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W. R.

BION
IS

Jg^PSICOLOfelM
FACULTAD OE PSICOLOGIA
D IR E C C IO N

TRANSFORMACIONES

PROMOLIBRO
VALENCIA
2001
INVENTARIO “12
C1HBYP

COLECQÓNPSICOANÁLISIS
'A DIRECTOR: JOSÉ A. LORÉNCAMARERO
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CIHBVÍ*
ÍNDICE
ÍNDICE

Agradecimientos............................................................................9
Introducción................................................................................. 13
Capitulo 1...................................................................................... 17
Capítulo I I ..................................................................................... 31
Capítulo III.....................................................................................45
Capítulo IV ....................................................................................61
Capitulo V .....................................................................................79
Capítulo V I.................................................................................. 101
Capítulo V II................................................................................. 123
Capítulo V III................................................................................ 139
Capítulo IX .................................................................................. 151
Capítulo X ................................................................................... 163
Capítulo X I.................................................................................. 185
Capítulo X II................................................................................. 197
AGRADECIMIENTOS

De nuevo es un placer para mí reconocer la


ayuda y las críticas de varios colegas y amigos
que han leído las pruebas de este libro.
El profesor Elliot Jaques, Miss Betty Joseph,
Mr. Money-Kyrle y la doctora H. Segal han con­
tribuido con sus consejos y críticas. También
estoy en deuda con el doctor J.O. Wisdom por
sus provechosas críticas a mis trabajos anterio­
res, en particular a Aprendiendo de la Experien­
cia, las cuales me han permitido tomar mayor
conciencia de sus fallas, aunque si las he evita­
do aquí o no es otra cuestión. Quisiera darles
las gracias a todos, pero liberarles de la respon­
sabilidad de mis posibles faltas.
Como siempre, me queda la deuda con mi
esposa, que puedo reconocer pero no pagar.

W.R.Bion
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN

Quería escribir este libro de manera que fue­


se leído independientemente respecto a Apren­
diendo de la Experiencia y Elementos de Psi­
coanálisis, pero pronto comprendí que ello sería
imposible sin incurrir en un grado de repetición
intolerable.
Por lo tanto, dichos libros siguen siendo ne­
cesarios para la comprensión de éste. Es cosa
que lamento, porque hay algunas cosas que he
dicho antes y que ahora diría de otro modo. Pero
cualquier lector que considere el tema tan im­
portante como lo considero yo, encontrará pro­
vechoso seguir el curso del pensamiento a pe­
sar de los defectos de presentación.

W.R.Bion
CAPÍTULO I
CAPÍTULO I

Supongamos que un pintor ve un sendero que cruza un campo sem­


brado de amapolas y lo pinta: en un extremo de la cadena de aconteci­
mientos hay un campo de amapolas, en el otro un lienzo con pigmento
distribuido sobre su superficie. Podemos reconocer que este último
representa al primero, por lo que supondré que a pesar de las diferen­
cias que hay entre el campo de amapolas y el lienzo de tela, a pesar de
la transformación que el artista ha llevado cabo a partir de lo que vio
para hacer que tomara la forma de un cuadro, algo ha permanecido
Inalterado, y de este algo depende el reconocimiento. Llamaré
Invariantes a ios elementos que intervienen para formar el aspecto
Inalterado de la transformación.
El artista no es la única persona implicada en el acto de mirar un
cuadro; el reconocimiento de aquello que representara el cuadro no
sería posible si el observador confiara exclusivamente en su sentido
del olfato. Cuanto más amplia sea su experiencia de relación con el
arte más cerca estará de interpretar correctamente la pintura.
En muchos casos la efectividad de la representación dependerá de
la perspectiva. Un rasgo característico de la perspectiva es que, por
ejemplo, un estanque completamente circular puede ser representado
por una elipse, o un sendero cuyos bordes van en paralelo puede ser
representado por dos líneas que se encuentran. En efecto, la repre­
sentación del estanque o del sendero sería menos adecuada de haber
consistido en un círculo o en dos líneas paralelas. En consecuencia,
suponemos que hay cierta cualidad en la elipse y las líneas que la cru­
zan, el estanque circular y los bordes paralelos, que permanece como
Invariante bajo las condiciones de la creación artística.
Supongamos ahora que vemos un tramo de vías férreas que va recto
hasta donde alcanza la vista. Veremos que las dos líneas de la vía con­
vergen. Sabemos que si queremos comprobar el punto de convergencia
y recorremos la línea para encontrarlo será en vano; pero si nos aleja­
mos lo suficiente y miramos hacia atrás en dirección al lugar de partida,
el punto de convergencia parecerá estar a nuestras espaldas y ser con­
firmado por nuestro sentido de la vista; las dos líneas paralelas se en­
cuentran en un punto. Entonces, ¿Dónde está ese punto?
Una teoría explicaría que el punto de encuentro es una ilusión ópti­
20 Transformaciones

ca. Propongo no aceptar esta explicación, porque en un área en la cual


se emplea únicamente el sentido de la vista, no se dispone de correla­
ciones que se basen en el sentido común (1); además, esta explica­
ción, aunque es válida en su propio campo, no da lugar a ningún pro­
greso dentro del campo de la presente investigación.
Para la geometría euclidiana las definiciones de términos tales como
“punto”, “línea recta” y “círculo" están tan estrechamente relacionadas
con determinadas marcas sobre el papel y realizaciones similares, que
son suficientes, además de sugestivas. Pero los puntos y las líneas
rectas, tal como los define la geometría euclidiana, no son cosas-ert-
sí-mismas. Los matemáticos han visto que estas definiciones no sir­
ven frente a los desarrollos que exige su propio campo de estudio. El
punto y la línea recta tienen que ser descriptos por la totalidad de las
relaciones que estos objetos tienen con otros objetos<2). Dejaré de lado
el problema de hasta qué grado se pueden tanto explorar como ignorar
la totalidad de las mismas <3). El matemático puede investigar las
invariantes comunes al objeto circular y a la elipse que lo representa,
mediante la geometría proyectiva algebraica. Entonces, encontrará que
los enunciados sobre longitud, ángulos o congruencia no pueden ser
ubicados en los teoremas de geometría proyectiva, aunque formen parte
de la geometría euclidiana. Por lo tanto, los psicoanalistas no deberían
desalentarse si se demuestra que en sus teorías no hay lugar para
mediciones y otras entidades que son comunes en otras disciplinas
aceptadas como científicas. Del mismo modo que hay propiedades
geométricas invariantes en condiciones de proyección y otras que no
lo son, hay también propiedades que son invariantes en el psicoanáli­
sis y otras que no lo son. La tarea consiste en hallar cuáles son las
invariantes en el psicoanálisis y cuál es la naturaleza de Ja relación
entre ellas.
¿Cuál es la relación existente entre el punto en el que se encuentran
las líneas paralelas y los puntos en los que lo hacen las líneas que no
son paralelas? En mi ejemplo vemos que los ríeles llegan a encontrar-

t1) Ver Bion, W .R .: Aprendiendo de la Experiencia, donde tomo en considera­


ción el uso del término “sentido común”.
(2)
Las definiciones de sustancias físicas tan comunes como el zinc son un
resumen de relaciones, descriptas y denominadas como “propiedades".
<3) Heisenberg, W .: Physics and Philosophy, p. 82.
W. R. Bion 21

•e, pero ni un topógrafo ni un neurólogo aceptarían tal hecho. Aunque


••te problema no es de incumbencia del psicoanalista puede parecer­
se a otros que sí lo son. A ellos me referiré ahora. (4)
En su trabajo “ Fragmento del análisis de una histeria’’ (1905) ,
Freud nos da la descripción de una paciente, Dora. Puede considerar­
te la misma como análoga a una pintura, aunque sea diferente en tan­
to es una representación verbal de un análisis. Podemos tener una
Impresión de la experiencia analítica del mismo modo que podemos
tener una experiencia del campo de amapolas, aunque el campo de
enlapólas original y el análisis original nos son desconocidos. Enton­
ces debe haber algo en la descripción verbal del análisis que es
Invariante. Para que las invariantes de la descripción impresa sean
efectivas deben existir ciertas condiciones previas, la persona lega debe
•er letrada. Por lo tanto, calificaré a las invariantes en la descripción de
Freud como “invariante dada la condición de saber leer y escribir”..
No todas las personas legas comprenderían lo mismo a partir de la
descripción impresa; en consecuencia, “la invariancia dada la condi­
ción de saber leer y escribir” no aporta una delimitación adecuada.
Entonces debemos considerar brevemente algunos de los problemas
que implica el establecimiento de los límites del campo. Nos encontra­
mos con algunos de estos problemas en las observaciones que Freud
escribió en el prefacio de este trabajo. Freud señala que se lo puede
leer como una román á clef destinada al goce personal. La compren­
sión del lector dependerá de las invariantes dentro de la lascivia, y eso
no es lo que Freud pretende ofrecer al lector. Lo indica en su referencia
• “Estudios sobre la histeria” y en los desarrollos subsiguientes de la
técnica analítica. Las invariantes dentro del campo de la literatura por­
nográfica <5) no son invariantes dentro del psicoanálisis. Para emplear
una analogía de las artes visuales: Las invariantes dentro del campo
de la fotografía no son las mismas que las de la pintura impresionista.
Resulta útil para mi propósito considerar al psicoanálisis como per­
teneciente al grupo de las transformaciones. La experiencia original, la
realización -en el caso del pintor el tema que él pinta, y en el caso del
psicoanalista la experiencia de analizar a su paciente- son transforma­
dos por la pintura y por el análisis en un cuadro y en una descripción

Freud, S .: "Fragmento del análisis de un caso de histeria" (1905).


<"1Ver Freud, S .:Observaciones Preliminares a "Fragmento del análisis..."
22 Transformaciones

psicoanalítica respectivamente. La interpretación psicoanalítica hecha


en el transcurso de un análisis puede ser considerada como pertene­
ciente a este mismo grupo de transformaciones. Una interpretación es
una transformación. Para poner de manifiesto las invariantes, una ex­
periencia, sentida y descripta de una manera, se describe de otra.
La referencia de Freud a los desarrollos que tuvieron lugar en la
técnica psicoanalítica señala la dirección que debe proseguir esta in­
vestigación. Dado que el psicoanálisis seguirá desarrollándose, no
podemos hablar de invariantes dentro del psicoanálisis como si el psi­
coanálisis fuera una condición estática. En la práctica no es deseable
descartar teorías ya establecidas porque parezcan ser inadecuadas
para determinadas contingencias. Tal procedimiento exageraría la ten­
dencia a la fácil elaboración de teorías ad hoc en ocasiones en que
sería mejor adherirse a la disciplina ya establecida. Por lo tanto, es
aconsejable mantener una actitud conservadora respecto de las teo­
rías ampliamente aceptadas incluso cuando se haya hecho claro que
resulten necesarios algunos ajustes. Para mi propósito presente es
útil considerar que las teorías psicoanalíticas pertenecen a la categoría
de los grupos de transformaciones, una técnica análoga a aquella del
pintor, mediante la cual los hechos de una experiencia analítica (la rea­
lización) son transformados en una interpretación (la representación).
Toda interpretación pertenece a la clase de enunciados que incorporan
invariantes pertenecientes a una teoría psicoanalítica determinada. En
consecuencia una interpretación podría ser comprensible debido a que
engloba “invariantes existentes dentro de la teoría de la situación
edípica".
La ventaja de clasificar las teorías psicoanalíticas como miembros
de grupos de transformaciones será discutida más adelante<6>, pero
ahora anticiparé algunas de las consideraciones más importantes. El
pintor, gracias a su capacidad artística, puede transformar un paisaje
(la realización) en un cuadro (la representación). Puede hacerlo gra­
cias a las invariantes que hacen que su representación sea compren­
sible. Las invariantes dependen de la técnica que emplee. Por ejemplo,
las invariantes de la pintura impresionista no son las mismas invariantes
que, digamos, las de la escuela realista. De manera similar, las
invariantes en la descripción de una situación familiar llevada a cabo

(6)Ver Capítulo II.


W. R. Bion 23

por un lego no serán las mismas que las que aparecen en la descrip­
ción de la misma situación familiar llevada a cabo por un psicoanalista
que emplee la teoría de Edipo. Las distintas teorías psicoanalíticas ca­
pacitan al psicoanalista para efectuar transformaciones de ese tipo.
Las teorías psicoanalíticas, o grupos de teorías, pueden combinarse
para transformar la realización en una representación o en series de
representaciones que guardan relación (interpretaciones). De este
modo las teorías analíticas pueden clasificarse entonces según su re­
lación con el tipo de transformación (y las invariantes que la acompa-
flan). El tipo de invariantes dependerá del analista y de su evaluación
■obre lo que requiera la situación clínica. Así, un analista puede utilizar
lis teorías del splitting y de Edipo para llevar cabo una transformación
OUyas invariantes aseguren la comprensión por parte del paciente. Sus
teorías, transformación (o grupo de teorías) e interpretación serán aná­
logas a las técnicas, transformación y producto final del artista. Del
mismo modo que puede considerarse el impresionismo como un mé­
todo para transformar el paisaje en un cuadro, puede considerarse que
•I conjunto de las técnicas analíticas forma parte de la transformación
de las experiencias analíticas en una interpretación. Tal como las trans­
formaciones del pintor varían según la comprensión del paisaje que su
pintura va a transmitir, así vanará la transformación del analista según
la comprensión que desee transmitir. La transformación kleiniana, aso­
ciada a ciertas teorías kleinianas, tendrá invariantes diferentes de las
que se encuentran en la transformación freudiana clásica <7). Si las
Invariantes son distintas, también lo será el significado transmitido, in-
Oluso si se considerara que el material transformado (la experiencia
analítica o realización) fuese el mismo en ambos casos. De igual modo
la pintura de la misma escena llevada a cabo por un pintor realista y por
otro Impresionista transmitirían distintos significados. Cuando se al-
oanza una particularización mayor, la transformación de un analista
klelniano y, en consecuencia, su interpretación, diferirá respecto a la
de otro analista. Tampoco serán iguales las interpretaciones de dos
pintores impresionistas, aunque se les pueda reconocer como perte­
necientes a la misma escuela (de transformación). Este enfoque que

,,f En la práctica deploraría el empleo de términos tales como “transformación


kleiniana" o “transformación freudiana”. Los utilizo aquí solamente para simpli­
ficar la exposición.
24 Transformaciones

estoy proponiendo puede ser útil respecto a los problemas del diag­
nóstico en cuanto que permite definir y clasificar las entidades clínicas
según la transformación (8) (me refiero ahora ai método y las teorías
que lo componen) y las invariantes empleadas.
A lo largo de este libro sugiero una aproximación crítica a la práctica
psicoanalítica, pero no nuevas teorías psicoanalíticas. Por analogía con
la labor del artista y del matemático, propongo que el trabajo del psi­
coanalista puede considerarse como la transformación de una realiza­
ción (la experiencia psicoanalítica real) en una interpretación o serie de
interpretaciones. Se han introducido dos conceptos: transformación e
invaríancia. Este libro se centrará en dichos conceptos y su aplicación
a los problemas de la práctica psicoanalítica. Utilizo términos tomados
de la filosofía y de otras disciplinas con fines psicoanalíticos, porque el
significado con que ya están investidos se aproxima al significado que
deseo transmitir. Cuando escribo “transformación" o “invaríancia” doy
por entendido que estoy hablando de psicoanálisis. Espero que lo que
quiero significar con dichos términos se aclarará a medida que los vaya
usando.
Los mecanismos psicóticos aparecen en el transcurso de una cri­
sis que tiene lugar estando el paciente en análisis, pero el analista pue­
de tener que vérselas con ellos después que tal crisis ha tenido lugar, o
porque ha ocurrido algo que la ha precipitado a pesar de su trabajo. Me
referiré a este último caso porque el material es más propicio para
entender la transformación y la invaríancia como función del paciente y
del analista. Por razones de discreción la descripción clínica no co­
rresponde a ninguna de las personas que conozco, pero el lector no se
equivocará si la toma por verdadera.
Puede considerarse al paciente(9>como un psicótico border-line en
vista del predominio de mecanismos psicóticos y de su conducta biza­
rra. El análisis se desarrolla lentamente y, para cualquier observador o
miembro de su familia, hay pocos indicios de que su conducta sea
diferente de la que era antes.
Entonces, un cambio: amigos o parientes que habían estado ne­
gando que algo andaba mal en él, ya no pueden ignorar su enferme­
dad.. Está raro, pasa horas sentado en una silla, malhumorado, pare-
/Q\
La Transformación se considerará en detalle más adelante. Ver Capitulo II.
í9) Al que luego me referiré como A.
W. R, Bion 25

M que oye voces y ve cosas. Hay dudas sobre esto último; en la con­
sulta resulta difícil decir si el paciente está manifestando un delirio o
deleitándose con su fantasía. En análisis está confuso y a la contra.
Hay un súbito deterioro. La alarma de los familiares es evidente a tra-
Vél de cartas y otras comunicaciones, de ellos y del médico de familia.
He evidente que hay motivo para que el analista se alarme, y si no lo
hace, quede expuesto a un grave error y la culpa consiguiente.
En una situación así la opinión general es tan invasora que resulta
dlffoll tomar las ansiedades del analista y de los familiares con mayor
provecho que simplemente como racionales y adecuadas a los hechos.
Resulta difícil mantener una perspectiva analítica de lo que está ocu­
rriendo, dado que esta se podría confundir fácilmente con la negación,
por parte del analista, de lo seria que es su situación. En una situación
■•1, el analista tomará las medidas que le dicte su experiencia en el manejo
de Oleos analíticos. Intentará determinar la contribución que puede estar
heolendo su propia patología. Menciono estos puntos sin extenderme en
elloi, salvo en lo que respecta a sus conexiones con la transformación y
la Invarlancia. Mi deseo es incluir en el material las ansiedades del analista
y, sn la medida en que tenga acceso a ellas, las de los familiares y ami­
gos, El Interés principal del analista se centrará en el material del que
tlsns evidencia directa, es decir, la experiencia emocional de las sesio-
nss analíticas. Es precisamente en su manera de considerar dicho ma­
tarla! donde los conceptos de transformación e invariancia pueden jugar
UP papel esclarecedor.
El cambio desde una experiencia analítica, confinada en la habita­
ción da consulta del analista, a una crisis que abarque a más personas
as muy notable por varias razones. Es catastrófico en el sentido estric­
to da un acontecimiento que produce una subversión del orden o siste­
ma previo de las cosas; es catastrófico también en el sentido de que
aslá acompañado de sentimientos de desastre por parte de los
pBlilolpantes y en el sentido de que es repentino y violento de un modo
QBSl físico. Esto último dependerá del grado en que el procedimiento
analítico haya dado lugar a una crisis controlada. Como, para los pro­
pósito* de esta descripción, es más fácil tratar con fenómenos cuyas
Oaraotarlstfcas resalten en mayor grado, me apoyaré en hechos que
QOrresponden a un episodio menos controlado analíticamente. Sin
imbargo, debe tenerse en cuenta que los hechos que ocurren bajo un
mayor control analítico pueden ser más difíciles de considerar, ya que
26 Transformaciones

al tratarse de reacciones más moderadas, los elementos que las cons­


tituyen resultan correspondientemente menos interferentes y más difí­
ciles de detectar. Además, en el caso de que ios hechos se produzcan
bajo control analítico, los elementos catastróficos guardan las mismas
relaciones con los otros elementos que los rasgos catabólicos guar­
dan con los anabólicos en el metabolismo. En consecuencia, dejaré
de lado complicaciones que, por el momento, no quiero introducir.
Volviendo a mi ejemplo, hay tres rasgos que quiero señalan subver­
sión del sistema, invaríancia y violencia. Se puede distinguir el análisis
de la etapa pre-catastrófica del de la etapa post-catastrófica por las
siguientes características sencillas de observar: no es emocional, es
teórico y carente de todo cambio extemo que llame la atención. Los
síntomas hipocondríacos son los más prominentes. El materíal se presta
a interpretaciones basadas en las teorías kleinianas de la identificación
proyectiva y de los objetos internos y extemos. La violencia queda
circunscripta a los fenómenos a cuya experiencia se accede a través
del insight psicoanalítico: es como si se tratara de violencia teórica. El
paciente habla como si su conducta, exteríormente juiciosa, estuviera
causando una gran destrucción debido a su violencia. El analista inter­
preta, cuando le parece que las interpretaciones se adecúan al mate­
ríal, atendiendo a aquellos elementos que se supone que el paciente
considera violentos.
En la etapa post-catastrófica, por el contrarío, la violencia se hace
patente, pero la contraparte ideacional, previamente evidente, ahora
parece faltar. La emoción se hace obvia, y es despertada a su vez en el
analista. Los elementos hipocondríacos interfieren menos. La expe­
riencia emocional no tiene que ser deducida por conjeturas porque está
a la vista.
En esta situación el analista debe buscar en el materíal las
invariantes entre las etapas pre y post-catastrófica. Estas se encontra­
rán en el campo representado por las teorías de la identificación
proyectiva y de los objetos internos y externos. Reformulando esto en
términos del materíal clínico, debe ver y demostrar que ciertos hechos
manifiestamente cargados emocionalmente en el exterior son, en rea­
lidad, aquellos mismos que aparecieron en la etapa pre-catastrófica
bajo el nombre de dolores de rodilla, piernas, abdomen, orejas, etc.,
según el paciente, y de objetos internos según el analista. Para abre­
viar, lo que se presenta externamente al analista y al paciente como
W. R. Bion 27

familiares angustiados, inminentes pleitos legales, hospitales para en­


fermos mentales, certificados y otras contingencias aparentemente
adecuadas y propias de un cambio de las circunstancias, son real­
mente dolores hipocondríacos y otras evidencias de los objetos inter­
nos que se presentan a la manera propia de su nuevo status de obje­
tos externos. Estas son, pues, las invariantes o los objetos en los que
puede detectarse la invaríancia. Me ocuparé ahora de la relación entre
la violencia y el cambio que ha tenido lugar desde lo pre-catastrófico a
lo post-catastrófico.
El cambio es un cambio violento y, en la nueva fase, los sentimien­
tos violentos se expresan violentamente. Por analogía con una explo­
sión, el estado de emoción violenta del paciente provoca reacciones
• n el analista y en otras personas que tienen relación con el paciente
de modo tal que ellos también tienden a estar dominados por sus
•obreestimulados objetos internos, produciendo así una amplia
extemalización de los mismos(10). En la práctica, en la etapa pre-ca-
tastrófica la violencia de las emociones tiene que ser deducida, y esto
sigue siendo así incluso en la etapa post-catastrófica si la crisis se
produce bajo control analítico. Aunque adecuada como teoría, existe
Olería ventaja en usar como modelo la explosión y su onda expansiva.
Así lo haré. ■*
El hecho catastrófico puede ser descrito en términos de la teoría de
las transformaciones. Esto conlleva considerar que la transformación,
Implicada por el uso de dicha teoría, pertenece al grupo de las transfor­
maciones. Es decir, transformo los hechos que describo al considerar­
los de determinada manera. Mi descripción es, por lo tanto, una transfor­
mación análoga a la pintura del artista, que es un producto del enfoque
particular del artista. Por conveniencia llamaré a mi modo de verla cues­
tión transformación ‘A’. Dentro de mi modo de utilizarlo he usado el tér­
mino "transformación” de tres maneras distintas, que deben diferenciar­
se entre sí: el término transformación referido a 1) la operación total que
Incluye el acto de transformar y el producto transformado, para lo que
usaré el signo T; 2) el proceso de transformación, para lo que usaré el
signo Ta; y 3) el producto terminado, para el que usaré el signo Tp.
Es necesario establecer otras diferenciaciones para reducir la am-

,,0, En contraste con este estado de shock, la vuelta de la cordura a sus propios
"tojldos mentales".
28 Transformaciones

bigüedad. En mi ejemplo es posible que sea necesario considerar el


punto de vista del lego, tal como el que está implícito al proponer que
el paciente no es simplemente una persona normal que se empeña
en crear problemas, sino que está mentalmente perturbado. Eviden­
temente la opinión final (T(3) no será la misma si los hechos se enfo­
can desde la creencia de que el paciente es normal que si se cree
que el paciente está mentalmente perturbado. Si es necesario consi­
derar el punto de vista lego tendremos que diferenciar T todavía más;
por ejemplo, mediante un signo T (lego), o un signo T(lego:normal) o
T(lego:mental). Ilustraré esta notación: si queremos categorizar la
descripción hecha por los familiares que piensan que el paciente se
ha vuelto loco, es necesario categorizar primero la transformación
(T). En este caso sería T (lego:mental). Sin embargo, esto mismo
podría querer decir estas tres cosas: 1) el punto de vista de los fami­
liares; 2) los procesos específicos de pensamiento que conducen a
dicha descripción, y 3) la descripción en sí misma. Como solamente
nos interesa emplear un signo para la última posibilidad, el signo com­
pleto sería: T (lego) (3.
En general puede decirse que el marco cultural dentro del cual debe
desarrollarse la tarea analítica es una cuestión que no preocupa mu­
cho al analista. Sin embargo, puede que sí le interese la cultura. Solo
en casos excepcionales, especialmente con el mismo Freud, el traba­
jo psicoanalítico ha influido profundamente en la opinión social. Por lo
tanto, es de suma importancia para los analistas que la imagen pública
de nuestra tarea no se distorsione de modo tal que produzca un clima
de opinión que aumente las dificultades, que ya son grandes. Dicha
imagen recibirá la influencia de los pacientes, de sus analistas, y de las
sociedades y grupos que constituyen los analistas. En el caso de un
cambio catastrófico como el que postulo en mi ejemplo, existe una
ulterior transformación T (público) y, en consecuencia, dado que lo que
nos interesa es el producto final, es decir, la opinión que se ha formado
el público: T (público)p. En algunos casos puede ser importante deter­
minar el contenido o el significado de la realización, representada por
los signos T(público), T(público)a, y T(público)p.
En el hecho catastrófico, el interés del analista debe centrarse en
la transformación que se manifiesta en el paciente. En esta notación
los signos representativos son T (paciente), que representa el cam­
bio en su punto de vista, e incluye T (paciente) a, los procesos me-
W. R. Bion 29

dlante los cuales efectúa el cambio desde la realización hasta T (pa­


ciente) p el producto final, o material transformado, que es lo que se
presenta ante el analista.
Finalmente, llegamos al analista. En términos generales, el punto
de vista del analista difiere de estos que hemos considerado porque es
pslcoanalítico. Él observará el estado pre-catastrófico y formará su propia
descripción, normalmente constituida por interpretaciones. En tanto la
cetástrofe pueda afectar el bagaje teórico en el que se apoya, surgirá la
necesidad de representar dos transformaciones: una pre-catastrófica
y otra post-catastrófica. Este cambio deberá quedar reflejado en el sig­
no empleado para la transformación. Si no efectúa ningún cambio, los
•Ignos serán T (analista), y esto incluirá T (analista) a y T (analista) p.
81 existe el cambio podemos reemplazar “analista’’ por un signo que
represente el ciclo de la transformación, pre y post-catastrófico.
SI el lector contempla este primer capítulo a la luz de su experien-
Qla, se dará cuenta de que la aparente rareza reside en el método de
aproximación a la cuestión, no en la experiencia que se describe. Si
antes de seguir leyendo se tranquiliza -al tener en cuenta que los fenó­
menos descritos ya le son familiares-, eso facilitará la comprensión.
CAPÍTULO II
CAPÍTULO II

Bl término “transformación” puede inducir a error a menos que se


tiflQen presentes las limitaciones implícitas en el término “forma”. En
(Untura, en geometría, no supone ningún nesgo pensaren términos de
Orma. pero lo que a mí me interesa ahora es una función de la perso­
nalidad en el proceso de ser representada, y puede introducir errores
lUponer que una función de la personalidad tenga forma. En personas
pravamente perturbadas una transformación T2 (paciente) puede ser
Una deformación. Dicho paciente, al pasar de una transformación a
Otra, puede producir T2 (paciente) p sin que tenga ninguna semejanza
•Vidente con T1 (paciente) p. Supongamos que T2 (paciente) p es un
bulto eln forma; en ese caso el término “deformación” no parece ser
•rróneo. Pero si T2 (paciente) a es la experiencia que tiene el paciente
de le r saludado por el analista, y T2 (paciente) p es la representación
(|Ue tiene de ese hecho como un ataque por parte del doctor, suponer
que T2 o T2 p tienen, o sean, formas, puede afectar seriamente la
OOmprensión de lo que ha tenido lugar en la mente del paciente.
Le tabla, en Elementos de Psicoanálisis 0>, proporciona un método
pera evitarlas mencionadas implicaciones del término “forma”, al utilizar
•iQnos propios de las categorías abstractas (los diversos compartimien­
to! de la tabla) para representar el contenido de T2 a y T2 p. Tomando el
ejemplo del Capítulo I, un signo que represente la realización denotaría el
pillaje como una cosa-en-sí-misma y, en consecuencia, lo distinguiría
Uinto de T2a como de T2p. El signo denotaría algo que no es un fenóme­
no mental y que, como la cosa-en-sí-misma kantiana, jamás puede co­
nocerse. Introduzco la idea de la cosa-en-sí para hacer más claro el
Itltus de T2a y T2p en cuanto signos para fenómenos mentales.
Podemos aclarar el uso de estos signos mediante un ejemplo: El
pedente entra y, siguiendo una costumbre ya establecida en el análi-
•Is, da la mano al analista. Esto es un hecho externo, lo que he llamado
una “realización". En tanto es útil considerarla como una cosa-en-sí e
incognoscible (en el sentido kantiano), la denotamos con el signo O. El
fenómeno que corresponde al hecho externo, tal como exista en la
mente del paciente, está representado por el signo T (paciente) a.

^ Blon, W.R.: Elements of Psycho-Analysis.


34 Transformaciones

Quisiera reemplazar dicho signo por una categoría de la tabla. La cate­


goría de la tabla se determina por la elección de aquella con la cual mi
observación clínica de la conducta del paciente guarda mayor aproxi­
mación. Supongamos que el damos la mano implica la intención de
negar la hostilidad que el paciente sintió hacia mí en un sueño. En ese
caso su acción correspondería a una categoría en la columna 2, hilera
C. Entonces, el signo sería C2.
Las asociaciones siguientes a este comienzo de la sesión deberían
proporcionar las evidencias para elegir el signo C2. Además, espero
encontrar evidencias en base a las cuales determinar la categoría en la
que ubicar la representación que ha resultado de la transformación, T, de
un episodio O (cosa-en-sí), en T (paciente) a y de ahí en T (paciente) p,
siendo esta última la representación -su representación- del episodio. A
continuación reemplazaré el signo T (paciente) p por una categoría de la
tabla, como ya he hecho con T (paciente) a. De nuevo la categoría de la
tabla debe determinarse mediante la evaluación de las asociaciones.
Supongamos que la evidencia sugiere que el paciente experimentó mi
apretón de mano como un acoso sexual. El contexto me indica que esto
se aproxima a una hipótesis definitoría; entonces, espero encontrar la
categoría en la columna 1. Si, debido al conocimiento que tengo de él,
estoy convencido de que el paciente no vivencia esto como un pensa­
miento o idea, ni aun como un sueño, sino como un hecho real, decido
que la categoría pertenece a la hilera A -los elementos beta-. La catego­
ría por la cual reemplazo T (paciente) p será A1.
Utilizando los hechos (de mi ejemplo) para alcanzar una formulación
en términos de la teoría de las transformaciones, llego a lo siguiente: La
experiencia analítica total es interpretada como perteneciente al grupo
de transformaciones, denotadaspor el signo T. Denoto la experiencia (la
cosa-en-sí) con el signo O. La impresión del paciente, T (paciente) a, es
reemplazada por la categoría C2 de la tabla. La representación del pa­
ciente, resultante de la transformación que ha llevado a efecto, T (pa­
ciente) p, es reemplazada por la categoría A1 de la tabla. Dado que toda­
vía no hemos tomado ninguna decisión acerca de la naturaleza del pro­
ceso de transformación es conveniente utilizar un signo que muestre
que la abstracción representada porT no está saturada.
La experiencia emocional a la que se refiere mi ejemplo, tal como la
he descrito verbalmente, puede representarse en forma de ecuación
del siguiente modo: T=C2 A1.
W. R. Bion 35

Dicha formulación puede considerarse como un modelo: Un hombre


que observa que ciertos elementos están en conjunción constante, liga
til conjunción utilizando un signo, digamos el término “perro”. Una vez
que los elementos observados en conjunción constante quedan ligados
por el término “perro”, la persona que los une así puede empezar a des-
OUbrir qué significado se le puede atribuir al término “perro"(2).
Análogamente, nosotros, que hemos ligado los elementos de la expe­
riencia analítica en conjunción constante con la formulación T (§) = C2
4 A1, podemos recurrir de nuevo a la experiencia analítica para obtener
•Videncias que nos proporcionen el significado. En otros términos: satu­
rar el elemento no saturado (£). O, dicho de otra manera, esperamos
encontrar en el análisis la evidencia que nos permita una comprensión
mée precisa de la transformación llevada a cabo por este paciente. El
•itudio de esta y de otras experiencias analíticas semejantes deberá
Mpacitamos, con el tiempo, para distinguir diversos tipos de transfor­
mación y, tal vez, lograr una clasificación de las diferentes series de
transformación que componen el grupo de transformaciones.
En la práctica esto quiere decir que si el analista se encuentra con
un paciente con el que tiene experiencias similares a las de mi ejem­
plo, que es un ejemplo típico, podrá identificar fenómenos del tipo
C2“>A1. Esto le permitirá formular características de T, que implican la
existencia de diversas series de T. Tal vez ayude a clarificar lo que
quiero decir si anticipo los descubrimientos de nuestra investigación,
dendo a conocer una formulación provisional de lo que pueden ser di-
ohes series de transformación. Además, servirá para ir delimitando el
área dentro de la cual buscamos teorías de transformaciones que se
basen en datos clínicos. En consecuencia, propongo usar estas hipó­
tesis provisionales como un instrumento para posteriores investigacio­
nes <s. Dichas hipótesis han de ser reemplazadas por formulaciones a
las cuales se aproxima más la realización de la práctica psicoanalítica.
Doy por supuesto que los trastornos mentales pertenecen a una de
dos categorías, neurosis y psicosis, y dejando de lado los criterios exis-

lyi
Una contraparte analógica puede observarse en el grupo : Si consigo ligar
una conjunción constante al escribir este libro, el grupo se encargará de la
tarea de descubrir qué significa.
En realidad, otro ejemplo de ligazón, esta vez mediante una hipótesis pro­
visional.
36 Transformaciones

tentes para distinguir una categoría de la otra, intentaré diferenciarlas


sobre la base de la teoría de las transformaciones. En consecuencia,
supondré que el materíal que proporciona la sesión analítica es significa­
tivo debido a que consiste en la imagen (representación) que el paciente
tiene de ciertos hechos que constituyen el origen (O) de su reacción.
En la práctica, esto quiere decir que solamente consideraré aque­
llos aspectos de la conducta del paciente que son significativos en tan­
to representan su imagen de O, y entenderé lo que diga o haga como si
se tratara de la pintura de un artista. En la sesión los hechos de su
conducta son como los hechos de una pintura, y a partir de ellos debo
encontrar la naturaleza de su representación (o, en términos de mi
notación, la naturaleza de aquello que he denotado mediante el signo T
(paciente) p). Considerando el tratamiento analítico en su totalidad es­
pero descubrir, a partir de las invariantes en el material, qué es O, qué
hace el paciente para transformar O (es decir, la naturaleza de T (pa­
ciente) a) y, consiguientemente, la naturaleza de T (paciente). Este
último punto es la serie de transformaciones, perteneciente al grupo de
transformaciones, a la cual se asigna la transformación particular T
(paciente). Dado que lo que me interesa es la naturaleza (o, en otras
palabras, el significado) de dichos fenómenos, mi problema consiste
en determinar la relación existente entre tres incógnitas: T (paciente),
T (paciente) a y T (paciente) p. Sólo en la última de las mismas cuento
con hechos sobre los que trabajar.
Recurriré a la experiencia clínica para ilustrar la siguiente etapa de
esta investigación. El paciente(4>, un hombre de 40 años, casado, con
un hijo, cuya infancia transcurrió en una familia de profesionales bien
acomodados compuesta por el padre, la madre y tres hermanos ma­
yores, se había quejado de insomnio. Esto ocurrió la últimasesión an­
tes del fin de semana, y el paciente la empezó diciendo que había so­
ñado que un tigre y un oso se estaban peleando. Se asustó muchísimo
porque temió que los animales, en su feroz lucha, pudieran tropezar
con él y matarlo. Se despertó aterrorizado con el sonido de un grito
resonando en sus oídos. Era su propio grito. El sueño le recordó una
historia de un famoso cazador, de caza mayor. No recordaba el nom­
bre de este hombre. En dicha historia el tigre, que es bien conocido
como el animal más fiero, era apartado de su presa por un oso. Pero el

<4) Mencionado anteriormente como A (ver Capítulo I).


W. R. Bion 37

OSOperdió su nariz de un mordisco. Temblaba sólo de pensarlo. (En


• le momento arrugó la cara y tembló). No se le ocurrió nada más al
respecto. Luego de una pausa continuó: habia estado comprometido
00n una chica durante un año, pero ella rompió el compromiso porque
quería sentirse libre para flirtear con otros hombres. Esto todavía le
hacía hervir la sangre. Ella se casó con un hombre llamado Pepper. A
él mismo le gustaba mucho la pimienta (nota de traducción: pimienta,
§n Inglés, es peppei). Pepper era muy apasionado con las chicas, muy
distinto a él que siempre les tenía miedo. Con su esposa la cosa era
diferente, pero ella era más bien sosa. En este momento entró en con­
fusión, y omito el resto de la sesión.
He elegido este ejemplo porque se presta fácilmente a la interpreta­
ción. El lector puede ver que la interrupción del fin de semana podría
ser el desencadenante del sueño y de sus asociaciones. Yo contaba
00n teorías analíticas adecuadas para este materíal y, debido al cono­
cimiento quer yo tenía del paciente -llevaba dos años de análisis con­
migo-, pude limitar la elección a dos o tres. Pero incluso dos o tres
Interpretaciones pueden ser un problema cuando lo que se necesita es
solamente una y que sea correcta dentro del contexto en que se lleva a
OSbo. Por eso evitaré ahora, y lo evitaré a lo largo de todo el libro, cual­
quier discusión sobre teorías psicoanalíticas. Sin embargo, me ocupa­
ré de teorías sobre la observación psicoanalítica, una de las cuales es
Is teoría de las transformaciones, cuya aplicación estoy ilustrando aquí.
¿Se puede aplicar esta teoría para cubrir la distancia que media entre
las preconcepciones (5> psicoanalíticas y los hechos tal como estos
aparecen en la sesión?
En primer lugar,aplicaré la teoría a mi propia versión de la sesión. Algo
astuvo ocurriendo durante la sesión: Todos los hechos de la misma.
Jamás puede saberse lo que son los hechos considerados en su abso­
luto, y los denoto con el signo O. Mi descripción contempla los hechos tal
Como ahora parece que fueron cuando tuvieron lugar Es una descrip­
ción de fenómenos, y dicha descripción de fenómenos puede ser repre­
sentada, según la teoría de las transformaciones, por el signo T (analista)
|J. Mis propios procesos mentales, mediante los cuales los fenómenos

La categoría de la tabla de las “pre-concepciones psicoanalíticas", tal como


utilizo el término aquí, es F4 y no D4 o 5, ya que utilizo el término “pre-concep-
olón" para denotar el “uso", no la “génesis".
38 Transformaciones

fueron transformados para convertirse en la descripción que he dado (T


(analista) (3), se representan por el signo T (analista) a. Dado que puedo
querer hablar de ellos incluso sin saber qué son, es conveniente poder
referirse a ellos con el signo T (analista) a.
No entraré en consideraciones sobre T (analista) a ni T (analista) (3,
salvo para señalar que la sesión es el estímulo a estudiar y puede, por
tanto, ser representada con el signo O, y la descripción que hago de la
misma puede ser representada mediante el signo T (analista) |3. Dado
que el paciente también será objeto de estudio, nos ocuparemos de
otra O diferente, llamémosla O (paciente), así como de T (paciente) a
y T (paciente) (3. Al considerar O (paciente) representaré los fenóme­
nos ante los que reaccionó el paciente mediante T (paciente) a, y T
(paciente) p mediante T (paciente).
La primera pregunta es ¿Qué es O (paciente)?, o, dicho en térmi­
nos más coloquiales, ¿de qué estaba hablando el paciente?. Una res­
puesta es que estuvo hablando de la interrupción del fin de semana.
Examinemos dicha respuesta.
No podemos llegar a tal solución si enfocamos sus enunciados de
manera corriente. Reformulando la pregunta y la respuesta en términos
de la teoría de las transformaciones tendríamos: O (analista), los enun­
ciados del paciente, transformados por mi, y mis procesos mentales
(representados por T (analista) a) para formar una imagen, T (analista)
P, de la cual deduzco que T (paciente) = la interrupción del fin de sema­
na. O, mejor, que he supuesto que la interrupción del fin de semana, O,
existe, y que los fenómenos que el paciente asocia con O son algo que
denoto con T (paciente). En algunos casos puede ser adecuado decir
que el paciente estuvo hablando de la interrupción del fin de semana.
Puede ser adecuado decir esto en un análisis. Pero, como ya saben los
analistas, tal proposición no supone una respuesta adecuada para to­
das las interrupciones en el análisis. La pregunta misma está sobrecar­
gada de significado y, sin embargo, carece de suficiente precisión. La
razón para “denominar”T (paciente), por ejemplo, reside en el intento de
lograr algo más preciso y menos sobrecargado de significado al no ser
de uso comente, recurriendo luego a la experiencia y procedimiento
psicoanalíticos para investirlo de significado. Una intuición formada por
la experiencia analítica permite.decir que el paciente está hablando de la
escena primaría, y, a partir de las asociaciones que se van desarrollan­
do, añadir matices de significado que completen la comprensión de lo
IV. R, Bion 39

qU9 está ocurriendo. Elegí esta sesión porque el lector, aunque no dis­
ponga de lá experiencia emocional de la misma, podrá hacer deduccio-
nta • partir del material que le permitan comprender lo que estoy dicien­
do, prescindiendo de mis propias deducciones. Continuaré dando por
•upuesto que el lector sacará sus propias conclusiones y verá, a partir
d i tilas, de qué manera puede enriquecer su imagen de la sesión con la
(•orla de las transformaciones.
Consideraré ahora el estado mental del paciente que le hace ver la
Interrupción del fin de semana de ese modo, es decir, el proceso de
transformación T (paciente) a. ¿Mediante qué procesos mentales lle­
ga al paciente a vivenciar la interrupción del fin de semana como objeto
d i terror? ¿Qué es lo que ve cuando contempla tal interrupción? En
Otres palabras, ¿qué significado vamos a adscribir a T (paciente) (3? El
material debería mostrar qué es lo que ve el paciente y cómo llega a
Verlo, el proceso de transformación y el producto de dicho proceso.
Presentaré mis ideas en términos conocidos por todo analista. En
lo que respecta al proceso, doy por sentado que la transferencia juega
Un papel predominante y que el producto final, T (paciente) [3, es lo que
un analista llamaría neurosis transferencia!. El aspecto de la transfe­
rencia que es importante en la transformación es aquel que Freud <6>
describió como la tendencia a “repetir como experiencia actual lo que
está reprimido” en vez de recordarlo como un fragmento del pasado. Y
ligue diciendo “Esta reproducción que aparece con indeseada fideli­
dad siempre contiene un fragmento de la vida sexual infantil y, por tan­
to, del complejo de Edipo y sus ramificaciones, y tiene lugar general­
mente en el marco de la transferencia, esto es, de la relación con el
módico". Es esta “indeseada fidelidad” la que hace que el término “trans­
ferencia” sea tan apropiado. En el peor de los casos, la fidelidad de la
reproducción puede resultar engañosa para el analista, dado que pue­
de caer en interpretaciones de carácter repetitivo que parecen sugerir
que lo que el paciente dice acerca de alguien es referible, casi con
exacitud, a lo que piensa y siente sobre el analista. Aunque tales inter­
pretaciones son una parodia de lo que deberían ser las interpretacio­
nes de la transferencia, contienen algo de verdad. Los sentimientos e
Ideas propios de la sexualidad infantil, del complejo de Edipo y sus
derivados, son Transferidos a la relación con el analista, con una

,ft' Freud, S .: Más Allá del Principio de Placer (1920).


40 Transformaciones

completud y coherencia característicos. Esta transformación implica


una deformación pequeña: el término “transferencia”, tal como lo em­
pleó Freud, implica un modelo del movimiento de sentimientos e ideas
desde un campo de aplicabilidad a otro. Propongo, entonces, denomi­
nar esta serie de transformaciones como “movimientos rígidos". La
invariencia del movimiento rígido debe contrastarse con la invaríancia
propia de las transformaciones proyectivas.
En el ejemplo clínico he dicho que el paciente entró en confusión.
Para el ejemplo clínico del presente capítulo utilizaré un tipo de confu­
sión mayor tomada de otro paciente m. Es este: El paciente entró, pero
aunque ya llevaba años viniendo, pareció inseguro respecto a qué ha­
cer. «Buenos días, buenos días, buenos días. En realidad, serían bue­
nas tardes. No creo que hoy pueda esperarse algo; quiero decir, esta
mañana. Esta tarde. Debe de ser alguna clase de broma. Esa chica se
dejó las bragas por ahí. Bien, ¿qué me dice de eso?. Probablemente
eso está muy mal, desde luego, pero, bien, quiero decir, ¿qué cree
usted?». Se dirigió hacia el diván y se tiró, retumbando sus hombros
con fuerza sobre el mismo. “Estoy un poco ansioso... creo. Me ha
vuelto el dolor en la rodilla. Probablemente usted dirá que se trata de la
chica. Después de todo. Probablemente ese cuadro no es muy bueno,
tal como le dije, pero no debería haber dicho nada al respecto. La seño­
ra X... pensó que yo debería ir a Durham a echar un vistazo, pero
entonces”, etc. No puedo hacer justicia al episodio en cuestión porque
solamente recuerdo una impresión general del mimso, y dicha impre­
sión general, basada en cambios de entonación que iban expresando
depresión, miedo, ansiedad, confidencialidad y otras cosas, tendía en
sí misma a dar una impresión general(8>. Este breve resumen es casi
correcto verbalmente; sin embargo, al volverlo a leer me parece un
registro equívoco de la experiencia. Por tanto, intentaré otra vez descri­
bir ese fragmento de la sesión, pero sin pretender exactitud verbal.
Después de titubear susurró sus buenos dias como si estuviera pre­
ocupado por un objeto que hubiese perdido pero que esperara encon­
trar en cualquier momento. Se corrigió a sí mismo en un tono que po­
dría implicar que había sido una aberración mental lo que le había lleva­
do a pensar “buenos días”. Quien pronunció las palabras “buenos dias”

m Al que luego me referiré como B.


(8>Ver Capítulo I.
W, R. Bion 41

dtduje que no fue el paciente en realidad, sino alguien cuyo estilo paro­
diaba. Después vino el comentario de que no podía esperarse nada,
lio estaba bastante claro, pero quién habia hecho el comentario, o de
quién no podía esperarse nada, era difícil de entender. Podría referirse
| mi mismo; no creo que se refiriera a él. Luego habló de una broma. El
modo en que empleó este término implicaba que la broma no tenía ni
pizca de gracia. Para mí podía significar una broma pesada, pero tal
Interpretación depende del supuesto de que las palabras retuvieran el
llgnlficado propio de una conversación normal, y que la emoción ex­
presada en ellas y a través de ellas retengan el valor que tendrían en el
lenguaje corriente. Cuando nombró “esa” chica, era evidente que se
■uponía que yo la conocía. De hecho no era así, y tampoco sabía si se
bebía dejado las bragas por ahí o si había dado a entender algo en
relación a sus bragas. “¿Qué me dice de eso?° quería decir que, en
embos casos, yo sabría tan bien como él lo que significaba la conducta
de la chica, aunque, como mostró su siguiente frase, el sentido (no
•xplicitado) que ambos dábamos a su conducta era probablemente
erróneo, siendo las chicas como son.
Cuando se tumbó en el diván lo hizo como si intentase expresar,
subrepticiamente, su deseo de dañar algo de mi propiedad. Pensé que
iu comentario siguiente era compatible con esta conjetura en tanto
podía querer decir que, estando confundido conmigo y, sin embargo, a
distancia de ambos, aventuraba que yo estaba intranquilo por su vio­
lencia, que yo suponía que él estaba ansioso y no agresivo, que él
pensaba que sus sentimientos eran lo que yo llamaría ansiedad. Su
•Igsión al dolor en la rodilla era típico de ciertos enunciados muy poco
frecuentes, en cuanto que quería decir que "el dolor en la rodilla, que
siento ahora, es lo que usted, como analista, cree que en realidad es la
chica dentro de mí”. Tal enunciado implicaba que, a pesar de toda evi­
dencia, él tenía conocimiento de mis teorías analíticas y que, ahora,
estaba sintiendo algo que yo explicaría mediante dicha teoría en parti­
cular. Podría querer decir que quería que yo supiese qué vivencias es­
taba teniendo, y que se llegaría a una interpretación correcta a través
de la teoría de los objetos internos. Estas interpretaciones eran poco
frecuentes, pero la experiencia previa me había convencido de que
ocurrían y tenían la significación que le he atribuido en este caso. Pero
la monotonía del tono, el carácter tortuoso de la comunicación y la
ambigüedad hacían muy posible que yo no captara el significado laten­
42 Transformaciones

te o que, buscando un significado de este tipo, se me escapara un


sentido casi obvio.
Su “después de todo” es típico. Carece de sentido, pero puede es­
timular cualquier especulación. Los comentarios subsiguientes signifi­
caban que lo que había tenido lugar en la sesión era una representa­
ción pictórica, la extemalización de una imagen visual que, probable­
mente, yo no consideraría buena y, por tanto, la evacuaría con tanto
fuerza que este fragmento de su personalidad sería proyectado tan
lejos de mí como Durham lo está de Londres.
Se observará que este relato, mi segundo relato del episodio en
sesión, contiene un alto grado de especulación. Las especulaciones
dependen de mis preconcepciones teóricas. Además de la teoría ana­
lítica clásica, yo tenía ¡n mente las teorías kleinianas del splitting y de la
identificación proyectiva. Esperaba que parte de la confusión se acla­
raría al aplicar la teoría de la identificación proyectiva a la incapacidad
del paciente para diferenciar entre él y yo. También supuse que me
ayudaría bastante mi experiencia sobre alucinaciones, tal como las
describí en mi trabajo “Sobre las alucinaciones". Pero, más allá de te­
ner en cuenta dicho trasfondo teórico, me permití estar lo más abierto
posible a las impresiones clínicas. Ya he señalado algunas de estas
impresiones. La experiencia, como de costumbre, fue estimulante y
frustrante. La sensación de andar perdido, que se le hará evidente al
lector, no es tan profunda en la consulta como la hace parecer el relato
escrito, ya que la experiencia clínica proporciona una gran cantidad de
detalles que no pueden ser comunicados en letra impresa; incluso si
no se los capta perfectamente, seguro que causan impacto. Sin em­
bargo, un relato que contiene tanta especulación para tan pocos he­
chos, debe de ser insatisfactorio para un científico. ¿Hasta que punto
la comunicación del paciente es el instrumento más directo e informa­
tivo que puede utilizar, por más difícil de entender que parezca? ¿Se
debe dicha dificultad a lo difícil de la sustancia del problema para el que
el paciente busca ayuda, o es debida a su necesidad de ocultar? Es
tarea del analista distinguir lo uno de lo otro. En términos de T, es pre­
ciso determinar si T (paciente)p se caracteriza, principalmente, por la
necesidad de ocultar O, o por la necesidad de dar una representación
de O lo más directa que le sea posible, en vista de lo difícil que es para
él. En el ejemplo que he dado, la característica de T(paciente)p es más
reveladora que de ocultamiento.
W. R. Bion 43

Puede parecer hasta perverso consideraría reveladora, dado que el


paciente tenía la capacidad de hablar coherentemente, aunque fuera
•n escasas ocasiones y, entonces, solamente durante corto espacio
de tiempo. Mi opinión se basa en la experiencia de muchas sesiones,
Cuyo efecto acumulativo me aporta una impresión de O. A menudo era
difícil expresar en palabras dicha impresión. A veces era muy fuerte,
pero se me hacía difícil formular una interpretación sin sentir que era
caprichosa, incluso para mí mismo. Otras veces, me sentía satisfecho
de que mi formulación, en palabras, podía ser correcta, fiel a la impre-
llón de O, constituyendo una comunicación valiosa; en tales ocasio­
nes, las interpretaciones al paciente parecían tener sentido desde el
punto de vista analítico. La decisión de que la comunicación del pa­
ciente es reveladora debe depender de la fuerza de la impresión recibi­
da por el analista, y de su peso frente al hecho de que el paciente elija
un método de comunicación difícil de entender. Más adelante conside- (9)
raré la posibilidad de clasificar los tipos de comunicación
T(paciente)p, así como el proceso de comunicación T(paciente)a. En
al próximo capítulo me ocuparé de la ejemplificación en términos de la
teoría de las transformaciones.

|U| Ver Capítulo V.


CAPÍTULO III
CAPÍTULO III

En el ejemplo clínico del capítulo II se establecía una diferenciación


•ntre la experiencia O del paciente y la experiencia O del analista. Cuan­
do la experiencia de partida es la propia sesión analítica, O es la misma
para el paciente y para el analista. La diferenciación debe establecerse,
entonces, entre los procesos mediante los cuales el paciente transfor­
ma su experiencia para lograr una representación de la misma, y los
procesos mediante los cuales el analista hace lo mismo. Y, de igual modo,
entre la representación del paciente y la del analista, entre T(paciente)a
y T(analista)a, entre T(paciente)p y T(analista)p. Abreviaré todavía más
altos signos hasta dejarlos en Tpa y Taa, Tpp y Tap.
Las experiencias ejemplificadas en el capítulo II difieren entre sí, pero
tal vez los ejemplos no muestren dichas diferencias adecuadamente.
La Inadecuación reside en la notación para representar los fenómenos
pilcoanalíticos con la precisión necesaria.
Considero que el trasfondo emocional del paciente B es típico, aun­
que eso necesitará confirmación. Desde el comienzo era evidente que
los recursos del psicoanálisis podían no ser suficientes para las nece-
lldades de tal tipo de paciente. Solamente en términos de tiempo y
dinero, el tratamiento sería costoso. La paciencia y la capacidad de
riesgo también se harían necesarias muy pronto. Sólo era necesario
que el paciente sintiera que se le satisfacía una demanda para que
•Sto se convirtiera en el preludio de nuevas extorsiones. Esta actitud
Impregnaba todos los aspectos de su relación conmigo y, al parecer,
con la vida en general. Típico del proceso de caer en la cuenta de una
situación, hasta el punto de poder aventurarme a dar una impresión
verbal de la misma, fue el hecho de que mi caer en la cuenta de dicha
Situación se produjo gradualmente, de modo que era difícil decir, des­
pués de que había sido esclarecido algún aspecto, qué material de
entre las circunstancias inmediatas sustentaba el peso de las interpre­
taciones que yo quería fundamentar. En consecuencia, la interpreta­
ción parecía carecer de la cualidad científica que le otorga la evidencia
que la sostiene. Ya he señalado el alto grado de especulación existente
sn mi segundo relato sobre B. Toda una serie de dudas de este tipo
•urgieron de forma natural del hecho, obvio desde el principio y, por
tanto, de escasa importancia en el encuadre analítico en aquel mo-
48 Transformaciones

mentó, de que toda colaboración con un paciente así sería inútil e inclu­
so peligrosa, especialmente la analítica en apariencia. Tales suposicio­
nes anticipatorias se basan en dos motivos: El primero parte del análi­
sis mismo, que se transforma de tal manera que la intención de que la
colaboración analítica sea curativa y provechosa se ve frustrada por la
existencia de acciones cuya finalidad es causar daño; el segundo, par­
te de percepciones del material del paciente a medida que dicho mate­
rial se cohesiona para formar una representación de O. La primera
transformación es análoga a la del jardinero que trabaja para transfor­
mare! paisaje mismo; la segunda transformación es análoga a aquella
que lleva a cabo el pintor para convertir el paisaje en una pintura. No
está claro si la transformación que convierte el análisis en algo dañi­
no0’ debe incluirse entre las transformaciones en el sentido en que he
utilizado este término hasta ahora. Cuando predomina tal comporta­
miento, el estado mental puede ser descrito como el del paciente que
está escrutando las interpretaciones que recibe (TaJB). El objetivo de su
escrutinio de las mismas es llegar a la acción mediante la cual pueda
destruir el psicoanálisis. Llegar a Tpp a través de Tpa como preludio a
las actividades destructivas es una parte necesaria del proceso, pero
tal transformación no requiere una categorización especial debido al
fin que sirve. Utilizo el signo T para evitar el riesgo de que el sentido
corriente de una “transformación del análisis” se confunda con el signi­
ficado que quiero reservar para la teoría de la transformación. La “trans­
formación del análisis" se refiere a un cambio de (2 )
“usos", tal como es-
tán expuestos en el eje horizontal de la tabla . Volveré sobre este
tema después de investigar el ejemplo B.
Adoptaré tres supuestos: 1) que el paciente está hablando de algo
(O); 2) que algo, O, le ha impresionado y él ha transformado dicha
impresión mediante el proceso representado por Tpa; y 3) que su re­
presentación Tpp es susceptible de ser comprendida.
De acuerdo a la teoría de las transformaciones, la experiencia emo­
cional brinda al analista ia oportunidad de decidir si se encuentra ante
una evidencia alcanzada a través de Tp (o sea, la impresión de O que
obtiene el paciente), Tpa o Tp(3. Idealmente, el analista debería hallar-

01 La transformación en acción se aproxima a la categoría A6 de la tabla.


<2>Ver la Tabla y Blon, W.R. :Elementos de Psicoanálisis, donde se expone el
sistema de la tabla más ampliamente.
W. R. Bion 49

86 en el estado mental representado por C3, C4, C5 y D3, D4, y D5,


salvo en aquellos momentos en que intenta dar una interpretación. De
hecho, no es fácil alcanzar ese ideal debido a que los ataques del pa­
ciente sobre el estado mental del analista pueden ser continuos y, en
mi experiencia, son frecuentemente exitosos <3). Los ataques se pue­
den generalizar, y su fuerza dependerá de la capacidad del paciente
para convertirse en un lastre en cualquier situación en que se encuen­
tre. O pueden particularizarse mediante el uso evocativo de algunas
palabras como “Policía...¿Qué está haciendo usted?”, “Mi tío...estoy
diciendo ‘locura’ por alguna razón”, etc., lo cual dependerá del material
que haya estado presente varias veces con anterioridad durante el aná­
lisis. Dejaré de lado las interferencias producidas por la
contratransferencia, ya que no tengo nada que añadir a lo que ya se
sabe al respecto y a los métodos para manejarla.
El problema de clasificar el material es complicado, porque contie­
ne elementos de los tres -Tp, Tpa y Tpp-, Es una cuestión importante,
ya que la decisión depende de lo que sea más conveniente para el
analista(4>. Si lo mejor para llegar a una interpretación parece ser limi­
tar el examen a aquellos aspectos del material que sean expresiones
de Tp(3 (digamos a C4 y D4), el analista deberá adaptarse de acuerdo
a ello. El problema consiste en reformular Tpp en lenguaje corriente
pero preciso. El objetivo es llegar a enunciados que puedan ser
categorizados adecuadamente mediante la categoría F o G1 de la ta­
bla; es decir, expresar una hipótesis definitoria. En mi segundo relato
de B, varios enunciados especulativos no pueden ser clasificados como
F1 ni como G1, dado que dichas categorías implican un grado dema­
siado alto de complejidad científica. Sugiero la categoría C1.
Supongamos que este modo de abordar la cuestión fuera provechoso.
Eso significaría que estoy obteniendo una impresión de la imagen que el
paciente tiene de algún acontecimiento: O. Entonces, ¿Qué es Op?.
Llegados a este punto, los defectos de este tipo de abordaje dificul­
tan la tarea, porque las especulaciones indican que las diferencias de
B respecto de A son tales que los signos Ta y p, Ta y pa, Ta y pp, no son
suficientes. Su insuficiencia deriva del hecho de que la operación com­

(3) Ver Capítulo V.


<4>Y la decisión que tome el analista se identificará con determinado vértice:
ver Capitulo VI.
50 Transformaciones

binada entre paciente y analista recibe el añadido de un monto de emo­


ción proveniente de la confusión, en la mente del paciente, entre el
analista y él mismo. Anticiparé la diferencia entre la transformación de
A y la de B llamando Transformación Rígida a la primera, y Transfor­
mación Proyectiva a la segunda.
Un paciente<5) estaba hablando de problemas en su oficina. A no
ser por ciertas peculiaridades a las que me referiré enseguida, su rela­
to parecía ser realista, coherente y racional. La peculiaridad consistía
en su respuesta a las interpretaciones. Cuando yo me refería a algo
que él acababa de decir -una bronca con su secretario, por ejemplo-,
me respondía sorprendido: “¿Qué bronca?”, como si el tema le fuera
extraño. En esas ocasiones no había nada que yo pudiera decir que no
tuviera el efecto de desviarle del tema de su comunicación, destruyen­
do la coherencia del material. Así transcurrió casi la mitad de la sesión,
y el tono de la misma no cambió hasta después de varias interpretacio­
nes en las que le señalaba que sus preguntas, sorprendido, mostra­
ban cuán precario era el hilo que sostenía su relato aparentemente
coherente. Cada frase era una serie de fragmentos precariamente co­
nectados, de modo que si yo señalaba algo que el paciente había men­
cionado al comienzo de una frase, él ya lo había olvidado al llegar al
final de la misma. Así, la interpretación quedaba despojada de signifi­
cado. Esta forma de entender la situación estaba basada en la teoría
kleiniana en términos de un ataque contra la potencia analítica median­
te el splitting, ataque que tenía el efecto de escindirlo a él mismo a la
vez. A juzgar por el cambio de tono y los desarrollos que conllevaba,
esta interpretación pareció correcta.
La hipótesis acerca de su hostilidad se derivaba más a partir de su
manera de transmitir el material y, especialmente, de las peculiarida­
des que acabamos de subrayar, que del tema de la comunicación. Una
vez supuesta la existencia de hostilidad, resultó posible ver la significa­
ción analítica del tema que estaba comunicando. La solución del pro­
blema depende de la observación de la conducta del paciente durante
un tiempo relativamente corto, y contrasta con el problema de la hosti­
lidad que abarca un largo período de tiempo y se expresa en episodios
de corta duración. Es más fácil manejar un episodio en singular que la

<5) Referido más adelante como C.


W. R. Bion 51

totalidad de los episodios. En la medida en que puedan atenderse indi­


vidualmente, contribuirán a la solución de la totalidad. Sin embargo, el
problema del todo comprende mucho más que la suma de las partes.
Ilustraré esto con una situación que se construye a lo largo de años y
que dura también años. En el capítulo anterior señalé que con ciertos
pacientes resulta inútil cualquier asociación, inútil para el paciente y
para el analista. Esto es válido para la clase de pacientes a la que
pertenece el paciente al que me estoy refiriendo. Consecuentemente,
este tipo de análisis lleva a un progresivo descrédito del paciente, del
analista, y del propio psicoanálisis a los ojos de todos aquellos que
conozcan el caso. Además, y esto es característico, exige un esfuerzo
arduo y constante para que se mantenga la asistencia a la sesión y se
pueda trabajar durante la misma. El rasgo esencial es que se estimula
y se frustra la esperanza, y que el trabajo resulta estéril salvo para
desacreditar al analista y al paciente. La actividad destructiva del pa­
ciente es compensada por el éxito que tenga el analista en oponerse a
la realización de la misma. Una buena síntesis de este tipo de casos
sería considerarlos como un asesinato "crónico’’ del paciente y del
analista, o como un ejemplo de parasitismo: La principal característica
es la dependencia del paciente -el parásito- respecto del analista y de
la familia o grupo social más amplio. El paciente usa el amor, la bene­
volencia y la indulgencia que obtiene del huésped para conseguir el
conocimiento y el poder que le permitan envenenar la relación y des­
truir la indulgencia de la que depende para su propia existencia.
Podría citar casos, como el del ejemplo C, que son fundamentales
para llegara esta conclusión, pero ninguno de ellos sería decisivo toma­
do individualmente. Solamente se hace evidente cuando se repiten y,
entonces, solo si se ve que forma parte de un todo coherente. El psicoa­
nalista tiene la posibilidad de obtener una visión total. El problema está
en hacérselo ver al paciente cuando el splhting y la identificación proyectiva
son constantes. La teoría de las transformaciones aporta un acerca­
miento para la solución de dicho problema del modo siguiente.
Primero, tenemos que formular el problema en términos de la teo­
ría. Dispongo de los siguientes signos: “Invariantes”, “O", “T , “Tpa”,
"Taa", “TpP”, “Tap”. Los capítulos anteriores han indicado el universo
del discurso al cual se aplican estos términos y el área del mismo a la
que se asigna cada uno. En ese sentido puede decirse que cada signo
representa un significado. El status del significado representado por
52 Transformaciones

cada signo está indicado en la categoría C4 de la tabla(e>, o sea, que el


lugar en el eje genético del pensamiento es la que corresponde al sue­
ño o mito -expresión filosófica peyorativa aplicada a teorías dudosas,
como la mitología- y la columna 4, que será usada para centrar la aten­
ción en las facetas ^ adecuadas del material.
En la práctica, el desarrollo siguiente sería dictado por la experien­
cia de la sesión. Según la forma que esta adopte, uno o más de los
signos resultaría investido de significado. Es fundamental, en el uso de
la teoría de las transformaciones, basarse en la observación clínica
para el llenado de significados; pero en estas consideraciones teóricas
podemos reemplazar el estímulo que aporta el materíal en la práctica
por la búsqueda del significado que correspondería a cada signo. Mi
elección no tiene otra intención que la de facilitar la exposición. Co­
menzaré con Op y Oa. La ventaja de esto es que los hechos se limitan
a los de la experiencia compartida por el paciente y el analista.
Reduciré O a los términos más simples considerando, primero, los
hechos conocidos para el analista, Oa. Con las diferencias propias de
cada caso individual puede decirse que se compone de: Dos personas,
paciente y analista, reunidas en privado; los muebles de la habitación, con
los que el analista está muy familiarizado, si no se cambian; y lo mismo
debería ser válido para otros aspectos tales como los ruidos de la casa y
de la vecindad. La familiaridad con el entorno puede impedir que el analista
perciba la importancia que tienen para el paciente, por lo que debe estar
alerta a ello. En general, esto completa los rasgos constantes.
Entre los aspectos que varían deben enumerarse la ausencia del
paciente o del analista y, especialmente durante fas interrupciones, del
analista y del paciente. A esto debe añadirse cambios de horario y de
cualquier clase que puedan ser significativos. Todo cambio es un com­
ponente de O, pero hay uno que es constante, concretamente aquel
que se deriva del propio paso del tiempo.
La personalidad del analista se reconoce como elemento de la si­
tuación analítica, pero el analista puede no dar suficiente importancia a
aspectos de su personalidad relativamente libres de psicopatología, de
los cuales tiene que enterarse a partir de experiencias distintas a las
de su propio análisis.

P) La tabla y Bion.W.R.: Elementos de Psicoanálisis.


00Ver vértices, Capitulo VI.
W. R. Bion 53

O, sujeto a Taa, da por resultado Tap, la imagen que tiene el analista


de si mismo y de las extensiones de su personalidad.
Volviendo al paciente, vemos que algunos rasgos de Oa y Op se
encuentran para dar Oa y p. Los pacientes varían según lo que inclu­
yen en O. Dentro del grupo de las transformaciones proyectivas, acon­
tecimientos muy alejados de toda relación con el analista son, de he­
cho, considerados como aspectos de su personalidad. Así, un pacien­
te comentó enfadado que había llamado el lechero. El paciente estaba
enfadado conmigo y de muy mal humor. No habló durante 5 minutos,
pero luego empezó a quejarse acerca del ruido. Yo sabía que se esta­
ba refiriendo a un chico que silbaba alegremente por la calle. A la vez
estaba seguro de que había llamado el lechero y de que el paciente no
diferenciaba entre el lechero y yo, y a la inversa, tampoco diferenciaba
entre mi presencia en el consultorio y la llegada del lechero. Este fenó­
meno difiere del de la transferencia. Un paciente puede utilizarla llega­
da del lechero para expresar emociones que surgen en su relación
conmigo, y esto puede ser interpretado como corresponde. Esa
transformación pertenece a la serie de movimientos rígidos. En ese
caso la interpretación puede expresarse en términos propios de una
Interpretación transferencia! y, probablemente, será efectiva. Pero en
otros casos la diferencia entre el movimiento rígido y la transformación
proyectiva puede ser importante. La importancia reside en el hecho de
que el paciente cree que el "lechero-yo” fue a su casa en realidad, y
que ese mismo “lechero-yo" acaba de aparecer ahora ante él. Si yo
parezco no saber nada de la visita del lechero, el paciente percibe que
yo no tengo conciencia de mi propia conducta y, por tanto, no puedo
ser responsable de mis actos, es decir, que estoy “loco”. Contrastando
esto con una sesión en la que tengo que ocuparme de sus emergentes
ante, digamos mi ausencia durante el fin de semana, en este último
caso sé de qué está hablando el paciente, qué es Op, pero en el ante­
rior me encuentro ante su reacción, ante Op, sin saber lo que Op pudo
haber sido, aunque siempre puedo intentar adivinarlo.
No viene al caso suponer que Op, tal como lo defino aquí, sea una
manifestación de la transferencia, porque ei término “transferencia”debe
reservarse para aquello que es respuesta a un estímulo, mientras que
lo que a mí me ocupa aquí es delinear dicho estímulo. En las transfor­
maciones proyectivas no debe considerarse a Op como idéntico al Op
propio de las transformaciones en movimientos rígidos. La necesidad
54 Transformaciones

de establecer la naturaleza de la diferencia surge de las exigencias de


la práctica psicoanalítica. Cuando digo que O denota la realidad, cuyas
impresiones el individuo somete al proceso Ta, tengo in mente lo que
Kant denomina como la incognoscible cosa-en-si. Tpp o Ta(3 denotan
la representación que tienen el analista o el paciente de lo que es una
comunicación privada, solamente entendida por el individuo cuyos pro­
cesos han efectuado la transformación. Dichos procesos denotan, pues,
una representación que se relaciona con lo que Kant denomina un pro­
ceso primario. Si el paciente y el analista están de acuerdo sobre una
interpretación, esta interpretación podrá denotarse correctamente por
el signo Tp y Tap. Dado que esto es compartido por dos personas, deja
de ser una comunicación privada y pasa a ser pública. En este sentido
se relaciona con lo que Kant describe como una cualidad secundaria,
y queda cualificada para ser reconocida como sentido común, tal como
he definido esta expresión<8). En las transformaciones de movimiento
rígido, las invariantes establecen la relación con O; pero en las trans­
formaciones proyectivas las diferencias entre Op y Oa no permiten
derivarlas a partir de Tp y Tap, tal como puede hacerse en las transfor­
maciones en movimiento rígido. Lo esencial reside en la naturaleza de
la Op propia de la transformación proyectiva. Op es, aparentemente, el
estímulo; sin embargo, tiene cualidades que parecen propias de la cua­
lidad primaria kantiana. La dificultad es menor si Op, en la transforma­
ción proyectiva, es una realidad psíquica y tiene la misma capacidad
de desencadenar una serie de acontecimientos mentales que la que
tiene un hecho de la realidad externa, tal como la interrupción en la
continuidad de las sesiones. Tal realidad psíquica interna puede ser un
sentimiento de terror.
El artista estimula la reacción del público mediante la representa­
ción del tema de su cuadro. El reconocimiento de que un cuadro muestra
un campo de amapolas depende de las invariantes comunes al paisaje
original y a la representación, a Oa y Tp. Una invariante puede ser la
que estimuló la impresión de lo rojo, tanto en el paisaje como en la
pintura. Una transformación que dependa de la invariante “rojo-a-rojo”,
probablemente no producirá el efecto alcanzado por el “gran" artista
que produce un “gran" cuadro. El problema está en la transformación
que da lugar a un producto determinado, el cual comunica una expe-

(8) Ver Bion, W .R .: Aprendiendo de la Experiencia.


W. R. Bion 55

rienda emocional, del tipo que el artista intenta provocar, al mayor nú­
mero de personas. Los componentes de Tp en esta clase de transfor­
mación son: experiencia emocional, precisión de la comunicación, uni­
versalidad y durabilidad.
El psicoanalista intenta ayudar al paciente a transformar aquella parte
de una experiencia emocional de la cual no es consciente en una expe­
riencia emocional de la que sea consciente. Si hace esto ayuda al pa­
ciente a lograr un conocimiento privado. Pero, en tanto el trabajo cien­
tífico exige la comunicación de lo que descubre a otros colegas, el
psicoanalista debe transformar su experiencia psicoanalítica privada
de manera que resulte pública. Aquí utilizamos al artista como modelo
para señalar que los criterios para escribir un trabajo psicoanalítico
son: estimularen el lector la experiencia emocional que desea estimu­
lar el autor; que esta capacidad de estimulación sea duradera; y que la
experiencia emocional así estimulada sea una representación precisa
de la experiencia psicoanalítica (Oa), aquella que estimuló al autor en
primer lugar.
Se observará que entre el modelo y la experiencia psicoanalítica se
dan los siguientes paralelismos: El paisaje y la experiencia psicoanalítica,
el cuadro y el articulo científico, las emociones estimuladas por el paisa­
je y la sesión analítica, las emociones representadas por el cuadro y por
el articulo. Podemos entender que la transformación va más allá de los
limites que le he dado si consideramos la progresión desde O a Tp como
un eslabón dentro de la progresión desde O al estado emocional estimu­
lado porTp en quien observa el cuadro, o en el lector del trabajo psicoa­
nalítico. Si la emoción estimulada en el receptor de la comunicación es
una representación de la emoción estimulada por O en el artista, pode­
mos considerar que la ¡ntervenciórrdel artista en la cadena de aconteci­
mientos no se acaba con la colocación de los pigmentos sobre el lienzo,
sino que alcanza al estado emocional evocado en el individuo o grupo de
observadores, y a hacer que la capacidad de provocar emoción sea du­
rable (9). El signo T sirve para denotar tanto el lienzo como el artículo y el
estado emocional del receptor de la comunicación. Nuestro modelo re­
sulta mejor para fines psicoanalíticos si Tp denota el estado emocional
estimulado en el receptor, y T representa el estado emocional estimula­
(Q)
El tema de “Vixere fortes ante Agammemnona multi..." en las Odas de Horacio,
Libro IV, 9.
56 Transformaciones

do en el analista por O, lo cual será transformado por Taa. Deberá otor­


garse el mismo valor a cada signo incluido dentro de cualquier universo
de discurso dado; si el universo de discurso se trata de una transforma­
ción dentro del área de las emociones, Tp, por ejemplo, no debe denotar
el lienzo y el pigmento en un momento y, en otro, el estado emocional del
receptor de la comunicación.
Para llevar la discusión a un lugar más próximo a las necesidades
del psicoanálisis, diré que nadie puede saber qué ocurre en la sesión
analítica, la cosa-en-sí, O. Solamente podemos hablar de lo que el
analista o el paciente percibe que ocurre, de su experiencia emocional,
aquello que denoto mediante T. Sabemos lo que los participantes dicen
que ocurre, o el estado emocional provocado por la verbalización del
analista o del paciente en el que escucha. Por analogía con el modelo,
tenemos que decidir si usar Tp para denotar la verbalización (asocia­
ción o interpretación) o el estado emocional producido por la misma001.
Igualmente, debemos decidir si la importancia de la asociación o inter­
pretación radica en ser una respuesta emocional ante O, o en su inten­
ción de evocar o representar una respuesta emocional. Si es lo prime­
ro, pertenece a la categoría representada por T. Si es T, entonces es
necesario saber si es significativo porque es la respuesta emocional o
porque, simplemente, la representa. El modelo del artista conserva su
valor, pero puede resultar equívoco y conducir a caminos irrelevantes;
los signos pueden carecer de especificidad o tender a una prolifera­
ción que dificulta en vez de esclarecer. Conservaré tanto el modelo
como los signos hasta que sea posible algo mejor.
Anticipándome a recelos y críticas que pueden ejercer un atractivo
insidioso sobre los psicoanalistas, diré: Un libro sobre psicoanálisis
cuyos primeroscapítulos no contienen ninguna referencia substancial
a la sexualidad, conflictos, ansiedad o a la situación edípica, puede
parecer inapropiado, o muy especializado y de poca importancia. En
realidad, si los temas que estoy exponiendo son considerados con la
seriedad que creo que merecen, harán posible que el psicoanalista
capte firme y consistentemente la realidad de la experiencia analítica y

<10) Hablando en términos estrictos la interpretación llama la atención sobre un


estado emocional existente, pero produce el estado emocional de tener cons­
ciencia de un estado emocional. En realidad, la decisión depende de si pensa­
mos que el analista y el paciente trabajan sobre palabras o sobre emociones.
W. R. Bion 57

las teorías a las que dicha experiencia se aproxima. La teoría de las


transformaciones y su desarrollo no se relacionan con el cuerpo princi­
pal de la teoría psicoanalítica, sino a la práctica de la observación
psicoanalítica. Las teorías psicoanalíticas, los enunciados del paciente
y del analista, son representaciones de una experiencia emocional. Si
podemos comprender el proceso de la representación, esto nos ayu­
dará a comprender tanto la representación como aquello que es repre­
sentado. La teoría de las representaciones intenta esclarecer una ca­
dena de fenómenos en la que la comprensión de un eslabón, o de un
aspecto del mismo, contribuirá a la comprensión de los demás. El én­
fasis de esta indagación está puesto en la naturaleza de la transforma­
ción dentro de la sesión psicoanalítica.
Tp puede ser expresado mediante el lenguaje oral. Los psicoanalis­
tas están de acuerdo en que un análisis correcto requiere que la inter­
pretación del analista formule aquello que revela la conducta del pacien­
te, y a la inversa, también están de acuerdo en que el juicio del analista
debe corporizarse en una interpretación<11) y no en una descarga emo­
cional (por ejemplo, contratransferencia o acting out). Podemos añadir,
provisionalmente, que puede considerarse que su intervención está
englobada en el cambio del estado emocional del paciente.
No consideraré la transformación dentro del marco de las comuni­
caciones científicas, excepto para ilustrar la transformación dentro de
la práctica analítica.
Durante el desarrollo de la sesión el analista debe decidir
instintivamente cuál es la naturaleza de la comunicación que el pacien­
te está llevando a cabo. Yo sugerí, en Elementos de Psicoanálisis, un
método de clasificación que contribuye a desarrollar la capacidad para
tales decisiones instintivas, y lo he concretado en la tabla 12). Si el aná­
lisis requiere poner el énfasis en el crecimiento del pensamiento del
paciente, la atención del analista se centrará principalmente en la co­
lumna que determina su nivel o categoría: eje vertical. Si se pone el
énfasis en el uso que el paciente está haciendo de su comunicación, la
atención del analista se dirigirá al eje horizontal. El contenido de la co­
municación, tan importante en el análisis, sólo será tratado de forma
Incidental dentro de esta discusión sobre las transformaciones; de-

<1J>Ver tabla.
58 Transformaciones

penderá de O tal como se deduce del material a la luz de las


preconcepciones teóricas del psicoanalista. Así, si el contenido es
materiat edípico no me ocupo del mismo, sino de la transformación
que ha sufrido, el nivel de crecimiento que revela y el uso al que se
dedica la comunicación. La exclusión del contenido es artificial, es para
simplificar ía exposición, y no puede llevarse a efecto en la práctica.
Dado que me referiré a fenómenos relacionados con las teorías de
Melante Klein sobre la identificación proyectiva, y de la transición de la
posición esquizo-paranoide a la depresiva y viceversa, puede parecer
que me ocupo sobretodo de personalidades psicóticas, pero no es así.
Estos mecanismos operan tanto en las psicosis como en las neuro­
sis. Pero su investigación se considera de primer orden en las psico­
sis y más secundaria en las neurosis. Esto ha sido estudiado más
(13)
profundamente después de que la teoría de las transformaciones
mostrara la posibilidad de establecer una nueva manera de diferenciar
neurosis y psicosis.
Repasemos brevemente los temas centrales de este capítulo: De­
bemos estar preparados para encontrar que el modelo del pintor pue­
de ser equívoco, pero aún así útil. La teoría de las transformaciones no
deberá ser desarrollada como un añadido a o una alteración de la ob­
servación psicoanalítica. Utilizaré las categorías de la tabla y, en parti­
cular, me referiré a la columna 6. Esto implicará alguna explicación
sobre lo que quiero decir mediante el término “acción”, laxamente em­
pleado, en dicha columna. Empezaré por este último punto.
En su trabajo sobre “Dos Principios del Funcionamiento Mental” (14>
Freud diferencia una etapa en la cual la acción muscular se utiliza para
modificar el ambiente, de otra en la que existe capacidad para el pen­
samiento. Propongo incluir en la categoría representada por el término,
“acción” fantasías de que la mente, actuando como si fuera un múscu­
lo y un músculo actuando como tal, puede descargar la psique de
acrecentamientos de estímulos. Incluyo el concepto kleiniano de fanta­
sía conocido como identificación proyectiva dentro de esta categoría
de “acción”. El desarrollo del insight depende, en su inicio, del funcio­
namiento normal de la identificación proyectiva. Si dicho funcionamien­
to se ve perturbado, el desarrollo mental es obstaculizado por la fanta-

Ver Capítulo II.


<14) Freud, S .: “Los Dos Principios del Funcionamiento Mental”(1911).
W, R. Bion 59

•la de que el insight depende de lo que es considerado, incluso por una


mente rica en complejidad, como acción. Así, pues, pueden distinguir­
le dos actitudes en los pacientes, algunos de los cuales se comportan
como si la acción fuera el precedente de la acción. Asocio a estos con
lis transformaciones proyectivas, y a los otros con las transformacio­
nes rígidas.
Dado que existe una perturbación en las etapas tempranas del de­
sarrollo de la capacidad para el insight, muchos de los elementos (15>
Implicados en las transformaciones proyectivas serán representados
por la primera hilera de la tabla. La existencia de elementos A2 y A3 es
cuestionable, pero yo los incluyo porque su exclusión lo sería igual­
mente.
Probablemente, se encontrarán elementos y objetos propios de las
transformaciones rígidas en todas las categorías de la tabla.

<1B) Ver Bion, W .R .: Elementos de Psicoanálisis.


CAPÍTULO IV
CAPÍTULO IV

La teoría nos deja en libertad de otorgar a Taj3 el valor de la verbalización


que hace el analista de su experiencia de la sesión, o el valor del estado
emocional inducido en el paciente. Pensar que un analista pueda traba­
jar con las emociones de su paciente como un pintor sobre el lienzo
sería repugnante para la teoría y la práctica psicoanalíticas. El pintor que
trabaja contando con las emociones del público para un fin determinado,
es un propagandista que tiene la mentalidad de un artista de anuncios.
No le alienta el propósito de que su público sea libre para elegir el uso
que vaya a dar a la comunicación que él emite. La posición del analista
es semejante a la del pintor que, mediante su arte, enriquece la expe­
riencia de su público. Dado que los analistas no se proponen dirigir la
Vida de su paciente, sino capacitarlo para que la diríja según sus luces y,
por tanto, a conocer con qué luces cuente, Tap debería representar la
representación verbal que el analista tiene de una experiencia emocio­
nal, bien bajo la forma de una interpretación, bien bajo la forma de un
escrito científico. Sería inadecuado todo intento de excluir cualquier ele­
mento de Ta, ciñéndose únicamente a la expresión verbal, que lo hiciera
pasar del campo de la comunicación del conocimiento al de la propa­
ganda. La expresión verbal deberá limitarse a expresar la verdad, sin
más implicación que la de que se trata de la verdad según la opinión del
analista. Cómo se consigue esto queda fuera del alcance de la presente
discusión, excepto en lo que refiere a ciertas implicaciones que conside­
raré a continuación. La primera se refiere a la vía a través de la cual
hemos llegado a esta conclusión. A veces se supone que la motivación
para el trabajo científico consiste en un amor abstracto por la verdad. El
razonamiento que he seguido implica que las razones para limitara enun­
ciados verdaderos los valores que pueden ser sustituidos por Tap se
basan en la naturaleza de los valores no sujetos a dicha limitación y en
•u relación con otros componentes dentro de la teoría T. Si la verdad no
as esencial para todos los valores de Tap, debe considerarse que Tap se
•xpresa en y por la manipulación de las emociones del paciente o del
público, y no en y mediante la interpretación; la verdad es esencial para
Cualquier valor en el arte o en la ciencia. ¿De qué manera va a ser la
verdad un criterio aplicable a un valor propuesto para Tap? ¿Con respec­
to a qué tiene que ser verdadero y cómo decidiremos si lo es o no?. Casi
64 Transformaciones

cualquier respuesta parece mostrar a la verdad como contingente res­


pecto a alguna circunstancia o idea que es contingente en sí misma.
Recurriendo a la experiencia analítica en busca de alguna orientación,
me viene de nuevo a la mente que un desarrollo mental sano depende
de la verdad tanto como un organismo vivo depende del alimento. Si falta
la verdad, o es deficitaria, la personalidad se deteriora. No puede apoyar
esta afirmación con evidencias que sean consideradas como científi­
cas. Puede ser que la formulación pertenezca al campo de la Estética.
En la práctica el problema surge con las personalidades esquizoides, en
las cuales el Superyó parece ser evolutivamente anterior al Yo y parece
negar su desarrollo y su existencia misma. La usurpación por parte del
Superyó de la posición que debería ocupar el Yo implica un desarrollo
deficiente del principio de realidad, la exaltación del juicio moral y la falta
de respeto por la verdad. El resultado es la inanición de la psique y la
quiebra del desarrollo. Consideraré esta afirmación como un axioma que
resuelve más dificultades que las que crea.
El medio en el que trabaja el analista es el de los pensamientos
verbalizados. Si usamos la tabla<1>para categorizar los pensamientos
verbalizados con más precisión, estos deben ser verdaderos y corres­
ponder a las categorías de las hileras E y F, y posiblemente D y G, y a
las columnas 1, 3,4 y 5. Las hileras G y H son aplicables a fenómenos
que tienen un grado de complejidad y de precisión más alto que cual­
quiera de los que el psicoanálisis alcanza por el momento. Si los enun­
ciados formulados en el curso de la interpretación son expresiones del
sentimiento, deben pertenecer a las mismas categorías. Las expresio­
nes del paciente no se restringen a una sola clase, y pueden corres­
ponder a cualquier categoría de la tabla. Las categorías de la tabla tie­
nen el propósito de ser adecuadas para todos los elementos y objetos
psicoanalíticos que se pueden encontrar en la práctica del psicoanáli­
sis. Por tanto, deben ser adecuadas para lo que requiere una teoría de
las transformaciones. (2)
Si consideramos la experiencia psicoanalítica a la luz de la teoría
de las transformaciones es posible abordar los problemas del pensar
desde una perspectiva nueva. Freud relacionó el pensar con el predo­
minio del principio de realidad, y mostró que este interponía una etapa

l1) Ver tabla y Bion,W,R. :Elementos de Psicoanálisis.


(2)
O bien, con un vértice que tenga valor T. Ver Capítulo VI.
W, R. Bion 65

intre la conciencia de un impulso y la acción necesaria para su reali-


tiClón. Señaló su efecto atenuante sobre la frustración. Su ausencia
It Incrementa. Las transformaciones tienen varias funciones, tales como
la notación y registro, comunicación privada y pública, y la búsqueda
da conocimiento. Consideraré un aspecto de esto último, buscando
para ello una analogía con las matemáticas.
Los ejemplos matemáticos son posibles gracias a la utilización de
números para la enumeración y registro. Un aumento de la compleji­
dad viene marcado por la manipulación de números para resolver el
problema en ausencia de los objetos que dan lugar al mismo. Aplican­
do esta analogía a los elementos del psicoanálisis, es evidente que
lina mayor complejidad separa las categorías de las columnas 1 y 3 de
las categorías del resto de columnas. Debe hacerse una distinción entre
las categorías de la columna 2 y las de fas columnas 4 a n-1, n, pero en
•ate caso se trata de una diferencia de clase, no de complejidad.
Las columnas 1 y 3 representan usos de un tipo relativamente sim­
ple; si la palabra, hipótesis, sistema teórico, mito o transformación se
limitaran a los usos representados por dichas columnas, no servirían
para trabajar con ellos. Las notas que un analista toma de sus casos
ño sirven para formular problemas y alumbrar soluciones si su forma
Impide que se las pueda extender más allá de su descripción y regis­
tro. La teoría de las transformaciones debe servir para esclarecer y
•Olucionar problemas que persisten sin resolver en el núcleo de cier­
tas formas de trastornos mentales y, del mismo modo, para los proble­
mas inherentes al psicoanálisis de los mismos.
Una teoría de las transformaciones debe estar compuesta de ele­
mentos y constituir un sistema capaz del mayor número posible de
Usos (representados por el eje horizontal de la tabla), si ha de ampliar
la capacidad del analista para trabajar sobre cualquier problema, con o
•In la presencia de los componentes materiales de dicho problema.
Esto tal vez parezca introducir una doctrina peligrosa que abra la
posibilidad, cuando el analista teoriza, de hacerlo sin el apoyo de los
hechos de la práctica, pero en realidad la teoría de las transformacio­
nes es inaplicable a cualquier situación en la que la observación no sea
esencial. La observación debe realizarse y registrarse de manera tal
que sea adecuada para trabajar con ella, pero contraria a construccio­
nes caprichosas y sin sistema. Como muestran las categorías de la
tabla, cualquier teoría científica puede ser usada en concordancia con
66 Transformaciones

las categorías de la columna 2, pero debe ser posible evitar cambios


imprevisibles de los usos de una categoría a los de otra. En síntesis, el
objetivo de la teoría es facilitar la observación y el registro en términos
adecuados para el trabajo científico sin la presencia de los objetos.
Un problema que presenta el análisis del paciente psicótico parece
consistir en su dificultad para trabajar sin la presencia real de los obje­
tos para los cuales, y sobre los cuales, debe realizarse el trabajo 0). Si
pudiéramos suponer que hubo en él un fallo en el desarrollo de un sis­
tema de notación y registro que pudiera ser usado, también, para tra­
bajar en ausencia del objeto, esto podría explicar vanos aspectos en
relación a su conducta. He notado que, a veces, el psicótico se com­
porta como si para ‘ pensar" algo tuviese que esperar que ese algo
aparezca como un objeto del mundo de la realidad externa. De modo
similar, parece incapaz de pensar o imaginar una situación, tiene que
actuarla. Formulando esto en términos de la teoría de la transforma­
ción, diremos que el paciente no puede transformar T (la contraparte
fenoménica de O) en Tpp. De hecho, habla realmente como si se sin­
tiera incapaz de transformar O en T. Es como si, desde una perspecti­
va, el hombre no pudiera conocer nunca la cosa-en-sí, sino solamente
sus cualidades primarías y secundarias, mientras que, desde otra pers­
pectiva, no pudiera “conocer" nada excepto la cosa-en-sí. Esta actitud
manifiesta tiene parecidos con otra igualmente visible, concretamente
aquella que postula la teoría de la identificación proyectiva. El psicótico
se comporta como si partes de su personalidad tuvieran propiedades
físicas y pudiera escindirlas y proyectarlas dentro de otros, como si
fueran objetos físicos que el objeto receptor pudiera modificar o usarM).
Dado que el paciente psicótico puede expresar palabras y frases, pa­
rece razonable suponer que puede pensar. Pero pensar, en el sentido
de utilizar palabras y pensamientos para trabajar en ausencia de los
objetos a que se refieren es, precisamente, lo que el paciente no puede
hacer. Ya he dicho <5> que estos pacientes no tienen recuerdos, sino
solamente hechos sin digerir. La crisis se desencadenaría a partir de la

131De ahí la tendencia a producir situaciones-problema en vez de solucionar


problemas.
(4)Ver Klein,M .: “Notas sobre Algunos Mecanismos Esquizoides", en Desarro­
llos en Psycho-Analysls.
<5>Ver Bion, W.R.: Aprendiendo de la Experiencia.
IV R. Bion 67

necesidad de un objeto en el cual el paciente siente que puede proyec­


tar partes de su personalidad para su desarrollo y utilización. Si siente
qu» no hay tal objeto, ni tampoco la posibilidad de “disociar partes de
|U personalidad", aparece el trastorno.
* El uso de la transformación para producir Tp, de modo que se pue­
da trabajar con Tp en ausencia de O, es un aspecto de la teoría de la
transformación. La teoría debe ampliarse para abarcar adecuadamen­
te esta clase de transformación y las transformaciones proyectivas de
lai que he hablado anteriormente.
La semejanza entre los fenómenos relacionados con la teoría de la
Identificación proyectiva y aquellos relacionados con la indiferenciación
entre la cosa y el pensamiento que le corresponde, se debe probable­
mente a su ser diferentes aspectos de un mismo estado mental.
81 la aparente incapacidad para transformar O en T corresponde a
una incapacidad real, esto significaría el punto final de la discusión: No
podría aplicarse ninguna teoría de fas transformaciones porque no exis­
tiría ninguna transformación. Sin embargo, he descrito al paciente di-
Olando que hablaba como si no pudiera transformar O en T. Lo he he-
Cho deliberadamente para dejar la cuestión abierta. Los pacientes que
muestran esta incapacidad, o parecen mostraría, de hecho son capa-
008 de comunicarse con el analista. Dicha comunicación, aunque se
Utilicen palabras, está más cerca de la comunicación musical o artísti-
00 que de la comunicación verbal. Esto contrasta con lo que he dicho
Oh las primeras páginas del capítulo III acerca de la naturaleza de Ta(3,
li contribución del analista.
El lenguaje corriente ya es algo más que un método de registro y
hace posible que el trabajo, como ocurre en matemáticas, pueda
roalizarse en ausencia del objeto sobre el que se trabaja, pero es
menos preciso y universal. Mientras nuestras comunicaciones solo
lean fiables en presencia de los objetos que estudiamos, trabajare­
mos con dificultades parecidas a las del psicótico, con la corres­
pondiente merma de calidad. La teoría de las transformaciones tie­
ne el propósito de disminuir las dificultades del psicoanalista en su
estudio de parecidas dificultades que se dan en el paciente. Pro­
pongo, por tanto, estudiar alternativamente las transformaciones del
paciente y del analista con el fin de formular una teoría de las trans­
formaciones superior a aquellas que ya se usan, consciente e in­
conscientemente.
68 Transformaciones

La próxima tarea consistirá en examinar de nuevo el grupo de trans­


formaciones que llamé, provisionalmente, transformaciones
proyectivas. En este grupo, Tpp requiere el concurso de dos persona­
lidades: Un objeto dentro del cual va a ser proyectado algo, y otro obje­
to responsable de la proyección. En relación con esto está el problema
de decidir cuál es la naturaleza de Tpf3 si falta el objeto al que se desti­
na la proyección.
El matemático puede trabajar, con su notación y formulaciones,
para resolver un problema específico en ausencia de cualesquiera ob­
jetos que no sean los objetos matemáticos. Hasta cierto punto, el
analista puede hacer lo mismo con las comunicaciones verbales. Pue­
de trabajar con un paciente, transformar su experiencia en palabras,
comunicar sus resultados al paciente o hacer que sean accesibles
para otro analista quien, a su vez, puede usarlos al revisar el trabajo
realizado o al trabajar con otros pacientes y otros problemas. De este
modo el trabajo se ha llevado a cabo, en ausencia de cualquier pacien­
te, para avanzar en la solución de un problema general y hacerlo dispo­
nible para su uso específico en un caso determinado. Esto puede com­
pararse con el proceso mediante el cual se promueve el crecimiento
desde el estado representado por las primeras hileras de la tabla hasta
el representado por la hilera D. Una transformación tal de la comunica­
ción la convierte en adecuada para uno de los usos en el eje horizontal,
la columna 4 en este caso.
Esta es la descripción de una característica común a varios tipos
de crecimiento mental. Partiendo del ejemplo más simple de los referi­
dos, concretamente, a partir de la nominación de un objeto, y llegando
a combinaciones de objetos muy complejas, el proceso de crecimien­
to puede describirse como el paso, a través de diversas etapas, desde
los elementos-3 hasta el cálculo algebraico. Cada etapa es un registro
de la etapa previa y una preconcepción de la subsiguiente. Cada etapa
puede ser usada en el sentido indicado por los encabezamientos del
eje horizontal. Cada “uso” representado en el eje horizontal puede serlo,
a su vez, mediante un término usado para representar una etapa en el

<6>“Crecimiento" se refiere aquí al crecimiento de una formulación mental. Es


interesente considerar la relación que existe cuando se aparea el crecimiento
de una formulación mental con una realización del crecimiento que se aproxi­
ma a las formulaciones mentales o es “paralela" a ellas.
IV R Bion 69

•Je genético. La “preconcepción” puede representar tanto el uso que


htce de un enunciado como la etapa genética a la que pertenece. En­
tonces cabe preguntarse si se enriquecerá la investigación, y mejorará
ll eficacia de la tabla, al establecer una relación más estrecha entre
Im etapas y los usos. Así, las columnas 4 y 5 pueden reunirse y ser
representadas a la vez por el término “preconcepción". Entonces, di­
cho término denotaría el uso, pero en el eje vertical seguiría represen­
tando una etapa del crecimiento. Ahora bien, si puede considerarse
oada etapa como un elemento que es, a la vez, un registro y una
praconcepción, puede objetarse que no hay necesidad de utilizar tér­
minos tales como “elementos-p”, “sueño", “concepto", etc. En la prác-
tloa esto no es así, ya que para el psicoanálisis resulta útil poder signi­
ficar niveles de crecimiento y representarlos mediante etapas con sus
propios signos.
Hasta aquí he hablado de “crecimiento" y de “mayor complejidad” al
raferlrme a la progresión desde A hasta H. ¿Es posible dar un significa­
do más preciso a estos términos? Consideraré algunas posibilidades.
El crecimiento desde los elementos de una hilera a la subsiguiente no
puede medirse muy bien mediante un incremento en los usos (repre-
■antados por las columnas del eje horizontal) que pueden darse a dicho
elemento, dado que ya he supuesto que todo elemento, en su carácter
de miembro de una hilera, puede tener también un carácter derivado de
•U pertenencia a cualquier columna del eje horizontal y, en la práctica, es
Útil mantener esta suposición. Una aproximación a la universalidad de
Utos que se pueden proponer para una hilera no es probable, por tanto,
que aporte un criterio de crecimiento. Puede ser que algunas hileras se
presten mejor que otras a una multiplicidad de usos. De igual modo,
algunos usos serán satisfechos más eficazmente por algunas hileras
que por otras. Por ejemplo, propuse que los elementos-p se prestan
para la Identificación proyectiva cuando se emplea dicho mecanismo
para evacuar una parte de la personalidad, pero que son inútiles, o en el
mejor de los casos extremadamente inapropiados, para ser usados para
pensar, que es tanto como decir para cualquier uso que no sea el de las
oolumnas 2 y 6. Por tanto, se obtendrá un posible abordaje si se consi­
dera la naturaleza de la equiparación entre la etapa (o hilera) y el uso,
equiparándolas en términos de la adecuación entre una y otra, pero esto
solamente soslaya el problema postergándolo para más adelante, ya
que requiere unos criterios mediante los cuales juzgar dicha adecúa-
70 Transformaciones

ción. Algunos escollos son menos difíciles en la práctica del psicoanáli­


sis que en la discusión abstracta de los problemas. Así, en la práctica es
más fácil percibir que los elementos-p no son adecuados para pensar,
que discutir en abstracto un criterio para lo que es adecuado. En esto
reside una ventaja que el psicoanalista tiene sobre el filósofo; sus enun­
ciados pueden ser referidos a realizaciones, y las realizaciones a la teo­
ría psicoanalítica. Lo que requiere el pensamiento psicoanalítico es un
método de notación y reglas para su uso que hagan posible trabajar en
ausencia del objeto para facilitar la profundización en presencia del mis­
mo. El obstáculo que presenta el libre juego de las fantasías del analista
ha sido reconocido desde hace tiempo; Enunciados dogmáticos por un
lado, y verbalización cargada de implicaciones inadvertidas por otro, sig­
nifican que el potencial para malentendidos y deducciones erróneas es
tan elevado como para deteriorar el valor del trabajo realizado con instru­
mentos tan deficientes. Conservaré la libertad para hablar de la “incorpo­
ración” de una teoría determinada “al cuerpo principal de la teoría
psicoanalítica”, con la precisión necesaria para usarm la teoría kleiniana
de los objetos internos. Esto significa que deben haber invariantes
psicoanalíticas, de las que ya he hablado, variables psicoanalíticas y
parámetros psicoanalíticos. Estos términos matemáticos, utilizados en
las frases anteriores como modelos -hilera C-, necesitan ser transfor­
mados para servir como elementos de las hileras F, G y H para el uso
psicoanalítico.
Al decir invariantes, variables y parámetros “psicoanalíticos”, he
delimitado el universo de discurso. Solamente dentro de este universo
de discurso pueden describirse estos términos como representando
invariantes y parámetros. Si no se admite esto, se da lugar a posibles
ambigüedades; el término “variable” puede denominar algo a lo que, en
un determinado universo de discurso, se le asigna un valor constante y
puede describirse así como parámetro (tal como en una formulación
matemática, digamos ax + b y- c = 0, a los signos que representan a,
b, c, que representan variables, se les asigna un valor constante).
Según Heissenberg, en el campo de la física atómica el científico ya
no puede confiar en la opinión generalmente aceptada de que se tiene
acceso a los hechos, debido a que los hechos bajo observación se
distorsionan por el acto mismo de observar. Además, el campo en el

m Columnas 1, 3 y 4.
W . R. Bion 71

cual el investigador tiene que observarla relación de un fenómeno con


Otro es ilimitado en extensión y, sin embargo, no puede ser ignorado
ninguno de los fenómenos "dentro” del mismo porque todos ¡nteractúan
entre sí. Entonces, se desprende que el hecho de que el universo de
discurso sea finito no se acompaña de un hecho correspondiente en la
relación recíproca entre las realizaciones que, supuestamente, se
'aproximan a dicho discurso. El universo de discurso mismo debe
definirse siempre (ubicándose, entonces, dentro de las categorías de
la columna 1 de la tabla) si es que sus términos han de tener significa­
do. No obstante, en virtud de este mismo hecho, su validez se hace
dudosa, a menos que se tenga en cuenta que no existe realización
alguna que se corresponda con el universo de discurso finito.
Este punto puede no tener una importancia inmediata, pero puede
ler origen de errores y es parte del problema metodológico del psicoa­
nalista. La situación del psicoanalista que se las tiene que ver con trans­
formaciones psicóticas es parecida a la de los físicos nucleares. Tiene
que operar con relaciones que pertenecen a un campo en el cual no
hay límites finitos. Los términos invariante, variable y parámetro
paicoanalíticos tienen significado en un universo de discurso que, en
un aspecto importante, no tiene una realización que le corresponda.
8us interpretaciones tienen características relaciónales que son apli-
oables a un universo de discurso, pero no a los fenómenos que repre­
sentan, ya que estos fenómenos tienen una relacionalidad, si es que
tienen alguna, apropiada para un universo infinito. Si un paciente dice
que sabe que su "asistenta” está aliada con el cartero porque su amigo
dejó clara de huevo en el baño, la relación implicada por su afirmación
puede diferir de las formas de relación a las que estoy acostumbrado,
porque su enunciado representa fenómenos relacionados entre sí en
Un universo infinito.
Freud enunció un enunciado similar, en principio, cuando bosquejó
•I universo de discurso dentro del cual se estudia la conducta cons­
ciente mediante la postulación de un inconsciente, pero las caracterís­
ticas de relación se mantuvieron sin cambios en el nuevo universo de
discurso. El factor de diferenciación que deseo introducir no es entre
consciente e inconsciente, sino entre finito e infinito. No obstante, uso
como modelo, para las formas de relación en un universo infinito, for­
mas de relación que operan en uno finito y su realización aproximada.
6e deduce, entonces, que es probable que el modelo tenga fallos.
72 Transformaciones

Al utilizar elementos concretos de una transformación (concreta­


mente, el tema que estimula al artista) en un extremo de la cadena de
acontecimientos, y el cuadro terminado en el otro, lo hice por aportar
un modelo para una parte de la totalidad: aquella parte que tiene lugar
en la mente del artista. El campo del psicoanalista es aquel que se
extiende entre el punto en que un hombre recibe impresiones senso­
riales, y el punto en el cual da expresión a la transformación que ha
tenido lugar. Los principios de investigación deben ser los mismos ya
sea su medio la pintura, la música, las matemáticas, la escultura o la
relación entre dos personas, tanto si se expresa verbalmente como si
se hace de cualquier otra forma. Estos principios deben determinarse
de modo tal que permanezcan constantes, tanto si la transformación
es efectuada en una mente sana o en una enferma.
Tomaré un ejemplo del análisis de un paciente con un notable nivel
de adaptación a la realidad. El paciente entró en la habitación y, evitan­
do mi mirada, caminó hacia el diván y se acostó mientras yo me dirigía
a mi sillón. Había un acuerdo entre nosotros respecto de estos he­
chos, tal como se manifestó en la sesión, pero parecía muy ansioso y
me dijo que cuando se dirigía hacia el diván sintió que yo atacaba sus
genitales desde atrás de él. Me dijo que eso era tan real como los he­
chos sobre los que estábamos de acuerdo. Dijo no saber por qué esta­
ba ansioso. Esto, en la máxima medida que me es posible, es un relato
correcto de lo que ocurrió, es mi transformación (TaP) de lo que ocurrió
(O). ¿Aporta alguna ventaja considerar este episodio como una trans­
formación? Y si es así, ¿en qué sentido?
Propongo considerar este episodio en detalle, aunque en el análisis
esto no fue ni sería posible. Usaré las propuestas enunciadas en Apren­
diendo de la Experiencia, Elementos de Psicoanálisis y los capítulos
precedentes del presente libro.
La exposición tiene una doble finalidad: Llevar adelante la in­
vestigación y, al hacerlo, mostrar un ejemplo de mi método de apli­
cación de mis métodos. Primero me despojaré de preconcepciones
aproximándome a un estado de ingenuidad(8>que, puesto en pala­
bras a bote pronto, sería algo así como “un no saber para dar lugar
a una preconcepción que esclarecerá un problema que despierta
mi curiosidad''.

(8) Ver Elementos de Psicoanálisis.


W. R. Bion 73

Un lago, en un día apacible y luminoso, refleja los árboles de la orilla


de enfrente del observador. La imagen que ofrecen los árboles se trans­
forma al reflejarse: Se produce toda una serie de transformaciones
debido a los cambios en la atmósfera. Supongamos que el observador
•ólo pudiera ver el reflejo. Entonces, serla capaz de deducir la natura­
leza de O a partir de lo que viera. Siempre que las condiciones no sean
demasiado perturbadoras, lo que se exige de los poderes de deduc­
ción del observador sería relativamente sencillo si solamente se le pi­
diera reconocer el reflejo de unos árboles, pero sería más difícil si se le
preguntara porqué especie de árboles eran, e imposible si tuviera que
enunciar la naturaleza de los rasgos microscópicos de la estructura de
las hojas.
Un cambio atmosférico de luz a ensombrecimiento, o de calma a
turbulencia, influiría en la transformación, a veces levemente, a veces
tan profundamente que el observador necesitaría utilizar toda su capa­
cidad de percepción para deducir la naturaleza de O. Tal como la exi­
gencia que se le plantea al observador podría ser imposible de satisfa­
cer, las condiciones atmosféricas podrían ser también distorsionadoras
hasta lo imposible.
Utilizaré esto como modelo para la observación analítica de las trans­
formaciones. Resultará conveniente suponer que los vínculos L, H, K
Influyen en la transformación de manera semejante a la de los cam­
bios atmosféricos del modelo. Esto será conveniente, pero no necesa­
riamente cierto, como se verá al referirnos a la experiencia analítica
cuando la ligazón emocional es muy compleja; así son también las
condiciones atmosféricas. No estoy sugiriendo que las turbulencias y
distorsiones sean invariablemente resultado de las emociones, pero
quiero disponer de libertad para considerar aquella situación en la cual
las emociones pueden dar lugar a una constante, mientras las varia­
ciones pueden ser aportadas por algún otro factor.
En el modelo se supone que los árboles de la orilla son la manifes­
tación de O. ¿Cuál es el equivalente de O en el análisis? ¿Podemos
suponer que es, invariablemente, un hecho conocido por el analista y
el analizado o, al menos, cognoscible para ambos?. En realidad no hay
elección en este punto, porque si proponemos que O puede ser cual­
quier circunstancia de la vida del paciente, tanto si es conocida por el
analista como si no, estamos proponiendo una condición que hace
que el análisis sea imposible. Tales hechos existen, pero la eficacia
74 Transformaciones

analítica depende de que no sean pertinentes para el procedimiento


analítico, o lo sean solo en la medida en que alguno de sus aspectos
sea accesible tanto para el analista como para el analizado. Por tanto,
propongo que en cualquier situación analítica O es susceptible de ser
transformado tanto por el analista como por el analizado.
Dejaré de lado la distorsión producida por la personalidad del analista
o aspectos de la misma. La existencia de dicha distorsión es bien co­
nocida, y su reconocimiento es la base de la necesidad de análisis
para los analistas, así como de los muchos estudios sobre la
contratransferencia. Aunque en otras disciplinas científicas se recono­
ce la ecuación personal o el factor de error personal, ninguna ha insis­
tido tanto como el psicoanálisis en la investigación profunda y conti­
nuada de su naturaleza y ramificaciones. Lo dejo de lado, entonces,
por reducir a sus términos más simples un problema que ya es dema­
siado complicado. Partiré del supuesto de un analista ideal y de que
Taa y Ta(3 no están distorsionados por la turbulencia, aunque la turbu­
lencia y sus fuentes son parte de O.
Resumiendo las consideraciones precedentes:
1.-En psicoanálisis se deberá ignorar, por considerarla irrelevante,
toda O que no sea común al analista y al analizado y que, en
consecuencia, no sea accesible a transformación por parte de
ambos. Toda O que no sea común a ambos no es susceptible de
investigación psicoanalítica. Toda apariencia de lo contrarío se
debe a un fracaso en la comprensión de la naturaleza de la inter­
pretación psicoanalítica.
2.- La transformación, es decir. Tpa o Taa, está bajo la influencia de
L,H, y K. Se supone que el analista toma en cuenta o excluye a L
o H de su vínculo con el paciente y que Taa y Ta(B, para los fines
de este razonamiento, están libres de distorsión alguna por parte
de L y H (o sea, por parte de la contratransferencia). Al contrario,
Tpa y TpP se supone que siempre están sujetos a distorsión, y la
naturaleza de dicha distorsión, en la medida de que es objeto de
esclarecimiento a través de la interpretación psicoanalítica, cons­
tituye el O de la transformación que el analista lleva a cabo al
pasar de la observación a la interpretación. Esto me lleva a con­
siderar si es o no es posible limitar un poco más qué debe consi­
derarse, en psicoanálisis, que se encuentra dentro del campo de
O. Hasta ahora he sugerido que O debe estar a disposición de
W. R. Bion 75

Taa y Tpa, y a esto he añadido que la transformación del pacien­


te debe constituir siempre la O que resulta transformada cuando
el analista trabaja para llegar a una interpretación. Pero el analista
debe tener una teoría psicoanalítica de la situación edípica. Su
modo de entender dicha teoría debe considerarse como una
transformación de la misma y, en ese caso, todas sus interpreta­
ciones de lo que ocurre en sesión, verbalizadas o no, pueden
contemplarse como transformaciones de un O que es bipolar.
Uno de los polos de O es la capacidad intuitiva, desarrollada por
la práctica, transformada para yuxtaponerse a lo que está suce­
diendo durante el análisis, y el otro son los hechos de la expe­
riencia analítica que deben ser transformados para mostrar cómo
y cuánto se aproxima la realización a las preconcepciones del
analista. La preconcepción es aquí idéntica a Tap, que opera so­
bre las teorías psicoanalíticas del analista.
Freud sostuvo, como uno de los criterios para valorar al analista, el
grado de fidelidad de comprensión que este tributara a la teoría del
Complejo de Edipo. Mostraba así la importancia que atribuía a dicha
teoría, y el tiempo ha demostrado que no se equivocaba al valorar tanto
•u importancia. La evidencia del complejo de Edipo nunca falta, aun­
que pueda pasar inadvertida.
Melanie Klein, en su trabajo “Los Estadios Tempranos del Complejo
de Edipo", observó elementos edípicos cuya presencia no había sido
previamente detectada; sus métodos de observación, notación y re­
gistro permitirían detectar el material relevante con mayor frecuencia.
Parte del equipo de observación es la pre-concepción usada como
preconcepción, D4. Quisiera considerar la teoría edípica desde D4, es
decir, como parte del equipo de observación del analista. La conducta
que tiene que examinar este aparato, “Complejo de Edipo D4”, presen­
ta cualidades de las hileras A y B.
Pero, ahora, vamos con las dificultades. El primer paso parece bas­
tante sencillo: exponer el aparato teórico con el que investigaré el ma­
terial. Las teorías con las cuales propongo investigar el material del
paciente deben tenerse, de acuerdo a las teorías enunciadas en las
páginas precedentes de este libro, como transformaciones de la expe­
riencia que he tenido en mi formación y aprendizaje. Pueden denotarse
con los signos Tap de 01, siendo 01 el estímulo proporcionado por mi
•cumulación de experiencia, y Tap de 02, siendo 02 la experiencia de
76 Transformaciones

la sesión que estoy investigando. Ta(3, que es el producto final de mi


transformación de las teorías que me fueron transmitidas en mi análi­
sis personal y formación, puede categorizarse ahora, según el grado
de complejidad con que se exprese, como perteneciente a las colum­
nas 1, 3,4, 5 y a las hileras D, E y F. Sin embargo, el estado de aten­
ción flotante, habitualmente considerado como deseable para el analista,
es tanto más efectivo cuanto más se aproxime a poder ser representa­
do por un amplio espectro de categorías de la tabla. Por tanto, el esta­
do mental del analista no deberá limitarse a las categorías E4 y F4, por
ejemplo, sino más bien al área de las categorías C->F, pasando por las
columnas 1, 3,4 y 5. En la práctica, esto significa que el analista debe
tener conocimiento de los sueños en que aparezcan pacientes, aun­
que su interpretación del significado de dichos sueños tenga más que
ver con sus características en cuanto fenómenos pertenecientes a la
columna 2, que con evidencias de su propia patología.
Así, pues, el equipamiento teórico del analista puede describirse su­
cintamente como situado en D4, E4 y F4, pero el estado mental median­
te el cual tiene acceso a las teorías estando en sesión debe abarcar un
espectro más amplio de la tabla. Teniendo en cuenta este requisito, pro­
pongo limitar las siguientes teorías a enunciados que pertenezcan a las
categorías E1, E3, E4 y E5. Me refiero a las siguientes teorías:
1) La teoría de la identificación proyectiva y el splitting, mecanismos
mediante los cuales el pecho proporciona lo que el paciente to­
mará más tarde como su propio aparato para la función-a.
2) La teoría de que algunas personalidades no pueden tolerar la frus­
tración.
3) La teoría de que una personalidad con un fuerte monto de envidia
tiende a empobrecer a sus objetos mediante el robo y el agota­
miento.
4) La teoría de que en una etapa temprana (o en un nivel primitivo de
la mente) la situación edípica está representada por objetos par­
ciales.
5) La teoría kleiniana de la envidia y la voracidad.
6) La teoría de que el pensamiento primitivo emerge a partir de la
experiencia de un objeto no-existente o, en otros términos, del
lugar donde se espera que el objeto esté pero no está.
7) La teoría de la violencia en las funciones primitivas.
W. R. Bion 77

Como ya he escrito sobre estas teorías en Aprendiendo de la Ex-


poriencia y Elementos de Psicoanálisis, no añadiré nada más aquí.
Bttas teorías, como ampliaciones de la situación edípica, deben es­
tar presentes en la mente del analista de manera tal que las haga
susceptibles de ser representadas en una amplia gama de catego­
rías de la tabla.
Consideraré ahora fenómenos que se espera que sean revelados
por el estado de expectativa representado mediante estas teorías. Una
dificultad, de entre aquellas a las que aludí anteriormente, se refiere a
la comunicación de un material que es inefable. El enfoque científico,
tal como se lo entiende comúnmente, no es posible, y la aproximación
artística requiere un artista. Por tanto, el lector habrá de ser indulgente
ll tiene que comprender el significado que quiero transmitir; encontra­
rá la experiencia clínica, si se cruza en su camino, más sencilla que lo
que mi descripción la hace parecer.
El estímulo externo, O, viene dado por una interrupción inminente
de suficiente duración como para provocar reacciones más fuertes
que las que se observan con motivo del fin de semana. Yo sabía que la
envidia y la intolerancia a la frustración son factores poderosos en la
•Ituación analítica, y que la violencia era una función prominente de la
personalidad del paciente, quien temía la violencia, la suya propia y la
de los demás. Sus emociones eran violentas, sus ambiciones perse­
guidas y bloqueadas con violencia, el curso de su actividad mantenido
con violento esfuerzo. Sus procesos de pensamiento estaban pertur­
bados en extremo, muchas de sus expresiones eran incomprensibles,
Incluso después de un tiempo prolongado de análisis. Cuando yo creía
captar el significado de lo que decía el paciente, generalmente era de­
bido a una experiencia estética más que científica. Existían breves co­
municaciones lúcidas por su parte, en las que las palabras y la sintaxis
se combinaban de manera correcta. Ya he indicado cuales eran mis
predisposiciones teóricas. Por razones de discreción haré pocas refe­
rencias a material clínico real y las extraeré de más de un paciente,
pero creo que esto no ocasionará distorsiones relevantes en lo que
atañe al tema en discusión. Recurriré a una amplia gama de ejemplos,
Incluyendo material de la historia del paciente para llenar brechas que
no puedo dejar vacías sin que se resienta la claridad de la exposición,
ni llenarlas con la revelación de algo privado.
CAPÍTULO V
CAPÍTULO V

La reacción del paciente ante O es de un nivel primitivo, dando lugar


a material que pertenece a las categorías de las hileras A y B.
Su presencia indica que él sabe que yo estoy presente. Este hecho
es utilizado, en conformidad con las categorías de la columna 2, para
negar mi ausencia. Reacciona en sesión como si yo estuviera ausen­
te. Este comportamiento, de acuerdo a las categorías de la columna 2,
pretende negar mi presencia. Aunque “ausencia" y “presencia" son cada
una de ellas características de la columna 2, se juntan en esta etapa
del análisis de acuerdo con las categorías A4 y B4 n>.
Represento el estado mental que he descrito mediante un modelo:
el de un adulto que, violentamente, conserva un estado exclusivamen­
te omnipotenteodesamparado primitivo. El modelo mediante el cual
represento su “visión” de mi persona es el de un pecho ausente, el
lugar que yo, pecho, debo ocupar pero no ocupo. El “debo” está expre­
sando violencia moral y omnipotencia. La imagen visual que tiene de
mi puede representarse mediante lo que un geómetra llamaría punto, o
para un músico sería la notación de “staccato” en la partitura musical.
Como esta actitud es importante, me ocuparé de ella en detalle, utili­
zando ideas expresadas anteriormente en este libro.
Defino el nombre que se da a un objeto, a menudo considerado
como el signo de una cualidad que es abstraída de algo<2>, o de la cual
algo se ha abstraído, como genéticamente relacionado con un hecho
seleccionado. Es un signo para señalar, y ligar, una conjunción cons­
tante. Por tanto, es significante pero vacio de significado(3). Recibe su
incremento en significado a partir de la experiencia. Es similar a una
teoría en el sentido de que ambos implican que ciertas cualidades es­
tán en conjunción constante; en consecuencia, no puede describirse
propiamente como verdadero ofalso respecto de su relación con O.
Estos términos expresan una valoración acerca del efecto saludable
de la teoría para la que son válidos sobre la personalidad a la que se
refiere. La diferenciación que hay que establecer para un nombre, o

(1) Segundo ciclo de transformación.


l2) Ver Patón, H.J.
w Comparar Russell, B .: Principies of Mathematics, Chap. XXVII.
82 Transformaciones

una teoría, es entre “útil” y "no útil”. Puede categorizarse según los
términos del eje 1-n.
La cualidad de negación está implícita en el nombre como aquello
que significa la conjunción constante, y es inseparable de dicho signifi­
cado. La conjunción constante, ligada de esta manera mediante un
nombre, no es todo lo que la personalidad haya observado alguna vez
como previamente existente, pero puede ser similar. Esto ha constitui­
do una dificultad desde los tiempos de Aristóteles <4). En la práctica,
presenta dificultades para el paciente que no puede tolerar la frustra­
ción, en el cual predominan la envidia, la voracidad y la crueldad.
En el ejemplo mencionado el problema está en que el pecho ausen­
te, el "no-pecho”, difiere del pecho. Si se acepta esto, el “no-pecho”
puede representarse mediante la imagen visual del punto. Pero si se
trata de un fenómeno de la columna 2, el punto carece de la cualidad
de enunciado definitorio y se aproxima a ser un objeto con las caracte­
rísticas de la columna 3. Por tanto, tiene el significado de ser un pecho
que ha sido reducido a una mera posición: el lugar donde estaba el
pecho. Para el paciente, este estado parece ser consecuencia bien de
la voracidad con que ha agotado al pecho, bien del splitting que lo ha
destruido, dejando solamente la posición.
La relación del paciente consigo mismo está prejuiciada si no pue­
de avanzar hacia el reconocimiento de una experiencias nueva y recu­
rre, entonces, a un significado ya existente, o, en caso contrario, avan­
za y tiene que enfrentar la frustración que no puede tolerar. Puede deci­
dir, si tal término es permisible en este contexto, entre llevar a cabo
ataques destructivos contra el vínculo con su objeto, y destruir así sus
procesos de pensamiento embrionarios, o tolerarla y permitir que se
desarrolle su aparato para el pensamiento. Un paciente con las carac­
terísticas postuladas probablemente sufrirá perturbaciones del pensa­
miento en ambos casos, ya que la aceptación del “no-pecho” lo enfren­
ta al problema de qué hacer con los “pensamientos” concomitantes. El
problema no tiene una dimensión solamente; la tolerancia a la frustra­
ción conlleva tener consciencia de la presencia o ausencia de objetos,
y de lo que una personalidad en desarrollo llega a conocer más adelan­
te como “tiempo” y, dado que he nombrado la “posición” donde estaba
el pecho, “espacio”.

(4) Aristóteles, Tópicos, VI 6,143 b. II.


W. R. Bion 83

Los mismos factores que reducen el espacio a un punto reducen el


tiempo a un “ahora". El tiempo es despojado de pasado y futuro. El
"ahora" está sujeto a los mismos ataques dirigidos contra el espacio, o
más precisamente, contra el punto. El “ahora” está, a su vez, agotado
y escindido. Esto lleva a expresiones que pueden malentenderse, ya
que un paciente tal dirá “ahora" cuando quiere decir “nunca", y “ayer" o
"mañana” cuando se refiere a un fragmento escindido del “ahora”. Es­
tas creencias forman parte de los problemas de un paciente que no
puede tolerar las notaciones de staccato en la partitura.
Veamos ahora los problemas que aguardan a la personalidad que si
puede aceptar “pensamientos”. Como ya he dicho, el aspecto definito-
rio del nombre puede verse que tiene una base negativa, es decir, no
es a, b, c, etc., o significación sin significado (de ahí que tome los usos
de la columna 4, el equivalente en el uso de lo que he llamado una
preconcepción en el eje genético de la tabla).
Los “pensamientos" pueden combinarse con otros “pensamientos”,
según las reglas de la sintaxis si son enunciados de forma verbal,según
las reglas de manejo matemático si son enunciados matemáticamen­
te, o según las reglas de composición musical si se los enuncia en
forma correspondiente. Pero dichas reglas son más fáciles de conce­
bir en un estado de desarrollo mental avanzado que en uno más primi­
tivo, del cual me ocupo aquí dejando a un lado, para más adelante, la
discusión sobre las reglas de combinación(S>.
Según Proclo, Platón objetó el término oxvyjiri basándose en que este
significaba picadura y, por tanto, sugería un trasfondo de la realidad que
no era apropiado para la geometría. Esta objeción se asemeja a la que
hace el paciente respecto a la imagen visual del punto debido a la inade­
cuada penumbra de asociaciones. El paciente había evadido la dificultad
mediante un neologismo. Lo que me interesa no es la solución del pro­
blema, sino su semejanza con la dificultad científica de usar términos
que tienen una larga historia para expresar situaciones nuevas.
Los pitagóricos consideraban que el punto tenía una posición, pero
Euclides no lo incluyó en su definición, aunque él, Arquímedes y auto­
res posteriores utilizaron el término oripsxov en vez de axipri.
Aristóteles, al estudiarla importante noción de la relación entre el punto
y la línea objetó que, siendo el punto algo indivisible, ninguna acumula-

<#l Ver Capitulo X.


84 Transformaciones

/fiV

ción de puntos puede dar lugar a algo divisible, como es la línea . La


importancia de la discusión reside en el deseo de establecer la co­
nexión que se cree que existe entre el punto y la línea. Un analista que
lea las contribuciones que componen el cuerpo ya establecido de la
geometría científica, vería que sus elementos parecen invitar a una in­
terpretación psicoanalítica del tipo indicado. Tendré razones para citar
ejemplos que refuerzan la impresión de la existencia del componente
sexual en la investigación matemática, pero no estoy proponiendo que
entremos en ese aspecto de la historia de la geometría.
Una vez aceptado que el paciente es capaz de tener imágenes vi­
suales, representadas por las palabras “punto” y "línea”, dos vias apa­
rentemente divergentes se abren ante él: Puede pensarías, es decir,
usar pensamientos de acuerdo a reglas aceptables y comprensibles
para otros, y esto lleva a la proliferación de una gama de enunciados
que pertenecen a las categorías H1, H3, H4, etc, de la tabla (no tengo
en cuenta H2, aunque también sea posible) y, finalmente, a la estructu­
ra científica de la matemática moderna; o no puede pensarlas (si
excluimos el splitting, el agotamiento y la proyección o evacuación, de
lo que comúnmente se entiende por pensamiento), y no elabora o em­
plea reglas de combinación y manejo de aceptación general. Un pa­
ciente tal, como en el ejemplo citado por Segal(7), no tiene dificultad
para ver que un hombre que toca el violín se está masturbando públi­
camente: el hecho de que esté actuando públicamente con el violín es
significante, en el sentido que he dado a dicho término, y tiene signifi­
cado, pero el significado que tiene para él no es el mismo que el que
tiene para la persona normal y corriente, la cual considera la actividad
del concertista como parte de la música. La opinión común que consi­
dera el hecho como una actividad musical le es extraña, tal como la
suya lo es para la persona común. ¿Por qué, entonces, volviendo al
punto y la línea, dichas imágenes visuales conducen al florecimiento
de las matemáticas en un caso y a la esterilidad mental en el otro? Y
¿Es cierto que la "esterilidad mental” refleja una evaluación correcta
del asunto?. La pregunta implica la validez de una teoría de la causalidad
que considero equívoca y susceptible de provocar construcciones bá­
sicamente falsas; si es falaz podemos descartarla a cambio de otra

m Física IV, 8,215, big.


m Segal, H .: Introducción a la Obra de Melanie Klein.
W. R. Bion 85

Igualmente falaz -que es el caso que indicaba la formulación de


Heissenberg <8) sobre el problema de la causación múltiple-. Ambos
enfoques han probado ser valiosos en el desarrollo de la ciencia, pero
desarrollos en el campo de la física -por parte de la escuela de
Copenhague- parecen haberla invalidado. Si es así, el siguiente paso
lógico sería dejar de preocuparse por la causalidad o su equivalente:
los resultados. En el psicoanálisis, es difícil evitar el sentimiento de que
su desaparición deja un vacío que debería llenarse. Dentro de la amplia
gama de nuestros problemas no genera más dificultad considerar la
teoría de la causalidad como falaz pero útil. Cuando se trata de proble­
mas producidos por perturbaciones del pensamiento, la dificultad no
puede abordarse de ese modo, ya que aun siendo posible ver que el
paciente tiene una teoría de la causalidad que requiere evaluación, como
en la serie de razonamientos que he citado(9>, tal evaluación no puede
llevarse a cabo sin que se la contraste con alguna otra teoría,
presumiblemente la del propio analista.
La teoría de Melanie Klein acerca del papel que juega la intolerancia
a la depresión, esclarece el problema presentado por la cadena de
causalidad que he mencionado. El paciente se siente perseguido por
el significado de ciertos hechos que él siente que son significativos.
Además, se siente perseguido por dichos sentimientos de persecu­
ción. Esto se explica si aceptamos que el paciente no tolera ta depre­
sión y que ello interfiere el intercambio Ps**D. Entonces, puede enten­
derse la cadena de causalidad propuesta como una racionalización del
sentimiento de persecución. Y más aún, si el paciente es capaz de ver
que la cadena de causalidad que él propone no tiene sentido, puede
usar dicha capacidad para negar la persecución y, así, evitar toda ex­
plicación que pudiera revelar la depresión que teme.
Al formular esta sugerencia estoy proponiendo la existencia de una
cadena de causalidad en fenómenos que han tenido lugar en mi pre­
sencia. Me arriesgaré a ser inducido a error por seguir una teoría in­
adecuada y sugeriré, tal como hice en el análisis real, que el temor a la
depresión depende del predominio de un Superyo cruel en el paciente.
Recurriré a la mitología para esclarecer el siguiente paso de mi ex­
posición. En términos de la tabla utilizo un nivel de pensamiento que

<8) Heisenberg, W. :Physics and Philosophy.


w Capítulo anterior, IV.
86 Transformaciones

pertenece a la categoría C4 y, en particular, el mito (Edén) del predomi­


nio de un dios omnisciente y severo, que se opone al conocimiento. El
mito de Babel sobre el dios que genera la confusión entre las lenguas,
o el mito del destino que acompaña a la Esfinge en el mito de Edipo,
servirían igualmente.
La formulación lógica del problema señala la existencia de un con­
flicto entre la omnisciencia por un lado, y el deseo de indagar, por otro.
Más adelante veremos que el abordaje causal lógico da lugar a un ra­
zonamiento circular. ¿Hay alguna objeción a esto? Y si la hay ¿Existe
algún enfoque mejor? Tenemos que considerar no solo la “teoría de la
causalidad” del paciente, sino también la del analista. Dado que el pro­
blema es metodológico, no pueden separarse los descubrimientos
psicoanalíticos de todo aquello que atañe al aprendizaje.
En el ejemplo, el paciente intentaba convencerse así mismo, o a
mí, de la validez de una cadena causal en tanto algo a lo que la razón le
debe fidelidad automáticamente. Me invitaba a ser cómplice de él al
estar de acuerdo en que esa particular cadena causal era válida. Y
“válida* en este contexto significa “no requiere exámen". Esta interpre­
tación es mi evaluación de la escena emocional en la que fui testigo y
participante. Se trata de una experiencia que no puede ser comprendi­
da por nadie que no la haya vivido, y no puedo demostrar que el relato
que he hecho de la misma represente los hechos con exactitud, pero
en algún momento futuro una experiencia, mía o de otra persona, pue­
de aproximarse a dicha descripción.
Los relatos que he presentado, y el que voy a presentar, deben tenrse
como "teorías" de lo que tuvo lugar. En vista de las asociaciones impli­
cadas por el término “teoría”, prefiero el término “transformación”. Los
relatos, que presento del episodio son transformaciones en el sentido
que he dado a este término en el capítulo I y siguientes. El lector puede
utilizar la tabla para evaluar las transformaciones impresas en este
libro. Mi propósito es el de escribir algo que pudiera describirse correc­
tamente como perteneciente a las categorías F1, 3, 4, 5; pero puede
evaluarse de forma diferente y atribuir a la comunicación categorías
distintas de la tabla, de acuerdo a las facetas que vea el lector.
Volviendo al episodio: En la sesión, el paciente pasaba rápidamente
de una imagen visual a otra. En tanto las imágenes visuales eran parte
de su propia personalidad, se estaba identificando primero con una y,
después, con otra. Las imágenes no podían sintetizarse; es decir, no
W. R. Bion 87

podía permitirse a sí mismo la experiencia del hecho seleccionado que


da coherencia a elementos que previamente no eran vistos como co­
herentes entre sí. Tampoco podía desentenderse de los elementos
persecutorios mientras no pudiera permitir la coherencia. La cadena
causal fue diseñada con el propósito expreso de evitar la coherencia.
Pero el sentimiento de persecución se convierte en sí mismo en una
persecución, y dicha persecución está “ligada” mediante la idea de una
causa. En este contexto el término “causa” y la teoría causal concomi­
tante no guardan relación con la realidad externa, sino con la realidad
psíquica. La fuente de ansiedad en el paciente es su miedo a la depre­
sión y el temor concomitante al intercambio Ps<-»D, los mecanismos
del hecho seleccionado. Categorizo la idea de causa, en este contex­
to, como D2, es decir, como una preconcepción de nivel relativamente
primitivo utilizada para evitar que emerja alguna otra cosa. La comuni­
cación del paciente, en tanto se la pueda considerar lógica, es un razo­
namiento circular supuestamente basado en una teoría de la causalidad,
empleado para destruir el contacto con la realidad, no para propiciarlo.
En este sentido se corresponde con uno de los criterios de Freud para
la psicosis: el odio a la realidad. Pero la realidad odiada es un aspecto
de la personalidad del paciente<10>.
Para evitar complejidad y riesgo de confusión, supondré que mis
interpretaciones estaban guiadas por la necesidad de establecer mi
propio contacto, y el del paciente, con su realidad psíquica. Si utilizo
una teoría de la causalidad y le doy expresión en un razonamiento cir­
cular <11), mi transformación difiere de la del paciente: su transforma­
ción pertenece a la categoría C2, y la mía a F3 y F4.
Esto implica que el aparato es secundario a los impulsos que deter­
minan su uso -conclusión que no sorprendería a ningún analista-. Sin
embargo, el aparato cuenta. Los impulsos implicados determinan: 1)
el modo en que se emplea el aparato; y 2) el destino del aparato mis­
mo. En las perturbaciones graves, es posible ver cómo se utiliza el
aparato de forma calculada para destruirlo. Lo que en un paciente me­
nos perturbado aparece como un ataque a la situación edípica,o a una

<10>La teoría de la causalidad solamente es válida en el dominio de la moralidad,


y solamente la moralidad puede causar algo. El significado no tiene influencia
fuera de la psique y no causa nada.
<11>Para razonamiento circular ver Capítulo VIII.
88 Transformaciones

situación edípica de objeto parcial, en el paciente gravemente pertur­


bado debe considerarse como un ataque a la preconcepción edípica o
preconcepción del objeto parcial edípico: el aparato que debería hacer
comprensible la relación entre los padres y darle significado. En los
trastornos del pensamiento, la interpretación debe esclarecer la condi­
ción del aparato para pensar, la naturaleza de sus deficiencias y de los
impulsos concomitantes. En la práctica encuentro que tengo que inter­
pretar constantemente en el sentido de que algún impulso “lleva a” un
defecto determinado (o característica) del modo de pensamiento, o en
el sentido de que una característia del modo de pensamiento “da lugar”
a un determinado impulso como, por ejemplo, que la frustración provo­
cada por el fracaso en la solución de un problema “lleva a” un ataque
destructivo contra el enfoque psicoanalítico. Considero estos enuncia­
dos como formulaciones en lenguaje coloquial que emplean una teoría
que sé que es falsa, pero sirven en ausencia de la teoría correcta. Esto
puede resultar tan adecuado en la práctica como generalmente es, en
la vida cotidiana, decir que el sol sale. Sin embargo, hay situaciones
analíticas, especialmente cuando está en primer plano el material
psicótico, en las que esto no es adecuado. El paciente parece incapaz
o no dispuesto a llevar a cabo la adaptación de la frase coloquial que le
otorgará significado para él. La teoría implícita en la interpretación debe
ser exacta. Como demostraré luego, eso también es válido para el
tono emocional que acompaña a la interpretación: si intento establecer
un vínculo K, que después de todo es el caso de toda interpretación, no
debe haber ninguna emoción que pertenezca a H o L. Esto puede pa­
recer un lugar común en la teoría de la contratransferencia, pero no lo
es. Un paciente neurótico tiene cierta indulgencia ante la debilidad hu­
mana; un paciente psicótico se comporta como si no hubiera recibido
la comunicación verbal, o como si esta fuera un vehículo para transmi­
tir algún aspecto de L o H -generalmente, la proyección, por parte del
analista, de dicho aspecto dentro del paciente -.
La evidente exigencia de exactitud por parte del paciente, tanto en
cuanto a la comunicación verbal como al acompañamiento emocional
de la misma, parece guardar relación con lo que dije acerca del “ahora".

(12)
En un análisis exitoso el paciente hace uso de una brillante captación intuitiva
de las posibilidades que las deficiencias de su analista ofrecen a su Superyó
para destruir al analista.
W. R. Bion 89

Dije que la cuestión del ahora se relacionaba con el despojo y agota­


miento del pecho elemental o más primitivo. En este contexto se asocia
con la incapacidad para recibir cualquier otra cosa que no sea una co­
municación “pura".
Los analistas están tan acostumbrados al hecho de que el vínculo
entre analista y paciente sea verbal, que ciertas implicaciones de esto
mismo pueden pasar inadvertidas. Dichas implicaciones pueden ver­
se más claramente si se consideran los intercambios verbales como
transformaciones.
Las transformaciones del analista emplean el vehículo del lenguaje
oral, igual que las transformaciones del músico son musicales y las
del pintor pictóricas. Aunque el analista intenta transformar O según
las reglas y disciplina de la comunicación verbal, no ocurre necesaria­
mente lo mismo con el paciente. Por ejemplo, el paciente puede trans­
formar O en algo que puede parecer una comunicación verbal, pero
que para el analista es algo que se acerca más a una alucinación<t3).
Tal transformación (Tp(3) no pertenece al dominio de la comunicación
verbal, sino al de la alucinación, sea auditiva, visual o táctil. En conse­
cuencia, sería útil comprender-por analogía con la pintura, la música o
la comunicación verbal- la disciplina y las reglas, por así decirlo, de la
alucinación.
El paciente, en tanto receptor, parece recibir todo como si tuviera
las características del punto, ya sea que lo que tenga que comprender
se trate de tiempo, espacio, o de significado. En tanto emisor, sola­
mente puede expresar transformaciones que se efectúan en un cam­
po cuya disciplina no nos es conocida. ¿Qué “reglas” gobiernan la
tranformación de O en una alucinación visual en vez de en una auditiva
o viceversa, o en una alucinación en vez de en arte, música o en for­
mas de comunicación más comunes?
En este estudio sobre las transformaciones he señalado la impor­
tancia de las invariantes. En la pintura debe existir algo que sea invariente
entre la representación y lo representado. Tal vez, la reacción sea el
elemento común a ambos. Sin embargo, sentimos que se requiere
algo más que la reacción del observador, algo que esté presente en el
objeto y en su representación. Si es así, ¿qué es lo invariante en la

(13>Lo que digo aquí no excluye, sino que se suma, a lo que ya he dicho, sobre
la alucinación en otros lugares.
90 Transformaciones

palabra “vaca" y el objeto que representa? Si la palabra fuera


onomatopéyica podría considerarse al sonido como invariante, pero tal
elemento es relativamente Infrecuente. No resulta satisfactorio supo­
ner que se trata de algo tan fácil como aprender de memoria que el
nombre 'vaca” pertenece a un determinado animal. Dicha memoriza­
ción parece basarse en situaciones en las que un adulto repite al niño
“¡Mira, hay... I" (lo que quiera o quienquiera que sea) cuando vuelve a
aparecer. Si es asi, puede formar parte del proceso de enseñanza a
través de la comunicación de la experiencia adulta, en oposición al
aprendizaje de la experiencia directa. Es más fácil aceptar como ver­
dad que alguien “no puede entender la música" o “no puede compren­
der la pintura", que aceptar similar dificultad respecto a la palabra. Sin
embargo, creo que a veces es así: no se comprende el médium real
del lenguaje.
La incapacidad de la madre para aceptar las identificaciones
proyectivas del lactante y la relación de dicho fallo materno con los
trastornos en la comprensión, se pueden equiparar a las complicacio­
nes que surgen debido a una madre exageradamente comprensiva,
especialmente en virtud de su “capacidad para aceptaf la identifica­
ción proyectiva. Una reacción relacionada con esto se asemeja a tras­
tornos del carácter, una predisposición a no enfrentar la pérdida de un
estado idílico para pasar a una nueva fase, y la supresión de dicha
nueva fase porque implica dolor mental. Me interesa considerar el cam­
po de la comunicación verbal sobre dicho trasfondo de alucinosis, iden­
tificación proyectiva, splitting y persecución, aceptado como si consti­
tuyera un estado de felicidad ideal. La sensación de bienestar produci­
da por la creencia en la existencia de una madre (o analista) compren­
siva hasta la perfección refuerza el temor y el odio a los pensamientos
que están estrechamente relacionados con el “no-pecho” y que, por
tanto, pueden vivirse como indiferenciados del mismo. Se aferran a un
estado mental doloroso, incluyendo la depresión, porque se siente que
la alternativa es todavía peor, concretamente que el pensamiento y el
pensar significan que un pecho perfecto y accesible ha sido destruido.
El nombre, en su función de ligar una conjunción constante, com­
parte la naturaleza de una definición. Comienza siendo significante pero
sin significado, hasta que la experiencia le aporta acumulaciones del
mismo; obtiene fuerza negativa en vitud tanto de su génesis, formando
parte del pensamiento, como de la lógica necesaria de su constitución,
W. R. Bion 91

precisamente porque la conjunción constante que liga no es ninguna


de las previas y ya mencionadas conjunciones constantes. Su no acep­
tación se deriva, por tanto, de su génesis y del miedo a las implicaciones
de su “uso”<14>. Como el nombrar y el definir son inevitables, esto contri­
buye al desagrado por lo desconocido y por la dificultad que presenta a
quien está aprendiendo. La intensidad del desagrado depende de otros
factores. En qué punto el desagrado por lo desconocido, y su impacto
sobre el desarrollo de los procedimientos que forman parte del descu­
brir algo deben ser considerados como patológicos, es una cuestión
académica. Para el analista ya viene decidida siempre que existe evi­
dencia de un deseo de aprender y una incapacidad para hacerlo. En
dicha situación son estimulados niveles primitivos de pensamiento para
descubrir la “causa" de la obstrucción (5>. La evidencia del empleo de
una teoría de la causalidad, es evidencia de que está operando una
teoría que no es adecuada. Consideraré la génesis de una teoría de la
causalidad y su uso con la ayuda de la tabla y sus dos ejes. Su apari­
ción en una situación dada -obstruida la investigación, ya sea por el
analista o por el paciente- debe valorarse para decidir en qué categoría
de la tabla se la ubica. Si parece pertenecer a las categorías de la
columna 2, la presunción de un origen patológico adquirirá fuerza. Si
pertenece a la columna 4 es una evidencia, especialmente en un vín­
culo K como debería ser en un análisis, de algo compatible con el cre­
cimiento sano.
Idealmente, esta investigación debería abarcar simultáneamente el
proceso de transformación mediante el cual O se convierte en pensa­
miento, o en cualquiera de las alternativas posibles del mismo, y los
procesos de desarrollo (o transformación) relacionados con el vínculo
entre pensamientos y los vínculos entre las diversas alternativas del
pensamiento.
Una invariante de los elementos-p y de los objetos bizarros, en la
medida en que estos comparten las características de los elementos-
P, es el componente moral de dichos objetos. El componente moral es
inseparable de los sentimientos de culpa, responsabilidad y de la sen­
sación de que el vínculo entre tales objetos y entre ellos y la personali-

,M>Aristóteles, definiciones. Tópicos, VI, 4,141 b, 21.


<1#>Hume, D. :Enquiñes Conceming Human Understanding, Q 43-45. Ver tam­
bién razonamiento circular, Capítulo VIII..
92 Transformaciones

dad tiene una causalidad moral. La teoría de la causalidad, en un sen­


tido científico en la medida que lo tenga, es, por tanto, un ejemplo de
como se lleva una idea (a falta de otra palabra mejor) desde el dominio
de la moral hasta otro dominio en el que la penumbra original de rela­
ciones morales resulta inadecuada 0 \
La fuerza del sentido de causalidad y sus implicaciones morales
pueden destruir la capacidad para observar la conjunción constante de
fenómenos cuya coherencia no se había observado previamente y, en
consecuencia, todo el proceso de la interacción Ps«-»D, de la defini­
ción y de la búsqueda del sjanificado que se le dará a dicha conjunción.
Los pacientes muestran t17 que la resolución de un problema parece
ser más fácil si puede considerarse como perteneciente al dominio de
la moral. Causalidad, responsabilidad y, por tanto,una fuerza
controladora (como opuesta al desamparo) proporcionan un marco
dentro del cual reina la omnipotencia. En algunos casos, que se consi­
derarán más adelante <18), el escenario queda preparado así para el
conflicto (el cual se refleja en controversias tales como las que tienen
lugar en tomo a Ciencia y Religión). Esa situación nos es mostrada por
los mitos del Edén y de Babel. Tienen importancia para el individuo en
tanto obstruyen la interacción Ps<->ü.
La objeción de Hume a la teoría de la causalidad supone que, dado
que ni un martillo ni un clavo pueden sentir fuerza, no es correcto decir
que el martillo fuerza al clavo a colocarse en determinada posición. El
término “fuerza” solamente podría aplicarse con propiedad a la expe­
riencia sensorial de un ser humano humano que ejerce fuerza, o sobre
el cual se ejerce fuerza. Hume supone, entonces, que hablar de fuerza
como una realidad extema es una proyección de un sentimiento huma­
no. El hecho de que uno simplemente sucede al otro queda así
ensombrecido. Este argumento no explica satisfactoriamente la exis­
tencia de un vínculo objetivo entre martillo y clavo. Para empezar, ¿por
qué se hace una selección tal que solo tiene en cuenta el movimiento

Usurpación de la función yoica por parte del Superyó. Ver Capitulo IV.
<17) Y no sólo los pacientes. El grupo está dominado por la moralidad -incluyo,
desde luego, el sentido negativo que se manifiesta como rebelión contra la
moralidad- y estó influyó en el clima de hostilidad contra el pensamiento indivi­
dual que señaló Freud.
(18) Ver Capitulo XII.
W. R. Bion 93

del clavo y sólo en relación con el martillo?. Deben existir "causas”


anteriores que dan lugar a la presencia del clavo y del martillo. Ade­
más, no tiene en cuenta la necesidad de la mente humana de aplicar
Un término, que ya tiene su penumbra de asociaciones y su propio
campo, en otro campo y debido a su valor como modelo. Para el analista
•xiste la complicación añadida de que, dado que trata con seres hu­
manos como él, parecería justificado suponer que la relación entre dos
personas consistiría en la fuerza si la identificación, con uno o con otro,
le llevara a pensar que, en tal situación, él sentiría que se está aplican­
do fuerza. El problema del conflicto que llamaré "Ciencia versus Mo­
ral", a modo de preludio al descubrimiento de significado, será esclare­
cido por la transformación del pensamiento científico en pensamiento
moral, transformación necesaria para que el primero sea adecuado
para la acción -columna 6-.
A pesar de estas objeciones, creo que el argumento de Hume tiene
validez para el psicoanálisis. Tomado de forma extrema podría signifi­
car que una conjetura no tiene validez científica aun cuando tenga el
apoyo del sentido común. (Pero no debe suponerse que el argumento
ha de ser empleado en su forma extrema; de ser empleado así, sería
sensato considerar por qué se emplea de una manera que lo califica
para ser ubicado en la columna 2). La teoría de Hume de que una idea
debe su génesis a una impresión sensorial, contrasta con la teoría de
la fuerza como vínculo entre el martillo y el clavo, ya que esta última se
deriva a partir de una concepción animista.
Los primeros problemas que reclaman solución están relaciona­
dos con el vínculo entre dos personalidades. El pecho, tal como mues­
tra la experiencia analítica, puede ser considerado como un objeto
con personalidad o como un objeto inanimado. O puede ser que no
se establezca ninguna diferencia entre animado e inanimado. A ve­
ces “se trata"<19> un problema considerando al objeto como si fuera
una cosa, a veces como si fuera una persona, un lactante. En ambos
casos O está en transformación; la evaluación de ambas operacio­
nes dependerá de si las soluciones que se intentan propician el creci­
miento o a la inversa. Si la solución es una pre-concepción, y puede
ser usada de acuerdo a las columnas 3, 4, 5, es generadora de cre­
cimiento.

<19>Utilizo deliberadamente una frase ambigua.


94 Transformaciones

Se puede observar que los pacientes cambian su actitud ante un ob­


jeto medíante cambios del punto de vista<20), los cuales pueden ser con­
trarios o análogos a los cambios de posición que adopta un topógrafo,
terrestre o astronómico, para estimar la extensión de un objeto distante.
El procedimiento implica un splitting de tiempo y espacio y, dependiendo
de cual sea la intención, puede contribuir a la solución del problema
facilitante un substituto de la "visión binocular” cuando no se dispone de
la misma, o puede impedir la solución destruyendo la "visión binocular”
(21>cuando sí se dispone de ella(22>. La relevancia de esto consiste en el
uso del spfitting como método para obtener la correlación. El mecanis­
mo implica reunir los fragmentos separados. El obstáculo, para una per­
sonalidad cuyo splitting está motivado por impulsos agresivos, es la ne­
cesidad deque dos objetos sean unidos creativamente.
Los casos que consideramos en este capítulo indican que mecanis­
mos son los mismos, pero que la situación cambia según las tenden­
cias emocionales que están operando -conclusión bastante banal, pero
cuya importancia reside en lo que puede anticipar-. He relacionado K
con la curiosidad, pero es necesario considerar otros impulsos, emocio­
nes e instintos (no diferencio estos términos porque no hay una diferen­
ciación lo suficientemente precisa), concretamente, los fenómenos que
he agrupado como L y H, y el efecto de la intrusión de un grupo en el otro.
Hasta aquí he considerado el uso de la tabla casi enteramente en
términos de K, y no he cuestionado su aplicabilidad a relaciones donde
predominan L y H. Volviendo a mi “conclusión” de que el carácter de
una situación dinámica cambia según las tendencias emocionales que
estén operando, aun cuando los mecanismos sean los mismos: Pon­
go el término "conclusión” entre comillas porque lo estoy utilizando de
una manera especial, que no guarda relación alguna con cualquier

p0) Ver las consideracionessobre los vértices.


(21)
Ver también razonamiento circular, Capítulo VIII.
^ A lo largode este libro utilizo precisamente el mecanismoque intento describir,
observable en la práctica analítica. A poco que se llame la atención sobre estas
ocasiones, el texto se recargará frecuentemente de tantas digresiones que se
dificulta aun más un tema de suyo difícil. En este caso utilizo una frase tomada del
dominio de los enunciados científicos propios de la óptica con un alto grado de
complejidad, hilera E o F, para obtener un modelo que sería mejor clasificar como
pertenecientea la hilera C. Es un ejemplo del mecanismo que estoy considerando
en relacióna la correlación. Ver también razonamiento circular.
W. R. Bion 95

oreencia de que se haya “concluido'' una discusión. Este enunciado es


una premisa, y tiene el propósito de cumplimentar la función propia de
las premisas y de los postulados. Considero que dicha función marca
un punto de vista<23>que es usado como parte del mecanismo de splitting
y correlación al que me he referido.
Esta “perspectiva”, que evidencia adscribir una posición dominante
a la emoción, no es un informe, ni un hecho, ni un descubrimiento. En
psicoanálisis es difícil decidir cuándo un enunciado pretende represen­
tar una teoría para ser usada siempre y cuando haya alguna realiza­
ción que se le aproxime (columnas 4—n-1, de la tabla), y cuándo tiene
el propósito de ser el enunciado de un hecho (“notación”, 3 en la tabla).
Por esto se le critica a menudo de un modo que sería adecuado para
una de las dos intenciones señaladas, pero no para la otra.
Combinaré la teoría de la emoción predominante con la teoría de
(24)
la transformación, y utilizaré la tabla para investigarlas . En el Ca­
pítulo I, he utilizado el ejemplo de la pintura y su relación con el objeto
que pretende representar como modelo de transformación. Usaré
ahora la imagen del reflejo en el agua y el movimiento de aire que lo
altera (capítulo IV). Se puede ver que la representación guarda rela­
ción con el objeto representado aunque esté distorsionada por la
emoción, tal como el reflejo en un lago puede ser distorsionado por la
brisa. Del mismo modo, puede verse que las emociones que intervie­
nen guardan relación con el objeto incluso si están distorsionadas
por la representación. Y, asimismo, se puede ver que la representa­
ción, aun cuando sea alterada por el objeto, está relacionada con las
emociones y viceversa. Lo ilustraré con ejemplos de la clínica: Un
paciente está dominado por el odio hacia el analista debido a la trans­
formación (Tp(3) que ha sufrido este y a la representación (de nuevo
TpP) del mismo que ahora tiene el paciente. El paciente tiene una
representación (TpP) del analista que es compatible con el odio que
ha efectuado su transformación (Tpp). El paciente tiene una transfor­
mación TpP (podría ser la de un objeto amado) debido al odio que
siente hacia la persona del analista (O). Es inadecuado decir que

Ver vértices, Capítulo VI.


p4>Sería más correcto decir que correlacionaré a los tres para ver resulta de la
correlación.
<M)Ver razonamiento circular para considerar el valor de esta teoría.
99 Transformaciones

(25>
existe una causa para cualquiera de estas situaciones. Sin embar­
go, dije que existe relación entre los elementos, y esto significa que
cada elemento influye en y es influido por los otros. El argumento de
Hume, según el cual tal creencia es una proyección de la concepción
animista, parece no poder aplicarse a la imagen que un ser humano
tiene de otro. El hecho de que sea animista puede quedar oculto por
la contingencia de que el objeto observado sea un ser humano. Su­
pondré que la relación es una “conjunción constante", es decir, que la
relación es un elemento de la mente del observador y puede tener o
no tener su correspondencia en la realidad externa. No estoy reivindi­
cando la importancia de la realidad objetiva, tal como entiendo el sig­
nificado que normalmente se atribuye a dicho término, pero para mi
una situación fáctica (conjeturada), un estado emocional (digamos
odio, también conjeturado) y una representación (Tpp), están en con­
junción constante, y la registro (como E3 en la tabla) o la ligo median­
te el término "transformación" (E1 en la tabla).
A partir de la teoría de las transformaciones se sigue que cada vez
que veo un elemento de la ecuación O, Tpa, Tpp+L, o H o K, los de­
más deben estar presentes. Pero no supondré que uno sea causa del
otro, aunque por conveniencia pueda (como ya hice al utilizar la frase
“debido al odio” etc.) usar la teoría de la causalidad para expresarme*26’.
En realidad, el objetivo de ligar lo que parece ser una conjunción cons­
tante de elementos mediante el nombre “transformación”, es con la
esperanza de descubrir el significado de la conjunción constante.
La conjunción constante no tiene que estar marcada por una pala­
bra necesariamente; puede serlo por dos -por ejemplo, “conjunción
constante’-, o por una frase, o por todo un sistema deductivo. En efec­
to, tal ampliación puede ser expresión del crecimiento de significado
una vez que la conjunción constante ha sido ligada o registrada (co­
lumnas 1 y 3 ).
Volviendo al modelo del reflejo en el agua y su representación de la
transformación podemos decir que, en análisis, se supone convencio­
nalmente que toda transformación, del paciente o del analista, se ex­
presa verbalmente. Tal suposición no puede sostenerse legítimamente

1281No llamaré la atención sobre esto, a menos que haya alguna razón especial
para hacerlo, como en párrafos anteriores. El lector encontrará ejemplos por sf
mismo.
W, R Bion 97

^litándose de pacientes que transforman en alucinosis o según alguna


tytra forma desconocida. Pueden señalarse los siguientes problemas:
L 1. ¿Qué es invariante en el nombre y el objeto nombrado?. Por ejem­
plo, hay una flor rosa (O) que se dice “rosa”. ¿Qué es lo que lleva
a un hombre que oye dicha palabra a relacionarla con una flor
determinada? ¿Qué es invariante en las consiguientes marcas
en un papel -la palabra “rosa"- y la flor que puede verse en un
jardín?
2. Dado que estoy proponiendo una clasificación de enunciados,
tales como “rosa", de acuerdo a las categorías de la tabla, y que
dichos enunciados son representaciones de transformaciones;
dado que, además, sabemos que un enunciado tal como “te odio”
puede usarse de modo compatible con la columna 1, o 6, o 2 y,
en consecuencia, representa una transformación cuyos elemen­
tos se equilibran de forma distinta según a que columna perte­
nezcan, ¿qué diferencia implica el uso de la tabla para investigar
un vínculo H en vez de un vínculo K, o L en vez de H? El equilibrio
es diferente porque los componentes son diferentes, y suponer
que un cambio de los componentes no implica diferencia alguna
solo puede significar que el observador es incapaz de discrimi­
nar y, por tanto, de reconocer el hecho seleccionado que da co­
herencia o significado donde no lo había antes. ¿Se puede usar
la tabla para otras siruaciones distintas a K? Y si no es así, ¿sig­
nifica esto un defecto de la tabla o alguna diferencia esencial en­
tre L, H o K?
En la práctica analítica existe el acuerdo general de que el amor o el
Odio entre analista y paciente no deben interferir. La curiosidad no se
puede abolir, si es que el paciente y el analista han de aprender algo.
Forma parte de la experiencia común el que fuertes sentimientos de
■mor y odio afecten la capacidad para discriminar y aprender. En con­
secuencia, vale la pena considerar a qué categorías de la tabla perte­
necen los enunciados formulados por las dos partes intervinientes en
un análisis, analista y paciente, cuando L o H interfieren en lo que debe­
ría ser una relación K. Pero también se puede considerar que el proble­
ma se refiere a si la tabla es un instrumento adecuado para la investi­
gación de los vínculos L o H. Si consideramos el eje horizontal, no hay
dificultad en mantener los mismos encabezamientos que resultaron
útiles para K, porque está claro que no se puede contemplar que una
98 Transformaciones

relación L excluya a K, ni en la lógica ni en la realidad. Por tanto, un


enunciado que expresa amor puede pertenecer perfectamente a la
columna 1 como hipótesis definitoria. Pero, en la práctica, la cuestión
no consiste simplemente en si un enunciado puede pertenecer a una
categoría determinada. Hay dos cuestiones involucradas. Una de ellas
es si puedo formular una teoría que sostenga que una tranformación
relacionada con L, o saturada de amor, o distorsionada por amor, pue­
de concebirse como perteneciente a una de las categorías de la co­
lumna 1. La otra es si un enunciado determinado puede esclarecerse
mejor al ser pensado como perteneciente a una de las categorías de la
columna 1. Esta última cuestión debe contestarse a través del proce­
so analítico. La anterior debe contestarse teniendo debidamente en
cuenta los métodos de formación de teorías y de construcción de ins­
trumentos (tales como la tabla) que están basados en pre-concepcio-
nes teóricas. ¿Está la tabla sólidamente construida para ser usada no
sólo para vínculos K, sino también para vínculos L y H? Si es así, ¿cuál
es la diferencia entre, digamos, D1 en K y D1 en L? Debe haber alguna
diferencia, ya que es difícil imaginar una transformación -y todos los
enunciados son transformaciones, según el criterio que estoy propo­
niendo- que resulte afectada por L, ésta correctamente ubicada, es
decir, ubicada de modo tal que su significado aumente, si se la ubica
en la misma categoría que una transformación afectada por K.
Aunque estoy hablando de “transformaciones afectadas por...” y,
por tanto, implicando una causalidad, desearía que el lector no infiera
que creo en dicha teoría implícita, salvo como comodidad en la comu­
nicación verbal. En este momento una teoría de la causalidad es un
obstáculo para la comprensión de la teoría que deseo proponer, con­
cretamente, que todo elemento de una transformación puede mostrar
al analista que está afectando a cualquier otro elemento y viceversa.
Aparece afectando a otros elementos en la transformación (en la ana­
logía del cambio atmosférico, afectando al reflejo), pero se puede con­
siderar, indistintamente, que otros elementos están afectando a L. Usan­
do el modelo para demostrar que es inadecuado para representar lo
que quiero decir, tenemos: el cambio atmosférico distorsiona el reflejo,
pero (sería necesario decir) el reflejo distorsionado afecta (o “causa”)
el cambio atmosférico. Esta teoría no sería recomendable en sí misma
como teoría útil para comprender los reflejos en los lagos, pero es la
teoría de la transformación que deseo postular. La transformación re-
W, R. Bion 99

presenta una conjunción constante y la idea de que tiene una causa, o


h de que un elemento es causa de otro, proviene de motivaciones exis-
Hlentes en el observador, que no necesariamente forman parte de la
* Conjunción observada. En resumen, la idea de que la conjunción cons­
tante tiene un significado puede ser lógicamente necesaria (en el sen­
tido de necesaria psicológicamente), pero no lo es para la conjunción
, constante. La importancia de esto en la discusión presente radica en
que L, H y K deben ser considerados como elementos esenciales de
antre todos los elementos que se ven con conjunción constante. Esto
as válido para las conjunciones constantes del analista y para aquellas
que él piensa que son parte de la personalidad del analizado. Así, toda
1transformación puede ser considerada como a) un ejemplo de cuando
•I analista ve varios elementos en conjunción constante y, en conse­
cuencia, aptos para ser ligados mediante el nombre "transformación”,
y b) un ejemplo de cuando el analizado ve varios elementos en conjun-
Olón constante y los puede ligar mediante algún nombre que le resulte
1 adecuado. Entonces, la interpretación que se ofrezca debe proporcio-
| nar la oportunidad de que analista y analizado contrasten dos series de
I transformaciones: las del analista y las del analizado, y las del analiza-
I do y las del analizado (cuando este último involucre dos transformacio-
i nes del mismo O, que generalmente es el caso cuando hay conflicto).
Un ejemplo común de los factores que estoy considerando puede
verse en el arte pictórico, en el cual la pintura (transformación) puede
clasificarse como retrato, como caricatura, como dibujos animados,
•te. O puede ser el mismo arte en todas las representaciones, pero se
le da un nombre distinto de acuerdo a los componentes de la transfor­
mación. En los ejemplos mencionados el predominio de L, H o K influi­
rá en la clasificación de la totalidad.
Ahora me ocuparé con mayos detalle del “singificado” y de la “con­
junción constante”, dejando para más tarde la discusión sobre L, H y K.
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VI

Una conjunción constante es una función del ser consciente en el


Observador. El observador siente que es una necesidad para él que
la conjunción tenga un significado para él. El significado es una fun­
ción del amor hacia sí mismo, del odio hacia sí mismo o del conoci­
miento de sí mismo. No es necesario lógicamente, pero sí psicológi­
camente necesario. Una vez nombrada la conjunción constante, es
una necesidad psíquica encontrarle un significado. Y una vez conse­
guido el significado psicológicamente necesario la razón, en tanto
esclava de las pasiones, transforma el significado psico-lógicamente
necesario en un significado lógicamente necesario. La inadecuación
de la gratificación alucinatoria para promover crecimiento mental im­
pulsa la actividad destinada a proveer del "verdadero”significado: Se
siente que el significado atribuido a la conjunción constante debe te­
ner su correspondencia en la realización de la conjunción. Entonces,
la actividad de la razón -en tanto esclava de las pasiones- resulta
Inadecuada. En términos de la teoría del principio de placer-displacer,
existe un conflicto entre principio de placer y principio de realidad para
conseguir el control de la razón. La objeción a un universo sin signifi­
cado (no importa lo grande o pequeño que se piense que sea) provie­
ne del temor a que la falta de significado sea un signo de que se ha
destruido dicho significado, y a la amenaza que esto constituye para
el narcisismo esencial. Si un universo dado no puede proporcionar
significado para el individuo, su narcisismo exige la existencia de un
dios, o de algún objeto último, para el que tenga significado del cual
se supone que podrá beneficiarse el individuo. En algunos casos se
ataca la carencia de significado mediante el splitting y la proyección
en el interior de un objeto. En el análisis, el significado o su ausencia
son funciones del amor a sí mismo, del odio a sí mismo y del conoci­
miento de sí mismo. Si el amor narcisista no está satisfecho, el desa­
rrollo del amor resulta alterado y no puede extenderse hacia el amor a
los objetos.
La perturbación del amor hacia sí mismo se acompaña de intole­
rancia al significado o a su ausencia. Lo uno contribuye a lo otro. Si se
siente que las teorías postuladas en este libro tienen significado o es­
tán faltas del mismo, tanto ellas como las razones para su aceptación
104 Transformaciones

O rechazo deben ser considerados como funciones de los vínculos L,


H y K del self con el self.
La significación que tienen el amor a sí mismo, el odio a sí mismo y
el conocimiento de sí mismo en la práctica psicoanalítica, se puede
contrastar con la significación que tienen para la filosofía, la moral o la
religión tal como se manifiesta, por tomar un ejemplo, en la frase de
Jesús: “Ningún hombre ha tenido un amor más grande que éste, que
entregó su vida por otro". El Psico-análisis se ocupa del amor como un
aspecto del desarrollo mental, y el analista debe considerar la madu­
rez del amor y su “grandeza” en relación con la madurez.
La validez del eje vertical de la tabla para señalar el nivel de madu­
rez, o de L y de H, podría apoyarse en la experiencia con los pacientes.
El analista puede preguntarse a sí mismo cuál de sus experiencias
clínicas de L podría aproximarse a la categoría D4, y luego proceder de
la misma manera con las otras categorías.
Tomada superficialmente una sesión analítica puede parecer abu­
rrida, insulsa, alarmante, falta de interés, buena o mala. El analista,
que ve más allá de lo superficial, se da cuenta de que está ante una
emoción intensa; no debe haber ninguna ocasión en que eso no sea
evidente para él.
La experiencia intensa es inefable, pero una vez es conocida ya no
se la puede confundir. Este capítulo debe entenderse como una prepa­
ración para participar en dicha experiencia, ya que si tiene lugar el
analista podrá dedicarse a valorar e interpretar la experiencia central y,
si lo considera adecuado, interpretartambién las superficialidades que
la impregnan.
Una serie de dichas superficialidades pertenece a las circunstan­
cias en las que se lleva a cabo el análisis. Habitualmente, son circuns­
tancias de comodidad en cuanto a lo físico, que llevan el sello de la
existencia civilizada libre de riesgos. Por tanto, esas circunstancias
conspiran contra la toma de consciencia de que analizado y analista
están comprometidos en una aventura que es tan azarosa como otras
actividades en las cuales los peligros son mas obvios y dramáticos.
En qué consiste el peligro dependerá de las circunstancias, pero tanto
el peligro como la consciencia del mismo son aspectos de la situación
con los que el analista no debe perder contacto. La manera de enfocar
esto, para ser eficaz, ha de ser “binocular”. El analista debe darse cuen­
ta, mientras atiende el materíal del paciente, de los peligros de su reía-
,tv. R. Bion 105
i

.Olón con ese paciente determinado. También debe ser capaz de ver
^OUól es el peligro que el paciente, con su presencia, le está invitando a
lOOmpartir. Enfatizo estos puntos porque lo que tengo que decir acerca
de la tabla y las transformaciones será imcomprensible si no se los
tiene en cuenta.
, El conocimiento que un explorador tenga de los instrumentos que
Utiliza debe ser tal que pueda seguir haciéndolo en situaciones de stress.
' Bl analista tiene que usar instrumentos que están alterados por las
Olrcunstancias mismas para cuyo estudio han sido ideados. La tabla y
•I concepto de transformaciones son alterados por la situación para
OUyo escrutinio han sido ideados, y lo son proporcionalmente a lo que
; tienen que confrontar. Conservan su carácter mientras se los emplea
fajos de una situación tensa; después de una sesión en la que han sido
empleados, aunque estén transformados por Taa y por la tensión de la
lesión de manera que el analista no pueda ver que los está usando (la
tebla y la teoría de las transformaciones), recuperan las característi­
cas que poseen fuera de la sesión analítica. Esto es inquietante, pero
¡ todo aquel que pruebe a usar los conceptos de la tabla y transforma­
ciones no dudará de que es cierto. A menos que se haya transformado
de tal modo que el instrumento (O = la tabla) se haya convertido en Tap
pierde el poder de ayudar a comprender algo durante la sesión. Pero lo
recupera luego. De no transformarse reducirían al analista a la condi­
ción de un músico que, sabedor de que la composición que está ejecu­
tando durante un concierto se compone de escalas y arpegios, co­
menzara a tocarla como si se tratara de un ejercicio de escalas y
arpegios. Nadie puede comprender la tabla o las transformaciones sin
tener experiencia de su uso como parte de la práctica psicoanalítica.
Supongamos que se establece ese contacto esencial y que el pa­
ciente aporta sus expresiones: cuanto más posible sea profundizar en
ellas más complejas nos parecerán. Si la atención del analista se des­
via para recoger las características determinadas por la clasificación
de la tabla, seria atención selectiva, no flotante. Por tanto, la tabla está
construida de tal modo que recoge aquello que se quiere recoger.
Aunque la revisión del material, después de la sesión, no se lleva a
cabo en un clima de tensión emocional, la tabla y la teoría de la trans­
formación se aplican a la evocación de situaciones en sesión. La intui­
ción del analista, cuyo entrenamiento y desarrollo es el objetivo de di­
chas revisiones, opera durante la situación de tensión emocional. Es
106 Transformacionon

Importante distinguir entre la tabla (tal como la presento en mi esquo-


ma) operando sobre lo recordado en situación de tranquilidad, y la ta­
bla formando parte del contacto intuitivo del analista con la situación
emocional misma.
En el psicoanálisis, la aparición de borrones, marcas de staccato,
manchas, etc., pueden ser representados por el punto de la geometría,
De manera similar, toda la variedad de supuestos símbolos fálicos puedo
representarse mediante la línea. Aprovecharé esto pata demostrar la
diferencia que hay entre K y -K.
El punto y la línea, que representan todas las Tpf3, son utilizados por
ciertos pacientes (los cuales creen que los demás hacen lo mismo)
como si ellos o sus signos en pintura, música, palabras, etc., fueran
cosas. Es decir, un paciente tal que me oiga decir “punto”, o que vea un
punto, se comporta como si dicho punto, no importa como se signifi­
que o se represente, marcara el lugar donde estaba el pecho (o pene).
Ahora este “lugar” parece estar Investido, por parte del paciente, de
unas características que personas menos perturbadas atribuirían a un
objeto al que llamarían un fantasma. El punto (.) y el término “punto"
son tomados como manifestaciones sensibles del “no-pecho”. En tan­
to pueda expresarse en términos corrientes, diría que el paciente pare­
ce pensar que el hecho de que se use la palabra “punto” es un signo de
la presencia de un pecho no-existente, “el lugar donde estaba el pe­
cho”, que tiene muchas de las carcterísticas de un pecho hostil porque
ha dejado de existir. En resumen, la palabra “pecho” no se reconoce
como una palabra que representa un pecho, sino que se la concibe
como una manifestación externa de un “no-pecho”, una de las cualida­
des características, por así decir, del “no-pecho” en sí mismo. Así es
como cierta clase de paciente “llega a la conclusión” de que un pensa­
miento es una cosa, aunque una “cosa” en un sentido que un ser racio­
nal generalmente no entiende. Esta forma de verlo contrasta con aque­
lla que permite al matemático usar un punto, de cualquier modo que lo
represente, para elaborar un sistema geométrico. De manera similar,
contrasta con el sentido corriente de las palabras “pecho” o “punto”,
que permiten ser usadas para elaborar sistemas anatómicos, fisiológi­
cos, artísticos o estéticos (en el sentido filosófico).
Podemos diferenciar ambos enfoques considerando el enfoque fue-
ra-de-lo-corriente como un mirar hacia atrás, relacionado con lo que
se ha perdido, y considerando el enfoque corriente como un mirar ha-
W. R. Bion 107

>Cla adelante, relacionado con lo que puede encontrarse. Pero tal dife­
renciación no es conveniente porque implica una penumbra de asocia-
iClones que limita mi libertad en este estudio. En consecuencia, deno­
taré el enfoque fuera-de-lo-corriente con el signo -K, y el enfoque co­
rriente con el signo K. Continuaré con el proceso de diferenciación en­
tra el enfoque comente y el enfoque fuera-de-lo-corriente usando como
modelo un sistema de coordenadas, análogo al que se emplea en la
geometría algebraica, en el cual dos ejes se cruzan en un punto O. K
•e situará a la derecha de O, y -K a la izquierda. También supondré que
O puede ser reemplazado por el punto o la línea, o por una palabra
como “pecho” o “pene”, o por cualquier otro signo que represente una
conjunción constante. Supondré, para la discusión que nos ocupa, que
el punto reemplaza a O como origen. Para que el punto resulte ade­
cuado para su utilización en sistemas geométricos, está claro que no
debe estar investido de una penumbra de asociaciones inapropiadas.
Ahora bien, las asociaciones de un enunciado incluyen sentimientos;
en efecto, muchas de las asociciones de un enunciado verbal repre­
sentan sentimientos. La objeción al término de Aristóteles para el pun­
to, basada en que “significaba" picadura y, por tanto, estaba demasia­
do estrechamente ligado a la realidad, puede equipararse a la objeción,
por parte de Aristóteles, de que Platón llamara al punto comienzo de la
línea (Metaf. 992-a-20). Esto sugiere que lo importante de una defini­
ción es señalar una conjunción constante sin evocación de sentimien­
tos; sin embargo, algo sólo parece real cuando hay sentimientos acer­
ca de ello. Entonces, la cualidad negativa de una definición está rela­
cionada con la necesidad de excluir tanto las emociones existentes
como, también, las ideas. Si el “punto” ha de ser adecuado para su uso
en K, debe ser definido de modo tal que excluya la penumbra de aso­
ciaciones con que está investido; debe ser desarrollado de modo tal
que alcance el estadio representado por la categoría D. La realización
que se le aproxime será una experiencia emocional. Debe prestarse a
ser saturado mediante una experiencia emocional, y su signo deberá
representar eso.
Como mi propósito no es ofrecer una descripción clínica, salvo en
el caso de algún ejemplo, bosquejaré muy brevemente el desarrollo
en K de la elaboración geométrica. El esquema representa una expe­
riencia clínica y tiene la precisión propia que pueda tener una sola
experiencia.
108 Transformaciones

La elaboración geométrica procede del modo siguiente: partiendo del


punto, de la línea, o de alguna figura más compleja, como las implicadas
en el teorema de Pitágoras, se lee la proposición a partir de la figura, es
decir, parece considerarse como evidente en sí misma debido a la natu­
raleza de la figura. El exámen de la misma puede seguirse de una for­
mulación en términos diferentes a los pictóricos. Plutarco hace una des­
cripción (1>imaginativa y edípica del triángulo 3 ,4 ,5 . El desarrollo mate­
mático pudo conseguirse gracias a la transformación de la imágen vi­
sual en una fórmulación aritmética. De cualquier modo que esto se lleve
a cabo, mi experiencia analítica es compatible con un desarrollo que va
desde una imágen visual completa hasta una elaboración en términos
no visuales, es decir, desde las categorías de la hilera C hasta las de la
hilera H, aunque no haya presenciado la transformación en la hilera H.
No tengo evidencias de formulaciones matemáticas que no sean de ori­
gen geométrico (aparte del material que sugiere una relación entre tener
un tercer hijo y tener tres hijos). Lo que no está claro es la razón para que
tenga lugar un desarrollo geométrico en vez de uno verbal.
Dado que en mi experiencia no tengo evidencia de cambios mate­
máticos en -K, salvo en una posible excepción, me limitaré a las trans­
formaciones verbales.
El punto aparece clínicamente como un punto o puntos, mancha o
manchas (ver “manchas” en o delante de los ojos es un fenómeno
bastante común). He descrito el punto o la línea como un objeto indis­
tinguible del lugar donde estaba el pecho o el pene. Debido a la dificul­
tad de estar seguro de qué está vivenciando el paciente, he recurrido a
diversas descripciones, todas ellas insatisfactorias. La mancha, por
ejemplo, parece ser en parte la conciencia, en parte el pecho, en parte
heces, destruidos, no-existentes pero presentes, crueles y malignos.
El hecho de que esto fuera totalmente inadecuado para que se descri­
ba o categorice como pensamiento, me llevó al término elemento-p
como manera de representarlo. La palabra hablada es significante sólo
porque es invisible e intangible; de modo similar, la imágen visual es
significante porque es inaudible. Toda palabra representa lo que no es,
una “no-cosa", que debe distinguirse de “nada”.
La atención del paciente pasa de un elemento-p al siguiente, todos
ellos ligados por una cadena de pseudo-causalidad para negar que su

<1) Citado por Heath, The Thirteen Books ofEuclid’s Elements, Vl.p.417.
W. R. Bion 109

'causa” o génesis reside en la destrucción y dispersión de su origen co­


mún. Tales manifestaciones son compatibles con la teoría kleiniana del
•plitting y la identificación proyectiva, que Melanie Klein elaboró para des­
cribir aspectos de la relación del lactante con el pecho. El aspecto más
relevante para esta discusión sobre K y -K es la relación que tiene el pe­
cho con la provisión de significado. Se recordará que, según la teoría de
Melanie Klein, el miedo a estar muriéndose es proyectado en el pecho de
la madre. El lactante deberá recibirlo de vuelta purificado de la cualidad
dolorosa e investido de asociaciones más benignas. Pero, como ya he
dicho en mi trabajo sobre el pensar<2>, en determinadas circunstancias
puede ser despojado de dicho significado, de modo tal que la transacción
termina en el lactante dominado por un temor sin nombre reintroyectado.
He traído esto al recuerdo para explicar la conducta del paciente
que se esfuerza para ligar varias imágenes visuales (u otros elemen­
tos) en una cadena de pseudo-causalidad de la manera que ya he des­
crito anteriormente(3>. En K y -K analista y analizado están en busca de
significado. Las categorías de la columna 4, que denominé como co­
rrespondientes al término freudiano de “atención”, están en busca de
significado. Todo elemento categorizado por el uso de la columna 4
está siendo empleado, en consecuencia, para descubrir significado
(en contraste con la columna 3, notación, que se ocupa de la retención
del significado, y con 5, que ahora puede diferenciarse más de 4 en
tanto referido a estar en busca de significado mora!).
La pseudo-causalidad es la versión -K de la causalidad (que perte­
nece al dominio de K). Ambas, pseudo-causalidad y causalidad, son
de carácter lineal, es decir, los elementos en una cadena de causalidad
pueden ser representados geométricamente por puntos en una línea.
La idea de causalidad es en sí misma una-afirmación (en términos de
la tabla pertenece a una de las categorías de la columna 1) de que
ciertos elementos están en conjunción constante, y de que la conjun­
ción es de causa y efecto. Por tanto, es una afirmación de que la con­
junción tiene significado. Ambas representaciones se pueden compa­
rar con PsoD y el hecho seleccionado.
Supongamos que consideramos la representación lineal, tal como
se da en K y -K, a la luz de la teoría de las transformaciones: entonces,

P) Bion, W.R., A Theory of Thinking (1961).


(3) Ver Capítulo IV.
110 Transformaciones

la línea de puntos en -K puede ser considerada como una versión de la


línea recta de puntos en K. Además, podemos considerar la línea en -
K como una versión perturbada de la línea recta en K o viceversa. En­
tonces, ¿en qué consiste la perturbación?
Desde el punto de vista psicoanalítico, cabe considerar que la fuen­
te más probable de perturbación es la emocional. Además, se puede
considerar que dicha fuente está en a) el narcisismo, y b) el social­
ismo del individuo. En tanto la representación geométrica pueda consi­
derarse como una imagen visual, se la puede relacionar con el mode-
lo<4>del reflejo de los objetos sobre una superficie perturbada, como
podría ser una extensión de agua. La superficie reflectante y la fuente
de la perturbación representarían partes de la personalidad.
Narcisismo y social-ismo pueden considerarse como polos opues­
tos. No consideraré de qué son polos, pero supondré que la intensidad
del narcisismo disminuye a medida que aumenta la intensidad del so­
cial-ismo, y viceversa. Además, supondré que el incremento de inten­
sidad en el narcisismo se acompaña de un estrechamiento o concen­
tración de la emoción hasta el punto de poder decirse que se trata de
una emoción en particular, tal como de amor, odio, temor, sexo o cual­
quier otra. De modo similar, la intensidad del social-ismo se acompaña
de una ampliación del espectro de emociones. Supondré, también, que
la totalidad de la escala que va desde el narcisismo intenso hasta el
social-ismo intenso es susceptible de splitting. En otras palabras, que
puede existir un estado en el cual un intenso odio narcisista sea escin­
dido de todos los otros sentimientos y que esto, a su vez, es válido
para todos los sentimientos. Lo mismo será aplicable al splitting de los
sentimientos social-istas.
El splitting no tiene por qué estar relacionado necesariamente con L
o H. Puede ser una función de K, en cuyo caso se trata de lo científica­
mente conocido como análisis, y que es muy frecuentemente usado
en psicoanálisis. Si se considera la escala narcisismo<-»social-ismo
como fragmentada por alguna razón, puede ser representada
geométricamente mediante puntos en línea. Como vamos a tener que
considerar más adelante, es importante la representación geométrica
de ciertos estados mediante el control (desde un punto) y la proyec­
ción en paralelo (desde una serie de puntos), así como las transforma-

í4) Ver Capitulo IV.


W. R. Bion 111

dones e invariantes relacionadas con ellos y el splitting de la escala


narcisismo<->soacialismo.
Puede captarse la importancia que tiene la escala
narcisismoosocialismo para el psicoanalista, si se considera la es­
trecha relación existente entre significado y narcisismo15’.
La vivencia que el lactante tiene del pecho como fuente de experien­
cias emocionales (más tarde representadas por términos tales como
amor, comprensión, significado) significa que los trastornos en la rela­
ción con el pecho implican perturbaciones en una vasta área de las
relaciones adultas. La función del pecho como proveedor de significa­
do es importante para el desarrollo de la capacidad de aprender. En un
caso extremo, concretamente el temor a la destrucción total del pe­
cho, no implica solamente el temor a que haya dejado de existir (pues­
to que sin el pecho el lactante no puede vivir), sino también temores de
que el significado mismo, como si se tratara de algo material, haya
dejado de existir. En determinadas circunstancias el pecho no es con­
siderado como la fuente del significado, sino más bien como el signifi­
cado mismo. Esta ansiedad queda frecuentemente oculta tras el he­
cho de que el analista da interpretaciones, dando lugar así a que parez­
ca aportar evidencias de que el significado existe. Si esto no se oberva
y, por tanto, no se interpreta la intolerancia del paciente a la ausencia
de significado, el paciente vertirá un torrente de palabras para provocar
una respuesta que indique que el significado existe, bien en su propia
conducta o en la del analista. Dado que el primer requisito para el des­
cubrimiento del significado de toda conjunción depende de la capaci­
dad para admitir que los fenómenos pueden no tener significado, la
falta de dicha capacidad suprime, en su punto de partida, la posibilidad
de sentir curiosidad. Lo mismo ee válido para el amor y el odio. La
necesidad de manipular la sesión para evocar evidencias de la exis­
tencia de significado, es extensible a la necesidad de evocar eviden­
cias de la existencia de amor y de odio. Todo aquel que tenga experien­
cia con la personalidad psicótica estará familiarizado con el tanteo,
Incesantemente activo por parte del paciente, destinado a hacer fluir la
contratransferencia. Las asociaciones del paciente tienen el propósito
de obtener evidencia de la existencia de significado y de emoción (divi­
didas aquí en la generalidad de dos categorías ampliamente abarcativas,

Ver Capítulo VI.


112 Transformaciones

amor y odio). Dado que la atención del paciente se dirige a encontrar


evidencia de significado, pero no a descubrir qué es el significado, las
interpretaciones tienen poco efecto en cuanto a producir cambios mien­
tras el paciente no vea que está intentando que le llegue un
reaseguramiento a modo de antídoto a su problema, y no una solución
del mismo.
El pensamiento, representado por una palabra o cualquier otro sig­
no, puede ser representado por un punto (• ) cuando es significante en
tanto no-cosa. El punto puede representar entonces la posición donde
estaba el pecho, o puede incluso ser el no-pecho. Lo mismo es válido
para la línea, tanto si se representa mediante la palabra línea o por una
marca hecha en el suelo o sobre el papel. El círculo, útil para algunas
personalidades como una representación de “adentro y afuera", es para
otras personalidades, especialmente para la psicótica, una evidencia
de que no existe tal membrana divisoria.
La intolerancia a la no-cosa, junto con la convicción de que todo
objeto susceptible de cumplir una función representativa no es una re­
presentación, en virtud de lo que la personalidad sana considera como
su función representativa, sino una no-cosa, excluye la posibilidad de
que se usen palabras, círculos, puntos y líneas para promocionar el
aprendizaje a partir de la experiencia. Se convierten en un estímulo que
intenta provocar la sustitución de la cosa por la no-cosa, y para que la
cosa misma, como instrumento, tome el lugar de las representaciones
cuando estas son necesarias, como lo son, en el dominio del pensar.
Así, se busca el crimen real en vez del pensamiento representado por
la palabra “crimen”, el pecho o el pene reales en vez del pensamiento
representado por dichas palabras, y así sucesivamente, hasta llegar a
que acciones muy complejas y objetos reales sean elaborados como
parte del acting-out. Tales procedimientos no producen los resultados
que normalmente consigue el pensamiento, sino que contribuyen a
producir estados que se aproximan al estupor, temor al estupor,
alucinosis, temor a la alucinosis, megalomanía y temor a ia
megalomanía<6).
Ahora estoy investigando algunas implicaciones que tienen lugar
cuando concurren elementos de formulación verbal con elementos de
formulación geométrica.

w Ver Capítulo XII.


W. R. Bion 113

La asociación del círculo con el "afuera y adentro” contribuye a la


dificultad de comprender los conceptos implicados cuando una línea
corta el círculo en puntos que pertenecen a complejos en conjunción.
La dificultad parte de la suposición de que la línea que lo corta está
"afuera" del círculo, en oposición a la línea que corta el círculo en dos
puntos, cuyas raíces son reales y distintas, y que se supone que está
"adentro” del mismo. La dificultad disminuye si no hay que luchar con­
tra la intolerancia a la no-cosa y, en consecuencia, no hay oposición a
un término cuyo significado es indeterminado.
El sencillo ejemplo que he tomado de la línea que puede cortar un
círculo en dos puntos que son a) reales y distintos, o b) reales y coinci­
dentes (si la línea es una tangente), o c) complejos en conjunción (si la
línea está completamente “afuera” del círculo), presenta un problema
que el matemático ha sido capaz de resolver adoptando un punto de
vista matemático, pero yo lo utilizo para ilustrar la naturaleza del pro­
blema psicológico. Formularé esto del siguiente modo: En el dominio
del pensamiento en el cual una línea recta puede considerarse como
ubicada dentro de un círculo, o tocándolo, o completamente fuera del
mismo, se ha efectuado una transformación mediante la cual ciertas
características, que se prestan a manipulación matemática, han sido
manejadas matemáticamente para plantear primero y resolver, des­
pués, un problema matemático. Sin embargo, hay características
residuales que conservan su problema sin-nombrar (sin-ligar) y, por
tanto, sin investigar. La alucinosis es el campo, análogo al de las mate­
máticas, en el que se busca su solución. El problema matemático se
parece al problema psicoanalítico en que es necesario que la solución
tenga un amplio grado de aplicabilidad y aceptación, evitando así la
necesidad de aplicar distintos razonamientos a distintos casos cuan­
do manifiestan tener, esencialemente, la misma configuración. Todo
analista reconocerá la confusión que se genera o, en el mejor de los
casos, la insatisfacción que prevalece cuando en una discusión entre
analistas se hace claro que la configuración del caso es aprehendida
por todos ellos, pero los razonamientos formulados para su elucida­
ción varían de miembro a miembro y de caso a caso. Es esencial que
tal estado de cosas se haga innecesario, si es que ha de tener lugar
algún progreso. La investigación debe orientarse hacia formulaciones
que recojan y representen la similitud esencial entre las configuracio­
nes, reconocida por todos aquellos que se ocupan de ellas, y que ha­
114 Transformaciones

gan así innecesaria la naturaleza ad hoc de muchas teorías


psicoanalíticas.
Ei error individual puede reconocerse y admitirse siempre si, previa­
mente, se ha reconocido y eliminado la carencia de una teoría unifica-
dora aplicable a todas las configuraciones que son similares. Se nota­
rá que al decir “configuraciones similares’ estoy presuponiendo la pre­
sencia de invariantes, las cuales son consciente o inconscientemente
reconocidas como tales.
El problema geométrico puede parecer más intratable de lo nece­
sario debido al aparato de círculos y lineas rectas dibujados en el pa­
pel. Incluido en dicho aparato -y de enorme importancia, ya que no
necesita de las representaciones en el papel- está el equipamiento
mental basado en conceptos tales como adentro, afuera, y las reglas
para su utilización. Dejando de lado, por el momento, toda cuestión de
inhibiciones psicopatológicas, es evidente que el aparato inadecuado
debe reemplazarse por otro mejor. Si nos ponemos en el lugar del
matemático antes de que se inventaran las coordenadas cartesianas y
antes de que el enfoque geométrico pudiera ser transformado en
algebraico (o en el lugar del terapeuta antes de que el psicoanálisis
fuera descubierto o inventado), resulta fácil suponer que nuestro dile­
ma sería producto de un conocimiento y una experiencia inadecuados
o, simplemente, de la falta de agudeza mental. Tal explicación, a pesar
de estarían convincentemente avalada por los hechos, está expuesta
a la crítica de que surge a raíz de un estado de cosas del que se ex­
traen razonamientos diferentes para aplicarlos a lo que parecen ser
diferentes casos de la misma configuración, ya que en el presente ra­
zonamiento he propuesto dejar de lado la consideración de las inhibi­
ciones psicopatológicas, y es evidente que tal exclusión hace que toda
teoría que se base en ella excluya la similitud de la configuración en
dos casos: el de la persona incapaz de tolerar la no-cosa y el de la
persona que no tiene conocimiento de las coordenadas cartesianas ni
de la operatividad matemática. En consecuencia, propongo suponer
que la personalidad que no puede tolerar el punto (pecho, pene y otras
representaciones verbales) y el matemático pre-cartesiano (usando el
prefijo “pre” no en su sentido socio-temporal, sino como un término
para una etapa del desarrollo individual) están en la misma categoría
lógica. Lo hago al suponer que el matemático no es consciente del
sistema de coordenadas ni de su manipulación matemática.
W. R. Bion 115

De este modo se pueden diferenciar las dos personalidades refi­


riéndolas al mismo marco. Puede decirse que el paciente perturbado
es consciente de un “pasado0que ya no existe, y que el matemático es
Inconsciente de un “futuro” que aun no ha llegado.
Ahora transformo la teoría esbozada en el párrafo anterior al dominio
de la mente; al hacerlo, el componente temporal se transforma primero en
una escala que tiene en un estremo el pasado y, en otro, el futuro. Esta
descripción es inadecuada, ya que quiero despojar al concepto de sus
asociaciones de tiempo y espacio. Lo haré añadiéndole un signo de senti­
do direccional al término inconsciente, así: inconsciente^ "inconsciente y,
recíprocamente, consciente y"Consciente. El estado mental del matemáti­
co que no tiene consciencia de los artificios matemáticos formales puede
entonces representarse mediante inconsciente, y el del paciente pertur­
bado mediante consciente.
Se verá que el último enunciado es ambiguo tal cual está, ya que
puede entenderse que representa un enunciado pasivo según el cual
el paciente conoce su pasado como cualquier otra persona. En reali­
dad, debe representar un estado alucinatorio activo en el que el pacien­
te es consciente de que está en un pasado que reemplaza y excluye el
presente. De forma similar, consciente no representa el tener cons­
ciencia de que determinados hechos tendrán lugar en el futuro: repre­
senta un reemplazo y exclusión del presente mediante un estado
alucinatorio de gratificación, ya se trate de una anticipación amenazan­
te o placentera. Un ejemplo sería el de un paciente que estuviera cons­
ciente de un temor desconocido (porque nada ha tenido lugar) en un
estado de perpetua inminencia o, recíprocamente, consciente de un
placer desconocido igualmente inminente. El matiz de consciente y
consciente viene determinado por factores que no tomo en considera­
ción en este momento, inconsciente e inconsciente estarán marcados
por la presencia de elementos que pertenecen a las categorías de la
columna 2. Un ejemplo típico de esto serían las teorías acerca del pa­
sado y del futuro que se sabe que son falsas. Si es corre(cto suponer
que las categorías de la columna 2 guardan relación con inconsciente
e inconsciente, debemos considerar qué relación existe entre las cate­
gorías de la columna 4 y Consciente y consciente, ya que es natural
suponer que existe relación entre la atención que se presta a un pro­
blema y el tener consciencia del mismo. Si se va a suponer que esto
es cierto respecto de un problema, es legítimo suponer también que es
116 Transformaciónes

cierto respecto de un estado de placer o displacer. Puede verse ahora


que consciente e inconsciente, con el signo que indique sentido
direcctonal, son signos para algo que es una negación de “el presente"
y pueden representar, de acuerdo a ello, la teoría kleiniana del splitting
y la identificación proyectiva. La realización representada por estas teo­
rías y signos, la del tiempo aniquilado, puede visualizarse como un
punto (“donde solía estar el presente").
El término consciente se relaciona por definición con estados de la
personalidad; el tener consciencia de una realidad extema es secun­
dario respecto a tener consciencia de una realidad psíquica interna. En
efecto, ei tener consciencia de una realidad extema depende de la ca­
pacidad de la persona para tolerar que se le recuerde una realidad
internam. Si no puede tolerar que se le recuerde una realidad interna,
ello puede implicar un amplio uso de las categorías de la columna 2
para mantener a distancia la consciencia de aspectos de objetos rea­
les externos.
Antes de seguir avanzando puede ser útil para el lector considerar
las dificultades que tenga en la comprensión de las formulaciones que
implican diferencias en los pares-de-puntos. Si tiene dificultad en com­
prender puntos que son complejos conjugados, reales y coincidentes,
eales y distintos, puede comparar esta experiencia de dificultad con la
dificultad que pueda tener para comprender el siguiente problema:
Dos pechos han desaparecido. O tal vez sería más preciso decir que
se han reducido o esfumado hasta quedar solamente dos puntos. El
protagonista puede sentir que concilia este hecho o puede sentirse com­
pletamente incapaz de tolerar esas motas (o puntos (•)), ya que para él
son bien lugares donde estaban los pechos o bien, lo que es más dolo­
roso, no-pechos. Al observarlos, le parece que se juntan hasta coincidir
entre sí y con el límite de su personalidad. Pueden muy bien haberse
deslizado el uno hacia el otro en línea recta llegando, así, a coincidir, y sin
tocarle a él. Pero supongamos que se han deslizado o han sido atraídos
hacia él al mismo tiempo: entonces la línea, sobre la que se han desliza­
do hasta encontrarse, se ha convertido en una curva que toca su perso­
nalidad en el punto de coincidencia. En consecuencia, desaparecen.

m Entonces, la relación entre la realidad extema y la interna es similar a la


relación entre una pre-concepción y larealización que se le aproxima. Esto
evoca la teoría platónica de las Formas.
W. R. Bion 117

¿Dónde se han ido? Si él tuviera un adentro y un afuera podrían haber ido


adentro de él o afuera, al otro lado. Pero supongamos que no están aden­
tro ni afuera. Peor aún, supongamos que no hay adentro ni afuera, que él
mismo solamente es el-lugar-donde-él-solía-estar, ¿el-lugar-donde-el
adentro-y-el afuera-sol ían-estar?
Los elementos del problema son: 1)el no-pecho, o punto, o (•), 2) el
no-pene, o línea recta, o (------------), y 3) el no-adentro-ni-afuera, o cír­
culo, o (O).
Ahora podemos dejar que la falta de comprensión oriente nuestra
curiosidad hacia senderos aparentemente diferentes. Partiendo, diga­
mos, del no-adentro-ni-afuera, podemos seguir en dirección hacia la
complejidad por uno de los dos caminos que llevan, respectivamente,
al concepto de círculo en un caso (el del geómetra) y al concepto de
despersonalización, en el otro. O podemos proseguir usando los dos
caminos. Antes de hacerlo consideraré algunos problemas referentes
al no-pene, línea recta, (---------).
Se notará que algunas configuraciones, en las cuales están impli­
cados el no-pecho y el no-pene, sugieren la posibilidad de que no es
necesario contar con los dos conceptos, línea recta y punto, y de que
podrían reemplazarse por un solo concepto.
La definición pre-euclidiana de la línea recta, que da Platón, parece
depender de la impresión visual de una línea recta, tal como la vería un
ojo que estuviera ubicado en un extremo de la misma. La necesidad
que tiene el geómetra de que la definición sea independiente del apoyo
implícito en la visión, puede expresarse en términos de la tabla como
un proceso de transformación de C1 a H1. Usaré el signo T para repre­
sentar el sentido direccional desde H hasta A, y i para representarlo
desde A hasta H.
Iniciaré la investigación del punto y de la línea en tanto imágenes
visuales. Dado que me propongo explorar primero sus características
como “no-cosas”, el signo de sentido direccional señalará hacia los
elementos-(3. Por tanto, la tendencia de la investigación del punto y la
línea puede indicarse escribiendo la categoría a la que pertenecen los
objetos implicados como C 1Í. Cuando quiera indicar que invierto la
tendencia escribiré la categoría a la que pertenece el objeto acompa­
ñada del signo apropiado.
Invirtiendo el procedimiento del geómetra, que necesita despojar a
la línea recta C1 de sus Implicaciones visuales, y lo hace recurriendo a
m Transformaciones

los oilculo8 algebraicos H 1 , progresamos desde H it hasta A 1 , pa­


sando p o rC It.
La categoría A1 indica que la línea recta es un pensamiento que es
Indistinguible de una cosa, y está en relación con los elementos-p que
he descrito en diversas oportunidades. A la vista de los expuesto hasta
aquí podemos considerar que la línea recta de la categoría A1 es, indi­
ferentemente, una no-cosa, un no-pensamiento (en tanto es una “cosa"),
o un no-pene. En resumen, se le pueden aplicar muchas ampliaciones
descriptivas, pero se caracterizarán todas por el defecto que se atribu­
ye a las definiciones fundamentales de la geometría, concretamente,
que son todas negativas.
Ya he dado previamente mis razones para sostener que la defini­
ción de una definición es, en esencia, algo negativo. Una definición de­
bería ser, implícita o explícitamente, un enunciado que afirmara que no
es un enunciado pasado (si no, ¿dónde estaría la necesidad de enun­
ciarlo?), y que no tiene un significado que ligue los elementos en con­
junción constante, ya que tienen que ser ligados para que pueda deter­
minarse su significado (si lo tuviera tampoco existiría la necesidad de
una definición). En concesuencia, es completamente adecuado que a
través de la exploración de la no-cosa lleguemos a dar con caracterís­
ticas que están impregnadas de una cualidad que los científicos (cuyo
pensamiento procede hacia H i) consideran indeseable.
Volvamos a la línea recta. Supongamos que la tratamos tal como es
en la categoría C1. En tanto imagen visual la podemos someter a una
serie de manipulaciones que están excluidas de las reglas que gobier­
nan su manipulación en tanto objeto perteneciente a la categoría H1.
Del mismo modo, debe considerarse que todo término matemático
que yo utilice está desprovisto del rigor que gobierna la regulación de
los elementos H1 cuando ellos mismos son elementos H1.
Podemos comenzar con la imagen visual de una línea que se halle
delante de nosotros. Podemos suponer que los dos extremos de la
misma están unidos a nuestro ojo, o que nuestro ojo proyecta la línea
hacia afuera, hacia el punto que queramos. En ambos casos, el ojo es
el vértice de una configuración de líneas. Podemos hacer rotar la línea
de modo que termine en el extremo de nuestra “linea de visión”, y así
parece un punto. O podemos considerar que el punto es proyectado
hacia afuera y, al mismo tiempo, permanece conectado al ojo. Si se lo
proyecta hacia afuera, mientras permanece conectado, se estira y pue­
W. R. Bion 119

de considerarse entonces como una línea. El extremo de la linea "vis­


to” frente al ojo y el punto estirado pueden considerarse como duales,
o como el mismo objeto transformado bajo proyección y que posee un
sentido direccional distinto, según se suponga que la línea se inicia en
el ojo o que es atraída hacia él. Ya he considerado otras manipulacio­
nes posibles de estas imágenes visuales, por lo que no voy a seguir
elaborándolas. El lector puede continuar con el ejercicio por sí mismo.
La cuestión inmediata es si es útil considerar el punto y la línea como
entidades separadas, o si es mejor considerarlos como distintas ma­
nifestaciones de una misma entidad. Pero esto suscita de inmediato la
pregunta de para quién y por qué sería mejor o más útil. Mientras me
ocupe de imágenes visuales parece haber libertad. Si quiero usar el
punto para encerrar un objeto, puedo estirarlo de modo que llegue a
tocar su extremo y el objeto quede dentro del círculo llevado a cabo.
Pero esto, ¿es un círculo o un punto con cola?
Supongamos, para los fines de esta discusión, que es conveniente
reemplazar el punto y la línea por un solo objeto. Esto implica una sim­
plificación en tanto ahora tendríamos un único objeto para todas las
configuraciones, pero implicaría una restricción para los objetos de la
categoría C1 y tener que recurrir a la proyección desde un solo vértice.
Supongamos que el problema elegido (el de la inclusión) sea recal­
citrante (8). Podemos variar la elección del vértice espacialmente, o de
un sentido a otro, digamos, por ejemplo, del visual al auditivo. La no-
cosa debe su existencia al sistema alimenticio en tanto modelo de la
mente en su función de emplear el pensamiento. Suponiendo que el
sistema mental visual, pese a su libertad, sea inadecuado para dar
solución a los problemas de la delimitación de lo incluido, ¿es posible
encontrar algún deslizamiento del vértice que neutralice los obstáculos
que aparecen al emplear el ojo como vértice del sistema mental vi­
sual? No hay nada extraordinario en considerarlo de esta manera. Como
ya vimos, el idioma corriente revela el amplio uso de la metáfora de la
alimentación cuando están en discusión procesos de pensamiento(9>.
Igualmente comunes son locuciones tales como "oler el rastro" o "es­
tar en la pista”,etc. dé un problema, pero el cambio a un vértice propor­
cionado por la contraparte mental del sentido del olfato, tan pobremen­

w Y bien puede serlo, incluso para el lactante.


(9>Ver Bion.W.R., Aprendiendo de la Experiencia, cap.lll
120 Transformaciones

te dotado verbalmente, simplifica el problema de la delimitación gra­


cias a las ideas de inspiración y expiración, pero complica aún más
todo lo demás.
El cambio desde el vértice de un “sentido* o “sistema” a otro facilita
la solución de una dificultad que el uso de un solo vértice hace imposi­
ble. Aparte del problema de la transformación de la representación
olfatoria, o respiratoria, en una representación verbal, la contraparte
mental respiratoria no es menos eficaz que la visual en cuanto a la
aceptación del punto y la línea. El uso de una contraparte mental auditiva
para proporcionar otro vértice revela algunas interesantes compara­
ciones con los vértices alimentario, visual y respiratorio. El ruido pre­
senta problemas que el sonido, musicalmente tratado, puede trascen­
der. Los métodos musicales de notación evocan, en su adecuación,
los métodos algebraicos de la notación geométrica. Pero el rasgo más
importante y destacado, puesto de manifiesto por la comparación de
las contrapartes mentales de la visión con los otros vértices, es el po­
der superior del vértice visual para iluminar (veo que recurro espontá­
neamente al uso de representaciones verbales de elementos visuales
para expresar lo que quiero decir) un problema en relación con todas
las otras contrapartes mentales de los sentidos. La inversión del senti­
do direccional en el sistema del que el vértice forma parte, está relacio­
nada con lo que corrientemente se conoce como alucinaciones. La
supremacía del vértice visual influye en mi opinión de que la solución al
problema de la dificultad para comunicarse psicoanalíticamente tendrá
que encontrarse pasando por los elementos de la hilera C hasta la
formulación geométrica, y de allí a los elementos de la hilera H.
Antes de dejar la discusión sobre la elección de vértices considera­
ré el vértice proporcionado por la contraparte mental del sistema
reproductor. Primero me ocuparé de una cuestión que puede haber
desconcertado e intrigado al lector, concretamente, el uso del término
“contraparte mental”.
Si el lector visualiza un punto o una línea, sin disponer de una repre­
sentación de ellos sobre un papel, hace algo que ha sido descrito de
diversas maneras como “usar su ojo interno”, “visualizar”, “ver con la
imaginación’ , etc. Considero que esta actividad depende de una “con­
traparte mental del sentido de la vista”. Igualmente, la “amargura" de un
recuerdo depende de la contraparte mental del sistema alimentario; y lo
mismo con los demás sistemas, incluyendo el sistema reproductor.
W. R. Bion 121

No debe confundirse el sistema reproductor "interno”, como puedo


llamar a la contraparte mental del sistema reproductor por analogía
con el "ojo interno"de la contraparte mental del sistema visual, con el
tener conocimiento de la actividad reproductiva, del mismo modo que
las imágenes visuales que se relacionan con la actividad de la contra­
parte mental de la vista no deben confundirse con los objetos a la vista.
La contraparte mental del sistema reproductor está relacionado con
premoniciones de placer y de dolor. La segunda fuente de confusión
puede residir en el uso del término “vértice". Me resisto a usar un térmi­
no como “punto-de-vista”, porque no quiero verme obligado a decir “des­
de el punto de vista de la digestión” o "desde el punto de vista del olfa­
to", teniendo en cuenta que las distinciones entre usos metafóricos y
literales son sutiles y difíciles de preservar. Puedo considerar el uso
que hago del término “vértice" como un ejemplo de como se toma un
término matemático (categoría H1 de la tabla) y se usa como modelo
(categoría C1 de la tabla). Si se toma como vértice la contraparte men­
tal de la reproducción, la transformación del punto o de la línea se lleva
a cabo en una superficie o en un plano. En esta última frase recurro a
la representación verbal de imágenes geométricas. Esto ocurre con
tanta naturalidad que sugiere que la contraparte mental de la vista tiene
supremacía sobre las otras contrapartes mentales; desde luego, las
imágenes mentales se prestan a transformaciones en distintos me­
dios. Al usar el término “vértice" empleo un concepto geométrico de
alto grado de complejidad, pero en mi forma de usarlo pertenece a la
categoría C1 de la tabla.
En síntesis; El punto/línea puede ser transformado por proyección
central desde un vértice de entre varios posibles, o puede ser transfor­
mado por proyección en paralelo desde un solo punto al infinito. Lo que
esto pueda significar deberá discutirse más adelante, a la vez que el
uso del punto para marcar un vértice de proyección.
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VII

El “punto” y la “línea" representan Imágenes visuales que permane­


cen invariantes en una amplia gama de condiciones. Lo mismo ocurre
con las imágenes visuales que guardan relación con las proposiciones
de Euclides, de ahí que las mismas se transmitan a través de largos
períodos de tiempo y entre culturas y razas muy distantes. Eso puede
parecer válido para cualquier representación visual, tal como las pintu­
ras rupestres, pero aunque el componente de la columna 3 (registro o
notación) tenga mucha fuerza, la representación artística no parece
ser tan rica en contenido ¡deacional como lo es la representación
geométrica. El geómetra Bhaskara (1114 a.C.) dibujó cuatro triángulos
rectángulos internos, uno sobre cada uno de los lados del cuadrado de
la hipotenusa y lo dejó con el comentario “¡Fíjense !”<1>. Pueden hacer­
se dos observaciones distintas: una es matemática y puede enunciarse:
C2 = 4-^—+ (a - b)2 = a2- b2. La otra es mítica y puede enunciarse así:
del triángulo 3,4,5, 3 es el primer número impar y es perfecto, 4 es el
cuadrado de un lado par 2, mientras que 5 se parece en parte al padre
y en parte a la madre al ser la suma de 3 y 2 “y, entonces, debemos
comparar la perpendicular con lo masculino, lá base con lo femenino y
la hipotenusa con la descendencia de ambos”.
El enunciado matemático del tema ha sido provechoso y ha llevado
a desarrollos posteriores. El enunciado mitológico, aunque ampliamente
difundido, no. ¿Es posible liberarlo de las cadenas que lo traban me­
diante una vuelta al punto y la línea?
Si usamos únicamente el punto para construir un cuadrado, pode­
mos dar lugar a lo siguiente:

m Heath.T., The Thirteen Books ofEuclid’s Bements.


126 Transformaciones

En cada caso hemos agregado un gnomon a la figura anterior. Po­


dría representar una actividad acumulativa, si no creativa. Agrega algo
a algo o alguien no especificado. El que la consideremos creativa o no
depende de si t i representa su dirección y un proceso hacia la cohe­
rencia o hacia la desintegración. Si la dirección es t la tendencia es de
destrucción de la capacidad para el pensamiento. En términos verba­
les.^ el proceso va desde el cuadrado a la fragmentación del cuadra­
do 2), se lo puede diferenciar del proceso de integración de fragmentos
para hacer un cuadrado, llamando creativo al primero y destructivo al
segundo. Sí el eje horizontal representa los usos, debería existir alguna
relación entre los elementos de una columna con la columna prece­
dente y con la que le sigue, tal como la relación que he establecido
entre las hileras y ya anticipé, provisionalmente, para las columnas.
Resulta fácil ver que dicha relación existe entre 1, 3, 4 y 5, ya que se
puede considerar que la secuencia expresa una curiosidad en aumen­
to, por lo menos en K y, posiblemente, también en L y H. Pero 2 no
armoniza con tal progresión. Sería mejor reemplazarla por un signo 4-
que indique que el elemento diferenciado con dicho signo es un uso del
mismo destinado a suprimir otro elemento. 3 indicaría, entonces, que
se está empleando el elemento para la notación o registro de algo con
el propósito específico de excluir un enunciado verdadero. Pero nece­
sito la antítesis de un uso en su naturaleza fundamental. El Cuadrado
significaría la negación total de cualquier iniciativa que el cuadrado pu­
diera llevar a cabo, ^significaría la notación que indica crecimiento, y 3
significaría la notación que indica la inhibición del mismo. Pero, en rea­
lidad, quiero darle al signo 4- la cualidad de ligadura o de definición que
ya he descrito y que, por tanto, debe entenderse como desprovisto de
todo significado ya existente.
¿Qué significado se le puede atribuir a 1- n? No se trata de que 4 se
transforme en 3, a menos que supongamos que la curiosidad, una vez
despertada de modo que los elementos de la columna 3 se conviertan
en elementos de la columna 4, pueda acallarse de nuevo, de modo que
los elementos de la columna 4 muestren un remanente de los elemen­
tos de la columna 3. Este cambio se puede representar mejor denotan-
(2)
Pueden disponerse los puntos de tal modo que su número represente un
cuadrado, pero no así su impresión visual: ¿Qué “enfoque” (vértice) debemos
adoptar ?
W. R. Bion 127

do finalmente las categorías así: 3 4. Si suponemos que la progresión


en los usos no es lineal no hay dificultad en indicar n->2 o 2<-n, sin tener
que suponer por ello que existe alguna transición desde la columna 5 a la
2 que pase por la 4 y la 3. Supongamos a 3->4 cargado de desconfian­
za. Supongamos que 4 lleva a la estimulación de envidia impotente y
odio. Tiene lugar un retroceso destructivo 4-^1. La fragmentación del
punto y de la línea no puede ir más allá de un punto. Aunque la línea
pueda ser aniquilada, transformándose en una sene de puntos, hasta un
solo punto, o hasta el lugar donde estaba el punto, esto último es todavía
un punto. El punto es, entonces, indestructible. El estado mental del pa­
ciente podría representarse mediante este modelo en las ocasiones en
que ataca repetidamente los objetos que le persiguen.
Tal conducta está determinada más por la fuerza<3) de las emociones
que por su naturaleza. El deseo de ser amoroso y creativo se convierte
en odio y destructividad si es frustrado por la desigualdad existente entre
deseo y capacidad. Esto es válido para todos los impulsos hacia la ac­
ción, incluyendo los impulsos hacia el cambio de un estado mental a
otro. Es análogo al impulso de llevar el pensamiento a la acción.
A veces ayuda a esclarecer un problema analítico hablar de deter­
minada característica como si se presentara al paciente como un “fan­
tasma del pasado”. El lactante vivencia lo que puede llamarse fantas­
mas del futuro. Tales locuciones son posibles para las investigaciones
del adulto, ya que la madurez proporciona términos y facilidad para
manejarlos que nacen de la experiencia. Pero los hechos de la perso­
nalidad, la propia y la de los demás, existen para el lactante y le enfren­
tan a problemas que debe solucionar. ¿Existe algún problema adulto
que sirva de analogía respecto de lo que el lactante parece vivenciar?
¿Con qué analogía cuenta el lactante que lo ayude a abordar sus pro­
blemas de personalidad?¿Qué problemas del pasado proporcionan
analogías para nuestros problemas del presente?¿Que hay en nues­
tros problemas del presente que sea análogo a los problemas que tuvi­
mos en el pasado?
El problema de la personalidad ante las encrucijadas, el problema
de qué impulsos deben ser dominantes cuando el pensamiento es lle­
vado a la acción(4>, o cuando se pasa de la meditación a la decisión, o

^ Ver hipérbole.
<4>Ver Transformación: Vértice del Superyó y vértice del Yo.
m Transformaciones

de un estado de la mente a otro, puede considerarse como un proble­


ma de poder, como la toma de una posición dominante. Es igual que
se considere que la lucha tiene lugar en la psique, fuera de ella o
tangencial a la misma. El modelo puede ser el de Edipo ante la encru­
cijada en Tebas, o el círculo cuya circunferencia es cortada en dos
puntos reales y separados, dos puntos que son reales y coincidentes o
dos puntos conjugados y complejos.
Usar el mito de Edipo para representar la versión correspondiente
a la categoría de la hilera C, supone una ventaja económica y evita
toda una serie de modelos y teorías adhoc para problemas diversos
que tienen la misma configuración. El círculo cortado por una línea
ofrece una concexión con el punto y la línea, así como un modelo
para el adentro y afuera. Más adelante tendremos que considerar lo
adecuados y relevantes que puedan ser el adentro y el afuera res­
pecto de estados emocionales reconocidos como “infecciosos" o “con­
tagiosos".
La emergencia de un grupo de impulsos dominantes en la psique
implica conflicto dentro de la personalidad y crisis afuera, pero esa
misma crisis puede considerarse como el punto en el que Ta da lu­
gar Tp.
El uso adecuado de elementos edípicos es interferido por la tenden­
cia a permitir que la forma narrativa del mito imponga al investigador
una perspectiva de causa-y-efecto. La teoría de la causalidad está im­
plicada en y es inseparable de la forma narrativa del mito. Pero dicha
forma narrativa es una función de las categorías de la columna 3, y
está relacionada directamente con la notación. La confusión de la no­
tación, especialmente en su relación con la narrativa y la teoría de la
causalidad, con las categorías de las columnas 4 y 5, atención e inves­
tigación, no deja ver con toda claridad la importancia del mecanismo
Ps*->D en el aprendizaje de la experiencia. Lo esencial de la forma
narrativa es que permite la fácil memorización de una conjunción cons­
tante, del mismo modo que puede memorizarse una fórmula matemá­
tica. La forma narrativa, con su teoría de la causalidad implicada, es
relevante y significante para la función que tiene el mito de registrar una
conjunción constante, pero la relación en la que se combinan los ele­
mentos en conjunción constante depende de la relación de la conjun­
ción con la Transformación. En consecuencia, consideraré nuevamente
la Transformación (5).
>V. R. Bion 129

la Transformación puede consistir en una transferencia de caracterís­


ticas de una situación a otra, de un medio a otro, un movimiento rígido
P una transformación proyectiva. Un músico o un artista puede transfe-
tr o proyectar una experiencia emocional a través de Ta en un produc-

Í 0 terminado, Tp, que puede ser una composición musical o un cua­


tro. Si se considera que la transfomación abarca el estado mental del
público del artista, puede considerarse que la experiencia emocional O
|6 transforma en el mismo tipo de medio: otra experiencia emocional.
Si la transformación tiene lugar dentro del mismo medio, el estado
(Tiental de un hombre sirve para producir en otro hombre, no cualquier
petado mental, sino un estado mental determinado, en el cual las
^variantes son tales que Tp en el segundo hombre está relacionada
Con T, la respuesta emocional del primer hombre a O.
La transformación no puede tener lugar sin que concurra una expe­
riencia emocional cuyo modelo apropiado es la escena de violencia en
|p encrucijada de Tebas. Enunciando el modelo en otros términos, los
plementos que hay que formular para establecer las relaciones exis­
tentes entre ellos son: el no-pene (uno que está todavía por ser) con el
fio-pene (el lugar donde estaba el pene).
Narración y causa-y-efecto son intrínsecos a la notación o registro.
(El relato del encuentro en la encrucijada de Tebas pertenece a la cate­
goría C3. ¿Existe alguna diferencia esencial entre el registro C3 y la
lignificación de la conjunción constante enunciada por C1 (hipótesis
definitoria)? El término “gato” (C1) significa una conjunción constante,
y el episodio de la encrucijada que he ubicado en C3 también. En “gato"
no hay narración ni teoría de la causalidad. La narración de la encruci­
jada tiene el poder de representar que los sentimientos asesinos for­
man parte de la conjunción constante. La diferencia entre C1 y C3 con-
llste en que si ubicáramos en C1 la narración de la encrucijada indica­
ría el límite dentro del cual el problema debe ser comprendido en su
Completud, mientras que C3 indicaría que el relato representaba un
plemento, parte de un registro, de un problema enunciado solo

lwLa narración, al introducir causa y efecto como medio para ligar sus elemen­
tos, representa de forma equívoca la relación de conjunción constante. Causa y
•fecto son propios de la narración, pero esto no tiene un vínculo correspondien­
te entre un elemento y otro en la realización. En la realización los elementos
simplemente están en conjunción.
130 Transformaciontn

incompletamente. H1 sería una categoría en la cual solamente ten*


drían lugar aquellos elementos que implicaran delimitación, por ejem-
pío, los equivalentes primarios del círculo cortado por una línea en dol
puntos reales y separados. En cambio, H3 requeriría que no existiera
ningún límite. Si la categoría del episodio fuera H3, representaría una
experiencia emocional afuera de la personalidad, pero que la corta en
dos puntos bastante distintos al par de puntos en H1. Por otra parte,
las dos líneas rectas que representan el no-pene no se verían limitadas
por límite alguno, y el marco de referencia tendría que ser proporciona*
do por algo que pudiera cumplir las funciones de dos ejes y un sistema
de coordenadas. El sistema de coordenadas, al hacer posible la trans*
formación desde las imágenes visuales de la geometría hasta el ma*
nejo de los símbolos algebraicos, confiere una mayor libertad en la
investigación y, en este sentido, difiere del marco de referencia propor­
cionado por el estado de encontrarse adentro o afuera del estado re­
presentado por el círculo. Dicho estado se centra en un no-pecho (o
punto) y, por lo tanto, es análogo al círculo en geometría, que se “cen­
tra en" su centro (o punto).
Las categorías de la columna 1 son delimitantes, dado que la hipó­
tesis definitoria lo es para marcar una conjunción constante y la exclu­
sión de todas las conjunciones constantes previamente registradas (la
cualidad “negativa" de la definición). Las categorías de la columna 3
ligan una conjunción constante, pero el significado de la misma no debe
buscarse dentro del campo de los elementos en conjunción: debe dar­
se por supuesto que el aspecto de registro que tiene la notación está
relacionado con la necesidad de encontrar otras conjunciones cons­
tantes que, consideradas junto a las conjunciones ya ligadas y regis­
tradas, aportan significados (es decir, relacionalidad y coherencia) no
registrados hasta ese momento. El aspecto de registro de'3 está rela­
cionado con la función de atención inherente a todos los elementos de
la columna 4.
Freud dice(6>que la capacidad para pensar proporciona alivio frente
a la frustración, ya que el pensamiento puede llenar el vacío existente
entre el momento en que aparece un impulso y su satisfacción. Él se
refiere a las medidas que toma el organismo, bajo la influencia del do­
lor, para inducir cambios en el medio ambiente. Propongo clasificar
/e \

Freud,S., Los Dos Principios deiFuncionamiento Mental.


, w. R. Bion 131

como acción la transformación que tiene lugar cuando el pensamiento


te expresa en lenguaje verbal. Antes de esta transformación el pensa­
miento está restringido al dominio de los elementos-p, elementos-a y
1 jos sueños -antes de que estos sean verbalizados-. Pero así como el
pensamiento puede ser usado para inhibir la acción, la definición pue­
de ser usada para inhibir el pensamiento. Si los sentimientos de perse­
cución son predominantes, la conjunción constante de elementos pue­
de llevara una denominación de la conjunción con el propósito de con­
tenerla, más que con el de investigarla. Esta motivación, representada
por D, tiene parecidos con la producción de elementos-p pero, en sus
formas menos severas, se muestra como un lenguaje verbal en el cual
nada puede darse por sentado; el término “gato" no tiene diversos
matices, ni cuando se escucha ni cuando se pronuncia. Al hablar con
una persona en quien dicho estado está activo parece imposible evitar
malentendidos, a menos que las palabras sean usadas con su signifi­
cación exacta. Entonces, el aspecto de negatividad de la hipótesis
defínitoria queda fortalecido, de modo que la función exclusiva de la
hipótesis no es la de ser una barrera contra la insignificancia, sino la de
convertirse en una negación del propio campo al que pertenece la hi­
pótesis. Por ejemplo, el término “gato” no ligaría una conjunción cons­
tante que excluye la “perrunidad", sino que ligaría una conjunción cons­
tante tan restrictivamente que excluiría toda característica animal. Lle­
vado a su extremo, el término “gato” es meramente un signo análogo al
"punto" en tanto el “lugar donde estaba el pecho”<7), y debería significar
el “no-gato”. Si proseguimos con la reducción de matices se llega, fi­
nalmente, al punto como mera posición sin rastro alguno de lo que
ocupaba dicha posición.
Parecería no haber razón por la cual el punto o la línea no deban ser
considerados como una “abstracción” o una “incógnita", en el sentido
matemático. Serán o no serán considerados así según el uso que se les
otorgue (eje horizontal de la tabla). Pero donde pienso que es útil diferen­
ciarse del enfoque filosófico o matemático, es al considerar la “abstrac­
ción" o la “incógnita” como designaciones de etapas en el eje genético.
El punto ( • ) o la línea (—) y todos los términos sustantivados pue-

m Aunque seguiré refiriéndome al lugar donde algo “estaba”, quiero que se


entienda que el tiempo verbal en pasado es indiferente porque, como he dicho
anteriormente (Capitulo V), el punto es también un “ahora”sin pasado ni futuro.
192 Transformador)o*

den considerarse, según el enfoque presentado en Aprendiendo do la


Experiencia, en Elementos de Psicoanálisis y en este libro, como In­
cógnitas que tienen dos valores: uno, el de ser un signo para una con­
junción constante, y otro, el de ser un signo para la posición, no ocupa­
da, del objeto.
Ahora bien, el objeto, la conjunción constante o la posición que ol J
objeto no ocupa, se prestan a ser tratados de forma diferente, ya que
son diferentes entre sí. Si puede reconocerse la diferencia, se haco
posible elaborar procedimientos que permitan dar cuenta de las pro­
piedades de los dos objetos. Por comodidad, diferenciaré el objeto do
la "posición que no ocupa" significando a esta última con los signos
“menos”.
Las reglas para el manejo del • y de la llevan, a través de las
configuraciones geométricas y las transformaciones algebraicas do
las mismas, a formulaciones análogas a las pre-concepciones (hilera
D), pero pertenecen a la hilera H. Estas formulaciones pueden ser usa­
das de acuerdo a las categorías que he ubicado en el eje vertical; tales
elaboraciones dependen de la historia genética del • y la . Esta
es una dimensión del - y de la . Estas formulaciones deben repre­
sentar dónde estaban el • y la o dónde estarán en un momento
futuro. Eso queda negado si se reduce el tiempo a un “ahora" con un
“futuro” (es decir, donde estaba un futuro, un no-presente) y un “pasa­
do" (es decir, donde estaba un pasado y ahora hay un no-presente)que
son, ambos, representaciones de las ruinas que quedan tras los ata­
ques de splitting al presente. A continuación, debemos considerar la
relación de la no-cosa con la idea de espacio, y del no-presente con la
idea de tiempo.
El - • y la ------------conservan significado, igual que la no-cosa (ya
que por lo menos existe algún rastro de lo que quiera que sea que no
ocupa la posición) en tanto no se reduzca el tiempo mismo a un mo­
mento sin pasado ni futuro. Pero si el • solo representa una posición sin
temporalidad, dicho punto y la línea correspondiente se vuelven carentes
de significado. En la situación representada por el • y la carentes
de significado, el paciente puede intentar manipular al analista para
que interprete de modo tal que la sesión se use para negar la ausencia
completa de significado, proporcionando de esta manera
reaseguramiento ante el temor de que se haya aniquilado todo signifi­
cado, toda fuente de significado. Este temor se relaciona con la con-
W. R. Bion 133

ylcción de que el pecho es la fuente del significado, del mismo modo


que se siente que es fuente de leche{8).
El punto o la línea del geómetra pueden parecer indistinguibles de el
• • o la ----------- . En ese caso, el fracaso en el uso o desarrollo de
dichos objetos debería buscarse en la relación de la personalidad con
la parte ■o ---------de sí misma. - • y + • son dos valores del •, y lo mismo
es válido para + y . La transformación es desde • o a+
o - • y + o ---------- . Si usamos la tabla podemos reemplazar - • y --------
— por ■ t y ------1. Estos signos representan objetos que están des­
provistas de Características, carentes de temporalidad y de posición,
por tanto, de existencia. Pero el signo 4 - 1 indica que el objeto no es
estático. < -t representa una fuerza(9>que perdura después de que el •
ha sido aniquilado, y destruye la existencia, el tiempo y el espacio.
El estado representado por • t es diferente del representado por • o
— ■ —. Si estos signos representan simplemente el lugar donde esta-
, ba o podía estar el objeto, no hay dificultad alguna en suponer que po­
drían ser usados para pensar acerca de los objetos en ausencia de los
mismos. Puedo poner la marca ■ donde quiera, y puedo poner otra
como — , y dichas marcas pueden luego ser utilizadas hasta formar
un diseño de acuerdo a mis predisposiciones. Pueden combinarse para
formar una configuración geométrica, o letras, o un dibujo. En este
último caso, el producto artístico reconocible y el tema que se supone
representa tienen rasgos en común que pueden ser llamados
Invariantes. Puede haber otras invariantes comunes a la producción
artística y a la no-cosa (la cosa representada por un. donde la cosa no
está), y dichas invariantes son los puntos y líneas representados real­
mente por marcas sobre el papel o que son “vistos’’ con el ojo interno
(su contraparte mental)(10). Probablemente, cierta sospecha de la exis­
tencia de ese componente yace en la tendencia a encontrar secciones
áureas y otras formas geométricas en las producciones artísticas, o a
imponérselas.
Se admite que es necesario que • y se regulen mediante

(8) Ver Capítulo VI.


(9) No quiero comprometerme con la teoría de que haya una realización que se
aproxime a esta fuerza.
(10) Ver Milton, EParaíso Perdido, lib. III: “and the mind throuh all her powers
Irradíate, there plant eyes”(versos 51-55).
134 Transformacionoa

determinadas reglas si tienen que comunicar, digamos, la impresión


de un paisaje. Lo mismo es válido para cada forma de expresión: So
acepta que deben existir reglas que deben seguirse en la comunica*
ción verbal, en la música o en la pintura, si la transformación de O tieno
que combinar las invariantes de modo que la comunicación con los
demás sea eficaz. Dichas reglas deben ser tales que la no-cosa sea
comunicada adecuadamente mediante una adecuada combinación de
las invariantes. Una obra de arte debería satisfacer O, la no-cosa (• o
) y Tp, mediante una adecuada combinación de las invariantes,
El problema que plantea < -t puede enunciarse por analogía con los
objetos que existen. 4-T es violento, voraz y envidioso, cruel, asesino y
depredador, sin respeto por la verdad, por las personas o las cosas.
Es como si fuera lo aue Pirandello podría haber llamado un Personaje
en Busca de Autor01. Precisamente por encontrar un “personaje" apa­
rece como una conciencia completamente inmoral. Esta fuerza está
dominada por la determinación envidiosa de poseer todo lo que po­
seen los objetos que existen, incluyendo la existencia misma.
La premisa de que el objeto no exista excluiría la existencia de las
características que he mencionado, excepto en la mente del paciente
que parece abrigar la fantasía de tal objeto contradictorio en su propia
esencia. Pero el paciente puede identificarse con dicho objeto y, enton­
ces, la contradicción reside en que él existe lo suficiente para sentir
que no existe. La regla de que una cosa no puede ser y no ser al mis­
mo tiempo, es inadecuada.
El problema se simplifica mediante una regla que afirme que “una
cosa nunca puede ser a menos que sea y no sea”. Enunciándola de
otra manera, “una cosa no puede existir sólo en la mente: no puede
existir una cosa a menos que, al mismo tiempo, exista una no-cosa
correspondiente”. Las reglas que son válidas para la cosa no lo son
para la no-cosa. La contradicción no es una invariante propia del psi­
coanálisis, aunque pueda existir dentro del campo de los objetos
psicoanalíticos (que deben ser y no ser a la vez).
Si hay una “no-cosa” debe existir la “cosa”. Por analogía, si Falstaff
es una no-cosa, Falstaff también existe. Si se puede decir que Falstaff,
el personaje de Shakespeare que no existía realmente, tiene más “rea­
lidad” que gente que ha existido realmente, es debido a que existe un

í11) Pirandello, Seis Personajes en busca de Autor.


w, R. Bion 135

fWstaff real: la invariante, en psicoanálisis, es la ratio entre la no-cosa


y la cosa. Pero + • y - ■pueden coincidir; en ese caso el paciente que
manifiesta un estado mental que se aproxime a esa representación
Considera al analista, que está realmente presente, como el lugar don­
de el analista no está, lo uno y lo otro a la vez. Y a la inversa, el analista
Que está realmente ausente es considerado como un espacio que está
Ocupado por el analista ausente(12).
La descripción anterior es una aproximación. Se relaciona con la
descripción que sigue por analogía. Utilizando la imagen visual
geométrica, puedo representar el estado mental sobre el que quiero
llamar la atención mediante el par de puntos que son reales y coinci­
dentes (por diferencia con el par de puntos que son reales y separa­
dos, y con el par de puntos que son complejos conjugados). La línea
lobre la que está ubicado el par de puntos coincidentes es tangencial
•I círculo que representa una situación en la cual existen el “adentro” y
el "afuera". La imagen visual de la tangente al círculo puede represen­
tar el contacto con una personalidad que tiene un adentro y un afuera,
contacto que se produce de modo que hace que + • y - • coincidan. No
hay diferencia entre la cosa y la no-cosa, aunque ambas existen. La
personalidad solamente establece contacto en un punto: dado que el
par de puntos es coincidente, el contacto representa la frágil relación
que se observa en pacientes con trastornos del pensamiento.
La línea y el círculo cortados en puntos coincidentes también pue­
den utilizarse para representar la relación entre 9 y Cf que he descrito
en Aprendiendo de la Experiencia. Si se reemplaza Cf por la imagen
visual de la línea (---------), y 9 por la imagen visual del punto ( • ) , la
relación entre los dos objetos, lineal y circular (adentro y afuera), puede
expresarse mediante la posición relativa de los dos puntos, sin apelar
directamente a la línea o al círculo. Los dos puntos, la cosa y la no-
cosa, son determinados por el hecho de estar ubicados en el punto de
Intersección entre la línea y el círculo.
A partir de lo que dije de <-í, el último “objeto” no existente, el objeto
"espacio” y “tiempo" aniquilado, y su omnidestructora voracidad y envi­
dia de todo lo que existe porque existe, se relaciona con el temor a ser
víctima de dicho “espacio", ya sea como un objeto que sería devorado

( 12)
Ver “alucinosis", Capítulo V, donde me ocupo de las Transformaciones en
alucinosis.
136 Transformatiomt

por él, o como un servidor compelido a proporcionar a (espacio)


los medios con los que satisfacer su exigencia de poseer todo lo quo
existe. El individuo siente que ocupa una propiedad que pertenece al
“espacio". Se siente que “espacio" y psique no son capaces de coexls*
tir. Este temor puede observarse en el análisis de pacientes psicóticoi
y claustrofóbicos. La hora del té del Sombrero Loco, en Alicia en ol
Pais de las Maravillas, es una representación a la que se aproximarla
este “espacio" sin espacio y atemporal.
Las analogías utilizadas para el pecho y el no-pecho pueden utilizar*
se de nuevo respecto al espacio y el no-espacio. El espacio puede ser
considerado como emoción pura, violenta, dominada por la voracidad;
y el no-espacio como el lugar donde estaba el espacio. O, por usar otra
analogía, el + espacio es alta presión y el - espacio, o el no-espacio, es
baja presión: la presión baja devora a la alta, la presión alta ocupa la
presión baja.
La relación de la geometría euclidiana con lo que comúnmente se
llama espacio ha sido frecuentemente resaltada, y se ha supuesto que
en dicho espacio podían encontrarse las realizaciones que se aproxi­
man a las construcciones teóricas de la geometría euclidiana y de ahi,
avanzando un poco más, a la transformación que lleva a la geometría
algebraica. En mi exposición he insistido sobre ciertos estados en los
cuales ha sido atacado el pensamiento mismo como algo indistingui­
ble de la no-cosa. A partir de esto pasé al * , • t y, finalmente, a lo que
he representado mediante o emocíórf* río-emoción, alta presión y
baja presión. Las construcciones geométricas ya han demostrado su
valor en la representación de las realizaciones que se dan en el espa­
cio geográfico. Siguiendo con • t he intentado mostrar que las cons­
trucciones geométricas guardaban relación con realidades biológicas
tales como las emociones y, originariamente, se esforzaban por en­
contrarles representación. La progresión representada mediante • t
abre la posibilidad de que el espacio matemático pueda representar la
emoción, la ansiedad de intensidad psicótica o el reposo, también de
intensidad psicótica, descrito más psiquiátricamente como estupor. En
todos los casos la emoción formará parte de la progresión pecho ->
emoción (o lugar donde estaba el pecho) -> lugar donde estaba la
emoción. Espero que con el tiempo se creen las bases para un abor­
daje matemático de la biología que se fundamente en los orígenes bio­
lógicos de las matemáticas, y no en un intento de acoplarle a la biología
W. R. Bion 137

(13)
lina estructura matemática que deba su existencia a la capacidad
que tienen las matemáticas para encontrar realizaciones, dentro de
las características de lo inanimado, que se aproximen a sus construc­
ciones.
Propongo que nos ocupemos un poco más de la relación entre los
elementos de la matemática y las realizaciones biológicas a las cuales
te aproximan dichos elementos.

(13) Ver observaciones sobre la sección áurea en párrafos anteriores.


CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO VIII

El ámbito del pensamiento puede concebirse como un espacio ocu­


pado por no-cosas. El espacio ocupado por una cosa determinada está
•eñalado por un signo, como las palabras “silla”, “gato", “punto” o “pe­
rro". El intento de liberar este ámbito de las asociaciones con la per­
cepción espacial se apoya en el uso de conceptos tales como “pensa­
miento", “pensar”, o “en la mente”; pero el pensamiento sigue teniendo
la penumbra de asociaciones propia de “el lugar donde..." está la no-
cosa. Esto es válido también para los sentimientos y las emociones,
de cualquier modo que se expresen.
Los "objetos” de los que se ocupa el psicoanálisis incluyen la rela­
ción entre la no-cosa y la cosa. La personalidad capaz de tolerar la no-
cosa puede hacer uso de ella y, de este modo, hacer uso de lo que
entonces podemos llamar pensamientos. Dado que puede hacerlo,
puede intentar llenar el “espacio" ocupado por el pensamiento; eso
permite unir el pensamiento del “espacio", la línea y el punto con una
realización que se le aproxime. En este sentido ^ contrasta con ^ y
se pueden encontrar nuevos usos para ^ que no se pueden encontrar
para ^ La búsqueda y descubrimiento de elementos que se perciben
en el espacio forma parte del procedimiento mediante el cual los ele­
mentos de la categoría 1 empiezan a adquirir significado; la cualidad
negativa de la hipótesis definitorla es descartada o reemplazada por
elementos nuevos que saturan los elementos (%) de vyfé)( . Es conve­
niente postular la existencia de una mente representada enteramente
mediante puntos, que son posiciones de objetos, lugares donde había
algo o iba a haber algo en una fecha futura. Los objetos que se perci­
ben en el espacio contribuyen a la transformación de estos elementos
(análogos a £) en no-cosas específicas <2>.
El desarrollo del pensamiento depende del interjuego entre la no-cosa
y la realización que se cree se le aproxima, y por pensamiento significo,

t1) Aprendiendo de la Experiencia.


P) Similar al encuentro de una pre-concepción con una realización para dar
lugar a una concepción, pero diferente, ya que se aproxima más al concepto
de “formas" platónicas, a las cuales “recuerda" la personalidad en su contacto
con los objetos reales.
142 Transformación0#

en este contexto, aquello que permite la solución de problemas en au*


sencia del objeto. En realidad, si el objeto no está ausente no hay proble­
ma. El problema se relaciona con la sensación de que la realización
solamente se aproxima a la pre-concepción (D1, o A1, B1 ,C1). El que la
realización se aproxime a la pre-concepción, y hasta qué grado lo haga,
depende de una sene de factores de los que no voy a ocuparme aquí,
Con la personalidad psicótica, la aproximación tiene que ser extremada­
mente cercana; en consecuencia, (4) suele permanecer no saturado
aun cuando, para la mirada corriente, exista una realización y parezca
alcanzar un grado adecuado de aproximación a D1. Cualquiera que sea
la razón para la “ausencia” la no-cosa activa, sin una cosa que le corres­
ponda, se asocia con la in-satisfacción en la esfera de la alimentación,
cuando existe el hambre pero no hay comida.
Se puede diferenciar lo siguiente; la no-cosa sin realización que le
corresponda, la realización sin no-cosa que le corresponda, y la co­
incidencia de la no-cosa y la cosa (el objeto percibido sensorialmente).
Esto último es inseparable del contacto en un solo punto entre una
personalidad (una serie de puntos) y una personalidad adentro-afuera
(.-. con una superficie) representado por un círculo. En breve tendre­
mos que considerar los problemas de la representación geométrica
cuando se la separa de su asociación genético-evolutiva con el espa­
cio sensorialmente percibido, y devolverle la propiedad de representar
el ámbito mental del cual surgió<3).
Primero consideraré “en busca de existencia”. Lo que este sig­
no represente deberá determinarse por el desubrimiento de las reali­
zaciones que se le aproximen; es tanto mental como susceptible de
ser percibido sensorialmente. (Aquí la percepción sensorial debe con­
trastarse con, y diferenciarse de, el concepto freudiano de “conscien-
c¡a”<4) en tanto órgano sensorial para las cualidades psíquicas).
Una vez asignado el signo que, de acuerdo a la teoría, quiere
decir que hay una conjunción constante que requiere ser ligada, nece­
sito saber qué significa esa conjunción constante representada por di­
cho signo. También podría decir que pienso que existe un significado
porque pienso que hay una conjunción constante. Además, mi convic­
ción de que existe un significado es, en sí misma, un elemento que

(3)
Ver agorafobia, Capítulo IX.
<4) Freud, S., La Interpretación de los Sueños.
Í itá en conjunción constante con otros elementos en toda situación
h que se de una conjunción constante.
Es necesario suponer que existe el estado de conocimiento directo
De una conjunción constante. Dado que ya he asignado un significado
1 4- í podría atribuirle el tener conocimiento directo de dicha conjunción
Constante. Sin embargo, no lo haré. Lo mantendré como elemento-p.
No obstante, puede mejorarse la eficacia de <-^en tanto forma de nota-
pión si, pensando que el estupor y la violenta ambición voraz de poseer
todas las cualidades de la existencia tienen la misma configuración,
Inoto + - <Jen lugar de
Volvamos al estado de “conocimiento directo”. Por analogía, y por el
momento, quisiera usarCs como signo para el estado de “conocimiento
directo”. Podría ser útil atribuir esto a + - pero Cs y - parecen
Irrevocablemente contradictorios. Como no quiero renunciar a discutir
este punto simplemente porque dicha coexistencia sea inconcebible,
supondré una Cs que sea un elemento-p (categoría A1 de la tabla) y,
además, que dicha Cs (A1) puede ser o no ser inseparable de + -
según las necesidades de mi investigación. El deseo de comunicarse
con los demás implica considerar las limitaciones impuestas por di­
cho deseo.
Si postulo que Cs pertenece a la categoría A1, doy por supuesto
que es posible concebir un elemento-p y usarlo como concepto, aun­
que sea imposible usar el elemento-p en sí mismo. Por tanto, uso mi
concepto de un elemento-p (categoría D1,D3,D4) como si fuera un
"acerca de” algo, es decir, como si tuviera un significado. Eso implica
que existe, oque puedo concebir que existe, una conjunción constante
que corresponde a mi enunciado "elemento-p” o, más particularmente
en este contexto, a Cs (A1).
Por analogía con indagaciones más complejas, puedo preguntar
cuáles son las propiedades de Cs (A1). No tiene ninguna de las cuali­
dades que, corrientemente, se considera que son inherentes a la idea
de propiedades. Las "propiedades” de Cs (A1) son análogas a las “pro­
piedades” del zinc cuando se dice que son tales que, al combinar el
zinc con el ácido sulfúrico, producen sulfato de zinc + agua. En resu­
men, Cs (A1) representa una conjunción constante de relaciones.
La naturaleza de Cs (A1) es la de un tropismo. Implica (4), en la
cual (£) busca saturación. Esta “consciencia”consiste en el conocimiento
directo de una ausencia de existencia que reclama existencia, un pen­
144 Transformaciones

samiento en busca de significado, una hipótesis definitoría en busca do


una realización que se le aproxime, una psique en busca de un habitácu­
lo físico que le dé existencia, 9 en busca de Cf. Por analogía con las
matemáticas, puede decirse entonces que el psicoanálisis se ocupa de
establecer las leyes que gobiernan las relaciones entre los objetos
psicoanalíticos. Oiciéndolo de otras maneras: Toda conjunción constan­
te que sea manifiesta deviene en manifiesta; toda conjunción constante
que sea aparente, es; toda conjunción constante es una función de las
relaciones descritas (en general) como una conjunción. La cualidad de
toda conjunción constante (sus propiedades) es una función de las rela­
ciones que se dan "dentro” de la conjunción además de la función de su
relación con otras conjunciones constantes.
Si releo cualquiera de mis anotaciones, sabiendo que representan lo que
para mí era el conocimiento cuando las escribí, puede parecer tautológica o
que expresa un significado de forma tan inadecuada que, si un simple inter­
valo de tiempo me separa del estado mental en que las escribí, no llega a
comunicar fielmente su mensaje ni a mí mismo. No obstante, su capacidad
de registro es suficiente como para permitirme contrastar dos enfoques<4>
distintos y, así, ver sus defectos en tanto registro (columna 3) y como pre­
cursor de ulteriores investigaciones (columna 4).
La impresión visual, como la usa Euclides cuando se basa en la
deducción a partir de las representaciones visuales, ofrecería la ex­
pectativa de ganar en comunicabilidad, aunque se perdiera rigor lógico
6>. Hay cierta ganancia en usar en vez de toda una variedad de
analogías, pero debe sopesarse las ventajas del empleo de estas últi­
mas respecto al uso de Lógica, sentido común, inducción, deduc­
ción, son términos que suelen representar mecanismos que colocan
la intuición dentro del alcance de la realización, en caso de que esta
exista. Pero la intuición en sí misma es una función de +- <-t

t5) Este enunciado es en sí mismo un ejemplo de splitting del tiempo como una
manera de lograr la correlación.
<6>El rigor lógico es un atributo de determinada forma de manipulación. Cada
elemento, según su categoría en la tabla, tiene su más adecuada y provechosa
técnica de manipulación. Los lógicos tienden a creer que el rigor lógico es un
sine qua non. De ahí el absoluto desinterés de Newton por las preocupaciones
teológicas y místicas, como si no formaran parte de la génesis de, por ejemplo,
su Óptica.
W. R. Bion 145

Considerando como elemento-|3 y reemplazando Cs por algo


semejante a un tropismo, puedo incluir en <-^el equivalente de Cs en
un elemento que no defino como elemento del pensamiento. La impor­
tancia de esta maniobra consiste en que hace posible considerar a la
conciencia como un elemento para el cual, en cualquier etapa de su
desarrollo, puede encontrarse una categoría de la tabla adecuada.
Hasta aquí he usado la tabla para categorizar elementos que tienen
cualidades habitualmente asociadas a sustantivos, pero esto no es
necesario salvo para facilitar la exposición. Por ejemplo, la “conscien­
cia” puede ser categorizada de modo tal que se enfatice el uso. Las
categorías de la tabla se han establecido de modo que pueda exten­
derse el eje horizontal. Así, supongamos que el vínculo sea H y la cate­
goría D4. La conciencia categorizada como vínculo H (04) representa­
ría un estado de escrutinio (D o preconcepción) hostil (H) con el propó­
sito de una investigación destructiva (columna 4). Supongamos ahora
un método de notación mediante el cual se fortalece el componente de
la columna 4, entonces se categorizaría la consciencia para mostrar
una cualidad menos sustantivada y más operativa.
He elegido considerar la consciencia deliberadamente. A partir del
presente ejemplo y de la discusión previa sobre el conocimiento direc­
to asociado con el tropismo, se hace evidente que es necesario un
término para representar la función invariante de la consciencia en to­
das las categorías de la tabla en que pueda aparecer o ser ubicada.
Propongo recurrir a la representación visual que nos brindan las figu­
ras geométricas.
Primero equipararé el objeto que he descrito como análogo a la cons­
ciencia con “un punto de vista”. Dado que no quiero identificarlo con
ningún punto de vista en particular ni, en realidad, con ningún sentido,
no lo consideraré como un punto “de vista" o “de olfato” o “de tacto" o
“de oído”, sino simplemente como un punto. Entonces, la respuesta a
la pregunta “¿punto de qué?” queda para ser determinada por la expe­
riencia clínica. El punto geométrico usado para indicar el punto de la
proyección central en geometría proyectiva servirá de modelo. El geó­
metra ha conseguido liberar sus investigaciones, mediante la transfor­
mación de la geometría euclidiana y su representación visual en geo­
metría proyectiva algebraica, de algunas de las restricciones impues­
tas por la historia genética de sus procedimientos. Del mismo modo
debe liberarse el psicoanálisis de las restricciones impuestas por las
146 Transformaciones

asociaciones con el espacio y la vista, mediante las cuales apelo a la


geometría para simplificar la exposición. Es necesario resolver esta
dificultad toda vez que un significado pasado, esencial para la comuni­
cación o para el pasaje de la comunicación privada a la comunicación
pública, tiene que adecuarse a la investigación ulterior. Repitiendo este
ejemplo en términos de la tabla, el problema reside en el cambio que
ha de tener lugar cuando hay que adecuar los elementos de la colum­
na 3 a las funciones propias de las columnas 4 y 5, y los elementos de
la hilera H deben proporcionar modelos para la hilera C.
Las representaciones visuales, que surgieron del campo de la vida
emocional, por ejemplo “Shall I compare thee to a summer's day?”*, y
fueron aplicadas al campo de las realizaciones en el espacio, han su­
frido una transformación para adecuarse a su función investigadora,
ya sea para el descubrimiento de objetos matemáticos -o de esposos
y esposas adecuados- para registrarlos una vez descubiertos. Nece­
sito devolver estos procedimientos a la investigación de lo que sospe­
cho son sus propios orígenes. Creo que el razonamiento es circular
me apoyo en la adecuación del diámetro del círculo.
El estado que he representado mediante - «-^puedo representarlo
también en términos clasificables como C3, así: - «-^puede ser perso­
nificado mediante una "persona” no-existente cuyo odio y envidia son
tales que está determinada a quitar y destruir todo rastro de "existen­
cia” de cualquier objeto del que pueda considerarse que "tiene” alguna
existencia. Dicho objeto no-existente puede ser tan terrorífico que su
“existencia” es negada, quedando solamente el “lugar donde estaba".
Esto no soluciona el problema, ya que el "lugar donde estaba”, la no-
cosa, es aún más terrorífica debido a que, por así decirlo, le ha sido
negada la existencia en vez de permitirle saciarse con cualquier exis­
tencia que, con envidia, hubiese sido capaz de encontrar. La negación
de existencia al “lugar donde estaba" no hace más que agravar las
cosas, porque ahora el “punto”, que marca la posición de la no-cosa,
no puede ser localizado.
Según la teoría kleiniana tal objeto puede estar dentro de la perso­
nalidad del analista o del analizado. Además puede ser considerado
como proyectado afuera “dentro” (enseguida consideraré esto) de
algún otro objeto. Del mismo modo puede tratarse de la fuerza

* «¿Te compararé con un día de verano?», Shakespeare, soneto XVIII (N. del T.)
W. R. Bion 147

expulsora, o sea, puede entrar dentro de un objeto existente para ex­


pulsar la “existencia".
- puede estar en cualquier lugar. Su posición, si es conocida,
puede ser representada por un punto o por “espacio". El “espacio", por
tanto, es indiferenciable del sentimiento + o - • ^puede representar
estupor (“Le silence deces espaces infinies m'effraie") o violencia.
Consideraré el estado que acabo de describir desde otro “punto de
vista”. Por razones que ya he dado, no quiero comprometerme con nin­
gún “punto de” algo. Necesito un elemento (categoría de la columna 3 y
4 y C<->G) no saturado. Seria útil proponer un sin fin de “puntos de...".
Usaré puntos en la circunferencia de un círculo para representar innu­
merables “posiciones" (anteriormente nombradas puntos de vista), ya
que puede ser útil indicar la dirección “hacia adentro" o “hacia afuera".
Entonces, cualquier punto o serie de puntos pueden ser considerados
como vértices de proyección. Cualquier punto, incluyendo el que repre­
senta el centro del círculo, puede representar el vértice de proyección.
Ilustraré el uso clínico de este esquema suponiendo que el extremo
- sea el vértice de una proyección central. La realización clínica que
corresponde a esto sería un paciente dominado por objetos internos
malos, con las características que ya he descrito aproximadamente
antes. Los “síntomas”, tal como se observan clínicamente, pueden re­
presentarse “espaciaimente" en este esquema geométrico mediante
puntos pertenecientes a la transformación proyectada. Antes de que
podamos suponer que dicha representación geométrica es apropiada
para la realización, debe existir alguna evidencia que justifique la supo­
sición de que la transformación ha sido proyectada a una distancia, y
de un modo tal, que convertiría los puntos de la circunferencia de un
círculo en una representación razonable de síntomas que no sean los
mismos que en el vértice. Por ejemplo, si el paciente mostró que sen­
tía estar identificado con el pecho y que los elementos transformados
habían sido proyectados sobre la fuente interna del pecho limitante, el
analista puede considerar razonablemente esto como una ocasión para
suponer que esa representación geométrica es pertinente. Si mi des­
cripción le parece rara al lector tal vez le sea de ayuda que le recuerde
que he elegido un ejemplo de entre lo que he llamado transformacio­
nes proyectivas, y que las he diferenciado de las transformaciones rígi­
das, en las cuales aparecen las manifestaciones transferendales tal
como se entienden habitualmente en la teoría clásica.
148 Transformaciones

En el ejemplo que he presentado sería improbable que - <-^en un


vértice central proyectara una transformación de modo tal que, algo
tan bien organizado como un círculo o una esfera, constituyera una
representación apropiada del receptor o campo para la transforma­
ción. Por tanto, es necesario considerar con mayor detalle ei terreno
para la transformación. Se captará más fácilmente lo que quiero decir
mediante "receptor", “campo" o “terreno", por analogía con la pintura,
en la cual el terreno para la transformación sería el lienzo sobre el que
se proyecta la transformación. En primer lugar, la situación analítica ha
sido ideada para proporcionar las condiciones en las cuales el pacien­
te tenga un terreno en el que pueda proyectar, ya sea en forma de
transformación proyectiva o en forma de movimiento rígido. Por diver­
sas razones, entre las cuales las más comunes son perturbaciones
por parte del analista, la “situación analítica", en el mejor de los casos,
no puede más que aproximarse a lo deseable<7). La creciente comple­
jidad del ambiente del que proceden los pacientes, introducirá nuevas
variaciones en la naturaleza de las situaciones analíticas. Ni siquiera
las transformaciones en movimiento rígido encuentran siempre el te­
rreno apropiado en el que se puede detectar la transferencia (en su
sentido clásico). No me propongo discutir esto más allá de indicar que
será necesario estudiar más el terreno (o situación analítica) para in­
cluir estos cambios y posibilitar la captación de las transformaciones
dentro de diferentes tipos de “situación analítica”. Propongo discutir el
problema del terreno para las transformaciones proyectivas y de movi­
miento rígido como si fuera un terreno estable, y correspondiera a lo
que se considera como situación analítica en el análisis clásico.
Hasta aquí he expresado la idea de una situación analítica en térmi­
nos de la columna 1, digamos D1 o E1. Existe, fundadamente, una
aversión hacia las formulaciones que parecen indicar un grado de com­
plejidad científica mayor de la que es posible, y mi intención tampoco
es ir más allá de explorar una posibilidad de avance.
La idea implícita en la teoría de la transferencia es que el analista es
la persona sobre la cual el analizado transfiere sus imágenes. Las teo-

m Probablemente, se descubrirán otras razones cuando el enfoque geométrico


demuestre que la “posición esquizo-paranoide", de Melanie Klein, y el espacio
vector, de la geometría, guardan entre sí una relación análoga a los dos enfo­
ques de una perspectiva reversible.
W. R. Bion 149

rías de Melanie Klein ya muestran que dicho medio no es adecuado


para Tpp en lo que he llamado transformaciones proyectivas. En parti­
cular, no ayuda al analista a reconocer los elementos de la identifica­
ción proyectiva tal como aparecen entre los síntomas y el material clí­
nico. El analista debe ser capaz de detectar signos de identificación
proyectiva en un campo que, en relación con el que se tiene en la teoría
clásica, es como si fuera multidimensional<6>. La situación analítica
requiere una amplitud y profundidad mayores que las que proporciona
el modelo del espacio euclidiano. En mi opinión, el paciente que des­
pliega transformaciones proyectivas cuya comprensión requiere el uso
de las teorías kleinianas, también usa un campo que no es simplemen­
te el analista, o su propia personalidad, ni incluso la relación entre am­
bos, sino todo esto y más. Dirá “...esa mujer", “...ese sueño", y otras
expresiones igualmente indefinidas (para el analista). Dado que esta
vaguedad es una expresión del “pensar” elemento-p, la vaguedad no
se debe a una pérdida en definición, sino que puede interferir porque el
analista está en una posición análoga a la de alguien que escucha la
descripción de una obra de arte que ha sido realizada con materiales y
a una escala que le son desconocidos. Es como si escuchara la des­
cripción de un cuadro y buscara los detalles representados en el lien­
zo, cuando el objeto se ha ejecutado en un material con el que no está
familiarizado. Un paciente así puede hablar de un “pene negro de ira” o
de un “ojo verde de envidia", como si pudieran verse en el cuadro. Di­
chos objetos pueden no ser visibles para el analista, el cual puede pen­
sar que el paciente está alucinando. Pero tal idea, tal vez sensata en
opinión de un psiquiatra, no tiene suficiente agudeza para su trabajo
como psicoanalista. Puede ser más provechoso considerar la alucina­
ción como una dimensión de la situación analítica en la que dichos
objetos, junto con todas las otras “dimensiones", son accesibles a los
sentidos (sí incluimos la intuición analítica y la conciencia como órgano
sensorial de cualidades psíquicas, siguiendo a Freud)<9>.
Para acercamos a la definición de este espacio consideramos la
existencia de un espacio-K en constraste con un espacio K, que es el
espacio en el que tiene lugar lo que normalmente se considera como
/fl\

El espacio vector, como concepto matemático, se acerca lo más posible a la


representación de los objetos multidimensionales.
(9) Freud, S., La Interpretación de los Sueños, Capítulo VII.
150 Transformaciones

análisis clásico, y en donde las manifestaciones transferenciales clá­


sicas se hacen "accesibles a los sentidos”. Usando una vez más las
analogías que ya he utilizado (elementos C3), el espacio -K puede con­
siderarse como el lugar donde estaba el espacio. Está colmado de no-
objetos que, de forma violenta y envidiosa, están hambrientos de todas
y cada una de las cualidades, cosas u objetos, para "poseer” (por de­
cirlo asi) su existencia. No me propongo llevar mis analogías más allá
de indicar que el espacio -K es el materíal en el cual, con el cual, sobre
el cual etc., trabaja el “artista" en la transformación proyectiva. Dado
que la analogía con el espacio puede ser equívoca, propongo abando­
nar dicho término (“en el espacio”) y hablar de transformación en -K(10).
¿Puede encontrar el psicoanalista signos que representen -K? De­
ben ser tales que le permitan trabajar con ellos y que le proporcionen
las reglas que ha de observar para hacerlo.
Obviamente es muy pesado tener que repetir términos tales como
“no-cosa", “lugar donde la estaba la cosa", “punto" y demás. Los
malentendidos pueden multiplicarse, a menos que cada término pue­
da definirse y usarse con precisión. Una definición rígida haría fracasar
el propósito de proporcionar un elemento no saturado, pero que espera
ser saturado en la experiencia clínica (un elemento D4). Por lo tanto,
es deseable utilizar las categorías de la tabla para distinguir entre dife­
rentes no-cosas y relacionarlas con dichas categorías. Esto puede lle­
varse a cabo asignándole una categoría de la tabla a un enunciado y,
luego, asignando otra categoría a la categoría previamente determina­
da. Así, se inicia un segundo ciclo de categorízación. El proceso puede
continuarse siempre y cuando se reconozcan como ciclos diferentes.

c10>Ver más adelante : Formas platónicas, Encamación cristiana, y la Hipér­


bole.
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO IX

Las imágenes y términos visuales utilizados en el siguiente modelo


han sido elegidos sin tener en cuenta las fuentes de las que se derivan.
Están presentes dos personas: yo y un paciente. Estamos distan­
tes, aunque para ambos la experiencia es importante. Mientras él per­
manece acostado en el diván y yo sentado, imagino que empieza a
formarse una nube de forma parecida a como se forman a veces en el
punto álgido de un dia de verano. Parece estar sobre él. Una nube
similar puede ser visible para el paciente, pero la verá como surgiendo
de mí. Son nubes de probabilidad.
Pronto se forman otras nubes: algunas son nuevas, otras se for­
man a partir de las anteriores. Son nubes de probabilidad que se han
convertido en nubes de posibilidad. Debe concebirse que la situación
es tensa, aunque parezca estar ocurriendo bien poca cosa. Ampliaré
el alcance de mi modelo eliminando la restricción implícita en el térmi­
no imágenes “visuales”. “Imagen olfatoria", “imagen auditiva", “imagen
táctil”, son términos absurdos que, sin embargo, pueden indicar la di­
rección y el margen de libertad que deseo. Para librar al absurdo de
cualquier restricción, implícita en las analogías que se derivan de las
impresiones sensoriales, consideraré el modelo como compuesto por
elementos de la categoría C, y supondré que la tensión, al igual que la
“posibilidad" y la “probabilidad”, es manifiesta <1>aun cuando no lo sea
para ningún sentido conocido. Describo los elementos de la categoría
C como visuales porque esto permite apoyarme en la analogía del sen­
tido de la vista para comunicar el significado que quiero comunicar. La
tensión, que es una parte esencial del modelo, es tan perceptible como
las nubes. Si las nubes se siguen incrementando las nubes de posibi­
lidad se convierten en nubes de duda. También aparecen nubes de
certeza, nubes de depresión, culpa, esperanza y temor. Cada nube
tiene su correspondiente punto candente, pero la nube, como ocurre
en la naturaleza, puede haberse alejado del mismo.
Asocio la presión con la tensión y con las nubes. Me gustaría poder
describir odoríferamente la situación total que intenté describir
pictóricamente, como podría olería un perro y, si estuviera suficiente-

<1) ¿Metáfora o la tensión “aparece”visualmente ?


154 Transformaciones

mente dotado, delinearía odoríferamente. Y de manera similar con to­


dos los otros medios sensoriales disponibles. Dado que deseo encon­
trar un sistema de representación que sirva para todos esos sistemas,
y de algunos de cuya existencia no me doy cuenta, busco un sistema
de representación que no esté saturado (y (£)) y sea susceptible de
saturación.
Debe recordarse que en un sistema en el cual predominan los ele-
mentos-p, los “pensamientos” son “cosas”, y que he subrayado que
dichos elementos no se prestan para ser usados como elementos de
la columna 4 porque ya están saturados; entonces, no puede haber
una preconcepción (hilera D) que pueda ser usada como preconcepción
a la espera de una realización que dé lugar a una concepción, porque
el elemento-p ya está saturado. Ahora podemos ver que el defecto de
la no-cosa es precisamente este: el objeto “ausente” o “no-existente”
ocupa el espacio que debería estar vacante. El analista puede repre­
sentar la “no-cosa” mediante un signo que puede ser saturado, aunque
el objeto representado no pueda serlo.
Usando la experiencia clínica para representar la situación que aca­
bo de señalar, podría describiría así: El paciente ocupa el diván porque
está decidido a que ningún otro lo haga. Su propósito es “saturar" la
sesión de modo que yo no pueda trabajar y que nadie pueda ocupar su
lugar. Utiliza términos (palabras, etc.) que están ocupados por el signi­
ficado que tenían, pero el significado ha sido destruido (o los términos
han sido despojados de su significado), de modo que indican el lugar
en el cual estaba el significado. Ese significado ausente (que, sin em­
bargo, está presente) no permitirá que ningún significado ocupe su lu­
gar. Por tanto, la comunicación verbal no puede representara O, ni en
virtud del significado aceptado del signo que se utiliza ni accediendo al
significado a través de la saturación.
Entonces, en mi búsqueda de un sistema que represente los princi­
pales sistemas que pueden observarse en la situación analítica (tal
como la he descrito en términos de la categoría C1 de la tabla), tengo
que reemplazar los elementos C1, las imágenes visuales de nubes,
analista, analizado, etc., por elementos que se aproximen a V fé). Que­
da claro que los elementos C1 no deben ser despojados de significa­
do, ya que en ese caso serían reemplazados por elementos-p.
Puedo hacer esto usando el punto ( • ) para representar el “lugar
donde” podría estar alguna-cosa (en contraste con la no-cosa), y la
W. R. Bion 155

linea (---------) como el lugar de un punto o el lugar hacia el que va un


punto. La analogía es defectuosa porque está saturada por un signifi­
cado de movimiento. Intentaré hacerla más adecuada para el pensa­
miento considerando que el punto (•) y la línea (---------) representan
una relación. Así, el punto (•), “el lugar donde", la etapa, deben conce­
birse como pertenecientes al eje genético, y la línea (---------) al eje
horizontal. Una pre-concepción, representada por -, es una etapa del
desarrollo (una semilla, por decirlo así, es un árbol que está en una
etapa determinada de su desarrollo; por tanto, es un árbol). Una pre­
concepción, representada mediante una línea (---------), es un uso (por
ejemplo, tabulada como D4).
Los cambios que he tenido que llevar a cabo a lo largo de este libro,
desde una analogía hasta una formulación más precisa y, luego, desde
la formulación más precisa a la analogía nuevamente, ilustran algunas
de las dificultades que intento resolver. Todos estos cambios son ejem­
plos de transformación. También podemos considerar así el valor de
estas transformaciones. En relación con la transformación en térmi­
nos de las categorías de la hilera C, una ventaja consiste en que el
modelo sensorial tiene una realidad, y dicha realidad tiene cualidades
invariantes que facilitan la comunicación. Un “círculo" expresa un signi­
ficado que es inmediatamente comprendido por cualquier persona. Si
bien es cierto que mi propósito es usar (•) para representar “el lugar
donde”, o el “tiempo cuando”, o “etapa del crecimiento” que ha alcan­
zado un objeto (de modo que quedo libre de las limitaciones que impo­
ne la saturación), también es cierto que doy por supuesta la existencia
de invariantes en la transformación particular a la que recurra. Por ejem­
plo, si en mi modelo (hilera C) hablo de nubes, reemplazo la nube por •,
ya que puedo querer reemplazar la idea de nube por la idea represen­
tada por el término “pecho”, o “pene", o “flato", o “cordura", o por una
no-cosa.
He hablado de un pecho maligno no-existente, hostil y voraz. Pode­
mos considerar estas características, por decirlo así, como innatas,
primarias, esenciales; o podemos considerarlas secundarías o, indife­
rentemente, como primarias o secundarías, pero que poseen dichas
características en virtud del accidente de ser el punto de partida de
nuestra historia. Teniendo en cuenta que la narrativa y la causalidad
son peculiaridades de un modo de comunicación y pueden, por tanto,
considerarse como Ta, las cualidades atribuidas al pecho pueden ser
156 Transformación^

perfectamente una función de la relación entre el observador y lo ob*


servado. En este contexto la consideración de que algo sea innato,
primario o secundario, no debe interferir con la posibilidad de que lai
cualidades de cualquier objeto sean una función de sus relaciones.
Así, recurriendo de nuevo a la categoría C, en mi modelo una nube
puede representar voracidad, hostilidad, envidia, y el punto más can*
dente puede ser el genital (del analista, del analizado, etc.). Este crito-
rio puede depender del enfoque narrativo y ser una función del hecho
de que el analista recién acaba de observar el objeto. O puede ser una
función de la "tensión”. Con esto quiero decir que la situación analítica
total puede considerarse como un sistema energético en el cual, tal
como lo postuló Freud en sus intentos de hacer una psicología científi­
ca neuro-fisiológica, la suma total es la misma dentro del sistema, pero
la inestabilidad en cualquier parte del mismo puede verse en los au­
mentos de “presión”. Usando esta descripción como modelo (hilera
C), puedo considerar los términos voracidad, hostil, maligno, como T|)
de un O que es un aumento de presión asociada al hecho de la exis­
tencia de relaciones. Si es asi, es importante encontrar reglas para el
manejo de los signos que se van a usar, geométricos y de otra clase.
Las reglas de dicho manejo pueden ser tales que los signos, manipula­
dos de acuerdo a las mismas, guardan una relación entre sí que repre­
senta los cambios de presión y otras supuestas “cualidades" de los
objetos (nubes, etc.)(2>. También podemos considerar hasta qué punto
las reglas para el manejo de los signos pueden encontrar, en las reglas
que gobiernan la relación entre personalidades, una realización que se
les aproxime.
Si las cualidades representadas por el punto o la línea son una fun­
ción de la relación entre el punto y la línea, y si el punto está represen­
tando una etapa genética y la línea la categoría del uso, está claro que
las reglas que gobiernan el manejo del punto y las líneas gobiernan, en
realidad, las relaciones entre dos aspectos del mismo objeto: el punto.
Pero el uso del término “aspecto”en la frase anterior y el significado del
término “uso” se han hecho, ahora, tan poco claros que es mejor re­
emplazarlos a ambos por el punto.
(2)
El lector puede comparar las reglas de construcción gramatical usadas en la
descripción de la ansiedad producida por una crisis doméstica, con las “leyes
de la naturaleza”que rigen la producción de ansiedad por una crisis doméstica.
*W. R. Bion 157

Volvamos al modelo del comienzo del capítulo. El modelo del analista


y paciente (representado por signos verbales pertenecientes a la cate­
goría C) sirvió como comunicación en virtud de la rigidez (cualidad de
Invariante) de las imágenes. Esa misma rigidez significaba que el mo­
delo estaba saturado y era, por tanto, inadecuado para ser usado como
una preconcepción (elemento de la columna 4). La combinación de
términos tales como “punto candente” con otros como “nube” y “pro­
babilidad", privaban al modelo de toda variedad de aplicación, restrin­
giendo su utilidad a un único contexto. Términos tales como “probabili­
dad” y “nube” no son homogéneos. ¿Pueden reemplazarse por signos
que sí lo sean? Si: si son reemplazados por puntos.
Parto de la suposición de que los puntos eran originalmente el es­
pacio que había sido ocupado por un sentimiento, pero que se convir­
tieron en un “no-sentimiento” o espacio donde estaba un sentimiento.
Además, supongo que en vez de tener dicho espacio ocupado por una
“no-cosa”, puede encontrarse un “punto de vista” (vértice de proyec­
ción) si el “espacio” puede ser usado como elemento no saturado. Los
sistemas geométricos, tan importantes en el desarrollo científico, pue­
den ser considerados como esos elementos no saturados. Se ha des­
cubierto que la geometría euclidiana tiene muchas aproximaciones en
las realizaciones del espacio. Se supone que lageometría euclidiana
se derivó de la experiencia del espacio. Mi propuesta es que su origen
intra-psíquico consiste en la experiencia del “espacio” donde “estaba"
un sentimiento, emoción u otra experiencia mental.
Las reglas que gobiernan los puntos y líneas, elaboradas por la Geo­
metría, pueden reconsiderarse en referencia a los fenómenos emocio­
nales que fueron reemplazados por “el lugar (o espacio) donde esta­
ban los fenómenos mentales”. Tal procedimiento establecería un siste­
ma deductivo abstracto, basado en una fundamentación geométrica,
que tendría a las teorías psicoanalíticas intuitivas como realización con­
creta. Los enunciados 1), la recuperación que la psique lleva a cabo de
una experiencia emocional que ha sido desintoxicada mediante una
estancia en el pecho bueno (Melanie Klein), y 2) la transformación de la
experiencia emocional en una formulación geométrica y el uso de la
misma como equivalente de una realización concreta para un sistema
deductivo (posiblemente algebraico) basado en la Geometría y riguro­
samente formulado, pueden considerarse ahora como representacio­
nes 1) psicoanalíticas intuitivas y 2) axiomáticas deductivas de un mis­
158 Transformaciones

mo proceso. Ambos enunciados son representaciones verbales de una


realización y ninguna de ellas es satisfactoria; tampoco es probable
que el dominio del medio de la expresión verbal represente una gran
mejora. El enunciado intuitivo es adecuado para la representación de
las etapas genéticas, mientras que la formulación axiomática se pres­
ta mejor para la representación del uso.
Esta distinción apunta a una similitud entre la debilidad del ele­
mento que es adecuado para rerpresentar una etapa genética y la
debilidad del elemento-p. El elemento que representa etapas
genéticas requiere, o tiene, una capacidad para la saturación, para
ser fecundado. He formulado esta última frase en términos que ilus­
tran la dificultad que surge cuando un término, que en ciertos con­
textos se enriquece por su cualidad metafórica (un “enunciado fe­
cundo”), pierde en cualidad comunicativa si se lo utiliza en un con­
texto en el cual la cualidad metafórica deja de ser metafórica debido
a que el contexto lo ha aproximado a un elemento-p, o sea, a satu­
rarlo. Algunos pacientes psicóticos muestran gran habilidad en la
manipulación de la situación analítica para que ocurra esto. En con­
secuencia, el elemento qué se utilice necesita tener un alto grado
de saturación en su contexto.
El paciente psicótico mostrará temor ante un elemento altamente
saturado, porque una capacidad de saturación alta es vivida como
indeferenciable de la voracidad por parte del elemento. O sea, si le
hablo utilizando términos en su sentido corriente, y él piensa -tal vez
con razón- que quiero obtener información, reaccionará como si pen­
sara que estoy tratando de sacarle no información sino su cordura. Su
respuesta será algo que me parezca sin sentido, pero es su método
para distanciarse de lo que no sirve, o para llevar a cabo ataques de
splitting contra mi discurso. Si se trata de esto último,el paciente siente
que sus frases están fragmentadas en palabras pero, entonces, cada
palabra se convierte a su vez en un elemento voraz, no saturado (es
decir, carente de significado y esquizofrenógeno). Estos objetos que
van surgiendo son atacados nuevamente, y se hacen más malignos y
diminutos hasta que, finalmente, llegan a una condición que puede ser
representada por el signo - (para objetos no-existentes voraces-de-
existencia). Este ejemplo, extraído de la experiencia, ¿puede propor­
cionar un punto de partida para transformar el modelo en algo más
científico?
W. R. Bion 159

La agorafobia es ei término psiquiátrico para un estado mental obser­


vado en algunos pacientes. En mis términos se trata de un nombre que
“liga” una conjunción constante. Si investigamos psicoanalíticamente a
un paciente que presente esos síntomas, encontramos una personali­
dad extremadamente compleja. Esto no tendría importancia en sí mis­
mo sino fuera por el hecho, pertinente en lo que estamos considerando,
de que me encuentro pronto con que no puedo usar el término agorafo­
bia de forma significativa: La conjunción no es de los elementos que
parecían componerla en principio, además tampoco son constantes. Pero
necesito seguir usando este término y, con él, el término “claustrofobia”.
En consecuencia, supondré que tanto para el lector como para mí el
término liga una conjunción constante. En el análisis aparece el hecho
de que el paciente tiene sensaciones horribles cuando se encuentra en
espacios abiertos o se siente encerrado.
Propongo utilizar algunas de las ideas que he presentado en este
libro del modo siguiente: el paciente viene a mí en busca de ayuda, y
uno de los motivos de su malestar es que su formulación no le abre el
campo para solucionar su problema. En un ejemplo real no le daría
importancia a esto, pero en la presente discusión supondré que está
enunciando su problema de un modo inadecuado para mi propósito,
que consiste en saber de qué está hablando y meditar sobre ellofde
qué está hablando”= O). En consecuencia, cambiaré su enunciado
por: el paciente, que experimenta sensaciones “terribles' con la in­
tensidad de emoción propia de un lactante con sentimientos muy do­
lorosos, supone que son un objeto malo, tal vez parte de sí mismo (si
cree que tiene self), tal vez no. Movilizando su bagaje lingüístico adul­
to, dice que no puede describir fielmente sus sentimientos y, luego,
procede a hacerlo. Si son indescriptibles, eso mismo indica que los
sentimientos que describe a continuación no pueden serlos mismos
que se han sentido. El paciente puede proseguir la descripción con
“perdido", “encerrado”, “pánico", etc., y yo puedo equiparar esta di­
versidad de términos con una diversidad de los mios:
“despersonalizado", “objeto interno”, etcétera. Necesito términos que
sean siempre correctos en todas las situaciones en las que los pro­
blemas tengan la misma configuración. Pacientes y analistas usan
constantemente términos diferentes para describir situaciones que
muestran tener la misma configuración. Quisiera encontrar, dentro
del psicoanálisis, invariantes comunes a todas ellas. Ei término “lu­
160 Transformaciones

gar donde estaba la cosa”, o "espacio", casi satisface dicha condi­


ción. Casi, es decir, no del todo. Su virtud reside en el hecho de que
sirve igualmente para agorafobia o claustrofobia, evitándose asi la
utilización de dos términos para configuraciones que solo son dife­
rentes en apariencia. Se necesita una solución que ponga fin a esta
diversidad de términos, actualmente requerida para describir la expe­
riencia llamada “claustro-o agora-fobia", y que resuelva el defecto
mucho más grave que le acompaña, concretamente, que haya tan­
tas teorías como personas sufrientes junto a casi tantas teorías como
terapeutas, cuando se reconoce que las configuraciones son proba­
blemente las mismas. La solución deberá abarcar más que la claus­
trofobia y agorafobia que he elegido como punto de partida. Elijo “es­
pacio” para representar, por una parte, las emociones que se sienten
como indistinguibles del “lugar donde estaba algo” y, por otra, el es­
pacio propio de la realización geométrica de la cual se cree que deri­
va la geometría euclidiana.
Ciertas peculiaridades del problema que estoy intentando plantear
son inherentes al problema mismo. Así enuncio, como parte de una
teoría psicoanalítica intuitiva, que el paciente tiene una experiencia,
tal como la que puede tener un lactante cuando se le retira el pecho,
de enfrentar emociones desconocidas, no reconocibles como pro­
pias, y que se confunden con un objeto que poseía hasta muy recien­
temente. Seguir con más descripciones solo aumentará la multiplici­
dad de la que me he quejado, como puede comprobar el lector si
consulta cualquier descripción analítica de la conducta infantil. La re­
lación entre esas representaciones y las realizaciones que se les
aproximan puede ser comparada con el espacio deductivo de la geo­
metría axiomática, al cual deseo introducir como paso hacia
formulaciones que sean precisas, comunicables sin distorsión y más
adecuadas para abarcar todas las situaciones que son básicamente
lo mismo. Sugiero las siguientes comparaciones: 1) “incógnita”, en el
modelo que proporciona la teoría psicoanalítica intuitiva, con “incóg­
nita” en el sentido matemático en que quiero usar el “espacio geomé­
trico”; y 2 ) “variable", tal como se aplica en el modelo de la ansiedad
infantil al sentido de inestabilidad e inseguridad, con “variable” como
deseo aplicarla al espacio geométrico. De este modo, el espacio
geométrico puede representar y ser reemplazado por valores cons­
tantes para cualquier universo de discurso en particular. La relación
W. R Bion 161

wntre el espacio geométrico y la teoría psicoanalítica intuitiva que pro­


pongo como su realización, y la ulterior relación entre la teoría
[psicoanalítica intuitiva y la experiencia clínica que considero es su
[realización, ambas juntas representan una progresión tal como la que
•e da al transformar una experiencia en un poema: “emoción recor­
dada desde la serenidad”. La transformación geométrica puede ser
Considerada como una representación, “desintoxicada” (es decir, en
la que la emoción dolorosa se ha hecho soportable) de la misma rea­
lización que representa (pero expresando dicha emoción dolorosa) la
teoría psicoanalítica intuitiva. Esto implica que todo individuo capaz
de llevar a cabo la transformación de O a Tp, cuando O es una reali­
dad psíquica, es capaz de hacer para sí mismo algo análogo a la
Identificación proyectiva en el pecho bueno, identificándose consigo
mismo y con el pecho.
Hay más similitudes que deseo subrayar: Si se acepta que el es­
pacio geométrico proporciona un vínculo entre problemas emociona­
les poco complejos (con sus poco complejas soluciones) y la posibi­
lidad de re-enunciarlas en términos más complejos que admitan so­
luciones complejas, entonces puede ser que el método musical y
otros métodos artísticos proporcionen un vínculo similar. No deben
considerarse como sustitutos del abordaje geométrico. La investiga­
ción debe dirigirse al esclarecimiento del punto y la línea como ele­
mentos que forman parte del material de las transformaciones en
cualquier medio artístico y científico. En la poesía puede hallarse en
el ritmo, corto o largo; en la pintura se puede hallar, no como Vitruvio
pensaba encontrarlo como método de construcción en la sección
áurea u otro plano geométrico, sino en la materia a partir de la cual se
forma la construcción; en música debe buscarse no en la notación
musical, sino en la música misma; en ciencia, puede verse en las
teorías atómicas de Demócrito y Abdera.
La tabla proporciona un esquema mediante el cual puede obser­
varse que las imágenes visuales de la categoría C tienen su equiva­
lente en la categoría H, y viceversa. Las categorías reservadas para
las representaciones matemáticas sólo quedan abiertas para versio­
nes complejas de formas auditivas, visuales u otras formas de repre­
sentación de la categoría C. Así, ciertos cuadros, o composiciones
musicales, pueden considerarse con propiedad como pertenecien­
tes a la categoría H junto a ciertas formulaciones algebraicas, siem­
162 Transformacionw

pre y cuando fueran reconocidas sus invariantes y sus relaciones m


ajustaran a la regla.
Este estudio se ocupa de tales representaciones, cualquiera sea ||
disciplina, como si se hubieran ordenado dentro de ellas las invaríantoi
del punto y la línea. La teoría psicoanalítica intuitiva es su realización
correspondiente.
CAPÍTULO X
CAPÍTULO X

Este capítulo es una revisión y un resumen. Comenzaré con un


modelo de transformación: Supongamos un número de canicas de dis­
tintos colores y tamaños, de 1 Y a , 2 y 2 Yz cm de diámetro, dispuestas
sobre una bandeja. Los colores y tamaños son “dimensiones”. Fije­
mos como regla que en otra bandeja deben colocarse tantas canicas
de 2 Yz cm de diámetro como canicas verdes hay en la primera bande­
ja. Cuando la operación se haya completado, las canicas de la segun­
da bandeja representarán una transformación del “espacio” represen­
tado por las canicas de diferente tamaño y color de la primera bandeja.
El grupo de canicas de la primera bandeja representa el “espacio” que
he denotado como O. La regla que rige la disposición de las canicas en
la segunda bandeja representa la actividad mental que he denotado
mediante Ta (o Taa si rige la conducta del analista). Las canicas de la
segunda bandeja representan la transformación que he denotado como
Tp (o Tap si es llevada a cabo por el analista).
Ahora puedo usar las canicas de la segunda bandeja como repre­
sentación de O para una transformación posterior. Puedo denotar esto
como O (2o ciclo) = (1er. Ciclo). Establezco una nueva regla, a saber,
que se pongan en otra bandeja tantas canicas de 2 Yt cm de diámetro
como canicas azules hay en la segunda bandeja. Esta regla puede ser
denotada por Taa (2° ciclo), y cuando se haya completado la operación
las canicas de la tercera bandeja representarán un estado que denoto
con el signo Tap (2ociclo). Esto puede convertirse ahora en el punto de
partida de otra operación, similar a las dos anteriores, que será un
tercer ciclo de transformación.
Reemplazaré este modelo por otro más cercano a la representación
de la experiencia analítica. Supongamos que el paciente produce un enun­
ciado complejo, en el sentido que he dado al término, el cual puede con­
sistir en cualquier cosa, desde una simple exclamación hasta una se­
sión de asociaciones libres. Supondré que el enunciado es tan complejo
que sólo sería adecuadamente representado si ocupara lugar en todas y
cada una de las categorías de la tabla. Las categorías, tal como los ta­
maños y colores de las canicas, pueden ser consideradas como “di­
mensiones" del enunciado. En la práctica, puede observarse con cierta
facilidad que la conducta del paciente recae en dos o tres categorías, y
166 TransformaciónM

los analistas están familiarizados con el problema de decidir qué aspeo*


to del material debe considerarse importante en primer término e Intof*
pretarío según corresponda. El empleo de la tabla posibilita el exámoii
metódico del material analítico. Primero es conveniente usarla retroi*
pectivamente, de modo que no interfiera la captación de las evidenciad
por parte del analista. La práctica en la revisión del trabajo analítico me*
diante este método permite, muy pronto, tener la capacidad de evaluar
las evidencias, inconsciente e inmediatamente, a medida que se maní*
fiestan en la sesión. El enunciado hipotético de mi modelo tiene facetai
que lo cualifican para todas y cada una de las categorías de la tabla. Ya
dije<1>que es importante jugar a juegos psicoanalíticos como parte de la
revisión diaria del trabajo analítico, y uno de losjuegos valiosos consista
en suponer qué interpretaciones habrían tenido lugar y qué curso habría
seguido el analista si, en vez de las conjeturas e interpretaciones reales,
el material se hubiera categorizado deforma muy diferente. Enunciando
esto en términos de la teoría de la transformación, el enunciado es con­
siderado como un campo de diversas dimensiones de las cuales tene­
mos que ocuparnos. Podemos elegir los elementos de la columna 2
como los más importantes e ignorar todas las demás categorías pre­
sentes. La interpretación que se base en la dimensión aislada de este
modo se denotará Tap. El enunciado total, que corresponde a la primera
bandeja de canicas del modelo 1, será O. La decisión de elegir los ele­
mentos de la columna 2 como más importantes que los otros, se co­
rresponde con la regla que determina la forma en que se han de colocar
las canicas en la segunda bandeja y, de acuerdo a ello, se denota me­
diante Taa. La interpretación es el enunciado transformado, y corres­
ponde a las canicas en la bandeja 2.
Al principio esta regla parece arbitraria, comparada con la regla en
el modelo 1, ya que puede argumentarse que Taa, en el modelo 2,
consiste simplemente en la decisión de ignorar un conjunto de hechos
en favor de otro. Sin embargo, la regla del modelo 1 no es menos arbi­
traria aunque, al apelar a los contenidos de la bandeja 1 como decisi­
vos en la determinación de los contenidos de la bandeja 2, se le confie­
re cierta apariencia de legalidad.
La diferencia entre los dos modelos consiste en el hecho de que
en el modelo 2 la regla hace explícito lo arbitrario del cambio. El he-

<1) En Elementos de Psicoanálisis.


W. R. Bion 167

eho de que haya tantas canicas verdes en la bandeja 1 se usa para


decidir el número de canicas de 2 Vz cm de diámetro que ha de haber
•n ta segunda. No se da mayor explicación para esto que la que se da
para ignorar todas las dimensiones, excepto la columna 2, en el se­
gundo modelo.
En el modelo 2, la interpretación (Tap) debería estaren relación con
Un vínculo K; el analista se interesa por comprender las asociaciones y
comunicar dicha comprensión al paciente. El paciente, de acuerdo a
nuestro postulado, es la fuente de un vínculo L, H o -K. Pero, dado que
viene voluntariamente, debe suponerse que sus asociaciones también
tienen la intención de formar parte del vínculo K.
La conclusión debe ser que debemos hacer suposiciones acerca
suposiciones acerca de... adinfinitum. No hay conclusión posible acerca
de la naturaleza arbitraría de la regla. Sin embargo, la regla puede con­
siderarse como un caso especial de la pre-concepción. Es una formu­
lación que representa una pre-concepción y es usada de acuerdo a la
columna 4. La categoría provisional para la regla es D4. Si suponemos
que la regla está destinada a ríaceralgo le estamos atribuyendo la cua­
lidad de un acto, y la categoría sería, más correctamente, D6.
Taa es un proceso privado limitado a la mente del analista, La
categorización de Taa pertenece al campo de la contratransferencia y
al propio análisis del analista. La cuestión es importante al considerar
la naturaleza de la relación entre las interpretaciones y lo que es inter­
pretado. El supuesto que subyace a la lealtad al vínculo K consiste en
que las personalidades del analista y del analizado puedan sobrevivirá
la pérdida de la capa protectora hecha de mentiras, subterfugios, hui­
das y alucinaciones, y que puedan ser incluso fortalecidas y enriqueci­
das por dicha pérdida. Se trata de un supuesto fuertemente discutido
por el psicótico y, a fortiorí, por el grupo, el cual se apoya en mecanis­
mos psicóticos para mantener su coherencia y sensación de bienes­
tar. La discusión de este supuesto estará en la periferia del tema de las
transformaciones, que es al que me referiré a continuación.
Tomando mi enunciado hipotético, con las categorías representando
dimensiones, como objeto del juego psicoanalítico, quisiera considerar
las implicaciones que conlleva el ignorar todos los demás aspectos (di­
mensiones) del enunciado excepto los que pertenecen a la categoría A6.
Supondré que no es obligatorio hacer esto, y que pueden obtenerse
muchas interpretaciones correctas a partir de un simple examen de las
168 Transformación$$

demás categorías que he propuesto dejar de lado. Deseo que se supon»


ga que si un lego pudiera escuchar a un paciente no se sentiría del túdO
incapaz de comprender, aunque podría darse cuenta fácilmente de qi||
hay algo que él no comprende y le intrigaría saber por qué. También
deseo que se dé por supuesto que la única razón para cuestionar Ifl
validea del análisis basado en las teorías psicoanalíticas clásicas sorll
la observación de respuestas bizarras a interpretaciones manifiestamon’
te correctas. Por bizarra quiero decir que la respuesta del paciente no
satura las pre-concepciones del analista, sino que ella misma requiero
ser saturada. En estas condiciones, postuladas para facilitar la prepare*
ción psicológica para las teorías que siguen, el juego psicoanalítico puo*
de desarrollar la intuición del analista (del mismo modo que los ejerol*
cios que lleva a cabo el músico, aunque no se trate más que de escala!
y otros ejercicios manuales, facilitan su capacidad para realizar la crea*
ción musical) como preparación para el trabajo que de ella se exige du-
rante el análisis.
Mi propósito es ilustrar una forma particular de transformación y
abordarla considerando los elementos del enunciado y sus dimensio-
nes, especialmente la dimensión que he ligado mediante el término
elemento-|3, tal como es utilizada en un dominio mental donde los pen­
samientos no se diferencian de las cosas y se siente que la mente
opera como si fuera un músculo.
Como estoy suponiendo que la categoría de la tabla es A6, no con­
sideraré que la importancia de lo que se dice resida, predominante­
mente, en los significados de las palabras y frases, como sería el caso
si la comunicación llevada a cabo por el paciente se considerara parte
de una transformación en movimiento rígido. Yo la escucho teniendo
en cuenta que es importante que el paciente, cuando habla, expele aire
de los pulmones. Su fallo en diferenciar los pensamientos respecto de
las cosas facilita que tenga la sensación de que el significado real de
las palabras, tal como se entendería en una transformación en movi­
miento rígido, es expelido del mismo modo que el aire es expelido de
los pulmones. En concordancia con esto, el paciente parece sentir que
su mente es un órgano expulsor, del tipo de un pulmón en el acto de
expirar el aire. Si yo considerara su comunicación como parte de una
transformación en movimiento rígido, le oiría decir algo así: “¿Qué le ha
pasado a mi llave? No pueden ser las seis, a menos qu$ el lechero
haya venido más temprano. Sus recorridos son impecables por ñor-
k R. Bion 169

la, aunque mi amiga me dijo que el recorrido de ella era completa-


lente diferente. Usted cree que es maravilloso, pero no es más que
Sfl ladrón".
( Dado que estoy suponiendo que su comunicación es parte de
.tina transformación proyectiva compuesta por elementos A6, con­
tadero que está siendo evacuada alguna “cosa”. La "cosa" puede
je r la propia escena en el consultorio. En ese caso, el paciente
•ataría usando los ojos, y el equivalente mental de su capacidad
j)ara la visión, como una musculatura para evacuar. Para él sería
lina evacuación visual.
La "cosa" puede ser algo insinuado por sus palabras -si puedo su­
poner que es correcto permitirme obtener una impresión basada en lo
que yo pienso que significarían sus palabras si el paciente estuviera
hablando en lenguaje comente-. Tal impresión está basada en larga
experiencia con las comunicaciones del paciente y en la consideración
de las mismas en tanto formulaciones de la hilera A de un tipo altamen­
te idiosincrático. Lo que mis suposiciones implican es que la comuni­
cación del paciente es una mezcolanza en la cual un significado, cap­
tado mediante formas de comprensión corrientes, ha sido tratado por
él como si fuera una cosa, y ha sido evacuado fonética y mentalmente
a la manera de un aparato cuyas características fueran las que, gene­
ralmente, asociamos con los músculos.
No puedo entrar en una descripción detallada de cómo y por qué
llegué a las cualidades que estoy a punto de atribuir al objeto evacua­
do. Los significados de la categoría F pueden ser expresados aproxi­
madamente del siguiente modo: "La llave, aquello que da potencia y es
capacidad o potencia en sí misma, ha desaparecido. La llegada del
lechero podría decirme la hora, las seis en punto. La hora, las seis en
punto, podría decirme que viene el lechero. La exclamación-eyacula-
ción del lechero (su llegada) podría decirme la hora y darme de comer.
Pero no ocurre nada de todo esto. Se ha perdido la llave; todo ha sido
despojado de su significado. Yo lo sé porque me auto-abastezco por­
que puedo alucinar una comida, la hora, la exclamación-eyaculación y
cualquier otra cosa que pueda necesitar. Entonces, puedo obtener de
estos objetos evacuados (alucinaciones en opinión del analista) todo el
sustento mental y físico que necesite. Sin embargo, no puedo disponer
de dicho sustento. Por tanto es obvio que lo que usted, el analista,
llama psicoanálisis no es mas que su método para robar el sustento
170 Transformacioiiti

de mis alucinaciones dejándome sin la llave, mientras usted siente cuáfl


superior es su psicoanálisis y cuán inteligente es usted. Pero el pii«
coanálisis no es superior a mis alucinaciones. Usted solamente hiiof
que lo parezca robándo lo bueno de mis alucinaciones, de manera qui
parecen malas heces mentales mientras que el psicoanálisis se con*
vierte en bueno”.
El relato de estos acontecimientos no será plausible para quien no
haya tenido experiencia como analista. No intentaré que la descripción
sea convincente, sino que pasaré a considerar las implicaciones d«
esta y otras experiencias inefables similares.
Aunque he dicho que proponía jugar a mi juego psicoanalítico bajo el
supuesto de que todos los elementos eran A6, mi introducción de le
asociación mixta en la que los elementos de la hilera F eran tratadoi
como si pertenecieran a la hilera A demuestra, como podría esperarse
razonablemente, que en la práctica del psicoanálisis no hay nada que
pueda adecuarse a categorizaciones absolutamente claras y rígidas.
No obstante, las categorías de la tabla hacen posible para la atención
encontrar sutiles diferencias de significado que, sin ellas, sería difícil o
imposible encontrar -como en este caso, en que elementos relativa*
mente complejos han sido tratados de un modo bastante más propio
de lo primitivo e inmaduro-,
Al tratar los elementos del enunciado como A6, puede observarse
que se activan algunos otros factores en torno a dichos elementos A6,
por lo que pueden ser detectados en análisis.
1) La alucinación es entendida como un método para lograr la inde­
pendencia, el cual es considerado por parte del paciente como
superior al psicoanálisis.
2) El fracaso de su funcionamiento, en tanto se lo entienda como un
fracaso, es atribuido a la rivalidad, envidia y propensión al robo
por parte del analista.
3) Rivalidad, envidia, voracidad y robo, junto con su sensación de no
tener ninguna culpa, merecen considerarse como invariantes den­
tro de la alucinosis.
4) Es necesario ampliar el concepto de alucinosis para ubicar como
equivalentes configuraciones que, hasta el momento, no han sido
reconocidas como tales.
5) Debe entenderse que la transformación, en movimi.ento rígido o
proyectiva, tiene a la alucinosis como uno de sus medios.
f, R. Bion 171

6) Las reglas de transformación en la alucinosis deben establecer­


se a través de la observación clínica. No tengo dudas de que
existen y pueden ser delineadas mediante la observación de cómo
operan la envidia, la voracidad, la rivalidad y la superioridad “mo­
rar y científica en la alucinosis. Ofrezco las siguientes sugeren­
cias, provisionalmente, como ejemplo de tales reglas.
A. Si un objeto es “lo máximo”, dicta la “acción", porque es
superior en todos los sentidos a todos los demás obje­
tos, y es autosuficiente e independiente de ellos.
B. Los objetos que pueden ocupar tal posición incluyen a)
padre; b) madre; c) analista; d) propósito, objeto o ambi­
ción; e) interpretación; f) ideas, tanto morales como cien­
tíficas.
C. La única relación entre dos objetos es la de superior a
inferior.
D. Recibir es mejor que dar.
De modo similar es posible formular una matemática de la alucinosis.
pfrezco las siguientes sugerencias para dar, primero, una concreción
ael trasfondo emocional y, después, el enunciado aritmético. En la trans­
formación en movimiento rígido sería;
a1 El lactante se siente satisfecho por el pecho; el pecho desapa­
rece y con él la satisfacción.
a2 1 pecho + 0 pecho = 0 pecho.
a3 1 + 0 = 0.
i Supongamos ahora que la personalidad no puede tolerar la frustra­
ción. Esto está asociado con “aquel estado de ánimo en el que puede
suponerse que las ideas cobran fuerza de sensaciones debido a la
confusión del pensamiento con los objetos del pensamiento, y debido
al exceso de pasión que anima las creaciones de la imaginación"(2)
(uso la formulación de Shelley sobre su intuición poética para propor­
cionar una realización que sirva de trasfondo al enunciado “alucinosis”).
El recuerdo de la satisfacción es utilizado para negar la ausencia de
satisfacción. La negación del tiempo es utilizada para negar que el pe­
cho es el lugar donde estaba el pecho, y sostener que es donde el
pecho está ahora. La transformación matemática, en la alucinosis,
puede enunciarse así (b2 ocupando el lugar de a2, etc.);
Mj
Shelley, P.B., Helias. La nota sexta del poema.
172 TransformaalaiM

b2 1 pecho + 0 pecho = 1 pecho


¿3 1 + 0 = 1.
Pueden existir buenas razones para suponer que 1 + 0 = 1, puf
ejemplo, cuando hay una realización que se le puede aproximar, y l|
formulación 1 + 0 = 1 puede ayudar a establecer un vínculo K con til
realización. Pero 63 tiene la finalidad de demostrar la relación entre 0 y
1 en un dominio en el cual es posible quitarle la “cerosidad" al cero y, di
este modo, obtener 1. Por lo tanto, en el dominio de la alucinosis, 0 • 0
= 1. Es natural preguntarse cuál sería el resultado de sumarle cero il
cero. El resultado es 0 + 0 = 0°, es decir, si a la cerosidad se le sumí
cerosidad la cerosidad se multiplica por sí misma. El estado emodo*
nal que puede proporcionar una realización de trasfondo que se aproxl*
me a esto, es el estado de completa libertad respecto de cualqultr
restricción impuesta por el contacto con realizaciones de cualquier tipo.
La capacidad del 0 para incrementarse de este modo por partenogé*
nesis corresponde a las características de la voracidad, la cual tanv
bién es capaz de crecer y florecer excesivamente sustentándose con
ilimitados suministros de nada.
Estas manipulaciones matemáticas cumplen un propósito en «I
dominio de la alucinosis análogo al que cumplen las matemáticas en
las investigaciones D4 y D5, en las cuales tiene existencia la frustra*
ción. En la alucinosis el cero despojado de su cerosidad es hostil, en-
vidioso y voraz, y ni siquiera existe, ya que se lo ha despojado de su
existencia.
Las realizaciones que forman el trasfondo de la alucinosis difie*
ren de aquellas que forman el trasfondo en el dominio donde se
acepta la frustración. (Para ahorrar tiempo denotaré a este último
mediante f, y al anterior mediante h). En f, 1pecho + 0 pecho + 1
pecho + 0 pecho + 1 pecho + 0 pecho + 1 pecho + 0 pecho = - 4
pechos. O también: 1 + 0 + 1 + 0 + 1 + 0 + 1 + 0 = - 4. En b, 1 pecho
+ 0 pecho = “un pecho despojado de existencia” y “un lugar donde
estaba el pecho, también despojado de existencia” = un rabioso in­
fierno de voraz no-existencia.
Si comparamos 1 en matemáticas f con 1 en matemáticas h, se
verá que en fes una dimensión del enunciado, incluso si el enunciado,
del cual es una dimensión, no es conocido y pueda ser una realización
cuya existencia se revele solo por Ja existencia de dicha única dimen­
sión. En h, 1 es un elemento de la columna 2, y se le atribuye la finaii-
W,R. Bion 173

H*d de significar que un objeto está desprovisto de dimensiones por-


C|*Uetiene dimensiones incapaces de transformación. Para que el enun­
ciado sea incapaz de transformación debe ser despojado de dimen­
siones, las reglas deben convertirse en incapaces de regulación (di-
Bho de otro modo, despojadas de cualquier dimensión que cualifique a
jps reglas para ser consideradas como tales) y los vértices deben ser
destruidos. Para la práctica analítica esto significa que será atacado
todo esfuerzo que el analista lleve a cabo para establecer dimensio­
nes, reglas, vértices, o para establecer que existen tales dimensiones,
reglas y vértices. Entre los procedimientos de ataque se encontrará la
Identificación proyectiva ubicada en un vértice para convertirlo en ino­
perante; de ese modo, una parte de la personalidad del paciente ocu­
pará “el lugar del” analista, negándole ese vértice al analista. Esto me
lleva a reconsiderar algunos aspectos de esa forma particular de trans­
formación conocida por los analistas como interpretación.
A lo largo de casi toda su historia se ha entendido que la interpreta­
ción psicoanalítica tenía por función el hacer consciente lo que es in­
consciente. La relativamente simple división de elementos en cons­
cientes e inconscientes ha demostrado ser muy provechosa, pero con­
siderar que una interpretación tenga éxito o fracase en hacer cons­
ciente lo inconsciente ya no proporciona un criterio satisfactorio. Con
la tabla es posible categorizar un enunciado, su interpretación y el enun­
ciado resultante de ios dos. La relación entre las categorías a las cua­
les se asignan los enunciados, ¿puede proporcionar un enfoque más
esclarecedor que la relación entre consciente e inconsciente?.
En los tres modelos de transformación que he esbozado en este
capítulo (A1, B1 y B2) pueden diferenciarse O, Taa y Tpa.Tap y Tp|3. En
el primero, el medio viene dado por las canicas y las bandejas; en el
segundo, por la relación entre analista y analizado (en tanto sujeta a la
manipulación del paciente para que encaje en el marco de la
alucinosis);y, en el tercero, por la relación entre analista y analizado en
tanto sujeta a representación, de modo que dicha representación pue­
da ser manejada como parte de un vínculo K.
La diferencia entre B1 y B2 hace posible que los enunciados del
analizado y del analista pertenezcan a categorías diferentes, porque el
medio para la transformación del analizado se encuentra en la esfera
de la acción, mientras que el del analista reside en la esfera del pensa­
miento y sus representaciones verbales.
174 TransformacloiM

El paciente cuyas transformaciones se efectúan en el medio do la


alucinosis casi puede tener por lema “las acciones superan a las pala*
bras”, con su sello de rivalidad como rasgo esencial de la relación.
Parecería que al analista se le ofrece la elección entre abandonar >u
técnica, lo cual sería rendirse a la superior sabiduría y técnica del ana*
tizado, o perseverar en el análisis y, de este modo, demostrar median*
te su acción que él considera que su técnica es superior. En ambos
casos la decisión encajará con un acting out de rivalidad.
El enunciado “acting out de rivalidad” de la última frase servirá como
ejemplo del efecto distorsionadorque produce el enfoque de una con*
figuración a através de una de sus partes. La rivalidad es un elemento
importante, pero su significación depende de la particular conjunción o
configuración constante de la que forma parte. “Rivalidad" significa una
conjunción constante, pero esa conjunción constante no es la perti­
nente en este constexto. Es común encontrar algún rasgo, como el de
la crueldad del Superyó, y suponer que se ha descubierto la clave do
una situación desconcertante sólo para descubrir, luego, que el mismo
rasgo está presente en otras situaciones que no tienen mucha seme*
janza con la situación para la cual se esperaba haber descubierto la
clave. En mi experiencia, esta dificultad surge porque se ha detectado
la claveen los elementos del segundo, tercero siguientes ciclos de las
transformaciones psicoanalíticas (es decir, del analista), cuando debe­
ría haber sido buscada en la naturaleza de las transformaciones efec­
tuadas por el analizado. Lo que interesa en el presente contexto no es
tanto la rivalidad como la rivalidad propia del campo de las transforma­
ciones en alucinosis. En consecuencia, de nuevo dedicaré la atención
a ampliar lo que quiero decir con este término, sin preocuparme en
exceso de que la descripción sea rigurosa. El cuadro general que pre­
senta el paciente es el de una persona ansiosa por demostrar su inde­
pendencia respecto de todo lo que no sea sus propias creaciones.
Dichas creaciones son el resultado de su supuesta capacidad para
usar sus sentidos como órganos de evacuación, los cuales pueden
rodearle de un universo que haya sido generado por él mismo; la fun­
ción de los sentidos y su contraparte mental es crear el mundo perfec­
to del paciente. Toda evidencia de imperfección es, ipso facto, eviden­
cia de la intervención de fuerzas envidiosas hostiles. Gracias a la ca­
pacidad del paciente para satisfacer todas sus necesidades, con sus
propias creaciones, es completamente independiente de todos y de
1N. R. Bion 175

tódo lo que no sea sus productos y, por tanto, está más allá de la riva­
lidad, la envidia, la voracidad, la mezquindad, el amor o el odio; pero la
ividencia de sus sentidos contradice sus pre-determinaciones: no está
latisfecho.
Ahora, podemos reconsiderar el término “alucinación". Debe dife­
renciarse respecto de ilusión y delirio, porque dichos términos se ne­
cesitan para representar otros fenómenos, concretamente, aquellos
jn relación con pre-concepciones que se convierten en concepciones
Dorque se aparean con realizaciones que no se aproximan lo suficien­
te a las pre-concepciones para saturar la pre-concepción, pero si para
jar lugar a una concepción o falsa concepción. La preconcepción ne­
cesita ser saturada por una realización que no sea una evacuación de
os sentidos, sino que tenga existencia independientemente de la per­
sonalidad. La alucinación surge de una pre-determinación y requiere la
satisfacción de a) una evacuación de la personalidad, y b) una convic­
ción de que el elemento es su propia evacuación. La confusión tiene
lugar si no se le otorga debida importancia al hecho de que la conjun­
ción total, ligada por el término alucinación, está en relación con dos
puntos de vista diferentes o, como prefiero llamarlo, con dos vértices
diferentes, uno representado por el paciente y otro por el analista.
Para comprender la naturaleza de la diferencia entre los dos vérti­
ces, será necesario revisar los fenómenos que clasifico como D1, D2,
D3. El trasfondo psicoanalítico intuitivo es lo que he “ligado" mediante
términos tales como pre-concepción, definición, notación, atención...Mi
propósito, al utilizar las categorías de la tabla, es escapar de las trabas
impuestas por la penumbra de asociaciones que poseen dichos térmi­
nos. En el curso de esta disgresión diré algo más del término pre­
determinación, que he introducido para representar el fenómeno de la
alucinosis. Tomaré libremente cualquier material que pueda simplificar
la tarea, empezando por la teoría platónica de las Formas. Tal como yo
entiendo el término diversos fenómenos, como la apariencia de un ob­
jeto bello, son significativos no porque sean bellos o buenos, sino por­
que sirven para “recordar" la belleza o la bondad que conoció una vez
quien lo contempla, pero que ya no conoce. Dicho objeto, cuyo fenó­
meno hace recordar, es una Forma. Reivindico a Platón como defen­
sor de la pre-concepción, el objeto interno kleiniano, la anticipación in­
nata. Melanie Klein, en una conversación conmigo, objetó la idea de
que el lactante tuviera una pre-concepción innata del pecho, pero aun-
176 Transformaciónm

quesea difícil presentar evidencias de la existencia de una realización


que se aproxime a esta teoría, la teoría me parece útil en sí misma en
apoyo del vértice que quiero establecer. Los fenómenos, usando el tór-
mino en sentido kantiano, son transformados en representaciones, Tp,
Entonces, puede considerarse Tp como una representación de la ex*
periencia O del individuo, pero la significación de O deriva de la Forma
platónica que le es inherente.
El objeto representado por el término Forma platónica también pue-
de representarse en términos místicos tales como “Uno es uno, abso­
lutamente solo, y siempre será así”, o como los del canto XXXIII del
Paradiso (traducción de Barbara Reynolds):

“Eterna! Light, ta h tin Thyself alone


Dwelling, alone dost know Thyself, and smile
On Thy self-love, so knowing and so k n o w n !"

El énfasis cambia de lugar en el platonismo cristiano, de modo que


se altera el valor relativo entre los elementos de la configuración; esto
puede verse con la mayor claridad en la doctrina de la Encamación. La
representación significativa para la presente discusión ha sido formu­
lada por el Maestro Eckhart y el Beato John Ruysbroeck, que diferen­
ciaba Divinidad y Dios. Así, dice en el Opúsculo XI: “Dios, en la Divini­
dad, es sustancia espiritual tan elemental que no podemos decir nada
acerca de ella”.
Es evidente que en este punto de vista se considera a Dios como
Persona independiente respecto de la mente humana. Entonces, el
fenómeno del Bien o de la Belleza no sería aquello que le “recuerda” a
la personalidad una Forma (pre-concepción), sino que se trata de la
encarnación de una parte de una Persona independiente de dicha per­
sonalidad, completamente extema a ella, para la cual los fenómenos
son “dados". El fenómeno no “recuerda" la Forma al individuo, sino que
posibilita a la persona alcanzar la unión con una encamación de la
Divinidad, o la cosa-en-sí (o Persona-en-Sí).
Por comodidad me referiré a estas dos configuraciones como “For­
mas” y “Encamación”. Ambas sugieren que existe una realidad última
con la que es posible tener contacto directo aunque, en ambas, parece
que dicho contacto solamente es posible después de someterse a una
estricta disciplina de relación con los fenómenos, con una configura­
W. R. Bion 177

ción en un caso, y con una encarnación de la Divinidad en el otro. Nin­


guna de las dos contempla la posibilidad de establecer contacto direc­
to con la realidad del mal absoluto, aunque es posible que algo de la
cualidad “repelente" atribuida a San Juan de la Cruz pueda ser un tribu­
to inconsciente por identificar el mal real absoluto con el bien real asoluto.
El objeto de esta digresión, como el de las consideraciones prece­
dentes en este capítulo y anteriores, es llegar a un postulado. El postu­
lado es lo que ya he designado como O. Para cualificar a O, de modo
que pueda incluirse entre las categorías de la columna I al definir sus
cualidades definitorias, enumero las siguientes negativas: Su existen­
cia en calidad de habitante no tiene importancia, tanto si se supone que
habita en una persona individual, o en Dios o en el Diablo; no es el bien
ni el mal; no puede ser conocido, amado ni odiado. Puede ser repre­
sentado por términos tales como realidad última o verdad. Lo máximo
y lo mínimo que una persona individual puede hacer es serlo. Estar
identificado con ello es una medida de la distancia que tiene respecto
de ello. La belleza de una rosa es un fenómeno que denuncia la fealdad
de O, del mismo modo que la fealdad denuncia o revela la existencia
de O. L, H y K son vínculos y, en virtud de este hecho, son sustitutos de
la relación última con O, que no es una relación, ni una identificación, ni
una expiación ni una reunión. Las cualidades atribuidas a O, los víncu­
los con O, son transformaciones de O y ser O. La rosa es en sí misma
todo aquello que se pueda decir que es. La persona humana es en sí
misma, y al decir “es" me refiero a un acto positivo de ser, para el cual
L, H y K solamente son sustitutos, aproximaciones.
Toda formulación, incluyendo esta, es una representación, y todas
las representaciones son transformaciones, a menudo de otras trans­
formaciones. Todo enunciado analítico puede ser representado me­
diante el signo Tap (ciclo n) o Tpp (ciclo n).
O, que reprenta la realidad última incognoscible, puede ser repre­
sentado por cualquier formulación de una transformación, tal como la
de “realidad última incognoscible” que acabo de formular. En conse­
cuencia, puede parecer innecesario multiplicar las representaciones
del mismo; lo cual es cierto desde el vértice psicoanalítico. Pero quiero
dejar claro que al decir que O es incognoscible no es porque considere
que la capacidad humana no esté a la altura de la tarea, sino porque
considero que K, L o H son inadecuados para O. Son adecuados para
las transformaciones de O, pero no para O. Recapitulemos:
178 Transformaciones

Las transformaciones pueden ser científicas, estéticas, religiosas,


místicas, psicoanalíticas...Se las puede denominar como psicóticas y,
también, como neuróticas, pero si bien todas esas clasificaciones tie­
nen valor, no me parece que dicho valor sea psicoanalíticamente ade­
cuado. Decidí escribir, aunque sea brevemente, sobre la transforma­
ción en alucinosis porque la descripción puede ser útil para explicar
por qué considero que los métodos existentes de observación, nota­
ción, atención y curiosidad son inadecuados, porqué una teoría de las
transformaciones puede ayudar a hacer que dichos métodos sean más
adecuados, y por qué la propia teoría de las transformaciones debe
quedar libre de las asociaciones ya existentes para poder cumplimen­
tar su tarea psicoanalítica. La sugerencia de que las transformaciones
proyectivas se diferencian de las transformaciones en movimiento rígi­
do no es más que un paso para indicar más posibilidades. No pode­
mos seguir desarrollando el tema sin considerar antes la relación entre
las categorías de las transformaciones del paciente y las categorías de
las transformaciones del analista. Respecto de estas últimas dije que
deben ser transformaciones en K, y esto me lleva a considerar cierta
peculiaridad de las transformaciones en K.
Hay acuerdo general en aceptar que todo intento de investigación
científica conlleva una distorsión que consiste en la exageración de
ciertos elementos en orden a resaltar su importancia. Esta caracterís­
tica está presente en L y H tanto como en K. Para ligar su equivalente
fenomenológico en la práctica psicoanalítica con la penumbra de aso­
ciaciones que considero significativas, llamaré hipérbole a dicha ca­
racterística. Pretendo que el término dé una impresión de exageración
o de reto y que, al retener su significación original, exprese que algo es
arrojado a distancia. La aparición de cualquier forma de hipérbole debe
considerarse como significativa de una transformación en la cual es­
tán operando la rivalidad, la envidia y la evacuación. Hay una profunda
diferencia entre “ser” O y estar en rivalidad con O. Esto último se ca­
racteriza por la envidia, odio, amor, megalomanía y el estado conocido
por los analistas como acting out, que debe ser claramente diferencia­
do de la “acción”, el cual es característico de “ser” O.
Si la exageración es útil en el esclarecimiento de un problema, tam­
bién es importante para atraer la atención que se necesita para escla­
recerlo. Ahora bien, el “esclarecimiento" de una emoción en estado
primitivo depende de que sea contenida por un continente que la
W. R. Bion 179

(3)
desintoxique , y para atraer la ayuda de dicho continente la emoción
tiene que ser exagerada. El “continente” puede ser un “pecho bueno”,
interno o extemo, el cual es capaz de desintoxicar la emoción; o puede
que no sea capaz de tolerar la emoción y la emoción a contener puede
que no tolere la negligencia. El resultado es hipérbole. Es decir, la emo­
ción que no puede tolerar el descuido crece en intensidad, es exagera­
da para asegurarse la atención, y el continente reacciona con una eva­
cuación más y más violenta. Al usar el término “hipérbole” mi intención
es ligar la conjunción constante de la fuerza creciente de emoción con
la creciente fuerza de evacuación. Para la hipérbole no importa lo que
sea la emoción, aunque dependerá de la emoción el que la expresión
hiperbólica sea idealizante o denigrante.
Cuando el problema que se presenta en el análisis es el de las alu­
cinaciones del paciente, se llega a un punto crucial. Al problema que el
paciente está intentando solucionar mediante la transformación en
alucinosis, se añade el problema secundario que presenta dicho méto­
do de solución. Este problema secundario aparece en el análisis como
un conflicto entre el método que emplea el analista y el método que
emplea el paciente. Dicho conflicto puede describirse como un des­
acuerdo sobre las respectivas virtudes de la transformación en
alucinosis y la transformación en psicoanálisis. El desacuerdo está
coloreado por el sentimiento del paciente de que se trata de un des­
acuerdo entre rivales concretado en dos métodos rivales. A menos
que se aclare este punto, no podrá llevarse a cabo ningún progreso.
Aclarado esto, el desacuerdo continúa, pero se convierte en ¡ntra-psí-
quico; los métodos rivales luchan por la supremacía dentro del pacien­
te. Las características del conflicto son más fáciles de discernir cuan­
do están extemalizadas en forma de conflicto entre analista y paciente,
y esto puede llevar a una complicidad secreta entre ambos, porque de
este modo el paciente lo encuentra más tolerable y el analista más
fácil. Como el conflicto abarca la naturaleza de las contribuciones por
parte de ambos, usaré la tabla para elucidar sus diferencias.
Como dije, las contribuciones del paciente pertenecen a la catego­
ría A6. Las “reglas” según las cuales maneja sus elementos son: 1) no
necesita ningún analista porque él mismo provee el material para su
propia cura y sabe como conseguirla a partir de dicho material; 2) el
(3)
Ver Bion, W.R., Elementos de Psicoanálisis.
180 Transformacionon

material es evacuado por la contraparte mental (como creería el analista)


de su equipo sensorial; 3) la experiencia dolorosa no es la curación,
tampoco el placer, pero ambos son métodos para marcar tantos en
una relación de rivalidad; 4) la relación entre los competidores está
diseñada para demostrar la superioridad del paciente y la alucinosis
sobre el analista y el psicoanálisis; 5) “Curación’’ es igual a “ganar”.
Al seguir lo indicado por estas “reglas” aparecen ciertas irregulari­
dades: todo beneficio que se logre como resultado de la cura analítica
está viciado al implicar y ser indistinguible de un “defecto” del analiza­
do. Toda victoria del analizado está viciada al perpetuar el doloroso
status quo. El elemento doloroso se debe al entrometimiento del analista,
“es culpa del analista". Para el analizado dicha culpa es atribuible al
analista porque 1) todas sus interpretaciones son elementos A6 eva­
cuados por él recurriendo a los métodos del paciente y al uso de la
transformación en alucinosis, y 2) todas sus interpretaciones son ele­
mentos psicoanalíticos ideados para demostrar su superioridad y la
del psicoanálisis. En la misma medida es culpable de que 1) sus ac­
ciones como psicoanalista sean “acting out”, 2) sus acciones como
psicoanalista sean actos (en oposición a "acting out”) y expresen su
capacidad para la compasión. No obstante, la capacidad de compa­
sión es fuente de admiración y, por lo tanto, de envidia en el analizado
que se siente incapaz de compasión madura.
De todo esto se desprende que, para el analista, resulta difícil com­
portarse de tal modo que su relación con el analizado sea beneficiosa
para este. Para el paciente, de lo que se trata es de establecer la supe­
rioridad de la rivalidad, la envidia y el odio sobre la compasión, colabora­
ción y generosidad. El punto crucial al que me referí antes se encuentra
en el carácter de la cooperación entre dos personas, no en el problema
para el cual se requiere dicha cooperación. La naturaleza de la coopera­
ción puede estar determinada por los trastornos de personalidad del
paciente, pero puede suponerse que tal situación es accesible al psi­
coanálisis, y difiere de aquella debida a la disposición innata del pacien­
te. Si el análisis ha sido exitoso en restaurar la personalidad del paciente,
este se aproximará a ser la persona que era cuando su desarrollo quedó
comprometido. Su estado de perturbación puede ser el resultado de una
solución inadecuada a su problema, pero cuando dicha situación ha sido
psicoanalíticamente reconstruida surge la necesidad de resolverlo más
adecuadamente. Si la rivalidad, la envidia y el odio son secundarios, la
W. R. Bion 181

posibilidad de una solución adecuada parecería ser mayor que si la car­


ga de rivalidad, envidia y odio del paciente es intínseca,innata, y constitu­
ye la sustancia básica de su personalidad.
Cuanto más relacionado está el problema con el carácter innato del
paciente, más difícil le es modificar su adhesión a la transformación en
alucinosis como ei método superior. Si esta solución suya estuviera de­
terminada por la creencia falsa de que no existe solución real, le sería
más fácil admitir su error que cuando está dictada por la necesidad inna­
ta de ser “lo mejor". Esto carecería de importancia si no fuera por la
creencia en que ciertos trastornos, especialmente la esquizofrenia, son
físicos y tienen su origen en estados físicos patológicos. La naturaleza
de los mismos sería más fácil de comprender si fueran vistos como
originándose a partir de un estado físico normal, surgiendo de la
mismísima salud y virilidad de la carga de ambición, intolerancia a la
frustración, envidia y agresión del paciente, y de su creencia de que hay,
o debiera haber, o habrá (aun cuando tuviera que crearlo él mismo) un
objeto ideal que existe para realizarse a sí mismo. La impresión que dan
estos pacientes de sufrir trastornos del carácter, deriva de la sensación
de que su bienestar y vitalidad se desarrollan a partir de las mismas
características que producen el problema. La sensación de que la pérdi­
da de las partes malas de su personalidad es inseparable de la pérdida
de aquella parte en la que reside su salud mental, contribuye a la agudi­
zación de los temores del paciente. Este intenso temor es inseparable
de todo intento de resolver el punto crucial. ¿Repetirá el paciente el error
anterior resultando confirmado en su adhesión a la transformación en
alucinosis, o adoptará la transformación en psicoanálisis?
La opinión generalmente aceptada entre los psicoanalistas es que
las interpretaciones son expresadas verbalmente, que deben ser con­
cisas y pertinentes, concretamente para hacer que el paciente sea
consciente de sus motivaciones inconscientes. La opinión ortodoxa
puede expresarse así en mis términos: el medio de transformación es
el idioma corriente. Los enunciados del analista deben pertenecerá las
categorías F1,3 ,4 . El vínculo con el analizado debe ser K, no H o L. No
debe expresarse en otros términos que no sean los que utiliza un adul­
to; teóricamente, esto excluye ciertas categorías (especialmente la
columna 2) pero, como he demostrado, es posible considerar el enun­
ciado del paciente de modos diferentes, de manera que a veces predo­
mina una dimensión y a veces otra, y el paciente es libre de hacer
182 Transformaciones

exactamente lo mismo. Es por esto que su respuesta a una interpreta­


ción puede parecer anómala. En consecuencia, aunque el analista tie­
ne la obligación de hablar con la menor ambigüedad posible, de hecho
sus propósitos se ven limitados por el analizado, el cual es libre de
recibir las interpretaciones de cualquier modo que decida. En cierto
sentido puede parecer que al analista se le paga con su misma mone­
da: él es libre de interpretar como quiera los enunciados del analizado,
y este responde de igual manera. El analista no tiene libertad salvo en
el sentido de que, cuando el paciente viene a él para análisis, está
obligado a hablar de un modo que no sería tolerable en ningún otro
marco de referencia, y aun en ese caso sólo desde un vértice particu­
lar. La respuesta del paciente también sería intolerable si no existiera la
indulgencia psicoanalítica que la permite, o si no fuera por la existencia
del vértice psicoanalítico.
Si el lector reconsidera la última página verá que hay una serie de
enunciados cuya ¡nter-relación y, portante, significado, queda más cla­
ro si utilizamos el concepto de vértice:
“La opinión generalmente aceptada entre los psicoanalistas...”,
vértice 1.
“La opinión ortodoxa...", vértice 2.
“Términos utilizados por un adulto...”, vértice 3.
“...el analista tiene la obligación...", vértice 4 (implícito, no enun­
ciado).
“...libre de recibir...modo que decida...”, vértice 5 (vértice recep­
tor).
“...en cierto sentido puede parecer...”, vértice 6.
“...el analista...está obligado...", vértice 7.
“...no sería tolerable...en cualquier otro marco de referencia...”,
vértice 8.
Todos estos vértices representan opiniones con las cuales me iden­
tifico. Tomándome a mí mismo como vértice, todos estos vértices re­
presentan “La-otra-gente-tal-como-yo-la-veo". Toda opinión con la que
me identifique es, como expliqué al hablar de O, un vértice respecto del
cual me he separado o he intentado coincidir plenamente; la dirección
del vínculo es irrelevante en este contexto. “La-otra-gente-tal-como-yo-
la-veo” son fenómenos. Puedo conocer fenómenos, puedo conocer
diversos aspectos de mi personalidad con los que estoy identificado,
puedo identificarme con aspectos de mí mismo que puedo conocer.
W. R. Bion 183

Toda identificación o conocimiento de este tipo es formulado y, al serlo,


se convierte en un enunciado que como cualquier otro, en cualquier
medio, puede ser clasificado en una categoría de la tabla. Es una trans­
formación Tx(3 (x = la personalidad en la que ha tenido lugar Txa).
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XI

Hasta aquí no he hablado de O, salvo en el sentido de que el eje


horizontal de la tabla implica la existencia de un objeto que ‘‘usa" y el eje
vertical implica la existencia de un objeto que "posee" algo para usar.
Mi teoría parece implicar que hay una brecha entre los fenómenos y
la cosa-en-sí. Todo lo que he dicho es compatible con Platón, Kant,
Berkeley, Freud y Klein, por nombrar algunos, quienes han dejado cons­
tancia de hasta qué punto pensaban que un velo de ilusión nos separa
de la realidad. Algunos creen conscientemente que tai velo es una pro­
tección contra la realidad, protección esencial para la sobrevivencia de
la humanidad; los demás creemos lo mismo inconscientemente, pero
con la misma tenacidad. Incluso aquellos que piensan que este criterio
es equivocado y que la verdad es esencial, también consideran que la
brecha no puede obviarse, ya que la naturaleza del ser humano impide
todo conocimiento más allá de los fenómenos, salvo el de las conjetu­
ras. Debe eximirse a los místicos de esta convicción en la inaccesibi­
lidad de la realidad absoluta. Su incapacidad para expresarse a través
del lenguaje corriente, del arte o de la música, se relaciona con el he­
cho de que todos estos métodos de comunicación son transformacio­
nes, y las transformaciones se ocupan de fenómenos y se tratan me­
diante el conocimiento, el amor y el odio, es decir, de los vínculos K, L
y H. La transformación es, pues, intermediaria entre O y Txp. En con­
secuencia, debemos profundizaren la consideración de la brecha exis­
tente entre O y el conocimiento de los fenómenos y las transformacio­
nes de O.
La distancia entre la realidad y la personalidad o, como prefiero lla­
marla, la inaccesibilidad de O, es un aspecto de la vida con el que
están familiarizados los analistas bajo la forma de resistencia. La re­
sistencia se manifiesta solamente cuando existe la amenaza de entrar
en contacto con lo que se cree que es real. No hay resistencia frente a
algo porque se crea que es falso. La resistencia interviene porque se
teme que la realidad del objeto se hace inminente. O representa esta
dimensión de cualquier cosa en cualquier momento; su realidad.
No es el conocimiento de la realidad lo que se plantea, ni tampoco la
dotación humana para conocer. La creencia en que la realidad sea o
pueda ser conocida es errónea, porque la realidad no es algo que se
188 Transformaciones

preste a ser conocida. Es imposible conocer la realidad por la misma


razón que hace que sea imposible cantar patatas; las patatas pueden
ser cultivadas, recogidas o comidas, pero no cantadas. La realidad
tiene que ser "sida". Debería existir un verbo transitivo específico para
ser usado con el término “realidad”.
Cuando, como analistas, nos ocupamos de la realidad de la perso­
nalidad, hay algo más enjuego que la exhortación a “conócete a tí mis­
mo, acéptate a tí mismo, sé tu mismo”, porque en el procedimiento
analítico está implícita la idea de que dicha exhortación no puede ser
puesta en práctica sin el concurso de la experiencia psicoanalítica. El
punto en cuestión es como pasar del “conocer” “fenómenos” a “ser" lo
que es “real”.
Recapitulemos: Es posible, a través de los fenómenos, recordar la
“forma”. Es posible, a través de la “encamación”, estar unido a una
parte, la parte encamada, de la Divinidad. Es posible, a través de la
hipérbole, que el individuo se ocupe de lo inividual real. ¿Es posible, a
través de la interpretación psicoanalítica, efectuar una transición des­
de el conocer los fenómenos del self real hasta el “ser” el self real?
Si acierto al proponer que los fenómenos son conocidos pero la rea­
lidad es “devenida", la interpretación tiene que hacer algo más que au­
mentar el conocimiento. Puede argumentarse que esto no es asunto del
analista y que él solo puede aumentar el conocimiento, que los pasos
siguientes necesarios para cubrir la brecha deben provenir del analiza­
do, o de una parte en particular del analizado, concretamente su “divini­
dad”, la cual debe consentir encamarse en la persona del analizado.
Aquí parece haber un problema de "dirección”: no es lo mismo, para
la “divinidad”, consentir encarnarse en la persona del analizado que,
para el analizado, consentir en “devenir" dios o la “divinidad”, de la cual
dios es la contraparte fenomenológica. En cualquier caso, esto último
parecería estar más cerca de la locura que de la salud mental.
Psicoanalíticamente, el problema es más fácil de comprender si O
representa la realidad última, lo bueno y lo malo. Entonces, parecería
más fácil asociar el devenir O con la curación que con devenir el bien o
el mal supremos mediante el splitting. Además, la salud puede aso­
ciarse más fácilmente con el ser pasivo, vis-á-vis con el bien y el mal
últimos, que con el ser activo.
La diferencia que hay entre “conocer fenómenos”y “ser realidad” se
parece a la que hay entre “saber acerca de psicoanálisis" y
W. R. Bion 189

“psicoanalizarse". La transición desde el “conocer fenómenos" hasta


el “ser realidad" parecería implicar, con seguridad, la experiencia de
modificar la adhesión a los enunciados de la columna 2. Parecería im­
plicar el dejar de llevar a cabo enunciados que se sabe son falsos y
constituyen una barrera contra enunciados que se cree que son verda­
deros. Si es así, profundizar en el estudio de las categorías de la co­
lumna 2 ofrece un enfoque prometedor. En términos de la teoria de la
resistencia, ei objetivo de la misma es mantener la inconsciencia de
pensamientos, sentimientos y “hechos", presumiblemente porque se
siente que, dadas las circunstancias, es el mejor método para manejar
el problema que presenten dichos pensamientos, sentimientos y “he­
chos". Sin embargo, la resistencia no puede ser evocada a menos que
esté en acción el sentimiento opuesto de que la consciencia sea el
mejor abordaje de los mismos. Un ejemplo ampliamente abarcativo de
tal conflicto es el que presenta la personalidad de quien se siente inca­
paz de mejorar determinados defectos, cuya existencia sospecha, y
recurre a no darse cuenta de lo que se siente incapaz de cambiar. Hay
ocasiones en la vida de cada uno en que es prudente “cerrar los ojos”,
no patológico. Devienen patológicas cuando la “curación" que se con­
sigue con dichos medios se siente que es más dolorosa que el males­
tar original. No siempre se trata de que la “curación” sea más dolorosa:
si la exclusión de elementos indeseados se efectúa con la intención de
preservar los pensamientos pertinentes para determinado problema y
librarlos de cualquier distracción, entonces se siente insatisfacción
porque el resultado de la exclusión perjudica la plena utilidad de la línea
de pensamiento. En análisis, el problema no se relaciona necesaria­
mente con ningún caso particular de intervención de la columna 2, sino
con el hábito mental de recurrir a los mecanismos de la columna 2 con
tal frecuencia que el estado de “ser” O se posterga indefinidamente.
El primer requisito consiste en detectar la dimensión de la columna
2 en los enunciados que se están llevando a cabo. Puede que no sea
una dimensión significativa y, en ese caso, el analista debe decidir a su
criterio qué enunciado o enunciados va a tratar de esa manera. Al trans­
formar el enunciado del paciente el analista deja de lado las demás
dimensiones del mismo modo que, en el modelo inicial de este tema,
la regla para formar la segunda bandeja de canicas ignoraba todas las
dimensiones salvo el cristal de color verde de las canicas de la primera
bandeja; todas las dimensiones excepto una muy importante: el núme­
190 Transformaciones

ro de canicas de cristal verde. Me referiré ahora a dicha importante


excepción.
Los matemáticos son conscientes de que el progreso en el campo
de la aritmética viene dificultado, probablemente, por la existencia de
algún problema sin resolver en referencia a la propia naturaleza de la
disciplina. Desde el psicoanálisis puede abordarse ese problema del
modo que he expuesto en este libro. “Números" tales como “muchos",
“tres", “uno", “demasiado”...son intentos de ligar una conjunción cons­
tante, previos a la comprensión de la misma. Los números son signos
que denotan una conjunción constante y, a la vez, un intento de ligarla,
pero la conjunción constante ya es una conjunción constante en sí mis­
ma, ya es un grupo de elementos que se perciben constantemente en
conjunción. El número es un intento de dominar un sistema, por asi
decirlo, de un grupo y, al nombrarlo, dar el primer paso en la compren­
sión o el descubrimiento de su significado. El uno, fiel a la cualidad
negativa de la hipótesis definitoria (columna 1), es una negación del
grupo. Los demás números son intentos de ligar, primero, y compren­
der, después, al grupo. Es una gran simplificación denominar el objeto
como grupo, pero tal vez sea demasiado matemático llamarlo infinito,
demasiado místico llamarlo el infinito, y demasiado religioso llamarlo la
Divinidad.
Psicológicamente el problema comienza cuando el individuo se en­
cuentra con un objeto que contiene, en sí mismo, la potencialidad de
todas las diversidades todavía sin desarrollar, un grupo, una conjun­
ción y la la necesidad de ligar la “grupalidad” del grupo mediante un
nombre, un elemento de la columna 1. Si se cree que la iniciativa resi­
de en el propio objeto sus “diversidades” se desarrollan hasta un punto
en que una “diversidad” se impone al individuo. Si se cree que reside
en el individuo, su conocimiento directo se desarrolla hasta un punto
en el que alguna “diversidad” -o dimensión, como la he llamado- se le
hace evidente que exige ser ligada.
Las expresiones verbales que intentan representar el objeto último
a menudo parecen contradecirse entre sí, pero hay un sorprendente
grado de concordancia a pesar de las diferencias de trasfondo, tiempo
y espacio, en las descripciones dadas por los místicos que han senti­
do tener la experiencia de la realidad última. Algunas veces tal concor­
dancia es grande incluso si, como en el caso de Milton, el individuo
parece saber acerca de ella más que haberla experimentado.
W. R. Bion 191

"The rising world of waters dark and deep


Won from the void and formless infinite” <1) *
No estoy interpretando lo que dice Miiton, sino utilizándolo para re­
presentar O. El proceso de ligar es parte del procedimiento mediante
el cual algo es “ganado al infinito informe y vacío”. Es K, y se lo debe
distinguir del proceso mediante el cual O es “devenida”. El sentido de
adentro y afuera, objetos internos y externos, introyección y proyec­
ción, continente y contenido, está relacionado con K.
La distinción entre desarrollos “geométricos” y “aritméticos" puede
establecerse así: Los desarrollos geométricos de puntos y líneas se
relacionan, primariamente, con la presencia o ausencia, existencia o
no-existencia, de un objeto. El desarrollo aritmético se relaciona con el
estado del objeto, entero o fragmentado, objeto total u objeto parcial.
El desarrollo geométrico se relaciona con la depresión, la ausencia
o presencia del objeto. El desarrollo aritmético se relaciona con senti­
mientos de persecución, la teoría kleiniana de la posición esquizo-
paranoide.
Cuando las dimensiones de un enunciado son el rasgo más pre­
sente en el análisis es una cuestión importante observar si se conside­
ra que el objeto tiene dimensiones que forman parte de una síntesis
(K), o si se considera que dichas dimensiones son fragmentos desco­
nectados entre sí, como si fueran los escombros de un proceso de
splitting (H).
Al principio puede parecer extraño sugerir que los grupos o el infinito
deban ser tenidos como epistemológicamente anteriores a todo lo de­
más, pero lo parecerá menos si consideramos que solamente cuando un
problema resulta dificilísimo, o lo parece, nos compromete y nos exige los
esfuerzos más poderosos. Recíprocamente, cuanto más nos sentimos
profundamente comprometidos más probable es que supongamos que el
problema debe ser dificilísimo, y que lo es intrínsecamente.
Ahora podemos reconsiderar algunos de los problemas que guardan
relación con las ideas de causalidad. Tp es una transformación formula­
da, cualquiera que sea el medio en que se exprese. Ta es el proceso
mediante el cual el individuo llega a Tp empleando elementos-a. Al pen­

l1) Milton, J., El Paraíso Perdido, libro III.


* «El surgente mundo de aguas oscuras y profundas ganadas al infinito informe
y vacío». (N. delT.)
192 Transformaciones

sar acerca de la transformación podemos detener el proceso, en cual­


quier punto que deseemos, para dotamos de las condiciones en las que
llevar a cabo nuestra indagación. Si lo llevamos al extremo, el proceso
de detención puede llegar a una negación del paso del tiempo, como en
los ejemplos que he mencionado del trastorno en el cual el propio tiempo
es destruido al ser reducido a un punto y, luego, negado completamente.
Dejando de lado dicho extremo, pero aprovechando la libertad que con­
fiere el pensamiento, podemos interrumpir lo que de hecho es un proce­
so continuo inspeccionando Ta, T(3 u O, en la medida en que sea posi­
ble conocer, o tener curiosidad acerca de O. Con las transformaciones
de O sólo podemos tener un vínculo K. Una dimensión de O se expresa
mediante términos tales como “causa” o “causa primera”.
Se puede pensar que la “causa” O esté presente o ausente, que
sea única o múltiple, independiente de la personalidad o alucinada. O,
en su dimensión de “causada”, como en todas las demás, puede ubi­
carse en la Forma platónica, de la cual las personas y las cosas son
un “recuerdo”; en una deidad, de la cual las personas y las cosas son
una “encarnación”; o en una hipérbole, de la cual las personas y las
cosas son continentes. La “causalidad”, como dimensión de O, tiene
las características de todas las otras dimensiones de O que están su­
jetas a los diversos procesos de transformación y son examinadas en
diversas etapas del proceso.
Todo enunciado debe ser evaluado de acuerdo a su categoría en la
tabla, reevaluado como Tp de acuerdo a su posición en la escala de la
Realidad, que es Forma y sombra-recuerdo, deidad y encamación, hi­
pérbole y evacuación. La interpretación debe ser tal que facilite la tran­
sición desde saber acerca de la realidad hasta devenir real. Dicha tran­
sición depende del apareamiento del enunciado del analizado con una
interpretación que sea tal que el razonamiento circular siga siendo cir­
cular, pero que tenga un diámetro adecuado. Si este es demasiado
pequeño, el razonamiento circular se convierte en un punto; si es de­
masiado grande, se convierte en una línea recta. El punto y la línea
recta, junto con los números, son representativos de estados menta­
les primitivos no asociados con la experiencia madura. El razonamien­
to circular provechoso depende de la suficiencia de la experiencia para
proporcionar una órbita en la cual circular. Enunciándolo en términos
más complejos, la experiencia analítica debe consistir en conocer y en
ser, sucesivamente, muchos enunciados elementales, en discernir su
W. R. Bion 193

relación orbital, circular o esférica, y en establecer los enunciados que


sean complementarios. Las interpretaciones que llevan a cabo la tran­
sición desde el saber acerca de O hasta devenir O son las que esta­
blecen la complementaridad; todas las demás se ocupan en estable­
cer el material a través del cual circula el razonamiento.
La transición de “saber acerca de” a “devenir" O puede considerar­
se como un caso patircular del desarrollo de la concepción a partir de
la pre-concepción (hilera E a partir de la hilera D). Describí dicho pro­
ceso como la saturación de un elemento no saturado y (£), para deve­
nir y (y) (£). Es decir, la pre-concepción se convierte en concepción y
conserva la dimensión de “usabilidad” como pre-concepción. En tér­
minos de transformación la transición puede formularse Ta->Tp (ciclo
1), Tp (ciclo 1) -»■ Ta (ciclo 2). La concepción psicoanalítica de cura­
ción debe incluir la idea de una transformación mediante la cual se
satura un elemento, quedando dispuesto de esta manera para
saturaciones posteriores. Pero debe distinguirse entre esta dimensión
de “curación” o “crecimiento" y la voracidad. Volveré sobre esto des­
pués de seguir un poco más con la aritmética. Debo decir, si todavía no
está claro, que el ámbito de las matemáticas que me interesa es del
tipo "Dodgoniano” o “Alicia a través del espejo”.
Ya he dicho que los números son una forma de ligar (columna 1)
una conjunción constante. Por definición, esto quiere decir que la con­
junción es desconocida o desprovista de significado. Se desconoce O
pero, para facilitar la exposición, supongo que la conjunción, o una par­
te de ella, que ha de ser ligada para ser investigada, es el "grupo”. El
número significado mediante 1 es una manera de denotar un objeto
total que no es un grupo. El grupo es infinito, ya se trate de un grupo de
personas, de cosas o de “causas”. A partir de aquí podemos proseguir
con las matemáticas emocionales (o de la emoción) del siguiente modo:
1 = “uno es uno absolutamente uno solo y siempre será así”. 1/1= una
relación con “ la totalidad de un objeto que es un objeto total, que no
guarda relación con otros objetos y que, por tanto, no tiene propieda­
des, ya que estas son una dimensión de las relaciones". Tomando la
religión como vértice, este signo puede representar la O representada
mediante el término “Divinidad”. Tomando a Milton como vértice se re­
presenta mediante “el infinito informe y vacío” del cual se "rescata" el
objeto que se conoce. Tomando a Dante como vértice, está represen­
tado por el canto XXXIII del Paraíso. Desde un vértice matemático, con-
194 Transformación^

siderándoto en su aspecto negativo como definición, puede ser repre­


sentado por el término “no infinitud”.
De modo similar, Vk puede representar, en su dimensión como co­
lumna 1, una relación la una parte de una parte de un grupo. En su
dimensión negativa niega que haya más o menos de 2 en el grupo, y
afirma que la relación es con uno de ellos.
Una vez formulados estos números pueden usarse en el proceso
de transformación. Pueden combinarse con otros números en cuanto
esos otros números también sean formulados. Por tanto el desarrollo
lo es en un doble sentido: el grupo puede denotarse mediante un nú­
mero nuevo siempre que se crea que una conjunción constante re­
quiere ser ligada, por ejemplo, si se cree que el número “dos” es nece­
sario porque O no es representado por 1. El desarrollo puede prose­
guir de este modo según un pian de enumeración. O bien, la curiosidad
acerca de la relación de 1 con 1/1 o de con O, y de esto a la relación
que cada uno tiene con el otro, lleva a la manipulación y combinación
de los números. Una equivalencia de esto en el campo de la religión
puede verse en las formulaciones de San Agustín en su obra La Ciu­
dad de Dios, en donde dice que solamente cuando el individuo ha regu­
lado su relación con Dios (es decir, O, o más exactamente 1, ya que es
posible la relación con Dios pero no con ía Divinidad, debido a que esta
última es Oscuridad e Informidad que contiene, potencíalmente, todas
las diversidades pero sin desarrollar) puede regular su relación con
sus prójimos.
La combinación y manipulación de números es estimulada por la
misma fuerza que estimula su formulación: el conocimiento directo de
una conjunción constante que requiere ser ligada.
La manipulación y combinación de los números lleva a las
formulaciones de la matemática, tal como se la entiende corrientemente.
Dichas formulaciones (o formulae) pueden considerarse como perte­
necientes a la categoría D, y usarse como se usan los elementos en
las categorías de las columnas 3 y 4 (o, desde luego, como se usan
los elementos de cualquier otra columna). En tanto dimensiones de las
categorías 3 y 4 pueden usarse, luego, para la exploración del mundo,
tal como los científicos suponen que existe. El estímulo para la investi­
gación es el mismo que llevó a ligar las conjunciones constantes en el
primer momento. El campo en investigación, llámese recuerdos plató­
nicos, encamaciones religiosas, hipérbole (en el sentido en que he usa­
W. R. Bion 195

do el término) o continentes y contenidos, aporta nueva saturación, ya


que cada enunciado D3 y D4 requiere más saturación. Evidentemente,
es improbable que se cumplimente el impulso para lograr la saturación
porque, además de las limitaciones de la capacidad humana, está el
factor del “infinito informe y vacío” que, tanto si se lo piensa dentro de la
mente humana como fuera de ella, no puede ser conocido, sino que
debe ser “devenido”, es decir, saturado de determinada manera.
A los psicoanalistas puede resultarles más familiar lo que he dicho
acerca de las teorías de la causalidad en el contexto de la Transforma­
ción, tal como en el saber acerca de y devenir O, si recuerdan cuán gran
papel juega en el análisis la necesidad de culpar a otras personas y las
dificultades para madurar, porque la madurez implica ser responsable.
La función de Ta es conducir a Tp que, a su vez, debe conducir al
crecimiento y, por tanto, debe ser susceptible de categorización en D3
o D4. En K, un dominio en el cual es suficiente saber acerca de algo, el
aparato de la pre-concepción y transformación lleva a la repetición,
pero en un ciclo nuevo. Necesitamos saber qué clase de transforma­
ción (Ta-»Tp) es necesaria para llevar a cabo la transición desde K
hasta “devenir” o “sef. El descubrimiento del cálculo diferencial por
Galileo, Newton y Descartes, proporcionó un instrumento adecuado
para tratar con fenómenos K en su dimensión inanimada, pero no pro­
porciona crecimiento, solo permite aumentar el conocimiento acerca
del crecimiento. El cálculo diferencial puede ser descripto como cate­
goría D3 y D4 en K y, por tanto, debe entenderse como un instrumento
que facilita el vínculo K, pero no O. Es conducente a devenir o ser O,
pero no tiene nada que decir acerca de su lugar en dicha transforma­
ción. No sabemos por él qué papel juega, ni en qué consiste el proceso
en el cual desempeña un papel, proceso mediante el cual se establece
la igualdad Ta-»Tp = K-> O.
Ahora agregaré las transformaciones en O a las transformaciones
en movimiento rígido, a las transformaciones proyectivas y a las trans­
formaciones en alucinosis, es decir, propongo ampliar la significación
de O para abarcar el dominio de la realidad y del “devenir”. Las trans­
formaciones en O se diferencian de las otras transformaciones en que
están relacionadas con el crecimiento en devenir, no con el crecimien­
to en “saber acerca" del crecimiento. Las transformaciones en O y las
otras transformaciones se parecen entre sí en que el “crecimiento” les
es común.
196 Transformacionott

Contrariamente a la opinión general, la formulación matemática ha


expresado la transformación en K menos adecuadamente que la for­
mulación religiosa. Ambas son deficientes para expresar el crecimien­
to en O y, portanto, la transformación en O. Aun así, las formulaciones
religiosas se acercan más a la satisfacción de los requerimientos de
las transformaciones en O que las formulaciones matemáticas. Ilus­
traré lo que quiero decir considerando, en primer lugar, la crítica de
Berkeley a la formulación de Halley y Newton en su “Óptica del Calculo
Diferencial", patrocinada por Halley y, después, el fenómeno conocido
por los analistas como Resistencia.
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XII

El obispo Berkeley, acuciado por la irreligiosidad de Newton y su


padrino Edmund Halley, atacó ciertos aspectos ilógicos -especialmen­
te el razonamiento circular- en la presentación que hizo Newton del
cálculo diferencial. Sus críticas tuvieron ocupados a los matemáticos
durante más de un siglo. La cita siguiente es de El Analista (publicado
en 1734):
‘ En realidad, debe reconocerse que usó fluxiones, como andamios
de un edificio, como cosas que se han de dejar de lado o de las que
hay que desprenderse tan pronto como se vió que las líneas finitas les
eran proporcionales. Pero dichos exponentes finitos son hallados gra­
cias a las fluxiones. En consecuencia, todo lo que se obtenga median­
te tales exponentes y proporciones debe atribuirse a las fluxiones que,
por tanto, deben ser comprendidas con anterioridad. ¿Y qué son di­
chas fluxiones? Las velocidades de incrementos evanescentes. ¿Y qué
son dichos incrementos evanescentes? No son cantidades finitas ni
cantidades infinitamente pequeñas, ni tampoco son nada. ¿No podría­
mos llamarlas los fantasmas de cantidades que existieron?”.
La formulación de Newton del cálculo diferencial es una transforma­
ción en K. "Los fantasmas de cantidades que existieron" expresa lo
negativo de su formulación como dimensión de la columna 1. La trans­
formación en K se lleva a cabo descartando los “andamios"de las
fluxiones, “los fantasmas de cantidades que existieron”. Dicho descar­
te puede ser considerado como un paso hacia la obtención de líneas
finitas que “les eran proporcionales", formulación de la categoría H3; o,
“las líneas finitas...les eran proporcionales”, puede considerarse como
una formulación F3 usada como una formulación de la columna 2 para
evitar la aparición de “los fantasmas de cantidades que existieron” y la
turbulencia psicológica que precipitaría tal aparición. Newton tuvo lo
que hoy consideraríamos como un brote psicótico en el que, según
sus propias palabras, perdió “la previa consistencia de su mente”, y del
cual salió, según J. M. Keynes, “un poco 'chocho'”. El trabajo de Keynes,
que fué leído por su hermano en las Celebraciones del Centenario que
tuvieron lugar en Julio de 1946, contiene material que, sin duda, justifi­
caría un estudio por la agudeza de sus insights, aunque aquí no pode­
mos entrar en ello.
200 Transformaciones

La formulación de Berkeley puede considerarse como una contribu­


ción F3. El tono polémico le confiere una categoría de columna 2, que
niega la validez del método aunque admita la verdad de los resultados
de Newton: el tono irónico niega la realidad de "los fantasmas de canti­
dades que existieron”. Así, el escrito en su totalidad es un ejemplo de
formulación F3 utilizada, en su segundo ciclo, como columna 2 para
negar el componente “fantasmas” y el componente H3 en su confron­
tación con Newton. Desde un vértice psicoanalítico ambas
formulaciones, ia de Newton y la de Berkeley, pueden considerarse
como Tp, columna 3, (que tienen el propósito de producir una formula­
ción Tp -columna 3, ciclo segundo-), o como Tp, columna 2 (que tiene
el propósito de negar la emergencia de elementos-p).
T Newton p H3 facilita la indagación matemática posterior. T Newton
P columna 2, niega los “fantasmas". T Berkeley p columna 2 niega los
“fantasmas" mediante la ironía y, mediante la polémica, el abordaje cien­
tífico. En ambos casos, la dimensión de columna 2 se dirige contra la
turbulencia psicológica. ¿Porqué? Por temor a la turbulencia y su “de­
venir" asociado. Dicho en otros términos, se temen las transformacio­
nes en K cuando amenazan con la emergencia de transformaciones
en O. Esto puede enunciarse también como temor cuando Ta->Tp =
K -* O. La resistencia a una interpretación es resistencia al cambio de
K a O. El cambio de K a O es un caso especial de Transformación, es
de interés especial para el analista en su función de contribuir a la
madurez de la personalidad de sus pacientes.
Mi término “turbulencia psicológica” necesita aclaración. Mediante
el mismo me refiero al estado mental de cualidad dolorosa que puede
expresarse en términos tomados de San Juan de la Cruz. Cito:
“ Por tres cosas podemos decir que se llama noche este tránsito
que hace el alma a la unión con Dios.
La primera, por parte del término (de) donde el alma sale, porque ha
de ir careciendo el apetito de todas las cosas del mundo que poseía,
en negación de ellas; la cual negación y carencia es como noche para
todos los sentidos del hombre.
La segunda, por parte del medio o camino por donde ha de ir el alma
a esta unión, lo cual es la fe, que es también oscura para el entendi­
miento, como la noche.
La tercera, por parte del término adonde va, que es Dios, el cual, ni
más ni menos, es noche oscura para el alma en esta vida. Las cuales
W. R. Bion 201

tres noches han de pasar por el alma, o, por mejor decir, el alma por
ellas, para venir a la divina unión con Dios” <1).
Estas formulaciones expresan, en una forma extrema, el dolor que
conlleva alcanzar el estado de ingenuidad inseparable del hecho de
ligar o de establecer una definición (columna 1). Toda denominación de
una conjunción constante implica admitir la dimensión negativa, y en­
frenta el miedo a la ignorancia. En consecuencia, al principio hay una
tendencia a avanzar precozmente, o sea, hacia una formulación cuya
categoría pertenecerá a la columna 2, con el propósito de negar la ig­
norancia -la noche oscura de los sentidos-. La importancia de esto en
los fenómenos psicológicos surge del hecho de que dichos fenóme­
nos no son susceptibles de ser aprehendidos por los sentidos, y eso
tiende a precipitar la transformación en objetos tal como son, facilitan­
do así la transformación en hipocondriasis. Los elementos de la “co­
lumna 1”, formados de este modo, son susceptibles de constituir trans­
formaciones de segundo ciclo de la columna 2, lo cual será Tp colum­
na 1 -> Tp (segundo ciclo) columna 2.
De igual modo, se obstruye el abordaje intuitivo porque la “fe” que
implica se asocia a ausencia de indagación, o "noche oscura" para K.
La tercera “noche oscura" se asocia a la transformación en O, es decir,
K -» O. La transformación que implica “devenir”se siente como insepara­
ble del devenir Dios, la realidad última, la Causa Primera. El dolor de la
“noche oscura”es el temor a la megalomanía. Dicho temor inhibe la acep­
tación de ser responsable -es decir, maduro- porque parece implicar ser
Dios, serla Causa Primera, serla realidad última, con un dolor que puede
ser expresado, aunque de forma no del todo adecuada, por la
“megalomanía”. Estas mismas tensiones están implícitas en todas las
transformaciones en O, de las cuales me ocuparé a continuación.
Las interpretaciones forman parte de K. El temor a que la transfor­
mación en K conduzca a transformaciones en O es responsable de la
forma de resistencia en la cual las interpretaciones parecen ser acep­
tadas pero, en realidad, tal aceptación tiene más la intención de "saber
acerca de" que de “devenir”. Dicho en otros términos, es una acepta­
ción para preservar el vínculo K como elemento de la columna 2, en

<1>San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo, libro I, capitulo 2, pag. 163.
En Obras Completas de San Juan de la Cruz. Editorial Monte Carmelo. Burgos
2000.
202 Transformaciones

oposición a la transformación en O. Al estar de acuerdo con la interpre­


tación se espera inducir al analista a establecer una relación de com­
plicidad para preservar K, sin que este se de cuenta de que lo está
haciendo. Si la maniobra tiene éxito, las transformaciones en K des­
empeñan un papel de F2, impidiendo el inicio de Ta->T0 = K-> O.
Para el siguiente paso de esta discusión consideraré la teoría
kleiniana de la Identificación Proyectiva como una formulación
psicoanalítica (categorías de la hilera F) basada en un transfondo de
realizaciones que se dan en la práctica analítica, así como en la vida
diaria. Llamaré “Hipérbole’’ a dichas realizaciones. “Hipérbole” es un
término que pertenece al sistema de Teorías de la Observación, dife­
rente a la teoría de la Identificación Proyectiva que considero como un
término perteneciente al sistema de la Teoría Psicoanalítica. No es mi
propósito discutir el sistema de la Teoría Psicoanalítica. Para ello remi­
to al lector al trabajo de Bowlby y el Research Commitee de la British
Psycho-Analytical Society de la cual es presidente, a Sandler y colabo­
radores, a Segal y su introducción a Melanie Klein, y al trabajo de Wisdom
sobre las teorías de Klein y de Fairbaim. El campo de las Teorías de la
Observación y el de las Teorías del Psicoanálisis se solapan, pero el
problema se simplifica si se establece una diferenciación y se la man­
tiene. Los estudiosos de las Teorías del Psicoanálisis, a los que me he
referido, están comprometidos en una tarea que debe llevara una de­
terminación y formulación precisas de la teoría psicoanalítica y, even­
tualmente, a establecer un corpus que pertenezca uniformemente a la
categoría de la hilera F. “Hipérbole”es el término que doy, en las teorías
de la observación, a las realizaciones que corresponden a la teoría de
la identificación proyectiva en psicoanálisis. Usaré, a modo de ejem­
plo, la serie de enunciados siguiente:
1. Siempre he creído que usted es muy buen analista.
2. Conocí una mujer en Perú, cuando era niño, que era vidente.
3. Me parece que los psicoanalistas trabajarían mejor si creyeran
en Dios: Dios puede curar.
4. No debería existir tanto dolor y sufrimiento en el mundo.¿Qué
puede hacer un simple ser humano?

La interpretación de estos enunciados dependerá de circunstancias


en las que no puedo extenderme aquí. Mis sugerencias deben enten­
derse en relación a la exposición, no a la experiencia clínica.
W. R. Bion 203

Comentario:
1. (a) La bondad del analista queda, por así decirlo, en mi persona.
Yo soy “eso“.
(b) La bondad del analista está encamada en mí. Yo soy la perso­
nificación de la bondad analítica.
c) La bondad del analista está encamada en mí, ya sea porque
me he apoderado de la bondad del analista “tomándola den­
tro" de mí, o porque alguna fuerza la ha “puesto dentro” de mí.

Cuál de estos enunciados representa más fielmente a los hechos


dependerá del juicio que el analista se forme a partir de la experiencia
emocional misma.

2. (a) La bondad del analista ha sido proyectada a gran distancia


en el tiempo y de lugar. Esto es hipérbole. Hay algo en la expe­
riencia con el analizado que hace que este término sea ade­
cuado para ligar la conjunción en concreto, y no otra (la di­
mensión negativa de la definición), que quiero examinar. El
término ya señala una conjunción (la dimensión positiva de la
hipótesis definitoria) que está presente en la conjunción que
quiero resaltar, concretamente el primer sentido que tiene la
hipérbole como un “arrojar algo más allá de” uno, significativo
de rivalidad.
(b) La bondad del analista ha sido arrojada “dentro de" la mujer, el
Perú, o del pasado.

El analista tendrá que decidir, de acuerdo a su experiencia, qué otras


cualidades están en conjunción con las cualidades representadas por
el término hipérbole. Por ejemplo, ¿la bondad está encarnada en la
mujer o incorporada por ella o proyectada en ella? Y si es esto último,
¿por quién? ¿Y quién es o dónde está el rival?
Estas preguntas, frecuentemente respondidas de manera implícita,
necesitan un medio que las haga explícitas; a eso contribuyen la tabla
y la Teoría de las Transformaciones. El término "hipérbole” tiene una
historia que lo hace adecuado para representar, de forma clara y com­
pacta, una serie de enunciados clínicos que 1) ocurren frecuentemen­
te, 2) son fácilmente reconocibles como ejemplos de hipérbole, y 3)
son, casi con seguridad, sintomáticos de la presencia de una conjun­
204 Transformaciones

ción constante significativa para la personalidad que se está analizan­


do y para el cuerpo principal de las teorías psicoanalíticas de la ideali­
zación, splitting, identificación proyectiva, rivalidad y envidia. En térmi­
nos de categorías de la tabla esto puede ser clasificado como hilera A
(elementos-p), hilera C (la dimensión visual o pictórica), hilera D e hile­
ra E. Por tanto, tiene un amplio espectro, es flexible y se presta fácil­
mente a ser utilizado por el analista como “hecho seleccionado" para
mostrar una coherencia que, sin él, puede no ser manifiesta. “Hipérbo­
le” puede considerarse como una representación de la hipérbole, sien­
do esta una proyección que lleva rivalidad, ambición y un vigor que
puede llegar hasta la violencia y, por lo mismo, hasta la “distancia” a la
que se proyecta un objeto. Por “distancia” quiero decir algo que es el
“fantasma de una cantidad que existió”, o dicho de otro modo, distan­
cia = vj/ (£), en donde (£) = una cantidad no-existente. Podría estar
donde la cantidad estaba o donde estará, pero no donde está. Repre­
senta un elemento no saturado, un incremento evanescente o una "can­
tidad que existió”. Volveré a considerar O con la ayuda de (£), de las
Formas platónicas y sus “sombras” (los fenómenos); de la “Divinidad,
“dios” y “sus” encarnaciones; de la Realidad Última o Verdad y los fe­
nómenos, que son todo lo que el ser humano puede saber de la cosa-
en-sí-misma: Los tres tienen una configuración similar. Milton puede
invocar la luz que, al llamado de Dios, invistió “El surgiente mundo de
aguas oscuras y profundas ganadas al infinito informe y vacío”.
Eckhart considera que la Divinidad contiene todas las diferencias, y
que es la Oscuridad y la Ausencia de Forma. No puede ser objeto del
Conocimiento hasta que fluye de ella la Trinidad, y la Trinidad puede ser
conocida. Según Kant, no se puede conocer la cosa-en-sí, pero sí pue­
den conocerse las cualidades secundarías y primarias. Podría multipli­
car el número de ejemplos de configuraciones similares pero, para mi
propósito, estos tres son suficientes para indicar lo que quiero signifi­
car con O, espero que sin distorsionar los significados históricos que
los autores querían formular. Según se necesite, se puede suponer
que 1) a partir de O no desarrollado pueden surgir diferenciaciones, o
que 2) a partir de O “infinito informe y vacío" el individuo (sentido) y el
grupo (sentido común) adquieren las cualidades secundarias y prima­
rias (en el sentido kantiano). “Adquirir” cualidades es parte de K. En la
medida en que potencialidades y diferencias se desarrollan a partir de
O, forman parte del devenir o Transformación en O. Las transforma-
W. R. Bion 205

dones en K pueden tenerse como similares a “saber acerca de” algo,


mientras que las Transformaciones en O se relacionan con el devenir
o ser O, o ser “devenidas" por O. La “distancia" (£) entre O y T|3 puede
ser artificialmente dividida en una serie de etapas. Suponiendo una di­
rección O -> Tp, puede decirse que O “se desarrolla” a) hadándose
manifiesto (o “cognoscible"), Tp K -» b) deviniendo una “sombra", una
“encarnación” o “corporización” o una “incorporación” -» c) deviniendo
Tp O o “ser al unísono". Suponiendo la dirección inversa, Tp -»• O, el
individuo procede (Ta K) ->• a) Tp K, definición (columna 1),-> b) Ta K
(ciclo 1) = Ta K (ciclo 2) -> Ta K (ciclo 2) (columna 3), memoria o
notación de la “sombra", “encarnación” o “incorporación" -> c) Tp (ci­
clo n-1) = Ta K (ciclo n) -»• Tp O.
Como he dicho, las resistencias, aunque sean aparentemente fe­
nómenos, derivan de Transformaciones en O. El odio y el temor deri­
van del hecho de que las transformaciones en K implican la amenaza
de una transformación ulterior representada por Tp (ciclo n-2) -> Tp
(ciclo n-1) = Ta (ciclo n) K Tp O.
La resistencia basada en el odio o el temor a TK -> TO se manifies­
ta como preferencia a “saber acerca de “ algo antes que a devenir algo.
Se prefiere ver la fotografía del cuadro de Monet "Las Amapolas” (o
cualquier otra representación artística) antes que enfrentarse con el
propio cuadro, y el enfrentamiento con el cuadro se limita entonces a la
percepción de algo que es “acerca de" un campo de amapolas. Cual­
quiera que sea el dominio de que se trate, se pondrá en evidencia la
resistencia contra el “devenir” mediante el “saber acerca de", y no se
limita en modo alguno al psicoanálisis. Sin embargo en el análisis, don­
de analista y paciente deben esperar el crecimiento de la capacidad
para madurar, este aspecto de TK -> TO es importante, y debemos
considerarlo con mayor detalle. Toda interpretación puede ser acepta­
da en K pero rechazada en O; la aceptación en O significa que se
siente que la aceptación de una interpretación,que capacita al paciente
para “conocer” aquella parte de sí mismo a la que se ha dirigido la
atención, implica “ser” o “devenir” esa persona. Este es el precio que
se paga por muchas interpretaciones, pero se siente que algunas im­
plican un precio demasiado alto, especialmente aquellas que el pa­
ciente considera que implican “volverse loco”, matarse a sí mismo o a
otro, o hacerse “responsable” y, en consecuencia, ser culpable. Hay
una clase de interpretaciones que parece mostrar las buenas cualida-
206 Transformaciones

des, respecto a las cuales no es tan fácil comprender por qué despier­
tan oposición. En el caso extremo se temen las interpretaciones que
implican “devenir” O porque se considera este “devenir O como inse­
parable de la megalomanía, o lo que los psiquiatras o el público podrían
llamar delinos de grandeza u otros diagnósticos que implican graves
trastornos patológicos. La opinión pública o psiquiátrica es más impor­
tante de lo que podría parecer, ya que introduce el componente social o
grupal en el trastorno mental y su tratamiento. A esto me referiré a
continuación.
Hay un tipo de pacientes que manipulan su análisis y su entorno de
una manera coherente, determinada, dando la impresión de seguir un
plan establecido, pero cuyo modelo permanece oscuro. En la mayoría
de los casos resulta fácil comprender que sus menoscabos son un
suplicio para el paciente y para quienes están en tomo suyo, pero con
unos pocos ocurre que su dolor, bastante evidente, parece preocupar­
les bastante menos que a todos los demás, incluyendo al analista.
Familiares y conocidos, aunque no puedan hacer nada, se ven urgidos
a aceptar, por la irresponsabilidad del paciente, la responsabilidad que
el propio paciente no acepta: quien tiene el poder, el paciente, no lo
ejerce, y los que no lo tienen son forzados a hacerlo. Su compañía, tan
dolorosa para el paciente mismo, se alimenta y desarrolla de forma tal
que aún será más dolorosa para los demás. Si se cuenta con la nece­
saria resistencia y capacidad de observación, ciertas características
empiezan a aparecer: aquí mencionaré algunas:
1. Siempre que el paciente despierta piedad o compasión apare­
cen enunciados que dejan al analista la elección entre odiar al
paciente o sentir que su culpa es de inexperiencia del mundo tal
como es.
2. En relación con 1, el analizado desprende su sensación de su­
perioridad, un distanciamiento respecto a la humanidad y al
espécimen particular que es su analista. El analista debe experi­
mentar en detalle cómo lo hace y demostrárselo al analizado.
3. Los enunciados del paciente dan una impresión que es lo sufi­
cientemente clara para evocar presagios en el analista y, sin
embargo, lo suficientemente vaga como para evocar presagios
acerca de presagios. De este modo las cualidades de 1 y 2 se
ponen en evidencia, escindiendo al analista, dejándolo en un difí­
cil equilibrio entre las astas del dilema, sin poder permanecer
W. R. Bion 207

indeciso y sin poder decidirse por una interpretación sin el temor


de pensar que la otra podría ser la correcta, contribuyendo asi al
establecimiento de la superioridad del analizado. El rasgo adicio­
nal (a 1 y 2 ) son los presagios. Estos derivan de las transforma­
ciones del paciente, compuestos de elementos de las catego­
rías A3 y C3, que después son transformados (ciclo 2 ) en ele­
mentos de la columna 6 con propósitos correctivos y punitivos.
El analista se encuentra ante el siguiente dilema: Los enuncia­
dos del paciente (indirectas, pistas, insinuaciones) dan todas
las razones para suponer que pende una seria amenaza sobre
el analista y el análisis, sin que el propio paciente tenga ninguna
conciencia de causa alguna para la ansiedad. Estos mismos
enunciados conllevan también la insinuación de que si el analista
piensa que el paciente “no tiene ninguna consciencia'' de lo que
está pasando, el analista debe ser tan inferior como piensa el
analizado. Si el analista hace una interpretación, el paciente hará
un nuevo enunciado que muestre que no tiene conciencia de lo
que ha dicho el analista pero que, de acuerdo a la interpretación
que ha hecho el analista, puede ser que a) el analista no tenga
consciencia de los sentimientos que todo hombre con sentido
común se vería llevado a tener acerca de su conducción del caso,
o b) sin motivo alguno, el analista se siente perseguido. La expe­
riencia total, muy típica, demuestra la crudeza de la expresión y
de las ideas expresadas por el analista, en contraste con la suti­
leza y potencia evocadora <2) de las ideas y métodos de expre­
sión del analizado. Además, el analizado habrá demostrado la
superioridad del objetivo de exacerbar el dolor sobre el objetivo
de aliviarlo.
A partir de la observación en el consultorio, el analista puede dedu­
cir la habilidad del paciente para utilizar el insight psicológico con el
propósito de manipular al individuo (el analista) y el grupo (las relacio­
nes del paciente fuera del consultorio).
Resumiendo: Las teorías del splitting, identificación proyectiva, per­
secución por parte de los elementos escindidos proyectados (evacua­
dos ), tienen su realización aproximada en la personalidad del analiza­
do. Dichas realizaciones en el dominio de la personalidad del analiza-
n\
Bion, W.R., Aprendiendo de la Experiencia: pantalla-beta.
208 Transformaciones

do han sido transformadas (transformación proyectiva ), Tp p, y sus

,
elementos pertenecen a la hilera A (ciclo 2 B -► H ) y a la columna 6
(segundo ciclo 1 ,2 ,3 , 4 5, siempre -K ). Esta transformación se utiliza
después en el consultorio para destruir la capacidad psicoanalítica del
analista y el intercambio psicoanalítco entre analizado y analista. Para
resumirlo en términos aún más generales, el análisis ha sido converti­
do en una contienda entre a) pensamiento contra acción, b) uso tera­
péutico del insight contra uso del insight para exacerbar c) grupo de
apareamiento y de dependencia contra grupo de ataque y fuga y d)
individuo contra grupo.
El dilema del paciente, en tanto él también está intentanto ser cola­
borador, reparador y creativo, reside en tener que elegir entre una “sa­
lud” que es poderosa, destructiva y dedicada a exacerbar, por un lado,
y una creatividad que es impotente e “insana", por otro. Si desea ser
destructivo, su elección está entre una salud que es creativa y una
destructividad que es insana. La fuerza del deseo es el factor determi­
nante. Debe observarse que este intento de simplificación, mediante el
resumen, resulta vulnerable debido a su falta de matices. En el trata­
miento de estos casos no hay significación que no esté sobre-simplifi­
cada, ni sutileza de discriminación que no sea sobre-sutil.
La complejidad de un enunciado, tanto por parte del analista como
de analizado, impone que el analista tiene que elegir debe decidir qué
dimensión del enunciado del paciente va a interpretar, y en qué térmi­
nos. En gran medida, la elección ya está determinada por la personali­
dad del analista y el desarrollo histórico, y no intento ocuparme de di­
chos factores. Me interesan más las circunstancias inmediatas y aque­
llos factores que están bajo el control consciente del analista. El analista
debe tener cuidado con la interpretación, por la simple razón de que es
algo que él puede hacer. No puede “ganarla” al “infinito informe y vacío"
de la personalidad del analizado, sino solamente a partir de los ele­
mentos del enunciado que el analizado ha ganado a su propio “infinito
informe y vacío”. Nada va a ganarse diciéndole al paciente lo que ya
sabe, a menos que lo que ya “sabe" esté siendo utilizado para excluir lo
que él “es” (K en oposición a O ). Tal interpretación forma parte del
razonamiento circular cuyo “diámetro” es demasiado pequeño; de igual
modo, la interpretación puede ser demasiado abstrusa y pertenecer a
un razonamiento circular cuyo “diámetro” sea demasiado grande.
¿Cómo ha de medirse el diámetro? Si la interpretación es hecha prin­
W. R. Bion 209

cipalmente porque está disponible se tratará de un enunciado pertene­


ciente a la columna 2, que intenta evitar la “turbulencia" en el analista.
La interpretación abstrusa remite a un deseo del analista, el de sentir
que puede ver más allá que su analizado o que algún otro que le sirve
como rival. Pertenece al dominio de la hipérbole. Los diámetros dema­
siado pequeños y demasiado grandes indican que hay una defensa
contra la hipérbole y contra su proyección, la defensa es contra la hi­
pérbole originada por el analizado.
Puede suponerse que todo enunciado incluye dimensiones represen­
tadas en cada categoría de la tabla. No todas las dimensiones se han
desarrollado (o han sido ganadas) a partir de lo informe en donde existe
la potencialidad para todas las diferenciaciones. Por tanto, un enunciado
puede carecer de un número variable de dimensiones clasificables por­
que permanecen como potencialidades indiferenciadas.
Epistemológicamente, puede considerarse un enunciado como desa­
rrollado cuando puede asignársele a cada dimensión una categoría de la
tabla. Para los fines de la interpretación, el enunciado no está suficiente­
mente desarrollado hasta que su dimensión perteneciente a la columna
2 se hace visible. Cuando se ha desarrollado dicha dimensión puede
decirse que el enunciado está maduro para la interpretación, su desa­
rrollo como material para la interpretación ha alcanzado madurez.
Debe notarse que un enunciado puede ser verdadero, en el contex­
to para el cual el paciente considera que es relevante y, sin embargo,
tener una dimensión de la columna 2; tiene un contexto para el cual su
relevancia es su dimensión de columna 2. Un ejemplo simple de esto
lo proporcionan los enunciados que son un recitar hechos de sentido
común con el fin de negar la expresión a la fantasía. El “hecho", en este
contexto, es una teoría que se sabe que es falsa.
Debe distinguirse entre la génesis del pensamiento en la historia del
paciente y la génesis de las expresiones del pensamiento en una con­
tingencia dada. Puede observarse la emergencia de la dimensión de la
columna 2 en la contingencia del análisis como un paso en la evolución
del enunciado y, a partir de ello, el analista podrá juzgar que se ha
llegado a que se den las condiciones para la interpretación. Pero eso
no significa que deba hacerse una interpretación, ya que el pensamiento
del analista también debe llegar a su maduración. Cuando el analista
vea el elemento de la columna 2 en sus pensamientos se dan al com­
pleto las condiciones para la interpretación; entonces, debe hacerse
210 Transformaciones

una interpretación. En términos de la teoría analítica es aproximada­


mente correcto decir que se han alcanzado las condiciones para la
interpretación cuando los enunciados del paciente evidencian que la
resistencia está activa, pero sólo aproximadamente. Las condiciones
se completan cuando el analista tiene consciencia de la resistencia en
sí mismo, no de la contratransferencia, de la cual debe ocuparse el
análisis del analista, sino de la resistencia a la reacción que él anticipa
en ei analizado si le hace la interpretación. Nótese la similitud entre la
resistencia del analista a la respuesta a su interpretación que él antici­
pa en el paciente, y la resistencia del paciente a la interpretación del
analista: la respuesta anticipada por el analista está coloreada por su
versión elementos-a de la interpretación de su interpretación.
Hasta aquí la "distancia” entre el enunciado del analizado (asocia­
ción) y el enunciado del analista (interpretación) ha sido formulada en
términos del tiempo requerido para la emergencia del elemento de la
columna 2 en el enunciado del analizado y la “proto-resistencia", acu­
ñando una frase, en el analista a una respuesta que todavía no ha sido
llevada a efecto. La proto-resistencia del analista debe ser una proyec­
ción de su propia resistencia a una dimensión de la interpretación que
se propone dar. La interpretación que dá es una teoría, que se sabe
falsa, vis-á-vis ante una circunstancia contingente desconocida, pero
que se mantiene como barrera contra la turbulencia que se espera que
ocurrirá si no se la mantiene de ese modo.No existe un enunciado que
no tenga una realización con la cual establezca una relación de colum­
na 2. Así, un enunciado religioso, que se sabe falso, es usado para
excluir un enunciado estético, científico, o cualquier otro, y viceversa.
En O la falsedad del enunciado es secundaria al hecho de que se
sabe que es así porque es esto último lo que inhibe el crecimiento,
mientras que lo primero forma parte de la inadecuación humana.En K,
el que se sepa que un enunciado es falso es secundario al hecho de
que lo sea, porque es esto último lo que inhibe el establecimiento de
significado, mientras que lo primero forma parte de la inadaptación in­
dividual. Dado que el analista se ocupa del desarrollo de la personali­
dad, se desprende que la falsedad del enunciado variará su significa­
ción de acuerdo a su categoría en la tabla y a la transformación de la
que es parte. Un ejemplo: supongamos que el enunciado es “el sol
saldrá mañana”. Si el paciente está resumiendo un pronóstico del tiem­
po, su enunciado será una forma de notación o de pronóstico. Será
W. R. Bion 211

falso, ya que el sol no sale, pero no se emplea para negar un hecho,


sino para explorar posibilidades. La categoría sería D3 o D4, según el
juicio de la persona para la cual se ha formulado el enunciado. Si el
enunciado ha sido formulado en el análisis y es una expresión de opti­
mismo, puede ser la transformación que el paciente hace de los senti­
mientos producidos por una interpretación que se le acaba de hacer. Si
es así, será una transformación denotada como Tp (3 en O. Pero si lo
que el paciente quiere decir es que va a salir con su novia, la categoría
será C3; será un ejemplo de hipérbole, y la configuración de la que
forma parte es muy diferente de la que forma parte la interpretación
anterior. Las palabras son las mismas, pero en el primer caso pertene­
cen a una categoría D3 y 4, y en el segundo a C3. Establecer cuál es la
categoría no tiene ningún mérito Intrínseco, pero el propio intento de
hacerlo conlleva una clarificación en la mente del analista de aquello
que está observando realmente. Por ejemplo: Suponiendo que la cate­
goría sea C3 y que la chica es su novia, se desprenderá que el vínculo
es L, la hipérbole un elemento de L (que se aproxima a las teorías
psicoanalíticas de la idealización), y la transformación una transforma­
ción de movimiento rígido (que se aproxima a las teorías psicoanalíticas
de la transferencia).
Admitiendo que lo anterior sea una descripción adecuada de la trans­
formación del analista (Ta p), este podrá entrar entonces en el segundo
ciclo de transformación, en el cual se percibe que el enunciado total es
una negación de la hostilidad. Tap (ciclol) se convierte en Taa (ciclo 2).
En el segundo ciclo, Tpp = Ta (ciclo 2) = C3 ciclo 2 = D2, y el enunciado,
aparentemente idealización amorosa, es una negación de la hostilidad
hacia el analista. Entonces, la hipérbole es una proyección de la hostili­
dad del paciente. Esto altera completamente la configuración ya que,
ahora, la transformación del paciente Tpp parece ser una transforma­
ción proyectiva con la intención de librarse de su hostilidad hacia el
analista, y se aproxima a la teoría kleiniana de la identificación proyectiva.
Se dice que una disciplina no puede considerarse propiamente como
científica hasta que haya sido matematizada y, al bosquejar una mate­
mática tipo Lewis Carol para el análisis, puedo haber dado la impresión
de que apoyo dicho enfoque, arriesgando una proposición de
matematizar prematuramente un tema que no está suficientemente
maduro para tal procedimiento. Entonces, prestaré atención a algunos
aspectos del desarrollo matemático que todavía no han sido adecúa-
212 Transformaciones

damente considerados psicoanalíticamente. Como ejemplo usaré la


descripción de la transición de la Divinidad ocura y sin forma del Maes­
tro Eckhart a la Trinidad "cognoscible”, a la que me he referido al co­
mienzo de este capitulo. Sugiero que un rasgo intrínseco de la transi­
ción desde la “incognoscibilidad” de la Divinidad infinita a la Trinidad
“cognoscible" es la introducción del número tres. La Divinidad ha
devenido, o sido, matematizada. Esta configuración, que puede reco­
nocerse como común a todo proceso de desarrollo, ya sea religioso,
estético, científico o psicoanalítico, es una progresión que va desde el
“infinito informe y vacío” hasta una formulación “saturada" que es finita
y viene asociada al número, por ejemplo, “tres”, o a una entidad
geométrica como el triángulo, el punto, la línea o el círculo. Con esto se
relaciona también la necesidad de un componente numerológico o
geométrico para llevar a cabo una transformación, por ejemplo, para el
modelo de la transformación de las canicas de una bandeja a las cani­
cas en la otra bandeja. ¿Hasta qué punto respresenta esto un vínculo
esencial en la capacidad para llevar a cabo transformaciones desde la
experiencia de la realidad ai conocimiento de sus manifestaciones, de
K a O? El tránsito desde la captación sensorial hasta el conocimiento
directo, de un tipo susceptible de ser la base de la acción, no puede
tener lugar a menos que el proceso de cambio, Ta, sea matemático,
aunque quizás de una forma que no ha sido reconocida como ta l<3>.
No entraré aquí en esta cuestión, salvo en la semejanza entre la
numeración y la pre-concepción (hilera D). Difieren en que el problema
parece surgir a partir de un sentido de espacio, tiempo y número “infini­
to”, que después se ha hecho finito. Frente a lo desconocido, “el infinito
informe y vacio”, la personalidad de cualquier edad llena el vacío (satu­
ra el elemento), da forma (nombra y liga una conjunción constante), y
pone límites al infinito (número y posición). La frase de Pascal “Le silence
de ces espaces infines m’effraie” puede servir como expresión de la
intolerancia y el temor a lo “incognoscible” y, por tanto, a lo inconscien­
te en el sentido de lo no descubierto o desarrollado.

(3)
Un fácil ejemplo de esto puede observarse cuando se realiza el intento de
comunicar qué es el psicoanálisis -por otros medios que los de un análisis
entero-, de tal modo que se formulan reglas para su práctica: “cinco veces”a la
semana y durante “50" minutos son “ganados” rápidamente a la experiencia
inefable.
W. R. Bion 213

Puede parecer que no está clara la relación de lo que acabo de


decir con el psicoanálisis y la interpretación. Es esta: El principio de
una sesión tiene la configuración que ha sido formulada respecto al
concepto de la Divinidad. A partir de ahí se desarrolla una trama y, al
mismo tiempo, el analista busca establecer contacto con dicha trama
en desarrollo. Esto está sujeto a su Transformación y culmina en su
interpretación Ta p. Soy consciente de los problemas que he dejado sin
intentar abordar su solución. Espero poder abordar algunos en el futu­
ro. En este libro he llamado la atención sobre unos pocos, los cuales
están presentes en el material clínico, y he ofrecido sugerencias para
clarificar, observar y, luego, evaluar aquello que se ha observado.
ÍNDICE TEMÁTICO
ÍNDICE TEMÁTICO

Acción
y la tabla, 58
Acting-out
a ser diferenciado respecto de la acción, 178
Adentro
y afuera, relacionados con lo ya descubierto y no descubierto,
con el pasado y el futuro, 115
Agorafobia
y claustrofobia como temor al “espacio que algo ocupaba", 159
Ahora
en relación a la exigencia de exactitud, 88
sujeto a ataques, 83
Alucinación
como forma de solución más satisfactoria que la matemática, 112
como productora de un estado feliz ideal, 93
asociada a un vértice visual, 120
en contraste con la ilusión y el delirio, 175
generada por la proyección desde los dos vértices, 175
idea de la, como inadecuadamente inteligente para el trabajo
analítico, 149
inadecuación de la gratificación alucinatoria para promover el
crecimiento mental, 103
necesidad de establecer las reglas de la, 88
trabajo de Bion, W.R., Sobre la Alucinación, 42
personalidad enriquecida por la pérdida de las, 167
como superior al psicoanálisis, 169
Alucinosis
como universo creado por el paciente, 175
transformación en, puede volver a producirse en vez de
transformaciones en análisis, 181
Amor
y odio, necesidad de evocar la evidencia de, 110
Analista
y cambio a partir de la negación del paciente, 34
y trasfondo cultural, 27
y transformación psicótica, 23
y realización, 21
y supuesta violencia, 26
y transformaciones de catástrofe, 28
218 Transformaciones

asesinato “crónico" del, 51


y diferencias de transformación, 24
y experiencia de 0 , 4?
descubrimientos comparados del, 21
su elección de interpretación, 49
interpretaciones y transformaciones, 23
invariantes pre y post-catastróficas, 26
ansiedades de los familiares y del analista, 24
signo para sus transformaciones, 38
y estado mental en análisis, categorías de la tabla, 49
Antidoto
al problema que se prefiere a su solución, 111
Aristóteles
sobre la definición y la negación, 82,107
Arte
en contraste con la propaganda, 63
Atención
flotante y el amplio espectro de las categorías de la tabla, 81
Ausencia
del pecho como lugar, 81
usada según la columna 2, 81

Babel
mito de la confusión de lenguas, 86
Berkeley, B Analista,
crítica a las fluxiones de Newton, 199
Bhaskara
comentario al teorema de Pitágoras, 125
Biología
espacio geométrico correspondiente a la realización biológica
de la emoción, 136
Bowlby, J.
comité de investigación de la British Psycho-Analytical Society, 202

Canicas
usadas como modelo de transformaciones, 165
Caricatura
retrato o dibujo animado como tipo de transformación, 99
Catástrofe
acontecimientos pre y post-catastróficos, 25-33
W. R. Bion 219

Causalidad
y sentimientos de persecución, 88
y moral, 91
y formas narrativa del mito, 128
empleada para evitar !a coherencia, 87
y Heisenberg, sobre la causalidad múltiple, 85
Hume, sobre la teoría de la, 92
en relación con la columna 2,93
teoría de la, inadecuada porque no es reversible, 98
valor y defectos de la teoría de la, 85
Ciclos
en la transformación, 165
Círculo
y su relación con la linea resuelta matemáticamente, no
psicoanal ¡ticamente, 112
Claustrofobia
como temor al “lugar donde algo estaba", 160
Complejo conjugado
en contraste con el par de puntos que es real y coincidente, 134
y alucinosis, dominio que no logra producir una realización concreta, 112
puntos como modelo para el Complejo de Edipo, 128
Comunicación
de privada a pública, 54-55
Consciencia
como espacio devorador, 135
completamente inmoral, 133
Consciente
en relación con un vértice (“punto de vista”), 144
Configuración
diferentes razonamientos y diferentes casos, pero la misma, 112
Conjunción constante
y significado, 35,103
un signo para una posición no ocupada, 132
comparada con Ps<-»D, 109
no una abstracción, sino ligada por el nombre, 81
observación de, destruida por la teoría de, 91
de una situación fáctica, un estado emocional y la representación, 95
Contraparte mental
explicación del uso del término, 122
Contratransferencia
necesidad del paciente psicótico de hacer fluir las fuentes de la, 110
220 Transformaciones

Convergencia
punto en el cual las líneas convergen, 19
Cosa
no distinguida del pensamiento, 106
Crecimiento
desde las primeras hileras de la tabla hasta las últimas, 68
Crueldad
y broma, 40
y necesidad de herir, 48
Cuadro
como representación de una realización, 19,23
como transformación propia de un “gran" artista, 55
Curiosidad
sofocada por la negación de la ausencia de significado, 110
hacia la complejidad matemática (círculo) o hacia la complejidad
psicológica (despersonalización), 116

Dante
canto XXXIII del “Paraíso", 176
Definición
y negación, 82
cualidad negativa de la, en relación con la exclusión de la emoción, 107
cualidad negativa usada para inhibir el pensamiento, 131
Despojo
el desnudamiento y agotamiento a través de la envidia llevan al, 78
sin rastros de un original, 131
Destrucción
el analista es llevado a destruir la coherencia, 50
dirigida contra el psicoanálisis, 48
Dodgson, C .L
Atice Through the Looking-Glass, 136
matemáticas del tipo dodgsoniano, 192
Durabilidad
de la comunicación, 55

Edén
conflicto entre ciencia y religión, 92
Dios oponiéndose al conocimiento, 86
Elemento (3
y sueños, antes de la verbalización, 131
W. R. Bion 221

Elemento a
confusión de la expresión metafórica en el contexto del, 157
la mente opera como si fuera un músculo, 168
ocupa el lugar de descripciones insatisfactorias, 108
transformación del pensamiento en acción, 131
uso del concepto de, 141
vaguedad de la definición debido al escaso conocimiento del material, 147
Elementos del Psicoanálisis
las categorías de la tabla proporcionan un escape de la “forma", 30
las categorías de la tabla como método de clasificación, 57
ilustrados por el modelo de los árboles que se reflejan en el agua, 73
Emoción
como elementos perturbador en la transformación, 95
experiencia intensa de la, como inefable, 104
estimulación de la, 55
Encamación
contrastada con la idea de “forma", 176
Envidia
liberación de la, a través de un universo de alucinaciones generado
por el individuo, 174
de la capacidad para una compasión madura, 180
de un objeto inexistente, 134
rivalidad y robo como supuesta causa del fracaso de las
alucinaciones, 170
secundaria o innata, su influencia en el pronóstico, 181
teoría que sustenta que el desnudamientoy el despojo son iniciados
por la, 78
Esfinge
función en el mito de Edipo, 86
Espacio
origen intrapsiquico del, 157
realización del, en relación con la emoción, 137
en relación con el “lugar" o “posición", 81, 83
en realción con la “mente”, el “pensamiento” y el pensar, 140
Espacio euclidiano
inadecuación del, como modelo para la situación analítica, 148
Especulación
paciente B y, 47
uso de la, 44
Estética
experiencia, significado como función de la, 79
222 Transformaciones

Evacuación
como génesis de la alucinación, 174
del pensamiento, excluido del significado corriente del pensamiento, 84
Exactitud verbal
el problema de la, 43

Falta de sentido
intolerancia a la, 103
como vinculo H y K con el self, 104
Lalstaff
como modelo para la no-cosa, 136
Familiares
negación de la psicosis por parte de los, 24
y transformación, 27 •
Freud, S.
y el Complejo de Edipo, 75
y el odio psicótico a la realidad, 87
y la perspectiva social, 27,28
Más Allá del Principio de Placer, 41
Fragmento del Análisis de un Caso de Histeria, 21
Psicología del Grupo de Análisis del Yo, 92
su concepto de energía, 156
La Interpretación de los Sueños, 142
la atención, 109
Frustración
aceptada, difiere del trasfondo de alucinosis, 170

Geometría
euclidiana, definiciones de la, 20
transformaciones geométricas como representaciones
“desintoxicadas” de 0 , 160
proyectiva, en la cual están ausentes la longitud, los ángulos y la
congruencia, 20
Gnomon
modelo posible para el crecimiento, 126
Grupo
Hostilidad psicótica hacia K en el, 165

Heisenberg, W.
Física y Filosofía, 20
W. R. Bion 223

distorsión mediante la observación, 70


sobre la causalidad múltiple, 85
Hipérbole
ejemplo de, 209
proyectando hostilidad, 210
relacionada con la rivalidad, la envidia y la evacuación, 176
relacionada con la fuerza de las emociones, 127
relacionada con la identificación proyectiva, 200,201
Hipocondría
síntomas de, y la identificación proyectiva, 28
Hostilidad
amor y odio, necesidad de evocar la evidencia de, 111
del objeto inexistente, 145
a lo largo de un período largo, 51
Hume
ideas genéticamente relacionadas con la impresión sensorial, 94
Tratado de la Naturaleza Humana, 93

Identificación proyectiva
categoría A relacionada con la, 70
y alucinosis, 91
e hipérbole, 201,202
y splitting, como precursores de la func¡ón-a, 76
aplicación de la teoría en la confusión de la identidad, 43
como forma de acción, 62
para que otros la usen, 66
relación de la madre con la, 90
Imágenes visuales
representaciones geométricas de, 101,103
Impresiones sensoriales
necesidad de liberar al psicoanálisis de la memoria basada en las
impresiones sensoriales, 145
Impresionismo
relacionado con la transformación de un paisaje en un cuadro, 23
Inconsciencia
del “pasado”, que ya no existe, y del "futuro", que no ha llegado, 115
Inefable
ilustrado por el ejemplo del hablar evacuatorio, 167
la experiencia emocional que es, 104
Infinito
el dominio del pensamiento psicótico es, 71
universo y relación, 72
224 Transformaciones

inhibiciones
trasfondo psicopatoiógico de las, similar al trasfondo debido a que
todavía no ha habido descubrimiento, 114
Interpretaciones
como realizaciones transformadas, 22
como Transformación ,171
juegos de la tabla e, 163
deben ser F o G en la tabla, 50
opinión generalmente aceptada de las, 179,180
Interpretación equivocada
relacionada con la acentuación del aspecto no pertinente de la
conjunción constante, 171
Intolerancia
a la frustración, una característica poderosa que, en consecuencia,
da lugar a problemas, 179
a la falta de sentido, 111
Intuición
analíticamente aguzada, 41
teoría psicoanalítica intuitiva como realización que se aproxime a la
categoría H de la tabla, 161
Invaríancia
y la ansiedad de los familiares y amigos, 27,28
en una crisis controlada, 26
relacionada con imágenes visuales, 125
término tomado para ser usado en psicoanálisis, 26
Invariantes
y variedades de la teoría psicoanalítica, 25
objetos en los cuales se detectan, 29
aspecto inalterado de la transformación, 20
su aparición en el lenguaje, relacionada con el medio, 90
variables y parámetros, 70

Juegos
para comprender los fracasos debidos a la saturación, 165
psicoanalíticos, con la tabla, 163

K
Diferenciación entre saber acerca de algo y devenir algo, 192
ejemplos de -K, 205
K -» 0 ,192-197,198,199
W. R. Bion 225

transformaciones en O rechazadas por transformaciones en K, 203,206


uso del signo -K, 107
Kant
cosa-en-sí, incognoscible, 38
Keynes
trabajo sobre Isaac Newton, 1946,196
Kleiniana
invariantes comparadas con las freudianas, 25
teoría del splitting y la identificación proyectiva en relación con la
negación del presente, 116
Klein, M
las fases tempranas del Complejo de Edipo, 76
la identificación proyectiva y las posiciones paranoide-esquizoide y
depresiva, 59
nota al pie, 65
transferencia de movimiento rígido inadecuada como receptora de la
transformación proyectiva, 148

Lechero
en ejemplo clínico, 54
L, H.K
vínculos perturbados de, con el self, referidos a la falta de sentido, 103
empleo del vinculo H en lugar de K, 97
K relacionada con la curiosidad, 95
L, H y la contratransferencia, 75
vínculos efectuados por transformaciones, 165
inadecuados para 0 , 176
relacionados con el gnomon como modelo de crecimiento, 126
relación de L y H con K, 89
transformación influida por, 72
Linea
perteneciente al eje horizontal, 154
el símbolo fálico y la linea del geómetra, 106

Matemáticas
de la alucinosis, 168, 169
matematización prematura ejemplificada, 209
Megalomanía
dolor y temor de la, asociados con K -> 0 ,198
Mente
concebida operando como un músculo, 166,167
226 Transformaciones

Metabolismo
rasgos anabólicos y catabólicos análogos a los hechos psíquicos, 28
Metáfora
Alimentaría, que muestra un modelo para el aparato del pensamiento, 120
Milton, J., B Paraíso Perdido
usado como descripción de la relación con 0 , 187
Modelo
geométrico (C en la tabla) para la relación del pecho con la
personalidad, 116,117
de ejemplificación de los elementos C de la tabla, 152
de transformaciones, 162-164
Movimientos Rígidos
ilustración de, 54
transferencia y transformación de "movimiento rígido", 42

Narración
usada para representar un sentimiento asesino, 129
Neurosis
y psicosis, diferenciadas según la transformación, 38
Newton, Isaac
formulación del cálculo diferencial, 196
preocupaciones teológicas y místicas relacionadas con la Optica
(como parte de la Física) (y nota a pie de página), 144
No-cosa
y ia cosa deben coexistir, 136
intolerancia a la, que lleva al acting-out y va contra el aprendizaje, 112
intolerancia a la, cuyo efecto es similar a la ausencia del
descubrimiento, 114
No-pecho
y modelo geométrico, 116
contrastado con el pecho, 82
el punto puede representar o ser el, 112
No-pene
pasado y futuro, 129
Nombrar
como ligando una conjunción constante, 91
como ligazón previa al establecimiento de significado, 118
justificación para, 41
Notación de staccato
en relación al punto y al "ahora”, 81,83
W. R. Bion 227

Números
como conjunciones constantes, 187

O
en contraste con el acting-out, actuar y ser, 177
y el hecho absoluto, 40
y relación del paciente psicótico con la cosa-en-sí, 65
devenir, o ser sin saber, 183-185
devenir O relacionado con la maduración y el ser responsable, 192
bipolarídad de, 75
definición, o enunciado de la categoría 1 de la tabla, 176
evolución de la impresión de, 50
otras características de, 201,202
idéntico a la realidad de cada objeto, 183
ruptura inminente relacionada con, 79
inicia sucesión de hechos mentales, 56
en el modelo para la transformación, 164
K, L, H inapropiados para, 176
reacción primitiva ante, 81
relación con la Forma platónica, 174
compartida por paciente y analista, 53
para representar la cosa-en-sí, 35
transformaciones en alucinación, 90
Objetos internos
explotación por parte del paciente de la teoría de los, 40
transformados en fenómenos externos, 31
Objeto no-existente
sus características, 146
ocupa espacio que debiera estar libre, 154
Objetos parciales
teoría de que la relación edípica temprana está representada por, 77
Oscuridad
debida a la necesidad de ocultar por parte del paciente, 45

Paciente
y analista, 37
y la descripción del analista, 25
y la representación del analista, 36
capacidad para ser un elemento negativo, 50
crisis controlada del, 30
ataques destructivos al psicoanálisis, 51
228 Transformaciones

sueño del tigre y el oso, 38


ejemplo de confusión del, 42
experiencia de 0 , 47
dolores hipocondríacos transformados en objetos extemos, 30
con trastornos mentales y la opinión lega, 31
mecanismos psicóticos en el, 27
realización incognoscible, 35,36
representaciones de 0 , 38
suposiciones, violencia en las, 29
transformaciones del, y categoría de la tabla, 36
transformaciones del, y analista, 33
comprensión de la transformación del analista, 24
acerca de lo que habla el, 40
Paciente A
ilustración clínica, 26
transformación rígida, 51
Paciente B
ilustración clínica, 42
trasfondo emocional del, 48
clasificación tabular de la interpretación, 50
transformación proyectiva, 51
relación con 0 , 49
Paciente C
como ejemplo de parasitismo, 52
ilustración clínica, 51
Parasitismo
destrucción del amor para envenenarlas relaciones, 52
Pascal, B., Pensées
y el aspecto infinito, 212
Pecho
ausente, como el lugar donde el pecho estaba, 81
como fuente que proporciona significado, 111
pensamiento temido por su relación con la destrucción del, 91
Pensamiento
susceptible de precipitar una depresión precoz, 91
primitivo, se origina en el lugar donde se espera haya una cosa, 77
reglas del, en relación con el punto y la línea, 84
Persecución
cadena de causalidad como defensa ante la, 87
Perspectiva
parte de la, en la transformación, 19
W. R. Bion 229

Pitágoras
interpretación edípica de Plutarco del teorema de, 108
Platón
y la definición pre-euclidiana de la línea recta, 117
Formas representadas por el Canto XXXIII del Paradiso, 175
Teoría de las Formas, nota a pie de página, 116,174
el punto como comienzo de una linea, 107
Plutarco
su descripción del teorema de Pitágoras, 108
Pre-concepción
teórica, uso de la, 45
Proto-resistencia
como anticipación de la ansiedad relacionada con 2 en la tabla, 208
Ps<-»D
su importancia en el aprendizaje oscurecida por la forma narrativa, 128
posición esquizo-paranoide y desarrollo aritmético, 170
racionalización y persecución, 85

saturación por parte de un objeto que exige existencia, 144
saturación por vértice, 147
saturación con significado, 140
Psicoanálisis
ausencia de medición, no es científico, 20
experiencia analítica y catástrofe, 26
descripción en, como transformaciones, 22
teoría intuitiva, como realización concreta del espacio, 157
teoría del, perteneciente a grupos de transformaciones, 22
transformación de la realización en interpretación, 24
uso de, incomprensible fuera de la práctica psicoanalítica, 105
Psicopatologla
del analista, y negación, 25
fenómenos 2 en la tabla que pertenecen al analista, 77
Psicosis
conducta bizarra que surge en la práctica, 25
diferenciación respecto a la neurosis, 61
incapacidad de los pacientes psicóticos para trabajar sin objetos, 66
en crisis controlada, 24
(£) suele permanecer no saturado en la, 141
Público
e imágen del psicoanálisis, 33
230 Transformaciones

Pulmones
como aparato evacuadorpara el flato (verbalizaciones), 167
Punto
y línea como elementos impregnados en todas las transformaciones, 161
punto de vista de Aristóteles en relación con la linea, 84
como signos homogéneos, 157
asociado con manchas, 106
notación de staccato, usado para representar el pecho, 81
perteneciente al eje genético, 155

Razón
inadecuación de la, como esclava de las pasiones, 103
Razonamiento circular
y diámetro del círculo, 146,190
Realización
relación con el hecho de la experiencia analítica, 23
Reglas
para la rivalidad entre la alucinosis y el psicoanálisis, 178
de la comunicación verbal y la alucinación, 89
sugestiones para, en ta alucinosis, 169
sintácticas, matemáticas y musicales, 83
para combinar invariantes, 134
Relación
y propiedades, 20
Relaciones sociales
usadas para atacar al psicoanálisis, 52
Representación
y perspectiva, 20
como interpretación, 22
como estímulo de la emoción, 57
categoría tabular del paciente, 36
Rivalidad
“curación”y “ganar” son idénticos en la, 179
del analizado con el analista, expresa la superioridad de la
alucinación sobre el psicoanálisis, 172,178
Ruysbroeck, John
distinción entre Dios y la Divinidad, 175

Sandíer, J.
sobre una teoría psicoanalítica sistemática, 199
W. R. Bion 231

San Juan de la Cruz


descripción de la noche oscura del alma, 197
Sección áurea
impuesta a las producciones artísticas, 134
considerada como la materia con la cual se forma una construcción,
en contraste con Vitruvio, 162
Segal, H.
Introducción a la Obra de Melanie Klein, 84,199
Selección
como aspecto de la transformación (ver modelo), 164
Sentido
uso experimental de los signos matemáticos para el sentido, 115-118
Sentido común
correlación basada en el, 20
Seudo-causalidad
como negación de la destrucción y dispersión de elementos de
Ps<->D, 109
Shelley, P. B.
Helias, nota a pie de página, 169
Shock
y violencia, nota a pie de página, 30
Significado
observación clínica para la acreción de significado, 53
conjunción constante, Ps<->D y hecho seleccionado comparados, 110
sigue al nombrar, 41
obtenido de la experiencia, 81
de las interpretaciones del analista, usado para negar la falta de
sentido, 111,133
Signos
y significado, 53
para el sentido de consciencia e inconsciencia, 116
puntos como homogéneos, 155
Tay Tp, 31
usados para denotar el objeto no-existente, 133
Sistema reproductivo
relacionado con el placer y el dolor, 122
Situación analítica
como campo sobre el cual el vértice es proyectado centralmente, 146,147
Social-ismo
en contraste con narcisismo, 110
232 Transformaciones

Splitting
y ataques al tiempo, 132
y alucinosis, 91
y la identificación proyectiva como precursora de la función-a, 77
como ataque a la falta de significado, 103
como método para lograr la correlación, 94,143
excluido del “pensamiento”, 84
teoría de los efectos de la producción final en la transformación, 25
Sueños
categorización en la tabla por parte del analista, 76
Superyó
cambio de vértices, nota a pie de página, 128
desprovisto de las características de, 134
usurpa la función dei Yo, nota a pie de página, 92

T (analista) p
y los ciclos, 163
y la verdad en el arte y en la ciencia, 62
comunicación pero no propaganda, 62
T (paciente) a
posterior abreviatura de, 48
el proceso de transformación, 42
tipos de, 47
T (paciente) p
y los ciclos, 163
deducciones de, 42
posterior abreviatura de, 48
tipos de, 47
Tabla
como medio para el examen del material, 164
categorías de la, y evolución, 207
categorías relacionadas con el crecimiento, 68
manifiesta la relación de un elemento con otro (como C con H), 162
distinción de 1 y 3 respecto a todas las otras categorías, 65
ejemplos de las categorías de la, 110
no debe usarse de forma rígida, 168
relación dei eje vertical con el horizontal, 69
se requiere un segundo ciclo de categorización, 149,150
status de la, como instrumento, 105
uso de la, para los vínculos L y H, 90
W. R. Bion 233

uso para la evaluación de los enunciados de este libro, 87


amplio espectro de las categorías de la, 76
Tebas
encuentro en, categorización de la narración, 128,129
Teoría
y transformación, 86
como “útil" y “no útil", 82
Tiempo
en relación con el espacio y la ausencia de objetos, 82, 83
Transferencia
“fidelidad indeseada” y "movimientos rígidos”, 43
Transformación
y campo para la proyección de, 147
y forma, 35
del artista, 11
emoción que produce turbulencia en la, 96
de un medio a otro, 129
de O, análoga a la identificación proyectiva con el pecho bueno, 160
en K, debe diferenciarse de la transformación en 0 , 183-193
la interpretación como, 22
la representación psicoanalítica intuitiva y (a axiomática se
relacionan con la misma realización, 158
K - » 0 ,193,197
T ransformaciones
y categorías de la tabla, 35
y el público, 33
como forma de comunicación, 89
elección de la interpretación, 29
determinación de la significación de T, 59
incapacidades del paciente y del analista, 68
de la curación al herir, 50
de O a Tp, 74
producción de crecimiento como criterio de, 94
interpretaciones como aspectos de las, 172
modelo de los árboles reflejados en el agua, 73
posible clasificación de, 38
teoría psicoanalítica inalterada por las, 60
relación con el cuerpo principal de la teoría psicoanalítica, 59
rígidas y proyectivas, 61
teoría de las, y grupo de transformaciones, 32
varían según la comprensión que se transmita, 24
234 Transformaciones

Trasfondo
de ía tarea cultural y analítica, 32
Turbulencia
distorsionando a Taa y Tap, 74

t/na teoría del pensar (1961)


sobre el terror sin nombre, 109
Universalidad
de la comunicación, 57

Verdad
y deterioro de la personalidad, 64
falta de respeto del Superyó por la, 64
Vértices
vértice central y campo, o terreno, 147
concepto tomado de la geometría, 123
destruidos por el despojo, 171
ejemplo del analista, 181
el ojo como vértice de una configuración, 119
de proyección, ilimitados en número, 146
del sistema reproductivo, 122
"punto de vista", que difiere según la categoría de la tabla, 95
preferible a “puntos de vista", 222
referido como “punto de vista”, 94
dos que difieren, necesarios para generar la alucinación, 175
variedades, ejemplos, 191
que varían espacialmente, o de sentido a sentido, 120
Vínculo
ataques al, relacionados con el pensamiento, 82
Violencia
y catástrofe, 30
y cambio, 31
envidia, frustración y temor a la, 79
en funciones primitivas, 78
moral, 81
del objeto no-existente, 134
teórica, 30
Voracidad
y exigencia continua, 47
el pecho reducido a un punto por la, 82
W. R. Bion 235

temida por el paciente psicótico en contacto con elementos no


saturados, 159
teoría kleiniana de la envidia y la, 78
del objeto no-existente, 134
«-^relacionado con el objeto no-existente, 141,142

Wisdom, J. O.
sobre las teorías de Klein y Fairbaim, 200
LA TABLA
LA TABLA

Hipótesis
Definitoria V Notación Atención Indagación Acción
1 2 3 4 5 6 ...n

A
Elementos A1 A2 A6
Beta

B
Elementos B1 B2 B3 B4 B5 B6 ...Bn
Alfa

C
Pensamientos C5
C1 C2 C3 C4 C6 ...Cn
Oníricos
Sueños, Mitos

D
D1 D2 D3 D4 D5 D6 ...Dn
Pre-Concepción

E
E1 E2 E3 E4 E5 E6 ...En
Concepción
F
F1 F2 F3 F4 F5 F6 ...Fn
Concepto
G
Sistema
deductivo G2
Científico
H
Cálculo
Algebraico

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