el que recaen las frases consideradas ofensivas, los requisitos del ejercicio de
ambos derechos y la calidad -falsedad o node las aludidas expresiones.

10. Un primer criterio, como se ha expuesto, está referido al ámbito sobre el que
recaen las expresiones calificadas de ofensivas al honor de las personas. La
naturaleza pública de las libertades de información y de expresión, vinculadas a la
formación de la opinión ciudadana, exige que las expresiones incidan en la esfera
pública -no en la intimidad de las personas y de quienes guarden con ella una
personal y estrecha vinculación familiar, que es materia de otro análisis, centrado en
el interés público del asunto sobre el que se informa o en el interés legítimo del
público para su conocimiento-o Obviamente, la protección del afectado se realizará
-en función al máximo nivel de su eficacia justificadoracuando las expresiones
cuestionadas incidan en personajes públicos o de relevancia pública, quienes, en
aras del interés general en juego, deben soportar cierto riesgo a que sus derechos
subjetivos resulten afectados por expresiones o informaciones de ese calibre -más
aún si las expresiones importan una crítica política, en tanto estas se perciben como
instrumento de los derechos de participación política- así lo ha reconocido la Corte
Internacional de Derechos Humanos en la sentencia Herrera Ulloa, del 2 de julio de
2004, que tratándose de funcionarios públicos ha expresado que su honor debe ser
protegido de manera acorde con los otros principios del pluralismo democrático. En
todos estos casos, en unos más que otros, los límites al ejercicio de esas libertades
son más amplios.

11. El otro criterio está circunscrito a los requisitos del ejercicio de las libertades de
información y de expresión. Se ha de respetar el contenido esencial de la dignidad
de la persona. En primer lugar, no están amparadas las frases objetivos o
formalmente injuriosas, los insultos o las insinuaciones insidiosas y vejaciones -con
independencia de la verdad de lo que se vierta o de la corrección de los juicios de
valor que contienen-, pues resultan impertinentes -desconectadas de su finalidad
crítica o informativa- e innecesarias al pensamiento o idea que se exprese y
materializan un desprecio por la personalidad ajena. Es claro que está permitido en
el ejercicio de las libertades de información y de expresión que se realice una
evaluación personal, por desfavorable que sea, de una conducta, pero no lo está
emplear calificativos que, aprecia-dos en su significado usual y en su contexto,
evidencian menosprecio o animosidad.

12. En segundo lugar, el ejercicio legítimo de la libertad de información requiere la


concurrencia de la veracidad de los hechos y de la información que se profiera.
Debe ejercerse de modo subjetivamente veraz (el Tribunal Constitucional, en la
sentencia N~ 0905-2001-AIjTC, del 14 de agosto de 2002, ha precisado al respecto
que el objeto protegido de ambas libertades es la comunicación libre, tanto la de los
hechos como la de las opiniones -incluye apreciaciones y juicios de valor-; y
tratándose de hechos difundidos, para merecer protección constitucional, requieren
ser veraces, lo que supone la asunción de ciertos deberes y responsabilidades
delicadísimos por quienes tienen la condición de sujetos informantes). Ello significa
que la protección constitucional no alcanza cuando el autor es conciente de que no
dice o escribe la verdad cuando atribuye a otra una determina conducta -dolo
directo- o cuando, siendo falsa la información en cuestión, no mostró interés o
diligencia mínima en la comprobación de la verdad -dolo eventual-o En este último
caso el autor actúa sin observar los deberes subjetivos de comprobación razonables
de la fiabilidad o viabilidad de la información o de la fuente de la misma, delimitación
que debe hacerse desde parámetros subjetivos:
se requiere que la información haya sido diligentemente contrastada con datos
objetivos e imparciales (El Tribunal Constitucional, en la sentencia N~ 67122005-
HC/TC, del17 de octubre de 2005, precisó que la información veraz como contenido
esencial del derecho no se refiere explícitamente a una verdad inobjetable e
incontrastable, sino más bien a una actitud adecuada de quien informa en la
búsqueda de la verdad, respetando lo que se conoce como el deber de diligencia, y
a contextualizarla de manera conveniente, es decir, se busca amparar la
verosimilitud de la información).

No se protege, por tanto, a quienes, defraudando el derecho de todos a recibir


información veraz, actúen con menosprecio de la verdad o falsedad de lo
comunicado, comportándose irresponsablemente al transmitir como hechos
verdaderos simples rumores carentes de toda constatación o meras invenciones o
insinuaciones insidiosas; las noticias, para gozar de protección constitucional, deben
ser diligencias comprobadas y sustentadas en hechos objetivos, debiendo
acreditarse en todo caso la malicia del informador.

Es de destacar, en este punto, la doctrina jurisprudencial del Tribunal Constitucional


español-entre otras muchas, la sentencia N~ 76/2002, del 8 de abril de 2002- que ha
puntualizado que el especifico deber de diligencia es exigible con diferente grado de
intensidad en función de que la noticia se presente como una comunicación neutra,
en cuanto precedente de la originaria información de otro medio de comunicación a
fuente informativa, de la que simplemente se da traslado, o bien de que se trate de
una información asumida por un medio periodístico y su autor como propia, en cuyo
caso el deber de diligencia para contrastar la veracidad de los hechos comunicados
no admite atenuación o flexibilidad alguna, sino que su cumplimiento debe ser
requerido en todo su rigor.
Para los supuestos de reportaje neutral el deber de diligencia se satisface con la
constatación de la verdad del hecho de la declaración, pero no se extiende en
principio a la necesidad de acreditar la verdad de lo declarado, aún cuando se exige
la indicación de la persona -debidamente identificada- que lo proporciona (a este se
le exige la veracidad de lo expresado), siempre que no se trate de una fuente
genérica o no se determino quién hizo las declaraciones, sin incluir opiniones
personales de ninguna clase. Por lo demás, no se excluye la protección
constitucional cuando media un error informativo decaído sobre cuestiones de
relevancia secundaria en el contexto de un reportaje periodístico.

13. Otra ponderación se ha de realizar cuando se está ante el ejercicio de la libertad


de expresión u opinión. Como es evidente, las opiniones y los juicios de valor -que
comprende la crítica a la conducta de otTO- son imposibles de probar (el Tribunal
Constitucional ha dejado expuesto que, por su propio naturaleza, los juicios de valor,
las opiniones, los pensamientos o las ideas de cada persona pueda tener son de
naturaleza estrictamente subjetivas y, por tanto, no pueden ser sometidas o un test
de veracidad, Sentencia del Tribunal Constitucional Nº 0905-2001-AA/TC, del 14 de
agosto 2002). Por tanto, el elemento ponderativo que corresponde está vinculado al
principio de proporcionalidad, en cuya virtud el análisis está centrado en determinar
el interés público de las frases cuestionadas, deben desbordar la esfera privada de
las personas, única posibilidad que permite advertir la necesidad y relevancia para lo
que constituye el interés público de la opinión -y la presencia o no de expresiones
indudablemente ultrajantes u ofensivas, que denotan que están desprovistas de
fundamento y/o formuladas de mala fe-, sin relación con las ideas u opiniones que
se expongan, y, por tanto, innecesarias a ese propósito a la que por cierto son
ajenas expresiones duras o desabridas y que puedan molestar, inquietar o disgustar
a quien se dirige".

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
La difamación, como todas las otras conductas delictivas que ponen en peligro o
lesionan el bien jurídico honor, es de comisión dolosa; es imposible su comisión por
culpa o imprudencia.

El agente sabe que la imputación que pretende realizar es ultrajante para el honor
del sujeto pasivo, sin embargo, voluntariamente decide divulgarlo ante varias
personas a fin de conseguir peIjudicar a aquel bien. El objetivo del sujeto activo es el
ocasionar un daño al honor de su víctima. Si en el hecho concreto no aparece
aquella intención sino otra distinta, el injusto penal no se configura tal como puede
ser con el animus corrigendi, narran di, informandi, etc.

En este sentido, Luis BramontArias (400) enseña que el dolo consiste en la


divulgación voluntaria del hecho, calidad o conducta difamatoria, teniendo la
conciencia de propalar un hecho que puede peIjudicar el honor o la reputación. En
tanto que Luis Roy Freyre (401), asevera que el dolo en el delito de difamación
consiste en la conciencia y voluntad de lesionar el honor o la reputación de las
personas mediante la propalación de la noticia o información.

Si no hay dolo es imposible la tipicidad del delito de difamación. Así se establece en


la Ejecutoria Superior del 17 de septiembre de 1997, cuando al declarar fundada la
excepción de naturaleza de acción deducida por el
querellado, sostiene u que del examen de las cintas de video y actas de
transcripción citadas, se llega a la conclusión: que las expresiones vertidas en el
referido programa, por los querellados Lúcar de la Portilla y Pérez Luna, en donde se
menciona de una u otra forma al querellante, no ha resultado posible determinar que
estos hubieran actuado con ánimo doloso de dañar el honor y la reputación del
agraviado, presupuesto necesario para que se configuren los delitos denunciados;
que de las referidas instrumentales se advierte que la conducta de los querellados
recurrentes tan solo se han limitado a informar, relatando hechos que son de
dominio público y que han sido debidamente sustentados. Información propalada
con el solo ánimo de ilustrar a su teleaudiencia y ejerciendo su profesión de
periodistas dentro de los derechos que le acuerda nuestra Constitución Política en
su artículo segundo, inciso cuarto, en concordancia con el artículo veinte, inciso
ocho del Código Penal" (402).
Igual criterio se expone en la Ejecutoria Superior del 8 de abril de 1998, cuando se
expresa que u en el caso sub examine se tiene que si bien el procesado, al ser
entrevistado por la prensa, vertió expresiones que, a juicio del agraviado, han
perjudicado su honorabilidad, también lo es que estas no fueron vertidas
intencionalmente, sino como producto del estado emocional en que se encontraba el
procesado, si se tiene en cuenta que éste sufrió 'traumatismo encéfalo craneano
moderado'[. .. J; por lo que se colige palmariamente que en la conducta desplegada
por el procesado no ha habido la conciencia y voluntad de, dañar el honor del
agraviado; máxime que este, al declarar a fojas cuarenta y ocho, se retracta de las
expresiones que en un determinado momento emitió; que siendo esto así, existe
ausencia del elemento subjetivo, esto es el animus difamandi que se requiere,
además, para configurar el delito de difamación" (403) o

4. ANTIJURlDICIDAD

Una vez verificada que la conducta se subsume al tipo penal de difamación, ya sea
en su aspecto simple o agravado, corresponde al operador jurídico determinar si la
conducta es contraria al ordenamiento jurídico o si, está permitida por concurrir
alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código Penal.

Al ser perseguibles por acción privada todos los delitos contra el honor, por
disposición expresa de la Ley; se concluye que el bien jurídico "honor" es de libre
disposición. En tal sentido, el consentimiento muy bien puede argumentarse o
presentarse como causa de justificación de una conducta típica de difamación.
Como ejemplo, tenemos el precedente jurisprudencial del 31 de marzo de 1998.
Aquí se sostiene lo siguiente: "en consecuencia, y tal como se prevé en el artículo
132º del Código Penal, el ejercicio de la acción en los delitos contra el honor es
privado, por lo que al ser un bien jurídico disponible, el consentimiento excluye la
responsabilidad, no existiendo infracción cuando el titular del derecho hubiese
otorgado al efecto su consentimiento; siendo así, y no entrando al estudio de los
animus que excluyen el injusto típico, estamos ante una causa excluyente de la
antijuridicidad, pues el titular al consentir los ataques los legitima; estando recogida
esta causa de justificación en el inciso 10 del artículo 20 del Código Penal; mientras
que en el caso sub examine se aprecia que tal consentimiento se produjo desde el
momento en que la querellante sabía el tema que se iba a tratar y el papel que
cumpliría durante el programa, reafirmándose tal consentimiento cuando, al
reiniciarse el programa, luego de la pausa comercial, no manifestó su desagrado por
los calificativos o preguntas que se le hacían ni protestó el hecho de que le habían
sorprendido teniendo la oportunidad de hacerlo no sólo en el desarrollo del programa
sino en las pausas que se realizaban para programar los comerciales; máxime si se
tiene en cuenta que el programa televisivo se realizaba en vivo y en directo, es decir,
lo que le da la oportunidad de retirar el consentimiento que niega haber otorgado"
(404).

También la causa de justificación de ejercicio legítimo de un derecho se constituye


en circunstancia para excluir la antijuridicidad en el delito de difamación. Así, por
ejemplo, da cuenta la ejecutoria suprema del 28 de enero de 1998, cuando señala
que" del texto de los avisos periodísticos [, .. 1, se colige que tienden a prevenir que
los bienes señalados en el mismo no puedan ser transferidos, cedidos, arrendados o
gravados, mientras no concluya el proceso judicial de resolución de contrato seguido
entre las mismas partes; que dichos avisos fueron publicados por el querellado en
resguardo de su patrimonio, en claro ejercicio regular de un derecho" (405).

5. CULPABILIDAD

En esta etapa del análisis corresponde al operador jurídico determinar si el agente


de la acción o de las expresiones difamatorias es imputable, es decir, si es mayor de
edad o si sufre de alguna alteración mental; luego, deberá verificar si el agente al
momento de auibuir un hecho, una cualidad o una conducta ofensiva al honor de su
VÍctima, conoCÍa la antijuridicidad de su conducta, es decir, conoCÍa que estaba
actuando en contra del derecho. Aquí muy bien puede configurarse un error de
prohibición. Estaremos ante esta categoría cuando el agente ofende la dignidad de
la víctima en la creencia que, por encima del derecho al honor está la libertad
constitucional de expresión y el derecho a la información. Acto seguido, deberá
verificarse si el agente al momento de difamar a su VÍctima tenía otra alternativa. Si
llega a determinarse que, en el caso concreto, el agente no tenía otra alternativa que
ofender el honor de la víctima, la conducta no será culpable, pues es posible que
estemos ante un estado de necesidad exculpante.
6. CONSUMACIÓN

El delito de difamación se perfecciona o consuma en el momento y lugar que se


comienza a difundir, divulgar o propalar el hecho, cualidad o conducta difamante
para el sujeto pasivo. En efecto, puede el ofendido enterarse de la difamación horas
o días después de realizada la difusión, sin embargo, el delito quedó ya
perfeccionado toda vez que con la difusión se ha lesionado la dignidad de la víctima,
quien comenzará a ser vista desde otra perspectiva por los demás miembros de la
comunidad. En consecuencia, no es lógico ni coherente afirmar, como lo hacen
Bramont-Arias y CarCÍa Cantizano (406), que el ilícito penal difamatorio se consuma
cuando llega a conocimiento del sujeto pasivo. El peligro del descrédito de la
reputación se produce con la sola divulgación ante varias personas de la imputación
difamatoria. Existen casos en que el ofendido es el último en enterarse que se le ha
difamado.

Aquí cabe dejar establecido que la difamación constituye un delito de peligro o de


mera actividad, esto es, para su consumación no se requiere que necesariamente se
lesione el honor o la reputación del difamado, basta que haya la posibilidad de
lesionarse aquel bien jurídico para estar ante al delito de difamación consumado. De
ese modo ha sido previsto por el legislador del Código Penal vigente en el artículo
132, donde expresamente se lee que la imputación difaman te "pueda perjudicar su
honor o reputación" del sujeto pasivo.
Roy Freyre (407), comentando el Código Penal derogado, en el cual el tipo penal
pertinente también recogía la frase resaltada, era de opinión parecida cuando
asevera que aquella frase significa que, para el perfeccionamiento de este delito, no
es necesario que se produzca un daño concreto, siendo suficiente la probabilidad de
su materialización.

7. PENALIDAD
En caso de haberse procesado al querellado por el tipo base de difamación, se le
impondrá una pena privativa de libertad que oscila entre dos días y dos años y con
treinta a 120 días-multa.
En tanto que si se procesó al querellado por la conducta delictiva recogida en el
segundo párrafo del tipo penal 132, eljuzgadorle impondrá una pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de dos años y con noventa a ciento veinte días-
multa.

Finalmente, si se siguió proceso al inculpado por el supuesto delictivo recogido en el


último párrafo del tipo penal 132, al momento de la sentencia, se le impondrá una
pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años y de 120 a 365
días-multa.
La pena privativa de libertad impuesta al querellado estará siempre unida al pago de
días multa a favor del Estado y, lo más importante para el querellante, el pago de
una suma económica por concepto de reparación civil, la misma que dependerá de
la magnitud del daño ocasionado así como la solvencia económica del procesado.
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Subcapítulo 5

Excepciones del delito de injuria y difamación

l. DESCRIPCIÓN LEGAL

El artículo 133 del código sustantivo, recoge supuestos en los que pese a las
palabras o frases aparentemente injuriosas o difamantes, no aparecen los delitos de
injuria o difamación, según sea el caso. En efecto, la norma penal prevé:

No se comete injuria ni difamación cuando se trata de:


1. Ofensas proferidas con ánimo de defensa por los litigantes, apoderados o
abogados en sus intervenciones orales o escritas ante el juez.
2. Criticas literarias, artísticas o científicas.
3. Apreciaciones o informaciones que contengan conceptos desfavorables
cuando sean realizadas por un funcionario público en cumplimiento de sus
obligaciones.

2. CUESTIÓN PREVIA

Como ya hemos tenido oportunidad de advertir, todo no es absoluto en esta vida.


Las excepciones hacen la regla. En ese sentido, el artículo 133 del c.P. recoge las
circunstancias o supuestos en los cuales pese que objetivamente puede
evidenciarse un caso típico de injmia o difamación, éstos no se concretan por
disposición expresa de la ley que encuentra fundamento en el hecho que todos los
derechos fundamentales están sujetos a posibles restricciones, incluido el derecho a
la vida, pues nunca ha de descartarse la posibilidad que entren en conflicto con otros
derechos del mismo rango a los que tampoco sería legítimo relegar de manera
sistemática.

En doctrina encontramos todavía una discusión no concluida respeto de su


naturaleza. Hay quienes piensan que se trata de una causa de justificación, en tanto
que otros tratadistas sostienen que se trata de una excusa absolutoria. Para los
primeros, las conductas realizadas por el agente no son contrarias al derecho, pues
está permitido defenderse ardorosamente, hacer críticas literarias o expresar
conceptos desfavorables en el ejercicio de función pública.

Para los demás, las conductas citadas se tratan de excusas absolutorias por
haberse emitido en un acaloramiento de los ánimos. Sin embargo, esta última
posición no tiene asidero en nuestro sistema jurídico penal, pues sabido es que la
excusa absolutoria funciona cuando después de haberse verificado la conducta
típica, antijurídica y culpable, el legislador lo declara exento de pena por cuestiones
de política criminal. Situación que no se presenta en las hipótesis recogidas en el
artículo 133 del C.P. Pues todo lo contrario, de la lectura del contenido de la norma
se concluye que los supuestos citados no constituyen delito. En consecuencia, es
ilógico pensar que se trata de excusas absolutorias.
Siendo así, creemos que la primera posición se ajusta a nuestro sistema jurídico
vigente. El legislador al indicar que "no se comete injuria ni difamación", está
afirmando que no existe delito o no aparecen todos los elementos constitutivos de
los delitos de injuria y difamación en los supuestos expresamente establecidos. En
efecto, de la forma como se encuentran redactados los indicados supuestos,
inmediatamente se infiere que se trata de la causa de justificación denominada
"ejercicio normal y legítimo de un derecho" prevista en el inciso 8 del artículo 20 del
Código Penal. La única circunstancia que lo caracteriza es que las expresiones
aparentemente ultrajantes son emitidas en un contexto especial. Es más, aquel
contexto hace que desaparezca el supuesto ánimo injuriante o difamante, una vez
que se analice en forma concatenada y sistemática todo lo expresado por su autor.
Cuestión totalmente diferente se presenta con el delito de calumnia, pues
razonablemente no aparecen circunstancias que nos lleven a justificar la conducta
de atribuir falsamente a una persona la comisión de un delito. La imputación falsa de
un delito, por sí misma ya evidencia el ánimo de injuriar al ofendido.
3. EXCEPCIONES LEGALES
Analicemos los supuestos:
a. Injurias en juicio. El primer inciso del artículo 133 del c.P., recoge la primera
hipótesis no delictiva, esto es, no se comete delito de injuria o difamación cuando las
expresiones aparentemente injuriosas u ofensivas han sido proferidas con ánimo de
defensa por los litigantes, apoderados o abogados en sus intervenciones orales o
escritas ante eljuez.
En forma objetiva se evidencia que las ofensas proferidas en juicio por los partícipes
en aquel, no constituyen delito contra el honor, puesto que faltaría el dolo de injuriar
o difamar; no obstante, el legislador ha querido dejar expresamente establecido que
en aquellos casos no aparecen los elementos constitutivos de los delito de injuria o
difamación. Ello quizá con la finalidad práctica que las partes de un litigio no hagan
de la querella una forma de utilizar a la maquinaria de la administración de justicia
para sus apasionamientos.
Requisitos:
" De la lectura del supuesto se colige que, en primer lugar, debe haber unjuicio
(materia penal, civil, laboral, familia, etc.) en pleno trámite ante la
autoridadjurisdiccional. Caso contrario, si las ofensas son proferidas ante otra
autoridad como, por ejemplo, la Policía Nacional o un representante del Ministerio
Público, puede cometerse los delitos de injuria o difamación. Igual sucedería si las
ofensas son proferidas en los ambientes del juzgado en ausencia del juez.
" Las ofensas proferidas o dichas deben estar dirigidas a la otra parte en juicio,
de modo que si son diligidas al juez o a otra persona que no participa en el proceso
ni tiene relación alguna en aquel, es posible que se perfeccione un delito contra el
honor.
" Las únicas personas que pueden ser autores de las ofensas son litigantes,
apoderados y abogados. Se entiende por litigante al justiciable que reclama ante la
administración de justicia se le reconozca un derecho, se le resuelva una
incertidumbre jurídica, se sancione a una persona o se le haga justicia. En otros
términos, es el usualio de la administración de justicia. Apoderado, lo constituye
aquella persona que actúa en juicio en representación de otra. En tanto que
abogado es la persona entendida en leyes que defiende o patrocina al litigante e
incluso al apoderado.
" Las expresiones aparentemente injuriosas pueden estar contenidas en
recursos presentados por las partes en el proceso o en los informes orales vertidos
en las audiencias dirigidas por los jueces.
" Finalmente, las ofensas proferidas en eljuicio deben ser con "ánimo o
intención de defensa" según se prescribe claramente en la disposición legal. De
modo que de todo el contexto en donde se vierten las palabras o frases ultrajantes
debe concluirse que han sido vertidas con el único ánimo de defender su derecho,
posición o tesis que alega o persigue probar. Caso contrario, si de aquel contexto se
colige en forma evidente que el litigante, apoderado o abogado a actuado con
animus iniuriandi, la conducta delictiva de injuria o difamación se habrá
perfeccionado.
b. Criticas literarias, artísticas o científicas. Sin duda, el derecho a la crítica es
una vertiente del derecho fundamental, reconocido a nivel constitucional en el inciso
4 del artículo 2 de nuestra Carta política, como libertad de expresión, por el cual
todos tenemos derecho a expresar o comunicar nuestras opiniones, ideas y
pensamientos respecto de algo.
En efecto, la crítica literaria, artística o científica es un forma de expresar nuestra
opinión respecto de una obra de literatura (novela, poesía, etc.), arte (pintura, teatro,
etc.) o ciencia (libro, teoría, tesis, etc.). En el mundo existen críticos exaltados,
apasionados y mordaces que muchas veces escriben o manifiestan expresiones
objetivamente injuriosas respecto del autor de la obra comentada. Sin embargo, del
propio contexto de la crítica se evidencia que no lo hacen con el ánimo de ofender el
honor del destinatario, sino con el único propósito de mostrar su desagrado, disgusto
y rechazo por la obra comentada. Siendo así, ni el delito de injuria ni el de
difamación se configuran, pues no aparece el elemento constitutivo fundamental: el
dolo de injmiar u ofender al autor de la obra oiticada.

Por el contrario, si del contexto de la crítica se evidencia que las expresiones


objetivamente injuriosas han sido vertidas con el único propósito y ánimo de ofender
el honor del :lutor de la obra comentada, aparecerá el hecho punible. Ello pese a lo
raro, puede suceder cuando hay rivalidad exacerbada entre el crítico y el autor de la
obra criticada. Por ejemplo, se presentaría cuando el crítico Elmer Zanabria afirme
que "cien años de felicid:ld" ~s la obra de un afeminado y lunático que no conoce
nada de literatura.
De este modo se pronunció la Suprema Corte, por Ejecutoria Suprema del 22 de
enero de 1998, al expresar que "del contexto de las declaraciones vertidas por el
querellado se advierte que no existen frases que ameriten tipicidad de conducta
difamatoria, como se atribuye al procesado, en perjuicia de los denunciantes, toda
vez que estas constituyen apreciaciones criticas contenidas en una entrevista y
publicaciones de prensa, que no agravian el !Wr!(>T f; la reputación de los
querellantes"(408).
c. Apreciación hecha por funcionario público en el ejercicio de su !u"1ción.
Expresamente (también se indica en el tercer inciso del artículo 133, que no se
comete delito de injuria o difamación cuando las apreciaciones o informaciones
desfavorables a una persona son vertidas por un funcionario público en el
cumplimiento de sus obligaciones o, mejor dicho, en el ejercicio de sus funciones.
Esto significa que las expresiones objetivamente ofensivas al honor de una persona
no constituyen injuria o difamación cuando son vertidas en una apreciación o
información emitida por un funcionario público en el cumplimiento de su labor. Se
entiende también, que las frases supuestamente ofensivas no deben estar guiadas
por el objetivo de injuriat; sino el de mejorar la administración pública. Si por el
contrario, se concluye del mismo contexto de la apreciación o información que el
funcionario ha actuado con el propósito de ofender el honor, habrá perfeccionado el
delito de injuria o difamación según sea el caso.
Un caso característico de lo manifestado sería el ejemplo Citado por Bramont Arias
Torres/ García Cantizano (409): el Ministro de Salud realiza un informe sobre un
abogado que pertenece a la sección de asesoría jurídica del ministelio, manifestando
que esa persona es un incompetente e inepto para el c.argo que desempeña. Aquí
no hay ningún ánimo de injuriar sino el de mejorar el funcionamiento de las
entidades públicas. Distinto sería el tratamiento del supuesto en el que el Ministro
afirme que el abogado es una persona sexual mente impotente, donde sí se
configuraría el delito de injuria o difamación segun el caso.

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Subcapítulo 6

La excepto veritatis o prueba de la verdad

1. DESCRIPCIÓN LEGAL

El artículo 134 del Código Penal expresamente recoge los supuestos en que el
agente o sujeto activo de una conducta delictiva de difamación, puede probar la
veracidad de sus ImputacIOnes y liberarse de la inminente sanción. Así tenemos:
El autor del delito previsto en el artículo 132 puede probar la veracidad de sus
imputaciones solo en los casos siguientes:
1. Cuando la persona ofendida es un funcionario público y los hechos,
cualidades o conductas que se le hubieran atribuido se refieran al ejercicio de sus
funciones.
2. Cuando por los hechos imputados está aún abierto un proceso penal contra la
persona ofendida.
3. Cuando es evidente que el autor del delito ha actuado en interés de causa
pública o en defensa propia.
4. Cuando el querellante pide formalmente que el proceso se siga hasta
establecerse la verdad o falsedad de los hechos o de la cualidad o conducta que se
le haya atribuido.
Si la verdad de los hechos, cualidad o conducta resu"a probada, el autor de la
imputación estará exento de pena.

2. DEFINICIÓN DE LA EXCEPTIO VERITATIS

La exeeptio veritatis o prueba de la verdad puede conceptualizarse como el


sometimiento de ciertas imputaciones objetivamente difamatorias ajuicios de verdad
para probar su veracidad y de ese modo, liberarse su autor de la sanción que le
correspondería en caso contrario.
Roy Freyre (410) define a la exeeptio veritatis como el sometimiento de la atr.bución
agraviante a un juicio de certeza que tiene como objetivo conseguir la exención de
pena a través de la comprobación judicial de un desvalor en la personalidad de
quien se reputa ofendido.
En tanto que Bramont-Arias Torres/García Cantizano (411) afirman que la exeeptio
veritatis puede ser definida como el sometimiento de la imputación de ciertos hechos
a un sl~eto a un juicio de certeza, es decir, a la demostración de la veracidad de los
mismos. Es una facultad que se le da al autor del delito de difamación -continúan los
autores citados- para que pruebe la verdad de sus afirmaciones. Si lo hace, quedará
exento de pena, caso contrario, y en tanto proceda, será condenado por delito de
difamación.
Las definiciones anotadas solo difieren en la forma y uso de las palabras, en la
cuestión de fondo significan lo mismo: la exceptio veritatis o prueba de la verdad es
una causa de exención de pena para el agente o st~eto activo de una conducta
típica, antijurídica y culpable.
Sin duda, el agente ha actuado con todo el ánimo, propósito u objetivo de difamar al
destinatario de sus imputaciones, sin embargo, por disposición expresa del
legislador, quien al parecer estaba motivado por cuestiones de política criminal, se le
libera de ser sancionado si logra probar la veracidad de aquellas, dentro del proceso
por querella que se le sigue.
No obstante, la ley ha puesto parámetros para la aplicación de la prueba de la
verdad, esto es, nuestra ley permite que el eventual difamador acredite en su
defensa o descargo dentro de la querella incoada, ya sea la verdad o notoriedad de
sus imputaciones tan solo en los casos taxativamente dispuestos y previstos en el
artículo 134 del corpus juris penale. En ningún otro caso funciona. La forma de
construcción del citado numeral, nos indica y orienta que estamos frente a una figura
que en doctrina se le conoce como numerus clausus.
La exceptio veritatis solo funciona dentro de un proceso (querella), nunca antes ni
después de aquel. Pues, antes no hay motivo para pensar que le impondrán una
pena al difamador y, después de finalizado el proceso, de nada servirá, la pena
habrá sido impuesta al autor de la difamación.

3. CIRCUNSTANCIAS EN LAS CUALES FUNCIONA

Ahora pasemos a analizar en qué supuestos funciona positivamente la exceptio


veritatis:

a. Cuando el ofendido es funcionario público y las imputaciones se refieren al


ejercicio de sus funciones. El inciso 1 del numeral 134 del C.P. prescribe que la
exceptio veritatis funciona cuando la persona ofendida o difamada es un funcionario
público y los hechos, cualidades o conductas que le hubieran imputado o attibuido,
ante valias personas, se refieran al exclusivo ejercicio de sus funciones. En términos
más concretos, la prueba de la verdad procede cuando el difamado es un
funcionario público y las imputaciones injuriosas se refieran al ejercicio de su función
pública.

Las razones y motivos de esta excepción se pretende encontrar en la circunstancia


de que toda nuestra administración pública debe estar manejada por funcionarios
públicos de conducta transparente, honesta y proba. Sólo de tal manera podemos
imaginar que una sociedad democrática de derecho funcione y llene las expectativas
de sus ciudadanos. Caso contrario, todo se convierte en frustración y desconfianza
hacia las personas investidas del trascendente deber de ejercer la función pública.
De ahí que "cuando un funcionario público es cuestionado como tal en el
desempeño de su cargo, debe dar explicaciones a la sociedad respecto de cualquier
acto que suponga duda en su conducta funcional, ya que el cargo o rango que le
confía la Nación lleva anexa esa obligación" (412). En ese sentido, y haciendo uso
de la libertad de opinión y expresión, todos los ciudadanos tenemos el derecho de
controlar a los funcionarios públicos en el ejercicio de su atribuciones según el cargo
que ostente, siendo el caso que si no cumplen a cabalidad sus funciones o se
desvían de aquellas, todo ciudadano tiene la posibilidad de enrostrarle públicamente
sus errores, hasta incluso hacer uso de términos difamatorios. En suma, como
afirma Bramont Arias (413), "el ejercicio de los cargos públicos, creados para servir
al interés colectivo, no puede quedar al margen de la censura pública, al control de
los ciudadanos en general".

En efecto, si algún ciudadano disconforme con el ejercicio de la función que


desempeña un funcionario público, refiriéndose a sus defectos o errores incurridos,
le difama utilizando expresiones ultrajantes para su honor, tiene la posibilidad de
probar dentro de la querella que sus expresiones son verdaderas. La única condición
que se requiere para tener acceso a la exceptio veritatis en forma positiva es que las
imputaciones injuriosas proferidas al sujeto pasivo se refieran al ejercicio de la
función pública. En palabras de Roy Freyre (414), se exige "una relación inescindible
entre la calidad de funcional;o público y el hecho, cualidad o conducta que, para el
caso, deben ser imputados con motivo del desempeño de una actividad estatal".

Por ejemplo, Emiliano Girao Lujan, que ha sido querellado por el delito de
difamación por el Alcalde Provincial de Puquio, debido que en un mitin público refirió
que aquel era un "borrachín", "corrupto" e "inepto"

para solucionar los problemas de la provincia, haciendo uso de la exceptio veritatis,


esto es, probando sus afirmaciones, puede liberarse que le impongan alguna pena.
De ello se concluye que no procede la exceptio veritatis, cuando las frases injuriosas
se refieran a la vida personal y familiar del funcionario público. Esto es, no
funcionaría la prueba de la verdad cuando Emiliano Girao, en un mitin realizado en
plena plaza central de la ciudad, refiera que el alcalde es un cornudo y mantenido
por su mujer.
El precedentejurisprudencial del 16 de agosto de 1999, dictado por una Sala Penal
de la Corte Superior de Lambayeque da cuenta de un caso real donde los
magistrados aplicaron la exceptio veritatis. Allí se argumenta que "por lo demás, el
artículo ciento treinticuatro del código sustantivo reconoce el derecho de un
procesado de acogerse a la excepción de verdad cuando el ofendido es funcionario
público y cuanto el agente infractor actúa defendiendo causa pública; que, en efecto,
la agraviada por desempeñarse como Sub Directora del centro educativo
mencionado tenía la condición de funcionario público y los hechos que se le
atribuyeron estaban referidos al ejercicio de sus funciones y no de su vida privada,
habiéndose acreditado con la Resolución Directoral. .. presentada en esta instancia
que ha sido sancionada con amonestación por negligencia en el cumplimiento de
sus funciones en base a cuatro cargos probados, a saber: el haber permitido la
matrícula de alumnos sin sustento documentario, adjudicación de kioscos en forma
indebida, entrega tardía de libretas de notas del primer y segundo bimestre del año
académico de mil novecientos noventa y ocho, así como incumplimiento de las
acciones de mantenimiento y conservación de la planta física del plantel; es decir, la
conducta atribuida por el querellado a la querellante se sustentó en hechos ciertos;
por último, también resulta evidente que el encausado ha procedido en interés de
causa pública ya que las críticas formuladas no respondía a un móvil egoísta y
subalterno sino a cautelar la buena marcha de una institución educativa estatal a fin
de que en un clima de orden y buen gobierno institucional brinde un eficiente servicio
educativo a la comunidad victoriana; consecuentemente, tanto por la ausencia de
certeza para condenar como por los eximentes de punibilidad aludidos, el querellado
debe ser sustraído de la pretensión punitiva del Estado"(415).

Sin embargo, ello no significa que en todos los casos los funcionarios públicos estén
permanentemente expuestos a la ofensas en contra de su honor. Consideramos que
según el caso concreto, la autoridad jurisdiccional deberá discernir entre cuando hay
intención de dañar el honor del funcionario y cuando hay solo intención de corregir o
llamar la
atención del funcionario. La Ejecutoria Suprema del 28 de enero de 1999 se
pronuncia en este sentido. En efecto, allí se sostiene que "los propios querellados,
en sus respectivas declaraciones admiten haber utilizado las frases antes
mencionadas, señalando que lo han hecho en virtud de las irregularidades en la que
ha incurrido el querellante durante su gestión como alcalde del Concejo Provincial de
Moyobamba, refiriendo que dichas declaraciones fueron circunstanciales y que no
fueron dirigidas al agraviado como persona si no a su gestión como Alcalde, no
obstante que han debido emplear los medios que la Constitución Política del Estado
les faculta sin tener que ingresar al campo del delito "(416).
b. Cuando preexista un proceso penal abierto contra el ofendido. También,
tomando en cuenta el interés superior de la instintiva defensa de la sociedad, el
inciso 2 del artículo 134 del c.P., recoge el supuesto en que procede la prueba de la
verdad, consistente en demostrar que la conducta que originó las palabras o frases
injuriantes es verdad siempre y cuando se tenga un proceso penal abierto en contra
del querellante. Esta hipótesis funciona cuando por los hechos injuriosos imputados
está aún abierto un proceso penal contra la persona ofendida.

El supuesto se entiende en el sentido que las imputaciones difamatorias deben ser


hechas en el tiempo que está en plena ventilación o trámite un proceso penal
respecto de los mismos hechos aludidos en las expresiones difamatorias. En
consecuencia, tienen que concurrir dos condiciones fundamentales para la
procedencia de la exceptio veritatis en este supuesto: primero, que las imputaciones
se emitan durante el tiempo que se encuentra en trámite un proceso penal, el mismo
que como sabemos se inicia con el auto de procesamiento y finaliza con sentencia
definitiva; y segundo, que las imputaciones injuriosas se refieran a los mismos
sucesos o acontecimientos objeto del proceso preexistente.

Caso contrario, si las imputaciones ultrajantes al honor han sido proferidas antes del
inicio del proceso, por ejemplo, cuando recién se estaba investigando policialmente
los hechos, no procede la prueba de la verdad. Igual ocurre si la imputación
difamante ha sido realizada después de haberse emitido sentencia definitiva de
aquel proceso. Ello debido a que, como afirma Luis Bramont Arias (417), no es
posible consentir que un individuo que soportó las consecuencias de un delito, tenga
que soportar, además, durante toda su vida, la infamante imputación de haber
delinquido.

Por otro lado, si las imputaciones nada tienen que ver con los hechos objeto del
proceso en trámite, tampoco aparece el supuesto en que funcione la exceptio
veritatis.

Por ejemplo, Liz Córdova que ha sido querellada por Juan Benavides por haber
difundido la noticia que este es un experimentado y desalmado estafador, haciendo
uso de la exceptio veritatis, probando que es cierto que el querellante ha
desarrollado una conducta etiquetada por nuestro sistema penal como "estafa" y que
por tal hecho se le sigue un proceso penal, podrá liberarse de la posibilidad de ser
sancionada por el delito de difamación.
En ese sentido, bastará que el difamador pruebe que al difamado se le sigue un
proceso penal por los hechos que han dado motivo a las expresiones o frases
injuriosas, para que quede exento de pena. Para nada interesan las circunstancias
agravantes o atenuantes en que actuó, la responsabilidad penal o irresponsabilidad
del imputado. Ello sin duda es objeto del proceso penal que se ventila. Entendida así
la cuestión, es evidente que Bramont-Arias Torres/García Cantizano (418) ha
enfocado en forma errónea el asunto. Aquí nada tiene que ver si al final se le
condena o absuelve al difamado en aquel proceso.

La ley solo exige que el querellado pruebe si el querellante cometió un hecho punible
que dio origen a las expresiones difamatorias y, a la vez, que ello haya dado origen
a un proceso penal. Indudablemente, en nuestro sistema procesal penal, desde el
momento en que se formaliza una denuncia contra una persona, resulta lógico
pensar que hay suficientes elementos reveladores de la comisión del evento delictivo
imputado al denunciado. En ese sentido, pensamos que bastará que el querellado
acredite con copia de la denuncia fiscal que las imputaciones tienen certeza, para
quedar exento de pena.

c. Cuando el sujeto activo ha actuado en interés de causa pública o en defensa


propia.
El inciso tercero del artículo 134 del c.P., recoge otro supuesto en que funciona
positivamente la prueba de la verdad. Expresamente se indica que el autor del delito
de difamación puede probar la veracidad de sus imputaciones cuando resulta
evidente que el autor, sujeto activo o agente del delito ha actuado en interés de
causa pública ° en defensa propia.
Se entiende que actuar por interés de causa pública significa actuar en provecho de
una colectividad o grupo social en donde el difamador se desenvuelve y hace su
vida de relación. Por ejemplo, aparecería este
supuesto cuando, siendo inminente su elección como Alcalde de Lima, Bermer
CarCÍa comienza a difundir por radio la noticia que Alan Manrique tiene varias
condenas por ser estafador y mentiroso. De darse el caso, en plena querella, Bermer
CarCÍa invocando la exceptio veritatis, es decir probando sus afirmaciones y que las
hizo con la finalidad de evitar que una persona con tales antecedentes llegue a dirigir
o conducir nuestra provincia, podrá liberarse de alguna sanción penal.
Será eljuzgador que al final de cuentas, determine según las circunstancias, si el
querellado ha actuado en evidente interés de causa pública. Así, la Ejecutoria
Suprema del O 1 de julio de 1998 advirtió que "si bien es cierto las frases que
aparecen en el recorte periodístico de manera alguna afectan el honor de los
querellantes, también lo es que es procedente la exceptio veritatis que argumenta el
querellado, pues ha actuado en interés de una causa pública, por lo mismo se halla
exento de pena" (419).

También aparece cuando el difamador ha actuado en defensa propia, esto es,


cuando el querellado ha ejercido con el propósito y objetivo de defenderse de algún
ataque del querellante. Su defensa debe ser su finalidad al expresar las frases
ultrajantes. Si de la forma como ocurrieron los hechos, se determina que el autor o
agente de las expresiones objetivamente injuriantes, ha actuado con el dolo de
difamar, la prueba de la verdad no procede.

d. Cuando el querellante solicite la continuación del proceso hasta probar la


verdad o falsedad de las imputaciones. Finalmente el inciso 4 del artículo 134 del
Código Penal, recoge una cuarta hipótesis en la cual procede o funciona en forma
positiva la exceptio veritatis. En efecto, se indica que el slyeto activo puede probar la
veracidad de las imputaciones iqjuriosas cuando en el proceso por querella, el propio
querellante solicita formalmente que el proceso se siga hasta establecerse la
veracidad o falsedad de las imputaciones aparentemente difamantes perjudiciales
para su honor.

Esta excepción se traduce en una facultad que el legislador ha establecido para que
el ofendido, si se encuentra seguro que las imputaciones expresadas o emitidas por
el querellado son falsas, solicite al juez de la causa se siga la querella hasta probar
su falsedad, pues de ese modo se salvaguarda su honor y reputación de manera
más efectiva. En otros términos, el querellante actuando de tal manera busca una
doble victoria: primero, que se sancione al difamador y, segundo, que quede a buen
recaudo su prestigio y reputación sobre bases realmente sólidas, pues a nivel
judicial se habrá declarado la incolumidad de su honor. Por su parte, en
contrapartida, se le da la posibilidad al querellado a que pruebe la veracidad de sus
afirmaciones aparentemente injuriosas. Es lógico, si el querellado logra probar que
sus imputaciones son verdaderas, quedará exento de pena.
"La ley da facultad al ofendido que se considera ajeno a la imputación a convertir el
proceso por difamación en un juicio de honor capaz de demostrar, alternativamente,
la razón del querellado o la incolumidad real del honor del querellante en el caso
concreto" (420).

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Subcapítulo 7

Inadmisibilidad absoluta de la exceptio veritatis

1. DESCRIPCIÓN LEGAL

El artículo 135 del C.P., modificado por la Ley Nº 27480 del 13 de junio de 2001,
establece en forma clara las hipótesis en los que no se puede admitir la exeeptio
veritatis, así:
No se admite en ningún caso la prueba:
1. Sobre imputación de cualquier hecho punible que hubiese sido materia de
absolución definitiva en el Perú o en el extranjero.
2. Sobre cualquier imputación que se refiera a la intimidad personal y familiar; o
a un delito de violación de la libertad sexual o proxenetismo comprendido en los
Capítulos IX y X, del Título IV, Libro Segundo.

2. FUNDAMENTO DE LA NORMA

Para garantizar la institución de la cosa juzgada, así como la incolumidad de la vida


Íntima y familiar de las personas, el legislador de modo taxativo ha dispuesto en qué
supuestos queda excluida la prueba de la verdad.
En efecto, con la finalidad de evitar excesos en la práctica judicial al aplicarse el
artículo 134 del c.P., y de ese modo poner en tela de juicio lo que se conoce como
cosa juzgada y la intimidad familiar, el legislador atinadamente ha previsto
expresamente en qué casos absolutamente no procede la exeeptio veritaru. Esto es,
aun cuando nos encontremos en los supuestos antes analizados, está jurídicamente
prohibido aceptar que el querellado pruebe la veracidad de sus afirmaciones
injuriantes.
Ello origina que así se presente el supuesto que el propio ofendido o querellante
solicite formalmente que el querellado pruebe la veracidad de su imputación, el juez
no podrá admitir tal pedido; de hacerlo, sin duda, se presentará los elementos
constitutivos del delito de prevaricato.
3. SUPUESTOS QUE NO ADMITEN LA EXCEPTIO VERITATIS
El artículo 135 del c.P., recoge los supuestos en que jurídicamente no es posible
admitir la prueba de la verdad. Veamos en que consisten:
a. Cuando la imputación se refiera a hechos que originaron una sentencia
absolutoria en el Perú o en extranjero. El primer inciso del artículo 135 recoge el
supuesto que no se admite la prueba sobre imputación de cualquier hecho punible
que hubiese sido materia de absolución definitiva en el Perú o en el extranjero. En
efecto, cuando por determinado delito que motiva ahora las imputaciones injuriosas,
se haya emitido, en nuestra patria o fuera del país, sentencia absolutoria que ha
pasado a cosa juzgada, no procede la prueba de la verdad. Basta que se pruebe
que el difamador se refirió a hechos que fueron ventilados y originaron una sentencia
definitiva absolutoria, para ser sancionado por el delito de difamación. Por
disposición expresa de la ley, el querellado no tendrá posibilidad alguna de probar la
veracidad de sus imputaciones para quedar exento de pena.
Al estar ante la institución de la cosa juzgada y, más aún cuando se ha declarado la
inocencia del procesado, carece de objeto reabrir judicialmente la discusión sobre
materia definitivamente resuelta. Ello en nuestro sistemajurídico adquiere carácter
de principio fundamental de nuestra administración de justicia.
En definitiva, el supuesto aparece cuando la sentencia definitiva haya sido
absolutoria. Caso contrario, si la sentencia final ha sido condenatoria, es posible que
se admita la prueba de la verdad. Esto ocurrirá, por ejemplo, cuando el propio
querellante así lo solicite, quizá para probar que es inocente de los cargos por los
cuales se le condenó. Si ello sucediere, lo único que logrará será restituir su buena
reputación y fama ante el conglomerado social en donde hace vida de relación. La
sentencia que adquilió condición de cosa juzgada es inamovible, salvo que mediante
el recurso de revisión logre revertirla.
Por otra parte, la sentencia absolutoria deberá tener el carácter de definitiva, si
todavía está siendo objeto de algún recurso impugnatolio, es posible que se admita
la exceptio veritatis.
b. Cuando la imputación se refzera a la intimidad personal o familiar. El segundo
inciso del artículo 135 del corpus juris penale prevé otro supuesto en la que está
totalmente prohibido la admisión de la prueba de la verdad. En efecto, en el
mencionado numeral se establece que no se admite la prueba cuando la imputación
se refiere a la intimidad personal o familiar del difamado.
El fundamento de esta hipótesis lo encontramos en el respeto a la vida privada del
que todo ciudadano goza. El derecho a la intimidad es entendido como la atlibución
que tiene toda persona de desenvolverse o desarrollarse en su entorno como a bien
tenga con la única limitación de no peIjudicar los derechos de otros o, mejor dicho,
como el espacio en el cual no puede penetrar lícitamente un tercero. En ese sentido,
se protege a la intimidad personal (se refiere a la vida personal de cada uno) y
familiar (se refiere a la vida que se desarrolla en relación con las personas
estrechadas por lazos jurídicos o sanguíneos) a nivel constitucional.
En esa línea, se concluye que no se admite la prueba de la verdad cuando las
imputaciones difamatorias se refieren a hechos que tienen relación con la intimidad
personal o familiar del ofendido. Ni siquiera a pedido de este último, el juez puede
admitir la exceptio veri.tatis. Admitir la comprobación de imputaciones referentes a la
intimidad sería tanto como permitir la intromisión a nuestro espacio íntimo de quien
carece de todo derecho a hacerlo, lo cual es obvio, equivaldría a destruirlo. La
imputación iqjuriante referida a estas situaciones es siempre delictiva (421).
Respecto de un hecho concreto, la autoridad jurisdiccional, aplicando su criterio y el
sentido común, fácilmente podrá darse cuenta si las imputaciones difamatorias
puestas en su conocimiento se refieren a hechos de la vida íntima del querellante. Si
concluye que de ellas se tratan, denegará de plano la prueba de la verdad, caso
contrario, si concluye que nada tiene que ver con la vida íntima personal o familiar, la
admitirá en caso que la soliciten.
Por ejemplo, de ningún modo se admitirá la exceptio veri.tatis en la querella iniciada
a Rigoberto Vázquez por haber propalado la noticia que Alejandro Delgado es un
impotente sexual y, por ello, su cónyuge se acuesta con cualquiera. Ello debido a
que, en forma evidente se concluye que las imputaciones difamatOlias se refieren a
la intimidad personal y familiar del querellante Alejandro Delgado.

c. Cuando la imputación se reJiera a un delito de violación sexual. El inciso 2 del


artículo 135 recoge el tercer supuesto en que no se admite la exeeptio veritatis. Así
tenemos que no se admite en ningún caso la prueba de la verdad cuando las
imputaciones se refieran a cualquiera de los delitos contra la libertad sexual
recogidos y tipificados en el Capítulo IX del Libro Segundo del Código Penal.
De ese modo, en las querellas iniciadas a consecuencia de imputaciones efectuadas
por los delitos de violación sexual, violación de persona en estado inconsciente,
violación de persona que padece enfermedad mental, violación sexual de menor,
seducción y atentados contra el pudor, no se admite la exceptio veritatis hayan sido
o no denunciados.
Por ejemplo, en el caso que se le inició una querella a Edgar Saravia Guillen por
haber difundido la noticia que a Liz Cadenillas Córdoba, le violaron sexualmente dos
personas después de haber salido, en estado de ebriedad, de una reunión social. En
este caso, por disposición expresa de la ley, aun a solicitud formal de la querellante,
el juez no podrá admitir la prueba de la verdad.

d. Cuando la imputación se refiere al delito de proxenetismo. Finalmente, el


inciso 2 del artÍCulo 135 recoge el cuarto supuesto en que no se admite la exceptio
veritatis. Así tenemos que no se admite en ningún caso la prueba de la verdad
cuando las imputaciones se refieran a cualquiera de los delitos etiquetados como
proxenetismo tipificados en el Capítulo X del Libro Segundo del Código Penal.
De ese modo, en las querellas iniciadas a consecuencia de imputaciones efectuadas
por los delitos de promoción o favorecimiento de la prostitución, rufianismo,
prostitución de personas y trata de personas para el ejercicio de la prostitución, por
disposición expresa de la ley, no es posible que el juez admita la exceptio veritatis
hayan sido o no denunciados.

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Subcapítulo 8
Difamación o injuria encubierta o equivoca

1. DESCRIPCIÓN LEGAL

En el artÍCulo 136 del corpus iuns penale, se tipifica la figura conocida con el nomen
iuns de difamación o injuria encubierta o equívoca en los términos siguientes:
El acusado de difamación o injuria encubierta o equívoca que rehúsa dar en juicio
explicaciones satisfactorias, será considerado como agente de difamación o injuria
manifiesta.

2. ANÁLISIS DEL TIPO PENAL

De acuerdo a la doctrina y a nuestra legislación, existen evidentes diferencias entre


injuria y difamación manifiesta o directa y la encubierta, dudosa, equívoca o no
manifiesta. Las primeras como se ha dejado establecido, se configuran cuando el
ataque al honor del sujeto pasivo se produce de manera clara y directa, no hay
mayor problema para identificar la finalidad ofensiva del agente, en tanto que en las
dudosas, el sujeto activo actúa ocultando sus intenciones en expresiones vagas o de
doble sentido, en las cuales no aparece claro el animus injuriandi o difamand~ no
obstante, este se evidencia de las circunstancias en que fueron emitidas las
expresiones o frases aparentemente injuriantes.
En ese sentido, el tipo penal del artículo 136 del C.P., prevé cuatro supuestos en
que no aparece claro el animus iniuriandi, los mismos que cuentan con autonomía
propia y pueden presentarse en la realidad de manera independiente y consistente.
Así tenemos:

a. Injuria encubierta. Se configura esta modalidad de injuria dudosa cuando el


agente expresa palabras o realiza gestos o vías de hecho en forma directa contra
una persona, pero de manera inteligente, aparentemente, ocultando una ofensa al
honor de aquella.
En otros términos, viene a ser la conducta con la que se oculta dolosamente la
ofensa al honor, empleando una expresión que directamente no es deducible del
texto, pero resulta de las circunstancias o se oculta mediante una expresión en sí
inocente, la cual adquiere carácter ofensivo por su vinculación a un hecho al cual se
le relaciona (422).

El animus iniuriandi no se exterioriza en una dimensión clara y precisa, sin embargo,


se debe deducir que el agente ha dejado entrever algún indicio de su existencia.
Algún elemento indiciario, tmido a determinadas circunstancias precedentes o
concomitantes al hecho supuestamente ofensivo, permiten fundadamente creer en la
posibilidad que el actor ha querido agraviar el honor de su víctima empleando
expresiones que aun cuando su texto no es directamente atributivo de un deshonor,
sin embargo, se puede llegar a tal conclusión por la VÍa de una deducción particular
necesitada de conformación judicial para recién constituir un hecho punible (m).

De la redacción del tipo penal, fluye el supuesto que la injuria encubierta tendrá que
ser confirmada por la autoridad jurisdiccional, caso contrario el delito de injuria no
aparece. Expuestos los hechos y si el autor de las expresiones aparentemente
injuriosas no da una explicación razonable y satisfactoria para el supuesto ofendido,
sobre sus expresiones, se concluirá que el delito de injuria se ha perfeccionado.
b. Difamación encubierta. Se produce el supuesto de difamación encubierta
cuando el agente, con expresiones vagas y dudosas, atribuye en forma pública un
hecho, cualidad o conducta ofensiva al honor del sujeto pasivo.
El animus difamandi no aparece en forma clara y precisa, más bien se deduce de un
análisis concreto de la forma y circunstancias en que fueron emitidas y difundidas las
expresiones aparentemente difamantes. No obstante, si requerido en una querella el
autor de tales expresiones, da explicación razonable sobre su comportamiento y
expresiones en el sentido que no se dirigió contra el que se siente ofendido o, en su
caso, no tuvo ninguna intención de difamar, la autoridad jurisdiccional así lo
declarará, quedando desvanecida la probabilidad que el querellante haya sido
ofendido en su reputación con las expresiones dudosas emitidas por el querellado.
Caso contrario, si no puede dar explicación razonable alguna o en su caso, la
explicación no satisface al querellante, será sancionado por el delito de difamación si
a criterio del juez, haciendo un razonamiento con sentido común de las pruebas
actuadas en un debido proceso, resulta evidente la intención difamatoria que guió al
querellado.

c. Injuria equívoca. Se presente la injuria equívoca cuando una persona profiere


palabras, gestos o vías de hecho a otra, en forma ambigua e imprecisa que
aparentemente lesiona el honor del destinatario.
Las frases o gestos injmiosos no tienen una dirección definida, no se sabe si injurian
a una u otra persona. El carácter dudoso de la ofensa puede provenir del uso de
palabras de doble sentido, frases vagas o reticentes, alusiones ambiguas o
imprecisas, etc. (424)

Las palabras, gestos o vías de hecho imprecisas, dada su característica dudosa, se


presentan a ser interpretadas, aun desde una perspectiva objetiva, tanto en un
sentido agraviante como también inofensivo (425). En consecuencia, resulta que
cuando el querellante se siente ofendido con las frases aparentemente injuriosas,
solicita formalmente que el autor de aquellas dé una explicación razonable sobre el
significado de los términos o gestos emitidos. En otros términos, se le solicita al
querellado que aclare cuál es el verdadero sentido de sus expresiones. Si la
explicación satisface las expectativas del querellante se dará por concluido el
proceso; caso contrario, el agente será sancionado a título de autor del delito de
injuria.

d. Difamación equívoca. Finalmente, la hipótesis de difamación equívoca


aparece cuando el agente haciendo uso de frases o expresiones ambiguas y de
doble sentido, atribuye, de modo que se haga público, hechos, cualidades o
conductas que aparentemente dan a entender que se afecta el honor del sujeto
pasivo.
Roy Freyre (426) enseña que la difamación equívoca se presenta cuando se
emplean frases con las que, pretextando negarse una cualidad ofensiva,
indirectamente se está atribuyendo dicha cualidad a la persona referida.

No obstante, igual que los anteriores supuestos, en un proceso por querella se


ventilará si el autor de las expresiones o frases difamantes ha actuado con animus
difamandi y sobre todo, si se ha referido a la persona que se siente ofendida. En tal
caso, será sancionado por el delito de difamación manifiesta. En sentido opuesto, si
se llega a la conclusión que en las expresiones objetivamente difamantes en ningún
momento ha intervenido el dolo de difamar o, en su caso, las frases no estaban
dirigidas al querellante, el proceso concluirá y no habrá sanción para el querellado.
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Subcapítulo 9

Injurias recíprocas

l. TIPO PENAL

La figura delictiva de injurias recíprocas aparece tipificado en el artÍCulo 137 del


código sustantivo, en la siguiente forma:
En el caso de injurias recíprocas proferidas en el calor de un altercado, el juez
podrá, según las circunstancias, declarar exentas de pena a las partes o a una de
ellas.
No es punible la injuria verbal provocada por ofensas personales.

2. FUNDAMENTO DE LA NORMA

El tipo penal del artÍCulo 137 del Código Penal, deviene en sui generis por las
especiales circunstancias que contiene. En la doctrina se han planteado diversas
teorías para tratar de justificar la presencia de una norma en tal sentido. De ese
modo, se han expuesto la teoría de la legítima defensa, la teoría de la fórmula
compensatoria y finalmente, la teoría de la retorsión.
No obstante, la docuina moderna ha superado la teoría de la legítima defensa, la
misma que es imposible sostener debido que cuando ocurre la lesión a un bien
jurídico y momentos después se reacciona, no aparecen las circunstancias
elementales de tal institución. La legítima defensa requiere que la acción ilegítima
sea respondida por una reacción en forma instantánea a fin de lograr que la lesión
del bien jurídico no se produzca. Situación que no se presenta en la figura de las
injurias recíprocas. Es imposible sostener la legítima defensa contra una iqjuria ya
proferida, es decir, no aparece aquella cuando el bien jurídico honor ya ha sido
lesionado por el primer injurian te.

También se ha superado la posición doctrinaria que pretendió encontrar su


fundamento en una fórmula compensatoria, es decir, la segunda injuria se compensa
con la primera. No obstante, resulta evidente en derecho penal que los delitos
independientes no pueden ser compensados unos con otros. Cada delito, en forma
independiente contiene peculiaridades y circunstancias especiales, las mismas que
hacen que cada delito no sea igual en intensidad o magnitud respecto de otro. De
modo que resulta absurdo pensar que pueda darse una compensación en sentido
equitativo entre la primera y segunda injuria producida.

En cambio, la teoría que sostiene la fórmula de la retorsión, aparece como la más


convincente para fundamentar la figura de nomen iuns "injurias recíprocas". Esto es,
aparece evidente que se trata de la devolución de una injuria que hace una persona
hacia otra que le injurió primero. Se trata de una simple devolución de una injuria,
como reacción, respecto de otra provocante dentro de circunstancias especiales
como la contemporaneidad, causalidad y en medio del calor de un altercado, en el
cual, el primero y segundo injuriante son partícipes activos.
Luis Bramont Arias (427), respecto de este punto enseña que "cuando una injuria es
devuelta inmediatamente con otra, no deja de ser punible en principio (pues no hay
un jus retorsz) sino que en base a las circunstancias del caso concreto, el juez
puede abstenerse de imponer pena. Lo que explica el instituto de la retorsión, el
facultativo perdón judicial, no es propiamente la compensabilidad de las injUlias
recíprocas sino la consideración de que el primer injUliado, al devolver la ofensa,
cede a un impetu dolons, hasta cierto punto disculpante (criterio psicológico) la
injuria devuelta, una represión infligida extra judicialmente por el primer injuriado
(criterio político)".
3. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LAS INJURIAS RECIPROCAS
El legislador ha investido a la figura delictiva de injurias recíprocas con elementos y
circunstancias especiales que hacen de ella un supuesto delictivo particular, sin
parecido alguno a otra figura penal.
En primer término, cabe proponer una definición de lo que ha venido en llamarse
injurias recíprocas. Estas consisten en las ofensas que se hacen mutuamente dos
personas envueltas o imbuidas en un ambiente especial de acalorado altercado.
En esta línea, se tiene que el primer elemento constitutivo del supuesto delictivo
viene a ser la reciprocidad de las injurias. En efecto, deben existir dos ofensas
ultrajantes independientes. La primera que ofende el honor a una segunda persona y
esta ofende el honor de la primera. No necesariamente estas injurias deben tener la
misma intensidad y magnitud. La desigualdad que puede haber entre una y otra, a
llevado al legislador a indicar que, el juez puede declarar exentas de pena a ambas
partes o a una de ellas. Esto es, si a criterio del juez las injurias tienen la misma
magnitud, declarará exenta de pena a ambas partes. Si ocurre que una de las
injurias es más intensa que la otra, sancionará al autor de aquella y declarará exenta
de pena a esta última.
Otro elemento importante que debe concurrir lo constituye la causalidad entre una y
otra injuria. Esto es, la primera ofensa proferida debe originar o ser la causa de la
segunda injuria. Debe haber un nexo de causalidad. Caso contrario, si en un caso
concreto se llega a determinar que de acuerdo a las circunstancias fue imposible
que la primera ofensa provoque a la segunda, la figura de injurias recíprocas no
aparece. En este sentido, Bramont-Arias Torres/Carcía Cantizano (428) afirman que
para la aplicación de este artículo "se requiere una relación de causalidad -o
conexión- entre la primera injuria (provocación) y la segunda injuria (respuesta)".
Un tercer elemento lo constituye la contemporaneidad o proximidad de las injurias.
Ello significa que entre una y otra injuria no debe mediar mayor tiempo que el
necesario para emitir la segunda ofensa sin que su agente tenga la oportunidad de
reflexionar y sobreponerse a la injuria recibida. Caso contrario, si de acuerdo a las
circunstancias en que ocunió un hecho concreto, se llega a la conclusión que el
segundo ofensor tuvo tiempo suficiente para reflexionar y sobreponerse a la plimera
ofensa y en lugar de abstenerse y actuar conforme a derecho, emite ofensas
injuriantes. "Son de naturaleza privada y por lo tanto d~ acción privada, susceptibles
de d~istimiento y transacción, en cualquier estado del juicio antes de la sentencia
final, que termina por vía de conciliación en el acto del comparendo en instancia
única; a excepción de la comisión de dichos delitos por medio de comunicación
escrita o hablada, como diarios, revistas, radio y televisión, que de no mediar
conciliación y rectificación son elevados a la Suprema en recuT.5O de nulidad"
(429). En estos procesos, el querellante fácilmente puede desistirse de su acción y
dejar impune el delito contra el honor cometido en su agravio. Nadie ni el propio
Estado le puede obligar a que llegue hasta el final del proceso.
Esta circunstancia se constituye en una diferencia trascendente entre la acción
privada y la pública. En efecto, cuando los delitos son perseguibles por acción
pública o de oficio, así el agraviado· o víctima no denuncie el delito cometido en su
agravio, se desista o, en todo caso, no le interese continuar con el proceso,
corresponde al Estado por medio del Ministerio Público primero y después por el
Poder Judicial, denunciar, impulsar el proceso y sancionar al autor de la conducta
punible perfeccionada.

4. OFENSA A LA MEMORIA DE PERSONAS

En el segundo y último párrafo del tipo penal del artÍCulo 138, se dispone que
cuando se ofende la memoria de persona fallecida, presuntamente muerta, o
declaradajudicialmente ausente o desaparecida, corresponde al cónyuge,
ascendiente, descendiente o hermano promover la acción penal o en su caso,
continuar la querella.

Del dispositivo se concluye lo siguiente: Primero que la memoria de la persona


fallecida, presuntamente fallecida, declarado judicialmente ausente o desaparecida,
está debidamente tutelada por la ley penal contra conductas injuriosas o difamantes.
No obstante, queda claro que se trata de la memoria de persona muerta, declarada
ausente o desaparecida, por lo que de ningún modo podemos afirmar que se trata
de proteger el honor de las personas con aquellas cualidades.

Segundo, de lo antes referido se concluye también que el muerto, declarado ausente


o desaparecido, no vendría ser el sujeto pasivo o agraviado de la conducta injuriosa,
pues tal condición solo pueden tenerlo las personas con vida y presentes. Siendo
así, nada se opone que el agraviado o sujeto pasivo sea el cónyuge, ascendiente,
descendiente o hermano, según sea el caso particular. Sin duda, cuando se ofende
la memoria de una persona, los afectados son sus parientes más cercanos.
Un ejemplo puede graficar mejor lo sostenido. Cuando Nieves Chacaliaza,
públicamente difunde la noticia en el sentido que Juan Pedro Corrales, recién
fallecido, se dedicaba a estafar a la gente y que por ello hizo su fortuna,
indirectamente está ofendiendo a los palientes. En efecto, aquí, sin duda, se está
afectando la memoria del fallecido, pero a la vez se está causando un petjuicio moral
a los parientes, pues indirectamente se estaría diciendo que los deudos son
herederos de una fortuna mal habida o que tienen dinero a costa de la gente
estafada. En ese sentido, corresponde a los familiares del fallecido, actuar para dejar
bien establecida la memoria de su pariente muerto. Y sobre todo, tener a buen
recaudo los beneficios patrimoniales heredados de su difunto.
En suma, de presentarse el delito de injuria, difamación o calumnia en agravio de la
memoria de un fallecido, declarado ausente o desaparecido la querella será iniciada
por las personas que tengan alguna de las condiciones especificadas en el tipo
penal. Ninguna otra persona podrá hacerlo positivamente. Yen su caso, cuando la
querella fue iniciada ya por el fallecido, ausente o desaparecido, corresponde
continuarla también a las personas que tengan tales calidades.
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Título III

DELITOS CONTRA LA FAMILIA

1. CONCEPTO DE FAMILIA
El Código Civil pese a destinar un libro exclusivo dedicado a la familia no llega a
definirlo, ello debido, al parecer, por tener un concepto problemático, esquivo, difícil
de ser precisado. Sin embargo, de modo alguno es un espejismo o una mera ilusión,
pues la familia existe en la realidad concreta. Dentro de la conceptualización de este
hecho social lo que existen son en concreto relaciones intersubjetivas tales como el
matrimonio, el parentesco, la filiación, etc., y son precisamente esas relaciones las
que son objeto de regulación por el derecho de familia.
No obstante, la familia como fenómeno natural, tiene su base en la unión de los
sexos y como institución jurídica encuentra su base en el matrimonio, unión de un
hombre y una ml~er, reconocida y regulada por la norma jurídica. Asimismo, tiene su
origen en las denominadas uniones de hecho reconocidas a nivel constitucional en
nuestro sistema jurídico. En tal sentido, la familia viene a ser una asociación natural
y espontánea de personas que, unidas por intereses comunes, cumplen fines
naturales, materiales y espirituales que impone la vida.
En cuanto al concepto de familia, la doctrina ha distinguido dos acepciones: una en
sentido amplio, que corresponde a la perspectiva jurídica, la misma que define a la
familia como el conjunto de personas unidas por los vínculos de matrimonio,
parentesco o afinidad hasta límites que la legislación positiva ha establecido para
una serie de institutos civiles, como los impedimentos por razón del matrimonio, las
obligaciones alimentarias, la sucesión in testada, etc., que llegan hasta el cuarto
grado de consanguinidad y segundo de afinidad en la línea colateral, más allá de los
cuales ya no hay vínculos familiares, ya no tienen relevancia jurídica, no surten
efectos civiles.
Por otro lado, en sentido restringido que interesa mayormente a la sociología, se
conceptualiza a la familia como el conjunto de personas que se hallan unidas por el
matrimonio o la filiación, o como el conjunto de personas que viven en el mismo
techo, bajo la dirección y con los recursos del jefe de familia. En otras palabras, se
considera a la familia como el núcleo paterno filial, constituida por el padre, la madre
y los hijos no emancipados que se encuentran bajo su pauia potestad, concepto que
entiende a la familia como sinónimo de hogar.
2. IMPORTANCIA DE LA FAMILIA EN NUESTRO SISTEMA ]URÍDICO
Todos sabemos que desde la óptica social, la familia es la célula básica de la
sociedad, incluso así viene estipulado en nuestra normatividad jurídica. En efecto, el
artículo 4 de nuestra Constitución señala que "el Estado protege a la familia y
promueve al mauimonio" y los reconoce como "institutos naturales y fundamentales
de la sociedad". Ello viene a ser la premisa para que la mayoría de normas que
regulan la familia tengan carácter imperativo, es decir, de orden público o de
cumplimiento necesario, pues la organización y desenvolvimiento de las familias
interesa de sobremanera a la comunidad y al Estado.
El legislador no puede soslayar tal situación toda vez que para la persona natural en
particular, la familia cumple una función de protección, de defensa frente a las
innumerables contingencias del medio social. La familia viene a ser refugio de la
persona natural. Esta sin el respaldo ni la protección de una familia, tiene mínimas
posibilidades de sobrevivir y si logra hacerlo, será de escaso valor para el Estado,
pues la mayor de las veces se vuelve gregario y antisocial. Roy Freyre (450) indica
certeramente: es un hecho natural que el hombre aislado no puede dar satisfacción
normal al imperio de su sexo, ni atender a los cuidados personales en una edad muy
tierna o muy madura, ni procurarse su propia formación natural. Por tales motivos la
familia, al mismo tiempo que es la colectividad natural más antigua, es también la
célula social por excelencia, la más importante, porque sin ella no se concibe la
posibilidad de una vida en sociedad.
En tal sentido, es evidente la importancia de la familia para la organización y
desenvolvimiento del Estado, en consecuencia el legislador no ha tenido otra
alternativa que darle su real dimensión al momento de legislar y regularle a fin de no
distorsionar los lazos nacidos del mauimonio, parentesco o afinidad. En esta línea
del razonamiento, no resulta raro ni casual que el Estado haga uso del derecho
punitivo para proteger a la familia y sancionar conductas que puedan afectado.
En doctrina del derecho penal, no pocos entendidos han señalado que la
intervención del Estado en las relaciones familiares vía el derecho punitivo, en lugar
de resultar beneficioso puede ser contraproducente, mas no dañina. No contribuye
de manera alguna a mejorar la situación económica ni lograr su unidad. Se concluye
que el Estado debe abstenerse de intervenir por aquel medio. Sin embargo,
pensamos que tal intervención se justifica por el hecho concreto de garantizar el
efectivo cumplimiento de las obligaciones y deberes familiares, cuando los
ciudadanos dolosamente pretenden sustraerse.
No obstante, de modo alguno podemos pensar que el derecho penal interviene en
todas las relaciones familiares que regula el derecho de familia. El derecho punitivo
se concreta a proteger relaciones familiares que tienen que ver con los cónyuges y
con los pa1ientes consanguíneos en línea recta. Como desarrollaremos más
adelante, al legislador de la normativa penal solo le interesa tutelar cuatro aspectos
fundamentales para la subsistencia normal y desenvolvimiento regular de la familia.
Pretende proteger la estabilidad matrimonial dentro del sistema monogámico, el
derecho a la certeza de la filiación de los hijos respecto de los padres (lesión al
estado civil de las personas), el derecho de custodia que corresponde a los padres
respecto de los hijos (atentados contra la patria potestad) y tutelar las obligaciones
alimenticias (omisión de asistencia familiar).

Finalmente, cabe indicar que a diferencia del Código Penal derogado, el legislador
peruano ha suprimido la figura delictiva del adulterio. La razón es una moderna
política criminal. Sin ser pacífica esta posición debido que desde hace tiempo atrás
el adulterio ha suscitado la máxima repulsa de las sociedades que llegaron a
sancionarIo con la muerte, hoy se acepta como poco saludable su Climinalización
para un Estado Social y Democrático de Derecho, no obstante el argumento de los
justificadores que arguyen la gravedad que supone introducir hijos extraños en el
seno familiar en perjuicio de los hijos matrimoniales y unido a ello, la ofensa al
cónyuge engañado (431). Sin embargo, que no constituya delito el adulterio en
nuestro sistemajurídico no equivale a que esté permitido o que no tenga castigo
alguno, por el contrario, tal como aparece en el inciso 1 del artículo 333 del Código
Civil, constituye causal de divorcio con pérdida de los bienes gananciales para el
cónyuge adúltero. Así es como este pierde el derecho a heredar los bienes del
cónyuge engañado.

3. CONSIDERACIONES RESPECTO DEL ADULTERIO

Desde que aparece el derecho penal como instrumento o medio para regular la
convivencia social en forma pacífica, la legitimidad y la utilidad de incluir el adulte1io
dentro del catálogo de ilícitos penales, ha sido siempre tema de acaloradas y nada
pacíficas discusiones académicas. Actualmente, lejos de haberse encontrado algún
acuerdo respecto a su naturaleza, la polémica se ha polarizado aún más.

En ese sentido, la cuestión que si al adulterio debe considerársele como un ilícito


penal o solo como un ilícito civil es un debate inacabable. Al respecto la doctrina y
las diversas legislaciones se mantienen divididas. Modernamente, más por
cuestiones de política criminal que por otros argumentos sustentatorios, se viene
imponiendo la posición que sostiene la despenalización del adulterio.
Se entiende por adulterio la realización del acto sexual de una persona unida en
matrimonio con otra distinta a su cónyuge, faltando de ese modo al deber de
fidelidad que el matrimonio impone a los cónyuges.
Según esa premisa, se señala que elleit motiv de la punibilidad del adulterio es
garantizar la exclusividad de la mutua posesión sexual entre los consortes como
coditio sine qua non del orden y conservación de la familia, célula básica de la
sociedad según determinado sistema jurídico. El Estado tiene el deber político de
salvaguardar este orden y especialmente la organización éticojurídica de la
institución-matrimonio.
No obstante, otro sector mayoritalio de la doctrina sostiene que de plano, la
represión de las conductas adúlteras es incompatible con la subsistencia misma del
matrimonio. No cabe en un sistemajurídico que sustenta un Estado Democrático de
Derecho que un ciudadano en su condición de cónyuge sea sancionado penalmente
por el simple hecho de haber faltado al débito conyugal: situación que, por lo demás,
cae dentro del ámbito de la moral. Modernamente se sabe que, por medio del
derecho penal se reprime conductas que aparte de ser dañosas para la comunidad,
son intolerables por lesionar o poner en peligro bienes jurídicos fundamentales de
las personas, los mismos que le sirven para su normal desenvolvimiento en
sociedad. En efecto, el derecho penal se identifica por su carácter fragmentario y de
ultima ratio.

Por nuestra parte, somos de la opinión que la profusa práctica de las relaciones
adúlteras y los escasos resultados que se ha logrado con la tipificación como
conducta delictiva, son fundamentos más que suficiente para su despenalización. El
adulterio a acompañado a la humanidad desde sus albores, hasta el punto que ha
sido tema de inspiración para que geniales hombres de la literatura universal hayan
escrito verdaderas obras maestras. Pensemos un instante en Madame Bovary de
Flaubert, Ana Karenina del mso Tolstoi, por citar dos ejemplos representativos.
Sin embargo, con lo expuesto no pretendemos justificar las relaciones adúlteras, ni
pretendemos negar que el adulterio puede constituir hasta un acto inmoral (para los
moralistas), sino exponer y dar cuenta que todo acto inmoral no es susceptible de
considerarse como conducta delictiva. Sólo será tal cuando aquella conducta lesione
o ponga en peligro en forma real algún bien jurídico que resulta necesario para la
convivencia social, caso contraIio, otra solución se impone.

Por otro lado, se observa en la práctica, que no tiene ninguna eficacia tener como
conducta ilícita de carácter penal a las relaciones adúlteras, habida cuenta que no es
suficiente para controlar a los que no se abstuvieron por consideraciones de orden
más elevado. Esto parece definitivo, pues para este ilícito las penas siempre serán
benignas. En ese sentido, esperar que quien desafía los peligros de una opinión
pública adversa, o la venganza del cónyuge ofendido, vaya a abstenerse de
realizarlo por la remota eventualidad de unos meses de condena condicional,
significa no conocer los más elementales rudimentos de la psicología humana. Más
aún cuando mayormente son acciones furtivas y cautelosas de difícil probanza.
Al parecer, por tales consideraciones e inspirado en la corriente doctrinaria de un
derecho penal mínimo y garantista, el legislador del Código Penal de 1991, ha
proscrito el adulterio como hecho punible de nuestro sistema penal a diferencia del
Código Penal derogado de 1924 que lo tipificaba en el artículo 212 dentro de los
delitos contra la familia.
Por lo expuesto, quizá académicamente se piense que somos partidarios de dejar a
las relaciones adúlteras sin sanción, no obstante, nada más lejos de nuestras
convicciones. Solamente somos conscientes que en este caso, la represión penal
carece de efectos significativos para la convivencia social. Si por el contrario, se
siguiera manteniendo como conducta delictiva al adultelio, la continua vulneración a
la norma originaría un perjuicio enorme al derecho punitivo, pues en forma evidente
se deslegitima ante los ciudadanos.

Mas, por nuestra parte, consideramos que resulta más eficaz sancionar al
responsable de relaciones adúlteras con el divorcio como lo establece en forma clara
nuestro ordenamiento civil, se entiende, si así lo desea el cónyuge ofendido.
Ocasionando como consecuencia un perjuicio patrimonial al agente del adulterio,
como lo constituye la privación de los gananciales de los bienes propios del cónyuge
inocente; así como también, la pérdida inmediata del derecho a heredar del cónyuge
engañado (4~2).

En definitiva, se evidencia en forma clara que una sanción civil tiene más eficacia
para controlar, mas no para terminar con los innumerables casos de adulterio que
una sanción penal, la cual, aparte de destruir por completo el matrimonio y la familia,
nada positivo consigue para la convivencia social pacífica.
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CAPíTULO I

MATRIMONIO ILEGAL
SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Importancia de la institución del
matrimonio en nuestro sistema jurídico. 2. Concepto de matrimonio legal o eficaz.
Subcapítulo 2: Bigamia. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico
protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 2.4. El delito de bigamia agravada.
3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7.
Tentativa. 8. Penalidad. Subcapítulo 3: Matrimonio con persona casada. 1. Tipo
penal. 2. Tipicidad objetiva . . 2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3.
Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación. 7. Tentativa. 8. Penalidad. Subcapítulo 4: Celebración de matrimonio
ilegal. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto
activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. A. Celelrración dolosa de
matrimonio ilegal. B. Celebración imprudente de matrimonio ilegal. 4. Antijuridicidad.
5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7. Penali· dad. Subcapítulo 5:
Inobservancia de las formalidades para contraer matrimonio. 1. Tipo penal. 2.
Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico tutelado. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3.
Tipicidad subjetiva. 4. Consumación y tentativa. 5. Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

1. IMPORTANCIA DE LA INSTITUCIÓN DEL MATRIMONIO EN NUESTRO


SISTEMA JURÍDICO

El matrimonio constituye el núcleo básico y central de la familia, de allí su


importancia. En nuestra patria, como en gran parte de los países civilizados, se
preceptúa a nivel constitucional que el Estado protege a la familia y promueve el
matrimonio, reconociéndole como un instituto natural y fundamental de la sociedad.
Incluso, con la finalidad que no aparezca ninguna duda al respecto, se indica
claramente que la forma del matrimonio, las causas de separación y su disolución
son reguladas por ley (artículo 4 Constitución Política).

Al reconocer y establecer el constituyente de 1993 que el matrimonio al igual que la


familia constituyen institutos naturales y fundamentales de la sociedad, ha marcado
distancia con aquella teoría que considera al matrimonio como un contrato. En
efecto, en doctrina del derecho de familia existe la teoría que sostiene que el
matrimonio, pese que la voluntad de los contrayentes está más restringida que en
los contratos de tipo patrimonial, participa de todos los elementos esenciales de los
contratos. Sin embargo, frente a esta posición doctrinaria aparece la teoría que
considera al matrimonio como una institución. Esta teoría sostiene que el
matrimonio, de modo alguno, puede equipararse a los contratos civiles, pues una
vez que los contrayentes han expresado su voluntad o consentimiento para firmar el
acta del matlimonio, después de haber cumplido ciertos requisitos imperativos, no
podrán substraerse a los efectos naturales del matrimonio, los mismos que se
producen automáticamente y pese a la voluntad negativa de los cónyuges.

El matlimonio constituye una institución social y natural regulada por la ley con
normas de carácter imperativo, las mismas que hacen imposible que se le considere
como un contrato de tipo civil. La ley imperativamente impone a los cónyuges,
circunstancias y condiciones que deben cumplir antes y después de celebrarse el
mismo. Si antes o en el acto mismo del matrimonio falta algún requisito obligatorio,
se corre el riesgo de ser nulo a anulable. No es suficiente el solo consentimiento
para subsanar alguna deficiencia formal en que hayan incurrido los contrayentes al
momento de formalizar el matrimonio; asimismo, no es suficiente la sola voluntad o
consentimiento de los cónyuges para poner fin al matrimonio. De acuerdo con
nuestro sistema jurídico, siempre es necesaria la participación de la autoridad
jurisdiccional para poner fin al mismo cuando concurre alguna de las causal es
debidamente establecidas en la ley.

En ese sentido, y teniendo en cuenta que el matrimonio garantiza la unidad familiar


que es el núcleo básico de la sociedad, su tutela o protección por medio del derecho
punitivo no puede ser ajeno con el fin de sancionar conductas que dolosamente
pueden ponerlo en peligro o lesionarla. Esto es, ha logrado tal importancia la
monogamia (unión de un varón con una sola mujer, o unión de una mujer con un
solo varón) en nuestro sistema jurídico que se .constituye en un bien jurídico que
corresponde al derecho penal tutelar o proteger ante eventuales conductas que le
ponen en peligro o lesionan. De alejarse el derecho penal del ámbito del derecho de
familia, sin duda, conductas delictivas pondrían en tela de juicio el sistema
monogámico impuesto imperativamente por nuestras leyes.

2. CONCEPTO DE MATRIMONIO LEGAL O EFICAZ


El legislador tomando en cuenta la importancia que tiene el matrimonio para nuestro
sistema jurídico, en el artículo 234 del vigente Código Civil le ha definido como la
unión voluntaliamente concertada por un varón y una mujer legalmente aptos para
ella y formalizada con sujeción a las disposiciones del Código Civil, a fin de hacer
vida en común. La referida norma puntualiza que el marido y la mujer tienen en el
hogar autOlidad, consideraciones, derechos, deberes y responsabilidades iguales.
Con tal disposición se permite afirmar que en nuestra patria, al igual que en los
países occidentales se ha impuesto el sistema monogámico, dejándose de lado
otros sistemas como la poligamia imperante en algunos países Olientales.
En doctrina del derecho de familia, aun cuando no aparece previsto en nuestras
leyes, se ha distinguido dos fines naturales del matrimonio: la procreación y
educación de la prole y el mutuo auxilio entre cónyuges y entre padres e hijos.
Asimismo, el matrimonio se caracteriza por su unidad, su permanencia en el tiempo,
no es una unión efímera ni de plazo previamente establecido. También por su
legalidad, debido que el ordenamiento jurídico preestablece de modo imperativo y
obligatorio, fuera del ámbito de la voluntad individual o contractual, un régimen
jurídico inalterable y obligatorio para los cónyuges.
La institución del matrimonio para ser legal o eficaz debe cumplir imperativamente
determinados requisitos o condiciones que en doctrina se les etiqueta como
requisitos de fondo y requisitos de forma. De faltar alguna de estas condiciones
-denominadas por la doctrina impedimentos del matrimoniose afirma que no podrá
celebrarse el matrimonio.
Los requisitos de fondo lo constituye: sexos opuestos debidamente previsto en el
artÍCulo 234 del Código Civil, edad mínima de los contrayentes previsto en el artículo
241 del mismo cuerpo de leyes (16 años para el varón y la mujer) y el
consentimiento válido que deben prestar los contrayentes.
Los requisitos de forma son: formalidades que preceden al matrimonio
(determinados documentos que deben presentarse para solicitado, publicaciones,
testigos, etc.), formalidades necesarias para la misma celebración (personas que
deben participar en su celebración), y formalidades posteriores a la celebración del
matrimonio (asentar el acta del matrimonio por duplicado).

En suma, de lo dicho se deduce que el enlace matrimonial solo tendrá la calidad de


lícito cuando se realiza entre personas capacitadas para celebrado, las cuales
deberán observar las formalidades y cumplir los requisitos señalados en la ley civil;
por el contrario, constituirán matrimonios ilegales los que son celebrados obviando
un impedimento civil o en todo caso, no habiéndose observado las formalidades
requeridas por la ley en su celebración. De ese modo, es posible que estemos ante
una conducta catalogada como punible por nuestro sistema jurídico-penal, pues se
vulnera o pone en peligro la institución del matrimonio.

Subcapítulo 2

Bigamia

1. TIPO PENAL

El delito conocido con el nomen iuris de bigamia se encuentra regulado en el tipo


penal del artículo 139 del código sustantivo de la manera siguiente:
El casado que contrae matrimonio será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de cuatro años.
Si, respecto a su estado civil, induce a error a la persona con quien contrae el nuevo
matrimonio, la pena será privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cinco
años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La conducta delictiva conocida con el nomen iuris de bigamia se configura cuando


una persona unida ya en matrimonio civil contrae nuevamente nupcias con otra, es
decir, un casado contrae nuevo matrimonio con persona diferente a su cónyuge.
Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (4S3) son contundentes en este aspecto al
afirmar que la persona contrayente ha de casarse con una persona diferente a la de
su primer matrimonio, caso contrario no se configuraría el comportamiento típico de
este delito.

Roy Freyre (4S4) enseña que el delito de bigamia consiste en contraer nuevo
matrimonio capaz de generar efectos civiles (elementos positivo), sin encontrarse
legítimamente disuelto el anterior de la misma naturaleza (elemento negativo). Será
bígamo, entonces, el individuo que se halla al mismo tiempo unido a dos personas
diferentes por sendos matrimonios regulados por el derecho civil.

Existen dos presupuestos básicos a tener en cuenta para alegar que estamos ante
la conducta punible de bigamia. Primero, que exista un matrimonio anterior civil,
válido y eficaz y, segundo, el matrimonio posterior sea aparentemente válido como el
primero, es decir, debe ser contraído con el cumplimiento de las formalidades
legales establecidas en el Código Civil y sin que concurra en él ningún vicio que
pueda afectarlo substancialmente distinto del matrimonio anterior, caso contrario, el
delito de bigamia no aparece (435).

Es irrelevante si la segunda persona es casada o no. El delito se habrá objetivado.


Siendo el caso que si ambos contrayentes son ya casados, ambos serán autores del
delito de bigamia.

Es indudable que al hacer mención de la institución del matrimonio nos estamos


refiriendo al civil. Para nada cuenta el matrimonio religioso, el cual solo tiene sentido
para quedar bien con la divinidad. Ello es consecuencia lógica de la premisa que el
matrimonio religioso no tiene alguna eficacia jurídica para efectos civiles, sin
embargo, perfectamente puede ser presentado como prueba de convivencia para
efectos de acreditar alguna unión de hecho que de acuerdo con nuestro
sistemajurídico tiene iguales efectos a los del matrimonio en lo que se refiere a los
bienes.

Respecto a lo indicado, la jurisprudencia peruana es uniforme. Para muestra cabe


como ejemplo las dos resoluciones judiciales siguientes (436):
Lq, celebración del matrimonio religioso, subsistiendo el vínculo del matrimonio civil
celebrado anteriormente, no constituye delito de bigamia, por carecer aquel de
fuerza legal (Ejecutoria Suprema del 18 de diciembre de 1956).
No procede la apertura de instrucción por delito de bigamia, si de la denuncia resulta
que la imputación al denunciado consiste en que siendo casado civilmente contrajo
matrimonio religioso con otra persona (Ejecutoria Suprema del 25 de julio de 1960).

Por lo demás, el leit motiv del legislador para tipificar como delictiva la bigamia es la
de proteger el sistema monogámico recogido por nuestra Constitución Política. En
ese sentido, se sanciona penalmente a aquel ciudadano que actuando deslealmente
sorprende primero a otra persona presentándose de estado civil soltero y, segundo,
a la autoridad municipal contrayendo matrimonio que no va a surtir ningún efecto en
la realidad al no reunir un requisito formal previsto en nuestro Código Civil cual es
que los contrayentes sean solteros o, mejor dicho, no estén unidos mediante el
vínculo matrimonial con otra persona.

2.1. Bien jurídico protegido

En este punto, en doctrina aún existe controversia, sin embargo, creemos que se
viene imponiendo la posición que considera al sistema monogámico como el interés
jurídico tutelado con la figura delictiva de la bigamia. En efecto, aun cuando se alega
que con la bigamia se lesionan diversos intereses como la honestidad de la mujer, la
reputación del cónyuge ofendido o el estado civil de las personas Uuan Bustos
Ramírez, Miguel Bajo Fernández, etc.), ha quedado establecido que nuestro sistema
jurídico ampara y avala el sistema monogámico como núcleo y raíz de toda familia.
En ese sentido, no resulta difícil desprender que el bien jurídico protegido, con la
tipificación de la conducta delictiva de bigamia, lo constituye el sistema monogámico,
es decir, la situación que en un espacio temporal determinado una persona solo
puede casarse legalmente una vez con otra. No puede contraer un segundo
matrimonio estando vigente un primero. Sin embargo, si obtiene el divorcio o se
declara la nulidad del primer matrimonio, nada impide que aquel pueda volver a
contraer nupcias con tercera persona.

En el mismo sentido, Javier Villa Stein (4S7) enseña que el bien jurídico tutelado es
el matrimonio monogámico como núcleo central de la familia. Es doctrina dominante.

Bramont-Arias Torres/García Cantizano (4SS), creemos erradamente -siguiendo al


profesor Luis Bramont Arias- todavía sostienen que el bien jurídico protegido en este
delito es la familia. En efecto, si bien es cierto que como efecto mediato y abstracto
se lesiona a la familia en general, con la bigamia se afecta directa e inmediatamente
al sistema monogámico instituido por nuestra Carta magna como el oficial. Este es el
sentido exacto de la posición del italiano Maggiore (4S9), al sostener que el motivo
de la criminalización es la ofensa contra el jus connubii, es decir, contra el
ordenamiento jurídico matrimonial instituido por el Estado sobre la base de la
monogamia.

En otro aspecto, el interés que el Estado pretende tutelar es de connotación social o


colectiva y no individual o privada, por lo que se convierte en irrelevante el
consentimiento de la víctima como posible causa de justificación. En otros términos,
el bien jurídico tutelado es de naturaliza jurídico-pública y por lo mismo el agente no
puede disponer de él, siendo irrelevante el consentimiento como causa de
justificación. Esta última circunstancia deviene en trascendente tenerla en cuenta,
pues así el cónyuge del primer matrimonio o en su caso, la pareja del segundo, sepa
o preste su consentimiento para la realización del segundo, el delito se habrá
configurado. Esto es, el bígamo no puede justificar su proceder ilícito alegando que
su primer cónyuge supo o prestó su consentimiento para contraer el segundo
matrimonio. Igual, no puede alegar eficazmente que la víctima del segundo
matrimonio sabía que era casado.
2.2. Sujeto activo

El sujeto activo del delito de bigamia siempre será una persona unida en matrimonio
con eficacia jurídica, ya sea varón o mujer, que ejecuta un nuevo matrimonio. En la
hipótesis que la pareja del segundo matrimonio del bígamo conociera la existencia
del primer matrimonio y, no obstante, acepta contraer nupcias, también se constituirá
en sujeto activo del delito.
Estamos ante un delito que en doctrina se conoce como especial propio, pues solo
pueden ser autores del hecho punible aquellas personas que tienen la condición de
casado o, en su caso, aquel que conociendo la existencia de un matrimonio, acepta
y se une en matrimonio con un casado.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo de la conducta delictiva de bigamia será el cónyuge del


primer matrimonio o en su caso, también se constituirá en víctima, la persona que
desconociendo la existencia de un matrimonio anterior, participó del segundo
matrimonio del bígamo. Ejemplo característico de lo anotado lo constituye la
hipótesis de la bigamia agravada. Aquí, la persona soltera es sorprendida por el
bígamo, por tanto, es lógico y coherente que se convierta en sujeto pasivo del delito
y goce de todos los privilegios que conlleva tal condición en la singular justicia penal
a fin de buscar alguna reparación por el engaño sufrido.

2.4. El delito de bigamia agravada

El segundo párrafo del tipo penal en comentario recoge la circunstancia por la cual
se agrava el hecho punible de la bigamia. En efecto, el legislador ha previsto que la
conducta del bígamo será pasible de sanción más drástica cuando actúe astuta y
deslealmente con la persona con quien contrae el segundo matrimonio. Esto es, el
agente induce a error a su pareja sobre su estado civil. Se presenta ante aquel como
soltero cuando en la realidad es una persona casada. La agravante se justifica por el
hecho de que astutamente se presenta con un estado civil falso de soltería con el
único propósito repudiable de peIjudicar a su pareja. Caso contrario, si llega a
determinarse que la pareja supuestamente sorprendida conoCÍa el estado civil del
agente y consintió en la realización del matrimonio o en su caso, por negligente no
salió de su error pudiendo hacerla, la agravante no aparece. Sólo se presenta
aquella cuando el error al que fue inducido por el agente es inevitable o invencible.
Siendo evitable o vencible no se configura la agravante. En este caso, el bígamo
será sancionado de acuerdo con el primer párrafo del tipo penal del artÍCulo 139.

La calidad del error, para tener eficacia de agravante, debe ser esencial e invencible,
con potencia suficiente como para desvanecer el principio de sospecha que supone
con respecto al verdadero estado civil del agente. Es necesario un plus, algo más
que la sola fama de soltero. Se necesita una maquinación orientada a hacer caer a
su víctima en el equívoco (440). Por su parte, Villa Stein (441) indica que aparece la
agravante cuando el sujeto activo, en su propósito engañoso, opera conductas
adecuadas a producir error. No se trata pues de la simple omisión de no revelar su
estado civil. En el mismo sentido, Iglesias Ferrer (442) afirma que el error debe ser
suficiente para desvanecer cualquier duda que pueda tener la víctima con respecto
al estado civil de casado que mantiene, siendo necesaria para ello de una verdadera
maquinación dirigida a acreditar fehacientemente su calidad de no casado. De esa
forma, los procedimientos a utilizarse para inducir a error deberán ser muy
convincentes, no basta, por ejemplo, con la sola negación de ser casado ya que esta
negación podría ser desbaratada rápidamente, sino que se necesita de algo más
elaborado y por ello mismo que ofrezca mayores garantías.

En doctrina es común presentar como ejemplo típico de la agravante el hecho de


hacer confeccionar una falsa copia certificada de una resolución judicial consentida
donde aparece que el vínculo matrimonial de su primer matrimonio ha quedado
disuelto. Otro supuesto aparecerá cuando el bígamo con la única finalidad de
conseguir el consentimiento de su novia le hace creer que ha quedado viudo y, para
ello, le presenta una partida de defunción falsificada de su anterior cónyuge.

3.TIPICIDAD SUBJETIVA
La forma como aparece redactado el tipo penal, nos convence que la bigamia es un
delito netamente doloso, no cabe la comisión imprudente al no estar prevista en
nuestro Código Penal.

El dolo se conligura cuando el bígamo con pleno conocimiento que se encuentra


unido en un primer matrimonio que cuenta con toda su eficacia jurídica, libre y
voluntariamente decide contraer un segundo matrimonio civil, esto es, el sujeto
activo actúa con conocimiento de la vigencia de su anterior matrimonio y con la
voluntad de celebrar, aun a pesar de ello, un nuevo matrimonio.

Roy Freyre (443) asevera que el dolo en este delito consiste en la "conciencia y
voluntad de contraer un nuevo enlace nupcial teniendo conocimiento de que los
efectos civiles del primero, que suponen monogamia, se encuentran subsistentes al
momento de celebrar el ulterior matrimonio". En tanto que Bramont-Arias
Torres/Carda Cantizano (444), enseñan que en este delito se requiere
necesariamente el dolo, donde se incluye el conocimiento por parte del sujeto activo
de que su matrimonio anterior no está disuelto y la voluntad, a pesar de ello, de
contraer otro nuevo.

En ese sentido, no se configura el delito de bigamia cuando una persona contrae


nuevo matrimonio en la firme creencia que su anterior cónyuge murió o en todo
caso, creyéndose soltera. En estos supuestos, al aparecer un error de tipo se
excluye el dolo. No obstante, si frente a un caso concreto se observa que una
persona dejó de realizar las más elementales diligencias para averiguar si su primer
cónyuge vivía o su anterior matrimonio subsiste (para salir de su error) y se
conforma con la posibilidad de cometer bigamia, existirá dolo eventual (445).

4.ANTIJURIDICIDAD

Una vez que el operador jurídico llega a concluir que el hecho analizado cuenta con
los elementos objetivos y subjetivos típicos, le corresponde analizar si en la
conducta concurre alguna causa de justificación de las previstas en el articulo 20 del
Código Penal. No hay problemas relevantes en este aspecto, pero ello no significa
que en algún momento pueda presentarse.
Deberá analizar el operador jurídico si el autor de la conducta típica en lugar de
perfeccionarla, pudo actuar de otra manera, es decir, se entrará a analizar si el
agente al momento de actuar pudo hacerlo de modo diferente a cometer el hecho
punible. En este tipo de delitos puede materializarse el miedo insuperable previsto
en el inciso 7 del artículo 20 del Código Penal. Ello ocurrirá cuando el agente ya
casado acepta contraer nuevo matrimonio ante la amenaza sel;a, actual e inminente
que le hace el padre de la novia ya embarazada, de matarIo si no lo hace para
salvar el honor de su hija.

5. CULPABILIDAD

Luego que se analiza y se concluye que la conducta es típica y no concurre alguna


causa de justificación, el operador jurídico continuará en su análisis,
correspondiéndole verificar si la conducta típica y antijurídica de bigamia puede ser
atribuida a su autor o agente. Aquí se verificará si el autor es mayor de edad o no
sufre de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable. Se verificará en seguida
si el autor al momento de actuar, conocía la antijuridicidad de su conducta. Caso
contrario, si se verifica que el autor actuó en error de prohibición el hecho típico y
antijurídico no podrá ser atribuido a su autor.

Actuará en error de prohibición, por ejemplo, cuando una persona en la creencia


firme que después de los seis meses de haber declarado el juez la separación
convencional de los cónyuges, el vínculo matrimonial queda disuelto, volviendo a
contraer nuevo matrimonio. Aquí estaremos ante un error de prohibición, pues bien
sabemos que luego de pasado los seis meses la ley exige que alguno de los
cónyuges pida se declare disuelto el vínculo matrimonial (artículo 354 del Código
Civil). Si eljuez no declara disuelto el vínculo matrimonial, el matrimonio continúa
vigente.

6. CONSUMACIÓN
Es sabido que el hecho punible se consuma cuando se realizan todos los elementos
del tipo penal, esto es, tanto los elementos objetivos como subjetivos; en
consecuencia, el delito de bigamia se consuma en el instante que los contrayentes
del segundo matrimonio civil firman el acta matl;monial en el libro del registro civil.
Sólo el acta matrimonial con la firma de los contrayentes prueba que la bigamia se
ha perfeccionado. Antes de la firma es imposible y en su caso, solo estaremos frente
a la tentativa. Los dichos de los contrayentes ante la autoridad municipal en el
sentido que aceptan contraer matrimonio no tienen relevancia a efectos de la
consumación.

Lo expuesto tiene relación con lo prevista en el artículo 269 del Código Civil, numeral
que prescribe "para reclamar los efectos civiles del matrimonio debe presentarse
copia certificada de la partida del registro del estado civil". Sólo la partida
matrimonial prueba la existencia de un matrimonio. Siendo lógico que solo al
firmarse el acta matrimonial podrá emitirse la correspondiente partida. Antes es
imposible.

Es irrelevante para los efectos del derecho punitivo determinar si llegó a consumar la
unión carnal. A efectos de la consumación del delito de bigamia es innecesaria la
cohabitación posterior.

En doctlina, aparece zanjado la polémica respecto de si la bigamia es un delito


instantáneo, continuado o permanente. En efecto, modernamente se ha impuesto la
posición que sostiene que se trata de un delito instantáneo, esto es, se perfecciona
en el momento o instante en que los contrayentes del segundo matrimonio firman el
acta matrimonial en el registro civil respectivo. Villa Stein (446), enfáticamente
sostiene que se trata de un delito instantáneo, pues se consuma con la celebración
del ulterior matrimonio. El plazo de la prescripción corre desde la fecha de la
ceremonia prohibida. En sentido parecido, Iglesias Ferrer (447) afirma que la
bigamia es un delito instantáneo, razón por la cual desde el instante mismo de su
celebración comenzará a transcurrir el término de la prescripción.

Dejar establecido que se trata de un injusto penal instantáneo, en la práctica judicial


tiene real importancia para los efectos de la prescripción de la acción penal. En tal
sentido, si sostenemos que la bigamia se trata de un delito instantáneo, afirmaremos
que el plazo para la prescripción de la acción penal previsto en el artículo 80 de
nuestro Código Penal, comienza o se inicia desde la firma del acta matrimonial del
segundo matrimonio (inciso 2 del artículo 82 C.P.), es decir, el plazo ordinario de la
acción penal del delito de bigamia prescribe a los cuatro años en el caso del tipo
básico y cinco de concurrir la agravante prevista.

La jurisprudencia nacional ha sido uniforme al considerar al delito de bigamia de


consumación instantánea, Así tenemos:

La Corte Suprema en la Consulta NQ 790-97 del 20 de noviembre de 1997, aun


cuando no se refiere expresamente que se trata de un delito instantáneo, de la
interpretación global y al poner como inicio del plazo para la prescripción el día de la
celebración del matrimonio ilegal, se infiere que ha aceptado que estamos ante un
delito instantáneo. En aquella resolución se afirma "que, el delito contra la familia
matrimonio ilegal imputado a la encausada Nelly Martha Córdova Vera ocurrió el
veinticuatro de abril de mil novecientos noventiuno, encontrándose previsto en el
artículo ciento treinta y nueve del Código Penal vigente, con pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años: que teniendo en cuenta lo
dispuesto por los artículos ochenta y ochenta y tres del Código Penal acotado,
desde la realización del evento delictivo a la fecha ha transcurrido el plazo previsto
para que opere la prescripción" (448).

El delito de bigamia lo constituye el acto mismo del segundo matrimonio, desde cuya
fecha comienza a correr el término de la prescripción. No es delito continuado (449).

Que de las actuaciones prejudiciales se tiene que el hecho instruido se perpetró el


doce de setiembre de mil novecientos ochenta y ocho, tipificado como delito contra
la Familia-Bigamia, previsto y penado a la fecha de su comisión, por el artículo
doscientos catorce del Código Penal de mil novecientos veinticuatro y, en el ciento
treinta y nueve del Código Penal vigente; que estando a ello y en atención al
Principio de Retroactividad Benigna de la ley penal establecido en el artículo sexto
del código sustantivo, a los efectos de la prescripción de la acción penal resultan de
aplicación las normas contenidas en este último cuerpo legal; que siendo así se
tiene que de conformidad al artículo ochenta, el término ordinario de prescripción de
la acción penal para el delito instruido es de cuatro años, lapso que a la fecha en
que intervino el Ministerio Público formulando denuncia, esto es del veintidós de
octubre de mil novecientos noventa y siete, ya había transcurrido en exceso (450) o

Finalmente, al prescribir la acción penal por el delito de bigamia, no significa que el


segundo matrimonio adquiera validez o se torne lícito. De ninguna manera. Aquel
matrimonio sigue siendo nulo al contravenir el articulo V del Título Preliminar del
Código Civil, el mismo que prevé "es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que
interesan al orden público o a las buenas costumbres". El articulo 276 de aquel
cuerpo legal, establece imperativamente que la acción de nulidad no caduca. En
suma, así prescriba la acción penal, subsistirá el hecho que aquel matrimonio sea
declarado nulo y sin efecto jurídicos.

7. TENTATIVA

Es posible la tentativa en el delito de bigamia. Esto ocurre cuando no se perfecciona


el tipo penal en su aspecto objetivo. Creemos que en el delito de marras aparecería
en una sola circunstancia: cuando reunidos en el local elegido para la realización del
matrimonio y a donde a concurrido la autoridad municipal, el acto del matrimonio se
interrumpe antes que los contrayentes o uno de ellos firme el libro correspondiente.

La presentación de documentos, la solicitud de fecha para la celebración del


matrimonio, incluso las publicaciones de los edictos matrimoniales solo se
constituyen en actos preparatorios del ilícito penal, por lo que no tienen efectos
punitivos según nuestro sistema jurídico.

8. PENALIDAD

El artículo 139 de nuestro corpus juris penale prescribe que al agente de la bigamia
será merecedor a pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro
años. En tanto que si se trata de la bigamia agravada, la pena oscila entre no menor
de dos y no mayor de cinco años.

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Subcapítulo 3

Matrimonio con persona casada

1. TIPO PENAL

En el tipo penal del artículo 140 de nuestro código sustantivo, aparece tipificado la
conducta ilegal de matrimonio que realiza una persona soltera con una. casada,
figura que se le conoce también como bigamia .impropia, del modo siguiente:
El no casado que, a sabiendas, contrae matrimonio con persona casada será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La conducta delictiva se configura cuando una persona libre de impedimento


matrimonial contrae nupcias con otra persona impedida de casarse por ser ya
casada. Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano (451) conceptúan este delito como
el comportamiento de contraer matrimonio con una persona casada estando libre de
todo impedimento para ello.
Aquí se sanciona a la persona libre que contrae matrimonio a sabiendas que su
pareja está impedido de hacerla por ser casada. Esto es, el único impedimento que
debe aparecer para configurarse el hecho punible es la preexistencia de un
matrimonio anterior con eficacia jurídica. Al soltero o soltera que contrae matrimonio
con una casada o casado se le imputará el delito, en cambio al impedido de casarse
por ser ya casado se le atlibuirá el delito de bigamia previsto en el tipo penal del
artículo 139 del código sustantivo ya comentado.

Roy Freyre (452), comentado el artículo 215 del Código Penal derogado que recogía
de modo parecido la conducta en sede, dejó expuesto "que el delito no exige que se
conozca por el actor cualquier tipo de impedimento, sino, solo el que se refiere a la
condición de casado del otro contrayente".
Este tipo penal complementa al antelior, todas vez que se refiere a la situación no
desde la perspectiva del casado, sino desde la perspectiva de la persona que tiene
libertad de estado civil, la cual no viola en ningún momento algún deber derivado de
su estado matlimonial porque no lo posee y, por lo mismo, no está en la obligación
de observar un deber en particular, salvo el de no realizar el hecho inCliminado, en
base al conocimiento que posee sobre el estado de casado de la otra persona (453).

2.1. Bienjurídico protegido

El interés fundamental que el legislador busca proteger con la tipificación de la


conducta es el sistema monogámico establecido como oficial en nuestra
Constitución.
A la institución de la familia se le lesiona de modo mediato y abstracto, por lo que a
nuestro entender no se constituye en bien jurídico tutelado preponderante de la
presente conducta delictiva. No le falta razón a Iglesias Ferrer(454), cuando afirma
que refelirse a la familia como el bien jurídico protegido se peca de simplicidad y
adolece de la precisión requelida en la exégesis de este delito.

2.2. Sujeto activo

Al tratarse de un delito especial, el agente solo puede ser una persona libre de
impedimento matlimonial, la cual puede tener la condición de soltera, viudo o
divorciado.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo del delito lo constituye el cónyuge del contrayente ya casado.
Aquella persona será la única peljudicada con la matelialización de la conducta
delictiva. Sin embargo, debe quedar claro que si ella no denuncia o no reclama, al
ser la acción penal de carácter pública, el Ministerio Público como defensor de la
legalidad formalizará la acción penal y acusará al autor de tal conducta.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la forma como aparece redactado el tipo penal que recoge el matrimonio de un


soltero con persona ya casada, se desprende que se trata de una conducta
netamente dolosa. No cabe la comisión imprudente o por culpa.

El sujeto activo o agente actúa con conocimiento y voluntad, esto es, tiene pleno
conocimiento que su pareja está unida ya en matrimonio civil, sin embargo, libre y
voluntariamente decide contraer matrimonio con aquella no interesándole aquel
impedimento. Para nuestra legislación, el único conocimiento válido es el referente al
vinculo matrimonial, en consecuencia, si el agente tiene conocimiento de cualquier
otro impedimento es irrelevante penalmente.

Pensamos que el legislador al utilizar la frase "a sabiendas", en la construcción del


tipo penal, ha querido poner énfasis y dar realce al elemento del dolo, esto es, el
agente de conocer real y efectivamente que la otra persona se encuentra ya casada.
La frase "a sabiendas" sugiere que debe concurrir únicamente dolo directo,
descartándose al dolo eventual.

En consecuencia, si una persona libre de impedimento matrimonial por error o en


forma inocente contrae matlimonio con una persona ya casada no será autor de
delito alguno, en su caso, de acuerdo a la forma y circunstancias en que ocurrieron
los hechos podría ser sujeto pasivo del delito de bigamia.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que el operador jurídico concluye que el hecho analizado cuenta con los
elementos objetivos y subjetivos típicos, le corresponde analizar si en la conducta
concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código
Penal. No hay problemas relevantes en este aspecto pero ello no significa que en
algún momento puedan presentarse.
Deberá analizar el operador jurídico si el autor de la conducta típica en lugar de
perfeccionarla, pudo actuar de otra manera, es decir, se entrará a analizar si el
agente al momento de actuar pudo hacerlo de modo diferente a cometer el hecho
punible. En este tipo de delitos puede materializarse el miedo insuperable previsto
en el inciso 7 del artículo 20 del código penal. Ello ocurrirá cuando el agente soltero
acepta contraer nuevo matrimonio ante la amenaza seria, actual e inminente que le
hace el padre de la novia ya casada pero separada de su anterior cónyuge, de
matarlo si no lo hace para salvar el honor de su hija.

5. CULPABILIDAD

Luego que se analiza y se concluye que la conducta es típica y no concurre alguna


causa de justificación, el operador jurídico continuará en su análisis,
correspondiéndole verificar si la conducta típica y antijurídica de matrimonio con
persona casada puede ser atribuida a su autor o agente. Aquí se verificará si el autor
es mayor de edad o no sufre de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable.
Se verificará en seguida si el autor, al momento de actuar, conocía la antijuridicidad
de su conducta. Caso contrario, si se verifica que el autor actuó en error de
prohibición el hecho típico y antijurídico no podrá ser atribuido a su autor.

6. CONSUMACIÓN

El ilícito penal se consuma en el instante del libre de impedimento matrimonial, es


decir, cuando firman el libro del registro civil de matrimonios. Se trata de un delito
instantáneo. Con la firma del acta mauimonial se perfecciona el delito, pues solo a
raíz de aquella firma puede emitirse la partida matrimonial, documento que, de
acuerdo con el artículo 269 del Código Civil, prueba la existencia del matrimonio, en
este caso nulo por imperio de la ley. Antes de aquel instante, así los contrayentes
hayan ratificado ante el funcionario municipal, su voluntad y consentimiento de
unirse en matlimonio, no habrá hecho punible perfecto sino según sea el caso,
estaremos ante una tentativa.
Es irrelevante penalmente determinar si se consumó la unión carnal. Tal
circunstancia no influye en nada en el perfeccionamiento de la conducta delictiva.

7. TENTATIVA

Sabemos bien que hay tentativa cuando el sujeto activo inicia o da plincipio a la
ejecución del delito por hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos
que objetivamente deberían producir el resultado, y, sin embargo, este no se
produce por causas independientes de la voluntad del autor (455). En tal sentido,
también es posible que el ilícito penal en comentario se quede en grado de tentativa.
Igual que en el delito de bigamia, solo puede aparecer en una sola circunstancia:
cuando por factores extraños a la voluntad de los contrayentes, estos no llegan a
estampar su firma en el libro de los registros civiles. Incluso pudieron ratificar su
consentimiento de unirse en matrimonio frente al funcionario municipal, empero si no
llegan a firmar el acta, no habrá consumación del delito, sino solo, tentativa.

8. PENALIDAD

Al autor del delito, después de seguírsele un debido proceso, se le impondrá una


pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años, dependiendo de la
forma y circunstancias como ocurrieron los hechos así como la personalidad de
aquel.

Subcapítulo 4
Celebración de matrimonio ilegal

1. TIPO PENAL
La figura conocida con el nomen iuris de autorización de matrimonio ilegal aparece
tipificada en el artÍCulo 141 de nuestro Código Penal que literalmente indica:
El funcionario público que, a sabiendas, celebra un matrimonio ilegal será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cinco años e
inhabilitación de dos a tres años conforme al artículo 36, inciso 1, 2 Y 3.
Si el funcionario público obra por culpa, la pena será de inhabilitación no mayor de
un año, conforme al artículo 36, inciso 1, 2 Y 3.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

En primer término me parece importante indicar que la redacción del presente tipo
penal difiere radicalmente del tipo penal del artículo 216 del Código Penal de 1924
que, en cierta manera, recogía el supuesto delictivo de la norma penal en sede. En
efecto, mientras que en el código derogado se utilizó el verbo "autorizar", el actual
hace uso del verbo "celebrar". En consecuencia, el rótulo de los ilícitos penales es
diferente. Antes se hablaba de autorización de matrimonio ilegal, ahora se trata de
celebración de matrimonio ilegal. El uso de tales verbos ocasiona que los supuestos
de hecho de los tipos penales sean totalmente diferentes. Antes, la conducta
de1ictiva se configuraba cuando el agente o sl~eto activo (oficial público o
eclesiástico) autorizaba la celebración de un matrimonio ilegal, en tanto que
actualmente aparece el supuesto de hecho del tipo penal cuando el sujeto activo
(funcionario público) celebra directamente el matrimonio ilegal.
Bramont-Arias Torres/García Cantizano (456) consideran que "el Código Penal
anterior se refería al funcionario público que autorizaba el matrimonio, esto es, el
funcionario público que verificaba la capacidad de los pretendientes y el
cumplimiento de todos los requisitos establecidos por la normativa vigente. En el
Código actual se alude al funcionario público que celebra el matrimonio, por lo que
no necesariamente va a coincidir con el que lo autoriza, aunque puede suceder que
ambas funciones recaigan sobre un mismo funcionario. No obstante, y según una
interpretación estlicta del precepto, solo se comprendería al que celebra el
matrimonio".
En ese sentido, el tipo penal en exégesis recoge dos supuestos delictivos
debidamente diferenciados por la actitud psicológica del agente o sl~eto activo. En
efecto, por tipicidad subjetiva aparecen dos comportamientos delictivos: celebración
dolos a de matrimonio ilegal y celebración culposa de matrimonio ilegal.

2.1. Bien jurídico protegido

Como en todas las figuras delictivas etiquetadas como matrimonios ilegales en


nuestro Código Penal, el interés fundamental que se trata de proteger con la
tipificación del comportamiento ilícito, lo constituye el sistema monogámico impuesto
como el oficial por nuestra Constitución Política del Estado. Se busca proteger al
matrimonio como una institución esencial de la familia, basada en la monogamia en
contraposición de la poligamia, evitándose aberraciones que la lesionen o pongan en
peligro. Sin duda, al materializarse la figura delictiva en análisis se desdice al
sistema impuesto por nuestra Carta Política como el oficial ante los ciudadanos.

2.2. Sujeto activo

Al tratarse de una conducta punible conocida como especial propia, solo pueden ser
autores o agentes de la figura delictiva, el funcionario público autorizado o que tiene
dentro de sus atribuciones o funciones el celebrar las uniones nupciales. Esto es, no
se u-ata de cualquier funcionario, sino de aquel que tiene la capacidad jurídica de
celebrar los matrimonios. En consecuencia, de acuerdo con el artículo 260 del
Código Civil, podrán cometer este delito, aparte del alcalde, aquellos funcionarios
que por delegación reciben la potestad de celebrar matrimonios tales como: los
regidores, los funcionarios municipales, directores o jefes de hospitales o
establecimientos análogos.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo del injusto penal pueden ser el cónyuge precedente y uno de
los pretendientes que haya sido sorprendido por el que resultó casado. En el
supuesto que ambos contrayentes resultaron ya casados, serán víctimas los dos
cónyuges de los bígamos.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA

a. Celebración dolosa de matrimonio ilegal

La conducta delictiva prevista en el primer párrafo del tipo penal del artículo 141 del
código sustantivo, se configura o aparece cuando el agente o sujeto activo, a
sabiendas, celebra un matrimonio ilegal. El sujeto activo tiene pleno conocimiento
que uno de los contrayentes está ya casado y, sin embargo, por razones oscuras
celebra el matrimonio en forma ilegal.

Interpretando en forma sistemática nuestro catálogo penal, parece que la


circunstancia fundamental para estar frente al supuesto de hecho de la conducta
dolosa es que el agente conozca la condición de casado de uno o de ambos
contrayentes.

Con esta norma penal se sanciona al funcionario público que celebra los tipos de
matrimonio previstos en los artículos 139 y 140 de nuestro Código Penal. Es decir, el
agente pese a conocer que uno O ambos contrayentes no pueden celebrar un nuevo
matrimonio por ser ya casado o casados, lo realiza. Si por ejemplo el funcionario
público conoce otro tipo de impedimento no cometerá el ilícito penal etiquetado
como "celebración de matrimonio ilegal" sino el ilícito penal previsto y sancionado en
el tipo penal del artículo 142, como lo veremos más adelante.

En suma, se evidencia la figura delictiva de celebración de matrimonio ilegal cuando


el agente actúa en forma directa en la celebración del matrimonio ilícito, es decir, se
encarga de materializar todo el rito formal establecido en nuestra normatividad civil
vigente hasta el momento que declara marido y mujer a los contrayentes.

El dolo consiste en que el agente sabe que participa en la celebración de un


matrimonio conociendo que, por lo menos, uno de los pretendientes se encuentra
unido a otra persona por precedente enlace nupcial (457).
En el caso que el funcionario que autoriza el matrimonio ilegal, sea diferente al que
lo celebra, se presentará la categoría de la participación, es decir, al que autoriza el
matrimonio, sabiendo de su ilicitud, se le sancionará como partícipe de la conducta
delictiva.

b. Celebración imprudente de matrimonio ilegal

El segundo párrafo del tipo penal del artículo 141 recoge en forma expresa la figura
culposa del delito de celebración de matrimonio ilegal. Se afirma que "se impondrá
sanción punitiva a aquel funcionario que por culpa o negligencia celebre un
matrimonio que al final resulta ilegal por ser uno o ambos contrayentes ya casados".
Se presenta la figura delictiva cuando el agente no tiene el debido cuidado para
obtener o tener a la vista los requisitos exigidos por ley para la celebración del
matrimonio requerido a los contrayentes. Se sanciona su actuar negligente, pues
caso conu'ario, si llega a determinarse que el funcionario antes de participar en la
celebración del matrimonio exigió todos los requisitos, no incurrirá en delito así al
final se determine que uno de los contrayentes le sorprendió presentado un
documento falso de soltería.

Roy Freyre (458) haciendo dogmática penal del Código Penal derogado, en cuanto a
la figura de marras que difería del actual por el uso del verbo "autorizar" en vez de
"celebrar", enseñaba que la conducta delictiva consistía en que el agente, por
ignorancia supina derivada de no haber llenado los requisitos legales prescritos para
poder llevar adelante la celebración del matrimonio, autoriza un enlace nupcial del
que deviene bigamia. Tal sería el caso, por ejemplo, de no haber exigido la
presentación del certificado consular que acredite el estado de soltería del
pretendiente extranjero, el mismo que después resulta ser casado.
Por su parte, Bramont-A.rias Torres/Carcía Cantizano (459) sostienen que la
conducta será culposa cuando, por negligencia, el funcionario público no exige el
cumplimiento de todos los requisitos legales prescritos para la celebración del
matrimonio, deviniendo posteriormente la bigamia, por ejemplo, al no solicitar la
presentación de la copia de la sentencia anulatoria del matrimonio anterior, o la
declaración de dos testigos sobre la habilidad de las partes para contraer nupcias.
En suma, el elemento culpa se evidencia cuando el agente o sl~eto activo participa
en la celebración de un mauimonio ilegal, sin haberse cumplido con todas las
formalidades que pudieran haber puesto de manifiesto el impedimento. Iglesias
Ferrer (460) afirma que se trata de una conducta descuidada en la realización de las
averiguaciones, corroboración de datos previos y demás formalidades establecidas
para la celebración del matrimonio, las que de efectuarse diligentemente hubieran
puesto de manifiesto la irregulalidad del estado civil de los contrayentes o uno de
ellos.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que el operador jurídico llega a concluir que el hecho analizado cuenta con
los elementos objetivos y subjetivos típicos, le corresponde analizar si en la
conducta concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del
Código Penal. No hay problemas relevantes en este aspecto.

5. CULPABILIDAD

Luego que se analiza y se concluye que la conducta es típica y no concurre alguna


causa de justificación, el operador jurídico continuará en su análisis,
correspondiéndole verificar si la conducta típica y antijurídica de bigamia puede ser
atribuida a su autor o agente. Aquí se verificará si el autor es mayor de edad o no
sufre de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable. Se verificará en seguida
si el autor al momento de actuar, conocía la antijuridicidad de su conducta. Caso
contrario, si se verifica que el autor actuó en error de prohibición el hecho típico y
antijurídico no podrá ser atribuido a su autor.

Acto seguido deberá analizar el operador jurídico si el autor de la conducta típica y


antijurídica en lugar de perfeccionarla, pudo actuar de otra manera, es decil~ se
entrará a analizar si el agente al momento de actuar pudo hacerlo de modo diferente
a cometer el hecho punible. En este tipo de delitos puede materializarse el miedo
insuperable previsto en el inciso 7 del artículo 20 del Código Penal. Ello ocurrirá
cuando el funcionario acepta realizar el matlimonio ilegal ante la amenaza seria,
actual e inminente que le hace algún familiar o alguno de los cónyuges, de matarlo si
no lo hace.
6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

El hecho punible cometido por funcionario público se perfeccionará en el momento


que los contrayentes firman el libro de los registros civiles en el cual finalmente
consta que se unieron en matrimonio.
En caso de desistimiento en el mismo acto de la celebración de las nupcias, o
interrupción del rito formal del matrimonio antes que se firme el acta matrimonial, se
evidenciará la categoría de la tentativa. Sólo en tal caso se presentará la tentativa.
Cualquier interrupción antes del inicio de la ceremonia misma del matrimonio no
constituirá tentativa. Ello debido a que antes de iniciar el rito formal estaremos ante
actos preparatorios para la comisión del ilícito penal, los cuales de acuerdo con
nuestro sistema jurídico penal no son punibles, salvo que por sí solos constituyan
delito.

7. PENALIDAD

De encontrarse responsable al funcionario público en la comisión del delito en su


modalidad dolosa, se le impondrá pena privativa de libertad no menor de dos ni
mayor de cinco años e inhabilitación de dos a tres años conforme al artículo 36 del
Código Penal, incisos 1, 2 y 3.
Ello significa que aparte de imponerle pena privativa de libertad entre los límites que
indica el tipo penal, se ordenará la inhabilitación por el término de dos a tres años
para ejercer la función, cargo o comisión que venía ejerciendo el condenado, aunque
tal cargo o función provenga de elección popular; se le privará también para obtener
mandato, cargo, empleo o comisión de carácter público y, por último, se le
suspenderá los derechos políticos que señale expresamente la sentencia.
En tanto que si se trata de la forma culposa, al agente se le impondrá la sanción de
inhabilitación no mayor de un año, conforme al artículo 36 del Código Penal, incisos
1, 2 y 3.
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Subcapítulo 5

Inobservancia de las formalidades para contraer matrimonio

1. TIPO PENAL

El tipo penal del artículo 142 del código sustantivo recoge la conducta delictiva que
incurre el encargado de celebrar el matrimonio cuando no observa las formalidades
debidamente prescritas por la ley, del modo siguiente:

El funcionario público, párroco u ordinario que procede a la celebración del


matrimonio sin observar las formalidades exigidas por la ley, aunque el matrimonio
no sea anulado, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres años
e inhabilitación de uno a dos años, conforme al artículo 36, incisos 1, 2 Y 3 del
Código Penal.

2.TIPICIDAD OBJETIVA

La conducta delictiva se configura objetivamente cuando el funcionario público,


párroco u ordinario, celebra un matrimonio sin observar o tener en cuenta las
formalidades prescritas en forma expresa en la ley civil. No obstante, aquí puede
tratarse de todas las formalidades prescritas pero no aquella de que los contrayentes
deben ser solteros. En efecto, si el funcionario no observa que alguno o ambos
contrayentes no reúnen el requisito de soltería y sin embargo procede a celebrar el
matrimonio, aquel funcionario cometerá el delito debidamente tipificado en el artículo
141 del Código Penal.

Como hemos dejado escrito líneas atrás, para la celebración eficaz del matrimonio,
nuestro catálogo civil prescribe una serie de formalidades, las que en doctrina han
sido divididas en formalidades de fondo y de forma. Son formalidades de fondo las
siguientes:
Primero, que los contrayentes sean de sexos opuestos y solteros (artículo 234 del
C.c.), de tal forma que en nuestro sistemajurídico vigente está prohibido el
casamiento de dos personas del mismo sexo.
Segundo, la edad mínima de los contrayentes que según el artículo 241 inciso 1
puede ser de dieciséis años para el varón y catorce para la mujer, de tal forma que
está terminantemente prohibido celebrar matrimonios de personas que tengan
menos edad que las referidas.

Tercero, el consentimiento de contraer matrimonio que deben prestar los


contrayentes, el mismo debe ser personal por quienes desean casarse y si estos son
menores, el consentimiento deben prestarlo sus representantes legales. El
consentimiento en la celebración del matrimonio es tan importante y de tanta
trascendencia en la vida de una persona y de la sociedad misma que debe estar
exenta de vicios. En ese sentido, se ha establecido en el Código Civil que no pueden
casarse por no estar en capacidad de expresar válidamente su consentimiento los
privados de razón en forma absoluta aunque tengan intervalos lúcidos (inciso 1 del
artículo 274 C.C.) y aquellos que no pueden expresar su voluntad en forma
indubitable como los sordomudos, los ciego sordos y los ciego mudos (inciso 4
artículo 241 y inciso 2 artículo 274 del C. C.) .

En tanto que constituyen formalidades de forma las siguientes:


Primero, la celebración del proyecto matrimonial y comprobación de la capacidad
legal de los contrayentes. En efecto, el artículo 248 del Código Civil establece que
quienes pretenden conU-aer matrimonio civil lo declararan oralmente o por escrito al
alcalde provincial o distrital del domicilio de cualquiera de los contrayente,
acompañando copia certificada de las partidas de nacimiento, certificado
domiciliario, certificado médico que acredite que no están incursos en el
impedimento establecido en el artículo 241 inciso 2 del c.c. o, en caso de no haber
servicio médico oficial, presentarán un declaración jurada de no tener tal
impedimento, y en el caso que corresponda, también acompañarán la dispensa
judicial de los impúberes, constancia del consentimiento de los padres o
ascendientes, licencia judicial supletoria, copia certificada de la partida de defunción
del cónyuge anterior, copia autenticada de sentencia de divorcio o invalidación de
matrimonio anterior, certificado consular de soltería o viudez, dos testigos mayores
de edad que conozcan a los contrayentes no menos de tres años y todos los demás
documentos que fueran necesarios según las circunstancias.

Segundo, publicación del proyecto matrimonial, el artículo 250 del C.C. prescribe
que el alcalde anunciará el matrimonio proyectado, por medio de un aviso que se
fijará en la oficina de la respectiva municipalidad durante ocho días y que se
publicará una vez por periódico, si lo hubiera y a falta de este, el aviso se efectuará
por emisora radial.

Tercero, el artículo 258 del C.C. establece que transcurrido el plazo señalado para la
publicación de los avisos sin que se haya producido oposición o desestimada esta, y
no teniendo el alcalde noticia de ningún impedimento, declarará la capacidad de los
contrayentes e indicará que pueden contraer matrimonio dentro de los cuatro meses
siguientes.
Cuarto, el artículo 259 del C.C. prescribe que el matrimonio se celebra en la
municipalidad, públicamente, ante el alcalde que ha recibido la declaración,
compareciendo los contrayentes en presencia de dos testigos mayores de edad y
vecinos del lugar. El alcalde después de leer los artículos 287, 288, 290,418 y 419,
preguntará a cada uno de los pretendientes si persiste en su voluntad de celebrar el
matrimonio y respondiendo ambos afirmativamente, extenderá el acta de
casamiento, la que será firmada por el alcalde, los contrayentes y los testigos.
En consecuencia, aquel funcionario encargado de la celebración del matrimonio que
dolosamente no observara alguna de las formalidades enumeradas, ya sean de
fondo o de forma, incurrirá en la conducta punible. Ejemplos:

Aparece la conducta cuando el funcionario celebre un matrimonio de una menor de


catorce años con un mayor de edad, o en su caso, de un menor de dieciséis años
con una menor de catorce años.

Incurre en conducta delictiva aquel funcionario que celebra el matrimonio de un


sordomudo con una persona sana.
Se evidenciará conducta punible cuando el funcionario celebra el matrimonio civil de
dos personas sin haber hecho la publicación del edicto matrimonial que exige la ley
civil.
Incurrirá en delito aquel funcionario que dolosamente celebra el matrimonio sin la
concurrencia de los dos testigos mayores de edad que exige la ley civil en forma
expresa, etc.
Es importante indicar que la conducta delictiva se evidencia al concurrir todos los
elementos objetivos y subjetivos del tipo penal. Así, se configura el delito cuando el
matrimonio en principio inválido no sea anulado o, mejor dicho, haya sido
convalidado después por los contrayentes. Ello significa que cuando se habla de no
observar alguna formalidad prescrita por la ley, no solo se refiere a formalidades que
generan nulidad absoluta sino también aquellas que generan nulidad relativa o en
otros términos, también abarca la inobservancia de formalidades que originan
anulabilidad.

2.1. Bien jurídico tutelado

El interés fundamental que se pretende salvaguardar o proteger con la tipificación de


la conducta punible lo constituye la institución del matrimonio civil, célula básica de
una familia y, por ende, de la sociedad y del Estado. Se busca que el matrimonio sea
celebrado con todas las formalidades prescritas por la ley a fin de generar todos sus
efectos al interior de la sociedad. La comisión del delito en sede lesiona seriamente
la institución del matrimonio civil.

2.2. Sujeto activo

Al tratarse de un delito conocido en doctrina como especial o de función, solo


pueden ser agentes, autores o sujetos activos de la conducta punible, aquellas
personas que tienen la condición de funcionario público, párroco u ordinario.

En efecto, del artículo 260 de nuestro Código Civil se advierte que aparte del alcalde
pueden celebrar el matrimonio por delegación de aquel, un regidor, cualquier
funcionario municipal, directores o jefes de hospitales o establecimientos análogos.
Asimismo pueden celebrar el matrimonio por delegación el párroco o el ordinario del
lugar. E incluso, son pasibles de cometer el delito, el comité especial constituido por
la autoridad educativa e integrada por dos directores de mayor jerarquía de la
respectiva comunidad, cuando se trate de un matrimonio celebrado en el seno de las
comunidades campesinas y nativas (artículo 262 del C.C.).

En el tipo penal también se indica como sujeto activo al ordinario, cuyo concepto no
debe confundirse con el de titular de jurisdicción ordinaria ya que tiene un sentido
específico y restringido. De acuerdo al Canon 198, párrafo primero, por ordinario se
entiende "además del romano pontífice, el obispo residencial, el abad o prelado
nulliusy el vicario general de ellos, el administrador, el vicario y el prefecto apostólico
cada uno para su territorio, y así mismo aquellos que faltando los mencionados, les
suceden entretanto en el gobierno, por prescripción del derecho o conforme a
constituciones aprobadas y para sus súbditos los superiores mayores de las
religiones clericales exentas" (461).

2.3. Sujeto pasivo

Aquí necesariamente sujeto pasivo lo constituye el Estado, pues allesionarse con el


hecho punible la institución del matrimonio, se concluye que el afectado es el
Estado, quien busca en todo momento cautelar el acto matrimonial frente a cualquier
vicio que sirva para declarar su nulidad o anulabilidad. Asimismo, se constituyen en
sujetos pasivos los contrayentes de buena fe, pues con la conducta prohibida del
sujeto activo o agente, se lesiona la majestad del matrimonio que confiadamente
celebran.

3.TIPICIDAD SUBJETIVA

Para configurarse el delito se exige necesarÍamente la presencia del dolo, es decir,


el agente o autor debe tener conocimiento de las formalidades que debe observar
para celebrar el matrimonio civil de modo eficaz, sin embargo, voluntariamente lo
celebra sin exigir aquellas formalidades debidamente previstas en la ley civil. En
efecto, el autor debe saber y conocer que está celebrando un matrimonio sin las
formalidades que exige la ley. Es posible el dolo eventual.
De la redacción del tipo penal del artículo 142 del Código Penal se colige con
claridad meridiana que no es posible la comisión por imprudencia o culpa.
4. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

El delito se perfecciona o consuma en el mismo instante que se firma el acta


matrimonial del matrimonio celebrado sin tomar en cuenta las formalidades exigidas
por la ley. Desde aquel trascendente momento comienza el delito que se proyecta
en el tiempo hasta que sea declarado nulo el matrimonio o, en el mejor de los casos,
sea convalidado o declarado con eficacia jurídica.

La tentativa solo es posible en el tiempo que se celebra el acto del matrimonio, pero
antes de la firma de acta respectiva. Antes de concurrir al acto del matrimonio es
imposible pensar que haya tentativa, igual ocurre cuando ya se ha firmado el acta
matrimonial. Por ejemplo, habrá tentativa cuando estando por firmar los contrayentes
el acta matrimonial, uno de ellos se arrepiente y no firma el acta correspondiente.
Aquí el funcionario habrá cometido el delito pero en el grado de tentativa.

5. PENALIDAD

El autor del delito será merecedor de una pena privativa de libertad no menor de dos
días ni mayor de tres años e inhabilitación de uno a dos años, conforme al artículo
36, incisos 1, 2 Y 3 del c.P.
En ese sentido, al sentenciado, de uno a dos años se le privará de la función, cargo
o comisión que ejercía, aunque provenga de elección popular; o, se le incapacitará
para obtener mandato, cargo, empleo o comisión de carácter público; y finalmente
se le podrá suspender los derechos políticos que señale expresamente la sentencia.
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CAPíTULO II

DELITOS CONTRA El ESTADO CIVIL


SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Concepto de estado civil. Subcapítulo
2: Alteración o supresión del estado civil. l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien
jurídico tutelado. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 2.4. Suprimir el estado civil.
2.5. Alteración del estado civil. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5.
Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Tentativa. 8. Penalidad. Subcapítulo 3: Fingimiento
de embara· zo o parto. l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Fingimiento de emba-
. razo. 2.2. Fingimiento de parto. 2.3. Bienjurídico tutelado. 2.4. Sujeto activo. 2.5.
Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación. 7. Tentativa. 8. Participación. 9. Penalidad. Subcapítulo 4: Alteración
o supresión de la filiación de menor. 1. Concepto de filiación. 2. Tipo penal. 3.
Tipicidad objetiva. 3.1. Bien jurídico protegido. 3.2. Sujeto activo. 3.3. Sujeto pasivo.
3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa.
7. Penalidad. Sub capítulo 5: El Honor en los delítos contra el estado civil. 1. Tipo
penal. 2. Leif motiv del tipo penal.

Subcapítulo 1

Generalidades

Es común en la doctrina aceptar que el hombre, por naturaleza, no es un ser


gregario sino, todo lo contrario, es un ser eminentemente social. El hombre necesita
vivir en sociedad para desarrollar a plenitud sus atributos y expectativas inherentes a
su personalidad. En ese sentido, se tiene que el hombre desde que nace ocupa una
ubicación dentro del seno de una familia y, por ende, dentro de la sociedad. En
consecuencia, necesita que el Derecho le proteja y garantice que su posición frente
a la colectividad sea cierta y firme a fin de lograr su desarrollo y participe dentro de
la misma sin peligros que genera la inseguridad. Aquella posición que gana el
individuo con su nacimiento dentro de una familia se le etiqueta como estado civil, el
mismo que toma diversas modalidades dependiendo de las circunstancias de
desarrollo de la persona.
1. CONCEPTO DE ESTADO CIVIL

Podemos definir al estado civil como la situación jurídica que una persona ocupa
dentro de la familia y que se encuentra condicionada por diversos factores como el
sexo, la edad, el matrimonio, el reconocimiento, la adopción. Se tiene así el estado
de casado cuando se ha contraído matrimonio y concluye con la muerte, divorcio o
nulidad de matrimonio, mientras que el estado de soltero existe cuando aún no se ha
contraído matrimonio. El estado de pariente está determinado por los lazos de
parentesco de consanguinidad existente entre quienes descienden de un tronco
común. El Estado de afinidad resulta del lazo que une a cada cónyuge con los
parientes consanguíneos del otro cónyuge, etc.
En consecuencia, desde la perspectiva jurídico penal se puede afirmar que el estado
civil está constituido por el hecho de la pertenencia de una persona a una
determinada familia. Se funda en la filiación o en el matrimonio.

El destacado Roy Freyre (462) enseña que el estado civil es el conjunto de vínculos
jurídicos dependientes del nacimiento, el matrimonio y la muerte, que permiten
identificar la ubicación social de una persona individual, precisando la naturaleza de
los derechos y obligaciones que de tales fenómenos se derivan con respecto a su
familia y al Estado.
En tanto que el argentino Sebastián Soler (463) afirma que por estado civil debe
entenderse la situación jurídica de una persona con respecto a sus vínculos de
familia con otras personas, determinada por el nacimiento, la legitimación, el
reconocimiento, la adopción, el matrimonio y el sexo, situación de la cual derivan
una serie de derechos y obligaciones, tanto de derecho privado como de derecho
público.

A su vez, Javier Villa Stein (4&4), siguiendo al argentino Carlos Creus, afirma que el
estado civil es la situación jurídica que la persona tiene por sus relaciones de familia,
originadas en hechos naturales (nacimiento, filiación, sexo)
y jurídicas (legitimación, reconocimiento, matrimonio) que la individualiza en la
sociedad en que vive.
En suma, cuando un individuo por motivos legítimos o ilegítimos pero por su propia
cuenta y sin participación de la autoridad competente, dolosamente pretenda
destruir, tornar incierta o adulterar la situación jurídica de una persona frente a su
familia o sociedad, cometerá conducta punible como veremos
----

Subcapítulo 2

Alteración o supresión del estado civil

1. TIPO PENAL

La conducta punible de alteración o supresión del estado civil de una persona


aparece tipificada en el tipo penal del artículo 143 de nuestro código sustantivo del
modo siguiente:
El que, con perjuicio ajeno, altera o suprime el estado civil de otra persona será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años o con prestación de
servicio'comunitario de veinte a cincuenta y dos jornadas.

2. TIPICIDAD OBJETNA

De la redacción del tipo penal se desprende que el hecho típico del delito se
configura cuando el agente o autor dolosamente y con peIjuicio sentimental o
económico de su víctima o de terceros, le suprime o altera el estado civil. Aparece el
peIjuicio a terceros cuando, por ejemplo, el estado civil que se altera es sustituido
por datos que corresponden a una persona fallecida.
La lectura del tipo penal nos indica que la conducta de supresión o alteración del
estado civil, para constituir delito debe causar un peIjuicio ajeno (ya sea a la propia
víctima o a un tercero), entendido como el menoscabo de los intereses económicos
o afectivos que puede tener la víctima que su estado civil sea anulado o alterado.
Aquel peIjuicio que hace mención expresa el tipo penal se constituye en elemento de
tipicidad fundamental a tal punto que si no se prueba o evidencia en los hechos, el
injusto penal no se configura.

Así, por ejemplo, nuestra Corte Suprema, por Ejecutoria Suprema del 10 de agosto
de 1998, absolvió de la acusación fiscal a la procesada por no haberse probado el
peIjuicio causado al agraviado. El argumento respectivo sostiene: "que, además, la
Ley veinticinco mil veinticinco, actualmente derogada, que sirvió de sustento para la
inscripción extraordinaria, disponía en su artículo cuarto que cuando la petición de
inscripción la formula uno de los padres, no surte efectos filiales con respecto del
otro, salvo las excepciones señaladas en dicho numeral que no corresponden al
caso en examen, de lo que se colige que el hecho que en la partida de nacimiento
de la hija de la procesada apareciera asentado el nombre del agraviado como padre
de la misma, no genera ningún vínculo ni efecto de filiación extramatrimonial de la
referida menor con aque~ no habiéndose probado en autos, además, perjuicio en
contra del agraviado, toda vez que la acción por alimentos no prosperó por la causal
antes señalada, evidenciándose sí por parte de la procesada la intención de que su
hija de quien es su representante, fuera reconocida o llevara el apeLLido del que
considera su padre, no obstante que el procedimiento legal que utilizara no fuera el
adecuado, situación filial que debe establecerse en la vía correspondiente,
consecuentemente, no reuniéndose los elementos del tipo penal a efectos de
considerar acreditado el delito materia de juzga miento, es procedente absolverla"
(465) .

En suma, se constituye en un delito de resultado. Si por el contrario, la supresión o


alteración del estado civil trae consecuencias beneficiosas para la víctima o para un
tercero, la conducta será atípica, ello ocurre, por ejemplo, con la adopción.

Aquí debemos hacer una precisión con los profesores Bramont-Arias Torres/Carda
Cantizano (466), en el sentido que el estado civil suprimido o alterado debe
pertenecer a otra persona, por tanto, no se comprende la supresión o alteración del
propio estado civil, hecho que puede constituir otro delito como, por ejemplo, contra
la fe pública o defrauc.-ación pero no atentado contra el estado civil.

En otro aspecto, se evidencia que el tipo penal del artículo 143 encielTa dos
comportamientos delictivos debidamente diferenciados, los mismos que para su
configuración requieren de distintas acciones del agente, aun cuando como
observamos la finalidad sea la misma, esto es el causar un peIjuicio ajeno. Así
tenemos la conducta de suprimir y la de alterar el estado civil del agraviado.

2.1. Bienjurídico tutelado

El bien jurídico fundamental que se lesiona o pone en peligro con las conductas de
supresión o alteración del estado civil, lo constituye precisamente el estado civil,
entendido como la situación jurídica que tiene una persona dentro de su familia. Esto
es, la posición de acuerdo a su filiación o matrimonio que ocupa dentro de su familia.
Un estado civil cierto, permanente e inalterable se pretende proteger tipificando
conductas que pueden anularla o alterarla en perjuicio de la VÍctima o de otra
persona.

2.2. Sujeto activo

De la lectura del texto penal en comentario se evidencia que para tener la calidad de
sujeto activo o autor del delito no se necesita gozar de alguna condición o cualidad
especial, por lo que cualquier persona puede, muy bien, constituirse en agente del
delito de supresión o alteración del estado civil de otra persona.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima también puede ser cualquier persona con la única condición que sea mayor
de edad, pues si aquella es menor, aparecerá otro hecho delictivo.

2.4. Suprimir el estado civil


Se configura el comportamiento delictivo de suprimir el estado civil de una persona
cuando el agente crea una situación en la cual su VÍctima queda colocada en la
irregular condición de no poder probar o acreditar la certeza de por lo menos, uno de
los elementos integrantes de su estado civil.
Fernando Ángeles Gonzáles (467) enseña que la supresión del estado civil consiste
en la anulación del que le corresponde a la víctima. En el mismo sentido, Villa Stein
(468) afirma que en el supuesto de supresión del estado civil se anula el que exhibe
la víctima. En este delito, por ejemplo, se encontrará inmerso el que destruye los
documentos que prueban la filiación o la paternidad. Asimismo, destruye la partida
de matrimonio, documento que demuestra la condición de persona casada, etc.

2.5. Alteración del estado civil

Se configura la conducta de alteración del estado civil cuando el autor por medio de
acciones de simulación hace aparecer a su VÍctima en una situación jurídica que no
le corresponde en la realidad. Por alterar ha de interpretarse el cambio del estado
civil real del sujeto por otro que no es el que corresponde efectivamente a su
verdadera situación (469).

Por su parte, Ángeles González (470) afirma que la alteración del estado civil
consiste en privar a una persona del que le corresponde, lo cual puede verificarse,
bien atribuyéndole uno diferente del suyo mediante imposición o sustitución de una
persona por otra bien sin asignarle ningún estado civil. En suma, como sostiene Villa
Stein (471), se tendrá por alterado el estado civil cuando se reemplace o sustituye
por otro. Por ejemplo, cambiar en la partida de nacimiento de determinada persona
el nombre de los padres, etc.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Al utilizar los términos "el que ( ... )" en el inicio de la redacción del tipo penal, nos
indica que estamos ante una conducta dolosa, no cabe la comisión por culpa o
imprudencia, esto es, para que la supresión o alteración del estado civil se
constituya en hecho punible deben haber sido ocasionadas con conocimiento y
voluntad por parte del agente o autor. Unido a ello, el sujeto activo debe actuar a
sabiendas que causa un perjuicio económico o sentimental al sujeto pasivo o a un
tercero.
El agente debe actuar sabiendo que causa un perjuicio. Si del hecho concreto ello
no se evidencia y, por el contrario, el agente actúa, por ejemplo, guiado por
sentimientos de humanidad, el delito no aparece.

4. ANTIJURlDICIDAD

Una vez que el opel dor jurídico llega a determinar que el hecho puesto en su
conocimiento reúne los elementos que le dan tipicidad, le corresponderá verificar si
en el hecho concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artÍCulo 20
del Código Penal. Es posible que pueda presentarse un estado de necesidad
justificante, por ejemplo.

5. CULPABILIDAD

En caso de no concurrir en la conducta analizada alguna causa que lo justifique,


estaremos ante una conducta típica y antijurídica, correspondiendo al operador
jurídico, determinar si el agente es imputable, es decir, es mayor de edad y no sufre
de alguna anomalía psíquica.
Luego le corresponderá verificar si el agente al momento de actuar lo hizo
conociendo la antijuridicidad de su conducta. Caso contrario, si el agente no sabía
ni podía conocer la antijuridicidad de su acto, estaremos ante un error de prohibición
previsto en el segundo párrafo del artÍCulo 14 del Código Penal. En tal sentido, si se
determina que el error fue invencible se excluirá cualquier responsabilidad, pero si
se determina que el error fue vencible, es decir, el agente realizando ciertos actos de
aclaración pudo salir del error, se atenuará la pena a imponerse al autor.

Como precedente jurisprudencial importante respecto de la concurrencia del error de


prohibición en el delito de alteración o supresión del estado civil, unido a ello el
actuar del agente por móvil altruista, cabe citar la Ejecutoria Suprema del 15 de
octubre de 1997, por la cual nuestro máximo Tribunal de Justicia excluyó todo tipo
de responsabilidad penal del autor en los hechos instruidos, afirmando lo siguiente:
"Que, en el caso de autos se desprende que el acusado Carlos Alberto Durand
Rivas, a los pocos días que recibió por un acto de humanidad a la menor agraviada,
que contaba con tan solo veinte días de nacida, al manifestarle la partera y
coacusada Olivos Vega, que los padres biológicos habían abandonado a la menor y
al parecer habrían viajado al extranjero, atendiendo a que necesitaba acreditar el
nacimiento de dicha menor con el objeto de que pueda ser atendida en el hospital
debido a que se encontraba bastante delicada y con peligro de morir si no era
atendida, procedió a recabar un certificado médico con el cual inscribió a la menor
agraviada en la Municipalidad de Breña como si fuera su hija y de su esposa María
Luisa Valle Vasconcelos, con el nombre de María del Carmen Durand Valle; que, el
agente en un acto de solidaridad humanitaria cuida de esta recién nacida
prodigándole cuidado en un ambiente familiar por más de dos años y medio,
asumiendo y cumpliendo de hecho su deber al haber actuado así, no puede ser
pasible de una sanción penal, pues su conducta no merece el juicio de reproche al
haber actuado altruistamente y en error de prohibición sobre la ilicitud de su
conducta al creer que estaba procediendo con arreglo al orden jurídico, con estado
de necesidad justificante por el estado de la menor, por lo que su proceder carece
de culpabilidad conforme a lo dispuesto por el último parágrafo del artículo catorce
del Código Penal' (m).

Finalmente, deberá determinarse si el agente en lugar de perfeccionar la conducta


típica y antijurídica de suprimir o alterar el estado civil de su víctima, pudo actuar de
manera distinta y evitar de ese modo caer en delito.

6. CONSUMACIÓN

Al constituir conductas de resultado lesivo, las conductas de supresión o alteración


del estado civil se perfeccionan en el momento que se verifica el perjuicio ajeno que
exige el tipo penal. En ese sentido, creemos que no es suficiente con afirmar, como
lo hacen Bramont-Arias Torres/García Cantizano(m), que el delito se consuma con la
alteración o supresión del estado civil, pues, en verdad, el tipo penal exige la
concurrencia del perjuicio para el real perfeccionamiento del hecho punible. Si el
perjuicio económico o sentimental para la víctima o un tercero, no aparece, el delito
no se perfecciona así se verifique realmente que el estado civil ha sido suprimido o
alterado.

7. TENTATIVA
Hay tentativa cuando el sujeto da principio a la ejecución del delito directamente por
hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente
deberían producir el resultado y, sin embargo, este no se produce por causas
extrañas a la voluntad del autor. En esa línea, al constituir un delito de resultado
lesivo, perfectamente cabe que el injusto penal se quede en el grado de tentativa.

8. PENALIDAD

El autor del ilícito penal será merecedor a pena privativa de libertad no menor de dos
días ni mayor de dos años o dependiendo de la forma y circunstancias en que
ocurrieron los hechos así como la personalidad del acusado se le impondrá la pena
de prestación de servicio comunitario de veinte a cincuenta y dos jornadas.

SUBCAPÍTULO 3

FINGIMIENTO DE EMBARAZO O PARTO

1. TIPO PENAL

La figura delictiva también conocida como fingimiento de preñez o parto aparece


tipificada en el tipo penal del artículo 144 de nuestro corpus juris penale que ad
litterae indica:
La mujer que finge embarazo o parto, para dar a un supuesto hijo, derechos que no
le corresponden, será reprimida con pena privativa de libertad no menor de uno ni
mayor de cinco años.
La misma pena privativa de libertad y, además, inhabilitación de uno a tres años,
conforme al artículo 36, inciso 4, se aplicará al médico u obstetra que coopere en la
ejecución del delito.

2. TIPICIDAD OBJETIVA
El hecho punible de fingimiento de preñez o parto se configura cuando el sujeto
activo con el firme objetivo de dar a un supuesto hijo derechos que no le
corresponden en la realidad, finge estar embarazada o simula el alumbramiento de
un nuevo ser.
Sin duda, aparecen dos supuestos delictivos claramente diferenciados.
Aquellos supuestos se concretizan con actos completamente diferentes y con
diversa actitud por parte del autor aun cuando su objetivo consista conseguir la
misma finalidad cual es dar a un supuesto hijo derechos patrimoniales o no
patrimoniales que no le corresponden.

2.1. Fingimiento de embarazo

La conducta delictiva de simulación de embarazo se configura cuando el agente,


dolosamente, y con el propósito de otorgar a un supuesto hijo derechos que no le
corresponde, finge, encubre, amaga o aparenta un estado de preñez, presentando
síntomas subjetivos y signos objetivos que son propios a tal situación.
Aquí el sujeto activo, desarrolla la mise in seene del embarazo en forma eficaz, por
ejemplo, colocándose una almohada en el vientre para aparentar el vientre al,mltado
signo evidente de embarazo o también cuando en cooperación de un profesional de
la medicina obtiene en forma ficticia un diagnóstico positivo de embarazo.

2.2. Fingimiento de parto

El hecho punible de aparentar la etapa de alumbramiento o nacimiento de un nuevo


ser, se configura cuando el sujeto activo, con la intención firme de dar a un supuesto
hijo derechos que en la realidad no le corresponden, simula o finge un parto.
El agente desarrolla la mise in seene de manera seria y eficaz logrando engañar a
cualquier persona, por ejemplo, guarda cama, simula los dolores propios del
alumbramiento, logra la asistencia de un médico u obstetra o de sus familiares,
coronando su maniobra con la presentación de la criatura (474).

El profesor Roy Freyre (475), comentando el tipo penal del artículo 217 del Código
Penal derogado, que recogía el delito en sede, enseña que la conducta delictiva de
suposición de parto consiste en hacer aparecer una criatura como nacida viva de un
alumbramiento que en realidad no ha existido. Se da por normalmente terminada
una engañosa gestación y se supone como resultado el nacimiento de un nuevo ser.
Las conductas de fingimiento de preñez o parto son insuficientes por sí mismas para
constituir delito, resulta importante y primordial acreditar que el agente tuvo la
finalidad de otorgar a un supuesto hijo derechos que no le correspondían. En ese
sentido, creemos necesario establecer claramente con el profesor Luis Bramont
Arias (476), que cuando se habla de derechos que no le corresponden al supuesto
hijo, generalmente se piensa en derechos de carácter patrimonial, por ejemplo, la
viuda sin hijos que pretende darle a un hijo supuesto los derechos sucesorios que,
en tal situación, corresponden a los padres de su marido; la esposa que finge un
embarazo o parto con la finalidad de otorgarle al niño los derechos de hijo legítimo,
en perjuicio de los derechos de los hijos nacidos dentro de su matrimonio. Sin
embargo, la ley no pone aquella limitación, pudiendo perfectamente otorgarle
derechos no patrimoniales, por ejemplo, como el apellido.

2.3. Bien jurídico tute1ado

El bien jurídico que se pretende proteger con la tipificación de las conductas


delictivas lo constituye el estado civil de las personas, entendido como la posición
real que tiene un individuo dentro de la familia natural o jurídica, gozando de sus
derechos inherentes a su persona como consecuencia natural de aquella posición.

2.4. Sujeto activo

El agente de los hechos punibles previstos en el tipo penal del artículo 144 de
nuestro Código Penal, solo puede ser una mujer mayor de edad. Es imposible que
un varón pueda constituirse en sujeto activo, pues resulta imposible que finja un
estado de preñez o alumbramiento de un nuevo ser.

2.5. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo o víctima de las conductas punibles será aquella persona cuyos
derechos se vean disminuidos al restársele los que se le quieran conceder al hijo
supuesto. Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (477), citando al español Muñoz
Conde, enseñan que sujeto pasivo será el hijo del sujeto activo -sin necesidad que
sea un recién nacido- cuyo estado civil se ve altexado por atribumele a otro.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Los hechos punibles de fingimiento de embarazo o parto exigen necesariamente la


concurrencia del dolo en el actuar del agente. Si, por el contrario, se llega a
evidenciar que el agente actuó por imprudencia o negligencia, la conducta será
atípica. No cabe la comisión imprudente.
El agente tiene pleno conocimiento que finge un estado de embarazo o
alumbramiento, sin embargo, con la firme voluntad de conceder derechos a un
supuesto hijo que no le corresponde, realiza la conducta. En ese sentido, aparte del
elemento dolo, se requiere necesariamente la existencia de un elemento subjetivo
del tipo consistente en que la mujer quiera dar al supuesto hijo derechos que no le
corresponden.
En suma, si no se evidencia aquella finalidad en la ml~er, el hecho injusto penal no
aparece. No habrá delito, por ejemplo, cuando una mujer finge embarazo con la
única finalidad de presionar a su novio que se decida a contraer matrimonio con
aquella, o también, cuando aparente un embarazo con la intención de jugarle una
broma a su marido.
Aquí, debemos dejar en claro con el maestro Luis Bramont Arias (478), que el móvil
por el cual actúa el agente o sujeto activo, altruista (por ejemplo, el deseo de
proporcionar una alegría al marido deseoso de descendencia) o un móvil egoísta
(por ejemplo, la viuda que intenta arrancar la herencia a la familia de su difunto
esposo), resulta indiferente a fin de que se configure los injustos penales.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que el operador jurídico llega a determinar que el hecho puesto en su
conocimiento reúne los elementos que le dan tipicidad, le corresponderá verificar si
en el hecho concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20
del Código Penal.

5. CULPABILIDAD
En caso de no concurrir en la conducta analizada alguna causa que lo justifique,
estaremos ante una conducta típica y antijurídica, correspondiendo al operador
jurídico, determinar si el agente es imputable, es decir, mayor de edad y no sufre de
alguna anomalía psíquica. Luego, verificará si el agente al momento de actuar lo
hizo conociendo la antijuridicidad de su conducta. Es difícil imaginar que alguna
persona en su sano juicio considere que fingir un embarazo o parto para dar a un
supuesto hijo derechos que no lo corresponden en la realidad, no constituya hecho
ilegal.
Finalmente, deberá determinarse si el agente en lugar de perfeccionar la conducta
típica y antijurídica de fingir embarazo o parto de un supuesto hijo, pudo actuar de
manera distinta y evitar de ese modo caer en delito.

6. CONSUMACIÓN

Entendido que un hecho punible se perfecciona o concreta cuando aparecen todos


los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal, la figura de fingimiento de preñez
o parto se consuma cuando efectivamente se evidencia el engaño, la treta o el
fingimiento de un estado de preñez o el alumbramiento de un nuevo ser, unido a
ello, la intención [tia del agente o sujeto activo de concederle al supuesto hijo
derechos (patrimoniales o no patrimoniales) que no le corresponden en la realidad.
Esto significa que los supuestos delictivos se configuran cuando junto a la
simulación del estado de embarazo o parto, aparece la finalidad del agente de
conceder al supuesto hijo derechos que no le corresponden. Como se vuelve a
reiterar, si tal fin u objetivo no se evidencia en las conductas anotadas, estas no
serán punibles.

En cuanto a la figura de simulación de parto, nadie discute que para perfeccionarse


el delito no se requiere la inscripción del nacimiento de un supuesto hijo en los
registros civiles.
El médico u obstetra consumará los supuestos delictivos cuando certifique mediante
documento, el estado de embarazo o el alumbramiento ajeno como propio de la
mujer atendida o examinada.

7. TENTATIVA
La categoría de la tentativa es posible en los hechos punibles en exégesis. Ocurre,
por ejemplo, cuando el agente con la firme intención de conceder derechos que no le
corresponden a un supuesto hijo se dispone a fingir que se encuentra en gestación,
sin embargo, por información del médico tratante se descubre el engaño que
pretende realizar la agente. O en el supuesto caso de simulación de parto, se
configurará la tentativa cuando estando por iniciarse el desarrollo del supuesto parto
o alumbramiento, es puesto al descubierto la treta del autor.

8. PARTICIPACIÓN

Bien sabemos que la participación es la cooperación dolosa en un delito doloso


"Üeno. Partícipes son aquellos cuya actividad se encuentra en dependencia, en
relación a la del autor. El partícipe interviene en un hecho ajeno, por ello es
imprescindible la existencia de un autor, respecto del cual se encuentra en una
posición secundaria, por ende, no es posible un partícipe sin un autor. El partícipe no
tiene el dominio del hecho, en consecuencia el coautor no puede ser considerado
como partícipe, pues aquel tiene el codominio del hecho (479).

Los artículos 24 y 25 del Código Penal regulan la participación en un delito doloso.


En efecto, la instigación y la complicidad (primaria o secundaria) son las únicas
formas de participación en sentido estricto. La diferencia entra ambas es evidente,
mientras que la instigación consiste en decidir a otro a la ejecución de un hecho
punible, la complicidad, ya sea primaria o secundaria, consiste en la colaboración o
cooperación en la comisión de un delito doloso. Habrá complicidad primaria cuando
la colaboración resulta imprescindible para la realización del hecho, sin la cual no se
hubiera realizado. En cambio, la complicidad secundaria, es aquella en que la
colaboración del cómplice no es indispensable para la realización del delito. Incluso,
sin la intervención del cómplice se hubiese consumado el delito.

Teniendo claro los conceptos de las formas de participación, resulta claro que el tipo
penal en comentario se refiere a la participación en su modalidad de complicidad, la
misma que puede ser solo primaria. En efecto, el segundo párrafo del tipo penal del
artículo 144 indica que se aplicará la misma pena e inhabilitación al médico u
obstetra que coopere en la ejecución del delito de fingimiento de embarazo o parto.
Es evidente que si el profesional de la medicina se encuentra en la condición de
cómplice primario se le aplicará la misma pena impuesta al autor o sujeto activo del
delito. Si por el contrario, se encuentra en la situación de cómplice secundario se le
impondrá una pena menor que al autor principal. Ello según las reglas previstas en
el artículo 25 de nuestro Código Penal.
El médico o la obstetra participan en la comisión del delito cuando certifican por
ejemplo, como real un estado de embarazo fingido o supuesto, o cuando certifican
un alumbramiento ajeno como propio de la mujer examinada.

9. PENALIDAD

En caso que después del debido proceso se encuentre responsable penalmente al


autor o agente del delito será sancionado con pena privativa de libertad no menor de
uno ni mayor de cinco años. Y en el supuesto que el agente haya recibido ayuda o
cooperación de un médico u obstetra, estos profesionales de la medicina serán
merecedores de la misma pena e inhabilitación de uno a tres años conforme al
inciso 4 del artículo 36 del Código Penal, es decir, se declarará la incapacidad para
ejercer por cuenta propia o por intermedio de tercero la profesión médica,
circunstancia que debe especificarse en forma clara en la sentencia.

SUBCAPÍTULO 4

ALTERACIÓN O SUPRESIÓN DE LA FILIACIÓN DE MENOR

1. CONCEPTO DE FILIACIÓN

Parentesco es la relación familiar existente entre dos o más personas, surgidas de la


propia naturaleza y reconocida por la ley. En tanto que la relación paren tal más
importante lo constituye la filiación, la misma que es entendida como la relación
paren tal entre los padres y los hijos, por ello se le denomina también relación
paterno-filial que vista del lado del hijo se denomina filiación y vista del lado del
padre se denomina paternidad o maternidad según sea el caso.

En doctrina y en nuestra legislación se distinguen dos clases de filiación: la


matrimonial y la filiación extramatrimonia1. La primera es el lazo existente entre el
hijo (natural o adoptado) y sus padres ligados por el vínculo jurídico del matrimonio
(artículos 361 a 385 C.C.); en tanto que la segunda, es la relación existente entre los
padres y los hijos concebidos o nacidos fuera del matrimonio (artículos 386 a 401
C.C.).

Debemos dejar establecido, para evitar distorsiones en la interpretación de las


normas penales, que la distinción entre filiación matrimonial o extramatrimonial no
obedece a algún trato discriminatorio entre los hijos concebidos o nacidos dentro del
matrimonio O fuera de él. La diferencia establecida tiene su leit motiven razones de
prueba. Son distintos los criterios para determinar una clase de filiación de la otra.
En la matrimonial existe un hecho de referencia demostrable como es la celebración
del matrimonio, con respecto al cual se toma en cuenta presunciones jurídicas
derivadas de los deberes de fidelidad y cohabitación, y los periodos mínimos y
máximos de gestación, los mismos que no pueden aplicarse al caso de los hijos
concebidos y nacidos fuera del matrimonio, siendo el reconocimiento y la
declaración judicial de filiación los únicos medios para determinarla.

2. TIPO PENAL

La figura delictiva de alteración o supresión del estado civil de un menor aparece


tipificado en el tipo penal del artículo 145 de nuestro código sustantivo, en los
términos siguientes:
El que exponga u oculte a un menor, lo sustituya por otro, le atribuya falsa filiación o
emplee cualquier otro medio parar alterar o suprimir su filiación será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cinco años.

3. TIPICIDAD OBJETIVA

De la redacción del tipo penal se evidencia que este encierra hasta cinco conductas
que por sí solas constituyen hecho punible. En efecto, la tipicidad objetiva de los
injustos penales que aparecen en el tipo penal del artículo 145, tienen una
connotación particular cada uno de ellos. No obstante, su finalidad es la misma cual
es alterar o suprimir la filiación del sujeto pasivo del hecho, quien siempre será un
menor de 18 años de edad.
Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano (480) indican que el comportamiento
consiste en alterar o suprimir la filiación de un menor, ya sea exponiéndolo,
ocultándolo, sustituyéndolo, atribuyéndole falsa filiación o empleando cualquier otro
medio. En consecuencia, se trata de una sola conducta delictiva. Interpretación que
no se ajusta a la descripción del tipo penal. De la lectura de aquel tipo penal se
concluye que aparecen varias conductas delictivas, las que tienen por finalidad
alterar o suprimir la filiación de un menor.

Las conductas ilícitas de carácter penal que ponen en peligro o lesionan la filiación
de un menor son las siguientes:

a.Exponer a un menor

La conducta delictiva de exposición de menor se configura cuando el agente o sujeto


activo coloca al menor en un lugar que lo desvincula del medio y de las personas
que pueden indicar o determinar su filiación natural. Roy Freyre (481) en forma
acertada enseña que la exposición de menor consiste en depositar o colocar al niño
fuera del medio familiar que hubiera permitido deducir con certeza su estado civil de
modo que ahora se produce la ignorancia, la confusión o la duda sobre su verdadera
filiación. Por su parte, Villa Stein (482) sostiene que se da esta modalidad cuando se
desplaza al menor y se le deja en un lugar en que no se puede saber su filiación por
no portar consigo los datos que permitan su identificación.

Para la configuración de la conducta en comento no se requiere la concurrencia de


la creación de un peligro para la integridad física o vida del menor, el agente solo
busca suprimir la filiación real de su víctima. Por ejemplo, ocurrirá cuando el agente
coloque a un recién nacido en la puerta de un hogar de menores sin ninguna
identificación. No obstante, es posible que concurra con el hecho punible previsto en
el tipo penal del artículo 125 del código sustantivo. En efecto, puede darse
perfectamente la hipótesis que el agente con la finalidad de suprimir la filiación del
menor, traslade a aquel que aún no puede expresar su nombre, de un lugar seguro
donde se encontraba hacia otro lugar donde queda sin amparo y desprovisto de toda
seguridad, originando con ello un peligro concreto para su vida o integridad física.
b.Ocultar a un menor

La conducta punible de ocultar a un menor para alterar o suprimir su filiación se


configura cuando el agente sustrae al menor del conocimiento de aquellas personas
que deben estar enteradas de su nacimiento, esto es, se oculta de sus familiares
cercanos, los mismos que tienen el derecho yel deber de conocer la existencia del
menor para darle su filiación real que le corresponde.
La conducta de ocultación de menor importa impedir que se conozca la verdadera
condición familiar del menor, de tal manera que el niño queda colocado en la
situación de no poder acreditar su filiación. El objetivo consiste en hacer
desaparecer de la circulación al menor, o en substraerlo del ambiente familiar donde
por ley natural tenía asegurada su ubicación y por imperativo jurídico su filiación
(483).
En ese sentido, queda establecido que no aparece el delito cuando se oculta la
filiación del menor, sino cuando se oculta de modo real la existencia del menor. Es
decir, no constituye supuesto de hecho del delito, la omisión de inscripción del
nacimiento en los registros civil del menor, pues perfectamente el menor puede tener
su real filiación y estar junto a sus familiares naturales sin estar inscrito en el registro
correspondiente.

El profesor Luis Bramont Arias (484) enseña que no oculta al niño y por lo tanto, no
comete delito, el que omite registrarlo civilmente, sin perjuicio que esa omisión
pueda se un medio para ayudar a lograr la situación de alteración o supresión del
estado civil. La omisión en el registro sin la ocultación efectiva del menor, no
constituye el delito en sede.

c. Sustituir a un menor por otro

La figura delictiva de sustituir a un menor por otro se evidencia cuando el sujeto


activo, con la finalidad de alterar o suprimir la filiación que les corresponde, cambia
la ubicación familiar de dos niños colocando a uno en el lugar del otro y
suponiéndoles como nacidos de personas distintas a sus respectivas madres.
Aquí el agente tiene interés en hacer aparecer ha determinado menor con una
filiación que no le corresponde en la realidad natural de las cosas. Ocurre, por
ejemplo, cuando en una maternidad, la enfermera dolosamente cambia a un recién
nacido por otro, entregándole un hijo diferente a la madre convaleciente del parto.

d. Atribuir falsa filiación

El hecho punible de auibuir falsa filiación a un menor se configura cuando'el agente


suprime la real filiación de su víctima, atribuyéndole padres imaginarios o negándole
al menor sus verdaderos padres o cuando los mismos padres niegan la filiación de
su propio hijo. En ese sentido, la atribución de falsa filiación puede ser positiva o
negativa, esto es, el delito se concreta cuando se imputan ascendientes falsos que
cuando se desconocen los verdaderos. El profesor Roy Freyre (485) indica que el
caso más grave se presenta cuando la supresión del estado de filiación se consigue
con la inscripción en el registro de nacimientos.

e.Utilizar cualquier otro medio para alterar o suprimir la filiación de un menor

El tipo penal del artículo 145 del corpus juris penale recoge la figura del numerus
apertus, es decir, después de enumerar ciertas conductas que lesionan o ponen en
peligro la verdadera filiación del menor, con una fórmula abierta deja a criterio del
operador jurídico la aplicación de la norma a diversas formas utilizadas por el sujeto
activo para alterar o suprimir la filiación de su víctima. Sin duda, constituye un
empeño del legislador de la ley penal por comprender dentro del ámbito de
prohibición cualquier otra conducta no especificada, pero análoga a las previstas que
atente contra la real filiación de un menor.

3.1. Bien jurídico protegido

El interés fundamental que se pretende tutelar con la tipificación de las conductas


ilícitas citadas lo constituye la filiación, entendida como la relación parental entre los
hijos y sus progenitores que genera derechos y deberes reconocidos en todo
nuestro sistema jurídico como irrenunciables. La cual puede ser matrimonial o
extramatrimonial, diferencia que a efectos del tipo penal, no tiene mayor importancia.

3.2. Sujeto activo


El agente de las conductas punible s glosadas puede ser cualquier persona. El tipo
penal no exige alguna condición especial para cometer cualquiera de las conductas
citadas. Puede ser un extraño o un familiar de la víctima, lo importante es que haya
realizado cada uno de los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal.

3.3. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo de las conductas delictivas solo puede ser un menor. Aun
cuando el tipo penal no señala expresamente la edad de la víctima que debe
tomarse en cuenta a efectos de considerar a una conducta como punible, haciendo
una interpretación sistemática, se evidencia que de acuerdo al artículo 1 del Título
Preliminar del Texto Ordenado del Código de los Niños y Adolescentes, tal condición
solo tienen las personas menores de 18 años de edad cronológica. En
consecuencia, si la conducta recae en una persona con edad superior a la indicada,
no aparece el injusto penal.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la redacción del tipo penal se desprende que se trata de figuras delictivas


necesariamente dolosas. No es posible la comisión culposa.
El agente sabe o conoce que con su conducta está alterando o suprimiendo la
filiación de su víctima, sin embargo, voluntariamente actúa pues aquella
circunstancia es su objetivo. A efectos del dolo no interesa saber si el agente
conocía que su conducta estaba prohibida, ello como es sabido se verificará al
analizar el elemento culpabilidad del delito.

Por su parte, Roy Freyre (486) enseña que el dolo en esta clase de delitos consiste
en la conciencia y voluntad de que se trastorna el estado de familia de un niño con el
empleo de los medios referidos por la ley.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que el operador jurídico llega a determinar que el hecho puesto en su
conocimiento reúne los elementos que le dan tipicidad, le corresponderá verificar si
en el hecho concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20
del Código Penal.

5. CULPABILIDAD

En caso de no concurrir en la conducta analizada alguna causa que lo justifique,


estaremos ante una conducta típica y antijurídica, correspondiendo al operador
jurídico determinar si el agente es imputable, es decir, es mayor de edad y no sufre
de alguna anomalía psíquica. Luego le corresponderá verificar si el agente al
momento de actuar lo hizo conociendo la antijuridicidad de su conducta.
Finalmente, determinará si el agente en lugar de perfeccionar alguna de las
conductas típicas y antijurídicas de exponer u ocultar a un menor, lo sustituya por
otro, le atribuya falsa filiación a su víctima, pudo actuar de manera distinta y evitar de
ese modo caer en delito.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Las conductas punibles que encierra el tipo penal se perfeccionan en el mismo


momento que el sujeto activo logra su finalidad cual es alterar o suprimir la filiación
del menor-víctima. La finalidad del agente tiene que evidenciarse objetivamente en
la conducta realizada por aquel para hablar de una conducta perfecta. Caso
contrario, si en la conducta atribuida al agente, no aparece el elemento objetivo de
alteración o supresión de la filiación del menor, no estaremos ante un delito
consumado sino frente a la tentativa.
Cuando el agente ha sustituido un menor por otro, sin lograr que se anule la filiación
verdadera de los menores por ponerse al descubierto la conducta de aquel, no habrá
delito consumado, sino a lo más estaremos ante una tentativa. Bramont Arias (487)
cita como ejemplo el siguiente caso: dos madres se ponen de acuerdo para cambiar
a sus respectivos hijos, poniendo en secreto a una tercera persona, a quien se le
encarga la realización de la operación del traslado de las criaturas. El hecho se
divulga por una infidencia del intermediario, llegando a conocimiento de la autoridad,
quien sorprende al mandatario haciendo el traslado de una criatura al domicilio de
otra madre y con el fin de volver trayendo al otro menor.
En ese sentido, debemos concluir que se trata de un delito de resultado, en el cual
necesariamente se requiere el resultado a fin de alterar o suprimir la verdadera
filiación del sujeto pasivo. Si no hay objetivación del fin perseguido por el agente, no
aparecerá injusto penal consumado, sino de acuerdo con el artículo 16 del corpus
iuns penale, se tratará de una tentativa.

7. PENALIDAD

Al sujeto activo que se le encuentre responsable penalmente después de un debido


proceso, será merecedor de la pena privativa de libertad que oscila (según la forma
y circunstancias en que ocurrieron los hechos investigados) entre uno y cinco años.
SUBCAPÍTULO 5

EL HONOR EN LOS DELITOS CONTRA EL ESTADO CIVIL

1. TIPO PENAL

Cuando el honor aparece como móvil de alguno de los delitos contra el estado civil,
se configura una circunstancia atenuante de la responsabilidad penal del agente, así
está dispuesto en el tipo penal del articulo 146 del corpus juris penale, cuando
literalmente indica:
Si el agente de alguno de los delitos previstos en este Capítulo comete el hecho por
un móvil de honor, la pena será de prestación de servicio comunitario de veinte a
treinta jornadas.

2. LEITMOTIV DEL TIPO PENAL

El legislador del Código Penal, en forma acertada ha recogido el presente enunciado


que tiene larga data, esto es, desde cuando el honor tenía un contenido sublimado
en las relaciones interpersonales.

En ese sentido y optando una posición realista, el legislador ha establecido en el


articulo 146 del Código Penal que si el agente realiza alguno de los ilícitos penales
contra el estado civil guiado por un móvil de honor, se le atenuará la pena de modo
substancial. Ello se justifica plenamente debido que todo ciudadano, ante tal
situación, actuaría de modo parecido. y, además, porque la finalidad perseguida por
el sujeto activo de alterar o suprimir el estado civil de su víctima no busca perjudicar
a nadie. Cuando el honor está de por medio, las personas actúan guiados con el
afán de salvarlo o defenderlo, pero nunca para causar un daño a tercero.

Para efectos de una correcta aplicación de la atenuante, por móvil honorable no solo
debe entenderse al que se relaciona con el honor propiamente dicho del agente o de
su familia, sino también el móvil altruista o noble que enerva la peligrosidad de la
acción delictiva. En ambos casos el agente de ningún modo busca causar peIjuicio
ajeno.
En consecuencia, estaremos ante un ejemplo de la primera situación cuando una
abuela inscribe como hijo propio a su nieto, para evitar la deshonra de su hija
soltera. En tanto, que se presentará un caso por móvil altruista cuando una madre,
para evitar el sufrimiento de su hija que espera ansiosa la llegada de su primogénito,
entrega su hijo recién nacido a aquella que alumbró el mismo día una criatura que a
la hora falleció.
Siendo una atenuante el hecho de actuar guiado por un móvil de honor, la pena es
mínima. Esto es, de ser encontrado responsable el autor de la conducta, después
del debido proceso penal, se le impondrá una pena de prestación de servicio
comunitario de veinte a treinta jornadas.

CAPÍTULO III

ATENTADOS CONTRA LA PATRIA POTESTAD

SUBCAPÍTULO 1

GENERALIDADES

L. LA PATRIA POTESTAD EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO

Para nuestro sistema jurídico la figura de la patria potestad ha adquirido real


importancia en el derecho de familia. Debido a ello, en nuestro Código Civil el
legislador nacional, le ha regulado en forma extensa todos sus efectos que genera
para las personas que conforman una familia, núcleo primordial y básico de la
sociedad. En ese sentido, del artículo 418 al 471 del corpus juris civilis, y en el
Código de los Niños y Adolescentes, aparecen regulados en un capítulo único el
ejercicio, contenido y terminación de la patria potestad.

Asimismo, tanta es la importancia de la categoría de la patria potestad en el


desenvolvimiento normal de toda persona, que el derecho punitivo no puede quedar
al margen en cuanto a su protección. En efecto, es indudable que en la realidad
aparecen conductas dolosas que ponen en peligro o lesionan la patria potestad,
frente a las cuales el legislador nacional no tuvo otra alternativa que tipificar aquellas
conductas y sancionarlas con pena privativa de libertad. El derecho penal cumple
aquí un papel preventivo y disuasivo antes que se realice el injusto penal, en tanto
que si se consumó el hecho punible contra la patria potestad, cumple un rol
sancionador.

2. CONCEPTO DE LA PATRIA POTESTAD

En el derecho de familia, materia en la cual se estudia la figura de la patria potestad,


ha quedado zanjado y establecido su concepto. En efecto, se sostiene que la patria
potestad constituye a la vez un derecho y un deber que la naturaleza y la ley
reconoce a los padres de cuidar la persona y los bienes de sus hijos menores de
edad. Incluso, seguramente para evitar disquisiciones antojadizas el legislador
nacional ha recogido el concepto en el artículo 418 del Código Civil. En aquel
dispositivo se establece claramente que por la patria potestad los padres tienen el
deber y el derecho de cuidar de la persona y bienes de sus hijos menores. Se
afirma, asimismo, que la patria potestad se ejerce conjuntamente por el padre y la
madre durante el matrimonio, correspondiendo a ambos la representación legal del
hijo. En caso de separación o divorcio de los padres, la patria potestad la ejerce
aquel cónyuge a quien se le confió los hijos, mientras que al otro se le suspende su
ejercicio. En tanto, que si se trata de hijo extramatrimonial, la patria potestad la
ejerce el padre que reconoció al menor; si ambos lo reconocen el juez de familia
decidirá.

El artículo 423 del corpus juro civilis prevé taxativamente los derechos y deberes que
corresponden a los padres que ejercen la patria potestad respecto de sus hijos.
Dichos deberes y derechos que nacen a consecuencia del ejercicio de la patria
potestad son los siguientes: proveer el sostenimiento y educación de los hijos; dirigir
el proceso educativo de los hijos y su capacitación para el trabajo conforme a su
vocación y aptitudes; corregir moderadamente a los hijos, y cuando esto no bastare,
recurrir a la autoridad judicial solicitando su internamiento en un establecimiento
dedicado a la reeducación de menores; aprovechar de los servicios de sus hijos,
atendiendo su edad y condición y sin perjudicar su educación; tener a los hijos en su
compañía y recogerlos dellugar donde estuviesen sin su permiso, recurriendo a la
autoridad si es necesario; representar a los hijos respecto de los actos de la vida
civil; administrar y usufructuar los bienes de sus hijos.

3. LA PATRIA POTESTAD COMO BIEN JURÍDICO

Indudablemente, los delitos tipificados en el Capítulo III rotulado como atentados


contra la patria potestad, del Título III del Código Penal, lesionan o ponen en peligro
los derechos y deberes que conforman la patria potestad. Los hechos punibles
ocasionan una rotura de la relación natural y legal que existe entre los menores de
edad y sus padres que ejercen la patria potestad. Luis Bramont Arias (488),
comentando el Código Penal derogado, enseñaba que el objeto específico de la
tutela penal es el interés del Estado de salvaguardar la familia contra la acción de
quien, aprovechando la minoría de edad de una persona, la sustrae del que ejerce la
patria potestad o lo retiene contra la voluntad de sus padres.
Roy Freyre (489), después de hacer un análisis de las dos posiciones doctrinarias
que sostienen por un lado, que el bien jurídico que se tutela es la libertad y por otro,
lo constituye la patria potestad, concluye que el interés jurídico que prevalece es el
de la familia. Si los padres ejercitan en nombre del menor, ciertas acciones que
atañen a la libertad de este, lo hacen porque se trata de una facultad derivada del
derecho familiar. Lo importante aquí -continúa el maestro sanmarquino- no sería la
limitada libertad del menor el interés específicamente afectado, sino, más bien, el
derecho de los padres, que es al mismo tiempo un deber, de vigilar y corregir el
comportamiento del menor en vía de prepararle, como exige el derecho de familia,
para el uso oportuno y conveniente de una libertad más amplia cuando alcance la
mayoría de edad.
En esa línea, Bramont-Arias Torres/García Cantizano (490), siguiendo a los
penalistas Bustos Ramírez, Muñoz Conde y Rodríguez Devesa que interpretan el
Código Penal español, yerran cuando enseñan que el bien jurídico que se protege
con las conductas delictivas de este capítulo, viene a ser la libertad del menor en
sentido amplio, especialmente su libertad ambulatoria, siendo indiferente la anuencia
o no del menor.
Aquí la lesión o recorte de la libertad no tiene cabida, tal bien jurídico se protege con
las conductas reguladas en el Título IV del Código Penal etiquetados como delitos
contra la libertad, especialmente el artículo 153 cuando se trate de tráfico de
menores. No obstante, nadie discute que la libertad ambulatoria del menor se vea en
peligro o lesionado con la conducta del sujeto activo, pero tal circunstancia se
analizará en un segundo plano. Primero tendrá que establecerse si se ha lesionado
o puesto en peligro el bien jurídico fundamental conocido como patria potestad. En
este sentido, javier Villa Stein (491) afirma que no comparte la tesis según la cual el
bien jurídico tutelado, en este caso, sea la libertad ambulatoria del menor o su
seguridad pues de ello dan cuenta otros tipos penales.

CAPÍTULO III

ATENTADOS CONTRA LA PATRIA POTESTAD

SUBCAPÍTULO 1

GENERALIDADES

1. LA PATRIA POTESTAD EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO

Para nuestro sistema jurídico la figura de la patria potestad ha adquirido real


importancia en el derecho de familia. Debido a ello, en nuestro Código Civil el
legislador nacional, le ha regulado en forma extensa todos sus efectos que genera
para las personas que conforman una familia, núcleo primordial y básico de la
sociedad. En ese sentido, del artículo 418 al 471 del corpus juris civilis, y en el
Código de los Niños y Adolescentes, aparecen regulados en un capítulo único el
ejercicio, contenido y terminación de la patria potestad.

Asimismo, tanta es la importancia de la categoría de la patria potestad en el


desenvolvimiento normal de toda persona, que el derecho punitivo no puede quedar
al margen en cuanto a su protección. En efecto, es indudable que en la realidad
aparecen conductas dolosas que ponen en peligro o lesionan la patria potestad,
frente a las cuales el legislador nacional no tuvo otra alternativa que tipificar aquellas
conductas y sancionarlas con pena privativa de libertad. El derecho penal cumple
aquí un papel preventivo y disuasivo antes que se realice el injusto penal, en tanto
que si se consumó el hecho punible contra la patria potestad, cumple un rol
sancionador.

2. CONCEPTO DE LA PATRIA POTESTAD

En el derecho de familia, materia en la cual se estudia la figura de la patria potestad,


ha quedado zanjado y establecido su concepto. En efecto, se sostiene que la patria
potestad constituye a la vez un derecho y un deber que la naturaleza y la ley
reconoce a los padres de cuidar la persona y los bienes de sus hijos menores de
edad. Incluso, seguramente para evitar disquisiciones antojadizas el legislador
nacional ha recogido el concepto en el artículo 418 del Código Civil. En aquel
dispositivo se establece claramente que por la patria potestad los padres tienen el
deber y el derecho de cuidar de la persona y bienes de sus hijos menores. Se
afirma, asimismo, que la patria potestad se ejerce conjuntamente por el padre y la
madre durante el matrimonio, correspondiendo a ambos la representación legal del
hijo. En caso de separación o divorcio de los padres, la patria potestad la ejerce
aquel cónyuge a quien se le confió los hijos, mientras que al otro se le suspende su
ejercicio. En tanto, que si se trata de hijo extramatrimonial, la patria potestad la
ejerce el padre que reconoció al menor; si ambos lo reconocen el juez de familia
decidirá.

El artículo 423 del corpus juro civilis prevé taxativamente los derechos y deberes que
corresponden a los padres que ejercen la patria potestad respecto de sus hijos.
Dichos deberes y derechos que nacen a consecuencia del ejercicio de la patria
potestad son los siguientes: proveer el sostenimiento y educación de los hijos; dirigir
el proceso educativo de los hijos y su capacitación para el trabajo conforme a su
vocación y aptitudes; corregir moderadamente a los hijos, y cuando esto no bastare,
recurrir a la autoridad judicial solicitando su internamiento en un establecimiento
dedicado a la reeducación de menores; aprovechar de los servicios de sus hijos,
atendiendo su edad y condición y sin perjudicar su educación; tener a los hijos en su
compañía y recogerlos dellugar donde estuviesen sin su permiso, recurriendo a la
autoridad si es necesario; representar a los hijos respecto de los actos de la vida
civil; administrar y usufructuar los bienes de sus hijos.

3. LA PATRIA POTESTAD COMO BIEN JURÍDICO

Indudablemente, los delitos tipificados en el Capítulo III rotulado como atentados


contra la patria potestad, del Título III del Código Penal, lesionan o ponen en peligro
los derechos y deberes que conforman la patria potestad. Los hechos punibles
ocasionan una rotura de la relación natural y legal que existe entre los menores de
edad y sus padres que ejercen la patria potestad. Luis Bramont Arias (488),
comentando el Código Penal derogado, enseñaba que el objeto específico de la
tutela penal es el interés del Estado de salvaguardar la familia contra la acción de
quien, aprovechando la minoría de edad de una persona, la sustrae del que ejerce la
patria potestad o lo retiene contra la voluntad de sus padres.
Roy Freyre (489), después de hacer un análisis de las dos posiciones doctrinarias
que sostienen por un lado, que el bien jurídico que se tutela es la libertad y por otro,
lo constituye la patria potestad, concluye que el interés jurídico que prevalece es el
de la familia. Si los padres ejercitan en nombre del menor, ciertas acciones que
atañen a la libertad de este, lo hacen porque se trata de una facultad derivada del
derecho familiar. Lo importante aquí -continúa el maestro sanmarquino- no sería la
limitada libertad del menor el interés específicamente afectado, sino, más bien, el
derecho de los padres, que es al mismo tiempo un deber, de vigilar y corregir el
comportamiento del menor en vía de prepararle, como exige el derecho de familia,
para el uso oportuno y conveniente de una libertad más amplia cuando alcance la
mayoría de edad.

En esa línea, Bramont-Arias Torres/García Cantizano (490), siguiendo a los


penalistas Bustos Ramírez, Muñoz Conde y Rodríguez Devesa que interpretan el
Código Penal español, yerran cuando enseñan que el bien jurídico que se protege
con las conductas delictivas de este capítulo, viene a ser la libertad del menor en
sentido amplio, especialmente su libertad ambulatoria, siendo indiferente la anuencia
o no del menor.
Aquí la lesión o recorte de la libertad no tiene cabida, tal bien jurídico se protege con
las conductas reguladas en el Título IV del Código Penal etiquetados como delitos
contra la libertad, especialmente el artículo 153 cuando se trate de tráfico de
menores. No obstante, nadie discute que la libertad ambulatoria del menor se vea en
peligro o lesionado con la conducta del sujeto activo, pero tal circunstancia se
analizará en un segundo plano. Primero tendrá que establecerse si se ha lesionado
o puesto en peligro el bien jurídico fundamental conocido como patria potestad. En
este sentido, javier Villa Stein (491) afirma que no comparte la tesis según la cual el
bien jurídico tutelado, en este caso, sea la libertad ambulatoria del menor o su
seguridad pues de ello dan cuenta otros tipos penales.

SUBCAPÍTULO 2

ALTERACIÓN O SUPRESIÓN DEL ESTADO CIVIL

1. TIPO PENAL

La conducta punible de alteración o supresión del estado civil de una persona


aparece tipificada en el tipo penal del artículo 143 de nuestro código sustantivo del
modo siguiente:
El que, con perjuicio ajeno, altera o suprime el estado civil de otra persona será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años o con prestación de
servicio'comunitario de veinte a cincuenta y dos jornadas.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la redacción del tipo penal se desprende que el hecho típico del delito se
configura cuando el agente o autor dolosamente y con peIjuicio sentimental o
económico de su víctima o de terceros, le suprime o altera el estado civil. Aparece el
peIjuicio a terceros cuando, por ejemplo, el estado civil que se altera es sustituido
por datos que corresponden a una persona fallecida.
La lectura del tipo penal nos indica que la conducta de supresión o alteración del
estado civil, para constituir delito debe causar un peIjuicio ajeno (ya sea a la propia
víctima o a un tercero), entendido como el menoscabo de los intereses económicos
o afectivos que puede tener la víctima que su estado civil sea anulado o alterado.
Aquel peIjuicio que hace mención expresa el tipo penal se constituye en elemento de
tipicidad fundamental a tal punto que si no se prueba o evidencia en los hechos, el
injusto penal no se configura.

Así, por ejemplo, nuestra Corte Suprema, por Ejecutoria Suprema del 10 de agosto
de 1998, absolvió de la acusación fiscal a la procesada por no haberse probado el
peIjuicio causado al agraviado. El argumento respectivo sostiene: "que, además, la
Ley veinticinco mil veinticinco, actualmente derogada, que sirvió de sustento para la
inscripción extraordinaria, disponía en su artículo cuarto que cuando la petición de
inscripción la formula uno de los padres, no surte efectos filiales con respecto del
otro, salvo las excepciones señaladas en dicho numeral que no corresponden al
caso en examen, de lo que se colige que el hecho que en la partida de nacimiento
de la hija de la procesada apareciera asentado el nombre del agraviado como padre
de la misma, no genera ningún vínculo ni efecto de filiación extramatrimonial de la
referida menor con aque~ no habiéndose probado en autos, además, perjuicio en
contra del agraviado, toda vez que la acción por alimentos no prosperó por la causal
antes señalada, evidenciándose sí por parte de la procesada la intención de que su
hija de quien es su representante, fuera reconocida o llevara el apeLLido del que
considera su padre, no obstante que el procedimiento legal que utilizara no fuera el
adecuado, situación filial que debe establecerse en la vía correspondiente,
consecuentemente, no reuniéndose los elementos del tipo penal a efectos de
considerar acreditado el delito materia de juzga miento, es procedente absolverla"
(465) .

En suma, se constituye en un delito de resultado. Si por el contrario, la supresión o


alteración del estado civil trae consecuencias beneficiosas para la víctima o para un
tercero, la conducta será atípica, ello ocurre, por ejemplo, con la adopción.

Aquí debemos hacer una precisión con los profesores Bramont-Arias Torres/Carda
Cantizano (466), en el sentido que el estado civil suprimido o alterado debe
pertenecer a otra persona, por tanto, no se comprende la supresión o alteración del
propio estado civil, hecho que puede constituir otro delito como, por ejemplo, contra
la fe pública o defrauc.-ación pero no atentado contra el estado civil.

En otro aspecto, se evidencia que el tipo penal del artículo 143 encielTa dos
comportamientos delictivos debidamente diferenciados, los mismos que para su
configuración requieren de distintas acciones del agente, aun cuando como
observamos la finalidad sea la misma, esto es el causar un peIjuicio ajeno. Así
tenemos la conducta de suprimir y la de alterar el estado civil del agraviado.

2.1. Bienjurídico tutelado

El bien jurídico fundamental que se lesiona o pone en peligro con las conductas de
supresión o alteración del estado civil, lo constituye precisamente el estado civil,
entendido como la situación jurídica que tiene una persona dentro de su familia. Esto
es, la posición de acuerdo a su filiación o matrimonio que ocupa dentro de su familia.
Un estado civil cierto, permanente e inalterable se pretende proteger tipificando
conductas que pueden anularla o alterarla en perjuicio de la VÍctima o de otra
persona.

2.2. Sujeto activo

De la lectura del texto penal en comentario se evidencia que para tener la calidad de
sujeto activo o autor del delito no se necesita gozar de alguna condición o cualidad
especial, por lo que cualquier persona puede, muy bien, constituirse en agente del
delito de supresión o alteración del estado civil de otra persona.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima también puede ser cualquier persona con la única condición que sea mayor
de edad, pues si aquella es menor, aparecerá otro hecho delictivo.

2.4. Suprimir el estado civil


Se configura el comportamiento delictivo de suprimir el estado civil de una persona
cuando el agente crea una situación en la cual su VÍctima queda colocada en la
irregular condición de no poder probar o acreditar la certeza de por lo menos, uno de
los elementos integrantes de su estado civil.
Fernando Ángeles Gonzáles (467) enseña que la supresión del estado civil consiste
en la anulación del que le corresponde a la víctima. En el mismo sentido, Villa Stein
(468) afirma que en el supuesto de supresión del estado civil se anula el que exhibe
la víctima. En este delito, por ejemplo, se encontrará inmerso el que destruye los
documentos que prueban la filiación o la paternidad. Asimismo, destruye la partida
de matrimonio, documento que demuestra la condición de persona casada, etc.

2.5. Alteración del estado civil

Se configura la conducta de alteración del estado civil cuando el autor por medio de
acciones de simulación hace aparecer a su VÍctima en una situación jurídica que no
le corresponde en la realidad. Por alterar ha de interpretarse el cambio del estado
civil real del sujeto por otro que no es el que corresponde efectivamente a su
verdadera situación (469).

Por su parte, Ángeles González (470) afirma que la alteración del estado civil
consiste en privar a una persona del que le corresponde, lo cual puede verificarse,
bien atribuyéndole uno diferente del suyo mediante imposición o sustitución de una
persona por otra bien sin asignarle ningún estado civil. En suma, como sostiene Villa
Stein (471), se tendrá por alterado el estado civil cuando se reemplace o sustituye
por otro. Por ejemplo, cambiar en la partida de nacimiento de determinada persona
el nombre de los padres, etc.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Al utilizar los términos "el que ( ... )" en el inicio de la redacción del tipo penal, nos
indica que estamos ante una conducta dolosa, no cabe la comisión por culpa o
imprudencia, esto es, para que la supresión o alteración del estado civil se
constituya en hecho punible deben haber sido ocasionadas con conocimiento y
voluntad por parte del agente o autor. Unido a ello, el sujeto activo debe actuar a
sabiendas que causa un perjuicio económico o sentimental al sujeto pasivo o a un
tercero.
El agente debe actuar sabiendo que causa un perjuicio. Si del hecho concreto ello
no se evidencia y, por el contrario, el agente actúa, por ejemplo, guiado por
sentimientos de humanidad, el delito no aparece.

4. ANTIJURlDICIDAD

Una vez que el opel dor jurídico llega a determinar que el hecho puesto en su
conocimiento reúne los elementos que le dan tipicidad, le corresponderá verificar si
en el hecho concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artÍCulo 20
del Código Penal. Es posible que pueda presentarse un estado de necesidad
justificante, por ejemplo.

5. CULPABILIDAD

En caso de no concurrir en la conducta analizada alguna causa que lo justifique,


estaremos ante una conducta típica y antijurídica, correspondiendo al operador
jurídico, determinar si el agente es imputable, es decir, es mayor de edad y no sufre
de alguna anomalía psíquica.
Luego le corresponderá verificar si el agente al momento de actuar lo hizo
conociendo la antijuridicidad de su conducta. Caso contrario, si el agente
no sabía ni podía conocer la antijuridicidad de su acto, estaremos ante un error de
prohibición previsto en el segundo párrafo del artÍCulo 14 del Código Penal. En tal
sentido, si se determina que el error fue invencible se excluirá cualquier
responsabilidad, pero si se determina que el error fue vencible, es decir, el agente
realizando ciertos actos de aclaración pudo salir del error, se atenuará la pena a
imponerse al autor.

Como precedente jurisprudencial importante respecto de la concurrencia del error de


prohibición en el delito de alteración o supresión del estado civil, unido a ello el
actuar del agente por móvil altruista, cabe citar la Ejecutoria Suprema del 15 de
octubre de 1997, por la cual nuestro máximo Tribunal de Justicia excluyó todo tipo
de responsabilidad penal del autor en los hechos instruidos, afirmando lo siguiente:
"Que, en el caso de autos se desprende que el acusado Carlos Alberto Durand
Rivas, a los pocos días que recibió por un acto de humanidad a la menor agraviada,
que contaba con tan solo veinte días de nacida, al manifestarle la partera y
coacusada Olivos Vega, que los padres biológicos habían abandonado a la menor y
al parecer habrían viajado al extranjero, atendiendo a que necesitaba acreditar el
nacimiento de dicha menor con el objeto de que pueda ser atendida en el hospital
debido a que se encontraba bastante delicada y con peligro de morir si no era
atendida, procedió a recabar un certificado médico con el cual inscribió a la menor
agraviada en la Municipalidad de Breña como si fuera su hija y de su esposa María
Luisa Valle Vasconcelos, con el nombre de María del Carmen Durand Valle; que, el
agente en un acto de solidaridad humanitaria cuida de esta recién nacida
prodigándole cuidado en un ambiente familiar por más de dos años y medio,
asumiendo y cumpliendo de hecho su deber al haber actuado así, no puede ser
pasible de una sanción penal, pues su conducta no merece el juicio de reproche al
haber actuado altruistamente y en error de prohibición sobre la ilicitud de su
conducta al creer que estaba procediendo con arreglo al orden jurídico, con estado
de necesidad justificante por el estado de la menor, por lo que su proceder carece
de culpabilidad conforme a lo dispuesto por el último parágrafo del artículo catorce
del Código Penal' (m).

Finalmente, deberá determinarse si el agente en lugar de perfeccionar la conducta


típica y antijurídica de suprimir o alterar el estado civil de su víctima, pudo actuar de
manera distinta y evitar de ese modo caer en delito.

6. CONSUMACIÓN

Al constituir conductas de resultado lesivo, las conductas de supresión o alteración


del estado civil se perfeccionan en el momento que se verifica el perjuicio ajeno que
exige el tipo penal. En ese sentido, creemos que no es suficiente con afirmar, como
lo hacen Bramont-Arias Torres/García Cantizano(m), que el delito se consuma con la
alteración o supresión del estado civil, pues, en verdad, el tipo penal exige la
concurrencia del perjuicio para el real perfeccionamiento del hecho punible. Si el
perjuicio económico o sentimental para la víctima o un tercero, no aparece, el delito
no se perfecciona así se verifique realmente que el estado civil ha sido suprimido o
alterado.
7. TENTATIVA

Hay tentativa cuando el sujeto da principio a la ejecución del delito directamente por
hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente
deberían producir el resultado y, sin embargo, este no se produce por causas
extrañas a la voluntad del autor. En esa línea, al constituir un delito de resultado
lesivo, perfectamente cabe que el injusto penal se quede en el grado de tentativa.

8. PENALIDAD

El autor del ilícito penal será merecedor a pena privativa de libertad no menor de dos
días ni mayor de dos años o dependiendo de la forma y circunstancias en que
ocurrieron los hechos así como la personalidad del acusado se le impondrá la pena
de prestación de servicio comunitario de veinte a cincuenta y dos jornadas.

SUBCAPÍTULO 3

INDUCCIÓN A LA FUGA DE UN MENOR

l. TIPO PENAL

La figura delictiva conocida como inducción a la fuga de menor de la casa del que
ejerce la patria potestad, tutela o custodia aparece tipificada en el tipo penal del
artículo 148, que ad litleraeseñala:
El que induce a un menor de edad a que se fugue de la casa de sus padres o de la
de su tutor o persona encargada de su custodia será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de dos años o con prestación de servicio comunitario de veinte a
cincuenta y dos jornadas.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El hecho punible de inducción a la fuga de menor se configura cuando el sujeto


activo induce, instiga, persuade, estimula, incita, convence, promueve, influye,
inclina, motiva o determina decididamente que un menor se fugue, escape o huya de
la casa de sus padres, de su tutor o de la casa del encargado de su custodia.

Aquí podría pensarse que estamos ante una modalidad de la figura jurídico-penal
prevista en el artículo 24 del Código Penal. Sin embargo, no es así. En efecto, en
aquel numeral se regula la participación por instigación que Se configura cuando una
persona determina a otro a realizar un delito. Situación diferente a la prevista en el
tipo penal en sede. En este, si bien estamos frente a una figura de instigación, esta
no se hace para hacer cometer un delito sino con la única finalidad que el menor se
fugue o salga de su casa.

Los actos de inducción deben estar orientados a un menor individualizado, en


consecuencia no se presenta la hipótesis delictiva cuando por efectos de obras de
literatura se producen fugas masivas de las viviendas de los padres. Asimismo, el
sujeto activo debe valerse de argumentos serios, verbalizados o explicitados de
cualquier forma, siendo suficiente que hagan nacer en el ánimo del menor la
decisión de fugarse de su casa, por lo que se excluyen del comportamiento típico los
simples comentarios o consejos (502).

La inducción para ser punible debe ser directa y convincente. Directa significa que la
influencia o motivación debe ser personal sin intermediarios. Convincente equivale a
que la instigación debe ser suficiente por sí misma para determinar la voluntad del
menor, quedando descartado este carácter cuando va Ínsito el animus jocandi.

Para configurarse el supuesto de hecho del i~usto penal en sede, es necesario que
el agente despierte, en quien hasta ese entonces no tenía la intención de fugarse, la
decisión de hacerlo. El fugitivo debe decidir fugarse a causa de la inducción. Caso
contrario, si llega a determinarse que antes de la motivación realizada por el agente,
el menor ya estaba decidido a fugarse, no tendrá relevancia penal la conducta del
tercero. En ese sentido, debe quedar establecido que la inducción tiene
generalmente como presupuesto la ausencia previa de una resolución de fuga o
escape de su casa por parte del menor.

Así lo ha entendido la interpretación jurisprudencial cuando por Resolución de fecha


10 de agosto de 1998, la Sala de Apelaciones de la Corte Superior de Lima,
confirmando una resolución de no ha lugar a la apertura de instrucción por el delito
regulado en el tipo penal del artículo 148, indica "que, respecto a la conducta rectora
del ilícito, debe precisarse que ella consiste en la instigación o persuasión al que
debe ser sometido el menor, de modo que así a voluntad propia realice el objetivo
perseguido por el agente; que, en el evento que nos ocupa, al ser la propia menor
Alicia Pumahuayca Contreras quien solicita a la denunciada que lo lleve a su centro
de trabajo alegando ser víctima de maltratos familiares, queda desvirtuado el
presupuesto con figurativo anotado, dado que el convencimiento del menor debe ser
como causa de la persuasión dirigida hacia su persona, lo cual evidentemente no
ocurrió en el caso analizado" (503) o

Cuestión importante pone de relieve el profesor Luis Bramont Arias (504) cuando
afirma que la inducción a la fuga es el extremo de la sustracción: en la inducción, la
acción se halla ligada a la idea de hacer que el menor salga de la casa en que se
encuentra colocado por su padre, tutor o cuidador; pero si el agente induce al menor
a seguirlo, habrá sustracción, que es un delito más grave. En la sustracción, el
menor es quitado del poder de quien lo tiene bajo su guarda en virtud de la ley o de
una situación de hecho; en tanto que en la inducción, el menor es instigado a salir de
su casa. Como se observa no es fácil diferenciar una figura de la otra. Si el agente
induce al menor a fugar con él o para él, hay sustracción, la cual debe distinguirse
del rapto de menor, que viene a ser un delito más grave.

Por otro lado, para evidenciarse el hecho delictivo, resulta necesario que la acción
instigan te del inductor debe ser aceptada libre y espontáneamente por el menor, es
decir, sin coacciones físicas ni psicológicas. Debe mover el ánimo del menor en el
sentido de impulsarlo a la fuga del ambiente de protección donde se encuentra
vigilado (505). En esa línea, Javier Villa Stein (506) enseña que "no admite el tipo el
empleo de medios físicos sobre el menor para que se cometa la fuga, ni ser la
decisión el resultado de coacciones de alguna especie. La decisión del fugitivo será
libre".

2.1. Bien jurídico protegido

Sin mayor polémica se acepta que de acuerdo con la ubicación del tipo penal en
nuestro corpus juris penale, el bien jurídico protegido lo constituye la patria potestad
o el derecho-deber de velar por el bienestar y cuidado de los menores. Bramont
Arias (507), comentando el tipo penal que de modo similar aparecía regulado en el
artÍCulo 221 del código derogado, enseña que el objeto específico de la tutela penal
es el interés del Estado de salvaguardar la familia contra la inducción de un menor a
la fuga de la casa de sus padres, tutores o encargados de su persona, porque ello
constituye una lesión al derecho de la patria potestad y de la tutela.

En tanto Luis Roy Freyre (508), también analizando el Código de 1924, afirma que el
interés amparado es de naturaleza familiar. Se trata concretamente del derecho-
deber que tienen los padres de custodiar a sus hijos menores, o que le corresponde
a la persona que legalmente les sustituye en esta función.

La única posición discrepante lo sostiene Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano


(509), cuando adoptando el planteamiento de Juan Bustos Ramírez, afirman que el
bien jurídico protegido "es la seguridad y la libertad ambulatoria del menor, dado
que, en principio, es fácil interferir en su capacidad de actuación". Sin duda, esta
posición solitaria tiene su explicación en el hecho concreto que aquellos autores,
siguen los argumentos sostenidos por los tratadistas que hacen dogmática penal en
base al Código Penal español, en el cual la presente figura delictiva antes de la
dación del Código Penal de 1995, se ubicaba dentro del capítulo que regulaba las
conductas que atentan contra la libertad.

No obstante, con la entrada en vigencia del Código español de 1995, la figura


delictiva se encuentra dentro del Capítulo 111 del título XII rotulado como "delitos
contra las relaciones familiares", artículo 224 cuyo tenor es como sigue: "El que
indujera a un menor de edad o a un incapaz a que abandone el domicilio familiar, o
lugar donde reside con anuencia de sus padres, tutores o guardadores, será
castigado con penal de prisión de seis meses a dos años".

2.2. Sujeto activo

Sujeto activo de la conducta punible puede ser cualquier persona. El tipo penal no
exige la concurrencia de alguna condición o función especial que debe reunir el
autor. Incluso, los padres del menor pueden constituirse en sujetos activos del delito
cuando la tutela o custodia del menor recaiga en un tercero. Aquí no se hace alguna
distinción, por lo que perfectamente agente puede ser un pariente como un extraño.

2.3. Sujeto pasivo

El sujeto sobre el cual recae la acción ilícita de carácter penal lo constituye el menor
inducido, persuadido o determinado por el agente a que se fugue de la casa donde
se encuentra bajo cuidado. Indirectamente también son los padres que ejercen la
patria potestad, la tutela o la custodia del menor. Demás está decir que para efectos
de interpretación del injusto penal en exégesis, se considera menor de edad a las
personas menores de dieciocho años de edad cronológica.
Sin duda, para configurarse el hecho punible en sede, el menor deberá tener cierta
capacidad de discernimiento, pues un recién nacido es imposible que se le pueda
inducir. Igual a un menor con retardo mental también será imposible determinado a
que se fugue. Si recae la conducta del agente en esta clase de menores se
evidenciará el delito de sustracción de menor. Por lo demás, el juzgador deberá
aplicar el sentido común para establecer en cada caso concreto, cuando estará ante
una conducta de inducción y cuando frente a una conducta de sustracción de menor.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA.

Se trata de un delito netamente doloso. No cabe la comisión por imprudencia. En


efecto, el agente actúa con conocimiento y voluntad de persuadir, motivar o
determinar al menor a que se fugue de la casa de sus padres, tutor o cuidador.
Indagar si el agente sabía o conocía que actuaba ilícitamente, es cuestión que
corresponde al nivel de la culpabilidad.

El móvil que motivó al autor de la conducta prohibida, es irrelevante penalmente.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren los


elementos objetivos y subjetivos que exige la tipicidad, corresponderá al operador
jurídico determinar si concurre alguna causa de justificación de las previstas en el
artículo 20 del Código Penal. En esta etapa, el operador jurídico analizará si el
agente ha actuado en legítima defensa, ha obrado en cumplimiento de un deber, por
disposición de la ley, en ejercicio legítimo de un derecho, etc.

5. CULPABILIDAD

Si en la conducta analizada no aparece alguna causa de justificación, se concluye


que estamos ante una conducta típica y antijurídica de inducción a la fuga de
menores, lista para ser atribuida a su autor. En seguida, el operador jurídico
determinará si el autor de la conducta es imputable, luego se verificará si el autor al
momento de actuar o exteriorizar la conducta, conoCÍa la antijuridicidad de la
conducta. Considero no posible que se verifique un error de prohibición en este
delito.
Luego de verificar que el autor de la conducta es imputable y actuó conociendo que
su conducta era antijurídica, inmediatamente analizará si aquel tuvo otra alternativa
a la de cometer la conducta lesionante al bien jurídico patria potestad.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

En cuanto a la consumación o perfeccionamiento de la conducta de inducción de


menor a que se escape de su casa, en doctrina existen dos posiciones claramente
marcadas. Parte de la doctrina sostiene que el delito se perfecciona por la fuga o
escape del menor y no por el simple hecho de la inducción, porque aquí lo que se
castiga es, en definitiva, la acción de determinar la fuga de un menor. En cambio, la
doctrina mayoritaria sostiene que el hecho punible se consuma o perfecciona con la
fuga o la tentativa de fuga del menor, ello debido que la presente figura es una
modalidad de instigación.

Los tratadistas peruanos, siguiendo la doctrina mayoritaria, sostienen que el delito se


consuma cuando al acto de inducción le sigue el de la fuga del sujeto pasivo o en
todo caso, su intento (510).

En suma, la conducta punible es de mera actividad. Basta que se constate que el


agente ha hecho nacer en el menor la idea de fugarse y este se dispusiera a
realizarlo, para estar ante un delito consumado. Es irrelevante penalmente si el
sujeto pasivo logró fugarse o no. Basta que por efectos de la inducción del agente, el
menor haya intentado escaparse de la casa de sus padres, tutor o guardador. Tanto
la consumación de la fuga como la tentativa del suceso tienen el mismo valor a
efectos de configurar el hecho punible.
En ese sentido, no es posible la tentativa en el delito de inducción a la fuga de
menor. Pues la tentativa de inducir o persuadir al menor es irrelevante penalmente.
Asimismo, no cabe la categoría de la participación en su modalidad de instigación,
pero sí la de complicidad. En efecto, si dos o más personas intervienen en la
instigación o inducción del menor a que se fugue de su casa o del ambiente donde
está cuidado, serán coautores del hecho punible. Si por el contrario, el interviniente
solo se limita a prestar auxilio para que el inductor logre su propósito estaremos
frente a la figura de la complicidad, la misma que será necesaria o secundaria,
dependiendo del tipo de ayuda que prestó al agente.

7. PENALIDAD

El autor de la conducta punible será merecedor de una pena privativa de libertad que
oscila entre dos días y dos años o, en todo caso, dependiendo de la forma y
circunstancias en que ocurrieron los hechos juzgados, se dispondrá pena limitativa
de derechos y de prestación de servicio comunitario de veinte a cincuenta y dos
jornadas.

SUBCAPÍTULO 4

INSTIGACIÓN DE MENORES A PARTICIPAR EN PANDILLAS PERNICIOSAS

1. TIPO PENAL

La primera disposición complementaria y final del Decreto Legislativo Nº 899, del 28


de mayo de 1998, incorporó al Código Penal el delito etiquetado como instigación de
menores a participar en pandillas perniciosas, agregando para tal efecto el artículo
148-A. Tal agregado, sin duda, puso fin a un tratamiento discriminador hacia el
adolescente, pues antes dicha conducta solo se encontraba sancionada para los
menores de 18 años de edad en la creencia errónea que los mayores de modo
alguno podían participar o ser parte de las pandillas. La realidad sigue demostrando
lo contrario.

Luego el contenido del tipo penal ha sido objeto de modificación por el Decreto
Legislativo Nº 982, del 22 de julio de 2007. De ese modo, ahora tiene el siguiente
contenido:
El que participa en pandillas perniciosas, instiga o induce a menores de edad a
participar en ellas, para cometer las infracciones previstas en el Capítulo IV del
Título 11 del Libro IV del Código de los Niños y Adolescentes, así como para agredir
a terceras personas, lesionar la integridad física o atentar con la vida de las
personas, dañar bienes públicos o privados, obstaculizar vías de comunicación u
ocasionar cualquier tipo de desmanes que alteren el orden interno, será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de diez ni menor de veinte años.
La pena será no menor de veinte años cuando el agente:
1. Actúa como cabecilla, líder, dirigente o jefe.
2. Es docente en un centro de educación privado o público.
3. Es funcionario o servidor público.
4. Induzca a los menores a actuar bajo los efectos de bebidas alcohólicas o
drogas.
5. Suministra a los menores, armas de fuego, armas blancas, material
inflamatorio, explosivos u objetos contundentes.

2. COMENTARIO

En primer término debemos explicar qué se entiende por pandilla perniciosa. Para tal
efecto, no queda otra alternativa que recurrir al Código de los Niños y Adolescentes.
Allí, en el artÍCulo 193, modificado por el Decreto Legislativo Nº 990, de julio de
2007, encontramos la definición siguiente: "se considera pandilla perniciosa al grupo
de adolescentes mayores de 12 y menores de 18 años de edad que se reúnen y
actúan en forma conjunta, para lesionar la integridad física o atentar contra la vida, el
patrimonio y la libertad sexual de las personas, dañar bienes públicos o privados u
ocasionar desmanes que alteran el orden público". Esta definición es cuestionable
(511), pero considero que sirve como marco hacer hermenéutica del tipo penal 148-
A.
De esa forma el artículo 148-A viene a tipificar la conducta de las personas mayores
de 18 años de edad que participan o son integrantes de las pandillas perniciosas
que lo conforman, según nuestro ordenamiento jurídico, personas cuyas edades se
encuentra en los 12 y 18 años de edad.
En esa línea, de la lectura del tipo penal se concluye que el hecho punible, en su
aspecto básico, puede efectuarse o perfeccionarse por medio de tres modalidades
claramente definidas: por participar, por instigar o por inducir a menores de 18 años
de edad, pero mayores de 12, a participar en pandillas perniciosas y, como
consecuencia de ello, se lesione la integridad física, el patrimonio o la libertad sexual
de las personas, se dañen los bienes públicos o privados, utilizando armas de fuego,
armas blancas, material inflamable, explosivos u objetos contundentes (artículo 194
del Código de los Niños y Adolescentes, modificado por el Decreto Legislativo N2
990, de julio de 2007), así como también si se agrede a terceras personas, se
lesiona la integridad física o atenta contra la vida de las personas, obstaculiza vías
de comunicación u ocasiona cualquier tipo de desmanes que alteren el orden
interno.
Por la misma estructura del tipo penal, todas las modalidades delictivas, en su
aspecto básico como de forma agravada, son de naturaleza dolosa. No cabe la
comisión culposa.
Veamos en seguida por separado en qué consiste cada una de estas formas de
cometer el delito:

a. Por participar en pandillas perniciosas. La acción típica se configura cuando el


agente mayor de 18 años es integrante o participa en forma directa en una pandilla
perniciosa. El agente mayor de edad participa de las pandillas que lo conforman
adolescentes.

b. Por instigar a menores a participar. La conducta típica aparece cuando el


agente instiga, motiva o persuade a menores de 18 años a participar o integrarse a
pandillas perniciosas. El agente muy bien puede ser integrante de la pandilla
perniciosa o, en su caso, bien puede ser un tercero ajeno que por motivos
especiales puede querer que el adolescente se integre a determinada pandilla.
c. Por inducir a menores. Este supuesto delictivo aparece cuando el agente
induce, estimula, convence, inclina o determina decididamente al adolescente a que
participe o se integre a las pandillas.

La actividad del agente debe ser directa y convincente para hacer nacer en el
adolescente la idea de pertenecer en una pandilla perniciosa. Que sea directa
implica que la influencia sea personal, sin intermediarios. En tanto que convincente
implica que la instigación, para ser eficaz, tenga que ser suficiente para determinar
la voluntad del instigado a integrarse a la pandilla.

Debe quedar establecido que para configurarse el supuesto de instigación es


necesario que el agente despierte o haga nacer en el adolescente la decisión de
participar en los actos de una pandilla perniciosa. El adolescente debe decidir
integrarse como consecuencia de la instigación. Por el contrario, si llega a
establecerse en un caso concreto, que con anterioridad a la instigación el
adolescente ya estaba decidido a integrarse a una pandilla, se descarta el supuesto
en hermenéutica jurídica.
En este sentido, la instigación tiene generalmente como presupuesto la ausencia
previa de una resolución de participar en pandillas por parte del adolescente. Por lo
que, es conducta de instigación aquella que hace surgir o robustecer en el
adolescente el propósito de formar parte de la pandilla perniciosa.

Por otro lado, para evidenciarse o perfeccionarse el hecho delictivo en análisis,


resulta necesario que la acción instigan te o inductora deba ser aceptada libre y
espontáneamente por el menor adolescente, es decir, sin coacciones físicas ni
psicológicas. Debe mover el ánimo del menor en el sentido de impulsarlo a participar
o formar parte de la pandilla perniciosa. En esa línea, el tipo penal no admite el
empleo de medios físicos sobre el adolescente para que participe <> pase a formar
parte de una pandilla, ni ser la decisión el resultado de coacciones de alguna
especie. La decisión del adolescente, debe ser libre.

3. AGRAVANTES

a. El agente es cabecilla, líder, dirigente o jefe de pandilla perniciosa. La


circunstancia que agrava la conducta del agente es cuando, ya dentro de la pandilla
perniciosa, actúe como jefe, líder, dirigente o cabecilla. La agravante simplemente se
perfecciona por el solo hecho que el agente sea el jefe, líder, dirigente o cabecilla de
la pandilla conformada por adolescentes que se dediquen a agredir a terceras
personas, lesionar la integridad física, el pauimonio, la libertad sexual o atentar
contra la vida de las personas, dañar los bienes públicos o privados, u ocasionen
desmanes que alteren el orden interno, las que se encuentran reguladas en el
Capítulo III-A del título III del Libro Cuarto del Código de los Niños y Adolescentes a
que se refiere el tipo penal en interpretación.

En definitiva, aquí no es necesario que el autor haya instigado o inducido a un menor


para que forme parte de la pandilla; la agravante se verifica simplemente por
determinarse que el agente sea cabecilla o jefe de la pandilla perniciosa.

b. El agente es docente en un centro de educación privado o público. La


agravante se perfecciona cuando el que participa en la pandilla perniciosa (o el que
instiga o induce a un adolescente forme parte de aquella) se desempeñe como
profesor en un centro de educación privado o público. Se entiende como centro de
educación a toda escuela, colegio, instituto, academia, universidad, unidad de
posgrado. La única exigencia es que el docente se encuentre en plena actividad. La
agravante no alcanza a los profesores jubilados, por ejemplo.

c. El agente es funcionario o servidor público. La circunstancia agravante se


perfecciona cuando se verifica que el que participa en la pandilla (o el que induce o
instiga a los adolescentes), es un funcionario o un servidor público en actividad. Para
saber cuando una persona tiene la condición de funcionario o servidor público, para
efectos de la aplicación de la ley penal, no queda otra alternativa que recurrir al
contenido del artÍCulo 425 del Código Penal.

d. El agente induce a los menores a actuar bajo los efectos de bebidas


alcohólicas o drogas. La agravante se verifica cuando el agente que ya forma parte
de la pandilla perniciosa induce a los adolescentes a cometer actos antisociales bajo
los efectos de bebidas alcohólicas o drogas. El agente primero hace consumir
bebidas alcohólicas o drogas a los adolescentes y luego los induce a cometer actos
de agresión a terceras personas, lesionar la integridad física o atentar contra la vida
de las personas, dañar los bienes públicos o privados, ocasionar desmanes que
alteran el orden interno u obstaculizar vías de comunicación.

e. Suministra a los menores, armas de fuego, armas blancas, material


inflamatorio, explosivos u objetos contundentes. La agravante se perfecciona cuando
el agente da, proporciona o suministra a los adolescentes que forman parte de una
pandilla perniciosa, armas de fuego, armas blancas, material inflamatorio, explosivos
u objetos contundentes para que cometan los actos antisociales. La agravante se
justifica pues con la conducta del agente, la pandilla se vuelve más peligrosa.

3. PENALIDAD

El autor de cualquiera de las conductas previstas en el tipo básico será merecedor a


una pena privativa de libertad que oscila entre no menor de diez ni mayor de veinte
años.
En caso de verificarse alguna de las agravantes, el autor será merecedor de una
pena privativa de libertad no menor de 20 ni mayor de 35 años.

CAPÍTULO IV

OMISIÓN DE ASISTENCIA FAMILIAR

SUBCAPÍTULO 1

GENERALIDADES

l. CONCEPTO DE ALIMENTOS

En nuestra legislación extrapenal, especialmente en el artículo 472 del Código Civil


vigente encontramos el concepto de alimentos. Así, conforme a dicha norma se
entiende por alimentos lo que es indispensable para el sustento, habitación, vestido
y asistencia médica, según la situación y posibilidades de la familia. Cuando el
alimentista es menor de edad, los alimentos comprenden también su educación,
instrucción y capacitación para el trabajo. Por su parte, abarcando aspectos más
amplios e importantes, el Código de los Niños y Adolescentes en el artículo 101
dispone que se considera alimentos lo necesario para el sustento, habitación,
vestido, educación, instmcción y capacitación para el trabajo, asistencia médica y
recreación del niño o adolescente. También se considera alimentos los gastos del
embarazo de la madre desde la concepción hasta la etapa del posparto.

En consecuencia, haciendo una interpretación-resumen de las normas citadas


podemos concluir que para efectos del presente trabajo, se considera por alimentos
todo aquello que es indispensable para el sustento, habitación, vestido, asistencia
médica, recreación, formación integral y educación o instrucción del menor,
considerando también los gastos del embarazo y parto de la madre.

En tal sentido lo entiende la jurisprudencia cuando, por ejemplo, en Resolución del


16 de julio de 1998, la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Lima,
asevera "que, el encausado no solo ha incumplido sus más elementales
obligaciones como padre impuestos por la naturaleza y así mismo por nuestra ley
vigente, en este caso el artículo ochenta y dos del Código de los Niños y
Adolescentes, ya que es obligación de los padres el cumplir con los alimentos, los
mismos que deben de entenderse como los alimentos propiamente dichos, vivienda,
vestido, educación, instrucción, recreo, atención médica y los demás factores
externos que requieren tanto los niños como los adolescentes para su normal
desarrollo psico-biológico, conforme a lo norma do por el artículo ciento uno del
cuerpo de leyes ya citado"(512).

Héctor Cornejo Chávez (m) indicaba en forma certera que el concepto de alimentos
excepcionalmente puede restringirse a lo estrictamente requerido para la
subsistencia (alimentos necesarios) o, a la inversa, extenderse a lo que demanden la
educación o instrucción profesional del alimentista (como ocurre cuando se trata de
menores).

De ese modo, se constituye en un deber impuesto jurídicamente a una persona o


personas de asegurar la subsistencia de otra u otras personas.
2. SUJETOS QUE TIENEN EL DEBER DE LOS ALIMENTOS

El artículo 475 del corpus juris civilis dispone que los alimentos se prestan entre sí
por los cónyuges, por los descendientes, por los ascendientes y por los hermanos.
En cambio, desde la óptica del menor, el Código de los Niños y Adolescente en el
artículo 102 prevé que es obligación de los padres prestar alimentos a sus hijos. Por
ausencia de estos, prestan alimentos en el orden siguiente: los hermanos mayores
de edad, los abuelos, los parientes colaterales hasta el tercer grado y otros
responsables del menor (tutor o guardador).

Disposiciones legales a tenerse en cuenta para efectos de la aplicación del derecho


punitivo ante el incumplimiento de las obligaciones alimenticias lo constituyen los
artículos 478 Y 479 del Código Civil. Allí, se dispone imperativamente que cuando el
cónyuge deudor de los alimentos, no se halla en condiciones de prestarlos sin poner
en peligro su propia subsistencia, según su situación, están obligados los parientes.
En el caso de la obligación alimenticia entre ascendientes y descendientes, la
obligación de darse alimentos pasa por causa de pobreza del que debe prestarlos al
obligado que le sigue según lo prescrito por la ley (artículos 475 y 476 del C.C.).

En ese sentido, debe entenderse que el deber de pasar alimentos no es absoluto,


sino relativo. En efecto, ante la imposibilidad material del obligado a prestar los
alimentos, el legislador nacional ha previsto que pueden ser sustituidos por los
parientes que siguen en el orden prescrito por la ley. Lo que se busca, en definitiva,
es evitar la indefensión de aquel que tiene derecho a los alimentos.

3. SUJETOS QUE TIENEN DERECHO A LOS ALIMENTOS

De las normas de nuestro sistema jurídico vigente se evidencia que tienen derecho a
los alimentos, los menores de dieciocho años. Si se trata de una persona de más
edad a la citada, solo tiene derecho a los alimentos cuando no se encuentre en
aptitud de atender su subsistencia (artículo 473 C.C.) o, en su caso, siga estudios
superiores con éxito (artículo 483 C.C.). Asimismo, tiene derecho a los alimentos los
cónyuges entre sí, los ascendientes, descendientes y los hermanos (artículo 474
C.C.).
4. EL DERECHO PENAL EN LAS RELACIONES FAMILIARES

En doctrina, no pocos entendidos han señalado que la intervención en las relaciones


familiares del Estado VÍa derecho punitivo, en lugar de resultar beneficioso, puede
ser contraproducente, cuando no dañina. No contribuye de manera alguna a mejorar
la situación económica de la familia ni lograr su unidad. Se afirma que el Estado
debe abstenerse de intervenir por aquel medio. Sin embargo, pensamos que tal
intervención se justifica por el hecho concreto de garantizar el efectivo cumplimiento
de las obligaciones familiares, cuando los ciudadanos dolosamente pretenden
substraerse. El incumplimiento de los deberes alimenticios pone, la mayor de las
veces, en forma grave y seria en peligro la salud y la vida de los agraviados. No
obstante ello, no significa caer en cierto dramatismo como afirmajavier Villa Stein
(514), sino más bien proteger con realismo deberes imperativos cuando
dolosamente algunas personas se pretenden sustraer. La intromisión del derecho
penal en las relaciones familiares trae como positiva consecuencia que los
ciudadanos internalicen y afirmen la convicción: los deberes impuestos por la
naturaleza y la ley son de cumplimiento imperativo e ineludible.

SUBCAPÍTULO 2

INCUMPLIMIENTO DE OBLIGACIÓN ALIMENTARIA

l. TIPO PENAL

La figura delictiva de incumplimiento doloso de obligación alimentaria aparece


tipificado en el tipo penal del artículo 149 del código sustantivo que ad litterae indica:
El que omite cumplir su obligación de prestar los alimentos que establece una
resolución judicial, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres
años, o con prestación de servicio comunitario de veinte a cincuenta y dos jornadas,
sin perjuicio de cumplir el mandato judicial.
Si el agente ha simulado otra obligación de alimentos en connivencia con otra
persona, o renuncia o abandona maliciosamente su trabajo, la pena será no menor
de uno ni mayor de cuatro años.
Si resulta lesión grave o muerte y estas pudieron ser previstas, la pena será no
menor de dos ni mayor de cuatro años en caso de lesión grave, y no menor de tres
ni mayor de seis años en caso de muerte.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del primer párrafo del tipo base, se evidencia que el ilícito penal más
conocido como "omisión de asistencia familiar" se configura cuando el agente
dolosamente omite cumplir su obligación de prestar alimentos, establecido
previamente en una resolución judicial como pensión alimenticia después de
agotado un proceso sumarísimo sobre alimentos. Esto es, realiza el hecho típico
aquella persona que teniendo conocimiento que por resolución judicial consentida
tiene la obligación de pasar una pensión alimenticia a favor de otra, omite hacerla.

El legislador, al elaborar el tipo penal ha utilizado el término "resolución" para dar a


entender que comprende tanto una sentencia como un auto de asignación
provisional de alimentos que se fija en el inicio del proceso o inmediatamente de
iniciado, en favor del beneficiario. En efecto, basta que se omita cumplir la resolución
judicial debidamente emitida y puesta en su conocimiento al agente, para estar ante
una conducta delictiva. Es un delito de peligro. La vÍCtima no requiere probar haber
sufrido algún daño con la conducta omisiva del agente. Es suficiente que se constate
que el obligado viene omitiendo dolosamente su obligación de asistencia establecida
por resolución judicial, para perfeccionarse el ilícito.

En este aspecto no existe mayor controversia para los especialistas peruanos. En


ese sentido, Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (515) enseñan que "para la
ejecución del tipo no se requiere la causación de un perjuicio efectivo, ya que es
suficiente con la puesta en peligro del bien jurídico protegido. Por eso se dice que es
un delito de peligro. Es decir, basta con dejar de cumplir la obligación para realizar el
tipo, sin que sea necesario que debido a tal incumplimiento se cause un perjuicio a
la salud del sujeto pasivo". Por su parte, Villa Stein (516) afirma que "la conducta
que exige el tipo es la omisiva de no prestar los alimentos conforme lo ordena una
resolución judicial, poniendo en peligro la satisfacción de necesidades básicas del
necesitado. Es pues un delito de peligro".
Incluso, la jurisprudencia nacional así lo ha entendido. Como ejemplos tenemos la
Ejecutoria Suprema del 01 dejulio de 1999, donde se enseña "que, conforme a la
redacción del artículo ciento cuarentinueve del Código Penal el delito de omisión de
asistencia familiar se configura cuando el agente omite cumplir con la prestación de
alimentos establecida por una resolución judicial, razón por la que se dice que es un
delito de peligro, en la medida que basta con dejar de cumplir con la obligación para
realizar el tipo, sin que sea necesario que debido a tal incumplimiento se cause un
perjuicio a la salud del sujeto pasivo, requiriéndose que dicho comportamiento se
realice necesariamente a título de dolo" (517).

También aparece como precedente jurisprudencial la Resolución del 09 de enero de


1998 de la Corte Superior de Lima donde se apunta: "Además que se configura el
delito de Asistencia Familiar cuando el obligado a prestar alimentos (sujeto activo)
de acuerdo a una resolución judicial deja de cumplir su obligación, sin que sea
necesario que debido a tal incumplimiento se cause un perjuicio a la salud de los
alimentistas (sujetos pasivos)" (518). La misma posición se traduce en la Resolución
del 21 de mayo de 1998 cuando la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior
de Lima, sostiene "que, el comportamiento en el ilicito instruido consiste en omitir el
cumplimiento de la prestación de alimentos establecida, por una resolución judicial.
Es decir, basta con dejar de cumplir la obligación para realizar el tipo, teniendo en
consideración que el bien jurídico frrotegido es la familia y específicamente los
deberes de tipo asistencial" (519).

También para la configuración del delito en hermenéutica resulta indispensable la


pre-existencia de un proceso civil sobre alimentos, en el cual un juez natural ha
precisado el deber de asistencia inherente a la institución familiar; de ese modo, la
obligación de asistencia tiene que ser precisada mediante resolución judicial
consentida. Sin previo proceso sobre alimentos es imposible la comisión del ilícito
penal de omisión de asistencia familiar.

Asimismo, el obligado tiene que tener pleno conocimiento de aquel proceso sobre
alimentos, es más, este debe tener conocimiento, por medio del acto procesal de la
notificación, del monto de la pensión alimenticia mensual y el plazo en que debe
cumplirlo.
En efecto, si el obligado nunca conoció la existencia del proceso sobre alimentos, o
en su caso, nunca se le notificó el auto que le ordena pagar la pensión alimenticia,
no aparecerán los elementos constitutivos del hecho punible de omisión de
asistencia familiar. Ello se constituye en lo que en Derecho Procesal Penal se
denomina requisito objetivo de procedibilidad.

Hay unanimidad en la doctrina jurisprudencial respecto de esta cuestión.


Como ejemplos gráficos basta citar tres precedentesjurisprudenciales emitidos por la
Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Lima. Así, en la Resolución de
fecha O 1 de junio de 1998, por la cual se declara fundada la cuestión previa
deducida, se indica "que, la omisión de asistencia familiar prevista y penada por el
artículo ciento cuarenta y nueve del Código Penal se configura siempre que el
agente desatendiendo una resolución judicial no cumple con pagar las pensiones
alimenticias, por consiguiente es necesario que, antes de proceder a la denuncia
penal se acredite la notificación con el apercibimiento expreso de acudir a la vía
penal, pues este hecho acreditará su renuencia consciente de cumplir con sus
obligaciones alimentarias, situación que no se produce en el caso materia de autos"
(520). También en la Resolución de fecha 18 de noviembre de 1998, confirmando el
auto de no ha lugar a instrucción, se sostiene "que de lo actuado en ese proceso de
alimentos se advierte que al denunciado se le sigue el juicio en rebeldía, no
pareciendo actuado alguno con el que podamos establecer que aquel se hubiese
apersonado señalando domicilio procesal, que en consecuencia no habiéndose
acreditado a plenitud habérsele notificado con arreglo a ley con la resolución de fojas
veintiuno, la venida en grado se encuentra arreglada a ley" (521).

Finalmente, se tiene la Resolución Superior del 21 de setiembre de 2000, por la cual


revocando la resolución recurrida y reformándola declaró fundada la cuestión previa
deducida por el procesado. Aquí se expresa "que, reiterada ejecutoria inciden en que
previamente a la formalización de la denuncia penal por delito de omisión de
asistencia familiar, se debe verificar que el demandado fue debidamente notificado
de las resoluciones que lo requerían para que cumpla con sus obligaciones, bajo
apercibimiento de ser denunciado penalmente ( ... ) que, en consecuencia, del
estudio de autos se advierte que el procesado varió su domicilio legal en el Pasaje
ciento diez- Barranco, tal como puede apreciarse a fajas ( ... ); por lo que, al haberse
notificado en domicilio diferente al anotado (oo.) se infiere que el procesado no ha
tomado conocimiento efectivo del requerimiento anotado, lo cual importa la no
concurrencia de uno de los requisitos de procedibilidad de la presente acción penal"
(522).

Asimismo, no se configura el delito de omisión de asistencia familiar si la resolución


judicial que ordenaba el pago de una pensión alimenticia mensual fue revocada o
dejada sin efecto. Así, nuestra Suprema Corte, por Ejecutoria Suprema del 30 de
enero de 1998, ha establecido el siguiente precedente jurispmdencial: "que, en
efecto, mediante resolución que en fotocopia corre a fojas setentisiete, la Sala Civil
de la Corte Superior de Piura revocó la sentencia de Primera Instancia que disponía
que los procesados abonen una pensión alimenticia, en favor de la menor agraviada;
que, consecuentemente al no subsistir mandato judicial que obligue el pago de dicho
concepto a los acusados, no habrían incurrido en la comisión del delito instruido
siendo del caso absolverlos (. oo) " (52S).

Por otro lado, la renuencia al pago de la pensiones devengadas (aquellas que


tomando como referencia la pensión definitiva se genera desde el momento de la
notificación de la demanda al obligado hasta que inicia su pago), de modo alguno,
constituye elemento constitutivo del delito. La interpretación coherente del tipo penal
indica que solo aparecen como presupuestos indispensables del presente delito la
omisión o renuencia a cumplir con lo que ordena una sentencia o una resolución de
asignación provisional de alimentos. La resolución por la cual se requiere que el
obligado pague las pensiones devengadas queda excluida como elemento del delito.
A lo más puede constituirse en una pmeba con eficacia positiva para evidenciar que
aquel está incurso en el delito de omisión de asistencia familiar o en todo caso, la
renuencia al pago de los devengados puede constituir circunstancia a tener en
cuenta para el momento de individualizar la pena e imponerle el máximo de ser el
caso. En tal sentido, no se configura el delito cuando el obligado pese a ser renuente
al pago de las pensiones devengadas viene cumpliendo con pasar su pensión
alimenticia mensual tal como ordena la sentencia en el proceso sobre alimentos.
Sostener lo contrario devendría en abonar terreno para el resurgimiento de la
proscrita figura denominada "prisión por deudas".
En suma, será autor del delito de omisión de asistencia familiar aquel ciudadano que
una vez notificado una asignación provisional o la sentencia por la cual se le obliga
pagar determinada suma de dinero por concepto de pensión alimenticia, no lo hace.
Caso contrario, no cometerá delito si una vez notificado la resolución de asignación
provisional o la sentencia, el obligado cumple devotamente con el pago de la
pensión establecida en la forma indicada en la resolución.

Las pensiones devengadas, al constituirse automáticamente en una deuda, en


aplicación coherente de nuestro sistema jurídico imperan te, de manera eficaz y
positiva debe hacerse efectiva en el mismo proceso civil haciendo uso, para ello, de
la institución del embargo debidamente regulado en el artículo 642 y siguientes del
Código Procesal Civil. Nadajustifica que se utilice al derecho punitivo para cobrar
pensiones dejadas de pagar cuando el obligado cumple al pie de la letra la
resolución final del proceso de alimentos. No debe olvidarse que el derecho penal es
un medio de control social de ultima ratio, al cual solo debe recurrirse cuando los
otros mecanismos de control han fracasado.

2.1. Bienjurídico protegido

Normalmente se piensa que el ilícito penal de omisión de asistencia familiar protege


la familia. Creencia desde todo punto de vista discutible. En muchos casos, antes
que la conducta del agente se torne en delictiva, la familia está seriamente
lesionada, cuando no disuelta. Situación que no corresponde resolver al derecho
penal. En efecto, el bien jurídico que se pretende tutelar al tipificar este ilícito, es el
deber de asistencia, auxilio o socorro que tienen los componentes de una familia
entre sí. Aquel deber se entiende como la obligación que se tiene que cumplir con
los requerimientos económicos que sirvan para satisfacer las necesidades básicas
de supervivencia de determinados miembros de su familia.
En esta línea, Bramont-Arias Torres/García Cantizano (524), citando a Muñoz
Conde, Bustos Ramírez, Cobo del Rosal y Soler, afirman que el bien jurídico que se
protege es la familia, pero no toda la familia sino, específicamente deberes de tipo
asistencial, donde prevalece aún más la idea de seguridad de las personas
afectadas que la propia concepción de la familia.
Este aspecto lo tiene claro lajurisprudencia. Así en la Ejecutoria Superior del 27 de
setiembre de 2000 se establece que "el bien jurídico protegido es la familia y
especificamente los deberes de tipo asistencial como obligación de los padres con
sus descendientes, de acuerdo a lo previsto en el artículo ciento dos del Código de
los Niños y Adolescentes" (525).

2.2. Sujeto activo

El agente de la conducta delictiva puede ser cualquier persona que tenga obligación
de prestar una pensión alimenticia ftiada previamente por resolución judicial. De ese
modo, se convierte en un delito especial, pues nadie que no tenga obligación de
prestar alimentos como consecuencia de una resolución judicial consentida, puede
ser sujeto activo. Si no existe resolución judicial previa, no aparece el delito.
Mayormente el agente de este delito tiene relación de parentesco con el agraviado.
En efecto, el sujeto activo puede ser el abuelo, el padre, el hijo, el hermano, el tío,
respecto de la víctima; asimismo, puede ser el cónyuge respecto del otro o,
finalmente, cualquier persona que ejerce por mandato legal, una función de tutela,
curatela o custodia, pero siempre con la condición de estar obligado a pasar pensión
alimenticia en mérito a resolución judicial.

2.3. Sujeto pasivo

Agraviado, víctima o sujeto pasivo de la conducta punible es aquella persona


beneficiaria de una pensión alimenticia mensual por mandato de resolución judicial.
La edad cronológica no interesa a los efectos del perfeccionamiento del delito,
puede ser mayor o menor de edad. Basta que en la resolución judicial de un proceso
sobre alimentos aparezca como el beneficiado a recibir una pensión de parte del
obligado, para constituirse automáticamente en agraviado ante la omisión dolosa de
aquel.
Igual como el sujeto activo, puede ser sujeto pasivo el abuelo, el padre o madre, el
hermano, el hijo, el tío respecto del obligado, el cónyuge respecto del otro y aquel
que está amparado por la tutela, curatela o custodia.

2.4. Delito de omisión propia


Al revisar el Código Penal encontramos tipos penales que describen conductas
positivas (comisión). El agente debe hacer algo. Excepcionalmente, el legislador ha
previsto actos negativos (omisión). El agente debe dejar de hacer algo para cumplir
las exigencias del tipo y, así, lesionar una norma preceptiva que le obliga a ejecutar
algo (artículo 13 c.P.). Lo común en una conducta de omisión y otra de comisión es
que el autor o agente siempre tenga el dominio de la causa del resultado dañoso.
La omisión de la conducta esperada generalmente se la vincula a un resultado
socialmente dañino, mas la sanción al agente no depende de la producción de aquel
resultado, sino de la simple constatación de la "no realización de la acción
legalmente ordenada". Es importante tener en cuenta que, en los delitos de omisión,
el agente se encuentra en la posibilidad de accionar. Lo que es imposible de evitar
no puede ser omitido.
La responsabilidad del agente de una conducta omisiva se resuelve aplicando la
teoría de "la acción esperada", es decir, se deduce la responsabilidad del autor por
haber omitido la realización de "algo exigido".
En ese orden de ideas, se concluye que el delito de omisión de asistencia familiar se
constituye en un ejemplo representativo de los delitos de omisión propia. El agente
omite cumplir sus deberes legales de asistencia alimenticia, pese a que existe una
resolución judicial que así lo ordena. El autor omite realizar lo que se le exige a
través de una orden judicial, esto es, prestar los alimentos al agraviado.

Es un delito de omisión propia, donde la norma de mandato consiste en la obligación


que pesa sobre el sujeto activo de cumplir con sus deberes legales de asistencia
(526). Así lo tiene aceptado nuestra Suprema Corte. En efecto, en la Ejecutoria
Suprema del 12 de enero de 1998, reproduciendo, incluso, lo esgrimido por los
autores citados, nuestro máximo tribunal sostiene "que, el comportamiento del sujeto
activo en este tipo de delito consiste en omitir el cumplimiento de la prestación de
alimentos establecida por una resolución judicial, siendo un delito de omisión propia
donde la norma de mandato consiste en la obligación que pesa sobre el sujeto activo
de cumplir con sus deberes legales de asistencia" (527).

2.5. Delito permanente

Existe delito permanente cuando la acción antijurídica y el efecto necesario para su


consumación se mantienen en el tiempo sin intervalo por la voluntad del agente.
Este tiene el dominio de la permanencia. Cada momento de su duración se reputa
como una prórroga del estado de consumación. La prolongación de la conducta
antijurídica y su efecto consiguiente, viene a determinar el tiempo que dura la
consumación. La finalización de este dinamismo prorrogado puede producirse ya
sea por voluntad del agente o por causas extrañas como por intervención de la
autoridad (528).
Siendo así, se evidencia que el delito de omisión de auxilio familiar constituye un
delito permanente (529). La omisión de cumplir con la resolución judicial que obliga a
pasar una pensión alimenticia mensual y por adelantado se produce y permanece en
el tiempo, sin intervalo, siendo el caso que tal estado de permanencia concluye
cuando el obligado, quien tiene el dominio de la permanencia, voluntariamente
decide acatar la orden judicial o por la intervención de la autoridad judicial que
coactivamente le obliga a cumplir su deber asistencial. No obstante, el delito se ha
perfeccionado. El cese de la permanencia tiene efectos para el plazo de la
prescripción que de acuerdo al inciso 4 del artículo 82 del código sustantivo
comienza a partir del día en que cesó la permanencia.
En tal sentido se pronunció la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de
Lima por Resolución del 01 de julio de 1998, en la que se afirma:

"Que en los delitos de Omisión de Asistencia Familiar, el bien jurídico protegido es la


familia, específicamente los deberes de tipo asistencia~ prevaleciendo la segurídad
de las personas'afectadas por el incumplimiento de las obligaciones alimentarías,
cuyo normal desarrollo psicolísico es puesto en peligro, por lo que es un delito de
Omisión y de naturaleza permanente, cuyos efectos duran mientras exista la
situación de inasistencia, esto es, mientras el agente no cumple con la obligación
alimentaría el delito subsiste" (550).

No le falta razón al profesor Roy Freyre (551) cuando afirma que casi todos los
delitos de omisión propia son de carácter permanente, siendo que la permanencia
desaparece en el mismo momento en que, por cualquier motivo, no exista más la
posibilidad que el agente cumpla con el deber de prestación esperado o cuando se
decida a proceder de conformidad con su deber.

En esta misma línea doctrinal, 50 Vocales Superiores integrantes de Salas


Especializada en lo Penal con la presencia de algunos Vocales Supremos, en el
Pleno jurisdiccional penal realizado en la ciudad de lea, en noviembre de 1998,
acordaron "por unanimidad, declarar que solo debe estimarse el hecho como un
delito permanente si, producida la consumación, esta se mantiene en el tiempo
durante un periodo cuya duración está puesta bajo la esfera de dominio del agente"
(532). Aquí, siguiendo las tendencias modernas del derecho penal, el pleno
jurisdiccional adoptó el concepto de delito permanente de acuerdo con la teoría del
dominio del hecho. En consecuencia, como volvemos a insistir, la prolongación del
estado consumativo del delito está bajo el dominio o esfera del agente, es decir, el
autor tiene todas las posibilidades de poner fin a la permanencia. Del autor depende
que la permanencia subsista o en su caso, se le ponga fin. Sin mayor discusión,
doctrinariamente se pone como ejemplo representativo del delito permanente al
delito de secuestro.
No obstante tener claro el concepto del delito permanente, el Pleno Jurisdiccional
citado incurrió en un despropósito al acordar por mayoría que "los delitos de
resistencia a la autoridad y los delitos de omisión de asistencia familiar deben ser
reputados como instantáneos de efectos permanentes" (533). Tal acuerdo confunde
los conceptos y ha originado la emisión de resoluciones judiciales que lesionan el
valor justicia, toda vez que los procesos judiciales de omisión de asistencia familiar
iniciados están finalizando con la declaración de la prescripción de la acción penal
sin que el obligado haya llegado a cumplir realmente su obligación alimenticia.

En efecto, actualmente en la jurisprudencia peruana es común advertir el siguiente


razonamiento: "a efectos de establecer la naturaleza del delito en cuanto al aspecto
consumativo, debe tenerse en cuenta la concepción del verbo rector omitir, de lo que
se colige que nos encontramos frente a un delito de consumación instantánea, toda
vez que la acción omisiva también ostenta dicho carácter, máxime si en el tipo penal
anotado, no se describe ninguna acción complementaria al verbo citado que
implique la permanencia de la conducta, como en el delito de extorsión por ejemplo
(uno de los supuestos previstos en el artículo doscientos del Código Penal
consistente en mantener de rehén a una persona); que, desde el momento
consumativo del delito, a lafecha, al haber transcurrido más de cinco años, la acción
penal que generó la conducta omisiva incriminada al encausado, se ha visto
afectada extintivamente, pues según la pena máxima de tres años prevista en el
numeral citado, concordante con los artículos ochenta y ochentitrés del Código
Pena4 la vigencia de la acción penal quedó limitada al plazo de cuatro años y seis
meses, situación fáctica de la que emerge el imperativo de amparar la excepción de
prescripción acorde a los establecido en el último párrafo del artículo quinto del
Código de Procedimientos Penales" (534).

Asimismo, no constituye un delito continuado, como afirman algunos tratadistas


(S~s), puesto que este aparece cuando varias violaciones de la misma ley penal son
cometidas en el momento de la acción o en momentos diversos con actos ejecutivos
de una misma resolución criminal (artículo 49 C.P.). En otros términos más
concretos, el delito es continuado cuando el hecho consiste en varias infracciones a
la ley que responden a una única resolución criminal fraccionada en su realización o
ejecución (S~6). Situación que no se evidencia en el delito de omisión de asistencia
familiar desde que el estado de consumación en ningún momento se fracciona.
El delito continuado se caracteriza porque cada una de las acciones que lo
constituyen representa ya de por sí un delito consumado o intentado, pero todas
ellas se valoran juntas como un solo delito. El clásico ejemplo del cajero grafica en
toda su magnitud el concepto del delito continuado. En efecto, el cajero de un
establecimiento comercial que durante largo periodo de tiempo se apodera
diariamente de una pequeña cantidad de dinero no comete cientos de hurtos,
aunque cada acto aislado por el realizado sea un hurto, sino un solo delito
continuado de hurto por el importe total.

2.6. Circunstancias agravantes

En. los dos últimos párrafos del tipo penal del artículo 149 del código sustantivo, se
prevé las circunstancias que agravan la responsabilidad penal del sujeto activo y,
por tanto, agravan la pena. Así tenemos:

a. Simular otra obligación de alimentos. Esta agravante se configura cuando el


obligado a prestar la pensión alimenticia, en connivencia con una tercera persona,
inicia un proceso sobre alimentos simulado o aparente con la única finalidad de
disminuir el monto de su ingreso mensual disponible y, de ese modo, hacer que el
monto de la pensión sea mínimo en perjuicio del real beneficiario. La simulación
puede ser antes que el real beneficiario inicia su proceso sobre alimentos, o esté en
trámite tal proceso, o cuando aquel haya concluido y el obligado malicioso inicie un
prorrateo de pensión alimenticia.
b. Renuncia maliciosa al trabajo. Ocurre cuando el obligado con la única
finalidad perversa de no tener un ingreso mensual y, de ese modo, hacer imposible
el cumplimiento de la resolución judicial, renuncia a su trabajo permanente que se le
conocía. Puede tomar tal actitud en pleno trámite del proceso de alimentos, o aquel
haya concluido y se presente ante la autoridad jurisdiccional como insolvente y
solicite una disminución de pensión.

c. Abandono malicioso al trabajo. Igual que en la anterior hipótesis, se evidencia


cuando el obligado, en forma maliciosa y perversa y con la única finalidad de
presentarse como insolvente en perjuicio del beneficiario, abandona su centro de
trabajo, originando que sea despedido y de esa manera no tener un ingreso para un
cálculo real del monto de la pensión alimenticia a que está obligado.

d. Lesión grave previsible. Se evidencia esta circunstancia agravante cuando el


obligado con su conducta omisiva de prestar el auxilio alimenticio al beneficiario,
origina o genera una lesión grave en el sujeto pasivo, la misma que para ser
imputable o atribuible al agente, debe ser previsible. Si llega a determinarse que
aquella lesión era imposible de prever no aparecerá la circunstancia agravante.

e. Muerte previsible del sujeto pasivo. Se presentará esta circunstancia


agravante cuando el agente con su conducta omisa a cumplir con la pensión
alimenticia a favor del beneficiario origina u ocasiona de modo previsible la muerte
de aquel. Caso contrario, si llega a determinarse que la muerte del sujeto pasivo no
era previsible, no será atribuible al obligado renuente. Ocurrirá, por ejemplo, cuando-
el obligado omite pasar la pensión alimenticia a su cónyuge que sabe se encuentra
sola, enferma e incapaz de trabajar y generarse su sustento, originando su muerte
por inanición.
Incluso, concurre la agravante cuando el autor de la conducta omisiva es renuente a
pasar la pensión alimenticia a la mujer que sabe que embarazó y, como
consecuencia de ello origina la interrupción del embarazo.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
El tipo penal exige la presencia del elemento subjetivo dolo para la configuración del
injusto penal. No es posible la comisión por imprudencia o culpa.
En efecto, el autor debe tener pleno conocimiento de su obligación alimentaria
impuesta por medio de resolución judicial firme y voluntariamente decide no
cumplido. De esa forma, la Resolución Supel;or del 21 de setiembre de 2000
expresa que "el delito de omisión de asistencia familiar se produce, cuando el
infractor incurre en la conducta descrita en el artículo ciento cuarenta y nueve del
Código Penal, mediando dolo en su accionar, esto es, con la conciencia y voluntad
de que se está incumpliendo una obligación alimenlaria declarada judicialmente"
(537).

En ese sentido, no habrá delito por falta del elemento subjetivo, cuando el obligado
por desconocimiento de la resolución judicial que así lo ordena no cumple con
prestar la pensión alimenticia al beneficiario, o cuando conociendo aquella
resolución judicial le es imposible matelialmente prestar los alimentos exigidos. De
modo alguno podremos decir que un enfermo postrado en cama muchos meses ha
cometido el delito de omisión de asistencia familiar al no acudir al beneficiario con la
pensión a la que está obligado. Puede tener toda la voluntad de cumplir con su
obligación alimentaria, sin embargo, su imposibilidad de generarse ingresos y no
tener bienes que le generen renta, le hace imposible cumplir con lo ordenado. El
derecho penal no obliga a lo imposible ni exige conductas heroicas de los
ciudadanos.

Es más, ello es el sentir del legislador nacional cuando en nuestro Código Civil
vigente ha previsto en los artículos 478 y 479 que ante la imposibilidad material del
obligado a prestar los alimentos, puede ser sustituido por aquel que le sigue según
lo prescrito por la ley.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez verificado los elementos objetivos y subjetivos en la conducta de omisión de


asistencia familiar, corresponde al operador jurídico verificar si en aquella conducta
concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código
Penal. En este delito no hay mayor trascendencia respecto a la antijuridicidad.
5. CULPABILIDAD

Luego de verificar que en la conducta típica no concurre alguna causa de


justificación, en seguida el operador jurídico deberá determinar si el autor es mayor
de edad y no sufre de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable. Una vez
que se verifique que el agente es imputable, el operador jurídico analizará si al
momento de omitir cumplir con su obligación alimenticia dispuesta por resolución
judicial, el autor actuó conociendo la antijuridicidad de su comportamiento, esto es,
sabía que su conducta estaba prohibida.

Si llega a verificarse que el agente actuó en la creencia que su conducta no estaba


prohibida, es posible invocar un error de prohibición. Por ejemplo, se configura un
error de prohibición cuando un padre religiosamente venía cumpliendo con pagar la
pensión alimenticia ordenada por resolución judicial en favor de su hija, sin embargo,
al cumplir la alimentista sus 18 años de edad y seguir estudios universitarios, deja de
consignar la pensión en la creencia firme que al ser su hija mayor de edad ha
desaparecido su obligación de prestarle asistencia alimenticia.
Caso contrario, de verificarse que el agente actuó conociendo la antijuridicidad de su
conducta, al operador jurídico le corresponderá analizar si el agente al momento de
actuar pudo hacerlo de diferente manera a la de exteriorizar la conducta punible.
Aquí, muy bien, puede invocarse un estado de necesidad exculpante. Este se
presentará por ejemplo, cuando un padre por más intenciones que tiene de cumplir
con la obligación alimenticia en favor de sus hijos, no puede hacerlo debido que a
consecuencia de un lamentable accidente de tránsito quedó con invalidez
permanente que le dificulta generarse los recursos económicos, incluso, para su
propia subsistencia. De presentarse este supuesto de modo alguno significa que los
alimentistas quedan sin amparo, pues como ya hemos referido, la ley extrapenal ha
previsto otros obligados.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA
Respecto de este punto observamos que existe confusión entre los entendidos de la
materia. En efecto Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (538) y Villa Stein (539)
enseñan que el delito se consuma en el momento de vencerse el plazo de
requerimiento que fuera formulado al sujeto activo, bajo apercibimiento.

No obstante, para salir de la confusión creemos que, en primer lugar, debe hacerse
una distinción entre consumación de un hecho punible y acción penal. Hay
consumación de un delito cuando el sujeto activo da cumplimiento a todos los
elementos objetivos y subjetivos que exige el tipo penal correspondiente. En tanto,
que acción penal es la potestad o facultad del Estado de poner en marcha la
maquinaria de la administración de justicia para sancionar a aquellos ciudadanos
que vulneran o ponen en peligro un bien jurídico debidamente protegido.

De ese modo, el ilícito penal de omisión de asistencia familiar se perfecciona o


consuma, cuando el sujeto activo teniendo pleno y cabal conocimiento mensual al
beneficiario, dolosamente omite cumplir tal mandato. Basta que se verifique o
constate que el obligado no cumple con la resolución judicial que le ordena prestar
los alimentos al necesitado, para estar ante el delito consumado. No se necesita por
ejemplo, acreditar la concurrencia de algún peligro como resultado de la omisión
(540).
Cuestión diferente es el requerimiento que debe hacerse al obligado con la finalidad
que cumpla con lo ordenado por la resolución judicial. Ello simplemente es una
formalidad que se exige y debe cumplirse para hacer viable la acción penal respeto
de este delito. El requerimiento que se hace al obligado que dé cumplimiento lo
ordenado en resolución judicial, bajo apercibimiento de ser denunciado penalmente,
se constituye en un requisito de procedibilidad.

En consecuencia, si no aparece tal requerimiento es imposible formalizar


positivamente la acción penal pese que el hecho punible aparece debidamente
consumado. Sin requerimiento previo no prospera la acción penal respecto del delito
de omisión de asistencia familiar. Respecto de esta situación, si bien no existe
norma positiva que así lo exija, ha sido establecidajurisprudencialmente tal como
hemos advertido al analizar la tipicidad objetiva.
En cuanto a la categoría de la tentativa, hay unanimidad en la doctrina en considerar
que es imposible su verificación en la realidad toda vez que se trata de un delito de
omisión propia.

7. PENALIDAD

Después del debido proceso, el agente de la conducta prevista en el tipo base será
sancionado con pena privativa de libertad no mayor de tres años o con prestación de
servicio comunitario de veinte a cincuentidós jornadas, sin perjuicio de cumplir el
mandato judicial. En el caso de simulación de otra obligación, renuncia o abandono
de trabajo, la pena oscila entre no menor de uno ni mayor de cuatro años. De
presentarse la circunstancia agravante de lesión grave en el sujeto pasivo, la pena
será no menor de dos ni mayor de cuatro años; en caso de muerte, la pena será no
menor de tres ni mayor de seis años.

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Subcapítulo 3

Abandono de mujer en gestación

l. TIPO PENAL

El hecho punible conocido como abandono de mujer embarazada, aparece


debidamente tipificado en el tipo penal del artículo 150 del código sustantivo que
literalmente señala:
El que abandona a una mujer en gestación, a la que ha embarazado y que se halla
en situación crítica, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis
meses ni mayor de cuatro años y con sesenta a noventa días multa.
2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de abandono de persona en gestación se configura cuando el agente,


después de haberla embarazado, abandona a su víctima en estado crítico que no le
permite generarse recursos para su propia subsistencia poniendo de ese modo en
peligro concreto su vida o salud.
Villa Stein (541) enseña que el comportamiento es uno de abandono, apartamiento,
alejamiento físico y material con cese de toda asistencia psicológica, física y
alimentaria por parte del actor, no obstante hallarse el sujeto pasivo, en situación
crítica, entendiéndose por esta situación aquella en que peligra la vida y la integridad
psicológica y moral de la mujer embarazada.

Por su parte Bramont-Arias Torres/García Cantizano (542) exponen que el


comportamiento consiste en abandonar en situación crítica a una mujer
embarazada, por lo tanto, es un delito de omisión, donde se incumple el mandato de
prestar asistencia a la pareja, cuando esta se encuentra en situación crítica y embal-
azada, entendida esta circunstancia como extrema de peligro para su vida y salud.

En esa línea, para el perfeccionamiento del injusto penal, se exige la presencia de


cuatro circunstancias ineludibles. A falta de una de ellas, el delito no aparece. Las
circunstancias son concurrentes. En efecto, se exige:

a. Que la víctima sea una mujer en estado de gestación o embarazada.

b. Que el autor del embarazo sea a la vez el sujeto activo o agente de la


conducta. Esta circunstancia ha sido entendida debidamente por la doctrina
jurisprudencial al afirmar lo siguiente: ''En rigor, la exigencia típica que se abandone
a una mujer a la que se ha embarazado, supone una verdadera prueba de
paternidad, pues no basta la realización de la conducta descrita en el artículo ciento
cincuenta del Código Penal que se haya tenido relaciones sexuales con la
agraviada; sino, además, que de estas resulte el embarazo, lo cual, materialmente y
como se tiene indicado, implica una prueba de paternidacf' (54~).
c. Que la víctima en gestación esté atravesando una situación crítica que pone
en peligro y riesgo la salud física y psicológica de aquella y del producto de la
gestación.
La situación crítica se presenta cuando la víctima se encuentra sin poderse generar
recursos para sus subsistencia y sin que tenga alguna persona a su lado que le
brinde amparo para salir de su gestación sin poner en riesgo su salud o vida del
naciente. Se evidencia por ejemplo cuando el agente o autor, traslada a su
conviviente de ocho meses de gestación del Cuzco, su tierra natal, a la ciudad de
Lima, y le abandona en una choza de un asentamiento humano donde a nadie
conoce.

Tres precedentes jurisprudenciales sirven para ilustrar que la configuración del delito
exige acreditar el estado crítico o de necesidad que atraviesa la víctima. El estado
crítico de la víctima se constituye en un elementocentral de la tipicidad del injusto
penal. Así tenemos que la Corte Suprema, por ejecutoria suprema del 10 de octubre
de 1997, estableció "que para la configuración del delito antes acotado, no solo se
requiere que el agente abandone a una mujer en estado de gestación, sino que,
además, el mismo debe producirse cuando se encuentre en una situación crítica,
esto es, que la agraviada se encuentra en la imposibilidad de valerse por sí misma;
que, en caso de autos, dichas circunstancias no se han probado, muy por el
contrario, se tiene que la presunta agraviada, al no tener apoyo del encausado se
fue a vivir al domicilio de sus padres, conforme fluye de su denuncia obrante a fajas
tres y luego que este in cumpliera su promesa de matrimonio, lo que amerita su
absolución" (544).

En el mismo sentido, la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Lima en


la Resolución del 25 de noviembre de 1998 ha establecido lo siguiente: "Que en el
presente caso si bien la agraviada refiere que el procesado no le prestó apoyo
alguno durante su periodo de gestación, incumpliendo de esta manera con sus
deberes alimenticios y de tipo asistencia~ sin embargo, no se a acreditado la
situación crítica, es decir, una situación de extrema necesidad, incoada como
requisito de procedibilidad, toda vez que se advierte de autos que la misma
agraviada en su manifestación policial de fojas seis refiere que ella misma decidió
retirarse del lecho convivencial para luego regresar a vivir con sus padres a fin de
que éstos la ayuden, por lo que consecuentemente, no dándose de manera objetiva
los presupuestos requeridos por el tipo penal instruido, la resolución venida en grado
se encuentra arreglada a ley" (545). Asimismo, la misma sala en la Resolución de
fecha 03 de julio de 1998, en la que absuelve al acusado ha sostenido: "Que, en
autos no se ha acreditado en modo alguno que la agraviada, quien se retiró del
hogar convivencial por desavenencias con el procesado, se haya, además,
encontrado en estado critico, esto es, carente de todo recurso para atender a su
gestación avanzada y parto subsiguiente, y que el procesado a sabiendas de tal
estado haya eludido su obligación de asistirla, cuando menos económicamente"
(546).

d. Finalmente, el abandono entendido como alejamiento, fuga, retirada, descuido


o desamparo en que se deja a la víctima.

2.1. Bien jurídico tutelado

El interés fundamental que pretende proteger el Estado con la tipificación de la


conducta punible, lo constituye los deberes de asistencia alimentaria y psicológica
que le asiste al autor de un embarazo respecto de la mujer que temporalmente
atraviesa aquel bendito estado, deberes que son ineludibles cuando la situación de
la gestante es apremiante con la finalidad de evitar riesgos para su vida e integridad
física y moral.
De la literatura penal desarrollada en el Perú, se observa que los penalistas
coinciden en sostener que se trata de proteger la integridad física y moral de la
mujer en estado de gestación, por lo tanto, se pretende evitar algún daño en aquel
sentido. En efecto, el desaparecido Raúl Peña Cabrera (547), estimaba que con el
tipo penal se tutela no solo la integridad física y moral de la gestante sino, esta vez
citando al argentino José Peco, la esperanza de vida del embrión.
En tanto que Javier Villa Stein (548) sostiene que el bien protegido es la indemnidad
física y moral de la gestante, agregando que también lo es la elemental solidaridad
humana.

Finalmente, Bramont-Arias Torres/Carcía Cantizano Cantizano (549) afirman que el


bien jurídico protegido es la familia, específicamente los deberes de asistencia que
tiene todo hombre referente a una mujer cuando está embarazada y en situación
crítica.
Los autores citados propician confusión cuando afirman que el bien jurídico lo
constituyen los deberes de asistencia que tiene todo hombre referente a una mujer
embarazada, cuando lo real y coherente no es los deberes de asistencia que tiene
todo hombre respecto a cualquier mujer gestante, sino los deberes de asistencia que
tiene el autor de la gestación respecto de la mujer a la que embarazó. Al identificarse
plenamente al autor o sujeto activo de la conducta en el tipo penal, queda fuera la
frase "todo hombre" para dar paso "al hombre que ocasionó el embarazo".

2.2. Sujeto activo

Se trata de un delito conocido en doctrina como especial, debido que el propio


legislador ha identificado a las personas que pueden constituirse en sujetos activos
de la presente conducta delictiva. Al indicarse en el tipo penal "el que abandona ( ... )
a la que ha embarazado", en forma coherente se concluye que sujeto activo solo
puede ser un hombre y autor del embarazo de la VÍctima o agraviada. La condición
de autor solo está reservado para el que ocasionó u originó un embarazo en la
víctima. Nadie más puede constituirse en sujeto activo, ni remotamente.

2.3. Sujeto pasivo

También de la lectura del tipo penal fluye que agraviado o sujeto pasivo de la
conducta en comentario no puede ser cualquier mujer embarazada, sino únicamente
aquellas mujeres que, aparte de estar gestando, estén atravesando una situación
crítica que pone en riesgo su vida e integridad física y moral. Esta última
circunstancia es importante para constituirse en st~eto pasivo, caso contrario, si la
mujer embarazada no corre ningún riesgo por tener una situación económica y
psicológica holgada, es imposible que se constituya en VÍctima del presente ilícito
penal.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
De la forma como aparece tipificada la conducta, se advierte que se trata de una
conducta netamente dolosa, no cabe la comisión imprudente por no haber tipo penal
específico.

El agente actúa con conocimiento y voluntad de realizar los elementos objetivos del
tipo penal, esto es, aquel tiene pleno conocimiento que la mujer a la que embarazó
atraviesa una situación crítica y apremiante, no obstante, voluntariamente decide no
prestarle apoyo ni asistencia, abandonándola a su suerte.
Respecto de la tipicidad subjetiva, Javier Villa Stein (550) sostiene que "además de
conocer que la mujer está embarazada y en situación crítica, el actor la abandona
sabiendo que lo hace y pudiendo y debiendo asistirla; quiere alejarse de ella y lo
hace".

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez verificado los elementos objetivos y subjetivos en la conducta de abandono


de mujer embarazada, corresponde al operador jurídico verificar si en aquella
conducta concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del
Código Penal. En este delito no hay mayor trascendencia respecto a la
antijuridicidad.

5. CULPABILIDAD

Luego de verificar que en la conducta típica no concurre alguna causa de


justificación, en seguida el operador jurídico deberá determinar si el autor es mayor
de edad y no sufre de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable. Una vez
que se verifique que el agente es imputable, el operador jurídico analizará si al
momento de abandonar a la mujer que embarazó, lo hizo conociendo la
antijuridicidad de su comportamiento, esto es, sabía que su conducta estaba
prohibida.
Si llega a verificarse que el agente actuó en la creencia que su conducta no estaba
prohibida, es posible invocar un error de prohibición. Caso contrario, de verificarse
que el agente actuó conociendo la antijuridicidad de su conducta, al operador
jurídico le corresponderá analizar si el agente al momento de actuar pudo hacerlo de
diferente manera a la de exteriorizar la conducta punible. Aquí, muy bien, puede
invocarse un estado de necesidad exculpante.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

El delito se perfecciona en el momento que se verifica el alejamiento o abandono


que hace el autor o sujeto activo a la mujer que embarazó sabiendo que atraviesa
una situación crítica. Es un delito de peligro, por tanto, no se requiere que
efectivamente se verifique algún daño en la integridad física o psicológica de la
víctima. Es un delito de mera actividad. La agraviada no requiere probar algún
peIjuicio ocasionado con la conducta del sl~eto activo para estar frente al delito
consumado, ello ocurre con la sola constatación del abandono en situación
apremiante.
Respecto de la consumación, la jurisprudencia guarda cierta coincidencia. Como
precedente jurisprudencial cabe citarse la Resolución del 22 de enero de 1998
cuando se señala que" el abandono a una mujer en estado de gestación se refiere
que la mujer debe encontrarse en situación critica, es decir, en situación extrema,
con peligro para su vida y salud, y este se consuma cuando, el agente infractor,
abandona dejándola en ese estado" (551).
Al tratarse de un delito de peligro, consideramos que no es posible que se evidencie
el tipo de realización imperfecta.

7. PENALIDAD

El sujeto activo de la conducta delictiva, dependiendo de la gravedad de la conducta


y sus efectos consecuentes sobre la víctima, será merecedor de una pena privativa
de libertad no menor de seis meses ni mayor de cuatro años y con sesenta a
noventa días multa.
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Título IV

DELITOS CONTRA LA LIBERTAD

1. LA CATEGORÍA DE LA LIBERTAD

La libertad, por sí misma, es un bien inestimable del hombre. Es un derecho humano


tan igualo mejor que la vida misma. Se ha dicho que la vida sin el ejercicio de la
libertad, en alguna de sus manifestaciones o vertientes, no es vida. El genial Miguel
Cervantes Saavedra, en la magistral obra de literatura que ha dado a la humanidad,
"El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" (552) eSClibía que la libertad "es
uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no
pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre: por la libertad,
así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida; y por el contrario, el
cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres ( ... )". Sin duda,
Cervantes consideraba a la libertad como un valor cultural inestimable. Así afirmaba
que no "hay en la tierra conforme a mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la
libertad perdida".
Por su parte, el profesor Carlos Fernández Sessarego (55S) sostiene que el derecho
a la libertad está radicalmente ligado al derecho a la vida desde que esta es una
experiencia de libertad dentro de los condicionamientos propios a que está sujeto el
ser humano, tanto de aquellos provenientes de su propio mundo personal como por
los que tienen su Oligen en el nivel histórico y en la circunstancia social en que le
toca vivir. Sin duda, existe unanimidad en considerar que la libertad supone la
posibilidad de todo ser humano de decidirse por un proyecto de vida, de realizarse
plenamente como hombre en este mundo. Qué duda cabe, puede tratarse de un
proyecto ceñido al bien común como de un proyecto egoísta, e incluso de
destrucción del mundo. Sin embargo, la libertad comporta responsabilidad. El
hombre es responsable de sus decisiones y, por tanto, responde por ellas y las
asume.
Por su parte, Roy Freyre (554), inspirado en la filosofía de Nicolai Hartmann, afirma
que la libertad es la facultad de ordenar nuestro comportamiento, tanto en el mundo
del ser como del deber ser, de acuerdo con una previsión causal y una estimación
valorativa de las acciones que, por interesar al individuo y a sus semejantes, han
merecido reconocimiento tácito o expreso del Derecho.
En ese sentido, la libertad viene a ser una categoría entendida como la capacidad
que tiene todo ser humano para elegir, decidir, vivir y pensar como a bien tenga, sin
coacciones de algún tipo (libertad individual). Asimismo, es la capacidad que tiene
un glUpO de personas para organizarse y realizar determinadas actividades en
común (libertad social). La libertad es pura decisión o elección. Por la libertad se
escoge ser, decidimos hacer talo cual cosa, mas la decisión se pone en marcha con
la conducta y tiene que luchar contra las resistencias. Sucumbe ante ellas, pacta o
las vence.
El hombre por intermedio de sus potencias psicofísicas pone en marcha su decisión,
la realiza o deja de realizar. No obstante, y a fin de conseguir una relativa paz social
y evitar manifestaciones egoístas del ser humano, surge el derecho como una forma
de limitar y orientar la libertad siempre a conseguir el bien común. En consecuencia,
el Derecho se presenta como un instrumento coercitivo para limitar, que no significa
aniquilar, la libertad individual o social de las personas en sus diversas
manifestaciones, caso contrario, de dejarse actuar conforme a bien tengan los seres
humanos no habría convivencia posible.

2. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA LIBERTAD COMO DERECHO

Como se evidencia, la libertad tiene su origen con la aparición del hombre. Desde el
momento que decidió buscar su alimento comenzó a ejercer su libertad. Sin
embargo, saber desde cuando se reconoce jurídicamente a la libertad como un
derecho, es cuestión diferente.

Actualmente, nadie pone en duda que la libertad como derecho del hombre, por
primera vez fue reconocida en la sección primera de "la Declaración de Derechos de
Virginia" (un Estado de Norteamérica), del 12 de junio de 1776, en la cual se indica
"que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y
tienen ciertos derechos innatos, de los cuales, cuando entran en estado de
sociedad, no pueden, por ningún pacto, privar o desposeer a su posteridad: a saber,
el goce de la vida y de la libertad, con los medios para adquirir y poseer la
propiedad, y buscar y conseguir la felicidad y la seguridad".

Inspirados en tales ideales, los franceses en el artículo 2 de la Declaración de los


Derechos del Hombre y del Ciudadano, publicada en París el 26 de agosto de 1789,
especificaron de manera más clara el derecho natural de la libertad. Aquí se afirmó
"la finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales
e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la
segUlidad y la resistencia a la opresión". En el artÍCulo 4 de la misma declaración
aparece la definición de la libertad al indicarse que "consiste en poder hacer lo que
no peIjudica a otro; así, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no
tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el
goce de esos mismos derechos. Estos límites solo pueden ser determinados por la
ley". Finalmente en su artÍCulo 5 claramente prescribe que "la ley no tiene derecho a
prohibir sino las acciones peIjudiciales para la sociedad. No puede impedirse nada
que no esté prohibido por la ley, y nadie puede ser obligado a hacer lo que ella no
ordena".
Esta declaración sirvió de base ideológica y orientación para todos los Estados que
posteriormente dictaron sus respectivas normas constitucionales.
Sin embargo, el reconocimiento del derecho a la libertad alcanzó su máximo auge,
cuando el 10 de diciembre de 1948, en el Palacio Chaillot de París, las Naciones
Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En el artículo
3 de aquel instmmento jurídico de carácter internacional y de cumplimiento
imperativo en los países miembros, se prescribe que "todo individuo tiene derecho a
la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona".

3. EL DERECHO A LA LIBERTAD EN NUESTRO SISTEMA]URÍDICO

Los instmmentos jurídicos antes anotados sirvieron de base ideológica para que el
legislador nacional reconozca al derecho a la libertad personal como social, un nivel
constitucional. En ese sentido, en la Constitución Política de 1993 encontramos las
siguientes disposiciones:
Artículo 2 inciso 1: toda persona tiene derecho: a la vida, a su identidad, a su
integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar.
Artículo 2 inciso 3: toda persona tiene derecho: a la libertad de conciencia y de
religión, en forma individual o asociada. No hay persecución por razón de ideas o
creencias. No hay delito de opinión. El ejercicio público de todas las confesiones es
libre, siempre que no ofenda la moral ni altere el orden público.
Artículo 2 inciso 4: toda persona tiene derecho: a las libertades de información,
opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la
imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin previa autorización ni
censura ni impedimento algunos, bajo las responsabilidades de ley.

Artículo 2 inciso 8: toda persona tiene derecho: a la libertad de creación intelectual,


artística, técnica y científica, así como a la propiedad sobre dichas creaciones y a su
producto. El Estado propicia el acceso a la cultura y fomenta su desarrollo y difusión.
Artículo 2 inciso 11: toda persona tiene derecho: a elegir su lugar de residencia, ha
transitar por el territorio nacional y a salir de él y entrar en él, salvo limitaciones por
razones de sanidad o por mandato judicial o por aplicación de la ley de extranjería.
Artículo 2 inciso 12: toda persona tiene derecho: a reunirse pacíficamente sin armas.
Las reuniones en locales privados o abiertos al público no requieren aviso previo.
Las que se convocan en plazas y VÍas públicas exigen anuncio anticipado a la
autoridad, la que puede prohibirlas solamente por motivos probados de seguridad o
de sanidad públicas.
Artículo 2 inciso 13: toda persona tiene derecho: a asociarse y a constituir
fundaciones y diversas formas de organización jurídica sin fines de lucro, sin
autorización previa y con arreglo a ley. No pueden ser disueltas por resolución
administrativa.
Artículo 2 inciso 18: toda persona tiene derecho: a mantener reserva sobre sus
convicciones políticas, filosóficas, religiosas o de cualquiera otra índole, así como a
guardar el secreto profesional.
Artículo 2 inciso 24: toda persona tiene derecho: a la libertad y a la seguridad
personal. En consecuencia:
a. Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo
que ella no prohíbe.
b. No se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los
casos previstos por la ley. Están prohibidas la esclavitud, la servidumbre y la trata de
seres humanos en cualquiera de sus formas.
Interpretando este dispositivo de la Constitución vigente, el Tribunal Constitucional
en la sentencia plenaria del 21 de julio de 2005, expresó que "el inciso 24 del
artÍCulo 2 de la Constitución reconoce el derecho fundamental a la libertad personal.
Se trata de un derecho subjetivo en virtud del cual ninguna persona puede sufrir una
limitación o restricción a su libertad física o ambulatoria, ya sea mediante
detenciones, intemamientos o condenas arbitrarias.
La plena vigencia del derecho fundamental a la libertad personal es un elemento
vital para el funcionamiento del Estado social y democrático de Derecho, pues no
solo es una manifestación concreta del valor libertad implícitamente reconocida en la
Constitución, sino que es presupuesto necesalio para el ejercicio de oU'os derechos
fundamentales.
Sin embargo, como es doctlina reiterada de este Colegiado, ningún derecho
fundamental es ilimitado. En efecto, por alta que sea su consideración dogmática y
axiológica, ningún derecho fundamental tiene capacidad de subordinar, en toda
circunstancia, el resto de derechos, principios o valores a los que la Constitución
también concede protección.
Los principios interpretativos de unidad de la Constitución y de concordancia
práctica, permiten considerar a las distintas disposiciones constitucionales como un
complejo normativo armónico, coherente y sistemático. Toda tensión entre ellas
debe ser resuelta "optimizando" la fuerza normativoaxiológica de la Constitución en
su conjunto; de ahí que, en estricto, los derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución y los límites que en su virtud les resulten aplicables, forman una unidad"
(555).
Del mismo modo, en el artÍCulo 5 del Código Civil de 1984 se prescribe que toda
persona tiene "derecho a la vida, a la integridad física, a la libertad, al honor y demás
inherentes a la persona humana son irrenunciables y no pueden ser objeto de
cesión. Su ejercicio no puede sufrir limitación voluntaria, salvo lo dispuesto en el
artículo 6".
El profesor Fernández Sessarego (556), comentado el citado artÍCulo, respecto del
derecho a la libertad, afirma que este derecho supone la posibilidad de todo ser
humano de decidirse por un proyecto de vida dentro del bien común, de realizarse
plenamente como hombres, en otros términos, de poder hacer todo aquello que está
jurídicamente permitido, que no esté expresamente prohibido, siempre que no se
atente contra el derecho ajeno, el interés social y no signifique un abuso del
derecho.
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CAPíTULO I

VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD PERSONAL

SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Concepto de libertad personal. 2. La


libertad personal como derecho. Subcapítu10 2: Coacción. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad
objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sl~eto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3.
Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7.
Penalidad. Subcapítulo 3: Secuestro. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Agravantes. 2.2. Bienjurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3.
Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Tentativa y
actos preparatorios. 8. Penalidad. 9. La pena de cadena perpetua. 10. Imponer
cadena perpetua origina absurdo jurídico. Sub capítulo 4: Trata de personas. 1.
Introducción. 2. Tipo penal. 3. Tipicidad objetiva. 3.1. Verbos rectores. 3.2.
Conductas típicas. 3.3. Lugar de desarrollo de las conductas típicas. 3.4. Medios
coactivos típicos. 3.5. Finalidad del agente. 3.6. Bienjurídico protegido. 3.7. Sujeto
activo. 3.8. Sl~eto pasivo. 4. Tipicidad subjetiva. 5. Antijuridicidad. 6. Culpabilidad. 7.
Tentativa y consumación. 8. Penalidad. Subcapítulo 5: Trata de personas agravada.
l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 3. Circunstancias agravantes. 4. Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades
1. CONCEPTO DE LIBERTAD PERSONAL

En este acápite resulta importante establecer que cuando se habla de libertad, debe
especificarse su aspecto, el mismo que puede ser individual, es decir, atañe a una
sola persona, o puede ser social o colectiva, esto es, cuando se refiere a un conjunto
de personas.

En ese sentido, se entiende que la acción restrictiva de la libertad puede concretarse


sobre una persona, lesionándole en su condición de persona particular. Asimismo, la
acción de restlingir la libertad puede ser ejercitada contra un número indeterminado
de personas, lesionando, con ello, las libertades sociales como, por ejemplo, la
libertad de reunión.
Teniendo en claro las ideas precedentes, fluye con claridad meridiana que aquí cabe
conceptualizar la libertad individual o personal como la facultad intrínseca de la que
gozan todas las personas individualmente para elegir y decidirse actuar como a bien
tengan dentro del medio social en que viven. La única limitación a este tipo de
libertad es la libertad de otro individuo y los parámetros que impone la ley positiva.

2. LA LIBERTAD PERSONAL COMO DERECHO

La libertad personal o individual como derecho se constituye en uno de los


plincipales derechos de las personas reconocido, como ha quedado establecido, a
nivel constitucional. Se ha dicho con razón, que el derecho a la libertad es tan igual
derecho como el de la vida.
La libertad personal como derecho se Uo.duce en la máxima recogida en la leuo. "d"
del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución Política del Estado, que señala "nadie
está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no
prohíbe". Es decir, nadie puede ser obligado por persona alguna a realizar actos o
acciones que la ley no manda, ordena o presClibe específicamente. En el oU'O
aspecto, tampoco puede impedirse a una persona a realizar acciones o actos que la
ley no prohíbe. Actuar de manera contraria a lo prescrito se estaría vulnerado la
libertad personal y es probable que con ello se cometa un hecho punible.
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Subcapítulo 2

Coacción

1. TIPO PENAL

El hecho punible conocido con el nomen iuris de coacción aparece debidamente


descrito en el tipo penal del artículo 151 del Código Penal en los términos siguientes:
El que, mediante amenaza o violencia, obliga a otro a hacer lo que la ley no manda o
le impide hacer lo que ella no prohíbe será reprimido con pena privativa de libertad
no mayor de dos años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la propia redacción del tipo penal se evidencia que el delito de coacción consiste
en obligar a la víctima a realizar algo que la ley no manda o impedirle lo que la ley no
prohíbe, haciendo uso de la violencia o amenaza.
Para efectos de la configuración del delito debe entenderse por violencia o como se
conoce en doctrina, la vis absoluta o vis phisica o vis corporalis, a aquella fuerza o
energía física que el sujeto activo o agente descarga sobre el cuerpo de la víctima
con la finalidad de obligarle a realizar lo que la ley no manda o impedirle hacer lo
que la ley no prohíbe. En otros términos, se entiende por violencia la fuerza física
ejercida sobre una persona, suficiente para vencer su resistencia, obligándola a
hacer lo que la ley no manda o impedirle hacer lo que ella no prohíbe. Consideramos
que dentro del término "violencia" también se incluye la violencia sobre los bienes,
ya sean muebles o inmuebles, siempre que estos tengan alguna conexión con el
sujeto pasivo del delito (557). Estos conceptos, al parecer, han sido seriamente
internalizados por la jurisprudencia, así por ejemplo, la Resolución de la Sala Penal
de Apelaciones de la Corte Supelior de Lima, de fecha 8 de junio de 1998 sostiene
"que en tal sentido la violencia debe ser entendida como la fuerza física sobre otra
persona, suficiente para vencer su resistencia, pudiendo recaer igualmente sobre
bienes, ya sea muebles o inmuebles siempre que estos tengan alguna conexión con
el sujeto pasivo del delito y en el caso de la amenaza viene a ser anuncio del
propósito de causar un mal a otra persona mediante palabras, gestos, actos con la
misma finalidad n (558).

Por otro lado, debe entenderse por amenaza o vis compulsiva al anuncio de un
propósito de causar un mal que realiza el agente sobre su víctima con la finalidad de
doblegar su voluntad y, de ese modo, obligarle a realizar algo que la ley no manda o
impedirle lo que ella no prohíbe.
Existe unanimidad en la doctrina en cuanto que el mal prometido no necesariamente
puede estar dirigido o proyectado a lesionar la vida o la salud del propio sujeto
pasivo. Muy bien puede estar dirigido hacia un tercero que tenga vinculación afectiva
con aquel. Se presentará este supuesto delictivo cuando el agente amenaza a su
víctima con lesionar a su cónyuge si no realiza lo que aquel solicita. Tiene razón Villa
Stein (559) cuando afirma que la amenaza podrá ser abierta o velada siempre que
resulte inequívoca a criterio del juez.

Roy Freyre (560) prefiere denominar a la violencia y amenaza como la "coacción


violenta" y "coacción amenazante" respectivamente. Define a la primera como la
fuerza material que, actuando sobre el cuerpo de la víctima, la obliga a hacer, a
omitir o a permitir algo contra su voluntad; en tanto que a la segunda, la conceptúa
como el anuncio del propósito de causar un mal que se hace a otra persona
mediante palabras, gestos, actos o símbolos, con la finalidad de impedirle hacer lo
que la ley no prohíbe o compelerle a hacer o dejar hacer algo contrario a su
voluntad.

En ese sentido, pueden presentarse hasta cuatro supuestos independientes:


1. Obligar hacer lo que la ley no manda por medio de la violencia física sobre el
sujeto pasivo.
2. Impedir al sujeto pasivo a realizar algo que la ley no prohíbe, haciendo uso de
la violencia física.
3. Obligar hacer lo que la ley no manda por medio de la amenaza al sujeto
pasivo.
4. Impedir al sujeto pasivo a realizar algo que la ley no prohíbe, haciendo uso de
la amenaza.
Finalmente, el delito también se evidencia cuando se obliga a realizar algo que la ley
no manda, caso contrario, no aparece el delito de coacción cuando una persona por
medio de violencia o amenaza obliga a realizar algo que la ley manda explícita o
tácitamente. Un típico ejemplo de lo indicado lo constituye el artículo 920 del Código
Civil cuando prescribe que el poseedor puede repeler la fuerza que se emplee contra
él y recobrar el bien, sin intervalo de tiempo, si fuere desposeído, pero en ambos
casos debe abstenerse de las vías de hecho no justificadas por las circunstancias.

En este sentido, resulta interesante lajUlisprudencia de fecha 23 de marzo de 1998


en la que absolvieron a la acusada por el delito de coacción, y se afirma lo siguiente:
"Que, siendo esto asi, y admitido por el agraviado que se negaba a pagar el costo
del mantenimiento de las cuatro tiendas que conducía por considerarlo excesivo,
queda en evidencia que la acusada Marianella Mayta Rojas, al negarle el ingreso al
socio moroso solo se limito a cumplir con un acuerdo de asamblea por lo que su
conducta no es punible, tanto más si aparece de fajas ciento catorce que, dicho
acuerdo fue suscrito, entre otros por el agraviado "(56!).

Asimismo, se evidencia el delito cuando se impide realizar algo que la ley no


prohíbe; caso contrario, si por medio de la amenaza o violencia se impide realizar un
hecho que la ley prohíbe no se evidenciará el elemento objetivo del delito en sede.
Ello sucede cuando por medio de amenaza o violencia se impide que determinada
persona cometa un hecho delictivo como por ejemplo, robar un banco.

2.1. Bien jurídico protegido

Con el delito de coacción se pretende proteger o tutelar el derecho a la libertad


personal entendida como aquella facultad o atributo natural de las personas de
comportarse como a bien tengan dentro del CÍrculo social donde les ha tocado
desenvolverse. La libertad que tiene como límite la libertad de otra persona y los
parámetros que impone el derecho, se constituye en el bien jurídico protegido.
Raúl Peña Cabrera (562) afirmaba que el bien jurídico tutelado es la libertad de
obrar, la libertad física o libertad de hacer o dejar de hacer algo. En tanto que
Bramont-Arias Torres/CarCÍa Cantizano (56~) enseñan que el bienjurídico que se
protege en el artÍCulo 151 del C.P. es la libertad personal, esto es, la libertad de
obrar o de actuar de la persona de acuerdo a su voluntad.
Sin duda, con el tipo penal del artículo 151 se pretende tutelar el bien jurídico
fundamental debidamente recogido en la letra "a" del inciso 24 del artículo 2 de
nuestra Constitución Política. El mismo que claramente establece: "Nadie está
obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no
prohíbe".

2.2. Sujeto activo

Al iniciar el tipo penal con la frase "el que ( ... )", sirve para afirmar que sujeto activo
del delito en análisis puede ser cualquier persona. No se exige alguna condición
especial en la persona del agente. Incluso puede ser un funcionario público.
Constituye un ejemplo práctico, la conducta que desarrolla un oficial de la PoliCÍa
Nacional al detener a un ciudadano sin motivo aparente. Detención ilegal que es
declarada a consecuencia del ejercicio de la acción de garantía de hábeas corpus.
Aquí se ha pretendido encontrar confusión entre los supuestos delictivos previstos
en los tipos penales de los artÍCulos 151 y 376 del Código Penal. Sin embargo, de la
lectura de ambos supuestos punibles se concluye que se diferencian abismalmente
tanto que es imposible pensar que puedan confundirse. Los elementos violencia o
amenaza que caracterizan al delito de coacción, no aparecen en el tipo penal del
artículo 376.

2.3. Sujeto pasivo

Al utilizar el legislador la frase "(oo.) a otro (oo.)" en la estructura del tipo penal para
evidenciar al sujeto pasivo, nos indica que este puede ser cualquier persona con
capacidad psicofísica de obrar. En tal sentido, quedan excluidos los inimputables por
enfermedad mental y los recién nacidos por no tener aún voluntad para ser
doblegada por la coacción. Resulta imposible obligar a un recién nacido a realizar
algo que la ley no manda o impedirle que haga lo que la ley no prohíbe. Igual ocurre
con un inimputable mental. Por el contrario, los niños con capacidad de obrar
pueden ser sujetos pasivos del delito en hermenéutica (564).
Para Roy Freyre (565), de manera peculiar y sin exponer mayores argumentos,
sujeto pasivo puede ser cualquier persona, incluyendo al niño y hasta al individuo
con desequilibrios mentales, aun en los momentos que no tenga lucidez, pues aquí
no se requiere que la víctima comprenda los extremos de la coacción, ni tampoco
que se sienta constreñido.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la propia redacción del tipo penal se evidencia que se trata de un delito


netamente doloso, no cabe la comisión culposa o imprudente. Esto es, el agente
conociendo perfectamente que con su conducta limita o lesiona la libertad de su
víctima, voluntariamente decide actuar utilizando ya sea la violencia o la amenaza
con la finalidad de lograr su objetivo propuesto.
Roy Freyre afirma que el dolo consiste en la conciencia que se tiene de que se
quebranta el deber de respetar la libertad al imponer a otro, con empleo de violencia
o amenaza, una conducta activa u omisiva contraria a la voluntad de la víctima.

4. ANTIJURIDICIDAD

No hay inconveniente en aceptar que en determinado hecho típico de coacción


concurra alguna de las causas de justificación previstas en el artículo 20 del Código
Penal.

5. CULPABILIDAD

Una vez que el operador jurídico determina que en la conducta típica analizada no
concurre alguna causa de justificación, inmediatamente analizará si el injusto penal
debe ser atribuido al agente. Es decir, deberá analizar si el agente es imputable, si al
momento de actuar sabía o tenía conocimiento de la antijuridicidad de su actuar y si
pudo obrar de manera diferente a la de exteriorizar la conducta que lesionó el bien
jurídico libertad de su víctima.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Es común en la doctrina considerar que el delito de coacción es de resultado. En


consecuencia, el delito se perfecciona en el mismo momento que el sujeto activo
obliga al sujeto pasivo a realizar lo que la ley no manda o le impide a realizar lo que
la ley no prohíbe, es decir, en el mismo momento que la víctima realiza en contra de
su voluntad lo que le solicita el agente, por medio de la violencia o amenaza, se
habrá consumado el delito en exégesis.
Siendo así, puede evidenciarse la tentativa. En efecto, el delito se quedará en el
grado de tentativa cuando el st~eto activo ejerza la fuerza física o prefiera la
amenaza sin que el sujeto pasivo se someta a sus exigencias, ofreciendo resistencia
(566).

7. PENALIDAD

Al autor del delito de coacción, después de un debido proceso penal, se le impondrá


la pena privativa de libertad que oscila entre no menor de dos días ni mayor de dos
años, dependiendo de la forma y circunstancias en que ocurrieron los hechos
denunciados e investigados.
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Subcapítulo 3

Secuestro
1. TIPO PENAL

El original tipo penal que recoge la figura delictiva denominado en forma genérica
como "secuestro", por la evidente alarma social que ocasiona su
comisión, ha sido modificado en varias oportunidades(567). La última modificación
se ha producido por el Decreto Legislativo Nº 982, publicado en El Peruano, el 22 de
julio de 2007 y su fe de erratas, publicada el 2 de agosto del citado año. La anterior
modificación fue efectuada por imperio de la Ley Nº 28760, del 14 de junio de 2006.
Esta ley, según la exposición de motivos de uno de los proyectos de ley que la
sustentaron, tuvo como fundamento el hecho que "actualmente, en el Perú
contemporáneo se conoce la modalidad llamada secuestro al paso. Entre los años
de 1995 y 1996 ocurrieron solamente 115 secuestros en el Perú, de los cuales 80
fueron protagonizados por delincuentes comunes y los otros 35 fueron ejecutados
por la subversión. De los 115 secuestros, solamente en Lima se llevaron a cabo 57
secuestros. Hoy en día son incontables los secuestros de empresarios. Uno de los
recientes casos es el del Sr. Carlos Tonani Camusso. Las bandas de secuestradores
se incrementan cada vez más, con equipos logísticos sofisticados, como el que
sostuvo un feroz enfrentamiento con la policía el día 6 de febrero de 2006, en Lima,
cuando fueron aniquilados a balazos cuatro secuestradores en las instalaciones de
Panasonic en San Juan de Lurigancho, en circunstancias en que 15 delincuentes
incursionaron al interior de la Empresa Corporación Credisol, en donde planearon
robar la suma de medio millón de dólares y luego secuestrar a su gerente general,
Sr. Juan Cueva Sánchez. En estas circunstancias fueron capturados miembros de
nuestro Ejército peruano, pertenecientes a la banda de criminales. Por tales motivos,
creemos que debe ser el Estado el que garantice una correcta administración de
justicia y vele por la integridad de los ciudadanos y de la persona humana, sin bajar
la guardia respecto a estos hechos delictivos que hacen difícil la vida de una
sociedad que anhela paz y progreso de una manera civilizada, dentro de los
cánones del respeto a la persona, al honor y la dignidad. La protección de la vida, la
propiedad, el fomento del amor y la amistad es un sueño que se hará realidad si nos
empeñamos en querer cambiar la historia de nuestra patria"(568).
De ese modo, actualmente, el tipo penal 152, tiene el contenido siguiente:
Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de veinte ni mayor de treinta
años el que, sin derecho, motivo ni facultad justificada, priva a otro de su libertad
personal, cualquiera sea el móvil, el propósito, la modalidad o circunstancia o tiempo
que el agraviado sufra la privación o restricción de su libertad.

La pena será no menor de treinta años cuando:

1. se abusa, corrompe, trata con crueldad o pone en peligro la vida o salud del
agraviado.
2. Se pretexta enfermedad mental inexistente en el agraviado.
3. El agraviado o el agente es funcionario o servidor público.
4. El agraviado es representante diplomático de otro país.
5. El agraviado es secuestrado por sus actividades en el sector privado.
6. El agraviado es pariente, dentro del tercer grado de consanguinidad o
segundo de afinidad, con las personas referidas en los incisos 3, 4 Y 5 precedentes.
7. Tiene por finalidad obligar a un funcionario o servidor público a poner en
libertad a un detenido o a una autoridad a conceder exigencias ilegales.
8. Se comete para obligar al agraviado a incorporarse a una agrupación criminal.
9. Se comete para obtener tejidos somáticos del agraviado.
10. Se causa lesiones leves al agraviado.
11. Es cometido por dos o más personas o se utiliza para la comisión del delito a
menores de edad u otra persona inimputable.
12. El agraviado adolece de enfermedad grave.
13. La víctima se encuentra en estado de gestación.
La misma pena se aplicará al que con la finalidad de contribuir a la comisión del
delito de secuestro, suministra información que haya conocido por razón o con
ocasión de sus funciones, cargo u oficio, o proporciona deliberadamente los medios
para la perpetración del delito.
La pena será de cadena perpetua cuando:
1. El agraviado es menor de edad o mayor de setenta años.
2. El agraviado sufre discapacidad y el agente se aprovecha de ésta
circunstancia.
3. Si se causa lesiones graves o muerte al agraviado durante el secuestro, o a
consecuencia de dicho acto.
2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de secuestro se configura cuando el agente o sujeto activo priva, sin tener
derecho, motivo o facultad justificada para ello, de la libertad personal ambulatoria
del sujeto pasivo o víctima, sin importar el móvil o el tiempo que dure la privación o
restricción de la libertad.

El comportamiento que exige el tipo simple es el de privar, sin derecho, motivo ni


facultad justificada, a una persona de su libertad ambulatoria, sea cual fue re el móvil
o circunstancia(569).

Por su parte Roy Freyre(570), afirma que la materialidad del delito de secuestro
consiste en privar a una persona de la facultad de movilizarse de un lugar a otro, aun
cuando se le deje cierto ámbito de desplazamiento que la víctima no puede
físicamente traspasar, configurando el delito precisamente la existencia de los
límites impeditivos. Con la finalidad de sustentar su concepto, el profesor
sanmarquino, cita como ejemplo el hecho que una persona estará secuestrada en
un estadio deportivo cuando no pueda abandonarlo por haberse cerrado sus puertas
con el fin de impedir su salida, no obstante que se le ha dejado la posibilidad de
desplazarse por la cancha y por los diferentes compartimentos del local.

En ese sentido, Luis Bramont-Arias y GarcÍa Cantizano(571), haciendo uso de


fraseología parecida al profesor Roy Freyre seIialan que, "el cumportamiento
consiste en privar a una persona, sin derecho, de la facultad de movilizarse de un
lugar a otro, con independencia que se deje cierto espacio fíSiCO para su
desplazamiento, cuyos límites la víctima, no obstante, no puede traspasar; en este
caso se configura el delito, precisamente, por la existencia de tales límites
impeditivos. Estos autores, incluso ponen el mismo ejemplo del secuestro en un
estadio deportivo.
Asimismo los citados autores(572), sustentados en argumentos esgrimidos por el
penalistajuan Bustos Ramírez, acertadamente concluyen que lo importante no es la
capacidad física de moverse por parte del sujeto pasivo, sino la de decidir cllugar
donde quiere o no estar.
El actuar sin derecho ni motivo o facultad justificada p:ua privar de la libertad
ambulatoria a una persona, constituye un aspecto importante a tener en cuenta para
la configuración del delito de secuestro. En efecto, si se concluye que determinada
persona actuó conforme a derecho o en todo caso, dentro de las facultades que le
franquea la ley, el delito no aparece. Ello ocurre cuando una persona o autoridad
detiene a una persona que sorprende en flagrante delito, o cuando la autoridad
detiene a una persona por orden judicial.

El derecho vivo y actuante también se ha pronunciado sintetizando el concepto. En


efecto, la Ejecutoria Suprema del 9 de junio de 2004(m), en forma atinada y
coherente argumenta "que el delito de secuestro se configura cuando el agente priva
a una persona, sin derecho, de la facultad de movilizarse de un lugar a otro, con
independencia de que se le deje cierto espacio físico para su desplazamiento y
cuyos límites la víctima no puede traspasar; desde este punto de vista lo importante
no es la capacidad física de moverse por parte del sujeto pasivo, sino la de decidir el
lugar donde quiere o no quiere estar y lo más importante de esta disquisición, es que
en el alJ-ldido tipo penal se usa la expresión 'sin derecho priva a la víctima de su
libertad', pero esta privación de la libertad tiene una consecuencia, perseguida por el
agente, a un fin mediato; siendo la privación de la libertad solo un modo facilitador".
En esa línea, no se comprende el caso del derecho de corrección (siempre que se
ejerza dentro de los límites razonables) que tienen los padres, educadores, tutores,
cm'adores, quienes con ese fin impiden salir de determinado lugar a su hijo o pupilo.
Igual ocurre con los médicos y enfermeras que con fines de tratamiento y curación,
impiden la salida de sus enfermos de determinado recinto cerrado. En estos casos,
de modo alguno, aparecen los elementos de actuar sin derecho para configurarse el
delito de secuestro, pues existe motivo o facultad justificada.

Así, Bramont-Arias y García Cantizano(574) enfatizan que en ciertos supuestos, no


obstante, el secuestro, aun contra la voluntad del sujeto pasivo, está permitido por la
ley o, por lo menos, está tolerado por los hábitos sociales; por ejemplo, el
internamiento de enfermos mentales, el aislamiento de enfermos contagiosos, la
disciplina doméstica del "cuarto oscuro", la detención de un sujeto sorprendido en
flagrante delito.
Por el contrario, cometerá delito de secuestro aquella persona o funcionario que
priva de la libertad ambulatoria por tiempo determinado, a su víctima, sin tener
derecho ni razón justificable.

La comisión del delito de secuestro puede ser por acción o por omisión impropia. Se
presentará la omisión impropia cuando, por ejemplo, una persona que solicita a su
sirviente lo encierre durante la noche en su habitación porque sufre de
sonambulismo. continúa encerrada a la mañana siguiente al no abrírsele la puerta.

Nada indica el tipo penal del medio o modalidad que puede utilizar el agente para
cometer el secuestro, por lo que se admite cualquier medio de comisión, siendo las
más comunes la violencia, amenaza o el engaño. Villa Stein(575) afirma que las
formas de privación pueden ser muchas, siendo las previsibles las del encierro de la
víctima por el tiempo que sea, aún el muy breve, o su traslado engañoso o violento a
lugar distinto del que le corresponde o quiere estar.
Finalmente, no es indispensable la abductio de loa, in locum, es decir, que el sujeto
pasivo sea trasladado de un sitio a otro; el agraviado puede ser secuestrado
inclusive en su propio lugar de residencia(576).

2.1. Agravantes

El legislador, recogiendo la experiencia social de los múltiples secuestros ocurridos


en las grandes ciudades peruanas, ha previsto, en forma singular, diversas
agravantes al hecho punible simple, las mismas que motivan la imposición de pena
más severa al agente. El Decreto Legislativo Nº 982, del 22 de julio de 2007 ha
ampliado la gama de circunstancias agravantes. Así tenemos:

a. Por la conducta del agente

a.l. El agente abusa, corrompe, trata con crueldad o pone en peligro la vida o salud
del agraviado (inciso 1, artículo 152). Esta circunstancia agravante significa que el
secuestro será calificado cuando el agente, aparte de privar de la libertad
ambulatoria al agraviado, abusa de él, lo corrompe, le trata con crueldad o pone en
peligro la vida o su salud.
Se trata de uno de los casos que en doctrina se conoce con la denominación de
delito imperfecto en dos actos, donde el secuestro es querido por el agente como un
medio subjetivo para una actuación ulterior. El secuestro aparece como un medio
para alcanzar otra finalidad que solo se logra con otra conducta ulterior(577). En
efecto, el agente después de secuestrar a su víctima puede realizar cualquiera de
las circunstancias previstas en el inciso 1 del tipo penal 152 del Código Penal, las
mismas que por si solas sirven para perfeccionar el injusto penal de secuestro
calificado.

El agente o bien puede abusar sexualmente de la víctima (por ejemplo, el agente


todos los días que dura el secuestro, hace sufrir el acto sexual a su víctima), o bien
puede actuar con la finalidad de corromper a la víctima; o bien puede tratar con
crueldad a la víctima o finalmente puede poner en peligro la vida o salud del
agraviado.
La expresión corromper debe ser entendida como el desarrollo de actos o
sugestiones inmorales que despiertan o incitan en el agraviado apetitos o prácticas
desviadas. Por ejemplo, incitar a la secuestrada, una señorita de su casa, a que se
convier;a en una prostituta.
El sujeto activo actuará con crueldad cuando, después de secuestrar al agraviado,
acrecienta deliberada e injustamente el sufrimiento de aquel, causándole un dolor
innecesario a los fines del secuestro mismo. No le falta razón a Villa Stein(578)
cuando sostiene que la crueldad se define solo a partir de la innecesariedad del
tormento para el propósito principal que reclama el tipo. Por ejemplo, el agente todas
las noches que dura el secuestro despierta a su víctima utilizando un fierro caliente
con el cual le infiere quemaduras en las extremidades.
La circunstancia de poner en peligro la salud o la vida de la víctima aparecerá
cuando el agente realiza una conducta tendiente a tal finalidad. Ejemplo: aparece
esta circunstancia cuando todos los días que dura el secuestro, el agente no
proporciona alimento a la víctima o, también ocurre, cuando el agente no presta
asistencia médica a su víctima que, como producto del secuestro, resultó herido de
bala.

a.2. El agente pretexta que el agraviado sufre de enfermedad mental (inciso 2,


artículo 152). Se presenta la figura de secuesU"o agravado cuando el agente priva
de la libertad ambulatoria a su víctima, con el pretexto que aquel sufre de
enfermedad mental que en la realidad no padece. El profesor Villa Stein(579) indica
que la gravedad del hecho resulta del medio -falsedad en el dato- empleado por el
agente. El atribuirle a la víctima un padecimiento mental que no tiene, resulta
alevoso.
Sin duda esta circunstancia es muy común en nuestra realidad, pues siempre de por
medio están motivaciones económicas. Ocurre, por ejemplo, cuando los hijos, con el
propósito de disfrutar de la fortuna económica de su padre, con el auxilio de un
psiquiatra, le internan en un manicomio, alegando que sufre serias alteraciones
mentales.

a.3. Causa lesiones leves al agraviado (inciso 10, artículo 152). La agravante
aparece cuando el agente, con ocasión del secuestro, ya sea con la finalidad de
vencer la resistencia natural de la víctima o para lograr su finalidad, produce en el
agraviado lesiones leves. Se entiende que para que una lesión sea catalogada como
leve debe ser de la magnitud que establece en forma clara el artículo 122 del Código
Penal.
Esta agravante, sin duda, es cliticable debido que no reviste mayor re levancia(580)
ni magnitud como las demás circunstancias agravantes.
a.4. El agente suministra información que haya conocido por razón o con ocasión de
sus funciones, cargo u ofu;io con la finalidad de contribuir en la comisión del delito
de secuestro (Tercer párrafo del artículo 152). Aquí se trata de un cómplice plimalio,
esto es, el agente presta su ayuda de manera plimordial, sin la cual no sería posible
la comisión del secuestro y por ello consideramos que resulta adecuado el haberlo
separado de las agravantes del secuestro para ubicarlo en párrafo aparte del tipo
penal 152. La conducta se configura cuando el agente-eómplice entrega información
precisa que conoció con ocasión de ejercer sus funciones, cargo u oficio, a los
secuestradores para que realicen el delito de secuestro sin mayor dificultad. Ocurre,
por ejemplo, cuando una persona que realiza labores domésticas en el hogar del
agraviado, informa a los secuestradores que su empleador sale solo a pasear su
mascota en el parque, todos los días a las ocho de la noche, e incluso informa que
aquel en esos días, no puede correr por haber sido golpeado en el muslo durante un
partido de fulbito.

a.5. El agente proporciona deliberadamente los medios para la perpetración del


secuestro (Tercer párrafo del artículo 152). Aquí también estamos ante una
complicidad plimalia. El agente presta los medios mateliales indispensables a los
autores para la comisión real del secuestro; sin la ayuda del cooperador, hubiese
sido imposible la realización de dicho delito. Por ejemplo, ocurre cuando el agente
presta su vehículo y sus armas a los secuesu'adores, quienes no cuentan con tales
medios, para plivar de libertad a determinada persona.

b. Por la calidad de la víctima

b.l. El agraviado es funcionario o servidor público (inciso 3, artículo 152).


Aquí el secuestro se agrava por el hecho que la víctima viene a ser una persona al
servicio de los intereses públicos. A efectos de la agravante no bastará verificar que
el sujeto pasivo cuente con la cualidad indicada, sino que será necesario verificar el
ejercicio normal de la función que cumple al servicio del Estado.

Así, en el caso del "funcionario público", el secuestro debería estar vinculado al


ejercicio de sus funciones para entender que el mayor injusto deriva de la afección al
"correcto funcionamiento de la administración pública", además de la libertad
individual(581).
En consecuencia, el secuestro se agrava por el hecho que aparte de privar de
libertad ambulatoria al agraviado, indirectamente se está perturbando el normal
funcionamiento de la administración pública en el sector al cual pertenece el
secuestrado. El agente actúa con más temeridad, pues para lograr sus fines no le
interesa privar de su libertad a un trabajador del Estado.
Sin duda, para saber qué personas son considerados como funcionarios o
servidores públicos para efectos de la normatividad penal, debe recurrirse al artÍCulo
425 del Código Penal.

b.2. El agraviado es representante diplomático de otro país (inciso 4, artÍCulo 152).


La agravante se configura cuando el agraviado del secuestro es diplomático de otro
país. Es decir, cuando el diplomático es extranjero. Ello significa que si el agraviado
es diplomático de nuestro país, esta agravante no aparece. En estos casos, igual el
secuestro es agravado por aplicación del inciso 3 del tipo penal en hermenéutica.
b.3. El agraviado es secuestrado por sus actividades en el sector privado (inciso 5,
artÍCulo 152). La agravante fue introducida con la modificación del tipo penal
mediante el Decreto Legislativo Nº 896, el mismo que tuvo como correlato social, el
incremento de secuestros al paso de empresarios exitosos ocurrido en las grandes
ciudades del Perú.
Se agrava la conducta de secuestro cuando el agente ha dirigido su conducta sobre
un empresario o profesional de éxito con la finalidad común de obtener un provecho
económico. Sin duda, el legislador busca evitar los secuestros en contra de
empresarios sobresalientes para no poner en peligro la actividad económica del
país. El incremento de los secuestros al paso era indicativo que se vivía una
inseguridad y que las normas penales en contra de los secuestradores eran
benignas, por lo que el legislador no dudó en introducir la presente agravante.
Tiene razón Villa Stein(582) cuando enseña que la previsión es, sin embargo, muy
abierta, pues cualquier actividad que no sea la correspondiente al sector público
pertenece por exclusión al sector privado. Eljuzgador deberá, no obstante,
interpretar restrictivamente el punto en término de prever como conducta agravada
la que atenta contra la libertad de empresalios plivados o profesionales cuyo éxito
económico sea ostensible.
La agravante obedece más a fines económicos y cuando no políticos que a una
mayor dañosidad al bien jurídico protegido.
b.4. La víctima es pariente, dentro del tercer grado de consanguinidad o segundo de
afinidad, con las personas referidas en el incisos 3, 4 Y 5 (inciso 6, artículo 152).
Aquí la conducta de secuestro se califica por el hecho que el agraviado resulta ser
pariente, dentro del tercer grado de consanguinidad o segundo de afinidad de un
funcionario, servidor público, representante diplomático de otro país o empresalio o
profesional de éxito. Se busca proteger a la familia de las personas que tienen las
calidades antes anotadas.

b.5. El agraviado adolece de enfermedad grave (inciso 12, artículo 152). La


circunstancia agravante se configura cuando la acción de secuestro se dilige contra
una persona que se encuentra sufriendo de enfermedad grave, ya sea de tipo
mental o físico. Resulta clara que la enfermedad no debe haberlo contraído durante
la comisión del secuestro, sino en un momento anterior(583l.
Los antecedentes médicos y sobre todo el examen médico legal al agraviado
determinarán la gravedad o no de la enfermedad que padece la persona. Se busca
proteger la integridad de aquellas que eventualmente se encuentren sufriendo de
alguna enfermedad de magnitud grave.

b.6. La víctima se encuentra en estado de gestación (inciso 13, artículo 152).


La agravante aparece cuando la víctima-mujer del secuestro se encuentra en estado
de gestación, es decir, esperando que se produzca el nacimiento de un nuevo ser
que lleva en su vientre. Ya hemos indicado al analizar la figura del aborto, que una
mujer se encuentra en estado de embarazo desde el momento mismo que se
produce la anidación del nuevo ser en el útero de la madre hasta que se inician los
intensos dolores que evidencian el inminente nacimiento.
Se busca proteger la integridad física y mental tanto de la gestante como del ser por
nacer. La agravante se justifica por la propia naturaleza del periodo que atraviesa la
agraviada.

b.7. Si el agraviado es menor de edad (cuarto párrafo del artículo 152). Esta
agravante se presenta cuando el agente dirige su conducta sobre un menor de
dieciocho años.

Se busca proteger la integridad física y afectiva de los menores de edad, quienes


son más susceptibles a cualquier daño de su personalidad a consecuencia de sufrir
un secuestro.
b.8. Si el agraviado es mayor de setenta (cuarto párrafo del artículo 152). Esta
agravante, antes de la modificatoria introducida por la Ley Nº 28760, presentaba un
serio problema: se preveía que se producía el secuestro agravado cuando la
conducta se dirigía sobre un anciano. El saber a quien se le consideraba anciano era
un problema a resolver recurriendo a leyes extra penales como las laborales, pues
allí encontramos los parámetros para considerar a una persona anciana. Esto es,
sosteníamos que la persona es anciana cuando haya alcanzado o sobrepasado la
edad cronológica límite para lajubilación(584).
En ese sentido, el secuestro se agravaba cuando el agente dirigía su conducta sobre
un mayor de sesenta y cinco años, en caso de varón, y sesenta años, en caso de
mujer(585). Incluso, en posición diferente y discutible, Villa Stein(586) consideraba
que por aplicación extensiva del artículo 22 del Código Penal se considera anciano a
la persona mayor de sesenta y cinco años, pues el artículo 22 prescribe la
imputabilidad relativa de las personas mayores de sesenta y cinco años que hayan
cometido un hecho punible.
Sin embargo, la Ley Nº 28760, de junio de 2006, aclaró el panorama y previó que se
configuraba la agravante del secuestró cuando la conducta del agente se dirigía a
una persona mayor de sesenta y cinco años, sea esta mujer o varón.
No obstante, sin mayor explicación ni fundamento razonable, ellegislador, por el
Decreto Legislativo Nº 982, ha dispuesto que el secuestro se agrava si el agraviado
tiene una edad cronológica mayor de setenta años. Esto es, si el secuestro se
produce en una persona de 69 años de edad, la agravante no se configura.
Se busca proteger la integridad física y afectiva de los ancianos, quienes son más
susceptibles a cualquier daño de su personalidad como consecuencia de sufrir un
secuestro.
El agente de cualquiera de estas dos últimas agravantes se sancionan con la
inconstitucional cadena perpetua.

b.9. Si el agraviado es discapacitado. Tipificado en el cuarto párrafo del al' ículo 152
del Código Penal por disposición primero de la Ley NQ 28760, de junio de 2006 y
ahora por el Decreto Legislativo NQ 982. Se configura cuando el agente secuestra o
priva de su libertad ambulatoria a una persona que sufre de incapacidad física,
mental o sensorial, con la finalidad de hacer que personas estrechamente vinculadas
a ella le entreguen cualquier ventaja indebida a cambio de dejarlo libre. Un dato
adicional a tener en cuenta para subsumir una conducta de secuestro, en esta
agravante, es el hecho que el agente debe aprovecharse de aquella discapacidad.
Bien se sabe que la persona con discapacidad es aquella que tiene una o más
deficiencias evidenciadas con la pérdida significativa de alguna o algunas de sus
funciones físicas, mentales o sensoriales, que impliquen la disminución o ausencia
de la capacidad para realizar alguna actividad dentro de formas o márgenes
considerados normales, limitándola en el desempeño de un rol, función o ejercicio de
actividades y oportunidades para participar equitativamente dentro de la
sociedad(587).
Sejustifica la agravante, toda vez que el actor o agente se aprovecha de la especial
debilidad de aquellas personas, sabiendo perfectamente que no opondrán alguna
clase de resistencia y por tanto, no ponen en peligro el logro de la finalidad que
busca aquel.
De configurarse esta agravante, el agente será sancionado con la inconstitucional
pena de cadena perpetua.

c. Por la finalidad que busca el agente con el secuestro.

c.1. El agente tiene por finalidad obligar a un funcionario o servidor público a poner
en libertad a un detenido (inciso 7, artículo 152). La agravante aparece cuando el
agente secuestra a determinada persona y después solicita se deje en libertad a una
persona detenida. Ejemplo: ocurre cuando A secuestra a B que tiene estrechos
lazos sentimentales con el comisario de una comisaría, y luego conmina a este,
dejar en libertad a C, que horas antes había sido detenido al ser sorprendido en
flagrante delito.

c.2. El agente tiene por finalidad obligar a una autoridad a conceder exigencias
ilegales (inciso 7, artÍCulo 152). La agravante se evidencia cuando el agente
secuestra al sujeto pasivo y luego solicita a determinada autoridad le conceda
exigencias ilegales, tales como el pago de honorarios no debidos o el pago de
beneficios no ganados, etc. El agente actúa con la firme convicción de exigir que una
persona investida de autoridad le otorgue alguna ventaja no debida.

c.3. El agente busca obligar al agraviado a incorporarse a una agrupación criminal


(inciso 8, artículo 152). La circunstancia calificada aparece cuando el sujeto activo
secuestra una persona para obligarla a incorporarse a una agrupación de personas
dedicadas a la comisión de hechos delictivos. Ocurre, por ejemplo, cuando el agente
secuestra a un electricista y le obliga, bajo amenaza de no dejarle en libertad, a
incorporarse a su agrupación criminal, pues les es necesario una persona que
conozca sobre electricidad para perpetrar delitos contra el patrimonio.
El Decreto Legislativo NQ 982, dejulio de 2007, modificó esta agravante.
En efecto, anteriormente se configuraba cuando el agente buscaba que el agraviado
se incorpore a una "organización" criminal, es decir, a un grupo de personas, más o
menos organizadas, dedicadas a cometer latrocinios. En cambio, ahora el tipo penal
solo se refiere a "agrupación", dando a entender que no necesariamente debe ser un
grupo de personas medianamente organizadas ni con permanencia en el tiempo,
sino simplemente a un grupo de personas que bien pueden reunirse para cometer
latrocinios. El término agrupación engloba a todo tipo de grupo de personas que se
reúnen para cometer delitos. El término es más amplio.

c.4. El agente busca obtener tejidos somáticos de la víctima, sin grave daño físico o
mental (inciso 9, artículo 152). La Ley NQ 28189, del 18 de marzo de 2004,
incorporó esta agravante en el artículo 152 del Código Penal, la que se perfecciona
cuando el agente, con la finalidad o intención final de obtener tejidos somáticos de
su víctima, lo secuestra. Aquí el agente no secuestra a una persona para obligar que
un tercero dé su consentimiento para donar sus tejidos y trasplantarlos a otro, sino
que de la misma víctima del secuestro se obtendrá los que reqwere.

d. Por el resultado

d.l. Durante el secuestro o a consecuencia de dicho acto se causa lesiones graves al


agraviado (último parte del artículo 152). La circunstancia agravante se configura
cuando la víctima, como consecuencia del secuestro que ha sufrido, resulta con
lesiones graves en su cuerpo o en su salud física o mental. Ocurre, por ejemplo,
cuando el agraviado pierde uno de sus brazos al no haber sido atendido
quirúrgicamente de la herida de bala que sufrió al momento del secuestro.
Se entiende por lesiones graves a la integridad física o mental a aquellas que tienen
la magnitud de los supuestos establecidos en el artículo 121 del Código Penal; si por
el contrario, las lesiones producidas al rehén son de la magnitud de los supuestos
del artículo 122, la agravante en hermenéutica no se configura, sino el hecho se
tipificará en el inciso 10 del tipo penal.
De la forma como aparece redactada la agravante, se entiende que las lesiones
producidas en la integridad física o mental de la víctima pueden ser a título de dolo o
de culpa; esto es, el agente puede causarlas directamente con la finalidad, por
ejemplo, de conseguir de forma más inmediata la ventaja indebida que busca con su
accionar o, en su caso, las lesiones pueden ocasionarse debido a una falta de
cuidado o negligencia del agente al momento del secuestro, o cuando se está al
cuidado del rehén en tanto se consigue la ventaja que motiva el accionar delictivo.
Con García Cavero(588) sostenemos que la no mención de la previsibilidad del
resultado en la agravante en hermenéutica, de modo alguno significa la utilización de
un sistema de responsabilidad objetiva, sino por el contrario, las lesiones graves a la
integridad física o mental del agraviado deben ser, cuando menos, previstas como
resultado posible.

d.2. Cuando el agraviado muere durante el secuestro o a consecuencia de dicho


acto (último parte del artículo 152). La agravante se presenta cuando el agraviado
muere durante el acto mismo del secuestro o a consecuencia de este, es decir, el
que ocurra con posterioridad al recobrar la víctima su libertad ambulatoria, siempre
que el fallecimiento sea consecuencia de dicho acto. Ocurre, por ejemplo, cuando en
el momento que se desarrolla el secuestro de un empresario, este muere a
consecuencia de haber recibido un impacto de bala mortal durante la balacera que
se produjo entre los secuestradores y los miembros de su seguridad.

La muerte del secuestrado puede producirse a título de dolo o de culpa; es decir, el


agente dolosamente puede provocar la muerte de la víctima, por ejemplo, cuando
esta se resista al secuestro o, en su caso, pese a que logran su objetivo de obtener
la ventaja perseguida con su conducta, ocasionan la muerte del agraviado con la
finalidad de no ser identificados posteriormente. Asimismo, la muerte de la víctima
puede producirse por un actuar negligente del autor al momento del secuestro o, en
su caso, cuando está al cuidado del rehén, en tanto el obligado hace entrega de la
ventaja indebida que se le exige.

Igual que en la hipótesis anterior, el no hacer mención de la previsibilidad del


resultado letal no significa la utilización de un sistema de responsabilidad objetiva,
pues de todas maneras se exige que la muerte del agraviado sea, cuando menos,
prevista como resultado posible por el agente.
Las dos últimas modalidades agravadas del delito de secuestro, también son
sancionadas con la inconstitucional pena de cadena perpetua.
e. Por los medios de cornisión
e.J. Se utiliza a menores de edad para cometer el secuestro (inciso 11, artículo 152).
La agravante se configura cuando el agente o agentes utilizan, en la comisión del
secuestro, a personas menores de 18 años de edad. La participación del menor
incluso hasta puede ser con su voluntad; sin embargo, por el solo hecho de hacerlo
participar en el hecho punible de secuestro, los agentes serán sancionados por el
delito de secuestro agravado.
e.2. Se utiliza un inimputable para cometer el secuestro (inciso 11, artículo 152). La
circunstancia agravante se presenta cuando el o los agentes, para cometer el delito
de secuestro, utilizan o hacen participar a una persona inimputable. Se considera
inimputable, con exclusión de los menores de 18 años, a todas aquellas personas
que por anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o por sufrir alteraciones
en la percepción, que afectan gravemente su concepto de la realidad, no poseen la
facultad de comprender el carácter delictuoso de su acto.

Por concurso de agentes

J J. El secuestro es cometido por dos o más personas (inciso 11, artículo 152). La
agravante se configura cuando el secuestro se realiza por el concurso de dos o más
personas que se reúnen ocasionalmente para ello. No es una agrupación delictiva
cuya característica es su permanencia en el tiempo, sino que aquí la agravante se
configura cuando dos o más personas se juntan en forma ocasional para realizar un
secuestro. El concurso de dos o más sujetos que exige el tipo penal, debe ser en el
hecho mismo que se produce el secuestro. No antes ni después, y ello solo puede
suceder cuando estamos ante la coautoría. Los instigadores o cómplices no sirven
para cumplir las exigencias de la agravante. Los primeros no cometen el delito, lo
determinan; mientras que los segundos tampoco cometen el delito, solo colaboran o
auxilian a los que realmente realizan el hecho punible. Los instigadores y cómplices
no tienen el dominio del hecho. En suma, la agravante se configura cuando dos o
más personas participan en calidad de coautores del delito de secuestro(589). En
consecuencia, no es suficiente una complicidad simple, una cooperación necesaria o
una instigación para estimar la agravante, sino que debe tratarse de un caso de
coautoría, en donde el dominio del hecho se encuentre en manos de varios slyetos,
en el sentido de una contribución de funciones y de roles, en virtud a la cual cada
uno determina con su aporte la mayor gravedad del injusto.
Esta circunstancia agravante se fundamenta en la misma imposibilidad de defensa
que experimenta la víctima frente a un hecho de plural participación y en la mayor
potencialidad lesiva para el bien jurídico "libertad ambulatoria" que importa el ataque
de un grupo de personas.
2.2. Bien jurídico protegido

El bien jurídico preponderante que se trata de proteger lo constituye la libertad


personal, entendida en el sentido de libertad ambulatoria o de locomoción, es decir,
la facultad o capacidad de las personas de trasladarse libremente de un lugar a otro
como a bien tengan de acuerdo a sus circunstancias existenciales.
En tal sen tido,] avier Villa Stein (590), citando a los españoles Agustín] orge Barreiro
y]osé Prats Canut (quienes comentan el Código Penal español), afirma que es
intensiva la doctrina que admite que el bien tutelado con el tipo penal del secuestro
es la libertad ambulatoria, es decir, la libertad de locomoción, entendida como la
facultad de ftiar libremente, por parte de la persona, su situación espacial.

2.3. Sujeto activo

Agente, sujeto activo o autor del delito de secuestro puede ser cualquier persona, el
tipo penal no exige alguna condición especial. Incluso puede ser cometido por un
funcionario o servidor público en ejercicio de sus funciones, así como un
representante diplomático ya sea peruano o extranjero.

2.4. Sujeto pasivo

Víctima, agraviado o sujeto pasivo del delito de secuestro puede ser cualquier
persona, incluso un recién nacido o un enfermo mental. Esta es la diferencia con el
delito de coacción, en el sentido que en aquel ilícito penal se requiere que el sujeto
pasivo tenga conciencia de su libertad para poder obligarle a realizar lo que la ley no
manda o impedirle algo que la ley no prohíbe; mientras que en el secuestro no se
requiere tal conciencia, pudiendo ser sujeto pasivo del delito cualquier persona que
tenga o no conciencia de la libertad. Esta es la interpretación de la Suprema Corte
cuando por la Ejecutoria Suprema del 10 de abril de 1997, expresa que "en el delito
de secuestro agravado por la calidad del sujeto pasivo (un "menor de edad" que no
tenga la capacidad fisica locomotriz ni psíquica para autodetermina'rse), el injusto
culpable se configura porque el agente priva a su víctima del derecho de mantenerse
bajo la órbita, el control y cuidado de quienes tienen el deber y poder de tenencia
respecto a él, como libre ejercicio de las potestades que se producen dentro de los
vínculos de familia, lo cual no implica que los padres del menor sean sujetos
pasibles del delito" (591).

En esa línea, no puede aceptarse la posición adoptada por Bramont-Arias y García


Cantizano (592), quienes enseñan que "sl~eto pasivo puede ser cualquiera, inclusive
un menor de edad, siempre que tenga la capacidad suficiente para tomar decisiones
sobre sus desplazamientos, del mismo modo, también los enfermos mentales". Esta
misma postura sostenía Roy Freyre (593), cuando al comentar el tipo básico del
artículo 223 del Código Penal derogado, afirmaba que no hay inconveniente para
incluir como agraviado al menor, en cuanto tenga capacidad para tomar decisiones
sobre sus desplazamientos; igual tratándose de enfermos mentales.
Finalmente, cabe anotar que la calidad o cualidad del sujeto pasivo, en ciertos
supuestos delictivos, sirve como agravante del delito de secuestro, tales como:
funcionario o servidor público, menor de edad, anciano, empresario, etc.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la propia redacción del tipo penal que recoge el supuesto básico del injusto penal
denominado secuestro y sus agravantes Huye que se trata de un delito netamente
doloso. El agente actúa con conocimiento y voluntad de privar o restringir la libertad
ambulatoria de su víctima, esto es, afectar su libertad.

Como precedente jurispmdencial importante, respecto del elemento subjetivo del


delito de secuestro, cabe citar la Ejecutoria Suprema del 16 de septiembre de 1998,
en la cual se sostiene "que, el fundamento de la punibilidad del delito de secuestro
está en el menoscabo de la libertad corporal, siendo esencial la concurrencia del
elemento subjetivo, esto es, que el agente se haya conducido con la intención
especifica de tomar a la víctima y afectar su libertad personal privándola de la
misma, privación que, además, debe representar verdaderamente un ataque a su
libertad; que en el caso de autos, si bien la víctima fue trasladada por el agente
hasta una cabaña a fin de practicar con esta el acto sexual en contra de su voluntad,
llevándola de regreso hasta su domicilio una vez consumado el hecho debe tenerse
en cuenta que este fue el medio elegido para evitar ser descubierto y crear una
situación de mayor indefensión de la víctima, sustrayéndola de un lugar en que
probablemente hubiese podido ser auxiliada, consecuentemente, el propósito de la
conducta criminal estaba en función al delito de violación sexual y no así al de
secuestro, por lo que no concurren los elementos configurativos de este tipo penal"
(594).
Además, cuando concurre alguna de las circunstancias agravantes ya analizadas, el
agente debe conocer también las especiales circunstancias que califican su
conducta. Por ejemplo, de concurrir la agravante prevista en el inciso 2 del artÍCulo
152 del Código Penal, el agente deberá tener pleno conocimiento que el agraviado
no sufre alguna enfermedad mental; cuando concurra la circunstancia calificante del
inciso 4 del artículo 152, el agente debe conocer que el agraviado es un empresario
sobresaliente, etc.

4. ANTIJURIDICIDAD

No hay inconveniente en aceptar que en determinado hecho típico de secuestro


concurra alguna de las causas de justificación previstas en el artículo 20 del Código
Penal.

Como ejemplo de la concurrencia de una causa de justificación tenemos la


Ejecutoria Suprema del 9 dejunio de 2004 (595), en la cual, en forma atinada y
coherente, se sostiene: "que el delito de secuestro se configura cuando el agente
priva a una persona, sin derecho, de la facultad de movilizarse de un lugar a otro,
con independencia de que se le deje cierto espacio fisico para su desplazamiento y
cuyos límites la víctima no puede traspasar, desde este punto de vista lo importante
no es la capacidad fisica de moverse por parte del sujeto pasivo, sino la de decidir el
lugar donde quiere o no quiere estar y lo más importante de esta disquisición, es que
en el aludido tipo penal se usa la expresión 'sin derecho priva a la víctima de su
libertad', pero esta privación d.e la libertad tiene una consecuencia, perseguida por
el agente, a un fin mediato; siendo la privación de la libertad solo un modo facilitador.
Segundo. - Que en el presente caso, los procesados en su condición de integrantes
de las rondas campesinas de los centros poblados de Pueblo Libre y Santa Rosa,
jurisdicción de la provincia de Moyabamba, en el departamento de San Martín,
teniendo conocimiento de que los presuntos agraviados [. .. ] aceptaron [. .. ], ser los
autores de l()s delitos de robo, violación sexual y asesinato que se habrían cometido
en sus territorios, decidieron sancionarlos de acuerdo con sus costumbres
condenándolos, a 'cadena ronderil: esto es, pasarlos de una ronda a otra a efectos
de que sean reconocidos por sus habitantes)' además presten trabajo gratuito a
favor de las respectivas comunidades. Terr:ero.- Que en tal sentido, la conducta de
los procesados no reviste el carácter doloso que requiere el tipo penal de secuestro,
dado que su actuar se encuentra normado y regulado por el artículo 149 de la
Constitución Política del Perú que a la letra dice: 'las Rondas Campesinas pueden
ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de conformidad
con el derecho consuetudinario ... : no habiéndose advertido con ello ningún ejercicio
abusivo del cargo ya que, por el contrario todos los denunciados actuaron conforme
a sus ancestrales costumbres. Cuarto.- Que el inciso 8, del artículo 20 del Código
Penal señala que está exento de responsabilidad penal 'el que obra por disposición
de la ley, en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un derecho, oficio
o cargo " por lo que, si los procesados en su condición de ronderos,
momentáneamente aprehendieron a los presuntos agraviados, sin embargo, su
accionar es legítimo, por cuanto se encuentra enmarcado en el artículo 149 de
nuestra carta magna. Quinto.- Que al haber concurrido la causa de justificación 'el
actuar por disposición de la ley' en el presente proceso; en con secuencia, si bien la
acción es típica, sin embargo no es antijurídica, por ende, tampoco culpable,
resultando de aplicación el artículo 284 del Código de Procedimientos Penales".
Consideraciones por las cuales declararon haber nulidad en la sentencia recurrida
que condenó a los procesados por el delito de secuestro (596).

5. CULPABILIDAD

Una vez que el operador jurídico determina que en la conducta típica analizada no
concurre alguna causa de justificación, inmediatamente analizará si el injusto penal
debe ser atribuido al agente. Es decir, deberá analizar si el agente es imputable, si al
momento de actuar sabía o tenía conocimiento de la antijuridicidad de su actuar y si
pudo obrar de manera diferente a la de exteriorizar la conducta que lesionó el bien
jurídico libertad de su víctima.
6. CONSUMACIÓN

El delito en análisis dogmático alcanza su estado de perfeccionamiento o


consumación desde que el sujeto pasivo queda privado de su libertad ambulatoria;
desde aquel momento, comienza o se inicia el estado consumativo que solo
concluye cuando, por voluntad del agente o por causas extrañas, se pone fin a la
privación de libertad del sujeto pasivo de la conducta ilícita.

Los tratadistas peruanos coinciden en este aspecto. Roy Freyre (597) indica que el
delito alcanza la etapa de la consumación en el momento en que el agraviado queda
privado de su libertad de movilizarse en el espacio; se trata de un delito permanente
en el que la actividad delictiva continúa proyectándose en el tiempo mientras dura el
estado de secuestro. Bramont-Arias y GarCÍa Cantizano (598) señalan que el delito
se consuma cuando el sujeto pasivo queda privado de su libertad para movilizarse.
"Se trata de un delito permanente, puesto que la conducta delictiva continúa
mientras dura la privación de la libertad", de tal modo que es posible la intervención
de partícipes aun después del inicio de la ejecución del delito. Y finalmente~ Villa
Stein (599) sostiene que se consuma el delito en el momento que se priva de la
libertad ambulatoria a la víctima, siendo permanente en tanto no se libere al sujeto
pasivo.
En esa línea, pareciera que se trata de un delito instantáneo, sin embargo,
doctrinariamente es lugar común considerarlo como un ejemplo representativo de los
delitos permanentes. Incluso nuestro máximo Tribunal en Sala Plena, al referirse a
los delitos de naturaleza permanente, tangencialmente se ha pronunciado en tal
sentido, al acordar la siguiente jurisprudencia vinculante:

"El delito de usurpación es de realización instantánea, siendo suficiente para su


consumación el despojo de la posesión o la afectación de un derecho real".

En efecto, en la ponencia que sustentó la aprobación de la citada jurisprudencia


normativa, presentada por el señor vocal supremo de la Sala Penal Permanente,
Hugo Sivina Hurtado, se sostiene: "Los delitos permanentes, por el contrario, son
aquellos que se caracterizan por prolongarse en el tiempo el momento consumativo,
como ocurre, por ejemplo, con el delito de secuestro previsto en el artículo 152 del
Código Penal, en el que se mantiene en el tiempo la situación antijurídica ('privación
de la libertad') creada por el agente. Sin embargo, como lo han precisado en
Alemaniajescheck y en España Mir Puig, la característica fundamental del delito
permanente y que permite diferenciarlo de otras creaciones de situaciones ilícitas
que se mantienen en el tiempo, pero que no se comprenden en dicha categoría, es
que el mantenimiento del estado antijurídico de cierta duración creado por la acción
punible, depende de la voluntad del autor, implicando que dicho mantenimiento
sigue realizando el tipo, por lo que el delito se sigue consumando hasta que se
abandona la situación antijurídica" (600).

De tal modo, es lugar común sostener que el injusto penal de secuestro es un delito
permanente, puesto que la conducta reprochable penalmente permanece por el
tiempo en que dure la privación o restricción de la libertad. El agente tiene el dominio
directo de la permanencia. Esto es, dependerá del autor poner fin a la privación de la
libertad de la persona secuestrada o, en su caso, continuar con la permanencia.
Para efectos de la prescripción de la acción penal, este aspecto resulta de
trascendencia, pues el cómputo para esta correrá recién desde el día en que el
agraviado recobró su libertad (601).

7. TENTATIVA Y ACTOS PREPARATORIOS

Existe tentativa cuando el autor inicia la ejecución del delito por hechos exteriores,
practicando todos o parte de los actos que objetivamente deberían de producir el
resultado, y sin embargo, este no se produce por causas independientes a la
voluntad del agente. En tal sentido, el secuestro, por tratarse de un delito de lesión y
de resultado, es posible que se quede en realización imperfecta, esto es, en el grado
de tentativa. Ello ocurrirá, por ejemplo, cuando después de desarrollar los actos
tendientes a lograr el secuestro, los delincuentes no logran su objetivo por la tenaz
resistencia que opuso el agraviado y los efectivos de su seguridad personal.

El agente debe haber dado inicio con actos ejecutivos objetivos a la comisión del
delito de secuestro que decidió cometer. Antes que aparezcan objetivamente tales
actos estaremos ante lo que se denomira actos preparatorios de un delito de
secuestro, los mismos que, por regla general, son atípicos e irrelevantes
penalmente, salvo que por sí solos constituyan un delito independiente. En tal
sentido se ha pronunciado la Sala Penal de la Corte Suprema por Ejecutoria
Suprema del 18 de mayo de 1994, que resolvió absolver al procesado de la
acusación fiscal del delito de tentativa de secuestro, sosteniendo: "Que, en el caso
de autos se imputa a Rudy Andrés Albarracín Barreto haber confeccionado los
planos y croquis que determinaban la trayectoria a seguir por el agraviado Paolo
Sachi Yurato, que luego sena objeto de la privación de su libertad personal, empero
tal comisión delictiva no se perpetró quedando entonces la actitud del procesado
Albarracín Barreto como un acto carente de suficiencia para violentar un bien jurídico
tutelado por la ley, en vista de no darse el presupuesto inequívoco de dar inicio en la
comisión del hecho punible; por tanto, debe encuadrarse tal situación como acto
preparatorio que se encuentra en la fase externa del delito, pero que no es parte de
él, siendo que por sí solo es incapaz de indicar la voluntad del hecho de continuar y
acabar su intento delictuoso; si esto es así, la imputación recaída no tiene el
sustento necesario para la imposición de una pena" (602).

8. DIFERENCIA ENTRE EL DELITO DE COACCIÓN Y SECUESTRO

Aun cuando la diferencia entre ambos delitos es evidente de sus propias


definiciones, en la práctica, es natural que encontremos situaciones donde resulta
complicado diferenciar un delito del otro. No obstante, la Ejecutoria Suprema del 28
de enero de 2005 (60~), sirve para enfatizar la diferencia que existe entres los
citados hechos punibles. En efecto allí se argumenta que "el delito de secuestro,
previsto y sancionado por el artículo 152 del Código Penal, atenta contra la libertad
ambulatoria de las personas, es decir, presupone ir contra la voluntad del sujeto
pasivo, identificándose diversos medios comisivos, no determinados por la ley, pero
que, desde una perspectiva criminalística, son por lo general la violencia, la
amenaza y el engaño, y cuyo perfil más nítido se da en los casos de encierro o,
internamiento o de detención del sujeto pasivo, mediante los cuales se priva al
sujeto pasivo de la facultad de trasladarse libremente de un lugar a otro; ahora bien,
a los efectos de concretar con rigurosidad la concurrencia de los elementos objetivos
y subjetivos del tipo de injusto del citado delito de secuestro, que lleva consigo una
gran penalidad, es de estimar asumiendo el factor excluyente que informa el
principio de insignificancia que están excluidas del ámbito típico de dicha figura
penal privaciones de la libertad ambulatoria de escasa relevancia, a partir
precisamente de la dimensión temporal de la detención, las cuales, en todo caso
tipifican el delito de coacción, en tanto en cuanto -como anota un sector de la
doctrina, en especial Muñoz Conde- no se trate de una privación de libertad como
finalidad en sí misma o como medio para exigir un rescate o lograr una finalidad
ilegal, casos en los cuales tal hecho siempre constituirá secuestro (Derecho penal.
Parte especial, 13 edición, Editorial Tirant lo blanch, Valencia, 2000, p. 160 Y 167);
que, en el presente caso, no se da este supuesto, toda vez que se detuvo al
agraviado ejerciendo violencia contra él, y se le llevó inmediatamente a la comisaría
en cuya sede se hizo mención a una supuesta conducta delictiva en que aquel
habría incurrido al distribuir volantes injuriosos contra el alcalde; no se trató pues de
una privación de libertad ambulatoria como finalidad en sí misma ni como medio
para lograr una finalidad ilegal concreta, en tanto que enseguida, sin tardanza, se
condujo y se puso al agraviado a disposición de la autoridad policial para que ésta
actúe conforme a sus atribuciones, lo que como, ya se anotó, en todo caso tipificaría
el delito de coacción ".

9. PENALIDAD

Del tipo penal fluye que al agente que comete el delito de secuestro, dentro de los
parámetros del tipo básico, será merecedor a pena privativa de libertad no menor de
20 ni mayor de 30 años.
En caso de presentarse alguna de las agravantes previstas en los 13 primeros
incisos, así como los supuestos del parágrafo tercero del artÍCulo 152, el agente
será merecedor a pena privativa de libertad no menor de 30 años.
Finalmente, por disposición de la Ley Nº 28760 primero, y ahora por el Decreto
Legislativo Nº 982, si a consecuencia del secuestro se causa una lesión grave, ya
'sea física o mental en el agraviado o este muere durante o a consecuencia del
secuestro, el agente será merecedor de cadena perpetua. Igual inconstitucional
pena se impondrá cuando el agraviado del secuestro sea un menor de edad, una
persona mayor de setenta años o un discapacitado.

10. LA PENA DE CADENA PERPETUA


Aparte de elevar desmesuradamente la pena privativa de libertad temporal para el
delito de secuestro y sus agravantes, se ha ampliado los supuestos delictivos que
merecen pena de cadena perpetua. En efecto, por la modificación introducida por la
Ley Nº 28760, de junio de 2006, el último párrafo del artículo 152 del Código Penal,
previó que "la pena será de cadena perpetua cuando el agraviado es menor de
edad, mayor de sesenta y cinco años o discapacitado, así como cuando la VÍctima
resulte con daños en el cuerpo o en su salud física o mental, o muera durante el
secuestro o a consecuencia de dicho acto". Actualmente, por disposición del Decreto
Legislativo N2 982, de julio de 2007, se ha ampliado aún más los supuestos. De esa
forma ahora se prevé que "la pena será de cadena perpetua cuando: l. El agraviado
es menor de edad o mayor de setenta años; 2. El agraviado sufre discapacidad y el
agente se aprovecha de esta circunstancia y 3. Si se causa lesiones graves o
muerte al agraviado durante el secuestro, o a consecuencia de dicho acto".

Al disponer más posibilidades para imponer la pena de cadena perpetua, lo único


que se evidencia en la conducta del legislador -autor de la ley y luego del citado
Decreto Legislativo- en su desesperación por hacer frente a la demanda social, es
su escaso conocimiento de las elementales teorías del Derecho penal actual
respecto a la pena y su función preventiva, protectora y resocializadora recogido en
el artículo IX del Título Preliminar del Código Penal. Y mucho menos al parecer toma
en cuenta el numeral 22 del artículo 139 de la Constitución política del Estado, que
establece en forma contundente "el principio de que el régimen penitenciario tiene
por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad".
Soslayando que, tal como el Tribunal Constitucional (604) lo ha establecido, en
nuestro ordenamiento jurídico penal se ha constitucionalizado la denominada teoría
de la función de prevención especial positiva, en armonía con el artÍCulo 10.3 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que prescribe: "El régimen
penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la
readaptación social de los penados". Principio constitucional que comporta, "un
mandato de actuación dirigido a todos los poderes públicos comprometidos con la
ejecución de la pena y, singularmente, al legislador, ya sea al momento de regular
las condiciones, cómo se ejecutarán las penas o, por lo que ahora importa rescatar,
al establecer el quantum de ellas y que los jueces pueden aplicar para sancionar la
comisión de determinados delitos" (Fundamento Nº 180 de la sentencia del TC. 10-
2002). Estos conceptos el Supremo Tribunal Constitucional lo ha reiterado en el
Fundamento Nº 26 de la sentencia del 21 de julio de 2005 (605), al establecer que
las teorías preventivas, tanto la especial como la general, gozan de protección
constitucional directa, en tanto y en cuanto, [ ... ] sus objetivos resultan acordes con
el principio-derecho de dignidad.

Incluso el máximo intérprete de la Constitución en forma atinada señaló en los


fundamentos 182 y 183 de la sentencia recaída en el Exp. Nº 010-2002AI/TC, que
de las exigencias de "reeducación", "rehabilitación" y "reincorporación" como fines
del régimen penitenciario se deriva la obligación dellegislador de prever una fecha
de culminación de la pena, de manera tal que permita que el penado pueda
reincorporarse a la vida comunitaria. Si bien ellegislador cuenta con una amplia
libertad para configurar los alcances de la pena, sin embargo, tal libertad tiene un
límite de orden temporal directamente relacionado con la exigencia constitucional de
que el penado se reincorpore a la sociedad. La denominada "cadena perpetua", es
intemporal; es decir, no está sujeta a límites en el tiempo, pues si tiene un comienzo,
carece de un final y, en esa medida, niega la posibilidad de que el penado en algún
momento pueda reincorporarse a la sociedad.

En consecuencia, a juicio del Tribunal Constitucional (606), el establecimiento de la


pena de cadena perpetua no solo resiente al principio constitucional, previsto en el
inciso 22 del artículo 139 de la Constitución, sino también es contraria a los
principios de dignidad de la persona y de libertad. Es contraria al principio de
libertad, ya que si bien la imposición de una pena determinada constituye una
medida que restringe la libertad personal del condenado, es claro que, en ningún
caso, la restricción de los derechos fundamentales puede culminar con la anulación
de esa libertad, pues no solamente el legislador está obligado a respetar su
contenido esencial, sino, además, constituye uno de los principios sobre los cuales
se levanta el Estado Constitucional de Derecho. Asimismo, el Tribunal Constitucional
considera que detrás de las exigencias de "reeducación, rehabilitación y
reincorporación" como fines del régimen penitenciario, también se encuentra
necesariamente una concreción del principio de dignidad de la persona (artículo 1 de
la Constitución) y, por tanto, este constituye un límite para el legislador penal. Dicho
principio, en su versión negativa, impide que los seres humanos puedan ser tratados
como cosas o instrumentos, sea cual fuere el fin que se persiga alcanzar con la
imposición de determinadas medidas, pues cada uno, incluso los delincuentes, debe
considerarse como un fin en sí mismo, por cuanto el hombre es una entidad
espiritual moral dotada de autonomía. En el ámbito penitenciario, la proyección del
principio de dignidad comporta la obligación estatal de realizar las medidas
adecuadas y necesarias para que el infractor de determinados bienes jurídicos-
penales pueda reincorporarse a la vida comunitaria, y que ello se realice con respeto
a su autonomía individual. Sin embargo, y aunque no se exprese, detrás de medidas
punitivas de naturaleza drástica como la cadena perpetua subyace una cosificación
del penado, pues éste termina considerado como un objeto de la política criminal del
Estado, sobre el cual-porque nunca tendrá la oportunidad de ser reincorporado-,
tampoco habrá la necesidad de realizar las medidas adecuadas para su
rehabilitación. El carácter rehabilitador de la pena tiene la función de formar al
interno en el uso responsable de su libertad. No la de imponerle una determinada
cosmovisión del mundo ni un conjunto de valores que, a lo mejor, puede no
compartir. Pero, en cualquier caso, nunca le puede ser negada la esperanza de
poderse insertar en la vida comunitaria. Yes que alIado del elemento retributivo,
insito a toda pena, siempre debe encontrarse latente la esperanza de que el penado
algún día pueda recobrar su libertad. El internamiento en un centro carcelario de por
vida, sin que la pena tenga un límite temporal, aniquila tal posibilidad. La cadena
perpetua también anula al penado como ser humano, pues lo condena a transcurrir
su vida internado en un establecimiento penal, sin posibilidad de poder alcanzar su
proyecto de vida trazado con respeto a los derechos y valores ajenos. Lo convierte
en un objeto, en una cosa, cuyo desechamiento se hace en vida. La cadena
perpetua, en sí misma considerada, es repulsiva con la naturaleza del ser humano.
El Estado constitucional de Derecho no encuentra justificación para aplicada.
Sin embargo, y pese a tener conceptos claros y contundentes en contra de la
inhumana cadena perpetua, el supremo interprete de la Constitución no tuvo la
valentía suficiente para declarada inconstitucional (607). Tal actitud ha generado que
el legislador, en lugar de ir restringiendo los supuestos delictivos que merezcan tal
pena, venga ampliando los supuestos en los cuales se impone la pena
inconstitucional de cadena perpetua con la finalidad explicable de solo satisfacer una
demanda social ante la arremetida de los secuestradores. En efecto, en la
exposición de motivos de uno de los proyectos que dio origen a la Ley NQ 28760, se
sostiene que "desde hace algún tiempo la comisión de este delito ha registrado un
crecimiento vertiginoso. Tanto los datos policiales como la información periodística
dan cuenta de numerosos casos de secuestro y extorsión a personas de altos y
bajos recursos económicos, tomando como rehenes a personas de toda edad,
desde niños hasta ancianos. Situación esta que genera en la comunidad un clima de
inseguridad y que el Estado, en su rol protector, no puede permitir, debiendo recurrir
a la ultima ratio para corregir este grave fenómeno criminal" (60S). De esa forma, el
legislador recurre al Derecho penal para frenar la ola creciente de secuestros, no
obstante, bien sabemos que las penas altas no disuaden a nadie y menos a los
secuestradores.

11. IMPONER CADENA PERPETUA ORIGINA UN ABSURDO JURÍDICO

Se dispone arbitrariamente la inconstitucional cadena perpetua al autor si como


consecuencia del secuestro, o durante tal acto, la VÍctima fallece o sufre lesiones
graves en su integridad física o mental. Es decir, la muerte o las lesiones graves
sobre la víctima deben ser originadas como consecuencia del suceso de secuestro.
No deben ser preconcebidas ni planificadas por el agente. Esta forma de legislar,
resulta arbitraria pues se dispone la inconstitucional cadena perpetua a los agentes
por conductas culposas que originan un resultado dañoso.
Si por el contrario, en un caso concreto, se llega a determinar que desde el inicio el
agente actuó sabiendo y queriendo la muerte o lesionar en forma grave a la víctima,
no estaremos ante la agravante sino ante un concurso real de delitos, esto es, se
configurará el delito de asesinato o lesiones graves y el delito de secuestro básico.
Originando que al momento de imponer la pena al autor o autores se le aplicará la
pena que resulte de la sumatoria de las penas privativas de libertad que ftie el juez
para cada uno de los delitos, hasta un máximo del doble de la pena del delito más
grave, pero nunca más de 35 años, según la regla prevista en el numeral 50 del
Código Penal, modificado por Ley Nº 28730, del 13 de mayo de 2006. De ese modo,
se impondrá cadena perpetua al agente si, pudiendo prever el resultado, ocasiona la
muerte de la víctima o le produce lesiones graves, en cambió, será merecedor de
pena privativa de libertad temporal, si el agente planifica y dolosamente causa la
muerte de su víctima o le ocasiona lesiones graves después de obtener su objetivo
que busca con el secuestro.

El mensaje de tal forma de legislar es aterrador para los ciudadanos de a pie, a los
cuales están dirigidas las normas penales para motivarlos a no cometer delitos.
Absurdo jurídico que esperemos se corrija en el futuro inmediato. En efecto, si el
agente no ha planificado ni pensado causar la muerte o lesionar de modo grave a su
víctima, queriendo solo obtener un provecho indebido por medio del secuestro, no
obstante coyuntural u ocasionalmente los causa (ya sea con dolo o culpa), será
merecedor de cadena perpetua; en cambio, si el agente ha ideado, planificado y, por
tanto, quiere primero conseguir un beneficio indebido y luego ocasionar la muerte o
lesionar de modo grave a su víctima (solo con dolo), el autor será merecedor a una
pena no mayor de 35 años.

En suma, el mensaje absurdo es el siguiente: si no quieres que te sancionen con


cadena perpetua, luego de conseguir el beneficio que buscas con el secuestro,
dolosamente ocasiona la muerte a tu VÍctima o, en su caso, ocasiónale lesiones
graves. Tal modo de legislar, en lugar de resguardar la vida de las personas, motiva
su aniquilamiento.
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Subcapítulo 4

Trata de personas

1. INTRODUCCIÓN

La problemática de la "trata de personas", o también conocida como "trata de


blancas", es un fenómeno criminal mundial (609) que por sus características lesiona
la libertad y por ende afecta de manera grave la dignidad (610) de las personas que
eventualmente se convierten en víctimas, a quienes esta actividad criminal les
degrada, humilla y envilece. En resumen, la persona es tratada como un instrumento
o una cosa para conseguir objetivos, por lo general, lucrativos.

En estos tiempos de posmodernidad en que vivimos, de ningún modo puede ser


aceptada la trata de personas. De ahí que la mayoría de naciones coinciden en
hacerle frente con el único instrumento racional y civilizado que el hombre ha
creado: el derecho punitivo.
Los agentes involucrados en esta actividad delictiva se caracterizan por desarrollar
una red proactiva que mediante la labor de captación, por seducción, engaño,
violencia y amenaza trasladan a las VÍctimas a lugares donde usualmente no
pueden ejercer a plenitud su libertad personal. Las desarraigan de su lugar de origen
y las colocan en una situación de vulnerabilidad extrema, a fin de explotarlas. De esa
forma, las personas son utilizadas como objetos o medios de producción de diversos
bienes y servicios que no solo atentan contra el ejercicio de su libertad sino que
ponen en peligro su capacidad física y mental, pero sobre todo su condición de
seres libres y dignos (611).

Este fenómeno mundial no es extraño para el Perú: Investigaciones efectuadas en


nuestro país sobre trata de personas con fines de explotación sexual han
comprobado que el nuestro es considerado como un país de origen, tránsito y
destino de la trata internacional, con predominio de la trata interna (612). Asimismo,
se ha verificado que en nuestra patria se realizan diversas modalidades de trata de
blancas en diferentes contextos económicos y sociales, lo cual involucra
mecanismos de captación y coacción que se desarrollan en la informalidad e
ilegalidad, identificándose la explotación doméstica, la mendicidad y la explotación
sexual como destinos principales para el caso de niñas, niños y adolescentes.

Ante tal cruda realidad, el Estado peruano ha ratificado la convención


de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada trasnacional así como el
protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente
mujeres y niños (613). Estas normas de carácter supranacional, señalan las
directrices que deben implementar en su normativa interna los países miembros con
la finalidad de combatir la trata de personas desarrollando acciones en el ámbito
preventivo, de la tensión y protección a la víctima y sanción a los tratantes.

Pero, ¿en qué consiste el fenómeno de la trata de personas? Para la respuesta no


queda otra opción que recurrir al artículo 3 del Protocolo de Palermo firmado en
diciembre de 2000 denominado "para prevenir, reprimir y sancionar la trata de
personas, especialmente de mujeres y niños". Allí se prescribe:
a) Por "trata de personas" se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la
acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza
u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de
una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios
para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra con
fines de explotación. Esa explotación puede incluir, como mínimo, la explotación de
la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios
forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la
extracción de órganos;
b) El consentimiento dado por la VÍctima de la trata de personas o toda forma de
explotación intencional descrita en el apartado a) del presente artÍCulo no se tendrá
en cuenta cuando se haya recurrido a cualquiera de los medios enunciados en dicho
apartado;
c) La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la receptación de un niño
con fines de explotación se considerará "trata de personas" incluso cuando no se
recurra a ninguno de los medios anunciados en el apartado a) del presente artículo;
d) Por "niño" se entenderá a toda persona menor de 18 años.
Esta disposición supranacional reconoce el interés inherente a toda persona, por el
mero hecho de serIo, a ser tratada como tal y no como un instrumento, a no ser
humillada, degradada, envilecida y cosificada. Este es el interés o bien jurídico
merecedor de protección por el Derecho penal y que en ningún caso debe
confundirse con un intento de protección de la moralidad ni con una infiltración
encubierta de la moral (614) en el campo punitivo.

2. TIPO PENAL

El hecho punible que en el texto original del artículo 153 del Código Penal se
etiquetaba como "tráfico de menores o incapaces", ha sido objeto de modificación y
ampliación por la Ley Nll 28950 de 16 de enero de 2007. Por esta ley, no resulta
apropiado seguir utilizando el nomen iuns de "tráfico de menores o incapaces" como
se venía haciendo. Luego de la modificación y ampliación del artículo 153 del Código
Penal, resulta conveniente denominar a los supuestos incorporados al tipo penal
como "delito de trata de personas", el mismo que en forma parcial estaba regulado
en el derogado artículo 182 del Código Penal. De ese modo, como consecuencia de
la modificación producida, el contenido del tipo penal del artículo 153 es como sigue:
El que promueve, favorece, financia o facilita la captación, transporte, traslado,
acogida, recepción o retención de otro, en el territorio de la República o para su
salida o entrada del país, recurriendo a: la violencia, la amenaza u otras formas de
coacción, la privación de libertad, el fraude, el engaño, el abuso del poder o de una
situación de vulnerabilidad, o la concesión o receptación de pagos o beneficios con
fines de explotación sexual, venta de niños, para que ejerza la prostitución,
someterlo a esclavitud sexual u otras formas de explotación sexual, obligarlo a
mendigar, a realizar traba· jos o servicios forzados, a la servidumbre, la esclavitud o
prácticas análogas a la esclavitud u otras formas de explotación laboral, o extracción
o tráfico de órganos o tejidos humanos, será reprimido con pena privativa de libertad
no menor de ocho ni mayor de quince años.

La captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención de niño, niña o


adolescente con fines de explotación se considerará trata de personas incluso
cuando no se recurra a ninguno de los medios señalados en el párrafo anterior.

3. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo penal que recoge la conducta delictiva rotulada como "trata de
personas", se evidencia que estamos ante un "delito proceso" y, por ello, podemos
decir que constituye un delito de naturaleza compleja.

Es un "delito proceso" en el cual interviene un conjunto de eslabones que se inicia


con la identificación, captación y aislamiento de la víctima. Puede llegar al extremo
de la privación de la libertad, con la finalidad de ser incorporada la víctima a la
producción de bienes y servicios contra su voluntad. La primera afectación que se
produce es a la libertad personal y la segunda, es el sometimiento a un proceso de
explotación. En tal sentido, el bien jurídico tutelado es la libertad personal. No
obstante, es usual que los comportamientos fines de la trata de personas
establezcan confusiones respecto a su delimitación (615). Por ello, se debe
diferenciar de forma adecuada el bien jurídico protegido con los comportamientos
típicos de la trata de personas de aquel bien jurídico que se protege con la
tipificación de las conductas posteriores. Por ejemplo: en el caso de la explotación
sexual, el bien jurídico de la acción inicial es la libertad personal, en tanto que de la
acción posterior es la libertad o indemnidad sexual o, en el caso de venta de niños
con fines de extracción de tejidos u órganos, el bien jurídico protegido de la acción
inicial es la libertad personal en tanto que de la acción posterior es la vida, el cuerpo
y la salud de la víctima.
En la estructura típica del delito de trata de personas intervienen objetivamente
varios elementos que es necesario explicar por separado.
3.1 Verbos rectores
En primer término resulta importante determinar y explicar los verbos rectores
utilizados en la elaboración del tipo penal. Ellos son el núcleo de cualquiera de los
supuestos delictivos que se puede atribuir al sujeto activo. Si una conducta
cualquiera se ha materializado sin la intervención de alguno de los verbos rectores,
que siempre van al inicio de la construcción del tipo penal, aquella no constituye
delito. Aquí, si no se materializan los verbos rectores (promover, favorecer, financiar
y facilitar), el delito de trata de personas no se configura.
a. Promover. Se configura cuando el agente estimula, instiga, anima, induce o
promueve la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención de la
víctima, en el territorio de 1<;\ República o para su salida o entrada al país con fines
de explotación de cualquier naturaleza o venta de niños.
b. Favorecer. Este verbo rector se configura cuando el sujeto activo asiste,
auxilia, sirve, apoya o ampara la captación, transporte, traslado, acogida, recepción
o retención de la víctima, en el territorio de la República o para su salida o entrada al
país con fines de explotación de cualquier naturaleza o venta de niños.
c. Financiar. Se verifica cuando el agente financia, coopera o contribuye
económicamente en la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o
retención de la víctima, en el territorio de la República o para su salida o entrada al
país con fines de explotación de cualquier naturaleza o venta de niños.
d. Facilitar. Se configura cuando el sujeto activo coopera, ayuda, facilita,
secunda o contlibuye a la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o
retención de la víctima, en el territorio de la República o para su salida o entrada al
país con fines de explotación de cualquier naturaleza o venta de niños.

3.2 Conductas típicas


Las conductas típicas que se materializan por medio de los verbos rectores ya
explicados lo constituyen la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o
retención de la víctima en el territorio de la República o para su salida o entrada al
país con fines de explotación de cualquier naturaleza o venta de niños. Veamos en
qué consisten cada una de estos supuestos de hecho:
a. Captación. La primera conducta que puede efectuar el agente al promover,
favorecer, financiar o facilitar, es la de captar a la víctima del delito de trata de
personas. Esta conducta se configura cuando el agente atrae, conquista, logra,
sugestiona o cautiva a la víctima a fin de que luego, con el uso de los medios típicos
en caso de mayores de edad, sea sometida a trabajos de explotación o venta de
niños.
b. Transporte. La segunda conducta que puede realizar el agente al promover,
favorecer, financiar o facilitar, lo constituye el transporte de la víctima del delito de
trata de personas. Se configura cuando el agente pone o da el medio en el cual la
víctima se traslada de un lugar a otro, en el cual lógicamente realizará el trabajo de
explotación o venta de niños. Aquí el agente se limita a proporcionar el medio de
trasporte a fin de que la propia víctima se traslade por su cuenta o por cuenta de un
tercero al lugar donde será objeto de explotación.
c. Traslado. Esta conducta se configura cuando el agente lleva, acompaña,
traslada de un lugar a otro a la víctima a fin de que luego, con el uso de los medios
típicos realice trabajos de explotación o venta de niños. Aquí, el agente aparte de
proporcionar el medio de transporte, se trasladajunto a la víctima al lugar donde esta
desarrollará los actos de explotación lógicamente en beneficio de aquel.
d. Acogida. Se verifica cuando el agente ampara, atiende, hospeda o alberga a
la víctima a fin de que luego, con el uso de los medios típicos en caso de mayores
de edad, sea sometida a trabajos de explotación o venta de niños.
e. Recepción. Otro supuesto que puede realizar el agente al promover,
favorecer, financiar o facilitar es la de recibir a la víctima del delito. Esta conducta se
configura cuando el agente recibe, recepciona, o admite a la víctima a fin que luego,
con el uso de los medios típicos sea sometida a trabajos de explotación o venta de
niños. Aquí, a diferencia del supuesto anterior, el agente recibe a la víctima y le
obliga a efectuar labores de explotación sexual o de otra naturaleza, pero sin darle
necesariamente hospedaje.
f. Retención. Esta conducta aparece cuando el agente retiene, sujeta, secuestra
o priva de su libertad ambulatoria a la víctima a fin de que luego, con el uso de los
medios típicos en caso de mayores de edad, sea sometida a trabajos de explotación
o venta de niños.
3.3 Lugar de desarrollo de las conductas típicas
El delito de trata de personas presenta tres variantes. Cualquiera de las conductas
pueden efectuarse dentro del territorio nacional (comienza y finaliza el proceso
dentro del territorio del Perú), así como pueden iniciar o finalizar fuera del territorio
peruano. Aquí se presentan los siguientes supuestos:
El proceso de trata de blancas comienza o inicia en el territorio del Perú y finaliza en
tenitorio de un país extranjero que puede ser tanto un vecino como un país lejano, o
el proceso de trata comienza en territorio de un país extranjero vecino o no y finaliza
en el territorio del Perú.
Por ejemplo, el supuesto delictivo aparece cuando el agente convence, anima,
induce, promueve o instiga a su víctima para que se traslade dentro del territorio
nacional con la finalidad predeterminada de dedicarse a la prostitución, pornografia u
otra forma de explotación sexual. O también se configura cuando el agente estimula,
instiga, anima, promueve o induce a la víctima a que se ausente o salga del Perú y
se traslade a otro país con la finalidad de ejercer la prostitución, pornografia u otra
forma de explotación sexual.

3.4 Medios coactivos típicos

Los medios que puede hacer uso el agente, para vencer la eventual resistencia de la
víctima y, de ese modo, lograr su finalidad, casi siempre de valor económico, son los
siguientes:

a. Violencia

La violencia o fuerza física deviene en un instrumento que utiliza o hace uso el


agente para facilitar la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención
de su víctima. Si en un caso concreto que la multifacética realidad presenta, se
evidencia que el uso de la violencia no tuvo aquella finalidad, sino, por el contralio,
tuvo otra finalidad específica, no aparecerá el supuesto de hecho del delito de trata
de personas.
Solo vale el uso de la violencia cuando ella esté dirigida a anular la eventual
resistencia u oposición que hace el sujeto pasivo o un tercero y, de ese modo,
facilitar la comisión del delito de trata.

La violencia puede ser usada por el agente hasta en tres supuestos: para vencer la
resistencia de la víctima; para evitar que la víctima resista a la captación, transporte,
traslado, acogida, recepción o retención; y, para vencer cualquier oposición para
fugarse del lugar de los hechos.
Un aspecto obvio y no menos importante es que la violencia debe estar dirigida
contra las personas. Es imposible la figura de trata de personas si la violencia está
simplemente dirigida contra las cosas.
Finalmente, resulta pedagógico indicar que la intensidad de la violencia no aparece
tasada por el legislador. El operador jurídico tendrá que apreciarlo en cada caso
concreto y determinar en cual ha existido violencia suficiente para conseguir los
objetivos propuestos por el agente. Si la violencia ha sido suficientemente intensa y
ha producido lesiones en la víctima, por ejemplo, estaremos ante el delito de trata de
personas pero agravado.
b. Amenaza
La amenaza consiste en el anuncio de un mal o perjuicio inminente para la vida o
integridad fisica de la VÍctima, cuya finalidad es intimidarlo y, de ese modo, no
oponga resistencia a la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o
retención. No es necesario que la amenaza sea invencible, sino meramente idónea o
eficaz para lograr el objetivo que persigue el sujeto activo. La amenaza o promesa
directa de un mal futuro puede hacerse por escrito, en forma oral o cualquier acto
que lo signifique. Para determinar si la amenaza ha sido suficiente para intimidar a la
VÍctima, en un caso concreto, será indispensable verificar si la capacidad psicológica
de resistencia del sujeto pasivo ha quedado suprimida o sustancialmente enervada.
Es dificil dar normas para precisar el poder o la eficiencia de la amenaza, quedando
esta cuestión a criterio del juzgador.
La amenaza tendrá eficacia según las condiciones y circunstancias existenciales del
sujeto pasivo. Muchas veces la edad de la víctima, su contexto social o familiar que
le rodea o el lugar donde ocurre la amenaza puede ser decisiva para valorar la
intimidación.
Por otro lado, la amenaza requiera de las siguientes condiciones: la víctima debe
creer que exista la firme posibilidad que se haga efectivo el mal con que se
amenaza; el sujeto pasivo debe caer en la creencia que no poniendo resistencia o,
mejor dicho, dando su consentimiento para el transporte, traslado, acogida,
recepción o retención evitará el perjuicio que se anuncia. Ello puede ser quimérico
pero lo importante es que la VÍctima lo crea.
Un aspecto importante que merece ponerlo de relieve lo constituye la circunstancia
que la amenaza debe estar dirigida a causar daño a la vida o integridad física de las
personas, ya sea de la propia víctima o de terceros, quedando descartado otro tipo
de males.
C. Privación de la libertad
Se presenta este medio típico cuando el agente primero secuestra o priva de su
libertad ambulatoria a su víctima luego le obliga a realizar conductas tendientes a
lograr su objetivo. Aquí, la víctima tiene la condición de rehén. Esta se presenta
cuando por cualquier medio y en cualquier forma la víctima se encuentra bajo el
poder del agente, ilegítimamente privada de su libertad personal de locomoción
Javier Villa Stein (616) enseña que la conducta de mantener en calidad de rehén a
una persona, implica violentar la libertad ambulatoria y locomotora del sujeto pasivo
o un tercero e invadir su libre desplazamiento.
d. Elfraude
Es la acción contraria a la verdad y a la rectitud que realiza el agente con la finalidad
de perjudicar a la víctima en su libertad y por ende, en su dignidad de persona. El
fraude puede materializarse por diversas conductas específicas como astucia, ardid,
artificio, embuste, tnlco, argucia, etc.
La astucia es la simulación de una conducta; situación o cosa, fingiendo o imitando
lo que no se es, lo que no existe o lo que se tiene con el objeto de hacer caer en
error a la víctima. El uso de nombre supuesto o el abuso de confianza son formas en
los cuales el agente actúa con astucia.
El ardid es el medio o mecanismo empleado hábil y mañosamente para lograr que
una persona caiga en error.
El artificio es la deformación mañosa de la verdad con el fin de hacer caer en error
de apreciación a otra persona que observa la materialidad externa y aparente de una
realidad. En el artificio va incluida la idea de engaño, pero también la del arte puesto
enjuego para que el engaño triunfe, de donde se desprende el aserto que la simple
mentira no constituye engaño o artificio, sino cuando esté acompañada de ciertos
otros elementos que le den credibilidad. Se requiere lo que los franceses denominan
mise in scene.
El truco es la apariencia engañosa hecho con arte para inducir a error a otra
persona.

El embuste es una mentira disfrazada con artificio.


La argucia es un argumento falso presentado con agudeza o sutileza cuyo fin es
hacer caer en error a la víctima.
e. El engaño
Al engaño se le define como la desfiguración de lo verdadero o real capaz de inducir
a error a una o varias personas. En otras palabras, la expresión engaño designa la
acción o efecto de hacer creer a alguien, con palabras o de cualquier otro modo,
algo que no es verdad.
Sin embargo, para materializarse el fraude y el engaño en el delito de trata de
personas, estos medios típicos deben ser stúicientes e idóneos para producir el error
e inducir al sujeto pasivo a fin de que preste su aparente consentimiento en la
captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención con fines de
explotación o venta de niños. El operador jurídico al momento de calificar la
conducta deberá verificar si el mecanismo fraudulento utilizado por el agente fue
idóneo, relevante y suficiente para propiciar que su víctima caiga en error.
Corresponde al operador jurídico hacer tal calificación, pues en la realidad concreta,
por las especiales circunstancias de tiempo, modo, ambiente social y lugar en que
ocurren y por las especiales aptitudes intelectuales de la víctima, los casos varían de
uno a otro. No hay casos idénticos pero sí pueden haber parecidos.
f El abuso de poder
Este medio típico de comisión se presente cuando el agente que, dentro de un grupo
social tiene cierto poder económico, político, académico o social, se aprovecha de tal
situación y abusando de su poder procede a promover, favorecer, financiar o facilitar
la captación, transporte, traslado, acogida recepción o retención de la víctima con
fines de explotación o venta de niños.
g. Abuso de una situación de vulnerabilidad
La situación de "vulnerabilidad" se debe entender como la situación de desventaja
en que se encuentra la víctima, ello como consecuencia de la carencia de recursos
económicos, la falta de oportunidades, la violencia política o la violencia familiar,
etc., que son aprovechadas por las organizaciones criminales para identificar y
captar a sus víctimas o por personas inescrupulosas que a través del engaño
someten a una persona a labores o trabajos de explotación (617).
h. Concesión o recepción de pagos o beneficios
Este medio típico se configura cuando el agente ofrece y luego entrega o concede a
la víctima pagos o beneficios que generalmente es en dinero. O mejor, cuando el
agente entrega el pago o algún beneficio y la VÍctima lo recepciona con la finalidad
de facilitar su captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención dentro
del territorio de la República, o ara su entrada o salida del país con fines de
explotación o venta de niños.
Por disposición expresa del último párrafo del artículo 153 modificado, la captación,
transporte, traslado, acogida, recepción o retención de niño, niña o adolescente con
fines de explotación se considerará trata de personas, incluso cuando no se recurra
a alguno de los medios típicos señalados y explicados. Es decir, así no se utilice la
amenaza, por ejemplo, y, por el contrario, la víctima presta su natural consentimiento
para ser sometida a trabajos de explotación, si es menor de 18 años, el delito de
trata de personas igual se configura.

3.5. Finalidad del agente

Las conductas desarrolladas por el agente hasta aquí, tienen su única y primordial
explicación en la finalidad u objetivo que le mueve o guía. La finalidad es lo
fundamental. Si en un caso, por ejemplo, se llega a verificar que el sujeto activo de
las conductas iniciales ya explicadas no tenía como finalidad someter a la víctima a
la explotación o venta de niños, el delito de trata de personas no se configura.

En efecto, el desarrollo de las conductas iniciales debe estar encaminado a


conseguir la finalidad querida por el sujeto activo. Pero ¿cuál es la finalidad que guía
al agente? La respuesta lo encontramos en el mismo tipo penal del artículo 153 del
Código Penal. Allí se prescribe que la conducta del agente debe efectuarse en
perjuicio de la víctima, con fines de explotación o venta de niños, para que aquella,
ya sea mayor o menor, ejerza la prostitución, sea sometida a esclavitud sexual (618)
u otras formas de explotación sexual (619), obligada a mendigar, a realizar trabajos
o servicios forzados, a la servidumbre, la esclavitud (620) o prácticas análogas a la
esclavitud u otras formas de explotación laboral, o extracción o tráfico de órganos o
tejidos humanos.

3.6. Bien jurídico protegido

De la redacción del tipo penal modificado se evidencia que el interés o bien jurídico
que se busca proteger lo constituye la libertad personal de las personas, esto es, la
libertad ambulatoria tanto de menores o mayores, capaces o incapaces. Pero en
forma más específica, considero que con la tipificación de los supuestos que
conforman en conjunto el delito de trata de personas, se busca proteger la dignidad
de las personas en el sentido de no ser tratadas como instrumentos o cosas para
conseguir algún fin, la misma que es lesionada por cualquiera de los supuestos
delictivos, independientemente de la finalidad que persiga el agente.

Si la libertad personal es vulnerada, el sentido de la vida no será la expresión de los


reales deseos de la persona; por tanto, su actuación no representará su voluntad,
dañando de esta manera la esencia de la personalidad y, así, su condición humana.
Esta afectación recorta las condiciones mínimas que todo ser humano requiere para
su normal desenvolvimiento social, limita la protección de las relaciones entre las
personas y de estas para con su medio social bajo el amparo del Estado (621). Por
ello, en la trata de personas, cuando se identifica, capta o traslada a las víctimas a
través de los medios de comisión, la norma sanciona la afectación al sentimiento de
tranquilidad y el ataque a la libertad en la formación de la voluntad, impidiendo al
sujeto pasivo tomar una decisión libre y espontánea.

En suma, el bien jurídico que se protege con el delito de trata de personas es la


libertad personal en sentido general y la dignidad de las personas en sentido
específico. Por lo demás, como ya quedó expresado, no debe confundirse el bien
jurídico protegido de la conducta típica de trata de personas con el bien jurídico que
se lesiona con las acciones o conductas posteriores. Por ejemplo, en el caso de la
explotación sexual, el bien jurídico de la acción típica inicial es la libertad personal,
en tanto que el bien jurídico de la acción posterior lo constituye, sin duda, la libertad
o la indemnidad sexual.
3.7. Sujeto activo

Agente o sujeto activo de la conducta delictiva puede ser cualquier persona sea
varón o mujer mayor de 18 años. El tipo penal no exige alguna cualidad o calidad
especial en el agente.

3.8. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo también puede ser cualquier persona, sea varón o mujer,
mayor o menor, capaz o incapaz de valerse por sí mismo.

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

En la conducta desarrollada por el agente se exige necesariamente la presencia del


elemento subjetivo "dolo". No es factible la comisión por culpa.

Además, se exige la presencia de un elemento subjetivo adicional al dolo constituido


por el propósito o intención que motiva al agente, es decir, los actos de promoción,
favorecimiento, financiamiento o facilitación que realiza el autor se materializan con
la finalidad que la víctima ejerza la prostitución, sea sometida a esclavitud sexual u
otras formas de explotación sexual, obligada a mendigar, a realizar trabajos o
servicios forzados, a la servidumbre, la esclavitud o prácticas análogas a la
esclavitud u otras formas de explotación laboral, o extracción o tráfico de órganos o
tejidos humanos.

Si en determinado comportamiento se verifica que tal intención no existió en la


voluntad del agente al realizar alguno de los supuestos fácticos que recoge el
artículo 153 del Código Penal, el delito no aparece, constituyendo una conducta
penalmente irrelevante por atípica.
En la misma línea, Carda Navarro (622) sostiene que se constata la imputación
subjetiva solo a título de dolo directo mas no eventual, ya que la voluntad del sujeto
activo se refuerza con la necesaria concurrencia alternativa de elementos subjetivos
típicos (tipo de tendencia interna trascendente) sean fines de explotación o venta de
niños.
5. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica que la conducta en análisis reúne todos los elementos
objetivos y subjetivos de la tipicidad, corresponde al operador jurídico determinar si
en ella concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del
Código Penal. Si se verifica alguna causa de justificación, la conducta será, muy
bien, típica pero no antijurídica y, por tanto, se excluirá del campo de los delitos.
En principio, puede alegarse que el consentimiento expresado por la víctima mayor
de 18 años de edad puede convertirse en una causa de justificación, sin embargo, si
se velifica que tal consentimiento se obtuvo a través de cualquier de los medios de
comisión típicos, tal consentimiento no ampara ni fundamenta la justificante. Esta
conclusión se evidencia de la interpretación del contenido del tipo penal del artículo
153. No obstante, además así aparece prescrito en el segundo inciso del artículo 3
del Protocolo de Palermo: el consentimiento dado por la víctima de la trata de
personas o toda forma de explotación intencional no se tendrá en cuenta cuando se
haya recurrido a cualquiera de los medios típicos.

6. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de trata de personas para


fines de explotación o venta de niños no concurre alguna causa de justificación, el
operador jurídico entrará al análisis para determinar si la conducta típica y
antijurídica puede ser atribuida a su autor. En esta etapa tendrá que verificarse si al
momento de actuar el agente era imputable, es decir, mayor de 18 años y no sufría
de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable. También se verificará si el
agente al momento de exteriOlizar su conducta, etiquetada como trata de personas,
conocía la antijuridicidad de su actuar, es decir, se verificará si el agente sabía o
conocía que su conducta estaba prohibida por ser contraria al derecho.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.
7. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

Los supuestos delictivos de promoción, favorecimiento, financiamiento o facilitación


se perfeccionan o consuman en el momento que se verifica la captación, transporte,
traslado, acogida, recepción o retención de la víctima, en el territorio de la República
o para su salida o para su entrada al país, con la finalidad previamente concebida de
explotación o venta de niños, para que ejerza la prostitución, sea sometido a
esclavitud sexual u otras formas de explotación sexual, obligado a mendigar, a
realizar trabajos o servicios forzados, a la servidumbre, la esclavitud o prácticas
análogas a la esclavitud u otras formas de explotación laboral, o extracción o tráfico
de órganos o tejidos humanos.

En consecuencia, no se exige, a efectos de la consumación, que la víctima llegue a


practicar realmente la prostitución, por ejemplo. Es decir, no es necesario en la
imputación del resultado constatar que efectivamente se ha logrado concretizar los
fines (625) propuestos por el agente al iniciar y desarrollar su accionar. Si llega a
verificarse que la finalidad propuesta por el agente se produjo en la realidad,
estaremos ante lo que se denomina un delito agotado.
En tal sentido, Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (624), comentando el artículo
182 del Código Penal que regulaba el delito de trata de personas en forma parcial,
afirmaban: el delito se consuma, bien con el logro de la entrada o salida del país de
personas para que ejerzan la prostitución, o bien con su traslado dentro de la
República, siendo indiferente lo que ocurra después, es decir, no es necesario para
la consumación que las personas practiquen relaciones sexuales.

8. PENALIDAD

Una vez que el agente o sujeto activo es sometido al debido proceso penal y es
encontrado responsable penalmente por el delito de trata de personas, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de 8 ni mayor de 15 años.
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Subcapítulo 5

Trata de personas agravada

1. TIPO PENAL

El artículo 153-A introducido en el Código Penal por la Ley Nº 26309 de 20 de mayo


de 1994, también ha sido objeto de modificación y ampliación por la Ley N 28950 de
16 de enero de 2007. Esta ley introduce en el Código Penal diversos supuestos que
agravan la conducta del autor del delito de trata de personas que en su modalidad
básica aparece regulado en el artículo 153 del Código Penal. En efecto, el artículo 1
de la Ley NQ 28950 dispone que se modifica el artículo 153-A, cuyo contenido
quedará redactado en los términos siguientes:

La pena será no menor de doce ni mayor de veinte años de pena privativa de


libertad e inhabilitación conforme al artículo 36 incisos 1, 2, 3, 4 Y 5 del Código
Penal, cuando:
1. El agente comete el hecho abusando del ejercicio de la función pública.
2. El agente es promotor, integrante o representante de una organización social,
tutelar o empresarial, que aprovecha de esta condición y actividades para perpetrar
este delito.
3. Exista pluralidad de víctimas.
4. La víctima tiene entre catorce y menos de dieciocho años de edad o es
incapaz.
5. El agente es cónyuge, conviviente, adoptante, tutor, curador, pariente hasta el
cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, o tiene a la víctima a su
cuidado por cualquier motivo o habitan en el mismo hogar.
6. El hecho es cometido por dos o más personas.
La pena será privativa de libertad no menor de 25 años, cuando:
1. Se produzca la muerte, lesión grave o se ponga en inminente peligro la vida y
la seguridad de la víctima.
2. La víctima es menor de catorce años de edad o padece, temporal o
permanentemente, de alguna discapacidad física o mental.
3. El agente es parte de una organización criminal.

4. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de trata de personas agravado exige la verificación de la concurrencia de


todos los elementos objetivos y subjetivos de la figura de trata de personas básico,
luego debe verificarse la concurrencia de alguna agravante específica, caso
contrario, es imposible hablar del delito de trata de personas agravado. Como lógica
consecuencia, el operador jurídico, al denunciar o abrir proceso por este delito, en
los fundamentos jurídicos de su denuncia o auto de procesamiento, primero debe
consignar el artículo 153 y luego el o los incisos pertinentes del artículo 153-A del
Código Penal.
Actuar de otro modo, es decir, de solo indicar como fundamento jurídico algún inciso
del artículo 153-A sin invocar el artículo 153, es totalmente errado, pues se estaría
imputando a una persona la comisión de una agravante de cualquier otro delito pero
no precisamente del delito de trata de personas.

3. CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES

Corresponde analizar cada una de las circunstancias que agravan el hecho punible
de trata de personas:

a. Abusar del ejercicio de la función pública


Constituye agravante del delito de trata de personas la circunstancia que el agente o
sujeto activo de la conducta, es servidor o funcionario público, el mismo que como
es natural ejerce función pública. El agente puede ser juez, fiscal, alcalde,
congresista, regidor, miembro de la Policía Nacional, de serenazgo, gobernador,
ministro, etc. La única condición para verificarse la agravante es que el autor, en su
condición de funcionario o servidor público, realice el hecho punible en pleno
ejercicio de sus funciones normales, abusando o aprovechando del ejercicio de su
función pública. Si el funcionario o servidor público realiza el delito de trata de
personas sin estar en ejercicio de sus funciones, la agravante no se verifica. Por
ejemplo, si el funcionario comete alguno de los supuestos que configuran el delito de
trata de personas, en el periodo que se encuentra gozando de sus vacaciones. la
agravante no aparece.
b. Aprovechar la condición y actividades de promotor, integrante o representante de
una m-ganización social, tutelar o empresarial
Esta agravante se configura cuando el agente en su condición de promotor,
integrante o representante de una organización social, tutelar o empresarial,
aprovecha de tal condición y actividades que efectúa en dicha condición y
perfecciona el delito de trata de personas en cualquiera de sus modalidades.
En este supuesto, en el cual los representantes de las organizaciones sociales,
tutelares o empresariales que actúan, colaboran o participan en el proceso de la
trata de personas, la norma sanciona como agravante el aprovechamiento de los
recursos y del poder de influencia de sus medios para lograr su cometido Climinal.
Es decir, el agente perfecciona su conducta de trata de personas abusando del
reconocimiento y de la confianza que el Estado y la sociedad han depositado en él
(625).
c. Pluralidad de víctimas
La agravante se configura cuando la promoción, favorecimiento, financiamiento o
facilitación de la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención para
fines de trata de personas se dirige contra una pluralidad de personas. Es decir, más
de tres personas resultan perjudicadas en su libertad personal con el accionar del
agente.
La agravante se justifica por la vulneración de derechos de varias personas. En base
al principio de proporcionalidad de la pena, no es igual la lesión o puesta en peligro
de los derechos de una sola persona que la lesión o puesta en peligro de derechos
de una multitud de personas.
d. La víctima tiene entre 14 y 18 años de edad o es incapaz
Esta agravante en el primer aspecto se configura cuando la víctima de alguno de los
supuestos del delito de trata de persona es un o una adolescente cuya edad está
comprendida entre los 14 y 18 años de edad.
Aquí es necesario precisar lo siguiente: en los casos que el agente promueve,
favorece, financia o facilita la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o
retención de su víctima cuya edad es de 14 a 18 años de edad, en el territorio de la
República o para su salida o entrada al país, con fines de explotación sexual, para
que ejerza la prostitución, someterlo a esclavitud sexual u otras formas de
explotación sexual (pornografía por ejemplo), en aplicación del artículo 173 del
Código Penal modificado por la Ley Nº 28704 de abril de 2006 que modificó el citado
tipo penal que regula el delito de acceso carnal sexual sobre menores y extendió en
forma irracional la edad del sujeto pasivo de este delito hasta los 18 años, se
presentará un concurso ideal de delitos.
Ante un hecho concreto, al agente se le imputará el delito de trata de personas
agravado (pena entre 12 y 20 años) yel delito de acceso carnal sexual sobre menor
(pena entre 25 y 30 años) en su calidad de cómplice primario del que tuvo acceso
carnal con el o la menor. En este supuesto, la autoridad jurisdiccional impondrá la
pena según las reglas del artículo 48 del Código Penal.
En el segundo aspecto, también se configura la agravante cuando la víctima de
alguno de los supuestos del delito de trata de personas es incapaz, es decir, una
persona mayor de 18 años pero que no puede valerse por sí misma y, por tanto, no
puede expresar su voluntad (por ejemplo, personas que sufren de retardo mental,
ciegos, sordos, paralíticos, etc.).
Cuando la víctima es incapaz por su constitución física o mental la conducta criminal
se agrava por el aprovechamiento de la desventaja en la que se encuentra frente a
su agresor. De igual manera, la capacidad de resistencia y de evasión del estado de
víctima no se encuentra en la esfera de la capacidad de la víctima (626), allí radica
el fundamento de la agravante.
e. Lazos de familiaridad o vivir en el mismo hogar
El legislador ha previsto como circunstancias que agravan los supuestos punibles de
trata de personas, el hecho de que entre el autor o sujeto activo y el sujeto pasivo o
víctima exista una relación de parentesco dentro del cuarto grado de consanguinidad
o segundo de afinidad, o es cónyuge, concubina, adoptante, tutor o curador; o, tiene
a su víctima a su cuidado por cualquier motivo o viven en el mismo hogar. En esta
agravante se subsume, por ejemplo, la conducta de aquella persona que
aparentando ser caritativa o filantrópica se hace cargo de su pariente y en lugar de
brindarle educación y cuidados, lo inicia en la prostitución y muchas veces se
convierte en su buscador de clientes.
Asimismo, en esta agravante se subsume la conducta de aquella persona que en su
condición de cónyuge o concubino traslada a otro departamento o país a su pareja a
fin de hacerlo que se dedique a la prostitución y de esa forma generarse mgresos.
Quien conforma una familia por vínculos naturales, de afinidad o legal, y coloca a
uno de sus miembros en condición de víctima tiene un grado de reprochabilidad
mayor por parte de la sociedad, toda vez que la familia es un medio basado en el
afecto y la extrema confianza, radicando en tal presupuesto el fundamento de la
agravante.

f El hecho es cometido por dos o más personas

Esta agravante quizá es la más frecuente en la realidad cotidiana. Los sujetos que
se dedican al delito de trata de personas siempre lo hacen acompañados con la
finalidad de facilitar la comisión de su conducta ilícita, pues la pluralidad de agentes
merma o anula en forma rápida cualquier defensa u oposición de la víctima,
radicando en tales presupuestos el fundamento político criminal de la agravante.
Solo aparece la agravante cuando las dos o más personas que participan en el delito
en hermenéutica lo hacen en calidad de coautores. Es decir, cuando todos con su
conducta teniendo el dominio del hecho aportan en la comisión del delito. El mismo
fundamento de la agravante nos lleva a concluir de ese modo, pues el número de
personas que deben participar en el hecho mismo facilita su consumación por la
merma significativa de la eficacia de cualquier mecanismo de defensa u oposición
que emplee la víctima.
El concurso debe ser en el hecho mismo de promover, favorecer, financiar o facilitar
la captación, transporte, traslado, acogida. recepción o retención de otro, en el
territorio de la República o para su salida o enu-ada al país. No antes ni después, y
ello solo puede suceder cuando estamos frente a la coautoría.
En el ordenamiento jurídico punitivo nacional cometen delito quienes lo ejecutan en
calidad de autores. El inductor o instigador no comete delito, lo determina. Los
cómplices no cometen delito así concursen con un autor o coautores, ellos colaboran
o auxilian. Por lo mismo, la agravante solo alcanza a los autores o coautores del
delito.
Entre los coautores debe existir un mínimo acuerdo para perfeccionar la trata de
personas. No obstante tal acuerdo no debe connotar permanencia en la comisión de
este tipo de delitos, pues en tal caso estaremos ante una organización criminal que
configura otra agravante.

g. Se produzca la muerte, lesión grave o se ponga en inminente peligro la vida y la


seguridad de la víctima
La primera agravante se configura cuando el agente o agentes como consecuencia
de los actos propios del uso de la violencia o amenaza para vencer la resistencia
natural de la víctima, le ocasionan o le producen la muerte. Según la redacción de la
circunstancia agravante, se entiende que el resultado final de muerte puede ser
consecuencia de un acto doloso o culposo. Asimismo, para estar ante la agravante,
el agente no debe haber planificado la muerte de su víctima.
El deceso debe producirse por los actos propios del uso de la violencia o amenaza
en el acto mismo ya sea de captación, transporte, traslado, recepción o retención de
la víctima. Si llega a determinarse que el agente previamente quiso acabar con la
vida de la víctima para después someter a su voluntad a un tercero, no aparece la
agravante sino el supuesto de asesinato previsto en el inciso 2 del artículo 108 del
Código Penal, y, por tanto, el agente será merecedor de la pena privativa de libertad
temporal no menor de quince años.
En suma, no todas las situaciones de trata de personas en que se produce el
resultado muerte de una persona, son subsumidas en la última parte del artículo
153-A del Código Penal. En los casos que el autor o coautores han preordenado la
muerte de la víctima, o actúan decididamente con el objetivo cierto de matar a una
persona para luego someter a un tercero a sus pretensiones, configuran asesinato.
Tales supuestos de modo alguno denotan el delito de trata de personas con
subsiguiente muerte de la víctima.

La segunda agravante se configura cuando el agente o agentes por actos propios


del uso de la fuerza o amenaza, para lograr su objetivo, le causan lesiones físicas o
mentales graves a la víctima. Las lesiones deben ser de la magnitud de los
supuestos taxativamente indicados en el artículo 121 del Código Penal. Si por el
contrario las lesiones tienen la magnitud de los supuestos previstos en el artículo
122 ó 441 del Código Penal, la agravante no aparece.
Se entiende también que las lesiones graves pueden ser causadas dolosamente o
por negligencia del agente, esto es, el agente debe haber causado las lesiones
físicas o mentales queriendo hacerlo para evital~ por ejemplo, que la VÍctima siga
resistiendo al traslado o también como consecuencia del acto mismo de la violencia
utilizada para lograr el traslado dentro del territorio nacional.
Las lesiones deben ser originadas como consecuencia del uso de la violencia o la
fuerza del autor sobre la VÍctima en los actos propios de captación, transporte,
traslado, recepción o retención. No deben ser preconcebidas ni planificadas por el
agente. Si se llega a determinar que el agente actuó sabiendo y queriendo lesionar
en forma grave a la VÍctima para anular cualquier oposición o resistencia al traslado
por ejemplo, no estaremos ante la agravante sino ante un concurso real de delitos,
esto es, se configurará el delito de lesiones graves previsto en el artículo 121 del
Código Penal con el delito de trata de personas si alguna de las circunstancias
agravantes ya analizadas concurre. Originando que al momento de imponer la pena
al autor o autores se le aplicará la pena que corresponda según las reglas previstas
en el artículo 50 del Código Penal.
Estas dos agravantes del delito de trata de personas de ningún modo se configuran
por resultados preterintencionales. En efecto, sabemos que existe
preterintencionalidad cuando el agente dolosamente causa un resultado
determinado, el mismo que por negligencia o culpa de su autor se convierte en un
resultado más grave. Ejemplos evidentes de ilÍCitos preterintencionales son los
últimos párrafos de los artículos 115, 121 Y 122 del Código Penal. Allí se redacta
expresamente cuándo estamos ante un delito preterintencional, apareciendo
siempre la frase "y el agente pudo prever este resultado". En cambio, la redacción
del inciso 1 de la última parte del artículo 153-A del Código Penal dista totalmente de
tales parámetros. Aquí la mayoría de las veces el agente dolosamente causa las
lesiones leves o la muerte de la víctima con la evidente finalidad de quebrar o anular
la eventual resistencia a la captación, transporte, traslado, recepción o retención de
parte de la víctima. En el delito preterintencional, el agente no quiere el resultado
grave, en cambio aquí el agente quiere el resultado grave. En los casos que
concurre la negligencia en la producción del resultado (lesiones graves o muerte),
esta es consecuencia inmediata y directa de los actos de fuerza sobre la VÍctima.
Aquí el agente ocasiona el resultado grave con una culpa directa e inmediata.
Finalmente, se configura la agravante también cuando el agente, por sus actos en
pos de conseguir sus objetivos, pone en inminente peligro la vida y la seguridad
personal de la víctima.

h. La víctima es m.enor de 14 a'ños de edad o padece, temporal o


permanentemente, de alguna discapacidad fisica o mental.
La agravante del delito de trata de personas se configura cuando el agente dirige su
accionar ilícito en perjuicio de un menor de 14 años de edad o padece, temporal o
permanentemente de alguna discapacidad física o mental.
El tráfico de menores tiene generalmente una escala internacional donde la víctima
puede ser llevada a lugares donde es muy difícil conseguir el retorno a su hogar o
medio social, los fines pueden ser desde el darlo en venta a un matrimonio que no
puede tener hijos, o si el menor ya tiene varios años puede ser inducido a la
prostitución (que es, en efecto, el mayor destino del comercio ilícito de menores que
se da dentro de la figura de explotación sexual: en la fabricación de revistas y videos
pornográficos y en otras variantes de cormpción y drogadicción) hasta ponerlo en
trabajos forzados, hacerlo participar en conflictos armados y lo más grave, destinarlo
al tráfico de órganos (627).

La agravante se fundamenta en el derecho natural y en los tratados internacionales


en los que se ha comprometido nuestro país. Aquí el Estado se obliga a otorgar al
niño una protección especial, y si el agente activo por encima del mandado
imperativo de la ley ejercita su accionar delictivo, entonces debe merecer una pena
proporcional al daño causado y a su acción dolosa.

Igual se agrava la conducta del agente cuando la víctima padece temporalo en forma
permanente de alguna discapacidad físico o mental. Se considera una persona con
discapacidad a aquella que tiene una o más deficiencias evidenciadas con la pérdida
significativa de alguna o algunas de sus funciones físicas, mentales o sensoriales,
que implican la disminución o ausencia de la capacidad de realizar una actividad
dentro de formas o márgenes normales limitándola en el desempeño de un rol,
función o ejercicio de actividades y oportunidades para participar equitativamente
dentro de la sociedad (628).

Al referirse el legislador que la agravante también se configura cuando la víctima es


una persona con discapacidad temporal o permanente, no se refiere a una persona
menor de 14 con discapacidad, sino a una persona mayor de 14 años con
discapacidad. Alegar en forma diversa no resulta racional, pues no es coherente
sostener que la agravante se configura por doble circunstancia: menor de 14 años
más tener discapacidad.

i. El agente pertenece a una organización criminal


Se configura esta agravante cuando el agente desarrolla su conducta delictiva como
afiliado a una organización criminal que bien puede ser una banda, la misma que se
beneficiará con la retención o traslado de un lugar a otro de la víctima ya sea mayor,
menor o incapaz de valerse por sí mismo. La agravante exige que el agente actúe
solo pero en favor, en nombre o en beneficio de la organización criminal a la cual
pertenece. Cuando el legislador utiliza la etiqueta de "organización criminal", se
refiere a una agrupación de persanasjerárquicamente organizadas, dedicadas a la
comisión constante de hechos delictivos y actos antisociales (629). En
consecuencia, para catalogar como organización criminal, a un grupo de personas
resulta necesario constatar las siguientes condiciones o circunstancias: se conforme
de tres o más integrantes; existan una jerarquía en sus miembros, principalmente se
identifique la existencia de un líder o jefe; exista reglas o pautas de organización
mínima de la agrupación, por ejemplo reunirse un determinado día a la semana para
planificar sus latrocinios; y finalmente, exista cierta estabilidad temporal de la
agrupación.

La exigencia que el agente actúe en nombre y para la organización criminal es data


fundamental en la configuración de la agravante, caso contrario, si llega a verificarse
que el agente, si bien es cierto, pertenece a una organización criminal, pero realizó
el hecho punible a título y riesgo personal y sin dar cuenta a su organización, la
agravante no aparece.
Para efectos del presente trabajo dogmático, consideramos que el término
"organización", tiene el mismo significado que los términos: "agrupación" o "banda"
criminal, que también los encontramos consignados en algunos tipos penales de
nuestro catálogo punitivo.

Esta agravante puede entrar en concurso con el supuesto de hecho previsto en el


artículo 317 del Código Penal, denominado asociación ilícita para delinquir tan de
moda en estos tiempos en los estrados judiciales. Sin embargo, por el principio de
especialidad y por la redacción de la agravante, la circunstancia en hermenéutica
subsume al supuesto del artículo 317.

j. El agente pertenece a una organización criminal


Se configura esta agravante cuando el agente desarrolla su conducta delictiva como
afiliado a una organización criminal que bien puede ser una banda, la misma que se
beneficiará con la retención o traslado de un lugar a otro de la víctima ya sea mayor,
menor o incapaz de valerse por sí mismo. La agravante exige que el agente actúe
solo pero en favor, en nombre o en beneficio de la organización criminal a la cual
pertenece. Cuando el legislador utiliza la etiqueta de "organización criminal", se
refiere a una agrupación de persanasjerárquicamente organizadas, dedicadas a la
comisión constante de hechos delictivos y actos antisocial es (650). En
consecuencia, para catalogar como organización criminal, a un grupo de personas
resulta necesario constatar las siguientes condiciones o circunstancias: se conforme
de tres o más integrantes; exista una jerarquía en sus miembros, principalmente se
identifique la existencia de un líder o jefe; exista reglas o pautas de organización
mínima de la agrupación, por ejemplo reunirse un determinado día a la semana para
planificar sus latrocinios; y finalmente, exista cierta estabilidad temporal de la
agrupación.

La exigencia que el agente actúe en nombre y para la organización criminal es data


fundamental en la configuración de la agravante, caso contrario, si llega a verificarse
que el agente si bien es cierto pertenece a una organización criminal pero realizó el
hecho punible a título y riesgo personal y sin dar cuenta a su organización, la
agravante no aparece.
Para efectos del presente trabajo dogmático, consideramos que el término
"organización", tiene el mismo significado que los términos: "agrupación" o "banda"
criminal, que también los encontramos consignados en algunos tipos penales de
nuestro Catálogo Punitivo.

Esta agravante puede entrar en concurso con el supuesto de hecho previsto en el


artículo 317 del Código Penal, denominado asociación ilícita para delinquir tan de
moda en estos tiempos en los estrados judiciales. Sin embargo, por el principio de
especialidad y por la redacción de la agravante, la circunstancia en hermenéutica
subsume al supuesto del artículo 317.

4. PENALIDAD
De verificarse el delito de trata de personas con las agravantes de la primera parte
del artículo 153-A del Código Penal, la pena será no menor de 12 ni mayor de 20
años de pena privativa de libertad e inhabilitación conforme al artículo 36 incisos 1,
2, 3, 4 Y 5 del Código Penal.
En cambio, si se verifica cualquiera de las agravantes previstas en la última parte del
citado numeral, la pena será privativa de libertad no menor de 25 años ni mayor de
35 años

Finalmente, en aplicación del último párrafo del artículo 8 de la Ley NQ 28950 del 16
de enero de 2007, los agentes del delito de trata de personas, en sus formas
agravadas, previstas en el artículo 153-A del Código Penal, no podrán acogerse a
los beneficios penitenciarios una vez sentenciados.
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CAPíTULO II

VIOLACiÓN DE LA INTIMIDAD

SUMARIO: Sub capítulo 1: Generalidades. 1. Concepto de intimidad y derecho a la


intimidad. 2. La intimidad como derecho -origen y evolución. 3. Derecho penal e
intimidad. 4. El derecho a la intimidad en nuestro sistema jurídico. Subcapítulo 2:
Violación de la intimidad. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Agravantes del
delito de violación de la intimidad. 2.2. Bienjurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4.
Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación. 7. Tentativa. 8. Penalidad. Subcapítulo 3: Violación de la intimidad
agravada por la calidad del autor. l. Tipo penal. 2. Análisis del supuesto legal. 3.
Penalidad. Subcapítulo 4: Revelación de la intimidad conocida por motivos de
trabajo. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Supuestos delictivos. 2.2.
Bienjurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7. Penalidad.
Subcapítulo 5: Organización y empleo ilícito de archivos políticos o religiosos. 1. Tipo
penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Conducta agravada por la calidad del agente. 2.2.
Bien jurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva.
4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa.

Subcapítulo 1

Generalidades

l. CONCEPTO DE INTIMIDAD Y DERECHO A LA INTIMIDAD

La doctIina y la jurispmdencia no han sido pacíficas en la definición del derecho a la


intimidad, debido que se trata de noción esjurídicas impregnadas de la idiosincrasia,
de los valores culturales que derivan, muchos de ellos, de la estructura económico-
social de una comunidad. No ha sido factible para el sistema del Cornmon Law
norteamelicano, ni para nuestro sistema del Civil Law, perteneciente a la familia
romano-germánico, por tener un contenido muy amplio, siendo prácticamente
imposible encerrar todas sus posibilidades en una definición, con mayor razón si
queremos darle un alcance universal (631).

No obstante, con divergencias mínimas, es lugar común definir a la intimidad como


una faceta de la vida personal que le permite a la persona, profundizar en los
meandros más recónditos de su espíritu para encontrarse y cobrar consciencia de sí
y de lo que le rodea. Se constituye en la facultad que tiene toda persona para
desarrollar su vida privada sin interferencia ni perturbaciones de terceros. Constituye
el ámbito de la vida que el hombre reserva para sí una esfera de la creatividad, de la
reflexión, de la formación de las ideas y, por ello, constituye una necesidad
existencial. O también, se le entiende como el derecho que tiene todo ser humano a
disponer de momentos de soledad, recogimiento y quietud que le permitan
replegarse sobre sí mismo y solo con su consentimiento dar a conocer aspectos de
aquellos momentos. En resumen, con Romeo Casabona (632) podemos concluir
que se "entiende por intimidad aquellas manifestaciones de la personalidad
individual o familiar cuyo conocimiento o desarrollo quedan reservados a tu titular o
sobre los que ejerce alguna forma de control cuando se ven implicados terceros,
entendiendo por tales tanto los particulares como los poderes públicos".

Tomando como referencia el contenido de la intimidad, se define el derecho a la


intimidad como un derecho de naturaleza subjetiva que le permite al ser humano
tener un espacio de su existencia para el recogimiento, la soledad, la quietud,
evitando las interferencias de la autoridad o terceras personas, así como la
divulgación de hechos reservados para sí, permitiendo un desarrollo libre y
autónomo de su personalidad. En consecuencia, la definición gira en torno a la
protección de la esfera de nuestra existencia que reservamos para nosotros mismos,
libre de intromisiones, tanto de particulares como del Estado, así como el control de
la información de esta faceta de nuestra vida (633).

Del concepto se evidencia que el derecho a la intimidad puede vulnerarse hasta por
tres situaciones claramente diferenciables. En efecto, se lesiona el derecho a la
intimidad individual o familiar de una persona, cuando un tercero de cualquier modo
o utilizando cualquier medio simplemente perturba la esfera íntima de aquel, o
cuando un tercero indebidamente toma conocimiento o recaba información sobre
hechos que corresponden al ámbito privado del afectado, o finalmente, cuando el
tercero divulga o pone de manifiesto ilegalmente aspectos de la vida privada
personal o familiar del afectado.
Se trata de evitar tales actos con la finalidad de no perturbar el sereno y tranquilo
desarrollo de la personalidad a la que todos tenemos derecho. La intimidad es una
manifestación del libre desarrollo de la personalidad y constituye una frontera
delimitadora del ámbito inaccesible a las intromisiones ajenas que provengan tanto
de la actuación de los particulares como de las autoridades del Estado. Ello debida
que, como afirma Gorki González (634), la privacidad constituye el presupuesto para
el ejercicio de otros derechos, es decir, la base para el desarrollo efectivo de
libertades y derechos básicos como la libertad de pensamiento, libertad de culto y un
conjunto de derechos sociales, salud, costumbres, hábitos sexuales, ideas políticas,
creencias religiosas, aspectos sociales, económicos, etc.
Actualmente, en doctrina el derecho a la intimidad se clasifica en dos aspectos
perfectamente diferenciables. Se afirma que podemos hablar de la intimidad
personal interna que lo constituye el espacio espiritual únicamente asequible al
titular y la intimidad personal externa que vendría a ser el espacio espiritual
asequible a quienes desea el titular (la que afecta a familiares y amigos) para
desarrollar su formación y personalidad como ser humano (635).
En el mismo sentido, se define a la intimidad familiar como aquel derecho que tiene
todo grupo de personas que conforman una familia, de tener una esfera, área o
ámbito de privacidad para su normal desenvolvimiento sin la injerencia de terceros
que no pertenecen al grupo familiar. Lo constituye el espacio de un grupo de
personas que conforman una familia y han decidido reservar para ellos, cuyas
manifestaciones identifican al grupo. Se conoce comúnmente como la vida privada
de la familia.
En consecuencia, se requiere el respeto de este aspecto íntimo de la vida privada en
cuanto ello no tiene mayor significación comunitaria y mientras no se oponga o
colisione con el interés social. Bien enseña el profesor Carlos Fernández Sessarego
(636) cuando afirma que "la persona carecería del equilibrio psíquico necesario para
hacer su vida, en dimensión comunitaria, si no contase con quietud y sosiego
sicológicos, con una elemental tranquilidad espiritual, con la seguridad de que los
actos de su vida íntima no son ni escudriñados ni divulgados. Estas mínimas
condiciones de existencia se verían profundamente perturbadas si la intimidad de la
vida privada se pusiese de manifiesto y fuera objeto de intrusión y publicidad, sin
mediar un justo interés social".
De esa forma, se constituye en un derecho fundamental de la persona, toda vez que
se deriva de un derecho trascendente mucho más amplio como lo es el derecho a la
libertad, el bien jurídico más importante después de la vida en nuestro sistema
jurídico que se orienta en un Estado Social y Democrático de Derecho. Le sobra
razón aJuan Morales Godo (637) al afirmar que el derecho a la intimidad es uno de
los derechos fundamentales del ser humano; es uno de los derechos columnas que
sustentan un real sistema democrático, porque implica la libertad indispensable para
la construcción de sí mismo en sociedad.

2. LA INTIMIDAD COMO DERECHO-ORIGEN Y EVOLUCIÓN


La acentuación del Estado de Derecho trajo como consecuencia el surgimiento de
bases sólidas para respetar un ámbito de independencia de la persona. De allí surge
el derecho a la intimidad como pilar fundamental del derecho a la libertad para hacer
frente a las primeras formas de intromisión por parte de terceros, en la esfera íntima
de la persona.
El derecho a la intimidad, comenzó a configurarse recién a fines del siglo XIX, y es
que si bien, anteriormente, ha existido la protección a ciertos ámbitos propios de la
intimidad como es el domicilio, lo cierto es que la autonomía la adquiere desde fines
del siglo pasado, cuando el adelanto de la ciencia y la tecnología ponen en evidencia
la facilidad con que se puede penetrar en el ámbito de la vida privada de las
personas; cuando los medios de comunicación adquieren papel preponderante en
las sociedad y pueden poner al descubierto hechos que las personas no desean que
se divulgue, cuando las técnicas de espionaje son cada vez más sofisticadas.

De esa forma, el derecho a la vida privada o The Right oJ privacy, como derecho
autónomo, tiene su punto de partida en 1890 cuando los jóvenes abogados de
Bastan, Samuel D, Warren y Louis Brandeis, escribieron un ensayo titulado The right
lo privacy, publicado en la Harvard Law Review. La causa que motivó el ensayo y,
por tanto, el surgimiento del derecho a la intimidad lo constituye el conflicto entre la
vida privada y el derecho a la información y, específicamente, con la libertad de
expresión. En efecto, Warren fue casado con la hija de un Senador, y debido a la
vida azarosa que llevaba fue objeto de comentarios respecto de facetas que
correspondían a su vida privada. Esto incomodó al joven abogado que decidió
asociarse con Louis Brandeis, quien posteriormente sería nombrado magistrado de
la Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica, para escribir un ensayo
que desarrollar el tema de la vida privada y la necesidad de protegerlo de la
intromisión de la "prensa amarilla" que, más preocupación tenía por el aspecto
mercantil que el respeto de la dignidad del ser humano, en lo que se refiere a la
labor periodística. En este ensayo, los autores desarrollaron el concepto to be let
alone, es decir, el derecho a la soledad, el derecho a vivir en paz, el derecho a no
sufrir interferencias, ni del Estado ni de terceras personas, en asuntos que solo
corresponden a la esfera de su privacidad (638).
En esa línea, a raíz de este ensayo y los continuos conflictos que se presentaban
entre la intimidad y la libertad de expresión, se inicia a crearse conciencia entre los
ciudadanos que junto a la protección física de la persona, era asimismo, necesaIio
proteger su aspecto espiIitual y emocional. A medida que esta posición se internaliza
en la conciencia ciudadana, en diferentes países desarrollados, se fue reconociendo
a la intimidad, a través del sistema jurídico civil, como un derecho primordial de la
persona que al ser lesionado oIigina una fuerte indemnización por daños.

No obstante, el derecho a la intimidad y la teoría que la sustentaba, alcanzó su


máxima solidez jurídica recién en 1948 con la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, suscIito en París. En el artículo 12 del instrumento supranacional se
establece "nadie será objeto de injerencias arbitraIias en su vida privada, su familia,
su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda
persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques".

No hay duda que al haber ganado cabida en un instrumento jurídico de carácter


internacional, constituyó toda una conquista de la civilización contemporánea. Con
aquel documento jurídico se marcó el punto de partida para la real protección
jurídica del derecho a la intimidad. En efecto, se evidenciaba que debido al avance
científico y tecnológico en el mundo de las telecomunicaciones, se había tornado
muy fácil que particulares o el mismo Estado, penetre en la intimidad de las
personas, perturbando su tranquilidad yobstaculizando, de ese modo, el libre
desenvolvimiento de su personalidad.

En países poco privilegiados económica y culturalmente como el nuestro, hay


quienes aún piensan que resulta prioritario luchar y defender el bienestar físico del
hombre, en tanto que los derechos de la personalidad deben quedar en segundo
plano, pues no son gravitantes. Tal posición no tiene otra explicación que el poco
respeto y conocimiento de la esencia de la personalidad que les es inherente a toda
persona y en otros casos, se piensa de tal modo a fin de justificar graves
intromisiones que se hacen a la esfera Íntima de los ciudadanos con fines oscuros
de supuesta seguridad nacional.
Por nuestra parte, consideramos que es tan importante hacer los máximos esfuerzos
para desterrar la pobreza y el hambre, como defender fervorosamente los derechos
de la personalidad. La defensa debe ser paralela, pues no cabe la menor duda que
ambos aspectos se complementan y concurren en importancia a la vez. Una
persona poderosa económicamente sin derecho a la intimidad será tan igualo más
infeliz que aquel que sufre hambre: igual de infeliz será una persona con pleno
derecho a su intimidad pero le faltan los medios económicos para subsistir. En
países en que la posmodernidad o la globalización tratan de imponerse en todos los
aspectos de la sociedad, disquisiciones antojadizas y mal intencionadas no deben
tener cabida.

Respecto de este punto, nos parece importante señalar que conforme ha ido
avanzando la ciencia y con ello evolucionando la vida social, se ha observado un
cambio en la definición del derecho a la intimidad, de un sentido negativo inicial a un
sentido positivo posterior. En efecto, en doctrina es común sostener que los
elementos conceptuales iniciales como, el derecho de impedir la intromisión en
asuntos que la persona defiende como correspondientes al ámbito al cual no tienes
derecho a ingresar los terceros, sin el consentimiento de la persona; y el derecho a
impedir la divulgación, cualquiera fuere el medio que se utilice, tuvieron una
connotación negativa. No era un derecho que se desarrollara en términos positivos,
sino que era un "no" a la intromisión y un "no" a la divulgación. Recién, después de
la segunda guerra mundial y, específicamente, con el desarrollo vertiginoso de la
informática, entre otros aspectos, es que se le brinda un tratamiento en términos
positivos, es decir, entendido como garantía de la libertad del ser humano (659). En
el mismo sentido, Gorki González (640) enseña que en un primer momento, esto es,
a fines del siglo pasado, al derecho a la intimidad se le definía como el derecho a ser
dejado a solas. Sin embargo, con la difusión y uso masivo de instrumentos
tecnológicos, especialmente del computador u ordenador, actualmente se pretende
redefinir al derecho a la intimidad como aquel derecho de la persona a decidir por sí
mismo en qué medida quiere compartir con otros sus pensamientos y sentimientos,
así como los hechos de su vida personal.

Por su parte, el profesor Carlos Romeo Casabona (641), interpretando la


jurisprudencia del Tribunal Constitucional español sostiene que en sus primeras
concepciones, el Tribunal vinculó la intimidad como un reducto restringido de la
persona, vedado al acceso por parte de otros, pero sin reconocer efectos o
relaciones para la libertad de actuar del sujeto ni para otros derechos. El ejercicio del
derecho fundamental a la intimidad implicaba entonces exclusivamente una vertiente
negativa reconocida a su titular de exigir la no injerencia en la vida Íntima y privada.
Con estos perfiles se configuraba esencialmente como un derecho garantista o de
defensa. No obstante, en decisiones posteriores el Tribunal Constitucional da un
paso más, al reconocer un poder de control sobre la publicidad de la información
relativa a la persona y su familia. Sin embargo, en ambos casos el contenido del
derecho fundamental a la intimidad sigue girando en torno al conocimiento de
espacios de la vida plivada de la personas, y no como facultades de decisión y de
acción del individuo en la esfera privada que permanezcan ajenas a cualquier
intromisión o limitación por parte de terceros.

En tanto que nuestro Tribunal Constitucional, siguiendo muy de cerca la


jurisprudencia del Tribunal español, sostiene que en la intimidad" la persona puede
realizar los actos que crea convenientes para dedicarlos al recogimiento, por ser una
zona ajena a los demás en que tiene uno derecho a impedir intrusiones y donde
queda vedada toda invasión alteradora del derecho individual a la reserva, la
soledad o el aislamiento, para permitir el libre ejercicio de la personalidad moral que
tiene el hombre al margen y antes de lo social ( ... ) Es el poder jurídico de rechazar
intromisiones ilegítimas en la vida íntima o familiar de las personas" (642).

3. DERECHO PENAL E INTIMIDAD

La protección penal del derecho a la intimidad se justifica hasta por dos


circunstancias concretas: primero, porque se pretende evitar intromisiones de
terceros en ciertos hechos y conductas que de ser conocidas y reveladas alteran la
tranquilidad de la persona agraviada, en razón de encontrarse trabados con lo más
recóndito de su sel~ y segundo, porque los ataques contra la intimidad de una
persona son altamente perjudiciales e intolerables para el que las sufre y a veces
para la sociedad misma.
La razón de aquella protección radica en la libertad del hombre, que se vería
seriamente afectada por la invasión de su intimidad, violentando su propia conducta.
Es natural la postura de ocultamiento de nuestras propias debilidades y de aquellos
aspectos de nuestra personalidad que consideramos desagradables o que, en todo
caso, queremos mantener bajo nuestro exclusivo dominio. Al perder el control sobre
estos datos íntimos se produciría ineludiblemente un cambio en nuestra actitud por
la coacción de hechos revelados, atentando contra nuestra libertad.
En suma, el derecho a la intimidad es un bien estrechamente relacionado con la
propia dignidad humana. Esto significa que es inherente a tal condición y requisito
sine quo non para la plena realización del individuo.
Sin embargo, pese a lo indicado, lo cierto es que no se trata de una protección
global ni absoluta del derecho a la intimidad, pues es frecuente que se encuentre en
tensión con otros derechos fundamentales y libertades públicas, como las libertades
de expresión y de información. La inabarcabilidad de las múltiples facetas que
presenta la intimidad en el acontecer de la vida y de las relaciones humanas, junto
con el carácter fragmentario del derecho penal (el cual, probable y precisamente en
relación con estos delitos, requiere una observancia mucho más escrupulosa),
refuerza la necesidad de que la protección de este bien jurídico haya de ser también
fragmentaria. Esto significa que solo deben ser objeto de protección penal algunas
facetas o manifestaciones de la intimidad, las más relevantes para las personas, e,
indudablemente, frente a las agresiones más intolerables contra ellas (645).

4. EL DERECHO A LA INTIMIDAD EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO

Teniendo en cuenta que el panorama que se presentaba era peligroso para la


persona, hubo necesidad de otorgar protección jurídica al ámbito de la intimidad, con
el convencimiento que es el rincón de la creatividad, de las ideas propias, de las
opiniones personales, en otras palabras, es el trampolín básico e indispensable para
el ejercicio de los demás derechos, resultando ser la expresión máxima del derecho
a la libertad y la posibilidad de un desarrollo armonioso de la persona en la
colectividad (644). Y, además, siguiendo posiciones doctrinarias mayoritarias, el
Perú comienza a reconocer y proteger la intimidad como tal, recién con la
Constitución de 1979 en el inciso 5 del artículo 2. Es decir, mientras que en Estado
Unidos se marca el inicio de la autonomía del derecho a la intimidad en 1890, en el
Perú, las normas relativas a este derecho recién se inician con la Constitución de
1979.

En aquel documento constitucional ya derogado, aparece por plimera vez


reconocido y regulado el derecho a la intimidad personal y familiar en nuestro
sistemajurídico. En esa línea, con la promulgación del Código Civil de 1984, al
regulado más específicamente, el legislador nacional le dio real presencia y
contenido en nuestro sistema jurídico. En efecto, en el artículo 14 del citado cuerpo
de leyes se indica que "la intimidad de la vida personal y familiar no puede ser
puesta de manifiesto sin el asentimiento de la persona o si esta ha muerto, sin el de
su cónyuge, descendientes, ascendientes o hermanos, excluyentemente y en este
orden".

Sin embargo, en la práctica resultaba evidente que las normas civiles por sí solas,
eran de escasa efectividad, pues la vulneración a la intimidad personal seguía su
curso inexorable en perjuicio de la personalidad de su titular, haciéndose uso para
ello de instrumentos, procesos técnicos o medios electrónicos. En tal sentido, el
legislador del Código penal de 1991, siguiendo las tendencias modernas del derecho
punitivo, no le quedó otra alternativa que incorporar el derecho a la intimidad como
un bien jurídico penal, es decir, como un interés factible de ser protegido
penalmente, pues su vulneración o puesta en peligro lesiona gravemente las
relaciones interpersonales en sociedad. Así, aparecen, varias conductas delictivas
en las cuales la intimidad es el bien jurídico protegido. Este acontecimiento se
presenta como toda una innovación en nuestro derecho Penal.

En efecto, en nuestro Código Penal encontramos el Título IV con el rótulo de "delitos


contra la libertad" y en este rubro, el Capítulo 11 con el nomen iuris de "violación de
la intimidad", donde aparecen diversas conductas delictivas, como son: vulnerar la
intimidad de la vida personal o familiar del agraviado, ya se observando, escuchando
o registrando un hecho, palabra, escrito o imagen, valiéndose de instrumentos,
procesos técnicos u otros medios parecidos; apareciendo como circunstancia
agravante el hecho de revelar lo conocido indebidamente y tener el sl~eto activo la
calidad de funcionario o servidor público. Otro hecho punible lo constituye el revelar
aspectos de la intimidad personal o familiar del agraviado, que conociera el sujeto
activo con motivo del trabajo que prestó a su víctima o a la persona a quien este le
confió, y finalmente, se ha tipificado como hecho punible cuando el agente,
indebidamente, organiza, proporciona o emplea cualquier archivo que tengan datos
referentes a las convicciones políticas o religiosas y otros aspectos de la vida íntima
de una o más personas, apareciendo como agravante la calidad del sujeto activo de
funcionario o servidor público, siempre que haya actuado dolosamente en el ejercicio
del cargo que desempeña.
Bramont-Arias Torres (645) sostiene que el criterio principal que ha llevado a regular
estas conductas en el Código Penal es el avance tecnológico alcanzado en nuestra
sociedad, el que hace posible que se realicen conductas dirigidas a afectar la
intimidad o a controlar a las personas.
En tal contexto, el legislador con la tipificación de las conductas citadas que afectan
la intimidad, pretende impedir en general la realización de dos situaciones
vinculadas entre sí en la tutela de la intimidad de las personas tanto privada o
familiar. Esto es, se pretende impedir la simple intrusión en la esfera privada como la
divulgación de cualquier acto a ella atinente. Se busca evitar que, por razones que
no responden a un interés social, se mantenga a la persona en constante inquietud o
zozobra con la realización de actos motivados únicamente por la injustificada e
intrascendente curiosidad de terceros. Y con el mismo propósito, se pretende
impedir el despliegue de diversas conductas por parte de terceros que supongan
indagar, escudriñar, husmear y entrometerse en la intimidad de la vida privada o
represente invasión, hurgamiemo o búsqueda indebida en bienes o propiedades de
la persona, sin que medie un público interés o en todo caso, el consentimiento del
afectado.

En otro aspecto, a efectos del análisis coherente de los tipos penales del Código
Penal de 1991, debe tenerse en cuenta que el derecho a la intimidad tiene como
únicos límites el consentimiento de la propia persona y la existencia de un interés
social prevaleciente. Esto es, la vulneración de la intimidad solo puede justificarse
por el asentimiento voluntario de la persona o, en todo caso, la existencia de un
interés social razonable.
Finalmente, en la Constitución de 1993, encontramos el inciso 7 del artículo 2 por el
cual el legislador equipara en el mismo nivel constitucional el derecho a la intimidad
con los derechos al honor, a la buena reputación, a la voz y el derecho a la imagen
propia. En efecto, aquel numeral prescribe que toda persona tiene derecho "al honor
y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así como a la voz y a la
imagen propia".

Toda persona afectada por afirmaciones inexactas en cualquier medio de


comunicación social, tiene derecho a que dicha información se rectifique en forma
gratuita, inmediata y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley.
Interpretando esta disposición constitucional se concluye que ella garantiza a todas
las personas el derecho a poseer intimidad, a tener vida privada, disponiendo de un
poder de control sobre la publicidad de la información relativa a la persona y a su
familia, con independencia del contenido de aquello que se desea mantener fuera
del conocimiento público. La Constitución garantiza el derecho al secreto, a ser
desconocido, a que los demás no sepan qué somos o lo que hacemos, vedando que
terceros, sean particulares o autoridades, decidan cuáles han de ser los lindes de
nuestra vida privada, pudiendo cada persona reservarse un espacio resguardado de
la curiosidad ajena, sea cual sea el contenido de ese espacio. De allí se deduce
también que el derecho a la intimidad garantiza al individuo un poder jurídico sobre
la información relativa a su persona o a la de su familia, pudiendo imponer a terceros
su voluntad de no dar a conocer dicha información o prohibiendo su difusión no
consentida lo que ha de encontrar sus límites, como es obvio, en los restantes
derechos fundamentales y bienes jurídicos constitucionalmente protegidos.

Asimismo, del precepto constitucional y a efectos del presente trabajo, resulta


importante advertir que si una persona es afectada en su intimidad ya sea personal o
familiar por afirmaciones inexactas o haciendo uso de un medio de comunicación
social, tiene derecho a que aquel se rectifique en forma gratuita, inmediata y
proporcional. Sin embargo, ello de ningún modo elimina o cancela el hecho punible
que puede haberse consumado. En otras palabras, así se rectifique la información
que afecta la intimidad, ello no elimina la comisión del delito perfeccionado,
quedando el agraviado en la facultad de recurrir a la autoridad jurisdiccional para
accionar penalmente.
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Subcapítulo 2

Violación de la intimidad

1. TIPO PENAL
El supuesto delictivo que responde al nomen iUr7s de violación de la intimidad,
aparece descrito debidamente en el tipo penal del artículo 154 del Código Penal en
los términos siguientes:

El que viola la intimidad de la vida personal o familiar ya sea observando,


escuchando o registrando un hecho, palabra, escrito o imagen, valiéndose de
instrumentos, procesos técnicos y otros medios, será reprimido con pena privativa
de libertad no mayor de dos años.

La pena será no menor de un año ni mayor de tres y de treinta a ciento veinte días
multa, cuando el agente revela la intimidad conocida de la manera antes prevista.
Si utiliza algún medio de comunicación social, la pena privativa de libertad será no
menor de dos ni mayor de cuatro años y de sesenta a ciento ochenta días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La figura delictiva de violación de la intimidad, recogida o descrita en el tipo penal del


artÍCulo 154 del código sustantivo, se configura cuando el sujeto activo o autor pone
en peligro, vulnera o lesiona la intimidad, o, mejor dicho, "aspectos o datos
sensibles" que conforman la intimidad personal o familiar del sujeto pasivo, mediante
la observación, escuchando o registrando un hecho, palabra, eSClito o imagen,
haciendo uso para ello, de instrumentos, procesos técnicos u otros medios.
Como se observa, el tipo penal hace uso de los verbos "observar", "escuchar" y
registrar, circunstancia que permite afirmar que el tipo penal recoge tres supuestos
delictivos que perfectamente pueden aparecer en la realidad concreta, por separado
o en forma conjunta:
a. La primera modalidad del delito de violación a la intimidad se configura
cuando el agente lesiona la intimidad personal o familiar del slúeto pasivo,
observando conductas íntimas que desarrolla aquel en su esfera privada, haciendo
uso, para ello, de instrumentos, procesos técnicos u otros medios. Ocurre, por
ejemplo, cuando el agente, haciendo uso de una larga vista, todas las mañanas,
observa a su vecina haciendo aeróbicos en ropa íntima, quien no tiene la menor idea
que viene siendo observada.
Javier Villa Stein (646) sostiene que la observación, además de dirigida, será la que
corresponde al propósito del agente de enterarse de lo que ocurre, es decir, atenta,
concentrada y hasta sostenida, pues una observación casualo esporádica, no puede
darse por subsumida en el tipo penal. En otros términos, se trata de una observación
intencional y no la circunstancial.
b. La segunda modalidad del delito de violación de la intimidad se configura o
aparece cuando el agente lesiona la intimidad personal o familiar de su víctima,
escuchando conversaciones de carácter o interés privado o familiar, utilizando
instrumentos, procesos técnicos u otros medios. Ocurre, por ejemplo, cuando el
agente haciendo uso de un micrófono miniaturizado que previamente ha colocado en
el comedor de sus vecinos, todos los días escucha las conversaciones familiares
que aquellos realizan al momento de ingerir sus alimentos.
c. y finalmente, una tercera modalidad de la conducta de violación de la
intimidad se evidencia cuando el agente lesiona la intimidad personal o familiar del
agraviado registrando, anotando, grabando o graficando mediante instrumentos,
procesos técnicos u otros medios, un hecho, palabra, escrito, imagen o datos
sensibles que pertenecen a la esfera o ámbito privado de aquel. Se evidencia, por
ejemplo, cuando el sl~eto activo, haciendo uso de un mini radiocasete, que
previamente coloca en el dormitorio de los agraviados, graba la conversación íntima
que tiene la pareja en el lecho matrimonial.

El legislador, al referirse a los medios con los cuales el sujeto activo puede
desarrollar sus conductas reprochables, generalizando, indica que puede ser
mediante "instrumentos, procesos técnicos u otros medios". Tales términos, sin
duda, sirven para subsumir todo tipo de mecanismos o medios que el avance de la
cibernética ha creado o vaya creando capaz de poner en peligro o lesionar la
intimidad personal o familiar de las personas. Estos pueden ser, por ejemplo, las
conexiones telefónicas secretas, interferencias telefónicas, micrófonos
miniaturizados, lentes telescópicos, cámaras de infrarrojos, aparatos que notan las
vibraciones de los cristales de las ventanas para oír conversaciones plivadas,
circuitos cerrados de televisión y ordenadores, fotografía, etc.
Un ejemplo real de la facilidad con que se puede afectar la intimidad de las personas
utilizando mecanismos electrónicos, lo constituye el caso judicial oliginado por el
reportaje televisivo titulado "las prostivedettes". En efecto, en aquel caso los autores
finalmente sentenciados por el delito de violación de la intimidad, premeditadamente
colocaron una cámara de filmación de manera oculta en la habitación de un hotel,
lugar al cual por medio de un "contacto" condujeron a la agraviada y le grabaron
desnuda manteniendo relaciones sexuales.

Otro aspecto a tomar en cuenta en los delitos contra la intimidad, es el referente a


que las conductas expuestas deben ser realizadas sin el consentimiento libre del
afectado, esto es, a efectos de la configuración de los supuestos delictivos, el
agraviado no debe haber prestado su consentimiento ni saber que el agente viene
observando, escuchando o registrando hechos o conductas pertenecientes a su
esfera o ámbito de su vida privada. Por el contralio, si se velifica que el sujeto pasivo
prestó su consentimiento libremente con la finalidad que el agente le observe,
escuche o registre aspectos o datos de su vida íntima, por aplicación del artículo 14
del Código Civil, la conducta será atípica y, por lo tanto, irrelevante penalmente. El
consentimiento como causa de atipicidad ha sido confirmada por el legislador del
Código Penal cuando en el artículo 158 prevé que estos delitos son perseguibles por
acción privada, esto significa que si el agraviado presta su consentimiento o, en todo
caso, después de la realización de la conducta ilícita presta su consentimiento, la
conducta será impune al no presentar denuncia. La autorización o consentimiento
del sujeto pasivo debe ser expresa y clara, no cabe alegar autorización tácita. La
renuncia a un derecho fundamental, como lo es la intimidad, no se presume, más
bien aquella debe ser concreta, clara y expresa.

En calidad de información y poner en evidencia las diferencias normativas, nos


parece necesario citar el inciso 1 del artículo 197 del Código Penal español de 1995,
el mismo que recoge el tipo básico de los delitos contra la intimidad. En efecto, el
Código español configura el delito de violación de la intimidad personal o familiar en
los siguientes términos: "El que, para descubrir los secretos o vulnera la intimidad de
otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo
electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales o intercepte sus
telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o
reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación,
será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y con multa de doce a
veinticuatro meses".
2.1. Agravantes del delito de violación de la intimidad

Los párrafos segundo y tercero del tipo penal en análisis, recogen dos circunstancias
que agravan el delito de violación de la intimidad. Las agravantes aparecen cuando
el agente, revela o hace público los hechos o conductas observadas, escuchadas o
registradas haciendo uso de instrumentos o procesos técnicos. En efecto, tenemos:
a. Cuando el agente revele la intimidad. El segundo párrafo del tipo penal en
hermenéutica jurídica recoge la circunstancia agravante que se configura cuando el
agente revela, manifiesta, expone, declara o comunica a otra persona los hechos o
conductas de la vida íntima del sujeto pasivo que ha conocido en forma ilegal
haciendo uso de instrumentos o procesos técnicos. La agravante se justifica
plenamente por el mayor daño que se ocasiona al titular de la intimidad personal o
familiar.
b. Cuando el agente utilice los medios de comunicación social para revelar la
intimidad. El tercer párrafo del tipo penal del artículo 154 del código sustantivo
recoge la circunstancia agravante que se configura cuando el agente publica o,
mejor dicho, hace de conocimiento público los hechos o conductas de la vida Íntima
de la vÍCtima sin contar con su consentimiento, empleando para ello los medios de
comunicación social masiva. Ocurre, por ejemplo, cuando el sujeto activo hace
conocer aspectos Íntimos del agraviado por medio de la radio, la televisión, los
periódicos, etc.
El uso de los medios de comunicación masiva, hace más reprochable la conducta
del agente, pues la intimidad de la vÍCtima se verá más afectada cuando mayor sea
el número de personas que la conocen.
El derecho vivo y actuante ha tenido ya la oportunidad de pronunciarse al respecto
en un caso relevante y, por tanto, de conocimiento de la sociedad civil. En efecto,
por Ejecutoria Suprema del 28 de abril de 2005, la Primera Sala Penal Transitoria de
la Suprema Corte ha sostenido que "en el caso materia de incriminación se
evidencia una injerencia ilegítima a la intimidad; pues, el reportaje televisado "Las
prostivedettes" exhibe a Mónica (. .. ) manteniendo relaciones sexuales con una
persona de sexo masculino. Que filmaciones de tal naturaleza constituyen formas de
cómo se puede penetrar y quebrar las fronteras del entorno de la intimidad propia de
cada persona, ya que evidentemente no era una información de interés público. Más
reprobable y desvalorada resulta la conducta sub examen, al haber reconocido los
propios sentenciados que provocaron el encuentro sexual instruyendo al llamado
"contacto" para que oficie de instigador" (647).
Finalmente, respecto de las circunstancias agravantes, debe quedar establecido que
según la redacción del segundo y tercer párrafo del tipo penal del artÍCulo 154, el
agente debe revelar o publicar la intimidad conocida de la manera prevista en el tipo
básico, es decir, en forma ilÍCita. En consecuencia, no se comete hecho punible
cuando después de observar, escuchar o registrar conductas o hechos referentes a
la intimidad personal o familiar de una persona, contando para ello con su
consentimiento, se revela a un tercero o se hace público haciendo uso de los medios
de comunicación masiva sin tener el consentimiento de aquel para su publicación.
De esa forma, por ejemplo, no comete el injusto penal de violación de la intimidad el
sujeto que con el consentimiento del afectado, grabó una conversación referente a
su esfera Íntima y después, por diversas razones y sin tener el consentimiento de
aquel, lo hace público por medio de la radio.

2.2. Bienjurídico protegido

El bien jurídico tutelado lo constituye el derecho a la intimidad personal entendida en


dos aspectos perfectamente diferenciables: la intimidad personal interna, que lo
constituye el espacio espiritual únicamente asequible al titulal~ y la intimidad
personal externa, que lo conforma el espacio espiritual asequible a quienes aquel
titular desee (la que afecta a familiares y amigos) para desarrollar su formación y
personalidad como ser humano.
En concreto, con la tipificación del delito de violación de la intimidad, el Estado
pretende o busca proteger el derecho a la intimidad de las personas, es decir, el
Estado busca cautelar la facultad que le asiste a toda persona de tener un espacio
de su existencia para el recogimiento, la soledad, la quietud, evitando las
interferencias de terceras personas, así como la divulgación de hechos reservados
para sí, permitiendo un desarrollo libre y autónomo de su personalidad.
También se pretende proteger la intimidad familiar, entendida como la facultad que
le asiste a toda unidad familiar de tener una esfera de intimidad para su normal
desenvolvimiento sin la interferencia de personas ajenas al gmpo familiar. Lo
constituye el espacio de un gmpo de personas que conforman una familia que han
decidido reservar para ellos, cuyas manifestaciones identifican al gmpo. Se conoce
comúnmente como la vida privada de la familia.

2.3. Sujeto activo

Agente, de las conductas descritas puede ser cualquier persona, el tipo penal no
exige que este goce de alguna condición o cualidad especial. Es obvio que cuando
afirmamos que puede ser cualquier persona nos referimos a todas aquellas
personas susceptibles de se atlibuidas conductas delictivas o, mejor dicho, aquellas
que tienen capacidad para asumir responsabilidad penal.
Cabe mencionar que incluso pueden ser sujetos activos los funcionarios o servidores
públicos, con la única diferencia que, como veremos más adelante, su conducta
aparece tipificada en ~l tipo penal del artículo 155 del C.P. como agravante de las
conductas.

2.4. Sujeto pasivo

Víctima, agraviado o sujeto pasivo de las conductas tipificadas en el tipo penal del
artículo 154 del C.P. también puede ser cualquier persona individual o un gmpo de
personas que conforman una familia.
Aun cuando es obvio, resulta pertinente dejar expresado que, muy bien, puede
constituirse en sujeto pasivo o víctima del delito contra la intimidad un personaje
público, el mismo, que como es lógico, tiene un margen de intimidad más reducido
que cualquier ciudadano común y corriente que desarrolla su vida al margen de la
publicidad y de las actividades públicas. "Sin embargo, ningún personaje público
pierde totalmente su derecho a la intimidad, salvo que haga una renuncia expresa a
determinados acontecimientos que voluntariamente, los pone a conocimiento del
público o admite la intromisión" (648).

Por otro lado, resulta necesario afirmar que una persona jurídica no es susceptible
de convertirse en sujeto pasivo del delito de violación de la intimidad, ello por
exclusión expresa del tipo penal en exégesis que habla de "intimidad personal o
familiar" refiriéndose solo a una persona natural.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la estructura del tipo penal se evidencia con claridad meridiana que se trata de
un delito de comisión dolosa. Ello significa que el agente debe conocer
perfectamente que observa, escucha o registra hechos o conductas íntimas del
agraviado sin su consentimiento, sin embargo, voluntariamente decide actuar en
perjuicio evidente de la víctima. Saber si el agente conocía que actuaba ilícitamente
o en forma indebida corresponderá al elemento culpabilidad. Esto es, determinar si
el agente conocía la ilicitud o antijuridicidad de su conducta típica y antijurídica,
correspondería a la etapa de la culpabilidad.

De acuerdo con ello, no es posible que las conductas analizadas se materialicen en


la realidad concreta por actos culposos. Tampoco aparece alguna modalidad del
hecho punible de violación de la intimidad cuando determinada persona por una
casualidad o en forma circunstancial no preparada, observa escenas íntimas del
agraviado.
Considero que es posible se presente un error de tipo cuando el agente obre en la
creencia que el sujeto pasivo que a prestado su consentimiento para observarle,
escucharle o registrarle aspectos de su intimidad.

4. ANTIJURIDICIDAD

No hay inconveniente en aceptar que en la conducta típica atribuida a una persona,


concurra alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código
Penal. Resulta importante precisar que en este delito, el consentimiento no
constituye causa de justificación, pues ya hemos tenido oportunidad de indicar que
el consentimiento de la víctima se constituye en causal de atipicidad. Esto es, el
consentimiento del afectado desvirtúa que el hecho sea típico. De modo que si no
hay tipicidad, resulta imposible pasar a analizar el segundo aspecto del hecho
punible como lo es la antijuridicidad.
En el caso judicial derivado del reportaje televisivo denominado las "prostivedettes",
el abogado defensor de los procesados, entre uno de sus argumentos de defensa,
alegó la concurrencia de una causa de justificación sosteniendo que "el trabajo
pel;odístico de vedettes dedicadas a la prostitución clandestina es un acto de
ejercicio del derecho a la libertad de prensa". No obstante, por Ejecutoria Suprema
del 28 de abril 2005, la Suprema Corte dejó establecido en forma atinada que" la
difusión televisiva de las escenas sexuales íntimas de la agraviada, no estaban de
ningún modo justificadas por una exigencia informativa, en cuanta se estima que el
derecho de información tiene relevancia jurídica solamente en los límites de la
utilidad social y de la esencialidad y modales civilizados de la noticia. Con tales
parámetros no se trata de "bloquear" la expresión de la libertad fundamental de la
información, sino por el contrario, apoyados en el Código deontológico de los
periodistas, hacer que ella se desenvuelva según las características que le son
propias, actuando así el balance de los intereses contrapuestos (. .. ). La doctrina
informa además que, el derecho de información no es absoluto, pues ningún
derecho lo es, y ha de coexistir-pacíficamente- con otros derechos fundamentales.
En efecto, a partir de la Constitución Política se establece que, cuando del ejercicio
de tales libertades resulten afectados la intimidad y honor de las personas, nos
encontramos ante un conflicto de derechos, ambos de rango fundamental, que para
resolverla deberá recurnrse a los baremos siguientes: a) la no existencia de
derechos fundamental abstractos, ni de límites absolutos de estos, b) la delimitación
de derechos enfrentados, distinguiendo entre la libertad de información y de
expresión, por un lado, y el derecho a la intimidad personal, por otro, c) la
importancia de los criterios de ponderación y, d) la especial consideración de
penetrar, dolosa y abusivamente, en la intimidad personal. En tal virtud, en lo que se
refiere a este derecho, y su relación con el derecho a la información, ciertamente los
preceptos del Código Penal conceden una amplia protección a la primera, mediante
la tipificación contenida en el artículo ciento cincuenta y cuatro, protección que se
sustenta y responde a los valores consagrados en la Constitución Política( ... );' por
consiguiente, a la hora de ponderar el derecho a la información periodística frente al
de intimidad -como en el caso de autos-, se ha de considerar tres criterios
convergentes: el tipo de libertad ejercitada, el interés público existente, y la condición
de personaje público o privado del ofendido; añadiéndose además el especial "peso
específico de los principios ideológicos de una verdadera sociedad democrática ".
(. .. )Si la información no es de interés público -no estamos pues ante un hecho
noticiable- se invierte lógicamente la prevalencia del derecho a la información sobre
el derecho a la intimidad, con independencia de que la persona afectada sea pública
o privada. Se protegen, pues, las relaciones privadas cuyo interés para la formación
de la opinión pública de una sociedad democrática, es nulo. El criterio de prevalencia
de la formación de la opinión pública actúa cuando se ejerce por causes normales,
caso contrario, declina el valor preferente del derecho a la información. Desaparece
por tanto el fundamento de la prevalencia y, por ende, la prevalencia misma" (649).
(649) R. N. Nº 3301-04-Lima. Resulta importante señalar que, contra los vocales
supremos autores de la citada Ejecutoria, los sentenciados Medina Vela y Guerrero
Orellana interpusieron hábeas corpus pretendiendo justificar su acción delictiva
alegando el ejercicio del derecho de información en tanto periodistas, el mismo que
por resolución del17 de octubre de 2005, según el Expediente Nº 6712-2005-HCrrC,
el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, fue declarado infundado
y más bien, se sancionó a los recurrentes con multa equivalente al 20 URP,
imponiéndoseles el pago de costas y costos del proceso como consecuencia de su
acción temeraria al presentar una demarda absolutamente inviable. Ello debido que
en la misma sentencia el Tribunal de manera ejemplar sostuvo que "no puede
permitirse que se utilice dispendiosa y maliciosamente los recursos procesales que
tiene a su disposición cualquier justiciable, lo que a su vez, acarrea una desatención
de otras causas que merecen atención, y que, por analizar casos como el planteado,
deben esperar una respuesta más lenta de la que podría haberse realizado si es que
no estuviesen permitidas actuaciones como la realizada por los recurrentes".

5. CULPABILIDAD

Si el operador jurídico verifica que en la conducta no concurre alguna causa de


justificación, estará ante una conducta típica y antijurÍdica lista para ser atribuida
penalmente a su autor. Correspondiendo en seguida analizar si el agente reúne las
condiciones para asumir penalmente su responsabilidad por el injusto penal
verificado. Se analizará si el agente es imputable si al momento de actuar conocia la
antijuridicidad de su conducta. Se verificará si el agente conocia que estaba
actuando ilícitamente, es decir, en contra de la prohibición legal. En caso de
determinarse que el agente actuó en la firme creencia que lo hacia en forma lícita, es
posible que estemos ante un error de prohibición. Y finalmente, deberá determinar si
el agente al momento de actuar tenía otra alternativa factible a la de cometer el
injusto penal.

6. CONSUMACIÓN

Las conductas tipificadas en el tipo penal en exégesis se perfeccionan en el


momento que el agente observa, escucha o registra hechos o conductas que
pertenecen al ámbito Íntimo de la víctima. No interesa la extensión o duración de la
observación, escucha o registro de aspectos Íntimos del agraviado. Basta que el
agente haya empezado a materializar las conductas prohibidas para estar ante un
delito consumado. A efectos de la consumación del delito es irrelevante, por
ejemplo, que el agente haya grabado o filmado una conversación Íntima de una
familia por espacio de dos minutos o por dos horas.

De la redacción del tipo penal, se evidencia también que a efectos de la


consumación no es necesario que el agente revele o haga público las conductas o
hechos de carácter íntimo conocidos ilegalmente, pues es suficiente que se viole la
intimidad familiar o personal del afectado. Si llega a revelarse o publicarse los
aspectos íntimos conocidos en forma ilícita, se configurará una circunstancia
agravante, la misma que motiva mayor pena a imponer al agente.
En suma, se trata de un delito de mera actividad, es decir, no se requiere que el
autor persiga o consiga alguna finalidad, tampoco se requiere que la víctima pruebe
que su intimidad ha sido seriamente afectada para configurarse el delito. Para ello,
solo es suficiente que el agente realice alguno de los actos previstos en el tipo penal,
ya sea observar, escuchar o registrar.

7. TENTATIVA

De la estructura del tipo penal se concluye que se trata de un delito de resultado y,


por lo tanto, es factible que el desarrollo de las conductas ilícitas se quede en grado
de tentativa. En efecto, estaremos frente a un tipo de realización imperfecta cuando
el agente realice los actos necesarios para violar la intimidad del sujeto pasivo, pero
no llega a lograr su objetivo. Ocurrirá, por ejemplo, cuando el agente ha colocado
micrófonos miniaturizados en el dormitorio de la víctima con la finalidad de escuchar
conversaciones íntimas, sin embargo, casualmente, la víctima llega a descubrir los
aparatos evitando, de ese modo que el agente logre su objetivo.
No le falta razón a Villa Stein (650) cuando sostiene que si el agente sin penetrar
físicamente el ámbito territorial íntimo prepara dispositivos de observación a
distancia, con el propósito, pero sin iniciar la conducta del tipo, por estar ausente la
víctima, se estaría ante actos preparatorios no punibles.

8. PENALIDAD

El tipo penal debidamente dispone que al tratarse de una de las conductas


tipificadas en el tipo básico del artículo 154, la pena a imponerse al agente será no
menor de dos días ni mayor de dos años.
En caso de la agravante tipificada en el segundo párrafo del tipo penal citado, se
impondrá al autor una pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres
años, unido a ello, de treinta a ciento veinte días multa. Finalmente, en caso de la
agravante prevista en el tercer párrafo del tipo penal en análisis, se impondrá pena
privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años, adicionando la pena,
de sesenta a ciento ochenta días multa.
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Subcapítulo 3

Violación de la intimidad agravada por la calidad del autor

1. TIPO PENAL

La conducta delictiva agravada del delito de violación de la intimidad aparece


recogida en el tipo penal del artículo 155 del modo siguiente:
Si el agente es funcionario o servidor público y, en ejercicio del cargo, comete el
hecho previsto en el artículo 154, la pena será no menor de tres ni mayor de seis
años e inhabilitación conforme al artículo 36 inciso 1, 2 Y 4.

2. ANÁLISIS DEL SUPUESTO LEGAL

De la estructura del tipo penal, se evidencia que constituye una circunstancia


agravante de las conductas tipificadas en el tipo penal del artículo 154. Las
conductas delictivas ya analizadas se agravarán por la calidad del agente. En efecto,
las conductas de observar, escuchar o registrar hechos o conductas, en forma ilegal,
de carácter Íntimo personal o familiar se agravaran cuando el agente tiene la calidad
de funcionario o servidor público. De ese modo, para saber qué personas se
constituyen en funcionarios o servidores públicos para la ley penal no queda otra
alternativa que recurrir al artículo 425 del Código Penal. En efecto, allí se expresa
que se consideran funcionarios o servidores públicos los que están comprendidos en
la carrera administrativa, los que desempeñan cargos políticos o de confianza,
incluso si emanan de elección popular; todo aquel que independientemente del
régimen laboral en que se encuentre, mantiene vínculo laboral o contractual de
cualquier naturaleza con entidades u organismos del estado y que en virtud de ello
ejerce funciones en dichas entidades u organismos; los miembros de las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional y los demás que indicados por la Constitución Política
del Estado.

No obstante, la conducta no se agrava por el simple hecho de constatar que el


sujeto activo es un funcionario o servidor público, sino que, la conducta punible debe
ser realizada en el ejercicio del cargo que ostenta aquel. Esto significa que el agente
debe actuar cuando se encuentra laborando o cumpliendo sus funciones normales
correspondientes a su cargo. Caso contralio, si el funcionario o servidor público
comete los hechos punibles previstos en el tipo penal del artículo 154, fuera del
ejercicio normal del cargo que ostenta, no se configura la agravante.
En consecuencia, para subsumir un hecho a la figura agravada prevista en el tipo
penal del artículo 155 será necesario verificar dos circunstancias importantes:
primero, que el agente sea funcionario o servidor público y segundo, que el agente
realice el ilícito penal en el ejercicio de su cargo. Las dos circunstancias deben ser
concurrentes, a falta de una de ellas la agravante no aparece.
Por ejemplo, no se configurará la agravante cuando un servidor público
aprovechando su mes de vacaciones, en forma ilegal, se dedica a filmar la vida
íntima de sus vecinos.
Finalmente, para la configuración de la agravante es irrelevante verificar si el agente
ha revelado o publicado haciendo uso de los medios de comunicación masiva, la
vida íntima que ha conocido ilegalmente. Basta constatar que el agente en forma
ilegal a observado visualmente, escuchado o registrado de cualquier manera un
hecho, actividad, imagen, palabras o escritos que tienen que ver con al intimidad
personal o familiar del agraviado, para configurarse el delito agravado.

3. PENALIDAD

Al tratarse de una conducta agravada por la calidad del agente, la pena que se
impondrá al agente después de un debido proceso, será privativa de libertad no
menor de tres ni mayor de seis años e inhabilitación conforme al artículo 36, incisos
1, 2 y 4, según sea el caso.

Subcapítulo 4

Revelación de la intimidad conocida por motivos de trabajo

l. TIPO PENAL

El hecho punible de revelación de la intimidad conocida por motivos de trabajo que


el agente prestó a la víctima, aparece descrito en el tipo penal del artículo 156 del
Código Penal que ad pedem litterae señala:
El que revela aspectos de la intimidad personal o familiar que conociera con motivo
del trabajo que prestó al agraviado o a la persona a quien este se lo confió, será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de un año.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El hecho punible de violación de la intimidad por revelación de aspectos Íntimos, se


evidencia cuando el agente que tiene o, a tenido una relación de dependencia
laboral con el sujeto pasivo, revela, expone, publica o divulga a terceras personas,
aspectos o datos sensibles de la intimidad personal o familiar de aquel, a los cuales
ha tenido acceso por razones del trabajo que realizó para aquel o para un tercero
que conoCÍa aquellos aspectos de la víctima por haberlos confiado. En otras
palabras, el comportamiento prohibido consiste en revelar o divulgar aspectos
Íntimos del agraviado que conociera el agente con motivo del trabajo que prestó a
aquel o a la persona a quien este le confió.

En aquel sentido, Javier Villa Stein (651) asevera que la conducta típica del actor es
la de dar a conocer o divulgar a terceras personas aspectos de la vida Íntima de la
víctima o su familia, conocidos por el agente con motivo del trabajo que prestó al
agraviado o a la persona a quien este confió.

La conducta prohibida se realizara por la revelación de aspectos de la intimidad


personal o familiar, a los que ha tenido acceso el sujeto activo, sin necesidad de
realizar algún acto para obtenerlos, dado que ello tuvo lugar por los actos propios del
trabajo que realiza a favor del agraviado o a favor de una tercera persona a la que el
agraviado le confió (652).
No obstante, no es suficiente con que se verifique que el o sujeto activo trabaja o
trabajó a favor del agraviado para poderle imputar o atribuir el delito en análisis, es
necesario verificar si las cuestiones Íntimas que ha revelado las conoció por efectos
mismo del desempeño de su trabajo. En consecuencia, de concluirse que el actor
tuvo acceso a los aspectos de la intimidad personal o familiar que ha revelado, por
circunstancias ajenas a las de su trabajo, su conducta no se subsumirá al supuesto
de hecho del tipo penal en sede sino en otro.
2.1. Supuestos delictivos

Teniendo claro lo anterior, se entiende que por la forma como se ha tenido acceso a
los aspectos pertenecientes a la esfera Íntima del agraviado, pueden presentarse
hasta tres supuestos delictivos:
Primero, cuando el agente revela aspectos de la intimidad personal o familiar a los
cuales ha tenido acceso por el desempeño propio de su trabajo que realizó a favor
del agraviado.

Segundo, cuando el sujeto activo revela aspectos de la intimidad personal o familiar


a los cuales ha tenido acceso por que le fueron informados directamente por el
agraviado cuando prestaba trabajo para aquel.
Tercero, cuando el autor revela aspectos de la intimidad personal o familiar a los
cuales ha tenido acceso por trabajar a favor de una tercera persona al cual les confió
el sujeto pasivo.

Finalmente, resulta pertinente insistir que si el sujeto pasivo ha prestado su


consentimiento para la revelación de cuestiones íntimas que ha conocido el sujeto
activo con motivo de su trabajo, no aparecerá el delito. La revelación de la intimidad
contando con el consentimiento del afectado, constituye una conducta atípica y, por
tanto, constituye una conducta irrelevante penalmente.

2.2. Bien jurídico protegido

Como en todas las figuras delictivas tipificadas dentro del Capítulo 11 rotulado como
"delitos contra la intimidad", del Título IV del Código Penal, el bien jurídico que se
pretende resguardar o proteger lo constituye el derecho a la intimidad personal o
familiar de las personas.

El derecho a la intimidad personal se entiende como aquella facultad que tenemos


las personas de poseer un espacio de nuestra existencia para la soledad y la
quietud, y, de ese modo, desarrollar nuestra personalidad sin la interferencia de
terceros. Mientras que intimidad familiar se entiende como aquel derecho que posee
todo grupo de personas que conforman una familia de tener una esfera o ámbito
privado para desarrollar sus relaciones familiares sin la intervención de terceros
ajenos a la familia. Nadie tiene derecho a saber de los problemas internos de una
familia, si uno o varios de sus integrantes no lo revelan.

Sin duda, toda persona que trabaja para otra tiene la obligación de guardar los
aspectos o situaciones íntimas de aquella o su familia que ha conocido por efectos
propios Gel desempeño de sus labores.

2.3. Sujeto activo

Sujeto activo, puede ser cualquier persona, con la única condición de que haya
trabajado a favor del agraviado o a favor de un tercero a la que el agraviado le confió
aspectos de su intimidad. En consecuencia, una persona que no haya tenido o no
tiene relación laboral con el agraviado, de ningún modo podrá cometer el delito,
adecuándose su conducta a otra figura delictiva si fuera el caso.

2.4. Sujeto pasivo

Agraviado o víctima de la figura delictiva en sede, puede ser cualquier persona


natural. No se requiere que esta reúna alguna condición especial.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la estructura del tipo penal se evidencia que se trata de un hecho punible de


comisión dolosa. No cabe la comisión por culpa de parte del sujeto activo. Esto
significa que si determinada persona por imprudencia revela aspectos íntimos que
ha conocido por efectos de su trabajo en favor de la víctima, no cometerá delito. Su
conducta es atípica.
El tipo penal, para su materialización, exige la presencia ineludible del elemento
subjetivo de dolo. Es decir, el agente tiene pleno conocimiento que está revelando
aspectos íntimos que ha conocido con motivo de su trabajo a favor del agraviado, y,
voluntariamente actúa. Es irrelevante para el perfeccionamiento del injusto penal
conocer los móviles u objetivos que motivan al actor.

4. ANTIJURIDICIDAD

No hay inconveniente en aceptar que en la conducta típica atribuida a una persona,


concurra alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código
Penal. Resulta importante precisar que en este delito, el consentimiento no
constituye causa de justificación, pues ya hemos tenido oportunidad de indicar que
el consentimiento de la víctima se constituye en causal de atipicidad.

5. CULPABILIDAD

Si el operador jurídico verifica que en la conducta no concurre alguna causa de


justificación, estará ante una conducta típica y antijurídica lista para ser auibuida
penalmente a su autor. Correspondiendo en seguida analizar si el agente reúne las
condiciones para asumir penalmente su responsabilidad por el injusto penal
verificado. Se analizará si el agente es imputable, si conocía la antijuridicidad de su
conducta y, finalmente, deberá determinar si el agente al momento de actuar tenía
otra alternativa factible a la de cometer el injusto penal.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

En esta modalidad el delito de violación de la intimidad se perfecciona en el mismo


momento que el agente revela, publica, expone o divulga a terceros, aspectos o
cuestiones de la vida íntima del sujeto pasivo a los cuales tuvo acceso por motivos
de la realización de un trabajo que prestó o presta a favor de aquel. No es necesario
que sean varios los terceros a los que se hace conocer la intimidad de la víctima
para estar ante la figura delictiva consumada, basta que sea un solo tercero para
perfeccionarse el injusto penal.
Al tratarse de una conducta delictiva de lesión, es factible que el tipo se quede en
realización imperfecta.
7. PENALIDAD

Del contenido del artículo 156 del Código Penal se evidencia que el agente del delito
será merecedor de una pena privativa de libertad no menor de dos días ni mayor de
un año.
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Subcapítulo 5
Organización y empleo ilícito de archivos políticos o religiosos

1. TIPO PENAL

El delito de organizar, proporcionar o emplear de modo ilícito archivos que


contengan datos de convicciones políticas, religiosas u otros aspectos de la vida
íntima, aparece debidamente descrito en el tipo penal del artículo 157 del Código
Penal de la manera siguiente:
El que, indebidamente, organiza, proporciona o emplea cualquier archivo que tenga
datos referentes a las convicciones políticas o religiosas y otros aspectos de la vida
íntima de una o más personas, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de un ni mayor de cuatro años.
Si el agente es funcionario o servidor público y comete el delito en ejercicio del
cargo, la pena será no menor de tres ni mayor de seis años e inhabilitación conforme
al artículo 36, incisos 1, 2 Y 4.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Este hecho punible se configura cuando el agente organiza, proporciona o emplea,


indebidamente, archivos que contienen datos referentes a las convicciones políticas
o religiosos y otros aspectos de la vida íntima del agraviado o sujeto pasivo.
De ese modo, con claridad se evidencia que el tipo penal contiene o tipifica varias
conductas delictivas independientes, las mismas que pueden presentarse por sí
solas en la realidad, aun cuando la finalidad del agente sea el mismo: lesionar las
convicciones políticas o religiosas de la víctima o, en todo caso, lesionar la intimidad
del agraviado. Se trata de modalidades en que puede cometerse el delito. En efecto,
del tipo penal podemos desprender hasta nueve supuestos delictivos, así tenemos:
a. Organizar archivos con datos referentes a convicciones políticas. La conducta
delictiva se configura cuando el sujeto activo indebidamente organiza, agrupa,
selecciona u ordena un archivo con datos exclusivos referentes a las convicciones
políticas del st~eto pasivo. Todas las personas tenemos ideas o posiciones políticas
diferentes en determinados aspectos que, muchas veces, por diversas
circunstancias se mantienen ocultas para los demás. En consecuencia, si el agente,
sin contar con el consentimiento del afectado, organiza sus convicciones o posición
política, habrá perfeccionado el delito.
b. Organizar archivos con datos referentes a convicciones religiosas. El
supuesto delictivo se evidencia cuando el agente indebidamente organiza, ordena o
selecciona un archivo con datos exclusivos referentes a las convicciones religiosas
del agraviado. Todas las personas tenemos ideas o posicio'nes religiosas diferentes
a los demás en determinados aspectos que, muchas veces, por diversas
circunstancias se mantienen ocultas. En consecuencia, si el agente organiza las
convicciones o posición religiosa del agraviado sin contar con su consentimiento,
habrá perfeccionado el delito.
c. Organizar archivos con datos referentes a la vida íntima de las personas. El
injusto penal se configura cuando el autor ilícitamente agrupa, selecciona, ordena u
organiza un archivo con datos exclusivos referentes a la vida privada e íntima del
agraviado.
d. Proporcionar archivos con datos referentes a convicciones políticas. La
conducta prohibida aparece cuando el sujeto activo indebidamente proporciona,
entrega, cede, otorga, suministra o facilita a una tercera persona, un archivo que
contiene datos exclusivos referentes a la esfera privada del agraviado.
e. Proporcionar archivos con datos referentes a convicciones religiosas. El
supuesto ilícito se configura cuando el actor ilícitamente cede, proporciona, entrega,
suministra, otorga o facilita a una tercera persona un archivo que contiene datos
referentes a las convicciones religiosas del sujeto pasivo.
f Proporcionar archivos con datos referentes a la vida íntima de las personas. El
injusto penal se evidencia cuando el agente sin justificación valedera entrega,
facilita, otorga, cede, o proporciona a una tercera persona un archivo que contiene
material referente a la vida privada e íntima del sujeto pasivo.
g. Emplear archivos con datos referentes a convicciones políticas. La conducta
ilícita se configura cuando el agente sin amparo legal legítimo utiliza, usa o emplea
un archivo que contiene datos referentes a las convicciones políticas del agraviado.
Aquí el móvil o finalidad del agente es intrascendente.
h. Emplear archivos con datos referentes a convicciones religiosas. El supuesto
punitivo aparece cuando el autor ilegalmente usa, emplea o utiliza un archivo que
contiene datos referentes a las ideas o convicciones religiosas de la víctima. La
finalidad que persigue el agente es irrelevante.
i. Emplear archivos con datos referentes a la vida íntima de las personas.
Finalmente, esta figura delictiva se evidencia cuando el sujeto activo indebidamente
utiliza, usa o emplea en beneficio personal un archivo que contiene material
referente a la esfera privada e íntima del agraviado.
En los supuestos delictivos que se configuran cuando el agente organiza un archivo,
se entiende que no existe ningún archivo previo referente a las convicciones
políticas, religiosas o datos referentes a la vida privada del sujeto pasivo, sino, mas
bien, es aquel quien lo organiza con datos que pueden encontrarse dispersos en
determina institución pública, por ejemplo.

Respecto de los supuestos que se configuran con los verbos "proporcionar" o


"emplear" se entiende que previamente existe un archivo ya organizado. La
diferencia radica en el sentido de que mientras se realiza la acción de proporcionar,
interviene una tercera persona quien puede o no utilizar el archivo; cuando se realiza
la acción de emplear, es el propio sujeto activo el que utiliza el archivo sacando
algún beneficio. No obstante, no es necesario que el agente saque algún provecho
con el empleo o uso del archivo. Basta que se verifique el empleo o uso del archivo
para configurarse el ilícito penal en comentario. En suma, es irrelevante determinar
si con el empleo de un archivo con datos especificados en el tipo penal, el sujeto
activo ha obtenido algún beneficio personal o patrimonial.

Por lo demás, respecto de la tipicidad objetiva del ilícito penal en sede, debe
precisarse que las acciones de organizar, proporcionar o emplear cualquier archivo
con datos referentes a las convicciones políticas o religiosas y otros aspectos de la
vida íntima de una o más personas, deben ser realizadas por el agente en forma
ilegal, indebida, ilegítima o ilícita, esto es, aquel debe actuar sin ningún amparo legal
ni justificación valedera. Caso contrario, de establecerse que el agente actúo de
modo legítimo o, en todo coso, con el consentimiento del afectado, la conducta será
atípica y por tanto, irrelevante penalmente.

Finalmente, debemos concluir reiterando, con Bramont-Arias y GarcÍa Cantizano


(655), que con la figura delictiva en análisis, el legislador castiga al sujeto activo, no
porque haya realizado actos necesarios para recolectar datos referentes a la
intimidad del sujeto pasivo, sino porque, de alguna manera, se aprovecha de esos
datos archivados, ya sea organizándolos, proporcionándolos a terceros o
empleándolos.

2.1. Conducta agravada por la calidad del agente

El segundo párrafo del artÍCulo 157 del C.P. prescribe que los supuestos analizados
se agravan para efectos de mayor sanción punitiva, cuando el agente tiene la
calidad de funcionario o servidor público y a la vez, ha actuado dentro del ejercicio
de sus funciones al desempeñar el cargo que ostenta. En efecto, queda claro que no
se agrava la conducta por la simple verificación que el agente es o fue funcionario o
servidor público al momento de la perpetración del injusto penal, sino que resulta
ineludible, verificar si lo hizo en el desempeño normal de su cargo. De verificarse
que la conducta prohibida lo realizó durante el tiempo que se encontraba suspendido
en su cargo, no aparecerá la circunstancia agravante.
Aquí, se evidencia que la presente figura delictiva puede confundirse con el delito"
de abuso de autoridad previsto en el tipo penal del artículo 376 del Código Penal, sin
embargo, la diferencia, si no es por el género es por la especie. En el tipo penal del
artículo 157 del C.P. se pretende tutelar las convicciones políticas o religiosas y
aspectos de la vida íntima de las personas.

2.2. Bien jurídico protegido


De la redacción misma del tipo penal se evidencia que el bien jurídico que se
pretende tutelar lo constituyen las convicciones políticas, religiosas y la intimidad de
las personas.

Se entiende por convicciones políticas o religiosas, las creencias que toda persona
tiene respecto de la vida política o religiosa. Por ejemplo, unos son socialistas, otros
liberales, aquellos pueden ser apolíticos, etc.
Se pretende tutelar penal mente los derechos debidamente reconocidos a nivel
constitucional en los incisos 7 y 17 del artículo 2 de la Carta Política de 1993. El
inciso 7 indica que toda persona tiene derecho entre otros aspectos a la intimidad
personal y familiar. En tanto que el inciso 17 indica que toda persona tiene derecho a
mantener reserva sobre sus convicciones políticas, filosóficas, religiosas o de
cualquier otra índole, así como a guardar el secreto profesional.
De tal modo, cuando indebidamente se organiza, proporciona o emplea un archivo
que contiene datos referentes a los aspectos que prescriben los dispositivos
constitucionales citados, se estará vulnerando los bienes jurídicos protegidos.

2.3. Sujeto activo

Al iniciar el tipo básico con la frase "el que ( ... ) ", evidencia que agente, de
cualquiera de los supuestos delictivos analizados, puede ser cualquiera, incluido los
funcionarios o servidores públicos. Como volvemos a insistir, para configurarse la
circunstancia agravante, el actor, que debe tener la condición de func;ionario o
servidor público, tiene que realizar la conducta prohibida en pleno ejercicio de las
funciones propias del cargo que ostenta.

2.4. Sujeto pasivo

La frase de "( ... ) una o más personas" con la que se refiere el tipo penal al sujeto
pasivo, nos orienta o indica que aquel puede ser cualquier persona o un grupo de
personas naturales. No se exige ninguna otra condición o cualidad.
Nos parece importante afirmar que sujeto pasivo solo pueden ser de modo positivo
las personas naturales, solo ellas son capaces racionalmente de tener convicciones
o creencias de tipo político o religioso, además de tener intimidad personal. De esa
forma, yerra Peña Cabrera (654) al indicar que la persona jurídica también puede ser
sujeto pasivo del delito en hermenéutica. Ello debido que la persona jurídica como
tal, de modo alguno puede tener convicciones políticas o religiosas.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del tipo penal en análisis se concluye que se trata de un delito de


comisión dolosa. De modo que si se llega a establecer que el agente actúo por
negligencia o imprudencia, será atípica la conducta realizada.
En ese sentido, para estar ante una conducta típica, esta debe haber sido efectuada
con dolo, esto es, el agente debe haber realizado cualquiera de los supuestos
delictivos indicados con pleno conocimiento y voluntad de que viene organizando,
proporcionando o empleando un archivo que contiene datos referentes a las
creencias políticas, religiosas o vida priva Saber que el agente conocía que su
accionar era ilícito, indebl corresponderá a la culpabilidad o imputación personal.

4. ANTIJURIDICIDAD

No hay inconveniente en aceptar que en la conducta típica de organización y empleo


abusivo de archivos, atribuida a una persona, concurra alguna causa de justificación
de las previstas en el artículo 20 del Código Penal. Aquí resulta importante precisar
que en este delito, también el consentimiento no constituye causa de justificación,
pues ya hemos tenido oportunidad de indicar que el consentimiento de la víctima se
constituye en causal de atipicidad.

5. CULPABILIDAD

Si el operador jurídico verifica que en la conducta no concurre alguna causa de


justificación, se estará ante una conducta típica y antijurídica lista para ser atribuida
penalmente a su autor. Correspondiendo en seguida analizar si el agente reúne las
condiciones para asumir penalmente su responsabilidad por el injusto penal
verificado. Se analizará si el agente es imputable, si al momento de actuar conoCÍa
la antijuridicidad de su conducta y, finalmente, deberá determinar si el agente al
momento de actuar tenía otra alternativa factible a la de cometer el injusto penal.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Del análisis propio del tipo penal en sede se colige que se trata de un delito conocido
en doctrina como de mera actividad, es decir, no se exige que el agente persiga o
consiga alguna finalidad con su actuar ilícito. Tampoco se exige que de modo
evidente y palpable el sujeto pasivo pruebe que con la conducta prohibida se le ha
causado determinado peIjuicio moral o patrimonial. En efecto, los supuestos
delictivos estudiados se perfeccionan en el mismo instante en que el agente
comienza a organizar un archivo, o en el mismo momento que el actor proporciona o
entrega a un tercero el archivo, o finalmente, en el mismo histórico que el sujeto
activo comienza a utilizar o emplear el archivo con datos referentes a las creencias
políticas o religiosas y otros aspectos de la vida íntima del sujeto pasivo.
En consecuencia, bastará probar que el agente, ilegalmente, ha a organizar, ha
proporcionado o empezado a emplear el archivo, para estar frente al delito
perfeccionado o consumado.

Al tratarse de un delito de comisión, perfectamente es posible que el tipo se quede


en realización imperfecta. Por ejemplo, ocurrirá cuando en el mismo momento que el
agente se dispone a entregar a una tercera persona un disquete que contiene un
archivo respecto de las convicciones políticas del sujeto pasivo, es descubierto por
este, quien finalmente evita la entrega.

7. PENALIDAD

De perfeccionarse los supuestos delictivos previstos en el tipo básico del artículo


157 del c.P., la sanción punitiva a imponerse será pena privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de cuatro años.
De configurarse la circunstancia agravante prevista en el segundo párrafo del tipo
penal, el agente será pasible de una pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de seis años, del mismo modo por disposición imperativa de la ley se le
inhabilitará conforme al artículo 36, incisos 1, 2 Y 4 del Código Penal.

Subcapítulo 6

Acción privada

1. CLÁUSULA PENAL

La forma de recurrir a la administración de justicia para procesar y sancionar al


agente de los delitos que ponen en peligro o lesionan el bien jurídico intimidad,
aparece previsto en el artículo 158 del Código Penal, del modo siguiente:
Los delitos previstos en este Capítulo son perseguibles por acción privada.

2. COMENTARIO

El artículo 158 señala taxativamente que los delitos contra la intimidad son
perseguibles por acción privada, es decir, solo son sancionables penalmente a
instancia de la parte agraviada o su representante legal. Si el agraviado no actúa, el
hecho delictivo será impune. En efecto, al configurarse alguno de los delitos
comprendidos en el Capítulo 11 etiquetado como "violación de la intimidad", del
Título IV del Código Penal rotulado como "delitos contra la libertad", solo el afectado
directamente o por medio de representante legal tiene la facultad de denunciar e
impulsar el proceso hasta conseguir que se sancione al responsable.

La acción penal de carácter privado significa que solo al agraviado, ya sea en forma
directa o por medio de representante legal que le sustituye, le está reservado acudir
o recurrir ante la autoridad jurisdiccional y denunciar el hecho e iniciar un proceso
que en nuestro sistema jurídico imperante recibe el nombre de querella.
Sabemos que la querella es un proceso sumarísimo en la que las partes pueden
conciliar o transar económicamente, acto con el cual se pone fin al proceso.
Asimismo, el denunciante puede renunciar a su pretensión punitiva, actitud con la
cual también se pone fin al proceso. El Estado solo actúa por intermedio de la
autoridad jurisdiccional, quien se constituye en el director de la investigación judicial
sumaria y, finalmente, dicta su resolución final, la misma que puede ser impugnada
por cualquiera de las partes en conflicto. En este proceso no tiene intervención el
Ministerio Público ni terceras personas ajenas al bien jurídico tutelado, salvo que
estas actúen en representación del agraviado de acuerdo a las formalidades que
prescribe la ley.

Considerar que los delitos contra la intimidad solo son perseguibles por acción
privada, origina que dentro del proceso penal, el agraviado puede desistirse de la
acción penal iniciada o transar con el imputado, ello en aplicación del artÍCulo 78
inciso 3 del C. P. Asimismo, si el sujeto activo es condenado y la sentencia ha
adquirido autoridad de cosa juzgada, el peIjudicado puede perdonar la ejecución de
la pena en aplicación del artículo 85 inciso 4 del Código Penal.

La explicación para que el legislador nacional haya dispuesto que los hechos
punibles que lesionan el bien jurídico intimidad personal o familiar de las personas,
sean perseguibles por acción privada, radica en el hecho que de acuerdo a nuestro
sistema jurídico, la persona goza de plena libertad para reservar su intimidad o, en
todo caso, también de hacerlo conocer a terceros con el único límite que no afecte el
derecho de otro o no afecte el interés público. En tal sentido, se concluye que si un
tercero conoce o hace público aspectos de la intimidad de determinada persona,
contando con su consentimiento, no comete algún injusto penal de la intimidad, es
lógico que corresponda solo al agraviado el derecho de denunciar. Por lo demás,
nadie más que él sabrá si con talo cual conducta se afecta su intimidad.

Situación diferente se legisla en España. En el inciso 1 del artÍculo 201 del Código
Penal de aquel país, se prevé "para proceder por los delitos previsto en este capítulo
será necesaria denuncia de la persona agraviada o de su representante legal.
Cuando aquella sea menor de edad, incapaz o una persona desvalida, también
podrá denunciar el Ministerio Fiscal". En tanto que en el inciso 2 se afirma "no será
precisa la denuncia exigida en el apartado anterior para proceder por los hechos
descritos en el artículo 198 de este Código, ni cuando la comisión del delito afecte a
los intereses generales o a una pluralidad de personas". Es decir, para la legislación
española los delitos contra la intimidad pueden ser perseguibles tanto por acción
privada como acción pública
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CAPíTULO III VIOLACiÓN DE DOMICILIO

SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. El domicilio en nuestro sistemajurídico.


2. Concepto de domicilio para el Derecho penal. 3. Sujetos que tienen derecho al
domicilio. Subcapítulo 2: Violación de domicilio. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva.
2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad
subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7.
Penalidad. Sub· capítulo 3: Allanamiento ilegal de domicilio. 1. Tipo penal. 2. Tipici-
. dad objetiva. 2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3.
Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7.
Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

1. EL DOMICILIO EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO

Antes de todo, debemos dejar sentado que el derecho al domicilio se encuentra


debidamente reconocido por textos internacionales, concretamente en el artículo 12
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en el artículo 8 del
Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950 y en el artículo 17 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966.

En nuestro derecho interno, el artículo 33 del Código Civil de 1984 prescribe en


forma clara que "el domicilio se constituye por la residencia habitual de la persona en
un lugar". De ahí que la doctrina del derecho privado afirme que el domicilio es el
asiento jurídico de la persona, su sede legal, el territorio donde se le encuentra para
imputarle posiciones jurídicas, para atribuirle derechos o deberes. También en
doctrina se distingue el domicilio de la residencia y ambos de la morada o
habitación. El domicilio lo determina la ley. La residencia es el lugar donde
normalmente vive la persona con su familia. La habitación o morada es el lugar
donde accidentalmente se encuentra a la persona, esto es, la morada se constituye
como el lugar donde la persona se halla por breve tiempo, ya sea por vacaciones,
por negocios o en el desempeño de una comisión. La residencia es habitual, la
morada es temporal (655).
Sin embargo, tales conceptos pristinamente claros y acordes con los términos
usados en el inciso 9 del artÍCulo 2 de la Constitución Política que prescribe: toda
persona tiene derecho "a la inviolabilidad del domicilio. Nadie puede ingresar en él ni
efectuar investigaciones o registros sin autorización de la persona que lo habita o sin
mandato judicial, salvo flagrante delito o muy grave peligro de su perpetración. Las
excepciones por motivos de sanidad o de grave riesgo son regulados por la ley", por
razones más de carácter tradicional que racional y, cuando no, adoptando al pie de
la letra doctrina foránea que se sustenta en normativa diferente a la nuestra, son
utilizados de modo diferente por el legislador nacional del Código Penal, trayendo
como consecuencia confusión en el operador jurídico.
En efecto, cuando debiera uniformizarse conceptos de los vocablos o términos
usados por nuestra normativa con el fin de, cada vez, acercarnos a un sistema
jurídico sólido con coherencia interna, el legislador del Código Penal, en este punto,
utiliza los mismos vocablos con conceptos diferentes a los entendidos en el Código
Civil y en la Carta Política.

2. CONCEPTO DE DOMICILIO PARA EL DERECHO PENAL


Roy Freyre (656), sin dar explicaciones de las razones por las cuales el concepto
jurídico-penal de domicilio es distinto al que corresponde en Derecho Civil, afirma
que en el área del derecho privado, el domicilio puede ser definido como la sede
jurídica de una persona. En cambio, para el Derecho Penal, domicilio es la
habitación, la residencia, el local reservado a la vida íntima del individuo o a su
actividad comercial.
En definitiva, mientras que para el Derecho Civil, la institución jurídica del domicilio
se define como el lugar donde reside real y habitualmente una persona y en el que
se le encuentra para imputarle posiciones jurídicas, para atribuirle derechos o
deberes; en Derecho Penal se maneja un concepto amplio. En efecto, resumiendo
en una frase podemos alegar que para el Derecho Penal domicilio es aquel lugar
donde habita una persona por cualquier título legítimo. Abarca a la vez los conceptos
de morada, casa de negocios, dependencia o recinto. Es decir, en el derecho
punitivo se define al domicilio como aquel lugar donde la persona reside habitual u
ocasionalmente o desarrolla algunas actividades comerciales incluidas sus espacios
conexos. En consecuencia, para fines del presente trabajo de carácter dogmático, se
manejará este concepto amplio de domicilio que incluye al concepto de domicilio
usado en el derecho privado.
Por su parte, Javier Villa Stein (657) sostiene que el domicilio es el ámbito territorial
en el que su titular ejerce soberanía y realiza su intimidad como condición esencial a
la dignidad y libertad humana.

3. SUJETOS QUE TIENEN DERECHO AL DOMICILIO

Las personas que tienen derecho al domicilio son todas aquellas que por cualquier
título habitan ocasionalmente en un determinado lugar. Nadie sin su permiso puede
ingresar o, en todo caso, sin su autorización puede permanecer en aquel lugar.

El artículo 38 del Código Civil establece también que los funcionarios públicos tienen
domicilio en el lugar donde ejercen sus funciones, sin perjuicio, en su caso, de su
residencia habitual. Ello tiene su explicación en el hecho que los funcionarios
públicos, en ejercicio de sus funciones y para todo lo vinculado a sus actividades,
domicilien en el lugar donde desempeñen su función oficial. En consecuencia, el
funcionario público tiene derecho al domicilio en el inmueble donde realiza sus
funciones a favor del Estado.

Sin embargo, tal derecho se encuentra condicionado a que el funcionario esté en


ejercicio de sus funciones. Si, por el contrario, aquel es separado de la función
pública o, deja de ser funcionario público, concluye automáticamente el derecho al
domicilio que tenía sobre el inmueble donde cumplía sus actividades oficiales.
También concluye el derecho al domicilio sobre el inmueble donde normalmente
cumple sus funciones, cuando aquel por disposición supedor es cambiado a otra
local para desempeñar sus funciones.

En ese sentido, es evidente que no se comete ningún ilícito penal cuando el


funcionario nombrado en reemplazo del cesado, toma posición sin autorización de
este de los ambientes donde ejercía sus funciones.

Aquí, resulta oportuno contar un caso anecdótico que esperamos no vuelva a


suceder, pues propicia el desprestigio de nuestra justicia penal. "El ocho de julio de
1997, en horas de la mañana, llegaron a las oficinas de la Tercera Fiscalía Provincial
Penal de Ica (de turno), el Prefecto de la Región los Libertadores Wari y el
Subprefecto interino de la Subprefectura de Ica. Expusieron que el subprefecto
anterior había cesado en sus funciones el 28 de junio de 1997 y pese a tener pleno
conocimiento de tal hecho, se resistía entregar el cargo, incluido las oficinas en las
que funcionaba la subprefectura a las que había lacrado. En tal sentido, el prefecto y
el nuevo subprefecto, solicitaban la presencia de un representante del Ministerio
Público para tomar posición de las oficinas y hacer el correspondiente inventario de
los bienes y documentos. Ante la solicitud de los titulares de la subprefectura y
observando que efectivamente el funcionario cesado ya no tenía ningún derecho al
domicilio de los ambientes de aquella, sin obtener orden judicial de allanamiento,
decidimos concurrir y presenciar el descerraje de las oficinas y hacer el
correspondiente inventario de los bienes y documentos de la subprefectura.

Días después, el funcionario cesado y renuente a entregar el cargo, asesorado por


un letrado, presentó denuncia penal alegando que se había cometido entre otros
delitos el ilícito penal de allanamiento ilegal de domicilio, debido que no habíamos
sacado orden judicial de allanamiento para proceder como lo hicimos. No obstante,
ello no es lo criticable, pues, a fin de cuentas, todo ciudadano tiene el derecho de
petición consagrado en nuestra Carta Magna. Lo anecdótico viene a ser lo siguiente:
el fiscal provincial, ante el cual se presentó la denuncia, resolvió archivar
definitivamente la denuncia por haberse probado que el denunciante había perdido
el derecho al domicilio sobre los ambientes de la subprefectura. El denunciante
interpuso recurso de queja de derecho ante tal resolución. El fiscal superior,
alegando que no se había sacado orden judicial de allanamiento, desaprobó la
resolución del fiscal provincial y ordenó denunciar. Formalizada la denuncia, el juez,
después de estudiar los actuados, resolvió declarar no ha lugar a abrir instrucción en
contra de los denunciados. El denunciante, por supuesto, interpuso recurso de
apelación. Elevado a la Corte Superior el expediente, se remitió al fiscal superior
(diferente al que desaprobó la resolución del fiscal provincial). Este también opinó
que se ordenara al a quo a abrir instrucción en contra de los denunciados. Los
integrantes de la Sala Penal respectiva, también con el absurdo argumento que no
se había obtenido orden de allanamiento, ordenó que el juez aperture instrucción.
Finalmente, por cuestiones de destino y de reforma judicial, felizmente otros
magistrados más idóneos tuvieron la responsabilidad de resolver el asunto, y el
derecho se impuso, disponiéndose el archivo definitivo del proceso".

Subcapítulo 2
Violación de domicilio

l. TIPO PENAL
El hecho punible de violación de domicilio aparece debidamente descrito en el tipo
penal del artÍCulo 159 del Código Penal del modo siguiente:
El que, sin derecho, penetra en morada o casa de negocio ajena, en su dependencia
o en el recinto habitado por otro o el que permanece allí rehusando la intimación que
le haga quien tenga derecho a formularla, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de dos años y con treinta a noventa días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Del contenido del tipo penal del artÍCulo 159, se evidencia con claridad que recoge
dos supuestos delictivos decididamente diferenciados:
a. El que sin derecho penetra en domicilio ajeno.

E~te supuesto de hecho se verifica cuando el agente sin tener derecho alguno
ingresa, penetra, invade o se introduce en morada o casa de negocio ajena, en su
dependencia o en el recinto habitado por otro. Para efectos de evidenciarse el
supuesto típico es indiferente los medios o formas del que se vale el actor para
ingresar o penetrar. Basta constatar el ingreso ilegal a domicilio ajeno para estar
ante la conducta típica.

El verbo "penetrar' puede llevar a equívocos, debida que puede considerarse como
violación de domicilio el simple ingreso parcial de una persona al domicilio; no
obstante, en doctrina ha quedado claramente establecido que penetrar significa
introducir el cuerpo por completo en el domicilio ajeno. No basta introducir una parte
del cuerpo como sería la cabeza, los pies o las manos (658).

En tanto que Villa Stein (659) recogiendo conceptos del español Miguel Polaino
Navarrete, enseña que hay penetración en morada cuando se produce una entrada
completa de la persona en el recinto de la morada ajena, no siendo suficiente
asomarse, penetrar parcialmente.

Elementos típicos de trascendencia lo constituyen los conceptos de morada, casa de


negocio, su dependencia o recinto habitado por otro. En consecuencia, resulta
necesario exponer su naturaleza:
Morada. Con Polaino Navarrete (660) entendemos a la morada como aquel lugar o
espacio ocupado por una persona como su sitio propio de asentamiento existencial
humano, donde la misma puede mantenerse en reserva y apartada del mundo
circundante, con posibilidad de ejercicio del derecho a vetar la indeseada presencia
de tercera personas.
En términos más sencillos, podemos decir que morada es el lugar donde una
persona desenvuelve las actividades de su vida doméstica. Es el lugar donde una
persona, junto con su familia y sin interferencia de terceros, desarrolla su vida diaria
de acuerdo a sus convicciones y a su personalidad.

Por su parte, los profesores Roy Freyre (661), y Bramont-Arias y GarCÍa Cantizano
(662) enseñan que por morada se entiende todo lugar que, por su destino, sirve para
ser habitado por las personas, sea en forma permanente o aislada, sea para
pernoctar o no, como, por ejemplo., una casa, la habitación de un hotel, el camarote
de un buque, una choza, una cueva, un remolque, etc. En ese sentido, se tiene que
el lugar no necesariamente será de material noble, menos asumir la forma de un
inmueble común, basta que sirva de vivienda u hogar a una persona.
Casa de negocios. Doctrinariamente ha quedado establecido y sin mayor
controversia que por casa de negocios se entiende todo lugar donde una persona
desarrolla actividades, comerciales, profesionales, artísticas, intelectuales o
tecnológicas, pudiendo ser estas lucrativas o no. Se constituye en casa de negocios
para efectos del tipo penal, los ambientes de un cine, de un museo, de una empresa,
de un estudio jurídico, de una casa comercial, etc.

Respecto de este punto, no compartimos posición con Roy Freyre (663), cuando
afirma que para configurarse el delito de violación de domicilio activa sería necesario
que el agraviado habite dicho local. Pues, es evidente que la redacción del tipo penal
no exige tal condición. Por lo demás, el sentido común aconseja que no es condición
sine qua non que el agraviado habite el local, pues basta que se constate que realiza
actividades económicas para que cualquier ingreso sin su autorización constituya
conducta subsumible al supuesto de hecho del tipo penal en hermenéutica. El
propietario o conductor de la casa de negocios muy bien puede habitar o vivir en otro
lugar.

Un ejemplo de cómo puede materializarse el delito de violación de domicilio en casa


de negocios lo constituye la Resolución del 16 de enero de 1998, por la cual la Sala
Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Lima confirmando la sentencia venida
en grado argumenta lo siguiente "Además, a que se ha probado en autos que los
acusados ingresaron a la Galería Gamarrita, de propiedad de la entidad agraviada,
sin tener derecho para hacerlo, por cuanto no contaban con la autorización debida
para colocar los andamios que les sirvió para derrihar una pared; permaneciendo en
el lugar pese a ser requeridos; por lo que la valoración de la prueba efectuada por el
a qua se encuentra arreglada a ley" (664).
Dependencia. Por dependencia de la morada o de la casa de negocios a que alude
el tipo penal del artículo 159 del código sustantivo, se entiende todo lugar adyacente
o accesorio a aquel lugar principal, al cual necesariamente tiene derecho de
propiedad o posesión el dueño o conductor de la morada o casa de negocios.
Los tratadistas peruanos (665) coinciden en afirmar que cuando se habla de
dependencia de la morada o casa de negocios se hace referencia a los espacios o
lugares accesorios que, sin formar parte integrante del ambiente principal, están
destinados a su servicio o complemento, por ejemplo, los patios, garajes, jardín,
corrales, ambiente de depósito de herramientas, etc.

Recinto habitado por otro. A efectos del delito que se comenta, se entiende por
recinto habitado por otro a todo lugar, espacio, superficie, área, ambiente o
escenario que sirve de vivienda a una persona.
Cuando el legislador ha extendido el concepto de domicilio para comprender al
recinto habitado por otro, está poniendo en evidencia que la ratio essendi de la
protección es una realidad topográfica solo en cuanto importa el asiento de una
realidad concreta. Una choza de esteras en una pampa o a la orilla de un río, o una
cabaña de madera sobre un árbol, constituyen domicilio mientras sirvan de
habitación a otra persona. Ni la humildad, circunstancialidad o emergencia del
recinto pueden enervar la importancia traducida en el hecho de ser habitado por un
semejante (666).

b. El que sin derecho permanece en domicilio ajeno.

El supuesto delictivo se configura cuando el agente estando ya dentro del domicilio


del agraviado se resiste a salir o a abandonarlo ante el pedido expreso del que tiene
derecho, ya sea de propietario, conductor o simple ocupante, de aquel domicilio. El
agente permanece, sigue o continúa dentro del domicilio en contra de la voluntad del
titular, limitando con tal actitud la libertad e intimidad del agraviado. Con precedente
judicial basta para deducir que la doctrinajurisprudencial ha interpretado
positivamente este aspecto. Así tenemos la Resolución del 18 de diciembre de 1998,
por la cual la Sala Mixta de Camaná de la Corte Superior de Arequipa sostiene que
"para la consumación del delito se requiere la intimación de quien tenga derecho a
hacerla, en caso de haber ingresado al domicilio, debiendo permanecer el inculpado
allí, rehusando la intimación que se le hiciera (según exigencia del tipo contenido en
el ya citado numeral ciento cincuenta y nueve). Que la agraviada Migdonia ¡rache,
no refiere en absoluto haber requerido al inculpado para que abandone el domicilio,
llegando al lugar de los hechos posteriormente. De esta suerte, no se ha acreditado
se haya realizado el delito de violación de domicilio" (667).
En efecto, se configura con un no hacer: el sujeto activo se niega a salir, no obstante
que ha sido intimidado para que abandone el domicilio en el que penetró o ingresó
con autorización. Sin duda, bien señala Roy Freyre (668) la facultad de exclusión
corresponde al morador, al dueño del negocio o al habitante del recinto. Además del
propietario, del poseedor, o del ocupante, también pueden ejercitar por
representación el jus prohibendi el cónyuge, el hijo, el sirviente, el guardián, el
policía particular, etc.

Con acierto enseñan Bramont-Arias y García Cantizano (669) que la entrada fue en
su momento consentida. Se configura, en consecuencia, como un comportamiento
subsidiario del primero, pues si se penetra sin la voluntad del morador, el segundo
comportamiento solo será un acto posterior de agotamiento del primero. Se realiza
por omisión.
En otro aspecto, una condición sine qua non para configurar objetivamente el delito
de violación de domicilio, lo constituye la circunstancia que la morada, la casa de
negocios o el recinto esté realmente habitada. En el caso de ocupación de viviendas
deshabitadas, se niega tajantemente la configuración del hecho punible en la medida
en que al estar la vivienda deshabitada se pone de manifiesto que esta no satisface
la función que cumple el bien jurídico protegido en este delito. No cabe duda que el
inmueble al encontrarse deshabitado es demostrativo que no es el espacio elegido
por el sujeto para desarrollar sus actividades personales. Según LARRACRI
PIJOA.'-' , la ocupación de inmueble deshabitado podrá considerarse como un
ataque a la propiedad o a la posesión del inmueble, pero no a la libertad de la
persona (670).
Finalmente, la expresión "sin derecho" significa que el agente penetra o permanece
en el domicilio sin ninguna justificación aparente. Caso contralio, si de determina que
el agente ingreso por razones de sanidad o grave liesgo por ejemplo, no aparecerá
la conducta punible (671).

2.1. Bien jurídico protegido


De la revisión de la literatura penal, se evidencia que no existe consenso acerca del
bien jurídico que se protege con el delito de violación de domicilio. En efecto,
mientras que para cierto sector de tratadistas el bien jurídico lo constituye la libertad
domiciliaria entendida como la facultad de disponer del local elegido como morada o
casa de negocios con sus respectivas dependencias (672); para otro sector, lo
constituye la intimidad de la persona limitada a un determinado espacio físico, donde
pueda acumular su experiencia personal, y sin el cual no podría ejercer su
capacidad de actuar, a fin de satisfacer sus necesidades (673). Parecida es la
posición de Villa Stein (674) cuando sostiene que el bien jurídico protegido
comprende la intimidad y la soberanía que su titular ejerce sobre el espacio físico en
el que domicilia. En tanto que para otro sector, el bien jurídico lo constituye la
inviolabilidad del domicilio prescrito a nivel constitucional (675).

Incluso, la jurisprudencia nacional, al parecer, se ha decido a interpretar que el bien


jurídico protegido lo constituye la intimidad, así tenemos la Resolución del 12 de
marzo de 1998 que, reproduciendo lo sostenido por uno de los tratadistas glosados,
afirma que" el tipo penal prescrito en el artículo ciento cincuenta y nueve del Código
Penal denominado Violación de Domicilio protege la intimidad de la persona limitada
a un determinado espacio físico, en el cual pueda acumular su experiencia personal,
sin la que no podrá ejercer su capacidad de actuar a fin de satisfacer sus
necesidades" (676).

En el mismo sentido, la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Lima, en


su Resolución del 16 de junio de 1998 sostiene "que, del tipo penal descrito en el
artículo ciento cincuenta y nueve del código sustantivo, se desprende que el
presupuesto genérico que condiciona la comisión del ilícito, estriba en la existencia
previa de un espacio físico utilizado par el agente pasivo como vivienda o morada,
habitación o dependencia y sobre el cual debe recaer el comportamiento típico del
imputado como acto violatorio de la intimidad que dicho espacio encierra para aquel"
(677). Parecido sentido se recoge en la Resolución Superior de 12 de setiembre de
2000 cuando se argumenta que" en el delito de Violación de Domicilio, tipificado en
el artículo ciento cincuenta y nueve del Código Penal, el bien jurídico penalmente
tutelado es la intimidad de la persona circunscrita a un determinado espacio" (678).
No obstante, aun cuando en doctrina existe polémica respecto del bien jurídico
protegido con la tipificación del hecho punible de violación de domicilio, y pese a que
la jurisprudencia a tomado una posición discutible, a nuestro entender y tratando de
ser coherentes con la normativa constitucional vigente, consideramos que el bien
jurídico que se tutela con el tipo penal del artículo 159, 10 constituye la inviolabilidad
del domicilio debida e imperativamente prescrito en el inciso 9 del artículo 2 de
nuestra Carta Política. Se protege la inviolabilidad del domicilio con carácter de
derecho fundamental, a efectos de garantizar el espacio en el que la persona ejerce
su privacidad y libertad más íntima, frente a invasiones o agresiones de otras
personas o de la autoridad pública. Para ello debemos entender que el concepto de
domicilio encierra o engloba las definiciones de morada, casa de negocios y recinto
habitado por otro. Abona esta posición el hecho concreto de que la intimidad
personal o familiar está debidamente protegida por los delitos denominados contra la
intimidad ya analizados.

En efecto, antes que ocurra la tipificación de los delitos contra la intimidad personal y
familiar, resultaba coherente sostener que con el delito de violación de domicilio se
protegía la intimidad personal o familiar, pues caso contrario, aparecía desprotegido
este aspecto fundamental de las personas. No obstante, desde la entrada en
vigencia del Código Penal de 1991, que tipificó los delitos contra la intimidad
personal y familiar, resulta claro que aquel aspecto está debidamente protegido por
las conductas punibles previstas en los artículos 154 al 157 del Código Penal. Así la
cosas, no resulta plausible ni coherente para nuestro sistema jurídico, seguir
sosteniendo que con el delito de violación de domicilio se sigue protegiendo la
intimidad. Incluso, aplicando el principio de especialidad de aplicación de la ley
penal, se llega a la misma conclusión: la intimidad personal y familiar se protege con
los delitos de violación de la intimidad en tanto que el delito de violación de domicilio
protege el derecho constitucional de la inviolabilidad del domicilio.

Nuestra posición no es solitaria, pues la Ejecutoria Suprema de 5 de octubre de


1999, da cuenta que la Suprema Corte dejando posiciones incoherente para nuestro
sistema jurídico punitivo, sostiene que con el delito de violación de domicilio se
protege la inviolabilidad del domicilio. En efecto, en la citada Ejecutoria Suprema se
enseña que" el delito de violación de domicilio forma parte de los delitos contra la
libertad y como tal su tutela se circunscribe a la inviolabilidad del domicilio de la
persona natural, cuyos alcances son: la morada, casa de negocios o recinto
habitado, esto es, el espacio físico que correspondiendo a estos títulos, permitan la
intimidad de los que la habitan, vale decir la protección de la esfera de reserva de la
misma, mas no así un local público como lo constituyen los ambientes de una
universidad" (679).

2.2. Sujeto activo

Autor, del delito de violación de domicilio puede ser cualquier persona a excepción
del funcionario o servidor público, cuya conducta se subsume iría, más bien, en el
tipo penal del artículo 160 etiquetado como allanamiento ilegal de domicilio. Incluso
hasta el propio propietario del inmueble puede perpetrar el delito. Por ejemplo, se
presenta cuando después de haber arrendado su inmueble, sin permiso ni
autorización del inquilino ingresa a la vivienda.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima, agraviado o sujeto pasivo del delito lo constituye el propietario, poseedor,


conductor u ocupante del domicilio violentado. Es la persona perjudicada en su
derecho a admitir o excluir a los terceros de su espacio elegido como domicilio.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Se evidencia que se trata de un delito netamente doloso. No cabe la comisión


imprudente. El agente actúa con conocimiento que ingresa a domicilio ajeno o que
no le pertenece, no obstante, voluntariamente decide ingresar o permanecer en él
contrariando la voluntad del sujeto pasivo. Para verificar el dolo no interesa saber si
el agente conocía o no la ilicitud de su acto, es decir, no interesa saber si el agente
sabía que la conducta de ingresar a domicilio ajeno estaba prohibido, ello se
verificará cuando se pase a constatar el elemento culpabilidad o imputación personal
del autor.
4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica en una determinada conducta la concurrencia de todos los
elementos objetivos y subjetivos del tipo básico de violación de domicilio,
corresponde enseguida al operador jurídico verificar si concurre alguna causal de
justificación de las previstas en el artÍCulo 20 del Código Penal. Es posible que se
configure un estado de necesidadjustificante cuando una persona que es perseguido
por delincuentes que le quieren sustraer sus bienes, intempestivamente ingresa a
domicilio ajeno a fin de conjurar el peligro.

5. CULPABILIDAD

Una vez que el operador jurídic? ha determinado que en la conducta típica de


violación de domicilio no concurre alguna causa de justificación estará ante una
injusto penal, esto es, ante una conducta típica y antijurídica, correspondiendo
verificar si es posible que tal injusto penal sea atribuido o imputado al autor de la
conducta. En consecuencia, verificará si el autor es imputable si al momento de
actuar conocía la antijuridicidad de su conducta y, finalmente, verificará si el sl~eto
activo tuvo la posibilidad de actuar de manera diferente a la de violentar el domicilio
ajeno.

Es posible que se presente un error de prohibición cuando, por ejemplo, el


propietario de un inmueble que ha dado en arrendamiento, un día ingresa
intempestivamente en la vivienda de su inquilino en la creencia errónea que al ser el
propietario del inmueble tiene ese derecho.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Como ha quedado establecido, el delito aparece hasta en dos modalidades: por


acción (ingresar) y por omisión (resistirse a salir). En ambas modalidades, el agente
siempre tiene el dominio de la causa del resultado dañoso para el bien jurídico
protegido.
En el primer supuesto, el delito se perfecciona en el mismo momento que el agente
ingresa sin derecho a domicilio ajeno. En consecuencia, se trata de un delito
instantáneo. Es posible la tentativa.

Nuestrajurisprudencia ha sostenido que "para que se consuma este delito en casa


de negocio ajena debe acreditarse el jus excludendi"; la prohibición de quien tiene
derecho a impedir el ingreso, lo que supone en el autor del delito un modus operandi
concretado en actos de violencia o de introducción clandestina o por medio del
engaño, sin los que no se tipifica este delito" (680).

Por su parte, cuando se presenta por omisión se perfecciona desde el momento que
el autor se niega a salir del domicilio pese a los requerimientos de su titular. Se trata
de un delito permanente en la medida que se prolonga en el tiempo la violación del
domicilio. En este supuesto es imposible que aparezca la tentativa.

7. PENALIDAD

El agente o sujeto activo del delito de violación de domicilio será merecedor de una
pena privativa de libertad no menor de dos días ni mayor de dos años, unido a ello el
pago de treinta a noventa días multa a favor del Estado.
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Subcapítulo 3

Allanamiento ilegal de domicilio

1. TIPO PENAL
La conducta delictiva de allanamiento indebido de domicilio efectuado por
funcionario o servidor público, aparece descrita en el tipo penal del artículo 160 del
Código Penal, en los términos siguientes:

El funcionario o servidor público que allana un domicilio, sin las formalidades descri·
tas por la ley o fuera de los casos que ella determina, será reprimido con pena
privati· va de libertad no menor de uno ni mayor de tres años e inhabilitación de uno
a dos años conforme al artículo 36, incisos 1, 2 Y 3.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

En primer término resulta necesario definir qué entendemos por allanamiento para
poder comprender el delito en sede. En tal sentido, se entiende por allanamiento al
acto por el cual la autOlidad competente, ante motivos razonables y fundados, por
orden judicial escrita penetra o ingresa a un local o vivienda privada haciendo uso de
la fuerza, si las circunstancias así lo requieren.

En esa línea, tenemos que la conducta delictiva de allanamiento ilegal de domicilio


se configura cuando un funcionario o servidor público en el ejercicio normal de sus
funciones allana o penetra en domicilio ajeno sin las formalidades prescritas por ley
o fuera de los casos que ella expresamente prevé. En términos más simples,
consiste en el allanamiento de un domicilio sin las formalidades prescritas por la ley
o fuera de los casos que ella misma determina expresamente. Como un ejemplo
representativo de allanamiento ilegal es de mencionar la Ejecutoria Superior del 1 de
octubre de 1998, en la que se afirma lo siguiente, "al haber ingresado el efectivo de
la Policía Nacional al domicilio de los agraviados, abusando de su condición de
policía, procediendo a registrarlo con la finalidad de buscar bienes sustraídos el día
anterior de los hechos, se trata de un ilícito penal que por aplicación del principio de
especialidad se adecua al injusto penal de allanamiento ilegal de morada cometido
por funcionario público "(681).

Del concepto se advierte que se entiende por allanamiento legal toda penetración o
ingreso a domicilio ajeno realizado por un funcionario o servi· dor público autorizado
por autoridad competente en el ejercicio normal de sus atribuciones o cuando
concurre alguna circunstancia que determina la ley, con la finalidad de realizar
detenciones, registros, desalojos y demás diligencias prejurisdiccionales y judiciales.
No le faltaba razón al académico Roy Freyre (682) cuando comentando el tipo penal
del artículo 230 del Código Penal derogado, el cual recogía el supuesto de hecho del
tipo penal del artículo 160, afirmaba que "el allanamiento del que habla aquí la leyes
el abusivo, el que no tiene amparo legal. Ciertamente solo puede abusar (mal uso)
quien hubiera tenido la posibilidad de usar". En consecuencia, se deduce que solo
puede desarrollar conducta punible de allanamiento ilegal de domicilio quien
teóricamente tiene la posibilidad de allanar legalmente, de haber cumplido con las
formalidades prescritas por la ley o de haberlo así requerido el caso. Javier Villa
Stein (685) sentencia que "se trata de un acto abusivo que la autoridad realiza
usualmente para efectuar investigaciones, registros, detenciones, desalojos,
inmovilizaciones, etc., sin lajustificación legal".

Tres circunstancias concurren para configurarse el hecho punible en análisis:


plimero, que las únicas personas que pueden cometer allanamiento ilegal son los
funcionarios o servidores públicos; segundo, que estos funcionarios o servidores
públicos deben allanar el domicilio abusivamente en el ejercicio regular y normal de
sus funciones. Esto es, si se determina que el ingreso a domicilio ajeno fue fuera de
sus funciones, su conducta será subsumida en otro tipo penal, y tercero, haber
omitido las formalidades prescritas por ley o fuera de los casos que ella determina.
Es decir, haber omitido sacar la orden judicial de allanamiento o haber ingresado sin
justificación alguna.

Resulta pertinente analizar el inciso 9 del artículo 2 de nuestra Carta Política, que
prevé la inviolabilidad del domicilio, que no es un derecho fundamental que no
permita su decaimiento o vulneración, pues según la propia doctrina constitl,lcional,
los derechos fundamentales no son derechos absolutos e ilimitados, estando sujeto
su ejercicio a límites, en unos casos fijados por la propia Constitución, yen otros, por
la legislación ordinaria para garantizar precisamente otros derechos fundamentales.
En ese sentido, en el propio dispositivo constitucional se establecen las excepciones
con la finalidad de proteger otros intereses generales o colectivos, como son la
defensa del orden público, la protección de los derechos y libertades de los demás
ciudadanos. En suma, la inviolabilidad de domicilio resulta ser un derecho relativo y
limitado en el sentido que puede ceder frente a supuestos previstos taxativamente
por la propia Constitución.

Aquel dispositivo constitucional, prescribe clara e imperativamente las condiciones


en que el funcionario o servidor público puede ingresar y realizar el registro
domiciliario sin correr el riesgo de cometer hecho punible. Estos supuestos son el
consentimiento del titular, orden judicial, flagrancia o inminencia de comisión de
delito o por razones de sanidad o grave riesgo. Veamos en que consiste cada una
de estas excepciones:

a. Consentimiento o autorización del morador. Ello significa que se puede


ingresar a un domicilio para realizar diligencias de investigación con el solo
consentimiento del titular del domicilio. Cuando se cuente con la autorización
expresa del titular del domicilio no será necesario recurrir a la autoridad jurisdiccional
para que emita orden de allanamiento. Sin duda, la prueba consentimiento del
morador para ingresar a su domicilio, lo constituirá el acta del registro domiciliario en
el cual deberá aparecer su firma y pos firma.

b. Orden judicial. Esto significa que para ingresar legalmente a un domicilio


deberá obtenerse orden judicial de allanamiento del juez de turno competente. Aquí
la autoridad judicial se convierte en un garante del derecho fundamental del
domicilio. Esto significa que la autoridad jurisdiccional solo emitirá mandato judicial
cuando exista a su criterio razón o motivo suficiente. Normalmente ocurre cuando en
una investigación prejurisdiccional, la Policía Nacionaljunto al Ministerio Público no
cuentan con el consentimiento del titular para realizar alguna diligencia pertinente
dentro del domicilio, o cuando aquellas mismas autoridades requieren
sorpresivamente realizar alguna diligencia, o cuando sea previsible que les serán
negado el ingreso a determinado domicilio. En el Código Procesal Penal, en vacatio
legis, se establece en forma clara que solo el fiscal solicitará el allanamiento y
registro domiciliario.
Asimismo, también en el Código Procesal Penal se prescribe que la resolución
autoritativa de allanamiento contendrá el nombre del fiscal autorizado, la finalidad
específica del allanamiento, la designación precisa del inmueble que será allanado y
registrado, el tiempo máximo de la diligencia y, finalmente, el apercibimiento de ley
en caso de resistencia al mandato.
No obstante, es factible que si eljuez de turno no encuentra razón suficiente o motivo
fundado, denegará el allanamiento solicitado. Respecto de este punto y con fines
pedagógicos cabe citar el precedente jurisprudencial del 14 de agosto de 1998, por
el cual la Sala de Apelaciones de la Corte Superior de Lima argumenta claramente
los supuestos que deben observarse para autorizar el allanamiento de un domicilio.
Así, se sostiene" que, la entrada y registro domiciliario al conllevar una injerencia en
los derechos fundamentales individuales Constitucionalmente reconocidos solo
puede encontrar justificación cuando se dan tres supuestos: a) proporcionalidad,
procediendo esta pretensión cuando se persigue un delito grave, no pudiendo
concederse en infracciones de escasa consideración, b) subsidiaridad, solo debe
otorgarse cuando no exista otro medio de investigación menos dañosos, en atención
a que se está afectando derechos individuales fundamentales y; c) razonabilidad,
deben existir motivos suficientes para concluir que dicha medida va a ser útil y
cumplir con su finalidad de descubrir o comprobar que el hecho o circunstancia es
importante para el fin del proceso "(684).
c. Flagrante delito. Es sabido que flagrante delito consiste en sorprender al
sujeto activo en plena realización de una conducta punible o cuando se encuentra en
retirada del lugar de la comisión del delito o, en todo caso, cuando se encuentra con
algún objeto que haga prever que viene de realizarlo.

El español Juan-Luis Gómez Colomer (685) sostiene que hay un concepto de


flagrancia mucho más sencillo y de mayor comprensión de supuestos:
"El delito es flagrante cuando se comete delante de testigos y a la luz pública, ya que
en definitiva y etimológicamente, es flagrante lo que se quema, es decir, lo que
resplandece, lo que es manifiesto, en suma, lo que se ve".

Villa Stein (686), citando a Polaina Navarrete, indica que solo habrá delincuencia
infraganti cuando se tenga percepción sensorial por un observador presencial que se
está cometiendo un delito y el delincuente sea sorprendido.

Según este concepto doctrinario y legal, el Tribunal Constitucional en reiterada


jurisprudencia ha establecido que "la flagrancia en la comisión de un delito requiere
que se presente cualquiera de los dos requisitos siguientes: a) la inmediatez
temporal, es decir, que el delito se esté cometiendo o que se haya cometido
momentos antes; y b) la inmediatez persona~ es decir, que el presunto delincuente
se encuentre en el lugar de los hechos, en el momento de la comisión del delito y
esté relacionado con el objeto o los instrumentos del delito" (687).

Sin embargo, el artículo 259 del Código Procesal Penal, modificado por el Decreto
Legislativo 983, de julio de 2007, así como el artículo 4 de la Ley Número 27934, Ley
que regula la intervención de la Policía Nacional yel Ministerio Público en la
investigación preliminar del delito, modificada por el decreto legislativo 989 de julio
de 2007, prescribe en contra de lo ya establecido en reiterada jurisprudencia por el
Tribunal Constitucional, que el estado de flagrancia es aquella situación que se
presenta cuando el sujeto agente es descubierto en la realización del hecho punible
o acaba de cometerlo o cuando ha huido y ha sido identificado inmediatamente
después de la perpetración del hecho punible, sea por el agraviado, o por otra
persona que haya presenciado el hecho, o por medio audiovisual o análogo que
haya registrado imágenes de éste y, es encontrado dentro de las veinticuatro horas
de producido el hecho punible o es encontrado el agente dentro de las veinticuatro
horas, después de la perpetración del hecho punible con efectos o instrumentos
procedentes de aquel, o que hubieran sido empleados para cometerlo, o con
sei'iales en sí mismo o en su vestido que indiquen su probable autoría o
participación en ese hecho delictuoso.

Esta definición de flagrancia es a todas luces discutible pues da carta abierta a la


Policía Nacional para privar de la libertad a los ciudadanos por simple sindicación de
haber cometido o participado en la comisión de un hecho punible.

Un dato importante a tener en cuenta es que hay flagrancia tanto cuando se trata de
la comisión de un delito como cuando se realiza una falta, es por tal motivo que el
legislador al definir la flagrancia no habla ya solo de delito sino de "hecho punible".

d. Peligro inminente de comisión de un delito. También es justificable el ingreso


a un domicilio sin la autorización de su titular ni con autOlizaciónjudicial, cuando se
tiene noticias que es inminente que se cometa un delito dentro del domicilio. Aquí
estamos frente a un estado de necesidad justificante. Por ejemplo, se daría el caso
cuando efectivos policiales que han recibido informe confidencial que uno de los
cónyuges ha llegado a su domicilio portando un revolver para dar muerte al otro
cuando esta se encuentre dormida, ingresan intempestivamente al domicilio y
efectivamente llegan a incautar el revolver.

Respecto de este punto, bien anotan Bramont-Arias Torres/García Cantizano


Cantizano (688), al decir que esta cláusula genera graves problemas de
interpretación, por ser excesivamente abierta, dejando, en última instancia, la
apreciación de tal circunstancia al critelio de las autoridades. Sin embargo, al
concurrir los elementos necesalios que orienten que estamos frente a un estado de
necesidad, desvanece cualquier problema de interpretación.

e. Por condiciones de sanidad o por grave riesgo. Estas especiales


circunstancias son excepciones que necesariamente deben estar previstas en
alguna ley. También se trata de casos en que concurre el estado de necesidad, en
supuestos de catástrofe, calamidad, ruina inminente u otros semejantes de extrema
y urgente necesidad.

2.1. Bien jurídico protegido

Igual que en tipo penal del artículo 159, aquí también el bien jurídico protegido lo
constituye la inviolabilidad del domicilio debido, prescrito en el inciso 9 artículo 2 de
nuestra Constitución, entendida como la prohibición expresa de ingresar o penetrar a
un domicilio sin que concurran las formalidades que establece la ley o fuera de los
casos que ella determina.
Se trata de proteger, al final de cuentas, un espacio de la persona y su familia para
su libre desenvolvimiento de su personalidad sin interferencia de terceros.

2.2. Sujeto activo

Se constituye en un delito especial por la calidad o cualidad del sujeto activo. En


efecto, expresamente el tipo penal indica que solo pueden ser autores del delito de
allanamiento ilegal de domicilio aquellos ciudadanos que tengan la calidad de
funcionarios o servidores públicos. No obstante, no solo se requiere que el agente
sea o tenga la calidad de funcionario o servidor público, sino que resulta necesario,
que aquel esté en pleno ejercicio de sus funciones. Se requiere que el funcionario o
servidor público esté en la posibilidad de realizar un allanamiento legal si actúa
conforme a las exigencias del ordenamiento jurídico. Si se verifica que al momento
de ingresar a domicilio ajeno sin las formalidades de ley, el funcionario o servidor
público estaba de vacaciones o suspendido en sus funciones, por ejemplo, su
conducta se adecuará al tipo penal del artículo 159 del Catálogo Penal.

Asimismo, se requiere que el funcionario o servidor público dentro de sus funciones


establecidas por ley, tenga la atribución de realizar allanamientos (los representante
del Ministerio Público, los miembros de la Policía Nacional, etc.); caso contrario, si
se determina que aquel no tiene atribuciones de realizar allanamiento, será
imposible que se constituya en sujeto activo del delito. Un ejemplo grafica mejor la
idea expuesta: un prefecto por más que tenga la calidad de funcionario o servidor
público, al no tener dentro de sus funciones la atribución de realizar allanamientos,
no será sujeto activo del delito de allanamiento ilegal. Este, de ingresar a domicilio
ajeno, consumará el delito de violación de domicilio previsto en el tipo penal del
artÍCulo 159 del C.P.
2.3. Sujeto pasivo
Sujeto pasivo, víctima o agraviado puede ser cualquier persona que tenga el
derecho de domicilio de determinado lugar. Ello significa que solo se constituirán en
sujetos pasivos del delito aquellas personas que viven, ocupan o habitan
determinada morada, casa de negocios o recinto.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del supuesto de hecho del tipo penal se evidencia que se trata de una
conducta punible netamente dolosa, no cabe la comisión por imprudencia o culpa. El
agente de la conducta sabe que está ingresando al domicilio ajeno sin orden judicial
o causa justificada, no obstante, voluntariamente decide hacerlo.

Resulta pertinente dejar establecido que cuestiones diferentes son el dolo, que viene
a ser un elemento de la tipicidad y, el conocimiento de la antijuridicidad que se
constituye en un elemento de la culpabilidad o responsabilidad. Ello con la finalidad
de evitar confundir conceptos como lo hace Villa Stein (689) cuando al referirse a la
tipicidad subjetiva afirma que "el actor actúa a título de dolo sabiendo que contraría
la norma prohibitiva de allanamiento y no obstante querer hacerlo," o como lo hace
Roy Freyre (690) cuando enseña que "la culpabilidad radica en la conciencia y
voluntad de que se penetra en un domicilio ajeno sin estar premunido de orden
formal, o constándole que no hay motivo legal que justifique el allanamiento".

En efecto, mientras que dolo es conciencia y voluntad de realizar el supuesto de


hecho del tipo penal, la conciencia de antijuridicidad consiste en saber que la
conducta contradice las exigencias del ordenamiento jurídico y que, por
consiguiente, se halla prohibido jurídicamente.
En consecuencia, a efectos del dolo no interesa verificar si el agente conocía o no
que el ingreso a domicilio ajeno sin cumplir determinadas formalidades estaba
prohibido, sino verificar si conoCÍa que estaba ingresando a domicilio ajeno sin las
formalidades prescritas o supuestos previstos por la ley. Basta verificar que conoCÍa
que ingresaba sin motivo aparente ni orden judicial a domicilio ajeno y
voluntaliamente lo hizo. En cambio, para verificar el elemento culpabilidad,
responsabilidad o imputación personal del autor de la conducta de allanamiento
ilegal de domicilio, será necesario establecer si aquel conoCÍa que su conducta
estaba prohibida (conciencia de antijmidicidad), es decir, verificar si sabía que el
ingreso a domicilio ajeno sin las formalidades o fuera de los casos que establece la
ley, está prohibido.
En tal sentido, pueden darse casos en los que el sujeto activo crea o esté
convencido que ingresar a domicilio ajeno es lícito pero, en realidad, ello esta
prohibido por el ordenamiento jurídico. Apareciendo de ese modo, la figura del error
de prohibición atinadamente previsto en el artículo 14 de nuestro Código Penal, el
cual lamentablemente por desconocimiento del operador jurídico es de poca
aplicación en la praxis judicial.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica en una determinada conducta la concurrencia de todos los
elementos objetivos y subjetivos del delito de allanamiento ilegal de domicilio,
corresponde enseguida al operador jurídico verificar si en la conducta típica concurre
alguna causal de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código Penal.
Como ya expresamos en su momento, es posible que se configure un estado de
necesidad justificante cuando, por ejemplo, dos efectivos policiales ingresan al
domicilio ajeno por haber recibido informe confidencial que uno de los cónyuges ha
llegado a su domicilio portando un revolver para dar muerte al otro cuando se
encuentre dormida. Llegando incluso a incautar el revólver.

5. CULPABILIDAD

Una vez que el operador jurídico ha determinado que en la conducta típica de


allanamiento ilegal de domicilio no concurre alguna causa de justificación se estará
ante una injusto penal, esto es, ante una conducta típica y antijurídica,
correspondiendo verificar si es posible que tal injusto penal sea atribuido o imputado
al autor de la conducta. En consecuencia verificará si el autor es imputable; si al
momento de actuar conoCÍa la antijuridicidad de su conducta y, finalmente, se
verificará si el sujeto activo tuvo la posibilidad de actuar de manera diferente a la de
violentar el domicilio ajeno.

Es posible que se presente un error de prohibición cuando por ejemplo, el


funcionario o servidor público en el ejercicio de sus funciones ingresa a una vivienda
ajena en la creencia errónea que se está cometiendo un delito.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

La conducta punible se perfecciona o consuma en el mismo momento que el


funcionario o servidor público penetra o ingresa a domicilio ajeno sin contar con las
formalidades establecidas por ley o fuera de los casos previstos por aquella. Por
ejemplo, se perfecciona el delito cuando un funcionario sin contar con orden judicial
escrita de allanamiento ingresa en determinada vivienda sin contar con la
autorización del titular del derecho domiciliario.

Sabiendo que la figura del allanamiento constituye un acto de acción, es decir, de


penetrar o ingresar por orden judicial a un domicilio, es imposible que se perfeccione
por omisión, esto es, por permanencia. En tal sentido no compartimos opinión con
Bramont-Arias Torres/García Cantizano Cantizano (691) cuando afirman que "el
delito se consuma con el allanamiento de la morada, es deciI~ con la penetración
total del cuerpo o la permanencia en el domicilio". Menos con Javier Villa Stein (692)
cuando enseña que "se consuma el delito con el allanamiento de la morada, por
haber ingresado o por permanecer en ella no obstante la intimidación para que se
retire, que le hace al agresor, el titular del derecho".

Asimismo, siendo un injusto penal de comisión por acción, es perfectamente posible


que la conducta se quede en el grado de tentativa. Por ejemplo, se produciría
cuando en instantes que un funcionario sin contar con orden judicial de allanamiento,
se encuentra descerrajando una puerta con la finalidad de hacer un registro
domiciliario, es sorprendido por otro funcionario o servidor público que le impide
ingresar al domicilio.

7. PENALIDAD

La conducta delictiva de allanamiento ilegal de domicilio es reprimida con pena


privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años, unido a ella, la
inhabilitación de uno a dos años conforme al artículo 36, incisos 1, 2 Y 3.
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CAPíTULO IV

VIOLACiÓN DEL SECRETO DE LAS COMUNICACIONES

SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Concepto de las comunicaciones. 2.


Regulación de las comunicaciones en nuestro sistema jurídico. 3. Importancia del
secreto de las comunicaciones. Subcapítulo 2: Apertura o apoderamiento indebido
de correspondencia. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bienjurídico protegido.
2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5.
Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad. Sub capítulo 3: Interferencia
telefónica. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. La conducta agravada por la
calidad del agente. 2.2. Bienjurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo.
3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación.
7. Penalidad. Sub capítulo 4: Desvío o supresión de correspondencia. 1. Tipo penal.
2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto
pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7.
Tentativa. 8. Penalidad. Subcapítulo 5: Publicación indebida de correspondencia. 1.
Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3.
Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y
consumación. 7. Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

l. CONCEPTO DE LAS COMUNICACIONES

Resulta necesario, en primer término. establecer lo que se entiende por


comunicaciones a fin de hacer un análisis dogmático de los hechos punibles que lo
lesionan o ponen en peligro. de modo más coherente y racional.

En tal sentido, a efectos del presente trabajo se entiende por comunicaciones todo
medio material, ya sea documental o técnico, empleado por una persona individual
para dar a conocer o participar de sus sentimientos, pensamientos o noticias a otra u
otras personas con la cual o cuales, se encuentra separada en el espacio. Entre
remitente y destinatario siempre existirán lazos sentimentales desde simple amistad
a familiares. Es absurdo pensar que alguna persona remita una correspondencia a
otra a quien no lo conoce. El medio puede ser una carta, un telegrama, una postal, el
hilo telefónico, Internet, etc.
Roy Freyre (693), al comentar este punto que en el Código Penal derogado se
rotulaba como violación del secreto de la correspondencia, afirma que la
correspondencia es un medio usual que satisface la urgencia de comunicación entre
dos individuos que se encuentran distantes. El hombre tiene necesidad de
comunicarse con sus semejantes. Cuando por la separación topográfica es
explicable que no puede asegurar o garantizar la intrusión o interferencia de
terceros, surge la ley penal para por medio de la intimidación garantizar, de cierto
modo, la seguridad de su concertación, la libertad de su mantenimiento y la
privacidad de su contenido, aun cuando ya hubiera entrado en el dominio del
destinatario.

2. REGULACIÓN DE LAS COMUNICACIONES EN NUESTRO SISTEMA


JURÍDICO

El secreto de las comunicaciones aparece como un derecho fundamental de toda


persona. De ese modo, aparece previsto en el inciso 10 del artículo 2 de nuestra
Carta Política. Imperativamente se indica que toda persona tiene derecho:

"Al secreto y a la inviolabilidad de sus comunicaciones y documentos privados. Las


comunicaciones, telecomunicaciones o sus instrumentos solo pueden ser abiertos,
incautados, interceptados o intervenidos por mandamiento motivado del juez, con las
garantías previstas en la ley. Se guarda secreto de los asuntos ajenos al hecho que
motiva su examen.
Los documentos privados obtenidos con violación de este precepto no tienen efecto
legal.
Los libros, comprobantes y documentos contables y administrativos están sujetos a
inspección o fiscalización de la autoridad competente, de conformidad con la ley. Las
acciones que al respecto se tomen no pueden incluir su sustracción o incautación,
salvo por orden judicial".

Del precepto constitucional se evidencia que este derecho implica que cualquier
persona, física o jurídica, nacional o extranjera, tiene garantizado que sus
comunicaciones habladas o escritas con otras personas, sea cual fuere su
contenido, no pueden ser escuchadas, espiadas, interceptadas, conocidas ni hechas
públicas sin su consentimiento, salvo por mandamiento razonado y motivado de
autoridad judicial.

Aquel derecho constitucional tiene como antecedente internacional el artículo 12 de


la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobado en 1948. Allí se prevé
que nadie será objeto de injerencias arbitrarias a su correspondencia. Parecida
disposición la encontramos en el artÍCulo 17 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos de 1966.

Como antecedente nacional se cuenta con el inciso 8 del artÍCulo 2 de la


Constitución de 1979 y el artÍCulo 66 de la Constitución de 1933.

Asimismo, en el artículo 16 de nuestro Código Civil se prescribe en forma clara que


"la correspondencia epistolar, las comunicaciones de cualquier género o las
grabaciones de la voz, cuando tengan carácter confidencial o se refieran a la
intimidad de la vida personal o familiar, no pueden ser interceptadas o divulgadas sin
el asentimiento del autor y, en su caso, del destinatario. La publicación de las
memorias personales o familiares, en iguales circunstancias, requiere la
autori;zación del autor.

Muertos el autor o destinatario, según los casos, corresponde a los herederos el


derecho de otorgar el respectivo asentimiento. Si no hubiese acuerdo entre los
herederos, decidirá el juez.

La prohibición de la publicación póstuma hecha por el autor o el destinatario no


puede extenderse más halla de cincuenta años a partir de su muerte".

3. IMPORTANCIA DEL SECRETO DE LAS COMUNICACIONES

De la lectura de los preceptos glosados, se evidencia la importancia que tiene


proteger el secreto de las comunicaciones para el libre desenvolvimiento de la
personalidad de las personas individuales. Ello motiva que la protección al secreto
de las comunicaciones y su inviolabilidad se constituyan en un derecho fundamental
de la persona, debida que tiene como base central el derecho a la intimidad personal
o familiar, el mismo que garantiza el normal desenvolvimiento de la personalidad de
todo ser humano. Allí radica el fundamento de la protección del secreto e
inviolabilidad de las comunicaciones. Caso contrario, aquel derecho se vería
seriamente lesionado y, con ello, sería imposible un desenvolvimiento libre y
voluntario de la personalidad.

A la protección de la intimidad personal se ha agregado en forma particular y


especial, la protección a la reserva, esto es, a la confidencialidad. En efecto, "se
trata no solo de no divulgar, sin el debido asentimiento, documentos o
comunicaciones referidos a la intimidad de la vida privada, sino también aquellos
otros que, sin tener este específico carácter, deben mantenerse en el ámbito de la
confidencialidad por su propia naturaleza o por voluntad del autor o del destinatario,
según sea el caso" (694). En todo caso, tal como prescribe la norma constitucional
glosada, los documentos o comunicaciones, solo pueden ser incautadas,
interceptadas o abiertas por mandamiento escrito y motivado de autoridad
jurisdiccional, con las garantías previstas por la ley, conservándose el secreto de
todo aquello que no sea pertinente al examen judicial. Se prescribe taxativamente
que los documentos o las comunicaciones obtenidos o divulgadas con violación de
este principio carecen de todo efecto legal y, por el contrario, sería supuesto de un
hecho punible que analizaremos más adelante.

En este epígrafe cabe anotar la situación que prevé el legislador en el Código Civil,
al establecer que la prohibición de la publicación póstuma hecha por el autor o por el
destinatario no puede extenderse más allá de cincuenta años a partir de su muerte.
Esta disposición se fundamenta en el hecho que después de aquel tiempo los
acontecimientos pertenecerían a la historia, a la cual toda persona sin distinción
tiene acceso.
En suma, el derecho fundamental al secreto de las comunicaciones queda
garantizado siempre y cuando se da una relación de comunicación, utilizándose
medios técnicos o no, entre dos o más pers.onas, independientemente de cual sea
el objeto o contenido real de la misma.
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Subcapítulo 2

Apertura o apoderamiento indebido de correspondencia

l. TIPO PENAL

El injusto penal que se etiqueta como violación de correspondencia aparece


debidamente tipificado en el tipo penal del artículo 161 del Código Penal en los
términos siguientes:

El que abre, indebidamente, una carta, un pliego, un telegrama, radiograma,


despacho telefónico u otro documento de naturaleza análoga que no le esté dirigido,
o se apodera indebidamente de alguno de estos documentos, aunque no esté
cerrado, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años, y con
sesenta a noventa días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo penal se evidencia que recoge dos supuestos de hechos
claramente diferenciables. En primer término, está la acción de abrir indebidamente
la correspondencia y, la segunda, es la acción de apoderarse indebidamente de la
correspondencia. Veamos en qué consiste cada uno de estos supuestos.

a. Abrir correspondencia. La primera conducta reprimible penalmente se verifica


cuando el sujeto activo abre o pone al descubierto sin justificación sustentatoria
aparente, el contenido de una carta, un pliego, telegrama, radiograma, despacho
telefónico u otro documento de naturaleza análoga.
Javier Villa Stein (695) sostiene que el vocablo "abrir," a la luz de los avances
tecnológicos en las comunicaciones, comprende toda forma física o electrónica de
poner al descubierto el contenido de una comunicación. Constituye "abrir" el acto de
despegar un sobre o romperlo para acceder a su contenido, lo mismo que hacerse
del password de un tercero para acceder a sus comunicaciones de Internet.

Respecto de esta figura delictiva, es común en la doctrina considerar que el objeto


material del delito debe encontrarse previamente cerrado, pues solo puede abrirse o
hacerse patente lo que está cerrado. Para comprobar que algo está cerrado es
necesario que se añada algo intencional y expresamente destinado a impedir la
lectura no autorizada del contenido del documento. La simple dobladuría del papel
sobre sí mismo no es suficiente es necesario un ingrediente especial (696) que
puede ser por ejemplo: goma, engrapado, lacrado, etc.

Se abre el continente de la correspondencia con la finalidad de posibilitar la


evidencia de su contenido. No obstante, según la redacción del supuesto de hecho
del tipo penal, no se requiera necesariamente que el agente entre en conocimiento
(es decir, lea) del contenido de la correspondencia, es suficiente que se verifique el
acto mismo de abrir. La circunstancias de haber leído o no el contenido de la
comunicación es irrelevante para calificar la conducta como delictiva. Ello debe
quedar claramente establecido con fines didácticos aun cuando parece imposible
pensar que alguien abra una correspondencia sin tener la intención de conocer el
contenido.

b. Apoderarse de correspondencia. La segunda hipótesis delictiva del tipo penal en


hermenéutica se verifica cuando el agente se apodera, sustrae, hurta, coge o
arrebata correspondencia ajena. Al no indicarse en forma expresa en el tipo penal,
se entiende que la correspondencia puede estar cerrada o abierta. Se configura y
perfecciona el presente ilícito penal si la substracción se realiza de poder del
remitente o del destinatario. Lo que se requiere es verificar que el agente haya
sustraído la correspondencia del ámbito de disposición del sl~eto pasivo para
pasarlo al suyo. Ello, claro está, como veremos más adelante, sin contar con
algunajustifkación aparente, esto es, indebidamente.
Bramont-A1ias Torres y GarCÍa Cantizano (697) argumentan que por apoderarse se
entiende toda acción destinada a hacer ingresar el documento, previamente
sustraído, en la propia esfera de custodia del sujeto activo, atribuyéndose la
disponibilidad fisica del mismo por cuanto se impide que llegue a su destinatario o
bien se imposibilita su permanencia en el dominio de quien ya lo había recibido. No
se exige que el documento esté cerrado, por lo que también se incluyen en este
supuesto los documentos abiertos. En este sentido, se puede cometer el delito
mediante apoderamiento material de un documento que ya ha sido recibido por su
destinatario, incluso después que este tuvo conocimiento de su contenido (698).

Para Villa Stein (699) el vocablo "apoderarse" comprende todo acto que implique
sustraer las comunicaciones del ámbito de custodia de su legítimo remitente o
destinatario.

El objeto material de ambas conductas puníbles también aparece indicado


expresamente en el tipo penal. Este puede ser una carta entendida como un papel
escrito manual o mecánicamente, introducido en un sobre destinado a comunicar
algo a otra u otras personas; pliego, algún documento que comunica algo a otra
persona; telegrama, la misma que se entiende cualquier hoja de papel o formulario
en el que aparece escrito una comunicación que debe trasmitirse por el medio
indicado, o en el que se ha trascrito una comunicación telegráfica recepcionada y
remitida a su destinatario; radiograma, entendido como una hoja de papel o
formulario donde aparece trascrito una comunicación que será trasmitida por
radiograma o aparece escrito la comunicación recibida por aquel medio; despacho
telefónico, que se entiende como una hoja de papel escrito en la que se comunica
una noticia o llamada trasmitida por teléfono. Debe quedar claro que se trata del
documento en el que aparece trascrito la noticia o comunicación recibida por
teléfono. Si el agente ha entrado en conocimiento de la conversación telefónica
misma, constituye supuesto delictivo recogido en otro tipo penal. Finalmente, puede
ser objeto material del delito cualquier otro documento análogo como, por ejemplo, el
pliego de papel donde aparece trascrito una comunicación remitida al destinatario
por medio de fax o Internet.

Por otro lado, respecto a la tipicidad objetiva, los supuestos antes analizados deben
realizarse en forma indebida para el perfeccionamiento de la conducta punible. Ello
significa que el agente debe abrir o apoderarse de correspondencia ajena en forma
indebida, ilegal o ilícita. Esto es, sin ningún amparo legal aparente.
No cabe duda que, por su condición de elemento normativo del tipo, se hace
necesario que el juzgador haga una valoración jurídica previa con la finalidad de
poder determinar cuando el agente abre o se apodera indebidamente de una
correspondencia. En principio, esta condición se presenta al recaer la acción
delictiva sobre una correspondencia que no le ha sido dirigida al agente (700).

Por inferencia lógica se concluye que resulta posible abrir o apoderarse en forma
debida, legal o lícita de una correspondencia. Ello ocurrirá cuando concurren las
circunstancias que prevé el inciso 10 del artículo 2 de la Constitución P.olítica de
1993. Por tanto, por imperio expreso de la ley constitucional las comunicaciones,
telecomunicaciones o sus instrumentos pueden ser abiertos, incautados,
interceptados o intervenidos por mandamiento motivado de la autoridad
jurisdiccional competente con las debidas garantías previstas en la ley.

2.1. Bien jurídico protegido

En la doctrina nacional existe consenso pacífico de considerar que la criminalización


de los ilícitos penales, puestos en evidencia, busca proteger el derecho a la
inviolabilidad de las comunicaciones al que imperativamente todos tenemos acceso.
Ello debida que, de ese modo, se protege el secreto o confidencialidad de las
comunicaciones como elemento trascendente para un desenvolvimiento normal de
nuestra personalidad que de otro modo se vería seriamente afectada.
En suma, se pretende tutelar el derecho a la libertad que tiene toda persona a
guardar en secreto los contenidos de su correspondencia.

2.2. Sujeto activo

Al iniciar la redacción del tipo penal con la frase "el que"( ... ) lógicamente se deduce
que sujeto activo, de los supuestos delictivos de abrir o apoderarse indebidamente
de correspondencia que no les está dirigida, puede ser cualquier persona,
excluyéndose de tal calidad al remitente y destinatario. Es indudable que el agente
siempre será una persona natural, nunca una jurídica por más que se verifique que
aquella es la única beneficiada con la apertura o apoderamiento de correspondencia
ajena. Doctrinariamente aparece aceptado que una persona jurídica no pueda ser
autor del hecho punible.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo, sin duda lo constituyen tanto remitente como destinatario de
la correspondencia. Aquí, sí resulta factible que la afectada sea una persona jurídica
ya sea en su calidad de remitente o destinataria de la correspondencia abierta o
sustraída.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

La simple lectura del contenido de la norma penal in examine, nos crea


convencimiento que los supuestos delictivos antes analizados son de comisión
dolosa, no cabe la comisión por culpa o imprudente. Ello significa que el delito se
configura o perfecciona cuando el agente actúa con conocimiento y voluntad de abrir
o apoderarse de la correspondencia ajena. No es necesario verificar si el sujeto
activo actuó motivado por la intención de conocer el contenido de la
correspondencia.

Siendo así, aparte de la concurrencia del elemento dolo, no se requiere ningún otro
elemento de tipo subjetivo para el perfeccionamiento del ilícito penal. Situación
totalmente diferente ocurría con la vigencia del código derogado que en el tipo penal
232, el legislador, hacía expresa mención que el agente debía de actuar movido por
la intención de conocer el contenido de la correspondencia. Tal circunstancia era
elemento fundamental para el perfeccionamiento del delito. Si se verificaba que la
intención de abrir o apoderarse de la correspondencia no era la de conocer su
contenido sino otro diferente como, por ejemplo, el simple hecho de guardarlo a fin
de que el destinatario no lo reciba, el delito no aparecía.

En consecuencia, no compartimos lo sostenido por Bramont-Arias y García


Cantizano (701) quienes al parecer sustentándose en tratadistas que comentaron el
Código de 1924, indican que además del dolo, se requiere un elemento subjetivo del
tipo concretado en la intención de conocer el contenido del documento abierto o
sustraído.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica los elementos típicos objetivos y subjetivos del delito de abrir
o apoderarse indebidamente de la correspondencia ajena, corresponderá al
operador jurídico determinar si en la conducta típica concurre alguna causa de
justificación de las previstas en el artículo 20 del Código Penal. Si se llega a concluir
que en la conducta analizada no aparece alguna causa de justificación, estaremos
ante una conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD

En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la


conducta típica y antijurídica es posible ser atribuida o imputada a su autor. Es decir
se analizará si el autor de la conducta efectuada es imputable, es decir mayor de
edad y no sufre de alguna anomalía psíquica considerable; luego analizará si el
agente al momento de actuar conoCÍa la antijuridicidad de su conducta y finalmente
verificará si el autor en lugar de perfeccionar el injusto penal, pudo actuar de modo
diferente a la de abrir o apoderarse de la correspondencia ajena.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

Los supuestos punibles analizados se perfeccionan, consuman o verifican en el


mismo momento en que el agente abre la correspondencia que no le está dirigida o,
en su caso, cuando sustrae la correspondencia que no le corresponde de la esfera
de dominio del sujeto pasivo entrando a su ámbito de disposición. Es irrelevante
verificar si el agente tomó conocimiento o no del contenido de la correspondencia. El
delito se perfecciona así el agente no haya conocido el contenido de la
comunicación ni haya tenido la intención de conocerlo (702).
Teniendo en cuenta que la tentativa se configura cuando el agente inicia la ejecución
del delito con hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos que
objetivamente deberían producir el resultado, y sin embargo, este no se produce por
causas extrañas a la voluntad del agente, resulta factible que la conducta dolosa de
abrir o apoderarse de correspondencia ajena se quede en el grado de tentativa. Por
ejemplo, estaremos ante una tentativa cuando el agente es sorprendido en el mismo
momento que se dispone a abrir una correspondencia ajena, o, en su caso, a hurtar
o sustraer la correspondencia que no le pertenece.

7. PENALIDAD

El autor del comportamiento delictivo será merecedor a pena privativa de libertad no


menor de dos días ni mayor de dos años, unido a ello, con sesenta a noventa días
multa.
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Subcapítulo 3
Interferencia telefónica

l. TIPO PENAL

La conducta ilícita de interferencia de una conversación telefónica aparece descrita


debidamente en el tipo penal del artículo 162 de nuestro Código Penal que ad
letterantim indica:

El que, indebidamente, interfiere o escucha una conversación telefónica o similar


será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años.
Si el agente es funcionario público, la pena privativa de libertad será no menor de
tres ni mayor de cinco años e inhabilitación conforme al artículo 36, incisos 1, 2 Y 4.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del supuesto de hecho del tipo penal, se evidencia que el delito
rotulado como "interferencia telefónica" puede perfeccionarse hasta por dos
conductas totalmente diferéntes aun cuando su finalidad sea la misma: interceptar
una conversación telefónica indebidamente.
En efecto, con claridad meridiana se deduce que el tipo penal del artículo 162 de
nuestro Código Penal, recoge dos supuestos delictivos por los cuales se puede
consumar el delito: bien porque el comportamiento del sujeto activo puede consistir
en interferir o bien por escuchar una conversación telefónica o similar
indebidamente. Pero veamos su naturaleza conceptual de cada uno de aquellos
supuestos delictivos:

a. Interferir una conversación telefónica o similar.


La conducta ilícita penal de interferir una conversación telefónica se verifica cuando
el agente en forma ilícita o indebida intercepta, obsu-uye o dificulta una
comunicación telefónica que se viene realizando entre terceros. Ello, sin duda,
puede hacerlo con la finalidad de interponerse en la comunicación o para tomar
conocimiento del contenido de la conversación. Esto es, el sujeto activo intercepta la
conversación para que el mensaje no llegue al destinatario ya sea recibiendo
directamente el mensaje como si fuera el destinatario, o bien obstruyendo el canal o
medio físico que conecta al emisor con el receptor de la comunicación.
Debe quedar claro que cuando el agente realiza la conducta de interferir, lo hace con
la finalidad que el destinatario no tome conocimiento o no reciba el mensaje del
emisor. Ello puede hacerlo ya sea interceptando el canal para recibir directamente el
mensaje como destinatario sin serlo, o anular el canal para que el mensaje no llegue
al destinatario. Se dificulta la comunicación.

Por su parte, Javier Villa Stein (903) indica que la interferencia implica interponerse o
asomarse al texto de terceros, interceptar por el medio tecnológico que sea.
Mientras que Bramont-Arias Torres y García Cantizano (904) sostienen que .por
interferir se entiende toda acción que se realiza para cruzar una onda con otra -lo
que se denomina cruce de líneas- que permite oír una comunicación no destinada al
sujeto activo o anularla.

b. Escuchar indebidamente una conversación telefónica.

El otro supuesto en que se perfecciona el ilícito penal en exégesis, se verifica


cuando el agente sin dificultar ni obstruir la comunicación entre emisor y receptor,
escucha la conversación de aquellos. Esto es, el agente toma conocimiento del
mensaje que emite el emisor al destinatario sin obstruir la comunicación. El emisor y
el receptor realizan la comunicación normal, pero en ella interviene un tercero que
escucha indebidamente la conversación. Sin duda, se entiende que tanto el emisor
como el receptor de la comunicación desconocen la participación del agente. Caso
contrario, de verificarse que el tercero escuchó la conversación con el asentimiento
de uno de los intervinientes, el injusto penal no aparece.

Entendido así el presente supuesto delictivo, en forma clara se evidencia la


diferencia con el primer supuesto. En aquel, el agente interfiere o dificulta la
conversación obstruyendo el canal que conecta al emisor con el receptor; en tanto
que en el segundo, el agente no obstruye el canal, simplemente se limita a escuchar
la conversación que mantienen el emisor del mensaje con el destinatario.

En igual sentido, Villa Stein (705) asevera que "escuchar, es oír atendiendo
comunicación telefónica ajena, valiéndose el autor de cualquier medio o tecnología";
en tanto que Bramont-Arias y Carcía Cantizano (706) argumentan que "escuchar es
sinónimo de oír una conversación telefónica no destinada al sujeto activo".

En ambos supuestos delictivos, se entiende que el agente debe actuar


indebidamente o, mejor dicho, en forma dicho, antijurídica, es decir, contrario a
derecho. Ello ocurrirá cuando el agente actúe sin el consentimiento de los
participantes en la comunicación telefónica o cuando no exista ordenjudicial para la
interferencia o escucha de la conversación. A contrario sensu, si se verifica que el
agente actuó con el consentimiento de al menos uno de los participantes de la
conversación telefónica o similar (correo electrónico, por ejemplo) o por orden
judicial (707), el delito no se perfecciona.
Finalmente, cabe dejar establecido que hay unanimidad en la doctrina peruana
dominante en cuanto que el consentimiento es una causa de atipicidad del hecho.
Una problemática especial suscita el consentimiento como causa de justificación en
aquellos casos en los que, habiendo varios interlocutores, uno de ellos consiente en
la escucha o grabación de la conversación por un tercero ajeno, desconociendo esta
circunstancia los demás. En realidad, aquí el consentimiento de uno de los
interlocutores no justificaría el hecho, incluso podría hablarse de coautoría o
participación punible de aquel interviniente en la conversación que conciente sin
comunicárselo a los demás (708).

2.1. La conducta agravada por la calidad del agente

El segundo párrafo del tipo penal en análisis recoge un supuesto en el cual la


conducta de interferencia telefónica aparece agravada. En efecto, alguno de los
comportamientos punibles examinados, se agrava cuando el agente tiene la calidad
de funcionario público. A efectos de saber a quienes se le considera funcionario
público conforme al derecho punitivo, el operador jurídico debe recurrir al artículo
425 del Código Penal.
En consecuencia, al aparecer en forma expresa en el tipo penal que solo la calidad
de funcionario público en el agente, agrava la conducta delictiva, se excluye a los
servidores públicos que tienen connotación diferente y diferenciable a aquellos.
Aceptado ello, no es de recibo lo sostenido por Javier Villa Stein (709) cuando al
referirse a la tipicidad agravada, indica que "deriva de la cualidad funcional del
agente: funcionalio o servidor público". Al parecer, pretende equiparar al funcionario
con el servidor público cuando funcional y normativamente tienen connotaciones
diferentes

2.2. Bien jurídico protegido

El interés prevalente que se pretende tutelar o resguardar con la tipificación de las


conductas ilícitas examinadas, lo constituye el derecho constitucional de la
inviolabilidad de las comunicaciones debidamente previsto en el inciso 10 del
artículo 2 de la Constitución Política.
En ese sentido, se entiende que se protege el ejercicio fundamental de comunicarse
libremente, sin interferencias ni coacciones de ningún tipo y en secreto a través del
cable telefónico o similar.

2.3. Sujeto activo

Para que se configuren los supuestos descritos en el primer párrafo del tipo penal, el
sujeto activo puede ser cualquier persona; ya que no se requiere tener alguna
cualidad personal. Incluso, puede ser un servidor público.

En tanto que para configurarse el supuesto agravado del segundo párrafo, solo
puede ser agente quien ostente la calidad de funcionario público. (Nadie más que
aquel, para perfeccionarse el delito de interferencia telefónica agravado.)

2.4. Sujeto pasivo

Víctima, agraviado o sujeto pasivo de la presente conducta delictiva puede ser


cualquier persona, con la única condición que haya utilizado el hilo telefónico para
comunicarse. Sin duda, tanto emisor como receptor o destinatario del mensaje
pueden constituirse en víctimas del delito.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del texto normativo en comentario, se concluye, sin mayor dificultad,


que los supuestos delictivos se imputan a título de dolo. No es posible la
configuración imprudente a efectos del derecho punitivo.
Siendo así, los injustos penales se perfeccionan cuando el agente actúa con
conocimiento y voluntad de interferir o escuchar una conversación telefónica. Es
decir, el sujeto activo conoce que indebidamente está interfiriendo o escuchando una
conversación telefónica, sin embargo, voluntariamente lo hace sin ningún
miramiento. De allí que se concluya que la escucha circunstancial de una
conversación telefónica es irrelevante penalmente.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifican los elementos típicos objetivos y subjetivos de alguno de
los delitos de interferir o escuchar una conversación telefónica, corresponderá al
operador jurídico determinar si en la conducta típica concurre alguna causa de
justificación de las previstas en el artículo 20 del Código Penal. Si se llega a concluir
que en la conducta analizada no aparece alguna causa de justificación, estaremos
ante una conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD

En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la


conducta típica y antijurídica es posible de ser atribuida a su autor. Es decir se
analizará si el autor de la conducta efectuada es imputable, mayor de edad y no
sufre de alguna anomalía psíquica considerable; luego, analizará si el agente al
momento de actuar conocía la antijuridicidad de su conducta. Aquí, muy bien, puede
presentarse un error de prohibición, cuando el agente en la firme creencia que es
legal interferir la conversación telefónica para descubrir una banda que se dedica a
cometer delitos contra el patrimonio, interfiere las conversaciones telefónicas de los
posibles sospechosos, y, finalmente, verificará si el autor en lugar de perfeccionar el
injusto penal pudo actuar de modo diferente a la de interferir o escuchar
indebidamente una conversación telefónica.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

Los supuestos delictivos se perfeccionan o consuman en el mismo momento que se


verifica la interferencia telefónica o, en su caso, la escucha de la conversación. No
es relevante penalmente, constatar si el agente logró receptar el menseye dirigido al
destinatario en caso de interferencia o, en caso de escucha, es irrelevante si el
agente logró o no comunicar a terceros el mensaje escuchado. Estamos ante un
delito instantáneo.

Al tratarse de injustos penales de comisión es admisible que la conducta se quede


en el grado de tentativa. Ocurrirá, por ejemplo, cuando el agente es sorprendido
colocando un aparato tecnológico para interceptar o grabar la conversación
telefónica que tendrá lugar próximamente.

7. PENALIDAD

De verificarse los supuestos delictivos previstos en el primer párrafo del tipo penal
del artículo 162 del Código Penal, el agente será merecedor de pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de tres años. En caso de consumarse el supuesto
recogido en el segundo párrafo, la pena privativa de libertad será no menor de tres ni
mayor de cinco años e inhabilitación conforme el artículo 36, incisos 1, 2 y 4.
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Subcapítulo 4

Desvío o supresión de correspondencia

l. TIPO PENAL

La conducta delictiva de suprimir o desviar de su destino normal una


correspondencia aparece debidamente descrita en el tipo penal del artículo 163 del
Código Penal del modo siguiente:
El que, indebidamente, suprime o extravía de su destino una correspondencia
epistolar o telegráfica, aunque no la haya violado, será reprimido con prestación de
servicio comunitario de veinte a cincuenta y dos jornadas.
El supuesto de hecho del presente tipo penal tiene redacción idéntica al tipo penal
del artículo 233 del Código Penal derogado. Figura delictiva que Roy Freyre
etiquetaba como frustración de correspondencia.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Igual que en el anterior tipo penal, también aquí se recoge dos conductas
debidamente diferenciadas. Las mismas que por separado perfectamente ponen en
peligro o lesionan el bien jurídico que se pretende tutelar, proteger o amparar. Es
posible la comisión de la figura de suprimir una correspondencia epistolar o
telegráfica y también, la conducta delictiva de extraVÍar una correspondencia del tipo
indicado. Veamos en qué consiste cada una de las conductas:

a. Suprimir una correspondencia epistolar o telegráfica.

Esta conducta punible se verifica cuando el agente hace desaparecer o destruye una
carta o un telegrama dirigido al sujeto pasivo de la acción. Esto es, cuando el
legislador utilizó la palabra "suprimir" para configurar este delito, estaba pensando en
la hipótesis de desaparecer o destruir una correspondencia. En tanto que los demás
actos de impedir que la correspondencia llegue a su destinatario, se subsumen en la
figura de extraVÍar. Igual posición tomó Roy Freyre (710), cuando, haciendo
dogmática penal con el Código Penal de 1924, enseñaba que el verbo "suprimir"
significaba impedir definitivamente que una comunicación llegue a su destinatario; es
decir, suprimir es sinónimo de destruir. "El agente puede deshacerse de la
materialidad de la correspondencia ya sea, por ejemplo, incinerando, rompiendo o
haciendo ilegible el documento, en forma total o parcialmente". En consecuencia,
darle una connotación diferente al término usado por el legislador es apartarse del
método dogmático.

En ese sentido, no compartimos posición con Bramont-Arias y García Cantizano


(711) cuando indican que "por suprimir se entiende sacar la correspondencia del su
curso normal, impidiendo que' llegue a su destino. La supresión no implica
necesariamente la destrucción de la correspondencia epistolar o telegráfica". Más
infeliz es la postura que adopta Villa Stein (712) al sostener que "por suprimir
debemos entender el acto de impedir, escondiendo, guardando o reteniendo,
alterando el curso esperado, que la correspondencia llegue a su destino".

b. Extraviar una correspondencia.

El ilícito penal ocurre o se verifica en la realidad cuando el agente pierde o da un


curso diferente al que originalmente tenía la correspondencia con la finalidad de que
no llegue a poder de su destinatario. El agente actúa con el objetivo que el
destinatario no reciba la correspondencia.

Ayuda comprender claramente esta figura delictiva el ejemplo siguientes: realiza


objetivamente la conducta en análisis aquel padre que recibe correspondencia de su
hija que se encuentra trabajando en Argentina, con la finalidad que le entregue a su
novio, sin embargo, aquel en lugar de hacer llegar la carta al destinatario, lo guarda
o esconde en su caja fuerte.

Asimismo, resulta trascendente señalar que cuando el legislador indica que el


agente comete los supuestos ilícitos "aunque no la haya violado", nos orienta que
para la verificación de ambas conductas delictivas, es irrelevante conocer si el
agente conoció el contenido de la carta o la esquela del telegrama. Para nada
interesa saber si el agente conoció el contenido de la correspondencia, bastará
verificar si la destruyó o en su caso, le dio un curso diferente al que tenía
originalmente con la finalidad que no llegue a su destinatario.

La única finalidad del sujeto activo es impedir que el destinatario o sujeto pasivo
entre en conocimiento de la correspondencia que le está dirigida. Este aspecto es
importante tenerlo en cuenta al momento de calificar aquellas conductas. Caso
contrario, no aparece el delito si la destrucción o extravío de la correspondencia
ocurre después que el destinatario tomó conocimiento del contenido de aquella. En
otras palabras, no hay conducta delictiva si la supresión o extravío se produce
después que el destinatario recibió y tuvo en su poder la correspondencia.

Finalmente, en cuanto a la tipicidad objetiva del presente delito, las conductas


analizadas tendrán que realizarse en forma indebida o ilícita, esto es, sin que
concurra alguna causa de justificación. A contrario sensu, al concurrir alguna causa
de justificación prevista por ley, el delito no aparece.

2.1. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se pretende proteger lo constituye el derecho a la inviolabilidad


de las comunicaciones previsto en el inciso 10 del artículo 2 de nuestra constitución.
La inviolabilidad entendida en el sentido que nadie puede obstaculizar o poner óbice
(ya sea destruyendo o extraviando) al curso normal de una comunicación que no le
esté dirigida. Aquí, antes que el secreto de las comunicaciones se pretende
resguardar que las comunicaciones lleguen a su destinatario.

2.2. Sujeto activo

Agente, de los comportamientos punibles en análisis, puede ser cualquier persona.


No se exige alguna cualidad o calidad especial.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima, agraviado o sujeto pasivo de los injustos penales comentados puede ser
cualquier persona, sea esta física o jurídica. Una persona jurídica fácilmente puede
ser víctima de cualquiera de las conductas antes analizadas.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

No hay discusión en el sentido que por la forma como aparece redactado el tipo
penal, se trata de un delito netamente doloso. La figura culposa es atípica por no
aparecer como supuesto de hecho de algún tipo penal de nuestro Código Penal.
En esa línea, aparece el dolo cuando el agente con pleno conocimiento que está
destruyendo o extraviando una correspondencia de la cual no es destinatario,
voluntariamente actúa. El sujeto activo actúa con conocimiento y voluntad de realizar
los elementos objetivos de la conducta punible.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica los elementos típicos objetivos y subjetivos de alguno de los
delitos de desviar o suprimir correspondencia ajena, corresponderá al operador
jurídico determinar si en la conducta típica concurre alguna causa de justificación de
las previstas en el artículo 20 del Código Penal. Si se llega a concluir que en la
conducta analizada no aparece alguna causa de justificación, estaremos ante una
conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD

En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la


conducta típica y antijurídica es posible de ser atribuida o imputada a su autor. Es
decir, se analizará si el autor de la conducta efectuada es imputable, es decir, mayor
de edad y no sufre de alguna anomalía psíquica considerable; luego analizará si el
agente al momento de actuar conocía la antijuridicidad de su conducta y, finalmente,
verificará si el autor en lugar de perfeccionar el injusto penal pudo actuar de modo
diferente a la de desviar o suprimir la correspondencia ajena.

6. CONSUMACIÓN

Como volvemos a insistir, las acciones ilícitas antes analizadas se consuman o


perfeccionan en el mismo momento en que se verifica ya sea la destrucción o en su
caso, el extravío de la correspondencia epistolar o telegráfica. En el primer caso por
ejemplo, se consuma en el momento que el agente destruye la carta o esquela del
telegrama, en tanto que en el segundo caso, se consuma en el mismo instante que
por ejemplo, el agente esconde la correspondencia ajena.
7. TENTATIVA

Al tratarse de una figura delictiva de comisión por acción, es posible que se quede
en el grado de tentativa, es decir, el sujeto activo puede haber iniciado los actos
ejecutivos de su acción y ser interrumpido por circunstancias accidentales o por
desistimiento antes de consumar el hecho punible. Esto es, tanto la acción de
suprimir como la de extraviar se pueden entorpecer en el desarrollo o curso normal
de su ejecución sin llegar a la consumación. Ocurrirá, por ejemplo, cuando el
destinatario de una carta sorprende al agente en el mismo instante que este se
dispone a quemarla.

8. PENALIDAD

De acuerdo con el tipo penal del artículo 163 del catalogo penal, el agente que
realice cualquiera de las conductas interpretadas será reprimido con prestación de
servicio comunitario de veinte a cincuenta y dos jornadas.
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Subcapítulo 5

Publicación indebida de correspondencia

l. TIPO PENAL

La figura delictiva de publicación indebida de correspondencia está debidamente


tipificada en el artículo 164 del Código Penal que literalmente señala:

El que publica, indebidamente, una correspondencia epistolar o telegráfica, no


destinada a la publicidad, aunque le haya sido dirigida, será reprimido, si el hecho
causa algún perjuicio a otro, con limitación de días libres de veinte a cincuenta y dos
jornadas.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La conducta punible se configura cuando con la publicación de una correspondencia


no autorizada se causa un peljuicio a otro. Del concepto esglimido se evidencia
claramente que para la verificación de la acción delictiva deben concurrir hasta tres
circunstancias fundamentales, si falta una de ellas el delito de publicidad indebida de
correspondencia no se configura. Ante un hecho concreto, en primer lugar, el
operador jurídico deberá verificar si el agente ha publicado una correspondencia
epistolar o telegráfica después, deberá verificar que tal correspondencia no estaba
destinada a la publicidad aun cuando aquella haya sido dirigida al propio agente, y
finalmente, deberá verificar si con tal publicación se ha causado un peIjuicio
económico o moral al remitente o a un tercero.

Al exigir el tipo que necesariamente debe haber un peIjuicio para la víctima o un


tercero, estamos frente a un delito de resultado. En consecuencia, con la sola
publicación de la correspondencia epistolar o telegráfica no se configura la conducta
punible en análisis. El agraviado necesariamente deberá acreditar el peIjuicio sufrido
con la publicación indebida de la correspondencia no destinada a la publicidad.

En cuanto a la clase de peIjuicio que se requiere, nada establece el tipo, por lo que
es evidente que puede tratarse de cualquier peIjuicio ya sea material, moral,
económico o sentimental. Al indicar el tipo penal "si el hecho causa algún peIjuicio a
otro", está poniendo en evidencia un aspecto importante a tener en cuenta, esto es,
que el peljudicado nunca podrá ser el propio sujeto activo, sino solo podrá ser el
propio remitente de la correspondencia o un tercero como un familiar.

El instrumento por el cual se materializa la publicidad indebida de la correspondencia


es indiferente, pudiendo ser la radio, la televisión, el periódico, una revista, un panel
publicitario, etc. Bastará de ese modo la sola verificación que se ha puesto en
conocimiento de un número indefinido de personas el contenido de la
correspondencia, o en todo caso, se le ha puesto a su alcance.
Finalmente, la conducta típica deberá verificar si la correspondencia es indebida,
ilícita o sin algún amparo legal. Caso contrario, de constatarse que la publicación fue
legal y lícita, o, mejor dicho, dentro de los supuestos previstos en el inciso 10 del
artículo 2 de la Carta Política, cualquier sospecha de conducta punible desaparece.

En tal sentido, sin duda, Bramont-Arias Torres (7U) interpreta erróneamen te este
aspecto siguiendo a Roy Freyre (714) , cuando afirma que la ilici tud de la acción
deriva tanto del hecho que la correspondencia no esté destinada a la publicidad
como de la circunstancia que su divulgación cause un peIjuicio. Las dos
circunstancias indicadas por los tratadistas citados solo supone la tipicidad objetiva
de la conducta pero de ningún modo suponen la antijuridicidad de la conducta, pues
este elemento importante del delito, se configura al no concurrir alguna causa que
justifique el actuar típico del agente.
2.1. Bien jurídico protegido
El bien jurídico que se pretende resguardar con la tipificación de la conducta lo
constituye el derecho al secreto e inviolabilidad de las comunicaciones previsto de
manera imperativa en el artículo 2 inciso 10 de nuestra Constitución Política. No
obstante, aquí el derecho al secreto de las comunicaciones debe entenderse como
aquel derecho que tiene toda persona a mantener en secreto o reservado su
correspondencia, pues solo de ese modo se puede resguardar la intimidad personal
o familiar que se vería seriamente lesionada con la materialización de una conducta
como la publicación indebida de la correspondencia. En suma, se pretende
resguardar el secreto de la correspondencia como correlato del derecho de la
intimidad personal o familiar de las personas.

2.2. Sujeto activo

Estamos ante a un delito común. No se exige que el agente tenga alguna cualidad o
calidad especial. Autor de la conducta de publicación indebida de' correspondencia
puede ser cualquier persona. Solo se requiere que aquel tenga acceso a la carta o el
telegrama para estar en la posibilidad de publicarlo. En tal sentido, agente podrá ser
el propio destinatario de la correspondencia como un tercero que posea la
correspondencia dirigida a otra persona.
2.3. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo, agraviado o víctima del delito también puede ser cualquier persona
con la única condición que acredite el perjuicio que la publicación indebida de la
correspondencia le ha ocasionado.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del supuesto de hecho del artículo 164 del Código Penal se concluye
que se trata de un delito de comisión dolosa. En nuestro sistema jurídico penal no
cabe sancionar a alguna persona por una conducta imprudente de publicación
indebida de correspondencia.
Siendo así, se requiere que el agente actúe con conocimiento y voluntad en la
realización de los elementos del tipo objetivo. Esto es, el agente debe saber que se
dispone a publicar una correspondencia no destinada a su publicidad y que con tal
acto va a causar un peljuicio, no obstante voluntariamente decide hacerlo. No es
elemento del dolo saber si el agente conocía o no que la publicación indebida de
correspondencia estaba prohibida, ello se verificará en el nivel posterior del delito,
esto es, en la imputación personal. Verificar si el agente conocía o no la ilicitud de su
actuar, sirve para atribuir al agente aquella conducta.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica los elementos típicos objetivos y subjetivos del delito de
publicar indebidamente una correspondencia epistolar o telegráfica, corresponderá
al operador jurídico determinar si en la conducta típica concurre alguna causa de
justificación de las previstas en el artÍCulo 20 del Código Penal. Si se llega a concluir
que en la conducta analizada no aparece alguna causa de justificación, estaremos
ante una conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD
En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la
conducta típica y antijurídica es posible ser atribuida o imputada a su autor. Es decir,
se analizará que el autor de la conducta efectuada es imputable, es decir mayor de
edad y no sufre de alguna anomalía psíquica considerable; luego analizará si el
agente al momento de actuar conocía la antijmidicidad de su conducta. Aquí
considero que puede presentarse un error de prohibición, cuando el agente al recibir
una carta la pública en la firme creencia que al ser el destinatario tiene derecho de
publicarla. Y finalmente, verificará si el autor en lugar de perfeccionar el injusto penal
pudo actuar de modo diferente.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito se consuma en el mismo instante que se ocasiona el perjuicio moral,


material, sentimental o económico al sujeto pasivo de la conducta. Normalmente se
verifica una coincidencia entre la publicación indebida de la correspondencia con el
perjuicio que se ocasiona.
Sin duda, la conducta delictiva puede frustrarse en plenos actos ejecutivos de la
acción. Por ejemplo, ocurrirá cuando el agente ha pagado los derechos de
publicación e incluso ha entregado la carta al editor de un periódico con el fin que lo
publique, el mismo que no lo hace por considerar que se dañará el honor del
agraviado, dándole aviso y quien se opone a su publicación.

7. PENALIDAD

De acuerdo al tipo penal interpretado se tiene que el agente será reprimido con
limitación de días libres de veinte a cincuenta y dosjomadas.
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CAPíTULO V
VIOLACiÓN DEL SECRETO PROFESIONAL

SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Concepto de secreto profesional.


Subcapítulo 2: Víolación del secreto profesional. l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva.
2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad
subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7.
Penalidad.
Subcapítulo 1 Generalidades

1. CONCEPTO DE SECRETO PROFESIONAL

El deber de discreción, respecto de hechos o circunstancias, cuyo conocimiento se


adquiere en el ejercicio de actividades profesionales, tiene relevancia preponderante
en la sociedad moderna que nos ha tocado vivir. No obstante, que este deber ha
existido desde la época de los griegos.

Dos circunstancias fundamentales hacen que el secreto profesional se proteja o


tutele de manera rigurosa en la mayoría de la legislación comparada: de un lado la
definición del ejercicio legítimo y digno de la profesión y, de otro, el resguardo de la
intimidad de las personas que recurren a los profesionales para ser asistidos.

Entendiendo como secreto profesional aquel hecho o situación destinada a


permanecer escondido a toda persona distinta del depositario-profesional, ya sea
por disposición legal o por legítima determinación de la persona involucrada, SU
violación o infracción afecta seriamente una parcela amplia de la intimidad como
aspecto trascendente de la libertad personal. Aceptado tal planteamiento, debe
reconocerse que el legislador del Código Penal de 1991 hizo bien en ubicar el tipo
penal que recoge el delito de "violación del secreto profesional dentro del rubro de
los injustos penales contra la libertad individual.

Al abarcar el secreto los más diversos intereses, ya sean estos patrimoniales, éticos,
religiosos, sentimentales, ete., la ley debe protegerlo de manera preponderante,
pues su revelación indebida lesiona en forma, muchas veces, irreparable la intimidad
persona o familiar del directamente involucrado.

El deber de discrecionalidad deviene en fundamental para el ejercicio normal y digno


de determinada profesión. Ninguna persona desea que sus faltas, sus enfermedades
o sus decisiones domésticas sean conocidas por terceros. Circunstancias que nos
convence que el secreto profesional tiene un carácter sacramental.

En definitiva, de lo expresado se desprende con claridad meridiana que con la


protección del secreto profesional se está tutelando la intimidad y reserva de las
personas que eventualmente recurren a los profesionales en busca de
asesoramiento. Sin embargo, esta protección de modo alguno es absoluta, pues se
dan casos en que el deber de discreción puede ser suspendido de modo legítimo.
Nadie puede aceptar que por guardar el secreto profesional, un abogado omita
comunicar que su patrocinado, a punto de salir en libertad por falta de pruebas, es el
asesino de la ciudad. El objetivo de evitar más asesinatos en la ciudad, justificaría el
accionar del profesional. Incluso, así aparece previsto en el artículo 21 del Código de
Ética del Ilustre Colegio de Abogados de Lima.
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Subcapítulo 2

Violación del secreto profesional

l. TIPO PENAL

El ilícito penal de violación del secreto profesional aparece debidamente tipificado en


el tipo penal del artículo 165 del Código Penal que a la letra dice:

El que, teniendo información por razón de su estado, oficio, empleo, profesión o mi·
nisterio, de secretos cuya publicación pueda causar daño, los revela sin
consentimiento del interesado, será reprimido con pena privativa de libertad no
mayor de dos años y con sesenta a ciento veinte días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA
El hecho punible de violación del secreto profesional se verifica cuando el sujeto
activo revela sin consentimiento del sujeto pasivo, secretos a los que ha tenido
acceso en virtud de su estado, oficio, empleo, profesión o ministerio. Aquí deben
darse dos supuestos anteriores a la conducta delictiva del agente, esto es, el sujeto
pasivo debe haber confiado al sujeto activo algún hecho o circunstancia que le
interesa mantener en secreto; y, que el sujeto activo debe haber tenido acceso al
secreto por desempeñar una profesión, oficio, empleo, ministerio o por su estado.
El injusto penal puede materializarse por acción o por omisión impropia.
Se presenta la conducta omisiva por ejemplo, cuando el psicólogo deja que una
tercera persona tenga acceso a la histOlia clínica de su paciente y tome
conocimiento de hechos y circunstancias que el paciente quiere guardar en secreto.
Aquí se entiende que aquel profesional tiene el deber de garante previsto en el
artículo 13 de nuestro Código Penal, teniendo el deber de proteger el bien jurídico
(inviolabilidad del secreto profesional) por aceptación voluntaria. El sujeto pasivo al
hacerle partícipe de algún hecho o circunstancia que le interesa guardar en secreto,
deposita su confianza en el profesional y este lo acepta voluntariamente.

Javier Villa Stein (715), siguiendo a Jorge Barreiro, sostiene que el comportamiento
punible consiste en revelar o divulgar sin el consentimiento del interesado, secretos,
del mismo, que ha confiado al profesional en su calidad de "confidente necesario ( ...
) obligado al sigilo o reservas propias de su profesión". El secreto alude a toda
información que el titular quiere mantener en reserva y en el exclusivo ámbito de su
intimidad personalísima.

En esa línea, se concluye que la conducta prohibida consiste en revelar los secretos
sin autorización de la persona que la prestó. Por revelar se entiende el manifestar,
enunciar o pregonar un secreto, aunque sea a una sola persona. Se requiere
además que mediante la publicación del secreto revelado se pueda causar un daño,
pero para configurar el tipo no se exige la simple publicación sino la potencialidad de
que con ello pueda llegar a producir ese peljuicio (716).
Elemento importante para la configuración del tipo objetivo es la condición especial
del sujeto activo, es decir, según el tipo penal en análisis, aquel debe haber tenido
acceso al secreto por su estado, oficio, profesión, empleo o ministerio. Ante un
hecho concreto, el operador jurídico deberá determinar si el denunciado tuvo acceso
al secreto revelado por su estado, esto es, por la especial relación de dependencia
con aquel portador del secreto, por ejemplo, la cónyuge del médico. O si el
denunciado tuvo acceso al secreto por desempeñar determinado oficio, por ejemplo,
el curandero. O si tuvo acceso al secreto por desarrollar un empleo, por ejemplo, el
secretario del abogado o la auxiliar del médico que conocen el secreto al tener
acceso al falso expediente o en su caso, a la historia médica. O determinar si el
agente tuvo acceso al secreto en su condición de profesional entendido como toda
persona que cuenta con título a nombre de la Nación para desarrollar una profesión,
por ejemplo, el médico, abogado, contador, administrador, odontólogo, etc. O
finalmente, verificar si aquel tuvo acceso al secreto por su ministerio, por ejemplo, el
sacerdote, la madre superiora de un convento, etc.

Sin duda, si se cuenta con el consentimiento del interesado para revelar o hacer
público el secreto, así se verifique con ello, algún perjuicio o daño moral o
económico para aquel, el delito no aparece. La conducta sería atípica, por tanto
irrelevante penalmente.

2.1. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se pretende proteger con la tipificación del injusto penal de
violación del secreto profesional se evidencia de la ubicación que el legislador le ha
dado dentro del Código Penal.

En ese sentido, el bien jurídico que se busca tutelar lo constituye la inviolabilidad del
secreto profesional, resguardando de ese modo la intimidad personal y familiar de
las personas como un aspecto trascendente del bien jurídico general que viene a ser
el derecho a la libertad individual, específicamente de aquellas personas que han
confiado algún secreto a determinado profesional. Cualquier persona tiene derecho
de exigir al profesional en quien ha confiado, le guarde en secreto hechos o
circunstancias que le interese no hacer público. En suma, se protege el derecho de
las personas de exigir al profesional guarde el secreto a él confiado.

Debe quedar establecido que no constituye bien jurídico el derecho a guardar el


secreto profesional, establecido por primera vez en nuestro sistema jurídico en el
inciso 18 del artículo 2 de nuestra Constitución Política. Pues, este derecho es
reconocido a favor de los profesionales, es decir, cuando conozcan hechos o
circunstancias en virtud de su profesión no están obligados a darlo a conocer o,
mejor dicho, nadie les puede obligar coercitivamente a que lo pregonen.

2.2. Sujeto activo

Al indicarse en el tipo penal determinadas cualidades o calificativos respecto del


sujeto activo de la conducta punible, se evidencia que se trata de un delito especial,
esto es, ninguna persona que no tenga las cualidades especificadas en el tipo penal
podrá ser agente o autor del delito de violación del secreto profesional.

Villa Stein (717) enseña que por tratarse de un delito especial, sujeto activo solo
puede ser un determinado círculo de personas que desarrollan una específica
actividad, oficio, profesión o detentan un estado o ministerio a causa de lo cual,
toman contacto con los secretos ajenos.

2.3. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo de la conducta delictiva será cualquier persona que previamente haya
confiado en un profesional cierta información que le interesa guardar en secreto.
Teniendo en cuenta que el tipo penal se refiere al sujeto pasivo de la acción
utilizando la palabra "interesado", se advierte que no solo podrá ser styeto pasivo
aquel que confió el secreto, sino todo aquel que se vea afectado con la revelación
del secreto profesional.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
De la estructura del supuesto de hecho del delito de violación del secreto
profesional, se concluye que se trata de un delito de comisión dolosa, no cabe la
comisión por imprudencia.

Esto significa que el sujeto activo debe conocer que revela un secreto profesional sin
el consentimiento del interesado y voluntariamente decide hacerlo. Puede
presentarse el error de tipo en cuanto al consentimiento del interesado cuando por
ejemplo, el agente actúe en la creencia que el sujeto pasivo le autorizó a revelar o
divulgar algunos hechos o circunstancias a él confiado. En este supuesto, de
probarse el error de tipo, la conducta será irrelevante penalmente así se evidencie
que el error era vencible al haber actuado imprudentemente el agente.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica los elementos típicos objetivos y subjetivos del delito de
violación del secreto profesional, corresponderá al operador jurídico determinar si en
la conducta típica concurre alguna causa de justificación de las previstas en el
artículo 20 del Código Penal. Si se llega a concluir que en la conducta analizada no
aparece alguna causa de justificación, estaremos ante una conducta típica y
antijurídica.

5. CULPABILIDAD

En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la


conducta típica y antijurídica es posible ser atribuida o imputada a su autor. Se
analizará que el autor de la conducta efectuada es imputable, es decir mayor de
edad y no sufre de alguna anomalía psíquica considerable; luego analizará si el
agente al momento de actuar conoCÍa la antijuridicidad de su conducta y finalmente,
verificará si el autor en lugar de perfeccionar el injusto penal pudo actuar de modo
diferente a la de revelar, sin el consentimiento del interesado, el secreto profesional
a él confiado.
6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El injusto penal se consuma en el mismo momento que el profesional revela o


pregona la información a la que ha tenido acceso en razón de su condición especial
y que constituye secreto profesional. La única circunstancia exigible lo constituye
que aquella revelación pueda causar algún perjuicio al interesado. Nuestra Suprema
Corte, mediante Ejecutoria Suprema del 05 de diciembre de 1995 ha sentado
precedente jurisprudencial importante al afirmar que "no se configura el delito de
violación del secreto profesional si la información proporcionada no constituye
secreto y su publicación no ha ocasionado daño" (718).
No obstante de lo sostenido por nuestra Suprema Corte, de la redacción del tipo
penal en comentario se desprende que el daño exigido puede ser potencial. En
consecuencia, se trata de un delito de mera actividad, no es necesario que el sujeto
activo muestre que se le ha causado un daño efectivo.

Ciertamente la conducta punible puede quedarse en actos ejecutivos de la acción,


verificándose de ese modo, un tipo de realización imperfecta.

7. PENALIDAD

El autor del delito de violación del secreto profesional será merecedor ha la pena
privativa de libertad no menor de dos días ni mayor de dos alÍ.os y con sesenta a
ciento veinte días multa.
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CAPíTULO VI

VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD DE REUNiÓN


SUMARIO: Sub capítulo 1: Generalidades. 1. La libertad de reunión en nuestro
sistema jurídico. Sub capítulo 2: Impedimento o perturbación de una reunión pública.
1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo.
2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación y tentativa. 7. Penalidad. Subcapítulo 3: Abuso de cargo. 1. Tipo
penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3.
Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación y tentativa. 7. Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

1. LA LIBERTAD DE REUNIÓN EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO

Se acepta, sin mayor discusión, que como la mayoría de los derechos recogidos a
nivel constitucional por nuestro país, el de reunión también tiene su fuente formal
más remota en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. En el
artículo 20 de la citada declaración se prescribe: 1) toda persona tiene derecho a la
libertad de reunión y de asociación pacífica, 2) nadie podrá ser obligado a
pertenecer a una asociación. Como se evidencia, aquí se recogió a la libertad de
reunión y asociación tanto desde un aspecto positivo como negativo, esto es, se
dispone que toda persona tiene derecho a reunirse o asociarse libremente en el
tiempo y circunstancias que considere adecuadas con la única condición que lo
realice en forma pacífica, es decir, sin alterar el orden público. Asimismo se dispone
que ninguna persona podrá ser obligado a reunirse o asociarse en contra de su
voluntad. Ello significa que si a una persona no le interesa reunirse, nadie puede
obligarlo. En suma, el derecho a la libertad de reunión representa el derecho a la
libre disposición del espíritu de los hombres, pues de acuerdo a sus ideales y
pensamiento podrá reunirse con los demás para discutir o deliberar respecto de
temas de interés común o en todo caso, negarse hacerlo.
En nuestro sistema jurídico nacional, el derecho a la libertad de reunión se
encuentra previsto en el inciso 12 del artículo 2 de la Constitución Política del
Estado. Aquel numeral prescribe que toda persona tiene derecho: "A reunirse
pacíficamente sin armas. Las reuniones en locales privados o abiertos al público no
requieren aviso previo. Las que se convocan en plazas o vías públicas exigen
anuncio anticipado a la autoridad, la que puede prohibirlas solamente por motivos
probados de seguridad o de sanidad públicas".
En líneas generales de este dispositivo constitucional se evidencia lo siguiente:
Primero, toda persona tiene derecho a reunirse pacíficamente para discutir o
deliberar determinados temas de interés colectivo. Esta reunión aparte de pacífica
debe realizarse sin armas (al no hacerse distinción se entiende que se trata de todo
tipo de arma), de modo que si se hace con algún tipo de armas, así se demuestre
que es pacífica (sin alterar la paz o tranquilidad pública), desaparece el derecho de
reunión.
Segundo, las reuniones pacíficas y sin armas que se-realicen dentro de un local ya
sea privado o abierto al público, no requieren aviso previo a la autoridad, es decir,
los organizadores de la reunión pacífica dentro de un local no requieren obtener
autorización o permiso alguno.

Tercero, las reuniones pacíficas y sin armas convocadas en plazas o vía públicas,
requieren ser anunciadas anticipadamente a la autoridad política, esto es, a la
autoridad que representa al Poder Ejecutivo (prefecto), el cual es el encargado del
orden público. Debe quedar claro que la norma constitucional hace referencia a
efectuar simplemente un anuncio anticipado, es decir, poner en conocimiento a la
autoridad que se efectuará a cabo la reunión en determinada plaza o vía pública. La
norma constitucional no exige obtener una autorización o permiso. Solo exige hacer
saber a la autoridad política el día, hora y la plaza o vía pública en que tendrá lugar
la reunión pacífica.

Y, cuarto, ante el anuncio que se realizará una reunión pública, la autoridad política
tiene la potestad de prohibir la realización de la reunión por motivos probados y
fundados de seguridad pública o también de sanidad pública. Los motivos de la
prohibición deben ser evidentes y probados y solo por seguridad o sanidad pública.
Si se establece que la prohibición no tenía motivos o razones probadas o fue por
causa diferente a las establecidas, será ilegal la prohibición. Enrique Chirinos Soto
(719) indica que "las personas afectadas pueden interponer ante los tribunales la
correspondiente acción de amparo contra prohibiciones caprichosas".
Finalmente, con carácter informativo, debe indicarse que el derecho de
reunión puede ser suspendido por el Poder Ejecutivo en los estados de excepción,
esto es, en los estados de emergencia y de sitio de conformidad a lo prescrito en el
artículo 137 de la Carta Política.

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CAPíTULO VI

VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD DE REUNiÓN

SUMARIO: Sub capítulo 1: Generalidades. 1. La libertad de reunión en nuestro


sistema jurídico. Sub capítulo 2: Impedimento o perturbación de una reunión pública.
1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo.
2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación y tentativa. 7. Penalidad. Subcapítulo 3: Abuso de cargo. 1. Tipo
penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3.
Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Consumación y tentativa. 7. Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

1. LA LIBERTAD DE REUNIÓN EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO


Se acepta, sin mayor discusión, que como la mayoría de los derechos recogidos a
nivel constitucional por nuestro país, el de reunión también tiene su fuente formal
más remota en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. En el
artículo 20 de la citada declaración se prescribe: 1) toda persona tiene derecho a la
libertad de reunión y de asociación pacífica, 2) nadie podrá ser obligado a
pertenecer a una asociación. Como se evidencia, aquí se recogió a la libertad de
reunión y asociación tanto desde un aspecto positivo como negativo, esto es, se
dispone que toda persona tiene derecho a reunirse o asociarse libremente en el
tiempo y circunstancias que considere adecuadas con la única condición que lo
realice en forma pacífica, es decir, sin alterar el orden público. Asimismo se dispone
que ninguna persona podrá ser obligado a reunirse o asociarse en contra de su
voluntad. Ello significa que si a una persona no le interesa reunirse, nadie puede
obligarlo. En suma, el derecho a la libertad de reunión representa el derecho a la
libre disposición del espíritu de los hombres, pues de acuerdo a sus ideales y
pensamiento podrá reunirse con los demás para discutir o deliberar respecto de
temas de interés común o en todo caso, negarse hacerlo.
En nuestro sistema jurídico nacional, el derecho a la libertad de reunión se
encuentra previsto en el inciso 12 del artículo 2 de la Constitución Política del
Estado. Aquel numeral prescribe que toda persona tiene derecho: "A reunirse
pacíficamente sin armas. Las reuniones en locales privados o abiertos al público no
requieren aviso previo. Las que se convocan en plazas o vías públicas exigen
anuncio anticipado a la autoridad, la que puede prohibirlas solamente por motivos
probados de seguridad o de sanidad públicas".
En líneas generales de este dispositivo constitucional se evidencia lo siguiente:
Primero, toda persona tiene derecho a reunirse pacíficamente para discutir o
deliberar determinados temas de interés colectivo. Esta reunión aparte de pacífica
debe realizarse sin armas (al no hacerse distinción se entiende que se trata de todo
tipo de arma), de modo que si se hace con algún tipo de armas, así se demuestre
que es pacífica (sin alterar la paz o tranquilidad pública), desaparece el derecho de
reunión.
Segundo, las reuniones pacíficas y sin armas que se-realicen dentro de un local ya
sea privado o abierto al público, no requieren aviso previo a la autoridad, es decir,
los organizadores de la reunión pacífica dentro de un local no requieren obtener
autorización o permiso alguno.
Tercero, las reuniones pacíficas y sin armas convocadas en plazas o vía públicas,
requieren ser anunciadas anticipadamente a la autoridad política, esto es, a la
autoridad que representa al Poder Ejecutivo (prefecto), el cual es el encargado del
orden público. Debe quedar claro que la norma constitucional hace referencia a
efectuar simplemente un anuncio anticipado, es decir, poner en conocimiento a la
autoridad que se efectuará a cabo la reunión en determinada plaza o vía pública. La
norma constitucional no exige obtener una autorización o permiso. Solo exige hacer
saber a la autoridad política el día, hora y la plaza o vía pública en que tendrá lugar
la reunión pacífica.

Y, cuarto, ante el anuncio que se realizará una reunión pública, la autoridad política
tiene la potestad de prohibir la realización de la reunión por motivos probados y
fundados de seguridad pública o también de sanidad pública. Los motivos de la
prohibición deben ser evidentes y probados y solo por seguridad o sanidad pública.
Si se establece que la prohibición no tenía motivos o razones probadas o fue por
causa diferente a las establecidas, será ilegal la prohibición. Enrique Chirinos Soto
(719) indica que "las personas afectadas pueden interponer ante los tribunales la
correspondiente acción de amparo contra prohibiciones caprichosas".
Finalmente, con carácter informativo, debe indicarse que el derecho de
reunión puede ser suspendido por el Poder Ejecutivo en los estados de excepción,
esto es, en los estados de emergencia y de sitio de conformidad a lo prescrito en el
artículo 137 de la Carta Política.

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Subcapítulo 2

Impedimento o perturbación de una reunión pública

l. TIPO PENAL
La conducta delictiva que se traduce en impedir o perturbar la realización de una
reunión pública, aparece debidamente regulado en el tipo penal del artículo 166 del
Código Penal que indica:
El que, con violencia o amenaza, impide o perturba una reunión pública lícita, será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de un año y con sesenta a
noventa días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de violación de la libertad de reunión se configura objetivamente cuando el


sujeto activo haciendo uso de la violencia o amenaza, impide o perturba la
realización de una reunión pública lícita.

Del supuesto de hecho del tipo penal se evidencia que se recoge dos supuestos
delictivos independientes, esto es, el de impedir la realización de una reunión pública
lícita y el de perturbar el desenvolvimiento normal de una reunión pública
convocada.

Teniendo en cuenta que de acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la


Lengua Española, impedir significa imposibilitar la ejecución de una cosa, para
efectos de interpretar el tipo penal debe entenderse por impedir tanto el hecho que el
agente haciendo uso de la violencia (fuerza física) o la amenaza (anuncio de causar
un mal) impide que la reunión convocada lícitamente llegue a efectuarse, es decir,
los convocados lleguen a reunirse o, mejor dicho, se de inicio a la reunión; así como,
que una vez reunidos imposibilita su desarrollo, esto es, impida que la reunión llegue
a concluir normalmente. En suma, impide que la reunión cumpla sus fines para la
cual fue organizada y convocada.

En efecto, el supuesto de impedir puede materializarse hasta en dos circunstancias


claramente diferentes. a) el agente puede desarrollar su conducta punible antes que
se lleguen a reunir las personas interesadas en la reunión pública convocada. Por
ejemplo, colocarse en la puerta de acceso al local donde se tiene previsto realizarse
la reunión e impedir ya sea haciendo uso de la violencia física o la amenaza, que las
personas ingresen. b) el agente puede desenvolver su conducta criminal llevándose
a cabo la reunión pública; impide que concluya. Por ejemplo, se configurará
objetivamente el ilícito cuando estando ya reunidas las personas, el agente haciendo
uso de la violencia física o amenaza grave logra dispersar a las personas,
desactivando de ese modo la reunión. Es decir, logra que la reunión no cumpla sus
objetivos.

Al respecto dentro de la doctrina nacional no hay mayor discusión. Así, Bramont-


Arias y GarCÍa Cantizano (720) enseñan que "por impedir se entiende obstaculizar
en una forma eficaz el comienzo de una reunión, logrando su cese; por lo tanto
realizará este comportamiento quien por medios eficaces, pone trabas al comienzo
de la reunión y quien provoca su conclusión, una vez que ya ha comenzado, dado
que no se distingue entre impedir el acto en el mismo instante de su inicio o durante
su desarrollo". Por su parte, Villa Stein (721) indica que "la reunión es impedida
cuando no se la deja iniciar o proseguir, propiciando u obligando su cese o término
sin importar la causa que anime al actor".

Asimismo, teniendo en cuenta que de acuerdo con la Real Academia de la Lengua


Española por perturbar se entiende "trastornar el orden y concierto de las cosas o su
quietud y sosiego", para efectos del tipo penal, debe interpretarse como trastornar el
orden en que se desarrolla la reunión de modo que aquella no se desenvuelve con
normalidad o en forma regular. El agente, haciendo uso de la violencia o amenaza
realiza actos que perturban el normal desenvolvimiento de la reunión pública.
Respecto de este punto también hay uniformidad de criterio dentro de la doctrina
peruana. De ese modo, Bramont-Arias Torres y García Cantizano (722) apuntan que
"por perturbar se entiende influir en el desenvolvimiento de un reunión, de modo que
esta pasa a desarrollarse irregularmente". En tanto que Villa Stein (723) sostiene
que "la reunión es perturbada, cuando sin impedirla o desactivarla, se le afecta en su
desenvolvimiento esperado. No se la deja desarrollar como quieren los ciudadanos
reunidos".
Los medios por los cuales el agente perfecciona objetivamente el ilícito en
hermenéutica lo constituye la violencia, entendida como el desarrollo de una fuerza
física sobre las personas reunidas y la amenaza, entendida como el anuncio serio de
causar un mal en el supuesto que se realice la reunión. De tal modo, se evidencia
que por el tipo de medios empleados por el sujeto activo de la conducta ilícita, en la
realidad pueden presentarse hasta cuatro formas independientes de consumación.
Ello sin pretender negar que muy bien puede hacerse uso, a la vez, de la amenaza y
violencia física para impedir o perturbar el desarrollo normal de una reunión pública.
Así tenemos:
a. Impedir la realización de la reunión pública haciendo uso de la violencia.
b. Impedir la realización de la reunión pública haciendo uso de la amenaza.
c. Perturbar el desarrollo de la reunión pública por medio de la violencia.
d. Perturbar el desarrollo de la reunión pública por medio de la amenaza.
Elemento objetivo de carácter normativo. Entre los elementos objetivos del tipo penal
que recoge el ilícito de violación de la libertad de reunión pública, interviene uno de
carácter normativo, esto es, que la reunión pública debe ser lícita. Para saber
cuándo una reunión pública es lícita debemos recurrir a la norma constitucional
respectiva (inciso 12 artículo 2) y como ya hemos dejado indicado, estaremos ante
una reunión lícita cuando concurran las siguientes circunstancias: i) se trate de una
reunión pacífica y sin armas, ii) aquella reunión se lleve a cabo en un local privado o
abierto al público, iii) si aquella reunión se realiza en una plaza o vía pública, contar
con el documento por el cual se anunció o comunicó su realización anticipadamente
a la autoridad política, y iv) que la reunión no haya sido prohibida por la autoridad
política por razones probadas de seguridad y sanidad públicas.

De ese modo, al infringirse cualquiera de estas circunstancias estaremos ante una


reunión pública ilícita e ilegal, a la cual nuestro derecho punitivo no tiene razón de
garantizarla. En efecto, cualquier conducta contra una reunión pública ilícita será
atípica a excepción que se produzca como consecuencia de ello, otros delitos como,
por ejemplo, lesiones o muertes que en todo caso, será imputado al agente, pero de
ningún modo se configurará el delito en análisis.

2.1. Bien jurídico protegido

No cabe mayor discusión respecto del bien jurídico que se pretende proteger con el
tipo penal del artículo 166 del C.P. Los tratadistas peruanos coinciden en indicar que
el bien jurídico lo constituye el derecho a la libertad de reunión pública consagrado
en el inciso 12 del artículo 2 de la Constitución Política de 1993. En suma, se
pretende proteger el derecho que tenemos los ciudadanos en un Estado Social y
Democrático de Derecho de reunimos pacíficamente y sin armas en el lugar y
tiemp'o que consideremos adecuado con la finalidad de deliberar ciertos temas de
interés particular o colectivo.

2.2. Sujeto activo

Sujeto activo de este delito puede ser cualquier persona. Se trata de un delito
común. El tipo penal no exige ninguna cualidad o condición especial para realizar el
hecho punible. Solo se excluye a los funcionarios públicos que en ejercicio de su
cargo realicen los elementos objetivos del tipo, pues la conducta de aquellos
aparece recogida en el tipo penal que analizaremos a continuación, esto es, en el
tipo penal del artículo 167 del C.P.

2.3. Sujeto pasivo

Sujeto o víctima puede ser cualquier persona o grupo de personas, pudiendo ser
natural o jurídica. Dentro de las últimas encontramos a los partidos políticos,
asociaciones, etc. Ante una conducta contra la libertad de reunión, sujeto pasivo
podrá ser cualquier persona individual que iba a participar o venía participando en la
reunión pública lícita así como el o los organizadores.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del tipo penal se evidencia que se trata de un delito de comisión


dolosa, es decir, el agente o sujeto activo actúa con conciencia y voluntad de realizar
todos los elementos del tipo objetivo. A pesar que el tipo no hace mención expresa
al dolo, este se sobreentiende en virtud de la técnica de numerus apertus utilizada
por el legislador nacional para regular los delitos dolosos en el primer párrafo del
artículo 12 del Código Penal. Siendo posible el dolo en sus diversas
manifestaciones: directo, indirecto y hasta dolo eventual.
4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica los elementos típicos objetivos y subjetivos del delito de
impedimento o perturbación de una reunión pública lícita, corresponderá al operador
jurídico determinar si en la conducta típica concurre alguna causa de justificación de
las previstas en el artículo 20 del Código Penal. Si se llega a concluir que en la
conducta analizada no aparece alguna causa de justificación, estaremos ante una
conducta típica y antijurídica. )

5. CULPABILIDAD

En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la


conducta típica y antijurídica es posible ser atribuida o imputada a su autor. Es decir,
se analizará si el autor de la conducta efectuada es imputable, es decir, mayor de
edad y no sufre de alguna anomalía psíquica considerable; luego, analizará si el
agente al momento de actuar conocía la antijuridicidad de su conducta y, finalmente,
verificará si el autor en lugar de perfeccionar el injusto penal pudo actuar de modo
diferente a la de impedir o perturbar una reunión pública lícita haciendo uso de la
violencia o la amenaza.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Tal como aparece redactado en el tipo penal, el delito puede consumarse hasta en
tres momentos, según sean las circunstancias en que el agente desarrolla su
conducta delictiva. En el primer supuesto, el delito se perfecciona en el mismo
instante en que el agente comienza a impedir que las personas se reúnan. El
segundo supuesto se perfecciona cuando el agente comienza a impedir el
desenvolvimiento de la reunión. Comienza a disolver la reunión. Y finalmente, el
tercer supuesto se consuma en el mismo instante en que comienza a realizar actos
perturbatorios con la finalidad que la reunión se desenvuelva de manera irregular. Se
trata de un delito instantáneo.
Es posible que la conducta del agente se quede en el grado de tentativa, ello se
producirá cuando aquel por los deficientes medios empleados no logra su finalidad
de impedir la realización de la reunión pública o, en su caso, no logra perturbar el
desarrollo de la reunión.

7. PENALIDAD

Al agente de la presente conducta punible se le impondrá la pena privativa de


libertad no menor de dos días ni mayor de un año y unido a tal pena, sesenta a
noventa días multa.

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Subcapítulo 3

Abuso de cargo

l. TIPO PENAL

La conducta delictiva que desarrolla un funcionario público que pone en peligro o


lesiona la libertad de reunión debidamente garantizada por nuestra Carta Magna,
aparece tipificado en el tipo penal del artículo 167 del Código Penal que ad litterae
indica:
El funcionario público que abusando de su cargo no autoriza, no garantiza, prohíbe o
impide una reunión pública, lícitamente convocada, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años e inhabilitación de uno
a dos años conforme al artículo 36, incisos 1, 2 Y 3.

2. TIPICIDAD OBJETIVA
La figura delictiva se perfecciona objetivamente cuando el agente que tiene la
condición especial de funcionario público en ejercicio no autoriza o no garantiza o
prohíbe o impide la realización de una reunión pública convocada lícitamente. De la
lectura del tipo penal se evidencia que el supuesto de hecho recoge hasta cuatro
modalidades en que puede consumarse el delito en sede.
En efecto, tenemos las siguientes formas independientes que lesionan o ponen en
peligro el bien jurídico protegido:

a. El delito se configura cuando el funcionario público en ejercicio de sus


funciones sin motivo aparente no autoriza la realización de una reunión pública y por
el contrario, la deniega.
b. También el injusto penal se configura cuando el funcionario público en
ejercicio de su cargo no garantiza la realización de la reunión que en principio
autorizó. Bramont-Arias y Carcía Cantizano (724) afirman que "no garantizar se
entiende en el sentido de que el funcionario no ofrece las medidas necesarias para
que se respete la seguridad y el orden preciso en el desarrollo de la reunión".
c. Asimismo, se materializa el ilícito penal cuando el funcionario público en
ejercicio de sus funciones sin que concurra las circunstancias establecidas
claramente en la Constitución (inciso 12 del artículo 2) luego de la comunicación o
anuncio anticipado que le hacen los organizadores, mediante resolución arbitraria
prohíbe la realización de la reunión pública que le anuncian.
d. Finalmente, se configura el delito cuando el funcionario público en pleno
ejercicio de sus funciones personalmente u ordenando a tercera persona impide la
realización de la reunión pública que le han anunciado anticipadamente o en su
caso, desactiva la reunión que se viene desarrollando de modo que no deje que
cumpla su finalidad para la cual se convocó.

Por otro lado, debe establecerse que la conducta prevista en el tipo penal en análisis
debe perfeccionarse por el funcionario en pleno ejercicio de sus funciones, esto es,
el funcionario se extralimita en sus funciones realizando cualquiera de las conductas
previstas que de modo evidente lesionan el derecho a la libertad de reunión
consagrado en nuestra Carta Política. Aquí, el funcionario realiza un abuso de sus
funciones o atribuciones establecidas. Bramont-Arias y García Cantizano (725)
sucintamente enseñan que "elemento fundamental del tipo es que el funcionario
público abuse de su cargo, esto es, realice un acto excesivo, indebido e injustificado
en el desempeño de su función, cuando la reunión ha sido lícitamente convocada". A
contrario sensu, si el funcionario por ejemplo se encuentra de vacaciones o
suspendido y realiza cualquiera de las hipótesis delictivas enumeradas, su conducta
se subsumirá en el tipo penal del artículo 166, pero de ningún modo en el tipo penal
en comentario.

Resulta necesario dejar establecido que haciendo una interpretación sistemática del
tipo penal, este no se refiere a cualquier funcionario investido de autoridad pública,
sino solo a aquel que dentro de sus funciones establecidas por ley le corresponde
autorizar, garantizar o prohibir la realización de una reunión pública. En principio se
refiere a la autoridad que representa al Poder Ejecutivo (prefectos, Policía Nacional),
el cual es el encargado de mantener el orden público.
Es otro elemento objetivo del tipo penal el hecho que la reunión que no se autoriza,
no se garantiza, se prohíbe o se impide, sea lícita, es decir, se trate de una reunión
pacífica y sin armas y se haya anunciado con anticipación a la autoridad
correspondiente. Si de los hechos se llega a establecer que se trataba de una
reunión ilícita o ilegal, la conducta exteriorizada por el funcionario público será
atípica.

2.1. Bien jurídico protegido


Igual como sucede con el tipo penal anterior, aquí se pretende tutelar o proteger el
bien jurídico constituido por el derecho a la libertad de reunión que tenemos todas
las personas, incluso las jurídicas.
2.2. Sujeto activo
Se trata de un delito especial. El tipo penal exige que el sujeto activo debe tener la
condición de funcionario público. Nadie que no tenga aquella condición podrá
realizar el injusto penal. Es más, el tipo penal está limitado a todos aquellos
funcionarios públicos que dentro de sus funciones está la de autorizar, garantizar o
prohibir la realización de una reunión pública. Caso contrario, si, por ejemplo, un juez
o fiscal realiza cualquiera de las conductas previstas en el tipo penal, de ningún
modo, podrá imputársele el delito en sede, pues dentro de sus funciones no se
encuentra el de autorizar, garantizar o prohibir reuniones públicas. Su conducta se
subsume en otro tipo penal como puede ser el de abuso de autoridad.
2.3. Sujeto pasivo

El sujeto pasivo o víctima puede ser cualquier persona particular o una persona
jurídica que haya decidido organizar una reunión pública.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del tipo penal se desprende con claridad que estamos ante conductas
de comisión dolosa. Queda excluido cualquier comportamiento imprudente. En
efecto, el funcionario público actúa con conciencia y voluntad de realizar todos los
elementos objetivos del tipo penal. Es posible que concurra el error de tipo, siendo
de aplicación lo dispuesto en el artículo 14 de nuestro Código Penal.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica los elementos típicos objetivos y subjetivos del delito de
abuso de cargo por parte del funcionario público, corresponderá al operador jurídico
determinar si en la conducta típica concurre alguna causa de justificación de las
previstas en el artículo 20 del Código Penal. Si se llega a concluir que en la conducta
analizada no aparece alguna causa de justificación, estaremos ante una conducta
típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD
En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la
conducta típica y antijurídica es posible ser atribuida o imputada a su autor. Es decir
se analizará si el funcionario público de la conducta efectuada es imputable, es
decir, no sufre de alguna anomalía psíquica considerable; luego analizará si el
agente al momento de actuar conoCÍa la antijuridicidad de su conducta y finalmente,
verificará si el autor en lugar de perfeccionar el injusto penal pudo actuar de modo
diferente a la de abusar del ejercicio del cargo no autorizando, no garantizando,
prohibiendo o impidiendo la realización de una reunión pública lícita.
El error de prohibición puede presentarse por ejemplo, cuando el funcionario público
no autorice una reunión pública por una errónea interpretación de la ley respectiva
que establece en que casos no se autoriza una reunión pública. Queda a instancia
del operador jurídico determinar si se trata de un error vencible o invencible. Si se
establece que se trata de un error vencible se atenuará la pena que corresponda.
Caso contrario, si se establece que se trata de un error invencible, se excluirá la
responsabilidad según el artículo 14 del C.P.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Según sea la modalidad exteriorizada por el sujeto activo se perfeccionará el injusto


penal.

En efecto, si se trata de la conducta de no autorizar, se consumará en el instante


que el funcionario público firme la resolución por la cual deniega la autorización
peticionada para realizarse la reunión pública. En el caso de no garantizar el
desarrollo normal de la reunión se perfecciona cuando el funcionario público no
presta las garantías necesarias para el desenvolvimiento normal de la reunión
lícitamente convocada. Tratándose de la figura de prohibir, se perfecciona en el
momento que el funcionario público emite resolución prohibiendo la realización de la
reunión pública anunciada. Asimismo, en cuanto a la figura de impedir, esta se
consuma cuando el funcionario público fácticamente impide que se reúnan las
personas o, en todo caso, disuelve la reunión antes que concluya.
Es posible la tentativa, por ejemplo cuando pese al intento de disolver una reunión el
funcionario público no logra su objetivo por férrea resistencia de las personas
reunidas.

7. PENALIDAD

Al momento de individualizar la pena, la autoridad jurisdiccional tiene la facultad de


imponer la pena privativa de libertad que oscila entre dos a cuatro años, asimismo,
se dispondrá inhabilitación de uno a dos años conforme el artículo 36, incisos 1, 2 Y
3.
CAPíTULO VII

VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD DE TRABAJO

SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Concepto de libertad de trabajo. 2.


Origen y evolución de los derechos laborales a nivel constitucional. Subcapítulo 2:
Delitos contra la libertad de trabajo. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Conductas que lesionan la libertad de trabajo. 2.2. Otros supuestos delictivos
previstos por el legislador. 2.3. Bienjurídico protegido. 2.4. Sujeto activo. 2.5. Sujeto
pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y
tentativa. 7. Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

1. CONCEPTO DE LIBERTAD DE TRABAJO

A efectos de interpretar las conductas delictivas que lesionan o ponen en peligro los
derechos laborales reconocidos a nivel constitucional, debe entenderse a la libertad
de trabajo como el libre y voluntario ejercicio de los derechos esenciales y
fundamentales de carácter o índole laboral reconocidos por nuestra Constitución
Política.

En el contenido de la libertad de trabajo encontramos a la libertad sindical entendida


como la filiación (positiva) o desafiliación (negativa) libre y voluntaria de una
organización sindical dentro de un centro laboral (inciso 1 del artículo 28 de la
Constitución Política); encontramos el derecho que tiene todo trabajador de recibir o
percibir una remuneración equitativa y suficiente por todo trabajo que realice. Nadie
puede obligar a otra persona a realizar un trabajo sin retribuirle la correspondiente
remuneración, la misma que debe ser suficiente para su sostenimiento personal y
familiar (artículo 23 y 24 de la Constitución del Estado).

También es un aspecto de la libertad de trabajo el derecho de la estabilidad laboral


entendida como el derecho que tiene todo trabajador a no ser despedido de su
centro de trabajo sin mediar causa justificada y prevista por ley expresa o convenio
colectivo (artículo 27 de la Constitución). Asimismo, se comprende dentro de la
libertad de trabajo al derecho de huelga, el derecho a la negociación colectiva, etc.,
los cuales carecen de trascendencia a efectos del presente análisis dogmático de
Derecho Penal, debido a que estos derechos laborales de acuerdo con la redacción
del artículo 168 del C.P. que analizaremos, no tienen protección penal.

2. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS DERECHOS LABORALES A NIVEL


CONSTITUCIONAL

No está demás dejar establecido, como ya es sabido, que los derechos laborales y
entre ellos todos los que comprenden la libertad de trabajo, tuvieron su origen legal
del más alto nivel en un país, en la Constitución mexicana de 1917 más conocida en
el mundo del Derecho Constitucional como "la Constitución de Querétaro".

El artículo 123 de aquella constitución contémpló una serie de derechos laborales


específicos y concretos: la jornada máxima de trabajo de ocho horas, el descanso
semanal, el descanso pre y posnatal, el salario mínimo, el pago de remuneración
con moneda de curso legal, la sobre tasa del cien por ciento por trabajo de horas
extras, la aplicación del principio de igualdad de trato en el pago de las
remuneraciones, el reconocimiento al derecho de huelga, la libertad sindical, la
obligatoriedad de disposiciones sobre seguridad en la empresa y la responsabilidad
empresarial en los casos de accidentes de trabajo, la resolución de los conflictos de
trabajo mediante mecanismos de conciliación y arbitraje y la prohibición del despido
injustificado.

Después, encontramos la Constitución alemana de 1919 conocida como la


Constitución de Weimar, promulgada ni bien concluida la primera guerra mundial, la
misma que si bien no tiene el contenido específico de la Constitución mexicana, en
su artículo 162 consagró como principios generales el principio protector -el principio
base del derecho del trabajo-, la disposición sobre el trabajo adecuado y derechos
concretos como la libertad sindical, el derecho de huelga y la negociación colectiva.
Fue la segunda constitución en el mundo y la primera europea en incorporar
derechos y principios laborales en la más alta jerarquía de la normativa estatal.

Las dos constituciones referidas, especialmente la segunda por el prurito de siempre


seguir a los europeos, influyó entre otros factores secundarios, para que el
constituyente peruano reconociera derechos laborales por primera vez en la
Constitución de 1920, después en la de 1933 para tener su cumbre más alta en la
Constitución de 1979, la misma que, a decir de los entendidos, cuantitativa y
cualitativamente abordó mejor el tema laboral Trató sin reparos los derechos
laborales de los trabajadores otorgándole un capítulo especial al tema del trabajo y
lo realizó de manera sistemática. No obstante, la Constitución de 1993, redujo de
manera significativa los derechos laborales reconocidos a nivel constitucional ello
como consecuencia de adherirse al modelo de un estado liberal o de una economía
libre de mercado, dejando de lado o reduciendo los márgenes de un modelo de
Estado Social de Derecho (726).

Subcapítulo 2

Delitos contra la libertad de trabajo

1. TIPO PENAL

Los hechos punibles de violación de la libertad de trabajo, después de la entrada en


vigencia del Decreto Legislativo Nº 857 del 4 de octubre de 1996, aparece
debidamente tipificado en el tipo penal del artÍCulo 168 del Código Penal del modo
siguiente:
será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años el que obliga a
otro, mediante violencia o amenaza, a realizar cualquiera de los actos siguientes:
1. Integrar o no un sindicato.
2. Prestar trabajo personal sin la correspondiente retribución.
3. Trabajar sin las condiciones de seguridad e higiene industriales determinadas
por la autoridad.
La misma pena se aplicará al que incumple las resoluciones consentidas o
ejecutoriadas dictadas por la autoridad competente; y al que disminuye o distorsiona
la producción, simula causales para el cierre del centro de trabajo o abandona este
para extinguir las relaciones laborales.

2. TIPICIDAD OBJETIVA
De la lectura del tipo penal se desprende que el delito denominado contra la libertad
de trabajo muy bien puede perfeccionarse por diversas modalidades claramente
descritas. En efecto, lo primero que impresiona de la lectura del tipo penal del
artículo 168, es la división de conductas delictivas de acuerdo con el uso o no de la
violencia o amenaza en la exteriorización de la conducta.
En la primera parte del tipo penal, encontramos diversas conductas delictivas que
solo pueden realizarse si interviene los medios coactivos de violencia o amenaza. En
tanto que en el último párrafo del tipo, aparecen diversas conductas ilícitas que para
su realización no interviene ningún medio coactivo.
Los comportamientos delictivos recogidos en la primera parte del tipo penal se
configuran cuando el sujeto activo haciendo uso de la violencia o en su caso, de la
amenaza, obliga, coacciona o compele al sujeto pasivo a realizar cualquiera de los
supuestos de hecho previstos en los incisos 1, 2 y 3 del tipo penal. El profesor José
Ugaz (727) sostiene que en la primera parte del tipo, "la conducta punible consiste
básicamente en la coacción, entendiéndose por esta el obligar al trabajador a
aceptar condiciones laborales que perjudican sus derechos reconocidos por las
disposiciones legales".

Al utilizar el verbo "obligar" en la construcción de la fórmula penal, al legislador le


interesa reprimir conductas que restrinjan o anulen su voluntad y, por ende, la
libertad de decisión del trabajador en determinadas circunstancias. De allí, quizá la
necesidad de criminalizar conductas que pongan en peligro o lesionen la libertad de
toda persona capaz de desarrollar un trabajo en el tiempo que su libre voluntad
desee. En estos tiempos en que los intelectuales de todos los campos del
conocimiento hablan de posmodernidad, la libertad personal y, por ende, todas sus
manifestaciones han cobrado real importancia; en consecuencia, la libertad de las
personas, de decidir el momento para realizar cualquier comportamiento tendiente a
conseguir los medios para su subsistencia personal y familiar, no podía estar ~eno a
tal realidad.
En esa línea, no le falta 'razón a Bramont-Arias y GarCÍa Cantizano (728) cuando
citando al profesor chileno Juan Bustos Ramírez, afirman que al utilizar el término
"obligar" se hace referencia a la idea de subordinación, en el sentido de que se ftian
condiciones sobre la base de una situación de superioridad o necesidad de los
trabajadores.

Los medios válidos para la configuración de las conductas atentatorias contra la


libertad de trabajo lo constituye la violencia o la amenaza. Si cualquiera de estos
medios no concurre en determinados hechos el delito no se configura. La conducta
será atípica y, por tanto, irrelevante penalmente. En esa línea, no se configura delito
cuando una persona libremente realiza determinado trabajo para otra y esta se niega
a pagarle o retribuirle; o también, no habrá delito cuando una persona libre y
voluntariamente acepta trabajar en un lugar que no tiene las mínimas condiciones de
seguridad determinadas por la autoridad respectiva.
Así aparece declarado en la Ejecutoria Suprema del 15 de marzo de 1999, en la cual
el Supremo Tribunal de justicia declarando fundada la excepción de naturaleza de
acción que, dicho sea de paso, ataca a los elementos objetivos y subjetivos de
delito, sostuvo lo siguiente "aparece de autos que se imputa a los acusados (. .. ), la
comisión del delito contra la libertad -violación de la libertad de trabajo- previsto en el
artículo ciento sesenta y ocho del Código Penal, puesto que entre los meses de
setiembre y noviembre de mil novecientos noventa y cuatro, el primero de los
nombrados ordenó en su condición de Director de la Subregión de Educación de
Junín se efectúe descuentos en los haberes de los agraviados por inasistencia de
los mismos en días de paro labora ( ... ); que por laforma, modo y circunstancias
como ocurrieron lo hechos, se tiene que los mismos son atípicos, pues no se adecua
a la hipótesis del tipo penal previsto en el citado dispositivo legal que refiere que se
comete atentado contra la libertad de trabajo el que obliga a otro mediante violencia
o amenaza a realizar cualquiera de las conductas siguientes: a) integrar o no un
sindicato, b) prestar trabajo personal sin la debida retribución, c) trabajar sin las
condiciones de seguridad e higiene" (729).
La violencia (vis absoluta) se entiende como el desarrollo o exteriorización de la
fuerza física sobre determinada persona con la finalidad de quebrantar su voluntad y
obligarle a realizar conductas no queridas por aquel. La amenaza (vis compulsiva)
consiste en el anuncio de un mal futuro si no se realiza determinada conducta. La
amenaza puede recaer directamente sobre el sujeto pasivo o sobre un tercero
estrechamente ligado con aquel. Ambos medios coactivos tienen por finalidad
restringir o anular la voluntad del sujeto pasivo y, de ese modo, compeler que
efectúe conductas que, de actuar libremente, no las realizaría.
Sin embargo, para configurarse el delito contra la libertad de trabajo, el uso de la
violencia o amenaza debe estar dirigido a la realización de las conductas descritas
en la primera parte del tipo penal, si por el contrario, están orientadas a otra
finalidad, podrá configurarse, muy bien, el delito contra la libertad personal
debidamente previsto en el tipo penal del artículo 151 del C.P., pero de ningún modo
el delito que venimos analizando.

2.1. Conductas que lesionan la libertad de trabajo

Los supuestos de hecho debidamente descritos en la primera parte del tipo penal,
podemos explicarlo de la manera siguiente:
a. Obligar a integrar o no un sindicato (artículo 168, 1).
Se trata de conductas que lesionan lo que se conoce como libertad sindical-negativa
y positiva, individual y colectiva- aspectos debidamente garantizados por nuestra
Constitución Política vigente, aunque con una fórmula muy escueta, especialmente
comparada con la Constitución de 1979; y en donde el Estado reconoce el derecho
sindical, cautela su ejercicio y la garantiza. Por ello, habría que acudir a los
instrumentos internacionales sobre derechos fundamentales para hacer una
interpretación sustantiva y darle contenido suficiente a la libertad sindical en atención
de la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución (7S0).

En tal sentido, la conducta se verifica cuando el agente obliga por medio de la


violencia o amenaza a que el sujeto pasivo, trabajador de determinada persona
jurídica, se afilie o integre a un sindicato o, en su caso, le obliga a que se retire o
desafilie de una organización sindical. Esto es, el agente con su conducta lesiona la
libertad sindical a que tiene derecho todo trabajador. Hoy en día, afiliarse a un
sindicato (organización tendiente a la defensa de los derechos laborales) se
constituye en un derecho laboral reconocido constitucionalmente (artículo 28 inciso
1); sin embargo, como todo derecho, es libre yvoluntario cuya única condición para
ejercitarlo es ser trabajador. Nadie puede obligar a determinado trabajador a que se
afilie a tal o cual sindicato y menos haciendo uso de la violencia o amenaza.

Es importante dejar establecido que el delito se configura solo cuando se obliga


haciendo uso de la violencia o amenaza a formar parte (integrar) de un sindicato o,
en su caso, desafiliarse de aquel. En consecuencia, no es típica aquella conducta
dirigida a desorganizar o aniquilar un sindicato. Tampoco son típicas las conductas,
por ejemplo, del empresario que obliga a que determinado trabajador se desafilie de
un sindicato ofreciéndole alguna suma de dinero o la conducta de un dirigente
sindical cuando obliga a determinado trabajador a que se afilie a su sindicato
ofreciéndole dinero. En estos ejemplos, si bien se obliga o condiciona la voluntad de
un trabajador y, por tanto, se restringe su libertad sindical, las conductas son atípicas
por faltar la violencia o amenaza que se constituyen en elementos objetivos
insustituibles para la configuración del delito.

b. Obligar a prestar trabajo personal sin la correspondiente retribución.


El supuesto de hecho previsto en el inciso 2 del artículo 168 c.P. se configura
cuando el agente por medio de violencia o amenaza obliga a una persona a realizar
trabajo personal sin la correspondiente retribución económica. Es decir, el agente en
su propio beneficio, sin tener la intención de retribuirle económicamente obliga al
sujeto pasivo a que realice un trabajo personal.

El supuesto delictivo lesiona gravemente el derecho constitucional previsto en el


artículo 24 de la Constitución Política que señala "el trabajador tiene derecho a una
remuneración equitativa y suficiente, que procure, para él y su familia, el bienestar
material y espiritual( ... )", dispositivo constitucional que para efectos del presente
trabajo debe interpretarse en concordancia con el último párrafo del artículo 23 de la
misma Carta Política que prescribe: "Nadie está obligado a prestar trabajo sin
retribución o sin su libre consentimiento". El contenido esencial de este precepto
constitucional consiste en que toda persona tiene derecho a percibir una
remuneración suficiente por el trabajo que realice y en consecuencia, ninguna
persona puede ser obligada a prestar trabajo sin la debida remuneración o
retribución económica o, en su caso, sin contar con su consentimiento libre y
voluntariamente exteriorizado.
De ese modo, está proscrito de nuestro sistema jurídico el trabajo gratuito y menos
que este sea realizado en contra de la voluntad de la persona. No obstante, el
supuesto delictivo en análisis solo se configura cuando se lesiona el primer supuesto
del párrafo constitucional glosado. Es decir, obligar a una persona a realizar un
trabajo personal sin la correspondiente retribución equitativa. En cambio, de
aparecer el segundo supuesto, esto es, de obligar a una persona a prestar trabajo
"sin su libre consentimiento", no se evidenciará el delito contra la libertad de trabajo,
sino, al afectarse la libertad personal, se configurará el delito de coacción previsto en
el tipo penal del artículo 151 del C.P. Estas son incoherencias del legislador de 1991
que no acabamos de comprender, pues si pretendió independizar todas las
conductas que lesionen la libertad de trabajo, también debió tipificar como supuesto
de hecho el obligar a prestar trabajo a una persona sin su libre consentimiento. En
definitiva, en aras de un sistema jurídico punitivo con coherencia interna debe en el
futuro preverse tal supuesto.

En parte no le falta razón a Bramont-Arias y García Cantizano (m) cuando afirman


que el fundamento del supuesto se encuentra en el derecho de todo trabajador al
cumplimiento, por parte del empleador, de la prestación económica fijada en el
contrato de trabajo y que le es debida al trabajador a cambio de la contraprestación
de mano de obra que este realiza. No obstante, se queda corto en cuanto a que
pone de por medio un contrato de trabajo donde aparecería fijado la prestación
económica a que tiene derecho el trabajador. Es evidente que, muy bien, el
supuesto puede perfeccionarse sin que exista contrato laboral entre sujeto activo y
sujeto pasivo. Esto es, no siempre será necesario la exigencia que previamente
exista un contrato de trabajo, la conducta delictiva aparecerá por ejemplo, cuando el
sujeto activo, de buenas a primeras, por medio de amenaza de causarle un mal
grave le obliga al sujeto pasivo (ingeniero civil) a que le realice un plano para (!
onstruir su vivienda. Siendo así, resulta evidente que sujeto pasivo de la presente
figura delictiva no solo será un trabajador dependiente del sujeto activo, sino
cualquier persona capaz de desarrollar alguna actividad laboral.

Aceptado ello, no tiene asidero jurídico cuando el mismo autor citado, sostiene que
"presupuesto para la aplicación de este supuesto es la condición de asalariado del
trabajador, según la cual la prestación de sus servicios al empleador se realiza a
cambio de una determinada remuneración económica".
En suma, es irrelevante para la configuración de la presente conducta delictiva la
existencia o no de un contrato de trabajo entre agente y víctima, así como verificar si
la víctima fue dependiente (su trabajador) del sujeto activo en algún momento. No
hay duda que cuando no existe contrato donde se fije la correspondiente
contraprestación por el trabajo prestado, se aplicarán los mínimos legales
previamente establecidos por la autoridad respectiva. De ningún modo pueden ser
por debajo de los mínimos establecidos. A ello se refiere la frase de
"correspondiente retribución". Caso contrario, si la retribución es por debajo del
mínimo previamente establecido por la autoridad competente, es posible la
configuración del supuesto en análisis.

c. Obligar a trabajar sin las condiciones de seguridad e higiene industriales. El inciso


tercero del tipo penal del artículo 168 prevé el supuesto que se verifica cuando el
agente haciendo uso de violencia o amenaza obliga al sujeto pasivo a realizar
actividad laboral en condiciones de riesgo para su salud e integridad personal, esto
es, el delito aparece cuando el agente (siempre empleador) obligue a sus
trabajadores a trabajar sin las condiciones de seguridad e higiene industriales
determinadas por la autoridad respectiva.

Se trata de una norma penal en blanco. Pues, su aplicación a un caso concreto


exige necesariamente recurrir a las normas laborales o normas particulares
(reglamentos) establecidas por la autoridad respectiva para empresas que realizan
determinadas actividades productivas peligrosas o riesgosas. Solo explorando
aquella normativa sabrá el operador jurídico cuales son las condiciones de seguridad
e higiene industriales mínimas exigibles para mantener en lo posible controlado los
riesgos que conlleva la realización de una actividad peligrosa, evitando, de ese
modo, el aumento del riesgo para los trabajadores. Solo en aquellas normas y
reglamentos se encontrará a los presupuestos para saber cuando el sujeto activo ha
omitido brindar las condiciones de seguridad e higiene industrial a sus trabajadores
y, por tanto, ha perfeccionado la conducta delictiva.
La omisión de la aplicación de las normas extrapenales preventivas configura el
supuesto punible en sede. Se trata de supuestos que configuran delitos de
naturaleza omisiva. Se verifican delitos de omisión impropia (artículo 13 del C.P.),
donde necesariamente el agente tiene la posición de garante cuyo fundamento sería
el deber de vigilancia de una fuente de peligro en su modalidad de ámbito de
dominio. En efecto, el empleador tiene el deber de vigilar a sus trabajadores por
cuanto posee el dominio de una fuente de peligro que viene a ser el desarrollo de
una actividad industrial peligrosa (explotación de mineral, etc.).

El consentimiento del trabajador para trabajar sin las condiciones de seguridad e


higiene industrial previamente establecidas por la autoridad respectiva, es irrelevante
al momento de calificar la conducta delictiva por el operadorjurídico. En efecto,josé
Ugaz(732) advierte que diversos autores señalan que tal aceptación por parte del
trabajador resulta irrelevante en la medida en que estaría condicionada por la
necesidad de trabajo, circunstancia propia de un país como el nuestro donde existe
carencia de puestos de trabajo y sobre oferta de mano de obra. Esta necesidad
anularía la expresión libre de la voluntad del trabajador, convirtiendo la "oferta" de
trabajo en condiciones ilegales, en una amenaza ("o aceptas en estas condiciones o
no hay trabajo").

2.2. Otros supuestos delictivos previstos por e11egislador

El último párrafo del tipo penal del artÍCulo 168 recoge una serie de supuestos
delictivos de diversa naturaleza por lo que resulta difícil identificar algún específico
bien jurídico que el legislador haya pretendido proteger. En principio de la lectura del
tipo penal se colige que en estos supuestos delictivos para nada interviene la
violencia o amenaza, estos son supuestos autónomos e independientes a los
primeros ya analizados. Asimismo, sujeto activo solo puede ser una persona que
tenga la calidad de empresario; se tratan de delitos especiales en los cuales se
exige necesariamente la calidad de empresario del sujeto activo para estar ante una
conducta punible. Pero veamos en qué consiste cada uno de los supuestos:

a. Incumplir resoluciones consentidas o ejecutoriadas dictadas por la autoridad


competente.

Se perfecciona el supuesto delictivo cuando el empresario se resiste a cumplir una


resolución consentida dictada por una autoridad laboral en el ejercicio de sus
funciones; asimismo, aparece el delito cuando el agente in cumple o desobedece
una resolución jurisdiccional que ha pasado a constituir cosa juzgada, es decir, el
agente incumple la resolución por la cual la autoridad jurisdiccional decidió el mérito
de la pretensión, y cuyos efectos trascienden el proceso mismo en que fue dictada,
pues lo decidido por ella no puede ser objeto de revisión en ningún otro proceso.
Se entiende que aquella resolución debe haberle sido debidamente notificada
requiriendo el cumplimiento. Sin notificación y requerimiento debido al obligado es
imposible saber si el agente incumplió lo ordenado por la resolución. En tal sentido,
recurriendo al derecho vivo, la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de
Lima, por Resolución del 12 de junio de 1998 declaró nula la sentencia y dispuso
que eljuez penal recabe copias autenticadas de los apercibimientos efectuados al
procesado para el cumplimiento de la sentencia laboral en los términos siguientes
"que, de la revisión de los presentes autos, se tiene que se incrimina al procesado
Carlos Manuel Pajuelo Morales, haber incumplido con los dos últimos extremos de la
sentencia que en copia certificada obra a fojas siete, que establece el pago de
intereses de los montos vacacionales devengados y el otorgamiento de cuatro
pólizas de seguro de vida, con las primas pagadas al día, a favor del agraviado; que,
siendo ello así y no apareciendo en autos el requerimiento de autoridad competente,
a cuyo incumplimiento procede la denuncia pena~ sino obrando tan solo a fojas
cuarenta y cuatro un requerimiento bajo distinto apercibimiento respecto de un
extremo de la imputación, no procede concluirse en la comisión del delito y la
responsabilidad del procesadd' (?SS).

De la lectura del tipo penal no se evidencia que sea necesario el apercibimiento de


ser denunciado penalmente en caso de incumplimiento. Bastará que se verifique que
al obligado se le notificó el requerimiento respectivo. Esto es, basta que se constate
que el obligado tenía perfecto conocimiento de la resolución consentida y
ejecutoriada y, además, del requerimiento para su cumplimiento, para estar frente al
supuesto de la comisión del delito en comentario en caso de incumplimiento.

En la práctica judicial, diversos precedentes jurisprudencial han establecido en forma


clara lo alegado. Así tenemos, cuando resolviendo el medio técnico de defensa de
cuestión previa, la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Lima, afirma:
"que, si bien el artículo ciento sesenta y ocho precitado no dispone el haber
requerido al procesado bajo apercibimiento de ser denunciado por el delito de
violación de la libertad de trabajo, debe haberse acreditado el conocimiento del
procesado de la sentencia consentida y ejecutoriada para establecer su
responsabilidad, que ello importa un requisito de procedibilidad que determina que
se declare de oficio, fundada la cuestión previa" (754). En el mismo sentido, la
misma Sala Penal reitera la tesis que solo es necesario el requerimiento de
cumplimiento para la configuración del supuesto delictivo. Esto es, el delito en sede
aparece cuando el agente, pese a ser oportunamente notificado que de
cumplimiento al pago de una suma de dinero por concepto de beneficios sociales al
agraviado, no cumple con hacer efectivo lo ordenado en una resolución judicial que
quedó debidamente consentida. En efecto, por Resolución del 17 de noviembre de
1998, aquella Sala Penal vuelve a señalar: "que, se le imputa a los procesados José
Poblete Vidal y Alfredo Fernández Baca, que en su calidad de accionistas y
directores de 'Inversiones Palace: fueron objeto de un proceso laboral por pago de
beneficios sociales a fin de que se cumpla con abonarle la suma de trece mil
ochocientos setenta punto cincuenta y nueve nuevos soles al agraviado, sin
embargo, pese haberse notificado oportunamente se de cumplimiento a lo dispuesto
por la autoridad jurisdiccional, los inculpados no cumplieron con hacer efectivo dicho
pago" (m) .

Por otro lado, al referirse el tipo a "resoluciones dictadas por la autoridad


competente", nos indica que debe tratarse de resoluciones dictadas en el ejercicio
normal de sus atribuciones por la autoridad laboral, ya sea un funcionario del
Ministerio de Trabajo con competencia para dictar resoluciones laborales, o la
autoridad jurisdiccional que haya conocido un proceso laboral. Mayormente aparece
esta figura cuando el sujeto activo incumple resolución judicial que le ordena reponer
a un trabajador a su puesto de trabajo, o a pagar determinado monto económico al
trabajador por concepto de compensación por tiempo de servicios, etc.

Finalmente, en cuanto a este extremo, resulta importante indicar que frente a


cualquier conducta típica, muy bien, puede alegarse alguna causa de justificación
prevista en el artículo 20 del Código Penal. Respecto del supuesto en análisis, el
agente con eficacia puede alegar y argumentar un estado de necesidad justificante
(inciso 4 del artículo 20 C.P.). En una época de crisis económica es posible que
algunos empresarios in cumplan determinadas resoluciones que ordenan algún pago
al trabajador, con la finalidad de evitar un perjuicio mayor como puede ser quiebra o
falencia absoluta de la empresa. Si tales circunstancias se presentan y prueban en
un caso concreto, no se configurará la conducta delictiva por no aparecer el
elemento antijuridicidad. Esta es la posición de nuestro más alto Tribunal de Justicia,
cuando por Resolución del 6 de enero de 1998 considera "que, conforme se advierte
de lo actuado en el proceso, se encuentra acreditado que los encausados Héctor
Félix Farro Ortiz, Adelfa Bernardino Gutiérrez Guardales y Fortunato Hinostroza
Gerónimo en su condición de directivos de la Cooperativa de Ahorro y Crédito
'Nuevo Horizonte' han cumplido con el mandato legal de pagar los beneficios
laborales del agraviado Juan Carlos La Rosa López, dentro de las posibilidades
económicas de la misma, lo que lleva a concluir que la conducta de los referidos
encausados no configura con el ilícito previsto en el último parágrafo del artículo
ciento sesenta y ocho del Código Penal, por lo que debe absolverse a los referidos
encausados, respecto al citado delito" (736) o

b. Disminuir o distorsionar la producción.

El supuesto delictivo se verifica cuando el empresario actúa en forma fraudulenta


cuya única finalidad es perjudicar al Estado con el no pago de los impuestos reales y
en forma indirecta a los trabajadores quienes se verían presionados por la supuesta
escasa producción en su actividad. Por la forma como aparece redactado el
supuesto punible solo se sanciona la simple verificación de la disminución o
distorsión de la producción. Es irrelevante penalmente determinar la finalidad que
tuvo o motivó al agente para proceder de ese modo.

Aquí, cabe hacer la siguiente precisión: el tipo penal respecto del supuesto en
análisis que anteriormente aparecía regulado en la Ley 24514, era totalmente
diferente al supuesto recogido en el último párrafo del artículo 168. En la citada ley,
aparecía el presente supuesto como un medio fraudulento para simular una causal
que justifique el cierre del centro de trabajo, mientras que por la forma como aparece
redactado en el tipo penal del artículo 168, no se requiere que la disminución o
distorsión de la producción tenga por finalidad el cierre del centro de trabajo. Ahora
aparece como una figura autónoma, sancionado por el solo hechos de alterar la
producción independientemente si se cierra o no el centro de trabajo. No obstante,
será necesario verificar sin la conducta ha causado un peIjuicio a los trabajadores,
quienes finalmente son las personas protegidas.
c. Simular causales para el ciern! del centro de trabajo.

Este supuesto se verifica cuando el agente actuando en forma fraudulenta simula o


aparenta causales para el cierre de un centro de trabajo. AqUÍ se trata de un cierre
ilegal del centro laboral, cuya única finalidad que alentaría al agente sería extinguir la
relación laboral con sus trabajadores. De ese modo, se lesiona el derecho a la
estabilidad laboral de salida de los trabajadores. Por ejemplo, se verifica el supuesto
típico cuando el empresario simula una quiebra de la empresa.

d. Abandonar el centro de trabajo para extinguir las relaciones laborales.


Se configura este supuesto cuando el empresario hace abandono del centro de
trabajo con la finalidad de extinguir el vínculo laboral con sus trabajadores. Sin duda
con tal conducta el empresario lesiona el derecho a la estabilidad laboral de que
goza todo trabajador. Al empresario ya no le interesa mantener trabajadores en su
empresa, para ello hace abandono del centro de trabajo para que aquellos se vayan
en busca de otro trabajo. Es irrelevante penalmente verificar si pagó o no las
remuneraciones o todos los beneficios sociales que corresponden a los
trabajadores. Basta verificar que abandonó injustificada e ilegalmente el centro de
trabajo para estar frente al hecho punible que se pretende evitar.

2.3. Bien jurídico protegido

De la ubicación del tipo penal en examen dentro de nuestro catálogo penal, nos
inclina o induce a pensar que el único bien jurídico que se pretende tutelar lo
constituye la libertad de trabajo, que, incluso, así ha sido rotulado por el legislador de
1991. Sin embargo, la realidad es otra. En efecto, de la lectura preliminar del texto
se desprende con claridad que estamos ante un tipo penal complejo, pues aparecen
diversos intereses que se pretenden proteger siempre en beneficio de los
trabajadores ya sean actuales o potenciales.

Del texto del tipo penal fluye que se pretende proteger la libertad de trabajo (cuyo
contenido engloba la libertad sindical, la obtención de remuneración equitativa y
suficiente y trabajar en condiciones de seguridad e higiene industrial), la
administración de justicia laboral como es el estricto cumplimiento de resoluciones
judiciales que resuelven pretensiones de carácter laboral y también se pretende
resguardar o amparar el derecho a la estabilidad laboral que tenemos todos los
trabajadores según el artículo 27 de la Constitución Política que prescribe-c. "la ley
otorga al trabajador adecuada protección contra el despido arbitrario"; disposición
constitucional que según los tratadistas de derecho del trabajo regula la estabilidad
laboral de salida.

2.4. Sujeto activo

En cuanto a qué persona puede constituirse en sujeto activo o agente de los


supuestos delictivos recogidos en el tipo penal del artículo 168, resulta necesario
hacer una distinción. En efecto, respecto de las conductas que aparecen en lo que
hemos etiquetado como primera parte del tipo penal, agente puede ser cualquier
persona, tenga la calidad de empleador o no. Esto es, no se exige ninguna cualidad
o calidad especial, basta que se verifique que ha hecho uso de la violencia o
amenaza para obligar al sujeto pasivo a realizar actos que tienen que ver con la
actividad laboral. En el inciso 3 del articulo 168, muy bien puede ser sujeto activo el
capataz o encargado de la obra.

Por otro lado, respecto de los supuestos recogidos en el último párrafo del tipo penal
en comentario, sujeto activo necesariamente será un empleador o empresario. Se
trata de delitos especiales, pues se exige necesariamente tal calidad en el agente.
En la mayoría de casos que la realidad presenta, el empleador será una empresa,
esto es, una persona jurídica, siendo de aplicación para tal efecto el artÍCulo 27 de
nuestro Código Penal que regula la figura jurídico penal de "el actuar en nombre de
otro" que literalmente prescribe "el que actúa como árgano de representación
autorizado de una persona jurídica o como socio representante autorizado de una
sociedad y realiza el tipo legal de un delito es responsable como autor, aunque los
elementos especiales que fundamentan la penalidad de este tipo no concurran en él,
pero sí en la representada".

2.5. Sujeto pasivo


Sujeto pasivo puede ser cualquier persona. Es preciso indicar que si bien el tipo
penal esta dirigido a proteger los derechos laborales de los trabajadores, muy bien,
vÍCtima puede ser una persona que no esté trabajando como puede suceder en el
caso previsto en el inciso 2 del artÍCulo 168, no obstante, necesariamente deberá
ser una persona con capacidad de desempeñar una actividad laboral. En tal sentido,
no le falta razón a Villa Stein (7~7) cuando enseña que slDeto pasivo lo será el
trabajador actual o potencial, del nivel laboral que sea, pudiendo desde luego ser, un
alto ejecutivo empresarial.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la forma como aparece redactado el tipo penal en su conjunto, se desprende que


se tratan de conductas delictivas netamente dolosas. Es decir, el agente actúa con
conocimiento y voluntad de imponer las condiciones o realizar las conductas que
perjudican al sujeto pasivo. No se requiere ningún otro elemento subjetivo adicional.
Como precedente jurisprudencial podemos citar la Resolución del 14 de mayo de
1998, por el cual en su tercer considerando, la Sala Penal de Apelaciones de la
Corte Superior de Lima, sostiene "que, del punto anterior se desprende que respecto
al encausado Edgardo Alcides Onetto Bababino, el incumplimiento del pago de los
beneficios sociales al agraviado se debió a un hecho que escapaba a su voluntad y
posibilidades, ya que la empresa que representaba se encontraba insolvente, de lo
cual se colige que en su ánimo no existió intención o dolo de evadir o incumplir el
mandato judicial, elemento sin el cual no se configuran en el accionar del procesado
los elementos del tipo penal del ilícito instruido" (7~8).
Al no aparecer regulado alguna conducta imprudente, de darse en la realidad,
constituirán conductas atípicas y, por tanto, irrelevantes penalmente.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica los elementos típicos objetivos y subjetivos del delito
etiquetado como violación de la libertad de trabajo, corresponderá al operador
jurídico determinar si en la conducta típica concurre alguna causa de justificación de
las previstas en el artÍCulo 20 del Código Penal. Como ya hemos indicado, el
agente, muy bien, y con eficacia puede alegar y argumentar un estado de necesidad
justificante, por ejemplo. En una época de crisis económica es posible que algunos
empresarios incumplan determinadas resoluciones que ordena algún pago al
trabajador, con la finalidad de evitar un perjuicio mayor como puede ser quiebra o
falencia absoluta de la empresa en perjuicio de otros trabajadores. Si tales
circunstancias se presentan y prueban en un caso concreto, no se configurará la
conducta delictiva por no aparecer el elemento antijuridicidad.

Si por el contrario, se llega a concluir que en la conducta analizada no aparece


alguna causa de justificación, estaremos ante una conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD

En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la


conducta típica y antijurídica es posible ser atribuida o imputada a su autor. Es decir
se analizará si el autor de la conducta efectuada es imputable, es decir, no sufre de
alguna anomalía psíquica considerable; luego, analizará si el agente al momento de
actuar conocía la antijuridicidad de su conducta y, finalmente, verificará si el autor en
lugar de perfeccionar el injusto penal pudo actuar de modo diferente a la de atentar
contra la libertad de trabajo o desobedecer una orden judicial de autoridad laboral
competente.

6. CONSUMACIÓN Y TE TATIVA

Las conductas delictivas a alizadas se perfeccionan o consuman según sea su


modalidad. Así tenemos:

El hecho punible previsto e el inciso primero del tipo penal del artículo 168, se
perfecciona en el insta te que el agente por medio de la violencia o amenaza obliga
que el su~ asivo se integre a un sindicato o, en su caso, no se integre a aquel. Por
su parte, el comportamiento previsto en el segundo inciso se consuma en el mismo
instante que el agente por medio de la violencia o amenaza obliga a realizar un
trabajo sabiendo perfectamente que no le pagará, esto es, en el mismo instante en
que le obliga a prestar un trabajo gratuito. Por su parte, se perfecciona la conducta
del tercer inciso, en el mismo espacio temporal que el sujeto activo haciendo uso de
la violencia o amenaza, obliga al sujeto pasivo a trabajar sin las condiciones de
seguridad establecidas por las normas administrativas-industriales.

Asimismo, se perfecciona el delito de incumplimiento de resolución consentida y


ejecutoriada cuando el agente pese a estar debidamente notificado de la resolución
que le obliga a un hacer no lo hace. Es decir, se consuma cuando el agente después
de notificado se resiste a cumplir la orden. Si no hay notificación será imposible
saber si el agente tiene la intención de no cumplir con lo dispuesto por la resolución
consentida. Los otros supuestos se perfeccionan en el momento en que el agente
disminuye o distorsiona la producción, simula causales para el cierre del centro
laboral o, en su caso, abandona el centro de trabajo con la finalidad de extinguir las
relaciones laborales con los trabajadores.
Se tratan de conductas delictivas de mera actividad, esto es, para su consumación o
perfeccionamiento no es necesario que se cause un real y efectivo daño a los
intereses de los trabajadores. Basta que se verifique los comportamientos previsto
en el tipo penal.

Al ser todos los comportamientos de comisión, es posible que se perfeccione la


categoría penal prevista en el artículo 16 del Código Penal, es decir la tentativa.

7. PENALIDAD

Al sujeto activo del delito de violación de libertad de trabajo se le impondrá la pena


privativa de libertad que oscila entre dos días a dos años, quedando en la potestad
de la autoridad jurisdiccional imponer o individualizar el quántum de la pena
adecuada para el hecho concreto.
CAPíTU LO VIII

VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD DE EXPRESiÓN


SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Concepto de la libertad de expresión. 2.
Importancia de la libertad de expresión en nuestro sistema jurídico. Subcapítulo 2:
Delito contra la libertad de expresión. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien
jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

1. CONCEPTO DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

En primer término, a fin de evitar confusiones, resulta importante dejar establecido


que son cuestiones diferentes la libertad de información, la libertad de opinión y la
libertad de expresión aun cuando todas estas libertades se implican mutuamente y,
a su vez, constituyen pilares de trascendencia de un Estado social y democrático de
Derecho como el peruano. Sin la existencia real y efectiva de aquellas libertades, no
es posible concebir un Estado social y democrático de Derecho. Se afirma
automáticamente como un dogma que la existencia real de las libertades de
información, opinión y expresión, caracterizan un Estado Democrático, pues se
constituyen en su propio fundamento ideológico.

Doctrinaria y jurisprudencialmente ha quedado establecido que aquellas libertades


tienen conceptos diferentes. En efecto, se afirma que la libertad de información se
constituye como aquel derecho o facultad que tiene toda persona de dar información
respecto de hechos o noticias así como el derecho que tiene a ser informada
verazmente. En otras palabras, la libertad de información se constituye en un
derecho a comunicar noticias y a recibir información veraz y de interés público,
utilizando, para ello, cualquier medio de comunicación masiva. De ese modo, se
concluye sin mayor discusión que se trata de una libertad de doble manifestación, la
misma que se concreta en comunicar la información y recibirla de manera libre en la
medida que la información sea veraz.

En tanto que la libertad de opinión es el derecho que tiene toda persona de


comentar u opinar sobre determinada información que se emite o recibe.

Por su parte, la libertad de expresión se constituye en un extenso espacio que


incluye las más diversas manifestaciones, incluso, de carácter literario o pictórico,
englobando, en cada caso concepciones ideológicas y culturales. La libertad de
información solo constituye un ámbito específico de la libertad de expresión, referido
al derecho de comunicar y recibir libremente información veraz por cualquier medio
de comunicación.
La clave característica de la libertad de expresión lo constituye la libre circulación y
difusión masiva de pensamientos e ideas en forma pública. Su sustento material son
los medios de comunicación masiva ya sean escritos, visuales, radiales, etc. En tal
sentido, la libertad de expresión para su materialización plena requiere de medios de
comunicación social libres de difundir o hacer circular las opiniones ideológicas,
políticas, filosóficas, debates, propuestas, noticias, que sean necesarias para
mantener informados a los ciudadanos a fin que éstos también puedan formarse
libremente su opinión y expresarla libremente de ser el caso por los mismos medios
de comunicación social.

Qué duda cabe, los medios de comunicación masiva facilita la formación de la


opinión pública, orientándola y canalizándola; cumple una alta función educativa;
permite el debate y discusión de los grandes problemas nacionales; constituyéndose
de, ese modo, en un elemento de progreso y de adelanto moral si se hace un buen
uso de ellos.
En suma, la libertad de expresión incluye en su conjunto el derecho de información y
opinión.

2. IMPORTANCIA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN NUESTRO SISTEMA


JURÍDICO
La libertad de información, opinión y expresión se constituyen en pilares
fundamentales de un Estado Democrático de Derecho. Sin aquellas libertades no
cabe un Estado de aquel estilo.

En consecuencia, siendo el Estado peruano definido constitucionalmente


Democrático de Derecho, aparece imperativamente dispuesto en el inciso 4 del
artículo 2 de nuestra Carta Magna que "toda persona tiene derecho:
A las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento
mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación
social, sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las
responsabilidades de ley.
Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de
comunicación social, se tipifican en el Código Penal y se juzgan en el fuero común.

Es delito toda acción que suspende o clausura algún órgano de expresión o le


impide circular libremente. Los derechos de informar y opinar comprenden los de
fundar medios de comunicación".

El contenido esencial (entendido como aquel núcleo que identifica a determinado


derecho como tal) de los derechos fundamentales reconocidos en el glosado
dispositivo constitucional lo constituye el presupuesto de que toda persona tiene
derecho a la libertad de información, opinión, expresión y difusión de su
pensamiento e ideas por cualquier medio de comunicación social. Para ejercitar
tales libertades no se requiere autorización previa de ninguna persona u autoridad.
Está proscrita constitucionalmente la censura de cualquier pensamiento o idea.
Sin embargo, ello no significa que el ejercicio de estas libertades sea absoluto, por el
contrario, está sujeto a ciertos condicionamientos que deben ser respetados dentro
de un Estado Democrático y Social de Derecho. Solo así, con los límites que se
encuentran en la propia Constitución Política, estas libertades se convierten en la
piedra angular de la democracia.

Constitucionalmente también aparece establecido que cualquier delito cometido por


medio de libro, la prensa u otros medios de comunicación social están tipificados en
el Código Penal (delito contra el honor más específicamente, difamación, contra la
intimidad, etc.) y, en consecuencia, eljuzgamiento a los presuntos responsables se
realiza en el fuero común, ordinario o civil. Sin objeción, aparece claramente
prescrito que el fuero militar no tiene competencia para procesar penalmente a los
presuntos autores de los delitos cometidos haciendo uso de los medios de
comunicación.

Finalmente, el dispositivo constitucional deja establecido que constituye hecho


punible toda acción destinada a suspender o clausurar algún medio de comunicación
social o le impida circular libremente. En este sentido, aparece tipificado tales
conductas como supuestos de hecho del tipo penal del artículo 169 del Código
Penal, el mismo que corresponde analizar.
Subcapítulo 2

Delito contra la libertad de expresión

l. TIPO PENAL

La conducta delictiva de violación de la libertad de expresión aparece debidamente


tipificada en el tipo penal del artículo 169 del Código Penal que literalmente indica:
El funcionario público que, abusando de su cargo, suspende o clausura algún medio
de comunicación social o impide su circulación o difusión, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años e inhabilitación
conforme al artículo 36, incisos 1 y 2.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El hecho punible se configura cuando el agente quien siempre será un funcionario


público, abusando de su cargo, suspende o clausura algún medio de comunicación
masivo, o en su caso, impide su circulación o difusión.
Bramont-Arias y GarCÍa Cantizano (759) enseñan que el comportamiento consiste
en suspender, clausurar o impedir la circulación o difusión de un medio de
comunicación social. Se puede cometer tanto por acción como por omisión impropia.
De la redacción del contenido del tipo penal se desprende que este encierra hasta
cuatro supuestos de hecho que, muy bien pueden presentarse en la realidad en
forma independiente o autónoma. Sin duda, pueden concurrir en un hecho concreto
los cuatro supuestos previstos o en forma alternada, pero aparte de estos supuestos
delictivos no existen otros. Si en un hecho concreto no concurre siquiera uno de los
cuatro verbos rectores utilizados por el legislador en la redacción del tipo penal, la
conducta será atípica penalmente por más que lesione la libertad de expresión. En
efecto, tenemos:
b. Cuando el agente, abusando del ejercicio de su cargo, suspende
temporalmente las labores normales de un medio de comunicación social.
c. Cuando el sujeto activo, abusando de su cargo, clausura un medio de
comunicación social.
Cuando el agente, abusando de su cargo de funcionario público, impide la
circulación normal de un medio de comunicación masivo.
Cuando el agente, abusando siempre de su cargo, impide la difusión de un medio de
comunicación social.

Estamos ante la conducta punible de suspender cuando el agente interrumpe, cesa


o detiene temporalmente el normal desenvolvimiento de un medio de comunicación
social. En ese sentido, el medio de comunicación suspendido no puede ejercer o
desarrollar su función o actividad normal que le es consustancial, como es expresar
y difundir pensamiento, ideas, opiniones de todo tipo. Se habla de suspender cuando
la acción exteriorizada por el agente tiene condición temporal. Esta es una diferencia
con la acción de clausurar que como veremos tiene carácter definitivo.

Por su parte, aparece la conducta punible de clausurar cuando el agente ilegalmente


cierra o pone fin a las actividades normales de un medio de comunicación social. Al
agente le interesa que el medio de comunicación social se desintegre
definitivamente y no vuelva más a funcionar. Si por el contrario, se evidencia que la
intención del sujeto activo era solo cerrar el medio de comunicación en forma
temporal, esto es, por tiempo determinado, estaremos frente a una acción de
suspensión.
En suma, la diferencia entre suspensión y clausurar radica solo en el tiempo,
mientras que el primero es temporal o por tiempo determinado, el segundo es
definitivo o por tiempo indefinido. En cuanto a los efectos reales y prácticos, son los
mismos: imposibilitar que el medio de comunicación siga ejerciendo su actividad
normal que le es consustancial como es ejercer la libertad de expresión el mismo
que como hemos dejado establecido, engloba la libertad de información y libertad de
opinión. La finalidad del agente es evitar que se ejercite la libertad de expresión.
Resulta irrelevante establecer las causas o fines que le animan o incentivan a
perfeccionar el delito.

Por otro lado, estaremos ante una conducta de impedir la circulación de un medio de
comunicación masivo cuando el agente estorbe, evite, obstruya o dificulte que un
medio de comunicación social circule normalmente. Mayormente se refiere a
aquellos medios que para difundir sus pensamientos, ideas u opiniones que
contienen, resulta indispensable que circulen dentro del conglomerado social a fin de
llegar a los ciudadanos que viene a constituir su fin último. Este supuesto delictivo
solo podrá perfeccionarse sobre la prensa escrita materializada en los periódicos,
revistas, etc.

Finalmente, aparecerá la conducta delictiva de impedir la difusión de un medio de


comunicación social, cuando el agente evite, estorbe, dificulte,
obstaculice la normal difusión, transmisión, divulgación o propalación de ideas,
pensamientos u opiniones en determinado grupo social. El objetivo del agente lo
constituye el evitar que determinada información se haga público mediante la
difusión o transmisión. Solo podrá perfeccionarse el hecho punible sobre la prensa
hablada como es la radio, la televisión, Internet, etc.

En todos los casos, la acción destinada a lesionar o poner en peligro la libertad de


expresión, debe ser consecuencia del ejercicio abusivo, arbitrario e ilegal del cargo
de funcionario público. Esto significa que la suspensión, clausura e impedimento de
la circulación o difusión de un medio de comunicación social para constituir ilícito de
carácter penal debe provenir de un acto arbitrario; debe ser consecuencia de un
exceso en sus funciones por parte del agente; si por el contrario, se verifica que
alguno de aquellos actos es consecuencia del ejercicio normal de sus funciones, el
delito no aparece. En conclusión, el delito se evidencia por un ejercicio abusivo del
cargo. Si llega a verificarse que la conducta delictiva se perfeccionó cuando el
funcionario público no estaba en ejercicio de sus funciones sino, por ejemplo, estaba
gozando de vacaciones o licencia, el delito en comentario no se configura.

2.1. Bienjurídico protegido

El interés jurídico que pretende tutelarse con la tipificación de las conductas


delictivas puestas en evidencia, lo constituye la libertad de expresión reconocido a
nivel constitucional en el inciso 4 del artículo 2, como uno de los derechos
fundamentales de los ciudadanos y a la vez pilar esencial de un Estado Social y
Democrático de Derecho.

La libertad es el derecho que tiene toda persona de expresar y difundir sus ideas,
pensamientos, opiniones y noticias haciendo uso para ello de los medios de
comunicación masiva, los mismos que facilitan la formación de las opiniones
públicas. Asimismo, lo constituye el derecho que tiene toda persona de recibir de los
medios de comunicación social (periódico, radio, televisión, revistas, Internet, etc.),
los pensamientos y opiniones de otras personas a fin de ir perfilando su opinión
personal sobre determinados aspectos de la vida social.

Villa Stein (740) sostiene que se tutela la irrestricta libertad de expresión como
garantía fundamental consagrada constitucionalmente. Sin embargo, es de apuntar
que aquella libertad no es absoluta sino, por el contrario, como todo derecho
fundamental, tiene límites que la misma legislación impone en forma expresa como
es el derecho al honor, a la intimidad personal o familiar de las personas. Ello está
previsto en forma expresa en el inciso 7 del artículo 2 de nuestra Constitución
Política. En efecto, aquel numeral indica. "Toda persona tiene derecho:

Al honor ya la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así como a la voz


y a la imagen propias.

Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviantes en cualquier medio


de comunicación social tiene derecho a que este se rectifique en forma gratuita,
inmediata y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley".
De tal modo que cuando existe un conflicto entre la libertad de expresión y el honor
o intimidad personal o familiar, el operador jurídico no tiene otra alternativa que
preferir estos últimos derechos relegando a la libertad de expresión a un segundo
plano puesto que toda persona tiene derecho de expresar sus ideas y pensamientos
de modo prudente y sin ofender dolosamente el honor y menos la intimidad personal
o familiar de los demás.

En tal sentido lo ha reconocido la jurisprudencia nacional. Así tenemos la Resolución


del 16 de setiembre de 1997, emitida por la Corte Superior de Huaraz, cuando
después de invocar los dos numerales antes citados afirma "que, de acuerdo a la
glosa señalada estamos frente a dos derechos, uno el de informar y el de criticar, y
el otro, el de la persona que se siente agraviada con esa información y crítica, y que
daña, lesiona, ofende su honor; que, debe pues, existir prudencia y sana crítica en
cuanto al primer derecho que, la Constitución ha señalado como las
responsabilidades de ley y que se tipifican en el Código Penal y se juzga en el Fuero
común; pues el atentado contra el prestigio y la reputación de un ciudadano, a través
de la imprenta y otros medios de publicidad, constituye delito cuyo nomen juris, es
difamación, previsto por el artículo 132 del código sustantivo; que, el honor es el
íntimo y raigal valor moral del hombre, es un bien de carácter no patrimonial que
conlleva un sentimiento o conciencia de la propia dignidad como persona; este
invalorable aspecto del ser humano es digno de la más amplia tutela jurídica; el
honor de la persona es un bien que socialmente se traduce en el respecto y
consideración que se merece de los demás, en la estima, aprecio, buena fama y
reputación adquiridos por la virtud y el trabajo; que, la comisión del delito de
Difamación cometido por medio de prensa escrita, así como la responsabilidad del
periodista -Querellado Leoncio Mauricio Maguiña Morales, ha quedado debidamente
acreditado en autos, como se advierte de la lectura de la Revista "Prensa A ncashina
" de fojas cinco" (741).

2.2. Sujeto activo

Se trata de un delito especial por la condición del autor o agente. En efecto, del tipo
penal se evidencia que solo puede constituirse en autor de cualquiera de los
supuestos de hechos previstos, aquellas personas que tienen la condición de
funcionario público en el ejercicio de sus funciones. Es decir, aparte de ser
funcionario público debe estar en ejercicio normal de sus funciones. La conducta
aparece a consecuencia de un ejercicio ilegítimo de aquellas funciones.
A efectos de determinar si estamos ante un funcionario público, al operador jurídico
le bastará recurrir al artículo 425 del Código Penal, el cual establece a quién se le
considera funcionario público a efectos de la sanción penal.

2.3. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo de la acción delictiva lo constituye en forma extensa la colectividad


social. En forma concreta será toda persona que ejerce su libertad de expresión por
medio de los medios de comunicación social, pudiendo ser con más frecuencia el
periodista, el comunicador social, una empresa periodística, etc.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

La forma en que aparece redactado el tipo penal nos orienta o convence que se trata
de un delito de comisión dolosa. No cabe la comisión por imprudencia.
El agente actúa con conocimiento y voluntad de suspender, clausurar un medio de
comunicación social o, en su caso, evitar la circulación o difusión de aquel. Si llega a
verificarse que tales acciones fueron producto de una negligencia del funcionario
público en el ejercicio de sus funciones, la conducta será atípica por falta del
elemento subjetivo que exige el tipo penal.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica los elementos típicos objetivos y subjetivos del delito
etiquetado como violación de la libertad de expresión, corresponderá al operador
jurídico determinar si en la conducta típica concurre alguna causa de justificación de
las previstas en el artículo 20 del Código Penal. Por ejemplo, el imputado, muy bien,
puede invocar la causa de justificación de cumplimiento de un deber.
Si por el contrario, se llega a concluir que en la conducta analizada no aparece
alguna causa de justificación, estaremos ante una conducta típica y antijurídica.

5. CULPABILIDAD

En la etapa de la culpabilidad corresponde al operador jurídico determinar si la


conducta típica y antijurídica es posible ser atribuida o imputada a su autor. Es decir,
se analizará si el funcionario público de la conducta efectuada es imputable, es
decir, no sufre de alguna anomalía psíquica considerable; luego, analizará si el
agente al momento de actuar conocía la antijuridicidad de su conducta. Es posible la
verificación de un error de prohibición previsto en la segunda parte del artículo 14 del
Código Penal. Se verificará, finalmente, si el autor en lugar de perfeccionar el injusto
penal pudo actuar de modo diferente a la de atentar contra la libertad de expresión
ya sea suspendiendo o clausurando algún medio de comunicación o impidiendo su
circulación o difusión masiva.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito se perfecciona en el instante en que el agente suspende, clausura un medio


de comunicación masivo, o en su caso, impide su circulación o difusión. En tanto,
que antes de aquel crucial momento, estaremos ante a la tentativa. Por ejemplo,
habrá tentativa cuando el agente ha emitido la orden de clausurar un medio de
comunicación social, pero a consecuencia de la oposición y protestas de los
ciudadanos no llega a materializarse la clausura real.

7. PENALIDAD

El sujeto activo del presente injusto penal será merecedor de una pena privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de seis años e inhabilitación conforme al artículo
36, inciso 1 y 2.
CAPíTULO IX
VIOLACiÓN DE LA LIBERTAD E INDEMNIDAD SEXUAL

SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Fundamentos del origen de la libertad


sexual como bien jurídico en los delitos sexuales. 2. La libertad sexual como bien
jurídico protegido en los delitos sexuales. 2.1. La libertad en el ámbito sexual:
libertad sexual. 2.2. La indemnidad sexual como bien jurídico. Subcapítulo 2: Delito
de acceso carnal sexual. 1. Cuestión previa. 2. Tipo penal. 3. Tipicidad objetiva. 3.1.
Medios típicos del acceso sexual prohibido. 3.2. Bien jurídico protegido. 3.3. Sujetos
del delito de acceso camal sexual. 4. Tipicidad subjetiva. 4.1. Elemento subjetivo
adicional al dolo. 4.2. Dolo. 4.3. El error de tipo. 5. Antijuridicidad. 5.1. ¿El
consentimiento es causa de justificación o atipicidad? 6. Culpabilidad. 6.1. Error de
prohibición. 7. Tentativa. 7.1. La tentativa en el delito de acceso carnal sexual por
amenaza grave. 8. Consumación. 9. Autoría. 9.1. Cuestión previa. 9.2. Autoría. 10.
Participación. 11. Circunstancias agravantes del delito de acceso camal sexual. 11.1.
Asalto sexual con el concurso de dos o más sujetos. 11.2. El acceso camal sexual
se realiza a mano armada. 11.3. El agente se haya prevalido de cualquier posición.
cargo o parentesco. 11.4. Agravante por calidad o cualidad especial del agente.
11.5. Víctima con edad entre 14 y 18 años. 11.6. Agente portador de enfermedad de
transmisión sexual. 11. 7. Au tor es docen te o auxiliar de educación. 11.8. Muerte
de la víctima. 11.9. Lesiones graves en la víctima. 11.10. Crueldad sobre la víctima.
12. Acceso camal sexual violento dentro del matrimonio. 12.1. No constituye delito.
12.2. No se configura delito salvo excepciones. 12.3. Se configura el delito de
acceso camal sexual. 13. Penalidad. Subcapítulo 3: Delito de acceso carnal sexual
presunto. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Colocar en estado de in
conciencia. 2.2. La víctima en la circunstancia de imposibilidad de resistir. 2.3.
Circunstancias agravantes. 2.4. Bienjurídico protegido. 2.5. Sujeto activo. 2.6. La
coautoría. 2.7. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5.
Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 4: Delito de
acceso carnal sexual abusivo. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Circunstancias agravantes. 2.2. Bienjurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto
pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 3.1. Error de tipo. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Tentativa y consumación. 7. Penalidad. Sub capítulo 5: Delito de acceso carnal
sexual sobre menores. 1. Tipo penal. 2. Cuestion previa. 3. Tipicidad objetiva. 3.1. El
consentimiento del menor en la jurisprudencia. 3.2. Pena más drástica cuando
menor es la edad de la víctima. 3.3. Agravantes de acceso sexual sobre menor. 3.4.
Bien jurídico protegido. 3.5. Sujeto activo. 3.6. Sujeto pasivo. 4. Tipicidad subjetiva.
4.1. Error de tipo. 5. Antijuridicidad. 6. Culpabilidad. 6.1. Error culturalmente
condicionado. 7. Tentativa. 8. Consumación. 9. Autoría y participación. 10.
Penalidad. Subcapítulo 6: Delito de acceso sexual en personas dependientes. 1.
Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Circunstancias agravantes. 2.2. Bien jurídico
protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. La coautona. 2.5. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad
subjetiva. 3.1. Error de tipo. 4. Tentativa y consumación. 5. Penalidad. Subcapítulo 7:
El delito de acceso carnal sexual por engaño: seducción. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad
objetiva. 2.1. El engaño. elemento objetivo fundamental. 2.2. Introducción a error.
2.3. El consentimiento como consecuencia del engaño. 2.4. Desacertado precedente
vinculan te. 2.5. Circunstancias agravantes. 2.6. Bien jurídico protegido. 2.7. Sujeto
activo. 2.8. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6.
Tentativa y consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 8: Actos contrarios al pudor. 1.
Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Circunstancias agravantes. 2.2. Bien jurídico
protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad. Sub
capítulo 9: Atentado al pudor de menor. l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Circunstancia agravante. 2.2. Bien jurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto
pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y
consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 10. Responsabilidad civil especial.!. Tipo
penal, 2. Hermenéutica jurídica. Subcapítulo 11. Tratamiento terapéutico. 1. Tipo
penal, 2. Hermenéutica jurídica.

Subcapítulo 1

Generalidades

l. FUNDAMENTOS DEL ORIGEN DE LA LIBERTAD SEXUAL COMO BIEN


JURÍDICO EN LOS DELITOS SEXUALES
Por mucho tiempo la religión, la moral, las costumbres y las convenciones sociales
tuvieron un importante poder regulador de las conductas humanas en la sociedad y,
en cierto modo, podían por sí solas mantenerlas unidas o vinculadas. Sin embargo,
aquellos factores culturales, con el transcurso del tiempo y conforme al avance del
conocimiento científico, perdieron fuerza social.

El pluralismo y fragmentación de las modernas concepciones sobre los valores que


el individuo llegó a concebir, ayudaron que las costumbres, la religió~ y la moral
perdieran poder regulador vinculan te. No obstante, todas las funCIOnes de aquellos
factores las asumió el Derecho, factor cultural que actualmente es el único en
prescribir de modo vinculante lo que el individuo tiene que hacer o dejar de hacer
(742) en determinada sociedad.
En efecto, aproximadamente hasta la década de 1960 era dominante la concepción
que el derecho penal debía garantizar un mínimum ético social, constituyéndose en
su finalidad prevalente generando con ello enormes situaciones de discriminación.
De ese modo, por ejemplo, el Código de Maúrtua de 1924 era tangible su afán
moralizador desde la rúbrica utilizada, pues reguló los llamados "delitos contra la
libertad y el honor sexuales" en la sección tercera del Libro Segundo que sancionaba
los "Delitos contra las buenas costumbres". Consideraciones de elementos empírico-
culturales en el tipo, como mujer de "conducta irreprochable", constituían claras
manifestaciones de una criminalización moralizadora y discriminatoria convalidada
doctrinariamente y, como es natural, dio origen a una extensa jurisprudencia cuyas
tendencias se aprecian hasta la actualidad (743). Esta realidad legislativa y
jurisprudencial implicó una situación evidente de discriminación social que vulneró
en forma constante el principio de igualdad en razón de sexo (744).
Sin embargo, con el transcurso del tiempo y la mejor sistematización del
conocimiento jurídico, los entendidos fueron advirtiendo, que en la realidad las
normas penales con rasgos moralizantes, como las del orden sexual, no eran
acatadas por grandes e importantes sectores de la comunidad. Constituyéndose el
Derecho Penal en el ámbito sexual, en un simple medio simbólico toda vez que no
otorgaba real protección a las expectativas de las víctimas.
Convencidos de esta situación, los penalistas volvieron a tomar como centro de sus
preocupaciones académicas e investigaciones científicas, la teoría del contrato
social de la Ilustración como alternativa para proponer soluciones al problema
delictivo. Los delitos sexuales no fueron ajenos a tales preocupaciones.
Según la teoría del contrato social, los ciudadanos han establecido el poder político
con la finalidad que los proteja de intromisiones ajenas a su esfera personal, así
como para que les suministre los presupuestos indispensables para el libre
desenvolvimiento de su personalidad, los mismos que se constituyen en bienes
jurídicos que le corresponde proteger al Estado por medio del Derecho Penal.
Concluyendo finalmente, que los ciudadanos de ningún modo establecieron el poder
político para que les tutele moralmente o para obligarles a asumir determinados
valores éticos (745).
Basados en esta teoría de origen francés, los tratadistas alemanes precursores del
conocimiento penal, luego de un apasionado debate doctrinario, en su proyecto
alternativo de Código Penal de 1966, propusieron el cambio de denominación de
"delitos graves y menos graves contra la moralidad" por "delitos contra la libre
autodeterminación sexual", plasmándose en forma definitiva el cambio del
pensamiento penal, respecto de los delitos sexuales, con la reforma de Códigos
Penales alemán es de 1969 y 1974, cuando el legislador alemán aceptó y tomó la
denominación en la forma como se proponía en el proyecto alternativo,
manteniéndose hasta la actualidad.
Así, con los planteamientos de los penalistas germanos por un lado, con la
consolidación de la teoría de los Derechos Humanos (746) y el auge del
constitucionalismo por otro, adquiri'ó real consistencia el planteamiento teórico que
sostiene: dentro de los parámetros de un Derecho Penal respetuoso de la
conformación pluralista de la sociedad, debe buscarse en forma primordial, la
autorealización personal de sus integrantes, esto es, debe garantizarse ellibre
desenvolvimiento de su personalidad.
En los tiempos actuales en que nos ha tocado vivir, en el cual las variadas corrientes
del pensamiento, por peculiaridades específicas, han recibido de los intelectuales el
rótulo de "posmodernidad" en contraposición a la "modernidad", la convivencia social
tiene como elemento central a la libertad individual, aspecto que se traduce en uno
de los derechos fundamentales de los ciudadanos y pilar de un Estado Democrático
de Derecho. La protección de la libertad individual en el ámbito sexual resulta
preponderante. En la actualidad, el Derecho Penal no puede perder de vista su
misión protectora de bienes jurídicos concretos, dejando de lado su función
simbólica que la mayor de las veces encubre formas de desigualdad y discriminación
(747). Constituyendo, de ese modo, la sexualidad uno de los ámbitos esenciales del
desarrollo de la personalidad o de autorealización personal de los individuos. Una
sociedad pluralista como la que subyace a un Estado Social y Democrático de
Derecho, demanda el reconocimiento de diversas opciones de autorealización
personal. Situación que alcanza, incluso, a tolerar prácticas sexuales contrarias a la
moral sexual dominante siempre que no ocasionen perjuicio a terceros (748).
De esa forma, actualmente es común sostener que el Derecho Penal debe
abstenerse de regular -de prohibir- conductas que solo tienen que ver con las
opiniones morales de los ciudadanos; dicho de otro modo, el Derecho Penal debe
permanecer neutral frente al pluralismo moral: no debe tratar de imponer un
determinado código moral frente a los demás (749) o como escribió John Stuart Mill:
"el único fin por el cual es justificable que la humanidad, individual o colectivamente,
se entrometa en la libertad de acción de uno cualquiera de sus miembros, es la
propia protección. ( ... ) la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno
derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su
voluntad, es evitar que perjudique a los demás" (750).

Teniendo en cuenta tales planteamientos teóricos, el legislador del Código Penal de


1991, pese que en los proyectos de setiembre y noviembre de 1984, agosto de
1985, abril de 1986,julio de 1990 y enero de 1991 mantuvo al "honor sexual" y las
"buenas costumbres" como bienes jurídicos protegidos preponderantes en los delitos
sexuales, recogió a la libertad sexual en forma genérica como el único y exclusivo
bien jurídico protegido. Igual se mantuvo con la promulgación de la Ley Nº 28251 de
junio de 2004 y el mismo sentido se man~ tiene con la promulgación de la criticada
Ley Nº 28704 del 5 de abril de 2006. De esa forma, se pretende proteger una de las
manifestaciones más relevantes de la libertad personal, es decir, la libertad sexual,
toda vez que al ser puesta en peligro o lesionada, trasciende los ámbitos físicos para
repercutir en la esfera psicológica de la víctima, alcanzando el núcleo más íntimo de
su personalidad, de ahí que en el artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal
Internacional se considere al abuso o acceso sexual violento, bajo circunstancias
especialmente graves, un crimen de lesa humanidad (751).
En suma, hoy con la existencia y aceptación de un mayor pluralismo, el fomento de
una mayor tolerancia social y el resquebrajamiento de los patrones morales que
inspiraban al derecho penal de antaño, a raíz de la vigencia del principio de
intervención mínima y, en especial, del subprincipio de fragmentariedad, se ha
dejado de lado y se ha renunciado a cualquier referencia que tenga que ver con
atisbos o resabios morales dentro de los delitos sexuales. Ya no se protege ni
cautela la honestidad, la moralidad o la irreprochabilidad de las mujeres, sino uno de
los valores sociales más importantes sobre los que descansa un Estado
Democrático de Derecho y el pluralismo político: la libertad del ser humano sin
distinguir el género al que pertenece (752), ni su condición social, económica o
ideológica.

2. LA LIBERTAD SEXUAL COMO BIEN JURÍDICO PROTEGIDO EN LOS


DELITOS SEXUALES

Teniendo en cuenta las ideas precedentes, el legislador del Código Penal vigente
recogió a la libertad sexual como el bien jurídico protegido en los delitos sexuales.
Con ello, se pretende proteger una de las manifestaciones más relevantes de la
libertad es decir, la libertad sexual, pues al ser puesta en peligro o lesionada
trasciende los ámbitos físicos para repercutir en la esfera psicológica del individuo,
alcanzando el núcleo más íntimo de su personalidad.
Para el penalista español Miguel Bajo Fernández (753), este aspecto de la libertad
debe entenderse de dos maneras: como libre disposición del propio cuerpo, sin más
limitaciones que el respeto a la libertad ajena; y, como facultad de repeler
agresiones sexuales de terceros. En sentido parecido, el destacado profesor Caro
Coria (754) prefiere enseñar que la libertad sexual debe entenderse tanto en sentido
positivo-dinámico como negativo-pasivo. El aspecto positivo-dinámico de la libertad
sexual se concreta en la capacidad de la persona de disponer libremente de su
cuerpo para efectos sexuales, mientras que el cariz negativo-pasivo se concreta en
la capacidad de negarse a ejecutar o tolerar actos sexuales en los que no desea
intervenir.
En consecuencia, la libertad sexual no se enfoca desde un concepto puramente
positivo. No se entiende como la facultad que permita a las personas a tener
relaciones sexuales con todos, sino debe entenderse en un sentido negativo, por el
cual no puede obligarse a nadie a tener relaciones sexuales en contra de su
voluntad.
La libertad sexual es la capacidad de toda persona para comportarse como a bien
tenga en la actividad sexual. Es la capacidad que tiene la persona de elegir
libremente, el lugar, el tiempo, el contexto y la otra persona para relacionarse
sexualmente. En ese sentido, el profesor Roy Freyre (755) la define como la
voluntad de cada persona de disponer espontáneamente de su vida sexual, sin
desmedro de la convivencia y del interés colectivo.
En esa línea, no le falta razón a María del Carmen GarCÍa Cantizano (756) cuando
sostiene que el concepto de libertad sexual se identifica con la capacidad de
autodeterminación de la persona en el ámbito de sus relaciones sexuales. De ahí
que la idea de autodeterminación, en cuanto materialización plena de la más amplia
de la "libertad", viene limitada por dos requisitos fundamentales: en primer lugar, por
el pleno conocimiento del sujeto del contenido y alcance de dichas relaciones, lo que
evidentemente implica que este ha de contar con la capacidad mental suficiente para
llegar a tener dicho conocimiento; y en segundo lugar, por la manifestación
voluntaria y libre del consentimiento para participar en tal clase de relaciones, lo que
tiene como presupuesto el que el sujeto pueda adoptar su decisión de manera libre.
Definido así el bien jurídico "libertad sexual" -prosigue GarCÍa Cantizanoes
indudable que solo quienes gocen plenamente del conocimiento necesario del
alcance y significado del aspecto sexual de las relaciones sociales y pueda decidirse
con total libertad al respecto podrá ser considerado titular de dicho bien jurídico, por
cuanto son sujetos que pueden autodeterminarse en el plano sexual. En suma, se
lesiona la libertad sexual en sentido estricto con las conductas recogidas en los tipos
penales de los artículos 170, 171, 174, 175 Y 176 del Código Penal.
Comprendida de ese modo la libertad sexual, se llega a la conclusión que en los
delitos sexuales pueden ser sujetos activos o pasivos tanto el varón como la mujer,
sea esta menor, soltera, virgen, prostituta o casada. De ahí que coincidamos
doctrinariamente que en nuestra legislación penal actual se ha previsto el hecho
punible de violación sexual dentro del matrimonio, pudiendo ser sujeto activo uno de
los cónyuges y pasivo el otro.
De esa forma, en el Título Cuarto del Código Penal, rotulado como "Delitos contra la
Libertad" ubicamos el Capítulo Noveno, modificado por la Ley NQ 28251 del 8 de
junio de 2004 y luego por la Ley NQ 28704 de abril de 2006, etiquetado como
"Violación de la Libertad Sexual", donde se regulan todas las conductas delictivas
que lesionan o ponen en peligro los bienes jurídicos "libertad sexual" e "indemnidad
sexual". Rúbrica que con sobrada razón afirma Caro Caria (757) resulta deficiente
por dos razones: primero porque incorpora ilícitos que atentan contra "la
indemnidad" o "intangibilidad" de menores de edad. En segundo término, la
expresión violación comulga con una concepción de la agresión sexual limitada a la
genitalidad, es decir, la penetración vaginal o anal y, en estricto mediante el uso de
violencia o amenaza, lo que excluye relevancia a la sanción de conductas como el
acto bucal o la coacción para que la víctima realice un determinado comportamiento
sexual.
No obstante, la forma cómo se ha regulado las conductas sexuales delictivas en
nuestro código sustantivo, merece general aceptación, pues se ajusta a los
lineamientos de un Estado Social y Democrático de Derecho que propugna todo
nuestro sistema jurídico, aun cuando en ciertas coyunturas se le deja de lado. En
nuestro sistema, la igualdad de todos ante la ley le es consustancial, por lo que de
ningún modo puede hacerse distinciones de sexo aparte de las diferencias que
impone la propia naturaleza, y también, porque se ha tomado en cuenta una realidad
difícil de soslayar, en el sentido que la mujer no es solo un mero sujeto pasivo en el
ámbito sexual, sino que posee idéntica capacidad de iniciativa que el varón y
muchas veces, cumplen un rol protagónico superior a él, en el desarrollo de la
conducta sexual. Ello actualmente se constituye en una realidad generalmente
aceptada.

Como información para los inclinados a seguir y adoptar las posiciones ensayadas
por los ilustres penalistas españoles, debemos indicar que el Código Penal español
de 1995 ubica a los delitos sexuales en su Título VIII, bajo el rótulo de "Delitos contra
la libertad sexual" dividido en seis capítulos, los mismos que se etiquetan en "De las
agresiones sexuales", "De los abusos sexuales", "Del acoso sexual", "De los delitos
relativos a la prostitución", etc. No obstante, la Ley Orgánica 11/1999 del 30 de abril
sustituyó el rótulo "Delitos contra la libertad sexual" por la expresión "Delitos contra
la libertad e indemnidad sexuales".

De las denominaciones utilizadas por el legislador español para identificar las


conductas sexuales, se evidencia con claridad que el contenido de los tipos penales
es totalmente diferente a los del Código Penal peruano.
En efecto, el tipo básico (artículo 178) que prescribe que "el que atentare contra la
libertad sexual de otra persona, con violencia o intimidación, será castigado como
culpable de agresión sexual ( ... ) ", permite incluir aquellos supuestos en los que el
sujeto activo no actúa sobre el cuerpo del sujeto pasivo, sino le obliga a realizar
algún acto sexual sobre su propio cuerpo o con terceros. El artículo 179 prevé
agravantes particulares al afirmar que "cuando la agresión sexual consiste en el
acceso carnal, introducción de objetos o penetración bucal o anal, la pena será de
prisión de seis a doce años". Aquí se refiere a acceso carnal, introducción de objetos
o penetración bucal o anal como agravantes del tipo básico de violación sexual, en
tanto que en el Código Penal peruano con la modificatoria de junio de 2004, aquellos
actos constituyen modalidades o conforman el tipo básico de violación sexual.
El artículo 180 regula las agravantes comunes a toda agresión sexual. Para los
españoles, cuando no interviene violencia o intimidación en la conducta sexual, los
hechos son tenidos como abusos sexuales, por otro lado la edad mínima en que se
reconoce cierta libertad sexual es de doce años (artículos 181, 182 Y 183), en tanto
que en el Perú, la edad mínima es de catorce años. El artículo 184 recoge la figura
denominada acoso sexual, pero en el Perú tal figura no aparece tipificada como
delito sexual.
Estas diferencias normativas nos convencen aún más sobre nuestra posición
adoptada respecto de que para interpretar nuestro Código Penal (Parte Especial) no
debemos seguir obsesivamente lo esgrimido por los renombrados penalistas
españoles, argentinos, colombianos etc., pues ellos, se dedican a interpretar su
respectivo Código Penal que dista muchas veces en forma radical del nuestro. Sin
embargo, ello no significa que no debemos darle importancia a la ubérrima
bibliografia extranjera, sino por el contrario, debemos revisarla fría y críticamente y
tenerlo como fundamental punto de referencia para nuestro trabajo dogmático.
Actuar de otro modo, significa tratar de aplicar, vía interpretación, ley penal
extranjera para resolver hechos concretos que presenta la práctica judicial peruana.

2.1. La libertad en el ámbito sexual: Libertad sexual

Norberto Bobbio (758) distingue entre libertad de querer o de voluntad (libertad


positiva) y libertad de obrar (libertad negativa). La libertad de querer o de voluntad es
autodeterminación, la misma que no es otra cosa que la situación en la que un
sujeto tiene la posibilidad de orientar su voluntad hacia un objetivo, de tomar
decisiones sin verse determinado por la voluntad de otros. En tanto que la libertad
de obrar supone realizar u omitir el comportamiento que se tiene voluntad de
efectuar o de omitir, sin que un tercero no autorizado interfiera en dicha realización u
omisión.
En el campo de los delitos sexuales, según Diez Ripollés (759) el concepto de
libertad sexual úene dos aspectos, uno posiúvo y otro negaúvo. En su aspecto
posiúvo la libertad sexual significa libre disposición de las propias capacidades y
potencialidades sexuales, tanto en su comportamiento parúcular como en su
comportamiento social. En su aspecto negaúvo, la libertad sexual se contempla en
un senúdo defensivo y remite al derecho de toda persona a no verse involucrada sin
su consenúmiento en un contexto sexual.

Igual para Miguel Bajo Fernández (760) este aspecto de la libertad debe entenderse
de dos maneras. Como libre disposición del propio cuerpo, sin más limitaciones que
el respeto a la libertad ajena, y como facultad de repeler agresiones sexuales de
terceros. En senúdo parecido, el profesor Carlos Caro Coria (761) prefiere enseñar
que l~ libertad sexual debe entenderse tanto en senúdo posiúvo-dinámico como
negaúvo-pasivo. El aspecto posiúvo-dinámico de la libertad sexual se concreta en la
capacidad de la persona de disponer libremente de su cuerpo para efectos sexuales,
mientras que el cariz negaúvo-pasivo se concreta en la capacidad de negarse a
ejecutar o tolerar actos sexuales en los que no desea intervenir. Esta división se
hace con fines pedagógicos, pues tanto la libertad sexual en su verúente posiúva
como negaúva no se oponen entre sí, pues ambos consútuyen un loable
complemento que refleja disúntos aspectos de un mismo bien jurídico (762).

La libertad sexual no se enfoca desde un concepto puramente posiúvo.


No se enúende como la facultad que permita a las personas a tener relaciones
sexuales con todos, sino debe entenderse a la vez en un senúdo negaúvo, por el
cual no puede obligarse a una persona a tener relaciones sexuales en contra de su
voluntad, haciendo uso de coacciones, abusos o engaños.

En suma, la libertad sexual es la facultad de la persona para autodeterminarse en el


ámbito de su sexualidad, sin más limitaciones que el respeto a la libertad ajena,
facultad que se expande hasta uúlizar el propio cuerpo a voluntad, seguir en cada
momento una u otra tendencia sexual, hacer y aceptar las propuestas que se
prefieran, así como rec~~ar las no deseadas (765). De modo que se afecta la
libertad sexual de un mdIVIduo cuando otro, no autorizado por el primero, interfiere
en el proceso de formación de su voluntad o en su capacidad de obrar relativa a la
sexualidad (764).
En esa línea, no le falta razón a María del Carmen Carda Cantizano (765) cuando
sostiene que el concepto de libertad sexual se identifica con la capacidad de
autodeterminación de la persona en el ámbito de sus relaciones sexuales. De ahí
que la idea de autodeterminación, en cuanto materialización plena de la más amplia
de la "libertad", viene limitada por dos requisitos fundamentales: en primer lugar, por
el pleno conocimiento del sujeto del contenido y alcance de una relación sexual, lo
que evidentemente implica que este ha de contar con la capacidad mental suficiente
para llegar a tener dicho conocimiento; y en segundo lugar, por la manifestación
voluntaria y libre del consentimiento para participar en tal clase de relaciones, lo que
implica que el sujeto pueda adoptar su decisión de manera libre.

2.2. La indemnidad sexual como bien jurídico

En el caso de los menores o incapaces, de modo alguno puede alegarse que se les
protege su libertad o autodeterminación sexual en los delitos sexuales, pues por
definición aquellos carecen de tal facultad. De ahí que, para estos casos, se
considere que el bien jurídico protegido vendría definido por los conceptos de
indemnidad o intangibilidad sexuales, los cuales proceden en principio de la doctrina
italiana, y fueron recogidos en la doctrina española a finales de los años setenta y
principios de los ochenta (766).

En consecuencia, vía la doctrina española llegan al Perú los conceptos de


indemnidad o intangibilidad sexual y en tal sentido, muy bien apuntan BramontArias
Torres y Carda Cantizano (767), al manifestar que hay comportamientos dentro de la
categoría de los delitos sexuales en los que no puede afirmarse que se proteja la
libertad sexual, en la medida en que la víctima carece de esa libertad o, aún si la
tuviera fácticamente, ha sido considerada por el legislador como irrelevante. De esa
forma, en los tipos penales en los cuales el legislador no reconoce eficacia a la
libertad sexual del sujeto pasivo como, por ejemplo, en los supuestos de hecho
recogidos en los artículos 172, 173 Y 176-A del C.P., el interés que se pretende
proteger es la indemnidad o intangibilidad sexual entendida como seguridad o
desarrollo físico o psíquico normal de las personas para de ser posible en el futuro
ejercer su libertad sexual.
Caro Coria (768), por su parte, amparado en argumentos de penalistas españoles,
afirma que en los tipos penales antes citados, lo protegido no es una inexistente
libertad de disposición o abstención sexual, sino la llamada "intangibilidad" o
"indemnidad sexual". Se sanciona la actividad sexual en sí misma, aunque exista
tolerancia de la víctima, lo protegido son las condiciones físicas y psíquicas para el
ejercicio sexual en "libertad", las que puede alcanzar el menor de edad, recuperar
quien esté afectado por una situación de incapacidad transitoria, o, como sucede
con los enajenados y retardados mentales, nunca obtenerla. En estricto -sentencia el
autor citado- si se desea mantener a tales personas al margen de toda injerencia
sexual que no puedan consentir jurídicamente, no se tutela una abstracta libertad,
sino las condiciones materiales de indemnidad o intangibilidad sexual.

De ahí se concluye que la indemnidad o intangibilidad sexual es el verdadero bien


jurídico que se tutela con las conductas delictivas previstas en los tipos penales
antes referidos. Esto es, le interesa al Estado proteger la sexualidad de las personas
que por sí solas no pueden defenderla al no tener la capacidad suficiente para
valorar realmente una conducta sexual. Circunstancia que posibilita el actuar
delictivo del agente.

La idea de "indemnidad sexual" se relaciona directamente con la necesidad de


proteger y garantizar el desarrollo normal en el ámbito sexual de quienes aún no han
alcanzado el grado de madurez suficiente, para ello, como sucede en el caso de
menores, así como con la protección de quienes, debido a anomalías psíquicas,
carecen a priori de plena capacidad para llegar a tomar conciencia del alcance del
significado de una relación sexual (769).

En términos del español Muñoz Conde (770) podemos concluir que la protección de
menores e incapaces se orienta a evitar ciertas influencias que inciden de un modo
negativo en el desarrollo futuro de su personalidad. En el caso de los menores, para
que de adultos puedan decidir en libertad sobre su comportamiento sexual, y en el
caso de los incapaces, para evitar que sean utilizados como objeto sexual por
terceras personas que abusen de su situación para satisfacer sus deseos o apetitos
sexuales.
Finalmente, en otro aspecto, consideramos que la forma cómo se ha regulado las
conductas sexuales delictivas en nuestro sistema punitivo aún con grandes defectos,
merece general aceptación, pues pretende o se ajusta a los lineamientos de un
Estado Social y Democrático de Derecho que propugna todo nuestro sistema
jurídico, cuyo marco normativo lo constituye nuestra Constitución y la doctrina de los
Derecho Humanos. Ello es así a pesar que el poder político sigue usando al derecho
penal para contentar a la opinión pública, elevando las penas a aquellos
comportamientos delictivos que generan inseguridad social. De modo que el
ordenamiento punitivo sigue cumpliendo una función simbólica, pues se recurre a él
para crear una mera apariencia (un símbolo) de protección que no se corresponde
con la realidad. Esta tendencia es lo que en doctrina se denomina "huida al Derecho
Penal" por parte del legislador, quien de modo interesado responde a la demanda
social de una mayor protección creando nuevas figuras delictivas o endureciendo las
ya existentes, en suma, responde con un Derecho Penal más represivo, vulnerando
con ello diversas garantías y principios constitucionales (proporcionalidad de la
pena, intervención mínima, taxatividad de la ley penal, etc.) (771).
Subcapítulo 2

Delito de acceso carnal sexual

1. CUESTIÓN PREVIA

Analicemos enseguida el delito sexual denominado o etiquetado por la doctrina en


mucho tiempo como "violación sexual", pero por la forma como se ha ampliado su
contenido y formas de comisión propongo que en el sistema peruano se denomine
"delito de acceso carnal sexual".
No obstante, conviene con fines pedagógicos poner en el tapete que el análisis será
sobre el delito de acceso carnal sexual común y no de aquel tipo de agresión o
abuso sexual que los Tratados Internacionales lo consideran como un delito de lesa
humanidad y que se producen en los conflictos armados externos o internos. Tales
agresiones sexuales configuran otro tipo de hechos punibles y generan penas de
otra naturaleza. Por ejemplo, el Informe de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación (CVR, T. VI) además de señalar que en el conflicto interno producido
en el Perú, en el ámbito sexual, se vivió una "violencia de género" rodeada de un
contexto de impunidad; agrega que "la violación sexual en general y, en particular, la
violación contra la mujer constituyen una violación a los derechos fundamentales" y
se configuran "un delito que es tipificable bajo la forma de tortura, tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes" (772).
También, antes de pasar al análisis dogmático del delito de acceso carnal sexual en
el sistema punitivo peruano considero necesario señalar que los españoles por
ejemplo, ya no hablan de violación sexual sino del delito de "agresión sexual". En tal
sentido, el Título VIII del Código Penal español rotulado como "delitos contra la
libertad sexual", recoge el hecho punible de violación sexual en su capítulo primero,
el mismo que se titula: "De las agresiones sexuales". Etiqueta que se obtiene del
mismo contenido de los artículos 178 y 179 del citado código sustantivo. Así, el
artÍCulo 178 regula que "el que atentare contra la libertad sexual de otra persona,
con violencia o intimidación, será castigado como culpable de agresión sexual ( ... )",
en tanto que el tipo penal del artículo 179 modificado por la Ley Orgánica del
15/2003 señala que "cuando la agresión sexual consista en acceso carnal por vía
vaginal, anal o bucal, o introducción de miembros corporales u objetos por alguna de
las dos primeras vías, el responsable será castigado como reo de violación ( ... )".

2. TIPO PENAL

Bajo el nomem iuns de "Delitos contra la Libertad Sexual", en el artículo 170 del
Código Penal se regula el hecho punible conocido comúnmente como "violación
sexual", pero que desde ahora debe denominarse "acceso carnal sexual", el mismo
que de acuerdo a la modificatorias efectuadas por la Ley Nº 28704 del 05 de abril de
2006 (77~) Y luego por la Ley Nº 28963 del 24 de enero de 2007, tiene el siguiente
contenido:
El que con violencia o grave amenaza, obliga a una persona a tener acceso carnal
por vía vaginal, anal o bucal o realiza otros actos análogos introduciendo objetos o
partes del cuerpo por alguna de las dos primeras vías, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de seis ni mayor de ocho años.
La pena será no menor de doce ni mayor de dieciocho años e inhabilitación
conforme corresponda:
1. Si la violación se realiza a mano armada o por dos o más sujetos.
2. Si para la ejecución del delito se haya prevalido de cualquier posición o cargo
que le dé particular autoridad sobre la víctima, o de una relación de parentesco por
ser ascendiente, cónyuge de este, descendiente o hermano, por naturaleza o
adopción o afines de la víctima, de una relación proveniente de un contrato de
locación de servicios, de una relación laboral o si la víctima le presta servicios como
trabajador del hogar.
3. Si fuere cometido por personal perteneciente a las Fuerzas Armadas, Policía
Na· cional del Perú, Serenazgo, Policía Municipal o vigilancia privada, en ejercicio de
su función pública.
4. Si el autor tuviere conocimiento de ser portador de una enfermedad de
transmisión sexual grave.
5. Si el autor es docente o auxiliar de educación del centro educativo donde
estudia la víctima.

6. TIPICIDAD OBJETIVA

En primer término, de la lectura del actual contenido del artículo 170 del C.P.
modificado y ampliado por la Ley Nº 28704, se advierte que el nomen iuris de "delito
de violación sexual" queda corto y, por tanto, no abarca todo su contenido. Aquel
rótulo solo representa el contacto sexual de la vagina o ano del sujeto pasivo con el
órgano sexual natural del sujeto activo. Contactos sexuales de tal naturaleza
configuraban violación sexual desde que se comenzó a sistematizar los delitos
sexuales. En cambio ahora, al haberse legislado en forma taxativa que también el
conducto bucal sirve para configurar el acceso carnal, así como haberse previsto
que aparte del miembro viril del agente puede hacerse uso de otras partes del
cuerpo u objetos para acceder sexualmente a la víctima, debe concluirse en forma
coherente que el nomen iuris "violación sexual" debe ser cambiado y sustituido por el
de "acceso carnal sexual prohibido" (774). Etiqueta que, dicho sea de paso, se
obtiene o evidencia del propio contenido del modificado tipo penal del artículo 170.
De esa forma, con la modificatoria del Código Penal respecto de los delitos sexuales
por la Ley NQ 28251 y, luego, por la ley más reciente, Ley NQ 28704 de abril de
2006, el delito de acceso carnal sexual se configura cuando el agente o sujeto activo
haciendo uso de la violencia o amenaza grave, logra realizar el acceso carnal
(vaginal, anal o bucal) o análogo (introducción de objetos o partes del cuerpo VÍa
vaginal o anal) con la VÍctima sin contar con su consentimiento o voluntad. El acceso
carnal (acto sexual, cópula, ayuntamiento, coito, yacimiento, introducción de objetos
o partes del cuerpo, etc.) se realiza sin el consentimiento o en contra de la voluntad
del sujeto pasivo. El verbo "obligar" utilizado en la redacción del tipo penal indica que
previo al acceso carnal, se vence o anula la resistencia u oposición de la VÍctima. De
ahí que el acceso sexual prohibido sea punible no por la actividad sexual en sí
misma, sino porque tal actividad se realiza sobre la base del abuso de la libertad
sexual del otro (775). Asimismo, del tipo penal se desprende que los medios ilícitos
previsto por el legislador, para vencer o anular la resistencia del sujeto pasivo, lo
constituye la violencia y la amenaza grave.

La fórmula "obliga a una persona" que exige el tipo penal puede comprender tanto
un comportamiento pasivo de la víctima como la realización de actos positivos de
penetración vaginal o análoga, a favor del autor o de un tercero. Esto permite
criminalizar comportamientos graves como el de la mujer que obliga por la violencia
o amenaza grave a un varón a que le practique el acto sexual o la coacción a una
mujer para que tolere la practica sexual de un tercero (776).

En esa línea, el delito de acceso carnal sexual se perfecciona con acciones


sexuales. Es decir, mediante acciones por las cuales el agente involucra a otra
persona en un contexto sexual determinado, entendiendo por contexto sexual toda
situación por cuya valoración el autor de la conducta, cuando menos, acude a juicios
de valor referentes al instinto humano que suscita atracción entre los sexos (777).
Esto es importante tenerlo en cuenta, pues si el agente con su actuar no persigue
satisfacer cualquiera de sus apetencias sexuales, y, por el contrario, solo persigue
lesionar la vagina de la mujer, por ejemplo, se descartará la comisión del delito de
acceso carnal sexual así se haya introducido en la cavidad vaginal objetos (palos,
fierros, etc.) o partes del cuerpo (mano, dedos). Igual se descarta la comisión del
delito en el caso de obligar a alguna persona a transportar droga empaquetada en
forma de pene en su vagina o en su recto.
En suma en los supuestos delictivos es necesario que el agente tenga como objetivo
satisfacer alguna apetencia de carácter sexual, caso contrario, el delito, al menos
sexual, no se configura. De ahí que en doctrina se sostenga que en los delitos
sexuales siempre se exige la participación de un "elemento adicional al dolo".
La conducta típica de acceso carnal sexual prohibido se perfecciona cuando el
sujeto activo obliga a realizar el acceso carnal sexual (778) al sujeto pasivo haciendo
uso de la fuerza física, intimidación o de ambos factores. El acto sexual o acceso
carnal puede ser tanto por la vía vaginal, anal, bucal o mediante la realización de
otros actos análogos como la introducción de objetos o partes del cuerpo por la
cavidad vaginal o anal del sujeto pasivo.

Se amplía de ese modo los instrumentos de acceso sexual prohibido, ya no


limitándose al miembro viril sino también se prevé como elementos de acceso a
otros objetos o partes del cuerpo, pues éstos "son igual de idóneos para producir la
afectación, mediante invasión, de la libertad sexual" (779).

a. Qué se entiende por objetos y partes del cuerpo.

Se entiende por objetos todos aquellos elementos materiales, inanimados o inanes


cuya utilización conlleva una inequívoca connotación sexual (botellas, palos,
bastones, fierros, tubérculos, etc.). En este sentido, la española Antonia Monge
Fernández (780) refiere que objeto es todo elemento material que el sujeto activo
identifica o considera sustitutivo del órgano genital masculino y, por tanto, los utiliza
para satisfacer sus deseos sexuales.

En tanto que por "partes del cuerpo" se entiende a todas aquellas partes del cuerpo
humano que fácilmente pueden ser utilizados por el agente como elementos
sustitutivos del miembro viril para acceder a la víctima: los dedos, la mano completa,
la lengua, etc. En otros términos, partes del cuerpo para efectos del delito en
hermenéutica, son todos aquellos miembros u órganos que tienen apariencia de
pene o miembro viril a los cuales recurre el agente para satisfacer una apetencia o
expectativa de tipo sexual en determinado momento, lugar y víctima.
b. La fellatio in ore como modalidad del acceso sexual

La promulgación de la Ley NQ 28251 de junio de 2004 puso fin a la discusión en la


doctrina nacional respecto de considerar la jellatio in ore como una forma de
consumar el acto o acceso carnal sexual prohibido. Antes de la modificatoria, en la
doctrina penal peruana existió viva controversia.
Así, Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (781l, reproduciendo los argumentos
expuestos por el español Francisco Muñoz Conde (782), sostenían que según la
redacción del Código Penal resulta discutible si se incluye el coito oral o bucal
-jellatio in ore- dentro del acto análogo. A este respecto, y por una parte, resulta
problemático equiparar en trascendencia y gravedad el acto sexual y el coito anal
con el coito oral, pues los primeros suponen un cierto daño fisico, manifestado
especialmente en el coito vaginal, por medio del cual puede producirse la
desfloración, sobre todo en el caso de menores, circunstancia que no se da en el
coito oral. Por otro lado -continúan los autores citados- el coito oral plantea
problemas respecto a la consumación, dado que si se sigue el mismo criterio para la
consumación en todos los comportamientos típicos -penetración total o parcial del
pene- será muy dificil probar este hecho en el coito oral, por lo que, tal vez, habría
que exigir la eyaculación en la cavidad bucal -inmissio seminis-. Peña Cabrera (?
SS), Chocano Rodríguez (784) y Vásquez Shimajuko (785), en sentido parecido
sostenían que la boca carece per se de una función sexual desde un punto de vista
naturalístico.

En cambio, nosotros siempre consideramos decididamente que el término análogo


abarcaba al acto sexual anal u oral (786). Pues, el bien jurídico que al Estado le
interesa proteger desde 1991 fue, como ahora, la libertad sexual. Al ser sometida la
VÍctima a un contexto sexual no deseado ni querido (realizar sexo oral), por la
violencia o amenaza grave, es evidente que se limita y lesiona su libertad sexual y
con ello, se afecta su dignidad personal en su expresión sexual que merece un juicio
de desaprobación por parte del derecho penal.

Por su parte, Caro Caria (787), después de exponer que en la doctrina nacional aún
no estaba zanjado si el denominado "jellatio in ore" o acto bucogenital debe
considerarse como "acto análogo", tomando postura en la polémica,
interpretativamente sostenía que "no debe perderse de vista que el enunciado "acto
análogo", presente en todos los tipos de violación del vigente c.P., constituye una
cláusula general que permite la interpretación analógica, de modo que análogo al
"acto sexual" puede considerarse tanto la práctica contra natura como la
bucogenital". La limitación del acceso carnal a la penetración vaginal o anal refleja
una concepción de las relaciones sexuales restringida a la "genitalidad". El ejercicio
violento de la sexualidad -con sobrada razón continuaba Caro Coria- no solo ataca
aspectos físicos, al derecho penal le compete proteger todos los aspectos de la
autodeterminación e intangibilidad sexuales. Para la víctima una práctica bucogenital
realizada bajo violencia podría ser tan denigrante como una penetración vaginal bajo
amenaza, del mismo modo si el autor persuade a un menor de 10 años a realizade
el acto oral puede provocarle graves perturbaciones psicológicas e incluso inducido
a una homosexualidad no elegida por el menor en libertad.
Es más, a efectos de la consumación, no interesa el eventual daño físico que pueda
ocasionarse al sujeto pasivo (788) como, por ejemplo, la desfloración; tal
circunstancia de producirse, solo tendrá efecto al momento de graduar la pena po'r
el juzgador. Villa Stein (789) atinadamente ya enseñaba que el coito bucal estaba
comprendido en el tipo penal del artículo 170 del C.P. aunque el juzgador, conforme
al principio de lesividad, atenderá el caso concreto y regulará la pena.
No obstante, desde la perspectiva de la dogmática penal que se basa
primordialmente en el derecho positivo, con la Ley Nº 28251 y acentuada por la Ley
Nº 28704, la polémica concluyó. Ahora por disposición expresa del modificado tipo
penal del artículo 170, el acto o acceso carnal sexual prohibido puede materializarse
tanto por vía vaginal como por vía anal y bucal.

Ahora, por voluntad política del legislador, no hay pretex,to o justificación con
eficacia jurídica para que los jueces o fiscales se resistan a aceptar o
intemalicen que" la jellatio in ore" constituye una modalidad del hecho punible de
acceso carnal sexual.
Asimismo, con el agregado que también puede materializarse el delito en
hermenéutica jurídica con el uso de objetos o partes del cuerpo (lengua por
ejemplo), para perfeccionarse el delito no solo será necesario la presencia del
órgano sexual masculino natural, pues la norma abarca también el sexo oral
practicado entre mujeres (790).
Sin duda, en el delito de acceso camal sexual vía bucal se presentarán problemas
para probar la consumación, sin embargo, bastará probarse que el sujeto activo
introdujo su miembro viril en la cavidad bucal de la víctima para alegar que estamos
ante un delito consumado, siendo irrelevante la eyaculación. Por lo demás, en todos
los delitos resulta dificil probar su consumación, mas tal hecho no puede servir como
excusa o pretexto para excluir o negar su existencia.

c. El uso de objetos como modalidad del acceso sexual prohibido

También se materializa el delito de acceso carnal sexual cuando el agente en lugar


de usar su órgano sexual natural (pene), introduce por la vía vaginal o anal, objetos
o partes del cuerpo. La ampliación de los instrumentos penetrantes en el campo
sexual, tiene su explicación en el hecho que actualmente no tiene mayor sentido
limitar el instrumento de invasión al miembro viril, pues si este es el único que puede
afectar a la reproducción, otros objetos, como ya expresamos con Manuel Cancio
Meliá (791), son igual de idóneos para producir la afectación, mediante invasión, de
la libertad sexual.

Este supuesto se presenta cuando el agente hace uso, por ejemplo, de prótesis
sexuales como ocurrió en el caso "Max Álvarez" que los medios de comunicación se
encargaron de hacerlo público. Aquel caso puso en el tapete la discordancia entre el
hecho real de afectación o lesión a la libertad sexual de la víctima y el derecho
positivo penal. Por defecto de la ley, el cirujano Max Álvarez que luego de
adormecer a sus pacientes con fármacos, le introducía una prótesis sexual tipo
pene, solo fue imputado el delito de actos contra el pudor y no por violación sexual,
con el consecuente efecto que la pena impuesta fue mucho menor a la que se le
hubiese correspondido de haber sido procesado por el delito de acceso carnal
sexual. Ahora, aquel caso se constituye en un típico ejemplo de acceso carnal
sexual por el uso e introducción de objetos en la vagina o ano del sujeto pasivo.

d. El uso de partes del cuerpo como modalidad del delito de acceso sexual
El segundo supuesto se matelializa cuando el agente del acceso carnal prohibido en
lugar de hacer uso de su órgano sexual natural u objetos tipo prótesis sexual,
introduce en su víctima vía vaginal o anal partes del cuerpo. Se entiende que en esta
hipótesis delictiva, el agente sustituye al pene u objetos con apariencia de pene, con
partes del cuerpo que puedan cumplir la misma finalidad cual es acceder
sexualmente a la víctima. "Partes del cuerpo" comprende cualquier órgano o
miembro corporal que indudablemente tenga apariencia de pene. El supuesto se
presenta cuando, por ejemplo, el agente introduce por la vagina o el ano del sujeto
pasivo, los dedos, la lengua, la mano completa, etc. Aquí las "partes del cuerpo", a
que hace referencia el tipo penal, pueden ser tanto del agente como de la misma
víctima, pues aquel, muy bien, haciendo uso de la fuerza puede coger la mano de su
víctima-mujer, por ejemplo, e introducirlo en su vagina.

La Resolución Superior del 29 de abril de 1999 de la Corte Superior de Ayacucho


presenta un caso real en el cual los agentes del delito introdujeron primero los dedos
y luego la mano completa en el conducto anal de la víctima. En efecto, allí se
argumenta: "Que no contentos de haberla violado vaginalmente y contra natura a la
agraviada, los acusados antes referidos introdujeron en el ano de la agraviada dos
dedos, luego tres dedos, y finalmente toda la mano, produciéndole graves lesiones
en el ano, tal como se describe en el certificado médico de fojas dieciocho donde
consta que dicha agraviada presenta el examen médico, desfloración antigua, himen
con solución de continuidad a las IlI- V- VI- VII Y IX, Y lesión producida en el ano,
como pliegues anales con excoriaciones, equimosis y desgarro anal de más o
menos cuatro centímetros reciente; requiriendo un tratamiento especializado. Lo que
acredita el comportamiento sádico de los acusados Alex CÚ!Uer Rodríguez
Espinoza y Luis Raúl Quispe Peña, en la comisión del delito submateria "(792).

La ampliación del tipo penal, para considerar como elementos similares al miembro
viril a las partes del cuerpo, no tiene mayor explicación y fundamento que el de
utilizar al derecho penal para complacer y mantener en paz a la opinión pública. En
la realidad concreta no hay equiparación razonable entre la penetración del miembro
viril u objetos que se le parezcan con la introducción de partes del cuerpo. Sin duda,
esta ampliación del tipo penal quiebra el principio de proporcionalidad penal al
equiparar comportamientos que revisten diferente gravedad. Un elemental sentido
común advierte que no es proporcional introducir un dedo o la lengua, por ejemplo,
en la cavidad vaginal o anal del sujeto pasivo y, por tanto, merezca idéntico reproche
penal, que la penetración del pene o un objeto con apariencia de pene en la vagina o
cavidad anal de la víctima (m). Creemos que tales supuestos debieron quedar como
actos contra el pudor.
En otro aspecto, por exclusión tácita del tipo penal, no existe delito de acceso carnal
sexual cuando el agente simplemente se limita a introducir objetos o partes del
cuerpo en la boca de su víctima. A lo más tal hecho será calificado como acto
obsceno siempre y cuando la introducción del objeto o parte del cuerpo en la boca
de una persona sea en un contexto de apariencia sexual.

En el derecho comparado, podemos citar al artículo 179 del Código Penal español
de 1995, modificado por la Ley Orgánica 15/2003 del 25 de noviembre, que
expresamente prevé: "Cuando la agresión sexual consiste en acceso carnal por vía
vaginal, anal o bucal, o introducción de miembros corporales u objetos por alguna de
las dos primeras vías, el responsable será castigado como reo de violación con la
pena de prisión de seis a doce años". Después de leer este tipo penal no queda
duda alguna que el legislador nacional de la Ley Nº 28251 de junio de 2004 (794),
para no salir de su nefasta costumbre, se ha limitado a reproducirlo (795) sin
observar o tomar en consideración las críticas efectuadas por los especialistas
españoles en la materia, como ya hemos tenido oportunidad de apuntar.

3.1. Medios típicos del acceso sexual prohibido


Del mismo contenido del modificado tipo penal del artículo 170 se advierte que el
delito de acceso carnal sexual se materializa o perfecciona cuando el agente con la
finalidad de someter a su víctima a un contexto sexual determinado hace uso de la
violencia o amenaza grave. De ese modo, "la violencia" o "amenaza grave" se
constituyen en los dos únicos medios que configuran el delito en hermenéutica
jurídica. Ellos lo caracterizan hasta el punto que si en la consumación de un acceso
o coito sexual, no concurre alguno de aquellos medios, el delito en análisis no se
configura.

a. Violencia

Es la violencia material que exige el tipo penal. Consiste en una energía física que
desarrolla o ejerce el autor sobre la víctima. El autor recurre al despliegue de una
energía física para vencer con ella, por su poder material, la resistencia u oposición
de la víctima (796). La violencia se traduce en actos materiales sobre la víctima
(golpes, cogerla violentamente de las manos, etc.) tendientes a someterlo a un
contexto sexual deseado por el agente pero, a la vez, no querido ni deseado por el
sujeto pasivo. Aquí pareciera que se pretende incorporar a la resistencia como un
elemento más del tipo penal, no obstante, la verificación de la resistencia solo sirve
como un medio de prueba del acto sexual indeseado (797).

Todo parece simple y obvio, sin embargo, la polémica nada pacífica en la doctrina se
presenta respecto de la continuidad o no de la fuerza física en el desarrollo del
acceso carnal prohibido. Ciertos tratadistas (798) consideran que la fuerza
desplegada por el autor debe ser seria y constante en contraposición de la
resistencia también constante del sujeto pasivo. Esta posición llega al exceso de
considerar a la resistencia de la víctima como otro elemento del delito. De ese modo,
si no hay resistencia de la víctima así no esté de acuerdo con el acto sexual, el delito
no se configura.

Otro sector predominante de la doctrina, teniendo firme el presupuesto que las leyes
penales no imponen actitudes heroicas a los ciudadanos, consideramos que no es
necesario un continuo despliegue de la fuerza física ni menos una continuada
resistencia de la víctima. Es descabellado sostener que se excluye el delito de
acceso carnal sexual debido que la VÍctima no opuso resistencia constante.
Naturalmente, no es necesario que la violencia se mantenga -afirman Bramont-Arias
Torres/García Cantizano (799L todo el tiempo que dure la violación ni tampoco que
la resistencia sea continuada; ello sería absurdo desde el punto de vista de la
práctica y de las circunstancias del hecho. Es suficiente que quede de manifiesto la
violencia y la voluntad contraria al mantenimiento de relaciones sexuales.

En tal sentido, en el caso concreto, para efectos de configuración del hecho punible,
solo bastará verificar la voluntad contraria de la víctima a practicar el acto o acceso
carnal sexual vía vaginal, anal o bucal. La ausencia de consentimiento o la oposición
del sujeto pasivo a la relación sexual buscada por el agente, se constituye en
elemento trascendente del tipo penal (SOO). Circunstancias que necesariamente
debe manifestarse tanto en momentos previos como en la consumación del acto
mismo. En consecuencia, así no se verifique actos de resistencia de parte del sujeto
pasivo, se configura el ilícito penal siempre y cuando se acredite la falta de
consentimiento de la víctima o desacuerdo de aquella con el acto sexual practicado
abusivamente por el agente.
Incluso en este cambio de mentalidad, el operador jurídico debe aceptar sin titubeos
que se configura el delito de acceso sexual violento, cuando el agente haciendo uso
de la violencia impone el acto sexual al sujeto pasivo, luego que este provocó un
contexto apropiado para tener relaciones sexuales, no obstante después se
arrepiente y se desiste de continuar .

Tal forma de explicar el asunto es consecuencia de considerar que, muy bien, puede
darse el caso que la víctima, para evitar males mayores, desista de efectuar actos
de resistencia al contexto sexual no querido apenas comience los actos de fuerza.
Bajo Fernández afirmaque. "el momento de la fuerza no tiene por qué coincidir con
la consumación del hecho, bastando que se haya aplicado de tal modo que
doblegue la voluntad del sujeto pasivo, quien puede -acceder a la cópula al
considerar inútil cualquier resistencia" (801). Este razonamiento se fundamenta en el
hecho que la fuerza inherente al delito de acceso carnal sexual es concomitante al
suceso mismo. Coexiste la amenaza que a mayor resistencia de parte de la víctima,
mayor será la descarga de violencia que sufrirá (802). Igual como ocurre en el delito
de robo previsto en el artículo 188 del C.P., el mismo temor del uso de la violencia
por parte del agente hace que la víctima la mayor de las veces no oponga
resistencia a la sustracción de sus bienes, no por ello se va negar la comisión del
delito. No obstante, debe haber una relación de causalidad adecuada entre la fuerza
aplicada y el acto sexual, la cual será apreciada por el juzgador en cada caso
concreto. En este sentido, Guiseppe Maggiore (803) sostenía que no se requiere
violencia grave, ni es suficiente una violencia leve, solo se requiere idoneidad de esa
violencia para vencer en un caso concreto la resistencia de la víctima (804).

Por otro lado, en la doctrina es común aceptar que la violencia física, en principio,
debe aplicarse sobre o contra la víctima, pero también puede darse cuando se
ejerce sobre cosas que impiden el acto mismo, como, por ejemplo, ciertas prendas
de vestir. Cuestión diferente y no aceptable es el hecho de aplicarse la fuerza sobre
objetos que ofrecen obstáculos para que el agente llegue a la víctima, como en el
caso de romper la puerta del dormitorio de la persona a quien se va a imponer el
acto sexual, ni la ejercida contra terceros como es el hecho de agredir físicamente al
novio de la víctima que se opone al acceso camal sexual. No obstante, la violencia
ejercida de esa forma y en tal contexto se constituye en procedimientos
intimidatorios para el sujeto pasivo o sobre terceros que se oponen o se pueden
oponer al agente a fin de que no logre su objetivo (805).

a. La vis grata puelles

Es importante no confundir la violencia tipificada como medio para lograr.el acceso


camal sexual, con la razonable fuerza física que emplea el varón para vencer la
natural resistencia que el recato impone a la mujer. Esa dulce violencia, seductora
pero no coercitiva (vis grata puelles), no es la violencia física necesaria que exige la
ley para considerar punible el acto sexual (806). En ese mismo sentido, también
queda excluida el acceso carnal prohibido cuando la violencia ha sido realizada tanto
por la víctima como por el victimario como parte de la mise en scene del acceso
carnal sexual, o sadismo. Esto último es una cuestión fundamental que debe tener
en cuenta la autoridad fiscal y jurisdiccional para determinar falsas denuncias que
constantemente se realizan en estos tiempos. O en su caso, identificar si se
pretende enmascarar, a efectos de prueba, una fuerza ingrata que se pretende
hacer pasar por grata (807). En un caso concreto y real la violencia realizada en el
acto o acceso sexual consentido no tipifica el delito de violación sexual (808).
La vis grata puelles puede originar un supuesto de error de tipo. Ello ocurrirá por
ejemplo cuando el agente en la creencia firme que la víctima estaba jugando
sexualmente le impone el acto, cuando en realidad aquella se estaba oponiendo al
acto sexual (809).

b. Amenaza grave

En principio, nadie está legalmente autorizado para imponer o condicionar a otra


persona a mantener una relación sexual. Imponer o condicionar el acceso carnal
evidencia lesión a la libertad sexual.

La amenaza grave consiste en el anuncio de un malo peIjuicio inminente para la


víctima, cuya finalidad es intimidado y se someta a un contexto sexual determinado
(810). No es necesario que la amenaza sea invencible sino meramente idónea o
eficaz. La amenaza es una violencia psicológica que naturalmente Oligina
intimidación en aquel que la sufre. Su instrumento no es el despliegue de una
energía física sobre el sujeto pasivo, sino el anuncio de un mal. La amenaza o
promesa directa de un mal futuro, puede hacerse por escrito, en forma oral o
cualquier acto que lo signifique.

En este ámbito la amenaza es condicional. La condición es de carácter sexual: para


evitar el mal anunciado, el sujeto pasivo amenazado tiene que someterse al acceso
carnal que le impone el agente. De ese modo, se distorsiona o peIjudica el proceso
de formación de la voluntad del sujeto pasivo destinatario de la amenaza (811).

El mal a sufrirse, mediata o inmediatamente, puede constituirse en el daño de algún


interés de la víctima que le importa resguardar, como su propia persona, su honor,
sus bienes, secretos o personas ligadas por afecto, etc. La amenaza grave, a parte
de lesionar el proceso de formación de la voluntad de la persona, pone en peligro los
bienes sobre el que recae el mal anunciado.

La discusión en la doctrina se presenta en el sentido que para no pocos tratadistas


(812), la amenaza debe tener un carácter formal, grave y serio, presente e
irresistible, capaz de intimidar y sea suficiente para producir una verdadera coacción
de la voluntad del sujeto pasivo. Gimbemat Ordeig (813) señala que la intimidación
debe referirse a la amenaza de un mal grave constitutivo de un delito o al menos se
configure como delito, salvo que el mal, objeto de la amenaza, sea una violencia
corporal.
Esta posición peca de estricta y, por ello, restringida. Para evaluar y analizar el delito
de acceso carnal sexual, desde el principio, debe tenerse en cuenta el problema de
la causalidad entre la acción intimidante y el acto sexual o análogo, la personalidad,
la constitución física y las circunstancias que rodean al sujeto pasivo (814). En ese
sentido, no es necesario que la amenaza sea seria y presente. Solo será necesario
verificar si la capacidad psicológica de resistencia u oposición del sujeto pasivo ha
quedado suprimida o substancial mente disminuida o mermada.
Es difícil dar normas para precisar el poder o la eficiencia de la amenaza, quedando
esta cuestión a criterio del operador jurídico en el caso concreto (815). La amenaza
tendrá eficacia según las condiciones y circunstancias existenciales del sujeto
pasivo. Muchas veces la edad de la víctima, su contexto social o familiar que le
rodea puede ser decisiva para valorar la intimidación. El juzgador deberá determinar
si la víctima tuvo serios motivos para convencerse que solo su aceptación de realizar
el acto o acceso carnal sexual, evitará el daño anunciado y temido. La gravedad de
la amenaza deberá medirse por la capacidad de influir en la decisión de la VÍctima
de manera importante. El análisis tendrá que hacerse en cada caso que la sabia
realidad presenta, toda vez que lo que para uno puede constituir una amenaza
intrascendente, para otro, la misma amenaza puede revestir gravedad. Por ejemplo,
no tendrá los mismos efectos amenazar a la VÍctima con destruir la cosecha de una
hectárea, único sustento de ella y sus hijos, que la amenaza de destruir la cosecha
en la misma proporción de un hacendado que tiene miles de hectáreas. O, la
amenaza de un "brujo" de hechizar a la VÍctima si no se somete al acceso camal
sexual, no tendrá efecto alguno sobre una persona nacida y crecida en zona urbana,
pero, sin duda, tendrá gravedad inusitada si la víctima es una persona que ha nacido
y crecido en un ambiente (rural, por ejemplo) donde se tiene por seguro los
extraordinarios poderes del brujo (816).

El tipo penal se refiere a los supuestos en que el agente anuncia a la víctima la


realización de un mal grave, en caso de negarse a practicar el acceso sexual o se
opusiera. Este elemento exige que ese mal anunciado sea evidente e inminente y
capaz de causar un daño real al sujeto pasivo o a terceros que tengan relación
afectiva con la víctima. Por el contrario, no comete acceso carnal sexual prohibido
quien realiza acceso carnal sobre una persona quien a cambio obtendrá una ventaja
para su persona o un tercero, como, por ejemplo, colocarle en un centro laboral.
Igual, el simple temor reverencial no llena las exigencias del tipo penal. Incluso,
consideramos que el acto sexual o análogo conseguido mediante la amenaza de
revelar la edad de la víctima a sus amistades, o de comunicar a su marido la
infidelidad en que ha sido descubierta, no constituyen delito de violación en principio,
salvo las especiales circunstancias ya mencionadas (817).

Es indudable que la amenaza como medio para lograr someter a la víctima al


contexto sexual por ella no deseada ni querida, requiere las condiciones generales
de toda amenaza, es decir, la víctima debe creer que existe la firme posibilidad que
se haga efectivo el mal con que se amenaza. El sujeto pasivo debe creer que con el
acceso sexual exigido por el agente se evitará el perjuicio que se anuncia. Ello
puede ser quimérico, pero lo importante es que la VÍctima lo crea. El acceso camal
sexual debe ser producto de la voluntad coaccionada del sujeto pasivo. El contenido
de la amenaza lo constituye el anuncio de un mal.
El anuncio de una situación perjudicial o desfavorable al sujeto pasivo como, por
ejemplo, a~enazar con. violar a un ~ij?, destruir bienes, p~eciados d.e la víctima,
despedlrle del trabajo que es su umco sustento economICO, etc., SI no acepta
realizar el acceso carnal sexual.
Aquí cabe hacer la precisión siguiente: si el agente que amenaza tiene una posición,
cargo o parentesco sobre la víctima, como lo veremos más adelante, será autor del
delito de acceso carnal sexual agravado.

c. Finalidad de la violencia y la amenaza grave

Al desarrollar el significado de los epígrafes anteriores hemos esbozado la finalidad


que persigue el agente al hacer uso de la violencia o amenaza grave; el objeto de
este apartado es precisarlo.

Violencia y amenaza se equiparan en tanto que ambas resultan ser medios idóneos
de coacción tendiente a restringir o a negar la libertad de la víctima (818) y obligarle
a tener un acceso carnal no deseado. El acceso sexual o análogo prohibido
presupone que el sujeto pasivo se niega a complacer los deseos del agente,
negativa que es vencida mediante el recurso a uno de aquellos medios de comisión
(819). Pero, mientras la violencia origina siempre un perjuicio presente e implica
siempre el empleo de una energía fisica sobre el cuerpo de la víctima, la amenaza
se constituye en un anuncio de originar un mal futuro inmediato.

La violencia y amenaza grave se desarrollan o desenvuelven con la finalidad de


vencer la oposición o anular la voluntad negativa del sujeto pasivo y de ese modo,
someterlo a practicar el acto o acceso carnal sexual o en su caso, para impedir que
haya resistencia (820). Desprendiéndose que sin la concurrencia de uno o ambos
factores, no se configura el delito de acceso carnal sexual. Entre la violencia o
amenaza debe haber una relación de oposición respecto del objetivo sexual que
tiene el agente.

La oposición, resistencia o voluntad negativa de la víctima concomitante al acceso


sexual o análogo debe ser opuesta a la intención del sujeto activo de mantener la
relación sexual, caso contrario, la violación debe descartarse. Lo mismo sucede en
el caso que la violencia del autor no encuentre voluntad contraria al acceso sexual
por parte del agraviado. Del mismo modo, la violencia realizada durante el desarrollo
del acto carnal consentido queda fuera del tipo legal.

Contrariamente a lo sostenido por ciertos tratadistas, la ley no exige que la fuerza o


amenaza grave sean en términos absolutos, es decir, de características irresistibles,
invencibles o de gravedad inusitada. Basta que el uso de tales circunstancias tenga
efectos suficientes y eficaces en la ocasión concreta para lograr el objetivo del
agente cual es someter a su víctima a un determinado contexto sexual. La
irresistibilidad de la fuerza o amenaza grave se medirá conforme a las condiciones
personales del sujeto pasivo, según su resistencia fisica y capacidad psicológica. En
otras palabras, habrá violencia o amenaza constitutiva de acceso carnal sexual
prohibida cuando el acto sexual es realizado haciendo uso de alguno de aquellos
medios que, según las condiciones fisicas, psicológicas o de contexto vivencial, el
sujeto pasivo no pudo resistir u oponerse.

En suma, la finalidad que tiene la violencia o amenaza grave es vencer la


resistencia, oposición O voluntad contraria de la víctima a practicar el acto o acceso
carnal sexual, ya sea VÍa vaginal, anal o bucal, el mismo que puede materializarse
haciendo uso del órgano sexual natural o con la introducción de objetos o partes del
cuerpo. Su finalidad es lograr el propósito final del agente cual es someter al acceso
carnal sexual a su víctima y, de esa forma, satisfacer sus apetencias sexuales; por
ello, asignarle otra finalidad es distorsionar el delito de acceso carnal sexual.

3.2. Bien jurídico protegido

Al exponer brevemente la evolución que se ha producido en la doctrina y en la


legislación comparada respecto al bien jurídico protegido en los delitos sexuales,
hemos dejado establecido que actualmente es común considerar a la libertad sexual
como el interés fundamental que se pretende proteger con las conductas sexuales
prohibidas. Este planteamiento ha calado en gran parte de la comunidad jurídica
mundial hasta el punto que en la actualidad muy pocos ponen en duda que la
libertad sexual se constituye en el bien jurídico protegido con el delito de acceso
carnal sexual.
La libertad sexual debe entenderse en un doble aspecto: como libre disposición del
propio cuerpo sin más limitaciones que el respeto a la libertad ajena, y como facultad
de repeler agresiones sexuales de otro. De ese modo, la libertad sexual en su
sentido más genuino comprende no solo el sí, el cuándo o el con quién nos vamos a
relacionar sexualmente, sino también el seleccionar, el elegir o aceptar el tipo o
clase de comportamiento y acción sexual en la que nos vamos a involucrar (821). En
su sentido tradicional, bien señalaba el colombiano Luis Carlos Pérez (822), "la
libertad sexual es la capacidad de toda persona de comportarse como a bien tenga
en la actividad copulativa".

Por su parte Roy Freyre (825), comentando el Código Penal de 1924, la define como
la facultad de cada persona de disponer espontáneamente de su vida sexual, sin
desmedro de la conveniencia y del interés colectivo. Igual que todas las
particularidades de la libertad, -continúa el profesor sanmarquinola referente al sexo
es una conquista permanente y una elevación del ser sobre las preocupaciones
represoras. No se podría hablar de libertad sexual si el hombre en el curso de la
civilización, no hubiese logrado dominar la fuerza ciega del instinto sexual dotándose
de un sentido volitivo, tanto para satisfacer como para abstenerse de hacerlo.
El tipo penal del delito sub iúdice trata de tutelar una de las manifestaciones más
relevantes de la libertad, aquella cuyos ataques trasciende los ámbitos fisicos y
fisiológicos para finalmente repercutir en la esfera psicológica de la persona,
alcanzando el núcleo más íntimo de su personalidad. Por ello, algunos tratadistas
como Orts Berenguer y Roing Torres (824) prefieren definir a la libertad sexual como
"una esfera de la libertad personal integrada por la facultad de autodeterminación
voluntaria en el ámbito específico de la sexualidad". No es posible comprender la
libertad personal y la dignidad del ser humano sin una vigencia lo suficientemente
amplia de la libertad sexual entendida como el poder configurador de uno de los
aspectos nucleares de la personalidad en cuanto a la toma de decisiones y del obrar
externo sin interferencias de los demás (825).

En esa línea, se entiende que al tener las sociedades a la libertad personal como
uno de sus pilares básicos de convivencia pacifica, no puede objetarse
razonablemente que con su tutela en el ámbito sexual se esté protegiendo
finalmente la verdadera libertad íntima (826). Este aspecto es quizá uno de los
factores que justifica la gravedad de las penas previstas para los delitos que afectan
el bien jurídico "libertad sexual".

El bien jurídico protegido en el sistema peruano es el mismo interés fundamental


denominado "de libre autodeterminación sexual" en el sistema alemán; interés que
es la misma libertad de conducirse con autonomía, sin coacciones ni fraudes en la
satisfacción de las apetencias sexuales.
En la jurisprudencia peruana podemos sostener que se ha internalizado bien estos
conceptos, prueba de ello es la Ejecutoria Suprema del 17 de junio de 2003, en cuyo
considerando segundo se esgrime que el objeto de protección del delito de violación
sexual es la libertad sexual, "entendida esta libertad como la facultad que tiene toda
persona para disponer de su cuerpo en materia sexual eligiendo la forma, el modo,
el tiempo y la persona con la que va a realizar dicha conducta sexual y, que el bien
jurídico se lesiona cuando se realiza actos que violentan la libertad de decisión de
que goza toda persona en el ámbito de su vida sexual, siempre que esté en
co,ndiciones de usarla (. .. )" (827).

3.3. Sujetos del delito de acceso carnal sexual

En el delito en hermenéutica jurídica, la relación entre el sujeto activo y la víctima o


sujeto pasivo es directa, caso contrario, aquel ilícito no se configura. Pareciera que
no hubiera mayores problemas para la identificación de los sujetos; no obstante, la
discusión es ardua y poco pacífica. En la actualidad existe cierto acuerdo en algunos
aspectos, mas en otros existe viva controversia. Por nuestra parte trataremos de
plantear nuestra posición teniendo como base siempre el tipo legal recogido en
nuestro vigente Código Penal, pues nuestra finalidad no es otra que hacer
dogmática penal.

a. Sujeto activo

La expresión "el que" del tipo penal del artículo 170 indica, sin lugar a dudas, que
agente del delito de acceso carnal sexual puede ser cualquier persona sea varón o
mujer (828). No obstante, en la doctrina aún no es común esta posición. Por el
contrario, se presenta discutible, pues cierto sector de la doctrina, aunque menor,
aún sostiene que solo el varón titular del instrumento natural penetrante puede ser
sujeto activo del delito.
El origen de la polémica radica en el diferente bien jurídico que en la historia del
derecho penal y en la legislación comparada, se ha pretendido
proteger con la tipificación del delito en análisis. En tiempos en que se tu~elaba la
honestidad o el honor de la mujer de conducta irreprochable, se consideraba que
solo el varón podía lesionar o poner en peligro tal bien jurídico, en cambio, en la
actualidad, al constituirse la libertad sexual como el bien jurídico protegido en esta
clase de delitos, se concluye que tanto varón como mujer pueden lesionarlo o
ponerlo en peligro.
Incluso, también la peculiar forma de tipificar la conducta delictiva origina la posición
que sostiene: "Solo el varón es susceptible de ser sujeto activo". Se afirma, la propia
índole de la cópula sexual determina la condición del varón en agente, titular del
instrumento penetrante que accede y con el que, con naturalidad y violencia, limita la
libertad sexual del agraviado (829). Castillo González (8~O) señalaba enfáticamente
que autor de violación solo puede ser el varón, que es el único que puede penetrar
carnalmente; la mujer puede ser partícipe del delito de violación en cualquiera de
sus formas, excepto como autor principal. Por su parte, el argentino Ricardo Núñez
(8~1) sostenía que el sujeto activo puede ser cualquier varón que no este
imposibilitado por su edad, impotencia o defecto físico, para introducir su miembro
en el vaso de la víctima.
Este planteamiento tuvo coherente cabida cuando el delito de acceso sexual se
reduCÍa a su sentido tradicional de identificar al acto sexual a la capacidad
copulativa y reproductora del ser humano. No obstante, con el desarrollo de la
doctrina y la legislación comparada en el ámbito de los delitos sexuales, tales
planteamientos no tienen mayor consistencia, mucho más cuando en la actualidad
además del pene, se consideran otros instrumentos (partes del cuerpo u objetos)
con los cuales puede accederse sexualmente a la víctima.
Actualmente, en el campo de los delitos sexuales la doctrina mayoritaria sostiene
que siendo el bien jurídico protegido la libertad sexual, cualquier persona que
imponga la unión carnal o acceso carnal sexual, lesionando con ello la libertad
sexual del sujeto pasivo, será autor del delito de violación sexual y que, ahora, con la
ampliación de las formas y medios de comisión, es mejor denominar "delito de
acceso carnal sexual".
En consecuencia, si la que impone el acto o acceso carnal sexual por medio de
violencia o amenaza grave es la mujer, también se configurará el
delito de acceso camal sexual (832). Al vulnerarse, limitarse o lesionarse la libertad
sexual de la víctima, resulta intrascendente verificar quien accede a quien. Peor aún,
en el sistema peruano, cuando legislativamente se ha previsto que, muy bien, puede
materializarse el delito de acceso camal sexual con la introducción de objetos o
partes del cuerpo. Situación que hace perfectamente posible que la mujer pueda
vulnerar la libertad sexual de un varón u otra mujer. Así, por ejemplo, estaremos
ante un hecho punible de acceso camal sexual cuando una mujer con la finalidad de
satisfacer su apetencia sexual, haciendo uso de la violencia o amenaza, somete a
un contexto sexual determinado a su víctima (varón) y le introduce un objeto
(prótesis sexual, palo, frutas, etc.) por el ano.
En suma, a efectos de la interpretación de los delitos sexuales, con Muñoz Conde
(833), podemos decir que en los tiempos actuales tanto el hombre como la mujer
somos iguales en tanto sujetos activos o protagonistas de una relación sexual.

b. La mujer, sujeto activo

Se considera agente del delito de acceso camal sexual a toda persona que realiza la
acción o acciones tendientes a someter a un contexto sexual determinado al sujeto
pasivo. Pudiendo ser tanto el varón como la mujer. No necesariamente esas
acciones tienen que set materiales, como argumentan algunos tratadistas (834), al
decir que la mujer no puede ser sujeto activo porque materialmente no tiene el
instrumento para realizar el acceso carnal. En los tiempos actuales, esta posición no
tiene la menor consistencia hasta por dos argumentos: primero, la mujer como el
varón tiene iniciativa y participación activa en una relación sexual y, segundo, al
haberse ampliado el tipo penal para considerarse otros instrumentos penetrantes
como es "partes del cuerpo u objetos con apariencia de pene", es perfectamente
posible que la mujer haga uso de tales instrumentos y somete sexualmente en forma
violenta a un varón.
Otros tratadistas se oponen a considerar a la mujer como sujeto activo del delito en
análisis argumentando su escasa frecuencia criminológica, no constatada
fehacientemente y en todo caso, de mínima importancia en un delito de tanta
gravedad. También quedan sin sustento, aquellas consideraciones que suponen, de
un modo, difícilmente comprensible, mayor gravedad la violación de un varón sobre
una mujer que a la inversa. La gravedad de esta conducta se ha de valorar a tenor
del atentado a la libertad sexual, mas no de las eventuales lesiones producidas, que,
en su caso, supondría un concurso real de delitos con lesiones, ya sean leves o
graves, ello dependiendo de la magnitud del daño ocasionado a la víctima (835).

En cambio, sostener que la mujer también es susceptible de ser autora del delito de
acceso carnal sexual, tiene pleno fundamento en una realidad insoslayable que no
puede negarse so pena de pecar de ingenuidad y cuando no, de repetir posiciones
foráneas sin mayor discernimiento. En efecto, se constituye en una realidad concreta
que la mujer tan igual que el varón, tiene iniciativa propia para propiciar y conducir
una relación sexual haciendo realidad su plena libertad sexual, capacidad que es
connatural al ser humano sin distinción de sexo. Libertad sexual que puede verse
lesionada cuando una mujer obliga a un varón por medio de la violencia o amenaza
grave a que la acceda sexualmente o le realice sexo oral a ella o a un tercero,
situación que representa la posibilidad de realizar de manera directa el injusto penal.
También puede ser coautora del delito, ya sea porque practica el acto sexual
mientras otro desarrolla la violencia o la amenaza, o en su caso, mientras ella
amenaza o ejerce violencia para que otro practique el acto sexual prohibido (836).
Esta posición es una conquista significativa del derecho penal moderno, pues se
ajusta a las exigencias y lineamientos del Estado Social y Democrático de Derecho
al que le es consustancial la igualdad de todos ante la ley. También por reflejar
debidamente una realidad en la cual la mujer en el ámbito sexual no es un mero
sujeto pasivo, sino que posee idéntica capacidad de iniciativa que el varón.

Asimismo, estos planteamientos doctrinarios vienen a romper estereotipos


consolidados en el Perú por mucho tiempo. El dislocamiento es evidente. El
legislador del Código de 1991 y de la Ley Nº 28251 de junio de 2004 y luego de la
Ley Nº 28704, ha sido consciente que, si los patrones sociales o jurídicos de
determinada sociedad van a impedir la auto realización sexual del ser humano, no
puede irónicamente afirmarse, que tales presupuestos sean soporte de la libertad
individual. 'Al final de cuentas, se afirma que "sociedades libres son las que
emancipan las clases, los grupos étnicos y los sexos" (837).

En suma, cualquier persona que imponga el acceso sexual violento en las


condiciones y formas previstas en el artículo 170 del Corpus Juris Penale,
lesionando con ello la libertad sexual del sujeto pasivo, será autor del delito en
hermenéutica.

Sin duda, inaugurando el siglo XXI, debemos romper estereotipos mal


posesionados, los mismos que han tenido cabida por mucho tiempo en el derecho
penal. Desde ahora, en el derecho punitivo no cabe suponer que la mujer es
protagonista inactiva en las relaciones sexuales. Modernamente se trata de
equiparar tanto al varón como a la mujer en derechos y obligaciones, excepto que
por su propia naturaleza fisiológica no se les puede igualar. En los tiempos
posmodemos no tiene cabida el mito sexual que "los violadores son solo hombres".

c. Sujeto pasivo.

La doctrina es unánime en considerar que pueden ser sujetos pasivos o víctimas del
delito de acceso carnal sexual, tanto el varón como la mujer mayores de dieciocho
años (838) sin otra limitación que el de estar vivos (8'1) y "sin importar su orientación
sexual o si realizan actividades socialmente desfavorables como la prostitución o la
sodomía" (840). De esa forma, el tipo penal responde a la realidad delictiva. La
identificación de ambos sexos viene de suyo. No obstante, el impacto de este
reconocimiento fue largamente discutido. En el Código de 1924, por ejemplo, solo se
consideraba al delito de violación sexual como un acto en contra de la mujer
"honesta" o "virginal". De ahí que las personas que ejercían la prostitución o llevaban
una vida social desordenada, por ejemplo, no podían constituirse en sujetos pasivos
o VÍctimas de este delito.

La legislación penal de 1924, pese que ha cambiada en 1991, todaVÍa ha dejado


rezagos mentales difíciles de superar en personas incluso que tienen la etiqueta de
"cultas". No hace mucho, cuando, por ejemplo, una talentosa actriz peruana,
denunció haber sido víctima de violación sexual, un periodista considerado "serio y
culto" en un medio de comunicación masiva, se mofó y puso en duda que los hechos
configuren tal delito debido que la denunciante según su apreciación "tenía una vida
nocturna no tan santa".

Indudablemente, en este cambio influye toda una mentalidad modificada por el


fenómeno histórico de la liberación de la mujer y su desvinculación con la condición
de solo poder ser madres. El español Bajo Fernández (841) señala que "se puede
decir que la sociedad actual separa totalmente la actividad sexual de la procreación
y mantiene una concepción hedonista de aquella, con importantes tensiones frente a
moralistas y a la propia iglesia católica".

En ese sentido, el sujeto pasivo no debe tener ninguna otra condición que la de ser
persona natural con vida. No tiene mayor importancia su edad, raza, cultura,
ocupación, clase social, credo religioso, habilidad y recursos económicos. Ahora no
tiene cabida el mito sexual que los hombres solo son violados si son homosexuales.
De tal modo, en caso de la mujer puede ser agraviada, la soltera o casada, virgen o
desflorada, viuda o divorciada, vieja o joven, honesta o impúdica (842), pues lo que
se violenta no es su honestidad, honor u otra circunstancia, sino la libertad de
disponer libremente de su sexo así como el oponerse a los actos sexuales en los
cuales no desea participar.

Aquí cabe apuntar que los efectos causados por el delito de acceso carnal sexual
pueden implicar años de recuperaciÓn física y psicológica de las víctimas. Estas a
consecuencia de la violación pueden sufrir de estrés postraumático. Situación que
unida al temor de ser estigmatizadas por los medios de comunicación y la sociedad
entera, muchas agraviadas o agraviados optan por no denunciar el asalto sexual
sufrido.

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

El aspecto subjetivo del delito de acceso carnal sexual se constituye


inexorablemente de dos elementos, el primero, denominado "elemento subjetivo
adicional al dolo" y el segundo, es el dolo. Si alguno de estos elementos falta en una
conducta de apariencia sexual, el delito no se configura.

4.1. Elemento subjetivo adicional al dolo

La misma naturaleza estructural del delito en comentario exige la concurrencia de un


elemento subjetivo adicional al dolo que se constituye en el leit motiv del objetivo o
finalidad última que persigue el agente con su conducta. La finalidad u objetivo que
busca el autor al desarrollar su conducta no es otro que la satisfacción de su
apetencia o expectativa sexual. Para lograr tal motivada o guiada finalidad, el agente
obra la mayor de las veces por medio de un plan previamente ideado. Si aquel
elemento subjetivo adicional, que la doctrina lo etiqueta como animus lubricus o
ánimo lascivo, no se verifica en la realidad y, por ejemplo, el agente solo actúa
motivado por la finalidad de lesionar a su víctima introduciéndole, ya sea por la
cavidad vaginal o anal, objetos o partes del cuerpo, se descartará la comisión del
delito de acceso carnal sexual violento (84S).
Sin margen de duda, en la mayoría de supuestos o hipótesis delictivas de asalto
sexual, el autor obra con tendencia o finalidad principal lasciva, sin embargo, no
siempre es así, pues en la realidad se presentan atentados de carácter sexual
guiados por la finalidad o motivo principal de venganza, burl<¡\, curiosidad,
despecho, etc. Supuestos en los cuales, la satisfacción sexual siempre está
presente pero con carácter secundario.
No obstante, en todos estos supuestos, al estar presente la satisfacción sexual que
guía en forma principal o accesoria la conducta del sujeto activo en su actuar sexual,
configuran el delito en análisis.
De tal forma, si en determinada conducta de apariencia sexual no aparece la
finalidad de satisfacción sexual ya sea en forma principal o accesoria, y por el
contrario solo se evidencia la intención o finalidad de lesionar la integridad fisica o el
honor de la víctima, tal conducta de agresión no constituirá el delito de acceso carnal
sexual, canalizándose tal hecho al delito de lesiones leves o graves según sea su
magnitud o en su caso, al delito de injuria.

En consecuencia, lo decisivo es el leit motiv de la finalidad que persigue el autor con


su actuar. Si su objetivo no es lograr la satisfacción de alguna apetencia de carácter
sexual, se descarta la comisión del delito en hermenéutica jurídica. Posición
contraria y discutible plantea la mayoritaria doctrina española. Esta plantea que lo
fundamental es la finalidad objetiva de involucrar a una persona en un contexto
sexual en contra de su voluntad, con independencia de cual sea el ánimo, la
tendencia o la finalidad perseguida por el autor, pues lo relevante es el atentado a la
libertad sexual de la víctima, cuyo carácter y gravedad no se vea afectado en lo más
mínimo por la tendencia interna con la que obra el autor (lI44). Según esta posición
puede llegarse al absurdo de imputar el
delito de violación a aquel que obliga a otro a transportar droga, empaquetada en
forma de pene, introducida en su vagina o en su recto.

4.2. Dolo

El otro elemento subjetivo en el comportamiento delictivo de acceso carnal sexual lo


constituye el dolo, esto es, el agente actúa con conocimiento y voluntad en la
comisión del evento ilícito. En otros términos, "el dolo consiste en la conciencia y
voluntad de tener acceso carnal contra 1<1; voluntad de la VÍctima" (845). Esto es,
se requiere que el sujeto activo tenga conocimiento que con la realización de las
acciones voluntarias que pone en movimiento la violencia o que origina la amenaza
grave, someterá a la VÍctima al acceso carnal sexual, poniéndole en un
comportamiento pasivo con la finalidad que soporte el acceso carnal sexual no
requerido por ella.

Se exige normalmente un dolo directo. Cuando se utiliza la violencia, el dolo abarca


la esperada o presentada resistencia u oposición del sujeto pasivo.

Necesariamente se exige la presencia del conocimiento y voluntad del agente para


la configuración del injusto penal de acceso carnal sexual. Circunstancia que
imposibilita la comisión culposa.

Si junto al dolo, al agente no le orienta o guía alguna satisfacción sexual, su


conducta queda al margen del derecho penal. Por ejemplo, no configuran delito de
acceso carnal sexual aquellas conductas aparentemente sexuales desde una visión
objetiva, pero realizadas con fines propiamente terapéuticas o científicas. También
no es punible por ausencia de dolo, los casos en que el autor de la violencia ponga a
la víctima en una situación tal que sin evidenciar intimidación acceda
voluntariamente a practicar el acceso carnal sexual.

4.3. El error de tipo


Bien sabemos que el error de tipo regulado en la primera parte del artículo 14 del
Código Penal, se configura cuando el agente al tiempo que realiza la conducta con
apariencia delictiva actúa con desconocimiento o error sobre la existencia de alguno
o algunos elementos objetivos integrantes del tipo penal, excluyendo, en
consecuencia, el dolo.

Ahora bien, en el injusto penal de acceso carnal sexual nada impide que pueda
presentarse supuestos de error sobre un elemento del tipo. Por ejemplo, estaremos
ante un clásico error de tipo cuando el sujeto activo actúa o desarrolla su conducta
creyendo erróneamente que cuenta con el consentimiento de la vÍCtima para la
realización con él de actos sadomasoquistas, cuando lo cierto es que la actitud de
esta era realmente de oposición, de resistencia y, por lo tanto, de ausencia de
consentimiento (846).

Asimismo, la concurrencia del error en el sujeto activo hace desaparecer la comisión


del delito o alguna circunstancia agravante prescrita en el tipo penal. Por ejemplo, si
el agente accede violentamente a su víctima creyéndola mayor de 18 años, se
excluirá el dolo de la agravante prevista en el inciso 4 del artÍCulo 170, subsistiendo
el supuesto del tipo básico por el cual será sancionado finalmente.

5. ANTIJURIDICIDAD

Después que se verifica en la conducta analizada la concurrencia de los elementos


objetivos y subjetivos de la tipicidad, el operador jurídico pasará a verificar si
concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artÍCulo 20 del Código
Penal. Por la naturaleza del delito, considero que es difícil verificar en la realidad
concreta algún caso de acceso carnal sexual prohibido donde se verifique de modo
positivo una causa de justificación.

No obstante, en los estrados judiciales un abogado hábil puede alegar la causa de


justificación prevista en el inciso 8 del artículo 20 del Código Penal denominado
"ejercicio legítimo de un derecho", en el caso del acceso carnal sexual ocurrido
dentro del matrimonio, es decir, cuando uno de los cónyuges haciendo uso de la
violencia o la amenaza grave someta al otro a un acto sexual.
En efecto, es posible que se alegue que no constituye delito de violación sexual
cuando uno de los cónyuges obliga al otro a realizar el acto sexual, haciendo uso
para ello de la violencia o amenaza grave. Los cónyuges tienen derecho a la vida
sexual común conferido por el matrimonio, siendo así, el empleo de la violencia o
amenaza por uno de ellos se justifica plenamente o, en todo caso, de ocurrir un daño
al cuerpo o salud por el empleo de la violencia o amenaza devendrá algún delito de
lesiones mas no el de acceso carnal sexual. Este planteamiento pretende encontrar
su fundamento en la existencia del débito conyugal que genera el VÍnculo del
matrimonio. El profesor Roy Freyre (847), por ejemplo, comentando el Código de
1924, amparándose en nuestra normativa civil, enseñaba que las relaciones
sexuales son inherentes a la vida conyugal, constituyendo su mantenimiento tanto
un derecho como un deber de las personas unidas en matrimonio.

En otras palabras, este sector de la doctrina sostiene que', si bien el comportamiento


es típico, está justificado por el ejercicio normal de un derecho. Es decir, la conducta
es típica pero no antijurídica. El cónyuge agresor está amparado por la causa de
justificación: el ejercicio normal de un derecho como consecuencia de haber
contraído matrimonio. En el Perú, esta posición doctrinaria tuvo real vigencia con el
Código Penal de 1924. Allí se excluía expresamente la sanción de la violación
sexual que se realizaba dentro del matrimonio (texto del artículo 196), otorgándose
de esa forma, incluso al cónyuge varón un derecho absoluto de disponer de la
sexualidad de su mujer.

Sin embargo, como veremos más adelante, en estos tiempos de posmodernidad, al


constituirse o erigirse "la libertad sexual" como el bienjurídico principal protegido con
los delitos sexuales, no es posible sostener racionalmente y de modo positivo el
ejercicio legítimo de un derecho como causa de justificación en el delito de acceso
carnal sexual violento impuesto por un cónyuge al otro. Nada puede justificar que un
cónyuge haciendo uso de la violencia o la amenaza grave someta al otro en contra
de su libre y voluntario consentimiento, a realizar determinada conducta sexual. El
matrimonio no es la tumba de la libertad en su vertiente sexual. Esta es inherente a
la persona misma y, por tanto, permanece vigente en cualquier contexto social y civil
en que se desarrolle.
5.1. ¿El consentimiento es causa de justificación o atipicidad?

Sabido es que existen delitos en los cuales el consentimiento prestado por el sujeto
pasivo sobre bienes jurídicos de libre disposición, se constituye en causa de
justificación prevista en nuestro catálogo penal en el inciso 10 del artículo 20. Como
ejemplo podemos citar el delito de hurto sancionado en el artículo 185 del c.P. En
efecto, si después de verificarse todos los elementos objetivos y subjetivos que
exige el hurto (apoderamiento ilegítimo, bien mueble, bien total o parcialmente ajeno,
sustracción de la esfera de vigilancia, provecho económico por parte del agente,
dolo) estaremos ante una conducta típica, no obstante, si luego, al analizar el
aspecto de la antijuridicidad se llega a determinar que el titular del bien hurtado dio
su consentimiento para la sustracción, se verificará una causa de justificación y por
tanto, estaremos ante una conducta en principio típica pero al final no antijurídica.
Sin embargo, también en doctrina se sostiene que existen otros delitos en los que,
expresa
Subcapítulo 2

Delito de acceso carnal sexual

5. ANTIJURIDICIDAD

Después que se verifica en la conducta analizada la concurrencia de los elementos


objetivos y subjetivos de la tipicidad, el operador jurídico pasará a verificar si
concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artÍCulo 20 del Código
Penal. Por la naturaleza del delito, considero que es difícil verificar en la realidad
concreta algún caso de acceso carnal sexual prohibido donde se verifique de modo
positivo una causa de justificación.

No obstante, en los estrados judiciales un abogado hábil puede alegar la causa de


justificación prevista en el inciso 8 del artículo 20 del Código Penal denominado
"ejercicio legítimo de un derecho", en el caso del acceso carnal sexual ocurrido
dentro del matrimonio, es decir, cuando uno de los cónyuges haciendo uso de la
violencia o la amenaza grave someta al otro a un acto sexual.
En efecto, es posible que se alegue que no constituye delito de violación sexual
cuando uno de los cónyuges obliga al otro a realizar el acto sexual, haciendo uso
para ello de la violencia o amenaza grave. Los cónyuges tienen derecho a la vida
sexual común conferido por el matrimonio, siendo así, el empleo de la violencia o
amenaza por uno de ellos se justifica plenamente o, en todo caso, de ocurrir un daño
al cuerpo o salud por el empleo de la violencia o amenaza devendrá algún delito de
lesiones mas no el de acceso carnal sexual. Este planteamiento pretende encontrar
su fundamento en la existencia del débito conyugal que genera el VÍnculo del
matrimonio. El profesor Roy Freyre (847), por ejemplo, comentando el Código de
1924, amparándose en nuestra normativa civil, enseñaba que las relaciones
sexuales son inherentes a la vida conyugal, constituyendo su mantenimiento tanto
un derecho como un deber de las personas unidas en matrimonio.

En otras palabras, este sector de la doctrina sostiene que', si bien el comportamiento


es típico, está justificado por el ejercicio normal de un derecho. Es decir, la conducta
es típica pero no antijurídica. El cónyuge agresor está amparado por la causa de
justificación: el ejercicio normal de un derecho como consecuencia de haber
contraído matrimonio. En el Perú, esta posición doctrinaria tuvo real vigencia con el
Código Penal de 1924. Allí se excluía expresamente la sanción de la violación
sexual que se realizaba dentro del matrimonio (texto del artículo 196), otorgándose
de esa forma, incluso al cónyuge varón un derecho absoluto de disponer de la
sexualidad de su mujer.

Sin embargo, como veremos más adelante, en estos tiempos de posmodernidad, al


constituirse o erigirse "la libertad sexual" como el bienjurídico principal protegido con
los delitos sexuales, no es posible sostener racionalmente y de modo positivo el
ejercicio legítimo de un derecho como causa de justificación en el delito de acceso
carnal sexual violento impuesto por un cónyuge al otro. Nada puede justificar que un
cónyuge haciendo uso de la violencia o la amenaza grave someta al otro en contra
de su libre y voluntario consentimiento, a realizar determinada conducta sexual. El
matrimonio no es la tumba de la libertad en su vertiente sexual. Esta es inherente a
la persona misma y, por tanto, permanece vigente en cualquier contexto social y civil
en que se desarrolle.
5.1. ¿El consentimiento es causa de justificación o atipicidad?

Sabido es que existen delitos en los cuales el consentimiento prestado por el sujeto
pasivo sobre bienes jurídicos de libre disposición, se constituye en causa de
justificación prevista en nuestro catálogo penal en el inciso 10 del artículo 20. Como
ejemplo podemos citar el delito de hurto sancionado en el artículo 185 del c.P. En
efecto, si después de verificarse todos los elementos objetivos y subjetivos que
exige el hurto (apoderamiento ilegítimo, bien mueble, bien total o parcialmente ajeno,
sustracción de la esfera de vigilancia, provecho económico por parte del agente,
dolo) estaremos ante una conducta típica, no obstante, si luego, al analizar el
aspecto de la antijuridicidad se llega a determinar que el titular del bien hurtado dio
su consentimiento para la sustracción, se verificará una causa de justificación y por
tanto, estaremos ante una conducta en principio típica pero al final no antijurídica.
Sin embargo, también en doctrina se sostiene que existen otros delitos en los que,
expresa o tácitamente, se concede eficacia al consentimiento del titular del bien
jurídico protegido como elemento del tipo del injusto penal en cuestión (848). En
estos casos, el consentimiento de la VÍctima que también debe ser sobre bienes
jurídicos de libre disposición, se constituye en causal de atipicidad. Como ejemplo
aparece el delito en hermenéutica jurídica.

En efecto, por la propia estructura y naturaleza del delito de acceso carnal sexual, el
consentimiento de la supuesta víctima para realizar el acceso carnal, de modo
alguno constituye causa de justificación. Al constituir el con'sentimiento un elemento
objetivo inherente a la tipicidad, su ausencia constituye una causal de atipicidad,
pues si se verifica que la víctima prestó su consentimiento para practicar el acto
sexual, desaparece el acto típico de "obligar" que exige el tipo penal y, por tanto, se
excluye la·tipicidad del delito.

6. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de acceso carnal sexual no


concurre alguna causa de justificación, el operador jurídico continuará con el análisis
para determinar si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su autor. En
esta etapa tendrá que verificarse si al momento de actuar el agente era imputable es
decir, mayor de 18 años de edad y no sufría de alguna anomalía psíquica que le
haga inimputable.

También se verificará si el agente al momento de exteriorizar su conducta de


carácter sexual, conocía la antijuridicidad de su conducta, es decir, se verificará si el
agente sabía o conocía que su conducta estaba prohibida por ser contraria al
derecho. Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de manera
diferente a la de realizar el hecho punible de acceso carnal sexual.

6.1. Error de prohibición

Doctrinariamente se conoce que un ciudadano no obra culpablemente cuando no


está en condiciones de comprender la antijuridicidad de su actuar, es decir, no se le
puede reprochar penalmente a quien actúa sin la posibilidad de conocer la ilicitud
formal y material de su conducta. Apareciendo de ese modo lo que se conoce como
"error de prohibición" recogido en nuestro sistema jurídico en la última parte del
artículo 14 del Código Penal.

Se configura el supuesto de error de prohibición cuando el autor cree erróneamente


que actúa lícitamente o cuando ni siquiera se plantea la ilicitud de su conducta. Esta
clase de error puede ser directo o indirecto (849).

Se presenta el error de prohibición directo cuando el autor no conoce, en cuanto tal,


la norma prohibitiva referida directamente al hecho y toma como lícita su acción.
Puede presentarse tres supuestos: cuando el agente no conoce la norma prohibida;
cuando el autor conoce la norma prohibitiva, pero lo considera no vigente y, cuando
el autor interpreta (error de subsunción) equivocadamente la norma y la reputa no
aplicable al caso.

En tanto que el error de prohibición indirecto se configura cuando el agente actúa en


forma errónea sobre la existencia, límites o presupuestos objetivos de una causa de
justificación que autorice la acción generalmente prohibida. Puede presentarse
también tres supuestos: cuando el agente se equivoque acerca de la existencia de
una justificante; cuando el autor yerra sobre los límites de una causa de justificación
y, cuando se actúa con error sobre la concurrencia de circunstancias que de darse
justificarían el hecho.

Traspasando estos conceptos al delito de acceso carnal sexual, es posible que muy
bien pueda presentarse un error de prohibición directo cuando el autor actúa
creyendo que constituye un acto lícito el realizar acceso carnal sexual mediante
violencia con una prostituta, entendiendo que la tutela penal del artículo 170 solo
ampara a las mujeres honestas o de conducta irreprochable como lo hacía
expresamente el artÍCulo 196 del Código Penal derogado.

También, es posible alegar un error de prohibición indirecto, cuando por ejemplo un


cónyuge, en la creencia errónea que actúa dentro de los límites de la causa de
justificación de "ejercicio legítimo de un derecho" sancionado en el inciso 8 del
artículo 20 del c.P., haciendo uso de la violencia somete sexualmente al otro en
contra de su voluntad. Aquí el agente actúa en la creencia errónea que le ampara la
citada causa de justificación, no obstante como ya hemos expresado, en el delito en
hermenéutica jurídica no es factible la configuración de la causa de justificación
denominada "ejercicio legítimo de un derecho".

7. TENTATIVA

Se define a la tentativa como la ejecución incompleta de la conducta tipificada en la


ley penal. En otros términos, existe conducta típica cuando el agente de manera
dolos a da comienzo la ejecución del tipo penal, mediante actos idóneos e
inequívocamente dirigidos a su consumación y esta no se produce por
circunstancias ajenas a su voluntad.
Es punible la tentativa por cuanto el agente, siguiendo un plan determinado, realiza
conductas socialmente relevantes cuyo objetivo es el menoscabo de los bienes
jurídicos protegidos. De tal forma que la tentativa, no es punible por ser una mera
manifestación de la voluntad, sino por la lesión y el menoscabo sufrido por los
bienes jurídicos, producto del comienzo de la ejecución de un comportamiento
dañoso (850).
En nuestro sistema jurídico penal, esta forma especial de configuración del tipo
penal aparece regulado en el artículo 16 del Código Penal.
De ese modo, por la misma naturaleza de realización del delito de acceso carnal
sexual que inexorablemente necesita de actos previos para su consumación, es
posible la tentativa.

Es unánime la doctrina al considerar que el despliegue de los actos ejecutivos


orientados a lograr el acceso sexual sin alcanzarse la real introducción o
penetración, constituye tentativa de violación sexual (851). Indudablemente, la
tentativa del acceso camal sexual prohibido se concretiza cuando los actos previos
tienen la finalidad de lograr el acto o acceso carnal sexual, mas no se dará tal
situación cuando dichos actos previos tengan como objetivo cualquier otro tipo de
acercamiento sexual. Es necesario el animus violandi(852). Hay tentativa cuando,
por ejemplo, el violador es sorprendido por los vecinos de la vivienda donde se
realizaba el hecho, en el momento mismo que empezaba la penetración de su
miembro viril en la cavidad vaginal de la víctima.

El acceso carnal sexual haciendo uso de partes del cuerpo u objetos con apariencia
de pene, también podrá ser objeto de tentativa. Ello ocurrirá, por ejemplo, cuando el
agente es sorprendido en los instantes que dolosamente pretende introducir algún
objeto o parte del cuerpo en la cavidad vaginal o anal del sujeto pasivo en un
determinado contexto sexual.
No obstante, aparte de la tentativa idónea, en doctrina se reconoce la existencia de
la tentativa in idónea o imposible por la falta de idoneidad del medio empleado
(amenaza inidónea, etc.), o por aspectos fisicos del agente (cuando el agente es
varón y no se le erecta el miembro viril con el cual pretendía acceder carnalmente a
su víctima). Estos supuestos, al no poner en peligro real o concreto al bien jurídico
protegido no son punibles. En tal sentido se ha pronunciado nuestra Suprema Corte
en la Ejecutoria Suprema del 28 de mayo de 1996, cuando afirma que "si el acusado
no pudo violar a la agraviada porque no se le erecto el miembro viril, se configuraría
la tentativa imposible por ineficacia del medio empleado, no siendo punible,
evidenciándose una clara contradicción con la parte resolutiva de la indicada
resolución en donde se le condena por el delito de violación de la libertad sexual en
perjuicio de la referida agraviada" (853). No obstante, consideramos que esta última
circunstancia tendrá tal efecto cuando no se trate de una incapacidad transitoria
originada por los mismos ajetreos del evento (cansancio derivado por la prolongada
resistencia del sujeto pasivo), pues en este caso, estaremos ante una tentativa
idónea.

Eri aplicación del artículo 18 del Código Penal, el desistimiento por parte del sujeto
activo de lograr la consumación del delito sexual, elimina la punibilidad de la
tentativa, dejando vigente la punibilidad de los delitos que se han consumado al
hacer uso de procedimientos encaminados a lograr el acceso carnal sexual, como
serían las lesiones causadas por la violencia empleada.

7.1. La tentativa en el delito de acceso carnal sexual por amenaza grave

En la práctica judicial resulta dificil identificar la tentativa del delito de acceso carnal
sexual cuando el agente, con la finalidad de lograr su objetivo de satisfacer su
apetencia sexual, solo hace uso del medio típico de "amenaza grave".
En efecto, parece que no hay problemas cuando haciendo uso de la violencia se
realizan actos directamente ordenados a lograr el acto sexual o análogo, como el
desnudarse o el desnudar a la víctima, u otros de contenido lascivo como besar o
tocar las partes íntimas del cuerpo del sujeto pasivo. Tampoco hay mayores
problemas cuando se verifica que se dio inicio al uso de la violencia, como ocurre
cuando se arroja al suelo a la víctima, o se la introduce en un vehículo para
trasladarla al lugar donde la consumación habrá de producirse, o se la lleva
violentamente a un lugar despoblado o al interior de una vivienda con la intención de
hacerle sufrir el acceso carnal sexual no deseado, etc. Son los casos que con mayor
frecuencia se aprecia la tentativa en este delito. La proximidad del autor con la
víctima, que el uso de la violencia lleva consigo, no deja lugar a dudas respecto de
que ya ha comenzado el peligro para el bien jurídico.
Sin embargo, no sucede lo mismo cuando el agente para lograr su objetivo de
carácter sexual, se vale de la amenaza grave, la misma que como es natural se
realiza a cierta distancia de la víctima, o incluso por medio de comunicación
telefónica o escrita. Circunstancias que imposibilitan hablar de proximidad espacio-
temporal o de un peligro ya iniciado para la persona agraviada. En estos supuestos,
pese que se ha verificado o realizado un acto de amenaza grave, la ejecución aún
no ha comenzado. Solo se considerará tentativa cuando aparte de la amenaza,
existan actos ejecutivos tendientes a lograr el acto sexual buscado por el agente.
Por ejemplo, encuentro entre el agente y el sujeto pasivo en el lugar donde habrá de
realizarse el acceso carnal sexual al cual accedió la víctima para evitar el mal
anunciado.

8. CONSUMACIÓN

La consumación del delito es la verificación real de todos los elementos del tipo
legal. O mejor dicho, es la plena realización del tipo con todos sus elementos. En el
delito de acceso carnal sexual, la consumación se verifica en el momento mismo que
se inicia el acceso carnal sexual propiamente dicho, es decir, la introducción o
penetración del miembro viril en la cavidad vaginal, bucal o anal o, en su caso, la
introducción de partes del cuerpo u objetos con apariencia de pene en la cavidad
anal o vaginal de la víctima, sin importar que se produzca necesariamente ulteriores
resultados, como eyaculaciones, ruptura del himen, lesiones o embarazo.

En este sentido, no interesa si la penetración o introducción es completa o parcial,


basta que ella haya existido real y efectivamente para encontrarnos frente al delito
consumado. En parecida línea conceptual, el vocal supremo Javier Villa Stein (854),
antes que se produjera la modificatoria de los delitos sexuales, enseñaba que se
consuma la violación sexual con la penetración parcial o total del pene en la cavidad
vaginal, anal o bucal, de la víctima obligada. No se requiere eyaculación -seminatio
intra vas- ni rotura de himen.
Los términos "introducción" o "penetración" deben entenderse bajo dos aspectos:
primero, cuando el miembro viril del varón agresor se introduce en la cavidad
vaginal, anal o bucal de la víctima o, en su caso, cuando alguna parte del cuerpo u
objeto es introducido en la cavidad vaginal o anal de aquella. Y segundo, cuando
alguna de aquellas cavidades viene a acoplarse en el pene del varón agredido
sexualmente, así como en el objeto o parte del cuerpo que se utiliza para lograr
alguna satisfacción sexual.
El acceso carnal por vía vaginal implica que el órgano genital del varón, objeto o
partes del cuerpo se introduzca o penetre en la vagina de la mujer, o esta se acople
a aquellos instrumentos, exigiéndose para la consumación que el pene, objeto o
parte del cuerpo hayan superado el umbral de los labios mayores. En el acceso
carnal por vía anal se exige que el órgano genital del varón, objetos o partes del
cuerpo se introduzcan o penetren en el recto de la víctima o, en su caso, el ano se
acople a los citados instrumentos penetrantes, no siendo suficiente el mero roce o
contacto. Finalmente, en el acceso carnal por vía bucal, se requiere que el pene se
introduzca en la boca del o la víctima (855).

9. AUTORÍA

9.1. Cuestión previa

Antes de las modificaciones legislativas de los delitos sexuales ocurridas en España


y Argentina, era dominante la línea doctrinal que enunciaba que la violación sexual
es un delito de propia mano. Solo puede ser autor en sentido estricto el que realiza
la acción corporal descrita en el tipo penal, esto es, el acceso carnal, y solamente lo
puede hacer el varón titular del miembro viril, único instrumento penetrante. De
modo que en este tipo de delitos no es admisible la auto ría mediata, la coautorÍa,
así como tampoco la comisión por omisión. Sostiene esta posición doctrinal que
cuando en el acto sexual violento, aparte del que accede carnalmente, participan
dos o más personas en contra de la víctima, se aplicaran las reglas generales de la
participación como sea razonablemente posible, imputando a los partícipes el delito
de violación sexual a título de instigación, complicidad necesaria o complicidad
secundaria, ello de acuerdo al caso concreto (856).

Posición ampliamente debatida y abandonada que nadie sostiene con crédito


científico (857). En nuestro sistemajurídico penal impuesto por el Código Penal de
1991 y mucho más con la promulgación de la Ley NQ 28251 que modificó la
sistemática de los delitos sexuales, aquella posición no tiene consistencia hasta por
tres fundamentos:
Primero, al constituirse la libertad sexual como el bien jurídico protegido en el delito
de acceso camal sexual, nada se opone razonablemente que la mujer, sin tener el
instrumento penetrante, muy bien, pueda limitar, restringir anular y vulnerar la
libertad sexual del sujeto pasivo e imponer por la fuerza violencia grave el acto
sexual.
Segundo, al preverse como modalidades de los delitos sexuales los supuestos de
introducción de objetos o partes del cuerpo en la vagina o ano de la víctima, es
perfectamente posible que la mujer sin ser titular del instrumento penetrante como
es el pene, materialice la conducta de lesionar la libertad sexual, introduciendo, por
ejemplo, una prótesis sexual en el ano de un varón.

Tercero, al haberse impuesto en nuestro sistema jurídico penal (artículo 23 del


Código Penal de 1991), la teoría del dominio del hecho para sustentar la auto ría, la
coautoría y la figura de la participación delictiva, es fácticamente posible que la
mujer sin tener el órgano penetrante natural como es el pene, se constituya en
autora o coautora del delito de acceso carnal sexual prohibido. Por ejemplo, será
coautora cuando haciendo uso de la violencia, sujeta o inmoviliza a la víctima a fin
que un tercero le acceda sexualmente. Aquí aplicando la teoría del reparto de roles o
funciones en la ejecución del delito, es factible que una mujer se constituya en
coautora del delito de acceso carnal sexual.

9.2. AutorÍa

En doctrina, la categoría de la autoría se explica mejor de acuerdo a sus clases:

a. A utoria directa o inmediata

Se define al autor como aquella persona natural que tiene el dominio, señorío o
riendas del hecho, es decir, aquel sujeto que tiene poder de conducción de todo el
acontecimiento o suceso, de forma tal que le es posible encauzarlo hacia el fin
determinado previamente. En otros términos, autor es aquel que con sus propias
manos realiza el hecho en forma directa. Es decir, aquel que" decide en líneas
generales el sí y el cómo de su realización" (858). En el delito que nos ocupa, será
autor aquel sujeto que haciendo uso de la violencia o amenaza grave sobre la
víctima le anula su libertad sexual y le accede carnalmente.
En la doctrina, a la figura de la autoría también se le denomina: autor inmediato,
autor directo, autor principal, autor propiamente dicho, ejecutor o autor principal. A
este aspecto se refiere el legislador al emplear locuciones como "el que", "la
persona", "quien", etc., cuando construye y redacta los supuestos de hecho de la
norma penal y que, en su oportunidad, también se denomina sujeto activo o agente
(859).

b. Autoria mediata

El supuesto de la autoría mediata previsto en el artículo 23 del Código Penal se


configura cuando el agente, valiéndose, haciendo uso o "por medio de otra persona"
que actúa como instrumento, realiza la conducta prohibida. En esta forma de autoría,
el dominio del hecho requiere que todo el proceso ejecutivo se desenvuelva como
obra de la voluntad rectora del "hombre de atrás", quien -gracias a su influjo- debe
tener en sus manos al intermediario; por eso se conocen estos casos como de
dominio de la voluntad.

Se entiende que el intermediario material solo actúa como instrumento y, por tanto,
subordinado al autor mediato; aquel debe actuar en una causal de atipicidad o de
justificación y, excepcionalmente, de inculpabilidad. Por el contrario, si en un caso
concreto se llega a determinar que el supuesto instrumento o intermediario tiene
dominio del hecho o lo comparte con el que le ordena, se excluye el supuesto de
auto ría mediata, adecuándose su conducta a otro forma de concurso de persona en
la conducta punible (860).

Expuesto así los fundamentos de la autorÍa mediata y teniendo en cuenta que el


delito de acceso carnal sexual no es necesariamente de comisión directa o "de
propia mano", se concluye que es admisible la auto ría mediata. Esta hipótesis de
comisión delictiva se configurará en todos aquellos casos en los cuales el autor
utiliza a otro sujeto como instrumento para involucrar de modo violento a la víctima
en un contexto sexual determinado. Incluso, es posible que se configure cuando es
la propia víctima la obligada en forma violenta o intimidada por el autor para la
realización sobre sí misma del acceso carnal de, por ejemplo, partes de su cuerpo u
objetos con apariencia de un pene (861).

C. Coautoría
Se consideran coautores a todos aquellos sujetos que forman parte en la ejecución
del hecho punible, en codominio del hecho (dominio funcional del hecho). El artÍCulo
23 del Código Penal se refiere a la coautorÍa con la frase "los que lo cometen
conjuntamente".

La coautorÍa exige la presencia de dos requisitos: decisión común y realización de la


conducta prohibida en común (división de trabajo o roles). Los sujetos deben tener la
decisión común de realizar el hecho punible y sobre la base de tal decisión,
contribuir con un aporte objetivo y significativo en su comisión o realización. El
aporte objetivo se encuentra en una relación de interdependencia funcional asentada
sobre el principio de la división del trabajo, es decir, que cada coautor complementa
con su parte en el hecho la de los demás en la totalidad del delito, formándose un
todo unitario atribuible a cada uno de ellos (862). Esto trae como consecuencia que
la responsabilidad de cada coautor se limita al hecho colectivo y los excesos o
hechos suplementarios, ejecutados por fuera del plan acordado, solo afectan al
interviniente que lo haya realizado por sí solo.

Por ejemplo, si uno de los participantes del acceso carnal sexual, después de
efectuado el hecho, de motu proprio, decide llevarse todas las joyas de oro que
portaba la víctima, solo a este se le imputara el delito de hurto o robo, según como
se haya producido la sustracción. Igual ocurre cuando, por ejemplo, uno de los
concurrentes del asalto sexual, después de producido el acto en contra de la libertad
sexual, de motu proprio y pensando que la víctima le ha reconocido, le ocasiona su
muerte: Aquí, solo a este último sujeto se le imputará y, por ende, se le procesará
por el delito de asesinato en la modalidad de "matar para ocultar otro delito" prevista
en el inciso 2 del artículo 108 del Código Penal.

En esa línea, en el caso que dos a más personas participen en la comisión del delito
de acceso carnal sexual, todas responderán a título de coautores así uno o varios de
ellos no hayan realizado el acto sexual con la víctima, limitándose solo, por ejemplo,
a sujetar a la víctima o inmovilizarla. En este supuesto delictivo, solo será suficiente
verificar la decisión común de todos los concurrentes en la realización del acto
sexual ilícito y además, que cada uno de ellos haya hecho un aporte significativo o
decisivo para facilitar la penetración o introducción del miembro viril en el boca, ano
o vagina de la víctima, así como la introducción de objetos o partes del cuerpo en la
cavidad anal o vaginal del sujeto pasivo.
El vocal supremo javier Villa Stein (86~), siguiendo al profesor Alemán Hans Heinrich
jescheck, tratando de adecuar su posición a la línea doctrinal que considera que el
delito de violación sexual es de "propia mano", sostiene que en este supuesto
delictivo es obvio que quien sujeta con base a un acuerdo común, realiza de mano
propia y de manera absolutamente responsable, un elemento del tipo. No obstante,
ninguno necesita reunir por sí mismo todos los elementos del tipo, pues cada uno de
ellos, debido a la resolución conjunta y en el marco de la misma, se le atribuyen las
contribuciones de los demás intervinientes como acción propia.

En el mismo sentido, Bramont-Arias Torres/García Cantizano (864) luego de advertir


que la doctrina está dividida en este punto, consideran que sobre la base de los
principios que impone la teoría del dominio del hecho, la persona que se limita a
sujetar para que otra persona realice el acto sexual responderá como coautor del
delito de violación, siendo totalmente indiferente que la persona que sujete sea
hombre o mujer, puesto que en ambos casos será coautor.

En cuanto a la práctica judicial, nuestra Corte Suprema, por Ejecutoria del 15 de


setiembre de 1998, establece un precedente jurisprudencial importante al considerar
que es coautor aquel que si bien no realiza el acto sexual, presta colaboración
decisiva en la comisión del injusto penal, ello debido al principio de reparto funcional
de roles. En efecto, en el argumento pertinente se indica "que, de conformidad con
los hechos establecidos en el proceso, se advierte que la intervención del
encausado Marco Antonio Saavedra Timana, no ha sido simplemente coadyuvante,
sino que contribuyó decisivamente a la ejecución del evento delictivo, lo que
determina que su condición es la prevista en el artículo veintitrés del Código Penal
en virtud al principio de reparto funcional de roles, por el cual las distintas
contribuciones deben considerarse como un todo y el resultado total debe atribuirse
a cada coautor, independientemente de la entidad material de su intervención y no
como partícipe como se califica en la recurrida, desprendiéndose diáfanamente que
hubo un concierto de voluntades entre los encausados" (865).

En el mismo sentido, la Ejecutoria Suprema del 17 de junio de 2003 argumenta que"


asimismo se advierte el concierto de voluntades para anular la resistencia de la
víctima y obtener el acceso carnal propuesto; que esta coautoTÍa resultó idónea
para la consumación del delito, ya que fácilmente doblegaron el estado de defensión
de la víctima; por ello este concurso de sujetos activos resultó notable por que han
originado mayor riesgo lesivo para la víctima" (866).

10. PARTICIPACIÓN

Lo expuesto de ningún modo deja sin aplicación las reglas de la participación


previstas en el artículo 25 del Código Penal. Se entiende por participación la
cooperación o contribución dolosa a otro en la realización de un hecho punible. El
cómplice o partícipe se limita a favorecer en la realización de un hecho ajeno. Los
partícipes no tienen el dominio del hecho, ello lo diferencia totalmente de las
categorías de autorÍa y coautorÍa. Según el grado de contribución del cómplice, la
participación se divide en dos clases:

Primero, la complicidad primaria que se configura cuando la contribución del


partícipe es necesaria o imprescindible, es decir, cuando sin ella no se hubiera
realizado el hecho punible. Es un supuesto de complicidad primaria cuando por
ejemplo, el partícipe conduce a la víctima con engaños a un paraje solitario en
donde esperan otros que realizaran el acceso camal. Aquí sin la intervención de
aquel, el acceso camal violento no se hubiese producido, pues la víctima no hubiese
llegado al lugar de los hechos.

Segundo, la complicidad secundaria se configura cuando la contribución del


partícipe es de naturaleza no necesaria o prescindible, es decir, se
produce cuando sin contar con tal contribución el hecho delictivo se hubiera
producido de todas maneras. Este supuesto de complicidad se configura cuando por
ejemplo, el partícipe solo se limita a vigilar para que otro sin contratiempos realice el
acceso carnal sexual con la víctima. Aquí la participación es prescindible, pues
incluso sin la participación de aquel se hubiese consumado el delito.

Otra forma de participación es la instigación prevista en el artÍCulo 24 del Código


Penal. Se configura la instigación cuando una persona dolosamente, determina a
otro a cometer un hecho punible. Esto es, se presenta cuando una persona influye,
persuade, paga o utiliza cualquier medio para determinar a una tercera persona
acceda sexualmente a la VÍctima (867). Es decir, el instigador es quien se limita a
provocar en el autor la resolución delictiva sin tener el dominio del hecho,
circunstancia que lo distingue del coautor.

Aquí cabe dejar establecido que las conductas que comúnmente se denominan
"penalmente irrelevantes" y que el profesor Caro John (868) lo etiqueta como
"conductas neutrales", "conductas cotidianas", "conductas adecuadas en un rol" o
"conductas estereotipadas", no se subsumen en alguno de los supuestos de la
participación delictiva. En tal sentido, el administrador del hotel donde se hospeda
una pareja al parecer sin problemas y luego se produce el acceso sexual violento de
uno sobre el otro, de modo alguno podría ser implicado en el delito ni como cómplice
secundario.

12. CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTE S DEL DELITO DE ACCESO CARNAL


SEXUAL

La modificación del artículo 170 por la Ley Nº 28704 en abril de 2006, incorpora a las
ya existentes, más circunstancias que agravan el delito de acceso carnal sexual.
Veamos enseguida en qué consisten cada una de ellas:

11.1. Asalto sexual con el concurso de dos o más sujetos

En primer término, hay que advertir que una bondad de la Ley.Nº 28704 lo constituye
el hecho de haber separado dos circunstancias agravantes del delito de acceso
carnal sexual que pese a la incesante advertencia de la
doctrina (869), legislativamente venían juntas. En efecto, desde la entrada en
vigencia del actual texto punitivo, se configuraba el delito de acceso carnal sexual
agravado cuando en su comisión participan dos o más personas y haciendo uso de
algún tipo de arma. Era exagerada e irrazonable la posición asumida por el
legislador, pues a todas luces ambas circunstancias por sí solas le dan gravedad al
hecho. Es decir, de la forma como aparecía redactado la circunstancia agravante,
para su configuración se requería dos condiciones: la concurrencia de dos o más
sujetos y el uso de algún tipo de arma. Esto sin duda generó que hechos reales de
acceso carnal sexual agravado, se califiquen por la autoridad fiscal y judicial como
delitos de acceso carnal sexual simple o básico.
Posición que, muy bien, pudo ser corregida por el legislador de la Ley NQ 28251 de
junio de 2004, si aquél hubiese sido consecuente con la legislación española o
argentina que le sirvió de referente, no obstante ello inexplicablemente no sucedió
(870).

No obstante, con la Ley NQ 28704, tal criticada posición del legislador ha cambiado
radicalmente. En efecto, ahora se agrava el acceso carnal sexual prohibido cuando
el sujeto activo, para conseguir su objetivo de lesionar la libertad sexual de su
víctima, actúa con el concurso de otro o más sujetos.

El concurso de dos o más sujetos que exige el tipo penal, debe ser en el hecho
delictivo mismo en que se produce el acceso carnal sexual. No antes ni después, y
ello solo puede suceder cuando estamos ante la coautoría. Los instigadores o
cómplices no sirven para cumplir las exigencias de las agravantes. Los instigadores
no cometen el delito, lo determinan. Los cómplices tampoco cometen el delito, solo
colaboran o auxilian a los que realmente realizan el hecho punible. Los instigadores
y cómplices no tienen el dominio del hecho. En suma, la agravante se configura
cuando dos o más personas participan en calidad de coautores del delito sexual. De
tal modo, Castillo Alva (871) enseña que no es suficiente una complicidad simple o
una cooperación necesaria o una instigación para estimar la agravante, sino que
debe tratarse de un caso de coautoría en donde el dominio del hecho se encuentre
en manos de varios sujetos en el sentido de una contribución de funciones y de
roles, en virtud de la cual cada uno determina con su aporte la mayor gravedad del
injusto.

Caro Coria (872) tiene posición diferente al sostener que cuando se exige la
concurrencia de dos o más sujetos no necesariamente se requiere que las dos o
más personas intervengan en calidad de coautores, es suficiente para la agravante
por ejemplo, la intervención de un autor y un cómplice secundario que participa en la
ejecución de la violación sexual. Tal posición excluye de la agravante la simple
ayuda en la preparación o la instigación, toda vez que tales actos positivos no
satisfacen la exigencia del tipo penal que el acceso carnal sexual prohibido debe
ejecutarse (realizarse) por dos O más sujetos.
Esta circunstancia agravante se fundamenta en la misma imposibilidad de defensa
que experimenta la VÍctima frente a un hecho de plural participación y en la mayor
potencialidad lesiva para el bien jurídico "libertad sexual" que importa el ataque de
un grupo de personas (875).

11.2. El acceso carnal sexual se realiza a mano armada

Esta agravante se configura cuando el agente con la finalidad de satisfacer su


apetito sexual, somete a su víctima al acto sexual violento utilizando un arma. El
arma puede ser un revólver, metralleta, arcos, ballestas, puñales, hachas,
verduguillos, cuchillo, picos, martillos, vidrios, etc. El uso del arma tiene por finalidad
vencer la resistencia u oposición contraria de la víctima. El arma puede ser propia o
impropia (874). Lo que interesa es el aumento del poder agresivo en el autor y, a su
vez, la mayor intimidación que ejerce sobre la víctima (875).
La agravante se fundamenta en el hecho concreto que el uso de un arma no solo
mejora la posición del agente, sino que también, disminuye ostensiblemente los
mecanismos de defensa del sujeto pasivo. Según la redacción de la agravante, no
se exige el real uso del arma en la ejecución del acceso camal sexual no deseado
por la VÍctima. Es suficiente el simple enseñar, mostrar o blandir en gesto intimidante
determinada arma (876). No debemos soslayar que el uso del arma puede ser tanto
para ejercer violencia sobre la VÍctima como para amenazada, pues ambos
mecanismos configuran el delito de asalto sexual El uso de un arma en cualquiera
de estos mecanismos configura la agravante. No cabe duda que el uso de arma para
violentar o amenazar tiene mayor poder de convicción para vencer y reducir a la
VÍctima que la simple violencia o amenaza.

11.3. El agente se haya prevalido de cualquier posición, cargo o parentesco

Se configura esta agravante cuando el agente somete al acto camal sexual a su


víctima, aprovechando la posición de ventaja o superioridad que tiene sobre ella. Así
también, se configura la agravante cuando el agente aprovechando el cargo que le
da particular autoridad sobre la víctima, la somete al acceso carnal (puede darse en
el caso de tutores; curadores, trabajadores del hogar, empleados, obreros ete.).

a. El acoso u hostigamiento sexual

En el supuesto agravante que se interpreta se subsume aquellos actos sexuales que


se producen a consecuencia de los "acosos sexuales", también denominados
"hostigamiento sexual" o "chantaje sexual", el mismo que el artículo 4 de la Ley Nº
27942 de 27 de febrero de 2003 conceptualiza como "la conducta física o verbal
reiterada de naturaleza sexual no deseada y/o rechazada, realizado por una o inás
personas que se aprovechan de una posición de autoridad o jerarquía o cualquier
otra situación ventajosa, en contra de otra u otras, quienes rechazan estas
conductas por considerar que afectan su dignidad así como sus derechos
fundamentales".

En este ámbito resulta importante poner de relieve que si el hostigamiento sexual


logra su objetivo final, cual es acceder sexualmente a la persona objeto del acoso u
hostigamiento, se configurará el delito de asalto sexual agravado, en cambio, si pese
al hostigamiento reiterado no se produce el acceso camal sexual, el delito agravado
no se configura. En este supuesto solo se aplicará la Ley Nº 27942 y, por tanto, la
víctima podrá recurrir a la autoridad competente y solicitar el cese del hostigamiento,
y, de ser el caso, reclamar la correspondiente indemnización. Posición contraria
sostiene Celia Suay Hemández (877) quien interpretando la legislación española,
afirma que si el acto sexual perseguido por el acosador no se consuma o realiza, el
hecho quedará en grado de tentativa.

El supuesto de tentativa solo se presentará cuando el agente luego del


hostigamiento sexual comienza a realizar actos materiales dirigidos específicamente
a limitar la libertad sexual de su vÍCtima por medio del acceso carnal sexual
prohibido. Si, por el contrario, en un hecho concreto no se verifica el inicio de la
realización de aquellos actos materiales, la tentativa no aparece quedándose aquel
hecho solo en actos de acoso u hostigamiento sexual.

La agravante es de aplicación para aquellos jefes que por ejemplo, luego de acosar
u hostigar sexualmente a sus subordinados (empleados, obreros, peones,
trabajadores del hogar), los someten al acto sexual, haciendo uso de grave amenaza
a ser despedidos del trabajo o para aquellos profesores que luego de intimidar a sus
alumnos que bien pueden ser varones o mujeres, con jalarlos en el curso, los
someten al acceso camal sexual, casi siempre después de un acoso sexual
sistemático, etc.

Aquí cabe alegar que el agregado efectuado por nuestro legislador al inciso segundo
del tercer párrafo del artÍCulo 170 por la Ley Nº 28963, resulta innecesario, pues
tales supuestos ya estaban regulados. El legislador nacional, como para no perder la
dañina costumbre: en lugar de ocupar su tiempo en cuestiones más trascendentes
para el país, distrae su tiempo y esfuerzos en situaciones ya reguladas.

El fundamento de esta agravante se encuentra en el quebrantamiento de la


confianza y en la violación de los deberes particulares inherentes al cargo o
posición, así como en la vulneración de las obligaciones asumidas voluntariamente
por el autor respecto de la victima.

b. El parentesco como agravante


De igual forma se perfecciona la agravante cuando el sujeto activo somete al acto o
acceso carnal a su VÍctima aprovechando una relación de parentesco por ser
ascendiente, cónyuge de este, descendiente o hermano, consanguíneo o por
adopción o afines de aquella (878). Esta agravante subsume aquellos hechos por los
cuales algunos padres con el cuento que brindan protección y alimento a sus hijas,
haciendo uso de la violencia o amenaza grave, las someten al acto o acceso carnal
sexual; o para aquellos hermanos mayores que por la violencia o intimidación
obligan a sus hermanas menores a practicar el acto sexual o también, por ejemplo,
para aquellos abuelos que por medio de la fuerza 5sica someten al acceso carnal
sexual a sus nietas o nietos, aprovechando muchas veces que se quedan solos con
ellos en sus viviendas.
En suma, la agravante es de aplicación a los autores del acceso carnal sexual
cuando la víctima es su madre o padre, hijo o hija consanguínea o adoptiva, nieto a
nieta, hermano o hermana, nuera, yerno, suegra o suegro. Es indispensable que el
agente conozca el vínculo que le une con la VÍctima. El error sobre esta
circunstancia excluye el dolo del tipo agravado, subsistiendo el supuesto del tipo
básico.
El fundamento de la agravante reside en la vulneración o lesión del bien jurídico
"libertad sexual", así como del VÍnculo de parentesco natural que exige al autor el
resguardo o protección sexual de la VÍctima (879).
Sin duda, las consecuencias físicas y psicológicas en la salud de la VÍctima de un
acceso carnal sexual incestuoso son sumamente graves, especialmente cuando se
produce en menores. "Los médicos han consignado algunos de los síntomas del
daño físico inflingido por el incesto, que son, entre otro, el mal control de los
esfínteres, el desgarramiento anal o vaginal, las enfermedades de transmisión
sexual y el embarazo a una edad prematura. También son perjudiciales los afectos
psicológicos a largo plazo, que se manifiestan en problemas de conducta. Además,
los niños de quienes se ha abusado abusan a su vez de sus propios hijos con
alarmante regularidad" (880).

Aquí resulta importante dejar establecido que por la forma de redacción de la


agravante en análisis, se excluye o no abarca el acceso carnal violento ocurrido
entre cónyuges. Es decir, para nuestro sistema jurídico, el asalto sexual de un
cónyuge en contra del otro no constituye circunstancia agravante, sino, por el
contrario, como veremos más adelante, por cuestiones de política criminal constituye
una especie de minorante. En cambio, por ejemplo, en el sistema penal colombiano
se prevé en forma expresa que el asalto sexual entre cónyuges configura
circunstancia agravante (881).

11.4. Agravante por calidad o cualidad especial del agente

El inciso tercero de la segunda parte del artículo 170 prevé que se agrava el delito
de acceso carnal sexual cuando en su condición de miembro de las Fuerzas
Armadas, Policía Nacional, serenazgo, policía municipal o vigilancia privada, el
agente en pleno ejercicio de su función pública de brindar seguridad a los
ciudadanos, somete al acto o acceso carnal sexual violento a la víctima.

La agravante se configura siempre y cuando el acceso carnal sexual violento se


haya producido cuando el agente ejercía la función pública de brindar seguridad. En
tal sentido, con el argentino Jorge Buompadre (882), razonablemente podemos
sostener y enseñar que no es suficiente que el agente reúna la condicion personal
que exige el tipo penal al momento de los hechos, sino es necesario que el acceso
carnal se haya producido en el tiempo que el sujeto activo estaba ejecutando o
realizando sus labores o actividades diarias en el marco de su competencia
funcional y territorial. Caso contrario, si por ejemplo, un miembro de la Policía
Nacional realiza el acto sexual bajo violencia en su "día de franco", solo será
denunciado y sentenciado, de ser el caso, por acceso carnal sexual simple. La
agravante no se configura.

El fundamento de esta agravante se explica en el hecho que aquellos grupos de


personas ejercen función pública consistente en brindar seguridad y protección a los
ciudadanos. De modo que si en lugar de ejercer su función encomendada y confiada
normalmente, haciendo uso de la violencia o amenaza grave, someten al acto sexual
a su víctima, aparte de lesionar el bien jurídico "libertad sexual" afectan gravemente
la confianza brindada, ya sea por parte del Estado o de un tercero que los contrató,
en el caso de vigilancia privada.
Asimismo, sirve de fundamento la posición de poder o de dominio que representan
los efectivos de las fuerzas armadas o Policía Nacional, por ejemplo, ante terceros,
quienes fácilmente ven debilitadas sus defensas frente al ataque sexual.

11.5. Víctima con edad entre 14 y 18 años

(Esta agravante ha sido derogada por la Ley NQ 28704, sin embargo no lo


suprimimos, pues debido que esperamos que la razón se imponga)
Se configura la agravante cuando el agente por medio de la violencia o amenaza
grave, somete al acceso camal sexual a una persona que tiene una edad
cronológica entre 14 y 18 años de edad. Es decir, la agravante aparece cuando la
VÍctima tiene una edad mayor a los 14 años cumplidos y menor a los 18 años. Un
ejemplo que puede servir para configurar la agravante, con fines pedagógicos, es el
caso que un medio televisivo puso al descubierto y lo propaló hasta el extremo de
llevado a los tribunales de justicia, en el cual un congresista de la República, abusó
o intentó abusar sexualmente de una menor de 16 años de edad (Caso: Torres
Caya).

Si se verifica que la VÍctima, al momento de producido el hecho, tenía una edad


cronológica menor a los 14 años, el agente será autor del delito de acceso carnal
sexual de menor debidamente sancionado en el artículo 173 del Código Penal. En
cambio, si se verifica que la víctima, al momento de los hechos, tenía una edad
superior a los 18 años, se excluirá la agravante subsumiéndose los hechos al tipo
básico de acceso camal sexual prohibido.

El fundamento de la agravante reside en la circunstancia concreta que los


adolescentes, varón o mujer, tanto por su contextura física como por su desarrollo
psicológico alcanzado, aparecen más indefensos y débiles para resistir la violencia o
amenaza grave que utiliza el agente. El sujeto activo sabe de tales condiciones por
lo que su accionar se orienta a los adolescentes en la creencia firme que logrará su
objetivo de satisfacción sexual sin mayor dificultad. Es irrelevante penalmente
determinar si la víctima convive o no con el agente.

Se explica también la agravante por el hecho que un ataque a la integridad sexual


de un adolescente le causa mayor daño en su salud psicológica que, por ejemplo, un
ataque sexual a una persona ya mayor de 18 años. Actualmente, con el avance de
la psicología, nadie pone en duda que un asalto sexual sobre un o una adolescente
le ocasiona grave daño a su salud psicológica, dejando incluso secuelas
lamentables que muchas veces repercuten de modo negativo en su vida futura de
relación.

11.6. Agente portador de enfermedad de transmisión sexual

Esta circunstancia agravante se configura cuando el agente sabiendo que es


portador de una enfermedad de transmisión sexual (ETS) (885), haciendo uso de la
violencia o amehaza grave somete al acto o acceso carnal sexual a su víctima.
Se trata de una figura de peligro, pues no se exige necesariamente que el contagio
se haya producido, sino solo el peligro que el contagio se produzca. En forma
pedagógica con Fontán Balestra (884), podemos enseñar que la agravante requiere
la concurrencia de tres aspectos: a) que el autor sea portador de una enfermedad de
transmisión sexual. Para determinar si estamos ante una enfermedad de la clase
que exige el tipo penal, será indispensable el pronunciamiento de los expertos en
medicina legal. Solo ellos tienen la posibilidad de saber científicamente si el agente
es portador de alguna enfermedad de transmisión sexual; b) que con motivo del acto
sexual realizado haya existido peligro de contagio (885). El solo peligro de contagio
satisface la exigencia legal de la agravante. De esa forma, es irrelevante penalmente
verificar si en la realidad se produjo el contagio. Esta circunstancia solo servirá al
juzgador para graduar la pena al momento de imponerla al responsable; y c) que el
autor al consumar el acceso sexual haya tenido conocimiento de ser portador de la
enfermedad. El agente antes de consumar el asalto sexual debe conocer que es
portador de una enfermedad grave de transmisión sexual y no obstante, tal
conocimiento, realiza el acto sexual violento. A contrario sensu, si por ejemplo se
verifica que al momento que se produjeron los hechos, el agente no conoCÍa o
desconoCÍa que era portador de la enfermedad de transmisión sexual se excluirá la
agravante.
El fundamento de la agravante radica en el hecho que aparte de lesionar la libertad
sexual, el agente pone en peligro la salud de la víctima, toda vez que al someterlo a
la cópula sexual existe la firme posibilidad de contagiarlo o trasmitirle una
enfermedad de transmisión sexual grave en peIjuicio evidente de su salud.

11.7. Autor es docente o auxiliar de educación

Por la Ley 28704 se ha incorporado en el inciso 5 del artículo 170 del C.P. como
agravante del delito de acceso camal sexual de persona mayor la circunstancia que
se produce "cuando el autor es docente o auxiliar de educación del centro educativo
donde estudia la víctima". Esta agravante es innecesaria por dos motivos:

Primero, porque tal situación ya se encuentra previsto en el inciso 2 del artículo 170
cuando se menciona que se produce la agravante cuando el agente para "la
ejecución del delito se haya prevalido de cualquier posición o cargo que le dé
particular autoridad sobre la víctima ( ... )". Es decir, como en otras oportunidades
hemos insistido (886), la agravante es de aplicación para aquellos jefes que, por
ejemplo, luego de acosar u hostigar sexualmente a sus subordinados, los someten al
acto sexual, haciendo uso de grave amenaza de ser despedidos de su trabajo o para
aquellos profesores (de universidad, colegio, instituto, escuela, academia, etc.) que
luego de intimidar a sus alumnos con jalarlos en el curso o ponerles mala nota en su
comportamiento en caso de auxiliares, los someten al acceso carnal sexual. El
fundamento de esta agravante se encuentra en el quebrantamiento de la confianza y
en la violación de los deberes particulares inherentes al cargo o posición, así como
en la vulneración de las obligaciones asumidas voluntariamente por el autor respecto
de la víctima.

y segundo, porque sin duda el legislador ha introducido esta agravante en la


creencia de agravar la situación jurídica de aquel profesor o auxiliar de un colegio
que abusando de su cargo, por medio de amenaza o violencia, someta al acceso
camal sexual a sus alumnos. Al utilizar la nomenclatura de "centro educativo" se esta
refiriendo restrictivamente solo a las escuelas o colegios públicos o privados, lugar
donde están y estudian las personas generalmente hasta los 17 años de edad. Sin
embargo, al haberse previsto de modo irracional como delito de acceso camal
sexual sobre menor las conductas sexuales producidas con menores de 18 años, la
agravante referida deviene en innecesaria y de escasa utilidad práctica.

11.8. Muerte de la VÍctima

La muerte de la víctima a consecuencia del acceso carnal sexual violento, se


constituye en otra agravante, la misma que aparece tipificado en el artículo 177 del
Código Penal. La agravante se configura siempre y cuando el agente haya podido
prever aquel resultado. Aquí la muerte debe ser producto del acceso carnal sexual
prohibido, pudiendo haberse realizado durante la consumación o mateIialización del
abuso sexual o como consecuencia inmediata de tal hecho. Se trata de un resultado
preteIintencional. La muerte de la víctima es un acontecer culposo que no está en
los planes del agente, ni siquiera como resultado probable (887). Caso contraIio, si
llega a determinarse que el autor aparte de violentar sexualmente tenía planeado o
previsto la muerte de su víctima, esta agravante es desplazada por un homicidio
calificado o en su caso, por un concurso real de delitos: violación sexual y
homicidio ..
Nuestro Supremo Tribunal de Justicia ha sido claro en este aspecto.
En efecto, en la Ejecutoria Suprema del 4 de diciembre de 1990 se sostiene que uno
de los elementos para la configuración del delito de violación es que solo es posible
la violación sobre persona viva, dado que en caso contrario se configuraría un delito
imposible. Llegando a la conclusión de que en el artículo 177 del Código Penal se
acoge un supuesto de violación cualificada por el resultado muerte, que solo tendrá
aplicación cuando la muerte de la víctima se produce durante el acto sexual o a
consecuencia del mismo (888) o

De modo que si el agente mata a la víctima después de ocurIida el asalto sexual con
la finalidad que no lo denuncie, por ejemplo, no estaremos en la agravante sino ante
un asesinato en la modalidad de ocultar un delito precedente como es el acceso
sexual (artÍCulo 108 inciso 2 del C.P.). Esta línea interpretativa aparece en la
EjecutoIia Suprema del 31 de marzo de 1998, cuando la Sala Penal de la Suprema
Corte en un caso real donde concurren las agravantes: "muerte de la víctima",
"crueldad sobre la víctima" y víctima con edad entre 14 y 18 años", señala: "que, se
advierte de autos que el acusado Vicente Soto Mamani dio muerte a la menor
Leonor Quispe Condori después de haberla violado sexualmente, para ocultar este
atentado sexua~ en vista de haber sido reconocido por la mencionada agraviada
quien era su vecina, infiriéndole unas heridas punzopenetrantes en distintas partes
del cuerpo, conforme al protocolo de autopsia obrante a fajas treintiocho que,
asimismo, se advierte de autos que el mencionado acusado, actuando bajo el mismo
modus operandi, abusó sexualmente de la menor Socia Pilares Luna en un lugar
desolado a donde la condujo amenazándola con un arma blanca, procediendo luego
a darle muerte con la finalidad de ocultar la violación sexual mostrando crueldad al
haberle inferido varios cortes, entre ellos el que le produjo un seccionamiento del
paquete vásculo nervioso izquierdo que originó un shock hipovolémico, tal como se
describe en el protocolo de autopsia de fojas cuarenta; que, siendo el caso que los
hechos submateria han ocurrido de la manera descrita, es de observar que existen
dos momentos delictivos independientes uno del otro, en el que la violación sexual
es perpetrada en un primer momento, y en otro posterior el delito de homicidio pero
vinculado este último directamente al primer delito por el móvil de ocultar la violación
sexual precedente con la intención de procurar una impunidad, sin vacilar el agente
en sacrificar la vida de su víctima con tal de desaparecer todo medio probatorio que
pudiera contribuir a develar la autoría del primer ilícito; que, a lo anterior se suma el
hecho que las víctimas no obstante haber sido violadas sexualmente, fueron
asesinadas con el empleo de un arma blanca, causando así deliberadamente su
sufrimiento y dolor, por lo que se advierte que el agente ha actuado con gran
crueldad, debiendo adecuar su conducta delictiva dentro de los alcances de los
incisos segundo y tercero del artículo ciento ocho del Código Penal; que, de otra
parte, en vista que las referidas menores victimadas en el momento de la realización
del evento delictivo tenían dieciséis años de edad, conforme a las pruebas obrantes
a fojas ciento cuatro y ciento dieciséis, sus edades no permiten que se imponga al
acusado Soto Mamani la pena de cadena perpetua ( ... )" (889).

11.9. Lesiones graves en la víctima

También el artículo 177 del c.P. establece como circunstancia agravante el hecho
que a consecuencia del acceso carnal sexual el agente pudiendo prever el resultado,
le haya ocasionado lesiones graves a su víctima. La verificación de la agravante
exige que las lesiones causadas deban tener la magnitud de las lesiones tipificadas
en el artículo 121 del C.P., pudiendo ser atentados contra la integridad física o salud
mental de la víctima.

Es posible que se verifique la agravante cuando, por ejemplo, la víctima adolescente


(mayor de 14 años) a consecuencia del sorpresivo acceso carnal sexual
excesivamente violento queda con serias alteraciones mentales que requieren más
de treinta días de atención facultativa especializada o descanso para su total
recuperación.
Las lesiones deben ser consecuencia inmediata del asalto sexual. El resultado al
igual que la agravante anterior, es de naturaleza preterintencional. Las lesiones no
deben haber sido queridas ni buscadas por el autor, estas deben producirse a
consecuencia de un actuar culposo o negligente del violador sexual. Caso contrario,
si son producidas con dolo antes o después del acceso carnal sexual se excluirá la
agravante, apareciendo la figura de concurso real de delitos: acceso carnal sexual
prohibido con lesiones graves.

11.10. Crueldad sobre la Victima

Finalmente, el artículo 177 del c.P. prevé la circunstancia agravante que se configura
cuando el agente procede o actúa con crueldad sobre su víctima. Es decir, cuando el
agente realiza el acceso carnal sexual haciendo sufrir en forma inexplicable e
innecesaria a la víctima.
El acceso carnal sexual violento y con crueldad exige la concurrencia de dos
circunstancias que lo caracterizan: primero, que el sufrimiento ya sea físico o
psíquico de la víctima, haya sido aumentado deliberadamente por el agente. Este,
aparte de violentar la libertad sexual de su víctima, le anima o guía la intención de
hacerle sufrir; y segundo, que el padecimiento sea innecesario y prescindible para
lograr el acceso carnal sexual, poniendo en evidencia el ensañamiento e
insensibilidad del agente ante el dolor humano (890).

Sin duda, la concurrencia de las dos condiciones objetivas que exige la


configuración de la agravante, se desprenderá del modo, forma y circunstancias en
que actuó el agente y las consecuencias físicas o psíquicas con las que resultó el
sujeto pasivo después del asalto sexual.
El fundamento de la crueldad como agravante del delito de violación sexual, lo
constituye la tendencia interna intensificada con que actúa el sujeto activo al
momento de realizar el acceso sexual. No solo le guíá o motiva el querer violentar la
libertad sexual de la víctima, sino también le anima el firme deseo de hacer sufrir en
forma innecesaria a aquella.

Subcapítulo 2

Delito de acceso carnal sexual

12. ACCESO CARNAL SEXUAL VIOLENTO DENTRO DEL MATRIMONIO

Al consolidarse la libertad sexual como el bien jurídico protegido en los delitos


sexuales, se inició en la doctrina una interesante polémica a fin de determinar si se
configura el delito de asalto sexual cuando uno de los cónyuges o concubinos
haciendo uso de la violencia o amenaza grave, somete al otro a un acto sexual
violento.
Actualmente, en la doctrina se exponen hasta tres posiciones marcadas.
Por un lado se afirma que no constituye delito de acceso carnal sexual cuando uno
de los cónyuges obliga al otro a realizar el acto sexual por medio de fuerza o la
amenaza grave; otros consideran que tal supuesto no constituye delito salvo
excepciones y, finalmente, otros consideramos que el sometimiento a un acto o
acceso carnal sexual por medio de la violencia o amenaza grave de uno de los
cónyuges o concubinos por el otro, configura el delito en hermenéutica jurídica.
Repasemos enseguida de manera panorámica los argumentos que exponen cada
una de las posiciones:
12.1. No constituye delito
La primera posición que ha tenido vigencia por bastante tiempo, sostiene que no
constituye delito de acceso camal sexual cuando uno de los cónyuges obliga al otro
a realizar el acto sexual, haciendo uso para ello de la violencia o amenaza grave. Se
afirma: los cónyuges tienen derecho a la vida sexual común conferido por el
matrimonio. El empleo de la violencia o amenaza por uno de los cónyuges sobre el
otro, se justifica plenamente en mérito al hecho de hacer vida en común debido al
matrimonio o concubinato; en todo caso, al producirse un daño en el cuerpo o salud
de uno de los cónyuges por el empleo de la violencia a amenaza grave por parte del
otro, devendrá el delito de lesiones mas no el de asalto sexual.
Esta posición pretende encontrar su fundamento en la existencia del débito conyugal
que genera el VÍnculo del matrimonio. El profesor Roy Freyre (891) , amparándose
en nuestra normativa civil y comentando el Código Penal de 1924, enseñaba que las
relaciones sexuales son inherentes a la vida conyugal, constituyendo su
mantenimiento tanto un derecho como un deber de las personas unidas en
matrimonio.
El colombiano Humberto Barrera Domínguez (892) argumenta enfáticamente que "si
las violencias ejercidas por el marido sobre la esposa, constitutivo de un abuso de
derecho, son políticamente incriminables, bien puede hacerse a cualquier otro título,
pero no como violación, pues si de un acto sexuallegítimo se trata por corresponder
a los fines del matrimonio, mal puede deducirse un comportamiento antijurídico de
esa relación erótica".

En otras palabras, se sostiene que si bien el comportamiento es típico, está


justificado por el ejercicio normal de un derecho. Es decir, la conducta es típica pero
no antijurídica. El cónyuge agresor está amparado por la causa de la exclusión de lo
injusto por el ejercicio normal de un derecho como consecuencia de haber contraído
matrimonio.
En el Perú, esta posición doctrinaria tuvo real vigencia con el Código Penal de 1924.
Allí se excluía expresamente la sanción de la violación sexual realizada o efectuada
dentro del matrimonio, otorgándose de esa forma un derecho absoluto al cónyuge
varón de disponer de la sexualidad de su cónyuge. En efecto el artículo 196 del
Código Penal de 1924 prescribía que: "Será reprimido con penitenciaría o prisión no
menor de dos años, el que por violencia o grave amenaza obligara a una mujer a
sufrir el acto sexual fuera del matrimonio".

12.2. No se configura delito salvo excepciones

La segunda posición argumenta que en principio no se configura el delito de acceso


carnal sexual violento, pero de concurrir especiales circunstancias, el delito se
verifica. En consecuencia, debe hacerse una clara distinción de los casos especiales
en los cuales alguno de los cónyuges puede resistirse a realizar la cópula sexual,
siendo éstos los únicos casos susceptibles de tenerse como delito de acceso carnal
sexual.

El cónyuge tiene derecho a exigir del otro la unión sexual natural vía vaginal y el uso
de la violencia o amenaza grave no constituye delito de violación sexual; no
obstante, ello no excluye la existencia de responsabilidad por otros delitos (por
ejemplo, lesiones) e importen un ejercicio arbitrario de su derecho. En cambio,
acceso sexual anormal (vía bucal o anal), no estando dentro de débito conyugal,
constituye asalto sexual si es realizado por medio de violencia o amenaza grave.
También se afirma categóricamente: se verifica el hecho punible de violación cuando
el acto sexual se realiza con oposición del cónyuge pasivo por razones de profilaxis
o fisiología (contagio de un mal, por ejemplo) (893).
Por nuestra parte, a manera de premisa sostenemos que, negar la posibilidad
conceptual del delito de acceso carnal sexual dentro de la institución del matrimonio,
supone tanto como afirmar que el matrimonio es la tumba de la libertad sexual de los
contrayentes, es decir, con el matrimonio se acaba la libertad sexual, lo cual desde
todo punto de vista en un Estado Democrático de Derecho no tiene asidero jurídico,
tanto más si actualmente instrumentos internacionales consideran al abuso sexual
como una violación de los derechos humanos fundamentales y que, según el
Estatuto de la Corte Penal Internacional (artÍCulo 7), bajo ciertas circunstancias
especialmente graves, el acceso carnal sexual es un crimen de lesa humanidad
(894).

12.3. Se configura el delito de acceso carnal sexual

El matrimonio supone la unión de dos personas naturales e iguales en derechos y


obligaciones según lo prescribe nuestro ordenamiento jurídico del más alto nivel.
Esta equiparación llega hasta las relaciones íntimas que representan un acto de
soberanía. En consecuencia, un atentado contra la libertad sexual por uno de los
dos cónyuges o concubinos, constituye el delito de acceso carnal sexual, siendo
irrelevante el motivo de la oposición de la vÍCtima. Esta conclusión no admite duda
alguna (895).

En tal sentido, si el matrimonio es la unión voluntaria de dos personas iguales en


derechos y obligaciones y, la mayor de las veces, con las mismas pretensiones, no
puede ponerse en duda ni discutirse que esta igualdad alcanza hasta las relaciones
íntimas de la pareja. Circunstancia que representa un acto íntimo de soberanía de
cada uno de los participantes. La autonomía en esta esfera vale más que cualquier
compromiso matrimonial. Se ha superado aquellas épocas en que el ser humano se
encontraba sometido a costumbres y convenciones arbitrarias para dar paso a
posiciones que consideran que el ser humano está por encima de cualquier
convención o contrato civil (896), concluyéndose que quien atenta contra alguno de
sus atributos debidamente reconocidos por nuestro sistema jurídico daña su
personalidad y, en consecuencia, nace o aparece la obligación de indemnizarlo.
Sostener lo contrario es atentar contra el principio constitucional de respeto a la
dignidad de la persona humana (artículo 1 de la Constitución Política del Estado) e
implica vulnerar la prohibición constitucional: "Nadie debe ser vÍCtima de violación
moral, psíquica o física ( ... )" prevista en el párrafo "h" del inciso 24 del artículo 2 de
la Constitución peruana.

Ante la negativa de uno de los cónyuges o concubinos a realizar el acto carnal


sexual con su pareja, se puede solicitar el divorcio, la separación o cesación de la
obligación alimenticia, etc., mas no debe recurrirse a la violencia o amenaza grave
para someterlo. Eusebio Gómez, penalista argentino, sostenía que por respeto a la
dignidad humana, debe sostenerse que el marido que por medio de violencia física o
moral tiene acceso carnal sexual con su cónyuge, comete delito de violación.
No obstante, si bien es cierto la dignidad humana como fundamento para considerar
la configuración del delito de acceso sexual dentro del matrimonio, tiene cabida,
pues es su objetivo final, nosotros sostenemos que si bien, el matrimonio
debidamente incentivado y tutelado por nuestro sistemajurídico, envuelve el derecho
al acceso carnal sexual entre los contrayentes, de ningún modo aquel se constituye
en un derecho absoluto como para avasallar el derecho a la libertad que se
constituye en un bien jurídico predominante tan igualo parecido al derecho a la vida.
Sostener lo contrario importaría un contrasentido en el marco de un derecho penal
moderno y pluralista que rechaza y proscribe todo tipo de discriminación en razón de
la calidad, posición o condición del styeto pasivo (897).
Resulta aberrante, según nuestro sistema jurídico dominante, imaginar siquiera, que
el matrimonio sea la tumba de la libertad sexual de los cónyuges. Menos cabe
sospechar que el solo hecho del matrimonio convierta a uno de los cónyuges en un
instrumento sexual del otro.
En la misma línea, interpretando sistemáticamente nuestra legislación penal, se
desprende que igual como constituye el delito contra el cuerpo y la salud, las
lesiones graves, producidas por uno de los cónyuges al otro, también cometerán el
injusto penal de acceso carnal sexual al cónyuge que realiza el acceso sexual
utilizando la fuerza o amenaza sobre su pareja, quien se constituye en el styeto
pasivo del grave delito.

Esta posición, Olientó y guió al legislador del Código Penal vigente. Basta leer el tipo
básico de los delitos contra la libertad sexual, para advertir que en su redacción no
se hace distinción de sexo ni de estado al referirse al posible sujeto pasivo de la
conducta delictiva, circunscribiéndose a señalar a la persona natural. Igual
orientación ha motivado la modificación de junio de 2004. Posición acorde con los
lineamientos de un Estado social y democrático de Derecho, donde la libertad en sus
diversos aspectos es la regla. En igual sentido, Castillo Alva (898) sostiene que si
bien es cierto en el Código Penal vigente no se prevé ni se reconoce expresamente
la sanción de la violación dentro del matrimonio, se llega a dicha conclusión de la
mano tanto de una interpretación teleológica que toma en cuenta el sentido del bien
jurídico y la necesidad de respeto a la dignidad de la persona como de una
interpretación histórica, pues al haberse derogado la previsión que sancionaba la
violación sexual solo fuera del matrimonio, no queda otra alternativa que admitirla sin
lugar a dudas.

En efecto, cualquiera sea el motivo de la oposición para acceder al acto sexual con
su cónyuge o concubino, nadie tiene derecho a quebrantarlo ni menos haciendo uso
de la violencia o amenaza grave; de hacerlo aparecen los elementos constitutivos
del delito de acceso camal sexual debidamente regulado en el tipo penal del artículo
170 del código sustantivo.

En aplicación estricta de nuestra legislación penal, no puede alegarse con eficacia


jurídica, causa de exclusión de culpabilidad en el actuar doloso, invocando que se
actuó ejerciendo un derecho inherente al débito conyugal, pues solo cabe hablar del
ejercicio legítimo de un derecho cuando hay consentimiento, respeto a la dignidad y
libertad de la persona. El inciso 8 del artículo 20 del Código Penal no sirve como
amparo legal del que hace ejercicio abusivo de sus derechos, ni para escudar con la
impunidad a quien comete excesos al ejercerlos. Jurídicamente el derecho puede
estar reconocido por ley y corresponderle al sujeto que lo ejerce, pero ello no le abre
las puertas que pueda hacerlo efectivo de cualquier manera o a cualquier costo,
pues solo se le está permitido realizarlo dentro de los causes legítimos (899). De esa
forma, el derecho al acceso carnal sexual en el matrimonio o concubinato solo es
legítimo en tanto medie el consentimiento de ambas partes (900).

Asimismo, así como hay delito de acceso carnal sexual en el ámbito del matrimonio
con mayor razón habrá delito en el acceso carnal violento logrado con personas con
las cuales se tiene habitualmente relaciones sexuales (novios, parejas,
enamorados), cuando uno de ellos no desee o no quiera practicar el acto carnal
sexual.

Sin duda, el principal problema que se presenta en este delito, es lo referente a la


prueba. La regularidad de las relaciones sexuales dentro del matrimonio o
concubinato hace difícil diferenciar en forma clara lo que son solo disputas o
desavenencias normales de pareja, del real asalto sexual. Situación nada fácil que
corresponde resolver con conocimiento y eficaz sentido común a la autoridad
competente (policía, fiscal o juez), según se presenten los casos reales concretos.
No obstante, el problema de la obtención de indicios razonables o pruebas concretas
que sirvan para acreditar la comisión del delito o, en su caso, para vincular los
hechos al presunto autor, se presenta en la mayoría de hechos punibles, y no por
ello puede negarse su existencia.

Finalmente, sostenemos que por constituir el matrimonio la célula básica de la


sociedad peruana según lo dispuesto en el artÍCulo 4 de la Constitución Política del
Estado y por ende, en nuestro Código Civil, la configuración del delito de acceso
sexual violento dentro de su ámbito, de ningún modo debe tener el mismo trato que
las conductas delictivas de acceso carnal sexual producidas entre personas que no
se conocen o son extrañ'as (901). Ello por dos circunstancias que pasamos a
exponer brevemente. En primer lugar, porque el atentado contra la libertad sexual
aparece, en cierta medida, atenuado por el simple hecho de la convivencia sexual
continuada. El acto abusivo cometido en agravio de uno de los cónyuges o
concubinos, no parece tan vejatorio ni traumatizante para el sujeto pasivo como
ocurre cuando se realiza entre personas extrañas. En segundo término, creemos
que intromisiones drásticas del Estado vía el derecho punitivo en el ámbito
matrimonial, puede traer más consecuencias lamentables que ventajas para la
familia cuando no su quebrantamiento total (902). En consecuencia, de verificarse el
delito de acceso carnal sexual violento dentro del matrimonio o concubinato, el
cónyuge o concubino agresor, según las circunstancias, forma y lugar de comisión,
de modo alguno puede ser sancionado con la pena máxima prevista en el tipo penal
del artÍCulo 170 del C.P.
Sin embargo, de concurrir las agravantes previstas en el artÍCulo 177 del C.P. (la
conducta ocasione la muerte, lesiones graves o el agente actúe con crueldad),
considero que el cónyuge o concubina agresor será pasible de ser sancionado hasta
con la pena máxima que establece la ley penal. Los supuestos de matrimonio o
concubinato no constituyen minoran te, por el contrario, aquí se convierten en
agravante y, por tanto, merecen mayor sanción.
Actualmente, no tiene cabida el mito sexual en el sentido que "una persona no
puede ser violada por su compañero o su cónyuge".

13. PENALIDAD
El autor del delito de acceso carnal sexual en los parámetros del tipo básico, será
pasible de pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de ocho años.

De concurrir las agravantes previstas en el segundo párrafo del artículo 170 del C.P.,
la pena será no menor de doce ni mayor de dieciocho años e inhabilitación conforme
corresponda. En caso que se produzca la muerte o lesiones graves en la víctima, la
pena será no menor de veinte ni mayor de veinticinco años y en el caso que el
agente proceda con crueldad sobre su víctima, la pena será no menor de diez ni
mayor de veinte años, ello según lo dispuesto expresamente en el artÍCulo 177 del
Código Penal.
No obstante esta sobrecriminalización o "terror del Estado" con el incremento
exagerado de las penas, solo en apariencia, se aprecia como una mayor protección
a la víctima, pues en la práctica, no parece haber conuibuido a una mayor eficacia
preventivo general o a la mayor tutela de los bienes jurídicos del derecho penal
sexual. Por el contrario, esta regulación simbólica sirve más como una simple salida
facilista del Estado frente a la demanda social (903).

Subcapítulo 3

Delito de acceso carnal sexual presunto

l. TIPO PENAL

El hecho punible de acceso carnal sexual de persona en estado de inconsciencia o


en la imposibilidad de resistir, que Castillo Alva (904) prefiere denominar "violación
insidiosa", se encuentra debidamente tipificado en el tipo penal del artículo 171 del
Código Penal, el mismo que después de la modificación introducida por la Ley NQ
28251 del 8 dejunio de 2004 y luego por la Ley NQ 28704 del 05 de abril de 2006,
literalmente indica:
El que tiene acceso carnal con una persona por vía vaginal, anal o bucal, o realiza
otros actos análogos introduciendo objetos o partes del cuerpo por alguna de las dos
primeras vías, después de haberla puesto en estado de inconsciencia o en la
imposibilidad de resistir, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de
diez ni mayor de quince años.
Cuando el autor comete este delito abusando de su profesión, ciencia u oficio, la
pena será privativa de la libertad no menor de doce ni mayor de dieciocho años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de acceso carnal sexual presunto se configura cuando el agente después


de haber colocado a su víctima en un estado de inconsciencia o en la imposibilidad
de oponerse o resistir, realiza sin riesgo el acto o acceso carnal sexual por la
cavidad vaginal, anal o bucal o realiza actos análogos introduciendo objetos o partes
del cuerpo por la cavidad vaginal o anal.

Respeto a cuando existe acto carnal sexual u otros actos análogos vale todo lo
expuesto al analizar el tipo penal precedente al cual nos remitimos.
Es común en la doctrina nacional y en nuestra jurisprudencia sostener que la
circunstancia o elemento que caracteriza a la violación sexual presunta o alevosa, lo
constituye la actuación precedente del sujeto activo, esto es, el agente momentos
previos a practicar el acto o acceso carnal vía vaginal, anal bucal o introduciendo
objetos o partes del cuerpo por el conducto vaginal anal de la víctima, coloca o pone
a esta en estado de inconsciencia o en incapacidad de resistir al ataque sexual. En
efecto, Villa Stein (905) sostiene que el comportamiento que reclama el tipo del
artículo 171 del C.P., equivale al del artículo 170 del C.P., con el distintivo especial
que el sujeto activo, con el propósito, finalidad u objeto, de accederla sexualmente,
coloca a la víctima en estado de inconsciencia o en la imposibilidad de resistir al
ataque sexual. Por su parte, Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano (906) enseñan
que el elemento característico de este delito es que el sujeto activo coloca a la
víctima, con la finalidad de mantener relaciones sexuales, en un estado de
inconsciencia o en imposibilidad de resistir.
En tanto que Caro Coria (907) enseña que aquí estamos ante una modalidad
alevosa, pues el autor emplea medios en la ejecución del delito que tienden directa y
específicamente a asegurarle, sin riesgos para su persona que proceda de la
defensa de la víctima. Se determina la indefensión de la víctima provocándole un
estado de inconsciencia por ejemplo, mediante el uso de drogas, anestésico,
somnífero o bebidas alcohólicas, o poniéndola en imposibilidad de resistir, es decir
en una situación de incapacidad física que haga viable la resistencia al acceso
carnal sexual, atándola mientras duerme por ejemplo.

Por su parte, Castillo Alva (908) argumenta que el autor de manera artificiosa, hábil y
sofisticada diminuye el peligro con el fin de evitar una defensa por parte del sujeto
pasivo que ponga en riesgo su integridad física (o incluso su vida), evitando el
empleo de la violencia o amenaza grave. De esa forma, el agente demuestra una
conducta criminal más refinada, meticulosa, calculadora y fría de que quien se
decide por la violencia o la grave amenaza, buscando en todo momento, con su
proceder, la impunidad.

En tal sentido y de la propia redacción del tipo penal, se advierte que aquel recoge
dos supuestos de hecho que por su naturaleza adquieren autonomía en la realidad
concreta. Así tenemos:
La primera modalidad se configura cuando el agente con el propósito de realizar el
acto sexual, coloca a la víctima en un estado de inconsciencia; en tanto que la
segunda modalidad se verifica cuando el agente, con la finalidad de practicar el
acceso carnal sexual pone a la víctima en incapacidad para resistir a la agresión
sexual.

Resulta necesario reiterar que ambas condiciones o circunstancias, necesariamente


deben aparecer momentos antes de la consumación del acto sexual u análogo como
es la introducción de objetos o partes del cuerpo por la cavidad vaginal o anal. Si se
verifica que tales circunstancias fueron ocasionadas por el agente con posterioridad
al acto o acceso carnal sexual, el delito en hermenéutica jurídica no se configura.
Ahora veamos en qué consiste cada una de las circunstancias características del
delito de acceso carnal sexual presunto, respecto de las cuales también no existe
mayor discusión en la doctrina nacional, sino, por el contrario, se evidencia
unanimidad de pareceres.
2.1. Colocar en estado de inconciencia

Roy Freyre (909), comentando el artículo 197 del Código Penal de 1924, el mismo
que consideraba únicamente a la mujer como sujeto pasivo de este delito, sostiene
que el estado de inconsciencia no es otra cosa que la pronunciada incapacidad
psicofísica en la que es colocada la víctima al quedar impedida de reaccionar y
procurarse alguna forma de defensa que contrarreste la agresión sexual. La víctima,
al quedar desprovista de la capacidad de entender o conservando solo un mínimo
grado de la misma, tiene también suprimida o muy menguada su facultad de querer.
Privada del funcionamiento normal -continúa Roy- de todos los sentidos, carece de
la capacidad mental de apreciar lo que realmente sucede y por ende, no puede
oponerse a la consumación del asalto sexual. En tanto que BramontArias(910),
también comentando el Código Penal derogado, enseñaba que estado de
inconsciencia significa una situación transitoria por la cual el sujeto pasivo carece de
aptitud para percibir, por medio de sus órganos corporales, las impresiones
provenientes de los objetos externos. Quedan comprendidos dentro de este alcance,
la ebriedad, el hipnotismo, el uso de los narcóticos, de los afrodisíacos, el sueño. En
parecido sentido, BramontArias Torres/García Cantizano (911), al comentar el actual
Código Penal.

Por su parte, el vocal supremo Javier Villa Stein (912), sostiene que por estado q.e
inconsciencia debemos entender, al mental transitorio absoluto o parcial, no
mórbido, que priva a la víctima de su capacidad intelectiva y volitiva para asimilar y
oponerse al agravio de que está siendo víctima. Tal el caso de la embriaguez,
narcóticos, pastillas somníferas en particular, afrodisíacos, anestesia del ginecólogo
que simula un aborto, etc.
Precedente jurisprudencial importante que sirva para graficar la configuración del
delito de asalto sexual alevoso, es la Resolución del 21 de setiembre de 1998, por la
cual la Sala de Apelaciones de la Corte Superior de Lima, sostuvo "que, en el caso
de autos con las innumiffables declaraciones testimoniales de fojas ochenta y cinco,
ochenta y ocho, noventa, ciento cuarenta y tres y ciento cuarenta y siete así como la
propia declaración preventiva de la agraviada de fojas sesenta se ha comprobado
que esta última el día de los hechos ingirió en un primer lugar algunos cocktailes con
motivo de la despedida de soltera de su hermana y cuando ya habían transcurrido
varias horas de la reunión continuó bebiendo en esta ocasión cerveza en compañía
del encausado, quien inclusive se encargó de proporcionarla consiguiendo de esta
manera que la denunciante al momento de retirarse con él alrededor de las seis de
la mañana se encontrara en evidente estado de embriaguez, lo que
consecuentemente no le permitía tener actitud para percibir lo que acontecía ni para
poder prestar un consentimiento válido de una posible relación sexual" (m).

No obstante, a efectos del proceso penal resulta fundamental probar el medio


utilizado por el agente para poner a su víctima en estado de inconciencia, si ello no
es posible, el delito de acceso camal en análisis no se configura por más coherente
sindicación que realice la víctima. En tal sentido, se pronuncia la Resolución
Superior de la Sala Penal de Apelaciones para Procesos Sumarios con Reos Libres
de la Corte Supelior de Justicia de Lima del 17 de junio 1998 cuando sostiene que,
"si bien existe la indicación directa de la agraviada contra el procesado, no es menos
cierto que, luego de la actividad probatoria subsisten dudas sobre la realidad
histórica de los hechos, pues además de las contradicciones en que incurre la
agraviada, se tiene que el tiempo transcurrido entre la supuesta realización de los
hechos y la interposición de la denuncia redundan en la inexistencia de prueba de
cargo, pues al no haberse practicado oportunamente los respectivos exámenes de
medicina legal ni toxicológicos, no se tiene la certeza de que la agraviada haya
sufrido el acto sexual contra su voluntad, ni menos se le haya suministrado sustancia
fwrcótica alguna" (914) o

2.2. La Victima en la circunstancia de imposibilidad de resistir

La circunstancia de imposibilidad de resistir se verifica cuando el sujeto activo


previamente produce la incapacidad física de la víctima para poder defenderse. Aquí
el sujeto pasivo conserva su plena capacidad de entender, pero las circunstancias
materiales del suceso demuestran que es obvio que está privada de la potestad de
querer (915). En parecido sentido, el profesor Bramont Arias (916), comentando el
código derogado, sostiene que imposibilidad de resistencia es la situación de la
mujer, procurada por el agente, para que no pueda ofrecer resistencia a la conducta
delictuosa. La mujer conserva su capacidad de percepción, pero las circunstancias
materiales del suceso demuestran que la ml~er se halla privada de la facultad de
querer. Por ejemplo, causar una lesión, atar las manos de la mujer, etc.

Bramont-Arias Torres/García Cantizano (917) afirman que por imposibilidad de


resistir se entiende toda situación en la que se encuentra una persona incapacitada
de ofrecer resistencia frente a la acción de otro sujeto. La víctima, sin embargo,
conserva su capacidad de percepción y sus facultades volitivas, pero las
circunstancias materiales del hecho demuestran que se halla privada de la facultad
de actuar, por ejemplo si se ata a la víctima para accederla carnalmente.
En los supuestos previstos por el legislador se evidencia que el agente actúa sobre
seguro de no fallar en la consumación del acceso sexual. El sujeto activo actúa
alevosamente poniendo o colocando a su víctima en un estado de indefensión, con
la finalidad que no pueda evitar ni resistir el acceso carnal por vía vaginal, anal o
bucal, o realice otros actos análogos introduciendo objetos o partes del cuerpo por
alguna de las dos primeras vías. De ahí que su conducta merezca una pena mayor a
la prevista en el artículo 170 del Código Penal.

Finalmente, resumiendo con el profesor Castillo Alva (918), podemos argumentar


que la característica de la imposibilidad de resistir no es la falta de conciencia, la
cual siempre debe existir, sino se echa de menos y está ausente de manúa total y
absoluta una voluntad que resista y se oponga a la conducta del autor. Aquí hay
conciencia, pero falta la voluntad o habiéndola no se puede exteriorizar, situación
que debe ser provocada por el propio autor del hecho. Se puede afirmar que si bien
todo estado de inconciencia trae consigo e importa una imposibilidad de resistir,
pues quien se encuentra inconsciente no puede oponerse ni resistir al acto, no toda
imposibilidad de resistir supone un estado de inconciencia, dado que dicha
imposibilidad puede deberse a otras circunstancias.

2.3. Circunstancias agravantes

El último párrafo del artículo 171 recoge la primera agravante del delito de acceso
carnal sexual alevoso. En efecto, la agravante se configura cuando el agente para
efectuar el acceso carnal sobre su víctima, abusa de su profesión, ciencia u oficio.
Se entiende que la profesión, ciencia u oficio que ejerce el agente, es de aquellas
que para su ejercicio necesita de la confianza de los demás. En tal sentido, por
poner un ejemplo, la profesión o ciencia médica requiere de la confianza del
paciente y sus familiares para con el médico, cirujano, odontólogo, enfermera, etc. Si
no hay confianza es más que dificil su ejercicio. Se configura la agravante, por
ejemplo, cuando el odontólogo en lugar de colocar anestesia localizada en la
dentadura de su paciente para su tratamiento, le pone una fuerte dosis y luego le
practica el acceso carnal sexual en alguna de las modalidades previstas en el tipo
penal.
El caso judicializado del cirujano Max Álvarez es un típico ejemplo de acceso sexual
alevoso con agravante. Los medios de comunicación se encargaron de hacer
conocer al público cómo este cirujano plástico luego de anestesiar a sus pacientes,
procedía a introducirle una prótesis sexual vía vaginal. Aquí el médico colocaba en
estado de inconsciencia a su víctima y luego realizaba sobre ella el acceso sexual,
lesionando, de ese modo, la libertad sexual de su víctima así como vulnerando la
confianza depositada en él.
Igual supuesto se configura cuando un abogado con la finalidad de acceder sexual
mente a la hija de su cliente que se encuentra preso, le hace beber una gaseosa con
un narcótico dejandola en estado de inconciencia y, luego, en su propia oficina, le
practica el acceso sexual en alguna de las modalidades previstas en la ley penal.
El artículo 177 del C.P. prescribe otras circunstancias por las cuales la presente
conducta delictiva se agrava.
Ocurre cuando a consecuencia del acceso sexual se produce la muerte de la víctima
o le producen lesión grave, habiendo tenido el agente la posibilidad de prever aquel
resultado, es decir, la agravante se configura cuando los resultados muerte o lesión
grave de la víctima hayan sido previsibles. Si se verifica que la muerte o la lesión
grave producida fue consecuencia de un caso fortuito, la agravante no se configura.
No existe más en nuestra normativa penal, la figura de la responsabilidad por el
hecho está proscrita todo tipo de responsabilidad objetiva (artículo VII del Título
Preliminar del C.P.).
Proceder con crueldad al momento de ejecutar el acto o acceso carnal sexual es
otra circunstancia agravante prevista en el artículo 177 del Código Penal. Esto es, se
configura cuando el agente para realizar o al momento de ejecutar el acceso carnal
sexual, hace sufrir de modo innecesaIio e inútil a su víctima que ya se encuentra en
estado de indefensión psíquica o fisica.
Para configurarse alguna de las últimas agravantes se requiere que el resultado final
muerte o lesión grave de la víctima se produzca como consecuencia inmediata del
acceso carnal sexual, asimismo, los actos de crueldad deben estar encaminados a
someter sexualmente a la víctima o, en su caso, producirse durante la consumación
o materialización del acceso carnal sexual o otro análogo que describe el tipo penal.
Caso contrario, si aquellos resultados son producidos por actos diferentes al acceso
sexual y en momento anterior o posterior a la conducta sexual determinada, la
agravante no se configura.
En tal forma, si la muerte o lesión grave producida en la víctima se ocasiona
posteriormente al acto u acceso sexual, por ejemplo con la finalidad de ocultar el
acceso carnal sexual u otro análogo, se configurará un concurso real de delitos;
según sea el caso, estaremos ante un concurso real de acceso carnal sexual con
asesinato o concurso real de acceso carnal sexual presunto con el delito de lesiones
graves. En este sentido argumenta la Ejecutoria Suprema del 31 de marzo de 1998.
En efecto, allí se expresa que "en el caso de autos se presenta un concurso real de
delitos, ya que se observa que existiendo dos momentos delictivos independientes
uno del otro, siendo la violación sexual perpetrada en un primer momento y en otro
posterior el delito de homicidio, vinculado este último directamente al primero, por el
móvil de ocultar la violación sexual precedente con la intención de impunidaa' (919).

2.4. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se busca proteger con la tipificación de los supuestos delictivos
recogidos en el artículo 171 del Código Penal, lo constituye la libertad sexual
entendida en sus dos facetas como la libre, voluntaria y espontánea disposición del
propio cuerpo en contextos sexuales sin más limitación que el respeto a la libertad
ajena, y, como la facultad de repeler agresiones sexuales no queridas ni deseadas.
Sin duda, en los supuestos comentados, la libertad sexual del sujeto pasivo en forma
evidente y alevosa aparece limitada cuando no anulada transitoriamente. Aquí el
posible consentimiento carece de validez por no ser espontáneo y estar seriamente
disminuido cuando no condicionado.

2.5. Sujeto activo


El agente del delito puede ser tanto el varón como la mujer. El tipo penal no exige
condición o cualidad especial.
En la doctrina, es común sostener que tanto hombre como mujer pueden ser sl~etos
activos del delito en análisis, pues resulta obvio que tanto en varón como en mujer
reacciona el instinto sexual ante el consumo de determinados narcóticos o
afrodisÍacos. Mas aún actualmente, cuando el acceso carnal puede realizarse con la
introducción vía vaginal o anal de objetos o partes del cuerpo, es perfectamente
posible que una mujer luego de colocar en estado de inconsciencia relativa a un
varón le introduzca por el ano una prótesis sexual.

En esa línea, resulta discutible lo indicado por Javier Villa Stein (920) al sostener que
styeto activo solo puede ser cualquier hombre, pues -argumenta- no es verosímil
que pueda serIo la mujer debido a que el varón en estado de inconsciencia o en
incapacidad de resistir, no estará en condiciones psicofísicas de satisfacer la
hipotética lascivia violenta de una mujer.

2.6. La coautorÍa

La coautorÍa es posible en los supuestos previstos en el artículo 171. En efecto, de


forma expresa se señala que solo será autor aquel que ha tenido acceso carnal con
la víctima después de haberIa puest<:? con tal finalidad, en estado de inconciencia o
en la imposibilidad de resistir. De modo que si dos o más personas actúan en
concierto de voluntades y primero colocan en estado de inconciencia o en la
imposibilidad de resistir a su víctima y luego todos le acceden sexualmente, se
configurará la coautorÍa (921). Situación que se descarta si solo uno procede a
realizar el acceso sexual y el otro u otros no lo hacen por circunstancias ajenas a su
voluntad. En estos supuestos, estaremos ante la participación en la comisión del
delito de acceso carnal sexual alevoso o presunto. También, quien pone a la víctima
en estado de inconciencia o en la imposibilidad de resistir con la finalidad que otro le
acceda sexualmente, solo responderá penalmente como cómplice primario. En este
sentido, la Suprema Corte por Resolución de fecha 31 de marzo de 1998, ha
señalado "que, la conducta delictiva de Ramírez Román, es la de cómplice primario
del delito de violación sexual de persona en estado inconsciencia, por
haberposibilitado con su actitud, al hacer ingerir a la menor agraviada Marisol Yenni
Yaranga Hiyo un somnífero a fin de que se duerma y sea violada por sus dos
coencausados Carda Soto y Aznarán Ramos; que, Ramírez Román no consumó el
hecho ya que se retiró por la intervención de su esposa quien vino a buscarlo
retirándose con ella" (922).

2.7. Sujeto pasivo

Igual como sujeto activo puede ser varón o mtyer, sujeto pasivo o víctima también
pueden ser tanto varón como mujer con la única condición que sea mayor de
dieciocho años de edad (923) y no sufra incapacidad física o mental. Si la víctima
tiene menos de dieciocho años, la conducta del agente se subsumirá o encuadrará
en el tipo penal que recoge el delito de acceso carnal sexual de menor (artículo 173
c.P.); y en el caso, que la víctima sufra alguna incapacidad natural o previa al
desarrollo de la conducta del agente, el hecho será tipificado de acuerdo con el tipo
penal del artículo 172 que después analizaremos.
En consecuencia, el tipo penal en hermenéutica jurídica engloba o comprende tanto
las relaciones heterosexuales como las homosexuales entre hombres o mujeres.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA
De la redacción del tipo penal se desprende que se trata de un delito netamente
doloso, no siendo posible la comisión imprudente. Asimismo, solo es posible su
comisión por dolo directo y dolo indirecto. No es admisible que se configure por dolo
eventual, pues no basta que el agente considere como altamente probable o posible
la ejecución del delito, sino que es indispensable que sepa sin duda y fisuras que su
acción, y particularmente los medios que emplea van a facilitar la comisión del
acceso carnal sexual (924).
El sujeto activo actúa con pleno conocimiento y voluntad de realizar el acto o acceso
carnal sexual con el sujeto pasivo, es decir, el agente ordena su pensamiento y
después sus actos con la finalidad concreta de practicar el acceso carnal sexual vía
vaginal, anal o bucal o realizando otro acto análogo como puede ser introduciendo
objetos o partes del cuerpo por vía vaginal o anal de su víctima. En efecto, el agente
con pleno conocimiento y voluntad, utilizando elementos extraños (alcohol,
narcóticos, afrodisÍacos, etc.) pone o coloca a su víctima en estado de inconsciencia
temporal o, en su caso, lesionando o atando de manos a su víctima, por ejemplo, le
pone en la imposibilidad de oponer resistencia y, acto seguido, sin oposición ni
dificultad realiza el acceso sexual o acto análogo querido y deseado. Se trata de un
dolo bifronte, toda vez que se exige la conciencia y voluntad del agente de producir
en su víctima el estado de inconciencia o la imposibilidad de resistir, así como
accederla sexualmente.
Ya hemos argumentado, si el agente no tiene por finalidad satisfacer cualquiera de
sus apetencias sexuales sino, por ejemplo, solo busca lesionar a la víctima
introduciéndole objetos o partes del cuerpo en su cavidad vaginal o anal, no se
configurará el delito sexual en análisis. Aquí también se requiere un elemento
subjetivo adicional al dolo.

El profesor y magistrado supremo Javier Villa Stein (925) sostiene que en este delito
se requiere dolo, es decir, entendimiento y voluntad de someter a la víctima con el
preordenado designio de violarla, y hacerlo sabiendo que se encuentra ella en
estado de inconsciencia y/ o en la imposibilidad de resistir.
En tal sentido, si en un caso concreto se llega a determinar que la pareja sin previa
intención de alguno de ellos de realizar posteriormente alguna modalidad de acceso
carnal sexual, libre y voluntariamente se ponen a libar licor y como consecuencia de
ello se genera el acto sexual o análogo, no se evidenciará el delito en hermenéutica,
toda vez que no concurre el elemento subjetivo del dolo que comprende la intención
primigenia del agente de colocar a la vÍCtima en estado de inconsciencia o en la
imposibilidad de resistir con la finalidad concreta de practicar el acceso sexual sin
ninguna resistencia.
4. ANTIJURIDICIDAD
Después que se verifica en la conducta analizada la concurrencia de los elementos
objetivos y subjetivos de la tipicidad del artÍCulo 171 del C.P., el operador jurídico
(fiscal o juez) pasará a verificar si concurre alguna causa de justificación de las
previstas en el artÍCulo 20 del citado cuerpo legal. Por la naturaleza del delito,
considero que es difícil verificar en la realidad concreta alguna modalidad de acceso
carnal sexual de persona en estado de inconsciencia o en la imposibilidad de resistir
en la que concurra alguna causa de justificación.
5. CULPABILIDAD
Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de acceso carnal sexual
presunto no concurre alguna causa de justificación, el operador jurídico entrará a
analizar si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su autor. En esta
etapa tendrá que verificarse si al momento de actuar, el agente era imputable, es
decir mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le haga
inimputable. Luego se verificará si el agente al momento de exteriorizar su conducta
etiquetada como acceso sexual presunto, conoCÍa la antijuridicidad de su conducta,
es decir, se verificará si el agente sabía o conoCÍa que su conducta estaba prohibida
por ser contraria al derecho.
Después, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a
la de cometer el delito.
6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN
El delito de acceso sexual presunto se consuma en el mismo instante que se
produce el acceso carnal sexual sobre la víctima que se encuentra en estado de
inconciencia o en la imposibilidad de resistir, el mismo que ocurre cuando comienza
la penetración del pene en la cavidad vaginal, bucal o anal de la víctima. La
penetración puede ser parcial o total. A efectos de la consumación basta verificar
que haya existido penetración. Si ello no se verifica, el hecho, dependiendo de la
intención final del agente, se quedará en tentativa de acceso sexual o, en su caso,
en actos contra el pudor. Por su parte, cuando se trata de actos análogos, el delito
se consuma en el momento que el agente comienza a introducir objetos o partes del
cuerpo en la vagina o ano de su víctima.
Es posible que el hecho se quede en el grado de tentativa. Ello ocurrirá cuando el
agente estando por iniciar el acceso sexual después de haber colocado a su víctima
en la imposibilidad de resistir, es sorprendido por un tercero. Resulta importante
tener en cuenta, que solo habrá tentativa cuando el agente haya dado inicio al
acceso sexual con actos materiales sin que haya logrado la penetración o acceso
carnal. Si, por el contrario, ello no se verifica, no habrá tentativa, pues el hecho de
colocar en estado de inconsciencia o en incapacidad de resistir, solo se configuran
como actos preparatorios impunes por el carácter equívoco de la verdadera
intención del sujeto.
Posición diferente plantea Castillo Alva (926), cuando sostiene que es necesario
detenerse y exigir que el sujeto pasivo se encuentre de manera efectiva y real, ya
sea en estado de inconciencia o en imposibilidad de resistir, y el autor pueda sin
ninguna clase de inconveniente realizar la respectiva acción típica: el acto sexual u
otro análogo. Resulta discutible este planteamiento debido que si el autor aún no ha
dado inicio a la realización del acceso sexual, el operador jurídico no podrá
determinar en forma fehaciente la verdadera intención del agente, pues, muy bien,
puede alegarse que el agente puso en estado de inconciencia o en la imposibilidad
de resistir al sujeto pasivo, con la única intención de hacerle tocamiento indebidos.
7. PENALIDAD
El agente será merecedor de una pena privativa de libertad no menor de diez ni
mayor de quince años. En el caso que concurra la agravante prevista en el último
párrafo del artículo 171, el agente será sancionado con pena privativa de libertad no
menor de doce ni mayor de dieciocho años. Para las agravantes previstas en el
artículo 177 del C.P., la pena privativa de libertad será respectivamente, no menor
de veinte ni mayor de veinticinco años, ni menor de diez ni mayor de veinte años en
caso que el agente haya actuado con crueldad.

Subcapítulo 4

Delito de acceso carnal sexual abusivo

1. TIPO PENAL

El delito de acceso sexual abusivo o acceso sexual de persona incapaz aparece


debidamente tipificado en el artículo 172 del Código Penal, el mismo que después
de la modificación introducida por la Ley Nº 282&1 deIS de junio de 2004 y, luego,
por la Ley Nº 28704 del 5 de abril de 2006, literalmente prevé:

El que tiene acceso carnal con una persona por vía vaginal, anal o bucal o realiza
otros actos análogos introduciendo objetos o partes del cuerpo por alguna de las dos
primeras vías, conociendo que sufre anomalía psíquica, grave alteración de la con·
ciencia, retardo mental o que se encuentra en incapacidad de resistir, será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de veinte ni mayor de veinticinco años.
Cuando el autor comete el delito abusando de su profesión, ciencia u oficio, la pena
será privativa de la libertad no menor de veinticinco ni mayor de treinta años.
2. TIPICIDAD OBJETIVA
El delito de acceso sexual abusivo que de acuerdo con el inciso 2 del artículo 181 de
su Código Penal, los españoles le denominan "delito de abuso sexual", se configura
objetivamente cuando el agente teniendo pleno conocimiento del estado psicológico
o fisico disminuido o anulado del sujeto pasivo, le practica alguna de las
modalidades del acceso sexual. En otros términos, el delito de acceso sexual
abusivo se perfecciona cuando el sujeto activo con pleno conocimiento que su
víctima sufre de un estado permanente o parcial de anomalía psíquica, grave
alteración de la conciencia, retardo metal o se encuentra en incapacidad de resistir,
se aprovecha de tal situación y le practica el acceso camal sexual vía vaginal, anal o
bucal o le introduce vaginal o analmente objetos o partes del cuerpo, todo ello con la
finalidad concreta de satisfacer alguna apetencia de carácter sexual.
Para la configuración de la conducta delictiva no se requiere que el sujeto activo
haga uso de la violencia, amenaza grave o le ponga en estado de
inconciencia O en incapacidad de resistir. Igual aparece el delito, así la víctima
supere la minoría de edad y preste su consentimiento relativo para que el sujeto
activo realice el acceso camal sexual. En este sentido se ha pronunciado nuestro
máximo Tribunal de Justicia en la Ejecutoria Suprema del 21 de noviembre de 1994
al argumentar "que, aparece de lo actuado que el acusado Pulache Villegas sostenía
relaciones sexuales con la agraviada María Pulache Suárez; que si bien el
procesado a lo largo de la investigación llevada a cabo reconoce esta imputación
aduciendo que fue de mutuo acuerdo, sin embargo, debe precisarse que tenía
conocimiento que aquella padecía de retardo mental, como se puede ver del peritaje
psiquiátrico que se le practicara cuyo resultado obra a fojas sesenta y dos; que, el
hecho de que la agraviada tenía veintisiete años de edad, no enerva la
responsabilidad penal del encausado, encuadrándose por tanto su conducta en la
previsión que contempla el numeral ciento setenta y dos del Código Penal, que
sanciona a quienes practicaren el acto sexual con persona incapaz de resistir; con
pena privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años; que, en este
tipo de ilícitos no se tiene en cuenta el consentimiento que debe otorgar la agraviada
ni su mayoría de edad, por lo que la sanción impuesta por el Colegiado no guarda
relación con la gravedad del delito siendo pertinente aplicarle la penalidad
correspondiente al infractor" (927) o

Razonablemente enseñan Bramont-Arias Torres/García Cantizano (928), que el


presupuesto de este delito es que el estado personal de la víctima sea anterior al
momento en que se efectúa el acceso sexual y ajeno a la conducta del sujeto activo,
es decir, que no haya sido provocado u ocasionado por él, porque en ese caso
estaríamos en el supuesto del artículo 171 C.P., téngase en cuenta -siguen
afirmando los autores citados- que en el artículo 172 C.P. se habla de incapacidad
de resistir, circunstancia que se debe a las condiciones personales de la víctima.
Desde este punto de vista, encontrarían aquí solución los casos que, por ejemplo, el
sujeto, aprovechándose de la embriaguez de una mujer que ha tomado
voluntariamente en exceso, practica con ella el acto sexual.
El acceso camal sexual previsto en el artículo 172 se diferencia del delito
sancionado en el artículo 171 debido a que en este se exige que el agente provoque
intencionalmente en la víctima el estado de inconciencia o la incapacidad para
resistir con el firme objetivo de practicar el acceso sexual; en tanto que en los
supuestos delictivos recogidos en el tipo penal del artículo 172 no se requiere que el
agente provoque en la víctima un estado de indefensión, basta que aquel se
aproveche de la situación del sujeto pasivo, independientemente de si ha sido
causado por causas externas o internas al sujeto pasivo o por un tercero ajeno al
autor (929).
Otra diferencia radica en que mientras que en el tipo penal del artÍCulo 171, el
estado psicológico o físico disminuido o anulado de la víctima es siempre transitorio;
en los supuestos recogidos en el tipo penal del artículo 172, aquel estado es, más
bien, permanente pudiendo ser solo en ocasiones transitorio. O en términos de
Castillo Alva: dicha diferencia puede encontrarse en el hecho que mientras la
incapacidad de resistir aludiría a una situación permanente como la invalidez o la
ancianidad avanzada, la imposibilidad de resistir se refiere a un fenómeno de
transitoriedad que luego de alguna circunstancia o condiciones puede desaparecer o
puede suspenderse" (930).
Las circunstancias psicológicas o físicas que dan particularidad al ilícito penal en
hermenéutica aparecen enumeradas en forma taxati a por el legisladar, las mismas
que en forma independiente configuran determinada conducta punitiva. Esto significa
que para configurarse el delito no es necesario la concurrencia de todas aquellas
circunstancias previstas en el supuesto de hecho del tipo penal, sino bastará que
concurra una de ellas. Los supuestos de incapacidad son los siguientes:

a. Anomalía psíquica.

Este estado comprende todas las enfermedades mentales, desórdenes, trastornos,


permanentes o transitorios, cuya gravedad afecta de tal modo el sistema nervioso y
el comportamiento del que las padece que dificulta su sentido de la realidad, su
capacidad de ajuste adaptivo racional al medio ambiente y en consecuencia el
dominio sobre la o las conductas de que es protagonista (todo tipo de psicosis).
AqUÍ, el sujeto pasivo no administra adecuadamente los estímulos externos, por lo
tanto no valora adecuadamente lo que sucede en la realidad.
b. Grave alteración de la conciencia.
Comprende la perturbación cognitiva que hace que el sujeto pierda su capacidad
intelectual de comprender y valorar lo que ocurre en su alrededor. Villa Stein (931)
afirma que es el caso de quien adolece un estado mental transitorio de conciencia
alterada, como la embriaguez, drogadicción, sueño profundo autoinducido o inducido
por persona distinta al agente.
Creemos necesario advertir que tanto la anomalía psíquica como el estado de grave
alteración de la conciencia aparecen recogidas en el inciso 1 del artÍCulo 20 del
Código Penal como circunstancias que excluyen la responsabilidad penal en el
agente de una conducta típica y antijurídica. No obstante, en esta oportunidad
aquellos estados han sido trasladados a la vÍCtima. En ese sentido, algunos autores
han llegado a sostener que estos estados en la vÍCtima de alguna modalidad de
acceso carnal sexual deben tener la misma o igual magnitud que sirve para declarar
inimputable a una persona que consumó determinado delito. En consecuencia, a fin
de ampliar conocimientos respecto de aquellos estados podemos recurrir a un
manual o tratado de Parte General del derecho penal.

c. Retardo mental.

Una persona sufre de retardo metal cuando adolece de un déficit intelectual serio
que le impide entender a cabalidad lo que ocurre en su medio ambiente, un ejemplo
característico de este estado lo constituye la idiotez, la misma que se manifiesta en
una ineptitud parcial o absoluta del sujeto para poder concebir conceptos, inclusive
de los objetos familiares más corrientes. Los idiotas en grado máximo no aprenden a
hablar, los otros tienen un lenguaje pobre, casi siempre agramático y con fallas en la
articulación (9S2).

Un ejemplo de la realidad judicial viva y concreta sobre el tema, lo constituye el


precedente jurisprudencial del 16 de julio de 1997 emitida por la Sala Penal de la
Corte Superior de Amazonas. Allí se afirma" que, el delito de violación sexual
abusivo en agravio de NN que sufre de debilidad mental y de coordinación motora
de la expresión del lenguaje, se encuentra debidamente acreditado con el certificado
médico legal de urgencia de fojas veinte y ciento veintiséis, que señala desfloración
antigua y el diagnóstico positivo de embarazo de fojas diecinueve, informe
psicológico de la agraviada de fojas veintiuno y veintidós y copia certificada de la
partida de nacimiento del menor XYZ de fojas doscientos veintidós de haber nacido
el dieciséis de julio de mil novecientos noventa y tres que acredita el abuso sexual
que ha sufrido la agraviada por los encausados, atribuyéndose la paternidad al
acusado Jorge Luis Rivasplata Tenorio; ( ... ) que en los debates orales la agraviada
NN con ayuda del intérprete con gestos, mímicas y dibujos que le fueron
presentados ha superado la comunicación del lenguaje habladó, indicando
insistentemente que fue abusada sexualmente por los acusadas, manifestando el
interprete que es fácilmente influenciable y accede a relacionarse sexualmente por el
desarrollo de la sensibilidad y que no diferencia el bien del mal, trabaja por la
práctica constante y obedece a los requerimientos, manifestando incluso la
damnificada que fue abusada hasta por tres y dos veces por los acusados,
quedando establecido plenamente la comisión del delito que se juzga" (955).
d. Incapacidad de resistir.
Es un estado de inferioridad fisÍca en que se encuentra el sujeto pasivo, por el cual
le es imposible obrar en forma positiva para negarse a consentir u oponer resistencia
al actuar del agente de realizar el acceso carnal sexual u otro análogo como puede
ser la introducción de objetos o partes del cuerpo.

En la doctrina nacional no hay mayor discusión respecto del significado de este


particular estado. En efecto, Roy Freyre (934), comentando el artículo 198 del código
derogado, sostenía que al igual que en la "imposibilidad de resistir" aquí también la
agraviada tiene capacidad para comprender el significado del acto del que es objeto,
pero no puede actuar su voluntad contraria y oponerse materialmente a la acción del
autor. Para que se configure esta hipótesis de la "incapacidad de resistencia" no
debe haber reacción física de la víctima, ni siquiera en forma débil que obligue al
sujeto activo a ejercer fuerza para conseguir el acto sexual. La enfermedad grave de
una mujer, así como la secuela igualmente grave que la misma dejare (parálisis, por
ejemplo) serían alguna de las formas que puede revestir la "incapacidad de resistir".
Incluso como pie de página, el autor citado afirma que "incurre en el delito previsto
por el artículo 198 del C.P. el enfermero de un Hospital, que violó a una internada
gravemente enferma ( ... )".

Villa Stein (935) afirma que se trata de la imposibilidad de resistencia físico corporal
en que el sujeto activo encuentra a la víctima. Ejemplo, amarrada, mutilada,
paralizada. Por su parte, Bramont-Arias Totres/García Cantizano (936) enseñan que
supone la existencia de una causa que afecta la condición personal de la víctima
que le priva de la posibilidad de obrar materialmente contra el acto del sujeto activo,
por ejemplo, cuando la persona sufre alguna parálisis, mutilaciones, etc. Estas
anomalías, aun cuando por su naturaleza no afectan a la conciencia del sujeto,
quien se da cuenta del alcance del acto sexual, le incapacitan para oponer la
resistencia suficiente para evitarlo. Parecida posición expresa el profesor Carlos
Caro Caria (937).

Con la finalidad de evitar que el operador jurídico confunda los conceptos, resulta
pertinente poner en el tapete la diferencia que existe entre el supuesto de
"imposibilidad de resistir" previsto en el tipo penal del artículo 171 C.P. e
"incapacidad de resistir" previsto en el tipo penal del artículo 172 del C.P.

En efecto, cuando se habla de poner en estado de "imposibilidad de resistir" a que


hace referencia el tipo penal del artículo 171, se entiende al estado en que el sujeto
activo o agente ha puesto a su víctima para conseguir su propósito sexual. Aquí, el
agente actúa previamente para poner o colocar a su víctima en un estado que haga
imposible su resistencia u oposición a la agresión sexual. En tanto que "incapacidad
de resistir" se refiere o está haciendo referencia a un estado propio de la víctima. Se
trata de un estado que ya tiene la víctima mucho antes de la intervención del agente
para someterla al acceso carnal. El agente solo se aprovecha de aquel estado. Se
refiere al estado que no ha sido provocado por la voluntad o acción del agente. Aquí,
el agente encuentra y aprovecha la incapacidad que sufre la víctima para realizar el
acto sexual u otro análogo y de esa forma satisfacer alguna de sus apetencias
sexuales.

2.1. Circunstancias agravantes


Del último párrafo del artículo 172 y contenido del artículo 177 del Código Penal, se
concluye que los supuestos delictivos previstos en el primer párrafo del tipo penal
del artículo 172, se agravan hasta por cuatro circunstancias. En efecto, se agrava,
en primer término cuando el autor o agente perfecciona o realiza el hecho punible de
agresión sexual, abusando de su profesión, ciencia u oficio. En esta agravante se
subsumen las conductas de aquellos médicos o psiquiatras, por ejemplo, que
aprovechando la anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o retardo
mental de su paciente, le someten abusivamente a alguna forma de acceso carnal
sexual con el propósito de satisfacer alguna apetencia de carácter sexual.

En el caso que el agente, abusando de su profesión, ciencia u oficio, practique el


acceso carnal sexual a su víctima y esta a consecuencia de aquel acto fallece o
resulta con lesiones de magnitud grave, pudiendo prever este resultado el agente, o,
en todo caso, aquel actúe con crueldad sobre la víctima, por modificación introducida
por la Ley 28704 del artículo 177 del c.P., el agente será merecedor a pena privativa
de libertad no menor de treinta años hasta cadena perpetua.

Asimismo, el artículo 177 del C.P. prevé hasta tres supuestos que agravan las
conductas de acceso sexual sobre persona incapaz. En consecuencia, la segunda
agravante se configura cuando el agente, pudiendo prever el resultado con su
accionar produce la muerte de la víctima. La tercera agravante aparece o se
perfecciona cuando el agente, pudiendo prever el resultado ocasiona lesión grave a
su víctima. En estos dos supuestos el agente debe estar en la posibilidad de evitar
los resultados graves, caso contrario, de aparecer un caso fortuito o fuerza mayor,
las agravantes no se configuran.

Finalmente, la última agravante se configura cuando el agente en la comisión del


delito procede o actúa con crueldad sobre la víctima, es decir, le hace sufrir en forma
inexplicable e innecesaria. El agente goza con el sufrimiento de su víctima mientras
le somete a alguna de las modalidades de acceso carnal sexual.

2.2. Bien jurídico protegido


A diferencia de las conductas sexuales ya analizadas, en las cuales el bien jurídico
protegido lo constituye la libertad sexual, aquí, en la mayoría de los supuestos de
hecho, el bien jurídico protegido lo constituye la indemnidad o intangibilidad sexual,
entendida como protección del desarrollo normal en el ámbito sexual de quienes aún
no han alcanzado el grado de madurez suficiente, como sucede con los menores de
edad, así como la protección de quienes debido a anomalías psíquicas, grave
alteración de la conciencia o retardo mental carecen de capacidad para llegar a
tomar conciencia del alcance y significado de una relación sexual.
Este delito -enseña Caro Coria (958L protege la indemnidad sexual de las personas
que, por su incapacidad mental para comprender el sentido y consecuencia de una
práctica sexual, no pueden disponer jurídicamente su realización, concibiéndose la
tutela en términos de intangibilidad.

En tanto que respecto de quien se encuentra en una situación de incapacidad de


resistir, el bien jurídico protegido es la libertad sexual, en la medida que dicha
incapacidad física no anula la capacidad cognoscitiva yvolitiva del sujeto (939).

En suma, se busca proteger de la manera más amplia posible la indemnidad sexual


de las personas que se hallan incursas en casos de inimputabilidad o en situaciones
semejantes a ella como la incapacidad de resistir y que en este último caso no se
puede predicar necesariamente que se encuentren privadas de su libertad sexual al
menos de modo total (940).

2.3. Sujeto activo

El sujeto activo del delito en hermenéutica puede ser tanto varón como mujer, el tipo
penal no exige alguna cualidad o calidad especial. Basta que sea imputable
penalmente para responder penal y civilmente por el delito de acceso carnal sexual
de persona incapaz. Castillo Alva (941) en forma contundente asevera que "debe
desecharse toda interpretación, que por lo sesgada y prejuiciosa resulta
completamente errada, respecto a que solo los varones pueden cometer el ilícito
penal en cuestión".
Es posible la autoría directa, autoría mediata y coautoría. Esta última se presentará
cuando varios agentes en concierto de voluntades y con pleno dominio del hecho se
distribuyen roles o funciones y luego, someten a la práctica de alguna modalidad de
acceso carnal sexual a una persona que saben perfectamente sufre de incapacidad
física o psíquica. La coautoría no significa que todos los agentes que participan en la
consumación del evento delictivo realicen el acceso carnal sobre la víctima, pues es
posible que uno o varios de ellos, según su rol establecido previamente, solo se
limiten, por ejemplo, a sujetar a la VÍctima para que otro u otros le accedan
sexualmente.

Tal razonamiento se origina del planteamiento que es común en la doctrina penal


actual, considerar que los delitos contra la libertad e indemnidad sexual ya no son de
propia mano como se alegaba en tiempos pasados.
También es posible la complicidad en sus tres modalidades: instigación, complicidad
primaria y complicidad secundaria.

2.4. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo puede ser también tanto varón como mujer con la única
condición que tenga una edad cronológica mayor a dieciocho años y se encuentra
en un estado de inferioridad psíquica o fisica. El tipo penal del artículo 172 no hace
distinciones respecto del sexo que debe tener el sujeto pasivo de los supuestos
delictivos, pudiendo ser tanto varón como mujer, en cambio, en el artículo 198 del
Código Penal derogado si hacía alusión en forma expresa a la mujer por lo que
fácilmente se desprendía que solo la mujer podía ser sujeto pasivo de aquel delito.
Situación que ha cambiado totalmente debido a la orientación doctrinal, normativa y
jurisprudencial que actualmente se le ha dado a los delitos sexuales.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la redacción del tipo penal se desprende con claridad meridiana que se trata de
supuestos delictivos de comisión dolosa. Solo es posible las clases de dolo directo e
indirecto, mas no el dolo eventual. No cabe la comisión por imprudencia o
negligencia.
De allí que no baste el conocimiento de que es posible que con la persona que se va
a mantener o se mantiene un acceso sexual sufra anomalía psíquica, grave
alteración de la conciencia, retardo mental o que se encuentre en incapacidad de
resistir, sino que se necesita obligatoriamente el conocimiento cabal, exacto y
completo de que el sujeto pasivo se encuentra afectado por una incapacidad fisica o
psíquica (942). En consecuencia, el tipo penal exige la concurrencia de un elemento
subjetivo especial que comprende: el conocimiento que debe tener el agente sobre
el estado particular de su víctima, esto es, debe saber que sufre de anomalía
psíquica, alteración grave de la conciencia, retardo metal o incapacidad para resistir
y con tal conocimiento aprovecharse de este particular estado con la seguridad de
no encontrar algún tipo de resistencia.

En el mismo sentido, se pronuncia Jorge Buompadre (943) quien haciendo


hermenéutica jurídica del Código Penal argentino sostiene que se exige una especial
referencia subjetiva en el obrar del autor, cuyo alcance abarca dos elementos: uno,
que se aproveche de la situación de incapacidad o de vulnerabilidad en que se
encuentra la víctima para comprender el sentido y alcance del acto sexual que
realiza; y otro, el conocimiento de tal incapacidad en el sujeto pasivo.

Asimismo, como en todas las figuras de acceso carnal sexual, el agente debe actuar
con voluntad y conocimiento de estar sometiendo a una relación sexual al sujeto
pasivo afectado por incapacidad física o psíquica, con la finalidad o propósito último
de satisfacer su instinto sexual. Caso contrario, de constatarse que el agente no
perseguía tal finalidad, sino, por ejemplo, dañar o solo lesionar a su víctima, el delito
sexual se descartará.

3.1. Error de tipo

En la praxis judicial, muy bien, pueden presentarse casos de error sobre los
elementos objetivos del tipo (anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia,
retardo mental o incapacidad de resistir), los que serán resueltos aplicando el
artículo 14 de nuestro Código Penal.
El error puede presentarse cuando se desconoce o se ignora la incapacidad
psíquica o física que la víctima padece y que le impide comprende la naturaleza y el
significado del acto sexual que realiza (944). Incluso, el error puede darse a pesar
que el agente haya conocido de tal incapacidad como cuando por ejemplo, supone
que esta no reviste gravedad o supone el agente que tal situación no disminuye su
capacidad de querer y entender el acceso camal sexual, mucho más si la propia
víctima con voluntad aparente, busca el acceso camal sexual con el agente.

4. ANTIJURIDICIDAD

Después que se verifica en la conducta analizada la concurrencia de los elementos


objetivos y subjetivos de la tipicidad, el operador jurídico pasará a verificar si
concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código
Penal. Por la naturaleza del delito, considero que es difícil verificar en la realidad
concreta algún acceso sexual abusivo en la que concurra una causa de justificación.

5. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de acceso camal sexual


abusivo no concurre alguna causa de justificación, el operador jurídico entrará a
analizar si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su autor. En esta
etapa se verificará si al momento de actuar, el agente era imputable, es decir, mayor
de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable.
También se verificará si el agente al momento de exteriorizar su conducta etiquetada
como acceso carnal sexual abusivo, conocía la antijuridicidad de su conducta, es
decir, se verificará si el agente sabía o conocía que su conducta estaba prohibida
por ser contraria al derecho. Aquí es posible alegar un error de prohibición, pues,
muy bien, el agente puede alegar fundadamente que no conocía ni sabía que tener
relaciones sexuales con una persona que sufre de retardo mental estaba prohibido.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.
6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN
Cualquiera de los supuestos delictivos previstos en el tipo penal del artículo 172 se
perfecciona en el mismo momento del inicio de la penetración del miembro viril en la
cavidad vaginal, anal o bucal del otro sujeto participante en el acto sexual.
Asimismo, se perfecciona en el mismo momento que el agente comienza a introducir
objetos o partes del cuerpo en la cavidad vaginal o anal de la víctima. Doctrinal y
jurisprudencialmente ha quedado establecido que no se requiere una penetración
total para estar ante un delito de acceso sexual consumado. Basta que se verifique
la real penetración o introducción parcial e incluso por breve término, para la
consumación del hecho delictivo.
Nuestra Corte Suprema en reiterada jurisprudencia ha establecido el momento en
que se inicia el propio acto sexual o análogo. Para graficar lo indicado tenemos la
Ejecutoria Suprema del 10 de agosto de 1994 donde se sostiene que "la forma y
circunstancias en que fue sorprendido el encausado con la agraviada, no constituyen
la tentativa del delito de violación de la libertad sexual sino el propio delito pues se
trata del inicio de la ejecución material de ese ilícito y su parcial consumación al
existir cópula interrumpida. Estamos ante la modalidad que prevé el artículo ciento
setenta y dos del Código Penal ya que reúne todos los requisitos de la práctica del
acto sexual, cometido con una menor que al momento de los hechos contaba con
catorce años de edad, que también presenta retardo mental como se desprende de
las pericias psicológicas, situaciones que el propio juzgado a tomado en
conside;ación" (945).
Por otro lado, al ser los supuestos delictivos de resultado, muy bien, pueden
quedarse en el grado de tentativa, para tal efecto el operador jurídico no tendrá otra
alternativa que aplicar lo dispuesto en el artículo 16 del Código Penal a fin de
graduar la pena a imponer al agente.

7. PENALIDAD

El autor del delito será merecedor de pena privativa de libertad no menor de veinte ni
mayor de veinticinco años. En el caso que concurra la agravante prevista en el
último párrafo del artÍCulo 172 del C.P., el agente será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de veinticinco ni mayor de treinta años.
Si concurre alguna de las agravantes previstas en el artÍCulo 177 del C.P., se
sancionará al agente con pena privativa no menor de treinta ni menor de veinticinco
ni mayor de treinta años para el supuesto contemplado en su primer párrafo; y de
cadena perpetua y no menor de treinta años, para el supuesto contemplado en su
segundo párrafo.
Subcapítulo 5

Delito de acceso carnal sexual sobre menores

l. TIPO PENAL

El delito de acceso sexual sobre un o una menor de 18 años, aparece regulado.


debidamente en el tipo penal 173 del Código Penal, cuyo texto original ha sido
modificado en varias oportunidades. Finalmente, por la Ley Nº 28704, del 5 de abril
de 2006, el tipo penal ha quedado con el siguiente contenido:
El que tiene acceso camal por vía vaginal, anal o bucal o realiza otros actos
análogos introduciendo objetos o partes del cuerpo por alguna de las dos primeras
vías, con un menor de edad, será reprimido con las siguientes penas privativas de
libertad:
1. Si la víctima tiene menos de diez años de edad, la pena será de cadena
perpetua.
2. Si la víctima tiene entre diez años de edad, y menos de catorce, la pena será
no menor de treinta años, ni mayor de treinta y cinco.
3. Si la víctima tiene entre catorce años de edad y menos de dieciocho, la pena
será
no menor de veinticinco ni mayor de treinta años.
Si el agente tuviere cualquier posición, cargo o vínculo familiar que le dé particular
autoridad sobre la víctima o le impulse a depositar en él su confianza, la pena para
los sucesos previstos en los incisos 2 y 3 será de cadena perpetua.

2. CUESTIÓN PREVIA

Antes de efectuar el análisis hermenéutico del artÍCulo 173 del Código Penal,
considero necesario sentar mi posición respecto de la modificación
del contenido introducida por la Ley NQ 28704, así como respecto al
recrudecimiento exagerado de las penas.
Por disposición de la Ley NQ 28704 se modifica el inciso 3 del artÍCulo 173 del
Código Penal y se tipifica el delito de acceso carnal sexual sobre un menor cuando
la víctima tiene una edad cronológica en tre 14 y 18 años de edad. Esta disposición
ocasiona hasta seis consecuencias lamentables para nuestro sistema jurídico:
" La libertad sexual entendida como la facultad de las personas para
autodeterminarse en el ámbito de su sexualidad, sin más limitaciones que el respeto
a la libertad ~ena, la misma que se expande hasta utilizar el propio cuerpo a
voluntad, seguir en cada momento una u otra tendencia sexual, hacer y aceptar las
propuestas que se prefieran, así como rechazar las no deseadas, en forma arbitraIia
es negada a los y las adolescentes cuya edad ha sobrepasado los 14 años. Por
voluntad de legislador peruano, las personas cuya edad se encuentra comprendida
entre los 14 y 18 años no tienen libertad para decidir cuándo, con quién, de qué
forma y en qué momento efectuar una conducta sexual.
" El límite temporal de la indemnidad o intangibilidad sexual, entendida como
protección de la sexualidad de las personas que por sí solas no pueden defenderlo,
al no tener la capacidad suficiente para valorar realmente una conducta sexual,
resguardando con ello su segulidad o desarrollo físico o psíquico normal para que en
el futuro ejerzan su libertad sexual sin mayores dificultades, en forma irracional se ha
ampliado hasta la edad de los 18 años cuando bien sabemos que, de manera
general, las personas mayores de 14 años alcanzan capacidad física y psíquica
suficiente para valorar adecuadamente una conducta sexual.
En tiempos que la tendencia jurídica es de bajar la edad a 12 (946) años como límite
para la indemnidad sexual, en nuestra patria, con la ley en análisis, sin fundamento
fáctico explicable y racional se ha incrementado hasta los 18 años.
" Al negarse su libertad sexual a las personas mayores de 14 años y menores
de 18 años, cualquiera que reaiice o efectúe una conducta sexual con ellas será
autor del delito de acceso carnal sexual sobre un menor, que se configura por el solo
hecho de tener acceso carnal por vía vaginal, anal, bucal o introducción de objetos o
partes del cuerpo por alguna de las dos primeras vías con un o una menor. En este
delito el consentimiento de la víctima es irrelevante. Aquí, así la víctima menor inicie
el acto sexual o se dedique a la prostitución, por ejemplo, el delito igual se configura.
En esa lógica, a los enamorados o novios cuya pareja tenga una edad mayor a 14 y
menor de 18 años, les está prohibido tener relaciones sexuales, así aquel o aquella
preste su consentimiento; caso contrario, indefectiblemente serán autores del grave
delito (947).
" Otro absurdo de la ley modificatoria es que al ampliar la intangibilidad sexual
de 14 a 18 años, tácitamente se está negando la posibilidad que las personas
menores de 18 años puedan contraer matrimonio tal como lo reconoce nuestra
normatividad civil desde 1984, en el entendido de que el matrimonio origina
automáticamente relaciones sexuales entre los cónyuges. Es decir, por
apresuramiento del legislador se ha creado un conflicto innecesario de leyes. En
efecto, la ley en hermenéutica ha derogado el inciso 1 del artículo 241 del Código
Civil, que establece que el juez puede dispensar el impedimento de casarse de los
adolescentes por motivos graves, siempre que tengan 16 años de edad cumplidos.
También ha derogado el artículo 244 del citado cuerpo legal que prevé que los
menores pueden contraer matrimonio, siempre que cuenten con el asentimiento de
sus padres. La derogatoria se ha producido debido que el artículo 4 de la ley objeto
de comentario establece en forma expresa: "deróguense y/o modifíquese las
disposiciones que se opongan a la presente ley". En consecuencia, en el Perú desde
el 6 de abril de 2006, sin excepción alguna, está prohibido que los menores, cuya
edad se encuentra comprendida entre los 14 y 18 años, pueden contraer
matrimonio. Los padres que hayan prestado su consentimiento para que su hijo o
hija menor de 18 años pueda casarse, serán comprendidos como cómplices del
grave delito de acceso carnal sexual sobre menor. Esta conclusión es coherente
toda vez que en tiempos de pos modernidad, no resulta racional sostener que el
legislador haya pensado en dejar vigente la permisión prevista en el Código Civil a
condición de que los cónyuges se abstengan de tener relaciones sexuales hasta que
el o la menor adquiere la mayoría de edad.
" Otra consecuencia es la derogación del delito de seducción de nuestro
sistema jurídico. Aun cuando la ley no lo menciona en forma expresa, al disponerse
que el delito se verifique por el solo hecho de que la víctima tenga una edad menor a
los 18 años, en forma tácita ha desaparecido el delito de seducción, pues el delito de
acceso carnal se verifica con el solo hecho de tener relaciones sexuales con este,
siendo irrelevante el consentimiento de la víctima, los medios empleados, como la
violencia, la amenaza o el engaño por parte del agente, los mismos que en todo
caso, serán tomados en cuenta por eljuez al momento de individualizar o graduar la
pena a imponer al acusado. De modo que si el agente, en un caso concreto, hace
uso del engaño para obtener el consentimiento de la víctima (mayor de 14 y menor
de 18 años) de tener acceso camal con ella, ya no será autor del delito de
seducción, sino autor del gravísimo delito de acceso carnal sexual sobre un menor
de edad.
" No obstante que lo dicho es claro, es inexplicable que el legislador, autor de la
ley, haya invocado el artículo 175 del Código Penal en el artículo 177, que prevé las
formas agravadas de los delitos sexuales. Al parecer, para el legislador no hay delito
de seducción básico pero sí seducción agravada, lo cual no resiste el menor análisis.
Así como aparece legislado, el delito de seducción no existe más en nuestro sistema
jurídico.
" Finalmente, también se ha derogado en forma tácita del Código Penal los
siguientes comportamientos delictivos: el delito de favorecimiento a la prostitución,
previsto en el inciso 1 del artículo 179; el delito de acceso carnal sexual o acto
análogo con adolescente a cambio de dinero u otra ventaja, sancionado en el
artículo 179-A (948); las agravantes del delito de rufianismo (949), previsto en el
primero y segundo párrafo del artículo 180, y la agravante del delito de prostitución
de personas, sancionado en el inciso 1 del artículo 181. En todos estos supuestos,
dependiendo de la modalidad de su participación, los agentes serán autores directos
o cómplices del delito de acceso carnal sexual sobre un menor.

Sin duda la intención del legislador ha sido endurecer las penas para los autores de
los delitos sexuales. En efecto, de la lectura de los artículos referentes al delito de
acceso carnal sexual modificados por la ley en análisis, se observa que se ha
elevado en forma desproporcionalla pena temporal de privación de la libertad: ahora
la mínima es de 6 años (tipo básico del acceso carnal sexual previsto en el artículo
170) y la máxima de 35 años (acceso carnal sexual sobre un menor previsto en el
inciso 2 del artículo 173).
Tal proceder del legislador tiene su sustento en la creencia errónea y descabellada
que poniendo penas más drásticas se va ha evitar la comisión de tales delitos. No
obstante, la experiencia criminológica mundial enseña que las penas draconianas no
son disuasivas. Por el contrario, la sobrecriminalización o "terror del Estado" con el
incremento exagerado de las penas, solo de modo ficticio, aparecen como una
mayor protección a la VÍctima pues, en la práctica, no parece haber contribuido a
una mayor eficacia preventivo generalo a la mayor tutela de los bienes jurídicos del
Derecho penal sexual. En cambio, esta regulación simbólica sirve más como una
simple salida facilista del Estado frente a la demanda social (950).
Y sobre la cadena perpetua ya hemos detallado el tema en el delito de secuestro
(Vide supra, pp. 462-463).

3. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito más grave previsto dentro del rubra "delitos contra la libertad sexual" en
nuestro Código Penal lo constituye el ilícito penal denominado acceso camal sexual
sobre un menor. Este hecho punible se configura cuando el agente tiene acceso
carnal sexual por la cavidad vaginal, anal o bucal o realiza otros actos análogos
introduciendo objetos o partes del cuerpo por la vía vaginal o anal, con una persona
menor de dieciocho años de edad cronológica. En otros términos, "la conducta típica
se concreta en la práctica del acceso o acto sexual o análogo con un menor, ello
incluye el acto vaginal anal o bucal realizado por el autor, o por el menor a favor del
autor o de un tercero" (951).

De igual forma, comprende también la introducción de objetos o partes del cuerpo


por vía vaginal o anal de la víctima menor.

De la redacción del tipo penal se desprende, con claridad, que la verificación del
delito de acceso sexual sobre un menor no se necesita que el agente actúe
haciendo uso de la violencia, la intimidación, la inconsciencia o el engaño. En tal
sentido, así la víctima preste su consentimiento para realizar el acceso carnal sexual
u análogo, el delito se verifica, pues de acuerdo a nuestra normatividad, la voluntad
de los menores, cuya edad se encuentre entre el acto del nacimiento hasta los
dieciocho años, no tiene eficacia positiva para hacer desaparecer la ilicitud del acto
sexual del sujeto activo. En la jurisprudencia se tiene claro esta circunstancia. De
ese modo, la Ejecutoria Suprema del 7 de mayo de 1999 declaró: "si bien es cierto
que las cópulas carnales llevadas a cabo entre la agraviada y el encausado fueron
de mutuo acuerdo, también lo es que dada la minoría de edad de la agraviada, no
tiene la capacidad plena para disponer de su libertad sexual, por lo que la ley tiende
a tutelar esta libertad de los menores de edad, así como también su inocencia cuyo
desarrollo psicoemocional se ve afectado por ciertos comportamientos
delictivos"(952). En igual sentido se pronuncia la Ejecutoria Suprema del 7 de julio
de 2003, cuando afirma que" el supuesto consentimiento presentado por la víctima
resulta irrelevante para los efectos del presente caso, por cuanto la figura de
'violación presunta' no admite el consentimiento como acto exculpatorio ni para los
efectos 'de reducción de pena, por cuanto en todos estos casos siempre se tendrán
dichos actos como violación sexual, dado que lo que se protege es la indemnidad
sexual de los menores"(953).

Asimismo, no tiene ninguna trascendencia para calificar la conducta delictiva ni


menos para liberar de responsabilidad penal al agente, el hecho que la víctima-
menor se dedique a la prostitución o que la propia víctima haya seducido al agente o
que aquella, con anterioridad, haya perdido su virginidad.

En otro aspecto, no le falta razón a Villa Stein (954), al enseñar: como quiera que lo
determinante es la edad de la víctima, la concurrencia adicional de violencia o
intimidación es indiferente aunque debe servir al juzgador para graduar la pena entre
los polos máximos (955) y mínimos, como debe servirle, para el mismo propósito, el
consentimiento psicológico de la VÍctima. Del mismo modo, en cuanto al último
aspecto, Castillo Alva (956) sostiene que "un sentido elemental de justicia y la
aplicación de los criterios preventivo-generales que deben presidir toda construcción
o planteamiento jurídico-penal nos obligan a mantener un criterio flexible y abierto en
este punto. Si bien ello no supone de alguna manera la exoneración de
responsabilidad penal al autor del hecho, no existe ningún inconveniente para que
en la fase de la determinación o individualización judicial de la pena reciba un
tratamiento más benigno y se le imponga una pena atenuada". No obstante, todo
queda a criterio y prudencia del juzgador.

3.1. El consentimiento del menor en la jurisprudencia

En cuanto al consentimiento de la víctima-menor, es lugar común en la doctrina


jurisprudencial sostener que tal variable es irrelevante en la comisión del delito de
acceso carnal sexual sobre un menor. En la Ejecutoria del 17 de diciembre de 2003,
la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema fundamentó que es "irrelevante el
consentimiento de la misma si fuere el caso, dada su minoría de edad, quien no
tiene capacidad plena para disponer de su libertad sexual" (957). Del mismo modo la
Sala Penal Permanente en la Ejecutoria Suprema del 9 de septiembre de 2004
argumentó que "el supuesto consentimiento prestado por la víctima resulta
irrelevante por cuanto la figura de 'violación presunta' no admite el consentimiento
como acto exculpatorio ni para los efectos de la reducción de la pena, dado que en
todos estos casos siempre se tendrán dichos actos como violación sexual, pues lo
que se protege es la indemnidad sexual de los menores" (958).

Sin embargo, por falta de ilustración de algunos magistrados, encontramos


precedentes jurisprudenciales que se apartan de aquel criterio dogmático haciendo
uso de razonamientos antojadizos y sin ningún amparo legal razonable. En efecto,
siguiendo la doctrina del derecho penal moderno, por resolución del 11 de
septiembre de 1997, la Primera Sala Penal de la Corte Superior de lea, argumenta:
"Que de las pruebas actuadas en el proceso a nivel policial y judicial se ha llegado a
establecer que el acusado [. .. ] ha sostenido relaciones amorosas con la menor
agraviada [. .. ], a quien la visitaba frecuentemente en su domicilio ubicado en la
calle Independencia sin número, de la ciudad de Palpa, provincia del mismo nombre,
e incluso [. .. ] [la] madre [de la menor] tácitamente aceptó dichas relaciones
afectivas al permitir la presencia constante del procesado en su hogar, quien sacaba
a la menor a pasear por las calles en la camioneta de propiedad de su patrón [oo .];
es así que el veintiséis de noviembre de mil novecientos noventa y seis, el citado
acusado se encontraba a bordo del vehículo y al observar a la ofendida en las
inmediaciones de su vivienda la invitó a pasear dirigiéndose al túnel del cerro
denominado 'Pichango', donde en primer lugar se prodigaron caricias y luego
bajaron de la camioneta, colocando, [el acusado], un costal en el suelo, y le impuso
el acto sexual desflorándola y una vez consumada la agresión sexual, la condujo de
retorno a su domicilio; cópula carnal que volvieron a repetir en horas de la noche en
la casa de la abuela de la agraviada y como producto de dichas relaciones sexuales,
quedó embarazada, dando a luz una niña [. .. ] al estar de la partida de nacimiento
presentada en el desarrollo de la audiencia; el acusado, [oo.] se ha declarado
convicto y confeso del delito imputado, aseverando que el trato sexual con la menor
ha sido practicado de manera voluntaria y con el pleno consentimiento de la
agraviada [ ... ] por haber sido enamorados, situación que resulta irrelevante por su
minona de edad, pues a la fecha del injusto penal contaba con apenas doce años de
edad, según se aprecia de su partida de nacimiento de fojas treinta y dos, por lo que
el consentimiento prestado resulta inválido y sin relevancia jurídica" (959) .
Invocando, atinada y razonablemente, la confesión sincera del acusado y la forma y
circunstancias en que ocurrieron los hechos, el colegiado le impuso ocho años de
pena privativa de libertad y fijó en dos mil soles el pago por reparaCión civil en favor
de la agraviada. No estando conforme con tal sentencia, el fiscal superior interpuso
recurso de nulidad. Nuestro máximo tribunal de justicia, por Ejecutoria Suprema del
26 de octubre de 1997, por sus fundamentos, declaró no haber nulidad en la
sentencia recurrida (960).
Como precedente jurisprudencial que se apana del criterio mayoritario cabe citar la
resolución del 27 de enero de 2000, por la cual la misma primera Sala Penal de la
Corte Superior de lea (con diferentes vocales), argumenta "que el acusado [ ... ], en
su condición de homosexual pasivo, ha mantenido relaciones sexuales contra
natura, con el menor agraviado de trece afios de edad, cuyo nombre se preserva,
quien actuó de sujeto sexual activo en tres oportunidades, siendo la primera vez en
el mes de octubre, el seis y diez de noviembre de mil novecientos noventa y nueve,
las subsiguientes oportunidades, realizando previamente actos obscenos con la
finalidad de lograr su objetivo [. .. ]; que en autos se encuentra acreditado que el
menor de trece años, [oo.] ha practicado el acto sexual, en calidad de sujeto sexual
activo, con el acusado [oo.], habiendo este tenido el acceso carnal en calidad de
sujeto sexual pasivo, por lo que le corresponde la condición de agente infractor,
sujeto activo del evento delictual que se le reprocha y en el que no medió una
resistencia seria, porfiada y denodada por parte del agraviado, quien a lo largo del
proceso no ha aportado prueba que acredite lo contrario [. .. ]; que para la
dosificación de la pena debe tenerse en cuenta la confesión sincera y
arrepentimiento del acusado, [. .. ] correspondiéndole el derecho establecido en el
artículo ciento treinta seis del Código de Procedimientos Penales y que para la
graduación de la pena, y su rebaja, se debe tener en cuenta lo establecido en el
artículo cuarenta y cinco y cuarenta y seis [del Código Penal], especialmente la
conducta del acusado y del agraviado, que propiciaron los hechos por móviles de
satisfacción y de experimentación e iniciación sexual respectivamente y que por el
examen médico-legal realizado en el agraviado, respecto del delito de violación de
un menor de trece años, no se advierte ningún tipo de violencia que se haya ejercido
sobre el mismo, ya que no presenta signos traumáticos recientes como resultado del
examen a sus órganos genitales masculinos, ni mucho menos al examen anal por lo
que en tal sentido, no han concurrido en el ilícito denunciado el empleo de violencia,
es decir fuerza alguna ejercida sobre la víctima, ni tampoco grave amenaza sobre el
agraviado, ya que este ha tenido relaciones en tres oportunidades pudiendo haberse
escapado cuando realizaba el acto sexual, pues en ninguna de las oportunidades ha
estado imposibilitado de hacerla ni privado de su libertad ambulatoria y, alguna vez,
en presencia de su menor amigo" (961).

Aquí, invocando arbitrariamente, en forma poco razonable, la condición de la


confesión sincera, los modos y circunstancias en que ocurrieron los hechos, y
haciendo uso de posiciones doctrinarias retrógradas respecto de los delitos
sexuales, el colegiado impuso al acusado cuatro años de pena privativa de libertad
condicional y ftió en 500 soles el pago de la reparación civil en favor del agraviado.
Pese que el fiscal superior en su acusación escrita solicitó que se imponga al
procesado la pena privativa de libertad de 25 años, no interpuso recurso de nulidad.
Tal proceder del defensor de la legalidad, hizo imposible que nuestra Corte Suprema
se pronuncie sobre el interesante hecho instruido.

3.2. Pena más drástica cuando menor es la edad de la victima

En otro aspecto, el legislador ha previsto que la sanción será más grave cuando
menor sea la edad de la víctima. Así se ha dividido en tres grupos las conductas,
que solo se diferencian debido a la mayor gravedad de la pena que se impondrá al
agente cuando menos edad tenga la víctima.
De ese modo, la pena privativa de libertad será mayor (cadena perpetua) cuando la
víctima tenga una edad comprendida entre el acto del nacimiento y menos de 10
años de edad (962). En el caso que la víctima cuente con una edad comprendida
entre los 10 y menos de 14 años, la pena tiene una escala menor que la prevista
para el primer grupo (no menor de 30 ni mayor de 35 años). Finalmente, si la víctima
tiene una edad comprendida entre 14 y menos de 18 años, la sanción será menor a
la que corresponde a los dos primeros grupos (no menor de 25 ni mayor de 30
años).

Para establecer la edad de los menores y determinar cuándo estamos ante un


supuesto y cuándo en otro, la partida de nacimiento aparece como documento
trascendente dentro del proceso penal. Solo con tal documento puede saberse
absolutamente la edad cronológica de los menores. La prueba de la edad no es solo
la demostración de un dato más en el proceso donde se instruye un acceso sexual
sobre un menor que puede o no cumplirse; sino representa una condición sine qua
non, sin la cual no puede expedirse sentencia condenatoria, puesto que la edad
constituye un elemento principal del tipo objetivo (96~). Ello ha sido aceptado en
forma unánime por la jurisprudencia peruana. Como ejemplos podemos citar los
siguientes precedentes judiciales:

"En el delito de violación de la libertad sexual debe establecerse, de manera clara e


inequívoca, la edad de la agraviada, por lo que debe solicitarse de oficio la partida
de nacimiento" (964).

"Que la agraviada contaba con menos de siete años al momento que ocurren los
hechos. Este extremo del tipo se halla acreditado con la partida de nacimiento de la
menor. En efecto, a fojas cuarenta y dos corre la misma, apareciendo allí que la
menor agraviada nació el primero de abril de mil novecientos noventa y dos,
contando al cinco de enero del presente año con menos de siete' (965).

"Que la menor contaba con menos de catorce años, pero más de diez al momento
en que ocurren los hechos. Este extremo del tipo se acredita, igualmente con las
propias versiones del procesado, quien al ser interrogado por el señor Fiscal
Superior, durante la audiencia del juicio oral, declara que la menor tenía
aproximadamente trece años; que esta afirmación coincide con la copia de la partida
de nacimiento que corre a fojas veintiséis, donde aparece que [. .. ] nació el
veintinueve de septiembre de mil novecientos ochenta y cuatro" (966).

"Que, la responsabilidad penal del acusado Marcelino Orihuela Medina, en la


comisión del delito instruido, se encuentra debidamente acreditada con el certificado
de fojas veinte, expedido por la obstetriz del Hospital de Apoyo de San
MiguelAyacucho, la referencial de la menor agraviada de fojas diez, su declaración
preventiva de fojas setenta y seis a setenta y siete, diligencias en las que mantiene
una sindicación firme y coherente respecto a la autoría en el ilícito investigado del
citado encausado, quien en el acto oral acepta que violó sexualmente a la menor
hasta en tres ocasiones; cuando esta contaba con menos de catorce años, minoría
de edad que se acredita con la partida de nacimiento" (967).
En su defecto y de modo excepcional, cuando sea imposible conseguir la partida de
nacimiento en las municipalidades, sea porque el menor no fue inscrito o por
cualquier otra razón, será necesario un reconocimiento médico legal para establecer
la edad aproximada del menor. Así también lo tiene por aceptado la jurisprudencia
nacional, tal como se argumenta en las dos Ejecutorias Supremas siguientes:

"Para que se acredite fehacientemente el delito contra la libertad y el honor sexual


debe tenerse a la vista la partida de nacimiento o, en su defecto, el reconocimiento
médico legal que determine la edad de la ofendida" (968).

"Si bien de la revisión del proceso se advierte que no se ha adjuntado la partida de


nacimiento de la agraviada, del certificado médico se desprende que su edad
aproximada es de 14 años, sin embargo, el referido instrumental indica que la edad
mental de la agraviada corresponde a una persona de 18 años; sin embargo,
estando al tiempo transcurrido debe aplicarse lo más favorable al reo" (969).

No obstante, el reconocimiento médico legal para determinar la edad de la víctima


no vincula al operador jurídico, toda vez que la edad que indican los especialistas es
meramente presuntiva. De esa forma se pronuncia la Ejecutoria Suprema del 28 de
mayo de 1999, al argumentar que "en la doctrina se ha uniformizado, el criterio de
que el reconocimiento médico legal por parte de los especialistas en la materia es
neta mente estimatorio, a fin determinar la edad con un margen de error de dos años
más o menos, en este orden de ideas, al haber dudas respecto a la fecha de
nacimiento de la menor agraviada por el delito de violación de la libertad sexual,
debe estarse a lo más favorable al reo en aplicación del inciso 11 del artículo 139 de
la Constitución Política del Estado, por lo que la conducta del procesado debe
encuadrarse en numeral 170 del Código Penal -violación real-; ello en atención al
principio de la determinación alternativa que permite que el órgano jurisdiccional
puede encuadrar la conducta del encausado en el tipo penal genérico, específica
finalidad de evitar injustos fallos al existir una errónea calificación jurídica de hecho
imputado" (970).

Se suscita aquí la interrogante en tomo a la posible aplicación del contenido del


artículo 170 del Código Penal. Esta disposición solo se podrá aplicar si el sujeto
activo empleó violencia o amenaza para acceder sexualmente a la víctima, caso
contrario, dicha conducta quedará impune por delito de acceso sexual(971).

3.3 Desde cuando corre el término de la prescripción de la acción penal

Los supuestos en los cuales el legislador solo se limitó a indicar la pena mínima mas
no la máxima, ha generado una serie de interpretaciones que al final ha tenido que
emitirse una ejecutoria suprema con carácter vinculante. En efecto, en el recurso de
nulidad Nº 2860-2006, la Sala Penal permanente de la Corte Suprema, al resolver un
caso concreto sobre un delito de acceso carnal sexual sobre un menor, el 25 dejunio
de 2007, dispuso que los fundamentos jurídicos tercero y cuarto de la
ejecutoria(972) constituyen precedente vinculante, de observancia obligatoria, toda
vez que se dicta reglas de interpretación para establecer el plazo de prescripción de
la acción penal en aquellos delitos en que el legislador no ha previsto pena máxima.

De tal forma se tiene: "Tercero: Que, ahora bien: el artículo ciento setenta y tres del
Código Penal prevé la penalidad que corresponde aplicar al autor de un delito de
violación de menores y establece distintas escalas penales que toman en cuenta,
para su mayor o menor gravedad, la edad concreta del sujeto pasivo al momento de
comisión del delito; que, en su texto original, el artículo ciento setenta y tres del
Código Penal, conminaba en sus tres incisos penas de diferente duración, según el
grupo etario que se señalaba en cada uno de ellos, sin embargo, solo consignaba el
mínimo de la pena legal y omitía toda referencia expresa a su límite máximo; que, no
obstante ello, tal opción legislativa -por una ineludible aplicación del principio de
proporcionalidad de las penas y de coherencia y autolimitación interna entre las
circunstancias agravantes legalmente incorporadas - no autoriza a concluir que el
extremo superior de penalidad legal no existe y que, por ello, deba acudirse al límite
general o abstracto de la pena privativa de libertad; que, por el contrario, y -como se
ha expuesto precedentemente- por estrictas razones sistemáticas entre las aludidas
circunstancias definidas en cada inciso del tipo legal, este debe corresponder al
mínimo legal previsto para el grupo etareo precedente; que, por consiguiente, para el
inciso tercero el máximo de pena aplicable era el mínimo señalado en el inciso
segundo, y para el inciso segundo, el máximo legal correspondía al extremo mínimo
de pena conminada establecido en el inciso primero; que en relación a este último
inciso, el máximo legal de la pena conminada sería el genérico que establecía el hoy
suprimido artículo veintinueve del Código Penal, también en su texto original, para la
pena privativa de libertad y que era de veinticinco años. Cuarto: Que en la redacción
actual del artículo ciento setenta y tres del Código Penal, que fuera incorporado por
la Ley número veintiocho mil setecientos cuatro, del cinco de abril de dos mil seis,
así como en las modificatorias establecidas por las leyes números veintiséis mil
doscientos noventa y tres, veintisiete mil cuatros setenta y dos, veintisiete mil
quinientos siete y veintiocho mil doscientos cincuenta y uno, sí se consignó para
cada inciso un límite mínimo o máximo de pena conminada; que con relación a la
agravante especial que describe el párrafo final del texto vigente del artículo ciento
sesenta y tres del Código Penal, la pena aplicable a los casos de los incisos dos y
tres es de cadena perpetua; que, no obstante ello, en la redacción precedente que
introdujo la ley veintiocho mil doscientos cincuenta y uno, del ocho de junio de dos
mil cuatro, para dicho supuesto agravado la pena privativa de libertad señalaba
solamente un mínimo de treinta años, por lo que para los supuestos contenidos en
los incisos antes mencionados, el máximo de pena privativa de libertad aplicable era
de treinta y cinco años, pues el inciso uno consignaba como pena exclusiva la de
cadena perpetua. "

3.4. Agravantes de acceso sexual sobre un menor

Las circunstancias que agravan la conducta delictiva de acceso sexual sobre un


menor aparecen expresamente previstas en el último párrafo del artículo 173, así
como en el artículo 173-A del Código Penal.
Así tenemos:

1. Cuando el agente tuviere cualquier posición, cargo o vínculo familiar que le dé


particular autoridad sobre la víctima o le impulse a depositar en él su confianza. Aquí
la agravante depende de la calidad personal del agente, comprendiendo dos
supuestos claramente diferenciados:
Primero, que el agente tenga alguna autoridad sobre el menor por cualquier
posición, cargo o vínculo familiar. Situaciones que, según Bramont Arias (973),
originan mayores posibilidades para la comisión del delito, consiguientes al temor
reverencial, por ejemplo, padre, tutor, curador, hermano, tío, padrastro, etc. La ley
fundamenta el castigo y la mayor sanción de estas circunstancias en la superioridad
y supremacía que ejerce el autor sobre la víctima, las mismas que se traducen en
determinada posición, cargo o vínculo familiar; o en suma en una situación de
prevalimento (974).

Este supuesto agravante de la conducta delictiva, ha sido debidamente identificado


en nuestra jurisprudencia. El precedente jurisprudencial del 21 de noviembre de
1997 señala "que, el delito imputado al acusado [. .. ] se subsume en el inciso
segundo y en la agravante prevista en el último párrafo del artículo ciento setenta y
tres del Código Penal, modificado por la Ley número veintiséis mil doscientos
noventa y tres, por tratarse del delito de violación contra la libertad -violación de la
libertad sexual del menor- en el que el agente resulta ser padre de la agraviada; que
dicho ilícito fue perpetrado en diversos momentos, habiéndose cometido la primera
violación cuando la menor [. .. ], tenía diez años de edad, repitiéndose luego en
diversas oportunidades hasta el veintiséis de diciembre de mil novecientos noventa y
seis, fecha en que tuvo lugar la última violación, cuando la menor contaba con doce
años, tres meses y dieciocho días de edad; que siendo esto así, el comportamiento
delictivo del mencionado acusado ha infringido repetidas veces la misma ley penal
con actos ejecutivos que forman parte de una misma resolución criminal" (975).
Idéntico supuesto en el cual el agente es padre de la agraviada, también aparece en
la Ejecutoria del 15 de enero de 2004, cuando fundamenta que ha quedado
''jehacientemente acreditado que [el acusado], en su condición de padre de la menor
agraviada, aprovechó su nlación de confianza y dependencia para dar rienda suelta
a sus bajos instintos y lesionarla en la indemnidad sexual, amenazándola en todo
momento con irse de la casa si contaba lo ocurrido a su madre, sin tener en
consideración el sustento necesario y obligado que tenía para con sus seis hijos
menores de edad, ello demuestra el absoluto desinterés por el cuidado y respeto
hacia la prole [. .. ] que ante estos hechos se concluye que el sujeto activo se ha
mantenido alejado de todo sentimiento de respeto frente a sus hijos y que,
aprovechando la facilidad de la convivencia, el abuso de confianza y su autoridad
paterna, condujo al abuso sexual de su menor hija, siendo nlevante para el presente
proceso la minoría de edad y su relación parental" (976).

La resolución del 30 de diciembre de 1997, de la Sala Penal de la Corte Superior de


Ayacucho, indica: "Que, la menor agraviada N.N. en el acto oral entre sollozos,
identificó al acusado, Rubén Leiva Ochante, como el autor de las violaciones
sexuales reiteradas de la que fue objeto, desde que tenía ocho años de edad,
resultando coherentes sus versiones, en cuanto al lugar y tiempo. Pues sostiene que
la primera vez que fue violada, fue en el domicilio de Fortunato Ayala, por el
acusado, en el año de mil novecientos noventa y desde la fecha aludida fue violada
sexualmente en forma reiterada; también fue ultrajada en el domicilio de la madre
del acusado, ubicado en el jirón San Martín de la Pampa del Arco, manzana 1, lote
dos; hasta que finalmente quedó embarazada y dio a luz, a la menor [de nombre
reservado por ~y], el día once de octubre de mil novecientos noventa y seis, siendo
reconocido voluntariamente por el acusado [. .. ]. Es más, la agraviada N.N., en el
acto oral, corroborando su versión prestada en su declaración preventiva de fojas
treinta y cuatro, sostiene que, por haber quedado huérfana de madre apenas a los
tres años de edad, consideró que su madrastra era su madre; sin embargo, gracias
a hermana de su madre fal~cida, pudo tener conocimiento [de] que [aquella] no era
su madre, sino su madrastra, y el acusado, [. .. ] no viene a ser su tío, sino hermano
de su madrastra. Sostiene que considerando que era su tío el referido acusado,
soportó las violaciones sexua~s, en su agravio cometido por este" (977).

También grafica la agravante en análisis la Resolución del 2 de octubre de 1998,


emitida por la Sala Mixta Descentralizada de la Corte Superior de Arequipa, donde
se afirma: "El [acusado] reconoce que, al momento de ocurrir los hechos, compartía
morada con la menor agraviada, y lo hacía en razón de mantener relaciones de
convivencia con la madre de la menor [. .. ]; que esta relación tenía
aproximadamente diez años de duración a la época en que ocurren los hechos
(instructiva, parte pertinente de fojas diecinueve); que, inclusive, afirma haber
cuidado de la menor, desde que esta contaba con tres años, como si fuera su propio
padre (instructiva, parte pertinente de fojas veinte), que esta versión, ligeramente
modificada, ha sido vertida ante la sala durante el juicio oral' que se halla
corroborada con la versión de [la menor], ya citada, quien afirma que [el acusado] es
conviviente de la madre de [la menor]; de esta forma, se halla acreditado el especial
vínculo que los unía, el cual por su propia naturaleza crea esa relación de autoridad;
que, recogiendo la versión del procesado, incluso de confianza, pues la primera
oportunidad en que ocurren los hechos la menor de hallaba jugando con él en su
propio dormitorio, habiendo sido precisamente esta coyuntura propicia para que el
procesado requiera a la menor' (978).
En igual sentido la Resolución del 1 de agosto de 1995, por la cual la Sexta Sala
Penal de Lima, indica "resultando agravante el hecho de que el acusado reconoce
en la víctima una persona dependiente o sujeta a su dependencia, por ser hermano
mayor, con quien cohabitó en las noches que realizaba sus visitas a su madre,
extremo no cuestionado por el acusado" (979).

Segundo, se configura también la agravante cuando el agente realiza actos


tendientes a lograr la confianza de su víctima, y aprovechándose de esta particular
situación, aquel practica cualquiera de las modalidades de acceso carnal sexual. La
confianza supone una relación personal entre dos sujetos. La relación existente
entre ambos es la única circunstancia que puede generar una mutua lealtad o una
recíproca confianza. En el caso del delito en hermenéutica, la relación debe existir
entre el agente y el menor de dieciocho años. Este último debe tener la firme
confianza que aquel no realizará actos tendientes a dañarlo. Si no se verifica esta
relación de confianza, la agravante no se configura.

De la redacción del tipo penal se concluye que la agravante solo aparece cuando el
agente defrauda la confianza que el sujeto pasivo tiene depositada en él; es decir, el
agente aprovechando la firme confianza o buena fe que le tiene el menor en el
sentido que no hará actos en su perjuicio, le realiza el acceso sexual sin mayor
dificultad. Incluso la confianza facilita la comisión del injusto penal.

Se descarta que la agravante se configure cuando el agente defrauda la confianza


depositada en él por terceros, como los padres o tutores, y no por el menor afectado.
En estos casos se descarta la agravante toda vez que, al no existir la confianza del
menor hacia el agente, este tendrá mayor dificultad (por ejemplo, al oponer
resistencia el menor) para lograr su objetivo cual es el acceso sexual para satisfacer
su apetencia (980).
Grafica este supuesto el precedente jurisprudencial del 22 de junio de 1998, donde
se argumenta "que conforme al acta de audiencia, [el encausado] ayudaba 'en sus
estudios a la menor agraviada, [. .. ], a quien 'a veces daba plata: a lo que se suma
el hecho de que el referido encausado residía con esta y su hermanito, el menor
agraviado [. .. ] en el mismo inmueble, teniendo acceso recíproco a todos los
ambientes, evidenciándose de este modo que entre el agente y sus víctimas existían
vínculos de confianza por lo que la conducta delictiva debe adecuarse a lo
establecido en el último párrafo del artículo ciento setenta y tres del Código Penal,
modificado por la ley número veintiséis mil doscientos noventa y tres, que al existir
una violación de la ley penal llevada a cabo mediante acciones repetidas que
recayeron en dos sujetos pasivos diferentes, el hecho global debe ser tenido como
un solo delito continuado de violación de menor, conforme se encuentra señalada
por el artículo cuarenta y nueve del Código Penal" (981).

Respecto al delito continuado de acceso carnal sexual sobre un menor, también en


parecido sentido se pronuncia la Ejecutoria Suprema del 26 de octubre de 1999, al
expresar que, "tratándose que el delito de violación ha sido cometido en momentos
diversos, desde que la agraviada tenía 1 O años de edad y persistiendo de manera
sucesiva en los años siguientes, constituyendo una unidad delictiva por su
naturaleza de atentado del bien jurídico protegido de la indemnidad y libertad sexual
mediante actos de la misma resolución criminal, por lo que se configura un delito
continuado de acuerdo con el artículo 49 del Código sustantivo" (982).

En resumen, se trata de una fórmula que permite una interpretación más amplia que
la del contenido del texto original del artÍCulo 173, pero que, obviamente, comprende
todos los casos anteriormente contemplados. De modo tal que, en principio, es de
señalar que se configura la agravante cuando la vÍCtima sea "discípulo, aprendiz o
doméstico del agente o su descendiente, hijo adoptivo, hijo de su cónyuge o de su
concubina, o un menor confiado a su cuidado"; pero además, también cuando se
trate, por ejemplo, de un hermano menor del agente (983).

2. También aparecen como circunstancias agravantes los supuestos previstos en el


artículo 173-A, modificado por el artÍCulo 1 de la Ley NQ 27507, del 13 de julio de
2001. Aquí se especifica que se aplicará cadena perpetua cuando el agente que
realice los actos previstos en los incisos 2 y 3 del artÍCulo 173, cause la muerte de la
víctima o le produce lesión grave, pudiendo aquel prever este resultado. El resultado
muerte o lesión grave deben realizarse durante la ejecución del acceso sexual o en
todo caso, ser consecuencia inmediata de dicho acto en cualquiera de sus
modalidades. De verificarse que fue consecuencia de un acto anterior o posterior al
acto o acceso sexual, estaremos ante un concurso real de delitos ya sea acceso
sexual de menor con homicidio (asesinato, de ser el caso) o acceso carnal sexual de
menor con lesiones graves.

Asimismo, aquellos resultados deben ser previsibles, es decir, deben ocurrir hasta
por culpa del agente. Caso contrario, si se determina que no eran previsibles, aquel
no responderá penalmente por estos. Se trata de supuestos agravantes
preterintencionales (984). Es importante reiterar, con la finalidad de lograr
internalizar en la conciencia de los jueces y fiscales del país, que nuestra
normatividad penal ha proscrito para siempre de nuestro sistema penal nacionalla
simple responsabilidad objetiva o responsabilidad por el hecho (artículo VII del
Código Penal).

Finalmente, en el artículo 173-A aparece una última circunstancia agravante al


indicarse que se aplicará cadena perpetua en los supuestos ya indicados cuando el
agente proceda con crueldad sobre el menor en la consumación del acceso sexual u
otro análogo. Esta circunstancia se verifica cuando el sujeto activo, de manera
innecesaria para efectos del acto o acceso sexual elegido, actúa haciendo sufrir
deliberada e inhumanamente al menor. El agente goza con el sufrimiento ajeno.
Sin duda, la sobrecriminalización se opone a los principios de reserva de ley,
proporcionalidad y humanidad. Pero además, denota una clara utilización simbólica
de la ley penal. No obstante, con el profesor Carlos Caro Coria (985), debemos
alegar que un juicio negativo más intenso merece la agravante del artículo 173-A,
tanto porque reproduce la equívoca formula de la previsibilidad del resultado por
parte del agente, como por elevar la sanción a cadena perpetua para tres supuestos
que merecen un diferente grado de desvaloración: la provocación de la muerte, de
lesiones graves y la existencia de crueldad.

3.5. Bien jurídico protegido

Con el delito de acceso carnal sexual sobre un menor se pretende proteger la


indemnidad o intangibilidad sexual de los menores de dieciocho años de edad. Esta
se entiende como la protección del desarrollo normal de la sexualidad de los
menores quienes todavía no han alcanzado el grado de madurez suficiente para
determinarse sexualmente en forma libre y espontánea.
Francisco Muñoz Conde (986), razonablemente, sostiene que en el caso de
menores, el ejercicio de la sexualidad con ellos se prohíbe en la medida que puede
afectar al desarrollo de su personalidad y producir en ella alteraciones importantes
que incidan en su vida o su equilibrio psíquico en el futuro.

La jurispnldencia nacional tiene claro este aspecto, como lo demuestra la Ejecutoria


del 12 de agosto de 1999, cuando reproduciendo los argumentos del último autor
citado, expresa que" el delito tipificado en el artículo 173. inciso 3 del Código Penal,
modificado por el Decreto Legislativo Nº 896, protege el libre desarrollo sexual del
menor, en razón de que el ejercicio de la sexualidad con ellos se prohíbe en la
medida que puede efectuar el desarrollo de su personalidad y producir alteraciones
importantes que indican en su vida o equilibrio psíquico en el futuro" (987). En igual
sentido, en la Ejecutoria del 15 de enero de 2004, la Sala Penal Transitoria de la
Suprema Corte sostiene que el bien jurídico protegido en este delito es la
indemnidad sexual, toda vez que "lo que la norma protege en los impúberes es su
libre desarrollo sexual y psicológico en relación con los mayores, debido a su
incapacidad para discernir y el estado de indefensión dado por su minoría de edad"
(988) .

Asimismo, la Ejecutoria Suprema del 24 de junio de 2003, sostiene" que en los


delitos de violación sexual de menores se tutela no solo la libertad y el honor sexual,
sino principalmente la inocencia de un menor cuyo desarrollo psicoemocional se ha
visto afectado por el comportamiento delictivo del acusado, que resquebrajan las
costumbres de la familia y la sociedarl' (989).

Finalmente, conJosé Luis Castillo Alva (990); creemos que la indemnidad sexual es
una manifestación de la dignidad de la persona humana y el derecho que todos,
como seres humanos, tenemos a un libre desarrollo de la personalidad sin
intervenciones traumáticas en la esfera íntima, las cuales pueden generar huellas
indelebles en el psiquismo de la persona para toda su vida. La Ley penal protege al
menor tanto de la injerencia abusiva de terceros en el ámbito de su sexualidad como
de aquellos que se aprovechan de él para mantener relaciones sexuales valiéndose
de vínculos familiares, de custodia o de dependencia.
3.6. Sujeto activo

Agente o sujeto activo de la conducta delictiva en hermenéutica puede ser cualquier


persona sea varón o mujer. El tipo penal no exige la concurrencia de alguna cualidad
o calidad especial, salvo para agravar la conducta como ha quedado expresado.
Incluso puede tener la condición de enamorado, novio o conviviente de la víctima.
Se excluye el estado civil de casado aparente debido que, de acuerdo a nuestra
normatividad civil, es imposible jurídicamente contraer matrimonio con un o una
menor de catorce años de edad. Si ello ocurriera, tal matrimonio es nulo.

3.7. Sujeto pasivo

También víctima o sujeto pasivo de los supuestos delictivos previstos en el artículo


173 del Código Penal, pueden ser tanto el varón como la mujer, con la única
condición trascendente de tener una edad cronológica menor de dieciocho años.
Muy bien puede tener alguna relación sentimental con el agente o también,
dedicarse a la prostitución. Tales circunstancias son irrelevantes para calificar el
delito.

El tipo penal solo exige que el sujeto pasivo tenga una edad cronológica menor de
18 años, independientemente del nivel de desarrollo de su capacidad de
discernimiento, del grado de evolución psicofisica que haya alcanzado o de si ha
tenido antes experiencias de tipo sexual, sentimental o de cualquier otra Índole. El
Derecho penal en la protección de la sexualidad de los menores no realiza una
consideración adicional respecto a la vida anterior del menor revisando sus
antecedentes morales, sociales, económicos o jurídicos (991). De ahí que el delito
igual se configura así se llegue a determinar que la menor o el menor se dedique a
la prostitución, o si ha tenido con anterioridad al hecho concreto experiencia de
acceso carnal sexual.

4. TIPICIDAD SUBJETIVA
De la redacción del tipo penal se desprende que se trata de un delito de comisión
dolosa y que no cabe la comisión imprudente. Por la naturaleza del delito es posible
que se configure el dolo en el delito en sus tres clases: dolo directo, indirecto y
eventual.

En efecto, se configura el dolo directo o indirecto cuando el agente tiene


conocimiento de la minoría de edad de su víctima y, no obstante, libre y
voluntariamente le practica el acto o acceso carnal sexual, ya sea por la cavidad
vaginal, anal, bucal o en todo caso, le introduce objetos (prótesis sexuales, etc.) o
partes del cuerpo (dedos, mano, etc.) en su cavidad vaginal o anal, con la evidente
finalidad de satisfacer alguna de sus apetencias sexuales. Si no se identifica esta
última circunstancia en el actuar del agente, la figura delictiva no aparece. Es decir,
como en todos los delitos sexuales aquí analizados, se exige la concurrencia de un
elemento subjetivo adicional al dolo en la conducta sexual desarrollada por el
agente.

En cambio, el dolo eventual se presentará cuando el sujeto activo, en el caso


concreto, pese a representarse la probabilidad de disponerse a realizar el acceso
carnal sexual con una menor de catorce años, no duda ni se abstiene y, por el
contrario, sigue actuando y persiste en la realización del acto sexual. AqUÍ, el autor
más que incurrir en un error, obra con total indiferencia respecto al peligro de realizar
acceso carnal con un o una menor y le da lo mismo, pese a la duda que pueda tener
(circunstancia que es consustancial al dolo eventual) sobre la edad de su víctima
(992).

La jurisprudencia nacional es unánime respecto que el delito de acceso carnal sobre


menores es netamente doloso. El precedente jurisprudencial del 2 de octubre de
1998, de la Sala Mixta Descentralizada de la Corte Superior de Arequipa, indica:
"Tratándose de afirmaciones que el propio acusado formula, fluyen de las mismas
que él era consciente tanto de la conducta que realizaba como de la minoridad de la
agraviada y de su posición respecto de ella, sirviendo de sustento probatorio del
momento subjetivo lo que se tiene referido para el objetivo" (993).

Igual criterio recoge el precedente jurisprudencial del 30 de noviembre de 1998,


cuando la misma Sala Mixta Descentralizada de Arequipa sostiene que: "Debe
determinarse, en este nivel, si el procesado era consciente que realizaba acto sexual
[con] una persona de menos de siete años y, no obstante ese conocimiento, tener la
voluntad de hacerlo. De las declaraciones referidas en la instructiva aparece que el
procesado conocía a la menor; teniendo un grado de parentesco, la misma que los
visitaba frecuentemente por ser de lugar, lo que permite concluir que el procesado
conocía la edad aproximada de la menor; que, si bien sostiene no haber consumado
el acto, reconoce haber tenido voluntad de realizarlo; es decir que era consciente de
su propia conducta al tiempo que de su propio querer, habiéndose acreditado estos
extremos de la conducta típica" (994).
4.1. Error de tipo
Por otro lado, no hay mayor inconveniente para sostener que, en cuanto a la edad
de la víctima, es posible que tenga lugar el conocido error de tipo. Se presentará
esta categoríajurídica, por ejemplo, cuando el agente actúe con la creencia firme que
el sltieto pasivo con el cual realiza el acceso carnal sexual es mayor de dieciocho
años, situación que se resolverá aplicando lo dispuesto en el artículo 14 del Código
Penal (995), siempre y cuando el sujeto activo no haya hecho uso de violencia o
amenaza grave sobre la víctima, pues de verificarse la concurrencia de estos
factores en el caso concreto, el operador jurídico subsumirá los hechos al acceso
carnal sexual previsto y sancionado en el artículo 170 del Código Penal (996).

En efecto, "el error surge cuando el sujeto tiene falsa representación de la realidad o
no entiende, de manera correcta, su significado social o jurídico, ahora bien, el error
de tipo se encuentra regulado en el primer párrafo del artículo catorce del Código
Penal, este recae sobre un elemento objetivo de tipo, el sujeto piensa que está
realizando un hecho atípico, pero objetivamente ha realizado una conducta de
relevancia para el ordenamiento jurídico penal. El error de tipo es de carácter
vencible si el sujeto, actuando dentro de los parámetros de la diligencia debida,
hubiese podido darse cuenta del defecto de apreciación en que incurría, es decir, es
un error superable, aquí solo se elimina el dolo por subsiste la culpa [sic] y el hecho
sería sancionado como un delito culposo siempre y cuando se encuentre tipificado
como tal con el [órgano]colegio penal, que según lo establece el artículo doce del
precitado cuerpo de leyes, el error de tipo invencible, en cambio, se presenta cuando
a pesar de la diligencia debida el sujeto no puede darse cuenta de su error, es decir,
es un error de carácter insuperable, en donde el agente queda exento de
responsabilidad penal, pues se elimina tanto el dolo como la culpa. [. .. ] [D] el
estudio y análisis de autos se tiene que la Sala Superior Penal en el desarrollo de
juicio oral, en la sesión de audiencia de fecha diecisiete de septiembre de dos mil
tres, durante la comparecencia de menor agraviada, conforme al principio de
inmediación, ha podido verificar que la citada menor presenta un desarrollo físico
que excede el promedio que presenta una persona de catorce años de edad,
aspecto que indudablemente puede hacer inducir a error en cuanto a su verdadera
edad a quien, a simple vista, la observe, situación que en todo caso también ha
influido en el acusado" (997).

En la ejecutoria del 1 de octubre de 2004, la Primera Sala Penal Transitoria de la


Suprema Corte fundamenta el error de tipo afirmando que u del estudio y análisis de
autos se desprende que la agraviada, en la época de ocurridos los hechos contaba
con un poca más de trece años de edad; apreciándose además su declaración
preventiva ... , en la que esta declara y reconoce no solo haber sido enamorada del
acusado, sino haberlo inducido a error en cuanto a su verdadera edad, al mentirle
que contaba con dieciséis años de edad al momento de suscitados los hechos,
agregando inclusive que las relaciones sexuales las ha mantenido voluntariamente y
sin ningún tipo de violencia. Estas versiones, por lo demás, se ven corroboradas con
llZ declaración instructiva del procesado [. .. ] donde sostiene que efectivamente tuvo
relaciones sexuales con la menor agraviada porque esta la manifestó que tenía
dieciséis años de edad, lo cual ha sido debidamente compulsado por la Sala
Suj¡erior" (9~8)

En suma, tanto si el error es invencible como vencible no podrá sancionarse al


sujeto activo por el artÍCulo 173 del Código Penal: si es invencible, se eliminaría el
dolo y la culpa; y si es vencible, se elimina solo el dolo quedando subsistente la
culpa, no obstante, al no admitirse en nuestro sistema jurídico el delito de acceso
sexual por imprudencia o negligencia, dicha conducta será atípica y por lo tanto
irrelevante penalmeme.

5. ANTIJURIDICIDAD
La misma naturaleza del delito de acceso sexual sobre un menor hace imposible
que, en la realidad práctica, se presente casos donde funcione de manera positiva
alguna causa justificante.

6. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de acceso sexual sobre un


menor no concurre alguna causa de justificación, el operador jurídico entrará al
análisis para determinar si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su
autor. En esta etapa tendrá que verificarse si al momento de actuar el agente era
imputable es decir, mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le
haga inimputable. También se verificará si el agente, al momento de exteriorizar su
conducta etiquetada como acceso carnal sexual sobre un menor, conocía la
antijuridicidad de esta, es decir, se verificará sabía que dicho acto estaba prohibido
por ser contrario al Derecho.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito de tipo sexual.

6.1. Error culturalmente condicionado

En el Perú, teniendo en cuenta que existe en la realidad poblaciones que todavía no


han llegado a internalizar los parámetros culturales (de carácter o tipo occidental)
que domina la mayoría de los peruanos, y por tanto, existen compatriotas que
consideran que mantener relaciones sexuales con una menor de 12 hasta 17 años
es normal y natural, en la praxis judicial se presentan casos de error culturalmente
condicionado previsto y sancionado en el artículo 15 del Código Penal de 1991. Esta
clase de error se configura cuando el agente desconoce la ilicitud de su conducta,
ignora que su comportamiento resulta irtiustificable, por lo que la conducta muy bien
puede ser típica y antijurídica pero no puede ser atIibuida personalmente a su autor,
pues este desconoce la antijuridicidad de su hecho, presupuestos que hacen
inexistente la culpabilidad por lo que el delito no aparece.
En efecto, la Ejecutoria Suprema del 5 de octubre de 1999 expone un caso real en el
cual, para su solución jurídica, los magistrados razonablemente hicieron uso de la
figura del error culturalmente condicionado. Allí se argumenta "que, de la revisión de
los autos aparece que se imputa al encausado Juan López Martíncz, el delito contra
la libertad sexual, en la modalidad de violación de un menor, en perjuicio de una
menor cuya identidad se reserva en virtud de la ley veintisiete mil ciento quince; que,
en efecto, la conducta del mencionado acusado es típica objetivamente, porque su
accionar describe el tipo penal previsto en el artículo ciento setenta y tres, inciso
tercero del Código Penal, que reprime al que mantiene relaciones sexuales con una
menor de catorce años; que, sin embargo la conducta del encausado debe ser
analizada teniendo en cuenta sus condiciones personales, la forma y circunstancias
de la realización del evento, y sobre todo considerando el medio social en que se
desenvuelve, relevándose el hecho que es hijo de una nativa ashaninca del Valle de
Pangoa de la Selva de Satipo, que ha vivido en una comunidad nativa en su niñez,
habiendo por ello interiorizado las costumbres propias de su pueblo, donde las
mujeres están en capacidad de tener pareja luego de su primera menstruación, lo
que significa que mantienen relaciones sexuales siendo muy jovencitas, citándose al
respecto a: (Stéfano Veresse: "La Sala de los Cerros", mil novecientos setenta y
dos), apreciándose que en estas comunidades, la mujer, al contraer una pareja, no
sale del hogar o de la familia, la que se ve incrementado con el ingreso del
conviviente nativo, quien debe trabajar para la familia, de allí que dentro de los
ashanincas, la mujer sea entregada a un varón siendo muy joven para lograr que
este ayude a la familia de la mujer, todo ello nos lleva a la aplicación del artículo
quince del Código Penal, que consagra el error de comprensión culturalmente
condicionado, es decir, el error en que cae quien por su cultura, por pertenecer a un
grupo social [distinto}, no puede interiorizar o no puede comprender por qué la
sociedad occidental y cristiana prohíbe mantener relaciones sexuales con una mujer
que ya menstrúa y puede tener hijos" (999).

Subcapítulo 5

Delito de acceso carnal sexual sobre menores

7. TENTATIVA
Al constituir un delito de resultado, es posible que el injusto penal se quede en el
grado de tentativa; es decir, el agente inicia la comisión del acto o acceso carnal
sexual o análogo que a decidido voluntariamente realizar; sin embargo, por causas
extrañas a su primigenia intención o voluntariamente decide no consumar el hecho
punible. Esto es, el agente por causas extrañas a su querer no logra penetrar a su
víctima o en su caso, voluntariamente decide no penetrarla o introducirle objetos de
apariencia sexual o partes del cuerpo.

El primer supuesto, por ejemplo, sucedió en el caso real que presenta la Ejecutoria
Suprema del 21 de mayo de 2003. En efecto, allí se argumenta" que durante la
secuela de la instrucción y el juicio oral se ha llegado a establecer fehacientemente
tanto la tentativa del delito contra la libertad sexual del agraviado así como la
responsabilidad penal del encausado Viñolo Pizarro, el mismo que ha reconocido
haber conducido al menor hasta su domicilio realizándole tocamientos en sus partes
íntimas, habiéndose establecido igualmente la evidente intención de mantener actos
contra natura que fue la acción final que se había propuesto y que no se llegó a
concretar debido al dolor que sentía el menor' (1000).
Si bien en teoría resulta fácilmente identificable la tentativa del delito de violación de
un menor, en la práctica judicial resulta cuestión o tarea difícil y muchas veces se le
confunde con el delito de actos contra el pudor, cuando, de acuerdo a la redacción
de los tipos penales 173 y 176 son figuras totalmente diferenciadas.

Ante tal aparente confusión, nuestra Suprema Corte, en reiterada jurisprudencia, se


ha pronunciado en forma clara y pedagógica, y ha señalado ciertos presupuestos
que deben tener en cuenta los demás operadores jurídicos para saber cuando están
ante la tentativa del delito de acceso sexual contra un menor y cuando ante el delito
de actos contra el pudor de menor. En efecto, por Ejecutoria Suprema del 14 de abril
de 1994, nuestro máximo tribunal de justicia, declarando haber nulidad en la
sentencia recurrida que condenó al procesado por el delito de actos contra el pudor
de menor, la reformó y condenó al procesado por el delito de acceso sexual sobre
un menor en el grado de tentativa, argumentando "que, durante la secuela del
proceso, se ha llegado a establecer que la resolución delictiva del agente fue la de
violar la libertad sexual de su menor hija, habiendo realizado todos los actos
tendientes a la infracción contenida en el artículo ciento noventa y nueve del Código
Penal abrogado" (1001).

En el mismo sentido, la Ejecutoria Suprema del 19 de septiembre de 1996, afirma


que: "la conducta del procesado estuvo dirigida a practicar el acto sexual con la
menor agraviada, el que no se consumó, quedando solo en tentativa, ilícito previsto
en el inciso tercero del artículo ciento setenta y tres del Código Penal, por el cual el
[órgano} colegiado lo condena, sin embargo, simultáneamente también lo condena
por el delito de actos contrarios al pudor en perjuicio de la misma agraviada, y en
base a los mismos hechos, decisión que resulta implican te respecto al delito
inicialmente glosado, pues este que se encuentra contemplado en el artículo ciento
setenta y seis del Código acotado, requiere para su configuración que la intención o
propósito del agente no esté dirigida a practicar el acto sexual u otro análogo,
quedando solo en el ámbito de actos impúdicos, lo que no corresponde al caso de
autos en que la orientación subjetiva del agente estuvo dirigida precisamente a
practicar el acto sexual en la agraviada, subsumiéndose la conducta desplegada con
tal intención en tentativa del delito de violación de menor para el presente caso"
(1002).

Otro precedente jurisprudencia! que sirve para diferenciar y limitar la tentativa de


acceso carnal sexual de menor con los actos contra el pudor de menor, lo constituye
la Ejecutoria Suprema del 21 de agosto de 1997, en la cual se sostiene" que, el
encausado [, .. 1 ha reconocido haber tratado de poseer sexualmente a la agraviada
{FCJ1, de solo ocho años y tres meses de edad, a la fecha de los hechos, y en su
propósito llego inclusive a eyacular entre las piernas de la menor, quien comenzó a
gritar, lo que motivó para que este desistiera de su resolución criminal violatoria;
que, consecuentemente la conducta sub iúdice constituye delito contra la libertad
sexual en grado de tentativa, mas no delito contra el pudor; que, de otro lado en
tanto los actos libidinosos, consistentes en frotamientos vagina les con su miembro
viril, hechos que hiciera sufrir a la menor {RSG1, de solo siete años, tres meses y
catorce días de edad, sin que el agente tuviera la decisión de hacerla sufrir el acto
sexual, constituye delito contra el pudor, mas no violación de la libertad sexual en
grado de tentativa" (1003).
Finalmente, la Ejecutoria Suprema delI de febrero de 2000 argumenta "que, fluye de
los actuados, que en circunstancias que la menor agraviada se dirigía con dirección
del Centro Poblado Naranjos Alto en compañía de su hermanito de cinco años de
edad, fue interceptada por el encausado Vega Díaz, quien bajo amenaza la condujo
hacia unos arbustos obligándola a despojarse de su prenda íntima con el propósito
de practicar el acto sexual no llegando a consumar el ilícito penal por la oportuna
aparición de una persona de sexo femenino, debiendo colegirse con meridiana
claridad que la acción subjetiva del encausado estuvo dirigida a practicar el acto
sexual que no se llegó a consumar por causas evidentemente ajenas a su voluntad"
(1004).

8. CONSUMACIÓN

Igual como ocurren en las conductas sexuales ya analizadas, el delito de acceso


sexual de menor se perfecciona o consuma con la penetración total o parcial de la
víctima menor, ya sea vía vaginal, anal (contra natura) o bucal. O en su caso,
cuando comienza la introducción de objetos o partes del cuerpo en la cavidad
vaginal o anal del sujeto pasivo. Esto es, habrá penetración cuando el miembro viril
del varón se introduce en alguna de las cavidades ya indicadas del sujeto pasivo-
menor o cuando en alguna de esas cavidades del sujeto activo venga a introducirse
el pene del varón-menor agredido sexualmente.

En caso del uso de objetos o partes del cuerpo, se perfecciona cuando por ejemplo,
una prótesis sexual o algún objeto parecido al pene son introducidos por vía vaginal
o anal del menor, o en su caso, cuando por ejemplo, el agente introduce algún dedo
o la mano en el conducto vaginal o rectal de su víctima menor.

En la praxis judicial ha quedado establecido que para consumarse el delito de


acceso sexual sobre un menor es suficiente la penetración parcial. De ese modo,
nuestra Suprema Corte, por Ejecutoria Suprema del 20 de octubre de 1997, sostuvo"
que, de la revisión del proceso, se tiene que si bien es cierto que el acusado [. .. ]
admite haber intentado abusar sexualmente de la [. .. ] [luego] desistió
voluntariamente, para [después] solo frotarle su miembro viril en los glúteos [. .. ],
también lo es que la menor [. .. ] comenzó a manar sangre por el ano, la que incluso
manchó su prenda íntima; que, siendo esto así, se debe concluir que tal hecho
configura un delito consumado de violación, que de ninguna manera puede ser
considerado como tentativa, pues el certificado médico legal de la agraviada [. .. ] es
concluyente [al] indicar que esta presentaba laceración anal en horas diez y doce, a
lo que se debe agregar que los médicos legistas, al momento de su ratificación en el
acto oral y al ser interrogados por el [órgano]colegiado si ha existido o no coito
contra natura, respondieron afirmativamente, precisamente porque ha existido
acción física de penetración, la que, como consecuencia de ello ha producido
laceración anal por presión ejercida de fuera hacia dentro; que, siendo esto así, para
efectos de la consumación es irrelevante que la penetración contra natura haya sido
parcial" (1005). Igual criterio, pero por vía vaginal, aparece en la Ejecutoria Suprema
del 1 de julio de 2004, cuando la Sala Penal Permanente del Supremo Tribunal
alega" que el delito de violación no requiere para su consumación penetración total,
eyaculación o la culminación del propósito lascivo del agente, basta una penetración
así sea parcial que importe la introducción del pene en el introito vaginal" (1006).

Igual criterio es recogido por la Sexta Sala Penal de la Corte Superior de Lima, la
misma que por resolución del 1 de agosto de 1995, afirmó que "resultando agravante
el hecho de que el acusado reconoce en la víctima una persona dependiente o
sujeta a su dependencia, por ser hermano mayor, con quien cohabitó en las noches
que realizaba sus visitas a su madre, extremo no cuestionado por el acusado; y
estando a que por su naturaleza, este delito de violación de menores se consuma
con el acceso carnal o la realización de actos análogos, no se requiere yacimiento
completo, habiendo consumación aun cuando no se logre la cabal introducción del
pene por la inmadurez del órgano sexual de la ofendida" (1007).

No obstante, la Ejecutoria Suprema del 17 de julio de 2003, se aparte de tal forma


de entender la cuestión, pues, pese que en sus propios fundamentos acepta haber
existido acceso carnal sexual sobre la menor -desgarro himenal incompleto- en lugar
de declarar la nulidad, declaró no haber nulidad en la sentencia recurrida que
condenó al acusado por el delito de tentativa de violación de menor. Aquí al parecer,
por la sola circunstancia de no haber eyaculado el agente en la vagina de su víctima,
el Supremo Tribunal considera, en forma desatinada y contradictoria, que el hecho
se quedó en grado de tentativa. Así, la citada Ejecutoria Suprema, argumenta: "que
durante la secuela del proceso el [árgano J colegiado ha evaluado y merituado las
pruebas actuadas estableciendo la responsabilidad penal de Julio Agustín Saldaña
Terrones, en la comisión del delito de violación de la libertad sexual, quien el día
once de octubre del año de mil novecientos noventa y nueve, al promediar las nueve
de la mañana, se constituyó al domicilio de su enamorada Carmen Huallpa Moreno,
encontrando en dicho lugar a la hermana de esta, quien se encontraba con un
infante de un año de edad, circunstancias en que la coge de las manos mientras la
llevaba hacia donde se encontraba la cama para luego despojarla de sus prendas de
vestir y violarla sexualmente sin eyacular en la vagina de la menor, situación que
aprovechó la menor para huir hacia el patio de la vivienda en donde contó lo
sucedido a una de las inquilinas que habita en el inmueble; corroborándose la
violencia sufrida por la menor con el reconocimiento médico legal de fojas doce, que
certifica desgarro himenal incompleto; y la propia sindicación de la menor; [. .. ] en
consecuencia declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia [. .. ] que falla
condenando a Julio Agustín Saldaña Terrones; por delito contra la libertad sexual en
grado de tentativa, en agravio menor de edad cuya identidad se preserva conforme a
ley, a la pena de seis años de pena privativa de la libertaet' (1008).

Finalmente, la consumación del delito en análisis se acredita fundamentalmente con


el certificado médico legal, documento en el cual los especialistas de medicina legal
describen si ha llegado a producirse la penetración del miembro viril, objetos o
partes del cuerpo en la cavidad vaginal o anal de la víctima menor. Asimismo, se
describe las huellas dejadas sobre el cuerpo de la víctima, el posible uso de la
fuerza o violencia por parte del agente. En los estrados judiciales no existe otro
documento que sirva para probar tales circunstancias. Como ejemplo de lo
expresado aparece la Ejecutoria Suprema del 9 de junio de 1999, al argumentar que:
"La comisión del delito de violación sexual de menor está acreditado con el
certificado médico legal de la menor agraviada, que describe el inicio de las
relaciones sexuales a los nueve años, himen con desgarros antiguos en horas ll, III
Y Iv, al examen de la región anal en posición genupectural, ano normotónico con
borramiento de pliegues en horas XII, III Y VI, observándose depresión del área
perianal a horas XII; al examen corporal, presenta cicatrices rosadas recientes en
región anterior del cuello derecho e izquierdo de forma semicirculares;
concluyéndose que presenta himen con desfloración antigua, signos de coito contra
natura y lesiones 'extragenitales en fase de cicatrización" (1009).
9. AUTORÍA y PARTICIPACIÓN

El delito de acceso carnal sexual sobre menores puede perfeccionarse por


cualquiera de las formas de autoría previstas en el Código Penal. Así puede
presentarse la autoría directa cuando una sola persona realiza los elementos del
tipo. La autoría mediata aparece cuando el agente aprovecha o induce a error a un
tercero para que realice el acceso sexual con un menor de catorce años haciéndole
creer que este posee una edad superior. "Asimismo, dicha modalidad de autoría se
da, por ejemplo, cuando se manipula a que dos menores de edad de 14 años
practiquen relaciones sexuales o, en otra variante, que uno de 15 realice un acto
sexual con un niño de 11 años" (1010). En la autoría mediata el agente (hombre de
atrás) instrumentaliza al ejecutor material aprovechando su error o en su caso,
haciendo uso de la amenaza grave en su perJUiCiO.
La coautoría se perfecciona cuando dos o más personas, en concierto de voluntades
y con pleno dominio del hecho y reparto de roles y funciones, logran consumar el
acceso sexual sobre su víctima-menor de 18 años. Igual como ya dejamos
establecido, aquí no se trata de un delito de propia mano. En tal lógica, será coautor
del delito aquel sujeto que, cumpliendo su rol, se limita a sujetar al menor a fin que
otro le acceda sexualmente; o también, cuando aquel sujeto, cumpliendo su rol
previamente planeado, se limita a que terceros (haciendo uso de la violencia o
amenaza grave, por ejemplo) eviten que otro sujeto acceda sexualmente al menor.

La Ejecutoria del 11 de diciembre de 2003, la Sala Penal Transitoria de la Suprema


Corte, da cuenta de un hecho real de acceso carnal sexual sobre un menor
consumado en coautoría. En efecto, allí se expresa que" en la comisión de este
delito participaron los cuatro procesados de manera activa, distribuyéndose roles a
desarrollar al momento de los hechos, conforme se colige de la declaración
preventiva de la agraviada y las propias declaraciones de los procesados [ ... ]
quienes desde un primer momento han aceptado su responsabilidad [ ... ]" (1011).

Así también, es perfectamente posible que en el delito de acceso carnal sexual


sobre menores de catorce años de edad se materialice la participación en sus
modalidades de inducción, complicidad primaria o secundaria. Por ejemplo, la
participación por inducción se configura cuando el agente inductor motiva y hace
nacer en el autor, la intención de cometer el acceso sexual sobre el sujeto pasivo
menor de 18 años.
En cambio, se configura la complicidad cuando el sujeto ayuda o brinda apoyo a fin
que el agente logre su propósito de acceder sexualmente a su víctima. La modalidad
de complicidad primaria se configura cuando el cómplice, por ejemplo, en forma
dolosa, presta la habitación donde el agente realiza el acceso sexual sobre el menor
o, en el peor de los casos, personalmente conduce al lugar donde el autor impondrá
el acceso carnal sexual, etc. La Ejecutoria Suprema del 20 de julio de 2004 resuelve
un caso real donde aparece la complicidad primaria. En efecto, allí la Sala
Permanente del Supremo Tribunal sostiene que "un correcto juicio de imputación
sobre su participación delictiva permite colegir que actuó en calidad de cómplice
primaria [. .. J al haber brindado auxilio doloso determinante para su ejecución,
aprovechando su familiaridad con la víctima, coordinando su entrega de las sumas
de dinero y llevándola personalmente a la habitación del centro de hospedaje donde
se concentraron los vejámenes, actos que no se habrían materializado sin su
contribución; que es bajo tal título de imputación por el que debe responder la citada
encausada Acho Pizango" (1012) o
En tanto que se configura la complicidad secundaria cuando, por ejemplo, el sujeto
presta su vehículo al agente a fin que traslade a su víctima menor al lugar donde
consumará el delito. En este último ejemplo estaremos ante la complicidad
secundaria, siempre y cuando se llegue a establecer que así, el cómplice no haya
prestado su vehículo, el agente igual habtía cometido su delito haciendo uso de otro.
No esta demás recordar que se configura la complicad primaria o secundaria
siempre que el cómplice o colaborador tenga conocimiento que está prestando
ayuda para la realización del delito de acceso carnal sexual sobre un menor. Si se
determina que no tenía idea de tal situación, su conducta será irrelevante
penalmente, así se determine que en su habitación se consumó el delito o si en su
vehículo se trasladó a la víctima al lugar donde se realizó el delito. Si el supuesto
cómplice no sabe o desconoce que se está cometiendo o se está por consumar un
delito de acceso sexual sobre un menor, su colaboración o ayuda queda fuera de la
norma prohibitiva.

10. PENALIDAD
El agente del delito de acceso carnal sexual sobre un menor será sancionado según
corresponda la edad de la víctima del siguiente modo: Si aquella cuenta con una
edad menor a 10 años, la pena será de cadena perpetua. Si la víctima tiene una
edad mayor de 10 Y menos de 14 años, la pena privativa de libertad será no menor
de 30 ni mayor de 35 años. En el caso que el sujeto pasivo tenga una edad mayor y
menos de dieciocho años, la pena privativa de libertad podrá ser entre no menor de
25 ni mayor de 30 años.

En caso de concurrir alguna circunstancia agravante prevista en el último párrafo del


artículo 173, la pena será de cadena perpetua. Es decir cuando se trata de menores
con una edad no menor de diez ni mayor de dieciocho años.

Igualmente, de concurrir todas o alguna de las circunstancias agravantes previstas


en el artículo 173-A del Código Penal, se sancionará al agente con cadena perpetua.

Subcapítulo 6

Delito de acceso sexual en personas dependientes

1. TIPO PENAL

El injusto penal de acceso sexual sobre persona dependiente o acceso carnal sexual
de persona bajo autoridad o vigilancia, aparece debidamente regulado en el tipo
penal del articulo 174 del Código Penal, el mismo que con la modificación
introducida por la Ley NQ 28251 del 08 de junio de 2004 y, luego, por la Ley NQ
28704 del 5 de abril de 2006, literalmente indica:

El que, aprovechando la situación de dependencia, autoridad o vigilancia tiene


acceso carnal por la vía vaginal, anal o bucal o introduce objetos o partes del cuerpo
por alguna de las dos primeras vías a una persona colocada en un hospital, asilo u
otro establecimiento similar o que se halle detenida o recluida o interna, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de siete ni mayor de diez años e
inhabilitación de dos a cuatro años, conforme al artículo 36 incisos 1, 2 Y 3.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El hecho punible denominado acceso carnal sexual de persona dependiente o,


tradicionalmente violación sexual por prevalimiento se verifica cuando el sujeto
activo aprovechando la situación de superioridad, autoridad o vigilancia que ejerce
sobre su víctima, le realiza el acceso carnal sexual ya sea por vía vaginal, anal o
bucal o, en su caso, le introduce objetos o partes del cuerpo en su cavidad vaginal o
anal. El agente abusa o aprovecha de la relación de superioridad que tiene sobre su
víctima, toda vez que esa dependencia condiciona y limita la libertad y, por ende, la
libertad en el ámbito sexual de la víctima.
Villa Stein (IOIS) enseña que el comportamiento, no violento ni intimidatorio, es el de
practicar el acto sexual u otro análogo -hetero u homosexual- con la víctima, en el
modo ya descrito (articulo 170), valiéndose de la ventaja psicológica que su
autoridad le da al autor sobre el sujeto pasivo y por el hecho que este se encuentre
"colocado" o encerrado en un determinado centro (hospital, carceleta, etc.).

En este comportamiento delictivo no debe mediar violencia o intimidación, el acto o


acceso carnal sexual debe ser consecuencia del estado psicológico en que se
encuentra el sujeto pasivo. Incluso, es posible que por el mismo estado en que se
encuentra la VÍctima, esta exprese en forma aparente su consentimiento para
practicar alguna de las modalidades del acceso sexual prohibido. Hay situaciones en
que la VÍctima no tiene otra alternativa que consentir la agresión sexual.

El profesor Roy Freyre (1014), comentando el artículo 202 del Código Penal
derogado que regulaba de modo parecido el delito en análisis, enseñaba que el
agente comete o realiza el delito aprovechando la coacción psicológica que su
condición de autoridad o vigilante ejerce indirectamente sobre la VÍctima, en otras
palabras, el acceso sexual se realiza como consecuencia del estado de
subordinación o dependencia en que se encuentra la VÍctima. Asimismo, el profesor
sanmarquino, afirma que por razones de lugar y de subordinación, la persona
agredida sexualmente no puede ofrecer la resistencia que normalmente opondría si
se encontrara fuera de esas condiciones determinantes. Constreñida por las
circunstancias -concluye el autor- adopta un comportamiento que no corresponde a
una decisión libre de su voluntad, es decir, la víctima experimenta el acto carnal
sexual como una vivencia negativa y humillante para su personalidad.

Por el contrario, si llega a verificarse que el agente doblegó la libertad sexual de su


víctima haciendo uso de la violencia o amenaza, el hecho se subsumirá en el tipo
penal del artículo 170 del Código Penal.
Otro elemento objetivo importante del delito de acceso carnal sexual por
prevalimento lo constituye, sin duda, el lugar o espacio donde se encuentra la
víctima o sujeto pasivo. El tipo penal expresamente indica que puede ser un hospital,
asilo u otro establecimiento parecido y, también, el lugar donde se encuentran
detenidas, recluidas o internas las personas sospechosas o sentenciadas por la
comisión de algún delito. En un hospital no puede encontrarse sino una persona con
enfermedad física o mental. Los asilos, hospicios o albergues constituyen aquellos
lugares donde se presta atención asistencial a las personas de avanzada edad o
niños y adolescente que no tienen familia ni recursos económicos para subsistir. Por
extensión pueden comprenderse a los colegios o universidades, pues en estos
lugares hay una relación de dependencia de profesor a alumno que, muy bien,
puede ser aprovechado por aquel para satisfacer su apetito sexual.

Por su parte, cuando se habla de persona detenida, recluida o interna, debe


entenderse que el acceso sexual o análogo se realiza con persona que se encuentra
en una carceleta, espacio donde se encuentran detenidas transitoriamente las
personas sospechosas de algún delito o un establecimiento penitenciario, lugar
donde se encuentran las personas procesadas o sentenciadas por la comisión de
algún hecho punible.
Caro Coria (1015) enseña, por ejemplo, que se configura el delito en hermenéutica
jurídica cuando una profesora de una escuela internado, fingiendo asesorías
privadas, cita a un alumno de 16 años a su despacho para practicar actos sexuales y
sin que ello influya en su calificación, o también cuando el jefe de un recinto
penitenciario que mantiene una relación sentimental con una reclusa a quien,
valiéndose de su autoridad, hace traer a su oficina durante varios días para practicar
el acto sexual.
Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1016), siguiendo lo sostenido por Luis
Bramont Arias, en forma certera afirman que se ha querido destacar el lugar donde
se encuentra la víctima, dada la influencia que ejerce sobre la psicología de la
persona a fin que acepte el sometimiento a unas relaciones sexuales no queridas.
La coacción psicológica se fundamenta en la ausencia de libertad de consentimiento
de la víctima o en su imposibilidad para defenderse.

Resulta importante establecer que no se requiere necesariamente que el acceso


sexual o análogo se perfeccione dentro de los lugares indicados por el tipo penal,
pues, muy bien, puede perfeccionarse fuera de aquellos lugares, por ejemplo,
cuando el agente extrae al enfermo del hospital o al detenido de la carceleta y lo
lleva a otro lugar (un hotel, por ejemplo) con la finalidad de practicar el acceso
sexual con mayor comodidad. Sostener lo contrario, llegaríamos a situaciones
absurdas en perjuicio de los lineamientos de la política criminal que encierra el
artículo 174, toda vez que al agente le bastaría realizar el acceso carnal sexual fuera
de los lugares que establece el tipo penal para evadir las redes del derecho penal,
logrando la más absoluta impunidad (1017).

En suma, podemos concluir que el fundamento del delito en hermenéutica reside en


la necesidad de brindar una especial protección a las personas que se encuentran
en una situación de dependencia, bajo autoridad o vigilancia, colocadas en
determinados lugares o establecimientos como hospitales, asilos o centros similares
o estén detenidas, ya sea recluidas o internas, toda vez que su especial situación, ya
sea temporal o permanente, expone a la persona a que pueda ser objeto de
manipulación, influencia o perturbación de su libertad sexual por parte del sujeto que
tiene una superioridad, autoridad o vigilancia sobre aquella.

2.1. Circunstancias agravantes

Las circunstancias que agravan la conducta punible de acceso carnal sexual de


persona dependiente aparecen reguladas en el artículo 177 del Código Penal. En
efecto, allí se menciona que la conducta se agrava cuando a consecuencia del
acceso sexual o análogo se produce la muerte o lesión grave de la víctima, pudiendo
el agente prever estos resultados. El resultado muerte o lesión grave deben
ocasionarse durante la ejecución del acceso carnal sexual o en todo caso, ser
consecuencia inmediata del acto sexual, caso contrario, si se verifica que tales
resultados se produjeron a consecuencia de actos anteriores o posteriores al acceso
sexual o con fines de no ser descubierto, aparecerá un concurso real de delitos entre
acceso sexual de persona dependiente con lesiones graves u homicidio, de ser el
caso, pero de modo alguno se configurará la agravante. En caso de verificarse un
concurso real de delitos, el operador jurídico resolverá el caso aplicando el artículo
50 del Código Penal, imponiendo al agente la pena del delito más grave.

El resultado muerte o lesión grave debe ser consecuencia del actuar negligente o
imprudente del agente al momento de realizar la conducta de acceso carnal sexual
elegida. Esto es, en el agente no debe existir la intención de causar la muerte o
lesión grave en la víctima, aquellos resultados deben ser consecue'ncia de su actuar
imprudente. Caso contrario, de verificarse que el agente actuó con intención
homicida o con el ánimo de causar lesión grave en la víctima, se perfeccionará un
concurso real de delitos.
Asimismo, se constituye en circunstancia agravante el hecho que el agente al
momento de realizar el acceso sexual o, en su caso, al momento de introducir
objetos o partes del cuerpo por la vía vaginal o anal del sujeto pasivo, proceda con
crueldad, es decir, el agente haga sufrir de manera innecesaria, cruel e inhumana a
la víctima.

2.2. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se pretende tutelar con el delito de acceso carnal de persona
dependiente lo constituye la libertad sexual entendida, como la facultad
personalísima de realizar o practicar una conducta sexual sin coacciones ni mayor
limitación que la libertad ajena.

Sin duda, en el presente supuesto delictivo se lesiona la libertad sexual desde el


momento que la víctima se encuentra en una situación de dependencia que le
imposibilita o limita una aceptación libre y voluntaria para realizar el acto sexual o
análogo.
La libertad sexual, como es natural, no tiene por qué pertenecer exclusivamente a la
mujer. El varón también puede sentirse obligado, por determinadas circunstancias
de lugar y dependencia, a la práctica del acto carnal sexual con una mujer,
contrariamente a su deseo de abstenerse de hacerla.

2.3. Sujeto activo

Sujeto activo del delito de acceso carnal sexual por prevalimento puede ser tanto
varón como mujer, el mismo que debe tener una posición de superioridad, autoridad
o vigilancia sobre su víctima. Se trata de un delito especial propio (1018), pues se
requiere necesariamente que el agente tenga la calidad o esté investido de autoridad
o le esté encargado la vigilancia de la víctima. Aquel que no tiene las cualidades
descritas en el tipo penal sobre la víctima, no puede constituirse en sujeto activo del
delito en hermenéutica jurídica.

En tal sentido, podrá ser sujeto activo el director de una institución penitenciaria, un
policía o un empleado de hospital, asilo o establecimiento en donde se encuentre la
víctima, pero de ningún modo, por ejemplo, el abogado que visita a su cliente que se
halla detenido, ni el médico que acude en consulta de su paciente recluida en un
establecimiento de las características citadas, ni el funcionario o empleado de un
centro penitenciario que no tiene poder de vigilancia o autoridad sobre los internos,
esto es, contadores, electricistas (1019), choferes, etc.

2.4. La coautorÍa

La coautorÍa solo es posible si todas las personas que intervienen en el acceso


carnal en concierto de voluntades y reparto de funciones, también ostentan alguna
de las condiciones o cualidades que exige el tipo penal (1020). Si llega a verificarse
que solo uno de los agentes tiene la calidad que exige la ley, solo aquel será autor
del delito, los demás intervinientes serán sancionados en su calidad de cómplices
primarios o secundarios según sea el caso concreto.
2.5. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo o víctima del delito de acceso sexual de persona dependiente puede
ser tanto varón como mujer mayores de dieciocho años de edad que se encuentre
dentro de un hospital, asilo u otro establecimiento similar o que se hallen detenidos,
recluidos o internos en una celda, carceleta o un centro penitenciario. En
consecuencia, pueden ser sujetos pasivos, los ancianos, los enfermos, alumnos,
detenidos, procesados, sentenciados, etc.
Es indiferen te, de la mano del bien jurídico protegido, verificar si el sujeto pasivo es
una persona de conducta honesta o de comportamiento sexual intachable. También
una prostituta, un proxeneta o una persona de manifiesta livianidad sexual pueden
ser sujetos pasivos del delito en análisis.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la estructura del tipo penal se evidencia que se trata de un delito de comisión


dolosa, no cabe la comisión imprudente. El dolo puede ser directo o indirecto. Esto
es, el agente voluntariamente actúa o desenvuelve su conducta con conocimiento y
voluntad de realizar el acceso carnal con persona que se encuentra bajo su
dependencia, autoridad o vigilancia.

El agente conoce la condición de dependencia en que se encuentra su víctima hacia


su persona, no obstante, voluntariamente le somete a un contexto sexual
determinado ya sea teniendo acceso carnal vía vaginal, anal o bucal o en su caso,
iotroduciéndole objetos o partes del cuerpo en su cavidad vaginal o anal.

Por la redacción del tipo penal y los elementos objetivos que exige, creemos que no
es posible la comisión por dolo eventual (1021).
Igual que en las demás figuras delictivas de carácter sexual, se exige la presencia
de un elemento subjetivo adicional al dolo, cual es la finalidad del agente de
satisfacer alguna de sus apetencias o deseos sexuales con la conducta sexual
efectuada. Si este aspecto subjetivo no se verifica en el actuar del agente, el delito
no aparece.
3.1. Error de tipo

Es posible se configure el error de tipo cuando el agente desconoce o ignora que la


persona con quien tiene relaciones sexuales es una persona sometida a su cuidado
o es una de las pacientes del hospital como, por ejemplo, sucede cuando la víctima
recién ha ingresado al hospital, asilo o centro de desintoxicación yel agente acab~
de regresar de vacaciones y no lo conocía; o cuando el comisario ingresa a su
oficina, sin solicitar que sus subalternos le pongan en conocimiento de las
novedades del día, y encuentra una bella joven con quien después de una larga
conversación, mantiene allí mismo relaciones sexuales, sin conocer que era una
persona que se encontraba en calidad de detenida (1022). Aquí al excluirse el dolo y
verificarse que el acceso carnal fue con el consentimiento del sujeto pasivo, la
conducta es irrelevante penalmente.

4. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito de acceso sexual de persona dependiente se perfecciona en el mismo


momento que se produce la penetración del miembro viril en la cavidad vaginal, anal
o bucal del sujeto pasivo de la acción sexual ilícita. Esto es, desde el momento que
empieza la conjunción del miembro viril con la cavidad vaginal, anal o bucal del
sujeto pasivo. Para efectos de la consumación no interesa verificar si la penetración
fue total, bastará que se verifique una simple penetración parcial.
En el caso del uso de objeto o partes del cuerpo por parte del sujeto activo, hay
consumación en el mismo momento que el agente, comienza a introducidos en la
cavidad vaginal o anal de la víctima.
Villa Stein (1025) afirma que se consuma el delito con la penetración parcial o total
del miembro viril en la víctima en la modalidad que sea: secundum naturam, contra
naturam o fellatio in ore.
A! constituir un delito de resultado, es perfectamente posible que la conducta del
sujeto activo se quede en el grado de tentativa.

5. PENALIDAD
Con el incremento de la pena prevista por la Ley Nº 28704 del 05 de abril de 2006, el
agente del delito en análisis será sancionado con pena privativa de libertad no
menor de siete ni mayor de diez años e inhabilitación de dos a cuatro años conforme
a lo previsto en los incisos 1, 2 y 3 del artículo 36 del Código Penal, ello según el
caso que corresponda.

De presentarse alguna de las agravantes previstas en el artículo 177 del C.P. la


pena será según corresponda, no menor de veinte ni mayor de veinticinco años y no
menor de diez ni mayor de veinte años.
Subcapítulo 7

El delito de acceso carnal sexual por engaño: seducción (1024)

l. TIPO PENAL

El delito de acceso carnal sexual realizado mediante engaño sobre una persona
mayor de catorce y menor de dieciocho años, aparece regulado en el tipo penal del
artículo 175 del Código Penal, el mismo que modificado por la Ley Nº 28251 del 08
de junio de 2004 tiene el siguiente contenido:

El que, mediante engaño, tiene acceso camal por vía vaginal, anal o bucal o
introduce objetos o partes del cuerpo por alguna de las dos primeras vías, a una
persona de catorce años y menor de dieciocho, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de cinco años. (DEROGADO)

2. TIPICIDAD OBJETIVA

En primer término resulta interesante establecer las diferencias existentes entre la


construcción del tipo penal 201 del Código Penal derogado y el artículo 175 del
Código Penal actual. Ello con la finalidad de comprender que lo sostenido por los
tratadistas que comentaron el C.P. de 1924, no tienen cabida para analizar el tipo
penal actual.
En efecto, para el legislador del Código Penal de 1924, el delito de seducción se
perfeccionaba con el acto sexual sobre la víctima, es decir, solo se verificaba con la
penetración vía vaginal; sujeto pasivo de la conducta solo podía ser la mujer
adolescente; a la vez, esta joven mujer debía ser de conducta irreprochable,
circunstancias que inducía a los interpretes a sostener sin vacilación que el bien
jurídico protegido era el honor sexual o las buenas costumbres (1025) o . En cambio,
con el contenido del tipo penal actual, el delito se verifica con el acto o acceso
sexual u otro análogo, es decir, la penetración puede ser vaginal, anal o bucal, así
como también puede perfeccionarse con la introducción de objetos o partes del
cuerpo por la cavidad vaginal o anal de la víctima; al mencionarse solo a "una
persona", sujeto pasivo puede ser tanto varón como mujer; no se requiere que la
víctima sea necesariamente de conducta irreprochable, pues aquí el bien jurídico
protegido es la libertad sexual.

Expuestas las diferencias, corresponde hacer hermenéutica del artículo 175 del
Código Penal de 1991. En tal sentido, actualmente el delito de seducción se verifica
o configura cuando el agente, haciendo uso del engaño o ardid para obtener el
consentimiento de la vÍCtima que se encuentra en una edad cronológica
comprendida entre catorce y dieciocho años, le realiza el acceso carnal sexual vía
vaginal, anal o bucal o en su caso, le introduce objetos con apariencia de miembro
viril o partes del cuerpo por la cavidad vaginal o anal.

El factor de la edad del sujeto pasivo es de suma importancia en la evaluación


judicial, en el sentido de no interpretar mecánicamente que por tener la víctima una
edad comprendida entre los 14 y 18 años debe presumirse la comisión del delito de
seducción. La edad entre los parámetros que exige la ley, a lo sumo puede ser un
elemento indiciario de obtención del consentimiento viciado de la víctima, pero no,
por esa sola razón, debe automáticamente pasar a constituirse en una presunción
iuris et de iure del delito. Pues aparte de tal factor, es necesario la concurrencia del
engaño o conducta fraudulenta de parte del agente; que esta conducta engañosa
haya inducido a error a la víctima y que a consecuencia del error, esta haya prestado
su consentimiento para efectuar alguna o varias de las modalidades del acceso
carnal sexual. Veamos en seguida en qué consisten cada uno de estos elementos:
2.1. El engaño, elemento objetivo fundamental

El elemento rector del delito de seducción lo constituye el "engaño", el mismo que


consiste en toda actividad tendiente a presentar como verdadero algo falso; toda
actividad tendiente a distorsionar la realidad; es todo acto capaz de inducir a error
respecto de la trascendencia o significado del consentimiento que debe brindar una
persona. En este caso, es toda actividad tendiente a distorsionar la realidad con el
único propósito u objetivo de obtener el consentimiento de la víctima para practicar
el acceso sexual u otro análogo. En el mismo sentido, el profesor Prado Saldarriaga
(1026) enseña que la seducción es "una forma especial de estupro no violento
donde el agente somete al sujeto pasivo a prácticas sexuales valiéndose de medios
fraudulentos como el engaño o el ardid. La víctima participa, pues, de la relación
sexual vencida por el error que le origina el engaño. De esa manera se lesiona su
libertad sexual, ya que actúa con voluntad viciada".

No está demás precisar que el engaño y otros mecanismos fraudulentos como el


ardid, la astucia, el artificio, el truco y el embuste, sirven para configurar el delito de
seducción, toda vez que estos últimos son clases o especies de una conducta
engañosa. La astucia es la simulación de una conducta, situación o cosa, fingiendo o
imitando lo que no se es, lo que no existe o lo que se tiene con el objeto de hacer
caer en error a otra persona. El hacerse pasar por pareja, conviviente o cónyuge de
la víctima es una forma en la cual el agente actúa con astucia.

El ardid es el medio o mecanismo empleado hábil y mañosamente para lograr que


una persona caiga en error. El artificio es la deformación mañosa de la verdad con el
fin de hacer caer en error de apreciación a la víctima que observa la materialidad
externa y aparente de una realidad. En el artificio va incluida la idea de engaño, pero
también la del arte puesto enjuego para que el engaño triunfe, de donde se
desprende el aserto que la simple mentira no constituye engaño o artificio, sino
cuando esté acompañada de ciertos otros elementos que le den credibilidad. Se
requiere lo que los franceses denominan mise in scene. El truco se entiende como la
apariencia engañosa, hecho con arte para inducir a error a otra persona. Al embuste
se le entiende como una mentira disfrazada con artificio. La argucia es entendida
como el argumento falso presentado con agudeza o sutileza cuyo fin es hacer caer
en error a otra persona.
En fin, todos estos mecanismos fraudulentos utilizados por el seductor tienen como
objetivo final hacer caer en error a su víctima con el objetivo que esta
voluntariamente acceda a mantener relaciones sexuales.
El engaño u otra forma fraudulenta se sanciona en razón que en menor medida o
gravedad que la violencia o la grave amenaza, también altera o vulnera el libre y
normal proceso de formación de la voluntad (1027) en los adolescentes, cuyas
bases psíquicas e intelectuales no se encuentran del todo acabadas de formar,
situación que los hace más vulnerables a cualquiera manipulación derivada de una
maniobra fraudulenta o engañosa.

Sin embargo, no todo engaño o fraude, y mucho menos toda mentira, será el
requerido para fundar la intervención del derecho penal, el cual siempre
debe estar guiado por el principio de intervención mínima (fragmentariedad y
carácter de última ratio). De ese modo, el engaño requiere ser bastante o de
especial gravedad para que sea tenido en cuenta y valorado por el derecho penal.
Los españoles (1028) enseñan que el engaño debe poseer una necesaria idoneidad
objetiva y el acto sexual ha de ser su consecuencia directa.

La conducta engañosa debe revestir apariencia de realidad y seriedad suficientes


para defraudar a la persona a la que va dirigida y determinar su consentimiento al
acceso carnal, siempre en función a las circunstancias del caso concreto. Esto
último es importante tenerlo en cuenta toda vez que si bien el engaño debe, en
principio, tener aspecto de realidad y ser creíble para el adolescente promedio, al
momento de calificar los hechos concretos debe tomarse en cuenta también las
condiciones personales de la víctima que le hacen más vulnerable al engaño, como,
por ejemplo, su situación sociocultural, edad, personalidad, déficit intelectual, escaso
nivel de instrucción, grado de sugestión, las relaciones existentes entre la víctima y
el autor que despiertan mayor confianza; condiciones o circunstancias que, por lo
general, son aprovechadas por el sujeto activo del delito para lograr su propósito de
satisfacer su apetencia sexual. De ahí que engaños que podrían aparecer para el
adolescente promedio como ineficaces, en el caso particular pueden dar lugar al
delito de seducción. Lo cual no niega que existan engaños socialmente permitidos y,
por lo tanto, no relevantesjurídico-penalmente, o engaños que pese a ser adecuados
al adolescente promedio, no lo sean para la particular víctima (1029).

En consecuencia, si no se verifica el engaño o fraude, el delito de seducción no


aparece, deviniendo la relación sexual con una adolescente que prestó su
consentimiento libre y espontáneo en una conducta atípica. Así lo entiende la
jurisprudencia nacional. La Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Lima,
que por resolución del 13 de mayo de 1998 sostiene: "Que, en el caso sub iúdice, se
advierte no se da el elemento de tipicidad objetiva, constituido por el engaño, porque
tanto la agraviada como el inculpado son coincidentes en manifestar que las
relaciones sexuales que sostuvieron fueron por mutuo acuerdo y si bien dada la
minoría de edad de esta, su consentimiento carece de relevancia legal, se tiene que
en autos no se ha acreditado en ningún momento que el encausado haya engañado
a la agraviada a fin de mantener relaciones sexuales con esta, máxime si como se
desprende de la declaración referencial de la menor, ofrecida a nivel judicial y
obrante a fojas cincuenta y ocho y cincuenta y nueve, en ningún momento el
inculpado le ofreció matrimonio o le realizó alguna otra promesa que no haya
cumplido" (1050).

Igual criterio se aplica en la Resolución del 23 de junio de 1998, cuando la misma


Sala Penal, afirma: "Que, conforme fluye de la revisión y estudio de los autos, no
existen mayores evidencias de que el procesado Oscar Elvis Napan Pachas hubiese
procedido utilizando la violencia o el engaño, para que la menor Yesenia Elizabeth
Doza Tinco aceptara tener relaciones sexuales con él; ya que conforme la misma
menor declara reiterativamente a fojas cuatro a seis, cuarenta y uno a cuarenta y
tres, y cincuenta y nueve a sesenta y dos, ella aceptó voluntariamente tener
relaciones sexuales con el encausado, luego que este lo propusiera, no
advirtiéndose que el procesado le hubiese hecho promesas de amor o matrimonio,
que permitan suponer la existencia del engaño, para doblegar su voluntad, más aún
si la agraviada era su vecina y sabía que el procesado estaba casado y acudía al
domicilio del mismo para tener relaciones sexuales, cuando no se encontraba su
esposa" (1051).

No le falta razón a Villa Stein (1052) cuando, apoyado en los argumentos de Morales
Prats que comenta el Código Penal español, afirma que se trata de conductas y
actitudes engañosas o de la construcción de un escenario para sorprender a la
víctima y obtener de ella su consentimiento a efectos de realizar el acto sexual u otro
análogo. El actor se anticipa y sabiendo que su conducta o actitud es simulada o su
oferta falsa, la opera o formula para alcanzar el acceso. En este sentido, si después
de la realización del acceso carnal sexual se in cumple una promesa -por ejemplo de
matrimonio- y este incumplimiento no responde a una intención previa de engaño,
sino a motivos diversos sobrevenidos a la relación de pareja, el injusto penal de
seducción no se configura.

No necesariamente el fraude debe ser provocado por el sujeto activo quien incluso
puede aprovecharse de especiales coyunturas en que se encuentre la víctima y
lograr así seducirla. Para valorar la impresión del error es preciso. tomar en cuenta
las condiciones personales de la persona ofendida, su grado de cultura, su
experiencia frente a la vida y, por supuesto, la naturaleza del engaño bastante y las
circunstancias específicas que preceden al acto (1055).

En tal sentido, cualquier conducta tendiente a presentar como verdadero algo falso,
que burle de ese modo la buena fe de la víctima adolescente, llevándola a consentir
erróneamente, es suficiente para la configuración del injusto penal de seducción. No
obstante, la imputación objetiva o relación de causalidad en el delito de seducción
requiere no solo un análisis aislado, autónomo o independiente de la seriedad u
objetividad del engaño o la maniobra fraudulenta, sino sobre todo ha de
contemplarse los efectos o las consecuencias que su intervención genera en la
psique del sujeto pasivo (1034).

Desde el punto de visto histórico y de la estadística criminal, tanto peruana como


extranjera, el engaño bajo la forma de promesa de futuro matrimonio es la modalidad
de comisión más frecuente y común del delito de seducción (1035). En los estrados
judiciales del Perú así lo demuestran las siguientes ejecutorias:

"La promesa de matrimonio a una menor de edad constituye un supuesto necesario


para que se configure el delito de seducción, pues el inculpado se vale de este
medio para que la menor acceda a mantener relaciones amorosas con él" (1036).
"Se encuadra dentro de los parámetros requeridos por el tipo legal, la conducta del
encav.~ado al haber obrado con dolo y con el ánimo de mantener relaciones
sexuales con una menor de edad, a sabiendas que era casado y que so.'o el engaño
del futuro divorcio de su actual esposa y subsiguiente matrimonio con la agraviada,
esta accedería a sus requerimientos" (1037).

En igual sentido la Resolución del 14 de julio de 1998, por la cual la Sala Penal de
Apelaciones de la Corte Superior de Lima sostiene" que, debe de considerarse que
en el delito de seducción, el bien jurídico protegido es el libre desarrollo sexual del
adolescente comprendido entre los catorce y dieciocho años, entendiéndose que el
sujeto activo ha sido el procesado quien a sabiendas de que se trataba de una
menor de dieciocho años, pues este la recogía de su centro educativo con uniforme
escolar, bajo la promesa de futuro matrimonio, mantuvieron relaciones sexuales, en
diversas oportunidades como se corrobora con el certificado médico legista comente
en autos" (1038).

También grafica el delito de acceso carnal sexual por engaño de futuro matrimonio,
la Resolución del 17 de diciembre de 1996 por la cual, eljuzgado Penal de la
Provincia de Sihuas-Ancash afirma: "Que, fluye de autos que el acusado en su
condición de profesor del Centro Educativo número ochenta y cinco cero cero cuatro
del Centro Poblado de Santa Clara y la menor agraviada en su condición de alumna,
le propuso mantener relaciones amorosas bajo promesa de matrimonio, inclusive le
manifestó que dejaría a su esposa Comelia Reyes Bonifacio, y que tampoco avisara
a sus padres, que la primera relación sexual la mantuvieron en el Centro Educativo,
no precisando la fecha en que quedó embarazada por haber mantenido contacto
sexual en varias oportunidades. Que en autos se ha acreditado que la menor
agraviada, a la fecha de los hechos contaba con catorce años de edad, así se colige
de su partida de nacimiento que corre a fojas ocho" (1039).

No obstante la promesa de futuro matrimonio no es el único supuesto a efectos que


se configure el delito de seducción, toda vez que es perfectamente factible que los
siguientes supuestos configuren el delito de seducción (1040):
a) El agente promete convivir con la VÍctima adolescente a cambio que
consiente el acceso carnal, incumpliendo su promesa.
b) Quien es casado, mantiene una relación de convivencia y/o tiene
descendencia, engaña a la VÍctima adolescente sobre su estado civil y/o niega tener
hijos, a fin de accederla carnalmente.
c) El agente promete otorgar una prestación o beneficio económico a la víctima
adolescente, por ejemplo, el pago de una suma de dinero a cambio que consienta el
acceso carnal, in cumpliendo luego su promesa.
d) El agente finge o simula la celebración del matrimonio con la víctima
adolescente, quien luego en la creencia que es ya su cónyuge, consiente la práctica
del acto sexual.
e) Un homosexual, hombre o mujer, hace creer a una adolescente que es del
sexo opuesto al suyo, o una lesbiana hace creer a una adolescente que es varón, a
fin de lograr que la adolescente preste su consentimiento para realizar el acceso
carnal sexual en cualquiera de sus modalidades.
f) El agente, aprovechándose de su parecido físico, con la pareja sentimentalo
sexual de la víctima adolescente, como cónyuge, conviviente, enamorado, novio,
pareja, etc. o artificial, como el que se puede adquirir con un disfraz, una máscara,
maquillaje u otro aditamento, induciéndola a error, la sustituye haciéndose pasar por
ella y logra accederla sexualmente (inducción a un error sobre la identidad o in
personam). La doctrina presenta el ejemplo del hermano gemelo que aprovechando
su identidad fisonómica con el esposo de la agraviada realiza el acto sexual con ella
en el lecho conyugal.
En todos los supuestos comisivos anotados, de modo alguno puede prescindirse de
las características de la conducta engañosa, exigiéndose en consecuencia que la
misma sea grave, seria, verosímil y creíble para la víctimaadolescente, quien en tal
creencia acepte (con voluntad viciada) practicar alguna modalidad de acceso carnal
sexual.

2.2. Inducción a error

Después de verificarse que el agente ha hecho uso del engaño u otra forma
fraudulenta corresponderá al operador jurídico verificar si aquel engaño ha
provocado en la víctima un error, otro elemento típico del delito de seducción (1041).
Como error se entiende una falsa representación de la realidad concreta. Una falsa
apreciación de los hechos. Una representación que no corresponde a la realidad de
las cosas. Una desviación de la verdad. Un juicio falso de las cosas. O un falso
conocimiento de la realidad.

Este error para que tenga relevancia en el delito de seducción debe haber sido
provocado o propiciado por la acción fraudulenta planificada y desarrollada por el
agente. El error debe surgir inmediatamente a consecuencia del acto fraudulento. Si
no hay acción fraudulenta de parte del agente, es imposible hablar de error y menos
de seducción. En suma, la falsa representación de una realidad concreta por parte
de la víctima-adolescente debe haber sido consecuencia inmediata del acto
fraudulento exteriorizado por el agente. Debe verificarse una relación de causalidad
entre el mecanismo fraudulento y el error. En esa línea, si el error no es generado
por algún fraude sino por ignorancia o negligencia de la persona, no es posible el
delito en hermenéutica.

Asimismo, el acto fraudulento exteriorizado por el agente puede servir para


mantener en error a la víctima. Esto se configura cuando sabiendo el agente que
una persona tiene una falsa representación de la realidad, realiza algún acto
fraudulento con capacidad suficiente para hacer que aquella no salga de su error y
de ese modo acceda a mantener una relación sexual. Se exige que el agente con su
actuar engañoso determine la continuación de la falsa representación de la realidad.
El actor necesariamente debe hacer actos positivos para evitar que la víctima supere
o salga de su error. Incluso, guardando silencio ante hechos que está en la
obligación normal de poner en evidencia, comete delito el mismo que será por
omisión. Estaremos ante el delito de seducción, por ejemplo cuando el agente ante
el error de la víctima-adolescente de confundido con su pareja, aquel en lugar de
aclarar el asunto, guarda silencio y aprovecha maliciosamente el error y con el fin
último de satisfacer su apetencia sexual, le accede sexualmente. Es claro que el
simple aprovechamiento de la falsa representación que a veces tenemos de las
cosas, no es relevante para la configuración del delito.

2.3. El consentimiento como consecuencia del engaño

Finalmente, otro elemento de la tipicidad objetiva del delito de seducción.lo


constituye el consentimiento que debe prestar la víctima a consecuencia del error,
para realizar el acceso sexual vaginal, anal o bucal o en su caso, la introducción de
objeto o partes del cuerpo en la cavidad vaginal o anal. Si la víctima no presta su
consentimiento, así se verifique que el agente utilizó el engaño, el delito de
seducción no se configura. Esto es, para la configuración del delito, la víctima debe
prestar un consentimiento como consecuencia del fraude o engaño efectuado por el
agente con la finalidad de practicar el acceso sexual o análogo. El agente al
provocar un error con su actuar fraudulento, busca perjudicar a la víctima-
adolescente haciendo que exteriorice o expresa su consentimiento para efectuar
alguna de las formas del acceso carnal sexual. Si no hay consentimiento siquiera
viciado, es imposible que aparezca la conducta punible denominada seducción.

Asimismo, si llega a verificarse que el engaño no tuvo la finalidad de conseguir el


consentimiento de la víctima, sino, por ejemplo, facilitar la realización del acceso
sexual por medio de la amenaza o violencia, el delito de seducción no aparece
dando paso al delito sancionado en el artículo 170 del C.P.

Nuestra jurisprudencia es clara al respecto. El precedente jurisprudencial del 15


dejunio de 1998, emitido por la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de
Lima, asevera "que, el engaño utilizado por el inculpado ha tenido como objetivo el
facilitar la ejecución del hecho concreto, es decir el mantener relaciones carnales
con la menor agraviada, por cuanto este engaño no ha sido utilizado por el inculpado
a efectos que la agraviada preste su consentimiento para la realización del acto
sexual, consentimiento que en ningún momento prestó la agraviada, por cuanto
entre ellos ya no existía ninguna relación sentimental, lo cual es corroborado por
ambas partes en sus diferentes versiones, de lo que advierte que no se da el
elemento objetivo de punibilidad referente al delito de seducción, constituido por el
engaño ( ... ) hechos que se encuadran en la conducta tipificada por el delito de
violación real' (1042).
Como información referencial, el artÍCulo 183 del Código Penal español que prevé el
delito de seducción bajo la etiqueta "De los abusos sexuales", lo tipifica en los
términos siguientes "El que, interviniendo engaño, cometiere abuso sexual con
persona mayor de doce años y menos de dieciséis, será castigado con la pena de
multa de doce a veinticuatro meses. Cuando el abuso consista en acceso carnal,
introducción de objetos o penetración bucal o anal, la pena será de prisión de seis
meses a tres años". En cambio, de manera totalmente diferente, el Código Penal
argentino tipifica al delito de seducción o lo que denominan estupro en el artÍCulo
120, donde se prescribe: "Será reprimido con prisión o reclusión de tres a seis años
el que realizare algunas de las acciones previstas en el segundo o en el tercer
párrafo del artículo 119 con una persona menor de dieciséis años, aprovechándose
de su inmadurez sexual, en razón de la mayoría de edad del autor, su relación de
preeminencia respecto de la víctima, u otra circunstancia equivalente, siempre que
no resultare otro delito más severamente penado" (1043).

2.4. Desacertado precedente vinculan te

Trastocando el coherente sentido exegético del artículo 175 del Código Penal, la
interpretación doctrinaria dominante y lajurisprudencia precedente, solo el último de
los supuesto de engaño antes anotado, se pretende imponer como supuesto de
hecho del delito de seducción en la desafortunada Ejecutoria Suprema vinculante del
21 de enero de dos mil cinco, cuando la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte
Suprema presidida por el vocal supremo Javier Villa Stein, argumenta en el tercer
considerando: "Que el delito de seducción, tipificado en el artículo ciento setenta y
cinco del Código Pena~ se configura cuando el agente mediante 'engaño' tiene
acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal con una persona de catorce años y
menos de dieciocho años de edad. Por consiguiente, para verificarse este delito es
necesario el empleo de un medio fraudulento como el engaño sobre la práctica
sexual a realizarse, ya que como consecuencia de ello el agente induce en error a la
víctima y logra el acceso carnal' el 'engaño', pues, no debe tener la finalidad de
conseguir el consentimiento de la víctima sino facilitar la realización del acceso
sexual.

El agente engaña al sujeto pasivo sobre su identidad aprovechando su parecido


físico con la pareja sentimental de la víctima. Si esta es afectada por el error y se
relaciona sexualmente con el agente, a quien cree ser su pareja sentimental, el tipo
penal del artículo cienÚJ setenta y cinco del Código Penal se habrá configurado. Por
el contrario, si el agente hace promesas al sujeto pasivo para que este acepte el
acceso carnal, y luego dichas promesas no se cumple, no será el delito" (1044).
No obstante, la citada ejecutoria de carácter vinculante en aplicación del inciso uno
del artículo 301- A del Código de Procedimientos Penales, incorporado por el
Decreto Legislativo Nº 959 del 17 de agosto de 2004, no tiene asidero jurídico en
nuestra patria.

Tres cuestiones fundamentales nos llevan a concluir que el citado precedente


vinculan te es desacertado y deplorable, por lo que debemos sugerir a los
operadores jurídicos de menor jerarquía, apartarse de él y, por otro lado, solicitar a
la misma Sala Penal Suprema autora del precedente cuestionado apartarse de él, o
en su caso, sugerir a las otras Salas Penales de la Corte Suprema, que cuando
tengan la oportunidad de conocer un caso de seducción (1045) precisen en forma
atinada los alcances del engaño en el delito de seducción y acto seguido, convoquen
a Sala Plena y efectúen las precisiones respectivas de cumplimiento obligatorio en
todas las instancias judiciales.

En decto, en primer término, tal como la misma Ejecutoria Suprema lo deja


establecido en el considerando quinto, en el caso examinado tanto agraviada-
adolescente como procesado coinciden en sostener que las relaciones sexuales que
realizaron fueron voluntarias, es decir, en el caso concreto, no se puso en
cuestionamiento alguna modalidad de la figura del engaño o fraude. Presentada así
la cuestión, la Suprema Corte al verificar en los actuados que las relaciones
sexuales fueron con el consentimiento de la adolescente sin que medie engaño
alguno, solo debió limitarse a declarar la nulidad de la sentencia condenatoria y
absolver al procesado. No existió motivo concreto ni aparente para expresar
alcances del concepto de engaño en el delito de seducción, circunstancia que al
parecer ha propiciado efectuar precisiones fuera de todo contexto.
Segundo, no es cierto que el "engaño" usado por el sujeto activo en el injusto penal
de seducción, debe tener la finalidad de facilitar la realización del acceso sexual y no
la de conseguir el consentimiento de la VÍctima para realizar el acceso carnal sexual
como señala la cuestionada ejecutoria suprema.

En efecto, como ya lo dejamos expresado, e incluso la jurisprudencia nacional ha


sido reiterativa en este aspecto, el elemento objetivo "engaño" en el delito de
seducción no tiene otra finalidad sino la de hacer caer en error a la VÍctima
adolescente y, de ese modo, exprese o preste su consentimiento para mantener
determinado acceso sexual con el agente. La VÍctima inducida por el error producto
del engaño, conciente el acceso sexual, es decir, la víctima expresa un
consentimiento que de no mediar el engaño, aquella no lo hubiese prestado y, por
tanto, el acceso carnal no se hubiese producido.

Sostener lo contrario como lo hace la Ejecutoria del 21 de enero de 2005, resulta


extraño, mucho más si el Presidente de la Sala Penal, del precedente judicial, en la
doctrina siempre ha sostenido que el engaño en el delito de seducción, se trata de
"conductas y actitudes engañosas o de la construcción de un escenario para
sorprender a la víctima y obtener de ella su consentimiento. El actor se anticipa y
sabiendo que su conducta o actitud es simulada o su oferta falsa, la opera o formula
para alcanzar el acceso" (1046). Incluso, el profesor Javier Villa Stein apoyaba su
posición en argumentos del español FermÍn Morales Prats (1047) quien comentando
el Código Penal español sostiene que si después de la realización del acceso carnal
sexual se in cumple una promesa -por ejemplo, de matrimonio- y este
incumplimiento no responde a una intención previa de engaño, sino a motivos
diversos sobrevenidos a la relación de pareja, el injusto penal de seducción no se
configura.

Es más, el profesor Víctor Prado Saldarriaga enseña que el delito de seducción se


constituye en "una forma especial de estupro no violento donde el agente somete al
sujeto pasivo a prácticas sexuales valiéndose de medios fraudulentos como el
engaño o el ardid. La víctima participa, pues, de la relación sexual vencida por el
error que le origina el engaño. De esa manera se lesiona su libertad sexual, ya que
actúa con voluntad viciada" (1048).

Por lo demás, en el delito de seducción ocurre igual que en el delito de estafa


previsto en el artículo 196 del Código Penal. Aquí, el agente haciendo uso del
engaño o fraude induce a error a su víctima con la finalidad que esta conciente y en
forma voluntaria le entregue parte de su patrimonio. La finalidad del fraude no es
otro que la víctima conciente y voluntariamente entregue su patrimonio. Sin mediar
engaño, la entrega del bien no se produciría. En el delito de seducción: sin mediar
engaño por parte del agente, el acceso sexual no se produciría.

Tercero, hacer hermenéutica jurídica del artículo 175 del C.P. tal como lo hace la
desafortunada ejecutoria suprema, es desde todo punto de vista inaceptable, pues el
citado tipo penal de modo alguno hace alusión directa al "engaño por sustitución de
la pareja", sino que para describir el delito utiliza la expresión "el que, mediante
engaño" (tiene acceso carnal o practica el acto sexual u otro análogo con una
persona de catorce y menos de dieciocho años). Frase que posee amplitud
suficiente para ser interpretada como aquí y en la doctrina dominante se hace,
dando cabida a una pluralidad de hipótesis, tan o más disvaliosas que la única que
defiende la Segunda Sala Penal Suprema Transitoria en la Ejecutoria en análisis.
Pues, la relevancia penal del engaño, conforme al artículo 175 del C.P., debe
evaluarse en función a su gravedad, intensidad, idoneidad y suficiencia para inducir
a un error esencial a la víctima adolescente y lograr su consentimiento (viciado)
sobre la práctica del acto sexual (1049).
En suma, teleológica y valorativamente resulta inadecuado interpretar de modo tan
restringido el engaño en la seducción, como lo hace el Tribunal Supremo,
reduciendo su alcance y aplicación a un solo supuesto que en la praxis judicial no
hay noticias que se haya presentado, dejando en la impunidad un considerable
número de supuestos que con frecuencia se presentan en los estrados judiciales.
Supuestos en los cuales el contenido o entidad de lo injusto de la conducta reclama
la intervención del derecho penal, pues de no hacerlo, aparece otro factor más para
que la justicia penal se deslegitime ante los ojos del común de los ciudadanos.

No está demás sostener que en lugar de interpretar el sentido del artículo 175 del
Código Penal, la Segunda Sala Penal Transitoria al emitir la Ejecutoria Suprema
cuestionada, ha modificado literalmente el contenido del citado numeral, haciendo
labor legislativa que no le corresponde en nuestro Estado Democrático de Derecho,
donde la división de poderes es el principio fundamental que la sustenta. En todo
caso, si el objetivo de algunos magistrados supremos es el de descriminalizar la
figura de seducción como lo sugiere la DefensorÍa del Pueblo (1050), la alternativa
elegida no es la adecuada ni correcta según nuestro sistema jurídico vigente.

En tal contexto, los operadores jurídicos de menor nivel jerárquico invocando el


segundo párrafo del artículo 22 de la Ley Orgánica del Poder judicial, deben
apartarse de dicho criterio, motivando para tal efecto, en forma adecuada su
resolución "dejando constancia del precedente obligatorio que desestiman y de los
fundamentos que invocan". Asimismo, la propia Segunda Sala Penal Transitoria de
la Suprema Corte debe apartarse de su criterio jurisprudencial invocando para ello el
inciso tercero del citado numeral de la LOPj y el mismo contenido del artículo 301-A
del C.P.P. que expresa: "Cuando la Sala Penal de la Corte Suprema resuelva
apartándose del precedente, debe expresar los fundamentos de hecho y de derecho
que sustenten la sentencia y las razones por las cuales se aparta del precedente".
En su caso, las otras Salas Penales de la Suprema Corte, al resolver un caso de
seducción pueden hacer las precisiones coherentes del engaño en el delito de
seducción e inmediatamente convocar a Sala Plena de acuerdo al artículo 80,
numeral 3 de la LOPj con la finalidad de emitir la Ejecutoria Suprema que fije "los
principiosjurisprudenciales que han de ser de obligatorio cumplimiento en todas las
instancias judiciales", respecto del engaño en el delito de seducción.

Al expresar la crítica al citado precedente vinculante no significa que esté en


desacuerdo con lo dispuesto en el artículo 301-A del Código de Procedimientos
Penales, todo lo contrario, pues somos conscientes que el precedente vinculan te se
sustenta en tres pilares fundamentales para nuestro sistema jurídico: la protección
de las expectativas patrimoniales de los ciudadanos, la seguridad jurídica y la
necesidad de uniformizar los fallos judiciales. Todos ellos se subsumen en el
principio de seguridad jurídica que, a su vez, se construye en función al principio de
igualdad: casos iguales deben ser igualmente tratados (1051). Haciendo con tal
proceder a la administración de justicia penal mucha más coherente y predecible
(1052).

2.5. Circunstancias agravantes

El artículo 177 del Código Penal recoge las circunstancias por las cuales la conducta
de seducción se agrava. En efecto, el hecho punible se agrava si a consecuencia del
acceso sexual o análogo se produce la muerte o lesión grave en la víctima, siempre
y cuando, el agente haya podido prever aquel resultado. Si se verifica que aquellos
resultados graves eran imprevisibles, la agravante no aparece. Igual si aquellos
resultados son producto de actos anteriores o posteriores al acto sexual, se
verificará un concurso real de delitos el mismo que se resolverá aplicando lo
dispuesto en el artículo 50 del Código Penal.

Asimismo, se constituye en otra agravante del delito de seducción el hecho que el


agente al realizar el acto o acceso sexual o análogo como puede ser la introducción
de objetos o partes del cuerpo, actúe con crueldad sobre la víctima adolescente,
esto es, haga sufrir cruel e inhumanamente y en forma innecesaria a su víctima.

2.6. Bienjurídico protegido

Con la tipificación del delito de seducción se busca proteger o tutelar el bien jurídico
denominado libertad sexual, entendido como la facultad libre y voluntaria de realizar
relaciones sexuales con la persona que se elija y en el momento que se crea el más
conveniente.

Nuestro legislador reconoce plena libertad sexual a las personas cuyas edades
están comprendidas entre los catorce y dieciocho años de edad, pues como queda
expresado, si no interviene el engaño para obtener el consentimiento del
adolescente a efectos de realizar el acto o acceso sexual o análogo, no aparece
delito alguno y menos el de seducción. En tal lógica, el delito solo se configura
cuando el agente, lesionando la libertad sexual por medio del engaño o fraude, logra
realizar cualquiera de las modalidades de acceso carnal sexual con el o la
adolescente-víctima.
En tal sentido, no podemos compartir lo sostenido por Bramont-Arias Torres/ Garcia
Cantizano (1055) cuando afirman que "se protege la libertad sexual, tendiéndose a
garantizar el libre desarrollo sexual deljoven, que por su inexperiencia y falta de
desarrollo completo de su capacidad volitiva, no puede defenderse por sí mismo de
los ataques a su libertad sexual".

Aquí de ningún modo se pretende garantiza el desarrollo sexual normal del


adolescente, pues si ese fuera el sentido del supuesto de hecho del tipo penal en
análisis, se reprimiría o prohibiría todo acto o acceso carnal sexual que se tuviera
con las personas cuyas edades oscilan entre los catorce y dieciocho años. Por el
contrario, solo se reprimen aquellas conductas sexuales realizadas con los o las
adolescentes conseguidas por medio del engaño o fraude de parte del agente. Es
decir, el engaño sirve al agente de instrumento para viciar el consentimiento y
doblegar la voluntad de la víctima a efectos de practicar el acto o acceso camal
sexual y de ese modo, se lesiona el bien jurídico denominado autodeterminación
sexual o libertad sexual.
2.7. Sujeto activo

Puede ser cualquier persona, pudiendo ser tanto' varón como mujer, así como
conocido o desconocido de la víctima, tenga o no relación previa de pareja. En
suma, no se exige ninguna cualidad o calidad especial en el agente.

2.8. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo de la conducta punible de seducción también pueden ser


tanto hombre como mujer, con la única condición particular que su edad cronológica
se encuentre dentro de los parámetros establecidos en forma expresa por el tipo
penal. Esto es, sea mayor de catorce y menor de dieciocho años. Sin duda se
comprenden tanto las relaciones heterosexual es como las homosexuales.
En el mismo sentido Prado Saldarriaga, indica que el "sujeto pasivo del delito podría
serlo una persona de sexo masculino que sea sometida a un acto pederástico,
siempre que para ello medie engaño o falsedad" (1054).
Es importante dejar establecido con Castillo Alva (1055) que la ley no exige en algún
extremo que la mujer o el varón carezcan de trato carnal sexual anterior o se
encuentren en situación que comúnmente se denomina "virgen". También las
personas con una vida sexual anterior son protegidas por el artículo 175. Ahora, no
resulta correcto ni coherente limitar la aplicación del precepto premunidos de una
interpretación histórica tan prejuiciosa como carente de sentido en la actual realidad
legislativa.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la estructura del tipo penal se desprende que se trata de un delito doloso, no


cabe la comisión imprudente. Esto es, el agente voluntariamente actúa o
desenvuelve su conducta con pleno conocimiento de la utilización del engaño para
doblegar la voluntad de su víctima adolescente a efectos de realizar el acto o acceso
sexual o en su caso, le introduce objetos con apariencia de pene o partes del cuerpo
con la finalidad de conseguir la satisfacción de alguna apetencia de carácter sexual
que viene a constituir su objetivo final. Si en la conducta examinada no aparece este
elemento subjetivo adicional al dolo, no es posible calificar a tal hecho como delito
de seducción.

La jurisprudencia nacional es unánime respecto de esta cuestión. Así tenemos la


Resolución del 14 de julio de 1998, en la cual, la Sala Penal de Apelaciones de la
Corte Superior de Lima, considera: "Que, siendo esto así, habiéndose encuadrado la
conducta dolosa del encausado dentro de los parámetros requeridos por el tipo
penal requerido en el artículo ciento setenta y cinco del Código Penal, al haber este
obrado con dolo y con el ánimo de mantener relaciones sexuales con una menor de
edad, a sabiendas de que era casado y que solo con el engaño de futuro divorcio de
su actual esposa y subsiguiente matrimonio con la agraviada, esta accedería a sus
requerimientos"(1056).

No existe mayor inconveniente para aceptar la concurrencia del dolo directo o


indirecto, sin embargo, la admisión del dolo eventual es discutible, pues la ejecución
del engaño requiere de manera incontrastable el propósito y la intención de mentir,
faltar a la verdad o alterar o desfigurar la realidad. Pese a todo y si bien el engaño
requiere una conducta necesariamente intencional, el autor puede albergar ciertas
dudas sobre la edad de la víctima y aun así seguir actuando. En estos casos es
posible que se configure el dolo eventual que, dicho sea de paso, no se encuentra
excluido de los delitos contra la libertad sexual (1057).

Es posible que en la cambiante y abrumadora realidad se presente casos de error de


tipo. Así por ejemplo, existirá error de tipo y por tanto se aplicará el contenido del
artículo 14 del Código Penal, cuando el agente actúe en la creencia errónea que su
víctima tiene una edad mayor a los dieciocho años y sin embargo, recién cumplió
dieciséis. De verificarse el error de tipo, al no haber seducción culposa, la conducta
será atípica.

4. ANTIJURIDICIDAD
Después que se verifica en la conducta analizada la concurrencia de los elementos
objetivos y subjetivos de la tipicidad, el operador jurídico pasará a verificar si
concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código
Penal.

5. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de seducción no concurre


alguna causa de justificación, el operador jurídico entrará al análisis para determinar
si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su autor. En esta etapa
tendrá que verificarse si al momento de actuar el agente era imputable, es decir,
mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable.

También se verificará si el agente al momento de exteriorizar su conducta etiquetada


como seducción, conocía la antijuridicidad de su conducta, es decir, se verificará si
el agente sabía o conocía que su conducta estaba prohibida por ser contraria al
derecho. Aquí puede presentarse el error de prohibición. En efecto, actuará en error
de prohibición, por ejemplo, un ciudadano español que viene al Perú y luego de unos
días, en la creencia errónea que solo se comete seducción sobre una adolescente
de una edad entre doce a dieciséis años como en su patria, por medio de engaño
(haciéndole creer que se casaría con ella y la llevaría a España) logra tener acceso
carnal sexual con una adolescente de 17 años.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

Igual que las demás conductas sexuales, el delito de seducción se perfecciona con
la verificación de la penetración total o parcial del miembro viril del varón en la
cavidad vaginal, anal o bucal del otro sujeto interviniente en la relación sexual
punible. Igual se perfecciona cuando el agente comienza o inicia a introducir objetos
(prótesis sexual por ejemplo) o partes del cuerpo en la cavidad vaginal o anal de la
víctima. En consecuencia, para efectos de la consumación, no basta con que se
concretice el engaño y se logre el consentimiento de la víctima para efectuar el acto
sexual, es necesario que después de ello exista el acceso carnal sexual sobre la
víctima.

Jorge Buompadre (1058), interpretando la legislación argentina y que en parte sirve


para entender nuestra legislación, sostiene que con respecto al alcance del acceso
camal, es suficiente la penetración fisiológicamente imperfecta o incompleta, sin que
sea necesario la desfloración de la VÍctima ni la eyaculación en el vaso receptor
(immissio seminis), el coitus interruptus (retiro del pene de la vagina antes de la
eyaculación) supone ya la consumación delictiva.

Constituyendo un delito de resultado, es posible que la conducta del agente se


quede en el grado de tentativa, esto es, pese que el agente tiene la firme intención
de realizar el acto carnal sexual con su víctima y por medio del engaño ha obtenido
el consentimiento de aquella, por circunstancias extrañas a su voluntad no logra
verificar la penetración requerida para la consumación. O, en su caso, se frustra la
introducción de objetos o partes del cuerpo en la vía vaginal o anal del sujeto pasivo.

7. PENALIDAD

El autor del delito de acceso sexual por engaño será merecedor de una pena
privativa de libertad no menor de dos días ni mayor de tres años o en todo caso, a
criterio discrecional del juez, será sancionado con prestación de servicios a la
comunidad con treinta a sesenta y ocho jornadas.
En caso que concurra alguna de las agravantes previstas en el artículo 177 del C.P.
la pena privativa de libertad será no menor de veinte ni mayor de veinticinco años y
no menor de diez ni mayor de veinte años, respectivamente.

Subcapítulo 8

Actos contrarios al pudor


l. TIPO PENAL

El delito de realizar actos contrarios al pudor utilizando la violencia o amenaza, está


debidamente tipificado en el tipo penal del artículo 176 del Código Penal, el mismo
que después de la entrada en vigencia de la Ley Nº 28251 del 08 de junio de 2004 y,
luego, de la Ley Nº 28704 del 05 de abril de 2006, literalmente prescribe:

El que sin propósito de tener acceso carnal regulado por el artículo 170, con
violencia grave amenaza realiza sobre una persona u obliga a esta a efectuar sobre
sí misma sobre terceros tocamientos indebidos en sus partes íntimas o actos
Iibidinosos contrarios al pudor, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de tres ni mayor de cinco años.
La pena será no menor de cinco ni mayor de siete años:

1. Si el agente se encuentra en las agravantes previstas en el artículo 170


inclsos 2,3 Y 4.
2. Si la víctima se hallare en los supuestos de los artículos 171 y 172.
3. Si la víctima tuviere la condición de docente, auxiliar u otra vinculación
académica que le confiera autoridad sobre la víctima.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito denominado "actos contrarios al pudor de una persona" se configura cuando


el sujeto activo sin tener el propósito de practicar el acceso carnal sexual vía vaginal,
anal o bucal u otro análogo como introducción de objetos o partes del cuerpo vía
vaginal o anal, haciendo uso de la violencia o la amenaza grave, realiza sobre su
víctima u obliga a esta a efectuar sobre sí misma o sobre tercero tocamientos
indebidos en sus partes íntimas o actos libidinosos contrarios al pudor.
Aquí, pudor se entiende como la situación de recato, decencia o decoro del que
gozamos todas las personas en sociedad.

De la redacción del tipo penal se evidencia que los comportamientos contra el pudor,
recato o decoro de personas pueden realizarse hasta por tres modalidades. Primero,
cuando el agente por medio de la violencia o amenaza realiza sobre la VÍctima
tocamientos indebidos en sus partes íntimas o actos libidinosos, lascivos, lúbricos,
eróticos, lujuriosos e impúdicos. La segunda modalidad se configura cuando el
agente con la finalidad de solo observar y, de esa forma, satisfacer su lujuria, obliga
a la VÍctima a realizarse a sí misma tocamientos indebidos o actos libidinosos o
eróticos. Se realiza este tipo de delito cuando, por ejemplo, el agente obliga a su
VÍctima a sacarse toda su vestimenta y luego le hace que se toque sus partes
íntimas y zonas erógenas. Finalmente, la tercera modalidad se configura cuando el
agente obliga que la VÍctima realice o efectúe tocamientos indebidos o actos
lujuriosos en el cuerpo de un tercero que se encuentra en la escena del delito.
Estaremos ante esta modalidad delictiva cuando, por ejemplo, el agente, haciendo
uso de la amenaza con arma de fuego obligue a su VÍctima a tocar y acariciar los
genitales de un tercero que allí se encuentra. El tercero, muy bien, puede dejarse
realizar voluntariamente los tocamientos, o también puede estar obligado a dejarse
tocar. En el primero caso, el tercero será partícipe del delito, mientras que en el
segundo supuesto, el tercero también será VÍctima.

Constituye circunstancia importante a tener en cuenta que los tocamientos,


manipulaciones o actos libidinosos, eróticos o lascivos realizados sobre el cuerpo de
la víctima o, en su caso, los actos y tocamientos que se obligan a la VÍctima efectuar
sobre sí misma o contra un tercero, deben tener finalidad diferente a la de practicar
el acto sexual o análogo, caso contrario, si se verifica que el autor tenía esta
finalidad y por circunstancias extrañas no logró el acceso carnal, estaremos ante el
delito de tentativa de violación sexual (artículo 170) pero de ninguna manera en el
delito que ahora nos ocupa. La intención del agente de practicar el acto sexual o no,
se constituye en punto de quiebre para diferenciar una tentativa de violación sexual
con el delito de actos contra el pudor, recato o decencia de una persona.

Se entiende por actos contrarios al pudor, aquellos tocamientos y manipulaciones


que realiza el agente o autor sobre el cuerpo de la víctima, así como aquellos
tocamientos o actos libidinosos que se obliga efectuar a la víctima sobre su propio
cuerpo o sobre el cuerpo de un tercero, especialmente en sus genitales o zonas
erógenas con la finalidad de satisfacer su propia lujuria, excitando ellibido del sujeto
pasivo y sin que el agente haya evidenciado su intención fnlstrada de practicar el
acto sexual o análogo, siendo indiferente la circunstancias que el autor alcance o no
el orgasmo o la eyaculación (1059).
En igual sentido, Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano (1060) sostienen que se
considera actos contrarios al pudor todo tocamiento lúbrico somático que ha de
recaer sobre el cuerpo del sujeto pasivo con el fin de satisfacer el apetito sexual del
sujeto activo, por ejemplo, palpación, tocamiento, manoseos de las partes genitales.
Estos autores al igual que Javier Villa Stein (1061), antes de la promulgación de la
Ley Nº 28251 publicada el 08 de junio de 2004, también enseñaban que los
tocamientos contrarios al pudor podían implicar la penetración digital y además el
agente podía valerse de objetos de cierto contenido sexual, es decir, de aquellos
que reúnan condiciones para, en alguna medida, ser apto para un ejercicio de
sexualidad, no obstante, con la modificatoria del contenido de los delitos sexuales,
tales actos constituyen violación ~exual en la modalidad de introducción de objetos o
partes del cuerpo en la vagina de la mujer.

Como precedente judicial del delito de actos contrarios al pudor de persona menor,
podemos citar la Ejecutoria Suprema del 24 de noviembre de 1993, donde se afirma:
"El encausado no ha llegado a introducir su miembro viril en la vagina de la menor
agraviada, si ha realizado tocamientos en sus genitales, motivo por el cual su
conducta se encuentra incursa en el artículo ciento setenta y seis del Código Penal
vigente" (1062). En caso más reciente, tenemos la Ejecutoria Suprema del 27 de
octubre de 2004. Aquí la Sala Penal Permanente argumentó lo siguiente:
"Tanto la agraviada como el imputado refieren que no hubo penetración y que el
segundo de los nombrados en varias oportunidades le hizo caricias y jrotamientos
con el pene en su vagina y ano, así como la determinó a que lo mas turbara; que
esto último, estando al resultado del examen pericial, acredita que el delito
perpetrado es de abuso deshonesto o actos contra el pudor de menor de edad'
(1063).

Por otro lado, los medios utilizados por el agente para realizar el delito de actos
contrarios al pudor de persona lo constituyen la violencia o la amenaza grave. La
violencia es entendida como la fuerza física que se proyecta sobre la víctima para
vencer su resistencia con la finalidad de hacerle o, en su caso, obligarle a efectuarse
sobre sí misma (por ejemplo, obligarle a desnudarse y luego se realice tocamiento
en su genitales) o sobre un tercero, tocamientos o actos libidinosos. La amenaza
grave es entendida como el anuncio del propósito de causar un daño o mal sobre el
sujeto pasivo si este no realiza lo que se le pide. El agente intimida o asusta al sujeto
pasivo para que se deje hacer o él se efectúe sobre sí mismo o tercero, actos
contrarios al pudor. Estos medios que de modo explícito aparecen en el supuesto de
hecho del tipo penal en comentario, necesariamente deben concurrir juntos o por
separado para perfeccionarse el delito. Si llega a verificarse que el agente no hizo
uso de alguno de estos recursos para someter a su víctima, el delito no se configura.
En tal sentido, de comprobarse que el sujeto pasivo prestó su consentimiento para
los actos impúdicos, la conducta será atípica. El consentimiento se constituye en una
causa de atipicidad.

2.1. Circunstancias agravantes

Las circunstancias que agravan el hecho punible en hermenéutica jurídica aparecen


previstas en el segundo párrafo del artículo 176 y en el artículo 177 del Código
Penal. En efecto, la conducta de actos contrarios al pudor de una persona se agrava
cuando:

a. El agente se haya prevalido de cualquier posición o cargo

Aparece esta agravante cuando el agente somete a su víctima, aprovechando la


posición de ventaja o superioridad que tiene sobre ella. Así también, se configura la
agravante cuando el agente aprovechando el cargo que le da particular autoridad
sobre la víctima le obliga a realizar actos contrarios al pudor. Esta agravante es de
aplicación para aquellos jefes que por ejemplo, obligan por medio de la violencia y
grave amenaza a sus subordinados a dejarse realizar tocamientos indebidos en sus
genitales.
De igual forma se perfecciona la agravante cuando el sujeto activo obliga a su
víctima a realizar actos contrarios al pudor, aprovechando una relación de
parentesco por ser ascendiente, descendiente o hermanos, consanguíneo o por
adopción o afines de aquella. De esa forma, esta agravante es de aplicación a los
autores de los actos contra el pudor cuando la víctima, es su madre o padre, hijo o
hija consanguínea o adoptiva, nieto a nieta, hermano o hermana, cónyuge, cuñada o
cuñado, suegra o suegro.
b. Agravante por calidad o cualidad especial del agente
El inciso primero de la segunda parte del artículo 176 prevé también que se agrava
el delito cuando el agente obliga a su víctima a realizar actos contrarios al pudor,
estando aquel en pleno ejercicio de su función pública en su condición de miembro
de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional, serenazgo, policía municipal o vigilancia
privada. La agravante se justifica por el hecho que aquellos gmpos de personas
ejercen función pública consistente en blindar seguridad y protección a los
ciudadanos. De modo que si en lugar de ejercer su función encomendada
normalmente, haciendo uso de la violencia o amenaza grave, someten a actos
contra el pudor a su víctima, aparte de lesionar el bien jurídico "libertad sexual"
afectan gravemente la confianza brindada ya sea por parte del Estado o de un
tercero que los contrató en caso de vigilancia plivada.
c. El autor es portador de enfermedad de transmisión sexual
Se configura esta circunstancia agravante del delito cuando el agente conociendo
que es portador de una enfermedad de transmisión sexual, somete al contexto
sexual libidinoso a una persona que tiene una edad cronológica mayor de 18 años
de edad.

Se trata de una figura de peligro, pues no se exige necesariamente que el contagio


se haya producido, sino solo el peligro que el contagio se produzca. La agravante
exige la concurrencia de tres aspectos: a) que el autor sea portador de una
enfermedad de transmisión sexual. Para determinar si estamos ante una
enfermedad de la clase que exige el tipo penal, será indispensable el
pronunciamiento de los expertos en medicina legal. Solo ellos tienen la posibilidad
de saber científicamente si el agente es portador de alguna enfermedad de
transmisión sexual; b) que con motivo del acto contra el pudor realizado haya
existido peligro de contagio. El solo peligro de contagio satisface la exigencia legal
de la agravante. De esa forma, es irrelevante penalmente velificar si en la realidad
se produjo el contagio. Esta circunstancia solo servirá al juzgador para graduar la
pena al momento de imponerla al responsable; y c) que el autor al consumar el acto
impúdico haya tenido conocimiento de ser portador de la enfermedad. El agente
antes de consumar el hecho debe conocer que es portador de una enfermedad
grave de transmisión sexual y no obstante tal conocimiento, realiza el acto impúdico.
A contralio sensu, si, por ejemplo, se velifica que al momento que se prodtyeron los
hechos, el agente no conocía o desconocía que era portador de la enfermedad de
transmisión sexual se excluirá la agravante.

El fundamento de la agravante radica en el hecho que aparte de lesionar la libertad


sexual, el agente pone en peligro la salud de la víctima, toda
vez que al someterlo al acto contra el pudor existe la firme posibilidad de contagiarlo
o trasmitirle una enfermedad de transmisión sexual grave en perjuicio evidente de su
salud.

d. Actos cometidos por docente o auxiliar de educación

Por la Ley N 28704 se ha incorporado en el inciso 3 del artículo 176 del C.P. como
agravante del delito de actos contra el pudor de persona mayor, la circunstancia que
se produce cuando "el agente tuviere la condición de docente, auxiliar u otra
vinculación académica que le confiera autoridad sobre la victima".

Esta agravante es innecesaria y reiterativa, toda vez que tal situación ya se


encuentra previsto en el inciso 1 del artÍCulo 176 cuando se remite a la figura
agravada del inciso 2 del artÍCulo 170 c.P., esto es, hay agravante si el agente para
"la ejecución del delito se haya prevalido de cualquier posición o cargo que le dé
particular autoridad sobre la victima ( ... )". Es decir, como ya hemos alegado, la
agravante es de aplicación para aquellos para aquellos profesores (de universidad,
colegio, instituto, escuela, academia, etc.) que luego de intimidar a sus alumnos con
jalarlos en el curso o ponerles mala nota en su comportamiento en caso de
auxiliares, los someten a actos impúdicos. El fundamento de esta agravante se
encuentra en el quebrantamiento de la confianza y en la violación de los deberes
particulares inherentes al cargo o posición, así como en la vulneración de las
obligaciones asumidas voluntariamente por el autor respecto de la vÍCtima.

e. Actos sobre persona en estado de inconsciencia o en imposibilidad de resistir

Se agrava la conducta punible cuando la victima se encuentra en los supuestos del


artículo 171 del c.P., es decir, cuando el agente previamente coloca a su víctima en
un estado de inconsciencia, que no es otra cosa que la pronunciada incapacidad
psicofísica que le impide reaccionar y procurarse alguna forma de defensa para
contrarrestar la agresión sexual. La vÍCtima al quedar desprovista de la capacidad
de entender o conservando solo un mínimo grado de la misma, tiene también
suprimida o muy menguada su facultad de querer. Ello puede ser producido por
ebriedad, el hipnotismo, el uso de los narcóticos, de los afrodisíacos, el sueño,
pastillas somníferas en particular, anestesia del ginecólogo que simula un aborto,
etc.

También se configura la agravante cuando el slyeto activo previamente ha colocado


a su victima en imposibilidad de resistir. Aquí el slyeto pasivo conserva su plena
capacidad de percepción, pero las circunstancias materiales del suceso demuestran
que aquel se halla privado de la facultad de querer. Por ejemplo, causar una lesión,
atar las manos de la mujer, etc.

f Actos sobre persona en incapacidad de resistencia

Se agrava los actos contra el pudor cuando la víctima se halla en el supuesto del
artículo 172 del C.P. que regula la violación sexual de persona en incapacidad de
resistencia. Es decir, se configura la agravante cuando el sujeto activo con pleno
conocimiento que su víctima sufre de un estado permanente o parcial de anomalía
psíquica, grave alteración de la conciencia, retardo metalo se encuentra en
incapacidad de resistir, le realiza tocamiento o actos contrarios al pudor.

El especial estado personal de la víctima debe ser anterior al momento que se


efectúa los tocamientos impúdicos, es decir, no haya sido provocado u ocasionado
por el agente. Caso contrario, si este lo provocó, estaríamos ante el supuesto de la
agravante anterior.

g. Muerte de la víctima

La muerte de la víctima a consecuencia de los actos contrarios al pudor, se


constituye en otra agravante, la misma que aparece tipificado en el artículo 177 del
Código Penal. La agravante se configura siempre y cuando, el agente haya podido
prever aquel resultado. Aquí la muerte debe ser producto de los tocamientos o actos
eróticos e impúdicos mismos, pudiendo haberse realizado durante la consumación o
materialización de la agresión sexual o como consecuencia inmediata de tal hecho.
h. Lesiones graves en la víctima

También el artículo 177 del C.P. establece como circunstancia agravante el hecho
que a consecuencia de los actos contrarios al pudor, el agente pudiendo prever el
resultado, le haya ocasionado lesiones graves a su víctima. Las lesiones deben ser
consecuencia inmediata de los tocamientos de las partes íntimas. Si son producidas
después no estaremos frente a la agravante, sino ante la figura de concurso real de
delitos: actos contra el pudor con lesiones graves.

i. Crueldad sobre la víctima

Finalmente, el artículo 177 del C.P. prevé la circunstancia agravante que se


configura cuando el agente procede o actúa con cmeldad sobre la víctima. Sin duda,
ello se desprenderá del modo, forma y circunstancias en que ocurrieron los hechos.

Se presenta esta agravante cuando el agente realiza los actos contrarias al pudor
haciendo sufrir en forma inexplicable e innecesaria a su víctima. Para estar ante esta
modalidad agravada resulta necesario verificar dos aspectos que lo caracterizan:
plimero, que el slúrimiento ya sea físico o psíquico, haya sido aumentado
deliberadamente por el agente, quien actúa con la intención de hacer sufrir a la
víctima; y segundo, que el padecimiento sea innecesario y prescindible para lograr el
propósito del agente, poniéndose en evidencia su ensañamiento e insensibilidad
ante el dolor humano.

2.2. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se pretende proteger con la tipificación de este delito lo


constituye la libertad sexual. En efecto, de la estructura del tipo penal se evidencia
que el agente por medio de la violencia o amenaza grave limita o vulnera la libertad
sexual de la víctima, la misma que es sometida a un contexto sexual que no desea
ni quiere.
La interpretación jurisprudencial nacional, abierta y claramente se ha pronunciado de
este modo. En efecto, por Resolución Superior del 18 de mayo de 1998, la Sala
Penal de Apelaciones de la Corte Supelior de Lima indica "que, debe considerarse
que en el delito de actos contrarios al pudor el bien juridico protegido es la libertad
sexual, ya sea de un hombre o una mujer, entendiéndose dicha figura delictiva como
todo tocamiento lúbrico somático que realiza el sujeto activo sobre el cuerpo del
sujeto pasivo con el fin de satisfacer el apetito sexual del primero de los citados"
(l06~).
El pudor entendido como recato, decencia o decoro de la persona es afectado luego
que se lesiona la libertad sexual de la víctima.

2.3. Sujeto activo

Sujeto activo puede ser cualquier persona sea varón o mujer, el tipo penal no exige
alguna cualidad o condición especial.

2.4. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo del delito de actos contrarios al pudor también puede ser
cualquier persona, sea hombre o ml~er con la única condición específica que sea
mayor de catorce años de edad. Ello debido que si la persona ofendida con los actos
libidinosos tiene una edad por debajo de los catorce años, el hecho se subsume en
el artículo 176-A. del Código Penal.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Se trata de un delito necesariamente doloso. No cabe la comisión por imprudencia,


es decir, si llega a evidenciarse por ejemplo tocamientos en los genitales de una
persona de manera casual o imprudente, el delito no se configura por falta de
tipicidad.
El delito de actos contrarios al pudor exige la presencia del elemento subjetivo
denominado "dolo", esto es, el agente actúa con conocimiento y voluntad de realizar
manipulaciones en las zonas erógenas de la víctima o actos libidinosos, eróticos o
lujuriosos contrarios al pudor con la finalidad de satisfacer su apetito sexual. El
propósito del autor es satisfacer su deseo sexual con los tocamientos o
manipulaciones. Caso contrario, si tuviera la finalidad de excitar a su víctima para de
ese modo realizar el acto sexual ya sea vía vaginal, anal o bucal, estaremos frente al
delito de violación sexual previsto en el artículo 170 del Código Penal en el grado de
tentativa si no llegó a consumarse el acceso carnal.
En suma, en el análisis del aspecto subjetivo del agente, encontraremos la diferencia
entre el hecho punible de actos contratios al pudor y el delito de violación sexual en
grado de tentativa. Determinar cuando estaremos ante un delito y cuando en el otro,
solo dependerá de la finalidad que tuvo el agente que propició un contexto sexual
específico no deseado por la víctima.

4. ANTIJURIDICIDAD

Después que se verifica en la conducta analizada la concurrencia de los elementos


objetivos y subjetivos de la tipicidad, el operador jurídico pasará a verificar si
concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código
Penal.

5. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de actos contra el pudor no


concurre alguna causa de justificación, el operador jurídico entrará al análisis para
determinar si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su autor. En esta
etapa tendrá que verificarse si al momento de actuar el agente era imputable es
decir, mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le haga
inimputable. También se verificará si el agente al momento de exteriorizar su
conducta etiquetada como actos contra el pudor, conocía la antijuridicidad de su
actuar, es decir, se verificará si el agente sabía o conocía que su conducta estaba
prohibida por ser contratia al derecho.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito se perfecciona o consuma en el momento que el agente realiza sobre la


víctima o le obliga a esta a efectuar sobre sí misma o un tercero, tocamientos
indebidos en sus partes Íntimas o actos libidinosos contrarios al pudor. De la forma y
circunstancias en que se produjo el evento, incluso, solo bastará un solo tocamiento.
No se requiere otro acto posterior como el orgasmo o la eyaculación, circunstancia
normal de satisfacer alguna apetencia sexual. En tal sentido, determinar si hubo o no
orgasmo o eyaculación a consecuencia de los actos contra el pudor de la víctima, es
irrelevante para la configuración del injusto penal.
La tentativa es admisible y se dará cuando el sujeto activo, habiendo ejercido
violencia o grave amenaza sobre el sujeto pasivo, no logre realizar actos contrarios
al pudor (I065l.

7. PENALIDAD

El agente será sancionado con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor
de cinco años en el caso de los supuestos recogidos en el tipo básico. Si en la
conducta concurre alguna de las circunstancias agravantes previstas en el segundo
párrafo del artículo 176 del C.P., el agente será sancionado con pena privativa de
libertad no menor de cinco ni mayor de diez años.
De concurrir alguna de las circunstancias agravantes previstas en el artículo 177 del
c.P. la pena será no menor de veinte ni mayor de veinticinco años y no menos de
diez ni mayor de veinte años, respectivamente.

Subcapítulo 9

Atentado al pudor de menor


l. TIPO PENAL

El injusto penal de atentado contra el pudor de menores, aparece debidamente


tipificado en el tipo penal del artículo 176-A, el mismo que al ser modificado por la
Ley N 28251 del 8 de junio de 2004 y luego por la Ley N 28704 que solo se limitó a
incrementar el quántum de las penas, tiene el siguiente contenido:

El que sin propósito de tener acceso carnal regulado en el artículo 170 realiza sobre
un menor de catorce años u obliga a este a efectuar sobre sí mismo o tercero,
tocamientos indebidos en sus partes íntimas o actos libidinosos contrarios al pudor,
será reprimido con las siguientes penas privativas de la libertad:
1. Si la víctima tiene menos de siete años, con pena no menor de siete ni mayor
de diez años.
2. Si la víctima tiene de siete a menos de diez años, con pena no menor de seis
ni mayor de nueve años.
3. Si la víctima tiene de diez a menos de catorce años, con pena no menor de
cinco ni mayor de ocho años.

Si la víctima se encuentra en alguna de las condiciones previstas en el último párrafo


del artículo 173 o el acto tiene un carácter particularmente degradante o produce
grave daño en la salud, física o mental de la víctima que el agente pudo prever, la
pena será no menor de diez ni mayor de doce años de pena privativa de libertad.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de actos contra el pudor de menor se configura cuando el agente con la


finalidad de satisfacer sus apetencias sexuales y sin tener el propósito o intención de
realizar el acceso carnal sexual o análogo, realiza sobre un menor de catorce años o
le obliga a efectuar sobre sí mismo o tercero, tocamiento indebidos en sus partes
Íntimas o actos libidinosos, eróticos, lujuriosos o lúbricos contrarios al pudor, recato
o decencia.
AqUÍ, con la única salvedad de la edad del sujeto pasivo y que no es necesario la
concurrencia de violencia o amenaza grave para someter a la víctima, vale todo lo
dicho al comentar el acápite de la tipicidad objetiva del tipo penal del artículo 176 del
c.P.

2.1. Circunstancia agravante

El segundo párrafo del artículo 176-A, recoge el supuesto agravante de la conducta


delictiva en hermenéutica. En efecto, la conducta se agrava si el agente tuviere
cualquier posición, cargo o VÍnculo familiar que le dé particular autoridad sobre la
víctima o le impulse a depositar en él su confianza (supuestos previstos en el último
párrafo del artículo 173 del c.P.).

Como precedente jurisprudencial que da cuenta de esta agravante tenemos la


Sentencia del 13 de febrero de 1997 emitida por la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de lea, donde se afirma: "Que, los medios probatorios incorporados en la
investigación judicial y lo actuado en el acto oral permiten establecer claramente que
el acusado Juan Lucio Molina Gutiérrez en su calidad de almacenero en la Oficina
Zonal de Palpa, ubicada en el sector de Sacramento de la Provincia de Palpa, entre
los meses de junio y julio último pasado, aprovechando que los menores agraviados
Daysi Flor, Ronald Antonio y Miller Eloy Condori Bendezú y Noemí Ruth
Martínezjurado ingresaban a jugar a dicha oficina, utilizando el enga?io y la astucia
de prometer a sus víctimas de darle sumas de dinero a cambio que éstos se quitaran
sus prendas de vestir, en el interior de un cuarto que le servía de habitación y en
otros ambientes, del mismo local practicaba tocamientos lúbricos somáticos con su
miembro viril en las partes pudendas de los menores con el fin de satisfacer su
apetito sexual; que los menores agraviados pese a su corta edad que frisan entre
cinco a once años como es de verse de las partidas de nacimiento comentes a fojas
sesenta y uno, sesenta, sesenta y dos)' cincuenta y ocho, respectivamente, relatan
detallada y uniformemente la forma y circunstancias como el acusado Molina
Gutiérrez solía llevarlos y dar rienda suelta a sus bajos instintos, es así, como
primeramente los silbaba de su cuarto y con el engaño de darles dinero, los menores
se apersonaban al ambiente en donde los esperaba para luego quitarles sus
vestimentas y acostados todos juntos empezaba a sobarles uno por uno, con su
pene, en la parte anal o genital de los menores, llegando a la eyaculación a veces, y
terminando los actos lascivos, les daba dinero con la promesa de que no avisaran a
sus progenitores, dádivas que conllevaron a silenciar a sus víctimas y, el acusado, a
seguir realizando los actos libidinosos sin el empleo de la fuerza conforme también
lo refieren los menores" (1066). Al interponer el sentenciado el recurso de nulidad,
nuestra Suprema Corte por Ejecutoria Suprema del 10 de junio de 1997 (1067),
señalando que los hechos se encuentran previstos y sancionados en el segundo
párnifo del artÍCulo 176-A del código sustantivo vigente, declaró no haber nulidad en
la sentencia en cuanto condenó a Juan Lucio Molina Gutiérrez por el delito antes
citado y declaró haber nulidad en la propia sentencia en la parte que impuso seis
años de pena privativa de libertad, reformándola en este extremo, le impusieron
ocho años. Es decir, nuestro máximo Tribunal ignorando el ptincipio de la reformatio
in peius (no reformar en perjuicio del apelante), elevó la pena impuesta por el
colegiado.

También la Resolución Superior del 21 de julio de 1999 emitida por la Corte Superior
de Ancash, sirve para graficar la concurrencia de la agravante prevista en el último
párrafo del artículo 173 del C.P. En efecto, allí se menciona: "El que el inculpado sea
conviviente de la vútima, no crea un vínculo de familiaridad entre ellos, pero sí una
relación de confianza de la menor agraviada hacia el inculpado, que facilitó la
comisión del ilícito penal de actos contra el pudor de la agraviada" (1068).

Por otro lado, de la lectura del artículo 177 del Código Penal y en estricta aplicación
del principio de legalidad, se concluye que las agravantes previstas en este numeral,
no alcanzan a la hipótesis delictiva recogida en el tipo penal del artículo 176-A,
resultando un contrasentido normativo debido que como es de verse si alcanzan a la
conductas contrarias al pudor de mayores de edad (artículo 176) que en el tipo
básico prevé penas más leves que las previstas para el delito de atentado contra el
pudor de los menores de catorce años. En otros términos, los atentados contra el
pudor de mayor en que concurran las circunstancias previstas en el artículo 177,
merecen mayor sanción, a diferencia de los atentados contra el pudor de menores
de catorce años. En consecuencia, con la finalidad de buscar cada vez mayor
coherencia interna y externa de nuestra normativa penal sustantiva, de lege ferenda
debe proponerse la subsanación de esta grave omisión.

2.2. Bien jurídico protegido


Aquí al igual como ocurre con el tipo penal del artículo 173 del C.P., el interés o bien
jurídico protegido lo constituye la intangibilidad o indemnidad sexual de los menores
de catorce años de edad. En la doctrina nacional existe unanimidad al respecto. Así,
Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1069) enseñan ql,Ie "se protege la
indemnidad sexual, referida especialmente al libre desarrollo sexual del menor". Por
su parte, Villa Stein (1070) sostiene que "se tutela la sexualidad humana en
formación".

2.3. Sujeto activo


Puede ser cualquier persona, sea varón o mujer, no se requiere alguna cualidad o
calidad especial en el agente.

2.4. Sujeto pasivo


Puede ser cualquier menor, sea varón o mujer, con la única condición que tenga una
edad cronológica por debajo de los catorce años.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Igual que el injusto penal previsto en el artículo 176 del Código Penal, se requiere la
presencia necesaria del dolo. El agente con conocimiento y voluntad de satisfacer
sus apetencias sexuales y sin tener el propósito o intención de realizar el acceso
carnal sexual o análogo, realiza sobre un menor de catorce años o le obliga a
efectuar sobre sí mismo o tercero, tocamiento indebidos en sus partes íntimas o
actos libidinosos o eróticos contrarios al pudor, recato o decencia. En el mismo
sentido se pronuncian Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (1071) al enseñar que
"se requiere necesariamente el dolo, es decir, la conciencia y voluntad de realizar
actos contrarios al pudor, con exclusión del propósito de practicar el acto sexual u
otro análogo, es decir, de violar, lo que permite distinguir un acto contrario al pudor
de una tentativa de violación".

Nuestra Suprema Corte se ha pronunciado haciendo la distinción debida. En la


Ejecutoria Suprema del 19 de setiembre de 1996 se sostiene que para configurarse
el delito de actos contrarios al pudor de menor "se requiere que la intención o
propósito del agente no esté dirigida a practicar el acto sexual u otro análogo,
quedando solo en el ámbito de actos impúdicos, lo que no corresponde al caso de
autos en que la orientación subjetiva del agente estuvo dirigida precisamente a
practicar el acto sexual en la agraviada, subsumiéndose la conducta desplegada con
tal intención en tentativa del delito de violación de menor para le presente caso"
(1072).

Igual diferenciación se hace en el precedente jurisprudencial constituido por la


Ejecutoria Suprema del 21 de agosto de 1997 donde se afirma: "Que, de otro lado
en tanto los actos libidinosos, consistentes en frotamientos vaginales con su
miembro viril, hechos que hiciera sufrir a la menor Rocío Suárez Gutiérrez, de solo
siete años, tres meses y catorce días de edad, sin que el agente tuviera la decisión
de hacerla sufrir el acto sexual, constituye delito contra el pudor; mas no violación de
la libertad sexual en el grado de tentativa" (1073).

Si, por el contrario, se verifica que los tocamientos aparentemente libidinosos fueron
casuales o consecuencia de conducta imprudente, el delito no se configura, pasando
a formar el grueso de conductas atípicas por tanto irrelevantes penalmente.

4. ANTIJURIDICIDAD

Después que se verifica en la conducta analizada la concurrencia de los elementos


objetivos y subjetivos de la tipicidad, el operador jurídico pasará a verificar si
concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del Código
Penal. Por la naturaleza del delito en comentado, considero que en la realidad es
difícil la concurrencia de alguna causa que justifique una conducta de actos contra el
pudor de un menor.

5. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de actos contra el pudor de un


menor de 14 años no concurre alguna causa de justificación, el operador jurídico
entrará al análisis para determinar si la conducta típica y antijurídica puede ser
atribuida a su autor. En esta etapa tendrá que verificarse si al momento de actuar el
agente era imputable, es decir, mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía
psíquica que le haga inimputable. También se verificará si el agente al momento de
exteriorizar su conducta etiquetada como actos contra el pudor de menor, conoCÍa la
antijuridicidad de su actuar, es decir, se verificará si el agente sabía o conoCÍa que
su conducta estaba prohibida por ser contraria al derecho.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito se consuma desde el momento que el agente realiza sobre un menor de


catorce años o le obliga a efectuar sobre sí mismo O tercero, tocamiento indebidos
en sus partes íntimas o actos libidinosos o eróticos contrarios al pudor, recato o
decencia. Basta que se verifique un solo tocamiento en las partes íntimas de la
víctima o en su caso, la realización de un solo acto erótico o libidinoso contra el
pudor del menor para estar ante una conducta penal consumada no requiriéndose
en consecuencia, la real satisfacción sexual del agente.

Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1074) afirman que el delito se consuma en


el momento en que se ejecuta el acto contrario al pudor con el menor de catorce
años, aunque el agente no haya logrado satisfacer sus propias apetencias
libidinosas. Basta, por consiguiente, el simple contacto corporal entre el sujeto activo
y pasivo para que el delito se considere consumado. En tanto que Villa Stein (1075)
resumidamente sostiene que se consuma el delito con el tocamiento lúbrico, siendo
indiferente el hecho que el agente alcance satisfacción sexual.

Al constituir un delito de mera actividad que no requiere el uso de violencia o


amenaza grave, es imposible que en la realidad se configure la tentativa. Tan pronto
se inicia o comienza la ejecución del acto contrario al pudor del menor, el delito
queda perfeccionado. El profesor Roy Freyre (1076), comentando el artículo 200 del
Código Penal derogado, fundándose en el autor chileno Antonio Vascuñan Valdés,
sostenía acertadamente que basta un simple tocamiento de cierta gravedad y de
naturaleza deshonesta para que el delito llegue a la consumación.
7. PENALIDAD

El autor después del debido proceso penal y por disposición expresa de la Ley N
28704, será sancionado con pena privativa de libertad no menor de siete ni mayor
de diez años si la víctima es menor de siete años. La pena será privativa de libertad
no menor de seis ni mayor de nueve años si la víctima se encuentra en una edad
mayor de siete y menor de diez años. La pena será menor de cinco ni mayor de
ocho años, si la víctima tiene una edad mayor de diez y menor de catorce años.
En caso que la víctima se encuentre dentro de los supuestos previstos en el artículo
173 del c.P. la pena privativa de libertad será no menor de diez ni mayor de doce
años.

Subcapítulo 10

Responsabilidad civil especial

1. TIPO PENAL

El artículo 178, modificado por Ley N 27115 del 17 de mayo de 1999, prescribe la
responsabilidad civil que corresponde al agente de los delitos contra la libertad
sexual en caso que tales actos generen descendencia, del modo siguiente:

En los casos comprendidos en este capítulo, el agente será sentenciado, además, a


prestar alimentos a la prole que resulte, aplicándose las normas respectivas del
Código Civil.

2. HERMENÉUTlCA JURÍDlCA

Antes de la modificatoria del artículo 178 del c.P. producida por Ley Nº 27115 de
mayo de 1999, aparte de la manutención de la prole, este numeral disponía
imperativamente que el ejercicio de la acción penal era privada, es decir, perseguible
por denuncia de parte interesada en los casos de los artículos 170 -primer párrafo-,
171, 174 Y 175. Asimismo, se disponía que en el caso del delito de seducción
previsto en el artículo 175, el autor podía quedar exento de pena si contraía
matrimonio civil con la víctima, siempre que esta preste libremente su
consentimiento. No obstante, con la citada modificatoria propuesta e impulsada
principalmente por el movimiento feminista en el Perú, en forma razonable la
situación ha cambiado.

En efecto, desde el 18 de mayo de 1999, todos los delitos denominados sexuales sin
excepción, son perseguibles de oficio, esto es, por el Ministerio Público, insista o no
con su denuncia primigenia, la víctima. En adelante no habrá más intimidación a la
víctima para que se desista de su denuncia y de ese modo, quede sin castigo el
autor que lesionó el bien jurídico libertad sexual. La institución del matrimonio nunca
más servirá de excusa para exonerar de pena al seductor. Tampoco las
transacciones amañadas servirán como excusa para sobreseer un proceso y dejar
sin castigo al autor de una violación sexual (1077).

Por' otro lado, imperativamente se prescribe que el operador jurídico al momento de


emitir sentencia condenatoria al autor de alguno de los delitos sexuales ya
analizados, ftiará pensión alimenticia en favor de la prole que resulte de la conducta
delictiva que motive la resolución judicial. Ello, sin duda, ocurrirá de acuerdo a lo
previsto en el Capítulo Primero del Título Primero de la Sección Cuarta de nuestro
Código Civil, cuerpo normativo donde aparece debidamente regulado la que viene
en denominarse "alimentos".

No le falta razón a Roy Freyre (1078) quien, comentando el artículo 204 del Código
Penal derogado de 1924, asevera que el texto peruano es cuidadoso cuando dice
que la obligación a establecerse en la sentencia condenatoria sea la de mantener a
la "prole". Meditadamente ha eludido referirse al "hijo", puesto que solo se exige que
haya evidencia que el agente mantuvo relaciones sexuales con la víctima en la
época de la concepción (hijo alimentista), no requiriéndose que haya prueba
fehaciente que el sentenciado sea el padre del hijo nacido o por nacer. Ello, en todo
caso, corresponderá a la vía extrapenal determinado por medio del procedimiento
denominado filiación.
Finalmente, resulta pertinente dejar establecido que no es necesario que el producto
del delito sexual haya nacido para fijarse la pensión alimenticia, también es posible
fijarse estando en gestación la VÍctima del abuso o acceso carnal sexual violento.

No obstante, la discusión se presenta en los casos en que el acceso carnal sexual


prohibido y del cual ha resultado el embarazo de la VÍctima, ha sido efectuado por
dos o más agentes. En estos casos, con Castillo Alva (1079) consideramos que la
prestación de alimentos debe ftiarse luego de haberse determinado mediante los
mecanismos probatorios idóneos la relación filial (proceso extrapenal), pues si varios
han sido los que han participado en el delito de acceso sexual, objetivamente todos
se encuentran en la posibilidad de ser tenidos como padres y de ser quienes
solventen la prestación de alimentos que exige la ley. Aquí no basta probar el hecho
de que se haya tenido acceso sexual con la víctima durante la época de la
concepción. Tampoco es coherente prorratear en cargas iguales la prestación de
alimentos entre los diversos autores del hecho, pues no se trata de una reparación
civil, sino de una obligación jurídica de diferente naturaleza.

Esta posición es asumida por la Ejecutoria Suprema del 29 de abril de 1998, donde
se sostiene que "en autos no ha quedado debidamente acreditada la paternidad del
menor XYZ, el que naciera como consecuencia de la violación de la que fue víctima
la agraviada NN, por parte del acusado Héctor Alfredo Rivasplata Tenorio,
juntamente con los acusados Manuel Antonio Mestanza Alva y Jorge Luis Rivasplata
Tenorio; que, siendo eso así, no puede obligársele al acusado Jorge Luis Rivasplata
Tenorio el pago de una suma de dinero por concepto de asistencia económica para
alimentos, por lo que es del caso declarar la nulidad de este extremo de la sentencia
recurrida; DECLARARON no haber nulidad en la sentencia recurrida de fojas
trescientos cuarenta, su fecha dieciséis de julio de mil novecientos noventa y siete,
que condena a Manuel Antonio Mestanza Alva, Jorge Luis Rivasplata Tenorio y
Héctor Alfredo Rivasplata Tenorio, por el delito de violación de la libertad sexual
-acto sexual abusivo-, en agravio de NN a cuatro años de pena privativa de libertad,
suspendida en su ejecución por el periodo de prueba de dos años; y fija en cuatro
mil quinientos nuevos soles la suma que por concepto de reparación civil, deberán
abonar los referidos sentenciados, en forma solidaria a favor de la agraviada NN
declararon NULA la propia sentencia en el extremo que obliga al sentenciado Jorge
Luis Rivasplata Tenorio, abonar la suma de cincuenta nuevos soles mensuales por
concepto de asistencia económica para alimentos, a favor del menor XYZ;
DEJARON a salvo el derecho que le corresponde al referido menor, a fin de que se
haga valer con arreglo a ley" (1080).

Subcapítulo 11

Tratamiento terapéutico

1. TIPO PENAL

El artículo 178-A, agregado en nuestro catálogo penal por el artículo dos de la Ley
Nº 26293 del 14 de febrero de 1994, prescribe:
El condenado a pena privativa de libertad efectiva por los delitos comprendidos en
este capítulo, previo examen médico o psicológico que determine su aplicación será
sometido a un tratamiento terapéutico a fin de facilitar su readaptación social.

En los casos de suspensión de la ejecución de la pena y reserva del fallo


condenatorio, el juez dispondrá la realización de un examen médico y psicológico al
condenado, para los efectos a que se refiere el párrafo anterior. El sometimiento al
tratamiento terapéutico será considerado como regla de conducta.

Los beneficios penitenciarios de semilibertad, liberación condicional y redención de


la pena por el trabajo y la educación, y el derecho de gracia de indulto y de la
conmutación de la pena, no pueden ser concedidos sin el correspondiente informe
médico y psicológico que se pronuncie sobre la evolución del tratamiento
terapéutico.

2. HERMENÉUTICA JURÍDICA

El artículo 178-A del Código Penal, que carece de antecedentes en nuestro sistema
jurídico penal (1081), recoge hasta tres supuestos imperativos que el legislador ha
impuesto al operador jurídico cuando tenga que resolver la situaciónjurídica del autor
de un delito sexual por medio de la sentencia. Se prevé imperativa y
obligatoriamente tres presupuestos que debe tener en cuenta el operador jurídico al
momento de emitir sentencia condenatoria, suspender la ejecución de la pena,
reservar el fallo condenatorio o aplicar algún beneficio penitenciario al autor de
cualquiera de los delitos sexuales ya analizados.

Aun cuando las críticas a este artículo del Código Penal no dejan de esglimirse, se
coincide que al imponerse el tratamiento terapéutico como obligatorio al sujeto activo
de un delito sexual, se busca tratar psicológicamente al sentenciado con la finalidad
de hacer en lo posible que asuma en el futuro, un comportamiento que respete la
sexualidad ajena. Asimismo, se busca readaptar a aquel a la sociedad conforme a la
función preventiva, protectora )' resociaJizadora de la pena que prevé el artículo IX
del TItulo Preliminar del Código Penal.
No está demás indicar que en el Peni tal pretensión del legislador resulta utópico,
toda vez que las condiciones del los centros penitenciarios son deplorables. La
cruda y crítica realidad nos muestra que los penales del Perú en lugar de ser centros
de tratamiento y resocialización, son centros de capacitación delictiva.
No obstante, de acuerdo con el plimer párrafo del artículo en comentario, a todo
wndenado a pena privativa de libertad efectiva por la comisié,il de alg{m delito
sexual, previo examen médico o psicológico que determine su aplicación, sera
sometido obligatoriamente a un u',ltanliento terapéutico con la finalidad de facilitar su
readaptación social.
La jurisprudencia nacional tiene claro este aspecto, pues incluso cuando hay omisión
de los jueces de nivcleG infeliores, los de nivel supel10r tienen el deber de subsanar
e integrar la sentencia. En tal sentido, I~ Ejecutoria Suprem o. del 5 de agosto de
2003 argumenta que "habiéndcse omitido en la sentencia rlispon~'..,. que el
inculpado sea sometido a un tratamiento terapeutico a fin de facilitar su readaptación
social, de conformidad con lo dispuesto por los artículos ciento sesenta y ocho y
ciento sesenta y ocho 'A' del Código Penal, corresponde integrar dicho ext7'Cmo, al
no alterar el sentido de la sentencia condenatoria" (1082).
El segundo párrafo prevé que cuando la autoridad jurisdiccional decida aplicar la
suspensión de la ejecución de la pena o reservar el fallo condenatorio al acusado
por la comisión de algún delito sexual, dispondrá obligatoriamente la realiz'acion del
correspondiente examen médico y pSICológico al condenado a efectos de ser
sometido al correspondiente tratamiento terapéutico que el caso requi.era. Se
dispone imperativamente que este tr:uamiento será impuesto como una regla de
conducta, es decir, el tratamiento se efectuará durante el periodo de prueba
impuesto. En tal caso, si el condenar!~ :10 cumple con someterse al tratamiento
terapéutico dispuesto por el juez, podra revocársele la condicionalidad de la pena de
acuerdo al artÍCulo 59 o el régimen de prueba en aplicación del artículo 65 del
Código Penal.
Finalmente, el último párrafo del dispositivo en comentario establece que, sin el
correspondiente informe médico y psicológico que se pronuncie sobre la evolución o
mejoría del condenado sometido al tratamiento terapéutico, no podrá materializarse
los beneficios penitenciarios de semilibertad, liberación condicional, redención de la
pena por el trabajo y la educación, tampüco el condenado podrá gozar del derecho
de gracia del indulto y de la conmutación de la pena.
El profesor Javier Villa Stein (l083) indica que por examen médico debemos
entender el psiquiátrico y neurológico, practicado por un médico especialista. Por
examen psicológico habrá de entenderse el psicométrico y de personalidad que
hace un psicólogo profesional.

CAPíTULO X

PROXENETISMO

SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Conceptos generales. Subcapítulo 2:


Favorecimiento a la prostitución. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Conductas
delictivas agravadas. 2.2. Bien jurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto
pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y
consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 3: Acceso carnal o acto análogo con
adolescente a cambio de dinero u otra ventaja. l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva.
2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad
subjetiva. 4. Tentativa y consumación. 5. Penalidad. Subcapitulo 4: Rufianismo. 1.
Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Circunstancias agravantes. 2.2. Bien jurídico
protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad.
Subcapítulo 5: Prostitución de personas. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Circunstancias agravantes. 2.2. Bienjurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto
pasivo. 3. tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y
consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 6: Turismo sexual adolescente. 1. Tipo
penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Agravantes del turismo sexual adolescente. 2.2.
Bienjurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 4. Tipicidad subjetiva. 5.
Tentativa y consumación. Subcapítulo 7: Trata de personas para ejercer la
prostitución. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Circunstancias agravantes. 2.2.
Bienjurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad.
Subcapítulo 8: Uso de los medios de comunicación para promocionar la prostitución
adolescente, turismo sexual adolescente y trata de menores. l. Ti po penal. 2.
Comentario.

Subcapítulo 1

Generalidades

1. CONCEPTOS GENERALES

El Capítulo X del Título IV etiquetado como "Delitos contra la Libertad" del Libro
Segundo del Código Penal, se ocupa de diversas figuras delictivas que el legislador
a rotulado como proxenetismo. En cambio, en el Código Penal derogado se hablaba
de "Delitos de Corrupción".
Por proxenetismo se entiende toda actividad económica que tiene por finalidad
propiciar o facilitar el comercio sexual habitual y lucrativo entre terceros. Para la
configuración del proxenetismo, resulta necesario la intervención activa hasta de tres
personas. El proxeneta, la persona que se dedica a la prostitución y el cliente.
El proxeneta es toda persona que ofreciendo dinero a cambio solicita a otra persona
(dedicada a la prostitución) para que realice actos sexuales con otro sujeto
denominado comúnmente "cliente". Viene a ser el mediador entre el sujeto que
busca satisfacer su apetito sexual y la persona que ha hecho de la prostitución un
modo de vida. Villa Stein (1084), atinadamente, sostiene que el proxeneta hace de la
satisfacción sexual de terceros y de la actividad económica de la persona prostituta,
su medio de vida, sunegocio.

La prostitución (del latín prostituere: exponer, poner delante, traficar) consiste en


conceder a otra persona, por recompensa económica o por lujuria, el propio cuerpo.
En otros términos, se le entiende como la actividad consistente en entregarse
habitualmente a tratos sexuales con personas más o menos determinadas (clientes),
que eventualmente lo requieren, a cambio de una determinada compensación
económica (1085). Por su parte, Villa Stein (1086) enseña que la prostitución es toda
actividad consistente en la entrega sexual que una persona hace a otra de modo
indiscriminado y habitual por precio, especie o intangible que lo represente o
signifique.

Roy Freyre (1087), haciendo dogmática penal con el Código Penal derogado,
crudamente sostenía que como conducta individual y fenómeno social, además de
sus consecuencias morales, la prostitución puede ser definida como la entrega
indiscriminada del cuerpo al comercio sexual con muchos individuos. En toda
persona prostituida se supone la pérdida de la castidad, la degradación de la moral
personal y la ausencia de todo pudor como lógica consecuencia del comercio del
cuerpo, es decir, como resultado del libertinaje en el acceso sexual promiscuo
ejercitado casi siempre con una finalidad de lucro.

En suma, podemos definir a la prostitución como toda actividad económica, ejercida


habitualmente por ciertas personas quienes prestan servicios de carácter sexual a
otra persona quien a cambio, entrega una contraprestación de contenido económico
previamente convenido.
Por otro lado, de la forma como aparecen redactados los tipos penales que a
continuación serán objeto de análisis dogmático, se concluye que el ejercicio de la
prostitución en sí no constituye delito. A lo más puede constituir un acto ilícito de
carácter administrativo, si la persona que se dedica a tal actividad no respeta las
normas administrativas que regulan su ejercicio. Solo las actividades conexas
constituyen conducta delictiva. El favorecer, promover la prostitución o el explotar la
ganancia obtenida por esta actividad constituyen los más representativos
comportamientos prohibidos por la ley penal.

Otra cuestión debatida en doctrina radica sobre el bien jurídico que se protege con la
tipificación de estas conductas. Se ha expresado que puede ser las buenas
costumbres o determinada moral colectiva o la dignidad de la persona o la
honestidad de las personas o la libertad sexual. Finalmente la doctrina se ha
inclinado por considerar que el bien jurídico protegido en la mayoría de estos
injustos penales lo constituye la libertad sexual y en otras conductas, determinada
moral colectiva de la sociedad cuando por ejemplo, la prostituta es una persona
mayor de edad y realiza la prostitución libre y voluntariamente.

No les falta razón a Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano (1088) cuando refieren


que estas conductas han de penarse en la medida que supongan un atentado a la
libertad sexual de la persona prostituida, ya sea porque determinan a una persona
en contra de su voluntad al ejercicio de la prostitución, o a su ejercicio en
determinadas condiciones de dependencia, ya sea porque determinan a una
personas, que se estima no posee la capacidad de decisión en este ámbito, a su
ejercicio.

Por nuestra parte, por la ubicación que el legislador le ha dado dentro del Código
Penal de 1991 a estas conductas, consideramos que el bien jurídico predominante lo
constituye la libertad sexual y en ciertos comportamientos determinada moral sexual
comprendida como aquella parte del orden moral social que encauza dentro de unos
límites las manifestaciones del instinto sexual de las personas.

Subcapítulo 2

Favorecimiento a la prostitución

l. TIPO PENAL
La ptimera figura delictiva de proxenetismo aparece regulada en el artículo 179 del
Código Penal, el mismo que al ser modificado por la Ley Nº 28251 del 8 de junio de
2004, ha quedado con el siguiente contenido:
El que promueve o favorece la prostitución de otra persona, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de seis años.
La pena será no menor de cinco ni mayor de doce años cuando:
1. La víctima es menor de dieciocho años (DEROGADO por la Ley Nº 28704).
2. El autor emplea violencia, engaño, abuso de autoridad, o cualquier medio de
intimidación.
3. La víctima se encuentra privada de discernimiento por cualquier causa.
4. El autor es pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de
afinidad, o es cónyuge, concubino, adoptante, tutor o curador o tiene al agraviado a
su cuidado por cualquier motivo.
5. La víctima ha sido desarraigada de su domicilio habitual con la finalidad de
prostiruirla o está en situación de abandono o de extrema necesidad económica.
6. El autor haya hecho del proxenetismo su oficio o modo de vida.
7. Si el agente actúa como integrante de una organización delictiva o banda.

8. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo básico se concluye que la figura delictiva de proxenetismo


puede perfeccionarse de dos formas que por separado e independiente constituyen
conducta punible. En efecto, el legislador ha hecho uso de dos verbos rectores para
construir el tipo penal: promover y favorecer.
La conducta punible de promover la prostitución se configura cuando el agente o
sujeto activo inicia, estimula, inaugura o propicia para que una persona comience a
realizar actos sexuales con terceros a cambio de una contraprestación económica
previamente convenida. Aquí la víctima aún no se dedicaba a la prostitución, el
agente recién la inicia o, mejor dicho, le instiga y convence por diversos medios y
circunstancias a que se inicie en la prostitución.
En tanto que el hecho punible de favorecer consiste en prestar cooperación,
coadyuvar, colaborar o asistir en el ejercicio normal de aquella actividad a
determinada persona que ya se dedica a la prostitución. Aquí la víctima ya se dedica
a la prostitución, lo único que hace el agente es facilitar o colaborar en el desarrollo
de tal actividad, allanando obstáculos, buscando los clientes o quizá prestando el
inmueble donde la persona más conocida como prostituta atiende a sus clientes
ocasionales.
La jurisprudencia nacional tiene cierta claridad respecto de este ilícito penal. Como
precedente jurisprudencial podemos citar la Resolución del 8 de mayo de 1998, por
la cual la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Lima en uno de sus
considerandos sostiene "que el delito de proxenetismo, previsto y sancionado en el
artículo ciento setenta y nueve del Código Penal, sanciona no a la prostitución sino a
las actividades conexas a ella, efectuadas por otras personas que sirven de
mediadores o encubridores, en tal sentido el favorecer se describe como la conducta
destinada a allanar obstáculos que se presentan en el curso de la actividad ya
establecida para que se continúe ejerciendo, de otro lado, necesariamente para que
se configure el delito tiene que existir el elemento subjetivo del tipo penal,
consistente en el ánimo de lucro, materializado en la intención de obtener cualquier
beneficio material de esta actividad, consistente o no en sumas de dinero" (1089).
Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (1090) enseñan que el comportamiento
consiste en promover o favorecer la prostitución de otra persona. Con este tipo de
comportamiento se comprende tanto la actividad de quien inicia a otro en el ejercicio
de la prostitución -supuesto de promover-, como de quien allana obstáculos en el
curso de esa actividad ya establecida para que se pueda seguir ejerciendo
-supuesto de favorecer-o Es delito tanto el promover la actividad en su comienzo,
como el favorecimiento en su desarrollo.

Respecto de la tipicidad objetiva debe establecerse dos situaciones. Primero, que el


consentimiento de la víctima no constituye causal para excluir la tipicidad, esto es, el
hecho que la víctima haya prestado su consentimiento no excluye la tipicidad de la
conducta; y segundo, para que se configure la tipicidad no es necesario que el
agente haya actuado con la finalidad de obtener un provecho económico. Basta que
se verifique las conductas de promover y favorecer para estar frente al delito, siendo
indiferente e insignificante determinar la finalidad que motivó al sujeto activo. Muy
bien puede hacerlo por dañar la imagen social de una persona, o para satisfacer su
deseo sexual de observar el desarrollo del acto sexual entre terceros, etc.

2.1. Conductas delictivas agravadas


El segundo párrafo del artículo 179, el legislador nacional ha previsto hasta ocho
circunstancias que automáticamente agravan las conductas de promover o favorecer
la prostitución. En efecto tenemos:
a. Víctima menor de 18 añ.os. Esta agravante por efectos del artículo 4 de la Ley Nº
28704 del 05 de abril de 2006, ha sido derogada. Si la persona a la que se inicia o
favorece en la prostitución es una menor de 18 años, es indudable que el proxeneta
será cómplice primario del delito de violación de menor que cometerá el parroquiano.
b. Uso de medios vedados. Otra circunstancia agravante de las conductas de
promover o favorecer la prostitución, lo constituye el hecho que el agente o autor
para someter o convencer al sujeto pasivo o víctima, haga uso o emplee la violencia
física, engaño, abuso de autOlidad o cualquier medio de intimidación. En esta
agravante por ejemplo, se subsume la conducta de aquellos proxenetas que por
medio de la agresión física obligan a su víctima a que realice relaciones sexuales
con terceros a cambio de dinero.

c. Víctima sin discernimiento. El inciso tercero de la segunda parte del tipo penal del
artículo 179 prevé como agravante de la conducta de promover o favorecer la
prostitución, la circunstancia que la víctima sea una persona que se encuentre
privada de discernimiento por cualquier causa. La causa de la ausencia de
discernimiento, comprender o entender las cosas puede ser por razones naturales
como, por ejemplo, sufrir de retardo mental, o por causas artificiales como, por
ejemplo, sufrir de drogadicción o alcoholismo, etc.

d. Agente pariente o protector de la víctima. También el legislador ha previsto como


circunstancias que agravan las conductas punibles de promover y favorecimiento de
la prostitución, el hecho que entre el autor o sujeto activo y el sujeto pasivo o víctima
existe una relación de parentesco dentro del cuarto grado de consanguinidad o
segundo de afinidad, o es cónyuge, concubina, adoptante, tutor o curador; o, tiene a
su víctima o agraviado a su cuidado por cualquier motivo. En esta agravante se
subsume, por ejemplo, la conducta de aquella persona que aparentando ser
caritativa o filantrópica se hace cargo de su pariente y en lugar de brindarle
educación y cuidados, lo inicia en la prostitución y muchas veces se convierte en su
buscador de clientes.
e. Víctima desarraigada de su domicilio. El inciso 5 del artículo 179 del C.P. prevé
como agravante la circunstancia que el agente desarraigue de su domicilio habitual a
la víctima con el objetivo o finalidad de prostituirla. Aquí el agente extrae, aleja o
separa de su domicilio habitual a su vÍCtima con la finalidad de iniciarla en la
actividad de la prostitución.
f Situación de abandono o extrema necesidad de la víctima. La agravante se
configura cuando el agente aprovecha la situación de abandono o extrema
necesidad económica y de protección en que se encuentra eventualmente la víctima,
y la convence para que se dedique a la prostitución como un medio para obtener
recursos. Aquí el agente promueve la prostitución aprovechando el abandono en que
se encuentra la víctima, o en su caso, aprovecha la extrema necesidad económica
de la víctima para iniciarla en la prostitución.

g. Proxenetismo como modus vivendi. El inciso 6 del artÍCulo 179 del c.P. prevé
como agravante la circunstancia que el agente o autor de la conducta, ya sea el de
promover o facilitar la prostitución, haya hecho del prox~netismo su oficio o modo de
vida. Aquí se exige que el autor del delito sea un proxeneta profesional, quien ha
hecho su modus vivendi el lucrar con la actividad sexual de terceros.

h. Agente integrante de una organización o banda. Aquí estamos ante una agravante
por la condición o cualidad del agente. La agravante se configura cuando el autor o
coautores cometen el delito de promover o favorecer la prostitución en calidad de
integrante de una organización o banda destinada a cometer hechos punibles. El
término organización abarca todo tipo de agrupación de personas que se reúnen y
mínimamente se organizan para cometer delitos con la finalidad de obtener
provecho patrimonial indebido.

El agente será integrante de una agrupación delictiva o banda cuando haya


vinculación orgánica entre este y aquella, concierto de voluntades entre el agente y
los demás conformantes de la organización y vinculación funcional enu-e el agente y
el grupo. Configurándose la agravante cuando el autor o coautores promuevan o
favorezcan la prostitución en nombre o por disposición del grupo. Si se determina
que aquel actuó solo sin conocimiento de la organización a la que pertenece o
porque dejó de ser miembro de aquella, la agravante no se verifica.
Esta agravante puede entrar en concurso con el supuesto de hecho previsto en el
artÍCulo 317 del Código Penal, denominado asociación ilícita para delinquir tan de
moda en estos tiempos en los estradosjudiciales. Sin embargo, por el plincipio de
especialidad y por la redacción de la agravante, la circunstancia en comento
subsume al supuesto del articulo 317.

2.2. Bien jurídico protegido


El hecho punible de proxenetismo lesiona o pone en peligro diversos bienes
jurídicos, dependiendo ello de la modali.dad delictiva materializada. Así el tipo básico
al referirse a conductas realizadas sobre personas mayores de edad, el bien jurídico
protegido lo constituye determinada moral sexual. De concurrir las agravantes
previstas en los incisos 1, 2, 4, 5 Y 7 el bien jurídico protegido es la libertad sexual.
En tanto que si concurre la agravante prevista en el inciso 3 el bien jurídico protegido
es la indemnidad sexual de la víctima privada de discernimiento. Finalmente, si se
configura la agravante del inciso 6, el bien jurídico afectado es determinada moral
sexual.
2.3. Sujeto activo
Agente o autor del injusto penal de promover o favorecer a la prostitución puede ser
cualquier persona sea varón o mujer. El tipo penal no exige alguna cualidad o
calidad especial, tampoco se requiere que se dedique habitualmente al
proxenetismo, pues de ser así, constituye circunstancia agravante.

2.4. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo de la conducta delictiva puede ser también tanto varón como
mujer con la condición que sea mayor de 18 años de edad.
La modificatoria introducida por la Ley Nº 28704, excluye el proxenetismo sobre
menores de 18 años, que prevé el inciso 1 del original artículo 179 del Código Penal.
Ello es así toda vez que no resulta coherente que el autor del acto sexual con la
menor prostituida es autor del delito de violación de menor previsto en el artículo 173
del Código Penal, en tanto que el que promueve o favorece ese tipo de relaciones
sexuales sería autor simplemente de proxenetismo agravado. Ahora aplicando
sistemáticamente las normas penales, en casos parecidos, el autor del acceso
sexual con la menor de 18 años prostituida, será autor del delito de violación de
menor en tanto que el proxeneta será cómplice primalio de aquella conducta. Esto
significa que tanto autor del acto sexual como el proxeneta, serán merecedores de la
misma pena según lo dispuesto en el párrafo primero del artículo 25 del Código
Penal.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la estructura del tipo penal se evidencia que se trata de una conducta netamente
dolosa. El agente o autor actúa con conocimiento y voluntad. Aun cuando en el tipo
no aparece, se exige la presencia de un elemento subjetivo especial como es el
ánimo de lucro -la intención de obtener con esta actividad cualquier beneficio
material, consistente o no en sumas de dinero- o el propósito de satisfacer deseos
propios o ajenos -deseos de carácter sexual, normales o anormales-, inherente al
proxenetismo (1091).

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica que la conducta en análisis reúne todos los elementos
objetivos y subjetivos de la tipicidad, corresponde al operador jurídico determinar si
en ella concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del
Código Penal. Si se verifica alguna causa de justificación, la conducta será muy bien
típica pero no antijurídica y por tanto se excluirá del campo de los delitos.

5. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de proxenetismo no concurre


alguna causa de justificación, el operador jurídico entrará al análisis para determinar
si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su autor. En esta etapa
tendrá que verificarse si al momento de actuar el agente era imputable es decir,
mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable.
También se verificará si el agente al momento de exteriorizar su conducta etiquetada
como proxenetismo, conocía la antijuridicidad de su actuar, es decir, se verificará si
el agente sabía o conocía que su conducta estaba prohibida por ser contraria al
derecho.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

De la lectura del tipo penal se concluye que el delito en comentario se perfecciona o


consuma cuando el autor realiza actos de favorecimiento, facilitación, promoción o
instigación a la práctica de la prostitución. Los verbos rectores utilizados en la
estructura del tipo como son "promover" o "favorecer" indican que el injusto penal se
perfecciona con la verificación de aquellos actos que lo signifiquen; en
consecuencia, no se necesita que la víctima haya llegado ha practicar realmente
algún acto sexual en su calidad de prostituta. Es posible que el autor haya
convencido a la víctima que se dedique a la prostitución, no obstante en su plimer
día en el venusterio, y sin que haya atendido a algún cliente, la policía interviene al
proxeneta. Aquí, evidentemente el sujeto activo perfeccionó el hecho punible. En
suma, resulta indiferente para la consumación determinar si la víctima logró o no
tener relaciones sexuales con los clientes a quienes comúnmente se les identifica
como parroquiano.

En el mismo sentido Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1092), sostienen que


"el delito se consuma con la promoción o favorecimiento de la prostitución,
careciendo de importancia a los efectos de la consumación del delito si
posteriormente se mantuvo la relación sexual". Por su parte Villa Stein (1093), es de
razonamiento diferente al concluir que "el tipo se realiza cuando la prostitución es
llevada a cabo como consecuencia del favorecimiento".

Si consideramos que los actos destinados al favorecimiento o promoción de la


prostitución ya constituyen o evidencian delito consumado, resulta lógico concluir
que es imposible que el delito se quede en el grado de tentativa.

7. PENALIDAD
En caso que al acusado se le atribuya la conducta prevista en el tipo básico, la pena
privativa de libertad será no menor de dos ni mayor de cinco años. En tanto que si al
acusado se le atribuye alguno de los supuestos delictivos previstos en la segunda
parte del tipo penal, la pena privativa de libertad será no menor de cuatro ni mayor
de doce años.

Subcapítulo 3

Acceso carnal o acto análogo con adolescente a cambio de dinero u otra ventaja
(1094)

l. TIPO PENAL

El artículo 2 de la Ley Nº 28251 del 08 de junio de 2004, adicionó al Código Penal el


artículo 1 79-A que prevé diversas conductas o comportamientos que en su conjunto
podemos denominar acceso carnal o acto análogo con adolescentes a cambio de
dinero u otra ventaja de cualquier naturaleza, el mismo que tiene el siguiente
contenido:
El que, mediante una prestación económica o ventaja de cualquier naturaleza tiene
acceso camal por vía vaginal, anal o bucal o realiza otros actos análogos
introduciendo objetos o partes del cuerpo por alguna de las dos primeras vías con
una persona de catorce y menor de dieciocho años, será reprimido con pena
privativa de la libertad no menor de cuatro ni mayor de seis años. (DEROGADO)

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Antes de analizar objetivamente este nuevo comportamiento criminalizado e


incorporado al Código Penal, es importante poner en evidencia que no
necesariamente se refiere a la figura de prostitución infantil, pues tal como parece
redactado el tipo penal, el delito puede ser cometido o realizado en agravio de una
adolescente que se dedica a la activada más antigua como es la prostitución o,
sobre una menor que eventualmente puede ser sometida al acceso carnal o análogo
a cambio de dinero u otra ventaja.
El delito de acceso carnal o análogo a cambio de dinero u otra ventaja con una
persona adolescente, se configura cuando una persona pagando o entregando una
prestación económica o ventaja de cualquier naturaleza tiene acceso carnal por vía
vaginal, anal o bucal o le introduce objetos o partes del cuerpo por la cavidad vaginal
o anal, con una adolescente mayor de catorce y menor de dieciocho años.

Los elementos objetivos que deben concurrir en un comportamiento humano para


configurarse el delito mal denominado de prostitución infantil lo constituyen primero
la existencia de un ofrecimiento de pago económico o ejecutar una ventaja de
cualquier naturaleza (darle un puesto de trabajo, mantenerlo en su casa, conseguirle
un trabajo para un familiar, asesoramiento legal a un pariente que se encuentra en
juicio, proporcionarle medicamentos, etc.). No es necesario pago o ejecución
efectiva de lo pactado o convenido, basta con el ofrecimiento.
Segundo, la edad de la víctima será no menor de 14 ni mayor de 18 años.
Este es un delito previsto y sancionado con la finalidad de proteger a los
adolescentes. Si la víctima es menor de 14 años, se configura el delito de violación
sexual de menor previsto en el artículo 173 del C.P. En cambio, si la víctima es
mayor de 18 años, no se comete ningún delito siempre y cuando el agente no sea el
que promueve o favorece la prostitución.

El tercer elemento lo constituye el consentimiento que debe prestar la víctima antes


del acceso carnal o acto análogo a cambio de la prestación económica o ventaja que
recibirá del agente. Si no hay consentimiento y el agente por ejemplo, haciendo uso
de la violencia o intimidación somete a la víctima a determinado contexto sexual y
luego le hace pago, los hechos no configuraran prostitución adolescente sino
violación sexual agravada (inciso 4 artículo 170). En consecuencia, se exige el
consentimiento de la víctima antes del acceso carnal o acto análogo.
Finalmente, el cuarto elemento lo constituye la verificación del acceso carnal ya sea
por la cavidad vaginal, anal o bucal de la víctima o en su caso, la verificación de la
introducción de objetos o partes del cuerpo por la vagina o ano de la víctima. Este
elemento debe ser el objetivo o finalidad del agente desde el momento que busca
satisfacción sexual con su víctima adolescente. De ese modo, se excluye este delito
si por ejemplo, el agente entrega una prestación económica u ofrece una ventaja a la
víctima a cambio que solo se deje realizar tocamientos indebidos en sus partes
íntimas.

En concreto, el itinerario o desarrollo del delito de prostitución infantil es el siguiente:


el agente ofrece prestación económica o cualquier otra ventaja a la víctima con la
finalidad que se someta al acceso carnal o la introducción de objetos o partes del
cuerpo; la víctima mayor de 14 y menor de 18 años acepta la propuesta y presta su
consentimiento para la práctica sexual; luego se inician los actos tendientes a lograr
el acceso carnal vía vaginal, anal o bucal o introducción de objetos o partes del
cuerpo por la cavidad vaginal o anal y finalmente, se concretiza la finalidad u objetivo
del agente cual es su satisfacción sexual por medio del acceso carnal o acto
análogo.

En caso que el o la adolescente se dedique a la prostit~ción, el delito en


hermenéutica jurídica será aplicable al cliente o denominado comúnmente como
"parroquiano". El que favorece la prostitución buscando los clientes para la menor
adolescente será sancionado de acuerdo al inciso 1 del artículo 179 del Código
Penal.

2.1. Bien jurídico protegido

El bien o interés fundamental que le interesa al Estado proteger es la libertad sexual


de las o los adolescentes, la misma que se ve lesionada o vulnera o perturba por el
ofrecimiento de prestación económica o alguna ventaja de parte del agente. El
adolescente como todavía no tiene real conciencia de lo que significa la vida sexual
se somete ante la mínima promesa de ventaja. Sabiendo tal circunstancia, el agente
somete sin mayor inconveniente a la práctica sexual al o la adolescente.

También podemos sostener que el legislador con la tipificación de esta conducta


busca proteger la indemnidad o integridad sexual de los adolescentes hasta que
pasen o crucen la edad de 18 años.
2.2. Sujeto activo
De la lectura del tipo penal se concluye que cualquier persona sea varón o mujer
puede ser autor del delito en comentario. No es un delito especial; el tipo penal no
exige alguna cualidad o calidad en el agente. Lo único que se exige es que dé una
prestación económica o ventaja de cualquier naturaleza a su víctima.

2.3. Sujeto pasivo


Sujeto pasivo o víctima del delito de acceso carnal o análogo a cambio de dinero u
otra ventaja, siempre será un varón o mujer adolescente que cuente con una edad
mayor de 14 y menor de 18 años.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Es un delito netamente doloso. No cabe la comisión culposa. El agente conociendo


que su víctima tiene entre 14 y 18 años de edad, libre y voluntariamente
entregándole o prometiéndole un pago en dinero o cualquier otra dádiva, le somete a
la práctica sexual vía vaginal, anal o bucal o introduciéndole objetos o partes del
cuerpo en su cavidad vaginal o anal.
Es perfectamente posible que se presenten casos de error de tipo en el sentido que
el agente actúe en la creencia errónea que su víctima es mayor de 18 años. En este
supuesto, al excluirse el dolo, el agente no será objeto de sanción alguna.

4. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito se perfecciona en el mismo momento que el agente llega a realizar o


ejecutar el acceso carnal vía vaginal, anal o bucal o le introduce objetos o partes del
cuerpo ya sea en su cavidad vaginal o anal de su víctima. No es necesario que el
agente cumpla con el pago ofrecido o ejecute en favor de la víctima o terceros la
ventaja convenida.
Para efectos de la consumación, basta verificar que el agente sometió al acto sexual
o análogo a la víctima, bajo el ofrecimiento del pago dinerario o la ejecución de una
ventaja como, por ejemplo, darle trabajo o dejarle vivir en su vivienda. Siendo
irrelevante si la víctima logra'recibir el pago o el beneficio de la ventaja ofrecida.
Convirtiéndose tal aspecto en solo agotamiento del delito en hermenéutica jurídica.

Es perfectamente posible que el comportamiento delictivo se quede en grado de


tentativa. Ocurrirá ello cuando el agente después de haber convencido a su víctima
para tener relaciones sexuales a cambio de determinada suma de dinero, es
intervenido por personal policial en circunstancias que se encuentra en la habitación
de un Hostal en plenos actos preparatorios para el respectivo acceso carnal.

5. PENALIDAD

El agente del delito de acceso carnal o acto análogo con adolescente a cambio de
alguna prestación, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de
cuatro ni mayor de seis años.

Subcapítulo 4

Rufianismo

1. TIPO PENAL

La figura delictiva conocida como rufianismo se encuentra recogida en el tipo penal


del artículo 180 del Código Penal, el mismo que al ser modificado por la Ley Nº
28251 del 08 de junio de 2004, literalmente prescribe:
El que explota la ganancia obtenida por una persona que ejerce la prostitución será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de ocho años.
Si la víctima tiene entre catorce y menos de dieciocho años, la pena será no menor
de seis ni mayor de diez años. (PÁRRAFO DEROGADO)
Si la víctima tiene menos de catorce años(f095), o es cónyuge, conviviente,
descendiente, hijo adoptivo, hijo de su cónyuge o de su conviviente o si está a su
cuidado, la pena será no menor de ocho ni mayor de doce años.
2. TIPICIDAD OBJETIVA

El injusto penal se configura cuando el sujeto activo explota o saca provecho


económico al producto o ganancia proveniente de la práctica de la prostitución que
realiza la víctima o sujeto pasivo.

Aquí el sujeto activo no promueve ni favorece la prostitución, solo se dedica a vivir


de los ingresos obtenidos por la práctica de la prostitución. Sin embargo, es posible
que la persona que se dedica a explotar la ganancia deshonesta también sea a la
vez, el proxeneta de la persona prostituida, esto es, también puede dedicarse a
buscar los clientes para aquella. Si ello sucede estaremos ante un concurso real de
delitos que en la praxis judicial se resolverá aplicando el artículo 50 del Código
Penal, es decir, el juez impondrá al autor la pena del delito más grave.
Roy Freyre (1096), pedagógicamente sostiene que existe "explotación" cuando los
ingresos producidos por el ejercicio del meretricio son invertidos por el sujeto activo
(rufián), en su totalidad o en parte, en algún negocio, industria, operación comercial
o cualquier actividad lícita o ilícita, con la finalidad de obtener una mayor utilidad o
provecho económico para sí, o para darse lujo o comodidades. Tales hipótesis
-continúa el autor citado- suceden cuando el rufián, por ejemplo, adquiere una casa,
sea para vivir él o para alquilarla; o cuando compra un automóvil para pasearse o
para ponerlo al servicio público; o cuando invierte el dinero en la compra de pasta de
cocaína; o cuando la ganancia de procedencia impúdica es empleada en las
apuestas a las carreras de caballos, etc.

En tal sentido, de la propia lectura del tipo penal se evidencia que se excluye del
rufianismo el vivir o hacerse mantener por la persona que se dedica a la prostitución.
En efecto, a diferencia del artÍCulo 207 del Código Penal derogado que recogía
como supuesto de hecho la conducta de hacerse mantener por la prostituta en todo
o en parte, el artÍCulo 180 del actual Código Penal ha excluido tal supuesto.

En consecuencia, si la propia persona que se prostituye y maneja directamente las


ganancias obtenidas, decide mantener a determinada persona con aquellos
ingresos, el delito en comentario no aparece. Tampoco se configur.a la conducta
punible si determinada persona se hace mantener por la prostituta quien
voluntariamente accede. Si por ejemplo, aquel hiciere uso de la violencia o amenaza
para hacerse mantener, la prostituta podrá denunciarlo por el delito contra la libertad
personal pero nunca por el delito de rufianismo.

En suma, solo se verifica el delito cuando el sujeto activo maneja o administra los
ingresos provenientes de la prostitución y los invierte para obtener mayor provecho.

En esa línea no hay duda que Villa Stein (1097), confunde conceptos cuando citando
al recordado Raúl Peña Cabrera, sostiene que se está en el supuesto cuando el
agente se deja mantener económicamente por la prostituta.

2.1. Circunstancias agravantes


El segundo y tercer párrafo del tipo penal del artículo 180 recoge las circunstancias
agravantes de la conducta conocida como rufianismo. De la lectura de aquellos
párrafos se tiene que el delito en comentario se agrava por la edad del sujeto pasivo
o víctima o porque esta tiene alguna relación familiar o jurídica con el rufián. Así
tenemos:
a. Víctima mayor de 14 y menor de 18 años. La conducta o comportamiento
denominado rufianismo se agrava cuando el agente explota las ganancias obtenidas
por una adolescente que se dedica a la prostitución. Aquí la conducta se agrava por
la calidad de la víctima. Esto era antes de la promulgación de la Ley 28704, pues
con ella tal supuesto se ha DEROGADO. Ahora si el agente explo- . ta las ganancias
obtenidas por una adolescente que se dedica a la prostitución será cómplice del
grave delito de acceso camal sexual sobre menor sancionado en el artículo 173 del
Código Penal.

b. Víctima menor de catorce años. Esta agravante prevista en el artículo original 180
del C.P. arbitrariamente se mantuvo con la modificación efectuada a los delitos
sexuales por la Ley 28251 de junio de 2004, cuando el uso del método sistemático
orientaba y orienta excluir como agravante la explotación de las ganancias obtenidas
por la prostitución efectuada por una menor, toda vez que de acuerdo a nuestra
normativa penal ya explicada, toda relación sexual con un o una menor constituye
acceso camal sexual de menor y no puede a la vez, denominarse prostitución. No
obstante por disposición del artículo 4 de la Ley 28704, tal modalidad agravante ha
sido DEROGADA. En consecuencia, sistemáticamente, concluimos que aquel que
explota las ganancias obtenidas por una menor de 18 años, es cómplice del delito de
acceso camal sexual sobre menor que efectúa aquel que somete a la práctica sexual
a la menor a cambio de dinero.

c. Agente pariente o protector de la víctima. También el legislador ha previsto como


circunstancias que agravan la conducta del rufián aquellas en que la persona que se
dedica a la prostitución y obtiene las ganancias que después explota aquel, es su
cónyuge, su conviviente, su descendiente, su hijo adoptivo, hijo de su cónyuge o de
su conviviente o es persona que está a su cuidado. En esta agravante se subsume
por ejemplo, la conducta de aquella persona que aparentando ser filantrópica se
hace cargo de su pariente que sabe se dedica a la prostitución y le ofrecen invertir
las ganancias que obtiene de su actividad y hacerlas más rentables.

2.2. Bien jurídico protegido

Aun cuando no hay acuerdo entre los tratadistas respecto del bien jurídico que se
pretende o busca proteger con la tipificación del rufianismo, nosotros por la
ubicación que el legislador le ha dado dentro del Corpus Iurn Penale, sostenemos
que se trata de tutelar la libertad sexual en los supuestos en que el rufián coacciona
de cierta forma a la víctima a que continúe en la práctica de la prostitución. Cuando
no aparece cierta coacción, sin duda, se pretende cautelar determinada moral sexual
dentro de la sociedad. En caso que la víctima sea menor de edad, se protege su
indemnidad sexual.

2.3. Sujeto activo


Agente, autor o sujeto activo del delito en comentario puede ser cualquier persona,
sea varón o mujer. El tipo penal no exige que aquel reúna alguna cualidad o calidad
especial.

2.4. Sujeto pasivo


También víctima o sujeto pasivo del rufianismo puede ser cualquier persona sea
varón o mujer con la única condición que tenga una edad mayor a los 18 años. Si la
víctima es menor de 18 años, el delito que se configura es el de violación sexual de
menor.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA

La conducta punible exige la presencia del elemento subjetivo denominado dolo. Es


imposible que se perfeccione por imprudencia del agente.
El agente con pleno conocimiento que el dinero que pretende o se dispone a
explotar proviene de ganancias obtenidas de la prostitución, libre y voluntariamente
decide invertirlas y sacar mayor provecho económico. El rufián sabe que el capital
que se dispone a invertir son ganancias de la prostitución, no obstante los invierte.
Aparte del elemento subjetivo denominado dolo, se requiere verificar la presencia de
otro elemento subjetivo adicional como es el animus de lucro, es decir, el agente al
actuar tiene la intención de obtener mayor ganancia patrimonial de los ingresos
provenientes de la prostitución.
Es posible que se presente un error de tipo cuando por ejemplo, se acredite que el
sujeto activo no sabía que el capital recibido de la víctima e invertido provenía de las
ganancias obtenidas por la actividad de la prostitución.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica que la conducta en análisis reúne todos los elementos
objetivos y subjetivos de la tipicidad, corresponde al operador jurídico determinar si
en ella concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del
Código Penal. Si se verifica alguna causa de justificación, la conducta será muy bien
típica pero no antijurídica y por tanto se excluirá del campo de los delitos.

5. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de rufianismo no concurre


alguna causa de justificación, el operador jurídico entrará al análisis para determinar
si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su autor. En esta etapa
tendrá que verificarse si al momento de actuar el agente era imputable es decir,
mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable.
También se verificará si el agente al momento de exteriorizar su conducta etiquetada
como rufianismo, conocía la antijuridicidad de su actuar, es decir, se verificará si el
agente sabía o conocía que su conducta estaba prohibida por ser contraria al
derecho.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito se perfecciona cuando el agente o sujeto activo comienza a invertir las


ganancias obtenidas por la actividad de la prostitución en algún negocio que le
rendirá dividendos en su provecho. Cuando se verifica que el agente ha dado inicio a
la inversión total o parcial con el objetivo o fin de obtener una utilidad, estaremos
ante el delito de rufianismo consumado.
En igual sentido Bramont-Arias Torres/Carcía Cantizano(1098), al enseñar que "si se
entiende por "explotación deshonesta" la inversión que realiza el sujeto activo de los
ingresos producidos por el ejercicio de la prostitución, en su totalidad o en parte, el
delito quedará consumado cuando el agente invierte las ganancias con la finalidad
de obtener un provecho".
En contra de esta clara interpretación, javier Villa Stein (1099) refiere en su singular
estilo, que el delito se consuma con la percepción, por el agente, de la ganancia
deshonesta de la víctima.
De la redacción del tipo penal se desprende que es posible la tentativa.
En efecto, estaremos ante un tipo de realización imperfecta cuando el agente o
rufián que ha recibido la ganancia proveniente de la prostitución se dispone invertirlo
a fin de obtener alguna utilidad económica en su provecho. Si se verifica que aún el
rufián no ha invertido la ganancia proveniente de la prostitución pero tiene
planificado hacerlo, estaremos ante la tentativa. En esta línea, podemos concluir que
Villa Stein equipara el rufianismo en grado de tentativa con el consumado.
Aquí resulta pertinente dejar establecido que lo esgrimido es de aplicación para
aquel agente que recién se inicia en el rufianismo, pues caso contrario, si se verifica
que este se dedica habitualmente a realizar aquel ilícito penal, es decir, invertir las
ganancias obtenidas por su VÍctima por medio de la prostitución, se le atribuirá
siempre el delito de rufianismo consumado, ello ocurrirá así se constate que las
ganancias de un mes o un año aún no las ha invertido.

7. PENALIDAD

Cuando al acusado se le atribuya la conducta delictiva prevista en el tipo básico del


rufianismo, la pena privativa de libertad será no menor de tres ni mayor de ocho
años. Si la víctima tiene entre catorce y menos de dieciocho años, la pena será no
menor de seis ni mayor de diez años.
En los casos que concurre las agravantes previstas en el último párrafo del artículo
180 como es que la víctima tenga menos de catorce años, o sea cónyuge,
conviviente, descendiente, hijo adoptivo, hijo de su cónyuge o de su conviviente o si
está al cuidado del agente, la pena será no menor de ocho ni mayor de doce años.

Subcapítulo 5

Prostitución de personas

l. TIPO PENAL

El artículo 181 del Código Penal recoge la figura delictiva de la prostitución de


personas, el mismo que al ser modificado por la Ley NQ 28251 del 8 de junio de
2004, tiene el siguiente contenido:
El que compromete, seduce, o sustrae a una persona para entregar1a a otro con el
objeto de tener acceso camal, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de tres ni mayor de seis años.
La pena será no menor de seis ni mayor de doce años, cuando:

1. la víctima tiene menos de dieciocho años de edad. (SUPUESTO


DEROGADO)
2. El agente emplea violencia. amenaza, abuso de autoridad u otro medio de
coerción.
3. la víctima es cónyuge, concubina, descendiente, hijo adoptivo, hijo de su
cónyuge o de su concubina, o si está a su cuidado.
4. Si el agente actúa como integrante de una organización delictiva o banda.
5. la víctima es entregada a un proxeneta.
2. TIPICIDAD OBJETIVA
De la lectura del tipo penal se evidencia, en primera impresión, que estuviéramos
objetivamente frente a dos supuestos delictivos; sin embargo, haciendo una lectura
analítica concluimos que estamos ante tres supuestos de hecho claramente
establecidos. En efecto, el tipo penal que se etiqueta como "prostitución de
personas" recoge los siguientes comportamientos delictivos:
a. Comprometer a una persona para entregarlo a otro con el objeto de tener
acceso carnal. Este supuesto delictivo se configura cuando el agente mediante un
trato, convenio, acuerdo o compromiso más o menos forzado, incluso con apariencia
lícita, convence a la víctima varón o mujer para entregarlo a un tercero con la
finalidad de tener acceso carnal que bien puede ser vía vaginal, anal o bucal. Aquí,
la víctima llega a internalizar la idea que tal acceso carnal es una obligación, un
deber o un compromiso contraído con el agente.
b. Seducir a una persona para darle a otro con el objeto de realizar acceso
carnaL Este comportamiento delictivo se configura o verifica cuando el sujeto activo
o agente haciendo uso. del ardid, artificio, astucia, o engaño logra que su víctima
erradamente tome la decisión de entregarse a un tercero con la finalidad de tener
acceso carnal. Aquí el agente embauca a la víctima haciéndole creer como
verdadero o real alguna mentira. Seducir es "enamorar", engañar con habilidad,
encauzar hacia la toma de una decisión equivocada por medio del ofrecimiento de
un bien (1100).
c. Sustraer a una persona para entregarlo a otra con el objeto de tener acceso
carnaL Esta conducta delictiva se configura cuando el agente o sujeto activo separa,
aparta o extrae al sujeto pasivo de su ambiente familiar en el cual se encuentra
seguro con la finalidad de entregarlo a un tercero con el objeto de tener acceso
carnal vía vaginal, anal o bucal. Nada dice el tipo penal sobre los medios y formas
que puede emplear el agente para conseguir su propósito. Aquellos pueden ser
desde el uso de la violencia, intimidación, amenaza grave o engaño. El fin del agente
es separar a la VÍctima del ambiente seguro donde se encuentra para entregarlo a
un tercero con fines sexuales.
No está demás dejar establecido que los tres verbos rectores empleados por el
legislador para la construcción del tipo penal en comentario, si bien configuran hasta
tres conductas claramente diferenciables objetivamente, su finalidad es la misma. En
efecto, los tres verbos utilizados indican la realización de acciones que, por expresa
exigencia del texto penal, deben ser tendientes a promover la prostitución, es decir,
están dirigidas finalmente a la iniciación en el meretricio de quien no conoce aquel
oficio, proyectadas a despertar en una mujer honesta proclividad por las
aproximaciones sexuales promiscuas en las que después será precipitada (1101).
Es de anotarse que el legislador ha excluido de este supuesto la introducción de
objetos o partes del cuerpo por vía vaginal o anal de la víctima.

2.1. Circunstancias agravantes

La segunda parte del tipo penal en análisis recoge hasta cinco supuestos o
circunstancias que agravan cualquiera de las conductas rotuladas como prostitución
de personas. Así tenemos.

a. Víctima menor de 18 años


El inciso primero de la segunda parte del artículo 181 del C.P., ha sido DEROGADO
por disposición expresa del artículo 4 de la Ley 28704 de abril de 2006. En efecto,
ahora si la persona que compromete, seduce o sustrae para entregarlo a otro con
fines de tener acceso carnal sexual es un o una menor de 18 años, es indudable que
el agente será cómplice primario del delito de acceso carnal sexual sobre menor que
cometerá el que tiene acceso carnal con la menor.

b. Uso de medios vedados


Otra circunstancia agravante de las conductas de comprometer, seducir o sustraer a
una persona para entregarlo a otra con fines de practicar el acceso carnal, lo
constituye el hecho que el agente o autor para someter o convencer a su víctima,
haga uso o emplee la violencia física, amenaza, abuso de autoridad u otro medio de
coerción. En esta agravante por ejemplo, se subsume la conducta de aquellas
personas que por medio de la agresión física obligan a su víctima que se entregue a
un tercero para tener acceso carnal con el evidente propósito de obtener algún
dividendo.
c. Agente pariente o protector de la víctima
También el legislador ha previsto como circunstancias que agravan las conductas
punibles de prostitución de personas el hecho que la víctima respecto del agente o
autor es su cónyuge, concubina, descendiente, hijo adoptivo, hijo de su cónyuge o
de su concubina, o si está a su cuidado. En esta agravante se subsume por ejemplo,
la conducta de aquella persona que en su condición de cónyuge o concubino
compromete a su pareja se entregue a un tercero con la finalidad de tener acceso
carnal, a cambio evidentemente de alguna ventaja.

d. Agente integrante de una organización o banda


AquÍ estamos ante una agravante por la condición o cualidad del agente.
La agravante se configura cuando el autor o coautores cometen el delito de
prostitución de personas en calidad de integrante de una organización o banda
destinada a cometer hechos punibles. El término organización abarca todo tipo de
agrupación de personas que se reúnen y. mÍnimamente se organizan para cometer
delitos con la finalidad de obtener provecho indebido.

El agente será integrante de una agrupación delictiva o banda, cuando haya


vinculación orgánica entre este y aquella, concierto de voluntades entre el agente y
los demás integrantes de la organización y vinculación funcional entre el agente y el
grupo. Configurándose la agravante cuando el autor o coautores comprometan,
seduzcan o sustraigan a la VÍctima para entregarlo a un tercero con el objeto de
realizar el acceso carnal sexual en nombre o por disposición del grupo. Si se
determina que aquel actuó solo, sin conocimiento de la organización a la que
pertenece o porque dejó de ser miembro de aquella, la agravante no se verifica.
Esta agravante puede entrar en concurso con el supuesto de hecho previsto en el
artículo 317 del Código Penal, denominado asociación ilícita para delinquir. Sin
embargo, por el principio de especialidad y por la redacción de la agravante, la
circunstancia en comento subsume al supuesto del artículo 317.

e. Entrega de la víctima a un proxeneta


Finalmente, constituye agravante de las conductas punibles en comentario el hecho
que la víctima sea entregada a un proxeneta. Es decir, cuando el
agente entrega a su víctima a una persona que favorece o promueve la prostitución
con la evidente finalidad que se dedique a esta actividad por tiempo indefinido (181,
inciso 5).

2.2. Bienjurídico protegido


De la lectura del tipo penal se desprende que el bien jurídico protegido lo constituye
la libertad sexual de las personas. En efecto, en esta figura delictiva el agente
lesiona o pone en peligro la libertad sexual de sus víctimas debido a que por
diversos medios las compromete, seduce o substrae y entrega a un tercero con la
finalidad que tengan acceso carnal sexual no querido por ellas. El agente, en los tres
comportamientos indicados, vicia la voluntad de su víctima para conseguir sus
propósitos y de ese modo, lesiona la libertad sexual de estas.

2.3. Sujeto activo


Autor, agente o sujeto activo del delito de prostitución de personas puede ser
cualquier persona, sea varón o mujer; la redacción del tipo penal no exige cualidad o
calidad especial que deba reunir el agente. Es un delito común.

2.4. Sujeto pasivo


Sujeto pasivo o víctima de la presente conducta delictiva puede ser también
cualquier persona, sea hombre o mujer, siempre y cuando sea mayor de 18 años de
edad cronológica.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Como la totalidad de figuras delictivas que atentan contra la libertad sexual de las
personas, esta es de comisión dolosa. No cabe su realización imprudente, si ello se
verifica, la conducta es irrelevante penalmente por ser una conducta atípica.
El tipo penal exige la presencia del dolo en el actuar del agente, esto es, el sujeto
activo actúa con conocimiento y voluntad de realizar los verbos rectores de
comprometer, seducir, substraer a la víctima para entregado a un tercero con la
finalidad de tener acceso camal. De ese modo, este último aspecto se constituye en
otro elemento subjetivo que exige en forma expresa el tipo penal. Es decir, el agente
debe actuar con el propósito o intención de entregar a la víctima a un tercero con la
finalidad precisa de tener acceso camal sexual. Caso contrario, si en determinada
conducta no se verifica o constata que el agente tuvo el propósito que la víctima
realice el acto sexual con un tercero, y esta por ejemplo, libre y

voluntariamente practicó el acceso carnal, la conducta será atípica y por tanto


irrelevante penalmente. En suma, para configurarse este especial elemento
subjetivo, el agente debe actuar desde un inicio con la finalidad de entregar a la
víctima a un tercero con el objeto de practicar relaciones sexuales.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se velifica que la conducta en análisis reúne todos los elementos
objetivos y subjetivos de la tipicidad, corresponde al operador jurídico determinar si
en ella concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del
Código Penal. Si se verifica alguna causa de justificación, la conducta será muy bien
típica pero no antijurídica y por tanto se excluirá del campo de los delitos.

5. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de prostitución de personas no


concurre alguna causa de justificación, el operador jurídico entrará al análisis para
determinar si la conducta típica y antijurídica puede ser atribuida a su autor. En esta
etapa tendrá que verificar si al momento de actuar el agente era imputable, es decir,
mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le haga inimputable.
También se velificará si el agente al momento de exteriorizar su conducta etiquetada
como prostitución de personas, conocía la antijuridicidad de su actuar, es decir, se
verificará si el agente sabía o conocía que su conducta estaba prohibida por ser
contraria al derecho.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN
Los supuestos delictivos identificados con los verbos "comprometer", "seducir" y
"substraer", se perfeccionan en el momento que el agente por medio de actos
tendientes a comprometer, seducir o substraer, obtiene el consentimiento de la
víctima para ser entregada a un tercero con el objeto de practicar relaciones
sexuales. De la forma como aparece construido el tipo penal, se concluye que para
estar ante una conducta consumada no es necesario que la víctima sea realmente
entregada al tercero o en su caso, que realice realmente las relaciones sexuales.
Basta que haya sido comprometida, seducida o substraída con aquella finalidad para
estar ante un tipo de realización perfecta. Es suficiente que se haya obtenido el
consentimiento de la víctima para ser entregada a un tercero con el fin de tener
acceso carnal sexual.

En igual sentido se pronuncia Roy Freyre (1102) cuando haciendo dogmática sobre
el Código Penal derogado afirma que los supuestos se consuman con los actos de
compromiso, seducción y substracción de la mujer, sin necesidad que sea
efectivamente entregada para fines libidinosos. Por su parte BramontArias
Torres/García Cantizano (1I0S), sostienen que "en ninguno de estos supuestos se
requiere que el sujeto pasivo sea entregado real y efectivamente a otra persona con
la finalidad de practicar relaciones sexuales; basta con las acciones de
comprometer, seducir o substraer".
En los supuestos de comprometer y seducir a la víctima para ser entregado a tercero
con fines de practicar el acto sexual, si sostenemos que se consuma con la sola
obtención del consentimiento de la víctima para ser entregada, es prácticamente
imposible que se configure la tentativa la tentativa. En cambio, es posible que la
conducta se quede en tentativa en el supuesto de sustracción de su domicilio,
cuando por ejemplo, en plena sustracción de la víctima con el fin de entregarla a un
tercero para la práctica sexual, el agente es intervenido.

7. PENALIDAD

Si el agente está acusado por alguno de los supuestos delictivos recogidos en el tipo
básico del artículo 181, la pena privativa de libertad será no menor de tres ni mayor
de seis años.
En los supuestos delictivos que concurra alguna circunstancia agravante prevista en
la segunda parte del tipo penal analizado, la pena privativa de libertad será no menor
de seis ni mayor de doce años.

Subcapítulo 6

Turismo sexual adolescente (1104)

1. TIPO PENAL

El artículo 2 de la Ley NI! 28251 del 8 de junio de 2004, adicionó al Código Penal el
artículo 181-A que prevé diversas conductas o comportamientos que en su conjunto
el legislador los denominó "turismo sexual infantil" pero que nosotros lo etiquetamos
como "turismo sexual adolescente", el mismo que tiene el siguiente contenido:
El que promueve, publicita, favorece o facilita el turismo sexual, a través de cualquier
medio escrito, folleto, impreso, visual, audible, electrónico, magnético o a través de
Internet, con el objeto de ofrecer relaciones sexuales de carácter comercial de perso·
nas de catorce y menos de dieciocho de edad será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de dos ni mayor de seis años.
Si la víctima es menor de catorce años, el agente, será reprimido con pena privativa
de la libertad no menor de seis ni mayor de ocho años.
El agente también será sancionado con inhabilitación conforme al artículo 36 incisos
1, 2, 4 Y 5.
Será no menor de ocho ni mayor de diez años de pena privativa de la libertad
cuando ha sido cometido por autoridad pública, sus ascendientes, maestro o
persona que ha tenido a su cuidado por cualquier título a la víctima. (TIPO PENAL
DEROGADO)

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del contenido del tipo 181-A del Código Penal se concluye que el hecho
punible mal denominado por el legislador nacional "turismo sexual infantil" se
configura cuando el agente promueve, publicita, favorece o facilita el turismo sexual,
ofreciendo u ofertando los servicios sexuales de tipo comercial de personas cuya
edad cronológica se encuentra entre los 14 y 18 años de edad, utilizando para tal fin
cualquier medio escrito, folleto, impreso, visual, audible, electrónico, magnético o a
través de Internet.
Si tenemos en cuenta que la Víctima general de este delito, lo constituyen los
menores que tienen una edad entre los 14 y 18 años de edad, resulta más coherente
denominar al hecho punible como "turismo sexual adolescente".
El hecho punible puede materializarse en la realidad hasta por cuatro
comportamientos o conductas desarrolladas por el sujeto activo. Veamos en qué
consiste cada una de estas conductas que muy bien pueden aparecer por si solas o
concurrir dos o más de ellas:

a. Promover el turismo sexual adolescente. Este comportamiento se configura


cuando el agente o sujeto activo por diversos medios fomenta, inicia, impulsa,
comienza o promueve el turismo sexual, utilizando para ofrecer u ofertar los
servicios sexuales de adolescentes de 14 a 18 años de edad, medios escritos,
folletos, impresos, visuales, audibles, electrónicos, magnéticos o a través de
Internet.

Aquí se sanciona a las personas que promueven el turismo sexual ofreciendo a sus
clientes el tener satisfacción sexual con adolescentes a cambio de dinero. El agente
es el propietario o conductor directo del negocio y para lograr atraer a sus
eventuales clientes utiliza medios escritos como el periódico o revistas, folletos,
spots publicitarios en televisión, radio o haciendo uso de la Internet.
b. Publicitar el turismo sexual adolescente. Se configura o perfecciona esta
conducta delictiva cuando el sujeto activo difunde, divulga, informa o publicita el
turismo sexual, utilizando para ofrecer u ofertar los servicios sexuales de
adolescentes de 14 a 18 años de edad, medios escritos, folletos, impresos, visuales,
audibles, electrónicos, magnéticos o a través de Internet.
En esta conducta se subsume la actividad que realizan aquellas personas que sin
ser propietarias o conductores directos del negocio de turismo sexual de
adolescentes, se encargan de difundir o publicitar el negocio. Por ejemplo, los
directores o editores de peliódicos o revistas que divulgan o publicitan el negocio de
turismo sexual de adolescentes, serán autores de este delito agravado. En
consecuencia, aquel que divulgue, difunda o publicite el turismo sexual de
adolescentes perfeccionará el delito siempre y cuando haga uso para lograr su
propósito o finalidad, los medios escritos, folletos, impresos, visuales, audibles,
electrónicos, magnéticos o el Internet.
c. Favorecer el turismo sexual adolescente. Se configura o perfecciona este
comportamiento delictivo cuando el sujeto activo ayuda, auxilia, asiste, ampara,
favorece o auspicia el turismo sexual, utilizando para ofrecer u ofertar tener
relaciones sexuales con adolescentes de 14 a 18 años de edad a cambio de una
compensación económica, los medios escritos, folletos, impresos, visuales, audibles,
electrónicos, magnéticos o a través de Internet.
El delito se perfecciona cuando el sujeto activo auspicia o favorece al propietario,
administrador o conductor directo del negocio de turismo sexual de adolescentes.
Aquí el agente n~ promueve directamente el negocio ni 10 publicita o difunde pero
por ejemplo, presta el dinero para que el propietario del negocio realice la
publicación de su propaganda en el periódico o radio.
d. Facilitar el turismo sexual adolescente. Se configura o perfecciona esta
conducta delictiva cuando el sujeto activo provee, suministra, allana, agiliza o facilita
el turismo sexual, utilizando para ofrecer u ofertar los servicios sexuales de
adolescentes de 14 a 18 años de edad, medios escritos, folletos, impresos, visuales,
audibles, electrónicos, magnéticos o a través de Internet.
Este comportamiento delictivo es atribuido a aquellas personas que sin ser
propietarios ni administradores del negocio de turismo sexual de adolescentes, se
encargan de allanar o facilitar el camino a aquel. Aquí se subsumirá la conducta de
aquellas personas que por ejemplo, se denominan comúnmente como jaladores o de
aquellos que se encargan de distribuir en las calles volantes, afiches o folletos donde
se oferta u ofrece servicios sexuales de adolescentes.

2.1. Agravantes del turismo sexual adolescente

El tipo penal del artículo 181-A recoge las siguientes conductas que agravan el delito
de turismo sexual con adolescentes:

a. Víctima menor de catorce años


El segundo párrafo del artículo 181-A del Código Penal establece que la conducta
denominada turismo sexual de adolescentes se agrava cuando la víctima es menor
de 14 años de edad. Solo este supuesto constituye el delito de turismo sexual
infantil. La agravante se presenta cuando el agente ofrece u oferta los servicios
sexuales de una persona menor de 14 años de edad a cambio de dinero.
Aquí para tratar de darle coherencia interna a nuestra normativa penal debe
entenderse que la agravante se constituye solo con los actos de promover,
publicitar, favorecer o facilitar el turismo sexual, ofreciendo los servicios sexuales de
tipo comercial con personas menores de 14 años de edad, utilizando para tal fin
cualquier medio escrito, folleto, impreso, visual, audible, electrónico, magnético o a
través de Internet. La agravante aparece en el mismo momento que el agente
haciendo uso de los medios citados, hace público o hace circular o divulgar la oferta
u ofrecimiento de los servicios sexuales de menores de edad.
En caso que por efectos de la publicidad efectuada, viene un eventual cliente y
pagando por los servicios, tiene relaciones sexuales con la víctima menor de 14
años, estaremos ante el delito de violación sexual de menor previsto y sancionado
en el artículo 173 del Código Penal. En este supuesto, el autor del acto sexual será
autor del delito de violación sexual de menor en tanto que el promotor, el que
publicitó, favoreció o facilitó aquella relación sexual ilícita será cómplice primario o
secundario del delito y como consecuencia serán sancionados con las penas
drásticas previstas en el artículo 173 del C.P.
De esa forma, en este supuesto el agotamiento del delito de turismo sexual infantil lo
constituye el delito de violación sexual de menor.

b. El autor es autoridad pública


También se constituye en agravante del delito de turismo sexual de adolescentes la
circunstancia que el agente o sujeto activo de la conducta, tenga la condición de
autoridad pública. Es decir, es alcalde, regidor, miembro de la Policía Nacional, de
serenazgo, gobernador, etc.

c. El autor es maestro
Esta agravante se configura cuando el autor del delito es maestro de la víctima. Aquí
por la gravedad de la conducta debe entenderse que el agente debe tener el título
de profesor. No basta que la víctima esté enseñando o haya enseñado algún oficio a
la víctima, es necesario que tenga título oficial para enseñar.

d. El autor es pariente o cuidador de la víctima


Finalmente, constituye circunstancia agravante del delito de turismo sexual de
adolescentes el hecho que el agente o sujeto activo es ascendiente (padres,
abuelos) de la víctima o es la persona que ha tenido a la víctima bajo su cuidado por
cualquier título. En este último supuesto agravado se subsume por ejemplo, la
conducta de aquellos tutores que en lugar de tener a los adolescentes bajo su
protección y cuidado lo usan para ofrecer sus servicios sexuales a cambio de dinero
consiguiendo de esa forma ingresos económicos indebidos.

2.2. Bienjurídico protegido

El bien o interés fundamental que le interesa al Estado proteger es la libertad sexual


de las o los adolescentes, la misma que se ve lesionada, vulnerada o perturbada por
el ofrecimiento de prestación económica que le hace el agente para que preste
servicios sexuales a terceros a cambio de dinero. El o la adolescente como todavía
no tiene real conciencia de lo que significa la vida sexual, se somete ante la mínima
prestación económica. Sabiendo tal circunstancia, el agente le somete sin mayor
inconveniente a la actividad del turismo sexual.
También podemos sostener que el legislador con la tipificación de esta conducta
busca proteger la indemnidad o integridad sexual de los adolescentes hasta que
pasen o crucen la edad de 18 años.

2.3. Sujeto activo

Sujeto activo o autor de los comportamientos denominados en conjunto como


turismo sexual adolescente, puede ser cualquier persona ya sea varón o mujer. El
tipo penal no exige alguna calidad o cualidad especial. Es un delito común.

2.4. Sujeto pasivo


Víctima o sujeto pasivo del hecho punible de turismo sexual adolescente solo será
aquella persona ya sea varón o mujer que tenga una edad mayor de 14 y menor de
18 años. Cuando se configura la agravante, también puede ser sujeto pasivo una
persona menor de 14 años. Nadie más puede se sujeto pasivo.
4. TIPICIDAD SUBJETIVA

Todos los comportamiento delictivos analizados que en conjunto denominamos


turismo sexual adolescente, son de carácter dolo. No es posible la comisión culposa
o imprudente.
El agente actúa libre y voluntariamente conociendo que promueve, publicita,
favorece o facilita el turismo sexual con adolescentes. El sujeto activo al momento
de realizar su comportamiento sabe que está ofertando u ofreciendo a sus
eventuales clientes, a cambio de dinero, los servicios sexuales de una persona
mayor de 14 y menor de 18 años. En caso de concurrir la agravante donde la víctima
es menor de 14 años, también el agente actúa conociendo tal condición.

Aquí, es importante tener en cuenta que el agente sabe y voluntariamente oferta u


ofrece los servicios sexuales de una persona adolescente cuya edad está entre los
14 y 18 años de edad, de modo que si llega a determinarse que la aparente víctima
era mayor de 18 años, se excluye el delito.

5. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

Todos los comportamiento o conductas denominados turismo sexual adolescente se


consuman o perfeccionan en el mismo momento que el agente oferta u ofrece
públicamente los servicios sexuales de una persona adolescente a cambio de
dinero, haciendo uso para tal efecto de los medios escritos, folletos, impresos,
visuales, audibles, electrónicos, magnéticos o el Internet. Esto es, el delito se
consuma en el mismo momento que el medio empleado por el agente ya sea
escritos, folletos, impresos, visuales, audibles, electrónicos, magnéticos o el Internet,
inicia o comienza a circular o difundir la oferta u ofrecimiento de los servicios
sexuales con adolescentes a cambio de dinero.

De la lectura del contenido del tipo penal se concluye que para efectos de la
consumación de cualquiera de los comportamientos delictivos no es necesario que a
consecuencia de la oferta u ofrecimiento realizado por el periódico por ejemplo,
venga un cliente y realice el acto sexual con la adolescente a cambio de dinero. Aquí
ya estaremos ante la figura del delito agotado.

Es posible la tentativa. Por ejemplo estaremos ante una tentativa cuando el agente
con la finalidad de publicitar su negocio de turismo sexual a impreso dos millares de
folletos ofertado u ofreciendo los servicios sexuales de adolescente y cuando está a
punto de repartirlo o hacerlo circular en las calles de la ciudad, es intervenido por
personal policial.

Subcapítulo 7

Trata de personas para ejercer la prostitución

1. TIPO PENAL

El articulo 182 del Código Penal recoge los supuestos correspondientes a la trata de
personas con la finalidad de practicar o ejercer el meretricio, el mismo que al ser
modificado por la Ley N!! 28251 del 08 de junio de 2004 ha quedado tipificado en los
términos siguientes:

El que promueve o facilita la captación para la salida o entrada del país o el traslado
dentro del territorio de la República de una persona para que ejerza la prostitución,
someterla a esclavitud sexual, pornografía u otras formas de explotación sexual,
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de diez
años.
La pena será no menor de diez ni mayor de doce años, si media alguna de las
circunstancias agravantes enumeradas en el artículo anterior.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo penal que recoge la conducta delictiva rotulada como "trata de
personas", sin precedente en el Código Penal derogado, se evidencia que
objetivamente se perfecciona hasta por seis supuestos delictivos. En consecuencia,
para su mejor comprensión resulta necesario identificarlos plenamente y separarlos
con fines pedagógicos. Así tenemos:
a. Promover la entrada al país de una persona para que ejerza la prostitución u
otra forma de explotación sexual Este supuesto delictivo se configura cuando el
agente o sujeto activo estimula, instiga, anima, induce o promueve la entrada al
territorio nacional del sujeto pasivo con la finalidad que se dedique a la prostitución,
esto es, a la entrega sexual a cambio de una compensación patrimonial. También se
configura cuando el agente promueve el ingreso al territorio nacional de la vÍCtima
para someterla a la esclavitud sexual, pornografía u otra forma de explotación
sexual.
b. Promover la salida del país de una persona para que ejerza el meretricio u
otra forma de explotación sexuaL El comportamiento delictivo se evidencia cuando el
agente estimula, incita, instiga, anima, promueve o induce a la VÍctima a que se
ausente o salga del país y se vaya a otro con la finalidad de ejercer la prostitución,
someterla a la esclavitud sexual, pornografía u otra forma de explotación sexual. Se
entiende que el agente convence a su vÍCtima para que emigre a otro país en donde
la actividad de la prostitución u otra forma de explotación sexual es más rentable.
c. Promover el traslado dentro del territorio nacional de una persona para que se
dedique a la prostitución y otra forma de explotación sexual. El supuesto delictivo
aparece cuando el agente convence, incita, anima, induce, promueve o instiga a su
VÍctima para que se traslade dentro del territorio nacional con la finalidad
predeterminada de dedicarse a la prostitución, someterse a la esclavitud sexual,
pornografía u otra forma de explotación sexual.
El agente convence a su vÍCtima que se traslade de una provincia a otra donde
supuestamente la práctica del meretricio o la realización de espectáculos
pornográficos son más rentable o es menos controlado.
En estos tres primeros supuestos se entiende que el sujeto pasivo puede estar ya
dedicándose a la prostitución u otra forma de explotación sexual y lo que hace el
agente es inducirlo o convencerlo que tal actividad lo realice en otra ciudad o en otro
país quizá con la creencia que es más rentable. Así mismo, también se configuran
estos supuestos cuando el sujeto pasivo no se dedica a aquella actividad, y por
último, ni noticias tiene de este oficio, sin embargo, el agente le convence, le induce,
le incita, le anima que se traslade de una ciudad a otra o de un país a otro, con la
finalidad de dedicarse a la prostitución o pornografía como una actividad normal para
generarse ingresos patrimoniales.
El agente debe tener perfecto conocimiento que el objetivo final es que la víctima se
dedique a la práctica de la prostitución.
d. Facilitar la entrada al país de una persona para que ejerza el meretricio u otra
forma de explotación sexuaL El hecho punible se evidencia cuando el agente
coopera, ayuda, facilita, secunda o contribuye para captar vÍCtimas y hacerlas
ingresar a nuestro país con la finalidad de dedicarse a la prostitución, esclavitud
sexual, pornografía u otra forma de explotación sexual.
e. Facilitar la salida del país de una persona para que practique la prostitución u
otra forma de explotación sexuaL Este supuesto penal se configura cuando el
agente o sujeto activo contribuye, colabora, facilita, ayuda o secunda a la víctima
para que emigre a otro país con la finalidad de dedicarse a la práctica de la
prostitución, someterse a la esclavitud sexual, pornografía u otra forma de
explotación sexual. Se entiende que para la víctima, en otro país, la actividad del
meretricio es más rentable.
f Facilitar el traslado dentro del territorio nacional de una persona para que ejerza el
meretricio u otra forma de explotación sexual Este comportamiento delictuoso se
perfecciona objetivamente cuando el sujeto activo o autor ayuda, facilita, coopera,
secunda o contribuye para que el sujeto pasivo se traslade de un lugar a otro dentro
del territorio nacional con el objeto de practicar la prostitución o para someterse a la
esclavitud sexual, pornografía u otra forma de explotación sexual. Aquí se configura
el tráfico de la prostitución nacional.

En estos últimos supuestos se entiende que el sujeto pasivo se dedica a la


prostitución o en todo caso, tiene planificado dedicarse a tal actividad, en
consecuencia la conducta prohibida del agente solo se limita a ayudarle o facilitarle
su traslado ya sea dentro del territorio nacional o su ingreso o egreso de nuestro
territorio, sabiendo siempre que aquel traslado tiene como objetivo final la práctica
de la prostitución u otra actividad sexual. Caso contrario, si se verifica que la
persona que prestó ayuda, colaboró, facilitó o secundó al sujeto pasivo en su
traslado, no tenía conocimiento que esta iba a dedicarse al meretricio, por ejemplo,
los supuestos punibles no aparecen, siendo in-elevante penalmente tal ayuda.
Por otro lado, aquí resulta pertinente señalar que de la lectura del tipo penal en
análisis se concluye en forma contundente que la prostitución en sí misma no es una
actividad prohibida por el derecho penal en nuestra patria, pues como queda
expuesto, las personas que lo realizan no cometen delito alguno y más bien se
constituyen en víctimas de conductas conexas efectuadas por tercero. En efecto,
solo las conductas conexas a la prostitución realizadas por terceros constituyen
comportamientos delictivos. Ello debido que estos terceros lucran o sacan provecho
económico de aquella actividad, explotando la mayor de las veces a las personas
que se dedican al meretricio, sin importarle un mínimo de moral social que se
pretende proteger.

2.1. Circunstancias agravantes

El segundo párrafo del tipo penal del artículo 182 del Código Penal establece que los
supuestos punibles se agravan si concurre alguna de las circunstancias previstas en
el artículo 181 del C.P., es decir, las siguientes:

a. Víctima menor de 18 años


Esta agravante por disposición expresa del artículo 4 de la Ley 28704 de abril de
2006 ha sido DEROGADA. Pues, ahora si la persona a la que se hace ingresar o
egresar del país o se le traslada dentro del país para dedicarse a la prostitución,
pornografía o cualquiera otra actividad de explotación sexual es un o una menor de
18 años, es indudable que el agente será cómplice primario del delito de acceso
carnal sexual sobre menor sancionado en el artículo 173 C.P. que cometerá el que
tiene acceso carnal con la menor.
b. Uso de medios vedados
Otra circunstancia agravante de las conductas de trata de personas para dedicarse a
la prostitución, esclavitud sexual o pornografia lo constituye el hecho que el agente o
autor para someter o convencer a su VÍctima, haga uso o emplee la violencia fisica,
amenaza, abuso de autoridad u otro medio de coerción. En esta agravante por
ejemplo, se subsume la conducta de aquellas personas que por medio de la
agresión fisica o amenaza obligan a su VÍctima para ser llevadas a otra provincia
más comercial con la finalidad de dedicarse a la prostitución.
c. Agente pariente o protector de la víctima
También el legislador ha previsto como circunstancias que agravan las conductas
punible s de trata de personas el supuesto que la víctima respecto del agente o autor
es su cónyuge, concubina, descendiente, hijo adoptivo, hijo de su cónyuge o de su
concubina, o si está a su cuidado. En esta agravante se subsume por ejemplo, la
conducta de aquella persona que en su condición de cónyuge o concubino lleva a
otro país a su pareja a fin de hacerlo que se dedique a la prostitución y de esa forma
generarse ingresos.
d. Agente integrante de una organización o banda
Aquí estamos ante una agravante por la condición o cualidad del agente.
La agravante se configura cuando el autor o coautores cometen el delito en calidad
de integrante de una organización o banda destinada a cometer hechos punibles. El
término organización abarca todo tipo de agrupación de personas que se reúnen y
mínimamente se organizan para cometer delitos con la finalidad de obtener
provecho indebido.
e. Entrega de la víctima a un proxeneta
Finalmente, constituye agravante de las conductas punibles en comentario el hecho
que la víctima sea entregada a un proxeneta. Es decir, cuando el
agente después de hacerlo ingresar o egresar del país o trasladarlo de una ciudad a
otra dentro del país, le entrega a una proxeneta con el propósito que bajo la
disposición de este se dedique a la prostitución por tiempo indefinido.

2.2. Bien jurídico protegido


De la redacción del tipo penal se evidencia que el interés o bien jurídico que se
busca proteger lo constituye la dignidad de las personas, la misma que es afectada
con cualquier conducta de tráfico de personas con la finalidad que sea. Es decir, se
pretende evitar que alguna persona trafique con otras con fines sexuales. Así
mismo, con algunos supuestos delictivos se pretende proteger la libertad sexual, la
misma que se constituye en el bien jurídico preponderante de todas las conductas
sexuales prohibidas por nuestro catálogo penal.

2.3. Sujeto activo


Agente o sujeto activo de la conducta delictiva denominada trata de personas puede
ser cualquier persona sea varón o mujer. El tipo penal no exige alguna cualidad o
calidad especial en el agente.
2.4. Sujeto pasivo
Víctima o sujeto pasivo también puede ser cualquier persona, sea varón o mujer,
siempre y cuando sea mayor de 18 años de edad cronológica.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Se requiere necesariamente la presencia del elemento subjetivo "dolo"; esto es, el


agente debe tener pleno conocimiento que los actos de promoción y facilitación que
realiza para que una persona se traslada de un lugar a otro o de un país a otro, son
con fines de practicar la prostitución, someterse a la esclavitud sexual, pornografía u
otra forma de explotación sexual y no obstante, voluntariamente decide hacerlo.
Además, se exige la presencia de un elemento subjetivo especial constituido por el
propósito o intención que motiva al agente; es decir, los actos de promoción y
facilitación que realiza el agente lo hace con la finalidad que la víctima se dedicará a
la prostitución u otra forma de explotación sexual a cambio de algún dividendo
patrimonial. Si en determinado comportamiento se verifica que tal intención no
existió en la voluntad del agente al realizar los actos de promoción o colaboración, el
delito no aparece, constituyendo una conducta penalmente irrelevante por atípica.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica que la conducta en análisis reúne todos los elementos
objetivos y subjetivos de la tipicidad, corresponde al operador jurídico determinar si
en ella concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del
Código Penal. Si se verifica alguna causa de justificación, la conducta será muy bien
típica pero no antijurídica y por tanto se excluirá del campo de los delitos.

5. CULPABILIDAD

Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de trata de personas para el


ejercicio de la prostitución no concurre alguna causa de justificación, el operador
jurídico entrará al análisis para determinar si la conducta típica y antijurídica puede
ser atribuida a su autor. En esta etapa tendrá que verificarse si al momento de
actuar el agente era imputable, es decir, mayor de 18 años y no sufría de alguna
anomalía psíquica que le haga inimputable. También se verificará si el agente al
momento de exteriorizar su conducta etiquetada como trata de personas para la
prostitución u otra forma de explotación sexual, conoCÍa la antijuridicidad de su
actuar, es decir, se verificará si el agente sabía o conoCÍa que su conducta estaba
prohibida por ser contraria al derecho.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

Los supuestos delictivos de promoción o cooperación se perfeccionan o consuman


en el momento que se verifica la entrada al país, la salida de nuestro país o el
traslado dentro de nuestro territorio nacional del sujeto pasivo con la finalidad
previamente concebida o programada de dedicarse a la prostitución o alguna forma
de explotación sexual. En consecuencia, no es necesalio para efectos de la
consumación que la víctima llegue a practicar realmente la prostitución o por
ejemplo, hacer espectáculos de pornografía. Si ello se hubiera verificado estaremos
ante lo que se denomina un delito agotado.

En tal sentido exponen Bramont-Arias Torres/ GarCÍa Cantizano (1105), cuando


afirman: el delito se consuma, bien con el logro de la entrada o salida del país de
personas para que ejerzan la prostitución, o bien con su traslado dentro de la
República, siendo indiferente lo que ocurra después, es decir, no es necesario para
la consumación que las personas practiquen relaciones sexuales.

Constituyendo hechos punibles de lesión, es perfectamente posible que se queden


en grado de tentativa. Ocurrirá por ejemplo, cuando un grupo de mujeres que se
disponen a entrar a nuestro país con fines de dedicarse a la prostitución en un
conocido prostíbulo de la capital, se les impide su entrada debido que se tiene
conocimiento que vienen infectadas con enfermedades venéreas.
7. PENALIDAD

En caso que al acusado se le atribuya alguno de los supuestos recogidos en el tipo


básico del artículo 182 c.P. la pena privativa de libertad será no menor de cinco ni
mayor de diez años. En caso de concurrir alguna de las agravantes previstas, la
pena privativa de libertad será no menor de diez ni mayor de doce años.

Subcapítulo 8
Uso de los medios de comunicación para promocionar la prostitución adolescente,
turismo sexual adolescente y trata de menores

l. TIPO PENAL

El artículo 2 de la Ley N 28251 del 8 de junio de 2004, adicionó al Código Penal el


artículo 182-A (1106) que prevé diversas conductas o comportamientos que en
conjunto le denominamos publicidad de prostitución, turismo sexual y trata de
menores para ejercer la prostitución. El tipo penal tiene el siguiente contenido:

Los dueños o responsables de las publicaciones o ediciones a transmltlrse a través


de los medios de comunicación masivos que publiciten la prostitución Infantil, el
turismo sexual Infantil o la trata de menores de dieciocho años de edad serán
reprimidos con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de seis años.
El agente también será sancionado con Inhabilitación conforma el Inciso 4 del
articulo 36 y con trescientos sesenta dlas multa, (TIPO PENAL DEROGADO)

2. COMENTARIO

La Ley N 28251 de junio de 2004 incorporó al Código Penal el artículo 182-A que
criminaliza la conducta o comportamiento de los gerentes o responsables de los
medios de comunicación masivos, radiales, televisivos o escritos que publicitan o
promocionan actividades de explotación sexual que lesionan o ponen en peligro la
indemnidad sexual de los menores de 18 años de edad, sean varones o mujeres.
Este delito es especial, pues solo puede ser cometido por los gerentes o
responsables de las publicaciones o ediciones a transmitirse a través de los medios
de comunicación masivos. Cualquier otra persona que no tenga estas calidades o
cualidades específicas no podrá ser autor del delito.
Se entiende por gerente toda persona elegida por la junta de accionistas o
designada por el dueño para que represente a la empresa, recayendo en su persona
toda responsabilidad de carácter penal que se derive de las acciones o actuaciones
de la persona jurídica. En el delito que nos ocupa, el gerente de un medio de
comunicación masivo será responsable del delito de publicidad de la prostitución
infantil, el turismo sexual infantil o la trata de menores de 18 años para que ejerzan
la prostitución o cualquier otra actividad de explotación sexual, independientemente
que sepa o no de la publicación efectuada. En ambos casos, en estricta aplicación
del artículo 182-A en concordancia con el artículo 27 del Código Penal, el gerente
responde penalmente de la propaganda publicitada en su medio de comunicación.
.
También será autores del delito en comentario los responsables de las publicaciones
o ediciones a transmitirse a través de los medios de comunicación masivos. Aquí se
subsume la conducta de aquellos directores o editores de programas de televisión o
radiales así como de reportaJes televisivos, radiales o escritos que publicitan o
promocionan las actividades de explotación sexual de personas menores de 18
amos de edad. Los directores o editores, a diferencia de lo que sucede con los
gerentes, siempre actuaran con conocimiento y voluntad de realizar la conducta
prohibida. Ellos responden penalmente a título de dolo directo.
Esta conducta de reciente criminalización solo se realizaba o consumaba cuando se
publicitaba una actividad de explotación sexual sobre personas menores de 18 años
de edad.

Sin embargo, ello era así hasta antes de la promulgación de la Ley Nº 28704, pues
en la actualidad por efectos de la citada ley, al incrementarse los parámetros de la
indemnidad sexual de 14 a los 18 años de edad, los gerentes o responsables de las
publicaciones o ediciones a transmitirse a través de los medios de comunicación
masivos, serán instigadores o cómplices, según sea el caso, del delito de acceso
carnal sexual sobre menor sancionado en el artículo 173 del Catálogo Penal.
A contrario sensu, la publicitación o promoción de la prostitución, el turismo sexual o
la trata de personas para dedicadas a la prostitución, de personas mayores de 18
años no constituye hecho punible.

CAPíTULO XI

OFENSAS AL PUDOR PÚBLICO PUBLICACIONES Y EXHIBICIONES


OBSCENAS

SUMARIO: Sub capítulo 1: Generalidades.!. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.


Conductas agravadas. 2.2. Bien jurídico protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto
pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y
consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 2: Pornografía infantil y adolescente. 1. Tipo
penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Agravantes de la pornografía infantil y adolescente.
2.2. Bienjurídico protegido .. 2.3. Sujeto activo .. 2.4. Sujeto pasivo .. 3. Tipicidad
subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7.
Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

l. TIPO PENAL

El artículo 183 del código sustantivo modificado por la Ley Nº 28251 del 8 de junio
de 2004, prescribe los supuestos que en conjunto son conocidos como ofensas al
pudor público del modo siguiente:
Será reprimido con pena privativa libertad no menor de dos años ni mayor de cuatro
años el que, en lugar público, realiza exhibiciones, gestos, tocamientos u otra con·
ducta de índole obscena.
Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis
años:

1. El que muestra, vende o entrega a un menor de dieciocho años, por cualquier


medio, objetos, libros, escritos, imágenes, visuales o auditivas, que por su carácter
obsceno, pueden afectar gravemente el pudor, excitar prematuramente o pervertir un
instinto sexual.
2. El que incita a un menor de dieciocho años a la práctica de un acto obsceno o
le facilita la entrada a los prostíbulos u otros lugares de corrupción.
3. El administrador, vigilante o persona autorizada para controlar un cine u otro
espectáculo donde se exhiban representaciones obscenas, que permita ingresar a
un menor de dieciocho años.
4. TIPICIDAD OBJETIVA
El tipo básico previsto en el artículo 183 del Código Penal se configura cuando el
sujeto activo o agente, en lugar público, realiza o materializa exhibiciones, gestos,
tocamientos o cualquier otro comportamiento de carácter obsceno; es decir, debe
tratarse de un movimiento, actividad corporal o tocamiento que se relacione con la
vida sexual y que ofenda objetivamente la moral sexual social.

La apreciación del carácter impúdico de los actos por parte del operador jurídico
deberá hacerse tomando en cuenta y de acuerdo a los usos y costumbres de los
pueblos. Deberá tomarse en cuenta circunstancias de tiempo, lugar e historia en que
ocurre el acto obsceno (1107). En definitiva, la presencia de la obscenidad no puede
ser apreciada con un criterio puritano, sino de acuerdo a circunstancias objetivas
que rodean al acto mismo.

Otro aspecto importante lo constituye la circunstancia que el hecho impúdico, debe


realizarlo el agente en lugar o sitio público. Esto es, el hecho debe efectuarse en
lugar público estrictamente como una plaza, la calle, etc., o sitio abierto al público
como un estadio deportivo, sala de teatro, etc., o lugares expuestos al público a los
cuales sin mayor esfuerzo las personas pueden realizar actos de observación, por
ejemplo, una garaje particular cuya puerta de acceso es de vidrio transparente, el
mismo que posibilita la visibilidad desde la calle; o una ventana con dirección a la
calle, etc.
Como precedente jurisprudencial que orienta sobre la forma y modo real en que se
puede materializar el comportamiento delictivo en exégesis, cabe citar la resolución
del 23 de noviembre de 1999, emitida por el Primer Juzgado Penal de lea, donde se
indica "que, con las pruebas actuadas en el proceso se ha llegado a establecer que
el día veintisiete de marzo del año en curso, siendo aproximadamente las diecisiete
horas en circunstancias que la menor agraviada Pilar Godoy Aybar, se dirigía a
comprar y al pasar frente al domicilio del acusado Luis Enrique Siguas Villamares,
ubicado en el Asentamiento Humano Los Medanos sin número del Distrito de
Subtanjalla, este se encontraba parado en la puerta de su domicilio en ropa interior
en compañía de su esposa, y sin mediar motivo alguno el acusado antes indicado se
bajó el calzoncillo, enseñándole su miembro viril a la agraviada, quien de inmediato
comunicó de tales hechos a su señora madre Beatriz Marué Aybar Sala:al' (1108).
Sentencia que al ser apelada, la Primera Sala Penal de la Corte Superior de lea, por
resolución del 29 de diciembre de 1999, la confirmó en todos sus extremos.

2.1. Conductas agravadas

La segunda parte del artÍCulo 183 del Código Penal regula o prevé conductas o
comportamientos totalmente diferentes al denominado delito "ofensas al pudor
público". En efecto, de la lectura de todo el tipo se advierte que el contenido del
plimer pálfafo es diferente a las conductas que aparecen como agravantes. En
consecuencia, no resulta coherente sostener que se trata de circunstancias
agravantes del delitO de: ofensas al pudor público sino que se tratan de conductas
punibles agravadas independientes que bien pudieron ser ('bjeto de otro tipo penal.
Pero veamos el contenido de las conductas delictivas que merecen mayor pena:

a. El inciso primero del artÍCulo 183 del c.P. recoge las conductas de mostrar,
vender o entregar a un menor de 18 años objetos, libros, escritos, imágenes sonoras
o auditivas que, por su carácter obsceno, puedan afectar gravemente el pudor del
agraviado o excitar prematuramente o pervertir su instinto sexual. Estos
comportamiento punible s se configuran cuando el sujeto activo o agente expone,
vende o entrega al sujeto pasivo, siempre menor de dieciocho años, objetos
(consoladores, muñecas inflables, preservativo fantásticos, etc.), libros o revistas
pornográficas, escritos, imágenes visuales o auditivas (películas pornográficas, etc.)
de carácter obsceno.

Aun cuando el carácter obsceno de los medios expresados es de difícil identificación


y puede variar de una persona a otra, dependiendo de su formación más o menos
hheral o tradicional, para efectos de su calificación ame un hecho concreto el
operador jurídico deberá tomar en cuenta si el objeto, libro, escritu o imagen es en sí
mismo obsceno, es decir, por sí mismo puede afectar el natural y normal desarrollo
sexual de los menores de edad, lesionando su pudor sexual, excitando
prematuramente o pervirtiendo su instinto sexual.
En esa línea, Villa Stein (1109) tiene razón cuando afirma que el material debe
carecer de todo valor estético o literario pues de lo contrario lo ampara la libertad de
expresión. El material pomo es variado pero de contenido sexual uniforme que
tienen la peculiaridad de estimular la lascivia del receptor.
2. El inciso 2 del artículo 183 del c.P. prevé las conductas de incitar o motivar a
un menor de 18 años a la ebriedad o a la práctica de un acto obsceno o le facilita la
entrada a los prostíbulos u otros lugares de corrupción.

Los verbos rectores de incitar y facilitar utilizados por el legislador en la construcción


de los supuestos delictivos, nos orienta que estamos ante dos comportamientos
claramente diferenciables. La primera conducta se verifica cuando el agente incita,
motiva o convence al sujeto pasivo que siempre será un menor de dieciochó años de
edad, que se dedique a la ebriedad o a la práctica de actos obscenos. Bramont-Arias
Torres/García Cantizano (lllO), sostienen que para castigar al sujeto activo es
necesario que el menor realice algún acto tendiente a ingerir licor o lleve a cabo un
acto obsceno, no siendo necesario para configurar el tipo que efectivamente tome
licor o realice dichos actos.

El segundo supuesto delictivo se verifica cuando el agente facilita o ayuda al sujeto


pasivo menor de dieciocho años, entrar a lugares cerrados donde se practica la
prostitución u otros actos de corrupción. Por facilitar debe entenderse todo
comportamiento que realice el sujeto activo orientado a evitar los obstáculos o, mejor
dicho, significa allanar el camino al menor para entrar en lugares de corrupción,
siendo indiferente para efectos de calificar el delito si posteriormente realiza algún
acto sexual u obsceno (1111). Basta que el menor ingrese a los lugares de
corrupción con la ayuda o colaboración activa del agente para configurarse
perfectamente el delito en análisis.

Absurdamente, en esta agravante se subsumirá la conducta de aquel padre o


hermano mayor que lleva al menor de 17 años a un prostíbulo a fin que tenga su
primera experiencia sexual. En este aspecto, el legislador al
elevar la edad de la víctima a 18 años sin duda ha legislado de espaldas a la
realidad social del país.
3. El inciso 4 del artículo 183 del c.P. prevé el comportamiento agravado de
permitir el ingreso a menores de dieciocho años al cine u otro espectáculo de índole
obsceno por parte del administrador, vigilante o persona autorizada por el control de
aquellos lugares. Aquí, la agravante del hecho punible se configura o aparece
cuando el agente ya sea en su calidad de administrador, vigilante o persona
autorizada para el control de un cine u otro lugar donde se realiza espectáculos de
índole obscena, permite o facilita el ingreso a aquellos lugares a personas menores
de 18 años cuando bien sabe que está prohibido por ley. Esta agravante se
constituye por la calidad o cualidad del agente.

2.2. Bien jurídico protegido

En sentido general se pretende proteger el pudor público de todas las personas


entendido como recato, decencia, decoro o vergüenza pública que en forma natural
estamos investidos todos los seres humanos sin excepción, respecto a los
comportamientos de la vida sexual. En concreto, doctrinariamente se pretende
identificar tal sentimiento como moral sexual social.
No obstante, de la lectura de los inciso 1, 2 y 3 del tipo penal que recogen las
conductas punible s agravadas, se colige que se pretende tutelar el desarrollo y
formación normal y natural del instinto sexual de los menores y adolescentes hasta
la edad de 18 años de edad, como presupuesto fundamental de su libertad sexual.

2.3. Sujeto activo


Autor o agente de la presente conducta delictiva puede ser cualquier persona, sea
varón o mujer. No se exige alguna cualidad o calidad especial en el agente, salvo la
excepción prevista en el inciso 3 del artículo 183 del Código Penal, donde se prevé
que el autor deberá tener la condición de administrador, vigilante o persona
autorizada para el control de un cinc u otro espectáculo de naturaleza obscena. Si el
agente no tiene tales condiciones no aparece la agravante.

2.4. Sujeto pasivo

Víctima también puede ser cualquier persona, sea varón o mujer; sea mayor o
menor de edad.

Aquí la minoría de edad, esto es, menor de 18 años incluso tiene trascendencia para
agravar la conducta punible.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA
De la forma como aparece redactado cada uno de los comportamientos delictivos
analizados, se evidencia que se trata de conductas de comisión dolosa, no es
posible la comisión imprudente. El agente actúa con conocimiento y voluntad de
realizar los comportamientos indicados. No se necesita algún otro elemento
subjetivo especial como pretende Villa Stein (1112) cuando afirma que se exige el
dolo y ánimo lúbrico o pervertidor según sea el caso.
En la configuración de alguna de las conductas agravadas, es posible que se
presente un error de tipo cuando por ejemplo, el agente desconoCÍa que la víctima
tenía una edad inferior de los 18 años. Si ello se verifica la conducta será impune,
pues no existe ofensas al pudor público culposos.
4. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que se verifica que la conducta en análisis reúne todos los elementos
objetivos y subjetivos de la tipicidad, corresponde al operador jurídico determinar si
en ella concurre alguna causa de justificación de las previstas en el artículo 20 del
Código Penal. Si se verifica alguna causa de justificación, la conducta será muy bien
típica pero no antijurídica y por tanto, se excluirá del campo de los delitos.
5. CULPABILIDAD
Acto seguido, de verificarse que en la conducta típica de publicaciones y
exhibiciones obscenas no concurre alguna causa de justificación, el operador
jurídico entrará al análisis para determinar si la conducta típica y antijurídica puede
ser atribuida a su autor. En esta etapa tendrá que verificarse si al momento de
actuar el agente era imputable es decir, mayor de 18 años y no sufría de alguna
anomalía psíquica que le haga inimputable. También se verificará si el agente al
momento de exteriorizar su conducta etiquetada como publicaciones y exhibiciones
obscenas, conoCÍa la antijuridicidad de su actuar, es decir, se verificará si el agente
sabía o conoCÍa que su conducta estaba prohibida por ser contraria al derecho.

Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la


de cometer el delito.
6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN
Los comportamientos tipificados en la primera parte del artículo 183 del Código
Penal, se perfeccionan en el momento que el agente, en lugar pasible de ser visto,
comienza a efectuar las exhibiciones, gestos o tocamientos de carácter sexual. Es
posible la tentativa.
Las conductas recogidas en el inciso 1 del artículo 183 del C.P. se perfeccionan o
consuman en el mismo momento que el agente o sujeto activo expone, muestra,
vende o entrega al agraviado material de carácter obsceno. Es posible la tentativa,
por ejemplo, cuando el agente en instantes que se dispone a vender o entregar una
revista pornográfica a un menor, es intervenido por efectivos de la Policía Nacional.
De tratarse de conductas previstas en el inciso 2 del artículo en comentario, se
consuman o perfeccionan en el mismo momento que el agente motiva o instiga al
menor agraviado se dedique a ingerir bebidas alcohólicas o a practicar actos
obscenos. El delito se perfecciona con la sola instigación, no se necesita que.
efectivamente el agraviado se dedique a aquellas actividades. No es posible la
tentativa. Por su parte, de tratarse de la conducta de facilitar la entrada a lugares de
corrupción, esta se perfecciona en el instante que se verifica la real entrada del
menor a aquellos lugares vedados, no siendo necesario otro hecho posterior. Es
posible la tentativa, por ejemplo, cuando algún tercero o autoridad impide el ingreso
efectivo del menor a un prostíbulo en circunstancias que se encuentra por traspasar
la puerta de entrada.
Finalmente, al configurarse la conducta prevista en el inciso 3 del artículo 183, esta
se perfecciona o consuma cuando el agraviado menor de edad, logra ingresar a un
cine u otro espectáculo de índole obscena contando con la anuencia o asentimiento
del sujeto activo. Es posible la tentativa, por ejemplo, estaremos ante tal situación
cuando en instantes que dos menores de 18 años se disponen a ingresar al local de
un cine con el consentimiento del administrador, son intervenidos por efectivos
policiales, quienes evitan el real ingreso.
7. PENALIDAD
El autor, agente o sujeto activo de alguna de las conductas previstas en el primer
párrafo del artículo en hermenéutica jurídica será pasible de una sanción no menor
de dos ni mayor de cuatro años.
En tanto, si al autor se le atribuye cualquiera de las conductas punibles agravadas
de la segunda parte del artículo 183 del C.P., será pasible de pena privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de seis años.

Subcapítulo 2

Pornografía infantil y adolescente

l. TIPO PENAL

El artículo 2 de la Ley Nº 27459 del 26 de mayo de 2001, adicionó al Código Penal el


artículo 183-A que prevé diversas conductas o comportamientos que en su conjunto
se denominan pornografia infantil, el mismo que al ser modificado por la Ley Nº
28251 del 8 de junio de 2004, tiene el siguiente contenido:

El que posee, promueve, fabrica, distribuye, exhibe, ofrece, comercializa o publica,


importa o exporta por cualquier medio incluido la Internet, objetos, libros, escritos,
imágenes visuales o auditivas, o realiza espectáculos en vivo de carácter
pornográfico, en los cuales se utilice a personas de catorce y menos de dieciocho
años de edad, será sancionado con pena privativa de libertad no menor de cuatro ni
mayor de seis años y con ciento veinte a trescientos sesenta y cinco día multa.
Cuando el menor tenga menos de catorce años de edad, la pena será no menor de
seis ni mayor de ocho años y con ciento cincuenta a trescientos sesenta y cinco días
multa.
Si la víctima se encuentra en alguna de las condiciones previstas en el último párrafo
del artículo 173, o si el agente actúa en calidad de integrante de una organización
dedicada a la pornografía infantil la pena privativa de libertad será no meno( de ocho
ni mayor de doce años.
De ser el caso, el agente será inhabilitado conforme al artículo 36 incisos 1), 2), 4) Y
5).

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Las conductas delictivas que en conjunto han sido bautizadas por el legislador
nacional como "pornografia infantil" se configuran cuando el agente o sujeto activo
posee, promueve, fablica, distribuye, exhibe, ofrece, comercializa o publica, importa
o exporta por cualquier medio incluida la Internet, objetos, libros, escritos, imágenes
visuales o auditivas, o realiza espectáculos en vivo de carácter pornográfico, en los
cuales se utilice a menores de catorce a dieciocho años de edad.

Se sabe que pornografía infantil o adolescente es cualquier material audiovisual en


el que aparecen niños o adolescentes en un contexto sexual determinado. En
consecuencia, las conductas delictivas se configuran cuando los menores
adolescentes son utilizados o usados en el contenido del material pornográfico. El
menor es utilizado para que aparezca dentro del material haciendo conductas
sexuales aparentes o reales. No existe delito si los menores son usados por ejemplo
para ayudar en la labor técnica de producir o distribuir el material pomo.
Así mismo, para configurarse objetivamente el delito de pornografía infantil o
adolescente se requiere que la intervención del menor en el material porno sea
significativa; esto es, que participe en la acción sexual personalmente, ya sea
haciendo actos sexuales u obscenos o dejando que un tercero utilice su cuerpo para
efectuar comportamiento de aparente satisfacción sexual.

En el tipo penal se recoge diversas conductas que pueden materializarse en la


realidad en forma independiente o en forma conjunta, pero todas reciben el nomen
iuris de pornografía infantil.
Aparece la conducta de poseer material pornográfico cuando el agente o autor tiene
en su poder libros, objetos, escritos, imágenes visuales o auditivas en los que
participan adolescentes tanto varones como mujeres cuyas edades oscilan entre los
catorce y dieciocho años de edad.
Realmente este supuesto nos parece un total desatino del legislador, pues no sirve
más que para potenciar la intromisión del Estado en la esfera de privacidad de las
personas. La única explicación razonable es que se pretende sancionar al
consumidor de este material pornográfico a fin de evitar que otros se dediquen a
producirlo. Sin embargo, bien sabemos que actualmente la pena no cumple ninguna
sanción disuasiva, mucho menos en los paidófilos cuya actividad es por lo general
compulsiva y no hay razón para pensar que esa misma compulsión a buscar y
almacenar el "oscuro objeto de sus deseos", que puede ser para algunos de ellos la
pornografía infantil, se vea refrenada por el temor a una pena (1m).
Se configura la conducta de promover cuando el agente incita, promociona o motiva
la realización de objetos, libros, revistas, videos o casete en los que participan
adolescentes realizando actos que en conjunto son calificados como libidinosos. En
tanto que aparece la conducta de fabricar material pornográfico cuando el agente,
hace o realiza el citado material utilizando para tal efecto a los adolescentes. Por su
parte, se configura el comportamiento de distribuir cuando el agente distribuye o
reparte al público, ya sea gratuita o en forma onerosa el material pornográfico en
que participan adolescentes.
La conducta de exhibir se configura cuando el autor o agente exhibe o enseña al
público el material pornográfico en el cual participan adolescente. Así mismo, la
conducta de ofrecer significa que el agente brinda, propone, oferta o plantea al
público la venta o entrega gratuita u onerosa del material pornográfico. Por su parte,
la conducta de comercializar material pornográfico en el cual participan menores de
18 y mayores de 14 años de edad, se configura cuando el agente trafica, negocia,
subasta o vende el citado material. Publicar material pornográfico en el cual
participan adolescentes se configura cuando el agente edita o imprime el citado
material para ponerlo en circulación.
Importar o exportar material pornográfico por cualquier medio incluido la Internet, en
el cual participan adolescentes tanto varones como mujeres, se configura cuando el
agente hace ingresar al país o en su caso, saca del país con destino a otro, el citado
material pornográfico.
Finalmente, se configura el delito de pornografía adolescente cuando el agente
realiza, hace o gerencia espectáculos en vivo de carácter pornográfico en los cuales
participan menores de 18 pero mayores de 14 años de edad.
Aquí no se reprime que el material pornográfico tenga como destino a los menores o
adolescentes. Lo que se sanciona es que en el mismo material pornográfico hayan
participado o se haya hecho uso de los adolescentes. Los destinatarios del material
pueden ser tanto menores así como mayores de edad.

2.1. Agravantes de la pornografía infantil y adolescente

a. Víctima menor de 14 años

El segundo y tercer párrafo del artículo 18~A, prevé el típico supuesto de pornografía
infantil. Así tenemos que las conductas de poseer, promover, fabricar, distribuir,
exhibir, ofrecer, comercializar, publicar, importar o exportar material pornográfico se
agrava o, mejor dicho, merece mayor sanción, cuando el agente utiliza o usa a
menores de 14 años de edad en la confección o producción del material de
pornografía.
b. Concurrencia de las circunstancias del último párrafo del artículo 173 c.P. En tanto
que si el agente tuviera cualquier posición, cargo o VÍnculo familiar que le dé
particular autoridad sobre la VÍctima que es usado en el material pornográfico, o le
impulse a depositar en él su confianza, se constituye en agravante que merece una
sanción más drástica.
c. Agente integrante de una organización dedicada a la pornograjia infantil Aquí
estamos ante una agravante por la condición o cualidad del agente. La agravante se
configura cuando el autor o coautor cometen el delito de pornografía infantil en
calidad de integrante de una organización destinada o dedicada a realizar esta
actividad. El término organización abarca todo tipo de agrupación de personas que
se reúnen y mínimamente se organizan para cometer delitos y en este caso, a
efectuar material pornográfico con la finalidad de obtener provecho patrimonial
indebido.
El agente será integrante de una agrupación delictiva cuando haya vinculación
orgánica entre este y aquella, concierto de voluntades entre el agente y los demás
conforman te S de la organización y vinculación funcional entre el agente y el grupo.
Configurándose la agravante cuando el autor o coautores actúe en nombre o por
disposición del grupo. Si en un caso concreto llega a determinarse que aquel actuó
solo, sin conocimiento de la organización a la que pertenece o porque dejó de ser
miembro de aquella, la agravante no se verifica.
Esta agravante puede entrar en concurso con el supuesto de hecho previsto en el
artículo 317 del Código Penal, denominado asociación ilícita para delinquir tan de
moda en estos tiempos en los estrados judiciales. Sin embargo, por el principio de
especialidad y por la redacción de la agravante, aquel supuesto se subsume en la
presente agravante.

2.2. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se pretende proteger con los comportamientos que en conjunto
se denominan pornografía infantil, es la indemnidad sexual de los menores de 14
años de edad. Asimismo la indemnidad sexual y el pudor o decencia sexual de los
mayores de 14 y menores de 18 años de edad. Aquí el interés del Estado no es
proteger al menor que compra, adquiere o mira el material pornográfico como en el
caso del artículo 183 ya analizado, sino aquí se pretende proteger a los menores
que participan o intervienen en el material pornográfico. En consecuencia, el bien
jurídico corresponde a los menores que son usados para confeccionar el material
pornográfico.

2.3. Sujeto activo


Sujeto activo, agente o autor puede ser cualquier persona tanto varón como mujer.
El tipo penal no exige alguna cualidad o calidad especial en el agente.
2.4. Sujeto pasivo
La víctima o sujeto pasivo del delito de pornografía infantil en tanto usados para
construir o confeccionar material porno, serán siempre los menores de 18 años de
edad. Mayores de 14 y menores de 18 años de edad se constituyen en sujeto
pasivos del tipo básico, en tanto que los menores de 14 años de edad son víctimas
del delito agravado.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA
El elemento subjetivo de la tipicidad es el dolo, es decir el agente debe actuar con
conocimiento y voluntad de realizar alguna o varias de las conductas denominadas
en su conjunto como pornografía infantil o adolescente. No es posible la comisión
culposa.
4. ANTIJURIDICIDAD
Considero que no habría causa o motivo que justifique el accionar o comportamiento
del agente.
5. CULPABILIDAD
Acto seguido, de verificarse la conducta típica y antijurídica de pornografía infantil, el
operador jurídico entrará al análisis para determinar si puede ser atribuida a su
autor. En esta etapa tendrá que verificarse si al momento de actuar, el agente era
imputable es decir, mayor de 18 años y no sufría de alguna anomalía psíquica que le
haga inimputable. También se verificará si el agente al momento de exteriorizar su
conducta etiquetada como pornografía infantil, conocía la antijuridicidad de su
actuar, es decir, se verificará si el agente sabía o conocía que su conducta estaba
prohibida por ser contraria al derecho.
Aquí muy bien puede presentarse un error de prohibición, por ejemplo cuando el
agente de un país en que la pornografía infantil no esta prohibida, ingresa al Perú
material de ese tipo en la firme creencia que también aquí no está prohibido. Hay
error de prohibición debido que el agente al actuar desconoce la antijuridicidad de su
conducta. El en todo momento considera que está actuando lícitamente. El error de
prohibición será vencible o invencible dependiendo de las circunstancias de si pudo
salir de su error o le era imposible.
Luego, determinará si el agente pudo actuar o determinarse de modo diferente a la
de cometer el delito.
6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN
Los comportamientos tipificados en el artículo l83-A del Código Penal, se
perfeccionan en el momento que el agente realiza la conducta representada por los
verbos usados en el tipo penal. De esa forma, se consuma el delito cuando el autor
del delito posee, promueve, fabrica, distribuye, exhibe, ofrece, comercializa o
publica, importa o exporta objetos, libros, escritos, imágenes visuales o auditivas, o
realiza espectáculos en vivo de carácter pornográfico, en los cuales se utilice a
menores de catorce a dieciocho años de edad.
Es posible la tentativa. Estaremos ante un supuesto de tentativa cuando el agente
por ejemplo, en el mismo momento que con la finalidad de realizar una película
pornográfica está disponiéndose a filmar el acto sexual donde participa un menor de
edad, es intervenido por miembros de la Policía Nacional que fueron alertados por
vecinos del lugar donde estaba por realizarse el delito.
7. PENALIDAD
De ser encontrado responsable después del debido proceso, el agente del delito de
pornografia infantil que ha utilizado en la producción de su material adolescentes de
14 a 18 años de edad, será sancionado con pena privativa de libertad no menor de
cuatro ni mayor de seis años y con ciento veinte a trescientos sesenta y cinco días
multa.
Cuando los menores usados en el material porno tengan una edad menor de catorce
años de edad, la pena será no menor de seis ni mayor de ocho años y con ciento
cincuenta a trescientos sesenta y cinco días multa.
En tanto que si se configura las agravantes previstas en el tercer párrafo del artículo
l83-A, la pena privativa de libertad será no menor de ocho ni mayor de doce años.
Finalmente se prevé que de ser el caso, el agente será inhabilitado conforme al
artículo 36 incisos 1), 2), 4) Y 5).

CAPíTULO XII

DISPOSICiÓN COMÚN PENALIDAD DEL CÓMPLICE PRIMARIO

SUMARIO: 1. Precepto penal. 2. Comentario.

l. PRECEPTO PENAL

El artículo 184 del Código Penal recoge los supuestos de los partícipes primarios en
la comisión de los delitos recogidos en el capítulo IX, X Y XI, en los términos
siguientes:
“Los ascendientes, descendientes, afines en línea recta, hermanos y cualquier
persona que, con abuso de autoridad, encargo o confianza, cooperen a la
perpetración de los delitos comprendidos en los Capítulos IX, X Y XI de este título
actuando en la forma señalada en el artículo 25, primer párrafo, serán sancionados
con la pena de los autores”.
2. COMENTARIO

Constituye común en la doctrina peruana afirmar que el presente dispositivo penal


no tiene ninguna finalidad práctica en la realidad toda vez que carece de sentido. Tal
circunstancia está debidamente prevista en la primera parte del Código Penal que
regula la parte general del derecho penal, específicamente en el artículo 25. El
legislador, en forma innecesaria ha reiterado que cuando el cooperador se encuentre
en complicidad primaria o esencial, será merecedor a la misma pena impuesta a los
autores del delíto.

La única explicación razonable que puede encontrarse para este precepto penal,
constituye el interés que puede haber tenido el legislador para prever en forma
taxativa y clara, que ante un hecho real y concreto de atentado contra la libertad
sexual, donde haya participado algún familiar de la víctima o alguna persona con
abuso de autoridad, encargo o confianza, el juzgador deberá imponer la misma pena
que a los autores. Según el contenido de la norma penal, ante un hecho concreto, el
juzgador no podrá hacer diferencia alguna entre el quántum de la pena impuesta al
autor y la impuesta al cómplice primario. Todos tendrán la misma pena.

Título V

DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO

l. EL PATRIMONIO EN EL DERECHO PRNADO y SU REPERCUSIÓN EN EL


DERECHO PENAL

Debido que en la construcción de los delitos patrimoniales y en su hermenéutica


jurídica intervienen abundantes institutos de estricta creación del derecho privado,
siempre ha sido un problema a resolver para el jurista del derecho penal, la
interrogante de saber si los conceptos de los institutos del derecho civil o comercial
tienen el mismo contenido cuando son utilizados en el campo del derecho punitivo, o
en su caso, tienen conceptos diferentes. En efecto, con el profesor Rojas Vargas
(1lI4) se concluye: lo que se trata de saber es si el juez debe darle a términos tales
como bien mueble, ajenidad, posesión, dinero, valor, depósito, comisión,
administración, propietario, prenda, gerente, administrador, socios, etc., su
significación de origen, vale decir, el otorgado por el derecho civil, comercial o
societario. ¿O es que acaso tales vocablos jurídicos adquieren un sentido especial
propio cuando son utilizados en la normativa penal?
En la literatura penal encontramos hasta tres posiciones teóricas al respecto (1115):
a. Una primera que se etiqueta como civilista, monista o de la identidad, por la
cual se afirma que el derecho penal debe utilizar y aplicar los mismos conceptos que
otorga el derecho privado. Debe respetarse las significaciones de origen, estando
vedado al derecho penal recrear los conceptos dados por el derecho civil.
b. La segunda teoría denominada autónoma o independiente sostiene que el
derecho penal recibe los institutos creados por el derecho privado pero en su
aplicación le otorga un contenido particular de acuerdo a las exigencias de sus fines.

c. La tercera teoría rotulada como mixta, ecléctica o integradora sostiene que el


derecho penal recepciona los conceptos elaborados por el derecho privado y los
aplica respetando su significado original, sin embargo, cuando se presente conflictos
lingüísticos no le está prohibido al derecho penal recrear algunos conceptos por vía
de interpretación para un caso concreto.
De las tres teorías los juristas peruanos se han inclinado por la tercera, es decir, por
la mixta o ecléctica. Roy Freyre (1116) afirma que los conceptos e instituciones
autónomas del Derecho Privado, en cuanto son utilizados por la ley penal, deben ser
entendidos desde una perspectiva publicista que tenga en consideración el fin
inmediato del derecho penal (especial protección de concretos intereses comunes) y
también su fin mediato (paz social con justicia), sin olvidar lo que sostienen los
teóricos objetivistas, que los nuevos fenómenos jurídicos, económicos, políticos,
morales o técnicos imponen una interpretación de la ley desde aquí y para ahora
(interpretatio ex nune) y no con el sentido que las 'expresiones legales tuvieron en
pasadas circunstancias determinantes de la actividad del legislador (interpretatio ex
tune) .
Por su parte, Peña Cabrera (1ll7) parafraseando al también desaparecido español
Quintano Ripollés sostiene que la solución ha de hallarse pura y simplemente en
saber elegir en cada caso concreto, bien la autonomía institucional, bien la
dependencia, rehuyendo posturas absolutas que de antemano están abocadas al
fracaso. En determinadas ocasiones :....continúa Peña Cabrera- los institutos
jurídicos son efectivamente idénticos en lo penal y en lo civil, pero en otras muchas
requieren un tratamiento aparte pese a la identidad léxica, que por lo mismo debiera
ser evitada prefiriéndose el uso de denominaciones distintas cuando las cosas o
ideas también lo sean.
En tanto que Rojas Vargas (1118), después de glosar las opiniones de Joan Queralt,
Ricardo Núñez, Alfredo Etcheverry, Roy Freyre, Bajo Fernández y Francesco
Antolisei, tomando posición considera correcta la teoría ecléctica, integradora y
teleológica. Al tratarse fundamentalmente de problemas de interpretación y de
semántica jurídica aplicada a los fines superiores del derecho penal, la recreación de
los términos extrapenales -sean estos normativos o naturales- solo se legitima en
función a dichos fines y a las posibilidades de los usos lingüísticos que brinde el
lenguaje. Es más, el autor citado sentencia que al no tomarse en cuenta tales
presupuestos ocasionaría las siguientes indeseables consecuencias: a) desbordar
arbitrariamente las significaciones que brinda el idioma; b) contradecir el p~ncipio de
taxatividad de la ley; y c) incurrir en analogía.
Por nuestra parte, tomando postura y para efectos del presente trabajo dogmático
consideramos que la postura adecuada resulta ser la teoría ecléctica o integradora,
pero no en su sentido radical que sostiene que cuando no coincida los conceptos
creados por el derecho privado con los utilizados por el derecho penal debe hacerse
una recreación tota! de las expresiones hasta el punto de darle un concepto
diferente, sino en un sentido moderado, esto es, si llega a determinarse que el
concepto del derecho privado resulta contrario a los fines del derecho punitivo, el
jurista, al momento de interpretar debe ampliar o restringir sus alcances. Ello
significa que el concepto seguirá siendo el mismo con la diferencia que según el
caso concreto para el derecho punitivo interpretativamente el concepto será utilizado
en su acepción amplia o restringida.
El problema es de interpretación de la ley penal, en consecuencia corresponde al
jurista u operador jurídico, haciendo uso de los métodos adecuados, determinar en
cada caso concreto si el término utilizado en el tipo penal tiene el mismo concepto al
otorgado por el derecho privado o por el contrario, tiene otro sentido. Al concluir el
intérprete que no tienen el mismo significado, en el caso concreto, deberá recurrir al
concepto original para finalmente ampliar o restringir su contenido de modo que no
se oponga a los fines propios del derecho penal.
Si consideramos que el núcleo o base fundamental de un sistemajurídico nacional lo
constituye los lineamientos previstos en la Constitución Política de determinado
Estado, por razonamiento lógico debe concluirse sin mayor inconveniente que en
aras de construir o enarbolar un sistema jurídico coherente, lógico y que tenga
consistencia interna, el legislador primero al construir las normas y el jurista después
al interpretarlas, tienen la obligación científica de lograr por medio de los métodos de
interpretación que los conceptos de los institutos jurídicos tengan contenidos
equivalentes o parecidos en todas las ramas del derecho. Aquellos institutos solo
deben diferenciarse por sus efectos que producen en el campo o ámbito jurídico-
social en que son aplicados.
No encontramos razones consistentes que conceptos de instituciones del derecho
civil, comercial o tributario tengan contenidos diferentes en el campo del derecho
punitivo o administrativo. Alegar construir un sistema jurídico coherente y después
proponer conceptos diferentes para institutos con denominación lingüística parecida
dentro del mismo sistema, resulta contraproducente y cuando no, pone al
descubierto que el sistema no tiene coherencia interna ni externa.
El argumento en el sentido que anteriormente se ha aceptado en forma pacífica que
los términos utilizados por el derecho punitivo no tienen porque tener el mismo
contenido o significado que los utilizados por el derecho extrapenal, no debe
significar que en la actualidad, sigamos sosteniendo lo mismo. Ahora cuando el
conocimiento avanza hacia lo que han denominado los científicos globalización,
teorías que cobijan, guardan o proponen incoherencias internas de un determinado
sistema jurídico, no tienen cabida, debiendo ser proscritas.
2. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO EN LOS DELITOS PATRIMONIALES:
PROPIEDAD O PATRIMONIO
Es común en el pensamiento penal contemporáneo, afirmar que al derecho penal le
corresponde la función de protección de bienes jurídicos, aun cuando para el
funcionalismo radical impulsado por Gunther jakobs, la función del derecho punitivo
sea la vigencia o estabilización de la norma penal. En tal sentido, corresponde
identificar plenamente el bien jurídico que se pretende tutelar o proteger con la
tipificación de los delitos patrimoniales.
A través del tiempo, las diversas legislaciones se han dividido: para unas el bien
jurídico era la propiedad (C. P. francés de 1810, C.P. belga de 1867) en tanto que
para otras, lo constituía el patrimonio (C.P. italiano de 1889). Tal división incluso
permanece hasta la actualidad (por ejemplo, los Códigos Penales de Argentina,
Chile, Bolivia y Ecuador prefieren a la propiedad, en tanto que los Códigos Penales
de Brasil, México, Guatemala y Panamá prefieren al patrimonio), trayendo como
consecuencia lógica que los doctrinarios del derecho penal también adopten
posiciones divididas (11l9).
En el Perú, el Código Penal de 1863 recogía como bien jurídico de los delitos
patrimoniales a "la propiedad". Incluso en el proyecto de 1916 todaVÍa se propuso a
la propiedad como el interés fundamental a proteger. Sin embargo, el legislador de
1924 siguiendo el proyecto de Código Penal suizo de 1918 prefirió e impuso el
membrete de "Delitos contra el patrimonio". Denominación que perdura en el Código
Penal de 1991.
Ante tal panorama legislativo siempre ha sido y sigue siendo tema de discusión
doctrinaria la interrogante: ¿cuál es el bien jurídico que se pretende tutelar o
proteger con la estructuración de los delitos patrimoniales? La disyuntiva doctrinaria
siempre ha estado en considerar a la propiedad o al patrimonio como bien jurídico
protegido. No obstante, los tratadistas peruanos siendo coherentes con el membrete
"Delitos contra el patrimonio" utilizado tanto por el Código de 1924 y el de 1991, se
han adherido convencidamente a la posición que sostiene que el patrimonio es el
bien jurídico que se pretende tutelar con esta clase de conductas delictivas (1120).
En efecto, para nuestro sistema jurídico se entiende por propiedad lo previsto en el
artículo 923 del Código Civil de 1984. Allí, se afirma que la propiedad es el poder
jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien. Debe ejercerse en
armonía con el interés social y dentro de los límites de la ley. En suma, como
sostienen los civilistas la propiedad es definida como el poder jurídico pleno sobre
una cosa. No obstante, pleno no significa que sea ilimitado, pues, la misma ley le
pone límites. Le impone fronteras más allá de las cuales no llega el señorío que se
reconoce al titular del bien.
En esa línea y teniendo en cuenta que ciertas figuras delictivas como el de la
usurpación apenas protegen algún atributo de la propiedad, debe concluirse
tajantemente que para nuestro sistema jurídico penal la propiedad no se constituye
en el bien jurídico protegido de los delitos patrimoniales.
En cambio, doctrinariamente existe consenso en sostener que el patrimonio
constituye el bien jurídico protegido con los delitos patrimoniales. Roy Freyre (1121)
haciendo hermenéutica jurídica del Código Penal derogado de 1924, sostiene que se
entiende al patrimonio como el conjunto de bienes muebles e inmuebles
susceptibles de valoración económica, de utilidad primordial o superflua, sobre los
cuales una persona física o los representantes de una personajurídica tienen la
garantía estatal de ejercer todos y cada uno de los derechos inherentes a la
propiedad, sin más limitaciones que las establecidas a favor de terceros por la ley, la
administración de justicia o la contratación, sean o no acreedores.
En tanto que Peña Cabrera (1122) sostiene que por patrimonio entendemos en
sentido general todo bien que suscite estimación pecuniaria. Los bienes que
conforman el patrimonio pueden ser tanto las cosas como los objetos inmateriales.
Se trata que entre la persona y un objeto apreciable pecuniariamente medie una
relación con el objeto. A contrario sensu, no existe patrimonio si no media la
vinculación entre la persona y la cosa o entre la persona y el derecho.
Nosotros, antes de ensayar un concepto sobre lo que debe entenderse por
patrimonio para efectos del presente trabajo, creemos que resulta necesario revisar
sumariamente las teorías que se han ensayado en la doctrina para tal efecto.
3. TEORÍAS SOBRE EL CONCEPTO Y NATURALEZA DE PATRIMONIO
Los teóricos del derecho penal han esgrimido diversos conceptos para definir al
patrimonio, ello ha generado diversas teorías siendo las más caracterizadas las
siguientes:
a. Concepción jurídica del patrimonio. Esta posición sostiene que debe
entenderse por patrimonio de una persona todos aquellos derechos y obligaciones
reconocidos subjetivamente por el derecho privado o público. Esta teoría al tomar
como eje central el aspecto jurídico en la actualidad no tiene seguidores. Ello debido
que resulta poco pacífico determinar qué se entiende por derechos patlimoniales
subjetivos.
De ese modo, a decir de Mantovani (1123) los puntos vulnerables de esta
concepción son dos: a) por defecto, porque al considerar componentes patrimoniales
tan solo a las situaciones jurídicas preconfiguradas, es decir los derechos subjetivos
perfectos, excluye de la tutela patrimonial a las situaciones no concretizadas o no
completamente concretizadas en verdaderos y propios derechos subjetivos; b) por
exceso, porque al conceder sic et simpliciter la tutela al derecho subjetivo como tal
conduce a una exagerada subjetivización del valor de la cosa y, por consiguiente, a
considerar componentes del patrimonio a derechos sobre cosas privadas de un real
valor patrimonial; y asimismo por la desmaterialización del daño patrimonial (delitos
sin lesión patrimonial) .
b. Concepción económica del patrimonio. Los penalistas que sostienen esta
posición afirman que se entiende por patrimonio de una persona al conjunto de
bienes con valor económico sin importar que estén o no reconocidos jurídicamente.
Es decir, el daño patrimonial.se entiende como una efectiva disminución económica
del patrimonio de una persona. La principal objeción que se hace a esta teoría radica
en el hecho que por medio de ella se aceptaría que el patrimonio de determinada
persona esté constituido también por bienes poseídos antijurídicamente.
c. Concepción mixta del patrimonio. Los tratadistas para superar las deficiencias
conceptuales de las posiciones anteriores, han conjugado los factores jurídicos y
económicos y de ese modo se ha construido la concepción mixta. Para esta teoría
vendría a constituir patrimonio de una persona todos aquellos bienes con valor
económico y reconocidos o protegidos por el derecho. En tal sentido, se incluyen en
el patrimonio de una persona solo los bienes que son valorados económicamente
pero siempre que estén en su poder en base a una relación jurídica tutelada por el
derecho. Esta es la teoría actualmente dominante.
Concepción personal del patrimonio. Esta teoría aún en elaboración tomando como
base la concepción mixta, sostiene que el patrimonio de una persona está
constituido por todos los bienes susceptibles de valorización económica, y
reconocidos por el derecho, siempre y cuando posibiliten el desarrollo de su
personalidad. El patrimonio de una persona es una garantía objetiva para el
desarrollo de su personalidad.
De estas posiciones la que tiene mayor consenso en la doctrina es la teoría mixta.
En la literatura penal peruano por unanimidad encontramos que los tratadistas se
han adherido a esta concepción para hacer dogmática de los delitos contra el
patrimonio previstos en nuestro Código Penal. Peña Cabrera (1124), afirma
concluyente mente que la característica del concepto penal de patrimonio radica en
el valor económico del bien como en la protección jurídica que brinda la relación de
una persona con este bien. Igual postura Villa Stein (1125) y Castillo Alva (1126).
En suma, para efectos del presente trabajo entendemos que de acuerdo rnen iuns
del Título V del Código Penal "Delitos contra el patrimonio", el jurídico protegido lo
constituye el patrimonio. Entendido el patrimonio ntido genérico y material como el
conjunto de obligaciones y bienes (mue) inmuebles) susceptibles de ser valorados
económicamente y reconoci)or el sistema jurídico como pertenecientes a
determinada persona. En I que en sentido específico para efectos de la tutela penal,
constituye patriio de una persona todos aquellos derechos reales (principales:
posesión, iedad, usufructo, uso y habitación, superficie y servidumbre; de garantía:
da, anticresis, hipoteca y derecho de retención) y obligaciones de carácter ómico
reconocidos por el sistema jurídico. De ahí que algunos tratadistas ongan que en
lugar de hablar de "delitos contra el patrimonio" debe arse la frase de "delitos contra
los derechos patrimoniales" (Muñoz Con~vacoba y Rivacoba).

4. VALORACIÓN ECONÓMICA DE LOS BIENES


Con lo expuesto hasta aquí queda claro que los bienes para ser objeto de tutela
penal deben ser susceptibles de valoración económica. Quedan fuera de tutela
punitiva todos aquellos bienes sin relevancia económica así para la persona tengan
el máximo valor sentimental e incluso sirvan para su desarrollo normal de su
personalidad. En efecto, "las cosas con exclusivo valor afectivo (fotografías,
imágenes, cabellos del ser amado, hojas de un árbol exótico, recuerdos de un viaje
por el Cusco, cenizas del familiar cremado, etc.) y desprovistos objetivamente de
valoración pecuniaria en el tráfico comercial-industrial-financiero, carecen de interés
para el derecho penal en cuanto objetos físicos de tutela penal, no integrando el
concepto de patrimonio y por lo mismo no son susceptibles de constituir objeto
material de los delitos patrimoniales" (1127).

Esta conclusión vale para nuestro sistema jurídico penal hasta por dos argumentos:

Primero, por el hecho que para entender los delitos patrimoniales previstos en
nuestro Código Penal se adopta como base la concepción mixta respecto del
patrimonio, esto es, se entiende por patrimonio en sentido genérico todo bien
susceptible de valoración económica y reconocido por el derecho. Todo bien que no
puede ser valorado económicamente ni reconocido por el derecho, queda fuera del
concepto penal de patrimonio.
y segundo, al revisar la redacción de las figuras punibles que atentan contra el
patrimonio recogidas en nuestro Código Penal, encontramos el artículo 444
modificado por la Ley NQ 28726 del 09 de mayo de 2006, en el cual se exige que el
bien dañado o hurtado debe tener un valor superior a una remuneración mínima vital
para constituir delito, caso contrario, constituirá faltas contra el patrimonio. Igual
criterio encontramos en el segundo párrafo del 444 y en el inciso 1 de1.artículo 445.
En este último numeral el legislador hace mención a un bien de escaso valor
económico. En suma, legislativamente se exige que el bien tenga valor económico.
Otro tema de viva controversia en la doctrina penal peruana radica en responder la
siguiente interrogante: ¿los hurtos y los daños agravados requieren de una cuantía
especial o la cuantía es irrelevante? Pese que cuando tratemos específicamente
sobre el hurto y daño agravado sentaremos posición al respecto, cabe adelantar que
sobre el tema existen dos marcadas posiciones.

La primera afirma que para estar frente al delito de hurto agravado se requiere
necesariamente que el valor del bien sobrepase las cuatro remuneraciones mínimas
vitales. Se fundamenta esta posición en la circunstancia que el artículo 186 del
Código Penal prevé pena privativa de libertad de mayor gravedad respecto de la
prevista para el supuesto del artículo 185, siempre y cuando el hurto sea cometido
con las agravantes que allí se señala. En ese sentido, Castillo Alva (1128) afirma
que en irrestricta aplicación del principio de legalidad, antes de calificar las
agravantes resulta necesario establecer si en el hecho concreto concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos del hurto previsto en el artÍCulo 185 del C.P.
En consecuencia, se sostiene que primero debe establecerse si el valor económico
de lo hurtado sobrepasa el monto de una remuneración vital que exige el artÍCulo
444 del Código punitivo modificado por Ley 28726. Si lo sustraído tiene un valor
pecuniario por debajo de una remuneración mínima vital, no se configura el delito de
hurto agravado, constituyendo tal hecho así haya agravantes en faltas contra del
patrimonio. Esta posición se fundamenta en el mayor desvalor del resultado, dejando
de lado el mayor desvalor de la acción que debe tomarse en cuenta para hacer
hermenéutica jurídica de los delitos patrimoniales. Caso contrario, también
tendremos que exigir cuantía significativa para el delito de robo.
La segunda posición sostiene que el hurto agravado para efectos de su
configuración no requiere que el valor de lo hurtado sea superior a una
remuneración mínima vital. Respetando el principio de legalidad base fundamental
de nuestro derecho penal, se afirma convencidamente que al tratarse de supuestos
de hecho totalmente diferentes los previstos tanto en el artículo 185 y en el artÍCulo
186 del Código Penal, su configuración típica también exige elementos diferentes.
En efecto, el hurto agravado previsto en el artículo 186 adquiere total autonomía del
hurto simple previsto en el artÍCulo 185, en consecuencia, al exigirse taxativamente
en el artÍCulo 444 un monto superior a una remuneración mínima tan solo para el
supuesto de hecho del artÍCulo 185, debe concluirse en forma lógica y coherente
que nuestro sistema punitivo no exige cuantía para configurarse el delito de hurto
agravado. Rojas Vargas (1129) sostiene que desde las determinaciones normativas
establecidas en el Código Penal la solución a tal problemática cede ante la
preeminencia de la taxatividad de la norma penal que restringe solo el hurto y daños
básicos (artÍCulos 185 y 205) el referente económico pecuniario. Solo es necesario
que el valor del bien hurtado sea susceptible de valoración económica. Se tiene por
descontado que el valor del bien hurtado influirá en la convicción deljuez al momento
trascendental de individualizar la pena que impondrá al acusado (incisos 4 y 9 del
artículo 46 del C.P.), debiendo escoger entre un mínimo de tres y un máximo de seis
años de pena privativa de libertad. No se requiere de aptitudes excepcionales para
concluir que si el bien no tiene mayor valor económico, se le impondrá la pena
mínima al acusado por delito de hurto agravado.

Igual ocurre con el delito básico de daños previsto en el artículo 205 y las
modalidades agravantes sancionadas en el artículo 206 del Código Penal.
Nosotros teniendo en cuanta que el objetivo es hacer dogmática penal de los delitos
patrimoniales, nos adherimos a la segunda posición, pues resulta más coherente
para interpretar los delitos contra el patrimonio tal y conforme aparecen redactados
en nuestro texto punitivo. No cabe duda que por ejemplo, nos parece injusto que se
imponga tres años de pena plivativa de libertad a un sujeto que con la ayuda de otro
y aprovechando la noche, hurtó de su vecino dos patos cuyo valor no llega a
cincuenta soles, sin embargo, ello no debe llevamos a desconocer el principio de
legalidad al que debe ceñirse el operador jurídico en materia penal.

Ahora bien, ello no es óbice para proponer de lege ferenda que en el futuro, el
legislador tenga en cuenta en el momento histólico de tipificar los delitos contra el
patrimonio, indicar un monto mínimo del objeto material del delito (lISO). Pues
resulta inicuo y exagerado con el consecuente perjuicio económico que se ocasiona
al Estado, ventilar todo un proceso penal por estafas, apropiaciones ilícitas, hurtos
agravados, hurtos de uso, etc. sobre bienes de insignificante valor económico.
Seguir actuando como se viene haciendo en la tipificación de los delitos contra el
patrimonio, pone en tela de juicio los principios rectores que sustentan el derecho
penal contemporáneo denominados de lesividad, proporcionalidad y de ultima ratio.

CAPíTULO I
HURTO

SUMARIO: Subcapítulo 1: Hurto simple. 1. Tipo en al. 2. Tipicidad objeúva. 2.1.


Sujeto acúvo . 2.2. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjeúva. 3.1. Provecho económico. 4.
Anújuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación. 7. Tentaúva. 8. Penalidad. Sub
capítulo 2: Hurto agravado. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objeúva. 2.1. Agravantes
sancionadas con pena privaúva de libertad no menor de tres ni mayor de seis años.
2.2. Agravantes sancionadas con pena privaúva de libertad no menos de cuatro ni
mayor de ocho años. 2.3. Agravantes sancionadas con pena privaúva de libertad no
menor de ocho ni mayor de quince años. 3. Penalidad. Subcapítulo 3: Hurto de uso.
1. Tipo penal. 2. Tipicidad objeúva. 2.1. Acción de sustracción. 2.2. Mínimo
apoderamiento. 2.3. Provecho temporal. 2.4. Momentaneidad del uso del bien. 2.5.
Devolución del bien. 2.6. Bien ajeno. 2.7. Valor del bien. 2.8. Bienjurídico protegido.
2.9. Sujeto acúvo. 2.10. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjeúva. 4. Anújuridicidad. 5.
Culpabilidad. 6. Tentaúva. 7. Consumación. 8. Penalidad.

Subcapítulo 1

Hurto simple

l. TIPO PENAL

El más antiguo y característico delito patrimonial y por tanto el primero que


encontramos en nuestro Código Penal, lo constituye el delito de hurto simple
previsto en el artículo 185 en los términos que siguen:

El que, para obtener provecho, se apodera ilegítimamente de un bien mueble, total o


parcialmente ajeno, sustrayéndole del lugar donde se encuentra, será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años.
se equiparan a bien mueble la energía eléctrica, el gas, el agua y cualquier otra
energía o elemento que tenga valor económico, así como el espectro
electromagnético. (*)
(*)Artículo modificado por el numeral 1 del Artículo 29 del Decreto Legislativo Nº
1084, publicado el 28 junio 2008

2. TIPICIDAD OBJETIVA
El antecedente más reciente del artículo 185 del Código Penal de 1991, viene a ser
el artículo 237 del Código de 1924. Aun cuando el contenido aparentemente es el
mismo, no le falta razón al profesor Rojas Vargas (1131) cuando indica que de la
comparación entre la redacción de los modelos 1924 y 1991 puede advertirse que el
legislador penal de 1991 realizó dos modificaciones de importancia al modelo de
1924: a) cambia la declinación futura condicional del verbo "se apoderase" por una
presentación en presente del mismo "se apodera"; y b) varía la ubicación del
elemento finalístico "para obtener provecho", que queda a continuación del sujeto
indeterminado, con la frase "el que para obtener provecho".

En esa línea, actualmente se entiende que se configura el delito de hurto


denominado simple o básico cuando el agente se apodera ilegítimamente de un bien
mueble total o parcialmente ajeno, sustrayéndole del lugar donde se encuentra con
la finalidad de obtener un provecho económico siempre y cuando no haya utilizado
violencia o amenaza contra las personas. Lo primero que salta al entendimiento es
la concurrencia de tres verbos rectores que caracterizan al delito de hurto básico:
apoderar, substraer y aprovechar. Si alguno de estos verbos falta en determinada
conducta que lesiona el patrimonio de la víctima, aquella no constituirá hurto.

El no uso de violencia o amenaza contra las personas, constituye característica


fundamental del hurto que lo diferencia en forma nítida del ilícito denominado robo.

La jurisprudencia nacional, aun cuando existen excepciones de confundir los


conceptos, ha interpretado correctamente este aspecto. En efecto, en la Resolución
Superior del 2 de setiembre de 1997, Expediente NQ 256-92, la Sala Penal de la
Corte Superior de Apurímac, afirma que "la sustracción de dinero de un local
municipal, durante la noche, violentando las puertas del local y en número de tres
personas, empleadas del Municipio, constituye delito de robo". Sin embargo, al
interponerse el recurso de nulidad, la Suprema Corte por ejecutoria del 18 de marzo
de 1998 subsanó el error y dejó sentado "que, se advierte de la revisión del proceso
que se imputa al acusado Daniel Pipa ¡acobe, haberse apoderado ilegítimamente de
la suma de seis mil novecientos nuevos soles, aproximadamente, del local del
consejo Provincial de Abancay, lugar donde laboraba el indicado encausado en la
condición de empleado en el Departamento de Personal del citado Municipio; que,
siendo esto así, por la forma y circunstancias en que se produjeron los hechos, estos
se subsumen dentro de los alcances del inciso cuarto y sexto del artículo ciento
ochenta y seis del Código Penal vigente, toda vez que los encausados en ningún
momento han ejercido violencia ni amenaza de un peligro inminente para la vida o la
integridad física de persona alguna, elementos que configuran el delito de robo y por
el cual se ha condenado al acusado, debiendo por lo tanto adecuarse el fallo al tipo
penal correspondiente" (1m).

Así mismo, el Supremo Tribunal por Ejecutoria del 25 de octubre de 1995 sentenció
que "el apoderamiento de los bienes muebles sin el empleo de violencia o amenaza
contra la persona, configura el delito de hurto, pero no el de robo" (1m). En igual
sentido, la Sala Superior Mixta de San Martín por resolución del 21 de octubre de
1998, haciendo un deslinde entre una figura y otra, afirmó "lo que diferencia al hurto
agravado del robo agravado, es que pudiendo ambos realizarse en casa
deshabitada durante la noche mediante el concurso de dos o más personas -artículo
ciento ochenta y seis incisos primero, segundo y sexto; y artículo ciento ochenta y
nueve, incisos primero, segundo y cuarto del Código Penal ( ... ); en el primero, ósea
en el hurto agravado hay fuerza sobre las cosas e implica la conciencia y voluntad
de apoderarse de un bien o varios bienes muebles ajenos para aprovecharse de
ellos sustrayéndolos de los lugares donde se encuentren y se consuma en cuanto el
agente se apodera del bien sustrayéndolo del lugar donde se encuentra, de manera
que permita tal hecho la posibilidad física de realizar actos dispositivos; mientras que
la nota connotativa del robo es la violencia o intimidación de las personas, ya que en
estas situaciones entran en juego la vida, la salud o la libertad de actuación de la
víctima, con lo cual se compromete bienes jurídicos de una entidad en relación con
el patrimonio, y se materializa en el apoderamiento ilegítimo de un bien o varios
bienes muebles ajenos empleando violencia contra la persona o amenazándola con
un peligro inminente para su vida o integración física, e implica la conciencia de
tener que ejercer violencia sobre la persona para lograr el objetivo de apoderamiento
de bienes muebles" (1154) o

De la forma como aparece redactado el supuesto de hecho del artÍCulo 185, hay
consenso en la doctrina peruana respecto de la tipicidad objetiva del delito de hurto
simple. Así tenemos: para Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1l55) el
comportamiento consiste en apoderarse ilegítimamente de un bien mueble, total o
parcialmente ajeno, sustrayéndolo del lugar donde se encuentre. En el mismo
sentido, Peña Cabrera (1l56) alega que la materialización de este delito consiste en
apoderarse ilegítimamente de un bien mueble total o parcialmente ajeno,
sustrayéndolo del lugar donde se encuentra. En tanto que Javier Villa Stein (1l57),
en su estilo particular argumenta que la conducta que reclama el tipo es la de
"apoderamiento" que implica "tomar", agarrar la cosa, asirla con las manos, y
desplazarla de modo que escape del ámbito de tutela y dominio de su legítimo
tenedor titular y pase a la del autor, de modo y manera que quede a su disposición
por el tiempo que sea.

Roy Freyre (1138), comentando el articulo 237 del Código Penal derogado, afirma
que en nuestra dogmática, siguiendo un itinerario que nos permita arribar a un
concepto claro de la figura delictiva estudiada podemos decir que: para hurtar hay
que apoderarse; para apoderarse hay que substraer; y para substraer es necesario
sacar la cosa mueble del ámbito de vigilancia ajeno donde se encontraba, para
luego colocarla ilegítimamente, con ánimo de obtener provecho para sí o para otro,
dentro de la propia esfera de disposición del agente.

En consecuencia, para configurarse objetivamente el delito de hurto básico debe


verificarse la concurrencia de varios elementos úpicos sin los cuales el delito no
aparece. Veamos brevemente cuáles son aquellos elementos úpicos:

a. Acción de apoderar

Este elemento típico se constituye cuando el agente se apodera, apropia o adueña


de un bien mueble que no le pertenece, pues lo ha substraído de la esfera de
custodia del que lo tenía antes.
Roy Freyre (1l59) sostiene que se entiende pór apoderarse toda acción del sujeto
que pone bajo su dominio y disposición inmediata un bien mueble que antes de ello
se encontraba en la esfera de custodia de otra persona. Igual postura asumen
Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1140) y Villa Stein (1141).

Apoderar es la situación de disponibilidad en la que se encuentra el agente en


relación con el bien mueble sustraído, vale decir, se trata de un estado de hecho
resultante, usualmente, de las acciones de sustracción practicadas por el propio
agente del delito, por el cual este adquiere ilegítimamente facultades fácticas de
señorío sobre el bien mueble, pudiendo disponerlo. No obstante, para llegar al
estado de apoderamiento se requiere que el agente rompa la esfera de custodia que
tiene la víctima sobre el bien; acto seguido debe haber un desplazamiento del bien a
la esfera de custodia del agente para finalmente este, funde su dominio sobre el bien
y pueda o tenga la posibilidad de disponer como si fuera su dueño (1142).

Se discute en la doctrina si el apoderamiento debe o no durar un determinado


tiempo. El problema de delimitación se presenta cuando el agente después de haber
sustraído el bien mueble de la esfera de dominio de la víctima inmediatamente es
perseguido por la Policía que interviene al observar la sustracción. No obstante, en
la doctrina y en la jurisprudencia se ha impuesto la posición en el sentido que el
tiempo no es relevante, es suficiente que el agente haya tenido la posibilidad de
disponer en provecho propio del bien sustraído para estar frente al estado de
apoderar. Siendo así, en el supuesto de hecho narrado, todavía no habrá
apoderamiento.

b. Ilegitimidad del apoderamiento

Este elemento típico aparece cuando el agente se apropia o adueña del bien mueble
sin tener derecho alguno sobre él, esto es, no cuenta con el sustento jurídico ni con
el consentimiento de la víctima para generarse un ámbito de dominio y por tanto de
disposición sobre el bien.

Para Rojas Vargas (1145) la ilegitimidad se entiende todo lo que está prohibido por
el ordenamiento jurídico, no solo por el Código Penal. Por definición negativa, el
hecho estará legitimado de existir consentimiento del propietario del bien, ya que el
patrimonio particular como bien jurídico posee naturaleza disponible. Consentimiento
que para ser válido deberá ser dado expresa y tácitamente por el propietario.

c. Acción de sustracción

Se entiende por sustracción todo acto que realiza el agente para arrancar o alejar el
bien mueble de la esfera de dominio de la víctima. Se configura con los actos que
realiza el agente con la finalidad de romper la esfera de vigilancia de la víctima que
tiene sobre el bien y cogerlo para luego desplazarlo a su esfera de dominio.

Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1144) sintéticamente aseguran que por


sustracción se entiende toda acción que realiza el sujeto tendente a desplazar el
bien del lugar donde se encuentra. En tanto que Rojas Vargas (1145) refiere que por
sustracción se entiende el proceso ejecutivo que da inicio al desapoderamiento del
bien mueble del ámbito de control del propietario o poseedor.

Objetivamente debe haber actos de desplazamiento por parte del agente del bien
objeto del hurto, caso contrario el delito no aparece. No habrá hurto cuando el
agente se apodera o adueña de los caballos del vecino que solos se pasaron a ~ll
esfera de dominio. Este aspecto la jurisprudencia nacional lo tiene claro. La Sala
Penal de apelaciones para procesos sumarios con reos libres de la Corte Superior
de Lima, por Resolución Superior del 15 de abril de 1999, sentenció: "para que se
configure el delito de hurto, es necesario que se acredite no solo el apoderamiento
del bien mueble, sino también la sustracción del lugar en que previamente se
encontraba; y si bien es cierto, que se ha demostrado que los encausados se
hallaban en posesión de los bienes sustraídos de la agraviada, no es menos cierto
que tenga que demostrarse que ellos sean los autores de dicha sustracción" (1146).

Tampoco se exige necesariamente la aprehensión manual o contacto material del


autor con el bien mueble, debido a que muy bien puede realizarse los actos de
sustracción por otros medios, por ejemplo, valiéndose de otra persona -caso de
autoría mediata-, de animales o de procedimientos mecánicos o electrónicos (caso
de hurtos por medio de la informática).

d. Bien mueble
Antes de entrar a conceptualizar qué entendemos por bien mueble, resulta
pertinente señalar que a diferencia del código derogado, el vigente Corpus
Iuris Penale se refiere a "bien" y no a "cosa" al indicar el objeto del delito de hurto.
Creemos que con mejor técnica legislativa, el legislador nacional ha hecho uso del
término bien mueble para caracterizar al delito de hurto, otorgándole de ese modo
mayor precisión e indicar al operador jurídico que se trata de un delito netamente
patrimonial.

Esta precisión resulta importante y de ningún modo puede sostenerse que los
términos "bien" y "cosa" tienen el mismo significado al momento de interpretar los
tipos penales que lesionan el patrimonio. En efecto, si recurrimos al diccionario de la
real Academia de la lengua castellana y buscamos el significado de cada uno de los
vocablos indicados, encontraremos: bien. Cosa útil y beneficiosa que atrae nuestra
voluntad. Son términos sinónimos "beneficio, riqueza, don, valor, hacienda, caudal,
recursos"; y, Cosa. Todo lo que tiene existencia corporal o espiritual, natural o
artificial, real o imaginaria. Se tiene como sinónimos a los términos de "objeto, ser,
ente". En suma, de estas definiciones se puede concluir que "bien" indica cosas con
existencia real y con valor patrimonial para las personas. En tanto que cosa indica
todo lo que tiene existencia corporal o espiritual tenga o no valor patrimonial para las
personas. Así, estamos frente a vocablos que indican género y especie. El género
es el vocablo "cosa" y la especie el término "bien", el mismo que es una "cosa" con
valor patrimonial. Todo bien es una cosa pero jamás toda cosa es o será un bien. En
consecuencia, al exigirse en los delitos contra el patrimonio necesariamente un
perjuicio patrimonial para la víctima y consiguiente beneficio para el agente, tenemos
que concluir que el uso del vocablo bien resulta coherente y pertinente.

En tal sentido, no compartimos posición con Rojas Vargas (1147) cuando sostiene
que si bien entre los vocablos de "bien" y "cosa" pueden establecerse relaciones de
afinidad y diferenciaciones de orden filosófico y jurídico en general, para efectos
prácticojurídicos de tutela penal patrimonial tienen igual significado. Sigue
argumentando el citado profesor - refuerza esta idea el hecho que el derecho penal
patrimonial peruano no puede ser una isla en relación al conglomerado de códigos
penales seguidores de la tradición jurídico romano-germánica.
Mucho menos podemos amparar los argumentos de Peña Cabrera (1148) cuando al
referirse a este punto, lo hace con total desatino, conceptuando los vocablos de
manera diferente a lo que se entiende en buen castellano, trayendo como resultado
lógico confusión en el operador jurídico. Afirma el citado autor que el bien denota un
concepto más amplio que el de cosa. Al bien podemos definirlo como el objeto
material e inmaterial susceptible de apropiación que brinda utilidad y tiene un valor
económico. Las cosas son objetos corporales susceptibles de poseer un valor; en
consecuencia las cosas forman parte de los bienes que son su género. El bien
continúa Peña- aunque es un elemento constitutivo del pauimonio, no
necesariamente tiene un valor económico o de cambio.

Teniendo claro qué significa "bien" ahora toca indicar qué debe entenderse como
"bien mueble" para efectos del presente trabajo. Todos hemos aprendido en el curso
de "Derechos reales" dictado obligatoriamente en las Facultades de Derecho de
nuestras Universidades, que la primera diferencia entre bienes muebles e inmuebles
es la siguiente: los primeros son movibles o transportables de un lugar a otro por
excelencia, en tanto que los segundos, no pueden ser objeto de transporte, son
inamovibles. De esa forma, bien mueble constituirá todo cosa con existencia real y
con valor patrimonial para las personas, susceptibles de ser transportadas de un
lugar a otro ya sea por si mismas (animales) o por voluntad del hombre utilizando su
propia mano o instrumento mecánicos o electrónicos.

Bramont-Arias Torres (1149), citando al español Muñoz Conde y al chileno Bustos


Ramírez, concluye que por bien mueble, tanto la doctrina como lajurisprudencia,
entienden todo objeto del mundo exterior con valor económico que sea susceptible
de apoderamiento material y de desplazamiento. De ese modo, quedan fuera del
concepto de bien mueble para efectos del derecho punitivo, todos aquellos bienes
muebles sin valor patrimonial.

Nuestro derecho penal, utiliza el concepto de bien mueble en su acepción amplia a


diferencia del derecho privado que de acuerdo al Código Civil recoge la acepción
restringida en el sentido que no utiliza como base para conceptualizarlo al elemento
"cambio de un lugar a otro del bien". Así por ejemplo, en el inciso 4 del artículo 885
del C.C. se señala a las naves y aeronaves como bienes inmuebles cuando bien
sabemos que se tratan de bienes fácilmente transportables. Sin embargo, tal como
indica Fernando de Trazegnies Granda (1150), tal clasificación no es arbitraria,
responde a una racionalidad muy estricta, tanto como la que informaba la distinción
entre bienes mancipi y rec mancipi del derecho romano. Si pensamos que la
preocupación fundamental del legislador continúa el citado profesor- a sido la
seguridad de las transferencias y garantías, nada úene de extraño que las naves y
aeronaves -aunque son transportables por excéllence- sean tratadas igual que los
predios porque son bienes que pueden ser dados en garantía sin necesidad de una
entrega física ya que, como pueden ser registrados y considerados que no son
fácilmente ocultables, resulta difícil que un deudor de mala fe los haga desaparecer.
Por consiguiente la clasificación efectuada es buena.

Entendido el concepto de bien mueble en sentido amplio. comprende no solo los


objetos con existencia corporal, sino también a los elementos no corpóreos pero con
las caracterísúcas de ser medidos tales como la energía eléctrica, el gas, el agua y
cualquier otro elemento que tenga valor económico así como el espectro
electromagnético. Tiene razón Rojas Vargas (1151) cuando afirma que una de las
sorprendentes novedades que trajo consigo el Código de 1991 concierne a la
disposición legal complementaria contenida en el segundo párrafo del artículo 185,
por la cual se equiparan normaúvamente a bien mueble la energía eléctrica y otras
energías no nominadas, como el gas, el agua y otros elementos que tengan valor
económico. De tal modo el legislador nacional dio por terminado un debate
tímidamente sugerido en el ámbito de la doctrina nacional.

Para concluir este apartado, cabe indicar que se enúende por espectro
electromagnéúco al campo de energía natural formado por la ionosfera -franja de la
atmósfera terrestre que comprende a partir de los 50 Km., hasta un límite variable de
700 a 1000 Km., a través de la cual se desplazan y distribuyen las diversas ondas
radioeléctricas lanzadas desde la úerra por estaciones emisoras para efectos de las
telecomunicaciones a mediana y gran escala. Por el espectro electromagnético es
posible la televisión común y por cable, la telefonía de larga distancia y la celular, la
radio, las videoconferencias y demás operaciones telemáúcas mediante las redes de
Internet. El espectro electromagnético que cubre el territorio Nacional es patrimonio
de la Nación y de dominio del Estado, el mismo que representado por el Ministerio
de Transportes y Comunicaciones, otorga su uso por medio de concesiones
(autorización o permiso) a los parúculares. Si el hurto que se caracterizaría más
como uso indebido, se realiza antes que el Estado otorgue concesión, el agraviado
será el Estado en tanto que si existe concesión sujeto pasivo será el beneficiario de
la concesión (1152).

En la práctica ya ha exisúdo proceso por hurto del espectro electromagnético, como


ejemplo cabe citar la Resolución Superior del 10 de julio de 1998, donde se esgrime
que "no siendo posible cuantificar con precisión el perjuicio que representa para el
Estado el uso indebido del espectro electromagnético, materia del ilícito, por no
haberse presentado en autos medios probatorios que acrediten a cuanto asciende el
agravio irrogado, la reparación civil debe ser fijada prudencialmente como lo ha
hecho el juez de la causa" (1155).
e. Valor del bien mueble
Se ha convenido que los bienes muebles para tener relevancia penal deben tener
valor patrimonial. Esto es, deben ser valorados econóniicamente en la interrelación
social. Sin embargo, a fin de no caer en exageraciones de sancionar hurtos simples
de bienes de mínimo e insignificante valor económico en el mercado, el legislador
nacional ha introducido otro elemento típico del delito de hurto, el mismo que se
convierte en un límite importante. No obstante, tal elemento no aparece de la
redacción del artÍCulo 185, sino se desprende de la lectura del articulo 444 del
código sustantivo, modificado por la Ley Nº 28726 de mayo de 2006.

Aquí se prevé que cuando el valor del bien objeto de una conducta regulada en el
tipo penal del artÍCulo 185 del C.P. no sobrepase una remuneración mínima vital,
estaremos ante lo que se denomina faltas contra el patrimonio y en consecuencia no
habrá delito de hurto. En suma, solo habrá hurto simple cuando el valor del bien
mueble sea mayor de una remuneración mínima vital. En la praxis judicial, cuando
estamos ante casos en los que es poco difícil establecer el valor del bien hurtado, se
recurre a los peritos valorizadores.

Resulta importante dejar establecido que si al momento de consumarse o


perfeccionarse el delito, el valor del bien sobrepasaba una remuneración mínima
vital, y en la investigación o antes de la sentencia, el valor del bien se deprecia o
reduce y alcanza un valor por debajo del mínimo exigido, el hecho se convertirá en
faltas contra el patrimonio.
f Bien mueble total o parcialmente ajeno

Respecto de este elemento normativo no hay mayor discusión entre los tratadistas
peruanos. Es común afirmar que se entiende por bien ajeno a todo bien mueble que
no nos pertenece y que por el contrario pertenece a otra persona. En otros términos
resultará ajeno el bien mueble, si este no le pertenece al sujeto activo del delito y
mas bien le corresponde a un tercero identificado o no. Tal concepto trae como
consecuencia que los res nullius no sean suscepúbles de ser objeto del delito de
hurto; igual sucede con las res derelictae (bienes abandonados por sus dueños) y
las res comunis omnius (cosa de todos). En todos estos casos, los bienes no úenen
dueño, y por tanto, el acto de apoderarse de ellos no lesiona patrimonio alguno
(1154).

En cambio, estaremos ante una situación de ajenidad parcial cuando el sujeto acÚvo
o agente del delito, sustrae un bien mueble que parcialmente le pertenece. Esto es,
parúcipa de él en su calidad de copropietario o coheredero con otro u otras
personas. Es lógico indicar que para perfeccionarse el delito de hurto, resultará
necesario que el bien se encuentra dividido en partes proporcionalmente
establecidas; caso contrario, si llegase a establecerse que el bien es indiviso, es
decir, no hay cuotas que correspondan a tal o cual copropietario y por tanto el bien
corresponde a todos a la vez, será materialmente imposible la comisión del delito de
hurto.

Tampoco habrá hurto cuando el bien parcialmente ajeno se encuentre en poder del
agente y este realice actos de dueño sobre el total. Aquí sin duda al no exisúr
sustracción, estaremos ante lo que conocemos por apropiación ilícita. Para
configurarse el hurto en esta hipótesis se exige necesariamente que el bien
parcialmente ajeno se encuentre en poder de un tercero de cuyo dominio el agente
lo sustrae y se apodera.

g. Bien jurídico protegido

Establecer el bien jurídico que se protege con el delito de hurto simple o básico, es
punto de controversia en la literatura penal peruana así como en la extranjera. Dos
son las posiciones no conciliables. Para algunos tratadistas se pretende proteger el
derecho de posesión (Bramont-Arias Torres/Carda Canúzano y Paredes Infanzón),
en tanto que para otros, se pretende amparar el derecho de propiedad (Ángeles-
Frisancho-Rosas, Rojas Vargas, Villa Stein) aun cuando para algunos menos se
pretende proteger el derecho de propiedad como el de posesión (Roy Freyre).
Rojas Vargas (1lS5) dejando establecido que existen ciertas hipótesis delicúvas de
hurto en las cuales la posesión consútuye el bien jurídico, se adhiere a la posición
que sosúene como el bien jurídico de hurto a la propiedad, por considerada de
mayor rigurosidad científica, más afín al principio de fragmentariedad y mínima
intervención y por razones de sistematización normativa efectuada por el Código
Penal peruano, al considerar este al furtum possesionis (modalidad delictiva donde
se tutela la posesión frente a la propiedad) una especie de apropiación ilícita y no
una variedad de hurto.
Nosotros también compartimos esta última posición, pues además de los
argumentos presentados por Rojas Vargas, concurre otro de vital importancia en la
práctica judicial. En la realidad judicial peruana, siempre se exige que el sujeto
pasivo del hurto acredite la propiedad del bien objeto del hurto con la finalidad de ser
el caso, retirar los bienes de sede judicial si estos han sido incautados; ello en
estricta aplicación del artículo vigente 245 del Código Procesal Penal de 1991. En
efecto, en virtud de tal precepto legal, en un proceso penal siempre se solicita que la
víctima acredite la preexistencia de ley, esto es, la real existencia del bien objeto del
hurto y solo se puede hacer presentando documentos que demuestren el derecho de
propiedad.
Refuerza esta tesis el artículo 912 del Código Civil, el mismo que prescribe "el
poseedor es reputado propietario, mientras no se pruebe lo contrario". Esto es, de
acuerdo a la normativa nacional vigente, siempre se presumirá que aquella persona
que ha sufrido un hurto de sus bienes, será propietario de los bienes hurtados, salvo
que se pruebe que otra persona es su propietario, correspondiendo a este último la
condición de víctima o perjudicado del delito.

En suma, el derecho de propiedad se constituye en el bien jurídico estricto protegido


con el delito de hurto. Esto es, la propiedad como parte del patrimonio de una
persona.
2.1. Sujeto activo

Sujeto activo, autor o agente del delito de hurto simple puede ser cualquier persona
natural, nunca jurídica. El tipo penal no exige que se cuente con determinadas
condiciones o cualidades; solo se exige que el agente se haya apoderado de un bien
ajeno o parcialmente ajeno por medio de la sustracción.

En esa lógica, no podrá ser sujeto activo del delito de hurto los propietarios totales
de sus bienes. Si llega a determinarse que la sustracción lo ha realizado el
propietario del bien a un posesionario, por ejemplo, no será autor del delito de hurto
sino del delito de apropiación ilícita como tendremos oportunidad de saber más
adelante cuando analicemos las modalidades delictivas de esta figura penal.

2.2. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo puede ser cualquier persona natural o jurídica poseedora o propietaria
del bien mueble, no se exige ninguna condición especial. Como ha quedado
establecido, los poseedores son reputados propietarios de los bienes muebles, en
consecuencia también pueden constituirse en sujetos pasivos.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA
De la redacción del delito que venimos realizando hermenéutica jurídica, sin
problema se concluye que se trata de un injusto penal netamente doloso, es decir, el
agente debe actuar con conocimiento y voluntad de realizar los elementos objetivos
típicos, tales como apoderarse ilegítimamente de un bien total o parcialmente ajeno,
sustrayéndole de la esfera de dominio de la víctima con la finalidad de obtener un
provecho económico. No cabe la comisión culposa.
El sistema peruano no exige solo la concurrencia del dolo para perfeccionarse el
delito, sino que requiere desde el inicio de la acción delictiva la presencia de un
segundo elemento subjetivo que viene a reforzar al dolo, esto es, la intención del
agente de obtener un provecho económico con la sustracción del bien. Se exige la
concurrencia de lo que se conoce como ánimo de lucro. Presentado así el
panorama, es común sostener que en la configuración del delito de hurto se exige la
concurrencia del dolo así como la concurrencia de un elemento subjetivo adicional:
ánimo de lucro. De esa forma, se excluye las modalidades del dolo indirecto y
eventual.

Así mismo, es perfectamente posible que se presente un error de tipo vencible o


invencible previsto en el artículo 14 del C. P., en ambos casos el delito de hurto no
aparece debido que se anula el dolo sin el cual no hay conducta típica de hurto. La
Corte Suprema por Ejecutoria del 30 de diciembre de 1997, analizando la conducta
de un inculpado a quien se le atribuía el delito de hurto agravado por haber
transportado bienes de la Compañía Minera Buenaventura S.A. a la ciudad de
Huancayo a petición de uno de sus coinculpados, pedagógicamente sostuvo que
"teniendo en cuenta lo hasta aquí glosado, se tiene que el acusado Ccahuana
Gamarra ha actuado en error de tipo, toda vez que en todo momento ha
desconocido que se estaba cometiendo el delito de hurto agravado y por ende no
puede afirmarse que haya conocido y querido la sustracción de los bienes materia
de incriminación; que no concurriendo el primer ekmento del delito, cual es la
tipicidad de la conducta, se excluye su responsabilidad penal conforme a lo
dispuesto por la última parte del artículo catorce del Código Penal" (1156).

3.1. Provecho económico

Como ya se mencionó la frase "para obtener provecho" que da inicio la redacción del
artículo 185 del Código Penal, representa un elemento subjetivo importante del delito
de hurto. Sin su presencia, no aparece el delito. Este elemento subjetivo que
normalmente en doctrina se le rotula como "ánimo de lucro" o "ánimo de obtener
provecho económico indebido", refuerza al dolo del agente.

Este elemento subjetivo adicional del dolo se configura como la situación subjetiva
del agente que le mueve a realizar todos los elementos objetivos para encontrar
satisfacción final. En otros términos, constituye la finalidad que persigue el agente
del hurto, esto es, el sujeto activo actúa desde el inicio con la finalidad última de
obtener un provecho, beneficio, utilidad o ventaja indebida. En tal sentido, si en el
actuar del agente existe otra intención diferente a la de obtener un provecho
patrimonial, el delito de hurto no se evidencia. No habrá hurto por ejemplo, en el
caso que el agente sustrae unos viejos caballos de carrera para evitar que su dueño
pase apremios económicos que le origina su manutención y cuidado.
Respecto de qué tipo de provecho debe tratarse para satisfacer las exigencias del
tipo penal, también es objeto de viva controversia en la doctrina; no obstante, para
efectos del presente trabajo con Rojas Vargas (1157) sostenemos que "provecho"
tiene identidad de significado con los vocablos "beneficio", "ventaja" o "utilidad" en
sus acepciones amplias. "Provecho", en tal sentido, no posee en el artículo 185 del
Código Penal una naturaleza exclusivamente restringida a los referentes pecuniario-
económicos que denotan la idea de enriquecimiento, sino que, incluyendo esta
acepción, puede también comprender toda posibilidad de utilidad o beneficio
-patrimonial o no- que se haya representado el autor, ya sea que el apoderamiento
del bien mueble implique la idea de tomarlo para sí, donarlo, venderlo, canjearlo,
dejarlo abandonado, coleccionarlo, guardarlo, destruirlo ulteriormente, o para
contemplarlo, usarlo, ostentarlo, disfrutarlo o también que el apoderamiento haya
sido realizado para atormentar o agraviar psicológicamente al propietario o
poseedor.
Obviamente esta interpretación amplia debe tener sus límites, los cuales están e n
marcados al cumplimiento de los otros requerimientos típicos, tales como la
"ilegitimidad" y el dolo directo, los que no estarán presentes, por ejemplo, en la
sustracción y apoderamiento con fines de jugarle una broma al propietario; también
cuando la sustracción ha sido hecha para evitar que el sujeto cometa un delito, o
cuando el dolo del agente busca la destrucción directa e inmediata del bien (tipicidad
de daños), así mismo, en el caso que el apoderamiento haya sido hecho con fines
de hacerse cobro con el objeto sustraído (hacerse justicia por propia mano, artÍCulo
417 C.P.).

Esto en el sistema peruano; pero si cogemos un libro por ejemplo argentino, para
interpretar el artículo 185 del C.P., encontraremos que para aquellos no es necesario
la concurrencia de algún elemento subjetivo especial (1158). Esta perspectiva tiene
su sustento en el hecho que el artículo 162 del C.P. Argentino, efectivamente no
exige "ánimo de provecho" o "ánimo de lucro" como sí exige el artículo 185 de
nuestro Código Penal. En efecto, aquel artículo 162 (hurto) prescribe: "Será
reprimido ( ... ) el que se apoderare ilegítimamente de una cosa mueble, total o
parcialmente ajena".
4. ANTIJURIDICIDAD

Bien sabemos que la antijuridicidad es de dos clases: formal, definida como la


simple verificación que la conducta típica contraviene al ordenamiento jurídico, es
decir, consiste en la verificación que la conducta típica no cuenta con norma
permisiva ni concurre causa de justificación alguna. Material, consiste en la
verificación si la conducta típica ha puesto según sea el caso, en peligro o lesionado
un bien jurídico protegido.

Ante tal contexto, al verificarse que en la conducta analizado aparecen todos los
elementos típicos que exige el artículo 185, el operador jurídico deberá establecer si
efectivamente se ha lesionado o puesto en peligro el derecho de propiedad del
sujeto pasivo; además verificará si no concurre alguna norma permisiva o causa de
justificación en la sustracción del bien hurtado. Si llega a concluirse que se ha
lesionado el bien jurídico protegido pero que la sustracción del bien ha sido por
disposición de la ley o en su caso, en cumplimiento de orden judicial (embargo,
secuestro de bienes, etc.), o también para evitar la destrucción del bien mueble, no
habrá antijuridicidad y por tanto aquella conducta será típica pero no antijurídica,
deviniendo en una conducta irrelevante penalmente. A contrario sensu, si llega a
verificarse que efectivamente se ha lesionado el derecho de propiedad del sujeto
pasivo y que la sustracción del bien mueble se ha realizado en forma ilegítima, esto
es, sin la concurrencia de alguna norma permisiva ni causa de justificación,
estaremos ante una conducta típica y antijurídica de hurto.

5. CULPABILIDAD

Después de verificar que estamos frente a un injusto penal (conducta típica y


antijurídica), corresponde al operador jurídico determinar si tal conducta es atribuible
o imputable al agente. En esta etapa del análisis corresponde verificar si el agente
de la sustracción ilegítima del bien mueble es mayor de 18 años y no stúre de grave
anomalía psíquica; además se verificará que aquel agente al momento de actuar
conoCÍa perfectamente que su conducta era antijurídica, es decir, que estaba
prohibida por el derecho; caso contralio, si se verifica que el agente no conoCÍa que
su conducta estaba prohibida, pues tenía la firme creencia, por ejemplo, que podía
sustraer bienes muebles de la víctima para hacerse pago de una deuda que esta le
tenía, la conducta no será atribuible al agente, pues estaremos frente a un caso
típico de error de prohibición previsto en el segundo párrafo del artículo 14 del
Código Penal.

Finalmente, al concluirse que efectivamente el agente conoCÍa que su conducta


estaba prohibida por el derecho, se pasará a verificar si el agente pudo actuar de
otro modo antes de sustraer el bien mueble del sujeto pasivo. Se verificará si por
ejemplo el sujeto activo no atravesaba un estado de necesidad exculpante previsto
en el inciso 5 del artÍCulo 20 del Código Penal; o, actuó ante un miedo insuperable.
No obstante, si se verifica que el sujeto activo tuvo la posibilidad de actuar de modo
diferente y no cometer la sustracción ilegítima del bien mueble, estaremos ante un
injusto penal culpable de hurto.

6. CONSUMACIÓN

Determinar en qué momento histórico del desarrollo de una conducta delictiva de


hurto, se produce la consumación o perfeccionamiento, ha sido objeto de viva
controversia en la doctrina penal de todos los tiempos, al punto que se han
esgrimido diversas teorías: tales como la contrectatio la misma que sostiene, habrá
apoderamiento apenas el agente entre en contacto con el bien mueble. La teoría de
la amotio para la cual el hurto se consuma con el cambio de lugar donde se
encontraba el bien mueble a otro diferente. La teoría de la illatio sostiene que el
hurto se consuma cuando el agente traslada el bien mueble a un lugar seguro
escogido por él y lo oculta. Y finalmente la teoría de la ablatio sostiene que el hurto
se consuma cuando se traslada el bien mueble sustraído a un lugar donde el agente
tenga la posibilidad real o potencial de disponerlo en su provecho.
De las cuatro teorías existentes, la doctrina nacional por unanimidad ha aceptado la
teoría de la ablatio como la más coherente para interpretar el delito de hurto simple.
En efecto, Roy Freyre (II59), haciendo dogmática con el Código Penal derogado,
afirma que sin olvidar que basta la intención de lucro al no requerir nuestra ley penal
provecho efectivo, la consumación tiene lugar en el momento mismo que se da por
quebrantada la custodia o vigilancia ajena, al surgir la posibilidad de disponer de la
cosa por parte del agente infractor. Peña Cabrera (1160) sostiene que el delito de
hurto se consuma en cuanto el agente se apodera del bien sustrayéndolo del lugar
donde se encuentra, de manera que le permita la posibilidad física de realizar actos
dispositivos.

Por su parte Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano (1161) aseveran que según el


tenor del artículo 185 del c.P. ha de admitirse la consumación en el momento en que
el sujeto activo tiene la disponibilidad del bien mueble. Incluso, los autores citados,
adoptando posición discutible afirman que se considera consumado el delito de hurto
así el agente se encuentre en plena huida (fuga), siempre y cuando en la fuga haya
tenida una mínima disponibilidad del bien sustraído. Igual posición enseña Villa Stein
(1162).
Finalmente, Rojas Vargas (1163) sostiene que para utilizar la clásica gradualización
romana del iter cnminis, el delito de hurto se consuma en la fase de la ablatio, es
decir, el delito de hurto se halla consumado o perfeccionado típicamente conforme a
las exigencias del tipo penal, cuando el autor (o coautores) ha logrado el estado o
situación de disponibilidad del bien mueble. Igual posición sostienen Ángeles-
Frisancho- Rosas (1164).

Nosotros también nos adherimos a esta posición mayoritaria, pues la posibilidad real
o potencial de disponer del bien mueble por mínima que sea, constituye un hito
fundamental para entender y comprender perfectamente la consumación y su
diferencia con la tentativa. Sin embargo, la posibilidad real o potencial de disposición
del bien que tenga el agente debe ser libre, espontánea y voluntaria sin más presión
que el temor de ser descubierto, esto es, la voluntad del agente no debe estar
viciada por presiones externas como ocurriría por ejemplo, cuando al estar en plena
huida del lugar donde se produjo la sustracción es inmediatamente perseguido el
agente. Sin duda, al momento de la fuga, el agente puede tener la posibilidad de
disponer del bien ya sea destruyéndole o entregándole a un tercero, etc. pero ello de
ningún modo puede servir para afirmar que se ha consumado el delito. Esa
disposición no es voluntaria ni espontánea. En plena huida puede también ser
aprehendido el sujeto no llegando a tener la posibilidad de hacer una disposición
provechosa del bien sustraído. Menos habrá consumación como pretende Bramont-
Arias Torres/García Cantizano, si el agente es aprehendido en plena huida y se
recupera lo sustraído. Aquí estaremos ante una tentativa.
Del mismo modo la Ejecutoria Suprema del 11 de octubre de 2004, considera que el
ánimo del provecho implica "situar la cosa en la esfera de disponibilidad real que
haga posible su utilización, como si fuere dueño de ella, lo que en autos se
encuentra probado, pues los procesados tenían la total disponibilidad del bien
mueble, no impotando si se llegó o no a obtener ejectivamente el provecho ni la
forma de materialización, pues el tipo descrito en el norma penal no exige que se
haya ejectivizado el provecho, sino que la finalidad perseguida por el agente sea
obtenerlo que el mismo se cumple desde el momento en que el sujeto activo del
delito tiene la disponibilidad del bien mueble sobre el cual recayó la acción" (1165).

La interpretación jurisprudencial ha sabido diferenciar entre consumación y tentativa


de hurto. Así tenemos la Ejecutoria Suprema del 2 de julio de 1998, documento en el
cual se lee que "en el caso de autos, el apoderamiento del vehículo ( ... ) fue
perpetrado por los encausados Gallo Mispireta y Soto Barriga en circunstancias que
el agraviado Rojas Infante se encontraba prestando servicios de taxi, habiéndose
llevado los agentes el referido vehículo, siendo capturados horas después por la
efectiva intervención de los miembros de la Policía Nacional del Perú; que, siendo
esto así, el hecho global ha llegado al nivel de la consumación delictiva, y no así al
de una tentativa como incorrectamente lo señala la Sala Penal Superior toda vez
que los agentes al haberse llevado consigo el bien mueble violando la esfera de
custodia y de dominio de su legítimo poseedor y al haberlo trasladado a un lugar
desconocido, ya han realizado actos de disposición patrimonial, no pudiendo existir
una tentativa de delito porque esto último significaría que el tipo penal solamente se
ha realizado de un modo parcial o imperfecto, cuando en el caso sub examine se
aprecia que los agentes han dado cabal cumplimiento a su plan delictivo
coincidiendo el resultado con la meta trazada por éstos, realizándose así todos los
elementos configuradores del tipo penal" (1166).

En el mismo sentido, el trigésimo cuarto Juzgado Penal de Lima por resolución del
30 de marzo de 1998, sostiene "que el iter criminis del delito materia de juzgamiento
determina que el hurto se consuma con el apoderamiento del bien mueble, es decir
la cosa (objeto del delito) a través de un acto material (sustracción) debe ser
trasladado de la esfera de vigilancia o custodia del sujeto pasivo a la esfera de
disposición del agente activo; que, en el caso de autos, ( ... ) debe merituarse que el
agraviado advirtiendo la sustracción de su mercadería decidió perseguir a los sujetos
y solicitar apoyo policial, siendo en esas circunstancias, que logró recuperar las tres
cajas sustraídas, en consecuencia los objetos materia del delito no fueron
trasladados de la esfera de vigilancia, toda vez que el agraviado decidió
perseguirlos, consecuentemente los sujetos activos no llegaron a tener la posibilidad
de realizar actos de disposición, concluyendo de este modo que el delito se
encuentra en grado de tentativa" (1167).

7. TENTATIVA

De lo antes expuesto y teniendo en cuenta que el delito de hurto es un hecho


punible de lesión y resultado, es perfectamente posible que el actuar del agente se
quede en grado de tentativa.

En efecto, estaremos ante la tentativa cuando el agente suspende, ya sea


voluntariamente o por causas extrañas a su voluntad, su actuar ilícito en cualquiera
de los momentos comprendido entre el inició de la acción hasta el momento que el
agente tiene la mínima posibilidad de disponer del bien hurtado. Esto es, una vez
que el agente tiene la posibilidad de disponer del bien se habrá perfeccionado el
delito, antes de aquel hito, habrá tentativa, como ocurrirá por ejemplo cuando el
agente ha ingresado al domicilio del sujeto pasivo con la intención de hurtar y
estando rebuscando los bienes de su víctima es aprehendido, o cuando es
descubierto saliendo del domicilio llevándose los bienes o cuando es aprehendido
por personal policial cuando el agente esta en plena fuga llevándose los bienes
sustraídos, etc.

Respecto de este último supuesto por ser ilustrativa y posición vigente tanto en la
doctrina como en la jurisprudencia, cabe citar la Ejecutoria Suprema del 04 de
octubre de 1972 que argumenta en forma pedagógica: "para la consumación del
hurto lo decisivo es el criterio de disponibilidad y no el del simple desapoderamiento.
Incurre en tentativa acabada o delito frustrado, la situación del acusado que no ha
tenido en ningún momento la posibilidad de disponer del monto de los sustraído toda
vez que fue perseguido de cerca por el agraviado hasta que fue capturado" (1168).
También es posible actos preparatorios para realizar la conducta de hurto, no
obstante, tales actos así se verifiquen resultan intrascendentes para efectos penales.
8. PENALIDAD

De configurarse los supuestos previstos en el artículo en comentario, la pena


privativa de libertad que se impondrá al acusado oscila entre uno y tres años.

Subcapítulo 2

Hurto agravado

1. TIPO PENAL

Es común que los Códigos Penales de la cultura occidental regulenjunto al hurto


simple el hurto agravado; es decir, hurtos con agravantes en razón a circunstancias
de modo, lugar, tiempo, utilización de medios, etc., o hurtos calificados en atención a
la calidad del sujeto activo o a las características de la víctima. El Código peruano
regula una lista de agravantes que aumentan la ilicitud del hurto y por tanto merecen
sanciones más severas. En efecto, el artículo 186 del Código Penal modificado por
Ley Nº 26319 del primero de junio de 1994 y en forma más reciente por la Ley 28848
del 27 de julio de 2006, prevé:

El agente será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de
seis años si el hurto es cometido:

1. En casa habitada.
2. Durante la noche.
3. Mediante destreza, escalamiento, destrucción o rotura de obstáculos.
4. Con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad pública o
desgracia particular del agraviado.
5. Sobre bienes muebles que fonnan equipaje de viajero.
6. Mediante el concurso de dos o más personas.
La pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho años si el hurto es cometido:
1. Por un agente que actúa en calidad de integrante de una organización
destinada a perpetrar estos delitos.
2. Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio cultural de la
Nación.
3. Mediante la utilización de sistemas de transferencia electrónica de fondos, de
la telemática en general, o la violación del empleo de claves secretas.
4. Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica.
5. Con empleo de materiales o artefactos explosivos para la destrucción o rotura
de obstáculos.
6. Utilizando el espectro radioeléctrico para la transmisión de señales de
telecomunicaciones ilegales.

La pena será no menor de ocho ni mayor de quince años cuando el agente actúa en
calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una organización destinada a perpetrar estos
delitos.

Artículo 186-A (*)Nuevo artículo incorporado por el Artículo 1 de la Ley N°


29316, publicada el 14 enero 2009 Ctrl.+click ir a las modificaciones

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Objetivamente para estar ante una figura delictiva de hurto agravado, se requiere la
presencia de la totalidad de elementos típicos del hurto básico, menos el elemento
"valor pecuniario" indicado expresamente solo para el hurto simple por el artículo
444 del Código Penal. Se exige sustracción del bien de la esfera de protección de su
dueño o poseedor; apoderamiento ilegítimo del bien por parte del sujeto activo; bien
mueble total o parcialmente ajeno con valor patrimonial, la finalidad de obtener un
provecho indebido que debe inspirar al agente y el dolo. La interpretación
jurisprudencial tiene claro tal supuesto. La Sala penal de apelaciones de la Corte
Superior de Lima, por resolución del 11 de junio de 1998, afirma "que el tipo penal
define el delito de hurto agravado y exige como presupuesto objetivos: la
preexistencia de un bien mueble; que el agente se apodere ilegítimamente de un
bien mueble para obtener un provecho; que exista sustracción del bien del lugar
donde se encuentre; que dicho bien sea total o parcialmente ajeno; además del
elemento subjetivo del dolo, es decir la conciencia y voluntad de la realización de
todos los elementos objetivos y ánimo de lucro" (1169).

Por el principio de legalidad no se exige que el valor del bien mueble sustraído deba
sobrepasar una remuneración mínima vital previsto en el artículo 444 del C.P. Aquí
se hace mención solo para el hurto previsto en el artÍculo 185 mas no para el hurto
agravado regulado en el artículo 186 en concordancia con el 185 del C.P.

Los hurtos agravados son modalidades específicas del hurto cuya estructura típica
depende del tipo básico pero que conservan en relación con este un específico
margen de autonomía operativa. Muy bien Rojas Vargas (ll70) afirma que el
argumento que explica la exclusión del referente pecuniario racionalizador, se halla
en una diversidad de factores: pluriofensividad de la acción típica circunstanciada,
notable disminución de las defensas de la víctima, criterios de peligrosidad por parte
del agente y valoraciones normativas. La resultante ofrece la siguiente lectura: más
que el valor referencia! del bien, lo que interesa en el hurto agravado es el modo
como se realiza la sustracción-apoderamiento.
El agente en todo momento debe conocer la circunstancia agravante y querer actuar
sobre la base de tal conocimiento. Si el autor desconoce tal circunstancia aparece lo
que denominamos error de tipo previsto en el artículo 14 del Código Penal, debiendo
sancionarse al agente solo por el delito de hurto básico.
En la práctica judicial bien puede presentarse una conducta ilícita de hurto donde
concurra una sola circunstancia agravante como también puede presentarse dos o
más agravantes; en ambas condiciones estaremos ante el delito de hurto agravado
con la diferencia que al momento de individualizar o determinar la pena por la
autoridad jurisdiccional, el agente que ha cometido hurto con concurso de
agravantes será merecedor de pena más alta respecto al que lo hizo con una sola
agravante, ello de acuerdo al contenido del artículo 46 del Código Penal. La
Ejecutoria Suprema del 11 de diciembre de 1997, da cuenta de un hurto agravado
por la concurrencia de varias circunstancias agravantes como sigue "la sustracción
de los sacos de arroz y maíz imputados a los acusados, en circunstancias que los
camiones que transportaban la carga se desplazaban por la carretera, habiendo sido
perpetrado dicho ilícito durante la noche, con el empleo de destreza (aprovechando
del descuido de los conductores) y en cuya ejecución los agentes escalaron el
camión y arrojaron los sacos de productos, tal modalidad comisiva constituye delito
de hurto agravado, puesto que no hubo ejercicio de violencia o amenaza, sino
solojuerza en las cosas" (1171).
Corresponde en seguida analizar en qué consisten cada una de las circunstancias
agravantes del hurto; agrupándolas según la división realizada por el legislador
nacional:

2.1. Agravantes sancionadas con pena privativa de libertad no menor de tres ni


mayor de seis años:

a. En casa habitada

La agravante se verifica cuando la conducta delictiva de hurto se efectúa o realiza en


casa habitada. Los tratadistas peruanos coinciden en señalar que dos son los
fundamentos de la agravante: pluriofensividad de la acción y peligro potencial de
efectos múltiples que se puede generar para los moradores y segundo, vulneración
de la intimidad que tenemos todas las personas (1172).

La acción realizada por el agente afecta diversos bienes jurídicos protegidos por el
Estado por considerados fundamentales para una armoniosa convivencia social
como son afectación al patrimonio, inviolabilidad del domicilio y eventualmente
afectación a la vida, la integridad fisica, la libertad sexual, el honor, etc. de los
moradores de la casa. Y violación de la intimidad, entendida como el derecho que le
asiste a toda persona de tener un espacio de su existencia para el recogimiento, la
soledad, la quietud, evitando interferencias de terceros, permitiendo de ese modo un
desarrollo libre y autónomo de su personalidad.
Haciendo hermenéutica jurídica de esta agravante se discute en doctrina si a la frase
"casa habitada" debe dársele una acepción restringida, limitándola solo al lugar
donde viven una o más personas (117~) o amplia, entendida como todo espacio
fisico que cumpla el papel de vivienda o habitación y donde una o varias personas
moran habitual o circunstancialmente.

De ambas perspectivas, la segunda es la más atinada, pues si recurrimos al


Diccionario de la Real Academia de la Lengua encontramos que por casa se
entiende todo edificio para habitar; es decir, puede denominarse también residencia,
domicilio, hogar, mansión, morada, vivienda o habitación. En tal sentido, toda
vivienda permanente o temporal, por precaria que sea su construcción, sirve para
configurar la agravante a condición que no esté abandonada o deshabitada. La casa
puede servir de domicilio permanente o eventual de sus moradores. Lo importante
es que se trate de una morada y que al tiempo de cometerse el hurto sirva de
vivienda para la víctima sin importar claro está, que al momento de realizarse el
hurto la vivienda se encuentre sin sus moradores que habían salido por ejemplo, de
visita a un familiar o a una fiesta. En consecuencia, quedan incluidas las casas de
campo o verano en el tiempo que son utilizadas.

Desde el momento que se toma como referencia que el inmueble debe servir de
morada o vivienda para la víctima, resultan excluidos de la agravante los edificios
que sirvan para negocios, los colegios, las oficinas, los locales de instituciones
públicas o privadas. En términos más gráficos y contundentes, un hurto cometido en
un colegio o en local de una Universidad no constituye agravante así este se
produzca cuando estudiantes, profesores y trabajadores administrativos se
encuentren en pleno ejercicio de sus labores.

Finalmente, es importante poner en evidencia con Rojas Vargas (1174) que se


descarta la presencia de la agravante en interpretación cuando el sujeto activo es el
propio guardián que habita la casa, o una persona que mora en la vivienda, o quien
estando dentro de la vivienda con el consentimiento de su titular se apodera de un
bien mueble, o en fin, cuando es el propio dueño de la casa quien se apodera de un
bien mueble de quien se encuentra en su vivienda por la circunstancia que sea. En
estos casos opera el factor abuso de confianza y no hay perpetración en casa ajena
que origina el peligro potencial de afectar otros intereses aparte del patrimonio de la
víctima.

b. Durante la noche

Constituye agravante el realizar o ejecutar el hurto aprovechando la circunstancia de


la noche, entendida como el lapso en el cual falta sobre el hOlizonte la claridad de la
luz solar. Así el horizonte esté iluminado por una hermosa luna llena o por efectos de
luz artificial, la agravante igual se configura. El agente debe buscar la noche para
realizar su accionar de sustracción ilegítima de bienes, pues sabe que la protección
de los bienes por parte de la víctima se ha relajado y que tendrá mayores
posibilidades de consumar su hecho y no ser descubierto.

Es común sostener que el fundamento político criminal de esta agravante radica en


que la noche es un espacio de tiempo propicio para cometer el hurto, al presuponer
la concurrencia de los elementos: oscuridad, mínimo riesgo para el agente y facilidad
mayor para el apoderamiento al relajarse las defensas sobre los bienes por parte de
la víctima y presuponer condiciones de mejor ocultamiento para el sujeto activo del
delito (1175).

La frase "durante la noche" debe entenderse desde un criterio gramatical, esto es,
en su sentido cronológico-astronómico; de ningún modo puede alegarse para el
derecho penal peruano, que esta agravante encuentra su explicación en un criterio
teleológico funcional, esto es, buscando la finalidad político criminal de la norma
penal. Creemos que no es posible hacer un híbrido entre el criterio gramatical y el
teleológico para tratar de entender la agravante "durante la noche", como lo sugiere
Rojas Vargas (1176) al sostener que durante la noche se constituye así en una
agravante que debe ser considerada tanto en su acepción físico-gramatical de
oscuridad o nocturnidad natural como en su perspectiva teleológica, buscando el fin
implícito de tutela en la norma penal, para descartar la agravante allí donde existió
suficiente iluminación y/o posibilidades de defensa iguales a que si el hecho se
hubiera cometido durante el día con luz solar.

Esta posición restringe en forma extrema la aplicación práctica de la agravante, pues


en una calle donde haya suficiente iluminación artificial e incluso vigilancia particular
no será posible cometer un hurto agravado así el agente haya penetrado el inmueble
y aprovechando el sueño de sus moradores haya sustraído todo el dinero que había
en la caja fuerte. Igual, no se configuraría la agravante en el hecho que el agente
ingresa a una vivienda iluminada debido que los moradores se olvidaron de apagar
la luz y sustrae los bienes. Lo cual nos parece poco racional, pues los supuestos
evidentemente configuran agravante por haberse producido durante la noche.

Aparece la agravante así el inmueble donde se ingresa esté deshabitado.


Es indiferente tal circunstancia. Incluso si está habitado se configurará un hurto
perpetrado con dos agravantes: durante la noche y casa habitada.
La consumación o perfeccionamiento del hurto tiene que hacerse durante la noche.
Si en un caso concreto se llega a determinar que los actos preparatorios se hicieron
en el día y la sustracción de los bienes se produjo en la noche se configura la
agravante; mas no concurre la agravante si llega a determinarse que los actos
preparatorios se hicieron aprovechando la noche pero la sustracción se produjo en el
día.

c. Mediante destreza, escalamiento, destrucción o rotura de obstáculos

El inciso tercero del artículo 186 recoge hasta cuatro supuestos que agravan la
figura delictiva del hurto, los mismos que tienen naturaleza diferente aun cuando la
finalidad sea la misma. En un hecho concreto pueden concurrir una sola de estas
circunstancias así como dos o más circunstancias agravantes, incluso pueden
concurrir perfectamente con las otras agravantes que recoge el artículo 186 del C.P.
Veamos en qué consiste cada una de estas modalidades:

c.I. Hurto mediante destreza

Se configura la agravante con destreza cuando el agente ha realizado la sustracción


ilegítima de un bien total o parcialmente ajeno sin que la víctima lo haya advertido o
se haya enterado. Tomando conocimiento del hecho después de caer en la cuenta
que le falta el bien, debido que el agente actuó haciendo uso de una habilidad,
maña, arte, pericia, agilidad o ingenio especial. La noción de destreza implica un
especial cuadro de habilidad y pericia, no necesariamente excepcional, que sea
suficiente para eludir la atención de un hombre común y corriente para sustraer los
bienes que se hallan dentro de su inmediata y directa esfera de vigilancia. Para el
desaparecido Peña Cabrera (1177), la destreza presupone una actividad disimulada,
que no permite al sujeto pasivo percatarse de la intención del ladrón, de lo contrario
este podría oponer resistencia en defensa de los bienes que trae consigo. Actúan
con destreza aquellas personas que se dedican a sustraer billeteras aprovechando
las combis abuses llenos de pasajeros; o cuando el agente haciendo uso de una
habilidad especial con los dedos (los sacara) sustrae las billeteras de los bolsillos de
los transeúntes sin que este se de cuenta; o también cuando se sustrae bienes
muebles abriendo la puerta de los vehículos haciendo uso de llaves falsas o
ganzúas (modalidad del peine).
El fundamento de la agravante radica en el aprovechamiento que hace el agente de
circunstancias de pericia, maña o arte para vulnerar la normal vigilancia del sujeto
pasivo que tiene sobre sus bienes. La especial habilidad o rapidez con que actúa el
agente debe ser utilizado conscientemente como un medio para vulnerar la esfera
de vigilancia del sujeto pasivo. Es decir, el agente debe querer actuar con especial
habilidad para lograr su objetivo, caso contrario, si llega a determinarse que el
agente actuó con aparente destreza pero que en realidad no era consciente de tal
situación, la agravante no se presenta. Nuestra Corte Suprema por Ejecutoria del 04
de setiembre de 1997 sostiene que "el arrebatamiento del monedero de la agraviada
cuando se encontraba en un mercado, se subsume dentro de los alcances del inciso
cuarto del artículo 186 del Código Penal vigente toda vez que en el accionar del
agente ha primado la destreza para apoderarse del monedero, no habiendo ejercido
violencia física sobre la víctima" (1178) o

No le falta razón al profesor Rojas Vargas (1179), cuando enseña que por lo general,
los hurtos cometidos sobre personas ebrias, drogadas o dormidas no se inscriben en
el contenido modal de la destreza. La clandestinidad con la que se efectúa el hurto,
a la que aludía el artículo 329 del Código Penal de 1863, en cuanto significa "a
escondidas" o "secretamente", por definición no integra el contenido de la destreza,
pues ello es característica del hurto básico o simple.

c.2. Hurto por escalamiento.

Como la anterior agravante, esta también supone cierta habilidad o pericia en el


agente. En efecto, la conducta desarrollada por el sujeto activo del hurto se
encuadrará en la agravante cuando para sustraer y apoderarse ilícitamente del bien
mueble total o parcialmente ajeno, actúe superando corporalmente los obstáculos
dispuestos como defensas preconstituidas de
cercamiento o protección del bien (cercos, muros, rejas, paredes, etc.) mediante el
empleo de un esfuerzo considerable o de gran agilidad. No hay escalamiento sin
esfuerzo significativo por parte del agente.
La modalidad de escalamiento debe ser comprendido desde un criterio teleológico,
esto es, en función a los fines político-criminales y dogmáticos que fundamentan la
agravación. Vale decir, solo cuando el escalamiento exteriorice una energía criminal
compatible con la necesitada en la superación de obstáculos o defensas
predispuestas, de tal modo que se deja fuera del texto de la agravante, situaciones
donde la energía o esfuerzo criminal es mínimo o los obstáculos son fácilmente
vencibles en consideraciones promedio (1180).

En suma, para estar ante la agravante deberá verificarse la concurrencia sucesiva


de las siguientes circunstancias o elementos: primero, la existencia de defensas que
protegen directa o indirectamente el bien objeto del delito; segundo, se verificará el
despliegue de una energía física considerable o gran agilidad por parte del agente
para sobrepasar y vencer las defensas de protección; y, tercero, sustracción y
apoderamiento del bien que motivó el escalamiento. Este último elemento resulta
trascendente, pues para consumarse el delito de hurto necesariamente se exige
apoderamiento, esto es, posibilidad del agente de poder disponer libremente del bien
ilegítimamente sustraído, por lo que muy bien el escalamiento también puede
producirse para salir de la esfera de protección de la víctima. En esa línea, si el
sujeto es sorprendido antes que se produzca el real apoderamiento estaremos frente
a una tentativa de hurto agravado.

c.3. Hurto mediante destrucción de obstáculos

Constituye otra agravante el hecho de destruir o inutilizar las defensas inmediatas o


mediatas preconstituidas sobre el bien mueble que pretende apoderarse el sujeto
activo. Por destrucción debe entenderse toda acción que inutiliza o coloca en
situación de inservible la defensa u obstáculo que protege los bienes de la víctima.
Aquí hay aumento del disvalor del injusto penal, pues para lograr su objetivo, el
agente hace uso de la violencia sobre las cosas que protegen los bienes de la
VÍctima. Se presentará la agravante cuando el agente por ejemplo, hace un forado
en la pared o techo de la vivienda de su víctima; rompe la ventana de un vehículo
para sustraer un equipo de radio; destruye la caja fuerte utilizando explosivos, etc.

Los daños ocasionados a consecuencia de la destrucción de las defensas de los


bienes, quedan subsumidos en el hurto agravado. Aun cuando esto aparece obvio,
existen operadores jurídicos que todavía califican por separado al hurto agravado
con los daños e incluso con violación de domicilio. Defecto que se produce por
desconocimiento de los principios generales del derecho penal que la jurisprudencia
felizmente viene superando. La Sala Penal de la Corte Suprema por Ejecutoria del
25 de octubre de 1995, subsanando el defecto apuntado, dejó establecido que "si
para perpetrar el evento delictivo se ha causado la destrucción del techo de la
vivienda ello constituye hurto agravado. Los daños causados a la propiedad no
constituye un ilícito independiente al de hurto agravado sino consecuencia de este
último" (1181).

Defensas u obstáculos directos o inmediatos son por ejemplo, las cajas de seguridad
que contienen el dinero o los valores, las maletas o maletines cerrados con llave u
otros mecanismos de seguridad, el cofre, baúl, gaveta, armarios, cómodas, etc., así
como sus cerraduras, candados, dispositivos de seguridad (mecánica, eléctrica o
electrónica). Son defensas indirectas o mediatas las paredes, muros, techos,
ventanas, enrejados, cercos eléctricos, etc. que protegen el inmueble (1182).

c.4. Hurto por rotura de obstáculos

Se configura esta agravante cuando el sujeto activo con la finalidad de apoderarse


ilegítimamente del bien, en forma intencional ocasiona la fractura, ruptura, abertura,
quiebra, destrozo o desgarro de las defensas preconstituidas sobre el bien. Aquí no
hay destrucción o inutilización de los objetos que conforman las defensas, sino
simplemente fracturas o rupturas suficientes para hacer posible el apoderamiento del
bien objeto del hurto; por ejemplo estaremos ante esta modalidad cuando el agente
utilizando un instrumento de fierro denominado "pata de cabra" fractura el candado
que asegura la puerta de ingreso a la vivienda de la víctima.
Con toda razón Rojas Vargas (1185), enseña que la rotura de obstáculos supone
vencer defensas con un mínimo de destrucción que no hace perder la estructura de
la defensa, ni arruina su individualidad como objeto. Rotura es desunión violenta de
las partes de una cosa, con posibilidades de más o menos restitución de la
integridad de dicho objeto.
Las modalidades de destrucción y de rotura son totalmente diferentes.
En un caso concreto se presentan en forma independiente, esto es, donde se alega
destrucción no puede a la vez alegarse que hay rotura, y donde hay rotura no puede
alegarse a la vez que ha hay destrucción. En un caso concreto o hay rotura o hay
destrucción. Todo depende de la magnitud del daño ocasionado al obstáculo que
configura la defensa de los bienes de la víctima. En esa línea, algunos tratadistas
peruanos no tienen claro tal diferencia, pues denotando que lo consideran términos
sinónimos afirman que destruir o roturar consiste en fracturar los obstáculos
empleando un esfuerzo material y físico (fuerza) sobre los elementos y mecanismos
de seguridad o cercamiento colocados por el propietario o poseedor para proteger
sus bienes (1184). En igual sentido Bramont-Arias Torres/GarcÍa Cantizano (1185).

Finalmente, la destrucción o rotura de las defensas del bien objeto del hurto deben
ser realizadas con dolo por parte del agente, esto es, deben ser ocasionados con
intención. Si llega a determinarse que la rotura o destrucción se debió a negligencia,
caso fortuito o a la poca resistencia de la defensa, las agravantes no aparecen.

d. Con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad publica o desgracia


particular del agraviado

El inciso cuarto del artículo 186 del código sustantivo recoge hasta cinco
modalidades o circunstancias que agravan la figura del hurto. La doctrina peruana
por consenso esgrime que el fundamento de estas agravantes radica en el
abandono o debilitamiento de las posibilidades de defensa de sus bienes por parte
de la víctima al atravesar cualquiera de las calamidades anotadas; así mismo por el
mayor disvalor de la conducta del agente, quien se aprovecha, para hurtar, de la
indefensión que producen los desastres, circunstancias que el derecho en su
conjunto, la convencionalidad social y el espíritu de solidaridad exigen conductas
altruistas y de socorro (1186). Pero veamos en qué consiste cada una de estas
hipótesis:

d.l. Hurto con ocasión de incendio

Se verifica esta agravante cuando el agente o sujeto activo aprovechando un


incendio que necesariamente causa zozobra y confusión en la víctima, le sustrae
sus bienes muebles. Se entiende por incendio un fuego de gran magnitud,
incontrolable por la conducta de una persona. La frase con ocasión de incendio nos
da a entender que no necesariamente el hurto tiene que darse en el lugar del
incendio sino, también puede producirse en lugares adyacentes o cercanos al
desastre. Lugares de los cuales la víctima se aleja para concurrir al lugar dd incendio
y tratar de controlarlo y salvar sus bienes- El agente aprovecha la confusión natural
que produce el siniestro en el espíntu de su VÍctima. El hurto debe perfecclOnarse
durante el incendio, esto es, desde que se inicia hasta que es controlado. Si se llega
a determinar que el hurto se produjo después del incendio, debido que el agente se
puso a remover los escombros y se lleva un bien mueble de la víctima, estaremos
ante un hurto simple y no ante la agravante.

d.2. Hurto en inundación

Se perfecciona la agravante cuando el agente realiza el hurto durante o con ocasifln


de una inundación. Se entiende por inundación una gran torrentada de agua,
incontrolable por el homhre que cubren extensos terrenos') p;.. bhciones, originando
muchas veces muerte, destrucción total de las viviendas y en otras, graves daños a
la propiedad como ~-t la integridad física y psicológica de las personas. Las
inundaciones pueden ser a consecuenci:l de la acción de la naturaleza como a
consecuencia de la acción del hombre. En ambos casos puede muy bien
perfeccionarse d hurto agravado. Ante el siniestro las p<:rson'lS abandonan sus
viviendas o lugares donde normalmente defienden sus b,enes, ocasión que es
aprovechada por el agente para perfeccioHar su aduar ilícito y sustraer los bienes.

Los hurt.os pueden producirse igualmente durante la inundación como mientras


duren los efectos de la misma en base a las condiciones de racionalidad y
evaluauón objetiva promedio señaladas para el caso del incendio. La agravante
puede perfeccionarse cuando la torrentada de agua a pasado, toda vez que los
graves aniegos y empozamiento de agua que se produce hace difícil que las
personas vuelvan a sus viviendas, situación que muy bien puede aprovechar el
delIncuente para sustraer bienes muebles con la finalidad de obtener un provecho
patrimonial indebido (1l87).

d.3. Hurto en naufragio

Se· perfecciona la agravante cuando el agent.e aprove!.ihando un naufragio, sustrae


ilícitamente bienes muebles ya sea de la propia embarcación averiada o de los
pasajeros. Se entiende por naufragio toda pérdida o ruina de una embarcación en el
mar, río o lago navegables. El agente del hurto debe tener conciencia o conocer que
la embarcación ha naufragado, caso contrario solo estaremos ante un típico hurto
simple. La agravante se justifica por el hecho que en tales circunstancias la defensa
que ejerce normalmente la víctima sobre sus bienes se debilita, facilitando de ese
modo la comisión del delito.

d.4. Hurto en calamidad pública

Calamidad es toda desgracia o infortunio de grandes proporciones producida por


cualquier causa o factor que afecta a una población o varias. Esta es una fórmula
abierta con la cual el legislador ha querido abarcar otros infortunios que puede sufrir
la población diferentes a los que expresamente se especifica en el artículo 186 del
C.P., los mismos que pueden servir para que los delincuentes se aprovechen y
pretendan obtener utilidad económica indebida en detrimento de las VÍctimas que
aparte de soportar la calamidad deberán soportar la sustracción de sus bienes. El
debilitamiento o anulación de las defensas sobre la propiedad mueble con ocasión
del infortunio, constituye la razón político criminal que fundamenta en estricto esta
agravante, pues caso contrario, de no producirse disminución, abandono o anulación
de la protección de los bienes muebles, obviamente no se presentará la agravante.
La calamidad pública connota una serie de desastres innominados, naturales o
sociales, que provocan estragos en la población, la economía y en el curso propio de
la vida social, los mismos que generan efectos de disminución en la defensa de la
propiedad mueble. Son desastres que adquieren caracteres de gran compromiso
social (local, regional o nacional) afectando a un indeterminado número de personas.
El sentido mismo de la frase calamidad pública, es de por sí delimitante de las
proporciones que debe asumir la desgracia. Como ejemplos podemos indicar a los
terremotos, explosiones volcánicas, estados de hambruna, las pestes, sequías,
guerras civiles, guerras o invasiones extranjeras, etc. (1188).

d.5. Hurto en desgracia particular de la víctima

Esta circunstancia agravante del hurto es la última indicada en el inciso 4 del artículo
186 del Código Penal. Aparece cuando el agente, con el ánimo de obtener un
beneficio económico indebido, aprovechando que su VÍctima atraviesa una
desgracia o infortunio que le toca a su persona o familia, le sustrae ilícitamente sus
bienes muebles. El legislador al indicar el adjetivo "particular" está poniendo el límite
al infortunio. Este no debe comprometer a gran número de personas ni debe tener
irradiación masiva, pues en tal caso estaremos frente a las agravantes antes
comentadas. La desgracia de la cual se aprovecha el sujeto activo, solo debe afectar
al agraviado o a sus familiares o allegados cercanos, a nadie más.
En suma, desgracia particular es todo suceso funesto para la economía, la salud o la
tranquilidad de la víctima, previsible o imprevisible, de origen azaroso, provocado
voluntaria o involuntariamente por terceros, o inclusive autoprovocado por la víctima,
que disminuye las defensas que esta tiene normalmente sobre sus bienes y de cuya
situación se aprovecha el sujeto activo para perfeccionar el hurto (1189). Ejemplo
que la doctrina cita para graficar esta agravante constituye el hurto producido
durante un velorio o cuando el agente aprovechando que su vÍCtima está
inconsciente a consecuencia de haber sufrido un accidente de tránsito, le sustrae la
pulsera de oro que lleva.

e. Sobre los bienes muebles que forma el equipaje de viajero

Antes de indicar en qué consiste esta agravante nos parece necesario señalar qué
debe entenderse por "equip.ye" y por "viajero", pues en la práctica judicial todavía no
se tiene claro tales términos desde la perspectiva jurídico penal. Se entiende por
equipaje todo aquello que el viajero lleva dentro de una maleta, mochila, bolsa,
alfoIja, costalillo, etc. por razones de propia necesidad, comodidad o finalidad
personal como por razones relativas a su profesión o finalidad de viaje. Se descarta
de ese modo, que constituya equipaje todos aquellos bienes que lleva puesto el
viajero como su vestido, reloj, sombrero, etc.

Viajero es toda persona que por razones diversas (visita familiar, turismo, negocios,
trabajo, etc.) y en consecuencia llevando equipaje, sale del ámbito de su morada o
domicilio habitual y se desplaza geográficamente de un lugar a otro, utilizando para
tal efecto algún medio de transporte adecuado e incluso caminado. Se entiende que
el viajero debe tener cierta permanencia en el trayecto. Así mismo, tendrá condición
de viajero la persona desde que sale de su domicilio con su equipaje, hasta llegar a
su destino final así en el trayecto realice escalas propias del viaje (1190).
En esta línea del razonamiento, para estar ante la agravante es necesario el
desarraigo de la víctima del ámbito de su domicilio habitual para trasladarse a otro
lugar. Si no hay desarraigo, así la persona lleve equipaje no es considerado viajero
para el derecho penal. En efecto, no es viajero aquella persona que de Ancón, viene
alJirón de la Unión en el centro de Lima y efectúa la compra de diversas prendas de
vestir llevándolas en un maletín. No hay agravante si a esta persona que fue de
compras le sustraen el maletín durante el viaje que realizó del centro de Lima al
balneario de Ancón. El hecho será hurto que muy bien puede agravarse por otras
circunstancias (concurso de dos o más personas), pero nunca por la circunstancia
en análisis.

Teniendo claro tales presupuestos, la agravante se configura cuando el agente


sabiendo que su víctima es un viajero, ilícitamente le sustrae y se apodera de su
equipaje. Es indiferente si la sustracción se realizó en pleno vi.ye o cuando la víctima
estaba descansando por una escala que tuvo que realizar durante el viaje o cuando
esta ingiriendo sus alimentos, etc. Lo importante es verificar que la víctima estaba en
trayecto a su destino fijado. Así mismo, el sujeto activo puede ser cualquier persona,
pudiendo ser un tercero, otro viajero o el conductor del medio de transporte.
El fundamento de la agravante radica en la exigencia de mayor tutela del Estado
sobre los bienes de personas en tránsito, en lugares probablemente extraños a ellas
y acaso tutelar el turismo (1191).

f Mediante el concurso de dos o más personas

La consumación en el delito de hurto agravado, perpetrado con el concurso de dos o


más personas, se produce cuando los agentes se apoderan de un bien mueble total
o parcialmente ajeno, privándole al titular del bien jurídico del ejercicio de sus
derechos de custodia y posesión del bien mueble, asumiendo de hecho los sujetos
activos la posibilidad objetiva de realizar actos de disposición de dicho bien (1192) o
Esta agravante quizá sea la más frecuente en la realidad cotidiana y por ello haya
sido objeto de un sin número de pronunciamientos judiciales aun cuando no se ha
logrado establecer su real significado. Los sujetos que se dedican a hurtar bienes
siempre lo hacen acompañados con la finalidad de facilitar la comisión de su
conducta ilícita pues por la pluralidad de agentes merman o aminoran en forma
rápida las defensas que normalmente tiene la víctima sobre sus bienes; radicando
en tales presupuestos el fundamento político criminal de la agravante.

En la doctrina peruana y por tanto en nuestra jurisprudencia siempre ha sido un


problema no resuelto el hecho de considerar o no a los partícipes en su calidad de
cómplices o instigadores en el hurto agravado. Es decir, la existencia de cómplices o
instigadores en un hurto, configuran o no la agravante. Al respecto existen dos
vertientes o posiciones. Una posición considera que los partícipes entran en la
agravante. Para que se concrete esta calificante, sin mayor fundamento afirma Peña
Cabrera (1193), es suficiente que el hurto se realice por dos o más personas en
calidad de partícipes; no es exigible el acuerdo previo, solo es necesario participar
en la comisión del delito de cualquier forma: coautoría, complicidad, etc. En el mismo
sentido Ángeles-Frisancho-Rosas (1194) y Paredes Infanzón (1195).

La otra posición que asumimos, sostiene que solo aparece la agravante cuando las
dos o más personas que participan en el hurto lo hacen en calidad de coautores. Es
decir, cuando todos con su conducta teniendo el dominio del hecho aportan en la
comisión del hurto. El mismo fundamento de la agravante nos lleva a concluir de ese
modo, pues el número de personas que deben participar en el hecho mismo facilita
su consumación por la merma significativa de la eficacia de las defensas de la
víctima sobre sus bienes. El concurso debe ser en el hecho mismo de la sustracción-
apoderamiento. No antes ni después, y ello solo puede suceder cuando estamos
frente a la coautoría. En esa línea, no habrá agravante cuando un tercero facilita su
vehículo para que Juan Pérez solo cometa el hurto. Tampoco cuando un tercero
induce o instiga a Juan Pérez para que hurte bienes de determinada vivienda.

Con Rojas Vargas (1196) afirmamos que para la legislación penal peruana cometen
delito quienes lo ejecutan en calidad de autores; el inductor o instigador no comete
delito, lo determina; los cómplices no cometen delito así concursen con un autor o
coautores, ellos colaboran o auxilian. Por lo mismo, la agravante solo alcanza a los
autores o coautores del delito. Ni a la autoría mediata, donde el instrumento es
utilizado y por lo mismo no comete jurídico-normativamente el delito, ni la
instigación, donde quien comete el delito es tan solo el inducido o autor directo,
articulan hipótesis asimilables o subsumibles por la circunstancia agravante en
referencia. En el mismo sentido Javier Villa Stein (1197).
Entre los coautores debe existir un mínimo acuerdo para perfeccionar el hurto. No
obstante tal acuerdo no debe connotar permanencia en la comisión de este tipo de
delitos, pues en tal caso estaremos ante una banda que configura otra agravante
diferente.

2.2. Agravantes sancionadas con pena privativa de libertad no menos de cuatro ni


mayor de ocho años:

a. Por un agente que actúa en calidad de integrante de una organización destinada a


perpetrar hurtos

Aquí estamos ante una agravante por la condición o cualidad del agente.
La agravante se configura cuando el autor o coautores cometen el delito de hurto en
calidad de integrantes de una organización destinada a cometer hechos punibles. El
legislador se ha cuidado en usar el término banda que resulta demasiado
complicado para definido y más bien ha hecho uso del término organización para
abarcar todo tipo de agrupación de personas que se reúnen y en forma mínima se
organizan para cometer delitos con la: finalidad de obtener un provecho patrimonial
indebido.
El agente será integrante de una agrupación delictiva cuando haya vinculación
orgánica entre este y aquella, concierto de voluntades entre el agente y los demás
miembros de la organización y vinculación funcional entre el agente yel grupo.
Configurándose la agravante cuando el autor o coautores cometan el hurto en
nombre o por disposición del grupo. Si se determina que aquel actuó solo sin
conocimiento de la organización a la que pertenece o porque dejó de ser miembro
de aquella, la agravante no se verifica.

Roy Freyre (1198), comentando el artículo 238 del Código Penal derogado, que
recogía esta agravante pero refiriéndose exclusivamente a "banda", enseña: para
configurarse la modalidad que estudiamos se requiere que el autor material de la
acción, aparte de estar de hecho adscrito a una banda, también actúe en nombre de
la misma. Deberá pues ..:.sigue afirmando Roy- existir por lo menos una conexión
ideológica entre el agente y su organización delictiva, de tal manera que su conducta
ilícita, más que la toma de una decisión exclusivamente personal, sea el vehículo
que canaliza la manifestación de un concierto previo de varias voluntades.

Esta agravante puede entrar en concurso con el supuesto de hecho previsto en el


artículo 317 del Código Penal, denominado asociación ilícita para delinquir tan de
moda en estos tiempos que se procesan casos de la mayor corrupción descubierta
en las altas esferas del Estado Peruano. Sin embargo, por el principio de
especialidad y por la redacción de la agravante, esta subsume al supuesto de hecho
del artículo 317.
b. Sobre bienes de valor científico o que integran el patrimonio cultural de la nación
Estamos ante dos circunstancias agravantes por la cualidad del objeto del hurto. Se
configuran cuando el agente sustrae ilícitamente bienes de valor científico o cuando
lo hace sobre bienes que integran el patrimonio cultural de la nación. El fundamento
de las agravantes radica en su importancia y significado de los bienes objeto del
hurto para el desarrollo científico del País y por su legado histórico, artístico y
cultural de los mismos. Por los bienes que conforman el patrimonio cultural se
conoce el pasado histórico de la nación. ¿Pero qué bienes tienen valor científico y
cuáles pertenecen al patrimonio cultural de la nación? Responder a tales preguntas
rebasa la labor del operador jurídico penal, quien tiene que recurrir a normas o
disposiciones extrapenales para poder determinar si estamos ante alguna de las
cualidades que exige la norma penal.

Resulta difícil saber qué bienes tienen valor científico y cuáles no. Correspondiendo
al juez determinar tal calidad en cada caso concreto. Para ello sin duda, necesitará
la concurrencia de personas calificadas en bienes de valor científico para saber si se
trata de bienes de tales características. A modo de ejemplo, podemos decir que
bienes con valor científico serían máquinas o instrumentos médicos de alta
precisión, riñones o corazones artificiales, microscopios o telescopios electrónicos,
aparatos y dispositivos higrométricos, espectógrafos de última tecnología, ete., así
como bienes de utilidad científica como material genético depositado en recipientes,
cultivo de virus para estudio e investigación médica, fármaco s en proceso de
ensayo o experimentación, compuestos químicos-radioactivos, ete. No interesa tanto
el valor económico del bien, sino su valor científico, así como que el agente debe
conocer tales cualidades (1199).
En tanto que bienes que integran el patrimonio cultural de la nación son todos
aquellos que constituyen testimonio de la creación humana, material o inmaterial
expresamente declarados por su importancia artística, científica, histórica o técnica.
Por medio de ellos las generaciones humanas presentes y por venir conocen su
pasado histórico. Para saber si estamos ante un bien que integra el patrimonio
cultural de la nación, el operador jurídico debe recurrir a la vigente Ley Nº 24047 de
1985 que establece en forma mas o menos clara lo que se entiende por bienes que
conforman el patrimonio cultural de la Nación. El artículo 2 de la citada ley prescribe:
Se presume que tiene la condición de bienes culturales, los bienes muebles e
inmuebles de propiedad del Estado y de propiedad privada, de las épocas
prehispánicas y virreynal, así como aquellos de la republicana que tengan
importancia artística, científica, histórica o técnica. Dichos bienes, cualquiera que
sea su propietario, son los enumerados en los artículos 1 y 4 del Convenio
UNESCO-1972 y artÍCulos 1 y 2 del Convenio de San Salvador 1976.

Esta agravante constituye una excepción a los delitos contra el patrimonio, pues
aquí no interesa el valor económico que pueda tener el bien sustraído; tampoco
interesa que el agente saque provecho económico del mismo, debido que muy bien
puede sustraerlo para tenerlo como adorno o tenerlo en su colección, etc. Lo único
que interesa saber es si el bien tiene valor cultural expresamente reconocido y el
agente conoCÍa de tal cualidad, caso contrario solo estaremos ante a la figura del
hurto simple.

Para estar ante la agravante, la sustracción debe hacerse de museos o de lugares


donde los bienes de valor cultural se encuentren protegidos; si por el contrario la
sustracción se hace de yacimientos arqueológicos la agravante no aparece
configurándose mas bien el delito contra el patrimonio cultural previsto en los
artículos 226 y siguientes del C.P. Así mismo, si por ejemplo, primero se produjo la
sustracción-apoderamiento y después el agente lo saca o extrae del país, se
presentará un concurso real de delitos entre hurto agravado y el delito previsto en
alguno de los artÍCulos 228 o 230 del Código Penal. En tal sentido, se aplicará la
pena del delito más grave. Si concurre el hurto con lo previsto en el artÍCulo 228 se
aplicará la pena de este artÍCulo y en caso que concurra con lo dispuesto en el
artÍCulo 230 se aplicará la pena del hurto agravado. De ningún modo habrá
concurso aparente de leyes como sostiene Bramont-Arias- GarCÍa Cantizano (1200).
c. Mediante la utilización de sistemas de transferencia electrónica de fondos, de la
telemática en general o la violación del empleo de claves secretas.

Aquí aparecen tres supuestos que en doctrina se les denomina en forma equivocada
delitos informáticos. No le falta razón a Bramont-Arias Torres (1201) cuando el
referirse al bien jurídico que se protege con los delitos informáticos afirma que en
realidad no existe un bien jurídico protegido con aquellos, porque en verdad no hay,
como tal un "delito" informático. Este no es más que una forma o método de
ejecución de conductas delictivas que afectan a bienes jurídicos que ya gozan de
una específica protección por el derecho penal.

Esa postura ha tenido claro el legislador y ha optado por introducir a los mal
llamados delitos informáticos como modalidades de comisión de conductas delictivas
ya tipificadas, aun cuando después como veremos más adelante, ha creado tipos
penales que tipifican los delitos informáticos. No obstante, estos últimos nada tienen
que ver con las circunstancias que ahora nos ocupa.

De ese modo, encontramos reunidas tres circunstancias que agravan la figura


delictiva del hurto: Primero, cuando este se realiza mediante la utilización de
sistemas de transferencia electrónica de fondos; segundo, cuando el hurto se
efectúa por la utilización de la telemática en general; y, tercero, cuando el hurto se
produce violando claves secretas. Estas circunstancias agravantes tiene naturaleza
de materialización distinta aun cuando la finalidad sea la misma: obtener provecho
económico indebido por parte del agente en perjuicio de la VÍctima.

Las agravantes se justifican por el medio que emplea el agente en la sustracción.


Esta fórmula no tiene antecedente legislativo y es por ello su agrupamiento en un
solo tipo penal, conductas matizadas y complementarias entre sÍ. Veamos en qué
consiste cada uno de los supuestos previstos:

c. 1. Utilización de sistemas de transferencia electrónica de fondos

La transferencia electrónica de fondos se entiende como aquel procedimiento que se


realiza a través de un terminal electrónico, instrumento telefónico u ordenador, por el
cual se autoriza un crédito o un débito contra una cuenta o institución financiera.
Este sistema de transferencia de fondos esta referido a la colocación de sumas de
dinero de una cuenta a otra, ya sea dentro de la misma entidad financiera, ya a una
cuenta de otra entidad financiera, o entidad de otro tipo, ya sea pública o privada,
manifestándose tal hecho en el reflejo de un asiento contable (1202).

En otros términos, transferir electrónicamente fondos es trasladar, movilizar,


desplazar dinero de una cuenta a otras sin recibos, firmas ni entregas materiales y
sobre todo, sin remitir o enviar fisicamente el dinero.
El profesor Rojas Vargas (120!) enseña que las modalidades comisivas de la
agravante en comentario pueden ser: apoderamiento cargando a la cuenta del
acreedor -más allá de lo pactado- los fondos derivados de la cuenta o de la taljeta de
crédito del deudor; incursiones a las cuentas bancadas del agraviado para desviar
fondos a cuenta de terceras personas; adulteración del saldo de una cuenta en base
a transferencias apócrifas; concesión de créditos a personas o instituciones
inexistentes; utilizar taIjetas de débito para sustraer dinero de cajeros automáticos,
etc.
Para graficar cómo puede materializarse la agravante cabe citar uno de los casos
que cuenta Bramont-Arias Torres en la introducción de su trabajo "El delito
informático en el Código Penal peruano" editado por el fondo editodal de la
Universidad Católica (1204): "Las autoddades del Distrito de Columbia anuncian que
cuatro individuos han llevado a cabo un importante fraude informático, a través de
manipulaciones de datos efectuadas desde un terminal de computadora de cierta
entidad bancaria local. Tras seleccionar cuentas de ahorro que no habían registrado
movimiento alguno durante un largo pedodo de tiempo, habían transfeddo sus
fondos a otras cuentas ficticias, abiertas por el grupo bajo nombres falsos, y de las
cuales retiraron las correspondientes sumas con posterioridad. {U no de los
individuos había estado empleado en la institución afectada)".

En nuestra realidad, el hurto mediante transferencia de fondos se constituye en una


de las formas más frecuentes de sustracción y apoderamiento de dinero a . través
de medios electrónicos en entidades bancadas, no obstante muchas veces no se
denuncia para evitar desconfianza de los usuados en el sistema financiero, situación
que odgina el alto índice de la cifra negra de la cdminalidad informática. En los
contados casos que se han denunciado, la judsprudencia nacional ha respondido
positivamente; como ejemplo tenemos la Resolución Supedor de fecha 15 de
setiembre de 1997, por la cual confirmando la sentencia del Juzgado penal afirma
"que la incriminación hecha por la entidad bancaria contra los procesados ha
quedado demostrada de la siguiente forma: que de fojas diecinueve a fojas
veinticuatro corre el listado del cajero automático y el movimiento de dos cuentas
mediante el cual y a pesar de la insuficiencia de fondos en cada cuenta retiraron
ocho mil noventa y nueve soles el mismo día veintiocho de febrero de mil
novecientos noventa y seis; que para cometer tales hechos el agente infractor
previamente realizó doce transferencias de cuentas de terceros a la cuenta
contiahorro correspondiente a la procesada y poner en práctica el hurto de la
cantidad antes referida; que por otro lado la complicidad de ambos procesados está
demostrado al haberse hecho uso de la tarjeta de la justiciable así como la cuenta
de Méndez Rodríguez, amen de la aceptación de los hechos y el reconocimiento de
pago por el abogado defensor del último de los mencionados" (1205) .

c. 2. Mediante la utilización de la telemática en general

La agravante se configura cuando el agente haciendo uso de la telemática,


entendida como el tratamiento de información a distancia haciendo uso de las
telecomunicaciones asociadas a la informática (el Internet, comercio electrónico) ,
sustrae ilícitamente bienes valorados económicamente en su beneficio.

La telemática o la ciencia de la comunicación a distancia, usando los soportes


tecnológicos de la electrónica, informática y las telecomunicaciones, en su
dimensión práctica y operacional, es en la actualidad la actividad de punta en el
comercio electrónico, las comunicaciones en general y la exposición de servicios
múltiples (educativos, médicos, científicos, etc.) a escala mundial (1206). De allí que
las personas con la finalidad de obtener un provecho económico no tengan
miramientos para cometer hurtos haciendo uso de los servicios que brinda el Internet
como son la página web, el correo electrónico entre los más estandarizados. Así
estaremos ante la agravante en análisis cuando el sujeto activo se apodere de
información reservada o secreta y valorada económicamente; se apodere de
programas que aún no han salido al mercado; el hurto se realiza mediante
operaciones del cibermercado a través del comercio electrónico, etc.
c. 3. Mediante la violación del empleo de claves secretas

La agravante se configura cuando el agente haciendo mal uso o, mejor dicho, mal
empleo de las claves secretas que sabe o conoce porque le han sido confiadas por
su titular, comete el hurto. Si se llega a determinar que el sujeto activo no tenía las
claves secretas y mas bien entró en conocimiento haciendo uso de la informática o
por otros medios, no se verifica la agravante, subsumiéndose su conducta en las
otras circunstancias ya comentadas, pues en aquellas necesariamente se viola
claves secretas con las cuales se encuentran protegidas las operaciones del
ciberespacio.

Igual razonamiento hermenéutico realiza Rojas Vargas (1207) al sostener que el


violar el empleo de claves secretas no tiene tanto un sentido técnico de penetración
informático-electrónica a las claves, como sí el uso indebido de ellas hecho por
personas que han logrado (o tienen) el acceso a las mismas debido a los roles
propios de sus atribuciones profesionales y técnicas como por especiales
vinculaciones al titular de la clave (el analista de banco o financiera, el funcionario
que custodia la base de datos, el personal de confianza que maneja la taxjeta
magnética del titular, etc.) y que hacen aplicación ilícita de su especial
posicionamiento de conocimiento privilegiado en las operaciones electrónico-
telemáticas.

En tal sentido, resulta desatinado Bramont-Arias Torres (1208) al sostener que esta
agravante protege la obtención de claves secretas tanto por medios informáticos
como utilizando otros medios, distintos a los informáticos, para su posterior empleo
accediendo a estos sistemas. Lo cierto es que el agente posee lícitamente las claves
secretas, las mismas que indebidamente las utiliza para obtener un provecho ilícito
sustrayendo o disponiendo del patrimonio ajeno.

d. Utilizando el espectro radioeléctrico

Esta agravante ha sido introducida por la Ley Nº 28848, con la finalidad de cubrir en
forma aparente una omisión del legislador del Código de 1991, toda vez que en el
artículo 185 se extendió la figura de hurto a la apropiación ilícita del especu'o
electromagnético, sin embargo en el artículo 186 que regula las agravantes, no se
contempló una estipulación especial referida al hurto electromagnético, que por su
modalidad de ejecución tiene características particulares.

En la exposición de motivos del Proyecto de la Ley Nº 28848 del 27 de julio de 2006


(1209), se afirma que "es necesario tener en cuenta que el delito de hurto del
espectro radioeléctrico que ocurre en la operación de estaciones ilegales, por sus
características, constituye un delito premunido de circunstancias agravadas por
cuanto implica la participación de un grupo de personas que por lo general
constituye una empresa de tipo familiar que confluye en la perpetración del hecho
delictivo y en cuya comisión se puede identificar a toda una "red", que va desde el
fabricante de transmisiones de radiodifusión hasta aquellas personas que contratan
publicidad con las estaciones clandestinas".

Entendido el espectro electromagnético como aquel campo de energía natural


formado por la ionósfera -frarúa de la atmósfera terrestre que comprende a partir de
los 50 km, hasta un límite variable de 700 a 1000 km-, a través de la cual se
desplazan y distribuyen las diversas ondas radioeléctricas lanzadas desde la tierra
por estaciones emisoras para efectos de las telecomunicaciones a mediana y gran
escala, la agravante se configura cuando el agente utilizando el espectro
radioeléctrico hurta (o mejor usa) el espectro electromagnético para la transmisión
de telecomunicaciones ilegales o mejor clandestinas.

La agravante se justifica toda vez que la interferencia de una transmisión clandestina


o ilegal afecta entre otros aspectos, la banda de navegación aeronáutica y servicios
de telecomunicaciones debidamente autorizadas, lo que de hecho acarrea daños
para la colectividad, así como la utilización de bienes y equipos de los
concesionarios (1210).

e. Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica

En primer término, resulta pertinente señalar quién es víctima en los delitos contra el
patrimonio. En este aspecto, no hay mayor discusión en la doctrina considerar
VÍctima del delito de hurto a aquella persona que por efecto del actuar ilícito del
agente ha visto disminuido su patrimonio. La víctima puede ser una persona natural
o jurídica.

En esa línea, se presenta la agravante cuando la VÍctima o la familia que depende


directamente de aquella, como consecuencia del hurto han quedado desprovistas de
los recursos económicos indispensables para satisfacer sus necesidades y de su
familia. Sin embargo, para que opere la agravante no es necesario que la VÍctima
quede en la pobreza o indigencia absoluta, solo se exige que esta quede en una
situación patrimoniál dlifícil, de cierto agobio e inseguridad, el mismo que puede ser
temporal o permanente.

Se verifica la agravante cuando el agente conoce o percibe una variación notoria de


la economía en que deja a la víctima o a su familia; el dolo directo se ve así
reforzado por el conocimiento de tal circunstancia. Caso contrario, si el sujeto activo
al momento de actuar no se representó tal situación, la agravante no aparece
(1211).

f Con empleo de materiales o artefactos explosivos para la destrucción o rotura de


obstáculos

La agravante se fundamenta en la peligrosidad de los medios empleados por el


agente para lograr su propósito. Esta modalidad constituye una agravante de la
circunstancia también agravante ya comentada prevista en el inciso 3 de la primera
parte del artículo 186 del Código Penal. Aquí se exige que la destrucción o rotura de
obstáculos se realice utilizando materiales o artefactos explosivos. El uso de estos
medios que ponen en peligro la vida y la integridad física o mental de las personas
así como el patrimonio de terceros, justifica la presencia de la agravante.

Materiales explosivos son todas aquellas sustancias o compuestos químicos


susceptibles de generar explosión al entrar en contacto, ya sea provocado o
accidental. En tanto que artefactos explosivos son todos aquellos artificios diseñados
para hacer explosión y generar efectos destructores.
2.3. Agravantes sancionadas con pena privativa de libertad no menor de ocho ni
mayor de quince años:
a. Cuando el agente actúa en calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una
organización destinada a perpetrar hurtos
Esta circunstancia agravante prevista en la última parte del artÍCulo 186 que se
agrava por la condición, rango o calidad del sujeto activo, sin justificación racional,
rompe con el derecho penal de acto para dar paso al derecho penal de autor que
con razón Rojas Vargas (1212) afirma, es repudiable al igual que la responsabilidad
objetiva como forma de imputación por contravenir los principios que rigen el
derecho punitivo contemporáneo.

La agravante exige la concurrencia de dos elementos: Primero, el agente debe


actuar en calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una organización delictiva;.y,
segundo, esta organización debe estar destinada o debe tener como actividad o
finalidad la comisión de delitos contra el patrimonio. Para determinar si estamos ante
una organización delictiva el operador jurídico deberá verificar si esta tiene cierta
permanencia en el tiempo y existe separación de funciones o roles entre sus
integrantes. No necesariamente se exige que la organización tenga una especie de
estatuto o reglamento interno de cumplimiento obligatorio, sino por la forma de
comisión reiterada de hechos parecidos, sus propios integrantes identifican al jefe,
cabecilla o dirigente. El agente será identificado como tal y será merecedor a la
sanción prevista cuando concurre la agravante en comentario, siempre que actúe
liderando una organización de tres o más personas cuya finalidad sea cometer
hurtos.

Con tal razonamiento, no compartimos el criterio rígido expresado por Rojas Vargas
(1m) al definir como jefe a quien tiene la máxima prerrogativa o jerarquía dentro de
la organización delictiva; dirigente, en cambio, es quien desde roles definidos y
precisos conduce orgánicamente las acciones delictivas, por lo general en relación
de subordinación al jefe. La organización puede tener varios dirigentes según áreas
o zonas; y, será cabecilla, quien cumple funciones de liderazgo en determinados
actos delictivos pudiendo haber sido nominado por el jefe o dirigente o surgir
producto de los hechos. Pues estos rótulos varían dependiendo de qué tipo de
organización se trate. Sin duda, si solo se tratara de bandas, lo expresado por el
citado autor tendría perfecta cabida, sin embargo como ha quedado establecido, el
legislador al referirse a organizaciones, ha tratado de englobar a todo tipo de grupos
que se dedican a cometer delitos contra el patrimonio. Grupos que por ejemplo, en
lugar de jefe tienen cabecilla.

Esta agravante complementa la hipótesis prevista en el inciso 1 de la segunda parte


del tipo penal del artículo 186 del C.P., en el sentido que aquel supuesto prevé la
conducta del integrante de la organización, en tanto que esta, prevé la conducta del
líder de la organización. En consecuencia, según la condición del agente dentro de
la organización se le impondrá la pena correspondiente que comparativamente se
diferencia en forma apreciable.

3. PENALIDAD

De presentarse cualquiera de las hipótesis previstas en los primeros seis incisos del
artículo 186, la pena será privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis
años. En tanto que si se presentan los supuestos de los cinco siguientes incisos la
pena será privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho. Mientras que si
se verifica la concurrencia de la agravante prevista en la última parte del artículo
186, la pena privativa de libertad será no menor de ocho ni mayor de quince años.

Subcapítulo 3

Hurto de uso

1. TIPO PENAL

El artículo 187 regula el denominado hurto de uso que no tiene antecedente en la


legislación penal peruana. Aparece como una atenuante o minorante de las
conductas delictivas ya comentadas. En tal sentido Rojas Vargas (1214) afirma que
el hurto de uso, conocido también como hurto de uso impropio ingresa así en
nuestro Código Penal para racionalizar -relativamente-la aplicación del hurto común
a supuestos de hecho de mínima ilicitud penal.
De ese modo, se concluye que la frecuencia de hurtos de bienes muebles con la
finalidad de obtener un provecho temporal, justifican la presencia del artículo 187,
pues caso contrario, estas conductas serían sancionadas arbitrariamente por el
artículo 185 o 186 del Código Penal. Así tenemos que el tipo penal del artículo 187
expresamente indica:

El que sustrae un bien mueble ajeno con el fin de hacer uso momentáneo y lo
devuelve será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de un año.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

En doctrina se le conoce como funum usus. La figura delictiva se perfecciona


cuando el agente indebidamente substrae un bien mueble para servirse de él en la
satisfacción de una necesidad con el firme propósito de luego devolverlo. El
propósito de usar el bien implica siempre el de obtener de él un provecho (1215).

El hurto de uso se perfecciona o consuma cuando el agente ilícitamente sustrae un


bien mueble ajeno con la finalidad de utilizarlo (sacarle provecho) momentánea o
temporalmente y después lo devuelve al sujeto pasivo. Si bien el hurto de uso tiene
características similares del hurto simple regulado en el artículo 185 del Código
Penal, también tiene elementos propios que le otorgan autonomía normativa e
independiente hermenéutica jurídica. En efecto, los elementos: devolver el bien
después de sacarle provecho, la intención de no querer quedarse definitivamente
con el bien, solo se produce en bienes totalmente ajenos y no requerirse monto
mínimo en el valor del bien, se constituyen en características propias del hurto de
uso que lo diferencian totalmente del hurto simple.
No obstante, con el desaparecido Raúl Peña Cabrera (1216) podemos concluir que
la distinción entre hurto simple y de uso se hace más evidente con el elemento
subjetivo. Mientras que en el hurto simple el autor se apodera del bien con ánimo de
lucro, es decir, con la intención de obtener una ventaja patrimonial con la
apropiación del bien, en el hurto de uso, el autor obra sin ánimo de apoderarse del
bien para sÍ, esto es, sin querer obtener una ventaja económica con la incorporación
del bien al propio patrimonio, sino trata de obtener una ventaja patrimonial solo con
el uso del bien ajeno para después regresarlo al patrimonio del sujeto pasivo.
Ahora, veamos pedagógicamente en qué consiste cada uno de los elementos típicos
objetivos del hurto de uso:

2.1. Acción de sustracción

Aparece cuando el agente realiza una conducta positiva de sacar o remover el bien
de la esfera de protección de su titular y desplazado a su ámbito de dominio.
Necesariamente debe haber desplazamiento. La idea de desplazamiento, remoción,
alejamiento del bien del ámbito de control es una condición material típica implícita
en la sustracción (1217).

2.2. Mínimo apoderamiento

Se configura cuando el agente después de sustraer el bien ajeno, lo ingresa a su


esfera de dominio y tiene la posibilidad concreta de hacer uso del mismo. Igual como
hemos dejado establecido para el hurto simple, si no hay posibilidad mínima de usar
el bien, todavía no habrá apoderamiento.

2.3. Provecho temporal

Este elemento sigue al apoderamiento que hace el agente del bien ajeno, esto es, el
sujeto activo al hacer uso d<:l bien ajeno, obtendrá un provecho económico. La
mayor de las veces el propio uso ya constituye el provecho requerido por el agente.
Este provecho deberá ser temporal. Por tiempo definido. En esa línea, si en un caso
concreto se determina que a la sustracción no le siguió el aprovechamiento y en tal
situación se devuelve el bien, estaremos ante una tentativa de hurto de uso.

2.4. Momentaneidad del uso del bien


El tipo penal expresamente indica que el agente debe usar momentáneamente el
bien, esto es, en un tiempo corto o breve pero suficiente para hacer un uso del bien
dentro de sus funciones normales; a contrario sensu, si el uso es permanente o por
tiempo largo o indefinido no estaremos ante un hurto de uso sino ante un hurto
simple. Tampoco habrá hurto de uso cuando el agente utilice el bien sustraído para
fines ilícitos como, por ejemplo, cometer otros delitos de los cuales obtenga
beneficio económico. En esa línea, no se configura el hurto de uso cuando el agente
sustrae un vehículo para ser usado en un robo y después es devuelto a su
propietario o legítimo poseedor.

2.5. Devolución del bien

Después de hacer el uso momentáneo del bien, el agente debe devolver o restituir a
su propietario o poseedor el bien sustraído. Se entiende que deberá tratarse del
mismo bien en cantidad y calidad siempre y cuando sea tangible o corpóreo. No es
posible devolver bienes consumibles o fungibles como la energía eléctrica por
ejemplo (1218).

Entre el uso y la devolución no debe mediar más tiempo que el suficiente para
trasladar el bien a la esfera de dominio de la víctima. La devolución o restitución del
bien se halla estrechamente vinculada con la concreción del uso, de forma objetiva
apreciada, sin importar aquí si el uso fue suficiente o no para los propósitos
personales del autor (1219). Entre el uso del bien y la restitución debe mediar el
tiempo estrictamente necesario para restituir. Será exagerado subsumir en el hurto
de uso cuando se verifique en un caso concreto que el agente después de hacer uso
del bien lo guarda para entregarlo o devolverlo después.

Si se verifica que el retardo en la devolución se produce por factores de fuerza


mayor o caso fortuito, no desaparece la figura del hurto de uso, pues al momento de
calificar los hechos, en el operador jurídico, deberá primar la voluntad de devolución
que guía todo el actuar del agente.
La intención del agente de devolver el bien después de usarlo, significa que la
devolución debe ser voluntaria y a propia iniciativa del agente; de tal modo, se
excluye el hurto de uso cuando la devolución se hace a solicitud del sujeto pasivo o
de un tercero o debido que fue descubierto.
Finalmente, la intención de devolver el bien que guía al agente, hace que cuando
concurran alguna de las agravantes previstas en el artículo 186 del Código Penal,
estemos ante concurso real de delitos entre el hurto de uso y el delito que por si solo
configure alguna de las circunstancias previstas en el numeral 186. No hay hurto de
uso agravado. Igual conclusión sostiene Rojas Vargas (1220) al afirmar que el uso y
la devolución de bienes muebles sustraídos en circunstancias de violencia,
intimidación o amenaza grave no son típicas del hurto de uso en la fórmula peruana;
de producirse tales circunstancias en el marco ideal de los componentes básicos del
hurto de uso, afirmarán un delito de coacciones o lesiones de ser el caso, al no
existir en el Código Penal peruano robo de uso, menos hurto agravado de uso.

2.6. Bien ajeno

El objeto del delito debe ser un bien ajeno. A diferencia del hurto simple que se
configura con la sustracción de bien total o parcialmente ajeno, en el hurto de uso el
bien tiene que ser solo ajeno. No hay hurto de uso sobre bienes parcialmente
ajenos, puesto que si el autor de la sustracción es copropietario del bien, significa
que tiene la facultad de usar el bien; en consecuencia, al usarlo momentáneamente
estaría materializando aquella facultad. Que haga un uso excesivo no configura el
hurto en hermenéutica.

2.7. Valor del bien

El valor del bien sustraído en el hurto de uso es un tema debatible por su


contradicción legislativa. En efecto, el artÍCulo 187 ni otra articulación hace
referencia respecto del valor del bien objeto del delito, como si aparece previsto para
el hurto simple del artÍCulo 185 que en aplicación del numeral 444 del Código Penal
se concluye que el valor del bien tendrá que superar las cuatro remuneraciones
mínimas vitales. En tal sentido, se entiende que habrá hurto de uso sobre un bien de
mínimo o escaso valor económico en tanto que si hay hurto simple sobre el mismo
bien estaremos frente a una falta contra el patrimonio y no ante un delito.
Presentadas así las cosas, sin duda la legishlción penal no motiva al hurto de uso
sino por el contrario, al hurto definitivo o simple sobre bienes de escaso valor
económico. Con razón Rojas Vargas (1221) indica que se trata de inconsistencias de
nuestra legislación penal patrimonial que nos pueden llevar a situaciones tan
contradictorias como aquella en la cual quien hurta un bien mueble, cuyo valor
judicialmente estimado es inferior a las cuatro remuneraciones mínimas vitales, si lo
devuelve a su propietario luego de usarlo, será castigado a título de delito, mientras
que si se lo apropia o dispone de alguna u otra forma será procesado y sancionado
a título de faltas contra el patrimonio. Se estaría de esta forma fomentando el
apoderamiento definitivo del bien y no su restitución, consecuencia contradictoria
con los fines de tutela de la norma penal.

En esa línea, corresponde a la jurisprudencia crear racionalmente las pautas a tener


en cuenta respecto del valor del bien objeto del delito de hurto de uso, en tanto que
el legislador no extienda los parámetros del artículo 444 también al hurto de uso.

2.8. Bien jurídico protegido

Respecto del bien jurídico, en líneas generales se pretende proteger el patrimonio,


pero de modo específico es unánime la doctrina peruana en sostener que se tutela
jurídico-penalmente el derecho a usar el bien del que goza el titular del mismo, ya
sea como propietario o poseedor (1222).

2.9. Sujeto activo

Sujeto activo, autor o agente del delito de hurto de uso puede ser cualquier persona
natural a excepción del propietario o legítimo poseedor. Al referirse el tipo penal que
el objeto del hurto debe ser un bien ajeno, es decir, un bien que pertenece a otra
persona, automáticamente se excluye al propietario, al copropietario y al legítimo
poseedor.

2.10. Sujeto pasivo


Sujeto pasivo o víctima puede ser cualquier persona ya sea natural o jurídica que
tenga la titularidad del bien objeto del hurto y por tanto, tenga la facultad de hacer un
uso natural ya sea a título de propietario o legítimo poseedor.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Se trato de un delito netamente doloso, es decir, el agente debe tener conocimiento


y voluntad de sustraer ilícitamente un bien ajeno. Pero además, subjetivamente
deben concurrir dos elementos trascendentes: el animus de obtener un provecho
económico indebido y segundo, la intención firme por parte del agente de devolver o
regresar el bien al patrimonio del sujeto pasivo. A este elemento subjetivo especial
se le conoce como el animus reddend~ es decir, ánimo de devolver (1223).
Si se verifica que en un hecho concreto, el agente no tenía la convicción de devolver
el bien después de usarlo temporalmente, y solo lo devolvió porque le obligaron a
hacerlo, el delito en interpretación no se configura. Tipificándose tal hecho en el
hurto simple.

4. ANTIJURIDICIDAD

El hurto de uso aparece siempre y cuando el agente con conocimiento y voluntad


sustraiga en forma ilícita y use temporalmente el bien objeto de la conducta. Por
ejemplo, el conocimiento y voluntad abarca incluso la intención de devolver el bien a
la víctima. Caso contrario, si se verifica que el agente actuó, por ejemplo, contando
con el consentimiento del propietario o poseedor, la conducta que muy bien puede
ser típica será legítima y por tanto, no habrá antijuridicidad. Constituyendo en tal
caso, una conducta típica e irrelevante penalmente.

5. CULPABILIDAD

Una vez que se verifica que la sustracción ha sido ilícita o ilegítima, corresponderá al
operador jurídico-penal determinar si aquella conducta es imputable personalmente
al agente. Esto es, si aparecen los elementos que conforman lo que se denomina
culpabilidad. En efecto, en esta etapa del análisis de la conducta se determinará si el
agente es mayor de 18 años y no sufre anomalía psíquica. Acto seguido, deberá
determinarse si el agente del hurto de uso conoCÍa la ilicitud de su acto y finalmente,
determinar si pudo actuar de modo distinto a la comisión del hecho punible.
Si llega a verificarse por ejemplo, que el agente actuó creyendo que tenía derecho a
hacer uso del bien, estaremos ante un error de prohibición y por tanto en aplicación
del segundo párrafo del artículo 14 del C.P., la conducta típica y antijurídica será no
culpable teniendo en cuenta que no hay delitos contra el patrimonio a título de culpa.

6. TENTATIVA

Al ser un delito de resultado objetivo y de composición compleja, es posible que la


conducta se quede en el grado de tentativa, esto es, se inicie la ejecución de la
conducta sin lograr el resultado final ya sea por propia iniciativa o por intervención de
terceros. Tan igual como en el hurto simple, habrá tentativa siempre y cuando la
conducta se quede en la sustracción, es decir momentos antes del estado en que el
agente tiene la posibilidad material de usar el bien sustraído. Aquí el aspecto
subjetivo servirá para delimitar racionalmente cuando estamos ante una tentativa de
hurto simple y cuando ante la tentativa de un hurto de uso.

7. CONSUMACIÓN

El delito de hurto de uso se halla consumado con el apoderamiento mínimo del bien
que logra el agente con el fin de usarlo, esto es, cuando se halla en posibilidad real o
potencial de usar el bien, es decir, de disponer de él en su provecho temporal; con el
uso se da inicio al agotamiento del delito. La devolución del bien usado es una
previsión legal político-criminalmente formulada para justificar el minus punitivo, pero
que no integra la tipicidad a efectos de consumar el delito y que se ubica a nivel de
agotamiento del mismo. Se produce así una degradación normativamente
contemplada del injusto penal: de no producirse la devolución el hecho será simple y
llanamente hurto básico de bien ajeno (1224).
Así, tendremos hurto de uso perfeccionado cuando se interrumpa la conducta en
pleno uso del bien o antes que este sea devuelto a su legítimo poseedor, pues aquí
estaremos en la fase de agotamiento del delito, siendo trascendente el aspecto
subjetivo que guió al agente al desarrollar la conducta ilícita. Si se verifica la
intención de devolver el bien después de usarlo, estaremos ante un hurto de uso,
caso contrario se habrá perfeccionado el hurto simple.

De ese modo, resulta inconsistente lo sostenido por Bramont-Arias Torres/García


Cantizano (1225) al enseñar que el delito se consuma cuando el sujeto devuelve el
bien después de haberlo sustraído y usado momentáneamente. Igual postura adopta
Villa Stein (1226).

8. PENALIDAD

El autor del delito de hurto de uso será merecedor de pena privativa de libertad no
menor de dos días ni mayor de un año.

CAPíTULO II

ROBO

SUMARIO: Subcapítulo 1: Generalidades. 1. Naturaleza del delito de robo. 2. Valor


del bien objeto de robo. 3. Diferencias sustanciales entre hurto y robo. Subcapítulo 2:
Robo simple. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Acción de apoderar. 2.2.
Ilegitimidad del apoderamiento. 2.3. Acción de sustracción. 2.4. Bien mueble. 2.5.
Bien mueble total o parcialmente ajeno. 2.6. Violencia y amenaza como elementos
constitutivos del delito de
. robo. 2.7. Bienjurídico protegido. 2.8. Sujeto activo. 2.9. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad
subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa. 7. Consumación. 8.
Ejecutorias vinculantes en materia de robo. 9. Autoría y participación. 10. Penalidad.
Subcapítulo 3: Robo agravado. 1. Cuestión previa. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.
Circunstancias agravantes. 3. Concurso aparente de leyes. 4. Penalidad.
Subcapítulo 1

Generalidades

1. NATURALEZA DEL DELITO DE ROBO

Antes de analizar los supuestos delictivos del robo nos parece necesario exponer
brevemente las teorías que se han planteado en doctrina para explicar la naturaleza
jurídico-legislativa de la figura delictiva de robo. Así tenemos tres teorías:

a. El robo como variedad del hurto agravado

Esta teoría sostiene que como el robo tiene los mismos elementos constitutivos del
hurto como son el mismo bien jurídico protegido, apoderamiento mediante
sustracción, ilegitimidad de la acción, bien mueble total o parcialmente ajeno,
finalidad de lucro, etc., aquel constituye una modalidad del hurto agravado debido
que solo se diferencia por los modos facilitadores de la acción, esto es, el uso o
empleo por parte del agente de la violencia sobre las personas o la amenaza en
contra de las personas. Legislativamente, esta posición tiene cabida en el Código
Penal colombiano, en el cual se regula la figura del robo como una modalidad del
hurto.

Esta postura que en teoría puede ser atinada, técnicamente no es la más afortunada
pues, al menos en nuestra legislación como veremos, muchos supuestos de robo
agravado se diferencian abismalmente de la figura del hurto.

b. El robo como un delito complejo

Teóricos como Bramont-Arias Torres/ GarCÍa Cantizano (1227) sostienen que como
en la figura del robo concurren elementos constitutivos de otras figuras delictivas
como son coacciones, lesiones, uso de armas de fuego, incluso muerte de personas,
estamos ante un delito complejo. Incluso nuestro Supremo Tribunal así lo considera
en la Ejecutoria Suprema del 12 de agosto de 1999 cuando sostiene que "para los
efectos de realizar un correcto juicio de tipicidad, es necesario precisar ciertas
premisas, así tenemos que en el delito de robo se atacan bienes jurídicos de tan
hetmJgénea naturaleza como la libertad, la integridad física, la vida y el patrimonio,
lo que hace de él un delito complejo; que, ello no es más que un conglomerado de
elementos típicos, en el que sus componentes aparecen "tan indisolublemente
vinculados entre sí, que forman un todo homogéneo indestructible, cuya separación
parcial daría lugar a la destrucción del tipo" (1228).

Este razonamiento si bien a primera impresión puede parecer sólido e impecable, se


desbarata inmediatamente al advertir que en la mayoría de delitos concurren
elementos que a la vez pertenecen a otros hechos punibles. En consecuencia,
sostener esta postura significa afirmar que la mayoría de delitos son de naturaleza
compleja, lo cual es jurídico penalmente errado.

Así, en determinados delitos concurran elementos constitutivos que conforman


también la tipicidad tanto objetiva como subjetiva de otros delitos, pero desde el
momento que se combinan con otros elementos en la construcción de un tipo penal,
automáticamente se convierte en un delito autónomo. Incluso las submodalidades se
convierten en supuestos delictivos autónomos. En suma, no es tan cierto que el robo
sea un delito complejo.

C. El robo es de naturaleza autónoma


La posición actual mayoritaria en doctrina sostiene que al intervenir los elementos
violencia o amenaza en la construcción del tipo penal, automáticamente se convierte
en figura delictiva particular, perfectamente identificable y diferenciable de las figuras
que conforman el hurto (1229).
No obstante, no le falta razón a Rojas Vargas (1230) cuando afirma que el consenso
logrado en tal sentido, no puede soslayar cuestionamientos basados en argumentos
de impecable racionabilidad y coherencia discursiva que nos previenen el no olvidar
que, pese a los consensos obtenidos, el robo no es muy diferente al hurto, así como
que su estructura típica no está alejada de la tesis de la complejidad, sobre todo en
el modelo peruano que incluye especies de robo agravado con lesiones, resultados
de muerte y lesiones graves.
2. VALOR DEL BIEN OBJETO DE ROBO

Nos parece importante dejar establecido breve pero en forma tajante que el bien
objeto del delito de robo solo debe tener valor económico así sea mínimo. En
nuestra legislación penal no se exige monto mínimo, como si ocurre con el hurto
simple. La sustracción ilegítima de un bien de mínimo valor económico haciendo uso
de la violencia o la amenaza, constituye el delito de robo. Mucho más si estamos
ante una agravante.
El valor del bien solo tendrá efecto al momento que la autoridad jurisdiccional
determine la pena a imponer al acusado, pues en casos parecidos, por el uso de la
violencia o amenaza, tendrá mayor pena aquel que sustr.go un bien de mayor valor
económico que aquel que sustrajo un bien de escaso valor patrimonial.

3. DIFERENCIAS SUSTANCIALES ENTRE HURTO Y ROBO

De la lectura de los textos de doctrina y de los tipos penales que regula nuestro
Código Penal, las figuras del hurto y el robo tienen claras diferencias.
Pedagógicamente, las diferencias sustanciales y más importantes son las siguientes:

a. Al desarrollarse la conducta del robo necesariamente debe concurrir la


violencia contra la persona o la amenaza con un peligro inminente para su vida o
integridad física; en el hurto aquellos elementos no aparecen, salvo que se haga uso
de la violencia pero contra las cosas.

b. La conducta desarrollada por el agente en el hurto es subrepticia o clan-


destina, esto es, la víctima muchas veces se entera cuando el delito se ha
consumado, en tanto que en el robo, la conducta es evidente y notoria para el sujeto
pasivo.
c. Se exige determinado valor económico del bien sustraído en el hurto simple
en tanto que en el robo básico no se exige cuantía, basta que se determine algún
valor económico.
d. El delito de robo es pluriofensivo, pues aparte de lesionar el patrimonio, ataca
bienes jurídicos como la propiedad, la libertad, la integridad física, la vida de la
víctima; mientras que en el hurto solo se lesiona el patrimonio y a veces la propiedad
cuando se utiliza la violencia sobre las cosas.
e. La pena es mucho mayor para las conductas de robo simple y agravado que
para el hurto simple y agravado.

Subcapítulo 2

Robo simple

l. TIPO PENAL

El antecedente del tipo básico de robo del Código Penal vigente lo constituye el
artículo 237 del Código Penal de 1924 que define. al hurto concordado con el primer
párrafo del artículo 239. El texto original ha sido objeto de modificación, pero solo
referente al quántum de la pena, por la Ley Nº 26319, por el Decreto Legislativo Nº
896 y finalmente por la Ley Nº 27472 publicada el 5 de junio de 2001, quedando el
texto del tipo penal redactado del modo como sigue:

El que se apodera ilegítimamente de un bien mueble total o parcialmente ajeno, para


aprovecharse de él, sustrayéndole del lugar en que se encuentra, empleando
violencia contra la persona o amenazándola con un peligro inminente para su vida o
integridad física, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de ocho años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

"El delito de robo consiste en el apoderamiento de un bien mueble, con animus


lucran di, es decir de aprovechamiento y sustracción del lugar donde se encuentre,
siendo necesario el empleo de la violencia o amenaza por parte del agente sobre la
víctima (vis absoluta o vis corporalis y vis compulsiva), destinadas a posibilitar la
sustracción del bien, debiendo ser estas actuales e inminentes en el momento de la
consumación del evento y gravitar en el resultado" (1251).

De ese modo, la conducta del robo simple se configura cuando el sujeto activo con
la finalidad de obtener un provecho patrimonial, sustrae para sí un bien total o
parcialmente ajeno de modo ilegítimo, haciendo uso de la violencia contra la persona
o la amenaza con un peligro inminente para su vida o integridad física (1252).
Pedagógicamente nuestra Corte Suprema, por Ejecutoria Suprema del 08 de julio de
1999 ha expresado que "el delito de robo se configura cuando existe apoderamiento
ilegítimo por parte del agente de un bien mueble total o parcialmente ajeno, para
aprovecharse de él sustrayéndolo del lugar en que se encuentra; constituyendo
modus operandi del mismo, el empleo de la violencia contra la persona bajo
amenaza de un peligro inminente para su vida o su integridad física, para lograr el
desapoderamiento del bien mueble a efectos de que el agente logre tener
disposición sobre el bien, sin importar el fin o uso que le dé al mismo, ni el tiempo
que transcurra en su órbita de control" (1255).

El robo es un delito de apoderamiento mediante sustracción al igual que el hurto,


pero con empleo de violencia y/o grave amenaza sobre las personas, para de tal
modo anular su voluntad de defensa y obtener la sustracción/apoderamiento en
evidentes condiciones de ventaja y dominio, lo que lo diferencia substimtivamente
del hurto y de los demás delitos patrimoniales (1254).

Por su parte Roy Freyre (1255), haciendo dogmática del numeral 239 del Código
Penal derogado expone que el robo en sentido estricto es el apoderamiento ilegítimo
de una cosa mueble, total o parcialmente ajena, con el propósito de aprovecharse de
ella, substrayéndola del lugar donde se encuentra mediante el empleo de violencia o
amenaza contra la persona, o de cualquier otro medio que la incapacite para resistir
y sin la concurrencia de armas o instrucciones que pudieran servir como tales.

De los conceptos esgrimidos y especialmente del propio texto del tipo penal se
concluye que en la figura del robo concurren la mayoría de los elementos objetivos
del delito de hurto simple ya analizado y para efectos del presente análisis
resumidamente consisten:
2.1. Acción de apoderar

Este elemento típico se constituye cuando el agente se apodera, apropia o adueña


de un bien mueble que no le pertenece, al que ha sustraído de la esfera de custodia
del que lo tenía antes. En otros términos, se entiende por apoderarse toda acción del
sujeto que pone bajo su dominio y disposición inmediata un bien mueble que antes
de ello se encontraba en la esfera de custodia de otra persona.

En suma: por apoderar se entiende la situación de disponibilidad en la que se


encuentra el agente en relación con el bien mueble sustraído, vale decir, se trata de
un estado de hecho resultante, de las acciones de sustracción practicadas por el
propio agente del delito, por las cuales este adquiere ilegítimamente facultades
fácticas de señorío sobre el bien mueble, pudiendo disponerlo. No obstante, para
llegar al estado de apoderamiento se requiere que el agente rompa la esfera de
custodia que tiene la víctima sobre el bien; acto seguido debe haber un
desplazamiento del bien a la esfera de custodia del agente para finalmente este,
funde su dominio sobre el bien y pueda o tenga la posibilidad real o potencial de
disponer como si fuera su dueño (1236).

En este punto se discute en la doctrina si el apoderamiento debe o no durar un


determinado tiempo. El problema de delimitación se presenta cuando el agente
después de haber sustraído el bien mueble de la esfera de dominio de la víctima
inmediatamente es perseguido por la Policía que interviene al observar la
sustracción. Sin embargo, en la doctrina y en la jurisprudencia se ha impuesto la
posición que sostiene: el tiempo no es relevante, basta que el agente haya tenido la
posibilidad de disponer en provecho propio del bien sustraído, para estar ante el
estado de apoderar. En tal sentido, en el supuesto de hecho narrado, todavía no
habrá apoderamiento.

2.2. Ilegitimidad del apoderamiento


Este elemento típico que tiene que ver más con la antijuridicidad que con la tipicidad,
se constituye cuando el agente se apropia o adueña del bien
mueble sin tener derecho sobre él, esto es, no cuenta con el sustento jurídico ni con
el consentimiento de la víctima para generarse un ámbito de dominio y por tanto de
disposición sobre el bien.

2.3. Acción de sustracción

Se entiende por sustracción todo acto que realiza el agente orientado a arrancar o
alejar el bien mueble de la esfera de dominio de la víctima. Se configura con los
actos que realiza el agente destinados a romper la esfera de vigilancia de la víctima
que tiene sobre el bien y desplazarlo a su esfera de dominio.

Bramont-Arias Torres/García Cantizano (12m, en forma resumida aseguran que por


sustracción se entiende toda acción que realiza el sujeto tendiente a desplazar el
bien del lugar donde se encuentra. En tanto que Rojas Vargas (1258) refiere que por
sustracción se entiende el proceso ejecutivo que da inicio al desapoderamiento del
bien mueble del ámbito de control del propietario o poseedor.

Objetivamente debe haber actos de desplazamiento por parte del agente del bien
objeto del robo, caso contrario, el delito no aparece.

2.4. Bien mueble

Antes de entrar a conceptuar qué entendemos por bien mueble, resulta pertinente
señalar que a diferencia del código derogado, el vigente Corpus Iuris Penale habla
de "bien" y no de "cosa" al referirse al objeto del delito de robo. Creemos que con
mejor técnica legislativa, el legislador nacional ha hecho uso del término bien mueble
para caracterizar al delito de robo, para de ese modo darle mayor precisión e indicar
al operador jurídico que se trata de un delito netamente patrimonial.

Esta precisión resulta importante y de ningún modo puede alegarse que para efectos
de la interpretación de los tipos penales que lesionan el patrimonio tienen el mismo
significado "bien" y "cosa". En efecto, recurriendo al diccionario de la Real Academia
de la lengua castellana, encontramos: bien. Cosa útil y beneficiosa que atrae nuestra
voluntad. Son términos sinónimos "beneficio, riqueza, don, valor, hacienda, caudal,
recursos"; y, Cosa. Todo lo que tiene existencia corporal o espiritual, natural o
artificial, real o imaginaria. Se tiene como sinónimos a los términos de "objeto, ser,
ente".

De estas definiciones se puede concluir que "bien" indica cosas con existencia real y
con valor patrimonial para las personas. En tanto que cosa es todo lo que tiene
existencia corporal o espiritual tenga o no valor patrimonial para las personas. Así,
estamos frente a vocablos que indican género y especie. El género es el vocablo
"cosa" y la especie el término "bien". Todo bien será una casa pero jamás toda cosa
será un bien. En consecuencia, al exigirse en los delitos contra el patrimonio
necesariamente un perjuicio patrimonial para la VÍctima y consiguiente beneficio
para el agente, tenemos que concluir que el uso del vocablo bien resulta coherente y
pertinente.

Ahora bien, como hemos dejado ya establecido al analizar el delito de hurto, se


entiende por bien mueble todo objeto del mundo exterior con valor económico, que
sea susceptible de desplazamiento y consecuente apoderamiento.

Quedan fuera del concepto de bien mueble para efectos del derecho punitivo, todos
aquellos bienes muebles sin valor patrimonial.
Entendido el concepto de bien mueble en sentido amplio, comprende no solo los
objetos con existencia corporal, sino también los elementos no corpóreos pero con
las características de ser medidos tales como la energía eléctrica, el gas, el agua y
cualquier otro elemento que tenga valor económico así como el espectro
electromagnético.

2.5. Bien mueble total o parcialmente ajeno

Respecto de este elemento normativo no hay mayor discusión en los tratadistas


peruanos. Es común afirmar que bien ajeno es todo bien mueble que no nos
pertenece y que por el contrario, pertenece a otra persona. En otros términos
resultará ajeno el bien mueble, si este no le pertenece al sujeto activo del delito y
mas bien le corresponde a un tercero identificado o no. Tal concepto trae como
consecuencia que los res nullius no sean susceptibles de ser objeto del delito de
robo; igual sucede con las res derelictae (bienes abandonados por sus dueños) y las
res comunis omnius (cosa de todos). En todos estos casos, los bienes no tienen
dueño y por tanto, el acto de apoderarse de ellos no lesiona patrimonio alguno.

En cambio, opera una situación de ajenidad parcial cuando el sujeto activo o agente
del delito, sustrae un bien mueble que parcialmente le pertenece. Esto es, participa
de él en su calidad de copropietario o coheredero con otro u otras personas. Es
lógico indicar que para perfeccionarse el delito de robo, resultará necesario que el
bien se encuentre dividido en partes proporcionalmente establecidas; caso contrario,
si llega a establecerse que el bien es indiviso, es decir, no hay cuotas que
correspondan a tal o cual copropietario y por tanto el bien corresponde a todos a la
vez, el delito no aparece.

2.6. Violencia y amenaza como elementos constitutivos del delito de robo


Nos interesa en este apartado analizar los elementos objetivos que le dan
particularidad y autonomía al delito de robo respeto del hurto, esto es, los elementos
de violencia o amenaza contra las personas que necesariamente deben aparecer en
determinada conducta contra el patrimonio para atribuirle la figura del robo. Caso
contrario, solo estaremos ante el delito de hurto.

Antes de analizar cuál es el contenido de los elementos objetivos anotados, es


necesario indicar de modo tangencial para los interesados de seguir a los penalistas
de la madre patria, que a diferencia del código Penal español, el peruano exige de
modo expreso que la violencia se efectúe en contra de las personas. De modo
alguno constituye robo el uso de la violencia en contra de las cosas. Para nuestra
legislación si se verifica que el agente ha hecho uso de la violencia en contra de las
cosas de las personas estaremos ante el delito de hurto agravado. En cambio según
el artÍCulo 237 del Código Penal español de 1995 serán "reos del delito de robo los
que, con ánimo de lucro, se apoderaren de las cosas muebles ajenas empleando
fuerza en las cosas para acceder al lugar donde están". Incluso en los siguientes
artículos hasta el 241 aquel cuerpo legal, a diferencia de nuestra legislación donde
constituyen modalidades del hurto, establece que las modalidades de escalamiento,
rotura de obstáculos, sustracción en casa habitada, etc., constituyen modalidades de
robo. Diferencias normativas substanciales que afirman nuestra convicción de no
asumir acríticamente los planteamientos que elaboran los importantes penalistas
españoles respeto de los delitos contra el patrimonio.

a. Empleo de violencia contra las personas

Antes de exponer nuestras ideas y argumentos resulta pertinente repasar los


conceptos esgrimidos por los tratadistas peruanos más importantes, pues como se
verá, todos plantean puntos de vista particulares. No existe mayor coincidencia
debido a la misma naturaleza del tema, sobre el cual todos nos sentimos invitados a
formular conceptos que sirvan al operador jurídico penal al momento de resolver un
caso concreto.
Roy Freyre (1259) sostiene que la violencia consiste en el empleo de medios
materiales para anular o quebrantar la resistencia que ha sido ofrecida por la víctima
o para evitar una resistencia que se esperaba, obligándola de esta manera a
padecer la substracción del bien mueble. Por su parte Peña Cabrera (12.0),
precisaba que existe violencia o "vis absoluta" cuando se aplica una energía fisica
destinada a vencer la resistencia de la VÍctima. Atar, amordazar, golpear, empujar,
apretar o utilizar cualquier mecanismo, es emplear violencia material. En tanto que
Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano(IW) fundándose en los penalistas españoles
Muñoz Conde y Vives Antón afirman que "la violencia -vis absoluta o vis corporalis-
consiste en el empleo de medios materiales para anular o quebrantar la resistencia
que ofrece la VÍctima o para evitar una resistencia que se esperaba. No resulta
necesario que la violencia recaiga sobre el sujeto pasivo del delito, ya que puede
dirigirse contra un tercero que trate de impedir la sustracción o que pueda oponerse
al apoderamiento. De ahí que lo fundamental sea que la violencia se constituya en
un medio para lograr el apoderamiento. Si no se halla encaminada a posibilitar o
facilitar el apoderamiento, no estaremos ante el delito de robo". Rojas Vargas (12.2)
por su parte atinadamente enseña que la violencia es el uso manifiesto, explosivo
-en menor o mayor grado- de la fuerza o energía fisica, mecánica, química y/o
tecnológica de la que hace gala el sujeto activo para anular, reducir o dificultar la
capacidad de respuesta de la VÍctima a efectos de efectuar la defensa de su
patrimonio mueble. Las diversas modalidades prácticas que puede asumir se dirigen
así a frustrar o imposibilitar la concreción de la voluntad de defensa de los bienes
muebles o a vencer resistencias ante la acción ilícita de sustracción/ apoderamiento
que ejecuta el agente del delito.

Por nuestra parte y sin desconocer la autoridad que tienen los conceptos antes
glosados, sostenemos que de la propia redacción del tipo penal se desprende que el
primer elemento característico del robo lo constituye la violencia. La violencia o
fuerza fisica deviene en un instrumento que utiliza o hace uso el agente para facilitar
la sustracción y por ende el apoderamiento ilegítimo del bien que pertenece al sujeto
pasivo. Si en un caso concreto que la multifacética realidad presenta, se evidencia
que el uso de la violencia no tuvo como finalidad el de facilitar la sustracción sino por
el contrario tuvo otra finalidad específica, no aparecerá el supuesto de hecho del
delito de robo.

Solo vale el uso de la violencia en el delito de robo cuando ella esté dirigida a anular
la defensa de sus bienes que hacen el sujeto pasivo o un tercero y de ese modo,
facilitar la sustracción-apoderamiento por parte del agente. La Corte Suprema por
Ejecutoria del 06 de junio de 2000, ha indicado que "para la configuración del delito
de robo es necesario que exista una vinculación tanto objetiva como subjetiva de la
violencia con el apoderamiento; ello implica, que su empleo haya sido el medio
elegido por el agente para perpetrarlo o consolidarlo" (IW).

En tal contexto se entiende por violencia aquella energía física, mecánica o


tecnológica que ejerce el sujeto activo sobre su víctima con la finalidad de vencer
por su poder material, su resistencia natural o en su caso, evitar la materialización
de la resistencia que hace la VÍctima ante la sustracción de sus bienes. Debe
verificarse la correspondencia entre la violencia y la acción final de apoderamiento
de modo que la violencia está subordinada al apoderamiento. La violencia debe
expresarse en una energía desplegada sobre la VÍctima de manera manifiesta y
abierta (violencia propia). No cabe violencia del tipo que algunos tratadistas han
denominado violencia impropia como es el uso de narcóticos, hipnosis, alcohol, etc.
para lograr la sustracción. Estos supuestos constituyen hurto con la modalidad de
destreza. Ya hemos expresado y también volveremos a tratar más adelante, que en
el delito de robo al hacerse uso de la violencia o amenaza se pone en peligro
presente o inminente otros bienes jurídicos importantes como es la vida o la
integridad física de las personas (delito pluriofensivo) , mientras que con el uso de
los narcóticos o hipnosis el agente no pone en peligro tales bienes jurídicos, salvo
lamentables excepciones.

La violencia puede ser usada por el agente hasta en tres supuestos: para vencer la
resistencia; para evitar que el sujeto pasivo resista la sustracción y para vencer la
oposición para fugarse del lugar de la sustracción. Estaremos frente al primer
supuesto cuando el agente para sustraer el reloj de su VÍctima forcejea y de un
golpe le hace caer dándose a la fuga; en cambio estaremos ante la segunda
hipótesis cuando el agente por detrás coge de los brazos a su víctima para que otro
le sustraiga el reloj. En tanto que estaremos ante el tercer supuesto, cuando el
agente después de haber sustraído el reloj golpea a la VÍctima para que deje de
perseguirlo y de ese modo logre el éxito de su delito.

Los dos primeros supuestos no presentan mayor problema ni discusión en la


práctica judicial, en cambio, el último supuesto resulta polémico. Sin embargo,
nosotros afirmamos que teniendo en cuenta que existe apoderamiento y por ende
delito consumado de robo cuando el agente tiene la posibilidad real o potencial de
disponer del bien sustraído, cualquier violencia que utilice aquel para conseguir tal
objetivo constituirá elemento objetivo del delito. Siendo así, el uso de la violencia
sobre la VÍctima al momento de la fuga del autor constituye supuesto englobado en
la figura del robo. Rojas Vargas (1244) denomina a este tipo de violencia
"subsiguiente" para diferenciarlo de los tipos de violencia antecedente y
concomitante. Sostiene el citado autor que la violencia subsiguiente a la sustracción
es el momento previo inmediato al apoderamiento del bien y a la disponibilidad del
mismo por parte del sujeto activo, definiendo cuadros de tipicidad referidas a la fase
de alejamiento -o huida del sujeto activo del lugar de los hechos- del bien del ámbito
de dominio y control del propietario, donde se suceden generalmente persecuciones
policiales, también frustraciones o consumación del delito y cuadros de violencia en
tal contexto.

Un aspecto obvio y no menos importante es que la violencia debe estar dirigida


contra las personas. Es imposible la figura del robo si la violencia está simplemente
dirigida contra las cosas. Cuestión diferente ocurre en el sistema jurídico penal
español como se ha indicado, donde la violencia sobre las cosas configura el delito
en análisis.
Sin duda la violencia será contra las personas que detentan la posesión del bien
objeto del delito; pueden ser el propio propietario, un poseedor o un simple tenedor.
En tal sentido no es necesario que exista identidad entre el titular del bien mueble y
el que sufre los actos de violencia. La persona que sufra la violencia física tiene que
ser una persona natural, es imposible que ello ocurra contra una persona jurídica.
No obstante, la persona jurídica será agraviada cuando se haya sustraído bienes de
su propiedad haciendo uso de la violencia contra sus representantes o personas que
poseen sus bienes muebles.

Finalmente, resulta pedagógico indicar que la intensidad de la violencia no aparece


tasada por el legislador. El operador jurídico tendrá que apreciarlo en cada caso
concreto y determinar en qué caso ha existido violencia suficiente en la sustracción
para configurar el robo. Si la violencia ha sido suficientemente intensa y ha
producido lesiones en la víctima estaremos ante un robo agravado. Caso contrario,
la Suprema Corte por Ejecutoria del 5 de setiembre de 1997, al conocer un hecho
calificado por las instancias inferiores como robo agravado, atinadamente ha
indicado que "los hechos delictivos consistentes en arrebatarle la cartera a la
agraviada, causándole lesiones de mínima consideración; pero sin uso de armas
punzo cortantes ni de otro instrumento que se le parezca, no reúnen los elementos
constitutivos del delito de robo agravado, configurándose en todo caso una acción
delictiva distinta que es la de robo, prevista en el artículo 188 del Código Penal"
(1245).

b. La amenaza de un peligro inminente

Primero repasemos los conceptos expuestos por los tratadistas peruanos respeto de
la amenaza como elemento facilitador de la sustracción del bien mueble en el delito
de robo. Roy Freyre (1246) sostiene que la amenaza no es más que la violencia
moral conocida en el derecho romano como vis compulsiva, la misma que vendría a
ser el anuncio del propósito de causar un mal inminente que ponga en peligro la
vida, la integridad corporal o la salud de una persona con el objeto de obligarla a
soportar la sustracción o entregar de inmediato una cosa mueble. El desaparecido
Peña Cabrera (1247) escribió que la amenaza es toda coerción de índole subjetiva
que se hace sufrir a una persona a fin de quebrar su voluntad permitiendo al reo
realizar así, el apoderamiento.

En tanto que Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1248) siguiendo al jurista


español Vives Antón, afirman que la amenaza -vis compulsiva- se puede definir
como el anuncio de un mal inmediato, de tal entidad que es capaz de vencer la
voluntad contraria del sujeto contra el que se dirige y provocar inmediatamente que
este entregue el bien o posibilite o no dificulte el acto de apoderamiento.

Por nuestra parte, consideramos que la amenaza como medio facilitador del
apoderamiento ilegítimo consiste en el anuncio de un malo perjuicio inminente para
la vida o integridad fisica de la víctima, cuya finalidad es intimidarlo y de ese modo,
no oponga resistencia a la sustracción de los bienes objeto del robo. No es
necesario que la amenaza sea invencible sino meramente idónea o eficaz para
lograr el objetivo que persigue el sujeto activo. La amenaza o promesa directa de un
mal futuro, puede hacerse por escrito, en forma oral o cualquier acto que lo
signifique. Para determinar si la amenaza ha sido suficiente para intimidar a la
víctima, en un caso concreto, será indispensable verificar si la capacidad psicológica
de resistencia del sujeto pasivo ha quedado suprimida o sustancialmente enervada.
Es dificil dar normas para precisar el poder o la eficiencia de la amenaza, quedando
esta cuestión a criterio deljuzgador en el caso concreto.

La amenaza tendrá eficacia según las condiciones y circunstancias existenciales del


sujeto pasivo. Muchas veces la edad de la víctima, su contexto social o familiar que
le rodea o el lugar donde ocurre la amenaza puede ser decisiva para valorar la
intimidación. El juzgador se limitará a determinar si la víctima tuvo serios motivos
para convencerse que solo dejando que se sustraigan sus bienes muebles, evitaría
el daño anunciado y temido.

Por otro lado, la amenaza requiera de las siguientes condiciones: la víctima debe
creer que exista la firme posibilidad que se haga efectivo el mal con que se
amenaza; el sujeto pasivo debe caer en la creencia que no poniendo resistencia o,
mejor dicho, dando su consentimiento a la sustracción evitará el perjuicio que se
anuncia. Ello puede ser quimérico pero lo importante es que la víctima lo crea.
Un aspecto importante que merece ponerlo de relieve lo constituye la circunstancia
que la amenaza debe estar dirigida a causar daño a la vida o integridad física de las
personas, ya sea de la propia víctima o de terceros, quedando descartado otro tipo
de males. Rojas Vargas (1249), afirma que el contenido de la amenaza es el de
causarle la muerte o provocarle lesiones que afecten su integridad física o la de
terceros estrechamente vinculados con ella e incluso de terceros que acuden en su
auxilio, quienes son así utilizados para coaccionar a la víctima.

No hay mayor inconveniente en considerar que el peligro para la vida tiene su


conversión práctica en la posibilidad de muerte, mientras que el peligro para la
integridad física cubre un amplio espectro de lesiones que merecen tratamiento
médico, vale decir, aquellas que supongan alteración en el equilibrio somático
funcional y mental.

Igual como ocurre con la violencia, la amenaza puede materializarse hasta en tres
supuestos. Para impedir que la víctima se oponga a la sustracción; que la víctima
entregue silenciosamente el bien mueble y tercero, cuando la amenaza es proferida
en momentos que el sujeto activo se da a la fuga hasta el momento objetivo que
logra el real apoderamiento del bien mueble.

Es necesario dejar establecido que la amenaza no deberá hacerse con algún arma o
por la concurrencia de dos o más sujetos, pues ello constituye otra figura delictiva
como lo es el robo agravado. El robo simple por ejemplo se concretizará cuando el
agente amenace con golpear con puño a la víctima o a un familiar cercano o cuando
le amenace con lanzarlo a un precipicio sino le entrega el dinero. En tal contexto, la
mayoría de casos que presenta Rojas Vargas (1250) como ejemplos representativos
o típicos de robo por medio de amenaza de modo alguno constituyen supuestos de
robo simple, pues ellos constituyen supuestos de robo agravado que analizaremos
más adelante.

2.7. Bienjurídico protegido

En doctrina aparece la discusión respecto de cuál o cuáles son los bienes jurídicos
fundamentales que se pretende proteger con la tipificación del delito de robo.
Por un lado se afirma que junto al patrimonio se protege la vida, la integridad fisica y
la libertad personal. Incluso nuestro más alto Tribunal de justicia ha recogido esta
posición. Como muestra cabe citar tres Ejecutorias Supremas:

En la Ejecutoria Suprema del 19 de mayo de 1998 expresó claramente que "el bien
jurídico en el delito de robo es de naturaleza pluriofensiva, toda vez que no solo se
protege el patrimonio, sino además la integridad y libertad personal" (1251). Un año
después, por Ejecutoria Suprema del 11 de noviembre de 1999 extendiendo más su
posición, expresó que "en el delito de robo, se atacan bienes de tan heterogénea
naturaleza como la libertad, la integridad física, la vida y el patrimonio, lo que hace
de él un delito complejo; ello no es más que un conglomerado de elementos típicos,
en el que sus componentes aparecen tan indisolublemente vinculados entre sí,
formando un todo homogéneo indestructible, cuya separación parcial daría lugar a la
destrucción del tipo" (1252). En tiempos más reciente, la Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema en la Ejecutoria del 14 de mayo de 2004 ha reiterado que "el bien
jurídico en el delito de robo es de naturaleza pluriofensivo, toda vez que no solo se
protege el patrimonio sino además la integridad y libertad personal" (1253).

Por otro lado está la posición que resume Rojas Vargas (1254) que sostiene que la
propiedad (la posesión, matizadamente) es el bien jurídico específico predominante;
junto a ella, se afecta también directamente a la libertad de la víctima o a sus
allegados funcional-personales. A nivel de peligro mediato y/o potencial -sigue
afirmando el citado autor- entra en juego igualmente la vida y la integridad fisica,
bien jurídico objeto de tutela de modo indirecto o débil.

Nosotros, decididamente sostenemos que el único bien jurídico que se pretende


tutelar con la figura del robo simple es el patrimonio representado por los derechos
reales de posesión y propiedad. En efecto, por la ubicación del robo dentro del
Código Penal etiquetado como delito contra el patrimonio y además por el animus
lucrandi que motiva la acción del autor, el bien fundamental protegido es el
patrimonio de la VÍctima. La afectación de otros bienes jurídicos como la vida, la
integridad física o la libertad, aquí solo sirven para calificar o configurar en forma
objetiva el hecho punible de robo. Estos intereses fundamentales apare~en
subordinados al bien jurídico patrimonio. Si por el contrario se afectara alguno de
aquellos bienes de modo principal y en forma secundaria o accesoria el patrimonio
estaremos ante una figura delictiva distinta al robo. O en su caso, si la lesión al bien
jurídico vida o integridad física por ejemplo, es igual que la lesión al patrimonio,
estaremos ante un robo agravado pero de modo alguno frente únicamente al robo
simple.

El bien jurídico protegido de modo directo es el patrimonio representado por el


derecho real de posesión primero y después por la propiedad. Pues en todos los
casos, siempre la sustracción y consecuente apoderamiento será contra el poseedor
de bien mueble objeto del delito. Esto es, la acción del agente es dirigida contra la
persona que ostenta o tiene la posesión del bien mueble que muy bien puede
coincidir con el propietario o un simple poseedor legítimo temporal del bien. En la
figura del robo, bastará verificar contra qué persona se utilizó la violencia o la
amenaza con un peligro inminente para su vida o integridad física y acto seguido, se
le solicitará acredite la preexistencia del bien mueble, circunstancia con la cual hace
su aparición el propietario del bien.

En la práctica judicial se traduce del siguiente modo: si la persona contra quien se


hizo uso de la violencia o la amenaza es el propietario del bien objeto del delito
existirá una sola víctima y si por el contrario, se verifica que la persona que resistió
la violencia o amenaza del sujeto activo fue un simple poseedor legítimo, estaremos
ante dos sujetos pasivos: el propietario y el poseedor.

Es importante resaltar que en todos los casos que la realidad presenta, siempre será
necesario que el propietario o poseedor del bien acredite la preexistencia del bien
objeto del delito de robo, caso contrario la absolución del procesado se impone. En
este sentido se pronuncia la Ejecutoria del 17 de junio de 2003, cuando la Sala
Suprema Penal Transitoria argumenta que "como se advierte del proceso, no
obstante la imputación coherente de la agraviada Dora Clementina Loayza Meneses
en contra del encausado Aunlio Tincopa Tobayo y del reservado Edgar Gualberto
Flores, a quienes sostiene conocer de vista, pncisando además que la mayor parte
del dinero sustraído, había sido retirado del Banco Crédito; es del caso señalar; que
la citada agraviada, no cumplió con amditar la pnexistencia del nferido dinero, pese
haber sido nquerida para tal efecto; asimismo, obra de autos los informes de los
Bancos de la Nación y de Crédito, en el sentido que la citada agraviada no posee
cuenta corriente o de ahorro en dichas entidades, tal como aparece a fajas
doscientos dieciocho y doscientos veintidós" (1255).

2.8. Sujeto activo

De la redacción del tipo penal del artículo 188, se desprende que no se exige la
presencia de alguna cualidad especial en el sujeto activo o agente del delito de robo
por lo que sin duda, autor puede ser cualquier persona natural. La única condición
que se establece en la hermenéutica es que el agente no sea el propietario exclusivo
del bien, pues el bien objeto del delito debe ser "total o parcialmente ajeno". Esta
última circunstancia también orienta que fácilmente un copropietario o coheredero
puede constituirse en sujeto activo del delito de robo y ello solo podrá ocurrir
siempre y cuando aquel copropietario no ostente la posesión del bien mueble. Si por
el contrario, tiene la posesión del bien no habrá robo pues no se habría
materializado la sustracción violenta o bajo amenaza.

2.9. Sujeto pasivo

También sujeto pasivo o víctima de robo será el propietario del bien mueble y en su
caso, junto a él también será el poseedor legítimo del bien cuando a este se le
hayan sustraído. Así mismo, muy bien la persona jurídica puede constituirse en
sujeto pasivo del robo cuando se haya sustraído bienes muebles de su propiedad.
Así, cuando en un caso concreto, la persona que resistió la sustracción violenta del
bien no es el propietario, habrá dos sujetos pasivos del hecho punible de robo: el
titular del bien mueble y el poseedor legítimo.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

La tipicidad subjetiva del supuesto de hecho del robo comporta, igual que el hurto,
dolo directo, pero posee un ingrediente cognoscitivo-volitivo mayor: el conocimiento
por parte del sujeto activo que está haciendo uso de la violencia o amenaza grave
sobre la persona y la voluntad de actuar bajo tal contexto de acción, es decir, de
utilizar tales medios para lograr o facilitar el apoderamiento del bien mueble (1256).

No obstante, aparte del dolo directo, es necesario un elemento subjetivo adicional,


particular o específico como es el ánimo de lucro, esto es, el agente actúa movido o
guiado por la intención de sacar provecho del bien mueble sustraído. Si en
determinado caso concreto, el animus lucran di no aparece, no se configura el hecho
punible de robo.

4. ANTIJURIDICIDAD

La conducta típica de robo simple será antijurídica cuando no concurra alguna


circunstancia prevista en el artículo 20 del Código Penal que le haga permisiva,
denominadas causas de justificación, como puede ser la legítima defensa, estado de
necesidad justificante, consentimiento válido de la víctima para la sustracción, etc. Si
por el contrario, en un caso particular, el operador jurídico llega a la conclusión que
concurre, por ejemplo, consentimiento válido de la víctima para que el agente se
apodere de su bien mueble, así se verifique que este último actuó con violencia, la
conducta será típica de robo simple pero no antijurídica y por tanto irrelevante
penalmente.

En un caso concreto, corresponde al operador jurídico determinar cuando opera una


causa de justificación. Así lo entiende la Corte Suprema de nuestra patria cuando
por Ejecutoria del 12 de marzo de 1998, dejó establecido que "el contenido de una
causa de justificación debe extratrrse del contexto social en que se desarrolla la
situación de conflicto, correspondiendo al juzgador valorar el problema concreto para
decidir la procedencia de la justificación en el caso particular' (1257).

5. CULPABILIDAD

La conducta típica y antijurídica del robo simple reunirá el tercer elemento del delito
denominado culpabilidad, cuando se verifique que el agente no es inimputable, esto
es, no sufre de anomalía psíquica ni es menor de edad; después se verificará si el
agente conocía o tenía conciencia de la antijuridicidad de su conducta, es decir, si
sabía que su actuar era ilícito o contra el derecho. Aquí perfectamente puede
presentarse la figura del error de prohibición previsto en el artículo 14 del C.P.,
ocurrirá cuando el agente sustrae violentamente un bien que posee la víctima en la
creencia errónea que aquel bien es de su propiedad, o cuando el sujeto activo se
apodera violentamente de un bien mueble creyendo erróneamente que cuenta con el
consentimiento de la víctima.

Finalmente, el operador jurídico deberá verificar si el agente tuvo la posibilidad de


actuar de modo distinto a la de realizar la conducta de robo. Si por el contrario, se
determina que el sujeto activo no tuvo otra alternativa que cometer el robo como
ocurriría por ejemplo, cuando el agente actúa compelido o inducido por un miedo
insuperable de un mal, no habrá culpabilidad y por tanto, la conducta concreta será
típica, antijurídica pero no culpable y por tanto no constituirá conducta punible.
Con pedagogía la Suprema Corte por Ejecutoria del 17 de junio de 1998, sostuvo
que "el miedo insuperable es la causal por la cual se exime de responsabilidad penal
al que actúa bajo el imperio del miedo de sufrir un mal igualo mayor, siempre que: a)
el miedo sea causado por estímulos externos al que lo padece, b) debe ser
insuperable, y c) debe tratarse de un mal igualo mayor al que el autor ocasiona bajo
el amparo del miedo" (1258).

6. TENTATIVA

Es común afirmar que el delito de robo simple al ser de lesión o de resultado, cabe
perfectamente que la conducta del agente se quede en tentativa. En efecto,
estaremos ante una tentativa de robo cuando el agente ha dado inicio a la
sustracción del bien haciendo uso de la violencia o amenaza y luego se desiste, o
cuando el agente no logra sustraer el bien por oposición firme de la víctima o es
sorprendido por terceros en los instantes que se encuentra en plena sustracción de
los bienes y lo detienen, o cuando está en fuga con el bien sustraído y es detenido
por un tercero que muy bien puede ser un efectivo de la Policía Nacional.

La jurisprudencia nacional, que denomina Fidel Rojas Vargas en la presentación de


su "Código Penal, diez años de Jurisprudencia sistematizada", como el derecho vivo,
actuante y dinámico, por Ejecutoria Suprema del 06 de abril de 1998 indica que" la
acción del procesado de amenazar a la agraviada con un arma para despojarla de
sus pertenencias, resulta un ilícito que no se llegó a concretar por la resistencia que
opuso la víctima, y la oportuna aparición de su hermano, configurándose la tentativa
del delito contra el patrimonio" (1259). En el mismo sentido por Ejecutoria Suprema
del 18 de enero de 2000, sostiene que "el delito de robo ha quedado en grado de
tentativa, al no haberse materializado el apoderamiento del dinero o especie alguna
de propiedcu1 del agraviado, ello en atención a la oportuna interoención policial"
(1260).

No hay discusión en la doctrina que en los primeros supuestos constituyen tentativa


de robo, la discusión se origina con el último supuesto. El origen de la discusión
depende del concepto que ensayemos sobre el apoderamiento del bien mueble.
Si sostenemos el por apoderamiento se constituye en el instante que el agente toma
en su poder el bien después de haberlo sustraído, llegaremos a la conclusión que
teniendo en su poder el bien ya habrá robo consumado así el agente haya sido
detenido dándose a la fuga; en cambio, si sostenemos que hay apoderamiento
desde el instante en que el agente tiene la disponibilidad real o potencial del bien,
esto es, puede disponer libremente del bien sustraído, llegaremos a la conclusión
que habrá tentativa cuando el agente es sorprendido y detenido en plena huida del
lugar después de haber despojado de la posesión de su bien mueble a la víctima.
Aquí se trata de una tentativa acabada o lo que en forma inapropiada algunos
denominan robo frustrado.

Por ejemplo, la Ejecutoria del 11 de abril de 2004, recoge un hecho real de robo que
llegó al grado de tentativa acabada. En efecto, allí se expresa que "está probada la
comisión del delito de robo agravado en grado de tentativa, por cuanto el acusado
luego de golpear a la agraviada y apoderarse de su bolso conteniendo la suma de
mil seiscientos nuevos soles inmediatamente se dio a la fuga, pero fue capturado por
la Policía en plena huida, a cuadra y media del lugar de los hechos; que ello significa
que, previa intimidación y agresión levísima a la víctima, si bien se produjo el
apoderamiento del bien ajeno, empero no hubo la mínima posibilidad de disponer del
mismo, consecuentemente, la acción delictiva del acusado Ángel ( ... ) no se
consumó y por tanto quedó en grado de tentativa" (1261). Igual razonamiento recoge
la Ejecutoria Suprema del 3 de marzo de 1999 al argumen tar que "La conducta
imputada a los acusados es la de robo en grado de tentativa acabada y no la de
robo consumado como lo ha consignado el colegiado, dado que los citados
encausados dieron principio a la ejecución del delito directamente por los hechos
exteriores, practicando todos los actos que objetivamente y subjetiva mente
deberían producir el resultado típico, y sin embargo este no se produce por causas
independientes de la voluntad de éstos" (1262).
En la misma línea interpretativa tenemos la Ejecutoria Suprema del 28 de abril de
2004 (1263) que argumenta: "se ha acreditado la comisión del delito y la
responsabilidad del encausado Julio Jorge Novoa Solari, quien conjuntamente con
sus coprocesador a bordo de una camioneta, asaltaron con arma de fuego al
pagador de los trabajadores de la obra y al chofer del vehículo a quienes luego de
un forcejeo y disparo, les arrebataron la bolsa con dinero, dándose a la fuga, pero
fueron perseguidos por los trabajadores que redujeron y recuperaron el dinero de
manos del coprocesado Uladislao Mendoza Tello (. .. ) se trata de un delito frustrado,
conforme a lo previsto en el artículo dieciséis del Código Penal ".
En esta IÍneajurisprudencial se ha pronunciado la Sala Penal Permanente de la
Corte Suprema en el precedente vinculan te de fecha 11 de abril de 2005 (1264)
cuando sostuvo que "en efecto, está probada la comisión del delito de robo agravado
en grado de tentativa por cuanto el acusado luego de golpear a la agraviada y
apoderarse de su bolso conteniendo la suma de mil seiscientos nuevos soles
inmediatamente se dio a la fuga, pero fue capturado por la policía en plena huida, a
cuadra y media del lugar de los hechos; que ello signi[zca que, previa intimidación y
agresión levísima a la víctima, si bien se produjo el apoderamiento del bien ajeno,
empero no hubo la mínima posibilidad de disponer del mismo, consecuentemente, la
acción delictiva del acusado Ángel Richard Sánchez Alfaro no se consumó y por
tanto quedó en grado de tentativa; que, en tal virtud, es de aplicación el artículo
dieciséis del Código Penal".

7. CONSUMACIÓN

De los argumentos expuestos para la tentativa, se concluye que habrá conducta


punible de robo consumado cuando el agente ha logrado apoderarse y por tanto
tiene la posibilidad real o potencial de disponer libremente del bien mueble sustraído
a la víctima. En la doctrina peruana y a nivel jurisprudencial, se ha impuesto la teoría
de la disponibilidad como elemento fundamental para diferenciar la tentativa de la
consumación. En otros términos, en el Perú es común sostener y afirmar que se ha
impuesto la teoría de la ablatW. Esta teoría sostiene que el robo se consuma cuando
se traslada el bien mueble sustraído a un lugar donde el agente tenga la posibilidad
de disponerlo. La consumación tiene lugar en el momento mismo que luego de darse
por quebrantada la custodia o vigilancia ajena, surge la posibilidad de disposición
real o potencial del bien mueble por parte del agente.

La posibilidad real o potencial de disponer, por mínima que sea, constituye un hito
fundamental para entender y comprender perfectamente la consumación y su
diferencia con la tentativa. Sin embargo, la posibilidad de disposición que tenga el
agente debe ser libre, espontánea y voluntaria sin más presión que el temor de ser
descubierto, esto es, la voluntad de disposición del bien por parte del agente no
debe estar viciada por presiones externas como ocurriría por ejemplo, cuando al
estar en plena huida del lugar donde se produjo la sustracción, el agente es
inmediatamente perseguido. Sin duda, al momento de la fuga, el sujeto activo puede
tener la posibilidad de disponer del bien ya sea destruyéndole o entregándole a un
tercero, etc. pero ello de ningún modo puede servir para afirmar que aquel ha
consumado el delito.

En tal sentido, Rojas Vargas (1265) enseña que el delito de robo simple, delito de
resultado, se halla consumado cuando el sujeto activo ha logrado el apoderamiento
del bien en fase de disponibilidad haciendo uso indistintamente de la violencia o
amenaza para ello, o conjuntamente valiéndose de ambas acciones instrumentales.
Por su parte Bramont-Arias Torres/García CantizarlO (1266) sostienen que el delito
de robo simple se consuma con el apoderamiento del bien mueble, es decir, cuando
el sujeto activo obtiene su disponibilidad. No obstante, en forma discutible y
contradictoria, luego los autores citados, afirman que no basta con que el sujeto
activo haya tomado el bien y huido con él para entenderse consumado el delito, es
preciso que haya tenido, aun en el curso de la huida, una mínima disponibilidad.

En tal sentido se pronuncia la Ejecutoria Suprema del 03 de marzo de 1999, al


sostener que "la consumación en el delito de.robo se produce, cuando el agente se
apodera mediante violencia o amenaz.a de un bien total o parcialmente ajeno,
privando al titular del bien jurídico del ejercicio de sus derechos de custodia y
posesión, asumiendo de hecho la posibilidad objetiva de realiz.ar actos de
disposición de dicho bien" (1267). La misma línea interpretativa argumenta la Sala
Penal Permanente de la Suprema Corte en la Ejecutoria del 31 de agosto de 2004
(1268), cuando al resolver un caso real afirma que "es de precisar que el delito de
robo se llegó a consumar, pues aun cuando finalmente se interceptó a los acusados
y se recuperó el vehículo sustraído estos tuvieron el auto en su poder un espacio de
tiempo -aun cuando breve- que posibilitó una relativo o suficiente disponibilidad
sobre el mismo; que los reos no fueron sorprendidos in jraganti o in situ, y la
persecución por la propia víctima no se inició sin solución de continuidad, sino
cuando pudo conseguir ayuda de un colega taxista; que, por tanto, se asume -en la
línea jurisprudencial ya consolidada de este Supremo Tribunal- la postura de la illatio
(1269) para deslindar la figura consumada de la tentada, en cuya virtud la línea
delimitadora se da en la disponibilidad de la cosa sustraída por el agente, siquiera
sea potencialmente -lo cual puede ser, como en el caso de autos, de breve
duración-, sin que se precise la efectiva disposición del objeto material".

No obstante, tener claro estos conceptos tanto en la doctrina como en la


jurisprudencia precedente, no entendemos el criterio que hayan tenido los vocales
Supremos de la Segunda Sala Penal Transitoria para sostener en la jurisprudencia
vinculan te del 17 de febrero de 2005 (1270), "que el delito de robo consiste en el
apoderamiento de un bien mueble, con animus lucrandi, es decir de
aprovechamiento y sustracción del lugar donde se encuentre, siendo necesario el
empleo de la violencia o amenaza por parte del agente sobre la víctima (vis absoluta
o vis corporalis y vis compulsiva), destinadas a posibilitar la sustracción del bien,
debiendo ser estas actuales e inminentes en el momento de la consumación del
evento y gravitar en el resultado, consumándose el delito con el apoderamiento del
objeto mueble aunque sea por breve lapso de tiempo". Es decir, esta jurisprudencia
de carácter vinculante de modo desacertado se adhiere a la teoría de la illatío que
sostiene que el robo se consuma cuando el agente se apodera del bien y lo traslada
a un lugar seguro escogido por él y lo oculta aunque sea por breve tiempo. Sin
embargo, ante la existencia en los estrados judiciales de abundantes procesos por el
delito de robo agravado, la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de forma
inmediata, con fecha 11 de abril de 2005 (1271) emitió otra Ejecutoria Suprema
apartándose de tal criterio, en la cual invocando de modo errado la teoría de la
illatio(1272), argumentó que: "el apoderamiento debe entenderse consumado, no
con el solo hecho de aprehender o coger la cosa -contrectatio-- ni en el mero hecho
de la separación de la posesión material del ofendido, sino con la illatio, esto es,
cuando el autor ha logrado la disponibilidad potencial, que no afectiva sobre la cosa -
puede ser incluso momentáneamente, fugaz o de breve duración, así como de parte
de lo sustraído para que quede consumado en su totalidad, en tanto que se precisa
la efectiva disposición de la misma-, lo que no sucede cuando se está persiguiendo
al agente y se le captura en posesión de la - misma; que, por consiguiente, es de
considerar que hay tentativa, pese a la aprehensión de la cosa, cuando el imputado
es sorprendido in fraganti o in situ y perseguido inmediatamente y sin interrupción es
capturado o si en el curso de la persecución abandona los efectos, sin haber
conseguido su disponibilidad momentánea o fugaz".
Aun cuando la Sala Penal Permanente afirma en la Ejecutoria que el apoderamiento
se consuma con la teoría de la illatio, lo real y concreto es que la citada Sala Penal
volvió a la teoría de la ablatio, pues luego sostiene que se entiende por consumado
el apoderamiento "cuando el autor ha logrado la disponibilidad potencial" del bien.

Ante estas posiciones interpretativas contradictorias, los Vocales Supremos de las


Salas Penales permanente y transitoria, por invocación de la primera (127S), el 30
de setiembre de 2005 se reunieron en Sala Plena y acordaron que: "En el delito de
robo agravado, el factor que define la consumación es la posibilidad de disposición
potencial del bien, la misma que no existe cuando el agente es capturado en el
momento o inmediatamente después de producida su huida, supuesto en el cual nos
encontramos ante una tentativa de robo agravado. En este sentido, se entiende que
nuestro Código Penal se adhiere a la teoría de la ablatio (Posibilidad de disponer del
bien)" (1274).

No está demás señalar que en aplicación estricta del artículo 301-A en concordancia
con el numeral cuarto del artículo 80 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, este
acuerdo por ser producto de Sala Plena es de cumplimiento imperativo u obligatorio
y vincula a todos los órganos judiciales encargados de administrar justicia penal
hasta que otro Pleno Jurisdiccional Supremo lo modifique. Es decir, de esta
disposición plenaria ningún órgano judicial puede apartarse. Solo lo podrá hacer otra
Sala Plena de los Vocales Supremos en lo Penal.
8. EJECUTORIAS VINCULANTES EN MATERIA DE ROBO

Por la importancia y trascendencia que viene adquiriendo el precedente vinculante,


creemos acertado reproducir en este apartado las dos ejecutorias de carácter
vinculan te, así como el acuerdo de la Sala Plena, la misma que vincula a todos los
órganos encargados de administrar justicia penal en nuestra patria. Así tenemos:

SEGUNDA SALA PENAL SUPREMA TRANSITORIA R.N. NQ 3932-2004 (1275)


1. JURISPRUDENCIA VINCULANTE
Lima, diecisiete de febrero de dos mil cinco
VISTOS: los recursos de nulidad interpuestos por los encausados Carlos Alberto
Ramos Sandoval, Darío Damián Pedraza Alarcón y Danton Alan Sandoval Rentería
y el Fiscal Superior; de conformidad con el dictamen del señor Fiscal Supremo en lo
Penal; y CONSIDERANDO. Primero: Que del recurso de nulidad interpuesto por el
representante del Ministerio Público se advierte que no formula petición concreta
respecto de los encausados Carlos Alberto Ramos Sandoval, Darío Damián Pedraza
Alarcón y Danton Alan Sandoval Rentería, limitándose a narrar aspectos
circunstanciados de los hechos, tales como que el primero fue quien recibió la
información del sujeto conocido como "Juan" sobre los movimientos bancarios y el
desplazamiento del agraviado Carlos Lino Chonlón Vega, que a su vez la trasmitió al
segundo, para luego juntos planificar el asalto, contando con la participación del
tercero, quien los condujo en un vehículo menor - mototaxi hasta el lugar del evento.
Segundo: Que el abogado defensor del acusado Carlos Alberto Ramos Sandoval,
señala que su patrocinado a intervenido en el asalto motivado por un estado de
necesidad, invocando como fundamento jurídico el artículo veinte inciso cuatro del
Código Penal, en todo caso el Superior Colegiado para la imposición de la pena no
ha considerado lo previsto en los artículos cuarenta y cinco y cuarenta y seis del
acotado cuerpo legal. Tercero: Que, el encausado Darío Damián Pedraza Alarcón, al
fundamentar su recurso de nulidad sostiene que por su sinceridad,' arrepentimiento y
pedido de clemencia en el juicio oral, debió imponérsele una pena por debajo del
mínimo legal. Cuarto: Que el encausado Danton Alan Sandoval Rentería, en su
recurso de nulidad arguye que en la presente investigación judicia~no se han
glosado pruebas de cargo que acrediten su responsabilidad penal, toda vez que ha
sido comprendido por el solo hecho de haberse encontrado con su coacusado
Carlos Alberto Ramos Sandoval durante la intervención policial. Quinto: Que para
evaluar el caso sub iúdice, esta Suprema Sala considera necesario hacer presiones
en relación con dos circunstancias: a) La determinación del momento en que se
consuma el delito de robo agravado y b) Violencia ejercida con posterioridad a la
consumación del mencionado delito. Que respecto de la primera es de precisar: Que
el delito de robo consiste en el apoderamiento de un bien mueble, con animus
lucrandi, es decir el aprovechamiento y sustracción del lugar donde se encuentre,
siendo necesario el empleo de la violencia o amenaza por parte del agente sobre la
víctima (vis absoluta o vis corporalis y vis compulsiva), destinadas a posibilitar la
sustracción del bien, debiendo ser estas actuales e inminentes en el momento de la
consumación del evento y gravitar en el resultado, consumándose el delito con el
apoderamiento del objeto mueble aunque sea por breve lapso de tiempo. Que en
cuanto a la segunda cabe señalar: Que cuando la violencia es ejercida con
posterioridad a la consumación del hecho punible y se cause la muerte de la víctima,
la conducta del agresor habría quedado circunscrita a un resultado preterintencional
o a un delito contra la vida, el cuerpo y la salud -homicidio doloso-, produciéndose
aquí un concurso real de delitos, esto es, la presencia de dos ilícitos calificándolos
cada uno de ellos como hechos independientes. Que, sin embargo, si la muerte la
ocasionó el agente para facilitar la consumación del robo o para ocultar su
realización o impedir su detención, tal acción homicida constituirá delito de asesinato
(ver José Hurtado Pozo. Manual de derecho penal. Parte Especial!. Homicidio.
Ediciones Juris. Lima mil novecientos noventa y cinco, paginas cincuenta y nueve y
sesenta). Sexto: Que, en cuanto se refiere a los hechos submateria, de las
diligencias y pruebas actuadas ha quedado establecido que en horas de la tarde del
ocho de junio del dos mil dos, el agraviado Carlos Lino Chonlón Vega fue
interceptado por los coacusados Carlos Alberto Ramos Sandoval, Darío Damián
Pedraza Alarcón y Rey David Pedraza Campos, en circunstancias que luego de
retirar dinero del Banco se dirigía a bordo de una motocicleta por la carretera con
destino al Centro Poblado Menor "Naranjos Alto" en la jurisdicción del Distrito de
Cajaruro, Provincia de Utcubamba, siendo el caso que Ramos Sandoval
conjuntamente con Pedraza Campos, aprovechando la superioridad numérica y
empleando violencia le despojaron el dinero que portaba, para darse a la fuga, a lo
que el agraviado en su intento de recuperar lo sustraído es impactado por un
proyectil de arma de fuego disparado por Darío Damián Pedraza Alarcón quien se
encontraba detrás de aquel en actitud de contención, ocasionando su muerte en
forma instantánea, siendo la causa de ella shock hipovolémico, traumatismo toráxico
abierto, lesiones de disparo de arma de fuego conforme aparece en el protocolo de
autopsia de fojas sesenta y tres. Sétimo: Que, de la debida compulsación de
pruebas resulta que Carlos Alberto Ramos Sandoval, al absolver la tercera pregunta
de su manifestación policial de fojas veintitrés, señala que él conjuntamente con su
coacusado Rey David Pedraza Campos le arrebataron el dinero al agraviado y
cuando emprendían la fuga, encontrándose a unos veinte metros aproximadamente,
al voltear la mirada pudo observar que Pedraza Alarcón le efectúa un disparo por la
espalda al agraviado, versión que coincide con la de este último, quien en su
manifestación policial de fojas veintiocho admite que en efecto portaba un arma de
fuego calibre treinta y dos con el cual realizó el disparo mortal al agraviado,
encontrándose este a unos dos metros y medio de distancia aproximadamente.
Octavo: Que, con lo expuesto, se colige que los agresores hicieron uso de la
violencia como medio para lograr la apropiación del bien, cesando esta cuando
Ramos Sandoval y Pedraza Campos huyen con el dinero, quedando consumada la
sustracción, toda vez que los procesados no solo ya habían aprehendido el objeto
que estaba en poder y dominio de la víctima, sino que se la llevaban (reemplazo de
un dominio por otro), teniendo la cosa en sus manos, aunque fuera por breve lapso
de tiempo, evidenciándose por tanto la consumación de la lesión jurídico patrimonial.
Noveno: que, así las cosas, toca dilucidar la conducta que cada procesado ha
desplegado para la perpetración del hecho; que, para el caso de Pedraza Alarcón ha
surgido concurso real de delitos, puesto que el evento tuvo lugar en dos momentos:
la ejecución del robo propiamente dicho con apoderamiento ilegitimo de la cosa y el
segundo la muerte de la víctima; en efecto, en el presente caso, el delito de robo
agravado quedó consumado desde el momento en que Ramos Sandoval y Pedraza
Campos huyen con el botín, ejerciendo actos de disposición (aunque por breve lapso
de tiempo), configurándose aquí el tipo penal del artículo ciento ochenta y nueve
primera parte, inciso dos, tres y cuatro del Código Penal, de lo que se colige que al
efectuar el disparo mortal por la espalda al agraviado, ya no constituye un medio
para lograr la apropiación del bien, sino un hecho punible independiente del robo
agravado, puesto que este ya se había consumado, cometiendo en consecuencia el
delito de homicidio agravado conforme al inciso segundo del artículo ciento ocho del
Código Penal y no robo agravado con subsecuente muerte. Décimo: Que, lo anotado
precedentemente, daría lugar a la ampliación del auto de apertura de instrucción
contra el encausado Pedraza Alarcón, por el delito de homicidio calificado; pero,
estando a que el Fiscal Superior en su recurso de nulidad no ha formulado petición
concreta respecto de este encausado y en aplicación del artícu lo trescientos del
Código de Procedimientos Penales, modificado por el Decreto Legislativo
novecientos cincuenta y nueve no resulta posible declarar la nulidad de la sentencia
en dicho extremo, pues ello constituiría una reforma en peor, lo que no esta
permitido por la precitada norma legal; en consecuencia la petición de Pedraza
Alarcón sobre la disminución de la pena que le fue impuesta deviene en inatendible,
dada la naturaleza y gravedad del ilícito cometido. Undécimo: Que, con relación al
encausado Carlos Alberto Ramos Sandoval, en su recurso de nulidad alega que
actuó bajo un estado de necesidad invocando el inciso cuarto apartado a) del
artículo veinte del Código Penal, sin embargo ello no resulta atendible pues que no
se cumplen los presupuestos de la causa de justificación aludida, es más, existió un
plan premeditado ya que el sujeto conocido como "Juan" (según su versión) días
antes le proporcionó información sobre la ruta que empleaba el agraviado, por lo
demás el procesado no ha dado una versión uniforme sobre los hechos,
adecuándose su conducta al tipo penal por el cual ha sido condenado (artículo
ciento ochenta y nueve, incisos dos, tres y cuatro del Código acotado). Décimo
Segundo:
Que en lo que respecta al encausado Dalton Alan Sandoval Rentería, a quien se le
atribuye el delito de robo agravado en calidad de cómplice, de autos no aparecen
suficientes elementos de prueba que acrediten su participación en los hechos, ya
que fue incluido en la investigación por la sola circunstancia de haberse encontrado
en compañía de Ramos Sandoval cuando se produjo la intervención policial
resultando tal circunstancia insuficiente para atribuirle responsabilidad penal,
máxime sin ninguno de los encausados lo sindican, por lo que en su caso resulta de
aplicación lo dispuesto por el artículo doscientos ochenta y cuatro del Código de
Procedimientos Penales. Décimo Tercero: Que, en consecuencia, habiéndose
establecido criterios de diferenciación en relación a la consumación del delito de
robo agravado con subsecuente de muerte y el delito de asesinato para ocultar otro
delito, corresponde otorgar a dicha interpretación jurisprudencial carácter de
precedente vinculante conforme a lo anotado en el considerando quinto de la
presente resolución, en aplicación de lo previsto por el inciso uno del artículo
trescientos uno A, del Código de Procedimientos Penales, incorporado por el
Decreto Legislativo número novecientos cincuenta y nueve; y estando a las
consideraciones expuestas: declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia
recurrida de fajas cuatrocientos sesenta y seis, su fecha trece de setiembre de dos
mil cuatro, en cuando condena a Carlos Alberto Ramos Sandoval y Dario Damian
Pedraza Alarcon por el delito de robo agravado, en agravio de Carlos Lino Chonlón
Vega, imponiendo al primero, veinte años de pena privativa de libertad y al segundo,
veinticinco años de pena privativa de libertad, la misma que con el descuento de 'la
carcelería que viene sufriendo desde el ocho de junio del dos mil dos, vencerá para
el primero, el siete de junio del dos mil veintidós y para el segundo, el siete de junio
del dos mil veintisiete; fija en treinta mil nuevos soles la suma por concepto de
reparación civil que deberán abonar en forma solidaria a favor de los herederos
legales de la víctima; asimismo declararon HABER NULIDAD en la propia sentencia
en la parte que condena a Danton Alan Sandoval Rentería, como cómplice del delito
de robo agravado en agravo de Carlos Lino Chonlón Vega, a cuatro años de pena
privativa de libertad suspendida por el plazo de tres años; con lo demás que al
respecto contiene; reformándola en este extremo: ABSOLVIERON a Danton Alan
Sandoval Rentería, de la acusación fiscal, por el delito de robo agravado en agravio
de Carlos Lino Chonlón Vega; DISPUSIERON la anulación de sus antecedentes
policiales y judiciales generados como consecuencia del presente proceso; debiendo
reiterarse las ordenes de ubicación y captura contra el encausado Rey David
Pedraza Campos hasta que sea habido; MANDARON que los fundamentos jurídicos
del quinto considerando de la presente Ejecutoria Suprema constituye precedente
vinculante; ORDENARON que el presente fallo se publique en el Diario Oficial El
Peruano; y los devolvieron.
S.S. VILLA STEIN; VALDEZ ROCA; PNCE DE MIER; QUINTANILLA QUISPE;
PRADO SALDARRIAGA.

Subcapítulo 2

Robo simple

SALA PENAL SUPREMA PERMANENTE R.N. Nll


102-2005

2. JURISPRUDENCIA QUE CONVOCA A PLENO JURISDICCIONAL (1276)


Lima, once de abril del año dos mil cinco

VISTOS: por sus fundamentos pertinentes; y CONSIDERANDO: Primero. Que esta


Suprema Sala conoce del presente proceso por haber interpuesto recurso de nulidad
el acusado Ángel Richard Sánchez Alfaro contra la sentencia de fajas ciento
cuarenta y dos, a cuyo efecto sostiene que el delito perpetrado quedó en grado de
tentativa, que la agraviada exageró los hechos, y que no se valoró debidamente su
confesión sincera, por lo que solicita se rebaje la pena impuesta. Segundo. Que del
análisis de la prueba de cargo actuada se advierte que, en efecto, está probada la
comisión del delito de robo agravado en grado de tentativa, por cuanto el acusado
luego de golpear a la agraviada y apoderarse de su bolso conteniendo la suma de
mil seiscientos nuevos soles inmediatamente se dio a la fuga, pero fue capturado por
la policía en plena huida, a cuadra y media del lugar de los hechos; que ello significa
que, previa intimidación y agresión levísima a la víctima, si bien se produjo el
apoderamiento del bien ajeno, empero no hubo la mínima posibilidad de disponer del
mismo, consecuentemente, la acción delietiva del acusado Ángel Richard Sánchez
Alfaro no se consumó y por tanto quedó en grado de tentativa; que, en tal virtud, es
de aplicación el artículo dieciséis del Código Penal [1], por lo que debe precisarse
que la condena por el delito contra el patrimonio, en la figura de robo agravado, es
en grado de tentativa, tanto más si el Tribunal de Instancia en contradicción a lo que
anotó en la parte resolutiva, así lo consideró en el tercer fundamento jurídico de la
sentencia recurrida. Tercero. Que, respecto al quántum de la pena impuesta, es de
tener en cuenta que la Sala Penal Superior la fijó por debajo del mínimo legal, en
siete años de privación de libertad, por lo que no es del caso disminuirla aún más.
Cuarto. Que, ahora bien, la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de
la República al decidir el recurso de nulidad número tres mil novecientos treinta y
dos - dos mil cuatro ha sentado precedente vinculante en la ejecutoria de fecha
diecisiete de febrero del año en curso respecto a la determinación del momento en
que se consuma el delito de robo agravado, concluyendo, en su quinto fundamento
jurídico, que este se consuma "(. .. ) con el apoderamiento del objeto mueble aunque
sea por breve lapso de tiempo"; que tal concepción, a juicio de esta Sala Penal
Permanente, no es de recibo, puesto que el apoderamiento debe entenderse
consumado, no
con el solo hecho de aprehender o coger la cosa -contrectatio- ni en el mero hecho
de la separación de la posesión material del ofendido, sino con la iIIatio, esto es,
cuando el autor ha logrado la disponibilidad potencial, que no afectiva sobre la cosa -
puede ser incluso momentánea, fugaz o de breve duración, así como de parte de lo
sustraído para que quede consumado en su totalidad, en tanto que se precisa la
efectiva disposición de la misma-, lo que no sucede cuando se está persiguiendo al
agente y se le captura en posesión de la misma; que, por consiguiente, es de
considerar que hay tentativa, pese a la aprehensión de la cosa, cuando el imputado
es sorprendido in fraganti O in situ y perseguido inmediatamente y sin interrupción
es capturado o si en el curso de la persecución abandona los efectos, sin haber
conseguido su disponibilidad momentánea o fugaz [2J; que, siendo así, es de
procederse conforme a lo dispuesto por el inciso segundo del artículo trescientos
uno - A del Código de Procedimientos Penales, modificado por el Decreto Legislativo
número novecientos cincuenta y nueve [3J. Por estos fundamentos: 1. Declararon
HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fajas ciento cuarenta y dos, de fecha
dieciocho de noviembre de dos mil cuatro, en cuanto condena a Ángel Richard
Sánchez Alfaro como autor del delito contra el patrimonio - robo agravado
consumado en agravio de Susana Eduviges López Salas de Valdivia; reformándolo:
lo CONDENARON por robo agravado en grado de tentativa. 11. Declararon NO
HABER NULIDAD en la propia sentencia en cuanto le impone siete años de pena
privativa de libertad, y fija en quinientos nuevos soles la suma que por concepto de
reparación civi I deberá abonar el sentenciado a favor de la agraviada; con lo demás
que dicha sentencia contiene; y los devolvieron. 11I. CONVOCARON al pleno
jurisdiccional de los Vocales de lo Penal de esta Corte Suprema de Justicia de la
República, a fin de determinar el momento de consumación en los delitos de robo
agravado y se dicte la sentencia plenaria correspondiente; MANDARON se ponga en
conocimiento de las dos Salas Jurisdiccionales restantes de este Supremo Tribunal
el tenor de las Ejecutorias con criterios discrepantes; con conocimiento del Ministerio
Publico.
S.S. SIVINA HURTADO; SAN MARTIN CASTRO; PALACIOS VILLAR; LECAROS
CORNEJO; MOLlNA ORDEÑEZ.

PRECEDENTE VINCULANTE INELUDIBLE


Ante la convocatoria efectuada en la segunda Ejecutoria Suprema para la realización
de un pleno jurisdiccional de los Vocales en lo Penal de la Corte Suprema de la
República, con la finalidad de determinar el momento de la consumación en los
delitos de robo agravado y se dicte la sentencia plenaria correspondiente, el 30 de
setiembre de 2005, todos los Vocales Supremos que integran las Salas Penales
Supremas Permanente y Transitoria, se reunieron en SALA PLENA Y concluyeren
en el acuerdo jurisdiccional siguiente (127n: en el delito de robo agravado, el factor
que define la consumación es la posibilidad de disposición potencial del bien, la
misma que no existe cuando el agente es capturado en el momento o
inmediatamente después de producida su huida, supuesto en el cual nos
encontramos ante una tentativa de robo agravado. En este sentido, se entiende que
nuestro Código Penal se adhiere a la teorfa de la ablatio (posibilidad de disponer del
bien).

En el Pleno jurisdiccional también acordaron que la Ejecutoria Plenaria sería


redactada por los ilustres Vocales Supremos Drs. Robinsón Gonzáles Campos y
César San Martín Castro (1278).
De esa forma, se dictó la sentencia plenaria que sigue, la misma que vincula a todos
los órganos encargados de administrar justicia penal, sin excepción, hasta que otra
Sala Plenaria de la Suprema Corte lo modifique.

SENTENCIA PLENARIA N-1-2005/DJ-301-A. (1279)


DISCREPANCIA jU RISPRUDENClAL ARTíCULO 301-A c.P.P.

ASUNTO: MOMENTO DE LA CONSUMAClON EN EL DELITO DE ROBO


AGRAVADO Lima, treinta de septiembre de dos mil cinco
Los vocales de lo Penal de la Corte Suprema de justicia de la República, reunidos en
Pleno jurisdiccional, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 301-A del
Código de Procedimientos Penales, introducido por el Decreto Legislativo Nº 959,
han pronunciado la siguiente:
SENTENCIA PLENARIA

1. ANTECEDENTES

1. Los Vocales de lo penal, integrantes de las Salas Penales Permanente y


Transitoria de la Corte Suprema de justicia de la República, con la autorización del
Consejo Ejecutivo del Poder judicial, acordaron realizar un pleno jurisdiccional Penal,
a fin de dar cumplimiento a lo dispuesto por los artículos 301-A del Código de
Procedimientos Penales, introducido por el Decreto Legislativo Nº 959, Y 22 Y 116
del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder judicial.

2. Corresponde en este caso, luego de las labores preparatorias del Equipo de


Trabajo designado al efecto, bajo la coordinación del señor San Martín Castro, dar
cumplimiento a lo dispuesto por el citado artículo 301-A del Código de
Procedimientos Penales, y dictar una sentencia plenaria respecto a la definición del
"momento de la consumación del delito de robo agravado", frente a la discrepancia
surgida sobre ese asunto por las Ejecutorias Supremas del diecisiete de febrero de
dos mil cinco, recaída en el Expediente número tres mil novecientos treinta y dos -
dos mil cuatro, emitida por la Segunda Sala Penal Transitoria, y del once de abril de
dos mil cinco, recaída en el Expediente número ciento dos - dos mil cinco, dictada
por la Sala Penal Permanente. Esta última Ejecutoria, con arreglo al apartado dos
del referido artículo 301-A de la Ley Procesal Penal, decidió la convocatoria al Pleno
jurisdiccional.

3. La Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de justicia, en el quinto


fundamento jurídico, luego de definir el delito de robo --consiste, según esa decisión,
en el apoderamiento de un bien mueble, con animus lucrandi, es decir, el
aprovechamiento y sustracción del lugar donde se encuentre, siendo necesario el
empleo de la violencia o amenaza por
(1278) Firmado por los señores Vocales Supremos: Hugo Sivina Hurtado, Robins6n
Gonzáles Campos, César San Martín Castro, Eduardo Palacios Villar, José Lecaros
Cornejo, José Balcazar Zelada, Hugo Molina Ordoñez, Adolfo Barrientos Peña,
César Vega Vega Y Hugo Príncipe Trujillo.
(1279) Publicado en el diario El Peruano, el 26 de noviembre de 2005.
parte del agente sobre la víctima- precisa que este se consuma con el
apoderamiento del objeto mueble aunque sea por breve lapso de tiempo. En el
octavo fundamento jurídico puntualizó que el delito de robo agravado queda
consumado cuando los agresores huyen con el dinero, pues no solo habían
aprehendido el objeto que estaba en poder y dominio de la víctima, sino que se lo
llevaban (reemplazo de un dominio por otro), teniendo la cosa en sus manos,
aunque fuera por breve tiempo. En el noveno fundamento jurídico reiteró que el
delito de robo agravado quedó consumado desde el momento en que los agentes
delictivos huyen con el botín, ejerciendo actos de disposición (aunque por breve
tiempo).
4. La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia, en el cuarto
fundamento jurídico, señaló que el apoderamiento debe entenderse consumado, no
con el solo hecho de aprehender o coger la cosa -cantrectatio- ni en el mero hecho
de la separación de la posesión material del ofendido, sino con la iIIatia, esto es,
cuando el autor ha logrado la disponibilidad potencial, que no efectiva, sobre la cosa
-puede ser incluso momentánea, fugaz o de breve duración, así como de parte de lo
sustraído para que quede consumado en su totalidad, en tanto que se precisa la
efectiva disposición de la misma-, lo que no sucede cuando se está persiguiendo al
agente y se le captura en posesión de la misma. Agrega en dicho fundamento
jurídico que será tentativa, pese a la aprehensión de la cosa, cuando el imputado es
sorprendido in fraganti o in situ y perseguido inmediatamente y sin interrupción es
capturado o si en el curso de la persecución abandona los efectos, sin haber
conseguido su disponibilidad momentánea o fugaz.
5. La deliberación y votación del asunto en discusión se realizo el día de la fecha.
Como resultado del debate y en virtud de la votación efectuada, por mayoría de
nueve señores Vocales y ton el voto discrepante del señor Balcazar lelada, que se
agregará en documento aparte, se emitió la presente sentencia plenaria. Se designo
como ponentes a los señores Gonzáles Campos y San Martín Castro, quienes
expresan el parecer del Pleno.

II. FUNDAMENTOS JURIDICOS


6. El delito de Hurto fija los criterios esenciales para determinar la consumación del
delito de robo, en tanto que este último delito coincide en sus elementos típicos
básicos con el primero --el bien jurídico afectado es el mismo: el patrimonio-, y la
diferencia deriva del hecho de que requ iere la presencia de violencia o amenaza
-intimidación- contra la persona, en tanto que constituye una forma calificante con
respecto al hurto. El robo, como añadido, exige dos condiciones: la acción, en la
violencia o amenaza ejercidas sobre las personas; y, el elemento temporal, en virtud
del cual los actos de violencia o de intimidación deben ser desplegados antes, en el
desarrollo o inmediatamente posterior a la sustracción de la cosa.

7. El delito de Hurto, al igual que el delito de robo, desde la perspectiva objetiva,


exige que el agente se apodere ilegítimamente de un bien mueble, total o
parcialmente ajeno, sustrayéndolo del lugar donde se encuentra [confrontar artículos
185 y 188 del Código Penal]. El acto de apoderamiento es, pues, el elemento central
de identificación para determinar, en el iter criminis, la consumación y la tentativa.
Desde esta perspectiva el apoderamiento importa: (a) el desplazamiento físico de la
cosa del ámbito del poder patrimonial del tenedor ~e su esfera de posesión- a la del
sujeto activo, y (b) la realización material de actos posesorios, de disposición sobre
la misma. A estos efectos, según el artículo 185 del Código Penal, se requiere de la
sustracción de la cosa, esto es, la separación de la custodia de la cosa de su titular y
la incorporación a la del agente.

8. La acción de apoderarse mediante sustracción, materialmente, define al delito de


hurto y, por extensión, de robo, como uno de resultado y no de mera actividad. Este
entendimiento de ambos delitos, a su vez, fuerza a entender no solo que el agente
desapodere a la víctima de la cosa -adquiere poder sobre ella- sino también, como
correlato, la pérdida actual de la misma por parte de quien la tuviera, situación que
permite diferenciar o situar en un momento diferenciado la desposesión del
apoderamiento. En tal virtud, el criterio rector para identificar la consumación se sitúa
en el momento en que el titular o poseedor de la cosa deja de tener a esta en el
ámbito de protección dominical y, por consiguiente, cuando el agente pone la cosa
bajo su poder de hecho. Este poder de hecho -resultado típico- se manifiesta en la
posibilidad de realizar sobre la cosa actos de disposición, aun cuando solo sea por
un breve tiempo, es decir cuando tiene el potencial ejercicio de facultades
dominicales; solo en ese momento es posible sostener que el autor consumó el
delito.
9. Este criterio de la disponibilidad potencial, que no efectiva, sobre la cosa -de
realizar materialmente sobre ella actos dispositivos- permite desestimar de plano
teorías clásicas como la aprehensio o contrectatio -que hacen coincidir el momento
consumativo con el de tomar la cosa, la amotio- que considera consumado el hurto
cuando la cosa ha sido trasladada o movida de lugar -y la i/latio- que exige que la
cosa haya quedado plenamente fuera del patrimonio del dueño y a la entera
disposición del autor; y, ubicarse en un criterio intermedio, que podría ser compatible
con la teoría de la ablatio -que importa sacar la cosa de la esfera de custodia, de la
vigilancia o de la actividad del tenedor, efectivo dominio sobre la cosa-o El
desplazamiento de la cosa en el espacio no es el criterio definitorio del hurto, sino el
desplazamiento del sujeto que puede realizar actos de disposición.
10. Por consiguiente, la consumación en estos casos viene condicionada por la
disponibilidad de la cosa sustraída -de inicio solo será tentativa cuando no llega a
alcanzarse el apoderamiento de la cosa, realizados desde luego los actos de
ejecución correspondientes-o Disponibilidad que, más que real y efectiva -que
supondría la entrada en la fase de agotamiento del delito-debe ser potencial, esto
es, entendida como posibilidad material de disposición o realización de cualquier
acto de dominio de la cosa sustraída. Esta disponibilidad potencial, desde luego,
puede ser momentánea, fugaz o de breve duración. La disponibilidad potencial debe
ser sobre la cosa sustraída, por lo que; (a) si hubo posibilidad de disposición, y pese
a ello se detuvo al autor y recuperó en su integridad el botín, la consumación ya se
produjo; (b) si el agente es sorprendido in fraganti o in situ y perseguido
inmediatamente y sin interrupción es capturado con el íntegro del botín, así como si
en el curso de la persecución abandona el botín y este es recuperado, el delito
quedó en grado de tentativa; y, (e) si perseguidos los participantes en el hecho, es
detenido uno o más de ellos pero otro u otros logran escapar con el producto del
robo, el delito se consumó para todos.

III. DEClSION

11. En atención a lo expuesto, el Pleno jurisdiccional de los Vocales de lo Penal de


la Corte Suprema de Justicia de la República, reunido de conformidad con el
apartado dos del artículo 301-A del Código de Procedimientos Penales, introducido
por el Decreto Legislativo número 959; por mayoría 9 votos contra uno;
HA RESUELTO:

12. ESTABLECER como doctrina legal, respecto a los delitos de robo agravado, que
el momento consumativo requiere la disponibilidad de la cosa sustraída por el
agente. Disponibilidad que, más que real y efectiva debe ser potencial, esto es,
entendida como posibil idad material de disposición O realización de cualquier acto
de dominio de la cosa sustraída. Los principios jurisprudencia les que rigen son los
señalados en los párrafos 7 a 10 de la Presente Sentencia Plenaria.
13. PRECISAR que los principios jurisprudenciales antes mencionados constituyen
precedente vinculante para los magistrados de todas las instancias judiciales, y que,
en todo caso, las Ejecutorias Supremas dictadas con anterioridad, en especial las
vinculantes, en cuanto a la doctrina legal que consignaron, quedan modificadas
conforme a los términos de la presente Sentencia Plenaria.
14. PUBLICAR esta Sentencia Plenaria en el diario oficial El Peruano. Hágase
saber.
SS. SIVINA HURTADO/ GONZALES CAMPOS/SAN MARTíN CASTRO/PALACIOS
VILLAR / LECAROS CORNEJO/MOLlNA ORDOÑEZ/BARRIENTOS PEÑNVEGA
VEGA/ PRINClPE TRJILLO

VOTO SINGULAR

1. No comparto los fundamentos de la presente Sentencia Plenaria y, por el


contrario, considero que el criterio debe presidir la diferenciación entre consumación
y tentativa en los delitos de robo agravado es, propiamente, la amotio. Por tanto,
basta que el sujeto activo, luego de utilizar la violencia o amenaza, se apodere de la
cosa, la toma para sí y la remueva, esto es, la traslade o mueve de lugar. La acción
de apoderamiento, en este caso, quedará consumada con ese hecho, por lo que no
hace falta que el autor pueda disponer efectiva o potencialmente de la cosa
sustraída, pues con la remoción ya se afectó la esfera de la custodia del afectado.
2. En tal virtud, MI VOTO es porque en los delitos de robo el momento consumativo
tiene lugar cuando el agente toma par sí la cosa y la remueve o traslade de lugar, sin
que a ello sea trascendente que tenga la disposición, real o potencial, de la misma.
S. BALCAZAR ZELADA.

9. AUTORÍA y PARTICIPACIÓN

Autor o agente será aquella persona que realiza todos los elementos objetivos y
subjetivos de la conducta descrita en el tipo penal del artÍCulo 188. Nuestra Corte
Suprema fundándose en la teoría del dominio del hecho para definir a la autorÍa, por
Ejecutoria Suprema del 02 de octubre de 1997, en forma pedagógica enseña que
"en el proceso ejecutivo del delito es autor y no cómplice, aquél que ha realizado de
propia mano todos los elementos objetivos y subjetivos que configuran el tipo, lo que
permite afirmar a la luz de la moderna teoría del dominio del hecho, que el
sentenciado ha sostenido las riendas del acontecer típico o la dirección del
acontecer, habiendo tenido a la vez la posibilidad de evitar el resultado" (1280).

Idéntico razonamiento emplea la Sala Penal Permanente de la Suprema Corte


cuando en la Ejecutoria del 7 de junio de 2004 sostiene que "resulta obvio que no
puede existir licitud en una conducta cuando lo que se pide es que se intercepte o
golpee con un automóvil a los ocupantes de una motocicleta, de ahí que las
alegaciones de inocencia del acusado relativas a su desconocimiento del propósito
de los sujetos que participaron en el robo no resultan válidas para eximirlo de
responsabilidad penal; por el contrario, los perjudicados han sido uniformes en
sindicarlo como la persona que conducía el vehículo que colisionó con ellos y de
donde descendieron los demás asaltantes, situación que determina que su
participación fue a título de coautor al haber actuado con total dominio del hecho
delictivo al momento de su perpetración, por cuanto además de ser planificado,
existió una distribución de roles en base al principio de la división funcional de
trabajo, que genera lazos de interdependencia entre los agentes" (1281) o

Resulta obvio que no cabe la coautoría en el robo simple toda vez que si en un caso
concreto participan dos o más personas haciendo uso de la violencia o amenaza
contra las personas estamos ante la figura del robo agravado previsto en el inciso 4
del artículo 189 del Código Penal. No obstante, es perfectamente posible que hayan
partícipes ya sea como instigadores, cómplices primarios o cómplices secundarios;
circunstancias que el operador jurídico deberá evaluar según lo establecido en el
artÍCulo 25 del Código Penal.

Serán casos de robo simple con plurisubjetividad cuando el agente amenaza o


practica actos de violencia tendientes a la sustracción/apoderamiento, mientras otra
persona que participa como cómplice vigila o espera en un vehículo para lo fuga o
huida (o facilita con conocimiento, la motocicleta o automotor). Los aportes de
quienes facilitan informaciones valiosas pero no intervienen en el hecho también
definen un cuadro de complicidad necesaria o primaria en relación al hecho del
autor, quien domina y decide el curso de la acción ilícita (1282). "La complicidad se
encuentra ubicada en un nivel accesorio y dependiente de un hecho principal
dominado por el autor o los coautores" (1m).

10. PENALIDAD

El agente o autor de robo simple será merecedor de la pena privativa de libertad no


menor de tres ni mayor de ocho años, según la última modificación del artículo 188
ocurrida por Ley Nº 27472 publicada el 05 de junio de 2001.

Subcapítulo 3

Robo agravado

1. CUESTIÓN PREVIA

El delito de robo agravado en todas sus modalidades, tan frecuentes en los estrados
judiciales se encuentra previsto en el artículo 189 del Código Penal. Quizá su
frecuencia constituya uno de los motivos por los cuales el legisladar en catorce años
de vigencia de nuestro maltrecho Código Penal, ha modificado hasta en cuatro
oportunidades su numeral 189. Así tenemos, el texto original fue modificado por Ley
Nº 26319 del 01 dejunio de 1994, luego el 21 de junio de 1996 se promulgó la Ley Nº
26630, así mismo, lo dispuesto por esta última ley fue modificado por el Decreto
Legislativo Nº 896 del 24 de mayo de 1998 por el cual recurriendo a la drasticidad de
la pena el cuestionado gobierno de aquellos años, pretendió frenar la ola de robos
agravados que se había desencadenado en las grandes ciudades de nuestra patria.
Con la vuelta de aires democráticos, el 05 de junio de 2001 se publicó la Ley Nº
27472 por la cual en su artículo primero se modificó lo dispuesto en el Decreto
Legislativo antes citado. Finalmente, el 03 de marzo de 2007 por Ley Nº 28982 se ha
ampliado el contenido del inciso 5 del citado artículo 189 del Código Penal,
quedando el mismo con el texto siguiente:
la pena será no menor de diez ni mayor de veinte años, si el robo es cometido:
1. En casa habitada.
2. Durante la noche o en lugar desolado.
3. A mano annada.
4. Con el concurso de dos a más personas.
5. En cualquier medio de locomoción de transporte público o privado de
pasajeros o de carga, terminales terrestres, ferroviarios, lacustres y fluviales,
puertos, aeropuertos, restaurantes y afines, establecimientos de hospedaje y lugares
de alojamiento, áreas naturales protegidas, fuentes de agua minero-medicinales con
fines turísticos, bienes ¡nmuebles integrantes del patrimonio cultural de la Nación y
museos.
6. Fingiendo ser autoridad o servidor público o trabajador del sector privado o
mos-
trando mandamiento falso de autoridad.
7. En agravio de menores de edad o ancianos.
la pena será no menor de veinte ni mayor de veinticinco años, si el robo es
cometido:
1. Cuando se cause lesiones a la integridad física o mental de la víctima.
2. Con abuso de la incapacidad física o mental de la víctima o mediante el
empleo de drogas ylo insumos químicos o fánnacos contra la víctima.
3. Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica.
4. Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio cultural de la
Nación.
La pena será de cadena perpetua cuando el agente actúe en calidad de integrante
de una organización delictiva o banda, o si como consecuencia del hecho se
produce la muerte de la víctima o se le causa lesiones graves a su integridad física o
mental.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Se define al robo agravado como aquella conducta por la cual el agente haciendo
uso de la violencia o amenaza sobre su víctima, sustrae un bien mueble total o
parcialmente ajeno y se apodera ilegítimamente con la finalidad de obtener un
provecho patrimonial, concurriendo en el accionar alguna o varias circunstancias
agravantes previstas expresamente en nuestro Código Penal.

El robo agravado exige la verificación de la concurrencia de todos los elementos


objetivos y subjetivos de la figura del robo simple, luego debe verificarse la
concurrencia de alguna agravante específica, caso contrario, es imposible hablar de
robo agravado. Como lógica consecuencia el operador jurídico al denunciar o abrir
proceso por el delito de robo agravado, en los fundamentos jurídicos de su denuncia
o auto de procesamiento, primero deberá consignar el artículo 188 y luego el o los
incisos pertinentes del artículo 189 del c.P. Actuar de otro modo, como hemos tenido
oportunidad de ver en la práctica judicial de solo indicar como fundamento jurídico
algún inciso del artículo 189 sin invocar el 188, es totalmente errado, pues se estaría
imputando a una persona la comisión de una agravante de cualquier otro delito pero
no precisamente del delito de robo.

Para no volver a repetir el contenido de todos los elementos objetivos y subjetivos


del injusto penal de robo, válidos para el robo con agravante, remitimos al lector a lo
ya expresado al hacer hermenéutica jurídica del artículo 188 del C.P.

2.1. Circunstancias agravantes

Ahora corresponde analizar cada una de las circunstancias que agravan la figura del
robo y por tanto, el autor merece mayor sanción punitiva:
a. Robo en casa habitada
La primera agravante de la figura delictiva de robo se verifica cuando aquel se
efectúa o realiza en casa habitada. La acción realizada por el agente afecta diversos
bienes jurídicos protegidos por el Estado por considerarlos fundamentales para una
armoniosa convivencia social, como son afectación al patrimonio, inviolabilidad del
domicilio y eventualmente afectación a la vida, la integridad física, la libertad sexual,
el honor, etc. de los moradores de la casa. Se afecta también de modo abrupto la
intimidad entendida como el derecho que le asiste a toda' persona de tener un
espacio de su existencia para el recogimiento, la soledad, la quietud, evitando
interferencias de terceros, permitiendo de ese modo un desarrollo libre y autónomo
de su personalidad.
Haciendo hermenéutica jurídica de esta agravante se discute en doctrina si a la frase
"casa habitada" debe dársele una acepción restringida, limitándola solo al lugar
donde moran una o más personas (1284) o amplia, entendida como todo espacio
físico que cumpla el papel de servir de vivienda o habitación y donde una o varias
personas viven habitual o circunstancialmente.
De ambas concepciones, la segunda es la más atinada, pues si recurrimos al
Diccionario de la Real Academia de la Lengua encontramos que por casa se
entiende todo edificio para habitar; es decir, puede denominarse también residencia,
domicilio, hogar, mansión, morada, vivienda o habitación. En tal sentido, toda
vivienda permanente o temporal por precaria que sea ~u construcción configura la
agravante a condición que no esté abandonada o deshabitada. La casa puede servir
de domicilio permanente o eventual de sus moradores, lo importante a tener en
cuenta es el hecho que se trata de una morada y que al tiempo de cometerse el robo
servía de vivienda para la víctima sin importar claro está que al momento de
realizarse el robo, la vivienda se encuentra sin sus moradores que habían salido por
ejemplo de visita aun familiar o a una fiesta. En consecuencia, quedan aludidas las
casas de campo o verano en el tiempo que son utilizadas.
Desde el momento que se toma como referencia que el inmueble debe servir de
morada o vivienda para la víctima, resultan excluidos de la agravante los edificios
que sirvan para negocios, los colegios, las oficinas, los locales de instituciones
públicas o privadas. En términos más gráficos y contundentes, un robo cometido en
un colegio o en local de una Universidad no constituye agravante así este se realice
cuando estudiantes, profesores y trabajadores administrativos se encuentren en
pleno ejercicio de sus labores.
b. Robo durante la noche

Constituye agravante el realizar o ejecutar el robo aprovechando la circunstancia de


la noche, entendida como el lapso en el cual falta sobre el horizonte la claridad de la
luz solar. Esto es importante tenerlo en cuenta puesto que así el horizonte esté
iluminado por una hermosa luna llena o por efectos de luz artificial, la agravante
igual se configura. El agente debe buscar la noche para realizar su accionar de
sustracción ilegítima de bienes, pues sabe que la protección de los bienes muebles
por parte de la víctima se ha relajado y que tendrá mayores posibilidades de
consumar su hecho al sorprender a su víctima.

Es común sostener que el fundamento político criminal de esta agravante radica en


que la noche es un espacio de tiempo propicio para cometer el robo, al presuponer
la concurrencia de los elementos: oscuridad, mínimo riesgo para el agente y facilidad
mayor para el apoderamiento al relajarse las defensas por parte de la víctima y
presuponer condiciones de mejor ocultamiento para el sujeto activo del delito y evitar
de ese modo ser identificado por la víctima.

La frase "durante la noche" debe entenderse desde un criterio gramatical, esto es,
en su sentido cronológico-astronómico; de ningún modo puede alegarse para el
derecho penal peruano, que la agravante encuentra su explicación en un criterio
teleológico funcional, es decir, buscando la finalidad político criminal de la norma
penal. En consecuencia, creemos que no es posible hacer un híbrido entre el criterio
gramatical y el teleológico para tratar de entender la agravante "durante la noche",
como lo sugiere el profesor Rojas Vargas (1285) al analizar esta agravante para el
hurto, al sostener que durante la noche se constituye así en una agravante que debe
ser considerada tanto en su acepción físico-gramatical de oscuridad o nocturnidad
natural como en su perspectiva teleológica, buscando el fin implícito de tutela en la
norma penal, para descartar la agravante allí donde existió suficiente iluminación y/o
posibilidades de defensa iguales a que si el hecho se hubiera cometido durante el
día con luz solar.

Esta posición restringe en forma extrema los efectos de aplicación práctica de la


agravante, pues en una calle donde haya suficiente iluminación artificial e incluso
vigilancia particular no será posible cometer un robo agravado así el agente haya
penetrado el inmueble y haciendo uso de la amenaza contra los moradores que
súbitamente se despertaron, se apoderó de todo el dinero que había en la caja
fuerte. Igual, no verificará esta agravante el hecho que el agente ingresa a una
vivienda iluminada debido que los moradores se olvidaron de apagar la luz y sustrae
los bienes después de dominar por la violencia a su víctima. Lo cual nos parece
poco consistente, pues los supuestos evidentemente configuran agravante por
haberse producido durante la noche.
La consumación o perfeccionamiento del robo tiene que hacerse durante la noche.
Si en un caso concreto se llega a determinar que los actos preparatorios se hicieron
en el día y la consumación se produjo en la noche se configura la agravante; mas no
concurrirá agravante si llega a determinarse que los actos preparatorios se hicieron
aprovechando la noche pero la sustracción violenta se produjo en el día.

c. Robo en lugar desolado

Esta circunstancia agravante es nueva en nuestra legislación. En el Código Penal


derogado de 1924, no aparece esta agravante. En cambio, el Código de 1863 utilizó
la frase "robo en despoblado o en camino público" que tiene una connotación
totalmente diferente a robo en lugar desolado. En efecto, mientras que robo en lugar
despoblado significa que la acción se realiza en un lugar donde normalmente no hay
población, el lugar es solitario; el robo en lugar desolado significa que la acción
transcurre en un lugar que normalmente o circunstancialmente se encuentra sin
personas. Esto es, puede ser en un lugar d~spoblado como también puede ser en
un lugar poblado pero que en forma circunstancial o eventual se encuentra sin
pobladores.

En tal sentido Rojas Vargas (1286), enseña que lugar desolado será tanto el espacio
fisico sin población como el ámbito poblado que por factores diversos se halle sin
gente: zonas industriales, calles extensas y solitarias, caminos, carreteras, zonas
rurales alejadas de los pueblos o ciudades, estadios, plazas, teatros vaCÍos de
gente, etc. El mensaje comunicativo del vocablo desolado posee así mayor riqueza
significativa que la palabra despoblado, de allí entonces la mayor extensión de
tipicidad objetiva que su inclusión en la circunstancia agravante del robo amerita
(1287). En cambio Peña Cabrera (1288) consideraba que el robo en lugar
despoblado era lo mismo que robo en lugar desolado.
En suma, la ubicación de la víctima en el espacio que le conlleva su desamparo, su
desprotección, la ausencia de posibilidad de auxilio, la facilidad para la fuga y el
ocultamiento, facilitan la realización del robo por parte del agente y naturalmente
fundamentan la agravante en análisis.

d. Robo a mano armada

El robo a mano armada se configura cuando el agente porta o hace uso de un arma
al momento de apoderarse ilegítimamente de un bien mueble de su víctima. Por
arma se entiende todo instrumento fisico que cumple en la realidad una función de
ataque o defensa para el que la porta. En tal sentido, constituyen armas para efectos
de la agravante: arma de fuego (revólver, pistolas, fusiles, carabinas, ametralladoras,
etc.), arma blanca (cuchillo, verduguillo, desarmador, navajas, sables, serruchos,
etc.) y armas contundentes (martillos, combas, piedras, madera, fierro, etc.). Por
ejemplo la Ejecutoria del 08 de mayo del dos mil tres, emitida por la Sala Penal
Transitoria, da cuenta de un caso concreto en el cual el agente para lograr su
objetivo de sustraer los bienes del agraviado utilizó como arma un desarmador. En
efecto, la citada Ejecutoria argumenta: "Que durante la secuela del procesado el
Colegiado ha evaluado y merituado las pruebas actuadas estableciendo la
responsabilidad penal de Rubén Sánchez. Fuertes en la comisión del delito contra el
Patrimonio Robo Agravado, quien en compañía de dos menores de edad interceptó
a los agraviados Ruth jacqueline Flores Aliano y Marco Antonio Cruzado Porras,
despojándolos de sus pertenencias consistentes en un reloj de dama y una gorra de
dril color azul, para cuyo fin el citado procesado utilizó un desarmador con el fin de
intimidarlos" (1289).

La sola circunstancia de portar el arma por parte del agente a la vista de la víctima,
al momento de cometer el robo, configura la agravante. Si en un caso concreto se
verifica que el autor portaba el arma pero nunca lo vio su víctima, la sustracción-
apoderamiento ocurrida no se encuadrará en la agravante en comentario (1290). A
efectos de la hermenéutica de la agravante y aplicarIo a un hecho concreto, no
resulta de utilidad diferenciar si realmente se hizo uso del arma o solo se portó a
vista del sujeto pasivo, pues al final en ambos supuestos el agente demuestra mayor
peligrosidad y atemoriza a su víctima de tal forma que no pone resistencia a la
sustracción de sus bienes. Tal disqtúsición solo será importante para el juzgador al
momento de graduar o individualizar la pena que impondrá al agente al final del
proceso.

La discusión en la doctrina nacional se presenta cuando el agente hace uso de


armas aparentes tales como revólver de fogueo, una pistola dejuguete o una
cachiporra de plástico, etc. Para Bramont-Arias Torres/Garda CantizarIO (1291), el
uso de armas aparentes en la sustracción configura el delito de robo, debido que el
empleo de un arma aparente demuestra falta de peligrosidad en el agente, quien en
ningún momento ha querido causar un daño grave a la víctima. Igual postura adopta
Peña Cabrera (1292) cuando alega que la mera simulación no es suficiente para
delinear la agravación que comentamos, pues el arma aparente no aumenta la
potencialidad agresiva del agente. En esa línea Villa Stein (1293) sostiene que "por
arma no se entiende las simuladas o inservibles, por inidóneas". En el mismo sentido
Ángeles-Frisancho-Rosas (1294).

En cambio lajurisprudencia nacional traducida en resoluciones de nuestro máximo


Tribunal ha adoptado posición totalmente distinta. No se toma en cuenta si el arma
aumenta la potencial agresividad del agente sino por el contrario, se toma en cuenta
el estado anímico de la víctima al momento en que el agente actúa portando o
haciendo uso del arma aparente (1295). Tres Ejecutorias Supremas son suficiente
para graficar la posición de la jurisprudencia nacional: por Ejecutoria del 10 de marzo
de 1998, la Corte Suprema expresó que "tomando en consideración que un arma es
todo instrumento real o aparente que incrementa la capacidad de agresión del
agente y reduce la capacidad de resistencia de la víctima, de ninguna manera puede
considerarse como circunstancia de robo simple el hecho de haber los encausados
usado armas aparentemente inocuas (revólver de fogueo y un madero) ya que
resultaron suficientes para atemorizar a los agraviados, contra los que ejercieron
violencia (. .. ) "(1296). La Ejecutoria Suprema del 20 de abril de 1998 afirma que" si
bien conforme al dictamen pericial de balística forense el arma tiene la calidad de
revólver de fogueo, ello no exime, en el caso de autos, a los agentes de su conducta
delictiva dentro de los alcances de la agravante del robo a mano armada, toda vez
que en la circunstancia concreta el uso del mismo produjo un efecto intimidante
sobre las víctimas al punto de vulnerar su libre voluntad, despertando en estas un
sentimiento de miedo, desasosiego e indefensión "(1297). Finalmente, por Ejecutoria
Suprema del 1 O de julio de 1998 se sostiene que" el concf;pto arma no
necesariamente alude al arma de fuego, sino que dentro de dicho concepto debe
comprenderse a aquel instrumento capaz de ejercer efecto intimidante sobre la
víctima, al punto de vulnerar su libre voluntad, despertando en esta un sentimiento
de miedo, desasosiego e indefensión, bajo cuyo influjo hace entrega de sus
pertenencias a sus atacantes" (1298).

En tal sentido, la primera posición se basa en la eficacia del arma en su poder para
producir un peligro real para la víctima; en tanto que la segunda postura se coloca
en el plano de la víctima, valorando el poder intimidatorio que produce en la víctima.

Terciando en este debate doctrinario-jurisprudencial, el profesor Rojas Vargas


(1299), afirma que existe una posición racionalizadora que, sopesando el rigor de la
fuerza argumentativa de tales tesis y sin subestimarlas o desecharlas, sostiene que
si bien no se puede negar que un arma inutilizada o deteriorada no es apta para
concretar su destino ofensivo, si la misma puede ser utilizada de otro modo con igual
peligro real para la vida, integridad física o salud, estaremos ante el ámbito
normativa de la agravante de robo a mano armada; de no ser así nos quedaremos
en el dominio típico de la amenaza o intimidación propia del robo simple.

Por nuestra parte, asumimos totalmente la tercera postura denominada


racionalizadora con acercamiento a la posición jurisprudencia!. En efecto, la primera
postura amparada en el no poder producir peligro real para la víctima el uso del
arma aparente, pone énfasis en el arma de fuego que si no es apta para su finalidad
o destino normal obviamente no pone en peligro la vida o integridad física de la
víctima; sin embargo, tal póstura no toma en cuenta que muy bien aquella arma
aparente (revolver de fogueo, pistola de juguete, etc.) puede ser utilizado como arma
contundente y fácilmente poner en peligro la integridad física de la víctima.

La segunda postura al tomar en cuenta solamente el poder intimidante que produce


en la víctima el uso del arma aparente, también obvia que el arma aparente puede
causar real peligro para la integridad física de la víctima. Para esta postura si el uso
del arma aparente no causó efecto intimidatorio en la víctima y en su caso opuso
resistencia, la agravante no concurre. Sin embargo, el uso de arma aparente pone
muy bien en peligro real la integridad física del sujeto pasivo.

En suma, el uso de arma aparente se subsume en la agravante en análisis hasta por


tres argumentos:

Primero, aceptando que arma es todo instrumento que cumple una función de
ataque o defensa, el arma aparente muy bien puede ser usada para atacar o
defender. Un arma de fuego al ser inútil para cumplir su finalidad natural por
deterioro, ser de juguete o de fogueo, muy bien en la práctica puede convertirse en
arma contundente o punzante. Esto es, como arma contundente o punzante pone en
peligro real la vida o integridad fisica de la víctima. Ejemplo, opera la agravante
cuando el agente al hacer uso de un revolver de fogueo en un robo, al tener
resistencia de su víctima, lo utiliza como arma contundente y le ocasiona un
traumatismo encéfalo craneano. También estaremos ante la agravante cuando el
agente para robar hizo uso de una pistola de juguete, con el cual al oponer
resistencia la víctima, le pincho la vista izquierda, haciéndole en consecuencia inútil
para su función natural en el futuro.

Segundo, el empleo de arma (blanca, de fuego o contundente) por parte del agente,
normalmente ocasiona en la víctima efecto intimidatorio. Necesariamente provoca
miedo y desasosiego en el sujeto pasivo, al punto que teniendo este la posibilidad de
defender la sustracción de sus bienes, no lo hace por temor al mal de perder la vida
o poner en riesgo su integridad fisica. Al producirse un hecho concreto, la víctima
nunca piensa si el arma es real o aparente. Lo aparente solo se sabrá después de
los hechos cuando incluso se someta a determinadas pericias. De ese modo, Walter
Vilcapoma (1300) sostiene que es el efecto intimidante del arma lo que se levanta
como un elemento calificante, con mucha más valía que la peligrosidad o eventual
lesión de otros intereses distintos al patrimonio.

Tercero, finalmente, no debe obviarse la finalidad que busca el agente al hacer uso
de un arma de fuego real o aparente. Lo hace con el firme objetivo de anular la
capacidad de resistencia de la víctima por miedo. Sabe perfectamente que una
persona común de carne y hueso se intimida al observar un arma de fuego y sabe
también perfectamente que llegado el caso puede utilizar el arma de fuego aparente
en arma contundente o punzante para defenderse en caso que la víctima oponga
resistencia.
Por otro lado, "el robo agravado con utilización de arma de fuego como instrumento
para ejecutarlo no puede ser considerado como delito independiente, conforme lo ha
establecido esta Sala Penal en numerosas ejecutorias, pues dada la naturaleza del
acto ilícito, el delito de tenencia ilícita de armas se subsume en el inciso cuarto del
artículo 189 del Código Penal" (1301). Igual posición se reitera en la Ejecutoria
Suprema del 26 de julio de 1999 al sostener la Suprema Corte que" el delito de robo
con utilización de arma de fuego como instrumento para ejecutarlo, configura el
delito de robo agravado y por ende no cabe que se considere dos delitos
autónomos, pues el uso de armas en la ejecución de un robo constituye un sub tipo
agravado del delito de robo" (1302). Así también se pronuncia la Ejecutoria del 17 de
enero de 2003 cuando la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, argumenta
que" Que, en el presente caso se ha procesado también por el delito de tenencia
ilegal de armas de fuego, sin embargo de los actuados se aprecia que el delito de
robo agravado fue ejecutado utilizando una arma de fuego, por lo que no puede ser
considerado como delito independiente, sino que se encuentra subsumido en una de
las agravantes del delito de robo conforme lo ha establecido la reiterada
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia" (1303).

Esta correcta posición adoptada por nuestro máximo tribunal de justicia, debe ser
tomada en cuenta por el operador jurídico de las instancias inferiores con la finalidad
de desterrar la errada práctica judicial que en robos con uso de armas de fuego, se
formalice denuncias y se inicie procesos penales por robo agravado a mano armada
y a la vez, por el delito de tenencia ilegal de armas. Así mismo, para efectos de la
calificación de la agravante es irrelevante determinar si la posesión del arma de
fuego por parte del agente es legítima o ilegítima.

La agravante se fundamenta en el notorio desvalor de la acción que supone el


reforzar la acción instrumental de la violencia o la amenaza con elementos físicos
contundentes que facilitan la realización del delito, ponen en riesgo la vida y la
integridad físico-mental de la víctima, perturban el sentimiento colectivo de seguridad
y aseguran en gran modo la impunidad inmediata del sujeto activo. A través de tal
actitud, el sujeto activo revela especial peligrosidad y pone de manifiesto un enfático
desprecio por los riesgos y efectos previsibles de su comportamiento para con la
víctima y la sociedad (1304).

f Robo con el concurso de dos o más personas

Esta agravante quizá sea la más frecuente en la realidad cotidiana y por ello haya
sido objeto de innumerables pronunciamientos judiciales aun cuando no se ha
logrado establecer su real significado. Mayormente los sl~etos que se dedican a
robar bienes muebles, lo hacen acompañados con la finalidad de facilitar la comisión
de su conducta ilícita, pues por la pluralidad de agentes merman o aminoran en
forma rápida las defensas que normalmente tiene la víctima sobre sus bienes;
radicando en tales supuestos el fundamento político criminal de la agravante.

En la doctrina peruana siempre ha sido un problema no resuelto el hecho de


considerar o no a los partícipes en su calidad de cómplices o instigadores en la
agravante en comentario. En efecto aquí, existen dos vertientes o posiciones. Unos
consideran que los partícipes entran en la agravante. Para que se concrete esta
calificante, Peña Cabrera (1305) afirma sin mayor fundamento: es suficiente que el
robo se realice por dos o más personas en calidad de partícipes. No es exigible
acuerdo previo; solo es necesario participar en el delito de cualquier forma: coautoría
o complicidad (1306).

En tanto que la otra posición que asumimos sostiene que solo aparece la agravante
cuando las dos o más personas que participan en el robo lo hacen en calidad de
coautores. Es decir, cuando todos con su conducta teniendo el dominio del hecho
aportan en la comisión del robo. Para saber cuándo estamos ante la figura
dogmática de coautoría en esta agravante, cabe glosar la Ejecutoria Suprema del 09
de octubre de 1997, en la cual haciendo pedagogía nuestro máximo Tribunal ha
sostenido: "teniéndose en cuenta que toda forma de autona en los delitos dolosos de
resultado, como es el caso de autos, sea en su modalidad directa, mediata, o de
coautona, se caracteriza por el dominio del hecho, la coautona requiere que quienes
toman parte en la ejecución obren con dominio funcional; es así que en el caso sub
iúdice como los agentes perpetraron los robos con una decisión común, en cuya
ejecución cada interviniente dio un aporte esencial cabe unificar la imputación para
todos ellos a título de coautores y no de autores por un lado, y cómplice secundario
por otro, como erróneamente lo ha realizado la Sala Penal Superior; en esta parte es
muy importante subrayar que el delito investigado reúne los tres requisitos que
configuran la coautona, a saber: a) decisión común: entre los intervinientes existe
una decisión común de realizar el robo, que se distingue del acuerdo a voluntades
propio de la participación en razón que las aportaciones de los coautor es es
manifiesta en un plano de igualdad, lo que permite hablar de una acción conjunta
formada por actos parciales que posibilita una división de trabajo, o división de
funciones orientado al logro exitoso del resultado, b) aporte esencial: el aporte
individual que realiza cada actuante es esencial o relevante, de tal modo que si uno
de ellos hubiera retirado su aporte pudo haber fracasado todo el plan de ejecución;
c) tomar parte en la fase de ejecución: cada sujeto al tomar parte en la ejecución
desplegó un dominio parcial del acontecer, este requisito precisamente da contenido
real a la coautoria, pues la sola intervención en la fase preparatoria no es suficiente,
porque ello también existe en la complicidad e instigación, quiere decir que la
participación ejecutiva da contenido final al dominio funcional del hecho en la
coautoria" (m,).

"Que, así mismo en virtud al principio de reparto funcional de roles, por el cual las
distintas contribuciones deben considerarse como un todo y el resultado total debe
atribuirse a cada coautor, independientemente de la entidad material de su
intervención, cuya trascendencia jurídica penal radica en que la coautoria supone la
aplicación de penas iguales para todos los coautores" (I~08) .

El mismo fundamento de la agravante nos lleva a concluir de ese modo, pues el


número de personas que deben participar en el hecho mismo facilita su
consumación por la merma significativa de la eficacia de las defensas de la víctima.
El concurso debe ser en el hecho mismo de la sustracción-apoderamiento. No antes
ni después, y ello solo puede suceder cuando estamos ante la coautoría. En esa
línea, no opera la agravante cuando un tercero facilita su vehículo para que
Francisco Luján solo, realice el robo. Tampoco cuando un tercero induce o instiga a
Francisco Luján para que robe a determinada persona, salvo claro está, que en el
primer supuesto, el hecho haya sido planificado por ambos y que en el reparto
funcional de roles, le haya correspondido actuar de facilitar del robo.
En estricta sujeción al principio de legalidad y adecuada interpretación de los
fundamentos del derecho penal peruano, el robo con el concurso de dos o más
personas solo puede ser cometido por autores o coautores. Considerar que los
cómplices o inductores resultan incluidos en la agravante implica negar el sistema de
participación asumida por el Código Penal en su Parte General y, lo que es más
peligroso, castigar al cómplice por ser tal y además por coautor, esto es, hacer una
doble calificación por un mismo hecho (violación del principio del ne bis in idem)
(1~09).
La Jurisprudencia nacional ha asumido con rigor dogmático esta última posición. Así
tenemos por Ejecutoria Suprema del 28 de mayo de 1996, nuestro máximo Tribunal
sostuvo que "es necesario indicar que si los tres procesados acordaron asaltar a los
agraviados y uno de los acusados no sustrajo nada, no es motivo para absolverlo,
puesto que hay que tener en cuenta la decisión común de los procesados como un
concierto de voluntades dirigidas a llevar a cabo el hecho delictivo, lo cual determina
la función que cada uno de ellos realizaba en la perpetración de dicho ilícito,
fundamentada en el principio de la división del trabajo" (lSlO). En igual sentido por
Ejecutoria Suprema del 11 de marzo de 1998 se afirma: "se infiere que los hechos
submateria fueron perpetrados por tres agentes, quienes actuaron previo concierto y
propósito planificado, empleando armas de fuego reales, lo que aumenta su
capacidad de agresividad y eficacia en el logro del resultado, lo que las conductas
de los agentes reúnen los tres requisitos que configuran la coautoTÍa "(1m). En caso
parecido con fecha 29 de enero de 1999, se reafirma que "de la evaluación de los
hechos y de los aportes de los intervinientes, se infiere que los hechos submateria
fueron perpetrados por tres agentes, quienes actuaron previo concierto y propósito
planificado, empleando armas de fuego y apoyo logístico, lo que aumenta su
capacidad de agresividad y eficacia en el logro del resultado" (1512).

Entre los coautores debe existir un mínimo acuerdo para perfeccionar el robo. No
obstante, tal acuerdo no debe connotar permanencia en la comisión de este tipo de
delitos, pues en tal caso estaremos en presencia de una organización criminal que
configura otra agravante diferente.
No esta demás dejar establecido que esta agravante casi siempre concurre con
otras agravantes como puede ser en casa habitada, a mano armada, durante la
noche, etc.
g. Robo de turistas y no turistas

Siguiendo con la materialización de un libreto de una obra teatral mal estructurado,


el Congreso de la República nuevamente nos volvió ha sorprender con la
publicación en el diario oficial "El Peruano" de la Ley Nº 28982, la cual
supuestamente pretendía proteger al turista nacional o extranjero. En efecto, el 03
de marzo de 2007, se publicó la citada Ley, en la cual se prevé o establece
disposiciones penales y extrapenales que tienen por finalidad proteger y dar defensa
gratuita a las personas que hacen turismo en nuestro basto y rico territorio. Este es
el fundamento último de la Ley, incluso expresado en su artículo primero, donde se
dispone que su objetivo es el establecimiento de las medidas tendientes a crear las
condiciones de protección y defensa del turista, con especial énfasis en el ámbito
penal.

Esta Ley, en el artículo 2 más que modificación establece la ampliación del


contenido del inciso 5 del artículo 189 del Código Penal. De tal forma, ahora el delito
de robo agravado se configurará cuando el agente con la finalidad de obtener un
provecho patrimonial, sustrae para sí un bien total o parcialmente ajeno de modo
ilegítimo, haciendo uso de la violencia contra la persona o la amenaza con un peligro
inminente para su vida o integridad física, en cualquier medio de locomoción de
transporte público o privado de pasajeros o de carga (I~13), terminales terrestres,
ferroviarios, lacustres y fluviales, puertos, aeropuertos, restaurantes y afines,
establecimientos de hospedaje y lugares de alojamiento, áreas naturales protegidas,
fuentes de agua minero-medicinales con fines turísticos, bienes inmuebles
integrantes del patrimonio cultural de la Nación y museos.

El fundamento de esta disposición no se puede conocer en forma certera. Según la


página Web del Congreso, la Ley tiene su origen en dos proyectos: el proyecto de
Ley Nº 32/2006-CR ingresado al Congreso el 14 de agosto de 2006 y el proyecto de
Ley Nº 516-2006-CR ingresado el 23 de octubre de 2006. En ninguno de estos
documentos, se propuso la modificación o ampliación del inciso 5 del artículo 189 del
Código Penal en los términos que finalmente fue aprobado. Al parecer, como
lamentablemente siempre ocurre, la idea y propuesta surgió del debate
parlamentario.
No obstante, de la lectura de la exposición de motivos de los proyectos de Ley, se
puede deducir que elleit motiv de la disposición en comentario, es que el Turismo es
una política del Estado "por lo que hay que promoverla y protegerla de los delitos
más frecuentes de la que son víctimas constantemente, siendo el caso que en lo que
va del año se han registrado más de 300 casos de delitos contra turistas tanto en
Lima como en el Callao; delitos contra el patrimonio como el robo de maletas,
mochilas, cámaras fotográficas, filmadoras, documentos personales, dinero,joyas;
agresión sexual y diversos atentados contra su integridad fisica, etc. En el 2005 se
cometieron 961 delitos contra los turistas en todo el país. Toda esta realidad delictiva
en nuestro país, hace que sea necesario que se legisle explícitamente sobre este
grave problema que perjudica al Turismo y por tanto peIjudica la economía del país;
por lo que siendo una política de generación de empleo y aumento de riqueza para
nuestro país, hay que dictar normas que protejan al turista nacional y extranjero; es
por ello que con· este proyecto se incorpora un nuevo inciso al artículo 189 del
Código Penal, con la finalidad de proteger al turista en general" (1~14).

En efecto, el proyecto ingresado al congreso en agosto de 2006, proponía que en la


primera parte del artículo 189 del C.P. se agregue el inciso 8 con el contenido
siguiente: ''En agravio de turistas nacionales y extranjero". Es decir, se configurará el
delito de robo agravado cuando la sustracción ilegítima del bien total o parcialmente
ajeno se realiza o perfecciona en agravio de una persona que tenga la condición de
turista ya sea nacional o extranjero independientemente del lugar en que ocurra el
hecho. Esta propuesta resultaba coherente con su fundamento y la sistemática del
contenido del artículo 189 del Código Penal, pues ya en el inciso 7 de la primera
parte del citado numeral, se prevé que se configura el delito de robo agravado
cuando se realiza en agravio de menores de edad o ancianos.

Sin embargo, por disposición del artículo 2 de la Ley Nº 28982 se amplia la


agravante en los términos que se tiene indicados. De esa forma, la finalidad última
que buscaba el legislador de solo proteger y defender al turista como generador de
divisas, se ha distorsionado. La disposición legal finalmente aprobada por el
legislador, no tiene alguna relación coherente con la exposición de motivos de los
Proyectos de Ley que la propiciaron.
De la redacción final del inciso 5 del artículo 189 C.P. ampliado, se concluye: para
que se configure la agravante del robo no interesa ni es relevante penalmente que el
agraviado se encuentre en condición de turista ya sea nacional o extranjero. La
agravante simplemente se configura cuando el robo se realice en cualquier medio de
locomoción de transporte público o privado de pasajeros o de carga, terminales
terrestres, ferroviarios, lacustres y fluviales, puertos, aeropuertos, restaurantes y
afines, establecimientos de hospedaje y lugares de alojamiento, áreas naturales
protegidas, fuentes de agua mineromedicinales con fines turísticos, bienes
inmuebles integrantes del patrimonio cultural de la Nación y museos. Es decir, igual
se produce la agravante cuando el agraviado con la acción del robo sea un turista o
cualquier otra persona, con la principal condición que se encuentre en los lugares
que exige el tipo penal.

Por ejemplo, igual se configurará la agravante cuando el afectado con la acción del
robo es la persona que en forma ambulante a diario se dedica a vender golosinas en
los terminales terrestres, ferroviarios, lacustres y fluviales, puertos, restaurantes etc.
En este caso, ningún Fiscal nijuez diligente y conocedor del Derecho Punitivo, podrá
desechar el delito de robo agravado alegando que al no ser turista el agraviado no
concurre la agravante. No debe soslayarse que las normas, mucha más las de
carácter penal, adquieren vida propia e independiente una vez promulgadas y
publicadas. Ya no dependen de lo que quiso o buscó el legislador (intención), sino
dependen de lo que expresan por sí mismas. Al interpretarlas poco sirve determinar
la intención del legislador.

Por otro lado, ¿qué pasa si el turista es objeto de robo en lugares diferentes a los
indicados en la norma penal? Simplemente nada. La agravante no concurre. Por
ejemplo, si el robo al turista extranjero se produce en las avenidas Colmena o
Abancay de Lima o Colonial del Callao, como frecuentemente ocurre, la agravante
no concurre.
En otro extremo, para configurarse la agravante del robo, el uso de la violencia o
amenaza para la sustracción debe producirse en el medio de locomoción y cuando
este venga cumpliendo su función de transporte. Por ejemplo, si se determina que el
medio de transporte público estaba estacionado en su día de descanso y el agente
aprovechó para sustraerle su radio, la agravante no aparece. Igual posición adopta
Rojas Vargas (U15) cuando afirma que de la naturaleza misma de la circunstancia
modal se desprende que se tratará de medios de transporte en servicio, esto es,
cumpliendo su rol de traslado de personas o de carga.

Un caso real que da cuenta del perfeccionamiento de la agravante en hermenéutica,


aparece en la Ejecutoria Suprema del31 de agosto de 2004(1316), en la cual se
argumenta "que, asimismo, como el robo fue perpetrado a propósito del servicio de
taxi al que se dedica el agraviado y, precisamente, contra aquel, pues se le atacó y
se le sustrajo el automóvil, también concurre la agravante del inciso quinto del
artículo ciento ochenta y nueve del Código citado, en tanto que dicha circunstancia
solo requiere que el robo se cometa "en cualquier medio de locomoción de
transporte ( ... ) privado de pasajeros ( ... )"; que, desde luego, los vehículos
dedicados -formal o informalmente- al servicio de taxi lo son, y el agraviado fue
víctima de atentado patrimonial violento con ocasión de tal servicio, lo que determina
que se encuentre en una situación de mayor indefensión, que precisamente es el
fundamento de la agravante".
De igual forma, la agravante se materializará cuando los terminales terrestres,
ferroviarios, lacustres y fluviales, puertos, aeropuertos, restaurantes y afines,
establecimientos de hospedaje y lugares de alojamiento, áreas naturales protegidas,
fuentes de agua minero-medicinales con fines turísticos, bienes inmuebles
integrantes del patrimonio cultural de la Nación y museos estén abiertos al público y
cumpliendo su finalidad natural. Esto es, en tales lugares se esté realizando la
actividad de brindar un servicio al público para el cual normalmente están
destinados. Si se determina que la sustracción ilegítima de los bienes muebles de la
víctima se produjo cuando por ejemplo, el terminal terrestre o ferroviario, el
aeropuerto, el restaurante, el establecimiento de hospedaje, el área natural protegida
o el museo se encontraban cerrados y por tanto sin atención al público, la agravante
no concurre.
En suma, por la forma de redacción del inciso 5 del artículo 189 del C.P. modificado
por la Ley en comentario, el turista ya sea nacional o extranjero sigue igual de
desprotegido. Si el robo se produce en lugar diferente a los señalados en la norma
penal o en momentos que tales lugares están cerrados al público, por más turista
que sea el agraviado, no se configura el delito de robo agravado.

h. Robo fingiendo el agente ser autoridad


La agravante se configura cuando el agente para sustraer y apoderarse
ilegítimamente de los bienes muebles de la víctima, aparte de utilizar la violencia o la
amenaza, finge ser autoridad, esto es, simula o aparenta la calidad de autoridad que
en la realidad no tiene.

Al utilizar el legislador nacional la expresión "autoridad", se está refiriendo a los


funcionarios públicos que enumera el artículo 425 del Código Penal. El funcionario
es toda persona que tiene autoridad emanada del Estado.
La acción de fingir (ante el propietario) la calidad no poseída, para ser penalmente
relevante deberá tener una suficiente entidad engañadora. Esto es, se exige
idoneidad suficiente y adecuada para -en ponderación promediolograr el quiebre o
eclipsamiento de la defensa. Esta ponderación no puede pasar por encima ni
soslayar condiciones concretas bajo las cuales se desarrolló la acción ilícita, tales
como la edad, la cultura, el contexto geográfico (ciudades o áreas rurales) y la
vulnerabilidad de la víctima, ni perder de vista que la acción de fingimiento va
aunada a la amenaza grave y los actos de violencia, lo que en su conjunto genera
un cuadro de prevalimento dificil de superar para el sujeto pasivo o afectado (1m).

Aparece la agravante cuando dos sujetos, simulando uno juez y otro Secretario,
entran en una casa afirmando que están realizando un embargo y sustraen los
bienes de la víctima bajo amenaza; o cuando en la calle, un sujeto fingiendo ser
policía (vestido o identificándose como tal), haciendo uso de la fuerza detiene a una
persona y se apodera de su dinero que llevaba (1318).
i. Robo fingiendo el agente ser servidor público
Esta agravante recogida igual que la anterior en el inciso 6 del artículo 189 del
Código Penal, se configura cuando el agente haciendo uso de la violencia o
amenaza y simulando o aparentando ser servidor público sustrae los bienes de la
víctima. Es decir, el agente finge ser servidor o empleado público entendido como
aquel trabajador que vinculado a la administración pública cumple actividades
concretas y de ejecución bajo subordinación en relación del funcionario.

Opera la agravante por ejemplo, cuando el agente identificándose con un carné del
Poder Judicial, fingiendo ser secretario de un Juzgado civil y aseverando venir a
trabar un embargo, ingresa al inmueble del agraviado y bajo amenaza de ser
detenido, le sustrae diversos bienes muebles.
j. Robo fingiendo el agente ser trabajador del sector privado

La agravante se configura cuando el agente haciendo uso de la violencia o la


amenaza y simulando o fingiendo ser trabajador de una empresa privada, sustrae en
forma ilegítima los bienes muebles del sujeto pasivo. El agente finge ser trabajador
de determinada persona jurídica particular.
Se presentará la circunstancia agravante cuando los agentes simulando ser
trabajadores de la casa comercial Carsa de donde el agraviado adquirió a crédito
sus artefactos, ingresan a la vivienda de este último con el cuento de verificar el
estado de los artefactos y a viva fuerza se sustraen aquellos bienes; o cuando, el
agente aparentando con un carné de identidad ser trabajador de Telefónica, ingresa
a la vivienda con anuencia de la víctima, aseverando venir a revisar la conexión del
teléfono y luego, por medio de amenaza logra sustraer los bienes domésticos.

Aquí, cabe dejar establecido que de modo alguno en las tres hipótesis últimas,
estaremos ante un concurso real con los delitos de usurpación de autoridad y estafa.
El hecho de hacer uso de la violencia o amenaza y adicionalmente fingir ser
funcionario, servidor público o trabajador del sector privado por parte del agente con
la finalidad de sustraer bienes muebles ilegítimamente del agraviado, constituye solo
robo agravado.

k. Robo mostrando el agente mandamiento falso de autoridad


La circunstancia agravante también recogida en el inciso 6 del artículo 189 del C.P.
se configura cuando el agente mostrando o enseñando a su víctima orden o
mandato falso de autoridad y haciendo uso de la violencia o la amenaza le sustrae
sus bienes muebles de modo ilegítimo. Debe verificarse el dato objetivo del tipo que
la orden o mandato que muestra el agente en forma directa a la víctima es falso,
caso contrario, si se determina que la orden era legítima o legal, la agravante no se
configura.
Con Rojas Vargas (1319) expresamos que en la medida que se trata de otra
variedad de simulación que facilita la ejecución del delito, la clase de autoridad
invocada en el mandamiento falso no resulta delimitante y definidora de la
agravante, pudiendo tratarse de autoridades jurisdiccionales, administrativas,
policiales, militares, burocrática, de ejecución etc. Lo decisivo es que posea
idoneidad y fuerza para vencer la resistencia (probable o en curso) de la víctima, no
siendo de interés el centro aparente de producción de la orden, en tanto simule un
nivel de autoridad quien lo emita.

Gráfica perfectamente esta agravante cuando los agentes fingiendo uno ser Fiscal
de turno y los otros de ser efectivos de la policía nacional (incluso vestidos de tales)
llegan a la vivienda del agraviado y mostrándole una orden falsa de supuesto
allanamiento emitido por el juez de turno, ingresan a su vivienda y a viva fuerza le
sustraen diversos artefactos.

l. Robo en agravio de menores de edad

La agravante recogida en el inciso 7 del artículo 189 se configura cuando el agente


comete el robo en agravio de menores de edad.
No hay mayor discusión en considerar menores a las personas que tienen una edad
por debajo de los dieciocho años. Aparece así establecido en el inciso 2 del numeral
20 del Código Penal, en el artículo 42 del Código Civil y en el artículo 1 del Texto
Único Ordenado del Código del Niño y Adolescentes.

La circunstancia agravante se materializa cuando el agente dirige los actos de


violencia o amenaza en contra de un menor. El término "agravio" implica, no solo el
desmedro o merma patrimonial, sino también un direccionamiento de la violencia o
la amenaza que afecta directamente al menor (1320). El agravio tiene así dos
dimensiones concurrentes: a) La acción y efecto de la violencia y la amenaza; y b) el
desmedro económico.
La Ejecutoria del 15 de enero de 2004 recoge un caso real en el cual un menor es el
sujeto pasivo del delito de robo. En efecto allí se expresa que "ha quedado
plenamente acreditado tanto la comisión del delito, así como la responsabilidad
penal del acusado Julio Isaac Nieto Rodríguez quien en compañía de otro sujeto el
día de los hechos, interceptaron al menor agraviado, contra quien ejercieron
violencia apoderándose de sus pertenencias "(1321).

De ese modo, si en un caso concreto, solo concurre la última de estas dimensiones,


la circunstancia agravante no aparece. Se excluye la agravante por ejemplo, cuando
la violencia o amenaza fue contra el guardián de la vivienda del menor quien solo vio
mermado su patrimonio por efecto del robo producido.

El agente debe conocer o darse cuenta que esta ejecutando el robo en perjuicio de
un menor de edad. Si no conocía ni había la posibilidad de conocer tal circunstancia,
es posible la concurrencia de un error de tipo que se resolverá aplicando las reglas
del artÍCulo 14 del Código Penal. De verificarse un error de tipo sobre la
circunstancia agravante, el o los autores solo serán pasibles de sanción penal a
título de robo simple.
m. Robo en agravio de ancianos

Saber cuando estamos ante una persona anciana resulta una tarea poco difícil. No
obstante, siguiendo la posición adoptada por Manuel Abanto Vásquez,
consideramos que debe entenderse el término "anciano" recurriendo a las normas
extrapenales como las laborales. En tal sentido, estamos ante una persona anciana
cuando ha alcanzado o sobrepasado la edad cronológica límite para la jubilación. Es
decir, cuando el varón haya cumplido los 65 años y en caso de las mujeres, los 60
años (1322).
De ese modo, no compartimos posición con Rojas Vargas (1323), al afirmar que por
interpretación sistemática del artÍCulo 81 del Código Penal, se concluye que los 65
años marcan el inicio desde la perspectiva penal de la ancianidad o senectud.
Aparece la agravante cuando el agente dirige la violencia o la amenaza contra un
anciano con el objetivo de sustraerle ilegítimamente sus bienes. Igual que en la
agravante anterior, la acción de violencia o amenaza debe ser directa en contra del
sujeto pasivo anciano y de ello debe resultar una consecuente merma de su
patrimonio. Si la violencia o amenaza fue dirigida contra otra persona y solo resultó
mermada el patrimonio del anciano, la agravante no se verifica. También es posible
que el agente por error actúe con la firme creencia que su víctima no es un anciano,
en tal caso es factible invocarse el error de tipo previsto en el numeral 14 del Código
Penal.
n. Robo con lesiones leves en la integridad física o mental de la víctima
El legislador nacional en la segunda parte del artículo 189 del Código Penal ha
previsto y sancionado otro grupo de supuestos agravantes, los cuales por su mayor
injusto penal merecen una pena más elevada que las agravantes ya analizadas.
La primera circunstancia agravante tiene su antecedente nacional inmediato en el
segundo párrafo del artículo 239 del Código Penal de 1924.

Aparece la circunstancia agravante cuando el agente por efectos mismos del robo
ocasiona lesiones leves a la integridad físico o mental de la víctima. Esto es, causa
transformación evidente del estado de equilibrio actualizado y funcional de las
estructuras somáticas y psicológicas de la víctima. Se entiende que las lesiones a la
integridad físico o mental de la víctima deben ser consecuencia del uso doloso de la
violencia o amenaza por parte del agente al momento de la sustracción-
apoderamiento. Si las lesiones se verifican por otras circunstancias, la agravante no
se configura.

Las lesiones que exige la agravante deben ser consecuencia del empleo de la
violencia en el acto mismo de la sustracción. Estas lesiones pueden haber sido
causadas en forma dolos a o por culpa del agente en el mismo momento que se
produce el robo. No antes. Serán dolos as las lesiones que ocasiona el agente a la
víctima que en el mismo momento de la sustracción de sus bienes opone
resistencia. En cambio, serán culposas cuando la víctima se lesiona a consecuencia
del forcejeo que se produjo al momento de la sustracción. Lo' importante es que las
lesiones simples físicas o mentales sean consecuencia circunstancial y episódica del
robo. En esa línea del razonamiento, no opera la agravante si en determinado caso,
llega a determinarse que el sujeto activo previamente había planificado lesionar a su
víctima para luego sustraerle sus bienes. Aquí se presentará un concurso real de
delitos entre lesiones simples o menos graves y hurto.

No hay agravante si las lesiones son producidas por causas fortuitas.


Se perfecciona o consuma el robo con la presente agravante cuando la magnitud de
las lesiones alcanza más de diez y menos de treinta días de asistencia facultativa o
descanso para el trabajo (artículo 122 del C.P.). Si las lesiones merecen una
prescripción facultativa menor, no estamos ante lo que jurídicamente se denomina
lesiones sino faltas contra las personas, salvo claro está, que el daño a la integridad
se haya producido con la concurrencia de agravantes en cuyo caso serán lesiones
(artículo 441 del C.P.). No opera la agravante si las lesiones producidas alcanzan
solo a constituir faltas contra las personas. De ser el caso, el hecho será robo
simple. Asimismo, las lesiones no deberán ser de una magnitud de lesión grave,
pues en tal caso se configura la agravante prevista en la última parte del numeral
189 del C.P.
Las lesiones producidas a consecuencia del robo son sub sumidas por esta
agravante. No es posible jurídicamente formalizar denuncia penal y abrir proceso
penal por el delito de robo agravado por la circunstancia en comentario y a la vez,
por el delito de lesiones, como erróneamente todavía se estila en los estrados
judiciales. Ello, pese que existen diversas Ejecutorias Supremas que han enfocado
de modo atinado el problema. Aquí solo hay el delito de robo agravado.

Con fines de ilustración y aun cuando los casos ventilados refieren lesiones graves,
nuestro Máximo Tribunal Penal por Ejecutoria Suprema del 24 de junio de 1999
afirmó que "la figura típica de lesiones graves se encuentra subsumida dentro de los
alcances del tipo penal que prevé el delito de robo agravado, al haberse acreditado
que tales lesiones causadas contra la integridad jisica de la víctima fueron
ocasionadas como consecuencia del atentado patrimonia~ siendo del caso absolver
al acusado de la acusación fiscal en cuanto a dicho extremo se refiere, en atención a
lo preceptuado por el artículo 284 del Código adjetivo" (1324). En igual sentido se
pronunció en la Ejecutoria Suprema del 07 de octubre de 1999 cuando
pedagógicamente indica que "El empleo de la violencia en la perpetración del robo
constituye un elemento de su tipo objetivo y tiene como fin anular la capacidad de
reacción de la víctima; si bien la conducta desplegada por el agente puede
encuadrarse en más de un tipo penal, debe ser de aplicación aquel que prevea el
carácter pluriofensivo de su conducta, de modo que en aplicación del principio de
especialidad, la figura típica de lesiones graves se halla subsumida dentro de los
alcances del tipo penal de robo agravado" (1325). En idéntico sentido se pronuncia
la Ejecutoria del 29 de enero de 2003 cuando la Sala Penal Transitoria de la
Suprema Corte, señala "que, en cuanto a las lesiones sufridas por el agraviado
conforme es de verse del certificado médico legal de fajas catorce, han sido
ocasionadas como consecuencia del robo, sin embargo la figura de lesiones se
encuentra subsumido en una de las agravantes del delito de robo" (1326).

Sin embargo, también se denunciará y abrirá proceso penal por el delito de lesiones
junto al de robo agravado cuando, la víctima de las lesiones sea una tercera persona
contra la cual no fue dirigida la acción del agente para sustraerle sus bienes y en
consecuencia, no vio mermada su patrimonio. Para subsumir las lesiones a la
agravante, estas deben haberse ocasionado a la víctima de la sustracción ilegítima.
Igual postura sostiene Rojas Vargas (1327) al expresar que esta focalización permite
entender y desdoblar la imputación -en el marco de la agravante en alusión- para las
demás personas afectadas (distintas de la víctima) a título de lesiones más no de
robo agravado. Es víctima el sujeto pasivo principal del delito patrimonial.

Si la sustracción-apoderamiento no llega a consumarse por factores diversos,


estaremos frente al delito de robo agravado en grado de tentativa así se haya
verificado las lesiones en agravio de la víctima.
El fundamento de la agravante radica en la concreción del peligro anunciado con la
amenaza o previsible en los actos de violencia, circunstancias que evidencian la
peligrosidad del agente pues con la finalidad de lograr su objetivo de sustraer bienes
ajenos, no tiene miramientos para afectar bienes jurídicos fundamentales como es la
integridad física o mental de las personas.

o. Robo con abuso de la incapacidad física o mental de la víctima


Esta agravante no tiene antecedente en nuestra legislación. Se configura cuando el
agente haciendo uso de la violencia o amenaza grave y aprovechando de la
incapacidad física o mental de su víctima le sustrae ilícitamente sus bienes muebles.
El fundamento de esta agravante radica en la mayor facilidad para la comisión del
delito del que se aprovecha el agente, unido a ello la alevosía con la que actúa.

Tal como aparece redactada la circunstancia agravante se entiende que la


incapacidad física o mental es anterior a la sustracción. El agente debe saber de la
condición especial de la víctima o en todo caso, tomar conocimiento en el acto
mismo de la sustracción. Lo importante es tener en cuenta que el agente no debe
ser el causante de la incapacidad. Caso contrario, esta agravante no se verifica.

Esta subespecie delictiva parte de la idea de que existe como base, como dato de la
realidad, un estado de incapacidad observable en la víctima, que no ha sido creado
ni propiciado por el agente y de lo cual se aprovecha este para sustraer y
apoderarse del bien mueble objeto del delito (lS28). De modo que si el agente antes
de sustraer el bien mueble, ha sometido a la víctima a un estado de invalidez o lo ha
atado a una silla, o de cualquier otro modo lo ha incapacitado para actuar en
defensa de sus bienes muebles, ello no será propio de esta agravante.
Se presenta la agravante cuando el agente haciendo uso de la violencia o amenaza
sustrae los bienes muebles de un ciego o paralítico o un autista, etc. Aparte de
abusar o aprovecharse del estado de incapacidad física o mental de la víctima, el
agente debe actuar haciendo uso de la violencia o la amenaza sobre su víctima. Si
por el contrario solo se aprovecha de la incapacidad sin hacer uso de la violencia o
amenaza, los hechos constituirán hurto mas no robo. Para que exista robo agravado
es necesario que el agente aparte de utilizar la violencia o amenaza en la
sustracción y apoderamiento de bienes ajenos, aproveche el estado de incapacidad
en que se encuentra la víctima.

Es factible también que el agente haya actuado en error respecto de la agravante.


Es decir, el agente no conozca o no se haya dado cuenta de la incapacidad que
sufre la víctima, presentándose de ese modo un supuesto de error de tipo, debiendo
ser resuelto tal situación aplicando el artículo 14 del Código Penal, correspondiendo
al operador jurídico determinar si el error fue vencible o invencible, pero en ambos
casos la consecuencia es la misma: habrá robo simple nunca robo agravado.

p. Rnbo mediante el empleo de drogas y/o insumos químicos o jármacos contra la


víctima

Esta agravante también recogida en el inciso 2 del segundo párrafo del artículo 189
del Código Penal, se configura cuando el agente comete el robo haciendo uso o
empleando para tal efecto drogas, insumos químicos o fármacos contra la víctima
para anular su resistencia de defensa de sus bienes.

Como hemos dejado establecido al hacer hermenéutica del robo simple, nosotros
consideramos que estos supuestos constituyen hurto agravado por destreza. De
ningún modo aceptamos lo que se denomina en doctrina violencia impropia. Pues
aquí no hay uso de violencia entendida como la aplicación de una energía física
sobre la víctima de intensidad necesaria para vencer su resistencia. En el supuesto
de uso de drogas no hay violencia, lo que existe es la destreza que utiliza el agente
para primero anular la capacidad de defensa de la víctima sobre sus bienes muebles
y después, sin ninguna dificultad sustraerlos y apoderarse ilegítimamente de ellos.
Esta posición es asumida por la Corte Suprema en la Ejecutoria del 8 de marzo de
2004 cuando sostiene "que la conducta de la procesada ha consistido en que
conjuntamente con otra persona aún no identificada, dejaron en estado de
inconsciencia al agraviado Aníbal Salas Gómez mediante la administración de un
somnífero en un vaso conteniendo licor, ello con la finalidad de sustraer los bienes y
dinero del domicilio en que este moraba en su calidad de inquilino (. .. ); que siendo
ello hace necesario realizar un correcto juicio de tipicidad ya que no ha existido
prueba de violencia, por lo que los hechos en materia de investigación configuran el
delito contra el patrimonio -hurto agravado-" (1529).
De lege jerenda, esperemos que en el futuro el legislador realice una mejor
sistematización de las agravantes, ubicándolas donde realmente corresponden.
Situación diferente será si el agente haciendo uso de la violencia o amenaza hace
que la víctima ingiera o consuma alguna droga o fármaco con la finalidad de
sustraerle después sus bienes.

No obstante, como la finalidad de este trabajo es hacer hermenéutica jurídica de las


normas penales tal como aparecen redactadas en el texto punitivo con el firme
propósito de hacer que su aplicación en la realidad práctica sea de modo más
previsible y coherente, no queda otra alternativa exponer qué significa aquella
agravante o cuándo se verifica.
Aquí estamos ante la violencia impropia. El agente no se aprovecha del estado de
incapacidad como sucede en la hipótesis anterior, sino que causa o genera el estado
de incapacidad haciendo uso de la droga, insumo químico o algún fármaco para de
esa forma facilitar la sustracción y apoderamiento ilegítimo de los bienes muebles de
la víctima. En suma, para efectos de la agravante el sujeto pasivo debe causar la
incapacidad de su víctima a través de la droga, caso contrario, si se aprovecha de la
situación que la víctima ya se encuentra drogada o en estado de ebriedad por
ejemplo, la agravante no se verifica.

Con fines pedagógicos es necesario indicar que los términos droga y fármaco
utilizado por el legislador nacional tienen el mismo significado. La Organización
Mundial de la Salud define a la droga como la sustancia terapéutica o no que,
introducida al organismo por cualquiera de los medios mecánicos clásicos
(inhalación de vapores o humo, ingestión, fricciones) o nuevos (parental,
endovenoso) de administración de los medicamentos o sustancias, es capaz de
actuar sobre el sistema nervioso central del individuo provocando una alteración
psíquica o intelectual (1550).
Subcapítulo 3

Robo agravado

q. Robo colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica No hay


mayor discusión en la doctrina el considerar víctima del delito de robo a aquella
persona que por efecto del actuar ilícito del agente ha visto disminuido su
patrimonio. La víctima puede ser una persona natural o jurídica.

En esa línea, se presenta la agravante cuando la víctima o la familia que depende


directamente de aquella, como consecuencia del robo han quedado desprovistas de
los recursos económicos indispensables para satisfacer sus necesidades y de su
familia. Sin embargo, para que opere la agravante no es necesario que la víctima
quede en la pobreza o indigencia absoluta, solo se exige que esta quede en una
situación patrimonial dificil de cierto agobio e inseguridad, el mismo que puede ser
temporal o permanente.
El agente debe conocer o percibir una variación notoria en la economía de la víctima
o su familia; el dolo directo se ve así reforzado por el conocimiento de tal
circunstancia. Caso contrario, si el sujeto activo al momento de actuar no se
representó tal situación, la agravante no aparece.

La justificación de esta agravante es, al parecer, el mayor perjuicio real que genera
en la víctima. Sin embargo, puede tener un efecto político-criminal negativo, pues
fomenta la selectividad del robo y no su erradicación (1m).

1: Robo de bienes de valor científico o que integran el patrimonio cultural de la


Nación

De la lectura del inciso 4 de la segunda parte del artículo 189 del C.P. se evidencia
que estamos ante dos circunstancias agravantes por la cualidad del objeto del robo.
Se configuran cuando el agente sustrae ilícitamente haciendo uso de la violencia o la
amenaza sobre los poseedores, bienes de valor científico o cuando lo hace sobre
bienes que integran el patrimonio cultural de la nación. El fundamento de las
agravantes radica en su importancia y significado de los bienes objeto del robo para
el desarrollo científico del país y por su legado histórico, artístico y cultural de los
mismos.

Por los bienes que conforman el patrimonio cultural se conoce el pasado histórico de
la nación. ¿Pero qué bienes tienen valor científico y cuáles pertenecen al patrimonio
cultural de la nación? Responder a tales preguntas rebasa de sobremanera la labor
del operador jurídico penal, quien tiene que recurrir a normas o disposiciones
extrapenales para poder determinar si estamos ante alguna de las cualidades que
exige la norma penal.

Resulta dificil saber qué bienes tienen valor científico y cuáles no. Correspondiendo
al juez determinar tal calidad en cada caso concreto. Para ello sin duda necesitará la
concurrencia de personas calificadas en bienes de valor científico para saber si se
trata de bienes de tales características. A modo de ejemplos, con Rojas Vargas
(1352) que trata la agravante en el delito del hurto, podemos decir que bienes con
valor científico serían las máquinas o instrumentos médicos de alta precisión, los
riñones o corazones artificiales, microscopios o telescopios electrónicos, aparatos y
dispositivos higrométricos, espectógrafos de última tecnología, etc., así como bienes
de utilidad científica como material genético depositado en recipientes, cultivo de
virus para estudio e investigación médica, fármacos en proceso de ensayo o
experimentación, compuestos químicos-radioactivos, etc. No interesa tanto el valor
económico del bien, sino su valor científico, así como que el agente debe conocer de
tal característica.

En tanto que bienes que integran el patrimonio cultural de la nación son todos
aquellos que constituyen testimonio de la creación humana, material o inmaterial
expresamente declarados por su importancia artística, científica, histórica o técnica.
Por medio de ellos las generaciones humanas presentes y por venir conocemos
nuestro pasado histórico. Para saber si estamos ante un bien que integra el
patrimonio cultural de la nación, el operador jurídico, como ya hemos mencionado al
tratar la figura del hurto, debe recurrir a la Ley Nº 24047 de 1985 que establece en
forma mas o menos clara qué bienes constituyen el patrimonio cultural de la Nación.
En ese orden de argumentos considero necesario efectuar la siguiente precisión:
esta agravante constituye una excepción a los delitos contra el patrimonio, pues aquí
no interesa tanto el valor económico que pueda tener el bien sustraído; tampoco
interesa que el agente obtenga provecho económico del mismo, debido que muy
bien puede sustraerlo para tenerlo como adorno o tenerlo en su colección, etc. Lo
único que interesa saber es si el bien tiene valor cultural expresamente reconocido y
el agente conocía de tal cualidad, caso contrario solo estaremos ante a la figura del
robo básico.

Para configurarse la circunstancia agravante, la sustracción ilegítima haciendo uso


de la violencia o amenaza, debe hacerse de museos o de lugares donde los bienes
de valor cultural se encuentren protegidos; si por el contrario, la sustracción se hace
de yacimientos arqueológicos la agravante no aparece, configurándose el delito
contra el patrimonio cultural previsto en los articulos 226 y siguientes del C.P. Así
mismo, si por ejemplo primero se produjo la sustracción-apoderamiento por medio
de la fuerza o amenaza sobre sus protectores y después el agente lo saca o extrae
del país, se presentará un concurso real de delitos entre robo agravado y el delito
previsto en alguno de los artÍCulos 228 ó 230 del Código Penal. En tal sentido, se
aplicará la pena del delito más grave, es decir, del delito en comentario.
s. Robo por un integrante de organización delictiva o banda
Aquí se recoge en forma aparente dos circunstancias agravantes diferentes. La
primera si el agente pertenece a una organización delictiva cualquiera y la segunda
cuando el agente es miembro de una banda. Decimos aparente porque a nuestra
manera de ver las cosas, organización delictiva y banda tienen la misma naturaleza
y persiguen los mismos objetivos e incluso de acuerdo a nuestra legislación merecen
la misma sanción punitiva, la única diferencia que podemos evidenciar radica en el
hecho que la organización delictiva es el género y la banda es la especie. La banda
también es una organización delictiva con la diferencia que aparentemente se rige
por disposiciones internas rígidas, situación que no sucede en otra organización o
asociación delictiva.

Por su parte Rojas Vargas (1333) después de hacer un análisis sesudo de los
pronunciamientos de nuestra Corte Suprema sobre bandas, puntualiza que tender a
diferenciar organización delictiva de banda con la argumentación que la primera
alude o subsume a la asociación ilícita, a nivel de realización práctica o dinámica de
la misma, como un grado de desarrollo vinculado directamente a la ejecución del
delito, mientras que la "banda" está al margen de tal posibilidad inclusora, es
postular un singular criterio discriminador de base débil por su cuestionable y escasa
contrastación. Organización delictiva y banda son así términos análogos de uso
lingüístico reiterativo.

No obstante, asumiendo una mínima diferenciación, tenemos que la primera


circunstancia agravante se configura cuando el autor o coautores que realizan la
sustracción ilegítima de los bienes de la vÍCtima haciendo uso de la violencia o
amenaza, lo hacen en calidad de integrantes de un organización destinada a
cometer hechos punibles. Estamos ante una agravante por la condición o cualidad
del agente. El término organización abarca todo tipo de agrupación o asociación
permanente de personas que se reúnen y de modo mínimo se organizan para
cometer delitos con la finalidad de obtener provecho patrimonial indebido.

El agente será integrante de una agrupación delictiva cuando haya vinculación


orgánica entre este y aquella, concierto de voluntades entre el agente y los demás
miembros de la organización y vinculación funcional entre el agente y el grupo.
Configurándose la agravante cuando el autor o coautores cometan el robo en
nombre o por disposición del grupo. La Ejecutoria del 14 de enero de 2004, recoge
un hecho real en el cual los agentes conformaban una organización delictiva
destinada a cometer delitos contra el patrimonio. En efecto, allí se expresa que "en
el caso de autos se encuentra acreditada la comisión del delito y la responsabilidad
penal de Roger. .. y Miguel ... , quienes con el ya fallecido Arturo ... conforman un
grupo de delincuentes que utilizando armas blancas han cometido diversos actos
delictivos en diferentes lugares de la jurisdicción de Chancay - Huaral,
concretamente el día 20 de enero de 2003, bajo la modalidad de "colectivo" en un
vehículo conducido por el encausado José ... lograron que a la altura del kilómetro
uno y medio de lagarteare - Chancay - Huaral, abordaran las agraviadas Hilda ... y
Liset ... , para luego de recorrer unos 500 metros el conductor premeditadamente
detener el vehículo, procediendo los delincuentes a despojarlas de sus pertenencias
consistentes en un teléfono celular, reloj pulsera, alhajas y dinero en efectivo siendo
conducidas hasta el cerro conocido como "La culebra" donde las abandonaron"
(1334).
Si se determina que aquel actuó solo sin conocimiento de la organización a la que
pertenece o porque dejó de ser miembro de aquella, la agravante no se configura.

De la comparación sistemática entre el contenido del inciso 1 de la segunda parte


del artículo 186 con el último párrafo del numeral 189 del Código Penal que
pareciera tuvieran contenidos parecidos, se evidencia claramente una diferencia
surgida, sin temor a equivocarnos, por descuido del legislador. En efecto, aparece el
hurto agravado cuando el agente pertenece a una organización delictiva destinada a
cometer "estos delitos", es decir, delitos contra el patrimonio; en tanto que, aparece
el robo agravado cuando el autor pertenece a cualquier organización delictiva. No
hay límite.

La segunda circunstancia aparece cuando el agente o agentes que cometen el robo


pertenecen o son miembros de una banda, es decir, de una organización, asociación
o agrupación de personas mucho más organizada, e incluso podríamos afirmar que
tienen una normativa interna que si los miembros la infringen son sancionados hasta
con la muerte. La única condición que se exige es que la actuación del agente este
vinculada a los planes delictivos de la organización (1335). Si se llega a probar que
si bien el agente pertenece a una banda pero que en el robo concreto actuó a título
personal, la agravante no aparece.
Roy Freyre (1336), comentando el artículo 238 del Código Penal derogado, enseña
que generalmente se entiende por banda a la organización, más o menos
jerarquizada, compuesta de tres o más sujetos, con armas o sin ellas, por lo común
delincuentes habituales, que se asocian para cometer delitos múltiples e
indeterminados. Podemos decir -sigue escribiendo Roy- que la affectio societatis que
los une e impulsa no es otra que la de haber decidido hacer del delito un modus
vivendi En la Banda suele regir, como en todo organización sujeta a una jerarquía, el
principio de la división del trabajo: hay quien planifica, dirige y ordena; y, existen
quienes ejecutan, cumplen y obedecen.
Nuestra Corte Suprema por Ejecutoria del 25 dejunio de 1997, después de indicar
que los acusados han actuando en calidad de afiliados a una banda trata de definirlo
señalando que se entiende "como tal a la integración de dos o más personas que
concertan con la finalidad de cometer uno o más delitos, para lo cual se
implementan y actúan coordinadamente a efectos de asegurar el éxito de su
incursión criminal, señalándose roles para tal propósito" (1337) o
Con Rojas Vargas (1338) podemos indicar que la agravante consistente en actuar
en calidad de integrante de banda admite las siguientes probabilidades:
1. El agente actúa individualmente en cumplimiento de los planes fijados por la
banda, sin requerirse aquí actuación ejecutiva plural.
2. El agente actúa en división funcional de roles, sin requerirse concurrencia
espacial conjunta observable para la víctima que sufre la agresión.
3. Varios agentes actúan en forma conjunta, de modo que resultan fácilmente
internalizados por la víctima.
4. El agente actúa individualmente haciendo patente para la víctima su
pertenencia a una banda, sin que cumpla planes que reconduzcan el hecho a un
concierto y decisión previa para el caso.

Finalmente, esta agravante puede entrar en concurso aparente con el supuesto de


hecho previsto en el artÍCulo 317 del Código Penal, denominado asociación ilícita
para delinquir (1559) . Sin embargo, por el principio de especialidad y alternatividad
penal y por la redacción de la formula, la circunstancia agravante subsume al
supuesto del artículo 317.
t. Robo con lesiones graves a la integridad jisica o mental de la víctima
La agravante se configura cuando el agente o agentes por actos propios del uso de
la fuerza o amenaza para sustraer de modo ilícito los bienes de su víctima, le causan
lesiones físicas o mentales. Las lesiones deben ser de la magnitud de los supuestos
taxativamente indicados en el artículo 121 del Código Penal. Si por el contrario las
lesiones tienen la magnitud de los supuestos previstos en el artículo 122 o 441 del
Código Penal, la presente agravante no aparece.

Se entiende también que las lesiones graves pueden ser causadas dolosamente o
por negligencia del agente, esto es, el agente debe haber causado las lesiones
físicas o mentales queriendo hacerlo para evitar por ejemplo, que la víctima siga
resistiendo a la sustracción o también como consecuencia del acto mismo de la
violencia utilizada para lograr la sustracción. Aparecerá la agravante por lesiones
graves por negligencia cuando el agente en el acto de despojarle violentamente de
su billetera a un pasajero, este pierde el equilibrio y cae del vehículo que se
encontraba en plena marcha.
Así lo ha interpretado el máximo Tribunal de Justicia en la Ejecutoria Suprema del 24
de junio de 1999, donde se expresa: "Habiéndose producido las lesiones graves, las
mismas que se describen en el historial médico y los certificados médico legales
obrantes en autos, como consecuencia del forcejeo que hubo al efectuarse un robo
contra el agraviado; en consecuencia, por la forma y circunstancias en que se
desarrollaron los hechos, éstos se subsumen en el último párrafo del artículo 189 del
Código Penal"(1540).

Las lesiones deben ser originadas como consecuencia del uso de la violencia o la
fuerza del autor sobre la víctima en los actos propios de la sustracción-
apoderamiento. No deben ser preconcebidas ni planificadas por el agente. Si en un
caso concreto se llega a determinar que el agente actuó sabiendo y queriendo
perfectamente lesionar en forma grave a la víctima para anular cualquier oposición o
resistencia a la sustracción de sus bienes, no estaremos ante la agravante sino ante
un concurso real de delitos, esto es, se configurará el delito de lesiones graves
previsto en el artículo 121 del C.P. con el delito de robo simple o robo agravado si
alguna de las circunstancias agravante s ya analizadas concurre. Originando que al
momento de imponer la pena al autor o autores se le aplicará la pena que
corresponda según la regla prevista en el numeral 50 del Código Penal; es decir, se
le impondrá una pena privativa de libertad no mayor de veinticinco años salvo que el
agente haya actuado como integrante de una banda.

En tal sentido, tal como aparece redactada esta agravante, llegamos a un absurdo
jurídico que esperemos se corrija en el futuro inmediato. El mensaje de tal forma de
legislar es patético y aterrador para los ciudadanos de a pie, a los cuales están
dirigidas las normas penales para motivarlos a no cometer delitos. En efecto, como
el lector se habrá dado cuenta, si el agente no ha planificado ni pensado causar
lesiones graves sobre la víctima, queriendo solamente sustraer bienes por medio de
la violencia o la amenaza, no obstante ocasionalmente como producto de los actos
mismos de la violencia o amenaza los causa, será merecedor de cadena perpetua;
en cambio, si el agente ha planificado y, por tanto, quiere causar primero las
lesiones graves sobre la víctima para después sustraerle sus bienes, el autor será
merecedor a una pena no mayor de veinticinco años.
Esto es, el mensaje absurdo es el siguiente: si no quieres que te sancionen con
cadena perpetua primero asegúrate de causarle lesiones graves a tu víctima para
anular cualquier resistencia y luego sustráele sus bienes.

Finalmente, las lesiones graves pueden ser sobre el propietario de los bienes o
sobre los poseedores o tenedores de los bienes objeto de la sustracción. Hemos ya
dejado expresado que en un delito de robo es víctima tanto el titular o propietario del
bien por ver mermado su patrimonio, como aquella persona que posee
legítimamente los bienes y sobre el cual van dirigidos los actos de violencia o
amenaza para despojarle de los mismos. Si por el contrario, las lesiones son
ocasionadas a terceros como, por ejemplo, personas que ocasionalmente se
presentaron en defensa de la víctima o efectivos policiales, la agravante no se
configura, estando en su caso, ante un concurso real de delitos entre robo agravado
en agravio del propietario o poseedor de los bienes sustraídos y lesiones graves en
agravio de los terceros.

Un caso real donde se configura este último supuesto da cuenta la Ejecutoria del 17
de diciembre de 2003, cuando la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema
fundamenta que" se ha acreditado plenamente el delito de Tobo agravado y lesiones
graves así como la responsabilidad de Alejandro Gustavo Rojas Pizarra, quien el
veinte de diciembn! del año dos mil uno aproximadamente a la diecinueve horas
premunido de un arma blanca, interceptó violentamente al agraviado juntamente con
otros sujetos no identificados pertenecientes a la pandilla "La Huaca ", a quien
rodearon, sujetaron de las manos, procediendo a rebuscarle sus bolsillos y
sustraerle la suma de setenta nuevos soles aproximadamente, producto de la venta
del día; siendo el caso que en dichas circunstancias el agraviado Camilo José
Miranda Godoy, padre del antes referido, al acercarse a llamar la atención a los
sujetos que golpeaban a su hijo, fue atacado por el procesado quien con el cuchillo
que poseía le causó una lesión a la altura del abdomen, después de lo cual se
dieron a la fuga" (1341) o
u. Robo con subsiguiente muerte de la víctima

Esta circunstancia o supuesto es la última agravante de la figura delictiva del robo, la


misma que merece también la pena de cadena perpetua. La agravante se configura
cuando el agente o agentes como consecuencia de los actos propios del uso de la
violencia o amenaza para vencer la resistencia natural de la víctima en defensa de
sus bienes, le ocasionan o le producen la muerte. Según la redacción de la
circunstancia agravante, se entiende que el resultado final de muerte puede ser
consecuencia de un acto doloso o culposo. Así mismo, para estar ante la agravante,
el agente no debe haber planificado la muerte de su víctima. El deceso debe
producirse por los actos propios del uso de la violencia o amenaza en el acto mismo
de la sustracción. Si llega a determinarse que el agente previamente quiso acabar
con la vida de la víctima para después apoderarse de sus bienes, no aparece la
agravante sino el supuesto de asesinato previsto en el inciso 2 del artículo 108 del
Código Penal, y, por tanto, el agente será merecedor de la pena privativa de libertad
temporal no menor de quince años.

En esa línea del razonamiento llegamos a evidenciar la incoherencia legislativa del


legislador del Decreto Legislativo Nº 896 de 1998 y no superado por la Ley Nº
27472, al sancionar con la absurda e inhumana pena de cadena perpetua al agente
que ocasiona la muerte de manera episódica, coyuntural, no planificada; en tanto
que al agente que origina la muerte de una persona en forma planificada y
deliberadamente dolosa a fin de sustraerle sus bienes sin mayor dificultad, le
sanciona con una temporal no menor de 15 años. Como bien señala Rojas Vargas
(1342), se produce así el siguiente mensaje de perversión normativa: mata primero
antes de apoderarte del bien mueble, porque si no lo haces y si de los actos de
violencia resulta muerta la víctima serás castigado con cadena perpetua, mientras
que en el primer caso a lo más serás sancionado a 35 años.

La agravante en comentario ha sido debidamente entendida por la jurisprudencia


nacional. En efecto, la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de lea, por
sentencia del 17 de agosto de 1999, en el hecho concreto que tres personas, siendo
uno de ellos el acusado, llegaron a la vivienda de los agraviados y cónyuges
Montoya Palomino y Zorrilla Cárdenas con la finalidad de robar, ante la reacción de
defensa de sus bienes fueron impactados por proyectiles de arma de fuego
produciéndose instantáneamente su muerte, sostuvo "que, la conducta del
encausado González Blanco al haber dado muerte a los agraviados en
circunstancias que perpetraba el asalto y robo en el inmueble de propiedad de los
mismos, revela un total desprecio por la vida de sus semejantes al no haber vacilado
en causar la muerte de dos personas indefensas que por su propia edad no
significaban en absoluto un peligro para repeler el ataque de los malhechores, los
cuales se encontraban premunidos de armas de fuego, esto es que actuaron con
ventaja sobre los damnificados; comportamiento que no puede llamar a
equivocación al tipificar el delito imputado, pues el Robo Agravado con subsiguiente
muerte se encuentra plenamente tipificado en el último parágrafo del artículo ciento
ochenta y nueve del Código Penal modificado por el Decreto Legislativo Nº 896,
vigente al momento de cometerse los hechos" (1343).
En el mismo sentido y tratando de precisar la diferencia entre robo agravado y
asesinato, nuestra máximo Tribunal de Justicia por ejecutoria Suprema del 12 de
agosto de 1999 asevera que "el Decreto Legislativo Nº 896 ha modificado
estructuralmente la configuración del robo agravado, en relación al sistema
primigenio contenido en el texto original del artículo 189 del Código Penal y sus
modificaciones posteriores introducidas por las Leyes Nºs. 26319 y 26630; en tanto
que la primera norma legal acotada ha introducido como circunstancia agravante del
delito de robo, la muerte de la víctima como consecuencia del atentado patrimonial,
sancionándola con la severísima pena de cadena perpetua; el delito de robo con
homicidio, precisa la presencia de un dolo homicida, ya sea directo o eventual con
representación del mortal desenlace, sin exigirse la carga de subjetividad propia del
delito deliberado, con minuciosa y anticipada previsión del modus operandi en
cuanto que eliminar una vida se ofrezca como necesaria o conveniente para la
realización del plan de apoderamiento, bastando a tal efecto con el surgido de modo
repentino instantáneo, en el curso de la acción incidente, en principio sobre la
propiedad ajena, ante imprevistos; en consecuencia, solo se adscribe el sub tipo
penal el supuesto de que la muerte se produzca de modo episódico, es decir; como
consecuencia del hecho, según expresa el texto del precepto lega~ quedando fuera
el supuesto de que la muerte se produzca de manera preordenada, esto es, cuando
la muerte de la víctima va encaminada a la consecución del apoderamiento lucrativo,
caso en el cual nos encontraremos frente a un homicidio calificado, en tanto que el
homicidio se erige como delito medio para llegar al delito fin: el apoderamiento
violento del bien mueble" (1344).
Incluso tal forma de ver las cosas ha sido reiterada en el precedente de carácter
vinculan te del 17 de febrero de 2005, cuando la Segunda Sala Penal Transitoria de
la Corte Suprema ha sostenido, en forma pedagógica" que cuando la violencia es
ejercida con posterioridad a la consumación del hecho punible y se cause la muerte
de la víctima, la conducta del agresor habría quedado circunscrita a un resultado
preterintencional o a un delito contra la vida, el cuerpo y la salud-homicidio doloso,
produciéndose aquí un concurso real de delitos, esto es, la presencia de dos ilícitos
calificándolos cada uno de ellos como hechos independientes. Que, sin embargo, si
la muerte de la víctima la ocasionó el agente para facilitar la consumación del robo,
para ocultar su realización, impedir su detención, tal acción homicida constituirá
delito de asesinato (ver José Hurtado Pozo. Manual de derecho penal. Parte
Especial l. Homicidio. EdicionesJuris. Lima mil novecientos noventa y cinco, paginas
cincuenta y nueve y sesenta). Sexto: Que, en cuanto se refiere a los hechos
submateria, de las diligencias y pruebas actuadas ha quedado establecido que en
horas de la tarde del ocho de junio del dos mil dos, el agraviado Carlos Lino Chonlón
Vega fue interceptado por los coacusados Carlos Alberto Ramos Sandoval, Darío
Damián Pedraza Alarcón y Rey David Pedraza Campos, en circunstancias que luego
de retirar dinero del Banco se dirigía a bordo de una motocicleta por la carretera con
destino al Centro Poblado Menor "Naranjos Alto" en la jurisdicción del Distrito de
Cajaruro, Provincia de Utcubamba, siendo el caso que Ramos Sandoval
conjuntamente con Pedraza Campos, aprovechando la superioridad numérica y
empleando violencia le despojaron del dinero que portaba, para darse a la fuga, a lo
que el agraviado en su intento de recuperar lo sustraído es impactado por un
proyectil de arma de fuego disparado por Darío Damián Pedraza Alarcón quien se
encontraba detrás de aquel en actitud de contención, ocasionando su muerte en
forma instantánea (. .. ) declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida
de fojas cuatrocientos sesenta y seis, su fecha trece de setiembre del dos mil cuatro,
en cuanto condena a Carlos Alberto Ramos Sandoval y Dario Damian Pedraza
Alarcon por el delito de robo agravado, en agravio de Carlos Lino Chonlón Vega"
(1345).

En suma, no todas las situaciones de robo en que se produce el resultado muerte de


una persona, son subsumidas en la última parte del artículo 189 del Código Penal.
En los casos en los que el autor o coautores han preordenado la muerte de la
víctima, o actúan decididamente con el objetivo expreso de matar para luego
apoderarse de los bienes muebles, configuran asesinato, mas no robo y
subsiguiente muerte de la víctima. Igual situación aparece cuando el agente mata a
un tercero que no reúne las características exigibles para constituirse en víctima del
robo agravado, es decir, cuando el agente ocasiona la muerte de un tercero que no
es propietario ni poseedor del bien objeto del robo.
Respecto de quienes pueden constituirse en víctimas, cabe hacer la siguiente
precisión: como ya hemos dejado establecido al realizar la hermenéutica del delito
de robo, son víctimas los propietarios del bien objeto del robo así como aquellos
poseedores legítimos o servidores de la posesión que define el artículo 897 del
Código Civil, sobre los cuales van dirigidas las acciones de violencia o amenaza o
en este caso, la acción homicida para vencer cualquier eventual resistencia en
defensa de los bienes y de ese modo lograr la sustracción. En otras palabras:
víctima es el propietalio que ve mermado su patrimonio con la sustracción así como
los poseedores que se ven afectados o perjudicados con la acción homicida.

En ese sentido por ejemplo, es subsumible en la agravante tal como lo hace


atinadamente la Corte Superior del Callao y confirmada por la Corte Suprema, el
hecho que da cuenta la Ejecutoria Suprema 02 de mayo de 2000 (1346) en el cual
"los procesados (. .. ) previa concertación de voluntades, se trasladaron a la
empresa Papelera Nacional S.A ... , con la finalidad de sustraer diversas especies,
una vez que los tres primeros se encontraban en el interior de la empresa, se
dirigieron a la caseta de control donde se hallaba el agraviado Luis Alberto Masías
Malásquez cumpliendo su labor de vigilancia, quien al percatarse de la presencia de
los acusados intentó enfrentarlos, oponiendo tenaz resistencia, ante ello el
encausado Higinio Aramburu quien portaba un arma de fuego le disparó
impactándole el proyectil en la región del tórax, causándole la muerte (. .. )" (1347).

Incluso así lo precisa Rojas Vargas (1348) cuando refiere que al haberse admitido la
pluriofensividad del delito de robo, cabe extender la titularidad, en este caso
complementaria, del sujeto pasivo a quienes sufren la violencia, lesiones, o se ven
afectados en su libertad. Es una apreciación dogmáticajurídica que resulta coherente
con la diversidad de bienes jurídicos en juego y que son objeto de tutela penal. Sin
embargo, el citado autor se contradice (U49) cuando pretendiendo encontrar una
diferencia entre el término "persona" que aparece en la tipicidad del robo simple con
el de "víctima" que aparece en la agravante en comentario, sostiene que para
configurarse la agravante, la persona debe ser aquella que además de perder la vida
por los actos propios del robo vea mermado su patrimonio. Esto es, solo se
configura la agravante cuando el sujeto pasivo es el propietario del bien. Los
poseedores o los que tienen la tenencia de los bienes así mueran a consecuencia
del uso de la violencia por parte de los agentes con la finalidad de sustraer los
bienes, no están protegidos por esta agravante. Con esta posición Rojas Vargas,
niega la configuración de la agravante en el caso que da cuenta la Ejecutoria
Suprema antes citada, alegando en su comentario a tal Ejecutoria que en el caso se
presenta un concurso entre homicidio simple y hurto agravado (1350).

Posición discutible que no compartimos, pues no podemos hacer diferencias en


donde la ley no lo hace y menos hacer una interpretación sobre lo que significa
sujeto pasivo para el tipo básico y otra diferente para lo que significa sujeto pasivo
en un tipo derivado o cuando concurre agravante. Mucho menos se puede aceptar
tal postura, si como en el caso que da cuenta la Ejecutoria Suprema, estamos ante
un "servidor de la posesión", quien según el artículo 897 del Código Civil, es aquel
que se encuentra en relación de dependencia respecto a otro y conserva la posesión
en nombre de este, cumpliendo órdenes e instrucciones suyas.

Por el contrario, si el resultado muerte se produce sobre un tercero que no es


propietario, poseedor del bien ni servidor de la posesión, se producirá un concurso
real de delitos entre robo simple o agravado en agravio del propietalio, poseedor o
servidor de la posesión, de ser el caso, con homicidio simple o asesinato en agravio
del tercero que por ejemplo, ocasionalmente salió en defensa de la víctima del robo
o un tercero que persiguió al agente después de la sustracción.

Para concluir con el análisis de las agravantes del delito de robo, es pertinente dejar
establecido que las dos últimas agravantes de ningún modo constituyen resultados
preterintencionales. En efecto, sabemos que existe preterintencionalidad cuando el
agente dolosamente causa un resultado determinado, el mismo que por negligencia
o culpa de su autor se convierte en un resultado más grave. Ejemplos evidentes de
ilícitos preterintencionales son los últimos párrafos de los artículos 115, 121, Y 122
del Código Penal. Allí se redacta expresamente cuándo estamos ante un delito
preterintencional, apareciendo siempre la frase "y el agente pudo prever este
resultado". En cambio, la redacción de la última parte del artículo 189 dista
totalmente de tales parámetros. Aquí la mayor de las veces el agente dolosamente
causa las lesiones leves o la muerte de la víctima con la evidente finalidad de
quebrar o anular la resistencia a la sustracción de sus bienes. En el delito
preterintencional, el agente no quiere el resultado grave en cambio aquí, el agente
quiere el resultado grave. En los casos en que concurre la negligencia en la
producción del resultado (lesiones graves o muerte), este es consecuencia
inmediata y directa de los actos de fuerza sobre la víctima en la sustracción de sus
bienes. Aquí el agente ocasiona el resultado grave con una culpa directa e
inmediata.

3. CONCURSO APARENTE DE LEYES

En la realidad nacional, es frecuente tomar conocimiento de lo que la prensa y la


Policía Nacional en forma singular han bautizado como "secuestros al paso". Es
decir de hechos en los cuales los delincuentes con la finalidad de obtener un
provecho económico indebido, luego de retener al sl~eto pasivo y despojarle de sus
tarjetas bancarias y sus correspondientes claves, no lo liberan hasta que se
apoderan del dinero que la víctima tiene en las agencias bancarias.

Es común observar denuncias y autos de procesamiento en los cuales estos hechos


son calificados como secuestro, extorsión y robo agravado. No obstante, aplicando
el principio de interpretación de la ley penal denominado "de especialidad", se llega
a la conclusión que los famosos "secuestros al paso" no son otra cosa que simples
robos agravados, toda vez que la finalidad última que persigue y guía el actuar del
agente no es otro que el despojo y sustracción del patrimonio del sujeto pasivo con
la consecuente obtención de un provecho económico ilícito.

Unido a ello hay que tener en cuenta que en los "secuestros al paso" en todo
momento el sujeto activo ejercer control sobre su víctima, no se desprende de él ni
en el momento mismo de la sustracción, situación que no se evidencia en los delitos
de secuestro y extorsión, pues, en estos delitos no hay control continuo del agente a
la víctima toda vez que en algún momento se rompe aquel control.

El derecho vivo y actuante ha tenido ya oportunidad de pronunciarse respecto de


este problema generado por los singulares "secuestros al paso". En efecto, en la
Ejecutoria Suprema del 09 de enero de 2004 se considera que "como se desprende
de la acusación fiscal y de la sentencia impugnada, los actos cometidos por el
encausado y sus coinculpados fueron: que durante la noche del día 15 de junio del
año 2001, interceptaron a la víctima, le sustrajeron sus pertenencias, la despojaron
de sus tarjetas bancarias obligándola a proporcionar las claves de acceso, la
detuvieron por espacio de tres horas y se apoderaron de su dinero citado en
diferentes entidades bancarias, estos, en un vehículo motorizado, con el concurso
de varios individuos ya mano armada, actos que habría generado la tipificación de
tres ilícitos (robo agravado, secuestro y extorsión) (. .. ) dándose un concurso
aparente de leyes, esto es cuando dos o más normas se disputan ser aplicadas a un
mismo hecho, la más adecuada, de acuerdo al principio de especialidad desplaza a
las demás, y teniendo en cuenta que en el presente caso el móvil real del ilícito era
el apoderamiento del dinero de la víctima y no el de privada de su libertad u obligarla
contra su voluntad a dar una ventaja económica, es que en aplicación del
mencionado principio de especialidad, el delito de robo agravado perpetrado por el
sentenciado, desplaza a los supuesto tipos de secuestro y extorsión" (1351).

4. PENALIDAD

Cuando concurra cualquiera de las circunstancias agravante por si solas o en


conjunto, previstas en el primer párrafo del artÍCulo 189, el agente será merecedor
de pena privativa de libertad no menor de diez ni mayor de veinte años. En cambio
cuando se trata de alguna agravante prevista en el segundo párrafo del citado
numeral, el autor será merecedor a pena privativa de libertad no menor de veinte ni
mayor de veinticinco años.
En tanto que si se trata de alguna de las agravantes previstas en el último párrafo
del numeral 189, el autor infelizmente será objeto de sanción con cadena perpetua,
la misma que en un derecho penal mínimo y garantista que impulsa un Estado
Social y Democrático de Derecho, debe ser proscrita por inhumana y negar los fines
constitucionales de la pena. Esta es la posición asumida en forma atinada por la
Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema en la Ejecutoria del 21 de enero de 2004
al sostener que la Cadena perpetua "por su carácter intemporal, niega la posibilidad
de que el penado pueda incorporarse a la sociedad atentando así contra los fines del
régimen penitenciario que nuestra normatividad prevé en aplicación del principio
fijado en el inciso 22 del artículo 139 de la Constitución Política del Estado" (1352).
Incluso en la Ejecutoria del 17 de junio de 2004, el Supremo Tribunal negando la
posibilidad de imponer cadena perpetua en el delito de robo con subsiguiente muerte
ha reiterado su posición y ha sostenido que" la pena tiene función preventiva,
protectora, y resocializadora corno lo prevé el artículo noveno del Título Preliminar
del Código Penal, teniendo en cuenta que la prevención tanto positiva como
negativa es de procurar que el penado se reinserte al seno de la sociedad, como el
de proteger a la sociedad inutilizando al penado, todo ello en concordancia con el
inciso 22 del artículo 139 de la Constitución política que establece que el régimen
penitenciario tiene como objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
penado a la sociedad' (1555).

CAPíTULO II-A

ABIGEATO

SUMARIO: Subcapítulo 1: Tipo básico. 1. Tipo penal. 2. Hurto simple de ganado. 3.


Consumación y tentativa. 4. Penalidad. 5. Circunstancias agravantes del hurto de
ganado. 6. Penalidad de las circunstancias agravantes. Subcapítulo 2: Abigeato de
uso. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 3. Penalidad. Subcapítulo 3: Abigeato
agravado. l. Tipo penal. 2. Comentario. 3. Penalidad.

Subcapítulo 1

Tipo básico

1. TIPO PENAL

El artículo 189-A regula el injusto penal de abigeato; término que etimológicamente


proviene de las raíces latinas: AB y AGERE, donde el pref~o AB indica alejamiento o
separación y AGER significa campo raso, campiña, tierras. Por integración
significativa abigeato es la acción ilegal de alejar al ganado de su lugar de ubicación
(campo, campiña), arreando o echándolo por delante. La acepción gramatical e
históIica de abigeato nos pone de manifiesto ya la segunda peculiaIidad del delito,
es decir, que la sustracción es posible no aprehendiendo o cogiendo el ganado, sino
alejándolo por actos de arreo o echamiento, por lo común azuzando los agentes al
ganado (1354).

En nuestro corpus iuris penale aparece regulado el abigeato en el artículo 189-A del
modo siguiente:
El que, para obtener provecho, se apodera ilegítimamente de ganado vacuno, ovino,
equino, caprino, porcino o auquénido, total o parcialmente ajeno aunque se trate de
un solo animal, sustrayéndole del lugar donde se encuentra, será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años.
Si concurre alguna de las circunstancias previstas en los incisos 1, 2, 3, 4 Y 5 del
primer párrafo del artículo 186, la pena será privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de seis años.
Si el delito es cometido conforme a los incisos 2, 4 Y 5 del segundo párrafo del
artículo 186, la pena será no menor de cuatro ni mayor de diez años.
La pena será no menor de ocho ni mayor de quince años cuando el agente actúa en
calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una organización destinada a perpetrar estos
delitos.
De la redacción del tipo penal se advierte que se recoge la figura que viene en
denominarse también hurto simple y hurto agravado de ganado. En efecto, el primer
párrafo recoge la figura del hurto simple de ganado en tanto que el segundo y tercer
párrafo recogen las circunstancias por las cuales se agrava la conducta del abigeato
y, por tanto, su autor o agentes merecen mayor pena. Con fines pedagógicos resulta
necesario explicar por partes los contenidos puestos en evidencia:

2. HURTO SIMPLE DE GANADO

De la lectura del tipo penal aparece que en la configuración del delito de abigeato
concurren todos los elementos objetivos y subjetivos del delito de hurto previsto y
sancionado en el artículo 185 del Código Penal. Por ello, es unánime la posición en
la doctrina nacional en el sentido que tal como lo indican los profesores Bramont-
Arias Torres/Carda Cantizano (1m), carece de sentido la creación del Capítulo U-A
en el Título V del Libro U del Código Penal, pues la figura delictiva ya está
comprendida en el tipo base de los delitos de hurto y robo, dado que el concepto de
bien mueble abarca también el de animal.

En esa línea, asumimos los argumentos del profesor Rojas Vargas (1356), quien
sostiene que ni dogmática ni jurídico-normativamente existen razones suficientes
para hacer de los tipos penales de abigeato construcciones legales autónomas y con
naturaleza jurídica diferente a la de los delitos de apoderamiento mediante
sustracción regulados en los artículos 185 al 188 del actual Código Penal cuyas
tipicidades absorben, sin mayores dificultades, a las diversas expresiones de
abigeato, ameritándose a lo sumo una regulación a título de agravante del hurto, a
modo de brindar una enfática protección a la industria y propiedad ganadera, tal y
como se hace con los bienes de valor científico.
Por su parte el actual Vocal Supremo Javier Villa Stein (1357), pretende encontrar el
fundamento de su autonomía legislativa en propósitos simbólicos en un país en el
que, buen número de sus habitantes tiene como único medio de sustento
precisamente el ganado.

Sin embargo, al estar así tipificado, el lector debe remitirse a la lectura del análisis
efectuado a la figura del hurto simple. Aquí solo nos parece pertinente dejar
establecido que se configura el delito de abigeato cuando el sujeto activo con la
finalidad de obtener un provecho patrimonial (por ejemplo, vendiéndole,
aprovechando su carne, etc.) sustrae ganados total o parcialmente ajenos del lugar
donde se encuentran sin tener derecho alguno sobre ellos, causando con su
conducta un perjuicio patrimonial al sujeto pasivo. Aquí el bien jurídico protegido es
la propiedad y, por tanto, el sujeto pasivo siempre será el titular o propietario del
animal objeto de sustracción.

La única diferencia con la figura del hurto previsto en el artículo 185 del Código
Penal, es respecto al bien objeto de la sustracción. Mientras que en la figura del
hurto puede ser objeto de sustracción todo bien mueble o animal que tenga una
valoración económica superior a una remuneración mínima vital; en el abigeato, el
objeto de la sustracción solamente lo constituye aunque sea uno, los animales de la
familia de los vacunos, ovinos, equinos, caprinos, porcinos o auquénidos. Estamos
ante la fórmula conocida como numerus clausus, es decir, aparte de las familias de
animales indicados en el tipo penal, ningún animal más puede ser objeto del delito
de abigeato. Si otro animal como las gallinas, conejos, perros, etc. son objeto de
sustracción ilegítima estare,mos ante un hurto siempre que el valor de aquellos
animales sobrepase una remuneración mínima vital, caso contrario, se configura la
figura de faltas contra el patrimonio previsto en el primer párrafo del artículo 444 del
Código Penal.

El contenido del artículo l89-A, debe analizarse sistemáticamente con el contenido


del segundo párrafo del numeral 444 del c.P., modificado por la Ley NQ 28726 de
mayo de 2006. En consecuencia para configurarse el delito de abigeato con la
sustracción de un solo animal, este debe tener un valor patrimonial superior a una
remuneración mínima vital. Si en un caso concreto, el valor patrimonial del animal es
inferior, se configurará faltas contra el patrimonio.
Cabe precisar que los auquénidos como la vicuña, el guanaco y sus híbridos, por
Ley NQ 26496 del 11 de julio de 1995, reciben una sobreprotección punitiva,
penalizando con mayor severidad el hurto simple y agravado de ellos. La citada Ley
al indicar en su artículo 10 que se derogan y dejan sin efecto todas las disposiciones
que se le opongan, afecta la aplicación de los artículo l89-A y l89-C del Código
Penal, pero deja incólume la vigencia del hurto de uso previsto en el artículo l89-B
(1358).

3. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

No obstante las diversas modalidades que pueden presentarse para la sustracción


del ganado, la consumación se produce cuando el agente se apodera del o los
animales con la firme intención de obtener un provecho económico que normalmente
no le corresponde; es decir, el abigeato se perfecciona en el mismo momento
circunstancial que el agente tiene acceso a la facultad de disposición del animal
sustraído ya sea vendiéndolo, sacando provecho de su carne, regalándole, etc.
En tal sentido de interpretación y al ser un delito de resultado, la conducta del
abigeato muy bien puede quedar en grado de tentativa ya sea acabada o inacabada
igual como ocurre con la figura del hurto prevista y sancionado en el artículo 185 del
Código Penal.
4. PENALIDAD

Al verificarse la comisión del delito de hurto de ganado previsto en el primer párrafo


del artículo l89-A, el agente será pasible de la pena privativa de libertad no menor de
uno ni mayor de tres años.

5. CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES DEL HURTO DE GANADO

El segundo, tercero y último párrafo del tipo penal del artículo 1 89-A, recoge las
agravantes del delito de abigeato o hurto de ganado, las mismas que no está demás
dejarlo expresado, constituyen algunas de las circunstancias agravantes del hurto
reguladas en el numeral 186 del Código Penal, siendo así remitimos al lector a las
páginas donde se han analizado aquellas agravantes. El legislador ha graduado la
pena de acuerdo a la naturaleza de las circunstancias agravantes, yendo de menos
a más.

De la lectura del segundo párrafo se advierte que el abigeato se agrava cuando el


hurto se produce en casa habitada, durante la noche, mediante destreza,
escalamiento, destrucción o rotura de obstáculos, con ocasión de incendio,
inundación, naufragio, calamidad pública o desgracia particular del agraviado y
finalmente cuando el agente sustrae el ganado que conforma el equipaje de viajero.
En tanto que el tercer pánafo establece que el hurto de ganado merece mayor pena
cuando la sustracción se efectúa sobre bienes (ganado) de valor científico o que
integren el patrimonio cultural de la nación, o cuando la sustracción se realice
colocando a la VÍctima o a su familia en grave situación económica o cuando el
agente sustrae ilegítimamente el ganado empleando materiales o artefactos
explosivos para la destrucción o rotura de obstáculos (corral por ejemplo).

La agravante consistente en la sustracción de ganado que tiene valor científico o


que integra el patrimonio cultural de la nación, presenta serias dificultades teóricas y
prácticas para su adecuación a un hecho concreto. En efecto, "ganado de carácter
científico" es una calificación que solo responderá a las calidades reproductivas de
determinados sementales de interés para la industria ganadera, haciéndose difícil
entender otras posibilidades a no ser de ganado en fase de experimentación médica
o genética, o animales de raza pura declarados y registrados como tales en la
dirección técnica respectiva, sea que lo ubiquemos a nivel de entidades públicas o
privadas. Igualo mayor dificultad se tiene al precisar cuándo el ganado pertenece al
patrimonio cultural de la Nación, en el comprendido que tal calidad tiene que ser
expresa y reconocida como tal por la ley (1559).

El último párrafo recoge las circunstancias agravantes cuya concunencia hacen que
la conducta de abigeato del agente merezca mayor sanción punitiva. Se establece
que el agente será pasible de una pena no menor de ocho ni mayor de quince años,
cuando haya sustraído ganado actuando en calidad de jefe o cabecilla o dirigente de
una organización destinada a perpetrar delitos de abigeato.

De la lectura de todo el contenido del artículo 189-A, se evidencia que el hurto de


ganado o abigeato realizado con el concurso de dos o más agentes, no constituye
agravante para este delito. Omisión que debe superarse, pues como ya quedo
expuesto al analizar esta agravante en el hurto, la concurrencia de dos o más
agentes facilita la sustracción y peor aún, causa mayor zozobra para la víctima en la
defensa de su ganado, que la simple sustracción efectuada durante la noche por
ejempl.o.

6. PENALIDAD DE LAS CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES

Si se configura las agravantes previstas en el segundo párrafo del artÍCulo 189-A, el


autor o autores serán sancionados con pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de seis años. En caso de presentarse alguna o todas las agravantes previstas
en el tercer párrafo del artículo 189-A, el agente será pasible de la pena privativa de
libertad no menor de cuatro ni mayor de diez años. Finalmente de presentarse los
supuestos previstos en el último párrafo del citado numeral, el agente será
sancionado con pena privativa de libertad no menor de ocho ni mayor de quince
años.

Subcapítulo 2
Abigeato de uso
l. TIPO PENAL

El abigeato de uso, introducido en nuestro Código Penal por Ley NQ 26326 de 1994,
aparece regulado en el artículo 189-B del Código Penal en los términos siguientes:
El que sustrae ganado ajeno, con el fin de hacer uso momentáneo y lo devuelve,
directa o indirectamente, en un plazo no superior a setenta y dos horas, será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de un año o de prestación de
servicios a la comunidad no mayor de cincuenta jornadas. Si fa devolución del
animal se produce luego de transcurrido dicho plazo, será aplicable el artículo
anterior.

24. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de hurto de ganado para uso momentáneo se configura cuando el agente


sustrae ganado ajeno para utilizarlo por breve término y después devolverlo a su
dueño directa o indirectamente. Aquí el agente no busca apropiarse del animal sino
simplemente sacarle provecho de modo ilegítimo. Por ejemplo, estaremos ante el
delito en análisis cuando el agente sustrae dos bueyes para remover o preparar su
terreno de cultivo (arar) por tres días o cuando sustrae ilegítimamente cinco
acémilas para conducir carga a un pueblo vecino.

El legislador nacional ha puesto como plazo límite para la devolución el término de


setenta y dos horas o tres días. Si el agente no devuelve el ganado sustraído en
aquel plazo se configurará el delito de abigeato sancionado en el artículo 189-A del
Código Penal.

La configuración del hurto de uso de ganado no exige que el animal o animales


sustraídos tengan un valor económico superior a un tercio de la Unidad Impositiva
Tributaria. Esta preocupación solo sirve arbitrariamente para el hurto simple de
ganado.
En cambio, si bien el valor del provecho obtenido por el agente, no sirve para
calificar el delito, determinar aquel valor servirá en su momento para graduar la pena
a imponer al agente por el operador jurídico. Así por ejemplo, si el valor es mínimo le
impondrá la pena de prestación de servicios a la comunidad y si el valor del
provecho obtenido es significativo, se le aplicará una pena privativa de libertad no
mayor de un año. Incluso el valor económico obtenido o conseguido por el agente
del uso del animal también servirá para graduar el monto de la reparación civil que
se le obligará pagar al agente encontrado responsable de este delito.
En igual sentido Rojas Vargas (1S60) sostiene que el factor económico de lo
aprovechado no se referencia en base al tercio de la unidad impositiva tributaria, no
existiendo un límite mínimo ni máximo más allá de lo que pueda ofrecer el uso del
ganado. Al no estar en juego aquí -sigue afirmando el autor citado- la propiedad del
bien, poco interesa a efectos de la perfección típica de la figura delictiva que el
provecho pecuniario que pueda reportar el uso momentáneo sea superior al valor del
semoviente sustraído (por ejemplo, un premio de gran valor económico al ganar un
concurso en exposición de ganado); en otras palabras, carece de significación para
aumentar o disminuir el injusto penal, pero si lo tiene a efectos de fijar reparación
civil.

Por lo demás, para saber en qué consisten los otros elementos objetivos y subjetivos
del delito, así como el iter criminis del mismo, el lector debe remitirse al análisis
efectuado al artÍCulo 187 del Código Penal que regula el hurto de uso genérico.

3. PENALIDAD

Si el agente es encontrado responsable del delito de abigeato de uso, será


merecedor de una sanción que oscila entre dos días y un máximo de de un año de
pena privativa de libertad o de prestación de servicios a la comunidad no mayor de
cincuenta jornadas.

Subcapítulo 3

Abigeato agravado
1. TIPO PENAL

El delito de robo de ganado o abigeato agravado aparece recogido en forma también


redundante e innecesaria en el artÍCulo 189-C. Allí se presclibe lo siguiente:

El que se apodera i1egítimamente de ganado vacuno, ovino, equino, caprino,


porcino o auquénido, total o parcialmente ajeno, aunque se trate de un solo animal,
sustrayéndole del lugar donde se encuentra, empleando violencia contra la persona
o amenazálidola con un peligro inminente para su vida o integridad física, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de ocho años.
La pena será privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de quince años si el
delito se comete con el concurso de dos o más personas, o el agente hubiere
inferido lesión grave a otro o portando cualquier clase de arma o de instrumento que
pudiere servir como tal.
Si la violencia o amenaza fuesen insignificantes, la pena será disminuida en un
tercio. La pena será no menor de diez ni mayor de veinte años si el delito es
cometido conforme a los incisos 1, 2, 3, 4, Y 5 del segundo párrafo del artículo 189.
La pena será no menor de quince ni mayor de veinticinco años si el agente actúa en
calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una organización destinada a perpetrar estos
delitos.
En los casos de concurso con delitos contra la vida, el cuerpo y la salud, la pena se
aplica sin perjuicio de otra más grave que pudiera corresponder en cada caso.

2. COMENTARIO

Igual como ocurre con el hurto de ganado a simplemente abigeato, el legislador en


forma innecesaria volvió a tipúicar el delito de robo simple}' robo agravado cuando el
objeto material del delito lo constituya el ganado vacuno, ovino, equino, caprino,
porcino o auquénidos. Si la justIficación de tal forma de tipificación era el dar mayor
protección a la propiedad o tenencia del ganado, bastaba haberlo puesto como
circunstancia agravante del articulo 189 del c.P.
No obstante, como así aparece tipificado en nuestra ley penal sustantiva, y teniendo
en cuenta que el objetivo del presente trabajo es hacer dogmática penal, no queda
otra alternaúva que hacer hermenéuúcajurídica del indicado artículo. En tal senúdo y
apareciendo que el artículo 189-C, recoge las figuras delictivas de robo simple y
robo calificado previstas en los artículos 188 y 189 del Código Penal, para saber en
qué consisten los elementos típicos objeúvos y subjetivos, el lector debe remiúrse al
análisis efectuado ut supra de tales conductas delicúvas.
Aquí, consideramos perúnente dejar establecido con fines pedagógicos tres
aspectos importantes: Primero, plantear el concepto del delito de robo de ganado;
segundo, establecer que algunas circunstancias agravantes del robo de ganado han
sido derogadas y tercero, poner en evidencia la agravante no prevista para el hurto
de ganado.
En efecto, aparece la conducta de robo de ganado cuando el agente con la finalidad
de obtener provecho, haciendo uso de la violencia contra la víctima o la amenaza
con un peligro inminente para su vida o integridad física, sustrae del lugar donde se
encuentran ganado vacuno, ovino, equino, caprino, porcino o auquénidos total o
parcialmente ajenos, para disponerlos en su provecho de modo ilegítimo. Aquí la
sustracción de los animales debe estar rodeada de violencia o amenaza contra la
vícúma. Si estos elementos típicos del robo no aparecen y solo se verifica la
sustracción, estaremos ante un caso típico de hurto de ganado.
El aprovechamiento que debe guiar la conducta del agente debe ser objetivamente
acreditada, pues si tal elemento no es probado, el delito de abigeato n0 se configura.
En efecto, nuestra Suprema Corte por Ejecutoria del 03 de junio de 1996 sentenció
que" si bien los encausados procedieron a sustraer el ganado del agraviado, lo
hicieron como resultado del acuerdo de asamblea de pobladores a fin de garantizar
el resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados en las propiedades de dicha
comunidad, faltando por lo mismo el componente objetivo "aprovechamiento" que la
figura penal de robo exige para la tipicidad del hecho" (1561).

Otro aspecto importante puesto también en evidencia, lo consútuye el hecho que la


','iolencia o amenaza sobre la VÍcúma debe efectuarse al momento de la sustracción
del ganado; es decir, el agente debe utilizar la violencia o amenaza para vencer la
resistencia de la víctima y de ese modo hacer viable la sustracción de los animales.
El momento de la sustracción se constituye desde que el agente coge o aprehende
el ganado hasta que úene la posibilidad real o potencial de disponerlo en su
provecho patrimonial. Si la violencia o amenaza Ocurre después, es decir, en el
apoderamiento se excluye la agravante. En tal sentido se ha pronunciado nuestra
Corte Suprema por Ejecutoria del 20 de marzo de 1998 al afirmar que" teniéndose
en cuenta que la sustracción y apoderamiento del ganado vacuno y de las especies
de la agraviada se produjeron después del incidente en el que llegó a ser lesionada,
no existiendo violencia ni amenaza al momento de la sustracción patrimonial,
entonces no se ha configurado, en dicho extremo, el delito de robo agravado"
(1362).
Por otro lado, nos parece fundamental poner en el tapete que algunas agravante s
del robo de ganado previstas en la disposición en comentario han quedado
derogadas tácitamente debido que hay incompatibilidad entre el contenido del
artículo 189 vigente al momento de entrar en vigencia la Ley Nº 26326 del primero
dejunio de 1994 que reguló las conductas de abigeato y el actual artículo 189
modificado por Ley Nº 27472 del cinco de junio de 2001. Al variar el contenido en lo
concerniente a las circunstancias agravantes, ya sea descriminalizando o variando
su ubicación en el artículo 189 del Código Penal, en forma tácita han quedado sin
aplicación práctica algunas agravantes del robo de ganado.
En el cuarto párrafo del artículo 189-C, aparece previsto que la pena será no menor
de diez ni mayor de veinte años si el delito es realizado conforme a los incisos 1, 2,
3, 4 Y 5 del segundo párrafo del artículo 189 del C.P. Los incisos indicados del
artículo 189 al primero de junio de 1994, recogían las agravantes siguientes: 1. Gran
crueldad, 2. Conempleo de armamentos, materiales o artefactos explosivos, 3. Con
abuso de la incapacidad física o mental de la víctima o mediante el empleo de
drogas contra la víctima, 4. Por un agente que actúa en calidad de integrante de una
organización destinada a perpetrar estos delitos y 5. Colocando a la víctima o a su
familia en grave situación económica. El artículo 189 que recogía tales agravantes
en su segundo párrafo ha sido modificado hasta en tres ocasiones, primero por la
Ley Nº 26630 del 21 dejunio de 1996; segundo, por el Decreto Legislativo Nº 896 del
24 de mayo de 1998 y finalmente, por la Ley Nº 27472 del cinco de junio de 2001
que reguló el actual artículo 189.

El vigente artículo 189 en su segundo párrafo recoge las siguientes circunstancias


agravantes: 1. Cuando se cause lesiones a la integridad física o mental de la
VÍctima, 2. Con abuso de la incapacidad física o mental de la VÍctima o mediante el
empleo de drogas y/o insumos químicos o fármacos contra la VÍctima, 3. Colocando
a la VÍctima o a su familia en grave situación económica y 4. Sobre bienes de valor
científico o que integren el patrimonio cultural de la Nación.

Presentadas así las disposiciones legales, por el método de interpretación


sistemática en su modalidad de "comparación de normas", se llega a la conclusión
que el cuarto párrafo del artÍCulo l89-C ha sido totalmente derogado, pues algunas
circunstancias agravantes allí previstas ya no aparecen en la redacción del actual
numeral 189, en tanto que otras como las previstas en los inciso 3 y 5, si aparecen,
pero en diferente ubicación. En consecuencia como en derecho penal está prohibida
la analogía, es indudable que por incompatibilidad de normas ha quedado derogado
el cuarto párrafo del artículo l89-C.

Otro detalle que merece ponerse en evidencia y tenerse en cuenta lo constituye la


situación siguiente: a diferencia de lo que ocurre con el hurto de ganado previsto en
el 1 89-A, en el cual no aparece recogida como circunstancia calificante, el legislador
nacional ha previsto en el segundo párrafo del artículo l89-C como agravante, el
hecho que la conducta se realice con el concurso de dos o más personas.

El delito de robo de ganado se consuma con el apoderamiento, es decir, cuando el


sujeto activo tiene la disponibilidad del ganado. Por tanto, no basta con que el sujeto
activo haya tomado el ganado y huido con él para que pueda entenderse
consumado el abigeato, es preciso que haya tenido, una mínima disponibilidad del
animal sustraído (1363). No hay inconveniente en admitir la tentativa.

3. PENALIDAD

De verificarse el robo simple de ganado ptevisto en el primer párrafo del artículo 189
C, el agente será merecedor de una pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de ocho años. En tanto que si se verifica los supuestos previstos en el
segundo párrafo, la pena será no menor de cinco ni mayor de quince años privativa
de libertad. En cambio, si se verifica los supuestos previstos en el quinto párrafo, el
agente será merecedor a la pena privativa de libertad no menor de quince ni mayor
de veinticinco años.
Así mismo, el legislador nacional en el párrafo tercero del l89-C, ha dejado
establecido que la pena será disminuida en un tercio si la violencia o amenazas
fuesen insignificantes. Dejando a la jurisprudencia establecer qué se entiende por
violencia o amenaza insignificante.

CAPíTULO III

APROPIACiÓN ILICITA

SUMARIO: Subcapítulo 1: Tipo básico. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien
mueble. 2.2. Apropiación indebida. 2.3. Que el bien haya sido recibido mediante
título que produzca la obligación de entregar, devolver o hacer un uso determinado.
2.4. Provecho propio o de un tercero. 2.5. Bien jurídico protegido. 2.6. Sujeto activo.
2.7. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Circunstancias agravantes. 5.
Antijuridicidad. 6. Culpabilidad . .7. Consumación. 8. Penalidad. Subcapítulo 2:
Sustracción de bien propio. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Sustracción de!
bien mueble. 2.2. El sujeto activo debe ser e! propietario. 2.3. El sujeto pasivo debe
poseer e! bien de modo legítimo. 2.4. El acto debe causar peIjuicio. 2.5. Bien jurídico
protegido. 2.6. Sujeto activo. 2.7. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7. Penalidad.
Subcapítulo 3: Apropiación de bien perdido o de tesoro. l. Tipo penal. 2. Tipicidad
objetiva. 2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 2.
Tipicidad subjetiva. 3. Antijuridicidad. 4. Culpabilidad. 5. Consumación y tentativa. 6.
Penalidad. Sub capítulo 4: Apropiación de un bien por error o caso fortuito. l. Tipo
penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bienjurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto
pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Consumación y tentativa. 5. Penalidad. Subcapítulo
5: Disponer o apropiación de bien recibido en prenda. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad
objetiva. 2.1. Modalidades de la apropiación ilícita de prenda. 2.2. Bien jurídico
protegido. 2.3. Sujeto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7. Penalidad.
Subcapítulo 1

Tipo básico

l. TIPO PENAL

El delito de apropiación ilícita está regulado en el artículo 190 del Código Penal
vigente. En el código derogado de 1924 aparecía tipificado en el artÍculo 240. Sin
embargo, no siempre fue independiente a los delitos de hurto y estafa. Es recién con
la codificación italiana del siglo XIX que adquiere plena autonomía y sustantividad
propia. En efecto, en el Código Penal de Zanardelli de 1889 se le consignó ya con el
nombre de apropiación indebida. Lo mismo sucedió con el Código Rocco de 1930,
sin que su autonomía quede afectada por compartir con la estafa y otras figuras
delictivas el robro "Delitos contra el patrimonio mediante fraude" (U64l.
El Código Penal de 1991, regula la figura de la apropiación ilícitajunto a los hechos
punible s de hurto, robo, estafa, usurpación y otras figuras punitivas en el Título V
rotulado como "Delitos contra el patrimonio". De ese modo, la apropiación ilícita o
indebida aparece tipificada de la manera siguiente:

El que, en su provecho o de un tercero, se apropia indebidamente de un bien


mueble, una suma de dinero o un valor que ha recibido en depósito, comisión,
administración u otro título semejante que produzca obligación de entregar, devolver,
o hacer un uso determinado, será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de dos ni mayor de cuatro años.
Si el agente obra en calidad de curador, tutor, albacea, síndico, depositario judicial o
en el ejercicio de una profesión o industria para la cual tenga título o autorización
oficial, la pena será privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años.

Cuando el agente se apropia de bienes destinados al auxilio de poblaciones que


sufren las consecuencias de desastres naturales u otros similares, la pena será
privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de diez años.
2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo penal se concluye que la conducta deliétiva de apropiación


ilícita o indebida se configura cuando el agente con la finalidad de obtener un
provecho patrimonial para sí mismo o para un tercero, se apropia, adueña, adjudica
o apodera de un bien mueble, dinero o un valor que ha recibido del sujeto pasivo en
calidad de depósito, comisión, administración u otro título semejante que produzca
obligación de entregar, devolver o hacer un uso determinado del bien.

La Sala Penal de la Corte Suprema, por Ejecutoria del 01 de setiembre de 1997 a


precisado que "existe apropiación ilícita cuando el agente realiza actos de
disposición o un uso determinado sobre un bien mueble, que ha recibido lícitamente
por un título que no le da derecho a ello, incorporando a su patrimonio, ya sea el
bien del que se ve privado el propietario, ya el valor incorporado a él, esto es, el
valor inherente al bien mismo en virtud de la naturaleza y función del objeto en
cuestión: a lo que se agrega el hecho de que el ilícito materia de imputación es
eminentemente doloso, por lo que el agente debe conocer y querer la apropiación,
requiriéndose, además, un elemento subjetivo del tipo, cual es el ánimo de lucro,
que comprende la intención de apoderarse de un bien y la de obtener un beneficio o
provecho" (1365) .
Para entender mejor la conducta delictiva de apropiación ilícita, veamos brevemente
el contenido de cada uno de los elementos objetivos que lo constituyen. Así
tenemos:

2.1. Bien mueble

El objeto material del delito siempre será un bien mueble, dinero o un valor que lo
represente. Pero, ¿qué se entiende por bien mueble? Para contestar la pregunta
debemos recordar que la primera diferencia entre bienes muebles e inmuebles
radica en que los primeros son movibles o transportables de un lugar a otro por
excelencia en tanto que los segundos, no pueden ser objeto de transporte, son
inamovibles. En tal sentido, bien mueble constituirá todo cosa con existencia real y
con valor patrimonial para las personas, susceptibles de ser transportadas de un
lugar a otro ya sea por si mismas (animales) o por voluntad del hombre utilizando su
propia mano o instrumentos mecánicos o electrónicos.
En esa línea, para efectos del presente trabajo de derecho penal, y en forma
específica para el delito de apropiación ilícita, se utiliza el concepto bien mueble en
su acepción amplia a diferencia del derecho privado que de acuerdo al Código Civil
recoge la acepción restringida en el sentido que no utiliza como base para
conceptuar bien mueble al elemento "cambio de un lugar a otro del bien". Siendo así,
aparte de los bienes muebles enumerados en el artículo 886 del Código Civil, se
incluye a las naves y aeronaves que prevé el inciso 4 del artículo 885 del citado
cuerpo legal. Una nave puede ser apropiada ilícitamente por aquella persona que la
recibió en administración por ejemplo. En cambio, si aceptamos la acepción
restringida que impone nuestra normativa civil en el sentido que las naves o
aeronaves son bienes inmuebles, estaríamos aceptando un supuesto delito de
usurpación de naves o aeronaves lo cual nos parece discutible y pondría en tela de
juicio los elementos típicos del citado delito.
Consideramos que no le falta razón al profesor Roy Freyre (U66) cuando al
comentar el tipo penal 240 del Código de Maurtua, afirma que resulta innecesario las
referencias específicas que se hace al dinero y a los valores, en razón de estar
comprendidas ambas nociones dentro de la otra más amplia de bien mueble (1367).
Se entiende por dinero al signo convencional de valor que representa la moneda
metálica y el papel moneda de curso forzoso impuesto por el Estado. En tanto que
por valor debe entenderse a los títulos valores, a los derechos de crédito, valores
negociables como los inscritos en la Bolsa de Valores, etc.

2.2. Apropiación indebida

La conducta esencial que debe desarrollar el agente lo constituye la "apropiación",


es decir, la conducta por la cual el agente se apodera, adueña o adjudica a su favor
un bien mueble que no le pertenece legalmente. Esto es, el agente en forma ilegal,
ilícita o indebida coloca dentro de su patrimonio un bien mueble que sabe
perfectamente le pertenece a otro, quien por título lícito le confió por un tiempo
determinado. Se evidencia el apoderamiento cuando el agente comienza a realizar
actos de disposición del bien como si fuera realmente su dueño o propietario y se
resiste a devolverlo o entregarlo ante el requerimiento del sujeto pasivo.
Roy Freyre (1368) comentando el código derogado, sostiene que "apropiación" es el
acto voluntario por el que decidimos incorporar a nuestro patrimonio una cosa ajena
que poseíamos lícitamente, o una cosa que no poseíamos y que a nadie pertenecía,
decisión que necesita exteriorizarse para adquirir relieve jurídico (penal o civil según
el caso). En tanto que Peña Cabrera (U69) reproduciendo lo expuesto por el español
Muñoz Conde, comentando el actual Código Penal, afirmaba que la apropiación
consiste en disponer del bien "como si fuera propio" transmutando la posesión lícita
originaria en una propiedad ilícita O antijurídica. Por su parte Bramont-Arias con
CarCÍa Cantizano (IS70), sostienen que existe apropiación cuando el sujeto activo
realiza actos de disposición o un uso determinado sobre un bien mueble, que ha
recibido en forma lícita por un título que no le da derecho a ello, incorporando a su
patrimonio, ya sea el bien del que se ve privado el propietario, ya sea el valor
incorporado a él, esto es, el valor inherente al bien mismo en virtud de la naturaleza
y función del objeto en cuestión, de especial relevancia sobre todo en relación con
los títulos valores.
Así mismo, para estar ante una acción típica de apropiaCión ilícita debe evidenciarse
que el agente quiere la cosa para sí, quiere adueñarse del bien. En doctrina es
común identificar a esta circunstancia como el animus rem sibi habendi que debe
guiar al autor de la conducta. Si no hay intención de querer el bien para sí y por el
contrario, por ejemplo, el sujeto quiere solo usar el bien, así sea de modo ilícito, no
se configurará el delito de apropiación indebida.

Si en una conducta por la cual el agente se niega a entregar o devolver los bienes
muebles recibidos, no aparece el animus rem sibi habend~ el delito en comentario
no se configura. Así lo ha interpretado la jurisprudencia. En efecto, nuestro máximo
Tribunal de Justicia, por Ejecutoria Suprema del 01 de setiembre de 1997 ha
sostenido que, "si bien en autos se ha acreditado la retención de bienes, sin
embargo, los hechos no configuran el delito de apropiación ilícita, toda vez que no
ha quedado probado que el sujeto activo en su condición legal de representante de
la empresa transportista se haya aprovechado, dado uso o dispuesto de la
mercadería; de lo que infiere que su conducta careció del especial animus rem sibi
habendi, que caracteriza este ilícito patrimonial, es decir; el ánimo de hacer las
veces de propietario, sin reunir semejante condición, siendo evidente que tomó tal
actitud con el único propósito de asegurarse el pago de los fletes devengados" (U7I).
Teniendo claro este último aspecto, el operador jurídico no podrá calificar como
apropiación ilícita cuando una persona hace efectivo el derecho de retención que le
reconoce el artículo 1123 del Código Civil, esto es, cuando por ejemplo el
comodatario retiene el bien debido que el comodante se resiste a pagar los gastos
extraordinarios que hizo el comodatario para conservar el bien, según lo previsto en
el artículo 1748 del C.C.; tampoco existe apropiación ilícita cuando el depositario
retiene el bien hasta que el depositante le pague lo que le debe en razón del
contrato según lo dispuesto por el numeral 1852 del C.C. Finalmente, no es posible
el delito de apropiación ilícita cuando una persona hace efectivo lo previsto en el
artículo 1067 del Código Civil, el mismo que reconoce al acreedor que recibió en
prenda un bien mueble en garantía de una obligación, el derecho de retener el bien
recibido en prenda en tanto no han sido íntegramente pagados el capital e intereses
y reembolsados los gastos relativos a la deuda y a la conservación del bien.

2.3. Que el bien haya sido recibido mediante título que produzca la obligación de
entregar, devolver o hacer un uso determinado

El agente o sujeto activo recibe el bien mueble lícitamente o por título legítimo de
parte del sujeto pasivo o víctima, verificándose el delito cuando después aquel se
resiste a devolverlo, entregarlo o hacer un uso determinado del bien. El delito se
configura cuando el agente abusando de la confianza o aprovechando que tiene a su
disposición el bien mueble que se le confió temporalmente, se resiste a devolverlo y
por el contrario hace actos de disposición como si fuera el dueño o propietario.
Roy Freyre (U72), enseña que constituye presupuesto sine qua non del delito, la
existencia de lo que Soler en Argentina denominaba poder no usurpado sobre la
cosa, un poder de hecho legítimamente adquirido por el poseedor inmediato para
cumplir un fin que luego tras toca, es decir, de un poder sobre la cosa
voluntariamente concedido por quien tenía facultad para hacerlo. Precisamente, el
delito consiste en transmutar esa tenencia o posesión inmediata en un pretendido
derecho de propiedad.

Los títulos legítimos o lícitos por los cuales el agente recibe el bien mueble han sido
indicados por el legislador en el mismo tipo penal, tales como el depósito, comisión,
administración y otros títulos semejantes que produzcan en el agente obligación de
entregar, devolver o hacer un uso determinado del bien. Los títulos lícitos regulados
en la ley extrapenal por los cuales recibe el agente el bien mueble, contienen la
obligación de entregar o devolver el bien en tiempo y condiciones determinadas.
Aquellos títulos otorgan al agente posesión o custodia temporal del bien mueble,
luego del cual deben ser devueltos a quien los entregó o entregar a la persona que
corresponda. Si la devolución o entrega no se produce ante el requerimiento, el
delito aparece. Por el contrario, si el título por el cual se recibió el bien mueble,
dinero o valores no indica claramente la obligación de devolver o entregar, el delito
de apropiación ilícita no se configura ante la negativa del agente a devolver o
entregar.

En suma, para la configuración del delito es indispensable que por la naturaleza del
título o de su contenido, aparezca en forma clara que hay obligación del que recibe
el bien mueble, dinero o valor de devolverlo, entregarlo o hacer un uso determinado.
El delito de apropiación ilícita, tiene como elemento imprescindible la entrega física
en custodia o depósito de un determinado bien, lo que origina la obligación de quien
lo recibe de devolverlo en el plazo, modo y condiciones que le sea solicitado por
quien se lo entregó o posea legítimo e inmediato derecho acreditado (m3).
El primer título por el cual el agente puede recibir el bien de modo legítimo lo
constituye el contrato nominado "depósito", el mismo que de acuerdo a nuestra
normativa civil se divide en voluntario y necesario o legal. El primero está previsto en
el artículo 1814 del C.C. que estipula: por el depósito voluntario el depositante se
obliga a recibir un bien para custodiarlo y devolverlo cuando lo solicite el
depositante. En tanto que el segundo, aparece regulado en el numeral 1854 del e.C.
donde se señala que el depósito necesario es el que se hace en cumplimiento de
una obligación legal o bajo el apremio de un hecho o situación imprevista. El artículo
1830 del C.e. prevé que el depositario debe devolver el bien en cuanto lo solicite el
depositante, aunque hubiese plazo convenido, así mismo el artículo 1834 señala que
el depositario debe restituir el bien a quien se lo confió o a la persona en cuyo
nombre se hizo el depósito o a aquella para quien se destinó al tiempo de celebrarse
el contrato.
Existe depósito necesario o legal y, por tanto, presupuesto del delito de apropiación
ilícita en el caso que presenta la Resolución Superior del 05 de noviembre de 1998,
donde se precisa que "desde el momento que el encausado paga los sueldos de sus
trabajadores se produce un desplazamiento patrimonial de dicho importe, de tal
forma que la retención que realiza de parte de dicho salario por mandato de la ley,
queda en su poder, no como propietario sino en calidad de mero depositario que
tiene ( ... ) obligación de entregar lo retenido y depositarlo en el Instituto de
Seguridad Social, en conclusión se puede fundamentar que la cuota descontada del
salario del trabajador es parte del sueldo de este y, por tanto, es dinero que el
empleador ha recibido con obligación de entregar' (m4).

En consecuencia, se configura el delito cuando el agente ante la solicitud de


devolución o restitución de parte del depositante, se niega a hacerlo, o ante el
requerimiento del depositante para que entregue el bien a la persona a cuyo nombre
se hizo o destinó el depósito, se resiste.

Aparte del contrato de depósito común regulado en nuestro Código Civil, existen en
nuestro sistema jurídico los depósitos en los bancos, cooperativas, financieras,
almacenes generales de depósito, mutuales y otras instituciones análogas, las
mismas que se rigen por las leyes especiales que las regulan según lo dispuesto en
el artículo 1853 del Código Civil. Depósitos que sin duda pueden dar lugar a la
comisión del delito en interpretación.

Otro título lo constituye el contrato de "comisión" previsto en el Código de Comercio,


por el cual una persona denominada comitente entrega un bien mueble a otra,
denominada comisionista, con la finalidad de efectuar algún negocio, luego del cual
el comisionista devuelve el bien a quien se lo entregó y recibe a cambio una
comisión por su labor. El delito aparece cuando el comisionista se hace dueño del
bien entregado en comisión y se resiste a devolverlo. También el contrato de
comisión puede originar el delito cuando el agente efectúa sobre el bien un uso
diferente al determinado. En efecto, el numeral 258 del Código de Comercio dispone
que "el comisionista que, habiendo recibido fondos para evacuar un encargo, les die
re inversión o destino distinto del de la comisión, abonará al comitente el capital y su
interés legal, y será responsable, desde el día en que los recibió, de los daños y
perjuicios originados a consecuencia de haber dejado de cumplir la comisión, sin
perjuicio de la acción criminal a que hubiere lugar".

Otro título lícito por el cual una persona puede recibir un bien mueble y después
apropiarlo lo constituye la administración, es decir, la situación jurídica que se
produce cuando una persona recibe bienes muebles para administrarlo en beneficio
del propietario del bien o de un tercero. Un caso típico que puede servir de ejemplo,
viene a ser la situación prevista en los artículos 54 y 55 del Corpus Iuns Civile
referente a la designación de administrador judicial de los bienes del ausente. El
artículo 55 prevé las obligaciones del administrador tales como percibir los frutos,
pagar las deudas del ausente y atender los gastos correspondientes al patrimonio
que administra, etc. Aparecerá el delito cuando este administrador se apropie del
total o parte de los bienes muebles que a recibido en administración.

En la doctrina peruana se ha enraizado la errónea interpretación de considerar que


el concepto de administración debe ser entendido en un sentido amplio, que abarque
o subsuma todo acto que suponga el ejercicio de un mandato o gestión de negocios
(1575). Esta posición, pretende hacer entender que es lo mismo administración que
mandato o gestión de negocios cuando la diferencia salta por sí misma.

En efecto, mandato es un contrato nominado por el cual el mandatario se obliga a


realizar uno o más actos jurídicos, por cuenta y en interés del mandante según lo
establecido en el artículo 1790 del Código Civil. Por su parte la obligación de gestión
de negocios, se produce cuando una persona careciendo de facultades de
representación y sin estar obligado, asume concientemente la gestión de los
negocios o la administración de los bienes de otro que lo ignora; debe
desempeñarse en provecho de este.

De esa forma, el mandato y la gestión de negocios son otros títulos legítimos que
hace referencia el tipo penal por los cuales el agente recibe un bien mueble con la
obligación de devolver, entregar o hacer un uso determinado, al igual que la prenda
prevista en el numeral 1055 del C.C. según el cual ella se constituye sobre un bien
mueble, mediante su entrega física o jurídica para asegurar el cumplimiento de
cualquier obligación; el comodato previsto en el artículo 1728 del C.C. por el cual el
comodante se obliga a entregar gratuitamente al comodatario un bien no consumible
para que lo use por cierto tiempo o para cierto fin y luego lo devuelva; el secuestro
previsto en el artículo 1857 del C.C. por el cual dos o más depositantes confían al
depositario la custodia y conservación de un bien respecto del cual ha surgido
controversia; renta vitalicia previsto en el numeral 1923 por la cual se conviene la
entrega de una suma de dinero u otro bien fungible, para que sean pagados en los
periodos estipulados; etc.

La prenda ha sido objeto de interesantes pronunciamientos judiciales.


Así tenemos como ejemplo la Resolución Superior del 1 de julio de 1998, donde se
sostiene que "habiendo el procesado celebrado un contrato de prenda industrial para
garantizar el financia miento hecho por la entidad bancaria, en el cual fue nombrado
depositario, e incumplido con la entrega de la maquinaria, conforme se acredita con
la negativa ante el requerimiento judicial, al haber incumplido sus obligaciones de
pago, concurren los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal de apropiación
ilícita" (1576).

Finalmente, la obligación de entregar debe incumplirse respecto a una tercera


persona, es decir, distinta al sujeto de quien se recibió el bien mueble. En cambio, la
obligación de devolver se supone incumplida respecto a la misma persona que le dio
el bien al agente (1377). En tanto que la obligación de hacer un uso determinado
queda incumplida cuando el agente otorga, da o efectúa un uso diferente o distinto al
convenido previamente.

2.4. Provecho propio o de un tercero


Otro elemento objetivo de la tipicidad del delito de apropiación ilícita lo constituye el
provecho indebido propio o de un tercero que busca obtener el agente con su
conducta ilícita. Provecho es una ventaja de índole económica que busca el agente
al desarrollar su conducta de apropiación ilícita de un bien mueble. Aquí no requiere
que efectivamente el agente obtenga el provecho económico, basta con verificar que
el agente tuvo el propósito de conseguido. Es decir, se configura el delito cuando el
agente con el fin o propósito de obtener un provecho económico indebido se apropia
del bien mueble. Es suficiente que la vent.ya sea potencial y solo se quede en
perspectiva.

2.5. Bien jurídico protegido

Es común en la doctrina aceptar que el bien jurídico que se protege es el patrimonio


y más precisamente el derecho de propiedad regulado en el artículo 923 del Código
Civil, donde se le define como el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer
y reivindicar un bien. Con la apropiación ilícita se lesiona este derecho evitando que
el propietario pueda usar, disfrutar o disponer de sus bienes, dinero o valores.
En igual sentido enseñan Bramont-Arias Torres/ Carcía Cantizano (1378) cuando
expresan que el bien jurídico protegido es el patrimonio, específicamente, la
propiedad de un bien mueble, pero en relación a este, resulta particularmente
afectada la capacidad de disposición, base que fundamenta el derecho del
propietario a su restitución, que, como contrapartida, tiene la existencia de una
obligación que pesa sobre otro sujeto de restituir el bien.

La jurisprudencia nacional así lo entiende. En efecto, las Resoluciones Superiores


del 28 de enero de 1998 y del 20 de mayo de 1998 precisan "que, lo que aparece
protegido especialmente en el delito de Apropiación !lícita es la propiedad sobre una
cosa y en relación a esta la capacidad de disposición que tiene el propietario y que
implica que tenga derecho a su restitución y como contrapartida implica al otro la
obligación de restituir la cosa" (1379).

Teniendo en cuanta el derecho procesal y la práctica judicial, no compartimos


opinión con Roy Freyre (1380) cuando comentando el artículo 240 del código
derogado que recogía el delito en interpretación en sentido parecido al tipo penal del
artículo 190, alega que también se protege la posesión, debido que este derecho
real puede existir independientemente del de propiedad, tanto es así que constituye
precisamente uno de los medios de llegar a adquirir el dominio. En efecto, el artículo
245 vigente del Código Procesal Penal de 1991 establece que en los delitos contra
el patrimonio deberá acreditarse la preexistencia de la cosa materia del delito. Esto
significa que el sujeto pasivo necesariamente deberá demostrar documento cierto
que acredite ser el dueño o propietario del bien objeto de apropiación. La simple
posesión es dificil de probarla tratándose de bienes muebles o dinero sobre los que
recae el delito de apropiación ilícita.
Así mismo, para nuestra legislación penal, cuando el objeto material del delito fuera
dinero, igual se afecta directamente el patrimonio del sujeto pasivo, pues se ve
mermado con la conducta desarrollada por el agente. Razón por la cual no
encontramos razonable que también se pueda proteger el derecho al crédito como
sostienen Bramont-Arias -García (1381) y Paredes Infanzón (1382).

2.6. Sujeto activo


El sujeto activo o agente del delito no puede ser cualquier persona. Es un delito
especial, pues se exige que en el agente concurran dos circunstancias esenciales:
primero, que haya recibido el bien mueble en virtud de un título lícito por el cual se
trasmite la posesión y no la propiedad y segundo, que tenga la obligación de
devolver, entregar o hacer un uso determinado del bien recibido.
Así mismo, al tratarse de las agravantes, sujeto activo solo puede ser aquellas
personas que tengan las calidades que se establecen específicamente en el
segundo párrafo del artículo 190 del C.P. Nadie más que ellos pueden cometer
apropiación ilícita agravada.

2.7. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo del delito de apropiación ilícita será cualquier persona natural
o jurídica con la única condición de ser la propietaria del bien mueble, dinero o valor
entregado por título legítimo al agente, para después ser devuelto o entregado a una
tercera persona o hacer un uso determinado del bien.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
Según la redacción del tipo penal, la apropiación ilícita es un delito netamente
doloso. No cabe la comisión culposa.

El agente debe actuar con conocimiento que el bien mueble pertenece a otra
persona y tiene obligación de devolver, entregar o hacer un uso determinado y sin
embargo, voluntariamente decide apoderarse o apropiarse, negándose a devolver,
entregar o darle el uso determinado ante el requerimiento de quien tiene derecho
hacerlo. En la actitud del agente debe prevalecer el animus ren sibi habendi, es
decir, el agente debe querer adueñarse del bien mueble, dinero o valor sabiendo
perfectamente que pertenece a otra persona. En tal sentido, la ejecutoria Superior
del 21 de setiembre de 1998 precisa "que en el delito de Apropiación ilícita no basta
con la retención del bien sobre el que pesa la obligación de devolver sino que dicha
conducta debe ser completada con un ánimo subjetivo de querer comportarse como
dueño del mismo ejecutando actos propios de tal, como son, la disposición o el uso
para fines distintos por los que fuera recibido" (1383).
Se exige la presencia de un elemento subjetivo adicional al dolo como es la
intención de obtener un provecho patrimonial para sí o un tercero que debe guiar la
conducta del agente. Se conoce también como ánimo de lucro que no es otra cosa
que la intención de conseguir cualquier ventaja, utilidad o beneficio, incluso de
finalidad meramente contemplativa o de ulterior liberalidad que persigue el agente.
Si no hay intención de obtener provecho patrimonial, así se realicen todos los
elementos objetivos del tipo penal del artículo 190, el delito de apropiación ilícita no
se configura, tal como ocurre, por ejemplo cuando un ciudadano hace prevalecer su
derecho a la retención recogido en nuestra normativa civil.

Por ejemplo, no hay delito de apropiación ilícita por no concurrir el dolo en el caso
que presenta la ejecutoria Superior del 12 de junio de 1998. Allí la Sala
Especializada en lo Penal del Cono Norte de Lima resuelve "que el hecho de haber
solicitado en vía civil, el procesado el embargo del vehículo, no lo hizo con el
propósito de apropiarse del mismo sino de garantizar su acreencia y al no haber
devuelto oportunamente ante el requerimiento del juez hubo negligencia pero no
voluntad de no devolver, por cuanto era su obligación legal, tanto así que devolvió y
luego de ese hecho, recién fue denunciado cuando el vehículo sub iúdice ya había
sido entregado a su copropietario" (1384).

4. CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES
En el segundo y tercer párrafo del numeral 190 del Código Penal, el legislador ha
previsto las circunstancias por las cuales la conducta de apropiación ilícita se
agrava, o, mejor dicho, el agente merece mayor pena.
En efecto, el segundo párrafo recoge las circunstancias agravantes por la calidad del
sujeto activo. Es unánime la doctrina peruana al considerar que la mayor sanción se
justifica en razón que el agente, al mismo tiempo que con su conducta agravia el
patrimonio particular-, también defrauda la confianza depositada por el Estado
(1385). Por su parte, Peña Cabrera (U86) afirma que aquí, además de lesionarse el
bien jurídico tutelado específicamente con la apropiación ilícita simple, se violan
deberes de tanta importancia como el velar por la seguridad de su pupilo y de los
bienes que se encuentran bajo su custodia.
La norma penal en interpretación expresamente indica que la apropiación ilícita se
agrava cuando el agente actúa u obra en calidad de curador, tutor, albacea, sindico,
depositario judicial o en el ejercicio de una profesión o industria para la cual tenga
título o autorización oficial. Para saber cuando el agente de la apropiación ilícita a
actuado en calidad de curador, el operador jurídico deberá recurrir al artículo 564 y
siguientes del Código Civil, allí se indica que están sujetos a curatela los incapaces
mayores de edad para cuidarlos y administrar sus bienes.

El artículo 502 del Código Civil estipula que a los menores que no estén bajo la
patria potestad se les nombrará tutor para que cuide de su persona y de sus bienes.
Así mismo, para saber cuándo una persona es albacea, el operador jurídico recurrirá
al contenido del artículo 778 y ss. del Código Civil, donde expresamente se dispone
que albacea o ejecutor testamentario es aquella persona nombrada por testamento
para hacer cumplir las disposiciones de la última voluntad del testador. La calidad de
síndico ha desaparecido de nuestra normativa legal con la famosa ley de
reestructuración patrimonial, con la cual corresponde a la junta de acreedores velar
por la administración de la empresa después de seguirse todo un procedimiento ante
INDECOPI.

Depositario es aquella persona encargada de custodiar un bien y devolverlo cuando


lo solicite el depositante. En ese sentido, se tiene que si la designación del
depositario es realizada por la autoridad jurisdiccional, estaremos ante un
depositario judicial o como técnicamente se conoce órgano de auxilio judicial tal
como aparece establecido en el articulo 644 del Código Procesal Civil. En efecto, se
designa depositario judicial o custodio cuando se traba embargo sobre un bien
mueble (artículo 642 del C.P.C.) o cuando el proceso tiene por finalidad concreta la
dilucidación del derecho de propiedad o posesión de determinado bien, se producirá
el secuestro del bien y se entregará a un custodio (artículo 643 del C.P.C.). El
numeral 655 del Código Procesal Civil establece las obligaciones de los órganos de
auxilio judicial: el depositario y custodio. Igualmente el artÍCulo 657 del c.P.P. que se
refiere al embargo en forma de retención y el numeral 661 del mismo texto legal que
regula el embargo en forma de intervención en recaudación, establecen supuestos
en los cuales el re tenedor o interventor pueden muy bien ser sujetos activos de
apropiación ilícita cuando no devuelvan los bienes entregados en custodia o
recaudación.
Aquí me parece necesario hacer un deslinde respecto de lo previsto en el artículo
392 del Código Penal que regula la figura penal denominada peculado y
malversación extensiva. En este numeral se indica que "están sujetos a lo prescrito
en los artÍCulos 387 a 389 ( ... ) los administradores o depositarios de dinero o
bienes embargados o depositados por orden de autoridad competente, aunque
pertenezcan a particulares ( ... )". Es decir, de la lectura de este numeral pareciera
que el legislador nacional a previsto que el depositario judicial también puede ser
autor de los delitos de peculado y malversación, presentándose de ese modo un
aparente conflicto de normas penales entre lo previsto en el artÍCulo 190 del C.P. y
lo sancionado en el artículo 392 citado; sin embargo, nosotros teniendo en cuenta el
principio de especialidad de aplicación de las normas de carácter penal por el cual,
ante un aparente conflicto de normas penales aplicables a un caso concreto, se
aplicará la norma que prevé en forma más específica y precisa el supuesto de hecho
dejándose de lado las demás (lex especia lis derogat lex generalis), consideramos
que los depositarios judiciales solo son pasibles de cometer el delito de apropiación
ilícita.

El artÍCulo 190 del Código Penal se refiere en forma específica a los depositarios
judiciales como agentes del delito, en tanto que el artÍCulo 392 se refiere a
depositarios designados por autoridad competente, esto es, la norma es más
general. De modo que el artÍCulo 392 está reservado para aquellos depositarios no
judiciales designados por autoridad competente facultada para designar depositarios
o custodios (1587) como, por ejemplo, los intendentes de la Sunad, Sunat, la
autoridad municipal, etc.

Por otro lado, resulta indiscutible que si el depositario judicial tiene a la vez la calidad
de funcionario o servidor público y se apropia de los bienes que se le entregó en
depósito o custodia, cometerá el delito de peculado o malversación según sea el
caso.
Se agrava cuando el autor de la apropiación ilícita obra en el ejercicio de una
profesión o industria para la cual tenga título o autorización oficial. La agravante
funciona siempre que el autor haya recibido el bien en virtud del desempeño de una
profesión que tenga un título expedido a nombre de la nación, por ejemplo, el
abogado será pasible de la agravante al apropiarse del dinero entregado por su
patrocinado con el fin de hacer un deposito judicial en el Banco de la Nación. En
igual sentido funciona la agravante cuando el agente obra en el ejercicio de una
industria para el cual tiene autorización oficial. Por ejemplo, cometerá apropiación
ilícita con agravante el técnico de artefactos que se apropia de la refrigeradora que
se le dio para refaccionarla. "Si el procesado recibió un bien mueble para su
reparación el cual no entregó, habiéndoselo apropiado junto al dinero recibido para
su reparación, ha incurrido en los presupuestos del delito de apropiación ilícita, ya
que tenía la obligación de devolver, no siendo justificante para tal comportamiento
que el sujeto activo haya tenido dificultades económicas" (U88); también estaremos
ante la agravante cuando el transportista se apropia de las encomiendas y no las
entrega a sus destinatarios, etc.

El tercer párrafo del articulo 190 del C.P. recoge la agravante por la calidad del bien
mueble objeto del delito. Esto es, la apropiación ilícita se agrava cuando el agente se
apropia de bienes destinados al auxilio de poblaciones que sufren las consecuencias
de desastres naturales u otros similares. Esta agravante también pareciera que entra
en conflicto con lo dispuesto en la última parte del artículo 392 del Código Penal
donde se estipula que cometerán peculado o malversación "todas las personas o
representantes legales de personasjurídicas que administren o custodien dineros o
bienes destinados a fines asistenciales o a programas de apoyo social"; no obstante,
también el aparente conflicto de normas se resuelve aplicando el principio de
especialidad por el cual si el que se apropia de los bienes destinados a fines
asistenciales o de auxilio social por desastres naturales es el administrador o
custodio designado propiamente para tal fin (por ejemplo, jefe de defensa civil),
cometerá peculado o malversación según sea el caso. En cambio, si el que se
apropia ilícitamente de aquellos bienes no es administrador ni custodio designado
para tal fin, sino por ejemplo, un simple ayudante o colaborador de defensa civil,
cometerá el delito de apropiación ilícita agravada previsto en el artículo 190 del
Código Penal.

5. ANTIJURIDICIDAD

La antijuridicidad de la conducta desarrollada por el agente o autor se presenta


cuando aquel sin tener derecho que lo ampare o justifique se apropia a apodera del
bien mueble recibido en depósito o custodia. La ilicitud se traduce en el hecho que
en la conducta del agente no concurre alguna causa de justificación prevista en el
numeral 20 del Código Penal. Los incisos 8, 9 Y 10 del citado numeral del Código
Penal muy bien pueden ser invocados como causa de justificación por aquella
persona a la que se le atribuye el delito de apropiación ilícita. Así por ejemplo, de
acuerdo con el inciso 8 del artículo 20 del c.P., un depositario podrá invocar el
ejercicio legítimo del derecho de retención que le reconoce nuestro sistema jurídico
civil.

El derecho vivo y actuante ya se ha pronunciado al respecto. Así la Resolución


Superior del 20 de mayo de 1998, expresa que el delito de apropiación ilícita "se
configura realmente cuando se recibe la cosa y con abuso de confianza no se
restituye, es decir que lo que convierte en punible la obligación de restituir es
precisamente el abuso de confianza; que en el caso materia de pronunciamiento si
bien es cierto que los hechos revisten los caracteres de la tipicidad objetiva y
subjetiva del ilícito investigado, también es que el delito de apropiación ilícita está
inmerso en determinadas relaciones de carácter civil entre las personas (de
derechos y obligaciones), por lo que será una causa de justificación frecuente el
derecho de retención que le otorga el ordenamiento civil, es decir que el depositario
puede retener la cosa depositada hasta el completo pago de lo que se debe" (1~89).

Igual ocurrirá con el depositario judicial que al obrar o poseer el bien mueble por
disposición de autoridad jurisdiccional, invocando el inciso 9 del artÍCulo 20 no lo
devolverá o entregará a su propietario, así este le requiera o le solicite en forma
expresa, en tanto que juez competente no disponga lo contrario.

6. CULPABILIDAD

Una vez que se ha verificado que en la conducta concurren todos los elementos que
dan tipicidad a la conducta y luego se ha verificado que en ella no concurre alguna
causa de justificación que haga permisiva la conducta, corresponde en seguida al
operador jurídico determinar si esta conducta es atribuible o imputable al autor. Es
decir, corresponde aquí saber si aquella persona a la que se le atribuye la conducta
es responsable penalmente o, mejor dicho, tiene la capacidad suficiente para
responder penalmente por su conducta de apropiación indebida.
Aquí se verificará si el agente es mayor de 18 años de edad y si no sufre alguna
alteración mental que le haga inimputable. Luego de verificado que el sujeto es una
persona imputable, se determinará si el sujeto pudo actuar de acuerdo a derecho y
no apropiarse del bien ajeno y finalmente, se verificará si el agente conocía
realmente la antijuridicidad de su conducta. Esto es, si el agente tenía plena
conciencia que estaba actuando ilícitamente al negarse a devolver o entregar un
bien que no le pertenecía. En este estadio muy bien puede presentarse un error de
prohibición, por ejemplo, cuando el agente en la creencia errónea que está actuando
en el ejercicio del derecho de retención, se resiste o niega a devolver el bien
entregado en depósito o comisión.

7. CONSUMACIÓN

Compartimos en toda su extensión lo sostenido por el profesor Roy Freyre (1390):


es fácil afirmar en la teoría que el delito se consuma cuando el agente ha logrado
realizar la conducta indicada por el verbo principal "apropiar" utilizado en la
descripción típica, o sea, que hay consumación en el momento que el sujeto se
apropia indebidamente de la cosa que poseía lícitamente y de manera inmediata. La
dificultad radica en precisar en la práctica cuándo existe realmente apropiación
ilícita, es decir, cuándo el agente estableció de muto propio sobre la cosa aquellas
relaciones equivalentes a las del propietario que son incompatible con el
cumplimiento de las obligaciones de entregar o devolver el bien.
La mayoría de penalistas peruanos que han tratado el tema ponen en evidencia
aquella dificultad, alegando incluso algunos que no puede considerarse como hito de
la consumación la no entrega o devolución del bien ante el requerimiento del que
tiene derecho hacerlo(I391).
Por nuestra parte y tomando en cuenta la práctica judicial consideramos que el delito
se consuma en el momento que el agente se resiste, se niega o es renuente a
cumplir la obligación de entregar o devolver el bien ante el requerimiento expreso e
indubitable de la persona que tiene derecho a efectuarlo. Solo con la negativa o
resistencia al requerimiento expreso podemos tener convicción que realmente el
agente se ha apropiado del bien. Si no hay petición o requerimiento expreso es
imposible saber si el agente tiene el animus rem sibi habendi. En tal sentido, la
Ejecutoria Superior del 2 de noviembre de 1998 pedagógicamente indica que "si bien
es cierto que el agraviado entregó su vehículo al procesado a efectos de reparación,
no obra en autos la respectiva prueba de cargo que acredite que el agraviado se
haya constituido al taller de la empresa a reclamar la entrega del vehículo, tampoco
la negativa de los procesados a hacerle entrega del citado bien mueble;
fundamentos por los cuales confirmaron la resolución que declara el sobreseimiento
de la causa" (1'92).
Rojas Vargas (U9') con diferente razonamiento llega a la misma conclusión. El citado
profesor afirma que la apropiación ilícita en su modalidad básica es un delito contra
el patrimonio que consta de dos actos ejecutivos lícitos, que a la vez son
presupuestos ónticos del mismo: la entrega por parte del sujeto pasivo de un bien
mueble, suma de dinero o un valor y el recibimiento de los mismos por parte del
sujeto activo del delito, en virtud a un nexo jurídico. El tercer acto, es decir la
negativa a devolver o entregar lo recibido -previo requerimiento-, existiendo
obligación jurídica de hacerlo, es lo que genera la apropiación ilícita. Se trata de un
delito que se consuma con la omisión de hacer lo que se está obligado a hacer.
La jurisprudencia tiene como un aspecto fundamental el requerimiento en el delito de
apropiación ilícita. Así ha quedado en evidencia en las siguientes Ejecutorias
Superiores:
"Si la sentenciada pese a haber vendido las mercaderías que se le entregara en
consignación no cumple con pagar su importe al agraviado, a pesar de haber sido
requerida notarialmente incurre en el delito de apropiación ilícita" (1'94) o
"Comete el delito de apropiación ilúita aquel que alquila un bien mueble y que
vencido el plazo del alquiler y pese a ser mquerido notarialmente se niega a
devolverlo" (1S95) .
"Si el procesado asumió el cargo de depositario judicial entrando en posesión de
determinados bienes muebles y este se msiste a devolverlos pese a haber sido
requerido, incurre en el delito de apropiación ilícita" (m6) .
"Incurre en la comisión del delito de apropiación ilícita el procesado que recibió
diversos bienes en virtud a un contrato de fabricación para la elaboración de otros y
que no cumple con devolver los primeros, pese al requerimiento notarial" (U97).

"Se atribuye al procesado haberse apropiado ilícitamente de bienes que le fueron


entregados en calidad de Depositario judicial, los mismos que no entregó al juzgado
en mención, especies que son de propiedad de Teodora Chipana Capaquira, pese
haber sido requerido conforme a ley en reiteradas oportunidades" (m8).
Resulta imposible que la conducta efectuada por el agente se quede en el grado de
tentativa.

8. PENALIDAD

De verificarse algunos de los supuestos previstos en el primer párrafo del artículo


190 del Código Penal, el agente o autor será merecedor a pena privativa de libertad
no menor de dos ni mayor de cuatro años. En caso de tratarse de los supuestos
previstos en el segundo párrafo, al agente se le impondrá pena privativa de libertad
que oscila entre no menor de tres ni mayor de seis años. Finalmente, si se verifica el
supuesto previsto en el último párrafo del tipo penal en comentario, el autor será
sancionado con pena privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de diez años.

Subcapítulo 2

Sustracción de bien propio

l. TIPO PENAL

El ilícito penal denominado también por la doctrina como hurto impropio, apropiación
de bien propio, substracción de bien propio o desbaratamiento de derechos, por el
cual el propietario sustrae un bien de poder de quien lo tiene de modo legítimo, se
encuentra previsto en el artículo 191 del Código Penal en los términos que siguen:
El propietario de un bien mueble que lo sustrae de quien lo tenga legítimamente en
su poder, con perjuicio de este o de un tercero, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de cuatro años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA
El delito de apropiación de bien propio se configura o aparece cuando el sujeto
activo que viene a ser el propietario del bien mueble, le sustrae del sujeto pasivo que
lo tenía en su poder en forma legítima ya consecuencia de tal hecho le causa a este
o a un tercero perjuicio económico.
Del concepto puede advertirse ligeramente que se trata de la figura del hurto
previsto en el numeral 185 del Código Penal. Sin embargo, siendo más minuciosos,
se evidencia que estamos ante una figura penal totalmente diferente a la del hurto.
Aquí el sujeto activo es el propietario, en tanto que en el hurto es imposible que el
propietario pueda ser agente del delito. Tampoco puede ser sujeto activo el
copropietario en tanto que aquel si puede ser agente del delito del hurto, debido que
el bien mueble, objeto material de la conducta puede ser total o parcialmente ajeno.
Para la consumación del hurto se requiere que el agente después de la sustracción
se apodere del bien, es decir, tenga la posibilidad real o potencial de disponer del
bien como si fuera su dueño; en cambio aquí se consuma el delito con la sola
sustracción no se exige apoderamiento. Finalmente, la conducta del hurto se agrava
cuando el agente la realiza con determinadas circunstancias previstas por ley; en
tanto que aquí, si mediare tales circunstancias la conducta no se agrava debiendo
en todo caso, aparecer un concurso real de delitos.
Pero veamos en qué consisten cada uno de los elementos que le dan tipicidad
objetiva al delito de sustracción de bien propio:

2.1. Sustracción del bien mueble

La conducta ilícita se materializa cuando el sujeto activo sustrae el bien mueble de


quien lo posee legítimamente. Se entiende por sustracción todo acto que realiza el
agente destinado a arrancar o alejar el bien mueble de la esfera de dominio de la
víctima. Se configura con los actos que realiza el agente para romper la esfera de
vigilancia del sujeto pasivo que tiene sobre el bien y desplazado a su esfera de
dominio.
Es común en la doctrina nacional afirmar que para la configuración del delito es
suficiente los actos de sustracción, siendo irrelevante penalmente determinar si
después de la sustracción el agente tuvo capacidad de disposición del bien mueble
substraído (1S99).

2.2. El sujeto activo debe ser el propietario


Es requisito indispensable para la configuración del delito en interpretación el hecho
que el agente o sujeto activo de la sustracción sea el propietario o dueño del bien
mueble. Nadie más que el propietario exclusivo del bien mueble que se sustrae
puede ser sujeto activo. Por la esUUctura misma del tipo penal en comentario, el
copropietario del bien mueble cometerá hurto y no apropiación ilícita impropia, si
sustrae el bien de quien lo tiene legítimamente, pues el hurto se produce cuando se
sustrae un bien mueble total o parcialmente ajeno.

2.3. El sujeto pasivo debe poseer el bien de modo legítimo

Otro elemento típico objetivo de la apropiación de bien propio lo constituye la


circunstancia que el sujeto pasivo o víctima debe haber tenido de modo legítimo o
lícito el bien objeto de la sustracción. Esto significa que el propietario debe haberlo
otorgado de modo voluntario la posesión del bien mueble al sujeto pasivo, como, por
ejemplo, a consecuencia de un contrato de depósito o comodato, por medio del
derecho real de garantía denominado prenda, etc. O en todo caso, el sujeto pasivo
lo tenga en su poder a consecuencia de orden impartida por autoridad judicial
competente como son los depositarios judiciales.
El título legítimo por el cual posee el bien el sujeto pasivo debe estar subsistente o
vigente al momento de la sustracción. No basta, por consiguiente, una posesión
cuyo origen haya sido válido, pero caduco al producirse la sustracción.'En este
último caso no habría delito alguno contra el patrimonio (1400) toda vez que la
tenencia en todo caso ya no será lícita.

2.4. El acto debe causar peIjuicio

Otro elemento típico no menos importante lo constituye el perjuicio económico que


debe causarse al sujeto pasivo o a un tercero con la sustracción del bien mueble. Es
decir, con la sustracción debe ocasionarse perjuicio a quien lo tiene legítimamente
en su poder o a un tercero. Aquí hay una relación de causa y efecto. La sustracción
es la causa y el perjuicio económico es el efecto de aquella acción. Si el perjuicio no
se verifica, el delito no se configura. En el mismo sentido Villa Stein (1401), quien
citando a Bustos Ramírez considera que el hecho debe perjudicar al sujeto pasivo, el
poseedor legítimo del bien o a un tercero, mermando su patrimonio.

Por ejemplo, habrá perjuicio económico cuando el agente después de sustraer el


bien objeto de la prenda lo vende desapareciendo la garantía, o cuando el agente
propietario del bien lo sustrae del dominio del depositario judicial y lo destruye
causando de ese modo peIjuicio al que solicitó el embargo que vendría a constituirse
en el tercero que prevé el tipo penal. O cuando, el propietario sustrae del terreno que
se viene labrando, los bueyes que había alquilado, originando que se suspenda la
faena causando de ese modo peIjuicio económico al agraviado quien pese no
haberse concluido la faena prevista o programada, tiene que pagar el jornal a sus
peones.
Para efectos de la configuración del delito de sustracción de bien propio, es
irrelevante determinar si el agente obtuvo algún beneficio patrimonial con su
conducta ilícita. La circunstancia de haber obtenido, el agente, algún provecho
patrimonial con su actuar ilícito, solo servirá al juzgador para graduar la pena al
momento de individualizarla e imponerla.

2.5. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se protege con este delito es la posesión inmediata de un bien
mueble, debido a dos razones: en primer lugar, por la descripción del tipo, donde se
pone de manifiesto el hecho que el autor del delito "( ... ) lo substrae de quien lo
tenga legítimamente (oo.)", es decir, se afecta la posesión de un tercero que tiene el
bien de acuerdo a derecho; en segundo lugar, porque no puede protegerse la
propiedad, pues el autor del delito es el mismo propietario, es decir, es el propietario
quien realiza una acción antijurídica sobre su propio bien (1402).

2.6. Sujeto activo

Estamos en presencia de un delito especial, pues agente, sujeto activo o autor del
delito solo puede ser el propietario del bien mueble objeto de la sustracción. Nadie
más que él puede cometer el delito en hermenéutica. Como ya hemos tenido
oportunidad de argumentar, ni los condóminos o copropietarios pueden ser autores
del delito de apropiación de bien propio. Si estos o cualquier otra persona sustrae
bienes muebles total o parcialmente ajenos cometerán la figura penal de hurto
previsto en el artículo 185 del C.P.

2.7. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo será toda persona que tenga en su poder, de modo legítimo o lícito, el
bien mueble que después es sustraído por su propio propietario. Puede ser una
persona natural o jurídica.

Roy Freyre (1403) comentando el artículo 241 del Código Penal derogado que tenía
estructura parecida al actual numeral 191, enseña que sujeto pasivo es el poseedor
temporal en virtud de un título que le confiere la posesión inmediata del bien. El título
que naturalmente debe ser legítimo y encontrarse en vigencia, puede provenir de un
convenio, de un acto de autoridad o del ejercicio regular de un derecho.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del tipo penal se concluye inmediatamente que se trata de un delito


factible solo a título de dolo. No es posible la comisión por culpa.
El agente actúa sabiendo y conociendo que el bien se encuentra de modo legítimo
en posesión del sujeto pasivo y que de sustraerlo le causará un peIjuicio económico
a aquel o a un tercero, no obstante y pese a ello, voluntariamente decide sustraerlo.

4. ANTIJURIDICIDAD

Después de verificarse que en la conducta concurren todos los elementos objetivos


y subjetivos que le dan tipicidad, corresponderá al operador jurídico determinar si
aquel ha actuado contra el ordenamiento jurídico o, en su caso, concurre alguna
causa de justificación que haga permisiva su conducta.
Habrá antijuridicidad cuando el agente sabiendo que el sujeto pasivo tiene en su
poder el bien mueble debido a título lícito o por orden de autoridad competente, le
sustrae el bien y le causa con tal acto un peIjuicio económico. En cambio no habrá
antijuridicidad cuando concurre alguna causa de justificación de las previstas en el
artículo 20 del Código Penal. Por ejemplo, concurre la causa de justificación prevista
en el inciso 7 del artículo 20 del C.P. cuando el propietario de un vehículo, lo sustrae
del depositario con la finalidad de entregarlo a unos asaltantes quienes le amenazan
de muerte sino les entrega el vehículo.

5. CULPABILIDAD

Después de verificarse que la conducta es típica y antijurídica debido que no


concurre alguna causa de justificación, corresponderá al operador jurídico verificar si
esta conducta es atribuible penalmente al agente. En este estadio del análisis, se
verificará si el propietario agente del delito es mayor de edad y no sufre alguna
alteración mental que le haga inimputable. Una vez determinado que el agente es
imputable, se verificará si el agente pudo actuar de modo diferente a la de sustraer
su bien mueble causando con ello perjuicio económico a la víctima.
También se analizará si el agente actuó conociendo la ilicitud de su acto, o, mejor
dicho, conocía que actuaba contra el derecho vigente al sustraer su bien propio de
quien lo poseía lícitamente. Aquí muy bien puede presentarse el error de prohibición
cuando por ejemplo, el agente, sin haber ordenado el juez la desafectación, sustrae
el bien mueble de su propiedad del dominio del depositario judicial en la creencia
que se ha levantado el embargo que pesaba sobre aquel al haberse dictado
sentencia a su favor.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Bien sabemos que el delito de apropiación ilícita impropia se presenta en la realidad


mediante dos actos claramente caracterizados y se traducen en causa y efecto. Es
decir, se exige la sustracción del bien mueble como causa y el perjuicio a la víctima
o a un tercero como efecto. La sustracción (que no significa apoderamiento) del bien
mueble por parte del agente debe causar perjuicio económico a la víctima. Si tal
relación correlativa no se evidencia en determinada conducta, el delito no se
configura.
En esa línea del razonamiento, se concluye que el delito se perfecciona o consuma
cuando después de la sustracción del bien, se produce el perjuicio económico de
aquel que tenía el bien a consecuencia de título legítimo o a un tercero. Si la
conducta llega solo a la sustracción del bien mas no al perjuicio que exige el tipo
penal, estaremos ante la tentativa.
Presentado así los argumentos, yerran Peña Cabrera (1404) y Ángeles Gonzáles y
otros (1405), al sostener que el delito se consuma con la sola sustracción (con
apoderamiento o no) del bien mueble de quien lo tiene legítimamente en su poder.

7. PENALIDAD

El propietario que comete el delito de sustraer su propio bien de quien lo posee de


modo legítimo, será merecedor a la pena privativa de libertad no
menor de dos días ni mayor de cuatro años. La graduación de la pena depende de
varios factores; pero aquí, creemos, prevalecerá el monto del peIjuicio económico
ocasionado a la víctima con el actuar del agente.

Subcapítulo 3

Apropiación de bien perdido o de tesoro

1. TIPO PENAL

La figura delictiva por la cual el agente se apropia de un bien perdido o de un tesoro


aparece regulado en el inciso 1 del artÍCulo 192 del c.P. en los términos siguientes:
Será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años o con limitación
de días libres de diez a veinte jornadas, quien realiza cualquiera de las acciones
siguientes:
6. Se apropia de un bien que encuentra perdido o de un tesoro o de la parte del
tesoro correspondiente al propietario del suelo, sin observar las normas del Código
Civil.

7. TIPICIDAD OBJETIVA
El hecho punible se configura cuando el agente o sujeto activo se apodera o hace
dueño de un bien mueble que encuentra perdido o de un tesoro o de la parte del
tesoro que le corresponde al propietario del suelo, sin observar lo prescrito en
nuestro Código Civil.
Como se observa aquí se prevé hasta tres conductas que puede desarrollar el
agente y peIjudicar al sujeto pasivo:

a. La primera conducta se configura cuando el agente se apodera o apropia de


un bien mueble que ha encontrado perdido sin observar lo prescrito en nuestro
Código Civil. Es decir, se configura el ilícito penal cuando el agente se apropia del
bien encontrado sin tomar en cuenta lo dispuesto en el artículo 932 del Código Civil
que ordena "quien halle un objeto perdido está obligado a entregarlo a la autoridad
municipal, la cual comunicará el hallazgo mediante anuncio público. Si transcurren
tres meses y nadie lo reclama, se venderá en pública subasta y el producto se
distribuirá por mitades entre la Municipalidad y quien lo encontró, previa deducción
de los gastos". Es más el numeral 333 prescribe que "el dueño que recobre lo
perdido está obligado al pago de los gastos y a abonar a quien lo halló la
recompensa ofrecida o, en su defecto, una adecuada a las circunstancias. Si se trata
de dinero, esa recompensa no será menor a una tercera parte de lo recuperado".
De la interpretación de la normativa civil citada se concluye que nadie puede
apropiarse lícitamente de un bien que encuentre perdido. Al encontrar un bien
perdido estamos en la obligación de entregarlo a la autoridad municipal, quien hará
público el hallazgo. Si después de transcurridos tres meses no se presenta el dueño,
el bien será rematado, correspondiendo el cincuenta por ciento al que lo encontró y
el otro tanto a la Municipalidad. En caso que se presente el dueño del bien, el que lo
encontró tiene derecho a recibir una recompensa además de los gastos ocasionados
por el hallazgo. Si el bien encontrado es dinero, la recompensa no podrá ser menor
a la tercera parte de lo recuperado.
Se considera como bien perdido a todo bien mueble ajeno que se llegó a encontrar
fuera de la esfera de disponibilidad de quien lo poseía, independientemente de su
voluntad, y que en el momento del hallazgo no tiene ningún poseedor, aunque si un
propietario ignorante de su paradero, no pudiendo ser ubicada concretamente por
quien lo poseía sin previas averiguaciones de resultado incierto (1406). De modo
más concreto Bramont-Arias Torres/García Cantizano(1407) enseñan que por "bien
perdido" ha de entenderse el bien mueble del que, accidentalmente, está privado su
propietario por algún acto que 10 ponga fuera de su alcance.
El delito de apropiación de bien que encuentra perdido se configura cuando el
agente dolosamente, en lugar de poner a disposición de la autoridad municipal, se
apropia o apodera del bien mueble que ha encontrado perdido.

b. La segunda conducta se presenta cuando el autor sin tomar en cuenta 10


previsto en nuestro Código Civil se apodera o se apropia de un tesoro. Esto es, se
configura el injusto penal cuando el agente se apropia de un tesoro sin tomar en
cuenta 10 dispuesto en el artículo 934 del Código Civil que señala "no está permitido
buscar tesoro en terreno ajeno cercado, sembrado o edificado, salvo autorización
expresa del propietario. El tesoro hallado en contravención de este artículo
pertenece íntegramente al dueño del suelo. Quien buscare tesoro sin autorización
expresa del propietario está obligado al pago de la indemnización de daños y
peIjuicios resultantes".

De ese modo, el tesoro encontrado en un terreno ajeno cercado, sembrado o


edificado, sin contar con la autorización expresa del propietario del terreno para su
búsqueda, pertenece en su integridad a este último, quien además podrá reclamar el
pago de una indemnización por daños y perjuicios. En cambio, si cuenta con
autorización expresa del propietario del terreno, se entiende que el tesoro
encontrado será repartido en partes que voluntariamente aquellos acuerden.
Tesoro es todo bien mueble con valor económico de creación antigua o reciente,
carente de dueño conocido, que se encuentra oculto o enterrado en un inmueble, el
mismo que puede ser encontrado a consecuencia de una paciente búsqueda, o
también puede ser descubierto de manera casual, como ocurre, por ejemplo, cuando
un obrero de construcción encuentra un tesoro al estar haciendo excavaciones en el
terreno donde se construirá un edificio.
En suma, la acción delictiva se configura cuando el agente se apropia de un tesoro
que ha encontrado en terreno ajeno sembrado, cercado o edificado sin tener
autorización expresa del propietario del terreno para la búsqueda a quien le
correspondía de acuerdo a ley todo el tesoro y por tanto, al perfeccionarse la
apropiación, deviene en víctima.
c. El tercer supuesto delictivo se configura cuando el agente se apropia de parte
del tesoro que le corresponde al dueño del suelo donde aquel fue encontrado sin
tomar en cuenta lo previsto en el Código Civil. Es decir, la conducta se evidencia
cuando el autor se apropia o adueña de parte de un tesoro que ha encontrado de
manera casual, sin tomar en cuenta el contenido del artículo 935 del Código Civil
que prescribe "el tesoro descubierto en terreno ajeno no cercado, sembrado o
edificado, se divide por partes iguales entre el que lo halla y el propietario del
terreno, salvo pacto distinto".
En tal sentido, el tesoro descubierto de manera casual o repentina en terreno ajeno
sin cerco, no sembrado ni edificado, corresponde en partes iguales al que lo
descubrió y al propietario del terreno. Incluso las partes pueden ser desiguales
siempre que así lo acuerden voluntariamente aquellos.
El injusto penal se configura cuando el agente que descubrió el tesoro se apropia de
la parte que le corresponde al propietario del terreno donde fue encontrado aquel.
Muy bien la parte puede ser producto de la división efectuada por presentarse el
supuesto previsto en el artículo 935 del C.C., así como de la parte que le
corresponde al propietario del terreno al haber autorizado la búsqueda del tesoro en
su predio cercado, sembrado o edificado, según lo establecido en el numeral 934 del
C.C.

Finalmente, se entiende que el tesoro encontrado no debe constituir patrimonio


cultural, pues en este caso, son aplicables las normas que regulan el patrimonio
cultural de la Nación según lo previsto expresa y claramente en el dispositivo 936 del
Código Civil.

2.1. Bien jurídico protegido

Con la tipificación de las conductas ilícitas interpretadas, se pretende proteger el


patrimonio de las personas y específicamente el derecho real de propiedad.

2.2. Sujeto activo

Agente o autor de los supuestos delictivos solo pueden ser aquellas personas que
hayan encontrado el bien perdido o el tesoro. Estamos en presencia de un delito
especial. Nadie más que ellos pueden ser autores del delito. Ello está predispuesto
en el tipo penal con la frase "se apropia de un bien que encuentra perdido ( ... )".
Se constituye en exigencia sine qua non que el agente sea solo aquel que encontró
el bien perdido o el tesoro. Si el que se apropia del bien mueble o tesoro es persona
diferente a la que realmente lo encontró, cometerá otro delito pero no el delito que
ahora nos ocupa.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo de los ilícitos comentados puede ser cualquier persona
natural o jurídica, siempre y cuando sea el propietario del bien encontrado perdido o
propietario del terreno donde se encontró o descubrió el tesoro. Incluso, la
Muniéipalidad también puede resultar como sujeto pasivo de la conducta del agente
cuando ocurre el supuesto en que el propietario del bien encontrado perdido no
aparece, debiendo corresponder a aquella la mitad del producto de la venta del bien
subastado (artículo 932 Código Civil).

2. TIPICIDAD SUBJETIVA

Los injustos penales analizados en su aspecto subjetivo, son netamente dolosos. El


agente actúa con conocimiento y voluntad de apropiarse del bien mueble encontrado
perdido, de un tesoro o de la parte del tesoro que le corresponde al dueño del
terreno donde fue descubierto, sabiendo que debe actuar conforme a la disposición
del Código Civil. En consecuencia, aparte de actuar el agente con lo que en doctrina
se conoce como el animus rem sibi habend~ debe conocer además que existen
normas civiles que se deben cumplir.

3. ANTIJURlDICIDAD

Las conductas típicas, tanto objetiva como subjetivamente de apropiación de bien


encontrado perdido o de tesoro, serán antijurídicas cuando en ellas no concurra
alguna causa de justificación de las previstas en el artÍCulo 20 del Código Penal. En
cambio, si el agente hace uso del ejercicio del derecho de retención del bien
encontrado perdido hasta que el propietario cumpla con pagarle la recompensa por
ejemplo, la conducta será típica pero no antijurídica por lo tanto será irrelevante
penalmente.

4. CULPABILIDAD

En este delito muy bien puede presentarse el error de prohibición. Tal ocurrirá
cuando el agente proviene de un país donde este aspecto no está regulado en el
Código Civil. Actúa en la creencia que también en el nuestro ocurre lo mismo
ignorando de esa forma que existe normas imperativas en nuestro Código Civil.

5. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Las acciones delictivas interpretadas se consuman o perfeccionan en el instante que


el agente decide apropiarse del bien que ha encontrado perdido o del total o parte
del tesoro descubierto. En otros términos, se consuma, una vez que comienza a
realizar actos (de disposición) como si fuera realmente dueño del bien o tesoro.
Si bien es cierto resulta dificil determinar efectivamente ese momento (1408),
nosotros consideramos que al igual como ocurre con la apropiación ilícita prevista en
el artÍCulo 190, la negativa o renuencia al requerimiento efectuado por aquel que le
asiste el derecho, constituye un indicio razonable que el agente se a apropiado del
bien o tesoro. En la práctica, antes de esta circunstancia resulta imposible saber si el
agente se ha apoderado ilícitamente del bien. Esto es, antes del requerimiento
resulta imposible saber si el agente tiene el animus rem sibi habendi. La tentativa no
es posible.

6. PENALIDAD

De encontrarse responsable penalmente al autor del delito, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de dos días ni mayor de dos años, o con limitación de
días libres de diez a veinte jornadas, ello según sea el caso concreto.
Subcapítulo 4

Apropiación de un bien por error o caso fortuito

l. TIPO PENAL

La conducta delictiva por la cual el agente se apropia de bienes que han entrado en
su dominio a consecuencia de un error, caso fortuito o por cualquier otro motivo
independiente a su voluntad, aparece tipificado en el inciso 2 del artículo 192 del
Código Penal del modo siguiente:
Será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años o con limitación
de días libres de diez a veinte jornadas, quien realiza cualquiera de las acciones
siguientes:
2. Se apropia de un bien ajeno en cuya tenencia haya entrado a
consecuencia de un error, caso fortuito o por cualquier otro motivo
independiente de su voluntad.

3. TIPICIDAD OBJETIVA

El inciso segundo del artículo 192 del Código Penal regula el delito que se configura
cuando el agente dolosamente se apropia o se hace dueño de un bien mueble ajeno
que a entrado o ingresado en la esfera de su dominio a causa de un error, caso
fortuito o por cualquier motivo independiente de su voluntad.
De la estructura del tipo penal se advierte que el hecho punible puede
evidenciarse hasta en tres supuesto:
Primero, cuando el agente se apropia de un bien que ha llegado o entrado en su
dominio a consecuencia de un error. El delito aparece cuando el agente se da
cuenta que ha entrado en posesión de bien ajeno por error y pese a ello y en lugar
de entregarlo o devolverlo a su propietario, se lo apropia. Caso contrario, si en
determinado caso se llega a establecer que el sujeto no salió del error producido,
resultará imposible que se le pueda atribuir penalmente algún delito.
Se entiende por error el conocimiento falso o contrario a la verdad recaído en un
hecho jurídicamente relevante y cuyo efecto se relaciona con la validez del acto
jurídico o con la culpabilidad penal (1409). Aquí el agente falsamente cree que ha
entrado en posesión de bien ajeno en forma lícita.

El error debe ser espontáneo de ninguna manera debe ser provocado por aquel. Si
llega a determinarse que el error lo provocó el agente no se configurará el delito en
comentario sino el de estafa de ser el caso (1410). Así mismo, es común sostener
que el error puede provenir del sujeto que recibe el bien como de aquel que lo
entrega por error.
Con Peña Cabrera (14II) concluimos que el error que aquí nos interesa es el que
causa la transmisión de la tenencia, por ende, son indiferentes las equivocaciones
sobre el precio o la calidad del bien. Si hay error en el precio o calidad del bien
cedido se resolverá aplicando las normas de carácter civil.
Segundo, cuando el autor se apodera de un bien que a entrado en su dominio a
consecuencia de un caso fortuito. Es decir, se produce este supuesto ilícito cuando
el agente sabiendo perfectamente que a consecuencia de un caso fortuito ha
entrado en posesión de un bien que le pertenece al sujeto pasivo, no lo entrega o
devuelve y por el contrario, se lo apropia o apodera.
Es común en la doctrina peruana, el considerar que con la frase caso fortuito,
nuestra ley penal se refiere a una fuerza de la naturaleza (viento, remolino, huaycos,
etc.) que logra u ocasiona desplazar el bien mueble del dominio de su propietario
hacia los dominios del agente, sin que haya intervenido la voluntad del sujeto pasivo
para desprenderse del bien (1412).
Y tercero, cuando el agente se apropia o adueña de un bien que ha entrado en su
esfera de vigilancia y dominio a consecuencia de un motivo independiente a su
voluntad. Aquí el legislador ha establecido una fórmula que llena o colma los vacíos
que pueden dejar las hipótesis ya analizadas. Por ejemplo se presentará cuando dos
caballos que se salen de la caballeriza por la noche y van a parar al predio del
agente distante a cinco Kilómetros.
Roy Freyre (1413) sostiene que podemos subsumir aquí, el caso del desplazamiento
no provocado maliciosamente de un vacuno que invade el predio perteneciente al
actor.

2.1. Bienjurídico protegido


El bien jurídico que se pretende cautelar o proteger lo constituye el patrimonio;
específicamente el derecho real de propiedad que tenemos todas las personas
sobre los bienes muebles que conforman parte de nuestro patrimonio.
2.2. Sujeto activo
Sujeto activo o agente puede ser cualquier persona a cuya posesión o tenencia haya
entrado el bien que pertenece a otra persona.
2.3. Sujeto pasivo
Sujeto pasivo o víctima será la persona desprendida de la propiedad o posesión
legítima de un bien mueble a consecuencia de un error, caso fortuito u otra causa o
motivo independiente de su voluntad.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Según la redacción del tipo penal se evidencia que se trata de un delito netamente
doloso; penalmente no es posible la comisión culposa.
El agente actúa con conocimiento que ha entrado en posesión o tenencia de un bien
que pertenece a otro persona a causa o consecuencia de un error o caso fortuito, no
obstante voluntariamente decide apropiárselo.

4. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Los supuestos delictivos en análisis se consuman o perfeccionan en el momento que


el agente comienza a comportarse como dueño del bien que ha entrado en su esfera
de dominio a consecuencia de un error, caso fortuito u otra causa independiente a
su voluntad.
Sin duda, como ocurre con todos los supuestos previstos bajo el rótulo de
apropiación ilícita, es dificil determinar una regla general para saber cuando
comienza la apropiación; sin embargo, nosotros insistimos al considerar como un
indicio razonable que el agente quiere la cosa para sí (animus rem sihi hahendz), su
negativa o renuencia a entregar o devolver el bien a cuya posesión entró por causa
independiente a su voluntad, al ser requerido expresamente por su verdadero
propietario. En la práctica judicial, sin requerimiento será imposible saber si el
agente se ha apropiado del bien. En tal sentido por ejemplo, no habrá delito cuando
una persona sigue en posesión del bien esperando que su propietario lo reclame.
Entiendo, no es posible que la conducta del agente de apoderamiento o apropiación
del bien, se quede en grado de tentativa.

5. PENALIDAD

El autor del delito interpretado será merecedor a una sanción penal cuya pena oscila
entre no menor de dos días ni mayor de dos años si es privativa de libertad, o con
limitación de días libres de diez a veinte jornadas.

Subcapítulo 5

Disponer o apropiación de bien recibido en prenda

1. TIPO PENAL

Las conductas delictivas de disponer o apropiarse de bien recibido por el agente en


calidad de prenda, se recoge en el numeral 193 del c.P. en los términos siguientes:
El que vende la prenda constituida en su favor o se apropia o dispone de ella sin
observar las fonnalidades legales, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de cuatro años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito se configura cuando el agente o autor, sin observar las disposiciones


previstas en nuestro Código Civil, vende, se apropia o dispone de los bienes
muebles que conforman el derecho real de garantía denominado prenda, constituida
a su favor.
Para saber qué significa prenda en nuestro sistema jurídico no queda otra alternativa
que recurrir a nuestro Código Civil. Allí se prescribe que es un derecho real de
garantía que se constituye sobre un bien mueble, mediante entrega fisica o jurídica,
para asegurar el cumplimiento de una obligación (artículo 1055 del C.C.). El numeral
1064 del C.C. establece que "el acreedor o el tercero que recibe la prenda tiene la
calidad de depositario". Así mismo, el artículo 1066 del texto civil claramente
prescribe "aunque no se pague la deuda, el acreedor no puede apropiarse del bien
prendado por la cantidad prestada. Es nulo el pacto en contrario". Y finalmente, entre
las normas pertinentes para efectos del análisis cabe citar los artículos 1069, 1076 Y
1080 del Código Civil. En el primero se prescribe que "vencido el plazo sin haberse
cumplido la obligación, el acreedor puede proceder a la venta del bien en la forma
pactada al constituirse la obligación. A falta de pacto, se tramite como proceso de
ejecución de garantías". En tanto que el segundo señala "El acreedor no puede usar
el bien sin el consentimiento del constituyente". Yen el tercero, se prevé "el que
guarda el bien prendado está obligado a devolverlo cuando se cumpla la obligación y
queden satisfechos los gastos de conservación, bajo responsabilidad".

Antes de continuar es preciso hacer la diferencia entre los supuestos previstos en el


artículos 190 y el 193 del Código Penal, pues pareciera que estamos ante un
conflicto de normas penales al suponerse que el supuesto regulado en el 193 ya
esta regulado en el artículo 190 del c.P. Situación que incluso a originado que el
profesor Peña Cabrera en su oportunidad, haya indicado con verdad que esta forma
de legislar alienta a confusiones inevitables (1414). Sin embargo, de la lectura
analítica del tipo penal del artículo 193 y de las disposiciones civiles que regulan la
prenda, se llega a la conclusión que no existe conflicto de normas penales y menos,
puede presentarse confusiones al momento de hacer hermenéutica jurídica.

En efecto, de la lectura de las normas civiles que regulan la prenda en su calidad de


derecho real de garantía, se advierte que el beneficiario de la prenda tiene
obligaciones que cumplir durante la vigencia del contrato prendario y otras diferentes
una vez vencido el plazo del contrato, obligaciones estas últimas que serán
diferentes si el deudor cumple su compromiso en el plazo convenido a aquellas
cuando no cumple.
Así tenemos, durante la vigencia del contrato prendario, el acreedor tiene la
condición de depositario (artículo 1064 C.C.) y por tanto no puede usar el bien en
provecho propio o de tercero (artículos 1076 y 1820 C.C.). Una vez vencido el plazo
del contrato prendario, el depositario o beneficiario de la prenda devolverá el mismo
bien recibido una vez que el deudor haya cumplido la obligación que dio origen a la
prenda (artículos 1837 y 1880 C.C.). En cambio, si el deudor no cumple con su
compromiso en el plazo previsto, el beneficiario de la prenda procederá a la venta
del bien en la forma pactada al constituirse la obligación. Si no hay pacto al respecto,
recurrirá a la autoridad jurisdiccional e iniciará un proceso de ejecución de garantía
(artículo 1069 C.C.). Lo que no puede hacer el beneficiario de la prenda es
apropiarse del bien prendado por la cantidad prestada, es nulo el pacto en contrario
(artículo 1066 C. C.). No obstante, esta prohibición funciona solo cuando la prenda
está constituida sobre bienes muebles, pues "la prenda de dinero da derecho al
acreedor a hacer efectivo su crédito con cargo del dinero prestado" (artículo 1089
C.c.).

Expuestas así las normas pertinentes del Código Civil respecto de la prenda en
correlato a los contenidos de los tipos penales 190 y 193 del c.P., se concluye que
cuando el agente se apropia del bien entregado en prenda antes de vencerse el
plazo del contrato prendario o, cuando se apropia del bien mueble, pese que el plazo
se ha vencido y el deudor ha cumplido con su obligación, se verificará la apropiación
ilícita común prevista en el artículo 190 del C.P. En cambio, si el agente a favor del
cual se constituyó la prenda, ante el incumplimiento del deudor de motu proprio se
apropia del bien, cometerá el delito sancionado en el dispositivo 193 del C.P., pues
al actuar de ese modo habrá inobservado seguir las formalidades legales a las que
hace referencia el tipo penal y dispuestas en los artículos 1066 y 1069 del Código
Civil.

El sustento o fundamento político criminal de la norma penal en hermenéutica radica


en asegurar el cumplimiento de las normas civiles que regulan intereses de orden
público; pues la necesidad económica del prójimo no puede ser aprovechada para
un enriquecimiento contrario al interés general. La norma civil protege el patrimonio
de la parte más débil en una relación contractual. El derecho civil y el Penal
coinciden de esa forma en sus objetivos. Es indudable el especial reforzamiento que
el segundo presta en beneficio de los logros del primero (1415).
La doctrina Nacional, al hacer la diferencia de los ilícitos penales previstos en el
artículos 190 y 193 del Código Penal, en forma mayoritaria considera que la
conducta del actor debe operar después de vencido el plazo fijado sin que el deudor
prendario haya cumplido con su obligación. Si la venta del bien, por ejemplo,
acontece antes del vencimiento del plazo señalado para el cumplimiento de la
obligación prendaria, estaremos entonces ante un delito de apropiación ilícita
genérica o común (1416). Por nuestra parte, agregamos que también estaremos
ante la apropiación ilícita genérica cuando el acreedor se apropia del bien prendado
negándose a devolverlo pese que el deudor ha cumplido con su compromiso en el
plazo fijado.

2.1. Modalidades de la apropiación ilícita de prenda.

Si bien es cierto que la conducta ilícita se perfecciona en general cuando el agente,


ante el incumplimiento de su deudor, realiza acciones de propietario sobre el bien
objeto de la prenda, pedagógicamente cabe analizar cada una de las modalidades
indicadas por el Legislador Nacional. Así tenemos:
Primero, se produce el delito cuando el agente, ante el incumplimiento de la
obligación de parte del deudor, vende la prenda constituida a su favor. Es decir, la
conducta ilícita se produce cuando el agente dolosamente y sabiendo que no puede
hacerlo (artículo 1069 C.e.), transfiere el bien que constituye la prenda a otra
persona a cambio de un precio en dinero, sin recurrir al juez e iniciar un proceso de
ejecución de garantía que dispone la normativa civil.

Segundo, se configura el delito cuando el autor sin observar lo previsto en el


numeral 1066 del Código Civil, se apropia o apodera de la prenda constituida en su
favor. Es decir, esta modalidad se produce cuando el agente, dolosamente y
sabiendo perfectamente que no puede apropiarse del bien prendado para hacerse
pago de la cantidad prestada, se lo apropia.
Tercero, se produce el delito cuando el agente, ante el incumplimiento de su deudor,
sin observar las formalidades legales dispone de los bienes que conforman la
prenda constituida a su favor. Es decir, esta modalidad delictiva se configura cuando
el agente, ante el incumplimiento del dueño del bien prendado, dolosamente hace
actos de disposición (usar en su beneficio, alquilar, darle en usufructo, etc.) sobre el
bien mueble cuando sabe perfectamente que en su calidad de depositario (artículo
1064 del C.e.) no puede usar el bien prendado en su provecho propio ni de tercero
según lo dispuesto en el artículo 1820 del Código Civil.

2.2. Bien jurídico protegido

El interés fundamental que se pretende proteger con la tipificación del hecho punible
en análisis, lo constituye el patrimonio y específicamente el derecho real de
propiedad sobre el bien entregado en prenda. Ello es así, debido que la prenda no
origina pérdida del derecho real de propiedad. Con la prenda solo se otorga el
derecho real de posesión al acreedor.

2.3. Sujeto activo

Actor, agente o autor de este delito solo puede ser aquella persona a cuyo favor se
ha constituido el derecho real de garantía denominado prenda. A nadie más que a él
se le atribuirá el delito de apropiación de prenda. Si otra persona diferente al
acreedor beneficiario de la prenda, perfecciona los supuestos de hecho contenidos
en el artículo 193, cometerá otro delito pero no el que nos ocupa.
En suma, se trata de un delito especial, pues se exige que el agente tenga la calidad
de acreedor a cuyo favor se ha constituido la prenda.

2.4. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo o víctima será cualquier persona siempre y cuando se haya constituido
en deudor y como consecuencia de ello, haya entregado en prenda un bien mueble
de su propiedad o de un tercero (garante) como garantía de una obligación
contraída. Siendo más precisos y en el orden de ideas que se viene exponiendo,
sujeto pasivo del delito será el deudor que no ha cumplido con su compromiso en el
plazo fijado.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
Las acciones descritas por las cuales se materializa el delito en estudio dogmático
son de comisión dolosa, no cabe la comisión por culpa.
El actor o agente actúa sabiendo y conociendo que, ante el incumplimiento de su
deudor, no puede vender, apropiarse ni disponer en su beneficio del bien prendado,
no obstante, voluntariamente decide hacerlo contraviniendo de ese modo lo
dispuesto en las normas civiles pertinentes que son de cumplimiento imperativo u
obligatorio.

4. ANTIJURIDICIDAD

Las conductas típicas analizadas en su aspecto objetivo y subjetivo, serán


antijurídicas cuando el agente, ante el incumplimiento de su deudor, actúa
desconociendo, o, mejor dicho, no haciendo caso a las formalidades previstas en las
normas civiles (1066 y 1069 del Código Civil), normas de naturaleza imperativa y por
tanto de cumplimiento obligatorio por parte del acreedor beneficiario de la prenda.
Se entiende que tales normas son de conocimiento general y mucho más de
aquellas personas que firman documentos en los cuales se constituye la prenda.
Es lógico que pueda presentarse alguna causa de justificación en la conducta del
agente. Ocurrirá por ejemplo, cuando el agente entregue el bien prendado a una
tercera persona por haberlo así dispuesto la autoridad' competente en el ejercicio de
sus funciones (inciso 9 artículo 20 del C.P.). O, cuando el acreedor beneficiario hace
uso del bien pero contando con el consentimiento del propietario del bien prendado.

5. CULPABILIDAD

Una vez que se ha verificado que estamos ante una conducta típica y antijurídica al
no concurrir alguna causa de justificación, corresponderá al operador jurídico
analizar si el acreedor es personalmente imputable.
En esta etapa se determinará si el agente es imputable y si al momento de actuar
pudo comportarse de modo diferente a la de cometer el delito. Aquí también se
analizará si el agente conocía la antijuridicidad de su conducta, pues si se determina
que al momento de actuar el agente conocía perfectamente que su accionar era
ilícito, debido que tenía pleno conocimiento que ante el incumplimiento del deudor,
no podía apropiarse del bien a cuenta de lo prestado, no podía vender de mutu
proprio ni usar el bien en su beneficio ni de tercero sin contar con la autorización del
deudor dueño del bien, estaremos ante una conducta atribuible o imputable
personalmente a su autor.

Consideramos que el tipo se concilia fácilmente con un error de prohibición para el


hipotético caso que vencido con creces el plazo sin que el deudor acuda al pago, el
acreedor se crea con derecho a disponer de la cosa (1417).

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

Las conductas delictivas tipificadas en el tipo penal del artículo 193 del Código Penal
se consuman o perfeccionan en el momento mismo que el agente vende, apropia o
hace actos de disposición sobre el bien prendado a su favor.
Si la modalidad escogida por el agente es la venta del bien, se consumará en el
momento que, en lugar de recurrir a la autoridad judicial para seguir un trámite de
ejecución de garantía, entrega el bien a otra persona y como contraprestación recibe
un precio.
En el caso que el agente decida apropiarse del bien se consuma en el momento que
aquel demuestra querer quedarse con el bien a cambio de la cantidad prestada. Tal
circunstancia solo se podrá saber cuando el agente haga caso omiso al
requerimiento que se efectúe. Sin requerimiento no se podrá saber tal intención.
Finalmente, si se trata del caso por el cual el actor hace actos de disposición del
bien prendado, se consumará en el instante que el agente comience a usar en su
beneficio personal el bien sin tener la autorización del deudor, o, en el mismo
momento que entrega a un tercero en alquiler o usufructo el bien prendado.
Es posible que la conducta del actor se quede en el grado de tentativa como ocurrirá
por ejemplo, cuando en el mismo momento que se disponía el acreedor a recibir el
precio pactado por el bien prendado es descubierto, por lo que alertado el
comprador que el vendedor no puede vender el bien por estar en prenda, decide no
comprar.

7. PENALIDAD
Al encontrarse responsable penalmente, el agente de este delito será merecedor de
una pena privativa de libertad que oscila entre no menor de uno ni mayor de cuatro
años.

CAPíTULO IV

RECEPTACIÓN

SUMARIO: 1. Cuestiones generales. 2. Tipo penal. 3. Tipicidad objetiva. 3.1. El bien


objeto del delito debe ser objeto material de un delito anterior. 3.2.EI bien objeto del
delito debe ser el mismo del delito precedente. 3.3. El agente debe saber que el bien
mueble proviene de un delito o en su caso, debe presumirlo. 3.4. Modalidades por
las cuales se materializa en la realidad concreta 3.5. Bien jurídico protegido. 3.6.
Sujeto activo .
. 3.7. Sujeto pasivo. 4. Tipicidad subjetiva. 5. Antijuridicidad. 6. Culpabilidad. 7.
Consumación y tentativa. 8. Penalidad.

1. CUESTIONES GENERALES

El artículo 243 del Código Penal de 1924 regulaba el delito de receptación como
encubrimiento. Sin embargo, con la evolución del Derecho punitivo, y su mejor
sistematización, se ha llegado a la conclusión de que el término 'encubrimiento'
abarca ocultamiento de bienes o personas. Es decir, abarca a la receptación como
figura que lesiona el bien jurídico "patrimonio" y a las modalidades de favorecimiento
real o personal que atentan contra el bien jurídico "administración dejusticia". En esa
línea, el término encubrimiento es el género y el término receptación es la especie.
En consecuencia, resulta más apropiado utilizar la expresión "receptación" cuando
nos referimos al tipo penal 194 previsto bajo el robro de los delitos contra el
patrimonio. Su fundamento radica en la circunstancia que el agente contribuye a
lesionar el patrimonio de la víctima.
Anteriormente, se alegaba que el encubrimiento de bienes era un grado de
participación del delito. No obstante, en los tiempos actuales, nadie con
crédito científico discute que la receptación es un delito autónomo que atenta contra
el patrimonio. Entre los argumentos que hicieron posible el triunfo de la tesis de
autonomía (a la que se afilia nuestro Código Penal vigente), tenemos: no se puede
hablar de participación en un delito consumado; el interés lesionado en el
encubrimiento es distinto al que se vulnera con el delito principal; los móviles del
favorecedor son, con frecuencia, diferentes a los que determinaron la voluntad del
autor a quien encubre, muchas veces falta el conocimiento del delito cometido
precedentemente, aun cuando constare que el objeto adquirido es de procedencia
ilícita, lo que obliga a elegir entre la impunidad o la responsabilidad objetiva, etc.
(1418)

El fundamento político-criminal de tipificar este delito radica en fines de prevención


general positiva, toda vez que con ello se pretende frenar la comisión de delitos
futuros, pues resulta evidente que el receptador, al facilitar el aprovechamiento
económico de los bienes obtenidos por la comisión de un delito precedente, se
constituye en el promotor, animador e incentivador de delitos consistentes en la
sustracción indebida de bienes ajenos.

En doctrina y la jurisprudencia, teniendo en cuenta si el objeto material del delito es


el mismo del delito antecedente (u otro cambiado por el del delito antecedente),
diferencia a la receptación en dos clases: la receptación en cadena y la receptación
sustitutiva.

Se configura la receptación en cadena cuando el bien receptado es el mismo que


fue objeto del delito primigenio o antecedente; en tanto que la segunda clase se
configura cuando el bien receptado es aquel adquirido o sustituido por el bien objeto
del delito primigenio o antecedente (1419).

2. TIPO PENAL

Las diversas conductas delictivas que en conjunto reciben el rótulo de receptación


aparecen recogidas en el numeral 194 del Código Penal con la estructura siguiente:
El que adquiere, recibe en donación o en prenda o guarda, esconde, vende o
ayuda a negociar un bien de cuya procedencia delictuosa tenía conocimiento o
debía presumir que provenía de un delito, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de tres años y con treinta a noventa días-
multa.

3. TIPICIDAD OBJETIVA

"El comportamiento delictivo en el delito de receptación consiste en adquirir, recibir


en donación o en prenda, guardar, esconder, vender o ayudar a negociar un bien de
cuya procedencia delictuosa se tenía conocimiento o se debía presumir que
provenía de un delito; que, asimismo, es presupuesto del delito de receptación, el
que se haya cometido un delito anterior, dado que se exige que el bien sobre el que
recae la receptación proceda de un delito" (1420).
De la estructura del tipo penal 194 y del concepto formulado por nuestro máximo
tribunal de justicia se evidencia que la configuración del delito exige la concurrencia
de elementos objetivos trascendentes. A falta de alguno de ellos, el delito no
aparece.
Los elementos objetivos son los siguientes:

3.1. El bien objeto del delito debe ser objeto material de un delito anterior

Si no hay delito anterior es imposible jurídicamente hablar de receptación.


Sin la comisión previa de un delito no existe receptación, pero no solo porque así lo
haya dispuesto el legislador, sino porque no sería posible construir un tipo penal que
castigase a quien oculta algo lícito. En el mismo sentido, BramontArias Torres y
CarCÍa Cantizano (1421) enseñan que sin la existencia de este previo delito, no es
posible la receptación, no por dependencia de algún tipo penal, sino en virtud de la
misma definición de aquella conducta, entendida como la lesión de un bien jurídico
ya lesionado.

Por su parte, el derecho vivo y actuante, por Resolución Superior del 27 de


noviembre de 1998, pone en evidencia que también es necesario que haya sido
acreditada la preexistencia del bien en el delito anterior, caso contrario no es posible
el delito. Aquella resolución sostiene: "presupuesto del delito de receptación es que
se haya cometido un delito anterior, bajo tal contexto si no se ha acreditado la
preexistencia de la cosa en el delito anterior, no puede existir pronunciamiento por
delito de receptación, siendo del caso absolver al procesado" (1422).

El objeto del delito recae sobre bienes que no necesariamente se refieren a la


propiedad o al patrimonio sino también a otros de carácter económico
como es el caso de la malversación de fondos. Se puede receptar también objetos
provenientes de delitos contra los deberes de función, deberes profesionales como
la concusión, el peculado, etc. (1423)
La doctrina peruana (1424) es unánime y pacífica al sostener que basta con que el
delito precedente sea un hecho típico y antijurídico consumado, no siendo necesario
que el autor sea culpable o que no exista alguna causa de exclusión de la pena
como podría ser la concurrencia de las circunstancias previstas en el artículo 208 del
Código Penal. Es irrelevante si alguna persona fue denunciada o sentenciada por el
hecho precedente, pues muy bien el autor de aquel delito no pudo haberse
individualizado o también la acción penal se haya extinguido (ejemplo, muerte del
autor) o por el transcurso del tiempo haya prescrito. Lo único que se exige que el
hecho precedente constituya delito. Si el bien proviene de una falta contra el
patrimonio o infracción administrativa, el delito no aparece.

3.2. El bien objeto del delito debe ser el mismo del delito precedente

Como se ha indicado en doctrina, teniendo en cuenta si el objeto material del delito


es el mismo del delito antecedente u otro cambiado por el del delito antecedente, se
diferencian dos clases de receptación: la receptación en cadena y la receptación
sustitutiva.
Se configura la primera cuando el bien receptado es el mismo que fue objeto del
delito primigenio o antecedente; en tanto que la segunda clase se configura cuando
el bien receptado es aquel adquirido o sustituido por el bien objeto del delito
primigenio o antecedente.
De ese modo, haciendo hermenéutica del tipo penal 194, debemos concluir que se
configura el delito de receptación cuando el agente realiza la conducta receptiva
sobre el "bien de cuya procedencia delictuosa" tenía conocimiento o debía
presumido. Es decir, el agente realiza la conducta receptiva sobre el mismo bien
objeto material del delito precedente. Según la redacción del tipo penal 194 solo
cabe la receptación en cadena, y así lo entiende el supremo tribunal en la ejecutoria
del 23 de noviembre de 2004 (1425).

No cabe la receptación sustitutiva (1426), es decir, la receptación de bienes


adquiridos con el producto del objeto material del delito antecedente. En efecto, si el
agente recibe en donación o en prenda o guarda, esconde, vende o ayuda a
negociar un bien diferente o distinto al objeto material del delito precedente, será
autor del delito de lavado de activos previsto el articulo 2 de la Ley Nº 27765, de
junio de 2002, y en consecuencia merecerá una pena más drástica que la simple
reaceptación, toda vez que su actuar estará guiado no solo por el dolo sino por la
finalidad última de evitar la identificación del origen ilícito del bien.

3.3. El agente debe saber que el bien mueble proviene de un delito o en su caso,
debe presumido

Aquí resulta importante dejar establecido que en el artículo 243 del Código Penal
derogado, que regulaba el encubrimiento, solo recogía o tipificaba la última
circunstancia. Hab~endo el legislador recogido el primer supuesto recién con el
Código de 1991. Ello ocurrió sin duda debido a las críticas insistentes de los
especialistas, pues según el artículo 243 se sancionaba a las personas que "debían
presumir" que el bien provenía de un delito precedente, dejando sin castigo a hechos
en los cuales el agente sabía o presumía realmente que el bien provenía de un
delito. Esta forma nada feliz de legislar, concluía en el absurdo "de suponer punible
lo más leve y dejar exento de responsabilidad lo más grave" (1427).
Veamos en seguida cómo se perfeccionan estas modalidades:

a. El agente tiene conocimiento del modo cómo se perfeccionó el delito anterior


ya sea porque fue testigo presencial de los hechos o porque el mismo agente del
delito anterior o un tercero se lo contó. Este conocimiento se traduce en el hecho de
que el agente incluso no puede conocer los detalles del delito anterior, pero por
especiales circunstancias que rodean al suceso, cae en la cuenta o llega a concluir
que el bien mueble proviene de un delito. Generalmente, el autor conoce o llega a la
conclusión que el bien proviene de un hecho punible cuando es ofrecido a un precio
inferior al normal, la transferencia se hace de un modo clandestino o cuando el
vendedor no puede sustentar la propiedad del bien que vende con documento
alguno. Incluso se afirma que el receptador siempre pretende sacar provecho de
aquellas circunstancias.

En tal sentido, se ha pronunciado lajurisprudencia. Así tenemos la Resolución


superior del 21 de diciembre de 1998, en el cual la Sala Penal de la Corte Superior
de Apurímac, ante la negativa del procesado, sostuvo que "aun cuando dice que no
sabía de la procedencia ilícita de dichos semovientes, pero al no haber comprado
con las formalidades de costumbre en esta zona, cual es la adquisición mediante un
contrato de venta, denominado carta de venta con intervención de la autoridad
comunal, es de presumirse que sabía de la procedencia delictiva de los animales,
tanto más que al día siguiente de modo inmediato a su vez lo vendió los animales a
José Orosco Cruz [ ... J; en consecuencia, ha cometido el delito de receptación
previsto en el artículo 194 del Código Penal pues la intención del acusado era la de
adquirir el producto del robo de ganados y negociarlo posteriormente a fin de evitar
la captura de los autores del latrocinio originario (1428). En igual línea de
razonamiento tenemos la Resolución Superior del 29 de mayo de 1998, en la cual el
derecho actuante sostiene que "si bien el procesado manifiesta no haber tenido
conocimiento que el bien que adquirió fuera objeto de hurto, sin embargo, el exiguo
pago hecho por el mismo, más aun el no haber exigido la factura correspondiente
permiten concluir que se ha llegado a establecer la comisión del ilícito de
receptación " (1429).

b. La segunda circunstancia se configura cuando el agente no cae en la cuenta


de que el bien proviene de un delito precedente, pero por las especiales
circunstancias que rodean al hecho puede presumir, sospechar, suponer, deducir o
conjeturar que el bien es objeto de un delito anterior. Ocurre, por ejemplo, cuando el
vendedor, pretextando dificultades económicas o remate, ofrece el bien mueble a un
precio menor del que cuesta en el mercado, adquiriendo el bien el comprador sin
presumir que el bien provenía de un delito, pero pudo o estaba en la posibilidad de
presumir debido al menor precio en que se ofertó el bien. Aquí el agente no cayó en
la cuenta que el bien tenía origen delictuoso, pero pudo presumir tal acontecimiento
por las mismas circunstancias que rodearon al suceso.
3.4. Modalidades por las cuales se materializa en la realidad concreta
Ello depende del verbo rector que dirige la acción del agente o actor. En tal sentido,
para el mejor entendimiento de su contenido, analizaremos cada una de aquellas
conductas como sigue:

a. Adquirir un bien de cuya procedencia delictuosa se tenía conocimiento

En primer término, es lugar común sostener que la expresión adquirir es sinónimo


del contrato de compraventa, previsto en el artÍCulo 1529 del Código Civil, por el
cual el vendedor se obliga a transferir la propiedad de un bien al comprador y este a
pagar su precio en dinero. Es un contrato de tipo oneroso. En tanto que el dispositivo
1553 prevé que el bien debe ser entregado inmediatamente después de celebrado el
contrato, salvo la demora resultante de su naturaleza de pacto distinto. Para efectos
del delito de receptación nos interesa la compraventa que se perfecciona con la
traditio, esto es, con la real entrega que del bien hace el vendedor al comprador.
Teniendo claro lo que se entiende por adquirir o comprar, se tiene que el supuesto
delictivo se configura cuando el agente, entra en posesión de un bien mueble que ha
comprado o recibido en venta, sabiendo perfectamente que este proviene de un
hecho delictuoso. El vendedor muy bien puede ser la propia persona que cometió el
delito anterior o un tercero que tiene como misión vender los bienes provenientes de
delito.

b. Recibir en donación un bien de cuya procedencia delictuosa se tenía


conocimiento

Igual debe recurrirse al derecho extrapenal para entender cuando estamos en el


supuesto de donación. Así, en el artículo 1621 de nuestro Código Civil se prescribe
que "por la donación el donante se obliga a transferir gratuitamente al donatario la
propiedad de un bien". Los artÍCulos sucesivos refieren que el objeto de la donación
pueden ser bienes muebles como in muebles. Aquí solo nos interesan los bienes
muebles. Si el valor del bien no excede el 25% de una UIT, la donación será verbal
si excede tal valor la donación debe ser por escrito de fecha cierta, bajo sanción de
nulidad. Para efectos del presente trabajo se entiende por donación al acto jurídico
por el cual una persona transfiere la propiedad de un bien mueble a otra persona a
título gratuito. Es decir, el transferente del bien no recibe nada a cambio.
La modalidad delictiva se configura cuando el agente recibe a título gratuito un bien
mueble que sabe o tiene conocimiento que ha sido objeto de un delito anterior. El
agente recibe en donación un bien que sabe proviene de un delito precedente. Eso
sí, el delito se perfecciona cuando el que recibe el bien entra en posesión fáctica
sobre él.

c. Recibir en prenda un bien de cuya procedencia delictuosa se tenía


conocimiento Para saber cuando una persona recibe en prenda un bien mueble
recurrimos al artículo 1055 del vigente Código Civil, en el cual se prevé que "la
prenda se constituye sobre un bien mueble, mediante su entrega física o jurídica,
para asegurar el cumplimiento de cualquier obligación". En otros términos, se define
la prenda como un derecho real de garantía por el cual un deudor entrega física o
jurídicamente un bien mueble a su acreedor para garantizar una obligación. Para el
presente análisis, nos interesa la prenda que se materializa con la entrega física del
bien mueble al acreedor quien entra en posesión inmediata del mismo.
La modalidad delictiva se configura cuando el agente en su calidad de acreedor de
una obligación recibe en garantía prendaria un bien mueble que sabe proviene de un
acto delictuoso.
d. Guardar un bien de cuya procedencia delictuosa se tenía conocimiento

Se entiende por guardar el hecho fáctico de custodiar, conservar o cuidar un bien


que pertenece a un tercero. Es decir, el agente, sabiendo que el bien proviene de un
delito, lo recibe en custodia, con la finalidad de hacer que su verdadero propietario
no pueda encontrarlo.
Con fundamento y razón Roy Freyre(1430) y Bramont-Arias y García
Cantizano(1431) afirman que el acto de guardar equivale a recibir en depósito un
bien con el fin de custodiarlo, asumiendo la obligación de devolverlo cuando el
depositante lo solicite. El delito se configura cuando el agente sabiendo que el bien
mueble proviene de un delito precedente lo recibe con el fin de guardarlo ya sea de
modo directo del autor del delito anterior o de un tercero.

La Resolución Superior del 21 de septiembre de 1998 da cuenta de un caso real que


sirve para graficar el delito de receptación por recibir en prenda o recibir para
guardar un bien de procedencia ilícita. Aquella resolución indica "que se ha
establecido que las procesadas Retis Acosta y Velarde Montañez, recibieron por
parte del procesado Alva Rocha, los útiles de escritorio, para que los guardaran por
un tiempo y que luego este los recogería; y que con respecto a los procesados
Bravo Ayala y Tiburcio López, se ha establecido también que el procesado Alva
Rocha les empeñó los útiles de escritorio por la suma de ochenta y noventa nuevos
soles respectivamente, conductas que configuran el delito de receptación, en tanto
que las primeras recibieron en depósito los bienes con el fin de custodiarlos y los
segundos recibieron en prenda dichos bienes por parte de su coprocesado Alva
Rocha, los mismos que era posible presumir que provenían de la comisión de un
delito anterior'~1432).

e. Esconder un bien de cuya procedencia delictuosa se tenía conocimiento

Esconder un bien implica ocultarlo de la vista de otras personas, al ponerlo en un


lugar donde no puede ser fácilmente encontrado por los demás. Aparte de la entrada
en posesión del agente sobre el bien proveniente de un delito precedente, se exige
actos de ejecución material para ocultar el bien (1453).
La modalidad delictiva se configura cuando el agente que sabe perfectamente que el
bien proviene de un delito anterior, lo recibe y lo esconde u oculta para evitar que su
propietario lo encuentre.
f Vender un bien de cuya procedencia delictuosa se tenía conocimiento
Para entender este supuesto delictivo debemos partir advirtiendo que el vendedor
del bien mueble no es el autor del delito precedente, sino un tercero que no ha
participado en aquel delito de donde se obtuvo el bien objeto de la receptación. En
esa línea se tiene que el agente será un tercero que no ha participado en el delito
precedente y que ha recibido el bien para entregarlo en venta a otra persona.
El delito se configura cuando el agente, sabiendo que el bien proviene de un delito
precedente, lo recibe y lo entrega en venta a un tercero. Se entiende que en esta
modalidad el agente recibe a cambio una comisión por haber vendido el bien,
obteniendo de esa forma un beneficio patrimonial por su acto.

g. Ayudar a negociar un bien de cuya procedencia delictuosa se tenía


conocimiento

La frase "ayuda a negociar" engloba todo acto por el cual una persona colabora o
auxilia para que el agente del delito precedente se desprenda del bien objeto de
aquel, obteniendo un beneficio patrimonial indebido. Aquí el agente solo se limita a
realizar acciones de intermediario entre el autor del delito precedente y un tercero
que adquiere el bien a título oneroso.
El supuesto punible se configura cuando el agente colabora, auxilia o ayuda para
que el autor del delito precedente dé en venta o prenda un bien que sabe proviene
de la comisión de un delito previo. Ejemplo: aparecerá el delito cuando Luis Antonio
(autor del delito en comentario) hace las gestiones necesarias para que Juan Carlos
(tercero) preste determinada suma de dinero aJosé Fernando (autor del delito
precedente), entregando este en prenda un bien que aquel sabe que proviene de un
hecho delictuoso. Se entiende que el tercero no debe saber que el bien recibido en
prenda proviene de delito, caso contrario, aquel será autor del delito en
interpretación y aquel que colabora será cómplice.

h. Adquirir un bien que se debió presumir provenía de un delito


Este supuesto punible se configura cuando el agente compra o adquiere en
propiedad un bien mueble, debiendo haber presumido que provenía de un delito
anterior. Aquí se castiga al agente por no haber presumido o sospechado que el bien
que compraba provenía de un delito cuando por las circunstancias que rodearon al
acto jurídico pudo fácilmente sospecharlo.

Z. Recibir en donación un bien que se debió presumir provenía de un delito


El supuesto se verifica cuando el agente recibe en donación, es decir, a título
gratuito, un bien mueble pudiendo haber sospechado o conjeturado que aquel
provenía de un delito precedente. Se sanciona su falta de diligencia para presumir
que el bien tenía procedencia delictuosa cuando por la forma y circunstancias que
rodearon el acto de la donación pudo haberlo hecho.

J Recibir en prenda un bien que se debió presumir provenía de un delito


La conducta delictiva se perfecciona cuandó el agente recibe del sujeto activo del
delito anterior o de un tercero en garantía un bien mueble en calidad de prenda,
teniendo la posibilidad de haber presumido o sospechado que el bien mueble que
recibía tenía procedencia ilícita.

k. Guardar un bien que se debió presumir provenía de un delito


Igual que en los anteriores casos, el delito se configura cuando el autor (o actor de la
conducta) recibe para guardar o recibe en depósito un bien mueble de parte de un
tercero, sin presumir o sospechar que provenía de un delito, pudiendo haberlo hecho
por la forma y circunstancias que rodearon la ocurrencia del acto de recibir el bien
para guardarlo.

l. Esconder un bien que se debió presumir provenía de un delito


Este supuesto ilícito es difícil que se presente en la realidad, pues desde el momento
que una persona presta su consentimiento y de modo voluntario decide esconder un
bien mueble se concluye que sabe o presume que el bien proviene de una conducta
delictiva. Presentándose de ese modo el supuesto "e" ya analizado.

[l. Vender un bien que se debió presumir provenía de un delito


Este supuesto aparece cuando el agente vende un bien mueble que ha recibido de
otra persona (autor del delito precedente o un tercero) para tal fin, sin sospechar o
presumir que aquel provenía de una conducta ilícita anterior, pudiendo haberlo
efectuado por las circunstancias que rodearon al acto de recibir el bien.

m. Ayudar a negociar un bien que se debió presumir provenía de un delito

Aquí se verifica el delito cuando el agente que colabora o ayuda a negociar un bien
mueble, debió presumir que aquel provenía de un delito anterior.
Las siete últimas modalidades se configuran cuando el agente no presumió o no
sospechó que el bien mueble provenía de otro delito precedente cuando por la
forma, modos y circunstancias especiales en que se desarrolló los hechos pudo
hacerlo y de esa forma evitar caer en delito. Caso contrario, como hemos dejado
establecido, si el agente presumió o sospechó que el bien mueble provenía de un
delito precedente, y no obstante realizó cualquiera de las conductas descritas en el
tipo penal 194 del Código Penal, estaremos ante los supuestos de receptación en
los cuales el agente conocía la procedencia delictiva del bien mueble.

3.5. Bien jurídico protegido


El bien jurídico que se pretende proteger con el delito de receptación es el
patrimonio y más directamente el derecho de propiedad que tenemos todas las
personas sobre nuestros bienes muebles.

3.6. Agravantes del delito de receptación

El Decreto Legislativo Nº 982, de julio de 2007 (1454), ha dado contenido al artículo


195 del Código Penal. Ahora tenemos tipificadas las circunstancias que agravan el
delito de receptación previsto en el tipo penal 194. En efecto, el artículo 195 del
Código Penal tiene el contenido siguiente:

La pena será privativa de la libertad no menor de seis ni mayor de diez años si se


trata de bienes provenientes de la comisión de los delitos de secuestro, extorsión y
trata de personas.
En tal sentido, resulta fácil interpretar que se configura una circunstancia agravante
del delito de receptación cuando el agente adquiere o recibe en donación o en
prenda, guarda, esconde, vende o ayuda a negociar un bien de cuya procedencia
tenía conocimiento o se debía presumir que provenía del delito de secuestro o
extorsión o del delito de trata de personas.

Aparece la agravante cuando el agente, por ejemplo, guarda los bienes que sabe
han sido conseguidos por la comisión del delito de extorsión.
Sin embargo, desde la vigencia de la Ley NQ 27765, Ley Penal contra el Lavado de
Activos, modificada por el Decreto Legislativo NQ 986, el ámbito de la receptación
quedó restringido, pues por esta ley se estableció, de forma expresa, que los delitos
previstos, para efectos del delito de lavado de activos, podían ser el secuestro, el
delito de extorsión y el delito de trata de personas, ilícitos que ahora, por disposición
del Decreto Legislativo NQ 982, que da vida al artículo 195, configuran el delito de
receptación agravado. Situación que, como muy bien asevera el profesor Caro Coria
(1455), genera un producto final de confusión en perjuicio del principio de certeza o
taxatividad de la ley penal, entre los delitos de receptación y lavado de activos.

3.7. Sujeto activo


Agente, actor o sujeto activo del delito en hermenéutica jurídica puede ser cualquier
persona, con la única condición de que realice o efectúe alguna de las conductas
simbolizadas con los verbos rectores del tipo penal 194 del Código Penal, siempre y
cuando no sea el mismo propietario del bien.
De la redacción del tipo penal, para ser sujeto activo del delito de receptación la
persona natural no debe haber participado material o intelectualmente en la comisión
del delito precedente como autor ni como cómplice, pues de lo contrario se trataría
de un copartícipe en el hecho anterior (coautor o cómplice), sin posibilidad de
subsumir su conducta en el precepto ahora estudiado (1456). El sujeto debe ser
ajeno al delito previo (1457).

3.8. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo del delito será cualquier persona natural o jurídica que tenga
el título de propietario o poseedor legítimo del bien objeto del delito precedente.

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

Se trata de un delito que puede ser cometido tanto a título de dolo como de culpa.
En efecto, los siete primeros supuestos analizados se configuran dolosamente, esto
es, el agente conoce que el bien proviene de un hecho delictuoso anterior, no
obstante, voluntariamente decide comprar, recibir en prenda, recibir en donación,
etc.
En tanto que los últimos supuestos típicos interpretados, que se configuran cuando
el agente no presumió ni sospechó que el bien provenía de un hecho delictuoso
anterior, siempre que de los modos, formas, tiempo y circunstancias en que
ocurrieron los hechos pudo hacerla, son de comisión culposa. Peña Cabrera (l4~8),
citando al argentino Ricardo Núñez, afirma atinadamente que "el deber de presumir
algo solo puede conducir a un obrar culposo ya que el no haberlo hecho, únicamente
indica ligereza o descuido de proceder".

Teniendo claro que el tipo penal 194 del Código Penal regula la receptación en su
modalidad dolosa y culposa, sin distinguir el monto de la pena para cada una de
aquellas formas, se concluye que del absurdo, puesto en evidencia por Roy Freyre,
en el sentido que con el artículo 243 del código derogado se sancionaba conductas
leves dejando sin sanción a conductas graves, se ha pasado al absurdo de
sancionar con la misma pena conductas dolosas como culposas. Situación que, lege
ferenda, debe corregirse. Esta forma de legislar, aparte de caer en el absurdo,
desdice y pone en tela de juicio la concepción de un Derecho penal mínimo y
garantista en un Estado democrático de Derecho.

En tal sentido, y no obstante que sostienen que el delito de receptación regulado en


el numeral 194 del Código Penal es solo de comisión dolos a, Bramont-Arias y
GarcÍa Cantizano (14~9) afirman que resulta criticable el que para la configuración
del delito sea suficiente la simple presunción que el bien proviene de un delito,
puesto que en la gran mayoría de los casos podría realizarse tal presunción, lo que
elimina cualquier garantía para los ciudadanos.

Javier Villa Stein (1440) también considera que el delito de receptación recogido en
nuestro Código Penal es solo de comisión dolosa.
Ante el evidente absurdo legislativo, en la jurisprudencia nacional se ha impuesto la
tendencia de solo tener como delito de receptación la modalidad do losa. Para el
derecho vivo y actuante no es posible la comisión culposa. Como prueba de tal
tendencia cabe citar una ejecutoria suprema y tres resoluciones superiores, así:
a. "Si bien es verdad, que en la actuación de la instruida se evidencia la
existencia de negligencia en la adquisición del vehículo automotor, empero es
también cierto que el delito de receptación solo se configura cuando el sujeto activo
actúa con dolo, siendo así que la receptación bajo la forma de culpa, no se
encuentra prevista ni sancionada en la ley penal" (1441).
b. "El elemento subjetivo en el delito de receptación lo constituye el dolo, esto
es, el haber conocido previamente la procedencia ilícita del bien adquirido o
presumir que el bien proviene de un delito, elemento sin el cual no se puede hacer
convicción de la comisión del delito submateria" (1442).
c. "En cuanto al delito de nceptación, la ausencia de dolo directo o eventual
hace atípica la conducta del agente, siempre y cuando este haya adquirido los
bienes sustentados con documentación en ngla, lo cual impediría saber sobre su
procedencia ilúita '(l44S).
d. "Para que se configure el delito de receptación además de que el bien sea de
procedencia ilícita, el agente debe tener conocimiento o presumir tal procedencia
ilícita, además del dolo, es decir el conocimiento y voluntad de la realización del
delito" (1444).

5. ANTIJURIDICIDAD

La conducta típica objetiva y subjetiva de receptación será antijurídica cuando el


agente o receptador actúe sin que medie alguna causa que haga permisible aquella
conducta. Si por el contrario en el actuar del agente concurre una causa de
justificación prevista en el artículo 20 de nuestro Código Penal, estaremos ante una
conducta típica pero no antijurídica.

6. CULPABILIDAD

La acción de receptación típica y antijurídica podrá ser imputable o atribuida


personalmente a su autor, siempre y cuando se verifique que aquel es imputable,
pudo actuar evitando la comisión del delito y al momento de actuar conocía
perfectamente la antijuridicidad de su conducta. Es posible que el agente pueda
alegar positivamente la concurrencia de un error de prohibición.

7. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

El delito se consuma o perfecciona en el mismo momento que el receptador tiene o


entra en posesión inmediata sobre el bien mueble que sabe o debe presumir
proviene de un delito precedente, teniendo la posibilidad real o potencial, en tal
situación, de hacer actos de disposición.
De los supuestos de que el agente conoce que el bien proviene de un hecho
delictuoso precedente, es posible que algunas conductas del actor se queden en
grado de tentativa. Ello ocurrirá cuando, por ejemplo, el agente, estando a punto de
recibir el bien por el cual ha pagado el precio, es descubierto, o cuando, estando a
punto de recibir en donación o en prenda el bien proveniente de un delito anterior, es
puesto en evidencia. Igual supuesto es posible que se presente cuando el agente en
el momento que se dispone a guardar o esconder el bien, es aprehendido. Sin
embargo, cuando el agente se compromete a vender el bien, o cuando ayuda a
negociado, no es posible que la conducta se quede en grado de tentativa, pues
desde el momento en que el agente se compromete a vender o a colaborar en
disponer del bien se habrá consumado el delito.
Por su parte, en todos los supuestos en que el agente "debió presumir" que el bien
fue objeto material de un delito precedente y no lo hizo, al ser una modalidad
culposa, es imposible que se verifique la tentativa.

8. PENALIDAD

El agente, luego que la autoridad judicial realice su silogismo jurídico en la


resolución final correspondiente, será merecedor de pena privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de tres años y con treinta a noventa días-multa.
(*)
CAPíTULO V

ESTAFA Y OTRAS DEFRAUDACIONES

Sub capítulo 1: Estafa. 1. Cuestiones generales. 2. Tipo penal. 3. Tipicidad objetiva.


3.1. Elementos objetivos de la estafa. 3.5. Bien jurídico protegido. 3.6. Sujeto activo.
3.7. Sujeto pasivo. 4. Tipicidad subjetiva. 5. Antijuridicidad. 6. Culpabilidad. 7.
Tentativa. 8. Consumación. 9. Estafa y apropiación ilícita. lO. Penalidad. Subcapítulo
2: Defraudación. 1. Tipo penal. 2. Hermenéutica jurídica. 2.1. Simulación o fraude
procesal. '2.2. Abuso de firma en blanco. 2.3. Alteración de los precios y condiciones
de contratos. 2.4. Estelionato. 3. Penalidad.

Subcapítulo 1

ESTAFA
1. CUESTIONES GENERALES

Es común sostener en la doctrina que el origen de la tipificación de la estafa se


encuentra en el derecho romano. En aquel sistema se habría previsto el crimen
stellionatus como el hecho punible en que se obtiene provecho indebido a causa del
engaño. El italiano Carrara enseñó que el estelión o salamandra, animal de colores
indefinibles que varían ante los rayos del sol, habría sugerido a los romanos el
nombre de stellionatus como título del delito aplicable a todos los hechos cometidos
en perjuicio de la propiedad ajena, hechos que no constituyen ni verdaderos hurtos,
ni verdaderos abusos de confianza, ni verdadera falsedad pero que tiene elementos
del hurto pues atacan injustamente la propiedad ajena, del abuso de confianza
debido que se abusa de la buena fe de otros y de la falsedad porque a ella se llega
mediante engaños y mentiras (1445).
Igualmente se tiene aceptado que fue el Código Penal español de 1822 el que utilizó
por primera vez el rótulo de estafa para denominar a las conductas por las cuales el
autor por medio del engaño o cualquier otro acto fraudulento, hace que la VÍctima le
entregue en forma voluntaria parte o el total de su patrimonio.

2. TIPO PENAL

El delito de estafa cuyo antecedente legislativo nacional más próximo es el


descriptivo, enumerativo y ejemplificador artículo 244 del Código Penal de 1924,
aparece sancionado, sin duda con mejor técnica legislativa, en el numeral196 del
actual Código Penal en los términos siguientes:
El que procura para sí o para otro un provecho ilícito en pe~uicio de tercero,
induciendo o manteniendo en error al agraviado mediante engaño, astucia, ardid y
otra forma fraudulenta, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de
uno ni mayor de seis años.

3. TIPICIDAD OBJETIVA
El delito de estafa se configura, aparece o se verifica en la realidad concreta cuando
el agente haciendo uso del engaño, astucia, ardid u otra forma fraudulenta induce o
mantiene en error al sujeto pasivo con la finalidad de hacer que este en su peIjuicio
se desprenda de su patrimonio o parte de él y le entregue en forma voluntaria en su
directo beneficio indebido o de un tercero.

La configuración de la estafa requiere la secuencia sucesiva de sus elementos o


componentes; esto es, requiere primero el uso del engaño por parte del agente, acto
seguido se exige que el engaño haya inducido o servido para mantener en error a la
víctima y como consecuencia de este hecho, la víctima voluntariamente y en su
peIjuicio se desprenda del total o parte de su patrimonio y lo entregue al agente en
su propio beneficio ilegítimo o de tercero. En concreto, la figura de estafa no es la
suma de aquellos componentes, sino exige un nexo causal sucesivo entre ellos,
comúnmente denominado relación de causalidad ideal o motivación. Si en
determinado conducta no se verifica la secuencia sucesiva de aquellos elementos, el
injusto penal de estafa no aparece. Aquí no funciona el dicho matemático: el orden
de los sumandos no altera la suma. Si se altera el orden sucesivo de sus elementos,
la estafa no se configura.

Igual no hay delito si alguno de aquellos elementos falta en determinada conducta.

En esa línea del razonamiento, nuestra Suprema Corte por Ejecutoria del 06 de
mayo de 1998 ha precisado que "el delito de estafa consiste en el empleo de artificio
o engaño a fin de procurar para sí o tercero un provecho patrimonial en perjuicio
ajeno, requiriendo para su configuración de ciertos elementos constitutivos tales
como: el engaño, error, disposición patrimonial y provecho ilícito, los mismos que
deben existir en toda conducta prevista en el artículo 196 del Código Penal" (1446).
En tal sentido, no son acertadas las definiciones ensayadas por Roy Freyre,
Bramont-Arias Torres/García Cantizano, quienes definen a la estafa como el
resultado producido en perjuicio de la víctima a consecuencia del uso del engaño
utilizado por el agente. Aquí al parecer se da mayor importancia al resultado
producido en agravio del sujeto pasivo que al contenido mismo de la conducta que
debe desarrollar el sujeto activo. Así tenemos; Roy Freyre (1447), comentando el
Código Penal derogado, enseña que estafa es el perjuicio patrimonial ajeno e ilícito
que se causa mediante artificio, astucia o engaño, obteniendo un provecho
económico para sí o para un tercero. Por su parte BramontArias Torres/García
Cantizano (1448) prefieren definir a la estafa como el perjuicio patrimonial ajeno,
causado mediante engaño, astucia, ardid u otra forma fraudulenta, induciendo o
manteniendo en error al agraviado, procurándose el estafador un provecho
económico para sí o para un tercero.

En tanto que el recordado profesor Peña Cabrera (1449), siguiendo la interpretación


efectuada por Antón Oneca quien hacía dogmática del Código Penal español, define
a la estafa como la conducta engañosa, con ánimo de lucro, propio o ajeno que,
determinando un error en una o varias personas, les induce a realizar un acto de
disposición consecuencia del cual es un perjuicio en su patrimonio o de tercero.

Incluso, la Sala Penal Permanente en la Ejecutoria Suprema del 20 de julio de 2005,


que analiza un caso concreto en la cual se defraudó al Estado, hace aún diferencia
entre disposición patrimonial y perjuicio a la víctima como si fueran dos elementos
distintos del delito de estafa, cuando en puridad ambos aspectos configuran un solo
elemento. En efecto, allí se argumenta que "como se anotó, el concierto con los
agentes públicos para ganar la buena pro, a la que no podía acceder; el cobro de
recursos públicos por ese hecho, y el perjuicio que ello representó a la haciendo
municipal en tanto incluso le pagó mayor precio que otros postores, permiten estimar
que concurren los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal de estafa: engaño,
error, disposición patrimonial, perjuicio al Estado y beneficio propio (1450).

3.1. Elementos objetivos de la estafa

De la definición formulada se advierte que el injusto penal de estafa tiene


componentes o elementos particulares que deben aparecer secuencialmente en la
conducta desarrollada por el agente. El orden es el siguiente: 1. Engaño, astucia,
ardid u otra forma fraudulenta. 2. Inducción a error o mantener en él. 3. Perjuicio por
disposición patrimonial. 4. Obtención de provecho indebido para sí o para un tercero.

Estos elementos deben concurrir secuencialmente, de modo que el engaño idóneo y


eficaz precedente o concurrente a la defraudación, maliciosamente provocado por el
agente del delito y proyectado sobre la víctima, que puede consistir en usar nombre
fingido, atribuirse poder, influencia o cualidades supuestas, aparentar bienes,
créditos, comisión, saldo en cuenta corriente, empresa, negociaciones imaginarias o
cualquier otro engaño semejante, debe provocar un error en el sujeto pasivo,
viciando su voluntad, cimentada sobre la base de dar por ciertos los hechos
mendaces, simulados por el agente del delito. Todo ello provoca el asentimiento a
un desprendimiento patrimonial que se materializa con el desplazamiento de los
bienes o intereses económicos de parte de la víctima, sufriendo así una disminución
de sus bienes, perjuicio o lesión de sus intereses económicos. Pasando aquellos
bienes o intereses al patrimonio del agente o a poder de un tercero, quienes se
aprovechan o enriquecen indebidamente.

No obstante evidenciarse claramente tales elementos del contenido del tipo penal
del artículo 196 del Código Penal, los comentaristas nacionales (1451) sostienen
que los cuatro elementos típicos del delito de estafa son: engaño, error, disposición
patrimonial de la víctima y perjuicio a la víctima. Es decir, para aquellos tratadistas
constituyen elementos diferentes la disposición patrimonial y el perjuicio, cuando de
la lectura del texto punitivo se colige que tales circunstancias constituyen un mismo
elemento, pues la disposición patrimonial como consecuencia del error producido
por el engaño, origina necesariamente o automáticamente perjuicio para la víctima.
En otros términos, la sola disposición patrimonial de la víctima importa perjuicio para
ella. Tal forma de exponer las cosas les ha conducido a soslayar el cuarto elemento
consistente en el provecho indebido que obtiene el agente con su conducta. No
advierten la siguiente circunstancia: si no se verifica que el agente o un tercero
consiguió u obtuvo algún provecho económico indebido con su conducta, la estafa
no se configura.

La explicación razonable de tal forma de ver el asunto lo encontramos en el hecho


concreto y comprobado que nuestros penalistas siguen, la mayor de las veces, al pie
de la letra lo sostenido por los brillantes penalistas españoles. Sin tomar en cuenta
que aquellos hacen hermenéutica jurídica de su texto penal que como ya hemos
tenido oportunidad de señalar difiere muchas veces en forma diametral del nuestro.
En lo que se refiere al delito en hermenéutica se verifica que el inciso 1 del artículo
248 del Código Penal español de 1995 que recoge el tipo básico de la estafa, difiere
ampliamente del contenido del tipo básico recogido en el artículo 196 del Código
Penal peruano. En efecto, el Código español prevé que "cometen estafa los que, con
ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro, induciéndolo
a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno". En tanto que como
podemos damos cuenta de su lectura, el contenido del tipo penal del artículo 196 de
n.uestro texto punitivo tiene redacción diferente.

De la lectura del tipo penal 248 del Código Penal español, se evidencia que para
aquel sistema penal, el delito de estafa se configura cuando el agente con ánimo de
lucro, haciendo uso del engaño induce a la víctima a desprenderse de su patrimonio
y como consecuencia de ello se origine un perjuicio de esta o de un tercero. En
suma, no hay mayor inconveniente en sostener que los elementos típicos objetivos
de la estafa lo constituyen el engaño, el error, la disposición patrimonial y el
perjuicio. Sin embargo, ello vale para los españoles, mas no para los peruanos. Para
interpretar nuestro sistema jurídico penal, ello solo sirve de referencia doctrinaria.
Aclarado el asunto respecto de los elementos típicos objetivos de la estafa, veamos
ahora brevemente cual es su contenido particular:

a. Engaño, astucia, ardid u otra forma fraudulenta

"Para la consumación del delito de estafa debe mediar necesariamente, siempre, la


artimaña, el arbitrio falso y el encubrimiento de la verdad" (1452).

De ese modo, el primer elemento que se verifica en una conducta catalogada de


estafa lo constituye el uso del engaño, astucia, ardid u otra forma fraudulenta por
parte de su autor o sujeto activo. Los términos utilizados por el legislador en el tipo
penal al tener la única finalidad de falsear la realidad, dan a entender que han sido
utilizados para ejemplificar el tipo de fraude que se requiere para hacer caer en error
a la víctima. Los fraudes o mecanismos fraudulentos utilizados por el agente para
lograr sus objetivos muy bien pueden ser el engaño, la astucia, el ardid, así como el
artificio, el truco, el embuste, la argucia, el infundio, etc. Por tanto, aquí interesa el
mecanismo por el cual el agente con el fin de sacar un provecho, haciendo que el
mismo agraviado le entregue sus bienes, falsea la realidad o, mejor dicho, le
presenta una realidad distinta a la real.
El legislador de la madre patria a este mecanismo fraudulento lo identifica como
"engaño bastante", tal como se advierte de la lectura del tipo penal de estafa previsto
en el Código Penal español. Ello es la razón por el cual los comentarista españoles
solo se limitan a explicar en lo que consiste el engaño. No les interesa determinar en
qué consiste el ardid o la astucia o el artificio.
Al engaño se le define como la desfiguración de lo verdadero o real capaz de inducir
a error a una o varias personas. En otras palabras, la expresión engaño designa la
acción o efecto de hacer creer a alguien, con palabras o de cualquier otro modo,
algo que no es verdad. Sobre esta forma fraudulenta, el derecho vivo y actuante por
Resolución Superior del 10 de julio de 1997 ha precisado que "en cuanto al engaño,
este supone una determinada simulación o maquinación por parte del sujeto el que
tiene que tener la aptitud suficiente para inducir a error al otro, siendo que lo decisivo
en el engaño es dar de cualquier modo concluyente y determinado la apariencia de
verdadero a un hecho falso; por otra parte, el engaño de la estafa a de ser anterior al
error y la disposición patrimonial, de modo que si esta se produce antes del engaño,
tampoco habrá estafa" (1453).
La astucia es la simulación de una conducta, situación o cosa, fingiendo o imitando
lo que no se es, lo que no existe o lo que se tiene con el objeto de hacer caer en
error a otra persona. El uso de nombre supuesto o el abuso de confianza son formas
en los cuales el agente actúa con astucia.
El ardid es el medio o mecanismo empleado hábil y mañosamente para lograr que
una persona caiga en error.
Otras formas fraudulentas pueden ser por ejemplo el artificio, el truco, el embuste, la
argucia, etc. El artificio es la deformación mañosa de la verdad con el fin de hacer
caer en error de apreciación a otra persona que observa la materialidad externa y
aparente de una realidad. En el artificio va incluida la idea de engaño, pero también
la del arte puesto enjuego para que el engaño triunfe, de donde se desprende el
aserto que la simple mentira no constituye engaño o artificio, sino cuando esté
acompañada de ciertos otros elementos que le den credibilidad. Se requiere lo que
los franceses denominan mise in scene. El truco es la apariencia engañosa hecho
con arte para inducir a error a otra persona. El embuste es una mentira disfrazada
con artificio. La argucia es un argumento falso presentado con agudeza o sutileza
cuyo fin es hacer caer en error a otra persona; etc.

Todos los mecanismos utilizados por el estafador tienen como objetivo final hacer
caer en error a su víctima, por lo que parafraseando a Roy Freyre (1454) no es de
rigor precisar las diferencias de matices y alcances entre los conceptos de astucia,
artificio, ardid, truco, embuste, engaño, ete., pues la técnica legislativa seguida por el
codificador peruano permite equiparados en su idoneidad fraudulenta, careciendo de
real trascendencia práctica el problema teórico referente a la dilucidación de su
límites.

Teniendo claro los mecanismo que puede utilizar el agente para hacer caer en error
a su víctima, corresponde ahora dejar establecido que no se requiere cualquier tipo
de engaño, artificio, ardid o argucia para estar ante el elemento que exige el delito
de estafa. Se requiere lo que los españoles sencillamente denominan engaño
bastante. Es decir, suficiente e idóneo para producir el error e inducir al sujeto pasivo
a desprenderse de parte o el total de su patrimonio. El operador jurídico al momento
de calificar la conducta deberá verificar si el mecanismo fraudulento utilizado por el
estafador fue idóneo, relevante y suficiente para propiciar que su víctima caiga o se
mantenga en error. El acto fraudulento deberá ser lo suficientemente idóneo y capaz
de vencer las normales previsiones de la víctima. Corresponde al operador jurídico
hacer tal calificación, pues en la realidad concreta, por las especiales circunstancias
de tiempo, modo, ambiente social y lugar en que ocurren y por las especiales
aptitudes intelectuales de la víctima, los casos varían de uno a otro. No hay casos
idénticos pero si pueden haber parecidos.

De ese modo, no les falta razón a Bramont-Arias Torres/García Cantizano Cantizano


(1455) yal actual Vocal Supremo Javier Villa Stein (1456), cuando siguiendo a los
penalistas que comentan el Código español, sostienen que para calificar la conducta
debe adoptarse un criterio objetivo-subjetivo para determinar el engaño, según el
cual habrá que considerar si el engaño reviste apariencia de seriedad y realidad
suficiente para defraudar a personas de mediana perspicacia y diligencia -parte
objetiva-; y además, en cada caso particular, será preciso tener en cuenta la
idoneidad del engaño en función de las condiciones personales del sujeto pasivo
-parte subjetiva.

Lajurisprudencia presenta un sin número de mecanismos fraudulentos por los cuales


se verifica el delito; así tenemos:
l. "La actitud del procesado de inducir a error al agraviado aparentando una
condición que no ostentaba con la finalidad de ocasionarle un perjuicio económico
constituye una de las modalidades del tipo penal de estafa" (1457).
3. "Al haber utilizado la procesada un poder caduco por fallecimiento de la
poderdante, con el cual celebró transferencia de inmueble en perjuicio del agraviado,
no informándole a este de dicha circunstancia, induciéndole así en error al adquirir el
bien, se encuentra acreditado el delito y la responsabilidad del procesado" (1458).
4. "Se encuentra acreditado el delito y la responsabilidad del acusado,
identificando en la conducta de este último el ánimo doloso de querer engañar al
agraviado ( ... ) al entregar en parte de pago un vehículo a sabiendas que no se
encontraba en perfectas condiciones de funcionamiento, sin tarjeta de propiedad y
con un motor distinto al declarado en la resolución de adjudicación del vehículo que
pertenecía a la Policía Nacional ( ... )" (1459).
5. "Se ha acreditado tanto la comisión del delito instruido como la
responsabilidad penal del encausado, quien ha obrado con dolo y con el ánimo de
lucrar al haber inducido a error al agraviado, engañándolo que era gerente de una
empresa dedicada a la venta de terrenos, para lo cual se le hizo firmar al agraviado
un contrato de separación del bien inmueble materia de litis, ... , lo cual a afectado la
economía del perjudicado y a incrementado el erario del encausado" (1460).

b. Inducción a error o mantener en él

Después de verificarse que el agente ha hecho uso del engaño u otra forma
fraudulenta corresponderá al operador jurídico verificar si aquel engaño ha
provocado en la víctima un error o en su caso, le ha mantenido en un error en el que
ya se encontraba la víctima.
Error es la falsa representación de la realidad concreta. Una falsa apreciación de los
hechos. Una representación que no corresponde a la realidad de las cosas. Una
desviación de la verdad. Un juicio falso de las cosas. O un falso conocimiento de la
realidad.

El error para que tenga relevancia en el delito de estafa debe haber sido provocado
o propiciado por la acción fraudulenta desarrollada por el agente. El error debe surgir
inmediatamente a consecuencia del acto fraudulento. Sin no hay acción fraudulenta
de parte del agente, es imposible hablar de error y menos de estafa. En suma, la
falsa representación de una realidad concreta por parte del agraviado debe haber
sido consecuencia inmediata del acto fraudulento exteriorizado por el agente. Debe
verificarse una relación de causalidad entre el mecanismo fraudulento y el error. En
esa línea, si el error no es generado por algún fraude sino por ignorancia o
negligencia de las personas, no es posible la estafa. De ese modo, en la Resolución
Superior del 14 de setiembre de 1998, atinadamente se afirma que "el error como
elemento del tipo penal de estafa, juega un doble papel: primero, que debe ser
consecuencia del engaño, dependiendo su relevancia típica si es que este es
suficiente para alterar los elementos del juicio que dispone la víctima para
comprender la intención dolosa del agente; y, segundo, debe motivar la disposición
patrimonial, lo que permitirá verificar la relación de causalidad entre la acción y el
resultado, generando la posibilidad de negar la imputación objetiva del resultado
directamente provocado por la disposición patrimonial, si es que el error, lejos de ser
causa del comportamiento engañoso, aparece como consecuencia de la propia
negligencia o falta de cuidado del sujeto" (1461).

Así mismo, el acto fraudulento exteriorizado por el agente puede servir para
mantener en error a la víctima. Se configura cuando sabiendo el agente que una
persona tiene una falsa representación de la realidad, realiza algún acto fraudulento
con capacidad suficiente para hacer que aquella no salga de su error y de ese modo
se desprenda de su patrimonio. Se exige que el agente con su actuar engañoso
determine la continuación de la falsa representación de la realidad. El actor
necesariamente debe hacer actos positivos para evitar que la víctima supere o salga
de su error. Incluso guardando silencio ante hechos que está en la obligación normal
de poner en evidencia, comete delito el mismo que será por omisión. El simple
aprovechamiento de la falsa representación que a veces tenemos de las cosas, no
es relevante para la configuración de la estafa.

Así, con Roy Freyre (1462) podemos decir que tenemos un error inducido cuando el
actor promueve intencionalmente, haciendo surgir la falsa representación en la
mente del agraviado y error mantenido cuando la falsa representación ya preexiste
en la mente de la víctima, situación que es aprovechada por el agente para
fortalecer o impedir que sea superado. En igual sentido Bramont-Arias Torres/
García Cantizano (1465).
Por otro lado, es común en la doctrina sostener que no habrá problema de error en
aquellos casos en que faltan las condiciones personales suficiente en la víctima, por
cualquier razón, para tomar conocimiento de esa realidad; por ejemplo,
aprovecharse de alguien que ignoraba absolutamente un tema por pertenecer a otra
cultura, de un niño o de un enfermo mental. En estos casos simplemente habrá hurto
y no será necesaria la prueba del engaño ni del error (1464).

c. Perjuicio por desprendimiento patrimonial

Acto seguido, una vez verificado el error provocado por el engaño utilizado por el
agente, se verificará si tal error originó que la víctima se desprenda en su perjuicio
de parte o el total de su patrimonio.
Disposición patrimonial es el acto por el cual el agraviado se desprende o saca de la
esfera de su dominio parte o el total de su patrimonio y lo desplaza y entrega
voluntariamente al agente. En doctrina se grafica este aspecto afirmando que el
estafador alarg'a la mano, no para cogér las cosas como ocurre con el ladrón, sino
para que la vÍCtima se las ponga a su alcance. La víctima a consecuencia del error
provocado por el acto fraudulento, en su directo perjuicio, hace entrega o pone a
disposición del agente su patrimonio. El elemento perjuicio por disposición
patrimonial resulta fundamental en el delito de estafa. Pues si no hay
desprendimiento o, mejor dicho, entrega de bienes (muebles o inmuebles), derechos
reales o de crédito de parte de la víctima al agente, así este haya actuado
engañosamente y provocado un error evidente, el delito de estafa no se configura.
Nuestra Corte Suprema por Ejecutoria del 12 de enero de 1998 en forma
contundente ha indicado que "si el agraviado no efectuó una disposición patrimonial
previa, no se configura el delito de estafa" (1465). Ahora bien, el desprendimiento
puede tener lugar en forma de entrega, cesión o prestación del bien, derecho o
servicios (pues el delito de estafa puede recaer sobre cualquier elemento del
patrimonio incluido las expectativas legítimas -gananciasy económicamente
valuables) (1466).

El desprendimiento patrimonial origina automáticamente perjuicio económico de la


víctima, esto es, disminución económica de su patrimonio. No hay desprendimiento
patrimonial sin perjuicio para el que lo hace. Y menos habrá perjuicio sin
desprendimiento patrimonial por parte de la víctima. El agente al provocar un error
con su actuar fraudulento, busca perjudicar a la víctima haciéndole que se
desprenda de su patrimonio y se lo entregue a su favor o de un tercero.
Si como consecuencia del error provocado por actos fraudulentos, el sujeto pasivo
hacer entrega de bienes que pertenecen a otra persona, se configura lo que se
denomina "estafa en triángulo", la misma que se configura cuando el autor engaña a
una persona con la finalidad que esta le entregue un bien perteneciente a un tercero
(1467). Aquí el propietario del bien será el perjudicado y sujeto pasivo, siendo que el
engañado se constituirá dentro de un debido proceso en testigo de excepción de la
forma como actuó el agente y logró el desprendimiento patrimonial.

d. Provecho indebido para sí o para un tercero

Finalmente, de verificarse que efectivamente a consecuencia del error provocado


por algún acto fraudulento, hubo desprendimiento patrimonial de parte de la víctima,
corresponderá al operador jurídico verificar si con tal hecho, el agente o un tercero
ha obtenido provecho ilícito. Este provecho es el fin último que busca el agente al
desarrollar su conducta engañosa, al punto que si no logra tal provecho para sí o
para un tercero, la estafa no se consuma, quedándose en su caso, en grado de
tentativa.
La Corte Suprema por ejecutoria del 27 de octubre de 1995 ha precisado que "el
elemento material del delito de estafa está dado por la procuración para sí o para
otro de un provecho ilícito mediante el uso de astucia, ardid o engaño causando
perjuicio patrimonial en el sujeto pasivo, quien además no puede ser considerado en
forma difusa sino debidamente individualizado" (1468). Así mismo, por resolución
Superior del 19 de enero de 1998, se esgrime que "respecto al delito de estafa se
debe tener en consideración que lo que se reprocha al agente es conseguir que el
propio agraviado le traslade a su esfera de dominio su propio patrimonio; es decir, el
aspecto objetivo de este delito requiere que el agente obtenga un provecho ilícito,
para lo cual debe mantener en error al agraviado por medio del engaño, astucia o
ardú!' (1469).

Igual sentido tiene la Resolución del 28 de noviembre de 1997: "Para la


configuración de la estafa es necesario que medie engaño, ardid o astucia a efecto
que la víctima se desprenda de un determinado bien, en este caso dinero en
efectivo, procurándose así el sentenciado un provecho indebido; si no se comprueba
tal ánimo doloso del procesado con el fin de perjudicar al agraviado no llega a
configurarse el tipo penal de estafa" (1470).
El perjuicio que se origina a la víctima con el desprendimiento o desplazamiento de
sus bienes a la esfera de dominio del sujeto activo o de un tercero, origina que este
al entrar en posesión de aquellos bienes y disponerlos como a bien tenga, obtiene
un provecho ilícito o no debido. El hecho concreto de quedarse con los bienes
entregados por su víctima y disponerlos como si fuera su dueño constituye el
provecho ilícito. Es ilícito o indebido, puesto que no le corresponde. Es un provecho
que normalmente no hubiese logrado. Aquel provecho no debe tener causa
justificatoria afirma Roy Freyre (1471). De ahí que si una persona induciendo a error
por medio del engaño recupera un bien de su propiedad que el depositario era
renuente a devolver, a pesar de estar vencido el término estipulado, no comete
estafa.

3.5. Bien jurídico protegido

El patrimonio de las personas se constituye en el bien jurídico que se pretende


proteger con el tipo penal del artículo 196. De manera específica, se protege la
situación de disponibilidad que tienen las personas sobre sus bienes, derechos o
cualquier otro objeto, siempre que tal situación tenga una protecciónjurídica de
relevancia económica (1472).

3.6. Sujeto activo

Sujeto activo, agente o actor del delito de estafa puede ser cualquier persona
natural. No se exige alguna cualidad, condición o calidad especial en aquel.

3.7. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo o víctima puede ser cualquier persona. Basta que haya sido la
perjudicada en su patrimonio con el actuar del agente. En tal sentido, podemos
afirmar de modo categórico que si bien es cierto que entre el engaño del actor y el
desprendimiento perjudicial de la víctima debe existir un nexo de causalidad,
también es verdad que nada exige que la misma víctima del embaucamiento lo sea
también del daño económico, pudiendo ser un tercero (1475).
4. TIPICIDAD SUBJETIVA

Es una conducta típicamente dolosa. No es posible la comisión culposa. El agente


actúa con conocimiento y voluntad de realizar todos los elementos típicos objetivos
con la finalidad de obtener un provecho ilícito. Esta última intención conduce a
sostener que aparte del dolo, en el actuar del agente se exige la presencia de otro
elemento subjetivo que viene a constituir el ánimo de lucro. Este elemento subjetivo
aparece de modo implícito en el tipo penal.

Si por el contrario, el agente con su actuar no busca lucrar o, mejor dicho, no busca
obtener un beneficio patrimonial indebido, el delito no aparece, así en la conducta se
verifique la concurrencia de algún acto fraudulento, del error, del perjuicio
ocasionado por el desprendimiento patrimonial. El ánimo de lucro al final guía u
orienta el actuar del actor o agente y por ello, se convierte en un elemento subjetivo
adicional al dolo. Si este elemento subjetivo adicional no se verifica en determinada
conducta, el delito en hermenéutica no se configura.

5. ANTIJURIDICIDAD

La conducta típica objetiva y subjetivamente será antijurídica cuando no concurra


alguna causa de justificación. Habrá antijuridicidad cuando el agente con su
conducta obtenga un beneficio patrimonial que no le corresponde. Si por el contrario,
se llega a la conclusión que el autor obtuvo un beneficio patrimonial debido o que le
correspondía, la conducta no será antijurídica sino permitida por el derecho. Esto
ocurrirá por ejemplo con aquella persona que haciendo uso del engaño hace caer en
error a una persona que se resiste a cancelarle por los servicios prestados, logrando
de ese modo que esta se desprende de determinada suma de dinero y le haga
entrega. Sin duda aquí se ha obtenido un provecho económico pero debido o lícito.

6. CULPABILIDAD
Una vez que se ha determinado que la conducta es típica y antijurídica,
corresponderá verificar si el actor es imputable, es decir, puede ser atribuido
penalmente la conducta desarrollada. También se verificará si el agente tuvo
oportunidad de conducirse de acuerdo a ley y no cometer el delito y finalmente, se
verificará si aquel, al momento de actuar tenía pleno conocimiento de la
antijuridicidad de su conducta. Es decir, sabía que su conducta estaba prohibida. Si
por el contrario se verifica que el agente actuó en la creencia errónea que tenía
derecho al bien o a la prestación atribuida mediante el acto de disposición, se
excluirá la culpabilidad, toda vez que es perfectamente posible que se presente la
figura del error de prohibición, situación que será resuelta de acuerdo al segundo
párrafo del artículo 14 del Código Penal.

7. TENTATIVA

Al ser un delito de resultado y de actos sucesivos es factible que la conducta del


agente se quede en el grado de tentativa. Si el agente con su conducta aún no ha
llegado a obtener el provecho económico indebido que persigue y es descubierto,
estaremos ante supuestos de tentativa. Hay tentativa cuando por ejemplo el agente
después de haber provocado el error en su víctima por algún acto fraudulento, se
dispone a recibir los bienes de parte de aquel y es puesto al descubierto su actuar
ilegal. O también, cuando después de haber recibido los bienes de parte de su
víctima es descubierto cuando aún no había tenido oportunidad de hacer disposición
del bien y de ese modo obtener provecho económico, etc.

8. CONSUMACIÓN

El delito de estafa se perfecciona o consuma en el mismo momento que el agente


obtiene el provecho económico indebido. Esto es, se consuma una vez que el sujeto
activo incrementa su patrimonio con los bienes o servicios, recibido de parte de su
víctima. El incremento patrimonial puede traducirse por la posesión de los bienes o
por el producto de los mismos al ser estos dispuestos.
Al utilizar el legislador nacional en la estructura del tipo penal del artículo 196 del
C.P. la frase "el que procura para sí o para otro un provecho ilícito ", se entiende que
el delito se perfecciona cuando realmente el agente ha logrado su objetivo último
cual es obtener el provecho indebido. Si no logra tal objetivo, habrá estafa pero en
grado de tentativa.
En el mismo sentido Roy Freyre (1474), quien al igual que el comentarista del código
derogado Ángel Gustavo Cornejo, sostiene "que el perfeccionamiento del delito de
estafa, en nuestra legislación, acontece en el momento que se obtiene el provecho
indebido".

Posición cOJ,1.traria y no válida para nuestro sistema jurídico penal por lo expuesto,
sostienen Bramont-Arias Torres/García Cantizano Cantizano (1475), Ángeles y otros
(1476) y Javier Villa Stein (1477), al enseñar que el delito de estafa se consuma
cuando existe un perjuicio patrimonial para la víctima, y, no así, cuando el agente
obtiene el provecho ilícito. Por su parte, Peña Cabrera (1478) haciendo un híbrido,
sostiene que "el delito de estafa se consuma en el momento en que el sujeto pasivo
por error realiza el acto de disposición patrimonial perjudicial y el autor obtiene, de
ese modo, la disposición del bien ajeno".

Esta última interpretación doctrinaria que no compartimos es recogida en la


Ejecutoria Suprema del 14 de setiembre de 2004 cuando la Sala Penal Permanente,
argumentó que "el delito de estafa se entiende consumado cuando el sujeto pasivo,
al ser inducido o mantenido en error por el sujeto activo, realiza el acto de
disposición patrimonial que provoca el daño en el patrimonio, esto es, se consuma
con el Perjuicio a partir del cual el desvalor del resultado adquiere su plenitud"
(1479).

Situación diferente prevé el primer inciso del artÍCulo 248 del Código español, en el
cual la conducta del agente está dirigida a que la VÍctima realice "un acto de
disposición en perjuicio propio o ajeno". Aquí el fin último del agente que actúa con
ánimo de lucro, es lograr que la vÍCtima se desprenda de su patrimonio en su
perjuicio. Si logra el desprendimiento perjudicial el delito aparece perfeccionado.

De ese modo, los autores citados y la Ejecutoria Suprema del 14 de setiembre de


2004 se adhieren a la interpretación del Código Penal español. Tal situación nos
lleva a concluir que aún en nuestra patria, existen comentaristas del Código Penal y
jueces con "una actitud intelectual especial, consistente en abordar las obras
doctrinales extranjeras sin tener en cuenta ni la legislación que las sirve de punto de
partida, ni la legislación nacional que debe ser interpretada" (1480).

9. ESTAFA Y APROPIACIÓN ILÍCITA

Antes de pasar a otro punto, creemos pertinente aquí dejar establecido en forma
contundente: un solo hecho jamás puede ser a la vez estafa y apropiación ilícita.
Son delitos totalmente excluyentes. Donde concurren los elementos de estafa no
concurren los elementos de la apropiación ilícita ni viceversa. No puede haber ni
siquiera concurso aparente de leyes en un hecho concreto. Se entiende "doctrina y
jurisprudencialmente que la diferencia sustancial entre estas dos clases de delitos se
encuentra en el mecanismo apropiatorio y en el momento del dolo con respecto al
acto de disposición realizado de buena fe por el sujeto activo; pues, mientras en la
estafa el culpable recibe la cosa mediante el engaño que le originó o aprovechó; en
la apropiación ilícita o indebida el culpable se apropia de lo que le fue entregado sin
engaño; en la estafa el dolo antecede a la entrega del objeto sobre el que recae la
acción, en la apropiación ilícita el dolo surge a posteriori" (1481).
En suma, la estafa se separa de la apropiación ilícita principalmente por la
concurrencia del elemento "engaño" causante del desprendimiento patrimonial por
parte de la víctima: si el acto de desprendimiento se realiza por el titular del bien o
derecho inducido por el engaño del agente, habrá estafa; en tanto que por el
contrario, si quien ha recibido en depósito, comisión, etc., cualquier bien mueble se
atribuye por sí la propiedad del mismo, habrá apropiación ilícita.

10. PENALIDAD

De encontrarse responsable penalmente, el agente del delito de estafa será


merecedor a pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de seis años.
Corresponde al criterio del Juzgador graduar la pena según los presupuestos
establecidos en los artículos 45 y 46 del Código Penal.
Subcapítulo 2

Defraudación

l. TIPO PENAL

Los diversos supuestos delictivos que en conjunto reciben el nombre de


defraudación, aparecen tipificados en el artículo 197 del Código Penal del modo
siguiente:
La defraudación será reprimida con pena privativa de libertad no menor de uno ni
mayor de cuatro años y con sesenta a ciento veinte días multa cuando:
1. Se realiza con simulación de juicio o empleo de otro fraude procesal.
2. Se abusa de firma en blanco, extendiendo algún documento en perjuicio del
firmante o de tercero.
3. Si el comisionista o cualquier otro mandatario, aJtera en sus cuentas los
precios o condiciones de los contratos, suponiendo gastos o exagerando los que
hubiera hecho.
4. Se vende o grava, como bienes libres, los que son litigiosos o están
embargados o gravados y cuando se vende, grava o arrienda como propios los
bienes ajenos.

5. HERMENÉUTICA JURÍDICA

El artículo 197 del Código Penal regula conductas especiales de estafa que merecen
sanción menor a la prevista para aquellos que realizan alguna conducta del tipo
básico, por lo que no pueden considerarse como circunstancias agravantes de la
estafa, sino minorantes. Hecho que no tiene explicación razonable en nuestro
sistema jurídico penal, debido que como veremos, el actuar del agente produce
resultados mucho más graves a los supuestos subsumidos en el tipo básico, pues
aparte de lesionar el patrimonio de la vÍCtima se lesiona otros bienes jurídicos. Hay
mayor desvalor del resultado. Pensamos que abonaría a dar mayor coherencia
interna a nuestra normativa penal, si el legislador hubiese previsto sancionar los
casos especiales de defraudación con pena mayor a la prevista en el artÍCulo 196 o
en todo caso, debió mantener lo previsto en el código derogado, el mismo que
conforme aparecía en el artículo 245, los sancionaba con la misma pena prevista en
el tipo básico de estafa.
Pasemos a exponer en qué consisten cada uno de los casos especiales de
defraudación:

2.1. Simulación o fraude procesal

El inciso primero del artÍCulo 197 prevé que hay defraudación cuando se realiza con
simulación de juicio, o empleo de otro fraude procesaL Es decir, este tipo de
defraudación se configura cuando el agente con la finalidad de obtener un provecho
económico indebido, simulando juicio u otro fraude procesal hace caer en error a la
víctima y logra que esta se desprenda de su patrimonio y le pase a su dominio. De
esa forma, la modalidad delictiva se puede concretizar o traducir en la realidad
concreta de dos formas: por simulación o por fraude procesal.

Por simulación se entiende la representación de una cosa fingiendo lo que no es en


la realidad. En tal sentido habrá simulación de juicio cuando el agen te hace
aparecer o finge un juicio o proceso judicial. En l~ realidad no hay proceso válido
pero se finge uno para hacer caer en error a la víctima y hacer que este se
desprenda de su patrimonio. No les falta razón a Bramont-Arias Torres/Carda
Cantizano(1482), cuando afirman que aquí existe un montaje del sujeto activo para
engañar al tercero mediante el aprovechamiento del respeto, autoridad y credibilidad
que otorga la justicia, mas el engaño no esta referido al juez, sino directamente al
tercero.

La realidad judicial presenta interesantes casos sobre simulación de juicio. Así


tenemos la Resolución Superior del 25 de setiembre de 1997 que afirma: "se
configura el delito en el presente caso, al haber los procesados simulado la
realización de un proceso civil de pago de dinero con el fin de perjudicar al
agraviado" (1483). En parecido sentido, la Resolución Superior del 14 de abril de
1998 esgrime "que, así mismo prueba la responsabilidad penal de los procesados, el
hecho de haber simulado un juicio que generó el embargo del inmueble sobre el cual
recaía la hipoteca, para lo cual los procesados desconociendo el acuerdo con el
banco, y después de haber logrado su propósito, dejan sin efecto lo acordado sin
levantar la hipoteca, mas bien en forma dolosa el encausado sede sus acciones y
derechos a terceras personas como son los señores Bauer; para de esta manera
evitar que el banco agraviado pueda interponer las acciones legales
correspondientes ... " (1484) .

Fraude procesal es todo engaño o ardid que alguna o ambas partes en un proceso
contencioso desarrollan para obtener una ventaja indebida, esto es, una ventaja que
en situaciones normales no lograrían. Aquí se sorprende a la autoridad jurisdiccional
con el fin que de la razón a quien no le corresponde o en su caso, le de más de lo
que realmente le corresponde. El supuesto delictivo se configura cuando el agente
que participa dentro de un proceso (civil, penal, laboral o administrativo) hace uso
del engaño para sorprender a la autoridad jurisdiccional y de esa forma obtener una
ventaja patrimonial ilícita en peIjuicio de tercero. Se presentará este supuesto ilícito
por ejemplo, cuando el agente con intención firme de adjudicarse el inmueble del
agraviado en un proceso de ejecución de garantía, en connivencia con los peritos
nombrados en autos, hace presentar un peritaje un 30 % menos del que realmente
tiene en el mercado el inmueble a rematarse.

Cuando la ventaja que consiga el agente con su acto fraudulento dentro de un


proceso, sea patrimonial, sin duda se presentará en concurso con el delito previsto
en el artículo 416 del Código Penal. Es decir, solo en los casos en que el objetivo del
agente del acto fraudulento sea la obtención de un beneficio económico indebido en
perjuicio de un tercero, se le atribuirá la comisión del delito de defraudación por
fraude procesal previsto en el inciso 1 del artÍculo 197 del C.P. Y el delito de estafa
procesal previsto en el artículo 416 del Código Penal. En este será en agravio de la
administración de justicia y en aquel será en perjuicio de la persona perjudicada
patrimonialmente. En cambio, si la ventaja que persigue el agente es de otra
naturaleza, solo se configurará el delito previsto en el artículo 416 del C.P.

En ambos supuestos el delito se consuma o perfecciona cuando el agente obtiene o


logra obtener la ventaja patrimonial indebida que desde el inicio persiguió. Sin
conocimiento y voluntad de actuar en forma fraudulenta ninguna de las 'conductas
delictivas se configuran.
2.2. Abuso de firma en blanco

El inciso segundo del artículo 197 señala que hay defraudación cuando se abusa de
firma en blanco, extendiendo algún documento en perjuicio del firmante o de tercero.
Es decir, el supuesto delictivo se configura cuando el agente o actor haciendo uso
de la firma estampada en un papel en blanco por determinada persona,
abusivamente extiende o redacta un documento en perjuicio patrimonial de aquella o
de un tercero. Por su parte Ángeles, Frisancho y Rosas (1485) afirman que se da la
defraudación de firma en blanco, cuando el autor recibe de la VÍctima un documento
firmado en blanco que le es entregado voluntariamente y con una finalidad
determinada, pero que el tenedor abusando de ello, llena el documento insertando
declaraciones u obligaciones de carácter patrimonial perjudiciales para el firmante o
un tercero.

La jurisprudencia Nacional por Resolución Superior del 28 de mayo de 1998 ha


sostenido que los elementos constitutivos de este tipo de defraudación son los
siguientes: "a) que el agente reciba un documento en blanco y con la sola firma de la
víctima, b) que la víctima haya entregado voluntariamente tal documento al agente
para que sea llenado con un contenido determinado fijado de antemano por ambos,
c) que, el agente elabore sobre el documento un contenido fraudulento y diferente al
acordado, que e irrogue determinados derechos inexistentes a su favor, d) que, tal
contenido implique un perjuicio patrimonial para el firmante, o para un tercero, y e)
que, como elemento subjetivo exista el dolo, esto es la conciencia y voluntad o
intencionalidad de actuar con fraude" (1486).
Por nuestra parte consideramos que en la conducta delictiva en hermenéutica
concurren tres elementos objetivos y uno subjetivo, pues las circunstancias a y b de
la Resolución glosada corresponden a un solo elemento, debido que el recibir el
pliego con la firma en blanco implica necesariamente una entrega voluntaria por
parte del firmante. En tal sentido estos elementos se explican así:

Primero, debe verificarse que el papel o pliego donde aparece la firma de la víctima
haya sido entregada voluntariamente por este al agente, ya sea en depósito o
custodia. Si por el contrario, el pliego donde aparece la firma de la víctima ha sido
hurtado o llegó por otros medios a poder del actor, la defraudación no aparece,
configurándose en todo caso un delito contra la fe pública (1487).
Segundo, después de verificarse que el documento fue entregado en forma
voluntaria por el firmante, deberá determinarse que el agente abusando de la
confianza depositada por la víctima extendió o redactó un documento con diferente
contenido al establecido o estipulado al momento de la entrega del pliego con la
firma. Se entiende que el contenido deberá ser más gravoso o excesivo
patrimonialmente al acordado entre las partes. Roy Freyre (1488) afirma que quien
abusa de un documento firmado en blanco es porque con anterioridad recibió el
papel firmado para ser usado llenándolo de acuerdo a las indicaciones del
signatario-mandan te.
y tercero, luego de verificarse que el documento pa sido llenado abusando de la
confianza de la víctima, deberá verificarse si el contenido del documento está
dirigido a perjudicar en su patrimonio al firmante o a un tercero. Si el documento
tiene otro contenido, la defraudación no aparece. Esto es importante, pues teniendo
en cuenta que este supuesto delictivo es una forma de defraudación cuyo bien
jurídico que se protege es el patrimonio de las personas, se debe concluir que el
documento extendido o redactado sobre el pliego firmado en blanco, debe tener
como finalidad el lograr que la víctima (ya sea el firmante o un tercero) se desprenda
del total o parte de su patrimonio y pase a aumentar el patrimonio del agente.
En cambio, si la redacción del documento tiene otro objetivo o finalidad, no habrá
defraudación sino solamente delito contra la fe pública. Igual no se configura el delito
cuando el llenado del pliego firmado en blanco no peIjudica patrimonialmente a
nadie. El derecho actuante por Resolución Superior del 28 de mayo de 1998 a
referido que "si bien es cierto se ha llenado un documento en blanco, el cual fue
entregado con la sola firma de la denunciante, el contenido colocado en él no resulta
ser fraudulento, desde que el monto que se puso en la referida letra de cambio ... ,
es precisamente por la suma que la agraviada le debía o adeudaba a la procesada,
no habiéndose abusado por consiguiente de firma alguna, y si la agraviada sufrió la
medida de embargo fue precisamente por su incumplimiento, dentro de una
obligación que de suyo es de naturaleza civil, no procediendo en consecuencia
imputar responsabilidad penal alguna a la encausada" (1489).

En cuanto al elemento subjetivo, se tiene que se trata de una conducta netamente


dolosa, no cabe la comisión culposa o imprudente. "El tipo descrito requiere, de
parte del sujeto activo, conciencia y voluntad de defraudar, abusando de la firma en
blanco, y que este comportamiento se traduzca en un perjuicio efectivo de carácter
patrimonial en la esfera del otorgante" (1490) o

La defraudación de abuso de firma en blanco se consuma o perfecciona en el


momento que el actor o agente logra obtener el provecho ilícito perseguido con su
conducta. Si no logra tal finalidad con su conducta estaremos ante una tentativa.

2.3. Alteración de los precios y condiciones de contratos

El inciso tercero del artÍCulo 197 prevé que hay defraudación si el comisionista o
cualquier otro mandatario, altera en sus cuentas los precios o condiciones de los
contratos, suponiendo gastos o exagerando los que hubiera hecho. Esto es, se
configura la defraudación cuando el agente o autor que actúa como mandatario,
dolosamente altera en sus cuentas los precios o condiciones de los contratos
firmados por el mandatario y terceros en favor del mandan te, suponiendo o
exagerando los gastos. Este tipo de defraudación hace necesario que entre el
agente y la víctima exista de por medio un contrato de mandato, en el cual el agente
será necesariamente el mandatario y la víctima el mandante. Si no existe esta
relación contractual es imposible que se configure el delito.

Siendo así resulta inevitable recurrir a nuestro Código Civil para saber exactamente
en qué consiste el mandato y cuáles son las obligaciones del mandatario frente al
mandan te. En el Código Civil encontramos el artículo 1790, en el cual se estipula
que "por el mandato el mandatario se obliga a realizar uno o más actos jurídicos, por
cuenta y en interés del mandante". Esto es, el mandato es un contrato nominado por
el cual el mandatario se obliga frente al mandan te a realizarle diversos
actosjurídicos en su favor.
Así mismo, el inciso 3 del artículo 1793 del C.C. prevé la obligación del mandatario
que en esta oportunidad nos interesa. Allí se estipula que es obligación del
mandatario "a rendir cuentas de su actuación en la oportunidad ftiada o cuando lo
exija el mandante". En consecuencia, estas cuentas y no otras serán el objeto
material de la defraudación que nos ocupa. Por rendir cuentas se entiende a la
presentación por parte del mandatario de un informe pormenorizado de su gestión
efectuada en cumplimiento del contrato de mandato. En aquel informe se indicará
todos los actos jurídicos realizados, los egresos que se han efectuado, los ingresos
logrados, etc.

De la redacción del contenido del hecho punible se verifica que en la realidad


concreta, puede presentarse hasta en cuatro formas:

a. Cuando el agente altera en sus cuentas los precios suponiendo gastos no


realizados
Este supuesto punible se configura cuando el mandatario (agente) en su informe
altera o falsea los precios, suponiendo gastos que en la realidad no se han
efectuado. El mandatario no ha realizado gasto alguno, sin embargo dolosamente en
su informe o en sus cuentas lo hace aparecer con la finalidad firme de defraudar al
mandante, obteniendo un beneficio patrimonial indebido. De acuerdo a ley el
mandan te deberá pagar o cubrir tales gastos.
b. Cuando el agente altera en sus cuentas los precios exagerando los gastos
efectuados
Este supuesto delictivo se presenta cuando el mandatario altera o falsea el informe,
exagerando o aumentado los gastos normalmente efectuados. Esto es, el agente
con la finalidad de obtener un provecho económico que no le corresponde, aumenta
los gastos efectuados. Aquí se entiende que el mandatario canceló O realizó pagos
por gastos menores pero en el informe en forma fraudulenta consigna montos
mayores por concepto de los gastos realizados.

c. Cuando el agente altera las condiciones de los contratos suponiendo gastos no


efectuados
Aquí de ninguna manera se refiere a las alteraciones de las condiciones del contrato
firmado por el mandatario y el mandante. Se refiere a los contratos firmados en su
gestión por el mandatario y terceros a favor; del mandante. De tal modo, se
configura la defraudación cuando el mandatario con la finalidad de solicitar que el
mandan te los reembolse logrando de esa forma obtener un provecho económico
ilícito, altera o falsea las condiciones de los contratos firmados con terceros para
hacer aparecer gastos no efectuados en la realidad.

d. Cuando el agente altera las condiciones de los contratos exagerando los gastos
efectuados
Este supuesto se configura cuando el mandatario con la finalidad de defraudar al
mandante y de esa forma obtener un provecho ilícito, falsea o altera las condiciones
de los contratos firmado con terceros aumentando los gastos normalmente
realizados.

En suma, en todos los supuestos la suposición de gastos tiene lugar cuando se


simula la existencia de pagos realizados, los mismos que en la realidad no han
ocurrido, por ejemplo, gastos de mantenimiento, de personal, etc. La exageración de
gastos existe cuando realmente ha habido gastos, pero éstos se aumentan de
manera deliberada (1491).
La defraudación dolos a se perfecciona en el momento que el mandatario obtiene
provecho económico indebido en peIjuicio del mandante. Antes de aquel momento
estaremos frente a la tentativa. Habrá tentativa cuando por ejemplo, el agente-
mandatario en instantes que se dispone a recibir de parte del mandan te-víctima el
reembolso de gastos irreales consignados en su informe, es descubierto.

2.4. Estelionato

El legislador nacional en el inciso cuarto del artículo 197 ha regulado la defraudación


que con mayor frecuencia se ventila en los estrados judiciales como es el
estelionato. Allí se afirma que hay defraudación cuando se vende o grava, como
bienes libres, los que son litigiosos o están embargados o gravados y cuando se
vende, grava o arrienda como propios los bienes ajenos. En esa línea, el delito se
configura cuando el agente o autor con la finalidad de obtener un provecho
e.conómico indebido en perjuicio de su víctima, dolosamente vende o grava, como
bienes libres, aquellos bienes que son litigiosos o se encuentran embargados o
gravados, o también aparece el delito cuando dolosamente vende, grava o da en
arrendamiento como bien propio aquel que pertenece a otra persona.
"Subjetivamente, se realiza el tipo, cuando el agente, a sabiendas de la situación
jurídica de los bienes, dispone voluntariamente de ellos, induciendo a error al
agraviado" (1492).
El objeto material del delito pueden ser bienes muebles o inmuebles. En la realidad,
el estelionato puede traducirse a través de los siguientes comportamientos dolosos:
a. Vénder como bienes libres los que son litigiosos

Un bien mueble o inmueble es litigioso cuando sobre el ha surgido una controversia


judicial a fin de determinar quién tiene el derecho de propiedad o su posesión
legítima. Peña Cabrera (1493) prefiere entender que el bien es litigioso por
encontrarse enjuicio en el que se discute a quién le pertenece su dominio o cuál es
su condición. Por su parte Roy Freyre (1494), enseña que bienes litigiosos son
aquellos sobre los cuales se ha suscitado una cuestión, ya sea respecto a su
propiedad o posesión, discutida en un proceso judicial pendiente de sentencia que
tenga autoridad de cosa juzgada.

Este supuesto delictivo se configura cuando el agente o actor da en venta a un


tercero el bien como si estuviera libre de disposición, ocultado fraudulentamente que
se encuentra en litigio. El delito se configura cuando el agente vendedor oculta al
comprador que el bien objeto de venta tiene la condición de litigioso. Si por el
contrario, tal condición es avisada al comprador y pese a ello, este paga el precio, el
delito no se configura pues el comprador asume el riesgo.

Sujeto pasivo del comportamiento será tanto el comprador como la persona con
quien estaba en litigio el vendedor para determinar la propiedad o posesión del bien.

"El delito de defraudación en su modalidad de venta de bienes en litigio, exige como


uno de los elementos subjetivos del tipo, el accionar doloso del sujeto activo, quien
deberá inducir en error al agraviado, presentándole como libre un bien sujeto a
gravamen o que sea objeto de un proceso judicial" (1495).
Se consuma o perfecciona en el instante que el agente-vendedor recibe de parte del
comprador el precio pactado por el bien, pues con ello habrá conseguido un
provecho económico indebido en peIjuicio de los agraviados.
b. Vender como bienes libres los que están embargados
Se entiende como bien embargado aquel sobre el cual pesa una medida de
embargo dictada por autoridad competente. Bienes embargados -enseña Roy
Freyre- son los afectados por una medidajudicial dictada en proceso civil, penal,
agrario, laboral, coactivo, etc., con la finalidad de garan tizar o efectivizar los
resultados de un juicio o procedimiento administrativo (1496).
La defraudación se configUra cuando el agente dolosamente y con la única finalidad
de obtener un provecho económico ilícito, da en venta un bien mueble o inmueble
sin poner en conocimiento del comprador que aquel se encuentra embargado por
orden judicial u orden de autoridad competente. El acto fraudulento por el cual se
hace caer en error a la víctima para desprenderse de su patrimonio, se traduce en el
ocultamiento que el bien se encuentra embargado; pues si lo hubiese sabido quizá
no hubiese comprado el bien. Por el contrario, si el comprador sabe que el bien se
encuentra embargado y pese a ello lo compra, el delito no se perfecciona. Es lícito
comprar bienes embargados, asumiendo el comprador la obligación.
Sujetos pasivos será tanto el comprador como la persona en cuyo favor se trabó el
embargo.
El delito doloso se perfecciona en el instante que el agente obtiene el provecho
indebido, recibiendo el precio pactado por el bien. Si antes de recibir el precio
pactado, aquel es descubierto, la conducta será punible en grado de tentativa.

c. Vender como bienes libres los que están gravados

Son bienes gravados todos aquellos sobre los que, a consecuencia de un acto
jurídico celebrado entre su propietario y un tercero, pesa un derecho real de garantía
previsto en nuestra normativa civil como prenda, hipoteca, usufructo, anticresis, etc.
El comportamiento delictivo se configura cuando el agente-propietario del bien da en
venta ocultando al comprador-víctima que sobre aquel pesa un derecho real de
garantía establecido de acuerdo a las formalidades previstas en nuestro Código
Civil. Esto es, por ejemplo el vendedor entrega en venta un inmueble sin enterar o
poner en conocimiento al comprador-víctima que el mismo se encuentra hipotecado
de acuerdo a las formalidades de ley.
Si por el contrario, se llega a establecer que el supuesto gravamen no tiene las
formalidades de ley o en su caso, no se estableció una formalidad concreta, el delito
no se configura. En el primer sentido se ha pronunciado la Resolución Superior del
14 de diciembre de 1998 cuando fundamenta que "la requisitoria policial que pesaba
sobre el vehículo automotor antes de ser vendido, no se encuentra tipijicada en
ninguna de las modalidades del delito de defraudación contenidas en el artículo 197
del Código Penal, esto en razón a que la simple requisitoria policial de multa por
daños materiales no puede ser asimilada al concepto de gravamen que es la
afectación del bien como un derecho real de garantía, bajo la forma de inscripción
que la ley establece" (1497). En tanto, que como ejemplo del segundo sentido
tenemos la Resolución Superior del ocho de junio de 1999, donde se afirma "que si
bien de las copias que corren a fajas veinte, correspondientes al expediente civil ...
tramitado en el Sexto juzgado de Paz Letrado se advierte. que las partes acordaron,
que en garantía de la transacción se aceptase el ofrecimiento del inmueble ... ;
también es cierto que no se concretó en cual de las formas que establece el Código
Civil para inmuebles se debía de constituir la garantía, por lo que al no haberse
formalizado esta, no se dan los elementos que configuran el delito a que se refiere el
artículo ciento noventa y siete, inciso cuarto del Código Penal" (1498).
Las víctimas serán el comprador engañado así como la persona natural o jurídica a
favor de la cual aparece gravado el bien. El delito doloso se perfecciona en el
momento que el vendedor-agente recibe el precio pactado, pues en ese momento
habrá obtenido el provecho indebido en perjuicio de los agraviados.

d. Gravar como bienes libres los que son litigiosos

Este tipo de conducta delictiva se configura cuando el agente sabiendo que el bien
se encuentra en litigio para determinar su propietario o su poseedor legítimo, le
entrega en garantía real para garantizar una obligación a otra persona sin enterarlo
de tal situación. Es decir, aparece cuando el agente sin poner en conocimiento que
el bien tiene la condición de litigioso le entrega a su víctima en hipoteca si es
inmueble o prenda si es mueble, etc.
e. Gravar como bienes libres los que están embargados
El supuesto punible se configura cuando el agente o actor entrega en garantía real
un bien que se encuentra embargado por autoridad competente. Aquí el agente en
forma dolos a y con el único propósito de obtener un beneficio patrimonial indebido,
oculta al tercero que recibe el bien, que sobre este pesa o recae una medida de
embargo.
J Gravar como bienes libres los que están ya gravados
El delito aparece cuando el agente sin poner en conocimiento que el bien ya se
encuentra gravado a favor de otra persona, le entrega a su víctima en garantía de
una nueva obligación contraída. Por ejemplo, estaremos ante este supuesto cuando
el agente, sin poner en conocimiento que el bien ya se encuentra hipotecado a un
tercero, le da de nuevo en hipoteca a la víctima.
g. Vender como propios los bienes ajenos

Este supuesto delictivo se configura cuando el agente sin tener derecho de


disposición sobre el bien por pertenecerle a otra persona, le da en venta a su víctima
como si fuera su verdadero propietario. Aquí el agente se hace pasar como si fuera
el propietario del bien que entrega en venta a su víctima, logrando de ese modo que
este en la creencia que está comprando al verdadero propietario, se desprenda de
su patrimonio y le haga entrega en su perjuicio. La hipótesis delictiva se perfecciona
o consuma en el instante que el agente recibe el precio pactado por la venta.
La Corte Superior de Arequipa por Resolución Superior del 18 de junio de 1999 da
cuenta de un caso de defraudación por venta de bien ajeno cuando señala "que en
la sentencia apelada se advierte que se ha compulsado válida y legalmente la
prueba actuada de la que fluye haberse acreditado la comisión del delito materia del
juzgamiento y la responsabilidad penal del procesado a que se refiere el artículo
séptimo del Título Preliminar del Código Penal quien procedió a dar en venta ganado
que no le pertenecía utilizando el engaño, procurándose un beneficio indebido, no
devolviendo el dinero, ni menos entregando los animales, lo que genera reproche
penal conforme a lo dispuesto en el artículo ciento noventa y siete, inciso cuarto del
Código Penal" (1499).

h. Gravar como propios los bienes ajenos

El delito se configura cuando el agente entrega en garantía de una obligación un


bien cuyo propietario es otra persona. Esto es, el autor engañando a sus víctimas
que es el propietario del bien y el beneficiario del gravamen, le entrega en garantía
de una obligación un bien que no le pertenece. Como ejemplo de esta forma de
defraudación cabe citar la Resolución del 7 de enero de 1998 donde se afirma que
"una persona incurre en delito de defraudación cuando hipoteca un inmueble que ha
adquirido de un tercero, siendo que antes de hipotecarlo había tomado conocimiento
de que dicho bien no le pertenecía a quien se lo vendió y que el verdadero
propietario había obtenido sentencia judicial favorable en ese sentido" (1500) o

i. Arrendar como propios los bienes ajenos


Arrendamiento es el contrato nominado por el cual el arrendador se obliga a ceder
temporalmente al arrendatario el uso de un bien por cierta renta convenida. En tal
sentido, esta conducta delictiva se configura cuando el agente engañosa y
dolosamente, haciéndose pasar como propietario del bien, cede temporalmente a su
víctima su uso a cambio que esta le pague una renta, la misma que se convierte en
provecho económico ilícito para el agente, toda vez que no le corresponde por no
ser propietario o poseedor legítimo del bien entregado en arriendo.
Agraviados será el arrendatario sorprendido así como el verdadero propietario o
poseedor legítimo del bien. El delito se consuma o perfecciona cuando el sujeto
activo logra su objetivo, cual es obtener un provecho patrimonial indebido.

3. PENALIDAD

El sujeto activo de cualquiera de los supuestos delictivos analizados será merecedor


de una pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años y unida a
ella, la pena limitativa de derechos consistente en sesenta a ciento veinte días multa

CAPíTULO VI

FRAUDE EN lA ADMINISTRACiÓN DE PERSONAS JURíDICAS

SUMARIO: Sub capítulo 1: Generalidades. 1. Cuestión previa. 2. Tipo penal. 3.


Tipicidad objetiva. 3.1. Ocultar la verdadera situación de la persona jurídica.
Falseando los balances. 3.2. Proporcionar datos falsos relativos a la situación de
una persona jurídica. 3.3. Promover fraudulentamente falsas cotizaciones de
acciones. títulos o participaciones. 3.4. Aceptar acciones o títulos de la misma
persona jurídica como garantía de crédito. 3.5. Fraguar balances para reflejar y
distribuir utilidades inexistentes . 3.6. Omitir comunicar la existencia de intereses
propios incompatibles con los de la persona jurídica. 3.7. Asumir préstamos para la
persona jurídica. 3.8. Usar en provecho propio. o de otro. el patrimonio de la
personajurídica. 3.9. Emitir informes o dictámenes fraudulentos. 3.10. Bienjurídico
protegido. 3.11. Sujeto activo. 3.12. Sujeto pasivo. 4. Tipicidad subjetiva. 5.
Antijuridicidad. 6. Culpabilidad. 7. Tentativa y consumación. 8. Penalidad.
Subcapítulo 2: Fraude por contabilidad paralela. l. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva.
2.1. Bien jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad
subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7.
Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

l. CUESTIÓN PREVIA

Antes de analizar dogmáticamente los supuestos delictivos por los cuales se lesiona
el patrimonio social de una persona jurídica, considero pertinente dejar establecido
brevemente las siguientes cuestiones que en doctrina son temas de vivo y nada
pacífico debate:

a. La separación entre propiedad y gestión, que caracteriza a las modernas


personas jurídicas, especialmente a las sociedades mercantiles, así como el poder
casi absoluto del que gozan los órganos de administración y gestión dentro de ellas,
fundamentan la intromisión del Derecho penal, pues se busca prevenir que en el
seno de las personas jurídicas se realicen o tengan comportamientos o conductas
que, facilitadas por el propio sistema de funcionamiento de las personas jurídicas,
afecten o lesionen sus intereses patrimoniales vitales, la de sus miembros o socios,
acreedores o terceros y, cuando no, afecte la economía del país.
La intervención del Derecho penal en el ámbito de las personas jurídicas tiene por
finalidad dotar de una mayor protección a aquellos intereses patrimoniales frente a
sus representantes o administradores, quienes, situados en la cúspide, con poderes
amplísimos de organismos que abarcan vastos sectores de la sociedad moderna
con relación a su economía y en la que confluyen conspicuos intereses, pueden,
abusando de su posición o violando sus propios deberes, ocasionar daños
irreparables a la persona jurídica y, por ende, a terceros interesados o al Estado.

b. Para el legislador nacional, al parecer consciente de tal finalidad, la persona


jurídica ha merecido protección penal desde la vigencia del Código Penal de 1924.
Sin embargo, el actual Código Penal, haciendo uso de mejor técnica legislativa que
el código derogado, regula de modo más adecuado los supuestos delictivos que
lesionan el patrimonio de la persona jurídica. Los supuestos delictivos en el actual
Código Penal son totalmente diferentes a los regulados en el artículo 248 del código
anterior(150I). De tal modo que no hay punto de comparación, pues incluso en aquel
se regulaba la comisión culposa en tanto que, actualmente, tal conducta no es
materia de sanción. Asimismo, amplía el ámbito de protección penal a toda persona
jurídica y no únicamente a las cooperativas y sociedades anónimas, como lo hacía el
código de 1924. En efecto, de la lectura del artÍCulo 198 del Código Penal de 1991,
se advierte que el legislador nacional, al estructurar el tipo penal, se ha referido solo
a la "persona jurídica", sin hacer discriminaciones, abarcando de ese modo a las
lucrativas y no lucrativas, regulares o irregulares. En consecuencia, al no hacer
distinción el tipo penal entre personas jurídicas lucrativas o mercantiles con las
personas jurídicas civiles y sin fines de lucro y tampoco en tre personas jurídicas
regulares o las irregulares(1502), debe interpretarse positivamente que, para nuestro
sistemajurídico penal, todo ente colectivo que reúna los requisitos o condiciones que
exige nuestra normatividad extrapenal para configurar una persona jurídica, será
pasible de constituirse en sujeto pasivo de los supuestos delictivos que da cuenta el
artículo 198 del Código Penal.

c. Desde nuestra concepción tridimensional del Derecho, con el profesor Carlos


Fernández Sessarego(1503), entendemos por persona jurídica a toda organización
de personas que persiguen fines valiosos lucrativos o no lucrativos y que
normalmente se constituyen como centros de ideales unitarios de imputación de
situaciones jurídicas. Esto es, la personajurídica se constituye, mediante la
abstracción o reducción de una pluralidad de personas, en una unidad ideal de
referencia normativa. De ahí que en el artÍCulo 78 del Código Civil se haya
establecido que las personas jurídicas tienen existencia distinta a la de sus
miembros(1504).
Son personas jurídicas lucrativas todas aquellas previstas en la Ley General de
Sociedades por las cuales sus miembros persiguen un fin lucrativo traducido en el
reparto de utilidades. En cambio, son personas jurídicas no lucrativas aquellas en las
cuales sus miembros no persiguen fines económicos para sí mismos, sino orientan
sus esfuerzos a fines asistenciales o altruistas como son la asociación, la fundación,
el comité y las comunidades campesinas y nativas, reguladas en sus aspectos
generales por nuestro Código Civil. En tanto que son regulares aquellas inscritas en
los registros respectivos y son irregulares aquellas personas jurídicas que aún no se
han inscrito formalmente. Estos últimos supuestos aparecen regulados en el artÍCulo
77 del Código Civil.

d. En doctrina se discute si la interpretación de los términos legales utilizados en


el tipo penal, gozan de plena autonomía o se encuentran vinculados por el
significado que dichos términos ostentan en la legislación civil o mercantil. Esto es,
se plantea el problema de si el Derecho penal ostenta, en este contexto, un mero
carácter sancionador o, por el contrario, halla justificación una interpretación
desvinculada de la regulación extrapenal.
Nosotros, como en reiteradas oportunidades hemos insistido, creemos que el
intérprete del Derecho penal de ningún modo puede desvincularse del significado de
los términos jurídicos utilizados por la normatividad extrapenal. Ello por dos razones:
primero, porque el Derecho penal solo busca dar mayor protección a las
instituciones previstas en la ley civil o mercantil, de ninguna manera busca crear
nuevas instituciones ni menos distorsionarlas; y, segundo, si el intérprete del
Derecho penal busca o intenta construir un sistema jurídico nacional con coherencia
interna, no le queda otra alternativa que sujetarse a los mismos significados de los
términos que hace uso el Derecho extrapenal. Lo más que puede hacer el intérprete
en su tarea es utilizar los términos en su significado amplio o restringido, según
corresponda a los principios rectores del Derecho penal.
En esa línea, para saber cuándo, por ejemplo, una persona natural tiene la condición
de fundador, miembro del directorio, gerente, administrador, auditor interno o auditor
externo, así como saber en qué consiste un balance, cotizaciones, acciones o
títulos, utilidades, etc., no queda otra alternativa que recurrir a la ley extrapenal como
es el Código Civil, la Ley General de Sociedad, ahora con la modificación introducida
por la Ley Nº 28755, la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la
Contraloría General de la República (1505) y el Reglamento de Auditoría Externa de
las Superintendencia de Banca y Seguros.

e. Al analizar los delitos de fraude en la administración de personas jurídicas no


se pone en discusión directa la responsabilidad o irresponsabilidad penal de las
personas jurídicas, sino más bien se discute la forma, circunstancias y
consecuencias de la puesta en peligro o vulneración del patrimonio social de
aquella. En todos los supuestos delictivos previstos en el numeral 198 del Código
Penal, la persona jurídica aparece en la situación de sujeto pasivo o agraviado.

f. Sin embargo, teniéndose en cuenta que una persona jurídica muy bien puede
ser socia de otra persona jurídica, resulta pertinente poner en el tapete de manera
tangencial si le asiste responsabilidad penal a la persanajurídica socia cuando, en su
beneficio patrimonial, sus representantes hayan perfeccionado algunos de los
supuestos delictivos sancionados en el artículo 198 del Código Penal.

Al respecto, tal como aparece en la doctrina y en nuestra normatividad penal


vigente, debemos concluir que no es posible imputar responsabilidad penal a la
persona jurídica. Expresamente, el artículo 27 del Código Penal prevé que son los
representantes de las personas jurídicas los que responden penalmente cuando en
estas recaigan las calidades exigidas para ser autora del delito. Tal disposición que
regula el instituto del actuar en lugar de otro, tiene como fundamento el hecho
concreto que la persona jurídica no puede responder penalmente por la comisión de
un delito, debido que no tiene voluntad, no tiene capacidad de acción, asimismo
tampoco le asiste culpabilidad. Esta aparece cuando una persona ha podido
decidirse voluntariamente siguiendo su responsabilidad y autodeterminación en
contra de lo que la ley establece. Es decir, respecto de una persona jurídica resulta
imposible realizar el juicio de atribución subjetiva.

Incluso de modo expreso, así lo ha declarado reiterada jurisprudencia nacional. En


efecto, la Ejecutoria Suprema del 24 de octubre de 1997 sostiene que "el encausado
resulta ser una persona jurídica como sociedad comercial de responsabilidad
limitada (S. G.RL.), por lo que no se le debió instaurar proceso penal, debiendo
identificarse en todo caso a la persona que actuó como órgano de representación o
como socio representante autorizado de ella, en vista que la persona jurídica como
tal, de acuerdo al principio societas delinquere non potest, no posee capacidad de
conducta, recayendo en todo caso dicho atributo solo en las personas naturales, tal
como lo prescribe el artículo 27 del Código Penal" (1506). Igual argumento se utiliza
en el precedente jurisprudencial del 20 de diciembre de 1999, cuando la Corte
Suprema sentencia: "que, si bien la persona jurídica no puede ser sujeto activo de
un delito de acuerdo al principio "societas delinque re non potest ", ya que esta
calidad solo lo puede tener la persona física; también lo es, que en el caso de autos
se ha identificado a la persona que actuó como órgano de representación o como
socio representante autorizado de la empresa, recayendo dicha función en la
persona del encausado Santiago Felipe Neyra Luján" (1507).
En igual sentido, también la Resolución Superior del 19 de diciembre de 1997
fundamenta que" en nuestro ordenamiento penal no se admite la responsabilidad de
las personas jurídicas; la responsabilidad penal se extiende a las personas que
actúan en nombre de las personas jurídicas. Resulta inaceptable tener como
denunciado a una persona jurídica" (1508).

No obstante, en países como Francia y aquellos en los que impera el sistema del
common law, como Inglaterra, Irlanda, Estados U nidos, Australia, Canadá y en
aquellos países donde tiene franca influencia aquel sistema como Japón y Carea,
legislativamente se prevé que la persona jurídica puede ser declarada responsable
de toda clase de delitos que su naturaleza admita.
Igual, ante la creciente actividad delictiva de las personas jurídicas en los ámbitos
del Derecho penal económico y medioambiental en Alemania y España, y pese a
que reina aún la posición societas delinquere non potest, es decir, las personas
jurídicas no responden penalmente por algún delito, se viene consolidando la
posición doctrinaria de la societas delinquere potest, esto es, las personas jurídicas
pueden ser responsables penal mente por los delitos que efectúan sus
representantes (1509). Incluso el profesor Caro Coria (1510) describe que esta
posición se viene incardinando en los países iberoamericanos a través de normas
complementarias a los Códigos Penales, concluyéndose que la societas delinquere
non po test actualmente está en crisis. En este estado de la cuestión resulta
previsible que en un futuro cercano y cuando nuestro legislador así lo decida, las
personas jurídicas responderán penalmente en forma directa por los delitos que
realicen.
Actualmente, resulta poco difícil sostener que el dogma de la responsabilidad penal
individual constituya un obstáculo insuperable. Sin duda, ello no va a implicar atribuir
al Estado un poder: absoluto para reprimir, puesto que las soluciones que se
adopten deben conformarse de acuerdo a los criterios de proporcionalidad y
subsidiaridad del Derecho penal (1511). Esta posición o corriente es impulsada,
aparte de razones de política criminal, por el sistema penal funcionalista radical para
el cual la función primordial del Derecho penal y de la pena es satisfacer la vigencia
de la norma penal y garantizar la identidad normativa de la sociedad.

g. Finalmente, es preciso señalar que, actualmente, en torno a este debate, el


legislador nacional, renuente a admitir la responsabilidad penal de las personas
jurídicas, ha previsto la instrumentación de consecuencias accesorias para
sancionar a las personas jurídicas. En tal sentido, el Código Penal de 1991 prevé
como una de sus innovaciones más importantes la posibilidad que el juez imponga
una o varias medidas accesorias a la persona jurídica si el hecho punible se cometió
en ejercicio de su actividad o cuando su organización permitió favorecerlo o
encubrirlo. Es decir, las consecuencias accesorias serán impuestas por el juez a raíz
o con ocasión de la verificación de haberse realizado o cometido una conducta
típica, antijurídica y culpable, independientemente de si el agente o autores directos
son realmente merecedores de pena o en su caso, están incursos en alguna excusa
absolutoria.
En efecto, el artículo 105 del Código Penal modificado por el Decreto Legislativo Nº
982, de julio de 2007, dispone que si el hecho punible fuere cometido en ejercicio de
la actividad de cualquier persona jurídica o utilizando su organización para
favorecerlo o encubrirlo, eljuez deberá aplicar todas o algunas de las medidas
siguientes.
a. Clausura de sus locales o establecimientos, con carácter temporal o definitivo.
La clausura temporal no excederá de cinco años.
b. Disolución y liquidación de la sociedad, asociación, fundación, cooperativa o
comité.
c. Suspensión de las actividades de la sociedad, asociación, fundación,
cooperativa o comité por un plazo no mayor de dos años.
d. Prohibición a la sociedad, fundación, asociación, cooperativa o comité a
realizar en el futuro actividades, de la clase de aquellas en cuyo ejercicio se haya
cometido, favorecido o encubierto el delito.
La prohibición podrá tener carácter temporal o definitivo. La prohibición temporal no
será más de cinco años.
Cuando alguna de estas medidas fuera aplicada, el juez ordenará a la autoridad
competente que disponga la intervención de la personajurídica para salvaguardar los
derechos de los trabajadores de la persona jurídica hasta por un periodo de dos
años.

El cambio de la razón social, la personería jurídica o la reorganización societaria no


impedirá la aplicación de estas medidas.

Esta tendencia se ha recogido en la legislación complementaria. La Ley de Delitos


Aduaneros y la Ley de Delitos Tributarios prevén este tipo de consecuencias
accesorias a las personas jurídicas que, infringiendo las leyes tributarias y
aduaneras, defraudan patrimonialmente al Estado.
De ese modo, no le falta razón al profesor Caro Coria (1512) cuando sostuvo que
con ello el legislador peruano ha zanjado definitivamente la cuestión de la
responsabilidad penal de las personas jurídicas, cuando menos en lo formal, a favor
del societas delinquere non potest, dado que las consecuencias accesorias previstas
no forman parte del catálogo de penas (artículo 28 del Código Penal) ni de medidas
de seguridad (artículo 71).

2. TIPO PENAL

Las hipótesis delictivas que se pueden efectuar al interior o en contra de la persona


jurídica, aparecen debidamente descritas en el tipo penal del artículo 198 del Código
Penal de 1991. Este artÍCulo por vez primera, ha sido objeto de modificación por la
Ley NQ 28755 del 06 de junio de 2006, cuya finalidad fue el incluir a los auditores
internos y externos como posibles sujetos activos de fraude en la administración de
personas jurídicas (1m), así como personas que pueden ser inducidos a error por la
comisión de una conducta fraudulenta de parte del sujeto activo del delito (1514).
Con la modificatoria, el artículo 198 del C.P., ahora tiene el siguiente contenido:

(1513) Según la exposición de motivos del proyecto de la Ley Nº 28755, esta


inclusión "tiene particular importancia en el caso de los sistemas financiero, de
seguros y privado de pensiones, por cuanto la opinión de los auditores internos y
externos de las empresas de dichos sistemas constituye una importante referencia
para la labor de supervisión de la Superintendencia. En ese sentido, si los auditores
ocultan o distorsionan información crítica, que han encontrado al revisar los estados
financieros o las operaciones de una empresa supervisada, pueden afectada
seriamente, pues se generaría en el supervisor y en el público en general una idea
distorsionada de la situación real de dicha empresa, impidiendo, de ser el caso,
tomas las medidas correctivas necesarias" (proyecto de ley Nº 9465/2003).

Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro
años el que, en su condición de fundador, miembro del directorio o del consejo de
administración o del consejo de vigilancia, gerente, o administrador, auditor interno,
auditor externo o Iiquidador de una persona jurídica, realiza, en pe~uiclo de ella o de
terceros, cualquiera de los actos siguientes:
1. Ocultar a los accionistas, socios, asociados, auditor interno, auditor externo,
según sea el caso o terceros interesados, la verdadera situación de la persona
jurídica, falseando los balances, reflejando u omitiendo en los mismos beneficios o
pérdidas o usando cualquier artificio que suponga aumento o disminución de las
partidas contables.
2. Proporcionar datos falsos relativos a la situación de una persona jurídica.
3. Promover, por cualquier medio fraudulento, falsas cotizaciones de acciones, !
ftulos o participaciones.
4. Aceptar, estando prohibido hacer1o, acciones o títulos de la misma persona
jurídica como garantía de crédito.

5. Fraguar balances para reflejar y distribuir utilidades inexistentes.


6. Omitir comunicar al directorio, consejo de administración, consejo directivo u
otro órgano similar, o al auditor interno o externo, acerca de la existencia de
intereses propios que son incompatibles con los de la persona jurídica.
7. Asumir préstamos para la persona jurídica.
8. Usar en provecho propio, o de otro, el patrimonio de la persona jurídica.
9. Emitir informes o dictámenes que omitan revelar o revelen en forma
distorsionada, situaciones de falta de solvencia o insuficiencia patrimonial de la
persona jurídica, o que no revelen actos u omisiones que violen alguna disposición
que la persona jurídica está obligada a cumplir y que esté relacionada con alguna de
las conductas tipificadas en el presente artículo(*).
(*)Artículo modificado por el Artículo 1 de la Ley N° 29307, publicada el 31
diciembre 2008

3. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo penal se concluye que estamos ante una diversidad de
conductas o comportamientos delictivos claramente definidos. El legislador peruano
ha seguido al modelo italiano. Aquí se tipifica un conjunto de conductas específicas
que, desde la óptica del legislador, afectan la correcta administración de las
sociedades. No obstante el principal problema de esta forma de legislar es el peligro
de dejar muchas otras conductas con igual desvalor jurídico-penal, sin sanción
punitiva (1515). Sin embargo, como el objetivo del presente trabajo es hacer
dogmática penal del derecho penal objetivo, no queda otra alternativa que explicar
cuándo se configura objetivamente cada uno de los supuestos delictivos
sancionados en el artículo 198 del C.P. (1516).

3.1. Ocultar la verdadera situación de la persona jurídica, falseando los balances

El primer supuesto del artículo 198 del Código Penal prevé que se configura la
conducta delictiva cuando el sujeto activo oculta a los accionistas, socios, asociados,
auditor interno o externo (1517) o terceros interesados, la verdadera situación
patrimonial de la persona jurídica, falseando los balances, ya sea haciendo que
reflejen u omitiendo beneficios o pérdidas o usando cualquier artificio que suponga
aumento o disminución de las partidas contables.
Falsear balances es incluir en ellos datos inexistentes o fraguar los existentes.
Se incluye dentro de la prohibición cualquier alteración del balance que produzca
una falsa representación de la situación financiera de la persona jurídica (1518).
El objeto material del delito lo constituye el balance, al mismo que en derecho
comercial se le entiende como aquel documento contable que conforma los
denominados estados financieros, de elaboración periódica, que permite determinar
de modo resumido y de manera ordenada, los saldos de todas las cuentas para
establecer el activo, el pasivo y el patrimonio de una persona jurídica, así como las
ganancias y pérdidas producidas en un periodo (1519). Se efectúa en el tiempo que
los estatutos de la persona jurídica lo establezca o en su defecto, cuando así lo
determina la junta general de socios o accionistas.
El documento contable más importante de una persona jurídica es el balance (el
ordinario o los balances parciales, sea individual o el balance consolidado), pues a
partir de él se puede conocer su situación patrimonial en un momento determinado.
El balance cumple una triple función: informar a los socios sobre la situación
patrimonial de la empresa y darles a conocer también si existen utilidades; informar
al Estado si la persona jurídica viene cumpliendo con sus obligaciones tributarias e
informa a los aCreedores que todos sus créditos se encuentran garantizados.
La importancia del balance es indiscutible, pues indica el estado del activo y del
pasivo de la persona jurídica permitiendo, por comparación con balances de
periodos anteriores, seguir la marcha de los negocios o apreciar si existen ganancias
o pérdidas (1520). De esa forma, cualquier alteración intencional en los datos que
debe contener el balance que persiga causar peIjuicio a la persona jurídica o a
terceros, configura el delito.
El delito se perfecciona solo con la presentación del balance fraudulento. Si llega a
causarse real peIjuicio a los socios o terceros estaremos ante un
delito agotado (1521). Si el agente no presenta el balance será autor de otro delito
menos del que ahora nos ocupa. En tal sentido se ha pronunciado el derecho vivo y
actuante por Resolución Superior del 23 de junio de 1998, cuando afirma que "de las
consideraciones precedentes, ha quedado establecido que en la conducta del
encausado no se evidencian los elementos constitutivos del ilícito instruido,
primordialmente en razón de no haberse formulado balance o partida contable en la
que pueda haber recaído las acciones materiales a que se contrae el tipo penal en
referencia" (1522).
El tipo penal expresamente se refiere a balance, por lo que para nuestro sistema
penal solo aquel documento será objeto material del delito. Se excluye cualquier otro
documento donde aparezcan datos falsos. Sostener lo contrario es soslayar el
principio de legalidad pilar fundamental del derecho penal. En ese sentido, no resulta
acertado Peña Cabrera (1525) cuando tomando como referencia a los penalistas
argentinos Fontán Balestra y Carlos Creus, quienes interpretan el Código Penal
argentino, sostiene que el objeto material por medio del cual se puede cometer el
delito es un balance, un inventario, una cuenta de ganancias o pérdidas (la cuenta
de ganancias o pérdidas complementa el balance y tiene como finalidad informar a
los accionistas los resultados del negocio al final de un periodo determinado),
informes o memorias, y los informes de lo que se decidió en asambleas o juntas
generales pasadas para apreciar la verdadera situación actual de la persona jurídica.
Así mismo, de la lectura del inciso primero del artículo 198 del C.P. se advierte que
la conducta delictiva por la cual se oculta la verdadera situación económica de una
persona jurídica, puede traducirse en la realidad hasta de tres formas o modos:
Primero, cuando el agente oculta la verdadera situación económica de la persona
jurídica haciendo aparecer en los balances beneficios o pérdidas en la realidad no
producidas. El sujeto activo con la finalidad explicable de confundir a los socios,
accionistas o terceros interesados sobre la real situación patrimonial de su
representada, hace aparecer en el balance

beneficios realmente no logrados en el periodo, o hace aparecer pérdidas realmente


no producidas en el periodo que comprende el balance. El agente evidentemente
actúa inventando datos falsos, logrando que al final estemos frente a un balance
fraudulento.

Segundo, cuando el agente oculta la verdadera situación económica de la persona


jurídica omitiendo en sus balances beneficios o pérdidas realmente producidas.
Aquí, el sujeto activo con la intención evidente de obtener algún beneficio patrimonial
indebido omite indicar en el balance presentado beneficios realmente logrados en la
gestión de la persona jurídica o en su caso, omite indicar o expresar pérdidas
realmente producidas en el periodo que comprende el balance. No se indica las
pérdidas producidas con la finalidad por ejemplo, de hacer aparecer que se trata de
una persona jurídica solvente y exitosa cuando es todo lo contrario, confundiendo de
ese modo a los interesados. Igual como ocurre en el supuesto anterior, el agente al
final logra efectuar un balance fraudulento.
y tercero, cuando el agente oculta la verdadera situación económica de la persona
jurídica haciendo uso de cualquier otro artificio que suponga un aumento o
disminución de las partidas contables. Estaremos ante este supuesto por ejemplo,
cuando el agente altere los datos para hacer aparecer aumento o disminución de las
partidas contables. Aquí no se omite indicar los beneficios o pérdidas, sino que se
las distorsiona o altera; es decir, el agente indica o expresa en el balance los
beneficios o pérdidas ocasionadas durante determinado periodo, pero lo hace
alterando o distorsionando los datos o cifras de modo que al final en el balance no
aparece la real situación patrimonial de la persona jurídica.
De esa forma, el criterio rector para la determinación de la conducta típica será la
"imagen fiel" que deben mostrar los balances, de manera que si los criterios de
medición de los datos económicos distorsionan la imagen fiel de la situación de la
persona jurídica, el delito de fraude contable se habrá realizado (1524).

3.2. Proporcionar datos falsos relativos a la situación de una persona jurídica

El inciso dos del numeral 198 del C.P. regula este comportamiento delictivo, el
mismo que se configura cuando el agente o actor por medio de informes periódicos
o eventuales da, proporciona, entrega o consigna datos falsos referentes a la
situación económica de la persona jurídica a la cual representa. Aquí al igual que en
la conducta ya analizada, el autor busca no informar la verdadera situación
económica de su representada.
Ocurre que cuando se reúne la asamblea de accionistas, socios o asociados, sus
representantes elevan para su conocimiento de la verdadera situación económica, la
memoria anual sobre la marcha de los negocios de la persona jurídica, consignando
datos concretos y precisos de su estado económico. Nuestra Ley de Sociedades
prevé que los interesados pueden recabar la información respectiva para saber la
real situación económica antes de concurrir a la junta general. Cualquier falsedad en
este tipo de informes o en cualquier otro solicitado por los interesados en contactar
con la persona jurídica, configura la presente conducta ilícita penal.
En tal sentido, el objeto material por medio del cual se puede cometer el delitoserá
un inventario, informe o memorias. Así mismo se constituirá en un medio material
aquellos informes por los cuales se da cuenta de lo que se decidió en asambleas o
juntas generales pasadas para apreciar la verdadera situación actual de la
personajurídica. En esa línea del discurso se debe concluir que el ámbito de
aplicación de la modalidad de falsas comunicaciones sociales se reduce al conjunto
de datos proporcionados a los socios o terceros interesados en contactar
patrimonialmente con la persona jurídica, siempre, claro está, que no se trata de
documentos contables. Estas comunicaciones pueden ser incluso orales (1525).
Por la naturaleza de la disposición penal en análisis, debe quedar claro que las
falsas comunicaciones no se refieren a las proporcionadas a los órganos de control
de la persona jurídica como puede ser la Conasev, la Cámara de comercio, etc. o a
las autoridades competentes que lo requieran, sino simplemente a las
proporcionadas a los socios o terceros interesados en contactar con aquella. Las
informaciones falsas a los órganos de controlo autoridades competentes, aparecen
tipificados en el artículo 242 del Código Penal que regula entre otros el delito de
prestar deliberadamente información inexacta ante requerimiento de autoridad
competente.
Finalmente, el suministro de datos falsos, tanto en su forma de dominio como en la
forma de infracción de un deber (1526), no basta para configurar plenamente el tipo
penal, es necesario que se haya generado, cuando menos, un peligro de daño
patrimonial a la persona jurídica (por ejemplo, realizar un gran endeudamiento) o a
los terceros vinculados (por ejemplo, invertir capital en la sociedad) Este
requerimiento se explica por el carácter de delito de peligro concreto que posee la
administración fraudulenta en el derecho penal peruano.

3.3. Promover fraudulentamente falsas cotizaciones de acciones, títulos o


participaciones

El inciso tercero del artículo 198 del C.P. prevé el comportamiento delictivo que se
configura cuando el actor o agente por medio de cualquier artificio o fraude
promueve, impulsa o fomenta falsas cotizaciones de acciones, título o
participaciones de la persona jurídica a la cual representa.

Aquí el agente por cualquier fraude que incluye desde simples mentiras o
falsificaciones, promueve o fomenta cotizaciones erróneas con la finalidad de
lesionar o poner en peligro el patrimonio de terceros o de la persona jurídica. El actor
simula u oculta hechos o circunstancias que pueden incidir en la disminución del
valor de las acciones o participaciones o en su caso, hacen entender hechos o
circunstancias falsas que incidirán en el aumento ficticio del valor de las acciones
títulos o participaciones. La conducta delictuosa estará orientada a presentar
acciones, títulos o participaciones con un valor patrimonial que realmente no tiene o
no podrá alcanzar en el mercado (1527).

Como ejemplos representativos de la configuración de la presente conducta delictiva


aparecen los siguientes: La Ley General de Sociedad prohíbe la emisión de
acciones a cambio de aportaciones de industria y servicios, sin valor nominal y las
que no han sido suscritas, resguardando de ese modo el capital social de la persona
jurídica. Contravenir estas prohibiciones se estaría configurando el presente injusto
penal. También estaremos ante el ilícito penal cuando se emitan acciones con valor
inferior al nominal o cuando se emitan en número superior al acordado en asamblea
general, así mismo, cuando se lancen al mercado sin que las emisiones anteriores
hayan sido totalmente pagadas.

También se configura la conducta de promoción de una falsa cotización cuando el


agente sobre valore un bien que integra el patrimonio de la sociedad en el marco del
artículo 76 de la LGS que regula los aportes no dinerarios. El que esta conducta
debe ser abarcada por el tipo penal de administración fraudulenta parece no ofrecer
la menor duda, pues constituye un abuso de las facultades de administración sobre
la sociedad para perjudicar a personas interesadas en adquirir acciones,
participaciones o títulos (1528).

Se trata de un delito de dominio. Se castiga a los directivos o administradores de la


persona jurídica por promover mediante actos de simulación falsos valores a las
acciones, participaciones o títulos de la personajurídica, lo que significa un abuso de
las facultades de administración para perjudicar a terceras personas (1529).

3.4. Aceptar acciones o títulos de la mIsma persona jurídica como garantía de


crédito

El inciso cuarto del artículo 198 del c.P. tipifica la conducta delictiva que se
perfecciona o configura cuando el agente sabiendo que está prohibido (artículo 106
de la Ley General de Sociedades), acepta como garantía de créditos acciones o
títulos de la misma personajurídica a la cual representa. Sin embargo, esta
prohibición legal no es absoluta sino relativa. La prohibición tiene sentido cuando el
crédito es superior al valor real de las acciones o títulos. Si el crédito es igual o por
debajo del valor real de las acciones o títulos, no es posible la comisión del delito en
análisis, pues muy bien la persona jurídica, al no pagar el beneficiario el crédito en el
plazo previsto, podrá negociar las acciones o títulos dejados en garantía y hacerse el
pago correspondiente. En este supuesto no se configura la lesión o puesta en
peligro del patrimonio social de la persona jurídica.

Esto significa que un accionista, socio o asociado no tiene la posibilidad de


beneficiarse con préstamos superiores al valor de las acciones o títulos a cambio de
dejar como garantía a aquellos títulos de la personajurídica a la cual pertenece.
Caso contrario, se estaría admitiendo que aquella sea al mismo tiempo acreedora y
fiadora en su perjuicio.

El agente o actor tiene pleno conocimiento que está expresamente prohibido otorgar
préstamos aceptando como garantía las propias acciones o títulos de la persona
jurídica a la cual representa, los mismos que tienen un valor real por debajo del
crédito que se solicita; no obstante, hace caso omiso a tal prohibición y realiza la
operación poniendo de ese modo en peligro el patrimonio social de su representada.

En tal línea del razonamiento, se concluye que la sola aceptación de acciones o


títulos de la propia personajurídica como garantía de crédito no configura el
supuesto delictivo en hermenéutica. Es necesario que esta operación ocasione o
cree un peligro de perjuicio patrimonial a terceras personas, lo cual se encuentra
respaldado, por la exigencia típica que el agente actúe en perjuicio de terceros
vinculados a la persona jurídica. De tal como, consideramos que la prohibición penal
abarca solo a los casos en los que determinados socios, en connivencia o acuerdo
fraudulento con los administradores de la sociedad, se alzan con los bienes sociales
de manera encubierta, lo cual tiene sentido en vista de la falta de sanción de este
supuesto en los delitos contra la confianza y la buena fe en los negocios (1530). Así
por ejemplo, se configura el delito cuando el agente asigna un valor no real a las
acciones o títulos que deja en respaldo de un crédito otorgado por la sociedad,
dejando a esta en la imposibilidad de poder recuperar ese capital posteriormente con
la venta de esas acciones o títulos.

3.5. Fraguar balances para reflejar y distribuir utilidades inexistentes

El inciso quinto del artículo 198 del C.P. tipifica esta conducta delictiva, que se
configura cuando el agente, actor o sujeto activo con la finalidad de repartir
utilidades fragua, falsea, maquina, forja o hace balances, haciendo que estos
reflejen utilidades y por tanto se distribuyan entre los socios que en la realidad no
existen.
En el mismo sentido Bramont-Arias Torres/ CarCÍa Cantizano (1531) y Garcia
Cavera (1532) aseveran que el comportamiento consiste en fraguar -maquinar o
tramar- balances, esto es, el sujeto activo realiza determinados actos para alterar los
balances, que acabarán siendo falsos, con la finalidad de distribuir utilidades
reflejadas en los balances adulterados.
Este comportamiento delictivo puede perfeccionarse hasta en dos supuestos:
primero, cuando el agente sabiendo que su representada no tiene utilidades debido
a los resultados negativos en sus negocios, confecciona un balance falso donde
consigna o hace reflejar que existen utilidades y por tanto ordena su distribución
entre los socios o asociados. Y segundo, cuando el actor sabiendo que su
representada tiene utilidades mínimas, adultera su balance y consigna cifras
superiores a las reales y dispone su distribución. En el primer supuesto estamos
ante un balance falso y en el segundo supuesto, ante un balance adulterado. Ambos
comportamientos configuran el delito en sede, pues al final se hace constar o reflejar
y se reparte utilidades que en la realidad no ha logrado la persona jurídica,
perjudicando de ese modo el patrimonio social de esta.
Consideramos que debe quedar establecido con CarCÍa Cavero (1555) que el
reparto de utilidades inexistentes no es precisamente la conducta penalmente
sancionada, sino haber fraguado los balances con la intención de reflejar y distribuir
utilidades inexistentes. Se trata, por tanto, de un delito con elemento subjetivo de
tendencia trascendente que se configura con la sola falsificación de los balances con
el único objetivo de distribuir utilidades que en la realidad no existen. En
consecuencia, reflejar y distribuir utilidades inexistentes entre los socios y otras
personas legitimadas solo se exige como finalidad última, pues el delito se consuma
con la maquinación o adulteración de los balances. Solo con esta conducta se pone
en peligro o riesgo el patrimonio social de la persona jurídica.
El presente delito pretende impedir el reparto indebido del capital social entre los
socios, perjudicando a la persona jurídica con la reducción ilegal de su patrimonio.
Se trata, por tanto, de un delito de infracción de un deber que castiga a los directivos
o administradores de la persona jurídica que abusando de sus facultades de
administración proceden a efectuar un balance haciendo aparecer utilidades
inexistentes para su posterior reparto indebido en detrimento de la integridad del
capital social (1554).
3.6. Omitir comunicar la existencia de intereses propios incompatibles con los de la
persona jurídica
Si bien es cierto no le falta razón al profesor CarCÍa Cavero (1555), cuando sostiene
que no hay razón político criminal suficiente para la incriminación de esta conducta,
pues el daño patrimonial es todavía incierto, toda vez que el directivo puede
favorecer tanto el propio interés como el interés de la sociedad, aquí para los fines
del presente trabajo no queda otra alternativa que hacer hermenéutica del inciso
sexto del artículo 198 del c.P.
En efecto, aquí se regula que la conducta delictiva se configura o aparece cuando el
agente o sujeto activo omite u oculta información respecto de la existencia de
intereses propios que son incompatibles con los de la persona jurídica a la cual
representa. El sujeto activo, con la finalidad de obtener alguna ventaja patrimonial
oculta información a los otros representantes sobre la existencia de intereses
particulares incompatibles con los de la representada.
En ese orden de ideas, Peña Cabrera (15S6) sostenía que la acción típica consiste
en omitir comunicar al directorio, consejo de administración, consejo directivo u otro
órgano similar, acerca de la existencia de intereses propios que son incompatibles
con los negocios de la persona jurídica.
El interés incompatible puede presentarse de modo inmediato cuando el propio
agente o algún familiar cercano son los interesados en realizar algún negocio con la
persona jurídica que representa. O en forma mediata, ocurrirá por ejemplo, cuando
el agente o algún familiar cercano son socios o asociados de otra persona jurídica
que realiza negocios con su representada. En ambos supuestos la incompatibilidad
de intereses es evidente, situación que omite informar el agente a los demás
representantes y por el contrario participa en la deliberación de los negocios a
realizar.
Como cualquier delito cometido por la infracción de un mandato, la omisión de
comunicar intereses incompatibles solo podrá tener lugar desde que el directivo de
la persona jurídica toma conocimiento de la existencia de tales intereses
incompatibles y puede comunicarlo a los órganos competentes de la persona jurídica
para que decidan sobre su permanencia o no en el cargo. En la medida que estamos
ante un delito sobre aspectos patrimoniales, si la sociedad confirma al directivo
como tal, a pesar de la existencia de intereses incompatibles, habrá una asunción
del riesgo por la propia víctima que excluirá la relevancia típica de la conducta
(artículo 20 inciso 10 del c.P.) (15S?). Cualquier decisión de los órganos de
representación competentes resulta válida y tendrá eficacia jurídica.
En ese entendido, se configura la conducta delictiva cuando al efectuar la
correspondiente auditoría, el agente omite comunicar al auditor interno o externo
sobre la existencia de interese propios que son incompatibles con los intereses de la
persona jurídica.

3.7. Asumir préstamos para la persona jurídica

El inciso sétimo del artículo 198 del C.P. regula este comportamiento delictivo, que
aparece o se configura cuando el agente o actor por si solo y sin contar con la
deliberación y acuerdo de los demás representantes, asume u obtiene préstamos
para la persona jurídica. El agente asume el crédito sin ceñirse al procedimiento
establecido o, por motivos oscuros, actúa desconociendo los principios de veracidad
y publicidad a los cuales se debe como representante de una persona jurídica.
En principio, obtener créditos no esta prohibido siempre y cuando se realicen
respetando el procedimiento establecido, con acuerdo de todos los representantes
competentes y sobre todo no se perjudique a la representada. Lo que se sanciona
es el hecho de obtener un crédito o préstamo perjudicial para la persona jurídica sin
seguirse el procedimiento normal que la ley o los estatutos establecen para tal
efecto. El agente actúa por su cuenta, desconociendo incluso la competencia de los
demás representantes.
Es indudable que solo podrá sancionarse penalmente esta conducta si la obtención
del préstamo para la personajurídica, además de ir contra las reglas internas de la
sociedad, origina un perjuicio patrimonial para esta (ISS8).
Finalmente, en cuanto a este supuesto delictivo no está de más dejar establecido
que se trata de un delito de infracción de un deber por parte de los directivos o
administradores de la persona jurídica. La realización del tipo penal no requiere del
dominio del hecho por parte de aquellos, sino solo exige la posibilidad de evitar la
realización de préstamos que generen un perjuicio para la persona jurídica. Si el
resultado típico de perjuicio no tiene lugar, la conducta del directivo o administrador
constituirá una infracción societaria que podrá superarse por la VÍa de la remoción
del cargo (lSS9).

3.8. Usar en provecho propio, o de otro, el patrimonio de la persona jurídica


Finalmente, el inciso octavo del artículo 198 del c.P. regula la conducta delictiva que
se configura o aparece cuando el agente aprovechando su condición de
representante y por tanto, tener acceso directo a los bienes de su representada, los
usa o utiliza en su provecho a de un tercero. El agente disfruta en su provecho
personal o de terceros de los bienes de su representada causando con ello un
evidente perjuicio patrimonial a la personajurídica. De ese modo, no todos los
supuestos de uso indebido del patrimonio social adquieren relevancia penal. Para
que se verifique la conducta de administración fraudulenta es necesario que
produzca un daño o un peligro concreto de daño de cierta entidad sobre la persona
jurídica. Los casos en que no se produce ese peljuicio puede dar lugar a una
remoción del cargo y a una indemnización del agente infractor, pero no es suficiente
para le intervención punitiva (1540).
Prestar dinero de la persona jurídica a terceros, cobrando por ello un interés que no
ingresa al patrimonio de aquella sino al del agente, constituye un ejemplo del
supuesto delictivo en comentario, como ocurre en el hecho resuelto por Resolución
Superior del 16 de junio de 1998: "de autos se advierte que tanto la comisión del
delito instruido, así como la responsabilidad del inculpado se encuentra debidamente
acreditada, por cuanto el inculpado a reconocido haber prestado dinero de la
Cooperativa a Orlando Gálvez Montalvo, cobrando además doscientos nuevos soles
de interés ... obteniendo un beneficio económico indebido en perjuicio de la
Cooperativa agraviada ... " (1541).
Al usar los bienes de su representada, el sujeto se desempeña como si fuera dueño
o propietario de los bienes, cuando en la realidad aquellos son de propiedad
exclusiva de la persona jurídica a la cual solo representa, tal como lo declara
expresamente el artículo 78 del Código Civil al prever que" la persona jurídica tiene
existencia distinta de sus miembros y ninguno de éstos ni todos ellos tiene derecho
al patrimonio de ella (. .. )".
Por la redacción de esta conducta delictiva, al menos en la práctica, se presenta la
discusión siguiente: ¿en este supuesto también se subsume el comportamiento por
el cual los representantes de una persona jurídica se apropian de los bienes
muebles de su representada o, en su caso, estaremos ante al delito de apropiación
ilícita previsto en el artículo 190 del c.P.?
Nosotros consideramos que en aplicación del principio de especialidad de la
aplicación de la ley penal y teniendo en cuenta el apotegma jurídico a fortiori en el
sentido que si se sanciona lo menos con mayor razón se debe sancionar lo más
reprochable por el derecho, nada se opone sostener que la apropiación de bienes de
la persona jurídica también se subsume en la conducta en comentario, pues si se
sanciona el ejercicio de un atributo del derecho de propiedad como es el usar con
mayor razón se debe sancionar la apropiación de los bienes de la persona jurídica,
por constituir una conducta que merece mayor reprochabilidad que aquella.

3.9. Emitir informes o dictámenes fraudulentos

Los supuestos delictivos introducidos por la Ley Nº 28755 se configuran cuando el


agente o sujeto activo dolosamente emite informe o dictamen omitiendo revelar o
poner al descubierto situaciones de falta de solvencia o insuficiencia patrimonial de
la persona jurídica.
Así mismo se configura cuando el agente en el informe o dictamen que efectúa
revela en forma distorsionada, situaciones de falta de solvencia o insuficiencia
patrimonial de la persona jurídica.
También se configura el nuevo supuesto delictivo cuando el agente en su informe o
dictamen que realiza dolosamente no revela o no pone al descubierto actos u
omisiones que violan alguna disposición que la persona jurídica está obligada a
cumplir.
Estos supuestos delictivos son susceptibles de ser cometidos por los auditores
internos o externos según sea el caso. Esta tipificación está basada en el artÍCulo 17
del Reglamento de Auditoría Externa de las Superintendencia de Banca y Seguros
que establece la responsabilidad de las sociedades de auditoría que evalúan a las
empresas del sistema financiero y del sistema de seguros (1542).

3.10. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se pretende proteger con el tipo penal lo constituye el patrimonio
social de la persona jurídica, entendido como una universalidad jurídica de derechos
y obligaciones. Así lo ha entendido el legislador, por ello al momento de legislar ha
ubicado la figura de fraude en la administración de personas jurídicas entre los
delitos rotulados con el nomen iuris de "delitos contra el patrimonio" en el Código
Penal. No obstante que el bien jurídico predominante es el patrimonio no puede
soslayarse la protección de la buena fe en los negocios, comprendida como
confianza y honestidad en los negocios y relaciones comerciales entre los
representantes y la representada.

La lesión al bien jurídico se hace efectiva con una disminución del patrimonio social,
dejándose de obtener utilidades por ejemplo, o poniéndose en peligro el patrimonio
social o las potenciales utilidades. De ahí que la interpretación más conveniente
resulta ser aquella que engloba no solo la lesión efectiva, sino también el peligro de
lesión, pues permite cubrir mayores supuestos de administración fraudulenta. En
consecuencia el delito en hermenéutica es un delito de peligro concreto pues para
su real verificación o consumación requiere solo la puesta en peligro del patrimonio
de la persona jurídica o terceros (1545).

Por su parte García Cavero, siguiendo al parecer los lineamientos del funcionalismo
radical representado por el profesor alemán Gunter Jakobs, de modo discutible
enseña que "mediante el artículo 198 del c.P. el derecho penal no protege el
patrimonio de la persona jurídica o terceros, sino la expectativa normativa de
conducta de que los directivos o administradores de una persona jurídica no
abusaran o in cumplieran sus facultades de administración, peIjudicando
patrimonialmente a esta o a terceros. El delito de administración fraudulenta de
persona jurídica defrauda esta expectativa normativa de conducta, siendo la función
de la pena devolver la vigencia a esta norma infringida" (1544).

3.11. Sujeto activo

El injusto penal pertenece a los delitos que en doctrina se les conoce con el nombre
de propios o especiales en los cuales la relación fundamental entre la conducta
delictiva y el autor es imprescindible; es decir, solo pueden ser sujetos activos o
autores de este delito en forma excluyente las personas naturales que ostentan las
condiciones o cualidades siguientes: fundador, miembros del directorio, miembros
del consejo de vigilancia o administración, gerente, administrador, auditor interno,
auditor externo o liquidador de una persona jurídica.
Es el propio tipo penal el que dirige el mandato de la norma penal a los que
administran la persona jurídica o sus auditores, por lo que no será necesario recurrir
a la norma del artículo 27 del Código Penal que regula el actuar en lugar de otro. No
se trata de la responsabilidad penal del representante, sino del órgano administrador
por funciones propias (1545) o de los auditores de la persona jurídica.
Las personas que no tienen alguna de aquellas cualidades no serán sujetos activos
del delito, pudiendo ser a los más cómplices o en su caso, responsables de otro
delito.

Este aspecto la jurisprudencia lo entiende claramente: "en el ilícito de Fraude en la


Administración de Personas jurídicas, previsto y sancionado por el artículo ciento
noventa y ocho del Código Penal, supone que el agente, es decir el sujeto activo,
tenga cualquiera de las condiciones previstas en dicho artículo, ello es de fundador,
miembro del Directorio o del Consejo de Administración o del Consejo de Vigilancia,
gerente, administrador o liquidador de una persona jurídica, y que realice en
perjuicio de la persona jurídica o de un tercero, cualquiera de los hechos
contemplados en el indicado dispositivo legal; no teniendo el imputado dicha
condición: por tanto no se dan los presupuestos del delito antes descrito" (1546).

Para finalizar este apartado, cabe poner en evidencia con GarCÍa Cavero (1547) que
la redacción cerrada del tipo penal del artículo 198 del Código Penal respecto del
CÍrculo de destinatarios de la norma trae como consecuencia que en determinadas
situaciones se generen intolerables vaCÍos de punibilidad, pues no se abarca a los
órganos de administración fácticos de una persona jurídica, mientras no estén
reconocidos de acuerdo a las normas de la materia, tampoco se comprende a los
socios y aquellas personas que cumplen labores de asesoramiento como abogados
o contadores de la persona jurídica. La participación de estas personas en la
realización de conductas de administración fraudulenta solo podrá ser castigada
como participación en el delito, pero no a título de autor. Situación que ha podido
corregirse con la Ley NQ 28755, sin embargo, ello no ha ocurrido.
Es posible la coautoría cuando por ejemplo, las conductas fraudulentas son
cometidas por acuerdo de administradores colegiados; o también cuando son dos
los auditores externos que emiten el informe falso, etc.

3.12. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo o víctima será la persona jurídica como ente autónomo de las
personas naturales que lo conforman. También lo serán terceros vinculados a la
persona jurídica. El primer vinculado viene a ser el socio que puede verse
perjudicado en sus expectativas patrimoniales con la administración fraudulenta.
Después de los socios, también pueden ser terceros perjudicados los acreedores o,
simplemente aquellas personas que tienen solo un interés comercial en contactar
con la sociedad.

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del tipo penal se concluye que todos los comportamientos delictivos
analizados son de comisión dolosa; no cabe la comisión imprudente. Esto significa
que el agente debe actuar con conocimiento y voluntad al realizar los supuestos
analizados. El dolo puede configurarse en sus tres modalidades, esto es, dolo
directo o indirecto e incluso, el dolo eventual.
Bien afirman Bramont-Arias Torres/García Cantizano (1548) que en el aspecto
subjetivo se requiere indudablemente el dolo; el texto legal no exige algún otro
elemento subjetivo del tipo como puede ser el ánimo de lucro en el sujeto activo, aun
cuando en la mayoría de casos ello se verifica.
Situaciones de error penalmente relevantes pueden presentarse en las diversas
modalidades de la administración fraudulenta de la persona jurídica, circunstancia
que anula el dolo y por tanto, la conducta aparentemente delictiva, se constituye en
atípica. Por ejemplo, la situación de error sobre la incompatibilidad de los intereses
personales y los sociales, la asunción de préstamos para la persona jurídica
desconociendo los límites internamente establecidos o el error sobre el criterio de
valuación adecuado para reflejar fielmente la situación patrimonial de la persona
jurídica (1549). Aquí cabe precisar que el error no es la verificación de un estado
psicológico de desconocimiento, sino una categoría normativa que se determina a
partir de la individualización del conocimiento imputado al autor (1550).

5. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que el operador jurídico ha determinado que la conducta efectuada por el
agente es típica, corresponderá enseguida determinar si en el actuar de aquel no ha
concurrido alguna causa de justificación. Si por el contrario se llega a determinar que
el autor actuó por alguna causa de justificación prevista en el artÍCulo 20 del Código
Penal, la conducta será típica pero no antijurídica y por tanto irrelevante penalmente.
Muy bien por ejemplo, al asumir un crédito para la persona jurídica, el agente puede
actuar por un estado de necesidad justificante, pues era el único modo para evitar
que su representada caiga en estado de insolvencia. En este caso habrá tipicidad en
la conducta pero no antijuridicidad.

6. CULPABILIDAD

Después de verificar que la conducta es típica y antijurídica, corresponderá al


operador jurídico determinar si la conducta es imputable o atribuible a su autor. En
este aspecto se verificará que el agente aparte de ser imputable, pudo actuar de
modo diferente a la de cometer alguno de los comportamientos delictivos y además,
se verificará si el agente al momento de actuar conoCÍa la antijuridicidad de su
conducta. Esto es, el agente deberá tener conciencia que su actuar es ilícito.
No le falta razón al profesor y actual integrante de la Suprema Corte Javier Villa
Stein (1551) cuando enseña que el tipo penal es terreno fértil para el error de
prohibición. En efecto, puede alegarse error de prohibición en el caso que el agente
en la creencia errónea que no está prohibido aceptar o recibir acciones de la propia
persona jurídica en garantía de un crédito, realiza el supuesto previsto en el inciso
cuarto del artículo 198 del C.P. O también, se presentaría un error de prohibición
cuando el agente en la creencia errónea que no esta obligado a comunicar o
informar algún interés propio incompatible con el de la persona jurídica, realiza el
supuesto delictivo previsto en el inciso sexto del artículo en hermenéutica.

7. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

Como el artículo 198 del c.P. prevé ocho supuestos delictivos diferentes, veamos en
qué momento se perfeccionan o consuman cada uno de los supuestos:
El comportamiento ilícito previsto en el inciso primero se perfecciona o consuma con
la sola presentación del balance falso o adulterado ante los accionistas, socios o
administradores, independientemente del resultado lesivo. Estamos ante un delito de
peligro. Es posible que la conducta se quede en el grado de tentativa. Ocurrirá por
ejemplo, cuando el autor o autores son descubiertos en los instantes que se
encuentran haciendo el balance fraudulento que después presentarán a la junta
general de accionistas.

El supuesto previsto en el segundo inciso se perfecciona en el momento que el dato


falso llega a conocimiento de su destinatario, no siendo necesario que se causa
algún perjuicio. Es también posible la tentativa.
La conducta prevista en el inciso tercero se consuma en el momento que el o los
autores emiten acciones, títulos o participaciones con cotizaciones falsas. Se admite
la tentativa.

El comportamiento previsto en el inciso cuarto se perfecciona o consuma en el


momento que el agente recibe en garantía un título de la propia representada y el
beneficiario recibe el crédito. Cabe la tentativa, cuando por ejemplo el agente acepta
la operación pero por causas extrañas a su voluntad no se llega a efectuar.

El supuesto recogido en el inciso quinto se consuma en el momento que el autor o


actor confecciona el balance fraguado o fraudulento donde se reflejan utilidades
inexistentes con la finalidad de distribuirlos. No es necesario que el reparto de la
utilidad inexistente se llegue a concretar como afirma Peña Cabrera (1552). Basta
con verificarse la presentación del balance fraudulento para perfeccionarse el delito.
Cabe que la conducta delictiva se quede en grado de tentativa como sería el caso en
que el autor es descubierto en instantes que confeccionaba el balance fraudulento.

El injusto penal previsto en el inciso sexto se perfecciona o consuma en el momento


que el agente se sienta junto con los demás representantes y comienza a deliberar
el asunto en concreto, sin haber hecho de conocimiento de los demás la
incompatibilidad de sus intereses particulares con los de la representada. Es posible
la tentativa.
La conducta delictiva prevista en el inciso sétimo se consuma o perfecciona en el
momento que el sujeto activo recibe por su cuenta el préstamo para la persona
jurídica. Es factible la tentativa, como sería el caso en que el agente es descubierto
cuando gestionaba la obtención del crédito sin seguir el procedimiento establecido
por ley o los estatutos de la persona jurídica.
El supuesto regulado en el inciso octavo se consuma en el momento que el agente
comienza usar en su provecho personal o de un tercero algún bien de la persona
jurídica sin contar en su caso, con la respectiva autorización del órgano
correspondiente. La autorización o ratificación posterior es irrelevante penalmente,
pues el delito ya se habrá perfeccionado. La conducta puede quedarse en grado de
tentativa, como será el caso en el cual el agente es puesto al descubierto cuando se
dispone a usar el bien sin tener autorización.
Los supuestos recogidos en el inciso noveno se consuman o perfeccionan en el
momento que el auditor interno o externo hace entrega material del
informe o dictamen efectuado a los accionistas o administradores de la empresa. Si
aún el informe fraudulento no ha sido entregado a los administradores o accionistas
y por tanto, no se ha hecho público al interior ni exterior de la persona jurídica, la
acción delictiva se quedará en grado de tentativa en caso de ser descubierto. Ello
debido que al no haber recibido aún los administradores o accionistas el informe o
dictamen fraudulento, no es posible que se haya tomado alguna acción económica
que lesione ni ponga en peligro el patrimonio de la persona jurídica.
Todos los supuestos delictivos son de mera actividad. No se necesita verificar si la
conducta del agente realmente ha causado real peIjuicio al agraviado. Para estar
ante un delito consumado solo se necesita verificar la exteriorización de la conducta
dolos a poniendo en peligro el patrimonio del agraviado. La persona jurídica o física
agraviada o peIjudicada con el actuar del agente, no necesita acreditar en forma real
y efectiva algún peIjuicio sufrido, pues como hemos dejado expresado, es suficiente
para la configuración de los supuestos delictivos que éstos creen o pongan en
peligro el patrimonio de la persona jurídica o de terceros.

8. PENALIDAD

Después del debido proceso, de encontrarse responsable de cualquiera de los


supuestos delictivos interpretados, el agente será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años. Correspondiendo al Juzgador
graduar el quántum de la pena al momento de individualizarla en el caso concreto.

Subcapítulo 2
Fraude por contabilidad paralela

1. TIPO PENAL

La historia económico-financiera de una persona jurídica desde su nacimiento hasta


su liquidación, se registra a través de un sistema conocido como contabilidad. Este
sistema permite conocer o tener la información suficiente acerca de los negocios y la
situación económica de aquella. La información económica es requisito
indispensable para la toma de decisiones en la correcta conducción de la empresa.
Así mismo, la contabilidad permite también el control y fiscalización de la marcha de
la persona jurídica. En consecuencia, cualquier fraude en la contabilidad dificulta el
control del movimiento económico de la persona jurídica, por lo que se hace
necesaria la intervención del derecho punitivo.
En nuestro sistema jurídico penal encontramos la figura delictiva denominada fraude
por contabilidad paralela, debidamente tipificado en el artículo 199 del C.P.
Incorporación completamente novedosa en la legislación penal peruana (1553) aun
cuando en la legislación societaria ya existían antecedentes sobre la obligación de
observar ciertos criterios o reglas en la elaboración de los estados financieros desde
la LGS de 1985.
El supuesto delictivo se prevé de la siguiente forma:
El que, con la finalidad de obtener ventaja indebida, mantiene contabilidad paralela
distinta a la exigida por la ley será reprimido con pena privativa de libertad no mayor
de un año y con sesenta a noventa días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La figura delictiva aparece o se perfecciona cuando el agente efectúa o mantiene


contabilidad paralela distinta a la exigida por ley con el objetivo de obtener una
ventaja económica que normalmente no le corresponde. Puede tratarse de un
negocio que desarrolla una persona jurídica o natural. Lo importante es determinar
que el agente tenga la obligación legal de llevar una contabilidad de su actividad
económica que realiza. La obligación puede ser directa por ser el agente titular de la
actividad económica o indirecta cuando aquel esta obligado a efectuar la
contabilidad por la propia naturaleza de su labor que desempeña dentro de la
persona jurídica. Si por el contrario se verifica que el actor no tenía obligación de
llevar alguna contabilidad, no será posible afirmar que sea pasible de cometer el
delito.
Contabilidad paralela significa llevar la contabilidad (libros) que se presenta ante
cualquier autoridad especialmente de tributación, falseando la verdadera situación
de la personajurídica o natural y paralelo a ello, se lleva la verdadera contabilidad
(otros libros) que no son presentados ante las autoridades pero que reflejan la
exacta situación económica del negocio (1554).
En tal sentido, se trata de una conducta en la que no se sanciona al agente por el
hecho de no llevar la contabilidad o no observar las disposiciones legales sobre la
forma de llevar la contabilidad, sino el hecho de tener otra contabilidad referida a la
misma actividad y ejercicio. Con ello, la persona obligada a llevar contabilidad de
una determinada forma, busca, entre otros objetivos, manejar de manera encubierta
fondos ocultos, defraudar a terceras personas o evitar una intervención por parte de
los organismos de supervisión y control (1555). En otros términos, significa llevar
una contabilidad diferente a la real en la cual se hacen aparecer datos falsos de la
gestión, aminorando siempre las ganancias del negocio para de ese modo evitar
pagar los impuestos que realmente corresponden. El agente siempre busca pagar
menos impuestos, sacando de ese modo un beneficio patrimonial indebido. Aumenta
su patrimonio con lo que deja de pagar al Estado.

No obstante lo expresado, la contabilidad paralela con la finalidad de defraudar


tributariamente al Estado aquí solo sirve como ejemplo gráfico para hacemos una
idea de la configuración del delito en interpretación. Pues, la defraudación tributaria
por contabilidad paralela aparece regulado en los delitos tributarios y merece mayor
sanción punitiva. Aquí la prohibición está referida no a cualquier incumplimiento de
las normas que regulan la contabilidad de las personas jurídicas, sino solo a
aquellas que traen como consecuencia un posible peIjuicio para la personajurídica o
para terceros vinculados a ella (1556).

Presentado así el asunto, es evidente que la mayor de las veces el delito de fraude
por contabilidad paralela como ilícito penal independiente, concurrirá en concurso
real con el delito de defraudación tributaria.
Por otro lado, la obligación original de tipo administrativo corresponde a la persona
jurídica, pero esta se la transfiere a sus representantes por la asunción de un rol de
dirección en la persona jurídica. Por esta razón, la norma del artículo 199 del Código
Penal debe interpretarse a la luz del numeral 27, por el cual se hace responsable a
los representantes de la persona jurídica, aunque ellos mismos no estén obligados
por las normas jurídicas correspondientes (1557).

2.1. Bien jurídico protegido.

Por el lugar donde aparece ubicado dentro de nuestro Código Penal como es el
Título V denominado "delitos contra el patrimonio", se concluye que el bien jurídico
que el Estado pretende proteger con el delito en análisis lo constituye el patrimonio
social de la persona jurídica, de sus socios o de terceros vinculados a ella.

Por su parte el profesor de Piura García Cavero (1558), en forma discutible, pues, al
parecer pretende sugerir que este delito se trata de un delito contra el bien jurídico
"buena fe y confianza en los negocios" que el legislador peruano ha previsto en otros
tipos penales, argumenta que el bien jurídico del delito de contabilidad paralela está
constituido por la confianza de los diversos agentes económicos en que la
contabilidad de la persona jurídica reflejará efectivamente sus actividades
económicas. La defraudación de esta expectativa de conducta que produce la
realización del delito de contabilidad paralela requerirá la imposición de una pena
para devolverle su vigencia.
El patrimonio del Estado se protege con otras figuras delictivas. No obstante ello, en
forma errada, mayoritariamente la doctrina peruana considera que el bien jurídico
protegido lo constituye el patrimonio, considerado como tal, tanto al patrimonio de un
tercero, titular de un derecho de crédito frente a la persona sobre la que pesa la
obligación de llevar la contabilidad así como al patrimonio del Estado, en cuanto que
dejará de percibir los tributos que normalmente le corresponden (1559).

2.2. Sujeto activo

Sujeto activo, agente o actor del delito puede ser cualquier persona con la única
condición que tenga la obligación de llevar la contabilidad del negocio, es decir se
trata de un delito de carácter especial (1560). Muy bien puede ser el propio titular del
negocio al tratarse de una persona natural, así como aquellos responsables y
obligados de llevar y presentar ante las autoridades correspondientes la contabilidad
de la persona jurídica.

2.3. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo podrá ser cualquier persona natural o jurídica.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del tipo penal se evidencia que se trata de un injusto penal de comisión
netamente dolosa, no cabe la comisión culposa o imprudente. Es decir, el agente o
actor actúa con conocimiento que lleva contabilidad paralela diferente a la exigida
por ley, no obstante voluntariamente así lo hace.
Además del dolo, el tipo penal exige la concurrencia de otro elemento subjetivo
adicional como es el ánimo de lucro, es decir, el agente debe actuar guiado de una
intención o finalidad de obtener un provecho económico indebido o ilegal (1561). Si
por el contrario, se verifica que la contabilidad paralela llevada por el agente, fue
efectuada con otra finalidad diferente a la de obtener un beneficio patrimonial, el
delito no se configura. Al faltar el ánimo de lucro que exige el tipo, no habrá tipicidad
subjetiva y por tanto, no habrá tipicidad del delito de contabilidad paralela.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se verifica que en la conducta analizada concurren los elementos
objetivos y subjetivos del delito de contabilidad paralela, corresponderá al operador
jurídica verificar si en aquella concurre alguna causa de justificación que haga
permisiva la conducta del agente, caso contrario, llegaremos a la conclusión que
estamos ante una conducta antijurídica.
Para estar ante la conducta antijurídica de contabilidad paralela, será necesario
verificar que la contabilidad diferente a la real que lleva el agente, es contraria o
diferente a la exigida por la ley. En cambio, si se verifica que la contabilidad paralela
es de acuerdo a las exigencias de la ley, no habrá antijuridicidad.
5. CULPABILIDAD

Luego que el operador jurídico a verificado que en la conducta típica de contabilidad


paralela no concurre alguna causa de justificación y por tanto es antijurídica,
corresponderá determinar si concurren los subelementos de la culpabilidad; esto es,
si el agente es imputable, si al momento de actuar podía proceder de manera
distinta a la de cometer la conducta típica y finalmente, si al momento de actuar
conocía perfectamente que su conducta era antijurídica.
En esta conducta ilícita resulta imposible que se configure un error de prohibición.
Todo aquel que maneja un negocio sabe medianamente que tiene la obligación de
llevar una sola contabilidad. Sabe que no es posible tener dos contabilidades de un
mismo negocio, mucho menos si consignan datos diferentes entre ambas.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

La conducta típica de contabilidad paralela se consuma o perfecciona en el


momento que el agente confecciona y mantiene una contabilidad paralela diferente o
distinta a la exigida por la ley. Es un delito de mera actividad. Para estar ante el
estado de consumación no se necesita que se verifique algún perjuicio real al
patrimonio del sujeto pasivo ni mucho menos será necesario verificar si el agente ha
obtenido algún provecho indebido. Basta verificar que el autor actuó con ánimo de
lucro.
Peña Cabrera (1562), Bramont-Arias - GarcÍa Cantizano (156~), Paredes Infanzón
(1564) y Villa Stein (1565) en idénticos términos, enseñan que el delito es de mera
actividad, es decir, se consuma con el solo hecho de mantener una contabilidad
paralela diferente a la exigida por ley, no requiriéndose que el agente reciba
efectivamente un provecho indebido. En consecuencia, el delito se consuma aun
cuando no se ha causado un perjuicio efectivo al sujeto pasivo (1566).
Es posible que la conducta del agente se quede en el grado de tentativa, ocurrirá por
ejemplo, cuando es agente es descubierto en momentos que confecciona la
contabilidad fraudulenta.
7. PENALIDAD

El agente del injusto penal será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de
un año y unida a ella, la pena limitativa de derechos consistente en sesenta a
noventa días multa.

CAPíTULO VII

EXTORSiÓN Y CHANTAJE

Subcapítulo 1

Extorsión

SUMARIO: Subcapítulo 1: Extorsión. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Obligar


a otro o a un tercero. 2.2. Violencia. 2.3. Amenaza. 2.4. Finalidad de la violencia o la
amenaza. 2.5. Objetivo del sujeto activo: lograr una ventaja. 2.6. Ventaja indebida.
2.7. Bien jurídico protegido. 2.8. Sujeto activo. 2.9. Sujeto pasivo. 3.
Comportamientos que configuran extorsion. 4. Tipicidad subjetiva. 5. Circunstancias
agravantes. 5.1. Agravante por el tiempo de duracion del secuestro. 5.2. Agravantes
por la calidad del rehén. 5.3. Agravante por el actuar del agente. 5.4. Agravante por
el concurso de agentes. 5.5. Agravantes por el uso de armas. 5.6 Agravantes por el
resultado. 6. Antijuridicidad. 7. Culpabilidad. 8. Tentativa y consumación. 9.
Coautoria. 10. Participación. 11. Diferencia sustancial entre secuestro y secuestro
extorsivo. 12. El delito de extorsión especial. 13. El delito de extorsión de los
funcionarios públicos. 14. Penalidad. 15. La pena de cadena perpetua. Subcapítulo
2: Chantaje. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2.
Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5.
Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad.
1. TIPO PENAL

El delito de extorsión, que en el sistema jurídico penal nacional aparece combinado


con la figura del secuestro extorsivo, se tipifica en el artículo 200 del Código Penal.
Tal como aparece regulado, aquel tiene características ambivalentes: está
constituido por un ataque a la libertad personal con la finalidad de obtener una
ventaja indebida. Estas características aparecen vinculadas al punto que el delito de
extorsión puede ser definido como el resultado complejo de dos tipos simples: es un
atentado a la propiedad cometido mediante el ataque o lesión a la libertad
personal(l567).
El texto original del delito de extorsión ha sido objeto de varias modificaciones por
parte del legislador, motivadas por la aparente finalidad de tranquilizar a la opinión
pública ante el incremento de actos delictivos de este tipo en las grandes ciudades.
En efecto, con el Decreto Legislativo NQ 896, del 24 de mayo de 1998, sufrió la
primera modificación; luego el artículo 1 de la Ley NQ 27472, publicada el 5 de junio
de 2001, volvió a modificar la estructura del delito de extorsión. Por texto único de la
Ley NQ 28353 del 6 de octubre de 2004, la estructura del delito de extorsión volvió a
cambiarse. Dos años después sufrió otra modificatoria por la Ley NQ 28760 del 14
de junio de 2006. En la creencia errónea de que la modificación de la ley penal sirve
para poner freno a la comisión del delito de extorsión, un año después el legislador
nuevamente por el Decreto Legislativo NQ 982 del 22 de julio de 2007, ha
modificado el injusto penal de extorsión, el mismo que ahora tiene el siguiente
contenido:
El que, mediante violencia o amenaza obliga a una persona, o a una institución
pública o privada a otorgar al agente o a un tercero una ventaja económica indebida
u otra ventaja de cualquier otra índole, será reprimido con pena privativa de libertad
no menor de diez ni mayor de quince años.

La misma pena se aplicará al que, con la finalidad de contribuir a la comisión del


delito de extorsión, suministra información que haya conocido por razón o con oca·
sión de sus funciones, cargo u oficio o proporciona deliberadamente los medios para
la perpetración del delito.

El que mediante violencia o amenaza, toma locales, obstaculiza vías de


comunicación o impide el libre tránsito de la ciudadanía o perturba el normal
funcionamiento de los servicios públicos o la ejecución de obras legalmente
autorizadas, con el objeto de obtener de las autoridades cualquier beneficio o
ventaja económica indebida u otra ventaja de cualquier otra índole, será sancionado
con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años.

El funcionario público con poder de decisión o el que desempeñe cargo de confianza


o de dirección que, contraviniendo lo establecido en el artículo 42 de la Constitución
Política del Perú, participe en una huelga con el objeto de obtener para sí o para
terceros cualquier beneficio o ventaja económica indebida u otra ventaja de
cualquier otra índole, será sancionado con inhabilitación conforme a los incisos 1 y 2
del artículo 36 del Código Penal.
La pena será no menor de quince ni mayor de veinticinco años si la violencia o
amenaza es cometida:
c) A mano armada.
d) Participando dos o más personas; o,
e) Valiéndose de menores de edad.
Si el agente con la finalidad de obtener una ventaja económica indebida o de
cualquier otra índole, mantiene en rehén a una persona, la pena será no menor de
veinte ni mayor de treinta años.
La pena será privativa de libertad no menor de treinta años, cuando en el supuesto
previsto en el párrafo anterior:
a) Dura más de veinticuatro horas.
b) se emplea crueldad contra el rehén.
c) El agraviado ejerce función pública o privada o es representante diplomático.
d) El rehén adolece de enfermedad grave.
e) Es cometido por dos o más personas.
f) Se causa lesiones leves a la víctima.
La pena será de cadena perpetua cuando:
a) el rehén es menor de edad o mayor de setenta años.
b) el rehén es persona con discapacidad y el agente se aprovecha de esta
circunstancia
c) Si la víctima resulta con lesiones graves o muere durante o como
consecuencia de dicho acto.
2. TIPICIDAD OBJETIVA

La primera parte del artículo 200 del Código Penal recoge el delito de extorsión
genérico o básico, el mismo que se configura cuando el agente, actor o sujeto activo,
haciendo uso de la violencia o amenaza, obliga a esta o a otra a entregarle o
entregar a un tercero, una indebida ventaja patrimonial o de cualquier otro tipo. El
último supuesto por ejemplo se configura cuando el agente busca conseguir un
puesto de trabajo o efectuar un acto de placer a favor del agente, etc.

Aquí es necesario poner en evidencia que el medio típico de mantener a una


persona en calidad de rehén para obligar a otra a entregar una ventaja indebida que,
antes del Decreto Legislativo Nº 982 dejulio de 2007, formaba parte del tipo básico
del delito de extorsión, luego de la vigencia del citado instrumento legal, este medio
típico no forma parte más del tipo básico y más bien, con buen criterio, el legislador
lo ha regulado en forma independiente en el párrafo sexto del artículo 200 como
agravante del delito en hermenéutica jurídica.

Analizando el tipo penal antes de la modificación introducida por el Decreto


Legislativo Nº 896 del 24 de mayo de 1998, la extorsión consistía en el
comportamiento de obligar a una persona a otorgar al agente o a un tercero una
ventaja económica indebida, mediante violencia, amenaza o manteniendo como
rehén al sujeto pasivo o a otra persona (1568). Se trataba en forma exclusiva, de un
delito de enriquecimiento patrimonial para el autor o autores de la conducta
extorsiva.

La diferencia entre el tipo penal original y el actual en cuanto a la finalidad


perseguida o buscada por el agente, se evidencia con claridad. En el primero, la
ventaja perseguida era solo de tipo económico o patrimonial, en tanto que en el
actual, la ventaja que busca el agente puede ser de cualquier tipo o modalidad.

El Decreto Legislativo Nº 982 de julio de 2007 ha introducido el segundo párrafo del


artículo 200 del Código Penal para establecer la real situaciónjurídica de aquellos
que con la finalidad de contribuir a la comisión del delito de extorsión, suministran
información que haya conocido por razón o con ocasión de sus funciones, cargo u
oficio o proporciona deliberadamente los medios para la perpetración del delito.
Desde la vigencia del citado Decreto Legislativo Nº 982, las personas que
contribuyen de esa forma en la comisión de la extorsión son cómplices primarios y
punto. Este dato es importante tenerlo en cuenta a fin de tipificar la conducta de los
participantes en un delito de extorsión.
Consideramos que no era necesaria su incorporación en el artículo 200 del Código
Penal (1569). Incluso, a decir del profesor Caro Coria, tal incorporación es
inconveniente (1570), pues si una persona participa en un secuestro brindado
información relevante o proporcionando los medios para la perpetración del delito,
en su calidad de cómplice primario, necesariamente tendrá la misma pena que los
autores directos en estricta aplicación del primer párrafo del artículo 25 del Código
Penal.

No obstante, la explicación razonable de su incorporación, quizá sea la de tratar,


desde la ley, de unificar criterios respecto a la situación de los que brindan
información relevante y proporcionan los medios para que otros cometan el delito de
extorsión. Sin embargo, en tales supuestos los fiscales y los jueces son de criterios
distintos. Unos consideran a aquellos como cómplices primarios en tanto que los
más los consideran simples cómplices secundarios, trayendo como consecuencia
una evidente disminución de la pena en aplicación del segundo párrafo del citado
numeral 25 del Código Penal. Nuevamente, desde la ley, se pretende corregir la
inadecuada actuación del operador jurídico.
Teniendo claro el concepto corresponde analizar cada uno de sus elementos:
2.1. Obligar a otro o a un tercero
El verbo rector de esta conducta delictiva lo constituye el término "obligar"; verbo
que, para efectos del análisis, se le entiende como forzar, imponer, compeler,
constreñir o someter a determinada persona, institución pública o privada (se
entiende sus representantes) a otorgar algo en contra de su voluntad. En la
extorsión, el sujeto activo en su directo beneficio o de un tercero, haciendo uso de
los medios típicos indicados claramente en el tipo penal como son la violencia o
amenaza compele, impone o somete al sujeto pasivo a realizar la entrega de un
beneficio cualquiera en contra de su voluntad. Le compele a realizar una conducta
que normal y espontáneamente no haría.
En cambio, a modo de información y advertir las diferencias legales, es preciso
enseñar que el Código Penal español de 1995, en el artículo 243, tipifica al delito de
extorsión prescribiendo "el que, con ánimo de lucro, obligare a otro, con violencia o
intimidación, a realizar u omitir un acto o negocio jurídico en peIjuicio de su
patrimonio o del de un tercero, será castigado con la pena de prisión de uno a cinco
años, sin peIjuicio de las que pudieran imponerse por los actos de violencia física
realizados". En tal sentido, de la lectura del tipo penal, se evidencia fácilmente que,
para el sistema penal español, el delito de extorsión tiene construcción y naturaleza
distinta al nuestro; por lo que al hacer dogmática penal nacional, debemos actuar
con mucho cuidado al citar a los autores españoles.
En efecto, para los españoles, el agente siempre debe actuar con ánimo de lucro
para que se configure el delito, en tanto que en nuestro sistema jurídico, al haberse
ampliado el ámbito de la finalidad que busca el agente con su actuar, el ánimo de
lucro no siempre exigirá una conducta extorsiva.

En nuestro sistema jurídico, los medios típicos de los que hace uso el agente para
obligar a la víctima y de ese modo lograr su objetivo, cual es obtener una ventaja
patrimonial o del cualquier tipo indebida, lo constituye la violencia o la amenaza;
circunstancias que, a la vez, se constituyen en elementos típicos importantes y
particulares de la conducta de extorsión.

2.2. Violencia

La violencia, conocida también como vis absoluta, vis corporalis o vis phisica, está
representada por la fuerza material que actúa sobre el cuerpo de la víctima para
obligarla a efectuar un desprendimiento económico contrario a su voluntad (1571).

Consiste en una energía física ejercida por el autor sobre la víctima que bien puede
ser un particular o él o los representantes de una institución pública o privada. El
autor o agente recurre al despliegue de una energía para vencer con ella, por su
poder material, la voluntad opuesta de la víctima. En este caso, tiene que tener la
eficacia suficiente para lograr que el sujeto pasivo realice el desprendimiento
patrimonial y lo haga entrega al agente o, en su caso, realice algún acto o conducta
de cualquier tipo que, en la realidad, represente una ventaja indebida para aquel.

La violencia se traduce en actos materiales sobre la víctima (golpes, cogerla


violentamente y torcerle las extremidades, etc.) tendientes a vencer su voluntad
contraria a las intenciones del agente.
Teniendo firme el presupuesto que las leyes penales no imponen actitudes heroicas
a los ciudadanos, consideramos que no es necesario un continuo despliegue de la
fuerza física ni menos una continuada resistencia de la víctima. Es descabellado
sostener que se excluye el delito de extorsión debido que la víctima no opuso
resistencia constante. Naturalmente, no es necesario que la violencia se mantenga
todo el tiempo que dure la extorsión ni tampoco que la resistencia sea continuada;
ello sería absurdo desde el punto de vista de la práctica y de las circunstancias del
hecho. Es suficiente que quede de manifiesto la violencia y la voluntad contraria de
la víctima a entregarle alguna ventaja patrimonial o de cualquier otra clase al sujeto
activo.

Tal forma de explicar el asunto es consecuencia de considerar que muy bien puede
darse el caso que la víctima, para evitar males mayores, desista de efectuar actos
de resistencia apenas comience los actos de fuerza. El momento de la fuerza no
tiene por qué coincidir con la consumación del hecho, bastando que se haya
aplicado de tal modo que doblegue la voluntad del sujeto pasivo, quien puede
acceder a entregar la ventaja indebida a favor del agente al considerar inútil
cualquier clase de resistencia. Este razonamiento se fundamenta, en que la violencia
inherente al delito de extorsión es concomitante al suceso mismo. Coexiste la
amenaza que a mayor resistencia de parte de la víctima, mayor será la descarga de
violencia que sufrirá. No obstante, debe haber una relación de causalidad adecuada
entre la fuerza aplicada y el acto extorsivo, la cual será apreciada por el juzgador en
cada caso concreto. No se requiere una violencia de tipo grave ni es suficiente una
violencia leve, solo se requiere idoneidad de esa violencia para vencer en un caso
concreto la resistencia de la víctima.

2.3. Amenaza

Consiste en el anuncio de un malo perjuicio inminente para la víctima, cuya finalidad


es intimidarlo. No es necesario que la amenaza sea invencible sino meramente
idónea o eficaz. La intimidación es una violencia psicológica. Su instrumento no es el
despliegue de una energía física sobre el sujeto pasivo, sino el anuncio de un mal.
La amenaza o promesa directa de un mal futuro, puede hacerse por escrito, en
forma oral o cualquier acto que lo signifique.

Es evidente que el mal a sufrirse de inmediato o mediatamente, puede constituirse


en el daño de algún interés de la víctima que le importe resguardar, como su propia
persona, su honor, sus bienes, secretos o personas ligadas por afecto, etc.

Para evaluar y analizar el delito de extorsión debe tenerse en cuenta el problema de


la causalidad entre la acción intimidante y el acto extorsivo, la constitución y las
circunstancias que rodean al sujeto pasivo. En ese sentido, consideramos que no es
necesario que la amenaza sea seria y presente. Solo será necesario verificar si la
capacidad psicológica de resistencia del sujeto pasivo ha quedado suprimida o
sustancialmente enervada. Es difícil dar normas para precisar el poder o la eficiencia
de la amenaza, quedando esta cuestión a criterio del juzgador en el caso concreto.
La amenaza tendrá eficacia según las condiciones y circunstancias existenciales del
sujeto pasivo. Muchas veces la edad de la víctima, su contexto social o familiar que
le rodea pueden ser decisivo para valorar la intimidación. El juzgador no deberá
hacer otra cosa sino determinar si la víctima tuvo serios motivos para convencerse
que solo su aceptación de entregar la ventaja indebida que se le solicite, evitara el
daño anunciado y temido. La gravedad de la amenaza deberá medirse por la
capacidad de influir en la decisión de la víctima de manera importante. El análisis
tendrá que hacerse en cada caso que la realidad presenta.

La amenaza como medio para lograr una indebida ventaja patrimonial o de cualquier
otra naturaleza, requiere las condiciones generales de toda amenaza; es decir, la
VÍctima debe creer que existe la firme posibilidad que se haga efectivo el mal con
que se le amenaza; el sujeto pasivo debe creer que con la entrega de lo exigido por
el agente, se evitará el perjuicio que se anuncia. Ello puede ser quimérico, pero lo
importante es que la VÍctima lo crea. La entrega del patrimonio debe ser producto de
la voluntad coaccionada del sujeto pasivo. El contenido de la amenaza lo constituye
el anuncio de un mal futuro; es decir, el anuncio de una situación perjudicial o
desfavorable para el sujeto pasivo particular o representante de una institución
pública o privada, de la cual se pretende obtener una ventaja indebida.
Como ejemplo para graficar la forma de cómo puede producirse en la realidad la
extorsión por medio de amenaza, tenemos la Resolución Superior del dos de marzo
de 1998, por la cual la Sala Penal de la Corte Superior de lea, condenó al acusado
por el delito de extorsión alegando "que se obtuvo ventajaeconómica del agraviado
con amenazas de denunciarlo ante la Policía Nacional, SUNA T, Ministerio Público, y
a los medios periodísticos, por estafas y cobros de precios prohibitivos por la
adquisición de los carros Daewoo-Tico, "obligando [el agraviado] que [. .. ] entregue
la cantidad de sesenta mil dólares americanos, mediante letras de cambio, por
diferentes sumas, descontadas en los bancos de la localidad [. .. ] que no obstante
haber obtenido ventaja económica, [el sujeto activo] pretendió seguir extorsionando
al agraviado, y es así, el veintiséis de mayo de mil novecientos noventa y siete, en
horas de la noche, en compañía de su esposa[. .. ] acude a la oficina del agraviado y
bajo amenaza y violencia le exige que le entregue cincuenta mil dólares americanos
[. .. ] que de las pruebas actuadas, se establece que Denis Choy Anicama, se
encuentra incurso en el delito de extorsión, sancionado por el artículo doscientos del
Código Penal" (1572).

En igual sentido tenemos la Resolución Superior del 29 de octubre de 1998, donde


aparece" que, de la etapa preliminar instructoria y debates orales, se ha llegado a
establecer que desde el veintiuno de julio del año en curso, la procesada empieza a
realizar llamadas telefónicas anónimas al agraviado José Teodorico Berrospi Martín
[. .. ] refiriendo pertenecer al movimiento subversivo 'Túpac A maru ' y 'Sendero
Luminoso' y bajo amenaza le solicito la entrega de cinco mil nuevos soles y en
reiteradas conversaciones al manifestarle el agraviado que no contaba con ese
dinero, le rebaja hasta mil quinientos nuevos soles, ordenando al agraviado que
deposite en la cuenta de teleahorro del Banco de la Nación número [. .. ];
denunciando a la Policía se montó el operativo y es así, que el veinticinco de agosto
del presente año, siendo las tres pasado meridiano, más o menos, el agraviado
depositó la indicada suma de dinero, al enterarse que se había cumplido el depósito
el veintiséis del mismo mes y año en horas de la rnañana[. .. ], la encausada fue
detenida cuando verificaba en el cajero automático, sometida al interrogatorio
reconoció ser la autora de las llamadas telefónicas" (1m).
2.4. Finalidad de la violencia o la amenaza
Violencia o amenaza a una persona particular o representante de una institución
pública o privada se asemejan en tanto que resultan ser medios de coacción cuyo fin
es restringir o negar la voluntad de la VÍctima. Pero mientras la violencia origina
siempre un perjuicio presente e implica el empleo de una energía física sobre el
cuerpo de la VÍctima, la amenaza se constituye en un anuncio de ocasionar un mal
futuro cierto.
Todos estos medios se desarrollan o desenvuelven con la finalidad de vencer la
resistencia u oposición del sujeto pasivo y de ese modo lograr que este se
desprenda de una ventaja económica o cualquier otro tipo de ventaja no debida. Sin
la concurrencia de alguno o todos ellos, no se configura el delito.

Al contrario de lo sostenido por ciertos tratadistas, la ley no exige que la violencia o


amenaza sea en términos absolutos; es decir, de características irresistibles;
invencibles o de gravedad inusitada; basta que el uso de tales circunstancias tenga
efectos suficientes y eficaces en la ocasión concreta para lograr que la víctima
entregue una ventaja indebida cualquiera.

La finalidad que se busca con el uso de la violencia o amenaza es compeler, forzar u


obligar que esta o un tercero realicen una entrega al agente, de una ventaja
indebida. Su finalidad es lograr conseguir el propósito final del agente, cual es
obtener una ventaja patrimonial o de cualquier otra índole no debida. El agente con
el uso de los medios típicos, busca que el agraviado se desprenda de su patrimonio
o efectúe algún acto en beneficio de aquel; asignarle otra finalidad es distorsionar el
delito en análisis.

Resumiendo, consideramos necesario citar la Ejecutoria Suprema del 25 de agosto


de 1999, por la cual el supremo tribunal de justicia penal, aun cuando solo se refiere
a la obtención de una ventaja de tipo económico, precisó que el comportamiento
delictual "consiste en obligar a una persona a otorgar al agente o un tercero una
ventaja económica indebida, mediante violencia amenaza o manteniendo como
rehén al sujeto pasivo u otra persona; de lo anterior se advierte claramente que los
medios para realizar la acción están debidamente establecidos en el artículo 200
del Código Penal; así, por violencia se debe entender la ejercida sobre una persona,
suficiente para vencer su resistencia, y a consecuencia de lo cual realice el
desprendimiento económico; mientras que la amenaza, no es sino el anuncio del
propósito de causar un mal a una persona, cuya idoneidad se decidirá de acuerdo a
si el sujeto pasivo realiza el desprendimiento ... "(1574).

2.5. Objetivo del sujeto activo: lograr una ventaja

El elemento característico del delito de extorsión lo constituye el fin, objetivo o


finalidad que persigue el agente al desarrollar su conducta, ya sea haciendo uso de
la violencia o amenaza. De la lectura del tipo penal se desprende que la conducta
del agente o actor debe estar dirigida firmemente a obligar que la víctima le entregue
una ventaja indebida. Esta puede ser solo patrimonial como indicaba el numeral 200
antes de su modificatoria, o también "de cualquier otra Índole", como indica el actual
tipo penal, a consecuencia del agregado que hizo la modificatoria introducida por el
Decreto Legislativo Nº 896, emitido por el gobierno de la década de los noventa. Si
bien el legislador nacional por Ley Nº 27472, de junio de 2001, modificó el artículo
200 del Código Penal, rebajando los márgenes de la pena privativa de la libertad y
eliminando la inhumana pena de cadena perpetua para este delito, en forma
lamentable dejó intacto el contenido del tipo básico. Igual ha sucedido con la Ley Nº
28353, de octubre de 2004 y con el Decreto Legislativo Nº 982, dejulio de 2007.

Así, para configurarse el delito de extorsión no solo se exige que el agente actúe
motivado o guiado por la intención de obtener una ventaja económica indebida, que
puede traducirse en dinero así como bienes muebles o inmuebles, a condición que
tengan valor económico, sino también, la ventaja puede ser de cualquier otra Índole;
es decir, bastará acreditar que el agente obtuvo una ventaja cualquiera para estar
ante el delito de extorsión. En efecto, así como aparece redactada el tipo penal, por
ejemplo, estaremos ante una extorsión cuando el agente, mediante amenaza cierta
en contra de una persona, obliga al cónyuge de este a mantener relaciones sexuales
por un tiempo determinado con aquel o un tercero.

De esa forma el delito de extorsión deja de ser exclusivamente un delito patrimonial,


pues las ventajas pueden ser de diversa Índole. Esta situación no solo produce una
falta de sistemática en el Código Penal, sino también una ampliación innecesaria del
delito de extorsión. De hecho, este ya no puede considerarse como un injusto penal
patrimonial sino un delito contra la libertad; la finalidad económica del delito en sede
ha perdido entidad como tal, pues cualquier ventaja que obtenga el agente puede
calificar un acto de violencia o amenaza como delito de extorsión (1575).
De lege fcrenda seguimos esperando que el legislador realice la corrección
necesaria y vuelva al contenido del texto original sobre extorsión o en su caso, si
persiste en tal redacción, debe ubicarlo en el grupo de conductas delictivas que se
encuentran bajo el epígrafe de los delitos contra la libertad, ello con la finalidad de
dar mayor coherencia interna y sistemática al Código Penal.

2.6. Ventaja indebida

Otro elemento objetivo del delito de extorsión lo constituye la circunstancia que la


ventaja obtenida por el agente debe ser indebida, es decir, el agente no debe tener
derecho a obtenerla. Caso contrario, si se verifica que el agente tenía derecho a esa
ventaja, la extorsión no aparece.

No existe extorsión genérica cuando el agente sí tiene derecho a la ventaja


patrimonial (ausencia de lo que constituye el delito-fin en la extorsión), siendo su
conducta tan solo punible a título de coacción, o de lesiones como resultado a que
diere lugar la manera arbitraria de exigirle al obligado su cumplimiento (presencia tan
solo de lo que conformaría el delito-medio en la extorsión) (1576). Por ejemplo, no
se configura el delito de extorsión cuando Pedro García, amenaza con ocasionarle
un mal futuro cierto a Lucho Manco con la finalidad de hacer que el padre de este, le
pague 50,000 soles que le debe hace dos años.

2.7. Bienjurídico protegido

Con la modificación efectuada vía el Decreto Legislativo Nº 896 al contenido del


original artículo 200 del Código Penal, y que se mantiene con el Decreto Legislativo
Nº 982, de julio de 2007, es indudable que, pese a estar ubicado el delito de
extorsión en el grupo de los delitos contra el patrimonio, este de modo alguno se
constituye en el único bien jurídico principal que se pretende tutelar o proteger con el
tipo penal.

En efecto, al indicar el tipo básico que la ventaja que exige el agente al extorsionado
puede ser de tipo económica o de "cualquier otra índole", se entiende que se
configura la extorsión también cuando el actor busca una ventaja que no tiene valor
económica.
En ese orden de ideas, a parte del patrimonio, otro bien jurídico preponderante que
se trata de proteger con la extorsión lo constituye la libertad personal, entendida en
se acepción de no estar obligado a hacer lo que la ley no manda ni impedido de
hacer lo que ella no prohíbe.
Tal como aparece redactado el tipo penal en hermenéutica jurídica, se desprende en
forma coherente que tal dispositivo pretende proteger dos bienes jurídicos
importantes: el patrimonio y la libertad personal. Estos bienes jurídicos se
constituyen en preponderantes. Es decir, con los supuestos delictivos en los cuales
el agente persigue una ventaja económica, se pretende tutelar el bien jurídico
patrimonio; en tanto que en los supuestos por los cuales el agente busca una
ventaja de cualquier tipo se pretende proteger, al final de cuentas, la libertad
personal. Eventualmente, también se protege la integridad o la vida de las personas.
Por tal motivo, en doctrina se conoce a la extorsión como un delito pluriofensivo.

Este estado de la cuestión, para nuestro actual sistema jurídico penal, carece de
certeza y mas bien parece errado sostener que el bien jurídico preponderante en la
extorsión es el patrimonio, como lo hace todavía Javier Villa Stein (1577) y nuestra
Corte Suprema en las Ejecutorias Supremas del 22 de abril y del 26 de mayo de
1999.

En efecto, en la primera Ejecutoria Suprema se establece que" el delito de extorsión


es un delito complejo con carácter pluriofensivo ya que atenta contra el patrimonio, y
eventualmente a otros bienes jurídicos como la integridad física o la vida; pero hay
también un ataque a la libertad de la persona, la salud; no siendo estos últimos un
fin en si mismos, sino un medio elegido para exigir a la víctima la realización de un
acto de disposición patrimonial'~1578); en tanto que en la misma línea de
interpretación, la segunda Ejecutoria expone que" el delito de extorsión es de
naturaleza pluriofensiva, por atentar contra bienes jurídicos diversos como la
libertad, integridad jisica y psíquica de las personas, así como el patrimonio, siendo
este último el bien jurídico relevante" (1579).

En este aspecto al parecer la jurisprudencia nacional se ha quedado petrificada en la


interpretación del texto original del artículo 200 del Código Penal No se ha innovado,
ni con la modificación efectuada por el Decreto Legislativo Nº 896 de 1998, ni con el
Decreto Legislativo Nº 982.
2.8. Sujeto activo
Sujeto activo, agente o actor puede ser cualquier persona, el tipo penal no exige
alguna condición o cualidad especial que deba concurrir en aquel.

2.9. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo de violencia o amenaza, con la finalidad de conseguir una


ventaja patrimonial o de otra naturaleza, puede ser cualquier persona natural ya sea
como particular o como representante de una institución pública o privada, según la
modificación introducida por el legislador por el Decreto Legislativo Nº 982 de julio de
2007.
De tal modo, en ciertos comportamientos concurrirá un solo sujeto pasivo, en tanto
que en otros, necesariamente concurrirán dos víctimas: el que es objeto de la
violencia o la amenaza y el obligado a entregar u otorgar la ventaja exigida pbr el
agente que muy bien puede ser otra persona particular o la institución pública o
privada. En este último caso, la persona jurídica se convierte en sujeto pasivo debido
que será ella la que entregara la ventaja indebida que solicita el extorsionador.

Así también, cuando concurren en secuestro extorsivo, previsto como extorsión


agravada en nuestro Código Penal, dos personas: una limitada de su libertad
ambulatoria como es el rehén y la otra el obligado a entregar el beneficio indebido, la
víctima muy bien puede ser también una persona jurídica (institución pública o
privada que hace referencia el tipo penal modificado) ; es decir, muy bien puede ser
una persona jurídica la obligada a entregar la ventaJa indebida exigida por los
agentes; la misma que de ser el caso, se vería afectada en su patrimonio. Así por
ejemplo ocurre cuando se secuestra a un gerente de una empresa privada
importante (inciso 4 del artículo 200 Código Penal) y se exige que esta entregue una
fabulosa suma de dinero como rescate del rehén.
3. COMPORTAMIENTOS QUE CONFIGURAN EXTORSIÓN

De la estructura del actual artículo 200 del Código Penal, se desprende que el delito
de extorsión, en su nivel básico, puede ser cometido o perfeccionado hasta por
cuatro conductas o comportamientos diferentes que por sí solos perfectamente
configuran el delito en hermenéutica jurídica. Así tenemos:
a. Cuando el agente, haciendo uso de la violencia, obliga al sujeto pasivo a
otorgarle una ventaja (económica o de cualquier otra índole) indebida.
b. Cuando, por medio de la violencia, obliga al sujeto pasivo a entregar a un
tercero una ventaja indebida.
c. Cuando, haciendo uso de la amenaza, lo obliga a entregarle una ventaja
indebida.
d. Cuando, mediante amenaza lo obliga a entregar a un tercero una ventaja no
debida.

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

Tanto el tipo básico como las agravantes se configuren a título de dolo, no cabe la
comisión culposa o imprudente. Es decir, el agente actúa conociendo que se hace
uso de la violencia, la amenaza o manteniendo de rehén a una persona para obtener
una ventaja cualquiera sin tener derecho a ella; sin embargo, pese a tal
conocimiento, voluntariamente desarrolla la conducta extorsiva.
A parte del dolo se exige la concurrencia de un elemento subjetivo adicional del tipo,
esto es, el ánimo, por parte del o de los agentes, de obtener una ventaja de
cualquier Índole. Caso contrario, si en determinada conducta se verifica que el actor
no actúo motivado o con el ánimo de conseguir u obtener una ventaja a su favor o
de un tercero, no aparece completa la tipicidad subjetiva del delito.
Comentando el Código derogado, Roy Freyre (1580) enseñaba que la comisión de
este delito demanda conciencia que no se tiene derecho a la ventaja pecuniaria
requerida, así como la existencia de una voluntad para realizar la acción empleando
alguno de los medios de constreñimiento indicados en la ley.
5. CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES

Las circunstancias que agravan o aumentan el desvalor de la conducta delictiva de


extorsión, por disposición del Decreto Legislativo Nº 982 de julio de 2007, aparecen
previstas en el quinto, sexto, sétimo y octavo párrafo del artículo 200 del Código
Penal, las mismas que por su naturaleza y forma de configurarse pueden clasificarse
en los siguientes grupos:
5.1. Agravante por el tiempo de duración del secuestro.
a. Mantener de rehén a una persona por menos de 24 horas
Esta agravante aparece prevista en el sexto párrafo del artículo 200 del Código
Penal y se configura cuando el agente, con la finalidad de obtener una ventaja
económica indebida o de cualquier otra índole, toma, mantiene o tiene de rehén a
una persona.
En doctrina a esta figura delictiva se le conoce con el nomen iuns de secuestro
extorsivo, pues el agente primero secuestra o priva de su libertad a una persona
para después exigir a esta o a un tercero una ventaja indebida que normalmente es
patrimonial.
Según el sentido jurídico-penal, una persona tiene la condición de rehén cuando, por
cualquier medio y en cualquier forma, se encuentra bajo el poder de un tercero,
ilegítimamente privada de su libertad personal de locomoción, como medio coactivo
para obtener un rescate (1581). Por su parte, Javier Villa Stein (1582) enseña que la
conducta de mantener rehén a una persona, implica violentar la libertad ambulatoria
y locomotora del sujeto pasivo o un tercero e invadir su libre desplazamiento.
En otros términos, se considera rehén a una persona que ha sido privada de su
libertad de locomoción y está sujeta a la voluntad del sujeto activo del delito de
extorsión hasta que el obligado entregue el rescate, que viene a constituir el precio
para la liberación del rehén.
Se sabe que la libertad de locomoción es la facultad o capacidad de las personas de
trasladarse libremente de un lugar a otro como a bien tengan de acuerdo a sus
circunstancias existenciales, fijando libremente de ese modo su situación espacial.
El delito en análisis lesiona esta facultad.
Generalmente, cuando concurre esta conducta ahora agravada de extorsión
aparecen en escena dos personas como víctimas: la persona secuestrada o retenida
como rehén y aquella a quien se exige la prestación extorsiva, precisamente sujeto
pasivo de este delito, aunque, según la redacción del tipo penal, pueden coincidir
ambas calidades en una misma persona.

De la lectura del tipo penal podemos advertir que el legislador ha creado dos
circunstancias agravantes en cuanto al tiempo de retención del rehén, cuyo efecto
inmediato es en el quantum de la pena a imponerse al agente. De ese modo, la pena
que se impondrá al actor, que con fines extorsivos mantiene de rehén a una persona
por menos de 24 horas, será no menor de 20 ni mayor de 30 años. En cambio, si el
tiempo de la calidad de rehén es más de 24 horas, se configurara la agravante
prevista en el inciso a del penúltimo párrafo del artículo 200 y en consecuencia la
pena para el responsable será no menor de 30 años.

b. El secuestro dura más de 24 horas

Esta circunstancia agravante se tipifica en el inciso a del penúltimo párrafo del


artículo 200 del Código Penal, modificado por el Decreto Legislativo Nº 982. Se
configura cuando el agente o autor del secuestro, priva de su libertad ambulatoria a
la víctima por más de veinticuatro horas y lo tiene en calidad de rehén. El tiempo se
cuenta desde el momento que se produce el secuestro, esto es, desde el instante
que se priva de su libertad a la víctima.

En esa línea, se entiende que de no concurrir otra circunstancia agravante, el


secuestro extorsivo que dure menos de 24 horas se subsume en el sexto párrafo del
numeral 200 del Código Penal y por tanto, el agente será objeto de una sanción
punitiva menor a la que le corresponderá si el tiempo en calidad de rehén de la
VÍctima dura más de 24 horas, pues al darse la agravante, la pena será mucho
mayor.
La mayor pena de la agravante se justifica debido a que a mayor tiempo de privación
de libertad ambulatoria de la víctima, o aumenta el peligro a su integridad física o
mental, incluso ocasiona mayor alarma y desesperación en sus familiares.

5.2. Agravantes por la calidad del rehén

a. El rehén es menor de edad


Esta agravante aparece prevista en el último párrafo del artículo 200 del Código
Penal Se constituye cuando el o los agentes han secuestrado o privado de su
libertad ambulatoria a un menor de edad con la finalidad de conseguir una ventaja
indebida de sus padres o de terceros que tengan estrecha vinculación con el
secuestrado. Bien sabemos que nuestro sistema jurídico considera menor de edad
al individuo que aún no ha cumplido los 18 años de edad, esto es, estaremos ante la
agravante cuando el secuestrado tenga una edad entre recién nacido y la edad
mencionada.

En la ejecutoria del 7 de mayo de 2004, la Sala Penal Permanente de la Corte


Suprema recoge y analiza un caso real de extorsión con la agravante en
hermenéutica. En efecto, allí se expresa que "de la prueba actuada en el proceso se
establece que los acusados Chávez Contreras, Fernández Romero o Fernández H
omero, Bardales Caballero, Zubiate Euscátegui y el acusado ausente Chávez
Miranda, previo concierto, el día diez de enero del dos mil dos, en horas de la noche,
sustrajeron al menor Maycol [, .. 1 del poder de su madre Nelly [, .. 1, lo mantuvieron
como rehén por espacio de tres días, y pidieron un rescate de cuarenta mil dólares
americanos a su madre, empero, antes que Nelly se desprenda del dinero exigido, el
día trece de enero, en horas de la noche, personal de la división de secuestros que
había tomado conocimiento que los secuestradores se movilizaban en un auto tico
color amarillo, intervino el mismo y, luego de una breve persecución capturó a
Zubiate Euscátegui, Fernández Romero O Fernández Homero y Chávez Contreras,
ocasión en que los dos últimos resultaron heridos, situación que determinó que el
acusado ausente Chávez Miranda se fugue y abandone al menor" (1583) o
La pena que merecerá el autor de esta modalidad agravada de extorsión será la
inconstitucional cadena perpetua por disposición expresa de la Ley Nº 28760.

b. El agraviado ejerce función pública o privada o es representante diplomático


Previsto en el inciso c del penúltimo párrafo del artículo 200 del Código Penal, se
configura cuando el agente o autores de delito secuestran o privan de su libertad
ambulatoria a una persona que ejerce función pública, privada o en su caso, es
representante diplomático, con la finalidad de obtener un beneficio indebido
cualquiera, ya sea directamente de este o de un tercero, que se supone está en
estrecha relación con el secuestrado.
Una persona ejerce función pública cuando es funcionario o servidor público, en tal
sentido, para saber cuándo estamos ante uno con efectos penales, tendremos que
recurrir a lo previsto en el artículo 425 del Código Penal. A una persona se le
considera funcionario o servidor público desde su nombramiento en calidad de titular
o provisional, desde el momento que comienza a trabajar para el estado por medio
de un contrato.
Aquí, cuando bien sabemos que tanto funcionario como servidor público ejercen una
función pública determinada, es lugar común en la doctrina
peruana (1584) considerar que solo concurre la agravante cuando la víctima del
secuestro es un funcionario público, descartándose la circunstancia agravante
cuando el sujeto pasivo de la acción es solo un servidor público.
Esta posición doctrinaria no es la más acertada para nuestro sistema penal. En
efecto, para interpretar esta agravante consideramos que debe recurrirse al inciso 3
del segundo párrafo del artículo 152 del Código Penal, que recoge la agravante del
delito de secuestro cuando el agraviado, es decir el rehén o secuestrado "es
funcionario, servidor público". Este dispositivo nos sirve para saber cuál es la razón
de ser de la norma penal y sobre todo advertir qué es lo que pretendió decir el
legislador al prever la agravante en hermenéutica jurídica, consistente en que el
"rehén ejerza función pública ... ".

En cuanto a la circunstancia que exige que la víctima ejerza función privada,


impresiona que se refiere a todas las personas, pues de una u otra manera todos
cumplimos una función privada dentro de la comunidad, salvo los enfermos o
dementes; sin embargo, con el profesor de Piura, Carda Cavero (1585),
consideramos que esta no es la orientación de la agravante, la cuál, en realidad, se
refiere al desempeño de una función privada importante dentro de la comunidad
como es la función que realizan o efectúan los empresarios o los profesionales de
éxito. La finalidad de esta agravante fue, en su momento, sancionar con pena mayor
al conjunto de extorsiones que sufrieron los empresarios y profesionales de éxito en
las grandes ciudades del Perú.

Otra agravante de la extorsión se configura cuando la víctima del secuestro es un


representante diplomático, según prevé el tipo penal modificado por el Decreto
Legislativo Nº 982 de julio de 2007; sin embargo, pese que aquí no se hace la
distinción si el representante diplomático es del Perú o de otro país, consideramos
que tal como aparece en el inciso 4 del segundo párrafo del artículo 152 del Código
Penal, modificado también por el Decreto Legislativo Nº 982; el rehén debe ser
representante diplomático de otro país. Lo importante será determinar que al
momento del delito, aquel representante estuvo debidamente acreditado como tal.
Esta interpretación se impone debido que si el agraviado es representante
diplomático del Perú, igual se perfecciona: la agravante pero por ejercer función
pública. Todo diplomático de nuestro país es funcionario público.

Antes de pasar a otro punto, es necesario poner en el tapete que el texto original del
artículo 200 del Código Penal en cuanto a esta agravante, sólo hacía mención a "la
función pública", no obstante por el derogado Decreto Legislativo Nº 896 de 1998, se
introdujo las agravantes que se configuran cuando la víctima del secuestro ejerce
función privada o es representante diplomático, situación que permanece igual con
la última modificación efectuada.
c. El rehén adolece de enfermedad grave
Tipificado en el inciso "d" del penúltimo párrafo del artículo 200 del Código Penal se
configura cuando el agente secuestra o priva de su libertad ambulatoria a una
persona que adolece de alguna enfermedad grave, con la finalidad de hacer que
personas estrechamente vinculadas a ella le entreguen cualquier ventaja indebida a
cambio de dejarlo libre.
La enfermedad es una alteración más o menos grave de la salud de una persona.
Esta puede ser tanto de carácter físico como mental, pero con una intensidad
suficiente para que la autoridad jurisdiccional pueda apreciar cada caso particular
(1586).
Se justifica la agravante, toda vez que el actor o agente se aprovecha de la especial
debilidad de aquella persona, sabiendo perfectamente que no opondrá alguna clase
de resistencia y por tanto, no pone en peligro el logro de la finalidad que busca
aquel.

d. El rehén es discapaeitado y el agente aprovecha esta circunstancia Tipificado en


el inciso b del último párrafo del artículo 200 del Código Penal por disposición de la
Ley Nº 28760, de junio de 2006 y no modificado por el Decreto Legislativo Nº 982, se
configura cuando el agente secuestra o priva de su libertad ambulatoria a una
persona que sufre de incapacidad con la finalidad de hacer que personas
estrechamente vinculadas a ella le entreguen cualquier ventaja indebida a cambio de
dejarlo libre. El agente, aparte de conocer la situación de discapacidad del
agraviado, debe dolosamente aprovechar esa especial circunstancia para
perfeccionar su delito.
Bien se sabe que la persona con discapacidad es aquella que tiene una o más
deficiencias evidenciadas con la pérdida significativa de alguna o algunas de sus
funciones físicas, mentales o sensOliales que impliquen la disminución o ausencia
de la capacidad para realizar una actividad dentro de formas o márgenes
considerados normales, limitándola en el desempeño de un rol, función o ejercicio de
actividades y oportunidades para participar equitativamente dentro de la sociedad
(1587).
Se justifica la agravante, toda vez que el actor o agente se aprovecha de la especial
debilidad de aquellas personas, sabiendo perfectamente que no opondrán
resistencia y por tanto, no pondrán en peligro el logro que busca aquel. El agente
saca provecho de la discapacidad del agraviado.
De configurarse esta agravante, el agente será sancionado con la inconstitucional
pena de cadena perpetua.

e. El rehén es mayor de 70 años.

El delito de extorsión se agrava cuando el agente, para lograr su objetivo, coge y


mantiene de rehén a una persona mayor de 70 años, sea mujer o varón.
Se busca proteger la integridad fisica y afectiva de los ancianos, quienes son más
susceptibles a cualquier daño de su personalidad a consecuencia de sufrir un
secuestro y pasar a la condición de rehén.
La Ley NQ 28760, de junio de 2006, previó que se configuraba la agravante del
secuestro cuando la conducta del agente se dirigía a una persona mayor de 65, sea
esta mujer o varón.
No obstante, sin mayor explicación ni fundamento razonable, el legislador por el
Decreto Legislativo 982, ha dispuesto que extorsión se agrava si el agraviado tiene
una edad cronológica mayor de 70 años. Esto es, si el secuestro se produce en una
persona de 69 años de edad, la agravante no se configura.

5.3. Agravante por el actuar del agente


a. Se emplea crueldad contra el rehén

Previsto en el inciso b del penúltimo párrafo del tipo penal en hermenéutica jurídica,
se configura esta circunstancia cuando el sujeto activo tiene al rehén haciéndole
sufrir en forma inexplicable e innecesaria para el logro de su objetivo. Consiste en
acrecentar deliberada e inhumanamente el sufrimiento de la persona privada de su
libertad ambulatoria, causándole un dolor físico que es innecesario para lograr los
objetivos que persigue el agente.
En el secuestro con crueldad resulta indispensable la presencia de 'dos condiciones
o presupuestos importantes que al final lo caracterizan. Primero, que el
padecimiento, ya sea físico o psíquico, haya sido aumentado deliberadamente por el
agente, quien actúa con la intención de hacer sufrir a la víctima. Caso contrario, si en
un caso concreto se llega a verificar que la elevada crueldad sobre el sujeto pasivo
fue sin intención del agente, no se concreta la modalidad en sede. Segundo, que el
padecimiento sea innecesario y prescindible para lograr la ventaja indebida que
busca el agente; es decir, no es preciso ni imprescindible hacer padecer a la víctima
para lograr el objetivo propuesto. AquÍ, el agente hace sufrir a la víctima ya sea por
el solo gusto de hacerla o con la finalidad de presionar al obligado que entregue
pronto la ventaja peticionada, demostrando con ello ensañamiento e insensibilidad
ante el dolor humano.
El fundamento de la crueldad como modalidad de la extorsión se debe a la tendencia
interna intensificada que posee el sujeto activo al momento de actuar. No solo le
guía y motiva el querer privar de su libertad ambulatoria a la víctima para lograr una
ventaja indebida, sino que también tiene el firme deseo de hacerle sufrir intensos
dolores.

b. El agente se vale de menores de edad

La agravante se configura cuando el agente o agentes utilizan, en la comisión de la


extorsión, a personas menores de 18 años de edad. La participación del menor
incluso hasta puede ser con su voluntad, sin embargo, por el solo hecho de hacerla
participar en el hecho punible de extorsión, los agentes serán sancionados por el
delito de extorsión agravado.

5.4. Agravante por el concurso de agentes


a. Es cometido por dos o más personas

Regulado en el inciso b del quinto párrafo del artículo 200 del Código Penal Se
constituye cuando la extorsión es cometida por dos o más agentes o autores.
Esta agravante quizá sea la más frecuente en la realidad cotidiana y por ello ha sido
objeto de innumerables pronunciamientos judiciales, aun cuando no se ha logrado
establecer su coherente interpretación. Los sujetos que se dedican a extorsionar
siempre lo hacen acompañados con la finalidad de facilitar la comisión de su
conducta ilícita, pues por la pluralidad de agentes merman o aminoran rápidamente
las defensas que normalmente tienen las víctimas. En tales presupuestos radica el
fundamento político criminal de la agravante.
En la doctrina peruana siempre ha sido un problema no resuelto el hecho de
considerar o no, en la agravante, a los partícipes en su calidad de cómplices o
instigadores. En efecto, aquí existen dos posiciones marcadas. Unos consideran que
los partícipes entran a la agravante, para que se concrete esta calificante, afirma
Peña Cabrera (1588) sin mayor fundamento, es suficiente que los sujetos actúen en
calidad de partícipes. Igual postura asumen ÁngelesFrisancho-Rosas (1589) y
Paredes Infanzón (1590).
En tanto que nosotros sostenemos que solo se verifica la agravante cuando las dos
o más personas que participan en la extorsión lo hacen en calidad de coautores. Es
decir, cuando todos con su conducta, teniendo el dominio del hecho, aportan en la
comisión del delito.
El mismo fundamento de la agravante nos lleva a concluir de ese modo, pues el
número de personas que deben participar en el hecho mismo facilita su
consumación ya que merma, significativamente, la eficacia de las defensas de la
víctima. El concurso debe ser en el desarrollo de la conducta extorsiva. Los agentes
se reparten funciones o roles para llevar a buen término su empresa delictiva. Unos
privaran de su libertad a la víctima, otros cuidaran al rehén, aquellos peticionaran la
ventaja y estos harán efectiva la ventaja que se solicita, etc. Es irrelevante si los
agentes actúan como miembros de una organización criminal o simplemente se
juntan para cometer determinada extorsión. Sea de una u otra manera, la agravante
igual se configura.
En estricta sujeción al principio de legalidad y adecuada interpretación de los
fundamentos del Derecho penal peruano, la extorsión con el concurso de dos o más
personas solo puede ser cometida por autores o coautores. Considerar que los
cómplices o el inductor resultan incluidos en la agravante, implica negar el sistema
de participación asumida por el Código Penal en su Parte General y, lo que es más
discutible, significaría castigar al cómplice por ser tal y además por ser coautor,
haciéndose una doble calificación por un mismo hecho.
Como ejemplo de esta modalidad agravada del delito de extorsión tenemos la
Ejecutoria Suprema del 20 de noviembre de 1997, donde se esgrime "que, en el
caso de autos, ha quedado acreditada la participación de más de dos personas,
quienes han utilizado armas de fuego con la finalidad de privar de su libertad al
agraviado y así obtener una ventaja económica; que, en el caso del acusado Castro
Palomares, su participación ha quedado acreditada con [. .. ] de las que se
desprende que sin bien el acusado, Castro Palomares, no participó en la fase
ejecutiva del delito, ha planificado su realización así como también aportó los
elementos necesarios para su ejecución, como son la información relacionada a los
lugares que concurría el agraviado, así como un uniforme de policía y un bipper;
[ ... ] que conforme se advierte de autos, la conducta del acusado Gerardo Gutiérrez
Manzanares, se halla descrito dentro de lo dispuesto por el artículo veintitrés del
mismo cuerpo de leyes y no en la disposición en que se apoya la sentencia materia
del grado, pues el delito investigado reúne los requisitos que configuran la
coautoTÍa: a) decisión común: entre los intervinientes ha existido decisión común de
realizar la extorsión, en la que cada uno ha realizado actos parciales que ha
posibilitado una división del trabajo o distribución de funciones orientado al logro
exitoso del resultado; b) aporte esencial: el aporte individual que ha realizado cada
uno de los acusados, ha sido esencial o relevante, de tal modo que si uno de ellos
hubiera retirado su aporte, pudo haber frustrado el plan de ejecución; c) tomar parte
en la fase de ejecución: cada acusado ha desplegado un dominio parcial del
acontecer, la circunstancia que da precisamente contenido real a la coautoria"
(1591).

5.5. Agravante por el uso de armas

a. Cuando el agente actúa a mano armada


Se agrava el delito de extorsión cuando el sujeto activo, para conseguir su finalidad,
hace uso de armas, las mismas que pueden ser un revólver, metralleta, arcos,
ballestas, puñales, hachas, verduguillos, cuchillo, picos, martillos, vidrios, etc. La
agravante se configura aun cuando solo uno de los sujetos participantes hace uso
del arma para vencer la resistencia u oposición contraria de la víctima. El arma
puede ser propia o impropia. Lo que interesa es el aumento del poder agresivo en el
autor y, a su vez, la mayor intimidación que ejerce sobre la víctima.
La agravante se fundamenta en el hecho concreto que el uso de un arma no solo
mejora la posición del agente, sino que también, disminuye ostensiblemente los
mecanismos de defensa del sujeto pasivo. Según la reacción del agravante, no se
exige el real uso del arma en la ejecución del delito de extorsión. Es suficiente el
simple enseñar, mostrar o blandir en gesto intimidante determinado objeto. No
debemos soslayar que el uso del arma puede ser tanto para ejercer violencia sobre
la víctima como para amenazada, pues ambos mecanismos configuran el delito en
análisis. El uso de un arma, en cualquiera de estos mecanismos configura la
agravante. No cabe duda que su uso para violentar o amenazar tiene mayor poder
de convicción para vencer y reducir a la víctima que la simple violencia o amenaza.
5.6. Agravantes por el resultado
a. Se causa lesiones leves a la víctima
La agravante aparece cuando el agente con ocasión del secuestro extorsivo, ya sea
con la finalidad de vencer la resistencia natural de la víctima o para lograr su
finalidad, produce en el agraviado lesiones leves. Se entiende que las lesiones,
paras ser catalogadas como tales, deben ser de la magnitud que establece en forma
clara el artículo 122 del Código Penal.
Esta agravante, sin duda, es criticable debido que no reviste mayor relevancia
(1592) ni magnitud como las demás circunstancias. Por ello la pena en esta
agravante será no menor de 30 años; en cambio, si las lesiones producidas en el
agraviado son graves, el responsable será sancionado con cadena perpetua.

b. Si el rehén sufre lesiones graves durante o a consecuencia del delito


Establecido en el inciso 3 del último párrafo del artÍCulo 200 del Código Penal Se
configura cuando, a consecuencia del delito de extorsión, se ocasiona perjuicio a la
integridad física o mental del rehén. Se entiende por lesiones graves a aquellas que
tienen la magnitud de los supuestos establecidos en el artículo 121 del Código
Penal; si por el contrario, las lesiones producidas al rehén son de la magnitud de los
supuestos del artículo 122, la agravante no se configura.

De la forma como aparece redactada la agravante, se entiende que las lesiones


producidas en la integridad física o mental del rehén pueden ser a título de dolo o de
culpa; esto es, el agente puede causadas directamente con la finalidad, por ejemplo,
de conseguir de forma más inmediata la ventaja indebida que busca con su
accionar, o, en su caso, las lesiones pueden ocasionarse debido a una falta de
cuidado o negligencia del agente al momento del secuestro, o cuando se está al
cuidado del rehén en tanto se consigue la ventaja que motiva el accionar delictivo.

Con CarCÍa Cavero (1593) sostenemos que la no mención de la previsibilidad del


resultado en la agravante en hermenéutica, de modo alguno, significa la utilización
de un sistema de responsabilidad objetiva, sino por el contrario, las lesiones graves
a la integridad fisica o mental del rehén deben ser, cuando menos, previstas como
resultado posible.

c. Si el rehén fallece a consecuencia del delito

Aparece regulada en el inciso 3 del último párrafo del numeral 200 del Código Penal
Se configura cuando la víctima del secuestro fallece o muere a consecuencia de la
conducta desarrollada por el agente en busca de una ventaja indebida.
La muerte del rehén puede producirse a título de dolo o de culpa. Es decir, el agente
dolosamente puede provocar la muerte de la víctima, por ejemplo cuando el obligado
se resiste a entregar la ventaja que los autores del hecho exigen o, en su caso, pese
a que logran su objetivo de obtener la ventaja perseguida con su conducta,
ocasionan la muerte del rehén con la finalidad de no ser identificados
posteriormente. Así mismo, la muerte del rehén puede producirse por un actuar
negligente del autor al momento del secuestro o, en su caso, cuando está al cuidado
del rehén en tanto el obligado hace entrega de la ventaja indebida que se le exige.
Un ejemplo que grafica este último supuesto lo constituye el hecho que los agentes
dejan encerrado por varios días a su víctima en una habitación donde existe una
soguilla de yute, la cual es aprovechada por el rehén para ahorcarse en su
desesperación que le produce el encierro.
Igual que en la hipótesis anterior, el no hacerse mención de la previsibilidad del
resultado letal no significa la utilización de un sistema de responsabilidad objetiva,
pues de todas maneras se exige que la muerte del rehén sea, cuando menos,
prevista como resultado posible por el agente.
Las dos últimas modalidades agravadas del delito de extorsión, también son
sancionadas con la inconstitucional pena de cadena perpetua por disposición de la
Ley Nº 28760, de junio de 2006.

6. ANTIJURIDICIDAD

La conducta típica objetiva y subjetivamente de extorsión será antijurídica siempre y


cuando no concurra alguna causa de justificación regulada en el artículo 20 del
Código Penal.

Incluso, del mismo contenido del tipo penal se advierte que, para estar ante una
conducta de extorsión antijurídica, la ventaja exigida por el agente deberá ser
indebida; esto es, el agente no tendrá derecho legítimo para exigirlo. Caso contrario,
si se verifica que el agente tuvo derecho a esa ventaja que, por ejemplo, el obligado
se resistía a entregar, quizá estaremos ante una conducta típica de extorsión pero
no antijurídica.
En el ejemplo propuesto no aparecerá el delito de extorsión pero ello no significa que
el actuar violento o amenazante sea impune, pues el agente será sancionado de
acuerdo al artículo 417 del Código Penal, que regula la conducta punible conocida
como "hacerse justicia por propia mano". En el caso que el agente haya privado de
la libertad ambulatoria a una persona para exigir se le otorgue la ventaja que, de
acuerdo a ley, le corresponde, su conducta será atípica para el delito de extorsión,
pero será sancionado, de ser el caso, por el delito de secuestro previsto en el
artículo 152 del Código Penal.

7. CULPABILIDAD

Una vez verificado que en la conducta típica de extorsión no concurre alguna causa
de justificación, corresponderá al operador jurídico verificar si el agente es
imputable, si al momento de cometer el delito pudo actuar de diferente manera,
evitando de ese modo la comisión del delito y si, al momento de actuar conocía la
antijuridicidad de su conducta. Si la respuesta es positiva a todas estas
interrogantes, sin duda se atribuirá aquella conducta al o a los agentes.
En caso que se verifique que el agente no conocía o no pudo conocer que su
conducta era antijurídica, es decir, contraria a derecho, al concurrir por ejemplo un
error de prohibición, la conducta típica y antijurídica de extorsión no será atribuible al
agente.

8. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito de extorsión en su nivel básico así como en su nivel agravado, se constituye


en hecho punible complejo y de resultado. En tal sentido, nada se opone que el
desarrollo de la conducta se quede en grado de tentativa.
Es lugar común en la doctrina peruana (1594) sostener que el delito se consuma o
perfecciona en el momento que se materializa la entrega por parte de la víctima de
la ventaja exigida por el agente. Hay consumación cuando la víctima se desprende
de su patrimonio u otorga cualquier otra ventaja a los actores, independientemente
que estos entren en posesión de la ventaja o la disfruten. En otros términos, el delito
se consuma cuando la víctima otorga la ventaja obligada por el constreñimiento de
los medios empleados, sin importar o no ser necesario que aquella ventaja llegue a
manos del o de los agentes. Nuestra Suprema Corte por la ejecutoria del 26 de
mayo de 1999, sostiene que "para que se consume el delito de extorsión, es
necesario que el o los agraviados hayan cumplido con todo o parte de la ventaja
económica indebida, esto es, que el sujeto pasivo haya sufrido detrimento en su
patrimonio" (1595); en tanto que por Ejecutoria Suprema del 24 de enero de 2000,
indica en forma pedagógica que el delito "se consuma cuando el sujeto pasivo
cumple con entregar el beneficio económico indebidamente solicitado, bastando su
desprendimiento" (1596). Por lo demás, si llega a verificarse que el o los agentes
han recibido la ventaja solicitada o incluso, dispuesto de lo recibido ilegalmente,
estaremos ante un delito de extorsión agotado.
Si el desarrollo de la conducta se quiebra o corta antes que la víctima directa o un
tercero haga entrega de la ventaja indebida exigida por el o los agentes, estaremos
ante una tentativa mas no ante una conducta de extorsión consumada. Como
ejemplo tenemos el hecho real que da cuenta la Ejecutoria Suprema del 22 de
noviembre de 2000, donde se expresa que "el encausado, a través de una nota
amenazadora con alusión a una agrupación subversiva, requirió a los agraviados
una suma de dinero, conforme es de verse en el manuscrito; que el resultado ilícito
no tuvo lugar porque los agraviados se resistieron al pago, configurándose entonces
el delito de extorsión en grado de tentativa, conforme a los artículos 16 y 200 del
Código Penal" (1597). En igual sentido se ha pronunciado la Sala Permanente en la
ejecutoria del 7 de mayo de 2004, al considerar que "este delito quedó en grado de
tentativa, dado que la víctima no se desprendió de su patrimonio al no haber siquiera
culminado las exigencias dinerarias" (1598). Sin embargo, en seguida y solo con el
afán evidente de confundir a la Corte Suprema en la misma ejecutoria concluye:
"siendo de aclarar que este delito no requiere, como en alguna ocasión se ha
sostenido, que la víctima cumpla con entregar el dinero solicitado". En verdad, no
podemos intuir en forma positiva qué mensaje pretendió dejar establecido la Corte
Suprema.

9. COAUTORÍA

Se consideran coautores a todos aquellos sujetos que forman parte en la ejecución


del hecho punible, en codo minio del hecho (dominio funcional del hecho). El artículo
23 del Código Penal se refiere a la coautoría con la frase "los que lo cometen
conjuntamente".

La coautoría exige la presencia de dos condiciones o requisitos: decisión común y


realización de la conducta prohibida en común (división de trabajo o roles). Los
sujetos deben tener la decisión común de realizar el hecho punible y, sobre la base
de tal decisión, contribuir con un aporte objetivo y signifi~ativo en su comisión o
realización. El aporte objetivo se encuentra en una relación de interdependencia
funcional, asentada sobre el principio de la división del trabajo, es decir, que cada
coautor complementa con su parte en el hecho las de los demás en la totalidad del
delito, formándose un todo unitario atribuible a cada uno de ellos (1599).
El derecho vivo y actuante se ha pronunciado al respecto en el delito de extorsión.
En afecto, en la Ejecutoria Suprema del 7 de mayo de 2004, la Sala Penal
Permanente ha fundamentado que "en estas condiciones, todos los imputados
tienen la calidad de coautores, pues el conjunto de su actuación denota que
planificaron y acordaron su comisión distribuyéndose los aportes en base al principio
de reparto funcional de roles, sea en los preparativos y en la orgánización del delito,
en el acto de secuestración, en la retención del menor como rehén, y en el pedido de
rescate, lo que significa que todos tuvieron un dominio sobre la realización del hecho
descrito en el tipo penal; que así las cosas, se concretó, de un lado, una coautoría
ejecutiva parcial pues se produjo un reparto de tareas ejecutivas, y de otro lado,
como en el caso de Bardales Caballero, se produjo una coautoría no ejecutiva, pues
merced al reparto de papeles entre todos los intervinientes en la realización del
delito, este último no estuvo presente en el momento de su ejecución, pero desde
luego le corresponde un papel decisivo en la ideación y organización del delito, en la
determinación de su planificación y en la información para concretar y configurar el
rescate" (1600).

Con la modificatoria que se ha producido con el Decreto Legislativo Nº 982, de julio


de 2007, de verificarse la coautoría en el delito de extorsión, los responsables serán
sancionados a título de extorsión agravada toda vez que su conducta se subsume
en el supuesto agravante previsto en el inciso "a" del quinto párrafo del artículo 200
del Código Penal.

10. PARTICIPACIÓN
Lo expuesto de ningún modo deja sin aplicación las reglas de la participación
previstas en el artículo 25 del Código Penal. Se entiende por participación la
cooperación o contribución dolosa a otro en la realización de un hecho punible. El
cómplice o partícipe se limita a favorecer en la realización de un. hecho ajeno,
mientras que los partícipes no tienen el dominio del hecho, ello lo diferencia
totalmente de las categorías de autoría y coautoría. Según el grado de contribución
del cómplice, la participación se divide en dos clases:
Primero, la complicidad primaria que se configura cuando la contribución del
partícipe es necesaria o imprescindible, es decir, cuando sin ella no se hubiera
realizado el hecho punible. Como ya hemos señalado, si el cómplice ha entregado
información relevante o ha proporcionado medios para la comisión de la extorsión,
según los supuestos regulados en el segundo párrafo del artículo 200, estaremos
ante una complicidad primaría. También estaremos ante un supuesto de complicidad
primaria cuando por ejemplo, el partícipe conduce a la víctima con engaños a un
paraje solitario en donde esperan otros que la tomarán como rehén para solicitar se
les entregue una ventaja indebida. Aquí sin la intervención de aquel, no hubiese sido
posible la re tensión del rehén y por tanto los agentes no hubiesen logrado su
objetivo de obtener una ventaja indebida, pues la víctima no hubiese llegado al lugar
de los hechos.
Segundo, la complicidad secundaria se configura cuando la contribución del
partícipe es de naturaleza no necesaria o prescindible, es decir, se produce cuando
sin contar con tal contribución el hecho delictivo se hubiera producido de todas
maneras. Este supuesto de complicidad se configura cuando por ejemplo, el
partícipe solo se limita a vigilar para que otro sin contratiempos, retenga a la víctima.
Aquí la participación es prescindible, pues incluso sin aquel se hubiese consumado
el delito. Igual sucede en el supuesto en el cual una persona simplemente por
encargo del agente, se limita a recoger el rescate del lugar donde previamente se
acordó.
Otra forma de participación es la instigación prevista en el artículo 24 del Código
Penal. Se configura la instigación cuando una persona dolosamente, determina a
otra a cometer un hecho punible. Esto es, se presenta cuando una persona influye,
persuade, paga o utiliza cualquier medio para determinar que una tercera persona
extorsione a la víctima. Es decir, el instigador es quien se limita a provocar en el
autor la resolución delictiva sin tener el dominio del hecho, circunstancia que lo
distingue del coautor.

11. DIFERENCIA SUSTANCIAL ENTRE SECUESTRO Y SECUESTRO


EXTORSIVO

Un pronunciamiento de la Corte Suprema, sirve para graficar de forma puntual una


diferencia sustancial entre el delito de secuestro y secuestro extorsivo que aún no
tienen claro ciertos operadores del sistema judicial. En efecto, en la ejecutoria del 7
de mayo de 2004 (1601), se sostiene que "el delito perpetrado es el de extorsión, en
su modalidad de secuestro extorsivo, y no es de secuestro, toda vez que se mantuvo
como rehén al menor hijo de la agraviada a fin de obligarla a otorgar un rescate; esto
es, una ventaja económica indebida para liberar al retenido, de suene que el sujeto
pasivo del delito es el titular del patrimonio atacado, el secuestrado es el sujeto
pasivo de la acción que precisamente es la finalidad perseguida por el sujeto activo,
lo que distingue secuestros de la extorsión en la modalidad de secuestro extorsivo,
pues en este segundo supuesto la privación de libertad es un medio para la
exigencia de una ventaja económica indebida, de un rescate, que es un caso
especial de un propósito lucrativo genérico, lo que está ausente en el secuestro".

12. EL DELITO DE EXTORSIÓN ESPECIAL

El legislador autor del Decreto Legislativo Nº 982, dejulio de 2007, ha criminalizado


la conducta que denomino "extorsión especial" por la cual la mayoría de ciudadanos
estamos propensos ha cometerlo, toda vez que si los gobernantes no cumplen con
sus promesas o si las instituciones públicas no cumplen sus objetivos propuestos en
beneficio del bien común, es natural que los ciudadanos salgan a las calles a
protestar y exigir el cumplimiento de lo prometido por los gobernantes o exigir que se
cumplan los objetivos propuestos por las instituciones públicas quienes, dicho sea
de paso, se deben a los usuarios.
Exigir que el gobernante cumpla sus promesas es un derecho que franquea el
sistema democrático de derecho, sistema político recogido en nuestra vigente
Constitución Política del Estado. Lo contrario es de un gobierno autoritario.
En efecto, se configura el delito de extorsión especial, previsto en el tercer párrafo
del artículo 200 del Código Penal, cuando el o los agentes, mediante violencia o
amenaza, toman locales, obstaculizan vías de comunicación, impiden el libre tránsito
de la ciudadanía o perturban el normal funcionamiento de los servicios públicos o la
ejecución de obras legalmente autorizadas, con el objeto de obtener de las
autoridades cualquier beneficio o ventaja económica indebida u otra ventaja de
cualquier otra índole.
Primero, para que se configure el delito será necesario determinar si la exigencia de
algún beneficio o ventaja económica es indebida. ¿Y quién se encargará de señalar
si las exigencias son debidas o indebidas? Aquí el parámetro no es sólido y lesiona
el principio penal de legalidad. No hay lex certa. De la estructura del tipo penal se
advierte que se trata de un tipo penal abierto. Ello genera que todos los reclamos de
los protestantes sean debidos y por tanto legítimos, en tanto que para los
representantes del gobierno o de las instituciones públicas, las exigencias de los
protestantes serán indebidas y por tanto ilegítimas.
Segundo, la parte final del tercer párrafo del artículo 200 del Código Penal, no
responde al menor análisis y rompe todos los parámetros de un derecho penal
mínimo y garantista, pues como, cajón de sastre, se prevé que igual se configura el
delito si la acción del agente tiene por objeto obtener de las autoridades "otra ventaja
de cualquier otra índole". Con esta forma de legislar se concluye que si la exigencia
de los protestantes es debida y por tanto legítima, igual se configura el delito.
Demás está decir con el profesor Caro Coria (1602), que es criticable la
equiparación de la extorsión con el despliegue de manifestaciones sociales como la
toma de locales, obstaculización de vías de comunicación, etc., supuestos ya
tipificados en el Código Penal como delitos de coacción, daños, contra la seguridad
pública, etc.
El supuesto delictivo que consideramos solo responde a una política criminal del
Derecho penal del enemigo por tanto coyuntural, esto no merece mayor comentario
y de lege ferenda debe suprimirse por ser, a todas luces, inconsti tucional.

13. EL DELITO DE EXTORSIÓN DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS

Otro desatino del legislador del Decreto Legislativo Nº 982, de julio de 2007, lo
constituye la introducción del cuarto párrafo del artículo 200 del Código Penal
(16OS). En efecto, allí se prevé que si el funcionario público con poder de decisión o
el que desempeñe cargo de confianza o de dirección que, contraviniendo lo
establecido en el artículo 42 de la Constitución Política del Perú, participe en una
huelga con el objeto de obtener para sí o para terceros cualquier beneficio o ventaja
económica indebida u otra ventaja de cualquier otra Índole, será sancionado con
inhabilitación conforme a los incisos 1 y 2 del artículo 36 del Código Penal.

14. PENALIDAD

Si el caso está tipificado en el tipo básico del artículo 200, el agente será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de diez ni mayor de quince años.
La misma pena se aplicará al que, con la finalidad de contribuir a la comisión del
delito de extorsión, suministra información que haya conocido por razón o con
ocasión de sus funciones, cargo u oficio o proporciona deliberadamente los medios
para la perpetración del delito.
En caso que los hechos se tipifiquen como extorsión especial, el agente será
sancionado con pena privativa de libertad no menor de 5 ni mayor de 10 años.
Si el agente es funcionario público con impedimento, por el artÍCulo 42 de la
Constitución Política del Perú, será sancionado con inhabilitación conforme a los
incisos 1 y 2 del artículo 36 del Código Penal.
La pena será no menor de 15 ni mayor de 25 años si la violencia o amenaza es
cometida a mano armada, participan dos o más personas o el agente actúa
valiéndose de menores de edad.
Si el agente para lograr su objetivo mantiene de rehén a una persona, la pena será
no menor de 20 ni mayor de 30 años.
Si se configura las agravantes previstas en el sétimo párrafo, el agente será
merecedor de una pena privativa de libertad no menor de 30 años.
Finalmente, de verificarse las agravantes del último párrafo del artículo 200, la pena
será de cadena perpetua.
En lo que respeta a la cadena perpetua, véase lo dicho sobre esta inconstitucional
pena en el delito de secuestro (Vide Supra, pp. 462-463).

Subcapítulo 2

Chantaje

1. TIPO PENAL

Las conductas que en conjunto reciben el nomen iuris de chantaje tienen su origen,
según la doctrina, en Inglaterra, país que en 1861 dictó un BiUdonde se previó el
caso de quien mediante una amenaza escrita, hecha para inspirar al destinatario el
temor de verse acusado de un crimen, obtiene del extorsionado a valuable thing
(Roy FREYRE) (1604). En nuestr<;l patria, su antecedente más próximo es el
artículo 250 del Código Penal derogado. Actualmente, aquellas conductas aparecen
debidamente tipificadas en el artículo 201 del Código Penal en los términos
siguientes:
El que, haciendo saber a otro que se dispone a publicar, denunciar o revelar un
hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicarlo personalmente o a un tercero
con quien esté estrechamente vinculado, trata de determinarlo o lo determina a
comprar su silencio, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres
ni mayor de seis años y con ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

El delito de chantaje se configura o aparece cuando el sujeto activo dolosamente


trata de determinar o determina al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole
saber que se dispone a publicar, denunciar o revelar un hecho o conducta cuya
divulgación puede perjudicar a él o a un tercero con quien está estrechamente
vinculado.
Roy Freyre (1605), comentando el artículo 250 del Código de 1924, define al
chantaje como el acto de intimidar a una persona haciéndole saber que está
dispuesto a divulgar una hecho susceptible de causar perjuicio a ella o a un tercero
con quien se encuentra estrechamente vinculada, con el propósito de decidirle que
compre su silencio al precio de una indebida concesión patrimonial; en tanto que
Peña Cabrera (1606) analizando el actuar Código Penal sostenía que el chantaje
materialmente reside en hacer saber a otro que se dispone a publicar, denunciar o
revelar un hecho o conducta cuya divulgación puede peIjudicarlo personalmente o a
un tercero con quien esté estrechamente vinculado, tratando de determinarlo o lo
determina a comprar su silencio al precio de un sacrificio pecuniario.
Con Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (1607), se advierte que el delito de
chantaje gira en torno a la intimidación de la que es objeto el sujeto pasivo, mediante
la amenaza de la divulgación de un hecho o conducta que pueda peIjudicar a él o a
un tercero con quien está estrechamente vinculado. Es decir, se le anuncia al sujeto
pasivo el propósito de causarle un mal, que en este caso está referido a la
publicación, denuncia o revelación de un hecho o conducta, si no hace un
desprendimiento patrimonial a favor del sujeto activo.
La amenaza de divulgar, denunciar o revelar un hecho o conducta que pueda
peljudicar a la víctima, trata de determinar o determina a esta a comprar el silencio
del agente. Esto es, el sujeto activo solicita la entrega de un precio a cambio de no
divulgar, denunciar o revelar un hecho o conducta perjudicial. Se entiende que si el
agente no recibe el beneficio patrimonial que ilegalmente solicita, se causará
peIjuicio a la víctima con el actuar del agente.
Según la redacción del tipo penal puede presentarse dos situaciones concretas: la
primera, ocurre cuando el agente con el anuncio de un mal futuro trata de determinar
al sujeto pasivo a comprar su silencio. Aquí el agente trata o intenta que la víctima
compre su silencio. No se exige que la víctima entregue el beneficio patrimonial
solicitado. Basta que el agente anuncie que se dispone a publicar, denunciar o
revelar un hecho o conducta en peIjuicio de la víctima si esta no le hace entrega de
un beneficio patrimonial para estar ante un delito de chantaje consumado. Yla
segunda situación ocurre cuando efectivamente el agente determina o logra que la
víctima le entregue un beneficio patrimonial indebido a cambio que no publique,
denuncie o revele un hecho o conducta peIjudicial. La diferencia entre una y otra es
evidente. En la primera el agente solo intenta o pretende que la víctima compre su
silencio; en cambio, en la segunda el agente logra en forma efectiva que la víctima
compre su silencio desprendiéndose de su patrimonio.
El anuncio de un mal futuro, o simplemente la amenaza que hace el agente a su
víctima se traduce en los verbos rectores del tipo como el publicar, denunciar o
revelar un hecho o conducta peIjudicial. Antes de entrar a explicar el contenido de
aquellos verbos, nos parece trascendente dejar establecido que la amenaza como
medio para lograr que la víctima compre el silencio del agente, requiere las
condiciones generales de toda amenaza; es decir, la víctima debe creer que existe la
firme posibilidad que se haga efectivo el mal que encierra la amenaza. El sujeto
pasivo debe creer que con la entrega de lo exigido por el agente, se evitará el
peIjuicio que se anuncia. Ello puede ser quimérico, pero lo importante es que la
víctima lo crea. La entrega del patrimonio debe ser producto de la voluntad
coaccionada del sujeto pasivo. El contenido de la amenaza lo constituye el anuncio
de un mal; es decir, el anuncio de publicar, denunciar o revelar un hecho o conducta
peIjudicial o desfavorable al sujeto pasivo.
Publicar es el acto de difundir por cualquier medio escrito u oral, un hecho o
conducta que puede peIjudicar a la víctima o a un tercero estrechamente vinculado a
ella. En cambio, denunciar significa que el sujeto activo se dispone a poner en
conocimiento de la autoridad policial,judicial o fiscal un hecho o conducta peIjudicial
para la víctima o un tercero vinculado a aquella. Finalmente, por revelar se entiende
que el actor se dispone a poner al descubierto o de manifiesto un hecho o conducta
ignorado por los demás que de saberse puede causar peIjuicio a la víctima o a un
tercero estrechamente vinculado a esta.
El hecho o conducta que su publicación, denuncia o revelación pueda causar
peIjuicio a la víctima, es posible que sea verdadero o falso. La verdad o falsedad del
hecho o conducta es indiferente para configurar el chantaje. Basta que origine el
temor en la víctima de ser peIjudicado y a consecuencia de tal temor, se pretenda o
se compre el silencio del agente para estar ante el delito de chantaje. En tal sentido,
Francois Clerc citado por Peña Cabrera (1608) afirma: poco importa que el hecho
preciso sea verdadero o falso; yo soy igualmente culpable si amenazo a una
persona con revelar una sentencia condenatoria que efectivamente ha sucedido o
que jamás se ha pronunciado condena alguna.
Hecho es todo acontecimiento ocurrido en la realidad que al sujeto pasivo le interesa
tener en secreto. El chantaje utilizando un hecho sería el caso que ocurre cuando el
agente al haber descubierto que su víctima es hijo adoptivo, le solicita un beneficio
patrimonial a cambio de no publicar o revelar tal situación o también cuando
sabiendo el agente que el hijo de su víctima es adoptado, solicita dinero a cambio de
no revelar tal circunstancia.
En tanto que conducta es toda cualidad o una forma de comportarse dentro de la
comunidad que al sujeto pasivo le interesa mantener en reserva o secreto. Ocurre,
por ejemplo cuando el agente descubre que su víctima tiene preferencias
homosexuales y amenaza con publicarlo, o cuando, el agente sabe que la víctima ha
sido sentenciada por el delito de estafa y le amenaza con publicarlo o revelarlo si no
le hace entrega de determinada cantidad de dinero.

De lo expuesto y de la forma como aparece redactado el tipo penal, el hecho punible


de chantaje puede materializarse o concretarse en la realidad judicial mediante
diversas conductas que por si solas configuran el delito. Así tenemos:
a. El delito de chantaje se configura o aparece cuando el sujeto activo
dolosamente trata de determinar al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole
saber que se dispone a publicar un hecho o conducta cuya divulgación puede
perjudicado personalmente.
b. El chantaje aparece cuando el sujeto activo dolosamente trata de determinar
al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a publicar
un hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicar a un tercero con quien está
estrechamente vinculado.
c. El chantaje se configura cuando el sujeto activo dolosamente trata de
determinar al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone
denunciar ante las autoridades un hecho o conducta cuya divulgación puede
perjudicado personalmente.
d. El chantaje aparece cuando el sujeto activo dolosamente trata de determinar
al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a denunciar
un hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicar a un tercero con quien está
estrechamente vinculado.
e. El chantaje se configura cuando el sujeto activo dolosamente trata de
determinar al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a
revelar un hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicado personalmente.
f. El delito de chantaje aparece cuando el sujeto activo dolosamente trata de
determinar al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a
revelar un hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicar a un tercero con
quien está estrechamente vinculado.
g. El chantaje se configura cuando el sujeto activo dolosamente determina al
sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a publicar un
hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicarlo personalmente.
h. El chantaje aparece cuando el sujeto activo dolosamente determina al sujeto
pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a publicar un hecho o
conducta cuya divulgación puede perjudicar a un tercero con quien está
estrechamente vinculado.
l. El delito de chantaje se configura cuando el sujeto activo dolosamente
determina al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a
denunciar un hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicarlo personalmente.
J. El chantaje se configura cuando el sujeto activo dolosamente determina al
sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a denunciar un
hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicar a un tercero con quien está
estrechamente vinculado.
k. El chantaje aparece cuando el sujeto activo dolosamente determina al sujeto
pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que se dispone a revelar un hecho o
conducta cuya divulgación puede perjudicarlo personalmente.
1. El delito de chantaje se configura o aparece cuando el sujeto activo
dolosamente determina al sujeto pasivo a comprar su silencio, haciéndole saber que
se dispone a revelar un hecho o conducta cuya divulgación puede perjudicar a un
tercero con quien está estrechamente vinculado.
Finalmente, en cuanto a la tipicidad objetiva del delito de chantaje, el operador
jurídico penal deberá verificar si el actuar del agente está motivado o guiado a
obligar al sujeto pasivo a comprar su silencio; es decir, es necesario que el agente
tenga la intención de sacar un provecho patrimonial con su conducta. Al hablar el
tipo penal de "comprar su silencio" de la víctima, se entiende que esta debe pagar un
precio ya sea en dinero o en especies al agente a fin de evitar la publicación,
denuncia o revelación de un hecho o conducta perjudicial. Si la intención o leit motiv
del sujeto activo no es la de obligar que la víctima compre su silencio sino otra
diferente, la figura penal de chantaje no aparece.

2.1. Bien jurídico protegido

De la ubicación dentro del Código Penal y del contenido del tipo penal 201, se
advierte que el bien juridico protegido lo constituye el patrimonio. Sin embargo, en
segundo término, también se pretende proteger la libertad individual de las
personas, bien juridico que de verificarse la conducta del chantaje se verá lesionada
debido que la víctima se ve coaccionada mediante la amenaza o anuncio de un mal
futuro a desprenderse de parte de su patrimonio para comprar el silencio del agente.

2.2. Sujeto activo

Sujeto activo, agente o actor puede ser cualquier persona imputable; el tipo penal no
exige alguna cualidad, calidad o condición especial.
2.3. Sujeto pasivo
Víctima, sujeto pasivo o persona contra la que está dirigida la conducta del agente
para obligarle a comprar su silencio, también puede ser cualquier persona fisica. El
tipo penal no exige alguna cualidad especial.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la redacción del tipo penal en hermenéutica jurídica se desprende que el delito


de chantaje es netamente doloso, no cabe la comisión culposa o imprudente. Esto
es, el agente actúa con conocimiento y voluntad de hacer saber a su VÍctima que se
dispone a publicar, denunciar o revelar un hecho o conducta peIjudicial para esta o
un tercero estrechamente vinculada con ella, con el propósito específico de
determinarlo a comprar su silencio a cambio de una prestación patrimonial indebida.
Roy Freyre (1609), comentando el código derogado enseña que el dolo en el delito
de chantaje consiste tanto en la conciencia de que se hace saber a otro que se está
dispuesto a hacer la divulgación de un hecho potencialmente peIjudicial, como
también en la voluntad de decidir al agraviado a que le compre su silencio.
Aparte del dolo, también se exige un elemento subjetivo adicional denominado
"ánimo de lucro", es decir, la intención de obtener un beneficio patrimonial que
motiva o impulsa el accionar del agente. Si en la conducta desarrollada no hay
intención de obtener un beneficio patrimonial, el delito no se configura por falta de
tipicidad subjetiva.

4. ANTIJURIDICIDAD

La conducta típica etiquetada como chantaje será antijurídica siempre y cuando no


concurra alguna de las causas de justificación previstas en el artículo 20 del Código
Penal. Si se verifica la concurrencia de alguna de ellas como puede ser el
consentimiento de la víctima o un estado de necesidad justificante, la conducta será
típica pero no antijurídica.

5. CULPABILIDAD

La conducta típica y antijurídica de chantaje será atribuible personalmente a su


autor, siempre que este sea imputable, es decir, mayor de 18 años de edad y no
sufra de alteración mental que le haga inimputable; que al momento de actuar haya
tenido la posibilidad de actuar de acuerdo a ley y no cometer el chantaje y
finalmente, se verificará si el agente al momento de actuar conocía que su accionar
era antijurídico.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN
La figura delictiva del chantaje se perfecciona o consuma con el solo anuncio del
agente que se dispone a publicar, denunciar un hecho o conducta peIjudicial si la
víctima no le compra su silencio. La frase "trata de determinarlo" sustenta el
argumento expuesto. Aquella frase orienta al operador jurídico en tal sentido. Basta
que el agente intente o trata de hacer que la víctima le compre su silencio para estar
frente al chantaje consumado. Para la consumación no interesa que la víctima se
desprenda de su patrimonio ni que el agente reciba el beneficio patrimonial indebido.
Es suficiente que se anuncie la divulgación de un hecho o conducta peIjudicial.
Siendo así,jurídico-penalmente no es posible que se presente la figura de la tentativa
en el delito de chantaje.
En el mismo sentido Roy Freyre (1610) enseña que no es necesario, para la plena
co'nfiguración delictiva, que el agraviado por temor a las consecuencias
peIjudiciales, haya pagado el precio del silencio referido en el texto comentado. En
verdad, ni siquiera es indispensable que el sujeto pasivo se haya sentido constreñido
a tomar la decisión de comprar el silencio. Basta para el perfeccionamiento, según
nuestra ley, con que el actor tratare de determinar a que su mutismo le fuera
comprado por la víctima, sea que lo consiga o no. En forma parecida Bramont-Arias
Torres/García Cantizano (1611).

7. PENALIDAD

El agente del delito de chantaje será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de tres ni mayor de seis años y unido a ella, será merecedor a la pena
limitativa de derechos consistente en ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco
días multa.

CAPíTULO VIII

USURPACiÓN
SUMARIO: Subcapítulo 1: Tipo básico. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien
jurídico protegido. 2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Modalidades de
usurpación. 3.1. El inciso primero del artículo 202 del C.P. 3.2. El inciso segundo del
artículo 202 del C.P. 3.3. El inciso tercero del artículo 202 del C.P. 4. Tipicidad
subjetiva. 5. Antijuridicidad. 6. Culpabilidad. 7. Tentativa. 8. Consumación. 9. La
usurpación: delito instantáneo o permanente. 10. Penalidad. Sub capítulo 2:
Usurpación de aguas. 1 Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido.
2.2. Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5.
Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad. Subcapítulo 3 producción o
venta de productos dañinos para consumo de animales. l. Tipo penal. 2. Tipicidad
objetiva. 2.1. Producir alimentos, preservantes, aditivos y mezclas falsificados. 2.2.
Producir alimentos, preservantes, aditivos y mezclas corrompidos. 2.3. Producir
alimentos, preservantes, aditivos y mezclas dañados. 2.4. Vender alimentos,
preservantes, aditivos y mezclas falsificadas. 2.5. Vender alimentos, preservantes,
aditivos y mezclas corrompidos. 2.6. Vender alimentos, preservantes, aditivos y
mezclas dañados. 2.7. Bien jurídico protegido. 2.8. Sujeto activo. 2.9. Sujeto pasivo.
3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación.
7. Penalidad.

Subcapítulo 1

Tipo básico

l. TIPO PENAL

El delito de usurpación tiene sú antecedente legislativo en el artículo 257 del Código


Penal de 1924. La autonomía de la figura delictiva encuentra su explicación en la
naturaleza misma de los bienes sobre los cuales recae la acción del o los agentes;
es decir, sobre los bienes inmuebles. Es técnicamente inapropiado y materialmente
imposible hablar de "sustracción de un inmueble". El derecho penal a creado la
figura de la usurpación que se configura cuando el agente haciendo uso de la
violencia, amenaza, engaño o abuso de confianza despoja, destruye linderos o turba
la posesión pacífica que tiene su víctima sobre un bien inmueble.
En nuestra normativa jurídica, las conductas que reunidas conforman el hecho
punible denominado "usurpación", aparece redactado en el artículo 202 del Código
Penal del modo que sigue:
Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres
años:
1. El que, para apropiarse de todo o parte de un inmueble destruye o altera los
linderos del mismo.
2. El que, por violencia, amenaza, engaño o abuso de confianza, despoja a otro,
total o parcialmente, de la posesión o tenencia de un inmueble o del ejercicio de un
derecho real.
3. El que, con violencia o amenaza, turba la posesión de un inmueble.

4. TIPICIDAD OBJETIVA

En primer término, la principal diferencia entre el delito de usurpación con las demás
figuras delictivas que atacan también el patrimonio conformado por los bienes con
valoración económica de las personas, radica en que la usurpación ataca la
posesión o propiedad sobre los bienes de naturaleza inmueble. Es decir, solo
aquellos bienes que tienen la calidad de inmuebles son susceptibles de ser
usurpados. Jurídicamente es imposible usurpar un bien mueble.

Al explicar el delito del hurto hemos dejado establecido que recurriendo al


diccionario de la real Academia de la lengua castellana, encontramos que bien es
toda cosa útil y beneficiosa que atrae nuestra voluntad. Son términos sinónimos
"beneficio, riqueza, don, valor, hacienda, caudal, recursos". En suma, se puede
concluir que "bien" indica cosas con existencia real y con valor patrimonial para las
personas.

Teniendo claro qué significa "bien", ahora corresponder determinar qué se entiende
por "bien inmueble", Todos hemos aprendido en el curso de "Derechos reales"
dictado en forma obligatoria en las Facultades de Derecho de las principales
Universidades del país, que la primera diferencia entre bienes muebles e inmuebles
radica en que los primeros son movibles o transportables de un lugar a otro por
excelencia en tanto que los segundos, no pueden ser objeto de transporte, son
inamovibles.

En tal sentido, bien inmueble constituirá todo bien con existencia real y con valor
patrimonial para las personas que no pueden ser transportados de un lugar a otro;
no son movibles. Pueden ser de naturaleza pública o privada.

En consecuencia, para nuestro derecho penal se utiliza el concepto de bien


inmueble en su acepción amplia a diferencia del derecho privado que de acuerdo al
Código Civil recoge la acepción restringida, pues no utiliza como base para
conceptuar bien inmueble al elemento "no transportabilidad o inamovilidad". Así por
ejemplo, en el inciso 4 del artículo 885 del C.C. se indica que las naves y aeronaves
son bienes inmuebles cuando bien sabemos que se tratan de bienes fácilmente
transportables. Sin embargo, como indica Fernando de Trazegnies Granda (1612),
tal clasificación no es arbitraria, responde a una racionalidad muy estricta, tanto
como la que informaba la distinción entre bienes mancipi y rec mancipi del derecho
romano. Si pensamos que la preocupación fundamental del legislador -continúa el
citado autor- a sido la seguridad de las transferencias y garantías, nada tiene de
extraño que las naves y aeronaves -aunque son transportables par excéllencrr- sean
tratadas igual que los predios porque son bienes que pueden ser dados en garantía
sin necesidad de una entrega física ya que, como pueden ser registrados y
considerados que no son fácilmente ocultables, resulta difícil que un deudor de mala
fe los haga desaparecer. Por consiguiente la clasificación efectuada es buena.

Así se ha pronunciado la doctrina nacional: la ley penal solo se refiere a aquellos


bienes que por su naturaleza o por accesión física, son considerados inmuebles; de
tal modo que será inmueble, a los fines de la usurpación, toda cosa que no sea
susceptible de transportarse de un lugar a otro, por estar efectivamente quieta, firme
y [tia en un determinado sitio (1613). Posición diferente asume el Vocal Supremo
Javier Villa Stein (1614), al sostener que se debe considerar bienes inmuebles los
que así los señala el derecho civil peruano.

2.1. Bien jurídico protegido


El interés fundamental que el Estado pretende proteger con la tipificación de los
comportamientos delictivos de usurpación lo constituye el patrimonio de las
personas, más específicamente el pacífico y tranquilo disfrute de un bien inmueble,
entendido como ausencia de perturbación en el ejercicio de la posesión o de
cualquier otro derecho real sobre el mismo, en este último caso, siempre implica que
la víctima está en posesión del inmueble.

Si no hay posesión o simple tenencia comprobada objetivamente no hay delito de


usurpación.
Para la jurisprudencia tal circunstancia aparece claro, así tenemos los si-
guientes precedentes jurisprudenciales:
''En el delito de usurpación, el bien jurídico protegido es la posesión, mas no la
propiedad, la cual debe dilucidarse en la vía correspondiente" (1615).
''El delito de usurpación no solo protege el dominio que se ejerce sobre el inmueble
sino propiamente el ejercicio de facultades que tiene su origen en derechos reales
que se ejercen sobre él, requiriendo además, de parte del sujeto activo una especial
intención de despojar al sujeto pasivo de la posesión del bien por alguno de los
modos señalados en la descripción típica del artículo 202 del Código Penal" (1616).

"Para la configuración del delito de usurpación se requiere que el sujeto agraviado


haya ejercido posesión del bien Y que al momento del evento haya sido despojado
por el agente infractor mediante el uso de la violencia, el engaño o el abuso de
confianza; que en el caso de autos no se han dado tales presupuestos y, por ende
tampoco ha ejercitado acto posesorio alguno sobre el inmueble submateria, a tenor
de su propia versión de la agraviada ya glosada, además se ha establecido durante
la secuela del proceso que los inculpados ingresaron al local comercial al haber sido
dejado abandonado y con el fin de salvaguardar sus bienes patrimoniales" (1617).
Sentencia que fue confirmada por la Sala Penal de la Corte Superior de Huaraz, por
resolución del 2 de diciembre de 1997 en los siguientes términos: "que el tipo exige
para su concreción como medios para el despojo el empleo de "violencia, amenaza,
engaño o abuso de confianza ': es así que está acreditado que al mes de julio de mil
novecientos noventa y seis, en que supuestamente se verificó la acción delictiva,
Clotilde Castillo Dueñas no detentaba la posesión física o tenencia del bien inmueble
submateria, por lo que no ha sido destinataria de los medios señalados por la ley,
para ser excluida o desplazada de posesión que no detentaba" (1618).

"es esta clase de delitos no importa la calidad de propietario que pueda tener el
agraviado toda vez. que el bien jurídico protegido es la situación de goce de un bien
inmueble y el ejercicio de un derecho real" (1619).
El derecho de propiedad también se protege con la figura delictiva de usurpación,
pero con la condición que aquel derecho real vaya acompañado o unido al derecho
de posesión. Esto es, el propietario debe estar a la vez, en posesión mediata o
inmediata sobre su inmueble. Si ello no es así, el simple derecho de propiedad no
aparece protegido con la tipificación del delito de usurpación, debiendo el
perjudicado recurrir a la vía extrapenal y hacer prevalecer su derecho.
2.2. Sujeto activo
Agente o sujeto activo de las conductas delictivas etiquetadas con el nomen iuris de
usurpación, puede ser cualquier persona, incluso el verdadero propietario del bien
inmueble en el supuesto que haya entregado la posesión de su inmueble a un
tercero y después haciendo uso de los medios típicos de usurpación despoja o
perturba el tranquilo disfrute de aquel tercero sobre el inmueble.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima o sujeto pasivo de la acción delictiva de usurpación puede ser cualquier


persona con la única condición que al momento de la ejecución del delito, esté
gozando de la posesión mediata o inmediata o tenencia del inmueble o en su caso,
gozando del ejercicio normal de un derecho real, lo cual implica necesariamente
posesión o tenencia sobre el inmueble. Es posible que sujeto pasivo pueda ser una
persona jurídica.

3. MODALIDADES DE USURPACIÓN

3.1. El inciso primero del artículo 202 del C.P.

Aquí se recoge dos conductas que se diferencian por los medios empleados por el
agente con la finalidad de adueñarse, apropiarse, quedarse o adjudicarse el total o
parte de un inmueble vecino. Si bien para alterar o destruir los linderos, el agente
puede hacer uso de la fuerza, esta no debe efectuarse contra las personas, caso
contrario, se configura el delito previsto en el inciso 2 del artículo 202 del C.P.:

a. Destruir los linderos de un inmueble para apropiarse de todo o parte


Esta hipótesis delictiva se configura cuando el agente con la firme intención de
apropiarse, adueñarse o adjudicarse del todo o parte de un inmueble, destruye sus
linderos. Esto es, el autor o actor con la finalidad de lograr su objetivo cual es
adjudicarse, apoderarse o quedarse con todo o parte de un inmueble, destruye,
aniquila, demuele, rompe o derriba la marcación o señal que sirve de lindero.

La figura delictiva es susceptible de ser cometida tan solo por el agente que tiene la
posesión de un inmueble vecino o colindante del inmueble invadido de la víctima. El
agente colindante con la intención de adueñarse del inmueble vecino destruye las
señales que conforman el lindero o límite del terreno.

Peña Cabrera (1620) citando a los argentinos Núñez, Soler y Fontán Balestra,
enseña que el sujeto activo requiere la calidad especial de vecino. Pareciera que la
ley contradice esta afirmación al consignar la frase "el que ... ", denotando
generalidad; sin embargo, no es así, porque en el caso específico, al referirse a
"linderos", lógicamente, se está dirigiendo a quienes de una u otra manera son
poseedores o tenedores de un inmueble, por consiguiente, vecinos o colindantes del
bien inmediato al suyo; de no ser así, quien destruye los signos exteriores de
limitación, sin contar con las facultades posesorias sobre el bien "favorecido", no
podrá apoderarse del todo o parte del bien usurpado, o lo que es lo mismo, no podrá
prolongar la posesión de un predio que no posee. Recordemos que la sola remoción
de signos exteriores, sin el ánimo de apropiarse, nos ubicaría frente al delito de
daños.

b. Alterar los linderos de un inmueble para apropiarse de todo o parte


Este comportamiento delictivo se configura cuando el agente o autor con la firme
intención de apropiarse, adueñarse o atribuirse el total o parte de un inmueble,
altera, cambia, modifica, desplaza o mueve de su lugar, las señales o marcas que le
sirven de lindero.
Igual que la conducta anterior, esta solo se realiza o perfecciona por un autor que
tiene un inmueble colindante con el de la víctima.

El lindero son las señales naturales o artificiales, pero siempre de carácter material,
cuya finalidad es servir de demarcación permanente a los límites de un predio.
Pueden ser: cercos de piedras o de adobes, alambrados, mojones, estacas, árboles,
etc. No interesa si estos objetos materiales están ubicados en forma continua o
discontinua, siempre que cumplan su objetivo demarcatorio (1621). Como la acción
del agente de destruir o alterar está dirigida al lindero o límite del inmueble, hay
quienes sostienen que el objeto material de aquellos delitos es el lindero; sin
embargo, la destrucción o alteración del lindero solo es un medio para atacar el
verdadero objeto material del delito cual es el inmueble vecino.
En suma, para estar ante el supuesto delictivo de destrucción o alteración de
linderos debe acreditarse en forma específica y concreta tales linderos, caso
contrario, si no hay instrumento idóneo que origine su deslinde, o la partición o
división o individualice los terrenos que corresponden tanto al sujeto activo como al
agraviado, el delito de usurpación no aparece, debiendo en su caso el perjudicado,
recurrir a la vía extrapenal a ventilar su mejor derecho (1622).

3.2. El inciso segundo del artículo 202 del C.P.

El inciso dos del artículo 202 del Código Penal regula una sola conducta por la
acción misma del agente, pero varias conductas que se diferencian por los medios
empleados por el agente para lograr su objetivo cual es, despojar a la víctima total o
parcialmente de la posesión o tenencia de un inmueble o del ejercicio de un derecho
real.

Antes de describir el modo de evidenciar las diferentes formas de despojar a otro del
todo o parte de la posesión o tenencia de un inmueble o del ejercicio de un derecho
real, consideramos necesario explicar que se entiende por despojo, posesión,
tenencia y ejercicio de un derecho real.

a. Despojar
Este término en la redacción del tipo penal tiene la condición de verbo rector de la
conducta punible. Se le entiende como la acción por la cual el agente despoja, quita,
arrebata, desposee o usurpa el inmueble o el ejercicio de un derecho real del sujeto
pasivo.

Nuestra doctrina entiende al despojo desde dos perspectivas. Una pone el acento en
la idea de desposesión y entiende por despojo todo arrebato a una persona de la
posesión, tenencia o ejercicio de un derecho real (162S); otro sector, vincula el
concepto al disfrute de un derecho, luego despojo significa la supresión o privación
del goce al titular de un bien inmueble (1624). Desde ambas conceptualizaciones, la
posesión ilícita resulta ser la consecuencia del despojo. De ello, podemos inferir que
la realización del despojo genera una situación de afectación del derecho de
posesión o del ejercicio de un derecho real sobre un inmueble que se mantiene en el
tiempo (1625).

El despojo puede concretizarse en la realidad ya sea que el autor o agente invada el


inmueble, se mantenga en el inmueble en contra de la voluntad del legítimo
poseedor o tenedor o ya sea, expulsando del inmueble al legítimo poseedor o
tenedor. El despojo puede ser sobre la totalidad del inmueble perteneciente al sujeto
pasivo o parte de él. Al referirse el tipo penal que el despojo puede ser de una parte
del inmueble, se entiende que habrá usurpación así se despoje a la víctima unos
cuantos centímetros de su inmueble. En el desempeño de nuestra labor como
representante del Ministerio Público he tenido oportunidad de ser testigo de
excepción de largos y voluminosos procesos, donde el objeto del delito instruido ha
sido un borde de un camino o un canal de regadío, es decir, unos pocos centímetros
de ancho y otros no muchos de largo. En este tipo de juicios es más costoso el
proceso que el valor mismo del inmueble usurpado.

"Lo que se persigue y sanciona en la comisión del delito de usurpación, no es la


propiedad, sino el despojo de la posesión en forma violenta o con la utilización del
engaño o la astucia o el que altera linderos o los destruye o también el que turbe la
posesión, presupuestos a que se refiere el artículo doscientos dos del Código Penal
vigente" (1626).

b. Posesión
Para entender lo que significa posesión para nuestro sistema jurídico no queda otra
alternativa que recurrir al artÍCulo 896 del Código Civil. Aquí se prevé que "la
posesión es el ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad".
Es decir, por la posesión las personas gozan de hecho de uno o más atributos
inherentes al derecho real de propiedad sobre un bien inmueble. Al poseedor
siempre se le presume propietario del bien en tanto no se le demuestre lo contrario
(artículo 912 del C.c.).
En otros términos, con el recordado Peña Cabrera (1627) podemos concluir que la
posesión viene a ser el despliegue de algunas de las facultades del derecho de
propiedad, en mérito al poder de hecho que se tiene sobre el inmueble, estándole
restringido solo la facultad de disposición que sí la tiene el propietario aun cuando se
le presuma como tal mientras no se le pruebe lo contrario.
Aquí, cabe reiterar el principio que el derecho penal constituye el último recurso
(última ratio) del que se vale el poder estatal para proteger ciertos bienes jurídicos
considerados condiciones fundamentales de la vida en sociedad. Esta protección,
sin embargo, no es in discriminada, es decir, un mismo bien jurídico no se protege
contra todas las conductas o formas de lesión, sino que, el sistema selecciona
ciertas conductas de ataque que estima especialmente peligrosas, tipíficándolas
como delito. Este es el caso de la posesión, la misma que no se protege penalmente
de todas las formas de conductas lesivas, si no tan solo de algunas de ellas. Así,
conforme al inciso 2 del artículo 202 del C.P. solo se protege la posesión cuando la
conducta que la lesiona o pone en peligro ocurre por violencia, amenaza, engaño o
abuso de confianza. De no concurrir alguno de estos elementos típicos, la protección
a la posesión debe buscarse en VÍa distinta a la penal.

La posesión puede ser inmediata o directa y me di ata o indirecta. Será inmediata


cuando el poseedor se encuentre en posesión directa del inmueble, en tanto que
será mediata cuando el poseedor no este en directa posesión del inmueble sino que
lo tenga al cuidado de un tercero (servidor de la posesión) u ocupando otro lugar,
constantemente realice actos de disposición sobre aquel. Ambos tipos de posesión
pueden ser afectados por el delito de usurpación.

El precedente jurisprudencial del 15 de diciembre de 1998, da cuenta de un caso


real por el cual se lesionó la posesión mediata de un inmueble: "que en el caso de
autos, ha quedado debidamente acredito que si bien la agraviada no domiciliaba en
el bien sublitis, si venía ejerciendo la posesión de dicho inmueble a través de actos
de disposición, constituido por todas las construcciones efectuadas en el mismo, por
orden suya, constatadas en la inspección ocular realizada por el juzgado... no
pudiendo alegar el encausado que desconocía este hecho, pues conforme es de
verse del escrito de petición de garantías que efectúa este ante la Prefectura de
Lima, con fecha ... , el día en que decide tomar posesión del bien sublitis, esto es
-según sus propios términos- ... , encontró a la agraviada en el mismo, abriendo
zanjas para realizar construcciones; siendo así, está debidamente acreditado el
proceder doloso del encausado, quien pese a las negativas de aquella, 'quien llamó
a la policía y a Serenazgo de la Molina' días después tomó la posesión de dicho lote"
(1628).

c. Tenencia
Para saber que se entiende por tenencia o simple detentación en nuestro sistema
jurídico, igual como ocurre con la posesión, debemos recurrir al artículo 897 del
Código Civil donde se regula que "no es poseedor quien, encontrándose en
dependencia respecto a otro, conserva la posesión en nombre de este y en
cumplimiento de órdenes e instrucciones suyas". Es decir, por la tenencia, una
persona tiene el ejercicio efectivo de uno a más atributos del derecho de propiedad
sobre un inmueble, sin podérsele presumir como propietaria, pues ella ya reconoce
tal condición en otra persona.
Al interpretar el artículo glosado, la doctrina Civil se refiere a la figura del servidor de
la posesión, la misma que es una situación posesoria a la que sirve y con la que se
relaciona sin llegar a encarnarla. Su posición jurídica no es la de un poseedor inferior
-como ocurre con la fórmula de la posesión mediata o inmediata-, sino la de un
detentador que, no siendo poseedor, no es exclusiva o absolutamente un extraño a
la posesión. Como dice HERNÁNDEZ GIL, falta en el servidor un poder decisorio
que corresponde al poseedor (I629l.

En definitiva, el tenedor es un simple servidor de la posesión, pues tal como lo


establece taxativamente el artículo 912 del Cc., no se le puede presumir como
propietario debido que aquel reconoce el derecho de posesión o propiedad en otra
persona. Allí radica la principal diferencia entre posesión y tenencia para nuestro
sistema jurídico aun cuando en doctrina la polémica entre los seguidores de los
alemanes Savigni y Jhering es inagotable.

Como ejemplo de tenencia, podemos citar la situación que surge a consecuencia de


una relación laboral entre el propietario y la persona que cuida el inmueble
denominado comúnmente "guardián". Aquí el guardián, quien tiene la posesión
directa del inmueble es un simple tenedor, pues de acuerdo a la relación laboral,
este reconoce a su contratante como propietario y poseedor mediato del inmueble.
La posesión queda por entero en el propietario que ostenta una posición de
autoridad respecto del servidor, que es un subordinado o dependiente.

d. Ejercicio de un derecho real

El despojo puede producirse o materializarse cuando la víctima está en pleno


ejercicio, práctica o ejecución de un derecho real surgido a consecuencia de la ley o
de un contrato. Los derechos reales, aparte de la posesión, que pueden afectarse
con el delito de usurpación por despojo son la propiedad, el usufructo, uso,
habitación, servidumbre, hipoteca, etc.
Todos los derechos reales podrán ser lesionados con el delito de usurpación
siempre y cuando aquellos derechos estén unidos con el de posesión, caso contrario
el ilícito penal no aparece. Es condición sine qua non del delito que el slúeto pasivo
esté en pleno y efectivo ejercicio o disfrute de algún derecho real. Es decir, por
ejemplo, el propietario debe a la vez estar en posesión inmediata o mediata del bien
inmueble, caso contrario, si se verifica que el propietario no estaba en posesión de
su inmueble, sino que lo tenía por decir, en abandono, es jurídicamente hablando,
imposible que se configure el delito de usurpación. En tal caso, el propietario deberá
recurrir a las normas civiles para recuperar o reivindicar su propiedad. El derecho
Penal nada tiene que hacer ni decir en tal supuesto.
En tal orientación, comete delito de usurpación aquel propietario que despoja
violentamente a su inquilino del inmueble de su propiedad, por falta de pago de la
merced conductiva. Es más, en este supuesto, se presenta un concurso ideal entre
el delito de usurpación y delito hacerse justicia por propia mano, situación que se
resolverá recurriendo al artículo 48 del c.P. y al principio de aplicación de la ley penal
denominado absorción (l6~O).
Teniendo claro los conceptos precedentes, podemos ahora explicar cada una de las
conductas recogidas en el inciso 2 del artículo 202 del C.P.
e. Despojar a otro, total o parcialmente de la posesión o tenencia de un inmueble o
el ejercicio de un derecho real haciendo uso de la violencia
El comportamiento delictivo se configura cuando el agente haciendo uso de la
violencia o fuerza física, despoja al sujeto pasivo de la posesión o tenencia del total
o una parte de un inmueble o del ejercicio de un derecho real.
La violencia, conocida también como vis absoluta, vis corporalis o vis phisica, está
representada por la fuerza material que actúa sobre el cuerpo de la víctima para
arrebatarle o despojarle su inmueble.
Consiste en una energía física ejercida por el autor sobre la víctima. El autor o
agente recurre al despliegue de una energía física para vencer con ella, por su poder
material, la voluntad opuesta de la víctima.
f Despojar a otro, total o parcialmente de la posesión o tenencia de un inmueble o el
ejercicio de un derecho real por medio de amenaza
Este supuesto delictivo se configura cuando el agente haciendo uso de la amenaza
a intimidación, logra despojar a la víctima de la posesión o tenencia total o parcial de
su inmueble o del ejercicio de un derecho real.
La amenaza consiste en el anuncio de un malo perjuicio inminente para la víctima,
cuya finalidad es intimidarlo. No es necesario que la amenaza sea invencible sino
meramente idónea o eficaz. La intimidación es una violencia psicológica. Su
instrumento no es el despliegue de una energía física sobre el sujeto pasivo, sino el
anuncio de un mal. La amenaza o promesa directa de un mal futuro, puede hacerse
por escrito, en forma oral o cualquier acto que lo signifique.
El mal a sufrirse de inmediato o mediatamente, puede constituirse en el daño de
algún interés de la víctima que le importa resguardar, como su propia persona, su
honor, sus bienes, secretos o personas ligadas por afecto, etc.
Para evaluar y analizar el delito de usurpación, se tendrá en cuenta el problema de
la causalidad entre la acción intimidante y el acto de despojo, la constitución y las
circunstancias que rodean al sujeto pasivo. En ese sentido, consideramos que no es
necesario que la amenaza sea seria y presente. Solo será necesario verificar si la
capacidad psicológica de resistencia del sujeto pasivo ha quedado suprimida o
sustancialmente enervada. Es difícil dar normas para precisar el poder o la eficiencia
de la amenaza, quedando esta cuestión a criterio del juzgador en el caso concreto.
El juzgador no debe hacer otra cosa sino determinar si la víctima tuvo serios motivos
para convencerse que solo su aceptación de salir del inmueble, evitaría el daño
anunciado y temido. La gravedad de la amenaza debe medirse por la capacidad de
influir en la decisión de la víctima de manera importante. El análisis tendrá que
hacerse en cada caso que la sabia realidad presenta.
g. Despojar a otro, total o parcialmente de la posesión o tenencia de un inmueble o
el ejercicio de un derecho real por engaño
Este comportamiento delictivo se configura cuando el autor o agente por medio del
engaño, logra despojar total o parcialmente, a la víctima de la posesión, tenencia de
su inmueble o del ejercicio de un derecho real.
Se define al engaño como la desfiguración de lo verdadero o real capaz de inducir a
error a una o varias personas. El engaño viene a ser el despliegue de actos verbales
o ejecutivos de falso cariz, destinados a conseguir la entrega del inmueble, privando
de esta manera de la posesión o tenencia al sujeto pasivo. El engaño puede no ser
un ardid, bastando que sea una simple mentira de la cual se vale el agente para
inducir a error a la víctima y despojarlo de todo o parte de su inmueble (1631).
h. Despojar a otro, total o parcialmente de la posesión o tenencia de un inmueble o
el ejercicio de un derecho real abusando de la confianza
Esta hipótesis delictiva se configura cuando el agente, abusando de la confianza
otorgada por la VÍctima le despoja del total o parte de la posesión o tenencia de un
inmueble o del ejercicio de un derecho real.
Por abuso de confianza se entiende el mal uso que hace el agente de la confianza
que ha depositado la víctima en su persona. O mejor, el agente logra en principio
ganarse la confianza y buena fe de la VÍctima, para luego traicionarlo y despojarlo de
la posesión o tenencia de un inmueble. Roy Freyre (1632), enseña en forma
pedagógica que la víctima resulta, así, despojada de la posesión del inmueble por no
haber tomado las precauciones contra un malhechor que aparentaba merecer fe.
Para graficar con un caso real esta modalidad delictiva tenemos la Resolución
Superior del 11 de mayo de 1998. Aquí se argumenta: "que la forma como adquirió
este derecho real fue por la confianza que depositó en su persona la agraviada
quien le brindo alojamiento en dicho inmueble mientras laborada como albañil y
hasta que pudiera conseguir un lugar donde vivir, que tal circunstancia es
plenamente reconocida por el acusado; que siendo así, el sentenciado ha procedido
a trastornar el título por el cual le fue entregada la posesión del bien inmueble toda
vez que lo poseyó para efectuar reparaciones en él siendo que actualmente
pretende erigido ilegítimamente como un bien sujeto a garantía real en su favor,
siendo irrelevante para la configuración del tipo y la reprochabilidad de su conducta
los móviles que alega con el único afán de enervar su responsabilidad Penal" (1m).

Por otro lado, el acto de abuso de confianza debe ser preciso y concreto, caso
contrario, el delito no se evidencia, tal como da cuenta el precedente jurisprudencial
emitido por la Sala Mixta de la Provincia de Camaná-Arequipa, el 30 de diciembre de
1998: "Conforme denuncia fiscal que corre a fojas catorce, se atribuye a Ana
Simeona Retamozo Rubio, con abuso de confianza, haber despojado a Telmo
Simeón Cáceres Falcón, el predio rústico Ninaspata, ubicado en el distrito de San
José de Ushua... Que en la denuncia no se especifica en que consiste dicho abuso
de confianza, privándose de contenido el objeto de instrucción misma, al ignorarse
qué conducta realizó la procesada (así, por ejemplo, haber sido dejada al cuidado
del bien para, aprovechando esa coyuntura, asumir la posesión, no dejando ingresar
al poseedor anterior); que conforme a la preventiva del propio agraviado ... entre
ambos no habría mediado ningún tipo de confianza, al punto que, no obstante ser
esposos, declara no tener amistad, ni enemistad ni parentesco alguno con la
procesada, de lo cual se infiere que no pudo existir abuso de confianza; a mayor
abundamiento, siempre considerando la preventiva del agraviado, los hechos
habrían ocurrido sin mediar ninguna de las modalidades de conducta que prevé el
Código Penal para la comisión de este ilícito, pues la procesada simplemente habría
ingresado y cultivado en el predio sin haber utilizado para ello violencia, o
amenazado a alguien, engañado o abusado de la confianza de quien en ese
momento se encontraba en posesión del referido inmueble (1634).

3.3. El inciso tercero del artículo 202 del C.P.

Este inciso prescribe una conducta por la acción misma del agente, pero dos
modalidades que se diferencian por los medios empleados por aquel para lograr su
finalidad última cual es perturbar, turbar o alterar la pacífica posesión de un
inmueble. Antes de explicar el contenido de las dos modalidades, es necesario
determinar el contenido real de lo que significa "perturbación de la posesión".

Se entiende por perturbación de la posesión, todo acto ejecutivo material realizado


por el agente con la finalidad o intención de alterar o turbar la pacífica posesión que
tiene la VÍctima sobre un bien inmueble. Aparece el delito si se perturba la posesión
de un inmueble más no la simple tenencia. Siendo así, de verificarse que en un caso
concreto la turbación es a la pacífica tenencia de un inmueble, no hay delito pues la
conducta es atípica para nuestro sistema penal.

Es común en la doctrina nacional considerar a la turbación de posesión como la


realización de actos materiales que, sin despojar al poseedor, interrumpen o alteran
el pacífico uso y goce de la posesión de un inmueble. La acción del agente reside en
restringir el ejercicio pleno de la posesión, pero sin interesarle su despojo u
ocupación total o parcial del inmueble (16~5). Sin embargo, es posible que en la
realidad se verifique que el agente por medio de actos de turbación pretenda
conseguir al final el despojo total o parcial del inmueble. Si se verifica este último
supuesto, es posible que estemos ante un caso de tentativa del delito de usurpación
en la modalidad prevista en el inciso segundo del artículo 202 del Código Penal.

a. Turbar la posesión de un inmueble haciendo uso de la violencia

La modalidad delictiva aparece cuando el agente haciendo uso de la violencia o


fuerza fisica sobre su víctima le turba o altera la posesión pacífica que tiene sobre un
inmueble. El agente solo busca estorbar la posesión pacífica de un inmueble por
parte de su poseedor.
b. Turbar la posesión de un inmueble utilizando la amenaza
El comportamiento delictivo se configura cuando el agente haciendo uso de la
amenaza o intimidación en contra de la víctima, perturba o altera la pacífica
posesión de su inmueble.

Con Peña Cabrera (1636) debemos dejar establecido que las simples molestias al
poseedor o la privación de ciertas comodidades serán insuficientes para materializar
el delito. Los actos más claros de turbación de la posesión son los que coactan
derechos del poseedor, tales como cortar los cables de energía eléctrica o cortar
caños de agua potable para evitar que la víctima reciba aquellos recursos, etc.

Las resoluciones Superiores del 14 de julio y 28 de diciembre de 1998, sirven pa¡;-a


evidenciar que el derecho vivo y actuante sabe percibir cuándo estamos ante estos
supuestos. En aquellas resoluciones se argumenta "que, tal como se señala en el
inciso tercero del artículo doscientos dos del Código Penal, para la configuración del
delito de usurpación en su modalidad de turbación de la posesión, se exige que el
agente, realice actos materiales, que sin despojar al poseedor, suponen una
limitación de la pacifica posesión de un inmueble, siendo los medios para realizar la
turbación la violencia o amenaza" (1637).

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

Según la redacción del tipo penal 202, y tal como sucede con todos los delitos que
lesionan o ponen en peligro el bien jurídico patrimonio, las modalidades de
usurpación son de comisión netamente dolosa. No cabe la comisión culposa o
imprudente. Si por ejemplo, se altera o destruye los linderos del inmueble colindante
y por negligencia o desconocimiento se sobre pasa al terreno vecino, el delito de
usurpación no aparece. En este supuesto, a lo más se verificará si los daños
ocasionados al lindero sobrepasan en su valor económico las cuatro
remuneraciones mínimas vitales, en cuyo caso se atribuirá a su autor el delito de
daños.
En el supuesto previsto en el inciso 1 del artÍCulo 202 del C.P. el agente actúa con
conciencia y voluntad de alterar o destruir los linderos de un inmueble con la
intención de apoderarse de todo o parte de aquél. En este supue oto aparte del dolo
debe verificarse otro elemento subjetivo adicional como es el animus de apropiarse,
esto es, la intención de adjudicars o adueñarse total o parcialmente del inmueble
vecino. Si tal intención no se evidencia en el ac.tuar del agente, la conducta típica de
usurpación en la modalidad de alteración o destrucción de linderos no aparece.

En el segundo supuesto el agente actúa con conciencia y voluntad de hacer uso de


la violencia, amenaza, engaño o abuso de confianza para lograr el despojo de su
inmueble a la víctima. En cambi0, en el supuesto de perturbación, el agente actúa
con conciencia y voluntad de realizar actos de violencia o amenaza que perturben la
pacífica posesión que el sujeto pasivo tiene sobre el inmueble, siempre y cuando no
haya intención de lograr el despojo del inmucble. Si se verifica que la real intención
del agente es la de lograr el despojo del inmueble y solo se quedó en actos
perturbatorios, estaremos ante una tentativa del delito de usurpación en su
modalidad de despojo.
En suma "si bien es cierto que el elemento objetivo del delito de usurpación se
cumple con la materialización del despojo o perturbación de la posesión, tambIén lo
es que, adicionado a ello, debe darse el elemento subjetivo del tipo que se
encuentra en la concirncia y voluntad de despojar {/ otro de la posesión; en tal
sentido. para consu mar el df'!ito de usurpación, es preciso que la ocupación -en
sentido estricto- sea material y efectiva, y que desde el ptimer momento se realice
con el pmpósito de mantenerse en el inmueble usurpado, con el goce de los
benificios del poseedor, siendo irrelevante el lapso que dure tal situación de ofensa
al bienju'rídicn" (1638).

5. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha verificado que en determinado comportamiento concurren todos


los elementos objetivo y subjetivos exigibles, corresponderá al operador jurídico
verificar si concurre alguna causa de justlfi ación que haga permisiva aquella
conducta o en u caso, descartar tal posibilidad.

En un hecho típico de usurpación en su modalidad de despojo, puede concurrir la


causa de justificación denominada "obrar en el cjercicio legítimo de un derecho",
prevista en d inóso 8 del artículo 20 del Código Penal. En efecto, si determinada
persona haciendo uso de la amenaza, cngaú(¡ o abuso de confianza recobra su
inmu ble que le ha sido desposeído sin intervalo de tiempo, habrá actuado en el
ejercicio legíumo de un derecho que le otorga el artÍCulo 920 del Código Civil. En tal
supuesto habrá tipicidad pero no será una conducta antijurídica.
También puede presentarse la justificante de obrar con el consentimiento del sujeto
pasivo regulado en el inciso 10 del artÍCulo 20 del C.P. '"Si se ha acreditado que el
procesado estuvo ocupando con anterioridad parte del inmueble en forma pacifica y
con el consentimien to de la agraviada, no concurren los elementos del delito de
usurpación" (1639). En igual sentido, puede conCurr!f la causa de just,ificación
prevista en el inciso 9 del articulo 20 del C.P., esto es "oórar 'por orden obligatoria de
autoridad competente, expedida en ejercido de sus funciones. "Al advertirse que los
hechos se produjeron por disposición de lo resuelto por el órgano jurisdiccional
competente, que estableció el desalojo del inmueble, llevado a cabo por el asistente
judicial con apoyo de la fuerza pública, los mismos TlO tienen la calidad de
antijurídicos al estar amparados en resolución judicial" (1640).

6. CULPABILIDAD

Aquí es factible que se presenten supuestos de error de prohibición; esto es, que el
sujeto activo de la conducta típica y antijurídica al momento de actuar por error
desconozca la antijuridicidad de su conducta, como sería el caso que el agente
altera los linderos del predio vecino en la creencia errónea que su propiedad le
alcanza unos metros más o cuando el sujeto activo, propietario, haciendo uso del
engaño despoja del inmueble a su arrendatario en la creencia errónea que tiene
derecho a actuar de ese modo para recuperar la posesión de su inmueble ante la
negativa a retirarse de aquel.

7. TENTATIVA

Las conductas típicas previstas en los incisos primero y segundo del artículo 202 del
C.P. es posible que se queden en el grado de tentativa. Habrá tentativa, por ejemplo,
cuando el agente con la firme intención de despojar del inmueble al sujeto pasivo,
haciendo uso de la violencia o la amenaza, realiza actos perturbatorios de la
posesión, no logrando aún el despojo por intervención de la autoridad competente o,
cuando el agente con la intención de apropiarse de parte de un predio vecino
comienza o está destruyendo los linderos, sin embargo, por intervención oportuna de
la autoridad no logra realmente destruir o desaparecer el lindero.
Como precedente judicial de tentativa de usurpación cabe citarse la Resolución
Superior del 16 de junio de 2000, en la cual se esgrime que "se imputa a los
encausados haber participado en el evento ocurrido el día 17 de junio del año mil
novecientos noventa y siete, oportunidad en la cual habrían pretendido desalojar a
los agraviados de la posesión que ejercía sobre el inmueble ... , causando daños
materiales en el mismo; que, los vestigios de actos violentos que fueron hallados
durante la constatación policial efectuada el día nueve de junio del citado año,
conforme se detalla a fojas ... , evidencian que dichos actos de violencia tuvieron
como finalidad despojarlos de la posesión del citado predio, sin lograr el resultado
objetivo perseguido, lo cual permite colegir que respecto al delito de usurpación, no
nos encontramos antes el delito consumado, sino frente a actos que indican el
comienzo en la ejecución del mismo" (1641).
En cambio, el último supuesto típico de perturbación de la posesión no admite la
tentativa.

8. CONSUMACIÓN

El supuesto previsto en el inciso primero del artículo 202 del C.P., se consuma con
la total destrucción o alteración de los linderos que delimita el predio que se
pretende adjudicar el sujeto activo. Para perfeccionarse el delito no se requiere que
el agente realmente logre apropiarse o adueñarse de todo o parte de un inmueble.
Basta que se acredite que el agente destruyó o alteró los linderos con la firme
intención de hacerse dueño del predio vecino.

El delito llega a su consumación con la destrucción o alteración de los linderos del


predio, sin necesidad que el apoderamiento perseguido haya sido logrado por el
agente (1642).

Los supuestos delictivos previstos en el inciso segundo del artículo 202, se


consuman o perfeccionan al momento que se logra el real despojo total o parcial de
la posesión, tenencia o el ejercicio de un derecho real de un inmueble al sujeto
pasivo. El despojo tiene que ser en forma directa al real y actual posesionario del
inmueble. Si no hay posesión o simple tenencia sobre el inmueble, no habrá despojo
con connotación del delito de usurpación.

"El delito de usurpación en la modalidad de despojo se consuma cuando el autor


arrebata la posesión de un inmueble a la persona del agraviado utilizando para tal fin
medios violentos, amenazas, engaño o abuso de confianza, debiendo ser ellos
suficientes y eficaces a fin de distorsionar la propia voluntad del sujeto pasivo"
(1643).

En caso que haya despojo, por ejemplo del derecho de propiedad sin que el
propietario haya estado en actual posesión mediata o inmediata del inmueble, el
delito en hermenéutica jurídica no aparece. Presentándose en tal supuesto un
conflicto que debe ventilarse en la vía extrapenal.
Para mejor entender lo expuesto, el derecho vivo y actuante da cuenta de un hecho
concreto y real por Resolución Superior del 21 de diciembre de 1998, en la cual se
afirma "que, conforme se aprecia de la copia certificada que obra a fojas seis, de la
constatación efectuada por efectivos policiales de la Delegación Policial, dicho
inmueble se encontraba completamente vacío, el día doce de febrero de mil
novecientos noventa y seis, lo cual es corroborado con la declaración preventiva de
la agraviada, obran te a fajas cuarenta, quien indica que al adquirir el referido
inmueble, este se encontraba habitado por la familia Shimabukuro, y luego lo
mantuvo desocupado; ... Que, por consiguiente, no se a acreditado fehacientemente
que los acusados hayan utilizado violencia o amenaza para obtener la posesión del
inmueble materia de litis, así mismo, tampoco se ha corroborado que se haya
producido despojo alguno" (1644) o

Los supuestos previstos en el inciso 3 del artículo 202 del C.P. se consuman en el
mismo momento que se da inicio a los actos perturbatorios de la pacífica posesión
que goza el sujeto pasivo de la conducta prohibida. Igual posición expone Ángeles
Gonzáles y otros (1645) cuando concluye que el delito se consuma con la
realización del acto perturbatorio, a través de la violencia o amenaza, restringiendo o
limitando, de este modo, la pacífica posesión.

9. LA USURPACIÓN: DELITO INSTANTÁNEO O PERMANENTE

Bien sabemos que en doctrina por la forma de consumación de los delitos de


resultado, se distinguen entre permanentes e instantáneos. Es decir, existen delitos
de consumación inmediata o instantánea (por ejemplo, homicidio, lesiones, estafa) y
otros de consumación permanente (por ejemplo, el secuestro, omisión de asistencia
familiar, pertenecer a asociación ilícita para delinquir, etc.).
Los primeros se caracterizan por ser de forma inmediata la realización total del
delito; en cambio los delitos permanentes se caracterizan por prolongarse en el
tiempo el momento consumativo. En este último se mantiene en el tiempo la
situación antijurídica creada por el sujeto, lo cual permite sostener la realización
permanente del injusto (1646).
Teniendo en cuenta que por el delito de usurpación el agente se mantiene en
posesión ilícita de un inmueble, creando una afectación a la lícita posesión que tenía
el sujeto pasivo antes del despojo, afectación que se mantiene en el tiempo, a dado
origen que en doctrina por largo tiempo se haya discutido vivamente y en forma
nada pacífica, si el delito de usurpación es de naturaleza permanente o instantánea.
Tal discusión originó jurisprudencia contradictoria en casos parecidos; factor que ha
contribuido sin lugar a dudas a deslegitimar la justicia penal ante el común de los
ciudadanos. Pues según se considere a la usurpación como delito permanente o
instantáneo tendrá efectos trascendentes y totalmente diferentes en la realidad
respecto de la participación, concurso de delitos, actualidad de las causa" de
justificación y sobre todo, en los plazos de prescripción.

En efecto, en cuanto a los términos de la prescripción tenemos que si se considera


delito permanente, el tiempo de la prescripción de la acción penal recién comenzará
a operar desde el momento que el agente devuelva la posesión del inmueble a la
víctima, pues con tal acto cesa la permanencia (inciso 4 del artículo 82 del C.P.). En
tanto que si se con idera delito instantáneo, el plazo de prescripción comi nza a p 'rar
d de el momento que se logra el despojo de la posesión, pues con ello se con urna
el delit (inciso 2 del numeral 82 del C.P.). En consecuencia, si para un sector de
operadores jurídicos constituye delito permanente y para otro, constituye delito
instantáneo, sin duda, se emitirá resoluciones judiciales contradictorias en casos
parecidos que el sentido común aconseja debieran tener también
resolucionesjudiciales parecidas.
En la doctrina peruana, Peña Cabrera (1647) basándose en las ideas del español
Quintero Olivares sostiene que la usurpación como todo delito permanente supone
la producción de una ofensa al bien jurídico que se mantiene en el tiempo
-generando una especie de "estado antijurídico"- hasta tanto el slyeto activo decida
su cesación o se ve compelido a ella. El estado consumativo se prolonga en el
tiempo mientras dure la situación de ofensa al bien jurídico. Igual posición tenían
Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano en su manual de la edición de 1994(1648) '0
obstante, en la edición de 1997 su posición e difexente.
En cambio, el sector mayoritario al cual nos adherimos, basados en el pensamiento
del argentino Sebastián Soler, considera que se trata de un delito instantáneo, pues
el estado de desposesión creado por la realización del delito no puede ser imputado
como consumación, sino como un efecto de este. En otros términos, ahora Bramont-
Axias Torres/Garda Cantizano (1649) enseñan que se trata de un delito instantáneo
en la medida que la acción de despqjo representa ya por sí misma la lesión del bien
jurídico, mientras que la posible posesión posterior del bien que mantenga el slyeto
activo constituirá un simple acto de agotamiento del delito.

Esta última tendencia tiene perfecta aplicación para nuestro sistema jurídico, toda
vez que en la redacción del inciso 2 del artículo 202 del c.P. ellegislador nacional ha
puesto énfasis en el acto mismo del despojo, no importando para efectos de la
consumación que la desposesión se mantenga en el tiempo. Desde esta
perspectiva, tenemos que el tipo penal del delito de usurpación se realiza con el
despqjo mediante actos de violencia, amenaza, engaño o abuso de confianza. E. ta
realización trae como conseruencia la situación de de 'Po esión del inmueble para el
titular del derecho. La posesión ilícita del nuevo ocupant no e compxcndida como
despojo, sino como una nueva relación de di fntte del inmueble po eído.
ObjeLivamente el de pqjo se materializa en un solo momento mediante los actos
típios de violencia, amenaza, engaño o abuso de confianza; es decir, el despojo se
da en un instante no es de realización permanente; lo que si se produce es una
siituación de desposecion que 'C manlIcn en el tiempo: se crea un estado dI ·tinto al
dlltCnOl al despojo. En suma, el despqjo cn ·í mismo s produce en un , 010
momento, no se manLiene en el ticmpo (1650).

Esta posición, ha calado en la jurisprudencia nacional. al punto que la Suprema


Corte en Sala Plena, ha eml tido la :igl1Íente jurisprudencia vinculante u obligatoria:
'"El delito de usurpación es de realización instantánea, siendo suficiente para su
consumación el despojo de la posesión o la afectación de un derecho real ". La
ponencia que sustentó la aprobación de la citadajuri prudencia normativa,
correspondió al señor Vocal Supremo, Hugo Sivina Hurtado, quien sostuvo que los
delitos permanentes, son aquellos que se caracterizan por prolongarse en el tiempo
el momento consumativo, como ocurre, por ejemplo con el delito de secuestro
previsto en el artículo ciento cincuenta y dos del Código Penal en el que se mantiene
en el tiempo la situación antijurídica ("privación de la libertad") creada por el agente.
Sin embargo, como lo han precisado en Alemania Jescheck y en España Mir Puig, la
característica fundamental del delito permanente y que permite diferenciarlo de otras
creaciones de situaciones ilícitas que se mantienen en el tiempo pero que no se
comprenden en dicha categoría, es que el mantenimiento del estado antijurídico de
cierta duración creado por la acción punible depende de la voluntad del autor,
implicando que dicho mantenimiento sigue realizando el tipo, por lo que el delito se
sigue consumando hasta que se abandona la situación antijurídica. Situación que no
se presenta en la usurpación que se consuma inmediatamente de producido el
despojo (1651). Sin duda estajurisprudencia normativa tiene su antecedente más
cercano en el acuerdo producido en el Pleno Jurisdiccional realizado en noviembre
de 1998 en la ciudad de 1ca, en el cual 50 Vocales Superiores integrantes de Salas
Especializada en lo Penal con la presencia de algunos Vocales Supremos,
acordaron "por mayoría menos nueve votos, que el delito de usurpación debe ser
reputado instantáneo de efectos permanentes" (1652).

No obstante, mucho antes la Suprema Corte se pronunció en tal sentido, como nos
dan cuenta las siguientes ejecutorias Supremas:
"Tanto el delito de usurpación como el de abuso de autoridad son de comisión
instantánea" (1655).

"Que, para establecer si el mismo es instantáneo o permanente, es menester recurrir


en principio a la descripción que hace la ley penal tanto en el Código Penal
abrogado como en el vigente, observándose que su característica esencial es el
despojo de la posesión o tenencia de un bien inmueble; que siendo así es fácil
colegir que el momento consumativo se perfecciona en el acto de despojo y la
ulterior posesión ilícita constituye efecto del mismo" (1654).

"El delito de usurpación es de carácter instantáneo con efecto permanente, por lo


que el término de prescripción de la acción penal se computa a partir de la fecha de
la comisión del ilícito penal" (1655).
"El delito de usurpación es de comisión instantánea, el mismo que se materializa en
el momento de la posesión" (1656).
En suma, para nuestro sistema jurídico, y sobre todo para efectos jurisprudenciales,
el delito de usurpación es de comisión instantánea. El precedente antes indicado así
lo tiene establecido.

10. PENALIDAD
El agente de cualquiera de las modalidades delictivas analizadas, será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años.

Subcapítulo 2

Usurpación de aguas

1 TIPO PENAL

Las figuras delictivas que en conjunto se les denomina usurpación de aguas tienen
su antecedente legislativo en el numeral 258 del código derogado; actualmente
aparecen redactadas en el tipo penal 203 del Código Penal en los términos
siguientes:
El que, con el fin de obtener para sr o para otro un provecho mclto con perjuicio de
tercero, desvra el curso de las aguas públicas o privadas, impide que corran por su
cause o las utiliza en una cantidad mayor de la debida, será reprimido con pena
priva· tlva de libertad no menor de uno ni mayor de tres años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

En la construcción del tipo penal se observa que el legislador ha hecho uso de tres
verbos rectores: desviar, impedir y utilizar. Estos tres verbos sirven para concluir que
el tipo penal recoge tres conductas punibles.
Aparece la primera conducta ilícita penal, cuando el agente o s~eto activo con la
intención de obtener un provecho indebido para sí o para un tercero desvía, aparta o
separa el curso de las aguas públicas o privadas en perjuicio del sujeto pasivo.
El segundo comportamiento punible se perfecciona o aparece cuando el agente o
sujeto activo, con la finalidad de obtener un provecho patrimonial indebido para sí o
para un tercero, impide, obstruye u obstaculiza que las aguas públicas o privadas
corran por su cause natural o artificial y lleguen a su destino, causando de ese modo
un petjuicio al sujeto pasivo. Aquí el agua debe ser coniente o fluida de manera que
el agente haciendo uso de los medios necesatios para detenerla, represando por
ejemplo, le impide el recorrido del cauce normal que debe seguir.
En tanto que el tercer supuesto aparece o se evidencia cuando el agente o sujeto
activo con la finalidad de obtener un provecho económico ilícito para sí o para un
tercero, hace uso o utiliza las aguas públicas o ptivadas, en una cantidad mayor de
la debida, causando de esa forma un petjuicio al sl~eto pasivo. No les falta razón a
Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano (1657) al enseiiar que presupuesto de esta
hipótesis delictiva es que el sl~eto activo tenga derecho a utilizar o disponer de una
determinada cantidad de agua. El comportamiento se configura cuando se emplea
una cantidad mayor a la establecida o estipulada, sabiendo o conociendo el agente
que no le asiste derecho para hacer tal uso.
El tipo penal, no hac mención de algún medio comisivo que pueda utilizar el suj to
activo para p rfeccionar el delito. El medio qu se utilice o empie pued ser cualquiera.
El agent puede hac r u o de la violencia, la amenaza, el abuso de confianza .
im¡ lcmente actuar sin hacer u o de algún tipo
m di d comi ión.

Por otro lado, el sujeto material del delito. mlas. gu, s pública o el uso público y las
agua privada o cuyo derecho de u o pertenece a un particulal. E importante dejar
establecido que pala el si tema jurídico nacional, el aglla es un bien inmueble. En
forma concreta y taxativa el inciso 2 del artículo 885 del Código Civil prescribe que el
mar, los lagos, los ríos, los manantiale , las corrientes de agua y las aguas vivas o
estanciales son bienes inmuebles. De ahí que se hable de usurpación de aguas.

Otro elemento objetivo que debe evidenciarse en los comportamientos antes


descritos, lo constituye el hecho que el agente debe actuar con la intención u
objetivo de obtener un provecho patlimonial indehido o ilícito para lIS

propios intereses o en interés de un tercero con el cual lógicamente se encuentra


estrechamente vinculado o en su caso, debe tener algún tipo de trato. No es
necesario que el agente logre su objetivo patrimonial, basta que lo haya intentado
para perfeccionarse cualquiera de las conductas analizadas.
También elemento objetivo de las conductas punibles de usurpación de agua lo
constituye el perjuicio al sujeto pasivo que debe ocasionar el comportamiento del
agente. Se entiende que el peljuicio debe ser estimable económicamente. Por la
forma de redacción del tipo penal, se concluye que se trata de conductas de mera
actividad por lo que no es necesario que se llegue a causar realmente o de modo
efectivo el peljuicio al agraviado, basta que el actuar de desviar, impedir o utilizar en
una cantidad mayor a la debida por parte del agente tenga aquella finalidad.
Así mismo, debe evidenciarse que el actuar del agente es ilegal, ilícita o indebida; es
decir, al agente no le debe asistir derecho alguno que le faculte o le facilite desviar,
impedir o usar el agua en una cantidad mayor a la prevista o establecida.

2.1. Bien jurídico protegido

El tipo penal 203 del Código Penal pretende proteger o tutelar el bien jurídico
denominado patrimonio de las personas, más específicamente el valor patrimonial
que tienen para las personas las aguas ya sean públicas o privadas.

2.2. Sujeto activo

Autor, agente o sutieto activo de lo. omportamientos delictivo analizados puede ser
ualquicr p rsona; el tipo penal no exige alguna cualidad o condición especial en 1 a
nt'.

2.3. Sujeto pasivo

El perjudicado con la acción del agente también puede ser cualquier persona,
pudiendo ser natural o jurídica. Aquí debe precisarse que si el objeto del delito son
las aguas privadas. el sujeto pasivo será una persona natural o jurídica particular; en
cambio si el objeto de la conducta punible son las aguas públicas los agraviados
serán el Estado y los particulares perjudicados.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

De la lectura del tipo penal se desprende que estamos ante un delito netamente
doloso. No es posible que la presente conducta punible se realice por negligencia o
culpa. Es decir, el agente o autor actúa con conocimiento y voluntad de realizar las
acciones de desviar, impedir o utilizar el agua en una cantidad mayor a la debida con
la finalidad de causar peIjuicio al sujeto pasivo.
No obstante, también del contenido del tipo penal se advierte que aparte del dolo, se
exige en el actuar del agente otro elemento subjetivo adicional como es el "animus
lucrandi ': esto es, el sujeto activo debe actuar con la firme intención de procurarse
un provecho económico para sí o para un tercero. Si el animus de lucro no aparece
en la conducta del agente, el delito no se configura.

4. ANTIJURIDICIDAD

Es posible que en determinada conducta concurra alguna causa de justificación que


haga permisiva o lícito el comportamiento del sujeto activo. Es . posible por ejemplo,
que concurra el consentimiento del particular que tenga derecho al uso del agua.

5. CULPABILIDAD

En este nivel del delito es posible que el agente al momento de desarrollar su


conducta, desconozca o ignore la antijuridicidad de su conducta, o en su caso, tenga
una falsa representación de la licitud de su comportamiento. Es posible que el autor
actúe en la creencia errónea que es lícito su comportamiento.
Por ejemplo. el agente puede estar utilizando una cantidad de agua mayor a la
debida en la creencia errónea que le corresponde, o en la creencia errada que tiene
derecho a usar el agua en tal volumen.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

De la construcción del tipo penal se evidencia que los tres comportamientos


delictivos analizados se perfeccionan o consuman en el mismo momento que el
agente realiza las acciones de desviar el curso de las aguas, impedir su recorrido
normal o utilizar el agua en un volumen mayor al que le corresponde, todos con la
intención de peIjudicar a terceros. No es necesario que se logre realmente causar
peIjuicio a la víctima. Basta que ello sea la finalidad que orienta o guía al sujeto
activo al momento de realizar cualquiera de aquellas conductas para estar ante un
delito consumando (1658).

Es posible que la conducta del agente se quede en el grado de tentativa.


Ocurrirá por ejemplo cuando el agente es sorprendido en el instante que realiza
trabajos con la finalidad de desviar el curso de las aguas para conducirlo a sus
predios y de esa forma obtener provecho económico indebido.
En esa línea de hermenéutica jurídica, no compartimos criterio con Bramont-Arias
Torres/Carda Cantizano (1659) cuando sostienen que "el delito se consuma con el
perjuicio causado, bien por el desvío del curso de las aguas, al impedir que corran
por su cause, o con la utilización de las aguas en una cantidad mayor a la debida".
En esta lógica de ver las cosas, necesariamente debe concluirse que la tentativa
tendrá lugar en tanto no se produzca el perjuicio; interpretación insostenible en
nuestro sistema jurídico.

7. PENALIDAD

El autor del delito de usurpación de aguas, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de tres años.

Subcapítulo 3

Usurpación agravada

1. TIPO PENAL

Las circunstancias que agravan el delito de usurpación, aparecen redactadas en el


tipo penal 204 del citado Corpus Iuns Penale del modo que sigue:
La pena será privativa de libertad no menor de dos ni mayor de seis años cuando:
1. La usurpación se realiza usando armas de fuego, explosivos o cualquier otro
instrumento o sustancia peligrosos.
2. Intervienen dos o más personas.
3. El inmueble está reservado para fines habitacionales.
4. Se trata de bienes del Estado o destinados a servicios públicos o de
comunidades campesinas o nativas.

2. HERMENÉUTICA JURÍDICA
En primer término, el código derogado de 1924 no regulaba estas circunstancias
agravantes. Es una novedad del Código de 1991.
Las agravantes tienen su fundamento lógico en la mayor peligrosidad que significa
para la víctima los medios utilizados por el agente al momento de perpetrar la
usurpación, pues la mayor de las veces aparte del bien jurídico patrimonio, atacan o
lesionan otros bienes jurídicos fundamentales para la pacífica convivencia en
sociedad.
Las agravante s se agrupan atendiendo a los medios empleados, al número de
autores y por la calidad del inmueble objeto del delito.
2.1. Agravantes por los medios empleados
El inciso primero del artículo 204 del C.P., prevé que el agente será merecedor de
mayor pena, cuando para perpetrar la usurpación emplee o utilice arma de fuego,
explosivos o cualquier otro instrumento o sustancia peligrosa.

Esta agravante se configura cuando el agente porta o hace uso de un arma de


fuego, explosivos o cualquier otro instrumento o sustancia peligrosa al momento de
perpetrar la usurpación del inmueble de la víctima. Arma es todo instrumento físico
que cumple en la realidad una función de ataque o defensa para el que la porta. En
tal sentido, constituyen armas para efectos de la agravante el arma de fuego
(revólver, pistolas, fusiles, carabinas, ametralladoras, e te. ), arma blanca (cuchillo,
verduguillo, navajas, sables, serruchos, e te. ) y arma contundente (martillos,
combas, piedras, madera, fierro, ete.).
La sola circunstancia de portar el arma a la vista de la víctima al momento de
cometer la usurpación, configura la agravante. Si en un caso concreto se verifica que
el autor portaba el arma pero nunca lo vio su víctima, la usurpación ocurrida no se
encuadrará en la agravante. Para efectos de la agravante y aplicarlo a un hecho
concreto, no resulta de utilidad diferenciar si realmente se hizo uso del arma o solo
se portó a vista del sujeto pasivo, pues al final en ambos supuestos el agente
demuestra mayor peligrosidad y atemoriza a su víctima de tal forma que no opone
resistencia a la acción del agente. Tal disquisición solo será importante para el
juzgador al momento de graduar la pena que impondrá al agente al final del proceso.

La Ejecutoria Suprema del 03 de noviembre de 1998 da cuenta de un hecho real


calificado como usurpación agravada: "Los hechos consistentes en ingresar al
domicilio de los agraviados, sacar violentamente a sus ocupantes, llevarse consigo
especies, para luego colocar un candado a la puerta; así como ingresar al domicilio
de los
agraviados portando piedras, palos, cuchillo)' armas de juego, ocasionando daños
materiales, constItuyen os delitos e usurpacion agravada...

.
2.2. Agravantes por el número de agentes

El inciso 2 del artículo 204 del C.P. en análi is dispone que la conducta es objeto de
mayor reprochabilidad y por tanto, el agente es merecedor de mayor sanción penal
cuando en la conducta de usurpación actúan dos o más personas. Se entiende que
deben actuar en calidad de coautores, es decir, personas que al momento de la
usurpación tengan el dominio del hecho.

Esta agravante quizá sea la más frecuente en la realidad cotidiana. Los sujetos que
se dedican a usurpar inmuebles siempre lo hacen acompañados con la finalidad de
facilitar la comisión de su conducta ilícita, pues por la pluralidad de agentes merman
o aminoran rápidamente las defensas que normalmente tiene la víctima sobre sus
inmuebles; en tales presupuestos radica el fundamento político criminal de la
agravante.
En la doctrina peruana siempre ha sido un problema no resueIto el hecho de
considerar o no a los partícipes en su calidad de cómplices o instigadores en esta
agravante. En efecto aquí, existen dos vertientes o posiciones. Unos considet:an que
los partícipes entran a la agravante. Para que se concrete esta calificante afirma
Peña Cabrera (1661), es suficiente que, igual como ocurren con el hurto y el robo, se
realice por dos o más personas en calidad de partícipes (1662).

En tanto que la otra posición que asumimos afirma que solo aparece la agravante
cuando las dos o más personas que participan en la usurpación lo hacen en calidad
de coautores. Es decir cuando todos teniendo el dominio del hecho o las riendas del
acontecer, aportan en su comisión según su rol que le corresponde para llevar a
buen término su empresa Cl1minal.

de dos o más personas solo puede ser efectuada por autores o coautores.
Considerar que los cómplices o el inductor resultan incluidos en la agravante implica
negar el sistema de participación asumida por el Código Penal en su Parte General
y, lo que es más peligroso, implica castigar al cómplice por ser tal y además por
coautor, lo que significa hacer una doble incriminación por un mismo hecho.
Entre los coautores debe existir un mínimo acuerdo para perfeccionar el delito.
Incluso el acuerdo puede connotar permanencia en la comisión de este tipo de
delitos.

2.3. Agravantes por la calidad del inmueble

Los incisos 3 y 4 del artículo 204 del Código Penal, recoge las agravantes que se
configuran cuando el inmueble objeto del delito está reservado para fines
habitacionales, o se trata de inmuebles pertenecientes al Estado, los mismos que de
acuerdo al artículo 73 de la Constitución Política son inalienables e imprescriptibles,
o se trata de inmuebles destinados a servicios públicos como, por ejemplo, para
funcionar el programa del vaso de leche del sector o son inmuebles pertenecientes a
las comunidades campesinas o nativas, los mismos que según interpretación del
numeral 89 de la Constitución su propiedad es imprescriptible, salvo que estén
abandonadas, caso en el cual pasan al Estado.

3. PENALIDAD

El o los agentes del delito de usurpación agravada, serán reprimidos con pena
privativa de libertad no menor de dos ni mayor de seis años según sea el caso
concreto ventilado.

El mismo fundamento de la agravante nos lleva a concluir de ese modo, pues el


número de personas que deben participar en el hecho mismo facilita su
consumación por la merma significativa de la eficacia de las defensas de la víctima.
El concurso debe ser en el hecho mismo de la usurpación. No antes ni después. y
ello solo puede suceder cuando estamos ante la coautoría.
En estt1cta sujeción al principio de legalidad y adecuada interpretación de los
fundamentos del derecho penal peruano, la usurpación con el concurso

CAPíTULO IX
DAÑOS

SUMARIO: Subcapítulo 1: Tipo básico. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1.


Comportamientos delictivos. 2.2. Objeto del delito de daños. 2.3. Bien total o
parcialmente ajeno. 2.4. Valor del bien mueble o inmueble. 2.5. Bien jurídico
protegido. 2.6. Sujeto activo. 2.7. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4.
Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y consumación. 7. Penalidad.
Subcapítulo 2: Agravantes del delito de daños. 1. Tipo penal. 2.
Hermenéuticajurídica. 2.1. Agravantes por la naturaleza de los bienes. 2.2.
Agravantes por los medios empleados. 3. Penalidad. Subcapítulo 3: Producción o
venta de productos dañinos para consumo de animales. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad
objetiva. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5. Culpabilidad. 6. Tentativa y
consumación. 7. Penalidad.

Subcapítulo 1

Tipo básico

l. TIPO PENAL
El antecedente legislativo nacional más reciente lo constituye el artículo 259 del
Código Penal derogado. En aquel cuerpo de leyes como en el actual el legislador ha
hecho uso de tres verbos rectores o principales para la construcción del tipo penal.
Es lógico pensar que los tres verbos hacen alusión a tres actos o conductas que en
conjunto reciben la denominación de daños a la propiedad. En esa línea,
actualmente las figuras delictivas de daños aparecen tipificadas en el artículo 205
del Código Penal en los siguientes términos:

El que daña, destruye o inutiliza un bien, mueble o inmueble, total o parcialmente


ajeno será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años y con
treinta a sesenta días multa.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

De la lectura del tipo penal se advierte o evidencia que el delito de daños a la


propiedad se configura hasta por tres formas o modalidades. Ello tiene que ver con
el tipo de acción que realice el agente para lograr su objetivo.

2.1. Comportamientos delictivos:

a. La primera modalidad se presenta cuando el agente dolosamente daña,


menoscaba, estropea o deteriora un bien mueble o inmueble que total o
parcialmente corresponde a otra persona quien por tal circunstancia se convierte en
sujeto pasivo de la acción.
En otros términos, dañar consiste en disminuir el valor patrimonial de un bien mueble
o inmueble comprometiendo fundamentalmente el aspecto corporal o material con
que esta construido o hecho. Con su acción, el autor o agente no busca destruir ni
inutilizar el bien, lo único que busca es deteriorarlo para que no siga cumpliendo su
finalidad normal y natural. Busca mermar su normal funcionamiento que le esta
asignado. Por ejemplo, busca disminuir la producción si a una parte de un sembrÍo
de maíz, el agente dolosamente le prende fuego. O también se presenta cuando el
agente con dolo quiebra las astas de uno de los toros que hace la yunta que el
agraviado utiliza para realizar trabajos de agricultura, etc.
b. La segunda forma se presenta cuando el agente dolosamente destruye,
arruina, demuele, elimina o deshace un bien mueble o inmueble que total o
parcialmente pertenece a otra persona, es decir, es ajeno.
Por destruir se entiende el acto de hacer desaparecer el valor patrimonial de un bien
mueble o inmueble, afectando tanto el aspecto matelial como su función que tiene
normalmente. El sujeto activo, con su acción no solo busca deteriorar o inutilizar el
bien ya sea mueble o inmueble, sino lo que quiere el agente es desaparecer o
eliminar el bien. El objetivo del autor es destruir o eliminar el bien. Siguiendo con los
ejemplos anteriores, se presentará este supuesto delictivo cuando el agente prenda
fuego a todo el sembrÍo de maíz de modo que el agraviado, esa temporada, no
tenga cosecha del preciado alimento de los Incas. O, cuando el agente en lugar de
solo quebrar las astas de la yunta de toros, les da muerte.

c. Finalmente, la tercera modalidad se presenta cuando el agente dolosamente


inutiliza, inhabilita, imposibilita o invalida un bien mueble o inmueble que total o
parcialmente pertenece a otro persona.
En otras palabras, inutilizar consiste en provocar la pérdida de la capacidad del bien
para ejercer la función normal que le compete, sin que haya lesión en el aspecto
material. Aquí el autor o agente no busca dañar ni destruir el bien mueble o
inmueble, lo que busca es inutilizarlo o inhabilitarlo para que no siga cumpliendo con
su función que normalmente desempeña (166S). Por ejemplo, se configura esta
modalidad delictiva cuando el agente con dolo quiebra las astas de los toros que
forman la yunta que el agraviado utiliza para realizar trabajos de agricultura. Aquí, la
no tener los semovientes sus astas, quedan imposibilitados para seguir siendo útiles
para la agricultura, perjudicando de ese modo a su dueño.
Es común en la doctrina afirmar que el delito de daños a la propiedad se materializa
por acción o por omisión. Hay omisión cuando por ejemplo, se deja morir a los
animales de hambre.

2.2. Objeto del delito de daños

El objeto material del delito de daños puede ser tanto un bien mueble como un
inmueble. En este aspecto se diferencia con los delitos de hurto o robo que solo
puede ser cometido sobre bienes muebles. Para entender los conceptos de bien
mueble o inmueble, remitimos al lector a las páginas anteriores donde hemos
analizado la clasificación de los bienes.
Aquí es importante poner en evidencia que antes de la promulgación de la Ley N2
27309 del 17 de julio de 2000, era posible subsumir al delito de daños las conductas
de aquellos usuarios que carentes de autorización ingresaban a un sistema
informático e intencionalmente alteraban, dañaban o destruían archivos o banco de
datos (1664). No obstante, actualmente con aquella ley tenemos el artículo 207-B
del Código Penal que tipifica en forma independiente el delito de daños informáticos.

2.3. Bien total o parcialmente ajeno

Respecto de este elemento normativo no hay mayor discusión en la doctrina


nacional. Se entiende por bien ajeno a todo aquel que no nos pertenece y que por el
contrario, pertenece a otra persona. En otros términos, resulta ajeno el bien mueble
o inmueble, si este no le pertenece al sujeto activo y mas bien le corresponde a un
tercero identificado o no. Tal concepto trae como consecuencia que los res nullius no
sean susceptibles de ser objeto del delito de daños; igual sucede con las res
derelictae (bienes abandonados por sus dueños) y la res comunis omnius (cosa de
todos). En todos estos casos, los bienes no tienen dueño alguno, y por tanto, el acto
de dañar, destruir o inutilizarlos no lesionan patrimonio alguno.

En cambio, estaremos ante una situación de ajenidad parcial cuando el sujeto activo
o agente del delito, daña, destruye o inutiliza un bien mueble o inmueble que
parcialmente le pertenece. Esto es, participa de él en su calidad de copropietario o
coheredero con otro u otras personas. En este supuesto, es lógico indicar que para
perfeccionarse el delito de daños, resulta necesario que el bien se encuentra dividido
en partes proporcionalmente establecidas; caso contrario, si llega a establecerse
que el bien es indiviso, es decir, no hay cuotas que correspondan a tal o cual
copropietario y por tanto el bien corresponde a todos a la vez, el delito no aparece.

Es posible que el agente destruya, dañe o altere un bien en la creencia errónea que
le pertenece cuando en la realidad el propietario es otra persona. Aquí estaremos
ante un error de tipo que será resuelto de acuerdo a lo previsto en el artículo 14 del
C.P.

2.4. Valor del bien mueble o inmueble

Hemos expuesto que los bienes para tener relevancia penal deben tener valor
patrimonial. Esto es, deben ser valorados económicamente en la interrelación social.
Sin embargo, a fin de no caer en exageraciones de sancionar daños sobre bienes de
mínimo e insignificante valor económico en el mercado, el legislador nacional ha
introducido otro elemento típico del delito de daños, el mismo que se convierte en un
límite importante. No obstante, tal elemento no aparece de la redacción del artículo
205 del Código Penal sino se desprende de la lectura del artículo 444.
Allí se prevé: cuando el valor del bien objeto de una conducta regulada el numeral
205 no sobrepase las cuatro remuneraciones mínimas vitales, estaremos ante a lo
que se denomina faltas contra el patrimonio y en consecuencia no habrá delito. En
tal sentido, solo habrá delito de daños cuando el valor del bien mueble o inmueble
sea mayor de las cuatro remuneraciones mínimas vitales que fija el gobierno. Este
aspecto aparece claro en la jurisprudencia. Así la Resolución Superior del 26 de
agosto de 1997, pedagógicamente indica que "si el monto de los daños atribuidos al
procesado es menor a cuatro remuneraciones mínimas vitales mensuales, de
conformidad con los artículos 440 y 444 del Código Penal constituyen faltas contra el
patrimonio, no delito de daños y habiendo transcurrido más de nueve meses, la
acción penal ha prescrito" (1665).
En la praxis judicial, cuando estamos frente a casos en que es poco difícil establecer
el valor del bien dañado, destruido o inutilizado, se recurre a los especialistas que
dentro de un proceso judicial reciben la denominación de peritos valorizadores.
Resulta importante dejar establecido que si al momento de consumarse o
perfeccionarse el delito, el valor del bien sobrepasaba las cuatro remuneraciones
mínimas vitales, y en el transcurso de la investigación o antes de la sentencia, el
valor del bien se deprecia o adquiere un valor por debajo del mínimo exigido, el
hecho se convertirá en faltas contra le patrimonio. La Resolución de primera
instancia del 24 de junio de 1998, confirmada por Resolución Superior del 24 de julio
de 1998, aplica de modo claro lo expuesto: "para que una conducta ilícita tipijicada
como daños constituya delito se requiere que supere las cuatro remuneraciones
mínimas vitales y como aparece de fajas... la pericia arroja por daños la suma de mil
soles, ratificada a fajas ... , por lo que por el transcurso del tiempo se han convertido
en faltas, que prescriben a los nueve meses, conforme al inciso cinco del artículo
cuatrocientos cuarenta y cuatro y cuatrocientos cuarenta del Código Penal,
concordante con su artículo ochenta y ochenta y tres, por lo tanto a operado la
prescripción de la acción penal en aplicación de la retroactividad benigna de la ley
contemplado en el artículo sexto de dicho Código" (1666).

2.5. Bien jurídico protegido

El bien jurídico o interés social fundamental que se pretende proteger con el delito
etiquetado "daños a la propiedad", lo constituye en sentido genérico el patrimonio y
en forma específica el derecho de propiedad que tenemos todas las personas sobre
nuestros bienes ya sean muebles o in muebles.
Es posible que el bien esté en posesión directa de un tercero, sin embargo, al
efectuarse cualquiera de las acciones de dañar, destruir o inutilizar el bien, el
perjudicado directo y principal será el propietario, pues su patrimonio se verá
afectado.

2.6. Sujeto activo


Agente, sujeto activo o autor puede ser cualquier persona. La redacción del tipo
penal no exige alguna cualidad o condición especial en aquel. En tal sentido,
también puede ser agente el copropietario del bien. El único que no puede ser sujeto
activo del delito de daños es el propietario del bien sobre el cual recae a acción
delictiva.
2.7. Sujeto pasivo
Perjudicado o sujeto pasivo de la acción puede ser cualquier persona siempre y
cuando tenga o goce del derecho de propiedad sobre el bien dañado, destruido o
inutilizado. El mero poseedor no podrá ser sujeto pasivo de la acción dañosa.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
El delito de daños es netamente doloso. Es decir, el agente actúa con conocimiento
y voluntad de dañar, destruir o inutilizar un bien mueble o inmueble sabiendo que le
pertenece a otra persona. El agente quiere o debe querer el resultado.
"El delito de daños se configura cuando el agente activo tiene la intención de dañar
en forma total o parcial un bien sea este mueble o inmueble, incluyendo a los
semovientes, por lo que se opera el menoscabo económico en el agraviado y que no
produce beneficio alguno al agente activo es decir se aparta de cualquier propósito
de lucro" (1667).
En los casos de error de tipo al excluirse el dolo, los daños ocasionados serán
atípicos.
No hay delito de daños por culpa, imprudencia o negligencia. El segundo párrafo del
artículo 12 del Código Penal prescribe que solo hay delito por culpa en los casos
expresamente establecidos por ley. Es decir, el delito por culpa debe estar
expresamente indicado o previsto en determinado artículo del Código Penal. En tal
sentido, de la lectura del numeral 205 o cualquier otro artículo de la parte especial
del C.P., no aparece que los daños ocasionados por culpa hayan sido previstos
como delito. Al no estar previsto taxativamente los daños por culpa como delito, se
concluye obviamente que no hay delito de daños por culpa o negligencia. Esto es
definitivo.

Insisto, en nuestro sistema jurídico penal no hay delito daños contra la propiedad por
culpa o negligencia. La insistencia se fundamenta en el hecho que todavía
actualmente hemos tenido oportunidad de ser testigo de excepción que existen
operadores jurídicos (fiscales) que formalizan denuncias y otros Uueces penales)
que abren procesos penales por daños ocasionados de modo negligente. Para
graficar lo dicho cabe citar la Resolución Superior del 17 de junio de 1999, por la
cual en Segunda Instancia recién se hizo una correcta calificación del hecho
investigado: "al haberse generado los daños como producto de un accidente
automovilístico, evento de naturaleza contingente que acarrea solo responsabilidad
por culpa; y siendo que el tipo penal 205 del Código Penal sanciona los daños
materiales a título exclusivamente doloso, no existe el delito imputado" (1668).

Ello no significa de modo alguno que la persona que ocasionó daños a la propiedad
por un actuar negligente o por mediar un error de tipo, quede sin sanción y mucho
menos que la víctima quede desamparada. Según nuestro sistema jurídico, el
perjudicado puede recurrir a la justicia extrapenal y solicitar que aquel repare
patrimonialmente el daño ocasionado. El conflicto surgido a consecuencia del daño
por culpa o por otra circunstancia se resuelve aplicando las reglas de la
responsabilidad extra-<:ontractual previstas en el Código Civil.

4. ANTIJURIDICIDAD

La conducta típica de daños a la propiedad será antijurídica cuando no concurra


alguna causa de justificación. Es posible que el agente actúe con el consentimiento
del propietario del bien dañado, situación que automáticamente excluye la
antijuridicidad de la conducta. Igual ocurrirá cuando el agente causa daños a la
propiedad por un estado de necesidad. Ejemplo, no será antijurídica la conducta del
agente que en su desesperación por escapar de su verdugo, destruye una
computadora IBM empujándola desde un segundo piso en su afán de abrirse paso.

5. CULPABILIDAD

En este nivel del delito de daños, el operador jurídico penal verificará si el agente al
cual se le atribuye los daños es imputable, es decir, es mayor de 18 años de edad o
no sufre ninguna dolencia que le haga inimputable; si este al momento de actuar
podía comportarse de otro modo y evitar los daños y sobre todo, se verificará si al
momento de actuar el agente conocia la antijuridicidad de su conducta.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito de daños se perfecciona o consuma en el mismo momento que el agente


realiza las acciones de dañar, destruir o inutilizar el bien mueble o inmueble que
pertenece al sujeto pasivo. Es un delito de comisión instantánea.
En parecido sentido, aun cuando no se refiere a la modalidad típica de dañar o
deteriorar, Rojas Vargas (1669) enseña que en el delito de daños, tipo de resultado
material, la consumación del delito es de carácter instantáneo con la destrucción o
inutilización del bien. Esta destrucción o inutilización puede asumir numerosas
modalidades de acuerdo a la naturaleza del bien mueble o inmueble.
Al tratarse de un delito que necesariamente requiere un resultado, es perfectamente
posible que la acción del agente se quede en el grado de tentativa.

7. PENALIDAD

El agente del delito de daños será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de dos días ni mayor de dos años y a la vez, con treinta a sesenta días multa.

Subcapítulo 2
Agravantes del delito de daños

l. TIPO PENAL

Las circunstancias que agravan el delito de daños están recogidas en el artículo 206
del Código Penal en los términos siguientes:
La pena para el delito previsto en el artículo 205 será privativa de libertad no menor
de uno ni mayor de seis años cuando:
1. Es ejecutado en bienes de valor científico, artístico, histórico o cultural,
siempre que por el lugar en que se encuentren estén librados a la confianza pública
o destinada al servicio o a la utilidad o a la reverencia de un número indeterminado
de personas.
2. Recae sobre medios o vías de comunicación, diques o canales o
instalaciones destinadas al servicio público.
3. La acción es ejecutada empleando violencia o amenaza contra las personas.
4. Causa destrucción de plantaciones o muerte de animales.
5. Es efectuado en bienes cuya entrega haya sido ordenada judicialmente.
2. HERMENÉUTICA]URÍDlCA
Las circunstancias por las cuales se agrava o, mejor dicho, se aumenta la pena para
el agente o sujeto activo del delito de daños, se dividen en dos grandes grupos:
circunstancias que se agravan por la naturaleza del bien objeto del delito y
circunstancias que se agravan por los medios empleados para la comisión del ilícito
penal de daños.
2.1. Agravantes por la naturaleza de los bienes
Los incisos 1, 2, 4 Y 5 del artículo 206 del C.P., recogen las circunstancias
agravantes debido a la naturaleza y clase de bienes sobre los que recae la conducta
prohibida. Aquí el agente merece mayor sanción punitiva por la naturaleza o clase
del objeto del injusto penal.
De la lectura del inciso 1 del artículo 206 del C.P. se evidencia que estamos ante
.cuatro circunstancias agravantes por la cualidad del objeto del daño. Se configuran
cuando el agente daña, deteriora bienes de valor científico, valor artístico, valor
histórico o cuando recae sobre bienes que conforman el patrimonio cultural de la
nación. El fundamento de las agravantes radica en su importancia y significado de
los bienes objeto del daño para el desarrollo científico del país y por su legado
histórico, artístico y cultural de los mismos.
Por los bienes que conforman el patrimonio cultural, artístico e histórico se conoce el
pasado histórico de la Nación. Pero, ¿cuáles son los bienes que tienen valor
científico, artístico e histórico y cuáles pertenecen al patrimonio cultural de la
nación? Responder a tales preguntas rebasa la labor del operador jurídico penal,
quien tiene que recurrir a normas o disposiciones extrapenales para poder
determinar si estamos ante alguna de las cualidades que exige la norma penal.
Asimismo, resulta difícil saber qué bienes tienen valor científico, artístico o histórico y
cuáles no. Correspondiendo al juez determinar tal calidad en cada caso concreto.
Para ello sin duda necesitará la concurrencia de personas calificadas en tales
aspectos. Bienes con valor científico serán máquinas o instrumentos médicos de alta
precisión, riñones o corazones artificiales, microscopios o telescopios electrónicos,
aparatos y dispositivos higrométricos, espectógrafos de última tecnología, etc., así
como bienes de utilidad científica como material genético depositado en recipientes,
cultivo de virus para estudio e investigación médica, fármacos en proceso de ensayo
o experimentación, compuestos químicos-radioactivos, etc. No interesa tanto el valor
económico del bien, sino su valor científico, así como que el agente debe conocer de
tal característica.
Bienes de valor artístico por ejemplo, son las pinturas, las estatuas, etc.
Habrá delito de daños agravado cuando el agente deteriore o destruya un cuadro del
pintor costumbrista del siglo XIX, Pancho Fierro. En tanto que bienes de valor
histórico son aquellos que representan un hecho importante en la historia del país.
Por ejemplo, estaremos ante la agravante cuando se dañe el monumento
conmemorativo a la batalla de Ayacucho (1824) de la pampa de la Quinua que
definió la independencia de los países americanos.
En cambio, los bienes que integran el patrimonio cultural de la nación son todos
aquellos que constituyen testimonio de la creación humana, material o inmaterial
expresamente declarados por su importancia artística, científica, histórica o técnica.
Por medio de ellos las generaciones humanas presentes y por venir conocen su
pasado histórico. Para saber si estamos ante un bien que integra el patrimonio
cultural de la nación, el operador jurídico penal debe recurrir a la Ley Nº 24047 de
1985 que establece en forma mas o menos clara lo que se entiende por bienes
culturales.
No obstante, la agravante no se presenta en todos los casos que se destruya o
deteriore aquellos bienes. Por ejemplo, no aparece la agravante cuando se daña un
bien que conforma el patrimonio cultural de la nación que está guardado en una
casa particular. La agravante aparece cuando el bien científico, histórico, artístico o
cultural esté o se encuentre en algún lugar librado a la confianza pública o destinado
al servicio, a la utilidad o a la reverencia de un número indeterminado de personas.
El inciso 2 del artículo 206 del c.P., recoge la agravante que se configura cuando el
agente dolosamente daña deteriora o inutiliza los medios o vías de comunicación,
diques, canales o instalaciones destinadas al servicio público. En igual sentido que
Bramont-Arias Torres/Garda Cantizano (1670), afirmamos que la agravante está
referida a vías de comunicación o instalaciones destinadas al servicio público. Por
tanto, se excluyen todos los bienes que reúnan estas características siempre que
estén referidos a prestaciones particulares; así quedará excluida de la agravante por
ejemplo, la antena parabólica de una casa privada, instalada para ver y escuchar las
noticias de todo el mundo.
El inciso 4 recoge la agravante que aparece cuando el daño en su modalidad de
destrucción recae sobre plantaciones o se causa la muerte de animales. Se entiende
que las plantaciones y los animales deben tener un valor patrimonial para la víctima.
Por ejemplo, habrá delito de daños agravado cuando el agente prende fuego a un
huerto de parras o cuando intencionalmente se inunda un sembrÍo de maíz. En el
caso de animales, estaremos ante la agravante cuando el agente al encontrar
ganado vacuno de su vecino en su sembrÍo de alfalfa, les da muerte.
Finalmente, el inciso 5 del artículo 206 del C.P., prevé la agravante que se configura
cuando el daño, deterioro o inutilización se produce sobre bienes cuya entrega esté
ordenada judicialmente. Es una agravante que se configura cuando el agente daña,
deteriora o inutiliza un bien mueble o inmueble que esta obligado a entregar o
devolver por mandato judicial. El sujeto activo actúa ante el requerimiento que le
hace el juez para que devuelva o entregue el bien.

2.2. Agravantes por los medios empleados

El inciso 3 del artículo 206 del C.P. prevé que se agrava la conducta del agente y por
tanto merece mayor sanción punitiva, cuando aquel para la comisión del delito de
daños hace uso de la violencia o amenaza sobre las personas.

a. Empleo de violencia contra las personas

La violencia o fuerza física deviene en un instrumento que utiliza o hace uso el


agente para lograr su objetivo cual es dañar un bien mueble o inmueble. Si en un
caso concreto que la multifacética realidad presenta, se evidencia que el uso de la
violencia no tuvo como finalidad el de facilitar el daño sino por el contrario, tuvo otra
finalidad específica, no aparecerá la agravante.
Solo vale el uso de la violencia en esta agravante, cuando ella esté dirigida a anular
la defensa de sus bienes que hace el sujeto pasivo y de ese modo facilitar el
deterioro, destrucción o inutilización de bienes por parte del agente. Si se verifica
que la violencia tuvo otra finalidad y solo coyuntural o circunstancialmente se dañó
un bien, el delito de daños no se configura.

En tal contexto, debe entenderse por violencia aquella energía física, mecánica o
tecnológica que ejerce el sujeto activo sobre su víctima con la finalidad de vencer
por su poder material, su resistencia natural o en su caso, evitar la materialización
de la resistencia que hace la víctima ante el eminente daño a sus bienes. Debe
verificarse la correspondencia entre la violencia y la acción final del daño, de modo
que la violencia está subordinada al objetivo final cual es dañar el bien. Sin duda, la
violencia debe expresarse en una energía desplegada sobre la víctima de manera
manifiesta y abierta (violencia propia). No cabe violencia del tipo que algunos
tratadistas han denominado violencia impropia como es el uso de narcóticos,
hipnosis, alcohol, etc. Estos supuestos no configuran la agravante.
La violencia puede ser usada hasta en dos supuestos: para vencer la resistencia de
la víctima y para evitar que el sujeto pasivo resista el daño.
Un aspecto obvio y no menos importante es que la violencia debe estar dirigida
contra las personas. Es imposible la figura del daño a la propiedad si la violencia
está simplemente dirigida contra las cosas. Sin duda la violencia será contra las
personas que detentan la posesión del bien objeto del delito; puede ser el propio
propietario, un poseedor o un simple tenedor. En tal sentido no es necesario que
exista identidad entre el titular del bien mueble o inmueble y el que sufre los actos de
violencia. La persona que sufra la violencia física tiene que ser una persona natural,
es imposible que ello ocurra contra una persona jurídica. No obstante, la persona
jurídica será agraviada cuando se haya dañado bienes de su propiedad haciendo
uso de la violencia contra sus representantes o personas que poseen sus bienes.

También resulta pedagógico indicar que la intensidad de la violencia no aparece


tasada por el legislador. El operador jurídico penal tendrá que apreciarlo en cada
caso concreto y determinar en qué casos ha existido violencia suficiente para
configurarse la agravante. Si la violencia ha sido suficientemente intensa y ha
producido lesiones en la víctima estaremos ante un concurso de delitos: daños con
agravante y lesiones.

b. Amenaza contra las personas

La amenaza como medio que facilita el daño consiste en el anuncio de un mal o


perjuicio inminente para la vida o integridad física de la víctima, cuya finalidad es
intimidarlo y de ese modo no oponga resistencia a la destrucción, daño o
inutilización de sus bienes. No es necesario que la amenaza sea invencible sino
meramente idónea o eficaz para lograr el objetivo que persigue el sujeto activo. La
amenaza o promesa directa de un mal futuro, puede hacerse por escrito, en forma
oral o cualquier acto que lo signifique. Para determinar si la amenaza ha sido
suficiente para intimidar a la víctima, en un caso concreto, será indispensable
verificar si la capacidad psicológica de resistencia del sujeto pasivo ha quedado
suprimida o sustancialmente enervada. Es difícil dar normas para precisar el poder o
la eficiencia de la amenaza, quedando esta cuestión a criterio del juzgador en el
caso concreto.
La amenaza tendrá eficacia según las condiciones y circunstancias existenciales del
sujeto pasivo. Muchas veces la edad de la víctima, su contexto social o familiar que
le rodea o el lugar donde ocurre la amenaza pueden ser decisivos para valorar la
intimidación. El juzgador se limitará a determinar si la víctima tuvo serios motivos
para convencerse que solo dejando que se dañe sus bienes muebles o inmuebles,
evitaría el mal anunciado en su perjuicio.

Por otro lado, es indudable que la amenaza requiera de las siguientes condiciones:
la víctima debe creer que exista la firme posibilidad que se haga efectivo el mal con
que se amenaza; aquel debe caer en la cteencia que no poniendo resistencia o,
mejor dicho, dando su consentimiento al daño, se evitará el perjuicio que se anuncia.
Ello puede ser quimérico pero lo importante es que la víctima lo crea.

El contenido de la amenaza es el de causarle la muerte o provocarle lesiones que


afecten su integridad física o la de terceros estrechamente vinculados a la víctima, e
incluso de terceros que acuden en su auxilio, quienes son así utilizados para
coaccionar a la víctima.
No hay mayor inconveniente en considerar que el peligro para la vida tiene su
conversión práctica en la posibilidad de muerte; mientras que el peligro para 1;1
integridad física cubre un amplio espectro de lesiones que merecen tratamiento
médico, vale decir, aquellas que supongan alteración en el equilibrio somático
funcional y mental.

3. PENALIDAD

El o los autores del delito de daños en el que concurre alguna de las circunstancias
agravantes analizadas, serán reprimidos con pena privativa de libertad no menor de
uno ni mayor de seis años.

Subcapítulo 3

Producción o venta de productos dañinos para consumo de animales


l. TIPO PENAL

Las conductas delictivas que en conjunto forman parte del hecho punible
denominado "producción o venta de productos dañinos para el consumo de los
animales" se sancionan en el artículo 207 del Código Penal, del
modo siguiente:

El que produce o vende alimentos, preservantes, aditivos y mezclas para consumo


de animal, falsificados, corrompidos o dañados cuyo consumo genere peligro para la
vida, la salud o la integridad física de los animales, será reprimido con pena privativa
de libertad no mayor de un año y con treinta a cien días multa.
2. TIPICIDAD OBJETIVA
La figura delictiva aparece cuando el agente elabora o da en venta alimentos,
preservantes, aditivos y mezclas falsificados, corrompidos o dañados, cuyo consumo
genera peligro para la vida, salud o integridad fisica de los animales. Esto es, el
sujeto activo, produce o vende alimentos para animales. Se excluye la venta o
elaboración de alimentos para las personas.
Del concepto ensayado se concluye que el supuesto de hecho del tipo penal 207 del
C.P. encierra varias conductas delictivas que por si solas configuran el ilícito penal
en análisis. Así tenemos:

2.1. Producir alimentos, preservantes, aditivos y mezclas falsificados


Esta conducta delictiva se configura cuando el agente produce, hace o elabora
alimentos, preservantes, aditivos y mezclas falsificados o adulterados para
aprovechamiento de los animales, al punto que su consumo genere un peligro para
la vida, salud o integridad fisica de los animales.

2.2. Producir alimentos, preservantes, aditivos y mezclas corrompidos


Este supuesto delictivo se configura cuando el agente elabora, produce o hace para
los animales alimentos, preservantes, aditivos y mezclas corrompidos,
descompuestos, infectados o podridos a tal punto que su consumo por los animales
genera un peligro para su vida, salud o integridad fisica.
2.3. Producir alimentos, preservantes, aditivos y mezclas dañados
Esta modalidad se presenta cuando el agente dolosamente elabora o produce
alimentos preservantes, aditivos y mezclas dañados, menoscabados, estropeados o
deteriorados al punto que su consumo por los animales les genera un peligro para
su vida, su salud o su integridad fisica, generando en consecuencia perjuicio
patrimonial para la víctima.
Aquí, daños no es un'adjetivo cualquiera sino por el contrario se exige que el agente
elabore los alimentos para los animales, disminuyendo su calidad a extremos que su
consumo puede ocasionar peligro para su vida, su salud o su integridad fisica.

2.4. Vender alimentos, preservantes, aditivos y mezclas falsificadas

El supuesto delictivo aparece cuando el sujeto activo da en venta, negocia, trafica,


expende, comercializa o vende alimentos, preservantes, aditivos y mezclas
falsificadas o adulteradas destinados a los animales, al extremo que su consumo
genera un peligro para la vida, salud o integridad física de los animales. Aquí el
agente no produce, lo único que hace es dar en venta sabiendo o teniendo
conocimiento que el producto es falsificado.
2.5. Vender alimentos, preservantes, aditivos y mezclas corrompidos
Aparece esta conducta delictiva cuando el agente vende, expende, comercializa o
da en venta alimentos, preservantes, aditivos y mezclas descompuestos,
corrompidos, infectados o podridos al punto que su consumo por los animales les
genera un peligro para su vida, su salud o su integridad física. Aquí, el agente no
produce sino se limita a vender al público sabiendo que se trata de un producto
descompuesto.

2.6. Vender alimentos, preservantes, aditivos y mezclas dañados

Esta modalidad se presenta cuando el agente dolosamente vende, comercializa,


trafica, o da en venta alimentos preservantes, aditivos y mezclas dañados,
menoscabados, estropeados o deteriorados al extremo que su consumo por los
animales les genera un peligro para su vida, su salud o su integridad física. El
agente vende el producto sabiendo que se encuentra dañado.
2.7. Bienjurídico protegido

El interés fundamental o bien jurídico que se pretende proteger con el tipo penal 207
del C.P. lo constituye el patrimonio, no obstante más específicamente se protege el
derecho de propiedad que se tiene sobre los animales. Bien sabemos que los
animales para la doctrina penal tienen la condición de bienes muebles.
2.8. Sujeto activo
Autor o sujeto activo de las conductas puestas en evidencia puede ser cualquier
persona, no se exige alguna calidad o cualidad especial. Basta que el agente
produzca, elabore o de en venta alimento para animales, así sea por una única vez,
será agente del delito. No es necesario que aquel sea un productor constante o
alguien que tenga como trabajo la venta o comercialización de alimentos para
animales.
2.9. Sujeto pasivo
Víctima o sujeto pasivo de la conducta también puede ser cualquier persona.
Bastará verificar que sea el propietario de los animales que han consumido los
alimentos dañados, corrompidos o adulterados producidos o vendidos por el sujeto
activo.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA
De la forma como aparece construido el tipo penal se advierte que todas las
conductas delictivas analizadas son de comisión dolosa. Es decir requieren que el o
los autores actúen con conocimiento y voluntad de vender o elaborar productos
destinados al consumo de los animales adulterados, corrompidos o dañados,
representándose la posibilidad que generen un riesgo para la vida, la salud o la
integridad física de los animales.
El autor o agente debe saber que los productos que produce o elabora son
adulterados, malogrados o dañados. Si se determina que aquel no tenía
conocimiento que producía o vendía alimentos para animales en mal estado, la
tipicidad subjetiva no aparece. Es perfectamente posible que se presente un error de
tipo.
No es posible admitir que los comportamientos delictivos se perfeccionen por culpa o
negligencia del autor. De darse el caso, el perjudicado deberá hacer uso de la
normativa extrapenal para reclamar alguna indemnización por daños y perjuicios
ocasionados.

4. ANTIJURIDICIDAD

Es posible que se presente alguna causa de justificación en el actuar del agente.


El consentimiento del sujeto pasivo puede excluir la antijuridicidad de la conducta.
En efecto, si en determinado caso concreto se acredita que el sujeto pasivo adquirió
o compró del agente alimento para sus animales sabiendo que estaba malogrado,
deteriorado o descompuesto, desaparecerá la antijuridicidad en la conducta del
agente, así sus animales hayan sido perjudicados en su salud al consumirlos.
Cuestión diferente y por tanto punible, se presenta cuando el agente no hace de
conocimiento al sujeto pasivo que el alimento o los preservantes están malogrados,
podridos o descompuestos y por el contrario, los vende, expende o comercializa
como si estuvieran en buen estado.

5. CULPABILIDAD

Como ocurre en todas las figuras delictivas, en este nivel del delito, el operador
jurídico penal deberá analizar si el agente productor o vendedor de alimento,
preservantes o aditivos para consumo de los animales, es imputable; si el agente en
el caso concreto pudo actuar de otro modo evitando el resultado dañoso y
finalmente, se velificará si el agente al momento de actuar conocía la antijuridicidad
de su conducta; es decir, sabía que su conducta era contraria al derecho o estaba
prohibida.

6. TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

Los comportamientos delictivos analizados se perfeccionan o consuman de acuerdo


al tipo de conducta que se trate. En el supuesto que el agente produzca o elabore
los productos para el consumo de los animales, se perfecciona en el momento que
produce los alimentos malogrados, dañados o adulterados. En cambio, en el
supuesto que el autor vende los productos para el consumo de los animales, se
perfecciona en el mismo instante que logra entregar a alguna persona los productos
para consumo de los animales en mal estado y a cambio recibe una
contraprestación. Para efectos de la consumación, no se requiere ni exige que el
producto producido o vendido llegue realmente a ser consumido por sus
destinatarios finales como son los animales.
Por la redacción del tipo penal en hermenéutica jurídica se trata de un delito de.
peligro abstracto, no se requiere que el consumo de los productos malogrados o
adulterados causen en forma efectiva un daño a la salud, vida o integridad física de
los animales, es suficiente que su consumo genere aquel peligro. Es suficiente la
puesta en peligro.
Si llegara a verificarse que efectivamente se causó daño a la salud de los animales
que consumieron los alimentos malogrados o dañados, vendidos por el agente,
estaremos ante a un delito agotado.
Es posible que el actuar del agente se quede en grado de tentativa. Ocurrirá por
ejemplo, cuando el sujeto activo es descubierto en el mismo momento que está
produciendo alimento para los animales haciendo uso de insumos deteriorados o
malogrados. O también, cuando el agente es descubierto en el mismo momento que
se dispone a vender a su primera víctima sus productos de consumo animal,
adulterados, malogrados o dañados.

7. PENALIDAD

El agente o autor del delito comentado será reprimido con pena privativa de libertad
no mayor de un año y a la vez, con la pena limitativa de derechos de treinta a cien
días multa.

CAPíTULO X

DELITOS INFORMÁTICOS
SUMARIO: Sub capítulo 1: Generalidades. 1. Conceptos generales de informática.
Subcapítulo 2: El delito de intrusismo informático. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva.
2.1. Bienjmídico protegido. 2.2. Agravante del delito de intrusismo informático. 2.3.
Sltieto activo. 2.4. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidad. 5.
Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7. Penalidad. Sub capítulo 3: El delito de
sabota-
'je informático. 1. Tipo penal. 2. Tipicidad objetiva. 2.1. Bien jurídico protegido. 2.2.
Sujeto activo. 2.3. Sujeto pasivo. 3. Tipicidad subjetiva. 4. Antijuridicidacl. 5.
Culpabilidad. 6. Consumación y tentativa. 7. Penalidad. Subcapítulo 4: El delito
informático agravado. l. Tipo penal. 2. Hermenéutica jurídica. 3. Penalidad.

Subcapítulo 1

Generalidades

1. CONCEPTOS GENERALES DE INFORMÁTICA

El avance de la informática en el mundo actual, es de tal magnitud que se ha llegado


a sostener que se constituye en una forma de Poder social. Las facultades que el
fenómeno informático pone o coloca a disposición de los gobiernos y de las
personas naturales o jurídicas, con rapidez y ahorro consiguiente de tiempo y
energía, configuran un panorama de realidades de aplicación y de posibilidades de
juegos lícitos e ilícitos, en donde resulta necesario e imprescindible el derecho para
regular los múltiples efectos de una situación nueva y de tantas potencialidades en
el medio social.

En efecto, actualmente no solo se usa las computadoras como herramientas


auxiliares de apoyo a diferentes actividades humanas, sino como medios eficaces
para obtener y conseguir información privilegiada, constituyendo de ese modo un
nuevo medio de comunicación. Así mismo, 'Condiciona el desarrollo de la
informática, la misma que en esencia se resume en la creación, procesamiento,
almacenamiento y transmisión de datos.
La informática está presente en todas las actividades más o menos importantes que
desarrolla el hombre en la vida moderna. Todas las ramas del saber humano se
rinden ante los progresos tecnológicos y comienzan a utilizar los sistemas de
información para ejecutar tareas que en otros tiempos se hacían manualmente. No
obstante, el desarrollo sostenido de la informática también ha dado paso a
conductas antisociales y delictivas que se manifiestan de formas que eran
inimaginables en tiempos pasados. Los sistemas de computadoras ofrecen
oportunidades nuevas y complicadas de infringir la ley, creando de esa forma la
posibilidad de cometer delitos tradicionales en formas no tradicionales.
El desarrollo de la informática, ha ocasionado la aparición de nuevos delincuentes,
quienes haciendo uso de los conocimientos de la informática obtienen ingentes
beneficios económicos indebidos en peIjuicio evidente de otros. Ante tal panorama,
el legislador comenzó a preocuparse y formular políticas criminales de acción para
hacer frente a los que muy bien podemos denominar "delincuentes informáticos" y
otros ·denominan "delincuentes de cuello blanco".
Para graficar la situación en la cual se encuentra el mundo respecto de los delitos
informáticos, Gustavo Eduardo Aboso (1671) da cuenta por ejemplo que el 20 de
febrero de 2002, el Tribunal de Gran Instancia de Lyon-Francia condenó a la pena
de ocho meses de prisión y multa a quien alteró el funcionamiento de los sistemas
de procesamiento automatizado de datos de una sociedad. El autor había ingresado
en forma fraudulenta en el sistema de procesamiento de datos y remitió, mediante la
utilización de un programa, gran cantidad de correos electrónicos infectados con el
virus informático y sendos archivos que provocaron distintos desperfectos en el uso
de los sistemas de los ordenadores personales.
En el Perú el legislador del Código Penal de 1991 pretendió hacer frente al problema
desde una visión patrimonialista, incorporando delitos que estén acordes con las
nuevas formas de criminalidad informática (1672). En efecto, el legislador peruano
considerando que con las acciones de los delincuentes informáticos se afectaba el
bien jurídico patrimonio de la víctima, en el inciso tres del artículo 186 del C.P.,
reguló como agravante el uso de los conocimientos y máquinas de la informática.
Este dispositivo prevé que se configura el delito de hurto agravado cuando el agente
actúa mediante la utilización de sistemas de transferencia electrónica de fondos, de
la telemática en general o la violación del empleo de claves secretas.
Allí se reguló tres supuestos que en doctrina desatinadamente se conocen como
delitos informáticos. Por tal razón ya afirmaba Bramont-Arias Torres (1673) que con
los delitos informáticos, en realidad no se protegía ningún bien jurídico, porque en
verdad no hay, como tal un "delito" informático. Este no es más que una forma o
método de ejecución de conductas delictivas que afectan a bienes jurídicos que ya
gozan de una específica protección por el derecho penal.
Esa postura asumió el legislador y optó por introducir a los mal llamados delitos
informáticos como modalidades de comisión de conductas delictivas ya tipificadas.
De ese modo, encontramos reunidas tres circunstancias que agravan la figura
delictiva del hurto: primero, cuando la sustracción se realiza mediante la utilización
de sistemas de transferencia electrónica de fondos; segundo, cuando el hurto se
efectúa por la utilización de la telemática en general; y, tercero, cuando el hurto se
produce violando claves secretas. Estas circunstancias agravantes tiene naturaleza
de materialización distinta aun cuando la finalidad sea la misma: obtener provecho
económico indebido por parte del agente en peIjuicio de la víctima.
En forma breve, transferir electrónicamente fondos es trasladar, movilizar, desplazar
dinero de una cuenta a otras sin recibos, firmas ni entregas materiales y sobre todo,
sin remitir o enviar físicamente el dinero.
El segundo supuesto se configura cuando el agente haciendo uso de la telemática
que viene a constituir el tratamiento de información a distancia haciendo uso de las
telecomunicaciones asociadas a la informática (el Internet, comercio electrónico),
sustrae en forma ilícita bienes valorados económicamente en su beneficio.
En tanto que el último supuesto se configura cuando el agente haciendo mal uso o,
mejor dicho, mal empleo de las claves secretas que sabe o conoce porque le han
sido confiadas por su titular, comete el hurto. Si llega a determinarse que el st~eto
activo no tenía las claves secretas y mas bien entró en conocimiento de ellas
haciendo uso de la informática o por otros medios, no se verifica la agravante,
subsumiéndose tal conducta en las otras circunstancias ya comentadas, pues en
aquellas necesariamente se viola claves secretas con las cuales se encuentran
protegidas las operaciones del ciberespacio.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo para darse cuenta el legislador peruano que lo
previsto en el inciso 3 del artículo 186 del Código Penal de 1991, solo servía para
sancionar a un reducido grupo de conductas patrimoniales, dejando sin sanción
punitiva gran número de conductas dañosas, es decir, no servía para hacer frente a
los típicos delitos informáticos que sin duda causan perjuicio enorme a los intereses
patrimoniales de los propietarios de los máquinas u ordenadores y redes
informáticas. Aquellas figuras delictivas de carácter patrimonial no servía para
reprimir la manipulación fraudulenta de los ordenadores con ánimo de lucro, la
destrucción de programas o datos y el acceso y utilización indebida de la
información que puede afectar la privacidad de las personas tanto naturales como
jurídicas; conductas con las cuales es posible obtener grandes beneficios
económicos o causar importantes daños materiales o morales. Pero no solo la
cuantía de los peljuicios así ocasionados es superior a la que es usual en la
delincuencia tradicional, sino también, son mucho más elevadas las posibilidades
que no llegue a descublirse los hechos ilícitos. Los delincuentes informáticos son
especialistas capaces de borrar toda huella de sus hechos ilícitos. Sin duda, los
conocimientos de la informática facilitan que la realización de la conducta prohibida
no deje huella o pistas.

De tal modo "las epidemias informáticas causadas por virus que destruyen a su paso
archivos de todo tipo, páginas web peruanas que son desde hace varios años blanco
de ataques perpetrados por hackers peruanos y extranjeros, la vulneración de
sistemas informáticos por personas que ingresan indebidamente, la sustracción de
información almacenada, etc., originaron que nuestro legislador haya optado por la
tipificación de estas conductas delictuales, dictándose la ley correspondiente"
(1674).
En nuestra patria, el 17 de julio de 2000, se promulgó la Ley Nº 27309 que incorpora
los típicos delitos informáticos a nuesU'o Código Penal. Los mismos que en doctrina
también se les conoce con las denominaciones de "delitos electrónicos", "delitos
relacionados con la computadora", "crímenes por computadora", "delitos de cuello
blanco" o "delitos relacionados con el ordenador".

El delito informático o electrónico puede ser definido como aquella conducta típica,
antijurídica, culpable y punible en la que la computadora, sus técnicas y funciones
desempeñan un papel trascendente, ya sea como método, medio o fin en el logro de
los objetivos indebidos del agente, cual es el logro de algún perjuicio de tipo
patrimonial a su víctima. En términos más sencillos también se le puede definir como
toda conducta típica, antijurídica, culpable y punible en la que el agente hace uso de
cualquier medio informático para obtener un beneficio indebido en peljuicio del sujeto
pasivo.

Expuestos así los planteamiento cenu'ales, puede inferirse que las conductas
efectuadas por medio de la informática no protegen un derecho patrimonial
expresado funcionalmente en el sistema económico, sino un nuevo bien jurídico
desarrollado por la tecnología informática y que puede tener tanto una aplicación
económica como también doméstica. En este sentido, puede concluirse que
tampoco estos delitos patrimoniales forman parte del derecho penal Económico
(1675).

Subcapítulo 2

El delito de intrusismo informático

l. TIPO PENAL

El delito de instruismo informático conocido también en la doctrina con el nombre de


acceso informático indebido o Hacking lesivo, aparece regulado en el artículo 207-A
del Código Penal con el contenido siguiente.
El que utiliza o ingresa Indebidamente a una base de datos, sistema o red de
computadora s o cualquier parte de la misma, para diseñar, ejecutar o alterar un
esquema u otro similar, o para Interferir, Interceptar, acceder o copiar Información en
tránsito o contenida en una base de datos, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de dos años o con prestación de servicios comunitarios de
cincuenta y dos a ciento cuatro jornadas.
Si el agente actuó con el fin de obtener un beneficio económico, será reprimido con
pena privativa de libertad no mayor de tres años o con prestación de servicios
comunitarios no menor de ciento cuatro jornadas.
2. TIPICIDAD OBJETIVA
El delito de intrusismo informático o acceso informático indebido se configura cuando
el agente o autor utiliza o ingresa indebidamente a una base de datos, sistema o red
de computadoras o cualquier parte de la misma, para diseñar, ejecutar o alterar un
esquema u otro similar, o para interferir, interceptar, acceder o copiar información en
tránsito o contenida en una base de datos.
El tipo penal 207-A recoge varias conductas delictivas que por sí solas o agrupadas
configuran el delito de intrusismo informático, acceso informático indebido o hacking
lesivo. En tal sentido, las conductas típicas y antijurídicas podemos identificarlas en
las siguientes:
1. Utilizar, usar, aprovechar o emplear indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para diseñar un esquema u otro similar.
2. Utilizar, aprovechar, emplear o usar indebidamente una base da datos,
sistema o red de computadoras para ejecutar un esquema u otro similar.
3. Utilizar, usar, emplear o aprovechar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para alterar un esquema u otro similar.
4. Utilizar, usar, emplear o aprovechar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para interferir información en tránsito o contenida en
una base de datos.
5. Utilizar, emplear, aprovechar o usar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para interceptar información en tránsito o contenida
en una base de datos.
6. Utilizar, emplear, aprovechar o usar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para acceder a información en tránsito o contenida
en una base de datos.
7. Utilizar, usar, aprovechar o emplear indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para copiar información en tránsito o contenida en
una base de datos.
8. Ingresar, introducir, entrar o infiltrarse indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para diseñar un esquema u otro similar.
9. Ingresar, entrar, infiltrar o introducirse indebidamente una base da datos,
sistema o red de computadoras para ejecutar un esquema u otro similar.
10. Ingresar, entrar, introducir o infiltrarse indebidamente una base de datos,
sistema o red de computado ras para alterar un esquema u otro similar.
11. Ingresar, introducir, infiltrar o entrar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para interferir información en tránsito o contenida en
una base de datos.
12. Ingresar, infiltrar, introducir o entrar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para interceptar información en tránsito o contenida
en una base de datos.
13. Ingresar, infiltrar, introducir o entrar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para acceder a información en tránsito o contenida
en una base de datos.
14. Ingresar, entrar, infiltrar o introducirse indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para copiar información en tránsito o contenida en
una base de datos.
De esa forma, las siete últimas conductas prohibidas se configuran cuando el
agente, se introduce, entra o ingresa indebidamente a una base de datos, sistema o
red de computadoras. Aquí el agente no está haciendo uso del sistema o red de
ordenadores, de un momento a otro ingresa sin autorización.
El ingreso se efectúa a menudo desde un lugar exterior, situado en la red de
telecomunicaciones. El agente puede aprovechar la falta de rigor de las medidas de
seguridad para introducirse o ingresar o puede descubrir deficiencias en las medidas
vigentes de seguridad o en los procedimientos del sistema. A menudo, los piratas
informáticos se hacen pasar por usuarios legítimos del sistema; esto suele suceder
con frecuencia en los sistemas en los que los usuarios pueden emplear contraseñas
comunes o contraseñas de mantenimiento que están en el propio sistema.
En concreto, estos supuestos se configuran cuando el usuario, sin autorización ni
consentimiento del titular del sistema, se conecta deliberadamente a una red, un
servidor o un archivo (por ejemplo, una casilla de correo electrónico) o hace la
conexión por accidente pero voluntariamente decide quedarse o mantenerse
conectado.
Se produce la interceptación no autorizada por ejemplo, cuando el hacker o pirata
informático detecta pulsos electrónicos trasmitidos por una red o una computadora y
obtiene información no dirigida a él.
En tanto que las demás conductas se configuran cuando el agente ya estando
dentro o haciendo uso del sistema o red de computadoras, indebidamente o sin
autorización comienza a usar, utilizar o aprovecharse en beneficio personal de la
información o datos que brinda el sistema o red de computadoras.
Por ejemplo, se configura el delito cuando el agente reproduce o copia programas
informáticos sin contar con la autorización o consentimiento del titular del programa.
Otro dato objetivo que debe concurrir en las conductas para configurarse los
supuestos delictivos en hermenéutica jurídica es que el agente o autor de los
comportamientos ilícitos, debe actuar en forma indebida o sin autorización. Es decir,
el agente al desarrollar la conducta típica debe hacerlo sin contar con el
consentimiento del titular o responsable de la base de datos, sistema o red de
computadoras. Si llega a vetificarse que el agente actuó contando con el
consentimiento del titular de la base de datos por ejemplo, la tipicidad de la conducta
no aparece.
De esa forma, debe quedar claramente establecido que "el carácter indebido que
califica, precisamente, la conducta constituye un elemento del tipo, por lo que su
ausencia no ha de ser apreciada como causa de justificación sino de atipicidad"
0676).

Finalmente, en cuanto a la tipicidad objetiva, resulta irrelevante determinar el móvil o


propósito del agente o autor de los comportamientos delictivos descritos. Solo si se
verifica que el autor actúa movido o guiado con el propósito de conseguir un
beneficio económico, la conducta se agrava como veremos más adelante al analizar
el segundo párrafo del artÍCulo 207-A del Código Penal.

2.1. Bien jurídico protegido

Por la ubicación que le ha dado el legislador en nuestro Código Penal, con el delito
de intrusismo informático, el Estado pretende cautelar el patrimonio (1677). Ello
debido que la información en tránsito o contenido en una base de datos, un sistema
o red de computadoras, en la actualidad es susceptible de valoración económica. En
consecuencia, al configurarse cualquiera de las conductas denominadas en conjunto
hacking lesivo, se ocasiona daño económico o patrimonial al dueño o titular de la
base da datos, sistema o red de computadoras. Así la conducta del agente no esté
dirigida a obtener un beneficio económico personal, su propia realización en forma
automática ocasiona un peljuicio pattimonial a la víctima o sujeto pasivo.
En ese sentido, no compartimos posición con Durand Valladares (1678) cuando
sostiene que de la lectura del tipo penal se puede advertir que el bien jurídico
protegido en este delito no es el patrimonio, sino más bien, preliminarmente, la
intimidad. El tipo no exige que el sujeto tenga la finalidad de obtener un beneficio
económico, este requisito es constitutivo de la modalidad agravada, más no de las
conductas descritas en el tipo básico, ya que el legisladar considera el mero ingreso
no autorizado como afectación a la intimidad. No obstante, -concluye el citado autor-,
el bien jurídico protegido en estos delitos es la seguridad informática y no el
patrimonio ni la intimidad.
2.2. Agravante del delito de intrusismo informático
Si el agente realiza o desarrolla cualquiera de las conductas ya analizadas con el fin
o propósito de obtener un beneficio económico, se configura la agravante del delito
de intrusismo informático previsto en el segundo párrafo del artículo 207-A del
Código Penal. Aquí el autor o agente de los delitos informáticos merece mayor
sanción por haber actuado guiado o movido por la finalidad concreta de obtener un
beneficio económico personal en peljuicio evidente de la victima.

2.3. Sujeto activo

Sltieto activo, agente o autor de las conductas en análisis es aquel que realiza o
tiene el dominio del hecho. Al no exigir el tipo penal alguna cualidad o condición
especial, se concluye que cualquier persona puede ser agente de los delitos de
intmsismo informático aun cuando la realidad y la propia naturaleza de lo delitos, nos
advierte que solo pueden ser agentes o autores aquellas personas que tengan
avanzados conocimientos de informática (especialistas). Los principiantes en
informática aun cuando no pueden ser excluidos de ser sttietos activos del delito,
creemos que para ellos les será más difícil.

De esa forma, los autores de los delitos de acceso informático son aquellas
personas que poseen ciertas características que no presentan el denominador
común de los delincuentes, esto es, aquellos tienen habilidades para el manejo de
los sistemas informáticos y generalmente por su situación laboral se encuentran en
lugares estratégicos donde se maneja información de carácter sensible, o bien son
hábiles en el uso de los sistemas informatizados, aun cuando en muchos de los
casos, no desarrollen actividades laborales que faciliten la comisión de este tipo de
delitos.
2.4. Sujeto pasivo
Sujeto pasivo o VÍctima también puede ser cualquier persona aun cuando en la
realidad y la propia naturaleza de los delitos nos advierta que, solo serán víctimas
aquellas personas naturales o jurídicas que sean titulares de una base de datos,
sistema o red de computadoras o cualquier parte de la misma.
De ese modo, victimas de los delitos de acceso informático indebido pueden ser
personas naturales, instituciones crediticias, gobiernos, etc. que usan sistemas
automatizados de información, generalmente conectados a otros.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Por la forma de redacción del tipo penal, se advierte que las conductas delictivas
que en conjunto se denominan delitos de intrusismo informático son de comisión
dolosa; no cabe la comisión punible culposa o imprudente. En ese sentido, la
configuración de cualquiera de las conductas previstas exige que el agente o autor
actúe con el conocimiento y voluntad de realizar o desarrollar la conducta indebida.
En cuanto a la circunstancia agravante, aparte del dolo será necesario la presencia
de un elemento subjetivo adicional como lo constituye el animus lucrandi.

En el mismo sentido Durand Valladares (1679), enseña que en el aspecto subjetivo


necesariamente este tipo de delito exige el dolo del sujeto activo, ya que se requiere
en el sujeto conciencia y voluntad de utilizar o ingresar indebidamente a una base de
datos o sistema informático. Para la modalidad agravada se ha de exigir además del
dolo, la concurrencia de una finalidad económica en la realización de la conducta.

Al constituir el conocimiento de lo indebido, un elemento de la tipicidad objetiva, el


dolo lo abarca por completo. Esto es, el agente o autor debe actuar conociendo
perfectamente que su ingreso o uso de una base de datos, sistema o red de
computadoras es indebido, ilícito o no autorizado.
Si en un caso concreto, el agente o autor por error actúa creyendo que cuenta con la
autorización del titular de la base de datos por ejemplo, incurrirá en un error de tipo,
conducta que será impune en aplicación del artículo 14 del Código Penal.

Igual ocurre con el supuesto agravado previsto en el segundo párrafo del artículo
207-A del Código Penal.
4. ANTIJURIDICIDAD

Es posible que se presente alguna causa de justificación de las previstas en el


artículo 20 del c.P., en el actuar del agente. Es posible que el sujeto activo por
ejemplo actúe en cumplimiento de un deber (1680), en ejercicio de un derecho,
cargo u oficio.
Aquí el consentimiento del slBeto pasivo al constituir un elemento de la tipicidad, no
es posible que a la vez se constituya en causa de justificación. En el delito de
hackinglesivo, el desconocimiento es una causal de atipicidad (1681). En efecto, si
en caso concreto se acredita que el titular de una base de datos o red de
computadoras dio su consentimiento para que el agente ingrese y saque provecho
de la información allí contenida, desaparecerá la tipicidad en la conducta del agente,
así al final se evidencie que su conducta ha perjudicado económicamente al titular o
dueño de la base de datos o red de computadoras.

5. CULPABILIDAD

Como ocurre en todas las figuras delictivas, en este nivel del delito, el operador
jurídico penal deberá analizar si el agente con mínimos conocimientos de
informática, es imputable. Si el agente en el caso concreto pudo actuar de otro modo
evitando el resultado dañoso y finalmente, se verificará si el agente al momento de
actuar conocía la antijuridicidad de su conducta; es decir, sabía que su conducta era
contraria al derecho o estaba prohibida.
Si el agente actúa en la creencia errónea que el ingresar a una base de datos sin-
autorización de su titular es legal, lícita o no esta prohibida, se configurará un error
de tipo y no de prohibición, el mismo que será resuelto aplicando el primer párrafo
del artículo 14 del Código Penal.

6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA
De la forma de redacción del tipo penal que encierra las conductas delictivas de los
delitos denominados intrusismo informático se concluye que se trata de delitos de
mera actividad. En consecuencia, se consuman o perfeccionan en el mismo
momento que el agente usa o ingresa indebidamente o sin autorización a una base
de datos, sistema o red de computadoras con el propósito o fin de diseñar, ejecutar
o alterar un esquema u otro similar, o para interferir, interceptar, acceder o copiar
información en tránsito o contenida en una base de datos.
Aquí, para efectos de la consumación no es necesario determinar si realmente se
causó peljuicio a la víctima o en su caso, determinar si el agente logró su objetivo de
obtener su beneficio ilegal perseguido. Tales aspectos son irrelevantes para efectos
de consumación.
En tal sentido, resulta difícil que alguna de las conductas delictiyas analizadas se
quede en grado de tentativa.

7. PENALIDAD

De configurarse alguno de los supuestos del artículo 207-A del Código Penal, el
autor será merecedor de la pena privativa de libertad no menor de dos días ni mayor
de dos años o con prestación de servicios comunitarios de cincuenta y dos a ciento
cuatro jornadas.
En caso de configurarse el supuesto agravante tipificado en el último párrafo del
207-A del C.P., el agente será merecedor de pena privativa de libertad no menor de
dos días ni mayor de tres años o con prestación de servicios comunitarios no menor
de ciento cuatro jornadas.

Subcapítulo 3

El delito de sabotaje informático

l. TIPO PENAL
El delito de sabotaje informático conocido también con el nombre de daño
informático, aparece regulado en el artículo 207-B con el contenido siguiente.
El que utiliza, ingresa o interfiere indebidamente una base de datos, sistema, red de
computadoras o cualquier parte de la misma con el fin de alterarlos, dañarlos o
destruirlos, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor
de cinco años y con setenta a noventa días multa.

2. TIPICIDAD OBETIVA

El delito de daúo informático se configura cuando el agente utiliza, ingresa o


interfiere indebidamente una base de datos, sistema, red de computadoras o
cualquier parte de la misma con la finalidad de alterarlos, dañarlos o destruirlos. Aquí
el autor o sl~eto activo de la conducta busca borrar, suprimir o modificar sin
autorización del propietario o titular, funciones o datos de computadora con intención
de obstaculizar el funcionamiento normal del sistema o red de computadoras.
Las técnicas que usualmente utilizan los delincuentes para configurar las conductas
delictivas que en conjunto se denominan sabotaje informático en peljuicio
pau"imonial de la víctima, son los siguientes:
EL V1RUS, que viene a constituir una selie de claves programáticas que pueden
adherirse a los programas legítimos y propagarse a otros programas informáticos.
Un virus puede ingresar en un sistema por conducta de una pieza legítima de
soporte lógico que ha quedado infectada, así como utilizando el método del Caballo
de Troya consistente en insertar instmcciones de computadora de forma encubierta
en un programa informático para que pueda realizar una f'unción no autorizada al
mismo tiempo que su función normal.
LOS GUSN TOS, son mecanismos que se fabrican en forma análoga al vims con el
objetivo de infiltrarlo en programas legítimos de procesamiento de datos con la
finalidad·de modificar o destruir los datos, pero a diferencia del vims, los gusanos no
pueden regenerarse. En términos médicos podría decirse que un gusano es un
tumor benigno, mientras que el virus es un tumor maligno. La consecuencias del
ataque de un gusano pueden ser tan graves como las del ata.que de un virus; por
ejemplo, un programa gusano que subsiguientemente se desu o. lÍrá puede dar
insullcciones a un sistema informático de un banco para que u"ansfiera
continuamente dinero a una cuenta ilícita.
BOMBA LÓGICA O CRONOLÓGICA, este mecanismo de sabotaje informático exige
conocimientos especializados por parte del agente o autor, debido que requiere la
programación de la destmcción o modificación de datos en un momento dado del
futuro. Al revés de los vims o los gusanos, las bombas lógicas son difíciles de
detectar antes de que exploten; por eso, de todos los dispositivos informáticos
criminales, las bombas lógicas son las que poseen el máximo potencial de daño a un
sistema de datos o red de computadoras. Su detonación puede programarse para
que cause el máximo de daii.o al sistema de datos y para que tenga lugar mucho
tiempo después que se haya marchado el delincuente. La bomba lógica muy bien
puede utilizarse como instrumento o medio de extorsión, solicitándose un rescate a
cambio de dar a conocer el lugar donde se halla la bomba y evitar de ese modo un
enorme daño o sabotaje informático.

En otro aspecto, el tipo penal 207-B recoge varias conductas delictivas que por sí
solas o agmpadas configuran el delito de sabotaje informático. En cualquiera de
estas conductas las técnicas de sabotaje funcionan o intervienen indistintamente. En
tal sentido, las conductas típicas y antijurídicas podemos identificarlas en las
siguientes:

1. Utilizar, usar, aprovechar o emplear indebidamente una base de datos,


sistema o red de computadoras con la finalidad de alterarlo.
2. Utilizar, aprovechar, emplear o usar indebidamente una base da datos,
sistema o red de computadoras con el objetivo o propósito de dañarlo.
3. Utilizal~ usar, emplear o aprovechar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras con la finalidad de destruirlo.
4. Ingresar, introducir, entrar o infiltrarse indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para alterarlo.
5. Ingresar, entrar, infiltrar o introducirse indebidamente una base da datos,
sistema o red de computadoras con la finalidad de dañarlo.
6. Ingresar, entrar, introducir o infiltrarse indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras con el único propósito de destruirlo.
7. Interferir, interceptar, entorpecer u obstruir indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras con el firme objetivo de alterarlo.
8. Interferir, entorpecer, obstruir o interceptar indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras con la finalidad de dañarlo.
9. Interferir, obstruir, interceptar o entorpecer indebidamente una base de datos,
sistema o red de computadoras para destruirlo.
De esa forma, las tres primeras conductas se configuran cuando el agente estando
ya dentro o haciendo uso del sistema o red de computadoras, indebidamente o sin
autorización comienza a alterarlo, destruirlo o dañarlo, usando para tal efecto la
técnica de los virus, gusanos o bomba lógica. En tanto que las siguientes tres
conductas, se configuran cuando el agente, se introduce, entra o ingresa
indebidamente a una base de datos, sistema o red de computadoras con la finalidad
de alterarlo, dañarlo o destruirlo. Aquí el agente no está haciendo uso del sistema o
red de ordenadores, de un momento a otro ingresa sin autorización con la finalidad
de sabotaje.
El ingreso se efectúa a menudo desde un lugar exterior, situado en la red de
telecomunicaciones. El agente o sujeto activo puede aprovechar la falta de rigor de
las medidas de seguridad para introducirse o ingresar o puede descubrir deficiencias
en las medidas vigentes de seguridad o en los procedimientos del sistema y
comienza a dañar el sistema sin que el titular tome conocimiento.
En concreto, estos supuestos se configuran cuando el agente, sin autorización ni
consentimiento del titular del sistema, se conecta deliberadamente a una red, un
servidor o un archivo (por ejemplo, una casilla de correo electrónico)
con el firme propósito alterado, dañado o destruido, haciendo uso para tal efecto de
las técnicas del sabotaje informático.
Finalmente, las tres últimas conductas se configuran cuando el agente después de
detectar las pulsaciones electrónicas trasmitidas por una red o una computadora, lo
interfiere, obstruye o intercepta sin autorización del titular con el propósito o finalidad
de alterar, destruir o dañar la información que se trasmite, la misma que lógica y en
forma obvia no está dirigida al sujeto activo de la acción.
¿Qué se entiende por alterar, destruir o dañar una base de datos, sistema o red de
computadoras?
Para efectos de los delitos informáticos se entiende que las conductas de alterar se
configuran cuando el agente intencionalmente altera, modifica, cambia, tergiversa o
falsifica una base de datos, sistema o red de computadoras. Aquí por ejemplo, el
agente altera datos de los documentos almacenados en un sistema o red de
computadoras con el consecuente perjuicio para su titular.
En cambio se configuran las conductas de destruir cuando el agente dolosamente
destruye, arruina, elimina o deshace la base de datos contenido en un sistema o red
de computadoras que total o parcialmente pertenece a otra persona, es decir, es
ajeno. En otros términos, por destruir se entiende el acto de hacer desaparecer el
valor patrimonial de la base de datos, afectando tanto el aspecto material como su
función que tiene normalmente.

Finalmente, se configura las conductas de dañar cuando el agente dolosamente


daña, menoscaba, estropea o deteriora una base de datos, sistema o red de
computadoras que total o parcialmente corresponde a otra persona que viene a ser
el sujeto pasivo de la acción. Esto es, dañar consiste en disminuir el valor
patrimonial de la base de datos, sistema o red de ordenadores comprometiendo
fundamentalmente el aspecto corporal o material con que esta construido o hecho.
El autor con su acción no busca destruir ni inutilizar el sistema, lo único que busca
es deteriorado para que no siga cumpliendo su finalidad normalmente. Busca
mermar su funcionamiento que en forma normal le está asignado.
Otro dato objetivo que debe concurrir en la conducta para configurarse el delito en
hermenéutica jurídica, es que el agente o autor del comportamiento debe actuar en
forma indebida o sin autorización. Es decir, el agente al desarrollar la conducta típica
debe hacedo sin contar con el consentimiento del titular o responsable de la base de
datos, sistema o red de computadoras. Si llega a verificarse que el agente actuó
contando con el consentimiento del titular de la base de datos por ejemplo, la
tipicidad de la conducta no aparece. En consecuencia el carácter indebido que
califica, cualquiera de las conductas enumeradas, constituye un elemento del tipo,
por lo que su ausencia no ha de ser apreciada como causa de justificación sino de
atipicidad.
Finalmente, en cuanto a la tipicidad objetiva cabe dejar establecido que es
irrelevante determinar el móvil o propósito del agente o autor de los
comportamientos delictivos descritos.

2.1. Bien jurídico protegido

El bien jurídico que se pretende cautelar o proteger es el patrimonio (1682).


Ello debido que al configurarse cualquiera de las conductas denominadas en
conjunto sabotaje informático se ocasiona daño económico o patrimonial al dueño o
titular de la base da datos, sistema o red de computadoras. Así la conducta del
agente no esté dirigida a obtener un beneficio económico personal, su propia
realización en forma automática ocasiona un peIjuicio patrimonial a la VÍctima o
sujeto pasivo.

2.2. Sujeto activo

Sujeto activo, agente o autor de las conductas en análisis es aquel que realiza o
tiene el dominio del hecho. Al no exigir el tipo penal alguna cualidad o condición
especial, se concluye que cualquier persona puede ser agente de los delitos
informáticos aun cuando la realidad y la propia naturaleza de los delitos, nos advierte
que solo pueden ser agentes a autores aquellas personas que tengan avanzados
conocimientos de informática.
De esa forma, los autores de los delitos informáticos son aquellas personas que
poseen ciertas características que no presentan el denominador común de los
delincuentes, esto es, aquellos tienen habilidades para el manejo de los sistemas
informáticos y generalmente por su situación laboral se encuentran en lugares
estratégicos donde se maneja información de carácter sensible, o bien son hábiles
en el uso de los sistemas informatizados, aun cuando en muchos de los casos, no
desarrollen actividades laborales que faciliten la comisión de este tipo de delitos.

2.3. Sujeto pasivo

Sujeto pasivo o víctima también puede ser cualquier persona aun cuando en la
realidad y la propia naturaleza de los delitos nos advierta que, solo serán víctimas
aquellas personas naturales o jurídicas que son titulares de una base de datos,
sistema o red de computadoras o cualquier parte de la misma.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA
Las conductas delictivas que en conjunto se denominan sabotaje informático son de
comisión dolosa; no cabe la comisión punible culposa o imprudente. En ese sentido,
la configuración de cualquiera de las conductas previstas exige que el agente o autor
actúe con el conocimiento y voluntad de realizar o desarrollar la conducta indebida.
El conocimiento de lo indebido se constituye en elemento de la tipicidad objetiva y
por tanto, el dolo lo abarca por completo. Esto es, el agente o autor debe actuar
conociendo perfectamente que su ingreso o uso de una base de datos, sistema o
red de computadoras es indebido, ilícito o no autorizado.
Si en un caso concreto, el agente o autor por error actúa creyendo que cuenta con la
autorización del titular de la base de datos por ejemplo, incurrirá en un error de tipo,
conducta que será impune en aplicación del artículo 14 del Código Penal.

4. ANTIJURIDICIDAD

Es posible que en el actuar del agente se presente alguna causa de justificación de


las previstas en forma taxativa en el artículo 20 del C.P.
El consentimiento del sujeto pasivo, como ya quedó establecido, no se constituye en
causa de justificación, toda vez que ello, excluye la tipicidad de la conducta. En
efecto, si en caso concreto se acredita que el titular de una base de datos o red de
computadoras dio su consentimiento para que el agente destruya la información allí
contenida, desaparecerá la tipicidad en la acción del agente, así al final se evidencie
que la conducta del agente ha peIjudicado económicamente al titular o dueño de la
base de datos o red de computadoras.

5. CULPABILIDAD

Como ocurre en todas las figuras delictivas, en este nivel del delito, el operador
jurídico penal deberá analizar si el agente con avanzados conocimientos de
informática, es imputable, es decir, es mayor de edad y no sufre de alguna
enfermedad mental que le haga inimputable. Si el agente en el caso concreto pudo
actuar de otro modo evitando el resultado dañoso y finalmente, se verificará si el
agente al momento de actuar conocía la antijuridicidad de su conducta; es decir,
sabía que su conducta era contraria al derecho o estaba prohibida.
6. CONSUMACIÓN Y TENTATIVA

De la forma de redacción del tipo penal que encierra las conductas delictivas de los
delitos de sabotaje informático se concluye que se trata de delitos de mera actividad.
Es consecuencia, se consuman o perfeccionan en el mismo momento que el agente
usa, ingresa o interfiere indebidamente o sin autorización a una base de datos,
sistema o red de computadoras con el propósito o fin de alterar, dañar o destruido.
Aquí, para efectos de la consumación no es necesario determinar si realmente se
causó peIjuicio a la víctima o en su caso, determinar si el agente logró su objetivo de
obtener su beneficio perseguido. Tales aspectos son irrelevantes para efectos de
consumación.
En tal sentido, consideramos que resulta difícil que alguna de las conductas
delictivas analizadas se quede en el grado de tentativa.

7. PENALIDAD

De configurarse el delito denominado sabotaje o daño informático y encontrarse


responsable penalmente al agente, este será merecedor de una pena privativa de
libertad que oscila entre tres y cinco años. Así mismo, unida a la pena privativa de
libertad el juez impondrá una multa no menor de setenta ni mayor de noventa días.

Subcapítulo 4
El delito informático agravado

1. TIPO PENAL

Las agravantes de los delitos informáticos están recogidas en el artículo 207-C del
Código Penal en los términos siguientes:
En los casos de los artrculos 207·A y 207·B, la pena será privativa de libertad no
menor de cinco ni mayor de siete años, cuando:
1. El agente accede a una base de datos, sistema o red de computadoras,
haciendo uso de información privilegiada, obtenida en función a su cargo.
2. El agente pone en peligro la seguridad nacional.

2. HERMENÉUTICA JURÍDICA

La Ley Nº 27309 del 17 de julio de 2000, incorpora también el artículo 207-C del
Código Penal, en el cual se prevé dos circunstancias que agravan los delitos
informáticos recogidos en los artículos 207-A y 207-B. En efecto, aquí se establece
que el agente o autor de alguno de los delitos de intrusismo informático o en su
caso, de sabotaje o daño informático, será no menor de cinco ni mayor de siete años
cuando acceda a una base de datos, sistema o red de computadoras haciendo uso
de información privilegiada obtenida en función de su cargo o cuando su conducta
ponga en peligro la seguridad nacional del país.
La primera circunstancia agravante se configura cuando el agente o autor utiliza o
ingresa indebidamente a una base de datos, sistema o red de computadoras o
cualquier parte de la misma, para diseñar, ejecutar o alterar un esquema u otro
similar, o para interferir, interceptar, acceder o copiar información en tránsito o
contenida en una base de datos, haciendo uso o valiéndose de información
privilegiada, obtenida en función a su cargo que desempeña o desarrolla. Se
entiende que el agente debe trabajar en la empresa titular de la base de datos,
sistema o red de computadoras.
También la primera agravante se materializa cuando el agente aprovechando o
haciendo uso de la información privilegiada obtenida en función de su cargó que
desempeña, utiliza, ingresa o interfiere indebidamente una base de datos, sistema,
red de computadoras o cualquier parte de la misma con la finalidad de alterarlos,
dañarlos o destruirlos. Aquí el autor o sujeto activo de la conducta busca borrar,
suprimir o modificar sin autorización del propietario o titular, funciones o datos de
computadora con intención de obstaculizar el funcionamiento normal del sistema o
red de computadoras.
En suma, la circunstancia agravante está en función a la confianza depositada en la
persona del autor y al manejo de determinada información, como pueden ser claves
de acceso, password, etc. (168!l.
En cambio se configura la segunda circunstancia agravante cuando algunas o varias
conductas de intrusismo o sabotaje informático desarrolladas por el agente o autor,
ponen dolosamente en peligro la seguridad nacional del país. Considero que esta
circunstancia agravante solo podrán efectuarla aqueHas personas que trabajan
dentro del sistema de seguridad nacional, las mismas que por su mismo trabajo que
desempeñan cuentan con información privilegiada almacenada en una base de
datos, sistema o red de computadoras vinculada a la seguridad nacional del país.

3. PENALIDAD

Cuando se configura cualquiera de las conductas agravantes previstas en el artículo


207 -C del Código Penal, el autor será merecedor a una pena privativa de libertad no
menor de cinco ni mayor de siete años.
CAPíTULO XI

DISPOSICiÓN COMÚN CAUSAS PERSONALES DE


EXCLUSiÓN DE PUNIBILlDAD

SUMARIO: 1. Tipo penal. 2. Hermenéuticajurídica.

1. TIPO PENAL

El artÍCulo 208, modificado por la Ley Nº 27309 del 17 de julio de 2000, regula las
causas personales que eventualmente excluyen de punibilidad a aquellas. personas
que han cometido hechos típicos, antijurídicos y culpables; así tenemos:
No son reprimibles, sin perjuicio de la reparación civil, los hurtos, apropiaciones,
defraudaciones o daños que se causen:
1. Los cónyuges, concubinos, ascendientes, descendientes y afines en línea
recta.
2. El consorte viudo, respecto de los bienes de su difunto cónyuge, mientras no
ha· yan pasado a poder de terceros.
3. Los hermanos y cuñados, si viviesen juntos.

4. HERMENÉUTICA JURÍDICA

Para entender el sentido del artículo 208 del Código Penal, en primer término
debemos analizar cuales son sus fundamentos. Ellos surgen por sí solos al exponer
la naturaleza de las causas que excluyen la punibilidad. Yen segundo lugar, exponer
las razones del porqué solo los sujetos indicados en el numeral 208 se merecen la
exclusión de punibilidad.

Actualmente, en la doctrina penal es posición dominante considerar que no son solo


tres los elementos del delito, sino que se agrega otro, denominado "punibilidad". Es
decir, delito es una conducta típica, antijurídica, imputable personalmente a su autor
y punible. Si la conducta típica, antijurídica y culpable no es punible porque así lo
establece determinado sistema jurídico, aquella conducta no constituye delito
propiamente.

Nuestro Código Penal prevé dos supuestos que excluyen el elemento punibilidad de
una conducta típica, antijurídica y culpable. Las causas personales de exclusión de
punibilidad previstas por ejemplo en los artículos 133 y 208 del Código Penal, y las
causas que extinguen la punibilidad previstas en el artículo 78 del Código Penal.
En esa línea las causas que excluyen la punibilidad son aquellas circunstancias
personales del autor cuya concurrencia en un hecho concreto excluye la punibilidad
o cuya no concurrencia es presupuesto de punibilidad. Estas circunstancias de
exclusión de punibilidad no afectan a todos los intervinientes en un injusto penal,
sino solo a aquel en cuya persona concurre el elemento excluyente de la punibilidad
(1684).
La punibilidad puede ser excluida en los casos en que el legislador por cuestiones
de política criminal, ha considerado conveniente no imponer una pena a pesar de
darse una acción típica, antijurídica y culpable. Se trata, normalmente de causas
vinculadas a la persona del autor y, por lo tanto, solo le afectan a él y no a los demás
participantes en el delito, ya actúen en calidad de autores o en calidad partícipes en
los delitos precisados por la ley, pero no a los terceros que intervengan en el hecho,
aun cuando estos sean los autores del hecho. Por ilustrativo cabe citar el ejemplo de
Bramont-Arias Torres/ Carda Cantizano (1685): si un extraño comete un delito de
hurto y el hijo de la víctima únicamente es cooperador en ese hurto, el extraño no se
beneficiará con la exclusión de la punibilidad, pero sí el hijo aunque actúe como un
simple cooperador.
Este es el caso del artículo 208 del Código Penal en el cual se recogen todas las
circunstancias en las cuales se declara exentas de responsabilidad penal a
determinadas personas, por razón de su parentesco con el sujeto pasivo. Ello ocurre
solo en los delitos contra el patrimonio en su modalidad de hurto, apropiación ilícita,
defraudaciones o daños a la propiedad. Solo se menciona en forma taxativa estos
delitos y no al robo o extorsión por ejemplo, porque en estos aparte de lesionarse el
bien jurídico patrimonio se lesiona o pone en peligro otros bienesjurídicos
fundamentales como es la integridad personal, la libertad, etc. de las personas.

En doctrina todavía existe la polémica nada pacífica sobre las razones de declarar la
impunidad de los hurtos, apropiaciones ilícitas, defraudaciones y daños entre las
personas unidas por el vínculo del parentesco; por nuestra parte consideramos que
la exclusión de la punibilidad en estos casos no se basa en la falta de culpabilidad o
en la ausencia de necesidad de prevención, sino en razones de política familiar. Lo
que pretende el poder punitivo es evitar la destrucción total de la familia que
corresponde al Estado protegerla o cautelarla por constituir la célula básica de
nuestra sociedad, y del matrimonio, a lo que contribuiría inevitablemente la sanción
penal de tales delitos (1686).

El profesor Roy Freyre (1687), haciendo hermenéutica jurídica del artículo 260 del
Código Penal derogado, sostenía que es malo dejar sin sanción un delito patrimonial
cuyo autor ha sido plenamente identificado, pero es un mal mayor comprometer la
armonía del núcleo familiar con el castigo infligido a uno de sus miembros. No es
extraño al derecho escoger un mal menor para evitar otro mayor. Sin duda esta es la
ponderación que ha primado en ellegislador para excluir de sanción penal a las
personas que cometen los delitos indicados en el artículo 208 del C.P. en agravio de
sus parientes.

Aceptado ello, según el inciso 1 del numeral 208 del Código Penal, no son
reprimibles los hurtos, apropiaciones ilícitas, defraudaciones o daños que se causen
los cónyuges, concubinas, ascendientes, descendientes y afines en línea recta. Los
cónyuges para efectos de la presente interpretación son los derivados del
matrimonio civil. La eximente alcanza incluso así viviesen separados. Basta
constatar que entre el sujeto activo y víctima de un hurto, apropiación, defraudación
o daños a la propiedad, existe el vínculo matrimonial para excluir de punibilidad al
cónyuge-agente.

Las concubinas son aquellos que tienen una unión de hecho estable,
voluntariamente realizada y mantenida de acuerdo con el artículo 5 de la
Constitución del Estado y desarrollado por el artículo 326 del Código Civil.
Los ascendientes son los parientes consanguíneos en línea recta ascendente, es
decir, los padres, los abuelos, los bisabuelos, etc. En tanto que los descendientes
son los parientes consanguíneos en línea recta descendente, esto es, los hijos,
nietos, bisnietos, tataranietos, etc.

Para saber cuando hay afinidad en línea recta resulta necesalio recurrir al artículo
237 del Código Civil. Allí se prevé que el mauimonio produce parentesco de afinidad
entre cada uno de los cónyuges con los palientes consanguíneos del otro. Cada
cónyuge se halla en igual línea y grado de parentesco por afinidad que el otro por
consanguinidad. La afinidad en línea recta no acaba por disolución del matrimonio
que la produce. Siendo así, los afines en línea recta son los suegros con los yernos
o las nueras.

El inciso 2 del artículo 208 dispone que no es replimible el cónyuge viudo o


sobreviviente, respecto de los bienes de su difunto cónyuge, mientras no hayan
pasado a poder de terceros. Esto significa que se excluye de punibilidad al consorte
viudo que a efectuado una conducta típica, antijurídica y culpable de hurto o
apropiación ilícita o defraudación o daños, siempre y cuando el objeto material del
delito lo constituya los bienes del cónyuge fallecido que aún no han pasado a poder
de terceros. Si el bien del difunto cónyuge ha pasado a poder de tercera persona y el
consorte viudo lo hurta por ejemplo, su conducta será reprimible. La excusa no le
asiste. Se entiende que la tercera persona será un extraño o ajeno a cualquier
relación de consanguinidad o afinidad en línea recta al cónyuge viudo. Si por el
contrario, se velifica que el tercero tiene alguna relación de las indicadas, también la
eximente lo ampara en aplicación del inciso 1 del artículo 208 del C.P.
Finalmente, el inciso 3 del artículo 208 del Código Penal, prevé que no son
reprimibles los hurtos, apropiaciones ilícitas, las defraudaciones o lo daños a la
propiedad que se causen los hermanos y cuñados siempre y cuando vivan juntos.
Es decir vivan o compartan una sola vivienda. Si viven en viviendas separadas la
eximente no les alcanza.
Otro aspecto resaltante del artículo 208 del C.P., lo constituye la disposición que si
bien no son reprimibles los hurtos, apropiaciones ilícitas, defraudaciones y daños
que se causen las personas que tengan los vínculos antes anotados, los autores
responden civilmente. Esto es, la víctima tiene derecho a la reparación civil. Resulta
lógico que en estos casos se pueda exigir la responsabilidad civil, puesto que el
agente ha cometido una acción antijurídica que se opone y lesiona al ordenamiento
jurídico (1688).

Para reclamar la reparación civil, en la práctica pueden presentase hasta dos


supuestos:
Primero, si desde el inicio o en la investigación preliminar o policial se ha llegado a
determinar de modo claro y preciso que en el hecho ilícito solo
ha participado un agente y este tiene un vínculo de hijo, padre, cónyuge, etc.
respecto de la víctima, el representante del Ministerio público, titular de la acción
penal, archivará la denuncia y orientará a la víctima haga uso del derecho extrapenal
para reclamar la correspondiente reparación civil. En todo caso, de formalizarse
denuncia penal, el juez penal debe declarar no ha lugar a apertura de instrucción
(1689).

Es ilógico y poco coherente iniciar todo un proceso penal para que al final eljuez por
medio de sentencia, exima de pena al agente y solo ftie la reparación civil en favor
de la víctima. No es racional gastar horas hombre en tramitar todo un proceso penal
con la ignominia que ello representa para el pariente-agente, teniendo la posibilidad
abierta el agraviado de recurrir a la vía extrapenal y reclamar con mayor éxito
económico la reparación civil.

Y segundo, si en la investigación preliminar se ha llegado a determinar que el


pariente ha actuado junto a otros sujetos que no tienen el vínculo de parentesco, el
representante del Ministerio Público formalizará acción penal en contra de todos los
participantes en la comisión del delito, con la finalidad de ftiar la reparación civil en la
sentencia de acuerdo al grado de participación. Ello es lógico, pues en la tramitación
del proceso penal bajo el manto del macro principio procesal etiquetado como
"debido proceso" se determinará el grado de participación de cada uno de los
autores o partícipes del delito y de acuerdo a ello se ftiará la reparación civil que
cada uno de ellos deberá pagar a favor del agraviado. No actuar de ese modo,
puede generar serias irtiusticias, pues al excluirse desde el inicio al agente-pariente,
es posible que se ftie una reparación civil no acorde con su participación en el hecho
delictivo. Puede fijarse un mínima reparación civil cuando su participación ha sido de
autor, o viceversa, puede ftiarse una ingente reparación civil cuando su participación
solo fue de cómplice secundario.

MODIFICACIONES

 (*)Artículos incorporados por el Artículo 1 de la Ley N° 29316, publicada el


14 enero 2009:
Artículo 186-A.- Dispositivos para asistir a la decodificación de señales de
satélite portadoras de programas
El que fabrique, ensamble, modifique, importe, exporte, venda, alquile o
distribuya por otro medio un dispositivo o sistema tangible o intangible, cuya
función principal sea asistir en la decodificación de una señal de satélite
codificada portadora de programas, sin la autorización del distribuidor legal de
dicha señal, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de
cuatro años ni mayor de ocho años y con noventa a ciento ochenta días multa.

Artículo 194-A.- Distribución de señales de satélite portadoras de programas


El que distribuya una señal de satélite portadora de programas,
originariamente codificada, a sabiendas que fue decodificada sin la
autorización del distribuidor legal de dicha señal, será reprimido con pena
privativa de la libertad no menor de dos años ni mayor de seis años y con
treinta a noventa días multa.
 (*) Artículo modificado por el Artículo 1 de la Ley N° 29307, publicada el 31
diciembre 2008cuyo texto es el siguiente:

“Artículo 198.- Administración fraudulenta


Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor
de cuatro años el que ejerciendo funciones de administración o
representación de una persona jurídica, realiza, en perjuicio de ella o de
terceros, cualquiera de los actos siguientes:

1. Ocultar a los accionistas, socios, asociados, auditor interno, auditor


externo, según sea el caso o a terceros interesados, la verdadera situación de
la persona jurídica, falseando los balances, reflejando u omitiendo en los
mismos beneficios o pérdidas o usando cualquier artificio que suponga
aumento o disminución de las partidas contables.

2. Proporcionar datos falsos relativos a la situación de una persona


jurídica.

3. Promover, por cualquier medio fraudulento, falsas cotizaciones de


acciones, títulos o participaciones.

4. Aceptar, estando prohibido hacerlo, acciones o títulos de la misma


persona jurídica como garantía de crédito.

5. Fraguar balances para reflejar y distribuir utilidades inexistentes.

6. Omitir comunicar al directorio, consejo de administración, consejo


directivo u otro órgano similar o al auditor interno o externo, acerca de la
existencia de intereses propios que son incompatibles con los de la persona
jurídica.

7. Asumir indebidamente préstamos para la persona jurídica.

8. Usar en provecho propio, o de otro, el patrimonio de la persona


jurídica."
(*) Artículo incorporado por el Artículo 2 de la Ley N° 29307, publicada el 31
diciembre 2008:
“Artículo 198-A.- Informes de auditoría distorsionados
Será reprimido con la pena señalada en el artículo anterior el auditor
interno o externo que a sabiendas de la existencia de distorsiones o
tergiversaciones significativas en la información contable-financiera de la
persona jurídica no las revele en su informe o dictamen.”

 (*)Artículo modificado por el Artículo 9 de la Ley N° 29282, publicada el 27


noviembre 2008, cuyo texto es el siguiente:

“Formas agravadas. El menor como víctima


Artículo 121-A.- En los casos previstos en la primera parte del artículo
121, cuando la víctima sea menor de catorce años y el agente sea el tutor,
guardador o responsable de aquel, la pena será privativa de libertad no menor
de cinco ni mayor de ocho años, remoción del cargo según el numeral 2 del
artículo 554 del Código Civil e inhabilitación a que se refiere el artículo 36
inciso 5.

Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y el agente pudo


prever este resultado, la pena será no menor de seis ni mayor de doce años.”

(*)Artículo incorporado por el Artículo 10 de la Ley N° 29282, publicada el 27


noviembre 2008, cuyo texto es el siguiente:
“Formas agravadas. Lesiones graves por violencia familiar
Artículo 121-B.- El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la salud por
violencia familiar será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni
mayor de diez años y suspensión de la patria potestad según el literal e) del artículo
75 del Código de los Niños y Adolescentes.
Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y el agente pudo prever
este resultado, la pena será no menor de seis ni mayor de quince años.” (*)
(*)Artículo modificado por el Artículo 10 de la Ley N° 29282, publicada el 27
noviembre 2008, cuyo texto es el siguiente:
“Formas agravadas. El menor como víctima
Artículo 122-A.- En el caso previsto en la primera parte del artículo 122,
cuando la víctima sea menor de catorce años y el agente sea el tutor, guardador o
responsable de aquel, la pena será privativa de libertad no menor de tres ni mayor
de seis años, remoción del cargo según el numeral 2 del artículo 554 del Código
Civil e inhabilitación a que se refiere el artículo 36 inciso 5.
Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y el agente pudo prever
este resultado, la pena será no menor de cinco ni mayor de nueve años.”

(*)Artículo incorporado por el Artículo 10 de la Ley N° 29282, publicada el 27


noviembre 2008, cuyo texto es el siguiente:
“Formas agravadas. Lesiones leves por violencia familiar
Artículo 122-B.- El que causa a otro daño en el cuerpo o en la salud por
violencia familiar que requiera más de diez y menos de treinta días de asistencia o
descanso, según prescripción facultativa, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de seis años y suspensión de la patria potestad
según el literal e) del artículo 75 del Código de los Niños y Adolescentes.

Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y el agente pudo prever


este resultado, la pena será no menor de seis ni mayor de doce años.”

(*) Artículo modificado por el numeral 1 del Artículo 29 del Decreto Legislativo Nº
1084, publicado el 28 junio 2008

Artículo 185.- Hurto Simple


“El que, para obtener provecho, se apodera ilegítimamente de un bien
mueble, total o parcialmente ajeno, sustrayéndolo del lugar donde se encuentra,
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres
años. Se equiparan a bien mueble la energía eléctrica, el gas, el agua y cualquier
otra energía o elemento que tenga valor económico, así como el espectro
electromagnético y también los recursos pesqueros objeto de un mecanismo de
asignación de Límites Máximos de Captura por Embarcación.”

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