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2. El concepto de envoltura psíquica. de validez de las ciencias experimentales.

En cuanto a la exi-
gencia de identidad personal, adopta en él la forma de un tra-
D, Nouztl bajo psiquico, tanto del analizando como del analista, desti-
nado a seleccionar lo que pertenece al mundo psíquico de uno
y de otro, a separar lo que depende del mundo psíquico inter-
no y lo que depende del mundo perceptivo.
Lo que llamo «envoltura psíquica» es el plano de demar-
cación entre mundo interior y mundo exterior, entre mundo
psíquico interno y mundo psíquico de otro. Consideraré pri-
Bl inovimioniü del conocer lleva a deslindar dominios de mero la génesis del concepto en la teoría psicoanalítica.
•«|t»il«in I» (Jo nucrte que las invariantes que registramos pue-
ilitii »Pi irrpilil»» R los dominios cuyas leyes de funcionamien-
ii) «lU* (Irfhirn. La ambición de conocer sin referencia a lí-
il<i ilPiiuHjttclón nos conduciría inevitablemente a una acu- I . La génesis del concepto
n i i i l i K lúii klii término de regias ad hoc, como la que se puede
iili«iiivni rn l i n linteinm explicativos globalizantes que se re- a. Parece que D . Anzieu (1974 y 1976) ha sido t i prlmtr
hiiiiiiM « il<t«lliidNr .iu dominio de validez. psicoanalista que utilizó el término «envoltura» p a n deiCfl-
A la •nl||oiu:l(« epistemológica de deslindar nuestros domi- bir las estructuras de deslinde que nos ocupan en estas pági-
nloi tlí iioiiDcInilfinto corresponde la necesidad individual de nas. Pero su existencia había sido registrada desde los comien-
yomirulr»<i uiu» culierencia y una identidad. Esto supone una zos del psicoanálisis. El descubrimiento psicoanalltlco se si-
La|ict> Itliid pnin diferenciar lo que nos pertenece a nosotros tuó, casi exclusivamente, en el campo de la neurosis. Se puede
iiilsnioi, lo que pertenece a otro y lo que pertenece al mundo ver en esto la razón por la cual los analistas, durante mucho
perceptivo, tiempo, se preocuparon más por los contenidos del psiquismo
La exigencia epistemológica llevó a los filósofos a intere- que por su continente. Fantasmas concientes e inconcientes,
sarse por la frontera de dos dominios de experiencia: el del afectos, representaciones de cosa, representaciones de pala-
conocimiento empírico, que se apoya en la experiencia per- bra, objetos internos, etc., tales fueron los elementos de con-
ceptiva, y el del conocimiento intimo, que no pasa {jor la in- tenido que se sometían a la investigación psicoanalítica. Para
termediación de los sentidos. La filosofía refiere este conoci- que el análisis se interesara por el continente, hubo que espe-
miento Intimo a la conciencia de sí, por oposición a la con- rar a que estuviera mejor afirmado sobre sus bases y a que
ciencia sensible o, también, a la intuición intelectual, por se atreviera a abordar nuevas formas de patología. El psico-
oposición a la intuición sensible (Fichte, Schelling). La exi- análisis de niños, el de los psicóticos y de los estados fronteri-
gencia individual de conquistarse una coherencia y una iden- zos, el de los grupos y, más recientemente, el psicoanálisis
tidad ha movido a la filosofía, y después a la psicología, a familiar atrajeron la atención sobre las estructuras limitantes,
definir los conceptos de «sí-mismo», de «sujeto» o de «yo». envolventes y continentes, justamente porque esas nuevas si-
También el psicoanálisis, tanto en su práctica como en su ela- tuaciones analíticas enfrentaban a los psicoanalistas con defi-
boración teórica, encuentra aquella doble exigencia. Hasta se ciencias posibles de esas estructuras.
lo puede considerar el donainio de convergencia de las dos exi- b. Pero el psicoanálisis como tal no pudo nacer sin que
gencias. La exigencia epistemológica adquiere en él la forma se planteara la cuestión de la envoltura. Me parece útil inte-
de un deslinde entre un mundo interior o mundo psiquico in- rrogar desde este ángulo a los primeros textos analíticos, si-
terno, y un mundo exterior o mundo perceptivo. El mundo tuándolos en el interior del proceso dinámico del descubri-
interior define el dominio de validez de la exploración psico- miento de Freud y a la luz de la prolongada relación epistolar
analitica, que es preciso distinguir radicalmente del dominio con Fliess, que permitió a Freud elaborar los descubrimientos

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que hada en sus pacientes, pero también en él mismo. La cues- envoltura psíquica con una suerte de urgencia, conio para con-
tión de una estructura limitante y continente del psiquismo tener el huracán emocional suscitado en él por su relación con
cobra allí la forma del concepto de «yo». El surgimiento mis- Fliess a raíz del asunto de Emma. Procederá de dos maneras
mo de este concepto nos esclarece sobre la significación pro- a este cuestionamiento: por una parte, a través del sueño de
funda de la envoltura psíquica. Por esta razón propongo que « L a inyección de Irma», primer sueño del que nos dio una
nos detengamos en esto, considerándolo a la luz de lo que interpretación sistemática y que inaugura el trabajo que lo ha-
sabemos sobre la evolución de la relación de Freud con Fliess bría de conducir a Die Traumdeutung; y por otra parte, a tra-
en el mismo período. vés de .la redacción del «Proyecto de psicología», texto en el
Es notable, en efecto, que hasta 1895 Freud no utilizara que define al yo con precisión como una instancia metapsico-
el término «yo» salvo en una acepción muy cercana a la em- lógica, dándole la significación de una estructura continente
pleada en la filosofía o la psicología de su tiempo. Littré nos y limitante.
da esta definición del yo: «La persona humana en cuanto es Emma era una joven a quien Freud trataba por medio de
a la vez el sujeto y el objeto del pensamiento». Más o menos psicoanálisis a causa de trastornos que él consideraba de na-
es el sentido de «yo» las veces que aparece bajo la pluma de turaleza histérica. En febrero de 1895 llamó a Fliess para una
Freud en los textos psicoanalíticos de 1892-93, 1893Í7, I893¿) y consulta porque temía pasar por alto una afección orgánica.
1894. Designa en esos casos a la persona conciente de sí mis- Fliess diagnosticó trastornos en la esfera otorrinolaringológi-
ma y capaz dé asociar sus pensamientos en una cadena ininte- ca y sometió a la paciente a la trepanación de un seno nasal.
rrumpida, por oposición a «grupos psíquicos» escindidos, for- Tras esta intervención, la enferma empeoró cada vez más, has-
mados por «representaciones penosas de contraste» o por ta que otro especialista retiró del seno nasal operado un trozo
«representaciones inconciliables». El yo no tiene todavía sig- de gasa de varias decenas de centímetros de largo, que Fliess
nificación metapsicológica precisa. había dejado por inadvertencia allí. Las secuelas del retiro de
c. Todo cambia en 1895; desde el «Manuscrito G» (de ene- este cuerpo extraño fueron complicadas; en el mismo momcii-
ro de 1895), Freud habla del «límite del yo»; en el «Manuscrito to, Emma tuvo una hemorragia severa (im- h i / n i r m n pur
H» (del 24 de enero de 1895), describe la proyección paranoi- su vida; y volvió a sufrir una hcmorrnvi.i n .. r u¡< i • m i¡,.\%
c i como ima expulsión fuera del yo de aquello que no es tole- después, antes de superar este episoíliK'li lili.IIp - i >
rable dentro. Pero es en el «Proyecto de psicología» redacta- municó estos hechos a Fliess en una l.uy.-i • <' > ^ ^1
do «n el otoño de 1895 donde Freud introduce explítítamente 8 de marzo de 1895. Fliess lo tomó n u i y n i . i •, i ' ' 'i
el yo como unn Instancia encargada de una función psíquica retractaciones de los médicos viencses q u r m. M M . H . >
precisa: contener la excitación psíquica, coartar el libre paso do su intervención como la responsable del nuil rM.i.i,, i. .
de las cantidades de excitación en el interior del psiquismo. lud de Emma. La correspondencia que Freud le dirigid • > -
¿Qué ocurrió para que, desde una concepción cuasi filosófica te período es prueba del huracán emocional que el epiMulhi
y globalista del yo, Freud alcanzara una definición metapsi- desencadenó en su relación, y que él debió apaciguar d a n d o
cológica que atribuía al yo el papel de una instancia cargada •seguridades a Fliess respecto de su invariable amistad y ad-
de significaciones tópicas y económicas? miración.
Si nos atenemos a lo que dice Max Schur (1966), desde En la noche del 23 al 2 4 de julio de 1895 tuvo el sueño
el verano de 1894 se descubren en la correspondencia de Freud de «La inyección de Irma». Lo anotó y lo analizó en detalle
y Fliess signos de ambivalencia en la relación que Schur llama enseguida que despertó. Es evidente que presentía su impor-
«cuasi trasferencial» entre los dos amigos. Pero el caso de tancia. Max Schur ha identificado claramente a la Irma del
Emma precipitará las cosas durante el invierno de 1895 y traerá sueño con la Emma del drama. Freud, en Die Traumdeutung,
para Freud la amenaza de tener que proceder a una tremenda nos entrega la interpretación de ese sueño que lo condujo a
desidealización de Fliess. La hipótesis que propongo es que definir el eje central de su teoría del sueño, es decir, el sueño
este proceso- condujo a Freud a plantearse la cuestión de la como cumplimiento alucinatorio de un deseo. Aquí, nos dice,

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el deseo del sueño es disculparse él mismo por la maja salud res gruesos)... No se dan esas inyecciones tan a la l i g e r a . . .
di Irma. Schur agrega a esta interpretación el deseo de discul- Es probable también que la jeringa no estuviera limpia».
pu t l u amigo Fliess.
Propongo hacer una lectura trasferencial del sueño de «La Sugiero que el vestíbulo donde se desarrolla todo el sueño
iiiyaoclón de Irma», situándolo tanto como sea posible den- representa un continente psíquico, en el cual e! soñante puede
tro da la dinámica de la relación «cuasi trasferencial» de Freud escenificar y animar todos sus objetos internos: «muchos in-
iMin fllflim. Visto desde este ángulo, el sentido latente del sue- vitados, a quienes nosotros recibimos». La preocupación de
Oii (iiiiliU explicar del siguiente modo: « M i solución con- Freud por la salud de Irma (Emma) aparece aquí explícita-
-IM» «ii I M nxplonición psíquica del mundo interior; no debe mente, pero el sentido latente del sueño, a m i juicio, se aclara
iiaila « la» lilpúiRfjl.s médicas de Fliess, fundadas en la biolo- si se considera a Irma no como una representación directa
gía*). I tfi a(|ui P I irjiUo que de su sueño nos ha dejado Freud: de Emma, sino como una personiñcación de una parte feme-
nina de Freud, quien pasivamente se somete a las soluciones
• •Un uimi v ' r . . i i i , i i i , i ; umchos.invitados, a quienes nosotros re- de Fliess y de ese modo coarta un compromiso más profundo
lilliíiiitn, 1 I . ' I' 11'.. Ii ma, a quien enseguida llevo aparte co- en la exploración psicoanalítica del psiquismo. Freud repro-
mo imi I » I r - . p i i i i i | c i ,1 ,11 c a í ta, y para reprocharle que todavía cha a esta parte femenina-Irma no haber aceptado aún su
lili « t p|iii' In "íiuliii i i M i " . I c digo: " S i todavía tienes dolores, «solución». El problema planteado por el sueño podiia ( o i
ai laHliiiPiiir pul tu exclusiva culpa". Ella responde; "Si su- raularse así: «¿Cómo Tesolver una trasferencia femenina p.i
| I I M « « I(I« iloldiTjí <iur iciigo ahora en el cuello, el estómago siva con Fliess?».
y i l vlaiilir; I I I P liento oprimida". Yo me aterro y la miro. Los médicos que intervienen en el sueño: M . (clmamniie
MI I • i i ' i l i J . i V ;ilii)iaguda; pienso que después de todo identificado con Breuer y de quien Freud nos dice que le liai r
ii' I' n n i - h i o M i l i i i u i a algo Orgánico. La llevo hasta la ven- recordar a su henriano Emmanuel), Otto, Leopold, son otra.s
tttiiit y rcvl.so el interior de su garganta. Se muestra un poco tantas imágenes de identificaciones masculinas. M . represen-
renuente, como las mujeres que llevan dentadura postiza. Pien- ta una imagen paterna, una imagen de autoridad, pero que
so entre mí que en modo alguno tiene necesidad de ello. Des- profesa teorías absurdas; ¿no será la personificación de Fliess
pués la boca se abre bien, y hallo a la derecha una gran man- como objeto trasferencial paterno? De Otto, Freud nos dice
cha blanca, y en otras partes veo extrañas formaciones rugo- que es un amigo brillante pero superficial, en tanto que Leo-
sas, que manifiestamente están modeladas como loS cometes pold es un amigo reflexivo y profundo. ¿No hay aquí dos imá-
nasales, extensas escaras blanco-grisáceas. Aprisa llamo al doc- genes del propio Freud? Una es la de un joven médico bri-
tor M . , quien repite el examen y lo c o n f i r m a . . . El doctor llante y ambicioso, pero superficial, a quien puede reprochar-
M . se ve enteramente distinto que de ordinario; está muy pá- le errores graves, como haber aconsejado el uso de la cocaína
lido, cojea, está sin barba en el m e n t ó n . . . Ahora también a su amigo Von Fleischl, apurando así su fin; haber prescrito
está de pie junto a ella mi amigo Otto, y m i amigo Leopold demasiado sulfonato a su enferma Mathilde, lo que produjo
lii i)crcute a través del corsé y dice: "Tiene una matidez abajo su defunción. El personaje de Otto también parece directa-
II lii i/.quicrda", y también señala una parte de la piel infiltra- mente ligado a Fliess: comete un error terapéutico y sostiene
da en el hombro izquierdo (lo que yo siento como él, a pesar falsas teorías sobre la sexualidad (Fliess recientemente había
del vestido). . . M . dice: " N o hay duda, es una infección, pe- hablado a Freud de la trimetílamina como sustancia sexual
ro no es nada; sobrevendrá todavía una disentería y se elimi- importante). Leopold, en cambio, representaría los aspectos
nará el veneno"... Inmediatamente nosotros sabemos de dón- reflexivos y profimdos de Freud; es el que se toma el tiempo
de viene la infección. No hace mucho mi amigo Otto, en una de examinar a su paciente en profundidad y el que descubre
ocasión en que ella se sentía mal, le dio una inyección con el sufrimiento interior (la matidez abajo a la izquierda) gra-
un preparado de propilo, propileno... ácido p r o p i ó n i c o . . . cias a un perseverante trabajo de observación y de análisis.
trimetílamina (cuya fórmula veo ante mí escrita con caracte- Varios indicios remiten al método analítico como tal. «A

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pesar del vestido» parece indicar el método puramente psí- insondable, un ombligo (Nabet) por el que se conecta con lo
quico del análisis sin contacto físico; la zona de piel infiltrada inasible». Creo que en estanpta hay una referencia implícita
en el hombro izquierdo es referida por Freud a su propio reu- a un problema no resuelto por ei ¡iüs.fio: ¿cómo desanudar
matismo del hombro, reavivado la noche anterior por el tra- la trasferencia pasiva-femcnina sin aislarse de la relación ái
bajo de redacción del caso de Irma (Emma); este indicio alu-. dependencia con el objeto materno, con el «pecho nutricio»,
de a «tomar notas» como parte del trabajo analítico. como dirá Melanie Klein? A mi modo de ver, ese problema
En consecuencia, el sueño de «La inyección de Irm a» pa- no resuelto estará en el origen de la redacción del «Proyecto
rece haber tenido la función de contener las emociones trasfe- de psicología», uno de los textos de Freud donde se trata de
renciales violentas que agitaban las relaciones de Freud con manera explícita la relación de dependencia del bebé con su
Fliess, pero que, como en toda trasferencia, seguramente te- madre. Freud, como lo destaca D, Anzieu (1975Í7), todavía
nían raíces más profundas. Esta función continente se debe necesita de Fliess como objeto de trasferencia materna: «Al
entender en el sentido en que Bion la ha descrito posterior- inconciente, cuyo corpus Freud se propone establecer, él lo
mente, es decir, como aquel proceso de trasformación íntima experimenta como el cuerpo del delito del que le es preciso
por el cual sensaciones y emociones impensables se vuelven disculparse porque representa simbólicamente y contiene me-
pensables, pueden ser contenidas en una actividad de pensa- tafóricamente el cuerpo deseado de la madre inasible». El
miento en lugar de ser simplemente evacuadas en actos o des- «Proyecto» me parece una tentativa postrera de plegarse al
viadas hacia lesiones somáticas, o de hacer efracción entre el deseo de Fliess, a su solución biológica, que representa en es-
mundo interior y el mundo exterior en una actividad alucina- te caso el lazo umbilical con el objeto materno.
toria. Volveré sobre este punto esencial, pero destaco aquí que d. En este texto, Freud define por primera vez una instan-
esta función del sueño es figurada por un continente propor- cia limitante y continente del psiquismo, el yo. He aquí la de-
cionado a la escala de la violencia de las emociones y de los finición compleja que da de este:
conflictos por elaborar: el gran vestíbulo que contiene a mu-
chos invitados. «Ahora bien, deshecho, con el supuesto de la "atraer¡An
Es interesante observar, en este sentido, el contraste entre de deseo" y de la inclinación a reprimir hemos tucnclo yn un
el comienzo y el final del sueño. Al comienzo, ese amplio con- estado de i/- aún no elucidado; en efecto, estos d o i procaioi
tinente t% el lugar en que se desarrolla una escena llena de indican que en i/r se ha formado una organización cuyi pri-
vida entre muchos pcrsonajeSj que propongo considerar co- sencia perturba decursos que la primera vez se coniumaron
mo otros cantos objetos internos del mundo psíquico del so- de manera definida [o sea, acompañados de satisfacción o dt
nante. A l final, se inscribe una fórmula química en caracteres dolor]. Esta organización se llama el " y o " , y se la puede fi-
gruesos. Todo ocurre como si algo no hubiera hallado sitio gurar fácilmente si se reflexiona en que la recepción, repetida
dentro del continente tridimensional del s u e ñ o y , en espera con regularidad, de Qrt endógenas en neuronas definidas (del
de una figuración cargada de vida psíquica, permaneciera co- núcleo), y el efecto facilitador que de ahí parte, darán por
mo una fórmula abstracta y bidimensional. Creo que es pre- resultado un grupo de neuronas que está consianiemenie in-
ciso buscar ese algo por el lado de la trasferencia materna. vestido, y por tanto corresponde al portador del reservorio
El objeto y la trasferencia de orden materno aparecen po- requerido por la función secundaria. Cabe entonces definir
co en el relato del sueño y en la interpretación que de él he al yo como la totalidad de las respectivas investiduras 4'. en
propuesto. Es cierto que se puede proponer la hipótesis de que un componente permanente se separa de uno variable.
que el lugar mismo del sueño, el gran vestíbulo, sería su re- Como se intelige con facilidad, las facilitaciones entre neuro-
presentación. N i el objeto materno ni la trasferencia materna nas ^ , como unas posibilidades de indicar al yo alterado por
aparecen directamente en los comentarios de Freud sobre el donde habrá de ampliarse en los momentos que siguen, perte-
sueño, pero una nota al pie alude a ellos de manera enigmáti- necen también al patrimonio del y o » . .
ca: «Todo sueño tiene por lo menos un lugar en el cual es

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V

Las funciones de envoltura del yo, tal como este es descri- llama «investiduras colaterales», es decir, facilitaciones que
to en el «Proyecto», se pueden resumir en las siguientes ca- operan en derivación. £1-/0-puede desviar de una vía de faci-
ricterÍJticas: - -" litación que .conduce a una «neurona Jlave», es decir, a un
afecto de, dolqi, una parte de excitación suficiente para evitar
l.Elyp está formado por diferenciación de una parte del el afecto de dolor. Es así como Freud define en esta época
pdtiulimo. E n el «Proyecto», es «un grupo de neuronas que la «represión».
• I t á ooniltntemente investido, y por tanto corresponde alpor- 4. El yo está dotado de la función de la atención. Freud
itéof dtl rutrvorio requerido por la función secundaria», Des- ofrece de esta una descripción muy semejante a lo que Bíon
puél, «n Bl yo y ti eAlo, esto se convertirá en una diferencia- después presentaría como la función «continente». Bion
llón d i la parto del ello que entra en contacto con la realidad (1970), además, se interesó mucho por la atención, conside-
•NUrlor. rándola una de las funciones esenciales del analista en la si-
3, Gl yi)fl»lu sede de la función del «juicio», que permite tuación analítica.
• v i t a r una nfracción de! psiquismo desde el interior hacia el
PMtPiloi; i<el7i/r«(/r es, por lo tanto, un proceso y!'sólo posible Freud introduce primero la atención como una función del
luego de lu Inhibición por el yo, y que es provocado por la yo, que permite reconocer a tiempo una percepción penosa,
d«»eiiie|itti¿a entie la investidura-deseo de un recuerdo y una es decir, una percepción de la que emana una cantidad dcrmi
ItiVBiilihna i)Picepclón semejante a ella. Uno puede tomar es- stado grande, fuente de displacer; así se puede, por el estable
! • iMUMii cin i m r t l t U : la coincidencia entre ambas investiduras cimiento de investiduras colaterales, evitar este. Es lo que ^\
ilavIeiiB In scn«l biológica para que se ponga término al acto llama «defensa primaria». En este aspecto de la «atención)'
de ppiisni y ite permita la descarga. La discordancia propor- se pueden discernir las primicias de lo que después .sería Ui
c l i i i m ol e n v i ó n puru el trabajo de pensar, que a.su vez finali- función protectora antiestímulo, destinada a poner el aparato
¡et» i i m 1M concordancia». psíquico a salvo de un desborde traumático.
lista actividad de juicio es necesaria para evitar tanto las Después señala que la «atención», en cuanto investidura
descargas motrices intempestivas e ineficaces cuanto la aluci- proveniente del yo, es necesaria para la satisfacción del deseo
nación: «El yo aprende, en primer lugar, que no tiene permi- porque permite la investidura de las percepciones del objeto
tido investir las imágenes-movimiento, de suerte que se suce- deseado. La «atención» es definida como investidura, por parte
da la descarga, mientras no estén cumplidas ciertas^condicio- del yo, de neuronas co (o neuronas «perceptivas»); así se esta-
nes del lado de la percepción. Además, aprende que no tiene blece lo que él llama un «interés cogitativo» proporcional al
permitido investir la representación-deseo más aEá de cierta «interés afectivo».
medida, pues de lo contrario sufriría un espejismo alucinato- Pero la «atención» sirve también para contener los afectos
rio. Entonces, si ha respetado estas dos barreras y vuelto su demasiado violentos: «para el yo se trata de no consentir nin-
atención hacia las percepciones nuevas, tiene perspectivas de gún desprendimiento de afecto, porque así consentiría un pro-
alc.an7:ar l a satisfacción buscada». ceso primario. Su mejor herramienta para esto es el mecanis-
.1. l i l yo es el agente de la «represión» que protege al psi- mo de la atención. Si una investidura que desprende displacer
q i i l " . n i . i i l i - una efracción proveniente del exterior, E s t a « t e n - pudiera escapar a la atención, ei yo llegaría demasiado tarde
ilrn, 1,1 ,1 Li represión» permite así evitar la fractura de las I para contraponérsele».
•I' 1 , 1 . 1 - ; ele contacto» y la invasión deí psiquismo por una
II Siguiendo el modelo neuronal del «Proyecto», Freud pre-
1 . i i i i i i h i i l de excitación demasiado grande, cuya connotación senta la «atención» como la investidura, a partir del yo, de
a l . : , (iva es el dolor. E l yo puede luchar contra un sufrimiento neuronas w, neuronas «perceptivas» que han sido investidas
ligado a un estímulo externo, y también contra el recuerdo por una energía proveniente de un estímulo exterior. Por me-
de un estímulo de esa índole que, esta vez, ataca al sistema dio de una sobreinvestidura de tas neuronas IJI funciona, en
4/ desde el interior; lo puede hacer por medio de lo que Freud consecuencia, la «atención». Aquí la atención se vuelve hacia

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las percepciones que llegan desde el mundo exterior, con la dinámica del descubrimiento de Freud que tiene por trasfon-
finalidad biológica precisa de recoaácer el objeto de satisfac- do su relación cuasi trasferencial con Fhess, la oposición en-
ción. Pero la «atenctón',»? puede volverse hacia los recuerdos, tre el yo del «Proyecto» y el yo de la segunda tópica se des-
esdecir, hacia el mundo inteJrior; esto ocurre cuando la inves- dibuja, excepto por el hecho de que la forma bioiógica del
tidura del yo se desvía de las primeras neuronas investidas modelo del «Proyecto» enmascara en parte su significación
por el estímulo proveniente del mundo exterior para dirigirse metapsicológica profunda. Si se admite, como lo he propues-
hacia las últimas neuronas alcanzadas todavía por la excita- y .to, que esta forma biológica es en gran parte una concesión
ción perceptiva: «Seguramente ahora serán investidas más neu- a Fliess, dictada por la necesidad imperiosa de poner a salvo
ronas, y más distantes, que a raíz del mero proceso asociativo un aspecto materno de la trasferencia, una matriz trasferen-
sin atención. Por fin, también aquí la corriente se agotará en cial, se comprenderá que esta tentativa carezca de futuro In-
ciertas investiduras terminales, o en una sola. E l resultado de mediato y deba forzosamente decepcionarlo. En lugar dc-l «i iin
la atención será que en lugar de la percepción aparecerán una vestíbulo del sueño de la inyección de Irma, que eiu i n | m /
o varias investiduras-recuerdo (conectadas con la neurona de de contener todos sus objetos internos y que representaba la
partida por asociación)». envoltura materna, le fue preciso construir toda una I I I N I | I I I
Tenemos aquí, entonces, un nuevo aspecto del yo .defini- naria, según él mismo escribe a su amigo: «uno tenia In im
do por medio de esta función de «atención»: el yo está en presión de encontrarse realmente frente a una máquina que
contacto a la vez con el mundo exterior y con el mundo inte- no tardaría en funcionar por sí misma» (carta a Files» del JO
rior. ¿No es lo propio de una frontera? de octubre de 1895). Su tentativa es afin a la construcción
En resumen, el yo del «Proyecto» es una instancia que coar- * de un «je//falso», tal como lo ha descrito Winnicotl, es decli.
ta el decurso libre de la energía y evita la efracción de las una personalidad construida no desde el interior, «Ino desda
«barreras-contacto», y que deslinda, por su función de el exterior, para responder al deseo de la madra; «« afín lattl
«juicio», el mundo perceptivo exterior del mundo psiquico bien a la «segunda piel» presentada por I - , lllnlt cnm
interior; además, protege a! psiquismo, con su función de to de la «piel psíquica» en los CMO% en el cntii !•
«represión», de un desborde traumático proveniente del exte- terno es insatisfactorio. Muy pronto l ' r « U ( l aliaiulttiia el ttiM
rior, y con su función de «atención» presenta una doble sen- r délo del «Proyecto»; desde febtcro de IHOd, i«(it('l-' < •' '
libilidad, vuelta una hacia el mundo perceptivo (el exterior), ^1 mino «psicología», que utilizaba pniM ilduliiiiai a<i
y I* otra, hacia el mundo de los recuerdos (el interior). Por lo, por el de «metapsicologln», con lo t\\\» t^nnU *\
lültlmo, está constituido por una diferenciación de un conjun- '* de la envoltura biológica que se liabla cisUlii i>ii I M
to de neuronas i/» que se mantienen investidas con energía psí- de dar a su pensamiento. Este abandonoftOI »
quica proveniente del interior del cuerpo, de manera perma- der como una renuncia n referirse al cuerpo, * I M '
nente unas, y temporariamente otras. sucesivo la referencia al cuerpo ya no pasa pul « I I M I
e. Strachey (1981, págs. 283-93) señala que Freud aban- lógicas: pasa por la teoria del apuntalamianio, lo vital ai mu»
dona la teoría del yo del «Proyecto» para retomarla sólo veinte • • diferente.
años después. Durante este período se dedica a los contenidos Es interesante observar que el resurgliiilento ilt la lattrla
de la psique más que a su continente, A juicio de Strachey, metapsicológica del yo se registra en 19N «n «ItiiiutliiüilAn
el estudio estructural del psiquismo del «Proyecto» es una des- :¡íM'= del narcisismo», texto que Freud escriba en i»»«pu»iia a lal
cripción defensiva, «pre-ello», es decir, previa a la descrip- .illi- criticas de Jung sobre la teoría de la libido. Hor le laniQ, 1»
ción de sus contenidos pulsionales, que después Freud llama- b> que lo lleva a prestar atención nuevamente a la litiiNiiii|B en-
rá «ello». Así, el resurgimiento de la teoría del yo a partir cargada de contener y delimitar el psiquismo tiomo aiiiet,
de 1914 cobraría una significación nueva, la de una descrip- una turbulencia violenta en una relación cargada lU «lanllU-a
ción «pos-ello». Me parece que si uno sitúa el surgimiento ciones trasferenciales y contratrasforenclale» cmi uno il» «MI
del concepto de yo en el «Proyecto» en el interior de aquella colaboradores más próximos. Esta preocupación ya m ha

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bría de abandonarlo en lo sucesivo. En 1915, descubre el pa- él tiene consigo mismo, está siempre en derredor de la som-
pel de la identificación en la constitución del yo («Duelo y bra errante de su mundo. Todos tendrán un carácter funda-
melancolía»). En la década de 1920, la segunda tópica le da mentalmente antropomórfico, digamos incluso egomórfico.
ocnsión de elaborar una teoría estructural del yo; como lo ha Justamente dentro de esta percepción es evocada en cada ins-
lenttlado Strachey, esta retoma en lo esencial los elementos tante para el hombre su unidad ideal, que nunca es alcanzada
báilcüs del «Proyecto», aunque los traspone a un lenguaje como tal y que en todo momento se le escapa. El objeto nun-
y H un modelo nuevos y puramente metapsicológicos. Repa- ca es para él definitivamente el objeto último, salvo en ciertas
rtnio» en que él insiste en ese momento en el apuntalamiento experiencias excepcionales. Pero entonces se presenta como
oorporal del yo y en su significación en tanto superficie del un objeto del que el hombre está irremediablemente separa-
•paraCu psíquico: «El yo es sobre todo una esencia-cuerpo; do, y que le muestra la figura misma de su dehiscencia en
itu 81 lólo una esencia-superficie, sino, él mismo, la proyec- el interior del m u n d o . . . objeto que por esencia lo destruye,
ción di una,superficie» (El yo y el ello, 1923). lo angusfía, que él no puede alcanzar, en el que no puede ver-
/ , Con excepción de Nunberg y, sobre todo, de Federn, daderamente encontrar su reconciliación, su adherencia al
pocos psicoanalistas contemporáneos de Freud retomaron el mundo, su complementariedad perfecta en el plano del de-
•itudlo del yo desde esc ángulo. Justo es rendir homenaje, seo. El deseo tiene un carácter radicalmente desgarrado» (ibid.,
•n un eitudio del concepto de envoltura psíquica, a la obra pág. 198).
da l'aul Fidern, que introdujo la noción de «frontera del yo» A todas luces, lo *que Lacan nos propone se sitúa en lai
y qua aitudló sus variaciones en las psicosis, en los sueños, antípodas de la constitución de una envoltura psíquica. Se pa-
•n l o i estados de adormecimiento y de vigilia. rece más a un punto de anclaje en un verbo impersonal del
L a eicuala norteamericana de la Ego psychology (Kris, que estaría suspendida toda la organización del sujeto, como
Hartmann y Lüwcnstcin) ha retenido del yo únicamente su un móvil de su punto de fijación. Es notable que su lectura
papel adaptativo y lo ha convertido en una instancia-autóno- del sueño de la inyección de Irma se acentúe en un sentido
ma, alimentada por una energía desexualizada. No hace falta exactamente inverso del que he propuesto en estas páginas.
insistir en la ruptura total que esta concepción del yo supone Donde yo veo el mundo interno del soñante poblado de obje-
respecto de la de Freud y de la sostenida, por la corriente que tos psíquicos vivos, Lacan ve un «caos imaginario». Donde
condujo al concepto de envoltura psíquica. yo veo elementos bidimensionales no elaborables por el sue-
• Para Jacques Lacan, ei yo se condensa en la sltma de las ñ o , Lacan ve el «yo {je] del sujeto», curioso «yo» este, acéfa-
identificaciones del sujeto, como Freud lo expuso en El yo lo y totalmente impersonal: «En el sueño de. la inyección de
y el ello. Es, dice, «la superposición de las diferentes capas Irma —escribe—, es en el momento en que el mundo del so-
que se toman prestadas de lo que llamaré el revohijo de su ñante está sumergido en el mayor caos imaginario cuando el
almacén de accesorios» (Lacan, 1978, pág. 187). Pero, según discurso entra en juego, el discurso como tal, independiente-
él, ese revoltijo imaginario • oculta la verdad del sujeto, que mente de su seritido, puesto que se trata de un discurso insen-
es de orden simbólico. El trabajo del analista consiste en re- sato. Aparece cuando el sujeto se descompone y desaparece.
gistrar esos niveles imaginarios de la psique, necesariamente Se contiene en este sueño el reconocimiento del carácter fun-
, alienantes según Lacan, para dejar advenir la verdad del suje- damentalmente acéfalo del sujeto, pasado cierto límite. Este
to. Desde luego que reconoce el apuntalamiento corporal del punto es designado por el A Z ' de la fórmula de la trimetila-
yo, pero para denunciarlo como señuelo; esto lo conduce a mina. Es ahí donde en ese momento está el yo [je] del sujeto.
describir con frases conmovedoras un mundo psíquico trági- Y no sin humor, no sin vacilación, puesto que se trata casi
camente desgarrado: «El principio de toda unidad que él per- de un Witz, les he propuesto ver ahí la última palabra de!
cibe en los objetos-es la imagen de su cuerpo. Ahora bien,
de esta imagen como tal, sólo percibe la unidad afuera, y de
una manera anticipada. Por obra de esta relación doble que ' Lacan designa con A Z el azote (nitrógeno) de la fórmula química, cu-
yo símbolo, como sabemos, es N.
. . . - - T i l .

51
sueño. En el punto en que la hidra ha perdido sus cabezas, tos de objeto y de fenómeno transicionales (en 1951), de sí-
una voz que ya no es la voz de nadie hace surgir la fórmula mismo verdadero y falso (en 1960), de espacio potencial (en
de la trimetilamina, como la última palabra de aquello de que 1971).
se trata, la palabra de todo. Y esta palabra no quiere decir
nada, salvo que es una palabra» (ibid., pág. 202).
El modelo de Lacan se distancia del modelo de la envoltu-
ra psíquica por sus propiedades topológicas; a la bidimensio- I I . Las propiedades de la envoltura psíquica
nalidad de la fórmula química inscrita en caracteres gruesos
se opone la tridimensionalidad del gran, vestíbulo; a la com-
pacidad de la envoltura psíquica se opone la estructura en red 1. Su estructura
de los significantes del orden simbólico.
Melanie Klein no propone una teoría de la envoltura psí- El procedimiento analítico no es deductivo. Se funda en
quica. Ella supone la existencia de un yo precoz que, desde una experiencia muy específica, la de la cura, que depende
el nacimiento, es capaz de establecer relaciones con los obje- estrechamente del encuadre analítico. El conjunto de los fe-
tos externos, y de introyectarlos para constituir un mundo in- • nómenos dinámicos observables en el trascurso de una cura,
terior. Pero erraríamos si resumiéramos su pensamiento so- en el interior de aquel encuadre, constituye la experiencia ana-
bre las estructuras continentes del psiquismo en una teoría del lítica. La teoría se debe esforzar por describir esta experiencia
yo precoz constituido desde el comienzo mismo, como Ate- con el mayor rigor posible. El concepto de envoltura psíquica
nea surgió revistiendo su armadura de la cabeza de Zeus. Se surgió de un esfuerzo de teorización de la experiencia analíti-
trata de un yo precoz mal integrado, frágil, proclive a clivar- ca. Didier Anzieu ha mostrado no hace mucho el homomor-
se. hasta a desintegrarse. Necesita interiorizar un objeto bue- fismo entre encuadre analítico y envoltura psíquica; todo ocu-
no para volverse estable e integrado: «El sentimiento de con- rre como si el paciente proyectara sobre el encuadre de la le-
tener un pecho y un pezón intactos —aunque al mismo tiem- sión su propia envoltura psíquica (D. Anzieu, l')K6)
po existan fantasmas de pecho devorado y, en consecuencia, Para comprender su estructura, es i n d i s p r u M i h l r irfnrlríc
despedazado— produce este efecto; el clivaje y la proyección a esa experiencia analítica y, sobretodo, .il , i i i , í l r , i - . . i . 1 rncim
no quedan ligados de manera predominante a partes fragmen- dre (Bleger ha insistido en este último p i m i M i i i m . i i | . , u I I P
tadas del sl-mismo sino a partes más coherentes. Es*to signifi- los contenidos del psiquismo d e p e n d e ' . M I M C I , M I , Í M, I I f U b i i .
ca que el yo deja de estar amenazado por u n f a t a l debilita- r a d ó n de la trasferencia, mientras ( | i i e < l . m . i l i M . .i. i .-n. na»
miento por dispersión y que, por esta razón, está en mejores dre depende en mayor medida de la claimi.K H M I , 1 - i., , , , , , 1 , ^ .

condiciones para empeñarse una y otra vez en anular'el efecto trasferencia. Hay que entender aquí la C O U U M H r , h !• m i..
del clivaje y en practicar integración y síntesis en su relación el sentido de una comunicación primitiva de elcmcnit.'. d e l
con los objetos» («Acerca de la identificación», 1955). quismo del paciente evacuados en el analista, según lo expu.so
Por otra parte, la descripción que ella hizo en 1946 del me- Paula Heimann (1950).
canismo de la identificación proyectiva («Notas sobre algu- El analista, en la escucha de la trasferencia de su paciente
nos mecanismos esquizoides»), en tanto clivaje de una parte del y de su propia contratrasfercncia, percibe la envoltura psíqui-
sí-mismo proyectada en el objeto, nos resulta un instrumento ca como una estructura de gran complejidad que no se puede
conceptual esencial que permite comprender tanto la génesis reducir a un saco que contuviera los elementos del psiquismo.
de la envoltura psíquica como sus estados de dehiscencia. Su experiencia de la piel es la mejor gula que le permitirá orien-
No es menos cierto, sin embargo, que su concepción del tarse en el análisis de esta estructura compleja, pero para ello
yo precoz la lleva a evitar ciertas cuestiones referidas a la gé- deberá abordar esta experiencia desde un ángulo muy pnr
nesis del continente psíquico. Me parece que en parte contra ticular: vista desde el interior. No se trata de establecer aimlo •
esta concepción monadológica propuso Wiimicott sus concep- gías entre la piel biológica, como nos la describen los histólg-

a-;
52
I

gos, y la piel psíquica. Se trata de mostrarse sensible .para los esta estructura continua debe permitir comunicaciones entre
aspectos más íntimos ..de nuestra experiencia de la piel, y de esos espacios; es decir que debe tener cualidades de permeabi-
esforzarse por elaborar mentalmente. En este sentido se pue- üdad. •
de decir que la piel psíquica se apuntala en la piel corporal. La envoltura psíquica no se debe concebir de una manera
La piel de que se trata es sin duda la piel dentro de la cual estática sino, más bien, como un sistema dinámico que per-
vivimos, pero en el sentido en que se dice «sentirse bien en mite establecer la síntesis de los puntos de vista dinámico y
su propia piel», «no estar cómodo en su propia piel». Esta tópico, es decir, de los conceptos de fuerza y de forma. No
no es la piel vista por el anatomista. Como lo he sostenido existe fuerza psíquica que no se asocie con una forma dada,
en otiü trabajo (Houzel, 1986), el vínculo psicoanalítico con ni existe forma que no tenga en su base una dinámica. La
9Í cuerpo es de orden metafórico y no analógico. envoltura psíquica se podría comparar con un campo de fuer-
l,.a.i propiedades estructurales más generales de la envoltu- zas como el que se produce en torno de un imán, que organi-
ra psíquica que podemos reconocer por este camino son: per- za según foxmas precisas, siguiendo líneas de fuerza, la lima-
teiinncla, conexidad y compacidad. - , dura de hierro circundante. El concepto de «atractor» me pa-
rece aplicable a este aspecto de la envoltura psíquica: si
representamos un sistema dinámico por medio de un espacio
1. Ptrtentncia ••S cada uno de cuyos puntos está provisto de un vector que re-
presenta la fuerza aplicada en ese punto en el instaiuc í, un
L a envoltura psíquica define la pertenencia de los elemen- atractor será un subespacio invariante del sistema dinámico.
tos psíquicos a un espacio dado: espacio psiquico interno, es- Es, de algún modo, una forma dentro de la cual se moldea
pacio perceptivo, espacio psíquico de otro. la fuerza obrante, según su curvatura y sus puntos de infle-
xión. Por ejemplo, un valle es un atractor para el escurrimiento
de las aguas.
2. Conexidad El concepto de atractor permite comprender mejor las des-
cripciones de Bion y de Bick, que convierten al pezón/pecho
L a envoltura psíquica es conexa, es decir que es posible en el continente de las pulsiones orales primitivas. El pezón/pe-
unir dos cualesquiera de sus puntos por medio de un trayecto cho no contiene como lo hace un recipiente, pero permite dar
enteramente incluido en ella. una forma estable, por "lo tanto una significación, a las pul-
siones orales del bebé; es un atractor para el sistema dinámi-
co de esas pulsiones, en el sentido de que las contiene. Esto
3. Compacidad plantea el problema de la preconcepción del objeto, en este
caso del pecho, tal como Bion la postula. El objeto-atractor,
No es fácil ilustrar con ejemplos intuitivos la noción de en efecto, es preconcebido no como imagen interior sino co-
compacidad. La idea.esencial es la posibilidad de recubrir el mo objeto que viene a completar el despliegue dinámico de
espacio, llamado compacto, con un número finito de las que las pulsiones, a estabilizar ese despliegue y, de este modo, a
se pueden considerar piezas de construcción de ese espacio, evitar una explosión psíquica (una catástrofe generalizada, en
a saber: los «abiertos». Un espacio infinito discreto no es com- la terminología de Rene Thom).
pacto. Con referencia a esto, como antes lo señalé, la envol- El estudio de las primeras relaciones de objeto, que se lle-
tura psíquica se distingue de la red de significantes descrita va a cabo en la observación de los lactantes, y también el tra-
por Lacan. tamiento psicoanalítico de estados muy arcaicos como el autis-
Las propiedades de conexidad y de compacidad dan a la mo infantil, me han conducido a la hipótesis de una constitu-
envoltura psíquica la forma de continuidad requerida por sus ción de la envoltura psíquica en tres hojuelas, que llamo
funciones específicas. A l mismo tiempo que delimita espacios. «película», «membrana» y «habitat» (Houzel, I985ff).

54 55
La película ' • muy próximas al funcionamiento del cuerpo, como aquel fan-
tasma, de una paciente, de orinar sin fin, inextinguiblemente.
Considero que la pulsión puede ser representada por una Pero también es posible encontrar huellas del funcionamien-
variedad no orientable.^ Es bien conocida la construcción de to turbulento del mundo encerrado dentro de la «película»
la banda de Moebius; es posible imaginar esta misma clase encierros fantasmas trasferenciales, por ejemplo este fantas-
de construcción con un número mayor de dimensiones, por ma de la misma paciente; durante las sesiones yo salía por
ejemplo, la construcción del 3-toro: tomemos un cubo, pe- una puerta disimulada en el fondo de la sala, detrás de ella,
guemos imaginariamente su cara superior y su cara inferior, para reaparecer amenazante en el cuadro colgado en la pared
su cara derecha y su cara izquierda: obtendremos un toro de delante de ella.
tres dimensiones o «3-toro», sumergido en un espacio de cua-
tro dimensiones. En esta variedad, todo lo que sale por la ca-
ra superior (del cubo inicial) entra inmediatamente por la ca- La membrana
ra inferior; todo lo que sale por la cara derecha entra inmedia-
tamente por la cara izquierda. Es imposible para un habitante Como M . Mahler y F. Tustin, supongo que el primer mo-
de ese mundo distinguir un interior y un exterior. Empero, do de relación 'con el objeto es de índole simbiótica. Sujeto
no se trata de un mundo sin límite. y objeto permanecen incluidos en una misma membrana sim-
Supongo que la envoltura psíquica primitiva, que llamo biótica. Pero ya en el interior de esta membrana común exis-
«película», está constituida por una variedad no orientable. tiría una dirección privilegiada, representada por un eje que
Hace poco he propuesto un modelo del autismo fundado en une el sujeto al objeto; dentro de la relación primitiva del be-
esta concepción: el niño autista enfrentaría angustias impen- bé con la madre, se concreta en el eje lengua-pezón-pecho.
sables ligadas con un mundo así, recurvado sobre si mismo Hace poco, David Rosenfeld (1982, 1984) presentó la hi-
y totalmente indominable. La posibilidad de tratar a estos i d - pótesis de una primera forma de esquema corporal, que é\
fios por medio de psicoanálisis dependería de la capacidad del llama «esquema corporal psicótico primitivo», en que el inlí
analista para dejarse arrastrar a ese mundo autista turbulento se representaría como un sistema de conductos Henos de lí-
lin perderse en él, y para conferir sentido poco a poco a las quidos y de gases, al modo del sistema arterial o venoso; fan-
angustias del niño, lo que tendría por efecto abrir la envoltu- tasmas de escurrimiento, de hemorragia, se asocian con esta
ra psíquica, darle una orientación, de modo que 'se volviera representación; la elaboración de estos fantasmas se traduce
posible una distinción adentro/afuera (Houzel, 1985a). en un sentimiento de consistencia cada vez mayor del conH-
Hasta tanto no se produzca esa apertura, ¿qué decir de nido psíquico. F. Tustin (1986) retomó este modelo ptr> dai-
la «película», que llamo así para destacar que se constituye cribir una etapa de la evolución de los niños autlstii en la
por efecto de la tensión superficial de la dinámica pulsional?^ construcción de su identidad. Ella sostiene que se trata de un
Nada. Es indispensable que se haya lastrado con un mínimo estadio de la imagen del cuerpo más elemental que el descri-
de representaciones para que pueda ser pensable. La pulsión, to por E. Bick. es decir, la imagen del cuerpo contenido en
dice Freud, «nos aparece como un concepto-frontera entre lo una piel. Me parece que esta imagen primitiva del cuerpo se
psíquico y lo somático». También la «pelícida» es un concepto- asocia con las primeras etapas de la construcción de la
frontera, no representable en sí. Las primeras representacio- «membrana»; cada apertura, siguiendo una dirección de la
nes atribuibles a esta hojuela de la envoltura psíquica están «película», daría natíimiento a im sistema tubular, cuyas ra-
mas estarían orientadas por el eje de la relación con un obje-
' ' E l término «variedad» designa, en topología, una generalización de la to parcial. Una segunda etapa consistiría en la reunión de to-
noción de superficie. do ese sistema tubular en un único continente.
' Recientemente D . Anzieu (198S). bajo el nornbre de «película det sue- •
ño», ha descrito el yo-piel en tanto superficie sensible capaz de registrar hue- El tejido de la membrana pone de relieve la importancia
llas e inscripciones. de la huella y de la función de la piel psíquica como superficie

56 57
de inscripción; tal como estoha sido señalado por D . Anzieu; coherencia de la envoltura psíquica. E n la cura analítica, el
La huella es la representación de la apertura de un mundo «habitat»-está representado por el espacio-tiempo de la se-
no orientable y de la delimitación de un espacio psíquico; es sión, el ritmo de las sesiones, la regia fundamental, etc., mar-
el esbozo de la formación del símbolo, que durante toda la co necesario para operar el tejido de la membrana.
vida seguirá consolidando el mundo psíquico y su envoltura. Pero el «habitat» puede estar más o menos vacío, carecer
Cabe suponer que la apertura del mundo psíquico del niño de contacto con la «membrana» y, por consiguiente, con la
le produce en dos tiempos: un primer tiempo materno, en que vida pulsional y emocional. Winnicott ha descrito el <cye//fal-
al agente de la apertura es la, «capacidad de ensoñación» de so»; H . Deutsch, la «personalidad como si»; Meltzer, la
la madre; un segundo tiempo paterno, en que el agente de «superficialidad»; E. Bick, la «segunda piel»: he ahí otras tan-
la apertura es el objeto paterno, que interviene para abrir la tas formas de «habitat vacío».
«linbloiilii nuidre/bebé, para garantizar la identidad de cada Esta envoltura psíquica de tres hojuelas deslinda una fron-
uno iln por eio arrancar el hijo a la madre ni segregarlo de tera triple (Jíouzel, 19856): una frontera con el espacio inter-
lui ralcei ilmblóiicas. no de los objetos externos; otra con el espacio interno de los
objetos internos, y otra con el mundo perceptivo. Ya mencio-
né las fronteras con los objetos extemos y con el nuindo |)cr-
1(1 hAhIiHl ceptivo. A ellas agrego .siguiendo a Meltzer, la frontera entre
el espacio interno del self y el espacio interno de los objetos
I'«ri« dllprrtiolnr el «habitat» de la «membrana», tomaré internos, que es imprescindible suponer para cspccificiir una
liin-ii i'i.i I ' I l l ' . h i ) Nicola Cabibo (1983) la distinción entre forma de introyección narcisista de «sí mismo-objetos», con
« t e i i i i i » lie lu:. c.mipos» y «teoría de la construcción». En el los cuales el self se identifica por una suerte de identificación
primer tipo de teoría, un fenómeno no es descrito por los ele- proyectiva dentro de los objetos internos, diferente de la ver-
mentos que lo constituyen sino por un campo de vectores; dadera identificación introyectiva, que deja en los objetos in-
cada punto del espacio se asocia con una magnitud orientada ternos su parte de i^isterio, lo incógnito, lo inexplorado.
y determinada. Las teorías de la construcción, por ei contra-
rio, describen un fenómeno por sus elementos constitutivos,
que son considerados estables e invariantes con arreglo a.su 2. Sus cualidades plásticas
localización en el espacio de referencia. El «hábitab> es el as-
pecto de la envoltura psíquica que puede ser descrito en los Formulo la hipótesis de que las cualidades adecuadas de
términos de una teoría de la construcción. . la envoltura psíquica, las que permiten contener las diferentes
Defino el «habitat» como una hojuela de la envoltura psí- partes del self y favorecer su integración, dependen de los ni-
quica construida metódicamente a partir de un material per- veles más primitivos de la bisexualidad psíquica. Todo ocurre
ceptivo y motor, según los indicadores temporales y espacia- como si las cualidades de receptividad y flexibilidad de la en-
les de nuestro mundo euclidiano, en un ordenamiento cohe- voltura psíquica se situaran en el polo materno, mientras que
rente y estable, y cuya textura y forma se ligan precisamente sus cualidades de consistencia y de solidez lo hicieran en el
a esas cualidades de estabilidad y de coherencia. paterno. A estas cualidades llamo «cualidades plásticas». Una
Desde un punto de vista genético, para describir la cons- justa alianza de los aspectos matemos y paternos parece ne-
trucción del «habitat» podríamos retomar las elaboraciones cesaria para la constitución de una envoltura psíquica que tenga
de Piaget sobre el desarrollo de la inteligencia desde el estadio las cualidades plásticas requeridas. Estas dos polaridades pue-
sensorio-motor hasta el hipotético-deductivo. El «habitat», ho- den presentarse olivadas en un aspecto duro y desprovisto de
juela más externa de la envoltura psíquica, contiene a la toda receptividad, no deformabie, y un aspecto blando, ca-
«membrana» en una relación de tangencialidad. Esta inclu- rente de forma e inconsistente. Pueden también entrar en opo-
sión de la «membrana» en el «habitat» es necesaria para la sición destructiva, sea que el componente materno absorba

5S 59
al paterno, que logre destruirlo, borrarlo; o que el. compo- pulsión del niño y su objeto; destila la satisfacción e impide
nente paterno ataque_ con violencia al componente materno la efracción del pecho y su posesión omnipotente; fuerza.al
y le inflija desgarraduras. En todos esos casos, la envoltura niño a participar activamente en la búsqueda de su satisfac-
psíquica estará marcada por el mismo sello, permanecerá cli- ción. En todas estas funciones se presenta como un precursor
vada entre aspectos duros y blandos, carentes de forma pro- de las funciones paternas, señala de algún modo su papel de
pía o con forma desgarrada. nexo entre la pulsión y el objeto, la necesidad y su satisfac-
El prototipo del «continente» según Bion es el pecho ma- ción. F, Tustin ha mostrado el profundo clivaje de estos dos
terno, donde «pecho» se entiende como representante de to- aspectos en el autismo infantil precoz, clivaje representado
da la comunicación entre el bebé y la madre. La experiencia por un fantasma de pezón roto, arrancado del pecho. Este
de la lactación funciona como ira eje de referencia de esta clivaje impide la constitución de una verdadera piel psíquica
comunicación primitiva, y el pecho es su parte más figurable. y bloquea los procesos de interiorización. Esta autora ha in-
Pero la comunicación m a d r e / b e b é incluye muchos otros as- sistido en la importancia del trabajo de integración —en el
pectos además de la simple satisfacción de la necesidad ali- tratamiento de estos niños— entre cualidades sensoriales con-
mentaria. Como lo ha expresado E . Bick (1968): «El objeto trastantes: seco y húmedo, rugoso y suave, duro y blando,
(continente) óptimo es el pezón-en-la-boca, unido a la mane- etc., cualidades contrastantes que ella refiere a una doble po-
ra que la madre tiene de sostener y de hablar, y a su olor fa- laridad paterna y materna.
miliar». Desde un punto de vista psíquico, la experiencia del Me parece útil considerar la integración de la bisexualidad
pecho lleva consigo la interiorización de un objeto bueno en de la envoltura psíquica no sólo en sus aspectos económicos,
el mundo interno, objeto bueno que es base de la coherencia es decir, la dosificación recíproca de los aspectos paterno y
del self y fuente de la vida psíquica. Pero también lleva consi- materno, sino también en sus aspectos tópicos; todo ocurre,
go, y con precedencia a toda posibilidad de interiorización, en efecto, como si el continente materno debiera ser refor^n
la constitución de la envoltura psíquica. Por lo tanto, se pue- do sin volverse rígido por la inclusión de los c o m p o n c i i t c H im
de decir, metafóricamente, que de las cualidades plásticas del temos en su estructti^a. Es un poco como, dcidc un punid
pecho, en tanto «continente», dependen las cualidades plásti- de vista anatómico, los tegumentos que envuelven ni Im
cHs de la envoltura psíquica. Según que el niño experimente están reforzados por estructuras fibrosas (jiir cnnvpigcn lut
un contacto con un continente flexible, pero consistente; p , da el pezón y que aseguran lá forma y la consistencia da i q u i j i
ai contrario, con un continente deformabie al infinito, o tam-
bién con un continente cfractablc. o demasiado tenso y ca-
rente de clnuticidad. se constituirá para él una envoltura psí- 3. Sus funciones
quica flexible y consistente, o inconsistente y sin forma pro-
pia, o desgarrada, o rígida. Me parece que aquí se sitúan los Las formulaciones del «Proyecto», que he racordadOi lon
primeros elementos de la bisexualidad y de la integración de esencialmente energéticas. El concepto de envoltura es un con-
las dos polaridades materna y paterna. : cepto geométrico'' o tópico. Por lo tanto, es preciso operar
una trasformación de las funciones energéticas del yo del
En efecto, todo ocurre como si las cualidades de receptivi-
«Proyecto» para descubrir las funciones de la envoltura psí-
dad y de flexibilidad del continente se situaran en el polo ma-
quica. Propongo estos equivalentes:
terno, mientras que sus cualidades de consistencia y de soU-
• dez lo hicieran en el polo paterno. F . Tustin ha referido estos
l . El yo coarta el libre decurso de la energía psíquica; esto
dos aspectos, masculino y femenino, del primer continente a
corresponde a la envoltura psíquica, que contiene los objeto»
las representaciones respectivas del pezón y del pecho. El pe-
zón es el soporte fantasmático de los componentes paterríos Eli geometría diferencial, la «envoltura» de una familia (tu vitUilndot
del continente, y el pecho, el de los componentes matemos. que depende de un parámetro se define como una variedad lungente, «ii caiU
El pezón, firme, eréctil, se pone como intermediario entre la uno de sus puntos, a una de las variedades de la familia.

60 61
internos, función de «conteiümiento» en que es preciso ver de origen sensorial que Bion llama «elenientos j3»; se trata
a la vez la capacidad de la envoltura psíquica para evitar la de elementos no pensables, insusceptibles de ligarse entre sí,
dispersión de los objetos internos en un espacio sin fronteras apenas capaces de aglomerarse en lo que Bion llama una
y su capacidad para ligar entre sí los objetos internos en un «pantalla Estos elementos son tratados por el psiquismo
conjunto coherente. de la madre, por su «capacidad de ensoñación», de manera
2. El-yo protege al psiquismo de la efracción por una can- que se vuelvan pensables, adquieran sentido y se puedan ligar
tidad excesiva de energía proveniente del mundo exterior; es- entre ellos para formar lo que Bion, recogiendo un término
to corresponde a la función de «protección antiestímulo» de del «Proyecto», llama una «barrera-contacto»; esta designa
la envoltura psíquica. una membrana semi permeable, que divide los fenómenos psí-
3. Por medio de su función de «juicio», el yo deslinda el quicos en dos gmpos, conciente e inconciente.
mundo perceptivo y el mundo imaginario; esto corresponde No puedo aquí desarrollar más la teoria de Bion sobre el
al papel de la envoltura psíquica como frontera entre mundo pensamianto, pero destaco el papel dinámico y organizador
exterior y mundo interior. del continente, que no se limita a una función pasiva, sino
4. Por su función de «atención», el yo es sensible a las que opera una verdadera trasformación de los elementos psí-
excitaciones que provienen de la percepción, y a los recuerdos quicos. E l primer continente es un objeto externo, el pezón/pe-
dc!(i)ertadQS por la percepción; esto corresponde a las cone- cho en el sentido kleiniano; o también, la «capacidad de en-
xione» do Ift envoltura psíquica con los objetos del mundo per- sofiación» de la madre. La trasformación de los clemcnioi
cfipilvo por su fase externa, y con los del mundo interior por /3 por este continente externo es condición previa para que
su ÍHso Interna. el infante pueda introyectar dentro de un espacio psíquico ele-
3. El yo es el resultado de una investidura de ciertas neu- mentos pensables. L a membrana formada por los elementos
rona.s por una energía que llega desde el interior del cuerpo; a desempeña un papel afin al del preconciente de la primera
esto corresponde a la constitución de la envoltura psíquica tópica, pero Bion nos hace comprender su proceso de forma-
por diferenciación de la superficie del psiquismo en contacto ción, que necesari^ente pasa por la intermediación de un
con el mundo exterior. objeto extemo continente. Nos muestra su papel dinámico de
«piel mental», como la denomina (Bion, 1967), es decir, una
Del yo del «Proyecto», entonces, una vez despojado de función de organización de los elementos del psiquismo (en
su «maquinaria» neuronal, se pueden extraer cinco funcio- cambio, el preconciente respondía en Freud a una definición
nes: contenimiento, protección antiestímulo, deslinde del mun- esencialmente económica).
do psíquico interno y del mundo perceptivo, conexión doble E. Bick define la «piel psíquica» en un articulo aparecido
con el mundo interno y con el mundo extemo, y. diferencia- en 1968. La sigidente cita resume las funciones que le atribu-
ción de la superficie del self. Estas mismas funciones son las ye: «La tesis es que en su forma más primitiva, las partes de
que encontramos en las exposiciones de los autores que desde la la personalidad se experimentan carentes de toda fuerza liga-
década de 1960 han introducido los conceptos de «continente» dora, y por eso deben ser mantenidas juntas de una manera
(Bion), de «piel psíquica» (Bick), de «yo-piel» y de «envoltura que ellas viven pasivamente, merced a la piel que funciona
psíquica» ( D . Anzieu), como una frontera. Pero esta fimción interna de contener las
Bion ha insistido en las funciones de contenimiento, de l i - partes del se//depende Inícialmente de la introyección de un
gazón y de deslinde. Retomando el estudio de la «identificación objeto externo experimentado como capaz de llenar esta fun-
proyectiva», se vio conducido a"definir lo que Eamó «relación ción.. Después, la identificación con esta función del objeto
continente/contenido» (Bion, 1962) con la notación: ( 9 cr). remplaza a aquel estado no integrado y da lugar al fantasma
Su prototipo es la relación psíquica del bebé con su madre, de espacio interior y espacio exterior. Sólo entonces se alcan-
figurada por la relación entre la boca y el pezón/pecho.- za la etapa en que se puede producir el primer clívaj e-e-
El infante proyecta en el psiquismo de su madre elementos idealización del self y del objeto, tal como lo ha descrito Me-

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larde Klein. Mientras las funciones continentes no se hayan D, Anzieu discernió primero tres funciones del «yo-piel»
introyectado, no p o d r á aparecer el concepto de un espacio en su artículo princeps de 1974: «Una función d é envoltura
en el interior del self. La introyección, es decir, la construc- continente y unificadora del sí-mismo, una función de barre-
ción de un objeto en un espacio interior, resulta por lo tanto ra protectora del psiquismo, y una función de filtro de los
perturbada. En su ausencia, el funcionamiento en identifica- intercambios y de inscripción de las primeras h u e l l a s . . . » . Con
ción proyectiva necesariamente proseguirá sia descanso (su- posterioridad diferenció otras funciones. Así, en 1984 descri-
poniendo que se haya desarrollado el concepto de un espacio bió siete funciones del «yo-piel»:
en el interior del objeto) y se manifestarán todas, las confusio-
nes de identidad que de esto derivan. Se puede ver ahora que
1. Una función de mantenimiento del psiquismo, que co-
esta etapa de clivaje-e-idealización prirriaria del self y de los
objetos descansa en este proceso de contención del self y del rresponde a lo que Winnicott denominó «holding-»: «El yo-
objeto por sus respectivas "pieles"» (Bick, 1968). Esta cita piel es una parte de la madre —en particular sus manos— que
define, de manera muy condensada, varias funciones de l a ha sido interiorizada y que mantiene al psiquismo en estado
«piel psíquica»: de funcionar, al' menos durante la vigilia, del mismo modo
como la madre mantiene en ese mismo tiempo el cuerpo del
bebé en un estado de unidad y de solidez».
a. Ella contiene objetos psíquicos, tanto en el sentido de
2. Una función de contenedor: «Así como la piel envuelve
•impedirles que se dispersen en un espacio ilimitado como en
todo el cuerpo, el yo-pÍel tiende a envolver todo el aparato
el de permitirles conexiones entre ellos. Este último aspecto
psíquico, pretensión que después demuestra ser abusiva, pero
de la piel psíquica diferencia la verdadera piel psíquica de la
que al comienzo es necesaria. El yo-piel es figurado como cor-
«segunda piel» que sólo tiene un poder de reunión de las par-
teza, y el ello pulsional, como núcleo: cada uno de estos dos
tes de la personalidad, sin aquel aspecto de conexión entre
términos necesita del otro. El yo-piel sólo es contenedor si
estas partes.
tiene pulsiones por contener, por localizar en fuentes corpo-
La función de protección antiestímulo no es expllcita- rales y, después, poi; diferenciar».
da por Bick. Pero podemos discernir su eqiávalente en el pa-
3. Una función de protección antiestimulo,
pel de la piel psíquica en orden al establecimiento del primer
4. Una función de individuación: «El yo-plel asegura \mN
dlvaje-e-ldealizadón del self y del objeto, que, en la teoría
función de individuación del sí-misrno, ([uc aporta a e«i# el
de Melanie Klein, desempeña el papel de protección del mun-
sentimiento de ser único».
do Interior frente a toda intrusión inasimilable.
5. Una función de intersensorialidail. ipi'- • M I I I I K I I H « I I
c. En cuutíto a la función de deslinde entre mundo inte-
la constitución de un «sentido común»: " I I v i i i ' l «s una
rior y mundo exterior, se encuentra descrita con claridad por la
superficie psíquica que une entre sí las scnsucioiic. .1 I r . rrs«
frase «Mientras las funciones continentes no se hayan intro-
índole y las resalta como figuras sobre ese fondo i n i n i . u i o
yectado. no podrá aparecer el concepto de un espacio en el
que es la envoltura táctil».
interior del jre//>>.
6. Una función de sostén de la excitación sexual, «sobre
d. Me parece que los dos últimos aspectos del yo del
cuyo fondo las zonas erógenas se pueden localizar y se puede
«Proyecto» señalados por mí, la conexión del yo por su faz
considerar la diferencia de los sexos».
interna con el mundo intrapsíquico, y por sü faz externa, con
7. Una función de recarga übidinal que Anzieu une a una
el mundo perceptivo, por una parte, y por la otra la forma-
función de inscripción de las huellas sensoriales táctiles.
ción del yo por diferenciación de la superficie del psiqqismo,
aparecen condensados en E. Bick, cuando señala que el pro-
ceso más precoz de contención del self y del objeto sobrevie- Y en su obra reciente sobre el yo-piel, aparecida en 1985,
ne por medio de sus pieles respectivas. él diferencia otras dos funciones:

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8. Una función de inscripción de las huellas sensoriales tác- mas dinámicos que están en su S a s e y por las deformaciones
tllai, que en lo sucesivo se distingue con claridad de la fun- de interfases entre espacios psíquicos que de ahí derivan. Se
olón de recarga übidinal. Coteja esta función con los conccp- trata de una suerte de desprendimiento en que el espíritu acepta
tOI da «plctograma», propuesto por P. Castoriadis-Aulagnier perder el dominio sobre su objeto de conocimiento para de-
•n 1973, y do «escudo de Perseo», presentado por F. Pasche jarse sorprender por lo inesperado y poder ser cuestionado
aii IV7I, y unibiéii con la función de presentación del objeto por el cambio.
dadilla ptn Winnicott en 1962. El ideal deductivista del programa de Hilbert (1917), arrui-
y I lili» liinción de autodestrucción, «función negativa del ríado por él teorema de Gódel (1931), ha sido remplazado
ytl pial, unn nnti función de algún modo al servicio de Tana- por modelos teóricos que suelen ser más descriptivos que ex-
Kll»». plicativos, pero que dejan centellear la infinita variedad de
formas y sucesos sin encerrarlos en un determinismo estre-
cho: teoría de las catástrofes (R. Thom, 1972, 1980), teoría
de la turbulencia con sus atractores extraños (D. Ruelle y F.
111 < ' U I U ill.sil')!)
Takens, 1971), teoria de los objetos fractales (B. Mandelbrot,
1985), teoría del orden por fluctuación ( I . Prigoginc c 1. Stcu-
I I I >i 1 . ,1.1 i i r . i i , m e pareció necesario abordar el estudio
gers, 1979). El psicoanálisis ha contribuido a preparar los r-\
ilrl . M U . ' [ii'< i l i - < i i v i ) U u i a psíquica de la manera más formal píritus para este camiio epistemológico y es justo que cose-
pulibla. Paro ai mi deseo que este formalismo no oculte la che sus frutos.
rlquara y la fecundidad del concepto. Suele suceder que en
lai liilarraies entre diversos campos de experiencia o domi-
nios da conocimiento surjan hechos nuevos o nuevas ideas.
Por lu naturaleza, la envoltura psíquica se sitúa en el cruce
de diversos campos analíticos y epistémicos, lo que sin duda
contribuye a su fecundidad. Me limitaré a citar esos diversos
campos.
En la cura individuaí, se trate de niños, de adolescentes
o de adultos, el concepto de envoltura psíquica gubsume a
la vez aspectos del funcionamiento mental del analizando, as-
pectos del marco analítico y aspectos de la contratrasferen-
cia.
La extensión del psicoanálisis a las situaciones de grupo,
a las terapias familiares y a las instituciones enfrenta al ana-
lista con aspectos nuevos del funcionamiento mental, que con-
ducen a definir envolturas psíquicas supraindíviduales: gru-
pal, familiar, institucional.
No es sin duda por azar que asistimos a un movimiento
general del pensamiento moderno que en cierto modo retoma
la filüsolia presocrática y cuestiona tanto el positivismo del
siglo X I X como el estructuralismo rígido de la primera mitad
del siglo X X . El psicoanálisis no hace más que seguir este mis-
mo movimiento cuando se interesa por las fluctuaciones de
los fenómenos psíquicos, por los frentes de onda de los siste-

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