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Meltzer Bremner Hoxter Weddell Wittenberd 1979 Exploración Del Autismo - Un Estudio Psicoanalítico Ed Paidós PDF
Meltzer Bremner Hoxter Weddell Wittenberd 1979 Exploración Del Autismo - Un Estudio Psicoanalítico Ed Paidós PDF
Y OTROS
EXPLORACION
DELAUTIS~O
oom
¡g PSIQ.Ul¡\ffilA,
o PSICOPATOl.OGJA
~ 'Y PSIO:OSDMATICA
DONALD MELTZER
JOHN BREMNER
SHIRLEY HOXTER
DOREEN WEDDELL
ISCA WITTENBERG
EXPLORACION
-
DEL AUTISMO
Un estudio psicoanalítico
,_Supervisión y prólogo de
R. Horacio Etchegoyen
EDITORIAL PAIDOS
BUENOS AmES
.........
.
_
' ·¡
Original inglé::
EXPLORATIONS IN AUTISM
A Psycho-Analytical Study
· Ounie Press, Perthshire
: Iª ed., 1975.
~.:.
Versión castellana de
SYLVIA OCLANDER-GORDON
1a edición, 1979
1-••lt'...... .)v ,...., .. J.CL "-.1.6..._... ,\.U .. ..._ - ,._.1.u .... vu. ,1..1.1. C"ll.:J.Óv1.1.~.1.a.
La. reproducción total o parcial de este libro en cualquier forma que sea, idéntica o modifi-
cada, escrita a máquina, por el sistema "multigraph", minwógrafo, impreso, etc., no autcr
rizada por los editores, viola derechos reservados. Cualq uíer utilización debe ser previamente
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AGRADECIMIEh10S
Parte A: Teoría
INTRODUCCIOJ\
F;ue 1 (9 m=> (97); Fase D (10 meses - 1 1/2 años) (103); Resumen (120);
Fase 111 (2 1/2 - 3 1/2 años) (121); Fase IV (3 1/2 - 5 años) (133); Quinto año
de análisís (1968) (140); Resumen de las formulaciones teóricas (144).
El libro que tiene en sus mii.oos el lector surgió del trabajo clínico ron niños
autistas de un grupo de psicoanalistas y psicoterapeutas de orientación ldeiniana
durante la década de 1960, bajo la conducción de Donald ~feltzer.
Lo que inicialmente fue un grupo de discusión sobre el material clínico de
los casos tratados, se convirtió en un grupo de investi2ación con el n:rtrocinio
del Melanie Klein Trust y, finalmente, en el equii>o que- redactó un h-bro donde
aparece un enfoque original del "autismo precoz infantil" de Karmer, que ilumina
diversos aspectos del desarrollo temprano e interroga sobre algunos teom funda:
mentales de .la teoría psicoanalítica.
La obra se divide en tres partes. la primera, que escribe el doctor Meltzer,
expone los lineamientos teóricus de la investigación y la psicología del autismo;
la segunda ofrece los hallazgos clínicos que son la columna vertebral del libro
y sus teorías; la última desarrolla las implicaciones derivables de esos estudios
en dos parámetros teóricos: la relación del autismo con los estados o~vos y
la construcción del espacio mental -la dimensionalidad, como la llama ~!eltzer
.en el niño autista (o, mejor dicho, postautista).
Si biM Ja modestia y la actitm:I metodológica de los autores califican a esta
labor como exploradón, vale la pena advertir al lector que no sólo se encontrará
con un rico material clínico, lleno de sugerencias y de observaciones precisas,
sino también con un cuerpo de teoría que seguramente lo llevará a vol>er a pen-
sar algunos de los conceptos básicos del psicoanálisis. Porque, efecttl-~ente, a
través de su trabajo clínico y al confrontar a los distintos pacientes entre sí, los
autores llegaron a localizar algunas modalidades del funcionamiento mental de
los nifios autistas, que aparecen y reaparecen continuamente, y que sin duda
tienen también alcance general. Estos fenómenos son, principalmente, l!Ii.a fonna
especial de disociación que ya Meltzer estudió en Sexual States o[ Mi:nd
con el nombre de desmantelamiento, una falla notoria y singular en las
categorías de espacio y tiempo, una utilización arcaica de los mecani:!mos ob-
sesivos y el fenómeno de la desmentalización, que puede considera;e como
el caso extremo del desmantelamiento.
Desde el punto ·-de vista nosográfico el aporte más importante del horo es,
sin duda, Ja neta separación que establece entre el estai!IJ autista (aufumo precoz
infantil propiamente dicho) y lo$ estados postautistas. la relación_ entre uno y
otros es 1a clásica de enfermedad y secuela, como proceso y defécto esquizo-
frénico, por ejemplo_
12 R. H. ETCllEGOYEN
y en 1967 (The Psycluxzna1)-rü:al Process), adquiere esta vez una diáfana claridad.
Se definen sus cuatro (o aneo) regiones especiales: interno o externo al sel[,
dentro y fuera del objeto r. quinto, el no-lugar de las formaciones delirantes.
Salomón Resnik, entre otros autores, se ha ocupado penetrantemente en los úl-
timos años de la vivencia dt{ .e spacio, una línea de investigación que viene de la
fenomenología categorial de ciertos existerAA;al.istas, como por ejemplo EUen-
berger, que se apoyan en le remos vécu, de ~~ko,"SJti, y en los también clásicos
trabajos de Binswanger sob•r 'a manía.
Los niños autistas sufre;i un retardo en el desarrollo ,porque no pueden dife-
renciar estas cuatro áreas de 'a fantasía . Este proceso es muy temprano y no se ve
afectado en otras enfermedad~ mentalrs:.para los autores - he aqu í su importancia-
es anterior a las confusiones geográficas de la identificación proyectiva masiva.
Lo que llama la atenció:: en el comportamiento del niño en el cuarto de juego
(en la transferencia) es que no puede adquirir la experiencia de estar dentro y
fue ra ,del objeto, porque el objeto (madre) es plano, bidimemkmal, sin espesor
ni interior. El objeto apare;e abierto y sin defensas, sin esfínteres, y es sólo a
través de la reconstrucción :~ esos esfínteres a partir de un pezón-pene guardián,
que se repara la figura m.ai.:ma y se la transforma en un continente adecuado,
como lo prueban convincec:~mente el hermoso material de Barry y el excelente
trabajo de su analista en el <:<:;itulo quizá central del libro.
Los autores se inclinan a pensar que esta especial configuración del objeto
materno tiene que ver sin d:rla con la actitud de UD3 madre que no presta al niño
la debida atención (como l; sugiere el hallazgo de cuadros depresivos post-par-
tum), pero principalmente ..:on la estructu ra del niño, por sus intensos deseos
posesivos, sus celos, su ex~erbada y voraz sensualidad, etcétera. En este punto
los autores se acercan al é.."'!a del desarrollo emocional primitivo de Winnicott
pero no a sus soluciones, y1 que no piensan que todo depende de las deficien-
cias radicales de la madre. sino también y especialmente de los impulsos del
hijo, de su estructura mental
De · todos modos. la e!tnlctura del yo que observan en los niflos autistas
acerca a los autores a los co:-ceptos freudianos de identificación primaria y de nar-
cisismo primario, donde se r.:perponen la identificación y la c:a.rga de objeto, con
lo que tendríamos que reph.:ltear todo el desarrollo temprano en cuanto a la teo-
ría de las posiciones, de Meltiie KJein.
Uno de los aportes más orillantes del Libro es el estudio de Jos mecanismos ob-
sesivos en los niños autista~ Sigue aquí Meltzer una línea de· investigación que lo
ha preocupado desde su ya mado trabajo de 1966, y en realidad antes, cuando en
1963 lúzo su valiosa Contn?w:ión a la merapsicologia de los estados ciclotímicos.
Los mecanismos obsesivos t:enen que ver primariamente con el control omnipo-
tente y la separación de los -::bjetos en la constelación edípia... Los niños postautis-
tas prueban que estos me:a.n.ismos pueden ejercitarse sin recurrir al sadismo
y al at::que al vínculo, siOJ simplcme.nte al desmantelamiento que desconecta '
los objetos entre sí en el =do interno sin que sobrevenga daño o dolor mental.
(Cabe aquí el mismo intem:gante anterior: ¿cómo es posll>Je que los celos no se
acompañen de sadismo?)
14 R. H. ETCHEGOYBN
Meltzer considera que los mecanismos obsesivos de los niños autistas son los
más primitivos de la patología y, en ese sentido, ofrecen una perspectiva singular
para comprenderlos mejor en. otras áreas, porque aquí muestran, con particular
simplicidad, la esencia del fenómeno que puede descubrirse sencillamente como
una técnica de aislamiento sensorial. Como hemos visto, la tesis del desmantela-
miento implica que los procesos más primitivos de la percepción se realizan a tra-
vés de la integración de Jos sentidos, en el pasaje del nivel neurofisiológico al
méntal. A esta categoría pertenecería Ja función alfa de Bion, que reúne el mate-
• ria! en bruto del funcionamiento mental, Jos datos a los cuales se les va a atribuir
un significado (véase pág. 189 de esta obra). Vale la pena destacar que, para
Me 1.tzcr, este significado no se obtiene por un proceso de creciente abstracción
sino por la conjunción constante de las preconcepciones con las realizations de
Bion.
La esencia del autismo radicaría en este punto, es decir, en el punto en que
apoya el mecanismo obsesivo, como un tipo esj>eclal de funcionamiento mental
que ataca en su origen la capacidad de realizar los actos mentales que llevan a esta-
bÍecer el sentido común de Bion, es decir, a ·integrar las diversas experiencias
sensoriales a las cuales se les pueda asignar signillcado (véase pág. 190). El me-
canismo obsesivo arcaico que opera en el autismo tiende a separar las expe-
riencias sensoriales a través del desmantelainiento, de modo que se les quita
su significado, en cuanto descienden del nivel del ..sentid<.i común" al de eventos o
hechos neurofisiológicos.
Sólo ahora puede el sel[ sentirse contenido en el objeto, puede ubicarse den-
tro o fuera de él, y sólo ahora ~orno dice E. Bick- empiezan a operar los meca-
IÚSinos de identificación proyectiva; el tiempo se hace reversible y oscilatorio,
en cuanto se lo computa como entrar y salir del objeto. Es el mundo tridimen-
sional, donde funciona soberapa la identificación proyectiva.
Como ya sabemos por trabajos anteriores de Meltzer, un mundo tetradimen-
sional se alcanza por fin cori el advenimiento de la posición depresiva, es decir,
con la· operación de la identificación introyectiva que nos hace sentir dolorosa-
mente que el tiempo es irrecuperable y avanza sih cesar.
Hay que subrayar que el tipo bidimensional de relación de objeto recién
descrito se define tambié!t por una forma especial de identificación: la identifica-
ción adhesiwz.
Uno de los capítulos más importantes del libro es, sin duda, el que trata del
proceso de identificación. Freud había distinguido dos tipos de identificación,
primaria y secundaria, esta última heredera del complejo de &tipo y proveruente
del proceso de introyección que Ferenczi describió en 1909; aquélla, anterior a
toda carga de objeto.
A partir del trabajo de 1946, y siguiendo hasta cierto punto estos geniales
atisbos freudianos, Mentnie Klein distingue también dos tipos de identificación,
proyectiva e íntroyectiva, que dentro del marco de sus teorías quedan referid'ls
a la posición esquizoparanoide y depresiva. Durante muchos anos los seguidores
de Melanie Klein consideraron que identificación proyectiva era sinónimo de
identificación narcisista, tanto como identificación introycctiva lo era de ' duelo
y pérdida, de relación objetal.
El trabajo de Esther Bick abre un nuevo sendero al afirmar que, al lado de
(¡y antes de!) la id~ntificación proyectiva, existe otro tipo narcisístico de iden-
· tificación, la identificación ~dhesiva, nombre éste que quiere subrayar el tipo
superficial, de piel a piel, que caracteriza el proceso. Por todo lo que se ha dicho
antes, se comprende que la identificación adhesiva de Bick está ligada inequí-
vocamente, en las teorías de Meltzer, a la relación de objeto bidimensional.
&tos conceptos, identificación adhesiva y relación de· objeto bidimensional,
parecen ser dos instrumentos sensibles para comprender algunos aspectos de la
psicopatología, que ya llamaron la atención de Helene Deutsch, Winnicott y mu-
chos otros. Es discutil>le, ea cambio, si impliC21l también una teoría del clesarro-
llo temprano. Si considerarnos, como a veces parecen pensar E. Bick y los autores
de este libro, que la rela.ción de objeto bidimensional y la identificación adhesiva
son condición necesaria para que se pongan en marcha los procesos de disocia-
ción e idealización que según M. Klein inician el desarrollo humzno, deberemos
entonces admitir algo previo a la posición esquizoparanoide. &to nos acerca al
narcisismo primario de Freud y de Anna Freud, de Spitz y tantos otros teóricos
del psicoanálisis, lo mismo que al desarrollo emocional primitivo de Wínnicott y a
las_ideas que José Bleger expuso brillantemente entre nosotros a partir de sus con-
ceptos de sincretismo, posición glischro-cárica y objeto aglutinado.
Recuerdo una conversación que, tiempo después de haber terminado mi
análisis, mantuve con Racker sobre la depresión primaria que él -como Enrique
16 R. H. ETCHEGOYEN
Pichon Riviere- ponía al corrúenzo del desarrollo. Decía Heinrich que le pro-
puso esta idea a Melanie Klein y que ella pensó y dudó, hasta que finalmente
dijo que no, que no había una depresión primero que la posición esquizoparanoi-
de. (Después, León Grinberg reforrnuló el problema al postular que la culpa per-
secutoria es anterior a la posición depresiva.)
Conversando recientemente con Meltzer, le pregunté si creía que 1~,s hallaz-
gos con los niños autistas implicaban una revisión del de~arrollo. ConteJtó con
prudencia y modestia que se está explorando algo nuevo pero es todav;a impo-
sible decidir hasta dónde pueden llegar (y llevar) estas ideas.
Para terminar este largo prólogo - que ya se está convirtien~.9 en una intro-
ducción algo pesada a un libro hermoso- diré que creo posible que, al comienzo
del desarrollo, las relaciones de objeto sean simultáneamente bi y tridimensio-
nales y que los mecanismos de introyección y proyección no necesiten un ámbi-
to especial y espacial para ponerse en marcha. Es posible que, como diría un
etólogo, vengamos programados para ello -es decir, que existan en nosotros
a priori las categorías kantianas- y que, como nos recuerda bellamente el poeta,
se hace camino al andar.
R. Horacio Etchegoyen.
Buenos Aires, 2 de mayo de 1979.
1
PARTEA
TEORIA
CAPITULO 1
Donald Meltzer
-·
Este pequeño libro no lleva la intención de ser el estudio exhaustivo de un
síndrome patológico particular.. Quizá se acerque más al relato de un viajero que
al informe de un estudio científico. Podemos decir qué dirección marcó la brújula,
qué equipo hemos llevado con nosotros y qué experiencia de anteriores travesías
sirvió de base a nuestros juicios. El resto consiste en la descripción del terreno y
sus habitantes, flora y fauna, y de las aventuras del camino. Además todo fue
organizado a posteriori, porque nada fue planeado previamente. En primer lugar
pensamos en organizarnos como grupo con la intención de discutir y sólo más
tarde para redactar y publicar nuestra~ experiencias.
En reali~d los nifios descritos en los capítulos siguientes fueron de los más
interesantes de un grupo mayor tratado mediante el rnécodo psicoanalítico, tanto
en privado como en clínicas, durante el periodo que ~-a desde 1960 hasta 1970.
Habían dos factores comunes en todos los casos, que eran: (a) todos los terapeutas
se habían formado con el método psicoanalítico de terapia ii;ifantil que desarrolló
Mel.anie Klein, y (b) todos fueron supervisados, de tanto en tanto, por uno de
nosotros (D.M.), reconocido por su interés especial en los niños autistas y por
haber tenido cierta experiencia en su tratamiento mediante el método psico-
analítico. Mientras el trabajo clínico progresaba siguiendo su propio ritmo y apa-
recían nuevos descubrimientos en un tratanúento tras otro, surgió una visión
definida del autismo, que difería en gran medida de cualquier otra sugerida
anteriormente en la literatura psicoanalítica o psiquiitrica de niños. En ese mo-
mento, en 1967, el Melanie Klein Trust nos otorgó una subvención para que,
reunidos como grupo de inves(igación, pudiéramos revisar la experiencia, lo que
llevamos a cabo mediante seminarios quincenales durante tres años. Los frutos
de ese trabajo se concretaron en varios escritos presentados en un congreso de
psiquiatría pediátrica de Roma (D.M.), en la British Psychological Association
(D.M.), en la A.ssociation of Child Psychotherapists (S,H.), en un congreso inter-
nacional de psicoanálisis (D.M.). Pero el total ha sido laboriosamente reunido
para formar un libro que creemos tiene una lógica interna y una secuencia con-
vincentes.
El ,alcance de estas investigaciones es, pues, liast.ante limitado. Hemos prac-
20 D.MELTZER
ticado terapia psicoanalítica con varios niffos que creemos entran en la categoría
del autismo precoz infantil aunque en diferentes estadios de evolución. El objetivo
ha sido puramente descriptivo: encontrar un lenguaje carente por un lado de todo
sentido de jerga y por otro de ambigüedad, que pudiera comunicar la especial
cualidad de las relaciones humanas, Ja visión del mundo y los pro~s del desa-
rrollo presentados po r estos niños, en el encuadre particular de la pieza de juegos
del consultorio psicoanalítico. El método terapéutico no ha sido diferente en
punto alguno del empleado en el tratamiento de niños neuróticos o psicóticos,
como fuera descrito por Melanie KJein en The Psychoanalysis of Children•, y
ejemplificado en la Narrative of a OU1d Analysu••. la esencia del método es una
investigación sistemática y sin cortapisas de la transferencia. El material descrito
y discut ido en los capítulos siguientes mostrará que poco o nada debe a otras
fuentes de información y que, indudablemente, Jas formulaciones teóricas que
hemos logrado al unificar nuestras descripciones se basan enteramente en las
transacciones observadas entre el niño y el analista en la transferencia.
Sin embargo, no debe pensarse que al hablar de "descripción" estamos
blasonando de ser objetivos; que al tratar de librar a nuestro lenguaje de toda
jerga nos hemos puesto a cubierto de emitir juicios. Por el contrario, damos
por supuesto que el método psicoanalítico es subjetivo, introspectivo, que emplea
constantemente juicios diferenciales y está basado sobre un sistema de preconcep-
tos que abarca la historia vital de cada terapeuta. la posición que reivindicamos,
la de haber logia do unificar, simplifk:ar y armooi7.ar estas experiencias individua-
les, puede ser muy extraordinaria o bien un flagrante autoengaño. En realidad,
sin embargo, creemos que después de varios años de haber luchado entre nosotros,
con el material, la insuficiencia del lenguaje y el. carácter casi exótico de los niños,
esta lucha ha dado frutos que son al menos suficientes para superar la vacilación
de publicar nuestros hallazgos.
De todos modos, por el hecho de que no pueda presentar hallazgos terapéu-
ticos o anunciar la solución de nada, este libro va a ser decepcionante para el
lector. Para el lector alerta va a ser rápidamente evidente que estamos en el que-
hacer de localizar los problemas más que de resolverlos. Esta es probablemente
la verdad fun~amental acerca de las ciencias humanas en general y del psico·
análisis en particular. Creemos, entonces, haber localizado ciertos fenómenos muy
misteriosos de la mente al haberlos reconocido operando en estos niños en fonna
condensada. Estos fené::ienos - el desmantelamiento, el deterioro de los con-
ceptos de tiempo y espacio, el empleo de la ·desmentalización••• como un recurso
para ganar tiempo- todo esto nos parece que ilumina ciertas modalidades de
pensar y de establecer relaciones que pueden apreciarse en otras circunstancias,.
tanto en gente normal como enferma, sea en el consultorio psicoanalítico como
en la vida cotidiana.
• Hay versión castellana: El psicoanálisis de niños. Buaios Aires, Hormé, 1%4; incluido en
Obrascompleras. f. Buenos Aires, Paidós-Hormé, 1977. (T.)
••Hay versión castellana: Relato del pricoanálisis de un niño. Buenos Aires, Paidós, 1961;
incluido en Obras completas. 5. Buenos A.i=, Paidós-Hormé, 1976. (T.)
•••Usaremos el neolopsmo "desmentalizacióntt para tnducir mindlesnes;. (N. ckl S.I
CAPITULO II
Donaki Me/tzer
my, fue la certeza que ganamos a partir de esta observación sobre d grado de
aislamiento que estas dos categorías de fenómenos mantienen en la mente del
niflo. Por supuesto, no es una novedad que distintas partes de la mente puedan
ser mantenidas a cierta distancia y en un mutuo desconocimiento; éste es un
lugar común para la represión, los· procesos de disociación y los sistemas deliran-
tes. Pero lo que apareció como gran noveda2 y como deslumbrante exluoición
de la velocidad y complejidad del aparato mental fue la manera en que estas dos
categorías de fenómenos estaban entrelazadas y combinadas. En est3 yuxtaposi-
ción de estados mentales, e1 -1enómeno autista pudo ser visto en relación al mate-
rial de la transferencia, como aparecen las bruscas perturt>aciones del juego en el
análisis infantil. Pero mientras la perturbación del juego est2 relacionada a un
cambio que implica un nivel o aspectoaiferente de la situació.1 trawferencial, la
perturbación autista daba una impresión muy distinta; se asemejaba a la inser-
ción de un ataque de petit mal en la conversación: como si, de haber sido
éstos procesos verbales, la oración interrumpida fuera posteriormente comple-
tada una vez que cesaba el "ruido" autista. Barry (D.W.), bastante mayor, desa-
rrolló en sesión la pauta de dorm irse, que daba la misma impresión de funciona·
miento mental suspendido.
Lo importante de esta smpen~ión de las transacciones transferencia.les es que
gradualmente nos pareció ser la clave para la comprensión del problema central
en el autismo: en especial la cualidad del estado.autista y su singular impacto en
el desarrollo de la personalidad. El problema de encontrar un lenguaje con el
cual describir nuestra comprensión de este estado es imposible de superar si
queremos evitar una espiral tautológica de palabras que gradualmente se estrechan
en el nudo asfixiante de la jerga.
EL ESTADO MENTALAlffiSTA
FACfORESECONOMICOS
Los niilos que hemos estudiado nos parecieron muy imeligentes. ¿Qué quere-
mos· decir con esto y cómo hemos llegado a esta condmióo? Sus procesos men-
tales operan a gran velocidad. Aunque dominados por b repetición, es deslum-
·brante la rapidez con que desarrollan nuevas combinaciones y transformaciones de
la ~ configuración básica de la fantasía. Su apertun a los datos sensoriales,
24 O.MELTZER
y
CARACTERISTAS ESTRUCI1JRALES
ASPECTOS DINAMICOS
Es nuestra idea, pues, que los componentes sen~oriales del self, desmantela-
dos para poder atravesar la "tranquera" autista, pueden también alinearse sin
esfuerzo una vez que están del otro lado. A esta altura, probablemente hemos
multiplicado nuestros modelos sin haber ganado en claridad, y nos beneficiaremos
si nos dirigimos hacia Ja dinámica del proceso. Aquí nos enfrentamos con la ten-
dencia compulsiva que es tan marca& en estos niños, y nos encontramos sorpren-
didos al descubrir ciertos aspectos primitivos de la cornpulsividad, que en sus for-
mas de empico más sofisticadas no son fáciles de descubrir. El rasgo de la com-
pulsividad en general más llamativo es la reiteración del acto, o del pensamiento
subyacente, en una serie potencialmente interminable que cesa tan misteriosa-
mente como comenzó. El estudio de las neurosis nos ha mostrado claramente
cuáles son los factores operativos en ellas, de qué manera la separación omnipo-
tente y el control de los objetos inducen ansiedades persecutorias o depresivas,
según el grado de crueldad que las motivó. Se puede considerar que la repetición
compulsiva expresa la necesidad de un constante control de los objetos, ya que
éstos tienden a reunirse, y expresa, por otro lado, la necesidad de servirlos y nu-
trirlos, ya que el mantenerlos separados (por interferir con los procesos de repa-
ración) tiende a dar lugar a su deterioro.
Es evidente, entonces, que en los estados obsesivos hay un interjuego de mo-
tivos primarios y secundarios de defensa contra la angustia. Este énfasis en su
papel defensivo contra la ansiedad, edípica en primer lugar y luego persecutoria
o depresiva, dibuja un cuadro de la compulsividad como mecanismo de defensa,
pero oculta sus raíces más primitir«.S en la compulsión a la repetición. Lo que en
su primer período de formulación, el "topográfico", Freud mencionaba como la
·atemporalid2d del sistema inconsciente {lnc.), en la teoría "estructural" debe
referirse al ello. Como ya hemos descrito con cierto detalle, la estimación del
tiempo es ciertamente una función del yo. La compulsión a la repetición es el
desbordante principio económico d~l ello, así romo el principio de placer-dolor-
realidad lo es del yo en su relación con el ello y con el mundo exterior, y como
las posiciones paranoide-esquizoide y depresrn lo son en relación del yo con
el superyó-ideal*.
La investigación que hizo Freod de la compulsión a la repetición en Más
allá del principio del placer es tal vez demasiado especulativa y cosmológica
para ser de uso inmediato en la investigación clínica. Necesitamos un anclaje
más neurofJSiológico para nuestra concepciÓn. Es cuando intenta entender la
naturaleza del ello que el psicoanálisis vuelYe a acercarse al trabajo de otros
• Supcryó-i<b.I: superyó + ideal del yo.. (Véa..c: Saual States of Mind, 1973.) (N. del S.l
28 D.MELTZER
CONSIDERACIONES GENETICAS
En breve, se podría decir que el pecho materno corno objeto de viva atracción
consensual, parece ser que funciona como imán o resorte que reúne al sel{ desman-
telado mediante su poder, es decir mediante la dominación de la atención.
El "ataque" autista terminaría debido a la repentina reunión de las partes del sel[,
lo cual permite al niño continuar la a~ividad transferencial que había sido tem-
P<>rariamente suspendida. Uno bien puede imaginarse que el extravío en el autis-
mo, en tanto perturbación del desarrollo, tiene una muy fina relación económica
LA l'SICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 29
con la intensidad de la relación con el pechó de la figura maternal Cuando ésta
se marchita, C9mo sucede cuando la madre sufre una depresión u otra perturba-
ción, y en consecuencia reduce su atención, su calor, su charla y su sensualidad
hacia el bebé, el sel/ desmantelado tiende entonces a flotar por períodos cada
vez más largos de desmentalizáción. Es concebible que el grado de atraso en el
d~ollo bien podría tener una relación casi aritmética con el tiempo vital
pasado en el estado autista propiamente dicho durante la vigilia y tal vez durante
el sueño. Las implicaciones terapéuticas y profilácticas de este hecho son obvias.
A este factor cuantitati\'O debe agregarse el efecto que tiene en el desarrollo la
acción de esas mismas tendencias que hacen posible el estado autista cuando ac-
túan individualmente y no en conjunto, en el curso de experiencias vitales y rela-
ciones objetales. En esta área hemos aprendido mucho del tratamiento de Pif-
fie (S.H..) y Barry (D.W.).
¡
l
d~y_estigación nos da una visión ~~ vali<!~J1e_.P!~et....QJ:.de~El ·ªl)j)jsis el:.
~~~_J)1n.ciones del I@Q_~lma~~-tend<?_n_cias 4,.~_la_ perS<?..I.!!li-ºª4-._~
la figura maternal, .o..con la orga~ción del al1}.bi~Je _en q~~ el niño crece, se
plantea- en.efreSú.nlen final d~ )'!._s- inv~iga~J!.~~-que es rCOQ~Eivo Y.i.!!!.
l co~.~~1!~· .9~'!!13 validez de _segundo orden,
30 D.MJ:LTZER
•Se refine a Las ruüw del Monasterio de Tintem Abbcy, que al ccotcmplacb:s llevan a imagi-
nado en su pasado csplerulor. (N. del S.)
32 D.MELTZER.
tema) como una extensión del self para ejecutar las funciones del yo. En cir-
cunstancias en que otro niño se subiría al alféizar de la ventana, John simple-
mente hacía movimientos anticipatorios para ser lcnntado; cuando Piffie no
podía sostener en sus manos todas las laguras y piezas las depositaba muy na-
turalmente en 1~ falda de ·la terapeuta. Cuando Timmy quería hacer desaparecer
los juguetes que sospechaba habían sjdo usados por otros niños, los depositaba
bajo la silla del terapeuta como si dejara basura para el barrendero. Otros niños
se hubieran procurado un lugar seguro o hubieran tirado esos juguetes en el
papelero.
Lo que queremos puntualizar es que lo natural para estos niños es experimen-
tar la situación de manera tal que el terapeuta lleve a cabo una función yoica.
Debe funcionar no solamente como sirviente o subordinado sino como actor
principal de la situación; no sólo debe llev.tr a cabo la acción, sino también deci-
dir qué acción debe efectuarse, y tomar de esta manera la responsabilidad. En este
sentido puede decirse que la actividad del niño muestra una incapacidad de tipo
político, como un potentado oriental que no sabe nada del régimen de impuestos
pero que está pronto a decapitar a su visir si hay alguna prueba de injusticia. Surge
aquí la pregunta de qué relación existe entre este tipo de dependencia y Ja omni-
potencia y el control omrupotente de los objetos. Consideramos a ambos procesos
como muy difererr!es 'J puede observárselos actuando de manen muy distinta
en eStos niños, el último como un aspecto de la obsesi0naUdad y el primero
como un tipo especial de dependencia. La desobediencia del tempeuta con res-
pecto al control tiránico omnipotente provoca una rrocción normal de rabia;
mientras que cuando el terapeuta falla en el desempeño de la función y oica
requerida por el niño, surge su azoramiento y una tendencia a aisJ.ane en el estado
del autismo propiamente dicho. Esto es también un indice claro de que los estados
autistas propiamente dichos no pueden ser comprendidos como derivando de los
mecanismos de defensa contra la ansiedad, sino que tienden a ser provocados por
el bombardeo de sensaciones en presencia a la par de un equipo inadecuado y del
fracaso de la dependencia.
Esto da lugar naturalmente a preguntarse sobre la relación entre la personali-
dad postautista y la personalidad durante el primer mes de vida. En esta área sólo
podemos, por supuesto, hacer conjeturas; pero parece convincente que la cualidad
de la dependencia observada en el estado postautista es muy semejante a la del
recién nacido, que necesita del objeto tanto para que 1o atienda como para que
realice sus funciones yoicas. Esto implica un vínculo narcisista que no sólo pro-
longa el cuerpo del nii1o en el más capacitado del objeto, sino también la mente
misma. Esto sugeriría un proceso muy relacionado a la identificación descrita
por Freud como característica del narcisismo primario, de cualidad muy diferente
a la confusión entre self y objeto debida, por ejemplo, a la identificación proyec-
tiva. En esta ·última, la mente y el cuerpo del niño son los que dirigen el proceso,
más allá de todas las limitaciones funcionales que caracterizan aJ yo infantil. Es
por esta razón que el comportamiento seudomaduro debido a la identificación
proyectiva es meramente una caricatura infantil de la conducta adulta.
Si concebimos a este tipo de dependencia en el sentido del narcisismo
primario y recordarnos que Freud afirma que en los primeros tiempos relación
34 D.MELTZl!.R
mente, como por ejemplo, el atuendo clericaJ y los votos sagrados. Es una conti·
nuación o extrapolación del proceso natural mediante el cual las especies se
identifican unas a otras y reconocen a sus depredadores. Los ratones de Ja
fábula querían ponerle un cascabel al gato para conocer sus movimientos; es ·
decir, querían utilizar su percépción a distancia pa·r a identificar a un depredador.
Por el contrario, para identificar una relación más íntima, se elige una percep-
ción de contacto. Este es el método general en la naturaleza, establecer criterios
a distancia para la identificación de enemigos; y proximales para las indkaciones
de amor y amistad . Este sistema queda destruido en el proceso de desmantela-
miento y, al hacerlo, se sacrifica gran parte de la capacidad adaptativa.
¿Cón:o es posible, entonces, que el desmantelamiento del sel[ perceptivo
afecte el control omrupotente sobre los objetos sin debilitarlos frente a las partes
destructivas? Suponga mos, por ejemplo, que mamá usa un uniforme, y papá una
campanilla, de manera que son identificados por la vista y el oído respectivamente.
La asignada capacidad perceptual, cuando se desmonta, trastroca. la experiencia
de tal modo que el niño no está tratando ya con una mamá de uniforme y un papá
con campanilla, sino con una mamá sorda y un papá ciego. Mamá no puede oír
la campanilla de papá, y papá no puede ver· el uniforme. de mamá. Pasan como los
barcos en la noche del proverbio-_ Es decir, el niño descontento les hace pasar la
noche bien separados en su mente. .
Lo i1:1portante acerca de esta$ operaciones es que dan lugar a la introyección
de objetos defectuosos en cuanto a las relaciones intimas. La sexualidad cons-
trui<L'.! so)re esta base se inclina con mucho peso hacia lo fetichista; o, para
mantener nuestra analogía, a la búsqueda de una mujer con campanilla o un hom-
bre con uniforme. Esto es lo que en realidad sucede en el fetichismo propiamente
dicho y aporta el elemento fetichista de la elección de objeto en todo el ámbito
de las perYersiones.
En la personalidad postautista, esto se manifiesta en el grado y el tipo es-
pecial de obsesión, que va a ser descrito particularmente en el material de Piffie.
Ahí se verá cómo la preocupación de mantener a los objetos incomunicados (co·
. mo en el episodio del hombre en la escalera) promueve también una curiosidad
iumiantc cuasicicntífica acerca de cómo se unen las cos:as y de cómo se pre•riene
su desunión. Uno de los ejemplos más notables de este tipo fue el período en que
Piffie experimentaba con permutaciones de forma y color en un dibujo bastante
estilizado de una casa y un árbol. El cielo azul, el pasto verde, la casa amarilla, el
techo rojo, el árbol marrón, etcétera. En fonna similar los cambios de colores al-
ternaban con el interior y el exterior d'e la casa. La impresión final era que Piffie
no tenía ninguna convicción de que el azul del cielo o el verdor del pasto eran algo
más esencial que el rojo del techo o el amarillo de la casa, o que si uno estuviera
dentro de la casa, todo pudiera quedar invertido.
Pudimos ver que, con una actitud ciertamente tiránica, no toleraría que el
azul del cielo estuviera siempre apareado al verdor del césped, áfümando, más
bien, que este arreglo estaba bajo su propio control y que la combinación sólo
e'xistiría mientras él lo viera así. De la misma manera en que él pudo encarar
1- sorpresa del hombre en la escalera con una serie de dib.ujos en los cuales cesaba
gradU3lmente de existir como experiencia recordada, podía también enfrentarse
LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUl1STAS 37
con los datos de los hechos diarios de la naturaleza empleando sus sentidos de
manera selectiva y de acuerdo a su conveniencia. Esto indica un alto grado de in-
teligencia, capaz de usar la atención para efectuar tales abstracciones en el estado
postaútista y. que, sin embargo, llevado a su extremo· de no-atención en el esta-
do autista, puede aparecer como defecto intelectual.
Po9ría· decirse que el carácter obsesivo de la perso'.1aliqad postautista se
compone, por tanto, de una tendencia a emplear el ~..:esmantelamiento · del sel/
en una forma particular, al servicio del ~ntrol omnipot.ente y de la separación
de los objetos, que trae como con· ·.r.: ·~encia un.a preocupación rumiante por la
forma en que los elementos del mundo se vinculan entre sí. Cuandr1 decimos que
esta actitud es cuasicientífica no descartamos la poSJ1>ilidad de que pueda efecti-
vamente resultar una verdadera actividad cient P.:;,~ más tarde en la vida . Es muy
posible que muchos científicos hayan tenido un período autista y un carácter
post.autista. La natural extrapolación de un carácter postautista daría lugar al
estilo de vida del idiota sabio; y esta tendencia puede verse por cierto en Piffie
y en Barry. Otro niño, cuyo material no pudo ser incluido aquí, estaba a los
ocho años casi exclusivamente preocu~do con la pintura de flores. Robert,
prácticamente ineduc:able en otras áreas, a partir de su identificación narcisista
con su madre, que era una pintora de retratos, era capaz de producir las más
maravillosas acuarelas de flores, precisamente coloreadas y llenas de vida, en
la forma oás rápida, hábil y organizada. _
Nuestra conclusil-n general, respecto de las ·implicaéiones de estos descu-
brimientos en nfüos autistas, con arreglo a nuestra comprensión del campo más
amplio de la obsesionalidad - en el carácter y las neuTOsis, así como también
en el aspecto compulsivo de la perversión- es que es posi ble construir un es-
pectro del sadismo. En .una punta de este espectro podemos encontrar la cata-
tonía, el gozo cruel más extremo con que los objetos se mantienen en un e,,'1.ado
de parafü.ación. En el otro extremo está el desmantelamiento no sadista del
self en la personalidad postautista. Aquél ubica al objeto en un estado de tor-
turante esclavitud, éste trastorna simplemente la capacidad de encontrarse de los
objetos, pero sin infligirles dolor o provocarles debilidad. Entre estos dos polos
se podría acomodar el espe<'tro de las perturbaciones obsesivas en función de una
mezcla re!ativ;i d: "'><as dos operaciones, para construir una especie de tabla
per!édi-.a con referencia a la gravedad de la perturbación mental. Debe recor-
darse que la severidad de la enfermedad en el estado postautista no se relaciona
especialmente con el grado de obsesionalitlad, sino con la otra área de la psico-
patologí.a, es decir, la perturbación en la organización del espacio mental, que trae
como consecuencia un serio obstáculo para la maduración. El sistema obsesivo
es, más que psicopatológico, no adaptativo, en el mismo sentido que muchos sis-
temas filosóficos y teológicos son no adaptativos cuando se toman como una guía
de conducta en el mundo. El problema reside en que queda interferida la respuest.a
emocional frente a la complejidad del mundo, cuando la sobresimplificación
"cerebral" del pensamiento obsesivo intertiere con la experiencia. En un sentido
filosófico , se sacrifica la estética de la armonía turbulenta.del crecimiento por la
armonía plácida del orden. Esto conduce a un estado mental que sería adecuado
para la vejez, para el recuerdo de experiencias; pero no pzra un momento de la
38 D.MELTZER
vida en que aún hay muy pocas experiencias para recordar. Produce una tranqui-
lidad wordsworth.i.ana en un momento de la vida en que hace falta todavía una
pujante turbulencia. Es así que, &rry, en búsqueda de trabajo y vivienda a los
veinte aí'ios de edad, no pudo encontrar nada que satisficiera sus requerimientos
y prefirió permanecer en su casa como ama de llaves de s~~dre. La posibilidad
de que el mundo le impusiera e)(jgencias era simplemente extraña para su pensar,
muy semejante al Bartleby de Melville.
Antes de cerrar este perfil introductorio de los descubrimientos que serán
ejemplificados en Jos capítulos siguientes sobre cada niño en particular, queremos
~ecir algunas. palabras acerca de la relación de este tipo especial de sistema obse-
sivo con el problema de los llamados objetos transicionales. En sus últimos escri-
tos, 'Vinnicott reconoció el valor equívoco de estas construcciones: mientras que
puede servir económicamente para ayudar a superar la transición del n.ifio en sus
relaciones objetales, también existe un gran peligro de que el objeto transicional
tome una significación fetichista y sea usa:lo como foco para el _aislamiento de
una tendencia perversa. Creemos que el mecanismo de desmantelamiento es en
realidad la base para la formación de un objeto transicional. Es posible ver cómo
emerge. en el caso de John y su osito de felpa; pero también es claro que, gradual·
mente, el osito se convirtió en el foco de la organización del narcisismo en el que
John se refugiaba para aliviar sus sentinúentos depresivos, al reducirse su tenden- .
cia autista. Lo mismo sucedió con Tímmy, y estaba también presente en alto
grado en la relación de Barry . con el aparato de televisióii. Nuestra conclusión
es que la formación de un objeto transicional es, en efecto, una operación muy
riesgosa para el desarrollo de Ja personalidad y que su sentido último depende
de un balance muy delicado, básicamente de la nunera en que es recibido por
los objetos externos. Si, por ejemplo, la madre acepta muy rápidamente el alivio
del peso de la dependencia que le ofrece el interés del nifio por el objeto transi-
cional, es probable que dé lugar a la formación de una fuerte organización narci-
sista, que implica un uso esencialmente perverso del objeto transicional como
juguete fetichista.
RESUMEN
actuació!l de los estados autistas propios, tenía una relación casi aritmética con el
monto de tiempo vital realmente involucrado, y hemos diferenciado esto del
grado de inmadurez y patología del carácter en el desarrollo postautista. Este
último fue visto como dependiente de la intetacción de las tendencias particu-
lares del niiio, especialmente su obsesión y el deterioro de la dimensionalidad
en las relaciones objetales, y de las tendencias de las personas más importantes
del ambiente en que el niJio se desarrolla. Por el contrario, nos inclinamos a pensar
que la actuación del conjunto de factores que dan lugar al estado autista propio
es mucho más intrínseca al nino, y que el "fracaso" ambiental sólo alcanza a
modificarlo. ~
Hemos nombrado y analizado estos especiales factores y estas tendencias de
la personalidad, subrayando Jos elementos que conducen a ,un tipo único de de-
fensa obsesiva que, llevada al extremo, produce uria genuina y temporaria des·
mentalización mediante el desmantelamiento del aparato perceptual. Sugerimos
que esto tiene lugar por la suspensión de la función de la atención y propusimos
algunas conjeturas acerca de la cualidad del objeto requerido para contrarrestar
o impedir esta tendencia desrnanteladora. •
•En este capítulo, y en general en todo el libro, la palabra "ob5esional" se ha traducido a veces
con el neologismo "obsesional" y otras veces por "obsesión" o por "sistema obsesivo". [N.
det.s.1
PARTEB
HALLAZGOS CLINICOS
.'
INTRODUCCION
Comienza ahora la parte fw:áamental del lloro, compuesta por los informes
clínicos de los distintos terapeutas del grupo investigador. Sumado a esto hay
una capítulo escrito por el co~nilador. (D. M.) acerca del mutismo de los niños
autistas, aunque con material c!in.ico tomado del tratamiento psicoanalítico de
pacientes esquizofrénicos y ma:Jaco-<iepresivos en Ja adolescencia tardía. No
se hizo esfuerz.o alguno para reltringir a los autores individuales dentro de un
marco de exposición general, y ¡:or esta razún las desaipciones ae Jos niños y de
su material analítico a ve<:e:s se r<=pítcn y se superponen. Esto es, sin embargo,
positivo en cierto sentido, ya qu.: no sólo enriquece los conceptos al multiplicar
las ilustraciones con pequeñas vmantes, sino que coadyuva a reurur a los niños
descritos en un mismo grupo. S: podrá observar que no hemos intentado esta-
blecer el diagnóstico de autism0 precoz infantil de acuerdo con los conceptos
psiquiátricos acostumbrados, sino que hemos dejado que el diagnóstico se esta-
blezca a sí mismo dcscript.ivame:nze. Con el transcurso del tiempo oosotros mismos
encontramos que, en contraste ron nuestras dudas y discusiones anteriores, la
homogeneidad del material. la emlución de la transferenda y la reYelación de los
mismos conflictos centrales, resctraban a la vez sorprendentes y convincentes.
También va a observarse qU:! el orden de presentación ha sido organizado
de acuerdo con una lógica intcr!ll- comenzando con el niño más enfermo, Timmy,
y concluyendo con el más mejcrado, Piffie. Pero la lógica va más allá de este·
punto. Tomados en order . vemos que Timroy ilustra la enfermedad misma;
John el conflicto central y el sufrimiento mental que le ha dado lugar; Barry el
defecto de personalidad que se desarrolla consecuentemente, y Piffie las inter-
ferencias que emergen para el a;:rendizaje y La adaptación. Tomados separada-
mente son muy distintos uno dé. otro. Timmy es como una poJiBa que ocasio-
nalmente encuentra una llama ahdedor de la cual re..ok>tea y se hiere; John es
un triste niño sin hogar escondkb dentro de la armadUI3. de un tirano y golpeán-
dose contra ella, no se sabe si pan entrar o sa!iI. Barry,de un egocentrismo mons-
truoso, ha encontrado. los medioo, de penetrar y ocupar a su objeto que constan-
temente se rompe en pedacitos. Piffie es el hechicero, un duende cient ifico que
explora y controla el universo, con el puño de hierro dentro del guante de ter·
ciopefo. Tomados en conjunto son un solo niilo en diferentes estadios de recu-
peración, a partir de un estado de desmentalizació!l al que entraron en la infan-
cia para preservar a sus objetos y evadir el dolor de ver el daño que no podían
reparar y que ellos mismos oodían haber causado.
r . ___ ·~ lr
CAPITULO III
{-
Este nli'io hermoso y robusto , comenzó el tratamiento a los seis años y nueve
meses de edad; asistió a sus sesiones cinco veces por semana durante aproximada-
mente cuatro anos, con resultados significatirns por momentos pero al fin de
cuentas decepcionantes. De cualquier forma, el proceso analítico tal como fue
visto en aquella época y luego comprendido retrospectivamente por medio de la
comparación con otros casos, forma la base de nuestra concepción del estado
autista propiamente dicho. La dificultad de exposición es muy grande y debemos
por ende delinear con antelación el plan a desarrollar, para que pueda ser seguido
más fácilmente.
Presentaremos en principio una historia compuesta de hechos seleccionados
de su desarrollo, es decir, hechos de especial importancia en la experiencia del
tratamiento. Vamos luego a reproducir una de las primeras sesiones con Tinuny,
elegida por la forma completa en que ejemplifica los fenómenos que tuvieron
lugar en el cuarto de juego. Sobre este fondo de historia y descripción clínica
vamos luego a describir, de manera más general, !as transacciones ocurridas en los
primeros tres años de tratamiento, para demostrar cómo la mente y el cuerpo del
terapeuta tornaron posesión de un conjunto de cuafülades y funciones que podían
reunir la dis:rersa mentalidad del niño. Sólo entonces pudo desarrollarse un pro-
ceso reconocible como transferencia infantil. Finalmente, describiremos los even-
tos transferenciales· y sus manifestaciones exteriores durante un período del cuarto
año de! análisis, centrado en un episodio muy interesante en relación con la conti-
nencia fecal de TJffimy , muy bien establecida previamente.
46 J. BREMN ER Y D. MELTZER
Tinuny era el tercero de cuatro niños nacidos de una pareja rn~y unida, y
el único manifiestamente perturbado. Los padres eran gente inteligente·y culta.
pertenecientes a la clase media alta; la elevada posición del padre en una firma
internacional requería que vivieran en el exterior. Las dos excepciones a esta
regla fueron un período de larga convalescencia de la madre cuando Tjmmy tení~
cinco meses, y los primeros tres años de su psicoterapia.
Los primeros cinco meses de su vida fueron una delicia para la madre y el •
amamantamiento fue muy exitoso, suplementado con mamau-:ra solamente du· ~
rante un viaje de vacaciones en el tercer mes de \ida, muy bien tolerado por el
bebé. La madre se ocupaba de su cuidado completamente, a pesar de tener una
-niñera, hasta su enfermedad, que requirió hospitalización y trajo comoconse·
cuencia el destete abrupto del bebé a los cinco meses de edad. Tal vez "abrupto"
sea un término demasiado fuerte, ya que en las dos semanas previas se aumentó
la alimentación suplementaria por mamadera y se hizo necesario que la niñera
fuera más activa en el cuidado del bebé.
La separación absoluta de la madre fue de unas pocas semanas y no se notó
ningún atraso llamativo en el desarrollo de Timmy. A los once meses se sostenía
bien de pie, podía decir "mamá" y "papá" bien claramente, era alerta y alegre.
Al aiio caminaba cómodamente. La relación entre la madre y el bebé, sin embar-
go, no se recobró por parte de ambos y el cuidado del bebé. pasó imperceptible·
mente más y más a manos de la devota niñera. Cuando un mes después de su
triunfo en caminar $010, ella debió regresar a su país natal, Timmy se puso des-
consolado, alternando entre el llanto y l~ rabia, rechazando a su madre salvo
cuando ella Je leía. Su desconsuelo nocturno continuó por muchos meses du-
rante el retorno de la familia al extranjero, a pesa! de que aceptó en forma amis-
tosa una nueva niñera, que suavemente le enseñó a controlar sus esfínteres du-
rante el siguiente año.
Durante su segundo año de vida Timmy era alegre y amistoso, progresó en
su vocabulario y era muy propenso a hacer reír a la gente. Poco t iempo antes
de que Tinuny fuera al hospital para tratar una pequeña hernia umbilical a los
dos al'ios y un mes, la madre quedó embarazada de Bobby. Esto fue una expe·
rien<..ia profundamente traumática, a partir de la cual el padre ubica el deterioro
del niño, aunque sus manifestaciones sólo fueron evidentes luego del nacimiento
de Bobby. Retrospectivamente, puede apreciarse que los ocho meses que separan
estos dos sucesos no mostraron mucho progreso en el habla; parecía haberse
convertido más en espectador de Ja vida familia: que en participante. Tal vez su
control de esfínteres fallaba de vez en cuando, Ul vez aparecían en su lenguaje
ciertas repeticiones semejantes a tics. Lo único que causó indudable preocupa-
ción en ese lapso fue que se escapó de su casa por primera vez, cuando su madre
estaba próxima al fin del embarazo.
Pero la secuela del nacimiento de Bobby fue inequívoca y muy alarmante.
Bobby parecía ser invisible e inaudible para Tin1my, cuyo lenguaje, que ya estaba
co~puesto de. inglés y francés bien delimitados, se marchitó ; un intento de jardín
de infantes fracasó, como falló también un intento de psicoterapia. Parecía nece·
AUTISMO PROPIAMENTE D,ICHO 47
encantado. Salió del cuarto corriendo y comenzó a chupar su pulgar tan pronto
como atravesó la puerta.
"El comportamiento descrito podría corresponder a cualquier nifüto psicó-
tico. Hay que agregar color a. la descripción para captar S'J verdadera cualidad . .
En ningún momento da Timmy la. impresión de escuchar o tenerme en cuenta
de una manera que sea diferenciable de su relación con el contenido del cuarto
0 • de los objetos en el jardín. Produce varios sonidos que tienen una cualidad
emocional vaga, pero ninguna semejanza con ·el habla. Cuando aparenta reírse
de mi interpretación, no tiene sin embaigo ese carácter, smo que es una risa in-
terna y postergada. Inclusive su comportamiento al final de la sesión no se presen-
ta como una respuesta al decirle yo que ya es la hora, sino que es el mismo que
presenta otras veces, cuando sale corriendo del cuarto en re.puesta a una inspira-
ción interna. Claramente las manos son para levantarlo, mi pierna es una superficie
para apoyarse, el abrigo vuela de él. Yo no me siento ignore.do, me siento inexis-
tente. El espectáculo de su incomprensfüle comportamiento no me hi<;re o com·
place, me entristece profundamente. Me cansa; me siento aliviado cuando se va, y
tengo que hacer un gran esfuerzo para recordar la sesión y transcribirla, sabiendo
que si lo postergo se va a escapar por los intersticios de mi memoria, dejando
solamente su incoada tristeza.'·
EL MATERIAL "COMFRIMIDO"•
Su uso del lenguaje en las sesiones progresó ahora muy rápidamente. Ta!_1lbién
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 53
RECAPITULACION
¿Podemos relacionar ahora, en alguna medida, los hallazgos del pro~ ana-
lítico con los pocos hechos bien establecidos de la historia del desarrollo de Tim-
my? Luego de tan paciente trabajo y manteniendo a buen recaudo nuestra iJna-
g.inación, permitiremos ahora un poco de vuelo a la fantasía.IEste bebé, inteligente
y altamente sensual, disfrutó una felicidad arrobadora y rechgma en los primeros
cinco meses de su vida, prácticamente nunca solo, ya en los brazos de su madre,
en su pecho o al cuidado de su devota niñeral ¿Habrá fantaseado que este estado
era el logro de sus exitosos ataques fecalesdJigidos contra los bebés internos de
J. BREMNER Y D. MELTZER
54
la madre para luego descubrir que había envenenado el pecho? La enfermedad
de su madre fue una hepatitis de instalación lenta, y ella aún lo amamantó du-
rante las dos primeras semanas del comienzo. ¿Era la leche amarga? ¡,Sentía que
la piel amarilla de su madre revelaba su culpabilidad? La mamadera debe haber
provocado un alivio de esta culpa catastrófica, pero requirió el sacrificio de esta
relación altamente sensual con el' cuerpo materno,, sólo para encontrar que el cas-
tigo esperado (la cirugía umbilical) acontecía de todos modos. cua·ndo el abdo·
men cada vez más hinchado de su madre declaró el triunfo de su rival, no hubo
para Timmy otra·cosa que "matar, matar", o correr en busca de su niñera, que lo ·'
había ya salvado de su primer desas~e intento de escaparse estaba más allá
de sus posibilidades físicas, y entonces recurrió a escaparse de ser él mismo, lo
que requirió, sin embargo, una operación muy severa. Cómo puede un niño encon-
trar estos medios, permanece aún en el misterio más pavoroso.
DISCUSJON
El caso de Timmy, tal vez por haber sido el más perturbado de los niños estu-
diados, se convirtió gradualmente en la piedra 3.11o<>ular alrededor de la cual se
erigió la concepción de autismo y postautmno durante Jos años de revisión
sistemática del material en seminarios. De cualquier manera, y como cada nueva
escritura lo demostró, sentimos que sólo hemos desentrailado la superficie del rico
materidl. Como en algunas paredes de las cuevas en Ja Dordoña, donde los
animales han sido grabados más que dibujados, cada rayo de luz descubre a la vista
un nuevo animal del conglomerado de garabatos. A]gunas de las interesantes
preguntas provocadas por el comportamiento de Tírnmy van a encontrar una
exposición más rica o definida en el material de otros niños. Por ejemplo, podrá
observarse que el estado mental de John al comienzo de su tratamiento parte
aproximadamente del punto al que llegó Timmy luego de cuatro años. Lo mismo
·se observará respecto de Barry y luego de Piffie. Por esta razón los hemos
organizado en forma lineal y virtualmente podrían enhebrarse juntos para hacer la
historia de un solo niño y de un análisis razonablemente completo y exitoso.
Timmy realmente demostró de la manera más clara cómo opera la maniobra
autista y · su yuxtaposición con la fantasía y las relaciones objetalcs. John
realmente 1,1os mostró el papel del sufrimiento dcp<esiw catastrófico que choca
contra un organismo desnudo. Barry demostró paso a pa.so el proceso de construc-
ción de un objeto con un espacio interno y un self con un mundo interno. Piffic
escribió realmente, con brillantes detalles, los rneci.nismos obsesivos que crearon
su autismo, aplicados de una manera constructi:ra para modular el dolor del
proceso de desarrollo, así como demostró cuál es su interferencia con el aprendiza-
je. Pero los distintos niños demostraron también todos los aspectos en distintos
grados.
Debido a esto, nos limitaremos aquí a discutA- los aspectos de la experiencia
con Timmy que no encontrarán mejor ilustración en otro lugar.
la primera pregunta que surge es acerca de la relación de la maniobra autista
con el suicidio. ¿Estamos tratando con el ejemplo máJtimo de lo 9uc, Melanie
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 55
Klein llamó, al referirse a los accidentes de los niños, "intentos de suicidio con
medios insuficientes"? ¿Podemos ver en la primera huida de Timrny de su c:a.sa al
Capitán Dates saliendo al campo de hielo? Esta idea no es en ninguna forma
incompatible con el pensamiento de que salió a buscar a ru primee niñera, y
parecería caracterizar al suicidio depresivo no violento, no mutilante. Nos parece
muy convincente como pnnto de vista que el autismo propiamente dicho merece
más que ninguna otra forma de trastorno mental el calificativo de "perder la
cabeza". El hecho de que parezca ser por momentos muy reversfüle, no~ parece la
mejor invención de la no-violencia. Pero esto lleva a la preg\lnta sigi·;~rte.
¿Es sostenible nuestra visión del autismo como un estado mental total más
que disociado? Cabe preguntarse en qué evidencia basamos la conclusión de que la
reversfüilidad es algo fundamentalmente distinto del rápido cambio de estac~e
ánimo que se observa cuando la disociación es muy severa y cuando el sentido de
la identidad no está ftrmemente anclado, como en la mayoría de los psicóticos no
esquizofrénicos, o en adolescentes. En realidad, de hecho comenzamos con la
suposición de que estábamos observando la operación de procesos disociatims, y
sólo cambiarnos nuestro punto de vista luego de pasados algunos años. Pensamos
que esto no es sorprendente, ya que la evidencia necesariamente debe ser retros-
pectiva. Si comparamos el material "comprimido" de Timmy con el niño de la
sesión quince, vemos que apa.r te de Ja arquitectura nada ha cambiado. Todos los
elementos estaban presentes al comienzo, pero sólo después de cuatro años se hace
observable una estructura de personalidad con objetos internos y externos. En
realidad y aun luego de tales esfuerzos, Timmy no estaba más cómodo qae el
primer cerdito en su casa de paja; pero uno puede ver la posibilidad de una a:sa de
palos, y eventualmente de ladrillos, que no va a ser volteada por el prime- lobo
de dolor mental que pase.
¿Implica esto que nosotros consideramos que los procesos estudiados en estos
niños son puramente patológicos y no aparecen en la historia del desarrollo
normal? ¿O es que pensamos, al contrario, que estos procesos son tan primitivos
como para estar cerca del momento del desarrollo en que los mecanismos esqui-
zoides comienzan a operar? El trabajo realizado con otro tipo de pacientes., con
enfermedad de gravedad variable, pero donde la fragilidad de la organización del
yo es un problema central, parecería sugerir lo último. El trabajo pionero en esta
área es el de Esther Bick sobre la función psíquica de la piel, que da el sostét;i de la
elíni~ a l:i r.xposición clr. Wilfrerl Bion sobre el concepto de contineut~ y
contenido en la vida mental. F.sta actitud parece aún más reforzada por la
evidencia de que los mecanismos obsesivos primitivos del tipo del desmantela-
miento juegan un papel en la formación del fetiche, éomo fuera descrito por un(}
de los autores (DM.). Estos problemas teóricos serán discutidos en los capirolos
de la sección C.
Ahora nuestro enfoque va a variar un poco, para mirar el proceso de desarro-
llo de este niño desde un punto de vista ligeramente distinto. Lo que aquí qumía·
mos considerar es el papel que posiblemente juegan en el autismo de Tim.my la
intensidad de sus sensaciones y el modo particular de su peicepción selllllrial.
En el capítulo anterior se hiz.o mención a "la posesión gozosa y triunfante
del objeto materno", como rasgo común a todos estos niños. ·Estuvo por cierto
56 ;¡_ BREMNER )'. D. MELTZER
len r~cs contaminadores. Es irnpoSible decir hasta qué punto ta1 idea había
ddo articulada 'Significativamente de alguna manera en la mente de Timmy. Diría-
mos que, prácticamente, poco o nada. La profundidad de cualquier- proceso
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 57
mental parecía ser muy somera y el proceso parecía estar relacionado básicamente
con una emoción o sentimiento. Para él, la posesión parecía ser algo así como un
contacto gol0$J sin interferencias, una experiencia sensorial con una cierta cuali-·
dad emocional, que puede muy bien no hacer lugar para el reconocimiento de
ninguna otra; una experiencia en la cual los rivales no eran tanto excluidos como
inexistentes, hasta que la conciencia de este sentimiento se desvaneciera o cam-
biara. En este punto podía suceder que los rivales aparecieran de golpe y se les
atribuyeran entonces la pérdida. o bien que el mismo Tunmy sufriera un colapso
sobrecogido por una enorme ola de ansiedad depresiva, que terminaba en un
comportamiemo maníaco.
En los momentos de frustración era posible ver una disociación rudimenta-
ria, un intento de expulsar el pa:ho contaminado y sus rivales y de retener dentro
del pecho bueno, lo cual le daba a Timmy una significación fugaz de su compor-
tamiento. Sin embargo, esto se acompañaba en general de una rabia tal, que uno
bien podría i.-mginarse que su conciencia de su furia era tan total como para
impedir el establecimiento de la otra mitad de la disociación, es decir de cualquier
concepto Qe l!Il objeto interno bueno. Hasta q_ué punto dependía de la real expe-
riencia sensoritl de contacto el mantenimiento de este objeto interno, :era evidente
por el hecho de que, en estos estados, Timmy invariablemente se ponía un pulgar
en su boca succionándolo y sosteniéndolo con S'JS dientes_mientras agitaba furio-
samente el puño de Ja otra mmo a sus rivales, represent:Jdos por los puntos y
marcas.
Por otro lado, si éste era el resultado, la intensidad de su dolor no dejaba
lugar internamente para el restablecimiento del objeto; ni tampoco externamente,
ya que todo su universo eni congoja. Era oomo si todo lo bueno hubiera desapare-
cido en la nach, a Ja manera en que se describen las últimas y horripilantes teorías
concernientes a los huecos negros en el espacio: una estrella o inclusift una galaxia
pueden pasar aparentemente fuera del universo, a una nada inimaginable. El pro-
ceso de duelo no podía realizarse por esta razón y porque no se había desarrollado
en la mente de Timmy ningunz estructura espacial, ningún lugar continente. De
haber sido capaz de hacer un duelo, hubiera podido tomar su mente. de la inten-
sidad de su dolor por la pérdida al recuerdo de las buetias cualidades del objeto,
hasta poder restablecerlo dentro suyo. Su objeto bueno era entonces irrecuperable
y estaba más allá de toda posibilidad de ser recordado como símbolo interno,
aunque pasible de ser restablecido por el reconocimiento. Esta pérdida absoluta
sólo podía imensificar su pena y su desesperación. Sin otros recursos, su único
camino era eotonces la renegación maníaca omnipotente, con frecuencia acom·
paiíada por h proyección de la rabia y la desesperación y por una búsqueda
inquieta e incesante de otro objeto para chupar, acariciar, mirar o sentir.
En el mundo marcadamente bidimensional de Tunmy había objetos aguar-
dando que se estableciera contacto, y no estamos afllIDaOdo que cuando Timmy
carecía de actividad mental no tuviera memoria para nada, particularmente en
lo que r especta a reconocimiento o sensación. Su memoria podía aproximarse
a lo que podríamos llamar memoria de tipo computadora, que reconoce por
medio de un molde sensorial. Hasta los gusanos pueden ser entrenados a reconocer
el camino correcto a lo largo del laberinto. Por lo tz.Jlto, aunque Timmy sólo
58 J. BRKKNRR Y D. MELTZER
!sea Wittenberg
INTRODUCCION
Quisiera describir algunas de las experiencias que viví con John durante su
primer año de tratamiento analítico conmigo. Muchas veces estas experiencias
fueron tan dolorosas para uno de los dos, o para am~s, que enfrentar la tarea
de revivirlas de nuevo mentalmente requiere un esfuerzo considerable. Describiré
en detalle algunas de las secuencias del juego y de la conducta de John, confiando
en que con esto permitiré al lector sacar sus propias conclusiones acerca 'de la
naturaleza de sus relzciones. En la mayoría de los casos no cito las interpretacio-
n es que hice; pero, en mis comentarios sobre Ja sesión, indico de qué mant>ra
entendí lo que sucedía. Me propongo plantear muchas preguntas y sólo tentati-
vamente sugerir algunas de las causas que explicarían la propensión de 'John a
perderse a sí mismo ro un estado de ausencia de actividad mental (desmental.iz.a-
ción) o, de un modo alternativo, a caer en una forma particular de depresión
catastrófica. Si bien la implacable proyección de Ja desesperanza hacía muy
difícil a veces tolerar a este niño, la apasionada naturalez.a de John, su capacidad
para la ternura, su vulnerabilidad al dolor depresivo y su pedido de ayuda. evoca·
ban en mí un afecto y una preocupación intensos.
Se observará que la comprensión del material se realiza sobre la base de la
teoría derivada del tr1bajo de Melanie KJein. La necesidad de que la madre con-
tenga el dolor proyecudo de La mente infantil, señalada por W. R. Bion, concibe
a la madre como un continente, y se vincula así con el trabajo de E. Bick acerca
de la función continente de la piel. Sin embargo voy a presentar las sesiones, y
mis reflexiones sobre ellas, tan libres de términos técnicos como resulte posible,
intentando transmitir la impresión que este niño me produjo y los sen.timientos
que fue capaz de engerrlrar en mí.
62 J. WlTTEN8ERG
i·I modo similar necesitaba ser sostenido, envuelto por mi falda y mis brazos. Daba
a entender que la alternativa era deshojarse como las rosas; se incrustó en mi rega-
zo con la velocidad y la fuerza de un meteoro y yo sentí el impulso de :sostenerlo
l. WITTENBEllG
64
para que no se lanzara más allá en el espacio y se perdiera. Su r~nguera al fi~I de
la sesión sugirió de un modo intenso que separarse era una catastrofe: ser tirado,
algo que estaba más allá de la desesperanza, más bien una apatía desesperada, .
amputada de la vida misma. V~lvió a la vida cuando la madre y la niñera lo toma·
ron de las manos: parecía necesitar este pasaje físico de unas manos a otras para
evitar el sentimiento de vacío.
Si bien hice comentarios verbales en lenguaje muy simple y de acuerdo con
estas impresiones, sentí que la comunicación pertinente se daba en un nivel no
verbal. Aunque normalmente desaliento cualquier contacto físico, John no sólo
lo exigía sino que parecía expresar una imperativa necesidad de él. Yo no sentía
que estaba tratando con un niño de tres años sino con un pequeño bebé aterrori-
zado de caer en un abismo.
John parecía más vivaz y subió las escaleras con paso im paciente. Excitado,
olfateó el almohadón marrón y después me olfateó a mí. dio una vuelta alrededor
de mi sillón, se paró junto a mí, me miró a la cara y, riendo, comenzó a saltar
como si. rebotara*. Advirtió una pelota roja dentro de un reci piente, la recogió
y la arrojó lejos de sí. Salió corriendo con el aeroplano mientras emitía zumbidos,
se tocó fugazmente el pene y se tendió en el diván meciéndose y riendo. Al oír el
ruido de un aeroplano se puso de pie de un salto, me golpeó el brazo diciendo
"papá" y olfateó mis piernas. Se llevó el avión y el auto verde al diván y aplicó
la nariz del avión . a la parte posterior del auto, miró por su ventana trasera y
después comenzó a saltar y rebotar sobre las rodillas. Mediante risas y balbuceos
mantuvo una "conversación" con el auto, Juego arqueó repentinamente la espalda
y lanzó la cabeza por encima del extremo del diván. Vino hacia mí y me tiró Ja
oreja, me empujó para que me sentara junto al diván y se tendió de espaldas
atravesado sobre mi falda; después subió y bajó la caja del camión voleador a la
vez que me daba el ocasional manotazo en la espalda. Esto se prolongó durante
un rato, mientras John hacía fuerzas y emitía gases. De repente el camión
voleador cayó detrás del diván quedando fuera de la vista. John pareció desolado,
se aferró al lóbulo de mi oreja tirándolo con fuerza, después extendió los brazos
para ser elevado hasta mi falda y se sentó arrebujado contra mi pecho. Poco a
poco se recostó en mis brazos, siempre aferrado firmemente al lóbulo de mi oreja,
Y me miró a los ojos con atención. Luego se incorporó, tomó una pelota en
cada mano, lamió una de ellas y mordió la otra varias •eces. Al final de fa sesión
se mostró reacio a dejarlas y le dio a cada una un fuerte mordisco de despedida.
Comentario. Seleccionaré sólo unos pocos ítems a partir de este rico mate,
ria!. En primer lugar llama la atención Ja marcada acentuación d·e1 olfato como
medio de identificar objetos. Tal vez John tenía la ilusión de que sus flatos habían
•El verbo bou'nce no tiene equivalente en castellano. Significa .saltar pasivamente, rebotando,
Y se aplica con exactitud al niño autista. (N. del S.J
OEPRESION PRIMARIA EN EL AUTISMO 65
• Lody·wlth·baby. (T. 1
DEPllESIO~ PRIMAJUA EN EL AUTISMO 71
Era evidente que John había desanollado una relación muy intensa y estrecha
conmigo y que respondía a mi estado de inimo, mi cuerpo, mi voz y mis palabras;
~ yo no sabía en qué medida él comprendía reahnente mis comunicaciones ver-
blles. La velociuad y complejidad con que reaccionó a mis explicaciones acerca de
w ¡::;óxima.s vacadJnes de Navidad me pasmaron y dejaron escasas dudas acerca
-:'.! su capacidad para comprender.
Yo había preparado una•tarjeta que mostraba los días de las sesiones antes y
d~ués de las vacaciones como círculos pintados en rojo, mientras que las sesio-
0!3 que w tendríamos estaban indicadas por círcu1os vacíos. Señalando el
circulo correspondiente a cada día dije ..señora aquí, señora aquí" etcétera...
...!diora ida, ida", etcétera ... ''señora vuelve". "Señora", por aquel tiempo, se
l:::;.bía estabiecido como la manera en que él y su madre se referían a mí. La reac-
áln inmediata de John fue mirar por la ventana y esúilar en risotadas en cuanto
l"?ia un paja.ro. Señalé que se estaba diciendo a sí mismo que eran esos nií'los-pá-
j¡:os los abandonados, no John, porque peilsarlo le resultaba demasiado terrible.
E.:rto nces fue a sentarse a horcajadas en su cajón y de una sola embestida desen-
t!rrá todos Jos !.ápices y el papel y los tiró al suelo. Dio un golpe a la tarjeta y tra-
tó luego de arrastrarme bajo la mesa, donde se había recostado cantando la melo-
cfa de "buen día, buen día, hemos bailado durante toda la noche", si bien las
ú:icas palabras que pude descrifar fueroi: "gond molini' y "night loo"•. Después
q-=e interpreté que él había desalojado a las partes papá-lápiz y que estaba toman-
ó~ su lugar en mi cola y quería que yo me uniera a él para hacer caca-bebés, se
l~tó e h:izo unas líneas curvas, llenó con plastilina algunos de los círculos,
y de un mordisco le arrancó la cabeza al león. Fue 21 diván, se recostó con la
~eza colg:mdo de un extremo y quiso que yo volviera a levantarlo.
Esto trajo a mi memoria un juego semejante de principios del tratamiento,
y ~ntonces surgió Ja incógnita de si estaba identificado con el papá-león decapi-
u,.:o, temernso de ser cortado y abandonado, o si quizá no estaría amenazándome
c.:a suicidarse -decapitándose, separando su cabeza de su cuerpo- , a menos que
y.:i lo obedeciera.
Cuando a Ja mañana siguiente abrí la puerta, su madre me dijo que John se
!'!mía muy impaciente por venir y había estado golpeándose la cabeza contra mi
p..ata liam:ando "¡señora, señora!". Traía consigo cinco caramelos que me recor-
C:rron los cinco círculos por semana en su tarjeta de acaciones. Me tocó y olió
h. boca; lamió y chupó los caramelos con mucha parsimonia y cuidado, hacién-
oolos "descansar'' a ratos, de manera que le duraron la hora entera. Todo esto di-
f ~ mucho de su comportamiento coniente, puesto que siempre mascaba los
cua.melos para terminarlos uno detrás de otro. Era tridente que estos caramelos
en equiparados con unidades de tiempo, que debían $er preservados con la espe-
rmza de qoe el tiem¡}o/sesiones/análisis pudiera pro~se IX?r el mismo lapso,
que pudiera durar para siempre. Gnn parte del tiempo se sentaba en mi regazo,
miraba mi tarjeta y repetía imitándome: "La senora está aquí"... "la señora
ida"... "la señora vuelve": Se mecía suavemente con un aire cada vez más
triste. Después se puso a oler con insistencia los muebles, a tirar de las hebras de
ta funda del diván y a romper el jabón y clavar las uflas en los trocitos. Pero entre
una cosa y otra se acercaba a mí y lamía sus cara melos suavemente. En esto vemos
a John tratando probablemente de disociar sus sentimientos de rabia a otras partes
de mi cuerpo/cuarto para preservar el caramelo/pecho.
Después del fin de semana volvió con una tos ronca, hizo pedazos un trozo
grande de plastilina y con expresión de astucia miró al "papá-silla" del rincón,
diciendo " hola pescado". Después se irguió sobre mis muslos, defecó en sus pan-
talones, miró por la ventana y dijo "bebés". Se acurrucó contra mí, miró a la le-
janía y despacio, con desesperación, . dijo: "la señora, la señora, la seflora ida".
Tomó luego la tarjeta de las vacaciones y llenó con plastilina los círculos vacíos.
Se limpió las manos en los fondillos del pantalón y fue a oler mi silla y otras sillas
y muebles, cada vez con más frenesí. Se dirigió hacia su osito de felpa, que había
depositado al principio de la sesión sobre la mesa, lo acunó y sus cabezas cho·
caron. Cuando hablé, volvió a sentarse en mi regazo, se frotó el pene, cruzó los
pies bajo la mesa y la empujó de adelante hacia atrás.
ción de los sentidos en el sel/ puede ser la consecuencia de emplearlos pan sepa-
r rar una a una las partes de la madre y controlarlas; poseer exdusivamente sus ojos,
sus oídos. La conjunción de los diferentes órganos SlmSOriales puede considerarse
1 como la unión de partes del objeto, lo cual hace esta.llar los celos asesinos. Así,
las distintas partes se mantienen continuamente sepuadas y tienden a funcionar
aisladas unas de otras. Esto sugiere un.a conexión entre el fenómeno autisla de
disociació n sensual en el sel/ y la menos primitiva separación obsesiva de los obje-
tos para . poder controlarlos. Pero cuando había aucado una de las panes del
cuerpo materno, esta separación de los datos sensorilles dejaba a John a mctced
de la desesperación, ya que carecía de medios para la prueba de realidad_ En la
sesión que acabamos de comentar, el trasero desa¡meció literalmente de b e:ds-
tencia de John; perdió el sostén de mi falda tanto romo sus heces sin poda esta·
blecer si aún existía mediante el tacto o la visión.
Durante las sesiones siguientes intentó rcstablectt su relación con los pechos-
caramelos, diferenciar el ano-Olor de sus heces y okr el pecho-sabor de su lech~
análisis. Utilizó mi mano para ayudarse a poner los Cl!amelos en una pila separada
de las de los trozos de plastilina. Pero era probablemente un índice de su confu.
sión de zonas el que Jos caramelos que trajo eran ~ la variedad que tiene orozuz
negro entre dos colores claros. ·
Su tos empeoró en los días siguientes y tu,·o que :!Uardar cama durante el fin de
semana. Quiso 4ue nadie más que su madre lo cuid<:ra, lo cual la hizo sentir feliz y
más cerca de su hijo de lo que se había sentido desde que era un bebé.
Cuando John regresó, hablaba con la voz mal1wnorada de antaño, diciendo
"mooss" que sonaba como un:: mezcla de ..milz" y "poohs" (sus palabras para
leche y heces), y cuando tosía se sacudía como si q:.usiera lll>rar su interior de algo
malo. Su conducta variaba entre apretujarse contn mí y golpear violentamente
su cabeza contra la del osito. Tan pronto como "eía un pájaro, su cabeza caía
como una flor cortada de su tallo. Al final de las sesiones se volvía completamente
cojo, forzándome a bajarlo en brazos. Su pone era ¡iatético, como si indicara que
yo lo estaba separando de su cable de salvamento ~ lo abandonara para que Joma-
taran sus rivales y perseguidores.
El día anterior al comienzo de las vacaciones. fohn vació su cajón por comple-
to, rompió a mordiscos las puntas de los lápices~ revolvió los contenióvs despa-
rramados, mordió las semillas de mandarina que encontró en el cesto de papeles
y rasgó el papel en tiritas. Cuando llegó el momcmo de irse estaba muy afligido y
trató de empujarme nuevamente dentro del cuarto. Cuando los padres volvieron
a traerlo al día siguiente, comentaron que John lnbía llorado desconsoladamente
casi toda la noche, incluso cuando lo llevaron con dios a su cama. Tomó mi mano
y me arrastró escaleras arriba, fue derecho a su cajón y sacó la mui'leca mujer, dos
lápices y dos pelotas. Hizo rodar las pelotas suavc:uente hacia el cajóa y las guar-
74 l. WITTE.NBERG
dó. Luego hizo rodar los lápices sobre la tapa de la cómoda y cuando se cayeron
por detrás, tomó mi mano e indicó que yo debía recuperarlos; examinó las puntas
y las quebró. "Hablaba" sin parar -"sefiora, milz, flores, aeroplanos"- repitiendo
una y otra vez las palabras ~ue conocía. Hizo volar el aeroplano y luego examinó
su cara inferior. Luego abrió mi boca, miró adentro y fue a bUS('lf la tarjeta de las
vacaciones. Se sentó sobre mi falda y escuchó cuidadosamente mientras yo repe·
tía: "La señora aquí"...; " La sellor~ ida" .... "La señora vuelve", señalando los
círClllos correspondientes. Me permitió que recorriera toda la Wjeta y cuando
hube terminado p•,..d11jo la primera ora¿ión completa que Je había oído: "John no
debe ir al jardín". Luego cantó suavemente "seil<!.ra, señora, señora ida", como si
fuera una canción de cuna. Este plácido episodio fue repentinamente perturbado
haciendo chocar violentamente ~u cabeza contra la mía, pero inmediatamente v01-
vió a abrazarme. Repitió sus golpes y abrazos; al final de la sesión permitió-que 1o
guiara escaleras abajo, y se fue con un ánimo muy tranquilo.
l
p0rtirándome del lóbulo de la oreja (retorciéndolo de una manera muy martiri·
~nte), me empujó ·a ~ ~entana _desd~ donde ~ir~ hacia la_ caUe ~ubiert~ de nieve.
M empujó hacia el d1van, salto arnba y abajo riendo, e mtento empujarme para
ee me acostara a su lado. Cuando me negué, me dio un puntapié en el estámago,
l
~tó y volvió a reú, puso sus pies contra la pared, dejó colgar su cabeza por el
borde del diván y de manera desafiante dijo "arriba". Pienso que algún sonido del
exterior lo debe haber perturbado, porque sorpresivamente me empujó hacia la
ventana, tirando del lóbulo de mi oreja, y miró para abajo. Paseó su mirada aire·
l dedor del cuarto con ansiedad, se golpeó la cabeza con su mano, después golpeó
!a mesa furiosamente. Yo tenía la impresión de que "papá", de un golpe, lo sacó
de mi interior y, a su vez, John me atacó por haber contenido a este papá y haber-
le permitido que tomara posesión de mí. Cuando fue la hora, John dijo con voz
l ruda "esto es suficiente para ti", y no cabía duda de que "papá" le estaba dicien·
do que él ya había tenido su turno, que era tiempo de salir. Mientras bajábamos
las escalera'S John decía "abajo, abajo" y una vez afuera tomó puñados de nieve
y los comió'. -
1 INTRUSION Y COLAPSO
El segundo lunC'S después de las vacaciones, John llegó con aspecto distraí·
1 do. Olió !os escalones, puso su cabeza en el suelo después de dar pequeños gol·
pe_te?s Y se abalanzó sobre una pelusa de un rincón exclamando "ahá, ahá". Exa·
~mo el cesto de papeles, empujó algunos lápices en el ojo de las cerraduras de
°~ ~tros cajones, trató de tirar toda la cómoda y luego la golpeó con una larga
1 ~e cha de plastilina. Saltó arriba y abajo con excitación, pero se detuvo abrup-
~mente cuando oyó la voz de un niño en la calle. Silbó, tornó sus ojÓs hacia
~ntro Y luego miró hacia el cielo raso, tal vez como si pudiera cambiar al
1 rié ºden la calle por una mosca en el ciclo raso. A continuación bailó en círculos,
el~-º~ de modo más y más salvaje, y terminó pateando con toda su fuerza
cucr ise ~ flor~! de una alfombrilla ve~d~. De rcpen:e, su cara se contrajo, su
po aqueQ Y. tambaleando sobre m1 silla, se apoyo contra mi pierna y chupó
1
DEPRZSION PRIKARIA EN EL AUTISMO 77
' Sil antebrazo. El guerrero ~la danza triunfal de un momento antes era ahora un
niño patético, inanimado. Luego de algunos minutos, John comenzó a retorcer
la plastilina en · pequeños trocitos y Jos agitó apáticamente. Miró por la ventana,
torció primero el lóbulo <k mi oreja y luego se rascó el suyo. Se movió leve-
mente en. dirección a la vemana para decir "váyase" a los pájaros en el árbol con
una 1'0Z débil; rápidamente volvió a esconder su cabeza en mi falda. En ese mo-
mento me di cuenta que había defo.:ado. Creo que lo debe haber hecho cuando
· pateó la alfom~ :-i!.!a. Pidió que lo levantara hasta el alféiz.ar de la ventana, miró
hacia afuera y luego en mis ojos pr:-ofundmi~nte. Se pasó la mano por la cola.
Olió un trozo de plastilina. lo mordió, lo tiró, ret0rció otro pedacito en trocitos,
los rompió por la mitad, r;:.:r:;ticó algunos y luego les volvió a escupir. Cuando vio
llegar a su madre en un rodie manejado por un chofer, tomó un auto de juguete
y lo golpeó cont.-a su cabeza, y luego golpeó su cabeza contra el borde del diván.
Comentario. Quisiera matizar esta sesión con bastante detalle ya que la se-
cuencia de los hechos mueirra con claridad !a desesperación de John, y sus defen-
sas maníacas y su fracaso. Lo vemos llegar en un estado de ánimo deprimido, sin-
tiéndose desconfiado, esper..ndo la o-minosa presencia del "papá" en cada rincón
del cuarto. Primeramente parece ser capaz de conquistar a este rival con su látigo
fecal. Esto parece desencadenar un epjsodio pleno de omnipotencia, en el cual mis
~tros bebés son forzados 2 rodar fuera de h vista y más allá del alcance del oído
(el suyo y el mío) mediara~ el pisoteo en d suelo y el baile en la µarte-alfombra
del cuerpo de mamá. Pero r¿pentinamente ro omnipotencia lo abandona, su triun-
fo sobre los rivales aborta y~ él el que está desconsolado.
· Surge la siguiente pregunta: ¿habrá sentido John que fue demasiado lejos
en su crueldad hacia mis lxbés internos, sobrepasando mis límites de tolerancia?
Al rogarle a los pájaros "que se vayan" h2ce pensar que les ruega que no lo pro-
voquen con su presencia a realizar n u evos ;naques asesinos. Sin emb:?.rgo, si recor-
d.amos el material anterior éel cam.ióa voleador, con su frenesí después de defecar
a los .. bebés" antes de las ncaciones... podr ÍlJnos pensar que su excitación maníaca
y la expulsión de ffiis co m~nidos dio por resultado que "mamá" también fuera
expulsada, junto con los t>!bés. Parccería ctue John tenía poco control sobr<; lo
que quería retener o expul=. No d.istinguíz entre expulsar su objeto en cuanto el
objeto expulsado son sus rmles, y ser él mhmo expulsado por su objeto. En con-
~aencia, se volvió a la ro:nida fecal coroo si fuera lo único que le quedaba -o,
más probablemente, se serr.: ía compelido z comer sus he{:es para reintroyectar
101 obje.tos parciales materoos que había dejado caer de su ano- . la "rista de suma-
dre y del chofer nuevamem:e le despertó una tremenda rivalidad edípica, como si
C$!Ul'iera mirando en el dominio. de los objetos combinados, del que había sido.
exilado. Esto lo llevó a la desesperación y provocó otro intento de forzar su ca-
mino a golpes.
..
1 l. WITTENBERG
78
1
A TRA VES DEL ESPEJO: "ROSAS, ROSAS"
1 ;nas con vidrio pintado sobre el descanso de la escalera. Fue como si las rosas
·o oscuro q ue forman parte de ese diseno lo h ubieran succionado. Fue hacia
r~~s con una ex presión de maravilla y fascinación, y presionó contra ellas su ros-
ero. Incluso cuando lo persuadí de ~ue ~ntinua~ subiendo la~ escaleras, ~ig~ió
l nirándolas, volviendo la cabeza hacia atras. Parec1a como atra1do por un iman,
y debí caminar detrás de él para evitar que se cayera.
Una vez en el cuarto, revolvió en su cajón y al no encontrar aparentemente
o que quería, tiró con fuerza de las manijas de los otros cajones, rezongando
l ?Orque no cedían. Corrió hacia mí, tironeó del cuello de mi blusa y me miró
adentro, diciendo "ahá, ahá". Nuevamente lloró con enojo, hizo otro int ento
de abrir. los cajones a los tirones, y luego encontró dos botones en su cajón que
so uno encima del otro. Hizo rodar algunos lápices brevemente y, luego de una
~
sta el alféizar de la ventana, me alejó de un empujón mientras tiraba de las cor-
mas para adelante y para atrás y se escondía detrás de ellas. Tiró unos trocitos de
lastilina a la "silla-papá" en el rincó ri y apretó los d ientes mientras sacudía la
lámpara de un lado a otro; luego tironeó de mí y me empujó. Repentinamente
~
ijo: "se fue a caminar", y Uoró sobre mi hombro. Se puso dos dedos en la boca,
ucgo sollozando se arrojó a mis brazos y me encontré paseándolo como a un
ebé.
Cuando fue tiempo de partir, comió semillas de mandarina, mordió con fuer-
za una goma de borrar, enterró sus dientes en el jabón y Jo arrojó al lavatorio.
I Al descender, otra vez espió las rosas rojas profundamente.
f Estos ejemplos del j uego de Jolui después de las vacaciones sugieren con
1 ucrza que se sentía entonces mucho más como si estuviera afuera y mirara la
rc~ción ~e papá-mamá combinados. Las vacaciones y el fin de semana prolon-
~ 0 1'.ab1an aplastado en cierto grado su omnipotencia, su idea de sentirse capaz
; abrirse camino desgarrando y tomar posesión. Ya no sucedía, como en la pri·
1 picra ~~aración cuando las vacaciones de Navidad , que el objeto materno de John
.:cera mdefenso con sus orificios abiertos a los invasores. Los orificios parecían
nía rnenos permeables y tener puntos de entrada determinados; su objeto ahora te-
y ag~r;ia estructura que asemejaba cajones con un contenido y con pezones-perillas
! Por {~os Por los cii.ales mirar y ver si uno podía extraer el pezón llave-pa pá-pene_
e echo de estar más protegido por el papá-portero-pezón, este pecho-mamá
1 DEPRESION PIUMARIA EN EL AUTISMO 79
t e.staba poseído más permanentemente por el "papá" y estimulaba tanto la curio-
sidad de John como su deseo de participar a través del voyeurismo en la unión de
mamá y papá. El mesmerismo producido por las r~sas rojas sugiere uµa excitación
altamente erótica; quería meterse adentro, poseer ese pecho-luz. asirse de los pezo-
nes-botones y arrojar los bebés-semillas para tener un encuentro excitante y vi-
brante con mamá-pecho-lámpara. Era al mismo tiempo el bebé, que tironeaba y
empujaba el pecho, y el papá pezón-lengua que controlaba y excitaba el pecho.
Pero nuevamente sus intentos abortaron; no podía mantener por mucho tiempo
esta relación idealiz.ada con el pecho rosa-lámpara. ¿Fue papá el que vino y se lle-
vó a mamá "para dar un paseo"? ¿O es que sintió que yo no toleraría su CX){l.trol
por medio de mordiscos y empujones y "me iría"? ¿O será que ·se refiere a su
ansiedad de que siempre que mamá se "iba de paseo" él sentía que su vorzcidad
la había "destruido"? Cualquiera que haya sido su fantasía, intentaba disociar
su sadismo oral en el jabón para pt"eservar su idealiz.ada relación con el pezón-rosa.
1 escupidas en mí, pero esto no producía ningún alivio. Más bien pare.;ía que la
proyección de sus lágrimas y su deprrsión alentaban un aislamiento sádico y nega-
tivista que no se aliviaba con ternura alguna.
1 Trajo su osito ' la sesión del viernes, se puso boca abajo y se meció con él.
Luego abrió las canillas, hizo correr el agua, salpicó, lanzó chorros durante varios
minutos y, cuando impedí que ensuciara demasiado, nuevamente se meció con el
1 osito. Voh·ió a abrir las canillas, pero después de un rato el agua que salía era es-
casa. Tomó mi mano, y cuando no logré que el agua saliera más rápidamente dio
unas palmadas a la canilla, apretó los dientes y golpeó su cabeza contra el borde
del diván. Se paró en el alféizar de la ventana e hizo una marca con un lápiz ma-
rrón en un punto alto en la pared cerca de la ventana; se escondió detrás de la
cortina, arañó la pared y de cuando en cuando espiaba afuera. De repente lanzó
un grito y extendió sus brazos para que lo pusiera nuevamente en el piso. Se
sentó en ITll falda, tomó el lóbulo de mi oreja y con expresión triste miró a la
distancia.
Traté de repasar la tarjeta de vacaciones, que ya había mostrado a John
varias ve~, pero él la apartó. Frenéticamente tironeó de los cajones de otros
niños, diciendo "mío, mio"• . Llenó de agua dos recipientes, luego una cantidad
de tacitas y bebió una tras otra diciendo "espera un minuto". Luego tiró al piso
el agua de uno de los recipientes. mientras lo sostenía con sus dientes y gateaba
po_r el suelo. Corrió a la silla del rincón, tiró el almohadón y se sentó en él por
prunera vez. Prendió y apagó las luces varias veces, diciendo "mío, mío", luego
puso el lápiz verde bajo la canilla y le mordió la punta. Al final de la sesión, se
lo veía triste y bajó las escaleras sobre su trasero, muy despacio. •
• "Mian, mun",
. por mine, mine(= mío, mío), en el original. IN. del S.)
DEPRESION PRIMARIA EN EL AUTISMO 81
John llegó arrastrando una rama de más de un metro de largo. Estaba pálido,
serio y ansioso. Golpeó el suelo del hall con su rama, luego las escaleras y también
Ja mesa, la puerta y la sillita del cuarto de juegos. Después azotó las ventanas y los
radiadores, y se rió cuando produjeron un sonido hueco. Interpreté cuan atonnen-
tado se sentía por los celos de los bebés que él creía que estarían en mi interior
durante las vacaciones, que estaba tratando de fonarlos a salir a golpes, y el
sonido hueco era como el llanto de un bebé dolorido. John dejó caer la rama,
abrió las ·canillas y revolvió· el cajón impaciente para hallar el vaso rojo. Arrojó ·el
jabó.n y el éepillo de uña~ en el lavatório, tragó un sorbo de agua y tiró el resto,
volvió a llenar el vaso y volvió a beber mientras me miraba. AJ abrir las dos cani·
llas, John tapó el lavatorio con el tapón y, cuando estaba casi oobnado, llenó sus
manos con agua para beberla. Le dije que estaba intentando vaciar las dos canillas
tanto como llenarse a sí mismo antes de las vacaciones. Corrió al diván y saltó
en él rebotando durante varios minutos, mirando goroso la silla del rincón. De
repente se desplomó, tomó su oreja y chupó su antebrazo; luego me rriiró con una
expresión patética. Vino hacia mí, se sentó en mi falda y se acurrucó contra mi
pecho. Dije que al vaciarla para beber y al saltar sobre mamá la dtjó con una ma-
má-pecho vacía dentrc qiyo. d~ la cual rtabia brotado (bounced) te~ •;·::la, y luego
vino corriendo hacia mí como si fuera la parte superior-pecho-lleno.
Sacó los lápices del cajón y los tiró todos, excepto el marrón que había usado
para golpear las ventanas. Se paró en el alféizar, corrió las cortinas y apoyó su tra-
sero en mi hombro. Había un hombre limpiando la entrada de la casa vecina; John
lo observó y casi de inmediato golpeó las ventanas. con el mismo ritmo que tenía
el escobillón del hombre. Dije que él no podía tolerar la visión de este hombre
papá y que rápidamente se convirtió en un papá-barrendero. que barre todas las
hojas-bebés fuera de la mamá-análisis.
Cu<1ncio llegó el momento de terminar la sesión, John lloró primero con rabia
y luego con tristeza.' En la última sesión antes de las vacaciones, \'Olvió a derramar
mucha agua y continuamente chupó las empapadas mangas de su camisa. Papel y
colo'res habían sido disueltos en el agua. Había gran cantidad de agua en el piso;
él vino a sentarse en mi falda , miró el piso y dijo "tomar fuerte" como si temiera
caerse y ahogarse en el agua bajo sus pies, especie de inodoro que pudiera tra·
garlo.
I. WlTTENBERG
f 82
Durante el período anterior a las vacaciones, John había tenido fuertes ata-·
s de diarrea qu~ cesaron antes d·e la interrupción. Durante las vacacio¡ies co-
qu~zó por primera vez a usar su bacinilla, y su estado de ánimo oscilaba entre la
1 me . .,
tristeza y la exc1tacion. ·
1 niaterno
En este segundo trimestre, John no parecía que intentara poseer el cuerpo
y vivir dentro de él; había una clara diferenciación entre la parte superior
e inferior del cuerpo de la madre: la rosa-lámpara-canilla-pezón-pecho y el piso·
inodoro-trasero. La mayor parte del tiempo su intención era invadir y tomar po-
1 st$ión de la parte superior. Se podría decir que era insaciable, pero no se sabía
si tomaba más de lo necesario o si nunca había tomado lo sufieiente como para
sentirse satisfecho. Me pareció que estaba menos interesado en alimentarse del
~ho-<:anilla, que de ejercer control de las provisiones, en desperdiciarlas, en im·
1 ¡xdir que otros las tomen, en tirar la comida y usar el flujo para ahogar y triunfar
sobre Ja mamá y otras veces sobre los demás bebés. Los tremendos celos de la
unión del pecho y el pezón le hizo separarlos, haciendo que papá se aliara con él
~n el· placer de orinar en la mamá y, al mismo tiempo, removiendo el pezón,
1 dejar a la mamá como un pecho destapado e incontinente, que se parece a un
inodoro que pierde. Y por esto frente a la separación, se encontraba vacío y deses-
~rado, temeroso de haber agotado las provisiones del pecho-mamá y expulsado
u vida de su vientre, y lleno de temor de que ella se vaciara por dentro o lo succio-
1 tura dentro de sí y lo ahogara en su falda-inodoro.
Nuevamente durante las vacaciones hizo un tremendo esfuerzo por proteger
1 su madre de su intrusión y destructividad. Comenzó a utilizar la bacinilla para
defecar y orinar, en lugar de ensuciarse. ¿Por qué? ¿Sentía q ue era esencial retener
1 b comida-mamá y no dejar que se derramase? ¿Sentía que durante mi ausencia
~ esencial aferrarse a la buena mamá nutricia con toda su fuerza? Tal vez consi·
dmba que la preservación de la parte superior-pecho de la mamá era correlativa
• El .
~Proceso analítico en Inglaterra. se realiza por trfrucstres.. ya que el año se divide en tres
odos de vacaciones. i N. del s.¡
DISPRESION PRIMARIA EN EL At7rlSMO 83
Miró la silla-papá con aire de desafío y bmó en círculos a su alrededor. Tornó
. su palo y empujándolo varias veces hacia el vidrio d e la 'refltana dijo "bebés";
era evidente que los estaba aplastando COllXl moscas.. Luego bailó por el cuarto
riendo con excitación. Cuando escuchó d ruido de un aeroplano, sé apoyó en
mis rodillas y dijo ºnene travieso", me tirocci fuera de la silla, la olió y miró arri·
ba· ansiosamente al techo y luego al suelo. Sorbió un poco de agua del vaso rojo
y desparramó el resto sobre el piso. Tornó los lápices del cajón y trató altemati·
vamente de ..escribir" con ellos en la mé~ ! de rompedes las puntas a mordiscos.
Cua ndo um se rompió en su bf>ca lloró con ~-,ia y enojo.
Al d ia siguiente J"tu• arrastró un troz.o de enredadera por el hall, y una vez
en el cuarto la tiró al piso. Mientras revoh':a su caj<Í•l entooaba el fragmento de
una canción. Masticó algunos lápices protesun1o muy enojado cuando comprobó
que no tenían más mina; revolvió-""" poco =.ás con mucho ~or y exclamaciones
de rabia; luego se paró y se chupó el brazo. Ye trajo tres trocitos de plastilina rna·
rrón e indicó que yo debía unirlos mientnJ él fue a revolve: el cesto de papeles.
Vino a pararse en mu muslos y Juego sonm a Ja silla-papá. Continuó cantando
una melodía que estaba claramente dividid¡ en fragmentos. Le dije que él sentía
que había arrancado y mordido las punt.a..<-pezones fuera ce los pechos y esto
le hacía sentir que en su interior tenía um mamá tan rota como Ja melodía. Pa-
recía sentir que se había caído en la bacinilh junto con sus heces y que yo podría
volver a unir las partes nuevamente, como la ;:lastilina.
Dejó caer su cabeza, olió mis piernas y las palmeó con excitación en aumen-
to. Se levantó, tomó una botella de goma d~ pegar y suttionó la tapa roja con for·
ma de· tetin3. Cuando encont ró una jarrita :a llenó con aguz de las dos canillas y
se mojó la frente. Puso el trapo de piso ba~J las canillas, lo hi7.o girar en el suelo
y luego chupó su brazo con un aspecto m::y triste. Después tomó el trapo em·
papado y lo chupó. Sahó al diván y rebotó arriba y abajo !alvajemeote con los
ojos entrccern1dos.. Luego de un rato, toIIÓ el trapo chorreante, lo tiró hacia
el techo varias vt=S y parpadeó cuando vc:-ria a caer. Cua.no.-'.o llegó el momento
de irse, lloró muy enojado y me mordió la nu:.o.
ABANDONADO A LA DESMENTALIZACION
Fue con este trasfondo de h echos que "perdí" a John nuevamente. Ven ía
con una expresión ausente ,Y los ojos muertos. Gateaba d~pacio esaleras arriba,
80 stffüar de la ventana, escupía hacia abajo, corría al diván y pasaba el resto
~3 ba con su palo, vert1a el vaso lleno de agua en el piso; luego se paraba en
1
~e b hora saltando y rebotando sobre éste de arriba abajo. Saltaba hacia arriba,
eb<'t3 ba como un trampolín, levantando altas sus rodillas a la manera de un co-
~o:>. rebotando sin parar como una pelota de goma en continuo movimiento,
pro''Ocándose un estado de éxtasis. Parecía realmente asombroso ver a este niño
carente en apariencia de vitalidad llenarse repentinamente de energía y ser capaz
de s:i}tar sin parar por períodos de diez minutos. Se caía, a veces, pero se ponía
de pie nuevamente en un instante y continuaba saltando; algunas veces sobre su
tra.~ro en lugar de sus pies, a las carcajadas. Generalmente me miraba durante
todo el tiempo. Protestaba cuando era el momento de volver a su casa y trataba
de forzarme a regresar al cuarto, pero de pronto descendía saltando alegremente.
¿Cómo comprender esta conducta? Parecía fácil pensar en un juego mas-
turi>atorio con la intención de hacerme sentir como el niño excluido de la exci-
tante relación sexual de los padres. Era tentador pensar que esta conducta era un
golpe sádico en mi estómago para vaciar a puntapiés los bebés y los otros conte-
nióos. ¿Tenía la intención de sub yugarme para impedir que el chofer-papá estuviera
der.tro de mí? Estas interpretaciones no parecían captar la impresión de un pájaro
pu..>sto en libertad, en contacto con una fuente de vitalidad, con los resortes de la
fu~za vital dentro de sí. Tampoco parecía como si la fuena impulsora primaria
fum el sadismo, sino un abandono a h sensualidad. John parecía muy relaciona-
do con mi cuerpo, pero quizá unido a él en un estado que traspasaba los límites
dd tiempo, desenganchado de las restricciones de las barreras divisorias. Esta
sensualidad orgiástica, que continuaba sesión tras sesión , era imposil>le de pe-
n~r con interpolaciones verbales. Más aún, yo sentía que mis sentidos eran
d~orosamente bombardeados, los pensamientos extraídos de mi cabeza a golpes
lu:.<ta que me veía tentad a a seguirlo en un estado de olvido. Comprendía que
M~ía alejarme ment:ilmeri.te para poda pensar. Sentí que Joh_n me arrastraba a
UD estado en el cual ya ño tendría mi mente llena de sus terribles sentimientos de
va:ío y desesperación y que, incapaz de pensar, me uniría a él en una orgía sal-
vr,~ de excitación, una danza de muerte presentada como una apert\ll'll a u.n a vida
imerminable. La alternativa parecía ser la t eml>le desesperanza de tener que
o!::iervar a este objeto-trapo de piso chorreante, sangrante tal vez, basta disolver-
~ en lágrimas al mirarlo.
Parecía que para volver a ganar la atención diligente de John, yo tenía que
b1'.ar una batalla igualmente ·contra la atracción de su sensualidad y contra la ame-
nita de ahogarme en la desesperación. De la éxperiencia aprendí _c¡ue debía im-
JX'Qer una atención infatigable contra su desmentalización, tratando de conte-
nttlo con mi voz, cantarle si fuera· necesario, para atraerlo nuevamente a la mamá-
C!peranza. Parecía que yo debía representar u n objeto que conociera el dolor
abrumador del cual él se escapaba, un objeto que lo acompañara en su congoja ·
Y'l_ue no se disolviera con el poder corrosivo de su desesperación.
DEPRESION PRIMARIA EN EL AUTISMO 85
"NIÑO TRAVIESO',.
• NauKllly 110 lknc una traducción convint~nlt•: pm-J.· ,.._., ~l~i rntr<' tr~vicsn. pícaro. que
se por!~ mal. 'Iº'" h.i~-.: rcncµr. (N . d el S. I
J. WITTENBERG
~'\
. ( ¡¡rr11ncar una planta cercana a la puerta de entrada, se acostó en la calle,
~¡~mtose repetidamente la cabeza con fuerza contra las piedras.
(\lllrentario. La ferocidad de los celos de John había sido exacerbada por la
ul't.11 de un rival en su casa: Se sintió atormentado como si lo fueran a aban-
~t totalmente. A su vez me atormentó, tirando de los cabellos y usándolos
~ \Ji'bés-rehenes, deshaciéndose de la señora·mamá-<:~r'illo, escupiendo la
~ldll~Sua· Creo que quería decirme que si no le permitía que me poseyera
'~~ 11111.iclerara de mí, entonces éste sería el tipo de niño Jorin que tendría que
~11(11f, Es particularmente interesante observar en qué diversas formas usaba
d ,1p1Strse la cabeza. Lo hlzo con una fuerza tan tremenda que siempré me sor-
~d (ll que no estuviera cubierto de moretones. En estas sesiones usaba su ca!leza
~ ,111avessr a golpes la barren y entrar en mi pecriO y mi vientre de la mi.il11a
~~e" en que previamente golpeaba el coche de juguete y el costado del diván
~td~' Sel sentía excluido. El golpearse la cabeza al final de las sesiones podía
c:~'\id~rarse como desesperación, pero también como una manera de tiranizarme,
c:;,.virtl~ndt'~ a sí mismo en el bebé-rehén que él mataría si yo no hacía lo que él
"4'-'!ia. r(ro 3 veces también existía una nueva cualidad en el golpearse la cabeza
Ó."Sl'u¿s d<' h3berme atacado: era como si se castigara por ser "travieso".
~ 11 l:ts ~manas interrn~dias John había estado luchando entre ser el bebé
e\.du.id''· l'.Xterno, o mi nuevo bebé que necesitaba ser llevado en los brazos de
h ui.-tdf<'. fae día él insistió en ser llevado arrib1 en brazos, e inmediatamente
.:tii:i<.' ,pt<' \..' levantara hasta el alféizar de la ventana. Golpeó el vidrio con sus
rnlhl.k,$. dij..> "ahf' y "pis·pis" (wee-wee)*, mientras miraba el árbol más cer-
.'.:Ul\.' 111~.iJ,._ por el viento. Saltó arriba y abajo con excitación mientras sostenía
~. p~nt. lu."gO corrió las cortinas, se envolvió en ellas y comenzó a mecerse al
mJ;it\\.' titm,, que el árbol. De cuando en cuando verificaba si yo aún estaba allí.
l:i~''" •lÍj<.'. con voz que sonaba a gran distancia: "¿Dónde está John? Encuén·
:;,l1..>'\ S:tli..' de entre las cortinas, escupió sobre d alféii.ar y el piso, y frotó la
c:.:up¡.,,h úX: la suela de su zapato. Luego bajó de un salto con mi ayuda y tomó
ut t~"'-' d~ vaso rojo; llenó su boca con agua y la escupió en el cajón. Después
s:.-.~ t\"-'">S l..'S objetos del ca1ón y los tiró al piso.
Al d ía. siguiente John vino con aspecto ausente y pálido. Su madre me dijo
que apenas había dormido; había llorado la mayor parte de la noche sin que nada
lo consolara. Me tendió sus brazos para que lo levantara, y al llevarlo arriba rodeó
mi cintura con sus pies y sus piernas. Quiso que las dos canillas estuvieran abiertas
y las observó durante un rato. Le dije que él se había sentido inconsolable porque
sintió que había vaciado, arruinado y - perdido a la buena señora-pecho. Se bajó,
puso en su bo<;a el tapón negro de la pileta y continuó mirando correr el agua.
El tapón puede considerarse como un tapÓn-pezón que le impediría morder y
escupir, Jo ayudaría a controlar la parte de John-bebé-cruel y también podría
expresar el sentimiento de estar taponado con la pena.
Pocos minutos después, sin embargo, John me escupió en Ja cara y volvió al
alféizar de la ventana. Mientras miraba cómo las ramas del árbol se mecían con
el viento, saltaba de arriba a abajo con excitación. Hablé de una parte suya que se
sentía muy desdichada de lo que le hacía al cuerpo de mamá, pero que otra parte-
osito de felpa le decía que escupiera las lágrimas en m í. Pensó que de este modo
podía ser el papá, y divertirse nuevamente. Escupió en el piso, también cqntra el
vidrio y luego lamió la escupida como si fuera algo delicioso, mirándome con una
expresión sonriente. Le dije que el osito Je. decía que lo que debe hacerse con
las lágrimas es escupirlas dentro cie mamá, porque t ienen muy buen sabor cuando
están en ella y uno las lame. Bajó, bebió un poquito y tiró vasos llenos de agua
sobre el borde de la pileta, riéndose y bailando con excitación. Luego dio vuelta
el vasito, lo llenó con el agua de ambas canillas y bebió unos sorbos. Me rnirab·a
con una expresión de desafío y de gozo. Salpicó más agua, bailó y pisoteó en el
charco. Cuando llegó el moi:nento de irse, John chupó agua de su camisa roo-
-jada y se f1,1e golpeándose la cabeza con la del osito.
Durante la primera semana de las vacaciones, John t omó líquidos pero rehu-
só comer y durmió muy rnal. Ambos síntomas desaparecieron espontíneamente,
y durante el resto de las vacaciones parecía muy feliz en tanto pudiera tener a
ambos, mamá y papá, sólo pata él.
y más y me llenaban de dudas acerca del pronóstico. Uno etá el negativismo, que
había comenzado a aparecer en el juego con agua y que se hizo más notorio en
el siguiente trimestre, como ·Un deliberado abuso del objeto en son de triunfo y
desprecio. La: otra c~racterística perturbadora era· su tenaz sensualidad en rela-
ción con un pedazo de elástico 31 que hacía vibrar y ondear sin descanso delante
de sus ojos y de los míos. Sentí que era el aspecto musical de nú voz, como si
fuera una cuerda vocal que él me había arr.tncado a fin de erunudecenne para
otros, y que entonces se había convertido en un objeto de excitación fetichista
{comparar con el capítulo VII). Esta apropiación de una parte del cuerpo de la
madre me parece íntimamente ligada con el sentido de posesión de John, con su
deseo de tenerme para él solo y, más aún, para impedir la conjunción interna de
distintas partes del cuerpo de la madre; porque toda conjunción era sentida como
partes del cuerpo de mamá y papá unidas en una relación creativa que excluía al
tiebé-John. Este hallazgo sugiere que el objeto fetichista es el resultado de una
~paración obsesiva de los objetos en sus partes componentes y de guardar un
pedacito en particular para obtener un placer exclusivo. El resultado es que se
impide la construcción de objetos adecuados para la dependencia y la identifica-
.:ión. Hay un debilitamiento de Ja prueba de realidad del tipo "sentido común"
tW. Bion), formado por la evidencia conjunta de los distintos sentidos. El sentido
,_'\.)mún se transforma en una función superflua, como consecuencia del ataque
J.l vínculo (Bion), ya que eada unión es vista como edípica en su significación
.U nivel más primitivo de los objetos parciaJes. Por otro lado, al desmantelar
:;us propios sentidos, John podía evitarse el reconocimiento de esas uniones.
Bien podría cuestionarse si nú técnica era lo suficientemente firme como
:.ua ayudar a que John me vivenciara como una mamá que podía resi.nir su
111vasión. Aunque ya desde el primer año no le pennití que me lastimara siempre
..¡_ue pude prevenirlo, tal vez a veces yo era demasiado condescendiente. Por cier-
:v, durante el segundo año, sentí que él me controlaba de una manera que no le
?~emitía aceptar mi existencia separada. Decidí ajustar mi técnica; sabiendo, por
~jemplo, que él era capaz de subir por sí solo. no lo levanté más hasta el alféizar
le la ventana. Y aunque no impedí que se sentara en mi rega zo, no lo alo! más,
~a que esta conducta mía, para John, constituía mi aceptación de que él era mi
:iuevo bebé. En el año y medio siguiente John hizo ciertos progresos; logró el
,'úmpleto control de sus esfínteres, comenzó a usar más Jos juguetes para ex-
?resar sus fantasías y fue suficientemente capaz de tolerar a otros IÚlios como
!.ira poder ir a un jardín de infantes especial Sin embargo, el progreso era muy
)mto y había largos períodos de detención del desarrollo. Fue durante uno de
dlos que sus padres perdieron las esperanzas. en que el análisis fuera el método
más útil de proseguir su desarrollo, y Jo retira.ron del tratamiento.
que actúa como el foco que mantiene al bebé integrado. En el momento en que
yo me separaba, la mente de John se desarmaba, o tal vez él pasivamente permi-
tía que así sucediera, antes que sufrir una extrema desesperanza. Allí donde otro
nifio gritaría de miedo o de rabia, John experimentaba su objeto como inalcan-
zable y abandonaba todo, sumido en la desesperación.
Su pérdida se hacía aún más aguda porque en tales oportunidades era impo-
sible preparado para las separaciones. Era entonces simplemente caer de un estado
de unirnismidad (in-oneness) al estado de ser arrancado (Bick), o que le arrancaran
una parte de sí mismo (Tustin), y ser abandonado a la desesperanza. Parecía
siempre patéticamente desvalido frente a este tipo de desastre, incapaz de preve-
nido, salvo mediante intentos de adherirse a su objeto. Aunque esto constituía
¡nra él una defensa primitiva contra la pérdida, su beneficio era muy tempora-
rio, ya que le exigía mantenerse en un estado imperturbable y sin cambios, donde
no podía tornar en cuenta el mañana, ni reconocer la necesidad de establecer una
blse para reducir la agonía de las separaciones fut uras. Su verdadera esencia es
11nto adherirse como impedir la amena.::a inherente a cualqÚier cambio. Esta
fusión con el objeto implica ser parte de su sustancia, más que incorporarla dentro
d~ uno mismo; en el mejor de los casos la identificación es ¡>Or mímica. La intro-
yección presupone un objeto, aún primitivo, Jo suficientemente separado como
pu-a ser deseado e incorporado en el sel/, y no adherido al sel[. la dificultad
ron John al principio del tratamiento era la intolerancia de hasu una medida
de espacio entre nosotros. Igualmente, a menudo apenas podría decirse que
jugara con objetos ó los usara: casi instantáneamente formaba parte de la ramita
que giraba, la rama del árbol que se mecía o el agua. que corría. No quiero decir
que estuviera en identificación proyectiva con estos objetos parciales; tenía una
cmlidad más primitiva, un gentil fundirse en ellos, más de compartir su vida
que de apoderarse de ellos. En esos momentos, yo me sentía incapaz de esta-
bkr contacto con una parte de John a la que pudiera hablarle, una parte de su
mente suficientemente separada de su experiencia sensual como para ser capaz
M prestar· atención y escuchar. O, expuesto de otra manera, encontrar a un Jolm
que estuviera a suficiente distancia de su objeto como para ser capaz de penm
a:uca de éste, porque pensar acerca significa estar afuera; mientras que en un esta-
® de fusión, sin perspectiva, sin visión tridimensional, no puede emerger ningún
~miento. Como el pensamiento significa un pecho ausente (Bion), el pensa-
miento debe evitarse a cualquier costo. El precio que John pagaba por esto era que
11.Q había vida mental que pudiera ayudarlo durante el períodó de ausencia del
oojeto externo.
DEPRESION PRIMARIA Bli E.L AUTISMO 91
ESTADOS DE DESESPERACION
EN PRESENaA DEL OBJETO EXTERNO
el concepto de una madre cuyo espacio interno había sido llenado de algo que es-
t:tha en relación con las necesidades del niño y no en competencia con ellas. De un
~1,lpe, aunque por cierto t emporariamente, John, el participante ·pasivo, se fusionó
l.'l.lll su objeto, o alternativamente el forastero ex~luido se convirtió . en J ohn :el
c:\plorador. Había emeigido un espacio que podía atravesar con esperanzas, su
d<XIO arriesgándose a trazar un ¡¡endero dentro de nú boca y retornar a la suya.
Hl\te espacio entre nosotros, lo suficientemente cercanc .::orno para ser cubierto en
t\mna creativa, dio también nacimiento a Ja idea de un c,laustro dentro de mí nús-
1\~ y, en la identificación, dio pie ~ 1:¡ idea de un claustro dentro de él. El logro
1k un objeto tridimensional, con espacio interno y por ende cap~z de contener,
S\.~1üiicó que se había establecido la base para el desarrollo mental. En este conti·
tH'lltC se podía entonces proyectar dolor, y a <11 _yez él podía internaiizar un objeto
l)\IC contuviera al asustado bebé-John. Este concepto podía extenderse al de una
·~~ra" separada de John, e hizo posible para él tener un espacio dentro de ru
l\~!ltC donde pudiera acumular la memoria de nú voz, y tomarse de ella durante
nu ausencia. Dio lugar, incluso, a la posil>ilidad de contemplar la cuarta dimen-
~i-\U. la de las unidades de tiempo; de unos caramelos hoy y otros mañana. Es
¡4:uativo por qué el rayo de luz produjo tal impulso al desarrollo, cuando to~o~
¡,°"' otros sonidos o visiones sólo habían servido para hacerle sentirse excluido.
:\"' puedo dejar de esJX!Cular que la mancha de luz revivió un recuerdo de senti-
¡ni,;>ntos de mucho tiempo antes, de un pecho-mamadera brillante, reluciente,
Jhrtu de la reconfortante leche de la que estaba sediento. Por una vez el adentro
~ d afuera estuvieron ligados en una manera transparente, que le hizo sentir que
ps-<:~.í y mamá podían unµ-se para enriquecer al bebé, más que meramente para
t.'-.-luirlo.
Desde ese momento tuve pruebas de un aumento de su capacidad de intro-
y~-..:ión y retención, como por ejemplo su creciente vocabulario. Hizo grandes
tS:'.scrzos para cerrar sus propios orificios, y logró tanto el control de la vejiga
,'.'mo del recto. También observé cierto progreso hacia el establecimiento de u¡i
-"'~.i.:to estructurado cuyas entradas estaban entonces definidas con más clari-
.~sJ. y que sentía que papá custodiaba. Sólo necesitamos recordar la fascinación
~s.:: sentía John hacia las rosas de la ventana para comprender que ya no entraba
,~ ?t:netraba su objeto, sino que trataba de espiar dentro, a través del ojo de la ce-
~";lJura, la relación de unión entre papá y mamá. Pero la tragedia de todo esto
TJJicaba en que al estar afuera sent ía tales celos de papá y de los bebés internos,
,"!Ji: lo forzaban a desgarrar el límite entre nosotros una y otra vez, y entonces
¡,jrninaba de nuevo el espacio.
la ininterrumpida y feroz bata~ por parte de John para ganar el control y ·"
I~ posesión 'exclusiva del objeto materno desgarrando, arrancando y golpeando · -l
1'1'ª meterse adentro, resultó en la configuración de un objeto defectuoso, un 1'!fº
DEPRESION PRlMARlA EN EL AUTISMO 93
objeto incapaz de contener y sostener al vulnerable bebé-John. No pudo interna-
lizar un objeto que no se presentara dañado, por haber sido invadido y dominado
por su parte. Su desnudez frente a las olas de su desesperación del tipo de
la-se nora-ida surgía del hecho de no disponer una -situación interna firme en la cual
apoyarse durante la ausencia del objeto externo, y a su vez la ausencia de un
objeto interno suficientemente fuerte reforzaba su necesidad de arrojar la totali-
dad de si mismo una vez más dentro de su objeto~ y así continuaba el ciclo.
Cuando existía la posibilidad de que ocurrieran identificaciones (cuando tempora-
riamente pernlitia que mamá tunera un papá guardián-pezón), eran al parecer con
objetos impedidos y restringidos. Por ejemplo, el "tapón· en la boca'' podía haber
representado la identificación ron un objeto al que sólo se le pemlitía una
combinación equivocada, que lo dejaba mudo aunque bien cerrado a los invasores.
Incapaz de lograr una madre interna que pudiera rétener con seguridad sus
aspectos doloridos y asustados, John quedaba indefenso contra la preocupación y
la angustia; todo su mundo se derrumbaba fácilmente y quedaba expuesto a que
lo invadiera la desesperación. Tampoco era capaz de integrar los aspectos
destructivos de su naturaleza y, por tanto, alternaba sin esperanzas entre" algo
semejante a los siguientes estados mentales: dejar ganar a las partes crueles, la
combinación John-0sito de negativismo y violencia; si e$tO iba demasiado lejos y
sentía que hacía llorar a mamá, se restablecía la temw.i innata de John y entonces
se lo veía oscilando entre el dolor inconsolable y la reparación maniaca. Otra
manera de resolver el conflicto depresivo parecía consistir eu encerrar juntas sus
partes destructivas y tiernas; pero entonces se encontraba inmovilizado. Parecía
capaz de volverse ano1·éxico para proteger los senos maternos o Jesmentalizado
para proteger la mente de mamá. Por último, abrumado por la desesperación,
John podía retomar al autismo propiamente dicho, despojándose virtualmente de
su capacidad de experimentar sufrimiento o amor.
CONCLUSION
Doreen Wedddl
cuando Barry par.eció reconocer a la analista como un objeto que podía ser firme
pero vulnerable, que tenía una piel que podía ser dañada, pero que podía
cicatrizar (Bick).
l
Fase II (10 meses-2 1/2 años): Identificación proyectiva intrusiva y violenta
El piso, las paredes y los muebles del consultorio fueron los receptores de
los estados anímicos internos del paciente. Esta situación comenzó a cambiar 1
cuando Barry pudo concebir y dibujar un cuadro de un mundo interno que
contenía objetos, equiparables a una familia interna, que requería espacio y priva-
cidad para funcionar adecuadamente.
El material que sigue a continuación fue elegido porque parece concordar con
los sueños que tuvo Barry durante la fase IV del análisis, y fue confirmado por
eUos. ;
Es importante destacar dos puntos. Uno es que el modo de comurucación de
Barry era básicamente amorfo y mistificador. Inicialmente se realizaba mediante la
actividad corporal, con muecas, el uso de las manos y la acción dramática en la se-
sión. Más tarde comenzó a tararear, a cantar melodías sin palabras, que esperaba
que yo reconociera. Durante años la verbalii.ación fue mínima, pero los juegos de
palabras y el doble sentido se hicieron frecuentes después del quinto año (1968),
aunque con un continuo deseo de mistificar y controlar a la analista.
El segundo punto consiste en que du~ante los primeros años de análisis y por
las razones ya mencionadas, yo dependía en gran medida del reconocimiento
intuitivo de las pautas de conducta, y también de la contratransferencia, para
detectar los estados de árumo y las emociones del paciente. Sólo fue posible
escribir este capítulo mediante la constante supervisión, y gracias al análisis
retrospectivo en el seminario de investigación de los dibujos,. verbalizaciones, l
sueños y conducta t(ansferencial del paciente.
PERTURBAClON EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 97
FASE 1 (9 meses)
A una breve historia del paciente sigue un bosquejo de las primeras dos
sesiones, que indican la concepción que el paciente tenía de sí mismo como un
monstruo; ;\lgo acerca de la naturaleza de su monstruosidad y 13 temprana
ansiedad depresiva que la acompañaba. Se describen los hechos precedentes y
que siguieron a la primera interrupción por vacaciones, relacionados con la
vulnerabilidad de los objetos del paciente.
Breve historia
Fase 1
Primera sesión
Segunda sesión
viene usted?". Otra vez recorrió el cuarto con su vista y luego las puertas diciendo:
.. ¿Quién está allí?" y "¡Dos en uso!" Jesto parecía indicar algo que había
obsen'3do cuando atravesaba el corredor: que otros dos cuartos de tratamiento
estaban en uso). Comenzó a mirar fijamente al frente, pellizcándose las manos,
tocándose las uñas, rascándose una marca sobre el pantalón, en la rodilla. Hizo va-
rias muecas y mostró sus dientes, primero de un lado y luego del ouo. Pasó un gas
oloroso, se lamió los Jabios, abrió la boca, hizo unos sonidos pequeños y
entrerortados y tomó su muñeca corno si estuviera tomándose el pulso. Luego se
agarró las manos fuertemente y las separó como si fuera una acción violenta y
difícil. Su cabeza y sus hombros se encorvaron lentamente y entonces dio más y
más la impresión de un pequeño hombre viejo desesperado, miran-Oo la muerte.
En este punto me despertó mucha simpatía, mientras le interpretaba; Barry
suspiró, pero permaneció callado, con la cabeza a un lado - una especie de figura
de crucifixión- . Nu'evamente comenzó a hacer muecas, ahora sosteniéndose en
una posición como si estuviera dentro de un chaleco de fuerza. Comenzó entonces
a jugar, otra Y'e'Z con sus manos, limpiándose las uñas y volviendo a la postura del
viejito, pero esta vez un poco más encorvado y deformado. tanto que me hizo
pensar en "el jorobado de Notre Dame".
Cuando dije que faltaban cinco minutos para el final de la sesión, me
preguntó: "¿Cuántos más?", que tomé como si preguntara si podía soportar
volver a v~lo. Cuando fue la hora se quedó unos segundos de pie al lado del
diván y al atravesar la puerta se volvió para mirarme.
Fue una sesión muy conmovedora en lo que respecta a la conttatransferencia,
muy perturbadora en su intensidad emocional y en el patetismo de la situación
de Barry.
Primer trimestre
Segundo trúr.estre
impresión original del gorila. En esta ocasión la impresión fue horripilante; pero,
como en la primera sesión, se hiw evidente también el niño pequeño. Esta vez era
un bebé frenético, famélico, quien en su impaciencia de llegar al pecho agarraba,
arrebataba y despedazaba. En la sala de espera Barry desparramó todos los papeles
en el piso, corría por el pasillo, .en el consultorio vació totalmente su cajón en el
suelo y en pocos minutos las paredes estuvieron cubiertas de tiza roja. Cuando
usaba las tizas arañaba con ellas y las hacía chirriar; las tiraba al suelo y las
pisoteaba de modo que el piso estaba cubierto predominantemente de rojo;
tiraba agua sobre las ti.z.3.s y correteaba por el cuarto dejando cruces rojas sobre
todos los muebles, el diván y los almohadones.
Barry logró patear y aplastar el papelero, alternando con puntapiés a las
piernas de la analista, tirarle del cabello, apresarle la cara y los pechos. Luego
desenrolló un rollo de cinta adhesiva, tratando de pegarlo a varios objetos del
cuarto, pero eventualmente lo apretujó entre sus manos y lo arrojó al suelo. A
esta altura parecía que había descargado lo peor de su ataque. Mientras tanto, yo
había interpretado lo que pensaba que ocurría. Me tiró una alfombrilla, mojada y
roja, se levantó uno de los párpados como si fuera a vaciarse un ojo, se sacó el
pulóver, apretándolo contra sí. Luego se inclinó sobre la cómoda a la manera del
viejito. Después de un momento se levantó la corbata a los labios como para
besarla, la dobló y apoyó en ella su _mejilla de una manera muy conmovedora.
A continuación mordió la corbata varias veces con violencia antes de dejar la ,:.·
sesión.
En ese momento yo todavía no sabía que Barry había logrado hacer que mi
cara sangrara un poquito cuando me arañ9 al principio de la sºesión. La reacción
tierna y depresiva luego del holocausto recordaba claramente la segunda sesión",
jumo a una venganza rencorosa que surgía de su posesividad, cuando mordió la
corbata antes de retirarse.
Una semana más tarde, poco antes del fm de la semana siguiente, al llegar a
la Clínica, Barry provocó nuevamente una gran conmoción. Durante la primera
parte de la sesión tuvo una rabieta parecida a Ja ya descrita. Esta vez logró
rasguñar levemente rrú muñeca. la miró por un instante y dijo: "Usted habla
demasiado"; me miró de reojo, puso· los brazos sobre su cabeza y murmuró para
sf -algo acerca de "sigue y sigue"-, Juego se dio vuelta para arañar unas mateas en
la pared y se fue.
Durante el fin de semana Barry estuvo aparentemente destrozado, incapaz de
dormir de noche y coh un poco de temperatura el lunes de mañana. Su madre me
telefoneó para preguntarme si debía llevarlo a la sesión. Cuando Barry me vio,
me clavó los ojos, luego murmuró algo a~ í como "Yo pensé que usted estaba.. .'"; t•
se volvió a su madre y dijo: "Dale a Rob in (su perro) un poco de azúcar". El 1
principio de la hora lo pasó en la pose del viejito de la segunda sesión; pero ''..
gradualmente pareció revivir mientras yo hablaba. Movió su silla cerca del radiador · 1
sosteniéndola primero con una mano y luego con la otra. Después llevó la silla ' ." '
hacia Ja mesa y de allí al rincón, lejos de donde yo estaba sentada. Mientras yo ! ,.
continuaba interpretando, comenzó a tener un aspecto somnoliento, puso su \ .
cabeza entre sus brazos sobre la mesa y aparentemente se durmió durante un breve ,•
lapso; levantó los ojos de.golpe y bajó nuevamente la cabeza, aliviado tal vez dé ,·''
!
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 103
encontrarme aún allí. Continué hablando; volvió a levantar la vista y dijo: "Usted
desaparece". y luego comenzó a prepararse para irse.
El 1Tl31tes, mientras caminaba delante de mí por el corredor, se inclinaba
a un'lado y al otro, golpeando las paredes y puertas a cada lado, como si estuviera
descompuesto y marcado; final]l1ente se dejó caer en la silla tan pronto como llegó
al consultorio. Luego de un rato escribió en la pared: "Yo soy ella", y más tarde:
"Estoy muy contento de estar aquí hoy". Luego dibujó una casa en el papel con
tiza roja, con lo que inicialmente me parecieron llamas o dardos que la cruzaban
de un lado aJ otro, pero que t'ambién podrían haber indicado torrentes de sangre.
Hubo varia.ciones de este tema en varias hojas de papel.
Barry romenzó a pegar estos trozos de papel en la pared, primero con agua y
luego con saliva. Al principio los había puesto formando un cuadrado, ·1uego en
una alta columna. En ese momento me pareció que era una especie de acción de
enyesarme, de remendarme con papel higiénico (rep~ración omnipotente) después
de los ataques destructivos que me habían hecho sangrar concretamente en las
sesiones anteriores.
En esta fase , el piso, las paredes y los muebles del consultorio parecían ser
equiparados a las superficies de los objetos, como los representantes de los estados
internos del paciente. Barry continuó pegando trozos de papel en las paredes del
consultorio, en cuanto tenía una explosión de violencia. A veces. despúés de haber
empapado totalmente el papel, de haberlo escurrido y desplegado en la pared,
de modo que parecía fino como tisú, Barry lo raspaba con la uña para arrugarlo y
darle el aspecto de una piel rasguñada por una uña me[)ada - un recuerdo de los
arañazos del principio-. En la transferencia esto dio por un lado la impresión de
que Barry tenía la idea de un objeto fino como papel, rnlnerable y sensible; pero
por otro lado también era la prueba de su capacidad para aceptar a la analista
como un objeto firme: firme frente a amenazas de violencia y, en consecuencia,
protector para Barry, los otros pacientes y para eTla misma. Unos años más tarde
verbalizó: "La cosa más sensata que usted ha dicho fue 'sin violencia' ".
104 O.WEOOELL
Barry llegó siete minutos tarde y se retrasó más aún en la sila de espera.
Des pués de cinco minutos entró silenciosamente en el consultorio con una pila óe
re,istas de historietas. Empujó el diván por el cuarto y movió la mes:i cerca de la
pared que está frente a la puerta. Come111.ó a hacer ruido dando ll impresión de
que estaba de ma1 humor, lo cual interpreté en relación con su lleg;¡d.l tarde y con
su sentimiento de q1;1e la culpa era de la analista. En la pared escnb ió: "Autos-A
a la.s 3 y 45" (quince minutos después del comienzo de la sesión).
Se sentó a la mesa y comeozó a leer las revistas. Se escuchó un ruido prove-
ni~ntc del pasillo, y después sonidos abdominales de la analista. Barry hizo ciertas
muecas con la boca semejantes al hocico de un cerdo, y dtS?ués lo que
conoc íamos como su "boca de lobo". En la pared escribió: "Cuando haya
tenninado de leer", como si él fuera la madre·pecho que hacía es;><!rar a unos
nifl 11os ruidosos. Parecía tener la nariz algo tapada corno si estu,ien resfriado y
permaneció sentado hurgándose la nariz y embadurnando con mocos la mesa.
Proyectó su mirada más allá de mí; int~rpreté sus celos asesinos hlcia los bebés
vora ces que Je habían robado el pecho·madrNna.lista mientras él debía esperar.
Junto con la idea de que podía librarse de sus ruidos proyectando su miiada a Jo
lejos, y que podía vaciar a la mamá-analista de todos los bebés muenos que llevaba
de ntro, hurgándose la nariz. La arnJista le recordó un sueño que él lnbía tenido al
comienzo de la semana en el cual ella estaba muerta.
Entonces escnl>ió ca la pared ""todos debernos morir" y comenl'.Ó a cantar coa
voz semejante al croar de las ranas. Esto lo vinculé con la parte bebé que lloraba
hasta croar, la que había creído que la analista estaba muerta.
Se Je,·;mtó y oomenzó a hacer ruidos gangosos y vibrantes como de birimbao
y escribió en la pared: "Autos-A 1, 2, 3" y al lado varios números de registro del
106 D.WEOOELL
1 al 10; después "doctor Vivo Dare" (un juego acerca del ."Doctor Kilciare"•)
sobre Ja mesa. La volteó sobre un costado y escribió "bienvenido", y luego en la
pared opuesta a la analista hiw un dibujo que parecía representu el camino que
hacia desde su casa hasta la Clínica. También tenia la apariencia de un arma en
posición horizontal con una punta afilada en un extremo y una mano en el otro,
conteniendo lo que podían haber sido sus ojos. Hizo una variedad de ruidos inde-
terminados y escribió en la pared "1 O autos hablando entre ellos por Ja radio".. •
luego "volveremos a hacerlo mañana". Nuestra interpretación fue que estos autos
implicaban que él se sentía mejor protegido por padres-policías-penes en el viaje
de regreso a su casa, con más espera nzas para el mañana.
-- ..//
)J_ ?
(ü)
(iii)
108 D.WEDDELL
"era distinto ... era A4A" (¿ojo por ojo?}. Esto, tal vez, lo consideraba como el pe-
ligro, el tipo de mirada · hacia la profundidad que significaba saltar dentro del
lavatorio y, en consecuencia, la ·necesidad de que los papás-autos-A lo protegieran,
lo fortificaran y también que detectaran dónde se habían alojado sus partes
criminales.
Escribió "Doctor Vivo Dare" como había hecho el día anterior y parecía ·
respira r con más facilidad que antes en la sesión. Me tiró el trapo mojado después
de haber sostenido el que estaba lleno de agujeros. Lo estrujó cerca del radiador
y luego sobre mi silla (yo en ese momento estaba de pie). Salió del cuarto, volvió
enseguida, tomó el trapo para secar el dintel que había ensuciado con sus dedos,
me lo tiró y se fue.
Estas dos sesiones fueron extraordinarias por el grado y la cualidad de contac-
to con la analista durante todo el tiempo; con mucha menos mistificación y
violencia que de costumbre antes del fin de semana.
ladrón que entraba en una iglesia, y trataba con dobleces a sus compañeros. Esto
parecía estar relacionado con el "ladrón" que surgió más temprano en la ·sesión.)
· Barry tarareó la melodía de la cosecha en "We plough the fields and scatter",
garabateando en Ja pared con verde y rojo. Sólo había pequeños trocitos de tiza,
y los utilizó con reproche. Los apretó con mucha fuerza, de manera que los peda·
zos se· rompieron y ensuciaron el piso. Esto fue interpretado en relación con el
fin de semana y el papá-analista acusado de robar a la mamá-pecho buena, dejando ·
al bebé solo con las heces-migajas para comer. Comenzó a marchar arriba y abajo
a la manera nazi y pasando muchos gases, lo cual fue interpretado como su deseo
de declarar que yo era el papá-Hitler malo, asesino. Era claramente su parte-bebé
Ja que quería asesinar, por voracidad y celos, echando gases, a mis bebés-judíos.
'l
t
1
Comenzó a usar tiza roja y a borrar, de tal manera que las paredes nuevamen-
te parecían ensangrentadas. Escribió "no hay escape", haciendo chirriar la tiza
en la pared. Escribió a continuación sobre la mesa: "Mañana la señorita Weddell.
Ha sido atrapada. Enviada a prisión", y se puso en cuclillas mientras lo hacía.
Esto fue !iJterpretado nuevamente en relación con la masturbación del fin de
semana, los consecuentes horrores y el sueño en que había visto a la analista
muerta. Más tarde vimos que "en la cárcel" significaba estar encarcelado en su rec·
to (agacharse, ponerse en cuclillas).
En los últimos minutos de la sesión hizo tres dibujos (v) que nuevamente
parecían indicar algo acerca de la manera en que vivenció la sesión y el proceso
de irse. El primero (a) parecía la combinación de la figura de un policía, una cruz
esvástica, la bandera. inglesa, la Crucifixión y el camino a su casa. El segundo (b)
indicaba algo sobre propulsión y expulsión. El último (c) podría estar relacionado
con pentagramas musicales y con su taráreo; pero en esta sesión se consideró
que se refería a cables telegráficos, no tanto a radios de autos hablando unos con
110 D. WEDDELL
.otros (como en la sesión del viernes), sino el aspecto protector del teléfono, con
una referencia a la posibilidad de establecer contacto con la analista, si fuera
necesario.
I [7:7
---/
nuó tosiendo, lo que consideré como si tuviera que vomitar los contenidos malos,
los ~bés fecales que su boca aspiradora-basurera había devorado, y los vinculé
con la sesión anterior (¿robo en la iglesia?), con la masturbación del fin de semana
y tal vez de la noche anterior. Volvió a tosei-, produjo un poco de flema que tragó
nueTlmente, y a partir de entonces pareció respirar con más facilidad.
(b)
(e)
Se levantó y dibujó (vi) en la pared con tiza roja algo que, a medida que iba
desarrollándose parecía al principio ojos, luego pechos, posíblemente un útero,
más tarde un. pene con su escroto y con algo semejante a un bebé en cada compar-
timiento. Cambió por una tiza azul, conectó las dos áreas ron lo que ,llamó un
"puente" e hizo que el dibujo se asemejara más a un par de gafas. Sugerí que
tenía la fantasía. de ser capaz de ver a los otros bebés dentro del pecho analítico.
112 D. WEOOELL
Parecía que comenzaba a distinguir entre los bebés de la parte alta y los de
la cola en la primer área; una especie de mirada simultánea a ambas urnas. (Más
adelante en el análisis me miraba con un ojo arriba y con el otro el abdomen;
una experiencia estremecedora en la contratnnsferencia.)
/O
En esta sesión Barry dijo algo acerca de "el ladrón va al negocio a medio<! ía.
Al negocio de WeddeU a las 3 y 30"; lo interpreté como su reconocimiento de la
masturbación, que implicaba una relación de robo con la analista. En el ínterin
hubo más material acerca de los "Autos-A" y luego escribió en la pared "parte l"
y debajo, "parte Ir'. Al irse dijo: "Deje de hablar o la voy a comer, cara de pes-
cado". Al salir dijo a la secretaria de la oficina: "No deje sus guantes tirados",
como si se comparara con el padre detective que previniese acerca de un ladrón.
Ue:gó solo y a tiempo; y dijo que el cuarto debía estar listo para él, corno él
lo quería. Quiso que me sentara frente a Ja cómoda y apiló el resto de los objetos
sobre el diván. Enrolló la alfombrilla y comenzó a dibujar en la pared frente a mí
(vüi). ~uevamente el dibujo (a) tenía el aspecto de una cabeza de víbora, esta vez
mirando a la izquierda, con algo tal vez como un ojo, un pecho o un útero ; y otra
vez algo semejante al camino hacia la Clínica. Escribió "PTV Times" en la pared
y después comenzó a escribir en el papel, utilizó cuatro hojas y me las mostró;
cscribj.0 en Ja pared "PTV Times, aparece el viernes, dos peniques. Programas
del 4 al 8 de nov.", y luego esto mismo lo repitió en la pared verticalmente prime-
ro y horizontalmente después. Dibujó algo más ·en el papel y después volvió a la
pared . Hizo un dibujo (b) del cual dijo "los caminos", pero más parecían ser dos
pescados, uno con un ojo, dos :abezas de alguna manera semejantes a pechos,
una con un pezón y las terminaciones de la cola semejantes a penes. Había dos
marcas, dos cruces que parecían indicar que los pasajes en los caminos no eran
practi<:ables, de manera que parecía reconocer el peligro de introducirse en el pe-
cho o en el ovario-útero, trompas de Falopio, con cierto grado de diferenciación
entre pene y vagina (c). Mientras hacía esta parte del dibujo pasó muchos gases.
Se quedó hasta el flllal y nuevamente embadurnó las puertas con tiza roja, lo cual
me hizo pensar en la masacre de los Inocentes a manos de Herodes, los bebés que
sobre"'iven y los que mueren de hambre en relación con las vacaciones de Navidad.
114 D.WEDDELL
(b)
Barry llegó puntual haciendo ruidos del tipo de "lluckleberry llound" y duran-
te un rato leyó historietas. Se hurgueteó el ojo, escribió "piggy, wiggy, wogger"
en la ¡nred, hlzo muecas y luego una pequeña danza, como para hacerme reír.
Me miró, sacó algo de su ojo y luego pareció querer sacar algo de sus·ortjas. Di'bu-
jó en la pared lo que parecía ser un ojo, pero aparentemente vacío. En la otra
pued escribió "Autos-A el lunes" y luego "febrero", que yo interpreté como su
d~o de evitar las vacaciones de Navidad. Luego "Harry Worth" y "caminos y
11$uarioi de caminos". Varias veces comenzó a dibujar, lo borró y escnbió "pos-
Pltil.TURBAClON EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 115
(b}
(e)
-----~~
•Royal Canadw Mounted Police (Policía Mootada del Canadá). {T.I
116 D.WEDDELL
En esta sesión nuevamente estuvo violento. Hubo mucha confusión pero los
dibujos (Ve) parecían en un principio ser cuatro hombres, que eventualmente se
. convirtieron en algo así como galones con cruces y la V en ellos, a los que llamó
"praderas privadas". Había algo de un "señor McHail" y un "señor McHailson";
dibujó por todo el piso, desparramó las tizas y las pisoteó haciendo un gran re-
voltijo. Logró rasguñar mi cara levemente, patear mis piernas y las puertas de
otros consultorios al irse. La secretaria me dijo más tarde que fue a vería para
averiguar sobre los otros niños y dijo: "¿Cuántos tiene la chancha?"•. Ella le
dijo que me lo preguntara a mí; de este modo parecía comenzar a distinguir entre
bebés internos y pacientes externos.
+ +
V
Llegó temprano y dijo que tenía "mucho que hacer". Dibujó (xi) ~go que
parecía un continuo de círcul06 concéntricos o tal vez un fósil d& amonita; pero
más tarde parecía estar vinculado con el desastre en las minas que comentaban
ese día las noticias. Me hizo pensar en algo como una investigación geológica de
Esta fue una sesión muy importante y central en esta fase del tratamiento.
Nuevunente Barry pareció estar muy perturbado al principio y habló acerca del
"niño del doctor K."; parecía estar molesto con los niños que había en los otros
cuartos. Me araftaba y rasgufuÍba, y también arrastraba cosas y me pateaba: tuve
que pararme y moverme por el cua rto para protegerme. SaliP del cuarto, tomó un
trapo de uno de los bai\os y me lo tiró; lo llevó de vuelta y crajo otro, volvió a
salir y borró las líneas y manchas que había hecho a11.~1iormente en las letras
de bs puertas de otros cuartos. Al final del corredor hizo mucho ruido frente
a la salita de espera y la oficina.
---- ) .
{b)
L
•r ~;,.w.t.,
V llu"""'"
(e)
~~P~o,~tó.-'.:__~~~~--:::~~-T=->-.::::~
RESUMEN
Sinopsis. En el tercer año de análisis la muerte era vivcnciada como "la luz
desvaneciéndose del espectáculo". Las confusiones zonales continuaron acla·
rándose, la ansiedad persecutoria fue suficientemente reducida como para permitir
el tratamiento dental. AJ final de este período, los dibujos volvieron a aparecer
y se consideró que indicaban la capacidad del paciente para apreciar los cambios
de sus estados de ánimo ª!ltes, durante y entre sesiones.
Sir Winston Churchill. Inicialmente, Barry sólo parecía preocupado por Lady '
Churchill y su vigilia al lado de la cama del enfermo. Durante días se sentó sobre
la mesa con su espalda hacia mí leyendo a lo Jugo de casi toda la sesión. En una
ocasión leyó brevemente en voz alta, bien y cbtamente de un libro que quería
mucho, luego dejó caer su cabeza sobre sus brazos como si fuera a dormir. En el
día en que se anunció la muerte de Churchill, Barry pasó gran parte de la sesión
con la cabeza sobre sus brazos y parecía proyectar una intensa somnolencia, como
si todo el mundo tuviera que irse a dormir, como si dormir fuera equivalente a
morir. En esta época el tiempo era muy frío y había nieve. En el día del funrraJ
Barry estaba preocupado con la guardia, marchando ocasionalmente como si
cambiara la guardia frente al féretro. (Unos cuatro años más tarde cuando hubo
ciertas nevadas, Barry sintió que le era imposible venir al análisis; nuevamente
el mundo era sentido como muerto, y hablar con la analista por teléfono tampoco
era ninguna ayuda - "podría haber sido una grabación"- tan concreta era la eqni-
valencia de la experiencia con la muerte del pecho.)
El tercer elemento de la realidad que le afectó fue una cita acordada con el
dentista y la posibilidad de que le fuera administrado un anestésico. Durante este
período Barry continuó callado, leyendo o transcribiendo programas, usando gran
cantidad de papel. En una o dos ocasiones pareció estar repentinamente abrumado
por el sueño. Al acercarse la fecha de su cita con el dentista, se ocupó más y más
con números y con una infinita variedad de permutaciones·, por ejemplo:
2248X2=32
0132
44-03
7799
32 22 29 40
36 60 40 100
Este hecho se creyó vinculado con la equivalencia entre dier.tes y niftos y con
el envejecimiento, y al interprc:tarse una semana antes de la cita (no por la primera
vez) Barry dijo con voz cantarina: ..Bee Bee See (el bebé ve]• 3, 4, 5", mientras
escnoía BBC' 3. La sesión siguiente terminó dramáticamente con el período si-
lencioso .
• ..Bet Bcc W' suena parc:cido • baby s;ee (el bebé ve) y desde luego a B.B.C. lN. del S.J
PERTURBAO<lN EN LA GltOGRAFlA DEL ESPACIO VITAL 123
.=. -( b~b¿
::. 1~
= { Pedv>
•En el original inglés figura la palabra pinur, que b terapeuta interpreta como "pene", sin
comentarios. (T.J ·. ,..
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 125
atacó de una forma que debí detenerlo, me golpeó los dedos ,y parecía querer
tocarme, acciones que yo vinculé con el problema de mantener sus dedos fuera
de sus propios genitales. Salió del cuarto pero, abriendo la puerta dos veces, dijo
algo acerca del ..pecl.~pene" y fue luego a lavarse las manos que estaban llenas
de tiza roja de haber escrito en las paredes.
Llegó quince minutos tarde, un poco pálido, mostró sus dientes y dijo que el
auto se había descompuesto en Grays Ion Road, que había tenido que venir en
taxi. Le dije que t ambién me estaba diciendo que había ido al dentista y que yo
debía distinguir entre el colapso interno y los problemas externos. Me dijo: "No,
126 D. WEDDELL
P. p p B.
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lo siento, la goma se pinchó". Nuevamente mostró sus dientes y dijo: "Dos emplo-
maduras. Sin anestesia", pero parecía tener lagafuu en sus ojos y me contemplaba
con una mirada un tanto bizca. Tomó la tiza y dijo: " Hoy 3 y 40 a 4 y 10, maiiana
9 y SO a JO y 45". Le sugerí que quería compensar el tiempo perdido, y él dijo:
"Hoy no, debo ir al café. Lleva tiempo llegar allá", ·y Juego produjo chillidos
e hizo muchos sonidos de "ba-ba".
Pero luego decayó un poco y comenzó a pronunciar mal las palabras, como si
l estuviera un poco disártrico, o tuviera algo en la boca. Sus labios parecían curvarse
hacia adentro, pero luego curvó el labio superior para arnl>a y asumió una sonri·
sa como de lobo. Fue entonces como si se convirtiera en un entrevistador hacien-
do muchas preguntas: "¿Preferiría usted trabajar con otro y te~er otros roles?".
Pestañeó y dijo: "¿O trabajaría usted en un equipo en HMS* Paradise? Todos
quieren trabajar en HMS Paradise". Luego "PATV, el Espectáculo". Pero esto
estaba escrito en la parte interior de la puert~ de Ja cómoda. Le pregunté qué era
lo que no me decía. Deseaba que yo fuera C3pa2 de ver y saber lo que sucedía en
su interior. El dijo: "Programa de la próxima semana. Jueves, 'El fugitivo'. Estre-
llas invitadas: Rupert Davis, Ewen Solen", luego '·HMS Paradise. El oficial sub-
alterno Mllldoch se convierte en el teniente .Eamonn Andrews, .tiene su propio
espectáculo en ITV, también estrellas invitadas". Fue al baño- diciendo: "Si usted
quiere saber adónde voy, volveré en unos minutos". Al volver tomó mi brazo, con
cierta lil'gencia y me hizo mirar al interior de la puert........ del armario nuevamente,
limpió las paredes con el trapo y se fue a las 4 y 10. La secretaria de la oficina vino
a decirme que le había dejado unas monedas antes de la sesión y se las había lleva-
do al irse.
La visita ·at dentista fue por supuesto una situación muy importante. No sólo
estaba muy contento de haber podido quedarse en el sillón del dentista y_ que le
hicieran cierto trabajo sin anestesia, sino también de haber venido a la Clínica
solo; la primera vez que esto había ocurrido. Exactamente cuatro años después
fue capaz de ir por sí solo a un nuevo dentista que atendía en otro hospital.
Barry llegó unos minutos tarde, silbando por el corredor. Comenzó a can-
tar "No, no, no", sacó su cajón y comenzó a revolver el papel. Hizo cruces rojas
en algunas hojas, y yo Je comenté acerca de la distinción entre daño interno y ex-
terno. Rápidamente me aseguró que cuando la goma se pinchó el auto estaba para-
do, y luego agregó: "Usted es una basura, de todos modos. A mí qué me impor-
ta". Interpreté que en realidad le importaba, y mucho; que había hecho un es-
fuerzo para llegar ayer a la Clínica, y hoy también. a pesar de que cuando yo no
estaba con él, una parte suya decía que a mí no ~ importaba y en consecuencia
a él tampoco, y en su mente me pisoteaba y me mordía sin piedad. Estaba piso·
teando Ja tiza que se le caía mientras escnbía en la pared: "El espectáculo, invi-
tados especiales Richard ·Caldicot , Frank Thomton, Robín Hunter, Ronald Rudd,
lle". Nuevamente me preguntó acerca de las vacaciones y esta vez pude darle las
fechas. Tomó una actitud cómica, pomposa y amenazadoramente burlona y me
mostró sus dientes en una especie de cara de mono. "¿Y ahora qué piensa usted
que ha hecho y adónde ha ido?" dijo escudriñándome; luego "No perdamos
tiempo. Hablaremos de nuevo a las 4 y 10", como si él fuera el papá ocupado que
no podía escuchar quejas en ese momento.
Escn"bió "Suiza" en la pared y "Basilea", y luegÓ hlzo un círculo dividido
en dos de manera que en el tope había una porción para D y una especie de
semicírculo NE o NO y luego éste nuevamente dividido por la mitad, una con una
F y la otra con una S. Dijo que había olvidado el nombre de la ciudad francesa
y luego algo acerca de los hermosos pasos, altas montañas, tan altas como esa
pared, como casas de departamento. Escribió "Feliz espectáculo, Nuevo espec-
táculo" y luego lo cambió a "Comedia, Danny Kaye, Phi! Silvers, Los Hermanos
Winter , Mark, Walter, Frank, mañana habrá más acerca de esto". Al final de la
sesión dijo que era tiempo de limpiar y comenzó a ayudarme a limpiar las pa-
redes.
La ceferencia a los Hennanos Winter* pai:ecía ser su manera de reeonocer que
en las vacaciones se sentía perseguido por la frialdad del pecho congelado (monta-
ña suiza). Cuatro ·años más tarde fue capaz de verbalizar: "Yo la congelo a usted
los fines de semana. La pongo en el congelador hasta 'el lunes".
vincularse con el pene-fantas~a. Había hech¿ cierta referencia a que la casa donde
había vivido previamente estaba cerrada, cubierta de tablas como si realmente
. contuviera algo como el fantasma de kls bebés muertos,, una casa embrujada.
Nuevamente en el segundo dibujo api:recieron referencias al viaje a la Clínica
de ida y vuelta; pero yo tenía la senSl!ción de que había algo más, algo relacio- 1
nado con el proceso analítico, en eso de subir por el paso de la montaña, sin 1
vehículo, sin masturbación. Había también Wl3 alusión al embaraz.o, los ojos 1
controlándolo como en el dibujo del "iapato" (xii). El dibujo inferior se ¡;onsi-
deró como algo relacionado con las vaczciones y la expeñencia de colapso. Cierta-
¡
mente parecía haber cierta relación con el hecho de habérse resfriado, io que dijo
1
acerca de los inviernos, cómo antes podía encontrar Ün atajo mientras que ahora 1
el camino a recorrer era muy largo.
-1
Jue-ves J8 de febrero de 1965 l
1
(xvü)
1
(a)
(b)
----- --------1
p--..!?~º-~~~J
132 D.WEDDELL
l
cia de afecto, tolerancia y optimismo, en identificación con el papá-''Mr. Magoo".
flatos dirigidos a el.la. Al entrar dijo: "Hablando al pezón. Debo hablar al peron",
mirándome de reojo y escupiéndome. Interpreté de qué manera. me estropea,
cómo me trata igual que si yo fuera un pezón sucio que disfruta de su sucia len-
gua. Comenzó a cantar dulcemente, pero usando al mismo tiempo las palabras en
forma obscena. Esto lo interpreté como la buena voz musical que es arruinada
por la Iengua-rnaLts-palabru que ensucian Lt belleza y la comida del pe1.Ón
analítico.
Barry marchó por el cuarto, haciendo muchos ruidos de gases y luego comen-
zó a escribir "programa de hoy" en la puerta, caminando para atrás hacia mí o
haciendo repentinas arremetidas en mi dirección, de modo que debí apartarme de
su paso muy rápidamente. Le advertí del peligro de este tipo de ataque en contn
de mí. Bailó por el cuarto en una forma muy provocativa y se derrumbó en b
silla sobre mí haciendo movimientos de manoseo. Me puse de pie y él comell1.Ó a
escribir en la pared con púrpura algo acerca del "tercer hombre", que vi.ncuJé
con nú parte padre-marido y las vacaciones. Vino hacia mí, se derrumbó en la silla
y se me tiró encima; yo tuve que mantenerlo a distancia. Distinguí entre la furia
de la parte-niiíita así como la de la parte-nifiito hacia la mamá cuando sentía
que el papá se entrometía y me llevaba lejos de vacaciones. Fue hacia Ja puetú
y la hizo resonar, amenazando con irse. Le previne que él sabía que el tratamiento
debía tener lugar dentro del consultorio. El salió gritando.: "Te quiero, pene". Fue
al lavatorio, volvió cantando muy seductoramente: "Tú eres mi novia. Déjame
entrar", golpeando la puerta. Su madre vino y él escupió y gritó: "Cierra tu cara".
Pero finalmente y protestando, dijo: "Bueno, está bien" y se fue con el.la.
Retrospec.:1iv-dmente pensé que la sesión estaba bajo la influencia de la pelea
entre los pesos pesados Cassius Clay y Sonny Liston, que había tenido lugar
la noche anterior. Ya en otras ocasiones había tenido la tendencia a portarse como
una versión más joven de Cass.ius Clay.
Vino silbando y gritó: "Hola, pene", pero parecía más decaído. Se sentó a la
mesa leyendo y cantando ·'pene y pezón". Lo consideré como una forma de sacar ·
el significado de las experiencias concernientes al amor y la belleza. Sugerí que es-
taba creando una fea caricatura de los padres analíticos núentras hacían el amor,
y había hecho lo mismo el día anterior al presentar esa relación como la pelea
entre Clay y Liston. Puse énfasis en el mal uso de las palabras para denominar
partes del cuerpo, y lo lúce cada vez que comenzó a usar estas palabras de ~
manera. Hubo un cambio inmediato, y eventualmente comenzó a cantar "naran-
jas y limones", dejando deslizar las palabras pene o pechos o ·pezón de una manera
semejante a deslices de la lengua. Al mismo tiempo me sacaba la lengua, pero en
ocasiones cantó correctamente, siendo la última linea: "campana grande de arco,
arco, arco" que cantó con una voz lúgubre. Se levantó y escribió "programa para
hoy". Lo escribió en la puerta, lo limpió y en la pared escribió: "Noticias. Sobre--
vivencia, cuero crudo,. Ricardo Coraz.ón de León". Lo subrayó y escnoió repeti-
damente, luego "Dr. Kildare, Raymond Massy" y luego "Romeo". Una situaci6n
PERTURBACION EN LA GEOGRAYlA DEL ESH.CJ:O VITAL 13S
peligrosa nuevamente pareció sw-gir con pasaje de gases y ruidos de gases., pero
parece que mis palabras lo controlaron, y Barry dtjó demzu un "disculpe", .:uan·
do caminó delante de mí. Diferencié los distintos pe~s del mundo intemr y
exterior y el problema de su parte-Hitler-que pasa gasei.. vinculada con el fin de
semana. Fue hacia la otra pared y en azul escri>ió "esn $emana, reTivido, µóxi·
ma semana". Le dije que su mamá debía seguir trayén:olo a la sesión ham des-
pués de Pentecostés. A continuación escnbió "nuevas S:::-:es" y dibujó un ch:ulo
(xviii) que parecía contener algo así como un ojo pero con una pequeña "'é... en
el centro. Luego dibujó un círculo más pequeño con um pequeña ''tr en el cen·
tro, de modo que ambo;}untos parecían ojos, uoo mirlllfo a un costzdo y e~ otro
para abajo. Escnbió "D'WTY viaje", luego en letras gf2K.:s "norte, Londres este,
sur" con E y O hacia la izquierda y la derecha, pero tod: muy separado, dici!ndo
"fríoen el fin de semana", que interpreté en función fe ru enojo conmigo. vol-
viéndose frío haci:a mí cuan~o sentía que yo lo rechani::a, que yo ao lo qiería
ver. Dijo "nieve", pero luego alteró la posicióu del norr...! y el sur de manen que
estaban más cerca. Escribió "nuevo film de viajes con Droglas J", y Jmego escribió
"Suiza" y dijo algo acerca de la dificultad de terminar: -Se posterga hasta Daña·
na"; luego escribió "Sui22" en el medio de una figura elí;tica, y se fue de la S!Sión
en silencio.
de León. Hora de comedia. Música. No hay tiempo para sargentos. Noticias. Gorra
Roja. La ley de Burke. Auto 54. La hora de Freud. Noticias. Cierre".
Todo este tiempo había estado muy burlón Y. obsceno, mientras yo continua·
ba hablándole e interpretando. la naturaleza de sus ataques y el peligro consiguien-
te. Cuando llegamos a la Ley. de Burke, parecía que estábamos llegando a un
punto en que el aspecto evacuativo de la relación comenzaba a producir alivio.
Cuando llegamos a "La hora de Freud", pensé que probablemente éste era el pun-
to nodal de la sesión con el reconocimiento del pezón-Freud-papá. Escribió " Hora
E o
s
Su izo.
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 137
de Freud" en otra pared y debajo "La jungla humana", y más abajo "Pene, pezón,
masturbación, pecho". En línea paralela "La hora de la comedia. HMS Paraíso.
El espectáculo de Lynne". Debajo "Gorra Roja. John Shaw. U.n sargento John
Man" y a continuación más programas, esta vez con "La ley de Burke", que borró,
pero la escribió después otra vez.
Continué hablando de la importancia de mantener la hora de Freud, la hora
analítica, el período de resolver lo que no anda bien en la jungla de su incons-
ciente, cuyos residuos los sentía como ubicados en los excrementos. Luego hablé
del pene, el pezón, el pecho y los bebés atacados en la masturbación por su parte
burlona que quería hacer una comedia de la ana.lista·padres, cuando sentía que -
ellos hacían el amor en un estado de ánimo equivalente al paraíso. Todo se rela-
cionó con su dificultad en el fin de semana. El me mostraba sus ufias como si
fueran garras, como si fuera a arañarme, pero sin llegar realmente a tocarme.
Hubo cierta demora por parte de Barry en venir al ronsultorio, y dijo "Hola,
pene" de manera algo provocativa, cantando "pene y pecho". Mi continuo inter-
pretar pareció producir un cambio en sus sentimientos, y eventualmente comenzó
a tararear "Tierra de gloria y esperanza". Leyó historietas por unos minutos .y
continuó su canto, con ocasionales referencias de una manera obscena y mecánica
al pezón, el pene, el pecho, que en cada ocasión interpreté en la frrma ya indica·
da. Se levantó y escribió "PATV" en la puerta, y "programa y FSC" y "su pro·
pia TV2" en la pared, y hubo luego todo tipo de cambios en estos programas,
pero los más importantes parecían ser la introducción de · '~r. Magoo". Hubo tam-
bién alteraciones a "Ningún escondite", que eventualmente lo cambió por
"Panorama", "Hechizada" y "Perry Mason". Pasó muchos gases, no sólo los
ruidos, y en una ocasión luego que pasó cerca de mí dej:indo olor, dijo "Le pido
disculpas, nada que ver con el análisis, estoy descompuesto del estómago". Le
pregunté si había estado produciendo mal olor con su rmdre en el fin de semana
porque estaba enojado conmigo, o si había estado comiendo algo que sabía le
caería mal (ligado a la sesión anterior, en que había dicho que había estado ex>·
miendo demasiado queso). Tomé los ataques mediante gises a los niños de la Clí·
ni.ca como dirigidos a mis bebés, y me dijo "cállese". interprete> que intentaba
acallarme dentro de sí como si yo estuviera durante el fin de semana en el campo
de concentración de su cola, atacada por toda clase de tormentos.
Comenzó a tamborillear en la mesa un ritmo militar con sus dedos, pero
finalmente se convirtió en un S.O.S., que interpreté como un reconocimient0
de que necesitaba ayuda durante el fin de semana, y el problema de tener que
esperar cuando se sentía identificado con el bebé y la madre que podían morirse
como resultado de sus ataques con gases. Hubo más cambios en el programa. y
dijo: "Pido disculpas por el breve preaviso", que en ese momento pensé quepo·
dría vincularse con el hijo de la reina, quien había sido internado en un hospital
durante el fin de semana para una operación de oído. Se acostó sobre la mesa
como si fuera a morir, lo que interpreté como su insistencia de que él era mi
138 D.WEDDELL
bebé analítico real, que iba a morir envenenado desde adentro por los gases. Cuan·
do le recordé del largo fin de semana de .Pentecostés, se levantó y escnoió "riesgo
calculado". Diferencié el tipo de riesgos que yo debía tomar, los riesgos que había
en el mundo exterior, del problema de proteger a la mamá dentro de sí, y agregué
que, cuando él fuera capaz de hacer esto, todos los riesgos del mundo exterior
serían menos amenazadores. La última parte de la sesión la pasó con provocacio-
nes y amenazas de atacarme a P,_U'ltapiés, rasgu!los y tirándome objetos; pero
finalmente se quedó todo el tiempo.
•Da/ele; un robot de la TV que está siempre en contra de los seres humanos.. (N. del S.¡
PERTURBACJON EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 139
y ffilTO mi mano de una forma que me hizo pensar que la trataba como si fuera
una bola de cristal. Le mencioné su deseo de ver dentro de mí, de ver qué sucedía
en mi mente. Continuó con sus movimientos de esquivar para adelante y para
atrás; pero fmalmente retrocedió y me tiró el jabón. Luego dibujó en la pared
(xix) varias figuras (las primeras en seis meses). Estos dibujos están a la vista
del lector; pero los describiré btevemente: había uno llamado "El mundo interior
de la señorita Weddell", en que mi c;abello aparecía muy alto, con algo semejante
a un pene dentro, y con dos cuernos salientes. (Anteriormente en el análisis se
había referido a mí como el demonio.) En otra pared dibujó algo as í como la
bandera inglesa, una bandera donde estaba escrito "Mr. Magoo" y "La ceremonia
nupcial" y lo llamó "Gente enamorada". Mientras los hacía dijo que yo "le había
dado la palabra pene". Le recordé la primera sesión cuando se había estado ras-
cando; pero estuve de acuerdo en que lo que yo le había dicho parecía haber sido
éxperimentado por él como si yo hubiera puesto un pene en su boca y no un pe-
zón. Barry lavó el trapo, se lavó las manos y cantó durante un rato.
Luego comenzó a cantar de modo muy poético y con una voz muy tierna
y amorosa, "Mr. Magoo fue una noche a caminar en la oscuridad, en la oscuridad.
Para su sorpresa se encontró con una mujer joven. Se encontró con una mujer jo-
ven para su sorpresa, sorpresa. Repentinamente sintió que estaba enamorado.
que estaba enamorado, un amante. Hacía tanto tiempo, era tan tarde. ¿Sería po-
sible que estuviera enamorado, un amante por fin?". Luego por ll!lOS pocos minu-
tos habl.ó con una voz bastante distinta; dijo algo acerea de "ciudad y alrededores..
y "disculpe la expresión" y "Mr. Ed". Pero luego ensució sus i.apatos con tiza
verde, y también el piso y la alfombra antes de irse. Probablemente es ~'llportar.te
tener en cuenta que Mr. Magoo tiene una visión muy defectuosa y un optimismo
compensa torio:*
Esta foe una sesión muy conmovedora, la primera vez que se expresó algo
de afecto, maravilla, misterio y esclarecimiento. Parecía posible que su identifica-
ción con un papá-Magoo fuera precursora de una reducción del intenso voyeu-
rismo hacia el pecho y el comienzo de su gratitud por él.
(e)
QÜOO'---~
Resultó por fin posible que Barry fuera c-a[do al consultorio privado de la
analista, y que se acostara en el diván, luego ce cuatro años de tratamiento (a la
edad de 15 años y medio). Se hlcieron planes para que fuera a una escuela especial
al comienzo del año lectivo siguiente. Esta idez era mencionada entre nosotros CO·
mo P.A.C. (Psycho-An.alytic Conspiracy, Conspiración psicoanalítica). En la mente
. de Barry todos los psicoanalistas estaban implicados y sentía que lo forzaban a
que dejara .el estilo de vida gorila, "aun cuando él pudiera ya usar el lavatorio y
la docha". para decirlo con sus palabras al dejar h Clínica. . :'\;
PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL 141
En el día en que Barry fue a la escueb por primera vez, entró al consu'Xorio
con aspecto muy seguro, con un portafolio bajo el brazo, un cuadro muy diferente
del muchacho gordo de miembros sueltos de los meses anteriores. Mi seMidón
fue de que tenía lugar cierta identificación con un papá que trabaja. Se derr:mbó
en el diván y durmió durante la mayor parte de la sesión.
Anteriormente en el análisis había habido breves episodios de incóm<><b som-
nolencia; pero esta vez era distinto. Mientras estaba acostado, ligeramente !l) OTO·
jado, algo de un ángel-bebé rosa y blanco parecía emerger de su rusticida!. Mi
irnpresiór, era que estab;, reproduciendo una situación de nacimiento, un t~o de
cl.14-:.v de "la mamá y el bebé están bien". con alivio de todos: una expem!ncia
muy emocionante en la contratransrerencia.
El sueño en la sesión continuó dunnte algunos meses. Solamente en la µime-
ra ocasión pareció ser un domlir descar.sado; pero más tarde y durante un L~po
fue muy perturbado. Barry comenzó a traer sus sueños nocturnos: anterior::rente
sólo babía presentado dos o tres y en todas esas ocasiones se relacionaban con mi
muerte.
El siguiente es un sueño traído en la mitad de la semana y que se reprodujo
parcialmente al comienzo de este capítulo: El había tenido que ir a un labcrat<r
rio. Había allí una computadora en la cual debía poner el nombre y la dirordón
de 'lit analista. Había mucha gente y cada uno tenía audífonos y un reaptor.
Seis meses más tarde, él volvía y cada uno tenía una caja delante de si Otar.do
miró dentro de su propia caja había una efigie de sí mismo, una especie de r.'.ásca-
ro de muerte, un horrible monstruo de cu.arra ojos, narices y bocas, diez piernas y
bnrzos. Mientras me contaba el sueño, la voz de Barry comenzó a desva~.;erse
y se quedó dormido.
Creo que esfe sueño evoca mucho de lo que ya he delineado, y me re.:nrdó
material similar de muchas sesiones. Por ende, no va a ser difícil para Jos k:aores
compartir algo de mi experiencia de maravilla frente a la claridad forjada por el
proceso analítico. Puede interpret~ con bastante seguridad que el labonr:orio
del sueño era mi laboratorio y su lavatorio: que la computadora, la mamá-~ho
inodoro, era también una mente-pecho nutricio que no sólo recibía sus Cé.lifica-
tivos insultantes, sino que también podía mostrarle gradualmente y en el mooien-
to oportuno la verdad acerca de sí mismo. cuando él pudiera tolerarla, retro!lpeC·
tivamente cuando ya hubiera hecho cierto progreso.
La existencia de otros niños en la Clínica queda registrada en el sueño. Al co-
mienzo del análisis había sido importa.nte para Barry que aquellos niños foeran
protegjdos de sus impulsos intrusivos y ':errorizantes, como él mismo Jo había
sido, a su vez, de la retaliación de ellos. en contraste con la' situación en su cundo
interno, donde la madre parecía ser consuntemente atacada, abortada y, 1l par
que sus hijos, mutilada o asesinada. En este sentido, la analista había sído men-
ciada como un objeto suficientemente fuerte como para tolerar sus ataqll!:S ani-
quiladores, mientras continuaba sosteniéndolo, conteniéndolo, sin tirc=k:l al
inodoro como un bebé fecal.
Los seis meses más tarde del sueño eran en realidad cuatro años. una indica-
ción de la dificultad de Barry en relación con el tiempo. De todos modos. Barry
pudo comprender clarame~te en ese momento algo de su efigie, de la parte mons-
142 D.WEDDELL
truo de sí mismo en relación con sus ocho tentáculos de pulpo y con sus diez
brazos .y piernas. Era ahora capaz de enfrentar este horroroso cuadro de sí, antes
que imponérselo a otros mediante conductas agresivas, como al comienw del
análisis.
Por el resto de la sesión, durante el tiempo en que Barry aparentemente
dormía, yo hablé en voz alta sobre estos temas. Cuando lo desperté un poco
antes de Ja hora, dijo: "Magnífico" mirándome muy intensamente; prosiguió:
"y sucede cuando duermo una siesta", y al irse me dirigió una sonrisa beatífica.
Al día siguiente, Barry me relató otro sueño en el cual él estaba en un gran
auto; luego se encontró sentado en un ataúd (una asociación con la muerte del
presidente Kennedy). Llamó a su amigo paro que viniera a ayudarlo a salir y le
dijera por qué estaba allí. Su amigo lo ayudó a salir y cuando quiso dormir una
siesta se volvió a meter adentro y cerró la tapa. Luego €$Cl/Chó una hermosa
música, y cuando miró hacia arriba todo era distinto.
Este sueño fue interpretado en relación con el fina] de la sesión anterior,
ya que parecía confirmar que para Barry ir a dormir (hacer una siesta), equiva-
lía a entrar en un féretro (cerrar sus ojos-bajar la tapa). También pareció claro
que era la voz de la analista, como la voz de su madre en el pasado, la que lo res-
cataba y lo volvía al reconocimiento de la vida y b belleza (todo diferente).
Dos semanas después Barry describió otro sueil.o. El htrbía aterrizado en la
luna sin peligro. En ese momento lo inteípreté comó que el paciente podía
sentirse bien sostenido y pr0tegido por un pecho-luna y en entonces capaz de
dormir de una manera vivaz, muy diferente de dormir con el sentido de intro-
ducirse en el féretro.
Luego de otras cuatro semanas de trabajo, básicamente en relación con fan-
tasías masturbatorias concernientes a caer en identificación ..-oyectiva con el pene
paterno (sueños de ir a la luna en un cohete), hubo otro-cambio importante.
Esta vez Barry soñó ºque aterrizaba en la luna; el emperador ~nía y le decía que
ese territorio era suyo; pero que podia que.done por un tiempo. Esto parecía de-
mostrar, con bastante claridad, que Barry podía reconocer que en su mundo in-
terno había un objeto combinado (pecho-luna y emperador-pezón) con capacidad
de hablar y que podían diferenciar situaciones de una manera útil para él (identi·
ficación introyectiva). Parecía haberse establecido Ja posfüilidad de una coopera-
ción y de la curiosidad saludable.
Esta secuencia de sueños parece sugerir convincentemente que la acción (con-
ducta, dibujos y uso del lenguaje) de los cinco ailos previos podía ser en ese mo-
mento mejor contenida y rransformada de pensamientos oníricos en comunicacio-
nes verbales, lo que implica una mejor diferenciación entre realidad externa e in-
terna. Esto se confirmó fuera del análisis por el hecho de que Barry en esa época
fue capaz de toler.ar la disciplina de un ambiente escolar comprensivo y parecía
estar dispuesto a recuperar el tiempo perdido en su educación_
que funciona como un límite y del concepto de Bion de un objeto que sostiene,
contiene y es capaz de sonar (merie), así como también con la tesis de Bick
de que hasta que pueda ser introyectado un objeto con tales cualidades, la fan.
tasia de espacio interno y externo no puede desarrollarse. Esto también parece
confirmar su idea de que cuándo esa introyección no tiene lugar, la identifica·
ción proyecti\-a continúa imbatible, .obstaculiz.aodo el desarrollo sano, ilustrado
por Bick en los objetos "sin piel", y por Meltzer en el "acomodo parasitario
de una parte del sel[ e¡i el objeto".
CAPITULO VI
LA ENFERMEDAD AUTISTA.RESIDUAL
Y SU EFECTO SOBRE EL APRENDIZAJE - PIFFIB 1
Shir/ey Hoxter
INTRODUCCION
1 Este capítulo está basado en un trabajo publicado en elloumal o[Oiíld Psychotherapy, Vol.
3,Nº2,1972. .
148 S. HOXTER
realidad, fue un bebé sano pero muy pasivo, que dormía mucho y nunca tomaba
el pezón o el biberón con fuerza suficiente como para succionar en forma adecua-
da. En realidad, prácticamente, se le debía verter la leche en la boca.
Aproximadamente a los dos años y medio, un médico amigo llamó la atención
a los padres sobre su situación. ~n esa época, el contacto y la respuesta significati-
vos a la gente y las cosas de su derredor era tan pobre que hubo que investigar la
posibilidad de que fuera sordo o deficiente mental. En la época en que me fue re-
mitido, a los tres años y tres meses, era inmaduro en todo sentido excepto en el
desarroUo motor. Podía decir unas pocas palabras, pero lo hacía rara mente. Las
actividades que no fueran la agitación sin propósito, consist ían básicamente en
poner cosas dentro y fuera de cajas. Se decía de él que no mostraba placer en jugar
o gusto por vivir. A menudo pasaba largos períodos mirando el espacio aparente-
mente abstraído de Jo que lo rodeaba, especialmente en épocas de grandes cam-
bios, como unas vacaciones en la costa. Era sin embargo muy sensible a los
cambios pequeños, particularmente cuando afectaban alguna de sus muchas
rutinas. (Se decía que tenía una rutina para cada cosa.) Era muy exigente y, cuan-
do se sentía frustrado, caía rápidamente en ataques de gritos prolongados. Su taroi
y furia eran particularmente marcados cuando lo sacaban de la casa o de su sillita
o cuando Je ponían ropas nuevas. Tenía severos problemas de alimentación y de
sueño, pero durante el día se mantenía limpio y seco. En la parte superior !e ~ .~ ,. 1
cabeza tenía
•
una pequeña
•
área pelada, debido a que constantemente se anaJP ' 1.~·.·
1\
caba el pelo .
La madre de Piffie era una persona excesivamente vulnerable y ansiosa. Es-
taba muy pre-0cupada por él, pero . al mismo tiempo se sentía constantemente
acosada, culpable, inclinada a ceder en todo. Hubo muchas ocasiones en que fue
posible observar que cuando Piffie comunicaba sus ansiedades a la madre, ella
respondía embistiéndolo con su propia ansiedad. Afortunadamente fue posille
arreglar para Ja madre sesiones de psicoterapia con una trabajadora social psi-
quiátrica, que la ayudaron mucho. ·
El padre dio mucho apoyo tanto a su esposa como a la situación terapéutica..
De todos modos, también él frecuentemente expresó su grave falta de confianza "
en si mismo. La situación de Piffie en el momento en que fue remitido puede
ser resumida en las palabras de su madre: "Parece temeroso de la vida".
MlSTORlA EDUCACIONAL
comenzó a asistir a una escuela preparatoria común, yendo al principio sólo medio
turno y a una clase de niños más pequeños que él. Al poco tiempo fue t ransferido al
grupo de su edad, y poco antes de cumplir siete años ingresó en una escuela privada
preparatoria regular, donde pronto fue ubicado en un grupo de niños mayores que
él. A los trece años obtuvo una beca para una escuela secundaria muy seleccionada.
Hasta cumplir doce años, ir a la escuela era para él una fuente de severo
sufrimiento. Dejar su casa y su madre, y tener que soportar los tormentos de
otros niños de los que estaba aterrorizado, le causaban desesperación. Frecuente-
mente estaba a punto de negarse a ir a la escuela, en especial en épocas de cambio
de clase o maestro. En gran medida era capaz de tolerar la escuela utilizando
un proceso patológico que le permitía mantener la escuela y la vida en el hoga r en
compartimientos rígidamente separados. Su tendencia a los logros intelectuales
era reforzada sin duda como una forma de huir de la vida social escolar; pero
sería simplificar demasiado si lo consideramos como un factor fundamental.
La beca que logró sugiere una historia de éxitos en lo que se refiere a logros
escolares. Pero un conocimiento más cercano de Piffie revela la naturaleza enga-
ñosa de estos logros y lleva a un reconocimiento más completo de la forma en que
el aparente progreso de su terapia en el pasado, había sido engañoso. Lograba una
acumulación impresionante de conocimientos, pero hacía re lativamente muy poco
progreso educacional en todo lo que podía llevarlo a acrecentar su comprensión
y creati'.idad. ·.
De funcionar como un deficiente mental pasó a funcionar como un pedante;
·Y aun así, ciertos asp.ectos esenciales de sus dificultades en el aprendizaje casi no
cambiaron . Estas se refieren particularmente a sus mecanismos obsesivos y forman
parte del tema principal de este capítulo.
Mi primera impresión de Piffie, que entonces tenía tres años y medio, fue la
de un niño atractivo. pequeño para su edad, pero compacto y regordete, que
mostraba un grado de compostura y una falta de ansiedad engañosos. En la pri·
mera sesión no mostró ninguna reacción cuando su madre se fue del cuarto de
juego. Pasó mucho tiempo examinando cubos para construir y juguetitos, alineán·
dolos, agrupándolos en una variedad de fonllas y luego los guardó cuidadosamente
en cajitas. Me miró dos veces y su · primer uso de mí fue hacerme sostener dos
cubos que se habían caído. Durante las primeras semanas ésta fue una de las ac-
tividades repetidas ron más frecuencia. Era evidente que los juguetes (animalitos,
casitas, autos, etc.) casi no tenían para él valor representativo, eran en gran me-
dida trozos indiferenciados de sí mismo y de sus objetos. A diferencia de otros
niños con un grado más severo de autismo, no desparramó estos trozos a su alre-
dedor con el objetho de producir caos en el cuarto, que tanto refleja el estado
interno como anula la distinción entre el self y el no-self. En su lugar, Piffic
demostró una perst:'t-erante necesidad de controlar los pedazos e imponerles su
propio sentido privado del orden, en el cual la ubicación y el uso de continentes,
!50 S.HOXTER
correctamente, y a partir de ese comienzo su uso del lengúaje aumentó sin pausas.
Daré algunos ejemplos de la tercera y cc:arta semana d.: terapia. Primero que-
ría asegurarse de que todos sus jugu~.,;~ estuvieran como los había dejado antes
del fin de semana: en una caja, que a su vez estaba en otra caja, la qM estaba en
una tercera caja, dentro de un cajón. En particular, quería encontrar la .leona de
juguete que, usando una de sus raras palabras, -¡trmó Gigí, como el gat0 de su
casa. Luego de un tiempo echó todos los juguetes en mi falda. Buscó luego a Gigí
y la encontró con mucho placer; y repitió este juego de perder a Gigí en el mon-
tón de juguetes y volver a encontrarla. Mi interpretación incluyó que quería que
yo fuera una mamá que podía guardar todas sus cosas dentro de mí sin peligro;
que Gigí (que representaba, pienso, las caricias y el consuelo del objeto materno
perdido durante el fin de semana) se perdía y mezclaba con los "plop plops"* y
otras cosas que él sentía haber puesto dentro de mí; cuando yo los sostenía, ,
pensaba que podía mirar dentro de mí y encontrar nuevamente las partes buenas:
Luego tomó y nombro · una cantidad de otros juguetes, conejos, "Ventanas en una
casa y un "caballo-papá".
En una sesión de la cuarta semana descartó algunos cubos y los arrojó sobre
mi falda con cierta violencia. Con los cubos restantes trató de construir, y era evi-
dente que los colores azul y amarillo jugaban un papel importante en su combina·
ción. Nunca estaba satisrecho con su estructura y ésta se caía repetidamente;
se sinció un poco desesperado, derramó ale<>unas lágrimas, apretó sus dientes y me
miró con furia. Finalmente tomó las piezas caídas, las puso en mi falda y trató de
construir algo allí. Interpreté que me necesitaba como una mamá capaz de recibir
sus ataques y los fragmentos de sí mismo. Para aclararle más mi interpretación,
le mostré cómo los cubos amarillos y azules lo representaban, pues vestía un sué·
ter amarillo y shorts azules. Esto lo deleitó, e inmediatamente fue a buscar algunos
cubos rojos que ubicó sobre sus zapatos rojos, mostrándome cómo concordaban.
Fue éste, para él, un momento de real insight y alivio. Tomó entonces una peque·
ña torre con la parte superior roja y la sostuvo cerca de su pene. A continuación,
con los cubos aún en mi falda , logró real.izar exitosamente una construcción con
cubos rojos como sus z2;.i:atos en la base, luego cubos azules por sus shorts y los
amarillos por su suét~r
Esta manera de juntar las partes de sí y lograr una imagen más coherente de sí
mismo y de su cuerpo,representó un paso elemental, pero importante, hacia el
desarrollo de su sentido de identidad. Al poner partes de su sel[ en mí como ma·
dre continente, comenzó a descubrir una manera de poder enfrentar su sentí-
•Voz onomatopéyica del lenguaje infantil por o.:crementos, que también se usa en castellano.
(N. del S.]
LA ENFER.la!DAD AUTISTA RESIDUAL 151
DISCUSION
Durante los primeros meses de terapia, Piffie demostró que estaba convencido
de que yo era un objeto materno que podía ser peneuado y cuyos contenidos
podían explorarse y ponerse bajo su dominio.
Las rutinas que desarrolló para entrar en Ja casa y llegar a mi consultorio esca-
leras arriba demostraban la-manera muy literal en que él vivenciaba el colocarse
dentro de mi cuerpo. Al entrar en la casa hacía una suerte de zambullida en el
piS\l: luego gateaba lenta y penosamente escaleras arriba empujando Ja cabeza
contra cada escalón y diciendo: "Venga y ayúdeme a alejar estos escalones
plop plop". Frecuentemente sacaba una varilla de la escalera y golpeaba cada
es~':llón diciendo "Bebé, bebé", o sostenía Ja varilla delante de su pene y la utiliza-
ba psra abrirse camino hacia el cuarto de juego. Antes de entrar,.a veces se arrodi-
llab3. y daba vueltas como si fuera un taladro, diciendo "agujero mamá", y luego
hacia girar su mano en redondo diciendo "agujero wee wee". • Una vez superadas
las dificultades de Uegar al cuarto, a menudo mostraba fantasías de encontrar allí
lo:> pechos, penes, heces fecales, orina y bebés que creía formaban los contenidos
del cuerpo materno.
Piffie también usaba Jos muebles para hacer casas cuyos cuartos equivalían
a c...'mpartimicntos dentro del cuerpo materno, yendo a detalles tales como tener
"un cuarto para estornudar" y "un cuarto para toser". La cualidad de la comun.i-
c:ición en estas dramatizaciones indicaba que, en ese estadio, había sólo un
~ueño grado de diferenciación entre Ja casa como símbolo del cuerpo y el
cuerpo mismo. Hacia esta época su habla se desarrolló con rapidez; también
comenzaba a dibujar y modelar. Klein (l 932) acentúa los lazos entre los impulsos
cpts:temofílicos y los empeños por parte del bebti para conseguir a la madre en la
etapa del sadismo máximo. "Parece ser que su primer objeto es el interior del
e~ materno, que el niño considera al principio como un objeto de gratifica-
~ oral Y luego como el sitio donde tiene lug:i.r el coito de los padres y donde
~ situados el pene paterno y los otros bebés. Al mismo tiempo que quiere
• S:a.eYamente·. ·~ onomatopéyica del lenguaje infantil equivalente a la palabra pis en
"-i>. (N. del S.!
castc·
LA ENFERMEDAD AUTISTA RESIDUAL 153
forzar su camino dentro del cuerpo de la madre para tomar posesión de sus conte·
nidos y destruirlos, quiere saber qué sucede allí y cómo son las cosas que hay
adentro" (pág. 241 ).
Los estímulos externos, que se viven romo invasiones abrumadoras, pueden
excluirse mediante los procesos autistas. Posiblemente para Piffie disminuyó la
necesidad de empicar estos métodos por la constancia y las condiciones de aparta·
miento provistas por la propia situación analítica, y por encontrar un objeto más
capaz de contener las proyecciones de sui ansiedades. Sin embargo, la menor
perturbación de la situación analítica causaf'I;, grandes trastornos. Uno de estos
incidentes ocurrió cuando ·vlO a un hombre limpiando vidrios en el pasillo de mi
casa, durante el octavo mes de terapia. A continuaci~n pasó muchas semanas
haciendo dibujos de un hombre en una escalaa, primero en !as paredes y luego en
el papel. Comenzó a contar los peloanos, "un escalón, dos escalones", luego una
mescolanza de números, que mejoró con d pasaje del tiempo. Día tras día se
ocupó dé pegar esta acumulación de dibujos en las paredes, subiendo escaleras de
muebles para alcanzar los lugares altos. En bs primeras etapas se interrumpía de
cuando en cuando, corría hacia la ventana y la golpeaba con fuerza mientras
gritaba: "¡Váyase hombre papá!". Más Urde, llamó a sus dibujos sus bebés
y los pegó en las paredes.
El hecho de haber visto al limpiador de ftirios significó para él que su mamá-
casa había sido efectivamente invadida por d pene. Este estado de cosas no podía
tolerarse, aunque sí dominarse mediante mucha aplicación por el desarrc llo casi
precoz de sus medios de control. Se podrá decir que dominó al invasor y se
apropió de sus habilidades, incluyendo sm capacidades reparatorias y creativas.
Piffic resistía, sin embargo, los intentos de ayudarlo a enfrentar estas ansiedades.
Su método era reducir la ansiedad a pcquems porciones y hacerla desaparecer, en
lugar de encararla con sentimiento y elaboarla. Su progreso consistía en mejorar
sus medios de control; y mediante la identifJCación con su rival alcanzaba la re-
paración maniaca. La experiencia de rivalidad y celos quedó desprovista de signifi-
cado; y los dibujos, que rápidamente )ogD.rOn un nivel muy alto para su edad, a
veces se limitaban a indicaciones estili7.adas de peldaños de escaleras y aperturas de
ventana; instrumentos paternos de intrusión y aperturas maternas, lal como Piffic
las organizaba.
REPARAOON
• Semi-detachw houses, un tipo de construcc:ión ;.glesa en que dos casas se apoyan en la misma
medi3nera.1N. del S.]
S. HOXTER
Mucho del material descrito concerniente a las fantasías de Piffie acerca del
interior de la madre como una casa a explorar para tomar posesión, puede
comprenderse como expresando la liberación de los impulsos epistemofílicos
normales en el bebé en desa rrollo. Gran parte de este material indicaba, sin
embargo, las formas en que los mecanismos obsesivos primitivos daban fuerza a
ese impulso a poseer conocimiento, tanto como obstruían el desarrollo de la
comprensión de los objetos totales.
Durante el segundo año de terapia y los siguientes, se puso a la tarea de domi-
narme pedacito a pedacito co n · extrema perseverancia. RetrÓspectivarnente
parecería que había planeado de manera deliberada proveerme de suficiente ·interés
y variedad como para mantenerme feliz y producir una ilusión de cambio,
rrt~ntras :aseguraba privadamente que el desarrollo permaneciera en gran
m~ll Ida detenido.
LA ENFERMEDA D AIM'ISTA RESIDUAL 155
Describiré dos series de actividades que son particularmente reveladoras de
sus mecanismos obsesivos. Una se refiere a sus traz.ados y dibujos de los
contenidos del cuarto. En cierta ocasión mientras dibujaba en un papel sobre el
piso, hizo el descubrimiento casual de que al sombrear un área se revelaba el
tnndo de un cabello que se encontraba bajo el papel. Esto lo entusiasmó y
durante muchos meses pa;ó parte de Ja llllyoría de las sesiones haciendo trazados
similares, a los que llamaba "álfombras.. Estaba especialmente pre~cupado en
trazar las fisuras y las cabezas de los cla•os del piso, usando todos los colores y
sus combinaciones. Hiro experimentos poniendo distintos objetos bajo el papel:
un trozo de piolín, una goma, tijeras, etc., y todas las combinaciones, variaciones
y modelos de esta colección de objetos. También hizo dibujos de los contenidos
del cuarto; por ejemplo. una goma y un lápiz separados, una goma y un lápiz
juntos, dos sillas juntas, dos sillas separadls, una silla de costado, una silla al revés,
um silla sobre el diván, en el la\-abo, en el papelero, etc., hasta el infinito. Estos
dibujos fueron atesorados durante los ar.os siguientes y volvió a ellos una y otra
vez. Los retocaba, les agregaba detalles, emparejaba los bordes deílecados, los
reunía como libros, los separaba nue\'m1ente y formaba otros libros con un
método distinto de clasificación. ~lás tarde agregó escritura a los dibujos - pero
cada palabra de una oración era en.:apsulada dentro de un marco y, en
mnsecuencia, aislada de su contexto- . Estas act ividades eran una especie de diario
y un depósito de -¡.-nemoria para él. Formaron también un museo de los trofeos
ganados del interior y exterior de sus objetos matemos.
Revelan una forma concreta de introyección. Casi literalmente se apoderaba
de mí pelo a pelo, a veces diciéndose con insistencia: "¡Hazlo, hazlo!". Al frotar
su crayón sobre la fisura del piso cubierta por el papel, parecía al mismo tiempo
apretarse contra la fisura y tomar posesión de ésta al traspasarla al papel, donde
pcnnanecería cuidada por él con solicitud. pero aislada e inmortal_
Estas actividades puecían al principio referirse al trabajo con los procesos
introyectivos. Más tarde me fue posible comprender que, para Piffie, esta activida d
sólo era una ecuación simbólica, y pude así establecer que la introyección era
literalmente para él un proceso de incorporación semejante a la colección de un
catálogo.
Su método de enca¡¡sularme en partículas separadas y diminutas volvía el
proceso casi indoloro . Cuando, por ejemplo, tomó un cabello de m i cabez.a, era
imposible que yo me quejara de violación sádica. Con diferencia de él, yo ya
no era consciente de mi cabello perdido como una parte valorada de mí misma.
Puede, sin embargo, considerarse la posibilidad de que él careciera de impulsos
sádicos en una forma fuera de lo común. Es posible que el sadismo también haya
formado parte del proc¿:so y se fuera ronvirticndo en partículas diminutas, casi
invisibles. Posiblemente cada dibujo tras;iasó, no sólo una partícula de mí misma,
sino también una partícula del sadismo de Piffie. Su agresión, especialmente
manifestada cuando la empleaba con fines posesivos, también la util.izaba para
mantenerse aferrado a Jos segmentos de su inmoviliL.ado objeto.
Otra expresión de sus mecanismos obsesivos, esta vez. vinculados al encapsula-
miento, se hizo evideme en su actividad, largamente sostenida, de hacer paquetes.
Unas pocas semanas antes de sus primeras vacaciones de verano comen7.ó a dedicar
S. HOXTEB.
156
plrlc de cada s~sión a po~er ~n artíc~ , o pequeños grupos de articu!os,
en el medio de c1rculos concentncos dibu,ados en un papel.Esto luego formo la
en,-oltura de un paquete atado con piolín muy tirante. Al principio pensé que
simplemente expresaba una fantasía de empacar pua bs vacaciones, pero el
pro,'<'SO continu~ tambié,n ~es~ués, hasta que en ~ o_portu~~ad sólo un rest~
del .:ruyón marron quedo libre para su uso; una v1vid:i dustrac1on del empobrec1-
miento q ue surge de Ja encapsulación. Esta actividad acompañó un~ ~ecuencia de
cin''' vacaciones. La única explicación que daba erJ que los paquetes eran "para
rnant(ner la lluvia 3fuera ". •
l'or cierto estaban cemdos a prueba de agua, disffiados para asegurar no sól9
13 e,.-lusión de los rivales. sino también para ascguru que ninguna parte de mí,
su ,,!>jeto, pudiera escapar o tener alguna cbse de asociació_!U) ''.relación íntima"
con Jlguna otra parte de mí misma. Este proceso es d opuesto a poner todos los
huc,us en una canasta. De ma nera similar, pequefü.s porciones de Piffie eran
def'1s1tadas a buen resguaréo en apretadas envolturas r:::itemales.
Sus actividades con frecuencia se relacionaban ccn el ensamblado de objetos.
Hi.:,1 una serie interminable de gatitos de cartón coa miembros segmentados y
~Jos con cinta adhesiva. También pintó una serie !.e "negocios de gatos". Cada
,idn.:ra mostraba filas de partes de gatos; una, cabctlS, b siguiente, miembros, la
siguiente, colas, t'tc., ea distintos colores. Estas ~ debían ser compradas en •
~uot::is y entonces armadas. Pero luego de armadas ~~ acuerdo con semejanza de
,...._,!..-res y denominadas "!3tO p"'dre" , "gato madre~, etc., estos gatos debían
.:1,iJirse y rearmarse con partes multicolores y una uta! pérdida de identidad, lo
..;:.~ le daba muchísimo placer. En esta forma moi::ró sus fantasías de que los
°:-<t>¿; no crecen sino q1;e ~ armo.o con piezas ya he=.as dentro de los contenidos
.:.. ..:uerpo materno, así como su de-;isión de tomar c.Jalqoier parte que le sirviera
~. 1uy cspecialmerlte, su esfuerzo por controlar la ..:omposicióo de sus objetos.
:\ menudo quería que hiciera cosas para él. Cuando yo no lo complacía,
!l:"'.:.ilaba que me cortaba l:is manos y se las pon ía ei las suyas. Esta act uación se
:onvirtió en un gesto estilizado, q ue sugeriría tl posible origen de ciertos
-:c._,,iJnientos bizarros de algunos niños autistas.
Cuando se preparaba para ir a la escuela por p:mera vez, sintió la necesidad
.:.~ esta acción con parti.:ular fuerza. Día tras día dibujó las partes que sentía
·:-:i :i necesitar. Mi cabeza. su cabeza, mi brazo dere.::io, su brazo derecho, etc. En
::i.!J oportunidad tomabl posesión de wia de mil partes, dándome la suya a
,-.i.=;bio y llamándome burlonamente º'Bebé, señora I:oxter". Finalmente armó las
?anes en dos dibujos qu~ fueron: Piffie se convirtió en la señora Hoxter y vicever-
sa. l:ntonces, dudosamente equipado y vestido con mi disfraz, se preparó para la
.!i.iícil y penosa prueba de la escuela.
A pesar de haberse preparado de esta manera, hzo un rápido progreso en sus
tl! ..~iones, co~~ ya he descrito. Durante este ~odo hubo oportunidad de
::nbo.jar con las perturbaciones más normales y 1eÍJróticas. En consecuencia,
.:Ul:ldo por razones externas fue necesario interrum;v la terapia a la edad de ocho
lf<>s, pareció bastante apropiado hacerlo y recono:er los limitados logros y la
n.;:iectativa de que en b adolescencia sería necemio nuevamente recurrir al
LA ENFERMEDAD AUTISTA RESTIX."AL 157
Es evidente que Piffie vino a '1 terapia en una e-.lpa que en varias maneras
difiere de los otros niños estudiaó.;> en este libro. ~e el punto de vista de su
pronóstico, no sólo tuvo la venta}< de ser el menor al ~ntrar en terapia. sino que
también fue desde el principio el t::•mos incapacitado ?Jr el autismo. lnioolmente
era no-verbal y en gran medié.J. asimbóüco, rea.iu:!ndo ecuaciones de los
contenidos del consultorio con ~entos y partes e~ su cuerpo y del materno.
Sin embargo, desde las primm.1 semanas mostró un eJlorme impulso de
comunicarse y aprovechó con fa.:tlidad la oportu::ilad de cnoontru en su
terapeuta un objeto que podía co~~ner la proyecció-= de sus estados p.!nosos y
confusos, luego de lo cual pudo '77enciar procesos 1e::ipranos de diferenciación,
que lo llevaron a la formación de símbolos y a la co:nuücación. A difttencia de
Timmy, su objeto no consistía c11 un despar13mo de segmentos diminutos hasta
el punto de carecer de una estruaura discemi>le ; oczsionalmentc había pruebas
de un objeto "delgado como pa¡:.=f', pero la rápida reversibilidad de adentro y
afuera se mantenía como un píczro juego, un truco encantado d e Piffie el mago,
y no dalló seriamente su concepción del espacio interno. Se mantuvieron
suficientes 1ímites entre el sel[ y e- objeto como para ;:ermitir ir adentro y afuera
de éste. Piffie vino a terapia con h .:oncepción de un .:-'.:j(fo semejante a una falda,
siempre abierto a él, pero de to:Os modos capaz ¿~ mantener rudira<:ntos de
estructura suficientes como para ~~llr de CODtinent.:. ~ así pro~cr UD punto de
partida para su ulterior desarrollv. Como los otros :ilños, él ya habú perdido
"tiempo vital de maduración mer;:L... Pero fue pos!:;'.¿ observar cómo trataba de
recuperar con ahínco y rapidez el uempo perdido, y c·.note el período dt terapia
este proceso no se interrumpió C-! ninguna manera ~n períodos de desmenta·
lización.
El objeto de Piffie ciertamer.:~ era segmentado. ~ero cuando se lo compara,
por ejemplo, con el de Timmy, sw segmentos parece:; ;cr porciones significativas,
con significación inmediata CD la relación transfrrencial, y con suficiente
coherencia como para permitir C:L'.é hubieran claras reacomodacioncs intencio-
nales.
" Intencionales" parece ser :r:i adjetivo clave ;:ara describir a este nii'lo
competente, trabajador y hábil. Rlnmente se manifes-ü) en Píffie el proceso pasivo
de desmantelar el propio aparato cental, cara.cterístico del niño autista. Piffie po-
día derrumbarse en la infelicidad~ la frustración, y cumdo esto ocurría, el derrum:
be era lo suficientemente severo c:>mo para causar aiar::Ja en sus padres) maestros;
pero estos incidentes eran básicameme respuestas a hedos que él sentía que amena-
zaban su posesión o control del OO}eto. En contraposkión con los niños con autis·
mo más severo, Ja mayor parte de su yo estaba intacto. Por ~o. el autismo de l'iffic
158 S. HOXTER
difería grandemente del de Timmy y John en que era un proceso activo y no pasivo,
utilizado frecuentemente con fines defensivos. Esto lo hacía mucho más accesible
a la interpretación. Se aferraba a los procesos de segmentación y encapsulación con
te rca persistencia y había , a veces, un grado ligero de sadismo en su empleo por lo
que. ocasionalmente, podían observarse consecuencias persecutorias y claustrofóbi·
cas. Estos rasgos, y particularmente la naturaleza actiV<l de los procesos autistas resi-
duales, pueden considerarse índices favorab les, y por cierto que encontré estos
procesos activamente significativos más tolerables en la contratransferencia, menos
proclives a despertar sentimientos de desesperanza, que el desmantelamiento
pasiYO que lleva al estado de desmentalización.
Para Piffie, la separación entre él y su objeto era intolerable porque contenía
la amenaza de muerte. Todo "crecimiento" que implicara la amenaza de
separación debía prevenirse. El desarrollo, en el sentido de la maduración, era en
gran medida activamente detenido y reemplazado por una extensión de sus habili·
dades de control, por áreas de mayor conocim iento y dominación.
En la primera infancia, tal vez puede haber mantenido la ilusión de que no
existía la separación mediante su sueño prolongado. Más tarde se empeñó tan
completamente en controlar a sus padres y a su terapeuta, que ellos debían sentir-
se como "paquetes", como una ajustada envoltura materna modelada en tomo de
sus necesidades infant iles tan compleramente que casi no h,abía suficiente distancia
entre el deseo y su satisfacción como para que existiera conciencia de la brecha
mortal de la separación. La completa posesión del objeto, o al menos de uno de
sus 5egmentos, era sentida como una urgente necesidad de preservar la vida de
ambos, de sí mismo y del objeto, y era básicamente para este fin que utilizaba
sus mecanismos de defensa obsesivos.
La temprana historia de Piffie sugiere que el pezón, al que no podía prenderse
para succionar. representaba un segmento especiálmentc peligroso de su objeto.
El pezón, que opera como un intermediario entre la boca del bebé y el contenido
del pecho, im plica separación al mismo tiempo que unidad. Más tarde Piffie
demostró que sentía que el pezón, al que llamaba "bocadito" *, era un intruso
que interfería entre la boca y el acceso al contenido del pecho . El pecho sin pezón
se convierte en un objeto tipo bol, como intestino"*, en el cual él podía entra¡
fácilmente y servirse de lo que deseara. El materia.! había manifestado qué poca
diferenciación existía entre el aspecto oral y el anal.
Su sadismo oral fue proyectado en gran medid.: en el pezón, el precursor de·
fantasías posteriores acerca del pene. La actitud de Piffie era que el pecho debía
protegerse de la unión con este peligroso pezón; deb ía arrancárselo - tal vez como
un cabello- o envolverse y mantenerse aparte. Si el pezón insistía en inmiscuirse
(como el limpiador de vidrios) o si el pecho persistía en su necesidad por el pezón
(como las cañerías de agua), el problema puede solucionarse si se asume la identi-
dad del intruso y, en consecuencia, se torna posesión de sus atributos y uno mismo
se convierte en el agente q ue controla y repara al objeto materno. El deseo de ser
0
ocupaba uno de ellos. Una enredadera aeció y gradualmente invadió. los depar-
iarnentos. Los límites entre los departamentos cambiaron al acomodarse los dis-
fntos ocupantes en los territorios de otros: intercambiaban recintos, echaban a
l~s rivales. se casaban, cambiaban de pareja o tenían hijos que a su vez echaban
3
los padres. En su viejo estilo, .~1 mismo dibujo ~ra dib~jado, rehecho ~alterado
interminablemente. Hubo tamb1en una larga sene de arboles genealógicos, que
111 ostraban que yo tenía hijos locos o asesinos, o que Pifíle era mi pariente; pero
que mostraban, también, sus esfuerzos por controlar la mortalidad.
, Durante un tiempo pareció que la sesión semanal era suficiente para aliviar
su depresión, sob1e todo al asegurarle de que yo aún estaba viva. Al principio
usó las sesiones fundamentalmente como medio de facilitar sus fantasías de dete·
ner el progreso, con preferencia a mantener los siempre cambiantes pero inva-
riables procesos omnipotentes de posesión invasora y de control. No obstante,
estos procesos ¡><>dían vincularse ahora mis directamente con su ecuación simbó-
lica de la separación del objeto materno y la muerte. Sus mecanismos obsesivos
eran considerados una defensa contra el temor a la ·muerte pero también como
procesos para las satisfacciones primarias del contro~ omnipotente. .
Después de largos períodos de trabajo sobre este lineamiento, le fue posible
usar las sesiones con menos exclusividad para Piffie el bebé omnipotente y lograr
analizar más directamente las ansiedades persecutorias experienciadas en la escuela
y el funcionamiento de su psicopatologia en su vida extrma. Durante un largo ~ .
período, sin embargo, cualquier amenaza a su fantasía de posesión omnipotente
de al menos un segmento de su objeto, daba lugar a un rápido refuerzo de sus me-
canismos obsesivos.
Durante los primeros años escolares surgió material relacionado con las seve-
ras ansiedades que vivenciaba al asistir a la escuela. Esto continuaba básicamente
sin cambios cuando recomen7.ó su terapia. Sin embargo, hasta que cumplió doce
anos no fue realmente capaz de hablar acerca de la escuela de manera directa
en su tratamiento. Los siguientes comenwios se refieren entonces al sufrimiento
experimentado desde al menos la edad de seis años, y que sólo disminuyeron de
alguna manera en tiempos más recientes.
A la sola mendón de la escuela acostumbraba poner las manos sobre sus
orejas y a correr como un animal atrapado. Quería mantener su relación conmigo
tomo un área protegida de uso exclumo para las ansiedades e indulgencias de
Piffic, su sel[ bebé, y excluir todo lo relacionado con su vida exterior como Chris·
topher, el escolar.
La r igida separación entre la vida escolar y familiar se ilustraba en sus sen ti··
lllíentos acerca del uniforme escolar. CU2ndo pequeño había experimentado
SCv~1as ansiedad~ al usar ropas nuevas. Ponerse el uniforme escolar, especialmente
la C.Wbata, era para él una prueba muy penosa. Con grandes esfuerzos evitó siem·
Pre venir a la sesión con su uniforme. Esta ansiedad había sido un factor más en
LA ENFERMEDAD AUTISTA RESIDUAL 161
sus dificultades en hacer amigos; era incapaz de tolerar el encuentro con alguier.
vinculado con ia escuela, fuera de ésta. E, incluso más tarde, cuando deseaba
tener amigos, sufría terribles dilemas acerca de si las visitas debían hacerse en
vestimenta escolar o de casa.
Sentía terror de los otros niños y era totalmente incapaz de participar en nin-
gún juego que implicara actividad física y que lo expusiera a burlas; se agitaba
excesivamente si alguien tomaba prestado o escondía útiles en su pupitre. Una
paradoja de la rígida separación que había impuesto entre hogar y escuela fue
su insistencia en que lo llamaran "Piffie" en la escuela. Era suficiente que un
compaficro lo llamara Christopher para que quedara reducido a rabia y lágrimas
impotentes. Piffie el bebé debía permanecer seguro en casa dentro de mamá y
sólo en estos ténninos era capaz de entrar en su uniforme e identidad de escolar.
Pero también existía el terror de Ja pérdida total de identidad. Parecía que la mera
mención del nombre del alumno Christopher, podía confirmar mágicamente la
fmalidad de ser segregado de la identidad de Piffie, el bebé que vive Jentro de
la mamá. .
Podía separarse de su madre y asistir a la escuela en tanto sintiera que una
parte de si mismo continuaba viviendo dentro del objeto, manteniéndose ambos,
él y ella, en un estado de unión eterna. Emerger de su objeto, separarse y crecer,
contenían los tarores de ülia muerte inminente. Los cumpleaJ'los (antes de los
trece años) estaban siempre precedidos por semarias de creciente ansiedad. Mien-
tras no se mencionaran, todo parecía andar bien, pero si alguien en su casa o en
la escuela hacía b menor mención de su cumpleaño~ ~rngían en él ansiedades de
proporciones aterrori1,;intes.
Había un tabú semejante con respecto a toda m<!oción sobre su crecimiento.
Si podía de alguna forma imaginarse como un adulto, era como un huérfano sol-
terón, viviendo como un ermitaño, aprisionado en un cuarto en ruinas, en un
estado de la más abyecta miseria y pobreza. Más adelante dejaba caer comentarios
como "cuando crezca .. ." o "cuando vaya a la u nh'Crsidad ...", y entonces se
tapaba la boca con las manos.
Durante su segundo período de psicoterapia se hizo evidente que todos los
intereses y llobbies de Piffie se relacionaban con sus me.:::inismos e impulsos
obsesivos. Poseía una gran colección de conocimientos inútiles. Para dar sólo
dos entre muchos ejemplos posibles: acostumbraba copiar de los diarios los
detalles acerca de la temperatura del día anterior, m:hima y mínima, Ja cantidad
de UUYia caída, etc. Se enfurecía cuando había huelga de diarios, y su temor a las
vacaciones se expresaba en gran parte en su rabia por los intervalos que habría en
sus anotaciones del tiempo, mientras vi.tjaba al extc!rior. También hacía listas
de todos los artículos lavados en el lavarropas familiar_ Era posible, por ejemplo,
sabez- cuántas veces había sido lavado un detenninado par de medias. Las vacacio-
nes familiares y los lavados de ropa inesperados despertaban su furia por causar
estragos en sus anotaciones. Muchos ternas y palabras eran tabú, es decir que no
podían abrirse los compartimientos donde habían sido encerrados. Así su nom-
bre, Christopher, no podía ser mencionado, pero también había palabras que
nunca debían pronunciarse juntas: "madre" era permitida, ..fumando" también,
pero las palabras "madre fumando" eran excesivamente peligrosas y las contra-
162 S. HOXTER
rrestaba tapándose los oídos y con gritos. De esta manera, continuó, en gran
Jlledida con su excesivo control en el hogar, aunque fuera capaz en varios aspectos
de llevar la vida corriente de un niño de su edad .
Continuaba fascinado por explorar casas. Tanto en la vida real corno en sus
sueños, pasaba mucho tiempo investigando el espacio bajo el techo de su propia
c:isa y de la casa vecina. También disfrutaba en rastrear los sistemas de cañerías
y hablaba de abrir agujeros secretos para pozos de inspección, con 13_ ~spetanza
de hacer trabajos de detective sobre la prueba provista por Ja defecación y la
Jllt:nstruación.
Tenía un extenso conocimiento de geografía y-e·n particular disfrutaba en
coleccionar datos concernientes a oscuros lugares de los cuales nadie había oído
h3blar. Su envidia y rivalidad habían sido casi exclusivamente expresadas en este
contexto. Muchos de sus suefios se referían a bordes y fronteras, aduanas y
ClHltrol de pasaportes. Había viajado mucho con su familia, pero sus largas histo-
ri:is de las vacaciones no daban información alguna acerca de sus experiencias,
pues se reducían a listas de datos, tales como nombres de lugares y horarios
de salida y de llegada.
Podía disfrutar de la lectura de enciclopedias pero no sentía ningún placer
en la ficción o la literatura. Los boletines escolares indicaban que su compren- ..
sión era pobre y que sus composiciones carecían de imaginación. Se hacían ··, h~
comentarios acerca de su tendencia a manipular hechos sin entra en materia. ~l1$
ErJ excelente en cronología y en hacer árboles genealógicos buscando eri la ~
Biblia, por ejemplo, desde Ad<ín a Jesucristo. Pero los boletines escolares indi-
c1ban un pro!!reso irregular en conocimientos de religión y odiaba historia de
b manera en e_ ue la ensefiaban en la escuela, debido a que se ocupaba sobre todo
de guerras. Era excelente en matemática.
- Al princi¡:;io, en la escuela lo coi1sideraban un alumno excepcionalmente
e.a paz; quizá 1.3 pobreza del programa de estudios que imponía el txamen de
ing.reso y el ér.fasis puesto en el aprendizaje mecánico de memoria, enmascararon
b aridez del desarrollo de Piffie. l\·1ás tarde, sin embargo, los boletines escolares
indicaron en princi pio una creciente conciencia de b naturaleza de sus dificultades
educacionales. y luego cierto progreso en este aspecto.
Cuando Piffie tenía once años h:.;bo una oc.asión en que llegué a la sesión
un -:uarto de hora tarde. No mostró en forma notoria ansiedad ni enojo, ni alivio.
M.: reprendió. y rápidamente inició una indagación cuidadosa de las posibles
r:ll.ones de mi demora, que tornó .la forma de un procedimiento judicial. Como juez,
él mismo examinó una especie de lista de mis pretextos, para mitigl!r las circuns-
1:1ncias. Aunque llevada con ligera burla hacia si mismo y hacia mí, esta empresa "
t'nt sin embargo conducida con seria determinación: duró más de tres sesiones de
su tratamiento de una vez por semana, y podría haberse convertido en una de
~11~ ocupaciones interminabl~s . Dividió una hoja de papel en columnas e hizo
LA ENFERME DAD AUTISYA 11.ESIDUA L 163
listas de un gran número de razones que po:rtan haberme democido. En esta
de los cuales debía nuevamente ser puesto en su luga r. Esta situación aumentaba '
su curiosidad, pero sin llevar a un aumento del aprendizaje. Fue como si él se .
viera urgido a rever los arreglos de seguridad de su territorio, pero ne;> a aumentar
su comprensión. Al explorar el contenido del material encontré, por ejemplo,
que interpretaciones acerca del temor de que yo hubiera sufrido un accidente o
de sus celos de mi hijo, no producían ningún aumento de sentimientos o de
insight. Era simplemente como si yo hubiera espiado sobre su hombro, mirando
dentro de una caja, y una vez dicho lo que tenía que decir, él hubiese contestado:
"Sí. .. bueno" y luego hiciera su raya, cerrara la caja, encerrara en ella simultá-
neamente mi interpretación y pasara al siguiente ítem. Entre todas sus conje-
turas había poco lugar para la posibilidad de que yo hubiera decidido lil>remente
hacer algo distinto o ver a alguien diferente durante parte de su sesión. Aunque
me juzgaba culpable, yo sólo era culpable de debilidad cuando otros irrumpían
dentro de mí. Esto le evitaba la necesidad de experimentar ansiedad de cualquier
naturaleza, depresiva o persecutoria, en relación directa con su objeto. Ninguno
de nosotros debía ser culpado en realidad: simplemente había una falla en el
sistema, y él era por completo capaz de resolverla mediante el refuerzo de sus
controles.
Experiencias de este tipo habían iluminado la necesidad de enfocar las inter-
pretaciones sobre los procesos de segmentación y encapsulación mediante Jos
cuales le era posible ma ntener con tanto éxito las satisfacciones del control omni-
potente. La similitud con el episodio del hombre en la escalera resulta notoria.
TRABAJO ONIRICü
pan recordarme que estas cosas todavía enn importantes; luego el relato de suc-
165
ilos de los que él había tomado notas para trier a la sesión, y que en su transcurso
copiaba en una versión un poco más prolijl y larga mientras los relataba¡ firurl-
mente, terminaba la sesión hablando de los hechos en su vida cotidiana. La plani-
fiación de este procedimiento era por lo general perfectamente sincronizada
para ll<!nar los cincuenta minutos de la sesión.
En esta ocasión relató tres sueños.
Primer sueño
..
En el primer sueño, estaba nadando en una pileta al aire libre. pero no habia
bordes para contener o limitar el agua. Cumdo salf!' se dio cuenta de que estaba
desnudo y que debía ir así al vestuario para vestirse. Estaba muy preocupado por·
que faltaban algunas de sus prendas. Come:rzó a camiTlilT hacill su casa pero el viaje
era muy confuso. En parte regresaba a su C1lSQ en Londres y sin mibargo parecía
estar caminando cerca de la casa de campo de su familia. Afortunadamente tenia
una bníjula y pudo usarla para hallar su camino. Parecía estar ahora adecuadamen-
te vestido otra vez. Pasó un jardín que est.Jba lleno de jaulas. Habían estado ocu-
padas por animales, pero ahora estaban 1'0C:Ías, las puertas abiertas y los barrotes
podridos cayéndose en pedazos. Cuando llegó a su casa había una enonne cola
de gente esperando afuera, "miles y miles y miles de personas'~ Parecía que~/ oso
panda Chi-Chi vivía en u.:a jaula en el jariin atrás de la casa. HabÍiI u"n hombre
con un utensilio para dar la alamza ei1 C:30 de que Chi-Chi intentara escaparse.
Cuando Piffie fue a la casa encontró que ei loro (un animal doméstico que detesta)
se había escapado y estaba picoteando alp en la cocina. Su jaula que generalmen-
te estaba en el jardín de am:s estaba floja y podrida. Entonces la jaula de Chi-Chi
parecía haber desaparecido. Causaba mudio susto que se hubiera escapado. él
teléfono sonó muy real y alarmante. En el teléfono alguien dijo que Chi-Chi estaba
viviendo en otro lugar. Se despertó de golpe sintiéndose muy atemorizado.
Le fue difícil explicar la vfrida sen.<ación de temor, diciendo primero con
cierta incertidumbre que era porque Clri-Chi podría arañarlo. Pero rápidamente
agregó que sabía que los intentos de apareu a Chj.Chj habían fracasado y que era
más dificultoso para animales en cautivem poder reproducirse con éxito. A con-
tinuación de mis interpretaciones relató el !-.>gundo sueño.
Segundo sueño
Junto con muchos otros muchachos de la escuela había ido a Nepal Fueron
al palacio del rey y corrieron por todo d lugar; subieron y bajaron escaleras «>-
¡riendo hasta el punto de que casi las rorr:pen A la distancia vio a algunos mon;es
que vivían en otra parte del palacio.
Al contarme este' sueño rebosaba de júbilo, saltaba arriba y abajo en su asien-
to con una vivacidad fuera de lo comÍl:n y produciendo asociaciones. I.a más
significativa fue que había leído en los dQrios cµie el rey de Nepal había muerto.
S.HOXTER
\.staba muy indignado porque esta noticia no se emitiera por radio. Cáusticamente
1 lijo que había habido mucha información acerca de la reciente muerte del rey de
\)inamarca; todos se habían enterado. Pero si él no fuera un lector tan diligente
1le los diarios podría no haberse enterado nunca "de las muy importantes noti·
1·1as" de Nepal. Cuando yo estaba interpretando se me adelantó diciendo: "Y Jo
,¡ue es más, el hijo del rey ¡es ahora el rey!".
DISCUSION
Unos meses más tarde Piffie dejó de usar la mesa pequeña y de necesitar
tener a mano los restos de material de juego para recurrir a ellos si el silencio
o un intervalo amenaza ran la rigidez de su plan de controlar a su terapeuta y
sus sesiones. En este punto fue capaz de usar el divá n y relatar sus sueños de la
manera acostumbrada. En la fantasía consciente, sin embargo, había vuelto a
una posición semejante a la de los castos monjes, y repudiaba con vehemencia
las señales crecientes de la pubertad. El siguiente sueño ocurrió en un momento
en que luchaba con la masturbación y anticipaba ro n miedo su primera
emisión.
Soñó que caminaba a lo largo de un canal que estaba separado del mar. En
la orilla habla un refugio hecho de madera hermosamente tallada. Supuso que
estaba a/Ji para proteger a la gente en caso de que el car.al desbordara. Repenti-
namente hubo una terrible tonnenta, el mar se embraveció y desbordó sobre el
Canal Era muy peligroso. Huyó muy lejos subiendo la ladera de la montaña.
Cuando alcanzó una altura segura se detuvo y miró hacia atrás, p,ero habia una
densa niebla; 1w pudo ver nada ni decir qué estaba sucediendo. Finalmente la
tonnenta pasó y se aclaró la niebla. Volvió al canal, esperando encontrar el refugio
destruido por la inundación, pero en cambio encontró, para su gran alivio, que
"alguien lo había desmantelado''. Las partes de madera del refugio, que ataban
hacina.das y sin da1ío, podían ser annadas nuevamente con facilidad. ("Desmante-
l.A ENFERMEDAD A UTISTA RESIDUAL 169
la r" fue su propia palabra al relatar el suelfo y yo nunca había usado ese término
con él.)
El canal, las aguas quietas contenidas dentro de límites fijos ~- separadas del
mar, ilustra su acostumbrada rigidez circunscrita, ejemplificada en es.i época por
la insistencia de que su pene sólo existía como conducto urinario. El ma r y las
tormentas ocurrían frecuentemente en sus sueños como imágenes utili1..adas para
representar fuerzas amorfas (es decir anónimas, irreconocibles) que resistían los
límites y controles de sus sistemas clasificatorios. En esta ocasión. el surgimiento
de _sus impulsos sexuales irrumpió. atravesó y barrió con las bureras obsesivas.
Sintió que era una peligrosa amenaza tanto para sí mismo como para el refugio
materno, cuya belleza apreciaba. Por un momento pareció que lo ünico que podía
hacer era huir. Pero esta vez no se retiró mediante una mayor IDO\ili1.ació n de su
estado obsesivo. Permaneció íntegro y en pleno contacto con el choque emocional
de la situación, contando con una montaíla·pecho a la cual huir; un objeto eviden·
temente capaz de contener su asustado sel[ y de restaurarle el coraje de pei:cibir
lo que "realmente" sucede. Desde la posición ventajosa y scg¡:ra de la madre,
se aclaran las nieblas del temor (¡,y posiblemente también la arnemza de un inter·
valo de desmentalización?). Al recobrarse, es capaz de pcral>ir que las ondas
tormentosas del orgasmo no causaro n un estado devastador de desintegración. El
valorado refugio materno, con sus partes hermosamente talhdas, no era tan
frágil como temía; mediante el uso del proceso de desmantebmiento, él puede
protegerlo con amor del tormentoso empuje de sus emociones.
C'O~CLUSIOK
Hace algunos años al hablar de su observación de que los gatitos nacen ciegos,
Piffie dijo: "Los beb és ta mbién nacen ciegos. Yo fui ciego y sordo hasta los tres
anos" - momento en que comenzó la terapia . Desde entonces ha avanzado m uchí·
simo, pero mi optimismo acerca de las condiciones presentes queda atemperado
por la cautela proveniente de anteriores decepciones. La mo,iliz:ación presente.
¿no será un mero reacomodo de sí mismo y su objeto, un proCtSO que puede ser
rápidamente seguido por un desmantelamiento adicional? ¿O s:in indicadores de
que se están haciendo preparativos para una integración genUÍJ':l ~ ¿Ha habido en
este análisis un aprendi1.aje real, una experiencia de crecimiento~ ¿O estamos aún
los dos apresados en la in terminable tarea de barajar y barajar s::s permutaciones'
El examen de este aparente desarrollo muestra hasta qué pl!llto este paciente
ha continuado condenado a complicadas versiones del inte~le estereotipo de!
ni11o autista. Capaz de movilizar sus ansiedades para extender sus t écnicas de
control puede hacer proliferar los ítems de las piezas de cooocimiento en sus
colecciones; pero gran parte de su aprendizaje, confmado dentro de estos límites.
es estático y estéril.
Esta condición muestra signos de modificación, pero es im;irobable que cam-
bie radicalmente hasta que sus objetos puedan ser liberados de su estado de para-
lización. Pero un objeto vivo es un objeto que puede morir. Un objeto introyecta-
170 S.HOXTER
Donald Me/tzer
' Trabajo leído en el XXVIII Congreso l nlernacional de Psicoanálisis, París, julio de 1973.
Publicado en lnt. J. Psycho-Analysis, 1974, 55, págs. 397-404.
• También en Rev. Psico-Anál., 1973, 30, págs. 703-720. (N. del S.)
172 D. MELZ.TER
MATERIA L CUNICO N• I
Sylvia, una mujer de alrededor de 35 años, pero aún con el aspecto de una
niña púber frágil y bonita, había estado internada en un hospital durante ocho
21ios, donde se la consideró por momentos maníaco-Oepresiva y otras veces
C?lltónica. Sufría de severa anorexia y su vida en b sala estaba dividida entre
tlrgos periodos en que yacía inerte en su cama, y momentos más breves de
a.:tividad febril como fregona y mucama de todo semcio bajo .el tiránico control
de otra paciente, ~lifüe, quien parecía gobernar la sala mediante una camarilla.
Esta Pax Romana, que parecía aceptable para el personal, sólo se quebraba cuando
alguna paciente (Sylvia incluida) "se ~!vía loca" y comenzaba a "destrozar".
Lo primero se refería fundamentalmente a ataques vefbales a las otras pacientes y
aJ persona!, y lo segundo significaba romper ventaoas y vajilla. Estos estallidos se
at:."Jbuían a invasiones por parte de v$tantes "del mundo" en el equilibrio de
poder de Millie. "Si sólo nos dejaran en ~z"• C3llbba Sylvia a menudo, con Jo
cual también se refería a la iI1lrusión por parte dd análisis al que era lle\'ada en
uxi por una enfennera. Ella insistía en que el sistema no podía tolerar más de
dos interferencias de este tipo por semana.
A medida que se aproximaba la interrupción del análisis debido a las vacac10·
aes de Pascuas, Sylvia comenzó a destrozar y a volw:rse loca, e intentó con fre-
cuencia suicidarse mediante medios ingeniosos, aunque relativamente ineficaces,
.::ida vez que repesaba af hospital después de Ja sesión. A la penúltima sesión
trajo dos breves sueños:
• /f only t.hey wou1d let us alone, traducido más litcralmaste quiere decir: .. si solo (ellos) nos
dejaran solas". (N. del S.)
174 D.MELTZER
significando algo semejante a: si al menos usted nos dejara en paz {lechuga sob
sin otra comida)• y no despertara sentimientos de amor (Amy), no nos sentiría·
mos impelidas a destruir nuestra capacidad (graduada, pero capaz de contener
aproximadamente medio litro) de gratitud (tanque, en inglés tank ; gracias: thanks.
gracias a usted: thank you) cuando se van y nos dejan sobs en Pascuas {la sala.
vacía).
~o pretendo defender la validez de esta interpretación, sino más bien con·
centrarme en sus implicaciones rrspccto de la función del lenguaje en la paciente.
Es característico de ella, :al salir bamboleándose como una vieja del consultorio al
final de la sesión, murmurar algo semejante a "lo siento" o "gracias" según si
trajo o no material para análisis. particularmente suenos. Si no ha sido capaz de
cooperar, llorará en su vi2je de \'\Jelta al hospital o intentará tirarse del taxi, es-
trangularse con su bufand2 o en,"enenarse con p11doras escondidas.
Creo que es posible ' -er claramente la imagen de desesperación, como niños
aferrados uno a otro en un campo de concentración, totalmente sometidos a sus
perseguidores, revolviendo basura para comer y luchando contra todo lo que pue·
da despertar falsas esperanzas de rescate. El sonsonete "¡Déjennos en paz!" parece
un eco que se desintegra en un sonido disártrico (Let m alone!, lesalon), un mero
sonido áspero, mientras se apartan de la ternura, mientras el pensamiento queda
reducido a una imagen, b imagen onírica de Millie y Ja lechuga sola. De manera
• análoga, las palabras de gntitud se red ucen a un sonido deformado, y la mamadera
vacía invita a destrozarla en cuanto trae promesas de algo mejor. Se debe compren·
der que para esta joven. en los años previos a su internación, el mundo exterior se
había convenido en un k>quero en el cual ella vagaba de cama en cama, borracha
en su confusión, buscando un objeto que la llenara de amor. Necesitaba que fuera
un objeto sin graduaciones de generosidad, que nunca se vaciar<1, que nunca perma·
neciera fuera de la puerta de su boca (cuano), para no tener que recordarlo y
estarle agradecida.
Quiero resaltar la forma en que los sueños revelan que la estructura proposi·
cional del ¡:><?nsamiento -Déjennos en paz" y "Gracias", se ha conservado en la
imagen del sueño, pero la funcióo del lenguaje ha comenzado a perder sus raíces
en las proposiciones y a deteriorarse en un balbuceo de borracho. Debe obser.'3r·
se. sin emba~go, que la imagen tiene una directa relación del ti po del equívoco,
del Juego de palabras, a través de la homonimia, con el deteriorado lenguaje y
claramente se ma ntien~ en una· posición secundaria · es un derivado. En el
sueño encontramos las rel iquias del lengwje, como el arqueólogo encuentra los
restos de una cultura en los escombros de un basural. El mundo psicótico de
la Pax Romana de MilHe no ne.:esita del lenguaje sino sólo de órdenes, equivalen·
tes a los silbidos y los gestos ccn que se adiestra a los perros. Ni la comunicación
de los estados mentales ni la información acerca del mundo exterior son necesa-
rias. ya que todas las fWlciones del yo son llevadas a cabo por el tirano y ningu·
na por los esclavos. Pero la comunicación es necesaria para protegerse de los in-
trusos. el analista en particular. y para este propósito basta un ruido para indicar
• l <t US, d.:µdno~. Y fel/uce. lcchuµ. $UCnan en inglés parecido. IN. del S. I
EL MUTISMO 175
MA TERlAL CUNICO Nº 2
MATERlAL CLINICO ~o 3
adecuadamente por la distancia a ta que sus manos se retraían dentro de las man-
gas de su camisa.
Esta larga descripción de un proceso de parcial recuperación de una catástro-
fe esquizofrénica, tiene ta intención de ilustrar una cierta tesis sobre el desarrollo
del lenguaje y acerca del mutismo en el paciente catatónico. La enfermedad irro-
gó una destru~i0n tal del objeto interno, la base de la identidad, que acarreó la
destrucción de la capacidad de tener pensamientos y, por ende, los fundamentos
del habla, tanto eºn su aspecto vocal como verbal. En el lento avance que Jona-
than hizo hacia la recuperac~ón de su estructura y sus funciones mentales, se pue-
de discernir una recapitulación lenta del desarrollo de estas dos dimensiones del
proceso del habla, aunque con mucha distorsión y sufrimiento. .
La pnmera dimensión, la verbalización, está ilustrada por la manera en que
Jon3than logró introyectar un objeto parlante, o más bien cantante, y pudo
repetir con notable precisión la letra de una canción, primero de manera mecáni-
ca, pero gradualmente, con mayor ritmo y modulaciones. Fue fácil reconocer que
el contenido de esas canciones hacía referencia a interpretaciones recientes acerca
de 13 evolución de las cualidades y relaciones de sus objetos internos y de su signifi-
cado transferencia!, extraídas de la inferencia analítica de sus suenos, relatos de
hechos y recuerdos, y de su conducta durante las sesiones.
La segunda dimensión, la vocalización, que corresponde al balbuceo o al jue-
go con palabras del niño pequei\o, estaba representada e~ el tormento de la repe·
tición de palabras por parte de Jonathan, y su construcción y reconstrucción de
un vocabulario para la expresión de sus propios pensamientos y experiencias, todo
lo cU31 parecería dar sustento a un creciente sentido de identidad.
En contraste, entonces, con el adusto retraimiento de Sylvia de todo inter-
cambio verbal y del desplazamiento hecho por Phillipa de este intercambio verbal
en una conversación mímica silenciosa con un objeto alucinado, Jonathan ilustra
un mutismo basado en una severa fragmentación de la estructura de la personali-
d3d, con la cor .1guientc pérdida de la capacidad de poseer sus propios pensa-
mientos con lo:. cuales pensar. Al progresar ambas dimensiones de la evolución
del habla, comenzó a tener pensamientos propios, de manera que pudo sentir el
desto de comprender sus experiencias, y pedir al analista que le explicara su sig-
nifi.:ado. La gran diferencia con el desarrollo gozoso de un niño sano radica en el
grado extraordinario de sufrimiento mental. Para Jonathan, cada paso adelante
debfa darse enfrentando la severa oposición de un perseguidor interno amenazan-
te y. en la matriz del resentinúento por las separaciones, también frente a su
dcsc..1 cruel de decepcionar a sus objetos.
DISCUSION
l·stos tres ejemplos clínicos pueden por tanto ilustrar lo que conforma una
teott'A del lenguaje, su desarrollo tanto como su patología, dando lugar al axioma
de q11~ el habla hace "usos infinitos de medios finitos" (Chomsky). Podríamos
aclat ~' y recapitular los cinco aspectos de la vida mental que se definieron a sí
EL M UTISMO 179
mismos como conc!iciones sine qua non del desarroUo y continuación del lengua-
je. El prime ro es el deseo de comunicar estados mentales e infonnación, cuyo
colapso hemos visto en Sylvia. El segundo es la necesidad de tener un objeto en
h realidad psíquic2_ y que no sea de significado delirante, al cual puede dirigirse
el lenguaje -demoruado por el cambio en Phillipa que, de hablar al analista, pasa
2 una silenciosa conversación CQn una ··foto" de éste que era .. tan buena como la
perwna"-. El tercer requisito es la introyección de .u n objeto parlante del cual,
ired.iante la identif~ación, puede adoptarse la música gramatical de las proposi·
ciones del lenguaje. La experiencia ce Jonathan sugiere la reconstrucción de un
objeto de ese tipo. El cuarto elemento necesario es la adquisición de un vocabula-
rio que puede util:urse con el virtl!osismo originado en el laico de repetición,
czpaz de revertir los pensamientos oníricos en un lenguaje pasible de emplearse
internamente para ?!nsar , o exte rnamente para com unicarse. Estos cuatro ele·
~otos dependen de un quinto, un zparato mental capaz de elaborar pensamien-
tos oníricos que se ldecuen al penS2.m.1ento y la memoria (proceso a), y no que
sirvan meramente pl..--a la evacuación c~lemen tos (3 de Bion).
No es éste el lugar adecuado para un prolongado análisis de cómo esta teoría
se relaciona con otra pasadas o actuales en psicología-'-lingüística o filosofía. No
obstante, y con el fu de ubicar brevemente sus referencias, dos citas pueden resul-
tar útiles para la comparación. Roman Jakooson (Fundamentals of Language,
pág. 74) escribe: "l.! gradual regresión del patrón de los sonidos en los afásicos
imi.!rte regularmem~ el orden de la$ adquisiciones ionémicas de los niños. Esta
regresión implica u:: aumento de los homónimos (comparar con Sylvia); y una
di5minución del voclbulario. Si esta coblc incapacidad - fonémica y léxica con-
tinúa progresando, les últimos residuos del habla son emisiones de .un fonema-una
pahbra-una oración: el paciente recae en las fases iniciales del desarrollo lingüísti-
co del bebé o inclu$0 a la etapa prelingüística..."
Se verá que la L.ooria formulada en este trabajo no considera que en los niños
la trmsición tiene legar medfante la -emisión de un fonema-una palabra-una ora-
ción", sino por meco de la entonación de proposiciones a través de 1: ;.;ent11ica-
ción y con crecienu precisión. Compárese Ja observación de Jakobson con la si-
gu)ente de Ludwig Wittgenstein en sus Phílosophical lnvesti:Jarions (1, SS 20):
"Quien no comprenéiera nuestro idioma, un exrran1ero, que hubiera oído frecuen-
~nte a otro dar la orden: 'Tráig¡.me una tabla', podría llegar a pensar que
tod! esta serie de sooidos fue ra una .ola palabra correspondiente, tal vez, a una
¡x<hbra en su prop1.<. lengua. Si él mismo hubiera dadr, esta orden, probablemente
la hubiera pronuncizdo de manera distinta, y ent Jnces podríamos decir: 'él la
proow1ció de manen tan extraña porque la toma por una sola palab ra' ".
Esta afirmación ~ cvrresponde más de ce:ca con nuestra teoría, y recuerda
innrd.iatamente los numerosos chistes que están basados en este tipo de malen-
tendidos. Entonces suponemos que la idea de que las palabras son artefactos pri-
mmos y que la gramática tiene una e:ostencia como una cosa~n-sí-misma, es in-
sostenible. O si dejz::nos nuevamente que Wittgenstein lo explique por nosotros
(PJ. SS 25): "Se dire a veces que los animales no hablan porque carecen de la
caJX!cidad mental neoesaria. Y esto sl!nifica: 'No piensan y por esto no hablan'.
¡
~ro ... simplemenu ellos no hablan. O para decirlo de otra forma: no utilizan el
180 D.MELTZER
lenguaje -exceptuando sus. formas más primitivas-. Dar órdenes, hacer preguntas,
relatar, charlar, son parte de nuestra historia natural, como caminar, comer, be-
ber, jugar."
No voy a resaltar una vez más los errores metodológicos que surgen de con-
fundir. mente con cerebro. Nuestra teoría intenta considerar el lenguaje como una
verdadera función de la mente y de su historia natural. Pero equipados con esta
teoría debemos ahora volcar nuestra atención al problema del mutismo en el niño
autista, y espero que el hecho de que esta parte del trabajo no presenta ilustra-
ciones clínicas, no decepcione al lector. Hay dos motivos para ello: primero, el
material clín.ico pertinente proviene del trabajo de colegas cuyos tratamientos su-
pervisé y no de mis propias observaciones; segundo, quiero construir el concepto
de mutismo en el niño autista de una manera algo distinta - tomándolo por el
flanco, como ya dije- . No quiero considerar el mutismo en la forma corriente,
como un síntoma, derivando su estructura, sino más bien que, a partir de la es-
tructura de la enfermedad, se puede demostrar que el hablar está naturalmente
ausente en el niño autista, que no es parte de su historia natural, en el sentido de
Wittgenstein.
aún a esta edad son mudos se encuentran en cspecfa.I desventaja para aprender a
hablar más adelante.
5. Puesto que los procesos de identificación sufren tantas interferencias y da-
do que el modo adhesivo no logra delinear los aspectos humanos del objeto, para
no hablar de los animados, sino más bien sus cualidades sensuales y mecánicas, la
distinción entre animado e inanimado, humano y no humano, no se desarrolla ni
Lleva a establecer objetos internos que sean una audiencia adecuada para el habla.
6. Finalmente puede verse que las identificaciones empobrecidas y los aspec-
tos deshumanizados de los objetos no estimulan el deseo de comunicarse, sino
sólo el de controlar o despertar la obediencia de los objetos. Para este propósito,
los gestos y las señales resultan suficientes.
RESUMEN Y DISCUSION
Se han presentado tres ejemplos clínicos para ilustrar los cinco factores nece-
sarios par:i el desa.rrol.lo del habla y su uso. Uno de ellos (o más) es deficiente en
la enfermedad mental severa con tendencia a.I mutismo. Ellos son: (a) la capaci-
dad de formar pensamientos oníricos adecuados para su transformación· en len-
guaje, deteriorada en Jonathan y práctic:imente derrumbada en Sylvia; (b) fi ha-
bilidad de lograr esta transformación mediante la identificación con objetos par-
lantes, en I:• música de la gramática profunda, que se desintegra en Sylvia y se
reconstituye lentamente en Jonathan; (e) el proceso del balbuceo y de intercam-
bio de letras en juegos de pa.labras, requisito necesario para Ja construcción de un
vocabulario adecuado para la comunicación acerca del mundo externo y del vir-
tuosismo en sobreimponer esta estructura léxica de habla superficial en la base
musical del habla profunda, que se recobra en Jonathan; (d) la aprehensión de
objetos externos con cualidades de realidad psíquica que los hacen adecuados co-
mo audiencia, alterados por el delirio en Phillipa, y finalmente (e) el deseo de
comunicar estados mentales e información a otra gente, disminuido en Sylvia.
AJ relacionar estos factores con el autismo infantil, he descrito nuestros ha-
llazgos en relación con los estados del autismo propiamente dicho y el deteriora-
do desarrollo de la personalidad en estos niiíos fuera del área de la desmentaliza-
ción autoinducida. He bosquejado el modo del funcionamiento de la maniobra
cent r-! en el autismo propiamente dicho: el desmantelamiento primitivo y suave
del yo, y he investigado sus consecuencias, mostrando tamt>ién cómo la disposi-
ción que favorece este mé todo de manejo frente a una carencia ambienta.!, puede
Uevar a métodos menos primilivos de control omnipotente y, por ende, de rasgos
obsesivos. Eslo último, combinado con la dañada introyección y con la preferen-
cia por un:i forma adhesiva (Bick) de identificación narcisista, interfiere con la dife-
renciación en varias áreas de la geografía de la fantasía (~feltzer) y, en consecuencia,
con la fonnación de objetos internos. Esta última dificultad se complica aún
más en d cnmpo del habla, porque el desarrollo posterior del complejo de
edipo pre);1.1nltal tiende a manifestarse como un ataque a.I coito verba.! de los
padres inll'(ttOS.
PARTEC
Donald J/e/tzer
de pensarlo un poco más, resulta evidente que "control omnipotente de los obje·
tos" es en sí una afirmación motivacional a la cual se pueden agregar afinnacio-
nes de desarrollo motivacional secundario -"para evitar la ansiedad de separación"
o "con el propósito de impedir la concepción de otro bebé" -. Pero debe distin-
guirse de una declaración acerca del ello, que sólo podría adecuadamente hacer
referencia a la fuente y al objetivo, y no al modo y al objeto. La confusión res-
pecto de los mecanismos obsesivos surge relacionada con su utilización secundaria
como mecanismos de defensa contra la ansiedad, más que de su uso primario
-"para beneficio propio" se podría decir- corno una expresión de actividad, en
lugar de pasividad, en las relaciones objetales. ¿Por qué entonces "omnipotente"
si solamente estamos hablando de una forma de relación activa con los objetos?
Porque al estudiar estos mecanismos podemos reconocer que actúan sobre la base
de una elipsis en la fantasía, una brecha en la lógica de causa y efecto, que salta
del deseo a su realización sin hacer una pausa para lograr los medios de transfor-
mación.
Es la ''pureza" de esta operación a lo que me refiero con respecto a Piffie.
Mientras que, por supuesto, él a menudo empleaba mecanismos obsesivos con
propósitos defensivos, los desplegaba en su mayor riqueza como su modo favorito
de dominar la creciente complejidad de sus relaciones objetales. Podría decirse
que era un "científico nato" de la escuela experimen.tal que elimina variables,
que aísla los fenómenos simples para estudiarlos en una situación circunscrita.
P:lrecería que quiero decir que la ciencia experimental emplea medios omniroten-
tes, lo cual es correcto cuando se la contrapone a la ciencia observacional y des-
cnptiv:;. Es por esta razón que los éxitos del laboratorio concernientes a las cien-
cias físicas fracasan progresivamente en las orgánicas, y se acercan al fracaso casi
t0tal en las ciencias humanas.
El otro factor en la "pureza" de los mecanismos obsesivos de Piffie puede
hallarse en Ja ausencia de sadismo en su forma de ser. Rara vez parecía emplear
el control omnipotente como una forma de actividad sadista, tal como es posible
observar en la enfermedad obsesiva seria. en Ja paranoia o -por excelencia- en la
catatonía. La expresión "cultivo puro" es por otro lado, capaz de explicarse a sí
misma. Su enfermedad transferencia! consistía en emplear los mecanismos obsesi-
vos como defensa, en preferencia rnasi"ª· respecto de otros medios de defensa
contra la ansiedad. Después de todo, los mecanismos obsesivos, tal como los ve-
rnos desplegarse como defensa en el neuró1ico obsesivo, son la defensa más "razo.
nable" contra el sufrimiento del complejo de Edipo. Simplemente impide el sufri-
lllJCnto evitando la experiencia de una relación tricorporal. La bandera de la India
sería su emblema 1<leal. si la rueda no tuviera borde. Consigo mismo como el
eje de su mundo obsesivo de relaciones objetales, cada rayo sería fcfümente aisla-
do de todos los otros, excepto que, de algún modo, tales personas no parecen ser
felices. Los fenómenos que constantemente examinamos en la transferencia son
los producidos por la infelicidad, el deterioro y la rebelión. cada uno con sus
ansiedades acompai\antes, de estos intransigentes objetos. Lo mismo ocurre al
mani3co-depresivo, que opera con objetos parciales y donde la separación del pe-
zón·pcne del pecho parece ser el paradigma de su conílicto emocional: los objetos
se deterioran y se convierten en persecutorios.
AUTISMO Y MECANISMOS OBSESIVOS 187
medad. Desde el punto de vi~ta constitucional, era por cierto el niñ-0 favorable-
mentc\iotado de l grupo, y SL' progreso en el análisis fue sin duda constante, no
como el proceso de Barry, con avances y retroce50'5, por ejemplo. Pero el ritmo
se lentificaba .por lo que con frecuencia parecía ser su capacidad de i..<finitas eer-
mutaciones en su fantasía. Cuando marcaba las junturas del linóleo, cuando arma-
ba bebés parte por parte, en todas estas actividades parecía en ese momento ca-
paz de una eterna preocupación. Es casi imposible explica! la determinación del
pwito final de una fase -porque tenían por suerte puntos finales- tamo como es
casi imposible explicar el punto final de un ataque maníaco o del duelo. En estos
últimos casos, es posible' vislumbrar la satisfacción del sadismo o la operación de
la decisión de abandonar la esperanza de la vuelta del objeto, pero eo el caso de
Piffie, cada punto crítico vino de manera inesperada.. tal vez determinada más por
algo como el fin de la tolerancia de la señora Hoxter, que por un proces0 esen-
ciaJmente interno del niño.
Creo que, como preludio a una discusión teórica más detallada de los me-
canismos obsesivos, será útil recapitular en este punto las notas de un resumen de
los primeros dos años del análisis de Piffie, en el •erano de 1963. En esa época
escribí lo sigui~nte:
Mis impresiones de Piffie son menos continuas y menos completas que l:!s de Timmy,
pero informaré lo que recuerdo.
Este niñito me da la impresión de ser lo suficicnter'<!nte maduro como r.ua descartar
los ata,·íos del lutismo: pero se enfrenta con un ambie:ne que (naturalmenu) ya no ~lá
capaciiado p= proveerle del tipo de experiencia sim~. repelitiv:i y aislall., de cuao~o
era bebé, alred~dor de la cual puede tener lugar b disc...i.ación primaria y IL organizacion
de la personalid.ld. Mi primera impresión es de asombro ¡:or el grado de con=ción, humor.
urgencia y florida imaginación con que es capaz de to¡:¡a¡ desde el comienro los juguete~
y la caja como el pecho que alimenta, y el cuerpo de la terapeuta como una falda-inodoro,
haciendo una di.soc:iación de tipo más bien avanzado con referencia a un objero bueno Y' de
alguna manera integrado. •
Mientras que el interés por la identificación proye..-Ova fue prominente ro la relacion
de Piffie con ti cuarto, las escaleras y la casa, no apueáÓ como la principal dificultad en el
material de ju~o. Vimos, más bien, que la arrolladora po:sesividad y La exigencia sensual del
objeto materno se expresaron por medio de lo que siente que es un primer éerivado de los
mecanismos autistas - es decir, su extrema preocupación por la segmentación (opuesto a .. frag-
mentación") y reconstitución de su objeto. El énfasis apareció como pxepondenntemente oral
y se manifestó (n tipos. extremadamente primitivos de mecin.ismos obsesivos de un alto grado
188 D.MELTZER
de omnipot encia (empaquetar, los dibujos de la mesa del comedor, el arreglo de los crayones de
colores, etcétera).
Esta omnipo tencia del control parece que se organiza primariamente al servicio de ·sus
esfuerzos intro ycccivos, y tenemos cierta razón para creer que la despliega como una defensa
contra su extrema vulnerabilidad a la experiencia traumática en relación con el pene paterno
(el episodfo del "hombre en la escalera"). En cont raste con Timmy, cuyo objeto parecía
quedar poseído por bebés rivales en cuanto se hacía frustrante o hiriente, el objeto de Piffie
sólo parece ser bueno cuando se lo ncía de los penes, y entonces se transforma en pasivo
y fácilmente esclavizado (el material del almohadón, los trenes, el ordenamiento !le 10$ dibu-
jos, etc.) . Esto parece referirse primariamente a la situación de alimentación más que a la de
papá bajando la esca le ra de mamá-inodoro . Es aún difícil decir qué constituye el núcleo
traumático del tipo de experiencia de descubrimiento del pene dentro del pecho, pero supon·
~o que amenaza con destruir el tipo de idealización de Piffie de que su boca es la fuente de
todo place1 para el pecho, implicada (o más bien subsiguiente) a una severa negación de
diversos tipos de agresión como morder, escupir, golpear }' apuñalar con la lengua.
La reparación maníaca de este tipo de organización primariamente oral parece subyacer
en buena parte de los "frotamientos" de tijeras, líneas, clavos y otros defectos en el linóleo
del cuarto de juego. Uno siente que las tijeras-boca han sido disociadas y proyectadas en el
pene del padre, y que la consiguiente protección hacia el pecho respecto del pene (nuevamen·
te el episod io de la escalera, la hoja en la entrada, el d=antelamiento de las varillas de la
escalera, etc.), se instrumentan con b beatería propia de un cruzado. (Compárese, por ejem-
plo, la "Leyenda de la Vera Cruz", que comenzó como una rama del árbol de la ciencia del
bien y del mal en el jardín del Edén, y que fuera plantllda en la boca del cadáver de Adán
por Seth, creció hasta llegar a conTcrtirse en un árbol y fue reconocido por la reina de Saba,
quien predijo la. Crucifixión, se convirtió en la Vera Cruz y fue enterrada hasta que la encon- f i
tró Santa Elena, la .madre de Constantino, quien probó su autenticidad haciendo revivir
con ella a u n niño muertv.)
En resumen, Piffie parece ser un niño muy inteligente, cuya envidia destructiva y cuya
crueldad aún no podemos estimar cuantitativamente. Su autismo parece haber surgido más
wde que el de Timmy y haber sido traído a tratamiento más temprano, luego de haberse;
Ntablecido ciertas tendencias prog¡Wstas, en un medio no particularmente distinto desde
el punto d e vista descriptivo. En ambos niño$ el énfasis de la psicopatología parece puesto
en el fracaso para desarrollar y utilizar las capacidades introyectivas, como medios de esta·
bkcer Ja identidad y afron tar la separación de los objetos externos. Al igual que TimmY. la
disección del sel{ y los objetos aparece como el paso primario en los recursos obsesivos, pero
ruede detectarse una diferencia importante, es decir, "ue Timmy emplea sus mecanismos
primariamente como defensa contra d sufrimiento rnent21, mientras Piffie parece más inclinado
a controlar los objetos de su voracidad posesiva y sensual. ¡rara protegerlos contra su sadismo di·
s<x:iado. En amoos niños la dependencia es seria.mente noe-pda. Otra manera de marcar la di fe·
rencia sería declr que Tinuny se inclina a evadir las expcrimcias ea una forma tan prinútiva que
c::ie casi fuera del dominio mental, mientras que Piffit está decidido a contcolar s11s expc·
ri.encias para evitar una catástrofe. De esta manera, utiliza su maestría a través del pensa·
miento para negar vigorosamen te cualquier diferencia e=tte realidad interior y exterior. Por
tj<!mplo, e 1 hombre en la escalera es encarado como lo c;ue inesperadamente crearon los ojos
d<! Piffie, y no como lo que sorpresin.mcnte apareció en lz ventana de la señora Hoxter.
Es ai'.ln demasiado pronto para tener la convicción de que estos dos niños están correc-
umente clasificados desde el punto de vista metapsicolégico. pero mi impresión es uue esta·
mos viend<l en operación los mismos mec::utismos menttles en relación con distintos njveles·
de organización del desarrollo.
Diez años más tarde, tengo más confianza en la re~puesta a este interrogante.
De manera similar, el tiempo y Ja experiencia con otras enfermedades en las que
similares mecanismos obsesivos desempeñan un ¡l2pel importante reforzaron en mí
I:\ convicción de que tanto en los niños cuyo de.surollo ha quedado detenido por
el 11utismo como en aquellos que han retomado su desarrollo pero que muestran
AUTISMO Y MECAN ISMOS OBSESIVOS 189
un tipo de psicosis postautista, puede verse el u.so de estos mecanismos en su con-
texto más primitivo . El extremo arcaísmo de la estructura de personalidad que los
despliega, aislada, al parecer, de los modelos cuhuraleso familiares, del pensamien-
to , de los medios de comunicación y la conducu., de:!lllestra cori notable simplici-
dad la esencia de Ja operación. Esta esencia puede ser bcevemente expresada como el
recurso de un aislamiento fenomenológico. Este ttr.nino, aislamiento, se refiere
al principio básico de la operación , pero no a su mC\!o de funcionamiento. En el
pasado la ha empleado la psiquiatría descriptiva pua describi r el "aislamiento
del afecto" del contenido del pensamiento, y es reab'Jentc uno de los fenómenos
el ínicos de las enfermedades obsesivas. Pero para des:ribir el mecanismo en si, qui-
siera utilizar un término más transitivo tal como ··~-gmentación" o "desrmntela·
miento" (véase Sexual States of Mind, capítulo 15). Puede verse fácilmente que es·
tos términos implican una suposición, es decir, que k-; procesos perceptuales primi-
tivos incluyen una integración sensorial en un nivel ae urofisiológico que está más
cerca del cerebro que de la mente. Gra n parte del trabajo de laboratorio sobre
percepción llevado a cabo por la "psicología" d~ la Gestalt, por ejemplo, se
preocupa por delinear estos hechos y sus modelos :::mínsecos. Aún más, tengo la
fuerte sospecha de que lo que W1lfred Bion ha fom:~do, más que descrito, como
el dominio de la "función alfa", pertenece a esta c¡~c:goria. Es, en cierto sentido,
el material crudo del funcionamiento mental, los cU.:us a los cuales se les atribuye
significado.
Parecería ser éste el momento adecuado de un pequeño intermedio filosófico ,
para reunir los términos "mental", "concepto" y -oaiabra", a fin de achrar que
cuando utilizo el término "significado", no inter-: ... implicar algo ob.~n.'do me-
diante un proceso de abstracción. Quisiera citar .nos párrafos del libro Mental
Acts, de Peter Geach, y mostrar su relación con la 1..ta de Bion de que los concep-
tos se forman por la conjunción co nstante de r·~oncepciones y realizaciones
(realizations), siendo el primer pensamiento el df un objeto ausente. C each es-
cribe:
Quiero mantener una conclusión de mayor fuer12 "º exist(' con«plo alguno para el
cual sea adecuado el método de la abstraooón. Si hubiea .iWina rerdad en el abstn..--.:ionismo,
sería en todo caso adecuado para conceptos de cualidaj:1 •sensonales scndlw, ¡>;4.a concep-
tos como "rojo" o "redo ndo". Si tcn¡¡o el concepto de -:ojo", puedo emitir juicio. exp resa·
bles en oraciones que contengan la palabra "rojo". F~:a habilid.ld, sin embargo. no puede
adquirirse por ninguna clase de atención o manchas t~•as por ningún período ée tiempo;
incluso si luego de un período de atención a mmch:i..~ -.1as la habilidad se h1áen presente,
aún nos negaríamos a decir que ha sido "aprendida" d: o!1C modo. Pod~mos dccü esto con
tanta confianza como podemos decir que el uso ord!:-.i.;o de la palabra "rojo" no puede
aprenderse por escucharla ceremoniosamente repetida en ·resenci.a de un objeto ~rojo", basa·
dos simplemente en que tal ceremonia no es el uso ordina:"l de la p;ilabra ..rojo".
Prioc (Thinki11g and l:'xperience, llutchínson. 1953• cene el raro mérito cncre los abs-
tracciorústas de haber señalado que la ceremoniosa d~Stiáón ostensiva desempeña. normal·
mente un papel muy pequeño en el aprendiiaje del ter,.'Uaje. Su propia teoría ts que apren·
demos el sentido de palabras tales como "gato~ y .. ~ .. mediante un doble proceso de
abstncción; que
"el factor común, por ejemplo 'gato', en expresirocs que ror ouo lado son fuera de lo
común, gradualmente se correlac1ona con un factff común en las situaciones ambienta·
les observadas que de otro modo serian difcrenl!.1. Oc modo similar, 'nc..,-o' se hace
190 D.MELTZER
gradualmente evidente a partir de otra serie de expresiones que son de otro modo di-
símiles, y se correlaciona con una cualidad visible experienciada en situaciones de otro
modo distintas" (pág. 215).
Esto es mucho más plausible que todo el ·material usual acerca de, la defmición ostensiva,
pero aún pienso que está expuesto a dos fatales objeciones. Primero, es parte integral del liso
de un ténnino general que no estarnos confinados a usarlo en situaciones que iucluyen algún
objeto al cual se aplica el término; podemos usar los ténninos wnegro" Y ~gato" en situaciones
que no incluyen ningún objeto negro o ningún gato. ¿Cómo puede esta parte de su uso
obtenerse por abstracción? Y este uso es parte de los comienzos del lenguaje; el niño puede
decir '1arro" (por) en una "situación ambicr.tal" en que el juro brilla por su ausencia. Se-
gundo, es por supue"<l insuficien te, aun cuando el lenguaje se emplee para describir la situa-
ción inmediata, que debemos pronunciar muchas palabras correspondientes a distintas carac-
terísticas de la situación, pero la abstracción a que I>rrce se refiere, eicasamcnte explica el
que hagamos más que esto (pág. 33-35).
La ilustración más llamativa de esta tesis que puedo citar es la forma en que
Piffie enfrentó la intrusión del "hombre en la escalera". El im:xJcto emocional
que tuvo en él es indudable, pero lo que impresiona especial~~te es la manera
sistemática con que se dedica a reduoir la experiencia a una \'ariedad de formas
sin sontido, tal vez adecuadas solamente para ser aprehendidas .como formas geo-
métricas. Creo que esta reducción tenia la intención - y lo hubiera logrado si no
hubiera sido por la inten-ención interpretativa- de vaciar ce significado la
experiencia, hacerla incapaz de representación simbólica y, en consecuencia, de CO·
municación interior para que pudiera ser utilizada como recuerdo. Es posible adver-
tir ahora que estamos formulando una teoría del olvido que abarca una categoría
de fenómenos mentales muy distinta de la formulada por Freud ;¡ara las amnesias
producidas por la represión. Podría abrirse así una ventana a la \"2.>"ta tierra de nadie
del pasado que se encuentra en el paciente catatónico, espacio y tiempo vacíos,
salpicados con fragmentos desarticulados de recuerdos e imágenes en los cuales sólo
pueden arraigar palabras aishdas más que oraciones, como coo Jonathan (capi·
tulo VIO.
Esto nos lleva bastante lejos en nuest ra coniprensión d~l funcionamiento
de los mecanismos obsesh'OS.. pero no llega aún al corazón del mi.::.'lerio relacionado
con su importancia en la 'ida mental en general. Parecería llW bien que estamos
sugiriendo que, en tanto el control omnipotente con Ja separación de los objetos
crea una paralización del movimiento vital y una simplificación desde las expe-
riencias a los c,·entos, la \ida emocional se perjudica, y éste es el centro de la
cuestión, la razón de que estos mecanismos estén tan disponi:'ks para la defensa
contra el sufrimiento mental. Pero queremos particularment~ destacar que el
empico defensivo de estos mecanismos es secundario, y que s:.i fur.dón primaria
y más importante, genenlrnente algo escondida para el mttodo psicoanáLitico
de investigación, es ccntril en cuanto al logro de- un alto grado de integración
entre el desarrollo emociooal y el intelectual. Al tiempo que pido al lector que
conserve la experiencia de Piffie en mente, quiero presentar cos dibujos de u.na
niña de nueve años realizados antes de la interrupción del anilisis por el fin de
semana. Esto sucedió unos quince ailos atrás y fue la primera indicación que tuve
de la profundidad emocional y el potencial intelectual de :.:na niña esquizoide
que desde entonces se desarrolló como una artista y una intelectual muy pro·
metedora.
En la época en que estos dibujos fueron realizados, esta c:.ia aún permanecía
muda en la situación anaJjtica, después de dos años de sentars.! a la mesa dándome
la csp::!da JI!ientras dibujaba, sin permitirme ver lo que hacfa. Más bien, al dejar
cada sesión tiraba el dibujo al piso, de modo muy semej2i:ce a la paciente de
Abraham que dejaba caCT objetos de su cinturón mientru caminaba por los
bosques. Yo sólo podía, entonces, analizar su conducta y el dibujo de la sesión
anterior, mientras ella aparentemente me ignoraba y llevaba a cabo su nuevo
dibujo. A primera vista ambos dibujos no parecen estar relacionados; uno era una
casa estilizada y el otro un diseilo estilizado. Pero una obsef\"Jción más cuidadosa
revela rápidamente que el diseño está compuesto de partes desmontadas del dibujo
de la casa. Es importante notar que los dos dibujos fueron heclios con un intervalo
de tr\:S días y que yo tenía al primero fuera de la vista de la paciente mientras ella
192 D.MELTZER
"
CAPITULO IX
Donald Meltzer
UNIDlME:-iSIONALIDAD
TRID!MENSIONALIDAD
tener lugar una vez que se ha hecho efectiva la función de esfínter. Con la evolu·
ción y el desarrollo de estos esfínteres t iene que ver la mayor parte del análisis
de Barry. Su material muestra con particular claridad que la capacidad de un
objeto de proteger y , por ende, de controlar sus propios orificios es una con·
dición previa para que el sel[ realice un movimiento en esa dirección, de conti·
nencii tanto como de resistencia a la penetración agresiva.
Empero, en tanto el interior de un objeto también persiste en tener el signi-
ficado de un estado anterior de la mente, ya que el sentimiento de ser adecuada·
mente contenido es una precondición para la experiencia de ser un continente
capaz de contener, Jos movimientos en la fantasía de entrar y salir de un objeto
tie nen necesariamente significación con respecto a la concepción del tiempo .
El tiempo, que no se podía diferenciar de la distancia en la unidimensionalidad
de la desmentalización y que había adquirido cierta vaga continu.idad o circul3-
ridad al moverse de un punto a otro en la superficie del mundo bidimensional,
comienza ahora a· tener una tendencia direccional propia, un movimiento inexo-
rable de adentro hacia afuera del objeto. Pero la operación continua de la omni-
potencia da forma a la fantasía de identificación proyectiva. Por este medio, no
sólo se afirma la reversibilidad de la diferenciación del sel[ respecto d el objeto,
sino que también se proclama, como corolario, la reversibilidad de la dirección
del tiempo. Así surge el tiempo oscilatorio en las concepciones mentales "del
mundo" y, para llegar finalmente a ser u nidireccional, tendrá que esperar a que se
cumpla el proceso doloroso y nunca totalmente completo de renunciar a la
identificación proyectiva. El tiempo se convierte entonces en el esposo impla-
cable del Destino, ese imponderable y azaroso factor del mundo exterior.
. TETRADIMENSIOKAUDAD
LDENTIFICACIOS NARCISISTA
Can::irura. Uno de los rasgos caracterológicos de .la gente que emplea la iden·
tificacié:: proyectiva es, en gran medida, el grado con que presentan al mundo una
caricati.n hostil de sus objetos. La conducta del travestista es un ejemplo extre·
mo, perJ puede verse en cualquier caso de seudomadurez. Por el contrario, b
mímica Je los identificados adhesivamente presenta una caricatura también, pero
que esti muy lejos de ser hostil. Tiene más bien la cualidad de una diminutiza·
ción (diminutization) con todo el encanto que esto tiende a implicar. Ejemplos
son la =nera en que fohn comenzó automáticamente a marcar un ritmo con el
barredero o a mecerse como el árbol. Cuando se observa a este tipo de niño ca-
minando de la mano de un adulto, se los ve combinarse en una forma por demás
llamatm por su cualidad de pas-de-deux*.
CCT:!do nos movemos en el dominio de la conducta inteligente, sin embargo,
el cuaC.v pierde su encanto. Nuevamente, aquí el niño identificado proyectiva-
mente ;:uede causamo s cierto enojo con la pretensión o pomposidad de su porte o
vocabtili.rio, o divertirnos por su tosquedad, segón la cualidad de su objeto. El
niño iC~ntificado adhesh-m1ente, en cambio, tiende a alarmarnos con su imita·
ción no inteligente de su objeto interno o externo. Esto se observó con frecuencia
en Ti.rrG1y y John, cuando las alteraciones en .el tono de voz y la ausencia del pro-
nombre de la primera persona indicaban que estaban hablando como loros.
· Pc:é'íamos citar extwsamente o tros f<:nómenos característicos de la identi·
ficació;: adhesiva; pero oo es nuestra intención exponerlos aquí, sino solamente
hacer explícito el concepto . Debemos ahora volver nuestra indagación en otra
direcciC:i. Jo que nos lle\"a al área de los esfuerzos compensatorios que pueden
obsen~-se en las funciones yoicas cuando aún prevalece la bidimensionalidad.
Para efü citaré extensamente el trabajo de la señora Bick de 1968.
J.¿ resis es aue en su forma más primitiva las partes d~ la personalidad se sienten como
carentei de una fuerza que h5 una, y d~ben enton~s rewnrsc; de ~.manera que es vive_n-
ciada ;m ellas pasivamente, como la piel que funciona como un liJrute. Pero esta func:ion
Un año de observación de una madre joven e inmadura y su primer bebé mostró un pro-
greso grad ual en la función de "piel-continente" hasta las doce semanas. Al aumentar la
tolerancia de la madre a la cercanía del bebé, su necesidad de excitaI a_la niña para que
manifestara su vitalidad disminu yó paralelamente. En consecuencia, pudo observarse una
disminución de los estados no integrados en el bebé. Estos se habían caracterizado por tem·
blores, estornudos y movimien tos desorganizados. En ese momento tuvo lugar la mudanza
a una nueva casa aún no terminada, hecho que perturbó severamente la capacidad de. la
mad re de contener a su ne rtita y la forzó a distanciarse de ella. Comenzó a alimentarla rnien·
t ras nliraba televisión, o de noche en la oscuridad sin tenerla en brazos. Esto pro<;lujo en la
niña un torrente de perturbaciones somáticas y un aumento de los estados no integrados.
La enfermedad del padre en esa época empeoró las cosas y la mad1e debió plantearse la
necesidad de volver al trabajo. Comenzó a presionar a la pequeñita hacia una seudoinde·
pendencia, forzándola a usar el orinal, introduciendo un andador (bouncer) durante el
día, mien tras se rehusó con dureza a responder al llanto de la pequeña durante la noche.
La madre volvió entonces a su tendencia anterior estimulando a la niña a reali7-ar extúbicio-
nes agresivas, que ella misma provocaba y admiraba. A los seis meses y medio el resultado
era un.a niñita hiperactiva y agresiva, a la que la madre llamaba la "boxeadora" debido
LA DIMltHSIONALIDAO 205
a so hábito de dar puñct%U>s en la cara de la gente. Vemos aquí b formación de un tipo
m11:SCular de "segunda piel" autocontinente, en lugar de una adecuada piel-continente.
Algunos años de anilisis desde los tres años y medio nos permitieron re<:onstnm los
~dos mentales reílejados en la hlstor~ de su perturbación infantil. Los hechos son los si-
gc¡oentes: un nacimiento diflcultoso, se prendió r,·.rtementc del pción desde temprano
pero fue muy pereiosa para t omar, succiónaP, la mamadera complementó al pecho en la tercera
s=ana, pero el arnamanumicnto al pecho continuó- hasta los onct meses; tuvo eczema
in!intil a los cuatro meses y s.. .=.,.aba huta sangrar, se pe~ba a su madre en extremo. tenía
~ra intolerancia a esperar por sus comidas, era atrasada y atí:.:ca en todas las áreas del
d(33frollo.
En el análisis se reflejó desde el principio una severa intolerancia a la separación en el
a~tar de las mandrbulas y la rotwa sistemi'i1ca de todos lo! matcna! ,s después de la pri-
a:.:n interrupción debida a las vacaciones.. u total dependencia dd contacto inmediato pudo
''º
''el'SC y estudfarse a través de la integnc:ión de sus estados postunles y de su motil.Jdad por
tD lado y el pensamiento y la comunicación por el otro, que existían al comienzo de cada
i...":lión y mejoraban en su t ranscurso, pani reaparecer al irse. Venía encorvada, oon los m1em-
b..-os tensos, grotesca como una " bolsa de papas" como más adelante ella se llamó a sí misma,
~ emitiendo un explosivo "ssbick" por "buenos días. señora Biclc". Esta "bolsa de papas"
p1...-ecía esw en continuo peligro de dernimar sus contenidos, debido en parte al constante
~erear de su piel que representaba b piel·"bolsa" del objeto en el cual algunas de sus
p:utes, las "papas", estaban contenidas ficlcntificación proyectiva). Se logró la mejoría de
esa postura encorvada a la erguida, jur1to con la disminución de su total dependencia gcnc-
nJ. pero más a través de la formación de una segunda piel basad~ :.n su pr.opia muscularidad,
~;e por identuicación con un objeto continente.
Podría estudiarse la a.ltemancia de dos tipos de experiencia del ulf la ..bolsa de man-
z.mas" y el "hipopótamo"- en relacióa con el tipo de contacto en la transferencia y con la
nperiencia de separación, ambos rebcionados con una perturbación en el período de ali·
=~ntación. En el estado de "bolsa de mantanas", el paciente era quisquilloso, vano y tenfo
~-::a constante necesidad de atención y halago, era fácilmente vulnerable, esperando siempre
tl:la cat:ísuofc, tal como un colapso al len.nturse del diván. En el estado de ''hipopótamo'',
cl paciente era agresivo, tiránico, cáustico e inflexible en querer hactr las cosas a su rTUnera .
•>,.:¡¡bos estados se relacion.aban con el tipo de organi1ación de la "segunda piel", dominado
;or la identificación proyectiva. la pid de "lúpopótamo", tanto como la "bolsa", era un
:-!tlejo de la piel del objeto dcnuo del cual existía, mientras que las mani.anas, de piel fina
~ fáciles de magullar, representaban el estado de las partes del sel{ q ue estaban dentro de este
t'ojeto insensible .
En el análisis de una ni/la de cinco años cuyo período de ulimentación se había caracteriza-
~º por la anorexia, se presentaron de entnida problemas de piel-continente, como por ejemplo
s:is constantes exigencias a la madre, durante las primera~ vacaciones analfocas, de que sus
:opas fueran ajustadas con firmeza y sus zapatos atados apreta<bmente. El material ulterior
::iostró su intensa ansiedad y necesidad de diferenciarse a sí misma de sus ¡uguetes y muilecas,
;cerca de los cuales decía: "Los juguetes no son como yo, se rompen en pedazos y no se
1:rcglan .. No ficncn piel. ,¡1'oso tros tenemos piel!".
O.MELTZER
206
Esto es lo sustancial del trabajo que ab rió el problema de la no integración,
en contraste con la desintegración, relacionándolo con un continente defectuoso.
Además, la señora Bick ha rastreado algunos de los esfuerzos compensatorios
de la autoco ntención pato lógica. Al describir la psicosis ¡x:istautista (por ejemplo
Barry) también hemos delineado un estado de no integración, mientras que el
autismo propiamente dic ho se ha considerado como una forma extremadamente
primiliva de desintegración.
1.
LA fENOMENO LOGIA DE LA IDENTIFICACION ADHESIYA
EN PACIENTES NEUROTICOS Y PS ICOTICOS
Ma1erial clínico. Una muje r joven, atractiva y buena moza que vino a anali·
zarse año~ después de la muerte de uno de sus padres demostró en 'Su conducta
cierto arte social. habilidad para charlar con agudeza e intereses muy dispersos,
que estafr.in ¡x:ir. un lado en marcado contraste con las características del ambiente
ci0so escrutinio de las cualidades superficiales de la vida del analista -sus ropas,
el consultorio, casa, jardín, etc.- estaba en realidad acompafiado por invasiones
dañinas, como se ilustró en el sueilo de la nifta que caía a través de la superficie de
hielo, menoscabando su objeto y reduciéndolo a ser "la mujer de la limpieza",
el tipo de sirvienta que venía a limpiar la casa, se le pagaba y no se pensaba más
en ella. Sólo muy gradualmente disminuyó la omnipotencia de su voyeurismo y
emergió la apreciación de la privacidad y el misterio fundamental de ~ü:,; objetos.
El material de este caso puede ayudar a demostrar c0mo un área p~rticular
de b relación infantil inconsciente con la madre =~t r~na corno objeto total (la
señora C., la mujer de la limpieza) y ron el pecho como objeto-par cial (el laguito •
de los peces) puede deteriorarse en cuanto a ser piel-continente y a la dimensio-
nalidad, socavando la fuerza y la vitalidad de la personalida:! - :omo un todo,
mientras que apenas producía efecto alguno que pudiera identificarse desde un
punto de vista descriptivo puramente psiquiátrico. l.l paciente en cuestión está .
en un alarmante cont raste con, digamos, Barry, y ponerlos juntos sirve para ilus-
trar la importancia de los factores económicos y de la matriz total de la personali·
dad dentro de la cual se encuentra incrustada una particular área defectual. En
el caso descrito, la bid imensionalidad no era un fracaso primario del dCSlJTollo,
sino que fue instrumentada regresivamente en la infancia como una organización
defensiva frente al complejo de Edipo genital y refon.ada en la tardía adolescen-
cia frente a la muerte repentina de uno de sus padres. Cabe ahora plantearse la
pregunta de la forma en que la bidi"lensionalidad que describimos difiere de la
renegación de la realidad psíquica, que se ve por ejemplo en la latencia, con su
sentido común, su falta de imaginación y el empobrecimiento del afecto.
LA BIOíMENSJONALIDAD Y LA RENEGAOON
DE LA REAUDAD PSIQllCA
CONCLUSION
Donald Meltzer
A110ra bien, hay cierta suerte de lección .escondida en estos hallazgos, algo
relacionado con la disociación e idealización, de bueno y malo como categorías
mentales, algo que hace surgir una pregunta acerca de su necesidad. El cargo
contra Milton de que hlzo de Satán el héroe en El ¡xuaiso perdido no carece
de fundamento, ya que no se ha visto muchos hombres luchando como Milton
para contener y tratar personalmente, responsablemente. con cada aspecto de
sí mismo en relación con su objeto, Dios. Es evidente que Melanie Klein conside-
raba que los procesos disocíativos se instauran violentamente a partir de impul-
sos Clestructivos, sin considerar el propósito o motivo por los que se utifüan.
Ella siempre creía que la disociación era dañina para el objeto en cierto grado,
y, por tanto, siempre razón de culpa y remordimiento . Y es verdad que. al estu-
diar los procesos disociativos, observamos que tienen la cualidad de un juicio pro-
nunciado y ejecutado sin considerar la sabiduría salomónica que puede subyacer
por detrás. Hay una " irritante indagación de datos y razones", una búsqueda ¡x>r
lá "resolución final del problema X".
Pero probablemente sea también cierto que los procesos. disociativos son ne-
cesarios para el tipo de decisiones que hacen posible la acción en el mundo exte-
rior. Cada decisión implica poner en movimiento un plan singular entre varias
alternativas; es experinnental, implica riesgo, una cierta crueldad hacia uno mismo
o los otros. Recuerdo cuando niño haber vistó un filme científico sobre cristalo-
grafía, que trataba del corte de uñ enorme diamante en bruto de mucho valor. Los
cqrtadores estudiaron su estructura, trazaron líneas sobre los clivajes naturales
supuestos, y luego, en el momento de ma,yor suspenso . aplicaron un pequeño
cincel, le dieron un golpe suave y el diamante se cortó linpiamente en dos partes.
Quedé muy impresionado. Pero también estoy muy im;Jresionado por el suefto
de Piffie a los catorce años sobre un objeto precioso o;;e tiene líneas naturaks
de clivaje. Mientras fa señora Bick parece haber descubieilo el secreto de la fuerz..a
del yo, Piffie ha descubierto ta! vez el secreto de la elas1i..:idad del yo , del doble-
garse para conquistar: las cañas se dobla_n mientras el rob\e cae frente al 1empor:tl .
. En una palabra, contemporizar sabiendo desligarse. La orden dada por Lincoln
a sus reclutas sería el mejor ejemplo en este punto .
El término contemporizar hace surgir inmediatamente el espectro de la hesi-
tación, la indecisión, la dilación morosa y el compromiw, la marca de fábrica
del carácter obsesivo. ¿Dónde radica la difercncia ry ¿En qué forma la obsesión
de Piffie difiere de la del "Hombre de las Ratas" de F rE ud? UT12 clara respue:rra
es que el paciente de Freud desplegó sus ideas obsesiva; de separar y control:rr,
al servicio de su ambivalencia hacia su "'dama'', todo ;-J amor y su odio. Los
rasgos obsesivos de Piffie no sirven a su ambivalencia. q ue en realidad es. muy
poco manifiesta. Realmente su control omnipotente t ie:i e la intención de seI'i r
a su deseo de poseer a su "señora Hoxter" tan completamente como John quie<e
a la "señora", pero finalmente a través de la comprensión de sus (de ella) mec:::i -
nismos internos, no de fuerza. Como el Mr. Magoo de &.rry, Piffie es un enamü -
rado que desea comprender a su objeto hastó. tal punto que llegue a hacerlo tz n
dichoso que no necesite o quiera otros bebés o papás-penes. ¿Es ésta una Í011r.'.a
primitiva de amor? Sí. ¿Egocéntrica? Sí. ¡Pero auténtica'
Debo también hacer una pausa en este momento para prestar atención a un
214 D. MEl.TZER
antes de caer rendido a la seducción de Dalila. Pero cuando estaba en Giz.a sin sus
ojos fue elástico, pudo resistir la seducción, contemporizar con las :. •enazas )
esperar su oportunidad: