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DONALD MELTZER

Y OTROS
EXPLORACION
DELAUTIS~O

oom
¡g PSIQ.Ul¡\ffilA,
o PSICOPATOl.OGJA
~ 'Y PSIO:OSDMATICA
DONALD MELTZER
JOHN BREMNER
SHIRLEY HOXTER
DOREEN WEDDELL
ISCA WITTENBERG

EXPLORACION
-
DEL AUTISMO
Un estudio psicoanalítico

,_Supervisión y prólogo de
R. Horacio Etchegoyen

EDITORIAL PAIDOS
BUENOS AmES
.........
.
_

' ·¡

Original inglé::

EXPLORATIONS IN AUTISM
A Psycho-Analytical Study
· Ounie Press, Perthshire
: Iª ed., 1975.
~.:.

© The Roland Harris Educational Trust, 1975

Versión castellana de
SYLVIA OCLANDER-GORDON

1a edición, 1979

1-••lt'...... .)v ,...., .. J.CL "-.1.6..._... ,\.U .. ..._ - ,._.1.u .... vu. ,1..1.1. C"ll.:J.Óv1.1.~.1.a.

Queda he<;ho el depósito que establece la ley Nº 11.723

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EDITORIAL PAIDOS S.A.l.C.F.
Defensa 599, ier. piso -Buenos Aires
INDICE

AGRADECIMIEh10S

INTRODUCX:IO?\ A LA YERSION CASTEl..LANA, por R. Hoirdó /!,'tchqoyen

Parte A: Teoría

J. OBJETIVOS, ALCANCES Y METODOS DE LA INVESTICAC10N.


?O.I' DoMid Meltur , -~!I
.•l)

JI. Í..A PSICOLOGIA DE LOS ESTADOSAUTIST ~~ENTALIDAD


POSTAlITlSTA, por Donald Mdt=r .i.A.,;(~~o i'

El estado mental autista (22); Fact~s ~~ó-Úg~C23); Ca.racteásticas ettruc-


tunk:s {25); Aspectos dinámicos (27); Considera&ones genéticas (28); DeSL"Tilllo
de a. persoa.al.idad en el niño autista (29}; Resumen (38).

Parte B: lhnazgos clínicos

INTRODUCCIOJ\

IJL Al.mSMO PROPIAMENTE DICH'l- TIMMY, por lolin Bmnner y Donal.d -.


Mdou -
Historia dcl desarr <!Qg:u..:" • .ilón ñúmeto qiÍlnce - lunei (4 7); Los primeros tres
años de tntuniento l4b,, i l materizl "comprimidoh (51); Recapintlaciérn {53);
Discusión (54).

IV. DEPRES!ON PRIMARIA EN ELAUilSMO - JOliN, por /u:a Witt01berg

Introducción (61); Breve historia tTolutiva (62); El comienzo del tratamento


(62}; Las li:guientes cuatro ~manru; y media: Arrojado en las orillas de la ó:sola-
ción (65); La sesión XXVI: El objcro atractivo - El pecho d e la esperan.u (67);
Reflexioner acerca de la naturaleza de la relación de John: Ocupación y p~cu­
pación (6&); Segundo m.es: La "laby'"" (70); Tercer mes - Preparación para !las va-
caciones: ~La señora ida" (71); las oos últimas~ antes de las vacaciones:
Entrar - permanecer afuera (73); Algunas ideas acerca de los intentos de Jdrn de
enfrentar h separación (74); La pxim=ra sesión después & las vacaciones re Navi-
dad: El qo: está adentro o el que c:sci afuera: Papá o John (75); IntrusíÓ:l:: y co-
lapso (76); A través del espejo: "Rosas. rosas'' (78); Refleldones acerca ~ cam-
bio en la naturaleza de la relación de John (78); Conlas anillas CT9); Una ~ana
antes de bs vacaciones de Pascuas:- -Yodo mío"" (80); Dos sesiones ant.es de Las
vacaciones de Pascuas (81); Reflexiones acerca de la rclación de John dura= este
trimestre (82); Las primeras sesiones después de las naciones de Pascuas: El inva-
sor (82); Abandonado a la desment21iz.ación (84); wNiño tnvíeso- (85); l)i:-i; días
antes de las vacaciones de veano: ¿Dónde está John? (86); Dos maneras de en-
frentar la depresión: Con un tapón o en complicidad con el osito de felpa (87);
Resumen del l:C$to del tratamiento (87); Revisíón. Depresión catastrófica (88);
La identidad adhesiva y su rdación con la ausencia de desarrollo mental (90);
Estados de desesperación en· presencia del objeto externo (91); Primeros pasos
en el establecimiento de la icleiiti4ad ~ (91 ); Desesperación en ausencia
del objeto y su relacióh e desarrollo mental (92); Conclu-
sión (93). ·

V. PERTURBACIONEN LAG AFIÁDELESPAOOVITAL


EN EL AUTISMO - BARRY, por Doreen Weddell 95

F;ue 1 (9 m=> (97); Fase D (10 meses - 1 1/2 años) (103); Resumen (120);
Fase 111 (2 1/2 - 3 1/2 años) (121); Fase IV (3 1/2 - 5 años) (133); Quinto año
de análisís (1968) (140); Resumen de las formulaciones teóricas (144).

"' VI. LA ENFERMEDÁD AtmsrA RESIDUAL Y SU EFECTO


SOBRE EL APRENDIZAJE- PIFFIE, por Shirley Hoxter 147

Introducción (147); SlU os años y antecedentes (147); Historia educacio-


nal (148); Prime:rasJ' la psicoterapia (149); Discusión (151); Primeros
impulsos epistemofíli{ · s.}leparación (153); Mecanismos obsesivos primi-
tivos (154); Discusión"'""''",.,..,.,· ríqdo de la psicoterapia (157); El segundo
período de la psicoterapia ·edades relacionadas con la escuela (160);
~.fecan!smos obsesivos adi ~ • servados en la terapia (162); Trabajo oní-
rico (164); Discusión (166); ión (169).

VII. EL MUTISMO EN EL AUTISMO INFANTIL. LA ESQUIZOFRENIA Y LOS


ESTADOS MANIACO-DEPRESIVOS: CORRELAOON ENTRE LA
PSlCOPATOLOGIA CUNlCA Y LA LINGUISTICA, por Donald Meltzer 171

Material clínico N° 1 (173); Material clínico N• 2 (175); Material clínico N° 3


(1_76); Díscusión (178); El mutismo en el autismo precoz infantil (180); Reru-
men y discusión (182).
°'
Parte C: Implicaciones de los b.ill~;9S· ,•
'). ·"r..:·
Vlll. LA RELAOON DEL AUTISMO CON LOS MECANISMOS OBSESIVOS
EN GENERAL, por Donold Meltzer 185

IX. LA DlMENSlONAUDAD COMO UN PARAMETRO DEL FUNCIONAMIENTO


MENTAL: SU RELAClON CON LA ORGANIZAOON NARCISISTA,
por Donald Mdtzer 191

Unidimensionalidad (198); Bidimensionalidad (199); Tridimensionalidad (199);


Tetradimensionalidad (200); Identificación narcisista (201); La fenomenología
de la identifü:aciÓn adhesin en el autismo (201); La fenomenología de la iden-
tificación adhesi-ra en pacientes neuróticos y psicóticos (206); La superficialidad
como una organización del carácter (206); La uid.imcnsionalidad y b renegación
de la realidad psíquica (208).

X. CONCLUSION. por DoT111ld Meltzer 211,'


BlBUOGRAFlA BASICA 216
INDICE DE LOS CASOS Y SU PROCESO 218
AGRADECIMIENTOS

EJ Melanie Klcin Trust subvencionó los estudios preliminares que dieron


lugar a este libro.
Meg Harris es la autora cie Jos dibujos del capítulo Y.
Los autores han cedido los derechos de publicación de estos trabajos para
beneficio de The Roland Harris Educatiooal Trust.
INTRODUCCION A LA VERSION CASTELLANA

El libro que tiene en sus mii.oos el lector surgió del trabajo clínico ron niños
autistas de un grupo de psicoanalistas y psicoterapeutas de orientación ldeiniana
durante la década de 1960, bajo la conducción de Donald ~feltzer.
Lo que inicialmente fue un grupo de discusión sobre el material clínico de
los casos tratados, se convirtió en un grupo de investi2ación con el n:rtrocinio
del Melanie Klein Trust y, finalmente, en el equii>o que- redactó un h-bro donde
aparece un enfoque original del "autismo precoz infantil" de Karmer, que ilumina
diversos aspectos del desarrollo temprano e interroga sobre algunos teom funda:
mentales de .la teoría psicoanalítica.
La obra se divide en tres partes. la primera, que escribe el doctor Meltzer,
expone los lineamientos teóricus de la investigación y la psicología del autismo;
la segunda ofrece los hallazgos clínicos que son la columna vertebral del libro
y sus teorías; la última desarrolla las implicaciones derivables de esos estudios
en dos parámetros teóricos: la relación del autismo con los estados o~vos y
la construcción del espacio mental -la dimensionalidad, como la llama ~!eltzer­
.en el niño autista (o, mejor dicho, postautista).
Si biM Ja modestia y la actitm:I metodológica de los autores califican a esta
labor como exploradón, vale la pena advertir al lector que no sólo se encontrará
con un rico material clínico, lleno de sugerencias y de observaciones precisas,
sino también con un cuerpo de teoría que seguramente lo llevará a vol>er a pen-
sar algunos de los conceptos básicos del psicoanálisis. Porque, efecttl-~ente, a
través de su trabajo clínico y al confrontar a los distintos pacientes entre sí, los
autores llegaron a localizar algunas modalidades del funcionamiento mental de
los nifios autistas, que aparecen y reaparecen continuamente, y que sin duda
tienen también alcance general. Estos fenómenos son, principalmente, l!Ii.a fonna
especial de disociación que ya Meltzer estudió en Sexual States o[ Mi:nd
con el nombre de desmantelamiento, una falla notoria y singular en las
categorías de espacio y tiempo, una utilización arcaica de los mecani:!mos ob-
sesivos y el fenómeno de la desmentalización, que puede considera;e como
el caso extremo del desmantelamiento.

Desde el punto ·-de vista nosográfico el aporte más importante del horo es,
sin duda, Ja neta separación que establece entre el estai!IJ autista (aufumo precoz
infantil propiamente dicho) y lo$ estados postautistas. la relación_ entre uno y
otros es 1a clásica de enfermedad y secuela, como proceso y defécto esquizo-
frénico, por ejemplo_
12 R. H. ETCllEGOYEN

Lo que caracteriza al estado autista es la suspensión inmediata y transitoria


de la actividad mental. Este fenómeno, la desmentalización (la elegante palabra
inglesa mindlessness se convirtió en la edición castellana en el insatisfactorio neo-
logismo "desmentalización"), parece ser un intento de paralizar literalmente la
vida mental, con su cualidad significativa y su inherente relación de objeto. La
desmentalización se compone de una serie de hechos (o eventos), pero no dt>
e:xperiencÍ!JS en cuanto acontecimientos significativos capaces de almacenarse
corno símbolos mnémioos a la manera de los elementos alfa de Blon. Se mua
de una serie de secuencias lineales neuro-fisio lógicas cerebrales, no de actos
psíquicos, donde se suspende la vida mental como en el petit mal. Como es m-
tural, si esto es así, en el análisis nos encontramos con una momentánea suspen-
sión de las transacciones transfereociales.
Esta concepción del estado autista surge, pues, de );> observación psicoana-
lítica en su campo específico, la transferencia; y alcanza una importante confir-
mación indirecta al estudiar el desmantelamiento en los estados postautisus.
Cuando este fenómeno opera en toda su amplitud, cuando se van desmante·
!ando uno a uno los diversos sentidos, se 1;ega a la desmentalización del estado
autista, en que se suspende la percepción del paso del tiempo.
Mientras que la disociación (rplitling), tal como la entiende 1-;kbnit Klein,
emplea impulsos destructivos )>ara efectuar ataques al vínculo ubjetal 113ion),
el desmantelamiento es un proceso muy diferente. Ante tod<'. es pasivo, pues
se realiza a través de una momentánea suspensión de la atención. en el estricto
sentido en que ya lo descubrió Harry Stack Sullivan en sus esquizofrénicos de
los a~os treinta. La atención se deja atraer por los estímulos, con lo que se
pierde el "sentido común" de Bion (y de Sullivan). Los sentidos vagan y se ads-
criben, versátiles, a los estímulos más llamativos del momento. Con este procedi-
miento, el aparato mental se descompone: en el doble sentido de que no fun.
ciona y queda en pedazos. Este proceso, sin embargo afuma Meltzer- en cuanto
se realiza pasivamente y no echa mano al sadismo ni a la violencia, no tiene por
qué acompaí'iarse (ni de hecho se acompaíla) de angustia, de dolor mental. .
Este razonamiento, central sin duda en las teorías del libro, debe considerarse
plausible pero difícil de testear. Para sostenerlo hay que recurrir a la hipótesis
ad-hoc de que el sadismo que aparece en los historiales clínicos de Jos niños autiS-
tas presentados (y desde luego en los perversos, donde el desmantelamiento e~pli·
ca buena parte de la psioopatología, como propone Meltzer en el capítulo 15 de
Sexual States of Mind cuando estudia el juguete fetichista) no se refiere a la
esencia de la situación sino a lo que se agrega. Esto merece, a mi juicio, una cui-
dadosa reflexión, máxime si se tiene en cuenta que Ja suspensión de la atención
que se describe oomo el punto de partida de todo el proceso es al fin de cuentas
un acto activo que, por tanto, hace responsable al yo que lo ejecuta. No se puede
descartar que operen aquí mecanismos fuertemente sádicos, como los que Bion
describe en' las otras psicosis, como el ataque al aparato mental y al pensamiento
- paralelo al ataque al vínculo-.

La geografía de la personalidad en cuanto al espacio vital o mental, que ya


preocupa a Meltzer en 1966 (Anal Masrurbation and projective identificatión)
lNTP.ODUCCION 13

y en 1967 (The Psycluxzna1)-rü:al Process), adquiere esta vez una diáfana claridad.
Se definen sus cuatro (o aneo) regiones especiales: interno o externo al sel[,
dentro y fuera del objeto r. quinto, el no-lugar de las formaciones delirantes.
Salomón Resnik, entre otros autores, se ha ocupado penetrantemente en los úl-
timos años de la vivencia dt{ .e spacio, una línea de investigación que viene de la
fenomenología categorial de ciertos existerAA;al.istas, como por ejemplo EUen-
berger, que se apoyan en le remos vécu, de ~~ko,"SJti, y en los también clásicos
trabajos de Binswanger sob•r 'a manía.
Los niños autistas sufre;i un retardo en el desarrollo ,porque no pueden dife-
renciar estas cuatro áreas de 'a fantasía . Este proceso es muy temprano y no se ve
afectado en otras enfermedad~ mentalrs:.para los autores - he aqu í su importancia-
es anterior a las confusiones geográficas de la identificación proyectiva masiva.
Lo que llama la atenció:: en el comportamiento del niño en el cuarto de juego
(en la transferencia) es que no puede adquirir la experiencia de estar dentro y
fue ra ,del objeto, porque el objeto (madre) es plano, bidimemkmal, sin espesor
ni interior. El objeto apare;e abierto y sin defensas, sin esfínteres, y es sólo a
través de la reconstrucción :~ esos esfínteres a partir de un pezón-pene guardián,
que se repara la figura m.ai.:ma y se la transforma en un continente adecuado,
como lo prueban convincec:~mente el hermoso material de Barry y el excelente
trabajo de su analista en el <:<:;itulo quizá central del libro.
Los autores se inclinan a pensar que esta especial configuración del objeto
materno tiene que ver sin d:rla con la actitud de UD3 madre que no presta al niño
la debida atención (como l; sugiere el hallazgo de cuadros depresivos post-par-
tum), pero principalmente ..:on la estructu ra del niño, por sus intensos deseos
posesivos, sus celos, su ex~erbada y voraz sensualidad, etcétera. En este punto
los autores se acercan al é.."'!a del desarrollo emocional primitivo de Winnicott
pero no a sus soluciones, y1 que no piensan que todo depende de las deficien-
cias radicales de la madre. sino también y especialmente de los impulsos del
hijo, de su estructura mental
De · todos modos. la e!tnlctura del yo que observan en los niflos autistas
acerca a los autores a los co:-ceptos freudianos de identificación primaria y de nar-
cisismo primario, donde se r.:perponen la identificación y la c:a.rga de objeto, con
lo que tendríamos que reph.:ltear todo el desarrollo temprano en cuanto a la teo-
ría de las posiciones, de Meltiie KJein.

Uno de los aportes más orillantes del Libro es el estudio de Jos mecanismos ob-
sesivos en los niños autista~ Sigue aquí Meltzer una línea de· investigación que lo
ha preocupado desde su ya mado trabajo de 1966, y en realidad antes, cuando en
1963 lúzo su valiosa Contn?w:ión a la merapsicologia de los estados ciclotímicos.
Los mecanismos obsesivos t:enen que ver primariamente con el control omnipo-
tente y la separación de los -::bjetos en la constelación edípia... Los niños postautis-
tas prueban que estos me:a.n.ismos pueden ejercitarse sin recurrir al sadismo
y al at::que al vínculo, siOJ simplcme.nte al desmantelamiento que desconecta '
los objetos entre sí en el =do interno sin que sobrevenga daño o dolor mental.
(Cabe aquí el mismo intem:gante anterior: ¿cómo es posll>Je que los celos no se
acompañen de sadismo?)
14 R. H. ETCHEGOYBN

Meltzer considera que los mecanismos obsesivos de los niños autistas son los
más primitivos de la patología y, en ese sentido, ofrecen una perspectiva singular
para comprenderlos mejor en. otras áreas, porque aquí muestran, con particular
simplicidad, la esencia del fenómeno que puede descubrirse sencillamente como
una técnica de aislamiento sensorial. Como hemos visto, la tesis del desmantela-
miento implica que los procesos más primitivos de la percepción se realizan a tra-
vés de la integración de Jos sentidos, en el pasaje del nivel neurofisiológico al
méntal. A esta categoría pertenecería Ja función alfa de Bion, que reúne el mate-
• ria! en bruto del funcionamiento mental, Jos datos a los cuales se les va a atribuir
un significado (véase pág. 189 de esta obra). Vale la pena destacar que, para
Me 1.tzcr, este significado no se obtiene por un proceso de creciente abstracción
sino por la conjunción constante de las preconcepciones con las realizations de
Bion.
La esencia del autismo radicaría en este punto, es decir, en el punto en que
apoya el mecanismo obsesivo, como un tipo esj>eclal de funcionamiento mental
que ataca en su origen la capacidad de realizar los actos mentales que llevan a esta-
bÍecer el sentido común de Bion, es decir, a ·integrar las diversas experiencias
sensoriales a las cuales se les pueda asignar signillcado (véase pág. 190). El me-
canismo obsesivo arcaico que opera en el autismo tiende a separar las expe-
riencias sensoriales a través del desmantelainiento, de modo que se les quita
su significado, en cuanto descienden del nivel del ..sentid<.i común" al de eventos o
hechos neurofisiológicos.

El otro campo de investigación que se abre a partir del autismo es el de la


concepción de la rnen te en función del espacio, donde Meltzer parte del breve
pero inagotable trabajo de Esther Bick de 1968.
Mientras que el mundo "desrnentalizado" del autismo propiamente dicho se
puede caracterizar como unidimensional, el mundo del estado postautista es cla-
ramente bidimensional.
El mundo urúdimensional superpone el tiempo y la rustancia con el instinto
(trieb), tal como lo describe Freud en el Proyecto, en .el capítulo séptimo, y en los
Tres ensayos. Es un mundo radial que tiene su centro en el self, del que parten
los impulsos hacia los objetos. ·
El mundo bidimensional -que en alguna forma Freud describió en El yo y
el ello- concibe el objeto como una superficie, y el yo no puede ser más que otra
superficie sensible, que percibe las cualidades sensoriales del objeto. En este
mundo no cabe la introyección de los objetos ni el pensamiento y la memoria:
nada cambia y el tiempo es circular. Como h~mos visto antes, este tipo de rela-
ción tiene su punto de partida en un objeto-abierto, sin defensas ni esfínteres,
un pecho sin pezón-pene que lo haga resistente a la penetración. (La similitud
de algunas de estas concepciones con las descripciones del psiquismo fetal de
Arnaldo Rascovsky saltan a la vista.) ,
Es sólo después que 1ós objetos se han podido vívenciar como resistentes -
a la penetración que dejan de ser de papel y adquieren orificios, esfínteres, espa-
cialidad. La etapa decisiva del análisis de Barry (y también de John) se da preci-
samente en este conflicto fundamental
INTRODUCCIÓN 15

Sólo ahora puede el sel[ sentirse contenido en el objeto, puede ubicarse den-
tro o fuera de él, y sólo ahora ~orno dice E. Bick- empiezan a operar los meca-
IÚSinos de identificación proyectiva; el tiempo se hace reversible y oscilatorio,
en cuanto se lo computa como entrar y salir del objeto. Es el mundo tridimen-
sional, donde funciona soberapa la identificación proyectiva.
Como ya sabemos por trabajos anteriores de Meltzer, un mundo tetradimen-
sional se alcanza por fin cori el advenimiento de la posición depresiva, es decir,
con la· operación de la identificación introyectiva que nos hace sentir dolorosa-
mente que el tiempo es irrecuperable y avanza sih cesar.
Hay que subrayar que el tipo bidimensional de relación de objeto recién
descrito se define tambié!t por una forma especial de identificación: la identifica-
ción adhesiwz.

Uno de los capítulos más importantes del libro es, sin duda, el que trata del
proceso de identificación. Freud había distinguido dos tipos de identificación,
primaria y secundaria, esta última heredera del complejo de &tipo y proveruente
del proceso de introyección que Ferenczi describió en 1909; aquélla, anterior a
toda carga de objeto.
A partir del trabajo de 1946, y siguiendo hasta cierto punto estos geniales
atisbos freudianos, Mentnie Klein distingue también dos tipos de identificación,
proyectiva e íntroyectiva, que dentro del marco de sus teorías quedan referid'ls
a la posición esquizoparanoide y depresiva. Durante muchos anos los seguidores
de Melanie Klein consideraron que identificación proyectiva era sinónimo de
identificación narcisista, tanto como identificación introycctiva lo era de ' duelo
y pérdida, de relación objetal.
El trabajo de Esther Bick abre un nuevo sendero al afirmar que, al lado de
(¡y antes de!) la id~ntificación proyectiva, existe otro tipo narcisístico de iden-
· tificación, la identificación ~dhesiva, nombre éste que quiere subrayar el tipo
superficial, de piel a piel, que caracteriza el proceso. Por todo lo que se ha dicho
antes, se comprende que la identificación adhesiva de Bick está ligada inequí-
vocamente, en las teorías de Meltzer, a la relación de objeto bidimensional.
&tos conceptos, identificación adhesiva y relación de· objeto bidimensional,
parecen ser dos instrumentos sensibles para comprender algunos aspectos de la
psicopatología, que ya llamaron la atención de Helene Deutsch, Winnicott y mu-
chos otros. Es discutil>le, ea cambio, si impliC21l también una teoría del clesarro-
llo temprano. Si considerarnos, como a veces parecen pensar E. Bick y los autores
de este libro, que la rela.ción de objeto bidimensional y la identificación adhesiva
son condición necesaria para que se pongan en marcha los procesos de disocia-
ción e idealización que según M. Klein inician el desarrollo humzno, deberemos
entonces admitir algo previo a la posición esquizoparanoide. &to nos acerca al
narcisismo primario de Freud y de Anna Freud, de Spitz y tantos otros teóricos
del psicoanálisis, lo mismo que al desarrollo emocional primitivo de Wínnicott y a
las_ideas que José Bleger expuso brillantemente entre nosotros a partir de sus con-
ceptos de sincretismo, posición glischro-cárica y objeto aglutinado.
Recuerdo una conversación que, tiempo después de haber terminado mi
análisis, mantuve con Racker sobre la depresión primaria que él -como Enrique
16 R. H. ETCHEGOYEN

Pichon Riviere- ponía al corrúenzo del desarrollo. Decía Heinrich que le pro-
puso esta idea a Melanie Klein y que ella pensó y dudó, hasta que finalmente
dijo que no, que no había una depresión primero que la posición esquizoparanoi-
de. (Después, León Grinberg reforrnuló el problema al postular que la culpa per-
secutoria es anterior a la posición depresiva.)
Conversando recientemente con Meltzer, le pregunté si creía que 1~,s hallaz-
gos con los niños autistas implicaban una revisión del de~arrollo. ConteJtó con
prudencia y modestia que se está explorando algo nuevo pero es todav;a impo-
sible decidir hasta dónde pueden llegar (y llevar) estas ideas.

Para terminar este largo prólogo - que ya se está convirtien~.9 en una intro-
ducción algo pesada a un libro hermoso- diré que creo posible que, al comienzo
del desarrollo, las relaciones de objeto sean simultáneamente bi y tridimensio-
nales y que los mecanismos de introyección y proyección no necesiten un ámbi-
to especial y espacial para ponerse en marcha. Es posible que, como diría un
etólogo, vengamos programados para ello -es decir, que existan en nosotros
a priori las categorías kantianas- y que, como nos recuerda bellamente el poeta,
se hace camino al andar.

R. Horacio Etchegoyen.
Buenos Aires, 2 de mayo de 1979.
1

PARTEA

TEORIA
CAPITULO 1

OBJETIVOS, ALCANCES Y METODOS DE LA INVESTIGACION

Donald Meltzer


Este pequeño libro no lleva la intención de ser el estudio exhaustivo de un
síndrome patológico particular.. Quizá se acerque más al relato de un viajero que
al informe de un estudio científico. Podemos decir qué dirección marcó la brújula,
qué equipo hemos llevado con nosotros y qué experiencia de anteriores travesías
sirvió de base a nuestros juicios. El resto consiste en la descripción del terreno y
sus habitantes, flora y fauna, y de las aventuras del camino. Además todo fue
organizado a posteriori, porque nada fue planeado previamente. En primer lugar
pensamos en organizarnos como grupo con la intención de discutir y sólo más
tarde para redactar y publicar nuestra~ experiencias.
En reali~d los nifios descritos en los capítulos siguientes fueron de los más
interesantes de un grupo mayor tratado mediante el rnécodo psicoanalítico, tanto
en privado como en clínicas, durante el periodo que ~-a desde 1960 hasta 1970.
Habían dos factores comunes en todos los casos, que eran: (a) todos los terapeutas
se habían formado con el método psicoanalítico de terapia ii;ifantil que desarrolló
Mel.anie Klein, y (b) todos fueron supervisados, de tanto en tanto, por uno de
nosotros (D.M.), reconocido por su interés especial en los niños autistas y por
haber tenido cierta experiencia en su tratamiento mediante el método psico-
analítico. Mientras el trabajo clínico progresaba siguiendo su propio ritmo y apa-
recían nuevos descubrimientos en un tratanúento tras otro, surgió una visión
definida del autismo, que difería en gran medida de cualquier otra sugerida
anteriormente en la literatura psicoanalítica o psiquiitrica de niños. En ese mo-
mento, en 1967, el Melanie Klein Trust nos otorgó una subvención para que,
reunidos como grupo de inves(igación, pudiéramos revisar la experiencia, lo que
llevamos a cabo mediante seminarios quincenales durante tres años. Los frutos
de ese trabajo se concretaron en varios escritos presentados en un congreso de
psiquiatría pediátrica de Roma (D.M.), en la British Psychological Association
(D.M.), en la A.ssociation of Child Psychotherapists (S,H.), en un congreso inter-
nacional de psicoanálisis (D.M.). Pero el total ha sido laboriosamente reunido
para formar un libro que creemos tiene una lógica interna y una secuencia con-
vincentes.
El ,alcance de estas investigaciones es, pues, liast.ante limitado. Hemos prac-
20 D.MELTZER

ticado terapia psicoanalítica con varios niffos que creemos entran en la categoría
del autismo precoz infantil aunque en diferentes estadios de evolución. El objetivo
ha sido puramente descriptivo: encontrar un lenguaje carente por un lado de todo
sentido de jerga y por otro de ambigüedad, que pudiera comunicar la especial
cualidad de las relaciones humanas, Ja visión del mundo y los pro~s del desa-
rrollo presentados po r estos niños, en el encuadre particular de la pieza de juegos
del consultorio psicoanalítico. El método terapéutico no ha sido diferente en
punto alguno del empleado en el tratamiento de niños neuróticos o psicóticos,
como fuera descrito por Melanie KJein en The Psychoanalysis of Children•, y
ejemplificado en la Narrative of a OU1d Analysu••. la esencia del método es una
investigación sistemática y sin cortapisas de la transferencia. El material descrito
y discut ido en los capítulos siguientes mostrará que poco o nada debe a otras
fuentes de información y que, indudablemente, Jas formulaciones teóricas que
hemos logrado al unificar nuestras descripciones se basan enteramente en las
transacciones observadas entre el niño y el analista en la transferencia.
Sin embargo, no debe pensarse que al hablar de "descripción" estamos
blasonando de ser objetivos; que al tratar de librar a nuestro lenguaje de toda
jerga nos hemos puesto a cubierto de emitir juicios. Por el contrario, damos
por supuesto que el método psicoanalítico es subjetivo, introspectivo, que emplea
constantemente juicios diferenciales y está basado sobre un sistema de preconcep-
tos que abarca la historia vital de cada terapeuta. la posición que reivindicamos,
la de haber logia do unificar, simplifk:ar y armooi7.ar estas experiencias individua-
les, puede ser muy extraordinaria o bien un flagrante autoengaño. En realidad,
sin embargo, creemos que después de varios años de haber luchado entre nosotros,
con el material, la insuficiencia del lenguaje y el. carácter casi exótico de los niños,
esta lucha ha dado frutos que son al menos suficientes para superar la vacilación
de publicar nuestros hallazgos.
De todos modos, por el hecho de que no pueda presentar hallazgos terapéu-
ticos o anunciar la solución de nada, este libro va a ser decepcionante para el
lector. Para el lector alerta va a ser rápidamente evidente que estamos en el que-
hacer de localizar los problemas más que de resolverlos. Esta es probablemente
la verdad fun~amental acerca de las ciencias humanas en general y del psico·
análisis en particular. Creemos, entonces, haber localizado ciertos fenómenos muy
misteriosos de la mente al haberlos reconocido operando en estos niños en fonna
condensada. Estos fené::ienos - el desmantelamiento, el deterioro de los con-
ceptos de tiempo y espacio, el empleo de la ·desmentalización••• como un recurso
para ganar tiempo- todo esto nos parece que ilumina ciertas modalidades de
pensar y de establecer relaciones que pueden apreciarse en otras circunstancias,.
tanto en gente normal como enferma, sea en el consultorio psicoanalítico como
en la vida cotidiana.

• Hay versión castellana: El psicoanálisis de niños. Buaios Aires, Hormé, 1%4; incluido en
Obrascompleras. f. Buenos Aires, Paidós-Hormé, 1977. (T.)
••Hay versión castellana: Relato del pricoanálisis de un niño. Buenos Aires, Paidós, 1961;
incluido en Obras completas. 5. Buenos A.i=, Paidós-Hormé, 1976. (T.)
•••Usaremos el neolopsmo "desmentalizacióntt para tnducir mindlesnes;. (N. ckl S.I
CAPITULO II

LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AtmSTAS


Y DELA MENTAUDAD POSTAlITISTA

Donaki Me/tzer

En este capítulo queremos presentar en forma esquemática b formulación


general de nuestros hallaigos, que a continuación serán descritos detalladamente
por cada terapeuta en particular. Nos ha sorprendido a todos en cierta medida
la complejidad de las ideas que hemos desarrollado durante los años de trabajo
en común. No podemos pedir disculpas por esta complejidad en sí. excepto en
lo que respecta a no poder responder si se debe a una incapacid:id nuest.11 en
alcanzar formulaciones y modos de expresión más simples, más zmplios y más
precisos, o si la complejidad reside ciertamente en la naturaleza propia del ma-
terial.
El aspecto ~s importante de esta complejidad radica en el punto de vista
que tiende a dividir el ~ado autista, propiamente dicho de las cualidades de
la mente en general que aparecen en estos niños durante el desarrollo, y que están
en cierta forma fuera del autismo propiamente dicho - lo que fumamos estado
residual del autismo-. En sí misma, n-0 parece ser ésta una idea muy complicada,
ya que está vinculada al concepto común en medicina de enfermedad y secuela;
la complejidad reside realmente en la peculiar forma en que las dm se entrelazan
en cada niño durante cada período particular de observación. Esto va a ser ejem·
p_lificado muy claramente en el material de Timmy (J .B.), cuya observación dio
lugar a un modo de estudio muy convincente. A lo largo de un periodo de meses
se hizo claro que ciertas formas de comportamiento que aparecían repetidament~
constituían el fenómeno autista en Timmy, y mediante la selección de los datos
que parecían claramente escapar a esta categoría para enhebrarlos después como
perlas en un hilo pudimos reconstruir secuencias (cubriendo a veces varias sesio-
nes) pasibles de ser interpretadas como si efectivamente hubieran sido eonsecu-
tivas. El resultado fue algo semejante a la fotografía cinemática de la apertura
de las flores, en que tomando fotos con intervalos de pocos minutos es posible
delinear un proceso de desarrollo y crecimiento que no es visible para el ojo
desnudo.
Sin embargo, tal vez más importante que la revelación particnlar sobre Tim-
22 D.MELTZER

my, fue la certeza que ganamos a partir de esta observación sobre d grado de
aislamiento que estas dos categorías de fenómenos mantienen en la mente del
niflo. Por supuesto, no es una novedad que distintas partes de la mente puedan
ser mantenidas a cierta distancia y en un mutuo desconocimiento; éste es un
lugar común para la represión, los· procesos de disociación y los sistemas deliran-
tes. Pero lo que apareció como gran noveda2 y como deslumbrante exluoición
de la velocidad y complejidad del aparato mental fue la manera en que estas dos
categorías de fenómenos estaban entrelazadas y combinadas. En est3 yuxtaposi-
ción de estados mentales, e1 -1enómeno autista pudo ser visto en relación al mate-
rial de la transferencia, como aparecen las bruscas perturt>aciones del juego en el
análisis infantil. Pero mientras la perturbación del juego est2 relacionada a un
cambio que implica un nivel o aspectoaiferente de la situació.1 trawferencial, la
perturbación autista daba una impresión muy distinta; se asemejaba a la inser-
ción de un ataque de petit mal en la conversación: como si, de haber sido
éstos procesos verbales, la oración interrumpida fuera posteriormente comple-
tada una vez que cesaba el "ruido" autista. Barry (D.W.), bastante mayor, desa-
rrolló en sesión la pauta de dorm irse, que daba la misma impresión de funciona·
miento mental suspendido.
Lo importante de esta smpen~ión de las transacciones transferencia.les es que
gradualmente nos pareció ser la clave para la comprensión del problema central
en el autismo: en especial la cualidad del estado.autista y su singular impacto en
el desarrollo de la personalidad. El problema de encontrar un lenguaje con el
cual describir nuestra comprensión de este estado es imposible de superar si
queremos evitar una espiral tautológica de palabras que gradualmente se estrechan
en el nudo asfixiante de la jerga.

EL ESTADO MENTALAlffiSTA

Como sugería Whitehead 1 , permítasenos pensar del pasado, del ¡jresente y


del futuro en su forma más inmediata, estrechándose sobre el ínfimo período de
(digamos) dos décimas de segundo: el ahora como una décima de segundo. pasada
o una décima de segundo por venir. Consideremos la vida avani.anclo en movi-
mientos ondulares como éste, en que el presente se anticipa como el surfista
en la cresta '.le hechos arrolladores que giran, mientras el momcsrto presente
pasa a ser recuerdo y el momento anticipado am"ba convirtiéndose en la expe-
ri encia presente. Aplastado entre el pasado y el futuro este momento presente
sería inexistente, alcanzando sólo una precaria realidad psíquica en la organiza-
ción de los recuerdos. Sería realmente retrospecth'O, aunque sólo fuera por una
décima de segundo.
Si imaginamos entonces que este hilo del tiempo ha enhebrado esas perlas '
l
l
' Adv~nrtues in Ideas.
Ll\ PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 23

de recuerdos de que 'Yª hemos hablado, podríamos tentativamente considerar


· la vida mental así definida, como esencialmente diferente de la secuencia lineal
de la actividad neUiofüiológica en el cerebro, concreta, incomparable, unida
punta a punta. Los hechos mentales serían a la actividad ncurofisiológica como
la frecuencia modulada es a su banda portadora como modelo. Este modelo es - ;_
central en cualquier concepción que considere que la esencia del proceso autist~
propiamente dicho es una suspensión de la vida mental Al delinearlo de esta ..
i
manera, colocamos los evrnfos que lo forman fuera del flujo de ios recuerdos ¡
que se agr~!{L~entualmente_ se.._o_¡ga.11i~ Companrlo con un ataque de
petit mal sugiere la posibilidad de factores neurofisiológicos que querríamos
dejar abiertos a la investigación por otros métodos; nuestro método psicoana-
lítico, que depende tan notoriamente de la observación y b interpretación de la
transferencia, no puede hacer nada con el contenido longitudinal del estado autis·
ta propiamente dicho. Sin embargo, como cualquier otro obsei:vador del
· comportamiento, nosotros estamos también en condiciones de formular algunos
' conceptos acerca de la estructura y la dinámica del corte transversal. Esta formula-
ción, que queremos ahora presentar esquemáticamente, seri ejemplificada en par-
ticular con el material clínico de Timmy (J.B.), pero sus detalles fueron tomados
de dos fuentes; la primera ya mencionada c::s básicamente la observaCión directa
del fenómeno autista; la segunda, a la cual debemos gran parte de nuestra convic-
ción acerca de este primer tipo de datos, es de carácter reoonstructivo;....a través
del reconocimiento de las cualidades de la mente ue · ~al estado y al
estos el autismo viopiamente dicho,
odemos ver d l adai separadlÍmente varias tendencias que, cuando se e ·erci·
!9lLen..&PlliY..!J.1Q....J2W.ucen c.l est. lista.
¿Cuáles son entonces las tendencias mentales que podríamos noinbrar como
características, y en ese sentido como requisitos de la aparición del autismo co-
mo condición patológica? Va a hacerse evidente que nuestra empresa descriptiva,
aun cuando intente permanecer dentro de los confines de la metapsicología, va a
encontrarse rápidamente en un paraje tan nebuloso que, falta de conceptos técni-
cos bien establecidos, se verá forzada a retroceder a una mezcla de descripción
poética y abstracción filosófica. Lo que fundamentalmente trataremos de hacer
es evitar neologismos y falsas precisiones. Para beneficio de la pulcritud psicoana·
lítica, los distintos factores serán discutidos bajo el título de económicos, estruc-
turales, dinámicos y genéticos~

FACfORESECONOMICOS

Los niilos que hemos estudiado nos parecieron muy imeligentes. ¿Qué quere-
mos· decir con esto y cómo hemos llegado a esta condmióo? Sus procesos men-
tales operan a gran velocidad. Aunque dominados por b repetición, es deslum-
·brante la rapidez con que desarrollan nuevas combinaciones y transformaciones de
la ~ configuración básica de la fantasía. Su apertun a los datos sensoriales,
24 O.MELTZER

tanto de su propio cuerpo como del mwido exterior, da la impresión de un apara·


to desnudo al viento. En consecuencia, realmente intimida el grado en que dis·
criminan los detalles del ambiente y cualquier alteración de esos detalles. La com·
plejidad de su funcionamiento mental abruma constantemente al terapeuta. A
esto se suma la sutileza de la respuesta emocional y la sensibilidad al estado físico
y mental del terapeuta, que excede largamente la que se encuentra en el análisis
infantil en general y es por cierto de categoría diferente a la atmósfera del consul·
torio de adultos.
Sumada a esta inteligencia y a los factores de sensibilidad perceptiva que
se conectan con ella, estos niños presentan una sensibilidad emocional q~
gustaría describir como una suer · · · · n entil. Su conciencia del estado
men e s personas a quienes se sienten intensamente ligados parece realmente
contener una inclinación de matices depresivos, que es diferente de la identifica.
ción; consiste, más bien, en una permeabilidad primitiva a las emociones de los
demás -otro aspecto de la ..desnudez" mencionada anteriormente- . Pero es tam-
bién claro que tienden a experimentar a sus objetos como similarmente permea·
bles y susceptibles de ser bombardeados con la conciencia del dolor de los otros,
e interpretan toda evidencia en contrario como signo de rechazo más que como
indicio de incapacidad de parte del objeto. , .
Esta tendencili' a ser bombardeados por la conciencia del sufrimiento ajeno,
urúda a la de interpretar como rechazo la insensibilidad eJIJQCional de los otros,
da lugar a una especial vulnerabilidad a las experiencias depresivas catastróficas;
esto se verá muy claramente en el material de John (I.W.).
La posibilidad de que esta propensión al sufrimiento depresivo se relacione
con la especial desnudez respecto de las ondas emocionales que emanan de los
otros, parece encontrar un apoyo adicional en la mínima intensidad con que se
observan las ansiedades persecutorias. Esto tiene que ver también con la dispo·
sición gentil que se da en función de mínimo sadismo. Lo que frecuentemente
se presenta como despiadada crueldad hacia los "otros bebés de mamá" no está
dictado por. un sadismo que se aferra a la rivaHdad para justificarse en su expre-
sión, sino que emerge al servicio de una posesividad inflex.illle del objeto materno.
~ niño autista quiere indudablemente~ de todo rival, ya que cada priva-
ción o desilusión, al parecer, se experin_!_en_ta _dµ_~~tªru~nJe__!lentro de este marco
referencial. No ttene}L12art1Cularmente ~lá in.!._«:!1~\2.l!..4~ infligi! ~O.!Q~,.-ni es el gozo
sadista un rasgo prominente de su vidiemo"cional. Si bien el sentimiento de.irlUfl:
foes~e-dieñte:Jegy!aufe. sus placeres; tiene una cuali"&d predominante-
mente más que sádica, hasta que en el desarrollo postautista se establezcan la
disociación y la idealización.
Esta gozosa posesión del objeto materno constituye una forma primitiva de
amor, que es al mismo tiempo tierna y altamente sensual. La intimidad superfi-
cial de piel a piel que buscan tiende a ser insaciable y a resentir y .resistir el paso
del tiempo. La· intensa tendencia a la repetición en estos niños parece emerger
más de este factor que de las irrupciones de la ansiedad persecutoria o del asalto
inoportuno de los instintos desnudos.
Esta lista' bastante impresionante de rasgos disposicionales que contribuyen
a configurar las tendencias econ6micas, parece ser.omrupresente en el grupo, e
LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 25

incluso podría ser un requisito de la personalidad. Recapitulando, los factores


son: gran inteligencia, sensibilidad al estado emocional ajeno,_pr_opens10JULii-
(rimieñtoaepresivo de forma masiva, mírumo sadlSino y eñconsecuencia míni-
mapersecuciófi, celos ¡)ó;~·sivos~.sonjii:fios de ·a:Iiaseñsualidad en su amor;¡,alllireS
(le una interminaole-repetición de la alegría y efiriuiifo por la posesión del objeto.
- -··- - -· --·-·-- ·--- --·-· -

y
CARACTERISTAS ESTRUCI1JRALES

Como ya hemos indicado, adoptamos el punto de vi'sta de que el estado autis-


ta pt"Opiamente dicho pue<l~r separado de los es<ados mentales que existen en
el rñ.isrno niflo fuera del autismo. Posteriormente describiremos las formas en que
uno influye sobre el otro. En este punto debemos encara la difícil tarea de tratar
de definir la estructura del autismo propiamente dicho, que es una estructura men-
tal y a la vez, sin embargo, un estado esencialmente desmentalizado. Como ya he-
mos dicho, la clave de la situación parece estar en 1a suspensión temporaria delle-
conocimiento del pasaje del tiempo; pero que es algo muy distinto de las divasas 1
1
forÍÍlas de renegación (denial) del tiempo,, del concepto circular, del cO'Dce¡;(o ¡

oScilante, o del tiempo en alguna forma fragmentado. Queremos visua~~ una


~structura, la del- yo-ello-superyó-id~ desmantelada en una forma que. posea
I::s siguientes cualidades: que sea llevada a cabo en un momento, que sea reversible
·!
•• casi sin esfuerzo, como si fuera nuevamente reunida gracias a la inercia de resortes
mentales; sus transacciones deben ser de una cualidad tal que las inhabilit~
unirse con otros eventos mentales. Para expresar esta ú.Itima cualidad; quer.~~
hac.!T la distinción entre "evento" (o "hecho") y "experiencia", suponiendo que
los «eventos" son discontinuos, no aptos para ligarse, y en consecuencia funda-
mentalmente inaptos para el recuerdo.
Los eventos, pues, que se representan en las formis del comportamiento ya
descritas por nosotros como la fenomenología del esrado autista propiaIJ!ente
dicho, no se prestan a ser captados por el niño como experiencias, con su carac-
terística estructura de un presente como punto infinitesimal comprimido entre el
recuerdo y la anticipación. ¿Cómo es que esto tiene lug:rr? Hemos empfeado ante-
riormente· el término desmantelamiento (dismantling), al cual debemos ahora dar
una significación precisa a fin de diferenciarlo de los procesos disodativos.
Los procesos disociativos empican impulsos destructivos para realizar ataques
al vínculo. Estos ataques son en su mayor parte dirigidos primariamente contra los
objetos, y sólo tienen como consecuencia secundaria la división del yo, o más co-
rrectamente del sel[. Esta disociación secundaria parece ser una consecuencia de
la división del objeto, a la manera en que la partición en el territorio de una región
. disputada entre dos naciones en pleito es capaz de ~ucir una pola.rizacim de
la población correspondiente: al ser confrontado por um. división del objeto, leal-
tades incompatibles lleván al self a dividirse de la misma manera (en el sentido
geométrico). Es por esta razón que el proceso primordial de disociación e ideali-
zación (splitting-and-idealization) del objeto es el requisito de la división entre
partes buenas y malas del self y sus impulsos.
26 D.MELTZER

Consideramos el ."desmantelamiento" como un proceso diferente Y con


implicaciones muy distintas. En primer lugar, nos parece que sucede más en una
fonna pasiva que activa, de manera semejante a dejar que una pared de ladrillos
caiga en pedazos por la acción de tiempo, musgo, hongos e insectos, por no haber-
la reforzado con cemento. El desmantelamiento ocurre mediante el recurso pa-
sivo de permitir que los diversos sentidos, específicos y generales, .internos y ex-
ternos, se adscriban al o~jeto más estimulante del momento. Sería m~ coinciden-
cia si las sensaciones más altamente coloreadas fueran a la vez las de forma más
arrobadora, las más olorosas, sonoras y sabrosas, al par que las más suaves y cáli-
das del momento, todas emanando simultáneamente del mismo objeto externo
real. Salvo para el bebé al pecho, tales sensaciones procederán de una variedad de
objetos en un momento dado, y con Ja excepción de las grandes obras de arte o
las cualidades personales más carismáticas, a la mayoría de los objetos se les
"presta" atención. Tendemos a experimentar este despliegue dentro de nosotros
como un proceso activo. Es dudoso que el hombre occidental en general haya
retenido la capacidad de suspender la atención como afuma el gurú yogui que
puede hacerlo a través de una extrema concentración en la nada. Lo que llama-
mos generalmente "desatención" es por lo común un extravío de la atención, ya
sea en el sentido de un enfoque disminuido o de volverse hacia adentro en rumia-
ción o ensueño diurno. · ,, . "' ·
Estamos entonces sugiriendo la existencia de cierta capacidad para suspender
la atención, cuyos mecanismos investigaremos más adelante, que permite a los
sentidos vagar, cada uno dirigido al objeto más atractivo del mor.-.entoLE_st~~­
parcir~~ Jos_sentidQ~.JLarece producir el desmantelamiento_ ~e_! sel[, como
~parato rnen1ª1, pero a la manera pasiva de caer en pedazos. Hay unos juguetes
que representan perros, por ejemplo, hechos de cuentas de madcn unidas por
unos hilos que pasan por orificios en una tabla y se atan a un aro. Un niño soste-
niendo el aro en tensión hace que el perro se pare, y relajando la tensión hace
que se desplome y recueste en la madera. Del mismo modo, podemos nosotros
concebir la atención como los hilos que mantienen los sentidos unidos en con-
sensualidad. Este "sentido común", corno irónicamente lo llama Bion, aprehende
los objetos en la forma multifacética que es esencial a los actos mentales, en opo-
sición a los eventos neurofisiológicos.. Estamos empleando un concepto estructu-
ral de la atención similar al usado por Freud al considerar la conciencia corno un
"órgano" mental.
\.S_L_al decir que mediante UUSR<:AsióJ!:,de..1ª¿t~p~ióJ;Lel.11iño permite que su _.
~rg~~ió n mental c:aJga _pas:OO!,mente..en-pedazos,..estamos-haciendo .una-razona,
ble_aprox.imación..al-pr:accsQ...qUe...conduce ~tado-a~ parecería muy cierto
que de esta forma de retirada del mtmdo no pueden resultar ni la ansiedad perse-
cutoria ni la desesperación, ya que no se ejerce violencia ni contra ~sel[ ni contra
el objeto. Esto. implica que e1 restablecimiento de la organización preexistente
no va a suponer ningún grado de sufrimiento mental (Ps ~ D de Bion) que superar. _
Un equivalente social de esto sería, por ejemplo, la famosa historia contada por
Car! Sandburg acerca del "Capitán" Abraham Lincoln, cuando joven, durante la
"Black Hawk War" en 1832: ~Mientras su capitán penetraba con dos pelotones
LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 27
que avanzaban hacia una tranquera. no pudo pensar qué orden debía darles para
que pasaran de a dos. Y entonces ordenó: 'Esta compañía está. de franco por dos
minutos, luego de lo cual se formará nuevamente del otro lado de la tranquera' ."

ASPECTOS DINAMICOS

Es nuestra idea, pues, que los componentes sen~oriales del self, desmantela-
dos para poder atravesar la "tranquera" autista, pueden también alinearse sin
esfuerzo una vez que están del otro lado. A esta altura, probablemente hemos
multiplicado nuestros modelos sin haber ganado en claridad, y nos beneficiaremos
si nos dirigimos hacia Ja dinámica del proceso. Aquí nos enfrentamos con la ten-
dencia compulsiva que es tan marca& en estos niños, y nos encontramos sorpren-
didos al descubrir ciertos aspectos primitivos de la cornpulsividad, que en sus for-
mas de empico más sofisticadas no son fáciles de descubrir. El rasgo de la com-
pulsividad en general más llamativo es la reiteración del acto, o del pensamiento
subyacente, en una serie potencialmente interminable que cesa tan misteriosa-
mente como comenzó. El estudio de las neurosis nos ha mostrado claramente
cuáles son los factores operativos en ellas, de qué manera la separación omnipo-
tente y el control de los objetos inducen ansiedades persecutorias o depresivas,
según el grado de crueldad que las motivó. Se puede considerar que la repetición
compulsiva expresa la necesidad de un constante control de los objetos, ya que
éstos tienden a reunirse, y expresa, por otro lado, la necesidad de servirlos y nu-
trirlos, ya que el mantenerlos separados (por interferir con los procesos de repa-
ración) tiende a dar lugar a su deterioro.
Es evidente, entonces, que en los estados obsesivos hay un interjuego de mo-
tivos primarios y secundarios de defensa contra la angustia. Este énfasis en su
papel defensivo contra la ansiedad, edípica en primer lugar y luego persecutoria
o depresiva, dibuja un cuadro de la compulsividad como mecanismo de defensa,
pero oculta sus raíces más primitir«.S en la compulsión a la repetición. Lo que en
su primer período de formulación, el "topográfico", Freud mencionaba como la
·atemporalid2d del sistema inconsciente {lnc.), en la teoría "estructural" debe
referirse al ello. Como ya hemos descrito con cierto detalle, la estimación del
tiempo es ciertamente una función del yo. La compulsión a la repetición es el
desbordante principio económico d~l ello, así romo el principio de placer-dolor-
realidad lo es del yo en su relación con el ello y con el mundo exterior, y como
las posiciones paranoide-esquizoide y depresrn lo son en relación del yo con
el superyó-ideal*.
La investigación que hizo Freod de la compulsión a la repetición en Más
allá del principio del placer es tal vez demasiado especulativa y cosmológica
para ser de uso inmediato en la investigación clínica. Necesitamos un anclaje
más neurofJSiológico para nuestra concepciÓn. Es cuando intenta entender la
naturaleza del ello que el psicoanálisis vuelYe a acercarse al trabajo de otros

• Supcryó-i<b.I: superyó + ideal del yo.. (Véa..c: Saual States of Mind, 1973.) (N. del S.l
28 D.MELTZER

campos de la psicología como los reflejos condicionados, los estudios de los


procesos perceptivos realizados por la escuela de la Gestalt, los estudios etoló-
gicos y la neuropatología. Cuando el sel{ se desmantela en sus componentes
sensoriales debido a la suspensión de la función yoica de la atención, un yo
ooherente cesa ' de exiStlf temporariamente; cada fragmento O componen-
te se reduce a su estado primitivo, dominado por el ello y po.r su econo-
mía y dinámica. Sugerimos que este primitivismo_ es esencialmente carente
de actividad mental, desmentalizado. Sus eventos no pueden ser considerados
como actos mentales y no pueden ser .:xperimentados de ninguna manera que
permita su integración en un con.:.--..,o de recuerdos, ni como base para la an-
ticipación. . ~
Pero el misterio que surge en el estudio de la compulsividad en el neurótico,
básicamente qué circunstancias pueden dar fu1a la potencialmente interminable
tendencia a la repetición, encuentra una posible respuesta en la observación de los
estados autistas propiamente dichos. Tanto John (I.W.) como Timmy (J.B.) ilus-
tran claramente el alto grado de captación sensual del terapeuta que caracteriza
la relación transferencial. Eil...!l!!estrO trabajo se hizo muy pronto evidente que era
necesario que el terapeuta fuera ca¡xzz demovilizar la atención suspendida del
niño en su estado autista, para traerlo nuevamente al contacto transferencial. Con
este fin, era necesario interpretar constantemente el estado transferencial anterior
• a la caída en el autismo, junto con técnicas aprendidas más intuitivamente del em·.
oleo de la voz, at~.Ec:!ó!!...Y _P2st!!i:_a.Jl.a última incluye un grado de permisividad
con respecto al coi.tacto físico, tocar, mirar, oler y gustar, que uno no permi-
tiría fácilme12te en el transcurso de un análisis infantil corriente.
Esta disporubilidad corporal directa del analista parece tener un efecto caris·
mático por la abrumadora sensualidad oral de los niños. Timmy (J.B.) ponía su
boca cerca de la boca parlante del terapeuta y concretamente comía el lenguaje
emergente. John ( I.W.) miraba a la terapeuta a los ojos o bajo su blusa de la misma
manera como escudril\aba a travé~ <le fa vent:1oa de la escalera. La significación
que la terapeuta adquirió como pecho, como objeto parcial, en la transferencia, se
eStableció en el tratamiento enseguida, y de una manera sensual primitiva, mucho
antes de que pudiera tomar una significación más abstracta, y, por supuesto, sor·
premtentemente rápido en comparación con la larga y difícil lucha para
lograrlo en el transcurso del análisis de un paciente neurótico, adulto o niño.

CONSIDERACIONES GENETICAS

En breve, se podría decir que el pecho materno corno objeto de viva atracción
consensual, parece ser que funciona como imán o resorte que reúne al sel{ desman-
telado mediante su poder, es decir mediante la dominación de la atención.
El "ataque" autista terminaría debido a la repentina reunión de las partes del sel[,
lo cual permite al niño continuar la a~ividad transferencial que había sido tem-
P<>rariamente suspendida. Uno bien puede imaginarse que el extravío en el autis-
mo, en tanto perturbación del desarrollo, tiene una muy fina relación económica
LA l'SICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 29
con la intensidad de la relación con el pechó de la figura maternal Cuando ésta
se marchita, C9mo sucede cuando la madre sufre una depresión u otra perturba-
ción, y en consecuencia reduce su atención, su calor, su charla y su sensualidad
hacia el bebé, el sel/ desmantelado tiende entonces a flotar por períodos cada
vez más largos de desmentalizáción. Es concebible que el grado de atraso en el
d~ollo bien podría tener una relación casi aritmética con el tiempo vital
pasado en el estado autista propiamente dicho durante la vigilia y tal vez durante
el sueño. Las implicaciones terapéuticas y profilácticas de este hecho son obvias.
A este factor cuantitati\'O debe agregarse el efecto que tiene en el desarrollo la
acción de esas mismas tendencias que hacen posible el estado autista cuando ac-
túan individualmente y no en conjunto, en el curso de experiencias vitales y rela-
ciones objetales. En esta área hemos aprendido mucho del tratamiento de Pif-
fie (S.H..) y Barry (D.W.).

DESARROLLO DE LA PERSONAUDAD EN EL NIÑO AUTISTA

Formulaciones como Ja anterior acerca del estado autista .propiamente dicho


no .pueden reclamar . (coJ!!O hemos dicho anteriormente) prioridad alguna sobre
otros métodos de observación u otros sistemas de formulación. ·Dado que' fueron _
hechas dentro del encuadre arialít:ico y · por terapeutas formados analíticamente,
las observaciones sufren tanto como se benefician de las limitaciones de ese en-
cuadre y de esa formación. Sin embargo, cuando emprendemos Ja descripción
y b formulación del desarrollo de la personalidad de estos niños fuera del autis-
mo propiamente dicho, y en un sentido postautista, con Barry (D.W.) y Piffie
(SJI.), podemos afamar que hablamos con el insight especial que solamente el
método analítico, creemos, puede proporcionar en estas cuestiones. Esta Cspe·
cial autoridad, por supuesto, sólo concierne a la estructura, la dinámica y la
economía inconscientes de la mente y a la visión especial (y parcial) de la géne-
sis de la personalidad que nuestra disciplina ofrece.
Ya hemos hablado de la consideración cuantitativa general, es decir, bási-
camc:nte, de la pérdida de tiempo vital de maduración mental, cuyo lugar es
ocupado por los estados autistas propiamente dichos. Debemos ahora ocupamos
de las interferencias específicas del desarrollo y sus consecuencias, que pueden
ser descubiertas mediante el método psicoanalítico. Estas pertenecai a dos gran-
des categorías: las interfetrncias en la formaciór1 de la estructura de la personali-
dad y la excentricidad obsesiva de las relaciones objetales. Ambas serán luego
1 ejemplificadas en las descripciones clínicas de Bany (D.W.) y Piffie (S.H.)'res·
pectivamente. ,En Ja formuJación teór.igi .h.~d.l'l.!guí Ya!!!Qi.La~ción
I de la fantasía iñOOñsciente en los níño~!.E _g_~n. esto_dQ~s_!!~~~odo

¡
l
d~y_estigación nos da una visión ~~ vali<!~J1e_.P!~et....QJ:.de~El ·ªl)j)jsis el:.
~~~_J)1n.ciones del I@Q_~lma~~-tend<?_n_cias 4,.~_la_ perS<?..I.!!li-ºª4-._~
la figura maternal, .o..con la orga~ción del al1}.bi~Je _en q~~ el niño crece, se
plantea- en.efreSú.nlen final d~ )'!._s- inv~iga~J!.~~-que es rCOQ~Eivo Y.i.!!!.
l co~.~~1!~· .9~'!!13 validez de _segundo orden,
30 D.MJ:LTZER

~ wructura de la pei:_sonalidad t iene dos dimaaj_ones que van__más_allá_d~


la_il@a.~ión de ello, yo y s_up~ryó quc_d~freud. E!!...!!ll!idad.-estu:atwt
rizaciórUiene una cierta validez.J>iológk;a_q~difiere en alguna me~
apy~ corno organiuición funcional: es deci.r, _la dmsión..entre seif v objetos.
Sumado a esta división funcipnal,_ pod~os ~mir un ~undo ord~n estructural,
relai:Tci'ñado coñ la organizació'n del_espaéio vital, esto es, c_:on la geogr¿fía de la
personalidad en _$u_s. cuatro rcgionecs cara~rístj_cas 'iin~tna. y extcroi¡al sel/~~
tro y-áfÜera de los ob~. La quinta área, el "no-lugar" (nowhere) del sistema
delirante no nos concierne aquí. De estas dos dimensiones generales de la estruc·
tura de la personalidad, organización de la geografía del espacio vital y organiza-
ción del sel/ y los objetos, la primera parece ser de fundamental significación
en la psicopatología de la personalidad postauti.sta (como la llamaremos en
adelante, significando tanto lo que queda fuera del estado autista propia.mente
dicho, corno la secuela del autismo precoz infantil).

a. Organización del espacio vital

Creemos que el campo de estudio de los_niños autistas proporciona !>encfi-


cios muy ricos respecto de la comprensión de Jos comienzos de Ja vida mental,
revelando procesos real.mente tan primitivos que son por entero inaccesibles a
otros métodos o con otro tipo de pacientes.. Estos nil\os parecen sufrir un impe-
dimento absoluto para progresar en su desarrollo, debido a su dificultad en diferen·
ciar las cuatro áreas geográficas de la fantasía. Experimentan una confusión de
tipo geográfico mucho más compleja que l:a inducida por la identificación pro·
yectiva masiva.1 ¿Cómo es que esto sucede? O, tal vez, la pregunta más correcta
es la inversa : lcómo es que la diferenciación ordinaria no sucede? La respuesta
que podemos ofrecer es bastante complicada.
Para_e~licar este fracaso. debemos volver a la disposición de estos ni11os,
particularmente a su alto grado de oralidad. sus intensos celos posesivos del obje·
to materno, su_ primitiva sensualidad y su tierno modo de .ser, .no sádico, todo
lo cuaUos predispone a experiencias depresivas tempranas-e . intensas. La sensua·
lidad y posesividad inducen una fuerte tendencia a la fusión con el objeto, que en
el cuarto de juegos se reco no ce fácilmente por acciones como la de penetrar en
el terapeuta, horadándolo, apropiarse de sus manos para lograr manipularlas
o la pretensión de usar el cuerpo del terapeuta como si fuera un mueble. Esta
misma insistencia en controlar el cuerpo del terapeuta revela un fracaso en el logro
de cualquier grado de identificación proyectiva. Este hecho sorprendente, y el
cxtraordmario comportamiento que lo haoe manifiesto, también concierne al
cuarto, a la casa, debajo de la mesa o dentro del armario. El runo no puede cxpe·
rimentar, durante ningún período de tiempo, la diferencia entre estar .adentro y
afuera del objeto. Mirar al terapeuta en los ojos puede transformarse inmediata·
mente en mirar afuera a través de la ventana_ Sin embargo, el momento de triunfo
sobre, por ejemplo, los pájaros en el jardín representando los excluidos bebés
externos, inmediatamente se convierte en un enfurecido mostrar los pul\os y
.golpear la Cabeza en la ventana, para luego golpear la cabeza en el pecho del te·
LA PSICOLOGIA DB LOS ESTAOOS AIJTISTAS 31

Dpeuta y horadarlo. Los bebés externos se convirtieron repentinamente en


beMs internos triunfantes, y el triunfo del niño se tramformó en sorprendente
Dbia.
Un niflo nos mostró la respuesta en un solo golpe de intensidad creativa.
Durante meses había dfüujado puertas y portones, genenlmente con rejas muy
complicadas de hierro forjado. Después aparecieron gradualmente casas de estilo
gótico victoriano. Un día, con gran esfue•"v, dibujó de un lado dol papel una
casa muy ornamentada vista de frente, una casa en Northwood, mientras que del
otro lado dibujó la parte de atras de una tabc•ºna en Southend. Así, el nifto demos-
tró su vivencia de un objeto bidimensional: cuando uno :ntra por b puerta delan-
tera, simultáneamente sale por la de atrás de un objeto diferente. Es, en realidad,
un objeto sin interior. .
Pero, ¿cómo es que surge un objeto así? Para responder a esto, uno debe re·
considerar la intrusión extremada e insistente de estos niños respecto del objeto
materno, y la manera en que la sensualidad primitiva permite un fácil intercambio
entre objetos animados e inanimados, de manera muy sanejante a corno surgen
los objetos transicional~ de Winnioott - terna al que volveremos en el resumen
fmal-. Esta fácil sustitución, aun fuera del autismo propiamente dicbo y aun cuan-
do los objetos sean aprehendidos consensualmente, apoy1 la omnipotencia de las
fantasías invasoras. En efe::to, como veremos en el material de Ba.rry, el objeto
materno se experimenta como abierto, con sus orificios cesproteg;clos, sin esfín·
teres, expuesto tanto a las inclemencias del tiempo como al merodeador. Como
imtern Abbey•, la distinción entre adenJro y afuera no es un hecho; es sólo una
idea surgida de la imaginación. Es por supuesto tentador imaginar que duraute
sus primeros meses de ";da estos nií'los fueron expuestos a un grado extraordina-
rio de despreocupación maternal, a ese tipo de atención en que lo que entra por
un oído sale por el otro: "sí, queñdo". Ocasionalmente, esto se corrobora por la
historia de una severa depresión post-partum de la madre. Sin embargo, nos incli-
namos más a buscar la solución del enigma en el niño mismo, dado que segura·
mente muchos niños reciben bastantes "sí, querido" de sus ocupadas mamás.
Los intercambios en el cuarto de juegos sugieren marcadamente que la insis-
tente intrusión, la promiscua sensualidad y la intensa ~vidad llevan a estos
n.i1ios a experimentar la posesión absoluta de un objeto no posefüle, rico en cuali-
dades de superficie pero carente de sustancia; un objeto fino como un papel,
carente de interior. Esto produce un fracaso primario de b función continente
del objeto externo, y en consecuencia del concepto de un sel[ continente. Este
serio defecto no parece ser exactamente el mismo que Bick descnl>e como una
piel inadecu;¡Ja para el sel[ en cuanto no parece involuaar ninguna deficiencia
en la formación del concepto sino más bien una inadecmda función continente
por el stress de la ansiedad. No se observa el característico desparramo de las par-
tes del sel/, ni la función de la piel secundaria que ella ha descrito tan clara-
mente.
Por el contrario es nuestra impresión que la falta de espacio interno en el

•Se refine a Las ruüw del Monasterio de Tintem Abbcy, que al ccotcmplacb:s llevan a imagi-
nado en su pasado csplerulor. (N. del S.)
32 D.MELTZER.

sel[ y en el objeto del niño con personalidad postautista es un defecto continuo,


que no se relaciona al stress por ansiedad. Tamhién parece tener una relación
diferencial con las distintas modalidades sensoriales, lo que concuerda con la
tendencia general al aflojamiento de Ja función consensual. La más débil de estas
modalidades en lo que se refiere a la función de contener, parecería ser la audi·
tiva, especialmente en relación a la función del lenguaje. Parece ser el ca.so de
"lo que me entra por un oído me sale por el otro", muy concretamente. Es en
el defecto de esta área donde miramos en busca de una explicación de la aparente
sordera, que a menudo llama primero la atención de los padres y provoca su
alarma. La relación de esto con el mutismo es un problema muy complejo, cuya
detallada consideración debe aún esperar.
- ...._ Esta cualidad deficitaria del sel/ como continente relacionada a la falta de
espacio interno produce una cualidad maníaca en la personalidad, que YI a ser
vista muy claramente en John y en Tirnmy. La falta de habilidad para retener
objetos tiene un efecto equivalente a su expulsión sádica como heces, que se
observa en los desórdenes maníacos; pero con una cualidad automática y deses·
perada muy característica, que puede repentinamente resultar en un cat.a.strófico
colapso depresivo de sollozos desconsolados. El material que se refiere al ..com·
prirnir" de Tirnmy ilustrará Ja lucha .del nii'ío por cerrar sus orificios. Pero la aber-
tura del niífo no está confinada solamente a la dificultad en retener contenidos
mentales, y en consecuencia también contenk~os físiccs. Nos inclinamos a ver a
estos niños como sufriendo también de una abertura sensorial que se experimenta
como un bombardeo de sensaciones. Este bombardeo parece que compone la di-
ficultad en retener, y hace que el proceso ordinario de elaboración en la ñ,ntasía
(y por ende probablemente en sue!los) sea relativamente ineficiente para d juego
y, en consecuencia, para el aprendizaje. La consecuencia de esto es un grado ex-
traordinario de dependencia, no sólo de los cuidados, sino también de las funci<>-
nes mentales del objeto externo.
-creemos que estas consideraciones explican en pan parte la aparente defi·
ciencia mental de estos niños altamente inteligentes. Tal vez sería importante
elaborar un poco este punto, pues tiene implicaciones significativas tanto para
la comprensión de la personalidad postautista como para guiar nuestro enfoque
terapéutico. Freud consideraba al pensamiento como una forma económica de
actividad de ensayo. Cuando nuestro equipo interno no es suficiente para resol-
ver la complejidad de representaciones concernientes a un problema particular,
recurrimos a contadores - por ejemplo un ábaco, un tablero de ajedrez con sus
piezas, papel y lápiz o instrumentos de geometría-. El niño usa sus juguetes en la
misma forma, como contadores para los objetos de la fantasía y el pensamiento.
Cuando los contadores toman vida propia y otro valor que el asignado en la re-
presentación, decirnos que el juego se ha convertido en concreto y que hay una
falla evidente en la formación de símbolos. •
La personalidad postautista, igual que todos los estados primitm:>s, pre-
senta un cierto nivel de concreción en el pensamiento y la fantasía. De hecho,
sin embargo, esto no se observa en. el alto grado que uno esperaría, dada la no-
table inmadurez. En lugar de esto se puede observar un proceso más complejo
que concierne al empleo del objeto materno (o el objeto de la transferencia mo-
LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 33

tema) como una extensión del self para ejecutar las funciones del yo. En cir-
cunstancias en que otro niño se subiría al alféizar de la ventana, John simple-
mente hacía movimientos anticipatorios para ser lcnntado; cuando Piffie no
podía sostener en sus manos todas las laguras y piezas las depositaba muy na-
turalmente en 1~ falda de ·la terapeuta. Cuando Timmy quería hacer desaparecer
los juguetes que sospechaba habían sjdo usados por otros niños, los depositaba
bajo la silla del terapeuta como si dejara basura para el barrendero. Otros niños
se hubieran procurado un lugar seguro o hubieran tirado esos juguetes en el
papelero.
Lo que queremos puntualizar es que lo natural para estos niños es experimen-
tar la situación de manera tal que el terapeuta lleve a cabo una función yoica.
Debe funcionar no solamente como sirviente o subordinado sino como actor
principal de la situación; no sólo debe llev.tr a cabo la acción, sino también deci-
dir qué acción debe efectuarse, y tomar de esta manera la responsabilidad. En este
sentido puede decirse que la actividad del niño muestra una incapacidad de tipo
político, como un potentado oriental que no sabe nada del régimen de impuestos
pero que está pronto a decapitar a su visir si hay alguna prueba de injusticia. Surge
aquí la pregunta de qué relación existe entre este tipo de dependencia y Ja omni-
potencia y el control omrupotente de los objetos. Consideramos a ambos procesos
como muy difererr!es 'J puede observárselos actuando de manen muy distinta
en eStos niños, el último como un aspecto de la obsesi0naUdad y el primero
como un tipo especial de dependencia. La desobediencia del tempeuta con res-
pecto al control tiránico omnipotente provoca una rrocción normal de rabia;
mientras que cuando el terapeuta falla en el desempeño de la función y oica
requerida por el niño, surge su azoramiento y una tendencia a aisJ.ane en el estado
del autismo propiamente dicho. Esto es también un indice claro de que los estados
autistas propiamente dichos no pueden ser comprendidos como derivando de los
mecanismos de defensa contra la ansiedad, sino que tienden a ser provocados por
el bombardeo de sensaciones en presencia a la par de un equipo inadecuado y del
fracaso de la dependencia.
Esto da lugar naturalmente a preguntarse sobre la relación entre la personali-
dad postautista y la personalidad durante el primer mes de vida. En esta área sólo
podemos, por supuesto, hacer conjeturas; pero parece convincente que la cualidad
de la dependencia observada en el estado postautista es muy semejante a la del
recién nacido, que necesita del objeto tanto para que 1o atienda como para que
realice sus funciones yoicas. Esto implica un vínculo narcisista que no sólo pro-
longa el cuerpo del nii1o en el más capacitado del objeto, sino también la mente
misma. Esto sugeriría un proceso muy relacionado a la identificación descrita
por Freud como característica del narcisismo primario, de cualidad muy diferente
a la confusión entre self y objeto debida, por ejemplo, a la identificación proyec-
tiva. En esta ·última, la mente y el cuerpo del niño son los que dirigen el proceso,
más allá de todas las limitaciones funcionales que caracterizan aJ yo infantil. Es
por esta razón que el comportamiento seudomaduro debido a la identificación
proyectiva es meramente una caricatura infantil de la conducta adulta.
Si concebimos a este tipo de dependencia en el sentido del narcisismo
primario y recordarnos que Freud afirma que en los primeros tiempos relación
34 D.MELTZl!.R

de objeto e identificación son iDdiferenciables, nos vemos nuevamente dirigidos


al problema de. la cualidad bidimensional del objeto y el sel/ en la estructura de
la personaljdad del niño autista. La concepción de Bion de Ja réverie materna co-
. mo proceso en el que Ja madre incorpora Ja parte perturbada de la personalidad del
bebé, Je reduce su incomodidad y la devuelve al ruño, parece ser aquí una idea
clarificante y unificadora; pero necesitamo$ verla funcionando de una manera
distinta del cuidado maternal ordinario. En principio, estos niños parecen reque·
rir que Ja madre incorpore, contenga y reduzca el dolor del ñuio entero, no sólo
de una parte. Por esto, y tal ve:z por ciertas lirói:-aciones del est<.dó mental de la
madre, tiene lugar un fracaso primario de :~ - ..:ependencia. Nosotros creemos que
el niño lo experimenta como si el pecho o la madre fueran finos como el•papel.
Como probablemente no podemos ir más allá en este punto hasta ver el
material clínico, vamos a concentrarnos en la segunda-.fünensión de la estructura
de la personalidad y su perturbación en la organización postautista.

b. Organización del self y los objetos

Ya hemos sugerido que el estudio de la organización del espacio vital en estos


niños rinde una alta información científica acerca de los procesos más tempranos .
en esta área, y una recompensa semejante se puede derivar del estudio de la orga-
nización del sel[ y los objetos. Sin embargo, ésta es de carácter más restringido:
básicamente, lo que descubrimos son fenómenos relacionados con los aspectos
más primarios de los mecaIDsmos obsesivos que son, tanto de interés general
en lo que respecta a la obsesión, como de interés más específico respecto del
elemento obsesivo en las perversiones, sobre todo en la posición del objeto del
juego fetichista, como ha descrit<> el editor (D.M.) en otro lugar. 1
Nuestro punto de vista es que la obsesión puede ser descrita en general emer·
gicndo de dos factores en cuanto a la relación del sel[ con sus objetos; primero
de todo, depende del control omnipotente sobre los objetos, y, segundo~ se apoya
en los ataques al vínculo para separar a los objetos y mantenerlos de esta manera
mejor controlados. Aunque el or den lógico de las operaciones parece ser el que
hemos establecido -control primero, seguido de la separación como baluarte del
control- queremos discutirlos en el orden inverso.
Como dijimos antes, encont ramos que estos niños tienen en alto grado la
capacidad de disociar sus modalidades sensoriales del vínculo consensual ordina·
rio que las liga entre sí. Nos inclinamos a ver es¡a función ordinaria a la luz de la
formulación de Ilion de la función alfa, como wia manera de describir la función
mental que convierte a las sensaciones en pensamientos manipulables en el pensar.
Queremos describir otro tipo de fracaso que produce eventos sensuales adecuados
solamente para el placer, y que no pueden ser aprehendidos como experiencias,
ya sea para manipularlas en el pensamiento o, consiguientemente, para la comu-
nicación. Pensamos que estos eventos difieren de los elementos beta de Bion,
adecuados solamente para la evacuación.

' En Sexual Srates of Mind. Qunic Pre:ss, J 973.


LAPSICOLOGIA DE LOS ESTAQ()S AUTISTAS 35

Mientras en su forma más extrema esta disociación de la consensualidad con-


figura la opc:Iaci6n esencial para la formación del estado autista propiamente
dicho, su uso parcial es característico de la personalidad postautista y es la base
de la obsesionalidad .extrema, como va a ser ejemplificado en el material de Piffie.
Debemos subrayar una vez más que el ataque al vínculo se dirige contra el yo, es
muy pasivo y no de modalidad sádica. La función yoica de la atención se manipula
en forma tal que permite simplemente que la experiencia de los objetos caiga en
pedazos y se restituya de golpe. ·
Esta diferencia entre el ataque destructivo directo al vinculo entre obje-
tos u objetos parciales y los ataques indirectos a estos vínculos a través del des-
mantelamiento de la capacidad del sel[ de experiencias consensuales, es una impor-
tante distinción general en lo que respecta a las perturbaciones obsesivas. El gran
misterio acerca de estas perturbaciones ha sido siempre el amplio grado de varia-
ción en el nivel de ansiedad persecutoria consiguiente al establecimiento del con-
trol omnipotente y la separación de objetos. Desde Juego, en general se considera
que el grado de persecución consecuente a la operación de una defensa es propor-
cional al grado de sadismo con que.ésta fue montada. Freud, en sus trabajos "fe-
tichmuo" (1927, S.E., xxi) y " Escisión del yo en el proceso de defensa" (I 938,
S.E., xxiii) señaló la dirección a seguir para la resolución de este misterio, que co-
rrectamente vinculó con el problema general del mantenimiento de la salt,id men-
tal frente a conflictos infantiles no resueltos. El estudio posteñor hecho por Me-
lanie Klein de los procesos de disociación en su trabajo de 1946, "Notas sobre al-
gunos mecanismos esquizoides"•, y en contribuciones ulteriores se concentró
básicameate en el problema de la psicopa!ología. Podemos ahora sustentar, con
cierta precisión, la formulación que hiciera Freud acerca de la operación de los
procesos disociativos cuando están al servicio de preservar la parte sana de la per-
sonalidad de la invasión de las partes enfermas o, digámoslo así, de su sometimien-
to a éstas.
El proceso de desmantelamiento del sel[, especialmente en cuanfo a su capa-
cidad para tener experiencias perceptuales consensuales, y por consiguiente a la
capacidad de introyección de objetos integrados, da una respuesta muy satisfac-
toria a este problema. No era, finalmente, una mera cuestión de cómo salud y en-
fermedad pueden existir lado a lado en la personalidad sin destruir la salud ·de
la mente. El problema era económico y de uoa naturaleza más delicada: ¿cómo
es posible mantener a los objetos buenos bajo control y separados sin que se de-
biliten y, por ende, se bagan vulnerables a los ataques sádicos de la parte destruc-
tiva de la personalidad, como sucede en la catatonia? Se utiliza el mismo princi-
pio, por ejemplo, para hacer la distinción entre la unión de un grupo por medios
concretos (con cadenas) o abstractos (como en una sociedad secreta) y la simple
asociación de miembros con el propósito de ser reconocidos por ellos mismos y
por otros (como en el caso de cualquier tipo de uniforme). Este último método
define al grupo en términos de reconocimiento, es decir perceptualmente -más
q~e en términos de acción, ya sea impuesta o cercenada- . En realidad, en la for-
mación de grupos' en d mundo exterior' ambos métodos se utilizan conjunta-

•En O~rasc:ompletas. 3. Buenos Aires, Paidós-Hormé. 1978.


36 D.MELTZEll

mente, como por ejemplo, el atuendo clericaJ y los votos sagrados. Es una conti·
nuación o extrapolación del proceso natural mediante el cual las especies se
identifican unas a otras y reconocen a sus depredadores. Los ratones de Ja
fábula querían ponerle un cascabel al gato para conocer sus movimientos; es ·
decir, querían utilizar su percépción a distancia pa·r a identificar a un depredador.
Por el contrario, para identificar una relación más íntima, se elige una percep-
ción de contacto. Este es el método general en la naturaleza, establecer criterios
a distancia para la identificación de enemigos; y proximales para las indkaciones
de amor y amistad . Este sistema queda destruido en el proceso de desmantela-
miento y, al hacerlo, se sacrifica gran parte de la capacidad adaptativa.
¿Cón:o es posible, entonces, que el desmantelamiento del sel[ perceptivo
afecte el control omrupotente sobre los objetos sin debilitarlos frente a las partes
destructivas? Suponga mos, por ejemplo, que mamá usa un uniforme, y papá una
campanilla, de manera que son identificados por la vista y el oído respectivamente.
La asignada capacidad perceptual, cuando se desmonta, trastroca. la experiencia
de tal modo que el niño no está tratando ya con una mamá de uniforme y un papá
con campanilla, sino con una mamá sorda y un papá ciego. Mamá no puede oír
la campanilla de papá, y papá no puede ver· el uniforme. de mamá. Pasan como los
barcos en la noche del proverbio-_ Es decir, el niño descontento les hace pasar la
noche bien separados en su mente. .
Lo i1:1portante acerca de esta$ operaciones es que dan lugar a la introyección
de objetos defectuosos en cuanto a las relaciones intimas. La sexualidad cons-
trui<L'.! so)re esta base se inclina con mucho peso hacia lo fetichista; o, para
mantener nuestra analogía, a la búsqueda de una mujer con campanilla o un hom-
bre con uniforme. Esto es lo que en realidad sucede en el fetichismo propiamente
dicho y aporta el elemento fetichista de la elección de objeto en todo el ámbito
de las perYersiones.
En la personalidad postautista, esto se manifiesta en el grado y el tipo es-
pecial de obsesión, que va a ser descrito particularmente en el material de Piffie.
Ahí se verá cómo la preocupación de mantener a los objetos incomunicados (co·
. mo en el episodio del hombre en la escalera) promueve también una curiosidad
iumiantc cuasicicntífica acerca de cómo se unen las cos:as y de cómo se pre•riene
su desunión. Uno de los ejemplos más notables de este tipo fue el período en que
Piffie experimentaba con permutaciones de forma y color en un dibujo bastante
estilizado de una casa y un árbol. El cielo azul, el pasto verde, la casa amarilla, el
techo rojo, el árbol marrón, etcétera. En fonna similar los cambios de colores al-
ternaban con el interior y el exterior d'e la casa. La impresión final era que Piffie
no tenía ninguna convicción de que el azul del cielo o el verdor del pasto eran algo
más esencial que el rojo del techo o el amarillo de la casa, o que si uno estuviera
dentro de la casa, todo pudiera quedar invertido.
Pudimos ver que, con una actitud ciertamente tiránica, no toleraría que el
azul del cielo estuviera siempre apareado al verdor del césped, áfümando, más
bien, que este arreglo estaba bajo su propio control y que la combinación sólo
e'xistiría mientras él lo viera así. De la misma manera en que él pudo encarar
1- sorpresa del hombre en la escalera con una serie de dib.ujos en los cuales cesaba
gradU3lmente de existir como experiencia recordada, podía también enfrentarse
LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUl1STAS 37

con los datos de los hechos diarios de la naturaleza empleando sus sentidos de
manera selectiva y de acuerdo a su conveniencia. Esto indica un alto grado de in-
teligencia, capaz de usar la atención para efectuar tales abstracciones en el estado
postaútista y. que, sin embargo, llevado a su extremo· de no-atención en el esta-
do autista, puede aparecer como defecto intelectual.
Po9ría· decirse que el carácter obsesivo de la perso'.1aliqad postautista se
compone, por tanto, de una tendencia a emplear el ~..:esmantelamiento · del sel/
en una forma particular, al servicio del ~ntrol omnipot.ente y de la separación
de los objetos, que trae como con· ·.r.: ·~encia un.a preocupación rumiante por la
forma en que los elementos del mundo se vinculan entre sí. Cuandr1 decimos que
esta actitud es cuasicientífica no descartamos la poSJ1>ilidad de que pueda efecti-
vamente resultar una verdadera actividad cient P.:;,~ más tarde en la vida . Es muy
posible que muchos científicos hayan tenido un período autista y un carácter
post.autista. La natural extrapolación de un carácter postautista daría lugar al
estilo de vida del idiota sabio; y esta tendencia puede verse por cierto en Piffie
y en Barry. Otro niño, cuyo material no pudo ser incluido aquí, estaba a los
ocho años casi exclusivamente preocu~do con la pintura de flores. Robert,
prácticamente ineduc:able en otras áreas, a partir de su identificación narcisista
con su madre, que era una pintora de retratos, era capaz de producir las más
maravillosas acuarelas de flores, precisamente coloreadas y llenas de vida, en
la forma oás rápida, hábil y organizada. _
Nuestra conclusil-n general, respecto de las ·implicaéiones de estos descu-
brimientos en nfüos autistas, con arreglo a nuestra comprensión del campo más
amplio de la obsesionalidad - en el carácter y las neuTOsis, así como también
en el aspecto compulsivo de la perversión- es que es posi ble construir un es-
pectro del sadismo. En .una punta de este espectro podemos encontrar la cata-
tonía, el gozo cruel más extremo con que los objetos se mantienen en un e,,'1.ado
de parafü.ación. En el otro extremo está el desmantelamiento no sadista del
self en la personalidad postautista. Aquél ubica al objeto en un estado de tor-
turante esclavitud, éste trastorna simplemente la capacidad de encontrarse de los
objetos, pero sin infligirles dolor o provocarles debilidad. Entre estos dos polos
se podría acomodar el espe<'tro de las perturbaciones obsesivas en función de una
mezcla re!ativ;i d: "'><as dos operaciones, para construir una especie de tabla
per!édi-.a con referencia a la gravedad de la perturbación mental. Debe recor-
darse que la severidad de la enfermedad en el estado postautista no se relaciona
especialmente con el grado de obsesionalitlad, sino con la otra área de la psico-
patologí.a, es decir, la perturbación en la organización del espacio mental, que trae
como consecuencia un serio obstáculo para la maduración. El sistema obsesivo
es, más que psicopatológico, no adaptativo, en el mismo sentido que muchos sis-
temas filosóficos y teológicos son no adaptativos cuando se toman como una guía
de conducta en el mundo. El problema reside en que queda interferida la respuest.a
emocional frente a la complejidad del mundo, cuando la sobresimplificación
"cerebral" del pensamiento obsesivo intertiere con la experiencia. En un sentido
filosófico , se sacrifica la estética de la armonía turbulenta.del crecimiento por la
armonía plácida del orden. Esto conduce a un estado mental que sería adecuado
para la vejez, para el recuerdo de experiencias; pero no pzra un momento de la
38 D.MELTZER

vida en que aún hay muy pocas experiencias para recordar. Produce una tranqui-
lidad wordsworth.i.ana en un momento de la vida en que hace falta todavía una
pujante turbulencia. Es así que, &rry, en búsqueda de trabajo y vivienda a los
veinte aí'ios de edad, no pudo encontrar nada que satisficiera sus requerimientos
y prefirió permanecer en su casa como ama de llaves de s~~dre. La posibilidad
de que el mundo le impusiera e)(jgencias era simplemente extraña para su pensar,
muy semejante al Bartleby de Melville.
Antes de cerrar este perfil introductorio de los descubrimientos que serán
ejemplificados en Jos capítulos siguientes sobre cada niño en particular, queremos
~ecir algunas. palabras acerca de la relación de este tipo especial de sistema obse-
sivo con el problema de los llamados objetos transicionales. En sus últimos escri-
tos, 'Vinnicott reconoció el valor equívoco de estas construcciones: mientras que
puede servir económicamente para ayudar a superar la transición del n.ifio en sus
relaciones objetales, también existe un gran peligro de que el objeto transicional
tome una significación fetichista y sea usa:lo como foco para el _aislamiento de
una tendencia perversa. Creemos que el mecanismo de desmantelamiento es en
realidad la base para la formación de un objeto transicional. Es posible ver cómo
emerge. en el caso de John y su osito de felpa; pero también es claro que, gradual·
mente, el osito se convirtió en el foco de la organización del narcisismo en el que
John se refugiaba para aliviar sus sentinúentos depresivos, al reducirse su tenden- .
cia autista. Lo mismo sucedió con Tímmy, y estaba también presente en alto
grado en la relación de Barry . con el aparato de televisióii. Nuestra conclusión
es que la formación de un objeto transicional es, en efecto, una operación muy
riesgosa para el desarrollo de Ja personalidad y que su sentido último depende
de un balance muy delicado, básicamente de la nunera en que es recibido por
los objetos externos. Si, por ejemplo, la madre acepta muy rápidamente el alivio
del peso de la dependencia que le ofrece el interés del nifio por el objeto transi-
cional, es probable que dé lugar a la formación de una fuerte organización narci-
sista, que implica un uso esencialmente perverso del objeto transicional como
juguete fetichista.

RESUMEN

En esta introducción teórica al cuerpo princip:tl del libro, que es la descrip·


ción clínica del trabajo con los niños, hemos tratado de presentar un marco orga-
nizado de ideas dentro del cual aprehender y ordenar un deslumbrante despliegue
de fenómenos clínicos aparentemente disparatados. Su propósito es evitar que
el lector tenga que experimentar el mismo grado de con.fusión e impotencia
vivido por nosotros y, al mismo tiempo, no imponerle un código rígido de inter·
pretación que oprima su propia libertad de pensamiento.
Hemos, en esencia, delineado una distinción entre el estado autista propia-
mente dicho (permítasenos considerarlo como una entidad separada) y el desa-
rrollo postautista con sus impedimentos especia.les y sus potencialidades igual-
mente especiales. Hemos sugerido que el deterioro en el desarrollo,. debido a la
LA PSICOLOGIA DE LOS ESTAD9S AUTISTAS 39

actuació!l de los estados autistas propios, tenía una relación casi aritmética con el
monto de tiempo vital realmente involucrado, y hemos diferenciado esto del
grado de inmadurez y patología del carácter en el desarrollo postautista. Este
último fue visto como dependiente de la intetacción de las tendencias particu-
lares del niiio, especialmente su obsesión y el deterioro de la dimensionalidad
en las relaciones objetales, y de las tendencias de las personas más importantes
del ambiente en que el niJio se desarrolla. Por el contrario, nos inclinamos a pensar
que la actuación del conjunto de factores que dan lugar al estado autista propio
es mucho más intrínseca al nino, y que el "fracaso" ambiental sólo alcanza a
modificarlo. ~
Hemos nombrado y analizado estos especiales factores y estas tendencias de
la personalidad, subrayando Jos elementos que conducen a ,un tipo único de de-
fensa obsesiva que, llevada al extremo, produce uria genuina y temporaria des·
mentalización mediante el desmantelamiento del aparato perceptual. Sugerimos
que esto tiene lugar por la suspensión de la función de la atención y propusimos
algunas conjeturas acerca de la cualidad del objeto requerido para contrarrestar
o impedir esta tendencia desrnanteladora. •

•En este capítulo, y en general en todo el libro, la palabra "ob5esional" se ha traducido a veces
con el neologismo "obsesional" y otras veces por "obsesión" o por "sistema obsesivo". [N.
det.s.1
PARTEB

HALLAZGOS CLINICOS
.'
INTRODUCCION

Comienza ahora la parte fw:áamental del lloro, compuesta por los informes
clínicos de los distintos terapeutas del grupo investigador. Sumado a esto hay
una capítulo escrito por el co~nilador. (D. M.) acerca del mutismo de los niños
autistas, aunque con material c!in.ico tomado del tratamiento psicoanalítico de
pacientes esquizofrénicos y ma:Jaco-<iepresivos en Ja adolescencia tardía. No
se hizo esfuerz.o alguno para reltringir a los autores individuales dentro de un
marco de exposición general, y ¡:or esta razún las desaipciones ae Jos niños y de
su material analítico a ve<:e:s se r<=pítcn y se superponen. Esto es, sin embargo,
positivo en cierto sentido, ya qu.: no sólo enriquece los conceptos al multiplicar
las ilustraciones con pequeñas vmantes, sino que coadyuva a reurur a los niños
descritos en un mismo grupo. S: podrá observar que no hemos intentado esta-
blecer el diagnóstico de autism0 precoz infantil de acuerdo con los conceptos
psiquiátricos acostumbrados, sino que hemos dejado que el diagnóstico se esta-
blezca a sí mismo dcscript.ivame:nze. Con el transcurso del tiempo oosotros mismos
encontramos que, en contraste ron nuestras dudas y discusiones anteriores, la
homogeneidad del material. la emlución de la transferenda y la reYelación de los
mismos conflictos centrales, resctraban a la vez sorprendentes y convincentes.
También va a observarse qU:! el orden de presentación ha sido organizado
de acuerdo con una lógica intcr!ll- comenzando con el niño más enfermo, Timmy,
y concluyendo con el más mejcrado, Piffie. Pero la lógica va más allá de este·
punto. Tomados en order . vemos que Timroy ilustra la enfermedad misma;
John el conflicto central y el sufrimiento mental que le ha dado lugar; Barry el
defecto de personalidad que se desarrolla consecuentemente, y Piffie las inter-
ferencias que emergen para el a;:rendizaje y La adaptación. Tomados separada-
mente son muy distintos uno dé. otro. Timmy es como una poJiBa que ocasio-
nalmente encuentra una llama ahdedor de la cual re..ok>tea y se hiere; John es
un triste niño sin hogar escondkb dentro de la armadUI3. de un tirano y golpeán-
dose contra ella, no se sabe si pan entrar o sa!iI. Barry,de un egocentrismo mons-
truoso, ha encontrado. los medioo, de penetrar y ocupar a su objeto que constan-
temente se rompe en pedacitos. Piffie es el hechicero, un duende cient ifico que
explora y controla el universo, con el puño de hierro dentro del guante de ter·
ciopefo. Tomados en conjunto son un solo niilo en diferentes estadios de recu-
peración, a partir de un estado de desmentalizació!l al que entraron en la infan-
cia para preservar a sus objetos y evadir el dolor de ver el daño que no podían
reparar y que ellos mismos oodían haber causado.
r . ___ ·~ lr

CAPITULO III

AUTISMO PROPIAMENTE DICHO - TIMMY

John Bremner y Donald Meltzer

{-
Este nli'io hermoso y robusto , comenzó el tratamiento a los seis años y nueve
meses de edad; asistió a sus sesiones cinco veces por semana durante aproximada-
mente cuatro anos, con resultados significatirns por momentos pero al fin de
cuentas decepcionantes. De cualquier forma, el proceso analítico tal como fue
visto en aquella época y luego comprendido retrospectivamente por medio de la
comparación con otros casos, forma la base de nuestra concepción del estado
autista propiamente dicho. La dificultad de exposición es muy grande y debemos
por ende delinear con antelación el plan a desarrollar, para que pueda ser seguido
más fácilmente.
Presentaremos en principio una historia compuesta de hechos seleccionados
de su desarrollo, es decir, hechos de especial importancia en la experiencia del
tratamiento. Vamos luego a reproducir una de las primeras sesiones con Tinuny,
elegida por la forma completa en que ejemplifica los fenómenos que tuvieron
lugar en el cuarto de juego. Sobre este fondo de historia y descripción clínica
vamos luego a describir, de manera más general, !as transacciones ocurridas en los
primeros tres años de tratamiento, para demostrar cómo la mente y el cuerpo del
terapeuta tornaron posesión de un conjunto de cuafülades y funciones que podían
reunir la dis:rersa mentalidad del niño. Sólo entonces pudo desarrollarse un pro-
ceso reconocible como transferencia infantil. Finalmente, describiremos los even-
tos transferenciales· y sus manifestaciones exteriores durante un período del cuarto
año de! análisis, centrado en un episodio muy interesante en relación con la conti-
nencia fecal de TJffimy , muy bien establecida previamente.
46 J. BREMN ER Y D. MELTZER

HJSTORIA DEL DESARROLLO

Tinuny era el tercero de cuatro niños nacidos de una pareja rn~y unida, y
el único manifiestamente perturbado. Los padres eran gente inteligente·y culta.
pertenecientes a la clase media alta; la elevada posición del padre en una firma
internacional requería que vivieran en el exterior. Las dos excepciones a esta
regla fueron un período de larga convalescencia de la madre cuando Tjmmy tení~
cinco meses, y los primeros tres años de su psicoterapia.
Los primeros cinco meses de su vida fueron una delicia para la madre y el •
amamantamiento fue muy exitoso, suplementado con mamau-:ra solamente du· ~
rante un viaje de vacaciones en el tercer mes de \ida, muy bien tolerado por el
bebé. La madre se ocupaba de su cuidado completamente, a pesar de tener una
-niñera, hasta su enfermedad, que requirió hospitalización y trajo comoconse·
cuencia el destete abrupto del bebé a los cinco meses de edad. Tal vez "abrupto"
sea un término demasiado fuerte, ya que en las dos semanas previas se aumentó
la alimentación suplementaria por mamadera y se hizo necesario que la niñera
fuera más activa en el cuidado del bebé.
La separación absoluta de la madre fue de unas pocas semanas y no se notó
ningún atraso llamativo en el desarrollo de Timmy. A los once meses se sostenía
bien de pie, podía decir "mamá" y "papá" bien claramente, era alerta y alegre.
Al aiio caminaba cómodamente. La relación entre la madre y el bebé, sin embar-
go, no se recobró por parte de ambos y el cuidado del bebé. pasó imperceptible·
mente más y más a manos de la devota niñera. Cuando un mes después de su
triunfo en caminar $010, ella debió regresar a su país natal, Timmy se puso des-
consolado, alternando entre el llanto y l~ rabia, rechazando a su madre salvo
cuando ella Je leía. Su desconsuelo nocturno continuó por muchos meses du-
rante el retorno de la familia al extranjero, a pesa! de que aceptó en forma amis-
tosa una nueva niñera, que suavemente le enseñó a controlar sus esfínteres du-
rante el siguiente año.
Durante su segundo año de vida Timmy era alegre y amistoso, progresó en
su vocabulario y era muy propenso a hacer reír a la gente. Poco t iempo antes
de que Tinuny fuera al hospital para tratar una pequeña hernia umbilical a los
dos al'ios y un mes, la madre quedó embarazada de Bobby. Esto fue una expe·
rien<..ia profundamente traumática, a partir de la cual el padre ubica el deterioro
del niño, aunque sus manifestaciones sólo fueron evidentes luego del nacimiento
de Bobby. Retrospectivamente, puede apreciarse que los ocho meses que separan
estos dos sucesos no mostraron mucho progreso en el habla; parecía haberse
convertido más en espectador de Ja vida familia: que en participante. Tal vez su
control de esfínteres fallaba de vez en cuando, Ul vez aparecían en su lenguaje
ciertas repeticiones semejantes a tics. Lo único que causó indudable preocupa-
ción en ese lapso fue que se escapó de su casa por primera vez, cuando su madre
estaba próxima al fin del embarazo.
Pero la secuela del nacimiento de Bobby fue inequívoca y muy alarmante.
Bobby parecía ser invisible e inaudible para Tin1my, cuyo lenguaje, que ya estaba
co~puesto de. inglés y francés bien delimitados, se marchitó ; un intento de jardín
de infantes fracasó, como falló también un intento de psicoterapia. Parecía nece·
AUTISMO PROPIAMENTE D,ICHO 47

sitar la constante presencia de su madre o de su niñera, tenía inexplicables explo-


siones de llanlo o de r.ibia, se golpeaba la cabeza coulla la pared y cuando estaba
afligido corría sin propósito mj.entras se· mordía el puño. El único logro nuevo fue
aprenda a andar en bicicleta; pero, debido a su tendencia a escaparse, Ja madre
debía atarlo a s.í misma cuando lo llevaba al parque. Cuando su niñera se fue, acep-
tó a la nueva; pero retornó su desconsuelo y su conducta se hizo más claramente
destructiva hacia las cosas pertenecientes a Ja madre, especialmente las flores de
su jardín. A veces se quedaba en cama, rechazaba la comida y se daba a tomar
gran cantidad de bebidas en pequeñas dosis. No podía tolerar ser aJabado, rompía
• papel reiteradamente y destruía de inmediato cualquier cosa que hiciera en plas-
tilina o arena.
Cmndo Timmy tenía seis años y nueve meses, la familia decidió realizar otro
intento de psicoterapia, que mantuvieron mUY bien durante cuatro años, a pesar
de. muchas dificultades y de un cierto grado de decepción. Para completar los
datos de la historia, queremos agregar la descripción de una de las primeras sesio-
nes dcl tratamiento. Los lugares donde el terapeuta realizó cierta actividad des-
criptiva o interpretativa se marcan con un asterisco (*); pero no daremos su con-
tenido. En general, en esta época el terapeuta por supuesto no comprendía nada
muy específico, y en gran medida se limitaba a una forma de actividad de comen-
tarios ronstantes, en la cual las acciones y emociones del niño eran descritas en
. función del tipo de las relaciones y los objetos más infantiles, incluyendo cual-
quier indicación de transferencia.

SESION NUMERO QUINCE· LUNES

"Tímmy llega vistiendo un impermeable azul y con un aspecto sombrío y


decidido. Corre a la ventana (que da a un jardín agradable) y agita el puño. Le
ofrezco comar su impermeable y me lo permite; pero inmediatamente corre alre-
dedor del cuarto de manera salvaje amenazando con su puño a las sillas, la luz y
tal vez a las floces del jardín. iJllUlly vacía entonces la bolsa de plastilina que ha
to.mado de la caja de juguetes, mastica un poco y la escupe por todo el cuarto de
una rn!llera aparentemente al azar. Ya a la pileta, toma el jarro, que primero
muerde y luego llena con agua, la s~rbe y esaipe en el alfé.i22r de la ventana, vir-
tiendo la que resta en el rincón del alféizar (*). Luego de correr por todos lados
durante quince minutos viene al rincón donde yo estoy sentado, tila la plastiliaa
y se pone un poco en la boca. Ahora Timmy comienza un complicado proceso
de dejar caer pedacitos desde su boca sobre mí (*). Ríe; se apoya en mi pierna y
pone pe<lacitos de plastilina en mi frente (*). Se aleja hacia Ja ventana y se sumer-
ge en S1.1S pensamientos, cantando para sí mismo y comiendo trocitos de pla~
lina (*). Vuelve a mí, se apoya y succiona tristprilente Sil pulgar (*). Vuelve a
Ja caja, toma una pequeña pipa de plástico y la muerde (*). la tira y lleva un poco
de plastilina al diván que está próximo a mi silla, indicando que quiere que lo le-
vante con. mis manos, señalando mediante movimientos del c;iietpQ algo así como
el deseo de ser hamacado (*). Cuando le digo que es momento de terminar parece
l. BREMNER Y D. MELTZER

encantado. Salió del cuarto corriendo y comenzó a chupar su pulgar tan pronto
como atravesó la puerta.
"El comportamiento descrito podría corresponder a cualquier nifüto psicó-
tico. Hay que agregar color a. la descripción para captar S'J verdadera cualidad . .
En ningún momento da Timmy la. impresión de escuchar o tenerme en cuenta
de una manera que sea diferenciable de su relación con el contenido del cuarto
0 • de los objetos en el jardín. Produce varios sonidos que tienen una cualidad
emocional vaga, pero ninguna semejanza con ·el habla. Cuando aparenta reírse
de mi interpretación, no tiene sin embaigo ese carácter, smo que es una risa in-
terna y postergada. Inclusive su comportamiento al final de la sesión no se presen-
ta como una respuesta al decirle yo que ya es la hora, sino que es el mismo que
presenta otras veces, cuando sale corriendo del cuarto en re.puesta a una inspira-
ción interna. Claramente las manos son para levantarlo, mi pierna es una superficie
para apoyarse, el abrigo vuela de él. Yo no me siento ignore.do, me siento inexis-
tente. El espectáculo de su incomprensfüle comportamiento no me hi<;re o com·
place, me entristece profundamente. Me cansa; me siento aliviado cuando se va, y
tengo que hacer un gran esfuerzo para recordar la sesión y transcribirla, sabiendo
que si lo postergo se va a escapar por los intersticios de mi memoria, dejando
solamente su incoada tristeza.'·

LOS PRIMEROS TRES AÑOS DE TRATAMIENTO

En esta sección intentaremos reunir la enorme cantidad de fenómenos que


Timmy presentó en el cuarto de juegos, ordenados de manera que pueda hacerse
evidente la evolución de un proceso transfetencial. Pero desearnos también hacerlo
de manera descriptiva, tan libre como sea posible de la jerga del marco referencial
particular dentro del cual se realizó el trabajo interpretativo. En un principio, nos
parecía que la tendencia general de la conducta y los sentinúentos de Timmy en-
traban en dos categorías particulares, más tarde en una tercera y finalmente en
una cuarta. Las dos primeras, su relación sensual con los objetos y su relación
corporal con el espacio, fueron al comienzo tan primitivas y fragmentadas, que
sólo gradualmente hicieron su aparición la tercer¡¡., su relación con el tiempo, y la
cuarta, sus relaciones objetales en La fantasía. &i:.a.dualmente llegarnos a la con·
clusión de que este prirnitivisrno de la relación sensual con los objetos y de la re·
!ación corporal con el espacio eran las propiedades esenciales del autismo propio,
de las ~Ulles pudo él más tarde emerger por períodos más y máslargos,K retomar
una existencia en el tiempo y una relación con los objetos de la fantasí~_.\., ·
El autismo propio parecía estar compuesto por una galaxia de íterns r_elacio-
nados al azar. La sesión número quince nos muestra algo de esto; pero debemos
.. dar. una descripción más completal El comportamiento autista de TinÚny nos pa- '.
reció cst.ar compuesto por eventos-unsuales, que en las mejores circunstancias l'
, sólo teman una continuidad muy tenue. Desde el principio tomó un interés sen- ~
.. 1ual por ciertos artículos -W vez "interés" sea un término demasiado complejo- \ ~
\ Durante los cuatro años de tratamiento estos artículos y su modo de relacionars-e\'"
...
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 49

con ellos no varió. Tendía a chupar el cerrojo de la ven~ a morder a la peque-


fla ternera, a chupar la VllC~, a beber de un jarrito y también a escupir en él, a
mostrar el pufio al jardín, a las flores, los pájaros o los niños de los jardines veci-
nos, a refunfllHar y sacudir sus dedos a los lunares y trazos de linóleo con su mano
en la boca, a apoyarse en el diván o en la pierna del terapeuta, a escuchar el sonido
distante de los aeroplanos, lamer el v~drio de la ventana, oler la plastilina o el
asiento, acariciar la cara del terapeuta, morder .la pipa de pláStico, mastL'<'barse
contra el diván o la rodilla del terapeuta. .
A partir de este deslumbrante muestrario, arribamos • Js-. conclusión de que en
el estado autista propiamente dicho existía una desmentilización en la cual su
equipo semorial era desmantelado y dejaba de tener un modo de funcionamiento
unido o consensual. Parecía que cada modalidad tendía a buscar un...artículo se-
parado del ambiente con el cual establecer contacto, y que el comportamiento
motor que a esto se asociaba era de lo más rudimentario, mecánico, de un estilo
libre de toda fantasía, sin tener origen en otro artículo, ni continuarse en los si-
AEn:
guientes. tanto que todo parecía corresponder a los d!3pojos de fantasías y
relaciones objetales descompuestas-, Ja actividad interpretatir.l del terapeuta estaba
dirigida a identificar la imagen fragmentada, de manera muy semejante a como un
arqueólogo reconstruye un vaso a partir de los escombros ro un basural. Esto es,
en un sentido, muy diferente de la práctica analítica de reronstrucción de la fan-
tasía inconsciente a partir de sus derivados conscientes. Correspondería, más bien,
a la reconstrucción por parte del arqueólo~o de una cultun a partir de cacharros,
lo que implica elevar la interpretación a un nivel de abinacción más altO. EÍl..
este sentido, casi no podrían llamarse psicoanalíticas las mterpretaciones hechas
por el terapeuta en el estado autista propiamente dicho, y.i que no intentan de-
terminar las ansiedades y las defensas, la metapsicología, sino solamente reunir
los fragmentos de una experiencia desmantelada. No queremos decir que fue esto
lo que el terapeuta se propuso hacer; sino lo que se enconttó haciendo de hecho.
·j Cuando se encontraba en el estado autista propiamente dicho, junto a esta
· re!lición sensual desmantelada con los objetos, Timrny presentó una confusión ·
casi total en lo que respecta a la geografía de su ambíen~. Tendía a sumergirse
en el cuarto, a empujar su cabeza contra el vidrio de la p-'..erta del jardín. Podía
en un momento aparecer triunfante sobre los pájaros del jardín, y amenazarlos
con celos al momento siguiente. Tanto podía sumergine m el diván o enterrar
su cabeza en los almohadones, como podía asimismo su~irse en el terapeuta
o enterrar Ja cabeza en su abdomen. Afimmy era capaz de mirar intensamente a
través de la ventana y un momenro\ más tarde hacer la mismo dentro de la
boca, oído u ojo del terapeuta. Sus intentos de salir corrie:ido de la pieza no po-
d ían distinguirse de correr hacia dentro de Ja pieza, el jardm, el diván o los brazos
del terapeuta. Escupir fuera de su boca, en el cuarto, c~tro del jarro, fuera
de un escondite, parecían serle indiferenciables y la orientición hacia adentro o
hacia afuera tan rápidamente reversibles que resultaban <lirparatadas. Un sonido
podía invadir su espacio tan concretamente como la visi.5n de un hombre tra-
bajando en el jardín.
A partir de eStas características de la conducta de TilJllil)", junto con el grado
de superficialidad en el contacto con los objetos, llegamos a la conclusión de que
so J. BREMNER Y D. MELTZER

su espacio vital carecía de forma, y que su objeto, y probablemente ta.mbién su


cuerpo, eran bidimensionales hasta el punto de que no había escondites en el
universo de su autismo, y ningún objeto podría ser poseído en un escondite in-
terno. Ciertamente nunca intentó_colocar cosas en su bolsillo o vaciarlo. las cosas
introducidas en su boca o sus manos parecían salir de nuevo tan rápidamente
que uno tenía la impre~ión de que~ le ha_b~an ca~do. ,
í.:ro esta superficie, esta cualidad b1dunens1onal del mundo de Turuny, tema
un asp1:cto atormentador que iba más allá de la frustración de su impulso de
esconderse en un objeto, o de esconder posesivamente un objeto dentro suyo.
Estas superficies .parecían estar pobladas por rivales diminutos, representados
especialmente por los lunares del linóleo y los pájaros del jardín. Debido a esta
- perturbadora contaminación, a menudo parecía que estaba forzado a ir de objeto ·
a objeto, de modalidad sensorial a modalidad sensorial.~que durante los pri-
meros meses estas experiencias eran acompai'ladas soWñente por un gruñido
de rabia, podían a veces salir de su mutismo total las palabras "bebé" y "Bobby"
que usaba como si fueran intercambiables. \
Al principio todo estaba contaminad<0 Gradualmente fue algo que se locali·
zaba en unas vagas figuras humanas de una colorida copia del "Ascot" de Dufy
que colgaba de la pared del cuarto de juegos. Durante el cuarto año la conta·
minación comenz0 a fijarse a sonidos ocasionales que los hijos del terapeuta
producían en la parte alta de la casa. El material del cuarto afio, que presenta-
remos brevemente, fue, de alguna manera, precipitado por el único incit:ente
en que Timmy vio, por un i'n stante, al salir de su sésión, a uno de los hijos del
terapeuta.
Al mismo tiempo que la contaminación con los Bobby-bebés fue gradual-
mente localizada, dejando un espacio relativamente sin perturbación, también el
tiempo del análisis fue dividido. En los primeros meses la única evidencia de CO·
nacimiento del tiempo de que Timmy diera señales era que la cualidad de su
conducta autista era más violenta luego del fin de semana, como en la sesión que
hemos presentado (N° 15). Pronto también los viernes tomaron esta caracterís-
tica, y gradualmente incluyó las vacaciones. El desconsuelo comentado en la
historia reapareció y alcanzó un crescendo en el cuarto ai'lo, de manera que
había noches en que era inconsolable; lloraba, se golpeaba la cabe-L.a, w1a vet
incluso atravesó con ella el vidrio de una ventana.
Retrospectivamente, se 'puede entonces describir un cierto progreso en los
compartimientos de su vida. Tomó una forma' muy interesante, que tuvo su
germen en las primeras sesiones y adquirió su forma más desarrollada en el ma-
terial del cuarto año. Es necesario notar que en la decimoquinta sesión Timmy
escupió y volcó agua en el alféizar de la ventana que da al jardín. En la mayo-
ría de las sesiones, corría constantemente ·entre la puerta de entrada al cuarto
de juegos y la puerta del jardín. Estos dos aspectos J!l'Onto se metamorfosearon
en comportamiento de "cordón" (cordoning) y comportamiento "espejo".
El "cordón" sobrevino primero y consistió en el uso de escupidas, y más
tarde también de orina, con el fin de clausurar el acceso entre el cuarto de juego
Y el jardín, como si fuera un campo ·minado. Una vez que esto quedó estable-
cido, tendió a aparecer una nueva forma finalista de conducta, para reemplazar
AUTISXO PROPIAMENTE DICHO 51

su salir corriendo feliz visto en Ja sesión quince, o el más frecuente enroscarse


y negarse a salir~ Lo que Timmy descubrió fue su imagen en el espejo del co·
rredor, y comenzó a despedirse de su imagen reflejada, a menudo con diversos
métodos de sacar la lengua. ·
Durante los primeros tres años del análisis, mientras el espacio transferen·
cial se iba a:;larando de los despojos del estado autista propiamente dicho, co·
menz.ó a tomar lugar otro desarrollo que alteró gradualmente. la cualidad estética
de las horas. De un proeeso en el cual ciertos aspectos ocasionales de Ja transfe·
rencia podían ser localizados en el tumulto del fenómeno autista, emergió algo
un poco más coherente. El proceso transferencia] podía ahora verse incrustado
en la matriz de los ítems autistas. Fue éste un proceso muy directo, y gradual-
mente vino a estar más y más centrado en un objeto particular, la cabeza del
terapeuta, quizás incluso su mente. Los ítems de contacto con el cuerpo del te·
rapeuta, algunos de los cuales aparecieron en Ja sesión quince, y que tenían esa
cualidad impersonal que los hacía indiferenciables del contacto con los objetos
inanimados del cuarto, cambiaron en forma consistente y característica. Dos regio-
nes ganaron importancia: el área bajo la silla del terapeuta y su cabeza.
Al principio del tratamiento, Timmy tomaba en forma característica los
objetos de la caja de juguetes uno a uno, para luego descartarlos con rabia, des-
parramándolos a troche y moche, una vez mordidos, olidos o chupados. Este tirar
al azar se convirtió en un modelo bastante regular de distribución casual en los
rincones del cuarto, bajo el divál! o debajo de la pileta. En esto incluyó más tarde
al papelero, pero finalmente les juguetes comenzaron a ser tirados en la falda del
terapeuta.y, finalmente, a ser apilados bajo su silla.
Coincidente con esta tendencia,~nducta de Timrny hacia la cabeza del
terapeuta fue gradualmente más personal y complicada. Miraba dentro de los
orificios, acariciaba sus mejillas y su cabello, lo larn ía y olía su aliento. A veces,
mientras hablaba, intentaba taparle la boca con su mano o su codo. Pero final-
mente teodía más y más a poner su oreja cerca de la boca del terapeuta e incluso
acercar su propia boca y hacer movimientos de succionar o comer. Pero los ante·
ojosfee bigote eran sus enemigos, o al menos sus rivales, y eran atacados en varias
forma bre este fondo de convergente apego, comenzó a tomar forma cierto
drama, ue a continuación presentaremos en detalle: el "material comprunido"
(squeezling material). De la matriz. autista por un lado, y de la reiteración de Ja
obsesionalidad por el otro, inten:tzremos elegir una serie de ítems que van a contar
esta historia, indicando el número de la sesión correspondiente a cada uno.

EL MATERIAL "COMFRIMIDO"•

A esta altura, la familia debió retornar al extranjero, y Timmy quedó al cui-


dado de una ama de llaves quien, junto con su esposo y un rujo algo mayor que
el paciente, se dedicaban con ternura a este niño atractivo y encantador. Timmy
• Squttzi:, apretar, apretujar, comptimir, estrujar, exprimir, hacer pasar apretado, etcétera.
¡~.del s.¡
52 J. BREMNER Y D. M!LTZER

hablaba' bastante u·tilizando frases cortas en inglés, francés e italiano, y en su :na-


nejo presentaba muy pocas dificultades. Durante las .~lfanas asistía a una peque-
ña escuela especializada donde era muy popular,, moderadamente socializ.ado y
de alguna manera oonstructivo, pero aún básicamente ineducable. (697) Antes
de que reaccionara al haber visto al hijito del terapeuta pasaron tres días; pero
cuando la tormenta estalló fue :m huracán de rabia y adhesividad, aoompaflado
por un deterioro de su salud generalmente robusta, y un paradójioo aumento en
su habla, incluyendo un canto: "Oh querida, oh querida", con la reconocfüle
entonación de "Clementina". (700) La tos de Timmy empeoró luego 4 P que el
terapeuta debió cancelar una sesión. Lloró la mayor parte de la noche, se pensó
que tenía dolor de oídos, comió poco y permaneció dos días en cama. Pero en
los diez días de vacaciones que siguieron, Timmy estaba alegre y bien, excepto -
que no defecó durante los tres días anteriores a la vuelta al análisis. (703) Antes
de esa sesión estaba muy ex;itado, repetidamente llamaba "niño travieso"
(naughty boy) al terapeuta y al irse, cuando miró al espejo, señaló al terapeuta
y repitió su acusación. (706) El sonido de cierto martilleo en el cuarto contiguo
le hizo hacer una mueca y decir "papá"; pero (707) cuando esto se repitió ente,
rró la cabeza en el pecho del terapeuta y sollozó, poniendo su boca cerca de la del
terapeuta cuando éste hablaba. (7 10) Ahora parecía asustarse un poco de los pá-
jaros del jardín, tendiendo a cu':>rirse la boca cuando éstos pasaban volando. Fue
en este conteJ1.<o cuando ocurrió el primer incidente de "compresión". Consistió
en estar de pie en equilibrio en una sola pierna y haceT esfuerzos para defecar,
mientras su rostro se enrojecía notablemente. Era constipado y frecuentemente
parecía tener dolores de vientre. (714) En esta época con frecuencia Timmy pare-
cía ser más frí.amente destructivo. Al pisotear la pequeí'ia ternera de plástico decía
"matar, matar" y parecía sentirlo realmente. Cuando (715) buscó en la caja la
terncrita y la sacó, lloró amargamente y estuvo inconsolable hasta que encontró
la vaca bajo la silla del terapeuta, donde la había e~1.:ondido previamente.
(7 16) A este drama: de compresión, c.onstipación y violencia, se agregó una
especie de soplido que incluía soplar en la boca del terapeuta. Poc.o después (721)
estuvo enfermo con un catarro gástrico y fiebre, que hicieron que la madre volvie-
ra para visitarlo y se lo llevara con eUa por una semana de convalescencia. Ella
estaba encantad4 con el progrero de Timmy y se sintió más cerca de él de lo que
se había sentido desde que fue:-a su bebé. Pero él no defecó durante toda la se-
mana, rechaz.ó todo purgante, y sólo defecó luego de haber vuelto al análisis .."
(729) En esa sesión se cayó y aunque se lastimó levemente, lo tornó con una'
cierta sonrisa. (733) Su acción de comprimir se aoompañal>a ahora con el pasaje
de gases, a \·eces con su trasero apuntando hacia el jardín, a veces también soplan-:
do o haciendo burbujas con su boca. (734) En la siguiente sesión tiró la vaca:
en el papelero y la recobró; luego comenzó a jugar con el papelero de una forma
n~cva, haciéndolo rodar, admirando el reflej<> de su superficie, abrazándolo. en el
diván mientras se masturbaba, diciendo "po-po". Luego de un abrazo desconsi-
~do a la cabez.:i. del tcrapecta, retornó al papelero , trató de trepar encima y
!mente se acosto en el suelo con una pierna dentro de éste y succionándose
et pulgar. ~

Su uso del lenguaje en las sesiones progresó ahora muy rápidamente. Ta!_1lbién
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 53

mejoró la calidad de la comunicación reflejada en su comportamiento. (741) El


viernes simuló pelearse con adversarios imaginarios, soplando, pasando gases,
escupiendo y gritándoles "váyanse". . El lunes (747) dejó caer una bola fecal
de sus pant~lones mientras hacía presión, pero inmediatamente la hizo rodar
otra vez en los pantalones hasta que prácticamente desapareció en sus ropas.
Esto marcó el comienzo de una larga odisea en el análisis que, al asemejarse a
fenómenos bien conocidos en el tratamiento de niños psicóticos que no son
autistas ni son esquizofrénicos, no es particularmente relevante para nuestra
presentación. En un sentido, se había alcanzado el punto ·de partida del autismo
de Tiriuny y el punto en que se detuvo su desarrollo. Los fragmentos de autis-
mo que fueron evidentes en la sesión quince, cobraron vida una vez más. la
desmentali:l.'lción del autismo fue en ese momento reemplazada por el restable-
cimiento del proceso de desarrollo. Pero a esta altura Timmy tenía diez años y su
desarrollo correspondía a una edad de dos. la aparición del hijo del analista
precipitó la dramática repetición del nacimiento de Bobby.
¿Qué sentimos, entonces, que ha sido el logro del análisis hasta este punto,
dejando por el momento de lado la atenuación por parte de este niño de la bús-
queda de refugio en los estados autistas? Creemos que ha logrado el estableci·
miento de un objeto COn un espacio dentro, adecuado para la recepción del SU·
frimiento mental del niño (el papelero y el espacio bajo la silla del terapeuta).
Parece también existir un ol;ijeto, la cabeza del terapeuta, del cual puede intro-
yectar algo capaz de confortar, tal vez ya algo nutritivo para su mundo interno.
Dado el material de "compresión" y la perturbación somática concomitante,
parecería que hubiera logrado un mundo interno del cual podía hacer desapa-
recer a sus rivales, relegándolos al mundo exterior (la pintura de Dufy y los
niños del terapeuta en el cuarto de arnoa). Esta localización de sus rivales pare-
ció darle la posibilidad de distinguir a éstos de sus perseguidores (el martilleo del
cuarto contiguo) aunque aún no estuvieran claramente diferenciados de papá en
coito con mamá (su primera respuesta al martilleo). De este modo, parece haberse
fonnado el fundamento estructural para el desarrollo de la personalidad. fu, sin
embargo, terriblemente tarde y ya muy fuerte el hábito de emplear maniobras
autistis. Fue claro en las sesiones que, frente al sufrimiento, se retraía y debía ser
reanimado por la atracción lle la c.:abeza-pecho del analista y por su vor-lcche.

RECAPITULACION

¿Podemos relacionar ahora, en alguna medida, los hallazgos del pro~ ana-
lítico con los pocos hechos bien establecidos de la historia del desarrollo de Tim-
my? Luego de tan paciente trabajo y manteniendo a buen recaudo nuestra iJna-
g.inación, permitiremos ahora un poco de vuelo a la fantasía.IEste bebé, inteligente
y altamente sensual, disfrutó una felicidad arrobadora y rechgma en los primeros
cinco meses de su vida, prácticamente nunca solo, ya en los brazos de su madre,
en su pecho o al cuidado de su devota niñeral ¿Habrá fantaseado que este estado
era el logro de sus exitosos ataques fecalesdJigidos contra los bebés internos de
J. BREMNER Y D. MELTZER
54
la madre para luego descubrir que había envenenado el pecho? La enfermedad
de su madre fue una hepatitis de instalación lenta, y ella aún lo amamantó du-
rante las dos primeras semanas del comienzo. ¿Era la leche amarga? ¡,Sentía que
la piel amarilla de su madre revelaba su culpabilidad? La mamadera debe haber
provocado un alivio de esta culpa catastrófica, pero requirió el sacrificio de esta
relación altamente sensual con el' cuerpo materno,, sólo para encontrar que el cas-
tigo esperado (la cirugía umbilical) acontecía de todos modos. cua·ndo el abdo·
men cada vez más hinchado de su madre declaró el triunfo de su rival, no hubo
para Timmy otra·cosa que "matar, matar", o correr en busca de su niñera, que lo ·'
había ya salvado de su primer desas~e intento de escaparse estaba más allá
de sus posibilidades físicas, y entonces recurrió a escaparse de ser él mismo, lo
que requirió, sin embargo, una operación muy severa. Cómo puede un niño encon-
trar estos medios, permanece aún en el misterio más pavoroso.

DISCUSJON

El caso de Timmy, tal vez por haber sido el más perturbado de los niños estu-
diados, se convirtió gradualmente en la piedra 3.11o<>ular alrededor de la cual se
erigió la concepción de autismo y postautmno durante Jos años de revisión
sistemática del material en seminarios. De cualquier manera, y como cada nueva
escritura lo demostró, sentimos que sólo hemos desentrailado la superficie del rico
materidl. Como en algunas paredes de las cuevas en Ja Dordoña, donde los
animales han sido grabados más que dibujados, cada rayo de luz descubre a la vista
un nuevo animal del conglomerado de garabatos. A]gunas de las interesantes
preguntas provocadas por el comportamiento de Tírnmy van a encontrar una
exposición más rica o definida en el material de otros niños. Por ejemplo, podrá
observarse que el estado mental de John al comienzo de su tratamiento parte
aproximadamente del punto al que llegó Timmy luego de cuatro años. Lo mismo
·se observará respecto de Barry y luego de Piffie. Por esta razón los hemos
organizado en forma lineal y virtualmente podrían enhebrarse juntos para hacer la
historia de un solo niño y de un análisis razonablemente completo y exitoso.
Timmy realmente demostró de la manera más clara cómo opera la maniobra
autista y · su yuxtaposición con la fantasía y las relaciones objetalcs. John
realmente 1,1os mostró el papel del sufrimiento dcp<esiw catastrófico que choca
contra un organismo desnudo. Barry demostró paso a pa.so el proceso de construc-
ción de un objeto con un espacio interno y un self con un mundo interno. Piffic
escribió realmente, con brillantes detalles, los rneci.nismos obsesivos que crearon
su autismo, aplicados de una manera constructi:ra para modular el dolor del
proceso de desarrollo, así como demostró cuál es su interferencia con el aprendiza-
je. Pero los distintos niños demostraron también todos los aspectos en distintos
grados.
Debido a esto, nos limitaremos aquí a discutA- los aspectos de la experiencia
con Timmy que no encontrarán mejor ilustración en otro lugar.
la primera pregunta que surge es acerca de la relación de la maniobra autista
con el suicidio. ¿Estamos tratando con el ejemplo máJtimo de lo 9uc, Melanie
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 55

Klein llamó, al referirse a los accidentes de los niños, "intentos de suicidio con
medios insuficientes"? ¿Podemos ver en la primera huida de Timrny de su c:a.sa al
Capitán Dates saliendo al campo de hielo? Esta idea no es en ninguna forma
incompatible con el pensamiento de que salió a buscar a ru primee niñera, y
parecería caracterizar al suicidio depresivo no violento, no mutilante. Nos parece
muy convincente como pnnto de vista que el autismo propiamente dicho merece
más que ninguna otra forma de trastorno mental el calificativo de "perder la
cabeza". El hecho de que parezca ser por momentos muy reversfüle, no~ parece la
mejor invención de la no-violencia. Pero esto lleva a la preg\lnta sigi·;~rte.
¿Es sostenible nuestra visión del autismo como un estado mental total más
que disociado? Cabe preguntarse en qué evidencia basamos la conclusión de que la
reversfüilidad es algo fundamentalmente distinto del rápido cambio de estac~e
ánimo que se observa cuando la disociación es muy severa y cuando el sentido de
la identidad no está ftrmemente anclado, como en la mayoría de los psicóticos no
esquizofrénicos, o en adolescentes. En realidad, de hecho comenzamos con la
suposición de que estábamos observando la operación de procesos disociatims, y
sólo cambiarnos nuestro punto de vista luego de pasados algunos años. Pensamos
que esto no es sorprendente, ya que la evidencia necesariamente debe ser retros-
pectiva. Si comparamos el material "comprimido" de Timmy con el niño de la
sesión quince, vemos que apa.r te de Ja arquitectura nada ha cambiado. Todos los
elementos estaban presentes al comienzo, pero sólo después de cuatro años se hace
observable una estructura de personalidad con objetos internos y externos. En
realidad y aun luego de tales esfuerzos, Timmy no estaba más cómodo qae el
primer cerdito en su casa de paja; pero uno puede ver la posibilidad de una a:sa de
palos, y eventualmente de ladrillos, que no va a ser volteada por el prime- lobo
de dolor mental que pase.
¿Implica esto que nosotros consideramos que los procesos estudiados en estos
niños son puramente patológicos y no aparecen en la historia del desarrollo
normal? ¿O es que pensamos, al contrario, que estos procesos son tan primitivos
como para estar cerca del momento del desarrollo en que los mecanismos esqui-
zoides comienzan a operar? El trabajo realizado con otro tipo de pacientes., con
enfermedad de gravedad variable, pero donde la fragilidad de la organización del
yo es un problema central, parecería sugerir lo último. El trabajo pionero en esta
área es el de Esther Bick sobre la función psíquica de la piel, que da el sostét;i de la
elíni~ a l:i r.xposición clr. Wilfrerl Bion sobre el concepto de contineut~ y
contenido en la vida mental. F.sta actitud parece aún más reforzada por la
evidencia de que los mecanismos obsesivos primitivos del tipo del desmantela-
miento juegan un papel en la formación del fetiche, éomo fuera descrito por un(}
de los autores (DM.). Estos problemas teóricos serán discutidos en los capirolos
de la sección C.
Ahora nuestro enfoque va a variar un poco, para mirar el proceso de desarro-
llo de este niño desde un punto de vista ligeramente distinto. Lo que aquí qumía·
mos considerar es el papel que posiblemente juegan en el autismo de Tim.my la
intensidad de sus sensaciones y el modo particular de su peicepción selllllrial.
En el capítulo anterior se hiz.o mención a "la posesión gozosa y triunfante
del objeto materno", como rasgo común a todos estos niños. ·Estuvo por cierto
56 ;¡_ BREMNER )'. D. MELTZER

presente en Timmy, .per? ?e ,ª


manera. ~istinta la que apare~ió en Barry y P~te,
y tal vez ligeramente d1stmta, tamb1en, a como se presento en John, de qwen
Tiffimy era muy semejante. La diferencia parece radicar en el grado de estructura
de la mente de Timmy y en su naturaleza. ·
Para comprender esto debemos observar los términos más de cerca. Si mira-
mos al témúno "triunfo", vemos que implica que alguien toma conciencia de que
posee una cosa~v estado que no posee ningún rival. El hecho de que uno pueda
trii;·afar alcanzand0 un logro no excluye Ja noción de un rival, porque la dificultad
_ :iende a ser personificada como el rival sobre el cual se triunfa. Para experimentar
triunfo la noción de rival d:.be existir en la mente de alguna forma, no importa
cutn tenue pueda ser. Es muy posible que para Timmy este concepto existiera en
una for::-.:.'- concreta dentro de su propio cuerpo, más que como objeto desarrolla-
do dentro de su propia mente. Es cierto, sin embargo, que este objeto rival invadió
Ja mente de Timmy y fue allí desarrollado lo suficiente como para ser proyectado
en una forma reconocible, aunque por lo general muy extraña, como en algún
pequel'ío objeto en movimiento, o en los puntos y marcas del piso. El hecho de
que los llamara Bobby/bebé demuestra que tenía una mente capaz de formar y
contener una construcción mental, pero teníamos la impresión de que ambas eran
vestigiales.
El otro término que querríamos considerar es "posesión". "Posesión" deoota
una relación, y la concienc:ia de ella implica un conocinúento cuando menos de
una identidad parcial, una comprensión de la naturaleza de la cualidad de vínculo
propia de la posesión, y del lazo entre esta identidad y el objeto poseído y lo que
lo. rodea. Estos son procesos mentales muy complejos, que requieren una mente
estructurada, y Timmy no parecía tenerla.
Este tipo de. proceso mental sólo raramente era alcanzado por Timmy, y aun
así de una manera muy r~dimentaria. Si usamos en este ca.so el ténnino '~posesivi­
dad" es para tratar de comprender su comportamiento y darle un significado. Pero
en su mayor parte este término era demasiado sofisticado, especialmente en lo que
respecta a la primera mitad del tratamiento. Tal vez lo que él sentía era voracidad
o apetito por un cierto tipo de sensación más que por un objeto maternal. La
cualidad sensorial a menudo parecía estar ligada laxamente a cualquier contra-
parte mental de un objeto tal, ya que una y otra vez pudimos ver cómo se dirigía
a cualquier objeto externo, aun cuando fueran tan distintos entre sí como un
soldaQito de juguete, la esquina de una mesa o la superficie de una pieza de made-
ra lustrada, a condición de que pudiera chuparlos, lamerlos o acariciarlos. Era como
si el universo estuviera ' lleno de innumerables pechos, o mejor dicho partes de
pecho, y que cuando uno se perdiera siempre habría otros que podrían encontrar-
se Y que servirían lo mismo. Esto era posible porque Timmy se relacionaba con
e~ de un solo modo sensorial. Veremos más adelante que John tambien depen-
dia de un solo dato sensorial en su exploración de la realidad.
Aun cuando triunfante, Tirnmy evidenciaba que sólo una parte· suya poseía
1 una parte del objeto materno, de la cual sólo temporalmente pudieron excluirse

len r~cs contaminadores. Es irnpoSible decir hasta qué punto ta1 idea había
ddo articulada 'Significativamente de alguna manera en la mente de Timmy. Diría-
mos que, prácticamente, poco o nada. La profundidad de cualquier- proceso
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 57

mental parecía ser muy somera y el proceso parecía estar relacionado básicamente
con una emoción o sentimiento. Para él, la posesión parecía ser algo así como un
contacto gol0$J sin interferencias, una experiencia sensorial con una cierta cuali-·
dad emocional, que puede muy bien no hacer lugar para el reconocimiento de
ninguna otra; una experiencia en la cual los rivales no eran tanto excluidos como
inexistentes, hasta que la conciencia de este sentimiento se desvaneciera o cam-
biara. En este punto podía suceder que los rivales aparecieran de golpe y se les
atribuyeran entonces la pérdida. o bien que el mismo Tunmy sufriera un colapso
sobrecogido por una enorme ola de ansiedad depresiva, que terminaba en un
comportamiemo maníaco.
En los momentos de frustración era posible ver una disociación rudimenta-
ria, un intento de expulsar el pa:ho contaminado y sus rivales y de retener dentro
del pecho bueno, lo cual le daba a Timmy una significación fugaz de su compor-
tamiento. Sin embargo, esto se acompañaba en general de una rabia tal, que uno
bien podría i.-mginarse que su conciencia de su furia era tan total como para
impedir el establecimiento de la otra mitad de la disociación, es decir de cualquier
concepto Qe l!Il objeto interno bueno. Hasta q_ué punto dependía de la real expe-
riencia sensoritl de contacto el mantenimiento de este objeto interno, :era evidente
por el hecho de que, en estos estados, Timmy invariablemente se ponía un pulgar
en su boca succionándolo y sosteniéndolo con S'JS dientes_mientras agitaba furio-
samente el puño de Ja otra mmo a sus rivales, represent:Jdos por los puntos y
marcas.
Por otro lado, si éste era el resultado, la intensidad de su dolor no dejaba
lugar internamente para el restablecimiento del objeto; ni tampoco externamente,
ya que todo su universo eni congoja. Era oomo si todo lo bueno hubiera desapare-
cido en la nach, a Ja manera en que se describen las últimas y horripilantes teorías
concernientes a los huecos negros en el espacio: una estrella o inclusift una galaxia
pueden pasar aparentemente fuera del universo, a una nada inimaginable. El pro-
ceso de duelo no podía realizarse por esta razón y porque no se había desarrollado
en la mente de Timmy ningunz estructura espacial, ningún lugar continente. De
haber sido capaz de hacer un duelo, hubiera podido tomar su mente. de la inten-
sidad de su dolor por la pérdida al recuerdo de las buetias cualidades del objeto,
hasta poder restablecerlo dentro suyo. Su objeto bueno era entonces irrecuperable
y estaba más allá de toda posibilidad de ser recordado como símbolo interno,
aunque pasible de ser restablecido por el reconocimiento. Esta pérdida absoluta
sólo podía imensificar su pena y su desesperación. Sin otros recursos, su único
camino era eotonces la renegación maníaca omnipotente, con frecuencia acom·
paiíada por h proyección de la rabia y la desesperación y por una búsqueda
inquieta e incesante de otro objeto para chupar, acariciar, mirar o sentir.
En el mundo marcadamente bidimensional de Tunmy había objetos aguar-
dando que se estableciera contacto, y no estamos afllIDaOdo que cuando Timmy
carecía de actividad mental no tuviera memoria para nada, particularmente en
lo que r especta a reconocimiento o sensación. Su memoria podía aproximarse
a lo que podríamos llamar memoria de tipo computadora, que reconoce por
medio de un molde sensorial. Hasta los gusanos pueden ser entrenados a reconocer
el camino correcto a lo largo del laberinto. Por lo tz.Jlto, aunque Timmy sólo
58 J. BRKKNRR Y D. MELTZER

tenía un objeto bueno mínimo en su mente, podía ponerse en contacto con él


nuevamente tal como era, desde que cualquier objeto externo que tuviera una
de las cualidades maternales requeridas podía proveer un conocimiento sensorial
en alguna man era concordante. Sólo necesitaba ser chupable, tener una cuaLidad
táctil específica o proveer alguna otra sensación de ese orden.
· Vemos entonces, en este rriomento, un niño con una tendencia muy fuerte
a depender de un solo modo de percepción sensorial, mutilado por · esto en su
capacidad de formar objetos internos significativos o de relacionarse adecuada·
mente a los externos o de pensar. Los símbolos a través de los cuales su mente
se podía desarrollar parecían estar físicamente ligados a objetos externos en razó n -
de su necesidad de recurrir a un solo modo de percepción sensorial, que era inca·
paz de relacionar con otras sensaciones para formar un todo significativo. Física
y emocionalmente su comportamiento era caótico y repetitivo, mientras su
memoria parecía funcionar casi t otalmente a nivel de un reconocimiento muy
limitado, más que por el recuerdo simbólico. Estaba casi exclusivamente interesa-
do en sus relaciones con Jos componentes del pecho y con el estrecho campo de
relaciones con sus rivales por aquellos componentes.
Miremos ahora a Timmy; en una etapa posterior en su tratamiento aparece
en el cuarto de juego poniendo en escena una situación con el pecho. No fue
hasta los últimos años de su análisis que Timmy mostró claramente que estaba
expérimentando varias sensaciones simultáneamente. Por ejemplo, en una sesión
miró a las nubes y al cielo azul, mientras chupaba el picaporte de· la ventana y a
veces lamía el vidrio. Al mismo t iempo, podía extender una l'T14no y acariciar
suavemente con la punta de los dedos la lisa pintura del marco de madera de la
ventana, mientras daba simultáneamente la impresión de escuchar la voz del
terapeuta con mucha intensidad. Entonces se bajó, se dirigió al terapeuta y se
apoyó contra él, mirándolo a los ojos a través de los anteojos, lanuéndolos; su
boca se acercó entonces a la del terapeuta e hizo con sus labios movimientos
de estar comiendo, al tiempo qu~ el terapeuta hlblaba, mientras también acari·
ciaba su mejilla y su oreja. De repente, la plácida esce11a se derrumbó y Timmy
metió el pulgar en su boca y con su puño golpeó el dibujo de pequeñas marcas
en el cuero del zapato del terapeuta. En sesio nes anteriores estas marcas había n
sido identificadas con Bobby-bebés.
El cuadro que vernos ahora es muy distinto; pero, ¿podemos estar seguros
de que estamos viendo un Tirnmy bebé al pecho? ¿No se tratará, más bien, por
ejemplo, de varios Timrnies bebés cada uno con un pedacito de pecho? La trans·
ferencia es sobre un objeto para nada unitario y coherente sino, al contrario,
totalmente disperso en la extensión del espacio entre las percepcionc: sensoriales,
de las cuales sólo algunas provienen de la fuente viviente. El vínculo entre las
partes consiste en que son experimentadas simultáneamente; pero, en cada caso,
salvo tal vez en el de la voz, se ignora una enorme cantidad de cualidades para
seleccionar la única relevante. El hecho de que pudiera hacer un uso tan hábil de
tan discordante material tiende a convencernos de que, en realidad, tenía en men-
te alguna idea de relación que le permitía mantener las partes unidas. Pero estaban
s~lo ligeramente vinculadas: con mucho anhelo pero de manera incompleta. Care-
c1a en particular de Ja. cualidad orzanizadora de b visión. Tenía poca flexibilidad
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 59

y profundidad, y era actuada muy concretamente. No hay duda de que la idea


estaba en la mente de Timmy y era impuesta al material externo, pero aun pare-
cía, al menos parcialmente, estar bajo la influencia de una sola percepción senso-
rial; por ejemplo, la suavidad de la superficie pintada representaba la piel de la
madre, con total ignorancia de la dureza, la forma o la temperatura.
Cuando Txmmy se dirigió a la cabeza del terapeuta oomo pecho, tuvimos la
impresi'\J de que su experiencia transferencia! se había centrado más y era para
él más vívida.. aunque todavía muy concreta. En el tiempo transcurrido desde
que deja ·1a rentana hasta que alcanza al terapeuta ha bab~do, sin embargo, una
clara renuncia a Ja~ relaciones físicas concretas de succionar, lamer y aca'riciar,
mientras retiene las pertenecientes a la visión y a la audición. ya que mientras
_se acerca al terapeuta io mira fijamente. Por este corto período de tiempo, las
sensaciones re.cha7..adas deben haberse fusionado en una config!ll"ación significati-
va, asociadas ron las sensaciones visuales y auditivas interrelacionadas del objeto
externo.
Finalmente todo esto se derrumbó frente a la amero.za de los bebés rivales,
pero sin que hubiera habido grito alguno de niño, ningún ruido invadiera el
consultorio, ningún pájaro que pasara volando por la ''entana, y el terapeuta
no había cambiado ni dejado de hablar. Es casi seguro que el estímulo había
provenido de Timmy.
Hasta a.OOra hemos considerado la parte que posiblemente juegan las sensa-·
dones aisladas en el modo de percepción, mientras que el papel desempeñaJo
por la intensSiad de 1a percepción sensorial ha quedado en gran parte implícito.
Nos pregunt:!mos si no existe la posibilidad de que juegue realmente un papel
muy grande.
Sabemos que sensaciones muy intensas pueden interferir e inclusive impedir
el funcioruunjento mental normal. Dolor violento, luz intensa, un ruido extrema-
damente penet.rante e incluso un intenso placer pueden llenar la mente tanto
como para no dejar lugar a nada más. Una sola emoción muy fuerte y no modifi-
cada por otr>-S puede tener el mismo efecto, y, si bien no aseguramos que la
conciencia s-."'<l.sorial de Timmy fuera de este orden, poderoos legítimamente
preguntarnos si es que no tendía en esa ·ctireccióo.
Podemos preguntarnos si la intensidad de la experiencia sensual original con
el pecho, el celeite al sentir contra su mejilla la sedosidad de la piel de la madre,
la suavidad de la leche en su boca, su gusto delicioso en la lengua, la exquisitez
dé su fragan.cia al amamantar, si en resumidas cuentas estos deleitosos placeres,
cada uno con su propia fuerza singular, no fue lo que hizo muy difícil para este
bebé tan seI?SUal póner desde un principio todas las pie.zas juntas en una tota-
lidad.
También podemos preguntarnos si esta intensísima sensualidad no podría
haber sido intensificad.a por la madre identificada con su bebé, de tal manera
que ella experimentaba el placer del bebé como si fuera el suyo propio para
mantener a raya la ansiedad depresiva. De ser así, la madre se transfoÚna en
cómplice del bebé y aumenta la sensualidad de ~e, en lugar de contenerlo dentro
de su mente en identificación introyectiva.
Si la intemsidad de la captación sensorial realmente jugó un papel importante,
J. BREMNER Y O. MELTZER
60
entonces podría dar lugar a una percepción sensorial única, dado que la sensación
más intensa tendería a cubrir a las otras sensaciones recibidas simultáneamente.
Esto interferiría con la primitiva pero inmensamente importante función mental
de establecer vínculos por asociación, haciendo difícil la formación de un objeto
materno total, consensual y coherente, el pecho. Si éste fuera el caso, tal objeto
sería frágil y pasible de fragmentarse en sus partes constituyentes, como también
Ja mente del bebé, no siendo capaz ni uno ni otro de contenerse mutuamente,
con Jo que el desarrollo mental quedaría detenido. Esta idea, afín al concepto
de trauma sensorial, (¿shock de color en el Rorschach?) se sugiere como una
extensión del término descriptivo "sensorial".
En esta cadena de hechos, la voracidad y los celos jugarían un papel muy
importante y ambos eran rasgos muy marcados en Timmy. La voracidad reforzaría
la tendencia a obtener el máximo de cada sensación y de esta manera aumentaría
su intensidad; pero. al hacerlo hace fracasar su mismo propósito, porque el acos-
tumbramiento tendría lugar con más rapidez. Cuando esto sucediera, se dcsperta·
rían los celos. AJ reducirse la intensidad del placer de la captación sensorial, puede
imaginarse que Timmy devenía gradualmente consciente de la existencia de otros
bebés o aun de otro bebé Timmy disfrutando de otra deliciosa sensación. La
voracidad aumentaría sus celos, y este sentimiento discordante provocaría un
desmoronamiento caótico en su relación con el pecho.
Puede ser que algo por el estilo haya sucedido en la crisis de su relaCión con
la cabPza del terapeuta, representando al pecho. En este estado Timmy era muy
semejante a aquel hombre apasionado por la música que, al escuchar una rica y
variada sinfonía, luego de un ralo encontraba que sólo era capaz de escuchar un ins-
trumento y quedaba, en consecuencia, convencido de que su vecino le estaba roban-
do la sinfonía.
CAPITULO IV

DEPR.ESION PRIMARIA EN EL AUTISMO - JOaN

!sea Wittenberg

INTRODUCCION

Quisiera describir algunas de las experiencias que viví con John durante su
primer año de tratamiento analítico conmigo. Muchas veces estas experiencias
fueron tan dolorosas para uno de los dos, o para am~s, que enfrentar la tarea
de revivirlas de nuevo mentalmente requiere un esfuerzo considerable. Describiré
en detalle algunas de las secuencias del juego y de la conducta de John, confiando
en que con esto permitiré al lector sacar sus propias conclusiones acerca 'de la
naturaleza de sus relzciones. En la mayoría de los casos no cito las interpretacio-
n es que hice; pero, en mis comentarios sobre Ja sesión, indico de qué mant>ra
entendí lo que sucedía. Me propongo plantear muchas preguntas y sólo tentati-
vamente sugerir algunas de las causas que explicarían la propensión de 'John a
perderse a sí mismo ro un estado de ausencia de actividad mental (desmental.iz.a-
ción) o, de un modo alternativo, a caer en una forma particular de depresión
catastrófica. Si bien la implacable proyección de Ja desesperanza hacía muy
difícil a veces tolerar a este niño, la apasionada naturalez.a de John, su capacidad
para la ternura, su vulnerabilidad al dolor depresivo y su pedido de ayuda. evoca·
ban en mí un afecto y una preocupación intensos.
Se observará que la comprensión del material se realiza sobre la base de la
teoría derivada del tr1bajo de Melanie KJein. La necesidad de que la madre con-
tenga el dolor proyecudo de La mente infantil, señalada por W. R. Bion, concibe
a la madre como un continente, y se vincula así con el trabajo de E. Bick acerca
de la función continente de la piel. Sin embargo voy a presentar las sesiones, y
mis reflexiones sobre ellas, tan libres de términos técnicos como resulte posible,
intentando transmitir la impresión que este niño me produjo y los sen.timientos
que fue capaz de engerrlrar en mí.
62 J. WlTTEN8ERG

BREVE HISTORIA EVOLUTIVA

John nació tras un parto difícil y prolongado. Su madre estuvo delicada


durante los dos meses que siguieron al nacimiento y John, en consecuencia, fue
alimentado con biberón y parcialmente atendido por su padre. Era ·un lactante
vigoroso, un bebé fi.";I y vivaz, que cumplía sus etapas con cierto retraso; pero,
como e~a un bebé jovial, sus padres no se preocuparon en exceso. Adoraba su
biherón y rehusaba déjarse destetar mediante el pasaje a Ja taza, de modo que
continuó bebiendo de mamadera mucho después de haber aceptado sólidos. No
renunció a eUa por completo hast; los tres años.
Cuando _tt'JlÍa 17 meses su madre tuvo una infección renal y fue atendida
en la casa durante seis semanas. De~pués los padres se tomaron una semana de
vacaciones, dejando a John a cargo de los abuelos, a quienes conocía bien. Sin
embargo, cuando los padres regresaron, John se encontraba inexpresivo y comenzó
a rechazar a su mad re. A partir de ese momento no manifestó ningún afecto
o deseo de comunicarse; a menudo se iba a jugar solo en una habitación oscura.
Desde que tuvo 2 años y 9 meses, hasta ·1os 3, hubo otro bebé en su casa, a quien
solía hurgarle las orejas. El día que este bebé partió, John abandonó de repente
la mamadera y aceptó la tau. Desde entonces continuó bebiendo en exceso,
especialmente a la hora del desayuno.
L-Os padres comenzaron a preocuparse cada \•ez más por John y recurrieron en
varias ocasiones a la consulta profesional. Cuando John tenía 3 años y medio, y no
sin grandes dudas acerca de su eficacia, se decidieron por el tratam iento· psicoana-
lítico. Por la época en que me fue referido, tenía la costumbre de gatear sobre el
cuerpo del padre, parecía disfrutar de la música y era, de un modo general, hiper-
activo. Había arrancado todas las plantas del jardín, desprendido la corteza de
los árboles y desgarrado el papel de las paredes de su dormitorio; meda su cama
con tanta violencia que la había roto en dos ocasiones. Desesperados, los padres
lo ataban a la cama hasta que se dormía. Tendía a atacar a otros niños arañándoles
la cara. A los 3 años y medio todavía usaba pañales, pues no había adquirido el
control de sus esfínteres. Su habla se limitaba a nombrar alrededor de quince
objetos, pero no obstante recordaba lugares y personas durante períodos prolonga-
dos. L-0 fascinaban los aeroplanos, se decía que desde los '6 meses.

EL COMIENZO DEL TRATA.MIENTO

Primera sesión: El meteoro

John emergió de las manos de la madre y de la niñera con aspecto sombrío


Y decidido. Era un niño bien parecido, vigoroso y bien desarrollado, de andaf'
el.ástico y IT\Ovimi_cntos rápidos y bien coordimdos. No me miró y no ofreció
ninguna resistencia cuando le tomé la mano y lo conduje arriba, sonriendo breve-
mente a las ílores que había en el rellano de la escalera. Tan pronto como llegamos
DEPRESION PRIMARIA RN EL AUTISMO 63
al consultorio dejó caer el enorme oso de felpa que le ~bía dado su madre. De
entre los varios juguetes esparcidos sobre la mesa escogió un aeroplano pequel'io,
puso la proa en su boca, lo hjro girar en el aire y después se lo puso de nuevo en
la boca. Cuan.do comencé a habilµ se I~ introdujo más ¡irofundamente. En seguida
se abalanzó sobre una taza de plástico, la dejó caer diciendo "moo~·· eon voz
áspera, se apoyó contra mis piernas y aferró la parte superior de mj oreja,' retor-
ciéndola. Tomó de una silla un almohadón marrón, lo olfateó, se sentó en el suelo
tirando de los hilos de la funda con mucho esfuerzo y emHiendo sonidos "eh"
y "ah" hasta que logró desgarrarla. Extrajo parte del relleno y luego se abrió paso
entre mis piernas y se subió a mi falda. Acomodó mis brazos de modo que rodea-
ran su cintura y de inmediato encorvó su espalda, se puso rígido y se tiró hacia
atrás. Me encontré sosteniéndolo con firmeza para impedir que se cayera. Se rió
cuando lo incorporé y convirtió esto en una especie de juego. En un momento
creí oírle murmurar "rosas, rosas", lo cual me recordó la canción infantil y las
acciones que habitualmente acompañan a "ringa, ringa roses, a podcet full of
posies, ti.ssue, tissue, we al! [ali do.wn". Al oír el rwdo de un avión distante se
arrojó de mi falda, escuchó, miró por la ventana, después escudriñó el interior
de un autito verde de j uguete por su ventana trasera. olfateó el almohadón ma-
rrón, lo arrojó sobre mj falda y saltó sobre él de cola. Dio vuelta el broche que yo
llevaba para examinar su reverso, después corrió hacia el diván con el osito pero
volvió para tironearme de la mano, me empujó para que me sentara en el diván
y se acostó boca abajo, enroscado alrededor de mi cuerpo, succionando y mor-
diendo la colcha del diván. De repente se abalanzó hacia adelante, arrojándose
de cabeza fuera del diván, por un extremo. Cuando lo tomé y lo tiré hacia atrás,
se rió y convirtió esto en un juego. Dos veces lo dejé ir y aterrizó de cabeza;
acto seguido se chupó el antebrazo, con aspecto de perplejidad y desamparo.
Cuando le dije que era hora de irse a la casa, pero que lo vería al día siguiente,
permaneció de pie, apoyado contra mis piernas. Lo tomé de la mano pero parecía
rengo e incapaz de caminar, de modo que lo llevé abajo en brazos. Se alejó cami-
nando entre la madre y la niñera asido de sus manos, sin mirar hacia atr.is.

Comentario. Resulta difícil comunicar el impacto que John produjo en mí:


una mezcla de sentirme deseada, invadida y necesitada, todo al mjsmo tiempo.
Es igualmente difícil transmitir la fuerza y la pasión con que Joh.n tomó posesión
de mí, Ja manera en que tomó el aeroplano, tironeó de los hilos, arrancó el relleno,
forzó mis piernas para hacerse lugar entre ellas, se acunó, enterró los ilientes en el
diván, se echó hacia atrás. Yo me sentí desconcertada e invadida cuando me tiró
de la oreja tiránicamente. John ejercía sobre·mí, sin embargo, otro poder mucho
más apremiante que el- de hacerme esciava de sus deseos: el poder que emanaba
de su pedido de ayuda y de lo inmediato de sus impulsos suicidas. La conducta de
John parecía dirigida a mostrarme que él necesitaba insertar profundamente una
parte de mí dentro de la boca, como la proa del avión;rodearla y envolverla como
la tetilla a la que, según ~u madre, se había aferrado con tanta tenacidad. De un

i·I modo similar necesitaba ser sostenido, envuelto por mi falda y mis brazos. Daba
a entender que la alternativa era deshojarse como las rosas; se incrustó en mi rega-
zo con la velocidad y la fuerza de un meteoro y yo sentí el impulso de :sostenerlo
l. WITTENBEllG
64
para que no se lanzara más allá en el espacio y se perdiera. Su r~nguera al fi~I de
la sesión sugirió de un modo intenso que separarse era una catastrofe: ser tirado,
algo que estaba más allá de la desesperanza, más bien una apatía desesperada, .
amputada de la vida misma. V~lvió a la vida cuando la madre y la niñera lo toma·
ron de las manos: parecía necesitar este pasaje físico de unas manos a otras para
evitar el sentimiento de vacío.
Si bien hice comentarios verbales en lenguaje muy simple y de acuerdo con
estas impresiones, sentí que la comunicación pertinente se daba en un nivel no
verbal. Aunque normalmente desaliento cualquier contacto físico, John no sólo
lo exigía sino que parecía expresar una imperativa necesidad de él. Yo no sentía
que estaba tratando con un niño de tres años sino con un pequeño bebé aterrori-
zado de caer en un abismo.

Segunda sesión: El camión voleador

John parecía más vivaz y subió las escaleras con paso im paciente. Excitado,
olfateó el almohadón marrón y después me olfateó a mí. dio una vuelta alrededor
de mi sillón, se paró junto a mí, me miró a la cara y, riendo, comenzó a saltar
como si. rebotara*. Advirtió una pelota roja dentro de un reci piente, la recogió
y la arrojó lejos de sí. Salió corriendo con el aeroplano mientras emitía zumbidos,
se tocó fugazmente el pene y se tendió en el diván meciéndose y riendo. Al oír el
ruido de un aeroplano se puso de pie de un salto, me golpeó el brazo diciendo
"papá" y olfateó mis piernas. Se llevó el avión y el auto verde al diván y aplicó
la nariz del avión . a la parte posterior del auto, miró por su ventana trasera y
después comenzó a saltar y rebotar sobre las rodillas. Mediante risas y balbuceos
mantuvo una "conversación" con el auto, Juego arqueó repentinamente la espalda
y lanzó la cabeza por encima del extremo del diván. Vino hacia mí y me tiró Ja
oreja, me empujó para que me sentara junto al diván y se tendió de espaldas
atravesado sobre mi falda; después subió y bajó la caja del camión voleador a la
vez que me daba el ocasional manotazo en la espalda. Esto se prolongó durante
un rato, mientras John hacía fuerzas y emitía gases. De repente el camión
voleador cayó detrás del diván quedando fuera de la vista. John pareció desolado,
se aferró al lóbulo de mi oreja tirándolo con fuerza, después extendió los brazos
para ser elevado hasta mi falda y se sentó arrebujado contra mi pecho. Poco a
poco se recostó en mis brazos, siempre aferrado firmemente al lóbulo de mi oreja,
Y me miró a los ojos con atención. Luego se incorporó, tomó una pelota en
cada mano, lamió una de ellas y mordió la otra varias •eces. Al final de fa sesión
se mostró reacio a dejarlas y le dio a cada una un fuerte mordisco de despedida.

Comentario. Seleccionaré sólo unos pocos ítems a partir de este rico mate,
ria!. En primer lugar llama la atención Ja marcada acentuación d·e1 olfato como
medio de identificar objetos. Tal vez John tenía la ilusión de que sus flatos habían

•El verbo bou'nce no tiene equivalente en castellano. Significa .saltar pasivamente, rebotando,
Y se aplica con exactitud al niño autista. (N. del S.J
OEPRESION PRIMARIA EN EL AUTISMO 65

creado una barrera, un círculo que me rodeaba como su cuerpo enroscado lo


había hecho el día anterior. Al principio realmente se comportó como si yo
hubicn sido el pecho-pelota rojo que le había sído infiel cori Í>apá y que debía
ser ya descartado, ya reposeido con violencia. Mi infidelidad parece haber sido
experimentada· sólo cuando el sonido del aero plano entró en su conciencia.
El golpearme mientras decía "papá", sugiere que el aeroplano no era sentido
como externo y distante, sino que había invadido su espacio vital, compitiendo
con John pó'r Ja ocupación de mi cuarto y de mi cuerpo. Por unos minutos pare-
i.:ió ~ntir que ·¡X>d ía estar dentro y participar en la relación sexual entre papá y
mamí, pero sus palmadas y ventosidades traicionaron sus celos. Así John, al
co~nzo de su tratami(nto, como Tirnmy después de cuatro años, no diferen-
ciab1 con claridad entre afl.•era y adentro del cuarto, adentro o afuera de mi
cuer;:.o, o, alternativamente, sus ojos tenían la capacidad de revertir la perspec-
tiva (Bion) en un momento (o sus dedos de dar vuelta la piel, como cuando me
retorció el lóbulo de la oreja o dio vuelta el broche), de modo que el interior
y el exterior parecían intercambiarse instantáneamente. Se revertían como si él
hubm atravesado una puerta giratoria. Tampoco sentía su cuerpo muy dife-
renci::!do del mío: al parecer, con un manotazo, "papá" podía ser volteado t2D
fácil.-nente de mi espalda como de su propio trasero. Existía, sin embargo, un pun-
to ~ligroso : en el proceso de descartar a "pa.pá" también podía perder a «mamá",
o curse él mismo como <le un camión vc!cador. En ese momento se sintió perdido
y cewlado y se tomó con fuerza del lóbulo de mi oreja, de mis brazos y de mis
ojos.. Cuando lo levanté, su capacidad de gratitud quedó indicada por _el lamer una
pelota y separar su enojo de ella dirigiéndolo sobre la otra; pero tal disociación
se éesmoronó pronto, freme a la separación ineludible, al final de la sesión. En
efocto, yo no volvería a tener un contacto tan estrecho con él por algún tiempo.

LAS SIGL"lENTI::S CUATRO SEMANAS Y MEDL.&.:


ARROJADO EN LAS ORILLAS DE LA DESOLAOON

En la tercera sesión John jugó con el aeroplano y con el camión voleador


pero los tiró muy pronto detrás del diván. Comenzó a arra{lcar pequeños fragmen-
tos de unos panes de plastilina de distintos colores y dijo "flor" con voz profunda
y ronca. Me trajo los trocitos y me indicó con claridad que yo debía amasarlos
juntos y formar con ellos una bola. Una vez que lo hice se pu.so muy excitado, se
subió al diván de un brinco y comenzó a masticar trozos grandes de la bola de
pla5tilina. Al final de la sesión gritó y tironeó con fuerza de los cajones de Jo3
otros niños.
Después del prúner fin de semana golpeó la cabeza contra la cómoda, arrojó
la pelota de goma en la estufa diciendo "ida", tiró al suelo Ja.s tazas de plástico y
descartó la pelota de plastilina diciendo "no para comer". Luego se sentó a raspar
la plastilina adherida a la suela de su i.apato, iY se la comió! Todo lo-bueno se
había ido, como yo me había ido durante el fin de semana. 4Sintió que yo lo ha-
biz abandonado con indif«encia dejándole sólo la comida fecal-plasti.l.iJia sobre .el
66 L WJTTENBER G

zapato? ¿Sus celos se·componían de su rabia y su desesperación por estos niños-


flores que eran contenidos y ali.mentados en lugar de él? ¿Por qué era "no pan
comer" la bola de plastilina? ¿Para resguardarla de sus dientes filosos? Es proba-
ble que se me acusara de permitir que John y sus objetos cayeran en pedacitos.
Durante las cuatro semanas siguientes tuve frente a mí a un nil!o cuyos ojos
habían perdido su vivacidad y que se precipitaba de una actividad a otra; si bien
su cuerpo continuaba moviéntlose con determinación, todas sus actividades pare-
ct~n inconexas. ¿Cómo puede' describirse el propósito de la falta de intenciona·
lidad? (pwposeful aimlessness). Incluso relatarlo supone una ordenación de los
sucesos que le es ajena. John lamia, mordía, descartaba juguetes, emitía sonidos
ininteligibles, se apoyaba contra mis piernas, desmenuuba la plastilina, retorcía
pequefias varillas que luego arrojaba por encima del hombro, corría de un bdo a
otro, pisoteaba algunos trozos, se sentaba sobre otros como por accidente y
después pateaba la escalera diciendo "abajo, abajo" en voz que iba per<liendo
fuerza con cada paso descendente. Habiendo comenzado su t erapia de modo muy
semejante al de Timmy después de cuatro años de tratamiento, J ohn se compor-
taba a.h ora como el Timmy de la sesión decimoquinta.
Sólo de manera gradual emergieron ciertas pautas, tra.s gran esfuerzo de mi
parte para identificar algunos de los fragmentos de su conducta; tal vez no fue
tanto lo que dije sino la presencia de mi voz lo que lo introdujo de nuevo en mi
órbita. Así, comenzó a emerger el olfateo de la escalera durante el ascenso)' a
establecers: como una manera de probar si otros pies la hab ían subido desde que
él estampara sus olores de plastilina sobre ella. Esparcir la plasWina por todo mi
cuarto se convirtió en una manera de delimitar su territorio y de detener a sus
rivales. También se hizo evidente que el hacerme amasar la plastiHna con las
manos la transformaba: se convertía en una salchicha grande y larga que él sus-
pendía delante de su boca a la manera del suplicio de Tántalo.
La plastilina no era lo único que despedazaba. Uegaba cada mañana arras- ~
trando una planta que luego destrozar ía con habilidad dejando un reguero de 1
cabezas-flores y de carne-hojas en la escalera y en el cuarto. Despojaba a la planta
de su follaje hasta que sólo quedaba un esqueleto, que suspendía invertido y lo
sacudía sobre el suelo. La forma de la estructura subsistente se parecía a Yeces
a la de un paraguas oon las varillas dadas vuelta de adentro hacia afuera.
Un rasgo permaneció siempre constante: su misteriosa conciencia de los
aviones que se acercaban. Sus oídos los detectaban mucho antes que los míos.
EJ suspendía inmediatamente lo que estuviera haciendo, me arrastraba a la ventana
y extendía los brazos para ser alzado hasta el antepecho. Tan pronto como el
avión podía verse u oírse retumbar en lo alto, él se aferraba al lóbulo de mi oreja,
lmndía su cabeza en mi hombro y luego se chupaba el antebrazo. A veces aparecía
tm pájaro en su campo visual y, al verlo volar, apretaba la espalda contra mi pecho
Y permanecía inmóvil, contemplando los pájaros y las flores del jardín de abajo.
& esas OC3siones parecía infinitamente desolado, como si el mundo que se ex-
taldía más allá del vidrio contuviera todo aquello de lo que él estaba excluido
tite u n modo irreparable. Este encantanuento silencioso solía quebrarse de golpe:
.-e miraba a los ojos, hurgaba mis oídos, me propinaba violentas palmadas en el
llombro Y golpeaba la cabeza contra la mía. Al parecer, mis ojos eran tan trans-
DE.PRESION PRIMARIA EN EL AUTISMO 67
parentes como el cristal de la ventana y también mi interior era pasible de ser es-
cudri11ado. El interior de mi cuerpo para John equivalía absolutamente al jardín
donde atisbaba a los pájaros y flores-bebés rivales; pero al mismo tiempo esos
rivales parecían erigir una barrera dura como el panel de vidrio, sólÓ penetrable
a golpes y por la fuerza. Era ~mo si la presencia de aeroplanos, pájaros y flores
significara que esos rivales habían tomado posesión completa de mí, dejándolo
fuera; como si no existiera un espacio vital separado que él pudiese poseer, ningún
lugar donde esconderse de ellos: o ellos o él debían poseer la to~d del cuerpo
materno. Una vez más John se parecía, en la cuarta semana, a Tmuny en el cuarto·
año de tratamiento. •
De un modo retrospectivo, los fragmentos de su conducta pueden ser conce-
bidos como conchillas, cada una de las cuales contenía aspectos de su relación
conmigo; un intento constante de apoderarse de un ºtrocito de mis Contenidos que,
aunque momentáneamente atractivo, sentía que era arruinado JIOI' sus mordiscos
o arrebatado y destrozado por sus rivales, lo cual Jo dejaba eo Jas. playas de la
desesperanza. Impulsado por la ira y la desesperación, John no sólo volteaba,
arrancaba, despojaba, destruía y descartaba mis contenidos (oonvirtiéndome en
un objeto tan devastado como el jardín de sus padres) sino que hacía lo mismo
también con su propia mente, que quedaba desechada junto ron esos objetos.
Cuando lo conduje "abajo, abajo", se lo veía ausente como si hubiera dispersado
sus pensamientos y funciones mentales, diseminándolas en el viento, como si no
pudiera tolerar el terror de que lo dejaran caer. Sinº embargo, John no deseab~
bajar: se colgaba con fueU.a del lóbulo de mi oreja con la inflexi"ble determina-
ción de quien se &ferra a s:i preciosa vida.

LA SESION XXVI: EL OBJETO ATRACTIVO -


EL PECHO DE LA ESPERANZA

Justo cuando parecía que su juego fragmentado continuaría indefinidamente


se produjo un cambio dramático. El estímulo consistió en un parche de sol que
aparecía sobre la pared del consultorio. John lo advirtió al entrar aquel lunes por
la mañana, en la sesión vigesimosexta, y por primera vez apareció en su rostro
una expresión de temor. Duró sólo un instante, para ser reemplazada por una
mueca. Comenté que la mancha brillante era como un papá-rayo de sor en el fin de
semana dentro de mí. John corrió el cajón, se precipitó sobre un puñado de lápi-
ces y los removió dentro de la banda elástica que los unía. Luego los desplegó en
abanico dándoles una forma inequívoca de pájam o lieroplano. Después los
dejó caer de a uno, extendió el elástico en forma de óvalo y, salivando protusa-
mente, lo succionó. Dije que él sentía que papá me había llenado con cosas buenas
pero que John pensaba que sólo podría acercarse a la mamá-comida una vez que
hubiera expulsado todas esas partes papá-lápiz. Me abrio la boca, introdujo el de·
do, lo sacó y lo olió, hizo movimientos de succión y comenzó a balbucear. Dijo
"chupetines" al mismo tiempo que recogía los restos de la planta de arvejilla que
había traído consigo esa maI1ana, levantó los brazos y me empujó.basta la ventana.
l. WITTENBERG
68
De pie sobre el alféizar se sostuvo el pene, que estaba erecto. Quiso que yo abriera
la ventana (a lo cual me negué), observó los árboles y los pájaros y finalmente
''voló" dichoso a mis braz.os.

Comentario. En el primitivo mundo de John, los objetos que presentaban


cierta similitud de forma o asociación funcional eran fácilmente intercambiables
0 con más exactitud, no est.a'Jan diferenciados. De ese modo el elástico podía
e~uivaler a boca = pecho= ventana que se abre; mancha blanca equivalía a leche=
=
saliva palabras; tápices equival!an a penes= pezones; lengua = dedos = pene. En
esta sesión rñe pareció que John se hallaba a punto de unir dos objetos parciales
en su mente: partes de mamá y de papá unidas de un modo enriquecedor, un
papá rayo de sol que~cia brillar la ~iel-pared. de man~á, llenando sus pechos;
los lápices de colores colmaban a mai:na de comida y nu boca de palabras. Esta
unión lo asustaba pero también le traía esperaru:a, lo liberaba de la apatía inducida
por habitar en el trasero-calabozo de mamá, y me convertía en un objeto luminoso
e incitante. Al parecer se le ocurrió la idea de que podía posesionarse de ello de un
modo nuevo; era como si estuviera diciéndose "Voy a echar a estas partes de
papá y me convertiré yo mismo tn el pene-Oedo.Jengua volando dentro de esta
terapeuta-mamá". Yo estaba profundamente impresionada por la inteligencia
que ése juego sugería. Más aún: ese salto hacia adelante cuando yo aparecía lu-
minosa y colmada abría la posibilidad de que él pudiera hallar el camino de re-
torno a una relación conmigo . .Sugería que su pérdida de contacto se había
debido, al menos en parte, al temor de que al descartarme me hubiera convertido
en "ida", quemada, mordida. Sin embargo, ¿en qué medida estaba esta relación
amenazada por su posesividad y sus celos feroces?
La ilusión de haberme penetrado y de haber desalojado a "papá" continuó
· durante las sesiones siguientes. De ese modo, después de destrozar las plantas
cada mañana, ahora brincaba alrededor de la mesa y bailaba en círculos, con los
dedos en alto extendidos en abanico, mirando el sillón de la esquina con expresión
de triunfo y susurrando "papá" de manera provocativa. A medida que su danza
crecía en excitación también su risa alcanzaba un crescendo antes de que él se
lanzara sobre mi falda. No obstante, sus victorias eran breves pues el sonido de
un aeroplano o la visión de un pájaro destruían fácilmente la ilusión, Jo movían
a golpearme con fuerza y a retraerse a la tristeza y de allí al juego con plastilina.

REFl..EXIONES ACERCA DE LA NATURALEZA DE LA RELACION


DE JOHN: OCUPAOON Y PRWCUPACION

Reflexionando acerca de la experiencia de este primer mes del análisis de


John se me ocurrieron varias ideas. Siempre tuYe la fuerte impresión de que
tomar posesión total de la analist.a~amá, y de todo lo que equivaliera a ella,
era para él cuestión de vida o muerte. Esto en realidad se aplicaba a la totalidad
de lo que caía bajo la vista y el oído, es decir, no sólo mi cuerpo sino también
el jardín, el ciea>, el cuarto, el aeroplano, los muebles, los contenidos de mi
DEPRES"ION PRIMARIA EN EL AUTISMO 69
cuerpo. Me impresionó el hecho de que no sólo me perdiera cuando yo estaba
ausente, sino que también me experimentaba como perdida con gran· facilidad
a pesar de mi presencia física. Los rivales, ya fueran aviones, pájaros o plantas,
eran manifiestamente capaces de tomar posesión de mí tan pronto como apare-
cían. En Wl momento mis contenidos eran todos de él y en el siguiente todos de
ellos. Como un territorio continuamente disputado por ejércitos enemigos, la
ocupación por parte d1¡ uno de ellos parecía implicar de manera automática
el desalojo del otro. Aunque Jos enemigos de Joh.n creaban barricadas tan duras
como el vidrio o el hueso de mi frente, era posible _espiarlos, cavar agujeros, for-
zar la propia entrada. Más aún '. esta "mamá" parecía ser muy pasiva, no ofrecer
resistencia alguna a la invasión de su territorio ni a que fuera saqueado por ésta
o aquella fuerza·; era una madre que no se oponía a la violación de sus fronteras,
de modo que se podía practicar en ella un agujero como en la funda del almoha-
dón y .extraer. parte del relleno o arrancarle toda la piel como si fuera la pulpa
de las 'plantas, dejand-0 sólo un esqueleto o una ruina para que los niños pudieran
entrar -o salir. Los montantes que atravesaban los espacios vacíos de su armazón
estructural eran elásticos, como la banda de goma cuando se quitaban los lápices.
El objeto podía ser forzado a adoptar cualquier forma que se deseara, pero a un
precio ternble, pues esta madre amorfa que no se protegía de la invasión no era
capaz tampoco de contener ni proteger a su bebé. Ella carecía de un espacio
interrio definido por límites firmes y, en consecuencia, · no podfu ofrecer un
e!iCOndite para evadir a los rivales; no tenía una membrana con la que sujetar y
envolver con seguridad, ni podía asir y contener los fragmentos de la experiencia
mental de John. No proveía el lecho de roca (bedrock) para echar los cimientos
de una estructura de la memoria o de una continuidad de la experiencia con que
forjar conexiones, para que la fantasía creciera y se desarrollara.
¿Qué tipo de experiencia podía haber dado Jugar a este concepto de madre?
Cuando recuerdo la primera sesión de John, su violenta subida a mi falda, me veo
preguntándome si este niño ho experimentó a su madre como literalmente preo-
cupada. Los padres de John le tenían devoción y le dedicaban gran atención y
cuidado. Pero, ¿podía una madre enferma, una madre deprimida, preocupada
por sus propios pensamientos y problemas, transmitir a su bebé la impresión
de cálida solicitud? Una madre así no puede ofrecer mucha \ivacidad en sus res-
puestas, ni mucha resistencia a ser invadida. ¿Es posible que su inaccesibilidad
estimulara a un bebé muy sensual y cariñoso como John a desganarla para al-
canzar sus contenidos retenidos, mientras que su fragilidad lo moviera a preser-
varla de sus violentos ataques? Y, cuando sus padres realmente lo dejaron, ¿se
sintió expulsado de un modo total, olvidado, caído fuera de la mente de ellos?
Yo sentía que su juego con la plastilina, su retracción y extra.vío eran tal vez
repeticiones de la experiencia de la habitación oscura en la que se recluía con
frecuencia tras el regreso de sus padres de las vacaciones. Estas son sólo preguntas
y conjetwas. Todo lo que puedo decir con una convicción basada en la experien-
cia es que John era en extremo sensible a mis estados de ániroo, que reaccionaba
a cualquier falla de mi atención, a cualquier enfermedad, malestar físico o silen-
cio como si yo lo hubiera rechazado. Entonces se retraía o bien aumentaba su
hiperactividad y se lanzaba contra los objetos. Aprendí por experiencia que no
70 l. WITTENBERG

debía dejarlo escapar de mi pensamiento ni por un instante y que necesitaba


mantenerme alerta para rescatado de sus caídas en la desmentalii.ación. En esos
momentos era vital continuar hablando, aun cuando sólo se tratara de un co-
mentario corriente de sus acciones, pues mi vivo interés y mi respuesta parecían
ser el equivalente psíquico d"e sostenerlo y mi voz el resorte que lo mantenía
integrado.

SEGUNDO MES: LA "LABY"

Durante el transcurso del segundo mes mi boca y mi abdomen se convirtieron


en el foco de interés tle Jolm. A menudo insertaba el dedo en mi boca y lo olía
antes de insertarlo en la suya. El desarrollo de su vocabulario parecía sugerir
que se estaba produciendo cierta primitiva identificación por medio de la expe·
ciencia concreta de extraer las palabras-saliva de mi boca y ponerlas dentro de la
suya. Con frecuencia buscaba mi falda, se recostaba en mis brazos y se cobijaba
en mis senos. Después, a veces, decía "laby", lo cual interpreté que significaba
"señora-con-bebé"*. En esos momentos yo no sentía que estuviera "dentro"
de_mí como un bebé-interno sino más bien que me decía que estábamos adheri-
dos como las palabras, amalgamados, piel-a-piel. El final de las sesiones continuó
resultándole muy penoso. Me lo demostraba comenzando a rcngúear. Y entonces
iniciaba el día siguiente arrancando pedazos de las hojas.
No obstante, su conducta al promediar las sesiones y la semana;se caracteri·
zaba en esa época por una cualidad mucho más apacible. En una ocasión se arro·
dilló sobre mis muslos, aplicó el oído a mi estómago mientras yo hablaba, olió
el dedo que me había insertado en la boca, luego se subió la camiseta, se tocó el
ombligo y después se olió el dedo. Parecía estar desarrollándose un concepto dife·
rente de los límites del cuerpo. Era a la vez más definido (una piel separaba el
interior del exterior, a él de mí) y más s02vc, no duro como antes. Permitía que
los compartinúentos existieran y fueran explorados de un modo cuidadoso: mi
boca, su boca; mi estómago, su estómago . Mis palabras, que · para él salían de
mi estómago y subían hasta mi boca, podían ser puestas en su boca y su estóma·
go. Aunque el olfato continuaba siendo la modalidad sensual dominante, había
comenzado a explorar la textura, calidez y profundidad de los diversos orificios.
A partir de este momento John se convirtió en un niño físicamente vulnera·
ble, susceptible a resfríos y diarreas. Esto resultaba de lo más sorprendente porque
había goz.ado de una robusta salud durante varios años. Su vulnerabilidad parecía
ir de la mano con su grado de cercanía respecto de mí, y sus ataques destructivos
pronto dieron lugar a un deterioro somático. Me preocupaba en ese momento CÓ·
mo podría afectarlo una interrupción por vacaciones. La perspectiva era inquie·
Unte; parecía esencial que tuviera una preparación de muchas semánas para elabo-
rar sus sent irnientos acerca de la separación y la pérdida.

• Lody·wlth·baby. (T. 1
DEPllESIO~ PRIMAJUA EN EL AUTISMO 71

URCER MES - PREPARAOON DE LAS VACAOONES:


~LA SEÑORA IDA"

Era evidente que John había desanollado una relación muy intensa y estrecha
conmigo y que respondía a mi estado de inimo, mi cuerpo, mi voz y mis palabras;
~ yo no sabía en qué medida él comprendía reahnente mis comunicaciones ver-
blles. La velociuad y complejidad con que reaccionó a mis explicaciones acerca de
w ¡::;óxima.s vacadJnes de Navidad me pasmaron y dejaron escasas dudas acerca
-:'.! su capacidad para comprender.
Yo había preparado una•tarjeta que mostraba los días de las sesiones antes y
d~ués de las vacaciones como círculos pintados en rojo, mientras que las sesio-
0!3 que w tendríamos estaban indicadas por círcu1os vacíos. Señalando el
circulo correspondiente a cada día dije ..señora aquí, señora aquí" etcétera...
...!diora ida, ida", etcétera ... ''señora vuelve". "Señora", por aquel tiempo, se
l:::;.bía estabiecido como la manera en que él y su madre se referían a mí. La reac-
áln inmediata de John fue mirar por la ventana y esúilar en risotadas en cuanto
l"?ia un paja.ro. Señalé que se estaba diciendo a sí mismo que eran esos nií'los-pá-
j¡:os los abandonados, no John, porque peilsarlo le resultaba demasiado terrible.
E.:rto nces fue a sentarse a horcajadas en su cajón y de una sola embestida desen-
t!rrá todos Jos !.ápices y el papel y los tiró al suelo. Dio un golpe a la tarjeta y tra-
tó luego de arrastrarme bajo la mesa, donde se había recostado cantando la melo-
cfa de "buen día, buen día, hemos bailado durante toda la noche", si bien las
ú:icas palabras que pude descrifar fueroi: "gond molini' y "night loo"•. Después
q-=e interpreté que él había desalojado a las partes papá-lápiz y que estaba toman-
ó~ su lugar en mi cola y quería que yo me uniera a él para hacer caca-bebés, se
l~tó e h:izo unas líneas curvas, llenó con plastilina algunos de los círculos,
y de un mordisco le arrancó la cabeza al león. Fue 21 diván, se recostó con la
~eza colg:mdo de un extremo y quiso que yo volviera a levantarlo.
Esto trajo a mi memoria un juego semejante de principios del tratamiento,
y ~ntonces surgió Ja incógnita de si estaba identificado con el papá-león decapi-
u,.:o, temernso de ser cortado y abandonado, o si quizá no estaría amenazándome
c.:a suicidarse -decapitándose, separando su cabeza de su cuerpo- , a menos que
y.:i lo obedeciera.
Cuando a Ja mañana siguiente abrí la puerta, su madre me dijo que John se
!'!mía muy impaciente por venir y había estado golpeándose la cabeza contra mi
p..ata liam:ando "¡señora, señora!". Traía consigo cinco caramelos que me recor-
C:rron los cinco círculos por semana en su tarjeta de acaciones. Me tocó y olió
h. boca; lamió y chupó los caramelos con mucha parsimonia y cuidado, hacién-
oolos "descansar'' a ratos, de manera que le duraron la hora entera. Todo esto di-
f ~ mucho de su comportamiento coniente, puesto que siempre mascaba los
cua.melos para terminarlos uno detrás de otro. Era tridente que estos caramelos
en equiparados con unidades de tiempo, que debían $er preservados con la espe-
rmza de qoe el tiem¡}o/sesiones/análisis pudiera pro~se IX?r el mismo lapso,

• i'or good miorning y night through. (N. del S.)


72 L WJTTENBERG

que pudiera durar para siempre. Gnn parte del tiempo se sentaba en mi regazo,
miraba mi tarjeta y repetía imitándome: "La senora está aquí"... "la señora
ida"... "la señora vuelve": Se mecía suavemente con un aire cada vez más
triste. Después se puso a oler con insistencia los muebles, a tirar de las hebras de
ta funda del diván y a romper el jabón y clavar las uflas en los trocitos. Pero entre
una cosa y otra se acercaba a mí y lamía sus cara melos suavemente. En esto vemos
a John tratando probablemente de disociar sus sentimientos de rabia a otras partes
de mi cuerpo/cuarto para preservar el caramelo/pecho.
Después del fin de semana volvió con una tos ronca, hizo pedazos un trozo
grande de plastilina y con expresión de astucia miró al "papá-silla" del rincón,
diciendo " hola pescado". Después se irguió sobre mis muslos, defecó en sus pan-
talones, miró por la ventana y dijo "bebés". Se acurrucó contra mí, miró a la le-
janía y despacio, con desesperación, . dijo: "la señora, la señora, la seflora ida".
Tomó luego la tarjeta de las vacaciones y llenó con plastilina los círculos vacíos.
Se limpió las manos en los fondillos del pantalón y fue a oler mi silla y otras sillas
y muebles, cada vez con más frenesí. Se dirigió hacia su osito de felpa, que había
depositado al principio de la sesión sobre la mesa, lo acunó y sus cabezas cho·
caron. Cuando hablé, volvió a sentarse en mi regazo, se frotó el pene, cruzó los
pies bajo la mesa y la empujó de adelante hacia atrás.

Ccmentario. Aunque al parecer la intención de John era triunfar sobre los


"bebés-pescados" al deiecarlos fuera de mí, parece que en el proceso de expul-
sión perdkl a la "señora". Otra posibilidad era, al parecer, que él mismo se sin·
tiese empujado fuera de mi interior. Parece haberse vuelto hacia las heces para
llenar su \'3CÍO interior; pero se angustió nuevamente por haber convertido mi in·
terior solamente en un trasero. las actividades sádicas de mecerse y golpear su
cabeza contra la del osito se dieron en un momento en que, pienso, John sintió
que la señora buena se había ido sin posibilidad de retomo. Cuando mi voz lo
trajo nuevamente a mi falda , su conducta masturbatoria pareció como un último
esfuerzo desesperado de controlarme, de impedir que me alejara. La desnuda
desesperación de John, el sentimiento de pérdida total de la sefiora-mamá parece
haber surgido en este caso de una falta de diferenciación entre el sel/ y su objeto,
entre lo que él hace dentro de su cuerpo y lo que me hace a mí exteriormente. El
material sugiere fuertemente que él siente esa defecación como la expulsión con-
creta de bebés desde mi ano, así comq del suyo. Entonces, puede haber sido él
mismo tanto como los otros los que fueron expulsados. Mis asientos-sillas estaban
tan absolutamente identificados con su trasero, que para él olían como los fondi-
Uos de su pantalón. A este niño afligido no le reaseguraba en absoluto el hecho
d~ ~ue yo pudiera sobrevivir externamente como mamá-pecho y mamá-falda,
distinta de la mamá-ano destruida.
La prueba de realidad para John estaba dal'iada debido a que confiaba en
~ sol~ dato senso~, en este caso su sent~do del olfato. Este órdenamient? de
Objetos en funC100 de una sola modalidad sensual por vez, era tan t1pica
de John como de los otros niños autistas estudiados en nuestro grupo. Aprecia- ·
~ altuneñte las cualidades sensuales de un objeto y eran en distintos mo-
mentos todo nariz, todo orejas, todo ojos. Se me ocurre que esta estricta separa-
1.. OEPRESION P R I MARIA EH EL AvrISMO 73

ción de los sentidos en el sel/ puede ser la consecuencia de emplearlos pan sepa-
r rar una a una las partes de la madre y controlarlas; poseer exdusivamente sus ojos,
sus oídos. La conjunción de los diferentes órganos SlmSOriales puede considerarse
1 como la unión de partes del objeto, lo cual hace esta.llar los celos asesinos. Así,
las distintas partes se mantienen continuamente sepuadas y tienden a funcionar
aisladas unas de otras. Esto sugiere un.a conexión entre el fenómeno autisla de
disociació n sensual en el sel/ y la menos primitiva separación obsesiva de los obje-
tos para . poder controlarlos. Pero cuando había aucado una de las panes del
cuerpo materno, esta separación de los datos sensorilles dejaba a John a mctced
de la desesperación, ya que carecía de medios para la prueba de realidad_ En la
sesión que acabamos de comentar, el trasero desa¡meció literalmente de b e:ds-
tencia de John; perdió el sostén de mi falda tanto romo sus heces sin poda esta·
blecer si aún existía mediante el tacto o la visión.
Durante las sesiones siguientes intentó rcstablectt su relación con los pechos-
caramelos, diferenciar el ano-Olor de sus heces y okr el pecho-sabor de su lech~­
análisis. Utilizó mi mano para ayudarse a poner los Cl!amelos en una pila separada
de las de los trozos de plastilina. Pero era probablemente un índice de su confu.
sión de zonas el que Jos caramelos que trajo eran ~ la variedad que tiene orozuz
negro entre dos colores claros. ·
Su tos empeoró en los días siguientes y tu,·o que :!Uardar cama durante el fin de
semana. Quiso 4ue nadie más que su madre lo cuid<:ra, lo cual la hizo sentir feliz y
más cerca de su hijo de lo que se había sentido desde que era un bebé.
Cuando John regresó, hablaba con la voz mal1wnorada de antaño, diciendo
"mooss" que sonaba como un:: mezcla de ..milz" y "poohs" (sus palabras para
leche y heces), y cuando tosía se sacudía como si q:.usiera lll>rar su interior de algo
malo. Su conducta variaba entre apretujarse contn mí y golpear violentamente
su cabeza contra la del osito. Tan pronto como "eía un pájaro, su cabeza caía
como una flor cortada de su tallo. Al final de las sesiones se volvía completamente
cojo, forzándome a bajarlo en brazos. Su pone era ¡iatético, como si indicara que
yo lo estaba separando de su cable de salvamento ~ lo abandonara para que Joma-
taran sus rivales y perseguidores.

!, AS DOS ULTIMAS SESIONES ANTES DE LAS VACACIONES:


ENTRAR·PF.RMANECER Afl.IERA

El día anterior al comienzo de las vacaciones. fohn vació su cajón por comple-
to, rompió a mordiscos las puntas de los lápices~ revolvió los contenióvs despa-
rramados, mordió las semillas de mandarina que encontró en el cesto de papeles
y rasgó el papel en tiritas. Cuando llegó el momcmo de irse estaba muy afligido y
trató de empujarme nuevamente dentro del cuarto. Cuando los padres volvieron
a traerlo al día siguiente, comentaron que John lnbía llorado desconsoladamente
casi toda la noche, incluso cuando lo llevaron con dios a su cama. Tomó mi mano
y me arrastró escaleras arriba, fue derecho a su cajón y sacó la mui'leca mujer, dos
lápices y dos pelotas. Hizo rodar las pelotas suavc:uente hacia el cajóa y las guar-
74 l. WITTE.NBERG

dó. Luego hizo rodar los lápices sobre la tapa de la cómoda y cuando se cayeron
por detrás, tomó mi mano e indicó que yo debía recuperarlos; examinó las puntas
y las quebró. "Hablaba" sin parar -"sefiora, milz, flores, aeroplanos"- repitiendo
una y otra vez las palabras ~ue conocía. Hizo volar el aeroplano y luego examinó
su cara inferior. Luego abrió mi boca, miró adentro y fue a bUS('lf la tarjeta de las
vacaciones. Se sentó sobre mi falda y escuchó cuidadosamente mientras yo repe·
tía: "La señora aquí"...; " La sellor~ ida" .... "La señora vuelve", señalando los
círClllos correspondientes. Me permitió que recorriera toda la Wjeta y cuando
hube terminado p•,..d11jo la primera ora¿ión completa que Je había oído: "John no
debe ir al jardín". Luego cantó suavemente "seil<!.ra, señora, señora ida", como si
fuera una canción de cuna. Este plácido episodio fue repentinamente perturbado
haciendo chocar violentamente ~u cabeza contra la mía, pero inmediatamente v01-
vió a abrazarme. Repitió sus golpes y abrazos; al final de la sesión permitió-que 1o
guiara escaleras abajo, y se fue con un ánimo muy tranquilo.

Comentario. Después de tan asoladores ataques a •las posesione& del analista,


tn otros tipos de niños psicóticos, uno esperaría ·hallar el "temor a la represalia,
profundas angustias persecutorias, incapacidad de enfrentar el objeto dallado.
No así con Jo hn : su temor primario y sobrecogedor después de tales ataques
era la pérdida y la separación; era capaz de enfrentar al objeto dal'iado (depresión
persecutoria), pero no podía tolerar la posibilidad de que la pérdida fuera irre-
pa•able. Cuando mi reaparición le reaseguró mi supervivencia, hizÓ algunos inkn-
tos de restituirme las pelotas-pechos, lo que también impicaba devolver los pezo-
nes-puntas de lápices (el objeto parcial combinado), y frente a esto sus celos
estallaban y él no podía manejarlos. Lo hemos visto luchando coo su tendencia a
entra! a Jos golpes, escuchando la voz de papá diciéndole que debe ·quedarse
afuera, no entrometerse. Era difícil saber hasta qué punto era capaz de interna-
lizar una imagen del terapeuta como persona, pero al menos el germen de 'la idea
estaba presente. Se puede distinguir su deseo de ser capaz de ponerme, intacta
como las dos pelotas, dentro y fuera del cajón de su mente y, por ende, .tener mi
voz a su disposición cuando necesitara la reconfortante música analítica. Era por
cierto este intenso deseo y sus fracasadas tentativas y luchas, los que hicieron tan
conmovedora aquella sesión.

ALGUNAS IDEAS ACERCA DE LOS INTENTOS


DE JOHN DE ENFRENTAR LA SEPARACION

Vimos cómo John trató de enfrentar las primeras vacaciones en su análisis


de varias maneras:

a) Hubo un fracasado intento inicial de conservar la relación con los pechos-ca-


ramelos frente a los celos de sus rivales. ~
b) lnt~ntó crear luego una disociación horizontal para dividir su objeto arriba y
aba10 entre él y-sus rivales. Esto también fracasó.
DEPRESION PRDIAlllA EN EL AUTISMO 75
c) Trató de desviar la agresión de la parte superior a la inferior y destruir allí a
los bebés; pero en este punto se produjo confusión. Ya no era capaz de dis-
tinguir si había destruido el objeto superior o el inferior, ni tampoco si había
expulsado a los bebés rivales o había sido él mismo el expulsado.

Fue en ese momento que John se hundió en la desesperación y experimentó


· cierta forma de angustia depresiva catastrófica, primitiva, por haberse perdido,
por haber sido abandonado y olvidado.
Tal vez el fracaso de incorporar un objeto continente no estaba ya en aquel
momento muy relacionado con la ausencia del concepto de una madre con límites
capaces de sostener al bebé y sus miedos, sino con su intolerancia a la estructura
en sí. Para John , estructUia implicaba la presencia del papá-lápiz-guardia que le
obstruía la entrada. ¿Cuál era la naturaleza de estos guardias? ¿Eran leones-papás
los que impedían al bebé llegar a los tesoros maternos, incluso sus pechos, cuando
los necesitaba? ¿Puede esto relacionarse con Ja enfermedad de la madre cuando
Jobn era muy pequeño y debió separarse de ella? ¿O hubo una falla en la relación
con la madre que alimenta que se salvó convirtiéndose en el pezón-punta, o siendo
el pene-lengua interior? Tal erotización de la relación implica que, cuando yo lo
aparto con mis vacaciones, John siente que lo traciono y que papá es el elegido
para reemplazarlo, como si hubiera sido descartado y olvidado como un amante,
y n-0 corno un bebé puesto temporalmente en su cuna_ Esto parece con1cidir
con la conducta de John a Jos 18 meses, cuando sus padres se fueron. Contra una
repetición de esta experiencia de mutua expulsión era con lo que estábamos lu-
chando en el análisis.
La idea de ser recordado parecía haber ganado·fuerza, porque John se sintió
capaz de mantener la relación e hizo incluso ciertos progresos en aquéllas y las va-
caciones siguientes. La madre me informó que durante los primeros dí.as lloraba
a menudo y generalmente estaba decaído_ El resto del tiempo se mantuvo en estre-
cho contacto con ella y quería que jugara con él y que lo consolara.

LA PRIMERA SESlON DESPUES DE LAS VACACIONES


DE NAVIDAD: EL QUE ESTA ADENTRO O EL QUE ESTA AFUERA:
PAPAOJOJIN

fohn estaba pálido y un poco somnoliento, pero saltaba colgado de la mano


de la madre cuando abrí la puerta. Inmediatamente tomó la mano que Je tendía
y subió las escaleras con excitación. Puso en mi mano papel y lápiz, djjo "aero-
plano, aeroplano" y senaló el papel con cierta urgencia. Entendí que debía dibu-
jar, y tan pronto como Jo hice, tachó d dibujo del aeroplano y lo borroneó con
gruesas líneas negras_. Nuevamente me pidió que dibujara un aeroplano y repitió
las mismas acciones_ Siempre había estado interesado en los aviones, pero yo nun-
ca los había dibujado, ni había habido ningún trabajo con papel, salvo la tarjeta
de las vacaciones. En consecuencia, interpreté que yo debía presentarle este
papá-aeroplano-vacaciones que me había llevado lejos de John, de manera que
1
l. WITTENBERG
76

1ef hn pudiera arañarlo y convertirlo en caca. A continuación John hizo rodar


1 uñado de láp.ices .sobre 1:i tapa de-!~ cómoda, de~~ que cay~~an detrás uno
puno y Jos dejo alli. Amaso unas ~!chichas de plast1lma, las deJO sobre la mesa

l
p0rtirándome del lóbulo de la oreja (retorciéndolo de una manera muy martiri·
~nte), me empujó ·a ~ ~entana _desd~ donde ~ir~ hacia la_ caUe ~ubiert~ de nieve.
M empujó hacia el d1van, salto arnba y abajo riendo, e mtento empujarme para
ee me acostara a su lado. Cuando me negué, me dio un puntapié en el estámago,

l
~tó y volvió a reú, puso sus pies contra la pared, dejó colgar su cabeza por el
borde del diván y de manera desafiante dijo "arriba". Pienso que algún sonido del
exterior lo debe haber perturbado, porque sorpresivamente me empujó hacia la
ventana, tirando del lóbulo de mi oreja, y miró para abajo. Paseó su mirada aire·

l dedor del cuarto con ansiedad, se golpeó la cabeza con su mano, después golpeó
!a mesa furiosamente. Yo tenía la impresión de que "papá", de un golpe, lo sacó
de mi interior y, a su vez, John me atacó por haber contenido a este papá y haber-
le permitido que tomara posesión de mí. Cuando fue la hora, John dijo con voz

l ruda "esto es suficiente para ti", y no cabía duda de que "papá" le estaba dicien·
do que él ya había tenido su turno, que era tiempo de salir. Mientras bajábamos
las escalera'S John decía "abajo, abajo" y una vez afuera tomó puñados de nieve
y los comió'. -

1 Durante las sesiones siguientes la conducta de John varió. En parte parecía


un invasor circunspecto uata ndo de ganarle terreno al enemigo, mediante oler
las escaleras, mirar a su alrededor cuidadosamente" golpear las paredes y el piso
a su llegada. De otro modo, mediante el látigo de plastilina, se estaba convirtiendo

l en un cruel celador de su mamá, forzando su entrada y saltando arriba y abajo


en el diván en son de triunfo posesivo, para volver a caer finalmente en la deses-
peración ante cualquier sonido del exterior. AJ final de la sesión nuevamente se con-
vertía en un extraño furioso que trataba de entrar mediante golpes. El material

l presentado a continuación va a mostrar con qué rapidez John alternaba de un


estado de ánimo a otro, y qué propenso era a caer en depresión y desesperación.

1 INTRUSION Y COLAPSO

El segundo lunC'S después de las vacaciones, John llegó con aspecto distraí·
1 do. Olió !os escalones, puso su cabeza en el suelo después de dar pequeños gol·
pe_te?s Y se abalanzó sobre una pelusa de un rincón exclamando "ahá, ahá". Exa·
~mo el cesto de papeles, empujó algunos lápices en el ojo de las cerraduras de
°~ ~tros cajones, trató de tirar toda la cómoda y luego la golpeó con una larga
1 ~e cha de plastilina. Saltó arriba y abajo con excitación, pero se detuvo abrup-
~mente cuando oyó la voz de un niño en la calle. Silbó, tornó sus ojÓs hacia
~ntro Y luego miró hacia el cielo raso, tal vez como si pudiera cambiar al

1 rié ºden la calle por una mosca en el ciclo raso. A continuación bailó en círculos,
el~-º~ de modo más y más salvaje, y terminó pateando con toda su fuerza
cucr ise ~ flor~! de una alfombrilla ve~d~. De rcpen:e, su cara se contrajo, su
po aqueQ Y. tambaleando sobre m1 silla, se apoyo contra mi pierna y chupó

1
DEPRZSION PRIKARIA EN EL AUTISMO 77

' Sil antebrazo. El guerrero ~la danza triunfal de un momento antes era ahora un
niño patético, inanimado. Luego de algunos minutos, John comenzó a retorcer
la plastilina en · pequeños trocitos y Jos agitó apáticamente. Miró por la ventana,
torció primero el lóbulo <k mi oreja y luego se rascó el suyo. Se movió leve-
mente en. dirección a la vemana para decir "váyase" a los pájaros en el árbol con
una 1'0Z débil; rápidamente volvió a esconder su cabeza en mi falda. En ese mo-
mento me di cuenta que había defo.:ado. Creo que lo debe haber hecho cuando
· pateó la alfom~ :-i!.!a. Pidió que lo levantara hasta el alféiz.ar de la ventana, miró
hacia afuera y luego en mis ojos pr:-ofundmi~nte. Se pasó la mano por la cola.
Olió un trozo de plastilina. lo mordió, lo tiró, ret0rció otro pedacito en trocitos,
los rompió por la mitad, r;:.:r:;ticó algunos y luego les volvió a escupir. Cuando vio
llegar a su madre en un rodie manejado por un chofer, tomó un auto de juguete
y lo golpeó cont.-a su cabeza, y luego golpeó su cabeza contra el borde del diván.

Comentario. Quisiera matizar esta sesión con bastante detalle ya que la se-
cuencia de los hechos mueirra con claridad !a desesperación de John, y sus defen-
sas maníacas y su fracaso. Lo vemos llegar en un estado de ánimo deprimido, sin-
tiéndose desconfiado, esper..ndo la o-minosa presencia del "papá" en cada rincón
del cuarto. Primeramente parece ser capaz de conquistar a este rival con su látigo
fecal. Esto parece desencadenar un epjsodio pleno de omnipotencia, en el cual mis
~tros bebés son forzados 2 rodar fuera de h vista y más allá del alcance del oído
(el suyo y el mío) mediara~ el pisoteo en d suelo y el baile en la µarte-alfombra
del cuerpo de mamá. Pero r¿pentinamente ro omnipotencia lo abandona, su triun-
fo sobre los rivales aborta y~ él el que está desconsolado.
· Surge la siguiente pregunta: ¿habrá sentido John que fue demasiado lejos
en su crueldad hacia mis lxbés internos, sobrepasando mis límites de tolerancia?
Al rogarle a los pájaros "que se vayan" h2ce pensar que les ruega que no lo pro-
voquen con su presencia a realizar n u evos ;naques asesinos. Sin emb:?.rgo, si recor-
d.amos el material anterior éel cam.ióa voleador, con su frenesí después de defecar
a los .. bebés" antes de las ncaciones... podr ÍlJnos pensar que su excitación maníaca
y la expulsión de ffiis co m~nidos dio por resultado que "mamá" también fuera
expulsada, junto con los t>!bés. Parccería ctue John tenía poco control sobr<; lo
que quería retener o expul=. No d.istinguíz entre expulsar su objeto en cuanto el
objeto expulsado son sus rmles, y ser él mhmo expulsado por su objeto. En con-
~aencia, se volvió a la ro:nida fecal coroo si fuera lo único que le quedaba -o,
más probablemente, se serr.: ía compelido z comer sus he{:es para reintroyectar
101 obje.tos parciales materoos que había dejado caer de su ano- . la "rista de suma-
dre y del chofer nuevamem:e le despertó una tremenda rivalidad edípica, como si
C$!Ul'iera mirando en el dominio. de los objetos combinados, del que había sido.
exilado. Esto lo llevó a la desesperación y provocó otro intento de forzar su ca-
mino a golpes.

..
1 l. WITTENBERG
78

1
A TRA VES DEL ESPEJO: "ROSAS, ROSAS"

• Debido a un malestar pasajero debí cancelar la sesión del viernes de la siguien-


semana. Después de ese fin de semana más prolongado John descubrió las ven-

1 ;nas con vidrio pintado sobre el descanso de la escalera. Fue como si las rosas
·o oscuro q ue forman parte de ese diseno lo h ubieran succionado. Fue hacia
r~~s con una ex presión de maravilla y fascinación, y presionó contra ellas su ros-
ero. Incluso cuando lo persuadí de ~ue ~ntinua~ subiendo la~ escaleras, ~ig~ió

l nirándolas, volviendo la cabeza hacia atras. Parec1a como atra1do por un iman,
y debí caminar detrás de él para evitar que se cayera.
Una vez en el cuarto, revolvió en su cajón y al no encontrar aparentemente
o que quería, tiró con fuerza de las manijas de los otros cajones, rezongando

l ?Orque no cedían. Corrió hacia mí, tironeó del cuello de mi blusa y me miró
adentro, diciendo "ahá, ahá". Nuevamente lloró con enojo, hizo otro int ento
de abrir. los cajones a los tirones, y luego encontró dos botones en su cajón que
so uno encima del otro. Hizo rodar algunos lápices brevemente y, luego de una

Fi irada a Ja "silla-papá" y al cielo raso, enfiló hacia el cesto de papeles. Volcó su


ntenido en el diván, examinó algunas cáscaras de mandarina y las puso en el
piso, alternando las superficies cóncavas y convexas. Luego quiso que lo levantara

~
sta el alféizar de la ventana, me alejó de un empujón mientras tiraba de las cor-
mas para adelante y para atrás y se escondía detrás de ellas. Tiró unos trocitos de
lastilina a la "silla-papá" en el rincó ri y apretó los d ientes mientras sacudía la
lámpara de un lado a otro; luego tironeó de mí y me empujó. Repentinamente

~
ijo: "se fue a caminar", y Uoró sobre mi hombro. Se puso dos dedos en la boca,
ucgo sollozando se arrojó a mis brazos y me encontré paseándolo como a un
ebé.
Cuando fue tiempo de partir, comió semillas de mandarina, mordió con fuer-
za una goma de borrar, enterró sus dientes en el jabón y Jo arrojó al lavatorio.
I Al descender, otra vez espió las rosas rojas profundamente.

1 REFLEXIONES ACERCA DEL CAMBIO EN LA NATURALEZA


DE LA RELACION DE JOHN

f Estos ejemplos del j uego de Jolui después de las vacaciones sugieren con
1 ucrza que se sentía entonces mucho más como si estuviera afuera y mirara la
rc~ción ~e papá-mamá combinados. Las vacaciones y el fin de semana prolon-
~ 0 1'.ab1an aplastado en cierto grado su omnipotencia, su idea de sentirse capaz
; abrirse camino desgarrando y tomar posesión. Ya no sucedía, como en la pri·
1 picra ~~aración cuando las vacaciones de Navidad , que el objeto materno de John
.:cera mdefenso con sus orificios abiertos a los invasores. Los orificios parecían
nía rnenos permeables y tener puntos de entrada determinados; su objeto ahora te-
y ag~r;ia estructura que asemejaba cajones con un contenido y con pezones-perillas
! Por {~os Por los cii.ales mirar y ver si uno podía extraer el pezón llave-pa pá-pene_
e echo de estar más protegido por el papá-portero-pezón, este pecho-mamá
1 DEPRESION PIUMARIA EN EL AUTISMO 79
t e.staba poseído más permanentemente por el "papá" y estimulaba tanto la curio-
sidad de John como su deseo de participar a través del voyeurismo en la unión de
mamá y papá. El mesmerismo producido por las r~sas rojas sugiere uµa excitación
altamente erótica; quería meterse adentro, poseer ese pecho-luz. asirse de los pezo-
nes-botones y arrojar los bebés-semillas para tener un encuentro excitante y vi-
brante con mamá-pecho-lámpara. Era al mismo tiempo el bebé, que tironeaba y
empujaba el pecho, y el papá pezón-lengua que controlaba y excitaba el pecho.
Pero nuevamente sus intentos abortaron; no podía mantener por mucho tiempo
esta relación idealiz.ada con el pecho rosa-lámpara. ¿Fue papá el que vino y se lle-
vó a mamá "para dar un paseo"? ¿O es que sintió que yo no toleraría su CX){l.trol
por medio de mordiscos y empujones y "me iría"? ¿O será que ·se refiere a su
ansiedad de que siempre que mamá se "iba de paseo" él sentía que su vorzcidad
la había "destruido"? Cualquiera que haya sido su fantasía, intentaba disociar
su sadismo oral en el jabón para pt"eservar su idealiz.ada relación con el pezón-rosa.

CON LAS CANILLAS

En la siguiente sesión, John comenzó a jugar con agua, y ésta se convirtió en


su prirrcipal ocupación hasta las próximas vacaciones. Primero la usó para b1ar su
cabello, luego examinó y tocó la cai\ería bajo el lavatorio y dio golpecitos en el
piso como para ver dónde estaban los desagües. Luego salpicó agua en el ?iso y
trató de fregarlo. Este tipo cte juego derivó en derramar cantidades cada ''eZ ma-
yores de agua en el linóleo y chapotear en los charcos. También comenzó ~ escu-
pirme en la cara, lo que le producía gran excitación, mientras saltaba y baihba en
círculos con los ojos relucientes de triunfo. Ocasionalmente miraba asustado hacia
Ja "silla-papá". Al subir, observaba con deleite las rosas rojas de Ja ventana; u irsé
de la sesión les clavaba la mirada y a veces las arañaba. También usaba el agm para
beber con el vaso rojo, pero luego de uno o dos traguitos, tiraba el agua por d aire
y el vaso al piso. Cuando el piso estaba ya demasiado mojado yo lo interrumpía y
él pateaba y amena7.aba con volver a comer plastilina. Yo sentía que esa i:nposi-
ción de límites era importante para él. Creo que esto significaba que yo no me de-
jaría convertir en una especie de mamá-toilette desbordada. Con el pasar de las
semanas el juego se hizo más salvaje, su baile más triurúal y su actitud muy repeti-
tiva. Aunque conmigo se comportaba rnaníacamente, en su casa a menudo [oraba
por las noches.

Comentario. Lo que podía haber comenzado como una experiencia de alivio,


usar el agua para lavar su cabello y su mente de malos pensamientos, parn;e ha-
berle salido mal, coll'VÍrtiéndose en otra cosa. Lo vimos explorando la esttuctura
de las cañerías, que puede interpretarse como el pene-tubería de papá que se lleva
las lágrimas y las deyecciones de mamá; pero él deliberadamente evitó a este
papá-cañería y mojó la parte no absorbente del piso. También se apropió de las
canillas de una manera que les cambió su función. ¿Fueron los celos suscitados
por el objeto combinado lavatorio y cañería lo que lo forzó a separarlos? Sa forma
• so L WlTTENBERG

cesiva de escupir y mojar, y el creciente sentimiento de desesperación que yo


experimenté, me convencieron de que no estaba utilizando las canillas en su aspee-
~: de alimentar y limpiar, sino que las empicaba como armas; un uso perverso de
Jos pezones como penes para orinar dentro de la mamá. Y a veces temía un con-
traataque, como cuando un chorro de agua lo mojó. Su madre comentó que úh1-
mamente tenía terror de que le lavaran el cabello.
Con el pasar del tiempo, la monotonía de su ju~o. cerrado en actividades
de ·ahogar y escupir, y el mallrato de los objetos pro vo~ron en mi una creciente

1 desesperación y la sensación de qu ~ e<tábamos envuelt<Js en una relación que no


producía crecimiento. Pensé que había emergido cierta confusión e.n relación con
el papá y la naturaleza de su relación con mamá. Tal vez el osito de felpa y papá
se habían fundido. John parecía capaz de ey:1c11lar concretamente su.; lágrirnas-

1 escupidas en mí, pero esto no producía ningún alivio. Más bien pare.;ía que la
proyección de sus lágrimas y su deprrsión alentaban un aislamiento sádico y nega-
tivista que no se aliviaba con ternura alguna.

1 UNA SEMANA AITTES DE LAS VACACIONES


DE PASCUAS: ''TODO MIO"

1 Trajo su osito ' la sesión del viernes, se puso boca abajo y se meció con él.
Luego abrió las canillas, hizo correr el agua, salpicó, lanzó chorros durante varios
minutos y, cuando impedí que ensuciara demasiado, nuevamente se meció con el
1 osito. Voh·ió a abrir las canillas, pero después de un rato el agua que salía era es-
casa. Tomó mi mano, y cuando no logré que el agua saliera más rápidamente dio
unas palmadas a la canilla, apretó los dientes y golpeó su cabeza contra el borde
del diván. Se paró en el alféizar de la ventana e hizo una marca con un lápiz ma-
rrón en un punto alto en la pared cerca de la ventana; se escondió detrás de la
cortina, arañó la pared y de cuando en cuando espiaba afuera. De repente lanzó
un grito y extendió sus brazos para que lo pusiera nuevamente en el piso. Se
sentó en ITll falda, tomó el lóbulo de mi oreja y con expresión triste miró a la
distancia.
Traté de repasar la tarjeta de vacaciones, que ya había mostrado a John
varias ve~, pero él la apartó. Frenéticamente tironeó de los cajones de otros
niños, diciendo "mío, mio"• . Llenó de agua dos recipientes, luego una cantidad
de tacitas y bebió una tras otra diciendo "espera un minuto". Luego tiró al piso
el agua de uno de los recipientes. mientras lo sostenía con sus dientes y gateaba
po_r el suelo. Corrió a la silla del rincón, tiró el almohadón y se sentó en él por
prunera vez. Prendió y apagó las luces varias veces, diciendo "mío, mío", luego
puso el lápiz verde bajo la canilla y le mordió la punta. Al final de la sesión, se
lo veía triste y bajó las escaleras sobre su trasero, muy despacio. •

• "Mian, mun",
. por mine, mine(= mío, mío), en el original. IN. del S.)
DEPRESION PRIMARIA EN EL AUTISMO 81

Comentario. Las vacaciones inminentes trajeron más al primer plano la rela-


. ción con la mamá que alimenta; parecía sentir que alguien estaba vaciando las ca-
nillas de agua, quizá un bebé interno, y esto dio lugar a sus ataques de celos asesi·
nos al cuerpo materno: golpearse la cabeza, arañar y ensuciar la pared-piel. Le
enfurecía que todo no fuera sólo suyo, que tuviera que "espera un minuto"
para que los otros niños tuvieran su turno, derramaba los contenidos con rabia,
mordía y desgarraba, y trataba en vano de sacar a papá de su posición de custodio
de mamá.

DOS SESIONES ANTES DE LAS VACACIONES DE PASCUAS

John llegó arrastrando una rama de más de un metro de largo. Estaba pálido,
serio y ansioso. Golpeó el suelo del hall con su rama, luego las escaleras y también
Ja mesa, la puerta y la sillita del cuarto de juegos. Después azotó las ventanas y los
radiadores, y se rió cuando produjeron un sonido hueco. Interpreté cuan atonnen-
tado se sentía por los celos de los bebés que él creía que estarían en mi interior
durante las vacaciones, que estaba tratando de fonarlos a salir a golpes, y el
sonido hueco era como el llanto de un bebé dolorido. John dejó caer la rama,
abrió las ·canillas y revolvió· el cajón impaciente para hallar el vaso rojo. Arrojó ·el
jabó.n y el éepillo de uña~ en el lavatório, tragó un sorbo de agua y tiró el resto,
volvió a llenar el vaso y volvió a beber mientras me miraba. AJ abrir las dos cani·
llas, John tapó el lavatorio con el tapón y, cuando estaba casi oobnado, llenó sus
manos con agua para beberla. Le dije que estaba intentando vaciar las dos canillas
tanto como llenarse a sí mismo antes de las vacaciones. Corrió al diván y saltó
en él rebotando durante varios minutos, mirando goroso la silla del rincón. De
repente se desplomó, tomó su oreja y chupó su antebrazo; luego me rriiró con una
expresión patética. Vino hacia mí, se sentó en mi falda y se acurrucó contra mi
pecho. Dije que al vaciarla para beber y al saltar sobre mamá la dtjó con una ma-
má-pecho vacía dentrc qiyo. d~ la cual rtabia brotado (bounced) te~ •;·::la, y luego
vino corriendo hacia mí como si fuera la parte superior-pecho-lleno.
Sacó los lápices del cajón y los tiró todos, excepto el marrón que había usado
para golpear las ventanas. Se paró en el alféizar, corrió las cortinas y apoyó su tra-
sero en mi hombro. Había un hombre limpiando la entrada de la casa vecina; John
lo observó y casi de inmediato golpeó las ventanas. con el mismo ritmo que tenía
el escobillón del hombre. Dije que él no podía tolerar la visión de este hombre
papá y que rápidamente se convirtió en un papá-barrendero. que barre todas las
hojas-bebés fuera de la mamá-análisis.
Cu<1ncio llegó el momento de terminar la sesión, John lloró primero con rabia
y luego con tristeza.' En la última sesión antes de las vacaciones, \'Olvió a derramar
mucha agua y continuamente chupó las empapadas mangas de su camisa. Papel y
colo'res habían sido disueltos en el agua. Había gran cantidad de agua en el piso;
él vino a sentarse en mi falda , miró el piso y dijo "tomar fuerte" como si temiera
caerse y ahogarse en el agua bajo sus pies, especie de inodoro que pudiera tra·
garlo.
I. WlTTENBERG
f 82
Durante el período anterior a las vacaciones, John había tenido fuertes ata-·
s de diarrea qu~ cesaron antes d·e la interrupción. Durante las vacacio¡ies co-
qu~zó por primera vez a usar su bacinilla, y su estado de ánimo oscilaba entre la
1 me . .,
tristeza y la exc1tacion. ·

1 REFLEXIONES ACERCA DE LA RELAC!ON DE JOHN


DURANTE ESTE TRIMESTRE*

1 niaterno
En este segundo trimestre, John no parecía que intentara poseer el cuerpo
y vivir dentro de él; había una clara diferenciación entre la parte superior
e inferior del cuerpo de la madre: la rosa-lámpara-canilla-pezón-pecho y el piso·
inodoro-trasero. La mayor parte del tiempo su intención era invadir y tomar po-
1 st$ión de la parte superior. Se podría decir que era insaciable, pero no se sabía
si tomaba más de lo necesario o si nunca había tomado lo sufieiente como para
sentirse satisfecho. Me pareció que estaba menos interesado en alimentarse del
~ho-<:anilla, que de ejercer control de las provisiones, en desperdiciarlas, en im·
1 ¡xdir que otros las tomen, en tirar la comida y usar el flujo para ahogar y triunfar
sobre Ja mamá y otras veces sobre los demás bebés. Los tremendos celos de la
unión del pecho y el pezón le hizo separarlos, haciendo que papá se aliara con él
~n el· placer de orinar en la mamá y, al mismo tiempo, removiendo el pezón,
1 dejar a la mamá como un pecho destapado e incontinente, que se parece a un
inodoro que pierde. Y por esto frente a la separación, se encontraba vacío y deses-
~rado, temeroso de haber agotado las provisiones del pecho-mamá y expulsado
u vida de su vientre, y lleno de temor de que ella se vaciara por dentro o lo succio-
1 tura dentro de sí y lo ahogara en su falda-inodoro.
Nuevamente durante las vacaciones hizo un tremendo esfuerzo por proteger
1 su madre de su intrusión y destructividad. Comenzó a utilizar la bacinilla para
defecar y orinar, en lugar de ensuciarse. ¿Por qué? ¿Sentía q ue era esencial retener
1 b comida-mamá y no dejar que se derramase? ¿Sentía que durante mi ausencia
~ esencial aferrarse a la buena mamá nutricia con toda su fuerza? Tal vez consi·
dmba que la preservación de la parte superior-pecho de la mamá era correlativa

1u uso apropiado de la parte inodoro-trasero. Esto realmente sería un gra11t logro.

LAS PRIMERAS SESIONES DESPUES


1 DE LAS VACACIONES DE PASCUAS: EL tNVASOR

John no me miró,. pero luego de los primeros pasos me tironeó escaleras


1 :ib:bia tra1do
co~ vehem~ncia. Advertí que estaba haciendo movimientos d; sw:::~0n.
consigo un palo largo_que agitaba con el cual g0!;:(.aoa el piso .
y

• El .
~Proceso analítico en Inglaterra. se realiza por trfrucstres.. ya que el año se divide en tres
odos de vacaciones. i N. del s.¡
DISPRESION PRIMARIA EN EL At7rlSMO 83
Miró la silla-papá con aire de desafío y bmó en círculos a su alrededor. Tornó
. su palo y empujándolo varias veces hacia el vidrio d e la 'refltana dijo "bebés";
era evidente que los estaba aplastando COllXl moscas.. Luego bailó por el cuarto
riendo con excitación. Cuando escuchó d ruido de un aeroplano, sé apoyó en
mis rodillas y dijo ºnene travieso", me tirocci fuera de la silla, la olió y miró arri·
ba· ansiosamente al techo y luego al suelo. Sorbió un poco de agua del vaso rojo
y desparramó el resto sobre el piso. Tornó los lápices del cajón y trató altemati·
vamente de ..escribir" con ellos en la mé~ ! de rompedes las puntas a mordiscos.
Cua ndo um se rompió en su bf>ca lloró con ~-,ia y enojo.
Al d ia siguiente J"tu• arrastró un troz.o de enredadera por el hall, y una vez
en el cuarto la tiró al piso. Mientras revoh':a su caj<Í•l entooaba el fragmento de
una canción. Masticó algunos lápices protesun1o muy enojado cuando comprobó
que no tenían más mina; revolvió-""" poco =.ás con mucho ~or y exclamaciones
de rabia; luego se paró y se chupó el brazo. Ye trajo tres trocitos de plastilina rna·
rrón e indicó que yo debía unirlos mientnJ él fue a revolve: el cesto de papeles.
Vino a pararse en mu muslos y Juego sonm a Ja silla-papá. Continuó cantando
una melodía que estaba claramente dividid¡ en fragmentos. Le dije que él sentía
que había arrancado y mordido las punt.a..<-pezones fuera ce los pechos y esto
le hacía sentir que en su interior tenía um mamá tan rota como Ja melodía. Pa-
recía sentir que se había caído en la bacinilh junto con sus heces y que yo podría
volver a unir las partes nuevamente, como la ;:lastilina.
Dejó caer su cabeza, olió mis piernas y las palmeó con excitación en aumen-
to. Se levantó, tomó una botella de goma d~ pegar y suttionó la tapa roja con for·
ma de· tetin3. Cuando encont ró una jarrita :a llenó con aguz de las dos canillas y
se mojó la frente. Puso el trapo de piso ba~J las canillas, lo hi7.o girar en el suelo
y luego chupó su brazo con un aspecto m::y triste. Después tomó el trapo em·
papado y lo chupó. Sahó al diván y rebotó arriba y abajo !alvajemeote con los
ojos entrccern1dos.. Luego de un rato, toIIÓ el trapo chorreante, lo tiró hacia
el techo varias vt=S y parpadeó cuando vc:-ria a caer. Cua.no.-'.o llegó el momento
de irse, lloró muy enojado y me mordió la nu:.o.

Comenuuio. Durante las vacaciones lnbía desaparecido la ali.an7.a con un


papá<anilla que estaba de acuerdo en moj<:: a la mamá. Por el contrario, John
parecía des1fiar a papá y tomar de nuevo p:sesión de mamá m una manera muy
oral. Con su vara mágica se sentía capaz de hberar a la rnan::i de penes y bebés,
aunque parecía temeroso de la presencia nef...lSta de papá asociada con los olores.
Al invadir el cuerpo materno y al arrancarle tos pezones a mordiscos, John dejaba
los pechos incontinentes y él ya no podÍl! ,jjstinguirlos de sus propias nalgas o
vejiga goteantes. Como él, los pechos no te-..iln tapón para contener los líquidos,
y no eran mejores que un pañal trapo de p!so empapado. Ll conducta de John
sugería su desesperación por el pecho destr:tido y mocdido, por Ja pérdida de la
firme mamá buena . y me pareció que al fintl cui no pPdía tolerar la vista ·de esa
bola de trapo chorreante, con el temor de ~ cayera sobre m cabeza y lo aplas-
tara.
J. WITTENBERG

ABANDONADO A LA DESMENTALIZACION

Fue con este trasfondo de h echos que "perdí" a John nuevamente. Ven ía
con una expresión ausente ,Y los ojos muertos. Gateaba d~pacio esaleras arriba,
80 stffüar de la ventana, escupía hacia abajo, corría al diván y pasaba el resto
~3 ba con su palo, vert1a el vaso lleno de agua en el piso; luego se paraba en

1
~e b hora saltando y rebotando sobre éste de arriba abajo. Saltaba hacia arriba,
eb<'t3 ba como un trampolín, levantando altas sus rodillas a la manera de un co-
~o:>. rebotando sin parar como una pelota de goma en continuo movimiento,
pro''Ocándose un estado de éxtasis. Parecía realmente asombroso ver a este niño
carente en apariencia de vitalidad llenarse repentinamente de energía y ser capaz
de s:i}tar sin parar por períodos de diez minutos. Se caía, a veces, pero se ponía
de pie nuevamente en un instante y continuaba saltando; algunas veces sobre su
tra.~ro en lugar de sus pies, a las carcajadas. Generalmente me miraba durante
todo el tiempo. Protestaba cuando era el momento de volver a su casa y trataba
de forzarme a regresar al cuarto, pero de pronto descendía saltando alegremente.
¿Cómo comprender esta conducta? Parecía fácil pensar en un juego mas-
turi>atorio con la intención de hacerme sentir como el niño excluido de la exci-
tante relación sexual de los padres. Era tentador pensar que esta conducta era un
golpe sádico en mi estómago para vaciar a puntapiés los bebés y los otros conte-
nióos. ¿Tenía la intención de sub yugarme para impedir que el chofer-papá estuviera
der.tro de mí? Estas interpretaciones no parecían captar la impresión de un pájaro
pu..>sto en libertad, en contacto con una fuente de vitalidad, con los resortes de la
fu~za vital dentro de sí. Tampoco parecía como si la fuena impulsora primaria
fum el sadismo, sino un abandono a h sensualidad. John parecía muy relaciona-
do con mi cuerpo, pero quizá unido a él en un estado que traspasaba los límites
dd tiempo, desenganchado de las restricciones de las barreras divisorias. Esta
sensualidad orgiástica, que continuaba sesión tras sesión , era imposil>le de pe-
n~r con interpolaciones verbales. Más aún, yo sentía que mis sentidos eran
d~orosamente bombardeados, los pensamientos extraídos de mi cabeza a golpes
lu:.<ta que me veía tentad a a seguirlo en un estado de olvido. Comprendía que
M~ía alejarme ment:ilmeri.te para poda pensar. Sentí que Joh_n me arrastraba a
UD estado en el cual ya ño tendría mi mente llena de sus terribles sentimientos de
va:ío y desesperación y que, incapaz de pensar, me uniría a él en una orgía sal-
vr,~ de excitación, una danza de muerte presentada como una apert\ll'll a u.n a vida
imerminable. La alternativa parecía ser la t eml>le desesperanza de tener que
o!::iervar a este objeto-trapo de piso chorreante, sangrante tal vez, basta disolver-
~ en lágrimas al mirarlo.
Parecía que para volver a ganar la atención diligente de John, yo tenía que
b1'.ar una batalla igualmente ·contra la atracción de su sensualidad y contra la ame-
nita de ahogarme en la desesperación. De la éxperiencia aprendí _c¡ue debía im-
JX'Qer una atención infatigable contra su desmentalización, tratando de conte-
nttlo con mi voz, cantarle si fuera· necesario, para atraerlo nuevamente a la mamá-
C!peranza. Parecía que yo debía representar u n objeto que conociera el dolor
abrumador del cual él se escapaba, un objeto que lo acompañara en su congoja ·
Y'l_ue no se disolviera con el poder corrosivo de su desesperación.
DEPRESION PRIMARIA EN EL AUTISMO 85
"NIÑO TRAVIESO',.

Una quincena más tarde John repentinamente interrumpió sus continuos


saltos con rebote. Su madre le había anticipado que una de su·s amigas vendría
con su hijo a pasar unos días con ellos. Al subir al cuarto de juegos John en-
contró una pequeña hoja de hiedra. La tomó, la dio vuelta, la miró fijamente
y la agitó. Tomó del vaso rojo dos grandes tngos de agua y tiró el resto en el
lavabo. Dijo "levante" y, ' sosteniéndose de mis manos, bajó del alféizar de la
ventana de un salto. Tomó un balde y una pab, mordió y arrancó algunas cerdas
con sus dientes. luego se acostó a lo largo de la mesa y apoyó sus pies en mi falda,
mientras agitaba y tironeaba las cerdas una a una. Miró hacia la silla del rincón
con una desafiante expresión de triunfo y sostuvo su mano de una manera _carac-
terística, con la palma hacia arriba, gesto que había sido asociado con cubrir
y poseer a la mamá-pecho. Luego escupió en una mano.
Después de estar sentado en mi falda durante un rato, John escupió en el piso
a cada lado de la silla, se recostó en mis brazos y chupó su antebrazo. Le dije que
él insistía en ser mi nuevo bebé, que había arrancado y desgarrado de mí a los pe-
los-bebés y mantenía alejados a los otros con su escupida-veneno. Hizo ruidos de
aeroplano y se sentó, se colgó para oler mis piernas, subió mi pollera y olió mis
rodillas. Escupió un poco más, luego fue a la canilla y bebió largamente. Después
de esto se' acostó en el alféizar de la ventana, golpeó su <;abeza con fuerza con el
arruinado cepillo y apretó sus dientes diciendo ..niño travieso; eres un niño tra-
vieso ... abre La boca". Todo esto significaba a mi entender que John sentía ahora
que una mamá muy enojada y dañada le golpeaba la cabeza y castigaba por arran-
car y envenenar a los otros bebés.
En la sesión siguiente, John se acostó sobre la mesa, empujó lentamente los
pelos del cepillo para adelante y para atrás diciendo "señora" de una manera muy
triste, y miró hacia la silla grande. Se sentó, escupió a un lado y al otro, colgó su
cabeza en mi falda y dijo "nene travieso". Luego de golpear la pequeila silla ama-
rilla que tenía .adelante, de escupir en ella y de frotar la escupida, miró hacia el
techo. Parado en el alféizar de la ventana, fue corriendo de un lado a otro, saltó
al piso, escupió en el suelo y vino repentinamente a sacarme de la silla en un esta-
do de gran excitación. Cuando volví a sentarme, trató de empujarme nuevamen-
te. Cuando observó que yo no me movía, golpeó su cabeza contra mi espalda
y furiosamente en mis rodillas y mi estómago y luego contra la mesa. Sacó y
desparramó grandes cantidades de agua, golpeó con fuerza su cabc7..a contra el
lavabo, tomó el cepillo, lo tiró hacia el techo y se sacudió de risa cuando éste
cayó con much3 fuerza. Después bebió con su cabeza dentro de la taza y escupió
el agua en ésta nuevamente, riendo a carcajadas, propinó más golpes a ambos
lados de la pileta y corrió alrededor de la mesa. Luego se recostó sobre ella, la
escupió y lamió la escupida, golpeando su cabeza y chocándola contra mi pecho.
Encontró algunos cabellos en el piso, los retorció, los dio vuelta y bailó alrede-
dor de la mesa. Cuando .la hora finali7.Ó , mordió mi rodilla, y cuando no le per-

• NauKllly 110 lknc una traducción convint~nlt•: pm-J.· ,.._., ~l~i rntr<' tr~vicsn. pícaro. que
se por!~ mal. 'Iº'" h.i~-.: rcncµr. (N . d el S. I
J. WITTENBERG
~'\
. ( ¡¡rr11ncar una planta cercana a la puerta de entrada, se acostó en la calle,
~¡~mtose repetidamente la cabeza con fuerza contra las piedras.
(\lllrentario. La ferocidad de los celos de John había sido exacerbada por la
ul't.11 de un rival en su casa: Se sintió atormentado como si lo fueran a aban-
~t totalmente. A su vez me atormentó, tirando de los cabellos y usándolos
~ \Ji'bés-rehenes, deshaciéndose de la señora·mamá-<:~r'illo, escupiendo la
~ldll~Sua· Creo que quería decirme que si no le permitía que me poseyera
'~~ 11111.iclerara de mí, entonces éste sería el tipo de niño Jorin que tendría que
~11(11f, Es particularmente interesante observar en qué diversas formas usaba
d ,1p1Strse la cabeza. Lo hlzo con una fuerza tan tremenda que siempré me sor-
~d (ll que no estuviera cubierto de moretones. En estas sesiones usaba su ca!leza
~ ,111avessr a golpes la barren y entrar en mi pecriO y mi vientre de la mi.il11a
~~e" en que previamente golpeaba el coche de juguete y el costado del diván
~td~' Sel sentía excluido. El golpearse la cabeza al final de las sesiones podía
c:~'\id~rarse como desesperación, pero también como una manera de tiranizarme,
c:;,.virtl~ndt'~ a sí mismo en el bebé-rehén que él mataría si yo no hacía lo que él
"4'-'!ia. r(ro 3 veces también existía una nueva cualidad en el golpearse la cabeza
Ó."Sl'u¿s d<' h3berme atacado: era como si se castigara por ser "travieso".

DOS DIAS A1''TES DE LAS VACACIONES DE VERANO:


¿DONDE ESTA JOHN!

~ 11 l:ts ~manas interrn~dias John había estado luchando entre ser el bebé
e\.du.id''· l'.Xterno, o mi nuevo bebé que necesitaba ser llevado en los brazos de
h ui.-tdf<'. fae día él insistió en ser llevado arrib1 en brazos, e inmediatamente
.:tii:i<.' ,pt<' \..' levantara hasta el alféizar de la ventana. Golpeó el vidrio con sus
rnlhl.k,$. dij..> "ahf' y "pis·pis" (wee-wee)*, mientras miraba el árbol más cer-
.'.:Ul\.' 111~.iJ,._ por el viento. Saltó arriba y abajo con excitación mientras sostenía
~. p~nt. lu."gO corrió las cortinas, se envolvió en ellas y comenzó a mecerse al
mJ;it\\.' titm,, que el árbol. De cuando en cuando verificaba si yo aún estaba allí.
l:i~''" •lÍj<.'. con voz que sonaba a gran distancia: "¿Dónde está John? Encuén·
:;,l1..>'\ S:tli..' de entre las cortinas, escupió sobre d alféii.ar y el piso, y frotó la
c:.:up¡.,,h úX: la suela de su zapato. Luego bajó de un salto con mi ayuda y tomó
ut t~"'-' d~ vaso rojo; llenó su boca con agua y la escupió en el cajón. Después
s:.-.~ t\"-'">S l..'S objetos del ca1ón y los tiró al piso.

Los intentos de John de ser el nuevo bebé acurrucado en el in·


('..'>'rlitMZrio.
~t M muná, o alternativamente el papá pis-pis bailando dentro de ella, habían
r.:i..~~~ . .:\! advertir que papá lo descubriría y npulsaría, se en(urcció una vez
mt~ Si 11\.) ~día poseer el cuerpo de mamá, no ila entonces a permitir que éste'
~ U~W'.t \'.\.-.:?otra cosa que con agua o escupidas.

•Nll~ inUn.til que Se refiere a la orina. (T.)


OEPRESION PRIMARIA EN EL AUTISMO 87
DOS MANERAS DE ENFRENTAR LA DEPRESION:
CON UN TAPON O EN COMPLICIDAD CON EL OSITO DE FELPA

Al d ía. siguiente John vino con aspecto ausente y pálido. Su madre me dijo
que apenas había dormido; había llorado la mayor parte de la noche sin que nada
lo consolara. Me tendió sus brazos para que lo levantara, y al llevarlo arriba rodeó
mi cintura con sus pies y sus piernas. Quiso que las dos canillas estuvieran abiertas
y las observó durante un rato. Le dije que él se había sentido inconsolable porque
sintió que había vaciado, arruinado y - perdido a la buena señora-pecho. Se bajó,
puso en su bo<;a el tapón negro de la pileta y continuó mirando correr el agua.
El tapón puede considerarse como un tapÓn-pezón que le impediría morder y
escupir, Jo ayudaría a controlar la parte de John-bebé-cruel y también podría
expresar el sentimiento de estar taponado con la pena.
Pocos minutos después, sin embargo, John me escupió en Ja cara y volvió al
alféizar de la ventana. Mientras miraba cómo las ramas del árbol se mecían con
el viento, saltaba de arriba a abajo con excitación. Hablé de una parte suya que se
sentía muy desdichada de lo que le hacía al cuerpo de mamá, pero que otra parte-
osito de felpa le decía que escupiera las lágrimas en m í. Pensó que de este modo
podía ser el papá, y divertirse nuevamente. Escupió en el piso, también cqntra el
vidrio y luego lamió la escupida como si fuera algo delicioso, mirándome con una
expresión sonriente. Le dije que el osito Je. decía que lo que debe hacerse con
las lágrimas es escupirlas dentro cie mamá, porque t ienen muy buen sabor cuando
están en ella y uno las lame. Bajó, bebió un poquito y tiró vasos llenos de agua
sobre el borde de la pileta, riéndose y bailando con excitación. Luego dio vuelta
el vasito, lo llenó con el agua de ambas canillas y bebió unos sorbos. Me rnirab·a
con una expresión de desafío y de gozo. Salpicó más agua, bailó y pisoteó en el
charco. Cuando llegó el moi:nento de irse, John chupó agua de su camisa roo-
-jada y se f1,1e golpeándose la cabeza con la del osito.
Durante la primera semana de las vacaciones, John t omó líquidos pero rehu-
só comer y durmió muy rnal. Ambos síntomas desaparecieron espontíneamente,
y durante el resto de las vacaciones parecía muy feliz en tanto pudiera tener a
ambos, mamá y papá, sólo pata él.

RESUMEN DEL RESTO D!ZL TRATAMIENTO

Vamos a dejar a John aquí, en este punto, cuando entramos en un prolon-


gado período de duro esfuerzo. Los celos posesivos del John-bueno lo llevaron
a establecer una complicidad con una parte-osito-cruel que daba lugar a que sus
ataques por medio de mordiscos y rasguños fueran más feroces, y su intrusión más
violenta. En otro-s momentos aparecía patético y lleno de remordimientos, sin-
tiendo que se le debía impedir dañar a la mamá y a sus bebés. A menudo lo
desesperaba· el temor de ser dejado con un objeto vacío y sin vida, y se aferraba
a mí oon tenacidad. Había dos· aspectos, sin embargo, que me preocupaban más
88 L WITTEHBBRG

y más y me llenaban de dudas acerca del pronóstico. Uno etá el negativismo, que
había comenzado a aparecer en el juego con agua y que se hizo más notorio en
el siguiente trimestre, como ·Un deliberado abuso del objeto en son de triunfo y
desprecio. La: otra c~racterística perturbadora era· su tenaz sensualidad en rela-
ción con un pedazo de elástico 31 que hacía vibrar y ondear sin descanso delante
de sus ojos y de los míos. Sentí que era el aspecto musical de nú voz, como si
fuera una cuerda vocal que él me había arr.tncado a fin de erunudecenne para
otros, y que entonces se había convertido en un objeto de excitación fetichista
{comparar con el capítulo VII). Esta apropiación de una parte del cuerpo de la
madre me parece íntimamente ligada con el sentido de posesión de John, con su
deseo de tenerme para él solo y, más aún, para impedir la conjunción interna de
distintas partes del cuerpo de la madre; porque toda conjunción era sentida como
partes del cuerpo de mamá y papá unidas en una relación creativa que excluía al
tiebé-John. Este hallazgo sugiere que el objeto fetichista es el resultado de una
~paración obsesiva de los objetos en sus partes componentes y de guardar un
pedacito en particular para obtener un placer exclusivo. El resultado es que se
impide la construcción de objetos adecuados para la dependencia y la identifica-
.:ión. Hay un debilitamiento de Ja prueba de realidad del tipo "sentido común"
tW. Bion), formado por la evidencia conjunta de los distintos sentidos. El sentido
,_'\.)mún se transforma en una función superflua, como consecuencia del ataque
J.l vínculo (Bion), ya que eada unión es vista como edípica en su significación
.U nivel más primitivo de los objetos parciaJes. Por otro lado, al desmantelar
:;us propios sentidos, John podía evitarse el reconocimiento de esas uniones.
Bien podría cuestionarse si nú técnica era lo suficientemente firme como
:.ua ayudar a que John me vivenciara como una mamá que podía resi.nir su
111vasión. Aunque ya desde el primer año no le pennití que me lastimara siempre
..¡_ue pude prevenirlo, tal vez a veces yo era demasiado condescendiente. Por cier-
:v, durante el segundo año, sentí que él me controlaba de una manera que no le
?~emitía aceptar mi existencia separada. Decidí ajustar mi técnica; sabiendo, por
~jemplo, que él era capaz de subir por sí solo. no lo levanté más hasta el alféizar
le la ventana. Y aunque no impedí que se sentara en mi rega zo, no lo alo! más,
~a que esta conducta mía, para John, constituía mi aceptación de que él era mi
:iuevo bebé. En el año y medio siguiente John hizo ciertos progresos; logró el
,'úmpleto control de sus esfínteres, comenzó a usar más Jos juguetes para ex-
?resar sus fantasías y fue suficientemente capaz de tolerar a otros IÚlios como
!.ira poder ir a un jardín de infantes especial Sin embargo, el progreso era muy
)mto y había largos períodos de detención del desarrollo. Fue durante uno de
dlos que sus padres perdieron las esperanzas. en que el análisis fuera el método
más útil de proseguir su desarrollo, y Jo retira.ron del tratamiento.

REVISION. DEPRESION CATASTROFICA

Al principio de este capítulo mencioné nú resistencia a "retomar" a John.


tluevamente con el fin de escríbir acerca de él, porque significaba revivir la dolo-
OEPR.ESlOJI PRIMARIA EN EL AOTISMO 89
rosa experiencia que juntos tlmmos. Ahora, de todos modos, me encuentro igual-
mente reacia a concluir la experiencia, Jo que se relaciona sin duda con la riqueza
del material .y con un sentimiento de incompletud, pues son muchas bs preguntas
que permanecen sin respuesta. Pero me inclino a pamr que mi dificultad para
·'dejar a John" tiene cierto significado específico, en función de la desesperación
de este niño al ser abandonado. Cuando pienso en John, aún lo recuerdo primera-
mente como un niñito perdido y triste. /"-.-:ces de dtjuio, quisiera reunir los hilos
del material clínico y delinear las fuentes di: sus eSUéos depresivos y su relación
con la desmental.ización
&a la calidad del desamparo de John lo que i~ba compasión, y su tirá-
njca poscsi\idad no en mis que una manera de esca;:ar de un terror apabullante-
de ser dejado solo. Su persistente.intrusividad parecía emerger del temor a la
inminente catástrofe de caer en un abismo si surgía cualquier espacio entre él
y la otra persona. Ya a Dartir de la primera sesión dxl indicaciones claras d e su
necesidad de ser sostenido -él, literalmente, debía pasar de bs manos de Wl3
persona a las de la otra- pues de otro modo se demmibaba. Detrás de su apa-
riencia física vigorosa, se escondía un bebé pequeñito y débil, psíquicamente
incapaz de usar sus ojos, sus oídos o su nariz para cttirir la distancia; debía estar
siempre realmente tocando a alguien. No habiendo a:in establecido una relación
interna o externa con un objeto del que pudiera estar seguro que había de volver,
no se atre,·ía a dtja.r le ir. Esto me hacía sentir que yo debía entregarme total-
mente a este bebé-John, que deseaba y necesitaba raí continua presencia. Peco
sus exigencias eran tan insaciables al insistir no sólo en que lo llevara en brazos
WlO en ser también parte de mi vida física y menul, que me fomba a sentir
:iese<>s de cerrarle la puerta de un golpe para mamrocrlo afuera, o a ansiar el
regreso del oapá - la hora de ~pi- para aliviarme de este bebé. Si yo, que sólo
lo veía una breve hora cinco veces por semana, lo sentía una carga tan pesada,
¿qué t ensión no deberían sobrellevar los padres de un niño asf? Parecía humana-
mente imposible tener energía, paciencia y suficiente tolerancia a la culpa y-la
Jescsperación: culpa hasta por ponerlo en el suelo sabiendo que se derrumbaría
como un manojo desvalido o se convertiría en una cáscara vacía e biperactiva.
~Y la desesperación? Eso era producto de la concienCt? de que no importa cuánto
uno lo llevara en brazos, no cambiaría nada, y la ansieC:ad de no encontrar ningllll3
manera de proveerle una experiencia satisfactoria que pudiera sostenerlo durante
la más breve de las separaciones.
Sólo en raras ocasiones podía decirse que existió ajgo parecido a una situación
nut ricia normal entre John y yo, un intercambio viv-..z de proyección e introyec-
ción. La nt.yor parte del tiempo, J ohn era incapaz de alcanzar este estadio de re-
bción. Dominado por su miedo a la pérdida, su esfuerzo estaba limitado a colgarse
y adherirse a mí. Sus posiciones características eran: en mi falda, con su espalda
contra mi pecho o colgado de mi brazo o del lóbulo de mi oreja_ Este era el con-
tacto que Jobn tenia con un objeto vivo, mientras cualquier separación espacial
anunciaba abandono. La señora E. Bick ha descrito es<e fenómeno como identifi-
cación adhesiva, la manera más temprana de un bebé c!e relacionarse con un obje-
to. Mis brazos, mi falda, mi atención parecían ser la cuerda que mantenía unida
b mente de John. Esto corresponde a la función del pezón en la boca del bebé
90 I. WITTENBERG

que actúa como el foco que mantiene al bebé integrado. En el momento en que
yo me separaba, la mente de John se desarmaba, o tal vez él pasivamente permi-
tía que así sucediera, antes que sufrir una extrema desesperanza. Allí donde otro
nifio gritaría de miedo o de rabia, John experimentaba su objeto como inalcan-
zable y abandonaba todo, sumido en la desesperación.

LA IDENTIDAD ADllESrYA Y SU RELACION


CON LA AUSENCIA DE DESARROLW MENTAL

Su pérdida se hacía aún más aguda porque en tales oportunidades era impo-
sible preparado para las separaciones. Era entonces simplemente caer de un estado
de unirnismidad (in-oneness) al estado de ser arrancado (Bick), o que le arrancaran
una parte de sí mismo (Tustin), y ser abandonado a la desesperanza. Parecía
siempre patéticamente desvalido frente a este tipo de desastre, incapaz de preve-
nido, salvo mediante intentos de adherirse a su objeto. Aunque esto constituía
¡nra él una defensa primitiva contra la pérdida, su beneficio era muy tempora-
rio, ya que le exigía mantenerse en un estado imperturbable y sin cambios, donde
no podía tornar en cuenta el mañana, ni reconocer la necesidad de establecer una
blse para reducir la agonía de las separaciones fut uras. Su verdadera esencia es
11nto adherirse como impedir la amena.::a inherente a cualqÚier cambio. Esta
fusión con el objeto implica ser parte de su sustancia, más que incorporarla dentro
d~ uno mismo; en el mejor de los casos la identificación es ¡>Or mímica. La intro-
yección presupone un objeto, aún primitivo, Jo suficientemente separado como
pu-a ser deseado e incorporado en el sel/, y no adherido al sel[. la dificultad
ron John al principio del tratamiento era la intolerancia de hasu una medida
de espacio entre nosotros. Igualmente, a menudo apenas podría decirse que
jugara con objetos ó los usara: casi instantáneamente formaba parte de la ramita
que giraba, la rama del árbol que se mecía o el agua. que corría. No quiero decir
que estuviera en identificación proyectiva con estos objetos parciales; tenía una
cmlidad más primitiva, un gentil fundirse en ellos, más de compartir su vida
que de apoderarse de ellos. En esos momentos, yo me sentía incapaz de esta-
bkr contacto con una parte de John a la que pudiera hablarle, una parte de su
mente suficientemente separada de su experiencia sensual como para ser capaz
M prestar· atención y escuchar. O, expuesto de otra manera, encontrar a un Jolm
que estuviera a suficiente distancia de su objeto como para ser capaz de penm
a:uca de éste, porque pensar acerca significa estar afuera; mientras que en un esta-
® de fusión, sin perspectiva, sin visión tridimensional, no puede emerger ningún
~miento. Como el pensamiento significa un pecho ausente (Bion), el pensa-
miento debe evitarse a cualquier costo. El precio que John pagaba por esto era que
11.Q había vida mental que pudiera ayudarlo durante el períodó de ausencia del
oojeto externo.
DEPRESION PRIMARIA Bli E.L AUTISMO 91

ESTADOS DE DESESPERACION
EN PRESENaA DEL OBJETO EXTERNO

La exigencia de John por un estado de unimismidad con su objeto le provo-


caba ulteriorm~te más desesperación, pues una madre que estaba tan abierta a
su invasión podía ser igualmente poseída por los otros. Es necesario que hagamos
la distinción de esta madre demasiado accesible y con orificios desprotegidos,
¡I de un objeto bidimensional más común. Este último sugeriría un t erritorio con
propiedades de loogitud y anchura y, por consiguiente, p¡uible de ser compartido
l por varios competidores. El objet o de John era de una naturaleza distinta. Tenía
una piel que podía ser agujereada - como el almohadón- y los agujeros hechos de
esta manera parecían ser sus únicas cavidades.. No proveía un lugar de escondite,
ninguna red de seguridad de la cual colgarse en caso de que aparecieran intrusos.
Cualquier manifestación de vida fuera o dentro de este objeto automáticamente
significaba para Jobn que él había caído fuera del hueco, y el espacio estaba
entonces ocupado por otros. Estos hechos lo llevaban a uh estado de furor,
compuesto de celos mortales hacia sus rivales y a la desesperación de ser total-
mente excluido.
Este objeto con piel delgada y porosa, con el cual John estaba identificado,
lo hacía eMraordinariamente sensible a los eventos del otro lado de la piel
materna, el mundo interno d e su mamá. En consecuimcia poseía la más intimi-
dante percepción y la ca;iacidad de supervisar lo que sucedía en mi mente. Inme-
diatamente registraba mis momentos de falta de atención, y éstos lo er.furecían
como si mi distracción mostrara mi preocupación con mis bebés internos o con
papá. Si yo estaba fatigada, él me vivenciaba como rechaz.ante, reacia a tolerar
su sufrimiento mental. Mis estados de depresión o malestar dejaban a este niño
sensible sumido eri la desesperación de tener un objeto materno vulnerable, no
suficientemente fuerte como para contener su dolor y su destructividad. Con el
progreso del tratamiento y con el establecimiento de una suficiente confianza
en mí como para correr el riesgo de atacarme directamente, aparecieron con más
frecuencia sufrimientos depresivos y el temor a haberme vaciado o destruido. Aún
seguía propenso, sin embargo, a que la depresión se convirtiera en desesperación
y expcrienciaba entonces al objeto como dañado irreparablemente. Esto se rela-
cionaba básicamente con }a posesividad y con los celos de John, que no permitían
a· papá estar con mamá. Y, sin embargo, este objeto irreparable era demasiado es-
pantoso para contemplar y, por tanto, una vez más John huyó al estado de des-
mentalización.

PRIMEROS PASOS EN EL ESTABLECIMlENTO


DE LA IDENTIDAD SEPARADA

Uno de los avances mís dramáticos de John fue su repentina apreciación de la


posibilidad de separación sin desastre, precedida por el reflejo de un rayo de sol
en la pared. En un instante de insight, pareció establecerse en la mente de John
92 L WITTENBERG

el concepto de una madre cuyo espacio interno había sido llenado de algo que es-
t:tha en relación con las necesidades del niño y no en competencia con ellas. De un
~1,lpe, aunque por cierto t emporariamente, John, el participante ·pasivo, se fusionó
l.'l.lll su objeto, o alternativamente el forastero ex~luido se convirtió . en J ohn :el
c:\plorador. Había emeigido un espacio que podía atravesar con esperanzas, su
d<XIO arriesgándose a trazar un ¡¡endero dentro de nú boca y retornar a la suya.
Hl\te espacio entre nosotros, lo suficientemente cercanc .::orno para ser cubierto en
t\mna creativa, dio también nacimiento a Ja idea de un c,laustro dentro de mí nús-
1\~ y, en la identificación, dio pie ~ 1:¡ idea de un claustro dentro de él. El logro
1k un objeto tridimensional, con espacio interno y por ende cap~z de contener,
S\.~1üiicó que se había establecido la base para el desarrollo mental. En este conti·
tH'lltC se podía entonces proyectar dolor, y a <11 _yez él podía internaiizar un objeto
l)\IC contuviera al asustado bebé-John. Este concepto podía extenderse al de una
·~~ra" separada de John, e hizo posible para él tener un espacio dentro de ru
l\~!ltC donde pudiera acumular la memoria de nú voz, y tomarse de ella durante
nu ausencia. Dio lugar, incluso, a la posil>ilidad de contemplar la cuarta dimen-
~i-\U. la de las unidades de tiempo; de unos caramelos hoy y otros mañana. Es
¡4:uativo por qué el rayo de luz produjo tal impulso al desarrollo, cuando to~o~
¡,°"' otros sonidos o visiones sólo habían servido para hacerle sentirse excluido.
:\"' puedo dejar de esJX!Cular que la mancha de luz revivió un recuerdo de senti-
¡ni,;>ntos de mucho tiempo antes, de un pecho-mamadera brillante, reluciente,
Jhrtu de la reconfortante leche de la que estaba sediento. Por una vez el adentro
~ d afuera estuvieron ligados en una manera transparente, que le hizo sentir que
ps-<:~.í y mamá podían unµ-se para enriquecer al bebé, más que meramente para
t.'-.-luirlo.
Desde ese momento tuve pruebas de un aumento de su capacidad de intro-
y~-..:ión y retención, como por ejemplo su creciente vocabulario. Hizo grandes
tS:'.scrzos para cerrar sus propios orificios, y logró tanto el control de la vejiga
,'.'mo del recto. También observé cierto progreso hacia el establecimiento de u¡i
-"'~.i.:to estructurado cuyas entradas estaban entonces definidas con más clari-
.~sJ. y que sentía que papá custodiaba. Sólo necesitamos recordar la fascinación
~s.:: sentía John hacia las rosas de la ventana para comprender que ya no entraba
,~ ?t:netraba su objeto, sino que trataba de espiar dentro, a través del ojo de la ce-
~";lJura, la relación de unión entre papá y mamá. Pero la tragedia de todo esto
TJJicaba en que al estar afuera sent ía tales celos de papá y de los bebés internos,
,"!Ji: lo forzaban a desgarrar el límite entre nosotros una y otra vez, y entonces
¡,jrninaba de nuevo el espacio.

DESESPERAOON EN AUSENCIA DEL OBJETO Y SU RELACION CON


LA DETENQON DEL DESARROLLO MENTAL

la ininterrumpida y feroz bata~ por parte de John para ganar el control y ·"
I~ posesión 'exclusiva del objeto materno desgarrando, arrancando y golpeando · -l
1'1'ª meterse adentro, resultó en la configuración de un objeto defectuoso, un 1'!fº
DEPRESION PRlMARlA EN EL AUTISMO 93
objeto incapaz de contener y sostener al vulnerable bebé-John. No pudo interna-
lizar un objeto que no se presentara dañado, por haber sido invadido y dominado
por su parte. Su desnudez frente a las olas de su desesperación del tipo de
la-se nora-ida surgía del hecho de no disponer una -situación interna firme en la cual
apoyarse durante la ausencia del objeto externo, y a su vez la ausencia de un
objeto interno suficientemente fuerte reforzaba su necesidad de arrojar la totali-
dad de si mismo una vez más dentro de su objeto~ y así continuaba el ciclo.
Cuando existía la posibilidad de que ocurrieran identificaciones (cuando tempora-
riamente pernlitia que mamá tunera un papá guardián-pezón), eran al parecer con
objetos impedidos y restringidos. Por ejemplo, el "tapón· en la boca'' podía haber
representado la identificación ron un objeto al que sólo se le pemlitía una
combinación equivocada, que lo dejaba mudo aunque bien cerrado a los invasores.
Incapaz de lograr una madre interna que pudiera rétener con seguridad sus
aspectos doloridos y asustados, John quedaba indefenso contra la preocupación y
la angustia; todo su mundo se derrumbaba fácilmente y quedaba expuesto a que
lo invadiera la desesperación. Tampoco era capaz de integrar los aspectos
destructivos de su naturaleza y, por tanto, alternaba sin esperanzas entre" algo
semejante a los siguientes estados mentales: dejar ganar a las partes crueles, la
combinación John-0sito de negativismo y violencia; si e$tO iba demasiado lejos y
sentía que hacía llorar a mamá, se restablecía la temw.i innata de John y entonces
se lo veía oscilando entre el dolor inconsolable y la reparación maniaca. Otra
manera de resolver el conflicto depresivo parecía consistir eu encerrar juntas sus
partes destructivas y tiernas; pero entonces se encontraba inmovilizado. Parecía
capaz de volverse ano1·éxico para proteger los senos maternos o Jesmentalizado
para proteger la mente de mamá. Por último, abrumado por la desesperación,
John podía retomar al autismo propiamente dicho, despojándose virtualmente de
su capacidad de experimentar sufrimiento o amor.

CONCLUSION

El caso de John nos ha mostrado que el primer paso en el desarrollo mental


consiste en superar el terror a perder el cable de salvamento del pezón-pecho-
atcnción de la madre que mantiene íntegra la vida mental del bebé. Parece ser que
un estadio esencial en el desarrollo de la identidad separada del nifto es que
3prenda a tolerar la exislcncia de un espacio entre él y su madre en presmcia de
ella. El bebé que mira a su madre en los ojos mientras succiona el pecho y le puede
sonreír luego de que el pezón ha abandonado su boca, ya ha alcanzado este grado
de separación. Es el primer paso de una larga serie, para llegar a ser capaz de estar
dentro de los límites del propio cuerpo-mente, que se extiende desde esa
momentánea experiencia de separación hasta la de ser capaz de estar solo e inde-
pendiente y, eventualmente, hasu ese estadio sólo alcanzado por unos pocos, el
del explorador solitario iejos física o mentalmente, capaz de abrir un sendero en
un territorio desconocido y de retener sin embargo un lazo interior con el objeto
amado.
í ..
CAPITULO V

PERTIJRBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL


EN EL AUTISMO - BARRY

Doreen Wedddl

En el tratamiento psicoanalítico de un adolescente con um. ~ructura de


carácter ~cótioo serio, subsiguiente a un estado autista, pudo observarse el
proceso de establecer un mundo interior, con objetos internos buenos, mediante
la .identificación introyectiva.

Para que un objeto esté disponible para la identificación proyectiva útil de


una parte wficiente, y para aliviar a esa parte y devolverla al self con miras a su
integración (Bion), debe tener suficiente fuerza y resistencia, a fin de tolerar iden-
tificaciones proyectivas invasoras (Bick) y el rectl>imiento parasiU..--io de esa parte
dentro de sí, del objeto (Meltzer). El material que ilustra esta té:'iis está tomado
del análisis de un adolescente que a los doce años fue enviado al 'uatamiento por
ser ineducable, incapaz de ir a la escuela y totalmente insociable. Cuando estaba
alterado era incontrolable en su casa. De pequeño había sido aUlista, condición
que se había aliviado a partir de los seis años, después de someterie a tratamiento
en la Clínka Hampstead. Poco después, se puso de manifiesto um estructura de
carácter netamente psicótica. El análisis de Barry fue interrump'.do después de
nueve aflos, cuando él tenía 21, por decisión propia. Es el material de los primeros
estadios eo su análisis el que, espero, ilustrará cómo este niño fue capaz de
establecer on mundo interno capaz de contener objetos con fw;ciones y roles,
y que dieron pie al desarrollo de la fantasía. Esta base fmalmeme le facilitó el
retomo a la normalidad mediante el empleo de la identificacióa introyectiva.
Las [asa del análisis pueden resumirse de la siguiente manera:

Fase I (9 ~):Agresión y monstruosidad


La Clínica, el cuarto de tratamiento y la analista fueron el foco de su
agresión, y Barry se presentó como un monstruo intolerable. Esta. fase terminó
96
-. D. WEDDELL

cuando Barry par.eció reconocer a la analista como un objeto que podía ser firme
pero vulnerable, que tenía una piel que podía ser dañada, pero que podía
cicatrizar (Bick).
l
Fase II (10 meses-2 1/2 años): Identificación proyectiva intrusiva y violenta
El piso, las paredes y los muebles del consultorio fueron los receptores de
los estados anímicos internos del paciente. Esta situación comenzó a cambiar 1
cuando Barry pudo concebir y dibujar un cuadro de un mundo interno que
contenía objetos, equiparables a una familia interna, que requería espacio y priva-
cidad para funcionar adecuadamente.

Fase III (2 1/2 - 3 1/2 años): Identificación proyectiva útil


En esta fase, Barry fue capaz de reconocer a la analista como un objeto que
podía aliviarlo del dolor psíquico y del temor a morir. Hubo un cambio de la
agresión al afecto, con creciente cooperación y verbalización. La monstruosidad
comenzó a ceder después que Barry le gritó a su madre: "Ahora sé por qué soy
tan homole" (ugly).
-~i ~· 1
f ~
Fase IV (3 1 /2 - 5 al'ios): Suefios e identificación introyectiva ·•
El proceso analítico se aclaró por la vía onírica, cuando el paciente comenzó
a ir al rolegio. Emergió el significado de sueño sano y perturbado, y comenzó a
haber pruebas del comjenzo de la identificación introyectiva sana.

El material que sigue a continuación fue elegido porque parece concordar con
los sueños que tuvo Barry durante la fase IV del análisis, y fue confirmado por
eUos. ;
Es importante destacar dos puntos. Uno es que el modo de comurucación de
Barry era básicamente amorfo y mistificador. Inicialmente se realizaba mediante la
actividad corporal, con muecas, el uso de las manos y la acción dramática en la se-
sión. Más tarde comenzó a tararear, a cantar melodías sin palabras, que esperaba
que yo reconociera. Durante años la verbalii.ación fue mínima, pero los juegos de
palabras y el doble sentido se hicieron frecuentes después del quinto año (1968),
aunque con un continuo deseo de mistificar y controlar a la analista.
El segundo punto consiste en que du~ante los primeros años de análisis y por
las razones ya mencionadas, yo dependía en gran medida del reconocimiento
intuitivo de las pautas de conducta, y también de la contratransferencia, para
detectar los estados de árumo y las emociones del paciente. Sólo fue posible
escribir este capítulo mediante la constante supervisión, y gracias al análisis
retrospectivo en el seminario de investigación de los dibujos,. verbalizaciones, l
sueños y conducta t(ansferencial del paciente.
PERTURBAClON EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 97

FASE 1 (9 meses)

A una breve historia del paciente sigue un bosquejo de las primeras dos
sesiones, que indican la concepción que el paciente tenía de sí mismo como un
monstruo; ;\lgo acerca de la naturaleza de su monstruosidad y 13 temprana
ansiedad depresiva que la acompañaba. Se describen los hechos precedentes y
que siguieron a la primera interrupción por vacaciones, relacionados con la
vulnerabilidad de los objetos del paciente.

Breve historia

Al nacer, Barry aparentemente era un bebé normal, aunque lloró muchísimo


durante sus tres primeros meses, edad a la que fue destetado. Aceptó sin
problemas los alimentos sólidos, en el sentido que dejó de gritar y comenzó a
ganar peso. Fue entonces que se notó que miraba fijamente a los objetos y
personas, con gran intensidad. Comenzó a caminar tarde, era un poco regordete
y no hablaba, aunque hacía entender sus necesidades muy claramente. De todos
modos era por completo intolerante a cualquier tipo de frustración e ignoraba
aparentemente a Tos otros niños. ·
Los padres de Barry hicieron grandes esfuerzos para enseñarle a hablar y a los
seis años parecía haber logrado cierto éx.ito tratándolo como si fuera un niño
sordo. Aprendió algunas palabras de una niñera sueca, pero en general era
considerado ineducable.
En esa época fue sometido a un breve tratamieóto psicoanal(tico en la Clínica
Ha mpstead. Juzgado retrospectivamente, este tratamiento parece haber curado su
autismo; pero le sobrevino el desarroUo de un carácter psicótico muy florido.
Barry fue enviado a tratamiento nuevamente a los doce años. En esa época
era incapaz de ir a la escuela y, cuando estaba perturbado, era casi imposible
manejarlo en la casa. Pasaba la mayor parte del día frente al televisor y comiendo
aUí, y sólo en muy raras ocasiones les hablaba a sus padres. Aparentemente era
sensible a la firmeza de su padre y tenía con su maáre una relación cercana y
dependiente, en la que era como un amante muy dominador. Ella con frecuencia
cedía a sus chantajes y amenazas para conseguir cierta paz, aunque muy precaria,
en beneficio del trabajo del padre.
En la época en que Barry me fue remitido, sus dientes necesitaban atención,
pero no era capaz de tolerar la silla del dentista más que unos segundos, y era
imposible hacerle tratamiento alguno.

Fase 1

Para simplificar, omitiremos la mayor parte de las interpretaciones. Los


puntos principales que fueron comprendidos o aclarados posterionnente serán
dados al final de la segunda sesión.
98 O.WEDDELL

Primera sesión

Al ver a Barry por primera vez en el Departamento Infantil de Ja Clínica


de Psicoanálisis de Londres• tuve una sensación de shock; por un momento me pa·
reció más un gorila que un nifío; había algo monstruoso, repugnante, en la forma
en que se paraba, con la cabeza y el mentón proyectados hacia adelante, los brazos
colgando flojamente, los pies separados. Su frente era • ·.ngosta y los ojos
penetrantes, y permanecía de pie impasiole, mirando aparente~ente mi abdomen
mientras su madre le doblaba los puños el Al .,uJóver. Después ~e las presentaciones
le dije dónde estaba el consultorio, y el cuadro cambió con rapidez. Cami!'ó por el
corredor de una manera que recordaba el andar torpe de un niño de dos ai'los con
un grueso pañal, un niño de dos años en el cuerptl <le un obeso niño de óoce.
Cuando le dije que usaríamos el Cuarto O, me preguntó: "¿Por qué O? Me
imagino que es sólo un número". Una vez :tUi permaneció de pie mirando Ja mesa
sobre la cual había juguetes pequeños; después, mientras se sentaba en el diván,
dijo: "Son para bebés, yo no soy un bebé"; y después de una pausa agregó:
"Usted tiene nenios, carne y huesos, eso es todo". Se mordía los labios y me
hacia guifios a medias. Mientras yo hablaba él comenzó a hacer movimientos con
sus manos que me recordaban Jos juegos de niños con los dedos: "Esta es la
iglesia, éste es el campanario, mira adentro a toda b gente". Más tarde, cuando yo
hube distinguido entre adentro y afuera, me dijo que estaba pensando en el
de ntista, que necesitaba t.:ia emplomadura ... que desde hacía dos semanas tenía
sus labios dolo;idos. (Esta era tal vez una referencia a la consulta que había tenido
dos semanas antes con el doctor Meltzer.) Se refirió a que su analista anterior
había jugado con él, luego dijo " ¡Usted tiene un cuerpo!", y meneando el pulgar
agregó: "Usted sólo engaña". Arañó Ja superlicie de Ja mesa y agregó: "Usted
tiene una boca adelante". Y luego de una pausa: "Una cola atrás". Cuando utilicé
la palabra "pene" dijo q ue él "no conocía esa palabra". llizo chasquear sus dedos
con un ruido como si fuera a romperlos. Mientras yo hablaba, abrió y cerró su
boca mostrando sus dientes como un lobo, lamiendo sus labios, arrañcándose
pequeños trocitos de piel y comiéndoselos. Luego comenzó a hacer movimientos
de morder que parecían ser reacciones hacia lo que yo hablaba. Continuó
mordiéndose los bbios, tirándose de Ja piel, de su nariz, de sus orejas, haciendo
muecas y permaneció silencioso durante el resto de la sesión, aunque continué
interpretando lo que me pareció que ocurría.

Segunda sesión

El segundo día Barry estaba un poco reacio¡¡ ir delante de mí por el corredor,


pero una vez en el cuarto se sentó en el di,in. Me examinó de Ja cabeza a Jos
pies, luego miró los cajones de la cómoda {donde se guardaban sus cosas y las de
otros niilos). Despacio escudriM el cuarto nuevamente, y dijo: "¿De dónde

• La Ointe:a d el lrutituto de la Soc.ied3d Británica de Psicoanálisis. ¡N. del s.¡


PXRTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 99

viene usted?". Otra vez recorrió el cuarto con su vista y luego las puertas diciendo:
.. ¿Quién está allí?" y "¡Dos en uso!" Jesto parecía indicar algo que había
obsen'3do cuando atravesaba el corredor: que otros dos cuartos de tratamiento
estaban en uso). Comenzó a mirar fijamente al frente, pellizcándose las manos,
tocándose las uñas, rascándose una marca sobre el pantalón, en la rodilla. Hizo va-
rias muecas y mostró sus dientes, primero de un lado y luego del ouo. Pasó un gas
oloroso, se lamió los Jabios, abrió la boca, hizo unos sonidos pequeños y
entrerortados y tomó su muñeca corno si estuviera tomándose el pulso. Luego se
agarró las manos fuertemente y las separó como si fuera una acción violenta y
difícil. Su cabeza y sus hombros se encorvaron lentamente y entonces dio más y
más la impresión de un pequeño hombre viejo desesperado, miran-Oo la muerte.
En este punto me despertó mucha simpatía, mientras le interpretaba; Barry
suspiró, pero permaneció callado, con la cabeza a un lado - una especie de figura
de crucifixión- . Nu'evamente comenzó a hacer muecas, ahora sosteniéndose en
una posición como si estuviera dentro de un chaleco de fuerza. Comenzó entonces
a jugar, otra Y'e'Z con sus manos, limpiándose las uñas y volviendo a la postura del
viejito, pero esta vez un poco más encorvado y deformado. tanto que me hizo
pensar en "el jorobado de Notre Dame".
Cuando dije que faltaban cinco minutos para el final de la sesión, me
preguntó: "¿Cuántos más?", que tomé como si preguntara si podía soportar
volver a v~lo. Cuando fue la hora se quedó unos segundos de pie al lado del
diván y al atravesar la puerta se volvió para mirarme.
Fue una sesión muy conmovedora en lo que respecta a la conttatransferencia,
muy perturbadora en su intensidad emocional y en el patetismo de la situación
de Barry.

Comentario. El contraste entre estas dos .sesiones es sorprendente. En la


primera esta~ la destructividad total de Barry y en la segunda la ansiedad
depresiva temprana, la desesperación y lo que parecía ser la ooncepción de sí
mismo como Wl monstruo intolerable. Mi impresión era que él sentía que sólo un
tipo de figura como Cristo podría ayudarlo. Quisiera ahora examinar su conducta
detalladamente.
Como ya he dicho, la impresión inmediata de que no era un niño sino un
gorila, parecía implicar la existencia de una confusión de su imagen corporal
(más tarde, en esa semana, 13arry hizo un dibujo de sí mismo que llamó
"babuínu"), lx:cho confirmado más adelante en el análisis, cu:1ndo se puso de
manifiesto que él creía que pod ía transformar su cuerpo de \'arias maneras,
haciéndolo enorme, distorsionado, horrible. Durante muchos meses se comportó
como una masa amorfa, una especie de bulto sin forma, que parecía equivaler a
las heces fecale:s o a la suciedad que él constantemente recogía y comía. Fue sólo
después de tres años de análisis que su postura evidenció una estructura ósea y
muscular.-De a poco, Barry se convirtió en un ser menos repugnante y horroroso.
Más adelante, cuando pudo acostarse en el diván, parecía a menudo identificado
con un elefante, al subir y bajar en cuatro patas. Luego de aproximadamente
cinco af'ios (1968) fue capaz de dirigirse al consultorio en una posición bastante
erguida· y con una actitud de determinación.
100 O. WEODELL

Los ojos de Barry fueron importantes desde su primera mirada a mi abdomen


en la sala de espera; eran ojos que miraban profundamente. En la contratransfcren·
cia me sentí muy invadida por su mirada. En h primera sesión, sus ojos parecían
ser el órgano principal de la penetración y el sadismo oral, con los que a la
vez se metía adentro y saqueaba mi cuerpo y mi mente. Más tarde descubrí
cómo los ojos de Barry funcionaban con terrible independencia, como
instrumentos de tortura; como espejos; delante, detrás, arriba y abajo. El interior
del objeto parecía ser el espacio donde sus ojos, como partes de si mismo, ~vían,
exploraban y viajaban; exigiendo que debía ver todo, ir a todas partes, sin ningún
limite a esta forma de penetración. Cuando más tarde, en el análisis, cubrió las
paredes del consultorio con tiza roja como si estuvieran chorreando sangre, se hiw
evidente la violencia que esos ojos invasores ejercían sobre el objeto. Más adelante,
sus exploraciones en el subterráneo de Londres fueron llevadas a cabo de manera
unplacable, pero más bajo la influencia de una sed de conocimiento que de una
brutal posesividad. u forma en que Barry miraba televisión también se consideró
como su manera de supervisar y controlar mi vida, aunque antes de comenzar su
análisis tenfa también la función de aliviar a sus padres, dándoles un respiro, un
tiempo para ellos mismos.
u boca de Barry parecía funcionar un poco como sus ojos, y entonces se
refería al cuerpo, la boca, el !_rasero, como si al nombrarlos éstos desaparecieran de ~
su vista, por su garganta. Un tiempo después, a menudo parecía morder lo que ,
se interpretaba en el análisis, como si las palabras o ideas pudieran tragarse. Más
tarde, el análisis pareció confirmar algo de esto cuando, en una sesión, hurgó su
nariz, puso su dedo delante de mis ojos con mocos colgando y dijo: .. El Minotauro
tiene hombre".
Después de algunos díus llamó a la analista Pig*. Piggiewiggie era el bebé y
piggiwiggie wagga era masculino. Durante la última parte del análisis empleó en
gran medida los juegos de palabras y de doble sentido .
Barry utilizaba sus dedos para comunicar cómo sentía que podía volver del
derecho al revés un objeto, de modo que todo el interior inmediatamente se viven·
ciaba como visible, y se manifestó el problema de separación en la lucha de separar
una mano de la otra. Daba una impresión muy fuerte de que sus dedos estaban
personificados: arañaban, rasgaban, recorrían todo el cuerpo, sacaban la suciedad
para que él la comiera y p3recían, como sus ojos, meterse en todas partes. Más
tarde se reconoció que esta invasión mediante sus ojos y sus dedos producía el
objeto par;1sitado y comido, por el cual se sentía envuelto y poseído - el
monstruo, el jorobado, el viejito- .
Los gases que Barry produjo Juego del comentario de que había dos
consultorios en uso, fue la primera indicación de lo que más tarde se consideró
como s~ extrema posesividad, a menudo los celos asesinos de otros niños, el
"mandarlos a la cámara de gas". Este fue el tema dominante de las siguientes
semanas de tratamiento.

• Chancho, puerco o cerdo en inglés. IT. ¡


PERTORBACION EN L A GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 101

Primer trimestre

En la Clínica, &rry se comportaba de maner~ semejante a como lo hlcían


sus dedos y ojos en las primeras dos sesiones. En evidente que Ja Oinica
representaba d cuerpo de la analista de una manera muy concreta. Entraba y salía
corriendo, dentro y fuera de otros cuartos. a través de los rorredores, a t~iis de
las salidas de emerxencia, de la manera más. oosesiva, violenta y perturbldora,
como si debiera vaciar, destruir y aterrorizar cuanto enoontrara. Esta condu...-i:a se
juntaba a la violencia de su asalto 'físico a sus objetos, a todo en el consultcrio y,
más adelante, al borronear con ti.za roja las paredes hasta oue parecían chsnerar
sangre. Todo esto dio lugar a mi comicción de que B~y sentía que ~día
aniquilar a sus objetos. Parecía haberse fc~rmado una imagen en :a que yo eq::ivalía
a un objeto incapaz., lleno de agujeros, sin estructura ajg'Jna ni limites o cap¡cidad
para contenerlo (Did:).
Este cuadro estaba también ligado en mi mente con la postura f&a de
Barry. que daba la impresión de una masa amorfa equivalente a excremente¡. a la
roña que comía con tanta voracidad. En el quinto año de análisis verba.li.z.5: "Te
corto en ped:!citos y los clavo por todos lados" (¿Los objetos bizarros de S.:On?).
las manos de gorila fueron luego equiparadas ooo manos de pulpo -=nos
masturbadoras. que estaban tan constantemente en su cara en la 11!3ión,
tironeando, hurgando, apretando, rasgando, que paretían implicar que entre las
sesiones lo hacían en su trasero- .
En la fau? IV del análisis (el cuarto alio, I 966), se confirmaron las impr::iiones
de las primera!. dos sesiones, gn;cias a un sueño er. el cuaJ Barry vio en su c::{a una
efigie de sí mismo, una máscara de muerte., un monstruo horrible con cuatn ojos,
narices, diez piemtIJ y brazos. En este punto estábamos en contacto con r.Jdo el
ho rror y la desesperació n del viejito-bebé de la sesión que acabamos de deicribir.
Mientras tanto. durante el primer trimestre de trabajo hubo muy poca
verbalización. pero h analista preguntaba e interpretaba, a menudo suave~e en
medio del l"'Stmr.nt.o, y esto parecía tener un efecto calmante donde 6 era
sentida como uro madre que sabía cómo arropar y sostener a los beb!s con
firmeza.
Era evidente que para Barry el problema de separarse de su m!<lre al
comienzo de la ses:ión, y de Ja analista al final, era de tal magnitud que r;quería
que su madre lo llevara hasta la puerta del consultorio, y lo buscara al fl.llL de la
sesión. instituyendo una especie de pasaje de las maoos de una a las de h. otra.
De esta forma, pane de la perturbación estaba contenida en el consultoriJ. Esto
se había logn.cio )'l, en cierta medida, cuando tuvo lugar la primera intermpción
por vacaciones (Pascuas de 1963).

Segundo trúr.estre

Al regresar de las primeras vacaciones (Pascuas), Bany apareció en la puerta


de entrada de la Oínica provocando una gran conmoción, entrando de gilpe y
arañando las puertas interiores de vidrio de una manera que recordlba la
102 D. WEDDELL

impresión original del gorila. En esta ocasión la impresión fue horripilante; pero,
como en la primera sesión, se hiw evidente también el niño pequeño. Esta vez era
un bebé frenético, famélico, quien en su impaciencia de llegar al pecho agarraba,
arrebataba y despedazaba. En la sala de espera Barry desparramó todos los papeles
en el piso, corría por el pasillo, .en el consultorio vació totalmente su cajón en el
suelo y en pocos minutos las paredes estuvieron cubiertas de tiza roja. Cuando
usaba las tizas arañaba con ellas y las hacía chirriar; las tiraba al suelo y las
pisoteaba de modo que el piso estaba cubierto predominantemente de rojo;
tiraba agua sobre las ti.z.3.s y correteaba por el cuarto dejando cruces rojas sobre
todos los muebles, el diván y los almohadones.
Barry logró patear y aplastar el papelero, alternando con puntapiés a las
piernas de la analista, tirarle del cabello, apresarle la cara y los pechos. Luego
desenrolló un rollo de cinta adhesiva, tratando de pegarlo a varios objetos del
cuarto, pero eventualmente lo apretujó entre sus manos y lo arrojó al suelo. A
esta altura parecía que había descargado lo peor de su ataque. Mientras tanto, yo
había interpretado lo que pensaba que ocurría. Me tiró una alfombrilla, mojada y
roja, se levantó uno de los párpados como si fuera a vaciarse un ojo, se sacó el
pulóver, apretándolo contra sí. Luego se inclinó sobre la cómoda a la manera del
viejito. Después de un momento se levantó la corbata a los labios como para
besarla, la dobló y apoyó en ella su _mejilla de una manera muy conmovedora.
A continuación mordió la corbata varias veces con violencia antes de dejar la ,:.·
sesión.
En ese momento yo todavía no sabía que Barry había logrado hacer que mi
cara sangrara un poquito cuando me arañ9 al principio de la sºesión. La reacción
tierna y depresiva luego del holocausto recordaba claramente la segunda sesión",
jumo a una venganza rencorosa que surgía de su posesividad, cuando mordió la
corbata antes de retirarse.
Una semana más tarde, poco antes del fm de la semana siguiente, al llegar a
la Clínica, Barry provocó nuevamente una gran conmoción. Durante la primera
parte de la sesión tuvo una rabieta parecida a Ja ya descrita. Esta vez logró
rasguñar levemente rrú muñeca. la miró por un instante y dijo: "Usted habla
demasiado"; me miró de reojo, puso· los brazos sobre su cabeza y murmuró para
sf -algo acerca de "sigue y sigue"-, Juego se dio vuelta para arañar unas mateas en
la pared y se fue.
Durante el fin de semana Barry estuvo aparentemente destrozado, incapaz de
dormir de noche y coh un poco de temperatura el lunes de mañana. Su madre me
telefoneó para preguntarme si debía llevarlo a la sesión. Cuando Barry me vio,
me clavó los ojos, luego murmuró algo a~ í como "Yo pensé que usted estaba.. .'"; t•
se volvió a su madre y dijo: "Dale a Rob in (su perro) un poco de azúcar". El 1
principio de la hora lo pasó en la pose del viejito de la segunda sesión; pero ''..
gradualmente pareció revivir mientras yo hablaba. Movió su silla cerca del radiador · 1
sosteniéndola primero con una mano y luego con la otra. Después llevó la silla ' ." '
hacia Ja mesa y de allí al rincón, lejos de donde yo estaba sentada. Mientras yo ! ,.
continuaba interpretando, comenzó a tener un aspecto somnoliento, puso su \ .
cabeza entre sus brazos sobre la mesa y aparentemente se durmió durante un breve ,•
lapso; levantó los ojos de.golpe y bajó nuevamente la cabeza, aliviado tal vez dé ,·''
!
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 103

encontrarme aún allí. Continué hablando; volvió a levantar la vista y dijo: "Usted
desaparece". y luego comenzó a prepararse para irse.
El 1Tl31tes, mientras caminaba delante de mí por el corredor, se inclinaba
a un'lado y al otro, golpeando las paredes y puertas a cada lado, como si estuviera
descompuesto y marcado; final]l1ente se dejó caer en la silla tan pronto como llegó
al consultorio. Luego de un rato escribió en la pared: "Yo soy ella", y más tarde:
"Estoy muy contento de estar aquí hoy". Luego dibujó una casa en el papel con
tiza roja, con lo que inicialmente me parecieron llamas o dardos que la cruzaban
de un lado aJ otro, pero que t'ambién podrían haber indicado torrentes de sangre.
Hubo varia.ciones de este tema en varias hojas de papel.
Barry romenzó a pegar estos trozos de papel en la pared, primero con agua y
luego con saliva. Al principio los había puesto formando un cuadrado, ·1uego en
una alta columna. En ese momento me pareció que era una especie de acción de
enyesarme, de remendarme con papel higiénico (rep~ración omnipotente) después
de los ataques destructivos que me habían hecho sangrar concretamente en las
sesiones anteriores.

Comentario. La madre de Barry le comentó. al psiquiatra director que durante


las vacaciones su hijo había pasado muchas horas poniendo y quitando vendas de
sus piernas y muy p~cupado con ambulancias y hospitales. En el momento en
que Barry logró realmente lastimarme, yo pensé que era un hechq desafortunado,
tal vez incluso peligroso y conducente a un mayor sadismo; pero, al contrario,
parece haber precipitado su preocupación y ansiedad depresiva.
Más tarde se pudo reconocer que estas sesiones t¿rminaban con la primera
fase del análisis, y mostraban la capacidad de Barry pan aceptar Ja vulnerabilidad
de un objeto. El objeto, la analista, tenía entonces una piel que podía ser dañada,
pero que podía cicatrizar bajo el molde de yeso - los vendajes- entre las sesiones
y en privado (Bick).

FASE ll (10 mcses-1.1/2 años)

En esta fase , el piso, las paredes y los muebles del consultorio parecían ser
equiparados a las superficies de los objetos, como los representantes de los estados
internos del paciente. Barry continuó pegando trozos de papel en las paredes del
consultorio, en cuanto tenía una explosión de violencia. A veces. despúés de haber
empapado totalmente el papel, de haberlo escurrido y desplegado en la pared,
de modo que parecía fino como tisú, Barry lo raspaba con la uña para arrugarlo y
darle el aspecto de una piel rasguñada por una uña me[)ada - un recuerdo de los
arañazos del principio-. En la transferencia esto dio por un lado la impresión de
que Barry tenía la idea de un objeto fino como papel, rnlnerable y sensible; pero
por otro lado también era la prueba de su capacidad para aceptar a la analista
como un objeto firme: firme frente a amenazas de violencia y, en consecuencia,
protector para Barry, los otros pacientes y para eTla misma. Unos años más tarde
verbalizó: "La cosa más sensata que usted ha dicho fue 'sin violencia' ".
104 O.WEOOELL

El vendaje de Barry y su preocupación por las heridas pareció haberse


.,,,
metamorfoseado en un poderoso interés por los orificios. Comenzó a preocuparse
con entradas y salidas, y al mismo tiempo empezó a dibujar, primeco en el piso,
más tarde en las paredes y finalmente en el papel. Fue durante la evolución de
estos dibujos que la firmeza analítica comenzó a estructurarse. Dibujó policías
que dirigían el tránsito en calles de una sola mano, que protegían ciertas
posiciones y marcaban dónde se habían cometido crímenes. Llegué a darme
cuenta de que las cruces en el piso eran policías (tiza a::·a l) y crímenes·(tiza roja).
Cuando hacía las marcas imitaba el ruido de la su . - _ de las ambulancias, los carros
de bomberos o los autos de policía.
Mientras se desarrollaba este aspecto de la transferencia, la adicción de Barry
por la televisión fue incluida en las sesiones; primero como !''.'LV. psicoanalítica"
y luego como "D. W. T. V.". Barry tarareaba los temas de las melod ías que
anunciaban la llegada del auto policial Z, y después de la Policía Montada del
Canadá. A continuación cantaba "Dios salve a la reina" cuando parecía que el
orden estaba en vías de restablecimiento durante una sesión. Más adelante en el
análisis, durante el período en que la confusión entre pecho y trasero ocupaba el
primer plano del material, parecía que el árbitro de la distinción entre limpio y
sucio era Sigmund Freud, en el papel de padre respetado. Una vez que Barry hubo
escrito el nombre de Freud en la pared, Jos actos de ensuciar y corromper durante ·'!\~
las sesiones comenzaron a disminuir. De esta manera, resultó claro que cuando ··.
Barry me sentía como una firme :iecho-madre-analista, que estaba bien apoyada,
era porque me vivenciaba como la poseedora de fuertes y útiles penes-policía-
padre.
Mientras tanto, Barry comenzó a interesarse por el interior del cuerpo de la
madre..¡malista, sus órganos y sus funciones. En sus dibujos se puede comprobar
que concebía los órganos del cuerpo como objetos con espacios aptos para
contener objetos: dibujaba bebés tanto como penes-policías. Parecía que había
ojos tanto dentro de los confusos objetos que asemejaban un pecho-genital, como
afuera mirando hacia adentro. Esto parecía vinculado con su adicción a mirar T.V.
y con su manera de controlar realmente las actividades de la analista entre las .
sesi(lnes, ya que vivía muy cerca de la casa de ella.
Fuera del análisis, Barry pasaba mucho tiempo viajando por todo Londres
en el subterráneo. Consideré que ello se relacionaba con su identificación con el
pene paterno en sus funciones de explorar, detectar y proteger. Más adelante,
(como lo demuestran sus dibujos), el camino de ida y vuelta a la Clínica tenía
para Barry el significado de moverse de una a otra parte de mi cuerpo. El mismo
necesitaba la protección de esos penes-policías cuando se sentía amenazado por Jos
ladrones y asesinos intrusos que aparecían en esa · época en las noticias, por
ejemplo el asesinato de la autorruta A6.
Durante los fines de semana en su casa, Barry estaba interesado ya no tanto ,
en los vendajes como en cubrir las paredes de su cuarto con afiches, que
conseguía en el subterráneo de los encargados de pegarlos, hecho que parecía
continuar ia reparación omnipotente del final de Ja primera fase, como ya se
describió. .;
Al mejorar su capacidad para conceptualizar, Barry fue más capaz de indicar '
PERTUllBACION EN LA GEOGllAPJA DEL ESPACIO VITAL 105

expresivamente en sus dibujos cómo pod.ía reconocer distintos estados mentales


. y de ánimo cuando éstos ocurrían: antes del análisis, durante las sesiones, al irse,
con un retorno al caos antes de b. siguiente sesión.
Durante las segundas vacaciones (la larga interrupción del verano, 1963) Barry
atravesó al parecer por una bre,· e fase autista, que comenzó a ceder cuando sus
padres lo trajeron de vuelta a lnghterra.
AJ \'Olver al tratamiento, su ansiedad depresiva alcanzó niveles altos, después
de una crisis inicial similar a b que sucedió luego de Pascuas. t.:na vez más el
episodio destructivo pareció actuar como acicate para una mayor cooperación.
Comenl'.Ó a dibujar en las paredes en lugar de en el piso, lo cual de alguna manera
acarreó una sensación de alivio y de progreso.
Algunos de estos dibujos junto con el material acompañante serán
presentados en secuencias, cubriendo un período de tres semanas, desde la nútad
del primer trimestre hasta que se hizo sentir la iruninencia de las siguientes
vacaciones de Navidad. Se indica la línea de interpretación, no porque se considere
neces:iriamente "correcta", sino para completar la descripción de los hechos que
ocurrieron en la sala de juegos.

Jue11es 24 de octubre de 1963

Barry llegó siete minutos tarde y se retrasó más aún en la sila de espera.
Des pués de cinco minutos entró silenciosamente en el consultorio con una pila óe
re,istas de historietas. Empujó el diván por el cuarto y movió la mes:i cerca de la
pared que está frente a la puerta. Come111.ó a hacer ruido dando ll impresión de
que estaba de ma1 humor, lo cual interpreté en relación con su lleg;¡d.l tarde y con
su sentimiento de q1;1e la culpa era de la analista. En la pared escnb ió: "Autos-A
a la.s 3 y 45" (quince minutos después del comienzo de la sesión).
Se sentó a la mesa y comeozó a leer las revistas. Se escuchó un ruido prove-
ni~ntc del pasillo, y después sonidos abdominales de la analista. Barry hizo ciertas
muecas con la boca semejantes al hocico de un cerdo, y dtS?ués lo que
conoc íamos como su "boca de lobo". En la pared escribió: "Cuando haya
tenninado de leer", como si él fuera la madre·pecho que hacía es;><!rar a unos
nifl 11os ruidosos. Parecía tener la nariz algo tapada corno si estu,ien resfriado y
permaneció sentado hurgándose la nariz y embadurnando con mocos la mesa.
Proyectó su mirada más allá de mí; int~rpreté sus celos asesinos hlcia los bebés
vora ces que Je habían robado el pecho·madrNna.lista mientras él debía esperar.
Junto con la idea de que podía librarse de sus ruidos proyectando su miiada a Jo
lejos, y que podía vaciar a la mamá-analista de todos los bebés muenos que llevaba
de ntro, hurgándose la nariz. La arnJista le recordó un sueño que él lnbía tenido al
comienzo de la semana en el cual ella estaba muerta.
Entonces escnl>ió ca la pared ""todos debernos morir" y comenl'.Ó a cantar coa
voz semejante al croar de las ranas. Esto lo vinculé con la parte bebé que lloraba
hasta croar, la que había creído que la analista estaba muerta.
Se Je,·;mtó y oomenzó a hacer ruidos gangosos y vibrantes como de birimbao
y escribió en la pared: "Autos-A 1, 2, 3" y al lado varios números de registro del
106 D.WEOOELL

1 al 10; después "doctor Vivo Dare" (un juego acerca del ."Doctor Kilciare"•)
sobre Ja mesa. La volteó sobre un costado y escribió "bienvenido", y luego en la
pared opuesta a la analista hiw un dibujo que parecía representu el camino que
hacia desde su casa hasta la Clínica. También tenia la apariencia de un arma en
posición horizontal con una punta afilada en un extremo y una mano en el otro,
conteniendo lo que podían haber sido sus ojos. Hizo una variedad de ruidos inde-
terminados y escribió en la pared "1 O autos hablando entre ellos por Ja radio".. •
luego "volveremos a hacerlo mañana". Nuestra interpretación fue que estos autos
implicaban que él se sentía mejor protegido por padres-policías-penes en el viaje
de regreso a su casa, con más espera nzas para el mañana.

Viernes 25 de octubre de 1963

Barry estuvo nuevamente muy ruidoso al pnnc1p10 de la sesión, pero


disminuyó gradualmente hasta susurrar melodías que eventualmente reconocimos
como una mezcla de "Rule Britannia". "We plough the fields and scatter"•• y
fragmentos de villancicos de Navidad. Parecía haber mantenido cierta esperanza,
desde la sesión anterior, de que prevaleciera el ~obiemo del orden, que una
estación diera lugar a otra y que la f>osibilidad de fertilidad no se hubiera des-
truido entre ambas sesiones.
Barry dibujó después algo sobre la pared (í) que recordaba el diagrama del día
anterior del camino a la Clínica, aunque en dirección opuesta. Las A2, A4 y A5
parecían indicar la presencia de autos policiales-penes protectores que habían
cuidado que arribara sin peligro, de la misma manera que se habían ocupado de
que llegara salvo a su casa el día anterior. Pero también hacían cierta alusión a
crimen y asesinato, ya que en esos días se comentaba en las noticias un asesinato
acaecido en la autorruta A6.
Barry hiw entonces otro dibujo (ii), que parecía más relacionado con su
sentimiento de estar dentro del cuerpo de la analista durante la sesión, con cierta
confusión entre senos y útero. Nuevamente aparecían las A, del l al 1O, pero noto-
riamente no aparecía la A6.
Hacia el fmal de la sesión Barry dibujó algo (iii) que parecía ser una·
combinación del monstruo del Loch Ness (ya familiar en el análisis) y un pato
(que también podía equivaler a un aspecto del dibujo anterior), y posiblemente
la primera indicación de juegos de palabras que después sería muy común en el
análisis, su y mi "patitO:' (más tarde algunas veces me llamaba "patito"). Las
A4S y A46 fueron consideradas como algo que tenía relación con ojos y los
números adentro, AB 124678 y 7, 1O en la parte de la mandíbula, también pare·
cían implicar alguna relación con su sentimiento de ser evacuado de la sesión
sin peligro. Dijo algo acerca de "saltando en 45 minutos" (¡.fortalécido?) y luego

• Serie famosa de TV. "Kil" por kili, matar. JN. del S. (


••Rule Bñtanhia, wGcan Bretaña manda", es una conocida canción patria. We plough the fíelds
1Jnd scarta. "Nosotros aramos y sembramos", es un himno religioso que expresa la gratitud •
al Altísimo por la cosecha. IN. del S.(
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 107
Víemes 25 de octubre de 1963
(i)

-- ..//
)J_ ?
(ü)

(iii)
108 D.WEDDELL

"era distinto ... era A4A" (¿ojo por ojo?}. Esto, tal vez, lo consideraba como el pe-
ligro, el tipo de mirada · hacia la profundidad que significaba saltar dentro del
lavatorio y, en consecuencia, la ·necesidad de que los papás-autos-A lo protegieran,
lo fortificaran y también que detectaran dónde se habían alojado sus partes
criminales.
Escribió "Doctor Vivo Dare" como había hecho el día anterior y parecía ·
respira r con más facilidad que antes en la sesión. Me tiró el trapo mojado después
de haber sostenido el que estaba lleno de agujeros. Lo estrujó cerca del radiador
y luego sobre mi silla (yo en ese momento estaba de pie). Salió del cuarto, volvió
enseguida, tomó el trapo para secar el dintel que había ensuciado con sus dedos,
me lo tiró y se fue.
Estas dos sesiones fueron extraordinarias por el grado y la cualidad de contac-
to con la analista durante todo el tiempo; con mucha menos mistificación y
violencia que de costumbre antes del fin de semana.

Lunes 28 de octubre de 1963

Barry llegó en hora y dijo: "¿Cómo está usted?". Miró a su alrededor en el


cuarto, bufando y resoplando, empujó el diván hacia mí, tiró el felpudo y la
alfombrilla hacia sí; luego me ordenó moverme y poner el felpud o bajo la alfombri-
lla sobre la mesa. Emp ujó el ,diván cerca de la puerta y le ruso la sílla encima. Luego
volcó la mesa sobre un costado y en ella escribió "Autos-A" y luego "ladrón". En el
piso dibujó algo que se asemejaba a un peatón cruzando la calzada, y alrededor de la
silla dqnde la analista estaba sentada dibujó una especie de barricada, mientras de-
cía "No se mueva"'.
Barry comenzó a dibujar en las paredes (iv). Después de cierta borratina
comenzó a emerger nu~van1cnte algo semejante a un mapa. Esta vez estaba ence-
rrado en una elipse, de modo que se asemtjaba más a un bebé fajado. Había
varias notaciones. PS parecía ser un ojo controlando lo que quizá fueran órganos
genitales. PO era posiblemente un anticonce¡t:ivo (post o/fice = French letter•).
M, 2345 parecían estar ligados con sus ded~drones y el reconocimiento de su
masturbación. La cruz podría haber sido un pezón mordido, el pezón-Cristo que
debía sa·criflcarse para salvarlo, como apareció ro la segunda sesión ligado al '"venda-
je" después de hacer sangrar a la analista.
En los dibujos, los ojos, los senos, los garitales y el esqueleto del bebé-vaca-
ciones de Navidad que se aproximaban, todOJ parecían estar en proceSQ de dife-
renciación, con cierta percepción del espaciJ interno, de un objeto contenido
dent ro de otro objeto. Todo estaba bajo la influencia de unos ojos a los que se
sentían capaces de penetrar dentro del cuerpo, tal vez con algo de la avidez y
la cualidad devoradora que la analista percihll en Ja primera sesión y en muchas
de las subsiguientes.
(Yo me había enterado que la serie de T.V. del auto Z - en Ja cual se basaban
los autos A, autos-a~-, había tratado e:m el episodio de esa semana sobre un

•Nombre popular de los pr=rvativos. 1T. ¡


PERTURBACION EN LA GEOGR"'FIA DEL ESPACIO VITAL 109

ladrón que entraba en una iglesia, y trataba con dobleces a sus compañeros. Esto
parecía estar relacionado con el "ladrón" que surgió más temprano en la ·sesión.)
· Barry tarareó la melodía de la cosecha en "We plough the fields and scatter",
garabateando en Ja pared con verde y rojo. Sólo había pequeños trocitos de tiza,
y los utilizó con reproche. Los apretó con mucha fuerza, de manera que los peda·
zos se· rompieron y ensuciaron el piso. Esto fue interpretado en relación con el
fin de semana y el papá-analista acusado de robar a la mamá-pecho buena, dejando ·
al bebé solo con las heces-migajas para comer. Comenzó a marchar arriba y abajo
a la manera nazi y pasando muchos gases, lo cual fue interpretado como su deseo
de declarar que yo era el papá-Hitler malo, asesino. Era claramente su parte-bebé
Ja que quería asesinar, por voracidad y celos, echando gases, a mis bebés-judíos.

Lunes 28 de octubre de 1963


(iv)

'l
t
1

Comenzó a usar tiza roja y a borrar, de tal manera que las paredes nuevamen-
te parecían ensangrentadas. Escribió "no hay escape", haciendo chirriar la tiza
en la pared. Escribió a continuación sobre la mesa: "Mañana la señorita Weddell.
Ha sido atrapada. Enviada a prisión", y se puso en cuclillas mientras lo hacía.
Esto fue !iJterpretado nuevamente en relación con la masturbación del fin de
semana, los consecuentes horrores y el sueño en que había visto a la analista
muerta. Más tarde vimos que "en la cárcel" significaba estar encarcelado en su rec·
to (agacharse, ponerse en cuclillas).
En los últimos minutos de la sesión hizo tres dibujos (v) que nuevamente
parecían indicar algo acerca de la manera en que vivenció la sesión y el proceso
de irse. El primero (a) parecía la combinación de la figura de un policía, una cruz
esvástica, la bandera. inglesa, la Crucifixión y el camino a su casa. El segundo (b)
indicaba algo sobre propulsión y expulsión. El último (c) podría estar relacionado
con pentagramas musicales y con su taráreo; pero en esta sesión se consideró
que se refería a cables telegráficos, no tanto a radios de autos hablando unos con
110 D. WEDDELL

.otros (como en la sesión del viernes), sino el aspecto protector del teléfono, con
una referencia a la posibilidad de establecer contacto con la analista, si fuera
necesario.

(v) Lunes 28 de octubre de 1963


(a)

I [7:7
---/

Martes 29 de octubre de 1963

Barry llegó unos minutos tarde. Encendió la luz en el rincón y provocó un


gran alboroto en el consultorio con la mesa y las sillas, al moverlas de un lado a
otro, de tal manera que también me forzó a moverme. Abrió la canilla pero no
s:alía mucha agua. Cuando se oyó mucho ruido que otros niños provocaban afuera,
Barry reaccionó con golpes y sonidos guturales, como si usara una aspiradora,
para librarse de los bebés ruidosos. Empujó el diván con estrépito y, al mover la
mesa, dijo : "Debería estar como esto, en el rincón". Esto sugería que debía existir
una gran distancia entre norotros dos. Entonces escribió "Autos·A a las 3 y 40"
en la pared con tiza roja, y se sentó a leer historietas. Constantemente se tocaba
la nariz que de nuevo parecía congestionada. Hizo su boca "de lobo", su hocico
..de chancho" e hizo crujir sus dedos como para "quebrarlos". Cuanao interpreté
que sentía que me había comido y que estaba quebrando mis huesos, tosió y
~ atoró, y luego se puso el dedo en un ojo. Sugerí que había sentido que lo que
Je dije se había atascado en su garganta y que Juego se Je metió en un ojo. Conti·
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 111

nuó tosiendo, lo que consideré como si tuviera que vomitar los contenidos malos,
los ~bés fecales que su boca aspiradora-basurera había devorado, y los vinculé
con la sesión anterior (¿robo en la iglesia?), con la masturbación del fin de semana
y tal vez de la noche anterior. Volvió a tosei-, produjo un poco de flema que tragó
nueTlmente, y a partir de entonces pareció respirar con más facilidad.

(b)

(e)

Se levantó y dibujó (vi) en la pared con tiza roja algo que, a medida que iba
desarrollándose parecía al principio ojos, luego pechos, posíblemente un útero,
más tarde un. pene con su escroto y con algo semejante a un bebé en cada compar-
timiento. Cambió por una tiza azul, conectó las dos áreas ron lo que ,llamó un
"puente" e hizo que el dibujo se asemejara más a un par de gafas. Sugerí que
tenía la fantasía. de ser capaz de ver a los otros bebés dentro del pecho analítico.
112 D. WEOOELL

Parecía que comenzaba a distinguir entre los bebés de la parte alta y los de
la cola en la primer área; una especie de mirada simultánea a ambas urnas. (Más
adelante en el análisis me miraba con un ojo arriba y con el otro el abdomen;
una experiencia estremecedora en la contratnnsferencia.)

Mann 29de ocrubre de J96J


(vi)

/O
En esta sesión Barry dijo algo acerca de "el ladrón va al negocio a medio<! ía.
Al negocio de WeddeU a las 3 y 30"; lo interpreté como su reconocimiento de la
masturbación, que implicaba una relación de robo con la analista. En el ínterin
hubo más material acerca de los "Autos-A" y luego escribió en la pared "parte l"
y debajo, "parte Ir'. Al irse dijo: "Deje de hablar o la voy a comer, cara de pes-
cado". Al salir dijo a la secretaria de la oficina: "No deje sus guantes tirados",
como si se comparara con el padre detective que previniese acerca de un ladrón.

Miércoles 30 de octubre de 1963

Barry llegó en hora y comenzó a ordenar el cuarto, dándome indicaciones de


qY~ debía sentarme al lado de la puerta, lo que fue interpretado como la necesidad
('f~ t enerme como el papá-policía que detendría a los intrusos. Cuando comenzó
' escribir. en las paredes le pregunté por qué tenía que hacerlo allí si había
pmpel sobre la mesa. Contestó que usaría el papel cuando así lo descara (carac-
~ístico de su extrema necesidad de controlar todas las actividades).
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA OEL ESPACIO VITAL l 13

Hizo un dibujo grande (vil) en la pared, enfrente de mí. Al principio pa-


recía una cara, luego algo como carreteras apareció nuevamente; después se convir-
tió en algo semejante al diagrama del tórax, vinculado posiblemente co n su tos.
Eventualmente el dibujo culminó en algo semejante a un cuerpo (a), a una colum-
a
na vertebral y tal vez a la médula espinal y a un largo pene equivalente la estruc-
tura parecida al p«ho. Tal vez indicaba la conexión entre pene y pezón como si
sólo fueran un largo conducto. En el medio de su dibujo apareció algo como la
fecha u3¡ de noviembre" y "el mes 11" y "el 29';. Pensé que ' se relacionaba
con que se acercaba Navidad y con la interrupción JhlT las vacaciones, así como
con el momento en que Barry volvería. Hubo luc5u otro dibujo (b) semejante a la
cabeza de una serpiente con cinco colmillos salientes. Volv"í a hablar del prin.-::r
dibujo y del dibujo del pezón y el pene y cómo ambos se alimentaban mutuarnen·
te, y los vinculé con los cinco dedos en la boca del bebé y l;On los dedos que van
de la boca al trasero. El dibujo parecía indicar que su parte-bebé estaba confundi·
da o iMntificada con el pecho y con el bebé al pecho.
Hubo entonces más material acerca de los "autos-A" y acerca de "límites"
dibujado s en el piso. En cierto momento, diez minutos antes de finalizar la sesión,
pareció como si estuviera por irse, pero en cambio dibujó unos caminos en rojo y
dijo algo acerca del alfabeto, "autos nuevos" y "pospuesto", yéndose a la hora CO·
rrecta. Fue una sesión llena de su afán de dominación y mistificación.

Jueves 3 1 de octubre de 1963

Ue:gó solo y a tiempo; y dijo que el cuarto debía estar listo para él, corno él
lo quería. Quiso que me sentara frente a Ja cómoda y apiló el resto de los objetos
sobre el diván. Enrolló la alfombrilla y comenzó a dibujar en la pared frente a mí
(vüi). ~uevamente el dibujo (a) tenía el aspecto de una cabeza de víbora, esta vez
mirando a la izquierda, con algo tal vez como un ojo, un pecho o un útero ; y otra
vez algo semejante al camino hacia la Clínica. Escribió "PTV Times" en la pared
y después comenzó a escribir en el papel, utilizó cuatro hojas y me las mostró;
cscribj.0 en Ja pared "PTV Times, aparece el viernes, dos peniques. Programas
del 4 al 8 de nov.", y luego esto mismo lo repitió en la pared verticalmente prime-
ro y horizontalmente después. Dibujó algo más ·en el papel y después volvió a la
pared . Hizo un dibujo (b) del cual dijo "los caminos", pero más parecían ser dos
pescados, uno con un ojo, dos :abezas de alguna manera semejantes a pechos,
una con un pezón y las terminaciones de la cola semejantes a penes. Había dos
marcas, dos cruces que parecían indicar que los pasajes en los caminos no eran
practi<:ables, de manera que parecía reconocer el peligro de introducirse en el pe-
cho o en el ovario-útero, trompas de Falopio, con cierto grado de diferenciación
entre pene y vagina (c). Mientras hacía esta parte del dibujo pasó muchos gases.
Se quedó hasta el flllal y nuevamente embadurnó las puertas con tiza roja, lo cual
me hizo pensar en la masacre de los Inocentes a manos de Herodes, los bebés que
sobre"'iven y los que mueren de hambre en relación con las vacaciones de Navidad.
114 D.WEDDELL

Mién:olef JO de ocrubre de / 963


(vii)
(a)

(b)

Viernes J•de noviembredc 1963

Barry llegó puntual haciendo ruidos del tipo de "lluckleberry llound" y duran-
te un rato leyó historietas. Se hurgueteó el ojo, escribió "piggy, wiggy, wogger"
en la ¡nred, hlzo muecas y luego una pequeña danza, como para hacerme reír.
Me miró, sacó algo de su ojo y luego pareció querer sacar algo de sus·ortjas. Di'bu-
jó en la pared lo que parecía ser un ojo, pero aparentemente vacío. En la otra
pued escribió "Autos-A el lunes" y luego "febrero", que yo interpreté como su
d~o de evitar las vacaciones de Navidad. Luego "Harry Worth" y "caminos y
11$uarioi de caminos". Varias veces comenzó a dibujar, lo borró y escnbió "pos-
Pltil.TURBAClON EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 115

puesto", "RCMP''*, "autos Hillman" y "febrero", luego nuevamente "RCMP"


y comenzó a marchar cantando la melodía de "Rule Britannia" y "La Real Policía
·Montada del ú.nadá". Otras veces parecía ser la melodía de "Hector y Alexan-
der". A continuación escribió "Del 4 de noviembre al 11 de marzo corren cuatro
meses" que nu~mente tomé como suprimir la Navidad y, por ende, las vacacio-
nes. Hizo un agujero en el trapo, enrolló el felpudo y la alfombrilla, y los puso
sobre el diván. La escritura en la pared era muy grande y tan alta como él era
capaz de alcan12.r. Me dio un golpe con el trapo y escribió "poder morir" y luego
.. PTV Times" unido con algo como un águila y un petirrojo, y dijo: " No hay
cambios hasta fcilrero. Puede venir un extraño". Cantó en la puerta, pero atravesó
el corredor en silencio.

Ju~es 31 ¿.,octubre de 1963


(viii)
(a)

(b}

(e)

-----~~
•Royal Canadw Mounted Police (Policía Mootada del Canadá). {T.I
116 D.WEDDELL

Lunes 4 de noviembre de 1963

En esta sesión nuevamente estuvo violento. Hubo mucha confusión pero los
dibujos (Ve) parecían en un principio ser cuatro hombres, que eventualmente se
. convirtieron en algo así como galones con cruces y la V en ellos, a los que llamó
"praderas privadas". Había algo de un "señor McHail" y un "señor McHailson";
dibujó por todo el piso, desparramó las tizas y las pisoteó haciendo un gran re-
voltijo. Logró rasguñar mi cara levemente, patear mis piernas y las puertas de
otros consultorios al irse. La secretaria me dijo más tarde que fue a vería para
averiguar sobre los otros niños y dijo: "¿Cuántos tiene la chancha?"•. Ella le
dijo que me lo preguntara a mí; de este modo parecía comenzar a distinguir entre
bebés internos y pacientes externos.

l.1111(•s 4 de noviembre de J963


(ix)

+ +
V

El martes 5 de noviembre aún estaba bastante perturbado pero hizo un di·


bujo (x) parecido una vez más a un útero-pecho . Le hizo una marca roja grande
diciendo "un fuego arde aquí" y varias espadas cruzadas -el símbolo de las ba-·
tallas en los mapas- . Eventualmente en ·un extremo parecía haber una salida. (En
la Clínica hay una salida de incendio en un extremo, cerca del cuarto que usá-
bamos.)

Jueves 7 de noviembre de 1963

Llegó temprano y dijo que tenía "mucho que hacer". Dibujó (xi) ~go que
parecía un continuo de círcul06 concéntricos o tal vez un fósil d& amonita; pero
más tarde parecía estar vinculado con el desastre en las minas que comentaban
ese día las noticias. Me hizo pensar en algo como una investigación geológica de

• f>ig en el original. {T. (


PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 117

profundidades y a la profundidad que habían quedado los núneros. El dibujo


se convirtió un poco más en el ojo de buey y su conducta sugería el tema del
rescate de los mineros. En la sesión tambaleó varias veces como . si estuviera
sofocado o intoxicado con gases, casi cayéndose, en ciertos momentos tamba-
léandose de una pared a otra como si fuera un minero atrapado .

.\Iones 5 de noriemóre de J 963


(x)

Jueves 7 de noviembre de I 963


(xi)
IIS D. WEDOELL

En la sesión del viernes 8 de noviembre de 1963, hiz.o un dibujo de algo como


la ,"itja en el zapato•; la parte del zapato se parecía al Arca.de Noé con un gran
ojo del que salían dardos, como si vigilara varios lugares en el upato que estaban
nuroidos "XI, X2, X3". En esta sesión me preguntó: "¿Cómo deletrea pene?",
y luego habló de "Miss Mundo 1963" y dijo: "La señorita Weddell tiene dos
'tortolísticas doradas' e hizo una cruz con el trapo sobre la mesa y luego escribió
\
''RCMP" en el centro de esta.
.
' La posibilidad de que se pudiera proteger y rescatar a los bebés internos,
y que se les permitiera vivir aunque fueran fastidiosos, parecía ser ahora mucho
rrui evidente.
V{(mes 8 de noviembre de 1963
(xii)

En la sesión del lunes 11 de noviembre hizo el dibujo (xiii) de un cerebro


~ parecía tener algo así como una mano de cuatro dedos hmgando por dentro.
(\ºuias \'eces me había tirado del pelo y hurgado la cara.)

lunes l l de noviembre de 1963


(x:i.ii}

• lntigu:i canció11 Infantil inglesa. ¡T.)


P&RTURBACION EN LA GEOGRAFIA-DEL ESPACIO VITAL 119

Manes 12 de noviembre de 1963

Esta fue una sesión muy importante y central en esta fase del tratamiento.
Nuevunente Barry pareció estar muy perturbado al principio y habló acerca del
"niño del doctor K."; parecía estar molesto con los niños que había en los otros
cuartos. Me araftaba y rasgufuÍba, y también arrastraba cosas y me pateaba: tuve
que pararme y moverme por el cua rto para protegerme. SaliP del cuarto, tomó un
trapo de uno de los bai\os y me lo tiró; lo llevó de vuelta y crajo otro, volvió a
salir y borró las líneas y manchas que había hecho a11.~1iormente en las letras
de bs puertas de otros cuartos. Al final del corredor hizo mucho ruido frente
a la salita de espera y la oficina.

Martts 12 dt noviembre de J 96]


(xiv)
(a)

---- ) .
{b)

L
•r ~;,.w.t.,
V llu"""'"
(e)

~~P~o,~tó.-'.:__~~~~--:::~~-T=->-.::::~

Finalmente su madre lo trajo nuevamente al consultorio. Continuó haciendo


muclio ruido e interpreté fundamental mente el odio al trabajo y la influencia
del padre, al papá interno que p<otegía de los asesinos a los bebés. Escribió en la
pared y en la mesa, y movió el dirin hasta ponerlo en una posición diferente;
fimlmente escribió en la pared " Seiiorita W., TV, PTV" y "Cast" (arrojar, elenco
en dirección horiroiltal). A continuación "Señorita W., ella misma, hermana,
D.WEODELL

..;h¡ca de la oficina, hermano doctor Kalfman, padre doctor Meltzer, sirviente


:\jgmund Freud"; luego borró "sirviente" y "Sigmund Freud" era un "visitante";
,lo<spués escribió "doctores solamente, Hombres .trabajando" y dibujó (x.iv) algo
{ll~ parecía un diente, pero en é1 escribió "castillo" con un foso debajo y una
\lipse tipo halo arriba. Esto podría referirse a que su madre lo enteró de que yo
\.{abajaba para entonces en el Hospital Cassel (castillo).
Luego, rtit>ujó algo (b) que se parecía un poco a un féretro con una especie de
.;.lbecera en una punta y una pieza en declive en la otra, con una cruz central y
.!i-t!siones en· b base que se asemejaban a cuartos en forma de L, con piezas dobles
:Nquenas a m:tno izquierda debajo de la cabecera. En el tope se leía "Chancho de
Sr:inero" y d(bajo de e~tas piezas pequeñas decía "Señorita W, B, L, V, Hermana,
~ientc". N<' era claro qué quería decir "B, L, V" pero pensé que probablemente
trin nrnos. !lizo otro dibi.jo (c) que también parecía tener forma de féretro.
~uevarncnte había algo llamado "foso" a la izquierda y él dijo "muy profundo".
a portón cr3 lo más cercano al foso y en forma de triángulo en un costado estaba
d "Chancho de granero" y "comida", y debajo "padre y esposa", y nuevamente
4.." que ests vez era más claramente el lavatorio. Otros espacios fueron llamados
-señorita W.: oficina", "visitante", "hermano" y "estudio".
Estos dit>ujos parecen representar los comienzos de la capacidad de Barry para
r:-.:onocer fa (:dstencia de un mundo interno que contiene objetos equiparados a
u:a familia y. en consecuencia, una situación en que resulta posible desarrollar la
rila de fantssía. Los dibujos presentaban aspectos que podían vincularse con ex- .
p!riencias tanto de su propia familia como del análisis, ya que algo en ellos coinci-
c:á con el r:ano de la Clínica y la disposición de los muebles del consultorio.
Smtí que h!bía progresado hasta ser capaz de asignar a la mamá interna un lugar
::;..--a sus bel><':;, cuidados por los papás-penes RCMP. Esto le permitía a Barry
ll::nbién vive:iciar dentro de sí mismo la existencia de un espacio interno. Tal
V!'.! me otor;iba también un cuarto en su espacio interno y un Jugar de estudio,
b.plie3ndo que reconocía mi necesidad de tiempo, lugar y privacidad para estu-
d.ar y para p~nsar acerca de su material.

RESUMEN

Sólo retrospectivamente, con la ayuda de los sueños de la cuarta fase <id


l::lálisis, Ja Sgnif¡cación atribuida a estos dibujos ganó con'l'icción. La manera
ra que se presentan tiene la intención de ayudar al lector a compartir esta expe-
r'.i!ncia de prclongada incertidumbre.
Este rñarerial se presentó con considerables detalles, junto con los dibujos,
;orque paree.! dar un cuadro correcto del trabajo que tuvo lugar d11rante esta fase
d!l análisis. Intenta mostrar cómo dúrante estos diez meses de análisis, el niño
c>mectzó a i~ollar la capacidad de conceptualizar diferencias entre sí mismo
y su objeto; .a reconocer algo de la naturaleza del objeto en términos físicos y
ttmbién en tiérminos de la geografía psíquica. Esto dio lugar a que ~parecier~ ,
PERTURBAClON KN LA GEOGRAFlf\ DEL EsPACIO VITAL 121

espacios internos y externos. y a que se establecieran distancias entre Jos objetos


y dentro de los objetos. ·
Al resolver las confusiones, se fue desarrollando la conceptualización de los
roles y las relaciones entre los objetos, interna y externamente; y con esto el
reconociffiiento de trabajo y juego, público y privado (dibujo del 12 de no-
viembre.)
Una vez que esto se logró, fue posible decir que Barry estaba en posesión de
un mundo interno en el que era posible detectar, mediante la transferencia, el
cambio del ordenamiento geográfico y de las fantasías y ansiedades concomitan-
tes. Con cierta convicción se podía discriminar si Barry estaba dentro de un objeto
parcial o total, afuera mirando hacia adentro, o adentro mirando hacia afuera;
si ~staba al pecho o en la bacinilla; sobre la falda mirando hacia arriba o hacia
abajo; en el suelo espiando la cola de mamá, etcétera.
Es importante destacar nuevamente que las ideas e impresiones, tal como
se describieron en las últimas páginas, eran generalmente múy tentativas durante
la sesión y sólo se hicieron más claras a posteriori y subsecuentemente clarificadas
al analizado cuando surgió la ocasión. Este procedimiento probablemente contri-
buyó al reconocimiento por parte de Barry de la necesidad de estudiar.
Las identificaciones proyectiva:; de esta fase del análisis fueron sin embargo
aún básicamente violentas e intrusivas en el sentido de perforar y robar el cuerpo
y la mente de la mamá-analista en una forma que, en la contratransferencia, era
vivenciada como violenta y agotadora. Esto comenzó a cambiar y, en la tercera
fase se vio emerger la identificación proyectiva útil.

FASE llI (21/2 - 3 1/2 años)

Sinopsis. En el tercer año de análisis la muerte era vivcnciada como "la luz
desvaneciéndose del espectáculo". Las confusiones zonales continuaron acla·
rándose, la ansiedad persecutoria fue suficientemente reducida como para permitir
el tratamiento dental. AJ final de este período, los dibujos volvieron a aparecer
y se consideró que indicaban la capacidad del paciente para apreciar los cambios
de sus estados de ánimo ª!ltes, durante y entre sesiones.

En este período, la agresión comenzó a ceder Jugar al afecto y la analista


pareció ser reconocida corno un objeto, como un pecho, que podía recibir las
identificaciones proyectivas y aliviar la parte-bebé de Barry del dolor y del miedo
a morir.
Tres incidentes externos influyeron en el análisis de Barry en los tres primeros
meses de su tercer año de análisis. El primero fue la muerte de un astro de TV,
un artista inteligente que hablaba muy rápido mientras dibujaba impresiones
gráficas de personas y hechos. Era también un talentoso cantante. Sólo retrospec-
tivamente fue posible vincular el cambio en el material de Barry con este inci·
dente. Durante la mayor parte de un período de tres meses Barry no dibujó ni
cantó. Entretanto, un segundo factor comenzó·a incidir, la fatal enfermedad de
122 D. Wl!:DDELL

Sir Winston Churchill. Inicialmente, Barry sólo parecía preocupado por Lady '
Churchill y su vigilia al lado de la cama del enfermo. Durante días se sentó sobre
la mesa con su espalda hacia mí leyendo a lo Jugo de casi toda la sesión. En una
ocasión leyó brevemente en voz alta, bien y cbtamente de un libro que quería
mucho, luego dejó caer su cabeza sobre sus brazos como si fuera a dormir. En el
día en que se anunció la muerte de Churchill, Barry pasó gran parte de la sesión
con la cabeza sobre sus brazos y parecía proyectar una intensa somnolencia, como
si todo el mundo tuviera que irse a dormir, como si dormir fuera equivalente a
morir. En esta época el tiempo era muy frío y había nieve. En el día del funrraJ
Barry estaba preocupado con la guardia, marchando ocasionalmente como si
cambiara la guardia frente al féretro. (Unos cuatro años más tarde cuando hubo
ciertas nevadas, Barry sintió que le era imposible venir al análisis; nuevamente
el mundo era sentido como muerto, y hablar con la analista por teléfono tampoco
era ninguna ayuda - "podría haber sido una grabación"- tan concreta era la eqni-
valencia de la experiencia con la muerte del pecho.)
El tercer elemento de la realidad que le afectó fue una cita acordada con el
dentista y la posibilidad de que le fuera administrado un anestésico. Durante este
período Barry continuó callado, leyendo o transcribiendo programas, usando gran
cantidad de papel. En una o dos ocasiones pareció estar repentinamente abrumado
por el sueño. Al acercarse la fecha de su cita con el dentista, se ocupó más y más
con números y con una infinita variedad de permutaciones·, por ejemplo:

2248X2=32

0132

44-03

7799

32 22 29 40

36 60 40 100

Este hecho se creyó vinculado con la equivalencia entre dier.tes y niftos y con
el envejecimiento, y al interprc:tarse una semana antes de la cita (no por la primera
vez) Barry dijo con voz cantarina: ..Bee Bee See (el bebé ve]• 3, 4, 5", mientras
escnoía BBC' 3. La sesión siguiente terminó dramáticamente con el período si-
lencioso .

• ..Bet Bcc W' suena parc:cido • baby s;ee (el bebé ve) y desde luego a B.B.C. lN. del S.J
PERTURBAO<lN EN LA GltOGRAFlA DEL ESPACIO VITAL 123

Miércoles 3 d~ febrero de 1965

Hubo gnn corunoció:! en el corredor y Ba.rry no me esperó en la sala de espe-


ra, sino que 'lino a mi en:uentro y hacia otros rtillos en el corredor de una manera
algo amenazadora. En d consultorio comroz.ó a hablar inmediatamente, con
urgencia, con un gran flup de palabns: "fu~- un pecho de chancho. La casa es el
pecho de chancho. Hay penes y niños por todas partes~. Daba vuelta$ y más vuel-
·tas por el cuarto diciendo: -Este es Ún pene. Este es un niño. Este es un pene. Este
es un niño. Un bebé. Toó.J el cuarto es un ~ho". Los nombres de las cosas cam-
biaban co~1 sus vuelta.s, d! modo que 1o que en un momento había sido un pecho
la vez siguiente era un b~¿- En mi interpreucióo le dije que pensaba que su parte
de ni'l_o grand ~ se confu:.dia mucho cuando la parte bebé veía las cosas de esta
manera, que todo podía~ intercambiable.
Estuvo de acuerdo y me preguntó: "El piso sobre el que usted camina, ¿es
un pene o un bebé?". ~ués dibujó en la pared (xv) diciendo: "El pene es como
un pecho. fJ pecho es el ¡lCne. El pene se ve como esto magnificado". En el primer
dibujo: "Estos son los bebés, 24 pezones equivalen a 1 bebé, 48 bebés equivalen
a 1 pene, 40 penes equin!en a 1 pecho". fueció alterar los lugares de los pezones,
que también parecían u:: poco c:Omo dientes en varios dibujos, como en el que el
pene es una especie de éiente entrando en el círculo como el pecho. En este mo-
mento se interrumpió y ¿jjo: "Ahora es el momento para un aviso comercial pero
volveremos en un mo=co". Hubo luego otra interrupción y lueg..> dijo triste-
mente: "No hay pecho. sólo penes.... Estos d.i bujos eran como ojos, y después
hubo lo que yo tomé .::orno escritura esp:cular, pero también como si fuera el
ojo en la cob mirando hs cosas al revés, u::a suerte de espiando-la-cola de mamá.
Habló durante toda la ~n y fue hacia d final algo amenazador, mientras can·
taba y balanceaba el tr.;o por tod~ lados y trataba de sacarme la silla. Cuando
tuve que agarrar su bnzo por un momemo, me dijo: "Usted no debe tocar el
pene", atravesó La puer.:i farfullando "pecto" y "pene", ~ caminó por el co·
rredor en silencio, au~ i;abía también otro niño.

Viernes 5 de febrero de 1965

Barry llegó en el comento en que yo salía aJ corredor y vino directamente.


En seguida comenzó ro:. un diagrama en d lado izquierdo de la pared (xvi). Había
en este diagrama lo qll! llamó dos pechos .::in algo así como dientes y taJ vez luego
un pene-fecal dentro de algo como la colu:nna vertebral. Después escnbió: "psico·
análisis, lenguaje y te~ón", y dijo "Falta" mientras esaibía "masturbación"
en la pared. Luego algo acerca de "el pecho gritando y el pene se detuvo" y luego
"final del pecho I" . Vctvió a la mesa y los papeles, y puso varias cruces en muchas
páginas mientras cantea: pero parecía esnr más en contacto conmigo cuando yo
ir.terpretzba el retoroo a la omnipotencñ.. Después dijo algo acerca de que era
difícil continuar hablu:do (en contraste con el día anterior). Luego fue ''Televi-
sión Norteña, pague ¡:.me, James Bond, 15 de mar7.0". Al final de la sesión me
124 D.WEDDELL

Miércoles 3 de febrero de J 965


(xv}

.=. -( b~b¿

::. 1~
= { Pedv>

•En el original inglés figura la palabra pinur, que b terapeuta interpreta como "pene", sin
comentarios. (T.J ·. ,..
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 125

atacó de una forma que debí detenerlo, me golpeó los dedos ,y parecía querer
tocarme, acciones que yo vinculé con el problema de mantener sus dedos fuera
de sus propios genitales. Salió del cuarto pero, abriendo la puerta dos veces, dijo
algo acerca del ..pecl.~pene" y fue luego a lavarse las manos que estaban llenas
de tiza roja de haber escrito en las paredes.

Comentario_ El primer di'bujo (en tres meses) de los bebés-pezón-pene-pe-


cho en círculos, y de alguna manera como dientes y encías, parecía hacer.cierta re-
ferencia a la sesión anterior cuando había estado dando vu~l~as por ~t.cuarto dicien-
do que algunos lugar~ eran penes, pezones, pechos y bebéS. Era muy confuso, cada
objeto podía intercambiarse por el otro. Previamente había cantado acerca de
"Cindy, la muñeca que a usted le gusta vestir", como si tuviera cierta rehl__@n
con el pene; el papá, que viste a la mamá, que embellece el pecho. En este dibujo
de la "televisión psicoanalítica'', lo que al principio apareció comq el dial de un
teléfono, más tarde ¡mecía estar relacionado más con el pecho que tiene lugares
para colocar dedos-penes que lo hacen hablar. Pene, dedo ·y lengua parecían ser
intercambiables. Retro5pectivamente esto se interpretó como algo que tenía que
ver con su silencio .

Martes 9 de febrero de 1965

Respecto del dentista, parecía que el hecho de ir a verlo lo interpretaba como


un castigo por su sadismo oral, y que, como resultado, no sería capaz de hacer
otra cosa que succio02f. Dos días antes de la cita dijo ..hola pecho" al ir yo al
cuarto de espera, y me cerró la puerta del consultoliü en la cara diciendo: "El
1
pene está en el pecho cortado". Yo tomé el terna de la lengua indisciplinada, su
1 uso del lenguaje que S<!p~ra el significado y el afecto de la acción, diferenciando
lo que era apropiado dentro y fuera del consultorio. Barry se sentó a °leer durante
más de la mitad de h sesión, cantando ocasionalmente, a veces con humor amis·
toso y hasta afectuoso, que alternaba con otra actitud francamente burlona,
1 incluso obscena.
Escribió ea la plfed "Phil Si!vers, 111 Silvers" y luego "ningún problema con
el pene", y más tarde ·'corre conejo, corre". Al final de la sesión Barry dijo: "Us-
ted es una analista mujer; su pene es demasiado grande", lo que parecía ser el reco-
nocimiento de un padre firme dentro de la parte-madre de mí, que podía enfren·
tar el sadismo y la burl.a.

Jueves 11 de febrero de 1965

Llegó quince minutos tarde, un poco pálido, mostró sus dientes y dijo que el
auto se había descompuesto en Grays Ion Road, que había tenido que venir en
taxi. Le dije que t ambién me estaba diciendo que había ido al dentista y que yo
debía distinguir entre el colapso interno y los problemas externos. Me dijo: "No,
126 D. WEDDELL

Viernes 5 de febrero de 1965


(xvi)
(Lado delantero de la pared - l)

P. p p B.

P.P

(Lado derecho de la pared)

P. A-T V.
o
(])
P!>ic..oa11.álisis TU.
o ºo

(Lado de atrás de la pared) {Lado delantero de la pared - 2)

ü.~dio~ PATV
'41~ l.l(k)(Q.~k. ~
T~~ Ptod.i.uto( w .1
~<ttÑCL. 6ra.'1ll.CIQ
.5i" 1eiéfov.o 2/"
p~~a

• ~<i en el origina! (en lugar de uCindy").


PERTURBACION EN LA GEOGR.AFIA DEL ESPACIO VITAL 127

lo siento, la goma se pinchó". Nuevamente mostró sus dientes y dijo: "Dos emplo-
maduras. Sin anestesia", pero parecía tener lagafuu en sus ojos y me contemplaba
con una mirada un tanto bizca. Tomó la tiza y dijo: " Hoy 3 y 40 a 4 y 10, maiiana
9 y SO a JO y 45". Le sugerí que quería compensar el tiempo perdido, y él dijo:
"Hoy no, debo ir al café. Lleva tiempo llegar allá", ·y Juego produjo chillidos
e hizo muchos sonidos de "ba-ba".
Pero luego decayó un poco y comenzó a pronunciar mal las palabras, como si

l estuviera un poco disártrico, o tuviera algo en la boca. Sus labios parecían curvarse
hacia adentro, pero luego curvó el labio superior para arnl>a y asumió una sonri·
sa como de lobo. Fue entonces como si se convirtiera en un entrevistador hacien-
do muchas preguntas: "¿Preferiría usted trabajar con otro y te~er otros roles?".
Pestañeó y dijo: "¿O trabajaría usted en un equipo en HMS* Paradise? Todos
quieren trabajar en HMS Paradise". Luego "PATV, el Espectáculo". Pero esto
estaba escrito en la parte interior de la puert~ de Ja cómoda. Le pregunté qué era
lo que no me decía. Deseaba que yo fuera C3pa2 de ver y saber lo que sucedía en
su interior. El dijo: "Programa de la próxima semana. Jueves, 'El fugitivo'. Estre-
llas invitadas: Rupert Davis, Ewen Solen", luego '·HMS Paradise. El oficial sub-
alterno Mllldoch se convierte en el teniente .Eamonn Andrews, .tiene su propio
espectáculo en ITV, también estrellas invitadas". Fue al baño- diciendo: "Si usted
quiere saber adónde voy, volveré en unos minutos". Al volver tomó mi brazo, con
cierta lil'gencia y me hizo mirar al interior de la puert........ del armario nuevamente,
limpió las paredes con el trapo y se fue a las 4 y 10. La secretaria de la oficina vino
a decirme que le había dejado unas monedas antes de la sesión y se las había lleva-
do al irse.
La visita ·at dentista fue por supuesto una situación muy importante. No sólo
estaba muy contento de haber podido quedarse en el sillón del dentista y_ que le
hicieran cierto trabajo sin anestesia, sino también de haber venido a la Clínica
solo; la primera vez que esto había ocurrido. Exactamente cuatro años después
fue capaz de ir por sí solo a un nuevo dentista que atendía en otro hospital.

Viernes JZde febrero de 1965

Barry llegó unos minutos tarde, silbando por el corredor. Comenzó a can-
tar "No, no, no", sacó su cajón y comenzó a revolver el papel. Hizo cruces rojas
en algunas hojas, y yo Je comenté acerca de la distinción entre daño interno y ex-
terno. Rápidamente me aseguró que cuando la goma se pinchó el auto estaba para-
do, y luego agregó: "Usted es una basura, de todos modos. A mí qué me impor-
ta". Interpreté que en realidad le importaba, y mucho; que había hecho un es-
fuerzo para llegar ayer a la Clínica, y hoy también. a pesar de que cuando yo no
estaba con él, una parte suya decía que a mí no ~ importaba y en consecuencia
a él tampoco, y en su mente me pisoteaba y me mordía sin piedad. Estaba piso·
teando Ja tiza que se le caía mientras escnbía en la pared: "El espectáculo, invi-
tados especiales Richard ·Caldicot , Frank Thomton, Robín Hunter, Ronald Rudd,

• HMS = Ht:r Maíesty 's Service =al servicio de Su Majestad. ¡T.}


D.WEDDELL
128
Angus Lonnie, Priscilla Morgan, e invitados Ru~rt Davis, Ewen Solen, Víctor
Lucas". 1.11ego invirtió los nombres de modo que los primeros se convirtieron en
tnvitadoa y los segundos en invitados especiales. Escribió "Esta es su vida, dice
Eamonn Andrews al elenco paraíso", "Esos que han estado en algo más que un
espect~<111lo" y "esta edición fue presentada por Eamonn Andrews". En otra pared
escribió ' "pecho, pene, pezón, ·SO centavos, publicaciones PA, New Cavendish
Street ()3"*, luego el precio fue reducido a 25 centavos mientras yo continuaba
interpretando cuanto doble sentido podía encontrar. El dijo "Hola querida",
sopló en ntl ojo y luego trastabilló, dando la impresión de estar borracho ci ciego.
Cruzó el corredor cantando bajito, doce minutos antes, aproximadamente, del
final de la sesión.

Lunes J5 de febrero de 1965

Nuc,·amente llegó tarde, y vino por el corredor canturreando "Hola querida"


y "Ella t.: ama". Sacó las tizas del cajón y se sentó a leer un semanario. Luego
cscrib ió l'n la pared "Llama a Collins si q uie.res saber acerca de Maigret. Realidad o
ficción. Ag:itha Christie", que yo tomé como dándome información acerca de las
muertes o asesinatos del fin de semana, que él quería que yo estuviera en su lon~i­
tud de onda, dé modo que supiera lo que sucedía. Gritó "policías", y mientras
l:i tiza s.: rompía, escribió: "Otro cuello roto", Juego "PATV" y "USATV, la
h,Ha del espectáculo con Danny Kaye, The Planemakers, los más queri..:os por los
t-ritánioos. Charla con Mike Tyman, libros de la BBC, Danny Kaye". Hubo varia-
•hmes s0bre el tema, y él dijo que se iría a las 4 y 1O, "U.S.A. Daniel Kal.inski".
~luchas tiz:is se fueron rompiendo, y como en su mayoría eran rojas o púrpuras,
1.:t.s part-des nuevamente parecían ensangrentadas. Relacioné esto con la guerra
( l\ Vietnam y los ataques en contra de mí, que me convertían en una mamá cuyo
,uerpo u:i el campo de batalla en donde los niños sufrían y eran asesinados por
t-)s papis ID3los de "U.S." durante el fin de semana. También vinculé esto con su
1da al d.-nrista y los dientes malos que él sentía habían atacado y lacerado mi pe-
:0n. Diez minuto~- antes de la hora tomó sus papeles e hizo sonidos de "bow-
\\"\)W" (~u:iu-guau)* *. Yo estaba sentada delante de la puerta y no me moví; él me
Jijo: "¿Pl:>r qué no sale del camino?"; agregó que él debía encontrar a su madre en
d café,-~· lleva diez minutos llegar allá".
Le :>eñ:tlé que no había ningún motivo para irse temprano de la sesión. Se en-
fureció y trató de empujarme y pasar. Me levanté y dije que no iba a impedir
-lue se fuer:i; pero que ambos sabíamos que acortando la sesión él estaba !'rivando
.sl bebé n~~tado que llevaba dentro.

•La dir~-ci.."1. de la Oínica Psicoanalítica de Londres. IJ\. del S.)


•• .. Bo-.i-~w· nombre infantil para perro. [N. <Je! S.I
PERTURBACION EN LA GEOGRAPJA DEL ESPACIO VITAL 129

Martes J6de febrero de 1965

Barry me estaba esperando; en camino al ronsultorio me so~ y escupió y


fue al baño, haciendo muecas a otra gente que estaba en el corredor y tocándose
los genitales. Se sentó a la mesa a leer libros de terror que había traído consigo,
haciendo por lo bajo ruidos de "bow-wow" y d:indo pequeños pmrtapiés. Al ha-
blarle deLfinal de la sesión del día anterior, hlzo ruidos gatunos nolentos y agó-
nicos y luego sonidos de ambulancia, que relacioné con tm monxnto de peligro,
!a amena~ "de violencia y de un ataque en roam de mí, recorandole lo que
había pasado anteriormente y qué cerca había tStado de caer nuevamente bajo
el control de su parté animal-salvaje. Sugerí qr..e también la parte~ebé ha.b ía
tenido una rabieta porque sintió una frustra65n cuando la am.l:ista-mamá no
impuso su voluntad sobre su parte animal-salvaje.
Comenzó a jadear, pero su jadeo desapareció gradualmente 2 pesar de que
continuó mirando sus libros, y luego dijo "PATV" y "USATV, nmos a conti-
nuar hasta las 4 y 20" y luego "Nuevo progra.r¡::i después de Pasaru"; hizo más
ruidos de accidentes, sirenas policiales, tarareó la -Star Spangled &nner"• y "Mis
ojos han visto la gloria", que yo relacioné con su idea de que me iría de viaje
con mi marido norteamericano y con el peligro de una guerra comrugo debido a
las vacaciones de Pascuas. Se levantó, sacó papel y escribió mientnl decía: "Que-
darse en casa a pes¡;r de todo". En este punto¿~ la sesión pareciz existir mucha
ansiedad y se toqueteaba la nariz y las orejas, tenia un dedo en su boca y su espal-
da medio vuelta hacia mí. Mientras yo hablaba, y le decía que no tS!aba todavía
segura de cuál sería la fecha de mis vacaciones de Pascuas, se leva.ruó y vino hacia
mí, diciendo: "Por toda la sesión". Escribió en h pared: "PATV 3. nuevo progra-
ma , el mundo, Reino Unido", y se quedó hasta un minuto antes del ftnal de la
sesión, soplándome al salir mientras me decía -caca de chancho.., (pig's me.s:r).
La füme7.a de mi opinión de que debía qued:!rse hasta el fiml de la sesión
anterior, parecía haber influido sobre él de una manera que ya i;e había vuelto
familiar en todos los casos en que se sentía enfrroudo a los padres unidos (objeto
combinado).

Miércoles 17 de febrero de 1965

Barry llegó haciendo ruidos de besos y diciendo: "Hola caca~~ chancho". e


hizo más sonidos de besos a una mujer que se encontraba en la sala de espera,
quien no le prestó atención. Indicó con gestos <!Ue iría al bai\o pero luego no lo
hizo y dio un golpe con la puerta del consultorio cuando entré dettás suyo. Una
vez en el cuarto escribió en la pared en forma de columoa: "NO:!'ro programa,
PATV, el mundo, la historia de, rompecabezas, Reino Unido". Cruzó el cuarto
y me dio un pedazo de papel del tamal\o de um tarjeta de Navidzd, y luego es-
cribió en la pared "Valentina, 1536, 1540, 1V francesa.. muy cuo, Arco de
Triunfo, torre Eiffel, Louvre, Notre Dame, pre:D!ente de Gaulle, general de Gau-
•Himno a Ja b3ndcra de E.U.A . (N. del S.t
130 D.WEOOELL

lle". Nuevamente me preguntó acerca de las vacaciones y esta vez pude darle las
fechas. Tomó una actitud cómica, pomposa y amenazadoramente burlona y me
mostró sus dientes en una especie de cara de mono. "¿Y ahora qué piensa usted
que ha hecho y adónde ha ido?" dijo escudriñándome; luego "No perdamos
tiempo. Hablaremos de nuevo a las 4 y 10", como si él fuera el papá ocupado que
no podía escuchar quejas en ese momento.
Escn"bió "Suiza" en la pared y "Basilea", y luegÓ hlzo un círculo dividido
en dos de manera que en el tope había una porción para D y una especie de
semicírculo NE o NO y luego éste nuevamente dividido por la mitad, una con una
F y la otra con una S. Dijo que había olvidado el nombre de la ciudad francesa
y luego algo acerca de los hermosos pasos, altas montañas, tan altas como esa
pared, como casas de departamento. Escribió "Feliz espectáculo, Nuevo espec-
táculo" y luego lo cambió a "Comedia, Danny Kaye, Phi! Silvers, Los Hermanos
Winter , Mark, Walter, Frank, mañana habrá más acerca de esto". Al final de la
sesión dijo que era tiempo de limpiar y comenzó a ayudarme a limpiar las pa-
redes.
La ceferencia a los Hennanos Winter* pai:ecía ser su manera de reeonocer que
en las vacaciones se sentía perseguido por la frialdad del pecho congelado (monta-
ña suiza). Cuatro ·años más tarde fue capaz de verbalizar: "Yo la congelo a usted
los fines de semana. La pongo en el congelador hasta 'el lunes".

Jueves {8 de febrero de 1965

Barry llegó justo cuando yo atravesaba el corredor y dijo: "Hola, pecho de


chancho" . Mientras caminábamos por el corredor encontramos a otro chico;
Barry enterró la cabeza en sus libros de una manera que sugería timidez más que
hostilidad. Se sentó en la mesa y .mientras yo hablaba me preguntó nuevamente
acerca de la fecha de las vacaciones. Cuando repetí lo que ya le había dicho el día
anterior se limpió una gota de la punta de la nariz, se levantó para sacar el pañuelo
de su bolsillo y se sonó con violencia; su aspecto era en verdad muy desgraciado.
Se sentó a la mesa con Ja cabeza sobre un brazo, en silencio, y luego de un {ato di-
jo "Vi pene fantasma". Luego se sentó y leyó durante un momento, pero su nariz ·
goteaba y parecía dolorida.
Escribió luego en la pared y me preguntó si yo recordába el teatro de comedia
de ayer, Comedia seis. David Niven - padre, Peter Sellers - Mike, Phil Silvers - -
Mark, Danny Kaye - John, Dick Van Dyke - Díck, Mary Tyler Moore. - madre.
Luego dibujó mientras decía algo semejante a "60 mÜlas hasta la costa", "los in· · ,
viernos pasaban rápidamente en 1950 - no ahora". Dibujó otro cuadro murmu- ~ ~
rando varias veces algo acerca de un pene, hablando en una voz muy suave y ron- :-ii
ca, ya que parecía tener la garganta muy dolorida. Luego "Misterio, parte 3, H. 'l
equivale. a casa, D equivale a destino. Los· inviernos utilizaban· un atajo, ahora :· .1
el camino es muy largo". El primer dibujo (xvii) pare<;ía relacionarse con su viaje-
ª la Clínica, como en otras ocasiones. La figura semejante a un fantasma parecí,a ~ : '
1
'
• "Wintc-a-, invierno. !T.(
PERTURBACION EN LA GEOGRAFlADELESPACIOVITAL 131

vincularse con el pene-fantas~a. Había hech¿ cierta referencia a que la casa donde
había vivido previamente estaba cerrada, cubierta de tablas como si realmente
. contuviera algo como el fantasma de kls bebés muertos,, una casa embrujada.
Nuevamente en el segundo dibujo api:recieron referencias al viaje a la Clínica
de ida y vuelta; pero yo tenía la senSl!ción de que había algo más, algo relacio- 1
nado con el proceso analítico, en eso de subir por el paso de la montaña, sin 1
vehículo, sin masturbación. Había también Wl3 alusión al embaraz.o, los ojos 1
controlándolo como en el dibujo del "iapato" (xii). El dibujo inferior se ¡;onsi-
deró como algo relacionado con las vaczciones y la expeñencia de colapso. Cierta-
¡
mente parecía haber cierta relación con el hecho de habérse resfriado, io que dijo
1
acerca de los inviernos, cómo antes podía encontrar Ün atajo mientras que ahora 1
el camino a recorrer era muy largo.
-1
Jue-ves J8 de febrero de 1965 l
1
(xvü)
1
(a)

(b)

----- --------1
p--..!?~º-~~~J
132 D.WEDDELL

.- Todo esto lo interpreté como su reconocimientQ de que la magia ya no le


servía. Desde el punto de vista de mi contratransferencia fue en realidad una se-
sión muy conmovedora, y me recordó la segunda sesión de su análisis cuando él
se presentaba · como un viejito enfrentando la muerte. Esta vez no fue tanto en-
frentar la muerte como sentirse muy desgraciado acerca de los bebés muertos y
sus ataques a ellos, y por haber sido abandonado por la mamá en la experiencia
transferencia! infantil. Al día siguiente no vino y recibí un mensaje diciendo que
estab·a muy resfriado. Faltó también dos días de la semana siguiente.

C..:Omentario. En la fase 11 el dibujo del "castillo" del 12 de noviembre de


1963 (xiv) lo había considerado como que indicaba la concepción gradual de un
mundo interno, un espacio interior dentro del cual podía desarrollarse la fantasía ..
En las sesiones de- la fase III recién menc;onadas (4-18 de febrero de 1965) y par-
ticularmente los dibujos (xvii) del 18 de febrero (dieciocho meses después del di-
bujo (Xiv)], Barry parecía indicar que el camino al analista (la Clínica) corporizaba
de manera concreta durante el trayecto algo de ese estado men"tal. La flecha doble
parecía ir y venir, indicando que al alejarse del analista perdía los con~eptos re-
cientemente adquiridos, con cierto revivir de la memoria al regresar.
Desde el comienzo del tratamiento Barry había tenido sesión los viernes de
mañana y las otras a la tarde, siempre a la misma hora. Esto había sido siempre
difícil para él; muchas veces venía tarde, más desarreglado y fuera de contacto que
en los otros días. De modo que este dilmjo hecho un jueves, ;mfos C:·e la sesión del
viernes a la mañana, parecía que equiparaba las vacaciones, los ·fines de semana,
el sueño y la dificultad de levantarse, con tener frío, con la Rieve, con Suiza, la
muerte y la pérdida de contacto. Se tenía la impresión de que él apreciaba que las
únicas veces en que se sentía sano y en contacto era durante algunas sesiones,
y que esta experiencia y su pérdida eran el núcleo de un proceso rítnúco.
Parece que se podría postular que el dibujo indicaba algo así corno una uni-
dád de desarrollo; el caos, y luego, como un resultado de la interpretación, cierta •'
disociación e idealización ~splitting ami idealization ), identificación proyectiva/ .+
un monto escaso de la recién comenzada identificación introyectiva, luego de lo - :-'
cual se renovaban los _ataques masturbatorios y se repetía todo el proceso. En esta :\'
época era evidente que la madre de Barry llevaba la transferencia de la mamá- ,, •
café-nutricia, mientras la analista estaba básicamente en el papel de la mamá-ino- -r '
dóro. Compárense por ejemplo los dibujos (xvii) a-b con los dibajos anteriored i
(vii)a-b. "'7· :'
En este dibujo también parece haber alusión de que algo terrible sucedió .:ti.Y
mientras donnía, que podía tal vez estar vinculado con la carita que espiaba afuera\!f il
y perforaba adentro, y los ojos devoradores de las primeras sesiones. la naturaleza ' '
de la perturbación del sueño se aclaró más adelante en el análisis y va a· ser de ·
neada en la sección final. Parece necesario presentar el material de esta foéma , :
masiva, porque como resultado del continuo elemento de mistificadón en el modo!l;·;·
de comunicación de Barry, ningún ítem o combinación es muy convincente par~~_,
la interpretación. De todos modos, se puede encontrar en la masa del materiiiljili ~
una pauta grande, aunque vaga, pasible de ser discernida, que encuentra luego s ' ·~
1

conftrmación en el material posterior. ·


PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA .t>ELESPACIO VTTAL 133
FASE IV (3 l /2 - 5 años) (l 965·1968)

Sinopsis. C~ de responsabilidad en relación con la realidad externa e inter-


na; ilustración de problemas técnicos en el manejo ·de esta fase. Una YeZ estableci-
da hubo una disminución de . la agresión, destructividad, obscenidad y burla.
caracterizada por el gnto: .. ¡Ahora sé por qué soy tan horrible!", con la emergen-

l
cia de afecto, tolerancia y optimismo, en identificación con el papá-''Mr. Magoo".

La primera crisis de responsabilidad ocurrió en el tercer año de málisis, justo


antes del feriado de Pentecostés, en 1964. En esa época Barry tenía casi 15 años
y era un peso pesado muy joven. Era evidente que el análisis podría continuar si
Barry lograba restringir la agresión infantil que aún lo impulsaba a ar-...ñar, tironear
y patear a la analista, en cuanto se sentía frustrado o perseguido. A partir del
material ya presentado, parecía probable que Barry supiera lo suficiente y fuera
capaz de distinguir el peligro y el daño hacia sí mismo tanto como hacia la ana-
lista, cuando esto ocurría.
Esto le fue explicado, recordándole lo que ya había sucedido en el análisis.
Se le señaló que un bebé de entre seis meses y dos años no puede hacer realmente
mucho daño físico (aunque piense lo contrario); pero ese niño d e dos años dentro
del cuerpo de uno de quince si podía deñar y dejar incapacitada a la analista
para el próximo paciente, y eso no se podía permitir. · ~
CO!TlO era característico de este niño-muchacho, luchó cada pulgada del ca-
mino para descubrir si yo realmente estaba decidida a no ser lastimad:! y a conser-
var, al mismo tiempo, la intención de interpretar lo que pasaba entre nosotros
tanto como fuera posible. Establecimos entre nosotros que, en cu:mto surgiera
violencia, la sesión terminaría por ese día, aunque al día siguiente recomenzaría-
mos a la hora de s.iempre y continuaríamos mientras la violencia no surgiera. La
crisis se desencadenó cuando, después de un episodio particularmeme violento,
yo debí mantener cerrada la puerta del consultorio, mientras Barry la pateaba
y golpeaba gritando y exigiendo que se le permitiera entrar. Su madre permane-
cía cerca incapaz de hacer nada; Barry la pateó, corrió luego al lavatorio y pateó
la puerta con gran estrépito. Entonces comenzó a llorar y gritó: "Ahora sé por
qué soy tan homole". Salió, volvió a patear la puerta y se di.rigió hacia su madre
diciéndole: "¿Por qué no haces esto?'', implicando que ella debía ser más firme
con él y más definida en su resistencia frente a su violencia e intrusión.
Las sesiones que se describen a continuación fueron previas a Pentecostés,
un año más tarde, tres meses después del dibujo del "paso en la montaña". Había
habido una repetición de la violencia y yo había dispuesto que la madre trajera
a Barrf a la sesión como anteriormente y que estuviera a mano pzra llevarlo a
casa antes del fmal, si fuera necesario.

Miércoles 26 de mayo de 1965

En esta sesión su madre estaba en la sala de espera, y al salir Ba.rry al corredor


para dirigirse al consultorio produjo resoplando dos sonoros ruidos como de
134 D.WEDDELL

flatos dirigidos a el.la. Al entrar dijo: "Hablando al pezón. Debo hablar al peron",
mirándome de reojo y escupiéndome. Interpreté de qué manera. me estropea,
cómo me trata igual que si yo fuera un pezón sucio que disfruta de su sucia len-
gua. Comenzó a cantar dulcemente, pero usando al mismo tiempo las palabras en
forma obscena. Esto lo interpreté como la buena voz musical que es arruinada
por la Iengua-rnaLts-palabru que ensucian Lt belleza y la comida del pe1.Ón
analítico.
Barry marchó por el cuarto, haciendo muchos ruidos de gases y luego comen-
zó a escribir "programa de hoy" en la puerta, caminando para atrás hacia mí o
haciendo repentinas arremetidas en mi dirección, de modo que debí apartarme de
su paso muy rápidamente. Le advertí del peligro de este tipo de ataque en contn
de mí. Bailó por el cuarto en una forma muy provocativa y se derrumbó en b
silla sobre mí haciendo movimientos de manoseo. Me puse de pie y él comell1.Ó a
escribir en la pared con púrpura algo acerca del "tercer hombre", que vi.ncuJé
con nú parte padre-marido y las vacaciones. Vino hacia mí, se derrumbó en la silla
y se me tiró encima; yo tuve que mantenerlo a distancia. Distinguí entre la furia
de la parte-niiíita así como la de la parte-nifiito hacia la mamá cuando sentía
que el papá se entrometía y me llevaba lejos de vacaciones. Fue hacia Ja puetú
y la hizo resonar, amenazando con irse. Le previne que él sabía que el tratamiento
debía tener lugar dentro del consultorio. El salió gritando.: "Te quiero, pene". Fue
al lavatorio, volvió cantando muy seductoramente: "Tú eres mi novia. Déjame
entrar", golpeando la puerta. Su madre vino y él escupió y gritó: "Cierra tu cara".
Pero finalmente y protestando, dijo: "Bueno, está bien" y se fue con el.la.
Retrospec.:1iv-dmente pensé que la sesión estaba bajo la influencia de la pelea
entre los pesos pesados Cassius Clay y Sonny Liston, que había tenido lugar
la noche anterior. Ya en otras ocasiones había tenido la tendencia a portarse como
una versión más joven de Cass.ius Clay.

Jueves 2 7 de mayo de J965

Vino silbando y gritó: "Hola, pene", pero parecía más decaído. Se sentó a la
mesa leyendo y cantando ·'pene y pezón". Lo consideré como una forma de sacar ·
el significado de las experiencias concernientes al amor y la belleza. Sugerí que es-
taba creando una fea caricatura de los padres analíticos núentras hacían el amor,
y había hecho lo mismo el día anterior al presentar esa relación como la pelea
entre Clay y Liston. Puse énfasis en el mal uso de las palabras para denominar
partes del cuerpo, y lo lúce cada vez que comenzó a usar estas palabras de ~
manera. Hubo un cambio inmediato, y eventualmente comenzó a cantar "naran-
jas y limones", dejando deslizar las palabras pene o pechos o ·pezón de una manera
semejante a deslices de la lengua. Al mismo tiempo me sacaba la lengua, pero en
ocasiones cantó correctamente, siendo la última linea: "campana grande de arco,
arco, arco" que cantó con una voz lúgubre. Se levantó y escribió "programa para
hoy". Lo escribió en la puerta, lo limpió y en la pared escribió: "Noticias. Sobre--
vivencia, cuero crudo,. Ricardo Coraz.ón de León". Lo subrayó y escnoió repeti-
damente, luego "Dr. Kildare, Raymond Massy" y luego "Romeo". Una situaci6n
PERTURBACION EN LA GEOGRAYlA DEL ESH.CJ:O VITAL 13S

peligrosa nuevamente pareció sw-gir con pasaje de gases y ruidos de gases., pero
parece que mis palabras lo controlaron, y Barry dtjó demzu un "disculpe", .:uan·
do caminó delante de mí. Diferencié los distintos pe~s del mundo intemr y
exterior y el problema de su parte-Hitler-que pasa gasei.. vinculada con el fin de
semana. Fue hacia la otra pared y en azul escri>ió "esn $emana, reTivido, µóxi·
ma semana". Le dije que su mamá debía seguir trayén:olo a la sesión ham des-
pués de Pentecostés. A continuación escnbió "nuevas S:::-:es" y dibujó un ch:ulo
(xviii) que parecía contener algo así como un ojo pero con una pequeña "'é... en
el centro. Luego dibujó un círculo más pequeño con um pequeña ''tr en el cen·
tro, de modo que ambo;}untos parecían ojos, uoo mirlllfo a un costzdo y e~ otro
para abajo. Escnbió "D'WTY viaje", luego en letras gf2K.:s "norte, Londres este,
sur" con E y O hacia la izquierda y la derecha, pero tod: muy separado, dici!ndo
"fríoen el fin de semana", que interpreté en función fe ru enojo conmigo. vol-
viéndose frío haci:a mí cuan~o sentía que yo lo rechani::a, que yo ao lo qiería
ver. Dijo "nieve", pero luego alteró la posicióu del norr...! y el sur de manen que
estaban más cerca. Escribió "nuevo film de viajes con Droglas J", y Jmego escribió
"Suiza" y dijo algo acerca de la dificultad de terminar: -Se posterga hasta Daña·
na"; luego escribió "Sui22" en el medio de una figura elí;tica, y se fue de la S!Sión
en silencio.

Viernes 28 de mayo de 1965

Barry Uegó-tarde y wdó mucho en entrar en el consútorio, pues mantlilO un


ruidoso altercado con ru madre, mientras gritaba: "Aqti vengo, pene~ por tl co-
rredor. En la sala de espera había otros niños; sa madi= f!íOtestaba y él pz::ecía
tratar de hacerla aparecer como impotente. Salió al corre:or diciendo ""que rn iba
a ver a ta señorita WeddeU", y su madre me rniIÓ con &s.esperación. Finalmmte
vino gritándome "'pei.ón, pene". Volví a tomar el problena del lenguaje, la 1f:lgua
que se escapaba con él. que era obscena y budona tr..? wia buem rela:i.ón;
también el problema de su deseo de escandalizar a los .:tros niños, t:r:atanó.J de
alejarlos.
En la pared escribió " televisión psicoanalítica", y l~ en otra p;tted "ronga
el pezón dentro del pecho, agregue el pene y la ma.sturba:a5n". Luego «alineane",
debajo de esto "televisión psicoanalítica", luego en coh.lllll2 "6-8 penw. 6:3~ pe-
cho. 7 ponga su pene. 7 y 30 masturbación. 8 pztinaje ~ el hielo. 8 y 30 :nas·
turbación-Dorna". En la puerta escribió en coh.mma: "S y::: Noticias. 6 y OS R:nc.
PPTV. 6 y 30 tome su pene. P.P. 1 Música. P.A. 1 y IS P!::ho. P.P. 1y30 =tur·
bación. P.N. 8 y 45.:. patinaje en el hielo. ATV. 8 y 15 Sah IO ATV. 8 y45 AlV. 9
Noticias lTV. 9 y 10 El mundo en acción. 9 y 40 Gorra laja. 10 y 35 CJn"e". En la
otra pared nuevamente en columna: "FSC. P.A. BBC 4. DWTV". Paalelo a esto
"FSC. PATY. PBiV. PMTV. PNTV'', con dos t:IaZos IJ1l! llevaban a "FSC-?' y
un trazo hacia " DWIV". Luego hubo otra versión de P.ll'V en jeroglíficos que
no pude entender pero que terminaba en "RSGL•, y~ "4YPw. que pmsé
era una confusión con el número de registro de mi aun y el que lo precedió.
Después una columna encabe:zada "FSC. S y 4S Noticias. 5 y SS Ricariio Cor.:z:ón
136 D. WEODELL

de León. Hora de comedia. Música. No hay tiempo para sargentos. Noticias. Gorra
Roja. La ley de Burke. Auto 54. La hora de Freud. Noticias. Cierre".
Todo este tiempo había estado muy burlón Y. obsceno, mientras yo continua·
ba hablándole e interpretando. la naturaleza de sus ataques y el peligro consiguien-
te. Cuando llegamos a la Ley. de Burke, parecía que estábamos llegando a un
punto en que el aspecto evacuativo de la relación comenzaba a producir alivio.
Cuando llegamos a "La hora de Freud", pensé que probablemente éste era el pun-
to nodal de la sesión con el reconocimiento del pezón-Freud-papá. Escribió " Hora

Juet•ts 27 dt mayo dt J 965


(xviii)

E o

s
Su izo.
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 137

de Freud" en otra pared y debajo "La jungla humana", y más abajo "Pene, pezón,
masturbación, pecho". En línea paralela "La hora de la comedia. HMS Paraíso.
El espectáculo de Lynne". Debajo "Gorra Roja. John Shaw. U.n sargento John
Man" y a continuación más programas, esta vez con "La ley de Burke", que borró,
pero la escribió después otra vez.
Continué hablando de la importancia de mantener la hora de Freud, la hora
analítica, el período de resolver lo que no anda bien en la jungla de su incons-
ciente, cuyos residuos los sentía como ubicados en los excrementos. Luego hablé
del pene, el pezón, el pecho y los bebés atacados en la masturbación por su parte
burlona que quería hacer una comedia de la ana.lista·padres, cuando sentía que -
ellos hacían el amor en un estado de ánimo equivalente al paraíso. Todo se rela-
cionó con su dificultad en el fin de semana. El me mostraba sus ufias como si
fueran garras, como si fuera a arañarme, pero sin llegar realmente a tocarme.

Lunes 31 de mayo de 1965

Hubo cierta demora por parte de Barry en venir al ronsultorio, y dijo "Hola,
pene" de manera algo provocativa, cantando "pene y pecho". Mi continuo inter-
pretar pareció producir un cambio en sus sentimientos, y eventualmente comenzó
a tararear "Tierra de gloria y esperanza". Leyó historietas por unos minutos .y
continuó su canto, con ocasionales referencias de una manera obscena y mecánica
al pezón, el pene, el pecho, que en cada ocasión interpreté en la frrma ya indica·
da. Se levantó y escribió "PATV" en la puerta, y "programa y FSC" y "su pro·
pia TV2" en la pared, y hubo luego todo tipo de cambios en estos programas,
pero los más importantes parecían ser la introducción de · '~r. Magoo". Hubo tam-
bién alteraciones a "Ningún escondite", que eventualmente lo cambió por
"Panorama", "Hechizada" y "Perry Mason". Pasó muchos gases, no sólo los
ruidos, y en una ocasión luego que pasó cerca de mí dej:indo olor, dijo "Le pido
disculpas, nada que ver con el análisis, estoy descompuesto del estómago". Le
pregunté si había estado produciendo mal olor con su rmdre en el fin de semana
porque estaba enojado conmigo, o si había estado comiendo algo que sabía le
caería mal (ligado a la sesión anterior, en que había dicho que había estado ex>·
miendo demasiado queso). Tomé los ataques mediante gises a los niños de la Clí·
ni.ca como dirigidos a mis bebés, y me dijo "cállese". interprete> que intentaba
acallarme dentro de sí como si yo estuviera durante el fin de semana en el campo
de concentración de su cola, atacada por toda clase de tormentos.
Comenzó a tamborillear en la mesa un ritmo militar con sus dedos, pero
finalmente se convirtió en un S.O.S., que interpreté como un reconocimient0
de que necesitaba ayuda durante el fin de semana, y el problema de tener que
esperar cuando se sentía identificado con el bebé y la madre que podían morirse
como resultado de sus ataques con gases. Hubo más cambios en el programa. y
dijo: "Pido disculpas por el breve preaviso", que en ese momento pensé quepo·
dría vincularse con el hijo de la reina, quien había sido internado en un hospital
durante el fin de semana para una operación de oído. Se acostó sobre la mesa
como si fuera a morir, lo que interpreté como su insistencia de que él era mi
138 D.WEDDELL

bebé analítico real, que iba a morir envenenado desde adentro por los gases. Cuan·
do le recordé del largo fin de semana de .Pentecostés, se levantó y escnoió "riesgo
calculado". Diferencié el tipo de riesgos que yo debía tomar, los riesgos que había
en el mundo exterior, del problema de proteger a la mamá dentro de sí, y agregué
que, cuando él fuera capaz de hacer esto, todos los riesgos del mundo exterior
serían menos amenazadores. La última parte de la sesión la pasó con provocacio-
nes y amenazas de atacarme a P,_U'ltapiés, rasgu!los y tirándome objetos; pero
finalmente se quedó todo el tiempo.

Martes l° de junio de 1965

Al llegar hizo mucho ruido y recorrió la mitad de camino al consultorio por


sí solo, a pesar de saber que debía esperar ha.sta que yo estuviera lista para recibir-
lo. En esta ocasión le mostré por qué no era posible llevarlo a mi consultorio pri-
vado para su tratamiento hasta que su parte de niño grande pudiera controlar su
violencia. Continuó muy ruidoso, cantando a intervalos "pene y pecho", pero
era obvio que escuchaba lo que le decía y al mismo tiempo redactaba "progra-
mas" por todas las paredes. Borró algunos, lo cual era fuera de Jo común, pero
hizo muchas alteraciones. Mr. Magoo reapareció, tarnbiél) Mike Richards, Cannon
Ball, Necktace, Survival. Hubo otra vez muchos gases y arrojó el trapo mojado
por todas partes, lo restregó sobre la mesa y finalmente también en su cara.
Barry escribió en la mesa : "Esta es su vida. Repetición". Le hablé sobre su
deseo de echarme a perder y de exprimir de mi hasta la última gota, hasta que yo
estuviera exhausta y agotada (esto en referencia al estado en que yo había queda-
do la sesión anterior, que sin ser nada extraordinario, me dejó sin embargo espe-
cialmente exhausta). Rompió el trapo en pedacitos y usó trocitos de papel para
limpiar la pared y luego hizo telescopios con papel que vinculé con su necesidad
de espianne adentro para ver el daño causado. Durante esta sesión, traté consis-
tentemente de no usar ninguna de las palabras que él denigraba, y cada vez que
pude méncioné cómo él extraía el significado de las experiencias emocionales
cuando usaba "pene" o "pecho" de esa manera. Escribió: "Usted debe ser casti-
gada" y lo repitió de manera mecánica con voz tipo Dalek•, pero se fue cantando
"no tanto un programa, más un estilo de vida". Hubo menos desorden en las
paredes, pero mucho en el piso.

Miércoles 2 de junio de 1965

Barry estaba ruidoso, grosero y atacó a su madre en el extremo del corredor.


Cuando vino le hablé firmemente del daño que ese tipo de conducta significaba
para el análisis y de su lengua burlona, desaliante y denigratoria . .Le hablé de pie
dando la espalda a la puerta, con mi "mano de policía" levantada, dado que él
estaba muy amenazante. Vino entonces hacia mí de manera menos amenazadora

•Da/ele; un robot de la TV que está siempre en contra de los seres humanos.. (N. del S.¡
PERTURBACJON EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 139

y ffilTO mi mano de una forma que me hizo pensar que la trataba como si fuera
una bola de cristal. Le mencioné su deseo de ver dentro de mí, de ver qué sucedía
en mi mente. Continuó con sus movimientos de esquivar para adelante y para
atrás; pero fmalmente retrocedió y me tiró el jabón. Luego dibujó en la pared
(xix) varias figuras (las primeras en seis meses). Estos dibujos están a la vista
del lector; pero los describiré btevemente: había uno llamado "El mundo interior
de la señorita Weddell", en que mi c;abello aparecía muy alto, con algo semejante
a un pene dentro, y con dos cuernos salientes. (Anteriormente en el análisis se
había referido a mí como el demonio.) En otra pared dibujó algo as í como la
bandera inglesa, una bandera donde estaba escrito "Mr. Magoo" y "La ceremonia
nupcial" y lo llamó "Gente enamorada". Mientras los hacía dijo que yo "le había
dado la palabra pene". Le recordé la primera sesión cuando se había estado ras-
cando; pero estuve de acuerdo en que lo que yo le había dicho parecía haber sido
éxperimentado por él como si yo hubiera puesto un pene en su boca y no un pe-
zón. Barry lavó el trapo, se lavó las manos y cantó durante un rato.
Luego comenzó a cantar de modo muy poético y con una voz muy tierna
y amorosa, "Mr. Magoo fue una noche a caminar en la oscuridad, en la oscuridad.
Para su sorpresa se encontró con una mujer joven. Se encontró con una mujer jo-
ven para su sorpresa, sorpresa. Repentinamente sintió que estaba enamorado.
que estaba enamorado, un amante. Hacía tanto tiempo, era tan tarde. ¿Sería po-
sible que estuviera enamorado, un amante por fin?". Luego por ll!lOS pocos minu-
tos habl.ó con una voz bastante distinta; dijo algo acerea de "ciudad y alrededores..
y "disculpe la expresión" y "Mr. Ed". Pero luego ensució sus i.apatos con tiza
verde, y también el piso y la alfombra antes de irse. Probablemente es ~'llportar.te
tener en cuenta que Mr. Magoo tiene una visión muy defectuosa y un optimismo
compensa torio:*
Esta foe una sesión muy conmovedora, la primera vez que se expresó algo
de afecto, maravilla, misterio y esclarecimiento. Parecía posible que su identifica-
ción con un papá-Magoo fuera precursora de una reducción del intenso voyeu-
rismo hacia el pecho y el comienzo de su gratitud por él.

Comentario. En esta fase se describieron las sesiones que ilustran el desarrollo


de muchos conceptos cruciales en la transferencia infantil, conceptos de espacio
interno, la geografía de la fantasía, la concepción de roles, de un sendero mental,
de un centro de la existencia, de una relación espaciotemporal, de frío y cálido,
de radres combinados, de daño y de amor. Son todas elaboraciones de lo que pa-
reció haber comenzado a establecerse en la fase previa, aunque tal vez el desarrollo
de la capacidad para la cooperación y el afecto es la mayor esperanza para el resul-
tado último del análisis.

• Mr. Magoo, personaje de la TV que ve muy poco. (N. del S.)


140 D. WEDDELL

Miércoles 2 d~ junio de 1965

(e)

izl ~Yl.IO d(.. UJo...ho ~


(d) (e)

QÜOO'---~

•Así en el original (en inglés "ano " se escribe ''<.nusn).

QUINTO AÑO DE ANALISIS (1968)

Sinopsis. Barry va a la escuela y comienZ2 a relatar sueños que confirman y


acl:iran el material y las interpretaciones anter)ores. Surgen varios sigrúficados del
acto de donnir y comienza la lucha acerca del concepto de trabajar.

Resultó por fin posible que Barry fuera c-a[do al consultorio privado de la
analista, y que se acostara en el diván, luego ce cuatro años de tratamiento (a la
edad de 15 años y medio). Se hlcieron planes para que fuera a una escuela especial
al comienzo del año lectivo siguiente. Esta idez era mencionada entre nosotros CO·
mo P.A.C. (Psycho-An.alytic Conspiracy, Conspiración psicoanalítica). En la mente
. de Barry todos los psicoanalistas estaban implicados y sentía que lo forzaban a
que dejara .el estilo de vida gorila, "aun cuando él pudiera ya usar el lavatorio y
la docha". para decirlo con sus palabras al dejar h Clínica. . :'\;
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 141

En el día en que Barry fue a la escueb por primera vez, entró al consu'Xorio
con aspecto muy seguro, con un portafolio bajo el brazo, un cuadro muy diferente
del muchacho gordo de miembros sueltos de los meses anteriores. Mi seMidón
fue de que tenía lugar cierta identificación con un papá que trabaja. Se derr:mbó
en el diván y durmió durante la mayor parte de la sesión.
Anteriormente en el análisis había habido breves episodios de incóm<><b som-
nolencia; pero esta vez era distinto. Mientras estaba acostado, ligeramente !l) OTO·
jado, algo de un ángel-bebé rosa y blanco parecía emerger de su rusticida!. Mi
irnpresiór, era que estab;, reproduciendo una situación de nacimiento, un t~o de
cl.14-:.v de "la mamá y el bebé están bien". con alivio de todos: una expem!ncia
muy emocionante en la contratransrerencia.
El sueño en la sesión continuó dunnte algunos meses. Solamente en la µime-
ra ocasión pareció ser un domlir descar.sado; pero más tarde y durante un L~po
fue muy perturbado. Barry comenzó a traer sus sueños nocturnos: anterior::rente
sólo babía presentado dos o tres y en todas esas ocasiones se relacionaban con mi
muerte.
El siguiente es un sueño traído en la mitad de la semana y que se reprodujo
parcialmente al comienzo de este capítulo: El había tenido que ir a un labcrat<r
rio. Había allí una computadora en la cual debía poner el nombre y la dirordón
de 'lit analista. Había mucha gente y cada uno tenía audífonos y un reaptor.
Seis meses más tarde, él volvía y cada uno tenía una caja delante de si Otar.do
miró dentro de su propia caja había una efigie de sí mismo, una especie de r.'.ásca-
ro de muerte, un horrible monstruo de cu.arra ojos, narices y bocas, diez piernas y
bnrzos. Mientras me contaba el sueño, la voz de Barry comenzó a desva~.;erse
y se quedó dormido.
Creo que esfe sueño evoca mucho de lo que ya he delineado, y me re.:nrdó
material similar de muchas sesiones. Por ende, no va a ser difícil para Jos k:aores
compartir algo de mi experiencia de maravilla frente a la claridad forjada por el
proceso analítico. Puede interpret~ con bastante seguridad que el labonr:orio
del sueño era mi laboratorio y su lavatorio: que la computadora, la mamá-~ho­
inodoro, era también una mente-pecho nutricio que no sólo recibía sus Cé.lifica-
tivos insultantes, sino que también podía mostrarle gradualmente y en el mooien-
to oportuno la verdad acerca de sí mismo. cuando él pudiera tolerarla, retro!lpeC·
tivamente cuando ya hubiera hecho cierto progreso.
La existencia de otros niños en la Clínica queda registrada en el sueño. Al co-
mienzo del análisis había sido importa.nte para Barry que aquellos niños foeran
protegjdos de sus impulsos intrusivos y ':errorizantes, como él mismo Jo había
sido, a su vez, de la retaliación de ellos. en contraste con la' situación en su cundo
interno, donde la madre parecía ser consuntemente atacada, abortada y, 1l par
que sus hijos, mutilada o asesinada. En este sentido, la analista había sído men-
ciada como un objeto suficientemente fuerte como para tolerar sus ataqll!:S ani-
quiladores, mientras continuaba sosteniéndolo, conteniéndolo, sin tirc=k:l al
inodoro como un bebé fecal.
Los seis meses más tarde del sueño eran en realidad cuatro años. una indica-
ción de la dificultad de Barry en relación con el tiempo. De todos modos. Barry
pudo comprender clarame~te en ese momento algo de su efigie, de la parte mons-
142 D.WEDDELL

truo de sí mismo en relación con sus ocho tentáculos de pulpo y con sus diez
brazos .y piernas. Era ahora capaz de enfrentar este horroroso cuadro de sí, antes
que imponérselo a otros mediante conductas agresivas, como al comienw del
análisis.
Por el resto de la sesión, durante el tiempo en que Barry aparentemente
dormía, yo hablé en voz alta sobre estos temas. Cuando lo desperté un poco
antes de Ja hora, dijo: "Magnífico" mirándome muy intensamente; prosiguió:
"y sucede cuando duermo una siesta", y al irse me dirigió una sonrisa beatífica.
Al día siguiente, Barry me relató otro sueño en el cual él estaba en un gran
auto; luego se encontró sentado en un ataúd (una asociación con la muerte del
presidente Kennedy). Llamó a su amigo paro que viniera a ayudarlo a salir y le
dijera por qué estaba allí. Su amigo lo ayudó a salir y cuando quiso dormir una
siesta se volvió a meter adentro y cerró la tapa. Luego €$Cl/Chó una hermosa
música, y cuando miró hacia arriba todo era distinto.
Este sueño fue interpretado en relación con el fina] de la sesión anterior,
ya que parecía confirmar que para Barry ir a dormir (hacer una siesta), equiva-
lía a entrar en un féretro (cerrar sus ojos-bajar la tapa). También pareció claro
que era la voz de la analista, como la voz de su madre en el pasado, la que lo res-
cataba y lo volvía al reconocimiento de la vida y b belleza (todo diferente).
Dos semanas después Barry describió otro sueil.o. El htrbía aterrizado en la
luna sin peligro. En ese momento lo inteípreté comó que el paciente podía
sentirse bien sostenido y pr0tegido por un pecho-luna y en entonces capaz de
dormir de una manera vivaz, muy diferente de dormir con el sentido de intro-
ducirse en el féretro.
Luego de otras cuatro semanas de trabajo, básicamente en relación con fan-
tasías masturbatorias concernientes a caer en identificación ..-oyectiva con el pene
paterno (sueños de ir a la luna en un cohete), hubo otro-cambio importante.
Esta vez Barry soñó ºque aterrizaba en la luna; el emperador ~nía y le decía que
ese territorio era suyo; pero que podia que.done por un tiempo. Esto parecía de-
mostrar, con bastante claridad, que Barry podía reconocer que en su mundo in-
terno había un objeto combinado (pecho-luna y emperador-pezón) con capacidad
de hablar y que podían diferenciar situaciones de una manera útil para él (identi·
ficación introyectiva). Parecía haberse establecido Ja posfüilidad de una coopera-
ción y de la curiosidad saludable.
Esta secuencia de sueños parece sugerir convincentemente que la acción (con-
ducta, dibujos y uso del lenguaje) de los cinco ailos previos podía ser en ese mo-
mento mejor contenida y rransformada de pensamientos oníricos en comunicacio-
nes verbales, lo que implica una mejor diferenciación entre realidad externa e in-
terna. Esto se confirmó fuera del análisis por el hecho de que Barry en esa época
fue capaz de toler.ar la disciplina de un ambiente escolar comprensivo y parecía
estar dispuesto a recuperar el tiempo perdido en su educación_

Comentario. Retrospectivamente, uno puede ver con cuánta facilidad la


computadora del primer sueno podía haber sido originariamente considerada
equivalente al trasero de Barry, al cual sus ocho dedos de pulpo eran adictos. En
este sentido , su trasero podría haber sido un sustituto satisfactorio del pecho, que
PERTURB.ACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAX: 143

era experimentado como un objeto permeable, indefenso: según Bion, un conti-


nente carente de sel\Sll>ilidad o capacidad de ensofiación; según Bick, sin suficiente
piel para funcionar como un límite. ·
Luego de uri período de años (no de semanas como en el sueño), Barry reco·
noció el pecho como una caja ·continente (vinculada con su adicción a Ja TV), un
pecho-espejo que podía devolver al bebé el reflejo de sí mismo de una manera
que le hacía tolerable el dolor de verse como una efigie, como un monstruo
''Oraz, un parásito y un adicto.
La máscara de muerte también podría considerarse como equivalente de la
idea de Bion del "terror sin nombre" y del temor del bebé a su propia muerte.
t Del siguiente sueño de estar en un féretro, se vio que sueño equivalía a muerte,
con lo que se iluminó uno de los significados de dormir en las sesiones. "Sentarse
t en el féretro" sugiere fuertemente caer dentro d~l pecho muerto, ligado al miedo
de que se lo descubra como un bebé fecal al que se le permite tirarse en el ino-
doro.
En ese momento del sueño, el paciente fue capaz de "pedir ayuda", para ex-
traerse de su estado de identificación proyectiva. En el sueño, el amigo de Barry
(la analista.pezón) lo ayudó a salir. La siguiente vez en que entró en el féretro-
sueño (en la sesión), despertó levantando la vista al pezón en lugar de bajarla al
trasero .. con el resultado de que "todo es diferente".
\ "Levantar la vista" y "todó es diferente" pueden entonces relacionarse o:>n el
sueño siguiente de la ~una-pecho, en el cual Barry aterrizó felizmente y, lo que es
muy importante, sin entrar en ella. Podía dormir con su objeto (la luna), no der.:ro
de ella. Nuevameiúe parece ser la capacidad del objeto, del pecho, de sostener al
bebé y de resistir la intrusión, la identificación proyectiva invasora, lo que hizo posi-
ble el cambio (Money-Kyrle).
En el sueño sigui.ente vemos una vinculación con todo el trabajo del análisis;
que resulta en que a los penes-policías.guardias se les permite proteger a la analis-
12-reina-madr6-pe{:ho. En el sueño, el pezón-emperador fue insertado con la fuer-
2:1, la integridad (no trastornada por intrusiones mastu:rbatorias) de ser capaz de
racionar el tiempo y el espacio del bebé y, en consecuencia, parece haber un reco-
nocimiento de un objeto oombinado benévolo.
A esto siguió la CQnceptualización por parte de Barry de un objeto que puede
aceptar la angustia del bebé acerca de dónde está, qué está haciendo, comprender-
lo y devolverle ese conocimiento de una manera capaz de producir alivio, permi-
tiendo (según Bion) el desarrollo de "una parte de la personalidad que estimula
el crecimiento".
La lucha sobre el uso del tiempo continuó durante varios meses. Dormir en
u sesión primeramente se consideró como una defensa contra los celos edípicos,
en particular antes y después de los fines de semana. También emergió como una
defensa en relación a conflictos conmigo como objeto externo, acerca de la natu-
nleza del trabajo analítico y de la cooperación.. Estar despierto significaba sentir
el dolor; "le corto los pies y la cabeza", es lo que Barry dijo en relación con el em-
pleo del tiempo cuando llegaba tarde y se iba temprano. Esto también podía
relacionarse con su previa declaración: "La corto en pedazos y la clavo por todos
hdos", para ilustrar cómo llegó a estar fuera de contacto con el tiempo. De a po-
144 D. WEODELL

co, al tener lugar las identificaciones proyectivas, se produjo una transformación.


Entonces, su tendencia a caer dormido, a acomodarse parasitariamente en el ob-
jeto, fue reemplazado por períodos más prolongados de trabajo analítico. ·
Externamente, pudo entrar en el consultorio. de una manera claramente "bien
compuesta", muy diferente de la de "babuino" de los primeros meses de análisis.
Pero todavía tendía a derrumbarse en el diván como un elefante (con rodillas y
codos), a lo que le dimos el nombre de "elefanti~.;is".
Al séptimo año de análisis (1969), algo de la lucha con respecto al trabajo y
con el cambiante cuadro i..,terno fue ilustrado én un sueño. Barry estaba en un
tren, con muchos cuartos para familias. Había co"edores, ~e modo que uno podía
caminar por todos lados, y lugares para autos. Cuando llegaron a una dificil parte
montañosa un motor diese/ fue agregndo; mucho mejor para remontar cuestas..
Parecía haber sido reconocido algo de la naturaleza dei trabajo analítico, y haber
introyectado un objeto interno parcial con capacidad para trabajar intensamente,
lo cual sugiere las configuraciones de los dibujos (xiv) b y (xvü) b combinadas.
AJ tener lugar identificaciones proyectivas e introyectivas sanas (la forma de
poner y sacar del sueño de la computadora), Barry comenzó a adquirir la capaci-
dad de distinguir su parte más adulta y más sana, y pudo verbalizar, "le traigo
mi parte-bebé". Pudo establecer contacto en la sesión sin ser un bebé. Le fue en-
tonces posible llevar a cabo funciones parentales hacia su parte-bebé. Pudo coci-' : ,
nar, limpiar su cuarto. Pudo estar solo en la casa y trabajar durante las vacaciones.'!: • ·
Sobreviniewn ciertos avances en la posición depresiva, y Barry fue capaz de dis- '
tinguir "lo importante es qué ojo utiliza uno para mirar a la gente; el ojo de la caja
mecánica o el ojo humano" (¿la perspectiva reversible de Biori?). Su ¡masilismo
erJ aún evidente en su aversión al trabajo y su deseo de permanecer dependiente
de su familia. rero continuó progresando en el análisis.

RESUMEN DE LAS FORMULACIONES TEORlCAS

El detallado material clínico ilustra, según la autora, ciertos aspectos del


desarroUo del mundo interno en un niño que se había recobrado de un estado
aut ista, pero con un desarroUo caracterológico marcadamente psicótico.
La tesis de este trabajo, en tanto se la comprende en relación con el material
presentado, es que para que un objeto pueda ser usado para la identificación pro-
yectiva útil de una parte sufriente, alivie esa parte y la dernelva al sel[ con miras a
su integración (Bion), debe ser un objeto suficientemente elástico y resistente ·
como para aeuantar l:i iclentificación proyectiva masiva (Bick) y el hospedaje pa:·
rasitzrio de esa parte del sujeto (Meltzer).
Para Barry, en la primera parte del análisis, el momento crucial fue el recono.:·
cimfo:oto de la analista como un objeto que era vulnerable, pero que podía recupC:;<
rarse; que tenía una piel que podía ser dañada, pero que podía sanar bajo el ven-·
daje, entre las sesiones. En la mente de Barry, las heridas se convertían en orifi.:
cio~, A esta etapa siguió el desarroUo de la fantasía de penes-médicos-policías\
int(l'(DOS que reparaban y protegían a la analista, lo que dio lugar a la concepción.,·.,;
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL E SPACIO VITAL 145

de un mun!o interno con espacios y de objetos con espacios internos. Gradual-


mente esto se hizo equivalente a una familia interna con roles, relaciones, fun-
ciones y co:i derecho a la privacidad .
El ma1~l que proviene de la segunda y la tercera fase de Barry parece ilus-
trar cómo ~ identificación proyectiva invasora (fantasías destructivas violentas y
voyeurismo omnipotente) dio lugar a identificaciones proyectivas más útiles
(Policía Montada del Canadá, méd icos como estrellas de TV, etc.), acumulancio
pruebas de una curiosidad más sana (el concepto de Bion de una parte de la per-
sonalidad <;·1e estimula el crecimiento). Al comenzar a operar la identificación in-
troyect iva. :a benevolencia y el afecto pudieron hacer mella en la agresión.
La trcl.:.;)tormación de Barry, del gorila horrible, de la efigíe, del monstruo, al
joven que ;:odia mantenerse erguido, actuar con intencionalidad y en ciertas oca-
siones hao tener b uena presencia, parece confirmar la impresión extra ida del
material d~ que esta mejoría dependía de la fortaleza, elasticidad e integridad <le
los objetos mcernos, mediante la identificación proyectiva :
Más u..-Ce, a través de sus suenos, pudimos comprender que la mente-compu-
tadora de :a analista en equivalente para él a un pecho-inodoro, un objeto, un
continente. en el cual podía expulsar sus experiencias penosas, amenazadoras,
indeseadas.. Esto equi,-alía también a un pecho-féretro, un objeto que debía ali-
viar al bet.¿ de su miedo a b muerte (Klein, Bion) y a sus objetos muertos. Tal
objeto era para el bebé equivalente a su propio trasero (Meltur) que es entonces - 1
el objeto ndefcnsn y pcrrneabl\:, confundido con un pecho desvalido, un objeto
dentto del ..:ual el bebé siente que puede acomodar su sel{ o partes de su sel{ como
un parásitc (~eltzer).
Cuanfo estas panes iueron comen.idas suficientement e bien y con firmeza
(Bick;), el ;¡echo-inodoro se convirtió también en el pecho-espejo-caja, que mostró
al bebé in:igenes de sí mismo y de lo que hacía. Esto puede equipararse al pecho
como un ~bjeto que puede desnudar de dolor una experiencia (Bion), un objeto
que tiene 'lII espacio para redbir las ex periencias del bebé y la capacidad de de·
volvérselas para que que tenga lugar un desarrollo más saludable (KJein-Bick). A
partir del :naterial de Barry, el pecho-féret ro pudo convertirse en el pecho-luna
(es decir, ¡uego de habérsele explicado a Barry cómo se introdujo en el féretro),
y tuvo 12 l~uda necesaria para salir de su identificación proyectiva, de modo que
pudo com::lZ.:lr la identificac'.ón int royectiva con un objeto oo dallado. Se estable-
ció enton:::s la diferenciación entre meterse y poner una parte adentro (ir a la !u-
n.a en co:.ere), con retornar y separarse (aterrizar en la luna por un período
breYe)
Una ''!Z que se estableció la función co ntinente d el pecho y su disponibilidad
para las iientificaciones proyectivas provechosas, junto con el concepto de un
mundo i::;:erno co n espacios, pareció disminuir la identificación proyectiva, y
comenzó i tener lugar la identificación introyectiva con objetos no dañados.
Esto !e permitió sentir admiración y respeto por las cualidades personales
(el empem!or, el racionamiento de tiempo y espacio, el motor diese!, subir la
cuesta), CJmo un baluarte contra la persecución por parte de objetos dallados,
.que cstabm muy confundidos con objetos malos y con partes malas del sel{.
Este desarroUo parece seguir los lineamientos de la idea de Bick de la piel
146 D.WEDDELL

que funciona como un límite y del concepto de Bion de un objeto que sostiene,
contiene y es capaz de sonar (merie), así como también con la tesis de Bick
de que hasta que pueda ser introyectado un objeto con tales cualidades, la fan.
tasia de espacio interno y externo no puede desarrollarse. Esto también parece
confirmar su idea de que cuándo esa introyección no tiene lugar, la identifica·
ción proyecti\-a continúa imbatible, .obstaculiz.aodo el desarrollo sano, ilustrado
por Bick en los objetos "sin piel", y por Meltzer en el "acomodo parasitario
de una parte del sel[ e¡i el objeto".
CAPITULO VI

LA ENFERMEDAD AUTISTA.RESIDUAL
Y SU EFECTO SOBRE EL APRENDIZAJE - PIFFIB 1

Shir/ey Hoxter

INTRODUCCION

El interés principal de este capítulo consistirá en estudiar algunos factores


que parecen haber irnpedjdo o aumentado la capacidad d~ crecimiento de un de-
terminado niño. Christopher, cuyo sobrenombre era Piffie, comenzó la psicotera-
pi.: conmigo a la edad de tres años y trei meses. Durante la mayor ¡)arte del tiempo,
y hasta terminar el tratamiento a los ocho años y tres meses, tuvo cuatro sesiones
semanales. Su terapia fue recomenzada dos años y medio más tarde, y desde los
once años hasta los catorce (su edad en el momento de escribir este capítulo) vino
una v·ez por semana.
Los períodos de psicoterapia que $e analizan se ocupan fundamentalmente de
los efectos residuales del estado autista. Probablemente Piffie comenzaba a salir
de este estado antes de comenzar la psicoterapia y se desprendió de sus manifesta-
ciones más llamativas durante el primer año de tratamiento. Sin embargo, aún
pueden distinguirse las huellas de los rasgos autistas previos, que continúan te-
niendó un efecto limitan te sobre su desarro llo.

SUS PRIMEROS AÑOS Y ANTECEDENTES

Christopher es el menor de tres hermanos. Para la época de su nacimiento,


que fue mediante una operación cesárea, su madre estaba muy ansiosa, ya que por
anteriores experiencias tenía razones para temer que el niño pudiera morir. En

1 Este capítulo está basado en un trabajo publicado en elloumal o[Oiíld Psychotherapy, Vol.
3,Nº2,1972. .
148 S. HOXTER

realidad, fue un bebé sano pero muy pasivo, que dormía mucho y nunca tomaba
el pezón o el biberón con fuerza suficiente como para succionar en forma adecua-
da. En realidad, prácticamente, se le debía verter la leche en la boca.
Aproximadamente a los dos años y medio, un médico amigo llamó la atención
a los padres sobre su situación. ~n esa época, el contacto y la respuesta significati-
vos a la gente y las cosas de su derredor era tan pobre que hubo que investigar la
posibilidad de que fuera sordo o deficiente mental. En la época en que me fue re-
mitido, a los tres años y tres meses, era inmaduro en todo sentido excepto en el
desarroUo motor. Podía decir unas pocas palabras, pero lo hacía rara mente. Las
actividades que no fueran la agitación sin propósito, consist ían básicamente en
poner cosas dentro y fuera de cajas. Se decía de él que no mostraba placer en jugar
o gusto por vivir. A menudo pasaba largos períodos mirando el espacio aparente-
mente abstraído de Jo que lo rodeaba, especialmente en épocas de grandes cam-
bios, como unas vacaciones en la costa. Era sin embargo muy sensible a los
cambios pequeños, particularmente cuando afectaban alguna de sus muchas
rutinas. (Se decía que tenía una rutina para cada cosa.) Era muy exigente y, cuan-
do se sentía frustrado, caía rápidamente en ataques de gritos prolongados. Su taroi
y furia eran particularmente marcados cuando lo sacaban de la casa o de su sillita
o cuando Je ponían ropas nuevas. Tenía severos problemas de alimentación y de
sueño, pero durante el día se mantenía limpio y seco. En la parte superior !e ~ .~ ,. 1
cabeza tenía

una pequeña

área pelada, debido a que constantemente se anaJP ' 1.~·.·
1\
caba el pelo .
La madre de Piffie era una persona excesivamente vulnerable y ansiosa. Es-
taba muy pre-0cupada por él, pero . al mismo tiempo se sentía constantemente
acosada, culpable, inclinada a ceder en todo. Hubo muchas ocasiones en que fue
posible observar que cuando Piffie comunicaba sus ansiedades a la madre, ella
respondía embistiéndolo con su propia ansiedad. Afortunadamente fue posille
arreglar para Ja madre sesiones de psicoterapia con una trabajadora social psi-
quiátrica, que la ayudaron mucho. ·
El padre dio mucho apoyo tanto a su esposa como a la situación terapéutica..
De todos modos, también él frecuentemente expresó su grave falta de confianza "
en si mismo. La situación de Piffie en el momento en que fue remitido puede
ser resumida en las palabras de su madre: "Parece temeroso de la vida".

MlSTORlA EDUCACIONAL

Daré ahora un resumen de su historia posterior, con particular referencia a


su educación. Se Je hicieron tests a la edad de diez años, y obtuvo un CI de 126.
A la edad de entre cuatro y cinco años, la comprensión y el uso de las palabras
alcanzados por Piffie eran, por lo menos, de un nivel nqrrnal para su edad, aunque
su habla fuera confusa. A los cinco años tenía todas las habilidades que uno
puede esperar dt: un niño inteligente en edad preescolar. Sus dificultades sociales ~
Y emocionales, sin embargo, continuaban siendo severas y fue necesario postergaf
su ingreso en el colegio por un año más. Poco antes de su. sexto cumpleaños.·,.
LA ENFERMEDAD AUTISTA RESIDUAL 149

comenzó a asistir a una escuela preparatoria común, yendo al principio sólo medio
turno y a una clase de niños más pequeños que él. Al poco tiempo fue t ransferido al
grupo de su edad, y poco antes de cumplir siete años ingresó en una escuela privada
preparatoria regular, donde pronto fue ubicado en un grupo de niños mayores que
él. A los trece años obtuvo una beca para una escuela secundaria muy seleccionada.
Hasta cumplir doce años, ir a la escuela era para él una fuente de severo
sufrimiento. Dejar su casa y su madre, y tener que soportar los tormentos de
otros niños de los que estaba aterrorizado, le causaban desesperación. Frecuente-
mente estaba a punto de negarse a ir a la escuela, en especial en épocas de cambio
de clase o maestro. En gran medida era capaz de tolerar la escuela utilizando
un proceso patológico que le permitía mantener la escuela y la vida en el hoga r en
compartimientos rígidamente separados. Su tendencia a los logros intelectuales
era reforzada sin duda como una forma de huir de la vida social escolar; pero
sería simplificar demasiado si lo consideramos como un factor fundamental.
La beca que logró sugiere una historia de éxitos en lo que se refiere a logros
escolares. Pero un conocimiento más cercano de Piffie revela la naturaleza enga-
ñosa de estos logros y lleva a un reconocimiento más completo de la forma en que
el aparente progreso de su terapia en el pasado, había sido engañoso. Lograba una
acumulación impresionante de conocimientos, pero hacía re lativamente muy poco
progreso educacional en todo lo que podía llevarlo a acrecentar su comprensión
y creati'.idad. ·.
De funcionar como un deficiente mental pasó a funcionar como un pedante;
·Y aun así, ciertos asp.ectos esenciales de sus dificultades en el aprendizaje casi no
cambiaron . Estas se refieren particularmente a sus mecanismos obsesivos y forman
parte del tema principal de este capítulo.

PRIMERAS ETAPAS DE U. PSICOTERAPIA

Mi primera impresión de Piffie, que entonces tenía tres años y medio, fue la
de un niño atractivo. pequeño para su edad, pero compacto y regordete, que
mostraba un grado de compostura y una falta de ansiedad engañosos. En la pri·
mera sesión no mostró ninguna reacción cuando su madre se fue del cuarto de
juego. Pasó mucho tiempo examinando cubos para construir y juguetitos, alineán·
dolos, agrupándolos en una variedad de fonllas y luego los guardó cuidadosamente
en cajitas. Me miró dos veces y su · primer uso de mí fue hacerme sostener dos
cubos que se habían caído. Durante las primeras semanas ésta fue una de las ac-
tividades repetidas ron más frecuencia. Era evidente que los juguetes (animalitos,
casitas, autos, etc.) casi no tenían para él valor representativo, eran en gran me-
dida trozos indiferenciados de sí mismo y de sus objetos. A diferencia de otros
niños con un grado más severo de autismo, no desparramó estos trozos a su alre-
dedor con el objetho de producir caos en el cuarto, que tanto refleja el estado
interno como anula la distinción entre el self y el no-self. En su lugar, Piffic
demostró una perst:'t-erante necesidad de controlar los pedazos e imponerles su
propio sentido privado del orden, en el cual la ubicación y el uso de continentes,
!50 S.HOXTER

como cajas, cumplían un papel importante. En las siguientes sesiones mostró


furia y ansiedad cuando ciertos objetos cayeron al suelo y no querían conformar-
se a su sistema. Comenzó entonces a usar mi falda de una manera algo diferente
de las cajas, corno un lugar para objetos que se habían caído, estaban en desor- .
den o eran molestos. Esto lo llevó muchas veces a explorar los contenidos de mi
regazo, y a recobrar de allí cosas que entonces le eran en apariencia más signifi-
cativas. Porque cuando las tomaba de mi falda fue más y más capaz de nombrarlas
0

correctamente, y a partir de ese comienzo su uso del lengúaje aumentó sin pausas.
Daré algunos ejemplos de la tercera y cc:arta semana d.: terapia. Primero que-
ría asegurarse de que todos sus jugu~.,;~ estuvieran como los había dejado antes
del fin de semana: en una caja, que a su vez estaba en otra caja, la qM estaba en
una tercera caja, dentro de un cajón. En particular, quería encontrar la .leona de
juguete que, usando una de sus raras palabras, -¡trmó Gigí, como el gat0 de su
casa. Luego de un tiempo echó todos los juguetes en mi falda. Buscó luego a Gigí
y la encontró con mucho placer; y repitió este juego de perder a Gigí en el mon-
tón de juguetes y volver a encontrarla. Mi interpretación incluyó que quería que
yo fuera una mamá que podía guardar todas sus cosas dentro de mí sin peligro;
que Gigí (que representaba, pienso, las caricias y el consuelo del objeto materno
perdido durante el fin de semana) se perdía y mezclaba con los "plop plops"* y
otras cosas que él sentía haber puesto dentro de mí; cuando yo los sostenía, ,
pensaba que podía mirar dentro de mí y encontrar nuevamente las partes buenas:
Luego tomó y nombro · una cantidad de otros juguetes, conejos, "Ventanas en una
casa y un "caballo-papá".
En una sesión de la cuarta semana descartó algunos cubos y los arrojó sobre
mi falda con cierta violencia. Con los cubos restantes trató de construir, y era evi-
dente que los colores azul y amarillo jugaban un papel importante en su combina·
ción. Nunca estaba satisrecho con su estructura y ésta se caía repetidamente;
se sinció un poco desesperado, derramó ale<>unas lágrimas, apretó sus dientes y me
miró con furia. Finalmente tomó las piezas caídas, las puso en mi falda y trató de
construir algo allí. Interpreté que me necesitaba como una mamá capaz de recibir
sus ataques y los fragmentos de sí mismo. Para aclararle más mi interpretación,
le mostré cómo los cubos amarillos y azules lo representaban, pues vestía un sué·
ter amarillo y shorts azules. Esto lo deleitó, e inmediatamente fue a buscar algunos
cubos rojos que ubicó sobre sus zapatos rojos, mostrándome cómo concordaban.
Fue éste, para él, un momento de real insight y alivio. Tomó entonces una peque·
ña torre con la parte superior roja y la sostuvo cerca de su pene. A continuación,
con los cubos aún en mi falda , logró real.izar exitosamente una construcción con
cubos rojos como sus z2;.i:atos en la base, luego cubos azules por sus shorts y los
amarillos por su suét~r
Esta manera de juntar las partes de sí y lograr una imagen más coherente de sí
mismo y de su cuerpo,representó un paso elemental, pero importante, hacia el
desarrollo de su sentido de identidad. Al poner partes de su sel[ en mí como ma·
dre continente, comenzó a descubrir una manera de poder enfrentar su sentí-

•Voz onomatopéyica del lenguaje infantil por o.:crementos, que también se usa en castellano.
(N. del S.]
LA ENFER.la!DAD AUTISTA RESIDUAL 151

miento de esu: en pedazos y de ¡x><ler encontrarse a sí mismo. Durante un tiem-


po, comenzó :i mayoría de las So'e.Siones buscando Jos cubos que concordaran con
los colores d! ;us ropas y de las mías. Tenía ya un lenguaje lúdico con el cual
expresar y ~r sus problemas.. De esta manera, podía comunicarse y trabajar
en lo que en ~e momento ente::.dí eran las vicisitudes de la integración y la des-
integración, p!rdida o daño a p;;.·us que él sentía que los dos teníamos que so-
portar. Estas ?rtes de su propil cuerpo y el mío podían diferenciarse y haber
así más distineón entre él mismo ~ algo o alguien diferente.

DISCUSION

Es caram:ístico de la histor:a y de la psicoterapia de Piffie que desarrollos


como los des:ritos sean engañO>Js. Retrospectivamente, sigo considerando que
estos progre~-; tenían la signif>.::<ción y el valor descritos. Pero muy a menudo
su perseveran..ia sistemática sob~! un problema se convertía en perseveración, y
el paso adelar::!, en un paso hacn un callejón sin salida. Ahora considero que este
material tamb-i:n se refería a 101 aspectos más tenaces de su psicopatología, con-
cernientes a sos mecanismos obiesivos primitivos. En el ejemplo de juntar los
\. cubos para rqiresentarse a sí milmo, parece haber una cÓmunicación acerca de la ·
integración de un objeto que ha .sido dividido en fragmentos. Ahora Jo conside-
raría como lli1a afirmación piec& y literal acerca del ensamblado de un objeto
que ha sido ~entado en pordones. Lo mismo que los cubos para construir,
tal objeto pU:::::t! ser armado, d~do nuevamente y rearmado en permutacio·
nes interrn.im.:les, pero no pueée pasar por el proceso curativo de la reparación
o por el pro= de crecimiento de la integración.
Cuando éecimos que un ob_~o ha sido escindido (split), generalmente pen-
samos que esti dividido en funci5n de experiencias emocionales; estas experien-
cias emociorules y las fuentes qce se les atribuye se mantienen separadas. En la
disociación nocmal temprana, se divide el objeto materno: una parte es idealizada
y se convierte ~n la fuente de tO.:O lo gratificante pero queda totalmente separada
de otra parte ~..ie se vivencia CO!Il) ;iersecutoria.
Un objeto segmentado o ¿e;¡:iantelado (Meltzer) es un objeto que ha sido
reducido a ¡r.queñas porciones ranplificadas, generalmente en relación con seg·
mentos de ex;eriencia sensorial. :<Jás que disociado en función de una experien-
cia emocional~- potencia~nte i;:cntal.
· Por ejem?lo, el niño autisu puede tener un objeto materno con un sabor
determinado, otro con un olor. aspecto, sonido, etcétera. De manera similar
va a tener un Ieíf que gusta, un sel{ que ~. un sel{ que oye, etcétera. Estos seg·
mentos de objeto pueden entoJ:eS mantenerse separados y omnipotentemente
controlados mo a uno. O, por tjemplo, la madre que puede ser oída y el sel{
que puede oíf pueden descarta.ne en favor de un objeto inanimado que es equi-
valente a una parte de la madre que/quien puede ser sostenida en la mano y ma-
nipulada a vobntad.
Este conrepto del autismo p-Jne el mayor énfasis en el empleo de las formas
152 S.HOXTER

primitivas de los mecanismos obsesivos. Da una nueva perspectiva a la considera-


ción del mal funcionamiento del sistema perceptual del niño autista, de su falta
de actividad mental y de su conducta estéreotipada.
Con frecuencia, Piffie vivcnciaba a su objeto y a sí mismo como segmentados,
pero sus disecciones seguían ·líneas algo más refinadas que las de los elementos
de la experiencia sensorial. Sin embargo, su modo de operar era similar al descrito
en cuanto los segmentos se mantenían aislados o se reunían temporariamente
bajo su estricto control. (Podían registrarse, sin embargo, los efectos residuales
de la disección de acuerdo con la experiencia sensorial y con un armado
dcf~ctuoso, en las pocas ocasiones en que dijo "no quiero oír" y puso sus manos
sobre sus ojos, o "no quiero ver" y tapó sus oídos con las manos.)

PRIMEROS IMPULSOS EPISTDfOFILIC'OS

Durante los primeros meses de terapia, Piffie demostró que estaba convencido
de que yo era un objeto materno que podía ser peneuado y cuyos contenidos
podían explorarse y ponerse bajo su dominio.
Las rutinas que desarrolló para entrar en Ja casa y llegar a mi consultorio esca-
leras arriba demostraban la-manera muy literal en que él vivenciaba el colocarse
dentro de mi cuerpo. Al entrar en la casa hacía una suerte de zambullida en el
piS\l: luego gateaba lenta y penosamente escaleras arriba empujando Ja cabeza
contra cada escalón y diciendo: "Venga y ayúdeme a alejar estos escalones
plop plop". Frecuentemente sacaba una varilla de la escalera y golpeaba cada
es~':llón diciendo "Bebé, bebé", o sostenía Ja varilla delante de su pene y la utiliza-
ba psra abrirse camino hacia el cuarto de juego. Antes de entrar,.a veces se arrodi-
llab3. y daba vueltas como si fuera un taladro, diciendo "agujero mamá", y luego
hacia girar su mano en redondo diciendo "agujero wee wee". • Una vez superadas
las dificultades de Uegar al cuarto, a menudo mostraba fantasías de encontrar allí
lo:> pechos, penes, heces fecales, orina y bebés que creía formaban los contenidos
del cuerpo materno.
Piffie también usaba Jos muebles para hacer casas cuyos cuartos equivalían
a c...'mpartimicntos dentro del cuerpo materno, yendo a detalles tales como tener
"un cuarto para estornudar" y "un cuarto para toser". La cualidad de la comun.i-
c:ición en estas dramatizaciones indicaba que, en ese estadio, había sólo un
~ueño grado de diferenciación entre Ja casa como símbolo del cuerpo y el
cuerpo mismo. Hacia esta época su habla se desarrolló con rapidez; también
comenzaba a dibujar y modelar. Klein (l 932) acentúa los lazos entre los impulsos
cpts:temofílicos y los empeños por parte del bebti para conseguir a la madre en la
etapa del sadismo máximo. "Parece ser que su primer objeto es el interior del
e~ materno, que el niño considera al principio como un objeto de gratifica-
~ oral Y luego como el sitio donde tiene lug:i.r el coito de los padres y donde
~ situados el pene paterno y los otros bebés. Al mismo tiempo que quiere
• S:a.eYamente·. ·~ onomatopéyica del lenguaje infantil equivalente a la palabra pis en
"-i>. (N. del S.!
castc·
LA ENFERMEDAD AUTISTA RESIDUAL 153

forzar su camino dentro del cuerpo de la madre para tomar posesión de sus conte·
nidos y destruirlos, quiere saber qué sucede allí y cómo son las cosas que hay
adentro" (pág. 241 ).
Los estímulos externos, que se viven romo invasiones abrumadoras, pueden
excluirse mediante los procesos autistas. Posiblemente para Piffie disminuyó la
necesidad de empicar estos métodos por la constancia y las condiciones de aparta·
miento provistas por la propia situación analítica, y por encontrar un objeto más
capaz de contener las proyecciones de sui ansiedades. Sin embargo, la menor
perturbación de la situación analítica causaf'I;, grandes trastornos. Uno de estos
incidentes ocurrió cuando ·vlO a un hombre limpiando vidrios en el pasillo de mi
casa, durante el octavo mes de terapia. A continuaci~n pasó muchas semanas
haciendo dibujos de un hombre en una escalaa, primero en !as paredes y luego en
el papel. Comenzó a contar los peloanos, "un escalón, dos escalones", luego una
mescolanza de números, que mejoró con d pasaje del tiempo. Día tras día se
ocupó dé pegar esta acumulación de dibujos en las paredes, subiendo escaleras de
muebles para alcanzar los lugares altos. En bs primeras etapas se interrumpía de
cuando en cuando, corría hacia la ventana y la golpeaba con fuerza mientras
gritaba: "¡Váyase hombre papá!". Más Urde, llamó a sus dibujos sus bebés
y los pegó en las paredes.
El hecho de haber visto al limpiador de ftirios significó para él que su mamá-
casa había sido efectivamente invadida por d pene. Este estado de cosas no podía
tolerarse, aunque sí dominarse mediante mucha aplicación por el desarrc llo casi
precoz de sus medios de control. Se podrá decir que dominó al invasor y se
apropió de sus habilidades, incluyendo sm capacidades reparatorias y creativas.
Piffic resistía, sin embargo, los intentos de ayudarlo a enfrentar estas ansiedades.
Su método era reducir la ansiedad a pcquems porciones y hacerla desaparecer, en
lugar de encararla con sentimiento y elaboarla. Su progreso consistía en mejorar
sus medios de control; y mediante la identifJCación con su rival alcanzaba la re-
paración maniaca. La experiencia de rivalidad y celos quedó desprovista de signifi-
cado; y los dibujos, que rápidamente )ogD.rOn un nivel muy alto para su edad, a
veces se limitaban a indicaciones estili7.adas de peldaños de escaleras y aperturas de
ventana; instrumentos paternos de intrusión y aperturas maternas, lal como Piffic
las organizaba.

REPARAOON

Hubo muchos ejemplos similares de reparación por medios maníacos. Por


ejemplo , con los muebles del cuarto construyó un par de casas acoplad'as*, una
para él y otra para mi. Actuó de modo que, mientras yo durmiera de noche, él
treparía por un agujero mágico en la pared y entraría en mi casa. Luego robaría
las caflerías y todas mis fuentes de agua. Al descubrirlo a la mañana siguiente, yo

• Semi-detachw houses, un tipo de construcc:ión ;.glesa en que dos casas se apoyan en la misma
medi3nera.1N. del S.]
S. HOXTER

llamar la al plomero en un estado de gran angustia . .Entonces quien aparecería ·en


mi puerta como un radiante plomero sería Piffie, de pie orgullosamente frente a
mi. ¡como un brillante caballero al rescate!
En contraposición, quisiera presentar un material que, considero, muestra un
encuentro genuino con la ansiedad , a la edad de cinco años. Quería copiar el
dibujo de un libro pero no pudo hacerlo satisfactoriamente. Trató de obligarme a
que lo lticiera por él, y cuando también esto Je falló, gritó, se enfureció conmigo y
me pateó, rompió el dibujo y derribó o desordenó los muebles. Luego pareció
derrumbarse y se volvió muy alejado. Se paró en un rincón del cuarto con aspecto
exhausto y vacío, mirando delante de sí con los ojos en blanco y tirándose del
pelo. Aunque se recuperó algo, permaneció desgraciado y distante por dos días.
Durante el tercer día reunió unos diez pedacitos de su dibujo y Jos pegó
cuidadosamente con cinta adhesiva. Dijo: "Dígame nuevamente qué ha sucedido".
Repetí las interpretaciones que había hecho en los días anteriores. Después de
cada oración él decía: "Y entonces, ¿qué?". Relacioné la destrucción del dibujo
con mi propia destrucción representando a la madre y su sentimiento de que
él, entonces, sól6 me tenía como la madre rota dentro de sí. Esta vez no dijo: ·
"Y entonces, ¿qué?", sino "Y entonces yo estaba muy triste".
En esta ocasión me pareció que sentía que el objeto había sido fragmentado
por un ataque -no disecado de manera de poder controlarlo-. Elaboró Ja ansiedad
hasta el punto de que fue comprensible, en lugar de alejarla hasta quitarle signifi·
cado. El hecho de pegar nuevamente los pedazos del dibujo no fue una reparación
maníaca dependiente de la negac ión de la culpa y del robo de cualidades omnipo·
tentes. Su genuina naturaleza se evidenció por estar acompañada de una
reintegración de la experiencia y por una restauración del mismo objeto que pudo
funcionar en relación con él de una manera más valiosa que antes. Reparacionés de
esta naturaleza no sólo restauran el statu quo, sino que representan "aprender de
la experiencia" -un paso hacia la madurez que enriquece la personalidad:-.

MECANISMOS OBSESIVOS PRIMITIVOS

Mucho del material descrito concerniente a las fantasías de Piffie acerca del
interior de la madre como una casa a explorar para tomar posesión, puede
comprenderse como expresando la liberación de los impulsos epistemofílicos
normales en el bebé en desa rrollo. Gran parte de este material indicaba, sin
embargo, las formas en que los mecanismos obsesivos primitivos daban fuerza a
ese impulso a poseer conocimiento, tanto como obstruían el desarrollo de la
comprensión de los objetos totales.
Durante el segundo año de terapia y los siguientes, se puso a la tarea de domi-
narme pedacito a pedacito co n · extrema perseverancia. RetrÓspectivarnente
parecería que había planeado de manera deliberada proveerme de suficiente ·interés
y variedad como para mantenerme feliz y producir una ilusión de cambio,
rrt~ntras :aseguraba privadamente que el desarrollo permaneciera en gran
m~ll Ida detenido.
LA ENFERMEDA D AIM'ISTA RESIDUAL 155
Describiré dos series de actividades que son particularmente reveladoras de
sus mecanismos obsesivos. Una se refiere a sus traz.ados y dibujos de los
contenidos del cuarto. En cierta ocasión mientras dibujaba en un papel sobre el
piso, hizo el descubrimiento casual de que al sombrear un área se revelaba el
tnndo de un cabello que se encontraba bajo el papel. Esto lo entusiasmó y
durante muchos meses pa;ó parte de Ja llllyoría de las sesiones haciendo trazados
similares, a los que llamaba "álfombras.. Estaba especialmente pre~cupado en
trazar las fisuras y las cabezas de los cla•os del piso, usando todos los colores y
sus combinaciones. Hiro experimentos poniendo distintos objetos bajo el papel:
un trozo de piolín, una goma, tijeras, etc., y todas las combinaciones, variaciones
y modelos de esta colección de objetos. También hizo dibujos de los contenidos
del cuarto; por ejemplo. una goma y un lápiz separados, una goma y un lápiz
juntos, dos sillas juntas, dos sillas separadls, una silla de costado, una silla al revés,
um silla sobre el diván, en el la\-abo, en el papelero, etc., hasta el infinito. Estos
dibujos fueron atesorados durante los ar.os siguientes y volvió a ellos una y otra
vez. Los retocaba, les agregaba detalles, emparejaba los bordes deílecados, los
reunía como libros, los separaba nue\'m1ente y formaba otros libros con un
método distinto de clasificación. ~lás tarde agregó escritura a los dibujos - pero
cada palabra de una oración era en.:apsulada dentro de un marco y, en
mnsecuencia, aislada de su contexto- . Estas act ividades eran una especie de diario
y un depósito de -¡.-nemoria para él. Formaron también un museo de los trofeos
ganados del interior y exterior de sus objetos matemos.
Revelan una forma concreta de introyección. Casi literalmente se apoderaba
de mí pelo a pelo, a veces diciéndose con insistencia: "¡Hazlo, hazlo!". Al frotar
su crayón sobre la fisura del piso cubierta por el papel, parecía al mismo tiempo
apretarse contra la fisura y tomar posesión de ésta al traspasarla al papel, donde
pcnnanecería cuidada por él con solicitud. pero aislada e inmortal_
Estas actividades puecían al principio referirse al trabajo con los procesos
introyectivos. Más tarde me fue posible comprender que, para Piffie, esta activida d
sólo era una ecuación simbólica, y pude así establecer que la introyección era
literalmente para él un proceso de incorporación semejante a la colección de un
catálogo.
Su método de enca¡¡sularme en partículas separadas y diminutas volvía el
proceso casi indoloro . Cuando, por ejemplo, tomó un cabello de m i cabez.a, era
imposible que yo me quejara de violación sádica. Con diferencia de él, yo ya
no era consciente de mi cabello perdido como una parte valorada de mí misma.
Puede, sin embargo, considerarse la posibilidad de que él careciera de impulsos
sádicos en una forma fuera de lo común. Es posible que el sadismo también haya
formado parte del proc¿:so y se fuera ronvirticndo en partículas diminutas, casi
invisibles. Posiblemente cada dibujo tras;iasó, no sólo una partícula de mí misma,
sino también una partícula del sadismo de Piffie. Su agresión, especialmente
manifestada cuando la empleaba con fines posesivos, también la util.izaba para
mantenerse aferrado a Jos segmentos de su inmoviliL.ado objeto.
Otra expresión de sus mecanismos obsesivos, esta vez. vinculados al encapsula-
miento, se hizo evideme en su actividad, largamente sostenida, de hacer paquetes.
Unas pocas semanas antes de sus primeras vacaciones de verano comen7.ó a dedicar
S. HOXTEB.
156
plrlc de cada s~sión a po~er ~n artíc~ , o pequeños grupos de articu!os,
en el medio de c1rculos concentncos dibu,ados en un papel.Esto luego formo la
en,-oltura de un paquete atado con piolín muy tirante. Al principio pensé que
simplemente expresaba una fantasía de empacar pua bs vacaciones, pero el
pro,'<'SO continu~ tambié,n ~es~ués, hasta que en ~ o_portu~~ad sólo un rest~
del .:ruyón marron quedo libre para su uso; una v1vid:i dustrac1on del empobrec1-
miento q ue surge de Ja encapsulación. Esta actividad acompañó un~ ~ecuencia de
cin''' vacaciones. La única explicación que daba erJ que los paquetes eran "para
rnant(ner la lluvia 3fuera ". •
l'or cierto estaban cemdos a prueba de agua, disffiados para asegurar no sól9
13 e,.-lusión de los rivales. sino también para ascguru que ninguna parte de mí,
su ,,!>jeto, pudiera escapar o tener alguna cbse de asociació_!U) ''.relación íntima"
con Jlguna otra parte de mí misma. Este proceso es d opuesto a poner todos los
huc,us en una canasta. De ma nera similar, pequefü.s porciones de Piffie eran
def'1s1tadas a buen resguaréo en apretadas envolturas r:::itemales.
Sus actividades con frecuencia se relacionaban ccn el ensamblado de objetos.
Hi.:,1 una serie interminable de gatitos de cartón coa miembros segmentados y
~Jos con cinta adhesiva. También pintó una serie !.e "negocios de gatos". Cada
,idn.:ra mostraba filas de partes de gatos; una, cabctlS, b siguiente, miembros, la
siguiente, colas, t'tc., ea distintos colores. Estas ~ debían ser compradas en •
~uot::is y entonces armadas. Pero luego de armadas ~~ acuerdo con semejanza de
,...._,!..-res y denominadas "!3tO p"'dre" , "gato madre~, etc., estos gatos debían
.:1,iJirse y rearmarse con partes multicolores y una uta! pérdida de identidad, lo
..;:.~ le daba muchísimo placer. En esta forma moi::ró sus fantasías de que los
°:-<t>¿; no crecen sino q1;e ~ armo.o con piezas ya he=.as dentro de los contenidos
.:.. ..:uerpo materno, así como su de-;isión de tomar c.Jalqoier parte que le sirviera
~. 1uy cspecialmerlte, su esfuerzo por controlar la ..:omposicióo de sus objetos.
:\ menudo quería que hiciera cosas para él. Cuando yo no lo complacía,
!l:"'.:.ilaba que me cortaba l:is manos y se las pon ía ei las suyas. Esta act uación se
:onvirtió en un gesto estilizado, q ue sugeriría tl posible origen de ciertos
-:c._,,iJnientos bizarros de algunos niños autistas.
Cuando se preparaba para ir a la escuela por p:mera vez, sintió la necesidad
.:.~ esta acción con parti.:ular fuerza. Día tras día dibujó las partes que sentía
·:-:i :i necesitar. Mi cabeza. su cabeza, mi brazo dere.::io, su brazo derecho, etc. En
::i.!J oportunidad tomabl posesión de wia de mil partes, dándome la suya a
,-.i.=;bio y llamándome burlonamente º'Bebé, señora I:oxter". Finalmente armó las
?anes en dos dibujos qu~ fueron: Piffie se convirtió en la señora Hoxter y vicever-
sa. l:ntonces, dudosamente equipado y vestido con mi disfraz, se preparó para la
.!i.iícil y penosa prueba de la escuela.
A pesar de haberse preparado de esta manera, hzo un rápido progreso en sus
tl! ..~iones, co~~ ya he descrito. Durante este ~odo hubo oportunidad de
::nbo.jar con las perturbaciones más normales y 1eÍJróticas. En consecuencia,
.:Ul:ldo por razones externas fue necesario interrum;v la terapia a la edad de ocho
lf<>s, pareció bastante apropiado hacerlo y recono:er los limitados logros y la
n.;:iectativa de que en b adolescencia sería necemio nuevamente recurrir al
LA ENFERMEDAD AUTISTA RESTIX."AL 157

tratamiento. Hubo un período ha.ante prolongado d~ preparación para ti cierre


y Piffie finalmente pareció detcr.::unado a enfrenw!o. diciendo: "AdJÓs para
siempre, para siempre y para siempr~ ~unca más la vol,'!ré a ver".

DISCUSION DEL PRl!E.~ PERIODO DE LA ?SlCOTERAPlA

Es evidente que Piffie vino a '1 terapia en una e-.lpa que en varias maneras
difiere de los otros niños estudiaó.;> en este libro. ~e el punto de vista de su
pronóstico, no sólo tuvo la venta}< de ser el menor al ~ntrar en terapia. sino que
también fue desde el principio el t::•mos incapacitado ?Jr el autismo. lnioolmente
era no-verbal y en gran medié.J. asimbóüco, rea.iu:!ndo ecuaciones de los
contenidos del consultorio con ~entos y partes e~ su cuerpo y del materno.
Sin embargo, desde las primm.1 semanas mostró un eJlorme impulso de
comunicarse y aprovechó con fa.:tlidad la oportu::ilad de cnoontru en su
terapeuta un objeto que podía co~~ner la proyecció-= de sus estados p.!nosos y
confusos, luego de lo cual pudo '77enciar procesos 1e::ipranos de diferenciación,
que lo llevaron a la formación de símbolos y a la co:nuücación. A difttencia de
Timmy, su objeto no consistía c11 un despar13mo de segmentos diminutos hasta
el punto de carecer de una estruaura discemi>le ; oczsionalmentc había pruebas
de un objeto "delgado como pa¡:.=f', pero la rápida reversibilidad de adentro y
afuera se mantenía como un píczro juego, un truco encantado d e Piffie el mago,
y no dalló seriamente su concepción del espacio interno. Se mantuvieron
suficientes 1ímites entre el sel[ y e- objeto como para ;:ermitir ir adentro y afuera
de éste. Piffie vino a terapia con h .:oncepción de un .:-'.:j(fo semejante a una falda,
siempre abierto a él, pero de to:Os modos capaz ¿~ mantener rudira<:ntos de
estructura suficientes como para ~~llr de CODtinent.:. ~ así pro~cr UD punto de
partida para su ulterior desarrollv. Como los otros :ilños, él ya habú perdido
"tiempo vital de maduración mer;:L... Pero fue pos!:;'.¿ observar cómo trataba de
recuperar con ahínco y rapidez el uempo perdido, y c·.note el período dt terapia
este proceso no se interrumpió C-! ninguna manera ~n períodos de desmenta·
lización.
El objeto de Piffie ciertamer.:~ era segmentado. ~ero cuando se lo compara,
por ejemplo, con el de Timmy, sw segmentos parece:; ;cr porciones significativas,
con significación inmediata CD la relación transfrrencial, y con suficiente
coherencia como para permitir C:L'.é hubieran claras reacomodacioncs intencio-
nales.
" Intencionales" parece ser :r:i adjetivo clave ;:ara describir a este nii'lo
competente, trabajador y hábil. Rlnmente se manifes-ü) en Píffie el proceso pasivo
de desmantelar el propio aparato cental, cara.cterístico del niño autista. Piffie po-
día derrumbarse en la infelicidad~ la frustración, y cumdo esto ocurría, el derrum:
be era lo suficientemente severo c:>mo para causar aiar::Ja en sus padres) maestros;
pero estos incidentes eran básicameme respuestas a hedos que él sentía que amena-
zaban su posesión o control del OO}eto. En contraposkión con los niños con autis·
mo más severo, Ja mayor parte de su yo estaba intacto. Por ~o. el autismo de l'iffic
158 S. HOXTER

difería grandemente del de Timmy y John en que era un proceso activo y no pasivo,
utilizado frecuentemente con fines defensivos. Esto lo hacía mucho más accesible
a la interpretación. Se aferraba a los procesos de segmentación y encapsulación con
te rca persistencia y había , a veces, un grado ligero de sadismo en su empleo por lo
que. ocasionalmente, podían observarse consecuencias persecutorias y claustrofóbi·
cas. Estos rasgos, y particularmente la naturaleza actiV<l de los procesos autistas resi-
duales, pueden considerarse índices favorab les, y por cierto que encontré estos
procesos activamente significativos más tolerables en la contratransferencia, menos
proclives a despertar sentimientos de desesperanza, que el desmantelamiento
pasiYO que lleva al estado de desmentalización.
Para Piffie, la separación entre él y su objeto era intolerable porque contenía
la amenaza de muerte. Todo "crecimiento" que implicara la amenaza de
separación debía prevenirse. El desarrollo, en el sentido de la maduración, era en
gran medida activamente detenido y reemplazado por una extensión de sus habili·
dades de control, por áreas de mayor conocim iento y dominación.
En la primera infancia, tal vez puede haber mantenido la ilusión de que no
existía la separación mediante su sueño prolongado. Más tarde se empeñó tan
completamente en controlar a sus padres y a su terapeuta, que ellos debían sentir-
se como "paquetes", como una ajustada envoltura materna modelada en tomo de
sus necesidades infant iles tan compleramente que casi no h,abía suficiente distancia
entre el deseo y su satisfacción como para que existiera conciencia de la brecha
mortal de la separación. La completa posesión del objeto, o al menos de uno de
sus 5egmentos, era sentida como una urgente necesidad de preservar la vida de
ambos, de sí mismo y del objeto, y era básicamente para este fin que utilizaba
sus mecanismos de defensa obsesivos.
La temprana historia de Piffie sugiere que el pezón, al que no podía prenderse
para succionar. representaba un segmento especiálmentc peligroso de su objeto.
El pezón, que opera como un intermediario entre la boca del bebé y el contenido
del pecho, im plica separación al mismo tiempo que unidad. Más tarde Piffie
demostró que sentía que el pezón, al que llamaba "bocadito" *, era un intruso
que interfería entre la boca y el acceso al contenido del pecho . El pecho sin pezón
se convierte en un objeto tipo bol, como intestino"*, en el cual él podía entra¡
fácilmente y servirse de lo que deseara. El materia.! había manifestado qué poca
diferenciación existía entre el aspecto oral y el anal.
Su sadismo oral fue proyectado en gran medid.: en el pezón, el precursor de·
fantasías posteriores acerca del pene. La actitud de Piffie era que el pecho debía
protegerse de la unión con este peligroso pezón; deb ía arrancárselo - tal vez como
un cabello- o envolverse y mantenerse aparte. Si el pezón insistía en inmiscuirse
(como el limpiador de vidrios) o si el pecho persistía en su necesidad por el pezón
(como las cañerías de agua), el problema puede solucionarse si se asume la identi-
dad del intruso y, en consecuencia, se torna posesión de sus atributos y uno mismo
se convierte en el agente q ue controla y repara al objeto materno. El deseo de ser

• N ipp//1 1 pezón y nibhle. bocadito, mordisquito. [N. del S. l


•• Jt!('l'" d e rollbras: bo ....t. bol r bowel, ir.tcstino. (T.J
LA ENFERMEDAD .... UTISTA RESIDUAL 159

el proveedor exclusivo de un objeto dependiente motivó muchos de sus impulsos


a adquirir habilidades.
Sin embargo, la experiencia con ·el pezón forma el modelo para conectar y
vincular. Negando su existencia, pudo mantener la fantasía de entrar en su objeto
y adquirir sus contenidos. Pero estos contenidos eran segmentos .semejantes a
excrementos, que debían hacirtirse y acumularse, más que introyectarse e inte-
grarse. La introyección .e integración verdaderas no oueden tener lugar sin la
presencia de un vínculo vivo. ~-
El fracaso en lograr la introyccción ¿ integración d..: objetos dinámicos vivos
constituyó una gran dificultad en la ,-e1apia de Piffie. Su espacio interior trabajosa-
mente desarrollado estaba organizado corno un museo, con espectl11enes identifi-
cados escolarmente, cada uoo aislado en su propio estuche para ser guardado y
recordado eternamente- pero jamás para ser usaulí-.
En el cuarto año de la terapia de Piffie tuvo lugar un laJgO intervalo, fuera
de Jo común, de diez semanas. Al volver, asumió el papel del príncipe que des-
pierta a la princesa de su sueño de cien años. Bailó alrededor del cuarto de manera
encantadora, tocando cada objeto y volviéndolo a la vida - a partir de lo cual
sus sesiones pudieron proseguir como si nada hubiera sucedido-. No fue sino
después de varios meses y después de otras vacaciones, que pudo pemlitirse
mirar, oír y tomar conocimiento de que había llegado un bebé al hogar de la
terapeuta durante su ausencia_
Cuando, al final de su primer período de terapia, dijo ..Adiós para siempre
y para siempre", e~t:a afirmación no indicaba probablemente la aceptación de
separarse de un objeto externo. Retrospectivamente, la veo mis como una indica-
ción de que él me había encerrado en uno de sus lugares de depósito. Una cortina
de hierro había caído entre norotros externamente, e internamente él guardaba
un objeto encapsulado , tan sin vida, tan inmortal y de acceso tan prohibido como
una momia egipcia.
Dos años más tarde vohió, esta vez porque sus padres estaban preocupados
por su manifiesta depresión.

EL SEGl"\'DO PERIODO DE LA PSlC'OTERAPIA

En la primera ocasión lloró porque el electrici:."ta, que había estado cambian-


do los cables de su casa, hab ía terminado su trabajo y se había ido. Con lágrimas
me contó que "toda~ las cosas hermosas tienen un final" y que por ello él no
podía disfrutar de nada. También expresó sus agudos temores de que su madre
muriera. A continuación miró sus antiguos dibujos. recordándolos en gran detalle,
y quedó encantado cuando yo también los recordé. Había Wlll gran idealización
de la ya perdida infancia que pasó conmigo.
Sin embargo, una vez que se decidió que la terapia debía recomenzar regular·
mente (aunque sólo una vez por semana) se puso a trabajar en su manera carac·
terístie<¡. Para comenzar se preocupó en explorarme para dominar los hechos que
habían ocurrido durante su ausencia. Dibujó planos de una casa de departamentos;
S. HOXTZR

0
ocupaba uno de ellos. Una enredadera aeció y gradualmente invadió. los depar-
iarnentos. Los límites entre los departamentos cambiaron al acomodarse los dis-
fntos ocupantes en los territorios de otros: intercambiaban recintos, echaban a
l~s rivales. se casaban, cambiaban de pareja o tenían hijos que a su vez echaban
3
los padres. En su viejo estilo, .~1 mismo dibujo ~ra dib~jado, rehecho ~alterado
interminablemente. Hubo tamb1en una larga sene de arboles genealógicos, que
111 ostraban que yo tenía hijos locos o asesinos, o que Pifíle era mi pariente; pero
que mostraban, también, sus esfuerzos por controlar la mortalidad.
, Durante un tiempo pareció que la sesión semanal era suficiente para aliviar
su depresión, sob1e todo al asegurarle de que yo aún estaba viva. Al principio
usó las sesiones fundamentalmente como medio de facilitar sus fantasías de dete·
ner el progreso, con preferencia a mantener los siempre cambiantes pero inva-
riables procesos omnipotentes de posesión invasora y de control. No obstante,
estos procesos ¡><>dían vincularse ahora mis directamente con su ecuación simbó-
lica de la separación del objeto materno y la muerte. Sus mecanismos obsesivos
eran considerados una defensa contra el temor a la ·muerte pero también como
procesos para las satisfacciones primarias del contro~ omnipotente. .
Después de largos períodos de trabajo sobre este lineamiento, le fue posible
usar las sesiones con menos exclusividad para Piffie el bebé omnipotente y lograr
analizar más directamente las ansiedades persecutorias experienciadas en la escuela
y el funcionamiento de su psicopatologia en su vida extrma. Durante un largo ~ .
período, sin embargo, cualquier amenaza a su fantasía de posesión omnipotente
de al menos un segmento de su objeto, daba lugar a un rápido refuerzo de sus me-
canismos obsesivos.

ANSIEDADES RELACIONADAS CON LA ESCUELA

Durante los primeros años escolares surgió material relacionado con las seve-
ras ansiedades que vivenciaba al asistir a la escuela. Esto continuaba básicamente
sin cambios cuando recomen7.ó su terapia. Sin embargo, hasta que cumplió doce
anos no fue realmente capaz de hablar acerca de la escuela de manera directa
en su tratamiento. Los siguientes comenwios se refieren entonces al sufrimiento
experimentado desde al menos la edad de seis años, y que sólo disminuyeron de
alguna manera en tiempos más recientes.
A la sola mendón de la escuela acostumbraba poner las manos sobre sus
orejas y a correr como un animal atrapado. Quería mantener su relación conmigo
tomo un área protegida de uso exclumo para las ansiedades e indulgencias de
Piffic, su sel[ bebé, y excluir todo lo relacionado con su vida exterior como Chris·
topher, el escolar.
La r igida separación entre la vida escolar y familiar se ilustraba en sus sen ti··
lllíentos acerca del uniforme escolar. CU2ndo pequeño había experimentado
SCv~1as ansiedad~ al usar ropas nuevas. Ponerse el uniforme escolar, especialmente
la C.Wbata, era para él una prueba muy penosa. Con grandes esfuerzos evitó siem·
Pre venir a la sesión con su uniforme. Esta ansiedad había sido un factor más en
LA ENFERMEDAD AUTISTA RESIDUAL 161

sus dificultades en hacer amigos; era incapaz de tolerar el encuentro con alguier.
vinculado con ia escuela, fuera de ésta. E, incluso más tarde, cuando deseaba
tener amigos, sufría terribles dilemas acerca de si las visitas debían hacerse en
vestimenta escolar o de casa.
Sentía terror de los otros niños y era totalmente incapaz de participar en nin-
gún juego que implicara actividad física y que lo expusiera a burlas; se agitaba
excesivamente si alguien tomaba prestado o escondía útiles en su pupitre. Una
paradoja de la rígida separación que había impuesto entre hogar y escuela fue
su insistencia en que lo llamaran "Piffie" en la escuela. Era suficiente que un
compaficro lo llamara Christopher para que quedara reducido a rabia y lágrimas
impotentes. Piffie el bebé debía permanecer seguro en casa dentro de mamá y
sólo en estos ténninos era capaz de entrar en su uniforme e identidad de escolar.
Pero también existía el terror de Ja pérdida total de identidad. Parecía que la mera
mención del nombre del alumno Christopher, podía confirmar mágicamente la
fmalidad de ser segregado de la identidad de Piffie, el bebé que vive Jentro de
la mamá. .
Podía separarse de su madre y asistir a la escuela en tanto sintiera que una
parte de si mismo continuaba viviendo dentro del objeto, manteniéndose ambos,
él y ella, en un estado de unión eterna. Emerger de su objeto, separarse y crecer,
contenían los tarores de ülia muerte inminente. Los cumpleaJ'los (antes de los
trece años) estaban siempre precedidos por semarias de creciente ansiedad. Mien-
tras no se mencionaran, todo parecía andar bien, pero si alguien en su casa o en
la escuela hacía b menor mención de su cumpleaño~ ~rngían en él ansiedades de
proporciones aterrori1,;intes.
Había un tabú semejante con respecto a toda m<!oción sobre su crecimiento.
Si podía de alguna forma imaginarse como un adulto, era como un huérfano sol-
terón, viviendo como un ermitaño, aprisionado en un cuarto en ruinas, en un
estado de la más abyecta miseria y pobreza. Más adelante dejaba caer comentarios
como "cuando crezca .. ." o "cuando vaya a la u nh'Crsidad ...", y entonces se
tapaba la boca con las manos.
Durante su segundo período de psicoterapia se hizo evidente que todos los
intereses y llobbies de Piffie se relacionaban con sus me.:::inismos e impulsos
obsesivos. Poseía una gran colección de conocimientos inútiles. Para dar sólo
dos entre muchos ejemplos posibles: acostumbraba copiar de los diarios los
detalles acerca de la temperatura del día anterior, m:hima y mínima, Ja cantidad
de UUYia caída, etc. Se enfurecía cuando había huelga de diarios, y su temor a las
vacaciones se expresaba en gran parte en su rabia por los intervalos que habría en
sus anotaciones del tiempo, mientras vi.tjaba al extc!rior. También hacía listas
de todos los artículos lavados en el lavarropas familiar_ Era posible, por ejemplo,
sabez- cuántas veces había sido lavado un detenninado par de medias. Las vacacio-
nes familiares y los lavados de ropa inesperados despertaban su furia por causar
estragos en sus anotaciones. Muchos ternas y palabras eran tabú, es decir que no
podían abrirse los compartimientos donde habían sido encerrados. Así su nom-
bre, Christopher, no podía ser mencionado, pero también había palabras que
nunca debían pronunciarse juntas: "madre" era permitida, ..fumando" también,
pero las palabras "madre fumando" eran excesivamente peligrosas y las contra-
162 S. HOXTER

rrestaba tapándose los oídos y con gritos. De esta manera, continuó, en gran
Jlledida con su excesivo control en el hogar, aunque fuera capaz en varios aspectos
de llevar la vida corriente de un niño de su edad .
Continuaba fascinado por explorar casas. Tanto en la vida real corno en sus
sueños, pasaba mucho tiempo investigando el espacio bajo el techo de su propia
c:isa y de la casa vecina. También disfrutaba en rastrear los sistemas de cañerías
y hablaba de abrir agujeros secretos para pozos de inspección, con 13_ ~spetanza
de hacer trabajos de detective sobre la prueba provista por Ja defecación y la
Jllt:nstruación.
Tenía un extenso conocimiento de geografía y-e·n particular disfrutaba en
coleccionar datos concernientes a oscuros lugares de los cuales nadie había oído
h3blar. Su envidia y rivalidad habían sido casi exclusivamente expresadas en este
contexto. Muchos de sus suefios se referían a bordes y fronteras, aduanas y
ClHltrol de pasaportes. Había viajado mucho con su familia, pero sus largas histo-
ri:is de las vacaciones no daban información alguna acerca de sus experiencias,
pues se reducían a listas de datos, tales como nombres de lugares y horarios
de salida y de llegada.
Podía disfrutar de la lectura de enciclopedias pero no sentía ningún placer
en la ficción o la literatura. Los boletines escolares indicaban que su compren- ..
sión era pobre y que sus composiciones carecían de imaginación. Se hacían ··, h~
comentarios acerca de su tendencia a manipular hechos sin entra en materia. ~l1$
ErJ excelente en cronología y en hacer árboles genealógicos buscando eri la ~
Biblia, por ejemplo, desde Ad<ín a Jesucristo. Pero los boletines escolares indi-
c1ban un pro!!reso irregular en conocimientos de religión y odiaba historia de
b manera en e_ ue la ensefiaban en la escuela, debido a que se ocupaba sobre todo
de guerras. Era excelente en matemática.
- Al princi¡:;io, en la escuela lo coi1sideraban un alumno excepcionalmente
e.a paz; quizá 1.3 pobreza del programa de estudios que imponía el txamen de
ing.reso y el ér.fasis puesto en el aprendizaje mecánico de memoria, enmascararon
b aridez del desarrollo de Piffie. l\·1ás tarde, sin embargo, los boletines escolares
indicaron en princi pio una creciente conciencia de b naturaleza de sus dificultades
educacionales. y luego cierto progreso en este aspecto.

MECANLSMOS OBSESIVOS ADICIONALES OBSERVADOS r::N LA TERAPIA

Cuando Piffie tenía once años h:.;bo una oc.asión en que llegué a la sesión
un -:uarto de hora tarde. No mostró en forma notoria ansiedad ni enojo, ni alivio.
M.: reprendió. y rápidamente inició una indagación cuidadosa de las posibles
r:ll.ones de mi demora, que tornó .la forma de un procedimiento judicial. Como juez,
él mismo examinó una especie de lista de mis pretextos, para mitigl!r las circuns-
1:1ncias. Aunque llevada con ligera burla hacia si mismo y hacia mí, esta empresa "
t'nt sin embargo conducida con seria determinación: duró más de tres sesiones de
su tratamiento de una vez por semana, y podría haberse convertido en una de
~11~ ocupaciones interminabl~s . Dividió una hoja de papel en columnas e hizo
LA ENFERME DAD AUTISYA 11.ESIDUA L 163
listas de un gran número de razones que po:rtan haberme democido. En esta

l forma hizo una detallada investigación de u:s áreas de mj vidz. primero mi


casa y vida familiar, es decir, atrasos causadoi :-ar las posibles e>.Jfencias, necesi-
dades y seducciones de mi marido, mi bebé, :n hijo, mi hija, etc.. segundo, mi
trayecto a la Clínica, cada tipo de transpon~ .;ue podría haber 1mlizado y los
riesgos relacionados con cada uno; tercero. il1L1 encuesta sobre mi trabajo
y relaciones dentro de la Clínica, las posibles ~encias de una variedad de pacien-
tes y de complicaciones con mis colegas de jen.rqu ía superior, ink.o r e idéntica.
Cada un.a de estas excusas eminentemente rcal.:os integraba una !~1 y era exami·

·t nada hasta extraer la conclusión de que no hab::i ninguna excusa, de q ue yo seguía


culpable. Debajo de cada ítem hacía enton<:e1 i.lll.1 línea, sellándo~ para siempre
antes de considerar el siguiente.
1 Este material ilustra su manera de man~.r:: un trauma poteo;¡;¡I y también
f demuestra que es necesario concentrarse en la ~ctura más que !:! el contenido
de su material para que las interpretaciones = eficaces. Con .::«tos visos de
realidad, los acuerdos que realicé para la hon .:e su sesión pueae:i considerarse
corno circunscribiendo un área de mi vida q:e el cenia derecho ¡ usar, un área
definible en términos de tiempo, espacio, rol: función. t\o obsta::te, en sus mo-
mentos de stress y con mucha facilidad Piffie ~rienciaba estos ¡;uerdos en una
forma concreta, menos auténticamente simbóáa. Su visión de lll sesión era en-
tonces como la de un cercado que contenía ma porción d e su objeto, un cercado
q ue estaba organizado y mantenjdo m ediante ei poder de sus nie-.canismos obse-
sivos omnjpotentes. Mi retraso amenazó c.,~ quebrar su control todopoderoso
y cuando las paredes de su cerca fueron atn"P!S!das surgió el p!'2gro de que se
sintiera abrumado por una ansiedad que o: .estaba prtparado :ara enfrentar.
Mi demora fue entonces aprehendida como ..ca experiencia trau=:atica potencial
- la cual él podía manejar mediante una rá?O movilización de J.!13 aún mayor
proliferación de sus defensas obsesivas , ca::;:s dentro de cajas. l.!. ansiedad, los
celos y la hostilidad que hubieran podido s= reacciones apropia.:.is para su sel/
infantil en esa situación, nunca fueron experi¡¡entadas. Cada rea~,ón emocional
estaba separada en partículas pequeñas, hasu ser inofensiva, des..:;¡nada y encar·
petada en sus archivos legales. Por estos rne=xis, evitaba para si rrusmo la expe-
riencia de ansiedad y para su objeto el imp-,._.:o de su enojo. A :¡:<!Sar de tener el
refinamiento de un ruño de once anos, de si.. .::ipacidad de leer ) escribir, de for·
mular y examinar hipótesis, puede verse qll! :;u reacción a este 1-.iuma potencial
era básicamente la misma que había demostnco en su primera \istJ a la edad de
tres ai\os. En tonces no hubo reacció n de a:.s:edad al posible tnJma de que su
madre lo pusiera en las manos de una extr..:a. En su lug¡ar se o:upó de ordenar
y alinear porciones de su objeto. En aquel::; ocasión las porcio:.¿s eran equiva-
lentes a sus bloques de construir, y en esta :::tmia eran apenas r.:.:oos que literal-
mente equivalentes a ítems de su ordenado cz:íogo.
Mi demora, el quebrantarnjento del ~to terapéutico, h sent ía también
como indicando fisuras en mis propios lírm:~ Con considerablt placer se arrojó
entonces en estas fracturas para explorar ár?aS internas de mi 'i!a de las cuales
normalmente estaba excluido. Al mismo tic:Ipo sintió q ue mis lúmtes parecían
debilitados y, por ende, que yo era vulneoole al abuso de sus rivales, cada uno
164 S. HOXTER

de los cuales debía nuevamente ser puesto en su luga r. Esta situación aumentaba '
su curiosidad, pero sin llevar a un aumento del aprendizaje. Fue como si él se .
viera urgido a rever los arreglos de seguridad de su territorio, pero ne;> a aumentar
su comprensión. Al explorar el contenido del material encontré, por ejemplo,
que interpretaciones acerca del temor de que yo hubiera sufrido un accidente o
de sus celos de mi hijo, no producían ningún aumento de sentimientos o de
insight. Era simplemente como si yo hubiera espiado sobre su hombro, mirando
dentro de una caja, y una vez dicho lo que tenía que decir, él hubiese contestado:
"Sí. .. bueno" y luego hiciera su raya, cerrara la caja, encerrara en ella simultá-
neamente mi interpretación y pasara al siguiente ítem. Entre todas sus conje-
turas había poco lugar para la posibilidad de que yo hubiera decidido lil>remente
hacer algo distinto o ver a alguien diferente durante parte de su sesión. Aunque
me juzgaba culpable, yo sólo era culpable de debilidad cuando otros irrumpían
dentro de mí. Esto le evitaba la necesidad de experimentar ansiedad de cualquier
naturaleza, depresiva o persecutoria, en relación directa con su objeto. Ninguno
de nosotros debía ser culpado en realidad: simplemente había una falla en el
sistema, y él era por completo capaz de resolverla mediante el refuerzo de sus
controles.
Experiencias de este tipo habían iluminado la necesidad de enfocar las inter-
pretaciones sobre los procesos de segmentación y encapsulación mediante Jos
cuales le era posible ma ntener con tanto éxito las satisfacciones del control omni-
potente. La similitud con el episodio del hombre en la escalera resulta notoria.

TRABAJO ONIRICü

Luego de casi un año de haber recomenzado su terapia, Piffie tuvo un sueño


relacionado con un sendero de empedrado i"egular. Deseaba sacar las piedras
y usar la tierra subyacente para hacer un cantero de flores. J::n algunos lugares
el cemento entre las piedras había comenzado a resquebrajarse, pero en otros
era demasiado duro para excavar. El trabajo del sueño de Piffie comenzó a sugerir
crecientemente que él se unía a mi tarea de de>'111enuzar todos esos límites in-
flexibles que unían los segmentos irregulares que destruían la posibilidad de
fertilidad y crecimiento. La tarea parecía a menudo interminable, pero ciertos
sueños de los años más recientes daban indicios para alimentar mayores espe-
ranzas.

Sesión a los trece años

Comenzó la sesión mirando y husmeando en un papelero, y· tironeando de


las manijas de algunos cajones cerrados con llave, asegurándose de que yo lo
miraba. Extrajo de su bolsillo un papel arrugado y mientras se sentaba a la mesita
dijo: "Ahora,mis sueños". Durante este período ésta era la pauta estándar de sus
sesiones: primero, una investigación preliminar, reducida casi a un gesto, como
1 LA ENFERMEDAD AUTISTA RESIDUAL

pan recordarme que estas cosas todavía enn importantes; luego el relato de suc-
165

ilos de los que él había tomado notas para trier a la sesión, y que en su transcurso
copiaba en una versión un poco más prolijl y larga mientras los relataba¡ firurl-
mente, terminaba la sesión hablando de los hechos en su vida cotidiana. La plani-
fiación de este procedimiento era por lo general perfectamente sincronizada
para ll<!nar los cincuenta minutos de la sesión.
En esta ocasión relató tres sueños.

Primer sueño
..
En el primer sueño, estaba nadando en una pileta al aire libre. pero no habia
bordes para contener o limitar el agua. Cumdo salf!' se dio cuenta de que estaba
desnudo y que debía ir así al vestuario para vestirse. Estaba muy preocupado por·
que faltaban algunas de sus prendas. Come:rzó a camiTlilT hacill su casa pero el viaje
era muy confuso. En parte regresaba a su C1lSQ en Londres y sin mibargo parecía
estar caminando cerca de la casa de campo de su familia. Afortunadamente tenia
una bníjula y pudo usarla para hallar su camino. Parecía estar ahora adecuadamen-
te vestido otra vez. Pasó un jardín que est.Jba lleno de jaulas. Habían estado ocu-
padas por animales, pero ahora estaban 1'0C:Ías, las puertas abiertas y los barrotes
podridos cayéndose en pedazos. Cuando llegó a su casa había una enonne cola
de gente esperando afuera, "miles y miles y miles de personas'~ Parecía que~/ oso
panda Chi-Chi vivía en u.:a jaula en el jariin atrás de la casa. HabÍiI u"n hombre
con un utensilio para dar la alamza ei1 C:30 de que Chi-Chi intentara escaparse.
Cuando Piffie fue a la casa encontró que ei loro (un animal doméstico que detesta)
se había escapado y estaba picoteando alp en la cocina. Su jaula que generalmen-
te estaba en el jardín de am:s estaba floja y podrida. Entonces la jaula de Chi-Chi
parecía haber desaparecido. Causaba mudio susto que se hubiera escapado. él
teléfono sonó muy real y alarmante. En el teléfono alguien dijo que Chi-Chi estaba
viviendo en otro lugar. Se despertó de golpe sintiéndose muy atemorizado.
Le fue difícil explicar la vfrida sen.<ación de temor, diciendo primero con
cierta incertidumbre que era porque Clri-Chi podría arañarlo. Pero rápidamente
agregó que sabía que los intentos de apareu a Chj.Chj habían fracasado y que era
más dificultoso para animales en cautivem poder reproducirse con éxito. A con-
tinuación de mis interpretaciones relató el !-.>gundo sueño.

Segundo sueño

Junto con muchos otros muchachos de la escuela había ido a Nepal Fueron
al palacio del rey y corrieron por todo d lugar; subieron y bajaron escaleras «>-
¡riendo hasta el punto de que casi las rorr:pen A la distancia vio a algunos mon;es
que vivían en otra parte del palacio.
Al contarme este' sueño rebosaba de júbilo, saltaba arriba y abajo en su asien-
to con una vivacidad fuera de lo comÍl:n y produciendo asociaciones. I.a más
significativa fue que había leído en los dQrios cµie el rey de Nepal había muerto.
S.HOXTER

\.staba muy indignado porque esta noticia no se emitiera por radio. Cáusticamente
1 lijo que había habido mucha información acerca de la reciente muerte del rey de
\)inamarca; todos se habían enterado. Pero si él no fuera un lector tan diligente
1le los diarios podría no haberse enterado nunca "de las muy importantes noti·
1·1as" de Nepal. Cuando yo estaba interpretando se me adelantó diciendo: "Y Jo
,¡ue es más, el hijo del rey ¡es ahora el rey!".

DISCUSION

Estos suenos indicaban la posibilidad de que las barreras obsesivas comenza-


1Jn a derrumbarse, lo que le despertó un estado interno tanto de alarma como
,\< excitación. El peligro de liberar a sus objetos de los procesos de segmentación
, restricción era de dos tipos. Por un lado, si su objeto era totalmente liberado
Jit los límites que lo encapsulaban (como la piscina sin cerco) no iba a tener es-
:ructura para proveer un continente, ni límites para prevenir su invasión infantil,
' el se vería forzado a zambullirse nuevamente en un estado idealiudo de total
.:11nersión en su objeto. Sin embargo, incluso en su sueño, él desea emerger de.
:-ste estado pero teme la pérdida de partes de sí mismo (ropa) y se encuentra en un
.~rndo de confusión. En el sueno está perdido en un ambiente desconcertante,
1J que diferentes áreas se han separado de sus sitios acostumhrados. Sin límites,
··\_) podía decir si estaba dentro o fuera de su objeto. "Áfortunadamente" encon-
:ró que tenía una brújuia pa.ra guiarse (desde un punto de vista optimista esto
:-.1dría representar un objeto analítico combinado capaz de mantener su propia
_nidad y sus propios límites). En realidad, en esa época, Piffie comenzaba a viajar
,'\m mayo r independencia. Asociando con sus sueiios dijo que llevaba 'consigo una
:-rújula y explicó que ésta le era muy útil, ya que si preguntaba por alguna direc·
;1ón la gente podía d~"irle que vaya a la derecha o a la izquierda, y él no saber si
~staba mirando en esa dirección o en la opuesta. En el sueño, desde el momento
~n que encontró su brújula, recuperó sus ropas y se recobró de los riesgos de
:ntrar en un objeto no cercado.
Al recobrar su orientación más madura de estar separado de su objeto y ser
~'\terno a él, se enfrentó con el segundo grupo de ansiedades, las que acompañan
J la liberación de sus objetos de sus mecanismos obsesivos. En el suc~o vio las
Julas podridas de doooe los animales se habían escapado. Esas criaturas estaban
.:presentadas por las tilas de miles de personas ante las puertas de su casa. Esto
.·.irece representar la posibilidad de un retorno a sí mismo de la multitud de por·
.:l\)nes segmentadas de objetos, ahor.i liberad.as de sus jaulas de solitario encierro.
\ntes de que el movimiento de liberación pudiera ponerse en ma rcha realmente.
Jpareció un hombre con un sistema de alarma llamando la atención sobre la
$1luación. El odiado loro ya se había escapado del jardín de atrás y picoteaba en
1:.1 encina, indicando posiblemente que los ataques Ol'llles dejaban su localización
-11i.tl y estaban "regresando al hogar", la relación con el pecho nutricio. El mayor
t(>CO de ansiedad se refería sin embargo a la osa panda: estaba muy alarmado
,1-.. perder el control sobre ese aspecto Chi~hi de su objeto materno. Si ella·
LA ENFERMEDAD AUTISTA RESIDUAL 167
se escapara de los confines de un estado de frigidez y esterilidad, sin hijos, él
podría perderla CQ las garras de un rival.
Co n respecto al segundo sueño es importante considerar que, para Piffie,
Nepal era una de las porciones remotas y secretas de la madre-tierra, con una
ubicación precisa que sólo unos pocos conocían co n exactitud y accesible sola-
mente a los más privilegiados, y en contraste con el despreciado estado de Dina-
marca, q ue era un lugar común, fácilmente conocido por todos.
Comparado con Barry, por ejemplo, Piffie tenía conceptos muy refinados
de la estructura materna, expresados durante sus primeros años en sus construc-
ciones cuerpo-casa, y también más tarde en su detallado y excelente conoci-
miento de la geografía_ Se deleitaba en coleccionar los datos más oscuros acerca
de pequeñas islas y estados monta ñosos poco conocidos, y se regocijaba en la
superioridad que esto le otorgaba. Tanto en sueños como en la realidad_ se ponía
enormemente ansioso y excitado al atravesar los bordes entre uno y ouo estado,
incluso entre un condado inglés y otro. Su necesidad casi compulsiva G~ dominar
la estructura geográfica, señala el esfuerzo requerido para mant ener, tanto a su
objeto como a sí mismo, fuera del estado autista propiamente dicho.
Estos sueños confirman varias indicaciones previas que sugerían que la es-
tructura y los límites intrínsecos del objeto materno todavía se diferen..-iaban sólo
vagame nte de Ja compartiroentalización producida por su propia organiz-1ción obse-
siva. Es posible conside rar que esta organización tiene el propósito de defender a
Piffie y a su objeto de los peligros de una invasión excesiva, y también s¿ utiliza para
mantenerse aferraclo posesivamente de partes divorciadas de su objeto, exclu-
yendo a los rivales. En el sq;undo sueño no es más él mismo, sino el padre - re y de
Nepal- el responsable de cuidar que el aislado objeto materno no sea expoliado
por las incursiones de sus rivales; y después de su muerte, Piffie pue:C~ orga1úz.ar
Jevantanúentos en el palacio. Esta situación ed ipiana típica, este reconocimiento
de su posición como hijo mal, raramente se manifestaba en Piffie. Es interesante
notar que, en este punto, fue capaz de unirse a otros muchachos en sus diversio-
nes, algo que prácticamente nunca ocurrió en sus sueños o en la re:ilidad. En la
distancia, si n embargo , permanecían los castos monjes de una orden de clausura,
la contraparte masculina de la enjaulada Chi-Chi, que también reílejJba la posi-
ció n distante a la cual Piffie generalmente se retiraba, alejado de toé.:i travesura
infantil. El mantenimiento de las organizaciones obsesivas a menudo parecía
ser para Piffie una actividad consumidora de vida. Desde el pun10 de vista interno,
el rey era un gobernante exigente, co n el cua l Piffic generalmente se identificaba.
Este esclavizante señor lo ma ntenía al ta nto del detalle de sus tareas_ que concer-
nían a las partes cercadas del sel/ y de los objetos. En relación con e:.ws objetos
enjaulados, Piffie estaba acostumbrado a comportarse corno un cuidador de
zoológico sobrecargado, responsable pero benevolente, que necesitaba co n1rolar
que en todo momento las jaulas estuvieran seguras y sus habitantes bien atendidos
(es decir, ni olvidados ni perdidos; olvidarse, perder, llegar tarde o hacer errores
triviales le causaba¡t excesiva ansiedad). Su vida diaria estaba organizada con la
precisión y el planeamiento de un horario de ferrocarril: sin b lancos, sin tiempo
libre; no toleraba ningún descuido en su larga lista de obligaciones diarias; nada
podía dejarse a la casualidad -o a la espontaneidad-. Esto tambi.:n se reílejó
1(í8 S.HOXTER

on Ja rutina y el gran esfuerzo que desplegó en sus sesiones semanales, y en su ho·


rror a correr el riesgo de un período de silehcio, cuando lo desconocido, lo no pla·
neado, pudiera liberarse de sí_ mismo o de su terapeuta. Por cierto, sería una nove-
dad de enorme importancia si (como dijo acerca d~I rey de Nepal) este gobernante
interno muriera y se abriera el camino para enfrentar las ansiedades que acompaña-
ban a la liberación de sus objetos.
El tercer sueño llevó a asociaciones concernientes a tornar fotografías. Dije ·
que dentro de cien años podría mostrar las fotografías 2 sus niet0s y ellos las
encontrarían IT\UY interesantes. (Por primera vez no se tapó !? h"ca con su mano
para ahogar la escapada admisión de que podía considerar un futuro para sí
como padre y adulto, pero ahora la duración de su vida había sido de algún
modo maníacamente alargada.)
Coleccionar fotografías y estudiar viejos álbumes familiares había tenido
gran importancia para él. Le fascinaba que mediante el clic ele una cámara, se
pudiera inmortali14r un momento pasajero. Dijo que sus dibujos de pequeño
de los contenidos del consultorio eran como fotografías y estaba contento de
pensar que podía volver a ellos para revivir sus recuerdos y encontrar que
las cosas no habían cambiado . Analizamos su sentimiento de que las fotografías
no sólo impedían la muerte del objeto, sino que también impedían que éste
cambiara y viviera. Concluyó la sesión diciendo que pronto iría al zoológioo,
pem esta vez no llevar ía su cámara: ya tenía suficientes fotografías de los anima-
les. Con una sonrisa chispeante agregó que s·1s fotos incluían una de Chi.Chi.

Sueño a· los catorce años

Unos meses más tarde Piffie dejó de usar la mesa pequeña y de necesitar
tener a mano los restos de material de juego para recurrir a ellos si el silencio
o un intervalo amenaza ran la rigidez de su plan de controlar a su terapeuta y
sus sesiones. En este punto fue capaz de usar el divá n y relatar sus sueños de la
manera acostumbrada. En la fantasía consciente, sin embargo, había vuelto a
una posición semejante a la de los castos monjes, y repudiaba con vehemencia
las señales crecientes de la pubertad. El siguiente sueño ocurrió en un momento
en que luchaba con la masturbación y anticipaba ro n miedo su primera
emisión.
Soñó que caminaba a lo largo de un canal que estaba separado del mar. En
la orilla habla un refugio hecho de madera hermosamente tallada. Supuso que
estaba a/Ji para proteger a la gente en caso de que el car.al desbordara. Repenti-
namente hubo una terrible tonnenta, el mar se embraveció y desbordó sobre el
Canal Era muy peligroso. Huyó muy lejos subiendo la ladera de la montaña.
Cuando alcanzó una altura segura se detuvo y miró hacia atrás, p,ero habia una
densa niebla; 1w pudo ver nada ni decir qué estaba sucediendo. Finalmente la
tonnenta pasó y se aclaró la niebla. Volvió al canal, esperando encontrar el refugio
destruido por la inundación, pero en cambio encontró, para su gran alivio, que
"alguien lo había desmantelado''. Las partes de madera del refugio, que ataban
hacina.das y sin da1ío, podían ser annadas nuevamente con facilidad. ("Desmante-
l.A ENFERMEDAD A UTISTA RESIDUAL 169

la r" fue su propia palabra al relatar el suelfo y yo nunca había usado ese término
con él.)
El canal, las aguas quietas contenidas dentro de límites fijos ~- separadas del
mar, ilustra su acostumbrada rigidez circunscrita, ejemplificada en es.i época por
la insistencia de que su pene sólo existía como conducto urinario. El ma r y las
tormentas ocurrían frecuentemente en sus sueños como imágenes utili1..adas para
representar fuerzas amorfas (es decir anónimas, irreconocibles) que resistían los
límites y controles de sus sistemas clasificatorios. En esta ocasión. el surgimiento
de _sus impulsos sexuales irrumpió. atravesó y barrió con las bureras obsesivas.
Sintió que era una peligrosa amenaza tanto para sí mismo como para el refugio
materno, cuya belleza apreciaba. Por un momento pareció que lo ünico que podía
hacer era huir. Pero esta vez no se retiró mediante una mayor IDO\ili1.ació n de su
estado obsesivo. Permaneció íntegro y en pleno contacto con el choque emocional
de la situación, contando con una montaíla·pecho a la cual huir; un objeto eviden·
temente capaz de contener su asustado sel[ y de restaurarle el coraje de pei:cibir
lo que "realmente" sucede. Desde la posición ventajosa y scg¡:ra de la madre,
se aclaran las nieblas del temor (¡,y posiblemente también la arnemza de un inter·
valo de desmentalización?). Al recobrarse, es capaz de pcral>ir que las ondas
tormentosas del orgasmo no causaro n un estado devastador de desintegración. El
valorado refugio materno, con sus partes hermosamente talhdas, no era tan
frágil como temía; mediante el uso del proceso de desmantebmiento, él puede
protegerlo con amor del tormentoso empuje de sus emociones.

C'O~CLUSIOK

Hace algunos años al hablar de su observación de que los gatitos nacen ciegos,
Piffie dijo: "Los beb és ta mbién nacen ciegos. Yo fui ciego y sordo hasta los tres
anos" - momento en que comenzó la terapia . Desde entonces ha avanzado m uchí·
simo, pero mi optimismo acerca de las condiciones presentes queda atemperado
por la cautela proveniente de anteriores decepciones. La mo,iliz:ación presente.
¿no será un mero reacomodo de sí mismo y su objeto, un proCtSO que puede ser
rápidamente seguido por un desmantelamiento adicional? ¿O s:in indicadores de
que se están haciendo preparativos para una integración genUÍJ':l ~ ¿Ha habido en
este análisis un aprendi1.aje real, una experiencia de crecimiento~ ¿O estamos aún
los dos apresados en la in terminable tarea de barajar y barajar s::s permutaciones'
El examen de este aparente desarrollo muestra hasta qué pl!llto este paciente
ha continuado condenado a complicadas versiones del inte~le estereotipo de!
ni11o autista. Capaz de movilizar sus ansiedades para extender sus t écnicas de
control puede hacer proliferar los ítems de las piezas de cooocimiento en sus
colecciones; pero gran parte de su aprendizaje, confmado dentro de estos límites.
es estático y estéril.
Esta condición muestra signos de modificación, pero es im;irobable que cam-
bie radicalmente hasta que sus objetos puedan ser liberados de su estado de para-
lización. Pero un objeto vivo es un objeto que puede morir. Un objeto introyecta-
170 S.HOXTER

do puede sobrevivir a la muerte de un objeto externo y puede continuar siendo


una fuente de vida. Puede alentar un crecimiento más amplio cuando, en términos
de Bien, el continente y lo contenido están en un estado de conjunción permeable
a la emoción. Un objeto retenido en un sistema concreto de incorporación es,
sin embargo, sólo una mera posesión: una vez perdido se va para siempre. Para
Piffic la pérdida de su objeto, ya sea por muerte o debido a un rival, es una pérdi-
da de vida. Anticipo que su autismo va a continuar hasta que pueda encontrar en
su terapeuta un objeto capaz de enfrentar el temor a la muerte y, por ende, lo
ayude a enfrentar sus propios temores. Entonces es posible que su boca se anime
a tomar el pezón y comience una relación viva.
CAPITULO VII

EL MUTISMO EN EL AUTISMO INFANTIL, LA ESQUIZOFRENIA


Y LOS ESTADOSMANIACO-DEPRESNOS: CORRELACION ENTRE
LA PSICOPATOLOGIA CLINICA Y LA LINGUISTICA 1 •

Donald Me/tzer

En la práctica, el psicoanálisis depende tanto de la función del ~bla, que


tendemos a darla por sentada hasta que debemos enfrentarnos con sus trastornos
más severos. Esas situaciones nos hacen comprender en qué pequeña medida Jos
psicoanalistas han conceptualizado hasta ahora esta act ividad· mental interior
de la verbalización y su manifestació n externa, la voca lización, para su propio
uso clínico. Este capítulo es una contribución con ese propósito, destinada a
ser usada en el consultorio y el cuarto de juegos; toma por lo 1anto material de
los recientes 1rabajos en lingüística, pero .no puede afirmar que le ofrezca a ésta algo
en cambio. Es conveniente, sin embargo, que las principales fuen1es de nociones
conceptuales se mencionen al comienzo, antes de considerar el material clínico. La
formulación de la función del lenguaje utilizada está basada en gran medida en el
trabajo de las siguientes personas: la concepción de 13ertrand RusseU de los
metalenguajes en distintos niveles de abstracción; el concep10 del lenguaje de
Wittgenstein, como parte de la "historia natural" de los seres huinanos, y su divi-
sión en lenguaje profundo y superficial; la concepción de la base musical del len-
guaje de Susan La nger, que aquí se considera para aplicarla al lenguaje " profundo"
de Wittgenstein, y la "gramática profunda" de Chomsky; la co ncepción de Bion
de q ue la identificación proyectiva se em plea como el modo primario de comuni-
car estados mentales, y que se considera aq uí co mo el contenido del lenguaje y
de la gramática "profundos"_. Tal vez sea conveniente establecer con toda clarid ad
que la concepción de este trabajo no concuerda co n los puntos de vista que consi-
deran a la mente equivalente al cerebro , y en consecuencia no armoniza con ideas

' Trabajo leído en el XXVIII Congreso l nlernacional de Psicoanálisis, París, julio de 1973.
Publicado en lnt. J. Psycho-Analysis, 1974, 55, págs. 397-404.
• También en Rev. Psico-Anál., 1973, 30, págs. 703-720. (N. del S.)
172 D. MELZ.TER

basadas en la neuropatología, como las de Merleau-Ponty cuando emplea las


observaciones de Goldstein sobre la afasia, ni tampoco con los criterios evolucio-
nistas presentados (por ejemplo) por Roman Jakobson, que presume que el
nii'lo aprende comenzando con "emisiones de un fonema-una palabra-una ora-
ción".
Pero en lugar de Uevar más ·allá este debate teórico, es prefenble pasar a Jos
halla1.110s clínicos para demostrar cómo éstos contienen implícitamente una teoría
del desarrollo y de la función del lenguaje, tanto de la verbalización como de la
vocalizzción. El enfoque puede resumirse entendiéndolo como una operación de
flanqueo enfocada en el autismo infantil, ya que en lugar de describir su fenome-
nología clínica, sé presentará material clínico de dos pacientes esquizofrénicos
Y uno ma1~íaco-<lepresivo. con el propósito de definir cinco factores de la función
- -del lenguaje cuya perturbación conduce al mutismo. Luego demostraremos cómo
los cinco factores operan en el autismo infantil, interfiriendo en que el habla sea
parte de la "lústoria natural" de estos niños.
Estos ci nco factores que pueden verse operar independientemente, por tandas
o en conjunto, en las enfermedades mentales donde aparece una tendencia al
mutismo, son los siguientes.

a) Es necesario que el funcionamiento mental sea suficientemente ordenado


para que tenga lugar la formación de pensamientos oníricos adecuados para la
comunicación por algún medio, y no que meramente requieran eva'wación (Bion).
b) Debe existir un aparato capaz de transformar los pensamientos oníricos en
lenguaje; este aparato consiste en objetos parlantes internal.izados, de los cuales y
en identificación con Jos cuales (ya sea por un proceso de identificación narcisista
o introyectiva) se pueda aprender la gramática musical profunda para representar
estados mentales.
c) En los primeros años de vida, cuando aún es fuerte el impulso del laleo
(ialling impulse), el niño debe edificar un vocabulario para describir el mundo
externo, de modo que pueda desarrollar la habilidad para sobreimponer este
lenguaje superficial y lexicográfico sobre el lenguaje musical más profundo; y ser
entonces capaz de comunicar acerca del mundo externo.
d) Estas transfomiaciones· internas (habla interna) deben encontrar en el
mundo exterior un objeto con suficiente realidad psíquica y adecuadamente dife-
renciado del sel[ para que necesite la vocalización de este proceso interno a fin de
que tenga lugar la comunicación.
e) El deseo de comunicación con otros seres humanos debe ser suficiente
para sustentar el proceso continuo de formación de los pensamientos oníricos.
En el material clínico que se presenta a continuación, estos factores serán
ilustrados de diversas maneras: Sylvia, una joven maníaco-<lepresiva, ilustra la
pérdida del deseo de comunicarse (e) y el debilitamiento del pro~ de transfor-
mación del pensamiento onírico en lenguaje (b); Philli.pa, una adolescente esquiro-
frénica delirante, revela el proceso de formación de un objeto delirante para el
cual no es ri:Jevante la vocalización del habla interna (d); y fmalmente Jonathan,
un adolescente esquizofrénico catatónico, demuestra en su recuperación la manera
EL MUTISM O 173

en que la introyección de un objeto parlante (b) da lugar al proceso de Jaleo (r),


una vez que los conflictos del paciente se ha n ido concentrando suficientemente
en la relación transferencia) para que sea posible recomenzar la función de
formación de pensamientos oníricos (a).

MATERIA L CUNICO N• I

Sylvia, una mujer de alrededor de 35 años, pero aún con el aspecto de una
niña púber frágil y bonita, había estado internada en un hospital durante ocho
21ios, donde se la consideró por momentos maníaco-Oepresiva y otras veces
C?lltónica. Sufría de severa anorexia y su vida en b sala estaba dividida entre
tlrgos periodos en que yacía inerte en su cama, y momentos más breves de
a.:tividad febril como fregona y mucama de todo semcio bajo .el tiránico control
de otra paciente, ~lifüe, quien parecía gobernar la sala mediante una camarilla.
Esta Pax Romana, que parecía aceptable para el personal, sólo se quebraba cuando
alguna paciente (Sylvia incluida) "se ~!vía loca" y comenzaba a "destrozar".
Lo primero se refería fundamentalmente a ataques vefbales a las otras pacientes y
aJ persona!, y lo segundo significaba romper ventaoas y vajilla. Estos estallidos se
at:."Jbuían a invasiones por parte de v$tantes "del mundo" en el equilibrio de
poder de Millie. "Si sólo nos dejaran en ~z"• C3llbba Sylvia a menudo, con Jo
cual también se refería a la iI1lrusión por parte dd análisis al que era lle\'ada en
uxi por una enfennera. Ella insistía en que el sistema no podía tolerar más de
dos interferencias de este tipo por semana.
A medida que se aproximaba la interrupción del análisis debido a las vacac10·
aes de Pascuas, Sylvia comenzó a destrozar y a volw:rse loca, e intentó con fre-
cuencia suicidarse mediante medios ingeniosos, aunque relativamente ineficaces,
.::ida vez que repesaba af hospital después de Ja sesión. A la penúltima sesión
trajo dos breves sueños:

(a) Millie estaba cortando lo lechuga y distribuyátdola;


(b) Amy podría destrozar un pequeño tanque que estaba fuera de su cuarto.

Los sonidos inquisitivos del analista o su evidente incomprensión lograron


obtener de ella algunas asociaciones: a veces les dan lechuga en las comidas que
~lillie preside no cocinando sino sirviendo. En el sueño no había comida, sólo
lechuga. Amy es una "destrozona" y se siente trutomada durante las vacaciones
cuando la sala se vacía de sus miembros menos permanentes u otros vuelven al
hogar con sus familias. El "tanque" en el sueño era de vidrio, con capacidad sufi-
ciente . como para contener aproximadamente medio litro y con graduaciones en
~I costado, como un tennómetro.
Estos dos sueños y sus asociaciones se interprdaron de manera simple como

• /f only t.hey wou1d let us alone, traducido más litcralmaste quiere decir: .. si solo (ellos) nos
dejaran solas". (N. del S.)
174 D.MELTZER

significando algo semejante a: si al menos usted nos dejara en paz {lechuga sob
sin otra comida)• y no despertara sentimientos de amor (Amy), no nos sentiría·
mos impelidas a destruir nuestra capacidad (graduada, pero capaz de contener
aproximadamente medio litro) de gratitud (tanque, en inglés tank ; gracias: thanks.
gracias a usted: thank you) cuando se van y nos dejan sobs en Pascuas {la sala.
vacía).
~o pretendo defender la validez de esta interpretación, sino más bien con·
centrarme en sus implicaciones rrspccto de la función del lenguaje en la paciente.
Es característico de ella, :al salir bamboleándose como una vieja del consultorio al
final de la sesión, murmurar algo semejante a "lo siento" o "gracias" según si
trajo o no material para análisis. particularmente suenos. Si no ha sido capaz de
cooperar, llorará en su vi2je de \'\Jelta al hospital o intentará tirarse del taxi, es-
trangularse con su bufand2 o en,"enenarse con p11doras escondidas.
Creo que es posible ' -er claramente la imagen de desesperación, como niños
aferrados uno a otro en un campo de concentración, totalmente sometidos a sus
perseguidores, revolviendo basura para comer y luchando contra todo lo que pue·
da despertar falsas esperanzas de rescate. El sonsonete "¡Déjennos en paz!" parece
un eco que se desintegra en un sonido disártrico (Let m alone!, lesalon), un mero
sonido áspero, mientras se apartan de la ternura, mientras el pensamiento queda
reducido a una imagen, b imagen onírica de Millie y Ja lechuga sola. De manera
• análoga, las palabras de gntitud se red ucen a un sonido deformado, y la mamadera
vacía invita a destrozarla en cuanto trae promesas de algo mejor. Se debe compren·
der que para esta joven. en los años previos a su internación, el mundo exterior se
había convenido en un k>quero en el cual ella vagaba de cama en cama, borracha
en su confusión, buscando un objeto que la llenara de amor. Necesitaba que fuera
un objeto sin graduaciones de generosidad, que nunca se vaciar<1, que nunca perma·
neciera fuera de la puerta de su boca (cuano), para no tener que recordarlo y
estarle agradecida.
Quiero resaltar la forma en que los sueños revelan que la estructura proposi·
cional del ¡:><?nsamiento -Déjennos en paz" y "Gracias", se ha conservado en la
imagen del sueño, pero la funcióo del lenguaje ha comenzado a perder sus raíces
en las proposiciones y a deteriorarse en un balbuceo de borracho. Debe obser.'3r·
se. sin emba~go, que la imagen tiene una directa relación del ti po del equívoco,
del Juego de palabras, a través de la homonimia, con el deteriorado lenguaje y
claramente se ma ntien~ en una· posición secundaria · es un derivado. En el
sueño encontramos las rel iquias del lengwje, como el arqueólogo encuentra los
restos de una cultura en los escombros de un basural. El mundo psicótico de
la Pax Romana de MilHe no ne.:esita del lenguaje sino sólo de órdenes, equivalen·
tes a los silbidos y los gestos ccn que se adiestra a los perros. Ni la comunicación
de los estados mentales ni la información acerca del mundo exterior son necesa-
rias. ya que todas las fWlciones del yo son llevadas a cabo por el tirano y ningu·
na por los esclavos. Pero la comunicación es necesaria para protegerse de los in-
trusos. el analista en particular. y para este propósito basta un ruido para indicar

• l <t US, d.:µdno~. Y fel/uce. lcchuµ. $UCnan en inglés parecido. IN. del S. I
EL MUTISMO 175

el estado mental: "¡Dcnospas! ;Oiento! ¡Graás!"*. Uno podría pensar que la


estructura sintáctica está presernda, si no fuera porque los sueños nos muestran
que ha sido reemplazada por unz imagen con sólo una relación homonímica con
el lenguaje. Sólo la música ha sido preservada de la proposición original, e incluso
parece desafinaea y tocada con d!scuido.
El segundo ejemplo clínico se propone esclarecer un segundo tipo de mutis·
mo, en el cual el lenguaje inlerno está preservado; el deseo de comunicar infor·
mación y los esudos mentales no. parecen deteriorados, pero una alteración deli·
rante del objeto hace que la vocalización del lenguaje resulte redundante.

MA TERlAL CUNICO Nº 2

Desp~ de tres ar1os de tntamiento hospitalario por depresión, Phillipa se


despertó de UD sueño coo un sistema delirante esquizofrénico plenamente desa·
rrollado. Demzsiado elaborado para explicarlo aquí en detalle, puede resumirse de
la siguiente nuaera: esta joven de dieciséis años, gorda, inteligente y dotada ver·
balmente se h.2bía convertido rn la cauth~ de un hombre rico que por cinco
libras la había comprado a sus padres para que fuera sujeto de un gran proyecto
de investigacioo sobre la esquizofrenia. Para este propósito estaba conlmada en
llll set cinematcgráfico donde mda fuera de ella era real, ni el aire, ni d decora·
do, ni la ·p~. Puesto q ue todo era registnido median te cámaras de televisión
cuidadosamente ocultas, cada sonido y gesto de Phillipa era es:udiado, teatral,
controlado. De todos modos, romo parecía que este control era ejercido sobre
ella por este h<lmbre rico y no por ella misma, no sentía ninguna responsabilidad
personal por ~ conducta.. Por otra parte, una vez que se inició el trata.miento, su
relación con el analista presentó un marcado contraste respecto de este delirio. Se
convirtió en uoa relación de cootrol omnipotente sobre sus palabras y acciones, a
pesar del hect<> de que pronto pareció descubrir que el hombre rico tenfa el mis·
mo nombre que el analista. Fue necesario que el analista limitara su conducta,
especialmente cambios posturak:s o de la expresión facial, ya que tales actos irre-
levantes resultaban en jubilosas expresiones de triunfo sobre él. Con lógica irnpe·
cable ella explicó: "Usted no parece capaz de controlarse, doctor Melti.er. Sin
embargo, como aquí sólo est3.!I!Os usted y yo, debo ser yo quien lo controle".
Aunque e:i"tos estallidos mmíacos sólo se producían en un principi9 después
de que el analista realizaba algún movinúento desacostumbrado (tal corno cruzar
una pierna o rascarse), gradualmente se extendieron a la actividad analít~ca en sí. El
efecto era realmente intünidatorio. Se hiro necesaria una lucha interna para superar
la inercia y la tendencia del am.lista a permanecer silencioso. Pero la perseverencia
en la función interpretativa pareció producir gradualmente en la paciente un efec.
to muy indereable, tanto de!'!e el punto de vista terapéutico como científico.
Mientras que el analista persisiía en hablar, Ja paciente tendía a utilizar la mí!11i·
ca; se pudo entonces también observar que cada vez lo miraba menos, hasta que

• Pronunciación corrompida de: .. ¡Déjennos en paz!", "Lo siento" y "Gracias". fT.J


176 D.MELTZER

se redujo a una mirada inicial al principio de la sesión, luego de lo cual dirigía su


atención hacia afuera, por la ventana. A partir de la conducta de sus ojos, que
ahora se convirtió en un complicado y bizarro sistema de parpadt!OS y de miradas
ftjas que duró meses, fue posible concluir que eUa los usaba como una cámara en
el comienzo de la sesión y des.pués como un proyector cinematográfico.
Cuando por fin se le interpretó que eUa tomaba una foto del analista y luego
la proyectaba fuera de la situación analítica para así recuperar un objeto de natu-
raleza más dócil, una confirmación sorprendente rompió su silencio negativista:
"Las fotos son tan buenas como las personas". Tres años de análisis habían pro-
ducido un marcado cambio en el delirio de la paciente, aunque no puede decirse
que esto constituía un triunfo terapéutico: de lo único real en el cuadro deliran-
te, la actriz, Phillipa se había metamorfoseado en el director, el camerarnan y la
cámara, todo en uno. Podría decirse que pasó de un sistema paranoide a un siste-
ma delirante catatónico; en lugar de ser controlada por el rico doctor Meltzer,
ella tenía ahora el control de la foto de él. En este procoso, su necesidad de
vocalizar sus pensamientos se desvaneció, -y sus conversaciones podían ser condu-
cidas en mímica. Es claro que las fotos no pueden oír, sólo ver; pero de todos
modos son "tan buenas como las personas".
El objetivo de este material consiste en aclarar el papel de la vocalización
concreta _del lenguaje, punto éste que no debe darse por sentado.:.. La distinción
habitual entre habla interna y externa no cubre realmente todas las p0sibilidades,
ya que uno puede ver que las conversaciones de PhiJlipa utilizando la mímica
eran "externas", y sin embargo silenciosas; y en la situación analítica, Phillipa
debería describirse como muda, no solamente como silenciosa. El mutismo de
Sylvia. " su tenden .a a él, ilustraba el retraimiento de las relaciones objetales y
la pérdida del deseo de comunicarse , mientras que el de Phillipa muestra un pro-
ceso opuesto - el logro de un objeto, pe_ro de un objeto delirante, con cualidades
que hacían que la vocalización fuera redundante para el proceso de comprensión- .
No debe pensarse que estas cualidades sólo las poseen objetos delirantes; el aspec-
to omnipotente de la identificación proyectiva tiene probablemente siempre algo
de esto intrínsecamente. El estado mental y la imagen o la imagen onírica en que
está arraigado parece que pueden ser implantados intactos en la mente del objeto.
Para superar la ilusión, el niño debe en cierta manera aprehender la necesidad de
vocalización, y la mayoría de los niños pequeños sólo demuestra una apreciación
muy parcial de esta necesidad, especialmente con sus madres.
En nuestro tercer ejemplo nos moveremos en la otra dirección para examinar
el papel del contenido mental que (tal como lo dice Wilfred Bion) debe con-
sistir en elementos adecuados para la comunicación, y no meramente para
la evacuación.

MATERlAL CLINICO ~o 3

Cuando Jonathan comenzó su análisis llevaba casi cinco años en un estado


catatónico de creciente profundidad, al cual lo habían impulsado de manera ine-
xorable varios años de creciente confusión, ansiedades paranoides y estallidos de •
EL MUTISMO 177
rabia que comenuron en la pubertad. A los veinte años tenía el aspecto de un
púber dtsgreíiado de doce, de un triste payuito o incluso, a Clltos, de un mul'icco
de trapo. Sus respuestas verbales estaban prácticamente limitadas a una especie de
tic consistente en "no sé, no sé" o "sí, sí", excepto en momentos de rabia cuan-
do corríz por todos lados golpeando las puertas y gritando: "Dejen de molestar-
me~ o "'Déjenme de joder". A ~ces, y a propósito de nada en particular, insistía
coo enojo: " Me voy a salir con la mía" o "Voy a hacer lo que quiera". Su roz
carecía &! música, era arrítmica, mecánica. Se orinaba y se ensuciaba constante~
mente, ~ masturbaba, desgarraba sus ropas, se reía sin motivo y afrctadamente,
y era inc:ipaz de mirar a la gente en la cara. especialmente en J~• "jos. En algunas
sesiones se quedaba completamente inmóvil, sentado con las ropas mal puestas
- sin zapatos o con pantuflas puestas en el pie que no correspondía, con la bra·
gueta ati~rta, la camisa fuera del pantalón y las manos metidas dentr".-rle las
mangas-. Parecía generalmente exhausto a pesar de que por las noches dormía mu-
cho y profundamente.
No puedo describir el contenido completo de los primeros cinco años de su
análisis. pero quisiera concentrarme en el aspecto del lenguaje. Luego de estable-
cido el ~ootacto. las respuestas tipo tic de "no sé, no sé" fueron reemplazadas
por se~ de palabras que parecían referirse a sueños y, más raramente, a cancio-
nes o títulos de películas de TV. Más brde intentó recitar toda la letra de la
canción, de modo que fue evidente que d contenido tenía significado en relación
con la experiencia de la transferencia psicoanalítica. En muy pocas ocasiones,
irrumpú un fragmento de recuerdo, totalmente desubicado en el tiempo o la geo-
grafía óe su experiencia vital; pero inevitablemente se reducía a algo if!audfülc y
era reec::plazado por "no sé, no sé, no ~- A medida que el analista comenzó a
reunir h<OS fragmentos en una historia de su vida interior, se hizo notorio que
cienos elementos fijos, tales como llamarse a sí mismo "Boris" o insistir er: que
tenía dieciocho anos (edad en que fue admitido en el hospital) comenzaron a
ablandarse y a moverse hacia la verdad. La impresión no dejaba lugar a dudas del
hecho Ce que a veces él había comenzado a ser capaz de retomar de esa "ningu·
na parct- de !>u sistema delirante, al mundo de la identidad, el espacio y el tiem-
po de h realidad psíquica y externa. De alguna forma la absoluta desesperación
(en el ~ntido de Kierkegaard) de su enferme dad había cedido su lugar a la espe·
ranza. Fue entonces cuando las reacciones a la separación comenz.aron a ser muy
severas.
En el cuano año de análisis, fue ocasionalmente capaz de relatar un sueño o
un rec:::erdo alterado o de describir un suceso reciente en el hospital o en la casa
de la p:reja a la que visitaba regularmente. En el quinto año comenzó a reunir
paJabr..; con significados abstractos y pudo experimentar perplejidad acerca del
signifiC?do de la conducta de otra gente o de sus propias y numerosas compulsio·
nes, q~ incluían extrañas forrnas de locomoción, conteo y repetición de p3.labras
de dos a cuatro veces. Su uso del lenguaje con propósitos de comunicación. sin
embaI]O, encootraba gran oposición interior, de modo que su discurso era inte·
rrumpido con frecuencia debido a que cubóa su boca con sus manos, se pellizca-
ba los labios, se reía sin sentido y se rascaba el trasero, o bien iba de un salto a
"lavarre". El grado de su esclavitud con un perseguidor interior podría apreciarse
178 D.MELTZER

adecuadamente por la distancia a ta que sus manos se retraían dentro de las man-
gas de su camisa.
Esta larga descripción de un proceso de parcial recuperación de una catástro-
fe esquizofrénica, tiene ta intención de ilustrar una cierta tesis sobre el desarrollo
del lenguaje y acerca del mutismo en el paciente catatónico. La enfermedad irro-
gó una destru~i0n tal del objeto interno, la base de la identidad, que acarreó la
destrucción de la capacidad de tener pensamientos y, por ende, los fundamentos
del habla, tanto eºn su aspecto vocal como verbal. En el lento avance que Jona-
than hizo hacia la recuperac~ón de su estructura y sus funciones mentales, se pue-
de discernir una recapitulación lenta del desarrollo de estas dos dimensiones del
proceso del habla, aunque con mucha distorsión y sufrimiento. .
La pnmera dimensión, la verbalización, está ilustrada por la manera en que
Jon3than logró introyectar un objeto parlante, o más bien cantante, y pudo
repetir con notable precisión la letra de una canción, primero de manera mecáni-
ca, pero gradualmente, con mayor ritmo y modulaciones. Fue fácil reconocer que
el contenido de esas canciones hacía referencia a interpretaciones recientes acerca
de 13 evolución de las cualidades y relaciones de sus objetos internos y de su signifi-
cado transferencia!, extraídas de la inferencia analítica de sus suenos, relatos de
hechos y recuerdos, y de su conducta durante las sesiones.
La segunda dimensión, la vocalización, que corresponde al balbuceo o al jue-
go con palabras del niño pequei\o, estaba representada e~ el tormento de la repe·
tición de palabras por parte de Jonathan, y su construcción y reconstrucción de
un vocabulario para la expresión de sus propios pensamientos y experiencias, todo
lo cU31 parecería dar sustento a un creciente sentido de identidad.
En contraste, entonces, con el adusto retraimiento de Sylvia de todo inter-
cambio verbal y del desplazamiento hecho por Phillipa de este intercambio verbal
en una conversación mímica silenciosa con un objeto alucinado, Jonathan ilustra
un mutismo basado en una severa fragmentación de la estructura de la personali-
d3d, con la cor .1guientc pérdida de la capacidad de poseer sus propios pensa-
mientos con lo:. cuales pensar. Al progresar ambas dimensiones de la evolución
del habla, comenzó a tener pensamientos propios, de manera que pudo sentir el
desto de comprender sus experiencias, y pedir al analista que le explicara su sig-
nifi.:ado. La gran diferencia con el desarrollo gozoso de un niño sano radica en el
grado extraordinario de sufrimiento mental. Para Jonathan, cada paso adelante
debfa darse enfrentando la severa oposición de un perseguidor interno amenazan-
te y. en la matriz del resentinúento por las separaciones, también frente a su
dcsc..1 cruel de decepcionar a sus objetos.

DISCUSION

l·stos tres ejemplos clínicos pueden por tanto ilustrar lo que conforma una
teott'A del lenguaje, su desarrollo tanto como su patología, dando lugar al axioma
de q11~ el habla hace "usos infinitos de medios finitos" (Chomsky). Podríamos
aclat ~' y recapitular los cinco aspectos de la vida mental que se definieron a sí
EL M UTISMO 179

mismos como conc!iciones sine qua non del desarroUo y continuación del lengua-
je. El prime ro es el deseo de comunicar estados mentales e infonnación, cuyo
colapso hemos visto en Sylvia. El segundo es la necesidad de tener un objeto en
h realidad psíquic2_ y que no sea de significado delirante, al cual puede dirigirse
el lenguaje -demoruado por el cambio en Phillipa que, de hablar al analista, pasa
2 una silenciosa conversación CQn una ··foto" de éste que era .. tan buena como la
perwna"-. El tercer requisito es la introyección de .u n objeto parlante del cual,
ired.iante la identif~ación, puede adoptarse la música gramatical de las proposi·
ciones del lenguaje. La experiencia ce Jonathan sugiere la reconstrucción de un
objeto de ese tipo. El cuarto elemento necesario es la adquisición de un vocabula-
rio que puede util:urse con el virtl!osismo originado en el laico de repetición,
czpaz de revertir los pensamientos oníricos en un lenguaje pasible de emplearse
internamente para ?!nsar , o exte rnamente para com unicarse. Estos cuatro ele·
~otos dependen de un quinto, un zparato mental capaz de elaborar pensamien-
tos oníricos que se ldecuen al penS2.m.1ento y la memoria (proceso a), y no que
sirvan meramente pl..--a la evacuación c~lemen tos (3 de Bion).
No es éste el lugar adecuado para un prolongado análisis de cómo esta teoría
se relaciona con otra pasadas o actuales en psicología-'-lingüística o filosofía. No
obstante, y con el fu de ubicar brevemente sus referencias, dos citas pueden resul-
tar útiles para la comparación. Roman Jakooson (Fundamentals of Language,
pág. 74) escribe: "l.! gradual regresión del patrón de los sonidos en los afásicos
imi.!rte regularmem~ el orden de la$ adquisiciones ionémicas de los niños. Esta
regresión implica u:: aumento de los homónimos (comparar con Sylvia); y una
di5minución del voclbulario. Si esta coblc incapacidad - fonémica y léxica con-
tinúa progresando, les últimos residuos del habla son emisiones de .un fonema-una
pahbra-una oración: el paciente recae en las fases iniciales del desarrollo lingüísti-
co del bebé o inclu$0 a la etapa prelingüística..."
Se verá que la L.ooria formulada en este trabajo no considera que en los niños
la trmsición tiene legar medfante la -emisión de un fonema-una palabra-una ora-
ción", sino por meco de la entonación de proposiciones a través de 1: ;.;ent11ica-
ción y con crecienu precisión. Compárese Ja observación de Jakobson con la si-
gu)ente de Ludwig Wittgenstein en sus Phílosophical lnvesti:Jarions (1, SS 20):
"Quien no comprenéiera nuestro idioma, un exrran1ero, que hubiera oído frecuen-
~nte a otro dar la orden: 'Tráig¡.me una tabla', podría llegar a pensar que
tod! esta serie de sooidos fue ra una .ola palabra correspondiente, tal vez, a una
¡x<hbra en su prop1.<. lengua. Si él mismo hubiera dadr, esta orden, probablemente
la hubiera pronuncizdo de manera distinta, y ent Jnces podríamos decir: 'él la
proow1ció de manen tan extraña porque la toma por una sola palab ra' ".
Esta afirmación ~ cvrresponde más de ce:ca con nuestra teoría, y recuerda
innrd.iatamente los numerosos chistes que están basados en este tipo de malen-
tendidos. Entonces suponemos que la idea de que las palabras son artefactos pri-
mmos y que la gramática tiene una e:ostencia como una cosa~n-sí-misma, es in-
sostenible. O si dejz::nos nuevamente que Wittgenstein lo explique por nosotros
(PJ. SS 25): "Se dire a veces que los animales no hablan porque carecen de la
caJX!cidad mental neoesaria. Y esto sl!nifica: 'No piensan y por esto no hablan'.

¡
~ro ... simplemenu ellos no hablan. O para decirlo de otra forma: no utilizan el
180 D.MELTZER

lenguaje -exceptuando sus. formas más primitivas-. Dar órdenes, hacer preguntas,
relatar, charlar, son parte de nuestra historia natural, como caminar, comer, be-
ber, jugar."
No voy a resaltar una vez más los errores metodológicos que surgen de con-
fundir. mente con cerebro. Nuestra teoría intenta considerar el lenguaje como una
verdadera función de la mente y de su historia natural. Pero equipados con esta
teoría debemos ahora volcar nuestra atención al problema del mutismo en el niño
autista, y espero que el hecho de que esta parte del trabajo no presenta ilustra-
ciones clínicas, no decepcione al lector. Hay dos motivos para ello: primero, el
material clín.ico pertinente proviene del trabajo de colegas cuyos tratamientos su-
pervisé y no de mis propias observaciones; segundo, quiero construir el concepto
de mutismo en el niño autista de una manera algo distinta - tomándolo por el
flanco, como ya dije- . No quiero considerar el mutismo en la forma corriente,
como un síntoma, derivando su estructura, sino más bien que, a partir de la es-
tructura de la enfermedad, se puede demostrar que el hablar está naturalmente
ausente en el niño autista, que no es parte de su historia natural, en el sentido de
Wittgenstein.

EL MUTISMO EN EL AUTISMO PRECOZ INFANTIL

Encontramos que el autismo es un tipo de re¡ardo en el desarrollo que sobre-


\ienc en niños de gran in telige ncia, buena disposición y alta sensibilidad emocio·
nal, cuando durante el primer año de su vida se ¿nfrentan con estados depresivos
en la figura materna. El se,·ero de!erioro en el contacto por parte de la madre
catapulta al niño hacia angustias depresivas intensas en el momento en que, en
forma correspondiente, carece de los servicios de una figura receptiva para com-
partir este diluvio de sufrimiento mental y poder, en consecuencia, modificar su
impacto. Su respuesta a esta privación es d.rást:i,:a, pero fundamentalmente .con-
cuerda con una notoria predisposición obsesiva, <!S decir, una tendencia a enfren-
tar la ansiedad con fantasías de control omnipotente de los objetos. Emplean un
tipo especial de mecanismos de disociación con ¿[ que desmantelan su yo en sus
distintas capacidades perceptuales de ver, to car. oír, oler, etc., y con lo cual el
objeto, en lugar de ser un obje\o de "sentido conún" (Bion), se reduce a una mul-
tiplicidad de eventos unisensuales en los cuales los aspectos animado e inanimado
son indifer7nciables. La consecuencia es que, e:r los estados de autismo propia-
mente dicho, estos niños quedan reducidos s un tipo de desmentali:z..ac:ón equiva·
lente a un defecto cerebral orgánico.
Por otro lado, debido a que estas disociaciones se logran siguiendo lo que
podríamos llamar las líneas "fisiológicas" (al pemtitir la desintegración pasiva del
yo en su clivaje natural mediante Ja suspensión de la atención y no mediante la
disociación activa a través de ataques sádicos), h reintegración es muy fácil y no
implica sufrimiento depresivo. Cuando un objeto atractivo hace que el yo se reú-
na, también, se reintegra Ja percepción de k>s oojetos. Por esta razón, el estado
autista propiamente dicho es notablemente re\"'erSíble de manera momentánea y
EL MUTISMO 181

no constituye una enfermedad, sino que es m<is equmlente a un estupor induci-


do. Sin embargo, el empleo de este mecanismo priva al niño en gran parle de la
experiencia del desarrollo (en sentido cuantitativo) y puede retardar el desarrollo
del yo en una manera muy característica. Típicamente, la oscilación de la expe·-
riencia del objeto de "sentido común" y la experiencia del objeto "desmantela-
da", tanto como d factor de la falta relativa de dispónibilidad de la madre, inter-
fieren en la evolución del concepto de espacio interno, tanto del sel! como del
objeto, empobreciendo entonces los procesos introyectivos y proyectivos. En con-
secue1;cia, el yo tiende a permanecer en un estado primitivo de fusión con su
objeto externo, mediante una fantasía de aferrarse o adherirse (Bick), lo q ue pro·
duce una forma• altamente narcisista de identificación y aumenta la intolerancia a
la separación, que resulta en una experiencia de ser arrancado de su objeto y de
su piel (Bion), o de fosgarrar una parte del objeto (Tustin, Meltzer).
La naturalcZ3 primitiva del yo, la cualidad poco común de las ansiedades y la
oscilación entre estados in tegrados y autistas crean un cuadr o clínico terriblemen-
te confuso, imposible de distinguir mediante la observación de la conducta biza-
rra de las psicosis delirantes. A medida que los pacientes se recuperan o mejoran,
este cuadro se ve gradualmente reemplazado por otro que es una mezcla de inma-
durez y rasgos obsesivos.
El mutismo tiene un lugar especial en este contexto, determinado por múlti-
ples factores. Los examinaré uno por uno en el orden de su significación evoluti-
va, relacionándolos con los aspectos del desarrollo del lenguaje que ya se han
definido con el material de pacientes psicóticos.

1. El mutismo acompaña de manera inevitable el estado autista propiamente


dicho, pues es esencialmente un estado "desmentalizado" en el cual se manifies-
tan más las funciones cerebtales que las mentales. Esto puede inducir a confusión
cuando el niño ha desarrollado cierta habla fuera del autismo propiamente dicho,
ya que los hechos lingüísticos que tienen lugar en el estado autista carecen esen-
cialmente de significado, como es el caso también. por ejemplo, en los equivalen-
tes epilépticos. Esta área del mutismo corresponde al fracaso en el desarrollo de
pensamientos oníricos.
2. La notoria inmadurez de los niños autistas, con sus especiales interferen-
cias en los procesos de introyección por el fracaso en formar el concepto de espa-
cio interno, favorece a su \'CZ el fracaso del des.arroOo del lenguaje, porque los
procesos de identificación con objetos parlantes están detenidos. El tipo adhesivo
de identificación narcisista parece estimular la identificación con funciones obje-
tales corporales más que mentales; se podría decir con la danza más que con la
canción del lenguaje profundo. _
3. Más tarde, cuando la introyección y la proyección son más operativas, los
celos edípicos pregenitales interfieren en el coito n:rbal de los objetos internos,
dejándolos separados y silenciosos. Esto se agrega z la tendencia a no vocalizar,
aun cuando el lenguaje interno se esté desarrollando.
4. La prolongada inmadurez tiende a superar d período del intenso _impulso
al balbuceo, que parece desaparecer alrededor de los siete afíos. Los niños que
182 D.MELTZER

aún a esta edad son mudos se encuentran en cspecfa.I desventaja para aprender a
hablar más adelante.
5. Puesto que los procesos de identificación sufren tantas interferencias y da-
do que el modo adhesivo no logra delinear los aspectos humanos del objeto, para
no hablar de los animados, sino más bien sus cualidades sensuales y mecánicas, la
distinción entre animado e inanimado, humano y no humano, no se desarrolla ni
Lleva a establecer objetos internos que sean una audiencia adecuada para el habla.
6. Finalmente puede verse que las identificaciones empobrecidas y los aspec-
tos deshumanizados de los objetos no estimulan el deseo de comunicarse, sino
sólo el de controlar o despertar la obediencia de los objetos. Para este propósito,
los gestos y las señales resultan suficientes.

RESUMEN Y DISCUSION

Se han presentado tres ejemplos clínicos para ilustrar los cinco factores nece-
sarios par:i el desa.rrol.lo del habla y su uso. Uno de ellos (o más) es deficiente en
la enfermedad mental severa con tendencia a.I mutismo. Ellos son: (a) la capaci-
dad de formar pensamientos oníricos adecuados para su transformación· en len-
guaje, deteriorada en Jonathan y práctic:imente derrumbada en Sylvia; (b) fi ha-
bilidad de lograr esta transformación mediante la identificación con objetos par-
lantes, en I:• música de la gramática profunda, que se desintegra en Sylvia y se
reconstituye lentamente en Jonathan; (e) el proceso del balbuceo y de intercam-
bio de letras en juegos de pa.labras, requisito necesario para Ja construcción de un
vocabulario adecuado para la comunicación acerca del mundo externo y del vir-
tuosismo en sobreimponer esta estructura léxica de habla superficial en la base
musical del habla profunda, que se recobra en Jonathan; (d) la aprehensión de
objetos externos con cualidades de realidad psíquica que los hacen adecuados co-
mo audiencia, alterados por el delirio en Phillipa, y finalmente (e) el deseo de
comunicar estados mentales e información a otra gente, disminuido en Sylvia.
AJ relacionar estos factores con el autismo infantil, he descrito nuestros ha-
llazgos en relación con los estados del autismo propiamente dicho y el deteriora-
do desarrollo de la personalidad en estos niiíos fuera del área de la desmentaliza-
ción autoinducida. He bosquejado el modo del funcionamiento de la maniobra
cent r-! en el autismo propiamente dicho: el desmantelamiento primitivo y suave
del yo, y he investigado sus consecuencias, mostrando tamt>ién cómo la disposi-
ción que favorece este mé todo de manejo frente a una carencia ambienta.!, puede
Uevar a métodos menos primilivos de control omnipotente y, por ende, de rasgos
obsesivos. Eslo último, combinado con la dañada introyección y con la preferen-
cia por un:i forma adhesiva (Bick) de identificación narcisista, interfiere con la dife-
renciación en varias áreas de la geografía de la fantasía (~feltzer) y, en consecuencia,
con la fonnación de objetos internos. Esta última dificultad se complica aún
más en d cnmpo del habla, porque el desarrollo posterior del complejo de
edipo pre);1.1nltal tiende a manifestarse como un ataque a.I coito verba.! de los
padres inll'(ttOS.
PARTEC

IMPLICACIONES DE LOS HALLAZGOS


CAPffi1.0 VIII

LA RELAOON DEL AUTISMO CON LOS MECANISMOS


OBSESIVOS ENGENERAL

Donald J/e/tzer

Las experiencizs descritas y co~atadas en este libro, derivadas de la combi·


nación de la obsernción detallada y el amplio respaldo de años de proceso analí-
tico, contribuyeroa a nuestra comprensión de los mecanismos mentales, con
especial riqueza en el área de los lll:!Callismos obsesivos. El problema de la "elec-
ción de neurosis" .:on el cual Frei;é se debatió por el mero hecho de haberlo
formulado (una de esas preguntas equivocadas que sólo dan lugar a respuestas
equivocadas) promo~ió toda una va:'<Cdad de twrías que especulaban con uno o
dos factores, o incluso con un tipo ü múlt iples factores. El estadio de desarrollo
de la. libido, los puntos de fijación. los factores traumáticos, los mecanismos de
defensa, la relaciéo madre-bebé, factores sociológicos, constitución heredada: és·
tos y muchos mis se han estudiac,;i en esta investigación. Con facilidad podría
considerarse, aum;ue erróneamente. que se ha formulado en este libro una teoría
de un mecanismo específico del autismo, pero sería un error que este capítulo
debe aclarar. Lo ~ue intento mostr>..r es lo que se ha podido aclarar acerca de la
esencia en Ja fonm de actuar de lo; mecanismos obsesivos por la forma en que se
los emplea en ésu. seguramente 12 más primitiva de las perturbaciones obsesivas.
Por supuesto que desde el momento en que se designa a una perturbación obsesi-
va con el nombre de autismo, suerr:i. como una afirmación nosográfica con impli-
caciones etiológic:is, pero no es és:l la intención. Se seleccionó la experiencia con
Píffie como centro para este análisis. puesto que presentó mecanismos obsesivos
de un tipo particulaimente "puro". casi como en "cultivo puro".
Debo explicu desde el principio qué quiero significar con esta distinción, y
evitar así muchzs confusiones. El ~canismo fundamental, al que llamamos "ob-
sesivo", debido ~ la enfermedad que ilustra sú funcionamiento de la manera más
expresiva, con.sisLe en la separacioo y control omnipotente de los objetos, tanto
internos como externos. Esta afin:¡¡ación parece necesitar un complemento moti·
. vacional, "con d propósito de" o "para evitar o prevenir esto o aquello". Luego
186 0.MELTZER

de pensarlo un poco más, resulta evidente que "control omnipotente de los obje·
tos" es en sí una afirmación motivacional a la cual se pueden agregar afinnacio-
nes de desarrollo motivacional secundario -"para evitar la ansiedad de separación"
o "con el propósito de impedir la concepción de otro bebé" -. Pero debe distin-
guirse de una declaración acerca del ello, que sólo podría adecuadamente hacer
referencia a la fuente y al objetivo, y no al modo y al objeto. La confusión res-
pecto de los mecanismos obsesivos surge relacionada con su utilización secundaria
como mecanismos de defensa contra la ansiedad, más que de su uso primario
-"para beneficio propio" se podría decir- corno una expresión de actividad, en
lugar de pasividad, en las relaciones objetales. ¿Por qué entonces "omnipotente"
si solamente estamos hablando de una forma de relación activa con los objetos?
Porque al estudiar estos mecanismos podemos reconocer que actúan sobre la base
de una elipsis en la fantasía, una brecha en la lógica de causa y efecto, que salta
del deseo a su realización sin hacer una pausa para lograr los medios de transfor-
mación.
Es la ''pureza" de esta operación a lo que me refiero con respecto a Piffie.
Mientras que, por supuesto, él a menudo empleaba mecanismos obsesivos con
propósitos defensivos, los desplegaba en su mayor riqueza como su modo favorito
de dominar la creciente complejidad de sus relaciones objetales. Podría decirse
que era un "científico nato" de la escuela experimen.tal que elimina variables,
que aísla los fenómenos simples para estudiarlos en una situación circunscrita.
P:lrecería que quiero decir que la ciencia experimental emplea medios omniroten-
tes, lo cual es correcto cuando se la contrapone a la ciencia observacional y des-
cnptiv:;. Es por esta razón que los éxitos del laboratorio concernientes a las cien-
cias físicas fracasan progresivamente en las orgánicas, y se acercan al fracaso casi
t0tal en las ciencias humanas.
El otro factor en la "pureza" de los mecanismos obsesivos de Piffie puede
hallarse en Ja ausencia de sadismo en su forma de ser. Rara vez parecía emplear
el control omnipotente como una forma de actividad sadista, tal como es posible
observar en la enfermedad obsesiva seria. en Ja paranoia o -por excelencia- en la
catatonía. La expresión "cultivo puro" es por otro lado, capaz de explicarse a sí
misma. Su enfermedad transferencia! consistía en emplear los mecanismos obsesi-
vos como defensa, en preferencia rnasi"ª· respecto de otros medios de defensa
contra la ansiedad. Después de todo, los mecanismos obsesivos, tal como los ve-
rnos desplegarse como defensa en el neuró1ico obsesivo, son la defensa más "razo.
nable" contra el sufrimiento del complejo de Edipo. Simplemente impide el sufri-
lllJCnto evitando la experiencia de una relación tricorporal. La bandera de la India
sería su emblema 1<leal. si la rueda no tuviera borde. Consigo mismo como el
eje de su mundo obsesivo de relaciones objetales, cada rayo sería fcfümente aisla-
do de todos los otros, excepto que, de algún modo, tales personas no parecen ser
felices. Los fenómenos que constantemente examinamos en la transferencia son
los producidos por la infelicidad, el deterioro y la rebelión. cada uno con sus
ansiedades acompai\antes, de estos intransigentes objetos. Lo mismo ocurre al
mani3co-depresivo, que opera con objetos parciales y donde la separación del pe-
zón·pcne del pecho parece ser el paradigma de su conílicto emocional: los objetos
se deterioran y se convierten en persecutorios.
AUTISMO Y MECANISMOS OBSESIVOS 187

Encontramos que los mecanismos autistas son intentos de una simplificación


masiva de la experiencia, capaz de dispersar la experiencia de objetos en modali-
dades sensoriales y motrices, pero que, por supuesto. se superponen a sí mismos
y caen en el otro lado de la 1ínea divisoria entre eventos y experiencias psíquicos.
En realidad, las experiencias parecen estar reducidas a un ni"-el de simplicidad en
que apenas aparecen como mel}taJes, lo que explica por qué estos niños se consi-
deran deficie;iies mentales o que sufren una enfermedad orgánica cerebral. Piffie
ya había hecho un avance notable aJ· superar su aufomo inicial cuando iue remiti-
Uo al tratamic1ilo, y lo que estudiamos en él es el proceso de desarrollo de la
personalidad, aún groseramente inmadura y psicóti.:a, en el sentido estructural,
consecuente a la pérdida de tiempo y terreno a q~ lo forzó su temprana enfer-
1

medad. Desde el punto de vi~ta constitucional, era por cierto el niñ-0 favorable-
mentc\iotado de l grupo, y SL' progreso en el análisis fue sin duda constante, no
como el proceso de Barry, con avances y retroce50'5, por ejemplo. Pero el ritmo
se lentificaba .por lo que con frecuencia parecía ser su capacidad de i..<finitas eer-
mutaciones en su fantasía. Cuando marcaba las junturas del linóleo, cuando arma-
ba bebés parte por parte, en todas estas actividades parecía en ese momento ca-
paz de una eterna preocupación. Es casi imposible explica! la determinación del
pwito final de una fase -porque tenían por suerte puntos finales- tamo como es
casi imposible explicar el punto final de un ataque maníaco o del duelo. En estos
últimos casos, es posible' vislumbrar la satisfacción del sadismo o la operación de
la decisión de abandonar la esperanza de la vuelta del objeto, pero eo el caso de
Piffie, cada punto crítico vino de manera inesperada.. tal vez determinada más por
algo como el fin de la tolerancia de la señora Hoxter, que por un proces0 esen-
ciaJmente interno del niño.
Creo que, como preludio a una discusión teórica más detallada de los me-
canismos obsesivos, será útil recapitular en este punto las notas de un resumen de
los primeros dos años del análisis de Piffie, en el •erano de 1963. En esa época
escribí lo sigui~nte:

Mis impresiones de Piffie son menos continuas y menos completas que l:!s de Timmy,
pero informaré lo que recuerdo.
Este niñito me da la impresión de ser lo suficicnter'<!nte maduro como r.ua descartar
los ata,·íos del lutismo: pero se enfrenta con un ambie:ne que (naturalmenu) ya no ~lá
capaciiado p= proveerle del tipo de experiencia sim~. repelitiv:i y aislall., de cuao~o
era bebé, alred~dor de la cual puede tener lugar b disc...i.ación primaria y IL organizacion
de la personalid.ld. Mi primera impresión es de asombro ¡:or el grado de con=ción, humor.
urgencia y florida imaginación con que es capaz de to¡:¡a¡ desde el comienro los juguete~
y la caja como el pecho que alimenta, y el cuerpo de la terapeuta como una falda-inodoro,
haciendo una di.soc:iación de tipo más bien avanzado con referencia a un objero bueno Y' de
alguna manera integrado. •
Mientras que el interés por la identificación proye..-Ova fue prominente ro la relacion
de Piffie con ti cuarto, las escaleras y la casa, no apueáÓ como la principal dificultad en el
material de ju~o. Vimos, más bien, que la arrolladora po:sesividad y La exigencia sensual del
objeto materno se expresaron por medio de lo que siente que es un primer éerivado de los
mecanismos autistas - es decir, su extrema preocupación por la segmentación (opuesto a .. frag-
mentación") y reconstitución de su objeto. El énfasis apareció como pxepondenntemente oral
y se manifestó (n tipos. extremadamente primitivos de mecin.ismos obsesivos de un alto grado
188 D.MELTZER

de omnipot encia (empaquetar, los dibujos de la mesa del comedor, el arreglo de los crayones de
colores, etcétera).
Esta omnipo tencia del control parece que se organiza primariamente al servicio de ·sus
esfuerzos intro ycccivos, y tenemos cierta razón para creer que la despliega como una defensa
contra su extrema vulnerabilidad a la experiencia traumática en relación con el pene paterno
(el episodfo del "hombre en la escalera"). En cont raste con Timmy, cuyo objeto parecía
quedar poseído por bebés rivales en cuanto se hacía frustrante o hiriente, el objeto de Piffie
sólo parece ser bueno cuando se lo ncía de los penes, y entonces se transforma en pasivo
y fácilmente esclavizado (el material del almohadón, los trenes, el ordenamiento !le 10$ dibu-
jos, etc.) . Esto parece referirse primariamente a la situación de alimentación más que a la de
papá bajando la esca le ra de mamá-inodoro . Es aún difícil decir qué constituye el núcleo
traumático del tipo de experiencia de descubrimiento del pene dentro del pecho, pero supon·
~o que amenaza con destruir el tipo de idealización de Piffie de que su boca es la fuente de
todo place1 para el pecho, implicada (o más bien subsiguiente) a una severa negación de
diversos tipos de agresión como morder, escupir, golpear }' apuñalar con la lengua.
La reparación maníaca de este tipo de organización primariamente oral parece subyacer
en buena parte de los "frotamientos" de tijeras, líneas, clavos y otros defectos en el linóleo
del cuarto de juego. Uno siente que las tijeras-boca han sido disociadas y proyectadas en el
pene del padre, y que la consiguiente protección hacia el pecho respecto del pene (nuevamen·
te el episod io de la escalera, la hoja en la entrada, el d=antelamiento de las varillas de la
escalera, etc.), se instrumentan con b beatería propia de un cruzado. (Compárese, por ejem-
plo, la "Leyenda de la Vera Cruz", que comenzó como una rama del árbol de la ciencia del
bien y del mal en el jardín del Edén, y que fuera plantllda en la boca del cadáver de Adán
por Seth, creció hasta llegar a conTcrtirse en un árbol y fue reconocido por la reina de Saba,
quien predijo la. Crucifixión, se convirtió en la Vera Cruz y fue enterrada hasta que la encon- f i
tró Santa Elena, la .madre de Constantino, quien probó su autenticidad haciendo revivir
con ella a u n niño muertv.)
En resumen, Piffie parece ser un niño muy inteligente, cuya envidia destructiva y cuya
crueldad aún no podemos estimar cuantitativamente. Su autismo parece haber surgido más
wde que el de Timmy y haber sido traído a tratamiento más temprano, luego de haberse;
Ntablecido ciertas tendencias prog¡Wstas, en un medio no particularmente distinto desde
el punto d e vista descriptivo. En ambos niño$ el énfasis de la psicopatología parece puesto
en el fracaso para desarrollar y utilizar las capacidades introyectivas, como medios de esta·
bkcer Ja identidad y afron tar la separación de los objetos externos. Al igual que TimmY. la
disección del sel{ y los objetos aparece como el paso primario en los recursos obsesivos, pero
ruede detectarse una diferencia importante, es decir, "ue Timmy emplea sus mecanismos
primariamente como defensa contra d sufrimiento rnent21, mientras Piffie parece más inclinado
a controlar los objetos de su voracidad posesiva y sensual. ¡rara protegerlos contra su sadismo di·
s<x:iado. En amoos niños la dependencia es seria.mente noe-pda. Otra manera de marcar la di fe·
rencia sería declr que Tinuny se inclina a evadir las expcrimcias ea una forma tan prinútiva que
c::ie casi fuera del dominio mental, mientras que Piffit está decidido a contcolar s11s expc·
ri.encias para evitar una catástrofe. De esta manera, utiliza su maestría a través del pensa·
miento para negar vigorosamen te cualquier diferencia e=tte realidad interior y exterior. Por
tj<!mplo, e 1 hombre en la escalera es encarado como lo c;ue inesperadamente crearon los ojos
d<! Piffie, y no como lo que sorpresin.mcnte apareció en lz ventana de la señora Hoxter.
Es ai'.ln demasiado pronto para tener la convicción de que estos dos niños están correc-
umente clasificados desde el punto de vista metapsicolégico. pero mi impresión es uue esta·
mos viend<l en operación los mismos mec::utismos menttles en relación con distintos njveles·
de organización del desarrollo.

Diez años más tarde, tengo más confianza en la re~puesta a este interrogante.
De manera similar, el tiempo y Ja experiencia con otras enfermedades en las que
similares mecanismos obsesivos desempeñan un ¡l2pel importante reforzaron en mí
I:\ convicción de que tanto en los niños cuyo de.surollo ha quedado detenido por
el 11utismo como en aquellos que han retomado su desarrollo pero que muestran
AUTISMO Y MECAN ISMOS OBSESIVOS 189
un tipo de psicosis postautista, puede verse el u.so de estos mecanismos en su con-
texto más primitivo . El extremo arcaísmo de la estructura de personalidad que los
despliega, aislada, al parecer, de los modelos cuhuraleso familiares, del pensamien-
to , de los medios de comunicación y la conducu., de:!lllestra cori notable simplici-
dad la esencia de Ja operación. Esta esencia puede ser bcevemente expresada como el
recurso de un aislamiento fenomenológico. Este ttr.nino, aislamiento, se refiere
al principio básico de la operación , pero no a su mC\!o de funcionamiento. En el
pasado la ha empleado la psiquiatría descriptiva pua describi r el "aislamiento
del afecto" del contenido del pensamiento, y es reab'Jentc uno de los fenómenos
el ínicos de las enfermedades obsesivas. Pero para des:ribir el mecanismo en si, qui-
siera utilizar un término más transitivo tal como ··~-gmentación" o "desrmntela·
miento" (véase Sexual States of Mind, capítulo 15). Puede verse fácilmente que es·
tos términos implican una suposición, es decir, que k-; procesos perceptuales primi-
tivos incluyen una integración sensorial en un nivel ae urofisiológico que está más
cerca del cerebro que de la mente. Gra n parte del trabajo de laboratorio sobre
percepción llevado a cabo por la "psicología" d~ la Gestalt, por ejemplo, se
preocupa por delinear estos hechos y sus modelos :::mínsecos. Aún más, tengo la
fuerte sospecha de que lo que W1lfred Bion ha fom:~do, más que descrito, como
el dominio de la "función alfa", pertenece a esta c¡~c:goria. Es, en cierto sentido,
el material crudo del funcionamiento mental, los cU.:us a los cuales se les atribuye
significado.
Parecería ser éste el momento adecuado de un pequeño intermedio filosófico ,
para reunir los términos "mental", "concepto" y -oaiabra", a fin de achrar que
cuando utilizo el término "significado", no inter-: ... implicar algo ob.~n.'do me-
diante un proceso de abstracción. Quisiera citar .nos párrafos del libro Mental
Acts, de Peter Geach, y mostrar su relación con la 1..ta de Bion de que los concep-
tos se forman por la conjunción co nstante de r·~oncepciones y realizaciones
(realizations), siendo el primer pensamiento el df un objeto ausente. C each es-
cribe:

Quiero mantener una conclusión de mayor fuer12 "º exist(' con«plo alguno para el
cual sea adecuado el método de la abstraooón. Si hubiea .iWina rerdad en el abstn..--.:ionismo,
sería en todo caso adecuado para conceptos de cualidaj:1 •sensonales scndlw, ¡>;4.a concep-
tos como "rojo" o "redo ndo". Si tcn¡¡o el concepto de -:ojo", puedo emitir juicio. exp resa·
bles en oraciones que contengan la palabra "rojo". F~:a habilid.ld, sin embargo. no puede
adquirirse por ninguna clase de atención o manchas t~•as por ningún período ée tiempo;
incluso si luego de un período de atención a mmch:i..~ -.1as la habilidad se h1áen presente,
aún nos negaríamos a decir que ha sido "aprendida" d: o!1C modo. Pod~mos dccü esto con
tanta confianza como podemos decir que el uso ord!:-.i.;o de la palabra "rojo" no puede
aprenderse por escucharla ceremoniosamente repetida en ·resenci.a de un objeto ~rojo", basa·
dos simplemente en que tal ceremonia no es el uso ordina:"l de la p;ilabra ..rojo".
Prioc (Thinki11g and l:'xperience, llutchínson. 1953• cene el raro mérito cncre los abs-
tracciorústas de haber señalado que la ceremoniosa d~Stiáón ostensiva desempeña. normal·
mente un papel muy pequeño en el aprendiiaje del ter,.'Uaje. Su propia teoría ts que apren·
demos el sentido de palabras tales como "gato~ y .. ~ .. mediante un doble proceso de
abstncción; que
"el factor común, por ejemplo 'gato', en expresirocs que ror ouo lado son fuera de lo
común, gradualmente se correlac1ona con un factff común en las situaciones ambienta·
les observadas que de otro modo serian difcrenl!.1. Oc modo similar, 'nc..,-o' se hace
190 D.MELTZER

gradualmente evidente a partir de otra serie de expresiones que son de otro modo di-
símiles, y se correlaciona con una cualidad visible experienciada en situaciones de otro
modo distintas" (pág. 215).
Esto es mucho más plausible que todo el ·material usual acerca de, la defmición ostensiva,
pero aún pienso que está expuesto a dos fatales objeciones. Primero, es parte integral del liso
de un ténnino general que no estarnos confinados a usarlo en situaciones que iucluyen algún
objeto al cual se aplica el término; podemos usar los ténninos wnegro" Y ~gato" en situaciones
que no incluyen ningún objeto negro o ningún gato. ¿Cómo puede esta parte de su uso
obtenerse por abstracción? Y este uso es parte de los comienzos del lenguaje; el niño puede
decir '1arro" (por) en una "situación ambicr.tal" en que el juro brilla por su ausencia. Se-
gundo, es por supue"<l insuficien te, aun cuando el lenguaje se emplee para describir la situa-
ción inmediata, que debemos pronunciar muchas palabras correspondientes a distintas carac-
terísticas de la situación, pero la abstracción a que I>rrce se refiere, eicasamcnte explica el
que hagamos más que esto (pág. 33-35).

El énfasis de Gt>ach en "actos de juicio expresables en oraciones" es un punto


que hemos tocado en el capítulo sobre mutismo. Quisiera aquí destacar su énfasis
sobre la parte que juega el objeto ausente. La cuestión es que el "acto mental"
del "juicio expresable en oraciones que contienen la palabra 'rojo' " no debe con-
fundirse con la función primitiva de reaccionar a la presencia del rojo que puede
establecerse en relación con abejas o tiburones. En otras palabras, tomo la posi-
ción de que es el "juicio", y sólo el "juicio", lo que es el "acto mental" y que
éste sea "expresable en oraciones" es la manifestación de que t iene "significado"
y rle ser entonces utilizable para la comunicación por otros medios en vez de la
identificación proyectiva, por ejemplo, en "forma simbólica" (Cassirer), por
medio de la "transformación" (Bion).
Ahora. mi tesis con respecto a los mecanismos autistas en particular y a los
mecanismos obsesivos en general, es que su modo de funcionamiento implica
un ataque a la capacidad de llevar a cabo "actos mentales", en el sentido de
Geach. Mientras el niño autista lo logra mediante el "desmantelamiento" de su
"sentido común" (Bion), es decir, su capacidad de experimentar percepciones
integradas sensualmente a las cuales es posible atn'buir significado, las formas
menos primitivas del mecanismo obsesivo atacan constelaciones más específicas
de la actividad mental, sin buscar una suspensión de la actividad mental en general.
De todos modos, la importancia de esta afirmación sólo puede apreciarse si reco-
nocemos que el "significado" es en su esencia emocional. En esta concepción se
puede ver que sigo a Susanne K. Langer (Philosophy in a New Key, Oxford,
1951) más que a Bertrand Russell (An Jnvestigation in to Memúng and Truth ).
En otras palabras, afirmo que en los mecanismos autistas en particular, como en
los obsesivos en general, el modo de actividad esencial está dirigido a reducir
wui experiencia incipiente, a no tener sentiqo, a ser insignifiamte, desl11ilntelándola
hasta un estado de simplicidad que queda por debaio del nivd del "sentido co·
mún ': de modo que no puede funcionar como Wla "/0T11111 simbólica" para
"contener" {Bion} significación emocional, y sólo puede, en sus diversas partes,
encontrar articulaciones de un tipo mecánico y fortuito. Sospecho que estos últi·
rnos, en sus ejemplos más elaborados, se acercan a los "objetos bizarros" de Bion ·
("Diffe rentiation of the Psychotic from the Non-psychotic Part of the Personality",
l11t. J. Psa.• vol. 38, 1957).
AUTISMO Y MECANISMOS OBSESIVOS 191

La ilustración más llamativa de esta tesis que puedo citar es la forma en que
Piffie enfrentó la intrusión del "hombre en la escalera". El im:xJcto emocional
que tuvo en él es indudable, pero lo que impresiona especial~~te es la manera
sistemática con que se dedica a reduoir la experiencia a una \'ariedad de formas
sin sontido, tal vez adecuadas solamente para ser aprehendidas .como formas geo-
métricas. Creo que esta reducción tenia la intención - y lo hubiera logrado si no
hubiera sido por la inten-ención interpretativa- de vaciar ce significado la
experiencia, hacerla incapaz de representación simbólica y, en consecuencia, de CO·
municación interior para que pudiera ser utilizada como recuerdo. Es posible adver-
tir ahora que estamos formulando una teoría del olvido que abarca una categoría
de fenómenos mentales muy distinta de la formulada por Freud ;¡ara las amnesias
producidas por la represión. Podría abrirse así una ventana a la \"2.>"ta tierra de nadie
del pasado que se encuentra en el paciente catatónico, espacio y tiempo vacíos,
salpicados con fragmentos desarticulados de recuerdos e imágenes en los cuales sólo
pueden arraigar palabras aishdas más que oraciones, como coo Jonathan (capi·
tulo VIO.
Esto nos lleva bastante lejos en nuest ra coniprensión d~l funcionamiento
de los mecanismos obsesh'OS.. pero no llega aún al corazón del mi.::.'lerio relacionado
con su importancia en la 'ida mental en general. Parecería llW bien que estamos
sugiriendo que, en tanto el control omnipotente con Ja separación de los objetos
crea una paralización del movimiento vital y una simplificación desde las expe-
riencias a los c,·entos, la \ida emocional se perjudica, y éste es el centro de la
cuestión, la razón de que estos mecanismos estén tan disponi:'ks para la defensa
contra el sufrimiento mental. Pero queremos particularment~ destacar que el
empico defensivo de estos mecanismos es secundario, y que s:.i fur.dón primaria
y más importante, genenlrnente algo escondida para el mttodo psicoanáLitico
de investigación, es ccntril en cuanto al logro de- un alto grado de integración
entre el desarrollo emociooal y el intelectual. Al tiempo que pido al lector que
conserve la experiencia de Piffie en mente, quiero presentar cos dibujos de u.na
niña de nueve años realizados antes de la interrupción del anilisis por el fin de
semana. Esto sucedió unos quince ailos atrás y fue la primera indicación que tuve
de la profundidad emocional y el potencial intelectual de :.:na niña esquizoide
que desde entonces se desarrolló como una artista y una intelectual muy pro·
metedora.
En la época en que estos dibujos fueron realizados, esta c:.ia aún permanecía
muda en la situación anaJjtica, después de dos años de sentars.! a la mesa dándome
la csp::!da JI!ientras dibujaba, sin permitirme ver lo que hacfa. Más bien, al dejar
cada sesión tiraba el dibujo al piso, de modo muy semej2i:ce a la paciente de
Abraham que dejaba caCT objetos de su cinturón mientru caminaba por los
bosques. Yo sólo podía, entonces, analizar su conducta y el dibujo de la sesión
anterior, mientras ella aparentemente me ignoraba y llevaba a cabo su nuevo
dibujo. A primera vista ambos dibujos no parecen estar relacionados; uno era una
casa estilizada y el otro un diseilo estilizado. Pero una obsef\"Jción más cuidadosa
revela rápidamente que el diseño está compuesto de partes desmontadas del dibujo
de la casa. Es importante notar que los dos dibujos fueron heclios con un intervalo
de tr\:S días y que yo tenía al primero fuera de la vista de la paciente mientras ella
192 D.MELTZER

hacía el segundo. Quiero también llamar la atención sobre el hecho de que el


desmantelamiento se hizo con mucho cuidado -los ladrillos, las ventanas, los
mosaicos, etc.- con una excepción: las flores en los dos canteros perdieron su
forma al convertirse en los colores del arco iris. Consideré que este segundo dibujo
representaba un cuidadoso desmantelamiento y control de la mamá-analítica, con
el objeto de evitar la experiencia de separación, los celos edípicos, cte. la única
excepción a este gentil método parece haber sido el ataque sádico a los bebés
internos, las flores.
Todo esto es muy inte resante e incluso bastante convincente, pero no explica
otro llamativo aspecto de ambos dibujos, es decir, que uno es vulgar Y aun
aburrido, mientras que el segundo es llamativamente hermoso y sutil. Obsérvense,
por ejemplo, las proporciones de arquitectura georgiana escondidas en las formas.
También es de especial interés que los numerosos y pequeños ceros, cruces y
formas de símbolos phi no aparecían en el dibujo original y fueron introducidos
al día siguiente mientras yo estaba interpretando. La niña tomó el dibujo nueva·
mente e hizo estos agregados, que consideré que representaban la manera en q ue
experienciaba las palabras analíticas, como devolviendo vida y sexualidad al objeto
desmantelado.
Ya e n 1920 Melanie K.Jein parece haber oído de sus pequeños pacientes que a
menudo_estaban impulsados por su sed de conocimientos a explorar en su fantasía
el interior del cuerpo materno como un mundo, y como el prototipo del "mun·
do". La búsqueda de la verdad no parece haber sido una de las cualidades me ntales
que Freud sintiera que jugaban un papel importante en la vida de sus pacient es
y, en consecuencia, subestimó su significado para el desarrollo. Habla de la:
"mvestipciones sexuales" de lo s niííos. pero el instinto epistemofílico no tenía
papel alguno en su concepció n del ello. Lo que parecería ser una crítica tiene más
bien la intención de puntuafü.ar una diferencia de enfoque, implícita en el análisis
de adultos y de niños. Mientras que el primero tiene lugar, digamos, desde arriba,
al utilizar los aspectos patológjcos de la personalidad y su manifestación como
transferencia, el análisis infantil investiga más desde abajo en consonancia con un
proceso evolutivo. Esto es por supuesto una generalización, y en la práctica ambos
se superponen en todo tratamiento. Sin embargo, era natural para Freud, fiel
como era a la evidencia de los hechos : en lucha permanente contra las imposicio-
nes tautológicas de ideas preconcebidas, que alcanzara a ver operando, en adultos
neuróticos, las reliquias de sus luchas por minimizar el sufrimiento mema!. Desde
aquel punto de vista todo mecanismo de defensa es una mentira. Pero cuando
se los ve en la perspectiva del desarrollo del niño, operando como recursos modula·
dores, surge un significado muy distinto.
Esto es lo que podemos ver en nuestras investigaciones con estos nií'los autis·
tas: que cuando Ja lucha contra el sufrimiento mental comienza a perder su predo-
minio (y esto generalmente corresponde al salir el niJ1o de su retraimiento narcisista
en búsqueda de objetos buenos) en ese momento podemos observar que lo:.
mismos mecanismos que anteriormente se utilizaron para defensa, ahora se em-
pican al servicio del desarrollo. Este delicado equilibrio tal vez esté mejor ilustrado
por el epi~odio de Piffie con el hombre de la escalera y con los dos dibujos de mi
pequeña paciente de la casa y el disei'to. Puede verse, también, qué similares son
AUTISMO Y MBCANJ.SWOS OBSESIVOS 193
194 D.lllELTZE!l

estos dos episodios clínicos en su estructura, y oómo el proceso interpretativo


pudo favorecer el desarrollo, gradualmente con Piffie, y casi inmediatamente con
mi paciente, mucho más sana. Lo que quiero destacar es, en realidad, este aspecto
gradual, la necesidad de explorar toda posible distorsión por combinación y
perm utación antes de rendirse a la verdad.
Piffie utilizaba con lentitud, pero sistemáticamente, la situación terapéutica
para explorar en la transferencia las cualidades de su objeto materno. Para él
era de enorme importancia la sospecha de que el papá-pene era peligroso para
la madre y que le imponía sus batallones de bebés invasores y despojadores.
Sólo muy despacio pudo abandonar esta idealización de sí núsmo como defensor
de la fe y reconocer sus propios impulsos y sentimientos a controlar como de
naturaleza invasora y destructora. Par.i que este niño se~sitivo pero sensual pudie-
ra acep tar esta verdad, se debían cahorar y controlar cuidadosamente las dosis en
que se las suministraba, y su confianza en el objeto no era tal que pudiera permi-
tirle desempeñar esta función por éL Aquí estoy hablando primariamente de
su objeto interno, aunque por supuesto las experiencias externa~ deben haber
tenido cierta influencia, y en verdad su situación interna cumplió un papel impor-
tante en dar forma a sus relaciones externas presentes, tanto en la transferencia
como en todas partes. De todos modos se arrogó para sí mismo esta función
moduladora y la pudo instrumentar m ediante sus mecanismos obsesivos. Su con-
ducta tenía todas las marcas d..: un experimento de laboratorio, en el cual muchos
aspectos de la situación se mantenían constantes, de modo de poder estudiar la
interacción de las variables. Pero en cierto sentido Piffie era un mal cient ífico
pues sólo se ocupaba de los hallazgos positivos y no de los negativos. Consideró
al hombre en la escalera, por ejemplo, como un hallazgo negativo, comparable
a un elemento contaminador en el campo experimental. Sin embargo, la historia
de la ciencia podría escribirse como una lucln constante contra lo inesperado.
Pero no era así en este caso . Cuando surgía una sorpresa , el Piffie científico
daba lugar al Piffie fanático que trataba lo inesperado como una manifestación
de su propio poder sobrenatural. El espíritu de J esús se rinde al de Pablo , y
Moisés rompe sus tablas; la búsqueda de la verdad vacila y se reemplaza con la
demanda de una creencia.
Est e delicado equilibrio ha. sido descrito e investigado en otro lugar .(Sexual
States of Mind, capítulo 24) con. respecto a la relación que el arte y la pornografía
tienen con la sexualidad del artista y de la audiencia. En ese trabajo se acentuó el
co ntenido del conflicto; ahora estamos más interesados en el proceso mental y sus
mecanismos. La tradición nos llevó a presumir que el arte y la ciencia están pro -
fundamente separados, siendo el primero cx.presivo, esencialmente una comuni-
cación; mientras la última es una exploración. Probablemente nunca haya sido éste
el caso. El gran artista y el científico siempre fueron la misma persona. Sus explo-
raciones del mundo interno y externo requirieron siempre ciert·a forma de publi-
cación. Su empleo de procedimientos inductivos y deductivos, de métodos des-
criptivos y experimentales fue siempre determinado por las oportunidades
provistas y, los materiales disponibles. Estas oportunidades y materiales varían por
supuesto de cult ura en cultura, de siglo en siglo. Un avance en geometría puede
expresarse fundamentalmente en las pinturas de Piero o Uccello. El avance en el
AUTISMO Y MECANISMOS OBSESIVOS 195

pensamiento religioso estalla como música, la metalurgia como escultura. la óptica


como biología, la biología como pensamiento religioso, etcétera.
Mi punto de vista es que los mecanismos obsesivos, empleados al senicio de la
búsqueda de la verdad, contribuyen a enriquecer el equipo del espíritu científico,
pero operan, de todos modos, sobre la ·base de la omnipotencia. Lo que he llama-
1
do la '.'fantasía elíptica que salta del deseo a su realización" no logn un delirio
como lo hace la alucinación. Cuando "daba órdenes y todas las sonrisas se desva- 1
necían" lo podría haber hecho por celos pero con la intención de crear una situa- 1
ción controlada en la cual su amor, y su objeto amoroso, pudieran fl~er. Pero
hace en su omnipotencia un cálculo equivocado. Su objeto amoroso no florece 1
sino que se marchita, las flores mueren al ser pintadas, el animal e>.perimental ¡
muere, la sección congelada se deseca. En este sentido, la ciencia experimental
es profundamente trágica, y el estudio de pequeños científicos ·como Piffie tal
vez pueda ayudarnos a ver cómo este elemento trágico emerge de la falta de con·
fianza en los objetos buenos. Esta falta de confianza es, en primen instancia,
una carencia de convicción en su capacidad para modular el dolor de b revelación
de la verdad al sel[ frágil y vulnerable. En el segundo caso, hay desronfianza de
que se vaya a revelar todo, finalmente el "por qué" y no sólo el "cómo" ce las cosas.
La ciencia descriptiva es más moderada, paciente y confiada. se por expe-
riencia propia que el psicoanálisis puede ser una ciencia experiment.tl Tengo la
esperanza de que pueda convertirse en una ciencia descriptiva.
1
¡
"•
.. .
I

"
CAPITULO IX

LA DBfENSIONALIDAD COMO UN PARAMETRO DEL FUNCIONAMIENTO


MENTAL: SU RELACION CON LA ORGANIZACION NARCISISTA

Donald Meltzer

Es de interés señalar, en relación con el método psicoanalítico, que las altera-


ciones con respecto al espacio vital hallaron expresión en el trabajo interpretativo
mucho antes qur Llegaran a convertirse en formulaciones. teóricas. La delineación
de la teoría se ha d.::jado a propósito para el final de este hüro, de modo que las
expresiones clínicas sobre las cuales está basada en tanto se relaciona con los
niños autistas, se hayan convertido hasta cierto punto en parte del equipo del
lector. No puede decirse lo mismo de las manifestaciones simplificadas de la di-
mensionalidad en pacientes no autistas, y esto debe quedar claro. Con este fin
va a ser Tiecesario citar extensivamente el anículo pionero de la señora Esther
Bick.
Pero tal vez sería útil puntualizar brevemente la formulación teórica. Nuestro
punto de vista es que en tanto pueda decirse de un organismo que tiene vida
mental, y no meramente que existe en un sistema de respuestas neurofisiológicas
a los estímulos provenientes de fuentes externas e internas, es porque vive en "el
mundo", y este mundo debe estar estructurado en diversas formas. Tal vez uno
se ha acostumbrado a pensar "el mundo" como tetradimensional y constituyendo
el "espacio vital" (Kurt Lewin) del organismo. Desde el punto de vista psicoanalí-
tico, puede décirse que este espacio vital comprende varios compartimientos de la
"geografía de Ja fantasía" (Meltzer) y se mueve en la dimensión temporal. Esta
geografía está de ordinario organizada en cuatro compartimientos: dentro del
self, fuera del self, dentro de los objetos internos, dentro de l<>s objetos externos;
y a esto debe a veces agregarse, o tal vez siempre, el quinto compartimiento, el
"no-lugar" del sistema delirante, fuera de la atracción gravitacional de los objetos
buenos. Por otro lado, puede reconocerse que la dimensión del tiempo tiene un
.desarrollo que va de la circularidad a la oscilación y finalmente al tiempo lineal del
"tiempo de vida" para el individuo, desde la concepción hasta la muerte.
Ahora bien, nos hemos dado cuenta de que la dirnemionalidad espacial tiene
198 O.MELTZER

también un dei>arrollo, un punto de vista probablemente en acuerdo fundamental


con las ideas de Bio n, tal como las desaibió en Transfonnations (Heinemann,
1967). El punto de vista que quuemos adoptar aquí es tal vez más directamente
clínico y más puramente psicoanalítico que el de Bion, puesto que Bion está
más interesado en el pensar y el pensar acerca del pen~, mientras que nosotros
estamos básicamente absorbido~ con las fuentes de la vida emocional en la percep-
ción y la experiencia. Parece bastante cierto, sin embargo, que los dos vértices son
complementarios.
Este punto de vista evolucionista de la dimensionalidad en la visión-del-mun-
do (que no queremos confundir con Weltansclzauung, una idea mucho más abs·
tracta y ftJosófica) probablemente nos Ueva d e vuelta a procesos de diferenciación
y organización próximos a la disociación e idealización del sel[ y el objeto.
Melanie Klein lo consideró como el primer paso definitivo en el desarrollo sano,
una visión con la que Roger Money-Kyrle está bás icamente de acuerd o cuando
describe la lógica de la necesidad interna del desarrollo. A nosotros nos parecería
que la disociación e idealización emergerían como una necesidad lógica en algún
punto dentro del establecimiento de la bidirnensionalidad y antes de la transición
a la tridimensionalidad. Veamos si podemos justificar este concepto mediante
la descripción de Ja organización de la experiencia en estos varios niveles. Va a
ser más claro si seguima:; Ja cronología del desarrollo más que el orden en el cual
emergieron los hallazgos en el trabajo clínico.

UNIDlME:-iSIONALIDAD

La teorí.a sistemática original de Freud tal como la ex~esó. en el "Proyecto",


el capítulo VII de La interpretación de los sueños o los Tres ensayos sobre una
teoria sexual, es esencialmente una descripción de la unidimensionaüdad: fuente ,
tendencia y objeto de los modelos de im¡mlsos (drive) genética y neuroftsiológi-
camente detenninados. Una relación tin_eal de tiempo-distancia entre sel[ y objeto
da lugar a un "mundo" con un centro fijo en el sel[ y con un sistema de rayos en
dirección y a distancia de los objetos, concebidos como potencíalmente atractivos
o repelentes. En ese mundo, sólo parccerí.a fortuito q ue alejarse de un objeto
simultáneamente acercara el sel[ hacia otro. El tiempo no se podría distinguir de
la distancia, un compuesto de distancia y velocidad, podríamos decir, un tiempo
de cierre, de clausura (closure-time). 1'o es un mundo conducente a la emociona-
lidad fuera de la forma más simple y polarizada. La gratificación no podría dife-
renciarse de la fusión con el objeto. En este libro hemos sugerido un cuadro del
autismo propiamente dicho que es consonante con la reducción de la experiencia
11 un mundo unidimensional, al que hemos caracterizado como $USlancialmente
sin mente, y que sólo consiste en una serie de eventos no disponibles para la
m(tmoria o el pensamiento.
LA DIMENSIONA.LIOAD 199
BIOIMENSIONALlDAD

Cuando la significación de los objetos se vivencia como inseparable de las


cualidades sensuales que pueden captarse de sus superficies, la concepción del
sel/ debe ser por fuerz.a limitada. El sel/ también va a ser vivenciado como una
superficie sellsible, una visión 'no Sil!rificativamente distinta de la visión del yo
que Freud presentó en El yo y el ello. Esta superficie sensible puede ser maravi-
llosamente inteligente en !:! percepció'n y apreciación de las cualidades de la
superficie de los Objetos, pero sus objetivos van a ser necesariamente cercenados
por una empobrecida imaginación, dado que Cár~e de medios para construir
en su pensamiento objetos o hechos distintos de tque!los experimentados de
manera concreta. En el lenguaje de Ilion, el yo no te1.dría medios para distinguir
entre un objeto bueno ausente y la presencia de un objeto ausente persecutorio.
La razón para esta limitación del pensamiento y la iJmginación resid iría en la
carencia de espacio interno dentro de la mente, en el cm! pudiera tener lugar la
fantasía como una acción de ensayo y, por ende, como un pensamiento expe-
rimental.
Más aún, y por la misma razón, el sel/ que está viviendo en un mundo bicli-
meruional va a quedar disminuido tanto en memoria como en deseo, o en previ-
sión. Sus experiencias no podrán resultar en la introyea:ión de objetos o en la
modificación introyectiva de los objetos ya existentes. No se podrá entonces llevar
a cabo el pensamiento experimental en regresión o progresión, a partir del cuaJ
fuera posible reconstruir los hechos pasados más o menos certeramente, y bosque-
jar las posibilidades futuras con cierto grado de convic:ióo. Su relación con el
tiempo será CSCDCialmente circular, pues sería incapaz de concebir cambios perdu-
rables y, por lo tanto, de· concebir su desarrollo o su cesación. Las circunstancias
que amenazan esta inmutabilidad tenderán a vivenciar:-e como ruptura de las
superficies: rajar, desgarrar, supuración, disolución, 1.iqu..-nificación o desensibili-
zación ictiótica, entumecimiento congelante (freering numbness) o una sensación
difusa, sin sentido y por ende atormentadora, como de piC2ZÓn.

TRID!MENSIONALIDAD

Una vez que el objeto ha sido vivenciado como resistente a Ja penetración,


de modo que los problemas emocionales ya no parecen consistir en estar mera-
mente a uno u otro lado de un objeto fino como papd (anverso y reverso, por
ejemplo), el escenario está preparado, como hemos visto ~n el desarrollo de John
y Barry en particular, para que surja el concepto de orificios en el objeto y en el
sel/. Puede entonces comenz.ar la pugna acerca de la fon::a de guardar o de cerrar
estos orificios, que se conciben como naturales más que hechos a la fuerza o des-
garrados. Con el comienw de esta nueva lucha la visióÓ«l-mundo en su totalidad
se eleva a un nuevo nivel de complejidad, el nivel de la tridimensionalidad de los
objetos, ·y del sel[ por identificación, como continentes de espacios potenciales.
La potencialidad de un espacio y, por ende, de u:; continente, sólo puede
200 D.MELTZE.R

tener lugar una vez que se ha hecho efectiva la función de esfínter. Con la evolu·
ción y el desarrollo de estos esfínteres t iene que ver la mayor parte del análisis
de Barry. Su material muestra con particular claridad que la capacidad de un
objeto de proteger y , por ende, de controlar sus propios orificios es una con·
dición previa para que el sel[ realice un movimiento en esa dirección, de conti·
nencii tanto como de resistencia a la penetración agresiva.
Empero, en tanto el interior de un objeto también persiste en tener el signi-
ficado de un estado anterior de la mente, ya que el sentimiento de ser adecuada·
mente contenido es una precondición para la experiencia de ser un continente
capaz de contener, Jos movimientos en la fantasía de entrar y salir de un objeto
tie nen necesariamente significación con respecto a la concepción del tiempo .
El tiempo, que no se podía diferenciar de la distancia en la unidimensionalidad
de la desmentalización y que había adquirido cierta vaga continu.idad o circul3-
ridad al moverse de un punto a otro en la superficie del mundo bidimensional,
comienza ahora a· tener una tendencia direccional propia, un movimiento inexo-
rable de adentro hacia afuera del objeto. Pero la operación continua de la omni-
potencia da forma a la fantasía de identificación proyectiva. Por este medio, no
sólo se afirma la reversibilidad de la diferenciación del sel[ respecto d el objeto,
sino que también se proclama, como corolario, la reversibilidad de la dirección
del tiempo. Así surge el tiempo oscilatorio en las concepciones mentales "del
mundo" y, para llegar finalmente a ser u nidireccional, tendrá que esperar a que se
cumpla el proceso doloroso y nunca totalmente completo de renunciar a la
identificación proyectiva. El tiempo se convierte entonces en el esposo impla-
cable del Destino, ese imponderable y azaroso factor del mundo exterior.

. TETRADIMENSIOKAUDAD

Es solamente una vez que se ha montado la lucha contra el narcisismo y ha


disminuido la omnipotencia q ue imponen la intrusión y el control sobre los
objetos buenos en los mundos interno y externo, que puede comenzar la forma-
ción de un mundo tetradimensional. Esto es por supuesto de crucial importancia,
como hemos visto en Barry y Piffie, ya que al surgir trae la visión del desarrollo
como una posibilidad. Donde la envidia y !es celos no podían hallar otro alivio
que la afirmación de la voluntad del individuo, puede ahora surgir una nueva
esperanza. Y esta nueva esperanza inspira el proceso de un nuevo tipo de identi-
ficación, que Freud descubrió y describ ió en El yo y el ello. La identificación
introyectiva, en efecto, es algo muy diferente de las identificaciones narcisistas.
El renunciamiento es su condición necesaria, el tiempo es su amigo y la esperan-
za su marca de ley.
LA OIMENSIONALI OAO 201

LDENTIFICACIOS NARCISISTA

El concepto de identificación ingresa casi sin sentirse en el pensamiento de


Freud. Parte "tal ,ez en Dora, se hace ·más notable en las notas originales del
Hombre de las Ratas y comienza a asumir la forma de un concepto en el análisis
de Leonardo, Schreber y el Hombre de los Lobos. Solamente en "Duelo y melan-
colía", sin embaf!O, se le da status completo. Para entonces, el reconocimiento
del narcisismo esuba bien establecido y Freud había ido valorando gradual-
mente el fenómeno narcisista, dentro del cual fue capaz de reconocer que el perío-
do inicial se mar.:a con un tipo de identificación muy diferent~ de la que surgía
como "heredero·· del complejo de Edipo. Freud se inclinaba -a pensar que esta
forma primitiva ce identificación era previa a la elección de objeto o, en cierto
sentido, idént)Q a ésta. Los mecanismos me ntales de los procesos de identifica-
ción permanecen. sin ser descritos sin embargo, a pesar de la delimitación de la jj
111troyección por parte de Ferenczi, hasta el trabajo de Melanie Klein en 1946
sobre los mecanismos esquiz.oides, enue los cuales ella menciona por primera
vez la fantasía subyacente a la identificación proyectiva.
En gran medida, el trabajo de sus continuadores en los siguientes treinta
1
años consistió en in\'estigar la fenomenología de la identificación proyectiva.
La variedad de fenómeno~ que surgió a la luz con la ayuda del nuevo instrumen-
to conceptuai- tum un gran impacto en la técnica, en tanto dio fundamento a la 1·

idea de una transferencia psicótica e hizo factible su modificación mediante


la interpretación. Quienes trabajaban en esta dirección, generalmente presumían
que la identificación proyectiva era el mecanismo de la identificación narcisista
y que se la podía considerar sin duda como la base de la hipocondría , Jos estados
confusionales, b claustrofob:a. la paranoia, la depresión psicótica y, tal vez,
ciertas perturbaciones psicosomáticas. De esta manera, la historia de la identifica-
ción proyectiva es bastante similar a la de la represión, en cuanto tiene gradual-
me nte que ceder su posición exclusiva. cuando se descubren nuevos mecanismos
de defensa. Al describir el segundo mecanismo de identificación narcisista, la
identificación adhesiva, Esther Bick abrió el camino. En este cap ítulo queremos
explorar el concepto en relación con la bidimensionalidad, sugiriendo que se
mantiene en una relación específica con esta visión-del·mundo, mientras que la
identificación ¡:royectiva es, por excelencia, el mecanismo de la 1denlificación
narcisista en un mundo tridimensional. La identificaéión introyec11va debería
entonces ser ronsiderada como el instrumento que eleva la vida mental fuera
de la esfera del narcisismo en específica conexión con la tetradimensionalidad.

L.\ FENO~ENOLOGIA DE L.\ IDENTIFICACION ADHESIVA


EN EL AUTISMO

Los niños estudiados presentan un caleidoscopio de fenómenos clínicos que


ha sido nuestra tarea organizar. Los hemos agrupado en las descripciones clínicas
generalmente bajo los títulos de autismo propiamente dicho, psicosis obsesiona/
202 D.MELTZER

postautista e inmadurez postautista. El material de Timrny ilustró la primera


categoría, John y Barry la segunda y Piffie la tercera. La lucha para obtener la
tridimensionalidad estaba sólo insinuada en el caso de Tirnmy, pero se presentó
más claramente en el proceso analítico con el tratamiento de Barry. El progreso
lento y arduo de este niño mostró muy claramente el movimiento paralelo en el
desarrollo del objeto con resputo a la función de la piel continente y el desarrollo
del sel[ en relación a Jos componentes esenciales de ll humanización. "Es, por corl·
siguiente, el material de Barry el que utilizaremos al describir Ala fenomenología
de la identificación adhesiva que, retrospectivamcnie. puede verse \lUC caracterizó
su evolución.

DependencÍfl. A diferencia de la identificación proy~ctiva que tiende a dar


Jugar a una delusión de independencia debido a la pe1üt'lla de la di ferenciaciór
entre las capacidades adultas e infantiles, Ja identific:ición adhesiva parece produ-
cir un tipo de dependencia adhesiva en la cual no se reconoce la existencia separa-
da del objeto. El control tiránico no parece ser un descripción muy correcta pues·
to que casi no se concibe la necesidad de coerción. Se dan más bien por sentados
los servicios de las figuras parentales, de manera muy semejante a como común-
mente damos por sentada la obediencia de nuestra mano a nuestras intenciones.
Esto, por supuesto, juega una parte en el disminuido impulso a comunicarse,
como se describió en el capítulo VII. El niño autista tomará Ja mano de un adulto
con naturalidad para hacerle llevar a cabo una tarea a su servicio.

Separación-colapso. Mientras el niño en idcntifkación proyectiva experimen-


ta el rechazo de su tiranía como una amenaza a su .:·mnipotencia y duplica sus es-
fuerzos, un rechazo similar en el caso de la identifiC!ció n adhesiva produce colap·
so, como si el niJlo se sintiera· arrancado y arrojaJo por el objeto. Esto puede
verse claramente en John durante las vacaciones, ) particularmente en Barry d u-
ranle las primeras vacaciones de verano , que pasó vendándose a sí mfamo y a su
objeto.
Por tanto, para el niño identificado adhesivam~nte la negativa por parte del
objeto a ser controlado y su desaparición son ¡:dcticamente indiferenciables,
criientras que el niño en identificación proyectiva ~uede evitar totalmente la ex-
periencia de separación al volver a invadir su objeto interno en ausencia del objeto
externo. Por lo tanto. la comparación entre los CJ $ parece bastante paradójica,
ya que el niño identificado adhesivamente, en vi.n::d de una mímica pegajosa y
relativamente suave, no aparece tan tiránico ni , en consecuencia , tan obviamente
necesitado . La agudeza del co!::pso es aún más SOJ?rendente si no se lo previene
sobre la in.minen te separación, para que el niño pueda reaccionar con ansiedad.
r:uc de la mayor i1nportancia en el tratamiento de ~s niños de este grupo que no
se les permitiera ignorar el advenimiento de uru interrupción por vacaciones.
La mayoría d~ los ttrapeutas adoptaron medios tanto visuales como verbales
para asegurarse de que esta información era regjstrad.l.

Vacío en la cabe=a (empty-htadedness). Una de las manifestaciones más t:arac-


tcristicas de la identificación proyectiva, es decir. la delusión de conocimiento
LA DIMENSIONALIDAD 203

º. de ciar.dad de in.sight, paiece estar ausente en el caso de la identificación adhe·


si~a. En .=~ lidad, lo contrario parece Set' el caso: así como ese sentido de conoci·
miento =.d usorio a menudo conduce a sobreestimar la inteligencia de un rúño
seudo~~ uro, del mismo mo do se puede fácilmente no estimar suficientemente
la _del n=.o con identificación adhesiva. Los procesos de identificación se orientan
ma.s en h dirección de la mímica de la apariencia y de la conducta superficial del
Objeto qu~ de sus estados o a tributos mentales, de modo que muy frecuentemente
parecen >er un poco cabez.:is huecas, como uno puede ver en atletas, artista·s,
bailarines. actores y modelo;.

Can::irura. Uno de los rasgos caracterológicos de .la gente que emplea la iden·
tificacié:: proyectiva es, en gran medida, el grado con que presentan al mundo una
caricati.n hostil de sus objetos. La conducta del travestista es un ejemplo extre·
mo, perJ puede verse en cualquier caso de seudomadurez. Por el contrario, b
mímica Je los identificados adhesivamente presenta una caricatura también, pero
que esti muy lejos de ser hostil. Tiene más bien la cualidad de una diminutiza·
ción (diminutization) con todo el encanto que esto tiende a implicar. Ejemplos
son la =nera en que fohn comenzó automáticamente a marcar un ritmo con el
barredero o a mecerse como el árbol. Cuando se observa a este tipo de niño ca-
minando de la mano de un adulto, se los ve combinarse en una forma por demás
llamatm por su cualidad de pas-de-deux*.
CCT:!do nos movemos en el dominio de la conducta inteligente, sin embargo,
el cuaC.v pierde su encanto. Nuevamente, aquí el niño identificado proyectiva-
mente ;:uede causamo s cierto enojo con la pretensión o pomposidad de su porte o
vocabtili.rio, o divertirnos por su tosquedad, segón la cualidad de su objeto. El
niño iC~ntificado adhesh-m1ente, en cambio, tiende a alarmarnos con su imita·
ción no inteligente de su objeto interno o externo. Esto se observó con frecuencia
en Ti.rrG1y y John, cuando las alteraciones en .el tono de voz y la ausencia del pro-
nombre de la primera persona indicaban que estaban hablando como loros.
· Pc:é'íamos citar extwsamente o tros f<:nómenos característicos de la identi·
ficació;: adhesiva; pero oo es nuestra intención exponerlos aquí, sino solamente
hacer explícito el concepto . Debemos ahora volver nuestra indagación en otra
direcciC:i. Jo que nos lle\"a al área de los esfuerzos compensatorios que pueden
obsen~-se en las funciones yoicas cuando aún prevalece la bidimensionalidad.
Para efü citaré extensamente el trabajo de la señora Bick de 1968.

(La o:pt.>iencia de út piel en C3 relaciones de objeto remprrzMs)••

J.¿ resis es aue en su forma más primitiva las partes d~ la personalidad se sienten como
carentei de una fuerza que h5 una, y d~ben enton~s rewnrsc; de ~.manera que es vive_n-
ciada ;m ellas pasivamente, como la piel que funciona como un liJrute. Pero esta func:ion

• En fnncésen el original. [T.I . .


.. PUet!e encontrai:se la traducción completa de este trabajo en la Rtl'Uta de Pticoaná/isis de
1970;1.:;mo XXVII. N• l. [N. del S. l
204 D.MELTZER

interna de contener partes del self depende inicialmente de la iJlt1oyecciÓn de un objeto


externo que se experimenta como capaz de Uevar a cabo esta función. Más taidc, la identi·
ficación con esta función del objeto reemplaza el estado no integrado y da lugar a la fantasía
de espacios internos y externos. Sólo entonce.s el escenario está listo para la operación de .la
disociáción-e-idealización primaria del sel[ y los objetos, tal como lo describió Melanie K!cin.
Mientras las funciones continentes no hayan sido introyectadas, el concepto de un espac io
dentro del sel[ no puede emerger. La introyección, es decir, la construcción de un objeto
en un espacio interior, está en consecuencia reducida. En su ausencia, la función de la iden -
tificación proyect iva continuará necesariamente sin amengll3.f (presumiendo que el concepto
de espacio dentro del objeto se haya desarrollado) y se manifestarán todas las confusion<::s
de identidad acompaiiaiites.
Puede verse ahora que el escenario de la original disociación-e-idealización del self y
los objetos se apoya en este proceso anterior por el cual el self y el objeto quedan con tenidos
en su respectiva "piel".
Las fluctuaciones en este estado inicial se ilustrarán en el material de casos, a partir de la
observadón de bebés, de modo de mostrar la diferencia entre la falta de integración como una
. experiencia pasiva de total desamparo, y la desintegración a través de los procesos disociativos
como una operación defensiva activa al servicio del desarrollo. En consecuencia, desde el pun·
•to de vista económico, estamos tratando con situaciones que conducen a ansiedades catas-
tróficas en el estado no integrado, en comparación con las ansiedades paranoide y depresiva,
más l.imjtadas y específicas.
En el estado infantil de falta de integración, la necesidad de un objeto continente
parecería producir la búsqueda frenética de un objeto -una luz, W\a voz, un olor u otro
: objeto sensual- capaz de sostener la atención y, por consiguiente, ser vivenci.ado, al· menos
momentáneamente, como manteniende-unidas las partes de la personmdad. El objeto óptimo
es el pezón en la boca, junto con el olor familiar de la madre que sostiene y habla.
El material va a most rar cómo este objeto continente es experimentad" como una piel.
El desanollo defectuoso de esta función primaria de la piel puede considerarse corno el resuJ -
tado de fallas en la adecuación del objeto real o de ataques fantaseados contra él, que pert ta·
ban la introyección. La perturbación de la funciÓrl primaria d·e la piel puede llevar al ·deSárro-
llo de una "segunda piel", a partir de la cuaa la dependencia respecto del. objeto se reem plaza
por .una seudoindependencia, por el uso inapropiado de cie~ funciones mentales, o tal vci
mediante la creación de un sustituw para esta función de piel-continente. El material que se
presenta a continuación contiene algunos ejemplos de la formación de esta "segunda piel".

Observación de un bebé: Alicia

Un año de observación de una madre joven e inmadura y su primer bebé mostró un pro-
greso grad ual en la función de "piel-continente" hasta las doce semanas. Al aumentar la
tolerancia de la madre a la cercanía del bebé, su necesidad de excitaI a_la niña para que
manifestara su vitalidad disminu yó paralelamente. En consecuencia, pudo observarse una
disminución de los estados no integrados en el bebé. Estos se habían caracterizado por tem·
blores, estornudos y movimien tos desorganizados. En ese momento tuvo lugar la mudanza
a una nueva casa aún no terminada, hecho que perturbó severamente la capacidad de. la
mad re de contener a su ne rtita y la forzó a distanciarse de ella. Comenzó a alimentarla rnien·
t ras nliraba televisión, o de noche en la oscuridad sin tenerla en brazos. Esto pro<;lujo en la
niña un torrente de perturbaciones somáticas y un aumento de los estados no integrados.
La enfermedad del padre en esa época empeoró las cosas y la mad1e debió plantearse la
necesidad de volver al trabajo. Comenzó a presionar a la pequeñita hacia una seudoinde·
pendencia, forzándola a usar el orinal, introduciendo un andador (bouncer) durante el
día, mien tras se rehusó con dureza a responder al llanto de la pequeña durante la noche.
La madre volvió entonces a su tendencia anterior estimulando a la niña a reali7-ar extúbicio-
nes agresivas, que ella misma provocaba y admiraba. A los seis meses y medio el resultado
era un.a niñita hiperactiva y agresiva, a la que la madre llamaba la "boxeadora" debido
LA DIMltHSIONALIDAO 205
a so hábito de dar puñct%U>s en la cara de la gente. Vemos aquí b formación de un tipo
m11:SCular de "segunda piel" autocontinente, en lugar de una adecuada piel-continente.

A1'tilisis de wuz níña esquizo#nica: Mary

Algunos años de anilisis desde los tres años y medio nos permitieron re<:onstnm los
~dos mentales reílejados en la hlstor~ de su perturbación infantil. Los hechos son los si-
gc¡oentes: un nacimiento diflcultoso, se prendió r,·.rtementc del pción desde temprano
pero fue muy pereiosa para t omar, succiónaP, la mamadera complementó al pecho en la tercera
s=ana, pero el arnamanumicnto al pecho continuó- hasta los onct meses; tuvo eczema
in!intil a los cuatro meses y s.. .=.,.aba huta sangrar, se pe~ba a su madre en extremo. tenía
~ra intolerancia a esperar por sus comidas, era atrasada y atí:.:ca en todas las áreas del
d(33frollo.
En el análisis se reflejó desde el principio una severa intolerancia a la separación en el
a~tar de las mandrbulas y la rotwa sistemi'i1ca de todos lo! matcna! ,s después de la pri-
a:.:n interrupción debida a las vacaciones.. u total dependencia dd contacto inmediato pudo
''º
''el'SC y estudfarse a través de la integnc:ión de sus estados postunles y de su motil.Jdad por
tD lado y el pensamiento y la comunicación por el otro, que existían al comienzo de cada
i...":lión y mejoraban en su t ranscurso, pani reaparecer al irse. Venía encorvada, oon los m1em-
b..-os tensos, grotesca como una " bolsa de papas" como más adelante ella se llamó a sí misma,
~ emitiendo un explosivo "ssbick" por "buenos días. señora Biclc". Esta "bolsa de papas"
p1...-ecía esw en continuo peligro de dernimar sus contenidos, debido en parte al constante
~erear de su piel que representaba b piel·"bolsa" del objeto en el cual algunas de sus
p:utes, las "papas", estaban contenidas ficlcntificación proyectiva). Se logró la mejoría de
esa postura encorvada a la erguida, jur1to con la disminución de su total dependencia gcnc-
nJ. pero más a través de la formación de una segunda piel basad~ :.n su pr.opia muscularidad,
~;e por identuicación con un objeto continente.

A 'rálins de un paciente neurótico adulto

Podría estudiarse la a.ltemancia de dos tipos de experiencia del ulf la ..bolsa de man-
z.mas" y el "hipopótamo"- en relacióa con el tipo de contacto en la transferencia y con la
nperiencia de separación, ambos rebcionados con una perturbación en el período de ali·
=~ntación. En el estado de "bolsa de mantanas", el paciente era quisquilloso, vano y tenfo
~-::a constante necesidad de atención y halago, era fácilmente vulnerable, esperando siempre
tl:la cat:ísuofc, tal como un colapso al len.nturse del diván. En el estado de ''hipopótamo'',
cl paciente era agresivo, tiránico, cáustico e inflexible en querer hactr las cosas a su rTUnera .
•>,.:¡¡bos estados se relacion.aban con el tipo de organi1ación de la "segunda piel", dominado
;or la identificación proyectiva. la pid de "lúpopótamo", tanto como la "bolsa", era un
:-!tlejo de la piel del objeto dcnuo del cual existía, mientras que las mani.anas, de piel fina
~ fáciles de magullar, representaban el estado de las partes del sel{ q ue estaban dentro de este
t'ojeto insensible .

•'.Nilisis de una niiia: Jill

En el análisis de una ni/la de cinco años cuyo período de ulimentación se había caracteriza-
~º por la anorexia, se presentaron de entnida problemas de piel-continente, como por ejemplo
s:is constantes exigencias a la madre, durante las primera~ vacaciones analfocas, de que sus
:opas fueran ajustadas con firmeza y sus zapatos atados apreta<bmente. El material ulterior
::iostró su intensa ansiedad y necesidad de diferenciarse a sí misma de sus ¡uguetes y muilecas,
;cerca de los cuales decía: "Los juguetes no son como yo, se rompen en pedazos y no se
1:rcglan .. No ficncn piel. ,¡1'oso tros tenemos piel!".
O.MELTZER
206
Esto es lo sustancial del trabajo que ab rió el problema de la no integración,
en contraste con la desintegración, relacionándolo con un continente defectuoso.
Además, la señora Bick ha rastreado algunos de los esfuerzos compensatorios
de la autoco ntención pato lógica. Al describir la psicosis ¡x:istautista (por ejemplo
Barry) también hemos delineado un estado de no integración, mientras que el
autismo propiamente dic ho se ha considerado como una forma extremadamente
primiliva de desintegración.

1.
LA fENOMENO LOGIA DE LA IDENTIFICACION ADHESIYA
EN PACIENTES NEUROTICOS Y PS ICOTICOS

J He citado extensamente el trabajo de la señora Bick ¡x:irque oo sólo delinea


el problema de la función de la piel·continente y su relación con la fortaleza del
yo, sino porque también se interna en la exploración de los métodos por los cuales
esta fuerza del yo puede simularse, en lo que ella denomina la función de la "se·
1 gunda·piel". He descrito anteriormente algunos de los hallazgos realizados con los
niños estudiados, que ilustran los diversos aspectos del daño en la función mental
que pensamos se basan en el fracaso de lograr la tridimensionalidad en la concep-
ción del sel! y el objeto, que es Ja condición previa necesaria de la fu nción-conti-
nente. Donde la señora 13ick ha mostrado un paso en Ja .)tgani.z.ación ·mental de
la experiencia· que es próxima en el tiempo a la operación de la disociacíón-é-idea-
lización (que a su vez es una prccondición de la disociación~-identificación·pro­
1 yectiva), nosotros intentarnos otro más adelante. En lugar de los defectos en la
función·continente del objeto, intentamos describir los defectos en la concepción
del objeto como un continente, es decir, la concepción del mu ndo bidimensional.
La experiencia clínica con pacientes neuróticos y psicóticos nos permite ampliar
estas descripciones con otro fenómeno que está ligado por un lado con la preocu-
1 pación por los fenómenos de superficie entre el sel/ y los objetos, y por el otro
lado con el deterioro del sentido del tie mpo resultante del frac:iSú en concebir
cambios duraderos, o sea el tiempo circular. Voy a describirlo de una manera que
det:-e situarse entre la desmenlalización y la profundidad en ~ experiencia de
vid::. es decir la superficialidad •.

LA SUPE RFICIALIDAD COMO UNA ORCANIZACIOS


DEL CARACfER

Ma1erial clínico. Una muje r joven, atractiva y buena moza que vino a anali·
zarse año~ después de la muerte de uno de sus padres demostró en 'Su conducta
cierto arte social. habilidad para charlar con agudeza e intereses muy dispersos,
que estafr.in ¡x:ir. un lado en marcado contraste con las características del ambiente

• 5Jtall<""IVtt. faltJ de profu ndidad, frivolidad. JN. del S.¡


LA OCMENSIO NALIOAO
207
de su nii\ez y, por el otro, co~ sus aspuacion~.s- Tenía .gran admiración por las
persoius de conviCCJOnes ap~nadas. devocion, ~delidad, siempre dispuesta
a acudir al Uamado de los demas. Y m muy consciente de que esas cualidades
le faltaban por comple10. Su relación con el tiempo era vaga, aunque no era impun-
tual. Más bien, obser.aba en sí misma 1:na especie de "espera" indolora, que tam·
bién notaban sus arrugos, y acerca de lo cual le hacían bromas pues siempre se la
encontraba sentada deirás de un penóJ1co. Los demás debían buscarla, lo cual
hacían, ya que ella era atrayente Y a.'Tlistosa, pero no provOC3ba en ellos scnti-
m!cntos intensos, excepto por ru atn~tivo sexual. Su respuesta emocional más
intensa era provocada por cuestiones de "buen gusto" en materia de vestir, de-
coración de ca.~as y comportamiento social. Lo que le impresionaba de los otros
eran, en primera insuncia, la aparienro Y las ropas, de modo que, al parecer, la
relación con su piel se distinguía poco ce la relación con su propia ropa.
Durante el segundo año de análliis desarrolló varias perturbaciones menores
en la piel, y se pudo observar que su relación con el analista y con su médico
clínico eran ambas indiferenciables de la relación con su peluquero, cuando éste
le hacía un mal weglo. Era e"idemc que se sentía sucia más que enferma,
humillada más que preocupa<L1, irn:..;ble e impaciente más que interesada en el
tratamiento de su perturbación dr.natológica. rue muy pronto evidente en
el análisis que una organiz.ación .nar:isista de esclavitud respe.cto de un aspecto
de si misma cuf!ada-mayor era el factor determinante de la persistencia de esta
actitud. Pero mientras servía para adarar su forma respecto del mundo exterior,
no explicaba realmente su cualidad fundamental, la frivolidad (slr.allo wness).
Algunos años e¿ análisis trajeror. muchos logros en la organización de su per-
sonalidad en otros ~;pecios. Se casó. cuvo hijos. Se sentía feliz pero no satisfecha,
ya que notaba que ;_; intereses era~ :vdavia extcnd idos y su;>erficiales; sus activi-
dades eran más de~ndientes ce la; e'(jgenc1as de oiros que dirigidas desde aden-
tro, y ningún sentin1iento de fuerz.a individual e identidad parecía accer natural·
mente en ella.
La irrupción de esta superficiali.iad sobrevenía a veces abruptamente, sólo para
volver a desaparec!r con igual pror:1tud. Un torrente de amor en la transferencia
podía hacerla vo1'er de manera tn:isitoria a momentos igualmente raros en su
relación infantil co:i su madre. pan luego desapa recer y ser reemplazados por re·
cuerdos de sus ve;-::Jos sucio; o m< ::dos. Un interesante sueno ilustra este proceso
con cierta elocuen.:1a. En el sueño ,:°!!a y su hijita parecían es:.Jr 1•ivie11do e11 la casa
de su empleada doméstica, y ella Si' sentía muy impresiona.:!.;, a la re; por la c11ali·
dad de la vida en la casa y por la E"'.onne cantidad de trabajo que la se11ora C. era
capaz de realizar. r el ;ardfrz del fr:nte era muy hermoj(} tcomo el del consultorio
del analista) y su hijita se despúc.Jba Por la superfu:ie de hielo de un pequeno
lago con peces. Pero repentir.amer.:e se caia a trt11•és del hielo, y la pacie111e, en
un momento de intenso dolor más que de pánico. se tiró al agua para rescatarla.
De alguna manen=. cuando emergió. sólo la parte delantera de su vestido estaba un
poco mojada, corr.o cuando se moj::;a de peque1ía.
El proceso de Ja torna de co:nacto con seniimientos más intensos era para·
lelo con otro asp<!Cto del trabajo analítico, es decir, la investigación de su voyeu-
rismo envidioso. Una y otra vez f1.~ necesario aportarle la prueba de que su minu-
208 D.MELTZER

ci0so escrutinio de las cualidades superficiales de la vida del analista -sus ropas,
el consultorio, casa, jardín, etc.- estaba en realidad acompafiado por invasiones
dañinas, como se ilustró en el sueilo de la nifta que caía a través de la superficie de
hielo, menoscabando su objeto y reduciéndolo a ser "la mujer de la limpieza",
el tipo de sirvienta que venía a limpiar la casa, se le pagaba y no se pensaba más
en ella. Sólo muy gradualmente disminuyó la omnipotencia de su voyeurismo y
emergió la apreciación de la privacidad y el misterio fundamental de ~ü:,; objetos.
El material de este caso puede ayudar a demostrar c0mo un área p~rticular
de b relación infantil inconsciente con la madre =~t r~na corno objeto total (la
señora C., la mujer de la limpieza) y ron el pecho como objeto-par cial (el laguito •
de los peces) puede deteriorarse en cuanto a ser piel-continente y a la dimensio-
nalidad, socavando la fuerza y la vitalidad de la personalida:! - :omo un todo,
mientras que apenas producía efecto alguno que pudiera identificarse desde un
punto de vista descriptivo puramente psiquiátrico. l.l paciente en cuestión está .
en un alarmante cont raste con, digamos, Barry, y ponerlos juntos sirve para ilus-
trar la importancia de los factores económicos y de la matriz total de la personali·
dad dentro de la cual se encuentra incrustada una particular área defectual. En
el caso descrito, la bid imensionalidad no era un fracaso primario del dCSlJTollo,
sino que fue instrumentada regresivamente en la infancia como una organización
defensiva frente al complejo de Edipo genital y refon.ada en la tardía adolescen-
cia frente a la muerte repentina de uno de sus padres. Cabe ahora plantearse la
pregunta de la forma en que la bidi"lensionalidad que describimos difiere de la
renegación de la realidad psíquica, que se ve por ejemplo en la latencia, con su
sentido común, su falta de imaginación y el empobrecimiento del afecto.

LA BIOíMENSJONALIDAD Y LA RENEGAOON
DE LA REAUDAD PSIQllCA

En la bibliografía psicoanalítica existe gran confusión entre la descripción


del deterioro de las funciones mentales, y el deterioro de la conciencia de los
hechos mentales. f-reud intentó remediarlo diferenciando "'renC1?.ación" de "ne-
gación"• y "supresión" de "represión" (1910 y 1925), con lo que algo logró para
establecer bien las cosas; pero la confusión tien<!~ a proliferar. Como concepto,
la renegación {dcniilf) de la realidad psíquica roonta a horcajadas en estas dos
categorías de una manera bien desafortunada, yz que con este roncepto tende·
mos a significar a la vez que el repud10 del i.Cl:!fés y la atención a los hechos
del mundo interior deteriora su toma de conciei:...-ia, y también que la falta de
atención facilita ciertas operaciones de la omnipoten;:ia.
Por otro lado, al hablar de bidimensionah:bd, parCO!ría que no estamos

• Traducimos deniaJ por "rcnegación" y nciatiorr por ''nep::ión". (lapalabraoriginalúeudiana


e• l'u/eugnung, que al castellano se vierte como "ren~;ón, n:fut!ción o repudio" y que
<ituchcy traduce como disavo1<'al. Meltzcr prefiere doti:I. La palabra alemana Vcmeinung
tr lroducc al español por "negación.. y al inglés por nctctio.-:..) fN. del S.!
LA OIMENSIONALIOAO 209
afirmando en lo más mínimo algo refe.rente a la conciencia, interés 0 atención,
sino ocupándonos puralTh!nte de la organi?:.ación de los procesos perceptuales
co ncernientcs al sel[ y Jos objetos, el "mundo". Por "superficialidad" (sha/low-
ness), por ejemplo, no intento referirme a la delgadez de la vida emocional en
particular, sino implicar <;ue esta misma delgadez es una consecuencia necesaria
de la relación de superficie.; superficie con los objetos.
Otro punto de imporuncia se refiere a la .:uestión de Ja fuerza del yo. Parece
más que posible que al describir la función continente-contenido (Bion) y la
función "piel-continente" (Bick), estos dos autores hayan hecho una profunda
incursión en el problema. importante y misterioso, de Ja fuerza del yo. Mientras
Freud pudo encontrar la r~puesta a la pregunta de cómo la gente evita enfermar·
se al descubrir el papel de los procesos de disociación, Bion y Bick probable-
mente hayan recorrido cieno camino hacia el descubrimiento de cómo la gente
dcsarroUa una real fortaleZ3 .
CAPITULO X

CONCLUSION

Donald Meltzer

En el momento en que culmina un hbro y se han reunido sus diversas partes, !


tal vez en particular cuando varias personas han trabajado juntas y separadamente
en él, como sucede er. ~ste caso, lo que emerge parece J1JUY diferente de lo que se
pensaba. Uno puede dar un paso atrás y ver cómo las pinceladas se confuaden
el}tre sí, hasta que resultan en un esquema cuya org¡mización nunca se planeó
o esperó. De pronto se hace evidente ·que al transformar las experiencias en un
libro, uno ha cambiado; al convertuse en parte de la propia historia altera a la per-
sona que ve lo que ha pasado tanto como le altera su visión del mundo exterior.
Encuentro, por ejemplo, al mirar hacia ini iñterior, que una particular a<!mi-
ración y afecto han crecido por estos niños, lo cual creo que puede separarse
de los sentimientos hacia el método o trabajo analítico, los amigos involucrados,
la parte grande de mi tiempo vital empleada, etcétera. No, es una admiración espe-
cial por estos ruños y, en ciena forma, por el autismo. Puedo, por ejemplo, ver que
en el texto he establecido vinculaciones con Oatcs, Lincoln, la leyenda de la Vera
Cruz, las Cruzadas, etcétera. Claramente siento que hay en estos nifios algo muy
heroico y veo, aunque en forma exagerada e incapacitante, el germen de cierta
grandeza, cierto "salto en la oscuridad", como lo llamaría Kierkegaard. Sospecho
que soy testigo de este "caballero de lá fe" que falló desde el comienzo, la excen-
tricidad del individuo verdadero hipertrofiada más allá de-sus raíces en la realidad
psíquica. Es mi impresión que esta contratransferencia de mi parte es compartida
por los que de verdad trabajaron y conocieron a estos niños. Yo sólo conocí a
uno de ellos, Barry, y fue en consulta antes de su análisis. Mi propia contra trans-
ferencia es con el grupo como un individuo compuesto, cuya hlstoria está organi- .
zada como los capítulos III-VL Es este vértice lo que deseo explorar como una ·
manera de reunir el material de este libro.
Comencemos con un problema teórico para volver luego a los niños. Han ha-
bido solamente dos agregados importantes a la concepción de Freud del comienzo
O.M.ELTZER

de la vida mental en el bebé, es decir, su idea del narcisismo primario como un


estado en el cual la identificación con objetos que producen satisfacción era in·
mediata, wtomática. Estas amplificaciones, fueron primero, la descripción hecha
por Melanie Klein de la disociación e idealiución primaria del sel[ y el objeto,
originaria me nte el pecho (es decir la madre como pecho). Mediante esta opera-
ción el niño establecía las bases para los conceptos de bueno y malo, aunque con
un criterio marcadamente exagerado e inmediato. Melanie Klein consideró que
esto marc..1ba el comienzo de las relaciones objctales, la condición sine qua non
que conduce a un desarrollo normal. El segundo corolario fue agregado por Esther
Bick en 1968 con su descripción de las funciones psíquicas de la piel en el desarro-
llo me~.lal. EUa demostró de manera convincente la necesidad de tener una expe·
riencia con un objeto continente con el cual el bebé pueda identificarse para así
sentirse sufr:icntemente contenido dentro de su propia piel y ser entonces capaz
de tolerar el ser desprendido de los brazos de la madre cuando está despierto sin
que sobrevenga la desintegración de su sel[ corporal. También descubrió algunas
de las consecuencias que tiene para la fortaleza del yo una piel psíquica defectuo-
sa, y mostró cómo se establecían las funciones sustitutivas de la segunda piel para
compensar este defecto. Bick vio que esto era un prerrcquisito para la adecuada
disociación e idealización y, por consiguiente, para la resolución satisfactoria
de las confusiones entre lo bueno y lo malo.
Todo el material de los capítulos clínicos de este libro declara de manera
inequívoca que estamos frente a niños en los cuales estos pasos d~l desarrollo se
perdieron o fueron en principio inadecuados. No encontramos, sin embargo, la
esperable proliferación de ansiedades persecutorias, suspicacia paranoide y per-
versidad sádica. Por el contrario, los niños son suaves, t iernos y caen fácilmente
en una desesperante depresión, más irritados que atemorizados por los omni·
presentes bebés-rivales. Es sólo después de que el análisis y el desarrollo avanzan un.a
cierta distancia, que la dureza y crueldad narcisistas, con los consecuentes miedos
persecutorios y suspicacias paranoides hacen su aparición en Timmy º· John. ln ·
cluso Barry tiene muy poco temor a los perseguidores, y más bien es perseguido
por los sentimientos depresivos generados por su daño continuo a su objeto, que
realiza mediante una brutal invasión (el vendaje durante las vacaciones, por ejem -
plo); y no desarrolló una organización narcisista hasta después del establecimiento
de un mundo interno y la disociación e idealización del sel[ y los objetos ("ahora
sé por qué soy tan horrible"). Los segundos cinco años de su análisis, lo núsmo
que el último año de Timmy y de John, se ocuparon del análisis de la•organiza-
ción narcisista (el golpearse la cabc1,a del equipo maníaco Jolu1-0sito, por ejem-
plo). Piffie, por otro lado, comenzó con la señora Hoxter en un estado que Barry
apenas alcanzó después de nueve años de análisis. Es en este sentido que los niños
están unidos en mi mente como un individuo compuesto, ilustrando los cambios
exteriores en el equilibrio entre amor y odio que ordinariamente aparecería como
un problema del temperamento, pero que pueden considerarse- como las conse-
cuencias del cambio en la estruct ura de la personalidad. En el camino hacia la
mejoría de su estructura mental, los rúños se hicieron manifiestamente más crue-
les y duros debido a que la disociación e idealiza'ción hizo PQSible la organización
narcisista.
CONCLU!?ION 213

A110ra bien, hay cierta suerte de lección .escondida en estos hallazgos, algo
relacionado con la disociación e idealización, de bueno y malo como categorías
mentales, algo que hace surgir una pregunta acerca de su necesidad. El cargo
contra Milton de que hlzo de Satán el héroe en El ¡xuaiso perdido no carece
de fundamento, ya que no se ha visto muchos hombres luchando como Milton
para contener y tratar personalmente, responsablemente. con cada aspecto de
sí mismo en relación con su objeto, Dios. Es evidente que Melanie Klein conside-
raba que los procesos disocíativos se instauran violentamente a partir de impul-
sos Clestructivos, sin considerar el propósito o motivo por los que se utifüan.
Ella siempre creía que la disociación era dañina para el objeto en cierto grado,
y, por tanto, siempre razón de culpa y remordimiento . Y es verdad que. al estu-
diar los procesos disociativos, observamos que tienen la cualidad de un juicio pro-
nunciado y ejecutado sin considerar la sabiduría salomónica que puede subyacer
por detrás. Hay una " irritante indagación de datos y razones", una búsqueda ¡x>r
lá "resolución final del problema X".
Pero probablemente sea también cierto que los procesos. disociativos son ne-
cesarios para el tipo de decisiones que hacen posible la acción en el mundo exte-
rior. Cada decisión implica poner en movimiento un plan singular entre varias
alternativas; es experinnental, implica riesgo, una cierta crueldad hacia uno mismo
o los otros. Recuerdo cuando niño haber vistó un filme científico sobre cristalo-
grafía, que trataba del corte de uñ enorme diamante en bruto de mucho valor. Los
cqrtadores estudiaron su estructura, trazaron líneas sobre los clivajes naturales
supuestos, y luego, en el momento de ma,yor suspenso . aplicaron un pequeño
cincel, le dieron un golpe suave y el diamante se cortó linpiamente en dos partes.
Quedé muy impresionado. Pero también estoy muy im;Jresionado por el suefto
de Piffie a los catorce años sobre un objeto precioso o;;e tiene líneas naturaks
de clivaje. Mientras fa señora Bick parece haber descubieilo el secreto de la fuerz..a
del yo, Piffie ha descubierto ta! vez el secreto de la elas1i..:idad del yo , del doble-
garse para conquistar: las cañas se dobla_n mientras el rob\e cae frente al 1empor:tl .
. En una palabra, contemporizar sabiendo desligarse. La orden dada por Lincoln
a sus reclutas sería el mejor ejemplo en este punto .
El término contemporizar hace surgir inmediatamente el espectro de la hesi-
tación, la indecisión, la dilación morosa y el compromiw, la marca de fábrica
del carácter obsesivo. ¿Dónde radica la difercncia ry ¿En qué forma la obsesión
de Piffie difiere de la del "Hombre de las Ratas" de F rE ud? UT12 clara respue:rra
es que el paciente de Freud desplegó sus ideas obsesiva; de separar y control:rr,
al servicio de su ambivalencia hacia su "'dama'', todo ;-J amor y su odio. Los
rasgos obsesivos de Piffie no sirven a su ambivalencia. q ue en realidad es. muy
poco manifiesta. Realmente su control omnipotente t ie:i e la intención de seI'i r
a su deseo de poseer a su "señora Hoxter" tan completamente como John quie<e
a la "señora", pero finalmente a través de la comprensión de sus (de ella) mec:::i -
nismos internos, no de fuerza. Como el Mr. Magoo de &.rry, Piffie es un enamü -
rado que desea comprender a su objeto hastó. tal punto que llegue a hacerlo tz n
dichoso que no necesite o quiera otros bebés o papás-penes. ¿Es ésta una Í011r.'.a
primitiva de amor? Sí. ¿Egocéntrica? Sí. ¡Pero auténtica'
Debo también hacer una pausa en este momento para prestar atención a un
214 D. MEl.TZER

fenómeno frecuente en mis explorac1ones cient íftcas a to desconocido. Cuando me


acerco a un nuevo mo1ón, encuentro en él una pequei'la pila de rocas y una peque-
11a b3ndera con la letra "B", presumiblemente por Ilion. Debe haberse notado
que hemos ar rivado a los vé rtices A. O y C: amor, odio y conocimiento. En bionés
parecería que estoy sugiriendo que la diferencia entre las obsesiones de Piffie
y el Hombre de las Ratas es una diferencia de vértices· A y O paia el Hombre de
las Ratas. C para P1ffie. Encontramos entonces que el amante, el artista y el
c1ent ifico son la misma persona, y que la ciencia puede comenzar muy temprano.
Pero también puede sobrepasar sus fuentes y proliferar como una enfermedad.
Esto tamb ién unplica la posibilidad de no hacerlo y, por tanto, de un tipo de es-
tructura de personalidad sana y elástica, que se construye por medios que no
impliquen la disociación e ideafüac1ón. Desde este punto de vista los conceptos
de bueno y malo no serían necesanamente del tipo descrito por Money-Kyrle
en su investigación de la lógica interna del desarrollo de la mente. Quisiera tam-
bién señalar que esta 1nvest igac1ón nos vuelve a los primeros trabajos de Mela ni e
Klcin. que puso énfasis sobre el instinto cpistemofíl1co como una fuerza impul-
sora del desarrollo, y el cuerpo de la mad re como el "mundo" original que se
explora.
Esto abre una ventana en el método psicoanalítico como una cosa en sí
misma, en la cual la gente puede participar, a veces como paciente, a veces como
analista, a veces como ambos simultáneamente. ¿En qué consiste la emoción que
se agita en este tipo de experiencia'1 Si el proceso está dominado por el vértice C,
los hechos esenciales serán los de ser ambos conocedor y conocido, tal vez más
quijotesco que el nombre de conquistador* que Freud se diera a sí mismo. En su
esencia. sin embargo, el proceso parecería merecer el nombre de "aventura'' y.
en momentos de fruición, parecería más apropiadamente acompai\ado -no, no
acompañado, llenado. bañado , bariado con el sentimiento de maravilla ante
la belleza del mundo de la mente, el único mundo que realmente podemos "co·
nocer".
Barry parece haber hecho su viaje a la luna, y durmió en un féretro del que
fue rc~catado •por un "amigo''. Cuando miró hacia arriba, lo que para la señonta
Weddell significa que miró el pezón materno en lugar de mirar hacia abajo, a su trase-
ro. todo cambió. Estaba maravillado ante un objeto que lo podía rescatar de sudor·
mir. sin la menor ayuda de su parte, mediante su música psicoanalítica de PAT\',
O\\ TV y PA(' - la conspiración ps1co~nalítica . $11 desconfiani.a de PAC se centra·
ba en su sospecha de que su últuna meta era separarlo de su madre y capacitarlo
para ganarse la vida. Probablemente había en esto bastante verdad aunque no debie·
ra haber sido así. Los psicoanalistas, por supuesto, no deberían tener otra meta que
la de llevar adelante el proceso psicoanalítico. Pero esto es parte de la dificultad de
C y de su campo de incertidumbre, nos prohibe tener metas y criterios externos, lo
que nos ubica en una posición muy vul nerable respecto a la crítica y al rid ículo.
Es precisamente en relación con estas dificultades que aparece la distinción
entre fuerza y elas11cidad. El Sanwn de Milton• era fuerte en su creencia en Dios

• !:: n csp2ñol en et 011iinal (T. J


• John ~\:11on. Samson Agonis1es. A ·úrama1ic Poem. 1671. tl .I
CONCLUSION 215

antes de caer rendido a la seducción de Dalila. Pero cuando estaba en Giz.a sin sus
ojos fue elástico, pudo resistir la seducción, contemporizar con las :. •enazas )
esperar su oportunidad:

"Las órdenes no son una coacción. S1 las obedezco,


Lo hago libremente, avcntur:índóme a desagradar
A Dios por temor del hombre. y preferir al hombre.
Postergando a Dios: ..."
( 1375)

"Las órdenes del amo llenen fueri.a 1Iresistible


Para quienes le deben absoluta surrusión; •
Y por la vida, ¿quién no cambiaría su determinación?
(Tan variable es la conducta de los ñombres.)
Pero, por cierto, nada debemos acatar
Que sea escandaloso o prohibido por nuestra ley."
{1409)

La diferencia esencial radica en alejarse de la disociación e ide<.2l.1ción que


equipara la nación de Israel con Dios y lo bueno, mientras los filist!Os y Dagon
constituyen lo malo; y diferenciar entre el mundo interno de Dios:· !.:l Ley y el
mundo externo de amigos y enemigos; enemigos hoy los amigos de a~ !T. y tal vez
mailana sean amigos una vez más. Mientras que lo bueno y lo malo ;¿ crean por
la violenta disociación e idealil.Jción, la diferenciación interno~xter:~ sigue una
línea de clivaje, sólo necesita un ¡:>equeño golpe con el cincel y ¡meto ;er reunida
nuevamente sin dolor, como el hermoso refugio de Piffic.

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