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1.tormenta Tropical Por Melissa Good
1.tormenta Tropical Por Melissa Good
Nº 1 de 1
“Tormenta Tropical”
Melissa Good
Avisos estándares:
No necesito ninguno para esta historia. Todos los personajes son míos.
(risa) Probablemente debería avisar del uso de mi propia compañía, pero no lo
haré a menos que la tentación sea demasiado grande, y he llamado al gran jefe
"Les". Uops... Lo hice, pero cualquier parecido con alguien real es coincidencia.
(el verdadero es una de las personas más encantadoras que jamás he conocido, de
veras) .
¿Qué es esto?: Esto es una historia Uber. (Oooo… ¡lo de Uber!) Tienes una
descripción física general de las dos chicas de la historia que te recordará a la de
dos viejas amigas que todos conocemos bien, pero eso es todo. El periodo
temporal de este Uber es ahora mismo y el lugar es Miami, Florida.
¿Por qué Miami? Bueno, vivo aquí. No sólo vivo aquí, sino que he vivido
aquí durante treinta años. Eso significa que conozco todas las tontas
peculiaridades de la zona y, ya que voy a darle un intento a esto de Uber, también
podría no presionarme de más investigando un área que no conozco. (¿Verdad?
Verdad.)
Fisher Island, el lugar donde vive Dar Roberts, es un lugar real. Trabajé
allí. Aunque las descripciones son de hacia 1990 - se ha construido mucho desde
entonces, con más condominios y esas cosas. Todos los lugares, restaurantes,
calles y aceras son reales. No vi ninguna necesidad de inventarlos cuando Miami
es un lugar lo bastante colorista en vida real sin tener que inventármelos. Es una
especie de tributo a mi ciudad - porque sucede que realmente me gusta esto.
Es sólo una historia sobre dos personas que se conocen bajo circunstancias
muy normales y sucede que cambian la vida la una de la otra.
Notas de traducción:
Índice de términos:
Primera Parte
pulido suelo de madera de teca al de mármol, salmón pálido, del cuarto de baño.
La luz parpadeó, causando un gemido audible, entonces el agua corrió por el seno
de mármol, salpicando ruidosamente mientras impactaba en la cálida piel.
"Maldición..." La alta mujer alta suspiró. "Dukky, sabes que detesto los
presupuestos... sólo dame un condenado número y lo cuadraré... no me hagas
discutir toda la mañana sobre cuántos bolígrafos asignar al maldito SBU."
vicepresidenta corporativa, estaba más allá de ese nivel, así que tenía que aguantar
todo el tiempo comentarios sobre su aspecto del escalafón superior.
Afortunadamente, consideró, al menos eran cumplidos. Había oído los crueles
comentarios dirigidos hacia unas pocas de las otras ejecutivas senior… sobre todo
a Eleanor Evans en Finanzas, que estaba combatiendo un problema de peso entre
otras cosas.
Les se rió entre dientes. "Puedes hacerme cualquier cosa que desees,
corazón... en cualquier momento. Sólo llama a Julie y haz que te dé cita, ¿de
acuerdo?"
La alta y morena mujer cruzó las piernas. "Cuidado, Les… tu edad, tienes
que vigilar el corazón... no creo que pudieras manejarme." Este tipo de duelo
verbal era algo que casi disfrutaba con el CEO... y sospechaba que él también.
Dar suspiró. "Basta de sorpresa, Les, ¿eh? La última vez casi me mataste
cuando me hiciste conducir aquí ese condenado coche GM."
"Tch, tch… gruñona esta mañana, ¿no?" El CEO se rió. "No... es mejor que
eso… lo prometo."
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"Esta es mi pirata preciosa… sabes, Dar... eres tan buen ejemplo para todos
los demás..." Les se retrepó y la consideró. "Menudo prototipo eres... hermosa,
saludable... masticando tus granola..."
"Tienes que ir a Plano uno de estos días y enseñar a mi esposa algunos de tus
trucos."
"Detesto Plano, Les," comentó Dar, terminando su cuenco y poniéndolo en
el fregadero de acero inoxidable, después se volvió y cogió una taza para su café.
El CEO sonrió abiertamente. "Te perdonaré el decir eso sólo por esta
encantadora vista del trasero, Dar."
Dar alzó su taza y le lanzó una irónica mirada. "Encantador verte a ti
también, Les."
"Cincuenta por ciento, Dar," el hombre mayor declaró, con un saludo. "Nos
vemos."
la paz de la mañana temprana, sobre todo aquí en Fisher Island, donde el tráfico no
existía y, si no volvías la cabeza a la izquierda para ver el largo skyline de Miami
Beach, podías imaginar que estabas en alguna parte del Caribe, viendo el
amanecer.
Su condominio era una casa en niveles, compartiendo una sección con otros
cuatro residentes en la orilla oriental externa de la isla pequeña. Los muros
exteriores estaban reforzados con acero y cemento, pulcramente diseñado y
ajardinado para simular elegante adobe, pero cumpliendo los vigentes reglamentos
contra huracanes como era obligatorio en el Condado de Dade, Florida. Fisher
Island era una comunidad exclusiva, ofreciendo grandes residencias frente al
océano a aquéllos que podían permitirse el lujo de pagar precios increíbles por
ellas. Dar había heredado la suya, afortunadamente, habiendo visto los precios por
ellas y encontrando difícil creer que alguien se gastase tres millones de dólares por
lo que equivalía a un apartamento. Incluso un apartamento real, realmente
encantador, con cinco dormitorios, tres baños y una magnífica cocina que
raramente usaba.
"Gracias, tía May," brindó por su fallecida, pero muy amada tía, con su café.
May Roberts había sido algo así como la sensación en la familia, casándose con
cuatro hombres y enterrándoles a todos, todo mientras incrementaba su
considerable cuenta bancaria. Había comprado el condominio como inversión y lo
alquilaba ocasionalmente, pero se lo había legado a su sobrina a su muerte
correctamente figurándose que era mejor que Dar viviera allí, que en 'ese horrible
Grove.'.
Una vez pasados los condos, estaba moviéndose frente al club playero, con
su restaurante de estilo rústico y la pequeña, si bien prístina playa de arena blanca,
que lo bordeaba. Las tumbonas ya estaban colocadas, los chicos de la playa
quitaban la arena de su superficie y los morenos trabajadores le lanzaron un
familiar hola mientras pasaba.
Entonces subió a hacia el muelle de coral y pasó la vieja mansión, una vez
poseída por los Vanderbilt, que albergaba el restaurante principal y la barra del
club, su coralina piscina de agua salada brillaba a la luz del alba. Los pavos reales
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Todo era familiar, todo parte de su rutina. Para cuando dio su cuarta vuelta,
el Sovereing estaba humeando por el canal y el sol se atisbaba por encima del
horizonte, pintando el cielo en melocotones y cremas, mientras las nubes colgaban
sobre el océano. Dar enlenteció mientras terminaba donde empezó y, mientras se
detenía y paseaba despacio para enfriarse, un muchacho de cabello rubio pasaba
rozando con un carro de golf, las palabras Beach Club blasonadas en el frontal de
fibra de cristal. "Buenas, Carlos," dijo entre respiraciones.
Dar deseó que encontrasen algo más interesante sobre qué especular, pero
todo valía en los cotilleos de oficina. Suspiró y recogió su cartera, colgándola de su
hombro, entonces se dirigió hacia su automóvil.
"*Dios mío*, Dar... la mitad de la tierra ya está aquí buscándote... ¿pasó algo este
fin de semana?"
"Pasó Associated Synergenics," explicó la alta mujer, "Los chicos tienen las
pelotas revolucionadas."
"Tch… aie, ninguna sorpresa," María rebuscó algunos papeles. "Tengo aquí
tres carpetas con toneladas de cosas dentro y una pila de mensajes telefónicos para
ti."
"Genial," suspiró Dar. "Déjame esta tarde para Synergenics y convoca una
reunión de personal del equipo de contabilidad preliminar para las diez a.m., ¿de
acuerdo?" Eso arrojaría su horario por la ventana de la decimocuarta planta en la
que estaba su oficina. "Esto está que arde, Les está encima."
"De acuerdo," cedió Dar. "Tengo que despedirme... necesito llamar a Mark."
"Oy." Incluso a través del teléfono, Dar pudo sentir a su ayudante girando
los globos oculares. "Dile que por mí está bien, Dar... basta de conejitos rosa en mi
pantalla, ¿de acuerdo?"
La alta ejecutiva sofocó una risita "De acuerdo… hablo contigo en un rato."
Desconectó y marcó otro número, mirando ociosamente como el ferry se
acomodaba en su embarcadero. El teléfono sonó dos veces, entonces contestó una
voz bronca. "¿Sí?"
"¿Quién d... oh... uh... sí. Cierto... lunes por la mañana… quién más estaría
llamándome a las siete treinta... hola, Dar."
"Au... por amor de Cristo… ¡Dar, estaba cerrado la puñetera noche pasada!"
"Tengo reunión allí esta tarde y necesito la info, Mark... entra y consíguela,
sin quejas," le dijo secamente al gerente de servicios de información. "Tienen un
sistema de mierda... no debiera costarte más de quince minutos entrar, si tu
reputación depende de ello."
Mark Polenti había sido, en sus años más jóvenes, hacker cracker. Es decir,
hacía incursiones en los sistemas informáticos y rompía los códigos de seguridad
tales como las cajas de larga distancia . Ahora servía como parte del equipo
avanzado de Dar, que entraba y conseguía información sobre una adquisición,
información que la nueva cuenta normalmente no quería que Dar tuviera. Cosas
como informes de personal, reclamaciones de accidente laboral, estadísticas de
seguros… cosas que necesitaba para basar sus decisiones de corte y recorte. Sólo la
gente buena con bajo coste de mantenimiento sería candidata para la transición y
ese tipo de información normalmente era retenido.
Por buenas razones. Pero el trabajo de Dar era incorporar la nueva cuenta en
la infraestructura tan económicamente como fuera posible, de aquí el hacer la
cuenta tan rentable como fuese posible. Era una fórmula simple y confiaba en su
habilidad de desviar el trabajo de la nueva compañía a las agencias existentes
dentro de la corporación, por tanto los recién llegados resultaban superfluos.
Aunque nunca lo veían de esa manera... la veían atacando como un tiburón
circundando a un pez indefenso, e intentaban esconderse en cualquier rincón o
rendija en que pudieran para escapar de sus dientes.
aire. "Continúa, Mark... necesito los preliminares para cuando llegue a la oficina."
"Tch, tch, tch... estás enlenteciéndote, Dar… estoy dentro... tengo la base de
datos, ¿en que impresora la quieres?" Un definido tono petulante flotó a través de
las ondas.
Dar se rió entre dientes. "Mark el Tiburón… eres todo un caso. AdminP2
estará bien."
Más teclear, "Un… bueno, aquí asumiré, porque nunca sabes, pues una
señora de nombre Kerry Stuart," la informó Mark, "Hmm… hmm... hmm... hm...
ah... ajá... asunción de bingo... ooo… hm… eh, Dar… es mona."
"Mm… mona... rubia, bonitos ojos verdes… Jesús... es sólo una puñetera
cría… Veintiséis… no casada… nada por parte médica… oh espera... je... tuvo una
prueba de embarazo justo después de la Navidad del año pasado... negativa…"
"Mark…"
mientras abría para ella. "De acuerdo... ¿puedes darme también una carpeta de
ella?"
"¿Quién dijo que estaba haciéndolo por ti?" se rió satisfecho el jefe de IS.
"Adiós."
***
La gran sala era más ruidosa que de costumbre, la mayoría del personal
estaba ocupado hablando sobre la fusión, a la que se referían realmente como una
OPA hostil. Associated Synergenics era una compañía de unos doscientos
empleados, dedicados a proporcionar soluciones de software y hardware a la
industria hostelera. Tenían un núcleo de programadores e ingenieros que diseñaban
sistemas para restaurantes y hoteles, para administrar sus puntos de venta, su
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Eran locales, en el área de los tres condado de Dade, Broward y Palm Beach,
que proveía los suficientes clientes para alcanzar un lento crecimiento comercial y
todos habían sido muy optimistas acerca de este año, especialmente después de
haber conseguido un gran contrato con supermercados Publix, el mayor minorista
de comestibles del estado de Florida.
Y ahora esto. Todos estaban furiosos. Era como si todo su duro trabajo fuera
a ser tragado por esta monolítica compañía, que no se preocupaba por ellos y,
ciertamente, no se preocupaba por los clientes había tenido tanto cuidado en atraer
y retener. No parecía justo, de veras.
Lana, una alta y delgada morena que se sentaba al otro lado de su cubo
levantó la vista. "Gran reunión… el jefazo les llamó arriba a todos hace una hora...
supongo que para darles las malas noticias," sus ojos se enfocaron en algo, "Uh,
oh... ahí vienen..."
chicos... escuchad," tenía una voz pura, pero estaba temblando un poco y todos
pudieron verlo.
Un sordo murmullo se alzó y Kerry levantó una mano para calmarlo. "No sé
qué tipo de cambios, ni lo que van a hacer, ni lo que eso realmente significa para
ninguno de nosotros, simplemente tendremos que esperar y ver. Lo que voy a
pediros que hagáis es que simplemente continuéis haciendo vuestro trabajo y
cuidéis de nuestros clientes. No sobreactuemos hasta que sepamos lo que
realmente está pasando."
"De acuerdo... vamos, gente… sólo esperemos a ver qué pasa," Kerry
declaró de nuevo. "Eso es todo lo que tengo… si viene uno de ellos por aquí, sed
encantadores, responded a lo que pregunten y simplemente mantengámoslo guay."
Le dio el micrófono al programador y cautelosamente bajó de la mesa, sonriéndole
a Ray, que la sostuvo por el codo para impedirle caer. "Gracias." Siguió hacia el
extremo de la gran sala, atravesando el pequeño laberinto de oficinas hasta que
alcanzó la suya, enterrada en la esquina de la parte de atrás. La mayoría de los
gerentes la habían seguido hasta allí, obviamente queriendo tener unas palabras en
privado con ella, pero levantó una mano mientras entraba en su santuario. "Dadme
unos minutos, chicos, ¿ok? Id por café, revisad el correo-e o algo."
Que desastre. Y todo había estado yendo tan bien, además. Con un suspiro,
se retrepó, dejando caer sus manos sobre los muslos enfundados en vaqueros, el
tejido le recordó uno más de los cambios que tendrían que enfrentar, como Robert
Mayabera le había advertido esa mañana. Códigos de vestuario.
"No creía que lo habíamos hecho tan mal," dijo con sobresalto, cuando
Robert le dio las noticias. "Creía que eran tan sólo rumores."
Y lo habían oído, pensó Kerry mientras jugaba con una taza en su escritorio,
echando un vistazo a su pequeña oficina. No era mucho, unos cuantos archivo, una
planta en cada esquina de las que cuidaba obsesivamente, una foto de Michigan en
invierno sobre una pared y su revuelto escritorio, con su apartada computadora.
Uou. Eso le había hecho sentir genial… había salido esa noche con unos
amigos y lo había celebrado, por primera vez en meses, en Dave and Busters y
había terminado ganando bastantes tickets para hacerse con un enorme oso panda
de peluche.
"Ker, soy Alex." Era Alejandro Cruz, su jefe de MIS. "Tengo a una *puta* al
teléfono exigiendo que le dé acceso."
Kerry cerró los ojos. "No me digas lo que significa eso, ¿ok?" imploró. "Si
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"*Jefa*, ok, les doy transferencia del servidor de correo y marchando un dial
de buzón de correo y preparo una cuenta de administración para ellos... ¿qué más?"
"Eso debiera mantenerles ocupados un rato," Kerry suspiró, "intentaré
establecer algunas reglas básicas con quienquiera que llegue aquí después del
almuerzo... quizá serán razonables."
Pasó las siguientes horas poniendo las cosas en orden, estudiando las últimas
estadísticas que su sistema informativo había generado y limpiando su bandeja de
entrada. Tenía la cabeza inclinada sobre la última revisión de actuación cuando un
leve golpe vino de la puerta. Levantó la vista para ver a Ray Ramírez allí de pie,
sosteniendo una refresco en la mano. "Oh... hola."
Kerry puso una cara. "Eu." Soltó su tarea y se estiró, trabajando un nudo de
su espalda. "Dos años y pensarías que ya me habría acostumbrado a esa cosa…
pero cada vez que lo como, voy derecha a dormir bajo mi escritorio." Agitó un
bolígrafo. "Además, no tengo realmente hambre."
Sonrió, pero negó con la cabeza. "No, gracias... quizá mañana, ¿ok?" Abrió
su cajón y sacó una bolsa de zanahorias en miniatura. "Además, lo traje."
"Te crecerán orejas gachas uno día de estos," rió el hombre moreno, "Tú y tu
pequeñas carrotas." Suspiró. "¿Estás segura?"
Había una desconocida en su umbral. Una mujer alta y de piel dorada, con
cabello de medianoche, la miraba, el delgado cuerpo colocado contra el umbral en
una postura de confiada arrogancia. Kerry pestañeó y miró de nuevo, y fue
capturada por los ojos más azules, más claros que jamás había visto, que taladraban
justo a través de ella con una ráfaga de fría intensidad y un extraño, casi
obsesionante vislumbre de algo familiar. "Um… lo siento... pensé que era otra
persona." Logró decir débilmente poniéndose en pie.
La mujer se quitó del umbral y entró, soltando una gruesa cartera de cuero
en la silla de las visitas y tendiendo una mano. "Dar Roberts." La voz era grave,
agradable y parecía retumbar en sus orejas y, cuando se movió para tomar la mano
de la mujer, la alcanzó un suave olor de perfume almizclado mezclado con el
cuero.
"Oh... cierto," contestó Kerry torpemente. "Bueno... está bien, porque yo...
yo ya terminé el almuerzo… pero mi personal todavía está fuera. ¿Qué.. quiero
decir, puedo darle café o algo?"
"Sí, puedo," contestó Dar, "es lo que hacemos." Gesticuló hacia la puerta.
"Tengo un grupo de programación en Huntingdon, un grupo de asistencia justo al
oeste del aeropuerto que puede recoger sus llamadas y una división de instaladores
de hardware que ya trabaja para mí." Se puso de pie y rodeó el respaldo de su silla,
apoyándose contra ella. "Su gente es ineficaz, se toman dos días por enfermedad
cada tres semanas, la mitad de ellos llega tarde todos los días, sus programadores
no han cumplido una fecha tope en dos años y ha recibido dieciocho reclamaciones
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Esos ojos como el mar se alzaron. "Están aquí sólo para violarnos."
Dar sintió una súbita punzada de vergüenza. Podía ver la angustiada tensión
en los delgados hombros enfrente de ella y bajó la cabeza por un momento.
Kerry deglutió. "Está diciendo que quiere que entrenemos a la gente que va a
quitarnos nuestros trabajos."
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Los ojos verdes se levantaron lentamente para encontrar los suyos. "Estas
son personas, a las cuales está a punto de arrebatarles su sustento. No es divertido."
La barbilla de Kerry se alzó. "Su gente no podrá hacer la mitad del trabajo
que hace la mía," declaró rotundamente. "Así que cuando pierda todas estas
cuentas, allí estaré riéndome."
Bueno, me odia. Dar suspiró. Una entre muchos. "De acuerdo… puede
enviarlo por correo-e -- para ahora debiera estar añadida a nuestra oficina de
correo." Alzó su teléfono celular y marcó un simple código, sosteniéndolo junto a
su oreja hasta que oyó una voz ruda al otro extremo. "Mark... ¿has acabado?"
Una corta risa corta pasó a través del teléfono. "Cerrado, inventariado,
barriles, monos, secadores de pelo y la lista del último almuerzo de su contable."
Le advirtió. "Correo dispuesto, servidores cerrados... ¿algo más que hoy pueda
hacer por ti?"
"Gracias." Dar plegó el teléfono. "Tiene correo... dígale a su gente que no les
hagan ningún cambio administrativo a sus servidores y puede esperar un equipo
aquí mañana para empezar a revisar los procedimientos."
Kerry dobló las manos sobre su escritorio. "¿Cómo sabía todo eso sobre
nuestras estadísticas de personal?"
"Nada personal."
La última cosa que Dar necesitaba era el paseo de cortesía. Se recordó que
tenía seis o siete conferencias telefónicas de las que cuidarse en la oficina, así que
se quedó muy sorprendida cuando oyó a su voz contestando "Claro."
***
Había sido, Dar meditó después, una tarde muy hostil. Tenía la sensación de
que la voz se había propagado rápidamente, ya que solo habían llegado a la sala de
programadores antes de empezar a recibir esas miradas como dagas de sus
ocupantes. Medio esperaba que su coche estuviese rayado para cuando terminaron,
pero al parecer nadie había deducido cuál era, nada sorprendente, dado que una
camioneta deportiva LX470 apenas era lo que esperarían que condujese una VP de
Operaciones.
"Quédate lejos... quédate muy, muy lejos, *Dios mío*... un hombre empotró
un camión en la sala de computadoras de abajo y destrozó todos los mandos del
aire acondicionado," contestó María con un gemido. "Esto debe ser como un
horno, Dar… mi cabeza se está asando."
La ejecutiva hizo una mueca. "Oh... chico," lo sopesó. "¿Al menos cerraron
los servidores?" preguntó, entonces se palmeó en la cabeza. "Qué estoy pensando...
María, sal de ahí antes que te desmayes."
"No me importa lo que digan los demás, Dar, eres un ángel," María contestó
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"Trabajé tan duro por esto," susurró, sentándose en la silla de las visitas.
"Condenación... esto no es justo." Dejó hundirse la cabeza en las manos, colocando
los codos en los brazos de la silla.
Una minúscula risa escapó de Kerry. "Ray... John tenía razón... quieren
librarse de todos." Le miró. "Está dándome una oportunidad de proponer un plan...
si puedo reducir el presupuesto a la mitad, lo considerará y quizá algunos consigan
mantener sus trabajos, pero…"
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Kerry hizo una pausa y lo pensó. "¿Lo es?" Su frente se frunció. "No lo sé...
yo sólo… supongo que no fui muy agradable con ella y te creerías que eso la
pondría furiosa, pero no... creo que le gustó." Le torció el gesto.
La directora suspiró. "No sé si puedo proponer algo que se acerque, pero voy
a intentarlo, Ray… intentar salvar a tanta gente como pueda." Le lanzó una firme
sonrisa. "Pero creo que mejor llamas a Mona de Recursos Alternativos... dile que
podríamos tener algunas perspectivas para su consorcio."
El hombre alto le guiñó. "No puedes hacer esto toda la noche... ¿por qué no
simplemente empiezas descansada por la mañana?"
Tenía calor, estaba exhausta y más que un poco harta, habido pasado las
anteriores diez horas en un alto edificio sin aire acondicionado, haciendo lo que
podía para conseguir arreglar las cosas. Lo cual era considerable, concedió, y,
cuando finalmente intimidó a un contratista para obtener un panel del reemplazo e
instalarlo a medianoche, la poca gente que quedaba en el edificio la había
vitoreado y aplaudido.
Ahora eran las 2 a.m. y finalmente se iba a casa. El negocio seguiría como
de costumbre mañana, sin interrupciones, y eso era lo importante, dado que no
podían encender el gran servidor en cascada a menos que el aire funcionase. Había
dejado una nota en su escritorio para encontrar una unidad de aire de reserva para
la sala de computadoras, para la próxima vez. Suspiró y cerró los ojos, permitiendo
que el aire acondicionado del Lexus le diese a plena potencia. Otro problema
resuelto y estaba bastante segura de que nadie se lo agradecería mañana.
"Así que... soy Catbert, ¿eh?" Eso provocó una irónica risita. "Mejor que
Ratbert y definitivamente mejor que Dilbert… aunque me hubiera gustado
Dogbert." Recogió un bolígrafo y desprendió la tira cómica, entonces garrapateó
una nota en el margen. No he cazado una bola de pelo en mucho tiempo, gracias
chicos. DR
"Olvidan quién diseñó esta cosa en primer lugar, creo." Se rió entre dientes.
Normalmente aquí habría habido dos operadores medios, pero había llamado a
Mark y le hizo cancelar el turno, ya que no tenían ni idea de cuando el sistema
estaría en marcha y no tenía ningún sentido tener a Pedro y Celeste sudando el
suelo.
Con un sentido de alivio, pulsó el botón del altavoz del teléfono y marcó el
número de casa de Mark, tamborileando sus dedos levemente en el escritorio
mientras esperaba. Tres llamadas, después cuatro, entonces un gruñido. "Buenos
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días."
"Que jode… oh, mierda," Mark, muy obviamente, se despertó ante su voz.
"Dar… ¿duermes alguna condenada vez?"
"No cuando tengo cosas para hacer, no," contestó Dar brevemente. "Estás
operativo."
"Por supuesto que estoy operativo… estás hablando conmig… oh... ¿quieres
decir que estamos operativos?" Mark se aclaró la garganta. "Aunque el aire estará
roto hasta mañana al mediodía, por lo menos."
Dar resopló. "No... cambiados los nuevos paneles, Plano tiene la seguridad
activada y acabo de reiniciar los servidores." Revisó un monitor activo. "Jesús... el
servidor de correo acaba de patearse… ¿de dónde estamos recibiendo ochocientos
megas de ficheros transferidos? ¿Está otra vez tu gente descargando
"Buenas noches," contestó Dar, frotándose los ojos, "Te veo por la mañana."
Entonces todo lo que tuvo que hacer fue cerrar y bajar en el inquietantemente
silencioso ascensor a la puerta delantera, donde el guardia de seguridad estaba
esperándola, e ir a su automóvil, que estaba solitario en el aparcamiento.
Con un suave sonido metálico, el ferry atracó y esperó a que los trabajadores
del muelle quitaran los calzos de sus ruedas antes de que poner el automóvil en
movimiento y cuidadosamente subir la rampa inclinada e ir hacia la isla. Pocos
minutos después estaba metiendo el Lexus en su sitio bajo el condo, subiendo los
escalones y pasando la puerta, su llave abriendo los seguros resonando muy fuerte
en toda esa quietud.
"Correo, Dar Roberts, uno," contestó el terminal, conectado vía enlace ISDN
directamente a la oficina.
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"Bueno, bueno," murmuró suavemente Dar para sí. "¿Sabes qué?" Vio la
longitud. "No leas."
"Bonita sorpresa para ella por la mañana, ¿eh?" le comentó al panda, que
estaba sentado con los brazos extendido en la segunda de las dos sillas acolchadas
en la salita. El resto del espacio estaba tomado por un sofá de tela, una mesita para
cuatro personas, dos enormes estantes inundados con libros y un pequeño
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El estilo de Dar era firme y al asunto; casi podía oír las palabras viniendo de
la mujer y, sorprendentemente, le faltaba la condescendencia que medio había
esperado. Contestado su punto final, permitió a sus ojos llegar a la firma y
parpadeó. "¿Qué?" Lo leyó de nuevo.
"La política corporativa manifiesta que todo el personal debe tener una
cantidad razonable de sueño cada periodo de veinticuatro horas. Por favor,
adhiérase de ahora en adelante a las regulaciones. DR"
"¿Qué se supone que significa eso? ¿Qué es, alguna clase de lunática?
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¿¿¿¿Me da una loca fecha tope de una estúpida semana para hacer algo y entonces
dice que me asegure de dormir????" Kerry soltó un suspiro de fastidio, entonces
ordenó una réplica y cortó la mayoría del mensaje, excepto la cabecera y la última
línea. "Bueno, Srta. Chica Lista Alienígena de Marte, chúpate esto." Resaltó la
hora en el encabezado de Dar y lo puso en negrita, entonces saltó a la última línea
de la ejecutiva y tecleó un comentario. "Lo tendré presente."
Podía ver las estrellas desde allí y las observó centellear, intentando
dispersar el horrible sentimiento de condenación que se había asentado en su pecho
desde la visita de Dar. Por su gente, seguro, se sentía fatal y esperaba poder
ayudarles. Pero por ella… Le echó un vistazo a su impecable dormitorio y
deglutió, recordando lo bien que se había sentido cuando al fin tuvo las cosas
exactamente cómo las deseaba, y cuan orgullosa estaba de que agradable parecía
todo. Le gustaba esto; sus vecinos eran agradables y el complejo era amistoso,
había un pequeño centro comercial cerca para ir de compras e incluso tenía una
pequeña parrilla en el porche para cuando venían los amigos y hacían barbacoa.
Era tan agradable estar por su cuenta. Nadie cuestionaba si se quedaba tarde
o fuera, no es que alguna vez lo hiciera, por supuesto… o cuestionaba cómo vestía,
o con quién hablaba. Era… muy feliz aquí.
Ahora esto.
Uoa. ¿Increíbles? ¿En qué estoy pensando? Kerry cerró firmemente sus
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propios ojos y se subió la manta hasta la barbilla. La única cosa increíble de Dar
Roberts era su increíble arrogancia.
Ya está.
"Buenas." Dar cabeceó a sus compañeros en el ascensor, mientras las puertas
se cerraban y empezaba la subida. Obtuvo corteses murmullos, del personal
principalmente junior que entraba a esta hora de la mañana. 8 a.m. era la hora de
empezar para la mayoría de los empleados de entrada de datos y el personal
administrativo, y todos estaban un poco atemorizados por ella y nada inclinados a
charlar en su presencia.
María la miró con ceño severo. "Carisita está diciéndome que Gerardo, del
personal de limpieza, te trae esto especial para ti, porque te quedaste aquí toda la
pasada noche para arreglarlo todo... ¿es eso cierto, Dar?"
"Oh... *número dos*." La alta mujer giró los ojos. "De acuerdo." Pulsó el
botón. "¿Cómo están las cosas en Plano, Les?"
"No tengo ni idea," le contestó la alegre voz. "Estoy en Troy… espero que
estén sudando sus traseros aquí abajo. ¿Cómo va con Associated?"
"No mal... les solté las noticias ayer y estoy esperando la caída," contestó
Dar. "Me imagino que una cuarta parte se irán voluntariamente y me resolverán la
mitad del problema."
Una sorda risita salió del teléfono. "Esa es mi Dar… ¿oí que tuvimos un
problema ahí?"
"Claro que puedes… tienes el portátil cargado con más testosterona de toda
la corporación, Dar..." Les la reprendió. "El Nacional es un gran lugar para trabajar
mientras esperas... yo debiera saberlo." Cambió el teléfono, causando un crujido.
"Va a perder esa cuenta, Dar... y la necesitamos. De cualquier forma, unos días
lejos dará a Associated oportunidad para asentarse."
Dar puso los brazos sobre el escritorio y exhaló. Presionó el botón del
intercomunicador. " María… necesito un vuelo a IAD para esta tarde noche,
regreso abierto."
"Bien. Buenos días, Srta. Stuart. Fue un agradable intercambio de correo con
usted," contestó Dar neutramente.
"Uoa," el tono de Dar fue más fuerte de lo que había pretendido. "Espere."
Un aliento entrecortado susurró a través del receptor y Dar casi pudo sentir la
emoción. "¿Qué está pasando?"
Otro silencio. "¿Qué está pasando? ¿Qué cree que está pasando... sus
matones están aquí revolviendo el lugar y rompiéndolo todo... si tan sólo quería
desechar la compañía, ¿por qué simplemente no lo hizo?"
"Srta. Stuart…"
"Srta. Stuart..."
"¡¡Diciéndome que no puedo tener acceso a mis propios ficheros de
nómina!!"
El teléfono fue tirado sobre el escritorio y tuvo que esperar, contando hasta
cien por lo bajo antes de oír dos pares de pisadas regresando y el receptor siendo
recogido. "Tome," oyó restallar la voz de Kerry, entonces el teléfono fue movido.
"¿Brady?"
"Sí."
"Guante de terciopelo."
"Au, mierda... estás de jodida broma," la gruñona voz del jefe de su equipo
de seguridad le cosquilleó los tímpanos.
"Dar, no sabes lo que… Hay aquí agujeros tan grandes como mi culo y Mark
ya ha puesto un link, por el amor de Dios."
"No... me… importa," ladró Dar. "¡Sólo hazlo!" su voz cayó a un profundo
gruñido.
"De…de acuerdo... ok," contestó Brady con voz castigada. "Ok... lo siento...
no lo sabía... mis papeles decían un repaso normal."
"Sí, señora," replicó calladamente el jefe del equipo. "Espera," pulsó algo,
"Equipo líder a personal." Contestó un chisporroteo de estática, junto con un suave
clamor de voces. "Detened lo que estáis haciendo - tenemos que ir a modo oro,
cierro."
Dar esperó, lentamente dejando salir un aliento de aire. Aún sentía contra su
piel la cálida oleada de la furia y cerró los ojos, permitiéndola rezumar fuera de
ella. Su temperamento era legendario y Brady lo sabía... sabía que podía presionar
sólo hasta un punto antes que estallase y le metiera en más problemas de los era
capaz de manejar. Todavía circulaba una historia sobre una reunión, donde un VP
senior la había desafiado, pulsando cada uno de sus botones al final de un día muy
largo, y se había encontrado aplastado contra la pared, clavado por el peso de Dar
mientras esta le gritaba a pleno pulmón.
Era la razón por la que pasaba la mayoría de las tardes en el bien equipado
gimnasio de la isla, trabajando con el artista marcial residente, Teddy, y
perfeccionando varios grados de diferentes cinturones negros.
Dar inspiró. "En algunos lugares, cuando entramos, hay mucha gente
intentando o destruir o huir con información de la propiedad," explicó
tranquilamente. "Sé que es difícil pensar en tus cotrabajadores de esa forma, pero
hacemos esto por experiencia, no porque simplemente decidamos ser unos
cabrones."
Dar hizo una pausa, desconcertada. Nunca lo había visto de esa manera.
"Supongo que lo es… me disculpo." Recordó los ojos de Kerry, al principio
dispuestos a confiar, después tan rápidamente desilusionados. "Pero no es..."
Dar miró fijamente por su ventana, apenas viendo flotar las nubes. "Eso es
bastante bueno," murmuró. "Tiene ahí un personal fiel."
"Dependen de mí."
"No voy a decepcionarles," la voz era muy sosegada. "No importa lo que
haga o diga."
Ahora fue el turno de Kerry de estar callada. "Bueno, gracias por decirle que
parase, realmente lo aprecio mucho." Exhaló. "Y... um… le enviaré más
preguntas."
"De acuerdo." Dar dudó. "Escuche... apunte este número." Esperó hasta que
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"Si tiene cualquier problema con él, simplemente llame a ese número."
Probablemente su perro guardián o algo así, pensó Kerry. "De acuerdo."
Hizo una pausa. "Que tenga un… um... que tenga un buen viaje." Desearle que se
estrellase sería políticamente incorrecto, supuso, y además... acababa de hacerle a
Kerry un gran favor. No tenía ningún sentido alienar a una mujer que podía hacer
que un hombre de seis pies y medio de alto y 300 libras se pusiese blanco como el
fantasma de Casper y prácticamente se mease en su alfombra, ¿verdad? Verdad.
Era un tono más cálido, lo que forzó una inesperada sonrisa en la cara de la
joven. "De nada," contestó Kerry suavemente. "Adiós." Colgó el teléfono y
permaneció allí un largo instante, mirando fijamente el aparato y preguntándose
qué rayos le estaba pasando. Entonces suspiró y se sentó de nuevo detrás de su
escritorio, frotándose la cara con fatiga. Levantó la vista cuando un golpe en el
marco la alertó a una nueva presencia. "Entra, Ray."
Kerry lo miró fijamente. "Hemos sido tomamos por la banda de los Alegres
Mongoles Megalíticos, ¿recuerdas?"
"Sí... *chica*... no... con los gorilas," Ray echó una mirada alrededor,
entonces a ella. "¿Quién les metió en cintura? Ahora están siendo tan agradables,
es alarmante."
"Oh." La mujer rubia dobló las manos. "Bueno... algo así como que me
quejé a... um..."
"Sí," Kerry asintió. "Así que le habló al matón jefe y él les dijo que se lo
tomaran con tranquilidad... creo que ahora irá mejor."
La mujer rubia miró a sus manos y sonrió. "Sí, eso fue bastante bueno... no
sé lo que le dijo, pero parecía un cachorro al que acabaran de zurrar."
Kerry se cubrió el rostro con una mano y ahogó una risita. Estaba tan
cansada de sus tareas de la última noche que la imagen del corpulento y rudo
Brady con un collar con campanilla era casi demasiado para ella. "Dios, Ray... no
me hagas eso… que imagen."
La mujer pestañeó. Tendía a ver el café cubano con ojo cauto, un cruce entre
viscosidad negra y combustible de cohetes, pero de la forma que se sentía hoy,
quizá merecía la pena una prueba. "Ok… claro. Esa podría ser una buena idea...
estoy bastante cansada." Recogió el pedazo de papel con el número de teléfono y
lo miró con curiosidad, entonces lo plegó y lo relegó al bolsillo de su camisa
Raro. Muy raro. Ciertamente no le había dado ninguna razón a Dar para ser
amable con ella, de hecho, había sido ruda, hasta el punto de la insubordinación ya
dos veces y la mujer simplemente había ignorado sus comentarios como si no los
hubiera hecho.
No... eso no era verdad. La última vez que había dicho que Dar no era amiga
suya, esta había respondido estando de acuerdo con eso. Casi había sido... Kerry
alzó su rodilla enfundada en jeans, la rodeó con un brazo y suspiró. No sabía lo que
casi había sido, pero ahora estaba sintiéndose un poco mal por ser tan grosera.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 46 de 46
Normalmente no era así y no tenía ni idea de lo que Dar Roberts sacaba de ella.
Ya estaba. No era mucha disculpa, pero… después de todo, aquí ella era la
que estaba siendo exprimida, ella y el resto de su personal, así que… a Dar Roberts
podía simplemente gustarle o no, a ella realmente no le importaba de una manera u
otra.
¿Verdad?
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 47 de 47
Segunda Parte
“Por aquí, Srta. Roberts." El conserje le dirigió una vaga media inclinación e
indicó que le siguiera. Entraron en el ascensor y pulsó el botón de la última planta,
donde el hotel mantenía las suites para los ejecutivos de viaje. "¿Viene de lejos?"
inquirió educadamente.
Dar sufrió sus fútiles comentarios unos instantes más, mientras soltaba la
bolsa pequeña, entonces le dio una propina y le echó fuera. Mientras la puerta se
cerraba detrás de él, lanzó una ojeada alrededor y exhaló. Nada mal, de veras. La
suite contenía una alcoba con una cama tamaño gigante y una sala de estar con una
TV de tamaño decente, unas sillas para invitados y un escritorio totalmente
equipado con plumas, bolígrafos, una línea de datos y una toma de corriente
eléctrica convenientemente a la altura de la cintura.
"¿Puedo tenerlo a las 9:30, por favor?" pidió Dar, echándole una ojeada a su
reloj. Una hora y media debiera ser suficiente para tener un entrenamiento decente
y darse un rápido chapuzón. También le permitiría deshacerse de su fatiga de viaje
y, probablemente, la pondría de un mejor estado mental que cuando dejó Miami.
Nadie se acercó a sus 160 libras reales. La mayoría supuso veinte o así de
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menos, aunque no estaba segura si era por el hecho de que la mayoría era músculo,
y por consiguiente era más denso de lo que pensaban, o si sólo estaban intentando
no jorobarla suponiendo demasiado arriba.
Dar les devolvió la mirada, apoyándose contra la pared con aire de total
indiferencia.
El cuarto hombre estaba ojo a ojo con ella y Dar le gruñó, agarrando el
frente de su camisa y alzándole mientras le empujaba, tirándole atrás y lejos de
ella. Su mano golpeó el mando del ascensor y la jaula se agitó al moverse.
"No." Dar habló despacio y claramente. "No quiero que haga eso, quiero que
me dé sus nombres y la compañía para la que trabajan."
Las cejas de Dar se alzaron y una sonrisa especulativa cruzó sus labios,
entonces suspiró, mientras el gerente nocturno volvía al teléfono. Primero lo
primero. "Gracias." Anotó sus nombres y la corporación que estaba pagándoles su
estancia allí. Esto provocó que otra sonrisa apareciera, esta nada agradable.
Una negación de su rubia cabeza. "Nadie sube allí salvo los chicos mayores
de la cocina... siguen agarrando todo lo que lleve faldas."
"Oh... uh…" Sanrichon parecía sobresaltado. "Dios mío... es... ¿qué puedo
hacer por usted, Srta. Roberts?"
Dar alzó ojos azul hielo a los de ella y sonrió. "Me parece bien." Observó a
la chica tragar con dificultad, entonces irse, no sin una mirada dirigida hacia ella,
riéndose entre dientes irónicamente mientras la puerta se cerraba. "Oh... Dar,
seductora de menores... eso fue terrible." Suspiró, entonces salió de su aún mojado
bañador, colgando el delgado tejido negro, sobre la barra de la ducha, en el baño
para secarlo.
Por consiguiente, creo que va en su mejor interés retener los servicios de los
existentes grupos empleados por Associated. Mi propuesta con respecto a sus
peticiones presupuestarias se dirigirá acordemente.
Dar mascó otro bocado y tomó un sorbo de su batido, una sonrisa tensando
sus labios. Kerry había obviamente dado buen uso a su acceso a los sistemas
corporativos y había hecho algunas observaciones muy válidas. "Buena chica,
Kerry." Hizo una pausa, recordando la hostil respuesta de la mujer al ser usado su
nombre, y algo de su buen humor se evaporó.
***
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 55 de 55
"Eh, Kerry… ¿qué pasa?" Colleen frunció su chata nariz y echó una mirada
alrededor. "Uoa... espera... no me digas que TÚ estás comiendo pizza... no, no...
debe ser una doble… voy a llamar al FBI."
Kerry se rió un poco tímidamente. "No tenía elección... estoy haciendo este
proyecto y no tuve tiempo para cocinar… estaba muerta de hambre." Cerró la
puerta y volvió a su escritorio. "¿Quieres?"
La mujer rubia se sentó, dejando sus brazos descansar sobre los muslos. "No
soy vegetariana, Col... lo sabes," le objetó. "Simplemente me gusta lo sano... ¿es
eso un crimen?"
Fastidio... era una manera suave de decirlo. El primer año que había pasado
aquí las cosas habían estado ajetreadas, el trabajo era muy absorbente y realmente
no tenía tiempo para hacer mucho más que ir a la oficina, volver a casa, intentar
establecerse en el apartamento y estudiar para sus certificados en gestión de redes.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 56 de 56
Eso la llevó a estar despierta hasta tarde muchas noches y a comidas fuera y a un
exceso de veinte libras que le había ganado nada más que regaños y quejas cuando
fue a casa por Navidad.
Qué puñetera época para eso y había causado que terminase pasando la
mayor parte de las fiestas evitando a la gente, a su padre sobre todo, y había jurado
que nunca tendría que pasar de nuevo por eso. Así que se limitó a las zanahorias, y
a caminar y montar en bicicleta mucho, lo que puso las cosas bajo bastante control.
De hecho, Colleen era su compañera de paseo y patinaje, dado que la baja pelirroja
estaba constantemente combatiendo su propia tendencia a la redondez.
Natural. Hm... sí. Kerry exhaló, entonces esbozó una sonrisa. "Así que...
como dije, simplemente es más fácil... mis padres me lo hacen pasar mal, ya sabes
cómo es."
Colleen giró los ojos. "Alguna vez." Se puso las manos en las caderas.
"Colleen Katherine McPherson, si no empiezas a hacer algo contigo, serás tan
grande como la reina Mary uno de estos mismos días." Su voz se hizo aguda y
cantarina, imitando a su irreprimible madre irlandesa.
Kerry se rió. "Oh Dios… eso es tan como ella." La familia de Colleen vivía
cerca y Kerry había sido invitada varias veces a cenar. Le gustaba la bulliciosa
pelirroja y se alegraba de tener a alguien con quien simplemente salir a veces.
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Colleen trabajaba para Barnett Bank como su cajera jefe y era unos años mayor
que Kerry. Era divertida y muy extrovertida, legado de crecer en una gran y
tumultuosa familia.
"Sí," admitió Kerry. "De veras les gustaría simplemente librarse de todos
nosotros y quedarse los clientes, pero estoy intentando darles un plan donde al
menos algunos conservemos nuestros trabajos." Sus hombros se hundieron.
Srta. Stuart:
labios y se sentó atrás con un sentido suspiro. "¿Sabes qué? Lo aceptó. Algo así."
"Bueno." Kerry agitó su cabeza. "No puedo imaginar que haya más de una
en esa compañía, así que adivino que es… ¿alta, bronceada, morena? Hizo una
pausa. "¿Ojos realmente azules?"
Colleen le lanzó una sonrisa desenvuelta. "Esa sería ella… el rumor dice que
es una autentica perra de armas tomar." Atisbó el correo-e. "Hmm… aunque parece
como que le gustas." Miró a Kerry, impresionada. "Uou…cree que eres talentosa e
inteligente… supongo que tiene algunas células cerebrales después de todo."
Sí... eso era. No había imaginado recibir una respuesta positiva de la mujer,
o incluso una contestación en absoluto, así que tener esto era simplemente... tan
sorprendente. "Probablemente sólo está dándome palmaditas en la cabeza," dijo
Kerry finalmente con tono brusco. "Ya sabes... no inquietes a los nativos hasta que
les robes todos sus diamantes, ese tipo de cosa."
Kerry vaciló. "Um… ok, claro... me vendrá bien un descanso... oye, ¿por
qué no traes tu bicicleta y te encuentro en la calle?" Sonrió mientras Colleen
rápidamente asentía y observó a la pelirroja irse trotado, cerrando la puerta detrás
de ella. Entonces volcó su atención a la pantalla y tamborileó los dedos en el
teclado, intentando decidir qué contestar.
Hola…
Gracias por decir lo que dijo. Tiene razón - esta es una situación dura y
desearía no estar en ella. Pero lo estoy y tengo que sacar lo mejor, así que voy a
seguir intentándolo.
Sé que solo somos un pequeño diente de una rueda en su gigantesca
máquina y que realmente no le importa una forma u otra respecto a ninguno de
nosotros - y entiendo que soy uno más en una serie de problemas con los que tiene
tratar. Supongo debe hacerse monótono para usted después de un tiempo, pero
para mí, esta es una situación en la que jamás deseé o soñé estar. No me gusta
tener mi mundo y el de todos a mi alrededor hecho pedazos. Pero supongo que
usted está acostumbrada a eso.
Sé que sólo está haciendo tu trabajo y me alegra que sea el suyo y no el
mío. Empezamos bastante mal y creo que parcialmente también es culpa mía,
porque volqué mi frustración por lo que estaba pasando en usted y quizá no
debiera haber sido tan rápida en hacer eso. Después me di cuenta que
simplemente podía haberme despedido allí mismo, así que probablemente no fue
lo más inteligente que jamás haya hecho…
"Mira, Peter... sólo cállate," dijo la mujer alta finalmente, dándose la vuelta.
"Déjame entrar ahí y hacer mi trabajo, y discutiremos después sobre eso, ¿ok?" Le
lanzó una mirada al hombre. "No pedí ser enviada aquí, no pedí tener que irrumpir
en tu fiestecita y ciertamente no pedí tenerte echándome esta palabrería durante
cuarenta y cinco minutos."
Los orificios nasales del hombre alto se dilataron y sus labios se retorcieron
en un gruñido, pero no hizo ningún movimiento para tomar el teléfono.
El receptor volvió a su lugar con un clic. "Ahora. Sal de mi camino y solo
mantén la boca cerrada." Dar pasó rozándole cuando la puerta se abrió y dos altos
militares entraron en el cuarto. "Hola, General." Su voz bajó un grado y asumió un
tono seductor mientras caminó hacia el más viejo de los dos.
Los ojos del hombre se enfocaron en ella y sus ojos se iluminaron. "Srta.
Roberts… es siempre, siempre un placer." Tomó su mano y besó el dorso con una
cortés inclinación, entonces extendió el brazo hacia la puerta. "Entre… hablemos."
Sus ojos vagaron a Weyrhousen. "Gracias... le veremos después."
Dar, su rostro oculto por su posición, se mordió el labio para contener la risa,
entonces se aclaró la garganta mientras la puerta se cerraba detrás de ellos. "Eso no
fue educado, Gerald."
Algún niño idiota entró e hizo un estudio, le dijo a algún condenado político que el
camuflaje que hemos estado usando desde mil novecientos algo no funciona.
Tenemos que pintar todo en tonos de rosa y crema."
Los ojos azules vagaron. "Eso no lo sé, Gerry." Dar negó un poco con la
cabeza. "No creo que lo viese como muy honorable… sabes lo que somos." Hizo
una pausa. "Siempre estaba cuidando del débil... nosotros hacemos política
corporativa de comérnoslo vivo." Le lanzó una mirada irónica. "Pero aquí estoy…
así que, ¿cómo va el marcador?"
"Haré lo mejor que pueda," contestó Dar, con una sacudida de su cabeza.
Peter iba a volverse completamente loco cuando viese esto. Escondió una sonrisa
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 62 de 62
"Perra," murmuró Gerry por lo bajo. "Como si fuese culpa tuya que
decidiese entrar en activo una última vez."
Dar permitió que una minúscula sonrisa diese forma a sus labios. "Reservo
mis batallas para la sala de juntas, Gerry…" Alzó la carpeta. "Puede ser igual de
peligroso, pero faltan las balas."
Easton bajó su vaso y se cruzó de brazos. "¿Por qué no pasas la noche, Dar?
Mary adoraría verte y Jack está en la ciudad." Sus ojos centellearon de nuevo.
"Sabes que está locamente enamorado de ti."
Dar le lanzó una triste sonrisa. El fornido y rubio hijo de Gerald ciertamente
la halagaba con gentiles, casi vacilantes atenciones cuando estaban juntos, y
realmente no le molestaba hacer cosas con él. Se lo pasaron genial el año pasado
recorriendo los campos de batalla de la Guerra Civil del área, y el pensamiento de
simplemente relajarse en la pacífica presencia de Jack era tentador. "Gerry... tengo
que admitírtelo... si fuera a casarme con alguien, sería Jack... es el chico más dulce
que conozco."
"Hm." Le echó una astuta ojeada, trabajando la mente táctica. "Eh... ¿por
qué no te acercas para Navidad?" Le ladeó su cabeza canosa. "Ten unas vacaciones
de verdad… el árbol, quizá algo de nieve, los fuegos, ¿eh?"
La mujer alta fue cogida con la guardia baja. "Quizá lo haga," murmuró
suavemente. "Gracias por la invitación, Gerry."
Sus cejas grises oscilaron y una sonrisa de apacible triunfo militar cruzó su
cara. "Cuando quieras, mocosa… ahora vamos y sal de aquí, antes de que tu
noruego de culo prieto pierda una herradura."
"Holandés, noruego, soy soldado, ¿que rayos sé sobre todos esos países
neutrales?" contratacó con una sonrisa. "Puedo diferenciar a un alemán de un
francés y a un italiano de un japo."
Dar, que podía distinguir entre las varias docenas de grupos étnicos latinos
de Miami sin dificultad, sólo le sonrió. "Un placer verte, Gerry... da mis recuerdos
a Mary y a Jack, ¿de acuerdo?"
***
Se retrepó y repasó las hojas contables por duodécima vez. Era como hacer
un puzzle que tenía demasiadas piezas. Tenías que elegir cuál usar y la elección
estaba poniéndose fea esta noche.
Por supuesto... Dar le echó un vistazo a la carpeta que contenía los archivos
de Associated. Sería más fácil sólo declarar la cuenta entera como nuevo negocio
en las áreas aplicables y desestructurar el coste lateral, disolviendo la compañía.
Más fácil y haría que los números cuadrasen, encima de todo, permitiéndole irse a
casa tras casi treinta seis horas de trabajar en el proyecto.
De hecho, dos veces había hecho exactamente eso, sus dedos cerniéndose
sobre las teclas de envío, y entonces se había echado atrás, por razones que
realmente no llegaba a comprender.
Una meta que ahora probablemente era irrelevante, a menos que sucediese
un milagro.
Sabía que sólo debiera llamar a condenada mujer y decirle que lo dejase... se
fuese a casa y simplemente se reconciliase con la desagradable realidad de la
situación, pero cada vez que pulsaba el botón de marcado, sus ojos caían sobre el
último de los planes de Kerry y se detenía, y de nuevo volvía a investigar sus hojas
de contabilidad.
"De acuerdo, Dar," contestó la voz con leve acento. "Realmente nunca
hicieron la transferencia, así que es sólo cuestión de una notificación W4."
"Lo sé… los bastardos ni siquiera han tenido dos semanas." Dar exhaló.
"Permíteme finalizar esto… tendrás una actualización en un ratito."
"Srta. Stuart," Dar hizo una pausa, para ordenar sus pensamientos.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 67 de 67
Dar reemplazó su receptor silenciosamente y dejó caer las manos sobre sus
muslos. Ciertamente no era la primera vez que había sido llamada eso y
probablemente no sería la última, pero tras treinta y seis horas sin dormir, sus
defensas emocionales estaban hechas pedazos y dolió. Había traspasado su
cuidadosamente cultivada y endurecida actitud, y Dar dejó descansar la cabeza
contra la silla de alto respaldo con sus ojos cerrados firmemente mientras el
silencio del edificio mayormente vacío se asentaba sobre ella.
Kerry de golpe echó atrás su silla y se puso en pie, paseando hasta la pared y
mirándola fijamente. Permitió que creciera su furia, hasta el punto de ruptura,
entonces la soltó, estampando el puño contra la superficie del muro seco con un
crujido. El doloroso impacto le recorrió el brazo y retiró la mano, para ver una
mella del tamaño de una pelota de béisbol en la pared, que hizo poco para
disminuir su furia.
una cauta alabanza de Dar y se había permitido esperar que realmente pudiera
sacarlo adelante. Todos se habían marchado de buen humor y había oído a varios
grupos planeando ir juntos al Grove o a Bayside, que era uno de sus sitios
favoritos.
Se sentó en el borde de su escritorio y se sintió como para llorar. Entonces
decidió que simplemente estaba demasiado cansada y demasiado enfadada para
hacerlo. "También podría salir de aquí." Recogió sus cosas y dejó su escritorio tal
cual estaba, cubierto con borradores de propuestas y pilas de informes, ni tan
siquiera miró atrás cuando apagó la luz y cerró la puerta.
Durante un rato, simplemente condujo por ahí sin rumbo, tomando la I-95
atravesando el centro de la ciudad viendo encenderse las luces mientras el
crepúsculo caía sobre la ciudad. El sol poniéndose por el oeste arrojaba un halo de
luz anaranjada tropical sobre los altos edificios, reflejándose en la acristalada
superficie. El cielo estaba cubierto de capas de nubes y cada capa asumía un tono
pastel diferente, desde naranja bruñido, a rosa, a lavanda mientras atravesaban el
horizonte.
La arena era suave y crujía suavemente bajo sus zapatos mientras caminaba
hacia el agua, pasando una selva de uvas del mar, que susurraban en el aire de la
tarde. El océano emitía un suave siseo mientras lamía la orilla, la brisa costera
pasaba trayendo un fuerte olor a sal a su nariz mientras encontraba un banco a la
intemperie y se dejaba caer en él.
Era tan diferente aquí. Suspiró e inspiró profundamente el denso aire. Podía
ver el suave blanco de las grandes olas sobre la barrera de arena justo costa afuera
y las luces parpadeantes de las naves que entraban en el puerto. Un camino verde y
rojo alineaba el canal de navegación a su norte y ahora mismo una nave del crucero
estaba haciendo su majestuosa entrada, cruzando sobre las olas como un castillo
bien iluminado. Había aquí tantas clases diferentes de gente y actitudes… ¿No te
gusta la cultura? Espera cinco minutos, era un dicho local. Era una mezcla de
caribeño y sudamericano, nativo e inmigrante, exótico y del viejo Sur. Podía, en un
paseo de una hora, visitar un rodeo del oeste, una reserva india, La Pequeña
Habana, el Pequeño Haití, la Vieja Florida o la brillante vista de Miami Beach.
Tan diferente. Tanto más abierto y acogedor que el cerrado mundo en el que
había crecido.
Sus dedos jugaron ociosamente con la áspera madera, frotando los grandes
granos de arena entre ellos mientras el aire salino dejaba una perceptiblemente
sequedad en su piel. Miró fijamente entre sus pies, agachándose y recogiendo una
concha marrón y blanca, perfectamente formada, que se asentó en la palma de su
mano, su superficie suavemente rugosa rozando las yemas de sus dedos.
solitario. Esperaba que la perdonaran, por despertar sus esperanzas y no ser capaz
de dar lo que había prometido que haría. Además ese plan final habría
funcionado… sí, habría recortes. Cincuenta y una personas, de hecho. Pero ciento
setenta y dos se habrían quedado y sido productivas… había hecho sacrificios en
todos lados, incluyendo entrenamiento y mobiliario de oficina, beneficios y
aumentos probables, la nueva conexión telefónica que habían estado planeando y
la subvención de la máquina de aperitivos. Habría sido tenso y no tan cómodo
como había sido, pero…
Pero.
Kerry tiró la concha al viento, observándola caer en la gruesa arena de color
crema. Todo para nada. Caminó por el borde del agua, permitiendo a la marea
creciente oscurecer las puntas de sus zapatos, y miró fijamente al despreocupado
Atlántico, hasta que una gota de lluvia grande y gorda le golpeó el brazo. Con un
suspiro, se volvió y deshizo su camino hasta el automóvil, el olor de la lluvia que
caía sobre pavimento caldeado por el sol se acentuaba a su alrededor mientras lo
alcanzaba.
Sus ojos fueron de nuevo al pedazo de papel y lo recogió. "Bueno, esa idiota
me debe una llamada telefónica al club del automóvil, por lo menos," murmuró,
entonces marcó el número. "Llamaré a su secuaz y le haré mandarme un par de
galones de gasolina."
"¿Hola?"
"¿Srta. Stuart?" la voz de Dar era ahora más familiar y tenía un frío tono
cuestionador. "¿Hay algo que desee?"
Kerry vaciló. "Bueno, no lo… no lo sé, ese es el problema... como que estoy
atascada y necesito al club del automóvil." Resolvió y continuó. "Mire... me quedé
sin gasolina y simplemente necesito que me traigan unos galones para poder volver
a la oficina."
Kerry se lo dijo.
Otro largo silencio. "Hasta que procese mi lista de trabajo el lunes, aún es
empleada mía. Usó el teléfono móvil de mi compañía. Algo le pasa ahora y tiene
base para un pleito bastante grande."
Kerry estaba sin palabras. "¿Po... por qué asume que haría eso?"
Kerry estaba demasiado cansada para estar enfadada. "De acuerdo. Bueno,
gracias por hacer la llamada por mí," contestó suavemente. Un movimiento captó
su mirada y le echó un vistazo a través del parabrisas, que estaba empañándose un
poco de su respiración. "Um." El grupo de formas oscuras había cambiado de
portal y ahora estaba justo en el opuesto de ella. "Quizá mejor que llame en su
lugar a la policía."
camisa se rasgó y sintió la lluvia contra la piel desnuda de su pecho, entonces los
crueles dedos agarraron su sostén y le dieron un tirón.
Kerry sintió un shock atravesarla y alzó la cabeza, abriendo sus ojos para ver
unos azul claro que la miraban fijamente, perfilados en la luz de potente linterna.
"Oh... es usted."
"Se han ido," contestó tranquilamente Dar. "Supongo que pensaron que yo
era la caballería o algo igual de estúpido."
Dar flexionó una mano fuera de la vista de Kerry, haciendo una mueca ante
el dolor. "Sin problema." Le echó un vistazo al clima, después a la caída forma
enfrente de ella. Parte de ella sabía que simplemente debería alejarse y dejar que
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"No lo haga." Kerry puso una mano en su brazo. "Por favor, no llame a la
policía." Pasó dedos temblorosos por su húmedo cabello. "Tengo un amigo que
puede arreglar esto... no quiero informes y todo eso." No donde su padre pudiera
enterarse de ellos y sabía que tenía muchos amigos en el departamento de policía
que mantenían abiertos los ojos por cosas así.
Kerry miró fijamente a sus brazos con cansancio. "Me cuidaré de ellos."
Cohibidamente arregló los jirones de su camisa sobre ella y levantó la vista a Dar.
"Supongo que sólo necesito ese par de galones de gasolina."
Una larga pausa. "No, no soy yo esta vez. 2ª Nordeste y Flagler... un
Mustang descapotable verde selva." Otra pausa. "Espera." Miró a Kerry. "¿Dónde
lo quiere?"
Kerry debatió, entonces se rindió y dio su dirección, que Dar repitió
cuidadosamente al teléfono. "La lona de la ventana del pasajero, está desgarrada,"
agregó, entonces colgó. "Ok, vamos."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 75 de 75
"Tome." Dar se estiró detrás de ella y sacó una sudadera azul oscuro, que le
dio a la mujer más joven. "Póngase eso… el aire es un poco frío aquí."
La rubia miró fijamente el jersey. "No... está bien." Se echó un poco atrás.
"Mire... pretenda no odiarme durante otros cuarenta y cinco minutos, y esto
habrá acabado, ¿de acuerdo?" restalló Dar, su temperamento al límite por la tensión
de la situación.
Los claros ojos verdes la miraron fijamente. "No lo hago." Kerry tomó el
jersey cautelosamente. "No puedo..." continuó, cuando Dar permaneció callada.
"Sé que debería pero, por alguna razón, no puedo." Aturdidamente, pasó la
sudadera por la cabeza y se la puso. Tenía la palabra Navy bordada en dorado y
estaba ligeramente aromatizada con el perfume de Dar.
Ahora, la alta y morena mujer entró detrás de ella, y Kerry notó por primera
vez que ciertamente no llevaba uno de sus trajes de poder. Vaqueros tintados al
agua y buenas zapatillas de lona, con una sudadera con capucha, menos las
mangas, pintaban una imagen muy diferente de la que su mente había insistido en
dibujarle.
En primer lugar, parecía mucho más joven y Kerry de repente se dio cuenta
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 76 de 76
que la ejecutiva no era mucho mayor que ella. Su piel bronceada parecía absorber
la luz y los despiadados fluorescentes revelaron músculos muy bien entonados en
sus brazos y hombros, que se ondulaban suavemente mientras se movía por la
oficina.
Dar se sentó en la silla al lado de ella y dejó que sus antebrazos descansaran
sobre sus muslos. "Es complicado," contestó tranquilamente. "Un montón de
cosas… simplemente no encajaban y necesitaba los números." Se movió. "Fue lo
último que descarté." Se estiró y tocó el informe. "Llegó un nuevo grupo de
informes y simplemente no pude hacerlo."
La mujer morena levantó la vista. "Hay otros trabajos ahí fuera… incluso
podríamos tener algo que le pudiera…"
Kerry negó con la cabeza. "No." Notó la confundida expresión de dar. "Es
complicado." Jugó con un lápiz en su escritorio, girándolo una y otra vez. "Sabe...
es realmente una pena, Srta. Roberts... porque en otro lugar... otro momento... creo
que usted y yo podríamos haber sido amigas." Levantó la mirada con pesar y fue
capturada por unos ojos azules que inesperadamente se la tragaron entera.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 77 de 77
"Claro." Dar no estaba segura ni siquiera de que esa voz fuera la suya. ¿Qué
infiernos creía que estaba haciendo? Entonces lo pensó. Bueno, ¿qué daño podía
hacer? La chica era aguda y quizá un nuevo par de ojos... "Tengo allí un botiquín
de primeros auxilios para esos cortes."
Sus cortes dolían, pero no eran tan malos y su rodilla sólo parecía estar
torcida. No estaba dándole mucho problema mientras estaba sentada, aunque
sospechaba que estaría cojeando durante unos días. Ok. Bueno... sobrevivió al
robo. Sus ojos se deslizaron lateralmente, estudiando el afilado perfil de su
salvadora de antes. Gracias a la oportuna interrupción de Dar Roberts.
La mujer alta cambió su agarre del volante, echando una mirada a la derecha
mientras cambiaba de carril y Kerry notó una fea contusión que cubría sus
nudillos. Uno incluso estaba rozado y una mancha de sangre seca era visible a la
reducida luz del salpicadero. "¿Qué le pasó a su mano?"
Dar echó un vistazo abajo, entonces devolvió sus ojos a la carretera. "Me di
con algo," contestó ausentemente.
Kerry miró abajo a su propia mano, contusionada por el impacto previo con
la pared, y alzó una ceja ante las similares marcas. Hmm. Supuso que aún debía
estar bajo shock... y quizá lo estaba, pero podía sentir reemerger su optimismo
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 78 de 78
natural y estaba un poco sorprendida ante lo cómoda que se sentía estando aquí con
la enigmática Dar.
Los ojos azules saltaron a su rostro. "Ha sido una larga semana, sí." Dar guió
el Lexus por el aparcamiento de los cuarteles generales corporativos y estacionó
bajo el portal de la entrada, ignorando las señales de no aparcar. Salió y saludo al
guardia de seguridad mientras este salía. "Sólo soy yo, Jack."
Dar la miró, entonces lentamente, el más leve atisbo de sonrisa tensó sus
labios. "Lo siento." Negó la acusación. "Te hacen dejarlo como depósito cuando
consigues tu tarjeta." La sostuvo en alto, entonces indicó a Kerry que la precediera
fuera del ascensor cuando este alcanzó su destino.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 79 de 79
"¿Nata y azúcar?"
Kerry suspiró. "Si estuviese siendo buena, debiera decir no y no, pero..."
Olía a pulimento de madera y a lana de la alfombra, con una leve toque del
perfume que había notado que Dar llevaba.
cuando les meto en escena." Así lo hizo y los números cambiaron. "No puedo tener
eso." Un dedo apuntó al último campo.
Kerry tomó un sorbo del café, entonces le echó un vistazo. "¿Qué es esto?"
Se lamió los labios. "Mm."
"*Café con leche*," contestó Dar ausentemente. "Café cubano con leche y
azúcar."
"Infiernos." Kerry se rió. "Si me lo hubiera servido así, lo habría bebido más
a menudo."
Dar asintió.
Kerry absorbió eso. "Así que supongo que mis pequeñas 230 personas son
como una cosa menor," comentó suavemente, mientras buscaba a Dar. "Nada
personal, ¿verdad?"
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 81 de 81
Dar le echó un vistazo a su reloj. "Once treinta. Tengo que actualizar esto
antes de medianoche." Miró fijamente la pantalla. "Maldición… sólo desearía
poder…" Trazó una columna con un dedo. "Alguna forma de poner un plus ahí."
"Mm." Kerry examinó los campos. "Como puede con ese grupo del
Miami… porque asumen material de fuera, así puede compensar sus gastos."
Dar se heló, sólo sus ojos azul pálido saltaban por la ancha pantalla.
"*Mierda*," susurró. "¿Puede su gente hacer asistencia de Internet? ¿TCP/IP?"
Kerry la miró fijamente. "Uh… um… ¿qué? sí, por supuesto... el grupo de
asistencia entero lleva una intranet… tenemos tres webmasters residentes... pero
qué…" Gritó y salió apresuradamente de en medio mientras Dar se tiraba sobre el
asiento, sus dedos volando sobre el teclado en un tableteo de teclas.
"¿Cómo hizo eso?" preguntó Kerry, extasiada con la sonrisa que ahora
transformaba la cara de la ejecutiva.
Dar asintió. "Tengo su lista de gente para transferir… creo que está aquí… "
Kerry exhaló. "Uno como yo… valía dos de ellos… no podía tomar dos
puestos." Le alzó la mirada a Dar.
"Uno como usted vale mucho más que dos de ellos," Dar oyó las palabras
salir y no pudo hacerlas volver. Su agotamiento lo evitó y casi golpeó el teléfono
fuera del escritorio cuando sonó. "¿Sí?" Pulsó el botón con irritación.
"Bueno... claro, Dar... pondré el seis y seises… pero, ¿para qué necesitas un
empleado?" replicó Les finalmente, serenándose. "¿El orgid de quién?"
"El mío," contestó Dar tranquilamente. "He estado cuarenta y ocho horas sin
dormir con este, Les... no puedo seguir haciendo esto. Está matándome. Necesito
un ayudante."
"Hecho." Les se rió entre dientes. "En tu lista de trabajo, nena… ahora voy a
por una copa de champagne… tú también deberías."
Dar cerró sus ojos fatigadamente. "Claro, Les." Suspiró. "Buenas noches."
El silencio descendió sobre la oficina. Dar mantuvo sus ojos cerrados.
Un tercer asentimiento. "Muy cierto." Dar abrió sus ojos y miró fijamente
con pesar a la mujer más joven. "¿Lista para ir a casa, Srta. Stuart?" preguntó
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 84 de 84
"¿Srta. Roberts?"
"¿Mm?"
"¿Qué es un seis y seis?" preguntó Kerry con curiosidad.
"Oh." Dar estiró una tensión de su cuello. "Las compensaciones por despido
para su gente." Suspiró. "Seis meses de sueldo y seis meses de prolongación de sus
seguros médicos." Sus ojos inspeccionaron el sorprendido rostro de Kerry.
"Debiera hacerle el lunes un poco más fácil." Rodeó el escritorio y fue a la puerta.
"Vamos… salgamos de aquí."
Kerry estaba aturdida mientras seguía a la mujer más alta fuera. ¿Seis meses
de sueldo? Si decidiera no quedarse, le daría medio año para encontrar algo… y
seis de seguro médico... la cubriría hasta que lo encontrara. Sus padres jamás
tendrían que enterarse, hasta que estuviera establecida en un nuevo lugar.
Sus ojos estudiaron el tejido que cubría la espalda de la mujer que camina
delante de ella. Se preguntó cómo había ido de como había sentido respecto a Dar
Roberts antes del ocaso, a como sentía ahora. Era como si la noche hubiera durado
media vida, permitiéndole experimentar tanto en tan breve lapso. Había ido de la
desesperación, a la furia, al terror… de un odio frustrado a una resentida
admiración, todo en una tarde.
Ni tan siquiera se detuvo a preguntarse por qué. "Bueno," trotó tras la alta
ejecutiva, alcanzándola cuando llegaron la puerta. "¿Qué exactamente son esos
otros contratos?"
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 85 de 85
La mujer rubia caminó al lado de ella y echó un vistazo arriba. "¿Podría por
favor llamarme Kerry?" preguntó con una sonrisa irónica. "Parece la bibliotecaria
de mi facultad cuando me llama esa otra cosa."
Kerry sonrió. "Trato." Negó un poco con la cabeza. "Sabes, me resultas tan
familiar... desearía poder recordar de donde te conozco."
"Sí," estuvo de acuerdo Dar. "También siento lo mismo... supongo que nos
acordaremos, algún día."
Dar le lanzó una mirada rápida, mientras se asentaba y arrancaba para salir a
la lluvia. "No lo sé... nunca antes he tenido uno." Hizo una pausa. "Probablemente
será un duro, desagradable, ingrato y salvaje viaje."
Tercera parte
Había olvidado cuan duro era el cráneo humano y cuánto duele si golpeas
una cabeza sin ninguna protección. No es, reflexionó, que hubiera preferido otra
cosa, incluso si lo hubiese recordado - el sólido crujido había sido muy…
satisfactorio... al menos antes de que llegase el dolor, y no lamentaba el daño que
le había causado a ese asaltante de Kerry, o el resto de ellos, por lo que importaba.
Aunque para eso había usado patadas... infinitamente más cómodas para el cuerpo.
Pero ahora apenas podía cerrar el puño y sabía que iban a pasar un par de
días antes de que eso cambiase. "Eh... mira, papá..." le susurró al techo, levantando
la mano. "Soy un héroe. Imagínate."
Fue condenadamente afortunado para Kerry que hubiese estado tan cerca…
había ido al norte por Haulover Park y pasado media hora vagando sin rumbo
arriba y abajo del paseo de la playa, mirando pasar a los jóvenes en sus amores
adolescentes. En realidad estaba saliendo de la calle 2ª cuando había llamado
Kerry, tenía intención de detenerse en Bayside a por un helado antes de dirigirse de
regreso a la oficina para resolver todo.
Los ojos verdes habían seguido el suyos y Kerry había suspirado. "Sí… uno
de los chicos de aquí trabaja en un taller mecánico… es bastante buen amigo mío."
Entonces había levantado la mirada e inspirado. "Gracias por venir en mi rescate..
y me alegra que todo saliese bien."
"¿Qué quieres a las seis a.m., Dukky?" murmuró Dar. "Envié las
actualizaciones anoche."
Dar dejó sus ojos abrirse soñolientamente. "Duks... sólo lleva anunciado seis
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 88 de 88
Ahora fue el turno de Dar de estar callada. "No lo sé," dijo finalmente.
"Quizá."
Ni tan siquiera había considerado realmente… no, eso era mentira. Había
estado pensando precisamente en Kerry cuando lo había pedido… y había parecido
esa una solución tan ingeniosa en su momento. La mujer tenía talento y potencial,
era aguda… habría sido una buena adición al equipo.
¿Y qué pasaba con Kerry? Estaba dolida por toda la situación con su
compañía... ¿quería Dar exponerla al entorno muchas veces más vicioso de los
niveles superiores de la corporación? ¿Era eso justo para la chica?
Ahora mira. ¿Es también eso lo que quieres para ella? Déjala donde está... o
permítele irse y encontrar otra cosa... un lugar pequeño donde no tenga que estar
expuesta a gente como… tú. Un peso se asentó inesperadamente sobre el pecho de
Dar.
Era una silenciosa depresión que había estado experimentando cada vez más
a menudo últimamente, haciéndole cuestionarse cual era el sentido de hacer lo que
estaba haciendo, de ir a los lugares a los que va. Un sentimiento de desesperación
que le hacía desear simplemente acurrucarse aquí en la oscuridad y jamás salir.
Sé lo que estás pensando - ¿qué está haciendo esta loca enviando correo a
la 1 a.m. después de un día como hoy? Bueno, no empecé haciendo eso - me duché
y me cambié y mullí mis almohadas y contesté dos mensajes frenéticos en mi
contestador, porque la gente vio mi automóvil remolcado aquí, y después estaba
simplemente tumbada allí creyendo que esto de dormir no iba a ser problema.
Pero como que me puse a pensar que había algo que no había hecho y
siguió molestándome y molestándome hasta que justo me rendí y me figuré qué
era.
Era decidir qué deseaba hacer con mi vida en este momento y sé que,
probablemente, estás sentada ahí leyendo esto pensando que he perdido la
chaveta, pero... no la he perdido.
Si ibas en serio sobre ofertar ese puesto del que hablaste, voy a solicitarlo.
Sé que probablemente hay otras diez mil personas más cualificadas, pero tengo
esta loca idea de que quizá puedo encontrar mejores formas de que la gente haga
las cosas, para que no sea tan brutal y no se hiera por dentro a la gente sólo por
hacer negocio.
Eso suena bastante ingenuo. Parezco una palurda del medioeste recién
diplomada, ¿no? Uy.
Bueno, en cualquier caso, lo que hice fue entrar y encontré ese anuncio tuyo
y mandé una solicitud formal de consideración. También adjunté mi curriculum
vitae, como decía - aunque deducir dónde pulsar en esa aplicación CAS da
verdadero dolor de cuello, ¿sabes? Ahora me siento mejor y creo que podré
dormir.
Sé que no tengo muchas posibilidades - es tan raro pensar que antes de la
cena estaba maldiciendo tu nombre y a medianoche estoy esperando lograr
trabajar para ti.
Aunque si puedes meterme de vuelta en mi antiguo trabajo, eso sería
fantástico. El lunes va a ser una verdadera locura y hay una cosa que me olvidé
agradecerte - y son las compensaciones por despido. Transforma despedir a
alguien de una odiosa sentencia, a lo que puedo presentar como una buena
oportunidad para cambiar, para que esta gente pueda encontrar otra cosa, sin
tener la presión de las facturas colgando sobre sus cabezas. No sabes cuánto
significa eso... sobre todo ya que cuatro tienen hijos en edad escolar que quedan
cubiertos bajo el seguro.
Kerry.
Dar sintió aparecer una sonrisa y la dejó mientras leía el correo dos veces
más. Entonces muy deliberadamente entró en su sesión CAS y repasó su lista de
trabajo. Una ceja se alzó cuando vio los treinta o así de respuestas y examinó los
nombres.
Fue tan fácil. Dos clics y la tecla F3 para enviar. "Oh, mira." Dar lo hizo
antes de que pudiera pararse y pensarlo mejor. "Acabo de contratar una ayudante."
Tomó una profunda inspiración . "¿No es maravillosa la tecnología?"
Mariana
Una fisura. Dar adoraba las fisura. Trayendo a Kerry como externa burlaría
la mayoría del histerismo y podía simplemente ignorar el resto. De todas formas,
Mariana estaba acostumbrada a eso… a discreción del gerente era una contraseña
en la compañía. Un montón de las reglas quedaban deliberadamente vagas y tenías
que aceptar la responsabilidad por lo que decidías.
Con una sonrisa se frotó las manos, entonces tomó una largo trago de su
leche con chocolate antes de empezar a teclear.
Kerry
Recibí tu nota.
Adjunto a este email encontrarás las políticas corporativas y
procedimientos, incluyendo el código de vestuario. Podrías querer echarle un
vistazo a eso. Los jeans no se permiten durante las horas comerciales normales.
Estimo que debiera tardar aproximadamente una semana tener el papeleo
completado y eso te dará oportunidad para asentar tu asignación actual. Llámame
si tienes cualquier pregunta.
Dar.
Con un sentido inevitable, pulsó enviar. Todavía tenía dudas, todavía tenía
preguntas acerca de si estaba haciendo lo correcto para Kerry, pero… estaba hecho.
El tiempo diría si ésta fue una buena decisión, o una de las que vivía para lamentar.
***
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 93 de 93
Bueno... ¿qué pasó?" preguntó el hombre alto de piel oscura, sus ojos en la
ventana rota.
"Hum…. Una piedra," murmuró Kerry. "Debe haber… caido de la autovía o
algo así."
Kerry se rió suavemente. "Uh... no... no... ningún nuevo novio... yo..." Ojeó
alrededor. "Jerry, estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado...
algunos tipos simplemente decidieron romper el coche… me largué." Puso una
cara. "No quiero hacer un gran cosa de eso... no les vi, así que…"
"A-já." Jerry le agitó los dedos. "Te capto... nada de problemas." Estudió el
automóvil. "Sesenta dólares."
"No." Agitó su cabeza positivamente. "Casi los tuve, la pasada noche… pero
alguien apareció y les espantó y estuve bien, de veras... incluso me trajo de regreso
aquí."
º
"Ahhhhhh… ok." El mecánico se rió entre dientes. "Terminaré
esto probablemente esta noche, quizá mañana, ¿ok?"
Asintió. "Genial."
Colleen vino detrás de ella y puso una mano en su hombro. "Eh, chica."
Kerry se volvió y sonrió. "Eh… escucha, gracias por llamar anoche...
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 94 de 94
"Uoa... uoa... uoa… espera un Jesús, María y José momento." Alzó su mano.
"Déjame aclarar esto… averiguaste que todos ibais a ser despedidos, así que
condujiste hasta los cayos, entonces te quedaste sin gasolina en el regreso, te
quedaste tirada cerca de las vías en el centro de la ciudad, fuiste asaltada, entonces
fuiste rescatada, a modo de cruzado volador con capa al rescate, por Dar Roberts.
¿Lo tengo claro hasta ahora?"
"No… no, era de ella..." admitió Kerry. "Así que colgué... pero me volvió a
llamar… y me preguntó ónde estaba... me sentí como una idiota diciéndole que me
quedé sin gasolina... pero.." suspiró. "Como sea, estos tipos vinieron a por mí y le
dije que llamara a la policía, entonces golpearon el automóvil y de veras daba
miedo... entonces lo siguiente que supe es que se habían ido y ella estaba allí." La
mujer rubia se rió un poco. "Chico... para alguien a quien estaba odiando media
hora antes, ciertamente me alegré de verla. "
Una sonrisa. "No." Kerry negó con la cabeza. "Realmente no lo es... quiero
decir que ella es todo negocios, ¿verdad? Y creo que ella despide a alguien como la
mayoría de los demás se suenan la nariz o algo así... pero hacia el final de la noche,
ella estaba simplemente bien... y tuve la sensación de que realmente podíamos...
como llevarnos bien, si realmente lo quisiéramos."
Colleen silbó. "Mi jefe no se lo creería.. deberias oír cómo habla de ella...
pensarías que era la hija del mismo diablo."
"Uh." Kerry cerró el mensaje, entonces abrió una sesión de terminal y hojeó
a través de sus notas mientras pedía un logon al mainframe. "Ok... apretar esto,
entonces ir allí… login, contraseña… oh, infierno… ok, probar otra vez... ah."
Accedió a sus propios archivos de empleada, entonces miró fijamente la pantalla
principal con incredulidad. "Oh… santo cielo."
Roberts, D.
"¿Hizo qué?" la pelirroja le atizó. "Vamos, Ker… suéltalo... ¿qué está
pasando aquí?"
"Bueno... sí, pero tenía este… quiero decir, me contrató para trabajar para
ella," respondió Kerry, aturdida. "Estaba buscando un ayudante."
"Ooo... oo... ooo…" Colleen agitó las manos. "Yo también iré de tiendas,
adoraría verte para variar en algún elegante traje de ejecutiva… esto va a ser
genial." Se puso de pie. "Volveré… quédate justo aquí, Srta. ejecutiva corporativa
Alta y Poderosa."
Kerry giró los ojos. "Ok… he de averiguar que es el resto de este correo, de
todas formas… son las 2 pasadas, ¿quieres que nos encontremos enfrente a las
cinco?"
La mujer rubia le agitó la mano. "De acuerdo... de acuerdo... sólo dile que no
hable sobre su trabajo todo el rato, ¿ok?"
"Eso es encantador, querida… pensé que quizás ibas a decir que dejabas esa
extraña ciudad y te venias a casa... ¿qué tipo de ascenso fue?"
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 98 de 98
"¿Oh? Oh, sí... lo mencionaste," recordó Cindy Stuart. "Tu padre estaba
diciendo que tiene tratos con esa compañía."
"Mm.. sí, son bastante grandes… había una vacante allí, en el equipo de
operaciones. La solicité y me aceptaron," le contó Kerry cuidadosamente. "Estoy…
bueno, tengo que ir de compras a por ropa nueva mañana…"
"¿Oh?" Ahora su madre pareció más interesada. "¿De veras? Eso parece
más… bueno, tienes que asegurarte de causar buena impresión… tienes un Macy's
allí abajo, ¿no es cierto?"
"Bueno, sí, pero.."
"Dar Roberts," Kerry saboreó el nombre, haciéndolo rodar por su boca con
una especie de placer.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 99 de 99
Kerry sitió una tensa sonrisa afilar sus labios. "Gracias." Oyó la voz de su
madre al fondo.
"Le he dicho que tome mi tarjeta de Macy's, Harold, y se vista para
impresionar a esa gente."
"Buena idea, cariño," regresó la voz de su padre. "Escucha a tu madre,
¿oyes? Ve a la tienda y compras cosas que les tumbe de espaldas, ¿de acuerdo?"
"Quiero que envíes fotos, ¿de acuerdo?" vino la ruda demanda. "Quiero
asegurarme que estás dando la impresión correcta... esto podría ser muy valioso
para mí." Una pausa. "Iba a traerte a casa… estábamos pensando en tener la boda
por primavera, pero esto… esto podría merecer la espera."
Dar,
***
D.R
Bueno, ha sido toda una semana - mis amigos me llevan esta noche a
Improve y después a Monte, porque me dicen que no tendré oportunidad de
respirar una vez empiece a trabajar para ti.
Espero que eso sea verdad. Estoy realmente emocionada - espero no
defraudar a nadie.
Kerry
It was weird. Odiaba comprar. No tenía ni idea de por qué había contestado
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al correo de Kerry de ayer con una oferta de encontrarla aquí y ayudarla a escojer
ropa nueva... ¿en qué infiernos estaba pensando? Especialmente aquí en
*Aventura*, hogar de los excentricos de la buena sociedad, los condo comandos y
la bandada de snowbird del Infierno.
Macy's estaba en el mismo corazón del centro comercial, cerca del ajetreado
comedor, pero Dar no tuvo ningún problema para encontrar su objetivo. Kerry
estaba apoyada contra la baranda, asomándose al pase de moda que estaba
desarrollándose debajo y Dar se tomó el momento mientras se aproximaba para
estudiar a la joven.
Había escogido pantalones cortos caqui y una recia camisa blanca y tenía su
rubio cabello hacia atrás en una trenza suelta, parte de la cual colgaba sobre su
hombro mientras miraba. Se inclinaba sobre sus codos para ver mejor y la luz de
arriba caía en suave cascada alrededor de ella, resaltando las suaves líneas lisas de
su rostro. Cambiaron mientras se volvía, quizás sintiendo ojos sobre ella, y su
mirada se encontró con la de Dar.
No, se dio entonces cuenta. Esa sonrisa es por mí. Bueno, mejor que la
mirada cauta y suspicaz que recibió antes, supuso Dar. "Hola."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 102 de 102
Dar se rió entre dientes. "No... en realidad no he estado aquí desde que
construyeron el anexo… tendré que echar un vistazo." Hizo una pausa. "He...
um… he estado en la tienda de Disney, no obstante."
línea bastante recta, que ella prefería a los pliegues. Entonces se puso la blusa de
seda, sonriendo mientras el frío tejido se calentaba contra su piel, y la remetió
dentro de la falda, poniéndose la chaqueta por encima de ambas. Se ajustó la ropa,
entonces inspeccionó el resultado en el espejo.
Hmm. No parezco rellena. Se hizo una mueca en el espejo. Pero ese edificio
es pretencioso, así que... con un suspiro, asomó la cabeza por la puerta y atisbó a
Dar contra la pared, observando pasara a la gente. La ejecutiva parecía cualquier
cosa menos eso, en sus vaqueros desvaídos y camisa color salmón, que estaba
metida en el cinturón de cuero trenzado de su cintura. Su moreno cabello estaba
suelto y simple, libre sobre sus hombros, y tenía un mínimo de maquillaje, que le
iba a su piel bronceada. "Eh..." Kerry llamó suavemente.
Kerry caminó, tirando del tejido. "Bueno, creo que me siento como una
bibliotecaria, pero.."
De repente, sorprendentemente, Dar sonrió, incluso mostrando blancos
dientes y el más débil centelleo en sus claros ojos. "El Condado de Dade debiera
ser tan afortunado," comentó secamente, "La alfabetización subiría, eso seguro."
ropa."
Kerry miró el menú, entonces echó un vistazo sobre la mesa a la alta mujer
morena, que estaba fisgando el techo, observando un gran leopardo de peluche
colgado sobre sus cabezas. Un retumbar de trueno resonó alrededor de ellas y, por
un instante, creyó que era real, entonces se dió cuenta de que era parte de la
ambientación del restaurante.
Dar se estiró y tocó la cola del leopardo, y, como con una señal, el animal
soltó un rugido mecánico, causando que la ejecutiva retirase la mano de golpe en
un movimiento sobresaltado. Frunció el ceño, entonces miró a Kerry, que se estaba
mordiéndose el labio para evitar sonreír. "Crees que es divertido, ¿eh?"
Kerry se aclaró la garganta. "Um... no... no… como principio nunca me rio
de mi jefe." Mantuvo los ojos en el menú, que estaba tentando sus papilas
gustativas con platos interesantes, pero suspiró y fijó sus ojos en las ensaladas.
Dar no tenía tal escrúpulo. Levantó la vista mientras una presumida y joven
camarera venía, y dobló las manos sobre la mesa. "¿Te gusta el té helado?"
inquirió.
Su rostro era muy interesante, pensó Kerry. Estaba casi siempre moviéndose,
pequeños músculos se tensaban bajo la piel mientras estaba observando las cosas.
Sus manos también se movían mucho, jugando con el menú, con la cubertería y
con la diminuta carpa de bebidas que anunciaba los especiales. Kerry se preguntó
si Dar no estaba un poco nerviosa, o incómoda, porque ella ciertamente lo estaba,
pero era dificil de decir. Quizá la mujer sólo era de naturaleza inquieta, después de
todo.
Dar inclinó la cabaza y la consideró. "Lo que dije fue que puedes esperar
unas semanas en las que necesitarás establecer y acostumbrarte a las cosas."
"Bueno.… como que pensé que ese era el caso.. y además, necesito una
semana para poner a alguien en mi puesto... sé que estaba pensando en Ray, pero
todo esto pasó tan rápido, no tuve oportunidad de hablar con él sobre nada."
Dar asintió. "Bien… pasa un día o dos allí aclarando las cosas, mientras
arreglo el papeleo y un lugar para ti en que sentarte en la oficina. María va a
matarme por soltarle en su mesa un nuevo contrato lo primero la mañana del
lunes."
Dar exhaló. "Éste no es un trabajo fácil - tienes que aguantar mucha tensión
y mucha mierda... no soy una persona fácil de tener cerca, o de tratar… quiero que
sepas lo que te espera." Su voz era seria. "Eres una buena chica y no quiero que me
vengas dentro dos semanas diciendo que es demasiado para ti."
Kerry se enderezó y la miró a los ojos, sintiéndose ansiosa de alzarse ante el
claro desafío en las palabras de Dar. "¿Cómo de buena soy si te llamé hija de
puta?" inquirió, viendo ese súbito y travieso brillo aparecer enfrente de ella, e igual
de rápidamente desaparecer. "Y no soy una chica, gracias... tengo veintisiete años."
Kerry se encogió de hombros. "Me gustas. Creo que eres inteligente y creo
que puedo aprender mucho de ti," hizo una pausa. "Donde estaba, era lo más alto
que iba a llegar… dejé de aprender cosas.. era más bien como si mi trabajo fuera
mantener el status quo. Había nuevas cuentas, claro, pero no tenía que dirigirlo,
sólo proporcionar el apoyo y soluciones.. esto es algo muy diferente."
"Mi turno." Kerry tomó un sorbo del té helado que su camarera dejó y
pestañeó ante la bandeja de aperitivos. "Mm..." Cogió un pedazo de pollo al coco y
lo mordisqueó antes de continuar. "¿Por qué yo?"
"Creo que tienes potencial y no estás arrastrando mucho equipaje del que
tenga que librarme antes de que seas util," continuó Dar en un tono reflexivo.
"Además, probablemente eres buena con la gente, que es algo en lo que soy un
desastre." Mordió el rollito y lo mascó.
"No siempre eres una mala con ellos," contestó la mujer rubia, sonriendo un
poco ante la momentánea ruptura en la compostura de su nueva jefa. "Pero sé lo
que quieres decir…me llevo bien con la gente la mayor parte del tiempo... me
gusta resolver problemas, encontrando soluciones diferentes sin ir de cabeza en
cabeza... ese tipo de cosas."
Dar se rió entre dientes. "Yo prefiero romper las cabezas y acabar con ello."
Kerry gentilmente tocó la mano contusionada sobre la mesa. "Ya veo." Quitó
los dedos cuando vio respingar a la mujer más alta ante el contacto. "Lo siento...
¿está lastimada?"
Kerry sólo la miró, un atisbo de sonrisa asomando en sus labios. "Tuve que
pagar un extra por el modelo Mustang chillón, también… es una gran alarma de
automóvil." Pronunció con lentitud. "Me gusta especialmente la opción que le hace
gritar "Jesucristo" en español."
Kerry se rió. "Para ser honesta, ni tan siquiera que di cuenta de qué estaba
pasando hasta que lo pensé anoche. Estaba demasiado conmocionada antes de
eso." Tomó una ala de pollo y la mojó en un platito de salsa de queso azul. "Era
como vivir la película de la semana, ¿sabes? Aquí estoy yo, atrapada en el corazón
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Levantó la vista y encontró ojos azul pálido que la miraban fijamente desde
un rostro muy serio. "¿Qué?"
Kerry pestañeó. "Uou… los chicos de WAN van a flipar." Se rió un poco.
"Estaban diciéndome tan sólo el mes pasado que se aburrian." Se relajó un poco e
igual hizo Dar. "Eso significará algo de preparación extra."
"Lo está." contestó Dar después de tragar. "Está glaseado con miel y azúcar
moreno." Vaciló, entonces con naturalidad dejó caer un cuadrado en el plato de
Kerry. "Toma."
"Uou." Dar se rió entre dientes. " Te gusta lo picante, ¿eh?" Masticó lo
ofrecido.
"Cualquier cosa con cacahuetes," contestó la ejecutiva con una sonrisa. "Hay
un buen restaurante tailandés justo en US 1, cerca de Dadeland... hacen un pollo al
curry realmente bueno."
mejores cosas que hacer que vagabundear por Miami encontrando nuevos
restaurantes tailandeses para ella. "Gracias por decírmelo."
Dar pestañeó. "Ni siquiera me había dado cuenta de que la había perdido."
Extendió la mano y lo reclamó. "Gracias." Levantó la mirada cuando la camarera
regresó. "Hemos acabado, sí... me gustarían un gran capuchino... y um..." Sus ojos
fueron a la cara de Kerry, observando alzarse las cejas de la mujer rubia cuando
pasó el carrito de los postres. "Eh... ¿compartes un pastel de queso conmigo?"
cubierto con chocolate, que estaba flanqueado por dos plátanos, igualmente
bañados. Aspiró una respiración. "Oo." Entonces se dio cuenta de que Dar le había
hecho una pregunta. "Uh... sí... recibí una tonelada de correo de ellos... incluyendo
una lista de instrucción de tres página de alguien llamado Mariana, que dijo algo
muy divertido sobre que yo era la nueva ¿patito?" Esperó que Dar escogiera uno de
los dos tenedores que ofreció la camarera, entonces recogió el suyo y probó un
bocado. "Uou... podría llegar a gustarme demasiado."
Una risita suave le contestó. "Es por eso que todos nos quedamos dentro,"
contestó Dar. "Vamos... es por aquí... bajo ese anaquel."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 112 de 112
Dar echó una mirada abajo. "Simplemente actua como si poseyeras el lugar.
Te lo garantizo, ninguno de esos críos se acercará a ti," aconsejó a la mujer más
pequeña.
"¿Dónde has estado?" la voz de Colleen vino del umbral, mientras Kerry
terminaba de meter sus paquetes. "Ooo... veo bolsas de Macy's…" Se metió dentro
y ayudó a la mujer rubia a soltar los paquetes. "¿Cómo fue?"
Kerry se sentó en la silla del escritorio y cruzó los brazos sobre el pecho.
"Bueno… fue... conseguí montones de cosas, como puedes ver y... um… fue
interesante."
"Um." Kerry exhaló. "Es como dificil de explicar… quiero decir que
realmente es..." Describió una caja con las manos. "Es muy cerrada... como remota,
pero entonces de vez en cuando sólo como que se abre solo un poquito, lo bastante
para que puedas decir que hay un ser humano allí y no un microprocesador."
"Mmhm…" Colleen digirió esto. "¿Así que pasasteis todo este tiempo de
compras?"
Una tensión en los labios de Kerry. "No… no exactamente... cenamos en el
Rainforest." Evitó los muy abiertos ojos de Colleen. "Quería repasar la próxima
semana y qué esperar y cosas como esas."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 113 de 113
"¿Te divertiste?"
Kerry pensó en ello. "Fue… Col, fue realmente, realmente raro, porque la
mitad del tiempo era muy tenso, porque no nos conocíamos y es mi jefa, y
simplemente era raro, pero la otra la mitad del tiempo, fue…" Se esforzó por
explicarlo. "Fue casi como si nos conociéramos… eso..."
Una pausa. "Sí... algo así," admitió Kerry. "Nunca antes me ha sucedido
eso… pero creo que vamos a llevarnos bien."
Kerry alzó sus hombros. "Creo que puede serlo… puedo ver que tiene una
vena bastante oscura allí... ¿recuerdas lo que te dije sobre ese matón y cómo
prácticamente se disolvió cuándo ella le gritó? Y recuerdo cómo fue cuando nos
conocimos en mi oficina… no había mucho que gustar... era bastante antipática."
Parecía extraño, se dio cuenta Kerry. "No lo sé... sí… quiero decir, podría
haberme echado a patadas varias veces, ¿verdad? Fui bastante desagradable... le
dije que se fuera al infierno y todo eso, y podría simplemente haberme fulminado
allí y entonces, haberme encerrado, hacer que seguridad me sacase del edificio,
pero no lo hizo... de hecho, esta noche, he tenido la sensación de que me respetó
por ello."
"Única." Colleen puso un brazo sobre sus hombros. "Caray, querida, esa es
una subestimación... pero si tienes un problema, hablé con Jacob en mi oficina y
dice que te cogería al instante, ¿ok?"
"Puedes apostar."
Abrieron los variados paquetes y Kerry colgó los artículos de la vara de la
cortina de la sala.
"Sí..." La mujer rubia sonrió. "Me gusta la trenza en ese… oye, si me pongo
algo de esto, ¿me sacarías una foto? Mis padres quieren ver lo que parezco vestida
elegante."
"Eh... son mi par favorito de jeans," Kerry protestó, mientras sacaba el traje
azul/verde. "Vuelvo en seguida."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 115 de 115
***
Dar dejó que la paz la rodease, concentrándose en los gentiles sonidos del no
lejano oleaje y el susurro de la ligera brisa que movía los árboles que rodeaban la
piscina. Estaba sola, lo que no era sorprendente considerado la hora, y estaba
pasando un poco de tiempo simplemente reflexionando sobre su día.
Por lo menos había sido más productivo que el día anterior. Después de que
había mandado su email, logró dormirse de nuevo sobre el sofá de algún modo,
con su portátil encendido, el suave cuero albergando su cuerpo cansado y
negándose a rendirlo hasta casi la hora de la cena, cuando torpemente despertó
para ver a los Powers Rangers bailando en la pantalla y las cañerías 3D
pacientemente creando un despliegue de fontaneria en su portátil.
La cena había sido un poco un test - Dar sabía que si podía pasar una hora cenando
con alguien sin desear matarle, era buena señal. Kerry lo había pasado. De hecho...
Dar miró fijamente a las estrellas con sorpresa. Kerry lo había más que pasado. En
realidad ella misma había disfrutado, hasta el punto de desear que la tarde se
hubiese prolongado un poco más, y ¿cuándo fue la última vez que eso había
sucedido?
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Fue agradable simplemente hablar con alguien que era brillante, tenía
sentido del humor y no se sentía intimidada por ella. Dar sonrió, recordando el
chiste respecto al Mustang chillón. Entonces flexionó la mano, recordando el gentil
toque allí. Así que… había supuesto que la vieja Dar no sólo había asustado a los
malos, ¿eh? Chica lista.
Rodó y hundió la cabeza bajo el agua cálida, mantenida caliente todo el año
a pesar de las temperaturas normalmente calurosas en el área. Un cuantos largos
más sólo para soltarse los hombros y se salió de la piscina, agarrando su toalla y
secándose mientras bajaba silenciosamente los escalones y cruzaba los senderos
ribereños hacia su condo.
Dar -
La próxima vez que quieras solo traspasar uno de tus pequeños hallazgos
directo a la corporación, sólo dímelo, ¿quieres? Realmente no necesito a treinta
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 117 de 117
Les
Les :
DAR:
Agitaste un nido de avispas, amiga mía. Ten cuidado - creo que al menos
algunos van a ir arriba.
Enviado, procesado, mandado por email. Tu nueva trabajadora debiera
tener todo el papeleo que necesite para que las cosas rueden en Synergenics - y a
propósito, ese fue un perfecto ejemplo de shuffleboard de poder con Peter para
conseguir que los números ajustasen. Rellenó una queja formal contra ti, por
cierto. La contestación de Les (me mandó un CCO) fue "¿Quieres que repase esto
antes o después de que repase el calendario de pagas extraordinarias para este
cuarto, la cual depende de que hagas tus números?"
Sabes, Dar - realmente tienes suerte de ser tan buena como eres - nadie más
saldría adelante con la basura que tú. Ten cuidado, amiga mía. Ten mucho, mucho
cuidado.
Puesto que estuve en la oficina el sábado, procesé todo para la Srta. Stuart -
está en tu nómina empezando el lunes, así que asegúrate de que sabe cómo
convertir las cosas y todo eso. Tengo su archivo de Synergenics - tengo que
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 118 de 118
decirte, Dar, que hasta que lo vi, estaba teniendo algunos muy malvados
pensamientos sobre ti, pero repasándolo, me di cuenta de que escogiste a una
candidata muy cualificada. Ni tan siquiera he de falsear cosas en su perfil. Te
adjunto los detalles para que tengas registro de ellos ¿sabías que un año fue
campeona de debate del Estado de Michigan?
Mariana.
Mariana:
juicio, buen crédito... intachable registro, ni tan siquiera una multa por exceso de
velocidad… maldición. Las cejas de Dar se alzaron. "Es casi demasiado bueno
para ser verdad." El pensamiento causó que un ceño afilase sus rasgos. "Nuevo
mensaje."
Mark:
Dar.
Era una precaución lógica, insistió su mente. Pero algo dentro de ella aún se
sentía intranquilo, como si le molestara pensar que no podía confiar en Kerry.
Hola.
¿Por qué todos creen que estoy loca porque quiero trabajar para ti? He
recibido cuatro correos advirtiéndome que no sé en lo que me estoy metiendo, de
gente a la que apenas o ni siquiera conozco. Decidí que simplemente tienen celos -
te envio una lista - puedes decirme si es gente que había solicitado el trabajo. Si lo
es, entonces me siento mucho mejor.
Les escribí a todos agradeciéndoles su preocupación y esperando tener
algún día oportunidad de trabajar con ellos. Espero que eso fuera adecuado.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 120 de 120
Por otra parte - espero pases una buena semana - y gracias de nuevo por
ayudarme a comprar.
Kerry
Kerry:
Todo creen que estás loca porque todos saben que soy una cruel perra sin
corazón que lleva a la gente a la bebida y a una tumba temprana, y que no tiene
simpatía por nada ni por nadie. Intenté avisarte al respecto. No es demasiado
tarde para echarse atrás si quieres.
Tu lista es, como sospechaste, de candidatos decepcionados. La
contestación fue apropiada.
No tengo muchas oportunidades de simplemente salir y ser semi social, así
que hoy fue muy agradable para mí. También fue una indicación de que podríamos
ser capaces de trabajar juntas. Mis anteriores intentos con un ayudante han
durado uno, tres, cuatro y dos días respectivamente. A uno lo eché, uno decidió
regresar al trabajo del que vino y los otros dos huyeron gritando en la noche para
no volver a ser vistos.
Por favor, ten presente todo esto.
Dar
***
Kerry miró su reflejo en el espejo retrovisor por sexta vez, antes de inspirar
profundamente y apagar el automóvil.
Había sido toda una semana. Una semana muy turbulenta en la que había
atado cabos sueltos, que ni tan siquiera se había dado cuenta que estaban allí, y
facilitado a Ray su puesto. Ese primer día había sido un shock, cuando había tenido
buenas, malas e importantes noticias, todo mezclado, que comunicarles a todos.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 121 de 121
Permitir marcharse a cincuenta personas había sido duro, pero cuando les dijo lo de
la compensación por despido...
Así que había resultado bien. Los grupos de apoyo todavía estaban
conmocionados por los nuevos contratos y los dos gerentes de apoyo se habían
pasado la semana cepillándose todo texto sobre TCP/IP que cayó en sus manos.
Estaban determinados a causar buena impresión y no decepcionarla.
Todo lo estaban. Era tan raro... la semana antes, habían estado maldiciendo
el nombre de la corporación y ahora... ahora, estaban encontrando maneras de
cambiar y adaptarse… la mayoría absolutamente contentos de continuar
contratados.
Y Kerry había sólo seguido sonriendo y diciéndoles a todos que veía esto
como una gran oportunidad de aprendizaje, sin importar lo que pasara.
Así que ahora era una semana después y era lunes por la mañana, y era hora
de que iniciase esta gran y nueva oportunidad de aprendizaje. Había estado
intercambiando email con Dar la mayoría de la semana, manteniéndola al día del
progreso de la transición. El estilo de escritura de la ejecutiva se había relajado un
poco conforme avanzaba la semana, no mucho, pero justo un poco, y Kerry se
encontró ansiando ver de nuevo a Dar.
Eso le ganó una mirada de reojo de dos de los otros ocupantes y Kerry los
notó examinándola, intentando discretamente leer el nombre de su tarjeta. En su
lugar les ofreció su mano. "Hola. Soy Kerry Stuart. Encantada de conocerles."
"Sally Cruz." Añadió la segunda, una mujer morena más baja. "En
Mercadeo… ¿eres la nueva ayudante de Dar Robert?"
Él se rió. "Relájate.. soy Mark Polenti... jefe de seguridad de MIS." Hizo una
pausa. "Soy amigo de Dar."
Kerry le dirigió una mirada más amistosa. "¿De veras? Oyendo hablar a la
gente, ella no tiene ninguno."
"Naa... los tiene... no muchos, eso es cierto, pero los correctos, en los lugares
correctos, si sabes lo que quiero decir." El hombre rechoncho sonrió. "En tanto
conozcas tu curro, te irá bien con Dar. Si no, estás frito. Es muy simple." Sus ojos
se encontraron con los de ella. "Debes conocer el tuyo."
"No puedo tener intentos, María… ¡necesito a esa gente!" la voz de Dar
estaba ronca con frustración y Kerry se movió casi instintivamente hacia ella. Se
encontró ante el escritorio de la secretaria y le dirigió una firme sonrisa cuando la
mujer miró. "Hola," dijo suavemente. "Parece una mañana ocupada, ¿eh?"
"La Srta. Stuart está aquí," María miró apreciativamente a la delgada rubia.
Silencio durante un instante. "Oh, bien. Hazla entrar." La voz de Dar cayó
una octava y pareció casi alegre. "Hola, Kerry... bienvenida al Infierno."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 125 de 125
Cuarta parte
Por supuesto. Kerry podía ver la frustración en las líneas de su cuerpo, pero
Dar esbozó una sonrisa para ella. "Así que, esto es el Infierno, ¿eh?" La mujer
rubia hizo ademán de echar una mirada alrededor. "Bonita decoración."
Dar suspiró y alzó una mano para frotarse una sien. "Está siendo toda una
mañana." Se pasó los dedos por el cabello y dejó caer el brazo.
"Ya veo". Contestó Kerry, sintiéndose un poco torpe. "Es una... um...
pregunta estúpida, pero ¿hay algo que pueda hacer para ayudar?".
Curiosa, Kerry la siguió hacia una pequeña y discreta puerta, que ni tan
siquiera había notado la otra noche, y observó como Dar la abría, entonces le
indicó que fuese delante. "Sigue - créeme, es más rápido de esta manera. Si salgo a
ese vestíbulo, me costará ocho horas ir de esta oficina a la que escogí para ti."
Era aproximadamente cuadrada, con una mesa de trabajo rodeada por sillas a
un lado y un ancho escritorio de madera en el otro. La alfombra y la cubierta de la
pared eran de color borgoña, y detrás del escritorio había una ventana, del suelo al
techo, mostrando la misma vista que la de Dar.
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Dar sonrió y miró abajo. "En realidad, dame una hora para aclarar esto,
entonces regresaré para mostrarte esto y podremos hablar." Se aclaró la garganta.
"Si no regreso en una hora, asume que el resto de la red explotó, ve y
encuéntrame."
Conectó y fisgó los resultados. "Oh... Ver la Red... vale... sé lo que es eso."
Entró en la aplicación del mainframe IBM y probó una orden de despliegue total.
"Uh oh… santo cielo... que enorme... uou... es realmente enorme."
"Uou." Echó una mirada por la cocina y ahogó una risita. "Esto está mejor
equipado que la de mi apartamento." Había una nevera, por supuesto, con una
señal obligatoria en él. "No deje comida más de una semana destapada o se llenará
todo de moho”. Leyó Kerry. "No voy a preguntar." No sólo una máquina normal de
café regular descansaba en el poyete, si no también una máquina expresso, y había
recipientes con varios tipos de leche y crema disponibles, azúcar de verdad y
sacarina. Mientras seleccionaba un edulcorante artificial y se servía una taza de
café, una joven entró detrás de ella y dijo un alegre hola.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 128 de 128
La mujer rubia forzó una risa. "Bueno... ¿vas a decirme que soy valiente o
estúpida?"
"Te cae bien, ¿eh?" Mary se mordió el labio inferior y se rió entre dientes
suavemente. "Es interesante… creí que venías de Associated… casi fueron
machacados, sabes."
Ojos verde mar la estudiaron. "Oh sí, lo sé." Contestó tranquilamente Kerry.
"Estaba aquí cuando ella encontró una manera para evitar eso."
"¿De veras?" Mary envolvió el plato con una servilleta. "Es bueno oírlo...
encantada de conocerte, Kerry.. Tengo que llevarle este aperitivo al jefe antes de
que rompa todos sus lápices."
Kerry estudió el paquete, que estaba envuelto en lo que parecía una vaina de
maíz. "Encantada de conocerte a ti también… nos vemos luego." Hizo una pausa.
"Oh.. ¿qué hace tu jefe?"
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"Mmhm… así que... ¿sabes cual va a ser tu primera impresión aquí?" Dar
inquirió, sus ojos azules clavando a Kerry en su asiento.
Una gentil chispa entró en los muy azules ojos de Dar. "Mmhmm… el
problema con los nerds es que, a veces, cuando las cosas salen mal, nos olvidamos
de revisar primero las cosas simples. Vas a por lo complejo, involucrando más
basura de por medio." Le dio golpecitos en la mejilla a Kerry. "Hicieron una carga
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 130 de 130
master anoche y olvidaron que eso pone el sistema en modo consola - desactiva
todas las unidades lógicas para que los nuevos programas puedan situarse sin ser
usados."
"No eres una nerd". Objetó Kerry, consciente de que estaba ruborizándose
terriblemente. "¿Lo eres?".
Dar se frotó la nuca y se rió entre dientes. "Hay maneras peores… oye, es
casi mediodía. Bajemos y tomemos algo para comer, entonces te daré el tour."
Atisbó la taza de Kerry. "Veo que ya encontraste la cocina."
La mujer más alta exhaló suavemente. "Me toma buena parte de mi tiempo
libre, sí". Declaró. "También es una manera de liberar la frustración." Esperó que
las puertas se abriesen y las atravesó hacia la segunda planta, entonces condujo a
Kerry a un par de puertas dobles abiertas con incitantes olores saliendo de ellas.
"Lo están". Contestó jovialmente Dar. "Eres la chica nueva… algo tan
emocionante no ha ocurrido aquí desde que un L1011 volando por encima dejó
caer una puerta del compartimento de ruedas encima de nosotros y se estrelló en el
atrio."
Ojos azules la miraron por encima de un tenedor repleto de patatas. "Y yo".
Contestó honestamente. "Llamo la atención, todos saben quién soy, así que cuando
tomo un ayudante, lo que no ha sucedido antes... son grandes noticias por aquí."
Una pausa. "Te advertí al respecto, ¿verdad?"
Dar mordió su tenedor, pensando. "No." Negó con la cabeza. "Sé que no fue
en la escuela... no me desplacé demasiado mientras crecía y nunca cerca de
Michigan… y fui a la Universidad de Miami, así que eso está descartado." Se
encogió de hombros. "Aparte, ¿cómo te las estás arreglando? Veo que te metiste
con el correo… tengo una breve lista de proyectos de los que quiero que te
encargues."
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Dar la sorprendió riéndose. "No te preocupes por eso... esos dos contratos
fueron un regalo para mí, personalmente, del General Easton... él no los hubiera
conseguido de todas formas."
Ella tenía, decidió Kerry, una risa bonita. Era grave y más del tipo de risa
profundo en su pecho que otra cosa, pero normalmente ponía una minúscula
mirada perversa en sus ojos y eso era algo interesante de ver.
Dar había dicho que le había dado a Kerry un diez por ciento de los
proyectos actuales en el que ella misma estaba trabajando. Ahora había veintidós
proyectos en la lista de trabajo de Kerry.
Un diez por ciento. ¿Cómo infiernos tenía esa mujer siquiera tiempo para
dormir?
Que habría sido más largo y más exasperante si Kerry no hubiera sacado su
magia esa mañana y resuelto el mayor problema de Dar, dejando todo lo demás en
sólo malo y no desastroso.
María entró, su bolso colgado del hombro, para darle las buenas noches. "Te
vas tarde, María." Dijo Dar por lo bajo.
Dar ignoró el latido de su cabeza y sonrió. "Eso es perfecto… creo que tengo
una reunión la mañana del jueves, después un almuerzo con John D y su equipo,
así que eso me deja la tarde libre." Hizo una pausa. "Un día bastante malo, ¿eh?"
María se sentó en una esquina del escritorio. "Esa pobre *chiquita* nueva…
parece muy agradable, Dar." Su cara parecía perturbada. "Me preocupa que esa
gente se la coma viva."
"Nah." La mujer morena detrás del escritorio agitó la cabeza. "Es dura..
¿viste la cara de Jack cuándo se coló aquí y dijo que la red misteriosamente se
había arreglado? Tuve que verificar los logs para ver qué pasó… decir que mi
nueva, novata e inexperta ayudante resolvió el problema en que sus técnicos de red
habían estado trabajando durante doce horas… dios..." Dar se rió. "Eso me alegró
el día."
"Ah, ah, ah.. " María agitó un dedo. "No, no... te gusta ella."
Dar estaba ligeramente aturdida por la observación, más aún cuando se dio
cuenta que era verdad. "Yo... supongo que es simplemente agradable tener a
alguien lo bastante brillante para deducir las cosas... no como el último puñado que
intentó ese puesto."
***
"Vale, creo que eso funcionará… pero ¿podemos usar ese procesador para
algo más en las horas flojas?". Preguntó Kerry mientras jugaba con un lápiz,
empujándolo contra la superficie de su escritorio y volviéndolo. "Sé que el grupo
de banca está buscando franjas de tiempo extra durante su MIDS… ¿podemos
usarlo allí?" Escuchó la respuesta, entonces sonrió e hizo una nota en su libreta.
"Bien... vale, entonces voy a llamarles y hacerles saber que pueden contar contigo
para eso." Una pausa. "Claro… los cargos irán hacia tu presupuesto."
Kerry se echó hacia atrás en la silla y soltó una complacida exhalación. "Eso
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Había sido sorprendente, sin embargo, lo mucho que le dolieron los gritos.
Había empezado a sentir como si le hubiese fallado a Dar y había salido al
balconcito que circundaba la decimocuarta planta, mirando fijamente al océano
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Aunque esta tarde fue tranquila, ya que Dar había dejado la oficina para una
cita de algún tipo, y decidió intentar terminar dos de los proyectos que tenía
pendientes, entonces ver si María tenía algo que Dar estuviera demasiado ocupada
para hacer y de forma que ella pudiera encargarse.
Dar suspiró. "Hola, Dr. Steve." Logró alejar de su rostro una aviesa sonrisa.
El anciano había sido el médico de la familia durante años y todavía la trataba
como si fuera una patosa adolescente.
"Sólo del gimnasio". Dijo Dar, mintiendo. Uno de los asaltantes de Kerry
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"Oh... así que aún durmiendo cuatro o cinco horas por noche, ¿eh?".
Comentó secamente el Dr. Steve. "Te harías un favor si pescases una hora
extra o dos."
Así lo hizo Dar, alzando y pasándose una mano a través del cabello.
"Bueno... ¿cual es el veredicto... me estoy muriendo?". El comentario sobre su
corazón le puso una chispa nerviosa y se notó. Su boca se quedó seca y tragó
incómodamente mientras esperaba que le respondiera.
El doctor giró los ojos. "Si lo estás, eres la agonizante más saludable que
jamás he examinado." Se apoyó contra la pared del pequeño cuarto. "Tu
circulación sanguínea es un desastre, Dar… tu recuento de leucocitos es bajo, cada
indicador de estrés que conocemos está disparado y estoy un poco preocupado por
algunas de las cosas que veo con tu tensión. Te he fijado cita con el Miami Heart
para una prueba de estrés... no... no discutas conmigo, ¿de acuerdo? Compláceme...
soy viejo, Dar… realmente creo que lo necesitas."
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Dar dejó caer la cabeza y exhaló. "No tengo tiempo para eso, Steve…"
"Una hora, ¿eh?" Vaciló, entonces se rindió. "De acuerdo… pero creo que
estás ladrándole al árbol equivocado."
Una mirada astuta entró en los ojos azul pálido. "Oh... así que, ¿todo lo que
tengo que hacer es estar de acuerdo en irme de vacaciones y no tengo que ir al
Instituto?"
Dar dudó, entonces capituló. "Trato… mira, sé que estoy fatal… incluso me
he conseguido un ayudante. ¿Te gusta eso?"
Una oscura ceja se alzó. "Santa." Dar sintió su rostro fruncirse con una
inesperada sonrisa.
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La secretaria levantó la vista de su tarea. "Sí... *chica *... ven aquí." Saludo
con la mano a Kerry y dio golpecitos en la silla al lado de su escritorio. "¿Qué has
estado haciendo? Oí a dos personas en el comedor diciendo cosas realmente
adorables sobre ti."
María giró los ojos. "¿Cuándo no hay cosas urgentes?" Le dio una carpeta a
Kerry. "Podrías querer echarle un ojo a esto... Servicio al Cliente saltó y lo puso
justo en mi escritorio."
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"Sí." María suspiró. "Es bueno que la ayudes… es terrible la forma en que
esperan tanto de ella."
Dar se sentía enervada y una gentil ansiedad dentro del pecho, odiando la
incertidumbre más que nada. ¿Qué encontrarían? Y si encontraran algo... ¿qué
haría ella?
Dar le lanzó una sonrisa aviesa. "¿Todos en el edificio saben dónde fui?"
"No... sólo nosotras, supongo." Kerry obviamente quería decir ella misma y
María. "No te enfades con María por decírmelo… sólo está preocupada por ti."
"Buen trabajo." Dijo Dar, entonces vaciló. "¿Kerry?" Los ojos verdes se
alzaron y encontraron los suyos. "Estoy bien... gracias por preguntar."
Kerry pestañeó. "Sé que no te gusta que la gente se meta en tus asuntos
personales." Declaró suavemente. "No pretendía entrometerme o algo así… me
alegra que todo esté bien."
Dar sintió un silencioso pesar ante la disculpa de la mujer rubia. "No... um...
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"Ah." Kerry asintió con aliviada comprensión. "Te capto… así que, si
alguien sospechará que estas enferma, intentarían aprovecharse de eso."
"Exacto."
"Dar, eso apesta."
Kerry apretó los labios y asintió. "Entiendo." Hizo una pausa, entonces alzó
la vista, estudiando el rostro medio en sombras de Dar. "Como sea, me alegra que
las cosas estén bien."
Dar no quería pensar sobre después de eso. "Tengo medicamentos para los
dolores de cabeza, y eso fue todo."
Dar alzó la vista. "¿Intentas librarte de mí?" Su tono era ligero, pero cauto.
"No." Contestó Kerry muy seria. "Estoy intentando figurarme cómo voy a
montar a tiempo una ametralladora en mi escritorio." Levantó las manos.
"Rattataataa."
Dar se miró las manos. "Me he acostumbrado a ello a lo largo de los años".
Comentó ligeramente. "Pero sé lo que quieres decir." Se puso de pie. "Vale...
bueno, entonces vamos... esa reunión está fijada para las cinco."
El cuarto parecía tan vacío sin ella, meditó Dar. Apenas sabía por qué había
sacado lo del restaurante, aparte del hecho de que ahora tenía hambre.. y…
Y.
Dar se mordió el labio. "Y te gusta pasar el tiempo con la chica." Se dijo
irónicamente. "Vamos, simplemente admítelo... tiene una perspectiva nueva… tan
diferente de la tuya y, por alguna loca razón, le gustas." Un suspiro suave. "Aunque
maldito si sé el por qué."
***
"Así que... su secretaria entra y toma la taza, ¡entonces la lava con vinagre!"
Kerry cogió una gamba rellena y la mordió. "Uou... esto está genial... donde
estaba… oh... allí estoy, cogiendo café y sólo la miraba..."
"Shh… bien... así que veo que ni tan siquiera enjuaga la taza, entonces vierte
descafeinado... finalmente mi curiosidad me puede… le pregunté qué estaba
haciendo y ella simplemente se rió." Kerry tomó un cauto sorbo del fluido
ambarino de la copa de vino que había sido colocada justo ante ella. "Oh… esto es
bueno."
"No bebo mucho, pero puedo tomarme un vaso o dos de esto". Admitió Dar.
"Guardo una botella de esto por la casa… a veces es agradable tomarlo en el
balcón."
"Intento no exceder mucho mi límite." Suspiró Kerry. "Aunque me llevan a
un club de vez en cuando y normalmente lo lamento por la mañana." Tomó otro
sorbo del vino de ciruela. "Bueno... así que le pregunto y me dice que ella y unas
cuantas secreta… perdona, auxiliares administrativas…" Intercambiaron un giro de
ojos. "Unas cuantas realmente querían que este otro vendedor de café hiciera el
edificio... o por lo menos la planta. Pero éste es el primo del gerente del edificio, o
cuñado, o lo que sea... así que no lo cambiarían aunque creyesen que el café es
malo."
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Dar mordió otro aperitivo, que era gamba llena con carne de cangrejo y bien
frita hasta estar crujiente. Tenía una salsa de naranja/miel/jengibre que le gustaba
particularmente. "Bueno... no es el mejor, pero tampoco es el peor…". Comentó
acerca del café.
Kerry miró el gran plato de arroz blanco y el recipiente de pollo al curry que
acababan de poner delante de ella. "Uh, oh... parece que tendré comida para
mañana."
"Me miraron como si fuese un perro con tres cabezas." La mujer rubia alzó
las manos en un encogimiento de hombros. "Hicieron un comentario snarky
(animal imaginario) sobre qué no todos trabajaban para ti y cobraban
megasueldos."
Una oscura ceja se alzó. "No eres mi secretaria." Declaró Dar rotundamente.
"Pago a la gente lo que merecen."
había escogido al jefe adecuado." Alzó sus ojos tímidamente y encontró los de Dar.
"Y creo que eso es verdad, sin tener en cuenta lo que cobre."
"Eso es un alivio." Contestó su jefa quedamente. "A partir de esta noche eres
oficialmente la ayudante que más ha durado… felicidades." Dar alzó su copa y la
sostuvo, permitiendo que una callada, casi ilusionada sonrisa tocara sus labios
mientras Kerry rozaba su copa. "No es exactamente lo que esperabas hace dos
semanas, ¿hmm?"
Una risita. "No… desde luego que no, pero… he aprendido que a veces las
cosas suceden por una razón... Creo que ésta es una de esas cosas." Kerry
reflexionó que brindar con su nueva jefa con vino de ciruelas sobre excelente pollo
al curry tampoco era lo que esperaba, pero eso también lo aceptaba. "Sin quejas."
Dar estaba contenta. Había hecho la elección correcta y los eventos estaban
demostrándolo hasta el punto que incluso Duks había hecho un comentario,
dándole con el codo en las costillas y felicitándola por el manejo de Kerry de
alguna cuenta u otras cosas. "Pensé que estabas escogiendo por aspecto, amiga
mía.…supongo que estaba equivocado." Había sonreído afectadamente en
respuesta. "Eres tan superficial, Dukky… tienes que aprender a ver bajo la
superficie." Había conseguido una buena empleada y una gerente inteligente y...
Y...
Sus ojos se encontraron casualmente y Dar sintió una gentil calidez en sus
entrañas. Buen Dios, incluso podría haber encontrado una amiga, tan intimidante
como ese pensamiento resulta. Al menos alguien con quien podía cenar de vez en
cuando sin preocuparse por aburrirse. "Me alegra oírlo."
Kerry suspiró feliz y masticó su curry. "Bueno... ". Tragó. "En esto de
'nosotros y ellos', ¿quienes, exactamente, somos nosotros, Dar?". Se limpió los
labios. "Porque necesitas tantas tarjetas de puntuaciones en esa oficina que estoy
considerando ponerlo en una base de datos de Access."
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Dar casi se ahoga con un poco de arroz. "No me hagas reír así... me
asfixiaré". Protestó. "OK… bueno, quien es nosotros... Esa es una pregunta difícil,
porque todos tienen su propia agenda, te das cuenta de eso, ¿verdad?"
Una sonrisita afiló el rostro de Dar. "Es una larga y vergonzosa historia que
involucra una bolsa de gimnasio, el lago artificial de fuera, un pato y yo teniendo
que tener las alfombras de la décima suelo limpiadas en seco... yo no preguntaría".
"Por favor, no". Balbuceó Kerry, sosteniendo su servilleta sobre la boca. "No
creo que pudiera soportarlo… mi cabeza puede explotar." Se aclaró la garganta.
"Bueno... así que Lou, Mariana y tú sois una piña."
"Eso es mucha presión". Reconoció Kerry. "Dicen que Lou y Mariana son
amantes... ¿es eso cierto?".
Dar se rió entre dientes. "Te sorprendería lo que es juego justo para la
especulación... por ejemplo, ayer oí que había algo entre María y el jefe de
seguridad nocturno."
Una débil sonrisita. "¿Y tú punto es…?" Dar inquirió. "Parece que fue vista
hablando con él en uno de los cuartos de suministros en voz muy baja."
Kerry resopló. "Basura... ¡Yo estaba allí!". Protestó. "Estaba diciéndole que
uno de los administrativos junior estaba sacando resmas de papel del edificio."
"¿Ves?" Dar se rió entre dientes. "Es insidioso."
Dar sonrió. "Creo que tienes razón, es por eso que le dije a la persona que
me lo contó que si lo oía de nuevo, iba a descubrir quien estaba diciéndolo y le
despediría en el acto."
Dar se ruborizó un poco bajo su mirada y dejó caer sus ojos, jugueteando
con su tenedor. "La reputación a veces es útil, sí." Admitió. "Tiendo a ser muy
protectora de mi personal… de los que se quedan, al menos... y la mayoría de la
gente lo sabe."
"No... viene con su cena." El hombre se apresuró a explicar, con una leve
inclinación.
Que suspiró. "Temía que ibas a decir eso." Probó uno. "La cruz de trabajar
para ti... es peligroso para mi cintura... tú y todas tus galletas y cositas."
Dar se detuvo y se lamió los dedos. "Quiero asegurarme que no vas salir
volando si abren las puertas allí arriba." Declaró con una risita. "Una preocupación
justificable, creo… si no te importa que lo diga."
Uh, oh. Dar se dio cuenta de que acababa de meterse en aguas peligrosas.
Casi se abofeteó, dándose cuenta que sabía mejor que su visión de alguien y la de
ese alguien no solían concordar. "Um… sólo… ah... no importa." Agitó una mano,
negándose a expresar su opinión de que la mujer rubia estaba lo que ella
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Las rubias cejas se fruncieron. "No me van los 'no importa'." Declaró
apologéticamente. "Ahora has despertado mi curiosidad." Se inclinó ligeramente
hacia delante. "¿Qué?".
Dar la soltó, el instinto diciéndole que había más en la historia, pero dándose
cuenta que cruzaba los límites personales en los que no tenía ningún derecho a
meterse. "Bueno... era sólo una idea." Sonrió para aliviar la tensión que se había
formado. "Quizá pueda subir con algunos bocados más saludables... galletas de
brócoli o algo así."
Kerry soltó una risita sorprendida. "Apostaría que detestas el brócoli." Sus
ojos centellearon.
"Un poco más de seis pies." Dar reconoció con una sonrisa de disculpa. "Sin
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***
Colleen entró de un salto y se puso las manos en las caderas. "¿Y dónde has
estado, jovencita? No me digas que la gorgona ya te tiene trabajando hasta tarde...
te lo estoy diciendo, Ker… no puedes permitirle que te embauque hasta esas
horas."
"No exactamente..." Kerry se rió entre dientes, sacando sus patines en línea.
"Quiero decir... sí, tuvimos una reunión tardía, pero fue aquí cerca y nos…
encontré a alguien con quien ir a comer tailandés, así que probé ese nuevo
restaurante del que te hablé."
La mujer rubia giró los ojos. "Era pollo, Col… sólo pollo, arroz, algunas
gambas rellenas y esos pequeños donuts realmente buenos de postre." Se puso un
patín y estiró los cordones. "Y es el Vietnamita el que usa gatos, no el tailandés."
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Kerry se detuvo y apoyó las manos sobre su rodilla antes de levantar la vista.
"Um... es ella y es Dar, y no necesitó ningún engaño. Le gusta el tailandés."
La pelirroja se palmeó la sien con la mano. "No lo oí." Se tapó ambas orejas.
"No te estoy escuchando decir que esa dragón comefuego es 'divertida'… Kerry,
esa es la perra que iba a despedirte a ti y a todos en Associated hace dos semanas,
¿recuerdas?"
"Así que.. ¿ahora está bien que simplemente despida a todos?" La pelirroja
la miró fijamente. "¿Es eso lo que estás diciendo?"
Ella no haría eso. Las palabras vinieron de forma natural a sus labios, sin
pensar, pero Kerry apretó la mandíbula ante ellas, dándose cuenta que no era algo
que pudiese saber explicar fácilmente. "Tendré cuidado... sé que a veces las cosas
pueden ponerse feas, sobre todo al nivel en el que está ella... gracias por
preocuparte por mí."
"Sí, sí." La mujer rubia giró los ojos. "Vamos... te echo una carrera a la
esquina."
***
Así que aquí estaba, en cambio, preocupándose por alguien a quien apenas
conocía y asistiendo a una reunión para la que apenas estaba preparada. Kerry
suspiró. Menos mal que era viernes. Echó un vistazo mientras un hombre alto con
barba caminaba a la cabecera de la mesa y se sentaba, revolviendo algunos papeles
delante de él, entonces la miró con ceño desagradable.
El hombre más joven sentado al lado de él dio un respingo. "Uh... ¿el trato
del Pacífico?".
Kerry asintió. "Obligó a Unisys a que enviara esos mainframes una semana
antes y estaba presionando a algunos de allí para que consiguiese un equipo de
instalación."
Kerry se asentó, abriendo su PDA y garabateó unas notas mientras las luces
se difuminaban y un diagrama de circuitos aparecía en la pantalla.
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Pero no podía. Había demasiado que hacer, así que lentamente sorbió más
agua, calculando si podía arriesgarse tomando otros cuatro o cinco Ibuprofenos.
"Tiene buen aspecto, Evaline... podemos trabajar el ancho de banda, pero escribiría
lo primero en esos contratos T3 adicionales."
"Lo hice." Contestó Mark. "Pero Uthai está quejándose por todo el lugar y
mordiéndome el culo."
Dar tomó una inspiración y la soltó. "Dile que yo dije no." Contestó
llanamente. "Dile que si tiene problemas con eso, puede llamarme directamente y
le diré a su pequeño, sucio e ininteligible culo que no."
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Silencio más largo. "Creo que dejaré que eso se lo digas tú." Contestó el jefe
de MIS finalmente, con una risita vacilante. "No quiero privarte del placer."
María se encogió de hombros. "Te digo... algo está mal, pero no lo dice." La
secretaria bajó la voz. "Estoy preocupada… recibió una llamada del médico hoy...
temprano esta mañana, ha estado tan silenciosa desde entonces." Tocó con el codo
a Kerry. "Mejor entras... estaba preguntando dónde estabas."
llamó a la puerta, abriéndola cuando oyó la baja contestación. Entró para encontrar
a Dar sentada detrás de su escritorio, los brazos descansando en su superficie. "Eh..
¿me buscabas?" Mientras se acercaba, notó el tinte pálido en la normalmente
bronceada piel de su jefa y dejó el café, mirando con preocupación a la mujer más
alta.
"Sí, " Dar exhaló. "Um… esos contratos, los que Duks quería revisados...
¿los cogiste? No los encuentro..."
"Estás fatal." Kerry espetó con típica falta de tacto, algo que parecía sufrir
sólo con Dar. "Dios... estás sudando…".
"Sólo... " La mujer mayor se preparó, tomando una larga inspiración. "Estoy
bien… necesito encontrar esos contratos… le dije a Duks que se los devolvería esta
tarde."
"No seas ridícula, Kerry." Dijo Dar irritada. "No hay nad... " Apretó la
mandíbula con fuerza mientras su estómago amenazaba rebelarse y cerró los ojos.
"Maldición."
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Dar la miró fijamente. Kerry era buena persuadiendo y lo sabía, pero ¿desde
cuándo dejó que eso le afectara a ella? Los ojos verde mar se hicieron cálidos y
gentiles mientras la mujer rubia la observaba y, de repente, Dar sólo deseaba ceder.
Dolía demasiado para hacer nada más. "De acuerdo." Se rindió, retrepándose en su
silla y dejando descansar la cabeza contra el fresco cuero. Mantuvo los ojos
cerrados, escuchando a Kerry apagando el ordenador y el leve tintineo cuando
cogió las llaves del automóvil de Dar del cajón superior.
Kerry sostuvo en alto las llaves del coche detrás de la espalda de Dar e
intercambió preocupadas miradas con María.
El paseo hasta fuera fue silencioso, Kerry estaba asombrada de que lograran
escapar del edificio sin que Dar fuese detenida media docena de veces, pero
parecía que escogieron el momento adecuado, cuando todos los demás estaba en
reuniones de tarde o aún almorzando. Estaba un poco nerviosa, insegura de tomar
tan enérgica actitud con Dar, pero una mirada a su pálido y ojeroso rostro
rápidamente disolvió cualquier temor.
Una risita débil. "No realmente... hay una base de ferry justo al oeste de
eso." Exhaló. "Un lugar llamado isla Fisher... has de tomar un barco para ir allí."
"La farmacia de la isla está llena de recetas que me dieron ayer." Contestó
Dar quedamente. "Creo que esto es una migraña... nunca he tenido una antes, pero
es realmente horroroso."
"Uh." Kerry giró hacia la calle y fue al este. "He tenido de esas unas cuantas
veces… ¿empezó con tu visión poniéndose rara?"
Un débil asentimiento.
"¿Dolor de estómago?" Inquirió Kerry, compasiva.
Otro asentimiento.
"Entonces otro record para DR." Sonrió Kerry, observando como el ferry se
acercaba la terminal de la isla. "Estaban realmente preocupados por el tema... oí al
Sr. Draeyfus hablar al respecto en el ascensor con ese individuo de Marketing."
"Mm." Dar hizo una mueca de dolor y tragó con dificultad mientras su
estómago se retorcía. Estaba patéticamente agradecida por que Kerry la llevase a
casa, por la forma en que se sentía, probablemente habría terminado en la bahía
Biscayne. No. Su mente objetó, cansina. No se habría marchado en absoluto y eso
habría sido simplemente estúpido. "Gracias por hacerme entrar en razón, por
cierto."
que rodeaban el campo aislaban los apartamentos de él. Giró donde Dar había
indicado y se metieron en un complejo de condos, que tenía varios conglomerados
de casas, cada una en ángulo recto con la otra. "¿Allí abajo?" Indicó el
aparcamiento subterráneo.
"No seas ridícula." Discrepó con firmeza la mujer rubia. "Puedo coger un
taxi, gracias… estás aquí porque no te sientes bien, ¿recuerdas?" Abrió la puerta y
saltó, literalmente, fuera. "Maldición, éste es un coche alto... oye, te dejaré
descansando, entonces saldré de aquí y de tu camino."
"¿Las entregan aquí?" Kerry estaba echando una mirada alrededor, sus dedos
arrastrándose sobre la gruesa piedra de construcción. Siguió la espalda de Dar
mientras la alta mujer abría la puerta y la empujaba, una ráfaga de aire limpiamente
perfumado le dio en la cara.
Dar se volvió, con una expresión confundida, entonces logró formar una
sonrisa. "Realmente no esperarías armatostes de madera, ¿verdad? Creí que te
causé mejor impresión que esa."
La mujer más alta continuó hacia la cocina. "Gracias… hay un artista que los
hace... hace ese trazado como de araña con electricidad viva."
Dar tomó un vaso del armario y abrió la puerta de la nevera, vertiendo leche
en él del dispensador, entonces desgarró con impaciencia la bolsa de
medicamentos. "Si esperas que esta substancia haga efecto… te daré el paseo de
rigor." Consiguió abrir la botella y verificó la dosis, sacando dos píldoras y
metiéndoselas en la boca, seguidas por un trago de leche. "Espero poder
retenerlas." Hizo una mueca, apoyándose contra el poyete mientras una ola de
dolor contraía su cráneo.
Incapaz de mantener las manos para ella misma, Kerry gentilmente cogió el
codo de su compañera. "Vamos… ¿cual es el camino a tu dormitorio?"
Kerry y que no debiera estar permitiendo a la mujer hacer lo que estaba haciendo,
pero a su cuerpo había dejado de importarle y se relajó en el toque con un sentido
de alivio dichoso.
"Tranquila… uou... esto está realmente tenso… aguanta." Kerry trabajó los
tensos hombros, sintiendo incertidumbre y embarazo. La piel de Dar se sentía
agradable y cálida a través del suave algodón de su camiseta, y era incómodamente
consciente de exactamente cuan impropio era todo esto.
curiosidad, entonces trotó por los escalones alfombrados, encontrando allí tres
cuartos y dos baños, un dormitorio destinado a ser el dormitorio principal por el
tamaño y un balcón que lo rodeaba abierto al mar. Se preguntó por qué Dar escogía
dormir en el piso inferior, entonces se imaginó que probablemente le era
simplemente más fácil tratar con un nivel, dado que...
Y encontró una pequeña fotografía, que recogió y trajo más cerca. En ella
estaba una más joven Dar, vestida en un traje blanco de tipo karate, una mano
descansando sobre un alto trofeo, el otro brazo alrededor de un hombre más viejo,
que estaba sonriéndole orgullosamente a la cámara y apuntándola a ella. Su cara
barbuda tenía un gran parecido a la de Dar y sus ojos eran del mismo azul claro.
Volvió el cuadro y leyó las palabras escritas en la parte de atrás. "Tal para cual.
1990"
"Hm." Kerry dejó con cuidado la fotografía en su sitio, entonces consideró
qué hacer. Podía simplemente irse - Dar estaba durmiendo, ya no había necesidad
de que se demorase aquí. El teléfono estaba allí, podía llamar y pedir un taxi.
Por otra parte, Dar había dicho que estaba bien que se quedase... diciéndole
donde estaba el escritorio y asumiendo que haría algo con él.
Por una tercera parte, la receta decía que tomase una pastilla y Dar había
tomado dos y ¿no era peligroso dejar a alguien durmiendo así?
Quinta parte
Estaba tumbada con los ojos cerrados, absorbiendo la luz del sol y
disfrutando de la suave y refrescante brisa que agitaba las briznas de hierba a su
alrededor. Estaba desnuda, pero eso no la incomodaba, y podía sentir el peso
sólido y cálido de otro cuerpo humano cubriéndola, respirando suavemente sobre
la piel de su cuello.
Y como suele pasar con los sueños, éste desapareció lentamente permitiendo
que el mundo real la tocase, arrastrando su conciencia al presente, lo que la forzó a
abrir los ojos y ver la suave luz proveniente de su reloj en la mesilla de noche, que
la informó de ser las ocho en punto, y que estaba muy oscuro.
Oscuro, realizó, según sus oídos captaban el aullido del viento y el golpear
de la lluvia sobre la ventana. Y tormentoso. Se giró lentamente, moviendo la
cabeza cautelosamente, aliviada al no sentir dolor. Su boca estaba seca, y parpadeó
mirando al techo, tensándose al tiempo que sus sentidos subliminales la hacían
consciente de no estar sola en el apartamento.
arrebujada en la esquina de uno de los sofás, con su mano reposando sobre una pila
de papeles. Su cabeza estaba apoyada sobre su suave y acolchado brazo, y se había
echado sobre los hombros la chaqueta para entrar en calor. Dormida, su cara era un
libro abierto e inocente como la de un niño, y Dar sintió que crecía dentro de ella
un afecto irresistible por la rubia mujer. Silenciosamente, se encaminó de vuelta
hacia la habitación y tomó una suave manta del armario para después cubrir con
ella el cuerpo durmiente de Kerry antes de dirigirse a la cocina.
El tiempo aquí estaba azotando sobre la ventana que daba al mar y Dar miró
tras ella, sorprendida al ver casquetes blancos moviéndose de arriba a abajo en la
usualmente calmada costa. Las prácticamente invisibles boyas estaban
balanceándose de derecha a izquierda, sus señales verdes y rojas subiendo y
bajando salvajemente sobre la superficie del mar. “Huh”. Se volvió y encendió la
pequeña televisión empotrada en el gabinete, pasando rápidamente los canales.
“Veamos... noticias locales sensacionales... debe ser el Canal Siete”. Dejó ese canal
sintonizado observando un mapa meteorológico y a un preocupado hombre del
tiempo con un desfavorecedor tupé. “Uh oh”. Subió un poco el volumen.
Una oscura ceja se arqueó. “Bueno... por una parte, significa que estas
atrapada aquí”. Tomó el teléfono y marcó, repiqueteando con los dedos mientras
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esperaba hasta que alguien contestó. “Hola Rocky... al habla Dar Roberts... ¿Qué
esta pasando?”. Escuchó. “Me lo imaginaba. Gracias”. Colgó el teléfono. “Sipe...
los ferries están atracados mientras dure... sólo se hacen viajes de emergencia con
los botes si la gente debe entrar o salir”.
Kerry consideró esto. “Hm... lo siento... supongo que debí irme cuando tuve
la oportunidad... sólo quería poder acabar con esos informes, después yo... supongo
que estaba cansada, y me acosté por un minuto...”. Miró a Dar con una mirada de
disculpa. “¿Cómo te sientes?”.
“De acuerdo... todo hecho”. Reportó Kerry al volver a la cocina. “¿Qué mas
puedo hacer?”.
Dar la miró, entonces retornó a la lavandería para salir después con un par de
bermudas y camiseta que tiró a Kerry. “Te quedaran grandes, pero serán mucho
más cómodas que lo que llevas si se va la luz”. Explicó secamente. “Esto se vuelve
realmente caluroso sin el aire acondicionado”.
Kerry atrapó las prendas de vestir y las miró dando después una mueca a
Dar. “Tiene sentido”. Se llevó la ropa consigo hacia el pequeño aseo cerca del
estudio, y se cambió rápidamente, suprimiendo una risita ante la enorme talla que
la hacía sentir como una niña pequeña. “Madre mía”. Tomó el cinturón de su falda
y lo abrochó alrededor de la larga camiseta, después dobló su ropa y volvió a la
cocina descalza.
Las baldosas de mármol estaban frías y la terra cotta del salón no era mucho
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mejor.
Dar seguía en la cocina, apoyándose sobre el mostrador y obsevándose
quedamente las manos, las cuales estaban cruzadas frente a ella. Kerry podía ver la
preocupación en su rostro, y se apoyó a su lado con una sonrisa. “Luego... ¿es esto
una fiesta de huracán?”.
Dar señaló el armario. “No tengo ni idea... tengo a alguien que trae un
surtido variado. Estaba muy ocupada para hacerlo por mi misma”.
Dar dejó caer su cabeza, entonces alzó la mirada hacia Kerry a través de
oscuros brillos en sus ojos, con una mueca tímida. “Maíz y azúcar son dos de los
grupos básicos de alimentación, ¿no?”. Inquirió esperanzada. “Déjame adivinar...
lo tuyo son los de nueces y uva”.
Salida hacia Arabia Saudí, quería decir. Salida de la vida es lo que fue. Dar
miró la fotografía, y sintió como una mano atenazaba su corazón. No es que ellos
compartieran mucho tiempo juntos los últimos años. Era que él, el único entre toda
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Entonces él se fue. Y ella juró ante su tumba que no dejaría que nadie tocase
su corazón de igual manera nunca más. Nunca.
***
Kerry lo probó por última vez, entonces lo dio a su creación una mirada
satisfecha. Había sido capaz de encontrar algunas tiras congeladas de pollo,
camarones congelados, y dos paquetes de guisantes congelados, todo lo cual frió
añadiendo especias cuyos sellos tuvo que romper. Entonces hizo una salsa con
mantequilla de cacahuete, leche, un poco de azúcar, más especias, y algo de
jengibre. Hizo al vapor una olla de arroz que alcanzó de la alacena, y encontró el
escondrijo de vino de ciruela de Dar. “De acuerdo...”. Sacó dos platos, quitándoles
el polvo de encima, entonces se dirigió hacia la puerta del estudio, y se asomó.
el trabajo el martes... tendrás que atender la reunión de personal a las diez por mí”.
Comió otro trozo de pollo. “He de ir al hospital. Me van a hacer un grupo de
pruebas”. Lo consideró. “En el corazón”.
“Sé lo que van a encontrar”. Replicó quedamente Dar. “Van a encontrar que
tengo una... válvula con mal funcionamiento”. Siguió observándose las manos, las
cuales estaban entrecruzadas. “Mi padre la tenía”. Agarró el tenedor y tomó otro
bocado, exteriormente muy compuesta.
La rubia mujer tomó nota de eso. “Pueden hacer algo respecto a eso,
¿verdad? Sé que he oído algo sobre lo que han estado haciendo últimamente, es
increíble”.
“¿Dar?”.
“¿Mm?”.
“Nadie debería pasar por eso sólo”. Vino la queda respuesta. “Ni siquiera
vice presidentes que secretamente son unos héroes”.
Algo se estrelló contra las persianas, y Kerry saltó, con un pequeño grito.
“¡Yow!”.
Otro bang, y Kerry saltó de nuevo, esta vez justo encima de su alta
compañera. “Perdón”. Murmuró, apartándose. “Odio las tormentas... una vez nos
nevó por dos semanas enteras y yo...”. Dudó. “Simplemente no me gustan”.
Finalizó torpemente.
podía abrirla para que entrase algo de aire al lugar. Puso una vela larga y con un
leve aroma a canela en el escritorio, y se sentó tras él, mientras Kerry se
acomodaba en el pequeño sofá pegado a la pared. Dar abrió la ventana, y una brisa
fría y húmeda sopló dentro, agitando el oscuro cabello de su cabeza, y
desordenando los papeles del escritorio.
Estaba muy silencioso, sólo se oía el aullar del viento y el agitar de las
persianas, sobre el incesante oleaje de fuera.
“Supongo que fue mucho peor durante el Andrés, ¿no?”. Preguntó Kerry
quedamente, doblando las piernas bajo ella y recostándose sobre el brazo del sofá.
Dar asintió. “Oh si... evacuaron la isla, pero alguno de nosotros nos
quedamos... y algunos de seguridad... siempre nos dijeron lo robustos que eran
estos lugares y... sorprendentemente era verdad. Tuvimos muy pocos destrozos...
principalmente daños en las paredes de la costa, y algunos botes que se estrellaron
contra el puerto por que sus dueños fueron lo bastante estúpidos o vagos como para
no asegurarlos”.
“Si... de treinta y seis pies... nada mayor. Era de mi tía... de alguna manera
venía incluido con este sitio”. Contestó la morena mujer, reclinándose en su silla y
poniendo sus pies desnudos encima del escritorio. “Una vez cada cierto tiempo lo
saco... sólo para pasear un poco rodeando los arrecifes artificiales, hacer algo de
buceo poco profundo, ese tipo de cosas”.
“Lo hago... y mucho, de hecho”. Replicó Dar, jugueteando con un lápiz que
había en la mesa. “No es muy inteligente salir ahí fuera una sola, sin embargo, pero
yo...” Vaciló. “No tengo mucho tiempo en estos días”.
Kerry lo absorbió todo, las palabras habladas y las no habladas. “Yo siempre
he querido ver como era todo eso... solía ver los especiales de Jacques Cousteau
todo el tiempo”.
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Kerry se acercó más a la luz, observando al pez. “Mm... apuesto a que eso
debió doler”.
Se puso los arriesgados mechones tras una oreja y sonrió. “Yik... tienes
razón”. Observó la siguiente fotografía, ésta una de Dar, en un bañador negro de
una sola pieza, con un tanque de buceo en un codo y una gran langosta en la otra
mano. “Madre mía... ¿cuanto pesó esa cosa?”.
Dar miró por encima de su brazo. “¿La langosta o yo?” Rió ahogadamente.
“Diez libras... era enorme... el maldito bicho me arrastró a través de la mitad del
arrecife antes de cansarse hasta que lo pude apresar”.
“Mm”. Kerry estudió la foto, una débil y curiosa sonrisa asomando a sus
labios. “¿La tuviste para cenar?”.
“Nah”. Le dijo alegremente la morena mujer. “Ese tamaño... bueno,
superando las cuatro libras o así, el sabor empieza a disminuir... no, tomé la foto y
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Dar meneó su cabeza. “No... siempre me pregunté como sería... pensé que
sería bonito tener una hermana o algo”. Se detuvo, y probó con delicadeza. “Tu
padre es un senador, ¿verdad?”.
Kerry arrastró sus ojos de vuelta ante las palabras, su mandíbula trabajando
un poco. “Yo... um... supongo que suena rudo... viniendo de alguien que te
preguntó lo mismo hace sólo un rato, ¿no?”.
Se hizo el silencio de nuevo, y duró más tiempo. Kerry cerró los ojos, y
escuchó al viento azotando la costa, y a los árboles que se golpeaban contra la
pared exterior. “Mis padres son muy... tienen unas expectativas muy altas sobre
nosotros”. Se escabulló del escritorio y volvió al sofá, enrrollándose como una bola
sobre un extremo del mismo. “Mi padre creé que es su trabajo... el que su familia
sea el ejemplo perfecto de América”.
Sabiendo que Kerry había pasado algunos años en el campo IS, Dar estaba
desconcertada. “¿Qué pasó?”.
Una sonrisa falsa y cínica atravesó el rostro de la joven mujer. “Bill Clinton
fue lo que pasó. O... de forma más específica, Al Gore pasó”. Alzó la barbilla. “De
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repente, era ‘una precaución prudente’ tener a alguien de la familia que ‘conociera
a esa gente ruda’ y que estuviera metida en el tema de la tecnología”.
Las dos cejas de Dar se alzaron hasta la línea de su cabello, dando a la alta
mujer un aspecto casi cómico de sorpresa. Tras un momento, acomodó su cara
hacia una expresión más casual. “Yo... um... ¿que quieres decir con denominado?”.
Kerry suspiró. “Crecimos juntos... hemos sido amigos desde siempre, desde
que íbamos de paseo prácticamente... realmente es un chico muy dulce, apuesto,
recientemente graduado en la Escuela de Derecho... le gusto...”.
“¿Pero ?”.
Kerry la miró silenciosamente durante unos pocos latidos del corazón. “N...
no”. Sentenció finalmente. “No... no es así con él... de... de ninguna manera”. Hizo
una pausa. “¿Que quieres decir con, golpeteo?”.
“Mm... oh, si... cierto... he oído eso”. Kerry se colocó el pelo tras la oreja.
“Dios... estabas en lo cierto... se esta volviendo realmente caliente este sitio,
¿verdad?”. Alzó su mirada, para encontrarse con unos ojos cegados mirándola, y
una débil y casi desconcertada sonrisa en la cara de Dar. “Con lo que... esa es mi
historia supongo... mis padres no dejan de ponérmelo difícil viviendo aquí...
piensan que es decadente e inmoral”. Suspiró. “Cuando voy a casa por Navidad,
todo lo que oigo son planes para la boda, y donde viviré, y...”.
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Los ojos de Kerry contenían una queda y apagada pena. “Es fácil para ti
decirlo”. Apoyó su mejilla sobre su ante brazo. “Tengo una responsabilidad con mi
familia”.
Era lo más cerca que habían llegado nunca entre sí, un par de pulgadas
separándolas, tan cerca que estaban respirando el mismo aire. Tan cerca que Kerry
podía ver la leve y casi invisible cicatriz justo encima del ojo derecho de Dar, y la
claridad cristalina, incluso en la poca luz, de sus iris azul pálido. Se hizo consciente
de un sonido, que solamente después realizó era el latido de su propio corazón,
martilleando en sus oídos. “Yo... trataré... de tener eso en mente”. Tartamudeó.
Dar asomó su cabeza por la ventana, estudiando el cada vez peor temporal.
Los árboles de fuera estaban prácticamente obstaculizados por la lluvia, y el viento
estaba arrancándoles algunas ramas, golpeando las hojas contra el edificio dejando
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Una húmeda y fría brisa agitó su cabello hacia atrás y orientó su cara hacia
ella para conseguir un poco de alivio. Había abierto una ventana en el lado opuesto
del apartamento para conseguir algún tipo de corriente, pero aun así el interior
seguía estando muy caliente, y tomar esa comida picante no ayudaba en absoluto.
Dar miró hacia atrás donde Kerry estaba tumbada en el suelo con las manos
cruzadas sobre su delgada cintura y con los ojos cerrados. Incluso desde donde se
encontraba, a la titilante luz de la vela, Dar podía ver la capa de sudor en la cara de
la joven mujer y sintió una punzada de simpatía cuando una gota se escurrió de su
propia sien.
Era bien pasada la media noche, pero dormir era casi imposible, al menos
para Dar que estaba acostumbrada a su habitación equipada con la paz del aire
acondicionado y la cama de agua. Disfrutaba de sus comodidades, y no le
importaba admitirlo... estar en terreno áspero fuera de casa con los insectos y las
serpientes no era su idea de pasar un buen rato. Con un suspiro apoyó su barbilla
en la repisa de la ventana, y se acomodó al suave velo de agua que mojaba su piel.
Se inclinó un poco más hacia fuera, y de repente sintió una cálida presión
sobre su espalda mientras Dar unía su mano hacia afuera para asegurarse que no se
cayera. A pesar de su estado sobre calentado, la hacía sentir bien, una sensación
reconfortante de seguridad que la hizo atreverse lo suficiente para asomarse un
poco más, para comprobar lo que podía llegar a ver.
“Ey... cuidado”. Avisó Dar, acercándose un poco más por si acaso. Kerry
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“Guau... Dar, ¡mira a esas palmeras!”. Kerry levantó una mano y señaló,
entonces se agarró al travesaño de nuevo. “¡Casi se doblan de un lado al otro!”.
“Que gran historia hubiera sido esa...”. Rió Kerry. “¿Te lo imaginas?.
Aparecería el lunes con un bendaje en la cabeza... y tendría que decirle a todo el
mundo que me di de bruces con un cocotero zumbante y volador en tu ventana?”.
La mujer mayor empezó a reírse. “Eres más divertida que un cachorrillo, ¿lo
sabias?”. Agitó la cabeza y se dirigió a un armario justo al lado del estudio,
volviendo con toalla esponjosa de color azul claro que le ofreció. “Toma...”.
La toalla era suave, y olía a limpio y fresco. Kerry se cubrió la cara con ella,
y se secó con muda satisfacción. Entonces miró a Dar, a través de su flequillo y
con los ojos brillantes. “Más divertida que un cachorrillo, ¿no?”. Definitivamente
había, estaba lo suficientemente alerta como para reconocerlo, algo de química
entre ellas. Un sentimiento dinámico de transferencia que era mitad juego y mitad
algo más profundo, y más serio.
Dar era su jefa. Sabía que no podía olvidar eso. Pero también sabía que la
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 184 de 184
A Kerry eso le gustaba. Así como adoraba los buques costeros agitándose en
las olas, y los botes de carreras, y tirarse hacia abajo en la montaña esquiando.
Alzó la mirada hacia Dar a través de su flequillo e hizo una mueca.
Entonces ladró como un perro.
Dar sólo rió y se cubrió los ojos con una mano. “Creo que este tiempo está
sacando a la luz un parte inesperada de ti”. Agarró la vela y dirigió a Kerry hacia la
puerta. “Vamos... no tiene sentido que dejemos que un perfecto helado de medio
galón se derrita”.
Dar tomó otra cucharada antes de contestar. “Si... además de otras cosas... he
intentado otras disciplinas diferentes... principalmente me quedo con esa, con un
poco de judo, y jujitsu todo mezclado”. Rió ahogadamente. “Están pasadas de
moda... y no son la tendencia... pero me gustan las tradiciones”.
Dar asintió. “Si... lo es... dejo escapar mis frustraciones y no es tan tentador
ir a la mesa de alguien en esas malditas reuniones”. Estudió a Kerry quedamente.
“También ayuda a aclarar la mente... y es útil en lugares como Miami”. Guiñó los
ojos con gravedad. “Deberías pensarte en asistir a alguna clase para sacarte el
cuello de problemas”.
Kerry lamió su cuchara. “Quise, cuando era más joven. Cuando Mike estaba
tomando sus clases... rogué y rogué... pero ni modo que me dejaran”. Consideró.
“Creo que hubiera sido mejor que él también... es más bajito que yo, y es realmente
torpe”. Alzó los ojos hacia Dar. “Es un poco tarde para mí el empezar con eso...
ando un montón, patino... ese tipo de cosas. Solía hacer aerobic, pero me aburría
con ello”.
Dar sintió como una queda paz la sobrevenía y asintió. “De acuerdo...
entonces empezaremos el Miércoles, ¿vale?”. ¿Cuanta diferencia podía haber si se
confirmaban sus temores de todas formas?. Había vivido con la posibilidad durante
años, y tomó la decisión de que fueran cuales fueran los resultados, no cambiaría
su manera de vivir la vida.
Eso es lo que su padre había escogido. Y eso era lo que al final lo mató, pero
era un tipo de muerte que ella sabía en su corazón que él deseaba. Una muerte
noble, al servicio de su país.
Él sólo había olvidado lo malditamente difícil que sería para todos los
demás.
Bueno, ella no tenía que preocuparse por eso. Nadie dependía de ella, no era
responsable de nadie excepto de ella misma. “Vamos... esto se esta derritiendo”.
Aspiró una bocanada de aire con el aroma fuerte y picante del musgo, y el
lago, y la tierra que las rodeaba, y cerró los ojos en perfecta armonía. Consciente
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 187 de 187
Tan real. Casi podía oler el musgo de nuevo. Se giró sobre su espalda y se
frotó los ojos, tratando de sacar ese sentimiento de maravillosa paz de su mente.
Estaba lloviendo fuera, pero el aullante viento había cesado, o al menos se había
apaciguado, sin embargo todavía no había vuelto la luz. Kerry se sentía pegajosa y
agitada, y tomó una serie de respiraciones para calmarse. Entonces giró la cabeza a
un lado, y se quedó helada, al encontrar ojos de color azul pálido devolviéndole la
mirada. “¡Yahh!”.
Los azules ojos se agrandaron y Dar se esforzó para no dejar aparecer una
mueca. “¿Que pasa... me ha crecido un cuerno por la noche o algo?”.
Kerry exhaló. “No... no... um...”. Levantó una mano. “Yo estaba... tuve este
sueño, y salí de él de repente, y no estaba... bahhh... mi cerebro no está trabajando
todavía”. Se puso el brazo sobre los ojos y los cerró.
Una mano tocó su codo y Kerry se asomó por debajo de su brazo, mirando
curiosa al mar, su desordenado rubio cabello echado hacia atrás por la brisa.
“Mm... esto da gusto”.
Kerry suspiró. “Mejor llamó a mi casa... a ver que está pasando”. Volvió al
interior, y agarró uno de los dos teléfonos analógicos que Dar había conectado la
noche anterior, marcando el número de Colleen de memoria. Había hablado
brevemente con su amiga la otra noche, asegurándose de que su apartamento
estaba a salvo. Colleen se había mofado de la tormenta, habiendo sufrido el
huracán Andrés, y estaba a mitad de planear una fiesta de huracán cuando llamó
Kerry.
“¿Hola?”.
La pelirroja se rió. “Todo está bien y empaquetado, amiga mía... los árboles
se han caído, y algunos postes de la luz... no tenemos electricidad, y se está
inconfortable como en el infierno, pero estamos todos fuera, y tenemos una
pequeña parrilla montada. No está muy mal... podemos meternos en los coches si
estamos en peligro de sobrecalentamiento”. Hizo una pausa. “¿Que tal lo llevas
tu?” .
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“Oh... bueno, más o menos igual”. Le dijo Kerry. “Tampoco hay luz aquí...
tenemos las puertas y ventanas abiertas... fue bastante malo anoche pero... no
parece que haya muchos daños, excepto por algunas ramas que se han caído... y...”.
Amoldó sus ojos para mirar hacia fuera. “Creo que un bote ha encallado en la
punta este de la isla”.
“Lo fue... pero abrimos una ventana en la zona protegida del apartamento”.
Contestó a la pregunta Kerry en primera instancia. “Y comimos helado con lo
que...”. Se rió suavemente. “Todo resultó bien al final... me acabo de despertar”.
Alzó la mirada cuando el sol apareció débilmente, bañando los hombros de Dar
con luz pálida. “El sol está saliendo”.
Kerry miró al aparato, sus cejas contrayéndose. “¿Estás bien?”. Miró hacia
afuera. “Está brillando sobre el océano, y sobre un par de barcos que yo pueda
ver... y en el patio... ¿por qué?”.
La pelirroja rió suavemente. “No importa Kerry... ¿vas a pasar más tiempo
allí todavía?”.
Kerry asintió. “Um...”. Se mordió el labio con una mueca. “¿Quieres que te
prepare unos copos de maíz azucarados?”. Sus ojos resplandecieron traviesos.
“Supongo que eso sería mejor que tener helado para desayunar... sin embargo...”.
Se aclaró la garganta. “No por mucho”.
“¿Una vuelta?”. La rubia mujer siguió su mirada. “Oh... quieres decir, ¿en el
barco?”. Dejó escapar un suspiro. “Me encantaría... pero no estoy exactamente
vestida para ello”.
Media hora después estaban, de entre todas las cosas, en un carrito de golf
con el número del apartamento de Dar en él, evadiendo ramas caídas en la carretera
que rodeaba la isla. Otros carros estaban fuera, unos con turistas y otros con
material de la isla, los primeros conduciendo despacio y señalando, los segundos
eliminando los obstáculos del camino.
Kerry se reclinó en su asiento y disfruto del paseo a la vez que pasaban los
grupos de apartamentos y rodeaban una larga estructura, circulando entonces por el
paseo marítimo y terminando en una agrupación de tiendas donde era evidente el
rugir de un generador.
Saltó hacía afuera y siguió a su alta compañera, la cual señalaba a las puertas
según pasaban por al lado de ellas. “Tienda de vídeos, librería, tienda de comida
sana, supermercado de la isla... ah.. aquí llegamos”. Abrió la puerta de una pequeña
tienda que contenía varias prendas casuales y de playa. “¿Crees que podrás
encontrar algo aquí dentro?”. Inquirió Dar.
una pieza Speedos en ricos y atrevidos colores. “Oh si”. Hizo una mueca,
chequeando las tallas y seleccionando uno de color morado, después eligió unos
pantalones cortos y un top color tierra enconjunto. Le acercó su tarjeta de crédito al
dependiente, sorprendida cuando él solamente la estampó en su verificación,
dándosela de vuelta junto con un bolígrafo para que firmase. “Gracias”. Le sonrió,
recibiendo una tímida sonrisa de vuelta. Tomó su paquete y siguió a Dar hacia el
exterior, alcanzándola cuando llegaban a la puerta del supermercado. “Dar... no ha
chequeado mi tarjeta de crédito”.
“No”. Dar la miró de lado. “No es... bueno, déjame explicártelo de esta
manera Kerry... en esta isla... si te puedes permitir vivir aquí, es que eres
multibillonaria. No te preocupas por pequeñeces como trajes de baño” . Mantuvo
abierta la puerta de la pequeña tienda de ultramarinos. “Además... la única manera
por la que puedes entrar en la isla es con un residente... lo cual él sabe que yo soy...
y se figura que si algo sale mal, yo me haría cargo”. Hizo una pausa. “Lo cual, por
supuesto, haría”.
Caminaron hacia la salida con una bonita cesta pequeña que contenía,
descubrió Dar, un juego de platos y cubiertos, y era lo suficientemente grande para
contener varios sandwiches y varios entremeses salados. Abrió de golpe su
teléfono celular y marcó, teniendo a Mark Polenti al habla al segundo timbrazo.
“Ey”.
Dar sonrió. “Buen trabajo Mark... gracias por encargarte de eso por mí”.
Una débil sonrisa atravesó el rostro de la morena mujer. “Si... estoy bien...
sólo tenía un endemoniado dolor de cabeza... seguramente a causa del tiempo”.
Hizo una pausa. “La pobre Kerry se ofreció para traerme a casa, entonces se quedó
atrapada cuando azotó el mal tiempo”.
Kerry asintió. “Lo se... hablé con Andreas en seguridad anoche... eso fue
muy agradable por su parte”. Saltó hacia fuera mientras Dar frenaba el carrito hasta
detenerlo en un embarcadero particular, el cual tenía un barco bien proporcionado
amarrado. “¿Es este?”.
Dar asintió. “Sipe... este...”. Le dio a Kerry un juego de llaves. “La cabina
debe estar provista de toallas y todo eso... y la rellené de gas la semana pasada”.
cabina del crucero. Tenía un pequeño cuarto de baño con una ducha de agua salada,
y una minúscula habitación con una cama lo suficientemente grande, quizás, para
dos personas.
Sospechó, sin embargo, que probablemente Dar tendría problemas con la
longitud. El interior era de cálida madera pulimentada, con cortinas azules y verdes
que cubrían las portillas al igual que la ropa de cama. Esta era... paseó los dedos
sobre la tela.
Le gustaba. Se estaba confortable aquí, y se movió junto con el balanceo del
barco una vez adquirió la experiencia. “Bueno, a la siguiente área... la cocina”.
Dejó su mochila en el suelo, y se introdujo en la pequeña galería la cual tenía una
pequeña y compacta nevera. La abrió, sorprendida al sentir un frío residual,
entonces se figuró que el barco debió de estar conectado a un dique de electricidad.
Puso la comida en su interior y cerró la puerta, confiando en que se mantendría lo
suficientemente frío hasta que Dar encendiese los motores.
Fuera de la galería había un compacto espacio para sentarse, con una mesa
de madera rodeada de dos bancos de contrapeso en dos esquinas. Una silla de
aspecto mullido y confortable estaba atornillada a lo largo de la zona despejada de
la mesa, y en unos gabinetes impermeabilizados cerrados arriba había una
televisión y un estéreo.
Tenía dos niveles, uno donde estaba el puente y los controles, y el más bajo
donde había gruesos asientos con cojines a lo largo del barco y en la popa. Alzó
uno y encontró equipos de seguridad, aparatos flotadores, bengalas, flotadores
salvavidas... y en el otro encontró dos equipos completos de buceo incluyendo dos
tanques enganchados con clips al fondo. “Y nunca usas esto”. Reprendió a su
ausente jefa. “Dar, ¿que vamos a hacer contigo?”. Se sentó en uno de los cojines
por un momento, y simplemente agitó la cabeza. “Chico... si yo tuviera un sitio
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como este... y un barco... estaría...”. Se imaginó a sus amigos a bordo, y las buenas
fiestas que podrían tener.
¿No tienes tiempo?. ¿O es que todas estas bonitas cosas son completamente
inservibles si no tienes nadie con quien compartirlas?. “Vamos Dar... con tus
miradas... no me digas que no puedes atrapar y conservar un novio”. Murmuró.
“Deben estar completamente idos si no quieren pasar el tiempo contigo”.
Balanceó un poco sus pies, golpeando los talones contra la fibra de vidrio.
Pensando.
El suave ronroneo del carrito de golf aproximándose la sacó de su
ensimismamiento y se giró para ver a Dar aparcando el pequeño vehículo en el
pequeño espacio diseñado para eso cerca del amarre del barco. Traía un par de
bolsas, y saltó a cubierta con negligente gracia, dejándose caer en el nivel más bajo
con una risotada. “Están haciendo un negocio del demonio...”. Dejó las bolsas en el
suelo. “¿Está todo bien?”.
Dar bufó suavemente. “Si... La tía May tenía gustos caros... me tomó un
poco acostumbrarme. Me inclinaba más por un bote de quince pies de eslora con
una cubierta sencilla al fondo y una silla como amenidad”.
La alta mujer rió auto despectivamente. “O sí... según me hago mayor, voy
generando una desagradable tendencia hacia ser una criatura a la que le gusta lo
confortable”. Caminó a lo largo del perímetro del barco, repartiendo los papeles.
“Agárrate ahora”.
Dar se sentó frente a los controles, y encendió los motores, ajustando las
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palancas hasta que escuchó un tenue sonido. Entonces expertamente sacó al barco
del embarcadero, haciendo girar los motores y ajustándolos a una velocidad
superando por poco el movimiento sin fuerza para salir del paseo marítimo.
La brisa se hizo más fuerte nada más pasar la última boya, y Dar dirigió la
proa hacia el sudeste, elevándose suavemente sobre las aun revueltas olas hacía el
brumoso horizonte. Kerry se puso junto a ella, disfrutando del aire salado, del sol y
del fresco chorro de agua que las salpicaba cada vez que el barco golpeaba las olas.
“Guau, se está bien aquí arriba”. Murmuró.
Dar cerró los ojos brevemente y tomó una bocanada del aire, dejando que los
recuerdos la rodeasen por un doloroso momento. “Si, es cierto”. Dijo finalmente de
forma queda, tragando a través de un nudo en la garganta.
Kerry paseó hasta la barandilla y se asomó por ella. El agua era de un rico
color verde - azulado, y olía a sal y a misterio. “Depende... ¿hay tiburones ahí
abajo?”. Miró sobre su hombro a la alta mujer, que estaba reclinada de forma
casual sobre la curva de la puerta que daba a la cabina.
Dar se rió. “Bueno... debe haber unos pocos, pero he estado en estas aguas
desde que tenía cuatro años... y todavía no me han mordido”. Caminó hacia la
barandilla y saltó sobre ella, entonces se sumergió en el agua limpiamente, saliendo
de nuevo a la superficie varias yardas más allá del barco”.
Dar estaba allí, chorreando agua, su oscuro y mojado cabello pegado hacia
atrás. Le dio una máscara con una mueca indulgente. “Toma... esto va mejor”.
Dar se colgó de la cuerda del ancla e hizo un gesto. “Ahora mismo estamos a
muy poca profundidad... sobre los treinta pies”. Explicó. “Hay un arrecife de coral
que va a todo lo largo de la línea de la costa... así que... si nos metemos aquí abajo,
veríamos todo tipo de peces”.
atrás y sentándose en ella. “De acuerdo... podemos hacer una inmersión realmente
rápida y corta con el material que tengo aquí”. Le acercó a Kerry un chaleco como
prenda de vestir. “Póntelo”.
Dar le acercó un par de botines. “Ahora estos”. Esperó. “Vale, ahora pasa
esto por encima de los botines y apretalos alrededor de los tobillos”. Le dio a Kerry
un par de aletas.
Dar le acercó un tubo para respirar. “Pon esto a través del aro en la
máscara... si, así está bien... ahora date la vuelta y agárrate al cable del ancla”.
Su voz estaba justo al lado del oído de Kerry, y le tomó un tiempo registrar
las palabras. “Um... vale, esto es un regulador”. Repitió.
máquina de buceo porque hoy sólo vamos a bajar un par de pies... espera que me
pongo mi equipo”.
“De acuerdo... solo haz lo que yo haga. Te vas a dejar llevar y sumergirte...
Solo respira con normalidad”.
Era una extraña sensación, decidió Kerry según obedecía y empezaba a caer
a través del agua. Las burbujas del regulador producían una corriente de sonido a
su alrededor, pero miró a su entorno viendo como los rayos del sol iban perdiendo
su color y desapareciendo según avanzaba.
No muy profundo, como había dicho Dar de hecho, si alzaba la mirada podía
ver el sólido contorno del fondo del barco justo sobre ella.
Pero aquí abajo... se niveló y flotó, justo encima del fondo, el cual estaba
cubierto con una gruesa formación de coral.
Un minúsculo y rápido pez rojo la rodeó y escapó, seguido por un pez negro,
liso y más largo que tenía un ojo a cada lado de su cuerpo.
“Oh Dios mío... ¡fue fantástico!”. Dijo Kerry de golpe. “¿Viste esos peces
plateados?. ¡Me estaban poniendo caras!”. Se quitó la máscara y se echó hacia
atrás el mojado cabello. “Y esas cosas moradas... ¿que eran esas cosas moradas?.
También había esos pequeños tipos de calamares parcialmente traslúcidos... ¿que
eran?”.
Dar levantó una mano riendo. “Hey... con calma... volvamos al barco y
hablemos de ello, ¿de acuerdo?”. Dejó que Kerry le diera el equipo, y lo puso en la
borda, entonces subió ella misma y le extendió una mano a la pequeña mujer.
“Aquí... agárrate”.
Con una sonrisa gentil, se movió para estar un poco más confortable,
entonces dejo que sus ojos se cerraran también.
Ojos del color del mar que las rodeaba se giraron y la observaron bajo un par
de cejas del color del sol. “Me acabo de despertar yo también... y parecías tan en
paz, que no tuve corazón para despertarte”. Sonrió Kerry. “Sé que anoche no fue
muy confortable, así que...”. Se encogió de hombros. “Era una manera de
recuperarse”.
Se hizo el silencio excepto por el suave golpeteo de las olas. Finalmente Dar
se aclaró ligeramente la garganta. “Escucha... yo.. um... me quiero disculpar”.
Las cejas de Kerry se alzaron y giró la cabeza. “¿De que?. Dar, no es tu
culpa que se formara una tormenta..”.
“No”. La morena mujer levantó una mano. “Por lo que pasó con
Associated”.
“Mmph”. Una pausa. “Bueno... esta bien, quiero decir... al final funcionó”.
“Oh”. Kerry absorbió esto. “Fue duro”. Reconoció. “Me sentía tan impotente
a veces... entonces cuando llamaste... chico”. Miró al agua y agitó la cabeza.
“Dolió”. Miró a su lado y vio estrecharse los ojos de Dar mientras esta seguía
mirando al horizonte. “Pero estabas haciendo tu trabajo”.
“Si”. Murmuró Dar. “Lo sé... por eso me desconcertó cuando a pesar de todo
quisiste ayudarme a hacerlo”.
“Quizás así la próxima vez que suceda de nuevo, logre que te lo pienses dos
veces de nuevo”. Contestó Kerry simplemente.
***
“*Dios mío* Dar... no te puedes imaginar el olor de este sitio esta mañana...
es como si un centenar de gatos se hubiesen hecho pi pí en la alfombra”. Le
informó la secretaria. “Tengo una naranja arrimada a la nariz”.
Dar se inspeccionó una uña, entonces flexionó la mano donde la piel estaba
un poco tirante por quemarse al sol el Sábado. “Mira... corta el rollo. En última
instancia, cuando llegue o veo el camión allí o llamo a la Corporación Stanley
Steamer. Adiós Jack”. Cerró la línea y marcó de nuevo. “¿María?”.
Dar suspiró. “Lo se... escucha, bloquea mi mañana del Martes... al menos
hasta la hora de comer, y la de Kerry también”. Hizo una pausa. “Ella estará um...
me va a llevar a una cita que tengo”.
“No”. Dijo quedamente la ejecutiva. “Me van a hacer unas pruebas... esta
bien... nada importante, sólo que no se el tipo de medicación que me van a dar, y
no me quiero arriesgar a conducir de vuelta”.
“Ah, mierda”. Dar arrastró las palabras. “Prográmalo de nuevo para algún
momento extremadamente inconveniente para ellos, ¿lo harás?”.
“Tch.. Dar”. María rió cortamente. “Eres tan mala”. Dudó. “Tengo aquí mi
rosario... ¿que tipo de pruebas?, así sabré como rezar”.
“*Mi madre *”. Suspiró la anciana mujer. “Aie... buenos días”. Mantuvo el
teléfono alejado de la boca. “Perdóneme, ¿qué?”.
“Oh... Maldito infierno en una bolsa de mano”. Dar se cubrió los ojos.
“Nueva York colgado en una mañana de Lunes... ¿que he hecho yo para merecer
esto?”. Dirigió el Lexus hacia la rampa, y giró hacia la derecha en dirección a la
autopista. “Mira... llegaré en unos cinco o diez minutos... haz que quien quiera que
esté al frente de MDF llame a Netops y encuentre exactamente lo que esta colgado,
y avise a la región Northeast, especialmente el servicio de recuperación, de que
tenemos un problema”,
“Vale, vale... ah... buenos días... gracias, gracias *chiquita *”. La voz de
María se tornó más cálida, y Dar pudo oír otra voz de fondo, la cual trajo una
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sonrisa a su rostro. “Dar, Kerry está aquí, dice que ella se encargará”.
“Buenos días Kerry”. Rió Dar. “Gracias... ¿qué tal el resto de tu fin de
semana?”.
“Si... esta casi tan mal como este sitio”. Le dijo Kerry. “Bueno, voy a llamar
a Netops... trataré de tener un estatus para cuando llegues”. La puerta se cerró y
María suspiró.
“Es una chica tan buena Dar”. Le dijo la secretaria aprobadoramente. “Fue
tan dulce de su parte el llevarte el Viernes a casa...”.
Dar golpeteó el escritorio con los dedos, moviendo rápidamente los ojos.
Entonces se sentó y requirió información de su base de datos, y volvió a golpear
con los dedos. “De acuerdo... de acuerdo... escucha, netops...”.
“Estamos aquí”. La cansada voz sonó de vuelta. “Estamos con esto desde las
2 a.m.”.
“¿Me has oído?”. Ladró Dar, mirando hacia atrás cuando Kerry le palmeó el
hombro reconfortantemente. “¿Hola?”.
“Uh... si... si... de acuerdo... te hemos oído... espera, esto está... maldita sea,
John... Pon ese Tigre configurado de forma que podamos sustituir lo residual al
fondo... que alguien llame a MTC y les diga lo que estamos haciendo para que no
se extrañen cuando se les vengan todas las líneas abajo”.
“Trabajad más deprisa”. Avisó Dar. “Son las 8 :52, si esos bancos no están a
punto para transacciones a las 9, la mierda va a salir disparada en tantas
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 206 de 206
Dar hizo aparecer una pantalla de Netview y expuso los sitios caídos.
Repitió el comando de nuevo, renovando nerviosamente la pantalla.
“Iba a sugerirte si te traía algo de café”. Murmuró Kerry. “Pero quizá no”.
La oscura cabeza se giró, y ojos azules la miraron, a la vez que los labios de
Dar tensamente ocultaban una mueca. Entonces volvió su atención de nuevo a la
pantalla. “Quedan tres minutos... ¡dónde están mis circuitos!”.
Kerry dejó caer una mano sobre el hombre de Dar y lo apretó. “Oh Dios mío
si... era penoso... al final me tuve que ir, y darme un paseo por el pequeño parque
cerca de mi casa, y esperar a que terminasen de bombear las alcantarillas”.
“Mm... suena bien”. Dar se levantó. “Se supone que debería estar en una
reunión de ejecutivos... échale un ojo a esto por mí, ¿lo harás? Llámame al celular
si se pone feo de nuevo”. Palmeó a Kerry en la espalda a la vez que colocaba la
silla. “Nos vemos más tarde”.
Sexta parte
Dar podía escuchar los gritos de la disputa antes incluso de abrir la puerta, la
cual dejó que diera un portazo deliberadamente tras atravesarla y dirigirse hacia la
larga mesa de conferencias ejecutivas. Todo el mundo se sobresaltó, para después
girarse y empezar a gritarle a ella.
“Maldita sea, Dar... tengo tres contratos en peligro en Nueva Jersey que
debemos estar mostrando esta mañana si no puedes poner esta mierda a trabajar.
¡Lo voy a descontar de tu maldita paga!”.
Dar bajó la mirada hacia sus manos, después volvió a mirarle y arqueó una
ceja. “Inténtalo”. Murmuró con una sonrisa.
Duks se reclinó en su silla mordiendo un lápiz para no reír. “Dar, oí que fue
un corte de fibra... ¿qué pasó?”.
“Oh”. Duks asintió como si tuviera alguna idea de lo que ella estaba
diciendo. “¿Puedo tomar un flan de huevo con eso?”.
“Um... hasta hoy, 206”. Dijo Mariana. “Gran parte de ellos son de
Associated - supongo que quieren impresionar a los corporativos”.
“¿A quien le toca este año?”. Preguntó José, apoyando su barbilla en un gran
puño. “Yo lo hice el año pasado... ¿recordáis?”.
Ella se encogió de hombros. “Nunca lo he hecho, así que debe ser mi turno”.
Una risotada flotó en el aire. “Si... recuerdo cuando alguien mandó a Dar un
paquete de *cojones* secos de toro congelados”. Se rió tontamente José dándole a
Dar una dulce sonrisa. “Qué hiciste con ellos, ¿eh?”.
Dar, que estaba garabateando, miró hacia arriba. “Se los reenvié a Les”.
Replicó con voz seria.
Duks casi se cayó de la silla riéndose, y los demás se unieron excepto José y
unos pocos de sus compañeros. “Bueno, no todos nosotros hemos de preocuparnos
de que nuestros empleados nos manden bombas de cañería”. Insinuó él. “De hecho,
a algunos de ellos les agradamos”.
Miró hacia arriba mientras Duks se arrimaba hacia ella. “Hoy estas de buen
humor”. Murmuró en voz baja.
“¿Lo estoy?”. Inquirió la morena mujer. “Supongo que lo estoy... tuve un
merecido buen fin de semana”.
Él cloqueó ante ella. “Dar... deberías saber más que ir a bucear sola... no
quiero tener que procesar la demanda de tu seguro de vida, gracias”.
Ojos azules de alzaron dócilmente hacia los suyos. “No estaba sola”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 211 de 211
Una de las cejas de Dar se alzó. “No es...”. Dudó. “No es lo que estás
pensando”.
Tonto Duks... piensa que todo tiene que ver con la gente durmiendo junta,
¿no?. Dar se sonrió a si misma. Nunca se le ocurriría que dos completos extraños
puedan acabar juntos por las circunstancias y terminen haciéndose amigos.
Por el tono, no era la primera vez que su nombre era llamado, y miró hacia
arriba con un respingo. “Perdón... ¿qué?”. Todos los ojos estaban sobre ella,
curiosos y dubitativos. “Perdón... estaba dándole vueltas a algo en mi cabeza”.
Cruzó los brazos sobre el pecho, consiguiendo aparentar calma dejando aparecer
una mirada desinteresada.
José le lanzó una bola de papel. “Pagano sin Dios”. Bufó. Duks era bien
conocido por sus inclinaciones ateas. “Recuérdame que nunca te vote para ponerte
a cargo de eso”.
“¿Tenemos un presupuesto este año o tendremos que salir a vender papel del
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baño bordado para los fondos otra vez?”. Dar arrastró las palabras, haciendo un
esbozo de una langosta.
“Es el cuarto cuatrimestre, ¿qué te crees?”. Rió Duks. “Ah... supongo que
puedo conseguir algo suelto de algún sitio... ¿que será, un árbol, algo de cerdo
relleno o similar, y yuca? ¿Es eso?”.
***
“Con lo que encontré tres personas para que se certificaran”. Kerry tomó un
bocado de su sandwich de pollo y lo masticó. “Llamamos a este sitio en Kendall
porque todos viven cerca mía, e hicimos un acuerdo para cuatro sesiones de clase
cuatro sábados, dos sesiones en la piscina, cuatro sumersiones en mar abierto y una
noche de sumersión”. Tomó un sorbo de té. “¿Te suena bien?”.
Dar asintió, ocupada con su propio plato. El almuerzo había sido mucho más
tarde de lo habitual, y lo estaba teniendo apretadamente entre reuniones. “Si...
¿incluyen equipamiento de alquiler?”.
Dar rió. “No... no... la pieza extra para la boca que viste en mi equipo... se
llama pulpo”. Tomó un tenedor repleto de ensalada de patata y masticó. “Es para
que respire el compañero”.
“Pro Diver... esa es muy buena”. Dar sonrió ante su entusiasmo, recordando
su propio certificado. Parece que fue hace cien años, meditó, entonces miró su
reloj. “¿Te quedaste retrasada por algo?”.
Ojos verdes se alzaron hacia ella con un toque de timidez. “Um... bueno,
no... estaba trabajando en esos proyectos, después me encargué de un poco del
email y... um... no se, supongo que me olvidé del almuerzo hasta que apareciste y
asomaste la cabeza por la puerta”.
Dar la estudio con curiosidad. “Uh huh”. Notó el débil sonrojo que estaba
apareciendo en el cuello de la rubia mujer y mordió su tenedor. “Bueno, buena
cuenta atrás entonces”. Realizó que Kerry la había esperado para comer, y se
preguntó si la joven mujer no se sentiría un poco intimidada por el entorno.
Después de todo, la única persona que realmente conocía aquí era a Dar... y
probablemente estaba inconfortable apareciendo de repente en las horas del
almuerzo. Tomó nota mental de decirle a María que le presentará a alguno de sus
compañeros, que usualmente eran de la variedad de los gentiles y amables. “Es
agradable tener a alguien con el que hablar durante la comida... en general sólo
tomo lo que pueda para comer”.
estaría loca si no lo hiciera, ¿verdad?. Tienen unas clases muy buenas ahí”.
Ahora Kerry sonrió. “Recuerdo”. Se relajó un poco. “¿A que hora tienes cita
mañana?”.
“Me parece bien”. Replicó Dar. “Si... justo después de Alton, cerca del
Monte Sinaí... yo... um, no se cuanto va a durar”.
Kerry le dedicó una mirada gentil. “Llevaré una novela baladí... pero apuesto
a que no tarda mucho, y todo resulta bien”.
Era asombroso, meditó, cuán cálido el gesto había sido incluso a través del
tejido de su chaqueta. Miró hacia arriba mientras una sombra la cubría y sonrió.
“Hola”.
“Hola”. Una pequeña y rubia mujer estaba frente a ella con una sonrisa. “¿Te
importa si me siento?”.
“No... esta bien. Sólo quería presentarme”. Extendió una mano llena de
anillos. “Soy Eleanor Anastasia, del Grupo de Ventas y Marketing... he oído que
eres la nueva chica de Dar”.
“Gracias”. Replicó Kerry, con recelo. “Tan sólo han sido unos cuantos días...
todavía me estoy acostumbrando a un montón de cosas”. Prudentemente ignoró los
comentarios trampa de Elaine. “Es muy amable de tu parte decirme eso”.
Elaine sonrió mostrando todos los dientes. “Siempre queremos ver talentos
frescos por aquí... especialmente en un área tan importante como Operaciones...
espero que consigamos una relación laboral placentera”. Hizo una pausa. “A veces
tenemos... oh supongo que se les puede llamar problemas de comunicación... estoy
segura que según pase el tiempo los superarás”.
“Bueno, ciertamente hago lo que puedo... intentaré llevarme bien con todos,
si puedo”. Respondió Kerry con una fina sonrisa. “Tenemos tantas cosas a la vez,
que es difícil no olvidar las buenas maneras”.
“¿En serio?”. Elaine le dedicó una mirada de pesar. “Bueno, dale un par de
días mas dulzura”. Golpeó condescendientemente el brazo de Kerry. “Ya
hablaremos”. La golpeó de nuevo, entonces se levantó y estiró su traje tieso y rojo
brillante. “Es agradable tener a alguien con maneras ahí para variar”. Le dedicó a
Kerry una sonrisa y se alejó a través de la habitación hacía una mesa donde otras
cuatro figuras del negocio estaban sentadas.
zona de lavado, dejándola allí y sacudiéndose las manos. “He de hacer algo con
respecto a su reputación”. Se dirigió hacia el ascensor, inmersa en sus
pensamientos.
***
Pobre Dar. Se sentía tan mal por la alta mujer. Estar tan nerviosa ya era de
por sí malo, pero tener que pretender que no lo estabas era peor. Kerry había estado
apunto de decirle que era normal estar asustada, pero no creía que Dar apreciara el
ataque a sus defensas en ese momento.
Dar mantuvo los ojos cerrados, tratando de ignorar los pequeños pinchazos y
roces de la bata adherida a su cuerpo. Había enganches sobre su corazón, debajo de
su brazo, y uno en su espalda y tenían una máquina al lado de la cama que
acababan de montar. Tenía una pequeña vara como instrumento, el cual la
enfermera jefe le había dicho dulcemente que era como la que usaban para
observar a los bebes en el vientre materno, que emitiría un sonido y captaría las
ondas de respuesta como una imagen.
Oh. Dar se mordió el interior del labio para prevenir el encontronazo con la
enfermera. Como si nunca hubiese oído lo que es un electrocardiograma. ¿Quieres
saber como tomar esas imágenes, convertirlas en ondas de luz y resamblarlas,
pequeña? ¿Que tal si reeruto la corriente de ahí de forma que se descargue
completamente en tu mano cuando lo agarres? Pequeña condescendiente...
Pero no, estaba siendo buena, así que sólo cerró los ojos y esperó.
Finalmente una voz masculina se escuchó cerca, y ella abrió los ojos para ver un
hombre alto con un toque de gris en su oscuro cabello, de pie sobre ella. “Hola”.
Remarcó Dar.
Observó el rostro del Dr. Berger cuando inclinaba la cabeza, una reacción
humana natural al escuchar, incluso aunque el estetoscopio le llevaba el sonido sin
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 218 de 218
“Dios mío”. La enfermera, una alta, querúbica y rubia mujer se rió. “Debes
hacer ejercicio, ¿verdad?”. Desenganchó la pinza de la espalda de Dar y la tocó en
el hombro. “Esta bien, ahora recuéstate”.
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Ansiosos ojos verdes la recibieron, y sintió que una queda calidez reducía su
miedo ligeramente. Kerry se levantó de un brinco y trotó hacia ella, su mirada fija
en la cara de Dar. “Bueno, se ha acabado”. Le dijo a la rubia mujer. “Ahora tengo
que entrar y encontrar las malas noticias”.
Kerry vaciló, sus labios tensándose. “¿Crees que son malas noticias?”.
El Dr. Berger entró y se sentó, dejando sobre la mesa un gran sobre y cruzó
las manos sobre el mismo. Le dedicó a Kerry una curiosa mirada pero no preguntó
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 220 de 220
quién era. En vez de eso, dirigió su atención a Dar. “Bueno, señorita Roberts... es
usted un caso muy interesante”.
“De toda formas...”. El doctor Berger alzó la mirada. “De alguna manera, su
cuerpo lo ha compensado, y ha desarrollado un... bueno, aquí, se lo enseño”. Sacó
una foto y señaló con su bolígrafo un área. “Aquí... es como si su cuerpo lo hubiera
compensado desarrollando esta parte del músculo aquí... y aquí...”. Agitó la cabeza.
“Nunca había visto nada parecido”.
“No bromees”. Kerry dijo rascándose la ceja. “Por un momento pensé que
tendría que preguntar por la pistola... nunca me había sentido tan aliviada en toda
mi vida”.
“Si”. Entonces Dar hizo una mueca, en puro reflejo. “Guau”. Sintió una
oleada de bienestar recorriéndola, haciendo desaparecer la molesta ansiedad de los
pasados días, y mientras las puertas se abrían se volvió hacia Kerry. “Se supone
que estaremos fuera hasta la tarde como poco... ¿qué tal si vamos a comer?”.
Kerry tenía la silla girada de modo que pudiese ver el agua, su cuerpo
adormecido y repanchingado en la silla, una mirada placentera en su rostro. La
comida había sido fantástica pero un poco excesiva y la ayudó a digerir con un
vaso de champagne que Dar le ofreció, lo que terminó de complicar las cosas.
Tenía ganas de encogerse en forma de pelota y quedarse dormida, especialmente
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 222 de 222
Sin embargo, era tan agradable ver feliz a Dar... casi se duerme pensando en
eso aunque realmente estaba tratando con todas sus fuerzas mantenerlo oculto. No
es que Kerry la culpase... sabía que la preocupación había estado comiéndose a su
jefa y pensó que Dar realmente creía que iba a escuchar funestas noticias esta
mañana.
Por supuesto, incluso las buenas noticias tienen su lado no tan bueno, le
recordó a la alta mujer. Realmente necesitaba relajarse un poco más y ese
comentario mitad en serio mitad en broma derivó de alguna manera a una
conversación teniendo como resultado una invitación para pasear de nuevo en el
barco, no este fin de semana pero si el siguiente. Con el aditivo de la posibilidad de
bucear de nuevo.
Como si ella fuese a decir que no a eso. “Ja, ja, ja, ja...”. Kerry rió
suavemente. “No lo creo”. Alzó la mirada al oír un golpe en la puerta y se giró
componiéndose antes de decir: “Adelante”.
***
“Aie, aie... es el día de los jefes”. María ondeó una mano en su dirección.
“Le iba a comprar algunas pelotitas para estrujar, ya sabes... o una de esas
disparatadas máscaras que se ponen en el congelador y después en la cara, pero
desde que me dijo que todo había salido bien creo que quizás... no se”.
“*Dios mío *”. María se cubrió los ojos. “No me lo cuentes”. Se apresuró a
salir, cerrando con cuidado la puerta tras ella.
“Eso está bien... ¿en que puedo ayudarle hoy?”. Dar se reclinó y estudió su
lápiz balanceándolo sobre la punta de su dedo.
Se escuchó otra sarta de balbuceos, esta vez más extensos. Dar alzó la
mirada cuando entró María y luego apoyó la cabeza sobre sus puños. “Claro
Uthai... sólo cuélalo en mi lista de trabajo”.
Su jefa hizo una breve mueca. “No lo hago”. Admitió. “Después revisaré mi
lista de trabajo y veré lo que le he prometido”. Alzó la mirada cuando el teléfono
sonó de nuevo y le indicó a María que se detuviese, cogiéndolo ella misma. “Dar
Roberts...”.
“Ah... Jerry”. Dar dejó escapar una risa nada placentera. “Déjame decirte
Les, que no le agradará verme la cara... la última vez que le vi me lanzó una silla”.
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“No mucho... tan sólo he tenido una buena mañana, nada más. Replicó Dar
sin darle importancia. “Déjame empezar a ordenar los archivos para Disney, Les...
hablamos luego”.
“Aquí mismo”. Respondió suavemente Kerry sobre una oleada de ruido del
teclado. “Me estaba encargando de un poco del email”.
“Tenemos que ir a Orlando por un par de días... ¿Es un problema para ti?.
Estamos facturando una cuenta allí”. Dar estaba ocupada recuperando datos.
“Bien”. Dar cortó la conexión. “Esta bien... déjame imprimir esto... María,
tendré que ir a casa y recoger una bolsa ya que no he conducido hoy... pero
programa el vuelo para las siete o así... el último que salga”. Sintió como
aumentaba su energía al aparecer el reto ante su naturaleza competitiva. Si pudiera
volver a casa con Disney... oooh... Sus fosas nasales se abrieron en anticipación.
María sonrió. “*Si *... sin embargo, es por trabajo... nada de Mickey Mouse
en las reuniones”.
María sacó un planing de viajes y revisó sus opciones. “El área de la Villa
está cerca... tiene acceso a las oficinas administrativas. Es bonito... el Hyatt, creo”.
Kerry tamborileó con los dedos en la mesa. “Supuse que sería algún sitio
como ese... ¿que pasa si está lleno?”. Inquirió.
“Aie... bueno, hay unos siete u ocho hoteles en la zona... todavía no es época
de vacaciones”. Sentenció María, dedicándole una mirada de curiosidad.
“Bueno... que pasa si... ¿que pasaría si todo estuviesen llenos?”. Persistió la
rubia mujer. “¿Que pasaría si...?”. Giró el monitor y observó las opciones. “¿Qué
pasaría si tuviésemos que hospedarnos... aquí?”.
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“Pluto... aie, *chica *... mejor cuida que ella no te pueda”. María agitó la
cabeza.
Dar caminó a grandes pasos a través de la gente, una bolsa de viaje colgada
sobre su hombro, mientras revisaba los documentos que María le había dado,
mandados por correo por la agencia de viajes de la empresa. “¿Dónde?... Jesús...
nos ha reservado dentro del maldito parque...”.
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Kerry rió mientras empujaba para seguir el paso, pegando pequeños saltitos
de vez en cuando para compensar la zancada mucho más larga de Dar. “Supongo
que tenían más tiempo para gastar que estos tipos”. Se alegró de haber tenido
tiempo para cambiarse y viajar con ropa casual, ya que tenían hasta mañana antes
de la reunión con los probables clientes. Se sentía mucho mejor con su suave y
verde camiseta de franela metida dentro de unos denims lavados a la piedra, y sus
botas de media altura de senderismo. Dar parecía... Kerry miró de soslayo a su
compañera. Casualmente elegante como siempre, con su apretada camiseta color
crema y su chaleco negro bordado sin abotonar sobre unos vaqueros y unas
cómodas zapatillas de deporte. Tan sólo dobla tu traje y mételo en la bolsa de viaje,
le había dicho secamente Dar. Incluso si lo metes en un porta trajes necesitará un
planchado, así que te evitas el cargar con la maldita cosa.
Kerry hizo rodar los ojos. “Zumo de naranja para mí, por favor”. Le dio a
Dar un pequeño codazo. “Eres mala”.
A pesar del largo día, todavía seguía con muy buen humor, de hecho estaba
deseando llegar para empezar con el proyecto, a pesar del prometido antagonismo.
Había tenido un momento de culpabilidad al traer a Kerry, pero... Miró el perfil de
su compañera, y la terca fuerza que podía ver en su barbilla y francos ojos. Si ella
quiere hacer esto, deberá empezar en algún sitio. Mejor aquí y ahora, bajo mi
protección, ¿verdad?.
Además, tenía que admitir que era mucho más divertido viajar con alguien a
quien poder hablar, antes que sola. “Lo juro”. Insistió, tomando un sorbo. “Mm...”.
Dar rió y alzó su vaso, chocándolo con el de Kerry. Ambas tomaron un trago
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y sus ojos se encontraron por un instante, antes de que Dar bajara la mirada, hacia
los documentos de viaje que había dejado sobre sus piernas. “El Floridian, ¿eh?.
Bueno, habrá que conducir por la mañana, pero al menos sé que tendremos agua
caliente”. Se reconcilió con su destino. “Y tienen unas tostadas francesas con
plátano geniales para desayunar”.
Kerry se reclinó sobre el apoya brazos y alzó una ceja. “¿Tostadas francesas
con plátano?”.
“Me encantan los plátanos”. Kerry se tapó los ojos. “Estoy en problemas”.
Será divertido.
Si.
“Gracias”. Kerry le sonrió al botones que las había llevado hasta sus
habitaciones mientras éste se reclinaba, y cerraba la puerta la salir. Miró a su
alrededor con curiosidad, dándole una inclinación de la cabeza como asentimiento
a la habitación al observar la clara y aireada decoración, además del
escrupulosamente blanco lienzo. La habitación tenía una larga cama en ella, un
armario flanqueado por una alta consola que contenía una pequeña televisión y una
pequeña nevera. Una pared era de cristal, cubierta por tresillos que eran
parcialmente ensombrecidos por la vista que brillaba con varios colores. Kerry
dejó su bolsa sobre la cama, y se acercó a la ventana descorriendo las cortinas y
mirando al exterior. “Oo”.
Kerry exhaló. “Tengo que planear un viaje aquí... parece tan divertido”. Hizo
una pausa. “Ey... tenemos un par de horas... ¿quieres que demos una vuelta?”.
“Oh no...”. Rió Dar, sacudiendo la cabeza. “Tengo informes para estudiar”.
Dar cruzó los brazos, y miró hacia fuera a los plateados minaretes. “Sabes,
pensándolo mejor, será mejor echar un vistazo ahí fuera”.
Ojos verde brillantes la miraron. “No... es tarde, Dar... y has tenido un día
realmente largo”.
buen tiempo ahí afuera para variar, mejor nos aprovechamos de eso”. Desapareció,
y Kerry se frotó las uñas en su camiseta, entonces se rió. “Prepárate, Pluto... allá
voy”.
“¿Hm?”. La alta mujer miró hacia abajo, pero se libró de más preguntas por
la llegada del monorraíl. Éste siseó suavemente al entrar en la estación con un
gemido electrónico y se paró con la nariz a unos seis pies de donde ellas estaban.
El asistente abrió la puerta del conductor y las dirigió hacía ella, Dar puso
una mano sobre la espalda de Kerry, empujándola suavemente. “Vamos”.
Con total desconcierto, Kerry entró en la cabina del piloto, y sonrió al joven
allí sentado. El pequeño espacio triangular tenía asientos plegables a lo largo de la
nariz de Plexiglas y se dejó caer en uno de ellos, mientras que Dar se relajaba en el
otro.
Kerry observó como se iban acercando las luces fascinada. “No... somos de
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Miami”.
“Oh no”. El chico agitó la cabeza. “Es diferente cada día... algunas veces
damos vueltas en un sentido, otras en el otro, y también nos turnan con la otra
línea. Y si eres apto en el mono, te puede tocar aparcar coches tranvía en la
mañana... es divertido”.
Dar y Kerry intercambiaron miradas. “Así que... es como una distinción,
¿verdad?”. Preguntó Kerry mientras el monorraíl comenzaba a ir más despacio,
preparándose para entrar en la estación del Mundo Mágico. “¿Están los
conductores de monorraíl en primera línea?”.
Él se rió. “Oh no... los pilotos del lago... los que conducen las lanchas”. Paró
el tren y presionó un botón, abriéndoles la puerta. “Guau... ha sido genial hablar
con vosotras... espero que volváis pronto al monorraíl Purple”.
Kerry se escabulló tras ella y salió por la puerta, esperando a que su jefa la
siguiera y la alcanzara antes de reír suavemente. “O Dios mío... ¿qué ponen aquí en
el café?”.
“Todos son así”. Le aseguró Dar. “Creo que es política corporativa... aunque
tu idea de agua con drogas en las fuentes también se me ocurrió a mí”. Siguió a
Kerry a través del declive de la rampa y después a través de barreras electrónicas
que tragaron y expulsaron sus entradas. “Souvenirs”. Kerry alzó la suya y la metió
en su bolsillo. Tomó un gran respiro y comenzó a andar, por debajo de la estación y
hacia las brillantes luces de Main Street.
A cada lado de ellas había fachadas de tiendas antiguas de todo tipo, y Dar
se detuvo en seco al pasar una. “Ey”.
“Dos”. La informó Dar con una sonrisa mientras Kerry tiraba de su manga.
“¿Hm?”.
Dar hizo una mueca. “Um hm... espero que te gusten las costillas”.
“Lo mismo”. Dar se reclinó hacia atrás y la estudió. “No todo el mundo sabe
que este lugar está aquí... lo que más venden son las cosas de comida rápida...
también hay un sitio que sirven buen pollo y pescado cerca de la Plaza de la
Libertad, pero tenía ganas de carne de vaca hoy”.
“Ninguna queja por mi parte”. Kerry alzó la mirada cuando una cesta de
panecillos y mantequillas fue depositada en la mesa. Examinó la mantequilla.
“Oh... Dar, mira... tiene un pequeño Mickey Mouse estampada en ella”. Levantó el
plato de estaño y se lo mostró a su acompañante. “¿No es una monada?”.
“¿Yo?”. Kerry se señaló el pecho. “Pero, jefa... ¡fue tu idea!”. Pero hizo una
mueca traviesa ante Dar. “Gracias por favorecerme con mi capricho infantil”. La
vela de la mesa se movió con el movimiento del aire, y arrojó interesantes sombras
a través de las facciones de Dar. Los azules ojos recorrían los alrededores a
menudo mientras la alta mujer observaba a la multitud, y la piel alrededor de ellos
se encogía y estiraba con cada movimiento. Su oscuro cabello caía gentilmente
sobre sus hombros y rodeaba su rostro y de repente Kerry fue consciente de que
estaba mirando fijamente.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 236 de 236
Encontró otra cosa a la que mirar, alzando un enorme tenedor de dos puntas
y haciéndolo girar.
Dar se aclaró suavemente la garganta. “Así que... ¿hay algún sitio que
quieras ver?”.
Kerry meditó sobre el tema. “¿Por qué no sugieres algo tu?. Parece que
conoces bastante bien este sitio... quiero decir, las montañas rusas estarían bien”.
Como si fuera una señal, una marcha de tambores se escuchó a través de las
ventanas, y Kerry presionó su nariz sobre una de ellas, mirando hacia fuera para
ver pasar una banda de músicos.
De repente, ojos verdes se encontraron con los suyos y notó los pequeños
brillos dorados en ellos por primera vez. Eran ojos interesantes... recordándole al
sol bajo el agua y los estudió curiosamente hasta que la ceja alzada le hizo ver que
estaba mirando fijamente. Esta bien... bastante de eso. “¿Desfile interesante?”.
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“De hecho es Dumbo, madam”. Sentenció el camarero con voz queda. “Se
detuvo sobre la cola de Minnie, y todo se acabó para él”.
Esos increíbles ojos azules la miraron y se lazó una ceja, lo que significaba
“¿Si?”. Realizó Kerry. “¿Puedo hacerte una pregunta personal?”. Inquirió, un poco
avergonzada.
una oportunidad para pensar. Podía decir que era Dar simplemente, puesto que
legalmente lo era. Aun así... “Bueno, mi madre era... es... supongo que lo sigue
siendo... una adicta a las novelas románticas españolas... tenía un personaje
favorito... Paladar. Me llamo así por eso”. La ejecutiva se aclaró la garganta
avergonzada. “Lo odiaba... me lo cambié legalmente al cumplir los dieciocho”.
“Pe... um... bueno...”. Dar jugueteó con el tenedor. “Era tan estúpido...
quiero decir, el personaje era de una mujer loca que iba por el mundo
enamorándose cada vez que alguien se quitaba el sombrero y no paraba de meterse
en problemas... que yo... no veía ningún parecido así que...”. Se encogió de
hombros. “Y los niños de mi edad sabían de donde venía el nombre... me gastaban
muchas bromas”. Pinchó otro trozo cuadriculado de costilla y lo sumergió en el
pequeño bote de salsa. “¿Y el tuyo? ¿Es Kerry el diminutivo de algo?”.
“Mm... lo se... por eso pregunté”. Dar la miró con una mueca. “Podía
simplemente conectarme y encontrar la respuesta”.
Las cejas de la rubia mujer se arquearon. “Eso es tan raro... tu sabes tantas
cosas sobre mí, y yo... es simplemente extraño”. Se rió un poco. “Quiero decir, no
es como si yo pudiera conectarme y encontrar cosas sobre ti”.
Dar la miró, una minúscula sonrisa rondándole los labios. “Kerry, ya sabes
más acerca de mí de lo que encontrarás en los ordenadores de la compañía”.
Respondió quedamente. “Tus ayudantes de trabajo estarían sorprendidos de saber
cómo es mi casa o que me gusta bucear, o cual es mi verdadero nombre, por
ejemplo”.
forma más notable bajo la suave luz. “Bueno... eso me hace sentir mejor...”. Tomó
su vaso de ponche y tomó un gran trago para ocultar su confusión. “Sabes... no
para traer un mal tema, pero tu verdadero nombre me recuerda a algo”.
“¿Oh?”. Dar alzó su propio vaso y bebió. “A que... ¿Un paquete de nubes?.
Esa era una versión popular cuando era joven”.
Esta vez el sonrojo hizo que sus rubias cejas sobresaltasen en color, y dio un
respingo como respuesta. “Um... eso no... quiero decir, yo no... um...”.
Dar rió ahogadamente. “Si... si... sé lo que quieres decir... tranquila”. Hizo
una pausa. “¿En que más estabas pensando?”.
Te dices a ti misma lo mala que eres, de forma que no te duela tanto cuando
los demás te lo dicen, ¿verdad?. “Esta bien. Prometo no verte como lo que no eres,
¿vale?”. Replicó amablemente.
“Bien... espero que haya quedado claro”. Replicó Dar, con un asentimiento
de la cabeza.
Kerry empezó su postre. “Me parece bien... ¿de verdad alguien se quedó sin
cabeza en ella?”.
La morena mujer bufó suavemente. “Es una leyenda... pero es una buena...
siempre la oyes por alguien que iba delante de ellos, y vio como la cabeza
aterrizaba varios carros por delante del resto del pobre bastardo”.
“No te rías”. La voz de Dar provenía de justo detrás de ella. “Una vez vi a
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“Si que lo hice”. Insistió su jefa. “Lo tenían en una mochila, y estaban en
frente mío... estaba sacando su rosada naricilla y agitándola”.
Ooo... dilema. Kerry miró hacia su acompañante, la cual estaba viendo los
preparativos con mirada interesada. “Um...”. No pretendía estar avergonzada. “¿Te
puedo pedir un favor?”.
Ojos azules casi violetas por los neones se fijaron en ella. “Claro”.
Kerry asintió hacia los carritos. “¿Te importaría mucho si vamos en uno
doble?. Me encantan las montañas rusas, pero me asustan un poco”.
¿Fue eso una mueca lo que apareció y desapareció en la cara de Dar?. Estaba
muy oscuro para asegurarlo realmente. “Claro... no hay problema”. Contestó Dar,
con voz normal. “Deberías ir a Buch Gardens... eso si que son montañas rusas”.
Se sentía bien. Miró hacia atrás y vio como el carro comenzaba a moverse, y
avanzaron unas pulgadas sobre los raíles, entonces giraron en una esquina y
empezaron a ascender. “Uh...”. Kerry se dio cuenta de que no sería capaz de
mantenerse derecha sin un fuerte agarre.
Si. Kerry absorbió la sensación. Claro que lo haces. Sabía que debía sentirse
muy, pero que muy nerviosa y muy incómoda, pero por alguna razón, era sólo...
Dar ganó, por supuesto, y consiguió evitar que le cortasen la cabeza, lo que
era bueno.
otra... pero no creo que lo sea. Esa es más que nada agua”. Salieron hacia una
noche estrellada, donde las leves notas del desfile todavía flotaban en el aire.
“No hay problema”. Replicó Dar con una ligera mueca. “Odiaría decirte
todo lo que tendría que pasar en Personal si te perdiera en un viaje de trabajo.
Mariana me cortaría la cabeza”.
Las dos se rieron, entonces Dar se dirigió a la derecha. “Por aquí... podemos
escabullirnos por detrás de Frontierland para llegar a la Big Thunder”.
“Oh... ¿es ahí donde está la Juerga del Country Bear?” : Preguntó de repente
Kerry. “Lo he visto tantas veces en la tele...”.
“Ooo...”. Kerry puso una cara. “Me olvidé de eso... ¿está por aquí cerca?”.
Dar simplemente se rió, y cambió de dirección. “Vamos”.
Montaron en el último monorraíl que salía, y estaban contentas de poder
sentarse en los asientos regulares mientras el pulcro tren salía del parque y se
encaminaba de vuelta al hotel. Dar se reclinó sobre la ventana y miró hacia afuera,
incapaz de creer que había sido engañada para pasar la noche en el Mundo Mágico.
Esto, decidió, había sido igual de bueno y todas las caminatas habían sido
ciertamente sanas. Habían sido capaces de alguna manera de ver las mayores áreas
en dos horas, y habían caminado a través de Main Street mientras el parque estaba
cerrando, viendo como globos de Mickey Mouse se elevaban en el aire sin
dirección concreta al escaparse de las manos de los niños adormilados.
Miró a su izquierda, escondiendo una mueca ante las bolsas recogidas bajo
el brazo de su acompañante. De uno asomaba un búfalo, con los ojos bizcos y la
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del blanco Grand Floridian. “Esta es nuestra parada”. Dar se levantó y estiró, tras
lo cual atravesó la puerta y entró en el vestíbulo.
Todavía había gente en él, bullendo más que nada alrededor de los bares, y
los ascensores estaban razonablemente llenos cuando subieron a sus habitaciones.
Dar abrió su puerta y se dirigió al armario, depositando su bolsa de bienes antes de
volverse y descubrir la luz parpadeante de mensaje en el teléfono. “¿Que demonios
es eso?”. Sacó su móvil del cinturón y lo chequeó. “No... pensé que este estaba
encendido... ¿quien demonios me dejaría aquí un mensaje?”.
“Oh... oh, Dar, si. Gracias”. La voz del hombre sonaba devastada. “Estaba
añadiendo la última parte de una nueva propuesta... escucha, me alegro que estés
aquí”.
Eso es nuevo. “¿Que pasa?”.
“Nos han pedido aparecer mañana con una factura, pero nos han reunido a
nosotros y a los de IBM al mismo tiempo... algo así como cara a cara”.
“Oh... ¿en serio?”. Dar se sacó la otra zapatilla y se frotó los pies. “Eso es
diferente... ¿esperan que armemos bronca o algo así?”.
“No lo se”. Contestó John con un suspiro. “Pero he tenido mi cola pateada
por su líder de equipo... ¿creo que le conoces?”.
“Oh si”. Rió la morena mujer. “Se puede decir que si... ciertamente no se va
a alegrar de verme, por decirlo de alguna manera”. Se desabrochó el chaleco y se
levantó. “Escucha... mándame por email la propuesta, y le echaré una ojeada. ¿A
que hora es la reunión mañana?”.
“¿Estas de broma? ¿A este nivel de cuenta?. Todo tíos con trajes azules,
camisas blancas, corbatas negras, zapatos negros y pasadores de corbata de IBM”.
Rió el representante de cuentas. “Al menos nosotros llevamos ropa interior de
diferente color”.
“¿Problemas?”. Preguntó una suave voz, y alzó la mirada para ver a Kerry
en la puerta que unía las dos habitaciones, vestida con una camiseta extra larga con
un enorme y chillón Piolín estampado. “Escuché como se conectaba”. Señaló al
ordenador.
“No se... dejé al mío bajando... también tengo un montón”. Le avisó Kerry
mientras le ofrecía otro trozo.
“Ey, eso es tuyo”. Protestó Dar, pero lo tomó de todas formas. “La
información de dentro fue sacada a relucir de las... veces que hemos prometido
algo que no podíamos cumplir, o que tuvimos que evitar de un contrato debido a no
tener medios para llevarla a cabo, ese tipo de cosas”. Comenzó una sesión con su
terminal y tecleó la contraseña. “Vamos... vamos... malditas piezas analógicas de
esta mierda de líneas”.
Los ojos de Kerry se agrandaron. “¿En serio?. Dios, Dar... eso es terrible”.
“No”. Su jefa alzó la mirada con una mueca diabólica. “Fue regocijante... no
pudo hacerlo porque se le cayeron los pantalones al levantarse, y se tuvo que sentar
de golpe o deleitar al cliente con la vista de su enorme y blanco culo”. Rió
recordando. “Casi me hago daño y todo de la risa”.
“Oooo... si”. Rió Dar, un sonido nada agradable. “Incluso ayudará al grupo...
John cree que Michelle Graver, la representante líder de Disney, está molesta
porque tanto nosotros como los de IBM son todo tíos”. Miró a Kerry. “Le ha hecho
pasar a John un mal momento”.
Observó como Kerry leía, sus ojos moviéndose de un lado para otro
rápidamente. “¿Ves algo interesante?”. Una pequeña prueba, la cual sospechaba
que su inteligente joven amiga superaría.
“Así que... eso significa que probablemente ella favorezca las disputas... lo
que hace que haya elegido el escenario de la reunión de mañana, ¿verdad?”. Alzó
la mirada. “Le produce emoción veros ir unos contra los otros”.
Dar rió ahogadamente. “Exactamente... está esperando que uno u otro pierda
las riendas, y nos dejemos llevar por los deseos... y esa, mi amiga, no voy a ser
yo”.
Mi amiga. A Kerry le gustaba el sonido de eso. “¿Supongo que me he de
sentar quitecita y tomar notas?”.
“Si tienes algo que decir, Kerry... lo dices”. Contestó seriamente Dar. “Pero
piensa en esta gente como tiburones... están buscando presas y mantenerlas en
mente, no importa lo civilizadamente que lo hagan, no hay amigos ahí dentro”.
Una queda sonrisa apareció en sus labios. “No tienes porque hacerlo...
siempre puedo volver en cualquier otro momento”.
“Oh... oh... perdona... esta bien... ya lo pillo”. Kerry le dedicó una dulce
sonrisa. “No te preocupes... prometo no decirle a nadie que a veces te diviertes”.
“Gracias”. Rió Dar. “Y... um... escucha, gracias por acompañarme esta
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“No hay problema... Me alegro que todo haya salido bien”. Replicó
honestamente Kerry. “Sabes... es tan raro... Sólo nos conocemos de hace un par de
semanas, pero es como si nos conociéramos de hace mucho”. Dio un minúsculo
encogimiento de hombros. “Quiero decir... es tan extraño”.
“Sí, lo es”. Reconoció lentamente la mujer mayor. “Nunca he sido de las que
hacen amigos fácilmente... esto ha sido una especie de excepción para mí.” Alzó la
mano y la dejó caer de nuevo sobre la cama. “Debe ser el destino”.
Era... Sus cejas se juntaron en profunda confusión. Parecía tan vacío ahora,
con la niña fuera. Se encontró queriendo que Kerry volviera, incluso si era sólo
para estudiar los archivos silenciosamente desde la esquina.
Y ella era apuesta, lista, con un gran sentido del humor, ojos bonitos, bonito
cuerpo... ¿quién no estaría atraído por ella?. Así que eso era normal. Sin problemas.
Podía trabajar con eso, desaparecería con el tiempo y Kerry nunca sabría la
diferencia.
Pero...
Algo las estaba juntando a un nivel mucho más profundo. Lo podía sentir y
sospechaba que Kerry también. No tenía nada que ver con deseos carnales, pero si
con toda la paz y sentimiento de alegría que había sentido en ese breve paseo con
el cuerpo de Kerry acomodado sobre el de ella como si fuera la cosa más natural
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 251 de 251
del mundo.
Séptima parte
“Me sorprende que una reunión de este tipo no requiera una armadura como
objeto imprescindible". Mencionó Kerry mientras manoseaba el puño de su
camisa. "Por lo que me has contado...".
"Ja, ja... y bromeas porque yo tomo copos Frosted". Dar agitó un zapato en
su dirección y puso una mueca.
Kerry meditó sobre el tema mientras seguía a su jefa al interior. "Eso es muy
inteligente... Haces que así lo expliquen todo."
Dar le guiñó un ojo. "Sabía que elegí a una lista." Le asintió a un hombre
bajito y rechoncho que estaba junto al ascensor y tomó un hondo respiro. "Muy
bien, allá vamos... Buenos días, John".
Él extendió una mano. "Hola Dar... me alegro de verte". Siguió una breve
introducción del resto de su equipo. Todos observaban a Dar con un cruce entre
miedo y fascinación, y Kerry prácticamente tuvo que morderse el labio para evitar
reírse.
todas de cristal, permitiendo ver el interior de todas las oficinas, y había haces
luminosos por doquier.
A Kerry le pareció que distraía, pero hizo a un lado tal pensamiento mientras
torcían una esquina y entraban en una larga habitación totalmente acristalada que
albergaba una enorme mesa de conferencias. Allí sentadas había varias personas, la
mayoría hombres, de los cuales dos de ellos estaban mirando a Dar como si ella
fuese la manifestación terrestre de Satán.
Interesante.
"Hola Jerry... hace mucho que no nos vemos". Ronroneó Dar mientras
dejaba su maletín y retiraba una silla, pero sin sentarse. Sin embargo, su sonrisa
irradiaba calidez. "¿Te importaría presentar a tus amigos?".
Dar les devolvió el saludo y se volvió para mirar directamente a los ojos a la
mujer al final de la mesa. "Y usted debe ser la Sra. Graver... Me alegra conocerla
finalmente".
"Entonces, no puedes ser otra más que Dar Roberts". Michelle Graver se
levantó y extendió la mano. "Es un placer... No tenía ni idea de que se fuera a unir
al equipo de oferta en esta cuenta".
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Dar tomó el papel y lo miró, entonces dejó escapar una pequeña risa.
"Quiere que empiece por el principio o por el final... Y Jesús, Jerry... ¿es esto todo
a lo que puedes llegar tras diez mil contratos?". Escaneó la lista, ignorando las
miradas que le llegaban del otro lado de la mesa. "Oh... me acuerdo de ésta...". Una
mirada cariñosa. "No hubo ejecución con Aamco... Fui yo quien le dijo a su CEO
que pagaríamos el contrato entero de manera que no tendría que escuchar su voz al
teléfono nunca más".
"¿En serio?". Michelle Graver se reclinó e hizo girar su lápiz. "¿Por qué?".
Las fosas nasales del hombre se ensancharon. "Ellos tienen algunas cosas
que decir sobre ti, eso seguro". Replicó. "Como dijo el abogado".
Dar rió ahogadamente. "Jerry, todo el mundo tiene algo que decir sobre mí...
y ganamos el juicio". Siguió mirando la lista. "Oh... ahora eso, éste fue realmente
un desastre. Rodaron cabezas por este caso." Agitó la cabeza. "La oficina de
contabilidad gubernamental... la ejecución de depósitos automáticos para los
cheques de la seguridad social... se fue totalmente de las manos."
"Así que lo admites, ¿eh?". Jerry se reclinó con una sonrisa desagradable.
"Oh, claro". Dar le guiñó un ojo. "De hecho, despedí personalmente a todo
el equipo de contabilidad." Le devolvió la sonrisa. "El día antes de Navidad, si no
recuerdo mal".
Dar alzó ambas manos y las dejó caer. "Alguien que deja tan mal nuestra
reputación, no puede esperar otra cosa de mí." Entonces volvió su atención a la
lista.
Kerry estudió al otro equipo. Todos iban vestidos igual, con trajes oscuros y
camisas blancas y todos rondaban la treintena o cuarentena, todos con pelo corto.
Su propio equipo era un poco diferente a parte de Dar y ella, John estaba vestido
con un traje de negocios convencional, pero su corbata mostraba personajes de los
Loony Tunes. Unos dibujos pequeños y discretos, eso seguro, pero desde donde
ella estaba sentada reconoció a Wile E. Coyote asomando su cabeza entre dos
botones. Los otros tres hombres que estaban con John eran de edades diferentes,
uno de ellos era mayor con mirada sagaz y barba y bigote junto con unos ojos color
castaño e inteligentes. Sentado junto a él estaba un hombre realmente alto de
grandes orejas, y tenía el aspecto de ser un ingeniero - su bloc de notas estaba
cubierto de dibujitos, de los cuales Kerry juraría que eran circuitos.
El cuarto miembro del equipo era un joven con estampa de marinero, ojos
azules y sonrisa amigable, que le dedicó cuando la descubrió mirándole.
"Bueno, les debemos de haber asustado hasta la mierda para que manden tu
culo aquí, Roberts". Ladró finalmente Jerry.
Él se reclinó hacia delante. "No tienes ninguna oportunidad aquí... Esto está
fuera de tu alcance, y lo saben". Miró a su derecha. "Oh... a no ser que le vayas a
ofrecer a tu amiguita para sellar el trato... eso te hará ganar unos pocos puntos".
Miró a una sorprendida Kerry. "¿Es por eso que estás aquí dulzura? ¿Lo sabe tu
papi?".
"Mejor mantén la boca cerrada, Jerry...". Rió Dar. "La habitación está llena
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Dar estaba animada. Eso significaba que la oferta seguía en pie y que tenían
una oportunidad. Había compensado algunos de los daños anteriores y ahora sólo
quedaba esperar ver con lo que salía esta intensa y letal mujer.
"Bonita camisa". ¿Fue eso un parpadeo en los ojos gris oscuro de Michelle?.
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Dar rió. "Va con el traje, y no hay nada que me guste más que llevar a
Mickey en el pecho". Era consciente de que la otra mujer estaba averiguando
interesadamente hacia ella y decidió que una pequeña reciprocidad no haría daño.
"Fui favorecida con un poco de turismo lozano anoche, ya que nuestro avión llegó
pronto".
La pequeña mujer hizo un rápido mohín. "Me gustaría saber más sobre el
asunto... ya que has de pasar otra noche aquí, me gustaría que fueras mi invitada
para cenar... Podemos discutir tu propuesta". Uno de los sabuesos la palmeó en el
hombro, y ella se giró momentáneamente. "Perdóname... vuelvo enseguida". Se
alejó un par de pasos, y disminuyó el tono de voz apenas a un murmullo al dirigirse
al sabueso.
Por el rabillo del ojo, captó la expresión interesada de Kerry, mientras ésta
observaba a los ruidosos grupos, y ocasionalmente dirigirle una rápida mirada a
Dar. Sus miradas se encontraron, y Dar sintió una sonrisa rozar sus labios, la cual
fue reproducida al otro lado de la habitación.
Podía hacer que esto ocurriera, podía sentirlo. Michelle, buscadora de fuertes
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Por un momento, todo lo que Dar podía escuchar era el latido de su corazón.
Entonces dejó escapar un suspiro que no sabía que estaba reteniendo. "Michelle,
realmente lo siento...". Sus ojos mostraban verdadero pesar, pero no por lo que la
mujer podría pensar. "Tengo un compromiso esta noche del que no me puedo
librar... pero realmente lo aprecio...". Paró para darle más significado. "La oferta".
Cómo en el universo una cosa tan tonta podía hacer sentir tan bien, no tenía
ni idea. Observó sorpresa, y disgusto en el rostro de la otra mujer, pero no enfado.
"Que mala suerte, Dar". Michelle frunció los labios y suspiró. "Me gustaría haber
hablado contigo... ¿quizás si te quedaras otra noche?".
Dar estiró los hombros y asintió. "Eso creo... ¿qué es lo que quieren que
hagamos?".
John asintió.
"Guau. Realmente eso fue algo tremendo". Remarcó Kerry viendo pasar los
pisos. "¿Que es..". Cayó al sentir como un par de dedos cubrían sus labios, y miró a
Dar con sorpresa.
Dar retiró sus dedos, entonces alzó uno a sus propios labios indicando
silencio. "Me alegro que hayas tenido una experiencia tan educadora durante la
reunión, Kerry". Sentenció. "Es bueno comprender que no todo lo que se ve y oye
es necesariamente lo que esta ocurriendo en el fondo".
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Kerry captó el mensaje. "Es cierto. Tus métodos son muy interesantes".
Dar hizo una mueca, entonces agitó la cabeza en silencio a la par que las
puertas se abrieron y salió. Una vez en el aparcamiento se acercó a Kerry.
"Sabemos que pinchan el edificio como locos".
"Hmm". Kerry se reclinó hacia atrás y entrecruzó los brazos. "¿Crees que
esa sala de conferencias estaba pinchada?".
Una suave risotada coincidió con eso. "Oh sí... buena respuesta, de paso". Le
dedicó a su compañera una aprobadora mirada. "John tiene un buen equipo ahí,
pero él es demasiado bueno y ético para una pelea canina como esa".
"Si... son agradables". Musitó la rubia mujer. "Larry me invitó a salir esta
noche".
"Oh... yo no... quiero decir...". Kerry se sonrojó ligeramente. "Le dije que
gracias pero que tenía una cita previa".
Los ojos de Kerry se agrandaron. "Por Dios Santo, Dar... deberías haber
aceptado... estoy segura que hubierais compaginado perfectamente... y hablado de
la cuenta".
mujer.
Ojos verdes como el mar estudiaron su rostro en silencio por largo tiempo,
antes de que Kerry se reclinara de nuevo. "Oh". Murmuró.
Dar siguió conduciendo, sintiendo como se asentaba sobre ella una cierta
depresión. Obviamente este era un concepto antinatural para la chica. Quizás
debería haber aceptado a Michelle después de todo. Kerry ni siquiera se habría
dado cuenta... había arriesgado la cuenta para nada. Por Dios que está en los cielos,
Dar... piensa claramente. ¿Qué diablos crees que estas haciendo? Jugó con la idea
de cambiar de parecer y llamar a Michelle.
Dar casi se pasa una señal de stop. "Lo siento". Murmuró mientras paró el
coche de forma brusca y se giró para dedicarle a Kerry una mirada de sorpresa. "Lo
tiene, ¿eh?".
Kerry la miró como si estuviera loca. "Bueno... si...". Dejó escapar una risita.
"Vamos Dar..." Giró el retrovisor para que se mirara su jefa. "Quiero decir, ¿hola?".
Oh... la he hecho enrojecer. Ahora la prueba ácida. "Por qué... ¿te incomoda?".
Una pista se coló por la ventana y golpeó a Dar en la cabeza. "Um. No". Se
frotó la sien, entonces sofocó una risa de alivio. "No... he pasado por eso antes...
supongo que no estaba de humor para jugar esta noche".
Verdad.
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Ella podía haber salido con Michelle. Kerry se puso las bermudas, y se
reclinó sobre el respaldo de la silla. En cambio, decidió quedarse con nuestros
planes. Eso fue realmente agradable de su parte... no tenía que haberlo hecho... yo
podría haber encontrado que hacer por mi misma.
Hm. Quizás ella no estuviera de humor para algo serio... creo que Michelle
sería de las personas que quieren... acción. Conmigo, ella sabe que está a salvo.
Que bueno. Yo sé que estoy segura con ella también... simplemente podemos
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salir, y divertirnos.
Dar miró hacia abajo, entonces movió los labios en una sonrisa. "No".
Pestañeó. "Con un poco de suerte, podré contar esto como mis vacaciones, y así
todos me dejaran en paz".
"Ah... un motivo ulterior". Rió Kerry. "Vale. Estoy lista... vamos". Siguió a
Dar hacia la puerta, y salieron hacia el ascensor.
"Dios, hace calor aquí fuera". Kerry se reclinó sobre el mostrador del
conserje mientras Dar se encargaba de reservar las habitaciones por una noche
más. "¿Quieres parar para nadar un rato antes?".
"Si, si...". Dar la salpicó. "Eres más pequeña que yo, por eso".
"¿Oh, si?". Kerry salió de la piscina, y pasó sus dedos por su mojado
cabello. "¿Cuánto?". Llevaban en el parque acuático varias horas, y el sol
comenzaba a ponerse, pero Kerry no estaba dispuesta a dejar pasar esta
oportunidad. Dar lentamente se había relajado y abierto un poco, llegando a ser
casi juguetona cuando probaron todos los toboganes y piscinas.
"Tch...". Kerry le dedicó una mirada de fingido desprecio. "Odio las bromas
sobre bajitos". Advirtió. "Sólo por eso, si yo gano, tendrás que sentarte esta noche
durante toda la exhibición de los Vegetales Felices".
"Ya veremos". Guiñó un ojo Kerry según entraban en la cola, mucho más
corta ahora ya que la gente se iba a casa o a cenar.
Pasaron los segundos y todo estaba quedo. Kerry se sacó el pelo de los ojos
y esperó. Más segundos. Ahora se acercó y miró hacia arriba con desconcierto.
"Vamos Dar... ¿acaso te has parado a llamar por el móvil?". Se acercó más, casi
pegada a la salida del tobogán ahora, y apoyó las manos sobre la resbaladiza
superficie.
Una fuente de agua la golpeó, sus piernas se separaron del suelo e introdujo
la cabeza bajo el agua mientras graznaba por la sorpresa e indignación. Momentos
después era llevada a la superficie empapada y enfadada para enfrentarse a una Dar
satisfecha de sí misma y con una mueca en el rostro. "Como has... qu...".
Dar hizo una mueca y siguió nadando. Sintió como la mano de Kerry se
resbalaba, entonces se elevó y se enganchó fuertemente en su bañador, los dedos
resbalando sobre la piel de la mujer mayor dejando un suave cosquilleo tras ellos.
Se paró y se giró en el sitio, agarrando a la sorprendida rubia y acercándola hacia
ella. Por un momento simplemente se miraron, y Dar disfrutó de la intensa energía
que podía sentir entre las dos, entonces sonrió y le hizo una ahogadilla a su
compañera, con una risotada triunfal.
Las dos salieron del agua y cogieron sus toallas, secándose y dirigiéndose
hacia las taquillas donde habían dejado su ropa. "Esta fue muy buena idea, Dar...
excepto que creo que me he quemado". Kerry dio un respingo al tocarse la nuca.
"Esto va a ser un poquito difícil de explicar en una reunión de trabajo".
Dar puso una mano sobre su hombro y observó su piel, separando el cabello
y tocando la sensible piel con la punta de un dedo. Sintió como Kerry aguantaba la
respiración con el toque, y sofocó una sonrisa. "Sensible, ¿eh?".
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"Uh... si". Kerry estaba sorprendida por como su cuerpo reaccionó ante el
simple roce. "Quemada, ¿verdad?".
Justo como una maldita niña, Dar... pero quizás sea justo esto lo que
necesitas. De hecho estaba ayudando... se sentía relajada, y esperaba que llegase la
tarde, y su chanza gentil con Kerry había servido de una pequeña estimulación
placentera. Se sentía muy a gusto con la joven mujer, la cual se hallaba sentada a
su lado, con un cálido hombro presionado contra el de Dar, y se sentía muy
contenta de haber elegido que Kerry viniera con ella. Era una oportunidad
demasiado buena como para dejarla pasar, tanto para conocer a su nueva ayudante
así como conseguir un poco de paz y tranquilidad al mismo tiempo. Dar estaba
ciertamente agradada con como las cosas estaban sucediendo.... y si Michelle
Graver no se había ofendido demasiado al rehusar su cita para la cena, tendrían una
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oportunidad con la cuenta también. Eso le recordó algo sin embargo, y sacó su
móvil para hacer una llamada. "¿Mark?".
"Uh oh... siento una lengua agitándose...". Rió Mark. "Fue rudo Dar... dos de
esos paquetes tenían una gran seguridad".
"¿Y?".
"Tuvo que robar dos circuitos de FPL... vas a tener que arreglar las cosas por
aquí, pero si... se está moviendo en ello... no está contento".
Mark chascó la lengua. "Dar, eres la única jodida persona que conozco que
va al puñetero Disney World y termina trazando cables... tomate un maldito
respiro, ¿de acuerdo?. Al menos ve a ver los fuegos artificiales".
"Dar, no me hagas pensar que vas por Orlando andando metida en uno de
esos trajes de lana... sudar en la sala de control no es bueno, ¿vale?".
"Yo... um... no llevo un traje de lana Mark, si eso te hace sentir mejor". Dar
apoyó la mano sobre una de sus rodillas al aire, trazando una pequeña cicatriz justo
sobre la rodillera. "Y trataré de ver uno o dos espectáculos de fuegos artificiales si
me garantizas que ese plan estará completo mañana a las 10 de la mañana".
"Oh... así que, si me quito los zapatos y pateó un peluche de Goofy por el
césped, eso cuenta, ¿verdad?". Señaló la ejecutiva.
Un suspiro.
"Oh... oh... lo siento señora... um... ¿le hizo algo a Mark?. Está aquí sentado
con esta mirada realmente extraña en su cara".
Dar suspiró. "Tan sólo dígale que hablamos luego". Colgó y miró a Kerry, la
cual estaba mordisqueándose los nudillos y riendo quedamente. "Crees que eso es
divertido, ¿eh?".
Dar se sentó sobre su asiento y rodeó una de sus rodillas con las manos.
"Bueno, tengo a dos personas trabajando en la confección de una propuesta que
responda a sus peticiones, con fuentes específicas y ese tipo de cosas.
Normalmente lo hago yo, pero...". Se encogió de hombros. "No es tan
complicado... de todas formas, ellos preparan el documento para nosotros ya que
tienen acceso a toda la información, y nos lo mandaran antes de la reunión".
Una mirada astuta la estudió. "Eso es lo que los del otro equipo también
estarán haciendo... si te interpreto correctamente, iras más allá de eso... así que,
¿cual es el resto del plan?".
Dar sonrió, una sonrisa amplia y genuina. "Tienes razón... pero no quiero
hablar sin asegurarme. Deja que Mark llame esta noche, entonces te lo contaré
todo".
Acabaron en Inglaterra. Más que nada porque Kerry quería ver los fuegos y
Dar conocía un pequeño secreto. Con lo que estaban confortablemente sentadas en
la terraza de un Pub Inglés justo enfrente del lago mientras la gente se acercaba
para ver el espectáculo.
Kerry se inclinó para tocar el tejido tan suave como la mantequilla. "Es tan
bonito". Lo admiró. "Y he de parar en esa tienda de té de nuevo... he de comprar
algunos de esos sabores y llevarlos de vuelta a la oficina. Estoy un poco harta de la
naranja con canela y el regular".
desenfadada línea que la rubia mujer había descubierto de dura manera. Como
cuando Dar la distrajo mientras una enorme burbuja se volvió verde o algo así y la
golpeó por la espalda asustándola hasta la médula. O dirigiéndola a la plaza del
cuero en Marruecos donde aparentemente trabajar el cuero no era una habilidad
adquirible. Ugh. O cuando les dieron un vaso con algo dulce y azul para beber, y
no darse cuenta de que tenía 200 grados hasta tragárselo.
Para ser justos, a Dar la pillaron también con la cosa azul, lo cual admitió
tras pedir agua para Kerry y que lo ayudase a bajar. Y le había dado una pequeña
figurita de cera que el moldeador había hecho para ella enfrente del pabellón de
China... tan sólo con cera y palillos, lo giró y dio forma hasta formar un caprichoso
dragón con las alas agitándose.
"Mm". Dar sonrió, y abrió un ojo perezosamente. "Esa es una buena idea...
poner muestras de comida y bebida de los diferentes países... diferente. Me gusta".
Tomó un sorbo de su fresca cerveza. "Porciones lo suficientemente pequeñas de
forma que puedas probar muchas de ellas, y es una buena oportunidad para mostrar
las diferentes culturas". Tomó otro sorbo. "Algo como los festivales que tenemos
en Miami... el Festival de Arte, y los festivales heredados... donde puedes tener una
tonelada de cosas de las diferentes nacionalidades... aunque tendemos a lo caribeño
e hispano de forma predominante. Esto está bien, porque aquí tienes representados
a los países continentales también".
Kerry alzó sus rubias cejas. Beber la hace más habladora. Escríbelo en la
PDA, Ker... podría ser de utilidad alguna vez. "Todavía no he tenido la oportunidad
de ir a uno de ellos... me llevaron al Festival Escocés el año pasado, pero casi me
doy en la cabeza con uno de esos troncos y alguien trató de hacerme comer
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haggis".
Dar rió. "Nah... prueba el Cajun... es más divertido, y tendrás que encabezar
cantidad de insectos picadores del fango". Alzó la mirada cuando la camarera trajo
su comida y sonrió, dejando el vaso en la mesa y cogiendo los cubiertos.
"Me debes una foto, Gran D". La voz de Mark sonaba muy, pero que muy
satisfecha. "¿Conseguiste ver alguno de los fuegos artificiales?".
Dar se dio la vuelta y caminó hacia atrás, viendo el movimiento del láser
alrededor de la enorme geosfera. "Si... vi alguno que otro...". Se giró de nuevo.
"Buen trabajo... podrás tener el link preparado para mañana por la mañana... tendré
que marcar con el móvil".
"Ya está preparado. ¿Dónde está mi foto?". Incidió Mark. "No sabes que
inspiración fue esa... he hecho cosas esta noche que ni Babbage se hubiera
imaginado".
"Aquí mismo". Contestó la rubia mujer, tapándose la otra oreja con la mano.
director de MIS.
La voz de su madre prácticamente salió del teléfono. "No... no... estoy bien...
estoy bien... sigo en Orlando. La reunión duró más de lo que pensábamos, con lo
que nos quedamos otra noche... no... no... de ninguna manera... en la oficina sabían
que no iba en ese vuelo". Una pausa. "Podrías haberme llamado... hola, Padre".
"Ya está... ninguna hija mía va a vivir donde terroristas pueden simplemente
hacer explotar un avión... ese lugar tiene muy pocos americanos, válgame Dios...
vas a volver a casa".
"Oh si". Respondió amargamente Kerry. "Mi padre estaba muy aliviado de
no tener que reconocer mi muerte al médico". Apoyó los codos sobre las rodillas, y
miró hacia la moqueta en el suelo. "Quieren que vuelva".
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Kerry alzó la mirada, agradecida por la calidez del brazo de Dar sobre ella.
"Tendríamos que haber estado en ese avión".
"No suena como una bomba". Comentó Dar, levantándose para contestar a
una suave llamada en la puerta. "Buen servicio". La abrió y permitió entrar al
camarero de servicio de habitaciones con una bandeja. "Póngalo ahí encima". El
camarero se fue, y sirvió dos humeantes tazas de chocolate, añadiendo una
minúscula nube a cada uno antes de ofrecerle uno a Kerry. "Aquí tienes... bueno
para lo que te incomoda".
estrellado?". Otra pausa. "Bueno, puede que no, pero se supone que yo iba en él".
Un suspiro. "No lo creo tampoco, pero quiero asegurarme... gracias Gerry". Colgó.
"Veamos si podemos obtener alguna información verdadera".
"¿Quién era ese?". Preguntó Kerry, sintiendo que se iba animando poco a
poco. "¿O es uno de esos que si me lo cuentas, luego tendrás que matarme y ese
tipo de cosas?".
"Un amigo mío del Pentágono". Replicó Dar. "Dios... mira eso...".
"No fue una bomba entonces". Comentó Dar. "Eso lo desintegra en el aire, y
no deja mucho en la forma de seres humanos vivos". Se reclinó sobre la cabecera
de la cama y estiró las piernas, cruzándolas a la altura de los tobillos. Kerry estaba
cruzada de piernas al otro lado de la cama, agarrando su taza de chocolate con las
dos manos.
Vieron como al principio tan sólo un puñado, y luego más gente herida iba
apareciendo, y los helicópteros empezaron a aterrizar preparados para transportar a
las víctimas. Finalmente Kerry se reclinó también hacia atrás apoyándose sobre la
cabecera de la cama, quejándose débilmente mientras se frotaba el cuello,
agarrotado de estar sentada con la espalda encorbada durante tanto tiempo.
Dar había apagado las luces, excepto la de la tele, y la rubia mujer se dio
cuenta de que le costaba mantener los ojos abiertos. Probó reluctantemente
levantarse e ir a su propia habitación, pero el pensar en estar ahí sola la mantenía
en su sitio, a pesar de sus mejores intenciones. Bueno, quizás unos pocos minutos
más... y después se levantaría.
Pobre chica... Dar pensó sobre los padres de Kerry y sintió como surgía en
ella una profunda rabia. ¿Cómo podían tratar a alguien como ella de esa manera?.
Se mordió el labio por un momento, entonces agarró con una mano y sumo
cuidado su ordenador portátil, y chequeó su bajada de mail, la cual estaba
completada. Se dio cuenta de que la proposición que había pedido estaba allí,
entonces accedió a la base de datos general.
Se inició un bot y fue mandado, tras limpiarla no con una sino dos niveles de
contraseñas de seguridad con la información que buscaba. La luz del monitor se
reflejaba pálida sobre su rostro, y también contestó uno de sus mensajes,
releyéndolo varias veces antes de mandarlo. Sus ojos se desviaron hacia la rubia
mujer que descansaba tan confiada a su lado. No te preocupes, Kerry... Le dijo
silenciosamente. Yo cuidare de ti, amiga mía.
***
Consciente del cálido aroma de Kerry saturando sus sentidos mezclado con
el olor del algodón limpio, aftersun y una pizca de albaricoque.
Kerry se dio cuenta soñolienta de la pálida luz del sol calentándola a través
de sus párpados cerrados, y de la sensación de calma irradiada casi en su totalidad
por el hombro en el que se encontraba acurrucada. Tomó aire y reconoció el olor de
las sábanas de lana junto con un placentero y especiado olor que su cerebro
amigablemente identificó como el perfume de Dar Roberts.
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Durmiendo profundamente.
"Era muy tarde... tuve un mal encuentro con mis padres, y luego estuvimos
viendo las noticias... y me dormí yo también". Le dijo Kerry. "Pero alguna de esta
gente sobrevivió... lo vi".
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"Alrededor del cincuenta por ciento... si...". Colleen bostezó. "¿Vuelves hoy
a casa?".
"Eso creo... si... tenemos una reunión a las 10, y dijeron que anunciarían
quien ganará la oferta... no hay ninguna razón que nos haga quedar por más tiempo
por aquí".
"Cariño, eso suena igual de aburrido que las penas de mi tía Mary...
conseguiste al final ese Pluto que querías".
Kerry sonrió secamente. "Bueno, para ser totalmente honesta contigo... si...
porque ayer me pasé casi todo el día en Epcot Center".
"Um... no... ella también fue". Le dijo Kerry. "Las reuniones acabaron pronto
ayer, y no teníamos que empezar de nuevo hasta hoy con lo que.... no había mucho
que pudiéramos hacer excepto un poco de turismo".
"Eww... te quedaste atrapada y tuviste que pasear por Epcot Center con la
mujer robótica del infierno?". Colleen hizo un ruidillo de simpatía. "Pobrecita".
"Dulce Jesús... Ker... lamento que tuvieras que pasar por eso tu sola... estuve
pensando en ti".
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"No pasa nada... de alguna manera Dar se figuró lo que pasaba y me golpeó
la espalda y todo eso". Le aseguró Kerry. "Escucha... he de irme y prepararme para
esta reunión... ¿hablamos esta noche?".
Otra vez ese estúpido sueño. Dar se separó de él, despertándose para ver el
sol entrando en la habitación y encontrarse sola en la cama. Sin embargo el
sentimiento de pérdida y desacuerdo era casi palpable, y se giró acurrucándose y
abrazando la almohada hasta que se pudo controlar y el sentimiento desaparecía.
Había sido tan jodidamente real esta vez... una pequeña cabina en alguna
parte, debía ser por el norte porque una diminuta brisa fría la recorría, y había
estado simplemente acurrucada en el amanecer, sus brazos rodeando a otro cuerpo
durmiente. Recordó haber sentido cierta felicidad y una pequeña pizca de
expectación, como si estuviera esperando que comenzara el día por alguna razón.
El dolor cesó y Dar asintió, abriendo los ojos y dedicándole a la rubia mujer
una mueca. "Demasiado de beber anoche creo".
"Ahh... ". Kerry le devolvió la sonrisa y agitó en el aire su otra mano. "Yo
también tengo un pequeño dolor de cabeza... supuse que un poco de desayuno
ayudaría. Ya lo he pedido... y estoy bajando cosas de la red".
"Bien". Dar se frotó el rostro con una mano y bostezó. "¿Qué hora es?....
ah... vale... tenemos un poco de tiempo... en ese caso, he de tomar una larga y
placentera ducha". Se volteó sobre la espalda y se estiró, arqueando la espalda para
desapelmazarla. "No estoy acostumbrada a estos malditos somieres...". Le dedicó a
Kerry una mirada circunspecta. "Echo de menos mi cama de agua".
"Si... si, lo hice... um... no llevo despierta tanto tiempo, tan sólo un par de
minutos, en serio... he dormido bien... um... ¿y tu?". Kerry encontró los pequeños
botes que navegaban por el lago fascinantes.
"Como un bebé". La morena mujer sintió como una sonrisa asomaba a sus
labios. "Tu... um.. ¿siempre te acurrucas así por la noche?". Puso las cartas sobre la
mesa y aguantó la respiración, esperando la respuesta de Kerry. La repentina
contracción de la mandíbula de la rubia mujer así como el envaramiento de su
espalda fueron su respuesta. Dar juraría que pudo ver la frase 'oh mierda' formarse
en los labios de Kerry, antes de que la joven mujer respondiese.
"Tan sólo olvídate de eso por un minuto". Dar contrajo las cejas. "No te
conozco desde hace mucho, ni tú a mí tampoco... pero creo que es justo decir que
nos llevamos bastante bien, ¿verdad?".
"Vale... bueno, eso es bueno...". Dar buscó las palabras adecuadas. "Porque
realmente aprecio tener a alguien cerca a quien poder considerar una amiga, y me
alegro de que hayamos tenido la oportunidad de conocernos la una a la otra".
Dar pensó sus siguientes palabras, sabiendo que se acercaba al borde de una
línea. "No quiero que te sientas... um.. incómoda... respecto al hecho de que
seamos amigas, y que tu... quiero decir, que nos gustemos". Miró fijamente la
moqueta, entonces alzó de nuevo la mirada hacia Kerry. "¿Entiendes lo que estoy
diciendo?".
Una vacilante sonrisa. "Tu opinión me importa... aprecio que digas eso".
Dar curvó los labios. "Así que puedes relajarte... ¿de acuerdo?". Palmeó a la
rubia mujer en la rodilla. "Además, das estupendos abrazos... no quiero perderme
uno simplemente porque estés preocupada sobre lo que pensaría de ti".
Dar se encogió de hombros. "Toda regla tiene una excepción, o eso me han
dicho, y supongo que tú lo eres... no, no me molesta en absoluto por alguna extraña
razón". Le dirigió a la rubia mujer una mirada de circunstancia. "Eso si que fue una
sorpresa".
"Oh". Las rubias cejas se juntaron. "¿Sorpresa buena o mala?". Kerry sintió
como le volvía la compostura, y se dio cuenta que las cosas iban realmente bien
aquí. Dar no estaba enojada sobre... lo sucedido... en absoluto.
De repente ojos azul pálido y serios capturaron los suyos. "Una sorpresa
realmente buena Kerry... ha pasado mucho tiempo desde que me sentía tan bien
con alguien... yo no... hago amistades fácilmente".
Kerry sintió como se ahogaba en esa intensa mirada, y alzó la mano en pura
acción refleja entrecruzando sus dedos entre los de Dar como si fuera la cosa más
natural del mundo. "Me alegro". Replicó simplemente, dando un apretón a la
mano. Se miraron a los ojos, y la rubia mujer notó como el corazón empezaba a
latirle a mayor velocidad.
Un golpe en la puerta rompió el trance y Dar bajó los ojos, una pequeña
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 286 de 286
"Sip". Kerry le soltó la mano y se levantó, recorriendo con los dedos su pelo
según llegaba a la puerta y observaba por la mirilla. "Espero que tengas hambre...
creo que he pedido demasiado".
"Bueno". Michelle dejó sobre la mesa una carpeta de piel y la golpeó con sus
inmaculadas uñas pintadas. "Gracias a todos por ser puntuales": Miró primero a
Jerry, luego a Dar la cual se había quitado la chaqueta y estaba sentada de forma
casual apoyando el peso sobre los codos. Había escogido vestir una camiseta de
algodón de cuello alto sin mangas de color blanco, y se la veía fresca y cómoda, en
contraste directo con los hombres, con sus cerrados cuellos y corbatas apretadas.
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"Es una pena que estuvieras... ocupada... anoche, Dar... Jerry y yo mantuvimos una
agradable conversación". Los ojos de Michelle eran duros y dejó que una pasajera
y fina sonrisa dibujara sus labios.
Dar siguió sentada y se reclinó hacia atrás, apoyando su peso sobre los
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 288 de 288
"Con lo que... para abrir la línea, pondremos circuitos aquí, y aquí...". Kerry
abrió otra pantalla y tecleó varios comandos rápidamente, lo que hizo que de
repente los monitores saltaran y se agitaran. "Como eso".
"Mmhmm". Asintió Kerry con una gentil sonrisa. "¿Ve como eso expande
los estrechamientos? Adquiere mejor conexión". Abrió otra pantalla, esta vez se
trataba de un link actual a su sistema de reservas. "Hemos analizado la aplicación
que estaban usando también... provee de gran cantidad de información pero es
lenta, y está muy sobrecargada, haciendo que los usuarios tengan que dar un gran
rodeo antes de llegar a donde desean". Pinchó de nuevo. "Nuestra división de
diseño web ha sugerido este reemplazo... pueden ver que se trata de una
representación tridimensional de uno de sus parques, y para ir dónde se desea se
usa la tecnología táctil, como esta...". Pinchó con su ratón y la escena cambió de
nuevo para mostrar el castillo de Magic Kingdom".
ver los menús... van aquí". Lo mostró. "Entonces, si desean hacer una reserva van
aquí".
La imagen fue reemplazada con una foto a vista de pájaro del restaurante,
completa con las mesas. "Se puede elegir la hora... y mostrará cuales de las mesas
están libres...". Pinchó y apareció una pequeña pantalla. "Teclea su nombre dentro,
y ya está". La mesa estaba ahora marcada con el nombre de Mickey Mouse.
La habitación por completo estaba enfocada en Kerry, y miró más allá de
ellos a un par de cálidos y brillantes ojos azules, uno de los cuales fue guiñado.
"Pero esta es una buena adición...". Siguió adelante, aceptando la reserva. "Les da
la opción de dejar un número de contacto, aquí... con lo que se le puede recordar su
reserva, de manera que el personal del restaurante puedan atenderle si se produce
algún cambio". Tecleó un número y pinchó en aceptar, entonces esperó expectante.
Segundos después, un suave timbrazo sonó al otro lado de la habitación, entonces
Dar alzó su busca y lo apagó.
alguna manera Kerry se había dado cuenta de que Michelle estaba molesta con ella
por pasar la noche paseando por el parque en vez de cenar con ella, y había tornado
un motivo puramente personal en uno completamente dedicado a los negocios.
Agradable. Muy agradable. Captó la mirada de la joven mujer y sonrió
apreciativamente, notando el leve rubor que cubría las mejillas de Kerry al hacerlo.
"No... yo...". Michelle se giró hacia Dar, con una incrédula agitación de la
cabeza. "¿Puedo hablar un momento contigo en privado?".
Dar sonrió. "Te dije que hacía que las cosas sucedan... los diagramas y
paneles están bien, pero pensé que querrías ver el resultado final, no promesas".
Un lento asentimiento. "Así que... ¿te lo pasaste bien anoche?". Los ojos de
la mujer la acariciaron lentamente.
"Apuesto que más de lo que tú lo hiciste". Rió Dar. "Ya he cenado con
Jerry".
Michelle trató de retirar la sonrisa de su cara sin mucho éxito. "No tiene
nada bueno que decir sobre ti, déjame decirte". Miró a la alta mujer. "Me pasé toda
la noche escuchando como me echarías todo a perder".
Michelle parpadeó, entonces dio un paso atrás y cruzó los brazos. "Tomaré
eso como un cumplido... fue una buena presentación... tu pequeña protegida
conoce su materia". Una mirada cínica apareció en su mirada. "Y yo que pensaba
que era un poco de pelusilla que habías traído contigo".
"Y no creo que tu seas el tipo de persona que miente sin ningún motivo... así
que... ¿realmente estabas investigando el área anoche?". Michelle la miró con
media sonrisa en el rostro.
Sin una palabra más Michelle hizo gestos hacia la puerta y entraron de
nuevo a la sala de reuniones, donde Kerry había desconectado su ordenador y
había retomado su asiento junto a John.
Dar se sentó junto a Kerry apoyando los codos en los reposabrazos de la silla
y juntando los dedos ante su cara. Podía sentir todos las miradas centradas en ella,
y era un reto mantener el rostro calmado y relajado.
Mickey Mouse les sonrió desde el reloj de la pared, sus dedos marcando la
hora, el duro sonido de tic tac resonando en la todavía asombrada sala por lo que
pareció como un instante interminable. Entonces Dar se recompuso y se levantó,
recogiendo el contrato y alcanzándoselo a John. "Aquí tienes". Posó la mano en el
hombro de Kerry. "Vamos... tenemos que coger un avión".
"Dar, eres una diosa". Sonó entrecortada la voz de Les por la conexión. "Te
voy a mandar algo por esto, y por los mismos infiernos más te vale no rechazarlo,
o iré personalmente para asegurarme que no lo hagas, ¿entiendes?".
"No fui sólo yo, Les...". Objetó Dar. "El equipo de web, Mark, la gente de
documentación... y especialmente mi ayudante Kerry que tuvo una parte
importante en la propuesta". Captó un sonrojo por el rabillo del ojo, y palmeó
juguetonamente la oreja de la rubia mujer.
Dar puso una mueca. "Yo también". Le confesó, y dejó atrás en su camino
una elaborada torre. "Ahí están los estudios de la MGM...".
"Ooo...". Kerry la observó. "La próxima vez... quería ver la Torre del
Terror".
Una pausa. "De acuerdo". Ojos azules miraron a los suyos. "Lo prometo...
ahora, vamos... coge tus pantalones cortos... cambiémonos y divirtámonos un
poco".
"Aww". Dar se reclinó hacia atrás, cruzando las manos sobre su estómago.
"¿Te he agotado?". Ojos azules brillaron con malicia. "Quizás no deberías
machacarte tanto".
Un corto silencio. Kerry la miró. "¿Vas a estar allí?". Preguntó, curiosa. "No
sabía...".
La alta mujer se encogió de hombros como si nada. "Va rotando... cada uno
de los ejecutivos senior ha de hacerlo cada año... y resulta que este año es el mío".
Apareció un ojo azul. "¿Te parece bien?".
"¿Que vieran que no soy tan mala como ellos creen?". Inquirió Dar, con una
ligera mueca.
"Ah... Kerry... creo que es demasiado tarde para salvar mi reputación...". Dar
cruzó los brazos sobre el pecho. "Pero aprecio la buena intención".
pronunciar su nombre por los labios de Dar. La mujer mayor ponía un suave y casi
imperceptible ronroneo a las erres que le recordaba al sonido de un gatito, y
esperaba poder escucharlo más veces.
"Cuídate Ker...". La había advertido Susan. "Escuché que una vez despidió a
alguien porque no le gustaba lo que llevaba puesto ese día".
Dar consideró la pregunta. "Una vez, si". Admitió, viendo como Kerry abría
de par en par los ojos. "Un hombre llamado Lawrence Matthews... era un
representante de contabilidad de Luz y Energía de Florida".
"¿Qu... que llevaba que era tan malo?". Borbotó la rubia mujer. "Dar, ¡no
puedo creer que hicieras eso!".
Dar asintió lentamente. "De acuerdo... bueno, para sacarlos del paso, no,
nunca me he acostado con Les, nunca he despedido a nadie por no cepillarse los
dientes, no le pido a mi secretaria que solicite escoltas para mí, y no me
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Ojos verdes como el mar la estudiaron por largo tiempo, a la vez que el
ruido de los motores bloqueaba el sonido a su alrededor. "Lo siento... pero ahora no
puedo mirarte y pensar eso de ti".
Dar exhaló lentamente. "Eso podría ser peligroso para ti, amiga mía".
Dar se reclinó sobre su parte del reposabrazos, hasta que sus narices no
distaban entre sí más que unas pulgadas. Ojos verdes y azules se miraron, tan cerca
que Kerry podía sentir la respiración de Dar agitando el cabello de su cara así
como la contracción de los pequeños músculos de su cara para evitar una sonrisa.
"¿Eso crees?". Dijo por lo bajo la mujer morena.
"Oh sí". Replicó Kerry, descubriendo la fuerza que podía sentir entre ellas.
"Te voy a volver... agradable". Dijo, cerrando los ojos amenazadoramente.
La mueca luchó por salir a la superficie y Dar rió, agitando la cabeza de lado
a lado cuidadosamente. Entonces se reclinó un poco más, y tocó la frente de Kerry
con la suya, de manera que la pequeña mujer tuviera que ponerse bizca para
mantenerla enfocada. "Esperanzas irreales, Kerry".
Ahora era Dar quien bajaba la vista, y un mechón del oscuro cabello cayó al
hacerlo, oscureciendo su rostro. Kerry tuvo que contenerse antes de ponerlo en su
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Oh Dios... estoy en un lío. Kerry sintió como su cuerpo se las arreglaba para
superar la avalancha de sensaciones que la recorrían. Bueno, cálmate... respira
hondo, Kerry... es tu jefa, y tan sólo está jugando contigo, ¿vale?. No dice en serio
nada de esto... es tan sólo un poco de diversión para ella... le gusta flirtear, es tan
sólo eso.
¿Verdad?.
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Octava parte
Empezó a ojear por el contenido de la cesta, y sintió algo más largo y más
abultado que el resto, en su interior. Sorprendida, abrió la parte de arriba y sacó
una pequeña caja dirigida a ella, con remitente de Kissimmee. Que demonios...
Dejó la cesta en el suelo, y tomó sus llaves de encima de la mesa, usando su
pequeño cortaplumas del llavero para abrir la caja. En su interior papel de embalaje
oscurecía los contenidos, hasta que de forma cuidadosa lo soltó y expuso lo que
había dentro. Lentamente, sus dedos alzaron los delfines de cristal mientras los
miraba estupefacta.
"Feliz Día del Jefe... espero que hayas tenido uno bueno. K".
"Oh, Kerry". Exhaló de forma pausada, girando la figura hecha a mano hacia
la luz, observando la explosión de color en su interior. "Pequeña idiota... no tenías
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que haberlo hecho". Odiaba los detalles personales. Pero sintió su rostro cobrando
fácilmente una sonrisa de placer ante los sonrientes mamíferos marinos, y admiró
los pequeños trazos de tinta verde y azul que serpenteaban a través de las olas que
los soportaban. Apoyó la pieza en la mesa y la miró, los codos sobre las rodillas, y
su barbilla descansando sobre las manos.
Kerry cerró con llave las puertas del Mustang y sé puso al hombro su bolsa
de equipaje, dirigiéndose a su apartamento tratando de evitar, sin conseguirlo, el
bostezar. Encendió las luces y fue hacía su pecera, echando un poco de comida y
saludando a los dos peces besucones junto con lo pequeños guppies que
parpadearon ante ella. "Hola chicos". Los besucones boquearon mordiendo la
comida, y ella les sonrió. "He vuelto... ¿Me habéis echado de menos?".
Se rió y puso de nuevo la tapa sobre la pecera, entonces dejó su bulto sobre
el sofá y se encaminó a la pequeña mesa de la cocina, donde Colleen había
almacenado su correo. Lo ojeó, sacando las facturas y colocándolas en una
pequeña cesta verde a su lado, para después leer el resto en orden de importancia.
Alzó el omnipresente disquete de AOL dentro de su colorido envoltorio y suspiró.
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"Los amigos no dejan que amigos hagan AOL, lo sabes... voy a tener que ser muy
dura con esto, ya está". Tiró el paquete al cubo de la basura, y se encaminó hacia el
contestador pulsando el botón para escuchar los mensajes.
"Hola querida, soy tu madre... hemos empezado a arreglar las cosas para que
vuelvas a casa... todos están muy contentos. Creo que te pondremos en la casita del
oeste hasta que Brian y tu decidáis donde queréis asentaros... de paso, él está
emocionado de que vuelvas, cariño... tengo varios compromisos que quiero
atiendas con nosotros, con lo que tendremos que ir de compras cuando llegues a
casa, aquellos vestidos de hace un año no son apropiados ahora, así que necesitarás
algo nuevo... oh si, y tu padre dice que es perfectamente normal que adquieras un
pequeño trabajo con ellos aquí en la oficina Troy, conoce a varios de los
encargados allí, y está seguro que no tendrás ningún problema encontrando algo
agradable... algo que no requiera que hagas todos esos peligrosos viajes. Veamos...
¿se me olvida algo?. Oh, bueno... te esperamos por Acción de Gracias... los billetes
ya están en camino, asi que planea viajar la noche del miércoles, y lo hemos
arreglado para que vuelvas el lunes, sé que puedes decírselo a tu jefa y que no le
importará. Tengo que colgar querida, por favor llámame cuando llegues a casa, ya
que sabes cuanto me preocupo".
"Más despacio, Col". Rió Kerry, y se acercó a ayudar a su amiga con el largo
paquete. "¿Qué podrá ser esto? Yo no... encargué...". Se calló y abrió la tapa de la
caja, separándola y exponiendo algo peludo y dorado. "Nada". Terminó la frase,
metiendo las manos y sacando un enorme y sonriente peluche de Winnie the Pooh
con los brazos extendidos a la espera de un abrazo. "Oh".
"¿Conmigo?. Nada... ¿por qué?". Preguntó Kerry, pero evitó mirarla. "Fue
un bonito detalle de Dar... debo acordarme de agradecérselo". Notó como Colleen
le cogía el brazo, y dejó que la sentara en el sofá, al lado del oso. "Han sido un par
de días interesantes... fuimos a ver algunos de los parques, y pude ver como
conseguir una dura cuenta en primera línea".
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La rubia mujer notó como la sobrevenía un fuerte sonrojo, e hizo una pausa,
intentando encontrar palabras para rechazar lo que Colleen estaba sugiriendo.
"Shh... vale... vale...". Colleen le palmeó el brazo. "Te creo, Ker... tómatelo
con calma... si algo demuestra eso, es cuan perceptiva has tenido que ser... yo no
hubiera imaginado que había algo bueno dentro de ella".
"Bueno, pues lo tiene". Kerry contrajo las cejas. "Debes buscar hondo, y ella
no se rinde fácilmente, pero está ahí". Alzó la mirada. "Hey... vas a ir al Día Global
mañana, ¿verdad?".
Colleen le dedicó una mirada. "Muy bien... tomaré tu palabra sobre esto...".
Le dirigió la mirada al animal de peluche. "No puedo discutir con esto". Podía
sentir que Kerry seguía incómoda discutiendo sobre su nueva amiga sin embargo,
con lo que cambió de tema. "¿Se calmaron algo tus padres?".
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"Mm... así que, ¿qué más trajiste?". Colleen le sacó resueltamente sus
problemas de la cabeza. "Veo bolsas...".
La rubia mujer sonrió. "Oh Dios... espera... te he traído un poco del mejor
chocolate... toma". Tomó su gran bolsa de mano y empezó a mostrar sus compras.
"Prueba este dulce de chocolate...".
"Oh si...". Hizo una mueca Kerry. "Tienen la mejor tostada francesa con
plátano para desayunar... y una vista realmente bonita".
"Jo, jo... ". Rió Colleen, alzándola. "Me gusta... se ve bien con un tartán".
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Era un audaz Mickey vestido con una falda escocesa y agarrando una gaita.
"Blizzard Beach, ¿eh?. Así que... como se ve tu jefa en bañador. ¿eh?".
"Yo no estoy...". Kerry empezó a protestar. "Nada de... eso". Su voz fue
acallándose, y suspiró. "Oh dios mío... ¿es tan obvio?". Dejó caer los hombros.
"Ey... ey...". Rió Colleen, y la rodeó con un brazo. "Creo que fue el hecho de
que tu cara brilla cada vez que dices su nombre lo que me dio una pista al
principio, pero no te preocupes chiquita... si te consuela, creo que tienes muy buen
gusto. No puedo decir que me gusten sus métodos, pero es una mujer sexy".
Kerry entrecruzó los brazos sobre el pecho. "Me siento como una idiota,
Col... creí que era mayor para estos estúpidos enamoramientos... es vergonzoso".
Admitió lastimosamente. Sin embargo era agradable el admitírselo a alguien más
que a sí misma. "Pero si... ella sonríe y mi maldita presión sanguínea se dispara... y
empiezo a tartamudear como una quinceañera tonta". Agitó la cabeza con un
suspiro. "Lo superaré... pero me está volviendo un poco loca".
Colleen atrapó el brazo del oso, y arqueó una ceja. "¿Estas segura?".
"Claro que estoy segura". Insistió Kerry. "Simplemente nos llevamos bien,
eso es todo".
Kerry la agarró por el brazo. "No le vas a decir nada a ella". Notó la rudeza
en su voz. "Colleen, te estoy advirtiendo...".
Si. Kerry la vio marcharse, y se reclinó sobre Pooh, dejando escapar un largo
suspiro. Consideró un momento, entonces cogió el teléfono inalámbrico de la mesa
y marcó un número que de alguna manera se quedó grabado en su memoria. De
forma inusual sonaron cinco timbrazos antes de ser contestado.
"Um... gracias por Pooh". Dijo Kerry, suavemente. "Fue una tremenda
sorpresa".
Kerry se puso de un color rojo fuerte y profundo. Estaba sin palabras. "D...
de nada". Sentenció suavemente.
***
La mañana era fría y crispada para variar, debido a un frente de aire frío que
los había rodeado durante la tarde previa. Kerry tomó una onda inhalación del
mismo mirando a su alrededor para ver el apagado edificio de hormigón así como
al personal con camisetas de trabajo que lo rodeaba, comiendo plátanos y bollos y
bebiendo zumo de naranja. Eran las 8 de la mañana y debían empezar a trabajar
enseguida, pero la compañía había pensado siempre que debían asegurarse que sus
voluntarios no se morirían de hambre antes de empezar.
Entonces tuvo tiempo para estar con sus amigos cuando la vieron y
rodearon. "¡Ey, Kerry!". Se acercó trotando Susan. "Bonito bronceado".
brazo de Kerry. "Vía, *chica *... ¿A qué se debe el color rosado?". Dio un paso
hacia atrás y la miró. "¿Has estado de vacaciones ya?. Te ves genial".
Kerry giró los ojos. "No... por centeava vez hoy... he estado en una reunión
en Orlando los pasados días... tan sólo tuve unas horas libres, eso es todo". Apoyó
las manos sobre las caderas. "No es que vosotros chicos hayáis separado vuestras
caras de los monitores el tiempo suficiente para ir a la playa, según veo".
"Si... ¿Todavía no te ha hecho comer carne cruda?". Añadió Susan con una
mueca. "Ayer oí que esconde a los niños pequeños en el armario de su despacho
para picar".
Kerry no sonrió. "De hecho, está bien... lo veréis por vosotros mismos. Se
supone que hoy va a estar aquí".
"Nah... te apuesto vendrá y le dirá que hacer a todo el mundo". Rió Ray. "Ya
lo veo, con esos zapatos de tacón también".
Kerry miró por encima de su hombro, y dejó que una mueca asomara a sus
labios. "Um... creo que no". Vio como el Lexus se paraba despacio y como Dar
salía de él, enganchando un par de guantes a su cinturón y empezando a caminar.
Hasta que sus ojos se encontraron con los de Kerry, entonces una rápida
mueca iluminó su visión, para después desaparecer igual de rápido. Se dirigió al
coordinador y le dijo su nombre despacio.
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"*Mamacita *, ¡Está morena!". Susurró Ray al oído de Kerry, la cual giró los
ojos.
"Ey... ¿Es esa la mujer Popsicle?". Colleen apareció por el otro lado y
palmeó a Kerry. "Ciertamente se ve diferente de cómo yo la recuerdo".
"Sed buenos, chicos". Kerry apartó su mirada de la morena mujer con cierto
esfuerzo. "Recordad que es mi jefa, ¿vale?". Era consciente de que Dar se estaba
acercando, y alzó la mirada para saludar a la mujer con una sonrisa. "Ey".
Dar los había alcanzado, y le dedicó al grupo un civilizado asentimiento
antes de permitir que sus ojos encontraran los de Kerry. "Buenos días".
Kerry sonrío en acción refleja. "Seguro que lo son... Dar, esta es...".
Todos parpadearon. "Um... si... no creo que nos hayan presentado". Colleen
parecía desacostumbradamente aturdida. "Pero la vi por el banco una o dos veces".
Susan dejó escapar un quedo silbido. "No la recuerdo siendo tan... um... es
diferente a como la recuerdo". Murmuró la programadora.
"Yo también lo creo... se ve diferente por completo vestida así que con uno
de esos trajes". Coincidió Colleen. Miró a Kerry, la cual estaba mirando la hierba
de forma pensativa. "Bueno... somos la brigada de la basura, ¿verdad?". Repartió
bolsas. "Empecemos... ¿vosotros queréis esa parte del patio, y nosotras nos
encargamos de este?".
"Bueno, era eso o marrón mierda, o rosa fluorescente, con lo que creo que
debemos considerarnos afortunadas". Replicó Colleen, observando a Kerry con
una mueca rápidamente ocultada. "¿Estás desarrollando un gusto por la pintura,
nenita?".
"No... eso no tendría sentido". Decía Dar con llana voz. "Tendrían que
modularizarlo". Entonces, por tan sólo un segundo, esos ojos azules vagaron
casualmente y se encontraron con los suyos, apareciendo una minúsculo brillo.
"No se...". Replicó Susan. "Lo quieren hacer como un gran ejecutable... creo
que están locos".
"Vamos a por más pizza... ¿queréis?". Preguntó Colleen, mientras Ray y ella
se levantaban. Su oferta iba dirigida a todos, e incluso miró a Dar con vergüenza.
Se alejaron dejando solas a Dar y Kerry bajo el árbol. Sopló una suave brisa,
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removiendo la verde hierba a su alrededor, y agitando las hojas sobre sus cabezas.
Finalmente Kerry cedió a sus deseos y alzó la mano, removiendo la pintura de la
ceja de Dar. "Jesús... pareces un dálmata loco".
Dar hizo una mueca sarcástica. "Lo hice a propósito... pensé que rompería el
hielo con tus amigos... sabes, he estado en habitaciones de desalojo que eran más
amistosas".
Kerry miró hacia donde sus amigos se dirigían de vuelta. "Si... lo se... me
asusta, como están llenos de odio estos niños". Sonrió mientras Ray se sentaba de
nuevo. "Veo que ahora reparten vegetales".
Dar alzó la ceja hasta la línea de su cuero cabelludo. Echó un rápido vistazo
a la cara de Kerry, la pura sorpresa de la misma confirmando su suposición de que
esto era algo no planeado. Tácticamente, no tenía ni idea de lo que pretendía el
grupo, pero el pasar la tarde con su joven ayudante la fascinaba. "Claro". Replicó
de forma casual, obteniendo una rápida mirada de soslayo de Kerry.
Colleen le dedicó una mirada de sorpresa. "¿Qué fue que?... Era una
invitación para cenar, Kerry... Jesús... ¿por qué no te relajas?". Se liberó de la mano
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Kerry bajó la mirada, y se frotó las sienes. "Yo... lo siento, Col... Yo...".
"Gua... gua...". Colleen miró a su alrededor, entonces agarró a Kerry por los
hombros y la empujó suavemente contra el árbol. "Con calma... no lo sabíamos,
¿vale?. Lo único que conocemos es lo que oímos en el trabajo, y lo que los demás
dicen... obviamente tu sabes más de ella que nosotros... lo siento... no sabía que eso
te afectara".
Colleen dejó caer las manos, una mirada de alivio en su semblante. "De
acuerdo... ¿con lo que seguimos con la cita? creo que será divertido... al menos si
me pudieras dar una idea de algo de lo que hablar con la maldita mujer... Jesús,
Kerry... es tan intensa".
"Si". Kerry empezó a caminar hacia el edificio del colegio. "Lo se... um...
bueno, le gusta el océano... hace submarinismo... y ha visto la mayoría de los
arrecifes y similares de por aquí... le puedes preguntar sobre eso". Se relajó un
poco, su ansiedad tornándose fácilmente en anticipación, deseando que el día
terminase de una buena vez.
"Se está bien aquí fuera". Dijo suavemente Kerry, mientras pasaba por
delante de la alta mujer. "Me gusta el parque que hay en la otra isla".
Después que una camarera tomó nota de los aperitivos y bebidas que
querían, se hizo un avergonzado y ligero silencio.
Eso rompió el silencio, buen punto. Kerry se volvió hacia ella. "Bromeas".
"*Dios Mío *". Gritó Ray mirando tras de él, como esperando que aviadores
fantasma flotaran a través de la ventana. "Lo sabía... me sentía... tan extraño...
viniendo aquí... lo sabía".
"Maldición". Rió Susan. "Se que el clima aquí es raro... sin embargo, nunca
pensé que fuera parte del Triángulo...".
"Más o menos". Replicó Dar. "Hice un estudio sobre la ecología del lugar
cuando estaba en la Universidad de aquí... pasé un montón de tiempo en RSMAS".
Se aclaró la garganta. "Es interesante... si vais a la punta de la Key, donde está el
parque estatal... sabéis que el Andrew azotó y arrancó de cuajo toda la foresta de
pinos australianos que allí había, y lo han dejado crecer de vuelta como vegetación
natural... ya no se lo puede reconocer".
"Guau... si... lo se...". Susan se reclinó hacia delante. "Solía ir allí de picnic...
tras el huracán volví, y casi lloré... entonces me dijeron que toda la foresta
realmente eran árboles parásitos... importados... y que iban a quemar los
remanentes... estaba bastante fastidiada hasta que alguien me explicó lo que el Pino
Australiano estaba haciendo...".
El árbol fue traído como corta vientos para propósitos de erosión, pero se
había escapado de las manos, y abortó el crecimiento de muchas especies nativas.
Vale... esto no es tan malo. Pensó, contenta. Debería haberme figurado que
Dar podía manejar a esta gente... tonta de mi. Se reclinó hacia delante, si rodilla
apoyada en Dar y aguantó la respiración, hasta que se le hizo obvio que la morena
mujer no tenía intención de alejarse. Era agradable. Sonrió, y se le ensancharon los
ojos al llegar la cena y encontrarse en frente de si con una enorme y pendenciera
langosta, mirándola con ojos tristes y bulbosos. "Oh caramba".
Todos se rieron, y cogió las tenazas que le ofreció el camarero, mirando con
incertidumbre al largo animal. "Por dios...".
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"Ja... ¡te dije que las cucarachas del mar serían demasiado para ti!". Miró
ceñuda Susan, apuntando a la rubia mujer con su tenedor. "Mejor pides otra
cosa...".
Kerry meditó sobre el tema. "No se... era algo refrescante... creo que me
gusta". Decidió, viendo pasar los frentes de palmeras según Dar conducía hasta la
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Dar no necesitó preguntar para saber de que noche hablaba. "Hmm... ".
Murmuró mientras caminaban por la acera y giraron a la derecha, en dirección a la
pasarela de madera. "Es bonito esto".
"Mm... lo es, si". Contestó Kerry, revelando las corrientes que podía sentir
correr entre ellas. "Gracias por aceptarles la invitación... funcionó mejor de lo que
yo esperaba".
Dar se deslizó sobre la valla y se reclinó contra ella, de manera que sus
cabezas estaban prácticamente al mismo nivel. "No estuvo mal". Hizo una mueca.
"Me los gané con lo del Triángulo de las Bermudas".
"Oh si...". Le aseguró Dar, girándose y apuntando. "De hecho, estas de pie
sobre él ahora mismo".
Dar no se movió. Sino que continuó observando el agua, pero Kerry pudo
ver como los músculos de su mandíbula se contraían ligeramente, entonces su
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 317 de 317
garganta se movió al tragar. Los dedos de la rubia mujer se movieron por voluntad
propia, trazando un ligero contorno al azar.
La morena cabeza se giró muy despacio, hasta que esos ojos azules la
miraron por completo.
"¿Dar?".
"¿Puedo hacerte una pregunta personal?". Kerry sabía que era su voz, pero
no tenía ni idea de dónde salían las palabras, y notó como su corazón empezaba a
martillearla.
Kerry sintió suave algodón bajo sus manos mientras las deslizaba por el
cuerpo de Dar, necesitando el contacto a la vez que Dar inclinaba graciosamente la
cabeza y sintió unos suaves labios rozar los suyos. Ligero como una pluma, y
luego otra vez como un contacto sólido, profundo y poderoso, durando lo
suficiente como para que su alma reconociera algo en lo más profundo de sí
misma.
Respirar no había sido nunca tan difícil, pero de alguna manera consiguió
meter el aire suficiente en los pulmones para decir de forma audible. "Si". Abrió la
boca para decir algo más, pero se encontró con un dedo sobre los labios.
Se sintió con ganas de reír y llorar al mismo tiempo, y sabía que Dar tenía
razón. Este camino era demasiado poderoso... ambas necesitaban tiempo para
pensar, y reaccionar. Pero su cuerpo deseaba algo que sabía que no era capaz de
negárselo por más tiempo. "Po... pod...podría...". Sentenció suavemente
acercándose, sus manos moviéndose despacio y tímidamente contra la camiseta de
algodón de Dar. Los brazos de la alta mujer la rodearon, y cuando sus cuerpos
entraron en contacto, una ola familiar y de cálidez la recorrió.
Aumentó la fuerza del abrazo y echó la cabeza para atrás, mirando las
estrellas. Dejando que la luz plateada de la luna las bautizara según la otra mitad de
su alma regresaba a casa.
Al fin.
Dar no tenía ni idea del tiempo que estuvieron así. Pero fue el suficiente para
que las lágrimas de Kerry se secasen, y lo suficiente para que sus cuerpos se
acostumbraran al mutuo contacto. Dar sintió una tranquila paz, y sospechaba que si
se quedaba el tiempo necesario, simplemente se dormiría, de pie y todo.
Kerry le devolvió la sonrisa. "No". Coincidió Kerry. "De verdad que no".
Dar tuvo que pensárselo seriamente. "Yo... si, supongo". Murmuró, con un
leve tono de interrogación. "Yo no suelo... um...". Encontró a sus dedos trazando
los planos del rostro de Kerry. "P... pero... usualmente no... um...". Retiró la mano y
exhaló. "No sé que es lo que me ha pasado...".
Una oblicua sonrisa fue su respuesta, a la vez que Dar elevaba las cejas.
"¿Contratando a una bella y joven ayudante sin experiencia previa?". Sus ojos
azules parpadearon. "Tuve demasiada buena suerte que resultases ser tan buena
como eres".
Kerry se sonrojó. "No tenía ni idea de lo que iba el trabajo, y nada me podía
importar menos". Admitió, honesta. "Sólo algo sobre... oh chico... no podía dejar
de pensar en ti".
Dar exhaló, incapaz de prevenir una sonrisa tonta asomar a sus labios.
"Vale... bueno, ahora que ya lo hemos dejado claro... podemos proceder
adecuadamente". Consideró. "Veamos... ya hemos estado atrapadas en un huracán,
hemos pasado un asalto en el coche y hemos dormido juntas en la cama... supongo
que nos podemos saltar las obligadas citas en el café. ¿huh?".
Kerry rió. "Uh... si". Se rascó la nariz. "Déjame probar esta... ¿te interesaría
cenar y luego ver una película mañana conmigo?". Bajó la mirada, y luego la alzó
de nuevo. "Yo cocino".
"Siempre que no sea Titanic". Aceptó sonriente Dar. "O algo con subtítulos".
"Ew". Soltó Kerry. "Yo misma soy más del tipo de 'Starship Troopers'".
Confesó, un poco culpable.
Dar la miró, seria. "Ni yo tampoco". Dubitativa, rodeó los hombros de Kerry
con su brazo, y sintió como de inmediato la pequeña mujer se acomodaba contra su
cuerpo. "Me gusta". Se reclinó sobre el respaldo del banco y casi dejó de respirar
cuando Kerry le rodeó el estómago con el brazo, apoyando la cabeza sobre su
hombro. Observaron en paz las olas por un rato, hasta que Dar sintió que Kerry
estaba luchando por mantener los ojos abiertos. "Ey... vamos. Hora de llevarte a
casa".
Estoy en casa. Insistió una vocecilla cuando Kerry se forzó para levantarse,
abandonando el calor de Dar reluctantemente. "Si... dormir en la playa suena muy
bien en las novelas, pero olvidan mencionar toda la arena que lo impregna todo".
Bromeó al levantarse, y le acercaba la mano a Dar, todavía sentada.
***
"Perdón". Dar agitó la mano como excusa y salió del barco, conduciendo
hasta su condo y aparcando el Lexus sin realmente pensar en lo que estaba
haciendo. Salió del coche y aseguró las puertas, entonces subió los escalones hasta
el condo y abrió las puertas, cerrándolas a su paso y encendiendo las luces de
forma mecánica.
"Um... si".
"Uh...".
"No tiene sentido que esté allí si no hay ningún mainframe que administrar...
el network interno está en backup automático". Razonó Dar. "Así que... vallase a
casa".
"Si... mejor pensado quédese por ahí. No... no.. es mi culpa.. no... ¿a quién
más ha notificado?. Siga intentándolo". Colgó, y se golpeó el borde la cabeza unas
cuantas veces. "¡Jesús!".
"Oh". Kerry sonaba triste. "Bueno... de acuerdo... si no hay nada que pueda
hacer...".
Dar golpeó con sus dedos su pierna. "Um... ya sabes, tendremos que reerutar
cantidad de cosas si consigo que el departamento de bomberos coopere... podría
usar la ayuda en la búsqueda e identificación de vías activas disponibles".
Dar aceptó, y cedió. "Si... puedes conectarte en la otra línea ISDN aquí... si
quieres, eso es".
Dar, todavía al teléfono, hizo rodar sus ojos. "Mira... Jim, no me importa lo
que vaya a tomar, necesito al edificio en línea de nuevo". Se reclinó hacia delante y
apoyó la cabeza en la mano. "No pueden encender de nuevo la luz porque el
departamento de bomberos no ha certificado la subestructura eléctrica como
segura... eso significa que necesito a un ingeniero de electricidad allí, y los necesito
ahora, no mañana o el lunes... ¿me entiendes?".
Dar brillaba con una aureola ante el teléfono, entonces alzó la mirada para
encontrar unos cálidos ojos verdes mirándola. "Idiotas".
Kerry desapareció y reapareció al minuto con una taza de humeante café que
le alcanzó a la morena mujer, antes de sentarse a su lado en el sofá. "No ha habido
suerte, ¿huh?".
La rubia mujer rió. "Dar... vamos... le añades suficiente crema y azúcar para
que deje de saber a café, y listo". Palmeó la pierna de su compañera, sintiendo la
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sutil contracción del músculo bajo su mano mientras Dar se estiraba ligeramente.
"Lo sé... tomamos una decisión hace tres años en un comité ejecutivo de no
duplicar la central... peleé como loca contra ello, pero nadie quería alojar la tarjeta
para eso... quise desmantelar los procesados... pero ellos simplemente no lo
harían". Suspiró Dar. "Este es uno de esos momentos cuando desearía no probar
que tenía razón".
Kerry agitó la cabeza. "Bueno... podemos desviar cosas críticas aquí y aquí...
pero tienen todas las rutas allí, Dar... no tenemos las suficientes rutas alternativas
para esquivarlo".
"Dar, soy José". La voz de Montarosa sonaba excitada. "¿Sabes que está
pasando?".
"Si. Que nos hemos caído". Replicó Dar, tensa. "Ahora deja libre mi maldito
teléfono para que pueda hacer algo para remediarlo".
Kerry la miró, entonces sacó una de sus manos del teclado y frotó con
suaves círculos la espalda de la alta mujer. Podía sentir la tensión en su jefa, y dejó
que sus dedos tanteasen las durezas en su cuello.
La respuesta fue una pequeña pausa, entonces la voz de Dar continuó. "Lo
siento, José... ¿que es lo que preguntaste?". Su tono sonaba un poco más relajado.
el generador". Dar cerró los ojos cuando fuertes y sensibles dedos probaban
doloridos músculos debido a la pintura. "¿Qué?. Oh... si, no... no tenemos una
localización de backup... ya sabes eso... votaste que no, ¿recuerdas?".
Kerry dejó su ordenador en la mesa, y se arrastró hasta el final del sofá para
trabajar con las dos manos.
Kerry puso un gesto, y se deslizó de nuevo por el sofá. "Bueno... ¿que viene
ahora?".
Dar la rodeó con un brazo. "Tan sólo estate aquí y hazme compañía mientras
yo grito a la gente, ¿vale?".
"Eres muy buena en eso, también". La voz de Dar casi le hace reconfigurar
accidentalmente una ruta principal. "¿Dar?".
"A no ser que quieras que rediriga el satélite de la NBC hacia Irán, ¿podrías
estarte quieta por un minuto?".
“No hay problema”. Kerry trató de no pensar cuan cerca se encontraban esos
bonitos e invitadores labios. “¿Qué estaba haciendo yo?. Oh si...”. Tecleó durante
un minuto. “Vale... sssiii, esto es una torpeza”.
Dar se levantó y fue hacia la cocina, musitando sobre como un desastre era
mucho más divertido si Kerry estaba por ahí. Pensó sobre el tema mientras
preparaba los fríos entremeses. Como todo era más divertido siempre que Kerry
estaba cerca. Volvió con los platos y le alcanzó a Kerry el suyo, entonces se sentó
de nuevo en su sitio, y cogió de nuevo el teléfono.
“Claro... espera... aquí llega. ¿Quieres hablar con él?”. Rió Gregory.
“No”. Suspiró Dar. “No querrá oír mi voz de nuevo, te lo puedo asegurar”.
Dar asintió. “Las rutas acaban de volver, Greg”. Miró como lentamente las
lucecillas rojas se tornaban verdes. “Las estructuras principales ya funcionan”.
Sintió una cansada sonrisa aparecer en sus labios.
“Los paquetes están pasando”. Reportó Kerry, con una mueca. “El link
interoceánico acaba de ponerse operativo”. Señaló a las múltiples salidas que
transmitían datos por el Atlántico.
Kerry asintió, y giró la cabeza para mirar a la morena mujer. “Tienes helado
en los labios”. Observó, con la vista fija en la ofensiva mancha.
Sabía que estaban demasiado cansadas para llegar más lejos, pero era muy
agradable pasar unos minutos con esta suave exploración, dándose la mutua
oportunidad de acostumbrarse la una a la otra. Inhaló cuando Dar se echó
presionando ligeramente, y rozó su nariz con la de ella. Hizo que apareciera una
sonrisa en su rostro, y dejó caer la cabeza hacia atrás sobre el sofá con un suspiro.
“Eso fue agradable”.
Kerry le devolvió la sonrisa. “Es que todo esto es un poquito nuevo para
mi”. Explicó. “Pero una cama de cualquier tipo me parece realmente buena ahora
mismo”.
la misma con un sentimiento de anticipación. Miró la cama. “Por Dios, Dar... ¡es
enorme!”.
Dar se puso las manos tras la cabeza, y miró al invisible techo. “Buenas
noches”. Se hizo un calmado silencio, y Dar esperó a que el sueño la alcanzase
cansada, pero muy consciente del cálido cuerpo a su lado. Menudo día. Agitó la
cabeza en mudo asombro. Su vida estaba cambiando... girando tan rápido que
prácticamente no sabía que hacer al respecto. En el espacio de un solo día... de una
sola noche, en realidad... adquirió de repente una faceta en su vida que nunca había
esperado, pero ahora que lo había hecho, estaba sentada preguntándose como había
podido vivir sin ella hasta ahora.
Era maravilloso. Dar cerró los ojos, y esta vez, recibió de buen grado los
sueños. Despertarse los haría realidad.
Estaban al lado de una catarata esta vez. Estaba mirando por encima de
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una repisa cubierta de una gruesa capa de musgo por encima de una profunda
piscina a la que caía el agua con apagado rugido. Era media tarde y el tiempo era
perfecto, agradable y fresco pero soleado.
Aparte del sonido del agua, lo único que podía oír era los pájaros, y unos
pequeños susurros que debían ser ardillas que las rodeaban. De otra manera
estaba lo suficientemente silencioso para escuchar el crecimiento de las hojas.
Una cálidez se apretó contra ella, y bajó la mirada, para encontrarse con
una rubia cabeza apoyada sobre su hombro y una morena mano reposando sobre
su estómago, una piel mucho más musculosa de la que ella había tenido desde que
dejó de competir en torneos hacía unos cuantos años.
El cuerpo que reposaba contra ella era más oscuro y musculoso a la vez,
podía sentir el sólido peso del mismo y las sinuosas curvas bajo el brazo que
rodeaba a la pequeña mujer.
Extraño. Y no tan extraño. Una sábana de algodón sin curtir las cubría
desde la cintura hacia abajo y a pesar de la rugosa superficie, se sentía muy a
gusto y totalmente relajada.
Miró hacia el cielo y vio un águila, volando a través del firmamento, para
después arquear el cuerpo para aterrizar.
Que sueño más extraño. Dar agitó la cabeza levemente, entonces dobló el
cuello para examinar la mano de Kerry, donde había visto la cicatriz en el sueño.
Nada excepto suave piel fue lo que encontraron sus ojos, y alzó las cejas
desconcertada. ¿De que iba todo eso?. ¿Porqué se iba a imaginar algo así?. Raro.
Muy raro.
Desechó las imágenes, y volvió su atención al tiempo actual. Donde sus
cuerpos se juntaban podía sentir el calor humano de Kerry y casi dejó de respirar
cuando la joven mujer se había movido, acariciando levemente su estómago a
través de la tela que las separaba. Cerró los ojos saboreando el contacto, y trató de
no pensar en cuanto había pasado desde que se había permitido desear lo que
deseaba con Kerry. No sexo. Bueno... torció un poco los labios. No sexo, pero casi,
esa confianza entre dos personas que sólo había experimentado dos veces en su
vida, y dos veces...
Dos veces había aprendido la lección. Todo el mundo tiene su propia agenda,
Dar... nadie da por el mero hecho de hacerlo... sino para conseguir algo de vuelta.
Algo que quieren. Algo de ella. Tras esto, dejó de confiar. ¿Queréis sexo?. Claro...
eso lo podía hacer. No significaba absolutamente nada de una manera u otra. Pero
nadie llegaba hondo... nadie llegaba a donde la podía hacer daño si resultaban ser
escoria, o decidían desaparecer, o decirle... gracias, pero ya hemos conseguido lo
que queríamos y ahora no significas nada... no. Con dos veces era bastante.
y miró el reloj. Las once... bueno, había dormido un par de horas de todas formas...
mejor levantarse y ver que pasaba por la oficina, y...
Podía oír los latidos del corazón, lentos y firmes, y sentir el movimiento de
la mujer mayor al respirar, y decidió que era un sonido confortable con el que
despertarse. Abrió los ojos y se movió ligeramente, mirando el anguloso rostro
sobre ella para ver a Dar completamente relajada en su sueño.
Jesús... parece tan joven así. Musitó Kerry con ligera sorpresa. Sin la cauta
inteligencia que caracterizaba el rostro de Dar, y las tensiones que la vida había
puesto en el mismo, no parecía mayor que Kerry, y la rubia mujer se encontró
preguntándose cuanta verdad había en eso. Seguro que alguien en la posición en la
que ella se encontraba tenía que ser mayor... tenía que tener más experiencia.
Flexionó los dedos sobre la suave superficie. Podía sentir las protuberancias
que eran las costillas de Dar moviéndose bajo su mano, y descubrió como su
pulgar acariciaba la piel que rodeaba al ombligo. No se sentía extraña tocándola
así... de hecho, le parecía tan normal que la asustaba un poco.
¿Cómo las barreras que existían entre dos personas cualesquiera podían
desaparecer tan rápido entre ellas? Kerry era una persona sensible en cualquier
caso... hablaba gesticulando y tendía a tocar a las personas con las que hablaba,
pero esto... Era como si se conocieran desde hace mucho tiempo... era ese tipo de
confort.
Raro.
Trazó una línea a lo largo del estómago de Dar de forma ausente. Oh bueno,
siempre he aprendido rápido. Sin embargo, espero aprender lo suficientemente
rápido... no tengo ni la más mínima idea que hacer con ella más allá de los besos.
Me pregunto si habrá libros. Murmuró mientras lo pensaba. Una pausa, y dejó que
el cálido aroma de Dar entrara en sus pulmones. Apuesto que puedo encontrar algo
en internet. Veamos... Yahoo, Buscar, Palabra clave: Sexo y mujeres pero no
revuelto. Respuesta: Hemos encontrado tropecientas mil millones de referencias,
por favor especifique los parámetros. Kerry se rió suavemente por lo bajo.
“¿Qué tiene tanta gracia?”. Una grave y vibrante voz tembló a través de la
superficie en la que su cabeza estaba apoyada. Kerry consiguió no saltar, pero alzó
la mirada para ver soñolientos ojos azules observándola divertidos...
“Um...”. Amortiguó otra risita. “No quería despertarte... era que... nada... en
serio... estaba... um... pensando en dibujitos”.
“Si... ya sabes... como Fantasma del Espacio”. Pensó rápido Kerry. “¿Sabías
que entrevistó a Emeril Lagasse la otra noche?”. Empezó a alejarse. “No tengo ni
idea de porque acabamos siempre así... yo no... um”.
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Dar giró sobre su lado e inclinó la cabeza. “¿Tus padres?. ¿Qué tienen ellos
que ver con una cama de agua?”. Inquirió, curiosa.
Dar se frotó la nariz. “¿Todavía quieren que te cases con el chico ese?”. Sus
ojos azules miraron fijamente el rostro de Kerry.
“Entiendo que todavía no saben que... um...”. Dar gesturó entre las dos.
Dar ahogó un gesto. “Lo sé”. Le dedicó a la rubia mujer una mirada de
entendimiento... “Estuve allí, ya lo pasé”.
Kerry le sonrió. “Sí... supongo que estuviste... así que... cuando me mudé
aquí, todo era tan diferente... y un sábado algunos de mis nuevos amigos me
llevaron a South Beach”.
“Oh”. Dar se tapó la boca con una mano. “Supongo que eso fue una
revelación”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 337 de 337
“Vamos, Kerry... estoy segura que incluso en Saugatuck hay gente gay”. Rió
Dar.
“Bueno... claro... de hecho, cuando me pongo a recordar y ahora sé lo que
veía, puedo verlos... pero nadie hablaba de ello... se guardaba, como el cliché, en el
armario”. Explicó Kerry. “Ciertamente, en mi familia, nunca fue discutido”.
Exhaló. “Pero entonces yo... bueno, me tomé un poco de tiempo, pero
eventualmente figuré lo que estaba sintiendo... y porque lo pasaba tan mal al
pensar en asentarme con Brian y tener un par de críos”.
“Debió ser duro para ti”. Se simpatizó la ejecutiva. “Mi padre lo supuso... y
un día me llevó a un lado y me habló de ello... yo ya lo había descubierto, con lo
que fue una especie de alivio”.
Kerry se sentó y cruzó las piernas, colocándose el pelo tras las orejas. “Eso
no les importa... mi madre dejó un mensaje en el contestador la otra noche que
decía que podría conseguir algún puesto de secretaria en la oficina Troy, de forma
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“¿Qué?”. Dar se inclinó hacia delante. “Kerry, ¿les ha dicho alguien que
estamos en los 90, justo para empezar el año 2000?”.
Kerry miró la pared, aguantando la ola de malestar que tuvo como reacción.
“No”. Murmuró finalmente. “Podría decirse así”.
La rubia mujer giró los ojos. “Eso sería hilarante, pero inutil... es un pilar de
rectitud moral. Dudo incluso que nos reclamara como dependientes hasta que
teníamos un año, sólo para probar que éramos viables”. Suspiró. “Pero gracias,
Dar... ayuda tener a alguien con quien poder hablarlo”. Le dedicó a su jefa una
sonrisa, y apretó los dedos que la agarraban. “Y guardaré tu amenaza en reserva”.
Kerry lo consideró, así como todas las cosas que dejó sin hacer en casa, y
suspiró. Aunque preferiría pasar aquí el día con Dar... “Escucha.... ¿por qué no
salimos el fin de semana que viene?. Tengo un montón de colada y mucho que
ordenar ya que no estuve en casa todos estos días”. Sugirió, pesarosa.
Dar sintió un azote de disgusto, pero sabía que Kerry tenía razón. Las dos
tenían cosas que hacer, y una semana de trabajo a la que prepararse. “Parece una
buena idea”. Admitió. “Aunque odie admitirlo... ¿sigues interesada en lo del
gimnasio?. La clase empieza el miércoles”.
Kerry casi se había olvidado del tema. “Oh... ¡cierto!. Absolutamente... Dios
si... si sigo contigo, lo voy a necesitar desesperadamente”. Le dedicó una mueca a
Dar. “Gracias por recordármelo”.
Novena parte
Estaba muy tranquilo según cerraba la puerta tras ella y salía al frío aire,
crispado con la humedad del rocío y la brisa del mar. Sus deportivas hacían ruido
al pisar la gravilla según se giraba hacia el pequeño camino, entonces respiró
hondo y rompió a correr con un lento footing, para darle a sus músculos la
oportunidad de despertarse y estirarse antes de presionarlos.
Había creído, por tanto tiempo, que no necesitaba a nadie para completar su
vida. Quizá porque no había tenido oportunidad. Ahora.... Dar exhaló en la niebla.
El inocente ofrecimiento de Kerry de una mano amistosa dejó sin fundamento esa
creencia, y la forzó a mirarse objetivamente por primera vez en mucho tiempo.
Dar estaba sorprendida por las repentinas lágrimas y la ola de miseria que
acompañó a tal pensamiento. Confundida se frotó el rostro, y rodeó con uno de sus
brazos su pecho repentinamente dolorido. Tan sólo el pensamiento de declinar esa
sonrisa... Dar imaginó el daño, y luego el dolor en esos ojos verdes si la dejaba, y
sabía que no podría soportarlo.
No podía hacerle eso a Kerry. Demonios, no podía hacerse eso a sí misma.
Con mano temblorosa, se secó las lágrimas de los ojos, y se pasó los dedos
por su húmedo cabello. Encontraría el camino, de algún modo, para que
funcionase. El latido de su corazón se asentó, y tomó una serie de hondas
respiraciones, dejando que la salada bruma la calmase. Bien. Tan sólo es otro reto,
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 342 de 342
Dar. Recuerda lo que papá siempre te decía. Rompe tus desafíos en pequeñas
partes, y a la hora de terminar, te habrás comido un búfalo, incluido el rabo.
Se preguntaba si Kerry sabía lo cerca que había estado de ser despedida. Con
un suspiro, María volvió su atención a un taco de informes, pasándolos y dejando
arriba los que Dar querría ver antes. Notó el gran informe sobre la parada masiva
del sábado, y lo puso encima de los demás.
“Buenos días, Kerrisita...”. Replicó con una sonrisa la secretaria. “*Dios mío
*, ¿pasaste el fin de semana en la playa?”. El rostro de la joven mujer estaba de
color rosa – rojizo, y sus brazos presentaban un matiz del mismo color.
“*Bueno*... *bueno*...”. Rió María. “Quién lo diría. Oí que las cosas fueron
bien por allí”. Aplaudió. “¿Conseguiste ver a Mickey Mouse?”.
Kerry sonrió. “No fue tan difícil, en serio... teníamos un montón de tiempo
libre entre reuniones, y realmente no había nada más que hacer que eso”. Explicó.
“Además, era lo que ordenó el médico... me alegro que Dar haya tenido la
oportunidad de relajarse un poco”.
María estudió las sonrosadas facciones de Kerry, lo que hacía sobresaltar sus
rubias cejas y realzaban el verde claro de sus ojos. “Parece que te lo has pasado
bien, ¿eh?”.
“Sí”. Admitió la joven mujer. “Fue una reunión para conseguir un contrato
muy interesante... no me había dado cuenta en realidad de que eran unos asesinos.
Pero Dar realmente se hizo cargo de ellos... quiero decir, Jesús, María,
simplemente entró allí y se hizo cargo de la situación”. Kerry agitó la cabeza.
“Echó a los clientes fuera... yo estaba allí sentada en un constante asombro”.
“*Sí... sí*... ella hace eso”. Asintió María. “Llega y boom... todo acabado”.
Explicó. “Es por lo que a tanta gente... no le gusta”.
“Intimida a la gente, sí... lo sé”. Sonrió Kerry, con anhelo. “Es algo difícil
ver más allá de eso”. Se levantó. “Bueno, tengo cosas que hacer...”.
“*Sí*... oh, Kerry... ¿le compraste algo por el día de los Jefes?”. Preguntó
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Kerry bajó la mirada hacia su té, para volver a alzarla después. “Um... sí, lo
hice... en el parque, de hecho”.
“*Bueno*...”. Suspiró María. “Eso hace dos cosas entonces”. Jugueteó con
su boli. “Ella hace como que no le importa, pero yo creo Kerrisita, creo que sí le
importa”.
“Cállate, Mark”. Dar le dedicó una mirada. “Lo hice porque prometí que lo
haría... no quiero oír hablar sobre ello en los próximos seis meses, ¿de acuerdo?”.
Prudentemente, Mark puso el sobre bajo uno de sus brazos para un posterior
estudio. “Entendido, jefa”. Replicó crispadamente. “Hablando de ello... ¿quieres
comer con nosotros hoy? Te echamos de menos el viernes”.
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Mark gruñó. “Mierda sí... tremendo lío ese”. La miró. “¿Tomaste el sol?
Pareces un poco quemada”.
“Un poco”. Replicó Dar según se abrían las puertas en el piso catorce. “Hice
el día del voluntariado el sábado”. Se encaminó a su oficina. “Y tuve que andar un
poco por los parques”. Mark giró hacia en pasillo lateral que llevaba a las oficinas
de MIS. “¿Te lo pasaste bien?”. Le preguntó cuando ella iba a entrar al recibidor de
su oficina.
Dar se paró y se dio la vuelta, mirándole con mirada inexpresiva según ponía
una mano sobre el picaporte. Entonces guiñó un ojo y dejó que una rápida sonrisa
asomará a sus labios, antes de entrar en la habitación.
Mark se frotó las puntas de los dedos antes de sacar la foto del sobre y
ponerla sobre la mesa. “Mi bonus”. Observó el objeto aprobadoramente. Dar
estaba mirando directamente a la cámara, una mirada ligeramente despreciativa a sí
misma mientras se apoyaba con un hombro sobre un pilar de madera, cruzando las
piernas a la altura de los tobillos en una pose relajada y casual. La lisa tela negra de
su traje de baño contrastaba con su bronceada piel y los firmes y visibles músculos
curvados y húmedos, especialmente marcados en los hombros y muslos. “Chico, es
bonita”.
Atentamente Bill rodeó la mesa para ver la foto al derecho, entonces casi se
atragantó. “Hijo de puta... ¿de dónde diablos has conseguido ESO?”. Dijo con voz
chirriante.
“Je... paga por un buen trabajo, ¿vale?”. Dijo Mark sonriente. “Tiene bonitas
piernas, ¿eh?”.
Bill se acercó más. “Tiene bonito todo... tío, justo mis gónadas están
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Mark rió. “Seguro esto derrota el trabajar para José... ¿te lo imaginas a él en
bañador?”.
Bill hizo un sonido de asco e hizo un amago de vomitar en la basura del jefe
de MIS. “Ey... acabamos de recibir ese escáner nuevo de 64 bits...”. Le dedicó a
Mark una mirada de cachorro esperanzado.
Dar pensó sobre el tema. “Genial. ¿Y tú que tal?”. Replicó. “Las cosas
fueron bien en Orlando... pero seguramente ya has oído sobre el tema”.
María giró los ojos. “Oh sí... el Sr. Montarosa estaba bailando por los
pasillos... se pensaría que su mujer le había dado un hijo finalmente”.
Dar estalló en carcajadas. “Me alegro de no haber estado para ver eso”.
Remarcó con una mueca. “Pero sí... fue bueno... definitivamente valió la pena el
viaje”.
“Sí... tuvimos algo de tiempo extra”. Replicó de manera casual Dar, entonces
hizo una pausa y se quedó pensativa. “Dios, sabes que no había estado en uno de
esos malditos parques desde hace tantos años... fue agradable visitarlos de nuevo”.
Se reclinó sobre la puerta que daba a la oficina interior. “Fue agradable relajarse un
poco”.
María casi deja de respirar viendo la mirada serena e introspectiva que cruzó
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el rostro de la alta mujer. *Dios mío*... algo ha cambiado en ella. “Me alegro...
necesitabas unas vacaciones”. Le dijo firmemente.
Apareció una sonrisa y masticó uno de ellos mientras sacaba una lista
desagradablemente larga de cosas que hacer.
Era casi la hora de comer antes de haberse hecho cargo de la mayoría de los
asuntos realmente urgentes. Acababa de terminar una conferencia sobre el fallo en
network, y estaba sorbiendo de su segunda taza de café cuando un leve golpe sonó
en la puerta interior. “Adelante”.
La puerta se abrió, y una rubia cabeza asomó por ella. “Buenos días”.
“Yo también”. La morena mujer apoyó la cabeza sobre una de sus manos.
“Tengo reuniones de personal toda la tarde... y José ha convocado una nueva
reunión mañana a las nueve”. Se había estado resistiendo las ganas de ir a la
oficina de Kerry durante toda la mañana, sabiendo que la rubia mujer tenía tanto
trabajo como ella por hacer.
responda a tiempo”. Se echó hacia atrás el pelo. “No estoy segura de donde han
venido”.
Dar bufó suavemente. “Me imagino... se creen que es más fácil acercarse a ti
que a mí... con lo que Markting busca hacerte caer en la trampa... les dije que no
tocaría el tiempo de respuesta hasta que se ejecuten con una mayor longitud de
onda... parece que están intentando un final más fácil”.
“Yo también”.
Kerry dudó. “Si... si esto va a ser difícil para ti.. si.. yo... preferiría no seguir
adelante... con esto... si te va a causar problemas”. Su voz sonaba desmañada y
temblorosa. “Así que... si lo estás reconsiderando... está bien, lo entiendo”.
“No”. Respondió Kerry muy suavemente. “No por mi parte... tan sólo no
quiero que te hagan daño”. Se miró las manos, entrelazadas sobre sus piernas.
Dar pudo ver que estaba temblando. Eso estaba bien. La sensación de alivio
que la recorrió la hacía temblar de forma parecida. Alzó las manos y encerró con
ellas las de la joven mujer. “Kerry...”. Tuvo que detenerse un momento. “He estado
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 349 de 349
sola durante mucho tiempo. Solía pensar que eso era lo mejor para mí, porque tuve
unas experiencias bastante malas de joven”.
“Me has hecho darme cuenta, esta semana pasada, cuán equivocada estaba”.
Le dijo la ejecutiva de forma queda. “Lo que me haría daño es ignorar esto, tan
sólo por el riesgo que entraña”.
“¿A ti?”. Kerry se secó los ojos irritada. “No sabía qué habría hecho si me
hubieras dicho que sí”. Exhaló. “No sabes lo difícil que ha sido”.
Dar la estudió callada. “Sé que eres una persona con más coraje que yo por
hacerlo”. Se levantó y rodeó suavemente con sus brazos a Kerry, abrazándola.
“Escucha... he de encontrarme con Mark y algunos otros para comer... ¿por qué no
vienes?”.
“Veo lo que quieres decir”. Murmuró la alta mujer, con atenta sonrisa. Sonó
el teléfono y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para apartar los ojos de Kerry y
apretar el botón. “¿Sí?”.
“Te subiré algo de comer”. Susurró Kerry. “Creo que tienen filetes hoy”.
Dar sonrió. “De acuerdo”. Dirigió la voz hacia el teléfono, pero sus ojos se
dirigieron hacia el rostro de Kerry. “Gracias”. Gesticuló con los labios.
“Bueno, no creo que haya mucha duda sobre saber (cómo, dónde) hemos
dejado caer la bola esta vez”. Estaba martilleando la mesa José Montarosa. “¿Qué
hubiera pasado si ese edificio hubiera sido dañado irreversiblemente?. ¿Cuánto
tiempo nos hubiera llevado re-rutar rodeándolo?”. Miró a Dar directamente. “¿Y
bien?”.
“No hubiéramos podido”. Repitió Dar. “¿Qué parte de eso no has entendido?
No tenemos las fuentes secundarias para reemplazar esa facilidad”.
Los ojos azules de Dar se abrieron en sorpresa. “Supongo que lo es”. Añadió
otro barco.
Otro tenso silencio. “De acuerdo... así que... ¿qué vamos a hacer al
respecto?”. Preguntó Montarosa, sentándose de nuevo.
Dar terminó de dibujar la cola del pony. “Mandé el documento entero a toda
la gente que está aquí esta mañana”. Alzó la mirada. “Conjuntamente con una
recapitulación del acuerdo con Disney y el desastre de Singapur”. Sus ojos
recorrieron rápidamente los sorprendidos rostros. “¿Funciona el servidor de
correo? ¿Nadie lo recibió?”.
Los ojos pálido azul le observaron. “Oí que estuviste bailando por los
pasillos”. Sonrió. “¿Alguien tomó fotos?”.
La morena mujer rió. “Algo así, si”. Admitió. “Mereció la pena... creo que
fue la presentación lo que les decidió... lo modelamos sobre su actual sistema y
usamos uno de sus restaurantes en la demostración”.
Mariana vio aparecer el peligroso brillo en los ojos de Dar, y sus garabatos
se detuvieron en el acto. “Eleanor... creo que dejé bien claro la última vez que yo
no empleo a la gente por ser amigos o guapos”. Le dijo forzadamente a la mujer.
“Ella me facilita el trabajo... y la Srta. Stuart es extremadamente cualificada para la
posición”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 353 de 353
Dar apoyó en la mesa el lápiz. “¿Hemos acabado aquí? Tengo dos reuniones
más a las que asistir”.
“Sí... supongo que sí.” José arrojó su boli y se levantó. “Vamos Eleanor...
vamos por un * cafecito *”. Los ejecutivos de ventas y marketing se marcharon,
dejando a Mariana, Dar y Duks todavía sentados allí. “Así que... ¿qué te pasa, *
chica *?” Preguntó Mariana, reclinándose sobre la mesa y mirando a su amiga.
Dar le devolvió la mirada. “¿A mí? Nada... ¿qué os pasa hoy a vosotros,
gente?”. Dejó el lápiz sobre la mesa. “Jesucristo... ¿cuál es el problema, me han
crecido cuernos o algo así?”.
Duks le palmeó el brazo. “Ey... ey... relájate... estas realmente calmada hoy,
y no estamos acostumbrados a ello, amiga mía... ¿Es esto lo que te hace Mickey
Mouse?”.
Dar alzó las manos y las dejó caer sobre los reposabrazos de la silla. “Que...
por qué no estoy gritando como una maníaca, ¿pasa algo malo?”. Miró hacia la
mesa. “De acuerdo, empezaré a putear a alguien... ¿Eso hará que todos os sintáis
mejor?”.
“Ah...”. La directora de personal alzó una mano. “No seré yo, amiga mía...
tan sólo rumores... pero ahora que los has confirmado, ¿está todo bien?”. Se reclinó
hacia delante. “Dar... te lo pregunto como amiga, no porque necesite saberlo para
bienestar de la compañía”.
estaba allí, y en el fin de semana... y decidí tratar de no dejar que esto me afecte
demasiado”.
“Ay... Dar, ¿era tan difícil?”. Mariana le sonrió. “¿Ves? Tan sólo nos
preocupamos por ti”. Se echó de nuevo hacia atrás y miró a la alta mujer. “Te ves
bien... descansaste algo allí, ¿eh?”.
Lou Dreyfus dejó que una leve y sardónica sonrisa apareciera en sus labios.
“Puede que tengas razón, Mari”. Palmeó la mesa. “Bueno, continuemos”.
“Una pm... pero nos encontraremos para almorzar abajo antes, si quiere
venir con nosotros”.
Antes prefiero agarrar cables eléctricos pelados con las manos desnudas.
“Lo siento... puedo llegar a la reunión, pero tengo cosas que hacer antes”. Como
asegurarme que mi jefa almuerce, por ejemplo. Había descubierto un placer
especial en seleccionar comida para Dar, y mayor placer aún por la sonrisa
dedicada cuando se lo entregaba.
“Bueno, que mala suerte, porque nos morimos por soltarnos el pelo contigo,
pero quizás la próxima vez”. Suspiró Eleanor. “Hasta mañana a la una entonces”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 355 de 355
“Allí estaré”. Kerry colgó el teléfono y lo miró poniendo una cara, entonces
hizo girar la silla y se quedó observando el agua. Se sentía mucho más relajada que
por la mañana, ahora que el ‘tema’ había sido aclarado con Dar. “Mm... sin
embargo, no sé si aguantaré hasta el miércoles”. Le comentó a la ventana. El
navegar ayer por la noche en internet sacó a la luz montones de... cosas...
interesantes. La mayoría la hicieron enrojecer. Se quedó bastante sorprendida del
amplio rango sin embargo... desde sitios de salud femenina hasta páginas y páginas
de ficción amateur.
Ciertamente eso había sido una revelación. No tenía ni idea de que hubiera
tanta creatividad ahí fuera... Acabó leyendo algunos de ellos hasta que fue
demasiado tarde, pero ciertamente le había dado ideas. Quizá por eso quería
asegurarse de que Dar estaba segura antes de... bueno, las cosas a su tiempo.
Oyó una suave llamada en su puerta interior, y sintió una agitación en lo más
profundo de su ser. “Adelante”.
“Dar, ¿sabes lo que es una lapa?”. Kerry adelantó la silla unas pulgadas y
apoyó la barbilla sobre sus dos manos.
“Yo soy una superficie plana”. Kerry le dedicó una mirada torcida. “Quieren
chuparme hasta la sequedad por información, en su mayoría de ti”. Suspiró. “Te
pintan en sombras de negro, negro, marrón oscuro, y negro”.
Una suave y grave risa la reafirmó. “Vine aquí tan sólo para ver si te
interesaba hacer algo esta noche”. Admitió Dar. “Yo... um...”. Agitó la cabeza y
cruzó los brazos. “Claro... ¿quieres ver Soldier?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 356 de 356
“Oo”. Kerry alzó una ceja. “Sí... me gusta Kurt Russell... realmente me gusta
Escape de Nueva York”.
Dar rió. “Sssserpiente”. Siseó, causando que Kerry riera. “Sí, a mí también”.
Ojos azules la miraron bajo largas y oscuras pestañas. “Me parece bien”. Dar
se impulsó para levantarse de la silla y palmeó el escritorio de Kerry. “Recoge... ya
he tenido bastante de este sitio por hoy”. Caminó a través de la puerta que
conducía al pasillo interior y la cerró tras ella.
***
Kerry dejó que la puerta se cerrase tras ella, su mente ya girando con las
posibilidades de la cena. Dar la había seguido desde el trabajo, diciéndole que tenía
que hacer una parada rápida. Kerry sospechaba que su jefa tan sólo estaba siendo
educada, dándole la oportunidad de adecentar la casa, pero eso estaba bien... lo
necesitaba, y estaba bien que tuviera unos minutos para aclarar sus pensamientos.
Excepto que no se estaban aclarando nada. No hacían más que girar alrededor de
esos ojos azules y esa sensual sonrisa que Dar le había dedicado al salir de la
oficina, y sabía que sus hormonas estaban muy ocupadas bailando el mambo en su
flujo sanguíneo, lo que hacía que pensar correctamente fuera realmente difícil.
se los puso y se metió la camiseta por dentro, abrochándose por último un fino
cinturón de cuero. Su reflejo le devolvió la mirada, y se pasó los dedos por la
oscura tela del pantalón observando como al respirar la camiseta se le pegaba al
cuerpo. “Bueno... no están tan sueltos como antes, eso es seguro... pero supongo
que no quedan mal”. Los vaqueros se ajustaban cómodamente a su cuerpo, siendo
testigos de la indulgencia culinaria de las últimas semanas, pero el efecto no era tan
malo como esperaba.
Cuadró los hombros y se pasó el cepillo por el pelo. Al infierno con ellos.
Decidió de repente, según desabrochaba un poco el cuello de la camisa,
exponiendo su fina cadena de oro con un pequeño osito colgando de ella.
“Veamos... ¿un toque de perfume? Sí...”. Abrió el cajón superior y sacó una
pequeña botella, sacándole el tapón y oliéndola. “Mm”. Se puso un poco en la
yema del dedo y se tocó tras las orejas, y se frotó juguetonamente en el canalillo.
Estaba ocupada haciendo trocitos los condimentos cuando sonó una suave
llamada en la puerta y sintió una sacudida en el estómago. “Adelante... está
abierto”. Dijo en alto. Se giró el picaporte y oyó como alguien entraba. “Estoy en
la cocina”.
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También llevaba una botella color ámbar, la cual alzó. “Cogí un pequeño
aderezo”. Avisó, sus ojos recorriendo la delgada figura de Kerry. “Te ves bonita”.
Piropeó a la rubia mujer, con una sonrisa.
Oh chico. “¿Dar?... ¿Te ha dicho alguien alguna vez que eres una persona
muy distrayente?”.
Kerry se sonrojó y rió un poco. “Bueno, pues lo eres”. Le dijo. “Haces muy
difícil que me concentre”.
“Ah”. Asintió Dar, entonces apoyó la barbilla sobre su puño. “Mi madre era
una buena cocinera”. Musitó. “Sin embargo, yo nunca aprendí... yo estaba...
probablemente demasiado ocupada con deportes y temas por el estilo al crecer...
también pasábamos mucho tiempo en bases militares”. Se encogió de hombros.
“Tendías a estar cerca de los patios con los otros niños... y en esos sitios no te
pones a pensar en tus labores como ama de casa”.
Los azules ojos adquirieron una mirada distante. “Mi padre estaba
decepcionado”. Sentenció de forma queda. “Creo que mi madre estaba aliviada”.
Agitó la cabeza. “Ella era una artista... nunca supe cómo se unieron los dos”.
Kerry dejó en la mesa un bol de fragante arroz frito y puso otro con la
ternera frita al lado, entonces le dio a Dar dos platos. “Toma”. Se giró y tomó el
vino junto con un par de vasos poniéndolo también sobre la mesa. “Bueno, el único
talento de mi familia parece ser la política”. Le acercó a Dar una cuchara de servir.
“Y las leyes... ninguna de las cuales llamaba mucho mi imaginación al crecer”.
piano y a gimnasia... la primera para darme cultura, la otra para darme lo que ella
llamaba ‘gracia’”. Kerry torció los labios. “No creo que ninguna de las dos hiciera
mucho... nunca se me dio bien el piano, y era como muchísimo, una gimnasta
mediocre”. Masticó, pensativa. “Puedo tocar los palillos chinos”.
Dar rió. “Y yo... si uso las dos manos y los dos pies, y no escuchas
atentamente”. Sonrió. “Esto está genial, de paso”. Alzó un tenedor relleno de
comida, entonces se detuvo y rellenó ambos vasos con más vino. “¿Qué tipos de
libros te gustan?”.
Dar le dedicó una mirada de desconcierto. “¿Por qué me iba a reír? Eso es lo
que la mayoría de los geeks suele leer... incluida yo”. Le dijo con voz suave. “No
es que tenga tiempo ahora”. Añadió con un suspiro. “¿Y qué te llevó hacia los
ordenadores?”.
“No quería acabar como profesora de Inglés”. Replicó con gesto torcido
Kerry. “Y yo... bueno, siempre tuve una afinidad con las máquinas... solía
desmontar cosas, ya sabes... como teléfonos y cosas por el estilo”. Rió un poco.
“Cuando llegué a la Universidad, descubrí que había una rama de ciencia de
ordenadores que era muy similar a la rama de Inglés general en la que ya estaba...
con lo que hice las dos”. Hizo una pausa y tomó otro sorbo de vino. “¿Y qué hay
de ti?”. Era, descubrió de repente, la primera vez que simplemente se habían
sentado y se habían puesto a hablar de cosas personales y estaba sorprendida de
cuan a gusto se sentía.
Dar partió un trozo de carne en dos y lo masticó. “¿Y qué hay de mí?
Bueno... siempre estuve interesada en programación... es lo que estudié en el
instituto... pero en algún punto del camino, decidí que todas esas líneas de códigos
no retendrían por mucho más tiempo mi interés”. Reflexionó por un momento. “No
era un reto suficiente... con lo que me metí en diseño y análisis de sistemas... y de
ahí, a ingeniería y operaciones”.
“Las opiniones sobre eso varían”. Replicó secamente Dar, según vaciaba de
un trago su vaso y se servía una segunda copa. “A veces me pregunto si merece la
pena”. Jugueteó con el vaso. “Paso mucho tiempo ignorando los cortes y pullas,
pero se vuelve pesado algunas veces”.
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Dar sabía que debería detenerse y tomárselo con calma, pero su cuerpo no
iba a parar ese suave contacto y sus manos se movían por decisión propia,
acariciando y explorando las cálidas curvas del cuerpo acorralado entre sus brazos
con curiosidad insaciable. Pudo sentir como la respiración de Kerry se hacía más
profunda y se entrecortaba, mientras que a la suya no le iba mejor. Calma...
calma... aún no... Cejó tanta intensidad y sintió como Kerry hacía lo mismo, hasta
que se separaron y Kerry restregó su rostro contra el hombro de Dar. “Guau”.
Extendió los brazos alrededor del cuerpo de la rubia mujer y la sostuvo,
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Ambas cejas negras se alzaron con expresión cómica. “¿Ah no?”. Protestó
juguetonamente Dar. “Y yo que creí que estaba funcionando a la perfección”.
Todavía tenía los brazos alrededor de Kerry, pero en ese momento dejó de apretar
tan fuerte y se echó un poco atrás.
“No... um... eso no es lo que yo... uh”. Se dio por vencida. “Se supone que
íbamos a ir al cine antes”. Explicó con expresión torcida, alzando la mano y
echando hacia atrás uno de los oscuros mechones de Dar.
Una vergonzosa sonrisa. “No”. Kerry agitó la cabeza de lado a lado. “Pero
apuesto que a ti si... debo estar aplastándote”.
Dar sonrió, una sonrisa que iluminó sus ojos azules e hizo que la piel
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“Mm”. Kerry la miró. “Me alegro que te gustase”. Respondió, sin separar su
mirada de la de Dar. Estuvieron en calma así sentadas por unos momentos,
entonces Kerry se aclaró la garganta. “Supongo que he de levantarme para poner
esa película, eh”. De forma pesarosa se deslió del abrazó de Dar y se levantó,
inhalando profundamente según se alejaba de la seductora calidez.
Dar la siguió a la sala de estar, y le dio un pequeño tour, más que nada para
calmar sus propios nervios. “Estos son Scully y Mulder... y sus pequeños amigos
los Lone Gunmen”. Kerry esparció un poco de comida en la pecera.
“Déjame adivinar... Mulder y Scully son los guramíes”. Rió Dar. “Guramíes
besucones, si no me equivoco”.
“Ajá”. Sonrió Kerry y observó sus movimientos. “Qué puedo decirte... adoro
los buenos romances”. La rubia mujer se encogió de hombros. “Tonto, supongo”.
“Esa no era una parte divertida”. Kerry alzó las cejas desconcertada.
“Lo era si habías pasado el huracán Andrew aquí y tenías que verlos
trabajar”. Le informó Dar. “Créeme... si estuvieran a cargo de la conspiración, esos
malditos alienígenas se hubieran tenido que ir a casa tras cansarse de esperar a que
les llevasen el agua”.
Era una casa alegre, el cómodo sofá era de un agradable color salmón claro y
la alfombra era de color crema pálida, conllevando una sensación de luz al interior
que Dar encontraba muy relajante. Una puerta a la izquierda conducía obviamente
a la habitación, y había un pequeño baño al otro lado de la cocina. Había una
sensación de limpieza y orden que Dar encontraba muy característico de Kerry y
decidió que se sentía a gusto allí.
Con una suave sonrisa Dar palmeó el sofá junto a ella y esperó a que Kerry
se acomodase antes de reclinarse y disminuir un poco la intensidad de la luz al
empezar la película.
Lo repitieron un par de veces más, hasta que Kerry olvidó coger una
palomita y se fue por los labios de Dar directamente. Estaba acurrucada en su
propio sofá, dentro de su propio apartamento, y se sentía súper segura. Lo
suficientemente segura para olvidarse de la película y concentrarse en el perfecto
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cuerpo bajo las yemas de sus dedos según permitía que sus manos se deslizaran por
el cuello de Dar mientras la mano libre de la alta mujer le acariciaba el costado.
Kerry movió sus manos a lo largo del cuerpo de Dar, acariciando con sus
dedos la curva de sus senos. “Enséñame”. Respiró, rindiéndose al sentir un
empujón contra ella y se encontró estirándose en su lado del sofá con Dar
soportándola suavemente. La morena mujer se acomodó junto a ella y capturó de
nuevo sus labios, dejando que una de sus manos acariciase el cuerpo de Kerry, y le
sacó la camiseta del pantalón. Kerry sintió el repentino escalofrío mientras los
cálidos dedos tocaban su piel y trazaban una juguetona línea sobre su estómago,
desde la base del mismo hasta la base de su sujetador. Se le contrajeron los
músculos de pura reacción, y se encontró luchando con los botones de la camisa de
Dar, consiguiendo desabrochar dos de ellos lo que le daba acceso a la sedosa piel
que no deseaba más que palpar, y acariciar y...
Kerry descendió con su caricia, trazando una serie de círculos a lo largo del
abdomen de Dar y agitó ligeramente la cabeza. “No había tenido... no sabía qué
esperar... pero.. um.. sabes, Dar... realmente en serio, me ha gustado”. Ladeó la
cabeza y mordisqueó la suave piel del pecho de Dar, observando como reaccionaba
su cuerpo. “Ahora... me pregunto...”. Se deslizó un poco más cerca, deseando el
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Dar era mucho más alta que ella, con lo que era muy difícil llegar a todas
partes. Pero se las ingenió, consiguiendo que se le escapara un sollozo de tortura
cuando puso a buen uso sus dientes, saboreando la piel de Dar punto por punto y
empezando con caricias tentativas al principio, pero más confidentes según pasaba
el tiempo hasta que sintió como se convulsionaba el cuerpo de Dar y la morena
mujer la agarraba con fuerza casi dolorosa.
Bueno. Kerry sintió una agradable sorpresa. Yahoo, no tienes ni idea. Tomó
un hondo respiro de la esencia de Dar y exhaló en puro contento. Alzó la mirada,
sonriendo como acto reflejo ante la media sonrisa en el rostro de la alta mujer,
mientras le devolvía la mirada tranquilamente.
Supongo que lo hice bien. Pensó Kerry alegre. Guau. Se sentía genial. Alzó
la mirada hacia el anguloso rostro y vio interesados ojos azules que le devolvían la
mirada. Una sensación de calidez se reinició en su estómago. “Ey...”. Apretó un
poquito de suave y bronceada piel. “El baño de ahí tiene una bañera... ¿te
interesa?”. Un dedo trazó de forma lenta una costilla, entonces siguió un camino
ascendente...
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Dar rió de forma grave e interna en su pecho, capturando el dedo con los
blancos dientes y lamió la punta del mismo. Tenía el presentimiento de que iba a
ser una larga noche.
Esta vez era real. Nada de un panorama de extraño bosque o una cabina
desconocida... Tan sólo Kerry y ella, junto con una sensación de puro placer que
tocaba algo de lo más profundo de su alma. Era tan agradable despertarse con
alguien. Casi había olvidado cómo era.
Estaba oscuro fuera y Dar sabía que no le quedaba mucho más tiempo antes
de tener que irse y conducir a casa para cambiarse antes de que la esperasen en la
oficina. Ahogó un bostezo y cerró los ojos por unos minutos, recreándose en la
sólida calidez de su dormida compañera, sus extremidades entrecruzadas entre sí
en el centro de la cama de Kerry.
Dar pensó en cantidad de razones por las que debía marcharse, pero ninguna
de ellas podía compensar el motivo de querer quedarse.
Porque Kerry así lo había querido. Con lo que alzó las sábanas y tapó los dos
cuerpos, rodeándose del aroma a limpio y suavidad de sábanas recién lavadas, y
permitió que su cuerpo durmiera profundamente. Lo que era genial, excepto que
aquí estaba ahora, sin ganas de separarse del cálido lugar en el que se encontraba y
marcharse.
Dar suspiró, entonces abrió los ojos y empezó a estirarse, escuchando un
pequeño murmullo de protesta proveniente de su rubia compañera. Kerry la abrazó
más fuerte. “Ey...”. Susurró suavemente Dar en la rosada oreja próxima a su
barbilla. “Hora de levantarse, chiquilla”.
Se separaron con gran esfuerzo y Kerry cerró los ojos, apretando la mano
que aún tenía agarrada con la suya. “Oh claro... ahora déjame aquí”. Bromeó.
Su jefa ahogó una risita. “Quiero decir, creo que no debemos ocultar el
hecho de que somos amigas... o que solemos quedar la una con la otra después del
trabajo. Si tratamos de convencer a todo el mundo de que prácticamente no nos
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conocemos, no va a funcionar”.
“Va a haber rumores”. Exhaló Dar. “No importa de qué... ¿te molesta?”.
“Sí... nunca están realmente seguros de cómo interpretarla”. Replicó Dar con
un guiño. “Cuanto más insistes en negar que algo está pasando, más creen que
ocurre... Si tan sólo te ríes en sus caras, eso no se lo esperan”.
“Hmm”. Asintió Kerry. “Eso tiene mucho sentido... ¿es ése tu truco? ¿Toda
esa autoconfianza?”.
Dar la estudió con sentimiento de pesar. “Kerry, si va a ser mucho para ti...
ya se nos ocurrirá otra cosa”. Le dijo suavemente a la joven mujer. “Yo... no quiero
que esto sea duro para ti”.
Kerry agitó la cabeza en negación. “No... no... está bien. Tan sólo lleva un
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Dar bajó la mirada a las sábanas y trazó una pequeña figura en ellas. Se
encogió de hombros. “Ha pasado antes”. Reconoció quedamente.
“Kerry...”.
Sintió como los hombros de Kerry liberaban la tensión. “No quiero que te
vayas. No quiero que renuncies... Finalmente he encontrado a alguien en quien
puedo confiar, alguien que me puede quitar de los hombros algo de trabajo... Si
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perdiera eso ahora, yo...”. Dar se calló y suspiró. “No sería bueno”.
Kerry dejó escapar el aire de sus pulmones y acercó una mano tentativa
acariciando la suave piel del estómago de la alta mujer. “Esto lo complica todo”.
Admitió, quedándose en silencio por un largo momento en el cual Dar
simplemente esperó. “Antes pierdo mi trabajo que...”. Se detuvo torpemente. “Que
perderte a ti”. Kerry fijó la mirada en los omoplatos de Dar. “Jesús... Seguro
piensas que eso suena malditamente ingenuo”.
Dar la rodeó suavemente con los brazos y la atrajo hacia sí. “No”. Su voz
estaba muy calmada. “De ninguna manera”. Era, lo sabía, un gran riesgo. Pero Dar
siempre había seguido sus instintos, y estos le decían ahora que podía confiar en
Kerry, a pesar de lo que pasó anteriormente y a pesar de los puntos en contra. “Lo
arreglaremos. Todo saldrá bien Kerry, lo... lo prometo... Todo saldrá bien”.
La rubia mujer dejó caer la frente para apoyarla sobre el hombro de Dar.
Realmente no quería dejar la compañía. Realmente no quería dejar a Dar, sintiendo
que la ejecutiva realmente quería que se quedase. “De acuerdo”. Alzó la mirada
hacia la pálida luz, viendo las facciones de Dar prácticamente definidas como
líneas de oro y plata, y el brillo de cristal que eran sus ojos. “Trataré”.
Siendo imitado por su gemelo cuando la morena mujer se echó un poco para
atrás, y acarició un lado de su rostro. “Si seguimos, no voy a llegar al trabajo”.
Suspiró pesarosa.
Kerry le palmeó el brazo y le dedicó una torcida mirada. “Uh... sí... creo que
necesito una ducha yo también”. Hizo una pausa. “Una ducha fría”. Murmuró
como segundo pensamiento.
Bueno, vale... había sido la primera vez que le había hecho el amor a una
mujer. Y si tenía que elegir a una, ciertamente Dar era una buena... era
experimentada pero gentil, apasionada pero a la vez juguetona. Con lo que fue una
experiencia genial.
Entonces, ¿por qué le temblaban las rodillas? ¿Por qué sentía como si
tuviera mariposas atrapadas en el estómago? Pensó en Dar y sintió como la
sobrevenía un flujo de sensaciones, haciéndola reclinarse en sorpresa. ¿Qué
demonios la estaba pasando?
“Vamos Kerrison... recomponte... y toma una ducha. Tienes trabajo que
hacer”. Suspiró, dirigiéndose hacia el chorro de agua caliente, sorprendida de
encontrarse planteándose si ducharse o no para no perder el aroma de Dar. “Por
Dios”. Suspiró y se forzó a seguir. “Creo que estoy perdiendo la razón”.
“Buenos días, María”. Dar se echó hacia atrás en su asiento y cerró los ojos,
mientras la cálida luz del sol entraba por la ventana. Estaba duchada, vestida y en
el ferry de camino a tierra firme tan sólo unos minutos más tarde de lo que era
habitual en ella. No tan mal.
“*Buenos días* Dar”. Oyó la voz de su secretaria. “Tengo una nota aquí del
Sr. Draefus... ¿había un informe que se supone debías mandarle anoche?”.
Oh mierda. Dar casi se golpea la frente con desaliento. “Lo tengo aquí.. Yo...
aún estoy revisándolo, María”. Sacó su portátil y lo encendió. “Tengo algunos
problemas con los... uh.. él tiene unos...”. Sus ojos recorrieron el informe mientras
el ferry seguía su largo recorrido para entrar en el puerto. “Sí... tiene unos adeudos
que no concuerdan”.
“Se lo diré, Dar... que aún no has acabado con él”. Le dijo María. “¿De
acuerdo?”.
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“Conduce con cuidado Dar”. Dijo María, como siempre. “Hay gente loca ahí
fuera”.
Ajá. Dar encaminó el Lexus fuera del ferry hacia la calle, girando a la
izquierda para entrar en la autovía, reprochándose interiormente por olvidarse del
informe de Duks. “Vamos Dar... despierta... tienes una división que dirigir aquí”.
Agitó la cabeza.
El corto camino le dio el tiempo suficiente para centrar sus pensamientos y
para cuando entraba en el aparcamiento del edificio consiguió poner su mente al
orden de los problemas del día, dejando de lado la distrayente maravilla de la
noche anterior.
Casi.
Se pasó los dedos por la oscura melena al entrar a las oficinas, cruzando dos
ascensores para unirse a Duks el cual estaba manteniendo la puerta abierta
esperándola. “Buenos días Duks”. Le dirigió una rápida mirada. “Tengo algunos
puntos sobre ese informe... Te mandaré una copia cuando llegue a mi despacho”.
Duks suspiró y agitó la cabeza. “No mucho... ey, oye... Mariana pensó en
juntar a algunos de nosotros para pasar la tarde en Monty’s este viernes... ¿te
interesa?”.
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“Holllaaaaaa Dar”. La robusta voz del general sonó a través del teléfono.
“Tan sólo quería que supieras que ese vuelo fue una pura negligencia. Una pena,
pero nada que ver contigo, amiga mía”.
Dar asintió quedamente para sí misma. “Quería asegurarme que todo estaba
bien, Ger... La hija del Senador Stuart estaba en ese vuelo también y él tenía
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Easton rió. “Lo que tú digas... oye, ¿estás libre para visitarnos en el día del
Pavo? Tengo un servicio extra en la mesa con tu nombre”.
“¿*Sí*?”.
Dar arqueó las cejas. Qué pregunta tan rara. “Sí, un billete. El General
Easton me ha invitado por las vacaciones... Sé que va a ser difícil. Tan sólo haz lo
mejor que puedas”.
Décima parte
Le tendió una mano. “Lisa Andrews... del equipo de cuentas. Gracias por
venir... siempre es agradable cuando la gente de hq viene y ven lo que hacemos”.
La mujer era aproximadamente de la estatura de Kerry, de pelo rubio ceniza y con
una sonrisa franca y amistosa. Sus ojos gris pálido estudiaron a Kerry fugazmente,
entonces gesticuló hacia el pasillo. “Le daré el tour... tenemos unos veinte minutos
antes de empezar”.
“¡Aquí llega!” De repente sonó una voz desde la alta pared del cubículo
justo al lado derecho de Kerry. Un proyectil voló por encima de la pared, y casi no
consigue atraparlo pero lo agarró en el aire con mirada sorprendida. Los ojos de
Lisa se abrieron de golpe mientras Kerry examinaba el objeto.
Era un dardo de espuma blanda. Parpadeó ante él, entonces alzó la mirada al
aparecer una cabeza por encima de la pared de seis pies, que la observaba. “Hola”.
Kerry se dio golpecitos con el dardo sobre el hombro, entonces rodeó el final
de los cubículos y miró hacia el centro. Había unos apartados entre cada recinto,
con entradas a cada lado. Éstos eran más grandes que los cubículos, con paredes
más altas y arcones en lo alto. Técnicos senior, decidió, mientras caminaba bajo el
mismo, y miraba al interior de un cubículo, donde el alto hombre seguía de pie
sobre el escritorio. Él bajó del mismo de un salto y se metió las manos en los
bolsillos. “¿De dónde ha salido esto?”. Preguntó Kerry, mirando alrededor. Las
superficies de los cajones estaban todas llenas de juguetes y pequeñas figuritas. Al
lado de ella, Lisa tenía aspecto mortificado.
“Yo no”. Sonrió de oreja a oreja el alto hombre. Señaló a Kerry. “Fue ella”.
La mujer arqueó las cejas. “Libera estrés”. Explicó. “Para cuando trabajas
con clientes que no pueden encontrar el interruptor de encendido/apagado”. Se
ladeó. “Pero se supone que no son para disparar a las visitas importantes”. Acusó al
alto hombre, quien sonrió de forma encantadora.
“¿Realmente los clientes son así?”. Preguntó Kerry, consciente del suspiro
emitido por Lisa. “No suena como el debido respeto para con ellos”.
“Claro”. Kerry sonrió dejando la pistola y tomando de una silla del cubículo
adyacente. Le dejaron unos auriculares sencillos que se puso, y se acercó un poco
más al tiempo que la técnica ocupaba su asiento.
“No hable, salvo que quiera que el cliente la oiga”. Le ordenó. “Ese
micrófono está encendido”.
Sonó un suave ding, entonces una voz se oyó a través de la línea. La técnica
contestó suavemente, identificándose como el grupo de apoyo. “¿En qué puedo
ayudarle?”
“No”.
“No”
“Al radiador del suelo”. Ahora la voz de la mujer sonaba de nuevo más
confiada. “Pero hoy hacía calor, así que tuve que apagarlo”.
“Algunas letras”.
“Vale”.
“Vale... yo... ¡oh! ¡Ahí está mi pantalla azul!” La mujer sonó encantada. “¡Es
usted un genio!”.
“Me alegro que funcione... bien, ahora escuche... tiene que dejar encendido
el radiador, ¿de acuerdo?” Le dijo la técnica, cerrando la lista.
“Oh... bien, vale... supongo que me puedo quitar los zapatos si empiezan a
calentárseme los pies”. Decidió la mujer. “Gracias”.
“De nada señora... que tenga un buen día”. La técnica pulsó el botón de
escape, entonces giró la cabeza y alzó una ceja ante Kerry.
La técnica se rió. “No. Hay un rango, como en cualquier cosa. Pero tenemos
un buen grupo de estos”. Se volvió cuando el teléfono sonó y puso los auriculares
de nuevo. “¿Sí?”. Una pausa. “¿Puede hacer el ping?”. Otra pausa. “Mierda... de
acuerdo, ¿cuál es la dirección?”
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 385 de 385
Kerry alzó una mano. “No se preocupe por eso... Es mejor liberar el estrés
así que los unos con lo otros... o con los clientes”. Se detuvo. “¿Hay algún Toys R
Us cerca de aquí?”
“Cuando quiera”. Replicó Lisa, cruzando los brazos. “¿Te apetece comer?”.
***
Llego un poco tarde a una reunión. ¿Hay algo por aquí cerca donde
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 386 de 386
simplemente pueda comprar algo delante y clavándole sus pálidos ojos azules. “No
voy a aprobarlo”.
“Ese no es mi trabajo”.
“No pican, José. Lo sabes bien”. Gruñó Dar. “Has de ser más creativo y
dejar de echarle las culpas a tus viejos compañeros para conseguir nuevos
contratos”.
María alzó la mirada. “Mm... nada desde que te fuiste, Dar... Tienes tres
mensajes, los he dejado en tu escritorio y se supone que debo recordarte lo del
cocktel de esta noche de la división del Gobierno”.
Dios, era agradable verla. Kerry iba vestida con un traje de falda azul oscuro
y una camisa azul pálido, parecía ligeramente distraída y a los ojos de Dar, muy
sexy. Su enfado con José se esfumó.
Kerry rió, y le dio un par de palillos. “Oh... y um...”. Puso la mano en forma
de cuenco y puso sobre la mesa y de uno en uno varios chocolates kisses de
Hershey. “El postre”.
Kerry gimió. “De acuerdo... Os veré más tarde”. Se levantó del escritorio y
salió de la oficina, dejando a María ordenando papeles y a Dar masticando.
La puerta se cerró. “Aie... Es una persona tan buena, Dar”. María suspiró.
“Mm... Sí... fue amable de su parte traerme algo de comer... Es una buena
chica”. Respondió Dar de improviso.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 389 de 389
“*Sí*... es buena”. Coincidió María. “¿Y cómo están tus dolores de cabeza?”
La pelirroja se dejó caer sobre el sofá, encallando las ruedas de los patines
delante de ella. “Ey, Ker... ¿qué pasa?” Le guiñó los ojos maliciosamente a su
amiga. “¿Era ese el Lexus de Dar que había fuera anoche?”
¿Fue la noche pasada? Jesús. “Um... sí”. Respondió Kerry sabiendo que
estaba sonrojándose. “Lo era... vino a cenar”.
Colleen rió triunfal. “Lo sabía... Nosotros creemos que estáis taaaannnnn
bien juntas”.
Kerry alzó tan de prisa la cabeza que se mareo. “¿Qué? ¿Quiénes nosotros?”
“Vamos Colleen,... Sólo fue una cena”. Kerry intentó una débil sonrisa.
“Actúas como si fuéramos una pareja o algo”.
“No está bien”. Kerry levantó la vista. “Es mi jefa, Colleen... Va en contra de
las reglas de la compañía y ambas podemos meternos en muchos problemas”. Sin
embargo no pudo evitar la pequeña sonrisa que dibujaban sus labios. “Tratamos de
mantenerlo en secreto... Sin embargo, creo que estamos haciendo un trabajo
miserable... Si vosotros, chicos, llegásteis a esa conclusión después de la cena”.
Colleen se sentó en el suelo y cruzó las piernas, con cuidado para no golpear
a su amiga en las espinillas con los patines. “Escucha, cariño... déjame decirte algo
sobre lo que nosotros llamamos química”. Puso un dedo sobre la rodilla de Kerry.
“¿Sabes de lo que te estoy hablando?”.
Kerry exhaló. “Realmente no... A menos que te estés refiriendo a las tablas
periódicas o a algo raro parecido a eso”.
“De acuerdo... bien, química es cuando algo conecta entre dos personas.
Puedes verlos algunas veces en la pantalla de televisión, pero no siempre porque
son gente actuando, ¿entiendes?”
Colleen pensó. “De acuerdo... ¿Has visto alguna vez una película de Richard
Barton y Liz Taylor?”
“Um... claro... Esa de romanos... Sí, ok”. Kerry asintió. “Creo que se ven
bien ellos juntos... Realmente creí que estaban enamorados el uno del otro”.
si que sí”.
Colleen se frotó las sienes. “Intentaba decirlo suavemente. Pero veo que es
un esfuerzo inútil”. Rió suavemente. “Kerry, cuando la miras tu cara entera
resplandece”. Miró a la sorprendida mujer. “Y cuando ella te mira, hay una
electricidad que casi puedo sentir”. Una pausa. “Vosotras dos tenéis química, gran
cosa... Y no hace falta amperímetro para verlo”.
Kerry pensó sobre eso. “Oh”. Hizo una mueca. “No tenía idea de que
nosotras... hm”. Lo consideró. “No me di cuenta”.
“Mm”. Kerry apoyó la barbilla sobre los puños. “Me hace sentir bien, al
estar con ella... supongo que se nota”.
“Bien, no lo estamos”. Murmuró Kerry. “La he visto... una sola vez hoy”.
Exhaló. “Ambas estamos bastante ocupadas... y quizás fue peor aquella noche
porque estábamos... hum... quiero decir... no hicimos...” Se detuvo y ordenó sus
pensamientos. “Después de ir a Crandon y caminar por la playa... y... hum... nos
pusimos... supongo que reconocimos que nos sentíamos atraídas la una por la
otra”. Concluyó torpemente. “Así que ahora no es tan... hum...”
La rubia mujer asintió. “Lo es... Sí... ella es... todo tipo de cosas estaban
ocurriendo allí... Creo que eso es lo que la hace tan interesante”.
Descendió una pequeña calma. “¿Estás bien con eso?” Preguntó de forma
vacilante la pelirroja. “Sé... quiero decir, hemos hablado de cómo te sentías... Oh,
ya sabes a lo que me refiero”.
Lo sabía. “Yo no estaba... quiero decir, no sabía realmente qué esperar, Col...
Estaba asustada... te diré, y me sentía rara, y una docena de otras cosas... Pero...
yo...” Se paró para respirar. “Está bien”.
La pelirroja le palmeó el brazo. “Bien por ti”. Sonrió. “Así que... ¿cuándo os
vais a vivir juntas?”.
“Mañana por la noche... después del gimnasio”. Explicó Kerry. “Te dije que
me apunté a esas clases... Si voy a seguir con ella, el patinar no va a ser suficiente
”. Ladeó la cabeza. “Vosotros tenéis un programa para ese gimnasio también... ¿por
qué no te vienes?”. Inquirió. “Me apunté a las clases de defensa personal para
principiantes... Podría ser divertido... Podría necesitar algo de apoyo moral”.
“De acuerdo... puedo hacerlo...” Colleen musitó. “Está justo bajando la calle
de la oficina también... y además, será mejor que lo haga si quiero verte para algo
más que saludarte por las mañanas”. Bromeó gentilmente. “De todas formas,
vamos, vayamos a patinar... Hace más humedad ahí fuera que en una sauna...
Cuanto antes terminemos antes podré darme una ducha”. Sabía que Kerry estaba a
punto de sentirse incómoda hablando sobre su nueva relación y presionar no
hubiera ayudado. “Supongo que ésta es una razón más para decirles a tus padres
que te besen el culo cuando vayas por el día del Pavo, ¿huh?”.
***
Las frías baldosas bajo sus cansados pies eran de agradecer y se detuvo un
momento para flexionar los dedos antes de dirigirse a su dormitorio, quitándose la
falda, las medias y la blusa de seda, para ponerse su camiseta de béisbol y
pantalones cortos, con un sentimiento de total alivio, disfrutando del suave tacto
del algodón contra su piel.
Canturreando suavemente entró en la cocina y abrió el frigorífico,
observando su amplio espacio vacío con expresión pensativa. “Se van a reír de mí
mañana si no meto algo aquí dentro...”. Se murmuró a sí misma, sobresaltándose
cuando un suave golpe sonó en la puerta.
“Buenas noches... Buenas noches, Srta. Roberts... Siento que sea tan tarde
pero la vi llegar”. El hombre se secó la frente con un pañuelo. “La gente de la
limpieza de suelos estará aquí mañana... y usted dijo que le avisara la próxima vez
para que le limpiaran las baldosas de aquí”.
“Oh... claro”. Dar miró alrededor. “Eso estaría bien... y, Ey... escuche
Clemente... ¿Podría conseguir que su gente hiciera algo por mí?”
Clemente agitó la manos de una manera muy cubana. “Por supuesto... por
supuesto... deme una lista, haré que Rosalita lo compre todo y lo guarde”.
“No tengo una lista”. Murmuró Dar. “¿Podría simplemente comprar lo que
la gente normalmente tiene en casa?”. Miró a la cocina. “Sólo, lo que sea”.
Dar suspiró y le hizo una señal para que la siguiera. “Mire”. Abrió el
frigorífico. “Necesito algo más que esto”. Levantó las manos y las dejó caer. “Si
voy yo, acabaré con una caja de galletas Oreo, seis litros de leche, dos latas de
helado Edy y un tarro de mantequilla de cacahuete”.
Clemente se cubrió los ojos. “*Dios mío*”. Se frotó la cara. “¿Quiere...
zumo de naranja...? ¿Plátanos? ¿Sopa?”
“De la clase que se pone en la taza y se bebe”. Respondió Dar con una
mueca. “Tan sólo algunas bolsas... si tienen té de hierbas, estaría bien”. Tamborileó
con los dedos sobre el mostrador. “¿Tienen fresas?”.
Ey...
Tan sólo te escribo para decirte hola... Espero que la fiesta fuera bien.
Tenías razón sobre Eleanor en la reunión, estuvo todo el rato sobre mí como que el
color blanco y el arroz y si no dijo doce veces que estaba malgastándome donde
estaba, no me lo dijo ninguna.
Ey Kerry...
“mereció la pena haber sufrido esa maldita fiesta para llegar a casa y leer
esto... A partir de ahora siempre que la vea en una reunión, recordaré la imagen
que has puesto en mi cabeza de ella apretando los botones del estúpido mando que
tanto adora y frustrándose”.
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Dar hizo una pausa, sabiendo que la grabación también lo haría, siendo
activada por la voz. “
Otra pausa. Sintió varios pensamientos luchando por salir y ser expresados
pero las palabras justas no le salían.
“De todos modos, que tengas una buena noche”.
Dar
Rió suavemente mientras miraba los otros mensajes, ninguno de los cuales
requería realmente su atención antes de mañana. Agarró la leche se dirigió fuera
hacia el porche, donde una brisa cada vez más fresca soplaba contra las olas. Dar
se sentó en una de las acolchadas sillas y apoyó los pies contra la barandilla de
piedra, recostándose y contemplando el agua.
“Lo sé... Por eso supe que ya estabas en casa”. Vino la respuesta,
acompañada de una suave risa. “Quería asegurarme de que no te asustaras cuando
llegase mañana como un Klingoon (Raza alienígena presente en Star Trek, serie de
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 398 de 398
“Oh”. Dar se volvió a sentar, todavía nerviosa. “Ow... apuesto que dolió”.
Una risa de resoplido. “Dos de ellos... Colleen se sintió tan mal porque me
estaba distrayendo cuando ocurrió”.
El afecto en la voz de Kerry era evidente. “Sí... Pero gracias por preguntar”.
Una pausa. “Bueno, mejor te dejo... Tan sólo quería que... um...”
“Me alegro que hayas llamado”. Dijo Dar tranquilamente. “Te veré
mañana”.
“Buenas noches”.
Verdad. Tan sólo parte del trabajo. Era completamente profesional y normal
por su parte el supervisar personalmente la colocación del hielo en la cabeza de
Kerry, preferiblemente cuando ésta se hallase acurrucada en la cama de agua de
Dar.
Ow. Hablar dolía. Mantuvo cerrados los ojos de nuevo mientras refrescaba la
compresa.
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Un suave golpe vino de la puerta. Uno ojo verde se abrió, elevando la ceja
ultrajada. “¿Quién diablos está llamando a mi maldita puerta a las once de la
noche?” Otro golpe, esta vez más vacilante y ella gimió. “Ya voy”.
Dar estaba apoyada casualmente contra el marco, sus manos jugando con las
llaves. “Yo... um... tenía que ir a revisar una cosa a la oficina Sur de Miami... Pensé
que podía parar y ver cómo te sentías”. Explicó su jefa.
Kerry sintió una sonrisa formarse en sus labios. “Guau... um... pasa”. Se
echó para atrás y dejó que Dar entrara, cerrando la puerta tras ella e inhalando,
antes de que, de forma vacilante, se moviera para abrazarla. “Oh...” Murmuró
suavemente hacia el cuero de la chaqueta de Dar mientras largos brazos se
cerraban a su alrededor. “Esto me hace sentir tan bien”.
“Bien”. Kerry sonrió, vergonzosa. “Hasta hace dos minutos, que me sentía
fatal”. Parpadeó ante Dar. “Me duele todo... y Col me dijo que no sería buena idea
irme derecha a la cama en caso de que tuviera una leve conmoción o algo”. Sus
ojos buscaron la cara de Dar. “No puedo creer que estés aquí... Es tan amable de tu
parte”.
“Mm...” Dar lo consideró. “No soy ningún médico... pero dejame ver que
puedo hacer... ¿te molesta un poco de compañía?”.
“La tuya no”. Kerry negó con la cabeza. “Quiero decir... si te puedes quedar
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“No te preocupes por eso... de todas formas casi no duermo”. Le dijo Dar
alegremente. “¿Dónde tienes toallas?”.
“Vale”. Kerry se sentó, entonces sonrió mientras Dar se reclinaba hacia atrás
y se palmeaba el pecho. Se recostó contra el cuerpo de la alta mujer y estiró las
piernas a lo largo del sofá. Dar la rodeó con un brazo, y colocó la compresa sobre
su cabeza. Era mucho más frío que el agua que había estado usando y pudo sentir
como el tenso dolor en el chichón empezaba a disiparse lentamente.
Dar apoyó los pies sobre la mesa del café y se relajó, mirando la televisión
por encima del hombro de Kerry. “¿Qué estamos viendo?”.
Hizo una pausa. “Espero que le page a esa mujer una buena suma”.
“Él está alucinando”. Observó Dar, mirando la pantalla con interés. “Oh
mierda... ¿es eso una anaconda?”.
“¿Qué rareza tenías que revisar en la oficina Sur de Miami a las diez de la
noche?”.
Un débil asentimiento. “Yo... um... nunca puedes estar segura, con heridas
en la cabeza... Y estaba algo preocupada... así que yo... sí”. Dar contestó a la
defensiva. “Para estar en paz... ya sabes... Yo... tan sólo quería asegurarme de que
todo estaba bien”.
“Mm...” Kerry pensó sobre eso. “Esto... me hace sentir muy especial”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 403 de 403
Entrecruzó sus dedos con los de Dar, que rodeaban su cintura. “Gracias... Me
estaba sintiendo bastante mal antes de que llegaras... realmente me alegra que
hayas venido”.
Kerry le dedicó una mohín. “Uh... sí...”. Miró hacia la ventana. ”Como que
debemos dejarnos caer por allí... Y sé que tienes una cita”
Dar bostezó, entonces desenganchó el brazo y se frotó los ojos. “Sí... lo
sé...”. Dejó caer la cabeza de nuevo. “Su consulta no está muy lejos de aquí...” Una
pausa, entonces los azules ojos estudiaron intencionadamente a Kerry. “¿Cómo te
sientes?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 404 de 404
Kerry sonrió sobre la tela del hombro de Dar y exhaló, entonces golpeó a su
jefa en el costado. “Vamos... Déjame hacer algo para desayunar, entonces te podrás
ir... No querrás llegar tarde.”
Sí que quiero. Dar sintió unas ganas intensas de quedarse en donde estaba.
Pero suspiró y soltó a Kerry, esperando que la rubia mujer se levantara para unirse
a ella y se desperezó con una mueca. “No hace falta que hagas el desayuno. Puedo
tomar un café cuando llegue, tienen una pequeña cafetería en la planta baja”.
Kerry exhaló levemente al separarse. “Ella odiaría ver esto”. Un ligero tono
de pesar asomaba en su voz.
Dar dudó, a la vez que el aroma de tostadas con canela llenaba la cocina,
junto con el de café recién hecho. “Mi padre lo sabía... sí. Él...”. Rió suavemente.
“Pensé que no lo soportaría... Durante mucho tiempo no se lo dije porque pensé
que él... Pensé que lo desilusionaría”.
Dar tomó un bocado de la tostada y masticó. “No... Era casi como... Lo que
me dijo fue...”. Se aclaró la garganta. “A ver si le puedo imitar... ‘Mira Dardar...
Sólo porque los generales hacen lo de no preguntes no digas porquerías, no quiere
decir que no haya cantidad de chicos que no les guste compartir la madriguera, ¿si
sabes lo que quiero decir?”.
Un pequeño dolor. “Está bien”. Dar dejó caer las manos. “De todas formas la
oferta sigue en pie”. Tomó la taza y bebió un sorbo, medio girándose. “Supongo
que mejor me voy”.
Un roce suave sobre su brazo y miró sobre el hombro, viendo como unos
dolidos y confusos ojos verdes la miraban. “No tenemos tiempo ahora mismo”.
Consiguió decir Kerry, como si las palabras estuvieran incrustadas en su interior.
“Pero... aceptaré tu oferta más tarde”.
Kerry valoró la corta camiseta y vaqueros. “Yo creo que te ves bien...”. Salió
de su ensimismamiento y le dedicó a Dar una sonrisa. “Supongo que en la oficina
se escandalizarían, ¿eh?”.
“Oh sí”. Bufó Dar. “Nunca dejarían de hablar de ello...”. Capturó de nuevo
los labios de Kerry y esta vez se tomó su tiempo, sintiendo como la pequeña mujer
colapsaba sobre ella. Dejó que sus manos recorrieran la espalda de Kerry, tocando
y apretando suavemente, hasta que sintió como las costillas de la rubia mujer se
extendían bruscamente al acelerarse su respiración y sus manos empezaron a
acariciar el estómago de Dar, en busca de un camino para sentir su piel. Ambas se
separaron respirando entrecortadamente, sus manos todavía explorando, hasta que
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 407 de 407
“He estado diciendo eso sobre los hombres por años”. Remarcó Dar,
tratando de no mirar hacia el vial de rica y roja sangre procedente de su brazo.
“¿Qué?”. Preguntó la enfermera.
Dar le clavó dagas con la mirada, recibiendo como respuesta una candorosa
sonrisa. La enfermera terminó, removiendo el tubo y frotando el sangrante agujero
dejado por la aguja con un algodón empapado en alcohol. “Todo listo... Ya está”.
Salió de la habitación, dejando a Dar con el médico.
“Vamos... vamos... Deja las miradas sombrías, Dar”. El Dr. Steve entró y se
reclinó sobre la mesa de examinar sobre la que ella estaba sentada. “Oí que tuviste
un momento de pánico en el Instituto de Cardiología”.
Dar se removió. “¿Me has dejado algo de sangre dentro? Ha debido tomar
como seis cuartos”.
“Nada... Tan sólo me encanta mirar esos azules bebés”. Contestó Steve
juguetonamente, según su paciente hacia rodar los ojos. “En serio, Dar... Te ves
más relajada”. Le palmeó el hombro. “Me alegro por los no dolores de cabeza...
Tan sólo analizaremos tu sangre para ver como vas. Quiero comprobar tu nivel de
glóbulos blancos... Estaban muy bajos la última vez”.
“¿Mm?”. Ahora la cara del médico estaba seria. “De acuerdo... Comprobaré
si hay algo extraño en tu sangre pero seguramente no aparezca ahí. ¿Has tenido
mareos o problemas con la vista? Me preocupaba tu tensión la última vez...”. Se
puso el estetoscopio y la auscultó el pecho.
Dar lo hizo, cerrando los ojos y sintiendo la presión del tensiómetro sobre
sus bíceps. Su mente empezó a vagar sobre el día que le esperaba. O para ser más
precisa, sobre la noche que se avecinaba y se encontró sonriendo hasta que una
mano le agitó el hombro. Abrió los ojos, para encontrarse al médico observándola
con desconcertada preocupación. “Maldición, lo siento”.
Steve se inclinó sobre la mesa, su gris cabello cayéndole por la frente. “No
lo entiendo... Tienes bien la tensión, tu corazón suena bien... Quizás debería citarte
para un escáner”.
“Oh, genial”. Refunfuñó Dar. “Justo lo que necesito, leer todo sobre los
nuevos bichos en NT”. Sin embargo, saltó de la camilla y se dirigió al cómodo
despacho del Dr. Steve, dejándose caer sobre un sillón y cogiendo la susodicha
revista. “¿Dónde está el chiste?... Al menos con él me río”.
Dar dejó asomar a sus labios una pequeña sonrisa. “Eso es bueno”.
“¿Qué?”. Dar arqueó las cejas bruscamente. “Steve, sabes jodidamente que
no”.
Alzó una mano. “Vale... vale... tan sólo preguntaba...”. Una minúscula
sonrisa asomó a sus labios. “Eso elimina dos de las tres causas más comunes”.
“Pero yo...”. Dar trató de forzar al exterior las palabras pero simplemente no
le salían. Jesús... esto no puede estar sucediendo... Su mente volvió a sus propias
palabras para con Kerry, lo que parecía a mil años luz de distancia. ‘Es como si tu
cuerpo lo supiera’. “Estás... ¿eso es todo, Dr. Steve?”.
“Claro”. La miró con queda compasión. “Ve y date un paseo, Dar... Toma
algo de aire... Estás pálida como una sábana”.
Asintió distraída y salió, no muy segura de dónde iba hasta que estuvo fuera,
donde, de forma mecánica, encontró su coche y abrió la puerta, colapsando sobre
el asiento y reclinándose sobre el volante. “Está loco... No sabe lo que está dic... yo
no...”. Observó el salpicadero, pensando sobre los últimos días. Pensando sobre
como se sentía. Pensando sobre cómo la hacía sentir Kerry y cómo el simple
impacto de esos ojos verdes sobre ella le clavaba dagas de sentimiento por el
cuerpo. Sobre cómo abrazar a la rubia mujer la hacía más feliz que todo lo que
había tenido hasta ahora. Sobre cómo había conducido en mitad de la noche tan
sólo para comprobar un pequeño chichón en la cabeza. Y poner en peligro una
cuenta mayor.
Despacio se echó hacia atrás, dejando que los brazos le cayeran sobre los
muslos, cuando el inevitable descubrimiento la azotó.
Oh, dulce Jesús... lo estoy. Una débil risa salió de su pecho. Entonces agarró
el volante y miró por las ahumadas ventanas.
Kerry ladeó la rubia cabeza. “Es un tablón de anuncios... Creía que era para
anunciar cosas a la venta, noticias de la compañía, ese tipo de cosas”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 412 de 412
“No, no”. La mujer parecía frustrada. “Es esto... Tenemos todos nuestros
asuntos sociales ahí... y Mary pone estos pequeños poemas, que realmente le
alegran el día a todos, es como una comunidad. Estamos desamparados sin ella...
¡nadie sabe que está pasando!”.
Kerry juntó las manos. “Helen, ¿qué quieres que haga exactamente?”.
“Es un servidor drive array... Tienen que pedir una orden a Hewlett Packard
y hay que configurarlo. Lo hacen lo más rápido que pueden, créeme”. Explicó
Kerry. “Y eso no es lo único que está afectado: las impresoras y faxes también se
han caído”. Había sido lo primero con lo que Mark la había golpeado al llegar aquí,
malas noticias sobre un array entero hacia el sur, uno para el que no tenían backup
porque no tenía ninguna aplicación crítica. Aun así, los trabajadores se habían
quejado más que si uno de los servidores de SNA se hubiera caído. “Todavía
estamos intentando averiguar porqué se ha caído”.
“Hola, Kerrisita”.
“*Sí*... aie... espera... oigo su voz viniendo hacía aquí”. María parecía
aliviada.
“Bien, genial. Gracias, María.”. Kerry colgó con una sensación mezcla de
alivio y anticipación. No puedes irrumpir sin más, Kerry... dale una oportunidad a
la mujer de asentarse y ponerse en marcha. Decidió tomarse una taza de té a
cambio, con lo que abrió el cajón y sacó una bolsita de té de moras, luego tomó
una taza y se dirigió a la puerta. La cocina estaba relativamente en silencio y les
dedicó a las dos mujeres que allí había una sonrisa mientras ponía algo de Equal en
la taza y añadía el agua caliente de un dispensador para tal efecto.
“Ey, Kerry...”. Una de las mujeres sentadas alrededor de una pequeña mesa
alzó la mirada. “Oí que te apuntaste al gimnasio. ¿Vas esta noche?”.
La rubia mujer asintió. “Sip. Claro que lo hice... Tengo muchas ganas de ir.
Me apunté a aeróbic suave y esa clase de defensa personal”. Caminó de forma
casual, sumergiendo la bolsita de té y reclinándose sobre la pared. “¿Vas a ir tú?”.
Recordó que el nombre de la mujer era Candy, un apelativo realmente inadecuado
para la usualmente violenta ayudante de administrativo.
Candy se echó hacia atrás con un suspiro y asintió. “Sí...”. Se palmeó los
muslos e hizo una mueca. “Pensé que sería bastante con algo de ajetreo en casa
pero no lo hago a menudo y se nota... He engordado diez libras en los últimos dos
meses y es o ir al maldito gimnasio o ir a comprar ropa nueva”. Miró a Kerry.
“Defensa personal, ¿eh?. Eso es muy divertido viniendo de la ayudante de Dar
Roberts... ¿Y qué diantres le ha pasado a tu cabeza?”.
“Oh sí... y bonitos cuerpos por doquier”. Añadió Candy con un guiño. “Mi
novio se niega a ir, dice que su barriguita le hace sonrojar”. La otra mujer, alguien
de marketing recordó Kerry, bufó.
“Bueno, eso es auto vencerse”. Protestó Kerry. “Si fuera por algún tiempo,
¡no tendría porqué preocuparse!”. Separó la bolsita y tomó un sorbo del dulce té.
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Candy bufó. “Kerry, déjame decirte que tendrías que engordar el doble de ti
antes de que alguien lo notase pero... um...”. Miró alrededor y luego hacia la rubia
mujer. “Oí por la parra que tu jefa también se une a la banda del gimnasio...
¿verdad?”.
Kerry vaciló, entonces escogió con cuidado las palabras. “De hecho... creo
que la escuché decirlo el otro día... así que sí, supongo que sí”. Una pausa. “¿Por
qué?”.
“Nos vemos”. Kerry vocalizó tras ella, poniendo una cara. Suspiró y sorbió
de su té, entonces salió de la cocina hacia el corredor, abriendo la puerta de su
despacho y entrando en él. Ya llevaba varios pasos en él antes de darse cuenta de
que algo la esperaba en el escritorio.
“Lo hice”. El hombre de pelo oscuro y rizoso suspiró, frotándose los ojos.
“Pero los de HP dicen que no pueden conseguir una duplicación de la unidad. Si
queremos sustituirla, debemos tener una más grande”.
“¿Qué parte es la que no has entendido?”. Soltó Dar. “Estoy hasta las narices
de secretarias lloriqueando porque no pueden tener sus poemas de amor, Mark...
Consigue el maldito array de vuelta antes de que empiece a tomarlas como diana
con una pistola de perdigones”.
“¡Jesús!”. Mark saltó de la silla y se alejó. “Vale... vale. Pero cuando llegue
la factura, no digas que no te lo advertí”.
“Tan sólo hazlo”. Ordenó Dar. “Y ya que estás, ¿cómo demonios se cayó la
maldita de cosa?”.
manos”. Se aclaró la garganta. “Se comió todas las fuentes, luego contagió a la
mesa de locación, cuando se fue a cerrar el servidor, explotó el driver de la tarjeta
de control”.
Dar estaba allí sentada, las manos reposando sobre el escritorio. “No me
estarás diciendo que uno de estos technogorps ha mandado al carajo un array”.
Ella suspiró, jugueteando con los pasajes. “Hagamos esto: lo cambiaré por
un fin de semana largo a las Keys...”. Hizo una pausa. “Para dos”. Una fugaz
mueca apareció en su rostro. “¿Qué te parece?”.
“¿Para dos?”. La voz de Les rebosaba curiosidad. “Dar, no sabía que salieras
con nadie”.
Una suave risotada. “¿He dicho yo eso, Les? Tan sólo he dicho que quiero
un fin de semana para dos... quizás quiera algo de compañía”.
“Jo...”. Rió Les. “De acuerdo, tú ganas. Se lo diré a Beatrice. Tan sólo dile lo
que quieres hacer”. Se oyó una voz apagada de fondo. “Uuppss... he de dejarte Dar,
hablamos después”.
Dar observó la mesa del escritorio y sonrió, haciendo girar los pasajes con
las manos, entonces alzó la mirada a la vez que se abría la puerta interior y se
asomaba Kerry.
Un vacilante meneo de cabeza. “No... es...”. Una pausa. “No, nunca”. Sus
ojos se dirigieron hacia la puerta, consciente de la íntima posición en la que se
encontraban. “Estaba un poco preocupada, no pensé que tardarías tanto. María
estaba preocupada también”.
“Ah”. Dar aceptó grácilmente el cambio de tema. “Tenía varias cosas que
hacer y dejé el celular y el busca en el coche. Debí haber llamado”. Se aclaró la
garganta. “¿Has comido?”.
Lo primero y más importante: tenía que averiguar qué era lo que Kerry
sentía por ella. Descubrir y profesar un amor por la rubia mujer si ésta no sentía lo
mismo sería embarazoso como poco, e irreparablemente destructivo en el peor de
los casos.
Así que, ¿cómo averiguarlo? Dar se había decidido por una sutil campaña de
atenciones, de las que la rosa era parte, para ver si conseguía un indicio de lo que
pasaba detrás de esos ojos verdes. Sabía que le gustaba a Kerry pero ¿algo más?
Si era honesta consigo misma, admitiría que era más que nada miedo lo que
la hacía cauta, miedo de exponer sus vulnerabilidades más sensibles a una
prácticamente desconocida que conoció hacía menos de un mes. Una pesarosa
prudencia le dictaba precaución, demandando que esperase a si el obvio afecto de
Kerry para con ella era algo más o, simplemente, un encuentro superficial de su
tentativa y naciente sexualidad.
La clase de defensa personal tenía lugar en el área libre justo enfrente del
circuito de máquinas, eran un grupo de unas doce personas desde dos chicos
jóvenes hasta una mujer mayor con mandíbula grisácea y gesto combativo. El
monitor era un hombre alto con barba, mostrando altivamente su cinturón negro y
reclamándole a su audiencia con tonos de voz que le estaban poniendo de punta los
nervios a Dar.
Kerry estaba sentada en uno de los extremos del semicírculo, con los codos
apoyados sobre las piernas cruzadas y la cabeza ladeada prestando atención. Dar
podía ver la ligera tensión en su ceja mientras escuchaba y sospechó que la rubia
mujer tenía problemas con lo que quisiera que le estuvieran diciendo.
“Bueno, bueno... ¿qué tenemos aquí?”. Dar casi salta ante la alta y medio
amistosa voz. Giró la cabeza y vio a José.
“Bonita banda (se refiere a la banda que se pone en la cabeza para que no
te caiga el sudor a los ojos)”. Comentó secamente, viendo los muñequitos de
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Eso le sonó gracioso a Dar y alzó una mano, frotándose la mandíbula para
ocultar una mueca. “Tienen buen gusto”. Replicó, observando su ropa. Deben ser
adoptados, continuó pensando. José iba vestido con pantalones de mallas cortos y
morados además de un top que no hacía nada por ocultar su colgante barriga. Ella
misma iba vestida con prácticos pantalones cortos de algodón y top, exponiendo su
moreno cuerpo con modestia que era más funcional que otra cosa.
“Se lo diré.... así que, ¿qué estas haciendo aquí?”. Recalcó José. “No me
digas que no hay un gimnasio en esa isla de fantasía tuya”.
Dar alzó una mano y señaló la máquina. “Estoy haciendo lo que todos los
demás hacen aquí, José... Está más cerca de la oficina, tiene muchas más
facilidades y tiene una pared de escalada”. Hizo una pausa. “¿Y a ti que demonios
te importa?”.
“Sí, ya veo cómo has progresado”. Dar le dedicó una fría sonrisa. “José, sal
de mi vista. No estamos en la oficina y no tengo por qué ser educada en tu cara”.
Se levantó, haciendo notar en todo momento que le sacaba al menos dos pulgadas.
“Déjame darte una pista. Trata de mover algo más que tu boca, podría ayudar”. Se
alejó, dejándole atrás maldiciendo junto a la máquina de abdominales y se escapó
al área de levantamiento de pesos donde sabía que no la seguiría.
Ésta era el área de las personas serias. Dar dejó vagar la mirada por los
rostros serios y sudorosos, sus ojos mirando intensamente el espejo para observarse
al estirar y flexionar. Algunos se detuvieron y le dedicaron una mirada de desdén,
para luego volver a su adorada auto contemplación.
Una profunda inspiración. Un segundo. Rodeó con los dedos el rugoso metal
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Ojos como platos, furtivos y perdido todo el orgullo encontraron otras cosas
a las que mirar con lo que el sonido volvió en el acto. Dar sonrió de forma traviesa
hacia el techo, entonces se frotó las manos y fue a por otra tanda. Era más de lo
que solía hacer, eso seguro, pero no iba a dejar de lucirse ahora que había
empezado. El legado de años y años de ejercicio y artes marciales la había dotado
de un cuerpo robusto y funcional y se sentía bien despertar esa parte de vez en
cuando.
Estaban en un descanso, tras una hora de explicaciones del monitor sobre los
movimientos y la preparación del cuerpo. Kerry había absorbido la lección y creía
que no necesitaba repetir los movimientos seis veces pero estaba dispuesta a
morderse la lengua ya que esto era, después de todo, la primera clase. Se reclinó
sobre una pila de colchonetas, sorbiendo de un vaso de agua mientras dejaba vagar
la mirada por la habitación hasta encontrar a Dar sin dificultad.
La rubia mujer rió. “Oh... no tiene gracia”. Vio como el musculoso hombre
saltaba alrededor, entonces perdió el equilibrio y se estrelló contra el suelo. Medio
esperaba que rebotara con una figura tan abultada.
Dar se había apoyado sobre los codos ante el ruido y se quedó así sentada
mirando sin poder creérselo.
“Vamos a... ele... var... te...”. Susurró Colleen. “Dios... ¿habías visto alguna
vez alguien tan absorbido?”.
“¿Hm?”. Kerry alejó los ojos de la postura relajada de Dar que la intrigaba
con sus débiles movimientos de músculos prácticamente invisibles bajo la piel, tan
diferente de sus abultados compañeros. “¿Qué?”.
“Lo siento”. Se sonrojó Kerry. “Um... parece que está dispuesto a empezar
de nuevo”. Empujó a Colleen de vuelta donde el monitor los estaba juntando y
forzó su atención en el hombre. No era difícil, decidió. Había empezado con
movimientos simples y repetitivos que al principio eran raros, pero tras unas pocas
repeticiones, parecían venirle con más naturalidad. Encontró el equilibrio y trabajó
a lo largo de los movimientos, con más éxito que la redondita Colleen y muchísimo
mejor que uno de los dos chicos.
“Mira, cariño, no pedí tu opinión, ¿vale? Tan sólo vuelve ahí con tu
rechoncha amiguita y acabemos con esto”. Se dio media vuelta para encontrarse
girando de nuevo desde atrás y encontrarse con un rostro de rabia y helados ojos
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 422 de 422
verdes.
“Mira, o te vas allí a hacer los ejercicios o te vas de aquí a hacer los
estúpidos aerobics, ¿de acuerdo?”. La empujó.
Dar simplemente apretó la mano. “¿Sabes? los tipos grandes y feos con
aspiraciones de competente, realmente me fastidian”. Comentó de forma calmada.
“Se supone que has de enseñar a esta gente artes marciales y no usarlos como tu
objeto personal de desahogo”.
“No me digas qué cojones tengo que hacer. ¿Quién demonios te crees que
eres?”. Ladró el hombre barbudo en su rostro. “Suéltame o te voy a patear el culo”.
Dar le sonrió y se le acercó más aún. “Perdedor, no podrías tocarme aunque
la vida te fuera en ello”. De repente se le acercó más para luego girarle y lanzarle
al suelo separándole las piernas del mismo con una fuerte patada.
“Ey... ¿qué pasa aquí?”. Un hombre bajo y con las piernas arqueadas se abrió
camino a través de la gente que se había reunido, mirando al hombre de respiración
entrecortada de la colchoneta y luego a Dar. “¿Qué demonios ha pasado?”.
“Podría ser, podría ser”. El hombre suspiró entonces miró a la clase que
estaba observando con fascinado interés. “Oíd, lo siento amigos. Trataré de poneos
otro monitor la semana que viene y daros crédito por una clase extra”.
La multitud se deshizo, dejándolos a los dos allí solos. Dar se encontró con
la mirada de Kerry mientras ésta se alejaba e hizo un guiño, teniendo como
respuesta un ‘Guau’ de la rubia mujer. Se observaron mutuamente y el hombre le
tendió una mano. “Ken Yamamura”.
“Mm... Ganaste el campeonato del estado dos... no, tres años atrás”. Le dijo
Dar, agarrando su mano y apretándola. “En el último asalto, peleaste con ese
competidor pelirrojo de Orlando”.
Dar tomó un respiro, dirigiendo los ojos hacía donde Kerry la estaba
esperando reclinada sobre un toallero y observándola. “Oye, si quieres, yo daré la
clase... De todas formas iba a hacer de los miércoles mi noche habitual aquí”.
Dar rechazó la idea. “No gracias, está bien así. Gástalo en algún
equipamiento básico para esta gente, ¿de acuerdo?”.
“Trato hecho”. Ken le acercó una mano. “Dar, encantado de conocerte. Será
una historia que contar en torno a la hoguera”.
“Vamos Kerry...”. Bufó Dar, luego tomó un gran trago del agua. “José le
podría haber tirado de culo al suelo, no tenía ni idea”. Suspiró. “Menudo idiota”.
“¿Qué?”. La rubia mujer se acercó más. “¿Acabo de oírte decir lo que creo
que acabas de decir?”.
Dar le dedicó una mirada tímida. “Me ofrecí voluntaria... Me sentía mal por
esos chicos... Y si de todas formas voy a estar por aquí... Qué demonios, ¿verdad?”.
Dar rió y agarró su propia toalla. “Puedo hacer algo respecto a eso también”.
Bromeó suavemente. “Vamos”.
Dar supo que estaba en problemas nada más girar la esquina del edificio y
sintió, más que vio, sombras dirigiéndose hacia ella, el viento trayendo un aroma
de sudor y rabia.
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Undécima parte
Sin embargo, su amigo casi la cogió. Era más rápido y había tenido tiempo
para moverse mientras ella luchaba con el otro hombre, y le propinó un golpe en
los riñones con un trozo de tubo de hierro. Dar sintió que la mitad de su cuerpo se
adormecía por un terrorífico momento, luego se deshizo de él con un torpe pero
efectivo revés que logró pasar sobre sus sorprendidas defensas y le dejó sangrando
la nariz con un crujido.
“Hiciste que me despidieran, puta”, gruñó el hombre que estaba más cerca
sujetándose la entrepierna.
El hombre consiguió ponerse sobre sus pies y la miró. “No soy sólo yo quien
tiene un problema contigo... mejor vigila tu espalda, porque alguien va a clavar un
cuchillo en ella”. Retrocedió, llevándose a su compañero con él.
Dar los vio marchar y después dejó que su cuerpo se apoyase lentamente
contra la pared, consciente por completo de los preocupados ojos verdes que la
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“¿Estás bien?” Susurró Kerry. “Jesús, Dar... esa gente está loca... quizá
debiste llamar a la policía”.
“Cuidado... han encerado el suelo esta mañana” La previno Dar con una
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Unos ojos azules parpadearon ante ella. “Kerry, por supuesto que me
importa” Declaró Dar, un poco sorprendida. “Seguro que ya te habías dado
cuenta”.
Kerry echó un vistazo sobre su hombro. “Oh, que plátanos tan monos”.
Cogió uno de ellos. “Es una bananalette”.
“Vale.. voy a pedir algo del restaurante.. podemos tomarlo mientras estamos
en el jacuzzi... ¿te parece bien?”.
“Mfff... a menos que pidas sopa de cebolla... eso se podría poner un poco
asqueroso” Kerry respondió con una mueca.
“No era lo que tenía en mente” Dar respondió cómicamente. “Tú... ¿confías
en mi para pedir por ti?”.
“Así se hará, Ms. Roberts... ¿quiere abrir usted la botella o prefiere que lo
haga yo?”. Respondió la educada voz hispana.
que antes. Dar lo respiró con placer, cerrando los ojos mientras la brisa le echaba el
cabello hacia atrás.
Una mano cálida tocó su piel y se giró para ver a Kerry de pie a su lado,
también observando el agua, su piel dorada contrastaba con la tela oscura del
bañador.
Dar dejó que sus ojos viajasen sobre el cuerpo de su compañera y sonrió.
“Te queda muy bien este bañador”. Alabó a Kerry sosegadamente.
“No es que les culpe, porque yo estaba haciendo lo mismo”. Admitió Kerry
con una sonrisa. “Sin embargo, me alegré mucho de verte cuando ese tío se puso
en plan tonto”. Trazó con suavidad una línea hacia abajo en el brazo de Dar. “Sé
que odias cuando digo esto.. pero... sabes que eres bastante heroica cuando
quieres”.
Kerry la miró con detenimiento. “Puede ser... pero hacía mucho tiempo que
no tenía a alguien que me defendiera... ha estado muy bien”. Bajó la mirada al
agua, pensativa.
Quería golpear hasta que no volviese a ver el día a quien quiera que hubiese
hecho esto. “Esa no es una mala forma”. Contestó amablemente. “ Supongo que yo
tengo... no sé... mi padre solía llamarlo mi instinto ‘en tu maldita cara’”. Se rió
desaprobadoramente. “Estoy bastante segura de que lo heredé de él... A veces me
meto en líos sin pararme a pensar antes.. sólo reacciono, y me preocupo de las
consecuencias más tarde”.
“Mm”. Asintió Kerry. “Es como cuando viste a esos tipos esta noche, incluso
antes de que se acercasen a nosotras... estaba andando y al momento siguiente me
tenías cubierta y protegida... tan rápido”.
Iba a ser duro. Eso lo sabía. Pero confiaba en Dar y... bueno, confiaba en
ella, eso era todo.
Los ojos de Dar la bañaron en un sosegado y dulce afecto que fue directo a
su corazón. “Kerry, siempre eres bienvenida... disfruto muchísimo de tu compañía,
y yo te.. realmente me gusta tenerte aquí...”. Se sintió torpe, y se aclaró un poco la
garganta, respirando para poder calmarse.
Kerry se secó el pelo con una toalla, apoyándose en el marco de la puerta del
cuarto de baño, mirando a Dar, de pie junto a la encimera de la cocina preparando
chocolate caliente para las dos. La alta mujer había salido del agua y se había
cambiado con silenciosa actitud pensativa que Kerry había encontrado un poco
extraña teniendo en cuenta lo moderadamente alegre que había estado antes.
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Pero ya no era sólo eso. Dar se lo estaba tomando más en serio. Ella misma
se lo estaba tomando más en serio. Esto ya había dejado de ser un capricho y había
ido más allá de ser un experimento, adentrándose en regiones que la hacían
detenerse y plantearse dónde estaba y dónde quería llegar. Pero sobre todo, no
quería herir a Dar... y podía sentir que ambas se estaban acercando a un punto
donde sería muy fácil hacer eso.
Si es que no lo habían pasado ya, claro está. La rubia mujer suspiró, mirando
a su compañera. Dar se apoyó en la encimera esperando a que se parase el
microondas, y mientras Kerry observaba, se apartó un mechón con la mano y lo
puso detrás de la oreja. Kerry desvió un poco la mirada. Se dio cuenta de que le
temblaban las manos y por eso se puso la toalla alrededor de los hombros y se
acercó. “Ey.” Dar sonrió fugazmente. “Ey.. ya casi está”.
Kerry extendió la mano y le tocó el brazo, sintiendo la piel fría bajo sus
dedos. “Tienes frío”. Dar movió afirmativamente la cabeza y ponía las manos bajo
los brazos, cruzándolos sobre el pecho. “Un poco... hace frío aquí”. Reconoció,
manteniendo la mirada en el microondas.
Kerry frotó su piel suavemente, sintiendo que su amiga estaba triste. Los
músculos de la mandíbula de Dar estaban tensos y parecía estar retraída. Kerry
dudó y luego tomó aire. “¿Por qué no vas dentro y te sientas?...yo llevaré esto...
¿quieres una camisa de manga larga o algo?”.
Dar la miró, los azules ojos empañados y oscuros. “No... no hace falta...
estoy bien”.
“Y, um.. yo tenía... había algunos chicos que realmente me gustaban, pero no
eran... bueno, eran bastante pobres, o uno lo era... no era de nuestra religión, o... y
lo gracioso era que cuando encontraba a uno que realmente me gustaba, pero no a
mis padres, al poco tiempo simplemente desaparecía”. Kerry mantuvo la mirada
sobre sus manos. “Iba al colegio un día y ellos se habían ido... se habían mudado,
cambiado de colegio... lo que fuese.”
“Eso pensé yo también... hasta que oí a una de sus madres decir que les
había obligado a mudarse”. Respondió Kerry, despacio. “Pero era así con todo...
juguetes... tenía una vieja muñeca de trapo con la que solía dormir. Ellos pensaron
que eso no era bueno, así que llegue un día del colegio y había desaparecido.”
“Yo... um... yo incluso tuve una mascota” Kerry siguió, ajena. “Un pequeño
golden cocker spaniel... se llamaba Susie”. Tomó un sorbo del chocolate y
consiguió tragarlo. “ La quería... era tan mona... jugaba con ella todo el tiempo...
salíamos a correr fuera, a veces con mi hermana, otras veces sólo nosotras... sabía
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como volver a traer una pelota, y yo me sentaba y le cepillaba el pelo, ¿sabes que
tienen ese largo y sedoso pelo?”
Los ojos de Dar se cerraron un poco. “Sí, lo sé”. Su corazón sufría por la
mujer rubia que estaba acurrucada en el sofá, junto a ella. Podía notar que era
difícil para Kerry contar esto.
“Estaba jugando con ella un día, y Kyle..”. La voz de Kerry se quebró. “Vino
para buscarme, y me dijo que mi padre quería que mi hermana y yo posásemos
para unas fotos... unos tipos de una revista estaban aquí. Le dije que no quería ir...
que quería quedarme y jugar con Susie”. Asintió un poco. “ Y al día siguiente,
llegué a casa del colegio y fui a buscar a Susie... pero se había ido”. Sus ojos se
llenaron de lágrimas, incluso ahora. Después de todos estos años. Había un total
silencio por parte de Dar, y no se atrevió a mirarla.
Se encontró con unos ojos tan oscurecidos por la rabia, que casi parecía
morados bajo la luz ámbar. El rostro de Dar estaba inmovilizado por completo y su
cuerpo tenso y quieto, salvo su mano derecha, que estaba abriéndose y cerrándose
lentamente.
“Bajo mi punto de vista, eso fue un criminal abuso infantil, y deberían ser
fusilados por eso”. Contestó Dar. “ Y después golpeados, y después apuñalados, y
luego arrastrados por un tractor por la autopista US 1”
Kerry se sorprendió por lo extraño que resultaba oír todo eso... “Dar, son mis
padres”. Objetó a media voz. “Estoy segura que pensaban que lo que hacían estaba
bien”.
El cálido afecto la hacía sentir tan bien que casi dolía. Kerry intentó
resistirlo, pero se encontró moviéndose hacía delante y siendo empujada hacía un
cálido abrazo que amenazaba con convertirse en todo su mundo. Y deseaba tanto
que así fuera.
Por ella.
“Dar...”. Dijo Kerry suavemente. “Yo no... pensé que podía mantener esto
agradable y sencillo... pero no puedo, y cuanto más quiero preocuparme por ti, más
pienso en lo que él haría si lo descubriese. Dar... no puedo ver cómo te hacen daño
por mi culpa. No puedo”. Estiró una mano y tocó el brazo de la morena mujer. “Por
favor, entiéndelo”.
Ya estaba... esa era lo peor parte. Ahora sólo quedaba ver cuál sería la
reacción de Dar.
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Unos ojos azules se alzaron hacia ella despacio. “Vale, vale... sólo estaba..”.
Siendo terriblemente insegura. Se admitió a sí misma mientras envolvía a la rubia
mujer en sus brazos otra vez, y las dos suspiraron a la vez. “Siento mucho que todo
eso te pasase”.
Kerry suspiró. Era un alivio poder contarle a alguien... incluso Colleen solo
sabía pequeñas partes, piezas. “Kyle es la peor parte... es el guardaespaldas de mi
padre. Brian es su sobrino.” Su mente recreó su figura alta y de pelo liso plateado,
y su estómago se revolvió... “Él hace la mayoría del trabajo sucio... a veces ni
siquiera estoy segura de sí mi padre sabe la mitad de las cosas que él hace...”. Dejó
descansar su cabeza en la clavícula de Dar, y se detuvo un momento. “Cuando
terminé la universidad yo salía con un chico al que conocía desde hacía unos años..
realmente me gustaba, y era un chico muy agradable, de buena familia, muy
religioso... pensarías que finalmente había encontrado algo que mi padre
aprobaría”.
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Dar esperó, bajando la vista para ver la perdida y dolorosa expresión en los
ojos de Kerry. “¿Qué pasó?”. Tenía la impresión de que en realidad no quería
escucharlo, pero ahora que Kerry estaba hablando...
“Él... Kyle dijo que ellos no creían que este chico fuese bueno para mí..
pero.. él dijo que sabía lo cabezota que era, así que tenía que asegurarse de que yo..
hiciese lo correcto”. La voz de Kerry se volvió llana y lejana. “Así que me llevó al
cuarto de lavadoras de atrás y um..”. Se calló y después sacudió la cabeza. “Y me
dijo que le contaría a John todo si le volvía a ver.”
“¿Le debes dinero... tiene algo que te ate a él legalmente?”. Preguntó Dar, el
ceño fruncido.
Una pequeña, muy pequeña sonrisa. “Con lo que, ¿él no puede forzarte a
volver?”.
“No entiendo”.
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Dar sonrió, y cogió su mano, acariciando ligeramente con sus dedos la piel.
“Déjamelo a mí”. Le dijo a la rubia mujer. “Y, ¿Kerry?” .
Kerry atrapó los dedos de Dar con los suyos. “¿Es eso lo que te ha pasado
antes?”.
Dar miró a la oscuridad más allá de las puertas del patio. “Algo así, sí.”
Era un momento extraño, pensó Kerry. Podía sentir un tenue escalofrío bajar
por su espalda, y mientras miraba a Dar, una débil y casi traslúcida barrera entre
ellas pareció caer. “Eso es lo que hacen las amigas... apoyarse las unas a las otras,
¿no?”.
Kerry se escurrió con ganas entre los brazos que la esperaban, y dejó que la
rodease la calidez. Todavía tenía miedo, y ninguna cantidad de palabras podría
cambiar eso, pero...
Juntas.
Kerry pareció volver de un lugar muy lejano. “¿A qué ser humano no le
gustan las fresas, Dar?”. Inquirió razonablemente, alisando el suave algodón de la
camisa de su amiga con los dedos. Podía sentir el suave movimiento de la
respiración de Dar, el cual era casi hipnótico para ella. “¿Por qué?”.
Dar sintió el toque de Kerry vagando por su cuerpo, y tuvo que tragar antes
de contestar. “¿Quieres algunas?”.
“Eso significaría que me tendría que mover”. Se quejó Kerry, que había
encontrado cosas interesantes que recorrer con sus dedos. “Y realmente me gusta
estar donde estoy”. Concluyó suavemente. Muy en serio.
“Eso es verdad”. Admitió Dar con una sonrisa. “Pero son buenísimas,
grandes y jugosas... y he derretido chocolate para mojarlas en él”. La engatusó.
Un asentimiento. “Vale”.
“Todavía no has oído lo que es”. Objetó la mujer rubia. “Si alguna vez nos
encontramos con cualquiera de esas personas con las que estuviste involucrada,
házmelo saber”.
Dar parecía sorprendida. “No creo que eso pase, pero… ¿por qué?”.
“Para que pueda darles una patada en la espinilla”. Le dijo Kerry. “Y si eres
muy buena, me lo dirás con tiempo suficiente para que me pueda poner el par de
botas de cowboy con puntera de acero que me compré en Austin el año pasado”.
Sintió el cuerpo de Dar contraerse mientras soltaba una carcajada. “Lo digo en
serio”.
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Dar tuvo que sonreír ante el discurso indignado de Kerry. “Estoy segura de
que ya me hubiera desmayado si así fuera”. Le recordó a su compañera. “No es
nada, de veras”.
Dar se echó hacía atrás con una sonrisa. “Si sacas el envoltorio de plástico
de la última repisa y lo pones en el microondas unos tres minutos ya estará hecho”.
“Bien”. Dar la observó con detalle. “Tienes unas manos muy amables”.
Capturó una de las manos de Kerry y la estudió, dándole la vuelta y acariciando la
palma.
Dar la miró, después extendió una mano y con ella trazó su mejilla con un
ligero roce. “Sí”. Murmuró, sintiendo como Kerry se apoyaba en la presión
mientras sus ojos se cerraban temblando. “Extraño...”. El toque giró hacía el cuello
de la mujer rubia, empujándola hacia abajo mientras sus labios se encontraban. Las
manos de Kerry encontraron su lugar a cada lado de la cabeza de Dar, y ambas se
deslizaron juntas, el hielo olvidado. Las fresas olvidadas.
Incluso el chocolate fue olvidado.
Dar se echó hacia atrás y estiró las piernas, mientras Kerry se hizo un hueco
en el espacio junto al respaldo del sofá, sintiendo el frío tacto del cuero calentarse
contra su piel. Tuvo cuidado con evitar el costado de la mujer alta, mientras
mordisqueaba la suave piel de su cuello, inhalando el olor del algodón mezclado
con el del cloro que todavía quedaba en el cuerpo de Dar.
Entonces tuvo una idea. Se movió sobre Dar y untó un dedo en el chocolate
caliente, después lo sacó y pintó una línea en la cara de Dar. La fue
mordisqueando. “Oh… eso está bien”. La lamió y luego pintó otra línea más abajo,
oyendo la suave risita sonando profunda en la garganta de Dar.
“¿Estás bien?”. La voz de Dar, casi dentro de ella, vibrando en sus oídos.
Dar dejó que sus ojos se cerrasen, sintiendo como su corazón comenzaba a
frenar su martilleo, mientras acariciaba el pelo de Kerry dulcemente. Una dulce
paz la inundó y sonrió un poco. “Se siente muy bien”. Murmuró. “Diferente”
Un largo silencio. “Yo tampoco”. Los ojos de Dar estaban abiertos ahora, y
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Esos azules ojos. Kerry no había conocido a nadie con unos ojos como los
suyos. Y aún así, le eran tan familiares como su propio reflejo... conocía esas
pequeñas arrugas en los bordes, y el modo en el que una sonrisa podía deslizarse
en ellos, y como se estrechaban y oscurecían cuando estaban en profundo
pensamiento, como si los conociese de toda la vida. Y así, ahora, cuando se
abrieron amables, cálidos en su cara como un suave rayo de sol, no tuvo duda de la
emoción que había tras ellos. “¿Dar?”.
“¿Mmm…?”.
“Um...”. La cara de Dar mostraba una expresión que era una mezcla de
vergüenza y felicidad. “Por lo menos tuviste el sentido de averiguarlo por ti
misma… a mí me lo tuvo que decir el maldito médico”.
Kerry la miró con una cauta esperanza. “¿Decirte qué?”. Quiere decir...no,
no lo...sí...oh Jesús...sí...sí...sí!.
No, se sentía muy mareada. No era como las novelas románticas decían que
sería, pero lo aceptó. Suspiró feliz.
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Dar sonrió tímidamente. “Creo que me tenía que haber dado cuenta de que
algo raro me pasaba cuando me encontré cogiéndote un pin aquella vez que fuimos
de compras”.
Kerry parpadeó. “Pin… oh dios mío... ¿ese pin del delfín?”. Miró fijamente
a Dar, asombrada. “¿Aquel del traje?. Yo... Jesús… Lo encontré al llegar a casa...
pensé que me estaba volviendo loca y que no lo había visto”. Se rió encantada.
“Dar… eso es tan dulce”.
La mujer alta intentó parecer amenazadora, pero finalmente rió. Kerry se rió
también y las dos acabaron abrazándose la una a la otra, agarrándose fuertemente
hasta que finalmente Dar aspiró fuertemente y ahogó un quejido.
Dar se mordió el labio, después dejó que una sonrisa tímida se formase en su
cara. “Está bien”. Suspiró. “Tú ganas”.
Si. Kerry volvió a coger el paquete de hielo, ahora tristemente lo peor para
llevar puesto, y lo puso otra vez sobre las costillas de Dar. Ambas ganamos. Se
apoyó contra el cuero, mirando como Dar cogía una fresa y la mojaba con un poco
de chocolate frío. La acercó y se la ofreció. Kerry mordió un trocito y lo masticó.
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“Mm”.
Dar mordió un trozo también y estiró las piernas un poco, sintiendo como
Kerry se acomodaba contra ella con una cálida familiaridad. Todo estaba
cambiando. Su vida estaba ahora sumida en un maravilloso y aterrador caos.
Otro sueño. Esta vez el agua estaba fría, pero sentaba bien sobre su piel
demasiado caliente mientras se quitaba el hinchado vestido que llevaba puesto y
se lanzaba hacia el manantial. Le dolían los brazos, pero era de una manera
agradable y los estiró, avanzando a través del agua con una energía como la que
hacía bastante no recordaba tener.
Giró en el agua y braceó hacia atrás, sintiendo el torrente de frío sobre su
cuerpo, en contraste con el calor del sol sobre su cabeza y suspiró de puro
contento animal. El aire estaba dulce con el verano, y el zumbido cercano de los
grillos se reanudó cuando ella aminoró su movimiento y cerró los ojos, bebiendo
de la paz del mediodía y el conocimiento de que no tenía otra cosa que hacer ese
día salvo terminar de nadar y unirse a...
El sonido acelerado de pasos la hicieron darse la vuelta para ver una
risueña sonrisa y un cabello brillante y hermoso mientras una forma familiar
descendía de las rocas hasta el agua junto a ella, mojándola con una ola de frío
líquido. Esperó, con una sonrisa en los labios, hasta que la otra mujer salió a la
superficie, después chapoteó agua con el brazo hacia ella, haciendo que farfullase
enfadada.
Había un brillo malévolo en esos ojos verdes, y una mirada traviesa, y
buceó tras ella sumergiéndose bajo el agua fría y clara y atrapando un tobillo
mientras ella trataba de escapar. Podía oír la retahíla de protestas incluso a través
del agua mientras tiraba hacia atrás y de repente se encontró aplastada cuando
una ágil y muscular forma cambió las posiciones y se arrojó encima de ella.
El instinto hizo que levantase los brazos en un movimiento de anclaje y situó
su cuerpo, retrocediendo un poco pero sujetando el brazo como si no fuera más
que un saco de patatas. Unos brazos le rodearon el cuello y se sintió sonreír
mientras bajó la vista hacia la cara traviesa. Se le devolvió la sonrisa, cálida y
amorosa y medio salió del agua, dejando que se deslizase de ellas y sintiendo al
sol calentar el frío.
Se besaron, cálidos labios contra el helado toque del agua mientras el suave
graznido de un halcón resonaba sobre ellas, y era consciente de un abrumador
sentimiento de felicidad que parecía formar una espiral desde ellas hasta el azul
cielo y el ave giratoria. Graznó de nuevo mientras se elevaba.
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***
Dar tembló un poco debido al oscuro latido de energía que fluyó a través de
ella. Fue una sensación violenta y salvaje que no se permitía sentir habitualmente,
pero sabía que estaba allí y a lo que su temperamento la encaminaría si no tenía
cuidado.
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Y al mirar a la pálida e inocente cara que reposaba junto a su piel supo que
ser cuidadosa no era algo en lo que estuviese realmente interesada.
Dar parpadeó un par de veces, disfrutando del amistoso roce de los dedos de
Kerry, que ahora se movían formando círculos sobre su piel. Se dio cuenta de que
eso la relajaba y se encontró ahogando un bostezo como reacción. “Mmm... para
eso, vas a hacer que me duerma”. Se quejó torcidamente.
“Oh, ¿de veras?”. Musitó Kerry con una pequeña mueca. “Vaya, vaya ,
vaya... Mírate… esto es mejor que un hipnotizador con el colgante”. Trazó los
círculos más grandes y se mordió el labio divertida a la vez que los ojos azules,
apenas visibles en la apagada luz del amanecer, se cerraban. “Vamos Dar, déjalo
ir... Aunque te sientas bien, te llevaste un buen golpe anoche”. Le dijo Kerry
razonablemente.
“Sí... No todas las noches me pintan con chocolate”. Dar murmuró, las
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“¿Qué tal hasta que amanezca, hmmm?, ¿te parece bien?”. Ofreció Kerry ,
sin parar sus caricias ni por un momento.
La pasada noche había sido una gran sorpresa. Sabía que no había tenido la
intención de sacar lo que Collen llamaba la gran palabra “A”, no ayer por la noche,
no hasta que hubiese tenido una pista sobre lo que Dar sentía, pero...
Pero había tenido un atisbo, incluso sin una palabra por parte de Dar. No
había hecho falta un adivino telefónico para darse cuenta del nerviosismo de Dar o
de la intensidad de sus sentimientos. Kerry abrió los ojos y miró la cara de la mujer
alta. Para ser alguien tan en control no tienes mucho manejo con las cosas
sentimentales, ¿verdad?. Dejó que sus párpados se cerrasen otra vez, contenta de
haberle hablado a Dar a cerca de... cosas. La reacción de la ejecutiva había sido
gratificante, por decirlo de alguna manera. Kerry permitió que el sueño la venciera
de nuevo, cerrando los ojos con más fuerza y aspirando el olor se las sábanas
limpias y de su compañera de cama.
***
Dar se rió para sí misma. Shorty’s era el local de barbacoa de la ciudad, a las
afueras de US 1, cerca de Dadeland. Servían unas magníficas costillas, de hecho
era aficionada a su comida pero el término rústico no le hacía mucha justicia. Al
menos habían puesto aire acondicionado hacia unos años y no dependía ya sólo de
las pantallas para mantener alejados a los bichos. “También la podría llevar al
McDonalds”. Le envió, después alzó la vista mientras se abría la puerta para
revelar las formas redondas de María. “Oh… pensé que eras ella”.
María la miró. “Te sientes bien , ¿no?”. Preguntó, medio sorprendida ante la
visible diferencia en su jefa.
Dar vaciló y finalmente afirmó. “Sí... debe ser todo este descanso extra que
estoy teniendo”. Dijo muy seria. “No he tenido un maldito dolor de cabeza en
semanas”.
Dar había sorprendido a todo el mundo estando de buen humor todo el día, a
pesar de varios desastres y una desagradable discusión con José. Ahora se
balanceaba ligeramente hacia adelante y hacia atrás mientras oía las puertas del
ascensor abrirse. “Aquí llega el problema, si no me equivoco”. La ejecutiva
suspiró, ordenando sus opciones y tomando aire.
“Hola, Dar”.
“Buenas tardes, Michelle… ¿qué te trae por estos lugares?”. Inquirió Dar
civilizadamente. “Por favor… siéntate”. Indicó uno de los asientos acolchados
frente a su escritorio. “¿Qué puedo hacer por ti?”. La mujer pelirroja vestía un
elegante traje de seda que se adhería a su cuerpo dejando poco a la imaginación.
“Bueno, la junta del estado de turismo se reúne esta semana. Sabes que
nosotros somos parte importante en eso”. Declaró Michelle sentándose
grácilmente. “Tengo unas horas libres esta noche y pensé en pasarme por aquí y
ver si podía reclamar la pospuesta cita”. Sus ojos encontraron los de Dar y una leve
y rápida sonrisa cruzó sus labios. “Si no estás... ocupada”.
Una débil señal de alarma sonó en la cabeza de Dar. “No tengo nada
planeado”. Replicó cautamente. “¿Tienes pensado algún lugar que te apetezca
probar?”. Fútilmente jugó con la idea de decirle a la mujer que ya tenía planes.
Oh... lo siento Michelle… le prometí a Kerry que iría al mini - golf con ella... Odio
perderme ese agujero del gran elefante rosa… Lo entiendes, ¿verdad?.
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Unos pálidos ojos azules la miraron cautamente. “Está bien. Monty’s abajo
en el Grove es un buen sitio para eso… Te puedo pasar a recoger. ¿A las siete?”.
Salió y Dar puso una mueca. “Menuda pérdida de buenos cangrejos que va a
ser esta”. Suspiró. “Por otra parte, quizá pueda conseguir que uno de ellos la
muerda”.
“Ooo... puedo pensar en unos siete millones de fans en internet que matarían
por ver eso”.
Pero, ¿tenían que ser esa clase de relaciones? Kerry sentía un poco de
malestar cada vez que pensaba en Michelle, en su fantástico hotel y en su exótica
figura. Era un horrible e irremediable sentimiento... y consideró brevemente dejar
todo e irse a dormir.
“Mierda… venga Kerry, date un respiro… Ya rechazó una cena con ella por
retozar en el parque contigo hace un par de semanas... No podía evitarlo esta vez.
La mujer irrumpió en su despacho y prácticamente la obligó”. Se dijo a sí misma.
¿Verdad?. Con un suspiro volvió a la cocina y recogió todo, incluyendo la
leche y el sirope de chocolate que se había encontrado tomando por completo sin
dedicarle ni un pensamiento consciente. Después se cambió y se sentó en el sofá,
dejando que sus dedos acariciasen la tela y recordando el lunes.
El reloj sonaba en el silencio y podía oír el suave murmullo del motor del
tanque del acuario. El sonido del teléfono la sorprendió y pegó un brinco, después
se levantó y fue a cogerlo. “¿Hola?”.
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Era como si casi pudiese sentir las cálidas manos apoyarse en sus hombros y
una presencia cercana detrás de ella mientras se ponía más recta. “No, no voy y si
no quieres hablar sobre esto, me parece bien, madre… Pero tengo toda la intención
de quedarme aquí”. Le dijo Kerry firmemente. “Tengo amigos aquí, y un trabajo
estupendo… No estoy preparada para dejarlo”.
Silencio total. “Veremos lo que tu padre tiene que decir acerca de eso”.
Replicó la voz, enfadada. “No puedo creer que esté escuchando esto de ti, de todas
las cosas desagradecidas, vivir ahí te ha dado unas ideas horribles y ésa es la mejor
razón que puedo ver para traerte a casa”.
Eso dolía. “Siento que pienses de esa manera, madre... No pretendía faltarte
al respeto a ti o a papá, pero tienes que entender que...” La comunicación se cortó.
Kerry suspiró y colgó, dejando caer el aparato sobre la mesa con un seco golpe.
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Michelle jugó con su tenedor y alzó la vista hacia ella a través de pestañas
pintadas ligeramente con un leve matiz dorado. “¿Quieres decir que no puedes
resolverlo en tu cabeza? ¿Por qué, Dar? Estoy decepcionada.”
Dos semanas para un circuito T3 principal no era mucho pero Dar refusó
discutir eso. “De hecho el problema era vuestra demarcación. La gente de telco me
dijo que les llevó seis días conseguir el acceso al panel de los interruptores”. Le
dedicó a Michelle una mirada plácida. “Es un poco duro completar el circuito si no
puedes entrar en el complejo”.
No, no, Dar... no le puedes decir eso a la fulana. “Bueno... ella formaba
parte de una cuenta que consolidamos no hace mucho tiempo y pensé que tenía un
buen potencial, así que me arriesgué con ella”. Respondió, serena. “Y ha salido
bien… Ella mandó a vuestra gente de intranet un mail diciéndoles cómo hacer un
mejor trabajo salvaguardando vuestra network. Considerando que ella fue capaz de
llegar hasta vuestras rutas principales atravesando las barreras”. Le siguió otro
tenedor lleno de patata y masticó inocentemente, mientras Michelle aparentemente
tragaba algo mal y tomaba un sorbo de agua. “Ella es buena y aprende rápido…
¿por qué?”.
Claro que lo sientes… Sólo que no es el que estás pensando, Michelle. “En
realidad no… aunque eso podría tranformarse en un recurso”. Contestó Dar,
desechándolo.
Pareció que la cena había durado, al menos, tres semanas, consideró Dar,
mientras finalmente abandonaron el restaurante para adentrarse en el frío aire
nocturno. Inhaló un poco, después avanzó a la vez que el mozo le trajo el Lexus.
Esperó a que Michelle se acomodase y después se escurrió en el asiento del
conductor, echando el asiento hacia atrás un poco para acomodar su estatura.
Sabía lo que Michelle estaba persiguiendo. Había sido bastante obvio desde
el momento en que recogió a la mujer más baja, cuando había señalado la chaqueta
de Dar y había alabado su perfume. Y ella, por supuesto, creía que Dar iba a ser
una ansiosa participante.
Dios sabía que antes lo hubiera sido, y con personas menos atractivas que
Michelle Graver, que era atractiva, experimentada, muy sensual y ciertamente con
más mundo que la dulce e insegura Kerry.
Kerry había dicho, con una cálida mano en su brazo mientras se separaban
en el aparcamiento. “Dar, pásatelo bien… No te controles si no quieres”. Incluso
había sonreído. Así que todo estaba bien, ¿verdad?. Kerry entendía que eran sólo
negocios, que a ella realmente no le gustaba Michelle, que sólo era... parte del
trabajo.
Dar ahogó un respiro para contestar y después saltó cuando sonó su teléfono
móvil. Lo sacó y lo abrió, mostrando a Michelle una mirada de disculpa. “¿Sí?”.
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“Dar… soy Mark... tenemos un problema gordo”. La voz del jefe de MIS
retumbó en su oído.
Dar se encontró con sus ojos. “No, pero estoy con alguien, y éste no es mi
estilo”. Maldición, qué bien sentaba el decirlo. Suspiró para sí mientras la cara de
Michelle se endureció con una furia oculta.
Una pausa. “Hola”. Una cálida y vibrante voz le respondió, con un toque
burlón.
Cada pizca de tensión de repente salió del cuerpo de Kerry, dejándola sin
energía como un húmedo trapo en el suelo. “Ey… lo siento”. De fondo podía oír
música débil sonando, a parte de eso, estaba bastante silencioso donde Dar se
encontraba. Miró el reloj. Las once. Hmm. Su ánimo creció después de haber
estado bajo suelo toda la noche. Parece que las cosas no funcionaron. Sintió como
una sonrisa asomaba a sus labios. Qué pena.
Replicó Kerry . “A parte de eso, estoy genial. ¿Qué tal tú?, ¿cómo fue la cena?”.
Una dulce risita. “Penosa... Creo que puedo haber mandado una muy
importante relación con el cliente derecha al infierno”. La ejecutiva suspiró. “¿Por
qué estás cabreada, sin mencionar mojada y exhausta?”.
Kerry cruzó las piernas y miró al techo gotelé de color blanco. “Oh… bueno,
estaba patinando.”. Explicó. “Mi madre llamó y le di la noticia de que no iba a
volver para quedarme allí. Me colgó”.
Un suave ruido de risitas y después Dar dejó escapar una carcajada. “Fuera,
en tu aparcamiento”. Admitió.
Dar se puso las manos en las caderas y bajó la vista hacia ella, con una ligera
y juguetona sonrisa en los labios. “¿Siempre vas a patinar medio desnuda?”.
Inquirió, parpadeando apreciativamente ante los pantalones cortos y la camiseta
cortada. “Podrías liarme para intentarlo en ese caso”.
“Ja, ja, ja”. Kerry sacó la lengua. “No… no lo hago… pero el resto está en la
lavandería. Por alguna razón no he podido hacerla esta semana”. Una pausa.
“Todavía”.
traje por unos vaqueros y una camisa de algodón y parecía relajada y ligeramente
desarreglada.
Justo como a Kerry le gustaba. Sonrió. “Así que… ¿va Michelle a mandar al
Tío Scrooge detrás de tí o algo así?”.
Kerry rodó y se encaró con ella. “¿Pero qué? Dar, perdona que diga esto,
pero esa mujer es una cerda”. La mujer rubia frunció las cejas. “Iba detrás de ti
como una… una…”.
“¿Un tío cachondo?”. Inquirió Dar, con un gesto cómico en los labios. “A lo
mejor es el síndrome de la mujer baja del que he oído hablar”.
“¡Ey!”. Kerry le echó una mirada. “¡La gente baja no tiene síndromes!”.
Protestó. “Sólo estamos siempre cabreados porque no alcanzamos las estanterías de
la cocina”.
Dar se rió con ganas. “Bueno, tú eres más alta que ella”.
Kerry lo consideró. “Sí, lo soy, ahora que lo pienso… Sabía que había algo
que me gustaba de ella”.
“También eres mucho más guapa que ella”. La mujer alta continuó, su voz
amable. “Por fuera y, ciertamente, por dentro”.
Dar la estudió por un momento. “Tu madre estuvo brusca, ¿eh?”. Cubrió la
mano de Kerry con la suya. “Siento que hayas tenido que pasar por eso… Sé que
es duro”.
Kerry miró la mano sobre la suya, y dejó que sus dedos explorasen un poco
la superficie. “Dar... no iba a decir esto pero... ¿sabes? Una de las cosas malas entre
mis padres y yo es que nunca nos comunicamos… Y no quiero empezar de este
modo contigo”. Alzó la vista. “Me alegro muchísimo de que no te hayas ido con
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Unos ojos azules parpadearon. “¿En serio?”. Las palabras eran suaves. “Me
alegro de que me lo hayas dicho”. Dar levantó las manos unidas y rozó sus labios
contra ellas. “Me quedé un poco... sorprendida… cuando me dijiste que siguiese
adelante… Me hizo sentir…”. Paró y meneó la cabeza. “Casi decepcionada”.
Admitió.
Una sonrisa traviesa se formó en los labios de Dar. “Kerry, deja que te diga
una cosa: hubiera pagado mucho, mucho dinero para verte aplastarle las manos...
La próxima vez que alguien me fuerce a salir, tú vienes conmigo”. Una pausa.
“Bueno… ¿qué ha pasado con tu madre?”. Se encontró con unos sorprendidos ojos
verdes. “Odias hablar de ellos, ¿no?”.
Kerry suspiró. “Sí, lo odio…”. Miró a Dar con disgusto. “Ojalá a veces
pudiese olvidar que los tengo”.
El teléfono sonó y Kerry casi se muere del susto, ya que estaba apoyado en
su estómago.
“Oh… hola Ángela”. ‘Mi hermana’, le dijo gesticulando con los labios a
Dar. “Déjame adivinar… Estoy siendo el tema de conversación esta noche”.
Dar rodó sobre sí misma y apoyó la cabeza en la barriga de Kerry, sus ojos
en la cara de la mujer más pequeña.
“Dios mío, Ker... en nombre del Señor, ¿qué les has hecho? A mamá está a
punto de darle un ataque en medio de la cocina... No estás embarazada, ¿verdad?”.
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“Nop”. Susurró.
“No…”. Kerry se acercó y le hizo cosquillas en la nariz a Dar. “Es sólo que
estoy muy feliz donde estoy y que no quiero volver a Michigan… ¿Es eso un
crimen?”. Exhaló. “Vamos, Angie… Tengo un trabajo genial y todos mis amigos...
Lo del estúpido avión fue un accidente por el amor de Dios”.
Kerry sabía. Le había contado a Angela la última vez que estuvo en casa
acerca de las cosas que había descubierto sobre sí misma. Su hermana pequeña
había estado mucho más comprensiva de lo que ella había creído posible, y esa era
una de las pocas cosas que echaba de menos al estar lejos de casa. “Sí”. Comparó
sus dedos con los de Dar. “De hecho he encontrado a alguien”.
“Ah…” Suspiró Angela. “Así que esto no tiene nada que ver con el trabajo,
¿no?”.
Kerry se rió suavemente. “En cierto modo, sí que tiene que ver”. Admitió.
“Te lo contaré cuando llegue ahí… Es una historia muy larga”.
Unos ojos azules y unos verdes se encontraron y bajaron. “De hecho acabo
de volver de patinar...”. Kerry se aclaró la garganta. “Estabamos sentadas y
hablando… pero… escucha… Vigila a los viejos por mí, ¿de acuerdo? Me gustaría
saber si me voy a adentrar en el infierno la semana que viene”.
“Claro”. La mujer alta se levantó y estiró una mano hacia abajo. “Vamos…
Creo que están poniendo al amante de los cocodrilos en la tele”. Agarró el brazo de
Kerry y la levantó, sonriendo al ver que los patines habían aumentado la estatura
de su pequeña compañera. “Mm…buena posición”. Se agachó un poquito y besó
los labios que la esperaban, sintiendo las manos de Kerry descender y descansar
contra su cinturón.
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“Tú misma”. Kerry señaló el escritorio. “Yo iré a por leche y galletas…”. Se
levantó y se inclinó sobre la espalda de Dar, viendo como iniciaba la sesión. “Y
enciende al cocodrilo ése”. Obtuvo un dulce e insistente beso por ello, y cerró los
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ojos cuando Dar se medio giró para continuar con la presión. Que te den
Michelle… Espero que pases la noche entera con tu almohada y con una barra de
pan.
Duodécima parte
“Pero Dar...”. Protestó la voz al otro lado del teléfono. “Han pasado dos
meses... ¡están que trinan!”.
La mujer morena exhaló. “No es nuestra culpa que sufrieran una inundación
y perdieran un CO completo, Brendan... Estamos presionando a telco tan fuerte
como podemos, ¿vale?”. Miró el reloj. ¿Solamente las once y media? Maldición...
Sentía como si hubiera estado ahí ocho horas ya. “Tienen que reconstruir la rotura,
la grieta... escucha, diles que eso es bueno. Conseguirán nuevas líneas”.
Brendan suspiró. “De acuerdo... Veré si puedo calmarlos con eso... pero
hazme un favor, y presiona un poco más fuerte, ¿huh?”.
“Veré lo que puedo hacer”. Prometió Dar, luego colgó y regresó a su correo.
“Maldición... Debe haber unos 300 mensajes ahí...” Comenzó por el primero, un
informe de Mark sobre el misterioso paquete de la noche anterior. “Alguien
buscando el objetivo de la empresa, ¿eh?”. Examinó la huella. “Desde un link
externo… huh…”. Era una solicitud de información buscando datos específicos y
mientras vaciaba los desechos se envaró.
Dar suspiró internamente. “De acuerdo... Ahora mismo voy”. Colgó, luego
se levantó y se puso la chaqueta, pasándose una mano por el pelo para ordenarlo.
“Puedo imaginarme de que se trata”. Murmuró suavemente mientras se dirigía
hacia la puerta.
Dar así lo hizo, luego atravesó la alfombra y se sentó en la silla de las visitas
frente a la suya aparentando una tranquilidad que realmente no sentía. “Bueno,
¿qué ocurre?”.
La morena le tendió un sobre color manila. “Me han entregado esto a través
de un mensajero”.
Mariana se inclinó hacia delante. “Dar”. Puso un dedo sobre las fotos. “¿Qué
está pasando?
Dar también se inclinó hacia delante. “¿Con qué? ¿10 fotos de dos personas
en Disney World?”. Dejó que un tono de incredulidad asomara en su voz. “¿Hay
algún problema con eso?”.
“Éstas no son dos personas, Dar... ésta eres tú y una empleada tuya”. Declaró
Mariana calmadamente. “Debo decirte que esto es algo muy serio”.
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“Dar”. Mariana se levantó y se apoyó sobre las manos. “¿Qué está pasando
contigo? ¿Entiendes lo que estas fotos parecen?” Cogió la primera del montón y se
la mostró. Era una buena toma, un poco borroso, de ella y Kerry en la Montaña
Espacial, sus brazos abrazando cómodamente a la pequeña mujer y ambas estaban
sonriendo.
“¿Me estás diciendo que no hay nada entre vosotras?”. Replicó Mariana.
“¿Es eso lo que estás diciendo?”.
“Sí”. Contestó Dar. “No suelo encajar con mucha gente, Mari... lo sabes. He
tenido suerte… De hecho, puedo pasar tiempo con ella sin querer estrangularla
hasta matarla. ¿Es eso un crimen?”.
asusté por ti ¿vale?”. Suspiró. “Hay gente que tomaría cualquier oportunidad para
ir detrás de ti... y no quiero ver que eso ocurra”.
Ahora, Dar se relajó un poco y exhaló. “Lo sé...”. Agitó la cabeza. “¿Sabes
de dónde han llegado?”.
“Menuda…”. La pequeña mujer miró con disgusto las fotos. “Dar... Eso es
horrible”.
“Te conozco desde hace años... y es como si no te conociera, Dar... Sólo nos
dejas ver pequeñas partes y piezas de quién eres... y he estado muy preocupada por
ti”. Dijo la pequeña mujer tranquilamente. “Te presionan demasiado… y me
preocupaba bastante saber que tú realmente no tenías a nadie con quien
compartirla... aparte de este estúpido trabajo, ¿vale?”.
“No te enfades conmigo”. Mariana puso una mano sobre su brazo. “Pero he
visto un gran cambio en ti en el mes pasado y, para ser completamente honesta,
esperaba que hubieras encontrado a alguien con quien poder compartir tus
pensamientos y sueños”.
Eso dejó fuera de lugar a la pequeña mujer, ahora sus ojos se ensancharon
con sincera preocupación.
“Oh, Dios mío”. Mariana dio un paso hacia ella. “¿Qué pasó?”.
Dar lo consideró, luego permitió que una ligera sonrisa cruzará sus labios.
“No... déjamelas”. Discrepó. “Tengo una idea mejor”. ¿Piensas que me has cogido,
eh, mosquita?. “Mira... Mari... siento haber gritado. Tenías todo el derecho a
llamarme la atención sobre el tema... Podría ser el infierno para todos si se nos va
de las manos”.
Dar rió suavemente. “Ey... sería un bonito detalle”. Alzó una mano. “Tengo
una pila de urgencias sobre mi escritorio... Te veré esta noche, Mari”.
“Mm... te veo esta noche amiga mía”. Agitó una mano a modo de despedida
mientras Dar salía, luego se sentó y jugó en silencio con una pluma durante varios
minutos. Entonces un suave golpe vino desde la puerta. “Entre Vous”. Dijo en alto,
sin sorprenderse cuando entró Duks y se sentó en una esquina del escritorio.
Ambos estallaron en una canción. “¡¡¡Hay algo ahí que antes no había!!!”.
“No, Peter”. Dar apoyó un codo sobre su escritorio y cerró los ojos. “No voy
a soltar eso, así que tendrán que esperar”. Se separó el teléfono de la oreja cuando
un grito de rabia salió por él. “Uno más así y cuelgo”. Contestó seca al teléfono.
“No tengo tiempo para esta porquería, Peter”.
“No seas estúpido”. Replicó Dar. “¿Por qué iba a hacer eso?. Tú lo haces
muy bien solito”.
“La comida”. Replicó rauda Kerry. “Tuve que ir al banco durante la mía… Y
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Dar golpeó de nuevo la bolsa. “No será nada con brotes de alfalfa o así,
¿verdad?”. Miró a hurtadillas a la pequeña mujer.
“Oh… sí, seguro”. Rió Kerry. “Como si… no, es un sandwich de queso y
patatas fritas”. Miró al monitor del ordenador. “Madre mía… y yo que pensé que
tenía muchos correos… ¿qué es todo eso?”.
Dar estaba investigando su comida y sacó una patata, para masticarla con
alegría. “He dejado las cosas de lado por unos días… Supongo que todo se me ha
juntado hoy… Oh, sí”. Sacó el sobre color manila de su recipiente para correos
entrantes y se lo acercó a Kerry. “Mira lo que ha recibido hoy Mariana… de
nuestra amiga Michelle”.
Kerry sacó las fotos y aspiró una bocanada de aire con sorpresa. “¡Dios
Santo!”. Se le escapó por la sorpresa. “¿Dónde dem… oh”. Se dio cuenta que
debieron ser fotografiadas por cámaras ocultas. “Que cerda”.
Dar miró, mordisqueando otra patata. “No… ése es el Pato Donald”. Señaló
la fotografía. “No tienen ningún personaje de cerda”.
Estamos. Dar se dejó abrazar por la palabra y recordó lo que había dicho
Mari. “No lo sé”. Murmuró. “Mariana cree que hay algo por medio… Yo… le di
largas más que otra cosa”. La miró de forma huidiza. “Sin embargo, tendremos que
tener cuidado esta noche, no es fácil engañarla”.
Dar masticó una patata. “Yo también creo que lo sabe… Simplemente odio
meterla en… o a Duks, de paso, en una situación incómoda. Es la directora de
personal y esto es parte de su trabajo… No sé, Kerry”.
“Mm”. Kerry le robó una patata. “Piénsalo… ¿vale?”. Cambió el tema. “Son
unas fotos bonitas… ¿me puedo quedar con una?”.
Dar sonrió y miró al montón de fotos. “Claro… se las iba a dar a Betty para
que las pusiera en la división del periódico”.
La rubia mujer escogió la foto donde estaban las dos juntas en la montaña
rusa y le devolvió el resto. “Me gusta ésta”. La miró. “Realmente tenía ganas de
preguntarte si te apetecía volver a montar en esa maldita cosa”.
Dar rió. “Yo casi lo hice”. Admitió. “Ey… se supone que este fin de semana
va a hacer bueno… ¿Te apetece pasar un rato en el agua?”.
“Me parece bien”. Asintió Dar. “Tendrás a todos esos muñecos de nieve
celosos de tu moreno, eso seguro”. Sacó una mano y acarició la rodilla de Kerry
suavemente. “Creo que voy a llamar a Mariana para que cambie el lugar de la
cena… dos noches seguidas…”.
Kerry inspiró fuertemente. “Jesús, olvidé que la llevaste allí… ¿tienes algún
otro lugar en mente?”.
Dar meneó la cabeza, después marcó el número de teléfono. Sonó dos veces
antes de que Mariana contestase. “Mari… oye, ¿te importaría un cambio de planes
esta noche?”.
Dar ahogó la risa. “Claro… pero Mari, no sabía que te gustara esa comida”.
Estuvo de acuerdo con Kerry, su pulgar seguía acariciando de forma ausente la piel
de Kerry.
“La vida es breve, Dar… cualquier momento es válido para probar algo
nuevo… Además, a Duks le encanta y me ha jurado que el pollo realmente es solo
pollo”.
“De acuerdo… Me parece bien”. La morena mujer se relajó con beatífica
expresión en el rostro. “A mí me gusta la comida tailandesa”.
“Oh… Supongo que mejor le pregunto a Kerry… quizás a ella no…”. Mari
suspiró.
“No, le gusta”. Contestó sin pensar Dar, entonces se golpeó la cabeza con la
mano e hizo girar los ojos mientras Kerry se tapaba la boca rápidamente con la
mano. “Jesús… Me ha pillado”. Murmuró sin voz. “Estuvimos hablando de ello el
otro día”. Añadió al teléfono. “Tuvimos el debate de ‘si es gato o no’”.
“Oh… Vaya, eso es genial”. Dijo Mariana con presunción. “Tan sólo
seremos nosotros cuatro… está cerca de la US 1, Dar… justo antes de las señales”.
Una pausa. “Entonces, ¿se lo dices tú a Kerry?”.
Dar suspiró y se cubrió los ojos, sin poderse creer que Mariana la dejase
escapar tan fácilmente. “Claro… yo le digo”. Accedió torcidamente mirando a la
ya compuesta rubia, cuyos vivos ojos verdes la miraban joviales. “Nos vemos”.
Colgó y alzó las manos, dejándolas caer con disgusto. “Maldita sea”.
Dar alzó las cejas. “¡No estoy confundida!”. Objetó, se estiró los puños de la
camisa y se sacudió la manga. “Sólo… um…”.
El suave golpe las avisó, y Kerry se deslizó hacia el frente del escritorio,
acomodándose en una de las sillas de visita antes de que María asomase la cabeza
y las viese.
“Tcha… eso es tan malo para ti”. La regañó María. “Kerrisita, tú le das
mejor ejemplo ¿no?”.
Dar pinchaba el ratón con una mano mientras con la otra sujetaba el
sandwich. “Oh… vale… por eso los asuntos van desde TCP/IP hasta… “. Miró la
lista de correos. “Una receta de huevos al vodka”. Alzó la mirada y después
descolgó el teléfono.
“Sí”. Contestó Dar con voz suave como la seda. “Puedo hacer incluso que te
suene el busca cada vez”.
“Estás fuera”. Saltó Mark. “No fue a propósito… Estoy probando este nuevo
software de listas de correo que es parte de nuestro nuevo servidor… Lo juro”. Se
aclaró la garganta. “Escucha, siento no poder ir esta noche… pero le prometí a
Barbara que la llevaría en una de esas escapadas marinas”.
“Lo sé”. Replicó de forma queda la ejecutiva. “Estuve mirándolo ayer por la
noche”.
Una pausa. “Sí… veo que entraste”. Replicó Mark. “Tu IP entrante es un
poco extraño, no es uno de las líneas que sueles usar”.
Dar golpeó suavemente el teléfono con un dedo. “La conexión con el celular
estaba actuando… tuve que usar una conexión a tierra”. Comentó. “Oye… ¿puedes
rastrear el paquete o no?”.
“Sabes, Dar… Kerry es una persona tan adorable”. María la sonrió. “Tuviste
tanta suerte de encontrarla”.
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“Muy bien”. Le aseguró Dar. Kerry llevaba unos vaqueros oscuros muy bien
planchados y un polo color agua mar debajo de un jersey blanco y ajustado cuyas
mangas estaban dobladas hacia medio brazo. “Bueno… ¿lista?”.
llevaba unas mallas y un jersey, y Duks se había cambiado a un jersey azul oscuro
y unos pantalones chinos color negro. “Huele genial aquí fuera… entremos”.
Dar les dedicó a ambos una breve inclinación de la cabeza para después
seguirles al interior, fijándose en la decoración típica de oro/rojo/negro que los
restaurantes orientales debían considerar como imprescindible. La sala era grande,
con algunas pequeñas mesas repartidas en el centro, y una plataforma de elevación
a lo largo de todas las paredes , conteniendo mesas bajas y almohadones.
Duks alzó la mirada de su menú e hizo una mueca irónica. Tenía un rostro
duro, con mandíbula cuadrada y un grueso cuello que desaparecía entre anchos
hombros que delataban una juventud basada en algo más que hacer funcionar una
calculadora. “Si creyese en el Infierno, estaría de acuerdo contigo”.
Kerry se inclinó hacia delante con curiosidad. “¿Es ateo, Sr. Draefus?”.
Le dedicó la mueca a ella. “Duks, por favor Kerry, y sí, lo soy”. Escogió lo
que quería de cena para después dejar sobre la mesa el menú. “Descubrí que me
hace la vida mucho más fácil”.
“¿Más fácil? ¿Cómo?”. Inquirió la mujer rubia. “Yo pensaría que intentar
buscar explicación para todo la haría un poco más complicada… Es tan fácil decir
‘porque Dios así lo dice’”.
los gusanos. Y así la vida es más preciosa, y la disfrutas más, sabiendo que es la
única oportunidad que tendrás”.
Una sonrisa. “No… creo que lo que tenemos aquí…”. Se señaló el pecho.
“Es sangre y músculos, y nada más”. Una pausa. “¿Crees en Dios, Kerry?”.
“Sí, creo… creo que hay un poder superior que dirige las cosas en nuestras
vidas… y creo que todos tenemos un alma inmortal”. Contestó seria, Kerry. “Y que
el alma continúa vida tras vida”.
Ojos azul pálido fueron de cara en cara, entonces Dar se encogió ligeramente
de hombros. “Mi madre es pagana”. Sonrió de forma traviesa ante las miradas de
sorpresa. “Mi padre fue tan baptista sureño como se puede llegar a ser sin tener que
manejar serpientes”. Miró la mesa por un momento. “No teníamos nada organizado
al crecer yo, tan sólo sabía que ellos creían en algo, no necesariamente lo mismo,
pero en algo”.
La rubia mujer rió suavemente. “El massaman es un curry dulce, con carne y
patatas… El curry verde es muy fuerte, el curry rojo es intermedio, y normalmente
tiene leche de coco”.
¿Qué? Oh… sus antiguas amantes. Cierto. “Si”. Kerry miró de soslayo a
Duks y Mariana, los cuales estaban ocupados con el camarero.
Kerry desvió la mirada por un momento. “Oh”. Deslizó una mano por el
borde inferior de la mesa y palmeó el tobillo de Dar. “Déjame que vaya por mis
botas”.
Eso le sacó una sonrisa a Dar, la cual puso los brazos sobre la mesa y
consideró sus opciones. De acuerdo con donde estaba sentada,y donde Elana se iba
a sentar, no había modo posible en el Infierno de que la puta no alzase la mirada y
la viese. Por supuesto, tras mirar el menú, Elana la miró de forma directa.
Elana atravesó la sala, mirándolos de forma directa con castaños ojos que se
mantenían fijos en el rostro de Dar. “Mira lo que tenemos aquí… hola Lou…
Mariana…”. Una pausa y una débil sonrisa. “Dar”. Sus ojos se desviaron hacia
Kerry. “Lo siento, no te conozco”.
“Oí que los ganasteis… sin embargo, querrás ser precavida”. Comentó Dar.
“Los rumores son que acaban de cambiar de vendedores porque van a la banca
rota, y les darás 120 días de gracia en la cuenta… IBM los iba a echar”.
“No te preocupes por eso Dar”. Rió Elana. “Tus trucos no funcionan
conmigo, ¿recuerdas?”.
Dejó que sus ojos vagaran por la mesa. “Bueno, ¿y que has estado haciendo
con tu vida? ¿Lo de siempre?”. Rió. “Me encanta hablar de ti a la gente en las
fiestas… Es una historia genial, ya que estamos”. Sonrió dulcemente. “¿Y quién es
ésta?”. Sus ojos se fijaron en Kerry.
“Apuesto a que lo haces, cielo”. Rió Elana. “Debes ser nueva por aquí”.
“Oh… lo soy”. Replicó Kerry, enfocando duros ojos verdes sobre ella.
“Nueva en el área también… Dime, Dar ¿es éste uno de esos bichos de palmera
que siempre me describes?. Oh Dios mío, son feos…”. Dejó que sus ojos se
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La mujer pegó un brinco. “¿Dónde….?”. Vio algo por el rabillo del ojo, lo
palmeó y después gritó. “Oh Dios mío….”. Se fue caminando hacia atrás, alzando
las manos hacia su pelo en un ataque de pánico. “Oh… ayuda… ¡¡quitádmelo!!”.
Los azules ojos de Dar capturaron los suyos mientras se acercaba y anduvo
los últimos pasos mirándolos, afortunada de que no acabase cayendo en el centro
de la mesa. Se sentó en su sitio mientras la gente continuaba riendo y recogió de
nuevo su servilleta, mientras miraba a los rostros que la observaban. “Vale… se
trataba de su hombrera… era marrón… ¿cómo lo iba a saber?”.
Eso les hizo estallar a todos, y Dar terminó boqueando para tomar aire,
agarrándose a la mesa como si en ello le fuese la vida mientras se inclinaba para
rodear la muñeca de Kerry y apretarla suavemente. “Fue impagable”.
“Puta”. Kerry murmuró por lo bajo, sus aún enfadados ojos mirando el
desastre del suelo, la cual estaba siendo ayudada en estos momentos por sus dos
amigas. “Le voy a dar una buena historia para las fiestas yo… voy a mandar un
mail a Users All para que si de ahora en adelante se la encuentran le hagan esto”.
Agitó los dedos cerca de su cabeza como si fueran un par de antenas.
Entonces se dio cuenta de lo que estaba diciendo y de cómo les debió sonar
a los observadores Duks y Mariana, y se mordió el labio, mirando a Dar con ojos
de disculpa.
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No. No tenía preocupaciones en ese sentido para Kerry Stuart. La chica tenía
un espíritu comparable al de sus acompañantes. “Y lo que pase fuera de horas de
trabajo no es asunto de nadie”. Palmeó la mano de Duks con una mueca traviesa.
“¿No es cierto?”.
“Sin embargo, me hubiera gustado tener fotos de esa hormona que induce de
manera exponencial el ser una bruja”. Suspiró con pesar Mari. “No me hubiera
gustado poner esa foto ni nada en el próximo periódico de la empresa” sonrió con
ironía.
Pillada desprevenida, la mujer rubia tenía fija su atención en Dar, una mirada
de gentil afecto en sus ojos mientras observaba el perfil de su acompañante. Ésta
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no era otra Elana, se dio cuenta Mari. Esto no era un flirteo de oficina, o un lío
casual.
Una tímida sonrisa. “No fue planeado… simplemente pasó”. Admitió. “Me
enfadé tanto que era eso o pegarla… y no creo que esa hubiera sido una buena
idea”.
Y además, ver a Elana con calamares adobados sobre la cabeza hizo más que
valiosos cada minuto pasado.
Dar asintió. “Sip… seguro que lo es… estuve hablando con uno de los
representantes de sus cuentas, y me dijo que fue bueno que no hiciéramos una
oferta por ellos”. Alzó la mirada cuando llegaron los entremeses, encontrándose de
repente muerta de hambre. “Siento lo del accidente de antes”. Le dijo al camarero.
Dar arqueó una ceja. “No dije que quisiera”. Respondió, devolviendo la
atención a su plato.
Dar rió. “No… desde luego que no”. Estuvo de acuerdo. “Pero está bien…
estuve pensando sobre lo que dijiste… sabes, sobre decirle a Mari lo que pasaba, y
más o menos había decidido hacerlo… quizás fue el destino”.
“De nada”. Vino la sencilla respuesta. “Después de todo, para eso están los
amigos. ¿Verdad?”.
***
Dar tuvo que contener la risa ante la descripción. “Vamos… veamos cual es
el asunto”. Le dio a Kerry un pequeño empujoncito. “¿Tienes un seguro de
inquilino?”.
Kerry tuvo que pensar sobre lo que le estaba preguntado Dar. “Sí… de la
State Farm”. Contestó de forma ausente mientras se caminaban por el
aparcamiento hacia la puerta principal, para mirar en su interior. Era vagamente
consciente de la voz de Dar murmurando en su teléfono móvil y trató que su mente
viera el orden donde sólo había…
Colleen tenía razón. Era un desastre. Todo estaba roto, y tirado de cualquier
manera. Sus ojos se fijaron en el televisor, después al ordenador, los cuales seguían
en su lugar. Un policía se le acercó. “¿Señora?”.
El oficial agitó la cabeza. “Esto me supera… Parece que quien lo hizo estaba
buscando algo intensamente… ¿Guarda dinero en el apartamento?”.
Kerry volvió hacia el salón. “Parece que todo está aquí”. Le dijo quedamente
al policía.
Los ojos de Kerry se dirigieron hacia la pecera y vio las siluetas flotantes.
“Sí la es”. Insistió suavemente Dar. “No les dejes ganar, Kerry”. Le apretó
los hombros. “Ve y siéntate, yo me ocuparé de esto y limpiaré el agua”. Se detuvo.
“Oh… ¿cuál es el apellido de Kyle?”.
Kerry debió preguntar por qué. Sabía que debía hacerlo. Sabía que debía
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mantener a Dar fuera de esto, fuera de esto especialmente. “Lewis”. Oyó a su voz
contestar de todas maneras. “Mira, Dar… yo…”.
La puerta se cerró y Kerry se giró para mirarla, los agobiados ojos verdes
llorosos. Dar se acercó a ella de forma inmediata. “Ven aquí”. Abrazó a Kerry,
sintiendo cómo su cuerpo entero se sacudía por un sollozo. “Shh… te tengo”.
Sobre el hombro de la mujer rubia se encontró con los ojos de Colleen y la
pelirroja bajó la mirada para después volver a alzarla con una ligera sonrisa
mientras Kerry estrujaba su rostro contra la camisa de Dar y se abrazaba a ella con
fuerza desesperada. “¿Nos ayudas a ordenarlo todo?”. Le preguntó a Colleen.
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“He oído la frase”. Replicó Dar secamente. Sintió como Kerry tomaba una
profunda y temblorosa inspiración y la soltó ligeramente, de forma que se pudiera
alejar un poco y alzar la mirada.
“Lo siento”. La mujer rubia sorbió un poco, desenganchando una mano para
frotarse los ojos. “Supongo que es por ser tan tarde”.
Dar sacó un pañuelo del bolsillo interior de su chaqueta y se lo tendió a
Kerry. “Toma…”. Le palmeó la espalda y dejó que su brazo rodease los hombros
de la mujer rubia. “De acuerdo… supongo que podemos empezar en la cocina…
Esa parece la zona menos revuelta, después haremos esto, y después la habitación”.
Eso le sacó una sonrisa a Kerry que miró a la puerta de la cocina y después
de nuevo a ella. “Eso crees, ¿eh?”.
a su lado que atrajo a una complaciente Kerry. La mujer rubia se sentó sobre sus
piernas y absorbió su chocolate con un suspiro. “Bueno, menuda noche ha sido
ésta”.
Dar dejó caer una mano sobre su rodilla y la acarició. “Se acabó”. Dijo
simplemente, antes de sacar su móvil y marcar un número. “¿Mark?”. Una pausa.
“Sé la hora que es. Enciende la luz y ponte las gafas porque necesito que apuntes
algo”.
Dar sonrió brevemente. “Cuando mueves los datos, los controlas”. Le dijo
quedamente a Colleen.
Eso hizo reír a Dar, y le sacó una sonrisa a Kerry. “Generalmente no hago
este tipo de cosas… Pero pensé que sería mejor para Kerry y no perjudica nada ya
que no encontraron ningunas huellas o MO y eso es lo que vigilan las bases de
datos federal”.
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Kerry apoyó la cabeza sobre el hombro de Dar. “Mi héroe”. Retó a Dar a
llevarle la contraria en frente de Colleen y se quedó complacida cuando todo lo que
hizo la alta mujer fue agarrarle la nariz.
Kerry suspiró. “Los peces… y la puerta no estaba forzada… ¿te diste cuenta
de eso? Alguien abrió con la llave, y cuando chequeé el seguro electrónico tenía mi
código metido”.
La rubia mujer asintió, cansada. “Lo hice… pero los únicos que lo tienen
son el presidente del edificio, tú y mi familia”. Se detuvo y alzó la mirada. “Y
Dar… pero ella estuvo conmigo toda la noche, así que eso la descarta como
sospechosa”.
“Bueno, eso y un par de cosas más”. Admitió Kerry con una sonrisa.
“Pero… bueno, ayer por la noche le dije a mi madre que no iba a volver a casa…
El tiempo es demasiada coincidencia”.
“Dios santo… ¿¿qué está haciendo con ese pez??”. Gritó Colleen.
Kerry se reclinó para ver, sintiéndose mucho mejor. Era bueno tener amigos
alrededor, decidió, mientras sentía el brazo de Dar rodearle la cintura y acercándola
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 496 de 496
más a ella. Se reclinó hacia atrás y miró a la morena mujer. “Gracias”. Suspiró.
“Gracias por estar aquí… y ayudar… y animarme”.
“Claro que lo es”. Replicó Dar, su voz atenuada por las voces de los
personajes del programa de la televisión que estaban viendo. “Tú eres mi asunto”.
El color azul pálido la envolvió. “Te quiero…”. Sentenció Dar, con queda
sinceridad. “Eso te hace mi asunto”.
Kerry agitó la cabeza. “No…”. Estudió el rostro de Dar. “Supongo que eso
significa que tú también eres mi asunto entonces”. Exhaló, entonces se acomodó
sobre el brazo de Dar, mientras el hombre cocodrilo seguía con sus andanzas.
Había sido Kyle… lo sabía. Sentía sus sucios dedos en todo esto… y sabía
que volvería. Sus ojos se alzaron para observar el fuerte perfil sobre ella, y sonrió
suavemente. Sin embargo, él no sabía donde se estaba metiendo ahora, y se
alegraba por ello.
Él perderá.
Esta vez.
***
cada lado del camino, y podía escuchar los truenos sobre ella. El suelo a sus pies
era oscuro y tenía musgo y sintió como le resbalaban las botas mientras corría por
el húmedo suelo.
Mientras pasaba bajo el primero, fue izada de repente hacía él, las piernas
volándole y un grito de sorpresa en su garganta.
Silenciada por una poderosa mano y una baja y suave voz que conocía.
La morena cabeza se agitó pero una mueca tolerante asomó a unos labios
perfectos, y recibió una palmada en el estómago que la hizo comprender que
estaba perdonada por meterse en problemas.
De nuevo.
Kerry se despertó con ese mismo abrazo reconfortante y mantuvo los ojos
cerrados mientras absorbía la sensación de despertarse desnuda y enredada en el
abrazo de Dar. Era cálido y podía sentir el suave ritmo de la respiración de la alta
mujer contra la zona de su espalda en la que Dar estaba acurrucada.
Pensó sobre su sueño. Era extraño… había tenido varios de estos extraños
sueños últimamente, donde parecía verse a través de los ojos de otra persona, en
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situaciones completamente ajenas a ella pero que parecían tan reconfortantes como
este sentimiento de placidez en el que se encontraba ahora.
Kerry entreabrió los ojos un poco, notando el sol mañanero que bañaba la
habitación y juzgó que serían las nueve de la mañana más o menos. Miró alrededor
de la habitación, recordando lo que había parecido anoche y consiguió retener un
buen sentimiento sobre como sus amigas la habían devuelto cuidadosamente a la
normalidad. Incluso la ropa sacada de los cajones había sido perfectamente
doblada y devuelta a su sitio… probablemente mejor de cómo habían estado en un
principio, admitió con ironía. Dar se había tomado como responsabilidad personal
su cajón de ropa interior con mirada traviesa y juguetona que la había hecho
sonreír después de todo.
Era agradable tener a alguien con quien poder compartir las cosas. Sintió un
pequeño cosquilleo alrededor de la oreja y rió con sorpresa. Fue seguido por una
carcajada suave y casi sin voz que podía pasar perfectamente por la de su sueño.
“Me haces cosquillas”. La acusó, disfrutando de la sensación a pesar de todo.
“Estuve gritando como una meneida, sí”. Rió Dar. “Nunca me han gustado
los hospitales… y tuve que ir a que me dieran puntos junto con una inyección
contra el tétanos del tamaño de un arpón”.
“Claro”. Replicó Dar con una mueca. “¿Cuánto más de personal podemos
llegar aquí?”. Trazó una línea a lo largo de la garganta de Kerry, haciéndole
cosquillas en la yugular.
“Hija de puta”. Rió Kerry. “Lo sabía… Tan sólo actúas como si hubieras
estado controlando el mundo durante años”. Se detuvo. “¿Cuándo es tu
cumpleaños?”. La coaccionó.
“Ah… nunca le digo a nadie el día que es”. Dar meneó la cabeza.
“¿Por qué?”.
“Por que no”. Los ojos azul pálido brillaron. “No me gustan los
amontonamientos”.
La vida no es justa. Casi contestó Dar, luego suspiró. ¿Después de todo qué
importancia tendría si Kerry lo supiera? Probablemente obtuviera una tarjeta o
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Dar asintió. “Sip… con lo que se puede decir que nunca tuve realmente un
cumpleaños… Porque no tiene sentido en hacer algo por separado, ¿sabes?”. Había
superado el sentirse mal por eso años y años atrás.
¿Verdad?.
“Hmm”. Kerry dibujó otro círculo, luego empezó a dibujar sin sentido sobre
la bronceada piel. “¿Te enfadarías mucho conmigo si te hago una fiesta?”.
Dar se mantuvo quieta por un instante, después le pasó los dedos a Kerry por
el pelo. “Tendría que ser una fiesta realmente pequeña”. Le dijo a su amiga. “Creo
que prefiero celebrar la Navidad”.
Kerry se mantuvo callada. Por ahora. “Vale… bueno… supongo que habrá
que desayunar… creo que aún me quedan tostadas de canela”. Acarició la piel de
Dar.
“Esos”. Kerry le dio con el dedo. “No son”. Otro toque. “Cereales de maíz…
Son cereales azucarados y son tan malos para ti”.
“Sí… pero están tan ricos”. Replicó rauda Dar, pronunciando en exceso la
erre y sonando muy parecida al anuncio. “Y además… los llevo comiendo desde
que era una cría, y ciertamente no han detenido mi crecimiento”. Alargó los brazos
y señaló su alta silueta. “Ahora, tú… por otro lado…”.
Dar le devolvió la sonrisa, acariciándole el brazo. “Yo creo que eres del
tamaño perfecto”.
Movió lentamente las manos a los costados de Kerry, trazando sus curvas.
Kerry suspiró con placer. Definitivamente le gustaba despertarse así.
“No me puedo beber eso, Kerry”. Le informó Dar, masticando una tostada.
“No son de Florida… Las dejamos para los turistas y la exportación.. ¿Por qué te
crees que son tan caras aquí?”.
“No es por la mañana”. Señaló Kerry con ironía. “No es que me queje…
Hacía tiempo que no dormía hasta tarde”.
Dar bebió del zumo y asintió. “Yo también”. Estuvo de acuerdo con cierta
alegría, sintiéndose muy relajada. “¿Por qué no te das una ducha y yo miro a ver si
hay algo de lo que me tenga que ocupar?”. Se reclinó hacia atrás y se estiró,
sintiendo cómo los huesos de los hombros se le colocaban en su sitio.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 502 de 502
Kerry se reclinó sobre ella, disfrutando a más no poder del ajuste de la tela
de algodón sobre el cuerpo de Dar. Sus labios encontraron los de la alta mujer y allí
se quedaron, saboreando la canela de la tostada que se había estado comiendo y la
acidez del zumo de naranja. Antes de darse cuenta, los brazos de Dar la habían
rodeado para sentarla sobre sus piernas y las manos de la mujer rubia se estaban
deslizando insistentemente bajo la suave tela de algodón.
Kerry estuvo muy cerca de decirle que al carajo las obligaciones, luego
suspiró y le devolvió el abrazo a Dar. “Bien, de acuerdo, yo me iba a duchar”. De
forma reluctante se separó del abrazo de Dar y se levantó. “Acabo en un minuto”.
Empezó a alejarse, pero sintió como le retenía por detrás su camiseta. “¿Hmm?”.
Un suspiro. “Menos mal que no pago por el agua caliente, creo”. Kerry le
tendió una mano con una sonrisa.
***
Era una tienda de mascotas (Petsmarts, que debe ser algo más serio que
cualquier pajarería). Dar miró a su alrededor aprobadoramente. Le gustaban las
tiendas de mascotas porque no eran centros de venta de cachorros simplemente
sino que tenían centros de adopción y tenían cincuenta y dos colores diferentes de
collares para perros.
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No sabía porqué eso era importante, excepto que odiaba pensar que la
estaban forzando a algo y esa enorme variedad te aseguraba que podías coger el
que quisieras. También dejaban entrar a la gente con sus mascotas y era interesante
ver que en general la gente adquiría razas de perro que se les parecían.
Vio a Kerry acercarse a la zona de los acuarios mientras una mujer con un
sabueso Afgano le pasaba por al lado, el nervioso coqueteo del perro coincidía con
la de su ama a la perfección. Tras ella venía un hombre con un cigarro sin encender
y un bulldog sin cuello caminando a su lado.
Kerry iba de un lado a otro, mirando entre las peceras tratando de decidir
cuales comprar. “¿Tiene besucones?”. Le preguntó al paciente chico del chaleco
rojo que sostenía un pequeño recipiente lleno de agua y una redecilla.
“Claro… por aquí”. Señaló dos grandes peceras a su derecha. “Ahí hay
algunos muy grandes”.
“Mm”. Kerry examinó los peces. “Vale… vale… ese de ahí”. Señaló,
entonces se dio cuenta que Dar estaba a su espalda. “Es bonito, ¿verdad?”.
“Son más fáciles de cuidar”. Ofreció Dar. “Los Goldfish son bonitos
también”.
La mujer rubia le dedicó una mirada, después alzó la vista. “Oh… ey…
peces siameses de pelea”. Parpadeó respetuosa ante las coloridas y solitarias
criaturas cada una en su propio recipiente. Se le ocurrió una idea. “Dar, deberías
tener uno de estos”.
“Piensa en ello como… una… um… una estrategia de negocios… Puedes tenerlos
en tu escritorio”.
“Vamos…”. Kerry vio una pecera doble. “Oh… no, ésta…”. La sacó. Era
una pecera ingeniosa, con tubos interconectados que permitían a sus respectivos
habitantes verse pero no tocarse. “Mira… puedes comprar dos… creo que será
bueno para ti, Dar… algo bueno y relajante a lo que mirar en tu escritorio”.
La mujer alta se giro hacia el vendedor que las estaba observando. “¿Comen
carne humana?”.
Al chico se le salieron los ojos de las órbitas. “Uh… yo… comen… uh…
gambas de mar, señora, pero supongo… quiero decir, si se lo da en pequeñas
porciones…”. Tragó. “Como si lo tritura o algo así”.
Dar quería ladrar una negación, realmente quería hacerlo. No tenía tiempo
para los peces, o mascotas, o… Los ojos verdes que la miraban parpadearon
implorantes. No… los peces no tenían lugar en su vida… nada parecido… Kerry
ladeó ligeramente la cabeza, y puso una esperanzada sonrisa en su rostro.
“¿Qué es tan divertido?”. Kerry estaba ocupada escogiendo dos de los más
grandes y bonitos peces de lucha que podía encontrar.
“Oh… nada”. Dar se frotó la barbilla con la mano. “¿Te apetece comer
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“Nuse”. Dar rió suavemente para sí misma. “¿Qué tal unas hamburguesas?”.
“Mm… vale…”. Accedió la mujer rubia. “¿Has cogido algo de gambas para
tus peces?”.
“¿Monos marinos?”. Saltó Kerry. “¿Esos pequeños bichillos tan monos que
tienen familias y hacen truquillos?”. Agarró el bote. “Dar, ¡¡no puedes darle de
comer a tus peces Monos Marinos!!”.
“Ya está”. Kerry golpeó el mostrador con una mano. “Me largo de aquí”.
Alzó la mirada con expectación. “¿Cuánto es?”.
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“Ya he pagado yo”. Dijo suavemente Dar. “Tú estabas muy ocupada
gritando”.
***
Dar evitó a duras penas rodear a la pequeña mujer de forma amistosa. Jesús,
Dar… se regañó a sí misma. ¿Que demonios le ha pasado a la persona de ‘no me
gusta que me toquen’ que solías ser? ¿Todo lo que se necesita es una rubia de 1’64
cm con bonitos ojos para convertirte en una enorme y goteante masa de gelatina?
“Sí”. Comentó simplemente.
Tenía tanto que hacer en casa, reflexionó Dar. Listas de trabajo y proyectos
de los que tenía que encargarse… Sin embargo, podía ver la esperanza mal
escondida en los ojos de Kerry y sonrió en su interior. “Me encantará… pero he de
conectarme y hacerme cargo de algunas cosillas”.
Kerry sonrió, alegre. “El ordenador es todo tuyo… Pondré los peces en su
sitio”. Hizo señas hacia su escritorio y lo pasó andando para dejar los paquetes en
la mesa del comedor. “Oye, alquilé una copia de la película de Expediente X,
podemos verla después”.
Kerry terminó de poner las bolsas con los peces en la pecera sin abrirlas,
permitiendo que se estabilizase la temperatura, luego se acercó al escritorio y miró
el monitor del ordenador. “¿Qué va mal?”.
“La maldita línea aérea intentó activar sus servidores impresos… y colgó
uno…”. Suspiró Dar. “Toda la impresión doméstica se les ha colgado…”.
“Sí…”.
“Claro…”.
“Um….”.
“Me hago una idea, Dar”. Kerry le palmeó el hombro. “¿Qué es lo que hacen
si todo eso está colgado?”.
Dar colgó y marcó de nuevo. “¿Isis?. Aquí Dar Roberts. Creo que tenéis un
pequeño problema”.
Dar rió y después se giró hacia su compañera. “Muy buena idea Kerry,
gracias”. La miró cariñosamente. “El público viajero te lo agradece”.
Kerry sonrió. “Ey, lo hago lo mejor que puedo”. Le dio a Dar un abrazo
rápido y después volvió a la tarea de los peces, preparando la pecera de Dar
mientras su jefa seguía comprobando el correo. Los peces de pelea estaban
nadando dentro de sus pequeñas bolsas de plástico, mirándola con suspicacia y les
saludó mientras limpiaba la pecera y la llenaba con agua fresca. “¿Crees que esta
cosa dejará bien el agua?”. Alzó el bote de bacterias que habían comprado.
Kerry alzó la mirada con sorpresa. “Oh… olvidé que pediste eso… um… sí,
lo sabía… Él lo sintió realmente… pero nunca supe porqué. Tan solo le decía a la
gente que le habían tendido una trampa”. Tapó la pecera de Dar y le sonrió a los
peces. “Ahí vais…”.
Dar.
Dar había cortado la conexión y ahora estaba agarrando a Kerry por los
hombros. “De acuerdo… tómatelo con calma. Me esconderé ahí tras la puerta y tú
sólo has de dejarle entrar y pretender que no sucedió nada anoche”.
Kerry tomó aliento. “Creo que puedo hacerlo”. Asintió. “Probablemente esté
aquí para tomar notas y contarlo en casa”.
La mujer rubia la besó levemente. “Mi héroe”. Dijo, con queda insistencia.
“Vale. Escóndete y déjame abrirle al cabeza de chorlito éste”. La presencia de Dar
le daba coraje y vio como su compañera se escondía tras la puerta del baño
mientras ella llegaba a la puerta principal, inspirando profundamente antes de
abrirla.
“Claro”. Kerry se echó hacia atrás y le observó al entrar, oliendo una oleada
de su distintiva colonia al pasar. Iba vestido con una chaqueta de sport y
pantalones, impecables como siempre. “¿Qué te trae a Miami?”.
“Pensé en parar y ver cómo te iba”. Ahora sus ojos reposaron en ella. “Te ves
bien… Sin embargo has ganado algo de peso, ¿verdad?”. Otra sonrisa. “Tu madre
estará devastada”.
Divertido, pensó Kerry. Ni un sonido produjo Dar, pero podía afirmar que
sentía el rechinar de los dientes de la alta mujer. Los suyos rechinaban. “Bueno,
supongo que tendrá que acostumbrarse… Me marcho el miércoles”.
“Oh sí… Oí que le dijiste que estabas pensando en quedarte…”. Kyle volvió
a mirar a su alrededor. “Bonito piso… No puedo decir que te culpo….”. La miró de
nuevo. “Ahora, sabes que eso no va a pasar, ¿verdad?”. Su voz era amistosa y
dulce. “Es hora que vuelvas a casa y asientes la cabeza Kerry. Han planeado la
boda para Abril”.
Kerry le miró de forma directa. “Ése es un asunto entre mis padres y yo,
Kyle”. Sentenció suavemente. “Así que supongo que hablaré con ellos sobre el
tema la semana que viene”.
Kerry tragó, sintiendo una vida de concesiones frente a ella como una manta.
“Espero que no, pero como ya he dicho, es algo entre ellos y yo”. De forma
deliberada se quedó sentada con los brazos cruzados sobre el pecho. Los ojos de él
taladraron los suyos y Kerry supo que si Dar no hubiera estado allí, ella estaría
metida en serios problemas.
Kerry miró hacia arriba más allá de sus ojos y se encontró mirando a un par
de azules bloques de hielo rodeados de un rostro furioso tan cerca de Kyle que era
un milagro que él no la escuchara respirar. “Kyle… vete a casa”. Dijo quedamente.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 513 de 513
“Sabe… Mi padre tenía un nombre para gente como usted”. Contestó Dar en
un tono de voz casual. “Pero probablemente no querrá escuchar cuál era”. Le
dedicó una mirada distraída, obviamente nada intimidada por su amenaza.
“No… Soy mucho más que eso”. Respondió Dar con una sonrisa. “Soy su
jefa”. Le tendió su tarjeta. “Tome… Asegurése de que deletrea bien el nombre”. Se
acercó un paso hacia él. “Ahora ¿ha terminado de amenazar, zarandear e insultar a
mi empleada?”.
Kyle le dio una ojeada a la tarjeta y después a su rostro. “Tenga cuidado,
Srta. Roberts… Éste es un asunto familiar y no es bienvenida en él”.
Ojos azules como el hielo le miraron sin vacilar. “Tenga cuidado, Sr.
Lewis… Se sorprendería de ver los asuntos en los que elijo interesarme”. Replicó
Dar de forma muy suave. “O lo que sucede cuando lo hago”.
se giró, caminando hacia la puerta para abrirla de golpe, salir y dar un portazo.
Kerry se reclinó sobre ella. “Sí”. Suspiró. “Ciertamente lo es… Este fin de
semana que viene no va a ser nada agradable”. Brevemente contempló la idea de
no ir y se sorprendió al descubrir lo tentadora que era. “Preferiría estar aquí,
comiendo bocadillos de pavo y viendo el maratón que van a poner en el cable”.
La mujer bajita la rodeó con los brazos. “No te imaginas lo tentador que es,
pero tengo que ir, tengo que acabar con esto”. Suspiró. “Y decirles que no iré a
casa por Navidad”.
Kerry la miró a los ojos. “Lo sé”. Murmuró, encantada. “Eso… ayuda… No
le hubiera podido contestar así de otra manera”.
Dar miró sobre su hombro sin mirar a nada realmente, su mente pensando en
estrategias. “Quizás sea el momento de que alguien las meta en sus asuntos un
poquito”. Comentó. “Vamos… causemos algún problema”. Guió a Kerry hacia el
escritorio y se sentó. “¿Tiene una línea aérea preferida?”.
Décimotercera parte
¿Volver a que, Dar? ¿Seguir jugueteando? Torció los labios. Sí. Mucho más
interesante que decirle a José que tiene que volver a la plantilla de diseño con
respecto a dos cuentas y que escribir una respuesta oficial a la querella en su contra
por parte de Peter.
“¿Pasa algo malo?”. Apareció Kerry, apoyando una mano sobre su hombro.
Su mano estaba recubierta por una manopla de suave algodón y tenía una cuchara
de palo cuyo olor la distraía fácilmente. Dar la lamió de inmediato, e hizo una
mueca ante el salto de sorpresa de la pequeña mujer. “¡Dar!, ¡estate quieta!”.
“Mm… Sea lo que sea sabe genial”. Replicó la mujer oscura. “Esto… Peter
a rellenado una queja formal contra mi conducta y la tengo que contestar… Intento
encontrar una forma políticamente correcta de decirle que me puede morder (es
‘bite me’ que yo traduciría como que me la chupe, pero como que no es plan
¿verdad?) y no hacer que Mariana se tire de los pelos”.
A Dar se le iluminaron los ojos. “Hace mucho que no comía eso”. Sentenció.
“Normalmente no lo pido en los restaurantes… En general las albóndigas saben a
carne enlatada”.
Kerry asintió en acuerdo. “Sí… ey, oye… por qué no dices que te pidieron
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 517 de 517
“Hmm”. Exhaló Kerry. “De acuerdo… puedes decir que tenías experiencia
previa con el contrato y el cliente se sentía más cómodo trabajando contigo”.
Una leve sonrisa curvó los labios de Dar. “Eres muy buena con estos temas”.
La mujer morena rió. “Me hubiera encantado verte allí… Nada me gusta
más que un buen debate”.
Kerry se sonrojó levemente y sonrió. “El debate que gané fue el que vino mi
padre a ver… Era uno de los importantes y él se lo pasó tan bien haciendo gala de
ser quien era con el público”. Parecía un poco un triste. “Me sentí bien al ganarlo”.
“No”.
Kerry se sentó, la silla aún caliente por el cuerpo de Dar y alzó la mirada.
“Trata de no comértelo todo, ¿vale?”. Bromeó, obteniendo una brillante sonrisa
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 518 de 518
¿Y entonces que? Dar exhaló. A pesar de todo, sospechaba que Kerry aún
quería a sus padres, su familia… Hacer algo que dañara a su padre la dañaría a ella
también y aunque Dar tenía unas ganas inmensas de apalear al tipo por lo que
consideraba una asquerosa persecución de su amiga ¿realmente eso serviría como
objetivo?”.
Pero lo hacía.
Se sentía tan a gusto con Kerry, eso es lo que era, decidió. Su usual cautela
con la gente parecía evaporarse alrededor de la mujer rubia y se encontró
sobrenadando en la calidez de una amistad verdadera por primera vez desde hacía
mucho tiempo. No había sospechado que lo extrañara tanto como ahora
aparentemente, y ahora algo amenazaba ese sentimiento.
No respondía bien a las amenazas. La hacían hacer cosas locas como rogar a
Kerry que no fuese a casa. O que fuese a casa con ella. Oh sí. Se rió de forma
incómoda ante sí misma. Eso ganaría un concurso de popularidad… que
simplemente te presentaras en la casa de sus padres. Veamos… um… ‘Hola… la
empresa está poniendo en marcha un nuevo programa: los supervisores deben
visitar a todos sus empleados al menos una vez en las vacaciones y estoy
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 519 de 519
Sí.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera escuchó como Kerry
la llamaba por su nombre hasta que una cálida mano le tocó la espalda y pegó un
brinco. “Qu… oh… perdona”. Se separó de la cocina y le devolvió la cuchara a
Kerry. “Toma… sólo estaba… um…”.
“Sí, sólo estaba pensando, eso es todo”. Rió Dar. “¿Acabaste con eso?”.
Estaba ligeramente avergonzada de que la hubiera pillado soñando despierta.
“Yo… um… me encargaré de eso otro”.
Dar asintió.
“Pregunta tonta, supongo… Tengo algunas de esas barras de pan en el
congelador, las calentaré también”.
La mujer alta rió por lo bajo. “Te gusta hacer esto, ¿no es cierto?”.
Eso le consiguió una gran sonrisa. “Lo sé… Me di cuenta que tu cocina no
recibe mucho uso”. Bromeó suavemente. “Tengo pesadillas pensando en ti allí con
tus Egg McMuffins y tu chocolate con leche”.
Dar rió como acto reflejo. “Nah… Te confundes de lleno”. Movió de lado a
lado la cabeza solemnemente. “Son croasanes o nada”.
Dar cedió a las insidiosas ganas y la abrazó. “Nah…”. La soltó y dio un paso
atrás, luego sonrió. “Déjame ir a ver eso”. Se giró y salió de la cocina.
Mitad de su ser estaba cagada de miedo. La otra mitad, la que era extraña,
nueva y alienígena del espacio exterior, quería arrodillarse y rendirle devoción
eterna a esta pobre mujer que casi no conocía. “Soy un poco mayor para esta
porquería emocional, ¿no?”. Murmuró secamente para sí misma. “No me he
sentido así desde que tenía doce años y me enamoré por primera vez”.
Kerry dudó y después sonrió. “Bueno… tengo un plato muy grande… Pensé
que sería divertido si simplemente lo usara y lo compartiéramos… Tiene patitas…
podemos llevarlo al sofá y ver la película”.
“¿La qu…”. Alzó las rubias cejas en desconcierto, para después bajarlas de
nuevo. “Ah… ah… ¿te refieres con los espaguetis?”. Los ojos de Kerry brillaron.
“Bueno… claro… podemos probar”. Rió. “Vamos”.
“Yo también”. Coincidió Dar con una risotada mientras se echaba de nuevo
contra el sofá con el cuerpo de Kerry acurrucado a su lado mientras miraban la
tele. “Dios, estoy llena… Estuvo muy bueno”.
Kerry se estiró contra ella y suspiró. “Yo también… y gracias… Esa receta
realmente salió buena”. Alzó la mirada, luego rió y estiró la mano para limpiar un
poquito de salsa de la cara de su compañera. “Excepto que los espaguetis fueron
pringosos”.
“Mm… ¿así que, cual es el secreto de las albóndigas?”. Preguntó Dar. “Eran
tan ligeras… ¿les pusiste plumas?”. Le dio un apretón a la pequeña mujer, después
volvió a rodear la cintura de Kerry con los brazos.
Eso es una novedad. “¿Sí, madre?”. Separó el teléfono de forma que Dar
pudiera escuchar, no mucho ya que la alta mujer estaba prácticamente enrollada a
ella.
¿Encariñado? Kerry miró hacia los fuertes brazos que la acunaban. “Bueno,
sí madre… podría decirse eso… y estoy envuelta en algo realmente interesante en
este momento”.
¿En serio? No ha llamado ni una vez desde Agosto. “Estoy segura de ello,
madre”. Replicó.
“Oh… bueno, nosotros estamos viendo Guerra y Paz”. Un suspiro. “Le gusta
tanto a tu padre”.
“Ya lo creo que le gusta”. Consiguió contestar Kerry. “Yo estoy viendo
Expediente X”.
“Iiih. Que mala suerte”. Entonó Kerry con sinceridad. “Sólo vuelos
interconectados, ¿eh?”.
“Oh… sí, fue maravilloso”. Replicó de forma suave Kerry. “Incluso conoció
a mi jefa”.
“¿De verdad?”.
“Um hm… Ella estaba aquí trabajando conmigo en un proyecto, le dio su
tarjeta… Asegúrate que papi la recibe, ¿vale?”.
“Oh… vaya, por supuesto…”. Una pausa. “¿Eso es normal cariño? Pensé
que trabajabas en una oficina”.
“Lo hago”. Contestó Kerry. “Pero tenía este asunto extra en marcha… y Dar
se toma un…”. Miró fugazmente al moreno rostro que la observaba por encima de
su hombro. “Interés muy personal con las cosas”.
Una risa grave y sexy hizo que tuviera escalofríos a lo largo de la espalda.
“Y tanto”. Capturó un sabroso lóbulo y lo mordió suavemente. “¿Fue eso una
disculpa de tu madre?”.
Kerry rodeó con los brazos a Dar y suspiró. “Me da dolor de estómago de
tan sólo pensarlo”. Admitió. “Desearía poder meterte en mi maleta y llevarte
conmigo… Van a ser los cinco días más largos de toda mi vida”. Pensó de nuevo
en la idea de no ir… y en cambio, pasar las vacaciones con Dar. Oh chico. Es como
si un pequeño cachorro hubiese comenzado a agitar la cola en su interior y ella
tenía que detenerle. “Es como ver un accidente de tren a cámara lenta”.
Dar contuvo un deseo casi envolvente de proteger a su amante del mal genio
y las disputas en las que sabía se iba a meter. “Yo también desearía que pudieras
hacerlo”. Añadió do forma débil. “Me encantaría verles las caras cuando saliera de
ellas”.
Kerry comenzó a reír. “Jesús… menuda imagen”. Hizo una pausa. “Vaya…
¿cuéntame sobre este sitio al que vas a ir?”.
“Mm…”. Suspiró Kerry. “Creo que tú te lo vas a pasar mucho mejor que
yo…”.
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***
“¿Dar?”.
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Dar dejó caer la barbilla sobre una de sus manos. “Eso creo”. Estuvo de
acuerdo. “Um… tengo una reunión con el comité ejecutivo después del almuerzo
hoy… ¿hay algo pendiente a lo que tenga que echar un vistazo antes de eso?”.
“*Sí*”. María le acercó el otro sobre que había traído. “Los planos del
nuevo edificio”. Le dijo. “Tienes la primera reunión la semana que viene”.
María hizo rodar los ojos. “*Dios mío*… ¿han de ser siempre juegos?”.
batalla real en el diseño”. Miró secamente a los peces. “Quizá debiera haberlos
llamado Dar y José… ¿qué te parece?”.
La mujer de pelo negro se echó para atrás e hizo un gesto con la cara. “No…
gracias…. Tengo el estómago un poco revuelto hoy… Algo que tomé anoche tal
vez”. Avisó a su secretaria. Cierto. Casi no había sido capaz ni de beberse una taza
de café desde por la mañana e incluso pensarlo le revolvía el estómago. Tragó
fuerte para evitar la sensación y suspiró. Había sido una semana dura, mucho más
aún porque casi no había visto a Kerry, la cual había estado ocupada haciendo sus
maletas. El lunes por la noche ella había estado retenida en una reunión hasta
pasadas las once de la noche, y anoche tuvo que forzarse a ir a una cena de
negocios para trabajar con el nuevo cliente de José.
Así que esa mañana se había presentado un poco antes para recoger a Kerry.
Bueno, vale, bastante antes… y había sido recompensada con ver cómo ojos verdes
y adormilados brillaban perfectiblemente cuando la habían reconocido. Kerry la
había llevado de vuelta a la habitación y pasaron una hora acurrucadas antes de que
el amanecer las despertara de nuevo con tiempo para llegar al aeropuerto.
Dar suspiró y después miró a María. “Quizás baje y coja un refresco o algo”.
Se levantó y estiró, después se pasó la chaqueta por los hombros y se dirigió a la
puerta.
En el ascensor se encontró con Duks que también iba hacia abajo. “Buenos
días”. Dijo ella, reclinándose contra la pared del ascensor. “¿Preparado para la
reunión de esta tarde?”.
“No me preguntes eso”. Duks se frotó los ojos. “He estado con las finanzas
estos dos últimos días… Tengo tal dolor de cabeza, que no te lo puedo decir”. Se
quejó apesadumbrado. “¿Y tú que tal?. Van a ir a por ti por esas adiciones de
servicios, ya lo sabes”. Él estudió el rostro de Dar, notando que las líneas tensas y
esas ligeras sombras que solían caracterizarla habían disminuido, reemplazadas por
una expresión bastante más relajada. “Déjame adivinar… Tienes todas las
respuestas preparadas de antemano”.
piso de abajo. “¿Vas a la cafetería?”. Preguntó. “Te invito a un café… ¿te hace?”.
La mujer de pelo negro le dijo que no con la mano. “Debo haber pillado un
virus o algo… Me molesta el estómago”. Dejó sobre la mesa la lata de refresco,
entonces asintió hacia la humeante taza de Duks y le pasó un billete al cajero.
Llevaron sus bebidas hacia una mesa que hacía esquina, lejos de la bulliciosa y
temprana gente que iba a almorzar. Dar sentía como la seguían con los ojos y vio el
velado interés. Se preguntó vagamente qué lista de rumores estarían en esos
momentos haciendo la ronda.
“Bueno”. Dar tuvo que sonreír. “Es bienvenida a intentarlo… pero um… “.
Movió la mano de un lado a otro. “Creo que tengo asegurada su prioridad de
lealtades”.
Él se reclinó hacia delante, bajando la voz. “Dar… por favor créeme cuando
te digo que estoy tan… tan… contento por ti”. Vio como ella miraba alrededor de
la habitación, incómoda. “Realmente me gusta… Creo que esta vez elegiste a una
buena”. Orbes azul pálido se quedaron fijos en él intensamente. “Buena elección”.
Guiñó él.
“Muy bien hasta que abrieron la puerta”. Contestó Kerry con un suspiro. “Te
llamo luego”.
Dar cerró los ojos y de forma consciente bloqueó lo que la rodeaba. “Yo
también te quiero”. Pronunció claro e intencionadamente. “Si necesitas algo me
llamas, ¿vale?”.
Dar plegó el teléfono y abrió los ojos, agradecida que Duks había
encontrado algo desesperadamente interesante en su taza de café y le dio un
momento para recomponerse antes de alzar la mirada.
mismo”.
***
Kerry dejó que el recuerdo de la voz de Dar la rodease como una cómoda
chaqueta. Una con plumas de ganso que hicieran resbalar las palabras. “Sí, he
engordado… Ggracias… Me siento genial”. Contestó. “¿Estamos listas?”.
Kerry movió ligeramente los hombros. “Sí, tiene forro interior…”. Abrió un
pliegue mientras caminaban, sabiendo que eso distraería a su madre. “Tenemos
algún día fresco de vez en vez en Miami… Puedo sacar el forro para eso”. El cuero
color chocolate y suave al tacto olía estupendamente y si se concentraba , podía
captar una ráfaga de un familiar aroma.
Dar la había mirado de forma cuestionadora cuando le pidió que se pusiera
el abrigo… Las mangas llegándole tan sólo a media altura de los largos brazos de
su amiga y la tela estaba tensa alrededor de los anchos hombros. Pero se la había
puesto y después se la había devuelto, mirando aturdida a Kerry cuando ésta
hundió la nariz en ella y rompió en una sonrisa.
Noviembre.
El anillo era antiguo y delicado y estaba decorado con una filigrana apenas
visible alrededor. Era un diseño muy simple, el perfil de una cabeza de ave sobre
un fondo negro, pero siempre le había encantado. “Tan sólo tenlo hasta que vuelva,
¿de acuerdo?”. Le preguntó a Dar.
Largos dedos se habían cerrado lentamente sobre él. “De acuerdo”. Y Dar
entendió lo que Kerry intentaba decirle dándole algo tan importante para guardar.
“¿Kerry?”.
“Quizás sólo me haya echo mayor, madre”. Contestó Kerry con tono suave.
“Tengo veintisiete, creo que tengo derecho a opinar sobre mi vida”.
“Es todo una pregunta sobre lo que mejor te conviene, Kerry… ¿Por qué no
puedes verlo?”. La voz de su madre sonó triste. “Estas ahí en ese sitio tan
peligroso, sin nadie de la familia… ¿qué si te pasara algo?”.
“Los amigos no son la familia, Kerry… lo sabes… ¿y qué pasa con Brian?”.
“Dame una buena razón para que ninguno de los dos pueda casarse”. Siguió
diciendo su madre. “Es ridículo”.
Podría decirle la verdad. Musitó Kerry. ‘Bueno, madre… Aquí hay una
buena razón… Soy gay y estoy locamente enamorada de mi jefa, que es mucho
más atractiva que Brian. Sin mencionar que besa jodidamente mejor que él’. Miró
a su madre a la cara y decidió que provocarle un ataque al corazón no era una
buena idea en estos momentos… “Madre… hablemos de esto después… ¿de
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acuerdo?”.
Las manos de la mujer mayor estaban temblando. “Me dejas muy triste”.
Estaba, decidió Dar, muy silencioso. Cerró tras ella la puerta de su condo y
se encaminó hacia la sala de estar, dejando su bolsa de deportes sobre sofá
mientras exhalaba profundamente. Estaba cansada, tras haber pasado las últimas
tres horas en el gimnasio, enseñando a la clase de iniciados como había prometido
y después haber estado dos horas practicando con John, dándole a su cuerpo un
entrenamiento que era probablemente un poco más para la forma física que tenía
en esos momentos.
Eso la había hecho sentir malditamente bien… dado que el hombre era cinco
años más joven que ella y estaba en mejor forma sobre todo. Una leve sonrisa le
curvó los labios. Casi había olvidado cuánto le gustaba ese sentimiento. Cuánto le
gustaba la competición física y la satisfactoria salida de la agresividad interior que
la dejaba mucho más relajada.
“Es el día antes de Día de Acción de Gracias… ¿qué demonios puede ser
urgente?”. Preguntó seca Dar, mientras metía la taza en el microondas y lo
encendía. “Muestra”.
Hola.
Dar –
“Hola Les”.
meisner@disney.com”.
“Listo”.
“Sr. Eisner,
Antes que nada, feliz Día de Acción de Gracias para usted y su familia. Tuve
el placer de estar en la propiedad de Orlando durante una reunión de negocios no
hace mucho y quería felicitarle por la calidad de su producto, y decirle cuánto
disfruté de mi estancia allí.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 538 de 538
Una cosa que me preocupa es el sistema de foto imagen que parece estar
usando en sus cámaras de vigilancia. Como puede ver por los ejemplos adjuntos,
la nieve es claramente visible y el sistema de enfoque automático parece estar
desviado varios grados. Ya que producimos un sistema de dirigir y controlar esas
cámaras, quisiera una oportunidad para proponer una adquisición y
reemplazamiento del sistema en su beneficio.
Gracias por su tiempo y asegúrese de darle una palabra de agradecimiento
a su excelente directora del lugar, Michelle Graver, que fue lo suficientemente
amable al llamar mi atención sobre estas fotos.
Saludos cordiales,
Dar Roberts.
Dar rió.
Dar rió. “Ése era su plan, sí… Primero allí, después el otro día vino de
visita”.
Una mano. “Whoa… whoa… con calma, tigre”. Protestó Les. “Tú eres
quien siempre fanfarronea de eso, dama… No salió de mí sino recuerdo mal”.
Les rió de forma seca. “Voto por lo segundo, ahí… Te has vuelto muy lista
estos últimos años… y francamente, Dar, si la mujer no es suficientemente
inteligente para ganarte sin meterte en su cama… entonces, al demonio con ella…
No va a ser capaz de superarte en la sala de reuniones tampoco”.
Dar se relajó un poco. “Lo siento… Ha sido un día muy largo. Acabo de
llegar a casa y me he encontrado con eso”. Ofreció una obligada disculpa.
“Mm”. Les entrelazó las manos sobre el escritorio. “Bueno, tan sólo quería
hacerte saber que no te preocuparas por el asunto… He mandado una respuesta,
preguntando porqué fotos de dos turistas serían tema de preocupación… Y que
estabas bajo mis órdenes el que te tomases tiempo libre allí, así que ¿cuál es el
problema?”. Hizo una pausa. “Tan sólo de forma más suave”.
“No hay problema, Dar… Eres una empleada valiosa y aunque no lo diga a
menudo, aprecio todo lo que haces por mí, lo sabes ¿verdad?”.
“Bonita chica”.
“Oh… oh, cierto. Kerry. Sí”. Dar agitó la mano ante él. “Está bien…
demasiado agradable a veces, pero… es nueva”.
Les asintió. “Tú cambiarás eso”. Le guiñó un ojo. “Bueno, feliz Día de
Acción de Gracias, Dar… ¿Te quedarás en la ciudad?”.
***
Los ojos de Kerry parpadearon en sorpresa sin esperar eso. “¿Lo crees?”.
“Dios mío, sí… “. Sonrió Arlene. “Creo que se refería… estás entrenando,
¿no? ¿Y mira ese moreno?”.
“¿En serio? Por lo que decía papá, pensé que sería duro trabajar para ella”.
Comentó su hermana. “Sin embargo, me alegro que te guste”. Se acercó más y bajó
el tono de voz. “Así que… encontraste a alguien, ¿no?”.
“Bu”. Ángela se tuvo que reír ante la expresión de su cara. “Cierra la boca,
hermanita, atraerás a las moscas”. Apretó las manos de Kerry. “Escucha, debí
hablar de esto contigo antes… Sólo estaba… no sé, quizás sea toda esa
doctrinación en la que crecimos”.
Kerry alzó una mano y se frotó la sien, sintiendo una mezcla de alivio y
estupor. “Yo…”.
“Ey… tómatelo con calma”. Ángela le puso un brazo sobre los hombros.
“Tan sólo porque vivo con un estereotipo no quiere decir que no tenga un cerebro,
hermanita”.
“Lo sé… yo…”. Kerry rió débilmente. “Tan sólo estaba esperando otra
reacción”.
Ángela suspiró. “Lo sé… pero Jack se compró este ordenador el año
pasado… ¿y ya sabes que nunca está en casa? Bueno, me propuse navegar por la
red… Realmente ha cambiado muchas cosas que solía pensar antes”.
Ángela tomó con ganas el sobre y lo abrió, mirando las fotos del interior.
Tras un momento, alzó la vista hacia su hermana. “Jesús… Es preciosa”.
Kerry sintió como le aparecía en los labios una gran sonrisa. Tomó de nuevo
su sitio en la cama y miró sobre el hombro de Arlene. “Ésa me gusta”. Era una
buena toma de Dar en el barco, reclinada sobre la parte frontal de la cabina en la
proa, una rodilla alzada, la luz del sol brillando sobre las gotas de agua de mar que
rodaban por su cuerpo. El bañador dejaba muy poco a la imaginación y cuando
dejabas de mirarlo, te encontrabas con su rostro y esos brillantes ojos azules.
“Oh, guau”. Ángela la pasó y vio la siguiente, una foto de la vista desde el
condo. “¿Dónde es esto?”.
Kerry asintió. “Sí… sé que parece raro pero nos prendamos casi desde el
primer momento… Quiero decir, era una gran oportunidad y todo eso el ser su
ayudante y al principio yo… pensé que sólo era yo, ya sabes… un tonto
enamoramiento”.
Kerry tomó la foto que estaba mirando, una en la que de hecho había
conseguido que Dar sonriera para la cámara. Devolvió la sonrisa en acto reflejo.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 544 de 544
“Es serio”.
Kerry le devolvió el abrazo. “Lo mismo digo… escuché que seré tía de
nuevo”.
Entraron en el comedor lado a lado, Kerry alzándose las mangas del jersey y
Angela pasándose los dedos por su rizado cabello marrón. Richard ya estaba allí
sentado junto a su padre y Kerry tuvo la oportunidad de observarlos antes de que la
vieran.
Su padre alzó la vista y las vio, fijando sus ojos en ella mientras se reclinaba
en la silla.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 545 de 545
Kerry recordó la imagen que tenía en su mente de Dar, entrando en esa hostil
habitación en Orlando y elevó la barbilla un poco al cruzar el parquet y sentarse en
una de las aún libres sillas de la mesa. “Hola Richard”. Dijo de forma queda,
mientras su hermana se sentaba en la silla siguiente. “Papá”.
“No sabía que hubiera una base allí…”. Comentó su padre. “Te ves…
saludable… Kerrison”.
Nada como ir directo al grano y antes de que sirvan la sopa ¿eh? Kerry
suspiró internamente. “Claro… trabajamos muy juntas en cosas… y ya sabes, a
pesar de todas las historias que oí de ella, realmente me gusta Dar”.
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“Así que… ¿qué tal los Lions?”. Preguntó Richard, con forzada alegría.
“Menudo partido el del otro día, ¿eh?”.
Cindy Stuart alzó la vista. “La sopa está un poco sosa, Elena, al Senador le
gusta con más pimienta”.
Kerry cruzó la mirada con la cocinera y le sonrió. “Yo creo que está
buenísima… extrañé tu comida, Elena”.
Kerry tomó una barrita de pan de la panera cubierta con una servilleta y lo
partió en dos, disfrutando del rico y cálido aroma e ignorando la mirada
escandalizada de su madre mientras lo recubría alegremente de mantequilla. “Papá,
¿sabías que mi antigua cuenta está manteniendo los ordenadores IRS?”.
Kerry tomó un bocado del pan y lo masticó. “Mmhm… Ésa enorme página
en internet que usan para que la gente adquiera formularios e información”.
“Qué… ¿quieres decir que hacen sus propios impuestos?”. Rió Richard. “Yo
no he podido hacerlo desde que dejé la Universidad”.
Imagínate. Kerry se refrenó las ganas de voltear los ojos. “Yo rellené el mío
electrónicamente… Tan sólo fui a la página de transmisiones, rellené unos cuantos
formularios y clic. Se fue”. Tomó otro bocado del pan y una cucharada de la sopa
de patata. “Y mi reembolso se deposita de forma automática”.
Kerry le devolvió la sonrisa. “Dejo que mi 401K lo haga por mí, gracias…
Tenemos una compañía que se encarga de eso y las acciones de bolsa… y las
fuentes gananciales”. Masticó el pan y tragó. “Yo tan sólo hago mí trabajo y ellos
se encargan del resto”.
El Senador Stuart la miró. “¿Cómo demonios voy a saber eso? Toda esa
charlatanería que soltáis como basura… Lo único que sé es que pedimos cosas
sencillas y nos dicen que no van a suceder y nadie me dice eso a mí”. Dio una
palmada en la mesa. “En especial ninguna maldita mujer bocona”. Se hizo de
nuevo un incómodo silencio mientras Kerry se resistía a morder el anzuelo.
Su marido levantó la vista sin mirar. “¿Huh?. Oh… oh… claro, cariño… que
te diviertas”. Le dio palmaditas en la rodilla de forma condescendiente. “Sé que
toda esta charla debe estar aburriéndote”.
Kerry se levantó y sacó su abrigo del armario, tocando el bolsillo del mismo
para asegurarse que llevaba el móvil. Después agarró el abrigo de su hermana de la
percha y se lo tendió a Angela cuando la alcanzó en la puerta. “Gracias”. Murmuró.
“No hay problema… Esa basura me aburre hasta a mí”. Replicó suavemente
su hermana. “Oh… no es que no crea que los derechos sobre los límites de la zona
de pesca no sean importantes, lo son… pero he escuchado esta discusión seis veces
ya… Richard tiene algo de dinero invertido en el futuro de la pesca y cree que
puede influenciar a papi para que vote por la idea”.
Su hermana rió por lo bajo. “¿Hiciste eso tan sólo para fastidiar a mamá?”.
Preguntó. “Pensé que le iba a dar un infarto, viéndote comer de esa manera”.
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Eso hizo soltar una risotada de sorpresa a Kerry. “No… en realidad no…
simplemente tenía hambre. No comimos nada en el avión excepto cacahuetes y
estaba muy nerviosa para comer esta mañana”. De hecho, pensó, cambió el
desayuno por acurrucarse con Dar y no se arrepentía. “Tenía que haberlo pensado,
pensado en mamá, quiero decir, pero…”. Suspiró. “Supongo que he perdido el
hábito de negarme las cosas el mes pasado”. Eran porciones diminutas siempre en
la mesa de su madre, recordó tardía. Sin segundos platos y bocados pequeños. Oh
bueno. “Un clavo más en mi ataúd. ¿cierto?”.
Ángela rió. “Pensé que era genial… No te veía comer así desde que éramos
pequeñas… y para ser honesta hermanita… la última vez que te vi en Abril pensé
que estabas demasiado delgada”.
“
Mm… Eso es lo que dijo Dar”. Coincidió seria Kerry. “Y… eso es lo que me
estaban diciendo todos mis amigos… y creo que lo sabía, muy en le fondo, pero…
seguía escuchando esas críticas… No pensé que mereciera la pena pelear por
ellas”. Admitió con un suspiro.
“Se lo dije a mamá… sin embargo, tiene esa rara mentalidad espartana”.
Comentó con cuidado Arlene. “Así que… ¿cómo consiguió convencerte Dar?”.
Quiero decir, antes, iba al trabajo, volvía a casa… quizás una noche o dos
salía a patinar con Colleen, pero en general simplemente me dejaba caer porque
estaba tan cansada… Ahora es distinto: o voy al gimnasio o a entrenar, o salgo con
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Kerry se detuvo y la miró. “Estoy segura que eso no es sólo por las galletas
de chocolate”. Comentó con cuidado, mientras se bajaba de la última roca y corría
despacio hacia Arlene “En las últimas semanas, me he sentido mejor que en toda
mi vida”. Cerró los ojos e hizo una gran inhalación del frío aire, después lo dejó
escapar con un satisfecho puff, viendo formarse una nube a su alrededor.
Kerry extendió los brazos al máximo y echó hacia atrás la cabeza, mirando
las estrellas intensamente. “Sí”. Respiró. “Y es maravilloso”. Dejó caer los brazos,
y ladeó la cabeza hacia su hermana. “Es como si hubiera estado toda mi vida
esperando a que pasara esto… Y fue tan extraño, porque nada más verla, lo pude
sentir”. Tuvo que reír. “Y era una de las peores circunstancias también… Pero, oh
dios mío, Arlene, no tenía ni idea de que se pudiera sentir algo tan fuerte por algo o
alguien… pero lo hago”.
Su hermana le puso un brazo sobre los hombros. “Me alegro mucho de oírte
decir eso… Hace que decirte lo que tengo que contarte sea más sencillo”.
Kerry le pasó un brazo por la cintura y ladeó la cabeza. “¿Y qué es?”.
“Eesi… algo así”. Asintió Angela. “Y si parecía que te ibas a poner histérica,
él encontraría la manera de que le llamasen de la Universidad para pasar allí la
semana”.
Kerry asintió. “Lo sé… Papá te obligó… justo como estaba haciendo
conmigo y Brian, pero tuve suerte”.
Ojos castaños se volvieron y la miraron. “No es suerte, eres lista Kerry, muy
lista y tienes la oportunidad de ir a sitios… Yo nunca la tuve”. La diplomatura de
Arlene era en Literatura. “Oh… puedo enseñar, sabes… pero aun así”. Suspiró.
“No había ninguna razón para que yo fuera a ningún sitio… Y no era tan malo…
Quiero decir, Richard no es un mal tipo, ¿sabes?”.
“Lo sé”. Kerry la miró con queda compasión. “Y está Sally”. Su sobrina de
dos años.
“Sí…ella realmente quiere a su papi”. Angela suspiró. “Desearía tanto
hacerlo yo”. “Brian me hace sentir tan especial… Él me escucha, y es como…”. Se
detuvo y parpadeó. “Él realmente te quiere, Ker… No quiere perderte como
amiga”.
Kerry asintió. “No quiero hacerle daño… Me alegro de que no vaya a ser un
problema”. Se detuvo. “¿Le contaste sobre mí?”.
Ángela vaciló. “Le dije… que creía que estabas con alguien en Miami”.
Contestó cautelosa. “No entré en detalles… porque no tenía ninguno, ¿verdad?”.
Ángela lo pensó. “No sé… nunca hemos hablado sobre ello”. Contestó,
honesta. “Me gustaría decir que lo va a aceptar… pero no lo sé… es muy
conservador”.
“En la bañera… ¿qué has dicho?”. Contestó Dar. “Creí que tu hermana
estaba casada”.
Un suspiro la contestó. “Porque fui y entrené dos horas con John después de
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 554 de 554
“¿En serio? Puntos para ella”. Rió Dar. “Ey… me alegra escucharlo…
parece que las cosas van muy bien por ahí”.
“Sí… sí, no van mal…”. Suspiró Kerry. “Sobreviviré, supongo… ey, mejor
que salgas de ahí antes de que te conviertes en una pasa”.
“Uva seca”.
“Oh”. Rió Kerry. “Lo siento… sonaba tan raro…”. Se calló, tan sólo
escuchando el reconfortante sonido de Dar moviéndose por la casa, yendo a la
cocina y sacando, Kerry estaba segura, un vaso para tomar algo de leche.
“Bueno… debería dejarte ir a que te secaras… tan sólo quería decirte que las cosas
van bien”. Escuchó como se abría la nevera, y el siseo del dispensador de la leche
y sonrió. “Que disfrutes la leche”.
Una carcajada. “¿Puedes oírlo?”. Preguntó Dar, sorprendida. “Me alegra que
llamases. Tan sólo estaba mirando las estrellas y preguntándome que estarías
haciendo”.
“Se las mandé de vuelta a su jefe y le ofrecí hacernos cargo de una cuenta
para reemplazar el software de resolución de sus cámaras”. Replicó secamente Dar.
“No te preocupes, hablé con Les. Todo está bien”. Añadió. “Te gustará bajar el
correo si tienes oportunidad… Algún idiota me puso al cargo de planear el
entretenimiento en la fiesta de Navidad del trabajo… y necesito consejo”.
Kerry ahogó una risilla con la mano. “Oh… vale… lo haré”. Prometió.
“Escucha… que tengas un buen vuelo mañana, ¿de acuerdo?. Ten cuidado”.
“Cuenta con ello. Buenas noches Dar”. Kerry sonrió. “Te quiero”.
“En la cafetería… tomando café con Duks”. Contestó Dar. “Creo que
derritió los pliegues de su pequeño corazón ateo”.
“Yo no”. Contestó suavemente Dar. “Ve y descansa para que puedas atacar al
pavo mañana”.
Ángela asintió. “Aún lo hace… y cuando habla sobre el, siempre hace que
me pregunte si él ha encontrado la suya porque se le ilumina tanto la cara”. Rozó
los dedos de Kerry. “Quizás debas ir a hablar con él… Kerry, siempre te ha querido
tanto. Siempre pregunta por ti”.
Kerry se volvió hacia ella, seria. “No creo que lo entienda, Ángela … es un
pastor”.
Ángela asintió. “Sí… Sarah está con la madre de Richard… ey, ¿qué tal si
dejo sólo a Richard esta noche y compartimos la habitación como solíamos hacer?
¿qué te parece?”.
Ángela se dejó levantar por su hermana más bajita, después la rodeó con un
brazo y emprendieron el camino de vuelta.
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Décimocuarta parte
Dar miró hacia el cielo gris mientras éste se detenía, viendo como oleadas de
lluvia chocaban contra la minúscula ventana de forma oval, y suspiró. Había sido
un vuelo largo, desde que el mal tiempo había forzado al avión a girar en círculos
durante treinta minutos antes de finalmente aterrizar en Dulles, y sentía una
necesidad enorme de estirarse y moverse dentro de la pequeña y restringida cabina.
La puerta se abrió, dejando entrar una ráfaga de aire frío y húmedo y tembló
en acto reflejo, ajustándose la chaqueta y cerrándola antes de asentir educadamente
a la azafata y adentrarse en el pasillo camino de la terminal. No había dado más
que tres pasos cuando vio a Jack esperándola. Sonrió de forma inconsciente al ver
cómo se le iluminaba la cara al verla.
Ella también se alegraba. Había estado todo tan quieto y solitario anoche en
el condo que casi se había vuelto loca, incapaz de creerse su reacción tras haber
vivido sola durante tantos años. Al menos unos pocos días en casa de los Easton
sustituiría la ausencia de Kerry, y secretamente se admitió a sí misma que un
cambio de escenario no estaría mal. “Yo también me alegro de verte… Veo que te
has cortado de nuevo el pelo”. Desordenó de forma cariñosa su pelo corto y estilo
pincho. “¿A vosotros, chicos, os pagan según cuan corto lo llevéis?”.
Él rió. “Mejor que como piensan algunos que pagan a los pilotos… Según la
longitud de otra cosa”. Contestó irónico. “Vamos… ¿tienes algún bulto
consignado?”.
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Dar asintió. “Uno, sí… Lo iba a llevar en la mano, pero el vuelo estaba tan
lleno, que nos obligaron a consignarlo todo”. Siguió su silueta que andaba a
grandes zancadas hacia la cinta transportadora de equipajes, esquivando a la gente
que iba en todas direcciones. “¿Qué tal le va a Gerry?”.
“Papá está genial”. Contestó él, con alegre mueca. “No puede esperar a verte
tampoco. Estaba realmente encantado que decidieras aceptarle la invitación… Al
igual que mamá, estaba ocupada preguntándole qué cosas te gustaban; él no tenía
ni idea, así que llamamos a tu secretaria”.
“Eso hizo, ¿huh?”. Dar ocultó una sonrisa. “Apuesto a que eso fue una
historia completamente diferente”.
Era una inocencia dulcemente encantadora y una de las cosas que a Dar más
le gustaban del piloto. El hecho de que fuera guapo en su rudeza y tuviera un
encantador sentido del humor no estaba mal tampoco. Tenía pelo rubio y unos
interesantes ojos azul oscuro, y cuando se comportaba de forma particularmente
estúpida, movía las orejas, las cuales eran prominentes debido a su corte de pelo
militar. “Bueno… ¿Qué tal te ha ido a ti?”. Preguntó Dar mientras se dirigían a la
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Él hizo rodar los ojos. “Oh sí, y tanto que lo hice… USS Nimitz. Volé allí
tras la Navidad y me uní a ella en el mar”. Exhaló. “Tuve que hacer una
calificación en horas nocturnas el mes pasado y, déjame decirte Dar, fue la vez que
más asustado estaba desde que me caí de la casa del árbol cuando tenía diez años y
casi me rompí el cuello”.
“En alta mar”. Jack agitó la cabeza. “Casi perdí la comida por orificios de mi
cuerpo que ni siquiera sabía que tenía”. Salió por la puerta y la mantuvo abierta
para ella, sonriendo de forma irónica al ver que Dar se encogía cuando la azotó el
viento helado. “No estás acostumbrada a esto, ¿huh?”.
Dar se puso las mangas para abajo y le dedicó una mueca torcida. “Gracias,
viviré… Creo que me acordé de meter mis guantes en la bolsa”. Se alegraba de
haberse puesto sus vaqueros más gruesos y un par de botas y tomó nota mental de
añadir una capa extra de ropa cuando se cambiase.
“Eso es cierto”. Coincidió de forma queda Dar. “Supongo que es sólo que
todos esperamos que todo ese entrenamiento no se ponga en uso… incluso aunque
parezca cada vez más y más que acabaremos siendo la fuerza mundial de policía”.
“Hubieras sido una tremenda SEAL, Dar”. Sonrió Jack. “Apuesto que
pateando sus rellenos culos azules”. La miró. “Sin ofender a tu padre”.
“Quizás”. Sonrió de forma queda Dar. “Es una idea atractiva… Tener ese
tipo de poder, poder hacer el bien, todo ese tipo de cosas. Creo que podría haberlo
hecho”. Recordaba haberlo querido, recordaba el sabor de la sangre en su lengua al
mordérsela con ganas, cuando el último esfuerzo de su padre por conseguir meterla
en el programa falló. Había estado tan cerca… tan cerca de haber sido permitida su
entrada en esa fraternidad. Conocía a la mayoría de los tipos, sabía que hubiera
tenido hasta la oportunidad de derrumbar las fronteras de sólo chicos, porque la
conocían, conocían a su padre, sabían sus capacidades.
Aquí, no lo era.
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Jack entró en la rampa de la casa de los Easton unos minutos más tarde,
crujiendo las ramas bajo las ruedas en el camino. Se bajó y cogió la bolsa de Dar,
después se le acercó camino de la entrada a la casa. “Tenemos una sorpresa
dentro”. Murmuró, brillándole los azules ojos. “Creo que te gustará”.
“Hola, mamá Mary”. Dar tuvo que devolver la sonrisa, abriendo los brazos a
tiempo de recibir un fragante abrazo.
“Ahora no te enfades con ellos…”. Rió Mary, mientras le daba una rebanada
del pan cálido y con especias tras haberle untado un poco de mantequilla. “Y
cariño, he de decirte algo, esa asistente tuya de Miami es la persona más dulce con
la que he hablado en toda mi vida”.
Dar sonrió con la boca llena del pan y masticó un momento, tragando antes
de contestar. “¿Kerry?”.
Mary asintió. “Sí. Qué mujer más agradable… y sabes, quiero decir sé que
es un negocio, y probablemente ni siquiera os habléis unos a otros fuera del
edificio, no como hacemos aquí en el servicio, pero creo que le caes realmente
bien”.
“Oh, ¿en serio?”. Brillaron los ojos de Dar. “¿Qué te hace pensar eso?”.
Mary brilló ante ella. “Sólo su voz… Cuando decía tu nombre, podías
asegurar que estaba sonriendo todo el tiempo”.
Dar sonrió levemente. “Bueno, sí, Kerry es una persona muy agradable, de
hecho, somos muy buenas amigas fuera del trabajo”. Pequeña chivata… Ni
siquiera mencionó que Mary había llamado; debo pensar en algo equiparable
para vengarme de ella. “Me alegro que te guste”.
Volvió Jack y agarró la chaqueta de Dar. “Ey… déjame llevarte esto… y ven
conmigo”.
Dar podía escuchar algunos sonidos bajos y amortiguados tras la puerta que
tenía delante, pero no podía identificar de que se trataba. “Um… claro”. Contestó
con incertidumbre, dando un paso atrás mientras él abría la puerta y se echaba a un
lado.
Una ola viviente de pelo le rodeó las piernas y se le abrieron los ojos de par
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Dar alzó la mirada de la pata de cachorro con la que estaba jugando. “No…
Lo siento, yo…”. Se quedó en silencio y pensativa por un momento. “¿Lo dices en
serio?”.
Jack inclinó la cabeza a un lado. “Claro. Papá y yo lo hablamos, él se
preocupa por ti, sabes. Cree que un Labrador sería perfecto para ti”. Acarició el
pecho de uno de los cachorros. “Son leales, amistosos, obedientes, puedes llevarlos
de paseo… será bueno para ti”.
Correr no era su deporte favorito pero, últimamente, desde que iba con Dar
tras quedarse a dormir en la isla y la coacción de Dar de que corriese por la noche
por su vecindario, había desarrollado un gusto por hacerlo. O eso era lo que se
decía a sí misma. De cualquier modo, no requería equipamiento especial, ¿verdad?.
Bajó en silencio las escaleras y se dirigió a la puerta trasera, escuchando tan sólo
leves ruiditos de alguien trajinando en la cocina. Quitó el cerrojo y salió fuera,
inhalando fuertemente cuando el frío aire matinal la golpeó. “Guau chico”.
Murmuró, estirándose rápido antes de emprender un ligero trote dirigiéndose al
camino. “Mejor calentarse rápido”.
El camino era de grava bien cuidado y lo encontró sin ningún problema, sus
pies amoldándose fácilmente a un ritmo familiar mientras dejaba que su cuerpo
despertase. El frío aire la hizo parpadear al principio, pero se acostumbró a él, y lo
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Estaba tranquilo. Era la única que estaba fuera a esas horas, y sus pisadas
sobre la grava resonaban con fuerza. Ningún sonido excepto el propio viento le
llegaba, y se dio cuenta que se había acostumbrado tanto a la verdosa fauna de
Miami, que la ausencia de pájaros y grillos le parecía sumamente extraña. Pensó en
Bob el Pato, mientras dejaba que sus pasos la encaminaran por la orilla del lago.
Bob era un viejo amigo que vivía en el canal de drenaje cerca de su apartamento.
En las noches de verano, a menudo acababa mirando las olas de la oscura agua, e
igual de a menudo, Bob venía a su encuentro.
Como juegos malabares. Casi no se lo podía creer cuando vio a Dar por
primera vez coger tres rocas y mientras corrían alrededor de la isla, hacer juegos
malabares con ellas. Le dijo que desarrollaba el equilibrio, la coordinación y hacía
que la parte superior del cuerpo trabajase también, mientras que correr se centraba
en las piernas y parte inferior del cuerpo.
Era un circuito de dos millas y se alegró de ver la casa al final del mismo
cuando llegó a la cima de la colina, respirando de forma fuerte y sudando. A estas
horas el sol ya estaba en lo alto y se fue deteniendo hasta caminar al llegar al
camino que la llevaba a la cocina, calmándose y tratando de recuperar el aliento.
Dar decía que la estamina le volvería al cabo de un tiempo y se sintió satisfecha
con el esfuerzo mientras subía los escalones del patio.
Parándose en seco ante la figura casual que allí la esperaba, cabello plateado
delineado por la suave luz. Kerry respiró hondo. “Bueno días, Kyle”. Dijo de
forma seca.
“Vaya, vaya”. Kyle se separó del poste dónde había estado reclinado y se
encaminó hacia ella. “Parecemos el rocío”. Rió. “Convirtiéndonos en la pequeña y
regular atleta, ¿no?”.
Kerry le miró fijamente. “Yo no diría eso”.
Kerry entrecerró sus verdes ojos. “Creo que estas sobrepasando tus barreras,
Kyle”.
“No tanto como tú, idiota”. Dijo de forma dura Kerry, por lo bajo. Se volvió
y subió las escaleras hacia la puerta trasera, donde se encontró con Mary. “Oh…
buenos días, Mary”.
Kerry se pasó los dedos por el pelo. “Está bien, entré en calor realmente
rápido”. Sonrió a la sirvienta que había estado al servicio de la casa desde que
Kerry era una niña. “¿Alguna oportunidad de encontrar bollos?”.
Mary miró a ambos lados para después inclinarse hacia delante. “Bueno ya
sabe, su madre nos ha dicho que no le demos cosas de ese tipo, de acuerdo con su
idea de que son malas para usted, pero he de decir señorita Kerry, que para mí está
realmente sana”.
Fue Kerry ahora la que miró a ambos lados, después se quitó la camiseta y la
sudadera quedándose solamente con el top puesto. Alzó las manos. “¿Aparento que
un bollo me va a hacer mal?”.
“Aquí tiene: dos bollos calientes de frambuesa y algo que ponerles encima…
Vaya y disfrútelos”. Le dio a Kerry la cesta y le indicó que se fuera.
“Mm… Esa chica creció guapa de veras”. Mary chasqueó la lengua. “Es la
semilla del diablo quitándose la ropa delante de mí… Menudo ombligo pequeño y
bonito”.
Dar estiró las piernas y las entrecruzó, dejando reposar la cabeza sobre el
blando sofá. “Hace dinero… Montones de civiles colectan y usan esas cosas…
Jesús… ¿88 pavos por un par de botas de regimiento?”.
“La pierna”. Sugirió Dar con torcida mueca. “Bueno, estamos entre juegos,
Gerry… supera el ver ‘Peregrinos, Reevaluando la Conquista de América’, de
nuevo”.
Dar ocultó una sonrisa y alzó la mirada cuando Jack apareció en el dintel de
la puerta, jugando con un balón de rugby.
“¿Te apetece jugar un rato, Dar?”. El hombre alto y rubio sonrió. “El cielo se
ha aclarado… Pensé en abrir el apetito ahí fuera”.
“Apuesta que sí”. Dar se puso de pies y le siguió obediente hacia fuera,
riendo cuando Alabaster pasó corriendo a su lado, ansiosa por escapar de los
minúsculos dientes de sus nueve voraces cachorros por un tiempo. Anduvo a través
de la aun inmaculada capa de nieve mientras el sol se dejaba ver e inhaló
profundamente el aire frío que los azotaba, dejando de lado el pequeño malestar de
estómago que tenía desde media mañana.
Niña… date un respiro, Dar… sólo porque Kerry no te haya llamado dos
veces probablemente signifique que todo va bien… está fuera con su familia, y
quizás incluso pasándoselo bien. “Vamos”.
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Jack le lanzó el balón que atrapó con una mano y lo examinó. “Bonito”.
Alabó el gusto del dueño, notando las marcas del largo uso antes de poner los
dedos sobre las cuerdas y lanzarlo de vuelta.
“Yau…”. Jack sacudió la mano tras atrapar el balón. “Jesús, Dar… Todavía
puedes poner un aguijón en estas cosas, ¿lo sabías?”.
Dar preparó el balón y lo lanzó. “Demasiado tarde para eso”. Le dijo. “Estoy
muy acostumbrada a dar órdenes, nunca pierdo un minuto”. Era, y ella lo sabía,
una admisión honesta. “Acabaría diciéndole a un cinco estrellas que sacase su
apelmazado culo del medio para que pudiera llegar al mainframe y terminaría
frotando cabezas con un cepillo”.
Jack atrapó el balón y lo lanzó de vuelta. “Era sólo una idea”. Comentó. “No
puedes culparme por intentarlo, ¿verdad?”.
Jugaron por un rato más, después cambiaron por un juego nuevo, donde uno
de ellos cogería el balón y tenía que pasar las defensas del otro. “¿Defensa o
ataque?”. Preguntó Jack, jugando.
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Dar sintió como surgía su vena competitiva. “Está bien… pero no digas que
no te lo advertí.”. Agarró el balón y salió corriendo, mientras él gritaba y corría tras
ella.
“Mierda… ¡Dar! ¡No es justo!”. Corrió más aprisa, siguiéndola mientras ella
le esquivaba y saltaba una pequeña valla del jardín. Él saltó la valla tras ella,
entonces sólo tenían al frente un campo abierto. “Ah… ahora te tengo”.
“Eso crees, ¿eh?”. Dar se inclinó hacia delante y corrió más deprisa,
alargando sus pasos hasta que estuvo corriendo lo más rápido que podía,
escuchando los pasos determinados de él a su espalda. “Tío, vosotros los pilotos
pasáis mucho tiempo sentados sobre vuestros traseros”. Le gritó, mientras se metía
entre altos árboles al final del campo y se detenía, dejando que la adelantara y se
detuviese sobre la húmeda hierva. “Je… punto para mí”.
“Tú… tú…” Jack sacudió un dedo ante ella. “Maldición, Dar… para alguien
que pasa todo el día tras un escritorio, tienes unas pedazo de piernas”.
“Lo mismo te digo… ¿cómo va todo?”. Dar estiró las piernas frente a ella y
arrancó una brizna de hierva mientras Jack se tumbaba sobre la misma, poniéndose
los brazos bajo la cabeza y observaba las nubes.
“Ah”. Exhaló Dar. “Así que todavía no les has contado nada, ¿eh?”.
Mantuvo el tono en forma de apoyo. Alabaster trotó hacia ella y se puedo a su lado
y jugueteó con el Labrador de forma ausente. “Parece que va a causar un Big
Bang”.
“¡Boom!”. Dijo con los labios Jack, alzando los brazos en pantomima.
Alabaster se le acercó y lo olisqueó.
“Me gustaría estar allí”. Admitió Kerry. “Suena mucho más divertido que
estar aquí… Voy a ir un rato a la ciudad con Arlene, sólo para alejarnos de tanto sin
sentido. Ah sí, miré el correo y contesté el que me mandaste y unos pocos más”.
“Buena chica”. Sonrió Dar. “Salir parece una buena idea, quizás después de
hoy se calmen un poco”.
“Quizás”. Replicó Kerry de forma reluctante. “Bueno, de todas formas… te
dejo libre… Tan sólo quería saludarte y espero que disfrutes de tu cena”.
“Creo que no”. Vino la nada característica respuesta pesimista. “Pero le daré
una oportunidad a la antigua escuela… Hablamos luego, Dar”.
Despacio, Jack giró sobre sí mismo y apoyó la cabeza sobre una mano.
“Dar… yo…”. Se quedó en silencio, después arrancó una brizna de hierva, sin
mirarla. “Necesito consejo”.
Él dudó. “¿Has tenido… alguna vez que decirle a alguien… quiero decir,
alguien que realmente te importa, algo que sabías que le iba a hacer daño… y que
les hiciera sentir… disgustados contigo?”.
Él alzó la mirada, sus ojos azules encontrándose con los de Dar. “¿Fue
difícil?”.
Él asintió.
Él tragó y jugueteó nervioso con la hierva. “Dar, me conoces desde que iba
en pañales”. Exhaló. “Hemos crecido juntos… ¿Te he parecido siempre…
normal?”.
Dar dejó escapar una risotada. “Jack, eres la persona más normal que
conozco, eres el estereotipo de marino y lo sabes”.
Jack asintió. “Eso es lo que creí, eso es lo que siempre había creído… hasta
el pasado Mayo”. Se mantuvo en silencio por un largo momento. “Tuve un nuevo
asiento trasero”.
“Sí”. Suspiró Jack. “Empezamos a salir juntos y yo… um… yo… yo…
Nunca me había pasado antes, pero yo… Seguía sintiendo que… quería tocarle”.
Dar cerró los ojos brevemente y se movió, mordiéndose los labios. “Sí…
¿y?”. Mantuvo un tono de voz interesado pero no alarmado.
“Y… al principio pensé que sólo estaba… pensé que estaba enfermo, ¿vale?.
No había tenido novia por un tiempo, y… bueno, ya sabes”. Estaba miserable. “Y
yo… yo… simplemente me dije a mí mismo que fuera a una esquina… y… y…”.
Finalmente Jack alzó la mirada, mirando con miedo a sus azules ojos. “¿No
crees que es enfermizo?”.
Dar estiró una mano y la puso sobre la suya. “Eso sería realmente hipócrita
por mi parte”.
Silencio total. Jack parpadeó ante ella. “Pe…”. Él arqueó las cejas.
“¿Tú…?”.
“Dar… eso es una locura… Podrías tener a cualquier tipo que quisieras…
Yo no… quiero decir, eres preciosa… yo…”. Dijo de repente, hasta callar.
“Dar, le mataría”. Jack la miró. “Soy su único hijo, quiere nietos… Jesús, me
lo ha dado todo, ha hecho todo lo que estaba en su mano por mí… Yo…”. Su rubia
cabeza se movió de lado a lado. “No puedo hacerle eso, le quiero demasiado”.
Menudo problema. Dar lo sentía por su amigo y por el General Easton que,
ciertamente, iba a estar devastado con las noticias. Realmente no culpaba a
Gerald… era un prisionero de su generación, su educación y su devoción de por
vida al servicio. “Escucha, déjalo de lado por algunos días… Déjame pensar en
ello. Quizás se me ocurra alguna idea”. Le dijo, como apoyo.
Ella le revolvió el pelo suavemente. “Para eso están los amigos, Jack… Y yo
no tengo muchos, así que cuido a los que tengo”. Le miró. “Sabes, le dije a tu
padre que si me tuviera que casar, sería contigo”.
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“Supongo que hasta ahora no había tenido con qué comparar… Tienes que
venir a visitarme a Miami”. Respondió Kerry. “Es tan diferente… Podría llevarte a
Bayside… o al Grove… quizás bajar hasta Keys… Creo que te gustaría”.
“Mmm… más o menos, si… no sé… Es un paso tan grande pero si trato de
separarme o divorciarme legalmente de Richard, sabes que nunca podré salir de
aquí”. Condujo a través de un cruce de vías. “Sabes que demandará la custodia y
sabes que padre se volverá loco”.
“
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Sí”. Estuvo de acuerdo Kerry. “No sé… eso parece realmente drástico,
Arlene … pero no voy a mentirte y decirte que no me alegraría de tenerte allí”.
Sonrió a su hermana. “De hecho, sé de un bonito apartamento en Kendall que
posiblemente esté disponible pronto”.
Arlene la miró fugazmente. “Oh, ¿de verdad?”. Puso el intermitente y salió
de la autopista, camino de la ciudad. Lentamente, empezaron a aparecer edificios
de ladrillo marrón a ambos lados de la carretera. “Eso va un poco deprisa, ¿no?”.
Kerry se echó hacia atrás y apoyó una rodilla sobre el salpicadero. “Es sólo
algo que dijo Dar… antes de irme. Dijo que el año que viene pasaremos la acción
de gracias en la Isla. Me sorprendió porque ella es alguien que valora mucho su
privacidad, ¿sabes?”. Exhaló. “Pero cuando estamos juntas… es como si no
hubiera… espacio personal, si es que eso tiene sentido. No me pone de los nervios
ni me hace sentir incómoda a su alrededor. Y lo mismo le pasa a ella conmigo… al
menos eso creo”. Se detuvo a reflexionar. “Sé que cuando me desperté este pasado
domingo, me di cuenta de que quería despertarme con ella a mi lado de aquí a
mucho tiempo”.
“Oh sí, esa es Dar… Sin florituras a la hora de hablar ni similar… Es muy
práctica y directa”. Le aseguró Kerry, después se calló. “Sin embargo, un día volví
de comer a la oficina y me encontré una rosa en el escritorio”. Añadió pensativa.
“Bonito recital”. Murmuró Kerry cuando éste llegó a su fin, los últimos
sonidos del órgano resonando suavemente por el interior del edificio. “Me gustó
mucho la última pieza”.
“Kerrison… Dios, deja que te vea”. La tomó por los hombros y brilló de
contento ante ella. “Estás maravillosa… casi no me lo puedo creer”.
“Um… voy por unas recetas que me debe la señora Van Ardyn… vuelvo
enseguida, Ker”. Ángela se había ido incluso antes de que pudiera darse la vuelta,
y le dedicó a su hermana un movimiento irónico con los ojos.
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Él alzó y dejó caer de nuevo una gran mano. “Como siempre… las
estaciones pasan, viene el frío, viene el calor… pero es mi estación preferida del
año, así que no me puedo quejar”. Suspiró y se echó hacia atrás. “Las cosas van
bien en la congregación… los precios se mantienen… No estamos en guerra… en
conjunto, no está mal”.
Ella apoyó los codos sobre las rodillas, y entrelazó los dedos. “Recuerdo…
cuando solías predicar los domingos, cada dos por tres hablabas de… um… algo
que llamabas almas gemelas”. Las palabras salieron de su boca con completa
familiaridad.
Ella abrió los ojos. “Sí… creo que sí”. Exhaló. “Es alguien que conozco de
no hace mucho pero con la que me siento muy cercana… Y es como has dicho,
cuando miro a sus ojos, es como si sintiera sus manos cerrándose suavemente
sobre mi corazón”. Hizo una pausa. “Manteniéndolo a salvo”.
“Nunca supe que fueras poeta, chiquilla”. Una lenta y suave sonrisa asomó a
su rostro. “Pero no se trata de mi amigo Brian, ¿verdad?”.
Él suspiró. “Dios tiene una manera de curar hasta las peores heridas, amiga
mía… cuan mala puede ser esta persona, ¿qué dejarán de lado a una hija?”.
Él la miró con cariño. “Te deseo toda la felicidad del mundo, amiga mía.
Rezaré por ti, y porque tus padres lo entiendan”. Se levantó y esperó a que ella
también se levantase, después la abrazó. “Que te vaya bien”.
“Silvia Cessnes quiere saber si queremos ir a tomar café con ellas… ¿Te
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Kerry sonrió. “Todo está genial… Vamos, apuesto a que tienen tortitas
frescas en la cafetería”. Tiró de la manga de Ángela y la llevó por el corredor.
Sin ver la silueta alta y oscura que las veía marchar, para después
encaminarse en dirección contraria.
“¿No era ágil?”. Rió Kerry, mientras ella y Arlene subían las escaleras hacia
la habitación que habían compartido la noche anterior. “No ha cambiado nada”.
Abrió la puerta y entró, después se detuvo.
“Las fotos”. Respiró. “¿Cómo he podido ser tan estúpida?”. En puro reflejo
cogió el móvil y se paró. ¿Qué le voy a decir cuando lo coja, lo tonta que he sido?
“Mierda”.
Ángela dejó escapar un soplo de aire. “Tío, no me puedo creer que hayan
entrado aquí a revisar tus cosas… Kerry, es asqueante”.
Kerry cerró los ojos. “Yo tampoco… y hubiera debido… mejor que nadie…
especialmente después de lo que pasó el otro día”. Se dio la vuelta y se apoyó
sobre el escritorio. “Entraron en mi piso, lo pusieron patas arriba y alguien
envenenó a mis peces”.
Ángela lo digirió. “Kyle puede asustarte de veras… Brian cree que está
medio loco o así, desde eso de militar”.
“Dar puede asustar también”. Respondió Kerry. “Es tan alta como él y no
tiene pinta de ser alguien con la que te quieras meter”. Lo consideró. “”Seguro que
lo pateó directamente en el ego”.
“Soy una idiota”. Admitió Kerry suavemente. “He hecho algo muy estúpido,
Dar… Dejé las fotos en la bolsa del portátil y alguien rebuscó entre mis cosas y las
encontró”.
“Ah”. La ejecutiva sonó pensativa. “Así que la liebre está libre, ¿eh? Bueno,
espero que les guste mi bañador”.
Kerry se calló, sintiendo una oleada de calma recorrerla. “¿No crees que soy
una completa tonta?”.
Dar dudó. “¿Para qué llevaste las fotos?”. Preguntó de forma queda.
Una suave risotada la calmó. “¿Y he de suponer que eso es tonto? Nah…
mala suerte, pero… mantén la calma y si te hacen preguntas, tan sólo contéstalas.
No dejes que te aturdan”.
“De acuerdo”. La mujer rubia cuadró los hombros un poco. “Gracias, Dar”.
Ángela la rodeó con un brazo. “Parece una buena amiga, por encima de
todo lo demás”.
Kerry asintió, ausente. “Lo es… Sé que puedo contar con ella”.
Cuidadosamente ordenó sus cosas. “Vale, cambiémonos y bajemos. El resto de la
familia estará llegando, eso me dará un tiempo de gracia durante la cena, al
menos”. Se desabotonó la ligera camiseta verde de franela que había llevado a la
ciudad y se la sacó de los vaqueros, se la quitó y dobló antes de meterla de vuelta
en su bolsa. “Supongo que podría hacerlos explotar si aparezco en la cena con
vaqueros”.
Ángela sacó una falda beige de su propia bolsa junto con un jersey de lana
con perlas bordadas color rosa. “Kerry…”.
camiseta, y sacó el traje de falda y chaqueta azul que Dar le había escogido en
Macy’s. Le siguió la blusa de seda y sacó los zapatos buenos. “Ya está… No se
pueden quejar de esto”.
Ojos verdes miraron hacia abajo y luego hacia arriba de nuevo. “Un
regalo… Aunque no lo supe en su momento… Dar escogió éste como un favor,
ella estaba conmigo así que así sabría que ponerme para ir a la oficina”. Cogió su
cepillo y se cepilló su desmelenado cabello rubio hasta que quedó a su gusto,
después sacó una pequeña botella de su bolsa y se puso una pizca de perfume.
“Oh… mira que lista”. La mujer anciana le palmeó el brazo. “Eustace, mira
que preciosa está nuestra sobrina”. Miró por encima del hombro de Kerry. “Cariño,
tu hija está simplemente maravillosa”.
“Claro”. Replicó Kerry. “Dónde est… oh, vale. Le veo”. Su tío sobresalía
sobre el resto de la gente por unas buenas seis pulgadas. “De acuerdo… voy a
verle”. Empezó a encaminarse hacia él cuando su madre la apartó a un lado y la
miró de arriba abajo.
“Jesús… tendría que pedir una tarjeta de crédito para que tuviera una pista”.
Suspiró Kerry, mientras se encaminaba de nuevo hacia su tío.
yo…”.
Se separaron, los brazos aún enlazados. “Todavía eres uno de mis mejores
amigos, ¿vale?”.
Él sonrió y tocó su frente con la suya, mientras tíos y tías susurraban entre
ellos. “¿No son lindos?”.
“Kerrison”.
La voz de su padre. Kerry exhaló, tomándose un respiro para componerse
antes de volverse. “¿Sí?”.
Oh vaya… demasiada suerte. Kerry se pasó una mano por el pelo e hizo
acopio de coraje. “Está bien”. Replicó y caminó hacia la puerta del estudio.
“No lo hago, pero soy adulta… Y tengo el derecho de llevar lo que quiera en
mi maletín, papá”. Mantuvo un tono de voz razonable. “Y no preocuparme que,
gente en la propia casa de mis padres, las registre”. Sin embargo, notaba como se
iba enfadando.
Él removió las fotos y después la miró. “¿Sabes lo que creo? Creo que sé la
razón por la que así de repente has decidido quedarte en ese agujero infernal”.
Kerry se mantuvo en silencio.
“Creo que no tiene nada que ver con tu maldito trabajito y todo que ver con
esa puta para la que trabajas”. Golpeó los puños contra la mesa. “¿Qué te ha hecho,
Kerry?”.
Kerry arqueó las cejas. “Sólo… qué es lo que… ¿crees que ha hecho?”.
Preguntó, realmente desconcertada.
“¡Guau!”. Kerry alzó una mano. “Déjame entender todo esto… ¿Crees que
Dar trata de seducirme?”.
Largo silencio. “Está bien”. Dijo finalmente Kerry de forma muy queda.
“Es mucho más simple de lo que crees: estamos enamoradas”.
“Te vas a despedir de esa compañía dejada de la mano de Dios y yo haré que
recojan tu apartamento y manden aquí tus cosas”. Anunció suavemente. “Y no
vamos a escucharte decir nada parecido jamás, ¿estamos?”.
Él se le empezó a acercar pero ella se alejó y puso la silla entre ambos, tan
inmersa en su quehacer que olvidó que había otra persona en la habitación.
Hasta que una mano se deslizó por su cuello y algo que olía mal y fuerte le
tapó la nariz y la boca. Se removió salvajemente pero la tenían agarrada demasiado
fuerte y su cuerpo la obligó a respirar a través de la pestilencia.
“Oh, Dios mío”. Respiró Dar. “Esos hijos de puta”. Lentamente, apoyó las
manos en la mesa del escritorio y cerró los ojos, forzándose a calmarse. “Vale,
pensemos en una salida para esto”.
Jack se mordió el labio. “La velocidad cuenta, ¿eh?”. Se frotó la cara. “¿Qué
te parece un Mach 2?”.
“Vamos, la base está más cerca que el maldito aeropuerto y mi cat está ahí
cogiendo polvo… Yo te llevo”.
“Jack, no puedes hacer eso”. Le dijo suavemente Dar. “No es que no aprecie
la oferta pero no merece la pena arriesgarte el culo”.
Si Dar no hubiera estado tan preocupada se hubiera reído pero le miró y oyó
a Jack maldecir mientras se liaba con los pantalones cortos.
Dar lo miró quedamente. “Te debo una, Gerry… Os debo a los dos”.
Una leve sonrisa apareció en el rostro del hombre mayor. “Considéralo como
pago de una antigua deuda, amiga mía”. Movió ligeramente la cabeza. “Algún día
tendremos que tomar una cerveza y te lo contaré”.
Dar asintió. “De acuerdo”. Se volvió para encontrar a Jack poniéndose su
chaqueta de cuero. “¿Listo?”.
Se pasó una mano por su cabeza. “¿Mi pelo está bien?”. Sus ojos brillaron
suavemente.
La cama en la que estaba era utilitaria pero notó una serie de cuerdas de
restricción que estaban aún desatadas, las culpables de una oleada de miedo que
recorrió su cuerpo. Despacio, se levantó y dejó caer los pies por el borde de la
cama, dejándolos caer sobre las frías baldosas que acribillaron su piel.
Le habían quitado la ropa y la habían dejado con una fina bata de algodón
típica de los hospitales que apretó contra sí mientras caminaba hacia la puerta y
probaba el picaporte.
Cerrado.
haciéndole imposible que supiera la hora que era. Podía haber estado minutos ahí
tumbada o podía haber estado horas… Se acercó de nuevo a la cama y apoyó los
codos sobre ella. “Estás en un gran problema, Kerry”. Murmuró. “Tenías que
haberte quedado en Miami y haber tenido pastel de pavo”.
No. Seguro que Dar sabría que algo iba mal. Incluso si hubiera cambiado de
idea, no lo haría al menos sin decírselo a su jefa en persona. Dar lo sabía.
¿Verdad?
Kerry asintió, notando como se le hundía el corazón. “Hm… eso explica las
barras”. Se detuvo. “¿Qué hora es?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 594 de 594
Tres horas. “Y… ¿por qué estoy aquí?”. Preguntó Kerry con tono razonable.
“La última vez que pensé en suicidarme fue cuando olvidé grabar los Expedientes
X”.
La enfermera la miró con desconcierto, después se rió. “Oh… ya veo… Sí,
muy gracioso… Bueno, tu familia te trajo por los problemas que has estado
teniendo y nosotros simplemente vamos a trabajar contigo para ponerte mejor”.
Kerry se apoyó sobre sus codos. “¿Qué problemas se supone que he estado
teniendo?”. Preguntó.
“Estoy segura que lo sabes mejor que yo, querida”. La enfermera le sonrió.
“Pero el médico vendrá a verte por la mañana, mientras tanto, me gustaría que te
tomases estas pastillas por mí, ¿de acuerdo?”.
“¿Qué son?”.
“Sedantes… Bueno, sabes, estoy muy calmada aquí… No creo que los vaya
a necesitar”. Objetó Kerry. “Normalmente duermo bien”.
Kerry la miró. “Lo que estáis haciendo va contra la ley, lo sabes ¿verdad?”.
Comentó. “No estoy de acuerdo con esto y no me pasa nada malo”.
Kerry sonrió. “De hecho, la que no sabe dónde se está metiendo eres tú. Mi
jefa es la vicepresidenta de una compañía que contrató mercenarios para liberar a
unos empleados que fueron secuestrados en Irán”.
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Kerry sonrió. “Me encontrarán”. Saltó sobre la cama y tomó las píldoras de
la mano de la enfermera, aplastándolas contra su palma y llevándoselas a la boca.
Después tomó un sorbo de agua que le ofrecía la mujer. “Gracias, señora…”. Miró
la placa. “Archer”. Apoyó la cabeza en la almohada y cerró los ojos.
La mujer se quedó allí un momento más, después salió con furia, abriendo la
puerta y dejando que se cerrase de golpe tras ella.
Kerry se quedó escuchando, oyendo el suave clic del pestillo al ser echado y
se quedó quieta. Después escuchó el sólido ruido al ser asegurado y abrió un ojo.
“Puta”. Se reclinó hacia delante y escupió las dos pastillas, haciendo una mueca.
“Ugh… Dios… con qué las han bañado, ¿pimienta y limón?”. Disgustada, se
levantó de la cama y cogió las cápsulas, separándolas y vaciando los polvos dentro
del radiador. Sisearon. Después las cerró de nuevo y se las metió en la boca,
tragándoselas con el resto del agua que había dejado la mujer.
Tres treinta. Eso quiere decir que tenía… probablemente cuatro horas y
media antes de que se cebaran en ella… Y si le inyectaban las drogas con aguja…
Kerry se mordió el labio. Podían mantenerla drogada el tiempo suficiente para que
le hicieran cualquier cosa.
Y esperó. Sospechaba que su amiga la señora Archer volvería para ver cómo
estaba, siendo ella tan importante y todo eso, y estaría sola. Kerry tan sólo esperaba
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 596 de 596
no echar esto a perder porque sólo tenía una oportunidad y la bata de la mujer
parecía la de su talla también.
Décimoquinta parte
Jack montó después y puso una de las botas sobre la compuerta, señalando
hacia abajo. “Ése es el suministro de armas, ése es el radar, ése el…”.
Se movió hasta el número 2, después Jack ajustó los motores y mantuvo una
velocidad de vuelo estable, sobrevolando la tierra sin ninguna dificultad.
Le preguntaron, inciertos.
Una hora de viaje hasta Saugatuck, la cual estaba con buen tiempo. Podían
sentir la brisa del lago azotar el coche incluso antes de llegar allí y Dar observó el
mapa, dando tensas y nerviosas indicaciones.
Ojos azules le miraron. “Tú no vas a entrar… Tú esperarás aquí mismo hasta
que yo salga. Y si no salgo, llama a este número”. Trató de darle una tarjeta pero él
no la tomó.
“Lo están”. Le aseguró Dar. “Tienen un problema con los tickets de apertura
con la cuenta de aquí”.
“En realidad no”. Replicó Dar mientras se encaminaba a la garita del guarda.
“Es un puente largo, tienen que transmitir las pagas hoy y sus dos técnicos locales
están con sus familias a trescientas millas de aquí. Es el peor momento para un
problema, luego, ahí uno”. Se estiró la solapa. “Así son los ordenadores”.
Dar le guiñó un ojo a Jack. “Eso es, ésta es la clase de bienvenida que me
gusta que reciba la compañía”. Ahora que ya estaba allí, haciendo algo, se le
olvidaron los nervios y se sentía mucho más calmada. Era la espera lo que la
mataba.
“Por favor, si no transmiten esa cinta antes del ajuste de los bancos, estoy
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 601 de 601
“Pe… uh… bueno, ya lo sé, Dar… pero en realidad no estamos aquí para
hacer eso… quiero decir… Entonces, ¿en serio los vas a arreglar?”.
“¿Cómo hacéis eso?”. Susurró Jack. “Es como si tuvieras un llavero gigante
de llaves o algo así”.
principal.
“Así que, después de eso, entramos y decimos: nos encargamos de los datos
de UC y su network, por qué no rerutar el resto del IS hacia nosotros. Le daremos
un pack de soporte y no tendrán que preocuparse de nada…”. Dar vio cómo se
ejecutaba el diagnóstico. “Ahí está el problema”. Murmuró mientras lo detenía y se
ponía en pie para rodear el ordenador, ante el que se arrodilló. “El estúpido cable
de la interfase se ha roto, deben tener ratas”.
y se sacudió las manos, después se giró cuando llegó al enfermera con los cafés.
“Buenas noticias”.
“Sip… Está en marcha”. Le informó Dar. “Tardará unos veinte minutos para
terminar… Nos quedaremos y nos aseguraremos que todo va bien”.
“Vale”. Dar tomó un sorbo de su café. “Tú quédate aquí. Yo voy a pasear por
el pasillo, a ver si me puedo colar en la habitación de Kerry”. Cogió el trozo de
papel con el número de habitación y código de seguridad de Kerry y se lo metió en
el bolsillo. “Después tengo que pensar en cómo demonios sacarla de aquí”.
“Oh… ¿así que esa parte del plan aún no está lista?”. Preguntó él, nervioso.
“¿Plan?”. Dar le dedicó una mirada divertida. “¿Qué plan?”. Salió por la
puerta y caminó por el pasillo, mirando alrededor con interés casual. La enfermera
la vio y la saludó con la mano, sin dejar de hablar por el teléfono en ningún
momento. Dar le devolvió el saludo y continuó caminando, parándose a menudo
para mirar los tablones de anuncios que decoraban las paredes y leer las noticias y
turno de horarios en los mismos.
Dar se dio cuenta que la habitación de Kerry estaba al final del pasillo, al
otro lado una ligera curva en las de otra manera rectas paredes. Cuando llegó a la
altura de la puerta y miró sobre su hombro hacia atrás, no podía ver desde allí la
estación de enfermeras, tan sólo la parte frontal del escritorio. “Bien”. Murmuró,
después abrió la pequeña ventanilla y miró al interior.
Sintió, más que ver, el golpe que se le avecinaba y dejó que su cuerpo
reaccionara, girando cuando algo duro y frío la golpeó en los hombros. Aprovechó
el impulso del golpe esquivándolo en dirección al suelo para después volver a
ponerse de pies de forma vista y no vista, alzando las manos en postura de defensa.
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Parpadeó para quitarse las estrellas de los ojos y escuchó un leve hipido,
entonces logró fijar la vista en el sorprendido rostro de Kerry. “Guau”. Consiguió
decir como intento de broma. “Menuda arma te has conseguido”.
“Oh Dios mío, yo…”. Kerry reaccionó y acortó la distancia entre ellas,
tocando el cuello de Dar, horrorizada. “Dar… yo… No sabía que er.. Estás
sangrando… Oh… Jesús…”.
Kerry tan sólo la miró por un largo instante entonces lentamente se le acercó
y se apoyó sobre el cuerpo más alto de Dar, rodeando la cintura de su amante con
los brazos y hundiendo la cara sobre el pecho de Dar. “¿Que si me alegro de verte?
Jamás me alegré tanto de ver a alguien en toda mi vida”. Dejó escapar un
tembloroso suspiro. “Oh Dios”.
Dar sintió cómo todo su mundo colapsaba hasta que logró que las dos se
acompasaran, mientras rodeaba a Kerry con los brazos y le besaba suavemente la
cabeza. “Siento que te haya pasado esto”.
“Y… no podía… Tuve que decirle que eso no era cierto… Y él…”. Kerry
dejó de rodearla con un brazo y lo alzó para tocarse la mejilla. “Me golpeó”.
La mujer morena se echó un poco para atrás, de forma que pudiera verle la
mejilla a su compañera. “Bastardo”.
“Es parte de lo que nos hace humanos, Kerry”. Contestó Dar con voz
cansada. “Queremos que todo el mundo sea como nosotros, no nos gustan las
diferencias… En los tiempos antiguos era lo que mantenía unidas a nuestras
pequeñas tribus y llevamos luchando esa influencia genética desde entonces”. Le
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Kerry asintió. “Lo sé, iban a empezar a ‘probarme’ por la mañana… Sabía
que tenía que salir de aquí antes… Me asustaba que ellos…”. Dudó. “No sabía con
qué tipo de sustancia me iban a drogar… o… quiero decir, puedes decir cualquier
cosa bajo su influencia y…”. Alzó los ojos y se encontró con los ojos azul pálido
que la observaban. “No quería que tuvieran la oportunidad de forzarme a decir algo
que no creyera”.
Dar tensó los labios en una tensa sonrisa. “¿Qué ibas a hacer después de
dejar KO a pequeña señorita rayo de luz de ahí fuera?”.
“¿Te trajo aquí?”. Una pausa. “¿Cómo llegasteis aquí tan rápido?”.
“Tomcat”. Contestó Dar como si tal cosa. “De DC a Grand Rapids en veinte
minutos o menos. Menudo viaje”. Siguió contando.
“Vale, vuelvo enseguida. Tan sólo estate tranquila, ¿de acuerdo?”. Se palmeó
los bolsillos, después sacó un trozo de papel. “Sólo por si acaso”. Se lo dio a Kerry.
“Es el código de la puerta”.
Kerry parpadeó ante ella en plena adoración. “Trae algo de gasas para que te
pueda vendar el cuello mientras estás en ello...”. Suspiró. “Héroe”.
Fuera, Dar caminó despacio por el pasillo tras mover su chaqueta de forma
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“Bueno, de veras eres el héroe del edificio”. Dejó sobre la mesa su carpeta y
suspiró. “No sabes cuánta gente hay aquí ahora que puede volver a respirar… Yo
misma, mañana es el cumpleaños de mi hijo. Iba a consistir en un donut con una
vela hasta que llegaste”.
Dar le sonrió de forma sincera. “Me alegro que pudiera ayudar”. Se reclinó
sobre el mostrador, mirando el reloj. “No mucho más”. Comentó, ahogando un
bostezo. “Dime… ¿realmente son cómodas esas cosas?”.
La enfermera bajó la mirada. “Oh… ¿las batas? Sí, y tanto que lo son; gana
de sobra a poliester almidonado que nos hacían llevar, deja que le diga”. Miró a
Dar de forma especulativa. “Ey… ¿quiere una para probarla? Puedo traerle una,
tenemos cientos”.
Ella asintió.
“¿Todo bien?”. Él la miró con más detenimiento. “Por Cristo al timón Dar,
estás sangrando”. Se le acercó y le echó hacia atrás el cuello de la chaqueta. “¿Qué
ha pasado?”. Preguntó en un tono de voz más bajo. “¿Encontraste a Kerry?”.
“Sí, me golpearon con una banqueta y sí”. Murmuró Dar. “Kerry estaba
tratando de salir y creyó que yo era la enfermera”.
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La ejecutiva suspiró cansada, frotándose los ojos rojizos por falta de sueño y
la tensión. “Sí”. Alzó la mirada al volver la enfermera trayendo un paquete y
sonriendo contenta. “Aquí tiene, espero que la disfrute”. Se la tendió, entonces le
dedicó también una sonrisa a Jack.
“Gracias”. Dar cogió la bata y trató de pensar en qué hacer después. Se dio
cuenta de que su mente se estaba volviendo más lenta, mientras los problemas de
sacar a Kerry sana del hospital recaía sobre sus hombros. En realidad no había
planeado qué hacer una vez que entrase en el edificio, más que nada porque no
tenía ni idea de cuál era la situación ni las posibilidades… Quizás podría disparar
la alarma de incendios… o… ¿Era eso una tubería de agua a presión lo que había
en la otra alcoba?”.
La enfermera Archer brilló ante ella. “Es usted la mejor”. Salió de nuevo de
detrás del escritorio. “¿Puedo traerles un sándwich? Hoy tienen pavo en un
croissant y algo de sopa de tomate”.
“No, no… Estamos bien, gracias”. Le dijo Dar moviendo la mano. “Vaya
tranquila”.
Las puertas del ascensor se cerraron tras su blanco culo y se miraron el uno
al otro. “Vaya”. Dar se rascó la nariz. “Tú quédate aquí y atiende el teléfono, yo iré
a por Kerry”. Aún incapaz de creerse su buena suerte, la mujer morena trotó pasillo
abajo hasta la puerta de su amante y metió el código, escapándosele el picaporte de
las manos por culpa de una rubia impaciente. “¡Ey!”.
Dar sonrió, después se estiró y sacó un peine del bolsillo para pasarlo por en
desmarañado cabello de Kerry. “Así que, a parte de eso, Srta. Lincoln, ¿Cómo fue
Acción de Gracias?”.
Serios ojos azules la observaron. “Aquí no, no ahora. Además es más fácil si
te lo enseño. Cuando lleguemos a casa te prometo que te lo cuento todo”. Hizo una
pausa. “¿Confiarás en mí?”.
Kerry la miró directamente a los ojos por unos momentos. “Confío en ti”.
Sentenció quedamente. “Tan sólo… recuerda, Dar, que sea lo que sea, es mi
padre”.
Fríos y duros ojos. “Después vamos a la casa de tus padres a por tus cosas”.
“¿Qué? Dar, no… no necesito esas cosas, no hay nada allí irremplazable…
No quiero volver allí”. Protestó Kerry con vehemencia.
“Tan sólo hacerles saber que no te han vencido”. Replicó suavemente Dar
mientras abría la puerta y empujaba a su amante hacia el exterior, asegurándose
antes que no había moros en la costa. “Pero es mi orgullo el que habla. Y muy alto,
a veces”.
Kerry miró sobre su hombro ante la franca admisión y sintió una minúscula
sonrisa aparecer en sus labios. “Uno de esos genes de nuevo, ¿huh?”. Miró el
deprimente pasillo. “Uck… este sitio apesta”.
Dar se puso tras el escritorio y empezó a rebuscar por los cajones. Encontró
uno cerrado con llave, después miró el mostrador. “Agradable enfermera”. Cogió
el anillo de llaves que se había dejado la enfermera y abrió el cajón, rebuscando en
su interior. “Ah”. Una serie de insignias del hospital, todas con pequeñas notas en
ellas. “Veamos…”. Las estudió. “Terminado… terminado… dimitido…
terminado… muerto… terminado… ¿admitido?”. Se quedó observando esa.
“Hmm… ah…”. Sacó una del montón y se la entregó a Kerry. “Ponte esto, la foto
se parece bastante”.
Dar volvió a cerrar el cajón con llave y dejó el llavero en su sitio. “De
acuerdo, vosotros dos cogéis el ascensor y simplemente salís por la puerta.
Kerry… tú harás como que le enseñas la salida, ¿vale?”.
“Darte de alta”. La mujer morena sonrió falsamente. “Me gustan las cosas
limpias. Ahora, id”. Hizo una pausa. “Jack, llévate mi portátil, ¿sí?”.
“Ten cuidado”.
Jack saludó con la mano. “Sí, era un cable pelado. Pero tenemos asuntos
pendientes, voy a dejar mis cosas en el coche”. Alzó la mochila del ordenador. “La
jefa está arriba asegurándose que todo concluye bien”.
“Genial, genial… Oye, ¿podemos conseguirte algo o así?”. Los ojos del
guarda miraron de lado a Kerry sin fijarse demasiado.
“Nah… Tan sólo queremos llegar al motel y dormir un poco, ha sido un día
condenadamente largo”. Declinó la oferta, empezando a caminar más allá del
escritorio. “Me alegro que todo haya acabado bien”.
“Woo… Te han puesto en uno de los buenos”. Rió el guarda. “Y tienes una
invitación encima de todo… Entonces, buenas noches… y gracias de nuevo”. Miró
una vez más a Kerry, después volvió la vista de nuevo a la revista que estaba
leyendo.
Jack sonrió. “Me siento como un maldito Mesías”. Murmuró por la comisura
de los labios. “No he tenido este tipo de recibimiento desde que liberamos
Kuwait”. Miró al sonriente guarda. “Ni siquiera se da cuenta que no te conoce,
¿verdad?”. La puerta se abrió lentamente frente a ellos y empezaron a atravesarla.
Estaba libre. Estaba fuera de la peor situación en la que había estado nunca y
casi sentía ganas de encontrar un rincón cálido y acurrucarse en él para no dejar de
llorar. Ahora les rodeaba la oscuridad y Jack se quitó su chaqueta para ponérsela a
Kerry alrededor de los hombros. “Gracias”. Asintió agradecida. “Sé que también te
debo un agradecimiento enorme por traer a Dar aquí tan rápido”.
pasamanos cuando perdí pie y me caí por el borde, sin nada entre medias de mi
cuerpo y ese maldito agujero excepto O2”. Exhaló. “Se me enganchó el cinturón en
una rama y ahí estaba yo, colgando como un cerdo confitado en Navidad, gritando
a más no poder”.
“Sip… Lo siguiente que sé es que Dar estaba allí y consiguió asegurar una
cuerda y atándosela a la cintura, bajar hasta mi lado y ayudarme a subir a la
siguiente rama. Así que después los dos perdimos el equilibrio y caímos… Ella
estaba agarrada a mí y colgando de esa cuerda, así que pensé que los dos
estábamos perdidos”.
“Sip… pero ella es más fuerte que el infierno, si sabes lo que quiero decir;
incluso ahí, cuando éramos pequeños, así que de alguna manera consiguió darse la
vuelta de forma que yo pude agarrarme a la rama y alzarme. Después ella se puso a
mi lado y ya estábamos bien”.
“Fiuu”. La mujer rubia dejó escapar un soplido”. “¿Y qué pasó después?”.
Él le dedicó una mirada irónica. “Me golpeó por ser tan estúpido”.
La mujer rubia suspiró. “Sí, creo que lo veo… Incluso aunque hace poco que
la conozco”. Enfocó los ojos en Jack. “Es una mujer con coraje”.
Kerry miró por la luna, al suave brillo de las luces del hospital. “Eso es
cierto”. Dijo suavemente al final. “Se enfrentaría a cualquiera”. Se quedó en
silencio y apoyó la cabeza sobre la puerta, los ojos fijos en el camino que salía del
hospital.
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Esperaron lo que pareció una eternidad pero que en realidad fueron diez
minutos, hasta que los ojos de Kerry encontraron lo que buscaban y una figura alta
y esbelta se acercó andando por la grava, deteniéndose e intercambiando unas
palabras con el guarda que se rió y se despidió con la mano. Atravesó la barrera
para encaminarse a la oscuridad del aparcamiento.
Dar lo pensó. “¿Hay algún hotel cerca? Creo podemos aprovechar unas
horas de sueño. Yo podría… Después podemos mandarte de nuevo a DC y nosotras
coger un vuelo comercial a casa”.
“Lo sé”. Kerry bajó la mirada. “Pero yo empecé esto y necesito ponerle fin”.
Alzó la mirada a los ojos de Dar. “Tan sólo necesito un poco de ayuda”.
Una queda y orgullosa sonrisa asomó a los labios de Dar. “La tienes…
Kerry, sé que esto es duro para ti y sé que aún quieres mucho a tus padres… Trata
de recordarlo, ¿vale?”. Suspiró. “No dejes que lo que ha pasado aleje eso de ti, no
importa cuánto parezca que se lo merezcan”.
“De acuerdo”. Dar respiró hondo y trató de juntar sus fuerzas. “Jack…”.
El piloto parpadeó ante ella. “Es tan mísero como para drogar a su propia
hija y llevarla a la granja de los locos… Voy como vuestra guarda”. Metió la mano
bajo el asiento del coche y sacó su automática de servicio, acoplándola bajo su
brazo por la funda ajustable. “De forma que sepan que estoy autorizado a llevar
esto… “. Se volvió a poner la insignia.
Dar puso una mano sobre su brazo. “No”. Le dijo suavemente. “No creo que
vaya a ser necesario y tengo algunos ases bajo la manga si él intenta algo
estúpido… No metamos de por medio a la milicia, ¿vale? Es un senador y eso sólo
puede traer grandes, pero que muy grandes problemas, amigo mío”.
“Dar tiene razón”. Añadió suavemente Kerry. “Mi padre tiene un micrófono
bajo el culo sobre lo que ocurre en el Pentágono… No le des esa clase de
munición”.
Jack las miró a las dos. “De acuerdo… Pero tenéis treinta minutos. Más de
eso y entro a buscaros”.
Una. Dos. Tres veces, antes de que escucharan unos pasos acercarse. Dar
puso una mano tras la espalda de su amante para darle ánimos y se estiró
recopilando los suyos.
“Sé quien eres, puta”. Rugió el hombre. “¡Sal de mi casa!”. Se giró en busca
del teléfono. “¡Llamaré a la policía!”.
“De hecho, son una de nuestras cuentas… Firmé en el libro de visitas como
cualquier otro”. Replicó con calma Dar. “Y fui requerida allí por un problema en
los ordenadores”.
Un largo y fuerte dedo se alzó. “Tendrá una querella contra usted por
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difamador, junto con otra sobre secuestrar y retener a la fuerza a uno de mis
empleados si no se calla”. Adelantó a Kerry, peligrosa como una pantera mientras
se acercaba a él, mirándole a los ojos de forma directa. “Ahora… sugiero que
llevemos esta pequeña discusión a lo que quiera que llame despacho, de forma que
el resto de su… familia… no tenga que escuchar lo que voy a decirle, ¿de
acuerdo?”.
salvo”.
“¿Lavarle el cerebro para conseguir qué?”. Bufó Dar. “¿Que pensara por sí
misma? No gracias, eso lo hace ella solita sin ninguna ayuda por mi parte”. Hizo
una pausa. “Oh, quiere decir lavarle el cerebro para que pensara que estábamos
enamoradas… Cierto…”.
“No quiero escuchar eso”. El hombre les volvió la espalda. “No acepto que
ninguno de mis hijos sea una parte de algo tan desagradable y depravado”. Se giró.
“Y sea condenado al Infierno por encima de todo”. Su mano atravesó veloz el aire.
“¡No!”. Su mirada se centró en el rostro en sombras de Dar. “¿Por qué
sencillamente no te largas de aquí y dejas tranquila a la gente decente? Tu clase no
pertenece a este país”.
Kerry retuvo el aliento. Nunca había visto así a Dar. Sus ojos brillaban y
todo su cuerpo parecía alerta, repleto de energía. La fiera rabia era casi palpable.
Una risotada. “¿Sabías, Senador, que en estos días y era, todo lo que haces se
graba en un ordenador?”. Dar rodeó el escritorio y se sentó de nuevo al borde del
mismo. “Toda transacción con tarjeta de crédito, toda transacción bancaria, todo
informe médico…”. Sonrió de nuevo. “Certificados de nacimiento… Certificados
de defunción, todo”.
A él se le salieron los ojos de las órbitas. Dar se separó del borde de la mesa
y se levantó, esperando.
“Debes ir tras algo… ¿qué es? ¿dinero?”. Él levantó la vista. “No pueden
pagarte tanto en ese sitio… ¿Es eso lo que buscas?”. Él se movió, atrayendo su
atención y la de Kerry mientras caminaba. “Podemos arreglar un trato, tan sólo
dices la cantidad que vales y nosotros…”.
Él se lanzó por ella, agarrándola por la cintura y haciendo que se cayeran los
dos, pero no contó con las poderosas piernas de Dar que le rodearon y los hicieron
girar, cayendo Dar sobre él y dejando que recibiera un buen golpe en el estómago.
Estaba tranquilo entonces, hasta que Dar se encaminó hacia la pared del
fondo y cogió la pistola automática que había pateado de la mano de Kyle,
ajustándola en su mano.
“No sólo anoche… Has tratado de hacerme algo que no soy desde que era
una niña y me hiciste mucho daño”. Le dijo Kerry. “Sigues siendo mi padre y
todavía te quiero… pero no puedo vivir contigo”.
las balas en el bolsillo. “Vamos, no tengo nada más que hacer aquí”.
Kerry sentía las ganas de echarse hacia atrás y dejar que el cuerpo de Dar la
envolviese. “Estoy echa polvo por dentro”. Le dijo de forma honesta a la mujer
morena. “Creo que voy a necesitar una buena y larga sesión de mimos pronto”.
Dar la besó con dulzura en la cabeza. “Esta noche y cada noche del resto de
tu vida, si quieres”. Prometió, dándose cuenta de lo que había dicho una vez que
las palabras salieron de su boca.
Ambas miraron hacia arriba al oír el ruido y vieron una desordenada cabeza
de cabello color avellana asomarse por la puerta. “¿Ker?”.
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“Shh… sí… Fue bastante malo”. Contestó suavemente Kerry. “Me dejaron
inconsciente y me llevaron donde Roger”.
Ángela la soltó y miró a su hermana con desconcierto. “Oh Dios mío”. Sus
ojos finalmente se desviaron a la derecha al darse cuenta que Kerry no estaba sola
y inhaló ligeramente ante los azules ojos que absorbían la luz de la habitación.
“Oh… yo…”. Miró con más detenimiento. “Tú debes ser… ¿Dar?”.
“Lo estabas haciendo muy bien cuando yo llegué allí”. Interrumpió Dar.
Kerry sonrió y la abrazó. “Por favor… te voy a echar de menos… ¿Le dirás
a Michael los que está pasando?”.
Ángela asintió mientras se separaban. “Le llamaré mañana… En realidad me
alegro que se quedase en el colegio y no viniese aquí… Sabes que se hubiera
puesto histérico”.
Kerry suspiró. “Lo sé… bueno, tenemos que irnos… Te llamaré cuando
llegue a Miami”.
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Dar dejó el bulto sobre el asiento trasero y cerró la puerta, después se sentó
junto a su compañera y exhaló. “Salgamos de aquí”.
Kerry apartó los ojos del oscuro paisaje y lentamente giró la cabeza,
mirando el rostro en la semioscuridad de Dar. “Bastante mal”. Contestó con voz
estrangulada. “Dar, ¿por qué no puedo odiarlos? Sería mucho más sencillo”.
Jack miró hacia atrás y captó su mirada, la suya repleta de pura lástima. “¿A
dónde?”.
Dar suspiró. “Busca una carretera principal. Para en el primer lugar que a
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 625 de 625
simple vista no parezca que tenga cucarachas en los lavabos”. Sacó su teléfono
móvil del bolsillo y marcó un número. “Buenos días”. Dijo suavemente. “Soy Dar
Roberts, empleada número 4432234”. Hizo una pausa. “Necesito dos pasajes de
Grand Rapids a Miami, primera clase, la línea aérea no importa”. Escuchó por
unos largos segundos. “Está bien. Sin embargo, use mi tarjeta de crédito privada,
esto es personal”.
Dar sintió a Kerry apoyarse más en ella y comprendió que su amiga estaba
cayendo exhausta. “Suena genial”. Admitió. “Oh, maldición, quiero mi cama… Me
siento como si me hubiera arroyado un camión”. Suspiró.
El rostro de Jack se torció en una mueca. “McGyver, ¿eh?”. Rió por lo bajo.
Ella no protestó. Les dieron las llaves y subieron las escaleras hacia
habitaciones que olían a moho y ladrillos húmedos. Dar de forma instintiva
encendió el aire acondicionado, después fue hacia la cama, los largos días habían
hecho mella en ella. Se dejó caer sobre su espalda y sintió como los músculos se le
quedaban como muertos en reacción. “Maldición”. En realidad no había contado
con la pelea de Kyle… Su súbita presencia había sorprendido sus defensas y
disparó un chorro de adrenalina que la había mantenido durante la pelea, pero
ahora… “Me estoy haciendo vieja para esto”. Murmuró.
Un suave bufido. “Yo no soy tal cosa”. Objetó la mujer de cabello negro. “Y
las dos lo sabemos”.
Kerry agitó de lado a lado la cabeza. “Tú debes saberlo... pero yo no”.
Replicó en queda reflexión. “Oh… quizás pudiera escribir sobre la parte de la
llegada en un avión supersónico… ey… Fue oportuno, ¿verdad?”.
Dar se dio la vuelta y se encaró a ella, separadas tan sólo por unas pulgadas.
“Verdad”.
Una oscura ceja se alzó. “¿Quién dijo que no fue por mi propio interés?”.
Preguntó suavemente. “Era en todo mi interés el asegurarme que estabas sana y
salva…”. Estiró la mano y rozó con los nudillos la mejilla de Kerry. “Quería, de
forma muy egoísta, que volvieras”.
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La mujer rubia ladeó la cabeza a modo de pregunta. “Sé que me dijiste que
sabías dónde estaba porque cargaron los gastos a mi tarjeta sanitaria… pero, ¿cómo
supiste eso Dar?”.
“Mm”. Dar se apoyó de nuevo sobre la espalda y se estiró, sintiendo que una
ola de cansancio le recorría el cuerpo. “Tuve una… no sé, una pesadilla supongo…
Me desperté sudando, eso es seguro… A eso de las doce y media”. Dejó que se le
cerraran los ojos, recordando.
“¿Doce y media?”. Murmuró Kerry. “Eso fue más o menos cuando… sí,
cuando me dejaron inconsciente… Recuerdo haber mirado el reloj cuando entré en
el despacho”.
“Bueno, sabía que no me iba a poder dormir de vuelta, así que llamé a la
oficina y cuando me conecté, un bot que tenía en marcha se encendió y mostró el
hecho de que tu tarjeta había sido utilizada y yo…”.
“No… bueno, desde que te chocaste contra ese camión de leche, yo um…”.
Dar estaba cortada y sintió como se le calentaba la piel por el sonrojo. “Lo
encendí por si te pasaba algo… Bueno, quiero decir, no es que tenga una tarjeta de
búsqueda sobre ti… quiero decir, de todas formas… si algo te pasa, yo lo…
um…”.
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***
Su busca se disparó a las nueve y Dar tuvo que esforzarse por abrir los ojos,
mientras su cuerpo se quejaba amargamente por abandonar la calidez y la
somnolencia del nido en el que se encontraba hasta ahora. La fina cortina de la
habitación estaba tapando casi toda la luz del día; dentro se estaba en una
oscuridad agradable.
Pobre niña. De forma ausente Dar acarició el suave cabello dorado sobre su
pecho. No me puedo creer que le hicieran eso… no se lo merecía. Kerry había
estado muy introvertida desde que abandonaron la casa de sus padres y la mujer
morena sabía que probablemente aún estuviera en estado de shock.
Dar se tomó un momento para revisar las últimas veinticuatro horas, casi
incapaz de creer por lo que las dos habían pasado. “Maldición”. Murmuró por lo
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 629 de 629
“Oh… cierto”. Con obvio esfuerzo, Kerry se incorporó sobre los codos,
después dejó caer la cabeza para apoyarla en el brazo de Dar. “Oh Dios, me siento
como si me hubiera atropellado un camión”. Se quejó.
Dar bostezó. “Yo también; debe ser toda esa excitación”. Se giró y se
detuvo, aguantando la respiración cuando las magulladuras que había recolectado
en las horas previas hacían acto de presencia. “Ah… goa”.
“Lo estoy”. Admitió Dar. “No pude dormir anteanoche, después tuve que
volar muy temprano… Estuvimos jugando al fútbol y corriendo todo el día de ayer
y después lo de anoche…”. Exhaló. “Estoy de pie tan sólo por tozudez ahora
mismo”.
Cada vez más y más bajo hasta que por fin Kerry distinguió el arco
característico de la autovía 826 bajo el avión, y se apoyó sobre el respaldo del
asiento de cuero mientras el avión seguía perdiendo altura y aterrizaba sobre el
suelo con un suave rebote en la larga y soleada pista de aterrizaje. Verdes árboles
los rodearon, Kerry sintió alivio cuando el avión se dirigió a la terminal y se colocó
junto a una de las puertas.
callada. “¿Quieres que te deje en tu casa o…?”. Estaba un poco insegura, sabiendo
que es lo que ella quería que Kerry hiciese pero no quería presionar a su amante, si
Kerry quería estar a solas para pensar sobre lo pasado.
Dar entró primero, manteniendo la puerta abierta para que Kerry la siguiera,
después la cerró mientras la agradable paz del apartamento las rodeaba. “Bueno”.
Dar dejó su bulto sobre el sofá, después le cogió a Kerry la suya y la mantuvo en
alto un momento.
luchando por encontrar las palabras adecuadas, cosa que no le solía ocurrir nunca.
“Pensé que quizás tú… Bueno, tengo todas esas habitaciones libres ahí arriba y
yo… pensé que quizás te gustaría quedarte con una y dejar algunas… cosas…
um… aquí”.
Dar la vio desaparecer por las escaleras y dejó que su rostro adquiriese un
gesto de alegría y relax mientras se giraba y se dirigía a la cocina. No era como
si… vale, se trataba de un pequeño paso en la mudanza de Kerry a la casa… pero
sabía que aún no estaban preparadas para eso. Esto era más bien como… un buen
comienzo y era práctico. Le dejaría probar la idea de vivir realmente con alguien,
cosa que ella al menos no estaba acostumbrada en absoluto.
Sabía que amaba a Kerry, no tenía ninguna duda al respecto, pero Dar
también era realista y se conocía bastante bien… Había vivido sola por muchos
años y acostumbrarse a una compañera de piso, no importa cuanto la amara, sería
un reto.
¿Verdad?.
que el movimiento del mar la calmara. Aún así, un aroma a almendras la distrajo y
se giró para ir a la puerta, pasándose los dedos por el pelo para arreglárselo un
poco y prácticamente se chocó con Dar. “Goa”.
La mujer alta alzó una taza. “Toma”. Le ofreció. “¿Todo bien aquí para ti?”.
Bajaron las escaleras y Kerry se acomodó en uno de los extremos del sofá,
sorbiendo su café y reposando la cabeza sobre el suave cuero mientras Dar buscaba
el mando y encendía la televisión de pantalla panorámica.
“Oh… no sé, Dar… tendría que haberlo visto venir”. Respondió de forma
brusca la mujer rubia. “Fue muy ingenuo por mi parte pensar que él sería capaz de
hablarlo, ¿huh? Que atendería a razones o…”. Se le hundieron los hombros. “O
que le importaba como persona en vez de maniquí”. Terminó en un tono de voz
muy bajo.
“En serio”. Comentó suavemente Dar. “Sé que es duro para ti y siento que
tengas que pasar por esto pero no me arrepiento ni un simple segundo de las
veinticuatro horas que me implican”.
Una minúscula sonrisa. “Eres una buena amiga, Dar”. Kerry estiró la mano
para agarrar la suya, elevándola y presionándola contra sus labios. “Eres la mejor
amiga que nadie puede desear”. Sintió como se le formaban las lágrimas y cerró
los ojos, intentando evitarlas. “Y ellos no pueden entender por qué te quiero...”. Se
le escapó un sollozo. “Oh Dios”.
Dar tragó, sintiendo como Kerry se venía abajo, sus palabras tornándose
hipidos que azotaban su cuerpo con pequeñas sacudidas. Respiró profundamente y
se quedó ahí, murmurando palabras de ánimo y meciendo a la pequeña mujer con
el apoyo que pudiera darle.
Una larga pausa y Dar pudo sentir que los hipidos iban disminuyendo.
Continuó con sus suaves caricias hasta que a Kerry se le acompasó la respiración y
pudo sentir como volvía la calma al cuerpo de su amante.
“¿Es cierto lo que le dijiste?”. Susurró finalmente Kerry, con voz ronca.
Dar dudó, pues no quería hacerle más daño a su amiga. Pero mentir, en este
momento, no tendría sentido. “Sí… Pude separar esas dos informaciones… yo…
puedes mirarlas después si quieres”.
“Kerry, no tienes porqué hablar de esto ahora, espera un poco”. Rogó Dar.
“La información no va a ir a ninguna parte… Descansa, ha sido un día
malditamente largo y las dos estamos exhaustas”.
Dar suspiró. “Una mujer que tu padre ha estado manteniendo durante veinte
años… Tiene tres hijos, dos chicos y una chica: son de tu padre”.
“Sí… y tiene los huevos suficientes para decirte algo a ti”. Declaró enfadada
Dar. “Sólo con eso su carrera se iría al garete”. Entrecerró los ojos. “Odio a los
hipócritas”. Secó suavemente los ojos de Kerry con su manga.
“Claro”. Dar se volvió a reclinar sobre su parte del sofá y suavemente llevó
a Kerry consigo, colocando a la pequeña mujer entre su cuerpo y el respaldo del
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“¿Mm?”.
Woo. Pregunta con trampa. “Durmamos un poco antes de hablar sobre esto,
¿vale?”. Le dijo Dar. “Estoy demasiado cansada para pensarlo con claridad”.
Kerry alzó la vista y le dedicó una cansada sonrisa. “Lo siento, la cabeza no
para de darle vueltas… Tienes razón”. Cerró los ojos y se acurrucó contra Dar. “Te
quiero”.
Dar sintió como se apoderaba de ella una oleada de sueño. “Yo también te
quiero”. Murmuró, rindiéndose a las demandas de su cuerpo.
Kerry se despertó cerca del medio día, abriendo los ojos para encontrarse a
Dar profundamente dormida aún, su cuerpo enredado con el de la mujer rubia.
Reconoció que le dolía, incluso echándole las culpas a sus padres y hubiera
odiado con toda su alma el tener que viajar a casa para esas largas vacaciones. Pero
en cierto sentido, era también una especie de alivio el por fin haberlo dejado claro
y no tener que pretender o mentirles cada dos por tres. Era libre de vivir su vida y
hacer lo que quisiera.
Incluso si ese ‘quisiera’ incluía esta alta y hermosa mujer que prácticamente
lo había dejado todo por Kerry, en más de un sentido. Se quedó pensando sobre el
hecho de Dar metiéndose en la cabina de un avión de caza tan sólo para ir a
buscarla y una sonrisa tonta e incrédula asomó a su rostro. Era como un cuento de
hadas, en serio… Nadie hace eso en la vida real, ¿verdad?. Claro que no.
Y aún así, ella lo había hecho, como si fuese lo más normal de la vida. “Mi
héroe”. Susurró suavemente Kerry, enredando un mechón de oscuro cabello en su
dedo mientras observaba el rostro dormido de su amante.
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Sus ojos enfocaron el vendaje que tapaba el corte hecho por la madera en el
cuello de Dar y torció los labios. Tiene suerte de moverse tan rápido como lo hace,
reflexionó Kerry con ironía. De otra manera se lo habría clavado de lleno,
pobrecilla.
De repente se sintió hiper protectora con su alta amiga y sintió una oleada de
puro afecto por ella, más allá de su relación física.
Kerry sonrió en muda pregunta, después abrió los ojos cuando un dedo trazó
sus labios. “Oh…”.
“¿Qué es tan divertido?”. Preguntó con curiosidad Dar, su voz ronca por el
sueño.
“La vida”. Contestó suavemente la mujer rubia. “No tienes que levantarte,
vuélvete a dormir, Dar… Todavía te ves muy cansada”. Echó hacia atrás el cabello
de la frente de Dar. “Voy a bajar y nos asustaré con algo para cenar”.
la cena”.
Dar se relajó de nuevo contra el suave cuero y dejó que sus manos
acariciasen el vaquero que cubría la pierna sobre la suya. Podía sentir como los
músculos se tensaban bajo su exploración y se dedicó a darle un masaje con fuerte
mano. “Quizás con el tiempo cambien de opinión”. Ofreció. “Kerry, pase lo que
pase, sigues siendo su hija…”.
Dar bajó los ojos hacia el sofá. “Eso es diferente… Ella está… enfadada
conmigo porque cree que no entiendo lo mucho que le quiso…”. Habló la mujer
morena de forma queda. “Le dije que… Tuvimos una gran discusión tras su
muerte, cuando le dije que había muerto como siempre quiso hacerlo y que ella
debería dejarlo marchar en paz”.
“Él lo era todo para ella… Ella lo miraba y era como si él fuese… dios… o
algo así”. Suspiró Dar.
“Quizás… quizás fueran almas gemelas”. Dijo Kerry dubitativa, las palabras
eran dulces pero extrañas en su lengua. “Ya sabes… esa vieja historia… de las dos
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mitades y demás”.
Un largo silencio mientras Dar pensaba en sus palabras. “Yo… nunca creí en
ese tipo de cosas… pero…”. Se encogió de hombros. “¿Quién sabe?”. Sus ojos
estudiaron a la mujer rubia. “¿Tú crees en eso, que existe algo así?”.
“¿Sí?”. Dar se aclaró la garganta. “Sólo… por curiosidad… ¿qué fue lo que
dijo?”. Apoyó la cabeza sobre su mano y le prestó mucha atención a una de las
costuras del cuero.
Kerry alzó los ojos y estudió la morena y gacha cabeza. “Yo… um… él…
um, dijo que podías saberlo… porque cuando miras a esa persona, ves todo lo que
necesitas para estar completa”.
“Es… um…”. Dar se frotó la nuca y exhaló. “Tiene cierta lógica”. Arrugó
los labios, después miró de nuevo a Kerry. “¿Dijiste algo acerca de cenar?”.
“Incitas mis sueños”. Contestó suavemente Kerry, sus manos explorando con
avidez. La piel de Dar era increíblemente suave y tenía una textura cálida y sedosa
que realmente le gustaba. Los músculos eran gruesos y fuertes bajo la fina capa de
grasa y la mujer rubia trazó sus contornos con sensual deleite.
“¿Lo hago?”. Dar sonó un poco sorprendida. “Imagínate eso”. Dejó que sus
manos bajaran hasta la cintura de la mujer pequeña, largos dedos desabotonando
los vaqueros con suave pop. “Coincidimos porque…”. Otro pop, al quitar el
segundo botón. “Tú…”. Un tercero. “Dominas los míos”. Se soltó el último de los
botones y metió las manos bajo la gruesa tela. “Llevo soñando con nosotras juntas
desde antes del viaje a Disney”.
cuerpo hasta el cenit para después liberarlo con una tormenta de sensaciones que la
dejaron sin resuello y temblorosa. “Dios…”. Boqueó débilmente sobre el pecho de
Dar, mientras la mujer alta la agarraba y la rodeaba con un amoroso abrazo. Su
corazón latía desenfrenado y se abrazó a Dar, recuperando la respiración.
“Uh huh… ¿y ésta?”. Kerry se colocó más abajo, entre la curva de su seno
derecho.
“Uh…”.
“¿Oh sí?”. Rió Kerry, moviéndose para estar en mejor ángulo. “¿Te dolió?”.
No esta vez. Dar se puso las manos tras la cabeza y exhaló, observando su
cuerpo medio desnudo. Era casi como si acabasen de…
“Ey…”. Kerry asomó la cabeza y sonrió, dejando reposar la mirada sobre las
largas y desnudas piernas extendidas sobre el sofá. “¿Tienes hambre?”.
Alzó una insolente ceja ante ella y rompió a reír cuando Kerry se puso roja
como un tomate. Dar encontró la mezcla de simple inocencia y deseo medio oculto
increíblemente atractiva y se levantó del sofá para acercarse hasta donde se
encontraba su compañera. Los ojos verdes miraban al suelo cuando se acercó.
“Ey”. Pasó suavemente los dedos por el pelo de Kerry y le levantó ligeramente la
cabeza. “Estás preciosa cuando te sonrojas”.
Dar rozó la sonrojada piel, viendo como Kerry cerraba los ojos y ladeaba la
cabeza ante la caricia. “Sí, lo estás…”. Contestó sincera, echando hacia atrás el
claro cabello. “Pero estoy segura que ya lo habías oído antes”.
Fue recompensada con un leve sonrojo de la mujer alta. “No me digas que a
ti nunca te lo han dicho”. La regañó la mujer rubia con una mueca.
Dar rodeó a su amante con los brazos. “Nunca de alguien que realmente
quisiera escucharlo”. Se le escaparon las palabras, sorprendiéndola y dejando al
descubierto una crudeza que realmente no pretendía.
“Buena idea”. Dijo super seria Dar. “Casi no tengo Frosted Kellogs”. Le
brillaron los ojos cuando esquivó un golpe de broma. “¡Ey! Te compré esas
zanahorias minúsculas… y fruta fresca… ¿no me gano algún punto?”.
apoyadero. “Muy buena… no muy caliente ni muy fría tampoco”. Cogió su plato
de tallarines con carne y empezó a comer, sus ojos fijos en el horizonte iluminado
por la luna. “Mira esas luces, ¿son cargueros?”.
Dar se echó hacia delante para ver lo que estaba mirando. “Mm… uno de
ellos sí, los otros dos son cruceros… Creo que ese es el Norway”. Se movió un
poco de forma que se rozasen los hombros, después se acomodó con su plato.
Dar rió con ironía. “Sólo un poco… Una pena, porque el último plus que me
mandó Les eran dos pasajes para un crucero a Alaska”. Se comió una cucharada de
espaguetis. “Esto está genial… tú eres genial”.
“Gracias”. Sonrió Kerry. “Pasajes para Alaska, ¿eh? Guau… siempre quise
ver de cerca un glaciar”. Masticó un resto de haba. “He visto la aurora boreal dos
veces, cuando había claridad y se veía en plena noche en Michigan… Pero me
gustaría verla en el lugar correcto… Oí que también se pueden escuchar”.
Dar agitó la cabeza. “No… No puedo decir que haya ido… Sin embargo,
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“Dos veces… quizás ese podría ser otro fin de semana largo… Se puede
hacer un recorrido por todas las viñas y es muy bonito”. Contestó con entusiasmo
la mujer rubia. “Siempre quise volver…”.
Dar sintió como una sonrisa tonta le cruzaba el rostro. La enmascaró alzando
el vaso y tomando un gran sorbo. “Parece divertido”. Se mostró seriamente de
acuerdo. “Te… ¿apetece hacer submarinismo mañana? Se supone que va a hacer
buen tiempo…”.
Dar la estudió. “Al infierno lo que digan los demás… ¿tú cómo te sientes?”.
Preguntó de repente.
“¿Qué tal ésta?”. Kerry cogió la chaqueta más cercana y la alzó. “Es…
colorida”.
Dar alzó la vista y después rió. “Oh sí, ninguna duda al respecto… Seré
capaz de encontrarte a 100 brazas con eso”.
Kerry hizo una mueca y se balanceó un poco, después desató los enganches
y se quitó el chaleco. “Vale… y… dijiste un nuevo cinturón, ¿verdad?”.
Mentalmente añadió el coste y asintió levemente. Había pagado las facturas del
mes y su aumento le permitía pequeños caprichos como estos. Escogió un cinturón
rosa oscuro, con pequeñas pesas rosas colgando de él. “¿Qué tal éste?”.
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Kerry pasó los dedos por el fino neopreno. “Ah… ¿para protegerse de las
medusas?”.
Dar se le acercó más. “No, tan sólo pensé que te quedaría muy bien”.
Murmuró suavemente, con los ojos brillantes.
Una mano la tocó en el brazo. “No”. El tono de voz de Kerry sonó un poco
más grave y miró a su alrededor. “Aprecio el sentimiento, Dar, pero soy
responsable de mí misma, ¿vale?”.
Kerry le sonrió. “Lo sé… Y dejé que te salieras con la tuya con lo de los
peces y esos billetes de avión pero es importante para mí el poder mantenerme”.
Kerry se quedó sin palabras. “Uh”. Buscó desesperadamente algo que decir
y se dio cuenta que simplemente no podía. Así que sencillamente miró a Dar a los
ojos y trató de expresar en silencio lo que su corazón estaba sintiendo.
Kerry se dio cuenta tristemente que, siendo una mujer sofisticada, inteligente
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Dar la miró por encima del hombro. “No es tu talla”. Comentó pesarosa.
Kerry le puso una mano en la espalda. “Lo creas o no, sí… Cuando de
verdad cocinas con ingredientes reales, no es sólo sacar algo de una caja y
calentarlo.
Dar cerró el maletero y se puso las manos en la cintura. “Seguro, así es más
fácil”. Comentó, bromeando.
“Sí, lo es”. Se mostró de acuerdo Kerry. “Pero es mucho menos sano para ti,
debido a la cantidad de cosas que le añaden para que la comida no cristalice al
congelarla… Creo que los aditivos te vuelven azules las orejas o algo así”.
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“Oh”. Dar se quedó pensando sobre el tema. “Supongo que eso tiene
sentido”. Rodeó el coche y se metió en él, esperando a que Kerry hiciese lo mismo.
“¿Te apetece un *café con leche*?”.
Le dolía lo de sus padres y lo sabía. Sabía que tendría que pasar mucho
tiempo antes de poder pensar en ellos y no sentir la pena de no ser aceptada… pero
por otro lado, era tan agradable no tener que regirse por sus estándares nunca más.
Ahora era libre de imponer sus propios estándares.
“¿Qué?”.
“Pastelito cubano de huevo”. Contestó Dar con una mueca. “Huevos, queso
y bacon en pan tostado cubano”. Vio como Kerry se tapaba los ojos. “Puedes
comerte la mitad”.
Kyle se rió. “¿De verdad creías que el Senador iba a dejarte ir, así sin más,
con su hija?”. Señaló despacio a su acompañante. “Si hace algún movimiento
contra mí, dispara a la puta, no quiero riesgos”.
Kerry se adelantó a Dar. “Kyle, ¿qué quieres? Mi padre dejó sus deseos bien
claros y eran que me fuera. Lo hice”.
“Oh no”. Kyle se le acercó un poco. “Le convencí para que lo pensara
mejor… No voy a dejar que una pequeña molestia como tú arruine mis planes”. Le
sonrió. “Ahora ve hacia allí como una niña buena, nos montaremos en el coche y
nos iremos”. Miró a Dar. “Y no te molestes con tus trucos, sabemos que era un
farol”.
Hacia atrás, hasta que estuvo apoyada sobre el cálido cuerpo de Dar. “No”.
Le miró a los ojos. “Has alejado de mi cada maldita cosa que he querido en mi
vida. No te vas a llevar ésta, jodido hijo de puta”. Endureció la mandíbula.
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“No seas estúpida, niña”. Dijo Kyle entre dientes. “Sabes que esto es por tu
bien… ¡ahora, muévete!”. Alzó la voz en un ladrido exigente.
Kerry sintió como unos brazos la rodeaban. “Ve”. La grave voz le recorrió la
espalda. “Estaré bien”.
Sintió como se llenaba de rabia. “¿Por qué estas haciendo esto Kyle? Incluso
si voy contigo, nunca me quedaré, los dos lo sabemos… ¿Por qué no puedes
dejarme en paz?”.
Dar vio la mirada triunfal en los ojos de Kyle y comprendió lo que había
detrás de todo esto. Rodeó a Kerry con los brazos y le devolvió el abrazo.
“Cuídate”. Susurró. “Te quiero… Nunca lo olvides”.
Dolía. Kerry trató de no pensar en lo feliz que había estado tan sólo media
hora antes, después soltó a Dar y se alejó un poco, girándose para enfrentarse a
Kyle con fiera expresión en el rostro. “Pagarás por esto”.
Él se acercó y la atrajo hacia sí, después la empujó hacia el coche que los
esperaba. “Oh no… Pero voy a disfrutar de este momento por mucho tiempo”.
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Dar rodó a un lado y parpadeó. “Yo…”. Sus ojos se fijaron en dos formas
quietas y en la oscura mancha que se estaba formando bajo ellas. “Yo… ¿se
dispararon el uno al otro? No entien…”. Miró rápido a su alrededor, viendo los
ojos furtivos que la miraban desde el interior del restaurante. “Supongo que mejor
llamo a la policía”. Se levantó, entonces le ofreció una mano a Kerry para
levantarla. “¿Te encuentras bien?”.
Dar la rodeó con un brazo antes de coger el móvil del cinturón y abrirlo para
marcar. Aún así, la interrumpió un pequeño carraspeo y miró a su alrededor
encontrándose con una alta figura en sombras apoyada contra la pared trasera del
restaurante.
Vestía una sudadera de cuello alto, con el cuello alzado, tapándole la cara de
la vista pero… Dejó caer la mano y dio unos pasos hacia la figura, tratando de
aclarar los detalles.
La mujer alta dio algunos pasos más al frente, tiesa. “¿Papá?”. Su voz
sonaba ronca por la incredulidad. “Qu…”.
El hombre alzó las manos con las palmas hacia fuera. “Tómatelo con calma,
no quería que esto sucediera así… Pero idiotas con armas, ya sabes cómo es”. Él
dio una zancada hacia atrás mientras ella se aproximaba. “Quieta ahí… sólo…”.
“Lo sé”. Suspiró él. “Lo sé… Me surgió una historia ahí… y la cagé. Yo…
bueno, digamos que no me veo muy bien, ¿de acuerdo?”.
Despacio, Dar comenzó de nuevo a moverse hacia él. “Te necesita”. Kerry
se quedó atrás, mirando y esperando, casi aguantando la respiración.
Dos pasos más y allí estaba ella, suficientemente cerca para tocarle antes que
él pudiera reaccionar y ella alzó las manos evadiendo su sorprendido agarre y
rodeándole suavemente la cara. Sus ojos encontraron los suyos, azul con azul y
absorbió lo que quedaba de su, en otro momento, atractivo rostro sin siquiera
parpadear. “Está bien”. Le dijo en angustioso susurro.
Una mano llena de cicatrices le acarició con ternura la mejilla. “Lo siento
tanto, Dardar… Nunca quise hacerte daño… a ninguna de las dos”.
Dar inhaló para protestar, después recordó con quién estaba hablando. “Con
una condición”. Le miró. “Que no vuelvas a desaparecer de mi vida”.
Dar aceptó la respuesta y le pasó un brazo por los hombros a Kerry. “Ésta es
Kerry Stuart”. Sentenció suavemente. “Kerry, éste es mi padre, Andrew”.
Kerry miró hacia sus manos y tomó las de él en las suyas, apretándolas. “Me
alegro mucho de conocerle”. Miró el destrozado rostro con gentil aceptación.
“Gracias por…”. Sus ojos miraron a las quietas figuras. “Salvarnos”.
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Él torció ligeramente los labios. “Tienes mucho coraje saltando así frente a
las balas, jovencita”. Comentó. “Y más para un disparo como ése”.
Kerry tomó las llaves y abrió la puerta del copiloto, metiéndola en el interior
del coche. “Entra. Yo conduzco”. Ella misma estaba temblorosa pero la mirada de
asombro en el rostro de Dar tenía preferencia. Rodeó el coche y se sentó al volante,
ajustando de forma automática el asiento y encendiendo el motor. Dar estaba
reclinada contra la puerta con los ojos fijos en el edificio de la esquina que
ocultaba el pasillo a su vista. “¿Puedo pedir cita para perder los nervios?”.
Preguntó débilmente.
Casa. Kerry exhaló y cambió las marchas del coche. Me suena genial.
Fue un trayecto muy pero que muy silencioso. Finalmente Kerry se echó
para atrás una vez que estuvieron sanas y salvas en el ferry y ladeó a un lado la
cabeza observando el perfil de Dar. Suspiró. “Creo que me gusta tu padre”.
Kerry asintió levemente. “No me puedo creer que Kyle esté muerto”.
Ahora los ojos azules se mostraron serios. “Estuvimos muy cerca de estar
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así”.
La mujer rubia exhaló. “Lo sé… Creo que todavía no me lo creo, porque no
he salido disparada y gritando hacia el horizonte”. Se calló pensativa. “Creo que te
debo una disculpa”.
“Oh eso…”. Dar se encogió de hombros. “No te preocupes por eso”. Golpeó
el brazo de Kerry y dejó allí apoyada su mano, haciendo pequeños círculos con su
pulgar. “Definitivamente tú mereces la pena”. Sonrió un poco. “Además… tú
arriesgaste tu cuello por mí ahí fuera”.
Lo que fue una pena porque se perdió una mirada de absoluta y tranquila
esperanza dirigida hacia ella por su compañera. “Sabes… estaba… medio
esperando que sintieras eso”. Murmuró Dar.
El suave repiqueteo de las olas contra el ferry llegaba a sus oídos a través de
las ventanas abiertas de Lexus. “¿Por qué?”. Susurró Kerry.
“Oh”. Kerry sonrió, cerrando los ojos. “Entonces supongo que todo está
bien”.
Así se quedaron hasta que el ferry llegó a puerto y Kerry condujo el coche
por la rampa y las distintas carreteras hasta llegar al aparcamiento que habían
dejado horas antes y una vida entera después. Ayudó a Dar a cargar con las bolsas
de la compra y su nuevo equipo de buceo y ordenaron la compra en confortable
silencio.
removía por la cocina. Podía escuchar el sonido del microondas y predijo que
enseguida le llegaría el aroma rico y distintivo del chocolate caliente.
Dar rió suavemente. “Jesús… espero que no, acabaría pareciendo una serie
de locos de la televisión”. Apoyó un brazo en el respaldo del sofá y enredó sus
dedos entre el cabello de Kerry. “Oye… Sé que ha sido un fin de semana duro…”.
Se calló, recolectando sus pensamientos antes de seguir. “Y sé que vas a necesitar
algún tiempo para acostumbrarte a los cambios, pero um…”.
Kerry dejó en la mesa su chocolate y se acercó más a Dar rodeándola con los
brazos y recostándose sobre ella. “Pero um, ¿qué?”.
“Oh, sí… cierto, lo hago”. Murmuró Dar. “Sé que lo hago… De hecho, hay
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algo por aquí y voy a llegar a él tan pronto como descubra de qué demonios se
trata”.
Dar suspiró. “Tienes esta habilidad de hacerme sentir como una adolescente
enamorada, ¿lo sabías?”.
“Bueno, de seguro que deja mi reputación por los suelos”. Contestó Dar,
riendo suavemente. “Así que supongo que preguntarte si quieres quedarte a vivir
aquí no la pondrá mucho peor”.
Kerry sintió una calidez profunda y honesta recorrerla. “Ahora… eso está
mejor”. Murmuró, entonces se quedó en silencio mientras pensaba en la propuesta.
“El trabajo va a ser realmente raro”. Dijo por fin. “Y tienes razón, no puedo dejar
mi piso simplemente… al menos aún no”. Otra pausa. “Y probablemente necesites
tiempo para adaptarte a la invasión”.
“Escucha esto… ¿por qué no pasamos aquí los fines de semana y el resto de
la semana la paso en Kendall? Entonces los miércoles te puedes venir tú después
del gimnasio”. Parecía un buen compromiso, dejándolas a las dos un poco de
tiempo y espacio para adaptarse.
Kerry se sonrojó levemente y asintió. “Me gustaría mucho llevar una vida
contigo”. Inclinó la cabeza y se besaron con ternura. “¿Dar?”.
La petición pilló por sorpresa a Dar y se mostró en sus cejas medio alzadas.
“Eh… claro…”. Se levantó y extendió una mano hacia su compañera. “Lo siento,
olvidé que te dije que te lo enseñaría…”. Condujo a Kerry hasta su despacho y se
sentó tras el escritorio, encendiendo el ordenador y accionando su correo.
Kerry la miró quedamente. “Soy una chica grande, Dar… sí. Quiero leerlo”.
“De acuerdo”. La mujer alta se levantó e indicó la silla, después se fue hacia
la ventana que abrieron cuando la tormenta tropical y se apoyó en la repisa,
observando el exterior mientras Kerry leía.
Los documentos eran horribles, incluso ante los ojos experimentados y más
o menos velados de Dar. Años de aceptaciones de sobornos, comunes entre los
políticos, pero sobornos que conllevaban a la detención de la legislación que
dañaba a la gente y evadía el bien común. Salarios por trabajos, por facturas, por
votos… todo depresivamente regular.
Oh, y el fraude tributario. Dar se preguntó si Kerry sabría que tanto ella
como su hermana todavía aparecían como dependientes y que todavía seguía
interna en algunos colegios.
Dar puso sus suaves manos sobre los hombros de Kerry. “Lo sé. Las
entradas de los clanes unidos de América me llegó al alma”. Kerry cerró la sesión y
empezó con la suya propia. Accedió a su correo y abrió los documentos de nuevo.
“Dar… sabes, he tenido que pasar mucho tiempo con los de marketing…
Dar parpadeó, confusa. “Um… sí… vale… ¿qué tiene que ver eso con
esto?”.
Ojos verdes la miraron con calma. “Sí, lo he hecho”. Una pausa. “Dijiste que
sería mi decisión, ¿verdad?”.
“Qu… pero… uh… sí, pero yo…”. Dar se sentó en el escritorio, asombrada.
“¡Jesús, Kerry!”.
Kerry suspiró y apoyó la barbilla en las manos. “Si sólo hubiera sido yo…
probablemente no lo hubiera hecho. Pero vinieron a por ti”. Se frotó el labio con el
pulgar. “Eso fue demasiado, Dar, no puedo permitirlo… Quizás algo de esa
crueldad que vi en él se me ha pegado”. Parpadeó ante la pantalla. “Me siento
bastante cruel ahora mismo”.
Dar exhaló lentamente y rodeó con sus dedos la muñeca de Kerry que estaba
apoyada sobre la mesa. “No… lo que él hizo, lo que hizo Kyle… eso fue cruel. Lo
que tú hiciste fue justicia”.
“Sé que te preocupas por tu familia, Kerry… y que esto no fue fácil para ti
de hacer”. Dar le dedicó una mirada compasiva. “De alguna manera, las dos hemos
perdido a nuestras familias”.
Dar sonrió para mostrar su acuerdo, alzando una mano estirada, viendo
como Kerry entrecruzaba sus dedos con los suyos. “Tú eres mi familia”. Se mostró
de acuerdo, entonces se metió la mano en el bolsillo de la camiseta. “Ya que
estamos… pensé que querrías esto de vuelta”. Volvió la palma de Kerry hacia
arriba y dejó sobre ella un anillo de oro. “Es una pieza interesante”.
Kerry colocó el anillo entre su índice y pulgar y lo miró. “Siempre sentí que
había algo detrás de él, alguna historia… ¿sabes lo que quiero decir?”. Se volvió.
“Probablemente fuera sólo mi mente hiperactiva… Aunque cuando me lo dio mi
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tatarabuela fue muy extraño. Ella no me veía desde que tenía… Jesús,
probablemente tres o cuatro años. Fui a visitarla al salir de la universidad y cuando
me vio, me hizo quedarme bajo la luz y se me quedó mirando durante veinte
minutos… sin decir nada. Después se rió, sacó esto y me lo dio”.
“Algo raro es…”. Estuvo de acuerdo Dar. “¿Qué tipo de persona era? ¿hacía
algo en particular, o…?”.
Kerry se calló un momento y después alzó la mirada. “Lo que hace tu padre
asusta un poco, ¿no?”.
Dar asintió, seria. “Sí, lo es… Puede ser horroroso también. Sé que
probablemente te extrañe un poco el no haber llamado a la policía… y para ser
honesta, a mí también me extraña”.
“Yo…”. Dar lo pensó un minuto. “No creo que podamos…”. Suspiró. “Sin
embargo, desearía que hubiera otra forma mejor de hacerlo”.
“Sí”. Kerry se mordisqueó el labio. “Es eso… quiero decir, lo que él hace…
¿es eso realmente lo que tú querías hacer?”. Alzó la mirada en busca del rostro de
Dar.
“¿Y ahora?”.
imaginar… La quería realmente con ganas”. Una pausa. “Pero ahora, miro hacia
atrás y pienso… Jesús, ¿estaba loca o qué?”. Dar suspiró. “Me alegro, en varios
sentidos, que al final todo haya sido diferente”.
“Yo también”. Kerry entrelazó sus dedos con los de Dar y alzó la mirada.
“Por un lado, probablemente no nos hubiéramos conocido nunca, y por otro lado,
creo que ese tipo de cosas generan un gran peso de conciencia. No puedo
imaginármelo”.
“No… me alegro que no tenga que cargar con eso”. Coincidió Dar
suavemente. “La vida es suficientemente dura… Me alegro de no haber seguido
ese camino después de todo”.
Los ojos verdes que la miraban se oscurecieron aún más cuando Kerry se
levantó poniendo una mano sobre su mejilla de forma cariñosa. “Yo también,
Tigre”.
FIN