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Reflexiones sobre el ‘Voto de Pobreza’

Noviciado Redentorista – Sub-Región Norte de América Latina

1. UBICACIÓN DEL TEMA.

1. El fundamento de la Vida Religiosa.

No debe olvidarse que la Vida Religiosa hunde sus raíces y encuentra sus primeras experiencias, en los
dichos y en los hechos de Jesucristo y de los apóstoles 1. Por ello, hemos de ubicarla mejor, en la
perspectiva del seguimiento “radical” de Jesús y del descubrimiento de una nueva forma de vida en
comunidad (Mc 3,13; Jn 1,39; Hch 2,44), que en el horizonte de “renuncia” a algo o de “huída” del
mundo2.

Por esto mismo, junto con el Concilio, no olvidamos que “la norma suprema de la vida religiosa es el
seguimiento de Cristo tal como está propuesto en el evangelio; ese ha de tenerse en todos los institutos
como regla última”3.

En el Noviciado profundizamos nuestra opción por vivir la Vida Religiosa al estilo Redentorista, y nos
preparamos para seguir al Señor siendo castos, pobres y obedientes, en una comunidad eclesial 4. Por
ello, toda reflexión que ahora hagamos, debe ser entendida desde este punto de partida.

2. La ‘pobreza’ en un sentido integral.

Otro presupuesto a tener en cuenta, viene a ser la noción general –la pre-comprensión o el pre-juicio–
que podamos tener de la ‘pobreza’. Desde el punto de vista etimológico, significa “falta de medios de
subsistencia” y proviene del latín ‘pauper’ que, literalmente, quiere decir “que produce poco, que da
pocos frutos”5. En este significado, prevalece el sentido “económico” de la pobreza, como carencia de
algo.
1
FERNÁNDEZ, P., “Consejos Evangélicos (aspectos históricos)”, en: APARICIO RODRÍGUEZ, A.,-CANALS CASAS, J.,
(dir), Diccionario Teológico de la Vida Consagrada, Publicaciones Claretianas, Madrid 1989, 398.
2
Ibid., 399.
3
CONCILIO VATICANO II, Decreto Perfetae Caritatis, sobre la adecuada renovación de la Vida Religiosa, Roma 1965,
n. 2.
4
C 89 (tomada de la traducción de Constituciones y Estatutos CSsR, PS, Madrid 2000). Cf. Ratio Formationis CSsR,
89: “‘El noviciado, con el que comienza la vida en un Instituto, tiene como finalidad que los novicios conozcan mejor la
vocación divina, particularmente la propia del Instituto, que prueben el modo de vida de éste, que conformen la mente y el
corazón con el espíritu del Instituto, y que puedan ser comprobadas su intención y su idoneidad’ (Canon 646). El
discernimiento y la formación espiritual que son propios de esta etapa deben ayudar al candidato a crecer en su amor y en su
lealtad a la Congregación y a madurar su capacidad para integrarse libremente en nuestra vida apostólica”.
5
GÓMEZ DE SILVA, G., Breve diccionario etimológico de la lengua española, FCE, México 21998, 549. El Diccionario
de la lengua española (RAE, Madrid 232003), le reconoce las siguientes acepciones: “1. f. Cualidad de pobre; 2. f. Falta,
escasez; 3. f. Dejación voluntaria de todo lo que se posee, y de todo lo que el amor propio puede juzgar necesario, de la cual
hacen voto público los religiosos el día de su profesión; 4. f. Escaso haber de la gente pobre; 5. f. Falta de magnanimidad, de
gallardía, de nobleza del ánimo”. Y, para ‘pobre’: “adj. Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir; 2. adj. Escaso,
insuficiente; 3. adj. Humilde, de poco valor o entidad; 4. adj. Infeliz, desdichado y triste; 5. adj. Pacífico, quieto y de buen
genio e intención; 6. adj. Corto de ánimo y espíritu; 7. Mendigo”.
VOTO DE POBREZA

Si bien éste es el sentido primordial del término, no significa que debamos interpretar restrictivamente
esta realidad. Por tanto, no hemos de ver la pobreza que se quiere asumir, sólo como la privación de los
bienes materiales, de personas o de interacciones sociales 6, ni como una manera de comportarse o como
un interés –o desinterés– por las cosas7.

Si partimos del hecho de que los votos religiosos han de expresar el particular seguimiento de Jesús que
queremos hacer, entonces la pobreza debe ser el fruto de una relación profunda con Dios y debe
considerarse como algo “integral”, algo que pueda dar cuenta del ser humano –hasta donde esto sea
posible–, en su “totalidad”.

3. El método para reflexionar sobre la ‘pobreza’.

Para abordar nuestro tema adecuadamente, hemos elegido un camino que asuma y describa la condición
humana, y la reinterprete y plenifique desde la fe. No queremos sólo encerrarnos en una interpretación
“religiosa” del voto de pobreza y autojustificarla desde la sola fe. La vida cristiana tiene dimensiones
“intramundanas”, pues requiere “mediaciones racionales” para ser válidamente comprendida y vivida
por el/la hombre/mujer de hoy.

Mucho menos queremos que la pobreza sea considerada sólo como realidad antropológica o fenómeno
sociológico. Como hombres que quieren seguir a Cristo, aceptamos la óptica que nos da la fe, pero de
una manera crítica y positiva, que haga desaparecer todo rastro de alienación.

Por tanto, optamos por seguir un paradigma de “autonomía teónoma” 8 que integre distintos saberes
humanos –independientes y “completos” por sí mismos– con las distintas disciplinas teológicas –que
tienen su propia lógica interna–. Nuestra reflexión, entonces, tendrá una perspectiva “multidisciplinar”.
Y ésta será expuesta de un modo “ascendente”, es decir, partiendo de los “cimientos” de la persona,
hasta llegar a la cumbre del dato revelado. Como reflexión aparte se tomará lo relativo a la vivencia
concreta del ‘voto de pobreza’ en la Congregación.

2. ILUMINACIÓN MULTIDISCIPLINAR PARA EL ‘VOTO DE POBREZA’.

1. Desde la Biología.

Comenzamos nuestra reflexión reconociéndonos como seres necesitados de satisfacer las carencias que
posibilitarán nuestro desarrollo integral. Esto es, nos reconocemos como ‘seres pobres’. Partiremos
desde el “estrato biológico”. La biología busca estudiar las formas vivientes 9, las cuales son, en esencia,
sistemas complejos, altamente organizados, independientes, con una estructura físico-química definida,

6
Cf. RIDICK, J., Un tesoro en Vasijas de Barro. Reflexiones psicopedagógico-espirituales sobre los votos, Sociedad de
educación Atenas, Madrid 1984, 27-55.
7
Cf. Ibid., 31-35.
8
Cf. VIDAL, M., Moral de actitudes, PS, Madrid 1990, I: 260-284.
9
NASON, A., Biología, Limusa, México 1981, 18.

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capaz de utilizar la materia y la energía del medio ambiente por medio de cadenas integradas y
autoestablecidas de reacciones para poder crecer y reproducirse, como organismos totales 10.

El ser humano, lo mismo que el animal, es un ser biológico. En cuanto tal, está constituido y formado
por sistemas de sostenimiento y coordinación 11. Dispone de un sistema digestivo, respiratorio,
circulatorio, excretor, reproductor, nervioso, endocrino, muscular y óseo 12. Lo biológico es el soporte de
la vida y del comportamiento humano13.

El cuerpo humano constituye un todo formado por millones de células que se reúnen para formar un
tejido. Unas se necesitan de otras. Los tejidos se reúnen para formar órganos –son estructuras complejas
que cumplen funciones especiales, por ejemplo en el aparato digestivo: boca y laringe–. Los órganos, al
unirse, constituyen aparatos y sistemas. Los órganos que forman un aparato o sistema están
estrechamente ligados anatómicamente y, en conjunto, se encargan de una función específica, de manera
que el aparato o sistema depende, en su funcionamiento, de la armonía con que trabajen los diversos
órganos que lo forman y de cómo vayan satisfaciendo sus propias necesidades 14.

2. Desde la Psicología.

El ser humano no es sólo una masa corporal; es, mejor dicho, un organismo psíquico. El psiquismo
humano es una totalidad de diferentes “capas” o “estratos” –mencionadas sólo por motivos de estudio y
análisis–15: nivel psico-fisiológico –que es el conjunto de estados y procesos orgánicos que tienen lugar
en nuestro cuerpo–, nivel psico-social – que comprende las actividades conectadas con la necesidad de
desarrollar relaciones con otras personas– y nivel raciona-espiritual –que tiene que ver con el Yo, sujeto
agente y responsable, que se despliega en inteligencia y voluntad–.

En la adaptación al medio, y como resultante del equilibrio y la conformación con la realidad exterior,
surge la personalidad, la cual se desarrolla a través de la satisfacción de las distintas necesidades 16.

A nivel psico-fisiológico17 el/la hombre/mujer tiene necesidades básicas que debe cubrir para lograr la
supervivencia: comer, dormir, descansar, trabajar… Estas necesidades son específicas, concretas y
externas al individuo. Responden a un proceso biológico que se pone en marcha de manera automática y
con cierta “determinación”. Tales necesidades implican, por parte del ser humano, un esfuerzo por
ordenar y regular el uso de estos medios (bienes materiales, cosas, etc.), para lograr el pleno e integral
10
“La meta de la biología es tratar de comprender la estructura y funcionamiento de las formas vivientes en todos los
niveles de organización. La complejidad de cualquier sistema viviente hace necesaria la investigación de sus partes
constituyentes, para considerarlo así de una manera total”. Ibid., 19.
11
FRANCONE, J., Anatomía y fisiología humanas, Interamericana, México 1973, 3-4.
12
Ibid., 8-21.
13
“La biología es el soporte de la vida humana. Tiene una importancia decisiva para el comportamiento del hombre”.
VIDAL, M., op. cit., I: 254-255.
14
AAVV, Síntesis de biología, Trillas, México 1997, 99-101.
15
Seguimos la esquematización de RIDICK, J., op. cit., 36-39. Cf. También LÓPEZ GALINDO, A., Claves antropológicas
del acompañamiento, ITVR, Vitoria 1988, 13-18. Puede verse la propuesta de LERSH, Ph., La estructura de la personalidad,
Studium, Barcelona 1968.
16
FINKLER, P., Comprenderse a sí mismo y entender a los demás, Paulinas, Madrid 1982, 33-38.
17
LÓPEZ GALINDO, A., op. cit., 13-14.

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desarrollo de la persona y no caer en abusos que pueden perjudicar su propio desarrollo. En este nivel
destaca el propio cuerpo, las habilidades físicas y cualidades estéticas.

Como ser psico-social18, el/la hombre/mujer es una realidad abierta a su entorno, a su mundo histórico, y
a los demás. Y es que el/la hombre/mujer es consciente de su propia limitación e insuficiencia, por ello
se “lanza” más allá de sí mismo/a. Por ser una realidad abierta, está configurada de tal manera que puede
encontrarse entablando un diálogo con los demás y con su mundo-histórico. Es el nivel de la
interdependencia. Se tiene la necesidad de estar en relación con los demás; de estar cerca de ellos y
recibir de ellos atención y ayuda. En este punto destacan las relaciones personales, los valores del grupo
y la imagen de sí que uno va construyendo en la interacción con los demás.

A nivel espiritual-racional19, se tiene la necesidad de pensar, juzgar, valorar, ir más allá de los sentidos,
es decir, de lograr la abstracción. El/la hombre/mujer tiene la capacidad de sobrepasar estos dos niveles
anteriores y tender hacia lo trascendente, hacia Aquel que es el fundamento fundante de toda la realidad
en donde la persona, como sujeto concreto, se encuentra inmerso. Aquí se encuentra la necesidad de
conocer la verdad y la naturaleza de las cosas, de forjarse ideales y de perseguir sueños. Es el nivel de la
superación de lo instintivo y funcional, y de ir más allá de los límites de los hechos inmediatos y los
procesos materiales.

3. Desde la Sociología.

Más allá de su desarrollo individual, el ser humano, desde su mismo nacimiento, está necesitado de otras
personas. Siempre es un “ser con otros” 20. El relacionarse con los otros y el cómo se llevan a cabo esas
relaciones, constituyen la convivencia humana –que es la “exteriorización” de la persona 21– y dan paso
a la sociedad.

Los seres humanos siempre se van “plasmando”, van haciendo su historia en grupo, en un espacio
delimitado y con una forma característica de “autorregulación”. En medio de una pluralidad de personas
se crea una cultura y unas instituciones más o menos típicas, que producen en ellos un sentimiento de
pertenencia y de realización 22. La sociedad prosee una cierta comunidad de propósitos para el bien
común, la cooperación de esfuerzos y la estabilidad de lazos 23. Gracias a la sociedad, el individuo
aprende a ser y a comportarse de una determinada manera.

El proceso de socialización es esencial para el ser humano, pues tiene que ver con su vida toda:
conducta, creencias y acciones; y durante toda su vida: desde la infancia hasta la vejez 24. La sociedad
desempeña una función fundamental en la construcción de la identidad individual 25. Las coacciones
18
Ibid., 14.
19
Ibid., 14-15.
20
Cf. METZ, J., Principios fundamentales de teología, Cristiandad, Madrid 1966, 323-324.
21
Cf. “Sociedad” en Diccionario enciclopédico Salvat universal, Salvat, Barcelona 1976, 19: 26.
22
Ibid., 27.
23
Idem.
24
Cf. “Socialization”, en Encyclopædia Britannica 2007 CD-Rom Deluxe Edition, Encyclopædia Britannica, Chicago
2006.
25
“Socialización” en Diccionario enciclopédico Salvat universal, Salvat, Barcelona 1976, 19: 23.

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ejercidas por la colectividad participan grandemente en la formación de la personalidad y en su


integración al cuerpo colectivo26. El sistema social ayuda a internalizar los distintos roles que el
individuo desempeñará y le va indicando la pauta para encontrar la propia madurez 27.

La sociedad es, pues, un marco de referencia necesario para el ser humano que, a través de sus
instituciones: familia, escuela, Estado, religión… va “condicionando” y “normalizando” la manera de
ser del individuo, de acuerdo a sus diferentes funciones en el cuerpo social 28.

4. Desde el Análisis Social.

No basta saber cómo funciona la estructura de la sociedad. Hemos de analizar el modo como nuestra
sociedad se conduce. Particularmente importante resulta para la ‘pobreza’, puesto que nos encontramos
en un mundo en el que –por muchas y variadas razones– muchos –la inmensa mayoría– no pueden
satisfacer sus necesidades adecuadamente. Veamos por qué.

De entre los fenómenos sociales que están dominando, a nivel mundial, las relaciones entre las personas
destaca, históricamente, el “triunfo” del sistema capitalista como forma viable de sociedad 29. La caída
del muro de Berlín se convirtió en un signo de la inviabilidad del “socialismo real” 30 y, mientras éste
prácticamente no existe, crece el poder del “capitalismo real”, observando la victoria sobre su
contrincante31.
26
Cf. la sociología de E. DURKHEIM o G.P. MURDOCK. Cf. BÉGIN, L., “Sociedad” en CANTO-SPERBER, M. (dir.),
Diccionario de ética y filosofía moral, FCE, México 2001, II: 1057.
27
“Las principales etapas de la socialización, desde el nacimiento, son la oral, la anal, la edípica y la adolescencia […]
En las tres primeras, la familia es el principal agente socializador […] En la cuarta etapa, el niño empieza a emanciparse de
sus padres […] cuando la persona es capaz de mantenerse a sí misma, con total independencia de la familia, entre en el
período de la edad adulta”; “Socialización”, art. cit., 19: 23.
28
Cf. FORME, W., “Social structure” en Encyclopædia Britannica 2007 CD-Rom Deluxe Edition, Encyclopædia
Britannica, Chicago 2006.
29
VICO PEINADO, J., Pasión por el Reino, en http://servicioskoinonia.org/biblioteca/bibliodatos1.html?teol01.
30
“El ‘socialismo real’ fracasó, según la Centesimus Annus de JUAN PABLO II, porque se mostró incapaz de superar el
capitalismo (23a), convirtiéndose en un ‘capitalismo de Estado’ (35b). Por otra parte, su sistema económico se torno ineficaz
(24a) y así ‘la experiencia histórica de los países socialistas ha demostrado tristemente que el colectivismo no acaba con la
alienación, sino que más bien la incrementa al añadirle la penuria de las cosas necesarias y la ineficacia económica’ (41a). De
todas formas, el fallo más importante. Lo ve Juan Pablo II en la antropología que está a la base: considera al hombre como
una pieza del engranaje social (13a), violando “los derechos a la iniciativa, a la propiedad y a la libertad en el sector de la
economía” (24a). Sin embargo, lo que en definitiva ha jugado la baza decisiva en este derrumbe ha sido ‘el vacío espiritual
provocado por el ateísmo’ (24b)”; nota 177 de VICO PEINADO, J., op. cit.
31
“JUAN PABLO II, en la Centesimus Annus, denuncia ‘el riesgo de que se difunda una ideología radical de tipo
capitalista’ (42c). Para él, el fracaso del colectivismo lo único que ha demostrado es que ‘el remedio es peor que la
enfermedad’ (12c), pero no por eso la enfermedad deja de ser enfermedad. ‘A pesar de los grandes cambios acaecidos en las
sociedades más avanzadas, las carencias humanas del capitalismo, con el consiguiente dominio de las cosas sobre los
hombres, están lejos de haber desaparecido’ (33b; cf. 26d, 42c). La iglesia defiende el derecho a la propiedad, pero
recordando el destino universal de los bienes de la tierra (6b, 30, 31b) y la necesidad de que a ella accedan todos aquellos a
los que de hecho en los países capitalistas se les niega (6c). De forma que no se puede defender este derecho, sin afirmar la
necesidad de compartir. La propiedad ‘no tiene ninguna justificación y constituye un abuso ante Dios y ante los hombres’
(43c), cuando es un impedimento para compartir. Por otra parte, la Iglesia admite que ‘los mecanismo del mercado ofrecen
ventajas seguras’ (40b), pero reconoce también sus límites: ‘Hay numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el
mercado’ (34a), ya que el mercado satisface sólo las demandas solventes y cualquier demanda solvente, favoreciendo así el
consumismo, la drogadicción, etc., (36). Tampoco ‘la defensa y tutela de los bienes colectivos, como el ambiente natural y el
ambiente humano [queda] asegurada por los simples mecanismos de mercado’ (40a). Por eso, el Papa considera que es

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De hecho, hoy subsiste el capitalismo 32 –y parece que seguirá subsistiendo– porque es la mejor
“solución” a las exigencias de iniciativa, libertad, igualdad y felicidad para el ser humano 33. Además,
porque da respuesta a la creación productiva de un buen nivel de vida para muchas personas, y para la
distribución de los bienes.

Sin embargo, el capitalismo que hoy día vivimos, es un capitalismo salvaje. Pretende obtener, a toda
costa, los beneficios de la producción de bienes de consumo: ya no importa tanto lo que se produce
cuanto el hecho de producir lo que pide el mercado. Y, si no pide lo que se produce, ya se encargará la
propaganda de crear la necesidad para que lo pida. La producción sigue una lógica instrumental al
servicio del beneficio, apoyada en el consumo. Así se hace sociedad de consumo, una sociedad que
valora al/la hombre/mujer por lo que tiene y que crea la mentalidad de “usar y tirar”, y “gastar y
comprar”34.

Y esta es una situación que afecta no sólo a Europa, sino al mundo entero 35. Estamos ante la emergencia
de una “nueva estructura social de acumulación” 36. Pero sólo acumula quien más tiene. Por tanto,
nuestras sociedades están volviéndose completamente desiguales, puesto que son sólo unos pocos los
que gozan completamente de los beneficios del mercado 37. La “sociedad del capital”38, es una sociedad
que genera marginación permanente y estructural para los débiles 39.

Hoy vemos cómo “una muy pequeña minoría de países que albergan una muy pequeña parte de la
población mundial explotan los recursos de la humanidad (el aire que respiramos, el petróleo y las
materias primas, los alimentos, la cultura, el poderío militar, el capital, etc.) de una manera masiva,
mientras que la mayor parte de los países y la mayor parte de la población no puede disfrutar de esos
recursos ni siquiera en forma mínima”40. Esto significa condenar a la pobreza al setenta por ciento de la

necesario ‘controlar el mercado’ (19b, 35b) y ‘orientarlo hacia el bien común’ (43a). Esto exige la intervención del Estado
sobre él, ya que existe un ‘principio elemental de sana organización política, a saber, que los individuos, cuanto más
indefensos están en una sociedad, tanto más necesitan el apoyo y el cuidado de los demás, en particular la intervención de la
autoridad pública’ (10b) en un sistema democrático: ‘La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que
asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y
controlar a sus propios gobernantes, o bien de sustituirlos oportunamente de manera política’ (46a). Ya se ve que el Papa
defiende una democracia real y no sólo formal”; nota 178 de de VICO PEINADO, J., op. cit.
32
Cf. MARDONES, J.M., Capitalismo y religión. La religión política neoconservadora, Sal Terrae, Santander 1991, 190-
192.
33
Ibid., 161. También, MOLTMANN, J., Teología política, ética política, Sígueme, Salamanca 1987, 66-68.
34
VICO PEINADO, J., op. cit.
35
Cf. ROBINSON, W.I., Nueve tesis sobre nuestra época, en Christus 698 (1988) 8.
36
Ibid., 9.
37
VICO PEINADO, J., op. cit.
38
Así la ha llamado I. ELLACURÍA [Subdesarrollo y derechos humanos, en Revista latinoamericana de teología 25
(1992) 3].
39
Desde el ámbito del Primer Mundo cf. BAUM, G., Víctimas de la sociedad del bienestar, en Concilium 218 (1988) 31-
40. Desde el ámbito del Tercer Mundo cf. BOFF, L., La voz de las víctimas ¿quién la escuchará?, en Concilium 232 (1990)
369-372.
40
ELLACURÍA, I., art. cit., 4.

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población mundial, estableciendo divisiones entre el hemisferio Norte y el Sur 41, como consecuencia de
la división del mercado de mercancías, de capitales y de trabajo 42.

El capital “ha conducido y está conduciendo (a) no sólo a la ampliación de la brecha entre ricos y
pobres, ya sean regiones, países o grupos humanos [...] (b) no sólo al endurecimiento de los procesos de
explotación y de opresión con formas, eso sí, más sofisticadas; c) no sólo al desglosamiento ecológico
progresivo de la totalidad del planeta; (d) sino a la deshumanización palpable de quienes quieren
abandonar la dura tarea de ir haciendo su ser con el agitado y atosigante productivismo del tener, de la
acumulación de la riqueza, del poder, del honor y de la más cambiante gama de bienes consumibles” 43.

Y no sólo eso. Quienes detentan el capital son quienes tienen el poder sobre los procesos sociales en
todo el mundo44. No es primariamente que las personas, las clases o los grupos sociales, las naciones o
los grupos de naciones hayan decidido ponerse al servicio de la producción y acumulación del capital;
“es que el capital, sobre todo en su dimensión internacional, pero también nacional, pone a su servicio a
los hombres, a las clases sociales, a las naciones y ya no digamos a todo el aparato económico, que es la
parte más determinante del organismo social”45.

41
“La doble tendencia está a favor de la concentración de riqueza entre una capa privilegiada que abarca a alrededor de
un 20 por ciento de la humanidad, en la cual la diferencia entre ricos y pobres se hace mayor dentro de cada país, del norte y
el sur, simultánea a un agudo incremento de las desigualdades entre el norte y el sur. La desigualdad mundial en la
distribución de la riqueza y el poder es una forma de violencia estructural permanente contra la mayoría del mundo. Éste es
un fenómeno ampliamente observado, pero es necesario vincularlo más explícitamente a la globalización. Sólo en América
Latina, el número de personas que viven en la pobreza creció de 183 millones en 1990 a 230 millones en 1996, según cifras
divulgadas por la Comisión Económica de Naciones o Unidas para América Latina y el Caribe (ECLAC). Tomando en
cuenta el crecimiento demográfico, el porcentaje de la población que vive en la pobreza, según ECLAC, aumen tó de 40 por
ciento de la población total en 1980 a 44 por ciento en 1990 y 48 por ciento en 1996. Este incremento de la pobreza es por
tanto más exponencial que aritmético. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
agrega que, entre los pobres de América Latina, 59 millones de personas padecen hambruna crónica. Según el más reciente
informe anual del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ‘Human Development 1994’, mil 300 millones
de personas viven en absoluta pobreza –literalmente entre la vida y la muerte. Un tercio de la población del sur ‘vive en
estado de abyecta pobreza’, dice el informe, ‘en un límite tal de existencia humana que no se puede describir con palabras’.
Mil millones no tienen acceso al servicio de salud, mil 300 millones no tienen acceso a agua potable, y mil 900 no tienen
acceso a medidas sanitarias. Una comparación de los informes recientes revela la inquietante tenden cia, de que el abismo
entre la minoría cada vez menor de ricos y la vasta mayoría de pobres sigue agrandándose. En 1960, las 20 naciones más
ricas del mundo eran 30 veces más ricas que el 20 por ciento más pobre. Treinta años después, en 1990, eran 60 veces más
ricas. Sólo un año después, en 1991, el último año del que se tienen cifras, fue de 61 países ricos por cada país pobre, según
el informe de 1994”; ROBINSON, W.I., art. cit., 12-13.
42
ROBINSON, W.I., art. cit., 10. Cf. ELLACURÍA, I., Utopía y profetismo en América Latina, en Revista latinoamericana
de teología 17 (1989) 146-147.
43
ELLACURÍA, I., El desafío de las mayorías pobres, en Estudios centroamericanos 493-494 (1989) 1077.
44
“El agente de la economía global es el capital transnacional, organizado desde el punto de vista institucional en
corporaciones globales y en agencias de planificación económica y foros políticos supranacionales como el Fondo Monetario
Internacional, la Comisión Trilateral y el G-7, y controlado por una elite transnacional con conciencia de clase radicada en
los centros del capitalismo mundial. Esta elite transnacional tiene una agenda global integrada por componentes económicos,
políticos y culturales que se refuerzan mutuamente y que, en su conjunto, comprenden una nueva estructura social global de
acumulación. El componente económico es el hiper-liberalismo, que busca lograr las condiciones para la movilidad total y la
actividad mundial sin trabas del capital. El hiper- liberalismo incluye la eliminación de la intervención del estado en la
economía y la regulación por parte de naciones estados individuales de la actividad del capital transnacional en sus
territorios. Está poniendo fin a la anterior capacidad del estado para impedir el lucro capturando y redistribuyendo los
excedentes”; ROBINSON, W.I., art. cit., 12.
45
ELLACURÍA, I., El desafío de las mayorías pobres, 1076.

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VOTO DE POBREZA

En este mundo desigual, las “venas abiertas” de las naciones del Sur han sido las que han mantenido,
hasta el momento presente, el nivel de vida del Primer Mundo con su aportación de materias primas y
mano de obra a bajo costo y con los intereses de la deuda externa 46. Su riqueza es consecuencia de la
pobreza a que se condena al Tercer Mundo. Es decir, el derroche de medios y el nivel de vida de los
países del Primer Mundo, está siendo costeado por las viviendas infrahumanas, la falta de salubridad e
higiene, la precaria escolarización y el hambre con que muchedumbres inmensas viven en el Tercer
Mundo –y en el Cuarto47–.

Y el medio para mantener este estado de cosas ha sido, en otras épocas, el colonialismo. Hoy es el
neocolonialismo, que se gesta en la dependencia económica y en la democracia vigilada o en la abierta
dictadura, impuesto por instancias políticas que, bajo el interés del beneficio y la libertad del mercado,
dan cancha libre a las empresas multinacionales, sistemas financieros, fabricantes de armamentos y
agentes de inteligencia48. Pero este modo de vida es insostenible, pues “en nuestro mundo, el ideal
práctico de la civilización occidental no es universable materialmente, por cuanto no hay recursos
materiales en la tierra para que todos los países de la tierra alcancen el mismo nivel de producción y de
consumo, usufructuado hoy por los países llamados ricos”49. Se impone un nuevo orden50.

5. Desde la Filosofía.

En este contexto mundial, nos preguntamos sobre el modo de abordar la realidad y de interpretar nuestra
propia existencia. Y es que la sociedad capitalista, en primer término identificada con la sociedad
“europea” u “occidental”, no sólo pretende imponer un sistema económico, sino un modo de ser y de
pensar51. Hay un modelo de hombre/mujer que se viene imponiendo en el llamado mundo occidental, y
que arranca fundamentalmente del “yo pienso” cartesiano que, con sus ideas claras y distintas, se
presenta como medida de todas las cosas52.
46
Cf. GALEANO, E., Las venas abiertas de América Latina, Siglo XXI, México 471986.
47
VICO PEINADO, J., op. cit.
48
Cf. ELLACURÍA, I., Subdesarrollo y derechos humanos, 5-6.
49
ELLACURÍA, I., Utopía y profetismo en América Latina, 152-153. Esto último significa, como señala A. GONZÁLEZ,
“que aun en el caso puramente hipotético de que tales recursos aumentaran milagrosamente, la universalización no sería
posible, pues acarrearía una catástrofe medioambiental insoportable para el planeta […] Incluso en el caso de que unos no
vivieran a costa d elos otros, sería imposible que los niveles occidentales de vida alcanzaran a toda la humanidad”; Orden
mundial y liberación, en Estudios centroamericanos 549 (1991) 634.
50
“Las nuevas contradicciones asociadas al capitalismo de la segunda mitad del siglo XX –a saber, la incompatibi lidad
de la reproducción del capital y de la naturaleza conducen a un holocausto ecológico que amenaza la supervivencia de
nuestra especie y de la vida misma en nuestro planeta”; ROBINSON, W.I., art. cit, 14. Dice I. ELLACURÍA que el estilo de vida
de occidente “no humaniza, no plenifica ni hace feliz, como lo demuestra, entre otros índices, el creciente consumo de
drogas, constituido en uno de los principales problemas del mundo desarrollado. Ese estilo de vida está movido por el miedo
y la inseguridad, por la vaciedad interior, por la necesidad de dominar y se dominado, por la urgencia de exhibir lo que se
tiene. Ya que no se puede comunicar lo que se es. Todo ello supone un grado mínimo de libertad y apoya esa mínima libertad
más en la exterioridad que en la interioridad. Implica asimismo un máximo grado de insolidaridad con la mayor parte de los
seres humanos y de los pueblos de mundo, especialmente con los más necesitados”; Utopía y profetismo en América Latina,
153. Como “sistema alternativo”, ELLACURÍA propone la “civilización de la pobreza”, fundada en el trabajo y en la persona y
no en el capital y el interés; cf. El desafío de las mayorías pobres, 1077-1088.
51
Cf. SANTOS HERCEG, J.G., “Etno-Eurocentrismo” en SALAS ASTRAIN, R. (coord.), Pensamiento crítico latinoamericano.
Conceptos fundamentales, UCSH, Santiago 2005, I: 341-354.
52
Cf. DARDICHON, F., “Filosofar desde los pobres”, en SACANNONE, J.C. – PERINE, M. (comps.), Irrupción del pobre y
quehacer filosófico. Hacia una nueva racionalidad, Bonum, Buenos Aires 1993, 148.

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VOTO DE POBREZA

Ese “yo”, vendría cargado de pesadas consecuencias. La primera de ellas, fue la reflexión de los
filósofos ilustrados que, con la pretensión de forjar un nuevo régimen “iluminado” sólo con la razón,
dijeron que el ser humano debía regirse por la famosa trilogía de libertad, igualdad y fraternidad. Pero
los efectos más grandes del cartesianismo llegaron hasta la aparición del/la hombre/mujer productor/a-
consumidor/a y la apoteosis del individualismo 53. Más aún, algunos han llegado a postular, con marcado
pesimismo, la misma desaparición del ser humano. “El hombre va a desaparecer; su fin está ya, quizá,
muy próximo”54. No es de extrañar que en estas circunstancias esté cobrando vigencia en Europa el
nihilismo nietzscheano55.

Sin embargo, nos preguntamos si esta es la manera como, desde nuestra realidad latinoamericana,
queremos vernos a nosotros mismos. En marcado contraste con la experiencia y la historia europeas,
desde Latinoamérica podemos pensar una antropología distinta que favorezca, no la desaparición del ser
humano, sino la aparición de un/a “hombre/mujer nuevo/a”. “La situación concreta de Latinoamérica
exige y posibilita una nueva reflexión lejos de los moldes clásicos y, sobre todo, del subjetivismo propio
de la modernidad, fundamento último del proceso de expansión y colonización” 56.

Partimos de un hecho. Nuestra América, dominada y excluida, se ha descubierto como ese pueblo que ha
estado al margen de la historia y de la modernidad 57; aquél que se forjó como un “residuo de lo que
sobró de la exclusión y de la negación que sufrió” 58. El ser del/la hombre/mujer latinoamericano/a es el
resultado de un proceso histórico de más de quinientos años de dominio (neo)colonial y es la
experiencia de una conciencia marcada por la marginación, por la negación y por el trauma. Y “el
‘pobre’ es la categoría general que designa el objeto final del proceso de opresión del sujeto y de la
negación del ser, en el curso histórico y en las relaciones sociales” 59. De este modo, en América Latina
encontramos, en el ser profundo de nuestro pueblo, el rostro del/la pobre 60.

Sin embargo, este ser marginado y oprimido 61, hoy emerge en nuestro mundo y sabe de su importancia
en este tiempo y en este espacio62. Hoy el/la ‘pobre’ “irrumpe” en la realidad, es decir, “rompe” con una
53
Ambas circunstancias, descritas magistralmente por MARCUSE, H., El hombre unidimensional, Ariel, Barcelona
1994.
54
FOUCAULT, M., Las palabra y las cosas, Siglo XXI, Madrid 1997.
55
Cf. Por ejemplo, VATTIMO, G., El pensamiento débil, Cátedra, Madrid 1988 o CIORAN, E., La tentación de existir,
Taurus, Madrid 1995.
56
DARDICHON, F., art. cit., 148-149.
57
Cf. DUSSEL, E., Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión, Trotta, Madrid 2002, 50-86.
58
CASTELO BRANCO, M., “Antropología”, en SALAS ASTRAIN, R. op. cit., I: 32.
59
Ibid., I: 36.
60
“El pobre es el indio sin identidad apropia, expulsado de sus tierras y mantenido en reservas sin vida, que pasa
hambre y se vicia para pasar los días. Es el negro, todavía tratado como ser servil, mano de obra barata e ignorante para el
trabajo manual en los cañaverales del azúcar y del alcohol, o para la fabricación del carbón. Es el mestizo (de indio o de
negro), perdido entre los valores de una cultura impuesta y los signos de la magia y el animismo. El pobre es el trabajador
explotado, el trabajador del café, el poblador marginalizado, el campesino hambriento que huye de la sequía, las mujeres de
la vida, los niños de la calle, es el sin tierra, el sin casa, el mendigo, el enfermo…”; Idem.
61
Cf. TRIGO, P., “El concepto de marginado. Sus usos y realidad”, en SCANNONE, J.C. – PERINE, M. (comps.), op. cit.,
45-70.
62
PERINE, M., “Sentido histórico y ético de la irrupción de los pobres en la historia y en la conciencia latinoamericana”,
en SACANNONE, J.C. – REMOLINA, G. (eds.), Filosofar en situación de indigencia, UPCO, Madrid 1999, 53-58.

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VOTO DE POBREZA

situación anterior: entra en la conciencia y en la historia abruptamente 63. Y entra para ser factor de
“indignación ética” –que haga reconocer y cuestionar la injusticia que subyace al empobrecimiento 64–,
de “asombro radical” –que haga relucir el milagro de la totalidad de la vida humana en medio de una
situación de muerte65– y de “exigencia práctica” –que haga viable una vida auténticamente humana para
todos y no sólo para unos cuantos66–.

Estos hechos permiten notar que, tomando en cuenta la vida del/la pobre y volteando a ver a esas
mayorías empobrecidas de América Latina, podemos tener un nuevo estilo de vida y un modo diferente
de entender la realidad. Esto quiere decir que, con el/la pobre y desde él/ella, tenemos una nueva
racionalidad67.

Desde el “reverso de la historia”68, puede darse la transformación del pensamiento, un “nuevo


pensamiento”69 que comience desde el/la pobre. Desde él/ella no se partirá del “yo”—como en el mundo
“moderno”–, o desde el “cosmos” –como en el mundo “antiguo”–. El nuevo punto de partida serán “los
otros”, aquéllos donde se manifiesta la carencia injusta y que deben interpelar una y otra vez la
conciencia humana70. Este punto de partida, también será un “lugar hermenéutico” 71 aquél horizonte de
sentido desde el cual puede se puede entender, criticar y decidir. El/la pobre ha de ser, finalmente, un
punto donde la dignidad humana pueda ser recuperada 72 y desde donde se pueda comenzar a construir
“otro mundo” posible73.

6. Desde la Teología I (Teología Fundamental).

Pero el/la pobre no sólo es el/la artífice de una nueva racionalidad. También tiene un puesto-clave para
la fe. El/la pobre resulta ser el “lugar teológico” del cristianismo, porque él/ella indica el “desde dónde”
se experimenta a Dios74.
63
SCANNONE, J.C., “Irrupción del pobre y pregunta filosófica en América Latina”, en ID, 61.
64
Ibid., 64.
65
Ibid., 64-65.
66
Ibid., 65.
67
Cf. SCANNONE, J.C., “Aportes para una antropología filosófica desde América Latina”, en SCANNONE, J.C. – PERINE,
M. – REMOLINA, G. (comps.), Hombre y sociedad. Reflexiones desde América Latina, Indo –American Service Press, Santafé
de Bogotá 1999, 15-22.
68
Cf. DUSSEL, E., op. cit., 513-538.
69
DARDICHON, F., art. cit., 147-148. También HOYOS-VÁSQUEZ, J., “¿Por qué y cómo filosofar todavía en una situación de
indigencia, más aún, de pobreza absoluta?”, en SACANNONE, J.C. – PERINE, M. (comps.), op. cit., 153-162.
70
SCANNONE, J.C., Irrupción del pobre y pregunta filosófica en América Latina, 68-70.
71
Ibid., 70-72.
72
Ibid., 72.
73
Cf. En esta línea, MANZANERA, M., “Metafísica de la nostridad. Hacia una filosofía de la liberación como
nostrificación”, en SCANNONE, J.C. – PERINE, M. – REMOLINA, G. (comps.), op. cit., 91-134. También GAETE, A., “El Estado
se transforma”, en ID., 219-235, y SCANNONE, J.C., “Irrupción del pobre y lógica de la gratuidad”, en SACANNONE, J.C. –
PERINE, M. (comps.), op. cit., 213-239.
74
Cf. ELLACURÍA, I., Los pobres, lugar teológico en América Latina, en Misión Abierta 4/5 (1981) 225-270; VIDAL, M.,
op. cit., III: 137-148; BOFF, L., Teología desde el lugar del pobre, Sal Terrae, Santander 1986, pp. 72-75; TAMAYO-ACOSTA,
J.J., Para comprender la Teología de la Liberación, Verbo Divino, Estella 1998, pp. 136ss; GONZÁLEZ FAUS, J.I., Los pobres

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VOTO DE POBREZA

Y es que el cristiano descubre que los/as pobres son el “objeto” primario de la Revelación 75. Son,
también, el lugar privilegiado de la recepción, interpretación e interpelación de la Palabra de Dios,
porque ellos/as en ellos/as “el Dios de Jesús se manifiesta de modo especial. La presencia de Dios en los
pobres suele ser desconcertante, profética (anuncio-denuncia) y apocalíptica (anuncia a la salvación
escatológica)”76. Los/as pobres son el lugar más apto para la vivencia de la fe en Jesús y su
seguimiento77. Ellos/as son el lugar donde se realiza el designio de Dios: elegir lo desechado del mundo
para convertirlo en “piedra angular”78.

“Desde la fe” se descubre, con mucha más fuerza que sólo “desde la razón”, que los/as pobres “no
tienen solamente necesidades que hay que atender, sino que también tienen capacidad de transformación
histórica, dignidad y un potencial evangelizador” 79. Los/as pobres anuncian el Evangelio de Cristo a
todos, porque su vida es un “grito” que denuncia un mundo de exclusión. Y, además, porque ellos/as
“catalizan” el proceso de conversión al Señor, ése mismo que se ha hecho pobre y entre los/as pobres
puede ser encontrado80.

Por esta razón, entendemos que, desde el lugar del/la pobre se sigue a Jesús, puesto que sólo desde los/as
“crucificados de la historia”, puede irse detrás del Crucificado81. Y sólo desde “los de abajo”82, es decir,
los/as pobres, se puede ser constructor/a de la utopía de Reino 83: “una historia digna del ser humano, en
la que el/la hombre mujer pueda vivir con la dignidad que Él le otorgó en sus orígenes” 84.

como lugar teológico, en Revista latinoamericana de teología 1 (1984) 375-308.


75
Lc 4,18; 7,22-23; cf. VIDAL, M., La preferencia por el pobre, criterio moral, en Studia Moralia XX/2 (1982) 286-287.
76
Ibid, 291. escribe I. ELLACURÍA que “los pobres en América Latina son lugar teológico en tanto constituyen la
máxima y escandalosa presencia profética y apocalíptica del Dios cristiano y, por consiguiente, el lugar privilegiado de la
praxis y de la reflexión cristiana” [Los pobres, lugar teológico en América Latina, en Misión Abierta 4/5 (1981) 231].
77
Lc 14, 15-24; cf. VIDAL, M., La preferencia por el pobre, criterio moral, 285.
78
VIDAL, M., Moral de actitudes, III: 147.
79
BOFF, L., Por los pobres y contra la pobreza. La fe en la periferia del mundo, Sal Terrae, Santander 1981, 74.
80
Mt 25, 31-46; cf. VIDAL, M., Moral de actitudes, III: 143-144.
81
Cf. SOBRINO, J., Qué es evangelizar, en Misión Abierta 3(1985) 315.
82
“El camino de Jesús muestra una clara inclinación hacia los de abajo. La predilección y las acciones de Jesús iban
dirigidas a todos los hombres precisamente porque él tomó partido por los débiles, los enfermos, los pobres y los rechazados,
por aquellos en que la inhumanidad de los hombres y su ‘buena’ sociedad se hace patente en toda su realidad […]Jesús ayuda
a quienes han sido despojados de su humanidad no como un héroe o un filántropo humanista, sino compartiendo su suerte,
zambulléndose en su sufrimiento, haciéndose solidario con ellos, para, en esa solidaridad, llevarles al Reino de Dios […] El
camino de Jesús no sigue una línea ascendente, ni va, mediante una anticipación, de la historia a un futuro mejor. Por el
contrario, describe un movimiento descendente y desemboca en la historia doliente de la humanidad... Es amor creador al no-
hombre, marginado, anulado, carente de valor y odiado” MOLTMANN, J., op.cit., 94-95
83
Ibid., 30.
84
“Seguir a Jesús, sin embargo, no se hace en la pura interioridad, sino en la historia. En esa historia conflictiva y
competitiva, que crea sus propias víctimas. En esa historia en que la seguridad de unos es condena para los demás. En esa
historia que sacrifica a los débiles en el altar del éxito y de la productividad. En esa historia que margina a unos (pueblos
enteros) en aras del beneficio económico para mantener el nivel de vida y la seguridad del mañana. En esa historia que divide
la tierra en hemisferios por imperativos del mercado. Es en esa historia, en la que hay que seguir a Jesús para construir ‘el
sueño de Dios’, que es el Reino. ‘Este mundo no es una sala de espera al reino de Dios. Tampoco es el reino de Dios mismo.
Es el lugar donde se lucha por el reino de Dios, es el solar donde se construirá el Reino que Dios trae a la tierra’”; VICO
PEINADO, J., op. cit..

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VOTO DE POBREZA

El seguimiento de Jesús sitúa “a los cristianos como cristianos allí donde los espera el Crucificado.
Cristo espera que los suyos estén al lado de los dolientes y condenados de este mundo” 85. La Iglesia,
pues, ha de vivir en solidaridad con quienes están en el reverso de la historia 86, tratando de hacer
realidad el proyecto de Dios de filiación y fraternidad 87. Sólo desde los/as pobres puede construirse la
verdadera comunión y hacer de la humanidad una comunidad nueva, el gran Pueblo de Dios 88. Por eso,
ellos/as son el “criterio moral” 89 para el que cree en Cristo; ellos/as orientan su praxis fundamental.

Y todo, porque con el signo de la “solidaridad desde las víctimas” los “hijos e hijas de Dios [...] viven en
la lógica del Espíritu”90 una lógica que no permita exclusión ni marginación, y que critique toda forma
de indignidad y muerte, pues “la gloria de Dios es que el hombre viva” 91. Sólo así, el cristiano es testigo
del “Dios del Reino”92 en un mundo roto. Es portador de la Buena Noticia, frente a las malas noticias del
mundo opulento93.

7. Desde la Teología II (Teología de la Vida Religiosa).

Desde esta perspectiva, entendemos que “todos los miembros de la Iglesia están llamados a vivir la
pobreza evangélica”. Pero no todos de la misma manera, “pues hay diversas vocaciones en ella, que
comportan diversos estilos de vida y diversas formas de actuar” 94.

85
MOLTMANN, J., op.cit., 51
86
Cf. 2 Cor 8, 9. “Al emprender con Jesús el camino de la cruz, nos hacemos personas en cuyas vidas puede
manifestarse la presencia compasiva de Dios en este mundo”, porque “Dios es un Dios compasivo. Esta es una buena noticia
que se nos ha dado en y a través de Jesucristo. Es el Dios-con-nosotros, para quien nada humano es ajeno y que vive en
solidaridad con nosotros. Es un Dios siervo que lava nuestros pies y sana nuestras heridas. Y es un Dios obediente que
escucha y responde a su divino Padre con un amor ilimitado. En unión con Jesucristo, estamos llamados a ser tan compasivos
como lo es nuestro Padre. En él y a través de él nos resulta posible ser testigos reales de la compasión de Dios y signos de
esperanza en medio de un mundo que ha perdido precisamente la esperanza”; AAVV, Compasión. Reflexión sobre la vida
cristiana, Sal Terrae, Santander 1985, 49 y 72-73.
87
Cf. PIXLEY, J.- BOFF, C. Opción por los Pobres, Paulinas, Madrid 1986, pp. 85-86. 136-139
88
Cf. TÁMEZ, E., “Justificación”, en C. FLORISTÁN (dir.), Conceptos fundamentales del Cristianismo, Trotta, Madrid
1994, 670-672.
89
VIDAL, M., Moral de actitudes, III: 148-152.
90
Ibid, 674.
91
SUESS, P., Evangelización inculturada. Raíces, herencias, desafíos, perspectivas, en Selecciones de Teología Moral 5
(1994) 28.
92
Cf. CARAVIAS, J.L., El Dios de Jesús, CRT, México 1992, pp. 89-104.
93
“Lo es, cuando reconoce a Jesús en el pobre, el oprimido y el pisoteado y marginado. Lo es, cuando responde a las
necesidades, individuales o estructurales, de ese mundo de sufrientes, que Jesús ha querido que fuera su mundo. Lo es,
cuando desenmascara la idolatría de las malas noticias del sistema y entra en los conflictos que suponen combatir la batalla
por hacer presente en la historia, de alguna manera, el ‘sueño de Dios’ sobre ella. Lo es, cuando busca hacer nuevas todas las
cosas en Cristo con realismo, haciéndose cargo de la realidad, encargándose de la realidad y cargando con la realidad. Lo es,
cuando busca las mediaciones históricas, necesarias en la situación en que se encuentra, sean políticas, económicas o
sociales, aun reconociendo su carácter relativo y provisorio”; VICO PEINADO, J., op. cit.
94
CLAR, Hacia una vida religiosa latinoamericana. Selección de textos teológicos, ITVR, Bogotá 1984, 397.

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VOTO DE POBREZA

Entonces, la Vida Religiosa quiere ser signo que recuerde, una y otra vez que se debe mirar a Jesús que
opta por el enriquecimiento de quienes están sumidos en la pobreza 95. El amor del Padre, que se
manifiesta en Jesús, está al lado de los/as pobres en sus necesidades y sus luchas 96. La vida servicial de
Jesús a los pequeños, que se desentiende del protocolo social de su tiempo, se ofrece como modelo a
proseguir97.

De esta manera, lo que se pretende cuando hace “voto de pobreza”, es seguir a Jesús buscando
apasionadamente el Reino y tenerlo como la única riqueza, pero de una manera sociológicamente
anormal98: dejándolo todo para seguir a Jesús allí donde está. Y Él “está en el desierto, en la periferia y
en la frontera. Está en los pobres, los marginados, los enfermos y los hambrientos” 99.

Así, el/la religioso/a no es sólo un pobre. En realidad, es un empobrecido por el seguimiento de Jesús.
Se empobrece porque ha experimentado la gratuidad del amor del Dios del Reino para con él y para con
los pobres, prescindiendo incluso de su condición moral 100. Es un empobrecido, que ha hecho de ese
Dios la fuerte de su seguridad y de su cuidado.

Un empobrecido para el Reino y manifestar la cercanía de Dios con el despojo de la sociedad opulenta.
Un empobrecido, que manifiesta con su solidaridad la compasión (padecer-con) de Dios con los
desposeídos y las víctimas de la historia. Un empobrecido, para valorar a los sin-valor a los ojos del
mundo. Y esto no sólo como individuo, sino también como comunidad. Si la vida religiosa vive la
pobreza, es para manifestar la libertad que supone y exige el seguimiento de Jesús 101.

Por eso el/la Religioso/a entiende que, históricamente, tienen que estar al lado de quienes no han podido
elegir su pobreza. Ante ellos/as, entiende que esa pobreza es una situación histórica que encarna una
realidad de pecado: es un mal. Por tanto, la pobreza en la Vida Religiosa tiene que ser siempre
experimentada como continuación de la solidaridad activa y efectiva del Señor que se jugó, en el todo
por el todo, la vida por los/as pobres102.

95
“Cada fundador ha adaptado la pobreza a su tiempo; pero todos coinciden en la audacia evangélica de imitar a Cristo
pobre sin interpretaciones”; CLAR, op.cit., 378.
96
La actitud auténticamente cristiana del/la Religioso/a, es “despojarse de todo para hacerse uno de ellos, manifestando
así la cercanía a ellos del Dios del Reino […] luchar con ellos y morir con ellos para manifestar la voluntad de ese Dios, que
quiere Reinar en el mundo, haciendo que el hombre recobre la dignidad que no tiene”; cf. nota 225 en VICO PEINADO, op. cit.
97
Cf. ALONSO, S.M., “Votos religiosos (Reflexión Teológica)”, en APARICIO RODRÍGUEZ, A.,-CANALS CASAS, J., (dir),
op. cit., 1904.
98
Cf. VICO PEINADO, op. cit.
99
BOFF, L., La Fe en la periferia del mundo. El caminar de la Iglesia con los oprimidos, Sal Terrae, Santander 1981,
255.
100
Cf. VIDAL, M., Moral de Actitudes, III: 143.
101
“Para un hombre que busca desenfrenadamente el dinero y los bienes perecederos”, los/as religiosos/as “afirman
libertad ante tales bienes” y “son un cuestionamiento, una interrogación, una señal escatológica”; CLAR, op.cit., 401.
102
“La solidaridad con el pobre a causa del Evangelio lleva al religioso a romper con un tipo de vida y de relaciones
propias de los sectores privilegiados de la sociedad. Su presencia en el mundo se torna sino crítico y profético. El pobre
con el cual se solidariza no es simplemente pobre: es un empobrecido, aquel a quien le fueron sustraídos los medios para
ser un miembro de la sociedad, de la cual fue puesto al margen. Un amor inteligente al pobre obliga a comprender a fondo
la estructura social que engendra la pobreza, como subproducto de la riqueza de las minorías opulentas. De allí la
necesidad del religioso de ser crítico y no ingenuo y de estar siempre atento a las manipulaciones que el status puede
continuamente hacer en la instrumentalización de la vida religiosa para un asistencialismo que tranquiliza la conciencia y
crea la ilusión de estar sirviendo realmente al mundo de los pobres. La presencia crítica del religioso implica por una parte

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VOTO DE POBREZA

Concretamente, en la Vida Religiosa en América Latina camina hacia una mayor sencillez de vida, hacia
un desprendimiento de obras propias, hacia un mayor compromiso en la causa de los pobres. Este nuevo
estilo de pobreza tiene un sentido claramente profético103.

“Frente al mundo de los ricos que tienen ansia de lucro y buscar acumular más dinero y posesiones, los
Religiosos practican la comunicación de bienes, anunciando de un modo palpable que la fraternidad
cristiana ha de llevar a compartir lo que se tiene y a denunciar las diferencias escandalosas de nuestra
sociedad. Frente al orgullo que da el dinero y la pertenencia a una clase social privilegiada, los
Religiosos se acercan al pobre y a las clases más humildes para tomar su causa como propia y aún para
convivir con ellos, anunciando así que el hombre vale por lo que es y no por lo que tiene, y que quienes
poseen bienes terrenos no son por eso mejores que los pobres. Frente a una sociedad de consumo que
esclaviza al hombre creándole necesidades ficticias, el Religioso que vive con sencillez y austeridad,
manifiesta su independencia y libertad de espíritu y anuncia que el hombre es señor de la creación
dominándola y dándole sentido”104.

Por esto, en la Vida Religiosa no se hace voto de clase media, ni de asegurarse todo mediante los
competentes permisos105. Tampoco se hace voto de austeridad ascética 106, aunque ésta se suponga dado el
estilo de vida que emprende. Se quiere abrazar la pobreza, en la actitud de sentir, vivir, pensar y querer
como lo hizo Cristo. Se abraza la ‘pobreza’ en clave de ‘caridad’ 107. No se busca la pobreza en sí misma
y por sí misma, ni se busca idealizarla108. El/la Religioso/a busca ser como su Señor109.

8. Desde la Reflexión Redentorista.

Ahora bien, para nosotros, la pobreza tiene un tinte específicamente Redentorista que se encarna en el
mundo de hoy. Este punto de vista puede detectarse a partir de las Communicandas de los últimos
Gobiernos Generales.

la denuncia de una situación que contradice el plan de Dios y del mensaje evangélico, y por otro, de anuncio de la real
fraternidad y de repartición de los bienes y de los cargos que deben ser compartidos por todos”; CLAR, op. cit., 402.
103
PALACIO, C., “Vida Religiosa”, en ELLACURÍA, I. – SOBRINO, J., Mysterium liberationis. Conceptos fundamentales de
la teología de la liberación, Trotta, Madrid 21994, II: 514-518.
104
TEÓLOGOS DE LA CLAR. Religiosos para un pueblo en marcha, ITVR, Madrid 1978, 171.
105
VICO PEINADO, op. cit.
106
Idem.
107
“Dentro de la visión histórica de la pobreza, conviene recordar que desde el primer momento de la Iglesia se entendió
que la pobreza debía estar conectada con la caridad. Desde que Jesús invitó al joven rico, se entendió que en el
seguimiento de Cristo no estaba todo en desprenderse personalmente de los bienes; sino en hacerlo en beneficio de los
pobres. Así los entendió la comunidad de Jerusalén. La comunicación de bienes de la comunidad primitiva es la realización
del desprendimiento predicado por Jesús. Pero este desprendimiento no estaba motivado por la pobreza en sí, como valor
absoluto, sino que estaba orientado a la caridad” (CLAR, op.cit., 379).
108
“No se trata de idealizar la pobreza, sino, por el contrario, de asumirla como es: como un mal, para protestar contra
ella y esforzarse en abolirla. Como dice Paul Ricoeur, no se está realmente con los pobres sino luchando contra la pobreza.
Gracias a esta solidaridad –hecha gesto preciso, estilo de vida, ruptura con su clase social precisa– se podrá, además,
contribuir a que los pobres y despojados tomen conciencia de su situación de explotación y busquen librarse de ella. La
pobreza cristiana, expresión del amor, es solidaridad con los pobres y protesta contra la pobreza”; GUTIÉRREZ, G.,
Teología de la liberación, Sígueme, Salamanca 21971, 370.
109
Cf. CASAS, VICTORIANO., Pobreza en APARICIO RODRÍGUEZ, A. – CANALS CASAS, J., (dir), op. cit., 1324-1335.

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VOTO DE POBREZA

Después de haber consolidado la estructura y contenido de las nuevas Constituciones y Estatutos 110, la
Congregación ha pensado sobre sí misma, principalmente en cuanto a su propia identidad y la manera de
ejercer su Misión. Así, en 1979, el Capítulo General ordenó revisar las prioridades de la Congregación
pero sin olvidar su tarea fundamental: el anuncio explícito de la Palabra de Dios 111. Esta labor trajo
consigo la discusión sobre los destinatarios de la Congregación y sobre las formas de apostolado 112 y
llegó a puntualizar, en 1985, que el Redentorista “evangeliza a los pobres y se deja evangelizar por
ellos”113.

Para 1991, la Congregación se da cuenta que, para acentuar “el anuncio explícito, profético y liberador
del evangelio a los pobres, dejándose interpelar por ellos” 114, debía darse una coherencia y articulación
“entre la tarea evangelizadora, la vida comunitaria y la espiritualidad” 115. Para 1997, resulta apremiante
potenciar la espiritualidad, como un prisma con el cual se han de enfocar todas las dimensiones de la
vida redentorista116. Y, finalmente en 2003, se descubre que, desde la espiritualidad, se experimenta el
gran amor de Cristo, tematizando así la exigencia de “dar la vida por la abundante redención” 117, en
completa fidelidad al Señor118.

110
Cf. LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 4: Evangelizare pauperibus et a pauperibus evangelizari, Roma 1986,
n. 2.1.
111
Cf. PFAB, J., Communicanda 51: El fundamento espiritual de nuestro ser misionero, Roma 1980, n. 1; ID.,
Communicanda 53: El programa de prioridades misioneras, Roma 1980, Presentación; Introducción; LASSO DE LA VEGA,
J.M., Communicanda 4 (1986), n. 6.1.
112
LASSO DE LA VEGA, Communicanda 4 (1986), n. 2.2.
113
Ibid., n. 2.3. Cf. La continuidad expresada en el n. 7.
114
LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 1: Hacer vivir y crecer lo esencial de nuestra “vida apostólica”, Roma
1992, n. 1.3.
115
Ibid., nn. 1.3 y 2.1–2.4.
116
TOBIN, J., Communicanda 1: Espiritualidad. Nuestro más grande desafío, Roma 1988, nn. 2-3.
117
TOBIN, J., Communicanda 1: Llamados a dar la vida por la Abundante Redención, Roma 2004, nn. 3. 6.
118
Y no se olvide que, de dar todo por seguir al Redentor, se percibe la necesidad de renovar las estructuras de la
Congregación; Ibid., 4.

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 15


VOTO DE POBREZA

Dentro de esta continuidad temática se inserta el tema de la pobreza 119. En primer término, como
cuestión carismática120 y vocacional121, puesto que la Congregación ha sido fundada para “imitar el
ejemplo de nuestro Redentor Jesucristo “predicando a los pobres la Divina Palabra, conforme a lo que Él
dijo de Si mismo: ‘Me envió a anunciar la Buena Nueva a los pobres’” 122. Este es el sello de la fidelidad
a su misión123 y esta ha sido la tradición llevada a cabo desde siempre 124.

Más aún, el redentorista no puede seguir a Jesús si no es en solidaridad con los/as pobres 125, porque en
ellos/as descubre el signo viviente del Señor 126. El/la pobre trae siempre un mensaje de Dios para el
Redentorista127. Los/as pobres son “personas con rostro humano” 128, que lo interpelan y lo impulsan
siempre al compromiso con ellos/as129, individual y comunitariamente130.

119
Los elementos tomados en cuenta, como se dice de nuestra espiritualidad, no son exclusivos de la Congregación. Lo
que resulta novedoso, es la forma como estos elementos se combinan y se viven, cf. TOBIN, J., Communicanda 1 (1998), n.
21: “No debemos ser miopes centrándonos exclusivamente en lo específicamente nuestro, olvidando el amplio y exigente
horizonte de la espiritualidad en la que se inserta el carisma redentorista. ‘En la Iglesia, santa y grande, la Congregación no
es una capilla lateral. Su misión la coloca en el centro de la iglesia, allí donde se encuentra el altar en el que se celebra el
misterio de la Pascua de Cristo por la salvación del mundo. Está llamada a realizar lo que es central, a continuar a Cristo y
el acontecimiento de la salvación que está en Cristo. ¿Cuál es, por consiguiente, su especificidad en el conjunto de la
Iglesia? Su especificidad consiste en la realización de lo esencial de acuerdo con una vigorosa plenitud’ (F.X. Durwell,
CSsR). No debemos pretender por consiguiente que nuestra espiritualidad posea elementos exclusivos en la Iglesia. Gran
parte de los elementos tradicionalmente considerados como ‘redentoristas’ (predicar a los pobres, misiones populares, Vida
devota, etc.) tienen su réplica en otras espiritualidades y en otras Familias Religiosas; lo que en cierto sentido nos
caracteriza,, se encuentra, más bien, en el modo como estos elementos se conjuntan. Este modo, a su vez, supone otros
muchos factores: estilo de vida personal, forma de comportarse y de hablar, un cierto clima comunitario, etc., elementos
todos que –a cuantos se acercan a nosotros y nos conocen– hacen que de forma espontánea digan: ‘éste es un
redentorista’”.
120
“¿Quiénes somos? ¿Por qué existimos? ¿Cómo debemos vivir? Estos criterios son: la preferencia por la
evangelización en sentido estricto junto con la opción por los pobres”; TOBIN, J., Communicanda 2: ¡Ay de mí si no
predico el Evangelio! 1 Cor 9,16, Roma 1999, n. 12. “A la luz de la tradición en la que esta espiritualidad ha nacido,
podemos individualizar, distinguiendo lo esencial de lo secundario, algunos elementos constitutivos de la misma que, a
continuación, proponemos a vuestra consideración sin pretender con ello ni abarcarlo todo, ni tampoco hacerlo con un
rigor metodológico: somos redentoristas: nuestra espiritualidad se sitúa en la teología de la encarnación; somos misioneros
y, por lo mismo, esencialmente anunciadores del Evangelio cuyo corazón es la misericordia, el redentorista tiene un
sentido ‘popular’, una habilidad para aproximarse fácilmente a la gente y utiliza un lenguaje sencillo; la espiritualidad
redentorista es fuente y fruto de la misión (Mensaje final, 6); el redentorista siente compasión por los pobres; nuestro
compromiso pastoral, especialmente con los pobres y abandonados, es constitutivo de nuestra espiritualidad”. TOBIN, J.,
Communicanda 1 (1998), n. 24. Y este, es un carisma de y para la Iglesia; lo comparten los Congregados y los laicos que
se unen a la Misión de la Congregación; cf. LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 4: La colaboración de la
comunidad redentorista con los laicos, Roma 1995, nn. 10-14; 4, 46 y 50.
121
Cf. PFAB, J., Communicanda 53: El programa de prioridades misioneras, Roma 1980, n. 1.
122
Cf. Lc 4, 18-19; C 1; PFAB, J., Communicanda 53 (1980), n. 2.3 (introducción). Además, los/as pobres, son los
“destinatarios preferidos” de la predicación redentorista. Cf. PFAB, J., Communicanda 60: Misión de los Redentoristas en
la Iglesia: Proclamación explícita de la Palabra de Dios, Roma 1981, nn. 34 y 37.
123
Cf. PFAB, J., Communicanda 60 (1981), n. 37. No olvidemos que el Redentorista participa “en ‘la misión de la
Iglesia, que por ser sacramento universal de salvación es esencialmente misionera’ (Const. 1).” Y que “dentro de esta
misión de toda la Iglesia, la Congregación tiene su misión especial que se concretiza en tres aspectos diferentes: La
evangelización en sentido estricto: el anuncio explícito, profetice y liberador del evangelio; la preferencia por las
situaciones donde existe una necesidad pastoral; y dentro de esto, una preferencia especial por los pobres, los
desfavorecidos y los oprimidos. Estos tres aspectos juntos ‘constituyen para la Congregación su misma razón de ser en la
Iglesia y el sello de su fidelidad a la vocación recibida’ (Const. 5)”. LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 4 (1986), n.
6.
124
Cf. PFAB, J., Communicanda 53 (1980), n. 2.3, a: “Nosotros, Redentoristas, no tenemos una tradición unitaria en
relación a aquellos a los cuales se dirige nuestra actividad. Pero la tradición permanente en nuestra Congregación es, que a

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 16


VOTO DE POBREZA

Esta es la herencia de san Alfonso 131; un legado que formó parte de su propia vida y de su propia
experiencia de Dios132. El recorrido de san Alfonso hacia los pobres fue un camino de “éxodo y
conversión”, que siempre trató de encontrar la voluntad de Dios 133: “Alfonso percibió como suya la
vocación de proseguir la obra de Jesús Redentor predicando la Buena Nueva a los pobres más
abandonados”134.

En el ambiente de abandono, san Alfonso descubrió que “Cristo se había encarnado por él. Y se sintió
llamado no a ver a Cristo en los pobres, sino a identificarse con el Redentor que se hizo pobre para que
nosotros fuésemos ricos. La opción de Alfonso por los pobres abandonados brotaba de su identificación
con Jesucristo, no de un compromiso ideológico con una clase social” 135. Y es que, para san Alfonso, la

través de nuestro servicio pastoral entre los abandonados, los pequeños, etc., debemos servir allí donde existe una urgencia
pastoral en la Iglesia”. También LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 4 (1986), n. 5.2: “En la Congregación no
existe una tradición uniforme con respecto a aquellos a quienes se debe dirigir nuestra actividad pastoral. Los pobres a
quienes debemos predicar el Evangelio se han entendido de manera diversa según las diversas situaciones. Existen, sin
embargo, algunos rasgos especiales que atañen a toda la Congregación: Tenemos una tradición de preferencia por ‘la gente
pequeña’. Entre nosotros no se han cultivado de una manera especial las relaciones con la llamada clase alta, de gente
educada, rica e influyente, excepto en algunos casos. En este contexto sí existe una sencillez especial y un estilo popular en
nuestras predicaciones, como lo quería San Alfonso desde el principio y que se ha conservado a lo largo de toda nuestra
tradición. Esta sencillez abarca tanto el estilo de la predicación como los ejercicios de piedad. Es también tradición nuestra
el ir a la gente y no esperar a que la gente venga a nosotros. Ningún lugar es demasiado grande o demasiado pequeño para
nuestro apostolado. El fundamento de esta característica nuestra está en la antigua fórmula ‘las almas más abandonadas del
campo’ y en el sistema de la predicación itinerante. Esta característica nos muestra también nuestra prontitud para aceptar
misiones en regiones difíciles”. “Predicar la palabra de Dios ha sido lo específico de los Redentoristas desde los primeros
momentos, y hemos sido celosos guardianes de esta herencia. Aunque el contexto concreto sean las misiones parroquiales,
los retiros u otros ejercicios espirituales, o una homilía en la misa dominical, el celo que ponemos en ello, así como la
sencillez de nuestro estilo, parecen distinguir a los Redentoristas de todo el mundo. De ordinario, intentamos ser muy
flexibles en la búsqueda de nuevos y más adecuados métodos de presentar la revelación de de Dios […] Los Redentoristas
muestran una preferencia por la gente sencilla, especialmente por aquellos a quienes normalmente llamamos ‘los pobres y
más abandonados’. Seguimos queriendo ir allí a donde la Iglesia institucional no puede o no quiere ir. Intentamos estar
cercanos al pueblo y, generalmente, somos muy sensibles a sus formas populares de expresar la fe”; LASSO DE LA VEGA,
J.M., Communicanda 2: Unidad en la diversidad, Roma 1994, nn. 32-33.
125
“Esta proclamación de Buenas Noticias a los pobres es nuestro modo propio de realizar el seguimiento de Jesús,
expresado en una vida cercana y solidaria con los necesitados, un amor compartido, una dignidad recobrada, una liberación
en marcha. Así queremos participar en la vida de la Iglesia pues ‘la Iglesia en el mundo entero... quiere ser la Iglesia de los
pobres. Ella quiere sacar a la luz toda la verdad contenida en las Bienaventuranzas de Cristo... Las Iglesias jóvenes, que
viven la mayor parte en medio de poblaciones que sufren una gran pobreza, expresan con frecuencia esta preocupación
como una parte integrante de su misión’ (Redemptoris Missio n. 60). Los Redentoristas que viven en el tercer mundo están
allí para recordarnos constantemente esta urgencia y esta coherencia que es fundamental para nosotros. Ellos nos
estimulan, como lo hace Juan Pablo II en la Redemptoris Missio: ‘Fiel al espíritu de las Bienaventuranzas, la Iglesia está
llamada a compartir con los pobres y los oprimidos de cualquier clase. Por eso, yo exhorto a todos los discípulos de Cristo
y a todas las comunidades cristianas, desde las familias a las diócesis, desde las parroquias a los Institutos religiosos, a
hacer una revisión de vida sincera, en el sentido de la solidaridad con los pobres’ (RM, n. 60)”; LASSO DE LA VEGA, J.M.,
Communicanda 1 (1992), n. 1.6.
126
“Nuestra solidaridad con los más abandonados, especialmente los pobres, nos acerca al Jesús de las Bienaventuranzas.
Es entonces cuando comprendemos que los pobres son algo más que los destinatarios de nuestro anuncio del Evangelio.
Ellos son el signo viviente de Jesús hoy. Porque en su Hijo, Dios ha tomado el rostro de pobre. Desde su nacimiento
Jesucristo estuvo con los excluidos, con los que no tienen lugar. ‘El cual, siendo rico, por nosotros se hizo pobre, a fin de
que nos enriqueciéramos con su pobreza’ (2Cor. 8,9). (Cf. el comentario que de este texto hace san Alfonso en la Novena
de Navidad, Discurso VIII). Los pobres son los no-amados que hemos de amar y de evangelizar. Pero esta llamada
evangélica no es una glorificación de la miseria, que siempre debe ser combatida. Por otra parte, el pobre no está llamado a
hacerse rico, sino a ser ‘otro’, a convertirse. Porque el Evangelio no tiene como objetivo el construir una sociedad de
satisfechos que se complazcan en su autosuficiencia. Lo que quiere es que todos nosotros tendamos a una esperanza
gozosa y a una libertad en camino hacia lo esencial”; Ibid., n. 1.7.

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 17


VOTO DE POBREZA

Redención sólo puede ser vivida desde los más abandonados 136. Hacia los/as pobres se dirigió137 y desde
ellos/as “reconfiguró” su vida138 y “configuró la vida de la Congregación”139

En esta perspectiva se entiende, pues, el voto de pobreza para la Congregación del Santísimo Redentor.
Si el Redentorista quiere ser tal, ha de ser verdaderamente pobre 140, en realidad y en espíritu 141, con una
pobreza que construya fraternidad 142 y sea capaz de “testimoniar la posibilidad de vivir de un modo
distinto”143. La pobreza, en el Redentorista, comprende la participación de los bienes 144, el
desprendimiento145, la austeridad146, la revisión constante del lugar donde está y donde trabaja 147 y la
disposición a vivir en “comunidad abierta” en proximidad a nuestro pueblo 148.

127
“Nosotros sabemos muy bien que los pobres no son perfectos. Sobre todo si vivimos cerca de ellos. Pero
frecuentemente nos sorprendemos al descubrir en ellos valores evangélicos: la generosidad; el compartir a pesar de lo poco
que tienen; la alegría a pesar de las condiciones muy duras en que viven; la esperanza y la tenacidad cuando los demás ya
hace mucho tiempo que la han perdido; la confianza... Son estos los valores desde los que ellos viven y con los que nos
evangelizan. De ese modo los pobres nos invitan a cambiar de actitud. Esta unión privilegiada con ellos podrá cambiar
nuestra manera de ver las cosas, nuestro corazón, nuestro modo de hablar y de vivir. Por ejemplo, su vida nos hará
reflexionar y modificar nuestra búsqueda exagerada de seguridad, nuestras adhesiones demasiado fijas a las estructuras,
nuestro miedo al riesgo... ‘Evangelizare pauperibus et a pauperibus evangelizari’. Los pobres nos hacen encontrar a Cristo
en nuestra propia vida (Mt. 25,31) […] Con ellos leemos la palabra de Dios y juntos caminamos en el seguimiento de
Jesús”; Ibid., 1.9.
128
“Considerar las situaciones de pobreza puede quedarse en algo meramente abstracto, a no ser que lo hagamos de
manera humana y personal, por medio de un encuentro real con el pobre, como un ser humano que es nuestro prójimo,
como nos invita a hacerlo el Documento Final. Un ejemplo de este encuentro con el pobre podría ser el siguiente texto de
Puebla: ‘Esta omnipresente extrema pobreza se da en cada rostro concreto de la vida real. En estos rostros debemos
reconocer los rasgos dolientes de Cristo el Señor que nos cuestiona y nos interpela. Ahí se incluyen:
- los rostros de los niños aplastados por la pobreza antes de haber nacido, su posibilidad de desarrollo bloqueada por
irreparables deficiencias mentales y físicas; los niños vagabundos de nuestras ciudades, frecuentemente explotados,
productos de la pobreza y de la desorganización moral de la familia;
- los rostros de los jóvenes, que se hallan desorientados porque no pueden encontrar su sitio en la sociedad, y que están
frustrados, particularmente en los sectores marginales rurales y urbanos, por la falta de oportunidad para encontrar
formación y trabajo;
- los rostros de los campesinos; como grupo social viven desterrados en casi todas las partes de nuestro continente,
privados de tierra, encerrados en una situación de dependencia interna y externa, y sujetos a sistemas de
comercialización que los explotan;
- los rostros de los obreros, frecuentemente mal pagados y con dificultades para organizarse y defender sus derechos;
- los rostros de los desempleados y de los mal empleados, que son despedidos a causa de las duras exigencias de las crisis
económicas y, a menudo, a causa de los modelos de desarrollo que postergan a los trabajadores y a sus familias ante los
fríos cálculos económicos;
- los rostros de los marginados y de los que habitan en las ciudades superpobladas, que contrastan con el despliegue
ostentoso de riqueza en otros sectores de la sociedad;
- los rostros de los ancianos, que se hacen cada día más numerosos y que frecuentemente se ven marginados de una
sociedad orientada hacia el progreso, que mira con indiferencia a la gente no enrolada en la producción’ (31-40).
Si miramos nuestra realidad en este modo encontramos estos rostros en cualquier parte en que vivamos; nuestra búsqueda
no terminará en una discusión, sino en el descubrimiento de ‘los más abandonados, especialmente los pobres’ (Const. 1)”;
LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 4 (1986), n. 7.2.
129
Ibid., nn. 8.1–8.4.
130
“Nuestras Constituciones dan gran relieve a la vida de comunidad; vivir en comunidades uno de los valores esenciales
de nuestra Congregación, como la proclamación explícita y la opción por los pobres. ‘Ley esencial de la vida de los
congregados es: vivir en comunidad y realizar la obra apostólica a través de la comunidad’ (Const. 21)”; LASSO DE LA

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 18


VOTO DE POBREZA

Pero el Redentorista quiere ir más allá. Si está llamada a solidarizarse con el/la pobre 149, debe rechazar
toda acumulación de riqueza150. Y, todo, para alcanzar la “libertad y disponibilidad” 151 necesarias para
cumplir su vocación152 y poder proclamar abiertamente el mensaje de la “misericordia generosa, el
perdón y la reconciliación”153, el cual debe ser anunciado e clave de fidelidad a Dios y en coherencia con
“las exigencias de la justicia social, del reconocimiento de los derechos humanos y del respeto por la
integridad de la creación”154. Finalmente, la pobreza debe desinstalar siempre la vida del Redentorista 155,
y prepararlo a encarar la novedad y el riesgo de tener fe en el mundo de hoy 156.

9. Desde el Magisterio de la Iglesia I (Latinoamericano):

VEGA, J.M., Communicanda 11: La comunidad Redentorista: En sí misma proclamación profética y liberadora del
Evangelio, Roma 1988, n. 1.
131
La Communicanda 4 (1986), n. 5.1, recuerda la experiencia plasmada en el Suplex Libellus: “Que habiéndose
dedicado el suplicante por muchos años a las misiones como hermano de la Congregación de las Misiones apostólicas,
erigida en la catedral de Nápoles, y habiendo palpado el gran abandono en que se encuentran los pobres, especialmente los
de las comarcas rurales, en extensas regiones del Reino, desde el año 1732 se unió con dichos sacerdotes, compañeros
suyos, bajo la dirección de Mons. Falcoia, obispo de Castellamare, a fin de consagrarse a ayudar con misiones,
instrucciones y otros ejercicios ministeriales a los pobres del campo, que son los más necesitados de auxilios espirituales,
al faltarles con frecuencia quien les administre los santos sacramentos y la palabra divina; tanto que muchos de ellos, por
falta de operarios sagrados, llegan a la muerte sin saber ni siquiera las verdades necesarias de la fe. Tan pocos son los
sacerdotes que se dediquen de propósito al cultivo de los pobres campesinos (Suplex Libellus del 30/03/1748, en Lettere di
S. Alfonso. I, Roma 1887, 149-151)”.
132
“¿Puede su vida [la de san Alfonso] ayudarnos a penetrar el sentido del tema principal de nuestro último Capítulo
General, “evangelizare pauperibus et a pauperibus evangelizari”? […] Con los ojos puestos en San Alfonso debemos
evitar con cuidado atribuirle afirmaciones que verdaderamente nunca hizo él. Los problemas y la visión del mundo de su
tiempo no eran los de nuestros días. Podemos, sí, estudiar su vida y personalidad, procurando discernir las actitudes
consonantes con nuestro tema. Haciéndolo, llegaremos a la conclusión de que, como Padre y Fundador nuestro, Alfonso
consiguió unificar en su vida el amor a Cristo Redentor y el amor a los pobres. Y esta constancia podrá ayudarnos a
celebrar los 200 años de herencia que nos legó el primer Redentorista”. LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 10: San
Alfonso misionero de los pobres. Reflexiones en el bicentenario de la muerte de nuestro fundador , Roma 1987, nn. 1 y 2.
Recordamos que “para él [san Alfonso], fundar la Congregación no significaba simplemente crear un grupo de acción
pastoral; más bien, significaba crear una comunidad apostólica que, en su ser y en su obrar, debería constituir una continua
presencia salvadora del Redentor. Era la comunidad apostólica, no ya el Redentorista individualmente, quien debía ser un
signo visible del Redentor. La comunidad debería esforzarse por crear en el propio ámbito una atmósfera de mutuo
respeto, de reciproca ayuda y de santificación. Así es como podría convertirse en modelo vivo del Reino de Dios, reino de
justicia y de paz. Y, como tal, podría predicar con autoridad y convicción a los pobres abandonados, para los que era
enviada”; n. 22. Véase también, TOBIN, J., Communicanda 2: La redención, Roma 2006, n. 33: “Alfonso nos invita a
redescubrir al Dios de Jesucristo, un Dios que está apasionadamente enamorado de la humanidad; un Dios que escucha el
grito de los pobres y no permanece indiferente a la injusticia. Dios se reveló a sí mismo como Buena Nueva para los
empobrecidos, llegando a colmar con la plenitud total de Dios a los seres humanos (Ef. 3, 19) en el auto-despojo solidario
de Cristo (Fil 2, 5-11)”.
133
Cf. LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 10 (1987), nn. 3 y 4.
134
TOBIN, J., Communicanda 2 (2006), n. 16.
135
LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 10 (1987), n. 11.
136
Cf. TOBIN, J., Communicanda 2 (2006), n. 15: “Para que apreciemos su forma de entender la redención, la perspectiva
a partir de la cual debemos leer a San Alfonso es la de los ‘abandonados’, la de aquellos que están obligados a vivir al
margen de la sociedad o incluso de la Iglesia. Este es el punto de vista que da matiz a las estrategias pastorales de Alfonso
y condiciona también indeleblemente su reflexión teológica. Su visión en orden a la Congregación es tan grande como
ningún otro podía tenerla, ya que su punto de referencia es la entera misión de Jesús. ¿Por qué Dios se hizo hombre en
Jesucristo? En la respuesta a esta pregunta encuentra Alfonso también la raison d' être (la razón de ser) de su Instituto.
Descubre en el cuarto capítulo del Evangelio de Lucas una cierta definición de la misión de Jesús, un resumen del sentido
y del significado de toda su vida. La perspectiva teológica de Alfonso es aquí profundamente pastoral y misionera: El que

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 19


VOTO DE POBREZA

La pobreza Redentorista se enmarca en la tradición sobre la Vida Religiosa, de acuerdo con el


Magisterio de la Iglesia. En primer lugar, nos iluminarán los obispos latinoamericanos

En el documento final de la I Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM), en Río de


Janeiro157, aún no se toma opción clara por la pobreza y por el/la pobre. Apenas aparece alguna mención
en el título VIII –“Sobre los problemas sociales”–, aludiendo a que la Iglesia debe “poner acento sobre
la necesidad de desarrollar una siempre más amplia e intensa actividad social y benéfica a favor de las
clases más necesitadas”158.

es llamado a la Congregación del Santísimo Redentor no será jamás un verdadero seguidor de Jesucristo y ni tampoco
llegará jamás a ser santo si no tiende al objetivo de su vocación y no tiene el espíritu del instituto, que consiste en salvar
almas, las almas más destituidas de ayuda espiritual como son los pobres campesinos. Fue ésta era la verdadera razón de
la venida del Redentor, que dijo de sí: El Espíritu del Señor.... me ha ungido para anunciar la Buena Nueva a los pobres”.
137
Cf. LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 10 (1987), nn. 13-15. “Alfonso tenía dos grandes pasiones: Cristo y los
pobres”; Pfab, J., Communicanda 60 (1981), n. 18.
138
Cf. LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 10 (1987), nn. 17, 18 y 19: “hombre rico […] se exigió a sí mismo y a
ellos un cambio de estilo de vida realmente significativo”; “Alfonso buscó siempre el contacto directo y personal con los
pobres. Los pobres no eran solamente acogidos; el celo apostólico impulsaba a los misioneros a contactarlos, yendo al
encuentro de los más abandonados”; Alfonso no escogió una vida fundada en el pauperismo. Su sentido práctico, aliado al
desprendimiento, le llevaba a discernir si los bienes materiales eran efectivamente empleados en ayudar a los congregados
a acercarse a los pobres espiritualmente abandonados. Los bienes de la comunidad tenían por fin volver a ésta disponible
para los pobres abandonados, a cuyo servicio era llamada”.
139
“Quería san Alfonso dedicarse con su Congregación a la salvación de los más pobres y desamparados, superan do la
actitud desastrosa del jansenismo y del rigorismo. De allí que en la visión pastoral de los Redentoristas no hubiera hombre
alguno que no hubiera recibido en el plan de Dios un verdadero llamamiento a la salvación y a la santidad. Valía, pues, la
pena consagrarse al bien de todos sin excepción; la misión de salvación en favor de los más pobres y abandonados era un
testimonio de fe de incomparable fuerza, que correspondía exactamente al programa fundamental del anuncio evangélico
descrito por el mismo Jesucristo: ‘Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los
sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque así te plugo’ (Mt 11, 25s.)”; PFAB, J.,
Communicanda 61: El jubileo de 250 años de fundación de la Congregación del Santísimo Redentor, Roma 1981, n. 2.1.
También, LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 10 (1987), n. 16: “Alfonso preveía la ruina de la Congregación si ésta
se desarraigaba de los pobres para plantarse en las cortes y en los palacios de la ciudad, que para él eran símbolos de una
sociedad que rechazaba. Y eran símbolos poderosos capaces de perturbar las propias posiciones interiores. Lejos de los
pobres, la Congregación abdicaría de su misión, porque vendría a perder la sensibilidad hacia aquéllos a cuyo servicio fue
llamada, aquéllos que enseñarían a los miembros de la Congregación lo que significa la salvación para un Redentorista”.
Recordemos que “Alfonso percibió como suya la vocación de proseguir la obra de Jesús Redentor predicando la Buena
Nueva a los pobres más abandonados. Su misión fue vivir en permanente solidaridad con ellos. Su propia experiencia
personal de Dios estuvo íntimamente ligada a dicha idea. Escribió a las comunidades de Scifelli y Frosinone en 1774:
Atiendan a las almas, de modo más especial a los pobres, a los campesinos y a los más abandonados. Recuerden que Dios
evangelizare pauperibus misit nos (que Dios nos envió a evangelizar a los pobres) en estos nuestros días. Graben esto
firmemente en sus corazones y busquen solamente a Dios entre los pobres abandonados, si es que quieren agradar a
Jesucristo […] Alfonso no se empeñó en llevar a los abandonados a la Iglesia, sino que, más bien, trató de llevar la Iglesia
a esas gentes que ella había abandonado. S. Alfonso enfatizaba repetidamente que su Instituto había optado
concientemente por fundar sus casas entre los pobres. Supongo que dicha opción no fue simplemente para posibilitar a los
pobres aprovecharse de nuestros servicios. Alfonso sabía que el estar entre los pobres haría cambiar a sus compañeros
justamente como los cabreros y los pastores lo cambiaron a él para siempre. De igual modo, TOBIN, J., Communicanda 2
(2006), nn. 39-40: “Alfonso no tuvo simplemente una intuición teórica de la relación especial entre el Redentor y los
abandonados. Su primer biógrafo expresa en términos dramáticos cómo nuestro Fundador ‘pensó con sus pies’ – ¡incluso
cuando de hecho montaba en un jumento! En una descripción conmovedora de su éxodo de Nápoles en 1732, él describe a
Alfonso haciendo a Jesús el sacrificio total de esa ciudad y de su gloria a fin de vivir y morir en el campo, rodeado por los
campesinos y pastores analfabetos. Comentando este hecho, Théodule Rey-Mermet escribe que el comienzo de nuestra
Congregación fue primera y principalmente la muerte y el resurgir de un hombre: “El distinguido caballero napolitano ya
no existe, aquel que nace es un hombre pobre entre los pobres”. El lenguaje pascual, a la hora de interpretar el éxodo de

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 20


VOTO DE POBREZA

Con mucho más interés y profundidad, el tema es abordado por la II CELAM, en Medellín 159. Se
constata cómo hay una situación de desfavorecimiento para el Continente 160. Se ve cómo la toma de
conciencia de esta misma situación, provoca en amplios sectores de la población latinoamericana
actitudes de protesta y aspiraciones de liberación, desarrollo y justicia social 161. Así, los obispos
latinoamericanos llegan a la conclusión de que se debe, urgentemente, “presentar el rostro de una Iglesia
auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y audazmente
comprometida en la liberación de todo el hombre y de todos los hombres” 162.

Más aún, Medellín aborda directamente el tema de la “Pobreza de la Iglesia” en uno de sus
documentos163. Y no cierra los ojos ante la realidad: hay personas de la Vida Consagrada que son “ricos

Alfonso, es instructivo, especialmente cuando recordamos el encuentro que provocó la decisión de Alfonso, cuando a
comienzos del verano de 1730 la visión de los pobres abandonados en las alturas de Scala lo transformó para siempre.
Movido por la compasión, Alfonso asumió la misma ‘mente’ de Cristo Jesús y se ‘despojó de sí mismo’ (cf. Fil 2, 5b).
Alfonso reconoció su propia vocación en la compasión y en la kenosis del Hijo de Dios. La historia de Jesús se convirtió
en la historia de Alfonso. […] Desde 1732, miles de Redentoristas han entrado en esa misma dinámica, permitiendo que la
historia de Jesús se convierta igualmente en la suya propia”.
140
“Si tenemos que proclamar ese mensaje a los pobres abandonados ¿no debemos vivirlo primero nosotros mismos?”;
LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 11 (1988), n. 2. Cf. el n. 34.
141
Cf. Ibid., nn. 34-37.
142
La pobreza “dispone a vivir ‘con aquel Espíritu que animaba a la comunidad apostólica, por el que se convierten en
signo de la vida fraterna de los discípulos de Cristo’”; LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 11 (1988), n. 22.
143
En la Communicanda 1 de 1997, se pregunta el P. General que, si la espiritualidad Redentorista “se modela por
nuestra dedicación a los pobres” debe igualmente, ir acompañada de una formación continua. “Todos debemos motivar
teológica y apostólicamente nuestro servicio a los pobres en este periodo de nuestra historia en el que la caída de las
grandes ideologías ha terminado finalmente por marginar a los más abandonados. Debemos partir valientemente de
preguntas como éstas: ¿hasta qué punto nuestra espiritualidad es signo de contradicción para la sociedad en que vivimos ?
Nuestro estar en el mundo ¿Nos hace mirar de modo acrítico y pasivo la lógica del mundo (Jn. 17,11.14)? ¿Nos
acomodamos a la sociedad, o somos, más bien, un signo para ella? ¿Qué sentido tiene nuestra “profecía” al anunciar el
Evangelio y el carisma redentorista? A los ojos de los jóvenes ¿nuestro carisma es claro y convincente como propuesta
vocacional? ¿Qué actitud tenemos en el diálogo con las otras iglesias, religiones o culturas?”. Y continúa: “ su comunión
entusiasta con el Cristo Redentor y la apertura para reconocerlo en los pobres, nos indican que el ‘desafío’ continúa siendo
plenamente actual porque a Cristo (Mt 28,20) y a los pobres (Mc 14,7) los tendremos siempre con nosotros. Jamás nos
faltará la ‘materia prima’ para una dedicación generosa. La espiritualidad con la que siempre han afrontado los
redentoristas esta dedicación continúa siendo actual”; TOBIN, J., Communicanda 1 (1988), n. 35-36. Y, es que “el actual
escándalo de creciente enriquecimiento de algunos, de una parte, y de progresivo empobrecimiento de los dos tercios de la
humanidad por otra, cuando ya van veinte siglos de predicación de la Buena Nueva de Jesús, necesaria mente debe
conducirnos a una revisión de nuestra consagración de pobreza. Tenemos que reconocer que la pobreza religiosa ha sido
malherida también por el secularismo y el consumismo, que no sólo aleja nuestro nivel de vida del de la mayor parte de la
humanidad, sino que nos vuelve incapaces de ser sensibles ante la injusticia social”; LASSO DE LA VEGA, J.M.,
Communicanda 11 (1988), n. 36.
144
“Sea cual sea la teoría que tenemos sobre la pobreza, de hecho, en nuestras comunidades redentoristas, la práctica de
la pobreza se centra en «una vida común», o sea, en compartir los bienes (cf. Const. 64). Quizá esta cara de la pobreza es
la única que hoy día es moralmente posible que podamos manifestar para dar sentido a nuestro voto de pobreza, tanto ante
nosotros mismos como ante los demás. La capacidad de la comunidad en compartir sus bienes, de modo que cada uno
reciba lo que necesita, que nadie se sienta precisado a buscar ayudas fuera de la comunidad, que nadie pretenda poseer
cosas mejores que los otros, y que todos quieran colaborar con todo lo que ganan y con su trabajo, no puede dejar de ser
una señal de esperanza para el mundo. ‘Poner libremente en común todos los bienes fomenta de modo excelente la
voluntad de comunión y de participación, sobre todo con los humildes y los pobres. A ejemplo de Cristo, quien nos lo dio
todo, la pobreza lleva consigo la comunicación’ (Est. 044). 39. Compartir nuestros bienes con nuestra comunidad y
Congregación da testimonio de un modelo alternativo de sociedad en el mundo capitalista y en el mundo socialista.
Colocar en común nuestros bienes y ganancias para el bien común y las necesidades del apostolado es verdaderamente un
acto de justicia distributiva”; LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 11 (1988), n. 38-39.

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VOTO DE POBREZA

y aliados de los ricos”164. Y, aunque se vive en un contexto de pobreza –y, aún, de miseria–, obispos,
sacerdotes y religiosos tienen asegurada la vida, “mientras los pobres carecen de lo indispensable y se
debaten entre la angustia y la incertidumbre”165.

Esta situación exige de todos los miembros de la Iglesia, un verdadero espíritu de pobreza que
“rompiendo las ataduras de la posesión egoísta de los bienes temporales, estimula al cristiano a disponer
orgánicamente la economía y el poder en beneficio de la comunidad” 166. Por tanto, la pobreza de la
Iglesia debe ser tomada como signo del amor de Dios a los pequeños y como compromiso de
solidaridad167.

145
“El espíritu de participación, más arriba mencionado, no es posible sin una actitud fundamental de desprendimiento,
que fue el timbre de la espiritualidad de San Alfonso. El desprendimiento nos exige un alejamiento, a veces incluso
geográfico, del modelo de sociedad materialista y consumista en que nos encontramos: estar en el mundo, pero sin
integrarse en las injusticias de su sistema (cf. Jn 17,14-15). Si el deseo de poseer cada vez más y el apego a los bienes
materiales (que es realmente un ‘signo de nuestro tiempo’) se introduce en nuestras comunidades, en nuestra vida personal,
comunitaria, (vice) provincial, acabará por colocar el «tener» por encima del ‘ser’, transformándonos en agentes de
injusticia social. Aparece como importante que en nuestras comunidades examinemos temas como: reservas monetarias
que acumulamos para el futuro; uso personal de los fondos y los donativos; nivel de ‘confort’ o de imagen que damos con
la clase de nuestros coches, diversiones, etc.; duración y frecuencia de nuestras vacaciones, etc... No existen respuestas
fáciles para estas cuestiones delicadas, ni se logra en un instante el acuerdo o la concordancia. Tales decisiones sólo se
pueden alcanzar con un deseo profundo de conversión al Señor ‘el cual siendo rico, por vosotros se hizo pobre, a fin de
que os enriquecierais con su pobreza’ (2 Co 8,9). Este sentido de desprendimiento constituye un signo importante que
nuestra comunidad fraterna puede ofrecer a nuestro tiempo y a un mundo que no anhela compartir lo que posee sino
salvaguardarlo lo más posible”; Ibid., n. 41.
146
“Nuestro compartir con otros será auténtico sólo si cada uno procura limitar sus propias apetencias y trata de evitar el
crear ‘necesidades artificiales’, que transforman lo que sólo es útil en algo ‘indispensable’ y lo que realmente es superfluo
en ‘necesario’. Austeridad quiere decir contentarse con aquello que es necesario para nuestra vida: alimentación suficiente,
vivienda decente, salud congruente, formación primera y continuada, instrumentos necesarios para el trabajo pastoral y
medios apropiados para el descanso y recreo. El eliminar la acumulación de bienes o, lo que aún es más importante, la
creación de necesidades artificiales, depende de una sensibilización social radicada en el Evangelio. La llamada de Jesús a
no olvidarnos, en su presencia, de los pobres que nos rodean y de las urgentes necesidades materiales de tantísimos otros,
está pidiendo a la comunidad una respuesta. No podemos justificar gastos en cosas superfluas para nosotros, nuestras
casas, nuestras provincias, cuando con ese dinero podríamos costear lo que es necesario para la sobrevivencia de otros
seres humanos. ‘Como miembros de un Instituto destinado a la evangelización de los pobres, los congregados tengan una
fina sensibilidad ante la pobreza del mundo y los graves problemas sociales, que angustian a casi todos los hombres’ (Est.
044)”; TOBIN, J., Communicanda 1 (1988), n. 42:
147
“Los proyectos de nuevas fundaciones deben tomar en serio la práctica de San Alfonso en cuanto a la situación de
nuestras casas, o sea, que se establezcan entre aquellos que estamos llamados a servir, para estar siempre a su disposición.
Es un hecho descubierto por la sociología que el lugar social en que se vive condiciona fuertemente el comportamiento y
la actitudes de cada uno. Fuimos fundados especialmente para evangelizar los pobres; por consiguiente, debemos vivir
donde ellos se hallan. Uno de los grandes escándalos de nuestra Congregación consiste en que algunas (Vice)provincias se
atan a fundaciones por un ideal mal entendido de que, por conservar abierta una fundación, la Congregación está obligada
a mantener un trabajo en ese lugar. Atarse a fundaciones que perdieron casi enteramente la razón de ser de la presencia de
los Redentoristas está en contradicción con una de las características fundamentales del desprendimiento redentorista:
«Abrácense de buena gana con aquellas situaciones que tal vez les llamen a pasar de un lugar a otro para vivir así, en
espíritu de abnegación, la libertad evangélica» (Const. 67). En muchos casos, ese apego impide el lanzamiento de
iniciativas que podrían servir mejor a los abandonados, especialmente a los pobres”; LASSO DE LA VEGA, J.M.,
Communicanda 11 (1988), n. 43.
148
“Evangelizar a los pobres y ser evangelizados por ellos significa que nosotros, como comunidad, tenemos que estar
próximos al pueblo. Esto ha sido una tradición fuerte desde el comienzo mismo de la Congregación, y cobra mucho resalte
en nuestras Constituciones”; LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 11 (1988), n. 44. dentro de esta tradición, se
destacan las formas de “misión permanente” (n. 45), la de apertura a los seglares (n. 46), la cercanía con los jóvenes (n.
47) y las comunidades de inserción (n. 48). “Mis hermanos, dejémonos impregnar de esta gran pasión de Alfonso para
quien la salvación, más que una teoría o un dogma, fue ante todo un Nombre, un Rostro. Nuestro tipo de evangelización va

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VOTO DE POBREZA

Por ello, la II CELAM quiere que “Iglesia de América Latina sea evangelizadora de los pobres y
solidaria con ellos, testigo del valor de los bienes del Reino y humilde servidora de todos los hombres de
nuestros pueblos”168. Por tanto, debe mostrar preferencia y solidaridad con los/las pobres 169, dar
testimonio de su sencillez y sus convicciones 170, y ofrecer su mejor servicio171. Particularmente para a
los/as religiosos/as se les recomienda encarnarse en este mundo y comprometerse con él 172.

En Puebla, la III CELAM 173 reconoce, en un análisis más detallado, el fenómeno de la pobreza. Da
cuenta de la escandalosa disparidad entre ricos y pobres 174, así como del carácter inhumano y anti-
evangélico de esta pobreza 175. Constata su raigambre estructural 176 y el legítimo clamor de nuestros
pueblos por mantener la esperanza y alcanzar la justicia 177.

ligado a la forma en que el pueblo de Dios reconozca mejor a Jesús y pueda darle después una respuesta” ; TOBIN, J.,
Communicanda 2 (1999), n. 18. A propósito de la proximidad al pueblo, se recuerda que “‘la opción por los abandonados,
especialmente los pobres, nos exige una encarnación o inculturación en zonas geográficas, en ámbitos sociales, en sectores
culturales y en puestos eclesiales que sean coherentes con el dinamismo peculiar de nuestra misión’ (DF, n. 27). Es una
llamada a llevar a cabo, en capítulo provincial, opciones prioritarias en armonía con nuestro carisma propio”; LASSO DE LA
VEGA, J.M., Communicanda 1 (1992), n. 3.8.
149
Cf. C 5, citado en LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 11 (1988), n. 20. “Creo que hoy la Congregación está
llamada a expresar la inspiración carismática de Alfonso en un proceso dinámico de solidaridad. Solidaridad es
compasión, pues ella nos compromete con la lucha histórica de los pobres y débiles de este mundo y nos asocia a los que
están abandonados y sin esperanza. La Solidaridad nos llama a ‘prestar atención especial a los pobres, a los de condición
más humilde’ puesto que su ‘evangelización es signo de la llegada del Reino de Dios’ (Const. 4). Jesús, no solamente
decide identificarse de una manera especial con los marginados (Mt. 25, 40), sino que también, en su Encarnación y en su
misterio pascual, Dios expresa una solidaridad radical e irrevocable con los seres humanos. 42. La solidaridad evangélica,
que lleva a la Congregación a comprometerse con los pobres, con los desposeídos y oprimidos, encuentra expresión
concreta en nuestra comunidad. Los últimos Capítulos Generales hicieron hincapié en que la comunidad redentorista es
por sí misma una proclamación de la Buena Nueva. Ella es la tienda que Dios establece para acampar entre los pobres
abandonados a fin de comunicar su compasión. Pero nuestra vida común exige también la kenosis. Pues ‘...la comunidad
no consiste tan sólo en la cohabitación material de los cohermanos, sino a la vez en la comunión de espíritu y de
hermandad’ (Const. 21). 45. No podemos perder de vista el hecho de que somos peregrinos que comparten una promesa y
un sueño. La solidaridad, que Dios estableció en el Redentor, ya está actuando en una especie de lucha escatológica y, de
esta forma, nuestra visión no está limitada por el momento presente y rechazamos el cinismo y la ilusión de las esperanzas
infundadas. Dios está haciendo nuevas todas las cosas y nosotros estamos llamados a trabajar juntos al tiempo que
mantenemos nuestros ojos fijos en un nuevo cielo y en una nueva tierra que han sido prometidos a través de Cristo”; Cf.
TOBIN, J., Communicanda 2 (2006), nn. 41-42 y 45.
150
“Es también obligación nuestra compartir nuestros bienes con ajenos a nuestra comunidad. Esto significa evitar el
enriquecí miento a nivel institucional, y así damos testimonio de solidaridad concreta con la mayoría de la humanidad que
carece de riquezas económicas. Si en la Congregación es inadmisible una actitud de propiedad privada personal, la
propiedad privada de la comunidad ha de estar constantemente sometida a revisión. Delante de las necesidades
fundamentales de tantos pobres, tal vez el tren de vida de nuestras casas, nuestros coches, nuestro mobiliario, etc., se
convierta en pecaminosamente extravagante. Juzgamos que sensatamente nuestro planteamiento financiero debe tener en
cuenta a la generación actual, sin transmitir a la siguiente una riqueza peligrosa”; LASSO DE LA VEGA, J.M.,
Communicanda 11 (1988), n. 40. “El testimonio de un estilo de vida pobre, o cuando menos sencillo, no es siempre para
nosotros un tema fácil de encarar. Pero el caso es que la gente nota la manera como nosotros vivimos. Este es el terreno en
el que de todos modos debemos dar testimonio. Sospecho que si permitimos que nuestras “necesidades” se multipliquen,
no vamos a estar suficientemente disponibles para la movilidad, estaremos menos dispuestos a asumir riesgos y,
finalmente, permaneceremos más alejados del pobre abandonado. ¿Resultará, tal vez, como demasiado “pío” señalar que si
nuestras manos están ocupadas en allegar cosas, o se encuentran ya repletas de ellas, nunca podrán ser colmadas por Dios
ni tampoco tenderse hacia los demás con un amor desinteresado?”; TOBIN, J., Communicanda 2 (1999), 27. “El desafío de
la espiritualidad debe llevamos al deseo de identificamos con los pobres, ante los que muchos redentoristas, comenzando
por San Alfonso, tuvieron una auténtica conversión. Pero ¿esta conversión interior se refleja también en nuestro estilo de
vida marcado por la simplicidad y la austeridad? ¿Nos prevenimos suficientemente ante el peligro del consumismo?
¿Cómo podrán nuestros sentidos estar atentos al clamor de los pobres si el ruido del mundo nos ha hecho sordos a ellos o
nuestras costumbres son tan distintas de las suyas?”; TOBIN, J., Communicanda 1 (1998); n. 34.

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VOTO DE POBREZA

Pero la Iglesia siempre ha visto la imagen de Cristo escarnecida 178. Y se da cuenta de que, el Dios
revelado por Jesucristo, es el vindicador de los oprimidos 179. Por eso “Dios los toma en su defensa y los
ama”, tal como fue cantado por María en el Magnificat180. Por ello, la Iglesia acredita su autenticidad
evangelizadora en la opción por los pobres: ellos son “prueba de su misión” 181. De esta modo, en total
fidelidad al Evangelio tiene la preferencia, no exclusiva ni excluyente, por evangelizar y servir a los
pobres182.

De esta manera, la “pobreza” tiene que ser vivida como valor evangélico 183, pues es una manera
privilegiada de seguir al Señor 184. De modo especial, de los/as religiosos/as se dice que “viviendo
pobremente como el Señor y sabiendo que el único Absoluto es Dios, comparten sus bienes; anuncian la
gratuidad de Dios y de sus dones; inauguran, de esta manera, la nueva justicia y proclaman ‘de un modo
151
Cf. TOBIN, J., Communicanda 3: Descubrir el mejor vino al final. Reflexiones sobre la tercera edad, Roma 2000, n.
32: “Por consiguiente, en todas y cada una de las etapas de nuestra peregrinación, estamos llamados a ‘vivir la unión con el
Señor bajo la forma de caridad apostólica y, mediante la caridad misionera, buscar la gloria divina’. El XXII Capítulo
General reconoció la llamada a la caridad apostólica durante toda la vida cuando recomendó: Que cada miembro de la
Congregación, no importa su edad, bus que ser fiel al servicio de los más abandonados, y especialmente de los pobres,
por quienes hemos optado el día de nuestra profesión (Orientaciones, 2.4)”.
152
Cf. LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 4 (1986), 4.3.
153
TOBIN, J., Communicanda 2 (2006), n. 10. El Redentorista va al/la pobre porque quiere llevarle a Cristo y compartir
con él/ella su experiencia de fe: “Si tenemos la osadía de hablar de Aquel que no conocemos, muy pronto nos
convertiremos en seres vacíos y superficiales: es decir: en ‘un metal que resuena o en unos platillos que aturden’ (1 Cor 13,
1). Ser ‘misionero’ no significa simplemente estar cerca de la gente u optar por el pobre; debemos poseer una experiencia
que compartir con ellos: ‘Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo
que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida’ (Jn 1, 1)”, TOBIN, J., Communicanda 2 (1999),
n. 44.
154
TOBIN, J., Communicanda 2 (2006), n. 10.
155
Para la reestructuración, “el criterio de fidelidad para la Congregación es el seguimiento de Cristo en la
evangelización de los más pobres y abandonados. Nos preguntamos: ¿Estamos allí donde deberíamos estar? ¿Estamos
donde se dan las mayores urgencias pastorales?”; TOBIN, J., Communicanda 1 (2004), n. 38. Cf. También las preguntas
lanzadas desde esta perspectiva, en LASSO DE LA VEGA, J.M., Communicanda 4 (1986), nn. 9.1–9.4. Desde la
“sensibilidad y conciencia”: “La reflexión sobre el Tema Principal puede llevarnos tanto a un conocimiento general como a
una conciencia más profunda de nuestra propia situación concreta. Porque somos una Congregación extendida por todo el
mundo nuestras preocupaciones deben ser también universales ¿Qué conocemos sobre las diferentes situaciones de
pobreza y de opresión en las diversas partes del mundo? ¿Estamos realmente intberesados en estas situaciones y cómo nos
informamos sobre ellas? ¿Quién y qué está influyendo en nuestras opiniones políticas y eclesiales sobre los problemas
políticos y sobre la situación de la Iglesia en los diferentes países? ¿Qué sabemos de nuestros hermanos Redentoristas
sujetos a condiciones de pobreza y de opresión e incluso de persecución? ¿Cómo les demostramos nuestra solidaridad
fraterna?”; desde la “pobreza y celo apostólico”: “Como complemento de este conocimiento general, men cionado antes,
deberíamos tener una sensibilidad especial por la pobreza de aquellos entre quienes vivimos y trabajamos. Como
Redentoristas no tenemos que esperar a que los pobres vengan a nosotros; nuestro carisma tradicional nos impulsa a ir a su
encuentro y a concentrar nuestro celo apostólico en sus necesidades especiales ¿Quién vive en nuestro sector en pobreza
material, moral o espiritual? ¿Los conocemos? ¿Nos encontramos con ellos? ¿Qué estructuras o sistemas inhumanos y
opresores existen en nuestro país? ¿Encontramos a la gente sometida a dichos sistemas? ¿Dónde están en nuestro país los
abandonados y desatendidos por la Iglesia local? ¿Qué lugar ocupan estos pobres en nuestras prioridades pastorales? ¿Qué
puesto les concedemos en nuestra vida de oración y en el contenido de nuestras predicaciones?”; para la “vida comunitaria
y solidaridad con los pobres”: “Nuestro estilo de vida en comunidad debe corresponder a la situación de la gente entre la
que vivimos y trabajamos; a esto se llama también inculturación. Nuestra opción por los pobres nos exige además una
sencillez en el estilo de vida que haga más auténtica nuestra evangelización a los pobres ¿Muestra nuestro estilo de vida la
solidaridad con los pobres a quienes predicamos el evangelio? ¿Están nuestras comunidades abiertas e interesadas con la
gente que se nos ha confiado? ¿Vemos alguna posibilidad de compartirla actual indigencia e inseguridad de los pobres,
como lo propone el Estatuto 045? ¿Cómo tratamos el dinero (reunir, invertir, gastar)? ¿Cómo practicamos la solidaridad
con los más pobres dentro de nuestra misma Congregación?; y, respecto a la “formación y nuestra opción por los pobres”:
“Además de la primera formación debemos también orientar nuestra formación permanente con el fin de profundizar en
una espiritualidad que tenga en cuenta nuestra opción por los pobres ¿Qué influjo tienen los pobres en nuestros programas

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 24


VOTO DE POBREZA

especial, la elevación del Reino de Dios sobre todo lo terreno y sus exigencias supremas’ (LG 44); con
su testimonio son una denuncia evangélica de quienes sirven al dinero y al poder, reservándose
egoístamente para sí los bienes que Dios otorga al hombre para beneficio de toda la comunidad” 185. La
“pobreza evangélica” tiene que ser la apertura confiada en Dios con vida sencilla, sobria y austera que
aparte de la tentación de la codicia y del orgullo. Ésta se lleva a la práctica con la comunicación y
participación de los bienes materiales y espirituales 186.

La IV CELAM, en Santo Domingo187, se sitúa en la misma línea de sus dos predecesoras, tanto en sus
análisis sobre la pobreza, como en su opción preferencial por los/as pobres 188. Insiste en que son muchos
los que viven en la pobreza, que alcanza con frecuencia niveles escandalosos. Sin embargo reconoce que
en Latinoamérica, incluso en situaciones límite, somos capaces de amarnos, de vivir unidos a pesar de

de formación teológica, espiritual y humana? ¿Hay relación entre estos programas y las prioridades pastorales? ¿Qué
medidas se han tomado en los programas de formación continua para desarrollar una conciencia de nuestro compromiso
con los pobres?”.
156
Cf. TOBIN, J., Communicanda 2 (1999), n. 32-33: “Desde los primeros encuentros de los redentoristas con los pobres
del Reino de Nápoles, la historia de nuestra Congregación ha estado marcada por la valentía de muchos de sus miembros.
Espero que el ejemplo de nuestro compromiso con el pobre, tanto en el pasado como en el presente, dé a la Congregación
el coraje necesario para hacer frente al futuro. ¿Tendrá la Congregación la valentía de difundir el anuncio del Evangelio
entre los pobres abandonados de las conflictivas barriadas de las mega-ciudades del Sur, lugares como Ciudad de México,
Bogotá, Lagos, São Paulo, Manila, Johannesburgo, Calcuta, Lima, etc.? ¿Podrán los redentoristas estar más presentes entre
los nuevos pobres de Europa: los inmigrantes, los exiliados y refugiados? ¿Qué tipo de testimonio ofrece la Congregación
en un paisaje tan rápidamente cambiante como el de la Europa del Este? ¿Qué significado tiene la proclamación del
Evangelio en el opulento Occidente donde a la espiritualidad se la considera cada vez más como incompatible con la
religión y donde los pobres se encuentran también cada vez más al margen de la sociedad y de la Iglesia? ¿Pueden los
redentoristas continuar siendo embajadores de Cristo y proclamando un mensaje de. reconciliación que sea creíble en
regiones de África, desgarradas por guerras intestinas? ¿Cuál es el futuro de nuestra evangelización en Asia, donde el
mensaje cristiano encara las otras grandes religiones mundiales? ¿Qué tiene que decir la Congregación ante una cultura de
la globalización que cada vez presta menos atención al amor salvífico de Dios y que, consiguientemente, está menos
interesada un la solidaridad entre los hijos e hijas de Dios? […] El denominador común de todas estas situaciones es que
todas ellas exigen del redentorista una fe valerosa. Frecuentemente, esta fe intrépida consiste en abandonar lo conocido: mi
cultura, mi idioma, y mi habitual estilo de vida a fin de ir al encuentro de situaciones de verdadera urgencia pastoral . A
veces, el Espíritu puede llamar a una Provincia a entregar sus compromisos pastorales más atractivos y de mayor éxito a
otros, para poder acudir a donde la Iglesia no puede ir. Mi opinión es que este coraje no solamente es la fuente de futuras
iniciativas misioneras, sino también la ofrenda que hacemos a esa ‘nube de testigos’ (Heb. 12,1) que rodea a la
Congregación: todos los redentoristas del pasado y del presente que se han ‘vaciado de sí mismos’, así como también esas
Provincias que han hecho sacrificios heroicos en aras a la Persona y de la Misión de Cristo”. Dice, también, LASSO DE LA
VEGA, J.M., Communicanda 4 (1986), n. 7.1: “El Capítulo ha presentado a la Congregación este problema: ‘¿A qué
situaciones de pobreza y de opresión queremos prestar una atención misionera especial, partiendo de nuestro tema
principal?’ (Documento Final, 09). Los cohermanos viven y trabajan en diferentes países y en diferentes condiciones
sociales, políticas y eclesiales y, en consecuencia, son también diferentes nuestras experiencias de pobreza y de opresión.
Sin embargo, cada uno de nosotros está llamado a ser realmente sensible ante la situación de los hombres y de la sociedad
en que vive y a descubrir las situaciones de pobreza y de opresión que nos están exigiendo una respuesta. Esta sensibilidad
está claramente descrita en el Estatuto 044: ‘Por eso, como miembros de un Instituto destinado a la evangelización de los
pobres, los congregados tengan una fina sensibilidad ante la pobreza del mundo y los graves problemas sociales que
angustian a casi todos los hombres. Toda clase de pobreza –material, moral, espiritual– debe incitar su celo apos tólico. Las
aspiraciones legítimas de los pobres serán sus propias aspiraciones’. Esto nos exige profundizar en el conocimiento de la
realidad que existe en torno a nosotros. Y esta confrontación con la realidad tiene un sentido espiritual, porque Dios está
hablando por medio de ella. Por esto ‘deben estar abiertos al mundo que los rodea a fin de que, en diálogo con los
hombres, conozcan los signos de los tiempos y lugares y se adapten mejor a las exigencias de la evangelización’ (Const.
43). O, como dice la Constitución 19: ‘Interpretando fraternalmente los angustiosos interrogantes de los hombres, procuren
discernir los signos verídicos que ellos dejan traslucir de la presencia y de los designios de Dios’”. Hoy urge encontrar a
los “nuevos pobres”: “En algunas partes del mundo moderno, aunque la gente niegue su pertenencia a cualquier
denominación, utiliza, sin embargo, el lenguaje religioso para expresar una búsqueda de sentido en la vida. Un sociólogo
contemporáneo describe la situación de Europa Occidental como un “creer sin pertenecer.” Se puede percibir un ansia por
algo más en la vida, una búsqueda de sabiduría, un interés por las nuevas formas de espiritualidad, una pasión por la
justicia, un aprecio de la belleza y del valor esencial de las relaciones interpersonales. Los cohermanos que estudian las

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VOTO DE POBREZA

nuestras diferencias y de aportar al mundo entero nuestra acendrada experiencia de fraternidad 189.Por
esto, la Iglesia ha de evangelizar como Cristo 190, quien “salvó al hombre desde la debilidad, la pobreza y
la cruz redentora”191.

Por su parte, la Vida Consagrada, “por el testimonio heroico de muchas religiosas y religiosos que, a
partir de su singular alianza con Dios”, está llamada a hacer presente “en todas las situaciones, hasta las
más difíciles, la fuerza del evangelio” 192. Su vocación es, especialmente, la de mostrar su preferencia
hacia los/as pobres, “para que los necesitados de la luz de la fe acojan con gozo la palabra de salvación;
para que los pobres y los más olvidados sientan la cercanía de la solidaridad fraterna; para que los
marginados y abandonados experimenten el amor de Cristo; para que los sin voz se sientan escuchados;

tendencias contemporáneas en la literatura, el cine, el arte y la música, vislumbran en dichas expresiones culturales una
búsqueda persistente de una experiencia de algo parecido a la redención. Diferentes expresiones de religiosidad popular
manifiestan un ansia y una búsqueda semejantes […] El hambre de redención se percibe también en clamores reprimidos y
anhelos sofocados. Podemos oírlos en el desamparo y en la frustración de los marginados, de los excluidos y de los así
llamados “nuevos pobres”. Una percepción muy extendida de la fragmentación de la vida moderna, en la que sus distintos
aspectos parecen estar desconectados entre sí, provoca también un efectivo malestar y una tímida esperanza de alivio. Las
personas angustiadas, solitarias, y sufrientes de todo tipo tienen la vaga sensación de que ‘falta algo’; de que debe haber un
modo mejor de vivir”; TOBIN, J., Communicanda 2 (2006), nn. 22-23.
157
I CELAM, Declaración de los Cardenales, Obispos y demás Prelados representantes de la jerarquía de América
Latina reunidos en la Conferencia Episcopal de Río de Janeiro, Río de Janeiro 1955.
158
Documento final, 83.
159
II CELAM, La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz de Concilio, Medellín 1968.
160
Cf. MEDELLÍN, Paz, 9. Se habla de distorsión creciente del comercio internacional; fuga de capitales económicos y
humanos; evasión de impuestos y fuga de ganancias y divisas; endeudamiento progresivo; monopolios internacionales e
imperialismo internacional del dinero; una situación de subdesarrollo; fenómenos masivos de marginalidad, alienación y
pobreza; estructuras de dependencia económica, política y cultural; el monopolio de la tecnología y de la ciencia (neo-
colonialismo).
161
MEDELLÍN, Movimientos de laicos, 2: “Recordemos, una vez más, las características del momento actual de nuestros
pueblos en el orden social: desde el punto de vista objetivo, una situación de subdesarrollo, delatada por fenómenos
masivos de marginalidad, alienación y pobreza, y condicionada, en última instancia, por estructuras de dependencia
económica, política y cultural con respecto a las metrópolis industrializadas que detentan el monopolio de la tecnología y
de la ciencia (neocolonialismo). Desde el punto de vista subjetivo, la toma de conciencia de esta misma situación, que
provoca en amplios sectores de la población latinoamericana actitudes de protesta y aspiraciones de liberación, desarrollo
y justicia social. Esta compleja realidad sitúa históricamente a los laicos latinoamericanos ante el desafío de un
compromiso liberador y humanizante”.
162
MEDELLÍN, Juventud, 15.
163
MEDELLÍN, Documento 14.
164
MEDELLÍN, Pobreza de la Iglesia, 2: “Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una
liberación que no les llega de ninguna parte. ‘Nos estáis ahora escuchando en silencio, pero oímos el grito que sube de
vuestro sufrimiento’, ha dicho el Papa a los campesinos en Colombia.
Y llegan también hasta nosotros las quejas de que la Jerarquía, el clero, los religiosos, son ricos y aliados de los ricos. Al
respecto debemos precisar que con mucha frecuencia se confunde la apariencia con la realidad. Muchas causas han
contribuido a crear esa imagen de una Iglesia jerárquica rica. Los grandes edificios, las casas de párrocos y de religiosos
cuando son superiores a las del barrio en que viven; los vehículos propios, a veces lujosos; la manera de vestir heredada de
otras épocas, han sido algunas de esas causas. El sistema de aranceles y de pensiones escolares, para proveer a la
sustentación del clero y al mantenimiento de las obras educacionales, ha llegado a ser mal visto y a formar una opinión
exagerada sobre el monto de las sumas percibidas. Añadamos a esto el exagerado secreto en que se ha envuelto el
movimiento económico de colegios, parroquias, diócesis: ambiente de misterio que agiganta las sombras y ayuda a crear
fantasías. Hay también casos aislados de condenable enriquecimiento que han sido generalizados. Todo esto ha llevado al
convencimiento de que la Iglesia en América Latina es rica”.

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VOTO DE POBREZA

para que los tratados injustamente hallen defensa y ayuda”193. Y, encarnando la caridad, ayudará
eficazmente a ofrecer una fuerza liberadora y promotora del desarrollo 194

10. Desde el Magisterio de la Iglesia II (Universal).

Si bien el Magisterio latinoamericano ayuda y orienta, no debemos olvidar que formamos parte de la
Iglesia que es “Una, Santa, Católica y Apostólica”. De esta manera, nos situamos en el Magisterio de la
Iglesia Universal, a través de los principales documentos pontificios que hablan de la Vida Religiosa.

165
MEDELLÍN, Pobreza de la Iglesia, 3: “La realidad de muchísimas parroquias y diócesis que son extremadamente
pobres y de tantísimos obispos, sacerdotes y religiosos que viven llenos de privaciones y se entregan con gran abnegación
al servicio de los pobres, escapa por lo general a la apreciación de muchos y no logra disipar la imagen deformada que se
tiene. En el contexto de pobreza y aun de miseria en que vive la gran mayoría del pueblo latinoamericano, los obispos,
sacerdotes y religiosos tenemos lo necesario para la vida y una cierta seguridad, mientras los pobres carecen de lo
indispensable y se debaten entre la angustia y la incertidumbre. Y no faltan casos en que los pobres sienten que sus
obispos, o sus párrocos y religiosos, no se identifican realmente con ellos, con sus problemas y angustias, que no siempre
apoyan a los que trabajan con ellos o abogan por su suerte”.
166
MEDELLÍN, Pobreza de la Iglesia, 7: “Dicho todo esto, habrá que recalcar con fuerza que el ejemplo y la enseñanza de
Jesús, la situación angustiosa de millones de pobres en América Latina, las apremiantes exhortaciones del Papa y del
Concilio, ponen a la Iglesia Latinoamericana ante un desafío y una misión que no puede soslayar y al que debe responder
con diligencia y audacia adecuadas a la urgencia de los tiempos. Cristo nuestro Salvador, no sólo amó a los pobres, sino
que ‘siendo rico se hizo pobre’, vivió en la pobreza, centró su misión en el anuncio a los pobres de su liberación y fundó su
Iglesia como signo de esa pobreza entre los hombres. Siempre la Iglesia ha procurado cumplir esa vocación, no obstante
‘tantas debilidades y ruinas nuestras en el tiempo pasado’. La Iglesia de América Latina, dadas las condiciones de pobreza
y de subdesarrollo del continente, experimenta la urgencia de traducir ese espíritu de pobreza en gestos, actitudes y normas
que la hagan un signo más lúcido y auténtico de su Señor. La pobreza de tantos hermanos clama justicia, solidaridad,
testimonio, compromiso, esfuerzo y superación para el cumplimiento pleno de la misión salvífica encomendada por Cristo.
La situación presente exige, pues, de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, el espíritu de pobreza que ‘rompiendo las
ataduras de la posesión egoísta de los bienes temporales, estimula al cristiano a disponer orgánicamente la economía y el
poder en beneficio de la comunidad’ (Pablo VI, Alocución en la Misa del día del desarrollo, Bogotá, agosto 23 de 1968).
La pobreza de la Iglesia y de sus miembros en América Latina debe ser signo y compromiso. Signo de valor inestimable
del pobre a los ojos de Dios; compromiso de solidaridad con los que sufren”.
167
MEDELLÍN, Pobreza de la Iglesia, 6.
168
MEDELLÍN, Pobreza de la Iglesia, 8.
169
MEDELLÍN, Pobreza de la Iglesia, 9-11.
170
MEDELLÍN, Pobreza de la Iglesia, 12-17: “12. Deseamos que nuestra habitación y estilo de vida sean modestos;
nuestro vestir, sencillo; nuestras obras e instituciones, funcionales, sin aparato ni ostentación. Pedimos a sacerdotes y fieles
que nos den un tratamiento que convenga a nuestra misión de padres y pastores, pues deseamos renunciar a títulos
honoríficos propios de otra época. 13. Con la ayuda de todo el Pueblo de Dios esperamos superar el sistema arancelario,
reemplazándolo por otras formas de cooperación económica que estén desligadas de la administración de los sacramentos.
La administración de los bienes diocesanos o parroquiales ha de estar integrada por laicos competentes y dirigida al mejor
uso en bien de la comunidad toda. 14. En nuestra misión pastoral confiaremos ante todo en la fuerza de la Palabra de Dios.
Cuando tengamos que emplear medios técnicos buscaremos los más adecuados al ambiente en que deban usarse y los
pondremos al servicio de la comunidad. 15. Exhortamos a los sacerdotes a dar testimonio de pobreza y desprendimiento de
los bienes materiales, como lo hacen tantos particularmente en regiones rurales y en barrios pobres. Con empeño
procuraremos que tengan una justa aunque modesta sustentación y la necesaria previsión social. Para ello buscaremos
formar un fondo común entre todas las parroquias y la misma diócesis y también entre las diócesis del mismo país.
Alentamos a los que se sienten llamados a compartir la suerte de los pobres, viviendo con ellos y aun trabajando con sus
manos, de acuerdo con el Decreto Presbyterorum ordinis. 16. Las comunidades religiosas, por especial vocación, deben
dar testimonio de la pobreza de Cristo. Reciban nuestro estímulo las que se sientan llamadas a formar entre sus miembros
pequeñas comunidades, encarnadas realmente en los ambientes pobres. Serán un llamado continuo para todo el Pueblo de

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VOTO DE POBREZA

El Concilio Vaticano II, coloca adecuadamente la Vida Religiosa dentro de la vida de la Iglesia, y la ve
como un don de Dios195, que “tiene su origen en la doctrina y en los ejemplos del Divino Maestro” y que
“presenta como preclaro signo del Reino de los cielos” 196. Por tanto, la profesión de los Consejos
evangélicos, es considerada como un estado de vida favorable para el desarrollo humano 197. Así,
viviendo para Dios y dedicados a la Iglesia 198, los/as religiosos/as profesan la pobreza, y por ella
participan “en la pobreza de Cristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por nosotros a fin de que por su
pobreza nos enriqueciésemos (2 Cor 8, 9; Mt 8, 20)” 199.

Pero la pobreza del/la Religioso/a no debe ser superficial, ya que “no basta someterse a los superiores en
el uso de los bienes, sino que es menester que los religiosos sean pobres de hecho y de espíritu, teniendo

Dios a la pobreza evangélica. Esperamos también que puedan cada vez más hacer participar de sus bienes a los demás,
especialmente a los más necesitados, compartiendo con ellos no solamente lo superfluo, sino lo necesario y dispuestos a
poner al servicio de la comunidad humana los edificios e instrumentos de sus obras. La distinción entre lo que toca a la
comunidad y lo que pertenece a las obras permitirá realizar todo esto con mayor facilidad. Igualmente permitirá buscar
nuevas formas para estas obras, en que participen otros miembros de la comunidad cristiana, en su administración o
propiedad. 17. Estos ejemplos auténticos de desprendimiento y libertad de espíritu, harán que los demás miembros del
Pueblo de Dios den testimonio análogo de pobreza. Una sincera conversión ha de cambiar la mentalidad individualista en
otra de sentido social y preocupación por el bien común. La educación de la niñez y de la juventud en todos sus niveles,
empezando por el hogar, debe incluir este aspecto fundamental de la vida cristiana. Se traduce este sentido de amor al
prójimo cuando se estudia y se trabaja ante todo como una preparación o realización de un servicio a la comunidad;
cuando se dispone orgánicamente la economía y el poder en beneficio de la comunidad”.
171
MEDELLÍN, Pobreza de la Iglesia, 18: “No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna, sino que quiere ser humilde
servidora de todos los hombres. Necesitamos acentuar este espíritu en nuestra América Latina. Queremos que nuestra
Iglesia latinoamericana esté libre de ataduras temporales, de connivencias y de prestigio ambiguo; que ‘libre de espíritu
respecto a los vínculos de la riqueza’, sea más transparente y fuerte su misión de servicio; que esté presente en la vida y las
tareas temporales, reflejando la luz de Cristo, presente en la construcción del mundo. Queremos reconocer todo el valor y
la autonomía legítima que tienen las tareas temporales; sirviéndolas no queremos desvirtuarlas ni desviarlas de sus propios
fines. Deseamos respetar sinceramente a todos los hombres y escucharlos para servirlos en sus problemas y angustias. Así
la Iglesia, continuadora de la obra de Cristo, ‘que se hizo pobre por nosotros siendo rico, para enriquecernos con su
pobreza’, presentará ante el mundo signo claro e inequívoco de la pobreza de su Señor”. A los sacerdotes recomienda:
“Los presbíteros han de ser testigos del Reino, siendo pobres de corazón e imitando a Jesucristo, Han de valorar y usar
pastoralmente los bienes económicos a favor de Cristo pobre”; MEDELLÍN, Sacerdotes, 27. Y a los/as religiosos/as:
“Promover un auténtico espíritu de pobreza que lleve a poner efectivamente al servicio de los demás los bienes que se
tienen”; MEDELLÍN, Religiosos, 13. En la formación del clero “es necesario que el sacerdote dé a sus hermanos, de una
manera convincente el testimonio de saber vivir con equilibrio y libertad la renuncia de aquellos bienes sin darles un valor
absoluto, impidiendo así que se repitan errores ya conocidos”; MEDELLÍN, Formación del clero, 11.
172
MEDELLÍN, Religiosos, 3 y 14: “Es decir, por una parte, el religioso ha de encarnarse en el mundo real y hoy con
mayor audacia que en otros tiempos: no puede considerarse ajeno a los problemas sociales, al sentido democrático, a la
mentalidad pluralista, de los hombres que viven a su alrededor. Y así, las circunstancias concretas de América Latina
(naciones en vía de desarrollo, escasez de sacerdotes) exigen de los religiosos una especial disponibilidad, según el propio
carisma, para insertarse en las líneas de una pastoral efectiva. Por otra parte, en medio de un mundo peligrosamente
tentado de instalarse en lo temporal, con un consiguiente enfriamiento de la fe y de la caridad, el religioso ha de ser signo
de que el Pueblo de Dios no tiene una ciudadanía permanente en este mundo, sino que busca la futura. El estado religioso,
‘que deja más libres a sus seguidores frente a los cuidados terrenos, manifiesta mejor a todos los creyentes los bienes
celestiales –presentes ya en esta vida– y sobre todo da un testimonio de la vida nueva y eterna conseguida por la
Redención de Cristo y preanuncia la Resurrección futura, y la gloria del Reino Celestial’ ( CONC. VAT. II, Const. Dogm.
Lumen gentium, No. 44). O según se expresa en otro lugar ‘los religiosos, por su estado, dan preclaro y eximio testimonio
de que el mundo no puede ser transfigurado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las Bienaventuranzas’. Si es verdad que el
religioso se coloca a cierta distancia de las realidades del mundo presente, no lo hace por desprecio al mundo, sino con el
propósito de recordar su carácter transitorio y relativo”. “14. Es necesario que en nuestros planes de Pastoral de conjunto,
puedan las Congregaciones religiosas integrarse de acuerdo con el carisma, las finalidades específicas de cada Instituto y
las prioridades pastorales, aunque para esto sea menester abandonar, a veces, ciertas obras para atender otras que se
consideren más urgentes y necesarias. Esta íntima participación de los religiosos ha de realizarse desde la etapa de
reflexión y de planificación hasta la de realización, sin olvidar que la integración real sólo se obtiene cuando las propias
comunidades religiosas (a nivel provincial y local) toman conciencia de la responsabilidad pastoral colegial y reflexionan

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VOTO DE POBREZA

sus tesoros en el cielo (Mt 6, 20). Cada uno en su oficio, siéntase obligado a la ley común del trabajo y,
al procurarse así lo necesario para su sustento y sus obras, alejen de sí toda solicitud indebida y
pónganse en las manos de la providencia del Padre celestial (Mt 6, 25)”. Los/as religiosos/as han de
esforzarse por “dar testimonio colectivo de pobreza y contribuyan de buen grado con sus propios bienes
a otras necesidades de la Iglesia y al sustento de los menesterosos, a los que todos los religiosos han de
amar en las entrañas de Jesucristo (Mt 19, 21; 25, 34-46; Jn 3, 17)” y los institutos deben evitar “toda
especie de lujo, de lucro inmoderado y de acumulación de bienes”200.

Un documento importante, es la Exhortación Apostólica Evangelica Testificatio, de Pablo VI201 que, en


el contexto de la renovación de la Vida Religiosa, destaca sus elementos primordiales. La reflexión
sobre la pobreza está inserta en la parte II –“Compromisos esenciales”– y en ella se recuerda a los/as

en sintonía con los demás grupos y miembros del Pueblo de Dios”.


173
III CELAM, La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina, Puebla 1979.
174
PUEBLA, n. 1154: “La realidad escandalosa de los desequilibrios económicos en América Latina debe llevar a
establecer una convivencia humana digna y fraterna y a construir una sociedad justa y libre”.
175
PUEBLA, n. 1159: “Comprometidos con los pobres, condenados como antievangélica la pobreza extrema que afecta
numerosísimos sectores en nuestro Continente”.
176
PUEBLA, n. 30: “Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual: sino el
producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas de la miseria.
Estado interno en nuestros países que encuentra en muchos casos su origen y apoyo en ‘mecanismos que, por encontrarse
impregnados no de un auténtico humanismo, sino de materialismo producen a nivel internacional, ricos cada vez más ricos
a costa de pobres cada vez más pobres’ (JUAN PABLO II, Discurso inaugural III, 3. AAS LXXI, p. 201). Esta realidad
exige, pues, conversión personal y cambios profundos de las estructuras, que responden a las legítimas aspiraciones del
pueblo hacia la verdadera justicia social; cambios que, o no se han dado o han sido demasiado lentos en la experiencia de
América Latina”.
177
PUEBLA, nn. 87-90: “87. Desde el seno de los diversos países del continente está subiendo hasta el cielo un clamor
cada vez más tumultuoso e impresionante. Es un grito de un pueblo que sufre y que demanda justicia, libertad, respeto a
los derechos fundamentales del hombre y de los pueblos. 88. La Conferencia de Medellín apuntaba ya, hace poco más de
diez años, la comprobación de este hecho: ‘Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una
liberación que no les llega de ninguna parte’ (Pobreza de la Iglesia, 2). 89. El clamor puede hacer parecido sordo en ese
entonces. Ahora es claro, creciente, impetuoso y, en ocasiones, amenazante. 90. La situación de injusticia que hemos
descrito en la parte anterior nos hace reflexionar sobre el gran desafío que tiene nuestra pastoral para ayudar al hombre a
pasar de situaciones menos humanas a más humanas. Las profundas diferencias sociales, la extrema pobreza y la violación
de derechos humanos que se dan en muchas partes son retos a la evangelización. Nuestra misión de llevar a Dios a los
hombres y los hombres a Dios implica también construir entre ellos una sociedad más fraterna. Esta situación social no ha
dejado de acarrear tensiones en el interior mismo de la Iglesia; tensiones producidas por grupos que, o bien enfatizan ‘lo
espiritual’ de su misión, resistiéndose por los trabajos de promoción social, o bien quieren convertir la misión de la Iglesia
en un mero trabajo de promoción humana”.
178
PUEBLA, n. 1142: “Por esta razón, los pobres merecen una atención preferencial, cualquiera que sea la situación moral
o personal en que se encuentren. Hechos a imagen y semejanza de Dios (Cfr. Gén. 1,26-28) para ser sus hijos, esta imagen
está ensombrecida aún escarnecida. Por eso Dios toma su defensa y los ama (Cfr. Mt. 5,45); Sant. 2,5). Es así como los
pobres son los primeros destinatarios de la misión (Cfr. Lc. 4, 18-21) y su evangelización es por su excelencia señal y
prueba de la misión de Jesús (Cfr. Lc. 7,21-23).”
179
Idem.
180
PUEBLA, n. 1144: “De María, quien en su canto del ‘Magnificat’ (Cfr. Lc. 1,46-55) proclama que la salvación de Dios
tiene que ver con la justicia hacia los pobres, ‘parte también el compromiso auténtico con los demás hombres, nuestros
hermanos, especialmente por los más pobres y necesitados y por la necesaria transformación de la sociedad’ ( JUAN PABLO
II, Zapopán 4. AAS LXXI, p. 230)”.
181
PUEBLA, nn. 1130: “La evangelización de los pobres, fue para Jesús uno de los signos mesiánicos y será también para
nosotros, signo de autenticidad evangélica”.

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VOTO DE POBREZA

religiosos/as que “siendo castos en el seguimiento de Cristo, vosotros queréis también vivir pobres,
según su ejemplo, en el uso de los bienes, de este mundo necesarios para el sustento cotidiano. Sobre
este punto, por lo demás, nuestros contemporáneos os interpelan con particular insistencia. Ciertamente,
los Institutos religiosos han de realizar una importante tarea en el marco de las obras de misericordia, de
asistencia y de Justicia social; y, al llevar a cabo este servicio, deben estar siempre atentos a las
exigencias del Evangelio”202.

Pero la pobreza del/la religioso/a es también respuesta al “grito de los pobres” 203 y es compromiso con la
justicia social204. Y, estando al lado del/la pobre, es signo y testimonio evangélico 205 de la superación del
materialismo206, del sentido humano del trabajo 207 y de participación fraterna208. Al/la Religioso/a le toca,

182
PUEBLA, nn. 382; 707; 733; 769; 1217: 382: “[Algunas actitudes nos revelan la autenticidad de la Evangelización:] El
amor preferencial y la solicitud por los pobres y necesitados (Cfr. Lc. 4,18; EN 12)”; 707: “En total fidelidad al Evangelio
y sin perder de vista nuestro carisma de signo de unidad y pastor Hacer comprender por nuestra vida y actitudes, nuestra
preferencia por evangelizar y servir a los pobres”; 733: “La apertura pastoral de las obras y la opción preferencial por los
pobres es la tendencia más notable de la vida religiosa latinoamericana. De hecho, cada vez más, los religiosos se
encuentran en zonas marginadas y difíciles, en misiones entre indígenas, en labor callada y humilde. Esta opción no
supone exclusión de nadie, pero sí una preferencia y un acercamiento al pobre”; 769: “Alentar a los religiosos a que
asuman un compromiso preferencial por los pobres, teniendo en cuenta lo que dijo Juan Pablo II: ‘Sois sacerdotes y
religiosos; no sois dirigentes sociales, líderes políticos o funcionarios de un poder temporal. Por eso os repito: no nos
hagamos la ilusión de servir al Evangelio si tratamos de diluir nuestro carisma a través de un interés exagerado hacia el
amplio campo de los problemas temporales’ (JUAN PABLO II, Alocución Sacerdotes, 8. AAS LXXI, p. 182)”, 1217:
“[Abogamos por:] c) La preocupación preferencial en defender y promover los derechos de los pobres, los marginados y
los oprimidos”.
183
PUEBLA, nn. 1148-1152: “La pobreza cristiana: 1148. Para el cristianismo, el término ‘pobreza’ no es solamente
expresión de privación y marginación de las que debamos liberarnos. Designa también un modelo de vida que ya aflora en
el Antiguo Testamento en el tipo de los ‘pobres de Yahvé’ (Cfr. Sof. 2,3;3,12-20; Is. 49, 13; 66, 2; Sal. 74, 19; 149,4) y
vivido y proclamado por Jesús como Bienaventuranza (Cfr. Mt. 53; Lc. 6,20). San Pablo concretó esta enseñanza diciendo
que la actitud del cristiano debe ser la del que usa de los bienes de este mundo (cuyas estructuras son transitorias) sin
absolutizarlas, pues son solo medios para llegar al Reino (Cfr. 1 Cor. 7,19-31). Este modelo de vida pobre se exige en el
Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo ‘pobreza evangélica’ (Cfr. Mt. 6, 19-34). Los
religiosos viven en forma radical esta pobreza, exigida a todos los cristianos, al comprometerse por sus votos a vivir los
consejos evangélicos (Cfr. Nos. 733-735). 1149. La pobreza evangélica une la actitud de la apertura confiada en Dios con
una vida sencilla,, sobria y austera que aparta la atención de la codicia y del orgullo (Cfr. 1 Tim. 6, 3-10). 1150. La pobreza
evangélica se lleva a la práctica también con la comunicación y participación de los bienes materiales y espirituales; no por
imposición sino por amor, para que la abundancia de unos remedie la necesidad de los otros (Cfr. 1 Cor. 8, 1-15). 1151. La
Iglesia se alegra de ver en muchos de sus hijos, sobre todo de la clase media más modesta, la vivencia concreta de esta
pobreza cristiana. 1152. En el mundo de hoy, esta pobreza es un reto al materialismo y abre las puertas a soluciones
alternativas de la sociedad de consumo”.
184
PUEBLA, n. 1145: “Acercándonos al pobre para acompañarlo y servirlo, hacemos lo que Cristo nos enseñó, al hacerse
hermano nuestro, pobre como nosotros. Por eso el servicio a los pobres es la medida privilegiada aunque no excluyente de
nuestro seguimiento de Cristo. El mejor servicio al hermano es la evangelización que lo dispone a realizarse como Hijo de
Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente”.
185
PUEBLA, n. 747.
186
PUEBLA, nn. 1149-1150.
187
IV CELAM, Nueva Evangelización, Promoción Humana, Cultura Cristiana, Santo Domingo 1992.
188
SANTO DOMINGO, nn. 161. 172. 179. 196-199. 255: 161: “La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida
cotidiana es una de las varias causas que generan pobreza en nuestros países, porque los cristianos no han sabido encontrar
en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los sectores responsables del liderazgo ideológico
y de la organización de la convivencia social, económica y política de nuestros pueblos. ‘En pueblos de arraigada fe
cristiana se han impuesto estructuras generadoras de injusticia’ (DP 437)”; 172: “En nuestro continente hay que considerar
dos mentalidades opuestas con relación a la tierra, ambas distintas de la visión cristiana: a) La tierra, dentro del conjunto
de elementos que forman la comunidad indígena, es vida, lugar sagrado, centro integrador de la vida de la comunidad. En

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VOTO DE POBREZA

con su estilo de vida “dar ejemplo de una austeridad gozosa y equilibrada” 209 y ser capaces de “aceptar
las eventualidades de la pobreza, de ser atraídos por la sencillez y la humildad, amantes de la paz, ajenos
a compromisos, entregados a la abnegación absoluta de sí y de las cosas, al mismo tiempo obedientes y
libres, alegres y tenaces, suaves y fuertes en la firmeza de su fe” 210.

Por su parte, la Exhortación Apostólica Vita Consecrata211, de Juan Pablo II, que recoge los frutos del
Sínodo de 1994 sobre la Vida Consagrada, reconoce que los/as Religiosos tienen “una forma de especial
participación en la función profética de Cristo, comunicada por el Espíritu Santo a todo el Pueblo de
Dios”212. Esto quiere decir que son signo “de la primacía de Dios y de los valores evangélicos en la vida
cristiana” 213 y que “en virtud de esta primacía no se puede anteponer nada al amor personal por Cristo y

ella viven y con ella conviven, a través de ella se sienten en comunión con sus antepasados y en armonía con Dios; por eso
mismo la tierra, su tierra, forma parte sustancial de su experiencia religiosa y de su propio proyecto histórico. En los
indígenas existe un sentido natural de respeto por la tierra; ella es la madre tierra, que alimenta a sus hijos, por eso hay que
cuidarla, pedir permiso para sembrar y no maltratarla. b) La visión mercantilista: considera la tierra en relación exclusiva
con la explotación y lucro, llegando hasta el desalojo y expulsión de sus legítimos dueños. El mismo mercantilismo
lleva a la especulación del suelo urbano, haciendo inaccesible la tierra para la vivienda de los pobres, cada vez más
numerosos en nuestras grandes ciudades. Además de los tipos anteriores, no podemos olvidar la situación de los
campesinos que trabajan su tierra y ganan el sustento de su familia con tecnologías tradicionales” 179: “El creciente
empobrecimiento en el que están sumidos millones de hermanos nuestros hasta llegar a intolerables extremos de miseria es
el más devastador y humillante flagelo que vive América Latina y el Caribe. Así lo denunciamos tanto en Medellín como
en Puebla y hoy volvemos a hacerlo con preocupación y angustia. Las estadísticas muestran con elocuencia que en la
última década las situaciones de pobreza han crecido tanto en números absolutos como en relativos. A nosotros los
pastores nos conmueve hasta las entrañas el ver continuamente la multitud de hombres y mujeres, niños y jóvenes y
ancianos que sufren el insoportable peso de la miseria así como diversas formas de exclusión social, étnica y cultural; son
personas humanas concretas e irrepetibles, que ven sus horizontes cada vez más cerrados y su dignidad desconocida.
Miramos el empobrecimiento de nuestro pueblo no sólo como un fenómeno económico y social, registrado y cuantificado
por las ciencias sociales. Lo miramos desde dentro de la experiencia de mucha gente con la que compartimos, como
pastores, su lucha cotidiana por la vida. La política de corte neoliberal que predomina hoy en América Latina y el Caribe
profundiza aún más las consecuencias negativas de estos mecanismos. Al desregular indiscriminadamente el mercado,
eliminarse partes importantes de la legislación laboral y despedirse trabajadores, al reducirse los gastos sociales que
protegían a las familias de trabajadores, se han ahondado aún más las distancias en la sociedad. Tenemos que alargar la
lista de rostros sufrientes que ya habíamos señalado en Puebla (cf. DP 31-39), todos ellos desfigurados por el hambre,
aterrorizados por la violencia, envejecidos por infrahumanas condiciones de vida, angustiados por la supervivencia
familiar. El Señor nos pide que sepamos descubrir su propio rostro en los rostros sufrientes de los hermanos. Por otra parte,
comprobamos con alegría los múltiples esfuerzos que diversos grupos e instituciones de América Latina y el Caribe están
haciendo en orden a transformar esta realidad. La Iglesia, llamada a ser cada vez más fiel a su opción preferencial por los
pobres, ha tenido creciente participación en los mismos. Damos gracias a Dios por esto y convocamos a ensanchar el
camino ya abierto, porque son muchos más los que aún tienen que caminar por él” 196-199: “196. Los ajustes económicos,
aunque puedan ser beneficiosos a largo plazo, al frenar la inflación y estabilizar la economía, suelen producir un grave
deterioro del nivel de vida de los pobres. Por eso, el Estado está obligado en la medida de lo posible, pero sincera y
generosamente, a compensar los costos sociales de los más pobres. 197. El problema de la deuda externa no es sólo, ni
principalmente, económico, sino humano, porque lleva a un empobrecimiento cada vez mayor e impide el desarrollo y
retarda la promoción de los más pobres. Nos preguntamos por su validez cuando por su pago peligra seriamente la
sobrevivencia de los pueblos, cuando la misma población no ha sido consultada antes de contraer la deuda, y cuando ésta
ha sido usada para fines no siempre lícitos. Por eso, como pastores hacemos nuestra la preocupación de Juan Pablo II
cuando afirma que "es necesario encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con el
derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso" (CA 35). DESAFÍOS PASTORALES: 198: Los años
ochenta se han caracterizado por el flagelo de la inflación aumentado por el déficit fiscal, el peso de la deuda externa y el
desorden monetario, la destrucción de las economías estatales por la pérdida de recursos fiscales, la inflación y la
corrupción, la caída de las inversiones tanto nacionales como extranjeras, entre otros fenómenos. La relación de los precios
a nivel internacional entre las materias primas y los productos terminados fue cada vez más desigual y discriminativa,
afectando muy desfavorablemente a la economía de nuestros países. Esta situación persiste y tiende a agravarse. 199: El
empobrecimiento y la agudización de la brecha entre ricos y pobres golpean de modo grave a las grandes mayorías de
nuestros pueblos debido a la inflación y reducción de los salarios reales y a la falta de acceso a servicios básicos, al
desempleo y al aumento de la economía informal y de la dependencia científico-tecnológica. Se difunde una mentalidad y
un estilo de vida consumistas y egoístas, ampliamente divulgados por los medios de comunicación social. Esto dificulta o

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VOTO DE POBREZA

por los pobres en los que El vive214. Esta función profética es urgente para que, con su fidelidad a la
vocación recibida215, ayuden a que nuestro mundo encuentre a Dios216

En esta labor profética, la Vida Consagrada tiene varios retos 217, entre los cuales destaca el de la pobreza.
Nuestra sociedad nos presenta la “provocación” del “materialismo ávido de poseer, desinteresado de las
exigencias y los sufrimientos de los más débiles y carente de cualquier consideración por el mismo
equilibrio de los recursos de la naturaleza. La respuesta de la vida consagrada está en la profesión de la
pobreza evangélica, vivida de maneras diversas, y frecuentemente acompañada por un compromiso
activo en la promoción de la solidaridad y de la caridad” 218.

impide una organización social más justa y digna. Ante la crisis de sistemas económicos que han conducido a fracasos y
frustraciones, suele plantearse como solución una economía de libre mercado, asumida por no pocos bajo términos de
neoliberalismo y con un alcance que va más allá del puro campo económico, y que parte de interpretaciones estrechas o
reductivas de la persona y de la sociedad”; 255: “América Latina y el Caribe se encuentra hoy en un proceso acelerado de
urbanización. La ciudad post-industrial no representa sólo una variante del tradicional hábitat humano, sino que constituye
de hecho el paso de la cultura rural a la cultura urbana, sede y motor de la nueva civilización universal (cf. DP 429). En
ella se altera la forma con la cual en un grupo social, en un pueblo, en una nación, los hombres cultivan su relación
consigo mismos, con los otros, con la naturaleza y con Dios. En la ciudad, las relaciones con la naturaleza se limitan casi
siempre, y por el mismo ser de la ciudad, al proceso de producción de bienes de consumo. Las relaciones entre las
personas se tornan ampliamente funcionales y las relaciones con Dios pasan por una acentuada crisis, porque falta la
mediación de la naturaleza tan importante en la religiosidad rural y porque la misma modernidad tiende a cerrar al hombre
dentro de la inmanencia del mundo. Las relaciones del hombre urbano consigo mismo también cambian, porque la cultura
moderna hace que principalmente valorice su libertad, su autonomía, la racionalidad científico-tecnológica y, de modo
general, su subjetividad, su dignidad humana y sus derechos. Efectivamente, en la ciudad se encuentran los grandes
centros generadores de la ciencia y tecnología moderna. Sin embargo, nuestras metrópolis latinoamericanas tienen también
como característica actual periferias de pobreza y miseria, que casi siempre constituyen la mayoría de la población, fruto
de modelos económicos explotadores y excluyentes. El mismo campo se urbaniza por la multiplicación de las
comunicaciones y transportes. A su vez, el hombre urbano actual presenta un tipo diverso del hombre rural: confía en la
ciencia y en la tecnología; está influido por los grandes medios de comunicación social; es dinámico y proyectado hacia lo
nuevo; consumista, audiovisual, anónimo en la masa y desarraigado”.
189
SANTO DOMINGO, n. 122: “En América Latina son muchos los que viven en la pobreza, que alcanza con frecuencia
niveles escandalosos. Sin embargo, incluso en situaciones límites, somos capaces de amarnos, de vivir unidos a pesar de
nuestras diferencias y de aportar al mundo entero nuestra acendrada experiencia de fraternidad”.
190
SANTO DOMINGO, n. 178: “Evangelizar es hacer lo que hizo Jesucristo, cuando en la sinagoga mostró que vino a
‘evangelizar’ a los pobres (cf. Lc 4,18-19). El ‘siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza’ (2 Co 8,9). El
nos desafía a dar un testimonio auténtico de pobreza evangélica en nuestro estilo de vida y en nuestras estructuras
eclesiales, tal cual como El lo dio. Esta es la fundamentación que nos compromete en una opción evangélica y preferencial
por los pobres, firme e irrevocable pero no exclusiva ni excluyente, tan solemnemente afirmada en las Conferencias de
Medellín y Puebla. Bajo la luz de esta opción preferencial, a ejemplo de Jesús, nos inspiramos para toda acción
evangelizadora comunitaria y personal (cf. SRS 42; RMi 14; JUAN PABLO II, Discurso inaugural, 16). Con el ‘potencial
evangelizador de los pobres’ (DP 1147), la Iglesia pobre quiere impulsar la evangelización de nuestras comunidades.
Descubrir en los rostros sufrientes de los pobres el rostro del Señor (cf. Mt 25,31-46) es algo que desafía a todos los
cristianos a una profunda conversión personal y eclesial. En la fe encontramos los rostros desfigurados por el hambre,
consecuencia de la inflación, de la deuda externa y de injusticias sociales; los rostros desilusionados por los políticos, que
prometen pero no cumplen; los rostros humillados a causa de su propia cultura, que no es respetada y es incluso
despreciada; los rostros aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; los rostros angustiados de los menores
abandonados que caminan por nuestras calles y duermen bajo nuestros puentes; los rostros sufridos de las mujeres
humilladas y postergadas; los rostros cansados de los migrantes, que no encuentran digna acogida; los rostros envejecidos
por el tiempo y el trabajo de los que no tienen lo mínimo para sobrevivir dignamente (cf. CELAM, ‘Documento de
trabajo’, 163). El amor misericordioso es también volverse a los que se encuentran en carencia espiritual, moral, social y
cultural”
191
SANTO DOMINGO, n. 243: “La acción de Dios, a través de su Espíritu, se da permanentemente en el interior de todas
las culturas. En la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo Jesucristo, que asumió las condiciones sociales y
culturales de los pueblos y se hizo ‘verdaderamente uno de nosotros, semejante en todo, menos en el pecado’ (Hb 4, 15; cf.

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VOTO DE POBREZA

Pero Vita Consecrata profundiza. “En realidad, antes aún de ser un servicio a los pobres, la pobreza
evangélica es un valor en sí misma, en cuanto evoca la primera de la bienaventuranzas en la imitación de
Cristo pobre219. Desde esta perspectiva, se da “testimonio de Dios como la verdadera riqueza del corazón
humano” y “contesta enérgicamente la idolatría del dinero” 220. Por tanto, “se pide a las personas
consagradas, pues, un nuevo y decidido testimonio evangélico de abnegación y de sobriedad, un estilo
de vida fraterna inspirado en criterios de sencillez y de hospitalidad, para que sean así un ejemplo
también para todos los que permanecen indiferentes ante las necesidades del prójimo” 221.

Y continúa la Exhortación: “Este testimonio acompañará naturalmente el amor preferencial por los
pobres, y se manifestará de manera especial en el compartir las condiciones de vida de los más
desheredados. No son pocas las comunidades que viven y trabajan entre los pobres y marginados,
GS 22). La analogía entre la encarnación y la presencia cristiana en el contexto socio-cultural e histórico de los pueblos
nos lleva al planteamiento teológico de la inculturación. Esta inculturación es un proceso conducido desde el Evangelio
hasta el interior de cada pueblo y comunidad con la mediación del lenguaje y de los símbolos comprensibles y apropiados
a juicio de la Iglesia. Una meta de la Evangelización inculturada será siempre la salvación y liberación integral de un
determinado pueblo o grupo humano, que fortalezca su identidad y confíe en su futuro específico, contraponiéndose a los
poderes de la muerte, adoptando la perspectiva de Jesucristo encarnado, que salvó al hombre desde la debilidad, la pobreza
y la cruz redentora. La Iglesia defiende los auténticos valores culturales de todos los pueblos, especialmente de los
oprimidos, indefensos y marginados, ante la fuerza arrolladora de las estructuras de pecado manifiestas en la sociedad
moderna”.
192
SANTO DOMINGO, n. 85.
193
Idem.
194
SANTO DOMINGO, nn. 157-158: “157. Entre evangelización y promoción humana –desarrollo, liberación– existen
efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser
abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar
el plan de la creación del plan de la redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que
combatir, y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico, como es el de la caridad; en
efecto, ‘¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico
crecimiento del hombre?’ (EN 31). El sentido último del compromiso de la Iglesia con la promoción humana, predicado
reiteradamente en su magisterio social, está en la firme convicción de que ‘la genuina unión social exterior procede de la
unión de los espíritus y los corazones, esto es, de la fe y de la caridad’ (GS 42). ‘Con el mensaje evangélico la Iglesia
ofrece una fuerza liberadora y promotora del desarrollo precisamente porque lleva a la conversión del corazón y de la
mentalidad; ayuda a reconocer la dignidad de cada persona; dispone a la solidaridad, al compromiso, al servicio de los
hermanos’ (RMi 59), ‘salvaguardando siempre la prioridad de las realidades trascendentes y espirituales, que son premisas
de la salvación escatológica’ (RMi 20). Así procediendo la Iglesia ofrece su participación específica a la promoción
humana, que es deber de todos. 158. La doctrina social de la Iglesia es la enseñanza del Magisterio en materia social y
contiene principios, criterios y orientaciones para la actuación del creyente en la tarea de transformar el mundo según el
proyecto de Dios. La enseñanza del pensamiento social de la Iglesia ‘forma parte de la misión evangelizadora’ (SRS 41) y
tiene ‘el valor de un instrumento de evangelización’ (CA 54), porque ilumina la vivencia concreta de nuestra fe”.
195
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmatica sobre la Iglesia Lumen Gentium, Roma 1964, n. 43.
196
Perfectae Caritatis, n. 1.
197
Lumen Gentium, n. 46: “Pongan, pues, especial solicitud los religiosos en que, por ellos, la Iglesia demuestre mejor
cada día a fieles e infieles, el Cristo, ya sea entregado a la contemplación en el monte, ya sea anunciando el Reino de Dios
a las multitudes, o curando enfermos y heridos y convirtiendo los pecadores a una vida correcta, o bendiciendo a los niños
y haciendo el bien a todos, siempre obediente a la voluntad del Padre que le envió. Tengan por fin todos bien entendido
que la profesión de los consejos evangélicos, aunque lleva consigo la renuncia de bienes que indudablemente se han de
tener en mucho, sin embargo, no es un impedimento para el desarrollo de la persona humana, sino que, por su misma
naturaleza, la favorece grandemente. Porque los consejos evangélicos, aceptados voluntariamente según la vocación
personal de cada uno, contribuyen no poco a la purificación del corazón y a la libertad del espíritu, excitan continuamente
el fervor de la caridad y, sobre todo, como se demuestra con el ejemplo de tantos santos fundadores, son capaces de
asemejar más la vida del hombre cristiano con la vida virginal y pobre que para sí escogió Cristo Nuestro Señor y abrazó
su Madre la Virgen. Ni piense nadie que los religiosos por su consagración, se hacen extraños a la Humanidad o inútiles
para la ciudad terrena. Porque, aunque en algunos casos no estén directamente presente ante los coetáneos, los tienen, sin

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VOTO DE POBREZA

compartiendo su condición y participando de sus sufrimientos, problemas y peligros. Páginas


importantes de la historia de la solidaridad evangélica y de la entrega heroica han sido escritas por
personas consagradas en estos años de cambios profundos y de grandes injusticias, de esperanzas y
desilusiones, de importantes conquistas y de amargas derrotas. Otras páginas no menos significativas
han sido y están siendo escritas aún por innumerables personas consagradas que viven plenamente su
vida “oculta con Cristo en Dios” (Col. 3,3) para la salvación del mundo, bajo el signo de la gratuidad,
de la entrega de la propia vida a causas poco reconocidas y aún menos vitoreadas. A través de estas
formas, diversas y complementarias, la vida consagrada participa de la extrema pobreza abrazada por el
Señor y desempeña su papel específico en el misterio salvífico de su encarnación y de su muerte
redentora”222.

embargo, presentes, de un modo más profundo, en las entrañas de Cristo y cooperan con ellos espiritualmente para que la
edificación de la ciudad terrena se funde siempre en Dios y se dirija a El, “no sea que trabajen en vano los que la edifican”.
Por eso, este Sagrado Sínodo confirma y alaba a los hombres y mujeres, hermanos y hermanas que, en los monasterios, en
las escuelas y hospitales o en las misiones, ilustran a la Esposa de Cristo con la constante y humilde fidelidad en su
consagración y ofrecen a todos los hombres generosamente los más variados servicios”.
198
Perfectae Caritatis, n. 5.
199
Perfectae Caritatis, n. 13.
200
Idem.
201
PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelica Testificatio, sobre la renvación de la Vida Religiosa según las
enseñanzas del Concilio, Roma 1971.
202
Evangelica Testificatio, n. 16.
203
Evangelica Testificatio, n. 17: “Más acuciante que nunca, vosotros sentís alzarse el ‘grito de los pobres’, desde el
fondo de su indigencia personal y de su miseria colectiva. ¿No es quizá para responder al reclamo de estas criaturas
privilegiadas de Dios por lo que ha venido Cristo’, llegando incluso hasta identificarse con ellos?’. En un mundo en pleno
desarrollo, esta permanencia de masas y de individuos miserables es una llamada insistente a ‘una conversión de la
mentalidad y de los comportamientos’, en particular para vosotros que seguís ‘más de cerca’ a Cristo, en su condición
terrena de anonadamiento. Esta llamada –no lo ignoramos– resuena en vuestros corazones de una manera tan dramática
que, a veces, algunos de vosotros sienten también la tentación de una acción violenta. Siendo discípulos de Cristo, ¿cómo
podríais seguir una vida diferente a la suya? Ella no es, Como bien sabéis, un movimiento de orden político o temporal,
sino una llamada a la conversión de los corazones, a la liberación de todo impedimento temporal, al amor.”
204
Evangelica Testificatio, n. 18: “Y entonces, ¿Cómo encontrará eco en vuestra existencia el grito de los pobres? Él
debe prohibiros, ante todo, lo que sería un compromiso con cualquier forma de injusticia social. Os obliga, además, a
despertar las conciencias frente al drama de la miseria y a las exigencias de justicia social del Evangelio y de la Iglesia.
Induce a algunos de vosotros a unirse a los pobres en su condición, a compartir sus ansias punzantes. Invita, por otra
parte, a no pocos de vuestros institutos a cambiar, poniendo algunas obras propias al servicio de los pobres, cosa que por lo
demás, ya muchos han realizado generosamente. Finalmente, os impone un uso de los bienes que se limite a cuanto se
requiere para el cumplimiento de las funciones a las cuales estáis llamados. Es necesario que hagáis patente en vuestra vida
cotidiana las pruebas, incluso externas, de la auténtica pobreza”.
205
Evangelica Testificatio, n. 22: “Su valor de testimonio le vendrá de una generosa respuesta a la exigencia evangélica
en la fidelidad total a vuestra vocación y no solamente de una preocupación por aparecer pobre, te cual podría quedar
demasiado superficial, evitando de todas maneras, formas .de vida que denotarían una cierta afectación y vanidad”.
206
Evangelica Testificatio, n. 19: “En una civilización y en un mundo, cuyo distintivo es un prodigioso movimiento de
crecimiento material casi indefinido, ¿Qué testimonio ofrecería un religioso que se dejase arrastrar por una búsqueda
desenfrenada de las propias comodidades y encontrase normal conceder, sin discernimiento ni discreción, todo lo que le
viene propuesto? Mientras para muchos ha aumentado el peligro de verse envueltos por la seductora seguridad del poseer,
del saber y del poder, la llamada de Dios os coloca en el vértice de la conciencia cristiana: esto es, recordar a los hombres
que su progreso verdadero y total consiste en responder a su vocación de participar, como hijos, en la vida del Dios
viviente, Padre de todos los hombres”.

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VOTO DE POBREZA

La Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares, en el documento Elementos


Esenciales de la Doctrina de la Iglesia sobre la Vida Religiosa 223, también pone en la perspectiva del
seguimiento de Cristo los votos religiosos 224. Por tanto, éstos son signo de la “primacía del amor de Dios
con una fuerza que proviene del Espíritu Santo” 225 y en toda su vida, el/la Religioso/a anuncia a “Cristo
desde la pobreza de quien no busca su propia realización y satisfacción. En nuestros tiempos la carencia
de poder es una de las mayores pobrezas. El religioso acepta compartirla íntimamente en la generosidad
de su obediencia, convirtiéndose con ello en uno de los pobres y volviéndose particularmente
insignificante, como Cristo lo fue en su Pasión. Una persona así sabe lo que es permanecer ante Dios en
estado de indigencia, lo que es amar como Jesús y lo que es trabajar en la obra de Dios al modo de Dios.

207
Evangelica Testificatio, n. 20: “Vosotros sabréis comprender igualmente el lamento de tantas vidas, arrastradas hacia
el torbellino implacable del trabajo para el rendimiento, de la ganancia para el goce, del consumo que, a su vez, obliga a
una fatiga a veces inhumana. Un aspecto esencial de vuestra pobreza será, pues, el de atestiguar el sentido humano del
trabajo, realizado en libertad de espíritu y restituido a su naturaleza de medio de sustentación y de servicio. ¿No ha puesto
el Concilio muy a propósito, el acento sobre vuestra necesaria sumisión a la ley común del trabajo? Ganar vuestra vida y la
de vuestros hermanos y la de vuestras hermanas, ayudar a los pobres con vuestro trabajo: he ahí los deberes que os
incumben a vosotros. Pero vuestras actividades no pueden derogar la vocación de vuestros diversos institutos ni comportar
habitualmente trabajos tales que sustituyan a sus tareas específicas. Ellas no deberían llevaros, de ninguna manera, hacia la
secularización con detrimento de la vida religiosa. Estad, pues, atentos al espíritu que os anima: ¡Qué equivocación sería si
os sintierais “valorizados” únicamente por la retribución de trabajos profanos!”.
208
Evangelica Testificatio, n. 21: “La necesidad, hoy tan categórica, de que participación fraterna debe conservar su
valor evangélico. La expresión de la Didaché, ‘si compartís entre vosotros los bienes eternos, con mayor razón debéis
compartir los bienes perecederos’. La pobreza, vivida efectivamente poniendo en común los bienes, comprendido el
salario, testimoniará la espiritual comunión que os une; será un reclamo viviente para todos los ricos y aportará también un
alivio a vuestros hermanos y hermanas que se encuentran necesitados. El legítimo deseo de ejercer una responsabilidad
personal expresará en el goce de las propias rentas sino en la participación fraterna al bien común. Las formas de la
pobreza de cada uno y de cada comunidad dirán del tipo de Instituto y de la forma de obediencia que allí es practicada: así
se realizará, según las particulares vocaciones, el carácter de dependencia inherente a toda pobreza”.
209
Evangelica Testificatio, n. 30: “Admitámoslo, hijos e hijas en Cristo: en el momento presente es difícil encontrar un
estilo de vida que esté en armonía con estas exigencias. Demasiados estímulos contrarios os impulsan a buscar, ante todo,
una acción humanamente eficaz. Pero, ¿no toca a vosotros dar ejemplo de una austeridad gozosa y equilibrada, aceptando
las dificultades inherentes al trabajo y a las relaciones sociales y soportando pacientemente las pruebas de la vida con su
angustiosa incertidumbre, como renuncias indispensables para la plenitud de la vida cristiana? Los religiosos, en efecto,
“tienden a la santidad por el camino más estrecho”.
210
Evangelica Testificatio, n. 31: “Esta gracia os será dada por Jesucristo en proporción a la donación completa que
hagáis de vosotros mismos, sin pretender retirarla jamás. La historia reciente de tantos religiosos y religiosas que han
sufrido generosamente por Cristo en diversos países es una prueba elocuente de ello. A la vez que les expresamos nuestra
admiración, les presentamos a la admiración de todos”.
211
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica post-sinodal Vita Consecrata, Roma 1996.
212
Vita Consecrata, n. 84.
213
Idem.
214
Idem.
215
Vita Consecrata, n. 86: “En este siglo, como en otras épocas de la historia, hombres y mujeres consagrados han dado
testimonio de Cristo, el Señor, con la entrega de la propia vida. Son miles los que obligados a vivir en clandestinidad por
regímenes totalitarios o grupos violentos, obstaculizados en las actividades misioneras, en la ayuda a los pobres, en la
asistencia a los enfermos y marginados, han vivido y viven su consagración con largos y heroicos padecimientos, llegando
frecuentemente a dar su sangre, en perfecta conformación con Cristo crucificado. La Iglesia ha reconocido ya oficialmente
la santidad de algunos de ellos y los honra como mártires de Cristo, que nos iluminan con su ejemplo, interceden por
nuestra fidelidad y nos esperan en la gloria. Es de desear vivamente que permanezca en la conciencia de la Iglesia la
memoria de tantos testigos de la fe, como incentivo para su celebración y su imitación. Los Institutos de vida consagrada y

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VOTO DE POBREZA

Por fidelidad a su misma consagración, el religioso procura fomentar estas actitudes, siguiendo las
normas concretas de su propio instituto”226.

En la última parte, ofrece una síntesis de la legislación de la Iglesia sobre la Vida Religiosa.
Particularmente, dedica dos números al Voto de Pobreza. Recuerda que “el consejo evangélico de la
pobreza a imitación de Cristo, exige una vida pobre de hecho y de espíritu, sujeta al trabajo, sobria y
desprendida de los bienes materiales. La profesión por voto lleva consigo para el religioso la
dependencia y limitación en el uso y disposición de los bienes temporales, en conformidad con el
derecho propio del instituto (c. 600) 227”. Y, del mismo modo, asegura que “por el voto de pobreza, los
religiosos renuncian al libre uso y disposición de los bienes que tienen valor material. Antes de la
primera profesión, ceden la administración de sus bienes a quien lo deseen y. a menos que las
las Sociedades de vida apostólica han de contribuir a esta tarea recogiendo los nombres y los testimonios de las personas
consagradas que puedan ser inscritas en el Martirologio del siglo XX”.
216
Vita Consecrata, n. 85: “En nuestro mundo, en el que parece haberse perdido el rastro de Dios, es urgente un audaz
testimonio profético por parte de las personas consagradas. Un testimonio ante todo de la afirmación de la primacía de
Dios y de los bienes futuros, como se desprende del seguimiento y de la imitación de Cristo casto, pobre y obediente,
totalmente entregado a la gloria del Padre y al amor de los hermanos y hermanas. La misma vida fraterna es un acto
profético, en una sociedad en la que se esconde, a veces sin darse cuenta, un profundo anhelo de fraternidad sin fronteras.
La fidelidad al propio carisma conduce a las personas consagradas a dar por doquier un testimonio cualificado, con la
lealtad del profeta que no teme arriesgar incluso la propia vida. Una especial fuerza persuasiva de la profecía deriva de la
coherencia entre el anuncio y la vida. Las personas consagradas serán fieles a su misión en la Iglesia y en el mundo en la
medida que sean capaces de hacer un examen continuo de sí mismas a la luz de la Palabra de Dios. De este modo podrán
enriquecer a los demás fieles con los bienes carismáticos recibidos, dejándose interpelar a su vez por las voces proféticas
provenientes de los otros miembros eclesiales. En este intercambio de dones, garantizado por la plena sintonía con el
Magisterio y la disciplina de la Iglesia, brillará la acción del Espíritu Santo que ‘la une en la comunión y el servicio, la
construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos’”.
217
Vita Consecrata, n. 87: “El cometido profético de la vida consagrada surge de tres desafíos principales dirigidos a la
Iglesia misma: son desafíos de siempre, que la sociedad contemporánea, al menos en algunas partes del mundo, lanza con
formas nuevas y tal vez más radicales. Atañen directamente a los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia,
y alientan a la Iglesia y especialmente a las personas consagradas a clarificar y dar testimonio de su profundo significado
antropológico. En efecto, la elección de estos consejos lejos de ser un empobrecimiento de los valores auténticamente
humanos, se presenta más bien como una transfiguración de los mismos. Los consejos evangélicos no han de ser
considerados como una negación de los valores inherentes a la sexualidad, al legítimo deseo de disponer de los bienes
materiales y de decidir autónomamente de sí mismo. Estas inclinaciones, en cuanto fundadas en la naturaleza, son buenas
en sí mismas. La criatura humana, no obstante, al estar debilitada por el pecado original, corre el peligro de secundarlas de
manera desordenada. La profesión de castidad, pobreza y obediencia supone una voz de alerta para no infravalorar las
heridas producidas por el pecado original, al mismo tiempo que, aun afirmando el valor de los bienes creados, los
relativiza, presentando a Dios como el bien absoluto. Así, aquellos que siguen los consejos evangélicos, al mismo tiempo
que buscan la propia santificación, proponen, por así decirlo, una ‘terapia espiritual’ para la humanidad, puesto que
rechazan la idolatría de las criaturas y hacen visible de algún modo al Dios viviente. La vida consagrada, especialmente en
los momentos de dificultad, es una bendición para la vida humana y para la misma vida eclesial”.
218
Vita Consecrata, n. 89: “¡Cuántos Institutos se dedican a la educación, a la instrucción y formación profesional,
preparando a los jóvenes y a los no tan jóvenes para ser protagonistas de su futuro! ¡Cuántas personas consagradas se
desgastan sin escatimar esfuerzos a favor de los últimos de la tierra! ¡Cuántas se afanan en formar a los futuros educadores
y responsables de la vida social, de tal modo que éstos se comprometan a la supresión de las estructuras opresivas y a
promover proyectos de solidaridad a favor de los pobres! Estas personas consagradas luchan para vencer el hambre y sus
causas, animando la actividad del voluntariado y de las organizaciones humanitarias, y sensibilizando a los organismos
públicos y privados para proporcionar así una equitativa distribución de las ayudas internacionales. Mucho deben las
naciones a estos agentes emprendedores de la caridad que, con su incansable generosidad, han dado y siguen dando una
significativa aportación a la humanización del mundo”.
219
Cf. Vita Consecrata, n. 90.
220
Idem.
221
Idem.

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VOTO DE POBREZA

constituciones determinen otra cosa, disponen libremente de su uso y usufructo (c. 668 § 1). Todo lo que
el religioso adquiere con su propio trabajo, por donación o en cuanto religioso, es adquirido para el
instituto; todo lo adquirido a modo de pensión, subsidio o seguro, es también adquirido para el instituto,
a no ser que el derecho propio establezca otra cosa (c. 668 § 3)” 228.

Finalmente la misma Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares, en la Instrucción
Caminar desde Cristo: un renovado compromiso de la Vida Consagrada en el tercer milenio 229,
recuerda la finalidad de la consagración religiosa: “Los votos con que los consagrados se comprometen
a vivir los consejos evangélicos confieren toda su radicalidad a la respuesta de amor […] La pobreza les
hace libres de la esclavitud de las cosas y necesidades artificiales a las que empuja la sociedad de
consumo, y les hace descubrir a Cristo, único tesoro por el que verdaderamente vale la pena vivir” 230.

Del mismo modo, recuerda que “el camino que la vida consagrada debe emprender al comienzo del
nuevo milenio está guiado por la contemplación de Cristo, con la mirada ‘más que nunca fija en el
rostro del Señor’. Pero, ¿dónde contemplar concretamente el rostro de Cristo? […]Él está siempre
presente en su Palabra y en los Sacramentos, de manera especial en la Eucaristía. Vive en su Iglesia, se
hace presente en la comunidad de los que están unidos en su nombre. Está delante de nosotros en cada
persona, identificándose de modo particular con los pequeños, con los pobres, con el que sufre, con el
más necesitado. Viene a nuestro encuentro en cada acontecimiento gozoso o triste, en la prueba y en la
alegría, en el dolor y en la enfermedad” 231. Por ello, llama a continuar el amor preferencial a los
pobres232.

222
Idem.
223
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS RELIGIOSOS E INSTITUTOS SECULARES, Elementos Esenciales de la Doctrina de
la Iglesia sobre la Vida Religiosa dirigidos a los Institutos dedicados a obras apostólicas, Roma 1983.
224
Elementos Esenciales, n. 15: “Los votos son también, en concreto, tres maneras de comprometerse a vivir como
Cristo vivió, en sectores que abrazan toda la existencia: posesiones, afectos, autonomía. Cada uno pone de relieve una
relación con Jesús, consagrado y enviado. El fue rico, pero se hizo pobre por nuestra salvación, despojándose de todo y no
teniendo donde reclinar su cabeza. Amó con un corazón indiviso, universalmente y hasta el fin. Vino a hacer la voluntad
del Padre que le envió, y lo hizo permanentemente, ‘aprendiendo la obediencia por el sufrimiento y convirtiéndose en
causa de salvación para todos los que obedecen’ (Hb 5, 8)”.
225
Elementos Esenciales, n. 32.
226
Elementos Esenciales, n. 35.
227
Elementos Esenciales, III, n. 20.
228
Elementos Esenciales, III, n. 21.
229
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS RELIGIOSOS E INSTITUTOS SECULARES, Caminar desde Cristo: un renovado
compromiso de la Vida Consagrada en el tercer milenio, Roma 2002.
230
Caminar, n. 22.
231
Caminar, n. 23.
232
Caminar nn. 34-35: “El siglo y el milenio que comienzan tendrán que ver todavía, y es de desear que lo vean de modo
palpable, a qué grado de entrega puede llegar la caridad hacia los más pobres. Si verdaderamente hemos partido de la
contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que Él mismo ha
querido identificarse: ‘He tenido hambre y me habéis dado de comer, he tenido sed y me habéis dado de beber; fui
forastero y me habéis hospedado; desnudo y me habéis vestido, enfermo y me habéis visitado, encarcelado y habéis venido
a verme’ (Mt 25, 35-36). Esta página no es una simple invitación a la caridad: es una página de cristología, que ilumina el
misterio de Cristo. Sobre esta página, la Iglesia comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el
ámbito de la ortodoxia». El Papa ofrece también una dirección concreta de espiritualidad cuando invita a reconocer en la
persona de los pobres una presencia especial de Cristo que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos. A través

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VOTO DE POBREZA

11. Desde la Biblia I (Antiguo Testamento)233.

Para nosotros, hombres de fe, el marco fundamental de nuestra vida es la Sagrada Escritura. Ella tiene
para nosotros la Revelación que Dios nos trae. Desde ésta, hemos de entender y dar sentido a toda
‘pobreza’. Comenzamos por el Antiguo Testamento.

Dios le ha prometido a Israel que siempre tendrá abundancia y se saciará de los bienes de la tierra (Ex
3,17; Lv 26,3ss; Dt 6, 14-19. 24-25; 7, 11-15) 234. Pero es una bendición ligada a los preceptos del Señor

de tal opción es donde también los consagrados deben ser testigos del ‘estilo del amor de Dios, su providencia, su
misericordia’”. Y hay que buscar a los pobres “nuevos y viejos”: “El campo en el que el Santo Padre invita a trabajar es
vasto cuanto lo es el mundo. Asomándose a este panorama, la vida consagrada ‘debe aprender a hacer su acto de fe en
Cristo interpretando el llamamiento que Él dirige desde este mundo de la pobreza’. Armonizar el anhelo universal de una
vocación misionera con la inserción concreta dentro de un contexto y de una Iglesia particular será la exigencia primordial
de toda actividad apostólica”. Y los pobres viejos y nuevos: El campo en el que el Santo Padre invita a trabajar es vasto
cuanto lo es el mundo. Asomándose a este panorama, la vida consagrada ‘debe aprender a hacer su acto de fe en Cristo
interpretando el llamamiento que Él dirige desde este mundo de la pobreza’. Armonizar el anhelo universal de una
vocación misionera con la inserción concreta dentro de un contexto y de una Iglesia particular será la exigencia primordial
de toda actividad apostólica”.
233
Cf. PANIMOLLE, S.A., “Pobreza” en ROSSANO, P. – RAVASI, G. – GIRLANDA, A. (dir.), Nuevo diccionario de teología
bíblica, Paulinas, Madrid 1990, 1484-1500; MARTIN-ACHARD, R., “hnc ‘nh II Ser mísero”, en JENNI, E. – WESTERMANN,
C., Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid 1978, II: cols. 435-447; GERSTENBERGER,
E., “hba ‘bh Querer” en JENNI, E. – WESTERMANN, C., op. cit., I: cols. 65-68. Las citas están tomadas de La Biblia
(Versión castellana del P. S. DE AUSEJO, OFM Cap., revisada y actualizada por M. VILLANUEVA); versión en CD para
Bible Works 7, Bible Works LLC, Norfolk 2006).
234
Ex 3,17: “He dicho: yo os subiré de la humillación de Egipto a la tierra de los cananeos, de los hititas, de los
amorreos, de los perizeos, de los jiveos y de los jebuseos, a un país que mana leche y miel”; Lv 26,3-13: “3 Si camináis
según mis leyes, si guardáis mis mandamientos y los ponéis en práctica, 4 os mandaré la lluvia a su tiempo, la tierra
rendirá sus productos y los árboles del campo darán su fruto. 5 La trilla durará hasta la vendimia y la vendimia se
prolongará hasta la sementera; comeréis vuestro pan hasta saciaros y habitaréis seguros en vuestro país. 6 Daré paz a la
tierra, y dormiréis sin que nadie os inquiete. Haré desaparecer del país las bestias dañinas y no pasará por vuestra tierra la
espada. 7 Perseguiréis a vuestros enemigos y caerán ante vosotros al filo de la espada. 8 Cinco de vosotros perseguirán a
cien, y cien de vosotros pondrán en fuga a diez mil. Vuestros enemigos caerán ante vosotros al filo de la espada. 9 Yo me
volveré hacia vosotros, yo os haré crecer y os multiplicaré y mantendré con vosotros mi alianza. 10 Comeréis de la cosecha
anterior, y tendréis que sacar fuera la cosecha añeja ya envejecida, para dar cabida a la nueva. 11 Pondré mi morada en
medio de vosotros y no sentiré hastío de vosotros. 12 Caminaré en medio de vosotros, yo seré vuestro Dios y vosotros
seréis mi pueblo. 13 Yo soy Yahveh, vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto para que no fueseis esclavos suyos.
Rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con la cabeza erguida”; Dt 6,14-19: “14 No irás tras otros dioses,
tras los dioses de los pueblos que estarán a vuestro alrededor, 15 porque Yahveh, tu Dios, que está en medio de ti, es un
Dios celoso, y la cólera de Yahveh, tu Dios, se encender a contra ti y te exterminar a de sobre la tierra. 16 No tentaréis a
Yahveh, vuestro Dios, como le tentasteis en Masá. 17 Guardaréis puntualmente los mandamientos de Yahveh, vuestro Dios,
las instrucciones y los preceptos que él os ordenó. 18 Harás lo que es recto y bueno a los ojos de Yahveh, para que seas
feliz y entres a poseer la buena tierra que Yahveh prometió bajo juramento a tus padres, 19 arrojando de delante de ti a
todos tus enemigos, como te dijo Yahveh”; Dt 6,24-25: “24 Entonces Yahveh nos mandó que guardáramos todos estos
preceptos y temiéramos a Yahveh, nuestro Dios, para que fuéramos siempre felices y nos conserve la vida, como hasta el
presente. 25 Y quedaremos justificados si nos esforzamos en poner en práctica todos estos mandamientos en presencia de
Yahveh, nuestro Dios, como él nos lo mandó”; Dt 7,11-15: “11 Guardarás, pues, los mandamientos, preceptos y normas que
yo te mando hoy poner en práctica. 12 Si escucháis estas normas, las guardáis y las ponéis en práctica, Yahveh, tu Dios, a
su vez, te guardará la alianza y la benevolencia que prometió bajo juramento a tus padres; 13 te amará, te bendecirá y te
multiplicará; bendecirá el fruto de tu vientre y los productos de tu suelo: tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus
vacadas y la fecundidad de tus rebaños, en la tierra que a tus padres juró darte. 14 Bendito serás más que todos los pueblos.
No habrá en ti ni hombre ni mujer estériles, ni tampoco en tus ganados. 15 Yahveh alejará de ti toda enfermedad; no te
mandará ninguna de esas plagas malignas de Egipto que tú conoces, sino que las descargará sobre todos aquellos que te
odian”.

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VOTO DE POBREZA

(Dt 6, 18)235. Por tanto, en el Antiguo Testamento, la pobreza es una experiencia dolorosa, sufrida por
Israel al no serle fiel al Señor (Lv 26, 14ss; Dt 11, 16ss; 28, 14-46) 236.

Otra faceta de la pobreza es la que presentan los sabios de Israel. Para ellos, la pobreza es consecuencia,
muchas veces, de la pereza y los vicios (Prov 6,6-11; 10,4; 12,11; 14,23; 20,13; 21,17; Tob 4,13) 237.

Pero, sin duda, destaca en Israel la fuerte crítica a la pobreza causada, ligada siempre a la injusticia y a la
ruptura con Dios. Los profetas denuncian todas las formas de opresión, de la que son víctimas los pobres
en la crisis económica de su tiempo: explotación y opresión con riqueza y lujo, corrupción de la justicia
(Am 4,1; 5,11ss; Is 3,14-15)238; denuncia de los comerciantes fraudulentos (Am 8,4ss)239; latifundismo y

235
Dt 6,18: “Harás lo que es recto y bueno a los ojos de Yahveh, para que seas feliz y entres a poseer la buena tierra que
Yahveh prometió bajo juramento a tus padres”.
236
Lv 26,14-20: “14 Pero si no me escucháis; si no ponéis en práctica todos estos mandamientos míos, 15 si
menospreciáis mis leyes, detestáis mis preceptos y no cumplís todos mis mandamientos, sino que rompéis mi alianza, 16
entonces yo haré con vosotros lo siguiente: os enviaré el terror, la consunción y la fiebre, que os apagarán la vista y os
agotarán el aliento. Sembraréis en balde vuestra semilla, pues serán vuestros enemigos quienes se la comerán. 17 Yo me
volveré contra vosotros, y seréis derrotados por vuestros enemigos; os dominarán los que os odian y huiréis sin que nadie
os persiga. 18 Si con todo esto aún no me escucháis, seguiré castigándoos siete veces más por vuestros pecados. 19
Quebrantaré el orgullo de vuestro poder o, haré como de hierro vuestro cielo y como de bronce vuestra tierra. 20 Vuestro
esfuerzo se consumirá en vano: vuestras tierras ya no darán más sus cosechas y los árboles del campo no darán sus frutos”;
Dt 11,16-23: “16 Pero guardaos de que vuestro corazón se deje seducir y apostatéis sirviendo a dioses extraños y
postrándoos ante ellos; 17 porque la cólera de Yahveh se encender a contra vosotros, cerrar a los cielos, no habría más
lluvia, la tierra no daría sus frutos y desapareceríais rápidamente de la buena tierra que Yahveh os da. 18 Poned, pues, estas
palabras mías en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como señal en vuestra mano y serán como un signo entre
vuestros ojos. 19 Enseñadlas a vuestros hijos y habladles de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de camino,
cuando estés acostado y cuando estés levantado. 20 Las escribirás en las jambas de la entrada de tu casa y en tus puertas, 21
para que vuestros días y los días de tus hijos sobre la tierra que Yahveh juró dar a vuestros padres sean tan numerosos
como los días del cielo sobre la tierra. 22 Si observáis puntualmente todos estos mandamientos que os prescribo para que
los cumpláis, amando a Yahveh, vuestro Dios, caminando por todos sus caminos y allegándoos a él, 23 Yahveh arrojará de
delante de vosotros a todos estos pueblos y despojaréis a naciones más grandes y poderosas que vosotros”; Dt 28,14-46:
“14 Sin desviarte a la derecha ni a la izquierda de ninguna de las disposiciones que yo te prescribo hoy, y si no te vas tras
otros dioses para servirlos. 15 Pero si no escuchas la voz de Yahveh, tu Dios, y no pones cuidado en practicar todos estos
mandamientos y preceptos que yo te prescribo hoy, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones. 16 Maldito
serás en la ciudad y maldito en el campo. 17 Malditas tu cesta y tu artesa. 18 Maldito el fruto de tu vientre y el de tu suelo,
los partos de tus vacas y las crías de tus ovejas. 19 Maldito tú cuando entras y cuando sales. 20 Yahveh enviará contra ti la
maldición, el pánico, el desconcierto y el fracaso en todas tus empresas, hasta quedar exterminado y perecer rápidamente
por la maldad de tus obras, por las que me has abandonado. 21 Yahveh hará que la peste se te pegue hasta que acabe
contigo sobre el suelo en cuya posesión vas a entrar. 22 Yahveh te herirá de consunción, de fiebre, de inflamación, de
gangrena, de sequía, de agostamiento y de tizón, que te perseguirán hasta exterminarte. 23 El cielo, sobre tu cabeza, será de
bronce; y el suelo, debajo de ti, de hierro. 24 En vez de lluvia Yahveh mandará sobre tu tierra polvo y arena, que bajarán
del cielo sobre ti, hasta que perezcas. 25 Yahveh hará que seas derrotado ante tus enemigos; por un camino irás contra ellos
y por siete huirás de ellos, y serás el espanto de todos los reinos de la tierra. 26 Tu cadáver será pasto de todas las aves del
cielo y de todas las bestias de la tierra, y no habrá nadie que las espante. 27 Yahveh te herirá con úlceras, hemorroides,
sarna y tiña, de que no podrás ser curado. 28 Yahveh te herirá de locura, de ceguera y de demencia; 29 en pleno día andarás
a tientas, como a tientas camina el ciego en las tinieblas. Nunca tendrás éxito en tus empresas, y estarás siempre oprimido
y despojado, sin que nadie salga en tu defensa. 30 Te desposarás con una mujer y otro hombre dormirá con ella; construirás
una casa y no la habitarás; plantarás una viña y no la vendimiarás. 31 Tu buey será degollado en tu presencia y no comerás
de él; tu asno te será arrebatado en tu presencia y no te será devuelto; tus ovejas serán entregadas a tus enemigos sin que
nadie te preste ayuda. 32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a un pueblo extraño: tus ojos lo verán y se consumirán por
ellos todos los días, sin que tus manos puedan hacer nada por ellos. 33 Un pueblo que no conoces comerá el fruto de tu
suelo y todos tus productos. Serás siempre oprimido y maltratado. 34 Enloquecerás ante el espectáculo de lo que verán tus
ojos. 35 Yahveh te herirá de úlceras malignas en las rodillas y en las piernas de las que no podrás ser curado, desde la
planta del pie hasta la coronilla. 36 Yahveh te conducirá, a ti y al rey que hayas establecido sobre ti, a una nación que ni tú
ni tus padres conocíais, y allí servirás a otros dioses, de madera y de piedra, 37 y causarás asombro, irrisión y mofa en
todos los pueblos a los que Yahveh te llevará. 38 Sembrarás mucha semilla en tu campo y recogerás poco, porque la

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VOTO DE POBREZA

acaparamiento de tierras (Miq 2,1-3)240; venta como esclavos de los deudores insolventes (Am 2,6)241;
juicios corrompidos por el soborno y el desprecio (Is 10,1ss; 32,7; Jer 5,28; 22,16-17)242; formas
múltiples de violencia: vejaciones, robos, despojos, usura, proyectos de alevosía y aprovechamiento ( Ez
16,49; 18,10ss; Zac 7,9-10)243. La exhortación profética será siempre la ayuda al/la pobre (Is 1,15ss; Jer
22,3; Is 58,6ss)244.

En este sentido, la pobreza es siempre un mal contra el que hay que luchar por medio de la preocupación
y ayuda fraternas. Extranjero, huérfano y viuda son el prototipo del indigente que Dios protege (cf. Ex
22, 20ss; Dt 10, 19; 26, 12ss) 245. Los israelitas experimentaron en Egipto el peso de la servidumbre y

langosta la devorará. 39 Plantarás viñas y las trabajarás, pero no beberás vino ni harás provisión de él, porque se las comerá
el gusano. 40 Tendrás olivos en todo tu territorio, pero no te ungirás con su aceite, porque la aceituna se caerá. 41
Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque irán al cautiverio. 42 Todos tus árboles y los frutos de tu suelo los
consumirán los insectos. 43 El extranjero que esté en medio de ti se alzará por encima de ti cada vez más alto, y tú caerás
cada vez mas bajo; 44 él te prestará y tú no le podrás prestar; él vendrá a ser cabeza, y tú serás la cola. 45 Vendrán sobre ti
todas estas maldiciones, te perseguirán y te alcanzarán hasta que desaparezcas, por no haber escuchado la voz de Yahveh,
tu Dios, al no guardar los mandamientos y preceptos que te ordenó. 46 Ellas serán como se al y prodigio contra ti y contra
tu descendencia para siempre”.
237
Prov 6,6-11: “6 Fíjate en la hormiga, perezoso; mira su conducta y hazte sabio: 7 no tiene soberano, ni intendente, ni
señor; 8 en verano prepara su alimento, durante la siega almacena su comida. 9 ¿Hasta cuándo, perezoso, seguirás
tumbado? ¿Cuándo te alzarás de tu sueño? 10 Un rato dormir, otro dormitar, otro descansando mano sobre mano; 11 y te
llega la miseria como un salteador, la indigencia como un hombre armado”; Prov 10,4: “La mano perezosa empobrece, la
mano diligente trae riqueza”; Prov 12,11: “Quien labra su campo se hartará de pan, quien persigue quimeras carece de
juicio.; Prov 14:23: “Todo esfuerzo produce fruto, la charlatanería sólo lleva a la indigencia”; Prov 20,13: “No ames el
sueño: te empobrecerías; ten abiertos los ojos: te hartarás de pan”; Prov 21,17: “Quien ama el placer verá la miseria, quien
ama vino y perfumes no será rico”; Tob 4,13 “Y ahora, hijo, ama a tus hermanos, y no seas soberbio en tu corazón ante tus
hermanos, los hijos e hijas de tu pueblo, desdeñando tomar de entre ellos una mujer para ti; porque en la soberbia hay
perdición y mucha inquietud; y en la ociosidad, mengua y gran penuria. Porque la ociosidad es madre del hambre”.
238
Am 4,1: “Escuchad esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaría, que oprimís a los indigentes,
maltratáis a los pobres y decíais a vuestros maridos: ‘¡Traed acá! ¡Bebamos!’”; Am 5,11-12: “11 Porque habéis aplastado al
indigente y tomáis de él tributo de grano, habéis construido casas de sillares pero no las habitaréis, habéis plantado viñas
deliciosas pero no beberéis el vino. 12 Pues conozco vuestras muchas maldades y vuestros enormes pecados. Oprimen al
justo, aceptan soborno y atropellan a los pobres en el tribunal”; Is 3,14-15: “14 Yahveh entra en juicio con los ancianos de
su pueblo y sus jefes: ‘Habéis abrasado la viña, el despojo del pobre está en vuestras casas. 15 ¿Con qué derecho aplastáis a
mi pueblo y moléis el rostro de los pobres?’ –oráculo del Señor Yahveh Sebaot–”.
239
Am 8,4-7: “4Escuchad esto, los que aplastáis al pobre y extermináis a los humildes del país 5 diciendo: ‘¿Cuándo
pasará el novilunio para poder vender el grano, y el sábado para despachar el trigo, para disminuir el efá, aumentar el
precio y falsear con fraude las balanzas, 6 comprar por dinero al indigente, al pobre por un par de sandalias, y vender hasta
las ahechaduras del trigo?’. 7 Por el orgullo de Jacob ha jurado Yahveh: ‘¡Jamás olvidaré ninguna de vuestras obras!’”.
240
Miq 2,1-3: “1¡Ay de quienes traman injusticias, urden el mal en sus lechos y al clarear la mañana lo ejecutan, porque
está al alcance de sus manos! 2 Si codician campos, los roban; si casas, se apoderan de ellas. Hacen violencia al dueño y a
su casa, al hombre y a su propiedad. 3 Por eso, así dice Yahveh: ‘Mirad que yo estoy tramando contra esta familia un mal
del que no podréis apartar el cuello. No andaréis ya erguidos, pues será un tiempo de desdichas’”.
241
Am 2,6: “Así dice Yahveh: por tres crímenes de Israel y por cuatro, no lo revocaré: porque vendieron al justo por
dinero y al pobre por un par de sandalias”.
242
Is 10,1-4: “1¡Ay de quienes decretan decretos inicuos y escriben escritos vejatorios 2 para ignorar la causa de los
indigentes y robar el derecho de los pobres de mi pueblo; para hacer de las viudas su presa y poder expoliar a los
huérfanos! 3 ¿Qué haréis el día del castigo, ante el desastre que llega de lejos? ¿A quién acudiréis en busca de auxilio y
dónde dejaréis vuestra riqueza? 4 ¡Sólo queda doblarse entre los prisioneros y caer entre los degollados! Y ni aun así se
calmó su ira, su mano está todavía extendida”; Is 32,7: “El bribón: sus bribonadas son perversas, planea planes inicuos,
para arruinar a los pobres con palabras falsas, aunque el necesitado hable con razón”; Jer 5,28: “Engordan y se ponen
rollizos; hasta se hinchan con malas palabras. No defienden la causa, la causa del huérfano para que prospere, ni fallan el

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VOTO DE POBREZA

siempre han de guardar esta experiencia como una enseñanza permanente. El extranjero es pobre y Dios
lo ama porque ama a los pobres indefensos (Lv 19, 33ss)246.

Ahora bien, la cólera de Dios cae sobre los que maltratan y oprimen al débil. Y es que Dios escucha la
voz del sufrimiento de estos humillados (Dt 10, 17ss; Prov 22,22ss) 247, por eso, el que oprime al pobre
ofende a Dios (Prov 14, 31; 17, 5; 28,3) 248. Y, por otra parte, la ayuda a quien necesite, siempre será
recompensada por el Señor (Prov 11,25; 19,17; 28,27)249.

En la misma esperanza escatológica de Israel se sitúa la pobreza. El rey Mesías, humilde y sencillo (Zac
9,9)250, será el protector de los pobres. Su justicia será defender al desvalido (Sal 71-72, 12-14) 251 y

pleito de los pobres”; Jer 22,16-17: “16 Juzgó la causa del pobre y del necesitado, y entonces le iba bien. ¿No es esto
conocerme? –oráculo de Yahveh–. 17 Pero tus ojos y tu corazón sólo piensan en tus ganancias, en derramar sangre
inocente, en ejercer opresión y violencia”.
243
Ez 16,49-50: “49 Mira cuál fue el pecado de Sodoma, tu hermana: ella y sus hijas tenían magnificencia, pan a saciedad
y seguridad sin preocupaciones; pero no ayudaron al pobre y al indigente, 50 fueron altivas y cometieron abominación
delante de mí. Por eso, cuando lo vi, las hice desaparecer”; Ez 18,10-13: “10Si este hombre engendra un hijo violento
que derrama sangre y ¡ay! hace alguna de esas cosas 11 –mientras que él no había hecho ninguna de ellas–, un hijo que
come en los montes, deshonra a la mujer de su prójimo, 12 oprime al pobre y al indigente, roba, no devuelve la prenda, alza
sus ojos a los dolos, comete abominación, 13 presta a interés y cobra usura, ¿vivirá acaso? ¡No vivirá! Por haber cometido
todas estas abominaciones, ciertamente morirá; su sangre recaerá sobre él”; Zac 7,9-10: “9Así dice Yahveh Sebaot: juzgad
con juicio verdadero, y tenga cada cual amor y compasión hacia su hermano. 10 A la viuda y al huérfano, al forastero y al
pobre no oprimáis; no maquinéis en vuestros corazones el mal de unos contra otros”.
244
Is 1,15-18: “15 Cuando extendáis vuestras palmas, me taparé los ojos; aunque multipliquéis las oraciones, no os
escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre: 16 lavaos, purificaos, apartad vuestras malas acciones de delante de mis
ojos; cesad de obrar el mal, 17 aprended a obrar el bien; buscad lo que es justo, enderezad lo violento; defended al
huérfano, proteged a la viuda. 18 Venid, pues, y discutamos, –dice Yahveh–: si son vuestros pecados como la grana,
blanquearán como la nieve; si son rojos como el carmín, se volverán como la lana”; Jer 22,3: “Así dice Yahveh: practicad
el derecho y la justicia, liberad al oprimido de la mano del opresor, no molestéis ni oprimáis al forastero, al huérfano ni a la
viuda, y no derraméis sangre inocente en este lugar”; Is 58,6-11: “6 ¿No es éste el ayuno que elijo: desatar ataduras inicuas,
soltar coyundas de yugo, enviar libres a los oprimidos y romper todo yugo? 7 ¿No lo es: repartir con el hambriento tu pan
y que lleves a casa a los pobres vagabundos; que si ves a un desnudo lo cubras, y que no te hurtes de los de tu raza? 8
Entonces despuntará tu luz como la aurora, y tu carne sana en seguida brotará; marchará delante de ti tu justicia, y la gloria
de Yahveh será tu retaguardia. 9 Entonces llamarás y Yahveh responderá; pedirás socorro, y él dirá: ‘¡Aquí estoy!’. Si
retiras de en medio de ti el yugo, el señalar con el dedo y el hablar descarado; 10 si brindas al hambriento tu propio apetito
y el hambre del oprimido sacias, emergerá en la oscuridad tu luz, y tus tinieblas serán como el mediodía. 11 Te guiará
Yahveh continuamente y saciará en eriales tu apetito; rejuvenecerá tus huesos; y serás como jardín regado, como hontanar
de aguas, cuya vena nunca falla”.
245
Ex 22,20-26: “20 No molestarás al extranjero, ni lo oprimirás, pues extranjeros fuisteis vosotros en el país de Egipto. .
22
Si los maltratas y claman a mí, yo escucharé su queja; 23 se encenderá mi cólera y os destruiré por la espada, y vuestras
mujeres quedarán viudas, y vuestros hijos huérfanos. 24 Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al indigente que está contigo,
no te comportarás con él como usurero: no le cobrarás intereses. 25 Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo
devolverás a la puesta del sol, 26 porque es su único cobertor, el manto en el que envuelve su cuerpo; si no, ¿con qué iba a
acostarse? Si clama a mí, yo le escucharé, pues soy compasivo”; Dt 10,19: “Amad también vosotros al extranjero, porque
extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto”; Dt 26,12-16: “12 El tercer año, el año del diezmo, cuando hayas acabado de
separar el diezmo de toda tu cosecha y lo hayas entregado al levita, al forastero, al huérfano y a la viuda para que lo
puedan comer en tu ciudad y saciarse, 13 dirás en presencia de Yahveh, tu Dios: ‘He retirado de casa lo que era consagrado
y se lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todos los mandamientos que me diste. No he
traspasado ni olvidado ninguno de tus mandamientos. 14 Nada de ello he comido cuando estaba de duelo; no he consumido
nada que fuera impuro; no he ofrecido nada al muerto. He obedecido la voz de Yahveh, mi Dios, y me he comportado en
todo como tú me has mandado. 15 Desde el cielo, desde tu santa morada, contempla y bendice a Israel, tu pueblo, y a la
tierra que nos has dado, conforme juraste a nuestros padres: un país que mana leche y miel’. 16 Yahveh, tu Dios, te manda
hoy que pongas en práctica estos preceptos y estas normas; los guardarás y los pondrás en práctica con todo tu corazón y
con toda tu alma”.

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 41


VOTO DE POBREZA

traerá buenas noticias a los pobres (Is 61,1ss) 252. Su gobierno excluirá a aquellos que, promoviendo la
injusticia, hacen posible la paz (Is 11,1ss)253.

Israel entendió que necesitaba “hacerse pobre”, porque quien lo es, siempre encontrará refugio seguro
con Dios, que escucha al afligido (Sal 9,10ss) 254. Quien es pobre se abandona a Dios para encontrar
sostén [Sal 72 (71),12-13; 40 (39),18] 255 sustento [Sal 22 (21),27; 132,13-15]256, libertad (Sal 35
(34),10]257 y protección contra los engaños del enemigo [Sal 35 (34),19-24] 258. Quien es pobre sabe que
Dios oye su grito [Sal 12 (11),6; 34 (33),7.18]259 y que Él calmará su angustia [Sal 10 (9),14]260, porque
Él levanta a los caídos [Sal 113 (112),7-9] 261 y siempre les hará justicia [Sal 140 (139),13-14; 149,3-
4]262.

246
Lv 19,33-37: “33 Si un extranjero se establece entre vosotros, en vuestra tierra, no lo molestaréis. 34 Al extranjero que
se establece entre vosotros deberéis tratarlo como a los de vuestro pueblo; lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros
fuisteis vosotros en el país de Egipto. Yo, Yahveh. 35 No cometeréis injusticia ni en los juicios ni en las medidas de
longitud, de peso y de capacidad. 36 Tendréis balanzas justas, peso justo, el efá justo y el hin justo. Yo soy Yahveh, vuestro
Dios, que os ha sacado del país de Egipto. 37 Guardaréis, pues, todos mis mandamientos y todos mis preceptos, y los
pondréis en práctica. Yo, Yahveh”.
247
Dt 10,17-18: “17 Porque Yahveh vuestro Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, fuerte
y terrible, que no hace acepción de personas ni admite soborno; 18 que hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al
extranjero y le da pan y vestido”; Prov 22,22-23: “22 No robes al pobre por ser pobre; no oprimas al débil en la puerta, 23
pues Yahveh defenderá su causa y despojará a quienes lo despojan”.
248
Prov 14,31: “Quien oprime al débil ofende a su Hacedor; quien se apiada del pobre, lo honra”; Prov 17,5: “Quien se
burla del pobre ultraja a su Hacedor, quien se goza del mal ajeno no quedará sin castigo”; Prov 28,3: “Hombre
empobrecido que oprime a los pobres es lluvia devastadora que no da pan”.
249
Prov 11,25: “El que es generoso será saciado, el que sabe dar recibirá”; Prov 19,17: “Quien ayuda al pobre
presta a Yahveh; él le recompensará su acción”; Prov 28,27: “Quien da al pobre no sufre penuria, quien le cierra los ojos
será maldito”.
250
Zac 9,9: “Salta de gozo, hija de Sión, da gritos de júbilo, hija de Jerusalén. Mira a tu rey que viene a ti: es justo y
victorioso, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de un asna”.
251
Sal 72,12-14: “12 Él habrá de liberar al pobre que suplica, al afligido y al que carece de socorro; 13 él tendrá
compasión del humilde e indigente y salvará la vida de los menesterosos. 14 De opresión y violencia los habrá de redimir,
pues su sangre es preciosa ante sus ojos”.
252
Is 61,1-6: “1El espíritu de Yahveh está sobre mí, pues Yahveh me ha ungido. Para dar la buena nueva a los humildes
me envió, para vendar los corazones quebrantados, para proclamar a los cautivos libertad, a los prisioneros amnistía, 2
para proclamar el año de gracia de Yahveh, el día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, 3 para
alegrar a los enlutados de Sión; para darles corona en vez de ceniza, óleo de alegría en vez de luto, canto de alabanza en
vez de apocamiento. Se les llamará terebintos de justicia, plantación de Yahveh para gloria suya. 4 Reedificarán las ruinas
antiguas, los antiguos escombros levantarán; restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de siglos y siglos. 5 Se
presentarán extranjeros y apacentarán vuestras ovejas, serán gente de fuera vuestros labradores y viñadores. 6 Vosotros
seréis sacerdotes de Yahveh; ministros de nuestro Dios se dirá de vosotros. Comeréis los tesoros de las naciones, y de sus
riquezas os gloriaréis”.
253
Is 11,1-9: “1 Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, un tallo brotará de sus raíces. 2 Reposará sobre él el espíritu de
Yahveh, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahveh.
3
Se complacerá en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, no decidirá de oídas. 4 Juzgará con justicia a los
míseros, sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al violento con la vara de su boca, matará al impío con el
aliento de sus labios. 5 Será la justicia ceñidor de su cintura y la fidelidad ceñidor de sus caderas. 6 Morará el lobo con el
cordero, el leopardo con el cabrito se echará; el ternero y el cachorro del león pacerán juntos; un niño pequeño los
conducirá. 7 La vaca pastará con la osa, juntas se echarán sus crías; el león, como el buey, comerá paja. 8 El lactante
jugará en la hura de la víbora, en la madriguera del áspid meterá su mano el recién destetado. 9 Nadie hará mal, nadie hará
daño en toda mi santa montaña, porque el país estará lleno del conocimiento de Yahveh, como las aguas colman el mar”.

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VOTO DE POBREZA

12. Desde la Biblia II (Nuevo Testamento)263.

Finalmente, la cumbre de la Revelación es la persona de Jesucristo, Aquél que nos muestra el Rostro del
Padre y nos da su Espíritu para que podamos participar de una vida nueva. Desde aquí todo lo que
hablemos sobre la ‘pobreza’ obtiene su plenitud.

En el Nuevo Testamento reconocemos que el Padre ha elegido para que nazca su Hijo a una simple y
pobre virgen (Lc 1,26-38)264. Y desde el nacimiento de Jesús su vida está marcada por la pobreza. Nace
en la impotencia humana, en la total desnudez, en un lugar extranjero, con el mínimo indispensable, sin
comodidad alguna (Lc 2, 1-20)265. Más adelante tendrá que vivir en el destierro, en una tierra donde su

254
Sal 9,10-15: “10 El Señor es el torreón del oprimido, alcázar en los momentos del aprieto. 11 En ti esperan los que
saben de tu nombre, pues tú no abandonas, Señor, al que te busca. 12 Celebrad al Señor, que mora en Sión, proclamad entre
las gentes sus acciones. 13 Él recuerda el delito y pide cuentas, y no olvida el clamor del afligido. 14 Ten, Señor, piedad de
mí, observa mi pesar ante los que me aborrecen, elévame de las entradas de la muerte. 15 Así podré cantar tus alabanzas a
las puertas de la hija de Sión, y celebrar en júbilo tu auxilio”.
255
Sal 72 (71),12-13: “12 Él habrá de liberar al pobre que suplica, al afligido y al que carece de socorro; 13 él tendrá
compasión del humilde e indigente y salvará la vida de los menesterosos”; Sal 40 (39),18: “Aunque humilde y pobre, ven
presto, oh Dios, a mí: tú mi ayuda y mi refugio, no tardes, oh mi Dios”.
256
Sal 22 (21),27: “Los pobres comerán hasta saciarse, los que buscan al Señor lo alabarán: su corazón ha de vivir por
siempre”; Sal 132 (131),13-15: “13 El Señor eligió a Sión, la quiso para su morada: 14 ‘Éste será por siempre el lugar de mi
reposo, aquí he de morar, pues aquí tengo mi contento. 15 Bendeciré sus provisiones y saciaré de pan a sus hambrientos”.
257
Sal 35 (34),10: “Dirán todos mis huesos: ‘¿Quién, Señor, como tú, que libras al pequeño del más fuerte, al pobre e
indigente de quienes los despojan?’”.
258
Sal 35 (34),19-24: “19 No se rían de mí mis falaces enemigos, ni se guiñen el ojo los que sin causa me aborrecen. 20
No hablan nunca de paz, contra la gente pacífica meditan el engaño. 21 Abren ancha su boca contra mí, para decir: ‘¡Ja, ja!
Con nuestros ojos lo hemos visto’. 22 Tú, Señor, que lo ves, no estés callado, mi Señor, no te tengas a distancia. 23
Despierta y recuerda, en favor de mi derecho, mi Dios y mi Señor, en defensa de mi causa. 24 Véngame tú, Señor, mi Dios,
conforme a tu justicia, no se rían de mí”.
259
Sal 12 (11),6: “Por la opresión del pobre, por el llanto del débil, ahora me levanto –asegura el Señor–: pondré a salvo
a todo el que es burlado”; Sal 34 (33),7: “Cuando el pobre lo invoca, él escucha y lo libra de todos sus aprietos”; Sal 34
(33), 18: “Claman aquéllos y él escucha y los libra de todos sus pesares”.
260
Sal 10 (9),14: “Tú mismo puedes ver, observar el pesar y la aflicción y tomarlos en tus manos. A ti el pobre se
abandona, al huérfano eres tú quien le socorre”.
261
Sal 113 (112),7-9: “7 Él levanta del polvo al indigente y alza a los pobres del estiércol, 8 para darles asiento con los
nobles, con los grandes del pueblo; 9 él instala a la estéril de la casa como madre gozosa de familia. Aleluya”.
262
Sal 140 (139),13-14: “3 Yo sé que el Señor lleva la causa del humilde y el juicio del pobre. 14 Los justos alabarán su
nombre, los rectos morarán en su presencia”; Sal 149,3-4: “3 Que celebren su nombre con la danza, que le canten, con
adufes y con arpas, 4 pues el Señor ama a su pueblo y adorna a los humildes de victoria”.
263
Cf. PANIMOLLE, S.A., art. cit.; MERKLEIN, H., “ ptōchos pobre”, en BALZ, H. – SCHNEIDER, G. (eds.),
Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca 2001, II: cols. 1258-1266; GIESEN, H., “,
tapeinoō humillar, abajar” en BALZ, H. – SCHNEIDER, G., op. cit., II: cols. 1682-1685.
264
Lc 1,26-38: “26 En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, 27 a una virgen, desposada con un hombre de la casa de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. 28
Y entrando el ángel a donde ella estaba, la saludó: ‘¡Salve, plena de gracia! El Señor está contigo’. 29 Al oír tales palabras,
ella se turbó, preguntándose qué querría significar este saludo. 30 Entonces el ángel le dijo: ‘No temas, María; porque Dios
te ha distinguido con su favor. 31 Mira: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 32
Éste será grande, será llamado Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33 reinará por los siglos
en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin’. 34 Pero María preguntó al ángel: ‘¿Cómo va a ser eso, puesto que yo no
conozco varón?’. 35 El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te envolverá en su

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VOTO DE POBREZA

pueblo, Israel, ha sufrido hace tiempo la esclavitud (Mt 2,13-18) 266. Regresará (Mt 2, 19-23)267, y tendrá
que pasar ahí su adolescencia y juventud al lado de su familia, trabajando como obrero (Lc 2, 22-51)268.
Al crecer Jesús era un trabajador del ramo de la construcción, es decir, albañil, carpintero y ebanista,
todo a la vez. Ayudó a su padre en el trabajo y con él aprendió el oficio manual (Mc 6,3)269.

Llegado el momento, el ministerio público de Jesús estuvo marcado por la predicación itinerante (Mc 5,
1ss; Lc 8,40ss)270. Las gentes sencillas van detrás de él (Lc 9, 10-17)271. Y de entre la gente pobre y
sencilla, escogió un grupo de discípulos, que se adhirieron a su persona, a su género y de vida y a su
enseñanza. Y ellos dejaron todo por seguir al Maestro (Mt 4,18ss; Mc 1,16ss; Lc 5,1ss)272.

sombra; por eso, el que nacerá será santo, será llamado Hijo de Dios. 36 Y ah está tu parienta Isabel: también ella, en su
vejez, ha concebido un hijo, y ya está en el sexto mes la que llamaban estéril. 37 Porque nada hay imposible para Dios’. 38
Dijo entonces María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el ángel se retiró de su presencia”.
265
Lc 2,1-20: “1Por aquellos días salió un decreto de César Augusto para que se hiciera un censo del mundo entero. 2
Este primer censo tuvo lugar siendo Quirino gobernador de Siria. 3 Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. 4
También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de
David, que se llama Belén, 5 para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. 6 Estando ellos allí, le llegó a
ella el tiempo del alumbramiento 7 y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, por
no haber sitio para ellos en la posada. 8 Había unos pastores en aquella misma región que pasaban la noche al aire libre,
vigilando por turno su rebaño. 9 Se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió en claridad. Ellos
sintieron un gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: ‘No tengáis miedo. Porque mirad: os traigo una buena noticia que será de
grande alegría para todo el pueblo. 11 Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo Señor. 12 Y esto
os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. 13 Y, de repente, apareció con el
ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios, diciendo: 14 ‘Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz
entre los hombres, objeto de su amor’. 15 Y cuando los ángeles los dejaron y se fueron al cielo, los pastores se decían unos
a otros: ‘Pasemos a Belén, a ver eso que ha sucedido, lo que el Señor nos ha dado a conocer’. 16 Fueron corriendo y
encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Al verlo, refirieron lo que se les había dicho acerca de
este niño. 18 Y todos los que lo oyeron quedaron admirados de lo que les contaban los pastores. 19 María, por su parte,
retenía todas estas cosas repensándolas en su corazón. 20 Los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por
todo lo que habían visto y oído, tal como se les había anunciado”.
266
Mt 2,13-18: “13 Después de partir ellos, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma
contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y quédate allí hasta que yo te avise. Porque Herodes se pondrá a buscar al
niño para matarlo’. 14 José se levantó, tomó consigo, de noche, al niño y a su madre y partió para Egipto. 15 Y se quedó allí
hasta la muerte de Herodes. Se cumplió así lo que había dicho el Señor por el profeta: De Egipto llamé a mi hijo. 16
Entonces Herodes, furioso al verse burlado por los magos, envió a que mataran a todos los niños que había en Belén y en
toda su comarca menores de dos años, conforme al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los magos. 17
Entonces se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías cuando dijo: 18 ‘Una voz se oyó en Ramá, alaridos y grandes
lamentos: Raquel está llorando a sus hijos, y no quiere que la consuelen, porque ya no existen’”.
267
Mt 2,19-23: “19 Muerto ya Herodes, se le apareció en sueños un ángel del Señor a José en Egipto 20 y le dijo:
‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel; porque han muerto ya los que atentaban contra la
vida del niño’. 21 Él se levantó, tomó consigo al niño y a su madre y entró en la tierra de Israel. 22 Pero al enterarse de que
Arquelao había sucedido a su padre Herodes en el trono de Judea, tuvo miedo de volver allí y, advertido en sueños, se
retiró a la región de Galilea, 23 y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret. Se cumplió así lo anunciado por los profetas:
‘que sería llamado Nazareno’”.
268
Lc 2,22-51: “22 Cuando se cumplieron los días de su purificación según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para
presentarlo al Señor, 23 conforme a lo que está escrito en la ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al
Señor, 24 y para ofrecer un sacrificio, como lo dice también la ley del Señor: Un par de tórtolas o dos pichones. 25 Vivía
por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era realmente recto y piadoso; esperaba el consuelo de
Israel y el Espíritu Santo residía en él. 26 El Espíritu Santo le había revelado que no morir a sin ver al ungido del Señor. 27
Movido, pues, por el Espíritu, fue al templo. Al entrar los padres con el niño Jesús para cumplir la disposición de la ley con
respecto a él, 28 Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios, diciendo: 29 ‘Ahora, Señor, según tu promesa, puedes
dejar irse en paz a tu siervo, 30 porque vieron mis ojos tu salvación, 31 la que tú preparaste a la vista de todos los pueblos:
32
luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel’. 33 Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas

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VOTO DE POBREZA

Jesús vivió en la inseguridad, en una situación precaria como la de todos aquellos privados de protección
y de alianzas. Jesús vivió sin casa, como extranjero y peregrino en esta tierra y quien quiera seguirlo ha
de vivir así (Mt 8,18ss; Lc 9,57ss) 273. Por tanto, los discípulos no tienen permiso para instalarse
cómodamente en este mundo (cf. Lc 12,33) 274. Sus verdaderos discípulos no son aquellos que aprenden
la lección, que escuchan de sus labios, sino los que viven como Él (cf. Mt 11,29)275.

Jesús proclama que los/as pobres son dichosos/as, porque son ellos/as los miembros del pueblo
mesiánico (Lc 6, 20ss; Mt 5,1ss) 276. Hacia ellos/as dirige la Buena Nueva (Lc 4,16-19; 7,22-23) 277 y son
ellos/as los invitados al banquete escatológico (Lc 14,12ss) 278. Servir a Dios y servir a “Mammón” –el

que se decían de él. 34 Simeón los bendijo; luego le dijo a María, su madre: ‘Mira: éste está puesto para caída y
resurgimiento de muchos en Israel, y para se al que será objeto de contradicción 35 –y a ti una espada te atravesará el
alma–, para que queden patentes los pensamientos de muchos corazones’. 36 También estaba allí una profetisa, Ana, hija
de Fanuel, de la tribu de Aser. Tenía ya una edad muy avanzada. Casada cuando era jovencita, había vivido con su marido
siete años 37 y ahora era viuda con ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y
oraciones. 38 Presentándose en aquel mismo momento, glorificaba a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la
liberación de Jerusalén. 39 Una vez cumplido todo según lo que mandaba la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su
ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía, se fortalecía y se llenaba de sabiduría. Y la gracia de Dios residía en él. 41 Iban sus
padres todos los años a Jerusalén por la fiesta de Pascua. 42 Cuando cumplió los doce años, subieron a la fiesta, según la
costumbre. 43 Terminados aquellos días, al regresar ellos, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo notaran sus padres.
44
Creyendo ellos que estar a en la caravana, hicieron una jornada de camino. Luego se pusieron a buscarlo entre los
parientes y conocidos; 45 pero, como no lo encontraron, se volvieron a Jerusalén para buscarlo. 46 Y resultó que a los tres
días lo encontraron en el templo, sentado ante los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Todos los que lo
oían se quedaban asombrados de su talento y de sus respuestas. 48 Al verlo, se quedaron profundamente impresionados.
Entonces su madre le dijo: ‘Pero, hijo: ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, llenos de angustia, te
estábamos buscando’. 49 Pero él les contestó: ‘¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tenía que estar en la casa de mi
Padre?’. 50 Pero ellos no comprendieron lo que les decía. 51 Bajó con ellos y regresó a Nazaret; y vivía bajo su autoridad.
Pero su madre retenía cuidadosamente todas estas cosas en su corazón”.
269
Mc 6,3: “‘¿No es éste el carpintero, el hijo de Mar a, y hermano de Santiago y de José, de Judas y de Simón? ¿Y no
viven sus hermanas aquí entre nosotros?’. Y les parecía escandaloso”.
270
Mc 5,1-2: “1 Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. 2 Apenas desembarcó, vino a su encuentro,
saliendo de los sepulcros, un hombre poseído de un espíritu impuro”; Mc 5,21: “Cuando Jesús cruzó de nuevo en la barca
hasta la otra orilla, se reunió una gran multitud a su alrededor, mientras él permanecía junto al mar”; Mc 6,1: “Salió de allí.
Se va a su tierra y le acompañan sus discípulos”; Lc 8,40-42: “40 Al volver Jesús, fue bien acogido por la multitud; pues
todos lo estaban esperando. 41 Llegó entonces un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, echándose a los
pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa, 42 porque tenía una hija única, de unos doce años, que se estaba muriendo.
Mientras iba andando, las gentes lo apretujaban”.
271
Lc 9,10-17 10 Regresaron los apóstoles y contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Él los tomó consigo y se retiró a
solas, hacia una ciudad llamada Betsaida. 11 Pero al darse cuenta de ello la gente, lo siguieron. Él los acogió y les hablaba
del reino de Dios, al tiempo que devolvía la salud a los que tenían necesidad de curación. 12 Comenzaba ya a declinar el
día, cuando se le acercaron los Doce y le dijeron: ‘Despide ya al pueblo, para que vayan a las aldeas y caseríos del
contorno, a fin de que encuentren alojamiento y comida, pues aquí estamos en un lugar despoblado’. 13 Él les respondió:
‘Dadles vosotros de comer’. Pero ellos replicaron: ‘No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos
nosotros mismos a comprar alimentos para toda esta gente’. 14 Pues había unos cinco mil hombres. Dijo entonces a sus
discípulos: ‘Haced que se sienten por grupos de cincuenta’. 15 Lo hicieron así y se sentaron todos. 16 Tomó pues, los cinco
panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, dijo la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos
para que los sirvieran al pueblo. 17 Comieron todos hasta quedar saciados; y se recogieron doce canastos con las sobras.
Estaba él un día haciendo oración en un lugar apartado y los discípulos estaban con él. Les preguntó: ‘¿Quién dice la gente
que soy yo?’”.
272
Mt 4,18-22: “18 Caminando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano
Andrés, que estaban echando al mar una red, pues eran pescadores. 19 Y les dijo: ‘Venid conmigo y os haré pescadores de
hombres’. 20 Ellos al instante dejaron las redes y lo siguieron. 21 Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos:
Santiago, el de Zebedeo, y su hermano Juan, que remendaban sus redes en la barca, con Zebedeo, su padre; y los llamó. 22

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VOTO DE POBREZA

equivalente del ídolo bíblico– se excluyen mutua y radicalmente (Mt 6,24ss; Lc 16,13ss)279. El
seguimiento de Cristo pobre es una experiencia de despojo y pobreza. (Lc 18,28-30)280.

En el Antiguo Testamento no encontramos, de manera habitual, la invitación explícita a renunciar y a


distanciarse de los bienes de este mundo para el encuentro y el servicio a Dios. Ésta es la novedad de
Jesús. Cristo invita a abandonarse confiadamente en las manos del Padre, aceptando vivir el hoy, lleno
de su bondad y de su amor. Se trata de no programar la historia en la conciencia de que se está solo, sino
de que caminamos dentro de la presencia providente del Padre. La garantía de la vida se halla en la
acción soberana del Padre, que tiene cuidado hasta de los animales considerados impuros y de las cosas
efímeras como las flores o la hierba del campo (Mt 6, 25-34)281.

Ellos al momento dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Mc 1,16-20: “16 Caminando a lo largo del mar de Galilea,
vio a Simón y a su hermano Andrés, que estaban echando las redes en el mar, pues eran pescadores, 17 y Jesús les dijo:
‘Seguidme y os haré pescadores de hombres’. 18 Ellos, al instante, dejaron las redes y lo siguieron. 19 Pasando un poco
más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que remendaban las redes en la barca. 20 Los llamó en
seguida. Y ellos, dejando en la barca a Zebedeo, su padre, con los jornaleros, se fueron en pos de él”; Lc 5,1-10: “1Sucedió,
pues, que, mientras él estaba de pie junto al lago de Genesaret, el pueblo se fue agolpando en torno a él, para oír la palabra
de Dios. 2 En esto, vio dos barcas atracadas a la orilla del lago, pues los pescadores habían desembarcado y estaban
lavando las redes. 3 Subió a una de estas barcas, que era de Simón, y le rogó que la apartara un poco de la orilla; se sentó y
enseñaba a las multitudes desde la barca. 4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: ‘Navega mar adentro y echad vuestras
redes para pescar’. 5 Y respondió Simón: ‘Maestro, toda la noche hemos estado bregando, pero no hemos pescado nada,
sin embargo, puesto que tú lo dices, echaré las redes’. 6 Lo hicieron así, y recogieron tan gran de cantidad de peces que las
redes estaban a punto de romperse. 7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que
vinieran a ayudarles; acudieron y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. 8 Cuando Simón Pedro vio esto se
echó a los pies de Jesús, diciéndole: ‘Apártate de mí, Señor, que soy hombre pecador’. 9 Es que un enorme estupor se
había apoderado de él y de los que con él estaban, ante la redada de peces que habían capturado. 10 Igualmente les sucedió
a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban asociados con Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: ‘No tengas miedo.
Desde ahora serás pescador de hombres’. Y cuando atracaron las barcas a la orilla, dejándolo todo, lo siguieron”.
273
Mt 8,18-22: “18 Viendo Jesús la muchedumbre que se agolpaba a su alrededor, dio orden de pasar a la otra orilla. 19 Se
le acercó un escriba para decirle: ‘Maestro, te seguiré adondequiera que vayas’. 20 Jesús le contesta: ‘Las zorras tienen
madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’. 21 Otro, que era de sus
discípulos, le dijo: ‘Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre’. 22 Pero Jesús le contesta: ‘Sígueme, y deja
que los muertos entierren a sus muertos’”; Lc 9,57-62: “57 Mientras proseguían su marcha, uno le dijo por el camino: ‘Te
seguiré adondequiera que vayas’. 58 Y Jesús le contestó: ‘Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el
Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza’. 59 A otro le dijo: ‘Sígueme’. Este respondió: ‘Permíteme que vaya
primero a enterrar a mi padre’. 60 Jesús le replicó: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú, vete a anunciar
el reino de Dios’. 61 También dijo otro: ‘Te seguiré, Señor; pero permíteme que vaya primero a despedirme de los míos’.
62
Jesús le respondió: ‘Ninguno que echa mano al arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios’”.
274
Lc 12,33-34: “33Vended vuestros bienes para darlos en limosnas. Haceos bolsas que no se desgastan, un tesoro
inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que se acerque ni polilla que carcoma. 34 Porque donde está vuestro tesoro, allí
está también vuestro corazón”.
275
Mc 11,29-30: “29 Cargad con mi yugo y aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis reposo
para vosotros; 30 porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.
276
Lc 6,20-26: “20 Y él, levantando los ojos hacia sus discípulos, dijo: ‘Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el
reino de Dios. 21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora
lloráis, porque reiréis. 22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien y cuando os excluyan, os insulten y
proscriban vuestro nombre como maldito por causa del Hijo del hombre. 23 Alegraos aquel día y saltad de gozo; porque
mirad: vuestra recompensa será grande en el cielo. Porque de la misma manera trataban sus padres a los profetas. 24 En
cambio: ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! 25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis repletos,
porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! 26 ¡Ay cuando todos los hombres hablen
bien de vosotros! Porque de la misma manera trataban sus padres a los falsos profetas’”; Mt 5,1-11 : “1Cuando vio
aquella muchedumbre, subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos. 2 Y abriendo sus labios, los instruía así: 3
‘Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los que lloran, porque
ellos serán consolados. 5 Bienaventurados los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. 6 Bienaventurados los que tienen

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VOTO DE POBREZA

Sin embargo, la verdadera y radical pobreza de Jesús está en el rebajamiento de su persona: Se despojó a
sí mismo. Jesús renuncia a imponer su ser divino. Su ser humano y la vida que Él llevó son un
despojamiento de sí mismo (cf. Flp 2,6-11)282. En Jesús nos sale al encuentro la entrega y la ayuda de
Dios en forma de pobreza como gratuidad ofrecida y aceptable por todos. Tomando Dios sobre sí
nuestra pobreza, rompe la atadura del destino y nos salva (2 Cor 8,9)283.

Los creyentes han de saber que, para participar en la riqueza de Cristo, les es indispensable participar en
el misterio de la pobreza y despojamiento que se nos ha revelado plenamente por la muerte de Jesús en
la cruz (Mc 8,34ss)284. Y, en este contexto, vivir como la primera comunidad cristiana la pobreza exigida
por Cristo (Hch 2,44-45; 4,32-35)285 y no apegarse a los bienes materiales (cf. Mc 10, 23ss y St 5,1-

hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los que trabajan por
la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los perseguidos por atenerse a lo que es justo,
porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando, por causa mía, os insulten y persigan y
profieran toda clase de calumnias contra vosotros’”.
277
Lc 4,16-19: “16 Llegó a Nazaret, donde se había criado, y, según lo tenía por costumbre, entró en la sinagoga el día de
sábado y se levantó a leer. 17 Le entregaron el libro del profeta Isaías; lo abrió y encontró el pasaje en que estaba escrito: 18
‘El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena nueva a los pobres; me ha enviado a
proclamar a los cautivos libertad y recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos, 19 para
proclamar el año de gracia del Señor’”; Lc 7,22-23: “22 Y respondiendo, les dijo: ‘Id a contar a Juan lo que habéis visto y
oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia el
evangelio a los pobres; 23 y bienaventurado aquel que en mí no encuentre ocasión de tropiezo’”.
278
Lc 14,12-24: “12 Decía también al que lo había invitado: ‘Cuando des una comida o una cena, no convides a tus
amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que también ellos a su vez te inviten, y ello te
sirva de recompensa. 13 Al contrario, cuando des un banquete, invita a pobres, tullidos, cojos, ciegos. 14 Dichoso tú
entonces, pues ellos no tienen con qué recompensarte; porque así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos’.
15
Cuando oyó esto uno de los comensales, le dijo: ‘Dichoso el que participe en el banquete del reino de Dios’. 16 Entonces
él le contestó: ‘Un hombre preparaba un gran banquete y convidó a mucha gente. 17 A la hora del banquete envió a su
criado para decir a los invitados: –Venid; que ya está preparado. 18 Pero todos, sin excepción, comenzaron a excusarse. El
primero le dijo –He comprado un campo, y necesariamente tengo que ir a verlo; te ruego que me disculpes. 19 Otro
dijo: –He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a ir a probarlas; te ruego que me disculpes. 20 Y otro contestó: –Me
acabo de casar, y por eso no puedo ir. 21 Volvió el criado y le refirió a su señor estas cosas. Entonces el amo de casa se
enfureció y dijo a su criado: –Sal inmediatamente por las plazas y las calles de la ciudad, y a los pobres y tullidos y ciegos
y cojos tráelos aquí. 22 Luego le dijo el criado: –Señor, se ha hecho lo que has mandado, pero todavía queda sitio’. 23
Entonces el señor le dijo al criado: –Pues sal a los caminos y cercados y obliga a la gente a entrar, hasta que mi casa se
llene. 24 Porque os digo que ninguno de aquellos que fueron invitados ha de probar mi banquete’”.
279
Mt 6,24: “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se interesará por el primero
y se despreocupará del segundo. No podéis servir a Dios y al Dinero”; Lc 16,13: “Ningún criado puede servir a dos
señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No podéis
servir a Dios y al Dinero”.
280
Lc 18,28-30: “28 Pedro dijo entonces: ‘Pues mira: nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido’. 29
Él les
30
contestó: ‘Os lo aseguro: nadie que haya dejado por el reino de Dios casa, o mujer, o hermanos, o padres, o hijos, dejará
de recibir mucho más en el tiempo presente; y, en el tiempo venidero, vida eterna’”.
281
Mt 6,25-34: “25 Por eso os digo: no os angustiéis por vuestra vida: qué vais a comer o qué vais a beber; ni por vuestro
cuerpo: con qué lo vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? 26 Mirad las aves del
cielo: no siembran ni siegan ni almacenan en graneros; sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis
vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Quién de vosotros, por mucho que se afane, puede a adir una sola hora a su existencia?
28
Y acerca del vestido, ¿por qué os angustiáis? Observad los lirios del campo, cómo crecen; ni se atarean ni hilan. 29 Pero
yo os digo: ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. 30 Pues si a la hierba del campo, que hoy existe y
mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? 31 No os angustiéis,
pues, diciendo: ¿qué vamos a comer, o qué vamos a beber, o con qué nos vamos a vestir? 32 Por todas estas cosas se afanan
los paganos. Pero bien sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todas ellas. 33 Buscad primero el reino y su

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VOTO DE POBREZA

5ss)286. Con la elección de la pobreza por Cristo y su evangelio se realiza el mejor negocio y se tiene el
mejor de los tesoros (cf. Mt 13,44-45)287.

Conclusiones.

1. No podemos hablar del ‘voto de pobreza’ si no tenemos el trasfondo antes descrito. Si de verdad
queremos seguir al Señor, este voto –como los otros dos– representa una nueva manera de
entender a Dios, el mundo, la historia y al ser humano. Asumiendo la ‘pobreza’ nuestra vida se
transforma. Algunos objetos y niveles de nuestro ser, aun permaneciendo necesarios y vitales,
disminuyen de importancia. Consentimos en abrir nuestro corazón al amor de Dios, en
abandonarnos a Él. Es un testimonio de nuestros valores y convicciones interiores. Es una
justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. 34 No os afanéis, pues, por el día de mañana, que el día de mañana
traerá su propio afán. Bástenle a cada día sus propias preocupaciones”.
282
Flp 2,6-11: “6 El cual [Cristo Jesús], siendo de condición divina, no se encastilló en ser igual a Dios, 7 sino que se
despojó a sí mismo, tomando condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose en el porte
exterior como hombre, 8 se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual
Dios, a su vez, lo exaltó, y le concedió el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que, en el nombre de Jesús, toda
rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de
Dios Padre”.
283
2 Cor 8,9: “Conocéis bien la gracia de nuestro Señor Jesucristo: cómo por nosotros se hizo pobre, siendo rico, para
que vosotros fuerais enriquecidos con su pobreza”.
284
Mc 8,34-38: “34 Y llamando junto a sí al pueblo, juntamente con sus discípulos, les dijo: ‘El que quiera venir en pos
de mí, niéguese a s mismo, cargue con su cruz y sígame. 35 Pues quien quiera poner a salvo su vida, la perderá; pero quien
pierda su vida por mí y por el evangelio, la pondrá a salvo. 36 Porque, ¿qué aprovecha a un hombre ganar el mundo entero,
y malograr su vida? 37 Pues, ¿qué dar a un hombre a cambio de su vida? 38 Porque, si alguno se avergüenza de mí y de mis
palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la
gloria de su Padre con los santos ángeles”.
285
Hch 2,44-45: “44 Todos los creyentes concordaban y tenían todas las cosas en común; 45 vendían sus posesiones y sus
bienes y los repartían entre todos según las necesidades de cada uno”; Hch 4,32-35: “32 Uno era el corazón y una el alma
de la muchedumbre de los que habían creído, y nadie consideraba propio nada de lo que poseía, sino que todo lo tenían en
común. 33 Los apóstoles daban, con gran fortaleza, testimonio de la resurrección del Señor Jesús y gozaban todos ellos de
gran estimación. 34 No había pobre alguno entre ellos; porque todos cuantos poseían tierras o casas las vendían, aportaban
el precio de lo vendido 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles. Luego se distribuía a cada uno según sus necesidades”.
286
Mc 10,17-27: “17 Salía él de camino cuando corrió hacia él uno que, arrodillándose ante él, le preguntaba: ‘Maestro
bueno, ¿qué haría yo para heredar vida eterna?’. 18 Jesús le contestó: ‘¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino
uno, Dios. 19 Ya conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso
testimonio, no defraudarás, honra a tu padre y a tu madre’. 20 Él le replicó: ‘Maestro, todas esas cosas las he cumplido
desde mi juventud’. 21 Jesús entonces lo miró afectuosamente y le dijo: ‘Una cosa te falta todavía: anda, vende cuanto
tienes y dáselo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo; ven luego y sígueme’. 22 Ante estas palabras, al joven se
le anubló el semblante y se fue lleno de tristeza, pues poseía muchos bienes. 23 Y mirando Jesús en torno suyo, dice a sus
discípulos: ‘¡Qué difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!’. 24 Los discípulos quedaron
asombrados ante tales palabras. Pero Jesús, replicando de nuevo, les dice: ‘Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!
25
Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios’. 26 Ellos se asombraron
todavía más y decían entre sí: ‘¿Y quién podrá salvarse?’. 27 Fijando en ellos su mirada, dice Jesús: ‘Para los hombres,
imposible; pero no para Dios, pues para Dios todo es posible’”; St 5,1-6: “1Y ahora vosotros, los ricos, llorad a gritos por
las calamidades que os van a sobrevenir. 2 Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos consumidos por la polilla. 3
Vuestro oro y vuestra plata enmohecidos. Su moho dará testimonio contra vosotros y consumirá como fuego vuestras
carnes. Habéis atesorado para estos días que son los últimos. 4 Mirad: el jornal que habéis escamoteado a los obreros que
segaron vuestros campos está clamando y los clamores de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos.
5
Habéis disfrutado en la tierra, os habéis entregado al placer, habéis cebado vuestros corazones para el día de la matanza.
6
Habéis condenado, habéis matado al justo. Nada se os resiste”.
287
Mt 13,45-46: “45 También se parece el reino de los cielos a un comerciante en perlas finas. 46
Encontró una de mucho
valor, fue a vender cuanto tenía y la compró”.

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VOTO DE POBREZA

integración: podemos ordenar las cosas y personas conforme al sentido esencial que ellas tienen
en sí mismas y respecto a nosotros. Pero, también, la pobreza por Cristo resulta liberación: no
tenemos preocupaciones excesivas por cuanto se refiere a comida, casa, vestido, personas
particulares.

2. Con el voto de Pobreza, escogemos libremente la total dependencia a la Voluntad del Padre: no
viviremos con las seguridades de este mundo; queremos vivir la aventura de una existencia
“incierta” en el nivel material y sentimental. Confiamos en el Padre de Jesús, que ha hecho
opción por la vida del ser humano, y le pedimos su Fuerza para que nuestro tesoro siempre sea
la verdad, la fraternidad, la dignidad y el amor. Esto significa que no queremos arrodillar
nuestro corazón ante el Ídolo de la Riqueza. La adoración de Mammón se da siempre allí donde
se aspira y se deja seducir por la codicia. Mammón es poder o propiedad, y como tal es una
realidad contrapuesta a Dios. No se trata sólo del dinero en sentido técnico, sino del poder
económico, que secuestra al ser humano de manera totalizante, paralizante y alternativa respecto
a Dios. Mammón es siempre inicuo, injusto, en cuanto es fruto de la codicia, de la acumulación
y fuente de la falsa confianza. Queremos abrazar, entonces, la libertad de la pobreza frente a la
peligrosidad de la riqueza, con su violencia, su poder de dominación, de marginación. Queremos
ser testimonio y signo de que puede haber un mundo según los criterios de Dios.

3. Por tanto, nuestra pobreza por Cristo no puede ser entendida sin el referente del mundo de los/as
empobrecidos. No puede ser una pobreza exaltada en sí misma. Para ellos/as queremos vivir e
una total disponibilidad y compromiso con el Reino de Dios y sus exigencias. Si en verdad
queremos “dar la vida por la Abundante Redención”, no podemos ser sordos ante el clamor
del/la pobre. Nuestro carisma nos impulsa a “evangelizar a los pobres y dejarnos interpelar por
ellos” con esto, queremos manifestar la cercanía del amor compasivo de Dios que quiere hacer
brillar la vida de quienes son sus preferidos y, así, “acercar” a los/las pobres a Dios. Pero
también queremos que toda comunidad humana viva con dignidad y que ninguna persona esté
bajo el peso de alguna forma de alienación y opresión, sobre todo de privaciones económicas o
de la marginación política.

4. En este sentido, la ‘pobreza’ se convierte en un auténtico “termómetro vocacional” que nos


hable acerca de nuestra consagración. No podemos ser Redentoristas si no estamos dispuestos a
gastarnos y desgastarnos por los/as pobres, y vivir en disponibilidad para “complicar” nuestra
vida con los que viven crucificados. No podemos ser Redentoristas si no nos gozamos de ser
pobres entre los/as pobres, para luchar contra la pobreza. No podemos ser Redentoristas si
vivimos instalados en la “burbuja” de nuestras comodidades y nuestra satisfacción. No podemos
ser Redentoristas si no nos preparamos excelentemente para ofrecerle un servicio de calidad a
los/as excluidos/as. No podemos ser Redentoristas, si no somos capaces de interpretar y asumir
sus legítimas aspiraciones.

3. LA VIVENCIA CONCRETA DEL ‘VOTO DE POBREZA’


EN LA CONGREGACIÓN DEL SANTÍSIMO REDENTOR

1. En el marco del Derecho Canónico.

Teniendo el trasfondo de la iluminación multidisciplinar, llegamos a la legislación concreta del Voto


Religioso de la ‘pobreza’, contenida, en primer lugar en el Código de Derecho Canónico.

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VOTO DE POBREZA

La Vida Religiosa se instala en el Libro II, dedicado al “Pueblo de Dios”. La Parte III se refiere a “Los
Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica”.

Dentro de la Iglesia, la Vida Consagrada es una “forma estable de vivir”, “caracterizada por la profesión
de los consejos evangélicos”288. Y “adoptan con libertad esta forma de vida en institutos de vida
consagrada canónicamente erigidos por la autoridad competente de la Iglesia aquellos fieles que,
mediante votos u otros vínculos sagrados, según las leyes propias de los institutos, profesan los consejos
evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, y por la caridad a la que éstos conducen, se unen de
modo especial a la Iglesia y a su misterio”289.

En este marco de referencia está descrita la normativa general para la vivencia de estos Consejos
Evangélicos:

Can. 600: “El consejo evangélico de pobreza, a imitación de Cristo, que, siendo rico, se hizo indigente
por nosotros, además de una vida pobre de hecho y de espíritu, esforzadamente sobria y desprendida de
las riquezas terrenas, lleva consigo la dependencia y limitación en el uso y disposición de los bienes,
conforme a las normas del derecho propio de cada instituto”.

En lo que respecta a la “Administración de los bienes temporales”, dice:

Can. 634. § 1: Los institutos, las provincias y las casas, como personas jurídicas que son de propio
derecho, tienen capacidad de adquirir, poseer, administrar y enajenar bienes temporales, a no ser que
esta capacidad quede excluida o limitada por las constituciones.

Can. 634. § 2: Han de evitar, sin embargo, cualquier apariencia de lujo, lucro inmoderado y
acumulación de bienes.

Can. 640: Teniendo en cuenta las circunstancias de los distintos lugares, los institutos esfuércense en dar
testimonio, de algún modo colectivo, de caridad y pobreza y, en la medida de lo posible, han de destinar
algo de sus propios bienes a las necesidades de la Iglesia y al sustento de los pobres.

Ahora bien, esta normativa es general, debe ser adaptada por cada Instituto: “Teniendo en cuenta su
carácter y fines propios, cada instituto ha de determinar en sus constituciones el modo de observar los
consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, de acuerdo con su modo de vida” 290. Por tanto,
“todos los miembros no sólo deben observar fiel e íntegramente los consejos evangélicos, sino también
ordenar su vida según el derecho propio del instituto, y esforzarse así por alcanzar la perfección de su
estado”291.

Entonces, hemos de concretizar aún más, atendiendo a lo que la Congregación ha dispuesto.

288
Can. 573. § 1: “La vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos es una forma estable de vivir en la
cual los fieles, siguiendo más de cerca a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, se dedican totalmente a Dios como a su
amor supremo, para que, entregados por un nuevo y peculiar título a su gloria, a la edificación de la Iglesia y a la salvación
del mundo, consigan la perfección de la caridad en el servicio del Reino de Dios y, convertidos en signo preclaro en la
Iglesia, prenuncien la gloria celestial”.
289
Can. 573. § 2.
290
Can. 598. § 1
291
Can. 598. § 2.

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VOTO DE POBREZA

2. En el marco propio de la Congregación.

Analizaremos, ahora, lo que en las Constituciones y Estatutos de la Congregación del Santísimo


Redentor, se dice sobre la ‘pobreza’, puesto que esto es lo que nos caracterizará como religiosos.

Antes que nada, no debemos olvidar nunca la misión de la Congregación en la Iglesia:

C 1. La Congregación del Santísimo Redentor, fundada por san Alfonso, es un Instituto religioso
misionero clerical, de derecho pontificio y exento, integrado por miembros de diversos ritos, cuyo
fin es “seguir el ejemplo de Jesucristo Salvador en la predicación de la Palabra de Dios a los
pobres, como Él dijo de sí mismo: Me envió a anunciar la buena nueva a los pobres” [(Reglas de
san Alfonso) cf. SHCSR 16 (1968) 400].
La Congregación participa así de la misión de la Iglesia que, por ser sacramento universal de
salvación, es esencialmente misionera [LG 48; AG 2. 35].
Esto lo lleva a cabo acudiendo con dinamismo misionero y esforzándose por evangelizar en las
urgencias pastorales a los más abandonados, especialmente a los pobres.
La Congregación sigue el ejemplo de Cristo por medio de la vida apostólica, que comprende a la
vez la vida de especial consagración a Dios y la actividad misionera de los redentoristas.

C 2. Para realizar esta misión en la Iglesia, la Congregación reúne hermanos que, viviendo en común,
constituyen un cuerpo misionero y, según el ministerio propio de cada uno, se vinculan
orgánicamente a él por la profesión.
Movidos por el espíritu apostólico e imbuidos del celo del Fundador, fieles a la tradición marcada
por sus antepasados y atentos a los signos de los tiempos, todos los redentoristas, “como
cooperadores, socios y servidores de Jesucristo en la gran obra de la redención” [(Const. a. n°
42)]:
- son enviados a predicar el evangelio de salvación a los pobres (cap. I),
- constituyen una comunidad apostólica (cap. II),
- consagrada de modo especial al Señor (cap. IIl:),
- que recibe una formación apropiada (cap. IV)
- y está provista de formas adecuadas de gobierno (cap. V).

De esta manera, nos ubicaremos en el capítulo III 292, recordando que “la profesión religiosa está
orientada a la obra del evangelio, a la caridad apostólica. Este fin propio del Instituto exige que la
dedicación sea de toda la persona y de tiempo completo” 293.

292
Porque “la obra misionera de la Congregación (cap.I), realizada por un equipo en íntima vida comunitaria (cap.II),
encuentra el sello marcante en el acto decisivo de la profesión (cap.III)”, RAPONI, S., El carisma Redentorista en la
Iglesia. Comentario a las Constituciones, Kimpres, Santafé de Bogotá, 1993, (Espiritualidad Redentorista I: 156).
293
RAPONI, S., op. cit., 157.

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VOTO DE POBREZA

Aquí encontramos la vivencia de la ‘pobreza’ 294 (CC 61-70; EE 043-047), la cual podríamos
esquematizar así295:

a. Aspectos teológicos:
- DIMENSIÓN CRISTOLÓGICA (C 61; E 044)
C 61. Los redentoristas, como misioneros que son, se abrazan confiadamente con la pobreza de Cristo,
“quien siendo rico se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su indigencia” (2Cor
8,9) [PO 17; PC 13].
E 044. Poner libremente en común todos los bienes fomenta de modo excelente el deseo de comunión y
participación, sobre todo con los humildes y los pobres.
A ejemplo de Cristo, quien nos lo dio todo, la pobreza lleva consigo la comunicación de bienes.
Por eso, como miembros de un Instituto destinado a la evangelización de los pobres, los
congregados tengan una fina sensibilidad ante la pobreza del mundo y los graves problemas
sociales, que angustian a casi todos los hombres.
Toda clase de pobreza –material, moral, espiritual– debe incitar su celo apostólico.
Las aspiraciones legítimas de los pobres serán sus propias aspiraciones.

- DIMENSIÓN ECLESIAL (C 62)296.


C 62. Procuren vivir según el espíritu que animaba a la comunidad apostólica, por el que se convierten
en signo de la vida fraterna de los discípulos de Cristo, de quienes se dice: “La muchedumbre de

294
“Mientras se realizaba el Capítulo Especial, la teología y la praxis de la pobreza estaban enfrentadas a una serie de
interrogantes difíciles de resolver en ese momento. Los mismos textos conciliares, que ofrecían nuevas perspectivas, no
satisfacían plenamente. Se trataba sobre todo de recoger el desafío del mundo de los pobres, que era un grito contra
quienes hacían el voto de pobreza y llevaban una vida muy cómoda. Y esto valía de modo especial para nosotros,
dedicados por carisma a la evangelización de los pobres. No era suficiente hablar de pobreza y de pobres; había que
realizar una pobreza auténtica y un estilo de vida significativo. Había que ‘reinventar’ de algún modo la pobreza de los
religiosos. Esta exigencia, sentida fuertemente a nivel emotivo, conllevaba el ampliar el panorama y suscitar iniciativas no
siempre fáciles de definir. No sólo estaba en discusión el contenido del voto, sino la misma terminología de la pobreza. La
palabra ‘pobreza’ había sido identificada tradicionalmente con una práctica ascética, negativa e individualista, sin tener en
cuenta su significación social. Parecía mejor utilizar otros vocablos: participación de bienes, condivisión, solidaridad...
Estos eran términos más elocuentes, que, sin embargo, dejaban en el olvido elementos connaturales al voto y sostenidos
por una tradición de siglos. Y no habiendo encontrado una expresión que incluyera todos los aspectos, se mantuvo el
término tradicional de ‘pobreza’. Unido al problema terminológico estaba el aspecto de los contenidos, que tenía también
sus dificultades. Eso se ve claro en las redacciones previas, en las discusiones capitulares, en el camino recorrido por el
texto actual. Se buscaba una manera de darle cabida a los aspectos sociales de la pobreza, así como a las opciones más
radicales según el evangelio. Y sería ingenuo pensar que la redacción final haya logrado la unión de todos los diversos
pareceres y resuelto todas las tensiones. Pero sí podemos decir que se trata de un intento sustancialmente válido. Las
divergencias, siempre presentes en una materia tan móvil y contradictoria en su evolución como ésta de la pobreza, pueden
encontrar en el texto una respuesta inicial, a la vez que ayudar a descubrir en él todas sus potencialidades”; Idem..
295
Siguiendo a S. RAPONI; Idem..
296
“Si en la Constitución anterior el modelo de pobreza es la kénosis (‘abajamiento’) de Cristo, en ésta se propone, como
pauta a seguir, el compartir propio de la comunidad apostólica. Las Reglas antiguas eran supremamente rigurosas en esto
de la igualdad «económica» de los congregados y de las casas; las nuevas circunstancias sociales no han de ser una excusa
para destruir esta característica tradicional de los redentoristas (cf. C 22). Los 2 decretos de nuestra legislación propia
sobre pobreza son bien claros al respecto (cf. E 043). Esta igualdad en la pobreza (C 62) tiene su equivalente en la igualdad
jurídica de todos los congregados (C 35). Un detalle redaccional: el tercer párrafo de la Constitución, que es doctrina
clásica, había sido introducido en el Estatuto 046 y después trasladado a este lugar”; Ibid., 158.

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VOTO DE POBREZA

los creyentes no tenía más que un solo corazón y una sola alma; ninguno llamaba suyos a los
bienes que poseía, pues entre ellos todo era común” (Hch 4,32).
Por consiguiente, tengan en común todos sus bienes, adaptados realmente a su condición
modesta, y sírvanse de ellos con espíritu comunitario.
Cuanto los congregados adquieren por propia actividad o en razón del Instituto, para el Instituto
lo adquieren, y, en consecuencia, ha de ser incorporado a los bienes de la comunidad [Cf. Can
668, § 3].
b. Aspectos pastorales y socio-culturales:
- BÚSQUEDA DE NUEVOS CAMINOS (C 63. 70; EE 046,2-d)297.
C 63. Sin descuidar las formas ya probadas de pobreza, busquen de buen ánimo nuevas formas de
practicarla, que armonicen más y mejor con el evangelio y constituyan un testimonio personal y
comunitario de la pobreza evangélica.
C 70. Para estimular la práctica de la pobreza, se permite a los congregados renunciar a los bienes
patrimoniales adquiridos o por adquirir. Pero esta renuncia a los bienes, si se realiza, no se
conceda sino a los cohermanos de edad más madura, con el consentimiento del superior general
y, en cuanto sea posible, de forma válida ante el derecho civil. Los congregados y los superiores
cuiden de que esta renuncia no se lleve a cabo sin tener presentes los principios de la prudencia
y la equidad [PC 13 (cf. Can 668 § 4; Acta Cap. XX: 1985, 174)].
Para evitar inconvenientes redáctese un documento legítimo sobre esa renuncia.

E 046. 2º. Para que la vida común de los congregados se adapte verdaderamente a la mentalidad de
cada región y ofrezca un testimonio eficaz de pobreza y solidaridad con los pobres, los Estatutos
(vice)provinciales dictarán normas más concretas en lo que respecta especialmente a:
d. las formas nuevas de testimoniar la pobreza y de asumir responsabilidad personal en este
punto.
- LEY COMÚN DEL TRABAJO (C 64).
C 64. Como pobres, siéntanse obligados a la ley del trabajo, de modo que cada uno, cumpliendo con
su deber, contribuya según sus posibilidades al propio sustento y al de los demás.
- ESTILO DE VIDA Y SOLIDARIDAD CON LOS POBRES (CC 65.68; EE 044. 046,2-b) 298.

297
“La búsqueda de nuevas formas de pobreza, solicitada por los documentos conciliares, no pretende menospreciar las
prácticas tradicionales. Dice simplemente que hay que ser más creativos en la vivencia de la pobreza. A nivel individual es
ya una novedad el poder renunciar a los propios bienes (C 70), que era característica exclusiva de los profesos con votos
solemnes en las grandes órdenes. En este punto la Constitución 70, para evitar posibles ‘arrepentidos’ de haber hecho la
renuncia así como los problemas legales que puedan derivarse, pide tres cosas: sólo se conceda a cohermanos de edad
madura, haya el consentimiento del Gobierno (vice)provincial ‘y [que se haga] en lo posible con una fórmula que tenga
validez civil’. (Esta tercera condición es una añadidura del Capítulo 1985). Pero es a nivel comunitario donde hay que
empezar por clarificar el testimonio. Se ha hecho proverbial, en las zonas de antigua y nueva cristiandad, el describir los
conventos como lugares de vida cómoda. Porque tanto los edificios como las estructuras, herencia del pasado, no siempre
responden a la sensibilidad actual; habría que ser miope para no reconocer que ha habido cambios radicales en la vida
social y que esos cambios afectan la significación de la vida religiosa. Ya se han hecho gestos valientes en este sentido y
hay aún mucho por hacer. Conscientes de que no es un camino fácil ni igual para todos. A veces, dentro de solemnes
edificios, viven comunidades religiosas que tienen que trabajar duro para sostener los gastos de la institución que sirven.
Hay que tener, entonces, la creatividad para redimensionar estructuras que escandalizan a los pobres, pero sin caer en
juicios de fachada o en complejos de autodestrucción. La valentía para llevar adelante los cambios debe caminar al lado
del sentido crítico ante la realidad”; Idem .
298
“Urge adquirir una conciencia crítica ante el mundo de los pobres. Al lado de un estilo de vida pobre y de una revisión
de las estructuras vistosas, se necesita hacer crecer los sentimientos nuevos hacia aquellos que luchan por sobrevivir y por

NOVICIADO REDENTORISTA – SUB-REGIÓN NORTE DE AMÉRICA LATINA 53


VOTO DE POBREZA

C 65. La caridad misionera les exige que lleven una vida verdaderamente pobre, acomodada a la
condición de los pobres que han de evangelizar. De este modo los congregados demuestran su
solidaridad con los pobres y son para ellos signo de esperanza.
C 68. El voto de pobreza profesado por los congregados, además de una existencia pobre en realidad y
en espíritu, vivida activamente, en la sobriedad y el desprendimiento de las riquezas de la tierra,
lleva consigo la dependencia y limitación en el uso y disposición de los bienes, de acuerdo con
las normas del derecho propio de la Congregación.
E 046. 2º. Para que la vida común de los congregados se adapte verdaderamente a la mentalidad de
cada región y ofrezca un testimonio eficaz de pobreza y solidaridad con los pobres, los Estatutos
(vice)provinciales dictarán normas más concretas en lo que respecta especialmente a:
b. el estilo (nivel) de vida tanto individual como comunitario, atendiendo a la diversidad de los
lugares;
- CONDIVISIÓN EFECTIVA DE LA VIDA DE LOS POBRES (E 045).
E 045. En ciertos casos los congregados pueden sentirse movidos a compartir realmente, con el
consentimiento de la comunidad, la penuria y la inseguridad de los pobres de más humilde
condición.
De acuerdo con las exigencias de cada (vice)provincia, se pueden hacer en este punto oportunas
experiencias, que expresan y promueven la madurez humana y cristiana de los operarios
apostólicos.

- INCULTURACIÓN: COMO UN POBRE ANTE EL ‘OTRO’ (C 66)299.


C 66. Se esforzarán igualmente en comprender con corazón sincero aquellos valores que gozan de es -
pecial estima entre otras gentes, aunque quizá les resulten extraños a ellos y a su propia cultura.
Así podrá entablarse aquel fructuoso diálogo que pone de manifiesto las riquezas otorgadas por
Dios a los pueblos.

defender sus derechos. Urge una verdadera ‘solidaridad’, que pasa del paternalismo y la beneficencia a la cercanía y a la
promoción humana y cristiana; sólo así seremos verdaderos ‘signos de esperanza’ (E 044). La solidaridad con los
empobrecidos nos debe llevar a cambiar de óptica, para ver el mundo con los ojos del pobre y saber hacer un
discernimiento ante las ‘opiniones comunes’. La nueva mentalidad, nacida en una visión no-ingenua de los mecanismos
sociales, comporta, además, un vivir de modo coherente a nivel personal y comunitario. A este nivel, precisamente porque
la comunidad nos protege, podemos caer en el peligro de desconocer los problemas de los pobres y de tener mucho más de
lo necesario. Pensamos que somos pobres, pero ninguno cree que lo seamos verdaderamente. San Alfonso solía decir:
‘Tenemos obligación de ponemos al servicio de los más abandonados; por eso debemos tener en el corazón un tierno amor
y un afecto particular hacia las almas más necesitadas...’.El tener sentimientos nuevos hacia el pobre puede llevar a asumir
radicalmente la vida del pobre. Estas opciones concretas, lo sabemos bien, no son siempre para todos; pero no pueden ser
casos excepcionales. Deben ser fruto casi espontáneo de una comunidad convertida. Tener un corazón nuevo para opciones
nuevas supone una profunda espiritualidad, una relación auténtica con Jesucristo, una oración tan constante y vivicante
como el respirar. No se trata de una decisión ideológica o de una búsqueda de protagonismo, es un acto de pobreza en
Aquel que es la única riqueza. De un corazón convertido, mucho más que de una inteligencia iluminada, brotarán opciones
estables de solidaridad con los pobres, como lo hizo Pedro Donders. También porque tales iniciativas han de inscribirse en
el perímetro de la evangelización, conscientes de que lo más importante a compartir con los pobres es la riqueza del
mensaje evangélico (Cf. CC 3-10)”; Ibid., 159.
299
“El haber ampliado la prospectiva de la pobreza encuentra aquí una aplicación concreta. Se trata de la pobreza
‘misionera’ (Cf. E 011c): la capacidad de adaptarse al otro, de encarnarse en la cultura autóctona como comienzo de
evangelización. En el Estatuto 011 se insiste en el cómo acoger los valores de los otros pueblos; en la Constitución 66 se
presenta el desde dónde acoger esos valores, es decir, una actitud espiritual, una mentalidad generosa, un vaciarse para
hacerse abiertos ante los demás”; Idem.

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VOTO DE POBREZA

- DESPOJO TOTAL (CC 67)300.


C 67. Asuman de buena gana aquellas situaciones que tal vez les llamen a pasar de un lugar a otro
para vivir así, en espíritu de abnegación, la libertad evangélica (cf. Lc 9,58-62).
La pobreza contribuye también a que, como fieles servidores del evangelio, se inserten con gozo
en otras instituciones, trabajando para todos en pro de la misión (cf. C. 18).
c. Aspectos jurídicos:
- PUESTA EN COMÚN DE LOS BIENES (C 62; cf. EE 043. 046,1).
C 62. Procuren vivir según el espíritu que animaba a la comunidad apostólica, por el que se convierten
en signo de la vida fraterna de los discípulos de Cristo, de quienes se dice: “La muchedumbre de
los creyentes no tenía más que un solo corazón y una sola alma; ninguno llamaba suyos a los
bienes que poseía, pues entre ellos todo era común” (Hch 4,32).
Por consiguiente, tengan en común todos sus bienes, adaptados realmente a su condición
modesta, y sírvanse de ellos con espíritu comunitario.
Cuanto los congregados adquieren por propia actividad o en razón del Instituto, para el Instituto
lo adquieren, y, en consecuencia, ha de ser incorporado a los bienes de la comunidad [Cf. Can
668, § 3].
E 043. El derecho propio de la Congregación, de que trata la C. 68, se encuentra en el Decreto de Pío X
“Ut tollatur” del día 31 de agosto del año 1909, y en el de Benedicto XV del 7 de mayo de 1918.
Decreto de Pío X, del 31 de agosto de 1909
Para impedir en adelante toda discusión acerca de la condición del voto de pobreza en la
Congregación del Santísimo Redentor, fundada por san Alfonso María de Liguori, nuestro
santísimo señor el Papa Pío X, examinado maduramente todo el asunto, en audiencia concedida
al infrascrito cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Religiosos, mandó se publicara
la Declaración siguiente, que perpetuamente han de observar todos y cada uno de los superiores
y súbditos de la Congregación del Santísimo Redentor.
1º. Los miembros de la Congregación del Santísimo Redentor hacen voto simple de pobreza y
de vida perfectamente común, y en virtud de este voto,
2º. retienen solamente el dominio simple o radical de sus bienes, junto con el derecho a percibir
los frutos o los réditos, provenientes de los mismos;
3º. fuera de lo que les venga por herencia o donación de los parientes, no pueden adquirir para sí
ninguna propiedad nueva, a menos que el título de adquisición existiera ya cierta y formalmente
antes de hacer los votos;
4º. con los frutos o réditos de sus bienes no podrán formarse capital ni acrecentarlo;
5º. no pueden disponer de sus bienes por ningún acto “inter vivos”, ni “mortis causa”, sino en
favor de los parientes hasta el octavo grado inclusive, sea de consanguinidad o de afinidad –mas
no espiritual– o en favor de la Congregación, o en misas por ellos mismos o por sus familiares,
o también, con licencia del superior general o provincial, para alguna determinada obra pía en
favor de terceros;
300
“Las exigencias de la evangelización no permiten mirar hacia atrás (Lc 9,63); hay que estar siempre en camino.
Siempre itinerantes y no siempre marcando el primer paso; a veces, incluso, bajo la coordinación de otras Instituciones. El
misionero que se pone al servicio del Reino no se apoya en las seguridades humanas ni se nutre de nostalgias regresivas.
Su existencia queda hipotecada al evangelio; debe ir muriendo cada día. Este aspecto de la misión se enmarca en el
‘distacco’ (desprendimiento) alfonsiano. La cita paulina (2Co 8,9), que abre toda la sección de la pobreza, encuentra en
estas Constituciones 66-67 su aplicación cumplida”; Ibid., 160.

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VOTO DE POBREZA

6º. de los frutos o rentas de estos bienes deben disponer lo más pronto que moralmente les sea
posible;
7º. no pueden disponer de estos frutos o rentas sino en el modo como pueden disponer de los
bienes;
8º. de la misma manera pueden y deben disponer de los censos, pensiones, vitalicios, rentas y
otras cosas semejantes que tengan;
9º. con ningún pretexto o motivo pueden tener depósito alguno a nombre propio; y
10º. no pueden conservar ninguna administración ni de sus bienes ni de los réditos de los
mismos.
Esta Declaración tendrá valor, no sólo como Estatuto perpetuo o Constitución, sino también
como Decreto y Mandato apostólicos, que privan a los mismos Capítulos generales de la
facultad de mitigar o mudar, en todo o en parte, el tenor de esta Declaración.
Y para que todos los religiosos de la Congregación del Santísimo Redentor se hagan acreedores
a recibir más copiosas bendiciones del cielo y a experimentar más plenamente la valiosa
protección de su padre y legislador san Alfonso María de Liguori y la del ínclito propagador de
la misma Congregación san Clemente María Hofbauer, el mismo sumo Pontífice los ha exhor-
tado vivamente a ajustarse con fidelidad a la sobredicha Declaración sin que obste nada en con-
trario, aún digno de especial mención.
Roma, 31 de agosto de 1909
Fr. Jos. C. Vives, Prefecto
Vinc. La Puma.
Decreto de Benedicto XV, del 7 de mayo de 1918
Audiencia del Papa del 7 de mayo de 1918.
Nuestro santísimo señor el Papa Benedicto XV, oída la relación del infrascrito cardenal Prefecto
de la Sagrada Congregación para los asuntos de los religiosos, a fin de prevenir cualquier duda o
controversia que pudiera originarse en la Congregación del Santísimo Redentor, fundada por san
Alfonso María de Liguori, acerca de la condición y fuerza del voto de pobreza, con ocasión de
la promulgación del Código de Derecho Canónico, mandó responder lo que sigue a la duda
propuesta por el reverendísimo Padre Patricio Murray:
1. Los miembros de la Congregación del Santísimo Redentor deben atenerse en todo, aun en lo
sucesivo, al Decreto que el 31 de agosto de 1909 dio esta Sagrada Congregación.
2. Pero los que profesen en dicha Congregación después de haberse puesto en vigor el Código
de Derecho Canónico, o sea después del 19 de mayo de este año 1918:
a) deberán hacer testamento según la norma del can. 569, n. 3, el cual no podrán mudar sino a
tenor del can. 583, n. 2;
b) no podrán por acto “inter vivos” ceder el dominio de sus bienes a título gracioso, según lo
prescrito en el can. 583, n. 1. No obstando nada en contrario. [(Cf. Can 668; C. 70)].
Dado en Roma, día y año antedichos.

J. Cardenal Tonti, Prefecto


Adolfo, obispo de Canopo, Secretario

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VOTO DE POBREZA

E 046. 1º. La comunidad tiene obligación de suministrar todo lo necesario a los congregados. Sobre
esto los Estatutos (vice)provinciales se pronunciarán de forma más concreta.
- DEPENDENCIA Y LIMITACIÓN (C 68; EE 046.2-a) 301.
C 68. El voto de pobreza profesado por los congregados, además de una existencia pobre en realidad y
en espíritu, vivida activamente, en la sobriedad y el desprendimiento de las riquezas de la tierra,
lleva consigo la dependencia y limitación en el uso y disposición de los bienes, de acuerdo con
las normas del derecho propio de la Congregación.
E 046. 2º. Para que la vida común de los congregados se adapte verdaderamente a la mentalidad de
cada región y ofrezca un testimonio eficaz de pobreza y solidaridad con los pobres, los Estatutos
(vice)provinciales dictarán normas más concretas en lo que respecta especialmente a:
a. el uso dependiente de los bienes materiales en la vida cotidiana y los permisos que es
necesario pedir;
- REVISIÓN PERIÓDICA (EE 046.2-c).
E 046. 2º. Para que la vida común de los congregados se adapte verdaderamente a la mentalidad de
cada región y ofrezca un testimonio eficaz de pobreza y solidaridad con los pobres, los Estatutos
(vice)provinciales dictarán normas más concretas en lo que respecta especialmente a:
c. la revisión periódica en cuanto a la promoción auténtica de la práctica de la pobreza;
- TESTAMENTO (C 69).
C 69. Los congregados están obligados a hacer testamento válido según el derecho civil. Pero esta
obligación pueden retrasarla al tiempo que precede inmediatamente a la profesión perpetua.

- DINERO PARA PEQUEÑOS GASTOS PERSONALES (E 047)302.


301
“Se trata de una formulación parcialmente distinta a las redacciones del Capítulo Especial y más cercana al nuevo
Código de Derecho Canónico. El voto comprende, según esta Constitución: pobreza de espíritu y pobreza real, trabajo,
sobriedad y desprendimiento, dependencia y limitación en el usar o disponer de los bienes. La Constitución 144 completa
este tema de la pobreza, viéndolo desde la utilización de los bienes materiales de la Congregación. No faltaron capitulares
deseosos de modificar en algún modo el ejercicio de nuestra pobreza. Se referían especialmente a la propiedad y a la
administración de los propios bienes. El equipo de juristas hizo notar que si cambiábamos los decretos de que habla el
Estatuto 043 atentábamos contra la integridad de nuestra legislación propia, la cual se había mostrado funcional en
circunstancias históricas particularmente difíciles. Por eso se mantuvo dicha legislación. El texto de estos decretos
pontificios ha sido colocado como apéndice a las Constituciones, antes de los Estatutos y de las fórmulas de profesión”;
Idem.
302
“Se trata de una norma realista. Hasta el Capítulo Especial había prohibición absoluta de tener dinero disponible;
siempre debía estar en manos del ecónomo o del superior local. Teniendo en cuenta los cambios socioculturales y el
sentido de responsabilidad que hay que dar a las personas era lógico que se aceptara el conceder ‘alguna suma de dinero’,
tanto por razón del oficio que se desempeña como para los pequeños gastos personales. El Estatuto añade cuatro
limitantes: que la cantidad la precisen los Estatutos (vice)provinciales, que se determine para qué sirve, que se dé cuenta al
superior y que se evite hasta la apariencia de peculio. El peculio es un abuso contra la vida comunitaria. Pero también hay
que tratar de entender la situación de congregados que han sabido llevar adelante obras de mucha significación social, a
veces con la incomprensión de sus hermanos en materia de pobreza. A propósito de eventuales abusos en asuntos de
pobreza, conviene hacer una reflexión. Si en la vida comunitaria se favorece un crecimiento de la personalidad (CC 36-
37), así como una continua conversión (CC 40-41), y si la condivisión acerca al estilo de vida de los pobres (C 65; E 044),
entonces se puede decir que sólo hay campo para abusos ‘patológicos’, de los que las Constituciones no pueden librar. En
otras palabras: si la misión ocupa verdaderamente el centro de la persona, así como el corazón de la comunidad, parece
difícil hipotizar verdaderos abusos”; Idem.

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VOTO DE POBREZA

E 047. Con este objetivo [de buscar nuevas formas de pobreza], y por razón del oficio o por alguna
necesidad, se puede dar habitualmente a los congregados una cierta suma de dinero, que ha de
ser establecida por los decretos (vice)provinciales, con tal de que su empleo esté determinado y
se dé cuenta al superior, de manera que se evite hasta la apariencia de peculio.

3. Algunas consideraciones finales.

a. Lo que debemos recordar:

1. Nuestros ojos y nuestro corazón han de estar siempre fijos en la persona de Jesús, cualquier
parpadeo o desviación nos puede desviar de la fidelidad radical en el seguimiento de Jesús
pobre.
2. Hemos de estar constantemente actualizando en nuestra vida aquel espíritu que animaba a la
primitiva comunidad apostólica, y que también animó a san Alfonso, ése por el que los
discípulos de Cristo se convierten en signo de la vida del Reino.
3. Este espíritu nos lleva a alejar de nosotros todo sentimiento egoísta, acaparador o consumista y a
poner en las manos del responsable de la comunidad todo aquello que personalmente hayamos
adquirido y a ponerlo al servicio de la comunidad.
4. Por tanto, usamos bienes y dinero de manera responsable y dependiente. Todo lo que poseemos
debe ayudarnos a cumplir con nuestra Misión en el mundo.
5. Y es que no nos dedicamos a ganar dinero para luego gastarlo. Somos hombres de trabajo y de
esfuerzo que viven en solidaridad con los/as pobres. Por eso, no perdemos el tiempo, usamos
cuanto necesitamos y utilizamos todo lo que tenemos; y, todo lo que somos, lo aprovechamos
para servir a los demás.
b. Los abusos que debemos evitar:

1. Posesión de los bienes materiales y necesidades psicológicas ligadas a ellos.


2. Necesidad de seguridad, deseo de tener por tener –bienes, estima de otros, admiración–,
teniendo las cosas como fin y no como medio.
3. Tener necesidad impulsiva de procurarnos cosas, apegarnos manera exclusiva a los bienes que
poseemos, ver una sola dimensión del sentido de las cosas –personal/de supervivencia–.
4. Sentirnos mejor que los demás, no valorarlos correctamente.
5. Querer poseer a los otros, formar exclusivismos o aprovecharnos de los demás, utilizarlos.
6. Codependencia, inflexibilidad, rigidez y falta de disponibilidad.
7. Apegos narcicistas y no ofrecer las propias cualidades en servicio de los demás.

c. Algunas “sutilezas” que no podemos permitir:

1.- De los miembros de clase media alta.

a. La persona está tan apegada a lo que es suyo que le cuesta compartirlo con los demás y genera
su “peculio” (bolsa o –modernamente- chequera o tarjeta de crédito particulares) y su “pequeño
mundo” de amistades exclusivas.
b. La persona que ha renunciado a sus cosas, puede, entonces ser muy sensible ante las fallas en
materia de pobreza de sus compañeros. Se siente burlado cuando algún compañero de
extracción social más baja tiene cosas o usa medios de los que aquel se ha desprendido.

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VOTO DE POBREZA

c. Fervores indiscretos: puede ocurrir que, por tener escrúpulos sobre su estilo de vida ya pasado,
la persona se exceda en cuanto a la pobreza y llegue al descuido personal, o bien se erija, como
queda bien dicho en el inciso anterior, en juez de los otros.
d. Complejos de inferioridad: la persona se siente estigmatizada por proceder de una clase social
que se identifica con los opresores del pueblo. Cree que su extracción de la clase lo hace, como
punto de partida, peor que los demás.
e. Compensaciones: búsqueda de pequeñas compensaciones justificándolas por haberse
desprendido de muchas de sus grandes pertenencias anteriores.
f. Acomodamiento: intento de mantener en lo posible su antiguo estilo de vida. Busca siempre lo
mejor para sí: sus comidas, entretenimientos, amistades. No muestra ruptura con el pasado.
g. Conformismo: como ha bajado de niveles económicos, siente que ya es pobre y no busca
radicalizarse más en su pobreza.
h. Actitudes de “niño rico”: muy preocupado con lo que como, dónde duermo, etc. Trata por
momentos a los empleados como sirvientes y en general es muy “servido” y paternalista con los
pobres.

2.- De los miembros de clase media.

a. Tendencia a aburguesarse, búsqueda sistemática de tener o hacer uso de todo aquello que antes
no poseía o a lo que no tenía acceso. Su actitud es de “subir de status”.
b. Indiferencia ante lo pobres: reproducción en su vida personal y en su trabajo apostólico de las
actitudes propias de su clase, sobre todo de indiferencia ante el dolor de los pobres. Aunque
habrá un uso de la retórica del “compromiso con los pobres”, los sentimientos no estarán con
ellos.
c. Usar el prestigio de la Congregación, o el compromiso con los pobres para sobresalir ante los
demás o para ganar encumbramiento social y prestigio. Uso de la plataforma de la Congregación
no para servir, sino para subir de status social.

3.- De los miembros de clase media pobre.

a. Desclasamiento: asunción de formas de vida e ideología que no son las de su clase. Olvido de
sus raíces propias.
b. Acumulación: por la incertidumbre, ansiedad y aun angustia en que se vivió frente a la
cotidianidad, siempre que se presenta la oportunidad de acumular cosas se aprovecha.
c. Aprovechamiento de los medios: se hace uso de los medios para tener todo lo que no se pudo
tener antes o para probar aquello a lo que antes no podía acceder. Un uno excesivo de carros
teléfono, etc., son típicos. Pero aún es más típico y sobre todo más peligroso un uso
autoservicial del prestigio y del poder de la Congregación.
d. Comparación con los demás: se compara con los demás para justificar el acaparamiento y el uso
excesivo de los medios. Puede haber complejos de inferioridad o rechazo visceral ante
compañeros de extracción social más alta.
e. Autoestima viciada: creerse, por proceder de familia pobre, mejor que los demás. Creerse que la
pobreza anterior a la vida consagrada da derecho a erigirse en juez de los demás y a tener
siempre razón.

A MODO DE CONCLUSIÓN

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VOTO DE POBREZA

¿Estás dispuesto a vivir la ‘pobreza por el Reino’,


siguiendo a Jesucristo
según el estilo de vida de la Congregación del Santísimo Redentor?

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