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Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág.

Nº 1 de 1

“Tormenta Tropical”

Melissa Good

Avisos estándares:

No necesito ninguno para esta historia. Todos los personajes son míos.
(risa) Probablemente debería avisar del uso de mi propia compañía, pero no lo
haré a menos que la tentación sea demasiado grande, y he llamado al gran jefe
"Les". Uops... Lo hice, pero cualquier parecido con alguien real es coincidencia.
(el verdadero es una de las personas más encantadoras que jamás he conocido, de
veras) .

¿Qué es esto?: Esto es una historia Uber. (Oooo… ¡lo de Uber!) Tienes una
descripción física general de las dos chicas de la historia que te recordará a la de
dos viejas amigas que todos conocemos bien, pero eso es todo. El periodo
temporal de este Uber es ahora mismo y el lugar es Miami, Florida.

¿Por qué Miami? Bueno, vivo aquí. No sólo vivo aquí, sino que he vivido
aquí durante treinta años. Eso significa que conozco todas las tontas
peculiaridades de la zona y, ya que voy a darle un intento a esto de Uber, también
podría no presionarme de más investigando un área que no conozco. (¿Verdad?
Verdad.)

El mundo que mis queridas Uber habitan es mi mundo personal - no es que


sea el amo del calabozo ni nada tonto semejante, sino que trabajo para una
compañía llamada EDS y hacemos Tecnologías de Información - sobrepasamos en
IS a otras compañías y absorbemos sus propios recursos de IS y personal. En
otras palabras, somos los EDS "Borg" - serás asimilado - Resistirse es inútil. (No
estoy inventándome esto) Los dos personajes trabajarán y actuarán, sin embargo,
en una área que yo no tocaría ni con un palo de diez pies - así que no son
autobiográficos. Yo realizo asistencia técnica y de red - permanezco apartada del
objetivo comercial de EDS, porque ese es un fin que no te podrás quitar de encima
y no en un sitio agradable, si sabes lo que quiero decir.

Esto no es específicamente EDS, aunque he intentado mantener el sabor de


nuestra jerarquía… y toda la tontería que a veces va detrás del funcionamiento de
una corporación megalítica. Las descripciones de nuestros centros de
computadoras, sin embargo, son ficticias, junto con cualquier nombre de personas
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involucradas, y de las diversas localizaciones de oficinas, con la excepción de


Plano. EDS tiene allí su cuartel general.

Fisher Island, el lugar donde vive Dar Roberts, es un lugar real. Trabajé
allí. Aunque las descripciones son de hacia 1990 - se ha construido mucho desde
entonces, con más condominios y esas cosas. Todos los lugares, restaurantes,
calles y aceras son reales. No vi ninguna necesidad de inventarlos cuando Miami
es un lugar lo bastante colorista en vida real sin tener que inventármelos. Es una
especie de tributo a mi ciudad - porque sucede que realmente me gusta esto.

Dar y Kerry no son super espías, ni agentes secretas, ni renegadas de


ningún tipo. No están huyendo de la ley, ni tomando el control de países del tercer
mundo (aunque EDS rige unos cuantos) ni nada parecido. Podrías encontrar sus
vidas aburridas… eso no puedo evitarlo... no va a haber un montón de
persecuciones en coche, ni peleas con pistolas, aunque esto es Miami y somos una
ciudad bastante dura, así que cualquier cosa puede pasar.

Es sólo una historia sobre dos personas que se conocen bajo circunstancias
muy normales y sucede que cambian la vida la una de la otra.

Notas de traducción:

Las tres primeras partes fueron traducidas por Encarnación López


Partes 11 y 12 colaboraron Zaida Serrano (11) y Verillo (12).
Todo lo demás Asrials

Índice de términos:

*_* - las palabras entre asteriscos estaban en español en el texto original.

EDS - abr. de Electronic Data System (Sistema electrónico de datos).


Borg - Raza alienígena de la serie Star Trek: The Next Generation,
caracterizada por absorber, a la fuerza, a otras razas.
IS - abr. de Information Services (Servicios de información).
Skyline - la silueta de los rascacielos.
SBU - abr. de Single Business Unit (Unidad de negocios).
CEO - abr. de Chief Executive Officer, (Director ejecutivo).
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EEOC - abr. de Equal Employment Opportunity C. - regulación que prohibe


la discriminación por sexo, color, raza, religión, etc.
Hacker - pirata informático.
Cracker - pirata informático destructivo.
Cajas de larga distancia - Cajas negras que duplican los tonos telefónicos y
posibilita a los hackers efectuar llamadas de larga distancia sin pagarlas.
VP - abr. de Vicepresidente.
OPA - abr. de Oferta pública de adquisición, operación bursátil de absorción
de una empresa por otra.
Quince años - Celebración del quincuagésimo cumpleaños que es tradicional
en las familias cubanas de allí.
MIS - abr. de Management Information Systems.
Carrotas - Spanglish para zanahorias.
MTC - abr. de un departamento de EDS.
Dilbert - viñetas cómicas, del estadounidense Scott Adams, en que se retrata
ácidamente la vida cotidiana de las empresas.
Pingüinos desnudos - referencia a prácticas en Internet de perversiones
sexuales.
ETA - abr. de Estimated Time of Arrival, tiempo estimado de ejecución.
Cruella DeVil - el personaje malvado de la película de Disney 101
Dálmatas.
Happy hour - hora en la que las bebidas alcohólicas cuestan menos en los
bares.
DC - abr. de District Columbia, referencia para diferenciar la capital,
Washington situada en DC, del estado de Washington.
VIP - abr. de Very Important Person, categoría bajo la cual se te dispensa un
tratamiento privilegiado.
Nacional - aeropuerto nacional de Washington DC.
IAD - jerga aérea para identificar al aeropuerto de Washington DC.
Query - pregunta al sistema.
IRS - abr. de Internal Revenue Service - la gente de impuestos.
ATM - abr. de Automatic Teller Machine - cajero automático.
AAA - abr. de Triple A, American Automobile Association - mandan
asistencia y grúas.
Orgid - abr. de Organizational Identifier, identificador organizativo.
Geeks - algo así como patéticamente bueno en algo, en este caso la
informática.
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Primera Parte

La alarma continuó suavemente, conduciendo a la soñolienta figura tendida


sobre la cama de agua hacia el despertar. Un largo brazo se extendió y palmeó el
pulsador del despertador, entonces regresó a su sitio, aunque la penumbra del pre
amanecer se reflejaba en claros ojos que ya estaban abiertos y mirando fijamente el
blanco mate del techo.

El condominio estaba tranquilo, los minúsculos clics y siseos que señalaban


la máquina del hielo en la cocina y el suave zumbido del reciclador central de aire
eran los únicos sonidos que perturbaban la oscuridad, salvo la suave respiración de
la ocupante de la cama. Al fin, esa respiración se extendió en un suspiro y el
estático colchón se agitó mientras una alta figura salía de la cama, y pasaba del
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pulido suelo de madera de teca al de mármol, salmón pálido, del cuarto de baño.
La luz parpadeó, causando un gemido audible, entonces el agua corrió por el seno
de mármol, salpicando ruidosamente mientras impactaba en la cálida piel.

La víctima terminó enjugando el exceso de agua con una toalla suave,


entonces encaró su reflejo. "Buenos días." Ojos azul claro, en un rostro angular de
altos pómulos, le devolvieron la mirada, enmarcado por moreno cabello hasta el
hombro que, justamente ahora, estaba en desordenados mechones sobre una frente
alta y fuerte. La voz era un cálido contralto, ligeramente ronca del sueño, y los
labios que formaron la palabra se fruncieron en una sonrisa irónica cuando no
obtuvo respuesta.

La luz del cuarto de baño se extendía por el suelo de madera y guió su


camino mientras la alta mujer se movía a través de la alcoba y seguía a la sala de
estar, pisando las suaves alfombras Berber, esparcidas sobre azulejos cerámicos de
cálido tacto, y terminaba en la cocina.

Otro "flick" y la apagada iluminación se encendió, trayendo a la vida el


brillante azul y blanco del cuarto, reflejándose apagadamente en los azulejos azul
real y en la ondulada superficie de los blancos electrodomésticos. Sólo el
frigorífico resultaba fuera de lugar - era de acero inoxidable, como convenía a sus
orígenes comerciales.

En el poyo, al lado de una bruñida máquina de café y una batidora muy


usada, estaba una terminal de ordenador, oscura, salvo por un parpadeante sobre en
la esquina inferior derecha. "Encendido," le dijo, "Correo."

"Correo," respondió obedientemente. "Dar Roberts, seis mensajes, dos


urgentes."

"Lee." Bostezó y se movió hacia la máquina de café, pulsando el botón de


encendido y observando como el lento chorro de agua impactaba los fondos,
preparados de la noche antes. Al fondo, la computadora pacientemente leía sus
mensajes.

"Urgente. Enviado por John Dierhdohl. Hora: 4:32AM.

Eh, Dar, el trato de Associated Synergenics se cerró... pasaron la diligencia


tarde anoche, así que necesitamos tener allí una escuadra pirata. Que suerte para
mí, es tu terreno - hazme saber cómo va el pillaje y saqueo, ¿de acuerdo? John D."
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"Mmm..." Dar se dio la vuelta y se puso contra el poyo, cruzándose de


brazos. "No está mal… no está mal… Siguiente."

"Urgente. Enviado por Lou Draefus. Hora: 2:53AM.

Dar - han entrado los presupuestos preliminares - contamos con tu talento


para hacerlos cuadrar. Llámame cuando entres en la oficina. Duks."

"Maldición..." La alta mujer alta suspiró. "Dukky, sabes que detesto los
presupuestos... sólo dame un condenado número y lo cuadraré... no me hagas
discutir toda la mañana sobre cuántos bolígrafos asignar al maldito SBU."

"¿Desea enviarla, la contestación?" inquirió la computadora, habiendo


cogido su palabra clave. Dar verificó la transcripción de lo que acababa de
grabarse. "Envía."

"Gracias," contestó el ordenador. "El siguiente mensaje…" siguió adelante,


revisando materias más corrientes mientras ella cogía un cuenco y le echaba
cereales, después abría el frigorífico y ponía el cuenco bajo el dispensador de
leche, escuchando el agradable crujido mientras el líquido se infiltraba en los secos
copos. Aplicó una cuchara a su desayuno y se reclinó contra el poyo mientras los
mensajes terminaban. "Sólo seis... no está mal."

La computadora pitó. "Llega petición de reunión, Vídeo, Les. A"

Dar maldijo silenciosamente por lo bajo, entonces suspiró. "Adelante." Una


luz apareció en la pequeña cámara ovoidal encima del monitor y una ventana de
imagen se abrió en la pantalla, mostrando la querúbica y redonda cara de un
hombre en la cincuentena, vestido inmaculadamente a rayas grises, con una corbata
azul oscuro perfectamente anudada alrededor de su grueso cuello. Sus manos
estaban dobladas sobre el escritorio de caoba delante de él y, cuando sus ojos
fueron a su propia pantalla y la vieron, una sonrisa asomó en sus rasgos paternales.

"Vaya... esta es la forma en que me gusta empezar mi mañana... Dar Roberts


en ropa interior." El Presidente del Consejo rió satisfecho.

Dar meramente continuó comiendo y sólo le lanzó una mirada. "Acabas de


romper el EEOC, Les... algún día vamos a tener que hacer algo contigo." Era
broma y ambos lo sabían. El EEOC estaba estrictamente incorporado en la
compañía, a cierto nivel. Una vez que lo sobrepasas, te conviertes en 'uno de los
chicos' y se espera que con ello desarrolles una gruesa piel. Dar, como
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vicepresidenta corporativa, estaba más allá de ese nivel, así que tenía que aguantar
todo el tiempo comentarios sobre su aspecto del escalafón superior.
Afortunadamente, consideró, al menos eran cumplidos. Había oído los crueles
comentarios dirigidos hacia unas pocas de las otras ejecutivas senior… sobre todo
a Eleanor Evans en Finanzas, que estaba combatiendo un problema de peso entre
otras cosas.

Les se rió entre dientes. "Puedes hacerme cualquier cosa que desees,
corazón... en cualquier momento. Sólo llama a Julie y haz que te dé cita, ¿de
acuerdo?"
La alta y morena mujer cruzó las piernas. "Cuidado, Les… tu edad, tienes
que vigilar el corazón... no creo que pudieras manejarme." Este tipo de duelo
verbal era algo que casi disfrutaba con el CEO... y sospechaba que él también.

El presidente sonrió abiertamente. "No te preocupes... tomaré con antelación


un batido de Viagra." Entonces se aclaró la garganta. "Bueno... basta de diversión,
aunque estoy disfrutando la vista y la conver… ese trato de Associated," ahora sus
ojos avellana se pusieron serios y casi rapaces, "lo necesito al cincuenta por ciento,
Dar."

Dar dejó de masticar durante un instante y le miró fijamente. "¿Cincuenta?


¿Quieres también continuar haciendo negocios o sólo armar bronca?" La compañía
adquiría cuentas ofreciendo exceder su negocio a un menor costo. Cuando se
hacían cargo, dependía de Dar y otro ejecutivos de su nivel destripar los recursos
que habían adquirido y encontrar una manera de lograr ese costo, el método usual
era recortar personal, que siempre era el gasto más grande en el campo de los IS.
Del diez al veinte por ciento era su promedio, aunque Dar era famosa por forzar el
tope y había logrado un treinta y cinco por ciento en sus últimas dos cuentas. "Si es
bronca... simplemente haré volver a mis mastines y lo olvidaré."

Les agitó su cana cabeza, "Lo necesito, Dar… tenemos la junta de


accionistas en dos meses y tengo que anunciar tres cuartos antes de eso... con el
presupuesto como está y ese fiasco con United Telecom, o me das Associated al
cincuenta por ciento o no vamos a mostrar un crecimiento de dos dígitos y sabes lo
que eso significa." Le lanzó una sonrisa. "Vamos... sé que puedes hacerlo... y,
cuando lo hagas, tengo una pequeña sorpresa para ti."

Dar suspiró. "Basta de sorpresa, Les, ¿eh? La última vez casi me mataste
cuando me hiciste conducir aquí ese condenado coche GM."
"Tch, tch… gruñona esta mañana, ¿no?" El CEO se rió. "No... es mejor que
eso… lo prometo."
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"Veré lo que puedo hacer," Dar suspiró.

"Esta es mi pirata preciosa… sabes, Dar... eres tan buen ejemplo para todos
los demás..." Les se retrepó y la consideró. "Menudo prototipo eres... hermosa,
saludable... masticando tus granola..."

Dar le echó un vistazo a la caja azul de cereales, con el tigre rojizo


esgrimiéndole una cuchara, y sonrió. "Oh sí."

"Tienes que ir a Plano uno de estos días y enseñar a mi esposa algunos de tus
trucos."
"Detesto Plano, Les," comentó Dar, terminando su cuenco y poniéndolo en
el fregadero de acero inoxidable, después se volvió y cogió una taza para su café.

El CEO sonrió abiertamente. "Te perdonaré el decir eso sólo por esta
encantadora vista del trasero, Dar."
Dar alzó su taza y le lanzó una irónica mirada. "Encantador verte a ti
también, Les."
"Cincuenta por ciento, Dar," el hombre mayor declaró, con un saludo. "Nos
vemos."

La pantalla se oscureció. "Fin de reunión," suspiró y observó a la


computadora cerrar la sesión. "Feliz lunes," murmuró mientras tomaba su taza y
abría la puerta corredera de cristal que llevaba al balcón de la segunda planta. El
viento venía del este, lanzando atrás su cabello y contra su cuerpo la camiseta.
Dejó su taza sobre una mesita de piedra y fue a la barandilla de piedra, apoyándose
en ella y mirando por encima del malecón de rocas a la extensión interminable del
océano Atlántico.

El aire estaba lleno de sal y pesado con humedad, y lo inhaló, permitiendo


que la familiaridad la sosegara mientras escuchaba el rítmico sonido del oleaje
contra el arrecife de coral, que constituía la base de la isla sobre la que estaba. Al
este el horizonte había ganado una línea gris, repujada de nubes por encima del
mar todavía oscuro, y estaba tan silencioso que podía oír el suave resonar de los
barcos amarrados en cercano puerto deportivo. Una gaviota se abatió por encima
de la cabeza, sus plumas agitando el pesado aire mientras sobrevolaba el coral,
buscando comida.

Dar se estiró y recogió su taza, colocando sus manos alrededor de la


superficie cerámica y tomando un sorbo de la sabrosa y acerba bebida. Disfrutaba
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la paz de la mañana temprana, sobre todo aquí en Fisher Island, donde el tráfico no
existía y, si no volvías la cabeza a la izquierda para ver el largo skyline de Miami
Beach, podías imaginar que estabas en alguna parte del Caribe, viendo el
amanecer.

Su condominio era una casa en niveles, compartiendo una sección con otros
cuatro residentes en la orilla oriental externa de la isla pequeña. Los muros
exteriores estaban reforzados con acero y cemento, pulcramente diseñado y
ajardinado para simular elegante adobe, pero cumpliendo los vigentes reglamentos
contra huracanes como era obligatorio en el Condado de Dade, Florida. Fisher
Island era una comunidad exclusiva, ofreciendo grandes residencias frente al
océano a aquéllos que podían permitirse el lujo de pagar precios increíbles por
ellas. Dar había heredado la suya, afortunadamente, habiendo visto los precios por
ellas y encontrando difícil creer que alguien se gastase tres millones de dólares por
lo que equivalía a un apartamento. Incluso un apartamento real, realmente
encantador, con cinco dormitorios, tres baños y una magnífica cocina que
raramente usaba.

"Gracias, tía May," brindó por su fallecida, pero muy amada tía, con su café.
May Roberts había sido algo así como la sensación en la familia, casándose con
cuatro hombres y enterrándoles a todos, todo mientras incrementaba su
considerable cuenta bancaria. Había comprado el condominio como inversión y lo
alquilaba ocasionalmente, pero se lo había legado a su sobrina a su muerte
correctamente figurándose que era mejor que Dar viviera allí, que en 'ese horrible
Grove.'.

Había costado algo acostumbrarse, después de varios años de residir en


mitad de la ecléctica comunidad artista al sur, pero Dar había decidido finalmente
que le gustaba la isla. Sólo era accesible por ferry, aquí podía alejarse de la ciudad
y pasar tiempo en silenciosa soledad sin peleas, delitos e incluso vecinos ruidosos.

Los apartamentos de tres millones de dólares tenían gruesos muros.


Las cuotas de mantenimiento eran ultrajantes y justificadas por todas las
ventajas de la isla, pero era menos que la renta que había estado pagando en el
Grove y no le remuneraban mal, así que... funcionaba. Se encontró disfrutando un
estilo de vida que nunca antes había considerado probar e incluso se divertía
observando a los personajes de clase alta, que poblaban la isla en sus extraños
rituales sociales.

El sol volvió el horizonte de rosa coral y el mar lentamente cambió de negro


tinta, a gris oscuro palpitante, a profundo y rico verde ante sus ojos. La corriente
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costera estaba ligeramente agitada, interrumpiendo la superficie con ondas, y tomó


una inspiración de aire marino con sentido del placer. "Bueno, hora de moverse."
Terminó su café, después se deslizó por las puertas de cristal, pasando de la cálida
humedad al helado aire acondicionado con un minúsculo escalofrío. El suelo de
azulejos resultaba frío contra sus pies desnudos y fue rápidamente al armario,
tirando la camiseta y cambiándola por su ropa de ejercicio, que consistía en un par
de calzones para correr y un cómodo top deportivo. Se recogió el cabello atrás y lo
ató con una cinta, después se sentó para ponerse las zapatillas, tirando de los
cordones y anudándolos con dedos eficaces. "No creo que a tu esposa le gustasen
mis secretos, Les," comentó irónicamente para sí, "involucran sudor y a
montones."

Con un suspiro, se irguió y caminó al pequeño armario justo dentro del


dormitorio donde surgían las escaleras y se agachó dentro para sacar un juego de
pesas de muñeca y tobillo, que se aplicó cuidadosamente. Entonces se deslizó por
los escalones y abrió la puerta delantera, cerrándola con llave detrás de ella
mientras salía al pequeño porche fuera del condo. Una docena de escalones
conducían al suelo, proporcionando al edificio un aparcamiento bajo tierra, y lo
eludió por debajo, terminando en el camino que serpenteaba hacia el agua.
La isla era de una milla de diámetro y de forma redondeada, y había hecho
su hábito circundarla cuatro veces, lloviese o hiciese sol, incluso en los aguaceros
subtropicales que a veces proporcionaba Miami. Con un suspiro, empezó a correr y
se dirigió fuera del camino.

Paralela al Atlántico, al principio, continuando frente a condominios


arracimados muy parecidos al de ella. La arquitectura era suavemente
mediterránea, con techos de tejas y muros de estilo adobe, y los edificios parecían
fundirse con los alrededores. El ajardinamiento, rico con arbustos tolerantes al
salitre, estaba pulcramente arreglado y perfectamente podado, y podía ver donde se
estaban plantando lechos de flores invernales para dar un poco de variedad a la
escena.

Una vez pasados los condos, estaba moviéndose frente al club playero, con
su restaurante de estilo rústico y la pequeña, si bien prístina playa de arena blanca,
que lo bordeaba. Las tumbonas ya estaban colocadas, los chicos de la playa
quitaban la arena de su superficie y los morenos trabajadores le lanzaron un
familiar hola mientras pasaba.

Entonces subió a hacia el muelle de coral y pasó la vieja mansión, una vez
poseída por los Vanderbilt, que albergaba el restaurante principal y la barra del
club, su coralina piscina de agua salada brillaba a la luz del alba. Los pavos reales
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vagaban por la cubierta de la piscina y se encrespaba cuando ella pasaba,


emitiendo un ocasional grito sobresaltado que hendía el aire a extraños intervalos.

Más condos a continuación, entonces el triple puerto deportivo, en esta


época del año atestado de barcos que se mecían suavemente sobre las olas.
Algunos eran veleros, sus velas enrolladas bajo cubierta, y algunos eran grandes
yates a motor, realmente barcos, que tenían múltiples cubiertas de pulida caoba.

La parte de atrás de la isla no era tan glamurosa, ya que encaraba la larga


serie de malecones que constituían el Puerto de Miami, donde comercio de todo el
Caribe y América del Sur anclaba enormes chalupas y naves de carga, y filas de
enormes descargadores resonaban suavemente en la brisa, aún inactivos.

Eso llevaba al lado que encaraba Government Cut, el principal canal de


embarque del puerto, donde los ferrys para coches tenían que cruzar para llegar al
terminal de la vía McArthur. También era la entrada principal para toda nave de
crucero y, mientras Dar rodeaba la esquina, se encontró corriendo con el Sovereign
of the Seas, una de la más grandes ciudades flotantes, que estaba saliendo del
puerto.

Todo era familiar, todo parte de su rutina. Para cuando dio su cuarta vuelta,
el Sovereing estaba humeando por el canal y el sol se atisbaba por encima del
horizonte, pintando el cielo en melocotones y cremas, mientras las nubes colgaban
sobre el océano. Dar enlenteció mientras terminaba donde empezó y, mientras se
detenía y paseaba despacio para enfriarse, un muchacho de cabello rubio pasaba
rozando con un carro de golf, las palabras Beach Club blasonadas en el frontal de
fibra de cristal. "Buenas, Carlos," dijo entre respiraciones.

"Buenas, Srta. Roberts." El muchacho saltó fuera, alisando pulcramente su


camisa de lino blanco de manga corta y alzando una taza suavemente humeante de
una bandeja en el asiento delantero. "Aquí tiene."
Dar le lanzó una media sonrisa y tomó la taza de café con leche. "¿Cómo
logras cronometrarlo tan exactamente?"
El muchacho sonrió. "Yo no, señora... es usted… como un reloj, seis
cuarenta y cinco, aquí está," hizo una pausa. "A menos que esté lloviendo, por
supuesto, y entonces es a las seis cincuenta y cinco."
La mujer alta se rió y tomó un sorbo de la bebida. "Mm… montones de
azúcar y nata… justo como me gusta." Felicitó al trabajador, que esbozó en
respuesta una rápida reverencia. "Gracias." Empezó a subir los escalones, mientras
él se volvía y regresaba a su carro, girando el vehículo diestramente y volviendo al
camino. Carlos era estudiante de preparatoria de medicina, llegando a entrar en una
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de las facultades locales esperándola a primera hora y yendo a las clases de la


tarde. Era un chico amistoso, local, como lo eran la mayoría de los trabajadores de
día, y a Dar le gustaba mucho. Se tomaba un esfuerzo extra en averiguar cosas de
sus clientes regulares, y Dar ciertamente lo era, lo que les gustaba y se los daba, sin
preguntas.

Terminó el café mientras caminaba sin ruido por el condo, quitándose la


ropa y abriendo la ducha. Quince minutos después estaba secándose el cabello y
poniéndose el traje de falda gris entallada y blusa negra que había escogido llevar,
abrochándose los puños y dejando abierto el botón superior qué exponía la delgada
cadena dorada que sostenía un diminuto osito, su única joyería salvo por los clavos
de diamante puestos discretamente en sus orejas.

Código de vestuario de la compañía. Nada de colgantes.

Dar le echó a su reflejo un vistazo, pasando sus dedos por el pulcramente


cortado y cardado cabello para fijarlo, y agregando el más leve toque de
maquillaje. Su piel ya estaba bronceada por el sol, legado de una vida en el
subtrópico y detestaba el enredo de ponerse y quitarse esa substancia, así que era
un poco de brillo, una sugerencia de sombra de ojos y eso era todo.

De todas formas nadie lo notaba nunca... admitió irónicamente. Su rasgo


más llamativo eran sus ojos azul claro, cuando la mayoría de la gente esperaba
unos avellana o castaños acorde con su coloración. Algunos sospechaban que
usaba lentes de contacto de color, otros especulaban abiertamente sobre que tuviera
irlandeses o daneses en alguna parte de su ascendencia hispana.

Dar deseó que encontrasen algo más interesante sobre qué especular, pero
todo valía en los cotilleos de oficina. Suspiró y recogió su cartera, colgándola de su
hombro, entonces se dirigió hacia su automóvil.

Esperó hasta que hubieron cargado el Lexus LX470 en el ferry antes de


llamar a la oficina, retrepándose en el asiento de cuero y esperando que su
secretaria contestara.

"Oficina de Dar Robert, ¿en qué puedo ayudarle?" la voz de María, de


preciso acento castellano, salió del altavoz celular montado en el salpicadero.
"Buenas, María," comentó Dar, observando las olas de Government Cut
impactar sobre la baja cubierta del ferry.

"¡Aie! Buenos días, buenos días..." contestó la mujer de mediana edad,


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"*Dios mío*, Dar... la mitad de la tierra ya está aquí buscándote... ¿pasó algo este
fin de semana?"

"Pasó Associated Synergenics," explicó la alta mujer, "Los chicos tienen las
pelotas revolucionadas."

"Tch… aie, ninguna sorpresa," María rebuscó algunos papeles. "Tengo aquí
tres carpetas con toneladas de cosas dentro y una pila de mensajes telefónicos para
ti."
"Genial," suspiró Dar. "Déjame esta tarde para Synergenics y convoca una
reunión de personal del equipo de contabilidad preliminar para las diez a.m., ¿de
acuerdo?" Eso arrojaría su horario por la ventana de la decimocuarta planta en la
que estaba su oficina. "Esto está que arde, Les está encima."

"Ayeyiyi…" María hizo algunas rápidas anotaciones. "Tenías cita con el


doctor esta tarde." Su voz tenía un toque suavemente reprendedor.

"Cancélalo," contestó Dar y consiguió el esperado silencio. "No puedo


evitarlo, María… una revisión puede esperar unos días, esto no puede." De todas
formas los dolores de cabeza que habían motivado la cita habían menguado
durante el fin de semana y, con algo de suerte, se quedarían así durante algún
tiempo. "No te preocupes... me lo tomé con tranquilidad este fin de semana... me
siento genial."

"Llamaré a esa *secretarita* de tus doctores y conseguiré otra cita," contestó


María obstinadamente.

"De acuerdo," cedió Dar. "Tengo que despedirme... necesito llamar a Mark."

"Oy." Incluso a través del teléfono, Dar pudo sentir a su ayudante girando
los globos oculares. "Dile que por mí está bien, Dar... basta de conejitos rosa en mi
pantalla, ¿de acuerdo?"

La alta ejecutiva sofocó una risita "De acuerdo… hablo contigo en un rato."
Desconectó y marcó otro número, mirando ociosamente como el ferry se
acomodaba en su embarcadero. El teléfono sonó dos veces, entonces contestó una
voz bronca. "¿Sí?"

"Buenos días, Mark."


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"¿Quién d... oh... uh... sí. Cierto... lunes por la mañana… quién más estaría
llamándome a las siete treinta... hola, Dar."

"Necesito Synergenics, Mark." Dar soltó su freno de aparcamiento y guió el


Lexus 4x4 por la plancha metálica, mientras los trabajadores portuarios lavaban el
automóvil con agua para quitar el rocío salino del océano. "Ahora."

"Au... por amor de Cristo… ¡Dar, estaba cerrado la puñetera noche pasada!"

"Tengo reunión allí esta tarde y necesito la info, Mark... entra y consíguela,
sin quejas," le dijo secamente al gerente de servicios de información. "Tienen un
sistema de mierda... no debiera costarte más de quince minutos entrar, si tu
reputación depende de ello."

Mark Polenti había sido, en sus años más jóvenes, hacker cracker. Es decir,
hacía incursiones en los sistemas informáticos y rompía los códigos de seguridad
tales como las cajas de larga distancia . Ahora servía como parte del equipo
avanzado de Dar, que entraba y conseguía información sobre una adquisición,
información que la nueva cuenta normalmente no quería que Dar tuviera. Cosas
como informes de personal, reclamaciones de accidente laboral, estadísticas de
seguros… cosas que necesitaba para basar sus decisiones de corte y recorte. Sólo la
gente buena con bajo coste de mantenimiento sería candidata para la transición y
ese tipo de información normalmente era retenido.

Por buenas razones. Pero el trabajo de Dar era incorporar la nueva cuenta en
la infraestructura tan económicamente como fuera posible, de aquí el hacer la
cuenta tan rentable como fuese posible. Era una fórmula simple y confiaba en su
habilidad de desviar el trabajo de la nueva compañía a las agencias existentes
dentro de la corporación, por tanto los recién llegados resultaban superfluos.
Aunque nunca lo veían de esa manera... la veían atacando como un tiburón
circundando a un pez indefenso, e intentaban esconderse en cualquier rincón o
rendija en que pudieran para escapar de sus dientes.

Nunca lo lograban. Tenía la habilidad de despojar los recursos hasta el hueso


y de recortar una operación con una velocidad de relámpago que le había ganado
una justificada reputación de decisiones salvajes y precisas. Era lo que la había
catapultado a su posición de VP

Aún no le había fallado nunca y no tenía intención de empezar con este,


especialmente dado que Synergenics era local, sus oficinas estaban justo en
Kendall Drive y podía llegar a ellos sin tener que enviar el equipo previamente por
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aire. "Continúa, Mark... necesito los preliminares para cuando llegue a la oficina."

"¿Dónde estás?" preguntó el jefe de los IS, un rápido repiqueteo


transmitiéndose junto con su voz.

"McArthur, a punto de pasar Star Island."

"Tch, tch, tch... estás enlenteciéndote, Dar… estoy dentro... tengo la base de
datos, ¿en que impresora la quieres?" Un definido tono petulante flotó a través de
las ondas.

Dar se rió entre dientes. "Mark el Tiburón… eres todo un caso. AdminP2
estará bien."

"Ok… enviando… tío, esta seguridad es una mierda... no me sorprende que


estos perdedores fueran absorbidos." El murmullo se mezclaba con pulsaciones.
"¡Oh... bueno, no me sorprende… Novell 3.11… oh, tío... y gateways inseguras…
Jesús, Dar.. ¡ni tan siquiera tienen un puñetero cortafuegos!"

"Patético," estuvo de acuerdo Dar, "¿Quién es responsable de este desastre?"

Más teclear, "Un… bueno, aquí asumiré, porque nunca sabes, pues una
señora de nombre Kerry Stuart," la informó Mark, "Hmm… hmm... hmm... hm...
ah... ajá... asunción de bingo... ooo… hm… eh, Dar… es mona."

Dar giró los ojos y suspiró. "Corta, Mark…"

"Mm… mona... rubia, bonitos ojos verdes… Jesús... es sólo una puñetera
cría… Veintiséis… no casada… nada por parte médica… oh espera... je... tuvo una
prueba de embarazo justo después de la Navidad del año pasado... negativa…"

"Mark…"

"De acuerdo... de acuerdo… titulación en IS por la Estatal de Michigan... es


de algún sitio en el quinto pino... último trabajo para Edutech como su
coordinadora regional en ese terreno… oh, eh... el Senador Stuart es su padre."

"Hm… ¿sí?" inquirió Dar, mientras giraba a la avenida Brickell y se dirigía


al sur hacia la alta elevación que alojaba la compañía. "Ha estado cortejando la
oficina de Troy por contribuciones… recuerdo oír a Lou quejándose de eso." Metió
al Lexus en el estacionamiento y por la puerta de seguridad, cabeceando al guardia
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mientras abría para ella. "De acuerdo... ¿puedes darme también una carpeta de
ella?"

Una risita desde el teléfono. "¿Las gaviotas te cagan el parabrisas? Seré


encantador... y le agregaré una foto a color."

"No es necesario, Mark… ésa es más tu línea," avisó la ejecutiva.

"¿Quién dijo que estaba haciéndolo por ti?" se rió satisfecho el jefe de IS.
"Adiós."

Dar se carcajeó suavemente mientras entraba en el sitio y apagaba el


automóvil, agarrando su maletín y echando una breve mirada en el espejo
retrovisor antes de salir y cerrar con llave el coche. "Otro día, otra matanza," le
comentó a un gato que pasaba, que le lanzó una mirada y se fue a escape.

***

"Van a despedirnos a todos," declaró Charles, por sexta vez en cinco


minutos. "Mi primo trabajaba para Allied cuando ellos se hicieron cargo, así que
olvídalo… estamos fritos." Estaba sentado en el pequeño escritorio de su cubículo,
con los auriculares colgando de su cuello y una taza de styrofoam en la mano.

"Eso no lo sabes," protestó Elaine, echando una mirada a su panel telefónico,


que tenía varias luces parpadeando. "Quién sabe... quizá sea mejor… quizá ahora
podamos conseguir bolígrafos," agitó un cubilete de su escritorio, lleno de
instrumentos de escritura, "en lugar de tener que ir a los bancos a robarlos."

La gran sala era más ruidosa que de costumbre, la mayoría del personal
estaba ocupado hablando sobre la fusión, a la que se referían realmente como una
OPA hostil. Associated Synergenics era una compañía de unos doscientos
empleados, dedicados a proporcionar soluciones de software y hardware a la
industria hostelera. Tenían un núcleo de programadores e ingenieros que diseñaban
sistemas para restaurantes y hoteles, para administrar sus puntos de venta, su
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contabilidad y otras áreas donde se usaban computadoras para mantener registro y


análisis. Por supuesto, también tenían un grupo de personal de asistencia para
contestar preguntas y un pequeño departamento de técnicos de hardware, que
instalaban el equipo y salían para proporcionarle asistencia.

Eran locales, en el área de los tres condado de Dade, Broward y Palm Beach,
que proveía los suficientes clientes para alcanzar un lento crecimiento comercial y
todos habían sido muy optimistas acerca de este año, especialmente después de
haber conseguido un gran contrato con supermercados Publix, el mayor minorista
de comestibles del estado de Florida.

Y ahora esto. Todos estaban furiosos. Era como si todo su duro trabajo fuera
a ser tragado por esta monolítica compañía, que no se preocupaba por ellos y,
ciertamente, no se preocupaba por los clientes había tenido tanto cuidado en atraer
y retener. No parecía justo, de veras.

Charles sorbió el contenido de su taza, entonces se sentó con un gruñido y se


puso los auriculares. "Supongo que es mejor al menos pretender trabajar… de
todas maneras, ¿dónde infiernos están todos?"

Lana, una alta y delgada morena que se sentaba al otro lado de su cubo
levantó la vista. "Gran reunión… el jefazo les llamó arriba a todos hace una hora...
supongo que para darles las malas noticias," sus ojos se enfocaron en algo, "Uh,
oh... ahí vienen..."

Todos se volvieron, mientras las puertas al frente del centro de asistencia se


abrían y un grupo de gerentes entraban, iba desde el gerente de asistencia, Ray, a la
programadora jefe, Susan. Todos ellos parecían muy torvos. La última era Kerry
Stuart, que se apoyó contra la cerrada puerta durante un instante, antes de
enderezar sus hombros e indicar con la cabeza a todos que se movieran delante de
ella.
A los veintiséis años, Kerry parecía apenas lo bastante mayor para ser
gerente junior. Era de estatura media y tenía una figura delgada, con piel
ligeramente morena que contrastaba con su rubio cabello y los ojos verdes. Su cara
tenía la estampa de la inocente juventud, que desmentían sus seis años de
experiencia en dirección de IS y con frecuencia sorprendía a la gente con su
profundo conocimiento del negocio y su habilidad manejando conflictos.

Ahora mismo se subió cuidadosamente a la mesa de la impresora, al fondo


de la gran sala, y alzó una mano. Dado que todos allí ya estaban mirándola,
consiguió el efecto pretendido y las voces se suspendieron de inmediato. "Ok,
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chicos... escuchad," tenía una voz pura, pero estaba temblando un poco y todos
pudieron verlo.

El silencio se hizo y ella se detuvo, mientras uno de los programadores


trotaba hasta ella y le daba un pequeño micrófono. "¿Esto f… oh, supongo que sí."
Kerry se aclaró la garganta, su voz repentinamente magnificada. Salieron cabezas
de las oficinas que rodean la gran área central con curiosidad. "Ok… estoy segura
de que ya todos sabéis que partir de anoche, fuimos oficialmente comprados." Hizo
una pausa y tomó una inspiración. "Algunas de las personas que pertenecen a esa
compañía van venir por aquí, empezando esta tarde, y creo que todos sabemos que
vamos a ver algunos cambios."

Un sordo murmullo se alzó y Kerry levantó una mano para calmarlo. "No sé
qué tipo de cambios, ni lo que van a hacer, ni lo que eso realmente significa para
ninguno de nosotros, simplemente tendremos que esperar y ver. Lo que voy a
pediros que hagáis es que simplemente continuéis haciendo vuestro trabajo y
cuidéis de nuestros clientes. No sobreactuemos hasta que sepamos lo que
realmente está pasando."

"Prepara ya tu curriculum vitae," profirió una voz en tono hastiado.

"Apuesto que encuentran alguna forma de no darnos beneficios durante seis


meses," salió otro, "si se molestan en conservar a alguien."

"De acuerdo... vamos, gente… sólo esperemos a ver qué pasa," Kerry
declaró de nuevo. "Eso es todo lo que tengo… si viene uno de ellos por aquí, sed
encantadores, responded a lo que pregunten y simplemente mantengámoslo guay."
Le dio el micrófono al programador y cautelosamente bajó de la mesa, sonriéndole
a Ray, que la sostuvo por el codo para impedirle caer. "Gracias." Siguió hacia el
extremo de la gran sala, atravesando el pequeño laberinto de oficinas hasta que
alcanzó la suya, enterrada en la esquina de la parte de atrás. La mayoría de los
gerentes la habían seguido hasta allí, obviamente queriendo tener unas palabras en
privado con ella, pero levantó una mano mientras entraba en su santuario. "Dadme
unos minutos, chicos, ¿ok? Id por café, revisad el correo-e o algo."

"Llama a mi cazador de talentos," resopló Susan, agitando su plateada


cabeza castaña. La baja y rechoncha programadora se acercó furtivamente hasta su
diminuta oficina, llena hasta el techo con copias impresas.

Kerry les observó dispersarse, antes de entrar en su propia oficina y rodear el


escritorio, sentándose en su silla y poniendo la cabeza en las manos.
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Que desastre. Y todo había estado yendo tan bien, además. Con un suspiro,
se retrepó, dejando caer sus manos sobre los muslos enfundados en vaqueros, el
tejido le recordó uno más de los cambios que tendrían que enfrentar, como Robert
Mayabera le había advertido esa mañana. Códigos de vestuario.

"No creía que lo habíamos hecho tan mal," dijo con sobresalto, cuando
Robert le dio las noticias. "Creía que eran tan sólo rumores."

El fundador de la compañía, un bajo y belicoso inmigrante cubano, había


puesto sus inmaculadas manos sobre su escritorio. "*Chica*, no hiciste nada malo,
¿ok?" Sus ojos castaños habían estado un poco tristes. "Se redujo a dinero, eso es
todo, me hicieron una oferta, como se dice en las películas, que no pude rechazar."
Había alzado una mano. "Tengo seis hijos, todos llegando ahora a la edad donde
tengo que celebrarles los *quince* años y automóviles y universidad y adoro la
compañía, pero la compra, amiga mía, la compra me permite hacer lo correcto por
mi familia."

"No... Robert... yo no…" Kerry había suspirado. "No te acuso... yo sólo…


éramos como una familia para nosotros, aquí."

"*Chica*, lo sé." Robert se había levantado y rodeado su escritorio, tirando


de sus pantalones para sentarse sobre el brazo de la silla de Kerry y poner una
mano sobre su hombro. "Les digo cuan genial eres, a cada oportunidad. Hiciste un
trabajo fantástico con todo, realmente lo revolviste aquí el pasado año, todo eso…
dales la oportunidad de verlo."

"No me preocupo por mí," la joven directora había declarado


tranquilamente. "Robert... esta gente trabaja muy duro... no creo que a esos tipos
vaya a importarles eso... creo que simplemente van a entrar aquí y hacernos
pedazos."

"Eh… vamos ya... esperemos a que el barco se hunda antes de empezar a


pensar en ahogarse, ¿ok?" Le dio golpecitos en la mejilla. "Déjame ver esa cosa de
Michigan... ¿qué es, un tejón?"

Kerry sonrió un poco ante eso. "Un carcayú."

"¿Qué tipo de un animal es ese para una facultad? Es ridículo." Estaba


intentando alegrarla con la vieja discusión.
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"Mejor que un caimán," contestó respetuosamente, el alma mater de él había


sido la Universidad de Florida, en Gainesville. Entonces suspiró y se puso en pie.
"Ok... mejor voy a decírselo al personal... aunque estoy segura de que ya lo han
oído."

Y lo habían oído, pensó Kerry mientras jugaba con una taza en su escritorio,
echando un vistazo a su pequeña oficina. No era mucho, unos cuantos archivo, una
planta en cada esquina de las que cuidaba obsesivamente, una foto de Michigan en
invierno sobre una pared y su revuelto escritorio, con su apartada computadora.

Aunque era suyo, ganado con obstinada determinación y sus propias


habilidades, no comprado por su padre, o dado a cambio de algún favor. Estaba
orgullosa de eso y orgullosa de estar al cargo de este diverso grupo de gente,
incluso si eran a veces enfurecedores y los programadores nunca cumplían las
fechas tope y tenía que seguir regañando a los supervisores para que mantuvieran
bajos sus tiempos de respuesta.

Se había sentido como si estuviera logrando algo, especialmente cuando


habían ganado el nuevo contrato y los representantes de Publix le habían dicho a
Robert que era principalmente porque se sintieron muy cómodos tratando con ella.

Uou. Eso le había hecho sentir genial… había salido esa noche con unos
amigos y lo había celebrado, por primera vez en meses, en Dave and Busters y
había terminado ganando bastantes tickets para hacerse con un enorme oso panda
de peluche.

Ahora era sólo otra de los cientos de miles de empleados de la nueva


compañía. Nada especial. De hecho, probablemente se rieran de sus credenciales o
encontraran algo en su actuación que no les gustara y la apartaran de su puesto. Y
entonces, ¿qué? Papá sólo la estaba dejando quedarse aquí porque podía mostrarle
su ascendente carrera, apuntando sus crecientes responsabilidades.

Un fallo en eso y la llamaría a casa.


Inspiró y se frotó los ojos. "Vamos ya... piensa positivo," se recordó.

El teléfono sonó y pulsó el botón del altavoz. "Aquí Kerry."

"Ker, soy Alex." Era Alejandro Cruz, su jefe de MIS. "Tengo a una *puta* al
teléfono exigiendo que le dé acceso."

Kerry cerró los ojos. "No me digas lo que significa eso, ¿ok?" imploró. "Si
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es de ellos, simplemente dale acceso... probablemente puede conseguirlo de todas


formas... no queremos empezar a ser obstruccionistas."

"*Jefa*, ok, les doy transferencia del servidor de correo y marchando un dial
de buzón de correo y preparo una cuenta de administración para ellos... ¿qué más?"
"Eso debiera mantenerles ocupados un rato," Kerry suspiró, "intentaré
establecer algunas reglas básicas con quienquiera que llegue aquí después del
almuerzo... quizá serán razonables."

"*Mierda*," resopló Alex.

"No me digas tampoco lo que es eso, ¿ok?" exhaló la directora. "Pero en


Michigan diríamos... 'esto apesta'."

Pasó las siguientes horas poniendo las cosas en orden, estudiando las últimas
estadísticas que su sistema informativo había generado y limpiando su bandeja de
entrada. Tenía la cabeza inclinada sobre la última revisión de actuación cuando un
leve golpe vino de la puerta. Levantó la vista para ver a Ray Ramírez allí de pie,
sosteniendo una refresco en la mano. "Oh... hola."

"¿Almuerzo?" El alto y desgarbado supervisor técnico levantó una oscura e


inquisitiva ceja. "He oído que tienen *pico de gallo* en el *café*."

Kerry puso una cara. "Eu." Soltó su tarea y se estiró, trabajando un nudo de
su espalda. "Dos años y pensarías que ya me habría acostumbrado a esa cosa…
pero cada vez que lo como, voy derecha a dormir bajo mi escritorio." Agitó un
bolígrafo. "Además, no tengo realmente hambre."

"Vamos, vamos… no les permitas derrotarte, Kerrisita… venga, te traeré


*flan*, sé que te gusta," engatusó Ray, agitando las cejas invitadoramente.

Sonrió, pero negó con la cabeza. "No, gracias... quizá mañana, ¿ok?" Abrió
su cajón y sacó una bolsa de zanahorias en miniatura. "Además, lo traje."

"Te crecerán orejas gachas uno día de estos," rió el hombre moreno, "Tú y tu
pequeñas carrotas." Suspiró. "¿Estás segura?"

Asintió. "Sí... vete, sal de aquí por un rato... probablemente te necesitaré


cuando se presenten esos tipos."

Alzó una mano, entonces la dejó caer y se rindió. "Regresaré pronto,"


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prometió, entonces se fue de la puerta.

Kerry miró pensativamente la puerta, entonces suspiró y dejó el bolígrafo,


volviendo de nuevo los ojos hacia su evaluación y apoyando la cabeza en una
mano. ¿De todas formas de qué servía? Las evaluaciones no valdrían nada para los
recién llegados.

Un suave golpe la interrumpió de nuevo. "Mira, Ray... te dije..." Alzó la


vista, ligeramente irritada, entonces se detuvo.

Había una desconocida en su umbral. Una mujer alta y de piel dorada, con
cabello de medianoche, la miraba, el delgado cuerpo colocado contra el umbral en
una postura de confiada arrogancia. Kerry pestañeó y miró de nuevo, y fue
capturada por los ojos más azules, más claros que jamás había visto, que taladraban
justo a través de ella con una ráfaga de fría intensidad y un extraño, casi
obsesionante vislumbre de algo familiar. "Um… lo siento... pensé que era otra
persona." Logró decir débilmente poniéndose en pie.

La mujer se quitó del umbral y entró, soltando una gruesa cartera de cuero
en la silla de las visitas y tendiendo una mano. "Dar Roberts." La voz era grave,
agradable y parecía retumbar en sus orejas y, cuando se movió para tomar la mano
de la mujer, la alcanzó un suave olor de perfume almizclado mezclado con el
cuero.

"Kerry Stuart." Tomó la mano de la mujer más alta y la estrechó, sintiendo la


fuerza en ella mientras la mujer devolvía el apretón. "¿Es usted... um…" hizo una
pausa, "quiero decir, ¿es del nuevo cuartel general, ¿verdad? Lo siento... debo
parecerle algo tonta... no estaba esperando a nadie hasta después del almuerzo."

Dar la estudió silenciosamente durante un instante. "Sí... lo soy... supongo


que mi almuerzo no coincide en nada con el suyo," contestó fríamente, "Lo siento."

"Oh... cierto," contestó Kerry torpemente. "Bueno... está bien, porque yo...
yo ya terminé el almuerzo… pero mi personal todavía está fuera. ¿Qué.. quiero
decir, puedo darle café o algo?"

"No, gracias... tengo cosas planeadas," contestó rápidamente la alta mujer,


"Simplemente empecemos… no tomará mucho tiempo." Se movió al escritorio.
"Siéntese." Dar observó a la joven volver alrededor de su escritorio y sentarse,
poniendo los antebrazos en la superficie y mirándola con una mezcla de
trepidación y curiosidad.
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Había brevemente estudiado la foto que Mark tan amablemente le había


proporcionado, pero la estática impresión personal no daba indicación de la gentil
presencia que la mujer proyectaba, o de la clara firmeza de sus ojos, cuyo color
increíblemente igualaba el océano que Dar veía por su ventana cada soleada
mañana. También había algo familiar en ella, que Dar no podía precisar realmente.
Aunque no había tiempo para eso. Se sentó en la silla de las visitas. "Sabe por qué
estoy aquí, ¿verdad?

Los dedos de Kerry retorcieron un trozo de cinta de embalaje. "Sé que se


están haciendo cargo... realmente no nos han dicho mucho sobre lo que va a pasar,
no."
Dar maldijo silenciosamente, tomando nota mental de enviar un correo
haciéndole un nuevo agujero en el culo a quienquiera que estuviera en el equipo de
cuenta de este grupo. "Estaban sup... bueno," alzó una mano, "no voy jugar o andar
con rodeos. El resumen es que lo que compramos fue su negocio."

La rubia inspiró. "Ok… pero qué significa eso… informamos a gente


distinta... o quiere que las cosas se hagan diferente... tengo informes..."

Una mano le impuso silencio. "Significa que estamos interesados en los


servicios que están proporcionando. No en cómo los proporcionan o en quién los
presta," contestó firmemente. "No hay nada que hagan aquí que no podamos hacer
mejor y más barato, eso es todo el asunto."

Kerry la miró fijamente. "¿Qué está diciendo?" preguntó suavemente. "Está


diciendo que no nos necesitan, ¿es eso?"

Fríos ojos azules encontraron el suyos. "Sí."

"No puede simplemente entrar aquí y despedir a todos... hemos estado


haciendo esto durante años... no puede reemplazarnos simplemente así," protestó la
directora.

"Sí, puedo," contestó Dar, "es lo que hacemos." Gesticuló hacia la puerta.
"Tengo un grupo de programación en Huntingdon, un grupo de asistencia justo al
oeste del aeropuerto que puede recoger sus llamadas y una división de instaladores
de hardware que ya trabaja para mí." Se puso de pie y rodeó el respaldo de su silla,
apoyándose contra ella. "Su gente es ineficaz, se toman dos días por enfermedad
cada tres semanas, la mitad de ellos llega tarde todos los días, sus programadores
no han cumplido una fecha tope en dos años y ha recibido dieciocho reclamaciones
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de accidente laboral en los últimos cuatro meses."

Silencio. Kerry sólo miraba la superficie de su escritorio y se concentraba en


respirar. Su pecho dolía por el súbito, inesperado ataque, cuando se dio cuenta de
que no tenía respuesta para los cargos. Sabía que eran verdad, pero era una buena
plantilla... era buena gente... sólo un poco perezosa a veces, como todos. Sus ojos
viajaron al perfil de halcón que la observaba y sintió una silenciosa desesperación.
No todos. No más. "Supongo que John tenía razón," dijo finalmente, con silenciosa
derrota.

Dar la miró, ligeramente desconcertada. La reacción usual a su discurso eran


furiosas e indignadas protestas… no… "¿Razón sobre qué?"

Esos ojos como el mar se alzaron. "Están aquí sólo para violarnos."

La mujer más alta respingó interiormente, no esperando eso. "Esa no es


forma apropiada de referirse a ello."

Kerry se encogió de hombros. "¿Qué va hacer, despedirme?" Inspiró. "¿Hay


algo más que pueda hacer por usted, Srta. Roberts? Parece tener toda la
información que necesita." Estudió el clip en sus manos. "Y tengo mucho papeleo
con el que necesito empezar, supongo." Lo intentó, pero no pudo evitar un toque de
ronquera en su voz y se negó a alzar la mirada y dar a la mujer mayor la
satisfacción de ver cuanto la había trastornado.

Dar sintió una súbita punzada de vergüenza. Podía ver la angustiada tensión
en los delgados hombros enfrente de ella y bajó la cabeza por un momento.

"Realmente no son tan horribles," dijo Kerry suavemente. "A nuestros


clientes les gustamos… hacemos un buen trabajo... yo no… veo por qué
necesitamos ser tirados como basura." Aún mantuvo su mirada en sus manos.

"Mire," Dar se encontró atípicamente sin palabras, "son negocios… no hay


nada personal, ¿comprende?" La cabeza rubia se movió en un asentimiento,
entonces levantó la vista, su rostro hermético y los cautos ojos verdes oscurecidos
con silenciosa furia. "Tiene una semana… necesito una lista de su gente senior,
para que así podamos arreglar sesiones con ellos para empezar a revisar
exactamente lo que hacen, cuando y cómo lo hacen."

Kerry deglutió. "Está diciendo que quiere que entrenemos a la gente que va a
quitarnos nuestros trabajos."
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Dar la miró tranquilamente. "Sí."

La furia se disolvió en algo más y la mujer rubia apretó la mandíbula. "De


acuerdo," soltó, sus dedos contrayéndose sobre el bolígrafo que había estado sobre
su escritorio. "Veré qué puedo arreglar." Arreglar sacar a cada condenado de ellos
de aquí antes de que puedan decirle nada a nadie, eso es.

"Quiere decirme que me vaya al infierno," comentó la mujer morena.


"¿No?"

Kerry se lamió el labio inferior. "No, señora, no quiero. No fui educada de


esa manera."

Dar se sentó de nuevo en la silla y se inclinó hacia adelante, ladeando la


cabeza para mirar fijamente el inclinado rostro de Kerry. "Seguro que quiere,"
discrepó, "yo lo hice... cuando fuimos absorbidos en el '84."

Los ojos verdes se levantaron lentamente para encontrar los suyos. "Estas
son personas, a las cuales está a punto de arrebatarles su sustento. No es divertido."

"Y cualquiera de ellos le diría adiós alegremente, si el tipo de más abajo de


la calle le ofreciera un pavo más la hora," contestó Dar. "Esto son negocios, Srta.
Stuart... no es caridad."

La barbilla de Kerry se alzó. "Su gente no podrá hacer la mitad del trabajo
que hace la mía," declaró rotundamente. "Así que cuando pierda todas estas
cuentas, allí estaré riéndome."

Dar se retrepó, estudiándola. No había tenido este tipo de desafío en un


mucho, mucho tiempo... la mayoría de sus cuentas eran recién licenciados en MIS,
que se escabullían e intentaban apelar a su buen corazón, justo hasta darse cuenta
de que no lo tenía. Una de sus tareas adicionales, además de despojar compañías,
era encontrar nuevos talentos para la corporación. A veces, reflexionó, encontraba
potencial en los lugares más raros. "De acuerdo… demuéstrelo," ronroneó,
observando la sobresaltada mirada suavizándose en el joven rostro al otro lado del
escritorio. "Puedo hacer esto por la mitad del presupuesto por el que actualmente
están haciéndolo. Proponga un plan para hacerlo por eso, en una semana... y lo
miraré."

La mandíbula de Kerry se desplomó. "¿Cincuenta por ciento? Es imposible."


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Dar se encogió de hombros. "Su elección… ve, podemos minimizar los


costes porque usamos un inferior máximo por cuenta... si tenemos a alguien que
necesita asistencia, por ejemplo, simplemente les agregamos a la carga actual en el
MTC y no tenemos que pagar renta, conexión telefónica, consolas... escritorios...
toda esa mierda, de nuevo." Sonrió. "Usted no puede hacerlo." ¿Picaría el
anzuelo?

"No... pero eso significa…" Kerry se detuvo y exhaló. Tendría que


marcharse gente. Era el mayor factor de coste, lo sabia. Mirando el hermético y
helado rostro frente a ella, supo que esta condenada iceberg también lo sabía. Pero
quizá podría salvar a algunos... merecía la pena el intento. "De acuerdo... sabrá de
mí," le dijo fríamente.

Bueno, me odia. Dar suspiró. Una entre muchos. "De acuerdo… puede
enviarlo por correo-e -- para ahora debiera estar añadida a nuestra oficina de
correo." Alzó su teléfono celular y marcó un simple código, sosteniéndolo junto a
su oreja hasta que oyó una voz ruda al otro extremo. "Mark... ¿has acabado?"

Una corta risa corta pasó a través del teléfono. "Cerrado, inventariado,
barriles, monos, secadores de pelo y la lista del último almuerzo de su contable."
Le advirtió. "Correo dispuesto, servidores cerrados... ¿algo más que hoy pueda
hacer por ti?"

"Gracias." Dar plegó el teléfono. "Tiene correo... dígale a su gente que no les
hagan ningún cambio administrativo a sus servidores y puede esperar un equipo
aquí mañana para empezar a revisar los procedimientos."

Kerry dobló las manos sobre su escritorio. "¿Cómo sabía todo eso sobre
nuestras estadísticas de personal?"

Los ojos azul claro la alancearon. "Irrumpimos en la base de datos del


servidor esta mañana y lo sacamos," Dar sonrió. "Su seguridad apesta... podía
querer empezar su revisión por ahí." Sintió una sensación de silencioso triunfo, que
se desvaneció cuando Kerry contestó su mirada con una de pétrea aversión.

"Nada personal."

"No," la rubia declaró tranquilamente. "Eso puedo verlo." Se puso de pie.


"¿Le gustaría echar un vistazo?"
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La última cosa que Dar necesitaba era el paseo de cortesía. Se recordó que
tenía seis o siete conferencias telefónicas de las que cuidarse en la oficina, así que
se quedó muy sorprendida cuando oyó a su voz contestando "Claro."

Kerry simplemente asintió y rodeó el escritorio, pasando una mano a través


de su claro cabello y quitándoselo del rostro. Llevaba un par de pantalones
vaqueros bastante cómodos y una camisa de encaje blanca, que mostraba un
bronceado natural, que se pegó a su cuerpo mientras inspiraba profundamente. "De
acuerdo... sígame."

***

Había sido, Dar meditó después, una tarde muy hostil. Tenía la sensación de
que la voz se había propagado rápidamente, ya que solo habían llegado a la sala de
programadores antes de empezar a recibir esas miradas como dagas de sus
ocupantes. Medio esperaba que su coche estuviese rayado para cuando terminaron,
pero al parecer nadie había deducido cuál era, nada sorprendente, dado que una
camioneta deportiva LX470 apenas era lo que esperarían que condujese una VP de
Operaciones.

La programadora jefe tenía posibilidades, concedió, si puedes sacarla de su


concha lo suficiente para hablar de técnicas con ella, lo cual Dar hizo. Los gerentes
de asistencia y de IS eran inútiles, y escuchar las conversaciones mientras pasaba,
aparentemente abstraída, le había permitido coger al menos a dos individuos
contándoles a los clientes completas mentiras y otros dos que estaban usando la
oportunidad para hacer planes sociales. Stuart había oído ese último, Dar se dio
cuenta, cuando había visto la mirada de desaliento en el rostro sorprendentemente
expresivo de la mujer.

Kerry Stuart. Dar se retrepó contra el cuero y se permitió el lujo de unos


minutos de tranquila reflexión. La chica no era tonta y tenía agallas... pero
condenación, era inocente. No estaba realmente preparada para esto, pero con todo,
había manejado la conmoción bastante bien, después de todo.

Lo que Dar no podía sacarse de la mente era esa inquietante sensación de


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familiaridad… ¿compraban en el mismo sitio o algo así? No... Kerry vivía en


Kendall, justo pasado Turnpike, en uno de los laberintos de apiñados arriendos
suburbanos, frecuentado por oficinistas, del área. ¿Quizá bajaba mucho a la playa?
No es que Dar pasara mucho tiempo en South Beach, pero bajaba allí de vez en
cuando y se recorría el paseo.

Oh bueno. Se rindió, sabiendo que eventualmente le vendría. Su reloj zumbó


suavemente y le echó un vistazo, sorprendida de que ver que tarde era. Tamborileó
sus dedos sobre el volante, entonces pulsó la consola del teléfono celular
incorporado. Un momento después fue contestada por la cantarina voz de María.
"Hola, María."

"Dar... ¿dónde estás?" Su secretaria bajó la voz.

"En mi automóvil, de regreso de Associated... ¿por qué?" contestó la


ejecutiva con un toque de confusión. "Sabías donde estaba."

"Quédate lejos... quédate muy, muy lejos, *Dios mío*... un hombre empotró
un camión en la sala de computadoras de abajo y destrozó todos los mandos del
aire acondicionado," contestó María con un gemido. "Esto debe ser como un
horno, Dar… mi cabeza se está asando."

La ejecutiva hizo una mueca. "Oh... chico," lo sopesó. "¿Al menos cerraron
los servidores?" preguntó, entonces se palmeó en la cabeza. "Qué estoy pensando...
María, sal de ahí antes que te desmayes."

"Aie... tengo mi pequeño ventilador, pero es como si me estuviera


cociendo... tostándome," le dijo la secretaria, "Muchas gracias... empaquetaré mis
cosas y estoy en camino."

"¿Algún ETA para restaurarlo?" preguntó Dar con un suspiro, mientras


bajaba hacia la estatal 836, qué la llevaría a través de la ciudad hasta la oficina.

"No, no... están discutiendo... a quién culpar, eso es lo primero," María


parecía disgustada, algo raro en la española.

"De acuerdo… llama lo primero mañana, María… no quiero que vengas si


está todavía fuera de servicio, sólo empeorará," Dar decidió, mientras se frotaba las
sienes. "Sal de ahí."

"No me importa lo que digan los demás, Dar, eres un ángel," María contestó
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 29 de 29

cálidamente. "Todos pueden besarme las... ¿cómo se llaman? Gachas."

Eso consiguió una sonrisa de la morena ejecutiva. "Gracias, María… es


agradable oír eso tras salir de Associated... ahora mismo no les caigo demasiado
bien." Su mente conjuró la mirada de despedida que había recibido de Kerry, que
había estado tan llena de aversión como todas las que había tenido el infortunio de
recibir en una temporada. Normalmente, no podría preocuparle menos, pero esa…
"Como sea, buenas noches, María."

"Buenas noches, Dar... conduce con cuidado, por favor," le recordó la


secretaria, "Hay locos por ahí fuera."

Dar sonrió calladamente. Era agradable, a veces, tener a alguien preocupado


por ti, incluso si lo hacia como parte de su trabajo. "Lo tendré." Desconectó y se
asentó para tratar con el tráfico, poniendo bajo un CD de New Age y frotándose el
cuello para intentar aliviar el importuno dolor que se había desarrollado durante la
conducción.

Kerry regresó a su oficina, después de ver partir a su desagradable invitada,


y cerró la puerta. Permaneció silenciosamente en mitad del suelo un instante,
entonces echó una mirada alrededor. Alfombra azul pálido, paredes gris claro,
escritorio de conglomerado... no era gran cosa, pero…

"Trabajé tan duro por esto," susurró, sentándose en la silla de las visitas.
"Condenación... esto no es justo." Dejó hundirse la cabeza en las manos, colocando
los codos en los brazos de la silla.

El sonido suave de la puerta abriéndose detrás de ella. "¿Ker?"

"Sí," contestó, no molestándose en moverse.

Un brazo se deslizó alrededor de sus hombros y alzó la vista, para ver la


preocupada cara de Ray. "*Jefa*, no permitas que te deje así… échala fuera, la
gran perra." Le dijo, frotando su cuello. "Menuda intimidante... creo que está
emparentada con DeAlgo, de esa película de cachorros."

Una minúscula risa escapó de Kerry. "Ray... John tenía razón... quieren
librarse de todos." Le miró. "Está dándome una oportunidad de proponer un plan...
si puedo reducir el presupuesto a la mitad, lo considerará y quizá algunos consigan
mantener sus trabajos, pero…"
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 30 de 30

Ray se puso las manos en las caderas. "¿Está dándote la oportunidad de


hacer eso?" repitió, su voz sorprendida. "Eso es... nuevo por lo que sé... ¿cómo
lograste que lo hiciera?"

Kerry hizo una pausa y lo pensó. "¿Lo es?" Su frente se frunció. "No lo sé...
yo sólo… supongo que no fui muy agradable con ella y te creerías que eso la
pondría furiosa, pero no... creo que le gustó." Le torció el gesto.

Él resopló. "Oh sí... parece de ese tipo," comentó sarcásticamente. "Veo el


cuero y el látigo restallando alrededor, puedes apostar."

La directora suspiró. "No sé si puedo proponer algo que se acerque, pero voy
a intentarlo, Ray… intentar salvar a tanta gente como pueda." Le lanzó una firme
sonrisa. "Pero creo que mejor llamas a Mona de Recursos Alternativos... dile que
podríamos tener algunas perspectivas para su consorcio."

"*Mañana*." Ray le dio golpecitos en el hombro. "Venga... vamos a bajar a


Fat Tuesday y pasar la happy hour... ven con nosotros."

Un golpe. "¿Srta. Stuart?"

Levantaron la mirada. "Entra, Anita." Kerry observó a la baja y delgada


contable apresurarse, sus brazos llenos de carpetas fuelle con copias impresas.
"¿Son esos los papeles?"

"El presupuesto, sí, y la nómina, cuentas pagables y cobrables," contestó la


mujer, poniéndolos en su escritorio. "¿Necesita algo más ahora mismo?" Se subió
sus gafas con montura de cuerno y resopló. "Tengo que recargar la impresora si lo
quiere..."

"No... gracias... esto me mantendrá ocupada un rato." Kerry le sonrió


fatigadamente. "Vete, Ray... déjame empezar con estos papeles."

El hombre alto le guiñó. "No puedes hacer esto toda la noche... ¿por qué no
simplemente empiezas descansada por la mañana?"

"Vete, sal de aquí," repitió Kerry, levantándose y yendo a su escritorio,


donde empezó a separar varios informes. Iba a ser una larga, larga noche, podía
verlo. "Espera… Ray, ¿puedes darme una caja de cartón?" No tenía ningún sentido
sentarse aquí y hacer la revisión inicial. Su sofá sería mucho más cómodo.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 31 de 31

El ferry estaba muy tranquilo mientras Dar se sentaba allí en solitario


esplendor, su automóvil pulcramente colocado en el centro de la cubierta mientras
el vehículo se mecía sobre las olas hacia la isla. El viento le estaba soplando en la
cara, así que el sonido de los motores resultaba apagado, y descansó su martilleante
cabeza contra la puerta mientras las negras aguas se deslizaban bajo la quilla.

Tenía calor, estaba exhausta y más que un poco harta, habido pasado las
anteriores diez horas en un alto edificio sin aire acondicionado, haciendo lo que
podía para conseguir arreglar las cosas. Lo cual era considerable, concedió, y,
cuando finalmente intimidó a un contratista para obtener un panel del reemplazo e
instalarlo a medianoche, la poca gente que quedaba en el edificio la había
vitoreado y aplaudido.

Los tres, dos limpiadores y un guarda de seguridad, con sus uniformes


pegados y empapados de sudor. Exactamente como estaba ella. Había enviado al
resto del personal a casa y se quedó allí, manteniendo abiertas las puertas de
emergencia de la decimocuarta planta para conseguir un atisbo de brisa húmeda en
el lugar. Llamadas a los gerentes del edificio, a su propia sección de medios, a
infraestructura porque los cierres de seguridad del panel habían saltado… sin
resultados, así que finalmente llamó a los contratistas del edificio y tuvo al dueño
al teléfono a las 10 p.m.

Gracias a Dios, sólo tenían un contrato de cinco años y estaba a punto de


renovación. Ésa había sido suficiente amenaza para conseguir que moviera el culo
y asumiera una parte, con cinco refunfuñantes técnicos. Su intensa mirada detrás
de ellos había hecho el resto y, para la 1 a.m., una sorda vibración atravesó el
edificio cuando las enormes unidades del tejado zumbaban a la vida.

Ahora eran las 2 a.m. y finalmente se iba a casa. El negocio seguiría como
de costumbre mañana, sin interrupciones, y eso era lo importante, dado que no
podían encender el gran servidor en cascada a menos que el aire funcionase. Había
dejado una nota en su escritorio para encontrar una unidad de aire de reserva para
la sala de computadoras, para la próxima vez. Suspiró y cerró los ojos, permitiendo
que el aire acondicionado del Lexus le diese a plena potencia. Otro problema
resuelto y estaba bastante segura de que nadie se lo agradecería mañana.

Salvo quizá las señoras de la limpieza, que habían aparecido tímidamente a


la puerta de su oficina cuando le estaba gritando al contratista, llevando una jarra
de frío té helado casero y una taza de plástico.

Fue lo único que le había hecho sonreír en toda la noche.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 32 de 32

Bueno, casi. Había esperado a que el edificio se enfriase un poco, entonces


entró en la sala del servidor seguro y repasó los paneles, girando los interruptores
de energía que proporcionaría corriente a los seis mainframes de IBM, los dos
AS400 y los veintisiete servidores NT que constituían el corazón de su centro
informático.

Entonces se sentó en el escritorio de los operadores de consola, un largo y


curvado escritorio de madera, cubierto con ocho monitores diferentes y cuatro
teclados, unidos a un autointerruptor cybex que permitía al operador meterse en
cualquiera de los sistemas desde una situación. Un largo dedo giró los interruptores
en el equipo y esperó mientras los diversos sistemas atravesaban su largo proceso
de inicio.

Ociosamente, trasteó entre las cosas inservibles apiñadas sobre el escritorio,


leyendo las tiras cómicas de Dilbert con una sonrisa divertida, entonces se acercó
para captar los diminutos subtítulos, donde el personal de operaciones de consola
había escrito los nombres de la directiva superior asociados a los personajes de la
tira cómica.

"Así que... soy Catbert, ¿eh?" Eso provocó una irónica risita. "Mejor que
Ratbert y definitivamente mejor que Dilbert… aunque me hubiera gustado
Dogbert." Recogió un bolígrafo y desprendió la tira cómica, entonces garrapateó
una nota en el margen. No he cazado una bola de pelo en mucho tiempo, gracias
chicos. DR

"Eso debiera llamar su atención." Pegó la tira de nuevo en el monitor,


entonces entró con su clave en el sistema principal y empezó a iniciar sesiones.
Costó más de veinte minutos tener de nuevo todo en marcha y se sonrió satisfecha
mientras imaginaba al personal de operaciones ejecutando mañana por la mañana
sus informes de inicio y encontrando su clave en todos lados.

"Olvidan quién diseñó esta cosa en primer lugar, creo." Se rió entre dientes.
Normalmente aquí habría habido dos operadores medios, pero había llamado a
Mark y le hizo cancelar el turno, ya que no tenían ni idea de cuando el sistema
estaría en marcha y no tenía ningún sentido tener a Pedro y Celeste sudando el
suelo.

Con un sentido de alivio, pulsó el botón del altavoz del teléfono y marcó el
número de casa de Mark, tamborileando sus dedos levemente en el escritorio
mientras esperaba. Tres llamadas, después cuatro, entonces un gruñido. "Buenos
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días."

"Que jode… oh, mierda," Mark, muy obviamente, se despertó ante su voz.
"Dar… ¿duermes alguna condenada vez?"
"No cuando tengo cosas para hacer, no," contestó Dar brevemente. "Estás
operativo."

"Por supuesto que estoy operativo… estás hablando conmig… oh... ¿quieres
decir que estamos operativos?" Mark se aclaró la garganta. "Aunque el aire estará
roto hasta mañana al mediodía, por lo menos."

Dar resopló. "No... cambiados los nuevos paneles, Plano tiene la seguridad
activada y acabo de reiniciar los servidores." Revisó un monitor activo. "Jesús... el
servidor de correo acaba de patearse… ¿de dónde estamos recibiendo ochocientos
megas de ficheros transferidos? ¿Está otra vez tu gente descargando

"Mierda," Mark suspiró. "Marcaré y lo verificaré... vamos y lárgate de ahí...


son las dos a.m., por el amor de Dios."

"Buenas noches," contestó Dar, frotándose los ojos, "Te veo por la mañana."
Entonces todo lo que tuvo que hacer fue cerrar y bajar en el inquietantemente
silencioso ascensor a la puerta delantera, donde el guardia de seguridad estaba
esperándola, e ir a su automóvil, que estaba solitario en el aparcamiento.

Con un suave sonido metálico, el ferry atracó y esperó a que los trabajadores
del muelle quitaran los calzos de sus ruedas antes de que poner el automóvil en
movimiento y cuidadosamente subir la rampa inclinada e ir hacia la isla. Pocos
minutos después estaba metiendo el Lexus en su sitio bajo el condo, subiendo los
escalones y pasando la puerta, su llave abriendo los seguros resonando muy fuerte
en toda esa quietud.

Estaba exhausta, pero no soñolienta, incluso después de una larga ducha


caliente y cuatro pastillas de Advil para su dolor de cabeza, así que caminó a la
cocina, agarrando una jarra y llenándola de leche del dispensador antes de agregar
una cucharada de miel y meterla en el microondas. Le echó un vistazo a la
computadora del poyo, entonces su frente se frunció cuando vio el sobre
parpadeando en la esquina. "Pensé que vacié mi bandeja de entrada antes de dejar
la oficina… ¿Correo?"

"Correo, Dar Roberts, uno," contestó el terminal, conectado vía enlace ISDN
directamente a la oficina.
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"Lee." Dar se cruzó de brazos y se inclinó contra el poyo, esperando que


sonase la campanilla del microondas.

"Enviado por: Kerry Stuart, Hora 1:20AM"

"Bueno, bueno," murmuró suavemente Dar para sí. "¿Sabes qué?" Vio la
longitud. "No leas."

La campanilla sonó, pero Dar permaneció cerca de la pantalla, leyendo el


largo y detallado mensaje con interés. Empezaba con "necesito aclarar algunos
detalles." Y acababa con "Por favor, envíe esta información lo antes posible
debido a la fecha tope que impuso."

"Bueno, que me condenen." En vez de estar enfadada, Dar sonrió. Las


preguntas eran instruidas y, no obstante, con un toque por el lado ingenuo,
inteligentes y meditadas. Exactamente como es la chica, supongo. Tiró de uno de
los altos taburetes de la cocina al lado de la computadora y recuperó la leche
caliente, bebiendo a sorbos mientras componía una detallada respuesta al correo.

"Eso la tendrá entretenida… al menos por ahora," comentó la mujer alta e


hizo una pausa, con su ratón encima del botón de enviar. Estudió el mensaje,
entonces agregó una sola línea al final y sus iniciales. Una pulsación de botón y
desapareció. Se tomó la leche y vagó por la sala, dejándose caer en el suave sofá de
cuero que enfrentaba las ventanas acristaladas desde el suelo al techo. La vista era
la del Atlántico por la noche, aguas negras bisecadas por una lanza plateada de luz
lunar y las luces diminutas y coloreadas de las boya marinas. En el horizonte, una
nave de crucero estaba pasando deslizándose silenciosamente, una zona de chispas
contra la oscuridad y, brevemente, Dar deseó estar a bordo.

Kerry reprimió un bostezo, mientras verificaba la cerradura de la puerta


delantera, un hábito antes de acostarse. Su apartamento parecía como si una fábrica
de papel la hubiese atacado, columnas de hojas blancas yacían por todas partes,
pero estaba moderadamente satisfecha con su primera noche de trabajo. No es que
hubiera llegado a ninguna parte, pero al menos sabía qué preguntas empezar a
hacer y lo demostró, le había disparado una lista de diez de ellas a Cruella, su
apodo para la dominante Dar Roberts.

"Bonita sorpresa para ella por la mañana, ¿eh?" le comentó al panda, que
estaba sentado con los brazos extendido en la segunda de las dos sillas acolchadas
en la salita. El resto del espacio estaba tomado por un sofá de tela, una mesita para
cuatro personas, dos enormes estantes inundados con libros y un pequeño
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escritorio que albergaba su computadora. El cuarto era luminoso y alegre, telas


pastel y alfombrillas de estilo de indio ponían un toque de color y en las paredes
colgaban escenas de su medio ambiente subtropical. Su favorito, un ocaso sobre
Key West, estaba encima de la TV y estaba flanqueado por dos pequeños bordados,
un delfín que su tía le había hecho y un osito de una vieja amiga de su madre.

"Oh… cuernos," suspiró, recordando que había olvidado de enviar un correo


al personal con respecto a la visita de la gente de procedimientos del día siguiente.
Fue y encendió de nuevo su PC, echándose en la silla del escritorio y sentándose
sobre una pierna mientras esperaba que reiniciase. Después de que apareciese su
escritorio, entró en el correo y redactó una rápida nota al personal, diciéndoles que
cooperaran amablemente con la gente que viniese y le dijo al sistema que enviase
el correo.

Marcó y conectó con su servidor de correo de la oficina y observó como el


mensaje se transfería, entonces parpadeó con sorpresa cuando el sistema indicó que
se estaba descargando un mensaje. "¿Qué idiota está despierto a estas horas de la
mañana enviando correo?" se preguntó. El mensaje terminó de descargarse y
apareció en su bandeja de entrada.

Roberts, D Re: Sus Preguntas Hora: 2:55AM

"Oh… esa idiota," murmuró, dudando antes de pulsar sobre el mensaje,


sorprendida ante el nerviosismo que sentía. "Bueno, eso explica las cosas... es
obvio que es una alienígena que jamás duerme y que tiene un puerto en la cabeza
por el que se mete las cosas." Se decidió, entonces tomó una inspiración y abrió el
correo. Leyó las secciones, notando que la ejecutiva no se había molestado en
responder los evidentemente sarcásticos comentarios de su nota. "Bueno, ok... creo
que aquí está equivocada, pero…" Encontró otro punto. "Oh... no había pensado en
eso."

El estilo de Dar era firme y al asunto; casi podía oír las palabras viniendo de
la mujer y, sorprendentemente, le faltaba la condescendencia que medio había
esperado. Contestado su punto final, permitió a sus ojos llegar a la firma y
parpadeó. "¿Qué?" Lo leyó de nuevo.

"La política corporativa manifiesta que todo el personal debe tener una
cantidad razonable de sueño cada periodo de veinticuatro horas. Por favor,
adhiérase de ahora en adelante a las regulaciones. DR"

"¿Qué se supone que significa eso? ¿Qué es, alguna clase de lunática?
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¿¿¿¿Me da una loca fecha tope de una estúpida semana para hacer algo y entonces
dice que me asegure de dormir????" Kerry soltó un suspiro de fastidio, entonces
ordenó una réplica y cortó la mayoría del mensaje, excepto la cabecera y la última
línea. "Bueno, Srta. Chica Lista Alienígena de Marte, chúpate esto." Resaltó la
hora en el encabezado de Dar y lo puso en negrita, entonces saltó a la última línea
de la ejecutiva y tecleó un comentario. "Lo tendré presente."

Con una sonrisa satisfecha, envió el mensaje, entonces desconectó su


monitor y caminó hasta la lámpara, apagándola y dirigiéndose a su dormitorio.
Tenía una cama de tamaño doble impecablemente hecha contra una pared, bajo la
pequeña ventana que estaba cubierta con un confortador rayado en colores del
sudoeste, una cómoda de cinco cajones contra una pared y una larga cómoda de
tres cajones con un espejo de media altura, todos en madera blanca. La alfombra
era de pelo azul pálido y encogió los dedos de sus pies en su suavidad con un
suspiro de contento mientras cruzaba el suelo y se metía bajo las mantas.

Podía ver las estrellas desde allí y las observó centellear, intentando
dispersar el horrible sentimiento de condenación que se había asentado en su pecho
desde la visita de Dar. Por su gente, seguro, se sentía fatal y esperaba poder
ayudarles. Pero por ella… Le echó un vistazo a su impecable dormitorio y
deglutió, recordando lo bien que se había sentido cuando al fin tuvo las cosas
exactamente cómo las deseaba, y cuan orgullosa estaba de que agradable parecía
todo. Le gustaba esto; sus vecinos eran agradables y el complejo era amistoso,
había un pequeño centro comercial cerca para ir de compras e incluso tenía una
pequeña parrilla en el porche para cuando venían los amigos y hacían barbacoa.

Era tan agradable estar por su cuenta. Nadie cuestionaba si se quedaba tarde
o fuera, no es que alguna vez lo hiciera, por supuesto… o cuestionaba cómo vestía,
o con quién hablaba. Era… muy feliz aquí.

Ahora esto.

Parte de ella odiaba a la corporación. Parte de ella también quería odiar a


Dar Roberts, pero era lo bastante inteligente para entender que la mujer
probablemente estaba solo llevando a cabo la política, aunque sería más fácil si no
pareciera disfrutarlo tanto. Era obvio que Dar era inteligente y tenía un aire a su
alrededor que hacía creer a Kerry que no se le contrariaba mucho y, cuando lo era,
los resultados eran imprevisibles. Pero en la visita, había hecho algunas preguntas
muy agudas y esos increíbles ojos azules no se habían perdido mucho.

Uoa. ¿Increíbles? ¿En qué estoy pensando? Kerry cerró firmemente sus
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propios ojos y se subió la manta hasta la barbilla. La única cosa increíble de Dar
Roberts era su increíble arrogancia.

Ya está.
"Buenas." Dar cabeceó a sus compañeros en el ascensor, mientras las puertas
se cerraban y empezaba la subida. Obtuvo corteses murmullos, del personal
principalmente junior que entraba a esta hora de la mañana. 8 a.m. era la hora de
empezar para la mayoría de los empleados de entrada de datos y el personal
administrativo, y todos estaban un poco atemorizados por ella y nada inclinados a
charlar en su presencia.

Les dejó en los niveles más bajos y procedió a la planta decimocuarta en


soledad, esperando que las puertas se abrieran para entonces salir al nivel
ejecutivo. Su oficina estaba en una esquina, las ventanas se desplegaban alrededor
dándole una vista del océano y del skyline, y se abrió camino a través de la puerta
a la oficina exterior con un suspiro. "Buenas, María."

Su secretaria se volvió y sonrió. "Buenos días, Dar... es mucho más


agradable hoy, permíteme que te lo diga... no sé qué milagro de Nuestra Señora
ocurrió anoche, pero… es bueno." Terminó rociando un poco de agua sobre la
planta cerca de su escritorio, entonces fue al pequeño poyo cercano. "Te haré
café... me alegra que no estuvieses aquí ayer."

Dar sonrió calladamente y entró en su oficina interna, dejando su maletín y


encendiendo el sistema de su escritorio. Tras tres horas de sueño, un café era
definitivamente una buena idea, decidió, sentándose con un suspiro y pasando los
dedos a través de su cabello. La máquina emitió un pitido, entonces pidió su clave,
que le proporcionó con impaciencia, presionando las teclas con un suave
movimiento. Su correo surgió y pasó a través de los mensajes de la mañana,
deteniéndose cuando vio la contestación de un nombre ahora casi familiar.

Lo leyó, entonces sonrió. "Breve pero dulce." Y además la chica tenía


sentido del humor, notó, viendo la negrita. Aún estaba sonriendo cuando María
entró, llevando una bandejita y soltándola en el escritorio de Dar. "Ooo... ¿qué
tenemos aquí?" Le arqueó una ceja a la secretaria.

María la miró con ceño severo. "Carisita está diciéndome que Gerardo, del
personal de limpieza, te trae esto especial para ti, porque te quedaste aquí toda la
pasada noche para arreglarlo todo... ¿es eso cierto, Dar?"

Dar diestramente atrapó uno de los morenos pastelillos hojaldrados de la


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bandeja y lo mordió. "Mm…" Adoraba los *pastelitos*, la especialidad cubana que


podía contener casi de todo, pero que normalmente tenía capas rellenas con queso,
o carne, o jamón picado… de este era el último, pero Dar también atisbó alguno de
guayaba y queso, que eran sus segundos preferidos.

"¿Dar?" María tamborileó las uñas, de pulcra manicura y pintadas con un


sorprendente tono de rojo, encima del escritorio.
"Alguien tenía que hacerlo, María." La ejecutiva se encogió de hombros,
terminando un dulce y seleccionando otro. "Además, esto le hace valer la pena…
¿dónde los consiguió? Están geniales."

La española suspiró. "Eres demasiado, creo." Empujó la bandeja. "Toma...


tengo que mecanografiar esas cartas sobre los cambios de servicio." Se apresuró
hacia la puerta, cerrándola detrás de ella y dejando a su jefa en privado con sus
dulces.

Dar leyó el resto de su correo mientras terminaba los pastelillos y agotaba el


gran café que María habían agregado. Murmuró mientras contestaba la mayoría de
él, enviando concisas contestaciones y en un caso exactamente una sola palabra de
mierda.

El teléfono sonó. "Dar… tengo a Les en el *número uno* para ti."

"Oh... *número dos*." La alta mujer giró los ojos. "De acuerdo." Pulsó el
botón. "¿Cómo están las cosas en Plano, Les?"

"No tengo ni idea," le contestó la alegre voz. "Estoy en Troy… espero que
estén sudando sus traseros aquí abajo. ¿Cómo va con Associated?"

"No mal... les solté las noticias ayer y estoy esperando la caída," contestó
Dar. "Me imagino que una cuarta parte se irán voluntariamente y me resolverán la
mitad del problema."

Una sorda risita salió del teléfono. "Esa es mi Dar… ¿oí que tuvimos un
problema ahí?"

"Menor." Dar se encogió de hombros. "Algún idiota empotró un contenedor


en la entrada de la sala de control y rompió seis paneles, junto con el hardware para
controlar el aire acondicionado." Se retrepó, cruzando los brazos. "Tuve que crear
un poco de infierno."
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"Lo oí," contestó Les. "Tuve al presidente de la asociación del edificio en mi


línea esta mañana. Es un viejo compañero mío de clase."

Conexiones. Dar suspiró. Nunca terminaban… cualquier cosa que hicieras,


eventualmente tenías que oírlo comentar en alguna parte de la línea. "¿Y?" Esperó
la reprimenda.

"Y le dije que tuvo suerte de que no fueses personalmente y le pateases el


trasero," le dijo el CEO alegremente. "Hiciste lo correcto, Dar… buen trabajo."

Dar absorbió el cumplido con una silenciosa sonrisa. "Gracias." No pasaba a


menudo. De hecho, podía recordar oír esas palabras de este hombre exactamente
seis veces en tantos años. Les era un dolor en el trasero, un fanático y un
chauvinista, pero tenía cierto carisma personal al que ni siquiera ella era inmune.

"Ahora... tengo un problemita," la voz de Les cayó un poco. "Necesito que


vayas a la oficina de DC, que les agites un poco… Peter Weyhousen está llevando
chapuceramente las conversaciones del contrato con el Pentágono... ¿puedes
llevarlas por él?"

Maldición. "Creí que querías que me concentrara en Associated?" objetó.


"No puede hacerlo desde DC."

"Claro que puedes… tienes el portátil cargado con más testosterona de toda
la corporación, Dar..." Les la reprendió. "El Nacional es un gran lugar para trabajar
mientras esperas... yo debiera saberlo." Cambió el teléfono, causando un crujido.
"Va a perder esa cuenta, Dar... y la necesitamos. De cualquier forma, unos días
lejos dará a Associated oportunidad para asentarse."

Cierto. "Tengo a alguien trabajando en un plan presupuestario para ellos…


podría ser bueno darle unos días para hacer funcionar las cosas," concedió.
"¿Cuándo son las conversaciones?"
"¿Puedes volar esta noche? Lo tienen fijado para mañana temprano…
mandaré por correo los pertinentes hechos de cuenta y dónde creo que Weyhousen
está atascado. A propósito, no sabe que vas."

Genial. "De acuerdo." Una maleta ya estaba hecha y preparada en el


maletero del Lexus, exactamente con este propósito. Peter Weyhousen... no era
amigo suyo. Sería una reunión salvaje, eso con seguridad. "Me debes una por esto,
Les."
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El CEO rió entre dientes. "Cariño, ya hablaremos de incentivos, ¿de


acuerdo?" suspiró. "Me he de ir… en cinco minutos hablo en la conferencia de
ingeniería."

"Buena suerte," le dijo Dar.

"A ti también," vino la contestación, antes de que un clic indicase que el


CEO había colgado.

Dar puso los brazos sobre el escritorio y exhaló. Presionó el botón del
intercomunicador. " María… necesito un vuelo a IAD para esta tarde noche,
regreso abierto."

"*Dios mío*," contestó la secretaria. "No te deja vivir." Ruido de papeles.


"Te cuidaré de las cosas, Dar."

"Gracias." Dar soltó el intercomunicador y se retrepó, mordiéndose una uña.


Entonces tiró de su teclado y escribió una petición al banco de datos que estaba
abierto en su escritorio. Un momento después volvió con la contestación y cogió
de nuevo el teléfono, marcando un número.

"Kerry Stuart." La voz al otro lado del teléfono parecía fatigada y


enfurecida.

"Bien. Buenos días, Srta. Stuart. Fue un agradable intercambio de correo con
usted," contestó Dar neutramente.

Una pausa momentánea. "Oh," Kerry se aclaró la garganta. "Hola... yo um...


gracias por contestar, la información fue de gran utilidad," su tono era vigilante y
bordeando la hostilidad.

El frente de Dar se frunció. "Ningún problema. Llamaba para decirle que


estaré fuera de la ciudad durante unos días... si tiene más preguntas puede
continuar mandándolas por correo, pero podrían pasar unas horas antes de que las
recoja y le dirija algo."

Un largo silencio. "¿Por qué no dirige al bastardo que envió aquí?"


respondió, la evidente frustración en la voz de la mujer se solapaba a la furia.
"Sabe, no sé quienes se creen que son, tratando a los seres humanos como algún
tipo de basura que pueden pisotear."
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"Uoa," el tono de Dar fue más fuerte de lo que había pretendido. "Espere."
Un aliento entrecortado susurró a través del receptor y Dar casi pudo sentir la
emoción. "¿Qué está pasando?"

Otro silencio. "¿Qué está pasando? ¿Qué cree que está pasando... sus
matones están aquí revolviendo el lugar y rompiéndolo todo... si tan sólo quería
desechar la compañía, ¿por qué simplemente no lo hizo?"

"Srta. Stuart…"

"Abriendo las posesiones personales de la gente, sacando a mi equipo de


redes de sus oficinas…"

"Srta. Stuart..."
"¡¡Diciéndome que no puedo tener acceso a mis propios ficheros de
nómina!!"

"Kerry," Dar habló enérgicamente, casi un ladrido.

Le contestó una pausa jadeante, "Sólo mis amigos me llaman así."

Era, Dar se dio cuenta, ridículo. Era la vicepresidenta de operaciones de una


gran corporación mundial y aquí estaba esta gerente de dos al cuarto de un
proveedor de servicios de segunda de una única ciudad riñéndole.

Aunque lo que era realmente sorprendente, admitió, era cuánto dolía.


"Permítame hablar con Brady Evens."

El teléfono fue tirado sobre el escritorio y tuvo que esperar, contando hasta
cien por lo bajo antes de oír dos pares de pisadas regresando y el receptor siendo
recogido. "Tome," oyó restallar la voz de Kerry, entonces el teléfono fue movido.

"¿Brady?"
"Sí."

"Guante de terciopelo."

"Au, mierda... estás de jodida broma," la gruñona voz del jefe de su equipo
de seguridad le cosquilleó los tímpanos.

"No. Lo digo en serio," declaró rotundamente. "Stuart tiene vip."


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"Dar, no sabes lo que… Hay aquí agujeros tan grandes como mi culo y Mark
ya ha puesto un link, por el amor de Dios."

"No... me… importa," ladró Dar. "¡Sólo hazlo!" su voz cayó a un profundo
gruñido.

"De…de acuerdo... ok," contestó Brady con voz castigada. "Ok... lo siento...
no lo sabía... mis papeles decían un repaso normal."

"Cambia los papeles," contestó Dar, su voz todavía furiosa.

"Sí, señora," replicó calladamente el jefe del equipo. "Espera," pulsó algo,
"Equipo líder a personal." Contestó un chisporroteo de estática, junto con un suave
clamor de voces. "Detened lo que estáis haciendo - tenemos que ir a modo oro,
cierro."

Una suave cacofonía de protesta. "Órdenes de arriba," Brady los acalló.


"Sólo hacedlo." Entonces exhaló y habló de nuevo por el teléfono. "Hecho."
"Gracias," gruñó Dar.

El teléfono susurró suavemente. "Srta. Stuart, me disculpo," la voz de Brady


se había modulado de ruda a culta. "Intentaremos quedarnos fuera de su camino."
Sus pisadas se alejaron y el teléfono resultó zarandeado, una suave respiración se
hizo audible.

Dar esperó, lentamente dejando salir un aliento de aire. Aún sentía contra su
piel la cálida oleada de la furia y cerró los ojos, permitiéndola rezumar fuera de
ella. Su temperamento era legendario y Brady lo sabía... sabía que podía presionar
sólo hasta un punto antes que estallase y le metiera en más problemas de los era
capaz de manejar. Todavía circulaba una historia sobre una reunión, donde un VP
senior la había desafiado, pulsando cada uno de sus botones al final de un día muy
largo, y se había encontrado aplastado contra la pared, clavado por el peso de Dar
mientras esta le gritaba a pleno pulmón.

Era la razón por la que pasaba la mayoría de las tardes en el bien equipado
gimnasio de la isla, trabajando con el artista marcial residente, Teddy, y
perfeccionando varios grados de diferentes cinturones negros.

"Um," la voz de Kerry vino vacilante. "Gracias."


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 43 de 43

Dar inspiró. "En algunos lugares, cuando entramos, hay mucha gente
intentando o destruir o huir con información de la propiedad," explicó
tranquilamente. "Sé que es difícil pensar en tus cotrabajadores de esa forma, pero
hacemos esto por experiencia, no porque simplemente decidamos ser unos
cabrones."

"Lo... lo comprendo," replicó la mujer rubia. "Es… es simplemente tan


humillante."

Dar hizo una pausa, desconcertada. Nunca lo había visto de esa manera.
"Supongo que lo es… me disculpo." Recordó los ojos de Kerry, al principio
dispuestos a confiar, después tan rápidamente desilusionados. "Pero no es..."

"Nada personal, lo sé," contestó Kerry rotundamente.

Ambas estuvieron silenciosas durante un momento. "Quince personas


renunciaron hoy," dijo Kerry finalmente, no muy segura de por qué. "El resto dijo
que iba a quedarse y ver lo que pasa."

Dar miró fijamente por su ventana, apenas viendo flotar las nubes. "Eso es
bastante bueno," murmuró. "Tiene ahí un personal fiel."

"Dependen de mí."

Au, chica… La alta mujer morena le agitó despacio la cabeza al cielo. No


pongas eso sobre tus hombros. "De acuerdo."

"No voy a decepcionarles," la voz era muy sosegada. "No importa lo que
haga o diga."

Dar suspiró. "Srta. Stuart, no soy su enemiga."

"No es mi amiga," vino la llana contestación.

"No." Una pausa. "Supongo que no."

Ahora fue el turno de Kerry de estar callada. "Bueno, gracias por decirle que
parase, realmente lo aprecio mucho." Exhaló. "Y... um… le enviaré más
preguntas."

"De acuerdo." Dar dudó. "Escuche... apunte este número." Esperó hasta que
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 44 de 44

consiguió un suave 'diga' del teléfono. "305-975-6647"

"Lo tengo," dijo Kerry.

"Si tiene cualquier problema con él, simplemente llame a ese número."
Probablemente su perro guardián o algo así, pensó Kerry. "De acuerdo."
Hizo una pausa. "Que tenga un… um... que tenga un buen viaje." Desearle que se
estrellase sería políticamente incorrecto, supuso, y además... acababa de hacerle a
Kerry un gran favor. No tenía ningún sentido alienar a una mujer que podía hacer
que un hombre de seis pies y medio de alto y 300 libras se pusiese blanco como el
fantasma de Casper y prácticamente se mease en su alfombra, ¿verdad? Verdad.

La voz de Dar cayó un tono cuando contestó. "Gracias."

Era un tono más cálido, lo que forzó una inesperada sonrisa en la cara de la
joven. "De nada," contestó Kerry suavemente. "Adiós." Colgó el teléfono y
permaneció allí un largo instante, mirando fijamente el aparato y preguntándose
qué rayos le estaba pasando. Entonces suspiró y se sentó de nuevo detrás de su
escritorio, frotándose la cara con fatiga. Levantó la vista cuando un golpe en el
marco la alertó a una nueva presencia. "Entra, Ray."

El gerente de asistencia se deslizó por la alfombra y se dejó caer en la silla


de las visitas. "¿Qué pasó?"

Kerry lo miró fijamente. "Hemos sido tomamos por la banda de los Alegres
Mongoles Megalíticos, ¿recuerdas?"

"Sí... *chica*... no... con los gorilas," Ray echó una mirada alrededor,
entonces a ella. "¿Quién les metió en cintura? Ahora están siendo tan agradables,
es alarmante."

"Oh." La mujer rubia dobló las manos. "Bueno... algo así como que me
quejé a... um..."

"¿A Cruella?" inquirió Ray.

"Sí," Kerry asintió. "Así que le habló al matón jefe y él les dijo que se lo
tomaran con tranquilidad... creo que ahora irá mejor."

"Nuestra heroína," sonrió abiertamente. "Adelante, chica."


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 45 de 45

La mujer rubia miró a sus manos y sonrió. "Sí, eso fue bastante bueno... no
sé lo que le dijo, pero parecía un cachorro al que acabaran de zurrar."

"Tch... probablemente le gustaría," se rió Ray. "Quizá ella es su... como se


llama... su ama... ya sabes, con látigos y esas cosa de cadenas. Probablemente le
pone un collar con campanilla."

Kerry se cubrió el rostro con una mano y ahogó una risita. Estaba tan
cansada de sus tareas de la última noche que la imagen del corpulento y rudo
Brady con un collar con campanilla era casi demasiado para ella. "Dios, Ray... no
me hagas eso… que imagen."

Se puso de pie. "Teresita va a Laurenzo... ¿quieres que te traiga una


*colada*?"

La mujer pestañeó. Tendía a ver el café cubano con ojo cauto, un cruce entre
viscosidad negra y combustible de cohetes, pero de la forma que se sentía hoy,
quizá merecía la pena una prueba. "Ok… claro. Esa podría ser una buena idea...
estoy bastante cansada." Recogió el pedazo de papel con el número de teléfono y
lo miró con curiosidad, entonces lo plegó y lo relegó al bolsillo de su camisa

Regresó a su computadora, releyendo la docena o así de preguntas y


clarificaciones que había preparado para Cr… para Dar Roberts. "De acuerdo... tú
las pediste." Se retrepó, reflexionando sobre lo que acababa de suceder, dándose
golpecitos con el bolígrafo en labio inferior. Dar había llamado, al parecer para
hacerle saber que podía seguir enviando cosas y ella había terminado estallando
con la ejecutiva.

Sin discusión, eso era exactamente lo que había hecho… y en lugar de


cortarla, o despedirla, lo cual Dar era ciertamente capaz de hacer, la VP corporativa
había… arreglado su problema.

Raro. Muy raro. Ciertamente no le había dado ninguna razón a Dar para ser
amable con ella, de hecho, había sido ruda, hasta el punto de la insubordinación ya
dos veces y la mujer simplemente había ignorado sus comentarios como si no los
hubiera hecho.

No... eso no era verdad. La última vez que había dicho que Dar no era amiga
suya, esta había respondido estando de acuerdo con eso. Casi había sido... Kerry
alzó su rodilla enfundada en jeans, la rodeó con un brazo y suspiró. No sabía lo que
casi había sido, pero ahora estaba sintiéndose un poco mal por ser tan grosera.
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Normalmente no era así y no tenía ni idea de lo que Dar Roberts sacaba de ella.

Se volvió a su pantalla, donde estaban mecanografiadas una docena o así de


preguntas y clarificaciones, y las repasó. Esta vez omitió los comentarios
sarcásticos, dado que había recibido la última vez respuestas tan razonables, y
ahora vacilantemente tecleó una última línea al final, antes de pulsar el botón de
enviar, haciéndolo rápidamente antes de que pudiera cambiar de idea.

Ya estaba. No era mucha disculpa, pero… después de todo, aquí ella era la
que estaba siendo exprimida, ella y el resto de su personal, así que… a Dar Roberts
podía simplemente gustarle o no, a ella realmente no le importaba de una manera u
otra.

¿Verdad?
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Segunda Parte

“Por aquí, Srta. Roberts." El conserje le dirigió una vaga media inclinación e
indicó que le siguiera. Entraron en el ascensor y pulsó el botón de la última planta,
donde el hotel mantenía las suites para los ejecutivos de viaje. "¿Viene de lejos?"
inquirió educadamente.

Dar desvió su atención de los números de planta que se sucedían


pausadamente. "Miami." Movió los hombros dentro de su chaqueta de cuero
marrón. "Aquí hace un poco de más fresco."

El hombre se rió entre dientes y mantuvo la puerta abierta mientras llegaban


a la planta correcta. "Así es."

Dar sufrió sus fútiles comentarios unos instantes más, mientras soltaba la
bolsa pequeña, entonces le dio una propina y le echó fuera. Mientras la puerta se
cerraba detrás de él, lanzó una ojeada alrededor y exhaló. Nada mal, de veras. La
suite contenía una alcoba con una cama tamaño gigante y una sala de estar con una
TV de tamaño decente, unas sillas para invitados y un escritorio totalmente
equipado con plumas, bolígrafos, una línea de datos y una toma de corriente
eléctrica convenientemente a la altura de la cintura.

Vagó hasta el escritorio y dejó su portátil, entonces curioseó el menú del


servicio de habitaciones. El Hyatt normalmente ofrecía comida bastante decente y
este tenía abajo un restaurante de temática mexicana, junto con la usual cafetería y
bar. "Por ahora, bien," le comentó Dar al vacío cuarto, mientras ojeaba el resto del
directorio del hotel. Ah. Le dio golpecitos al plástico con un dedo. Club de salud,
piscina, película, cena.

Eso le decidió, abrió su bolsa y sacó un par de pantalones cortos, zapatillas


de lona y una sudadera recortada, entonces fue a la TV, comprobando las
selecciones de películas. Se rió entre dientes. "Oh, jo... La Roca… definitivamente
esto está mejorando."

Unos minutos después, se había cambiado y regresado al escritorio, alzando


el teléfono y marcando el servicio de habitaciones. Esperó respuesta, entonces
examinó el menú. "Combinación de aperitivo, fajitas bistec, *flan* y un batido de
café, por favor."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 48 de 48

"Sí, señora," contestó la voz, tras unos momentos de garabateo.

"¿Puedo tenerlo a las 9:30, por favor?" pidió Dar, echándole una ojeada a su
reloj. Una hora y media debiera ser suficiente para tener un entrenamiento decente
y darse un rápido chapuzón. También le permitiría deshacerse de su fatiga de viaje
y, probablemente, la pondría de un mejor estado mental que cuando dejó Miami.

Cualquier cosa sería una mejora a eso... el resto de la mañana y toda de la


tarde, hasta que su vuelo partió, habían estado ocupadas con reuniones de personal,
con su propio departamento y con sus colegas. No había sido una experiencia
agradable y, para cuando se había abierto camino hasta el aeropuerto internacional
de Miami y a su vuelo, había estado al límite de su temperamento.

Afortunadamente, el vuelo había sido tranquilo, un puente aéreo sin niños y


de rápido servicio. Dar se había relajado en su asiento de primera clase y aceptado
una única copa de vino blanco, bebiéndola lentamente a sorbos mientras observaba
el desplazamiento del horizonte. Las primeras estrellas estaban justamente
apareciendo cuando aterrizó en el Nacional de Washington y se había sentido
relajarse un poco, sabiendo que tenía al menos toda una tarde antes de tener que
aguarle la fiesta a Peter.

Encontró el gimnasio con poco problema, empujando la puerta y


encontrando el esperado silencio de dentro. Los hoteles proporcionaban espacio de
entrenamiento como una facilidad, pero sabía por larga experiencia que la mayoría
de los viajeros por negocios preferían relajarse de otras formas, la mayoría tenían
que ver con consumir alcohol y ver deportes en el bar.

Dar prefería la soledad de las máquinas y atacó el pequeño, pero bastante


bien equipado, circuito con tranquilo entusiasmo, ajustando los pesos y realizando
las repeticiones según una rutina largamente establecida. Fue un buen
entrenamiento e incluso se sorprendió con un avance de veinte libras en sus curls
de brazo que dejaron ardiendo sus hombros. Después de una hora, devolvió la
última máquina a su posición de descanso y se puso en pie, enjugándose el rostro
con una toalla pequeña que se anudó a la cintura.
Satisfecha, anduvo hasta la balanza y subió, empujando los pesos con un
dedo curioso. "Mm." Meditó, considerado con sorpresa la reducción de cinco
libras. "Quizá tomaré dos batidos de café". Una garbosa sonrisa la encaró en el
espejo y se bajó de la balanza, recordando la fiesta de la oficina de la Navidad del
año pasado cuando un juego ebrio se organizó para adivinar su peso.

Nadie se acercó a sus 160 libras reales. La mayoría supuso veinte o así de
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menos, aunque no estaba segura si era por el hecho de que la mayoría era músculo,
y por consiguiente era más denso de lo que pensaban, o si sólo estaban intentando
no jorobarla suponiendo demasiado arriba.

"Menú B, más un rollito," le informó a su reflejo, entonces agarró su toalla y


se dirigió hacia la piscina. Treinta minutos después, estaba chapoteando de regreso
a su cuarto, la toalla puesta sobre sus hombros y su ropa de entrenamiento envuelta
bajo el brazo. Había imaginado que el hotel estaba en su mayor parte vacío y su
bañador de una pieza no era exactamente llamativo, una conclusión razonable
hasta que llegó al ascensor.

Cuatro tipos que parecían leñadores. Dar suspiró internamente, mientras


soportaba las miradas apreciativas. Eran de estatura media, de tipo del medio oeste,
usando camisas de búfalo y pantalones dockers, afeitados, pero obviamente un
poco borrachos. Miraban fijamente.

Dar les devolvió la mirada, apoyándose contra la pared con aire de total
indiferencia.

"Eh, nena... ¿quieres venir a la fiesta en nuestra habitación?" preguntó


finalmente el pelirrojo con una sonrisa afectada.

"No," contestó la alta ejecutiva, mientras les pasaba entrando en el ascensor.

Supo que era un error momentos después cuando la siguieron,


permaneciendo entre ella y la puerta, que se cerró con un golpe. Su ritmo cardiaco
aumentó y les observó cuidadosamente, cambiando su centro de equilibrio para
que estuviera sobre los talones de los pies, y poniéndose su mejor mirada de esto es
absurdo.

El más alto de ellos, un hombre barbudo de aproximadamente seis pies de


estatura, avanzó. "Sabes... no debieras tentar así a la gente..." La miró
impúdicamente. "Una cosita bonita como tú... y después vas y nos rechazas... eso
no es educado..."

Dar permitió crecer la furia y esperó. "Simplemente estaba usando las


facilidades del hotel... eso no va contra la ley," le advirtió suavemente.

Sintió el tirón mientras el ascensor se paraba y se dio cuenta de que el tipo


más alejado lo había detenido entre plantas. Dejó caer tranquilamente su ropa al
suelo y dejó sus manos cerrarse en puños. "No seáis estúpidos, chicos."
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Una mano se estiró hacia su cuello y el primer hombre se acercó, su aliento


alcohólico impactándole mientras la empujaba contra la pared.

Le agarró la mano y se la retorció, entonces le clavó un codo en la nariz que


causó que la sangre les salpicara a ambos. Una brutal patada lateral estampó al
segundo hombre contra la pared opuesta y entonces estaba junto a la puerta,
agachándose bajo el brazo del tercero y empujándole primero contra la baranda
que perfilaba la jaula del ascensor.

El cuarto hombre estaba ojo a ojo con ella y Dar le gruñó, agarrando el
frente de su camisa y alzándole mientras le empujaba, tirándole atrás y lejos de
ella. Su mano golpeó el mando del ascensor y la jaula se agitó al moverse.

Todos la miraron fijamente desconcertados y heridos.

Arqueó el cuello y les miró fijamente, entonces agarró al más cercano y le


arrancó la llave de su habitación del hotel del bolsillo, doblando los dedos
alrededor. "Quiero asegurarme que sé de quién voy a informar a la policía."

"Q... q..." El hombre alto se limpió la nariz, mirando la sangre con


desconcierto. "No era nada."

"Quisisteis desahogar vuestras fantasías sexuales en alguna pobre e


indefensa mujer," disputó Dar. "Esta vez hicisteis una mala elección de víctima."

El ascensor se detuvo en su planta y cruzó brevemente al otro lado de la


jaula, observando a los hombres escabullirse de ella. Resopló, mientras recogía su
ropa de entrenamiento, entonces salió al alfombrado vestíbulo, permitiendo que la
puerta se cerrara detrás de ella.

Entonces lentamente exhaló una trémula respiración y alzó una mano


temblorosa a los ojos. Esperó un instante para asegurarse que sus piernas no iban a
fallarle, entonces se dirigió hacia su cuarto, abriendo la puerta y metiéndose dentro
con un sentido de absoluto alivio. Se sentó en la silla más cercana y permitió a su
cabeza descansar contra el respaldo, mirando fijamente el techo blanco hasta que
su ritmo cardiaco empezó a parecerse a algo más normal. "Bastardos."

Se levantó y se pasó los dedos a través de su moreno cabello, entonces


caminó al escritorio y sacó su portátil, conectándolo a la corriente y a la línea
telefónica mientras recogía el teléfono normal y marcaba con su mano libre. Un
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momento después la empleada de recepción lo cogía. "Soy Dar Roberts de la 1430.


Acabo de ser atacada en el ascensor por cuatro idiotas ebrios del cuarto…" Hizo
una pausa y ojeó la llave de su mano. "209... quiero sus nombres."

Silencio mortal durante un instante, entonces. "Dios mío... llamaré a la


policía." La voz de la muchacha temblaba claramente.

"No." Dar habló despacio y claramente. "No quiero que haga eso, quiero que
me dé sus nombres y la compañía para la que trabajan."

Costó unos veinte minutos y dos gerentes de recepción, pero consiguió lo


que quería y, en mitad de todo, llegó la cena. Señaló, a la alta y delgada rubia que
la trajo, que soltase la bandeja sobre la mesa cercana a la cama e indicó a la
muchacha que se acercarse para la firma.

Una breve mirada a la factura, entonces garabateó su nombre, con la


apropiada propina al final. "Gracias."

Los ojos de la chica vagaron apreciativamente sobre ella. "Cuando quiera,"


Sonrió, entonces se volvió para salir.

Las cejas de Dar se alzaron y una sonrisa especulativa cruzó sus labios,
entonces suspiró, mientras el gerente nocturno volvía al teléfono. Primero lo
primero. "Gracias." Anotó sus nombres y la corporación que estaba pagándoles su
estancia allí. Esto provocó que otra sonrisa apareciera, esta nada agradable.

"Pero... señora... ¿está segura de que no desea que llamemos a la policía?"


protestó el hombre. "Quiero decir, ciertamente... debieran ser expulsados de aquí,
por lo menos."
"No, no..." objetó Dar. "Yo me cuidaré de eso... simplemente déjeles en paz."

"Srta. Roberts... ¿está segura?" El gerente parecía preocupado.

"Sí, estoy segura," vino la tranquilamente confiada contestación. "Gracias."


Dar colgó, entonces notó que la camarera del servicio de habitaciones aún estaba
en la puerta.

"Lamento espiar... " La chica no parecía sentirlo en absoluto. "Pero, ¿está


hablando sobre esos cretinos de la segunda planta?" Se apoyó contra la puerta y
valoró a Dar. "¿Los cuatro tipos... que parecen jugadores excedentes de rugby?"
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 52 de 52

Dar asintió. "Probablemente... ¿por qué?"

Una negación de su rubia cabeza. "Nadie sube allí salvo los chicos mayores
de la cocina... siguen agarrando todo lo que lleve faldas."

La ejecutiva sonrió calladamente. "Oh, ¿de veras?" Había iniciado su portátil


y lo observó conectarse al sistema en Miami. Empezó una sesión terminal y se
metió en el banco de datos corporativo, enviando un rápido query y tamborileando
los dedos hasta que regresó. Asintió, entonces tomó el teléfono y marcó, consciente
de los ojos avellana que la miraban con interés. A la cuarta llamada lo cogieron.
"¿Gary Sanrichon?"

La voz parecía confundida. "Soy yo... ¿quién es?"

"Dar Roberts." Ninguna presentación, ningún nombre de compañía.


Sospechaba que no sería necesario.

"Oh... uh…" Sanrichon parecía sobresaltado. "Dios mío... es... ¿qué puedo
hacer por usted, Srta. Roberts?"

Leyó los nombres de sus atacantes. "¿Son suyos?"

Una pausa. "Vendedores... sí," contestó Sanrichon cautelosamente. "¿Por


qué?"

"Están borrachos y atacando mujeres aquí en el Hyatt, en DC," contestó Dar.


"Podría hacerme un favor y hacer que se marchen. Ahora." Su voz bajó a un sordo,
exigente gruñido.

Silencio sobresaltado. Entonces. "Me cuidaré de ello." Ahora las palabras de


Sanrichon fueron duras y cortadas.

"Gracias." La ejecutiva sonrió con contento. "Buenas noches." Colgó el


teléfono y ojeó a la chica que estaba mirándola con grandes ojos. "Muy malo para
ellos que trabajen para una subsidiaria nuestra, ¿eh?" comentó Dar, mientras
observaba al portátil bajar el correo, entonces anduvo hacia la bandeja y recogió su
batido, chupando con un satisfecho sorbo. Sus ojos buscaron bajo las oscuras
pestañas a la muchacha. "¿Cual es tu nombre?"

"Sherry," contestó suavemente la rubia. "¿Qué va a pasarle a esos tipos?"


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 53 de 53

Dar se encogió de hombros. "No te preocupes por eso… estarán fuera de tu


vista por la mañana, eso puedo garantizarlo." Atisbó bajo la tapa abovedada de uno
de los platos y capturó un bocado de jalapeño, mordiéndolo y masticando con
placer. "Quizá aprenderán una lección."

"Quizá," contestó la chica. "Yo... volveré por esa bandeja después." La


señaló.

Dar alzó ojos azul hielo a los de ella y sonrió. "Me parece bien." Observó a
la chica tragar con dificultad, entonces irse, no sin una mirada dirigida hacia ella,
riéndose entre dientes irónicamente mientras la puerta se cerraba. "Oh... Dar,
seductora de menores... eso fue terrible." Suspiró, entonces salió de su aún mojado
bañador, colgando el delgado tejido negro, sobre la barra de la ducha, en el baño
para secarlo.

Su camiseta de algodón resultaba agradable tras la humedad y se tendió


sobre la cama, acercando la bandeja y examinando su contenido, entonces
encendió la TV y sintonizó la película. Estaba a punto de empezar cuando su
portátil pitó y ella le frunció el ceño. "Sé que tengo correo. Siempre tengo correo.
Tuve correo incluso después de que los condenados servidores estuvieran
desconectados durante ocho horas y fuesen las tres a.m." El portátil pitó de nuevo y
ella suspiró, entonces se deslizó fuera de la cama y fue a él, agarrando la máquina
y llevándola con ella a la cama después de desconectar la línea telefónica.

Se acomodó en la colcha azul oscuro y atisbó la lista de correo. "BS... BS…


BS… circular de noticias corporativas... oh, como si necesitase leer eso... BS…
Dukky… BS... ah." Pulsó el séptimo mensaje, de bastante temprano esa mañana.

Kerry Stuart; Enviado 10:32 AM

Srta. Roberts - hay algunos asuntos adicionales que necesito aclarar.


Primeramente, con respecto al problema de la asistencia. Si fueran a encargarse
de la asistencia de estos productos, necesitaría agregar varios tipos de
conocimientos, a su existente centro de asistencia, que actualmente no tienen.

Esto incluirían asistencia de hardware para backends POSIX, impresoras


termales y pantallas táctiles, ninguno de los cuales duplica áreas de asistencia que
actualmente tenga. El entrenamiento en esos elementos es extenso y continuado -
su centro de costes tendría que incluir presupuesto para este entrenamiento,
cuando nosotros ya poseemos los conocimientos.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 54 de 54

Igualmente, su grupo de la programación se concentra en TPF y nuestro


código está escrito en C, con una buena parte de módulos ensamblados hechos a
medida diseñado para el sector servicios. No tiene programadores cualificados en
esto y tendría que adquirir los nuestros, o proporcionar extenso entrenamiento a
su propio personal para ponerlo rápidamente al día. Nuestros clientes requieren
frecuentes parches y actualizaciones, cuando sus ambientes cambian, y dependen
de nosotros para poder reaccionar rápidamente en el cambiante mundo del
servicio alimentario.

Por consiguiente, creo que va en su mejor interés retener los servicios de los
existentes grupos empleados por Associated. Mi propuesta con respecto a sus
peticiones presupuestarias se dirigirá acordemente.

Por favor, indique si cree que este razonamiento es incorrecto.


K. Stuart
P.D: Me disculpo por mi tono y maneras de esta mañana - pero puede
imaginar cuán perturbadoras fueron las acciones de su equipo de
procedimiento.

Dar mascó otro bocado y tomó un sorbo de su batido, una sonrisa tensando
sus labios. Kerry había obviamente dado buen uso a su acceso a los sistemas
corporativos y había hecho algunas observaciones muy válidas. "Buena chica,
Kerry." Hizo una pausa, recordando la hostil respuesta de la mujer al ser usado su
nombre, y algo de su buen humor se evaporó.

¿Por qué infiernos debiera preocuparme? La respuesta lógica era, por


supuesto, que no debiera pero, por alguna razón, se encontraba intrigada por el
potencial de Kerry Stuart y su inteligencia, y realmente no quería ser enemiga de la
condenada mujer.

Suspiró. El problema era que Kerry estaba determinada a no permitirle no


serlo. Su primera reunión había sido un desastre... quizá… bueno, esa última línea
indicaba que estaba al menos dispuesta a escuchar... quizás Dar podría mejorar la
relación siquiera un poco.

Se metió un remojado nacho en la boca, entonces empezó una réplica.

***
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Kerry mascó abstraídamente una porción de pizza tibia mientras hojeaba


otra hoja contable. Había estado haciéndolo durante horas, desde que había llegado
a casa, y se dio cuenta de que ya necesitaba un descanso cuando la pantalla empezó
a hacérsele borrosa.

Coincidentemente, un golpe sonó al mismo tiempo en su puerta. Se puso de


pie y siseó, mientras su espalda protestaba el haber permsanecido en la misma
postura y cojeó a la puerta, atisbando a través de la mirilla de seguridad, entonces
abriendo de un tirón. "Eh, Colleen." Le sonrió a la baja pelirroja que entró de un
salto. Colleen McPherson fue la primera vecina que había conocido después de
mudarse al complejo y había seguido siendo una amiga íntima desde entonces.

"Eh, Kerry… ¿qué pasa?" Colleen frunció su chata nariz y echó una mirada
alrededor. "Uoa... espera... no me digas que TÚ estás comiendo pizza... no, no...
debe ser una doble… voy a llamar al FBI."

Kerry se rió un poco tímidamente. "No tenía elección... estoy haciendo este
proyecto y no tuve tiempo para cocinar… estaba muerta de hambre." Cerró la
puerta y volvió a su escritorio. "¿Quieres?"

Colleen atisbó en la caja. "Oh Dios mío... y realmente te comiste la mitad...


voy a desmayarme," embromó a su amiga. "Ni siquiera es una pizza vegetal."

La mujer rubia se sentó, dejando sus brazos descansar sobre los muslos. "No
soy vegetariana, Col... lo sabes," le objetó. "Simplemente me gusta lo sano... ¿es
eso un crimen?"

La pelirroja tomó una porción y la masticó. "Lo que es un crimen es que


apenas comes lo bastante para alimentar a un conejo, mucho menos a un ser
humano…" Tiró de la camisa de Kerry, que le estaba holgada. "Eso sí que... no es
sano."

Kerry se encogió un poco de hombros. "Estoy bien... yo sólo…" Vaciló. "Me


fastidian un montón en casa si subo de peso... simplemente es más fácil no
hacerlo." Intentó un tono despreocupado y casi tuvo éxito.

Fastidio... era una manera suave de decirlo. El primer año que había pasado
aquí las cosas habían estado ajetreadas, el trabajo era muy absorbente y realmente
no tenía tiempo para hacer mucho más que ir a la oficina, volver a casa, intentar
establecerse en el apartamento y estudiar para sus certificados en gestión de redes.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 56 de 56

Eso la llevó a estar despierta hasta tarde muchas noches y a comidas fuera y a un
exceso de veinte libras que le había ganado nada más que regaños y quejas cuando
fue a casa por Navidad.

Qué puñetera época para eso y había causado que terminase pasando la
mayor parte de las fiestas evitando a la gente, a su padre sobre todo, y había jurado
que nunca tendría que pasar de nuevo por eso. Así que se limitó a las zanahorias, y
a caminar y montar en bicicleta mucho, lo que puso las cosas bajo bastante control.
De hecho, Colleen era su compañera de paseo y patinaje, dado que la baja pelirroja
estaba constantemente combatiendo su propia tendencia a la redondez.

Y apestaba, Kerry suspiró, porque era una reconocida glotona. Adoraba


comer y era tan difícil constantemente decir que no a eso. Pero lo hacía, porque oír
la voz censuradora de su padre era incluso peor, y su madre nunca fallaba en
preguntarle al respecto en sus llamadas telefónicas semanales.

Después, por supuesto, estaba Brian. Su antiguo casi novio. El papá de él le


había hecho un gran favor a su papá, así que cuando él la pidió en matrimonio…
Papá había dicho sí. Kerry no detestaba a Brian... era un alto joven muy bien
parecido, de impecables modales, inteligencia y buena ética de trabajo que acababa
de graduarse en la Facultad de Derecho. En todos los aspectos un gran partido y
estaba loco por ella. Y, para ser justa, le caía bien, habían sido amigos durante años
de años y se había divertido un montón haciendo cosas juntos.

De hecho, parecían una pareja natural. La había llevado a su promoción


senior y una de las fotos favoritas de su madre era la de ellos dos posando delante
de su casa, vestidos en ropa formal y expresiones muy serias para esa misma
ocasión.

Natural. Hm... sí. Kerry exhaló, entonces esbozó una sonrisa. "Así que...
como dije, simplemente es más fácil... mis padres me lo hacen pasar mal, ya sabes
cómo es."

Colleen giró los ojos. "Alguna vez." Se puso las manos en las caderas.
"Colleen Katherine McPherson, si no empiezas a hacer algo contigo, serás tan
grande como la reina Mary uno de estos mismos días." Su voz se hizo aguda y
cantarina, imitando a su irreprimible madre irlandesa.

Kerry se rió. "Oh Dios… eso es tan como ella." La familia de Colleen vivía
cerca y Kerry había sido invitada varias veces a cenar. Le gustaba la bulliciosa
pelirroja y se alegraba de tener a alguien con quien simplemente salir a veces.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 57 de 57

Colleen trabajaba para Barnett Bank como su cajera jefe y era unos años mayor
que Kerry. Era divertida y muy extrovertida, legado de crecer en una gran y
tumultuosa familia.

"Bueno... ¿cual es el proyecto?" Colleen miró el apartamento. "Jesús, María,


Ker... ¿estalló por aquí una fábrica de papel o qué?"

La rubia se retrepó en la silla del escritorio y tomó otra porción de pizza.


"No..." Suspiró. "Nos compraron."

"Eu... lo oí." La baja chica puso una cara. "¿Tenéis problemas?"

"Sí," admitió Kerry. "De veras les gustaría simplemente librarse de todos
nosotros y quedarse los clientes, pero estoy intentando darles un plan donde al
menos algunos conservemos nuestros trabajos." Sus hombros se hundieron.

"Aunque no creo que vayan a aceptarlo." Le lanzó a su computadora una


mirada, mientras su indicador del correo se encendía. "Aquí está la confirmación,
probablemente." Se estiró y pulsó el sobre, trayendo el nuevo mensaje al primer
plano. "Sí," confirmó, viendo el nombre del remitente.

Dar Roberts; Enviado 10:45 PM

Srta. Stuart:

Ha puesto puntos interesantes sobre la mesa. Mientras tengo suma


confianza en la habilidad de nuestros equipos de asistencia de asumir
responsabilidad por su línea de producto, su personal trae un cierto nivel de
conocimiento que podría sernos costoso duplicar. Por favor, continúe con su
propuesta.
"Oh… uou," jadeó Kerry, mientras sus ojos bajaban al siguiente párrafo
algo más largo.
Sé que es éste un proceso muy difícil que está intentando y aprecio el
esfuerzo que está poniendo en él. Creo que es talentosa e inteligente, y realmente
no quiero que sea esta una situación de adversarios. Me doy cuenta que nuestra
reunión inicial empezó con mal pie y que debería haberme asegurado que nuestro
equipo de proyecto había informado a su directiva superior, sobre qué esperar
antes de que empezáramos el proceso. Por eso, me disculpo.
DR

De repente se sentía extrañamente ligera. Una minúscula sonrisa bordeó sus


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 58 de 58

labios y se sentó atrás con un sentido suspiro. "¿Sabes qué? Lo aceptó. Algo así."

Colleen había estado leyendo desvergonzadamente por encima de su


hombro. "Eh..." Atizó a Kerry en el hombro. "Esta no es esa Dar Roberts,
¿verdad?" Silbó por lo bajo. "Llevan nuestro proceso de ACHTAPE… un día hubo
un fallo y una toda una bobina de cinta se atascó... nuestros gerentes armando el
infierno por el lugar, culpándoles a los cielos, entonces esta Roberts se presentó,
pasó diez minutos en la bóveda y encontró que el problema era nuestro." Giró los
ojos. "Dios, no oímos el final de eso durante semanas."

"Bueno." Kerry agitó su cabeza. "No puedo imaginar que haya más de una
en esa compañía, así que adivino que es… ¿alta, bronceada, morena? Hizo una
pausa. "¿Ojos realmente azules?"

Colleen le lanzó una sonrisa desenvuelta. "Esa sería ella… el rumor dice que
es una autentica perra de armas tomar." Atisbó el correo-e. "Hmm… aunque parece
como que le gustas." Miró a Kerry, impresionada. "Uou…cree que eres talentosa e
inteligente… supongo que tiene algunas células cerebrales después de todo."

Kerry se ruborizó. "Basta." Releyó el correo e intentó recordarse


exactamente cuán furiosa había estado con Dar, sin embargo las palabras tecleadas
le hicieron sentirse bastante bien. Quizá porque era tan inesperado.

Sí... eso era. No había imaginado recibir una respuesta positiva de la mujer,
o incluso una contestación en absoluto, así que tener esto era simplemente... tan
sorprendente. "Probablemente sólo está dándome palmaditas en la cabeza," dijo
Kerry finalmente con tono brusco. "Ya sabes... no inquietes a los nativos hasta que
les robes todos sus diamantes, ese tipo de cosa."

"Probablemente," estuvo alegremente de acuerdo Colleen. "Eh… tómate un


descanso y paseemos hasta la panadería."

Kerry vaciló. "Um… ok, claro... me vendrá bien un descanso... oye, ¿por
qué no traes tu bicicleta y te encuentro en la calle?" Sonrió mientras Colleen
rápidamente asentía y observó a la pelirroja irse trotado, cerrando la puerta detrás
de ella. Entonces volcó su atención a la pantalla y tamborileó los dedos en el
teclado, intentando decidir qué contestar.

Sé educada... sé concisa… sé formal…

Que infiernos. Lo peor que podía hacer la vieja Cruella es despedirla.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 59 de 59

Hola…

Gracias por decir lo que dijo. Tiene razón - esta es una situación dura y
desearía no estar en ella. Pero lo estoy y tengo que sacar lo mejor, así que voy a
seguir intentándolo.
Sé que solo somos un pequeño diente de una rueda en su gigantesca
máquina y que realmente no le importa una forma u otra respecto a ninguno de
nosotros - y entiendo que soy uno más en una serie de problemas con los que tiene
tratar. Supongo debe hacerse monótono para usted después de un tiempo, pero
para mí, esta es una situación en la que jamás deseé o soñé estar. No me gusta
tener mi mundo y el de todos a mi alrededor hecho pedazos. Pero supongo que
usted está acostumbrada a eso.
Sé que sólo está haciendo tu trabajo y me alegra que sea el suyo y no el
mío. Empezamos bastante mal y creo que parcialmente también es culpa mía,
porque volqué mi frustración por lo que estaba pasando en usted y quizá no
debiera haber sido tan rápida en hacer eso. Después me di cuenta que
simplemente podía haberme despedido allí mismo, así que probablemente no fue
lo más inteligente que jamás haya hecho…

Miró fijamente la pantalla durante un largo momento antes de continuar,


debatiendo consigo. Finalmente completó el mensaje, después pulsó enviar. "Vaya
cosa…" Asintió vivamente, entonces se sacudió las manos y fue al armario,
recuperando su bici de montaña púrpura oscura y verificando los neumáticos. Le
echó una ojeada a su casco, en el alto estante y decidió que para un corto paseo por
Kendall Drive no lo necesitaba.

Dar estaba de pie silenciosamente, sus manos tras su espalda, mirando


fijamente por la ventana. Estaba haciendo lo posible por ignorar al hombre
enfurecido por frustración y colérico detrás de ella, que paseaba arriba y abajo
agitando las manos.

"Mira, Peter... sólo cállate," dijo la mujer alta finalmente, dándose la vuelta.
"Déjame entrar ahí y hacer mi trabajo, y discutiremos después sobre eso, ¿ok?" Le
lanzó una mirada al hombre. "No pedí ser enviada aquí, no pedí tener que irrumpir
en tu fiestecita y ciertamente no pedí tenerte echándome esta palabrería durante
cuarenta y cinco minutos."

"Todo está bajo control," declaró el hombre, a través de los dientes


apretados. "Que me condene si vas a entrar ahí y llevarte el crédito de algo por lo
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 60 de 60

que me he partido el culo."

Dar caminó y le miró directo a los ojos. "No tienes elección."


"¡Como el infierno que no!" gritó Peter. "¡Llamaré a Les!"
Una deslumbrante sonrisa le abofeteó en la cara. "¿Quién crees que me
envió?"

Su respiración se hizo repentinamente ruidosa en el silencio. "Estás


mintiendo, perra de culo helado."

Dar ignoró el insulto y cogió el aparato telefónico más cercano,


ofreciéndoselo con las cejas alzadas, una sonrisa burlona en la cara. "Venga...
llámale."

Los orificios nasales del hombre alto se dilataron y sus labios se retorcieron
en un gruñido, pero no hizo ningún movimiento para tomar el teléfono.
El receptor volvió a su lugar con un clic. "Ahora. Sal de mi camino y solo
mantén la boca cerrada." Dar pasó rozándole cuando la puerta se abrió y dos altos
militares entraron en el cuarto. "Hola, General." Su voz bajó un grado y asumió un
tono seductor mientras caminó hacia el más viejo de los dos.

Los ojos del hombre se enfocaron en ella y sus ojos se iluminaron. "Srta.
Roberts… es siempre, siempre un placer." Tomó su mano y besó el dorso con una
cortés inclinación, entonces extendió el brazo hacia la puerta. "Entre… hablemos."
Sus ojos vagaron a Weyrhousen. "Gracias... le veremos después."
Dar, su rostro oculto por su posición, se mordió el labio para contener la risa,
entonces se aclaró la garganta mientras la puerta se cerraba detrás de ellos. "Eso no
fue educado, Gerald."

El anciano general se rió entre dientes. "Es un asno, Dar."


Se encogió de hombros un poco, entonces tomó el ofrecido asiento frente a
su escritorio y se retrepó, mientras el militar se asentaba en su silla fuertemente
acolchada. "No es tan malo... simplemente no ha estado en esto como yo." Explicó
irónicamente. "Los soldaditos le alienáis."

Gerald Easton le sonrió. "Dar, tienes buen aspecto..." Reflexionó, estudiando


a la alta mujer enfrente de él.

Ella inclinó la cabeza. "Como tú... ¿cómo está tratándote el Pentágono?"


"Eh." Hizo gesto con la mano. "El montón más grande de estiércol de
caballo al este del Potomac… y ahora quieren que lo repintemos todo. ¿Oíste eso?
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 61 de 61

Algún niño idiota entró e hizo un estudio, le dijo a algún condenado político que el
camuflaje que hemos estado usando desde mil novecientos algo no funciona.
Tenemos que pintar todo en tonos de rosa y crema."

Dar puso una cara. "Ugh."


"Sí, ugh es adecuado." El general se volvió a su ayudante, que había estado
de pie observándoles en silencio. "Eileen, ¿podrías conseguirnos a la Srta. Roberts
y a mí una jarra de algo frío, por favor?"

La ayudante asintió vivamente y desapareció.


Se miraron en cómodo silencio durante un instante. "Dar, te pareces a tu
padre más y más cada vez que te veo." El hombre mayor suspiró, una expresión
más gentil en sus ojos. "La misma nariz, la misma barbilla… maldición,
muchacha." Hizo una pausa. "Le echo de menos."

Los ojos de Dar cayeron a su escritorio y exhaló suavemente. "Como yo."


"Habría estado orgulloso de ti, eso con seguridad." Un gentil brilló entró en
los ojos del general. "Le imagino viéndote prácticamente llevar ese lugar... puedo
imaginar exactamente su cara."

Los ojos azules vagaron. "Eso no lo sé, Gerry." Dar negó un poco con la
cabeza. "No creo que lo viese como muy honorable… sabes lo que somos." Hizo
una pausa. "Siempre estaba cuidando del débil... nosotros hacemos política
corporativa de comérnoslo vivo." Le lanzó una mirada irónica. "Pero aquí estoy…
así que, ¿cómo va el marcador?"

Los ojos viejos la estudiaron durante un largo instante, entonces el general


sacó una carpeta de ficheros del cajón de su escritorio y se lo tiró. "Todo tuyo,
mocosa." Se rió entre dientes tiernamente ante la mirada en su cara. "Na... no es
caridad… estabais bastante cerca en la puja y... simplemente digamos que me
siento más cómodo adjudicando un contrato de defensa de esta envergadura a
alguien en quien confío."

Dar desplegó la carpeta y navegó por el contenido. Sus cejas alzadas.

"Sí... añadí otro par… y ese maldito contrato de asistencia al website de


IRS... por favor, Dar... quítamelos de encima, ¿quieres? No pueden mantener esa
cosa funcionando ni por salvar sus vidas."

"Haré lo mejor que pueda," contestó Dar, con una sacudida de su cabeza.
Peter iba a volverse completamente loco cuando viese esto. Escondió una sonrisa
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satisfecha. Asno arrogante. "Me aseguraré que se cuiden de ello."

"Lo sé," dijo el general, entonces vaciló. "¿Tienes noticias de tu madre?"

Un leve respingo cruzó el rostro de Dar. "No," contestó calladamente, con un


débil encogimiento de hombros. "No desde el entierro… no creo que jamás las
tenga."

"Perra," murmuró Gerry por lo bajo. "Como si fuese culpa tuya que
decidiese entrar en activo una última vez."

Dar miró fijamente la alfombra, un grueso paño de lana castaña. "Eran


inseparables, Gerry… se lo recuerdo demasiado, supongo." Su voz era tranquila y
serena. "Era todo su mundo." Y todo lo que realmente le había quedado eran fotos,
ocho o diez atesoradas fotografías de su alto y moreno padre, la mayoría de
uniforme, una con su brazo alrededor de sus hombros, los dos pareciendo más
hermanos que padre e hija."

Recordaba su solidez, el cuerpo fornido y poderoso cuyos hombros empapó


de lágrimas en más de una ocasión. Intentaba no recordar ese último adiós, no con
frecuencia. No a menos que estuviese sola, con las estrellas o la interminable
extensión del agua.

El general exhaló, entonces se levantó y rodeó el escritorio, ofreciéndole su


mano. "Ven aquí, mocosa." Tiró de la mano que ella le tendió y la incorporó para
un abrazo. "Tu padre era uno de mis mejores amigos, eso lo sabes, ¿verdad?"

Dar se permitió el lujo de aceptar el abrazo, sintiendo la rasposa lana del


uniforme contra su mejilla. El olor, una mezcla de limpieza en seco, cuero, latón y
almidón era muy familiar. "Lo sé." Le dio una palmadita en la espalda cuando la
soltó. "Era un buen hombre."

El general se apoyó contra el escritorio, estudiándola. "Era un muy buen


soldado," reconoció. "Siempre había medio esperado que siguieras sus pasos." Su
mano le dio golpecitos en el brazo. "Tienes su fuerza, sabes."

Dar permitió que una minúscula sonrisa diese forma a sus labios. "Reservo
mis batallas para la sala de juntas, Gerry…" Alzó la carpeta. "Puede ser igual de
peligroso, pero faltan las balas."

La ayudante volvió y les alargó a ambos un escarchado vaso de té helado, ya


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endulzado. Entonces se marchó discretamente, a una señal de la mano del general.


Brindaron silenciosamente y Dar se sintió relajarse un poco mientras la fría bebida
descendía por su garganta. Siempre era difícil, ver a Gerald Easton, aunque estaba
haciéndose más fácil con el tiempo, y sabía que algún día vería al viejo general y
no pensaría primero en su padre. "Bueno, mejor me voy yendo... necesito estar en
el vuelo de mediodía para Miami."

Easton bajó su vaso y se cruzó de brazos. "¿Por qué no pasas la noche, Dar?
Mary adoraría verte y Jack está en la ciudad." Sus ojos centellearon de nuevo.
"Sabes que está locamente enamorado de ti."

Dar le lanzó una triste sonrisa. El fornido y rubio hijo de Gerald ciertamente
la halagaba con gentiles, casi vacilantes atenciones cuando estaban juntos, y
realmente no le molestaba hacer cosas con él. Se lo pasaron genial el año pasado
recorriendo los campos de batalla de la Guerra Civil del área, y el pensamiento de
simplemente relajarse en la pacífica presencia de Jack era tentador. "Gerry... tengo
que admitírtelo... si fuera a casarme con alguien, sería Jack... es el chico más dulce
que conozco."

Easton resplandeció. "Darte la bienvenida en mi familia sería uno de los


momentos culminantes de mi vida, Dar... eso lo sabes." Le agitó un dedo. "No seas
tan rápida en descartar el matrimonio... sé que estás atada a tu carrera, pero
debieras darle una oportunidad algún día." Puso una mano en su brazo. "Date una
oportunidad... vamos, quédate."

Dar suspiró. "Honestamente, desearía poder... pero allí estoy en mitad de un


desastre... no puedo permitirme el tiempo." Le dirigió una mirada honestamente
pesarosa. "Aunque aceptaré una renovación de la invitación en un futuro cercano."

"Hm." Le echó una astuta ojeada, trabajando la mente táctica. "Eh... ¿por
qué no te acercas para Navidad?" Le ladeó su cabeza canosa. "Ten unas vacaciones
de verdad… el árbol, quizá algo de nieve, los fuegos, ¿eh?"

La mujer alta fue cogida con la guardia baja. "Quizá lo haga," murmuró
suavemente. "Gracias por la invitación, Gerry."

Sus cejas grises oscilaron y una sonrisa de apacible triunfo militar cruzó su
cara. "Cuando quieras, mocosa… ahora vamos y sal de aquí, antes de que tu
noruego de culo prieto pierda una herradura."

"Es holandés," corrigió Dar irónicamente.


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"Holandés, noruego, soy soldado, ¿que rayos sé sobre todos esos países
neutrales?" contratacó con una sonrisa. "Puedo diferenciar a un alemán de un
francés y a un italiano de un japo."

Dar, que podía distinguir entre las varias docenas de grupos étnicos latinos
de Miami sin dificultad, sólo le sonrió. "Un placer verte, Gerry... da mis recuerdos
a Mary y a Jack, ¿de acuerdo?"

"Claro que lo haré," prometió el general. "Ten un buen vuelo y cuídate,


¿oyes?"
"Lo haré," le dijo Dar, entonces recogió su carpeta y se deslizó por la puerta,
enderezando los hombros cuando descubrió a Weyrhousen acercándose desde la
ventana donde había estado paseando. Sin una palabra, le dio la carpeta, que él casi
dejó caer.

"¿Qué es..." Sus ojos examinaron los contenidos y su mandíbula se tensó.


"Ese hijo de puta."
Dar exhaló. "Anúncialos. Me voy."

El hombre la miró amargamente. "¿Qué hiciste para conseguir esto... se lo


hiciste sobre su escritorio?" preguntó sarcásticamente. "Fácil para ti, sólo entrar y
enseñarle el culito, ¿es eso?"

Durante un helado instante, Dar se debatió con el impulso de golpearle. Se


vio en sus claros ojos, lo supo porque Weyrhousen retrocedió un paso, y ella se
concentró en su respiración, reteniendo la furia que amenazaba dominarla.
Finalmente, inspiró. "Sabes, Peter... para alguien que ha de tomar medicinas contra
la impotencia dos veces a la semana, seguro que estás enganchado al sexo." Los
archivos médicos y los ex hackers eran cosas útiles, había resuelto Dar hacía
tiempo. "Quizá debieras recibir algunas indicaciones del viejo."

Se volvió, sin esperar una respuesta de él y simplemente se fue.

***

"Dar… ¿cuándo te marchas?" María estaba de pie en la puerta, su bolsa


colgada de su hombro. Era viernes noche, el final de una de las peores semanas que
la secretaria podía recordar. Observó a su jefa con preocupación, sentada tras el
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gran escritorio de madera con el sol desvaneciéndose detrás de ella. "¿Dar?"

"¿Hmm?" La ejecutiva echó un vistazo sobre su monitor, lanzándole a la


mujer una irónica mirada. "He de terminar este maldito informe financiero,
María... aún serán unas horas más." Su escritorio estaba esparcido con carpetas de
informes, la mayoría de ellos con su clave exhibida de forma destacada en sus
portadas, indicando que los llevaría ella misma. "Se llama enterrar los cadáveres,
María… tengo que esconder dos desastres de bulto en estos números y, de algún
modo, hacerlo salir delante... creo que tengo uno cubierto, pero si Viajes y
Transportes no sale con sus números en aproximadamente una hora, voy a tener
que ir allí abajo y pegarles con un bate de béisbol."

Se retrepó y repasó las hojas contables por duodécima vez. Era como hacer
un puzzle que tenía demasiadas piezas. Tenías que elegir cuál usar y la elección
estaba poniéndose fea esta noche.

Por supuesto... Dar le echó un vistazo a la carpeta que contenía los archivos
de Associated. Sería más fácil sólo declarar la cuenta entera como nuevo negocio
en las áreas aplicables y desestructurar el coste lateral, disolviendo la compañía.
Más fácil y haría que los números cuadrasen, encima de todo, permitiéndole irse a
casa tras casi treinta seis horas de trabajar en el proyecto.

No necesitaría esconder nada más y los números de V y T no importarían.

De hecho, dos veces había hecho exactamente eso, sus dedos cerniéndose
sobre las teclas de envío, y entonces se había echado atrás, por razones que
realmente no llegaba a comprender.

Quizá era el persistente optimismo de las notas de Kerry, mientras la joven


gerente hacía y rehacía sus números, acercándose a la meta que Dar le habían
impuesto.

Una meta que ahora probablemente era irrelevante, a menos que sucediese
un milagro.
Sabía que sólo debiera llamar a condenada mujer y decirle que lo dejase... se
fuese a casa y simplemente se reconciliase con la desagradable realidad de la
situación, pero cada vez que pulsaba el botón de marcado, sus ojos caían sobre el
último de los planes de Kerry y se detenía, y de nuevo volvía a investigar sus hojas
de contabilidad.

El teléfono sonó y lo agarró. "¿Sí?"


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La voz de Duks. "Acaban de procesarse los números de V y T." Movió


algunos papeles. "Apestan."

Dar cerró los ojos y le dio al botón de refresco de su página, abriéndolos


cuando oyó que su unidad de disco duro dejaba de girar. La línea del final le
parpadeaba y sintió un aplastante cansancio asentarse sobre sus hombros.
"Necesitamos despedir a alguien de allí," comentó cansadamente.

"Mm," estuvo de acuerdo Duks, su voz pareciendo igualmente cansada.


"Aunque demasiado tarde para eso… te haré una lista de mis candidatos favoritos
para la cola del Burger King." El VP de Finanzas, uno de los mejores aliados de
Dar, era pragmático de serlo alguien.

"Gracias, Dukky," contestó la mujer alta. "De acuerdo… ¿está Mariana


todavía ahí?" Mariana Cruz era la VP de Personal, que trabajaba mano a mano con
Dukky y, algunos decían, dormía con él. A Dar no le importaba y pensaba que
hacían una buena pareja, pero las normas de la compañía eran las normas de la
compañía.

"Está justo aquí."


"Voy a tener que cortar todo Associated, Mari," dijo Dar calladamente.
"Podías empezar preparando los paquetes también… hazme la lista de
trabajadores."

"De acuerdo, Dar," contestó la voz con leve acento. "Realmente nunca
hicieron la transferencia, así que es sólo cuestión de una notificación W4."

"Lo sé… los bastardos ni siquiera han tenido dos semanas." Dar exhaló.
"Permíteme finalizar esto… tendrás una actualización en un ratito."

Colgó el teléfono y miró fijamente la pantalla, poniendo en primer plano su


plan alternativo y procesándolo. La línea del final fluctuó, entonces se definió y
Dar le dio un leve asentimiento. "Lo siento, chica." Inspiró profundamente y cogió
el teléfono, marcando un número y esperando. Cualquiera que piense que todo es
glamour, nunca ha tenido que hacer esto. Meditó, entonces se enderezó cuando la
llamada fue respondida y oyó la suave voz de Kerry.

"Associated Synergenics, Kerry Stuart."

"Srta. Stuart," Dar hizo una pausa, para ordenar sus pensamientos.
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"Oh... hola." Kerry se aclaró la garganta. "Escuche... sé que se está


acercando su fecha tope... pero creo que lo tengo… costó una eternidad pero
finalmente encontré una negligencia en el presupuesto de recursos..."

"Lo siento, Srta. Stuart. Simplemente no va a encajar en nuestros planes,"


dijo Dar dijo con tranquilidad. "Fue un buen intento y estaba en el buen camino,
pero no va a ser posible."
Silencio mortal. "Hija de puta..." La voz de Kerry estaba estrangulada, con
rabia o lágrimas, Dar no podía decirlo. "Espero que vaya directamente al infierno,
porque ahí es exactamente donde pertenece."

El teléfono fue colgado de golpe y quedó sin línea.

Dar reemplazó su receptor silenciosamente y dejó caer las manos sobre sus
muslos. Ciertamente no era la primera vez que había sido llamada eso y
probablemente no sería la última, pero tras treinta y seis horas sin dormir, sus
defensas emocionales estaban hechas pedazos y dolió. Había traspasado su
cuidadosamente cultivada y endurecida actitud, y Dar dejó descansar la cabeza
contra la silla de alto respaldo con sus ojos cerrados firmemente mientras el
silencio del edificio mayormente vacío se asentaba sobre ella.

Finalmente, se levantó y abrió el cajón superior, sacando sus llaves y


echándose la chaqueta sobre los hombros. Tenía hasta medianoche para cerrar los
libros. Ahora mismo, todo lo que deseaba era encontrar un lugar solitario y aire
salino.

Kerry de golpe echó atrás su silla y se puso en pie, paseando hasta la pared y
mirándola fijamente. Permitió que creciera su furia, hasta el punto de ruptura,
entonces la soltó, estampando el puño contra la superficie del muro seco con un
crujido. El doloroso impacto le recorrió el brazo y retiró la mano, para ver una
mella del tamaño de una pelota de béisbol en la pared, que hizo poco para
disminuir su furia.

"Rastrero pedazo de dichoso... no puedo creerme que lo hiciera." Echó


pestes, permitiendo descansar su cabeza contra la dañada pared. "Una semana
entera matándome para nada. ¡Para NADA!" Sabía que no tenía que preocuparse
por que nadie la oyera, ya que estaba sola en el edificio. Había enviado al resto del
personal temprano a casa, indicando que podría tener buenas noticias para ellos el
lunes.
Había estado yendo tan bien... sus últimos dos borradores habían recibido
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una cauta alabanza de Dar y se había permitido esperar que realmente pudiera
sacarlo adelante. Todos se habían marchado de buen humor y había oído a varios
grupos planeando ir juntos al Grove o a Bayside, que era uno de sus sitios
favoritos.
Se sentó en el borde de su escritorio y se sintió como para llorar. Entonces
decidió que simplemente estaba demasiado cansada y demasiado enfadada para
hacerlo. "También podría salir de aquí." Recogió sus cosas y dejó su escritorio tal
cual estaba, cubierto con borradores de propuestas y pilas de informes, ni tan
siquiera miró atrás cuando apagó la luz y cerró la puerta.

Durante un rato, simplemente condujo por ahí sin rumbo, tomando la I-95
atravesando el centro de la ciudad viendo encenderse las luces mientras el
crepúsculo caía sobre la ciudad. El sol poniéndose por el oeste arrojaba un halo de
luz anaranjada tropical sobre los altos edificios, reflejándose en la acristalada
superficie. El cielo estaba cubierto de capas de nubes y cada capa asumía un tono
pastel diferente, desde naranja bruñido, a rosa, a lavanda mientras atravesaban el
horizonte.

Kerry aparcó en el lateral cerca de la rampa de intercambio, ignorando el


intenso tráfico y abriendo la capota de su Mustang convertible mientras soplaba la
cálida y húmeda brisa. El ocaso pintaba sus colores mientras ella observaba, el
crepúsculo en el oeste causaba que las luces surgieran mientras los últimos rayos
trazaban rayas sobre la autopista.

Olía a lluvia y la brisa se refrescó, húmedas bocanadas rozaban su brazo que


descansaba en la ventanilla.
Era hermoso y ahora vinieron las lágrimas, y las dejó, deslizándose por su
rostro mientras llegaba sonido de música, lleno de ritmo caribeño.
Se sentó allí, hasta que el cielo se oscureció y aparecieron las luces
anaranjadas fosforescentes, bañando la carretera en una luz irreal y oscureciendo
las estrellas de arriba. Entonces con renuencia encendió el motor y se metió en el
tráfico, debatiendo un instante, entonces escogiendo una salida pocos minutos
después y girando al este.

Las luces se oscurecían mientras se dirigía a la autopista Rickenbacker,


cruzando Cayo Virginia pasando el viejo auditorio de Dinner Key. Allí había
asistido el pasado año una misa de Pascua al amanecer y tenía gratos recuerdos de
ella mientras el sol naciente y el fresco aire primaveral había dado nuevo
significado a la fiesta.

Cruzando el largo segundo puente a Cayo Biscayne, la primera en la larga


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cadena de islas barrera que protegían el litoral de Florida, y se extendía hasta la


última, Cayo West, que era el punto más meridional de los Estados Unidos. Allí
incluso la ecología era diferente y Kerry le había tomado gusto al Parque Crandon
frente a la playa, en el que ahora aparcó y salió de su automóvil.

La arena era suave y crujía suavemente bajo sus zapatos mientras caminaba
hacia el agua, pasando una selva de uvas del mar, que susurraban en el aire de la
tarde. El océano emitía un suave siseo mientras lamía la orilla, la brisa costera
pasaba trayendo un fuerte olor a sal a su nariz mientras encontraba un banco a la
intemperie y se dejaba caer en él.
Era tan diferente aquí. Suspiró e inspiró profundamente el denso aire. Podía
ver el suave blanco de las grandes olas sobre la barrera de arena justo costa afuera
y las luces parpadeantes de las naves que entraban en el puerto. Un camino verde y
rojo alineaba el canal de navegación a su norte y ahora mismo una nave del crucero
estaba haciendo su majestuosa entrada, cruzando sobre las olas como un castillo
bien iluminado. Había aquí tantas clases diferentes de gente y actitudes… ¿No te
gusta la cultura? Espera cinco minutos, era un dicho local. Era una mezcla de
caribeño y sudamericano, nativo e inmigrante, exótico y del viejo Sur. Podía, en un
paseo de una hora, visitar un rodeo del oeste, una reserva india, La Pequeña
Habana, el Pequeño Haití, la Vieja Florida o la brillante vista de Miami Beach.

Tan diferente. Tanto más abierto y acogedor que el cerrado mundo en el que
había crecido.
Sus dedos jugaron ociosamente con la áspera madera, frotando los grandes
granos de arena entre ellos mientras el aire salino dejaba una perceptiblemente
sequedad en su piel. Miró fijamente entre sus pies, agachándose y recogiendo una
concha marrón y blanca, perfectamente formada, que se asentó en la palma de su
mano, su superficie suavemente rugosa rozando las yemas de sus dedos.

Quizá podría encontrar otro trabajo. Si lo hacía rápidamente, podría decir


que fue deliberado y, cuando sus padres dedujeran lo que pasó, se habría acabado y
estaría establecida en un nuevo puesto... ¿quién sabía? Quizá encontraría algo
incluso mejor que lo que tenía. Robert le daría una excelente recomendación y
Susan había mencionado a un reclutador, uno que realmente le gustaba.

De acuerdo. Pero primero tenía que pasar el lunes y no albergaba ilusiones


de que la pequeña Srta. Cruella DePerra les ayudara en forma alguna...
probablemente encontrarían de nuevo la escuadra de matones allí por la mañana,
asegurándose de que no robaran los bolígrafos en su camino a la salida.

Recordar las optimistas voces de sus amigos era un sentimiento muy


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 70 de 70

solitario. Esperaba que la perdonaran, por despertar sus esperanzas y no ser capaz
de dar lo que había prometido que haría. Además ese plan final habría
funcionado… sí, habría recortes. Cincuenta y una personas, de hecho. Pero ciento
setenta y dos se habrían quedado y sido productivas… había hecho sacrificios en
todos lados, incluyendo entrenamiento y mobiliario de oficina, beneficios y
aumentos probables, la nueva conexión telefónica que habían estado planeando y
la subvención de la máquina de aperitivos. Habría sido tenso y no tan cómodo
como había sido, pero…

Pero.
Kerry tiró la concha al viento, observándola caer en la gruesa arena de color
crema. Todo para nada. Caminó por el borde del agua, permitiendo a la marea
creciente oscurecer las puntas de sus zapatos, y miró fijamente al despreocupado
Atlántico, hasta que una gota de lluvia grande y gorda le golpeó el brazo. Con un
suspiro, se volvió y deshizo su camino hasta el automóvil, el olor de la lluvia que
caía sobre pavimento caldeado por el sol se acentuaba a su alrededor mientras lo
alcanzaba.

Había cruzado toda la calzada y había escogido la autovía antes de que


mirara abajo y viera su indicador de gasolina. Una suave maldición surgió,
mientras la luz roja le pestañeaba implacable y echaba una mirada alrededor por la
salida más cercana. "Maldición."

La calle 2ª al nordeste era la elección más cercana y bajó la rampa,


giró a la izquierda cuando llegó al semáforo y se movió por las tranquilas calles de
atrás del borde de la ciudad. Tuvo que detenerse en el siguiente semáforo y el
motor borboteó. Echó una mirada alrededor, entonces pasó el semáforo cuando se
puso verde, pero borboteó de nuevo, después se apagó, y llevó al automóvil al
costado de la carretera mientras perdía capacidad de conducción.

"Es mi día." Suspiró, mientras dejaba descansar su cabeza contra el volante,


escuchando tamborilear la lluvia sobre la capota del convertible. Fuera, formas
oscuras corrieron para ponerse a cubierto en los portales de los silenciosos
edificios, sus ocupantes saliendo y yendo a casa por hoy. A su derecha, se
desplegaba la autopista y podía oír los coches apresurándose, dejando la ciudad
formal a sus transitorios ciudadanos nocturnos.

Consideró donde estaba y se dio cuenta de que no había ninguna estación de


servicio en varias millas a la redonda, e incluso la más cercana significaría un
paseo bajo la lluvia por la vía o por el centro de la ciudad, no la mejor de las
elecciones para una joven sola por la noche.
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Otra cosa la sobresaltó. Había dejado la oficina sin su maletín, lo que


significaba que no tenía su cartera, ni identificación, ni sus tarjetas de crédito y de
ATM. Rebuscó en su bandeja de cambio y descubrió que tenía exactamente tres
dólares y dieciséis centavos, suficiente para bastante gasolina para volver a la
oficina, pero no bastante para el taxi para ir a por la gasolina, y su filofax con los
números de todo, incluyendo el de AAA, estaba sobre su escritorio.

Soltó el aliento, entonces sacó su teléfono móvil. Un rápido intento a la casa


de Colleen no fue contestado y los dos o tres que se sabía de memoria de sus
colegas del trabajo igual. Por supuesto... era viernes noche. Todos estaban fuera.

Miró el teléfono con aversión, entonces se dio cuenta de un pedazo de papel


pegado al clip detrás. Lo arrancó y miró fijamente el número escrito en él, entonces
lo dejó caer en el asiento a su lado. Tamborileó los dedos sobre el salpicadero,
entonces se inclinó hacia delante y atisbó a través de la lluvia, donde estaban
algunas figuras oscuras, aparentemente observándola.

Sus ojos fueron de nuevo al pedazo de papel y lo recogió. "Bueno, esa idiota
me debe una llamada telefónica al club del automóvil, por lo menos," murmuró,
entonces marcó el número. "Llamaré a su secuaz y le haré mandarme un par de
galones de gasolina."

Sonó cuatro veces y casi colgó antes de que el tono se detuviera y un


chasquido indicara línea abierta. "Hola." La tranquila voz era casi irreconocible.

Kerry vaciló, sobresaltada y entonces se aclaró la garganta. Oh, maldición...


¿no te imaginaste que este era su condenado número? "Hola… um... no importa."
Colgó, incapaz de pasar por pedir ayuda a una mujer a la que había recriminado
apenas hora y media antes.

La lluvia repiqueteó con más intensidad y casi se perdió el suave sonido de


su teléfono sonando. Sorprendida, lo miró, entonces apretó la tecla de hablar.

"¿Hola?"
"¿Srta. Stuart?" la voz de Dar era ahora más familiar y tenía un frío tono
cuestionador. "¿Hay algo que desee?"

Bueno. Kerry suspiró. Por lo menos no está recriminándome. "Esto es casi


estúpido y yo… bueno, no sabía que éste era su teléfono, de veras... sólo estaba
buscando a alguien que hiciera una llamada por mí. Estoy… no tengo mi agenda
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 72 de 72

telefónica conmigo." Era muy embarazoso.

Silencio momentáneo al otro extremo. "Y... ¿cual es el número?"

Kerry vaciló. "Bueno, no lo… no lo sé, ese es el problema... como que estoy
atascada y necesito al club del automóvil." Resolvió y continuó. "Mire... me quedé
sin gasolina y simplemente necesito que me traigan unos galones para poder volver
a la oficina."

"Oh." Dar pareció considerar esto. "¿Dónde está?"

Kerry se lo dijo.

"Esa no es buena zona," comentó la ejecutiva.

"Lo sé," contestó la mujer rubia. "Ahora mismo es bastante horripilante."


Hizo una pausa. "Gracias por no colgarme."

Otro largo silencio. "Hasta que procese mi lista de trabajo el lunes, aún es
empleada mía. Usó el teléfono móvil de mi compañía. Algo le pasa ahora y tiene
base para un pleito bastante grande."

Kerry estaba sin palabras. "¿Po... por qué asume que haría eso?"

"Asume lo peor de mí, imagino que debo devolver el cumplido," contestó


Dar. "Espere, estoy consiguiendo el número." El sonido de un segundo teléfono era
escasamente audible al fondo.

Kerry estaba demasiado cansada para estar enfadada. "De acuerdo. Bueno,
gracias por hacer la llamada por mí," contestó suavemente. Un movimiento captó
su mirada y le echó un vistazo a través del parabrisas, que estaba empañándose un
poco de su respiración. "Um." El grupo de formas oscuras había cambiado de
portal y ahora estaba justo en el opuesto de ella. "Quizá mejor que llame en su
lugar a la policía."

"¿Por qué?" la voz de Dar se agudizó.

"Oh... dios mío..." Kerry se agachó mientras un bate golpeaba el parabrisas,


esparciendo cristales sobre su cuerpo. Unas manos se estiraron y la agarraron, y el
móvil le fue arrancado. Se retorció, escuchando maldiciones hispanas, y jadeó
mientras unos dedos le agarraban el brazo, arrastrándola hacia la rota ventanilla. Su
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camisa se rasgó y sintió la lluvia contra la piel desnuda de su pecho, entonces los
crueles dedos agarraron su sostén y le dieron un tirón.

Una mano se enredó en su cabello y jaló con fuerza, y la obligaron a soltar el


volante a la que se había aferrado a muerte, mientras el agua impactaba ahora por
la abierta ventanilla y pudo oler a suciedad, alcohol y ajo rancio.

El rugido de la lluvia se hizo más ruidoso y luchó contra las manos, su


cuerpo raspando sobre cristales rotos mientras destellos de relámpago
repentinamente iluminaban la escena. Oyó un crujido, después un grito y un agarre
se soltó. Se retorció fuerte contra el otro y oyó un extraño estallido, entonces las
manos se fueron y estaba jadeando de terror, encogiéndose en una bola en el
asiento delantero y cubriéndose la cabeza con los brazos.

Entonces la luz impactó sus ojos cerrados y oyó la cerradura funcionar en la


portezuela del asiento del pasajero. Una ráfaga de viento y lluvia se metió cuando
se abrió y se acurrucó más abajo en el asiento, mordiéndose con fuerza el labio y
saboreando sangre dentro de su boca.

Una mano en su brazo. Gentil, no agarrando. "Eh."

Kerry sintió un shock atravesarla y alzó la cabeza, abriendo sus ojos para ver
unos azul claro que la miraban fijamente, perfilados en la luz de potente linterna.
"Oh... es usted."

Dar parpadeó y retiró la mano. "Sí, lo soy."

"¿Donde..." Kerry miró alrededor con temor, buscando a sus asaltantes.


"¿Donde han…"

"Se han ido," contestó tranquilamente Dar. "Supongo que pensaron que yo
era la caballería o algo igual de estúpido."

La mujer rubia exhaló una estremecida respiración. "Oh, dios mío."


Lentamente se estiró y recogió un trozo del roto parabrisas, entonces lo dejó caer.
"El final perfecto a un día perfecto," murmuró suavemente, exhausta. "Pero
gracias... por venir y asustarles."

Dar flexionó una mano fuera de la vista de Kerry, haciendo una mueca ante
el dolor. "Sin problema." Le echó un vistazo al clima, después a la caída forma
enfrente de ella. Parte de ella sabía que simplemente debería alejarse y dejar que
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esta mujer, que la odiaba, manejase sus propios problemas.

Suspiró, sometiéndose a la otra parte de ella que no escucharía nada de eso.


"De acuerdo... venga y métase en mi auto... llamaré a la poli." Esperó que Kerry
abriese la boca para protestar y alzó una mano cuando lo hizo. "Mire, sólo esperaré
que lleguen aquí, entonces desapareceré de su vista... sé que ahora mismo no soy
su persona preferida."

"No lo haga." Kerry puso una mano en su brazo. "Por favor, no llame a la
policía." Pasó dedos temblorosos por su húmedo cabello. "Tengo un amigo que
puede arreglar esto... no quiero informes y todo eso." No donde su padre pudiera
enterarse de ellos y sabía que tenía muchos amigos en el departamento de policía
que mantenían abiertos los ojos por cosas así.

Dar estudió los dedos pálidos doblados alrededor de su muñeca, entonces


alzó sus ojos a la cara de Kerry con moderada perplejidad. "De acuerdo." Miró
fijamente a la mujer más pequeña. "Aunque necesita que atiendan esos cortes."

Kerry miró fijamente a sus brazos con cansancio. "Me cuidaré de ellos."
Cohibidamente arregló los jirones de su camisa sobre ella y levantó la vista a Dar.
"Supongo que sólo necesito ese par de galones de gasolina."

La alta mujer morena la miró pensativamente durante un instante, entonces


le dio a su cabeza una leve sacudida negativa. "Tengo un plan mejor," anunció.
"Conseguiré que remolquen su coche dondequiera que lo desee y la llevaré a su
casa."
"No puedo pedirle que haga eso," la rubia contestó suavemente. "Pero le
agradezco el ofrecimiento."

"No está pidiéndolo y no estoy ofreciéndolo," contestó Dar. "Necesita que se


haga y estoy insistiendo." Sacó un móvil de su bolsillo trasero y lo abrió, marcando
un número de memoria. "¿John?" preguntó cuándo una voz contestó. "Necesito una
recogida y remolque. Soy Dar."

Una larga pausa. "No, no soy yo esta vez. 2ª Nordeste y Flagler... un
Mustang descapotable verde selva." Otra pausa. "Espera." Miró a Kerry. "¿Dónde
lo quiere?"
Kerry debatió, entonces se rindió y dio su dirección, que Dar repitió
cuidadosamente al teléfono. "La lona de la ventana del pasajero, está desgarrada,"
agregó, entonces colgó. "Ok, vamos."
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Un suspiro. "No va a aceptar un no por respuesta, ¿verdad?"


"Normalmente no lo hago, así que no," le dijo la mujer más alta
resueltamente. "Venga." salió del lado del pasajero y esperó a que Kerry emergiera
cautelosamente de la puertezuela del conductor, haciendo una mueca mientras la
lluvia la golpeaba y jadeando cuando puso peso en su pierna izquierda. "Ou."

Dar suspiró y la acompañó hasta el Lexus, que estaba aparcado al descuido


enfrentando el Mustang, sus luces iluminando la escena. Abrió la puerta y guió a
Kerry dentro, entonces cerró cuidadosamente detrás de ella y dio una vuelta al otro
lado y entró.

Kerry se acurrucó contra la puerta, abrazándose, un aspecto de shock en su


pálido rostro. Desgarró los jirones de la camisa sin propósito.

"Tome." Dar se estiró detrás de ella y sacó una sudadera azul oscuro, que le
dio a la mujer más joven. "Póngase eso… el aire es un poco frío aquí."

La rubia miró fijamente el jersey. "No... está bien." Se echó un poco atrás.
"Mire... pretenda no odiarme durante otros cuarenta y cinco minutos, y esto
habrá acabado, ¿de acuerdo?" restalló Dar, su temperamento al límite por la tensión
de la situación.

Los claros ojos verdes la miraron fijamente. "No lo hago." Kerry tomó el
jersey cautelosamente. "No puedo..." continuó, cuando Dar permaneció callada.
"Sé que debería pero, por alguna razón, no puedo." Aturdidamente, pasó la
sudadera por la cabeza y se la puso. Tenía la palabra Navy bordada en dorado y
estaba ligeramente aromatizada con el perfume de Dar.

Era extrañamente reconfortante.


Dar arrancó el automóvil en silencio y se apartó del bordillo.
Kerry entró despacio en su oficina, todavía sintiéndose aturdida. Había
recordado, mientras se dirigían hacia la autovía, que todas sus cosas todavía
estaban allí, así que Dar había asentido y la había llevado allí sin un comentario.

Ahora, la alta y morena mujer entró detrás de ella, y Kerry notó por primera
vez que ciertamente no llevaba uno de sus trajes de poder. Vaqueros tintados al
agua y buenas zapatillas de lona, con una sudadera con capucha, menos las
mangas, pintaban una imagen muy diferente de la que su mente había insistido en
dibujarle.

En primer lugar, parecía mucho más joven y Kerry de repente se dio cuenta
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que la ejecutiva no era mucho mayor que ella. Su piel bronceada parecía absorber
la luz y los despiadados fluorescentes revelaron músculos muy bien entonados en
sus brazos y hombros, que se ondulaban suavemente mientras se movía por la
oficina.

Los ojos de Dar se detuvieron cuando alcanzó el escritorio y estudió los


montones de papeles esparcidos solitariamente por él. Una mirada de pesar cruzó
su rostro y alzó su mirada para encontrar la de Kerry. "Sé que trabajó muchísimo
en esto."

Kerry se sentó en el borde de su escritorio y rayó una copia impresa. "Casi


desearía no haberlo hecho… siento que estaba tan cerca…" Dejó caer los papeles y
levantó la mirada. "¿Por qué?"

Dar se sentó en la silla al lado de ella y dejó que sus antebrazos descansaran
sobre sus muslos. "Es complicado," contestó tranquilamente. "Un montón de
cosas… simplemente no encajaban y necesitaba los números." Se movió. "Fue lo
último que descarté." Se estiró y tocó el informe. "Llegó un nuevo grupo de
informes y simplemente no pude hacerlo."

Kerry rodeó su escritorio y se sentó en su silla, subiéndose las largas mangas


de la sudadera. "Así que... nos hemos convertido sólo en números," comentó
suavemente. "No creo comprender eso muy bien."

Un encogimiento de hombros. "Es lo que todos somos."


"Mm." murmuró la mujer rubia. "¿Incluso usted?"

Dar asintió fatigadamente. "Si es de algún consuelo, lo siento mucho."


Kerry la miró pensativamente. Ya no aparentaba ser la heladamente fría y
práctica ejecutiva. Esta era una persona. Una que bajo otras circunstancias… "Yo
también," contestó. "Probablemente terminaré yéndome a casa... echaré de menos
un montón de cosas de aquí."

La mujer morena levantó la vista. "Hay otros trabajos ahí fuera… incluso
podríamos tener algo que le pudiera…"

Kerry negó con la cabeza. "No." Notó la confundida expresión de dar. "Es
complicado." Jugó con un lápiz en su escritorio, girándolo una y otra vez. "Sabe...
es realmente una pena, Srta. Roberts... porque en otro lugar... otro momento... creo
que usted y yo podríamos haber sido amigas." Levantó la mirada con pesar y fue
capturada por unos ojos azules que inesperadamente se la tragaron entera.
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Pero sólo duró un instante y entonces Dar estaba suspirando y poniéndose de


pie. "Quizá." Pasó una mano a través de su moreno cabello. "Pero ahora mismo,
debiéramos llevarla a casa," declaró la ejecutiva. "Tengo que volver rápido a mi
oficina y finalizar las cosas."

Kerry jugó con su lápiz, mordiendo la goma durante un momento antes


mirar arriba. "¿Puedo ir a ver sus números?"

Era... escandaloso. Estaba fuera de cuestión, completamente insubordinado y


más allá de los límites del buen sentido comercial. Estaba exhausta, ambas estaban
empapadas, Kerry estaba herida... era tarde… era una locura tan siquiera
considerarlo.

"Claro." Dar no estaba segura ni siquiera de que esa voz fuera la suya. ¿Qué
infiernos creía que estaba haciendo? Entonces lo pensó. Bueno, ¿qué daño podía
hacer? La chica era aguda y quizá un nuevo par de ojos... "Tengo allí un botiquín
de primeros auxilios para esos cortes."

Kerry se retrepó en el asiento de cuero, negándose a pensar en lo que estaba


haciendo. Eso dejó su mente libre para observar la lluvia azotar el parabrisas
durante el trayecto a través de la ciudad, mientras escuchaba la música suave que
Dar había escogido.

Sus cortes dolían, pero no eran tan malos y su rodilla sólo parecía estar
torcida. No estaba dándole mucho problema mientras estaba sentada, aunque
sospechaba que estaría cojeando durante unos días. Ok. Bueno... sobrevivió al
robo. Sus ojos se deslizaron lateralmente, estudiando el afilado perfil de su
salvadora de antes. Gracias a la oportuna interrupción de Dar Roberts.

La mujer alta cambió su agarre del volante, echando una mirada a la derecha
mientras cambiaba de carril y Kerry notó una fea contusión que cubría sus
nudillos. Uno incluso estaba rozado y una mancha de sangre seca era visible a la
reducida luz del salpicadero. "¿Qué le pasó a su mano?"

Dar echó un vistazo abajo, entonces devolvió sus ojos a la carretera. "Me di
con algo," contestó ausentemente.

Kerry miró abajo a su propia mano, contusionada por el impacto previo con
la pared, y alzó una ceja ante las similares marcas. Hmm. Supuso que aún debía
estar bajo shock... y quizá lo estaba, pero podía sentir reemerger su optimismo
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natural y estaba un poco sorprendida ante lo cómoda que se sentía estando aquí con
la enigmática Dar.

Sin embargo, estaba funcionando por pura adrenalina y lo sabía, y esperaba


estar en casa en su propia cama cuando todo se le viniera encima. Sólo había
dormido unas horas la noche anterior, trabajando en el informe, y las largas horas
estaban empezando a pasar factura.

Otra mirada al perfil de Dar le hizo preguntarse si la mujer mayor no estaba


teniendo el mismo problema. Había ojeras bajo sus ojos que la débil luz revelaba y
estaba pestañeando mucho, lo que era algo que Kerry hacía cuando estaba muy
cansada. "Supongo que también ha estado trabajando bastante intensamente en esta
cosa, ¿eh?"

Los ojos azules saltaron a su rostro. "Ha sido una larga semana, sí." Dar guió
el Lexus por el aparcamiento de los cuarteles generales corporativos y estacionó
bajo el portal de la entrada, ignorando las señales de no aparcar. Salió y saludo al
guardia de seguridad mientras este salía. "Sólo soy yo, Jack."

El hombre le devolvió el saludo y regresó a su garita, fuera de la lluvia. Dar


esperó que Kerry se le uniera, entonces mostró el camino al edificio, pasando su
tarjeta de seguridad en la entrada con un suave y grácil movimiento.

Kerry inclinó atrás la cabeza cuando entraron en el vestíbulo, mirando el


atrio que subía por todo el alto del edificio. "Uoa." Acarició la sudadera, contenta
de su calidez mientras el frío aire las rodeaba. "Esto es... um…" Intentó encontrar
un término políticamente correcto. "Um… es..."

"Pretencioso," comentó irónicamente, mientras llamaba al ascensor. "Se


supone que ha de serlo." Aguantó la puerta para su más pequeña compañera,
entonces la dejó cerrarse y pulsó la decimocuarta planta, pasando su tarjeta cuando
el ascensor pitó una queja. "Se supone que los meros mortales han de quedarse
intimidados en el vestíbulo."

Kerry se apoyó contra la pared y ahogó un bostezo. "Tenga cuidado, Srta.


Roberts," advirtió. "Podría creerme que tiene sentido del humor si sigue así."

Dar la miró, entonces lentamente, el más leve atisbo de sonrisa tensó sus
labios. "Lo siento." Negó la acusación. "Te hacen dejarlo como depósito cuando
consigues tu tarjeta." La sostuvo en alto, entonces indicó a Kerry que la precediera
fuera del ascensor cuando este alcanzó su destino.
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La oficina de Dar estaba débilmente iluminada por su monitor de veintiuna


pulgadas y la pequeña lámpara de escritorio que normalmente encendía por la
noche. Su salvapantallas estaba funcionando, animales selváticos rondando por la
oscura superficie con suaves sonidos. Mientras se acercaban al escritorio, un
guacamayo gritó suavemente y Dar extendió la mano y dio un giro a su trackball,
haciendo aparecer la hoja de trabajo que había estado mirando antes de salir antes.
"Échele un vistazo," ofreció. "Voy por algunas tiritas… ¿quiere café?"

Kerry se colocó en el borde de la muy cómoda silla de cuero de Dar y miró


alrededor. "Bueno... así es cómo vive la otra mitad, ¿eh?" murmuró, entonces
devolvió su atención a la mujer morena. "Um… ¿dónde va a conseguir café a esta
hora?"

Dar la miró. "De la cocina. ¿Sí o no?"


Una ceja rubia se alzó. "¿Tiene cocina aquí? Déjeme adivinar... viene con un
microprocesador que le guisa, ¿verdad?" Vio de nuevo tensarse los labios de Dar y
se sonrió. "Ok... ok... claro. Me encantaría un poco de café."

"¿Nata y azúcar?"

Kerry suspiró. "Si estuviese siendo buena, debiera decir no y no, pero..."

Dar resopló suavemente y desapareció.


La mujer rubia devolvió la atención al monitor, pero no antes de que echara
una mirada alrededor, abarcando la enorme oficina con ojos inquisitivos. El
escritorio era de suave madera, su superficie cubierta con informes como lo había
estado el suyo. La alfombra era un grueso burgundy y había un largo y bajo sofá a
la derecha. La pared del fondo entera era de cristal y miraba sobre la bahía al
océano, ahora mismo mostrando los brillantes destellos de los relámpagos y la
intensa cortina de lluvia que azotaba contra la clara superficie.

Olía a pulimento de madera y a lana de la alfombra, con una leve toque del
perfume que había notado que Dar llevaba.

El que también tenía el jersey que envolvía su cuerpo.


Decidió que le gustaba.
Dar regresó un momento más tarde, llevando dos tazas humeantes y un
pequeño kit bajo su brazo. Puso una de las tazas delante de Kerry y se sentó en el
borde de su escritorio, colocando una pierna bajo ella y apoyándose para apuntar el
monitor. "Ese es el problema, justo ahí." Trazó una columna. "Observe lo que pasa
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cuando les meto en escena." Así lo hizo y los números cambiaron. "No puedo tener
eso." Un dedo apuntó al último campo.

Kerry tomó un sorbo del café, entonces le echó un vistazo. "¿Qué es esto?"
Se lamió los labios. "Mm."

"*Café con leche*," contestó Dar ausentemente. "Café cubano con leche y
azúcar."

"Infiernos." Kerry se rió. "Si me lo hubiera servido así, lo habría bebido más
a menudo."

Pasaron una hora revisando varias aproximaciones y Kerry consiguió una


mucho mejor comprensión de qué era lo que Dar estaba intentando hacer. "Oh...
dios… ¿tiene que mostrar todo esto como un gasto?" Apuntó a su sección. "¿Pero
no puede mostrar nada de esto como una ganancia, a causa de su fecha pasada?"

"Cierto." Dar suspiró, mordiendo el borde de su taza.

Kerry se sentó atrás, aturdida. "¡Pero eso no es justo!" protestó.


La mujer más alta cerró sus ojos momentáneamente y los frotó. "Lo sé. Pero
es la ley," estuvo de acuerdo fatigadamente.

"¿Qué pasa si no logra esa cifra?" Kerry apuntó al último campo.

Dar atisbó la pantalla, parpadeando. "Bueno… no mostramos un crecimiento


consistente... y los accionistas se suben por las paredes. Eso significa que hemos de
exhibir medidas de austeridad y eso… normalmente significa un despido de nivel
mínimo."

Kerry pensó sobre eso. "¿Cuánta gente es eso?"

"Entre cinco y siete mil," contestó la ejecutiva calladamente.

Los ojos verdes se alzaron a los de ella. "¿Simplemente así?"

Dar asintió.

Kerry absorbió eso. "Así que supongo que mis pequeñas 230 personas son
como una cosa menor," comentó suavemente, mientras buscaba a Dar. "Nada
personal, ¿verdad?"
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Los labios de Dar se tensaron y miró hacia abajo. "Normalmente, sí,"


admitió. "No gusta desperdiciar recursos, pero…" Un hombro desnudo se alzó en
un encogimiento de hombros. "A veces simplemente se tiene que hacer lo que se
tiene que hacer."

Kerry estudió la pantalla, pasando de uno a otro de los doce diferentes


escenarios en los que Dar había estado trabajando. Todos salvo uno incluían su
solución. Dejó su mano descansar en la rodilla de Dar, escrutando resueltamente el
rostro de la mujer mayor. "No lo comprendía," declaró calladamente. "Y aún no lo
entiendo, no realmente… pero gracias por intentarlo."

Dar le echó un vistazo a su reloj. "Once treinta. Tengo que actualizar esto
antes de medianoche." Miró fijamente la pantalla. "Maldición… sólo desearía
poder…" Trazó una columna con un dedo. "Alguna forma de poner un plus ahí."

"Mm." Kerry examinó los campos. "Como puede con ese grupo del
Miami… porque asumen material de fuera, así puede compensar sus gastos."

Dar se heló, sólo sus ojos azul pálido saltaban por la ancha pantalla.
"*Mierda*," susurró. "¿Puede su gente hacer asistencia de Internet? ¿TCP/IP?"

Kerry la miró fijamente. "Uh… um… ¿qué? sí, por supuesto... el grupo de
asistencia entero lleva una intranet… tenemos tres webmasters residentes... pero
qué…" Gritó y salió apresuradamente de en medio mientras Dar se tiraba sobre el
asiento, sus dedos volando sobre el teclado en un tableteo de teclas.

"Hijo de puta... hijo de puta…" maldijo suavemente la ejecutiva. "¿Donde


estás…ah." Pidió una pantalla y examinó su contenido. "Te pillé." Una mano se
extendió y pulsó una serie de números en teclado telefónico. Sonó tres veces,
entonces una voz contestó. "Hola, Peter."

Un silencio helado. "¿Qué infiernos quieres?"

"Cojo esos dos contratos extras," le informó Dar. "No te molestes en


protestar. Buenas noches." Colgó y tarareó por lo bajo, mientras recodificaba los
proyectos, dándoles una nueva clasificación. Unos cuantos clics, entonces
tamborileó los dedos, esperando que el ordenador central volviese a escribir las
columnas. "Ahhhhh…" Una mano se alargó, cortando una fila y pulsando sobre la
hoja de contabilidad, entonces pegando. Recalculó el documento, entonces se sentó
atrás y sonrió con triunfo.
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Kerry sólo la miraba, desconcertada.

Dar apuntó al último campo. "Conseguí mi cifra."

La mujer rubia estudió la hoja. "Pero eso nos mete dentro."

"A-já," estuvo de acuerdo dar. "Claro que sí."

"¿Cómo hizo eso?" preguntó Kerry, extasiada con la sonrisa que ahora
transformaba la cara de la ejecutiva.

Que ahora se ensanchó. "Hice al cincuenta por ciento de su personal un


centro de beneficios... y les otorgué dos grandes contratos de asistencia del
gobierno."

"¿De veras?" Vino la sorprendida réplica "¿Puede hacer eso?"

Una oscura ceja se anguló. "Acabo de hacerlo." Dar sonrió abiertamente,


entonces se serenó. "Todavía tendrá que hacer esos recortes." Hizo algunas veloces
pulsaciones, entonces apretó la tecla de transmisión. "Hecho."

Kerry pestañeó. "¿Pero todos los demás consiguen quedarse?"

Dar asintió. "Tengo su lista de gente para transferir… creo que está aquí… "

"No estoy en ella," dijo la rubia muy calladamente.

Dar se heló, entonces la miró fijamente. "¿Qué?"

Kerry exhaló. "Uno como yo… valía dos de ellos… no podía tomar dos
puestos." Le alzó la mirada a Dar.

"Uno como usted vale mucho más que dos de ellos," Dar oyó las palabras
salir y no pudo hacerlas volver. Su agotamiento lo evitó y casi golpeó el teléfono
fuera del escritorio cuando sonó. "¿Sí?" Pulsó el botón con irritación.

"Acabo de recibir la actualización, Dar... espectacular." La alegre voz de Les


la irritó como arena playera. "Estupendo trabajo... ¿qué te debo por esto?
¿Finalmente vas a hacerme caso usando el chalet y tomándote unas condenadas
vacaciones por una vez?"
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Dar miró fijamente el teléfono con frustrado silencio. "¿Qué me debes?"


preguntó finalmente. "Te diré lo que quiero. Quiero cincuenta y un seis y seises, y
un empleado."

Les estaba pasmado. Pudo oírle toser un poco. "¿Qu…"


"Me oíste," declaró la mujer alta. "Vamos, Les… ese doble dígito va a añadir
un veinte por ciento de valor al stock. Puedes permitírtelo."

"Bueno... claro, Dar... pondré el seis y seises… pero, ¿para qué necesitas un
empleado?" replicó Les finalmente, serenándose. "¿El orgid de quién?"

"El mío," contestó Dar tranquilamente. "He estado cuarenta y ocho horas sin
dormir con este, Les... no puedo seguir haciendo esto. Está matándome. Necesito
un ayudante."

La actitud del hombre cambió inmediatamente. "Bueno, por qué


simplemente no lo dijiste, vieja pirata... he estado intentando conseguir que tomes
un asistente desde hace ya años." El sonido de acceder a un teclado se notó
claramente. "Me tuviste preocupado durante un instante… espera, espera... ¿qué
eres, un 54010?"

"Mm." contestó Dar, jugando con una pluma.

"Hecho." Les se rió entre dientes. "En tu lista de trabajo, nena… ahora voy a
por una copa de champagne… tú también deberías."

Dar cerró sus ojos fatigadamente. "Claro, Les." Suspiró. "Buenas noches."
El silencio descendió sobre la oficina. Dar mantuvo sus ojos cerrados.

"¿Cuarenta y ocho horas?" dijo Kerry finalmente con incredulidad.


La mujer morena asintió.

"Eso es una locura… eso no es un trabajo, eso es una sentencia," balbuceó la


rubia.
Dar asintió de nuevo.
"Debe tener el trabajo más seguro del mundo, ¿lo sabe? Nadie en sus cabales
querría su trabajo."

Un tercer asentimiento. "Muy cierto." Dar abrió sus ojos y miró fijamente
con pesar a la mujer más joven. "¿Lista para ir a casa, Srta. Stuart?" preguntó
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 84 de 84

calladamente. "Podemos negociar su recuento el lunes… estoy segura de que


puedo meterla allí." Hizo una pausa. "Si desea quedarse, eso es."

Kerry se sentó en el borde del escritorio, en profundo pensamiento. "No lo


sé," contestó honestamente. "Tengo que pensarlo."

"Comprendo," dijo Dar mientras se ponía en pie.

"¿Srta. Roberts?"
"¿Mm?"
"¿Qué es un seis y seis?" preguntó Kerry con curiosidad.

"Oh." Dar estiró una tensión de su cuello. "Las compensaciones por despido
para su gente." Suspiró. "Seis meses de sueldo y seis meses de prolongación de sus
seguros médicos." Sus ojos inspeccionaron el sorprendido rostro de Kerry.
"Debiera hacerle el lunes un poco más fácil." Rodeó el escritorio y fue a la puerta.
"Vamos… salgamos de aquí."

Kerry estaba aturdida mientras seguía a la mujer más alta fuera. ¿Seis meses
de sueldo? Si decidiera no quedarse, le daría medio año para encontrar algo… y
seis de seguro médico... la cubriría hasta que lo encontrara. Sus padres jamás
tendrían que enterarse, hasta que estuviera establecida en un nuevo lugar.

Sus ojos estudiaron el tejido que cubría la espalda de la mujer que camina
delante de ella. Se preguntó cómo había ido de como había sentido respecto a Dar
Roberts antes del ocaso, a como sentía ahora. Era como si la noche hubiera durado
media vida, permitiéndole experimentar tanto en tan breve lapso. Había ido de la
desesperación, a la furia, al terror… de un odio frustrado a una resentida
admiración, todo en una tarde.

¿Quería permanecer a cargo de Associated Dynamics? Había estado


haciéndolo durante dos años y estaba justamente empezando a hacerse cómodo. La
rutina estaba haciéndose regular... casi... aburrida.

Sospechaba que la vida nunca sería aburrida cerca de Dar Roberts. Y de


repente, supo que era ahí exactamente donde quería estar.

Ni tan siquiera se detuvo a preguntarse por qué. "Bueno," trotó tras la alta
ejecutiva, alcanzándola cuando llegaron la puerta. "¿Qué exactamente son esos
otros contratos?"
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 85 de 85

"Oh." Dar empujó abriendo la puerta. "Darán asistencia al IRS."

Kerry se detuvo en seco. "Está bromeando."


Los pálidos ojos azules la consideraron. "No puede ser. No tengo sentido del
humor, ¿recuerda?" contestó Dar impasible. "Buenas noches, Jack," saludó al
guardia de seguridad. "¿Srta. Stuart?" Mantuvo abierta la puerta del Lexus.

La mujer rubia caminó al lado de ella y echó un vistazo arriba. "¿Podría por
favor llamarme Kerry?" preguntó con una sonrisa irónica. "Parece la bibliotecaria
de mi facultad cuando me llama esa otra cosa."

La expresión de Dar se ablandó momentáneamente y una rápida sonrisa


transformó su cara. "Creí que sólo sus amigos la llamaban así," objetó.

Kerry se frotó la mandíbula. "Bueno, los amigos y la gente que me salva la


vida. Sabe." Se sintió ruborizarse un poco. "Tengo que hacer una excepción para
esa clase de cosas."

"De acuerdo," acordó la ejecutiva suavemente. "Pero sólo si me llamas Dar."

Kerry sonrió. "Trato." Negó un poco con la cabeza. "Sabes, me resultas tan
familiar... desearía poder recordar de donde te conozco."

"Sí," estuvo de acuerdo Dar. "También siento lo mismo... supongo que nos
acordaremos, algún día."

"Supongo." Kerry subió al cómodo asiento de cuero y esperó que la mujer


más alta se le uniese en el lado del conductor. "Bueno," dobló las manos en su
regazo, "¿Qué hace tu ayudante?"

Dar le lanzó una mirada rápida, mientras se asentaba y arrancaba para salir a
la lluvia. "No lo sé... nunca antes he tenido uno." Hizo una pausa. "Probablemente
será un duro, desagradable, ingrato y salvaje viaje."

Kerry olfateó reflexivamente, entonces se abrochó el cinturón de seguridad


firmemente a su alrededor y se retrepó, cruzando los brazos sobre el pecho y
mirando de soslayo.

Encontró a Dar devolviéndole la mirada.


Viajaron en la noche.
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Tercera parte

La alarma estaba sonando, un irritante sonido en cualquier caso y más aún


pues era sábado por la mañana. En la luz débil, un ojo azul apareció, ojeó el
dispositivo, entonces una mano surgió de los cobertores y golpeó el reloj,
enviándolo volando desde la mesita y desenchufándolo.

"Yeou," maldijo Dar y se cogió la mano, girando sobre su otro codo y


haciendo una mueca de dolor mientras examinaba sus nudillos. Todo el dorso de su
mano estaba hinchado y decolorado, se dejó caer sobre las almohadas mientras
recordaba cómo se lo hizo. "Se me olvidó," masculló, cerrando de nuevo los ojos.

Había olvidado cuan duro era el cráneo humano y cuánto duele si golpeas
una cabeza sin ninguna protección. No es, reflexionó, que hubiera preferido otra
cosa, incluso si lo hubiese recordado - el sólido crujido había sido muy…
satisfactorio... al menos antes de que llegase el dolor, y no lamentaba el daño que
le había causado a ese asaltante de Kerry, o el resto de ellos, por lo que importaba.
Aunque para eso había usado patadas... infinitamente más cómodas para el cuerpo.

Pero ahora apenas podía cerrar el puño y sabía que iban a pasar un par de
días antes de que eso cambiase. "Eh... mira, papá..." le susurró al techo, levantando
la mano. "Soy un héroe. Imagínate."

Fue condenadamente afortunado para Kerry que hubiese estado tan cerca…
había ido al norte por Haulover Park y pasado media hora vagando sin rumbo
arriba y abajo del paseo de la playa, mirando pasar a los jóvenes en sus amores
adolescentes. En realidad estaba saliendo de la calle 2ª cuando había llamado
Kerry, tenía intención de detenerse en Bayside a por un helado antes de dirigirse de
regreso a la oficina para resolver todo.

En lugar de helado había conseguido problemas, una mano lastimada, un


brainstorm financiero de último minuto y… su mente conjuró una imagen de la
delgada forma de Kerry, envuelta en una sudadera demasiado grande, de pie junto
a la ventanilla del automóvil cuando dejó bajar a la joven. Había puesto una mano
en el brazo de Dar y apretado.

"Te devolveré la sudadera el lunes... gracias por dejármela prestada."


Dar le había hecho un gesto con la mano, un poco avergonzada.
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"Quédatela... tengo docenas y docenas… créeme." Había mirado alrededor,


viendo el Mustang estacionado cerca, su ventana pulcramente tapada. "¿Vas a estar
bien con eso?"

Los ojos verdes habían seguido el suyos y Kerry había suspirado. "Sí… uno
de los chicos de aquí trabaja en un taller mecánico… es bastante buen amigo mío."
Entonces había levantado la mirada e inspirado. "Gracias por venir en mi rescate..
y me alegra que todo saliese bien."

Dar había sonreído. "Yo también." Palmeó el brazo de Kerry. "Vete a


descansar... hablaré contigo el lunes."

Y eso había sido todo. Se alejó, comprobando su espejo retrovisor unas


cuantas veces sólo para asegurarse que la mujer rubia entraba bien y se puso en
piloto automático para el largo y lluvioso paseo a casa.

Ahora escuchó y oyó aquietarse fuera el tamborileo de la lluvia, y puso su


brazo bajo la almohada con un gruñido satisfecho. Nada de correr hoy. Hoy era el
momento perfecto para acurrucarse en la calidez de la cama de agua, subirse las
mantas y recuperar algo del muy necesitado sueño.

Estaba justamente durmiéndose de nuevo cuando sonó el teléfono.


Dar suspiró. "No hay nadie en casa."
Continuó sonando y finalmente extendió la mano y le dio a la tecla del
altavoz. "¿Sí?"

"Buenos días, Dar." La voz parecía complacientemente contenta.

"¿Qué quieres a las seis a.m., Dukky?" murmuró Dar. "Envié las
actualizaciones anoche."

"Oh... lo sé." La sonrisa era audible. "Solo quería felicitarte por el


verdaderamente brillante juego de piernas financiero."

"¿A las 6 a.m.?" suspiró Dar. "Podrías enviarme un email."


"En realidad, eso es el por qué te estoy llamando… se ha corrido la voz de
que conseguiste un empleado," declaró Duks. "Mariana ya ha recibido cuatro
indagaciones… cuándo te... hum.. despiertes... ¿podrías, por favor, enviarle
exactamente lo que estás buscando antes de que la pobre se vea abrumada?"

Dar dejó sus ojos abrirse soñolientamente. "Duks... sólo lleva anunciado seis
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 88 de 88

condenadas horas," protestó. "No creí que fuese tan popular."

El VP se rió entre dientes irónicamente. "Detesto desvelarte esto, amiga mía,


pero no lo eres. Todos están convencidos que esto significa que dejas vacante esa
encantadora oficina... y quieren una oportunidad." Se aclaró la garganta.
"Especialmente desde que el anuncio vino del logon personal de Les."

"Eso... no es lo que pretendia al anunciarlo…" se quejó Dar. "Jesús, Duks...


sólo he pedido un poco de ayuda, eso es todo... quería un ayudante, no un
remplazo."

Un pequeño silencio. "Dar Roberts pidiendo ayuda… eso es rebuscado,"


Duks contestó despacio. "¿Tienes a alguien... en particular... en mente?"

Ahora fue el turno de Dar de estar callada. "No lo sé," dijo finalmente.
"Quizá."

"Mm." Reconocimiento contable de información tácita. "Ten cuidado, Dar…


ese podría ser un puesto peligroso para ti. Escoge a alguien que no vaya a
inmediatamente apuñalarte por la espalda." Se aclaró la garganta. "No compensa
permitir que la gente entre, ¿sabes?"

Dar miró fijamente la cómoda, en sombras en la oscuridad del pre amanecer.


"Lo sé," contestó suavemente. "Gracias por la advertencia, Dukky." Hubo un clic
cuando él colgó. Se volvió y consideró el techo sobriamente. Complicaciones ya.
Había usado su momentánea influencia para tener aprobado el puesto, no
realmente pensando en las consecuencias o en lo qué parecería.

Ni tan siquiera había considerado realmente… no, eso era mentira. Había
estado pensando precisamente en Kerry cuando lo había pedido… y había parecido
esa una solución tan ingeniosa en su momento. La mujer tenía talento y potencial,
era aguda… habría sido una buena adición al equipo.

¿Y qué pasaba con Kerry? Estaba dolida por toda la situación con su
compañía... ¿quería Dar exponerla al entorno muchas veces más vicioso de los
niveles superiores de la corporación? ¿Era eso justo para la chica?

¿Estaba siquiera realmente interesada? Parecía que lo estaba anoche, pero…


eso podría ser hipercansancio y una reacción al día. La mañana ciertamente traería
una actitud más sensata y Dar silenciosamente esperó que la joven al menos lo
reconsiderara y permaneciera en la cuenta Associated.
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No le gustaba ver al talento abandonar la compañía. ¿Verdad?


Dar se puso las mantas sobre la cabeza y suspiró. Oh Dar… miente a todos
menos a tí misma, ¿ recuerdas? Te gusta la diablillo. Te recuerda lo que solías ser,
hace mucho tiempo. Todo principios y honor.

Ahora mira. ¿Es también eso lo que quieres para ella? Déjala donde está... o
permítele irse y encontrar otra cosa... un lugar pequeño donde no tenga que estar
expuesta a gente como… tú. Un peso se asentó inesperadamente sobre el pecho de
Dar.
Era una silenciosa depresión que había estado experimentando cada vez más
a menudo últimamente, haciéndole cuestionarse cual era el sentido de hacer lo que
estaba haciendo, de ir a los lugares a los que va. Un sentimiento de desesperación
que le hacía desear simplemente acurrucarse aquí en la oscuridad y jamás salir.

Su solución hasta ahora era involucrarse todavía en más trabajo, lo que


normalmente la distraía lo suficiente para hacer que el sentimiento se marchase.
Con un suspiro retiró las mantas y se deslizó de la cama, caminando al baño
y encendiendo la luz. Usó el baño, después se salpicó unas palmadas de agua en la
cara, deteniéndose para considerar su reflejo cautelosamente. La miraron ojos
azules inyectados de sangre, acentuados por sombras oscuras que añadían años a su
edad.

Se volvió y apagó la luz, saliendo a la sala de estar donde descansaba su


cartera sobre la mesa de café. Abrió la cremallera y sacó el portátil, conectándolo
al cordón puesto para ese propósito, e iniciándolo. Entonces entró en la cocina y
miró fijamente la cafetera, pasándola y yendo en cambio al refrigerador. Se sirvió
un vaso de leche del dispensador, entonces agregó al vaso tres chorros de sirope de
chocolate y lo mezcló. Bebió a sorbos la bebida mientras se sentó en el largo sofá
de cuero y pulsó los botones que empezarían una conexión con la oficina.
Un toque al mando encendió la enorme pantalla de TV mientras estaba
esperando y zapeó por los canales por cable, pasando CNN y MSNBC y poniendo
Cartoon Network, que estaba emitiendo Space Ghost Coast to Coast.

"Mejor comentario que el de Dan Rather," murmuró, mientras miraba hacia


abajo, observando descargarse su email. Se retrepó contra los cojines, entonces
decidió tenderse del todo y equilibró el portátil sobre su estómago. Dejó a sus ojos
examinar el listado, entonces sus ojos se iluminaron un poco. "Tch, tch... anoche te
dije que te acostaras, niña."

Sin embargo pulsó el email.


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Kerry Stuart - Enviado 1:01 AM


Hola.

Sé lo que estás pensando - ¿qué está haciendo esta loca enviando correo a
la 1 a.m. después de un día como hoy? Bueno, no empecé haciendo eso - me duché
y me cambié y mullí mis almohadas y contesté dos mensajes frenéticos en mi
contestador, porque la gente vio mi automóvil remolcado aquí, y después estaba
simplemente tumbada allí creyendo que esto de dormir no iba a ser problema.
Pero como que me puse a pensar que había algo que no había hecho y
siguió molestándome y molestándome hasta que justo me rendí y me figuré qué
era.
Era decidir qué deseaba hacer con mi vida en este momento y sé que,
probablemente, estás sentada ahí leyendo esto pensando que he perdido la
chaveta, pero... no la he perdido.
Si ibas en serio sobre ofertar ese puesto del que hablaste, voy a solicitarlo.
Sé que probablemente hay otras diez mil personas más cualificadas, pero tengo
esta loca idea de que quizá puedo encontrar mejores formas de que la gente haga
las cosas, para que no sea tan brutal y no se hiera por dentro a la gente sólo por
hacer negocio.
Eso suena bastante ingenuo. Parezco una palurda del medioeste recién
diplomada, ¿no? Uy.
Bueno, en cualquier caso, lo que hice fue entrar y encontré ese anuncio tuyo
y mandé una solicitud formal de consideración. También adjunté mi curriculum
vitae, como decía - aunque deducir dónde pulsar en esa aplicación CAS da
verdadero dolor de cuello, ¿sabes? Ahora me siento mejor y creo que podré
dormir.
Sé que no tengo muchas posibilidades - es tan raro pensar que antes de la
cena estaba maldiciendo tu nombre y a medianoche estoy esperando lograr
trabajar para ti.
Aunque si puedes meterme de vuelta en mi antiguo trabajo, eso sería
fantástico. El lunes va a ser una verdadera locura y hay una cosa que me olvidé
agradecerte - y son las compensaciones por despido. Transforma despedir a
alguien de una odiosa sentencia, a lo que puedo presentar como una buena
oportunidad para cambiar, para que esta gente pueda encontrar otra cosa, sin
tener la presión de las facturas colgando sobre sus cabezas. No sabes cuánto
significa eso... sobre todo ya que cuatro tienen hijos en edad escolar que quedan
cubiertos bajo el seguro.

Gracias, Dar. Realmente lo digo en serio.


Pasa un gran fin de semana.
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Kerry.

Dar sintió aparecer una sonrisa y la dejó mientras leía el correo dos veces
más. Entonces muy deliberadamente entró en su sesión CAS y repasó su lista de
trabajo. Una ceja se alzó cuando vio los treinta o así de respuestas y examinó los
nombres.

Todos cualificados, de sobra. La mayoría junior, aunque unos eran gerentes


senior de cuentas, con montones de experiencia en lo que ella hacía. Varios
candidatos, de hecho, ya eran ayudantes de otros VP. Buenos, sólidos empleados
con pasados estables y excelentes referencias.

Pulsó sobre la solicitud de Kerry y la repasó. Absolutamente ninguna


experiencia en ninguna faceta de lo que ella hacía. Absolutamente ninguna
experiencia en mercados múltiples, ninguna experiencia en ultramar, ninguna
experiencia en OPAs corporativas.

Un temerario y pirata destello entró en los ojos azules de Dar.

Fue tan fácil. Dos clics y la tecla F3 para enviar. "Oh, mira." Dar lo hizo
antes de que pudiera pararse y pensarlo mejor. "Acabo de contratar una ayudante."
Tomó una profunda inspiración . "¿No es maravillosa la tecnología?"

Mariana iba a matarla. Las regulaciones de la compañía estipulaban que


tenía que entrevistar y evaluar a cada candidato, y producir documentación escrita
para apoyar su elección. Pulsó el correo.

Mariana

Acabo de contratar a Kerry Stuart de la cuenta Associated Synergenics


como mi ayudante. Por favor procesa su papeleo - imaginé que te sería más fácil
dado que técnicamente es una candidata externa - puedes contratarla y
traspasarla todo de una vez.
Tráela como un 10, paquete normal, completo - la enviaré a rellenar
formularios en algún momento de la próxima semana.
Sé que todos serán un coñazo - sólo diles que es a discreción del gerente y
que pueden verme personalmente si tienen algún problema.
Dar.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 92 de 92

Una fisura. Dar adoraba las fisura. Trayendo a Kerry como externa burlaría
la mayoría del histerismo y podía simplemente ignorar el resto. De todas formas,
Mariana estaba acostumbrada a eso… a discreción del gerente era una contraseña
en la compañía. Un montón de las reglas quedaban deliberadamente vagas y tenías
que aceptar la responsabilidad por lo que decidías.

Dar siempre lo hacía. Incluso cuando las decisiones habían resultado


erróneas, todavía se negaba a esconderse detrás de nadie y ponía el peso de la
culpa sobre sus propios hombros. Era lo que retenía a todos, incluso a esa gente
que la odiaba… y había un montón de ellos, era por lo que todos la respetaban.
Cuando Dar Roberts tomaba una decisión, la mantenía, al cien por cien.

Con una sonrisa se frotó las manos, entonces tomó una largo trago de su
leche con chocolate antes de empezar a teclear.

Kerry

Recibí tu nota.
Adjunto a este email encontrarás las políticas corporativas y
procedimientos, incluyendo el código de vestuario. Podrías querer echarle un
vistazo a eso. Los jeans no se permiten durante las horas comerciales normales.
Estimo que debiera tardar aproximadamente una semana tener el papeleo
completado y eso te dará oportunidad para asentar tu asignación actual. Llámame
si tienes cualquier pregunta.
Dar.

Con un sentido inevitable, pulsó enviar. Todavía tenía dudas, todavía tenía
preguntas acerca de si estaba haciendo lo correcto para Kerry, pero… estaba hecho.
El tiempo diría si ésta fue una buena decisión, o una de las que vivía para lamentar.

***
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 93 de 93

Bueno... ¿qué pasó?" preguntó el hombre alto de piel oscura, sus ojos en la
ventana rota.
"Hum…. Una piedra," murmuró Kerry. "Debe haber… caido de la autovía o
algo así."

Los ojos castaño le lanzaron una mirada de incredulidad. "Venga, cariño…


puedes darme algo mejor que eso…" Jerry le agitó un dedo. "¿Tienes un nuevo
novio, quizá? ¿Tuviste, cómo se llama, una riña?"

Kerry se rió suavemente. "Uh... no... no... ningún nuevo novio... yo..." Ojeó
alrededor. "Jerry, estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado...
algunos tipos simplemente decidieron romper el coche… me largué." Puso una
cara. "No quiero hacer un gran cosa de eso... no les vi, así que…"

"A-já." Jerry le agitó los dedos. "Te capto... nada de problemas." Estudió el
automóvil. "Sesenta dólares."

"Genial." La mujer rubia sonrió y entregó las llaves. "Eres un salvavidas."


"De cereza, espero." Río el hombre. "Mi sabor favorito." Le palmeó el
hombro. "Eh... ¿te cortaste?" Le alzó la mano y la estudió. "Parece que le pegaste a
algo."

"Hum…" Kerry se pasó los dedos por su cabello. "Un accidente."


Jerry la miró, ahora serio. Le alzó la barbilla para tuviera que mirarle a los
ojos. "Amiga, ¿tienes problemas?"

"No." Agitó su cabeza positivamente. "Casi los tuve, la pasada noche… pero
alguien apareció y les espantó y estuve bien, de veras... incluso me trajo de regreso
aquí."

"Mmhm… ¿fue agradable? ¿fue un caballero?" inquirió Jerry.


Kerry reprimió una sonrisa. "Era ella." Sus ojos centellearon un poco. "Y…
fue maravillosa."

º
"Ahhhhhh… ok." El mecánico se rió entre dientes. "Terminaré
esto probablemente esta noche, quizá mañana, ¿ok?"
Asintió. "Genial."

Colleen vino detrás de ella y puso una mano en su hombro. "Eh, chica."
Kerry se volvió y sonrió. "Eh… escucha, gracias por llamar anoche...
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 94 de 94

lamento haberte dado un susto ayer." Se movió hacia la puerta de su apartamento.


"Ven dentro... hace húmedad aquí fuera."

La pelirroja la siguió, cerrando la puerta detrás de ellas y moviendose


rápidamente a donde Kerry estaba, apilando copias impresas que ya no necesitaría
en su escritorio. "Bueno… ahora cuéntamelo todo." Su voz era ávida. "Anoche te
habría matado… cinco palabras y te habías ido."

Kerry terminó su tarea, entonces sonrió abiertamente y tiró de su amiga


hasta el sofá. "Siéntate… es una larga historia…" Esperó que Colleen se sentase,
entonces puso las piernas debajo de sí y apoyó un brazo en la parte de atrás del
sofá. "Bueno... ¿dónde empiezo?"

Le contó a Colleen toda la historia, observando la mandíbula de la otra


mujer desplomarse de asombro.

"Uoa... uoa... uoa… espera un Jesús, María y José momento." Alzó su mano.
"Déjame aclarar esto… averiguaste que todos ibais a ser despedidos, así que
condujiste hasta los cayos, entonces te quedaste sin gasolina en el regreso, te
quedaste tirada cerca de las vías en el centro de la ciudad, fuiste asaltada, entonces
fuiste rescatada, a modo de cruzado volador con capa al rescate, por Dar Roberts.
¿Lo tengo claro hasta ahora?"

"Um… esencialmente, sí." Kerry sonrió abiertamente. "Sólo que lo hizo


como si no fuera nada... como si sucediese que pasaba por allí y los tipos huyeron
o algo.. pero sé que tenía que haberles hecho algo porque sus manos estaban todo
magulladas y oí al menos a uno de los tipos gritar."

"Uou," Colleen chilló. "¿Está... como... en el karate o algo así?"


"Mmm…". Kerry pensó sobre eso. "No sé… pero creo que está en algo...
tiene todos esos músculos en sus brazos... como aquí." Se palmeó sus hombros. "Y
cuando camina, como que... bueno, puedes decir que no está sólo sentada todo el
día en su oficina."

"Ooo…" Colleen se carcajeó. "Bueno... ¿qué estaba haciendo... vagando por


las calles buscando damiselas en peligro?"

"Tch..." Kerry le palmeó la pierna. "No... en realidad... yo... hum... la llamé...


no, no me mires así, ¿ok? Tenía este número que me dijo que usara si tenía
cualquier problema con su escuadra de matones... me figuré que era de algún
lacayo suyo, así que llamé, pensé que podría conseguir que él llamara a la Triple A
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 95 de 95

o algo así por mí."

"Pero no lo era, ¿eh?" Colleen parecía fascinada. "Esto es más y más


intrigante."

"No… no, era de ella..." admitió Kerry. "Así que colgué... pero me volvió a
llamar… y me preguntó ónde estaba... me sentí como una idiota diciéndole que me
quedé sin gasolina... pero.." suspiró. "Como sea, estos tipos vinieron a por mí y le
dije que llamara a la policía, entonces golpearon el automóvil y de veras daba
miedo... entonces lo siguiente que supe es que se habían ido y ella estaba allí." La
mujer rubia se rió un poco. "Chico... para alguien a quien estaba odiando media
hora antes, ciertamente me alegré de verla. "

"Así que… estás despedida, no obstante" Colleen dijo, preocupada. "¿Qué


vas hacer?"

"Bueno... no lo estoy... realmente... mira, volvimos a su oficina despues de


todo el asunto... y revisó los números de nuevo.. y finalmente tuvo un brainstorm o
algo así… y lo hizo funcionar para que estuviéramos bien." Kerry tomó una
inspiración. "Fue realmente asombroso... le dijo a algún jefazo suyo que había
estado trabajando, en lo que fuera esa cosa, durante cuarenta ocho horas sin
dormir."

"¡Jesús!" resopló la pelirroja. "Así que, no estás despedida."


"No," estuvo de acuerdo su amiga.
"Y... ¿ella no es tan mala?"

Una sonrisa. "No." Kerry negó con la cabeza. "Realmente no lo es... quiero
decir que ella es todo negocios, ¿verdad? Y creo que ella despide a alguien como la
mayoría de los demás se suenan la nariz o algo así... pero hacia el final de la noche,
ella estaba simplemente bien... y tuve la sensación de que realmente podíamos...
como llevarnos bien, si realmente lo quisiéramos."

Colleen silbó. "Mi jefe no se lo creería.. deberias oír cómo habla de ella...
pensarías que era la hija del mismo diablo."

Kerry levantó la mirada cuando su PC pitó. "Uoops…" Se levantó y revisó


la pantalla. "Correo, ¿en sábado?" Pero una emoción de anticipación recorrió su
espalda mientras abría el programa, examinando la bandeja de entrada y soltando
una suave respiración cuando vio el primer nombre en la lista. "Bueno... hablando
de Dar Roberts…" Pulsó el mensaje y lo leyó, entonces lo leyó de nuevo. "¡Que…"
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Colleen había caminado detrás de ella se y asomó por encima de su hombro.


"¿Qué significa eso?" estaba confundida. "¿Por qué necesitas preocuparse por su
código de vestimenta? No trabajas en ese edificio."

"Uh." Kerry cerró el mensaje, entonces abrió una sesión de terminal y hojeó
a través de sus notas mientras pedía un logon al mainframe. "Ok... apretar esto,
entonces ir allí… login, contraseña… oh, infierno… ok, probar otra vez... ah."
Accedió a sus propios archivos de empleada, entonces miró fijamente la pantalla
principal con incredulidad. "Oh… santo cielo."

"¿Qué?" Colleen se asomó a la pantalla. "¿Qué es un ORGID?" preguntó.


"Suena desagradable."

"Lo hizo," Kerry respiró, la punta de su dedo trazando el cambio en su


departamento y situación, y… su supervisor.

Roberts, D.
"¿Hizo qué?" la pelirroja le atizó. "Vamos, Ker… suéltalo... ¿qué está
pasando aquí?"

"Me contrató," masculló Kerry.


"Creía que ya estabas contratada," vino la confundida contestación.

"Bueno... sí, pero tenía este… quiero decir, me contrató para trabajar para
ella," respondió Kerry, aturdida. "Estaba buscando un ayudante."

"Jesús, María madre de Dios," Colleen rechinó. "¿¿¿¿TÚ vas a ser la


ayudante de Dar Roberts????" Golpeó a Kerry en la espalda. "¿¿¿Tú??? ¡¡¡¡Oh,
dios mío!!!!"

"¡¡Ou!!" Kerry se agachó quitándose de en medio. "Corta eso… tengo


arañazos de ese estúpido cristal…" Pero se sentía eufórica. "Y... sí… supongo que
voy a trabajar para ella... no esperaba que tomara la decisión tan rápido... pero,
ahora que lo pienso… no me sorprende. No creo que le guste perder el tiempo
dándole vueltas a las cosas."

¡¡¡Uoooooo!!! Por dentro estaba dando saltos. "Uou."


"Ok, chica… esta noche, fiesta," decidió Colleen. "Necesitas salir y
celebrarlo... porque, permíteme decirte, por lo que he oido, no vas a tener
oportunidad de respirar una vez empieces a trabajar para ella." Le tiró de la manga
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a Kerry. "Hagamos el Cocowalk y después pegemos el Improv, entonces tengamos


una cena tardía en Monte… buscaré a Pete y Reggie.. y a otros pocos de por aquí,
¿ok?"

Kerry sonrió abiertamente. "Claro... eso parece divertido… puedo hacerlo..."


estuvo de acuerdo. "Mañana… dioses... tendré que ir a comprar ropa… no tengo
nada bastante bueno para ese mausoleo… es enorme."

"Ooo... oo... ooo…" Colleen agitó las manos. "Yo también iré de tiendas,
adoraría verte para variar en algún elegante traje de ejecutiva… esto va a ser
genial." Se puso de pie. "Volveré… quédate justo aquí, Srta. ejecutiva corporativa
Alta y Poderosa."

Kerry giró los ojos. "Ok… he de averiguar que es el resto de este correo, de
todas formas… son las 2 pasadas, ¿quieres que nos encontremos enfrente a las
cinco?"

"Puedes apostar," Colleen estuvo de acuerdo, entonces se apresuró fuera.


"Eh... invitaré a Gary… realmente le gustas."

La mujer rubia le agitó la mano. "De acuerdo... de acuerdo... sólo dile que no
hable sobre su trabajo todo el rato, ¿ok?"

"Kerry... no puede evitar trabajar en la Central de Aguas y Residuoa," le


reprendió la pelirroja. "Está muy emocionado al respecto."
Los ojos verdes se asomaron por encima de monitor.
"Ok... ok... me largo de aquí," se rio Colleen. "Se lo diré."

Kerry se sentó atrás, mientras la puerta se cerraba y releyó su correo por


tercera vez. "Tío, oh tío… no puedo creerlo." Miró el teléfono. "Supongo que
mejor dejo entrar a la familia en esto." Levantó el receptor y marcó un número,
esperando hasta que oyó contestar a una voz. "Mamá."

"Oh... hola, Kerry," replicó al voz átona e imperturbable de su madre. "No te


esperaba hasta esta noche… ¿hay algún problema?"

"No... no... tengo buenas noticias... pensé comunicarlas," contestó Kerry


calladamente. "Fui ascendida."

"Eso es encantador, querida… pensé que quizás ibas a decir que dejabas esa
extraña ciudad y te venias a casa... ¿qué tipo de ascenso fue?"
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 98 de 98

"Bueno, fuimos comprados… creo que te dije que estaba sucediendo la


semana pasada."

"¿Oh? Oh, sí... lo mencionaste," recordó Cindy Stuart. "Tu padre estaba
diciendo que tiene tratos con esa compañía."

"Mm.. sí, son bastante grandes… había una vacante allí, en el equipo de
operaciones. La solicité y me aceptaron," le contó Kerry cuidadosamente. "Estoy…
bueno, tengo que ir de compras a por ropa nueva mañana…"

Una nota de preocupación entró en la voz de su madre. "No has estado


ganando peso de nuevo, ¿verdad, querida?"
"Oh... no... no..." la tranquilizó Kerry. "No... de hecho, perdí unas libras los
últimos días… um... no, es… bueno, voy a ser la ayudante de uno de sus Vice
Presidentes, así que tengo que ponerme elegante."

"¿Oh?" Ahora su madre pareció más interesada. "¿De veras? Eso parece
más… bueno, tienes que asegurarte de causar buena impresión… tienes un Macy's
allí abajo, ¿no es cierto?"
"Bueno, sí, pero.."

"Excelente... toma mi tarjeta, querida, y ve a escoger algunos bonitos trajes


nuevos… algo en verde, creo, iría bien con tu cabello… ¿se ha puesto más claro?
Lo hizo el verano pasado… y asegúrate de conseguir bonitos zapatos, no esas
horribles zapatillas que normalmente llevas." Una pausa. "¿Harold? ¿Harold, eres
tú? Es Kerry al teléfono… querido, va a trabajar para uno de sus Vice
presidentes… ¿no es espléndido?"

Un susurro, entonces la profunda voz de su padre retumbó por la línea.


"¿Kerry?"
"Sí, padre," contestó Kerry calladamente. "Es verdad.. he sido ascendida."

"Bueno, bueno... eso es encantador... me alegra que reconozcan la calidad


cuando la ven... no como la insignificante compañía para la que trabajaste… estas
son buenas noticias." Se aclaró la garganta. "¿Para quién vas a trabajar? Conozco a
un puñado de gente de su escafón superior… naturalmente, dado que hacemos
licitaciones para el estado y ellos son un gran contratista..."

"Dar Roberts," Kerry saboreó el nombre, haciéndolo rodar por su boca con
una especie de placer.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 99 de 99

Un instante de silencio. "Jesús," ladró su padre. "Esa no es sólo uno de sus


VP, niña… es el perro lider en esa perrera... hemos estado intentando encontrar una
pista sobre ella durante…" su voz se perdió. "Bueno, bueno, eso no importa...
aunque esto podría ser de gran valor para mí... buen trabajo, Kerry… muy bueno.
Estoy muy orgulloso de ti."

Kerry sitió una tensa sonrisa afilar sus labios. "Gracias." Oyó la voz de su
madre al fondo.
"Le he dicho que tome mi tarjeta de Macy's, Harold, y se vista para
impresionar a esa gente."
"Buena idea, cariño," regresó la voz de su padre. "Escucha a tu madre,
¿oyes? Ve a la tienda y compras cosas que les tumbe de espaldas, ¿de acuerdo?"

"Lo... haré lo mejor que pueda, padre." contestó Kerry.

"Quiero que envíes fotos, ¿de acuerdo?" vino la ruda demanda. "Quiero
asegurarme que estás dando la impresión correcta... esto podría ser muy valioso
para mí." Una pausa. "Iba a traerte a casa… estábamos pensando en tener la boda
por primavera, pero esto… esto podría merecer la espera."

"Enviaré fotos, lo prometo."

"Bien. Toma, habla con tu madre."

"Tu padre está muy emocionado, querida," la voz de su madre sonaba


petulante. "No le he visto tan entusiástico desde que esa mujer de negocios
apareció." Hizo una pausa. "Tu hermana está embarazada de nuevo, por cierto...
asegúrate de felicitarla cuando hables después con ella."

"Lo haré… gracias... ¿cuándo lo supo?"

"La semana pasada... pero ya lo sospechábamos hacía tiempo," respondió su


madre. "Por supuesto, Barry tiene una cara tan fea... estoy esperando que tú y
Brian me deis hermosos nietos." Un susurro. "Bueno, tengo que irme, querida,
corre a la tienda y pásatelo bien."

"Gracias, madre... lo intentaré." Kerry suspiró mientras colgaba y miraba


fijamente el receptor con tranquila aversión. "Me alegra que se acabase." Devolvió
su atención al correo y se sentó, crujiendo sus nudillos mientras empezaba una
réplica al mensaje de Dar.
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Dar,

Uou... pensó para sí. Me gusta ese nombre. Me pregunto de qué es


abreviatura.

***

D.R

Te mueves realmente rápido, ¿no te lo ha dicho nunca nadie? Casi me


provocaste un ataque cardíaco cuando verifiqué mi estatus en CAS.

Ok - tengo el archivo anexo - aunque estoy algo perdida - ¿puedes darme


algunas pista sobre lo que es apropiado llevar en la oficina? Supongo un viaje a
Macy's está al orden del día - pero me encantaría si me dieses una indicación, ya
que sé que no tienes ningún problema en ese área.

Bueno, ha sido toda una semana - mis amigos me llevan esta noche a
Improve y después a Monte, porque me dicen que no tendré oportunidad de
respirar una vez empiece a trabajar para ti.
Espero que eso sea verdad. Estoy realmente emocionada - espero no
defraudar a nadie.

Kerry

Resultaba un poco extraño - estar enviandole un correo tan informal a esta


persona, a esta… no estaba segura de lo que pensaba sobre Dar Roberts, pero tenía
la sensación de que sabría mucho más sobre ella bastante pronto.

Dar entró en el aparcamiento del centro comercial y giró en un sitio en el


fondo del lado norte, donde no muchos aparcaban. Aunque no le importaba el
paseo y le merecía la pena el no tener que forcejear con la multitud más cerca de
las tiendas. Cerró el Lexus, entonces metió sus llaves en una pequeña bolsa que
había colgado de su hombro y se dirigió hacia el conglomerado de edificios.

It was weird. Odiaba comprar. No tenía ni idea de por qué había contestado
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 101 de 101

al correo de Kerry de ayer con una oferta de encontrarla aquí y ayudarla a escojer
ropa nueva... ¿en qué infiernos estaba pensando? Especialmente aquí en
*Aventura*, hogar de los excentricos de la buena sociedad, los condo comandos y
la bandada de snowbird del Infierno.

Suspiró mientras esquivaba un Lincoln Town más largo que su oficina y


observaba como su anciano conductor simplemente escogía aparcar el yate justo
delante de la tienda.

Oh, bueno... no la mataría... además, la chica parecía tan insegura… quería


causar buena impresión y con eso, por lo menos, Dar estaba de acuerdo. Ya sería
bastante sensacional que escogiese ayudante después de anunciarlo durante menos
de veinticuatro horas - Kerry estaría bajo intenso escrutinio las primeras semanas.
Podría también asegúrarse de que la chica se sintiese segura con lo que estuviera
usando .

Dar abrió la entrada trasera a Sears y se deslizó dentro, pasando por la


sección de hardware y atravesando la entrada al centro comercial principal. Una
cacofonía de la música del centro comercial, sonidos de un pase de moda, pájaros y
una docena de idiomas la rodearon y echó un vistazo alrededor, se orientó antes de
dirigirse por la escalera mecánica a la segunda planta.

Macy's estaba en el mismo corazón del centro comercial, cerca del ajetreado
comedor, pero Dar no tuvo ningún problema para encontrar su objetivo. Kerry
estaba apoyada contra la baranda, asomándose al pase de moda que estaba
desarrollándose debajo y Dar se tomó el momento mientras se aproximaba para
estudiar a la joven.

Había escogido pantalones cortos caqui y una recia camisa blanca y tenía su
rubio cabello hacia atrás en una trenza suelta, parte de la cual colgaba sobre su
hombro mientras miraba. Se inclinaba sobre sus codos para ver mejor y la luz de
arriba caía en suave cascada alrededor de ella, resaltando las suaves líneas lisas de
su rostro. Cambiaron mientras se volvía, quizás sintiendo ojos sobre ella, y su
mirada se encontró con la de Dar.

Involuntariamente, Dar estaba segura, se formó una sonrisa, que se extendió


a sus ojos verde mar y frunció la piel alrededor de su nariz y boca.

No, se dio entonces cuenta. Esa sonrisa es por mí. Bueno, mejor que la
mirada cauta y suspicaz que recibió antes, supuso Dar. "Hola."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 102 de 102

Kerry se alejó de la baranda y arregló su camisa con un gesto automático.


"Hola... oye, gracias por ofrecer ayudarme a hacer esto... no puedo creer que te
tomaras el tiempo."

Dar se encogió de hombros. "Normalmente, no podría… pero ya que


entregamos los informes trimestrales ayer, no hay nada fijado para este fin de
semana." Gesticuló. "¿Vamos?"

"Bueno... gracias." Kerry parecía un poco nerviosa. "Um... ¿compras mucho


aquí? He estado aquí unas cuantas veces... me gustan algunas de las tiendecitas...
¿sabías que hay una tienda de la Warner Brother aquí? Me gusta Tweety."

Dar se rió entre dientes. "No... en realidad no he estado aquí desde que
construyeron el anexo… tendré que echar un vistazo." Hizo una pausa. "He...
um… he estado en la tienda de Disney, no obstante."

Entraron en Macy's y atravesaron rápidamente el mostrador de perfumes,


que tendia a estar abarrotado. Dar tomó la delantera y se deslizó entre varios
pasillos, llegando a la sección que ofrecía comedida y clásica ropa de negocios.

"Mm." Kerry tocó una blusa de seda. "Es bonito."


Dar tomó una inspiración y tomó el mando. "Ok… veamos." Repasó las
perchas y trasteó por lo ofrecido, entonces escogió un juego de falda y chaqueta, en
un rico verde azulado. "Algo así estaría bien." Hizo una pausa y sus cejas se
fruncieron. "Oh... toma, con este tipo de camisa." Sacó una blusa de seda color
crema. "¿Captas la idea?"

Kerry tocó la etiqueta, entonces comprobó el tamaño. Le dirigió a Dar una


mirada perpleja. "¿Escogiste esto por casualidad esto o adivinaste qué tamaño
tengo?"
La mujer mayor permitió emerger brevemente una sonrisa. "Simplemente
digamos que... tengo un buen sentido espacial tridimensional."

Un resoplido. "Oh... claro... puedes decirlo... no lo intentaría rápido dos


veces." Ojeó el conjunto. "Bueno, déjame probar esto sólo para verificar el
tamaño… nunca puedes decir con estos diseñadores." Aceptó una chapa de la
vigilante de los probadores y se metió en uno, colgando el traje y mirándolo
fijamente. "No está mal, realmente..." Meditó, gustándole el color.

Costó un momento quitarse su ropa y meterse en la falda, cerrando la


cremallera y ajustando la cintura un poco. Se ceñía a sus caderas y mantenía una
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línea bastante recta, que ella prefería a los pliegues. Entonces se puso la blusa de
seda, sonriendo mientras el frío tejido se calentaba contra su piel, y la remetió
dentro de la falda, poniéndose la chaqueta por encima de ambas. Se ajustó la ropa,
entonces inspeccionó el resultado en el espejo.

Hmm. No parezco rellena. Se hizo una mueca en el espejo. Pero ese edificio
es pretencioso, así que... con un suspiro, asomó la cabeza por la puerta y atisbó a
Dar contra la pared, observando pasara a la gente. La ejecutiva parecía cualquier
cosa menos eso, en sus vaqueros desvaídos y camisa color salmón, que estaba
metida en el cinturón de cuero trenzado de su cintura. Su moreno cabello estaba
suelto y simple, libre sobre sus hombros, y tenía un mínimo de maquillaje, que le
iba a su piel bronceada. "Eh..." Kerry llamó suavemente.

Los ojos de Dar saltaron de la muchedumbre a ella, el azul pálido


desconcertante como siempre. Una oscura ceja se alzó y una mirada de aprobación
cruzó su rostro. "Ajá... eso mismo." La ejecutiva asintió. "¿Qué crees?"

Kerry caminó, tirando del tejido. "Bueno, creo que me siento como una
bibliotecaria, pero.."
De repente, sorprendentemente, Dar sonrió, incluso mostrando blancos
dientes y el más débil centelleo en sus claros ojos. "El Condado de Dade debiera
ser tan afortunado," comentó secamente, "La alfabetización subiría, eso seguro."

La mujer rubia devolvió la sonrisa, un poco desconcertada. ¿Estaba siendo


cumplimentada? Era dificil de decir. "Ok... bueno, he cogido la idea... unos cuantos
más y… um.. si tienes otras cosas para hacer, no te molestes esperando... aunque
realmente aprecio que vinieses hasta aquí, Dar."

Dar echó un vistazo alrededor, entonces se cruzó de brazos. "Para decirte la


verdad, tenía que venir aquí de todas maneras... hay unas cosas en Lord and Taylor
que necesito recoger... y yo misma debiera buscarme una o dos nuevas chaquetas
deportivas…" Lo consideró durante un instante. "De todas formas probablemente
deberíamos charlar unos minutos antes de mañana. ¿Que tal si terminamos aquí,
entonces agarramos unos emparedados en el nuevo ala, para que así podamos
sentarnos y hablar?"

Kerry pestañeó. "Um..." Bueno, claro… es mi nueva jefa, tiene todo el


sentido. "Claro… eso parece perfecto... tengo algunas cuestiones y cosas que
debiera preguntar, y ese tipo de cosas."

"Bien," Dar asintió vivamente. "Vamos entonces... escojamos el resto de tu


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ropa."

Kerry miró el menú, entonces echó un vistazo sobre la mesa a la alta mujer
morena, que estaba fisgando el techo, observando un gran leopardo de peluche
colgado sobre sus cabezas. Un retumbar de trueno resonó alrededor de ellas y, por
un instante, creyó que era real, entonces se dió cuenta de que era parte de la
ambientación del restaurante.

El Rainforest *Café* era definitivamente diferente. Pequeños chorritos de


agua estaban por todas partes y una suave neblina se elevaba del plantador detrás
de ella. A un lado, un trío de coloridos pájaros estaba siendo engatusados para
hacer trucos por un camarero de camisa roja, y estaban rodeados por una cueva
como muros y espeso follaje selvático.

Dar se estiró y tocó la cola del leopardo, y, como con una señal, el animal
soltó un rugido mecánico, causando que la ejecutiva retirase la mano de golpe en
un movimiento sobresaltado. Frunció el ceño, entonces miró a Kerry, que se estaba
mordiéndose el labio para evitar sonreír. "Crees que es divertido, ¿eh?"

Kerry se aclaró la garganta. "Um... no... no… como principio nunca me rio
de mi jefe." Mantuvo los ojos en el menú, que estaba tentando sus papilas
gustativas con platos interesantes, pero suspiró y fijó sus ojos en las ensaladas.

Dar no tenía tal escrúpulo. Levantó la vista mientras una presumida y joven
camarera venía, y dobló las manos sobre la mesa. "¿Te gusta el té helado?"
inquirió.

Kerry cabeceó afirmativamente. "Claro."

"Traiga una jarra de té helado y un combinado de aperitivos para empezar,"


instruyó la ejecutiva a la camarera. "Después regrese en unos minutos." Esperó a
que la muchacha se fuese. "Me imaginé que eso era algo seguro... nunca he comido
aquí, pero he oído cosas buenas de la comida."

"Um…" Kerry se rindió y decidió simplemente compensarlo con una hora


extra de ejercicio mañana. "Sí... todo parece bueno…" Se decantó felizmente por
un plato de pasta picante y cerró el menú, lanzándole una mirada a Dar con una
decreciente sensación de trepidación. Era dificil de creer que alguna vez se hubiese
sido intimidada por la alta mujer, no sentada aquí en un salvaje restaurante
temático, con la oportunidad de poder observar de cerca a Dar.
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Su rostro era muy interesante, pensó Kerry. Estaba casi siempre moviéndose,
pequeños músculos se tensaban bajo la piel mientras estaba observando las cosas.
Sus manos también se movían mucho, jugando con el menú, con la cubertería y
con la diminuta carpa de bebidas que anunciaba los especiales. Kerry se preguntó
si Dar no estaba un poco nerviosa, o incómoda, porque ella ciertamente lo estaba,
pero era dificil de decir. Quizá la mujer sólo era de naturaleza inquieta, después de
todo.

Sus manos tenían unas pequeñas cicatrices en ellas, además de la hinchazón


y laceración de los nudillos de la derecha, y no llevaba ningún anillo. Eran de
bastante buen tamaño, con dedos largos y uñas cortas, sin pulir. Como alguien que
usaba teclado todo el día, Kerry podía apreciar eso y, de hecho, a menos que
saliese, hacía lo mismo.
Aunque las muñecas de Dar eran, en proporción, más gruesas que las suyas
y, cuando la ejecutiva se movió, pudo ver el movimiento de músculos justo bajo la
piel incluso en la tenue luz. Daba una impresión de fuerza que intrigaba a la joven,
siendo tan dispar de la mentalidad corporativa que había estado esperando. Los
Vicepresidentes eran pálidos hombres blancos, que se sentaban todo el día en
oficinas alfombradas y fumaban puros. No eran… bueno, no eran Dar Roberts.

"Perdona," Kerry levantó la vista, dándose cuenta de que Dar le había


hablado. "Lo siento... me perdí eso."

Dar inclinó la cabaza y la consideró. "Lo que dije fue que puedes esperar
unas semanas en las que necesitarás establecer y acostumbrarte a las cosas."

"Bueno.… como que pensé que ese era el caso.. y además, necesito una
semana para poner a alguien en mi puesto... sé que estaba pensando en Ray, pero
todo esto pasó tan rápido, no tuve oportunidad de hablar con él sobre nada."

Dar asintió. "Bien… pasa un día o dos allí aclarando las cosas, mientras
arreglo el papeleo y un lugar para ti en que sentarte en la oficina. María va a
matarme por soltarle en su mesa un nuevo contrato lo primero la mañana del
lunes."

Kerry no estaba segura de qué contestación se requiría para esta


información, así que sólo frunció los labios en una sonrisa vacilante.

"María es mi secretaria," explicó Dar, viendo la expresión.


"Oh." Los ojos verdes examinaron la mesa, que estaba cubierta por un
material de cortina de ducha tropical. "Va a estar disgustada, ¿huh?"
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"Sólo durante un instante," replicó la mujer morena. "Escucha... ¿estás


segura de que quieres hacer esto?" La pregunta había salido de la nada y causó que
Kerry levantase la cabeza de golpe y encontrase los ojos de Dar. "Yo..." se quedó
callada, "Yo estoy segura."

Dar exhaló. "Éste no es un trabajo fácil - tienes que aguantar mucha tensión
y mucha mierda... no soy una persona fácil de tener cerca, o de tratar… quiero que
sepas lo que te espera." Su voz era seria. "Eres una buena chica y no quiero que me
vengas dentro dos semanas diciendo que es demasiado para ti."
Kerry se enderezó y la miró a los ojos, sintiéndose ansiosa de alzarse ante el
claro desafío en las palabras de Dar. "¿Cómo de buena soy si te llamé hija de
puta?" inquirió, viendo ese súbito y travieso brillo aparecer enfrente de ella, e igual
de rápidamente desaparecer. "Y no soy una chica, gracias... tengo veintisiete años."

Dar la estudió abiertamente. "Detestaste lo que le pasó a tu compañía. ¿Por


qué quieres convertirte en parte de eso?" Bueno, dijo que le gustaba la franqueza y
la honestidad… Kerry Stuart parecía proveer ambas en grandes medidas.

La mujer rubia la estudió. "Me gustas."


Ambas cejas de Dar se alzaron. "¿Perdona?"

Kerry se encogió de hombros. "Me gustas. Creo que eres inteligente y creo
que puedo aprender mucho de ti," hizo una pausa. "Donde estaba, era lo más alto
que iba a llegar… dejé de aprender cosas.. era más bien como si mi trabajo fuera
mantener el status quo. Había nuevas cuentas, claro, pero no tenía que dirigirlo,
sólo proporcionar el apoyo y soluciones.. esto es algo muy diferente."

Dar puso su barbilla sobre un puño y la consideró. "Ya veo." Privadamente


estaba un poco sorprendida y muy intrigada.

"Mi turno." Kerry tomó un sorbo del té helado que su camarera dejó y
pestañeó ante la bandeja de aperitivos. "Mm..." Cogió un pedazo de pollo al coco y
lo mordisqueó antes de continuar. "¿Por qué yo?"

"¿Hmm?" Dar había tomado un rollito relleno y estaba masticándolo.


Un encogimiento de hombros. "Ciento diez mil personas para escoger, ¿por
qué yo?"

La mujer morena dejó de comer y le lanzó una sonrisa. "Me gustas."


Apareció un atisbo de humor. "Ninguno de los otros ciento diez mil habría tenido
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las agallas de llamarme hija de puta o de decirme que me fuese al infierno."

"Oh." Kerry se ruborizó.

"Creo que tienes potencial y no estás arrastrando mucho equipaje del que
tenga que librarme antes de que seas util," continuó Dar en un tono reflexivo.
"Además, probablemente eres buena con la gente, que es algo en lo que soy un
desastre." Mordió el rollito y lo mascó.

"Mm… no siempre," contestó Kerry calladamente.


Dar levantó la vista. "¿No eres buena con la gente?" Su voz estaba
sorprendida.

"No siempre eres una mala con ellos," contestó la mujer rubia, sonriendo un
poco ante la momentánea ruptura en la compostura de su nueva jefa. "Pero sé lo
que quieres decir…me llevo bien con la gente la mayor parte del tiempo... me
gusta resolver problemas, encontrando soluciones diferentes sin ir de cabeza en
cabeza... ese tipo de cosas."

Dar se rió entre dientes. "Yo prefiero romper las cabezas y acabar con ello."

Kerry gentilmente tocó la mano contusionada sobre la mesa. "Ya veo." Quitó
los dedos cuando vio respingar a la mujer más alta ante el contacto. "Lo siento...
¿está lastimada?"

"Un poco." Dar flexionó su mano un poco. "Debe haber golpeado el


automóvil."

Kerry sólo la miró, un atisbo de sonrisa asomando en sus labios. "Tuve que
pagar un extra por el modelo Mustang chillón, también… es una gran alarma de
automóvil." Pronunció con lentitud. "Me gusta especialmente la opción que le hace
gritar "Jesucristo" en español."

Dar mantuvo su aspecto impasible un momento más, entonces se rindió,


relajándose en una sonrisa que le quitó cinco años de edad. "Realmente tienes
sentido del humor."

Kerry se rió. "Para ser honesta, ni tan siquiera que di cuenta de qué estaba
pasando hasta que lo pensé anoche. Estaba demasiado conmocionada antes de
eso." Tomó una ala de pollo y la mojó en un platito de salsa de queso azul. "Era
como vivir la película de la semana, ¿sabes? Aquí estoy yo, atrapada en el corazón
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de Miami, atacada por punkies callejeros, entonces llega el héroe, pegándoles a


todos y haciéndoles huir como perros con el rabo entr…"

Levantó la vista y encontró ojos azul pálido que la miraban fijamente desde
un rostro muy serio. "¿Qué?"

Dar se inclinó hacia adelante. "No me llames eso. He conocido a demasiada


gente que realmente lo era." Su voz se hizo un toque más profunda. "Simplemente
no querían testigos, así que se marcharon."

Kerry la miró fijamente. "Bueno... podrás conocer a muchos de ellos, pero


hasta ahora yo sólo conozco uno." Su barbilla se alzó con terca insistencia. "Pero
no lo mencionaré si te molesta." La tenue iluminación lo hacía dificil de decir, pero
la mujer rubia pensó que era posible que su nueva jefa estuviera ruborizándose,
sólo un poco.

La camarera llegó, para gran alivio de ambas. "Umm... la pasta picante."


Kerry no intentó pronunciar su nombre de verdad.

Dar se aclaró la garganta. "Tomaré filete de salmón."

La camarera garabateó. "¿Verduras o puré de patatas con ajo?"


"Patatas, por favor," contestó la mujer morena. "Y más té."

Ambas estuvieron silenciosas después de que se marchara y Kerry


aprovechó la oportunidad para probar algunos del resto de aperitivos. Esperó hasta
que su compañera hizo lo mismo, entonces finalmente alzó la vista. "Bueno...
háblame sobre esos contratos... me gustaría al menos dar al grupo de TCP/IP un
aviso... sé que dijiste que era el IRS, pero…"

Dar pareció aliviada ante el cambio de tema. "Oh... cierto… bueno, es su


website principal. Han creado un site del consumidor que proporciona ayuda sobre
impuestos y toda clase de apoyo. Recibe unas cuarenta mil visitas al día -
principalmente asuntos de ancho de banda y errores del servidor."

"Mm..." Kerry absorbió esto.

"El contrato especifica hardware y software - tendrás recursos en el área


local para despachar el hardware... creo que contratamos a NCR en ese área."
"Suena bien," la mujer rubia parecía intrigada. "¿Qué hay del otro?"
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"Unmm…" la frente de Dar se arrugó. "Oh, sí… el contrato de ATM por


servicios de transmisión para la Armada." Hizo una pausa. "Y el apoyo de red para
eso y para la nave que recoge transmisiones de red de microondas."

Kerry pestañeó. "Uou… los chicos de WAN van a flipar." Se rió un poco.
"Estaban diciéndome tan sólo el mes pasado que se aburrian." Se relajó un poco e
igual hizo Dar. "Eso significará algo de preparación extra."

Dar asintió. "Te daré el número de la división de preparación en Plano...


llámales y prepara lo que necesites. Dependiendo de cuánta gente tengas, o irán allí
o Plano enviará aquí un preparador."

Continuaron discutiendo detalles hasta que llegó la cena, entonces la charla


decreció mientras prestaban atención a la comida.

Kerry disfrutó su pasta y observó con curiosidad como su compañera


metódicamente dividia el gran filete de salmón en perfectos cuadrados,
emparejando cada cuadrado con un tenedor de patatas machacadas cuando se lo
comía. "Eso huele genial."

"Lo está." contestó Dar después de tragar. "Está glaseado con miel y azúcar
moreno." Vaciló, entonces con naturalidad dejó caer un cuadrado en el plato de
Kerry. "Toma."

Kerry lo probó cortésmente. "Uou... es bueno." Pasó un poco del pollo de su


pasta al plato de su compañera. "Lo justo es justo."

"Uou." Dar se rió entre dientes. " Te gusta lo picante, ¿eh?" Masticó lo
ofrecido.

"Mmhmm..." estuvo de acuerdo a mujer rubia. "Es lo que más me gusta de


vivir aquí… todo sabe diferente, no es todo igual." Tomó un sorbo de té. "¿Te gusta
la comida tailandesa?"

"Cualquier cosa con cacahuetes," contestó la ejecutiva con una sonrisa. "Hay
un buen restaurante tailandés justo en US 1, cerca de Dadeland... hacen un pollo al
curry realmente bueno."

Los ojos de Kerry se iluminaron. "¿De veras? ¿Y no lo conozco? ¿P…" El


'podríamos' casi se le escapó, pero cerró la boca con fuerza. ¿Podríamos ir allí?
¿Qué cuernos estaba pensando? Esta era su nueva jefa, que ciertamente tenía
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mejores cosas que hacer que vagabundear por Miami encontrando nuevos
restaurantes tailandeses para ella. "Gracias por decírmelo."

"Claro." Dar le sonrió. "¿Cómo fue con tu ventanilla?"

"Oh... perfecto... perfecto... ya está arreglada," le aseguró Kerry. Entonces


rebuscó en un bolsillo. "Oh, sí… Jerry encontró esto cuándo estaba limpiando los
cristales... ¿es tuyo?" Sostuvo una pluma forrada de madera.

Dar pestañeó. "Ni siquiera me había dado cuenta de que la había perdido."
Extendió la mano y lo reclamó. "Gracias." Levantó la mirada cuando la camarera
regresó. "Hemos acabado, sí... me gustarían un gran capuchino... y um..." Sus ojos
fueron a la cara de Kerry, observando alzarse las cejas de la mujer rubia cuando
pasó el carrito de los postres. "Eh... ¿compartes un pastel de queso conmigo?"

Los ojos de Kerry ensancharon, entonces suspiró y se dio golpecitos en el


estómago. "No debería."

Dar simplemente esperó, segura de su cebo. Estaba empezando a


comprender a su nueva asociada. Era un hábito suyo, intentar deducir todos los
ángulos y predecir lo que la gente haría y, hasta ahora, Kerry Stuart estaba
demostrando ser todo un desafío. Pero no en esta materia.

"Oh... bueno, ok," capituló, dándole a Dar un leve encogimiento de


hombros. "Supongo que simplemente le echaré un rato extra a los patines." ¿Y
cómo había sabido la ligeramente enervante Dar Roberts que le gustaba el pastel de
queso? Decidió intentar otra pregunta levemente más personal, aunque notó a la
otra mujer envararse cuando así lo había hecho antes. "¿Lo has probado alguna
vez?"

"¿El pastel de queso o los patines?" Dar se rió suavemente. "Ambos... me


gusta uno y no soy demasiado aficionada al otro... trabé íntimo conocimiento con
un árbol la última vez que los usé." Echó un ojo hacia la falsa cascada que estaba
expeliendo otra nube de llovizna. "Me ciño a correr." Notó los ojos de Kerry sobre
los desnudos y sutilmente musculares brazos que surgían de su camisa. "Y un poco
de musculación." Las órbitas verde mar se alzaron a las suyas y Dar se sintió
atípicamente desequilibrada. ¿Algo respecto a la intensidad, quizá? "Bueno, ¿estás
preparada para mañana? ¿Te remitió personal un paquete electrónico de
formularios para toda la gente que estarás traspasando?"

Kerry observó como la camarera soltaba un enorme trozo de pastel de queso,


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cubierto con chocolate, que estaba flanqueado por dos plátanos, igualmente
bañados. Aspiró una respiración. "Oo." Entonces se dio cuenta de que Dar le había
hecho una pregunta. "Uh... sí... recibí una tonelada de correo de ellos... incluyendo
una lista de instrucción de tres página de alguien llamado Mariana, que dijo algo
muy divertido sobre que yo era la nueva ¿patito?" Esperó que Dar escogiera uno de
los dos tenedores que ofreció la camarera, entonces recogió el suyo y probó un
bocado. "Uou... podría llegar a gustarme demasiado."

"Patito, ¿eh?" murmuró Dar mientras cortaba un trozo y lo mordisqueaba.


"Mariana es nuestra directora de personal... te ayudará a tenerlo todo arreglado."
Tomó otra bocado, disfrutando el suave y rico sabor. "Tiene un sentido único del
humor."
¿Es eso un requisito de la compañía? se preguntó Kerry, pero no replicó.

Terminaron y pasearon por la tienda en el frente del restaurante, llenó de


mercancía inspirada en la selva tropical, desde camisetas a diminutas
salamanquesas de goma, a miniaturas en forma de tucanes y monos. Kerry tocó
una minúscula iguana, en un interesante tono de azul verdoso, entonces la soltó con
un suspiro. "Tengo bastantes cosas en mi escritorio."

Dar que había estado examinando la enorme cacatúa de arriba, se volvió,


pero no dijo nada. Salieron y atravesaron el centro comercial en su mayor parte
cerrado, las tiendas estaban bien cerradas y una débil música se oía. "¿Dónde
aparcaste?"

"Cerca del patio de alimentación," contestó Kerry mientras empujaba la


puerta y la retenía. El aire espeso y húmedo la golpeó, llevando un intenso olor a
lluvia. "Bueno, gracias, Dar… realmente aprecio que vinieras aquí."

La oscuridad del exterior escondía la mayoría de la expresión de la mujer


más alta. "Te llevaré al frente... mi automóvil está aquí," declaró. "Y no te
preocupes por eso - me alegró tener la oportunidad de recoger este material,"
sopesó su bolsa.

Kerry la siguió al oscuro aparcamiento, estirando su paso un poco para


mantenerse. La brisa del océano cercano era cálida y bochornosa, y suspiró. "Es
dificil a veces acostumbrarse al calor."

Una risita suave le contestó. "Es por eso que todos nos quedamos dentro,"
contestó Dar. "Vamos... es por aquí... bajo ese anaquel."
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Sombras móviles las rodeaban, limpiadores y trabajadores y otras figuras


más oscuras. El aparcamiento era grande y estaba en su mayor parte vacío, y pudo
ver a varios grupitos de lo que parecían adolescentes, cigarrillos encendidos y risa
calladas viniendo de ellos.

Ojos observaban mientras cruzaban la superficie gris e, inconscientemente,


Kerry se acercó un poco más a su alta compañera. "Bastante escalofriante por
aquí."

Dar echó una mirada abajo. "Simplemente actua como si poseyeras el lugar.
Te lo garantizo, ninguno de esos críos se acercará a ti," aconsejó a la mujer más
pequeña.

Kerry observó como el grupo al que se estaban acercándo miraba a Dar,


entonces se ponian levemente fuera de su camino. "Intentaré tenerlo presente,"
murmuró, sintiéndose, muy, muy a salvo.

"¿Dónde has estado?" la voz de Colleen vino del umbral, mientras Kerry
terminaba de meter sus paquetes. "Ooo... veo bolsas de Macy's…" Se metió dentro
y ayudó a la mujer rubia a soltar los paquetes. "¿Cómo fue?"

Kerry se sentó en la silla del escritorio y cruzó los brazos sobre el pecho.
"Bueno… fue... conseguí montones de cosas, como puedes ver y... um… fue
interesante."

Colleen se cruzó de brazos. "Interesante. Tu nueva jefa se ofrece a venir y


ayudarte a comprar ropa... ¿y llamas a eso interesante? Yo lo llamaría…
misteriosamente intrigante." La pelirroja se rió. "Bueno... ¿como es, cuándo no está
despidiendo gente o reestructurando compañías?"

"Um." Kerry exhaló. "Es como dificil de explicar… quiero decir que
realmente es..." Describió una caja con las manos. "Es muy cerrada... como remota,
pero entonces de vez en cuando sólo como que se abre solo un poquito, lo bastante
para que puedas decir que hay un ser humano allí y no un microprocesador."

"Mmhm…" Colleen digirió esto. "¿Así que pasasteis todo este tiempo de
compras?"
Una tensión en los labios de Kerry. "No… no exactamente... cenamos en el
Rainforest." Evitó los muy abiertos ojos de Colleen. "Quería repasar la próxima
semana y qué esperar y cosas como esas."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 113 de 113

"¿Te divertiste?"
Kerry pensó en ello. "Fue… Col, fue realmente, realmente raro, porque la
mitad del tiempo era muy tenso, porque no nos conocíamos y es mi jefa, y
simplemente era raro, pero la otra la mitad del tiempo, fue…" Se esforzó por
explicarlo. "Fue casi como si nos conociéramos… eso..."

"¿Como viejos amigos que acaban de conocerse?" proporcionó la pelirroja


calladamente. "¿Recuerdas esa canción de la película de los Muppet?"

Una pausa. "Sí... algo así," admitió Kerry. "Nunca antes me ha sucedido
eso… pero creo que vamos a llevarnos bien."

"Ella te gusta." No era una pregunta.

"Sí, me gusta," declaró Kerry positivamente.

"Increíble." Colleen agitó la cabeza. "Vi a Reynaldo en Public… estábamos


comprando fiambre juntos y estaba hablándole de ti yendo a trabajar para ella...
estaba completamente conmocionado." Agitó la cabeza. "Es gerente de IS en el
banco... HE GOT CHEWED, AND CHEWED, AND CHEWED UNTIL HE HAD
ONLY A QUARTER OF HIS BUTT LEFT THAT TAPE DISASTER... dice que
ella es simplemente la persona más desagradable que jamás ha conocido."

Kerry alzó sus hombros. "Creo que puede serlo… puedo ver que tiene una
vena bastante oscura allí... ¿recuerdas lo que te dije sobre ese matón y cómo
prácticamente se disolvió cuándo ella le gritó? Y recuerdo cómo fue cuando nos
conocimos en mi oficina… no había mucho que gustar... era bastante antipática."

Colleen se frotó la cabeza. "¿Pero te gusta?"

Parecía extraño, se dio cuenta Kerry. "No lo sé... sí… quiero decir, podría
haberme echado a patadas varias veces, ¿verdad? Fui bastante desagradable... le
dije que se fuera al infierno y todo eso, y podría simplemente haberme fulminado
allí y entonces, haberme encerrado, hacer que seguridad me sacase del edificio,
pero no lo hizo... de hecho, esta noche, he tenido la sensación de que me respetó
por ello."

"Oh.. eso es retorcido, me sorprende," le advirtió su amiga. "Ten cuidado


con ella, ¿oyes? Puede volverse contra ti rápido como un rayo." suspiró. "No sé,
Ker… estas son aguas del todo desconocidas en las que estás navegando... espero
que sepas lo que estás haciendo."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 114 de 114

Yo también espero saberlo. Kerry suspiró interiormente. "Realmente no


puedo explicarlo... quizá si me hubiera tomado tiempo para realmente pensar sobre
lo que estaba pasando, habría escogido quedarme dónde estaba... pero quizá no...
solo pensé que esta sería una oportunidad única… ¿sabes?"

"Única." Colleen puso un brazo sobre sus hombros. "Caray, querida, esa es
una subestimación... pero si tienes un problema, hablé con Jacob en mi oficina y
dice que te cogería al instante, ¿ok?"

Kerry sonrió y se apoyó afectuosamente contra ella. "Gracias, Col…


realmente lo aprecio." exhaló. "Eh... ¿quieres ver lo que compré?"

"Puedes apostar."
Abrieron los variados paquetes y Kerry colgó los artículos de la vara de la
cortina de la sala.

"Ooo... me gusta este," la pelirroja apuntó al conjunto azul/verde. "Bonito


alfiler." Tocó el frente de la chaqueta.

Kerry se acercó y puso un dedo en él. "Santo cielo… mi mente debe de


haber estado en otro sitio." Se rió con gentil deleite. "Ni siquiera noté que eso
estaba ahí.. sí, es bonito." El alfiler era una pareja de delfines plateados retozando
sobre un fondo dorado, con olas en el frente teñidas en rosa y azul. "Perfecto para
el color... parece como el océano, ¿no?"

"Mmmhmm..." Colleen estuvo de acuerdo prestamente. "Apuesto te queda


perfecto… hace exactamente juego con tus ojos." Miró la fila de ropa. "Me gustan
todos, pero me gusta este más… aunque ese púrpura también es bonito."

"Sí..." La mujer rubia sonrió. "Me gusta la trenza en ese… oye, si me pongo
algo de esto, ¿me sacarías una foto? Mis padres quieren ver lo que parezco vestida
elegante."

"Ciertamente," su amiga se rió. "Aunque, para ser justa, estás perfecta en


casi todo, so rata..." Le atizó a Kerry en las costillas. "Incluso en esos raídos
vaqueros viejos que a veces llevas."

"Eh... son mi par favorito de jeans," Kerry protestó, mientras sacaba el traje
azul/verde. "Vuelvo en seguida."
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***

El cielo se había aclarado finalmente, exponiendo una espesa capa de


estrellas, que centelleaban sobre la tranquila cubierta de coral. Las cálidas aguas de
la piscina se encrespaban, resbalando sobre la solitaria, quieta figura que flotaba
suavemente sobre ellas, su cabeza descansando sobre los brazos cruzados y sus
piernas apoyadas en una gruesa balsa de Styrofoam.

Dar dejó que la paz la rodease, concentrándose en los gentiles sonidos del no
lejano oleaje y el susurro de la ligera brisa que movía los árboles que rodeaban la
piscina. Estaba sola, lo que no era sorprendente considerado la hora, y estaba
pasando un poco de tiempo simplemente reflexionando sobre su día.

Por lo menos había sido más productivo que el día anterior. Después de que
había mandado su email, logró dormirse de nuevo sobre el sofá de algún modo,
con su portátil encendido, el suave cuero albergando su cuerpo cansado y
negándose a rendirlo hasta casi la hora de la cena, cuando torpemente despertó
para ver a los Powers Rangers bailando en la pantalla y las cañerías 3D
pacientemente creando un despliegue de fontaneria en su portátil.

Fue entonces cuando abrió el correo de Kerry y, en un estado soñoliento, lo


contestó y le dijo a la joven que se le uniría en el centro comercial. No fue hasta
diez minutos o así después de que pulsase enviar que parpadeó y se dio cuenta de
lo que había hecho y, para entonces, era demasiado tarde.

Pero no lo había lamentado, no... en absoluto. La salida había sido… bueno,


como divertida, en cierto modo. No tenía muchas oportunidades de simplemente
relajarse y estar con otra gente, y Kerry estaba resultando ser una persona
interesante con la que pasar el rato. Lo cual era bueno, porque, como su ayudante,
eso es exactamente lo que iba a hacer estar haciendo con ella.

La cena había sido un poco un test - Dar sabía que si podía pasar una hora cenando
con alguien sin desear matarle, era buena señal. Kerry lo había pasado. De hecho...
Dar miró fijamente a las estrellas con sorpresa. Kerry lo había más que pasado. En
realidad ella misma había disfrutado, hasta el punto de desear que la tarde se
hubiese prolongado un poco más, y ¿cuándo fue la última vez que eso había
sucedido?
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Fue agradable simplemente hablar con alguien que era brillante, tenía
sentido del humor y no se sentía intimidada por ella. Dar sonrió, recordando el
chiste respecto al Mustang chillón. Entonces flexionó la mano, recordando el gentil
toque allí. Así que… había supuesto que la vieja Dar no sólo había asustado a los
malos, ¿eh? Chica lista.

Suspiró y se movió un poco en el agua, inclinando atrás la cabeza y


parpadeando mientras la luna salía tras una nube y la iluminaba en una luz simple y
plateada. Hacía parecer el coral alrededor de ella casi blanco y, si levantaba la
cabeza, podía ver un ancho, fluctuante camino que llevaba desde donde yacía
directamente al horizonte.

Rodó y hundió la cabeza bajo el agua cálida, mantenida caliente todo el año
a pesar de las temperaturas normalmente calurosas en el área. Un cuantos largos
más sólo para soltarse los hombros y se salió de la piscina, agarrando su toalla y
secándose mientras bajaba silenciosamente los escalones y cruzaba los senderos
ribereños hacia su condo.

El aire frío del vestíbulo heló su piel y se metió rápidamente en la


lavandería, tirando su traje de baño y cambiándolo por una camiseta de béisbol
algodón y unos suaves boxers de franela. Se diriguió a la cocina y reclamó una
jarra que llenó de leche y sirope de chocolate, entonces la metió en el microondas.

Dos minutos después la sacó, observando el icono de nuevo correo en el


términal de la cocina. "Correo, lee."

"Dar Roberts, seis mensajes, ninguno urgente."

Examinó los títulares. "Lee todos." El cacao caliente se deslizó por su


garganta mientras esperaba.

Roesenthal, Lester - Enviado 8:43PM

Dar -

La próxima vez que quieras solo traspasar uno de tus pequeños hallazgos
directo a la corporación, sólo dímelo, ¿quieres? Realmente no necesito a treinta
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 117 de 117

gimoteantes directores regionales quejándoseme de que no estás siguiendo el


procedimiento.

Sus estadísticas no muestran mucho, pero si es lo bastante buena para que


la escojas como tu mano derecha, supongo que tendré que vivir con ello. Espero
que sea mona, al menos.

Les

"Réplica," murmuró Dar y esperó que apareciera un nuevo mensaje.

Les :

Lo siento, sí, lo tendrás y realmente no lo habría notado de una manera o


otra.
Dar

"Envía." Dar bebió a sorbos su chocolate, con una sonrisa satisfecha.


"Siguiente."

Elesha, Mariana - Enviado 9:01PM

DAR:

Agitaste un nido de avispas, amiga mía. Ten cuidado - creo que al menos
algunos van a ir arriba.
Enviado, procesado, mandado por email. Tu nueva trabajadora debiera
tener todo el papeleo que necesite para que las cosas rueden en Synergenics - y a
propósito, ese fue un perfecto ejemplo de shuffleboard de poder con Peter para
conseguir que los números ajustasen. Rellenó una queja formal contra ti, por
cierto. La contestación de Les (me mandó un CCO) fue "¿Quieres que repase esto
antes o después de que repase el calendario de pagas extraordinarias para este
cuarto, la cual depende de que hagas tus números?"
Sabes, Dar - realmente tienes suerte de ser tan buena como eres - nadie más
saldría adelante con la basura que tú. Ten cuidado, amiga mía. Ten mucho, mucho
cuidado.
Puesto que estuve en la oficina el sábado, procesé todo para la Srta. Stuart -
está en tu nómina empezando el lunes, así que asegúrate de que sabe cómo
convertir las cosas y todo eso. Tengo su archivo de Synergenics - tengo que
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 118 de 118

decirte, Dar, que hasta que lo vi, estaba teniendo algunos muy malvados
pensamientos sobre ti, pero repasándolo, me di cuenta de que escogiste a una
candidata muy cualificada. Ni tan siquiera he de falsear cosas en su perfil. Te
adjunto los detalles para que tengas registro de ellos ¿sabías que un año fue
campeona de debate del Estado de Michigan?

Como sea, te veo en la oficina el lunes. Intentaré calmar los ánimos


encrespados, pero mantén un bajo perfil por un tiempo, ¿quieres? ¿Sólo por mí?

Mariana.

Dar reprimió una sonrisa de deleite. "Campeona de debate, ¿eh? Maldición...


tengo problemas... debiera habérmelo supuesto." Se sentó en el alto taburete.
"Réplica."

Mariana:

Gracias por la advertencia - Les ya me escribió sobre los disidentes - va a


manejarlo.
Me sorprende que pienses que yo escogería un candidato basándome en
razones frívolas - por supuesto que sé cuan cualificada está la Srta. Stuart para
este puesto - ¿por qué crees que lo solicité? El mayor interés de la compañía viene
primero, ésta no fue ninguna reacción refleja basada en la personalidad. De
hecho, la señora en cuestión me dijo que me fuera al infierno, así que ciertamente
no lo fue por razones de amistad. Tengo la certeza de que será un hallazgo para la
compañía y quizá se encargará de algunos de mis problemas con la gente, para
que recibas menos quejas.
Dar

Se rió entre dientes suavemente. "Envía." Entonces pulsó sobre el archivo


anexo y leyó los escasos y breves párrafos con interés. "Hmm... gimnasia... doble
licenciatura en computadoras y... no... esto no puede ser correcto... ¿en inglés?
Menuda mezcla…" El historial de trabajo de Kerry mostraba una progresión firme
y regular, desde el nivel de ingreso en gerencia, con creciente responsabilidad y
experiencia de trabajo en trabajo, ningún trabajo durando menos de dos años.
Estabilidad, ética… sin rupturas… no sorprende que Mariana se hubiese quedado
impresionada.

Revisó la vertiente personal. Ninguna reclamación de accidente, ningún


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juicio, buen crédito... intachable registro, ni tan siquiera una multa por exceso de
velocidad… maldición. Las cejas de Dar se alzaron. "Es casi demasiado bueno
para ser verdad." El pensamiento causó que un ceño afilase sus rasgos. "Nuevo
mensaje."

Mark:

Necesito un inquiry de seguridad clase 1 sobre la nueva contratada, Kerry


Stuart, la empleada de Associated de que hablamos hace una semana. Va entrar en
personal de mi sección y quiero saberlo todo, sin recortes, sin suavizar los hechos.

Dar.

"Envía." Dar tamborileó sus dedos en el poyete, sintiéndose un poco


culpable por comprobar tan exhaustivamente, pero si Kerry iba a estar al tanto de
todos su pequeños secretos, mejor asegurarse sobre qué y quién era realmente. No
sería la primera vez que un rival había intentado infiltrar a alguien.

Era una precaución lógica, insistió su mente. Pero algo dentro de ella aún se
sentía intranquilo, como si le molestara pensar que no podía confiar en Kerry.

Pensó sobre esto durante un instante. Su instinto estaba sólidamente a favor


de la chica. Aún no se había equivocado.

Pero nunca estaba de más asegurarse. Dar suspiró y regresó a la pantalla.


Pasó los siguientes tres mensajes, que eran reconocimientos de asuntos de los que
se había cuidado la semana anterior, entonces pulsó sobre el séptimo con un
extraño sentimiento de anticipación.

Stuart, Kerry - Enviado 12:32 AM

Hola.

¿Por qué todos creen que estoy loca porque quiero trabajar para ti? He
recibido cuatro correos advirtiéndome que no sé en lo que me estoy metiendo, de
gente a la que apenas o ni siquiera conozco. Decidí que simplemente tienen celos -
te envio una lista - puedes decirme si es gente que había solicitado el trabajo. Si lo
es, entonces me siento mucho mejor.
Les escribí a todos agradeciéndoles su preocupación y esperando tener
algún día oportunidad de trabajar con ellos. Espero que eso fuera adecuado.
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Por otra parte - espero pases una buena semana - y gracias de nuevo por
ayudarme a comprar.

Kerry

"Réplica." Dar se apoyó contra el poyete, y apoyó la cabeza sobre su mano.

Kerry:

Todo creen que estás loca porque todos saben que soy una cruel perra sin
corazón que lleva a la gente a la bebida y a una tumba temprana, y que no tiene
simpatía por nada ni por nadie. Intenté avisarte al respecto. No es demasiado
tarde para echarse atrás si quieres.
Tu lista es, como sospechaste, de candidatos decepcionados. La
contestación fue apropiada.
No tengo muchas oportunidades de simplemente salir y ser semi social, así
que hoy fue muy agradable para mí. También fue una indicación de que podríamos
ser capaces de trabajar juntas. Mis anteriores intentos con un ayudante han
durado uno, tres, cuatro y dos días respectivamente. A uno lo eché, uno decidió
regresar al trabajo del que vino y los otros dos huyeron gritando en la noche para
no volver a ser vistos.
Por favor, ten presente todo esto.

Dar

"Envía." Dar ahogó un bostezo y terminó su cacao, entonces enjuagó la jarra


y la puso bocabajo en el escurridor. Apagó las luces mientras atravesaba el condo,
dejando el espacio en total oscuridad cuando llegó a su dormitorio y se introdujo
en la bienvenida calidez y movilidad de la cama de agua. Un brazo ciñó su
almohada y el otro descansó ligeramente sobre la superficie mientras dejaba que
sus ojos se cerrasen y se deslizó en el sueño.

***
Kerry miró su reflejo en el espejo retrovisor por sexta vez, antes de inspirar
profundamente y apagar el automóvil.

Había sido toda una semana. Una semana muy turbulenta en la que había
atado cabos sueltos, que ni tan siquiera se había dado cuenta que estaban allí, y
facilitado a Ray su puesto. Ese primer día había sido un shock, cuando había tenido
buenas, malas e importantes noticias, todo mezclado, que comunicarles a todos.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 121 de 121

Permitir marcharse a cincuenta personas había sido duro, pero cuando les dijo lo de
la compensación por despido...

Así que había resultado bien. Los grupos de apoyo todavía estaban
conmocionados por los nuevos contratos y los dos gerentes de apoyo se habían
pasado la semana cepillándose todo texto sobre TCP/IP que cayó en sus manos.
Estaban determinados a causar buena impresión y no decepcionarla.

Todo lo estaban. Era tan raro... la semana antes, habían estado maldiciendo
el nombre de la corporación y ahora... ahora, estaban encontrando maneras de
cambiar y adaptarse… la mayoría absolutamente contentos de continuar
contratados.

La reacción a su nuevo puesto había sido…

Uou. Había ido desde "Estás completamente loca" a "Jesús, ¿la


impresionaste TANTO?" y un montón entre medias, mucha gente lamentó verla
marcharse, pero la animó porque 'ella' iba a estar 'allí arriba' y quizá podría
influenciarla a 'ella' si las cosas se ponían mal.

Robert la había llamado, el pasado viernes, y la hizo sentar. Su rostro estaba


serio y le había preguntado directamente si sabía lo que estaba haciendo con esa
'tiburón con traje'.

Y Kerry había sólo seguido sonriendo y diciéndoles a todos que veía esto
como una gran oportunidad de aprendizaje, sin importar lo que pasara.

Así que ahora era una semana después y era lunes por la mañana, y era hora
de que iniciase esta gran y nueva oportunidad de aprendizaje. Había estado
intercambiando email con Dar la mayoría de la semana, manteniéndola al día del
progreso de la transición. El estilo de escritura de la ejecutiva se había relajado un
poco conforme avanzaba la semana, no mucho, pero justo un poco, y Kerry se
encontró ansiando ver de nuevo a Dar.

"OK, estoy lista." Le dijo a su reflejo, entonces se echó su cartera al hombro


y se salió del Mustang, cuidadosa de estirar su falda, raro después de no tener que
llevar una durante bastante tiempo. Cerró la puerta y enderezó los hombros,
entonces se dirigió hacia la entrada principal del edificio.

Dio su nombre al mostrador de seguridad y esperó mientras el agente miraba


en una lista, entonces le sonrió. "Srta. Stuart, ¿puede, por favor, acompañarme?
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Necesitamos hacerle una identificación."

"OK." Kerry estuvo de acuerdo afablemente, mientras seguía al bajo hombre


ronco por la esquina y a una corta serie de cuartos. Había bancos de monitores a lo
largo de una pared, con una delgada chica rubia mirándolos. La chica se volvió
cuando entraron y le mostró a Kerry una cortés sonrisa que ella devolvió.

Tomaron su foto y huellas digitales, entonces aguardó mientras el agente


ensamblaba una tarjeta de seguridad muy parecida a la que había visto llevar a Dar
la noche que regresaron aquí. El hombre unió un distintivo escán electrónico a la
tarjeta, entonces se la entregó. "Gracias". Lo aceptó y examinó la superficie.
"Uau... incluso saca buenas fotos." Le lanzó una sonrisa.

Él le devolvió la sonrisa enseguida. "Depende completamente del sujeto,


señora."

Kerry se ruborizó. "Gracias… ¿ahora puedo subir?"

"Es la decimocuarta planta, Srta. Stuart - suba en el primer grupo de


ascensores, entonces, cuando salga, gire a la izquierda y es la segunda puerta a su
derecha."

Kerry asintió, recordando. "Sí... gracias." Salió de las oficinas de seguridad y


se dirigió hacia el ascensor, echando una mirada al atrio y sonriendo. Era incluso
más impresionante a la luz del día, con el sol entrando y quedando prendido en las
variadas esculturas de cristal que se alineaban en las empinadas paredes. También
estaba ahora más ocupado, por supuesto, y sorteó a varias personas apresuradas,
mientras entraba en el ascensor y pulsaba el botón de la planta decimocuarta.

Eso le ganó una mirada de reojo de dos de los otros ocupantes y Kerry los
notó examinándola, intentando discretamente leer el nombre de su tarjeta. En su
lugar les ofreció su mano. "Hola. Soy Kerry Stuart. Encantada de conocerles."

La primera mujer estrechó su mano, después la segunda. "Enid Perspects."


Dijo la más alta de las dos, vacilantemente. "Trabajo en Compras"

"Sally Cruz." Añadió la segunda, una mujer morena más baja. "En
Mercadeo… ¿eres la nueva ayudante de Dar Robert?"

"Esa soy yo," contestó Kerry con una sonrisa.


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La miraron como si tuviera dos cabezas. "Bueno... buena suerte," murmuró


Enid mientras la puerta se abría y ella y su morena amiga escapaban. "Vas a
necesitarla." Eso fue dicho por lo bajo, pero Kerry lo oyó sin embargo.

La puerta se deslizó cerrándose, dejándola con un hombre moreno


rechoncho de mediana altura, de su misma edad. Él la estudió durante un instante,
entonces ofreció su mano. "Así que... eres la infame Kerry Stuart."

Kerry suspiró y estrechó su mano. "¿Infame? Espero que no... acabo de


entrar aquí." Le lanzó una cauta mirada. "¿¿¿Y tú eres???"

Él se rió. "Relájate.. soy Mark Polenti... jefe de seguridad de MIS." Hizo una
pausa. "Soy amigo de Dar."

Kerry le dirigió una mirada más amistosa. "¿De veras? Oyendo hablar a la
gente, ella no tiene ninguno."

"Naa... los tiene... no muchos, eso es cierto, pero los correctos, en los lugares
correctos, si sabes lo que quiero decir." El hombre rechoncho sonrió. "En tanto
conozcas tu curro, te irá bien con Dar. Si no, estás frito. Es muy simple." Sus ojos
se encontraron con los de ella. "Debes conocer el tuyo."

"Supongo que lo averiguaremos." Kerry se relajó un poco, entonces se


volvió mientras las puertas se abrian en la planta que había pedido. Ella y Mark
salieron, entonces ambos se dirigieron por el mismo pasillo. Kerry pudo oír voces
alzadas cuando llegó a las puertas dobles que conducían a la oficina de Dar y miró
de reojo a Mark. "Parece una pelea."

"¿Y eso es nuevo?" Suspiró y le abrió la puerta. "Vamos, también podrías


acostumbrarte."

El interior de la oficina externa de Dar era muy diferente durante el día.


Varias personas estaban esperando, enfrentando un escritorio que tenía detrás a una
baja y redonda mujer de cabello gris, que estaba presionando el teléfono contra su
oreja con una mano y tapando su otra oreja con la otra. Las dos personas que
esperaban estaban discutiendo, una enarbolando un juego de copias impresas.

"No hay manera de que podemos completar esa cuenta, Larry... no va a


funcionar, ¡así que encuentra otra manera de hacerlo!" gritó el más bajo de los dos
hombres.
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"No tenemos elección, Scott... el equipo de cuenta prometió un centro de


apoyo completo y ¡ahora van a obligarnos a ello!" contestó el otro hombre,
alzandos las manos. "Condenadamente espero que Dar pueda imaginar cómo
sacarnos de este desastre… ¡voy a zurrarle la badana a Sue Kingston del equipo de
cuenta por meternos de nuevo en esta basura!"

Otras dos mujeres estaban de pie, llevando resmas de papel e intentando


llamar la atención de la secretaria. Ella estaba al teléfono con dos líneas
parpadeando y hablando por una tercera. Apenas oído, sonaba un zumbido. La
secretaria puso a su comunicante en espera y lo pulsó. "Sí, Dar."

"Tengo la mitad de la condenada red local no operativa, tres mainframes


cuyas cargas fueron fastidiadas anoche por mids y CLIPC que no contesta a sus
teléfonos. ¡Dame a alguien en Charlotte que no tenga la cabeza sobre el culo, ahora
mismo!"

"Sí, lo estoy intentando... créeme," contestó la secretaria.

"No puedo tener intentos, María… ¡necesito a esa gente!" la voz de Dar
estaba ronca con frustración y Kerry se movió casi instintivamente hacia ella. Se
encontró ante el escritorio de la secretaria y le dirigió una firme sonrisa cuando la
mujer miró. "Hola," dijo suavemente. "Parece una mañana ocupada, ¿eh?"

"¿Dar"? La mujer mayor interrumpió los exabructos de su jefa.

"¿Qué?" gruñó la ejecutiva.

"La Srta. Stuart está aquí," María miró apreciativamente a la delgada rubia.
Silencio durante un instante. "Oh, bien. Hazla entrar." La voz de Dar cayó
una octava y pareció casi alegre. "Hola, Kerry... bienvenida al Infierno."
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Cuarta parte

La puerta cerró detrás de ella, y se sorprendió ante el silencio en el cuarto. El


ruido de fuera desapareció y soltó una suspiro mientras se movía por el suelo
alfombrado hacia el escritorio de Dar. La ejecutiva estaba sentada en el escritorio,
su teléfono en el mismo centro del mismo y sus brazos cruzados sobre el pecho.
Llevaba una falda de seda gris y chaqueta, con una camisa verde bosque, y parecía
descuidadamente elegante.

Por supuesto. Kerry podía ver la frustración en las líneas de su cuerpo, pero
Dar esbozó una sonrisa para ella. "Así que, esto es el Infierno, ¿eh?" La mujer
rubia hizo ademán de echar una mirada alrededor. "Bonita decoración."

Dar suspiró y alzó una mano para frotarse una sien. "Está siendo toda una
mañana." Se pasó los dedos por el cabello y dejó caer el brazo.

"Ya veo". Contestó Kerry, sintiéndose un poco torpe. "Es una... um...
pregunta estúpida, pero ¿hay algo que pueda hacer para ayudar?".

La mujer más alta intentó visiblemente relajarse un poco. "Muchas cosas.


Pero primero, creo que necesito buscarte un lugar para sentarse y todo eso." Se
puso en pie. "Vamos."

Curiosa, Kerry la siguió hacia una pequeña y discreta puerta, que ni tan
siquiera había notado la otra noche, y observó como Dar la abría, entonces le
indicó que fuese delante. "Sigue - créeme, es más rápido de esta manera. Si salgo a
ese vestíbulo, me costará ocho horas ir de esta oficina a la que escogí para ti."

Kerry entró, encontrándose en un estrecho y desnudo vestíbulo, con puertas


sin marcar en un lado y paredes blancas al otro. Lo recorrió inciertamente, hasta
que sintió una cálida mano en su espalda. Dar la guió hacia delante unos cincuenta
pies, hasta que llegó a otra puerta sin marcar, que la ejecutiva le indicó que abriese.
Empujó el picaporte y entró en una segunda oficina.

Era aproximadamente cuadrada, con una mesa de trabajo rodeada por sillas a
un lado y un ancho escritorio de madera en el otro. La alfombra y la cubierta de la
pared eran de color borgoña, y detrás del escritorio había una ventana, del suelo al
techo, mostrando la misma vista que la de Dar.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 126 de 126

En el escritorio había un ordenador, un teléfono y nada más, y la oficina


estaba desnuda de adornos, tanto que estaba claro que esta oficina nunca había sido
usada. "Esta… um... " Dar se apoyo contra la puerta y le lanzó una mirada
apologética a Kerry. "Algo vacía, lo sé... pero tiene lo esencial."

Kerry parpadeó ante el escritorio y el mobiliario. "Es genial." Se volvió y


miró la ventana. "Con esta vista, podrías darme una caja de cartón y una lata de
estaño con un cordón, y sería feliz." Soltó su cartera en el escritorio. "Mira... sé que
allí estás hasta el cuello de problemas... me estableceré, conectaré y veré si puedo
desenvolverme, ¿vale?"

Dar sonrió y miró abajo. "En realidad, dame una hora para aclarar esto,
entonces regresaré para mostrarte esto y podremos hablar." Se aclaró la garganta.
"Si no regreso en una hora, asume que el resto de la red explotó, ve y
encuéntrame."

Kerry la encaró y sonrió. "Apuesta que lo haré."

La mujer morena le devolvió la sonrisa, entonces regresó al vestíbulo.

"Uuu." Kerry se sentó en el muy cómodo sillón de cuero del escritorio y


echó una mirada alrededor. "Se disculpa. No puedo creérmelo… podría dar clase
de aerobic aquí y se disculpa porque está un poco vacío… santo cielo." Examinó el
escritorio, que estaba bien acabado, y abrió los cajones. Dentro había plumas y
papel, clips y una grapadora, lo normal. El cajón grande tenía archivos colgantes
que estaban, por supuesto, vacíos.

Encendió el ordenador, impresionada con la enorme pantalla que rivalizaba


con la que Dar usaba. Kerry se preguntó si era lo estándar, pero se alegró, porque
sus ojos tendían a dolerle después de un día entero mirando fijamente una pantalla
más pequeña.

El ordenador le pidió el login de red y ella metió su id y contraseña, un poco


sobresaltada cuando no apareció su menú usual, reemplazado por uno con unas
cuatro veces más opciones. "Uh, oh." Le hizo una mueca." ¿Qué son todas estas
cosas?" CLIPC, PLIPC, CICS… era una sopa alfabética de opciones junto con las
más familiares que daban acceso a la nómina y secciones de personal, y al banco
de datos de clientes. Experimentalmente escogió uno. "CLIPC.. eso era con lo que
Dar estaba teniendo problemas... veamos que es."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 127 de 127

Conectó y fisgó los resultados. "Oh... Ver la Red... vale... sé lo que es eso."
Entró en la aplicación del mainframe IBM y probó una orden de despliegue total.
"Uh oh… santo cielo... que enorme... uou... es realmente enorme."

La red interior fue desplegada, con montones de elementos marcados como


inactivos. "Apuesto que eso es con lo que Dar está peleando, ¿eh?" Comentó,
golpeando la pantalla con la punta de un dedo. "Bueno… allí en casa, en Michigan,
en la universidad, hacíamos un ACTIVAR TODO…" Lo tecleó, entonces dudó.
"Ahh… probablemente no es buena idea… .oh, que cuernos... no puede hacer
daño." Pulsó enter.

"Eso costará una eternidad, así que…" minimizó la aplicación y pulsó el


correo, sobresaltada cuando se abrió y tenía el buzón lleno. "Bueno, supongo que
eso me mantendrá ocupada un rato... santo cielo… qué son todas estas cosas…" Un
montón de reenvíos de Dar… asuntos en que estaba al parecer envuelta, que quería
que Kerry repasara. "Bueno... veamos lo que tenemos aquí." Empezó a leer.
"Jesús… diseñar bicicletas de carreras olímpicas y hacer transferencias financieras
para el Banco de Nueva Zelanda… ¿podría esta compañía estar más
diversificada?"

Había todo tipo de problemas. Todo tipo de problemas operacionales, como


qué procesadores podrían asignarse a qué proyectos y cual proyecto adquiría
prioridad. Kerry se encontró fascinada por el mosaico de relaciones mutuas y
sospechó que ciertamente no iba a aburrirse.

Se levantó y sacó unos cuantos artículos personales, arreglando el escritorio


a su gusto, y rondando por la oficina para descubrir todos los rincones y rendijas.
Abrió la puerta delantera y atisbó fuera, dejando que una minúscula sonrisa
asomara a sus labios cuando descubrió una bonita cocina justo al otro lado del
vestíbulo. "Apostaría que allí hay café." Se decidió, sacando una jarra azul cobalto
de su cartera y caminando hacia allí.

"Uou." Echó una mirada por la cocina y ahogó una risita. "Esto está mejor
equipado que la de mi apartamento." Había una nevera, por supuesto, con una
señal obligatoria en él. "No deje comida más de una semana destapada o se llenará
todo de moho”. Leyó Kerry. "No voy a preguntar." No sólo una máquina normal de
café regular descansaba en el poyete, si no también una máquina expresso, y había
recipientes con varios tipos de leche y crema disponibles, azúcar de verdad y
sacarina. Mientras seleccionaba un edulcorante artificial y se servía una taza de
café, una joven entró detrás de ella y dijo un alegre hola.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 128 de 128

"Hola." Kerry se volvió y se apoyó contra el poyete, revolviendo su café. La


muchacha quitó un paquetito del congelador y lo soltó en uno de los tres grandes
microondas comerciales en la mesa, cerca de la puerta. "¿Desayuno?"

La muchacha se volvió y sonrió. "Aperitivos." Se rió entre dientes. "Trabajo


para Eduard Castillo... se pone gruñón sobre esta hora si no le alimento." Extendió
la mano. "Mary Evers."

Kerry la aceptó. "Kerry Stuart."

Los ojos de la muchacha se ensancharon. "¡O dios mío… ¡eres la nueva


ayudante de Dar Robert!"

La mujer rubia forzó una risa. "Bueno... ¿vas a decirme que soy valiente o
estúpida?"

Una sonrisa atisbó en el rostro de la morena muchacha y se acercó. "Iba a


decir afortunada." Le guiñó un ojo a Kerry, entonces quitó el levemente humeante
paquete del microondas y lo puso en un platito que había traído con ella. "No todos
pensamos que Dar es cosa mala, sabes."

Kerry estaba agradablemente sorprendida. "Bueno... es agradable oírlo,


porque resulta que me cae bien." Se relajó en una sonrisa. "Y está siendo matador
tener a todos mirándome como si hubiera perdido la cabeza."

"Te cae bien, ¿eh?" Mary se mordió el labio inferior y se rió entre dientes
suavemente. "Es interesante… creí que venías de Associated… casi fueron
machacados, sabes."

Ojos verde mar la estudiaron. "Oh sí, lo sé." Contestó tranquilamente Kerry.
"Estaba aquí cuando ella encontró una manera para evitar eso."

"¿De veras?" Mary envolvió el plato con una servilleta. "Es bueno oírlo...
encantada de conocerte, Kerry.. Tengo que llevarle este aperitivo al jefe antes de
que rompa todos sus lápices."

Kerry estudió el paquete, que estaba envuelto en lo que parecía una vaina de
maíz. "Encantada de conocerte a ti también… nos vemos luego." Hizo una pausa.
"Oh.. ¿qué hace tu jefe?"
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 129 de 129

Mary se volvió, mientras estaba saliendo. "Marketing para el Caribe…nos


vemos." Desapareció por el vestíbulo y Kerry miró pensativa la pared antes de
llevarse el café a su oficina.

Su oficina. Sonrió abiertamente, mientras estaba con la espalda contra la


pared y miraba por la ventana. "Ah, bueno… vuelta a trabajar." Dejó su taza y
reasumió su lectura. Estaba tan absorta que no oyó la puerta trasera abrirse ni a
alguien acercarse hasta que una mano tocó su brazo y ella saltó. "¡Uoa!"

Dar se sentó en el borde del escritorio de la mujer rubia y la miró fijamente,


con una expresión enigmática. "Hola."

"Oh... hola... lo siento... no te oí entrar... estaba..." Kerry gesticuló hacia la


pantalla. "Intentando ponerme al día en todo este material que me reenviaste… los
he ordenado en info y acción... ¿qué?" Notó que Dar estaba sonriéndole. "¿No era
lo correcto para hacer?".

"Sabes, Kerry... dicen que es la primera impresión la que perdura contigo en


esta compañía." Declaró Dar. "La mía... bueno, le dije a Lester Roesanthal que
podía besarme el culo y eso me ha perseguido todos estos años."

"¿De veras?" Kerry estaba intrigada.

"Mmhm… así que... ¿sabes cual va a ser tu primera impresión aquí?" Dar
inquirió, sus ojos azules clavando a Kerry en su asiento.

"Uh…no," contestó Kerry, nerviosa. "Pero vas a decírmelo, ¿verdad?"


"Oh... sí… vas ser conocida como la chica nueva que llegó el primer día, se
sentó, se conectó y arregló todo el sistema."

Kerry se heló y la miró fijamente. "Uh… yo no hice eso."

Dar frunció los labios y asintió sobriamente. "Eres KSTUART01, ¿verdad?"


"Um... sí." Una respuesta vacilante. "Oh... Cristo… esa orden de Ver la
Red... oh, Dar.. no me digas que nadie más pensó en eso, es ridículo," protestó
Kerry. "¡Es básico!"

Una gentil chispa entró en los muy azules ojos de Dar. "Mmhmm… el
problema con los nerds es que, a veces, cuando las cosas salen mal, nos olvidamos
de revisar primero las cosas simples. Vas a por lo complejo, involucrando más
basura de por medio." Le dio golpecitos en la mejilla a Kerry. "Hicieron una carga
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 130 de 130

master anoche y olvidaron que eso pone el sistema en modo consola - desactiva
todas las unidades lógicas para que los nuevos programas puedan situarse sin ser
usados."

"No eres una nerd". Objetó Kerry, consciente de que estaba ruborizándose
terriblemente. "¿Lo eres?".

"Claro que lo soy y también tú lo eres". La informó Dar alegremente. "Buen


trabajo, Kerry... tú solita has validado mi elección de ayudante, empezando tu
propia pequeña leyenda al hacerlo, y yo no tuve siquiera que hacer nada."

Kerry se recreó en la cálida aprobación, degustándola con tímido placer.


"Gracias.. pero no lo pretendía." Su rostro se frunció con una sonrisa sesgada.
"Vaya manera de empezar, ¿eh?".

Dar se frotó la nuca y se rió entre dientes. "Hay maneras peores… oye, es
casi mediodía. Bajemos y tomemos algo para comer, entonces te daré el tour."
Atisbó la taza de Kerry. "Veo que ya encontraste la cocina."

Kerry asintió. "Sí... bonito lugar… me gustan los microondas, porque


normalmente traigo bandejitas de cosas heladas para almorzar."

Un ceja oscura se alzó. "Tenemos cafetería". Comentó Dar secamente. "Pero


si prefieres comida envasada, claro… adelante. Aunque piden que no se recalienten
palitos de pescado... nos cuesta semanas sacar el olor."

"¿Es… es la cafetería tu lugar elegido para comer?". Inquirió Kerry. "Quiero


decir… dios, que raro suena... lo que quiero decir es, ¿es buena? Muchas no lo
son." Hizo una mueca. "Cuando pienso en cafeterías, pienso en una de la
facultad… ugh."

Dar asintió. "Yo también". Admitió. "Terminé comiendo fundamentalmente


helado y hamburguesas de queso durante cuatro años."

Kerry se rió tristemente mientras se ponía de pie. "Pizza y emparedados...


aún no puedo soportar la vista de una caja de pizza." Siguió a Dar fuera de la
oficina y hacia el ascensor. "Supongo que ahora es diferente, ¿eh?". Comentó,
mientras las puertas se abrían y entraban, teniendo el ascensor para ellas.

"No," confesó Dar un poco tímida. "Hamburguesa de queso, patatas fritas y


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batido todavía es uno de mis favoritos habituales."

Kerry miró su elegante figura y pestañeó. "Seguro que no lo parece... debes


entonces hacer ejercicio como una loca."

La mujer más alta exhaló suavemente. "Me toma buena parte de mi tiempo
libre, sí". Declaró. "También es una manera de liberar la frustración." Esperó que
las puertas se abriesen y las atravesó hacia la segunda planta, entonces condujo a
Kerry a un par de puertas dobles abiertas con incitantes olores saliendo de ellas.

La mujer rubia observó con aturdimiento como su nueva jefa pedía


tranquilamente el especial día, que era rollo de carne picada y puré de patatas,
entonces procedía a añadir un gran vaso de leche a su bandeja, junto con un pedazo
de pastel. Ella suspiró y seleccionó la ensalada del chef y tomó un vaso de zumo de
pomelo, y siguió a Dar hasta una mesa de la esquina. "Me siento como si todos
estuvieran observándome". Murmuró mientras desenvolvían los cubiertos.

"Lo están". Contestó jovialmente Dar. "Eres la chica nueva… algo tan
emocionante no ha ocurrido aquí desde que un L1011 volando por encima dejó
caer una puerta del compartimento de ruedas encima de nosotros y se estrelló en el
atrio."

"Tch... ¡Dar!" Protestó Kerry, mientras mordisqueaba un pedazo de jamón.


"Hablo en serio."

Ojos azules la miraron por encima de un tenedor repleto de patatas. "Y yo".
Contestó honestamente. "Llamo la atención, todos saben quién soy, así que cuando
tomo un ayudante, lo que no ha sucedido antes... son grandes noticias por aquí."
Una pausa. "Te advertí al respecto, ¿verdad?"

Kerry suspiró. "Sí... lo hiciste." Levantó la vista, interiormente asombrada de


cuan cómodas estaban entre ellas. "¿Ya has averiguado de dónde nos conocemos?"

Dar mordió su tenedor, pensando. "No." Negó con la cabeza. "Sé que no fue
en la escuela... no me desplacé demasiado mientras crecía y nunca cerca de
Michigan… y fui a la Universidad de Miami, así que eso está descartado." Se
encogió de hombros. "Aparte, ¿cómo te las estás arreglando? Veo que te metiste
con el correo… tengo una breve lista de proyectos de los que quiero que te
encargues."
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Pasaron el resto del almuerzo hablando de negocios y Kerry tuvo un poco


más de idea de qué estaría haciendo. Sonaba medio emocionante, medio aterrador,
y esperaba tener oportunidad de hacer algunos ensayos antes de que empezara a
tomar el tipo de decisiones que Dar parecía esperar de ella. La ejecutiva declaró,
llanamente, que estaba increíblemente ocupada y que no podía dedicarse a hacerle
de canguro, así que Kerry estaría por su cuenta la mayor parte del tiempo y tendría
que depender de su criterio.

"Eso podría volverse algo intimidante". Mencionó, mientras recogían sus


bandejas y las depositaban en el área de lavado. Un hombre alto se volvió y las
observó mientras pasaban, y Kerry no pudo evitar notar el odio en sus ojos cuando
miró a Dar. Aunque esperó a que las puertas del ascensor se cerrasen antes de
preguntar. "¿Quién era ese tipo alto y algo calvo?".

"Peter Weyrhousen". Replicó Dar. "Es el gerente de cuenta de contratos


gubernamentales."
"No creo que le gustes". Declaró Kerry pesarosa.
"Mm...en realidad, me odia". La corrigió Dar. "Esos dos contratos que di a
Associated vinieron de su área."
"Detesto pensar que es culpa mía si él se metió en líos". Murmuró Kerry.

Dar la sorprendió riéndose. "No te preocupes por eso... esos dos contratos
fueron un regalo para mí, personalmente, del General Easton... él no los hubiera
conseguido de todas formas."

Ella tenía, decidió Kerry, una risa bonita. Era grave y más del tipo de risa
profundo en su pecho que otra cosa, pero normalmente ponía una minúscula
mirada perversa en sus ojos y eso era algo interesante de ver.

Dar le dio el tour prometido, presentándola a varios gerentes de


departamento, todos los cuales sacaron ese tipo de educada, enfermiza y dulce
sonrisa de "hola, es encantador conocerte" que sabes desaparecerá en cuanto les
des la espalda. Eso estaba bien, porque Dar proporcionaba comentarios cortantes
sobre cada uno de ellos después de que prosiguieran.

Siguió un tour más por la decimocuarta planta. Era una planta


aproximadamente cuadrada, con oficinas grandes como la de Dar, en cada esquina.
La oficina de Dar estaba en la esquina nordeste y las otras tres estaban dedicadas a
ejecutivos del mismo nivel que ella. En la esquina sudeste estaba la oficina de Lou
Draefus, el VP de Finanzas, a quien Dar llamó Duks, después en la esquina
sudoeste se encontraba John Dierhdohl, que era Vicepresidente para nuevas
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cuentas. La esquina noroeste mantenía el ostentoso espacio de Eleanor Anastasia,


que era la jefa de Marketing y Soluciones de Negocio.

Puesto que Dar estaba a cargo de operaciones, su pequeña ala incluía el


grupo de MIS, donde Mark Polenti hacía hogar, el grupo de seguridad, el apoyo de
red y la división de análisis, y el pequeño ejército de personal de infraestructura
que trabajaba en proporcionar recursos dentro y fuera de la compañía. Dar estaba a
cargo de todo lo que fuera desde preparar nuevos circuitos para el edificio, a las
facilidades (incluyendo el aire acondicionado, al parecer), a vigilar la enorme
intranet privada que proporcionaba conexión a todos sus clientes y poder de
computerización. Si las Nuevas ventas conseguían una cuenta y les prometían
diecisiete líneas T1 con fallback instantáneo, el grupo de Dar manejaba la compra
y diseñaba los circuitos, la instalación y su mantenimiento. Si el contrato también
proporcionaba media docena de ordenadores AS400, el grupo de Dar los
compraba, programaba, instalaba y mantenía.

Era, Kerry se dio cuenta muy rápido, el corazón de la compañía, y ahora


tenía una buena idea de por qué Dar se sentaba en la posición privilegiada que
tenía. Nadie quería fastidiarla, porque todos dependían de ella para tener su trabajo
hecho.

Se lo dijo a Dar, cuando terminaron de regreso en la oficina de la ejecutiva y


consiguió una aviesa sonrisa de reconocimiento a cambio. "Sabía que tomé la
decisión correcta". Dijo Dar, tranquilamente. "Hay gente que ha estado trabajando
aquí durante años y aún no se han dado cuenta de eso."

Kerry se sentía bastante orgullosa de ella misma en su primer día.


Se dio cuenta de algo más. El título de Dar y lo que hacía eran dos cosas
diferentes. Estaba a cargo de operaciones, sí, pero como realmente funcionaba era
como el arréglalo todo definitivo de la compañía. Si había fuego, Dar era llamada
porque, en definitiva, ella sabía qué hacer y simplemente lo hacía, sin pararse ante
los sentimientos de nadie, o el protocolo, o nada más.

Ninguna sorpresa que todos la odiaran. Si tenías a Dar Roberts descendiendo


en tu territorio, significaba que realmente habías jorobado algo y ella estaba allí
para arreglarlo. No era una sensación agradable, se dio cuenta la rubia, mientras se
sentaba en su escritorio, repasando el resto de sus nuevos proyectos. También
significaba que Dar estaba imposiblemente super ocupada y Kerry sospechaba que
eso también causaba su reputación. Simplemente no tenía tiempo de ser educada.
Tenía que entrar, tomar una decisión y salir para poder ir a la siguiente crisis.
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Dar había dicho que le había dado a Kerry un diez por ciento de los
proyectos actuales en el que ella misma estaba trabajando. Ahora había veintidós
proyectos en la lista de trabajo de Kerry.
Un diez por ciento. ¿Cómo infiernos tenía esa mujer siquiera tiempo para
dormir?

Supuso que lo averiguaría.


Dar observó salir las estrellas sobre el océano a través de su ventana y se
retrepó, contenta con unos momentos de paz al final de un día muy largo y muy
exasperante.

Que habría sido más largo y más exasperante si Kerry no hubiera sacado su
magia esa mañana y resuelto el mayor problema de Dar, dejando todo lo demás en
sólo malo y no desastroso.

María entró, su bolso colgado del hombro, para darle las buenas noches. "Te
vas tarde, María." Dijo Dar por lo bajo.

"Sí... ¿y qué debería decir de ti?" Contestó la secretaria, caminando y


deteniéndose al otro lado del escritorio de su jefa. "La secretaria de la oficina de tu
médico tenía sólo un hueco. Es decir el jueves a las 2 p.m. tienes cita, ¿vale?".

Dar ignoró el latido de su cabeza y sonrió. "Eso es perfecto… creo que tengo
una reunión la mañana del jueves, después un almuerzo con John D y su equipo,
así que eso me deja la tarde libre." Hizo una pausa. "Un día bastante malo, ¿eh?"

María se sentó en una esquina del escritorio. "Esa pobre *chiquita* nueva…
parece muy agradable, Dar." Su cara parecía perturbada. "Me preocupa que esa
gente se la coma viva."

"Nah." La mujer morena detrás del escritorio agitó la cabeza. "Es dura..
¿viste la cara de Jack cuándo se coló aquí y dijo que la red misteriosamente se
había arreglado? Tuve que verificar los logs para ver qué pasó… decir que mi
nueva, novata e inexperta ayudante resolvió el problema en que sus técnicos de red
habían estado trabajando durante doce horas… dios..." Dar se rió. "Eso me alegró
el día."

María la miró fijamente, la cara arrugada frunciéndose en una sonrisa débil y


confundida. "¿Te gusta ella, esta pequeña *chiquita *?"

"Creo que tiene mucho talento y potencial, sí". Contestó Dar.


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"Ah, ah, ah.. " María agitó un dedo. "No, no... te gusta ella."

Un momento de silencio, mientras la luz de fuera se desvanecía y dejaba a


Dar mayormente en sombras. La ejecutiva parecía estar haciéndose esa misma
pregunta. "A nivel personal…". Dudó. "Sí... sí, me gusta. ¿Por qué?".

La mujer mayor suspiró. "Llevo trabajando para ti cinco años y nunca he


visto que nadie más te haga sonreír tanto." Hizo una pausa. "Es bueno."

Dar estaba ligeramente aturdida por la observación, más aún cuando se dio
cuenta que era verdad. "Yo... supongo que es simplemente agradable tener a
alguien lo bastante brillante para deducir las cosas... no como el último puñado que
intentó ese puesto."

"Sí... cierto". Estuvo de acuerdo María quedamente, todavía observándola.


"Es bueno… espero que resulte." Saludó. "Buenas noches, Dar."

La mujer morena asintió, ausente. "Buenas noches, María... Te veré por la


mañana." Esperó el clic de la puerta al cerrarse, entonces se dio la vuelta en su silla
y se retrepó, formando una ojiva con los dedos y mirando la luna creciente. Era
enorme y colgaba sobre el horizonte como una linterna de verano, enviando un
ondeante río de luz a lo largo del casi calmo océano. "Yo también lo espero,
María… realmente lo espero."

***

"Vale, creo que eso funcionará… pero ¿podemos usar ese procesador para
algo más en las horas flojas?". Preguntó Kerry mientras jugaba con un lápiz,
empujándolo contra la superficie de su escritorio y volviéndolo. "Sé que el grupo
de banca está buscando franjas de tiempo extra durante su MIDS… ¿podemos
usarlo allí?" Escuchó la respuesta, entonces sonrió e hizo una nota en su libreta.
"Bien... vale, entonces voy a llamarles y hacerles saber que pueden contar contigo
para eso." Una pausa. "Claro… los cargos irán hacia tu presupuesto."

Vino un agradable sonido del teléfono. "También es un placer trabajar


contigo… sí, eso es correcto, Stuart, de Operaciones… bueno, gracias... lo
intento… buenas noches."

Kerry se echó hacia atrás en la silla y soltó una complacida exhalación. "Eso
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funcionó." Garabateó unas palabras en su cuaderno, después ajustó varios


elementos en la hoja de cálculo de su pantalla, recalculándolo, después envió copia
a Dar y a los dos departamentos que acababa de reconciliar. Era una buena
sensación... realmente estaba empezando a conseguir que se hicieran cosas, tras
dos días de establecerse, y al fin sentía que estaba ganándose el incremento de
salario con la que había venido su nuevo puesto.

Eso había sido una sorpresa... no se había molestado en revisar la nómina


cuando Dar la había contratado, figurándose que su nueva jefa simplemente le
mantendría el sueldo al nivel que había tenido en Associated. El paquete de
beneficios que recibía había sido mucho mejor, después de todo, y se había
alegrado por ello.

La otra noche recibió la primera paga y, de hecho, había llamado al banco


creyendo que era un error. No, ningún error, le habían asegurado, era la
transferencia correcta. Había entonces, tardíamente, ido y verificado su archivo de
empleada, pasando varios minutos simplemente mirando fijo la pantalla con
absoluta incredulidad. No es que hubiese estado mal pagada antes, pero el añadido
le permitía simplemente ir y gastarse una muy satisfactoria cantidad actualizando
su ordenador de casa y el portátil que llevaba con ella. "Vruum Vruum..." Observó
feliz reiniciarse el nuevo portátil. "Supongo que soy una nerd". Entonces rió entre
dientes al escucharse.

También había salido y seleccionó una bonita jarra, hecha de madera


irrompible pintada, y se lo trajo a Dar, que había roto la propia contra la pared tan
sólo el día antes. Romper jarras no era cosa nueva para la alta mujer, había
averiguado por María, y la secretaria mantenía un suministro de jarras lisas azules
para reemplazar las que se rompían. Dar había atisbado su ofrecimiento, entonces
lanzado 'esa mirada' y reído un poco, sus ojos girando reconociendo la gentil
broma a su temperamento.

Kerry había decidido que realmente le gustaba Dar, a pesar de los


mercuriales humores de la ejecutiva y del constante estado de conflicto que parecía
existir en su oficina. Pasaron algún tiempo juntas, entrando en una relación de
trabajo bastante buena mientras Dar le daba más y más responsabilidad. Había
cometido algunos errores, cierto, pero Dar le había asegurado que eran errores
inteligentes y sólo le gritó un poco.

Había sido sorprendente, sin embargo, lo mucho que le dolieron los gritos.
Había empezado a sentir como si le hubiese fallado a Dar y había salido al
balconcito que circundaba la decimocuarta planta, mirando fijamente al océano
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durante un rato mientras tranquilizaba su interior. Entonces había cuadrado los


hombros y regresado dentro, lanzándose al próximo proyecto, pero no antes de que
encontrara un bollito con trocitos de chocolate situado en mitad de su escritorio,
una ofrenda de paz que Dar sabía no rechazaría.

La mujer morena ciertamente sabía donde apuntar en lo que a ella


concernía… constantemente estaba tentando a Kerry con todo tipo de golosinas y
ella encontró que tenía muy poca fuerza de voluntad en lo que involucrara a Dar
Roberts... estaba contemplando usar las escaleras en lugar del ascensor por la
mañana para compensar el sabotaje comestible de su jefa.

Aunque esta tarde fue tranquila, ya que Dar había dejado la oficina para una
cita de algún tipo, y decidió intentar terminar dos de los proyectos que tenía
pendientes, entonces ver si María tenía algo que Dar estuviera demasiado ocupada
para hacer y de forma que ella pudiera encargarse.

Dar había decidido, hacía tiempo, que naturalmente todos odiaban ir a la


consulta del médico. Sabía que no estaba sola en eso y sospechaba que tenía más
para ver con la pérdida de dignidad personal que con otra cosa. Cerró los ojos e
intentó reunir paciencia mientras se sentaba en el cuarto de examen, en una bata de
la mitad del tamaño de una servilleta de cocktail.

La puerta se abrió, afortunadamente, y entró el Dr. Steve. Era un hombre


mayor en los sesenta y tantos, con un rostro dulce y amable. "Bueno, bueno… mira
a quién tenemos aquí."

Dar suspiró. "Hola, Dr. Steve." Logró alejar de su rostro una aviesa sonrisa.
El anciano había sido el médico de la familia durante años y todavía la trataba
como si fuera una patosa adolescente.

Tomó el estetoscopio y lo puso en su espalda, entonces lo movió a su pecho,


escuchando con esa irritante forma omnisciente desarrollada por la mayoría de los
doctores. "Respira."

Lo hizo obedientemente, flexionando un poco el brazo contra el dolor de tres


extracciones de sangre.

"Vale, túmbate." El Dr. Steve procedió a examinarla gentilmente, sus dedos


firmes y profesionales mientras apretaban e instigaban. "Aquí tienes un cardenal."

"Sólo del gimnasio". Dijo Dar, mintiendo. Uno de los asaltantes de Kerry
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había tenido un puñetazo afortunado.

"Mm." El hombre mayor palpó el largo del cuello cuidadosamente, girándole


la cabeza a un lado y después al otro. "Bastante rígido."

"Parte del problema, creo". La mujer morena reconoció tristemente. "Ahí es


donde empieza normalmente el dolor."

"Uh, huh... ¿cómo has estado durmiendo?"

Un encogimiento de hombros. "Bien... igual que siempre."

"Oh... así que aún durmiendo cuatro o cinco horas por noche, ¿eh?".
Comentó secamente el Dr. Steve. "Te harías un favor si pescases una hora
extra o dos."

Dar exhaló. "Lo intenté… simplemente no me duermo… y, si lo hago, me


despierto temprano."

El anciano se apoyó en sus manos y la estudió. "No... nunca pudiste… tu


padre era igual." Suspiró. "Por otra parte, ¿cómo te sientes?". Puso el estetoscopio
contra su pecho y escuchó. "¿Pálpitos? ¿Te quedas sin aliento alguna vez?"

Dar pensó al respecto. "No... no que haya notado". Replicó despacio.


"Cuando el dolor es realmente malo, soy más consciente del latido de mi corazón...
como si estuviera causando las punzadas."

"Mm... eso es natural". Le dijo el Dr. Steve. "Siéntate."

Así lo hizo Dar, alzando y pasándose una mano a través del cabello.
"Bueno... ¿cual es el veredicto... me estoy muriendo?". El comentario sobre su
corazón le puso una chispa nerviosa y se notó. Su boca se quedó seca y tragó
incómodamente mientras esperaba que le respondiera.

El doctor giró los ojos. "Si lo estás, eres la agonizante más saludable que
jamás he examinado." Se apoyó contra la pared del pequeño cuarto. "Tu
circulación sanguínea es un desastre, Dar… tu recuento de leucocitos es bajo, cada
indicador de estrés que conocemos está disparado y estoy un poco preocupado por
algunas de las cosas que veo con tu tensión. Te he fijado cita con el Miami Heart
para una prueba de estrés... no... no discutas conmigo, ¿de acuerdo? Compláceme...
soy viejo, Dar… realmente creo que lo necesitas."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 139 de 139

Dar dejó caer la cabeza y exhaló. "No tengo tiempo para eso, Steve…"

Él extendió gentilmente la mano y le alzó la barbilla para que le mirase. "No


tienes tiempo para no hacerlo, cielo... vamos, hoy no están ocupados, llevará una
hora, y entonces puedes decirme que me lo dijiste, ¿vale?"

"Una hora, ¿eh?" Vaciló, entonces se rindió. "De acuerdo… pero creo que
estás ladrándole al árbol equivocado."

"Uh, huh... y obtuviste tu título médico... ¿dónde?". Inquirió


significativamente el anciano. "Por supuesto, podríamos prescindir de todo esto si
simplemente aceptaras mi consejo y te tomases una semana libre, vagaras por los
cayos o salieses en barco a alguna parte."

Una mirada astuta entró en los ojos azul pálido. "Oh... así que, ¿todo lo que
tengo que hacer es estar de acuerdo en irme de vacaciones y no tengo que ir al
Instituto?"

El Dr. Steve le agitó un dedo. "Oh, no… pequeña tramposa… te conozco,


estarás de acuerdo, después no irás durante dos años." Su voz se dulcificó. "Dar…
por favor… detesto ver como te haces esto." Ladeó la cabeza. "No va a mejorar,
cariño… sólo va a empeorar, a menos que empieces a tomártelo con tranquilidad."

Dar estuvo callada durante un momento, entonces finalmente asintió. "De


acuerdo... capto el mensaje. Arreglaré... de alguna forma... tomarme unos días
libres." Hizo una pausa. "Entretanto, ¿puedes darme algo para los condenados
dolores de cabeza? Hasta ahora me los he estado aguantando, pero…"

El anciano asintió. "Ve al Instituto, te daré una receta para un combinado de


analgésico y relajante muscular... eso debiera ayudar. ¿Trato?"

Dar dudó, entonces capituló. "Trato… mira, sé que estoy fatal… incluso me
he conseguido un ayudante. ¿Te gusta eso?"

"¿Lo hiciste?". El Dr. Steve alzó la vista con sorprendida sonrisa.


"¿Encontraste a alguien que pueda aguantarte? Virgen María... es un milagro." Se
rió de la mirada en su cara. "Debe ser un santo."

Una oscura ceja se alzó. "Santa." Dar sintió su rostro fruncirse con una
inesperada sonrisa.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 140 de 140

Su propia ceja canosa se levantó. "Ah… ya veo." Golpeó gentilmente su


rodilla. "Tendrás que presentarme a esta moderna Job algún día."

Dar resopló. "Vamos... no soy tan mala… Kerry trata conmigo


perfectamente... es una buena chica." Otra sonrisa.

El Dr. Steve se retrepó y la consideró sabiamente. "Si te hace sonreír así,


debe ser encantadora." Bromeó, observando un leve rubor de su piel. "Ahora
realmente quiero conocerla."

"Bueno, mejor me visto y largo de aquí si tengo que atravesar la ciudad."


Dar ignoró la instigación. "Aún tengo cosas que hacer en la oficina." Saltó de la
mesa, agarró su ropa y la prescripción que el doctor le alargó. "Gracias, Dr. Steve."

Él se puso de pie y palmeó su brazo. "Es bueno verte, amiga mía... Te


llamaré cuándo tenga los resultados de la prueba de estrés, ¿vale?"

"De acuerdo." Dar suspiró resignadamente. "Me voy."

"Hola, María." Kerry se deslizó por la puerta y le dirigió una sonrisa a la


mujer mayor.

La secretaria levantó la vista de su tarea. "Sí... *chica *... ven aquí." Saludo
con la mano a Kerry y dio golpecitos en la silla al lado de su escritorio. "¿Qué has
estado haciendo? Oí a dos personas en el comedor diciendo cosas realmente
adorables sobre ti."

Kerry se dejó caer cortésmente en la silla. Había costado un día o dos,


cautelosamente probándose mutuamente, pero sintió que María y ella habían
decidido que se gustaban. Al parecer María había creído que Dar necesitaba ayuda
desde hacía bastante tiempo, pero se resentía por el usual desfile de solicitantes que
tendían a tratar a la secretaria como... bueno, como una secretaria.
Kerry había tomado ejemplo de Dar, y otorgó a la mujer mayor un alto grado
de respeto, demorándose con ella siempre que era posible. "Oh... esto y aquello...
intentando acabar alguna de mis listas de trabajo... ya sabes." Sonrió. "¿Algo
urgente de lo que necesites cuidarte con la jefa fuera de la oficina?"

María giró los ojos. "¿Cuándo no hay cosas urgentes?" Le dio una carpeta a
Kerry. "Podrías querer echarle un ojo a esto... Servicio al Cliente saltó y lo puso
justo en mi escritorio."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 141 de 141

"Vale." Kerry lo tomó, entonces echó un vistazo alrededor. "¿Regresará Dar


hoy?"

María también echó un vistazo alrededor, aunque estaban completamente


solas. "*Sí *... se supone... pero está de medicos."

Los ojos verdes se ensancharon un poco. "Sólo una revisión o…"

La secretaria vaciló, en la disyuntiva entre conocer la naturaleza


intensamente privada de Dar y su necesidad de compartir sus preocupaciones. "Son
los dolores de cabeza… se han vuelto tan malos, fue a hacérselos revisar." Dijo al
fin. "Pero, shhh… no le gusta hablar sobre eso."

"Mm.." Kerry asintió despacio. "Sí... noté que toma un montón de


aspirinas... pero su trabajo es suficiente para darle dolor de cabeza a una piedra."

"Sí." María suspiró. "Es bueno que la ayudes… es terrible la forma en que
esperan tanto de ella."

Ambas se sobresaltaron un poco cuando la puerta se abrió y Dar se deslizó


dentro, dedicándoles una mirada de moderada sorpresa. "Buenas tardes." Murmuró
mientras atravesaba la oficina exterior y empujaba su propia puerta. "¿Pasa algo?"

Kerry y María intercambiaron miradas aprehensivas. La conducta de Dar era


tranquila y austera, y a sus ojos azules les faltaba su acostumbrada chispa. "Um…"
Kerry se puso de pie y sostuvo el archivo. "Sólo material del servicio al cliente...
iba a encargarme de él."

Dar la estudió un momento, luchando con su conciencia, entonces le dio un


asentimiento a la mujer rubia. "Bien." Se volvió y entró en su oficina, soltando su
cartera y dejándola caer en su silla. Aunque en lugar de mirar el monitor, volvió su
asiento y miró fijamente por la ventana, observando la lenta fluctuación de nubes
por el horizonte al este. La prueba de estrés la había agitado. No porque se hubiese
sentido mal mientras estaba haciéndola... no se sintió mal. Pero los asistentes se
habían agrupado sobre los monitores de datos y le habían lanzado miradas de
preocupación todo el tiempo que había estado en la rueda de andar. Y los
resultados habían desaparecido momentos después de que hubiese terminado, para
ser 'vistos por un especialista', según la agradable joven enfermera que
pacientemente le había quitado los cables de mecanismos pegados a ella.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 142 de 142

Dar se sentía enervada y una gentil ansiedad dentro del pecho, odiando la
incertidumbre más que nada. ¿Qué encontrarían? Y si encontraran algo... ¿qué
haría ella?

Un suave golpe la hizo mirar alrededor. "¿Sí?" La puerta se entreabrió y


Kerry introdujo su rubia cabeza. Dar exhaló y alzó una mano, indicándole que
entrase. No tenía ningún sentido desahogar sus nervios en la chica, ¿verdad? "Ven
aquí."

Kerry obedeció, moviéndose por la alfombra y sentándose en la silla frente


al escritorio de Dar, la carpeta apretada en ambas manos. Parecía atípicamente
nerviosa. "Um…" Inspiró. "¿Va todo bien?"

Dar le lanzó una sonrisa aviesa. "¿Todos en el edificio saben dónde fui?"

"No... sólo nosotras, supongo." Kerry obviamente quería decir ella misma y
María. "No te enfades con María por decírmelo… sólo está preocupada por ti."

Atrapada entre irritación y turbación, Dar llegó a un compromiso girando los


ojos.

"Um... olvida que pregunté." Kerry declaró apresuradamente. "Siguiente


tema… creo que todo lo de Tucson va a funcionar... la infraestructura pudo
completar el circuito T3 a tiempo, ahora sólo están esperando que los instaladores
lleguen allí."

"Eso es bueno… temía que hubiesen fastidiado la pasada amortización… ¿te


sentaste con ellos hasta que lo acabaron?".

"Bueno, no exactamente... solo que hablé con el cliente y conseguí algunas


concesiones de la dirección de su edificio para facilitarles el poder terminar."
Explicó tranquilamente Kerry.

"Buen trabajo." Dijo Dar, entonces vaciló. "¿Kerry?" Los ojos verdes se
alzaron y encontraron los suyos. "Estoy bien... gracias por preguntar."

Kerry pestañeó. "Sé que no te gusta que la gente se meta en tus asuntos
personales." Declaró suavemente. "No pretendía entrometerme o algo así… me
alegra que todo esté bien."

Dar sintió un silencioso pesar ante la disculpa de la mujer rubia. "No... um...
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no me importa, no si es María... o si eres tú… simplemente no me gusta tener a


toda la compañía involucrada." Le lanzó a Kerry una sonrisa un poco arrepentida.
"Te sorprendería lo que por aquí pasan por jugosos cotilleos."

"Ah." Kerry asintió con aliviada comprensión. "Te capto… así que, si
alguien sospechará que estas enferma, intentarían aprovecharse de eso."

"Exacto."
"Dar, eso apesta."

Eso le consiguió otra sonrisa arrepentida. "Bueno… no puedo decir que no


esté de acuerdo y no estoy a favor de la charla inútil, pero es una verdad de la
vida."

Kerry apretó los labios y asintió. "Entiendo." Hizo una pausa, entonces alzó
la vista, estudiando el rostro medio en sombras de Dar. "Como sea, me alegra que
las cosas estén bien."

Un levísimo toque cuestionador en su tono. Dar se inclinó hacia delante y


descansó los brazos sobre el escritorio. "En su mayor parte". Admitió.
"Básicamente me dijeron que debo tomarme vacaciones y no trabajar tanto." Se
encogió de hombros. "Como siempre." Alejó el recuerdo de la prueba de tensión,
decidiendo que su joven ayudante no necesitaba conocer esa información, por lo
menos no hasta que se confirmase que algo estaba mal. Después de eso… .

Dar no quería pensar sobre después de eso. "Tengo medicamentos para los
dolores de cabeza, y eso fue todo."

Kerry absorbió la información. "Bueno.. ¿cuándo fue la última vez que te


cogiste unas vacaciones?". Preguntó con curiosidad. "Sé que las mías fueron hace
tiempo... pasaban tantas cosas... fui a la Isla de Marco durante unos días." Había
sido una excursión divertida, ella y unos cuantos de Associated; habían alquilado
una pequeña cabaña en la costa oriental de Florida y pasaron el tiempo buscando
conchas y vagabundeando por la playa.

Dar se concentró. "Um… creo que las mías fueron... esquiando en


Colorado." Evocó. "Aproximadamente una semana... terminé conociendo de forma
intima y personal a la mayoría de los árboles de Aspen." Se rió suavemente.
Finalmente le cogí el tranquillo el último día... pero no he regresado desde
entonces."
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"Eso parece divertido… he estado esquiando unas cuantas veces… aunque


no soy buena en eso". Confesó Kerry con una sonrisa. "Me tropecé con un conejo
la última vez y me fui de cabeza rodando... acabé con una muñeca rota."

"Ay." Río Dar.


"Bueno… ¿vas a seguir el consejo del médico?". Inquirió Kerry. "Coger
vacaciones, quiero decir."

Dar alzó la vista. "¿Intentas librarte de mí?" Su tono era ligero, pero cauto.

"No." Contestó Kerry muy seria. "Estoy intentando figurarme cómo voy a
montar a tiempo una ametralladora en mi escritorio." Levantó las manos.
"Rattataataa."

No pudo evitarlo. Dar estalló en carcajadas, echándose atrás y sintiendo su


cuerpo entero relajarse de la tensión del día. "Oh… dios, gracias... lo necesitaba."
Felicitó a la mujer rubia, mientras descansaba los codos en los brazos del sillón,
entonces apoyó su barbilla contra los dedos entrelazados. Una idea surgió en su
mente y empezó a hablar antes de realmente pensar lo que estaba haciendo.
"Escucha... tengo que ir a la oficina de Miami sur para una reunión rápida.. Creo
que debes venir, así puedo presentarte a los tipos de allí."

"Vale". Estuvo de acuerdo Kerry amablemente, de alguna forma deleitada al


poder hacer reír a Dar. "Me parece bien... y, de todas formas, está prácticamente de
camino a mi casa."

"Eh… podríamos... probar ese restaurante tailandés después de la reunión...


está justo por allí... no he almorzado, así que... " Dar se sintió un poco torpe pero se
relajó cuando vio iluminarse los ojos de Kerry. "No he estado en mucho tiempo."

"Claro". Estuvo de acuerdo la joven, entusiasta. "He estado esperando una


oportunidad... a ninguno de mis amigos le gusta el tailandés, así que.. era esperar a
alguien que le gustara o ir sola." Puso una cara. "Detesto hacer eso."

Dar se miró las manos. "Me he acostumbrado a ello a lo largo de los años".
Comentó ligeramente. "Pero sé lo que quieres decir." Se puso de pie. "Vale...
bueno, entonces vamos... esa reunión está fijada para las cinco."

"Cojo mis cosas y te encuentro en el ascensor". Se mostró de acuerdo Kerry


y se fue corriendo.
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El cuarto parecía tan vacío sin ella, meditó Dar. Apenas sabía por qué había
sacado lo del restaurante, aparte del hecho de que ahora tenía hambre.. y…
Y.

Dar se mordió el labio. "Y te gusta pasar el tiempo con la chica." Se dijo
irónicamente. "Vamos, simplemente admítelo... tiene una perspectiva nueva… tan
diferente de la tuya y, por alguna loca razón, le gustas." Un suspiro suave. "Aunque
maldito si sé el por qué."

Se sentó ponderando eso durante un momento más, entonces recogió sus


cosas y se dirigió fuera.

***

"Así que... su secretaria entra y toma la taza, ¡entonces la lava con vinagre!"
Kerry cogió una gamba rellena y la mordió. "Uou... esto está genial... donde
estaba… oh... allí estoy, cogiendo café y sólo la miraba..."

"Mm." Dar mordisqueó su propia gamba y escuchó, obteniendo de repente


historias de cosas que ciertamente nunca vio. "Vinagre, ¿eh? Eso explica mucho
sobre Vi."

"Shh… bien... así que veo que ni tan siquiera enjuaga la taza, entonces vierte
descafeinado... finalmente mi curiosidad me puede… le pregunté qué estaba
haciendo y ella simplemente se rió." Kerry tomó un cauto sorbo del fluido
ambarino de la copa de vino que había sido colocada justo ante ella. "Oh… esto es
bueno."

"No bebo mucho, pero puedo tomarme un vaso o dos de esto". Admitió Dar.
"Guardo una botella de esto por la casa… a veces es agradable tomarlo en el
balcón."
"Intento no exceder mucho mi límite." Suspiró Kerry. "Aunque me llevan a
un club de vez en cuando y normalmente lo lamento por la mañana." Tomó otro
sorbo del vino de ciruela. "Bueno... así que le pregunto y me dice que ella y unas
cuantas secreta… perdona, auxiliares administrativas…" Intercambiaron un giro de
ojos. "Unas cuantas realmente querían que este otro vendedor de café hiciera el
edificio... o por lo menos la planta. Pero éste es el primo del gerente del edificio, o
cuñado, o lo que sea... así que no lo cambiarían aunque creyesen que el café es
malo."
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Dar mordió otro aperitivo, que era gamba llena con carne de cangrejo y bien
frita hasta estar crujiente. Tenía una salsa de naranja/miel/jengibre que le gustaba
particularmente. "Bueno... no es el mejor, pero tampoco es el peor…". Comentó
acerca del café.

"Eso es lo pensé yo también… quiero decir, es café de oficina... no de


Starbucks, por amor de Cristo." Kerry agitó la cabeza. "Pero tienen este plan...
ponen vinagre en el café de su jefa, porque saben que es una bocazas y se quejará
todo el tiempo… y si lo hace el tiempo suficiente, lo cambiarán".

Dar se rió. "Oh, infierno… Vi también se queja constantemente de eso…


ahora tengo un problema... la próxima vez que tengamos reunión del comité
ejecutivo y empiece con lo del café, no voy a poder contenerme." Se relajó en su
silla. "¿Por qué simplemente no compran el condenado café que les guste y lo
llevan?"

Kerry miró el gran plato de arroz blanco y el recipiente de pollo al curry que
acababan de poner delante de ella. "Uh, oh... parece que tendré comida para
mañana."

"Apuesto a que no." Una rápida sonrisa asomó en el rostro de la mujer


morena. "Va a desaparecer."

"Sí... en mí." Kerry dio golpecitos a su estómago irónicamente. "Oh.. sobre


el café.. bueno, eso es lo que le sugerí, quiero decir.. han estado haciendo esto
durante tres meses, Dar… en ese tiempo podrían haber contratado a Juan Valdés
como consultor, ¿sabes?"

Dar rió disimuladamente.

"Me miraron como si fuese un perro con tres cabezas." La mujer rubia alzó
las manos en un encogimiento de hombros. "Hicieron un comentario snarky
(animal imaginario) sobre qué no todos trabajaban para ti y cobraban
megasueldos."

Una oscura ceja se alzó. "No eres mi secretaria." Declaró Dar rotundamente.
"Pago a la gente lo que merecen."

Kerry se ruborizó ligeramente y jugueteó un poco con su plato, mezclando el


arroz con el oloroso pollo al curry. "Entonces les dije que simplemente suponía que
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había escogido al jefe adecuado." Alzó sus ojos tímidamente y encontró los de Dar.
"Y creo que eso es verdad, sin tener en cuenta lo que cobre."

Dar estuvo callada durante un instante, absorbiendo el inesperado cumplido.


"Así que... ¿significa eso que aún no te he espantado?" Su tono era de broma, pero
había un fondo serio en él.

"Supongo que eso es lo que significa." Contestó Kerry. "Realmente me gusta


lo que estoy haciendo… estoy aprendiendo tanto." Exhaló y le lanzó una sonrisa a
Dar.

"Eso es un alivio." Contestó su jefa quedamente. "A partir de esta noche eres
oficialmente la ayudante que más ha durado… felicidades." Dar alzó su copa y la
sostuvo, permitiendo que una callada, casi ilusionada sonrisa tocara sus labios
mientras Kerry rozaba su copa. "No es exactamente lo que esperabas hace dos
semanas, ¿hmm?"

Una risita. "No… desde luego que no, pero… he aprendido que a veces las
cosas suceden por una razón... Creo que ésta es una de esas cosas." Kerry
reflexionó que brindar con su nueva jefa con vino de ciruelas sobre excelente pollo
al curry tampoco era lo que esperaba, pero eso también lo aceptaba. "Sin quejas."

Dar estaba contenta. Había hecho la elección correcta y los eventos estaban
demostrándolo hasta el punto que incluso Duks había hecho un comentario,
dándole con el codo en las costillas y felicitándola por el manejo de Kerry de
alguna cuenta u otras cosas. "Pensé que estabas escogiendo por aspecto, amiga
mía.…supongo que estaba equivocado." Había sonreído afectadamente en
respuesta. "Eres tan superficial, Dukky… tienes que aprender a ver bajo la
superficie." Había conseguido una buena empleada y una gerente inteligente y...

Y...

Sus ojos se encontraron casualmente y Dar sintió una gentil calidez en sus
entrañas. Buen Dios, incluso podría haber encontrado una amiga, tan intimidante
como ese pensamiento resulta. Al menos alguien con quien podía cenar de vez en
cuando sin preocuparse por aburrirse. "Me alegra oírlo."

Kerry suspiró feliz y masticó su curry. "Bueno... ". Tragó. "En esto de
'nosotros y ellos', ¿quienes, exactamente, somos nosotros, Dar?". Se limpió los
labios. "Porque necesitas tantas tarjetas de puntuaciones en esa oficina que estoy
considerando ponerlo en una base de datos de Access."
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Dar casi se ahoga con un poco de arroz. "No me hagas reír así... me
asfixiaré". Protestó. "OK… bueno, quien es nosotros... Esa es una pregunta difícil,
porque todos tienen su propia agenda, te das cuenta de eso, ¿verdad?"

Kerry asintió, pero no habló mientras masticaba.

"Ducks... ese es Lou Draefus, Mariana y yo normalmente nos asociamos en


reuniones de nivel senior. Eso frustra a Ventas y Marketing, porque entre Finanzas,
Personal, y Ops… bueno, nos llaman Cerbero a nuestras espaldas, hablando de un
perro de tres cabezas." Explicó Dar entre bocados. "Duks y yo venimos de lejos…
él era interventor de nivel de cuentas cuando yo empecé y descubrimos que
trabajábamos bien juntos, así que nos asociaron en muchas cosas… funcionó para
ambos."

"¿Por qué le llamas Duks?". Preguntó la mujer rubia con curiosidad.

Una sonrisita afiló el rostro de Dar. "Es una larga y vergonzosa historia que
involucra una bolsa de gimnasio, el lago artificial de fuera, un pato y yo teniendo
que tener las alfombras de la décima suelo limpiadas en seco... yo no preguntaría".

"Por favor, no". Balbuceó Kerry, sosteniendo su servilleta sobre la boca. "No
creo que pudiera soportarlo… mi cabeza puede explotar." Se aclaró la garganta.
"Bueno... así que Lou, Mariana y tú sois una piña."

Dar lo consideró. "Bueno... supongo." Se encogió de hombros. "Sabemos


que podemos depender los unos de los otros - al menos en el contexto de
funcionamiento de nuestras divisiones." Tragó. "V y M son adversarios naturales...
intentan forzar los límites y vender cosas que a veces rebasan nuestra capacidad...
es mi trabajo no permitirles hacer eso." Tomó un sorbo de vino, vaciando la copa,
entonces indicó al camarero que la rellenase. "Los aplastantes números de Duk
tienen que aprobar todos los contratos... así que entre nosotros, tenemos realmente
una relación estrecha."

"Mm." Kerry ponderó esto, sonriendo mientras el camarero ofrecía llenar su


copa y asentía. "Aunque tienes la mayor influencia, ¿no?"

Dar puso un trozo de pollo en su boca y mordió, rebanándolo limpiamente.


"Hago que las cosas sucedan." Declaró bruscamente. "O no.. así que supongo que
lo tengo." Lo consideró. "Aunque es una espada de doble filo... porque tengo que
rendir el cien por cien del tiempo."
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"Eso es mucha presión". Reconoció Kerry. "Dicen que Lou y Mariana son
amantes... ¿es eso cierto?".

Se hizo el silencio mientras Dar consideraba cómo contestar la pregunta.


"Nunca he sido invitada a sus dormitorios."

Kerry se sonrojó. "Lo siento... fue una pregunta inapropiada".

"No… el cotilleo es un hecho de vida en un lugar de este tamaño." Suspiró


Dar. "Cuando quiera que tienes a dos personas pasando mucho tiempo juntas,
tienes ese tipo de chismes extendiéndose… he oído los rumores y ellos son muy
buenos amigos, pero más allá de eso… ¿quién sabe?".

"La gente pasa mucho tiempo haciéndose preguntas." Kerry se encogió de


hombros. "Me parece algo contraproducente."

Dar se rió entre dientes. "Te sorprendería lo que es juego justo para la
especulación... por ejemplo, ayer oí que había algo entre María y el jefe de
seguridad nocturno."

"¿Qué?". La cabeza de Kerry dio un tirón. "¡María está casada!".

Una débil sonrisita. "¿Y tú punto es…?" Dar inquirió. "Parece que fue vista
hablando con él en uno de los cuartos de suministros en voz muy baja."

Kerry resopló. "Basura... ¡Yo estaba allí!". Protestó. "Estaba diciéndole que
uno de los administrativos junior estaba sacando resmas de papel del edificio."
"¿Ves?" Dar se rió entre dientes. "Es insidioso."

La cara de la mujer rubia se serenó. "María se sentiría muy herida al


averiguar que la gente esta hablando sobre ella de esa manera." Declaró
quedamente. "Es una mujer muy devota... y la forma en que habla sobre su marido,
creo que realmente le ama."

Dar sonrió. "Creo que tienes razón, es por eso que le dije a la persona que
me lo contó que si lo oía de nuevo, iba a descubrir quien estaba diciéndolo y le
despediría en el acto."

Kerry la miró fijamente. "¿Puedes realmente hacer eso?"


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Una sonrisa traviesa transformó el rostro normalmente sobrio de Dar. "No...


pero todos creen que puedo... así que funciona genial."

Los ojos verdes frente a ella se suavizaron en algo muy similar a la


reverencia. "Supongo que ese es él por qué no oigo muchos cotilleos sobre ti, ¿eh?"
Murmuró.

Dar se ruborizó un poco bajo su mirada y dejó caer sus ojos, jugueteando
con su tenedor. "La reputación a veces es útil, sí." Admitió. "Tiendo a ser muy
protectora de mi personal… de los que se quedan, al menos... y la mayoría de la
gente lo sabe."

Kerry se rió suavemente. "Bueno. Ciertamente me siento a salvo." Alzó la


vista y encontró ojos azul pálido mirándola fijamente, y un débil y nada
desagradable escalofrío recorrió su espalda. "Pero intentaré no hacer nada de lo
que puedan hablar de mí."

"Bastante justo." Contestó Dar quedamente, levantando la vista cuando el


camarero retiraba sus platos y dejaba una fuente caliente con diminutos donuts
tailandeses y salsa dulce para mojar en el centro de la mesa. "No lo…"

"No... viene con su cena." El hombre se apresuró a explicar, con una leve
inclinación.

Intercambiaron miradas aviesas y Dar se encogió de hombros. "Gracias." Se


rió entre dientes un poco y cogió uno, zambulléndolo en la salsa y probándolo.
"Mm... estos son buenos." Informó a la observadora Kerry.

Que suspiró. "Temía que ibas a decir eso." Probó uno. "La cruz de trabajar
para ti... es peligroso para mi cintura... tú y todas tus galletas y cositas."

Dar se detuvo y se lamió los dedos. "Quiero asegurarme que no vas salir
volando si abren las puertas allí arriba." Declaró con una risita. "Una preocupación
justificable, creo… si no te importa que lo diga."

Kerry la miró fijamente, confundida. "¿Qué quieres decir?"

Uh, oh. Dar se dio cuenta de que acababa de meterse en aguas peligrosas.
Casi se abofeteó, dándose cuenta que sabía mejor que su visión de alguien y la de
ese alguien no solían concordar. "Um… sólo… ah... no importa." Agitó una mano,
negándose a expresar su opinión de que la mujer rubia estaba lo que ella
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consideraba casi peligrosamente delgada, dado que la propia Kerry obviamente no


la compartía.

Las rubias cejas se fruncieron. "No me van los 'no importa'." Declaró
apologéticamente. "Ahora has despertado mi curiosidad." Se inclinó ligeramente
hacia delante. "¿Qué?".

Dar se maldijo mentalmente, disgustada por haberse metido en esta


particular esquina. "Um…" Inspiró. "Es solo mi opinión y no cuenta, pero creo que
quizá debieras considerar no matarte tanto de hambre." Se estiró y tomó la mano
de Kerry, volviéndola y poniendo el pulgar contra los prominentes huesos de su
muñeca. "Probablemente es él por qué tienes tanto frío todo el tiempo."

Le costó a Kerry varios segundos antes de poder asimilar la parrafada,


principalmente porque estaba concentrándose en la increíble calidez de los dedos
alrededor de su brazo. Dar estaba refiriéndose a su hábito de envolverse a en una
chaqueta, para resguardarse del frío de la decimocuarta planta. Estudió atentamente
la bronceada piel, antes de alzar la vista y encontrase los claros ojos de Dar. "Tu
opinión cuenta." Suspiró un poco. "Y probablemente tengas razón… de otra
manera sólo recibo mucha crítica de mis padres y es más fácil no tener que
aguantarlo."

Dar la soltó, el instinto diciéndole que había más en la historia, pero dándose
cuenta que cruzaba los límites personales en los que no tenía ningún derecho a
meterse. "Bueno... era sólo una idea." Sonrió para aliviar la tensión que se había
formado. "Quizá pueda subir con algunos bocados más saludables... galletas de
brócoli o algo así."

Kerry soltó una risita sorprendida. "Apostaría que detestas el brócoli." Sus
ojos centellearon.

Un atisbo de mirada maquiavélica cruzó el rostro de Dar. "Alguien me dijo


una vez que impedía el crecimiento... " Se señaló con una mano. "Nunca toqué esa
sustancia."

La mujer rubia se relajó, contenta de que la conversación hubiese discurrido


a un tema diferente. "Por cierto, ¿cuánto mides? No me di cuenta de exactamente
cuánto más alta que yo eras hasta el otro día, cuando estábamos juntas en el
ascensor con todos esos espejos."

"Un poco más de seis pies." Dar reconoció con una sonrisa de disculpa. "Sin
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tacones." Se alegraba de haber logrado fijar la atención de Kerry fuera de ella


misma, pero notó que su pequeña compañera estaba alegremente terminando los
diminutos donuts y sonrió en su interior. Mi opinión cuenta, ¿eh? Y tus padres en
Michigan, niña... ¿qué pasa con eso? "Eh, gracias por complacer mi capricho…
este lugar es bastante bueno."

Kerry se retrepó con su copa de vino y lo terminó, pensativa. "Sí... realmente


lo es... creo que puedo marcarlo como un nuevo favorito."

Dar lo consideró un momento, entonces entrelazó los dedos y descansó su


barbilla en ellos. "Bueno, siempre que no puedas encontrar a alguien con quien
venir aquí, pégame un toque".

Una sonrisa queda cruzó la cara de la mujer rubia. "Trato hecho."

***

Kerry meditó quedamente sobre la tarde mientras se cambiaba la ropa de


trabajo por una camiseta y pantalones cortos. Levantó la vista cuando sonó un
suave golpe y suspiró. "Entra."

Colleen entró de un salto y se puso las manos en las caderas. "¿Y dónde has
estado, jovencita? No me digas que la gorgona ya te tiene trabajando hasta tarde...
te lo estoy diciendo, Ker… no puedes permitirle que te embauque hasta esas
horas."

"No exactamente..." Kerry se rió entre dientes, sacando sus patines en línea.
"Quiero decir... sí, tuvimos una reunión tardía, pero fue aquí cerca y nos…
encontré a alguien con quien ir a comer tailandés, así que probé ese nuevo
restaurante del que te hablé."

"Cocinan gatos, sabes." Colleen la aconsejó, dejándose caer sobre el sofá y


quitándose sus propios patines de alrededor del cuello. Habían planeado salir a
patinar y ella había estado vigilando para cuando viera el automóvil de Kerry. "No
es que puedas decir qué diablos ponen allí en todo caso."

La mujer rubia giró los ojos. "Era pollo, Col… sólo pollo, arroz, algunas
gambas rellenas y esos pequeños donuts realmente buenos de postre." Se puso un
patín y estiró los cordones. "Y es el Vietnamita el que usa gatos, no el tailandés."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 153 de 153

"Mmhmm.. así que.. ¿debiera tener celos? Tienes un nuevo amigo en el


trabajo, ¿eh? ¿Cuál es su nombre?". Colleen incitó traviesamente. "¿Cómo le
engañaste para probar el perro asado?"

Kerry se detuvo y apoyó las manos sobre su rodilla antes de levantar la vista.
"Um... es ella y es Dar, y no necesitó ningún engaño. Le gusta el tailandés."

La mandíbula de Colleen se desplomó. "No jodas. ¿Fuiste a cenar con tu jefa


otra vez?" Se carcajeó por lo bajo. "Si no te conociera bien pensaría que les estabas
haciendo la pelota pero bien".

"Tch… simplemente estás jorobada porque al fin encontré alguien que


compartieras esas cosas conmigo." Una risa suave. "Además… ella es bastante
divertida."

La pelirroja se palmeó la sien con la mano. "No lo oí." Se tapó ambas orejas.
"No te estoy escuchando decir que esa dragón comefuego es 'divertida'… Kerry,
esa es la perra que iba a despedirte a ti y a todos en Associated hace dos semanas,
¿recuerdas?"

"No la llames eso". Se irritó Kerry inesperadamente. "Sólo estaba haciendo


su trabajo."

"Eso es lo que dijeron los Nazis". Contestó Colleen impenitentemente. "No


puedo creerme que estés sentada ahí defendiéndola."

Kerry terminó de atarse los cordones, entonces se incorporó, manteniendo el


equilibrio con facilidad. "Ahora es diferente, Colleen... entiendo mucho más lo qué
estaba pasando detrás de todas las decisiones que estaba tomando… no es una mala
persona."

"Así que.. ¿ahora está bien que simplemente despida a todos?" La pelirroja
la miró fijamente. "¿Es eso lo que estás diciendo?"

"No." La cabeza rubia se agitó en negación. "Entender no es igual que estar


de acuerdo… es sólo que puedo separar lo que hace de quién es."

Colleen se agarró la cabeza con ambas manos. "Estás confundiéndome


puñeteramente."
"Bueno, ponte tus patines y vámonos."
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 154 de 154

Kerry suspiró. “Mira... es simple - no me gusta lo que hace... es él por qué


decidí intentar unirme a su departamento, quizá pueda conseguir que cambie de
idea sobre las cosas. Pero me gusta quién es ella... me gusta ella, como persona -
sin tener en cuenta lo que hace en el trabajo… ¿entiendes?".

Su amiga terminó de atarse los patines y se puso de pie, tambaleándose un


poco. "Entiendo que te ha hechizado de forma bestial, eso seguro." Agitó su
cabeza. "Sólo… Kerry, ten cuidado, ¿vale? No quiero verte entregarte a este
trabajo, sólo para que te salga el tiro por la culata y tenerla machacándote."

Ella no haría eso. Las palabras vinieron de forma natural a sus labios, sin
pensar, pero Kerry apretó la mandíbula ante ellas, dándose cuenta que no era algo
que pudiese saber explicar fácilmente. "Tendré cuidado... sé que a veces las cosas
pueden ponerse feas, sobre todo al nivel en el que está ella... gracias por
preocuparte por mí."

"Mmph." Refunfuñó Colleen. "Alguien tiene que hacerlo…" Siguió a Kerry


por la puerta y a la acera. "Bueno... de todas formas, ¿cómo está tratándote allí
arriba?"

La mujer rubia siguió en un ritmo sencillo, bajando la calle pavimentada.


"Bastante bien, en realidad… sigue saboteándome con galletas... cree que no peso
lo bastante." Le lanzó una mirada aviesa a Colleen. "Compartimos muchos de los
mismos gustos en golosinas."
"Ah." Su amiga asintió. "Bueno... consigue un punto entonces." Hizo una
pausa. "Pero solo uno, no creas." Tiró de la camisa de Kerry. "He estado
diciéndotelo durante meses."

"Sí, sí." La mujer rubia giró los ojos. "Vamos... te echo una carrera a la
esquina."

***

Kerry entró en la sala de conferencias y dio una sonriente inclinación al


grupo congregado mientras se deslizaba en una silla a mitad de la mesa. Era la
primera reunión a la que iba a asistir sin la reconfortante presencia de Dar a su lado
y estaba un poco nerviosa. Soltó su PDA sobre la mesa y echó un vistazo
alrededor, flexionando juntas las manos.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 155 de 155

La reunión era para coordinar un proyecto para reemplazar la tecnología


actual, que estaban usando para su enorme intrarred, con un tipo más avanzado, y
eso afectaba a, virtualmente, todos en la compañía. Dar había querido asistir, pero
estaba en mitad de solventar un enorme problema que afectaba a toda la costa
oriental y le había dicho a Kerry que simplemente fuese, tomase apuntes y no
aceptara nada.
Bastante fácil.

Aunque estaba un poco preocupada por Dar.. la mañana había empezado


perfecta, pero después de encargarse de los emails urgentes de la mañana, se había
detenido para revisar algo y encontró a su jefa de pie junto a su ventana, mirando
fijamente el agua con expresión torva. Sus preguntas habían sido contestadas con
ausente descuido y tuvo que combatir el deseo de instigar a la alta mujer por lo que
estaba molestándola.

Así que aquí estaba, en cambio, preocupándose por alguien a quien apenas
conocía y asistiendo a una reunión para la que apenas estaba preparada. Kerry
suspiró. Menos mal que era viernes. Echó un vistazo mientras un hombre alto con
barba caminaba a la cabecera de la mesa y se sentaba, revolviendo algunos papeles
delante de él, entonces la miró con ceño desagradable.

"¿Comprendo que no somos considerados lo bastante importantes para que


la Srta. Roberts esté aquí?".

Kerry se mordió la lengua durante un instante, entonces se aclaró la


garganta. "En realidad... está aclarando un desastre en la región occidental... me
pidió que asistiera por ella."

El hombre más joven sentado al lado de él dio un respingo. "Uh... ¿el trato
del Pacífico?".

Kerry asintió. "Obligó a Unisys a que enviara esos mainframes una semana
antes y estaba presionando a algunos de allí para que consiguiese un equipo de
instalación."

El hombre barbudo no pareció más feliz, pero gruñó y concentró su atención


en sus papeles. "Bueno, de acuerdo... empecemos con esto." Ojeó a su vecino.
"¿Tienes una presentación de tecnología?"

Kerry se asentó, abriendo su PDA y garabateó unas notas mientras las luces
se difuminaban y un diagrama de circuitos aparecía en la pantalla.
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Dar tomó un sorbo de agua en su escritorio y concentró la atención en la


mujer que se sentaba delante de ella. La VP de Marketing estaba ocupada
perfilando un nuevo esquema y deseaba la opinión de Dar sobre si su
infraestructura actual podría o no manejarlo.

Inspiró y tragó, forzando abajo la náusea que se había sumado a su diario


dolor de cabeza, el de hoy siendo peor de lo usual, tan malo que sospechaba que lo
que realmente estaba sufriendo era una migraña. Había empezado con un periodo
de visión del túnel, los bordes de su visión borrosos como un torbellino, borrosidad
chispeante. Entonces el dolor había empezado, en la base del cráneo y ascendido,
el martilleo tan malo que estaba revolviéndole el estómago. La voz de la VP de
Marketing no estaba ayudando. Evaline tenía un desafortunado acento de Nueva
York y Dar se sentía perdiendo la concentración, sin desear más que acurrucarse en
un lugar oscuro y desconectar del mundo exterior.

Pero no podía. Había demasiado que hacer, así que lentamente sorbió más
agua, calculando si podía arriesgarse tomando otros cuatro o cinco Ibuprofenos.
"Tiene buen aspecto, Evaline... podemos trabajar el ancho de banda, pero escribiría
lo primero en esos contratos T3 adicionales."

La mujer anotó, asintiendo. "Sí... sí… podemos hacerlo."

El teléfono sonó y Dar pulsó el botón del altavoz. "¿Sí?"

"Dar, tenemos un problema." La voz de Mark sonaba irritada. "T y T


pidieron acceso a Internet para alguno de su técnicos senior y tienen un TCP/IP
abierto amontonado en sus bandejas. Puedo darles un proxy, pero hay posibilidad
de que alguien pudiera entrarles por esa condenada intranet que apoyan y pegarnos
desde dentro."

"Perfecto. No." Profirió Dar, descansando la cabeza en la mano. "Diles a T y


T que no hagan nada."

"Lo hice." Contestó Mark. "Pero Uthai está quejándose por todo el lugar y
mordiéndome el culo."

Dar tomó una inspiración y la soltó. "Dile que yo dije no." Contestó
llanamente. "Dile que si tiene problemas con eso, puede llamarme directamente y
le diré a su pequeño, sucio e ininteligible culo que no."
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Silencio momentáneo. "Vale." Contestó Mark despacio, arrastrando las


palabras.

"Y puedes decirle de mi parte que si es tan estúpido de no comprender un


simple concepto como seguridad de red, podemos encontrarle un nuevo puesto
pintando rayas en el aparcamiento del Banco de Nueva Zelanda." Continuó Dar, su
voz acercándose a un gruñido.

Silencio más largo. "Creo que dejaré que eso se lo digas tú." Contestó el jefe
de MIS finalmente, con una risita vacilante. "No quiero privarte del placer."

El martilleo empeoró y Dar sospechó que estaba a punto de vomitar, el solo


pensamiento hacía que la cabeza le doliera aun más. "Gracias." Colgó, entonces
miró a Evaline. "¿Hemos acabado?".

La pequeña mujer rubia le parpadeó. "¿Estás bien, Dar?" Inquirió de forma


educada. "No es que normalmente no estés de pésimo humor, pero esto parece un
poco demasiado incluso para ti."

Los ojos azules la atravesaron implacablemente. "¿Hemos acabado?" Repitió


irritada Dar.

La mujer se puso en pie y agitó la cabeza. "Sí… ten un buen… fin de


semana, Dar." Hizo una pausa. "O lo que sea." Salió, cerrando la puerta detrás de
ella con fuerza innecesaria y le lanzó una mirada a María. "Le ha picado una avispa
en el culo hoy, ¿no?". Sus ojos cayeron sobre Kerry, que acababa de entrar en la
oficina, y ahora estaba cerca del escritorio de la secretaria.. "Oh... lo siento,
cariño... tú todavía eres bastante nueva, ¿verdad? ¿No te has hastiado todavía de
ella? Dios mío... has durado seis veces más que los otros... debes ser una persona
muy paciente."

Kerry la miró fijamente. "Intento serlo." Contestó ligeramente, mientras la


mujer simplemente agitaba la cabeza y salía. La mujer rubia devolvió su atención a
María. "Ha estado todo el día bastante enfadada… ¿pasa algo?"

María se encogió de hombros. "Te digo... algo está mal, pero no lo dice." La
secretaria bajó la voz. "Estoy preocupada… recibió una llamada del médico hoy...
temprano esta mañana, ha estado tan silenciosa desde entonces." Tocó con el codo
a Kerry. "Mejor entras... estaba preguntando dónde estabas."

"Vale…" Suspiró Kerry, entonces recogió su ofrenda de café y suavemente


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llamó a la puerta, abriéndola cuando oyó la baja contestación. Entró para encontrar
a Dar sentada detrás de su escritorio, los brazos descansando en su superficie. "Eh..
¿me buscabas?" Mientras se acercaba, notó el tinte pálido en la normalmente
bronceada piel de su jefa y dejó el café, mirando con preocupación a la mujer más
alta.

"Sí, " Dar exhaló. "Um… esos contratos, los que Duks quería revisados...
¿los cogiste? No los encuentro..."

"¿Dar?". Kerry había rodeado el escritorio y se había arrodillado a su lado,


poniendo una mano en su brazo. "Eh… ¿estás bien?".

Las cejas de Dar se fruncieron. "Sí…sólo tengo un terrible dolor de cabeza."

"Estás fatal." Kerry espetó con típica falta de tacto, algo que parecía sufrir
sólo con Dar. "Dios... estás sudando…".

"Sólo... " La mujer mayor se preparó, tomando una larga inspiración. "Estoy
bien… necesito encontrar esos contratos… le dije a Duks que se los devolvería esta
tarde."

Kerry la estudió durante un instante. "De acuerdo... veré si puedo


encontrarlos… estaba repasándolos, pero creí que los traje. Déjame revisar mi
oficina."

Dar asintió en acuerdo y permitió descansar su cabeza sobre una mano.


"Bastante bien."

Empezó a salir, caminando hacia la puerta pequeña que llevaba al corredor


trasero entre sus oficinas, entonces se detuvo y se volvió, tomando coraje con
ambas manos y regresando al escritorio. "¿Dar?".

Ojos azules levantaron la vista con leve irritación. "¿Qué?"

Kerry se sentó en el borde de la pulida madera. "Um… ¿por qué no te vas a


casa?"

"No seas ridícula, Kerry." Dijo Dar irritada. "No hay nad... " Apretó la
mandíbula con fuerza mientras su estómago amenazaba rebelarse y cerró los ojos.
"Maldición."
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"¿Dar?" La voz de la mujer rubia asumió una gentil suavidad. "Venga...


¿déjame llevarte a casa, ¿vale? Puedes tumbarte... sé que te sentirás mejor."
"Hay demasiado que hacer." Protestó Dar, fatigosa. "No puedo."

"Yo lo haré… venga... Te dejaré, entonces regresaré aquí y acabaré las


cosas." Kerry la engatusó. "Eh... es viernes por la tarde... puedes tomarte unas
horas."

Dar la miró fijamente. Kerry era buena persuadiendo y lo sabía, pero ¿desde
cuándo dejó que eso le afectara a ella? Los ojos verde mar se hicieron cálidos y
gentiles mientras la mujer rubia la observaba y, de repente, Dar sólo deseaba ceder.
Dolía demasiado para hacer nada más. "De acuerdo." Se rindió, retrepándose en su
silla y dejando descansar la cabeza contra el fresco cuero. Mantuvo los ojos
cerrados, escuchando a Kerry apagando el ordenador y el leve tintineo cuando
cogió las llaves del automóvil de Dar del cajón superior.

"Vamos." Kerry instó quedamente.


"Sí... de acuerdo." Dar se puso de pies, entonces se colgó el portátil y la
siguió mientras Kerry cruzaba el despacho y abría la puerta. Le dedicó una mirada
a María mientras la secretaria levantaba la vista, sobresaltada. "María… estoy
um…"

Kerry sostuvo en alto las llaves del coche detrás de la espalda de Dar e
intercambió preocupadas miradas con María.

"Estás... fuera en una reunión." Dijo María quedamente. "Sólo llamadas de


emergencia, ¿sí?"

Dar asintió. "Eso servirá."

El paseo hasta fuera fue silencioso, Kerry estaba asombrada de que lograran
escapar del edificio sin que Dar fuese detenida media docena de veces, pero
parecía que escogieron el momento adecuado, cuando todos los demás estaba en
reuniones de tarde o aún almorzando. Estaba un poco nerviosa, insegura de tomar
tan enérgica actitud con Dar, pero una mirada a su pálido y ojeroso rostro
rápidamente disolvió cualquier temor.

Consiguió que la ejecutiva se pusiera en el asiento del pasajero, entonces dio


la vuelta y prudentemente ajustó el asiento del conductor para acomodarlo a su
menor tamaño. "¿Dónde vives por cierto?" Inquirió, vacilante.
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Dar sonrió fatigosamente. "Ve por la calle McArthur y al este. Es la última


luz antes de que pases el último puente a la playa."

Kerry la miró confundida. "Dar, eso es la terminal de la Guardia Costera."

Una risita débil. "No realmente... hay una base de ferry justo al oeste de
eso." Exhaló. "Un lugar llamado isla Fisher... has de tomar un barco para ir allí."

Kerry puso lentamente al Lexus en ralentí y salió del aparcamiento,


doblando a la derecha y dirigiéndose hacia la calzada. "Oh." Meditó. "He oído
hablar de eso." Le lanzó a su compañera una mirada preocupada. "¿"Tienes algo
que puedas tomar para la cabeza? Quiero decir…parece que te duele bastante."

"La farmacia de la isla está llena de recetas que me dieron ayer." Contestó
Dar quedamente. "Creo que esto es una migraña... nunca he tenido una antes, pero
es realmente horroroso."

"Uh." Kerry giró hacia la calle y fue al este. "He tenido de esas unas cuantas
veces… ¿empezó con tu visión poniéndose rara?"

Un débil asentimiento.
"¿Dolor de estómago?" Inquirió Kerry, compasiva.
Otro asentimiento.

"Es una migraña." La mujer rubia puso un gesto. "Normalmente encuentro


un lugar oscuro en alguna parte para dormirla."

Hubo silencio durante un poco. "¿Cómo fue la reunión?" Preguntó Dar


finalmente, cuando estaba girando metiéndose en el terminal del ferry y
procediendo cautamente a través de los caminos marcados con conos. El ferry
estaba justamente en el puerto, así que Kerry aparcó el coche en el aparcamiento y
consideró la pregunta.

"Bien, supongo... el tipo que la presidía, Michael algo... fue realmente


desagradable - tenía mala actitud, pero el ponente de tecnología era bueno."

"Districe." Asintió Dar. "Me detesta." Abrió un ojo y saludó al guardia de


seguridad, que alzó una mano a modo de respuesta. "Sólo conduce hacia el ferry.
Te dirán cuándo detenerte."

Kerry obedeció, enfilando el Lexus hacia la rampa, después en su sitio


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asignado, donde un trabajador de camisa blanca le había indicado. Frenó cuando él


alzó una mano, entonces observó mientras calzaba las ruedas cuidadosamente. Una
vez todos los coches estuvieron cargados, la rampa fue levantada y el ferry se alejó
resoplando del muelle. Ahora tenía tiempo para fijar su vista a la derecha y estudiar
a su compañera. "¿Cómo fue lo de Pacífico?".

Dar mantuvo los ojos cerrados y apoyó la cabeza contra el marco de la


puerta, frío por el aire acondicionado. "Hecho." Murmuró. "Tuve que amenazar
con cerrar una división, pero los bastardos lo hicieron finalmente."

"Entonces otro record para DR." Sonrió Kerry, observando como el ferry se
acercaba la terminal de la isla. "Estaban realmente preocupados por el tema... oí al
Sr. Draeyfus hablar al respecto en el ascensor con ese individuo de Marketing."

"Mm." Dar hizo una mueca de dolor y tragó con dificultad mientras su
estómago se retorcía. Estaba patéticamente agradecida por que Kerry la llevase a
casa, por la forma en que se sentía, probablemente habría terminado en la bahía
Biscayne. No. Su mente objetó, cansina. No se habría marchado en absoluto y eso
habría sido simplemente estúpido. "Gracias por hacerme entrar en razón, por
cierto."

Los ojos verdes la observaron cálidamente, mientras Kerry simplemente se


impedía acercarse y apretar el brazo de su jefa. "Parecías tan abatida… no podía
soportarlo."

Un orbe azul pálido apareció y la observó con curiosidad. "¿No podías


soportarlo?"

Kerry tomó una inspiración, entonces la soltó, insegura de cómo


exactamente explicar su comentario. Fue salvada del problema por la llegada del
ferry a puerto, lo cual le exigió concentrarse en lo que estaba haciendo. Puso el
Lexus por la rampa, en una bienvenida rociada de agua que enjuagó la sal del
automóvil. Entonces procedió por el único camino que podía ver, llegando a una
intersección en T y mirando a Dar inquisitivamente. "¿Derecha o izquierda?"

"Derecha." Contestó Dar. "Ve por la segunda intercalación, gira a la


izquierda, la señal que dice "Costa"… conduce, entonces entra en la bahía al final."

Kerry miró alrededor con curiosidad. La isla ofrecía un pequeño campo de


golf en el centro y los apartamentos rodeaban el perímetro. No había mucho
tráfico, pero vislumbró varios carritos de golf sorteando el camino y los árboles
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que rodeaban el campo aislaban los apartamentos de él. Giró donde Dar había
indicado y se metieron en un complejo de condos, que tenía varios conglomerados
de casas, cada una en ángulo recto con la otra. "¿Allí abajo?" Indicó el
aparcamiento subterráneo.

Dar asintió. "Sí… primer o segundo sitio a la izquierda... no importa cuál


escojas."

"De acuerdo." Kerry puso el automóvil en el sitio, entonces puso el freno de


mano. "Aquí estamos."
"Así parece." Contestó con ironía la mujer morena. "No pensamos esto
realmente bien, Kerry… si me das oportunidad de tragarme unas pastillas y dejar
que hagan efecto, te llevaré a tu coche."

"No seas ridícula." Discrepó con firmeza la mujer rubia. "Puedo coger un
taxi, gracias… estás aquí porque no te sientes bien, ¿recuerdas?" Abrió la puerta y
saltó, literalmente, fuera. "Maldición, éste es un coche alto... oye, te dejaré
descansando, entonces saldré de aquí y de tu camino."

Dar se puso derecha y salió, apoyándose contra el automóvil cuando cerró la


puerta y respirando en la fresca brisa del océano con una sensación de dulce alivio.
Anduvo el camino a su puerta, tomando el paquete colgaba del buzón y echándole
un ojo. "Ah... las medicinas... Bien."

"¿Las entregan aquí?" Kerry estaba echando una mirada alrededor, sus dedos
arrastrándose sobre la gruesa piedra de construcción. Siguió la espalda de Dar
mientras la alta mujer abría la puerta y la empujaba, una ráfaga de aire limpiamente
perfumado le dio en la cara.

Entró en una espaciosa habitación, de techo abovedado. La impresión


inmediata que recibió fue de fresca, limpia apertura, con paredes cáscara de huevo,
dos sofás de cuero oscuros y los suelos de mármol. Su atención fue
inmediatamente capturada por la enorme imagen encima del sofá, una vista
planetaria en oscuros, vívidos y vibrantes colores que parecían saltarle en la tenue
luz. "Uou."

Dar se volvió, con una expresión confundida, entonces logró formar una
sonrisa. "Realmente no esperarías armatostes de madera, ¿verdad? Creí que te
causé mejor impresión que esa."

Kerry caminó hacia el cuadro y lo miró fijamente. "Es asombroso."


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La mujer más alta continuó hacia la cocina. "Gracias… hay un artista que los
hace... hace ese trazado como de araña con electricidad viva."

"¿Qué?" Kerry la cogió cuando alcanzó la puerta y entró en la enorme


cocina. "Uoa…" Gritó, volviéndose en círculo y abarcando el cuadrado cuarto, con
sus pulcramente mantenidos electrodomésticos. "Podrías meter mi coche aquí." Se
rió. "Creía que la cocina de mi madre era grande."

Dar tomó un vaso del armario y abrió la puerta de la nevera, vertiendo leche
en él del dispensador, entonces desgarró con impaciencia la bolsa de
medicamentos. "Si esperas que esta substancia haga efecto… te daré el paseo de
rigor." Consiguió abrir la botella y verificó la dosis, sacando dos píldoras y
metiéndoselas en la boca, seguidas por un trago de leche. "Espero poder
retenerlas." Hizo una mueca, apoyándose contra el poyete mientras una ola de
dolor contraía su cráneo.

Incapaz de mantener las manos para ella misma, Kerry gentilmente cogió el
codo de su compañera. "Vamos… ¿cual es el camino a tu dormitorio?"

Dar tomó una respiración sostenida y se enderezó. "Puedo hacerlo…


gracias." La calidez alrededor de su brazo desapareció y se quitó la chaqueta
mientras marchaba a su dormitorio. Los fríos tonos azules la aliviaron
inmediatamente y logró quitarse la ropa de trabajo y meterse en su camiseta y
boxers sin vomitar.
"Eh…" Llamó a Kerry, que asomó su cabeza en el cuarto. "Oye... creo...
creo que mejor me tumbo hasta que esta sustancia funcione…" Sintió a Kerry
acercándose, pero la mujer no la tocó de nuevo.

"Hay una terminal en el estudio... si deseas terminar esas cosas."

Kerry estudió a la perceptiblemente tambaleante mujer y suspiró. Avanzó de


nuevo y puso una mano en su brazo. "Vamos... no te preocupes por mí."

Dar no se resistió al contacto esta vez. Se permitió hundirse en la cama y se


acurrucó de lado, apretando la mandíbula ante otra oleada de náusea. El dolor
apretó de nuevo y se envolvió la cabeza con un brazo, encontrando difícil poder
respirar, dolía tanto.
"Mira… gírate." La voz era callada y familiar y obedeció, sintiendo manos
gentilmente sondeando el dolor en su cuello. Era oscuramente consciente que era
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Kerry y que no debiera estar permitiendo a la mujer hacer lo que estaba haciendo,
pero a su cuerpo había dejado de importarle y se relajó en el toque con un sentido
de alivio dichoso.

"Tranquila… uou... esto está realmente tenso… aguanta." Kerry trabajó los
tensos hombros, sintiendo incertidumbre y embarazo. La piel de Dar se sentía
agradable y cálida a través del suave algodón de su camiseta, y era incómodamente
consciente de exactamente cuan impropio era todo esto.

También era incómodamente consciente de cuánto estaba disfrutando al


hacerlo.
Tardó un rato, hasta que pudo sentir los nudos deshacerse bajo sus dedos y
para ese tiempo Dar estaba cayendo en un duermevela. Kerry detuvo su trabajo y
quitó una mano, pero mantuvo la otra allí, haciendo suaves círculos con sólo las
yemas de los dedos, que sólo se detuvieron cuando notó que la mujer morena
estaba profundamente dormida, su respiración firme y regular.

Retiró el contacto, entonces se puso de pie y salió silenciosamente del


cuarto, no deteniéndose hasta que estuvo en el centro del salón, donde exhaló una
larga y sostenida respiración. "Ueu." Se pasó una ligeramente temblorosa mano por
el pelo. "Vale... vale... sólo siéntate, Kerry... ya ha terminado… está
perfectamente… sólo relájate."

Funcionó. Con curiosidad, ahora echó una mirada alrededor, abarcando el


apartamento con ojo apreciativo. "Así que aquí es dónde vives, ¿eh?" Vagabundeó
por la gran sala, examinando el suave cuero del sofá. "Ooo.. apuesto que es
cómodo para sentarse." Entró en el comedor y fue a las ventanas que estaban
cubiertas con persianas de listones. Alzó una persiana para exponer la vista del
océano y suspiró. "Caray, que bonito."

De allí vagó a la cocina, mirando los electrodomésticos azul cobalto que


mostraban poco uso y la isla central para preparar comida que mostraba incluso
menos. "No pasas mucho tiempo aquí, ¿verdad?" Atisbó dentro de la nevera y agitó
la cabeza. "Santo cielo, Dar… ¿Esperas que me crea que vives de leche, galletas de
chocolate y.. " Abrió el congelador. "¿Pizza congelada?" Se palmeó la cabeza con
incredulidad. "No estoy viendo esto." Miró de nuevo. "Oh... perdóname... y
helado."

Abandonó la pobremente abastecida cocina e hizo otro circuito por el salón.


Una puerta llevaba a la derecha y asomó la cabeza, viendo un gran escritorio
completo con ordenador. "Ah... el estudio." Echó un vistazo a las escaleras con
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curiosidad, entonces trotó por los escalones alfombrados, encontrando allí tres
cuartos y dos baños, un dormitorio destinado a ser el dormitorio principal por el
tamaño y un balcón que lo rodeaba abierto al mar. Se preguntó por qué Dar escogía
dormir en el piso inferior, entonces se imaginó que probablemente le era
simplemente más fácil tratar con un nivel, dado que...

Kerry miró alrededor de nuevo, entonces fue abajo y abarcó la silenciosa


sala. Dado que vivía aquí sola. Sus ojos saltaron al centro de entretenimiento,
después a la mesa de la salón y se dio cuenta que, aparte del cuadro grande sobre el
sofá, no había nada personal en el cuarto.

Ninguna foto. Ninguna ropa tirada. Ningún diploma... elemento estrafalario


o chuchería...
Nada. Era como si la enigmática mujer que vivía aquí estuviera sólo de
visita... temerosa de poner un sello personal al lugar.
Kerry pensó al respecto, mientras vagaba hacia el estudio y se sentaba en el
gran y pulido escritorio.

Y encontró una pequeña fotografía, que recogió y trajo más cerca. En ella
estaba una más joven Dar, vestida en un traje blanco de tipo karate, una mano
descansando sobre un alto trofeo, el otro brazo alrededor de un hombre más viejo,
que estaba sonriéndole orgullosamente a la cámara y apuntándola a ella. Su cara
barbuda tenía un gran parecido a la de Dar y sus ojos eran del mismo azul claro.
Volvió el cuadro y leyó las palabras escritas en la parte de atrás. "Tal para cual.
1990"
"Hm." Kerry dejó con cuidado la fotografía en su sitio, entonces consideró
qué hacer. Podía simplemente irse - Dar estaba durmiendo, ya no había necesidad
de que se demorase aquí. El teléfono estaba allí, podía llamar y pedir un taxi.

Por otra parte, Dar había dicho que estaba bien que se quedase... diciéndole
donde estaba el escritorio y asumiendo que haría algo con él.

Por una tercera parte, la receta decía que tomase una pastilla y Dar había
tomado dos y ¿no era peligroso dejar a alguien durmiendo así?

Dos a uno. Kerry dio un rápido asentimiento y encendió el ordenador.


"Puedo terminar todo desde aquí.... de hecho... " Sus ojos encontraron la HP
Laserjet 4Si puesta contra un lado del escritorio. "Cuernos... incluso puedo
reimprimir esos tontos informes."

Satisfecha, esperó que la máquina se iniciase, entonces introdujo su propio


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login. El sistema vaciló por todo un instante, entonces obedientemente le dio su


menú personal. Entró en una sesión con la terminal y se puso a trabajar.
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Quinta parte

Debe tratarse de un sueño, realizó Dar soñolienta.

Estaba en un gran campo abierto, con el zumbido de los grillos


rodeándola, y sólo el siseo del viento más allá de eso. No había sonido de tráfico,
ni de aviones... sólo este pavoroso y maravilloso silencio que llenaba su alma de
paz.

Estaba tumbada con los ojos cerrados, absorbiendo la luz del sol y
disfrutando de la suave y refrescante brisa que agitaba las briznas de hierba a su
alrededor. Estaba desnuda, pero eso no la incomodaba, y podía sentir el peso
sólido y cálido de otro cuerpo humano cubriéndola, respirando suavemente sobre
la piel de su cuello.

Era pacífico. Ella estaba feliz y contenta.


Era perfecto.

Y como suele pasar con los sueños, éste desapareció lentamente permitiendo
que el mundo real la tocase, arrastrando su conciencia al presente, lo que la forzó a
abrir los ojos y ver la suave luz proveniente de su reloj en la mesilla de noche, que
la informó de ser las ocho en punto, y que estaba muy oscuro.

Oscuro, realizó, según sus oídos captaban el aullido del viento y el golpear
de la lluvia sobre la ventana. Y tormentoso. Se giró lentamente, moviendo la
cabeza cautelosamente, aliviada al no sentir dolor. Su boca estaba seca, y parpadeó
mirando al techo, tensándose al tiempo que sus sentidos subliminales la hacían
consciente de no estar sola en el apartamento.

Entonces recordó. “Ah”. Un ceño débil y preocupado apareció en su cara y


recordó de forma enturbiada el gentil toque de Kerry sobre ella cuando se dormía.
Por alguna razón, eso le trajo a la memoria su sueño, y lo desestimó con irritación.
Aw, despierta Dar... la niña sólo trataba de ayudar... probablemente se sintió
terriblemente incómoda mientras lo hacía, así que acuérdate de agradecérselo.

Se levantó de la cama con un bostezo y se dirigió al baño, guiñando con


rostro ceñudo ante su reflejo desgreñado. Se pasó los dedos a través del cabello
para ordenarlo un poco, después lo dejó y caminó lentamente hacia la sala de estar,
dónde de repente se detuvo.
Una débil sonrisa asomó a sus labios al ver la forma durmiente de Kerry,
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arrebujada en la esquina de uno de los sofás, con su mano reposando sobre una pila
de papeles. Su cabeza estaba apoyada sobre su suave y acolchado brazo, y se había
echado sobre los hombros la chaqueta para entrar en calor. Dormida, su cara era un
libro abierto e inocente como la de un niño, y Dar sintió que crecía dentro de ella
un afecto irresistible por la rubia mujer. Silenciosamente, se encaminó de vuelta
hacia la habitación y tomó una suave manta del armario para después cubrir con
ella el cuerpo durmiente de Kerry antes de dirigirse a la cocina.

El tiempo aquí estaba azotando sobre la ventana que daba al mar y Dar miró
tras ella, sorprendida al ver casquetes blancos moviéndose de arriba a abajo en la
usualmente calmada costa. Las prácticamente invisibles boyas estaban
balanceándose de derecha a izquierda, sus señales verdes y rojas subiendo y
bajando salvajemente sobre la superficie del mar. “Huh”. Se volvió y encendió la
pequeña televisión empotrada en el gabinete, pasando rápidamente los canales.
“Veamos... noticias locales sensacionales... debe ser el Canal Siete”. Dejó ese canal
sintonizado observando un mapa meteorológico y a un preocupado hombre del
tiempo con un desfavorecedor tupé. “Uh oh”. Subió un poco el volumen.

Creciendo de forma súbita en los estrechos de Florida, el bajo que se ha


establecido justo en el norte de Cuba se ha intensificado, y un avión caza de
huracanes de la NOAA confirma que hay fuertes vientos circulando y una tormenta
tropical”.
“ Maldito pedazo de mierda estúpido”. Maldijo Dar. “¡ Es Noviembre,
maldita sea!”.
“El Servicio Nacional de Meteorología de Miami ha emitido alertas de
tormenta tropical para toda la costa sur de Florida, desde el Cabo Sable rodeándolo
todo hasta West Palm Beach. Los interesados en el área deben tomar precauciones
para condiciones de tormenta tropical dentro de las siguientes doce o veinticuatro
horas”.
“Aw... mierda”. Suspiró Dar con exasperación. “Pensé que nos habíamos
librado de esto este año”. Un pequeño ruido la hizo volverse para ver a Kerry
entrando en la cocina, la manta abrigándola al rededor de los hombros, y una
mirada desconcertada y en cierta medida preocupada en su cara.

“¿Qué esta mal?”


Dar señaló a la televisión. “Tormenta tropical”. Suspiró. “ ¡Salida de la
nada!”.
Kerry miró a la pantalla, y después a ella. “¿Qué significa eso?”.

Una oscura ceja se arqueó. “Bueno... por una parte, significa que estas
atrapada aquí”. Tomó el teléfono y marcó, repiqueteando con los dedos mientras
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esperaba hasta que alguien contestó. “Hola Rocky... al habla Dar Roberts... ¿Qué
esta pasando?”. Escuchó. “Me lo imaginaba. Gracias”. Colgó el teléfono. “Sipe...
los ferries están atracados mientras dure... sólo se hacen viajes de emergencia con
los botes si la gente debe entrar o salir”.

Kerry consideró esto. “Hm... lo siento... supongo que debí irme cuando tuve
la oportunidad... sólo quería poder acabar con esos informes, después yo... supongo
que estaba cansada, y me acosté por un minuto...”. Miró a Dar con una mirada de
disculpa. “¿Cómo te sientes?”.

Un rastro de silenciosa preocupación atravesó el rostro de Dar. “Estoy bien”.


Contestó a secas. “Esa medicina trabaja estupendamente”. Observó a su alrededor.
“Mejor reúno velas y linternas... no han dicho por cuanto tiempo perderemos la
energía”. Se paró al borde de la ventana, y presionó un interruptor oculto. “Mejor
bajamos las persianas ya”.

Con un zumbido mecánico, las persianas protectoras de aluminio cubrieron


las grandes ventanas con vistas al océano, enganchándose abajo con un ruido y
deteniéndose quejumbrosamente. Dar hizo lo mismo con la ventana de la cocina,
después enseñó a Kerry donde estaban los interruptores para las demás
habitaciones. Dejó a la rubia mujer haciendo eso, mientras ella entraba en el cuarto
de la lavandería, donde sacó una cesta cubierta y la puso en el centro de la
habitación abriéndola. Dentro estaban empaquetadas ordenadamente linternas,
velas, latas de cola, y otros suministros.

“De acuerdo... todo hecho”. Reportó Kerry al volver a la cocina. “¿Qué mas
puedo hacer?”.

Dar la miró, entonces retornó a la lavandería para salir después con un par de
bermudas y camiseta que tiró a Kerry. “Te quedaran grandes, pero serán mucho
más cómodas que lo que llevas si se va la luz”. Explicó secamente. “Esto se vuelve
realmente caluroso sin el aire acondicionado”.

Kerry atrapó las prendas de vestir y las miró dando después una mueca a
Dar. “Tiene sentido”. Se llevó la ropa consigo hacia el pequeño aseo cerca del
estudio, y se cambió rápidamente, suprimiendo una risita ante la enorme talla que
la hacía sentir como una niña pequeña. “Madre mía”. Tomó el cinturón de su falda
y lo abrochó alrededor de la larga camiseta, después dobló su ropa y volvió a la
cocina descalza.

Las baldosas de mármol estaban frías y la terra cotta del salón no era mucho
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mejor.
Dar seguía en la cocina, apoyándose sobre el mostrador y obsevándose
quedamente las manos, las cuales estaban cruzadas frente a ella. Kerry podía ver la
preocupación en su rostro, y se apoyó a su lado con una sonrisa. “Luego... ¿es esto
una fiesta de huracán?”.

La morena mujer volteó la cabeza y la observó. “Supongo que lo será...”.


Forzó una sonrisa. “Yo... hay latas de conserva en el armario para tormentas... de
todas formas tampoco tengo mucho más por aquí”. Indicó el refrigerador.
“Principalmente lo pido a los restaurantes de la isla”.

Kerry se reclinó sobre los hombros. “¿Qué tipo de latas de conserva?”.

Dar señaló el armario. “No tengo ni idea... tengo a alguien que trae un
surtido variado. Estaba muy ocupada para hacerlo por mi misma”.

“Ajá”. Kerry se impulsó desde el mostrador y exploró el armario. “Bueno...


creo que puedo sacar algo interesante de esto”. Miró sobre su hombro. “Tu no
cocinas demasiado, ¿verdad?”.

Dar agitó la cabeza. “Nada de nada. Tomo cereales para el desayuno, y


puedo hacer café... eso es todo”. Notó que ninguna de las dos mencionaba nada al
respecto sobre lo que pasó antes de que se durmiera, y eso la alivió.

Kerry suspiró, seleccionando algunas latas y dejándolas en el mostrador.


“Bueno, me he encerrado aquí, en tu cara, con lo que debo hacer algo de utilidad
por mi parte”.

Se acercó al refrigerador y estudió su contenido. “Hmm... me gustan los


retos... ah...”. Escarbó en el congelador y sacó varias cajas de congelados
completamente heladas, las cuales también depositó en el mostrador. “¿Tienes
algo... um... como una olla?”.

Dar señaló silenciosamente la alacena. “¿Qué estas haciendo?”.

Ojos verdes como el mar la miraron con un toque divertido. “Estoy


cocinando. Puedo hacerlo, ya sabes”. Hizo una mueca ante la expresión de Dar.
Después se giró hacia el gabinete. “Veamos... dijiste que tenías cereales..”. Abrió la
puerta, después se giró y puso su mano sobre sus caderas. “Dar Roberts... No estoy
viendo a Tony el Tigre en tu armario, ¿verdad que no?”.
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Dar dejó caer su cabeza, entonces alzó la mirada hacia Kerry a través de
oscuros brillos en sus ojos, con una mueca tímida. “Maíz y azúcar son dos de los
grupos básicos de alimentación, ¿no?”. Inquirió esperanzada. “Déjame adivinar...
lo tuyo son los de nueces y uva”.

Kerry miró a su alrededor, entonces se puso de puntillas hacia ella y susurró.


“Krispies de chocolate, pero no se lo digas a NADIE”.

Compartieron una mueca conspiradora, entonces se dieron cuenta, casi al


mismo tiempo, que algo había cambiado. Se miraron la una a la otra despacio,
buscando... Dar dejó escapar un respiro y asintió, sólo un poquito. Kerry asintió de
vuelta, y sutilmente, se hizo una conexión, la fundación de una base de amistad que
ambas sentían y aceptaban.

“Bien... bueno, déjame ponerme a ello... debes estar hambrienta, se que yo lo


estoy”. Dijo Kerry finalmente observando sus posibilidades.

“De acuerdo. Me voy a conectar y asegurarme que preparan el edificio”.


Replicó Dar todavía mirándola. “Estaré en el estudio por si necesitas algo”.

Ojos verdes se alzaron y se encontraron con los suyos por un largo


momento, buscando, entonces se desviaron. “Esta bien... terminaré con un paquete
de esto... y reimprimiré esos reportes que estabas buscando”.

Dar asintió y se escabulló de la cocina, dejándola con sus pensamientos y lo


que trajera el azar.
La página en la pantalla era, seguramente, un email importante. Dar paseó
sus ojos sobre él por sexta vez, y aun así no lo leía, sus pensamientos sumergidos
en otro reino con excesiva facilidad. Aromas incitantes provenientes de la cocina
no dejaban de distraerla, y trató de recordar la última vez que actualmente alguien
había cocinado algo especialmente para ella, sin tener que pagarle de alguna
manera o de otra.

Su padre cocinando huevos y bacon, su mayor y única especialidad, en las


mañanas que ella iba a casa para encontrarle insolentemente sentado en el salón,
adjuntando sus más recientes fatigas en los muebles. Sólo de paso.. decía él. En mi
camino de salida.

Salida hacia Arabia Saudí, quería decir. Salida de la vida es lo que fue. Dar
miró la fotografía, y sintió como una mano atenazaba su corazón. No es que ellos
compartieran mucho tiempo juntos los últimos años. Era que él, el único entre toda
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la gente que había conocido, la entendía.

Entendía la competitividad, y la fuerte voluntad, y el deseo de conquistar


que parece que se transmitió directamente de padre a hija en iguales proporciones.
Y ella le había entendido a él, en toda su complejidad. La suya era la única
aprobación que ella había necesitado nunca, al igual que cuando se tomó esa
fotografía. Sus ojos se dirigieron hacia su figura. Él se había acercado a ella con
grandes zancadas después que ella ganase el torneo, y la rodeó con el brazo
diciendo a todo aquel que le interesara “esta es mi chica”. La había llenado con un
sentimiento de posesión que nada ni nadie podría igualar.

Entonces él se fue. Y ella juró ante su tumba que no dejaría que nadie tocase
su corazón de igual manera nunca más. Nunca.

Pero ahora, suavemente, gentilmente, alguien estaba arañando la puerta para


eso. Alguien que era tan diferente de ella como nadie que hubiese conocido. Su
mente le decía que estaba loca por permitir que sucediese. Su corazón le decía que
estaba indefensa para prevenirlo. Su consciencia le recordaba aquella vez que....
estaba completamente sin límites.

***

El viento azotaba a través de las persianas, sonando como huesos secos


golpeándose entre sí. Dar asintió quedamente para sí misma, y esta vez, leyó el
mail.

Kerry lo probó por última vez, entonces lo dio a su creación una mirada
satisfecha. Había sido capaz de encontrar algunas tiras congeladas de pollo,
camarones congelados, y dos paquetes de guisantes congelados, todo lo cual frió
añadiendo especias cuyos sellos tuvo que romper. Entonces hizo una salsa con
mantequilla de cacahuete, leche, un poco de azúcar, más especias, y algo de
jengibre. Hizo al vapor una olla de arroz que alcanzó de la alacena, y encontró el
escondrijo de vino de ciruela de Dar. “De acuerdo...”. Sacó dos platos, quitándoles
el polvo de encima, entonces se dirigió hacia la puerta del estudio, y se asomó.

Dar estaba estudiando la pantalla, la luz proveniente de ella bañaba su


morena complexión y hacía brillar sus pálidos ojos. Tras un momento, esos ojos se
volvieron y se encontraron con los suyos, y una oscura ceja se arqueó de forma
inquisitiva.
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“¿Lista para cenar?”.

Obtuvo como respuesta una genuina sonrisa. “Huele interesante”. Dar se


levantó y estiró, después rodeó el escritorio y siguió a Kerry hacía la cocina como
un cachorrillo curioso. Miró la olla por encima del hombro de la mujer más
pequeña, y aspiró apreciativamente. “Mm”.

Llevaron sus platos al salón, y en vez de usar la mesa grande, se acomodaron


en el sofá frente al televisor. Dar había encendido una vela y la puso en el centro de
la mesa de café sólo por prevenir, y comieron ante la titilante luz en adición a la de
la pantalla de la televisión que Dar había encendió.

Quickdraw McGraw acababa de ganar otra batalla, y ella se sonrojó


ligeramente. “Um...”

Kerry rió ahogadamente. “No te preocupes por eso... a mí me gusta Space


Ghost”. Observó como Dar cambiaba de emisoras hasta el Canal Meteorológico, y
lo dejaba ahí sintonizado, mientras que avisos y otras informaciones pasaban a
través de la pantalla. Lo miró por un momento, tomando una nota mental de llamar
a Colleen y asegurarse de que la puerta de su apartamento estuviera fuertemente
cerrada, después se volvió y vio a Dar mirando quedamente su plato, comiendo
despacio y de forma ausente.

De acuerdo, estamos aquí encerradas, la una con la otra, por no sé cuanto


tiempo. Algo la preocupa, y ella es una persona muy privada. Debería mantener mi
nariz fuera de sus asuntos. ¿Verdad?. Verdad. Comió unos pocos bocados mas,
entonces miró el perfil silencioso de Dar.

Y cedió a lo inevitable. “¿Quieres hablar de ello?”. Por alguna razón, se


sintió confortable diciendo las palabras.

Dar se detuvo a medio masticar, y la miró a la cara, asustada. “¿Hablar de


qué?”.
“¿Sobre lo que sea lo que te molesta?”. Replicó suavemente Kerry. “Mira, sé
que no es nada de mi incumbencia, pero aquí estamos, y se escuchar muy bien”.
Hizo una pausa, entonces continuó. “A veces es más fácil hablar con alguien que
no conoces muy a fondo”.

Dar masticó despacio y tragó, considerando la oferta. Entonces tomó un


respiro, y lo dejó escapar, sometiéndose quedamente y sin muchos remordimientos.
“Actualmente si es de tu incumbencia”. Sentenció llanamente. “Yo... no estaré en
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el trabajo el martes... tendrás que atender la reunión de personal a las diez por mí”.
Comió otro trozo de pollo. “He de ir al hospital. Me van a hacer un grupo de
pruebas”. Lo consideró. “En el corazón”.

Kerry se quedó sin palabras. No esperaba esto en absoluto. “Bueno...”.


Vaciló. “Sólo son unas pruebas. Quizás no encuentren nada, ya sabes ¿verdad?”.

“Sé lo que van a encontrar”. Replicó quedamente Dar. “Van a encontrar que
tengo una... válvula con mal funcionamiento”. Siguió observándose las manos, las
cuales estaban entrecruzadas. “Mi padre la tenía”. Agarró el tenedor y tomó otro
bocado, exteriormente muy compuesta.

La rubia mujer tomó nota de eso. “Pueden hacer algo respecto a eso,
¿verdad? Sé que he oído algo sobre lo que han estado haciendo últimamente, es
increíble”.

Dar presionó los labios y asintió en acuerdo. “Probablemente”.

Kerry la miró. “¿Cómo puedes estar tan calmada? Yo sería un manojo de


nervios”.

Un suave encogimiento de hombros. “No hay nada que yo pueda hacer.


Conduciré hasta allí el martes temprano... seguramente me haya de quedar a pasar
la noche”.

“¿Dar?”.
“¿Mm?”.

“No quiero ir a esa reunión de personal”. Dijo Kerry. “Prefiero tomarme el


día libre e ir allí contigo”.

Dar la miró con verdadera sorpresa. “¿Por qué?”.

“Nadie debería pasar por eso sólo”. Vino la queda respuesta. “Ni siquiera
vice presidentes que secretamente son unos héroes”.

Con un farfullo, las luces se apagaron. Allí se quedaron mirándose la una a


la otra bajo la pálida y dorada luz de la vela, que las pintaba con tonos ocres y
negros.

Finalmente Dar bajó la vista hacia su plato. “Esta bien”. Accedió


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suavemente. “Es un largo día de esperar principalmente. Apreciaré a alguien


inteligente con la que hablar”.

Kerry sintió una queda y satisfecha aceptación. “Eres bienvenida”. Volvió la


atención a su plato, viendo que Dar hacía lo mismo, esta vez con mayor
entusiasmo. “¿Qué tal está la cena ?”.

Una pausa, y la miraron un par de destelleantes ojos azules, casi castaños a


la luz de la vela. “Esta genial... ¿No lo he dicho antes?”. Tomó un gran bocado de
arroz. “¿Cómo has hecho esto con las cosas que había ahí? ¿Magia?”.

“Imaginación”. Sonrió Kerry, entonces se agachó cuando el edificio se


estremeció. “Dar... ¿estamos a salvo aquí?”.
“¿Huh? Oh... seguro.. yo pasé el Huracán Andrés en este sitio”. Dar agitó su
tenedor, su humor mejorando marcadamente. “Esto es sólo una pequeña tormenta
tropical”.

Algo se estrelló contra las persianas, y Kerry saltó, con un pequeño grito.
“¡Yow!”.

Dar rió suavemente. “Aquí... acércate a mi lado, ¿de acuerdo?”.


Intercambiaron posiciones, quedándose Dar más cerca de la ventana. “¿Mejor?”.

Otro bang, y Kerry saltó de nuevo, esta vez justo encima de su alta
compañera. “Perdón”. Murmuró, apartándose. “Odio las tormentas... una vez nos
nevó por dos semanas enteras y yo...”. Dudó. “Simplemente no me gustan”.
Finalizó torpemente.

Dar se reclinó, y golpeó a la pequeña mujer con un codo. “No te preocupes


por eso”.

Kerry la miró, y tímidamente, la golpeó de vuelta. “Es fácil para ti decirlo”.

Se sonrieron la una a la otra, y volvieron la atención a sus platos. Dar estaba


en lo cierto, realizó Kerry. Ciertamente el condo se estaba volviendo muy caluroso,
demasiado rápido ahora que no había aire acondicionado. Al menos ella estaba
empezando a sentirse caliente.

Después de haber terminado, Dar sugirió ir al estudio, donde había dejado


las persianas apagadas en la ventana que daba al norte, una ventana pequeña, y
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podía abrirla para que entrase algo de aire al lugar. Puso una vela larga y con un
leve aroma a canela en el escritorio, y se sentó tras él, mientras Kerry se
acomodaba en el pequeño sofá pegado a la pared. Dar abrió la ventana, y una brisa
fría y húmeda sopló dentro, agitando el oscuro cabello de su cabeza, y
desordenando los papeles del escritorio.

Estaba muy silencioso, sólo se oía el aullar del viento y el agitar de las
persianas, sobre el incesante oleaje de fuera.

“Supongo que fue mucho peor durante el Andrés, ¿no?”. Preguntó Kerry
quedamente, doblando las piernas bajo ella y recostándose sobre el brazo del sofá.

Dar asintió. “Oh si... evacuaron la isla, pero alguno de nosotros nos
quedamos... y algunos de seguridad... siempre nos dijeron lo robustos que eran
estos lugares y... sorprendentemente era verdad. Tuvimos muy pocos destrozos...
principalmente daños en las paredes de la costa, y algunos botes que se estrellaron
contra el puerto por que sus dueños fueron lo bastante estúpidos o vagos como para
no asegurarlos”.

“Mm”. Kerry apoyó la barbilla en su brazo. “¿Tienes un barco aquí?”.

“Si... de treinta y seis pies... nada mayor. Era de mi tía... de alguna manera
venía incluido con este sitio”. Contestó la morena mujer, reclinándose en su silla y
poniendo sus pies desnudos encima del escritorio. “Una vez cada cierto tiempo lo
saco... sólo para pasear un poco rodeando los arrecifes artificiales, hacer algo de
buceo poco profundo, ese tipo de cosas”.

Un leve asentimiento. “Me gusta ir en barco... solíamos ir en barcos de vela,


los realmente grandes, en el Lago Michigan en los veranos... Aprendí a gobernar
uno de carreras... eso fue muy divertido”. Consideró. “No se hace mucha natación,
sin embargo... es un poco frío ahí arriba”. Miró hacía arriba. “¿Disfrutas con el
buceo y esas cosas?”.

“Lo hago... y mucho, de hecho”. Replicó Dar, jugueteando con un lápiz que
había en la mesa. “No es muy inteligente salir ahí fuera una sola, sin embargo, pero
yo...” Vaciló. “No tengo mucho tiempo en estos días”.

Kerry lo absorbió todo, las palabras habladas y las no habladas. “Yo siempre
he querido ver como era todo eso... solía ver los especiales de Jacques Cousteau
todo el tiempo”.
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Una rápida sonrisa apareció y desapareció por si misma en la cara de Dar.


“Seguramente podamos arreglar eso”. Comentó sin pensarlo. “Es precioso ahí
afuera, en un bonito y soleado día... cuando está calmado... la luz del sol se filtra a
través del agua, y se pueden ver todo tipo de peces... en todos los colores”. Se
reclinó hacia delante y abrió uno de los cajones del escritorio, sacando una carpeta
y pasando las hojas que contenía... entonces se lo acercó a Kerry. “Aquí... míralo
por ti misma”.

Kerry se levantó y se posó en el escritorio, acercando la carpeta hacia la vela


para aprovechar la luz. Fue pasando lentamente las fotos, examinándolas con
fascinación. La mayoría eran de formaciones de corales con formas fantásticas, con
bancos de peces sobre ellos. Kerry deseó que fuera de día, de forma que pudiese
ver mejor los colores, pero una de las fotos era de un pez enorme, liso y a rayas
que parecía estar mirando directamente a la lente de la cámara. “Oh... guau...”
Miró hacía la callada y observadora Dar. “¿Tomaste tu esta ?”.

“Mmhmm... la mayoría de ellas en el Parque John Pennekamp allí en las


Keys... pero esta... y estas dos fueron en las Bermudas”. Dar puso la punta de un
dedo en el pez rayado. “A él no le gustó que yo tomase esa foto... nada más
tomarla, se me abalanzó a la cara y me golpeó con su cola”.

Kerry se acercó más a la luz, observando al pez. “Mm... apuesto a que eso
debió doler”.

Una mano se alzó y gentilmente le echó hacia atrás el cabello. “Cuidado...


no queremos que te quemes”. Replicó Dar. “No te imaginas la de papeles que
tendría que rellenar”.

Se puso los arriesgados mechones tras una oreja y sonrió. “Yik... tienes
razón”. Observó la siguiente fotografía, ésta una de Dar, en un bañador negro de
una sola pieza, con un tanque de buceo en un codo y una gran langosta en la otra
mano. “Madre mía... ¿cuanto pesó esa cosa?”.

Dar miró por encima de su brazo. “¿La langosta o yo?” Rió ahogadamente.
“Diez libras... era enorme... el maldito bicho me arrastró a través de la mitad del
arrecife antes de cansarse hasta que lo pude apresar”.

“Mm”. Kerry estudió la foto, una débil y curiosa sonrisa asomando a sus
labios. “¿La tuviste para cenar?”.
“Nah”. Le dijo alegremente la morena mujer. “Ese tamaño... bueno,
superando las cuatro libras o así, el sabor empieza a disminuir... no, tomé la foto y
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después la dejé ir”.

“Oh... yo también hacía eso... cuando íbamos a pescar”. Admitió Kerry.


“Estaba todo el mundo enfadado conmigo... pesqué ese enorme y bonito pez,
mientras los chicos se peleaban con él durante una hora para finalmente alzarlo a
borda, y después yo lo dejé ir”. Se demoró un momento más en la foto, y después
pasó a la siguiente.

“¿Tienes una gran familia?”. Preguntó Dar gentilmente.

Kerry mantuvo su mirada en las fotos. “Oh... bueno, realmente no... mi


madre y mi padre, por supuesto... tengo un hermano menor llamado Michael, que
está en la Facultad de Derecho, y una hermana menor llamado Susan, la cual está
casada, tiene un niño y otro de camino”.
“¿Cómo es tener hermanos?”.

Kerry sintió como se le encogía el pecho. “Es... bueno, supongo... siempre


hay una competitividad...”. Miró a su lado. “¿Tu no tienes ninguno?”.

Dar meneó su cabeza. “No... siempre me pregunté como sería... pensé que
sería bonito tener una hermana o algo”. Se detuvo, y probó con delicadeza. “Tu
padre es un senador, ¿verdad?”.

La rubia cabeza se inclinó una vez. “Sí”.

Hmm. La curiosidad de Dar se disparó. “Eso debe ser un poco extraño... de


algún modo u otro todo público, ¿no?”.

Los ojos de Kerry no se movieron de sus manos, agarrando superficialmente


la carpeta. “Más o menos... sí”.

Se hizo el silencio. Dar se aclaró la garganta. “Tu... ¿deseas hablar de ello?”.

Ojos verdes se alzaron y se encontraron con los suyos, sorprendidos, y... un


poco asustados. La titilante luz de la vela arrojó su sombra sobre la pared más
alejada con tamaño amenazador, y estudió la cara de Dar por un momento
interminable, antes de dejar caer la vista sobre el escritorio. “En realidad, no”.

Dar sintió un ligero remordimiento, pero se encogió de hombros


quedamente. “De acuerdo”.
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Kerry arrastró sus ojos de vuelta ante las palabras, su mandíbula trabajando
un poco. “Yo... um... supongo que suena rudo... viniendo de alguien que te
preguntó lo mismo hace sólo un rato, ¿no?”.

“Es tu vida”. Replicó Dar con suavidad. “Tienes el derecho de guardártelo


para ti”.

Se hizo el silencio de nuevo, y duró más tiempo. Kerry cerró los ojos, y
escuchó al viento azotando la costa, y a los árboles que se golpeaban contra la
pared exterior. “Mis padres son muy... tienen unas expectativas muy altas sobre
nosotros”. Se escabulló del escritorio y volvió al sofá, enrrollándose como una bola
sobre un extremo del mismo. “Mi padre creé que es su trabajo... el que su familia
sea el ejemplo perfecto de América”.

Dar se quedó callada, guardándose su opinión acerca tanto de la política


como del padre de Kerry para ella misma. Recurrieron precipitadamente al senador
más de una vez, y él trató corrientemente de desalojarlos de varios contratos
gubernamentales en consideración a su propio beneficio, un competidor que era,
como en toda probabilidad, beneficiado. “Eso es algo duro de enfrentar”. Dijo
quedamente. “Pero seguramente él no tenga nada de lo que quejarse contigo”.

Una corta y amarga carcajada. “No estoy casada, ni descalza en la cocina


con dos críos”. Kerry miró a la pared. “Tuve pretender que me especializaba en
algo... ‘que concordase conmigo’ en el colegio... ni siquiera querían oír mencionar
la palabra ‘carrera’ en absoluto”.

Hizo de golpe una realización. “Luego eso explica la doble especialidad en


Inglés”. Comentó Dar suavemente.

Kerry la observó, sorprendida, entonces se rascó las sienes. “Olvidé que


tenías mi resumen”. Le dedicó una pequeña sonrisa. “Si... en la época en que me
gradué, era demasiado tarde para ellos para protestar, y yo obtuve mi título”. Tomó
un respiro. “Tomé un trabajo a bajo nivel con Sperry... Dios, como odiaron eso...
era una pelea casi todos los días... la única cosa que me salvó era que todavía Brian
seguía yendo a la escuela”.

Sabiendo que Kerry había pasado algunos años en el campo IS, Dar estaba
desconcertada. “¿Qué pasó?”.

Una sonrisa falsa y cínica atravesó el rostro de la joven mujer. “Bill Clinton
fue lo que pasó. O... de forma más específica, Al Gore pasó”. Alzó la barbilla. “De
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repente, era ‘una precaución prudente’ tener a alguien de la familia que ‘conociera
a esa gente ruda’ y que estuviera metida en el tema de la tecnología”.

“Ah”. Digirió Dar. “Y aún así te lo siguen poniendo difícil”. Preguntó al


azar.
“Si”. Suspiró Kerry, apoyando su barbilla en el brazo.
“¿Quién es Brian?”.

Ojos verdes se alzaron mirando los suyos. “Mi denominado prometido”.

Las dos cejas de Dar se alzaron hasta la línea de su cabello, dando a la alta
mujer un aspecto casi cómico de sorpresa. Tras un momento, acomodó su cara
hacia una expresión más casual. “Yo... um... ¿que quieres decir con denominado?”.

Kerry suspiró. “Crecimos juntos... hemos sido amigos desde siempre, desde
que íbamos de paseo prácticamente... realmente es un chico muy dulce, apuesto,
recientemente graduado en la Escuela de Derecho... le gusto...”.

“¿Pero ?”.

“Pero... cuando le miro, es sólo una amigo”. Replicó Kerry tristemente.

“Ah... ¿no provoca golpeteos en el corazón?”. Bromeó Dar gentilmente.


“No... sientes que te sumerges en sus ojos... ¿ese tipo de cosas?”.

Kerry la miró silenciosamente durante unos pocos latidos del corazón. “N...
no”. Sentenció finalmente. “No... no es así con él... de... de ninguna manera”. Hizo
una pausa. “¿Que quieres decir con, golpeteo?”.

Dar examinó sus dedos entrelazados. “Personalmente no lo sé...”. Alzó la


mirada, con una mueca torcida. “Pero me han dicho que cuando conoces el amor
verdadero, pasa algo parecido”. Rió ahogadamente por un corto tiempo. “Ya
sabes... um... es como que tu cuerpo lo sabe, incluso antes que tu”.

“Mm... oh, si... cierto... he oído eso”. Kerry se colocó el pelo tras la oreja.
“Dios... estabas en lo cierto... se esta volviendo realmente caliente este sitio,
¿verdad?”. Alzó su mirada, para encontrarse con unos ojos cegados mirándola, y
una débil y casi desconcertada sonrisa en la cara de Dar. “Con lo que... esa es mi
historia supongo... mis padres no dejan de ponérmelo difícil viviendo aquí...
piensan que es decadente e inmoral”. Suspiró. “Cuando voy a casa por Navidad,
todo lo que oigo son planes para la boda, y donde viviré, y...”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 181 de 181

Dar se levantó y rodeó el escritorio, entonces se agachó a su lado, sus


facciones prácticamente en las sombras ya que su cuerpo bloqueaba la luz de la
vela. “No tienes por que hacer lo que ellos quieran, lo sabes, ¿verdad?”.

Los ojos de Kerry contenían una queda y apagada pena. “Es fácil para ti
decirlo”. Apoyó su mejilla sobre su ante brazo. “Tengo una responsabilidad con mi
familia”.

Dar se sentó y se reclinó en el sofá, mirando más allá de su joven


acompañante. “Yo solía creer eso también”. Murmuró. “Después que mi padre
muriera, pensé que mi responsabilidad era hacerme cargo y cuidar de mi madre...
yo iba a ... dejar este trabajo... trasladarme a Richmond...”.

Kerry observó la oscura y pulcra cabeza a pulgadas de su cara. Casi


hipnóticamente, vio como sus dedos la alcanzaban y se enredaban en un mechón
suelto. “¿Por qué no lo hiciste?”. Preguntó suavemente.
“Me dijo que no tenía nada que hacer conmigo”. La voz de Dar era queda, a
pesar de todo. “Yo la recordaba demasiado lo que había perdido”. Giró la cabeza,
sintiendo un débil tirón en su cabello y miró a Kerry. “Entonces es cuando me di
cuenta que la única persona de la que soy responsable es de mi misma”. Atrapó los
ojos de la joven mujer. “Sigue a tu corazón Kerry... no vivas por los sueños de
alguien más”.

Era lo más cerca que habían llegado nunca entre sí, un par de pulgadas
separándolas, tan cerca que estaban respirando el mismo aire. Tan cerca que Kerry
podía ver la leve y casi invisible cicatriz justo encima del ojo derecho de Dar, y la
claridad cristalina, incluso en la poca luz, de sus iris azul pálido. Se hizo consciente
de un sonido, que solamente después realizó era el latido de su propio corazón,
martilleando en sus oídos. “Yo... trataré... de tener eso en mente”. Tartamudeó.

Dar dirigió su mirada hacia la puerta, y rompió la tensión. “¿Puedo ofrecerte


algo más de esa cosa de cacahuete?”.

Kerry tragó un par de veces. “Um... seguro... fueron platos pequeños”.

Intercambiaron miradas torcidas, entonces rieron con un leve velo de alivio.

Dar asomó su cabeza por la ventana, estudiando el cada vez peor temporal.
Los árboles de fuera estaban prácticamente obstaculizados por la lluvia, y el viento
estaba arrancándoles algunas ramas, golpeando las hojas contra el edificio dejando
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 182 de 182

oscuras huellas verdes sobre la superficie de la pared.

Una húmeda y fría brisa agitó su cabello hacia atrás y orientó su cara hacia
ella para conseguir un poco de alivio. Había abierto una ventana en el lado opuesto
del apartamento para conseguir algún tipo de corriente, pero aun así el interior
seguía estando muy caliente, y tomar esa comida picante no ayudaba en absoluto.
Dar miró hacia atrás donde Kerry estaba tumbada en el suelo con las manos
cruzadas sobre su delgada cintura y con los ojos cerrados. Incluso desde donde se
encontraba, a la titilante luz de la vela, Dar podía ver la capa de sudor en la cara de
la joven mujer y sintió una punzada de simpatía cuando una gota se escurrió de su
propia sien.

Era bien pasada la media noche, pero dormir era casi imposible, al menos
para Dar que estaba acostumbrada a su habitación equipada con la paz del aire
acondicionado y la cama de agua. Disfrutaba de sus comodidades, y no le
importaba admitirlo... estar en terreno áspero fuera de casa con los insectos y las
serpientes no era su idea de pasar un buen rato. Con un suspiro apoyó su barbilla
en la repisa de la ventana, y se acomodó al suave velo de agua que mojaba su piel.

En silencio, estaba contenta de que Kerry estuviera ahí. La presencia de la


joven mujer la distraía, y evitaba que su mente pensará en sus propios problemas.
También empezaba a sentirse a gusto con ella, una lenta e insidiosa relajación de su
normalmente duro y espinoso caparazón exterior que sólo con la mitad de su
empeño trataba de detener.

“¿Algo interesante ahí fuera?”. Flotó suavemente la voz de Kerry.


“Lluvia y viento”. Replicó Dar en un murmullo. “Está un poquito más
fresco”. Una calidez a su espalda, e instintivamente, se movió ligeramente para
dejarle sitio a Kerry que vino a su lado, asomando su nariz a la oscuridad. “¿Ves?”.

Kerry se impulsó y asomó, agitando su rubia cabeza según la lluvia la


mojaba. “Mm... Dios, no puedes ver absolutamente nada... ni siquiera las luces de
la cuidad”.

Se inclinó un poco más hacia fuera, y de repente sintió una cálida presión
sobre su espalda mientras Dar unía su mano hacia afuera para asegurarse que no se
cayera. A pesar de su estado sobre calentado, la hacía sentir bien, una sensación
reconfortante de seguridad que la hizo atreverse lo suficiente para asomarse un
poco más, para comprobar lo que podía llegar a ver.

“Ey... cuidado”. Avisó Dar, acercándose un poco más por si acaso. Kerry
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 183 de 183

tenía ahora la cabeza completamente fuera en la lluvia, y estaba observando los


alrededores con interés. El viento estaba empujando su mojado cabello hacia atrás
y por un momento, se pareció en gran medida a un cocker spaniel disfrutando de
un paseo en coche.

“Guau... Dar, ¡mira a esas palmeras!”. Kerry levantó una mano y señaló,
entonces se agarró al travesaño de nuevo. “¡Casi se doblan de un lado al otro!”.

“Eres tu la que casi se va al otro lado”. Protestó Dar, pegando su brazo


alrededor de la cintura de la pequeña mujer para mayor seguridad, y reclinándose
sobre un codo. “Oh... si, las veo... hey...¡vigila !”. Se echó hacia atrás, arrastrando a
Kerry consigo al tiempo que un cocotero se golpeaba con la repisa de la ventana,
dejando un arañazo marrón. Podía sentir la risa a través de su brazo tenso, y libero
a su acompañante con un ligero bufido. “¡Podías haberte golpeado en la cabeza
Kerry!”.

“Que gran historia hubiera sido esa...”. Rió Kerry. “¿Te lo imaginas?.
Aparecería el lunes con un bendaje en la cabeza... y tendría que decirle a todo el
mundo que me di de bruces con un cocotero zumbante y volador en tu ventana?”.

Dar se rió instintivamente. “Eso sería un poquito difícil de explicar”.


Admitió. “Ya va a ser bastante difícil recuperarse de esta rara tormenta - Mark se
ha pasado seis horas solamente para justificar lo imprevisto, por no mencionar la
transferencia de operaciones a Charlotte”.

Kerry se sacudió rápidamente, cubriendo enteramente de gotas de agua tanto


a Dar como a la alfombra. “Oh..”. Levantó una mano para cubrirse la boca con
vergüenza. “Lo siento Dar”.

La mujer mayor empezó a reírse. “Eres más divertida que un cachorrillo, ¿lo
sabias?”. Agitó la cabeza y se dirigió a un armario justo al lado del estudio,
volviendo con toalla esponjosa de color azul claro que le ofreció. “Toma...”.

La toalla era suave, y olía a limpio y fresco. Kerry se cubrió la cara con ella,
y se secó con muda satisfacción. Entonces miró a Dar, a través de su flequillo y
con los ojos brillantes. “Más divertida que un cachorrillo, ¿no?”. Definitivamente
había, estaba lo suficientemente alerta como para reconocerlo, algo de química
entre ellas. Un sentimiento dinámico de transferencia que era mitad juego y mitad
algo más profundo, y más serio.

Dar era su jefa. Sabía que no podía olvidar eso. Pero también sabía que la
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 184 de 184

alta y morena mujer comenzaba a ser su amiga, y no tenía ninguna intención de


detener eso. Dar era tan interesante... tan... un reto demasiado complejo como para
dejarlo pasar. Quería saber más sobre ella, saber por qué ella hacía lo que hacía...
tanta gente era tan trivial, tan fácil para Kerry leerlos que eran casi aburridas. Dar...
La fascinaba. Sentía la emoción de la aventura con sólo estar a su alrededor.

A Kerry eso le gustaba. Así como adoraba los buques costeros agitándose en
las olas, y los botes de carreras, y tirarse hacia abajo en la montaña esquiando.
Alzó la mirada hacia Dar a través de su flequillo e hizo una mueca.
Entonces ladró como un perro.

Dar sólo rió y se cubrió los ojos con una mano. “Creo que este tiempo está
sacando a la luz un parte inesperada de ti”. Agarró la vela y dirigió a Kerry hacia la
puerta. “Vamos... no tiene sentido que dejemos que un perfecto helado de medio
galón se derrita”.

“¿Helado?”. Kerry terminó de secarse y se puso la toalla alrededor del cuello


mientras seguía a Dar hacia el oscuro salón. “Déjame adivinar... ¿Es otro de tus
grupos alimentarios básicos?”. Se introdujo en la cocina, siguiendo la vela y se
detuvo justo a tiempo de chocarse con su acompañante. Dar había abierto la quieta
y pulcra nevera, y sacó algo fuera de ella con una ola de aire helado a la vez.
“Ooo... ¿no podríamos meternos ahí simplemente?”.

“No”. Dar cerró la puerta, y se acercó a un cajón cercano sacando dos


cucharas. “Toma... sostén esto”. Acercó la vela a Kerry y le dio un empujoncito en
dirección al estudio. “Expresso chip... es genial”.

Pusieron el contenedor en el suelo, y se sentaron en la alfombra frente a


frente, armadas con sus cucharas. Dar tomó la primera cucharada y la chupó
alegremente.

Kerry puso un poquito en su cuchara, y lo saboreó, entonces hizo una


mueca. “Oo”.
Compartieron en silencio por unos momentos, entonces Kerry suspiró
levemente, reposando los codos en sus rodillas. “Así que... um... la foto de ahí...
¿es algún tipo de karate lo que estabas haciendo?”.

“Tae Kwan do”. Replicó Dar llanamente. “Si..”.

“Mm... ¿lo haces aun?”. Ojos verdes la estudiaron con curiosidad.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 185 de 185

Dar tomó otra cucharada antes de contestar. “Si... además de otras cosas... he
intentado otras disciplinas diferentes... principalmente me quedo con esa, con un
poco de judo, y jujitsu todo mezclado”. Rió ahogadamente. “Están pasadas de
moda... y no son la tendencia... pero me gustan las tradiciones”.

“Debe requerir un montón de práctica... mi hermano estuvo relacionado con


eso durante dos años. Llegó a ser...”. Kerry pensó. “Cinturón marrón, pero lo dejó
durante un año, y luego intentó volver... pero no funcionó”.

“Casi todas las noches, me encuentro con un entrenador en el gimnasio de la


isla”. Explicó Dar. “Trabajamos alrededor de dos horas... depende de lo que sea
cada día”. Una débil sonrisa asomó a sus labios. “A veces estoy más en el humor
de los temas duros”.

“Oh... ya lo capto... aliviador de estress”. Kerry tomó una cucharada de


gustosa crema. “Eso parece una buena idea”.

Dar asintió. “Si... lo es... dejo escapar mis frustraciones y no es tan tentador
ir a la mesa de alguien en esas malditas reuniones”. Estudió a Kerry quedamente.
“También ayuda a aclarar la mente... y es útil en lugares como Miami”. Guiñó los
ojos con gravedad. “Deberías pensarte en asistir a alguna clase para sacarte el
cuello de problemas”.

Kerry lamió su cuchara. “Quise, cuando era más joven. Cuando Mike estaba
tomando sus clases... rogué y rogué... pero ni modo que me dejaran”. Consideró.
“Creo que hubiera sido mejor que él también... es más bajito que yo, y es realmente
torpe”. Alzó los ojos hacia Dar. “Es un poco tarde para mí el empezar con eso...
ando un montón, patino... ese tipo de cosas. Solía hacer aerobic, pero me aburría
con ello”.

“¿No era lo suficientemente arriesgado?”. Inquirió Dar inocentemente.

“Oh si... algo como eso”. Admitió Kerry.

Caballos, agua... ah. “Bueno... probablemente no hayas tenido ocasión de


ojear completamente la página de descuentos todavía... pero tenemos beneficios de
socios en el nuevo gimnasio justo en frente de la oficina... había pensado en hacer
uso de él... tienen una buena pared de escalada dentro, y una buena selección de
clases... si quieres, puedo enseñarte lo básico, sólo para ver si te interesa
continuar”. Comentó casualmente Dar, entonces se detuvo, y miró, sin ver, hacia la
vela. “Una vez que sepa lo que pase el martes, claro”.
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Kerry captó el cambio de humor y siguió a sus instintos dejando la cuchara y


alargando la mano para entrelazar sus dedos sobre la mano de Dar. “Todo va a salir
bien... realmente lo creo Dar. Y me encantaría aprender de ti”.

Dar sintió como una queda paz la sobrevenía y asintió. “De acuerdo...
entonces empezaremos el Miércoles, ¿vale?”. ¿Cuanta diferencia podía haber si se
confirmaban sus temores de todas formas?. Había vivido con la posibilidad durante
años, y tomó la decisión de que fueran cuales fueran los resultados, no cambiaría
su manera de vivir la vida.

Eso es lo que su padre había escogido. Y eso era lo que al final lo mató, pero
era un tipo de muerte que ella sabía en su corazón que él deseaba. Una muerte
noble, al servicio de su país.

Él sólo había olvidado lo malditamente difícil que sería para todos los
demás.

Bueno, ella no tenía que preocuparse por eso. Nadie dependía de ella, no era
responsable de nadie excepto de ella misma. “Vamos... esto se esta derritiendo”.

Kerry se obligó, entonces ayudó a Dar a arrastrar un par de sábanas para


tumbarse en el suelo, que era lo más fresco, y se acomodaron para tratar de dormir.
La gruesa vela, a salvo en su plato, las cubría de doradas llamas con su luz, y se
sentó quedamente, despierta y pensando después que Dar cayera en un incómodo
sueño.

Observando un perfil ya no extraño para ella definido a la luz de la vela.


Se encontraba en un bosque fresco y espeso, consciente del roce de la hierba
sobre sus muslos desnudos, y miró hacia un bello lago cuya superficie se veía
azotada por suaves olas. Era la mitad de la tarde, porque el sol estaba
desapareciendo por el oeste, y se asomaba a través de las hojas, arrojando un
sendero de luz y sombra sobre sus piernas extendidas.

Se sintió vaga, relajada y sibliminalmente consciente de la calidez del


cuerpo en el que se estaba reclinando, cuyos brazos estaban rodeándola y
abrigándola de forma protectora. Echó hacia atrás la cabeza, tomó un guijarro y lo
lanzó al lago escuchando una gentil y baja risa que se agitó a través de su cuerpo.

Aspiró una bocanada de aire con el aroma fuerte y picante del musgo, y el
lago, y la tierra que las rodeaba, y cerró los ojos en perfecta armonía. Consciente
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de ser feliz, estar relajada, y rodeada de amor.

Kerry se despertó con una sacudida, quedándose el aire en su garganta a la


vez que abandonaba su sueño y volvía al presente, su cabeza palpitando mientras
que la pálida luz se filtraba en la habitación revelando la forma todavía durmiente
de Dar a un brazo de distancia de ella. Con una suave boqueada, se dejó caer de
nuevo sobre la almohada, doblando su brazo alrededor de la misma y apretándola
como si eso le permitiese volver al mundo del sueño aunque sólo fuese por un
momento.

Tan real. Casi podía oler el musgo de nuevo. Se giró sobre su espalda y se
frotó los ojos, tratando de sacar ese sentimiento de maravillosa paz de su mente.
Estaba lloviendo fuera, pero el aullante viento había cesado, o al menos se había
apaciguado, sin embargo todavía no había vuelto la luz. Kerry se sentía pegajosa y
agitada, y tomó una serie de respiraciones para calmarse. Entonces giró la cabeza a
un lado, y se quedó helada, al encontrar ojos de color azul pálido devolviéndole la
mirada. “¡Yahh!”.

Los azules ojos se agrandaron y Dar se esforzó para no dejar aparecer una
mueca. “¿Que pasa... me ha crecido un cuerno por la noche o algo?”.

Kerry exhaló. “No... no... um...”. Levantó una mano. “Yo estaba... tuve este
sueño, y salí de él de repente, y no estaba... bahhh... mi cerebro no está trabajando
todavía”. Se puso el brazo sobre los ojos y los cerró.

Dar bostezó, entonces se estiró, estremeciéndose por la rigidez de dormir en


el suelo. “La gente que dice que dormir en el suelo es sano está loca”. Comentó,
levantándose y frotándose los ojos. Se paseó a través del oscuro salón y en la
cocina, encendiendo la radio a pilas para escuchar las últimas noticias.

La tormenta se está disipando, lo que queda de ella se dirige hacia el Golfo


de México. Mientras tanto, el sur de Florida despierta con medio millón de
personas sin electricidad, y árboles derribados por todos lados.

“Yupii”. Comentó secamente Dar. Agarró la manivela manual bajo el


fregadero y desbloqueó la puerta del patio, asomando la cabeza al incierto clima
con un sorbetón. La lluvia estaba cesando, y el mar, aunque agitado, lamía los
casquetes blancos que lo habían conmocionado el día anterior. Dar puso la
manivela en su agarre, y alzó las persianas permitiendo a la luz entrar en el
apartamento. Entonces volvió al interior, y abrió las puertas de cristal alineadas con
aldabas de gruesa madera, dejando entrar la fresca brisa del mar. “Ah. Esto está
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mejor”. Salió al pórtico y apoyó las manos en la balconada, tomando un gran


respiro del limpio aire, saboreando la sal en la lengua mientras lo hacía.

Estaba sorprendida de lo bien que se sentía dada la inconfortable noche, y se


estiró de nuevo, sintiendo el placentero tirón de los músculos de su espalda al
extender los brazos y cerrar sus puños.

Una mano tocó su codo y Kerry se asomó por debajo de su brazo, mirando
curiosa al mar, su desordenado rubio cabello echado hacia atrás por la brisa.
“Mm... esto da gusto”.

Dar acomodó sus codos en la barandilla y se inclinó sobre ellos. “Desde


luego”. Miró alrededor. “Todavía no hay luz en un montón de lugares...”.

Kerry suspiró. “Mejor llamó a mi casa... a ver que está pasando”. Volvió al
interior, y agarró uno de los dos teléfonos analógicos que Dar había conectado la
noche anterior, marcando el número de Colleen de memoria. Había hablado
brevemente con su amiga la otra noche, asegurándose de que su apartamento
estaba a salvo. Colleen se había mofado de la tormenta, habiendo sufrido el
huracán Andrés, y estaba a mitad de planear una fiesta de huracán cuando llamó
Kerry.

Su paradero fue recibido con un silencio conocedor, eso le provocó punzadas


a todo lo largo de la espalda, pero realmente no había tenido tiempo para pensar
mucho en eso. El teléfono fue contestado al tercer timbrazo.

“¿Hola?”.

“Hey Col... ¿Cómo está todo?”.

“Ahh... es la misteriosamente desaparecida señorita Stuart...”. Contestó


Colleen afectadamente. “¿Cómo están las cosas a ese lado de las huellas, eh?”.

Kerry hizo girar sus ojos. “Colleen... por el amor de Dios...”.

La pelirroja se rió. “Todo está bien y empaquetado, amiga mía... los árboles
se han caído, y algunos postes de la luz... no tenemos electricidad, y se está
inconfortable como en el infierno, pero estamos todos fuera, y tenemos una
pequeña parrilla montada. No está muy mal... podemos meternos en los coches si
estamos en peligro de sobrecalentamiento”. Hizo una pausa. “¿Que tal lo llevas
tu?” .
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“Oh... bueno, más o menos igual”. Le dijo Kerry. “Tampoco hay luz aquí...
tenemos las puertas y ventanas abiertas... fue bastante malo anoche pero... no
parece que haya muchos daños, excepto por algunas ramas que se han caído... y...”.
Amoldó sus ojos para mirar hacia fuera. “Creo que un bote ha encallado en la
punta este de la isla”.

“Mmhm... debió ser... caliente, pegajoso e inconfortable anoche, ¿no?”. La


voz de Colleen contenía un toque de jovialidad.

“Lo fue... pero abrimos una ventana en la zona protegida del apartamento”.
Contestó a la pregunta Kerry en primera instancia. “Y comimos helado con lo
que...”. Se rió suavemente. “Todo resultó bien al final... me acabo de despertar”.
Alzó la mirada cuando el sol apareció débilmente, bañando los hombros de Dar
con luz pálida. “El sol está saliendo”.

“¿Está brillando en algo interesante?”. Preguntó Colleen maliciosamente.

Kerry miró al aparato, sus cejas contrayéndose. “¿Estás bien?”. Miró hacia
afuera. “Está brillando sobre el océano, y sobre un par de barcos que yo pueda
ver... y en el patio... ¿por qué?”.

La pelirroja rió suavemente. “No importa Kerry... ¿vas a pasar más tiempo
allí todavía?”.

“Um... probablemente... creo que necesitan la electricidad para mover las


rampas para salir o entrar al ferry”.

“Oh... cierto..”. Coincidió amablemente Colleen. “Bueno, tu casa ha


sobrevivido bien... no hemos sido inundados ni nada por el estilo, con lo que todos
estaremos aquí cuando te des una vuelta por casa”.

Kerry sonrió. “Eso es estupendo de escuchar... Me alegro que todo estuviera


bien”. Vio como Dar se volvía y se reclinaba sobre un brazo, devolviéndole la
mirada desde fuera. “Yo... um... hablo contigo un poco más tarde, ¿de acuerdo?”.
Colgó y se dirigió a la puerta, asomándose y guiñando. “Bueno, todo esta bien por
mi casa”. Todavía llevaba consigo el teléfono, y se lo entregó a la mujer mayor
cuando fue a agarrarlo.

“Debemos averiguar también cual es el pronóstico para la electricidad”.


Explicó Dar, marcando rápidamente. “Entonces supongo que mejor chequeo que
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todo está en su sitio en la oficina”.

Kerry asintió. “Um...”. Se mordió el labio con una mueca. “¿Quieres que te
prepare unos copos de maíz azucarados?”. Sus ojos resplandecieron traviesos.
“Supongo que eso sería mejor que tener helado para desayunar... sin embargo...”.
Se aclaró la garganta. “No por mucho”.

Dar le dedicó una mirada mientras escuchaba algo en el teléfono, entonces


lo colgó. “Seguramente la electricidad vuelva después de la hora de comer... y
tienen un generador en marcha en el club de la playa, así que bajaremos hasta allí
de forma que no tenga que recibir un rapapolvo por mi elección de cereales en el
desayuno”. Hizo una pausa y golpeó el teléfono con sus dedos, entonces se giró y
observó el mar calmado. “De hecho... ¿Estas con humor de dar una vuelta?”.

“¿Una vuelta?”. La rubia mujer siguió su mirada. “Oh... quieres decir, ¿en el
barco?”. Dejó escapar un suspiro. “Me encantaría... pero no estoy exactamente
vestida para ello”.

“Oh”. Dar hizo una mueca. “Podemos arreglarlo”.

“¿Podemos?”. Inquirió Kerry. “Bueno... vale... seguro... me gustaría... ya que


estamos aquí atrapadas y se estará más fresquito ahí fuera, supongo”.

Media hora después estaban, de entre todas las cosas, en un carrito de golf
con el número del apartamento de Dar en él, evadiendo ramas caídas en la carretera
que rodeaba la isla. Otros carros estaban fuera, unos con turistas y otros con
material de la isla, los primeros conduciendo despacio y señalando, los segundos
eliminando los obstáculos del camino.

Kerry se reclinó en su asiento y disfruto del paseo a la vez que pasaban los
grupos de apartamentos y rodeaban una larga estructura, circulando entonces por el
paseo marítimo y terminando en una agrupación de tiendas donde era evidente el
rugir de un generador.

Saltó hacía afuera y siguió a su alta compañera, la cual señalaba a las puertas
según pasaban por al lado de ellas. “Tienda de vídeos, librería, tienda de comida
sana, supermercado de la isla... ah.. aquí llegamos”. Abrió la puerta de una pequeña
tienda que contenía varias prendas casuales y de playa. “¿Crees que podrás
encontrar algo aquí dentro?”. Inquirió Dar.

Kerry se dirigió en línea recta hacia un estante que contenía bañadores de


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una pieza Speedos en ricos y atrevidos colores. “Oh si”. Hizo una mueca,
chequeando las tallas y seleccionando uno de color morado, después eligió unos
pantalones cortos y un top color tierra enconjunto. Le acercó su tarjeta de crédito al
dependiente, sorprendida cuando él solamente la estampó en su verificación,
dándosela de vuelta junto con un bolígrafo para que firmase. “Gracias”. Le sonrió,
recibiendo una tímida sonrisa de vuelta. Tomó su paquete y siguió a Dar hacia el
exterior, alcanzándola cuando llegaban a la puerta del supermercado. “Dar... no ha
chequeado mi tarjeta de crédito”.

“No”. Dar la miró de lado. “No es... bueno, déjame explicártelo de esta
manera Kerry... en esta isla... si te puedes permitir vivir aquí, es que eres
multibillonaria. No te preocupas por pequeñeces como trajes de baño” . Mantuvo
abierta la puerta de la pequeña tienda de ultramarinos. “Además... la única manera
por la que puedes entrar en la isla es con un residente... lo cual él sabe que yo soy...
y se figura que si algo sale mal, yo me haría cargo”. Hizo una pausa. “Lo cual, por
supuesto, haría”.

Kerry se detuvo en seco. “No tienes que preocuparte por eso”.

Tiernos ojos azules la miraron. “No lo hacía”. Replicó quedamente.


“Tomemos un par de cosas para llevar en el barco con nosotras... podemos pasar la
tarde también”.

Caminaron hacia la salida con una bonita cesta pequeña que contenía,
descubrió Dar, un juego de platos y cubiertos, y era lo suficientemente grande para
contener varios sandwiches y varios entremeses salados. Abrió de golpe su
teléfono celular y marcó, teniendo a Mark Polenti al habla al segundo timbrazo.
“Ey”.

“Ey”. Replicó Mark sobre el débil sonido de golpeteó sobre el teclado.


“Todo ha sobrevivido... sin problemas... sólo que no hay electricidad... va a ser
arrollador como el infierno esto el lunes”.

“Bien”. Murmuró Dar.

“¿Te gusta que sea arrollador?” . Contestó Mark confuso.

“No... quiero decir, bien todo ha sobrevivido”. Explicó Dar. “¿Todo lo


procesado estará cambiado a tiempo?”.
“Si... excepto el Banco de Nueva Zelanda... fui y pateé sus procesadores
encendiendo el generador y ahora están funcionando”. Murmuró el jefe de MIS.
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“Estoy en conexión con ellos, administrándolos vía remoto... tenían transferencia


de nóminas ayer, y de acuerdo con ellos, si no pagas a esos tipos se vuelven
realmente desagradables”.

Dar sonrió. “Buen trabajo Mark... gracias por encargarte de eso por mí”.

“Mmph”. Mark se aclaró la garganta. “Oí que no te encontrabas muy bien...


¿estas bien?”.

Una débil sonrisa atravesó el rostro de la morena mujer. “Si... estoy bien...
sólo tenía un endemoniado dolor de cabeza... seguramente a causa del tiempo”.
Hizo una pausa. “La pobre Kerry se ofreció para traerme a casa, entonces se quedó
atrapada cuando azotó el mal tiempo”.

“Um... eso explica su conexión en tu terminal supongo”. Comentó Mark. “Y


el por que su coche sigue aun en el aparcamiento... lo hemos movido, junto con
otra media docena bajo el área cubierta a la vuelta”.

“Gracias... estoy segura de que se alegrará al oírlo”. Rió Dar. “Bueno, te


dejo... tendré conectado el celular por si me necesitas”. Colgó y dirigió en línea
recta al carrito a través del paseo marítimo. “¿Qué tal si te dejo a ti y todo esto
aquí, entonces agarro unos bollos o algo por el estilo para desayunar?”. Sugirió.
“Se hicieron cargo de tu coche en la oficina, por otro lado”.

Kerry asintió. “Lo se... hablé con Andreas en seguridad anoche... eso fue
muy agradable por su parte”. Saltó hacia fuera mientras Dar frenaba el carrito hasta
detenerlo en un embarcadero particular, el cual tenía un barco bien proporcionado
amarrado. “¿Es este?”.

Dar asintió. “Sipe... este...”. Le dio a Kerry un juego de llaves. “La cabina
debe estar provista de toallas y todo eso... y la rellené de gas la semana pasada”.

“Genial”. Una sonrisa gentil. “Gracias por intentar mantenerme entretenida


Dar... sabes que no tienes porque... no te culpo por quedarme aquí atrapada”.

Ojos azules la miraron enigmáticamente. “Lo sé... pero no tenemos nada


mejor que hacer con lo que...”. Se balanceó y se alejó del embarcadero, dejando a
Kerry hacer cuidadosamente su camino hacia la gentilmente balanceante cubierta
del barco.

“Surtido, dice”. Kerry rió ahogadamente, a la vez que exploraba la aseada


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cabina del crucero. Tenía un pequeño cuarto de baño con una ducha de agua salada,
y una minúscula habitación con una cama lo suficientemente grande, quizás, para
dos personas.
Sospechó, sin embargo, que probablemente Dar tendría problemas con la
longitud. El interior era de cálida madera pulimentada, con cortinas azules y verdes
que cubrían las portillas al igual que la ropa de cama. Esta era... paseó los dedos
sobre la tela.
Le gustaba. Se estaba confortable aquí, y se movió junto con el balanceo del
barco una vez adquirió la experiencia. “Bueno, a la siguiente área... la cocina”.
Dejó su mochila en el suelo, y se introdujo en la pequeña galería la cual tenía una
pequeña y compacta nevera. La abrió, sorprendida al sentir un frío residual,
entonces se figuró que el barco debió de estar conectado a un dique de electricidad.
Puso la comida en su interior y cerró la puerta, confiando en que se mantendría lo
suficientemente frío hasta que Dar encendiese los motores.

A un lado estaba un microondas junto con un fregadero con suministros


tanto de agua salada como un limitado tanque de agua fresca en línea. De una
alacena colgaban ollas y dos sartenes, y tazas irrompibles que estaban clavadas en
su sitio y se balanceaban suavemente con el movimiento del barco. “Esto es
realmente estupendo”. Comentó para si misma, girando sobre si observando todo a
su alrededor.

Fuera de la galería había un compacto espacio para sentarse, con una mesa
de madera rodeada de dos bancos de contrapeso en dos esquinas. Una silla de
aspecto mullido y confortable estaba atornillada a lo largo de la zona despejada de
la mesa, y en unos gabinetes impermeabilizados cerrados arriba había una
televisión y un estéreo.

Kerry hizo una mueca, entonces se dirigió hacia la habitación y se cambió a


su traje de baño, chequeando su reflejo en el espejo y poniendo un pequeño ceño.
Entonces se puso los pantalones cortos y el top por encima, y dobló sus bermudas
y camiseta prestadas metiéndolas en un cajón antes de trepar las escaleras y
aparecer en cubierta.

Tenía dos niveles, uno donde estaba el puente y los controles, y el más bajo
donde había gruesos asientos con cojines a lo largo del barco y en la popa. Alzó
uno y encontró equipos de seguridad, aparatos flotadores, bengalas, flotadores
salvavidas... y en el otro encontró dos equipos completos de buceo incluyendo dos
tanques enganchados con clips al fondo. “Y nunca usas esto”. Reprendió a su
ausente jefa. “Dar, ¿que vamos a hacer contigo?”. Se sentó en uno de los cojines
por un momento, y simplemente agitó la cabeza. “Chico... si yo tuviera un sitio
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 194 de 194

como este... y un barco... estaría...”. Se imaginó a sus amigos a bordo, y las buenas
fiestas que podrían tener.

Entonces se detuvo y consideró las palabras de Dar en la tarde previa. “No


es muy inteligente salir ahí fuera sola, pero yo... no tengo mucho tiempo, en estos
días”.

¿No tienes tiempo?. ¿O es que todas estas bonitas cosas son completamente
inservibles si no tienes nadie con quien compartirlas?. “Vamos Dar... con tus
miradas... no me digas que no puedes atrapar y conservar un novio”. Murmuró.
“Deben estar completamente idos si no quieren pasar el tiempo contigo”.

Balanceó un poco sus pies, golpeando los talones contra la fibra de vidrio.
Pensando.
El suave ronroneo del carrito de golf aproximándose la sacó de su
ensimismamiento y se giró para ver a Dar aparcando el pequeño vehículo en el
pequeño espacio diseñado para eso cerca del amarre del barco. Traía un par de
bolsas, y saltó a cubierta con negligente gracia, dejándose caer en el nivel más bajo
con una risotada. “Están haciendo un negocio del demonio...”. Dejó las bolsas en el
suelo. “¿Está todo bien?”.

“Esto es genial”. Sentenció Kerry, notando que su compañera había ido de


vuelta al apartamento para ponerse un traje de baño que llevaba bajo una larga
camiseta. “Esto es como la habitación de un hotel flotante”.

Dar bufó suavemente. “Si... La tía May tenía gustos caros... me tomó un
poco acostumbrarme. Me inclinaba más por un bote de quince pies de eslora con
una cubierta sencilla al fondo y una silla como amenidad”.

Kerry hizo una mueca. “Pero al final te acostumbraste”.

La alta mujer rió auto despectivamente. “O sí... según me hago mayor, voy
generando una desagradable tendencia hacia ser una criatura a la que le gusta lo
confortable”. Caminó a lo largo del perímetro del barco, repartiendo los papeles.
“Agárrate ahora”.

Kerry rió. “Aprendí como manejar a la tripulación en un yate de carreras a


treinta nudos... gracias”. Se reclinó hacia atrás sobre sus manos y se empapó con la
luz del sol. “Te sacudes en uno de esos, recuérdalo”.

Dar se sentó frente a los controles, y encendió los motores, ajustando las
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 195 de 195

palancas hasta que escuchó un tenue sonido. Entonces expertamente sacó al barco
del embarcadero, haciendo girar los motores y ajustándolos a una velocidad
superando por poco el movimiento sin fuerza para salir del paseo marítimo.

La brisa se hizo más fuerte nada más pasar la última boya, y Dar dirigió la
proa hacia el sudeste, elevándose suavemente sobre las aun revueltas olas hacía el
brumoso horizonte. Kerry se puso junto a ella, disfrutando del aire salado, del sol y
del fresco chorro de agua que las salpicaba cada vez que el barco golpeaba las olas.
“Guau, se está bien aquí arriba”. Murmuró.

Dar cerró los ojos brevemente y tomó una bocanada del aire, dejando que los
recuerdos la rodeasen por un doloroso momento. “Si, es cierto”. Dijo finalmente de
forma queda, tragando a través de un nudo en la garganta.

Anclaron en una de las pequeñas islas que rodeaban la costa, y sintieron


como el barco se paraba con un suave ronroneo. Con los motores apagados, se
escuchaba el sonido rítmico de las olas así como el gentil golpeteo de los aparejos
del barco. El sol estaba completamente fuera, y solo unas elevadas y delicadas
nubes disturbaban el azul perfecto del cielo.

“Voy a nadar un rato”. Comentó Dar, sacándose la camiseta y doblándola


sobre la consola. “¿Vienes?”.

Kerry paseó hasta la barandilla y se asomó por ella. El agua era de un rico
color verde - azulado, y olía a sal y a misterio. “Depende... ¿hay tiburones ahí
abajo?”. Miró sobre su hombro a la alta mujer, que estaba reclinada de forma
casual sobre la curva de la puerta que daba a la cabina.

Dar, decidió Kerry, se veía realmente bien en bañador. Tenía la complexión


de uno de esos altos nadadores, con la suficiente grasa cubriéndole los músculos de
forma que no tuviera aspecto de culturista ni nada por el estilo. Sólo... fuerte y
sólida. “El lago no tenía tiburones”. Explicó disculpándose.

Dar se rió. “Bueno... debe haber unos pocos, pero he estado en estas aguas
desde que tenía cuatro años... y todavía no me han mordido”. Caminó hacia la
barandilla y saltó sobre ella, entonces se sumergió en el agua limpiamente, saliendo
de nuevo a la superficie varias yardas más allá del barco”.

Kerry la observó por un momento, mientras ella se sumergía de nuevo para


después volver a aparecer y empezar a bracear ociosamente alrededor del barco.
“Supongo que es un poco temprano para el desayuno de los tiburones, así que...”.
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Se encogió de hombros y se sacó la camiseta y las bermudas dejándolas dobladas


sobre el cojín, colocándose en una posición más prudente de la popa antes de
subirse a la barandilla de fibra de vidrio y lanzarse al agua.

“Oh”. Emergió en la superficie con un chapoteo. “Esta caliente”. Sumergió


la cabeza en el agua y abrió los ojos, parpadeando ante la dolorosa sal. El sol
penetraba el verde mar por unos cuantos palmos, definiendo olas de doradas
partículas que desaparecían hacia las profundidades. Sin embargo sólo podía
hacerlo por un momento, antes de que los ojos le picaran en exceso, y salió a la
superficie. “Whoa”.

Dar estaba allí, chorreando agua, su oscuro y mojado cabello pegado hacia
atrás. Le dio una máscara con una mueca indulgente. “Toma... esto va mejor”.

“Gracias”. Se ajustó las gafas, teniendo un poco de dificultad con el agua


escurriéndose al mismo tiempo, entonces volvió a sumergir la cabeza observando
las profundidades con interés. Un banco de pequeños peces nadaban bajo ella,
pareciendo a todas luces como una bandada de pájaros, incluso en su misterioso
modelo de división y unión. Kerry alzó la cabeza. “Guau... debe ser interesante ahí
abajo”.

Dar se colgó de la cuerda del ancla e hizo un gesto. “Ahora mismo estamos a
muy poca profundidad... sobre los treinta pies”. Explicó. “Hay un arrecife de coral
que va a todo lo largo de la línea de la costa... así que... si nos metemos aquí abajo,
veríamos todo tipo de peces”.

Kerry nadó hacia ella con eficientes brazadas y se agarró también a la


cuerda. “Me estas poniendo celosa... ahora se que debía haberme sacado el título...
traté de convencer a alguno de los chicos en Associated para hacerlo, pero todos
estaban asustados. Sin embargo, apuesto a que puedo convencer a uno o dos de la
gente de la oficina para acompañarme”.

Dar la estudió en silencio por un prolongado momento, entonces asintió


levemente. “Espera aquí”. Se alzó y alcanzó la borda, aupándose fuera del agua y
presionando su cuerpo sobre la barandilla.

Kerry parpadeó. “Guau... yo no podría hacer eso ni si quiera cuando hacía


gimnasia seis veces por semana”. Murmuró impresionada. “Diablos, ni siquiera los
chicos de los aros pueden hacer eso”.

Dar volvió y desenganchó una sección de la barandilla, poniéndola hacia


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 197 de 197

atrás y sentándose en ella. “De acuerdo... podemos hacer una inmersión realmente
rápida y corta con el material que tengo aquí”. Le acercó a Kerry un chaleco como
prenda de vestir. “Póntelo”.

Kerry así lo hizo, abrochándolo alrededor de su cintura y apretando las


correas para que se ajustase cómodamente. “Muy bien”. Sintió un hormigueo de
excitación. “¿Que va después?”.

Dar le acercó un par de botines. “Ahora estos”. Esperó. “Vale, ahora pasa
esto por encima de los botines y apretalos alrededor de los tobillos”. Le dio a Kerry
un par de aletas.

“Eso es un poco... oh, vale... ya lo tengo”. Kerry asintió, mordiéndose


ligeramente el labio al concentrarse. El chaleco proporcionó algo de estabilidad
afortunadamente, y tras un momento alzó la mirada. “Ya está”. Balanceó los pies,
sintiendo el poderoso impulso sobre el agua e hizo una mueca. “Oh... esto se siente
bien”.

Dar le acercó un tubo para respirar. “Pon esto a través del aro en la
máscara... si, así está bien... ahora date la vuelta y agárrate al cable del ancla”.

Kerry lo hizo, mirando hacia el horizonte. Sintió el chapoteo al entrar Dar en


el agua tras ella, entonces experimentó un momento de empujones mientras algo
era adjuntado a su espalda. Inmediatamente sintió la diferencia de peso. “Oh... ¿eso
es el tanque?”.

“Sip”. De repente la mano de Dar apareció al lado de su oreja, sosteniendo


un objeto redondo con una pieza para la boca. “Bien... así es como esto funciona”.

Su voz estaba justo al lado del oído de Kerry, y le tomó un tiempo registrar
las palabras. “Um... vale, esto es un regulador”. Repitió.

“Exacto”. Coincidió Dar. “¿Ves este botón?”. Apuntó hacia un punto


redondo en la parte superior del equipo. “Es un forzador de expulsión”. Puso la
pieza de la boca bajo el agua. “El agua puede entrar, pero si presionas esto...”. Así
lo hizo, haciendo erupción una corriente de burbujas. “¿Entiendes?. Te pones esto
en la boca, y respiras con normalidad”.
Kerry puso la pieza entre sus dientes, y respiró, un poco sorprendida cuando
apareció el aire. “Fowfh”.

Dar la golpeó suavemente. “Muy bien... no voy a registrarme ni nada en la


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máquina de buceo porque hoy sólo vamos a bajar un par de pies... espera que me
pongo mi equipo”.

“Si”. Asintió Kerry mirando a su alrededor acostumbrándose a tener el


regulador en la boca. En lo que parecieron breves momentos Dar estaba de vuelta
con un equipamiento similar. Se puso las aletas y se acercó nadando, y Kerry sintió
un roce en su cintura cuando los brazos de la alta mujer la rodearon.

Dejó de respirar. “Uf..”.

“Cinturón de peso”. Dijo Dar llanamente. “Lo necesitas para compensar el


aire aquí dentro”. Golpeó el chaleco y sonrió.

“Pfale”. Kerry asintió comprendiendo a la vez que sus pulmones


comenzaban a trabajar de nuevo. Dar se puso su propio cinturón ajustándolo un
poquito, poniendo un ceño, entonces se ajustó la máscara.

“De acuerdo... solo haz lo que yo haga. Te vas a dejar llevar y sumergirte...
Solo respira con normalidad”.

Era una extraña sensación, decidió Kerry según obedecía y empezaba a caer
a través del agua. Las burbujas del regulador producían una corriente de sonido a
su alrededor, pero miró a su entorno viendo como los rayos del sol iban perdiendo
su color y desapareciendo según avanzaba.

No muy profundo, como había dicho Dar de hecho, si alzaba la mirada podía
ver el sólido contorno del fondo del barco justo sobre ella.

Pero aquí abajo... se niveló y flotó, justo encima del fondo, el cual estaba
cubierto con una gruesa formación de coral.

Sus ojos se agrandaron, y un banco de pequeños peces de brillantes colores


amarillo y azul pasaron junto a ella, sus aletas rozando levemente su piel, como
mariposas. Más allá de ellos nadaba un pez mayor y solitario, ondulando sus
cuerpos de un lado a otro según superaban el arrecife con glorioso esplendor.

Un minúsculo y rápido pez rojo la rodeó y escapó, seguido por un pez negro,
liso y más largo que tenía un ojo a cada lado de su cuerpo.

Miró hacia abajo y señaló. Una langosta estaba atravesando el fondo, su


espinoso caparazón plegándose con el movimiento.
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Dar asintió, simplemente observándola. La mujer mayor estaba flotando, los


brazos doblados sobre el estómago y sus piernas mitad encorvadas. Levantó una
mano he hizo una señal de afirmación con los dedos, entonces arqueó una ceja a
modo de pregunta.

Kerry asintió vigorosamente, casi perdiendo el regulador.

Dar asintió de vuelta, entonces se alejó lentamente, invitándola a que la


siguiese.

Estuvieron sumergidas al rededor de veinte minutos, mientras Dar le daba un


pequeño tour y señalaba cosas que no debía tocar. El arrecife, por un lado, cada
roce en el coral era una sentencia de muerte para él. El coral de Fuego por otro, que
podía rasgar la piel humana de mala manera. El pez globo que tenía espinas...
anguilas, a las que no se hubiera acercado ni a cien metros de todas formas, y
demás criaturas varias.

Entonces, gentilmente, Dar la guió hacia la superficie, nadando junto a la


cuerda del ancla hasta que emergieron a través de las olas y se quitaron los
reguladores.

“Oh Dios mío... ¡fue fantástico!”. Dijo Kerry de golpe. “¿Viste esos peces
plateados?. ¡Me estaban poniendo caras!”. Se quitó la máscara y se echó hacia
atrás el mojado cabello. “Y esas cosas moradas... ¿que eran esas cosas moradas?.
También había esos pequeños tipos de calamares parcialmente traslúcidos... ¿que
eran?”.

Dar levantó una mano riendo. “Hey... con calma... volvamos al barco y
hablemos de ello, ¿de acuerdo?”. Dejó que Kerry le diera el equipo, y lo puso en la
borda, entonces subió ella misma y le extendió una mano a la pequeña mujer.
“Aquí... agárrate”.

Kerry se sintió izada y se agarró a la barandilla, subiendo en cubierta de


forma más sencilla a lo que había anticipado. “Guau”. Sonrió a Dar con deleite.
“Gracias... de verdad, verdad lo digo”.

La morena mujer le devolvió la sonrisa. “Siempre me gusta ver a un nuevo


convertido”. Rió yendo hacia la cabina para salir después con dos toallas.
“Sequémonos... y apuesto a que estas hambrienta”.
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Kerry sintió a su estómago crujir. “De acuerdo... cedo... ¿como lo sabias?”.

Un balanceo de los morenos dedos de Dar. “El buceo lo provoca... yo


también lo estoy”.

Se sentaron bajo el sol, secándose y compartiendo el almuerzo, a la vez que


Kerry bombardeaba a su compañera con preguntas sobre la vida en el mar. Dar se
estiró sobre uno de los bancos con cojines, poniéndose las manos tras la cabeza y
cerrando los ojos mientras contestaba.

Eventualmente Kerry se quedó sin más preguntas, y se fue hacia el otro


banco, relajándose sobre la ligeramente áspera superficie con un alegre suspiro.
“Dejo sin aliento a cualquiera, ¿no?”. Comentó secamente.

“Mm”. Dar volteó la cabeza ligeramente y miró a la joven mujer. “Puedes


decir eso”. Estudió la delgada y lisa silueta bajo el morado bañador, entonces cerró
los ojos de nuevo mientras el sol las bañaba con dorada luz. “Me alegro de que nos
acordáramos de la protección solar”.

“Ajá... sino me pongo como el color de las langostas”. Coincidió la rubia


mujer.
Se hizo el silencio, y Kerry meditó profundamente para sí misma un
pequeño rato, entonces se volvió para preguntarle a Dar, y se calló viendo que la
otra mujer se había quedado pacíficamente dormida.

Con una sonrisa gentil, se movió para estar un poco más confortable,
entonces dejo que sus ojos se cerraran también.

Una gaviota, arqueando la cabeza y quejándose, despertó a Dar, y ella de


forma reluciente abrió los ojos, débilmente sorprendida por el bajo arco del sol. Oh
maldición...
Bostezó y se estiró, restregándose la cara con una mano a la vez que se
sentaba.

El barco se estaba meciendo suavemente, y miró a su alrededor, sin ver a su


compañera hasta que estuvo medio de pie, estaba en la punta de la proa con las
rodillas pegadas al pecho mirando al horizonte. El sol le daba por la espalda, y
sacaba a relucir mechones ligeramente rojizos en otrora rubio cabello, y Dar sintió
una sonrisa en los labios de la que tenía realmente poco control.

“Ey”. Escaló a la proa y se acomodó al lado de Kerry. “No deberías haberme


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dejado dormir tanto tiempo”.

Ojos del color del mar que las rodeaba se giraron y la observaron bajo un par
de cejas del color del sol. “Me acabo de despertar yo también... y parecías tan en
paz, que no tuve corazón para despertarte”. Sonrió Kerry. “Sé que anoche no fue
muy confortable, así que...”. Se encogió de hombros. “Era una manera de
recuperarse”.

Dar se reclinó sobre la pared de la cabina y asintió. “Eso es cierto... sin


embargo, creo que deberíamos volver... la electricidad ya habrá vuelto y te podré
llevar a casa”.
“Si”. Murmuró Kerry, reposando la barbilla en su rodilla.

Se hizo el silencio excepto por el suave golpeteo de las olas. Finalmente Dar
se aclaró ligeramente la garganta. “Escucha... yo.. um... me quiero disculpar”.
Las cejas de Kerry se alzaron y giró la cabeza. “¿De que?. Dar, no es tu
culpa que se formara una tormenta..”.

“No”. La morena mujer levantó una mano. “Por lo que pasó con
Associated”.
“Mmph”. Una pausa. “Bueno... esta bien, quiero decir... al final funcionó”.

Dar suspiró. “Pero no lo habría hecho”. Admitió. “Si no hubieras decidido


enfrentarte a mi, y hacerme mirar una segunda vez a lo que estaba haciendo, no lo
habría hecho”. Se calló por un momento. “He venido haciendo esto por un largo
tiempo ya, y nunca me paré a pensar como se sentía la gente a la que se lo hacía”.

“Oh”. Kerry absorbió esto. “Fue duro”. Reconoció. “Me sentía tan impotente
a veces... entonces cuando llamaste... chico”. Miró al agua y agitó la cabeza.
“Dolió”. Miró a su lado y vio estrecharse los ojos de Dar mientras esta seguía
mirando al horizonte. “Pero estabas haciendo tu trabajo”.

“Si”. Murmuró Dar. “Lo sé... por eso me desconcertó cuando a pesar de todo
quisiste ayudarme a hacerlo”.

“Quizás así la próxima vez que suceda de nuevo, logre que te lo pienses dos
veces de nuevo”. Contestó Kerry simplemente.

Ojos azules miraron directamente a los suyos. “¿Y qué si no puedes?”.

Kerry pensó sobre esa posibilidad. “Seguiré tratando”. Contestó


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quedamente. “Tengo mucha paciencia”.

Dar movió la cabeza y rió un poco. “Bastante justo”. Sentenció, entonces se


levantó y volvió hacia la consola. “Espera... estoy izando el ancla”.

Kerry se bajó de la proa y se acomodó de nuevo en el banco con cojines,


reclinándose sobre la barandilla y extendiendo las piernas a la declinante luz del
sol. La ciudad estaba iluminada de color oro fundido y deseó tener una cámara para
captar la imagen, la cual tuvo a la vista hasta que Dar giró la embarcación,
dirigiéndose a la costa.

***

“Buenas, María”. Dar se acomodó en su asiento a la vez que el ferry recorría


su camino a través del arrecife.

“*Dios mío* Dar... no te puedes imaginar el olor de este sitio esta mañana...
es como si un centenar de gatos se hubiesen hecho pi pí en la alfombra”. Le
informó la secretaria. “Tengo una naranja arrimada a la nariz”.

“¿Llamaron los de mantenimiento al servicio de limpieza de alfombras?”.


Inquirió Dar, estremeciéndose al pensar en el hedor. “Olvídalo... sólo pásame con
Jack Eierdall”.

Esperó un momento, entonces una voz arisca contesto. “¿Jack? Dar


Roberts”. Escuchó. “Necesitamos una limpieza al vapor para hoy, Jack... no dos
días a partir de ahora. Eso no es aceptable”. Otra espera, y tonos de protesta. “Yo
no doy ni un culo de rata por tu primo... tomaré un grupo comercial y te mandare la
factura como coste adicional si no los pones ahí hoy mismo”.

Dar se inspeccionó una uña, entonces flexionó la mano donde la piel estaba
un poco tirante por quemarse al sol el Sábado. “Mira... corta el rollo. En última
instancia, cuando llegue o veo el camión allí o llamo a la Corporación Stanley
Steamer. Adiós Jack”. Cerró la línea y marcó de nuevo. “¿María?”.

“*Si *”. La secretaria estornudó. “*Oye... perdóname Dar”. Agitó unos


papeles. “Recuerda que tienes una reunión a las 8 :30... el comité ejecutivo, y
después de eso tienes tres citas con clientes”.
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Dar suspiró. “Lo se... escucha, bloquea mi mañana del Martes... al menos
hasta la hora de comer, y la de Kerry también”. Hizo una pausa. “Ella estará um...
me va a llevar a una cita que tengo”.

Un corto periodo de shock. “De acuerdo... lo haré”. Dijo suavemente María.


“Es una... reunión de negocios, yo...”.

“No”. Dijo quedamente la ejecutiva. “Me van a hacer unas pruebas... esta
bien... nada importante, sólo que no se el tipo de medicación que me van a dar, y
no me quiero arriesgar a conducir de vuelta”.

“*Dios mío *... de acuerdo... quitaré esto... he de cancelar tu reunión con


Viajes y Transportes Dar”.

“Ah, mierda”. Dar arrastró las palabras. “Prográmalo de nuevo para algún
momento extremadamente inconveniente para ellos, ¿lo harás?”.
“Tch.. Dar”. María rió cortamente. “Eres tan mala”. Dudó. “Tengo aquí mi
rosario... ¿que tipo de pruebas?, así sabré como rezar”.

Dar parpadeó ante el teléfono, demasiado sorprendida para contestar por un


momento, entonces exhaló. “No es nada... yo... ellos no saben, de verdad, María...
quizás una válvula desajustada o algo... no es nada por lo que preocuparse, pero
gracias por la oferta”.

“*Mi madre *”. Suspiró la anciana mujer. “Aie... buenos días”. Mantuvo el
teléfono alejado de la boca. “Perdóneme, ¿qué?”.

Dar escuchó un amortiguado intercambio, entonces María retornó. “Dar, han


perdido algo grande en Nueva York”.

“Oh... Maldito infierno en una bolsa de mano”. Dar se cubrió los ojos.
“Nueva York colgado en una mañana de Lunes... ¿que he hecho yo para merecer
esto?”. Dirigió el Lexus hacia la rampa, y giró hacia la derecha en dirección a la
autopista. “Mira... llegaré en unos cinco o diez minutos... haz que quien quiera que
esté al frente de MDF llame a Netops y encuentre exactamente lo que esta colgado,
y avise a la región Northeast, especialmente el servicio de recuperación, de que
tenemos un problema”,

“Vale, vale... ah... buenos días... gracias, gracias *chiquita *”. La voz de
María se tornó más cálida, y Dar pudo oír otra voz de fondo, la cual trajo una
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sonrisa a su rostro. “Dar, Kerry está aquí, dice que ella se encargará”.

“Buenos días Kerry”. Rió Dar. “Gracias... ¿qué tal el resto de tu fin de
semana?”.

“Ehh...”. La voz de Kerry era reservada. “Mejor no hablemos de eso... ¿el


término alcantarilla reforzada significa algo para ti?”.

“Ouch”. Se estremeció Dar al girar a la izquierda en Brickell.

“Si... esta casi tan mal como este sitio”. Le dijo Kerry. “Bueno, voy a llamar
a Netops... trataré de tener un estatus para cuando llegues”. La puerta se cerró y
María suspiró.

“Es una chica tan buena Dar”. Le dijo la secretaria aprobadoramente. “Fue
tan dulce de su parte el llevarte el Viernes a casa...”.

“Si lo fue”. Coincidió Dar metiéndose en el aparcamiento, notando un


camión entrando desenfrenadamente tras ella. El camión se dirigió directamente a
la entrada de servicio, y se bajaron cuatro hombres sacando el equipamiento para
limpiar suelos alfombrados. Hizo una mueca despiadada. “En seguida subo”. Cerró
la línea y salió del coche, agarrando su maletín antes de dirigirse a las puertas.

Kerry llevaba consigo un paquete de papeles cuando se deslizó por el pasillo


trasero y llamaba a la puerta de la oficina de Dar, escuchando como la voz de la
mujer mayor se alzaba con un gruñido. “Oh... chico”. Murmuró, entonces abrió la
puerta y se deslizó hacia el interior.

Dar estaba caminando de un lado a otro detrás del escritorio, pareciendo en


todos los sentidos como una pantera con traje. Le estaba gritando a alguna
desgraciada persona del centro de operaciones de network, dejando de lado sus
amagos de explicaciones con staccatos ladridos. “No me cuentes esa historia, no
me interesa saber como la carrera tiene un corte de fibra bajo el Aeropuerto
Newark... quiero ese circuito recirculando”.

Kerry se detuvo antes de alcanzar el escritorio y sostuvo la primera hoja en


alto, dándosela a Dar cuando ésta levantó la mano. “Es un gran problema Dar...
tienen un vehículo de transporte del aeropuerto que se salió de una rampa y se
estrelló de lleno en el centro de comunicaciones... dejó fuera de servicio toda su
central de fibra, incluyendo toda la comunicación interna del aeropuerto”.
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“Jesús”. Los ojos de Dar se agrandaron. “¿Están todos caídos?” .

Kerry asintió. “Si... están recirculando el tráfico hacia La Guardia, pero es


un caos”.

Dar golpeteó el escritorio con los dedos, moviendo rápidamente los ojos.
Entonces se sentó y requirió información de su base de datos, y volvió a golpear
con los dedos. “De acuerdo... de acuerdo... escucha, netops...”.

“Estamos aquí”. La cansada voz sonó de vuelta. “Estamos con esto desde las
2 a.m.”.

“Tenéis treinta y siete líneas T1 que bajan a Newark desde el sistema de V y


T... que manejáis para el acuerdo del sitio Hub”. Dar trazó una tela de araña de
conexiones en su pantalla, señalando a Kerry que se acercara. La rubia mujer
apoyó una mano en el respaldo de la silla y miró hacia el monitor.

“Si... pero eso está trayendo el tráfico residual de la terminal”. Restalló el


teléfono.
“Si cambias las rutas terminales de la columna seis y siete a la uno y dos,
puedes mandar la comunicación del aeropuerto por ellas, y conseguir que vuelva a
funcionar el mismo... desvía las funciones restantes a la dial de fondo”. Dijo Dar
rápidamente. “Eso hará que la red vuelva aquí y pase el tráfico a través para los
centros de bancos de Nueva York que están colgados ahora mismo y escupiendo
fuego en mi trasero”.

Silencio mortal en el teléfono.

“¿Me has oído?”. Ladró Dar, mirando hacia atrás cuando Kerry le palmeó el
hombro reconfortantemente. “¿Hola?”.

“Uh... si... si... de acuerdo... te hemos oído... espera, esto está... maldita sea,
John... Pon ese Tigre configurado de forma que podamos sustituir lo residual al
fondo... que alguien llame a MTC y les diga lo que estamos haciendo para que no
se extrañen cuando se les vengan todas las líneas abajo”.

“Estoy esperando”. Dijo Dar impaciente.


“Estamos en ello”. Respondió la voz apurada.

“Trabajad más deprisa”. Avisó Dar. “Son las 8 :52, si esos bancos no están a
punto para transacciones a las 9, la mierda va a salir disparada en tantas
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direcciones que no sabréis como escabulliros”.

“¡Esta bien!, ¡esta bien!”.

Dar hizo aparecer una pantalla de Netview y expuso los sitios caídos.
Repitió el comando de nuevo, renovando nerviosamente la pantalla.

“Iba a sugerirte si te traía algo de café”. Murmuró Kerry. “Pero quizá no”.

La oscura cabeza se giró, y ojos azules la miraron, a la vez que los labios de
Dar tensamente ocultaban una mueca. Entonces volvió su atención de nuevo a la
pantalla. “Quedan tres minutos... ¡dónde están mis circuitos!”.

“Espera... espera... enciende eso... no... ¡¡NO!!”.


“¡¡Dos minutos!!”. Gritó Dar. “¡¡Necesito ese circuito!!”.
“Esta bien... necesitamos las mesas secundarias cargadas en esa columna...
serial 1... bien... bien... ¡prueba ahora!”.

Dar renovó la pantalla y sonrió. “Gracias”. Ronroneó. “Es agradable hacer


negocios con vosotros chicos”. Apretó el botón de liberar. “No”. Ladró al teléfono,
entonces apretó un botón y agitó la cabeza.

“Elaine Aberman, Servicio de Recuperación”. Contestó una voz nerviosa y


ansiosa.

“Buenos días Elaine”. Dijo Dar dulcemente.

“¡No !, ¡no lo son !” Se lamentó la mujer. “¡Es horrible!, ¡trágico!, ¡nos


morimos!”.

“Estáis arriba de nuevo”. Sentenció calmadamente la ejecutiva.

“No te puedes imaginar que tipo de desorden tenemos aquí, tenemos al


servicio de reparaciones en espera preparados para solucionar lo de Nueva York
y ... ¿cómo has dicho?”.

“Estáis arriba. Hemos re - dirigido un poco el tráfico... quizás sea un poco


lento, pero es todo lo que hay”. La informó Dar.

“OH”. Chilló la mujer. “¡Chicos!, ¡chicos!, ¡estamos arriba!, ¡estamos


arriba!, ¡¡gloria a Dios, estamos arriba!!”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 207 de 207

Kerry se tapó la boca con una mano y reprimió una risotada.

“Adiós Elaine”. Dar colgó, y se dejó relajar en la silla con un suspiro.


“Bonita manera de empezar un Lunes”. Giró la cabeza y miró para arriba a la
todavía sonriente rubia. “Alcantarilla reforzada, ¿eh?”.

Kerry dejó caer una mano sobre el hombre de Dar y lo apretó. “Oh Dios mío
si... era penoso... al final me tuve que ir, y darme un paseo por el pequeño parque
cerca de mi casa, y esperar a que terminasen de bombear las alcantarillas”.

“Mm... suena bien”. Dar se levantó. “Se supone que debería estar en una
reunión de ejecutivos... échale un ojo a esto por mí, ¿lo harás? Llámame al celular
si se pone feo de nuevo”. Palmeó a Kerry en la espalda a la vez que colocaba la
silla. “Nos vemos más tarde”.

Kerry la vio marchar, entonces recogió sus papeles e hizo el camino de


vuelta a su oficina.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 208 de 208

Sexta parte

Dar podía escuchar los gritos de la disputa antes incluso de abrir la puerta, la
cual dejó que diera un portazo deliberadamente tras atravesarla y dirigirse hacia la
larga mesa de conferencias ejecutivas. Todo el mundo se sobresaltó, para después
girarse y empezar a gritarle a ella.

Ella bloqueó interiormente el ruido, empujando hacia atrás su silla y


sentándose en ella para después alinear meticulosamente los papeles que tenía al
frente y entrecruzar sus grandes manos sobre ellos.

El alboroto continuó y ella recorrió la habitación con la mirada, taladrando


con sus ojos azul pálido a cada director que estaba pegando gritos hasta que él o
ella se callaban para después continuar con el siguiente. Finalmente sólo quedaba
José Montarosa, el cabeza de Ventas, cuyo rostro estaba rojo cual remolacha, las
venas sobresaliéndole del cuello que era una talla mayor de la camisa blanca de
manga larga que llevaba.

“Maldita sea, Dar... tengo tres contratos en peligro en Nueva Jersey que
debemos estar mostrando esta mañana si no puedes poner esta mierda a trabajar.
¡Lo voy a descontar de tu maldita paga!”.

Dar bajó la mirada hacia sus manos, después volvió a mirarle y arqueó una
ceja. “Inténtalo”. Murmuró con una sonrisa.

Se hizo un silencio incómodo.

“Además, si tu administradora valiese el dos por ciento del salario que le


pagas por esas... virtudes... por las que la contrataste, te habría mandado un
mensaje al busca hace diez minutos y te habría informado que estás activo”. Dar se
sirvió un vaso de agua y bebió. “Ahora siéntate, cállate y acabemos con esto.
Tengo cosas que atender”.

Montarosa la miró, sus labios crispados, entonces cogió el teléfono de


conferencias de la sala y marcó un número. “María... ¿cuál es el estatus?”. Una
pausa. “¿Por qué diablos no me has informado?”. Otra pausa. “No me saltes con
eso... Mi busca...”. Se detuvo y miró a su cinturón. “*Puta *”. Dejó caer el teléfono
en su sitio y se sentó en su asiento ceñudamente.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 209 de 209

Duks se reclinó en su silla mordiendo un lápiz para no reír. “Dar, oí que fue
un corte de fibra... ¿qué pasó?”.

La alta mujer se reclinó también, entrecruzando las piernas al nivel de las


rodillas bajo la mesa. “Un camión cortó el cable. Hemos reenrutado a través las
regulares T1 del aeropuerto y desviamos ese tráfico a un backup”.

“Oh”. Duks asintió como si tuviera alguna idea de lo que ella estaba
diciendo. “¿Puedo tomar un flan de huevo con eso?”.

Se generó una risa nerviosa alrededor de la mesa, rompiendo la tensión.


“Vale... vale... soy la encargada esta semana... veamos que hay en la agenda”.
Mariana rió ahogadamente desde su sitio al lado de Duks, eluyendo los minutos
previos de la reunión. “Ahora que tenemos superada la crisis matutina, gracias a
Dar, podemos hacernos cargo de otras cosas insignificantes”. Se aclaró la garganta.
“Día Global del Voluntariado... es el próximo sábado, en el norte de Miami en la
Escuela Alternativa propuesta que allí ahí. Necesitamos gente que vaya a limpiar el
lugar, pintar un poco, ese tipo de cosas”.

“¿Cuantos voluntarios del campo tenemos?”. Preguntó Evan Maitsen. Su


departamento estaba a cargo de la mayoría de la entrada de datos, y
tradicionalmente proveía de gran cantidad de voluntarios para trabajos de caridad.

“Um... hasta hoy, 206”. Dijo Mariana. “Gran parte de ellos son de
Associated - supongo que quieren impresionar a los corporativos”.

Risas rodearon la mesa.

“¿A quien le toca este año?”. Preguntó José, apoyando su barbilla en un gran
puño. “Yo lo hice el año pasado... ¿recordáis?”.

Dar lo consideró un momento. “A mí, creo”. Comentó mientras recordaba a


Kerry hablar de sus esfuerzos en reclutar a gente momentos antes.

Todos la miraron sorprendidos.

Ella se encogió de hombros. “Nunca lo he hecho, así que debe ser mi turno”.

Mariana la miró seriamente por un largo momento, entonces agitó la cabeza


y garabateó su nombre en el papel. “De acuerdo”. Se aclaró la garganta y siguió
con el siguiente tema. “Recordad que este viernes es el día de los jefes”. Miró
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 210 de 210

alrededor de la mesa. “Se que muchos de vosotros conocéis el asunto, pero de


nuevo por favor sed cuidadosos... alguna gente aprovecha esta oportunidad para
dar regalos inapropiados”.

Una risotada flotó en el aire. “Si... recuerdo cuando alguien mandó a Dar un
paquete de *cojones* secos de toro congelados”. Se rió tontamente José dándole a
Dar una dulce sonrisa. “Qué hiciste con ellos, ¿eh?”.

Dar, que estaba garabateando, miró hacia arriba. “Se los reenvié a Les”.
Replicó con voz seria.

Duks casi se cayó de la silla riéndose, y los demás se unieron excepto José y
unos pocos de sus compañeros. “Bueno, no todos nosotros hemos de preocuparnos
de que nuestros empleados nos manden bombas de cañería”. Insinuó él. “De hecho,
a algunos de ellos les agradamos”.

Mariana le miró. “Afortunadamente para nosotros, Dar paga a la gente para


que haga un trabajo, no para que sea su compañero”. Respondió dulcemente. “O
todos estaríamos en un gran problema”. Movió una hoja. “Hablando de ello,
veamos los resúmenes de ejecución ¿de acuerdo?”.

Dar volvió a su esbozo, escuchando los cuidadosos planes de la ejecutiva de


Personal con la mitad de su cerebro. Había gastado el día previo leyendo los emails
y relajándose, estirada a lo largo del sofá con el bendito aire acondicionado ya
reparado, sorprendida de sentirse tan bien tras sólo un día bajo el agua.

Miró hacia arriba mientras Duks se arrimaba hacia ella. “Hoy estas de buen
humor”. Murmuró en voz baja.
“¿Lo estoy?”. Inquirió la morena mujer. “Supongo que lo estoy... tuve un
merecido buen fin de semana”.

Duks observó su almohadilla del ratón, el cual tenía pequeñas imágenes de


peces por todas partes. “¿Fuiste a pescar?”.

Una risita. “No exactamente... sin embargo, hice un poco de submarinismo...


después que se aclarase la tormenta”.

Él cloqueó ante ella. “Dar... deberías saber más que ir a bucear sola... no
quiero tener que procesar la demanda de tu seguro de vida, gracias”.

Ojos azules de alzaron dócilmente hacia los suyos. “No estaba sola”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 211 de 211

Él parpadeó frente a ella en sorpresa, entonces rió suavemente y agitó un


dedo frente a su cara. “Lo tendría que haber supuesto... ni modo que parezcas tan
relajada”.

Una de las cejas de Dar se alzó. “No es...”. Dudó. “No es lo que estás
pensando”.

Él simplemente sonrió y golpeó su brazo con el lápiz. “No digas más”.

Tonto Duks... piensa que todo tiene que ver con la gente durmiendo junta,
¿no?. Dar se sonrió a si misma. Nunca se le ocurriría que dos completos extraños
puedan acabar juntos por las circunstancias y terminen haciéndose amigos.

Ese era un pensamiento realmente satisfactorio, y Dar se recreó en él un


momento, a la vez que una sonrisa asomaba a su rostro. Había pasado mucho
tiempo desde que añadió uno de esos a su vida. A parte de Duks por supuesto, y
Mariana, con los que ocasionalmente hacía cosas juntos como cenar, almuerzos, y
demás. Los conocía desde hacía años, y habían ido a la isla un par de veces pero...

Suspiró. Y nada malo había pasado. “¿Dar?”.

Por el tono, no era la primera vez que su nombre era llamado, y miró hacia
arriba con un respingo. “Perdón... ¿qué?”. Todos los ojos estaban sobre ella,
curiosos y dubitativos. “Perdón... estaba dándole vueltas a algo en mi cabeza”.
Cruzó los brazos sobre el pecho, consiguiendo aparentar calma dejando aparecer
una mirada desinteresada.

“Bien... bueno...”. Betty Mavis volvió a dirigir su mirada hacia su agenda.


“Ahora que hemos acabado el cuatrimestre, y empezamos el cuarto, tenemos un
par de semanas para decidir que hacer en Navidad”.

“Creo que deberíamos olvidarlo y hacernos Hindúes”. Sentenció Duks con


una risita. “Mucho más fácil... podemos darles a todos arroz blanco como
presente”. Agitó su lápiz. “Diecisiete centavos la libra, recordad”.

José le lanzó una bola de papel. “Pagano sin Dios”. Bufó. Duks era bien
conocido por sus inclinaciones ateas. “Recuérdame que nunca te vote para ponerte
a cargo de eso”.

“¿Tenemos un presupuesto este año o tendremos que salir a vender papel del
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baño bordado para los fondos otra vez?”. Dar arrastró las palabras, haciendo un
esbozo de una langosta.

“Es el cuarto cuatrimestre, ¿qué te crees?”. Rió Duks. “Ah... supongo que
puedo conseguir algo suelto de algún sitio... ¿que será, un árbol, algo de cerdo
relleno o similar, y yuca? ¿Es eso?”.

Betty suspiró. “Olvidadlo... yo me encargaré de planearlo... quizás así


tengamos algo más que picadillo y ropa vieja esta vez”. Le dirigió una mirada
fugaz a José, quien se encogió de hombros y alzó las manos. “No te preocupes...
conseguiré aunque sea un cerdo relleno para ti”.

Terminaron la reunión y Duks acompañó a Dar a la puerta. “¿Estás libre para


comer DR?”.

La morena mujer tomó un respiro. “Tengo reuniones... probablemente no,


Dukky... no sé cuando terminaran”. Le dedicó una sonrisa. “Billete devuelto por la
lluvia”. Dobló su alfombrilla bajo el brazo y se dirigió a las escaleras, la vía más
rápida hacia la décima planta donde estaba el centro de operaciones.

***

“Con lo que encontré tres personas para que se certificaran”. Kerry tomó un
bocado de su sandwich de pollo y lo masticó. “Llamamos a este sitio en Kendall
porque todos viven cerca mía, e hicimos un acuerdo para cuatro sesiones de clase
cuatro sábados, dos sesiones en la piscina, cuatro sumersiones en mar abierto y una
noche de sumersión”. Tomó un sorbo de té. “¿Te suena bien?”.
Dar asintió, ocupada con su propio plato. El almuerzo había sido mucho más
tarde de lo habitual, y lo estaba teniendo apretadamente entre reuniones. “Si...
¿incluyen equipamiento de alquiler?”.

“Si... sin embargo... estaba pensando en adquirir algo por mi cuenta”.


Replicó Kerry dubitativamente. “El regulador al menos”.

“Buena idea”. La ejecutiva asintió en concordancia. “El mío es un Dacor...


lo puedes adquirir con o sin ordenadores de sumersión, el mío lo tiene, y con o sin
pulpo”.

Ojos verdes parpadearon ante ella en confusión. “¿Perdona? ¿Te dan un


pulpo con tu equipo de buceo? Uck... eso es asqueroso”. Tomó otro bocado del
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croissant, tratando sin éxito atrapar el exceso mientras caía”.

Dar rió. “No... no... la pieza extra para la boca que viste en mi equipo... se
llama pulpo”. Tomó un tenedor repleto de ensalada de patata y masticó. “Es para
que respire el compañero”.

“Oh”. Kerry se sonrojó levemente. “Que respire el compañero... bien”. Sacó


una revista. “Compré una de estas ayer... la estaba leyendo mientras esperaba a que
limpiaran las cloacas”.

“Pro Diver... esa es muy buena”. Dar sonrió ante su entusiasmo, recordando
su propio certificado. Parece que fue hace cien años, meditó, entonces miró su
reloj. “¿Te quedaste retrasada por algo?”.

Ojos verdes se alzaron hacia ella con un toque de timidez. “Um... bueno,
no... estaba trabajando en esos proyectos, después me encargué de un poco del
email y... um... no se, supongo que me olvidé del almuerzo hasta que apareciste y
asomaste la cabeza por la puerta”.

Dar la estudio con curiosidad. “Uh huh”. Notó el débil sonrojo que estaba
apareciendo en el cuello de la rubia mujer y mordió su tenedor. “Bueno, buena
cuenta atrás entonces”. Realizó que Kerry la había esperado para comer, y se
preguntó si la joven mujer no se sentiría un poco intimidada por el entorno.
Después de todo, la única persona que realmente conocía aquí era a Dar... y
probablemente estaba inconfortable apareciendo de repente en las horas del
almuerzo. Tomó nota mental de decirle a María que le presentará a alguno de sus
compañeros, que usualmente eran de la variedad de los gentiles y amables. “Es
agradable tener a alguien con el que hablar durante la comida... en general sólo
tomo lo que pueda para comer”.

Kerry mordió su sandwich. “Yo también hacía mucho eso en Associated.


Yo... es raro, me gustaba la gente de allí pero cuando salía con ellos, siempre tenía
este curioso sentimiento de que estaban actuando para mí”.

“Mm”. Dar asintió en comprensión. “A mí también me pasa eso”. Pero no


con Kerry realizó, con alivio. La mujer era de los más sincera que te puedas
encontrar.

“Oh... y he chequeado esa página de descuentos... realmente es un plan muy


bueno para ese gimnasio... ya me registré”. Dijo Kerry, dejando salir las palabras
un poco más rápido de lo habitual en ella. “Supuse... incluso si... quiero decir,
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 214 de 214

estaría loca si no lo hiciera, ¿verdad?. Tienen unas clases muy buenas ahí”.

“Yo también me registré, esta mañana”. Sentenció Dar indiferentemente.


“Tenemos un acuerdo el miércoles, ¿recuerdas?”.

Ahora Kerry sonrió. “Recuerdo”. Se relajó un poco. “¿A que hora tienes cita
mañana?”.

Dar había tratado de evitar pensar en eso. “A las ocho”. Respondió


quedamente.

“¿Quieres... quieres que te recoja en el terminal?. No tiene sentido que hagas


todo el camino hasta aquí sólo para... quiero decir, es en la playa ¿verdad? ¿Justo al
salir de Alton Road?”.

“Me parece bien”. Replicó Dar. “Si... justo después de Alton, cerca del
Monte Sinaí... yo... um, no se cuanto va a durar”.

Kerry le dedicó una mirada gentil. “Llevaré una novela baladí... pero apuesto
a que no tarda mucho, y todo resulta bien”.

Dar exhaló suavemente. “Sigue teniendo esos buenos pensamientos


Kerry...”. Alzó la cabeza y miró dentro de los ojos verdes frente a ella. “Podría
necesitar cada uno de ellos”. Mantuvieron la mirada durante un momento hasta que
Dar se levantó. “Más reuniones... vienen unos clientes y debo estar hasta...
probablemente no vuelva a la oficina hasta bien tarde"”

”De acuerdo... seguiré trabajando en el material que me has dado... si algo


explota, te llamó al busca”. Prometió Kerry. Continuó para terminar su propio
almuerzo mientras Dar se alejaba, con un golpecillo en el hombro a modo de
despedida.

Era asombroso, meditó, cuán cálido el gesto había sido incluso a través del
tejido de su chaqueta. Miró hacia arriba mientras una sombra la cubría y sonrió.
“Hola”.

“Hola”. Una pequeña y rubia mujer estaba frente a ella con una sonrisa. “¿Te
importa si me siento?”.

Kerry agitó la cabeza. “No... casi he acabado... quieres... ¿quieres esta


mesa?”. Pudo ver varias mesas similares a su alrededor vacías, pero asumió que
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quizás a esta mujer le gustara esta en particular.

“No... esta bien. Sólo quería presentarme”. Extendió una mano llena de
anillos. “Soy Eleanor Anastasia, del Grupo de Ventas y Marketing... he oído que
eres la nueva chica de Dar”.

La mujer se sentó primorosamente, y paseó la mano por el mantel mientras


estudiaba la cara de Kerry. “No pensé que Dar las quisiera tan jóvenes... pero he
oído cosas buenas de ti”.

“Gracias”. Replicó Kerry, con recelo. “Tan sólo han sido unos cuantos días...
todavía me estoy acostumbrando a un montón de cosas”. Prudentemente ignoró los
comentarios trampa de Elaine. “Es muy amable de tu parte decirme eso”.

Elaine sonrió mostrando todos los dientes. “Siempre queremos ver talentos
frescos por aquí... especialmente en un área tan importante como Operaciones...
espero que consigamos una relación laboral placentera”. Hizo una pausa. “A veces
tenemos... oh supongo que se les puede llamar problemas de comunicación... estoy
segura que según pase el tiempo los superarás”.
“Bueno, ciertamente hago lo que puedo... intentaré llevarme bien con todos,
si puedo”. Respondió Kerry con una fina sonrisa. “Tenemos tantas cosas a la vez,
que es difícil no olvidar las buenas maneras”.

“Querida, tu mayor problema de comunicación está justo al final del


pasillo... todos queremos a la estimada Dar, pero ella puede ser ciertamente difícil
en ocasiones”. Elaine rebozaba falso afecto por su compañera ejecutiva. “¿No te
parece?”.

Kerry ladeó ligeramente la cabeza. “Actualmente... no... he descubierto que


es extremadamente fácil trabajar con ella”. Replicó educadamente. “Con lo que no
estoy muy segura de lo que estas hablando”.

“¿En serio?”. Elaine le dedicó una mirada de pesar. “Bueno, dale un par de
días mas dulzura”. Golpeó condescendientemente el brazo de Kerry. “Ya
hablaremos”. La golpeó de nuevo, entonces se levantó y estiró su traje tieso y rojo
brillante. “Es agradable tener a alguien con maneras ahí para variar”. Le dedicó a
Kerry una sonrisa y se alejó a través de la habitación hacía una mesa donde otras
cuatro figuras del negocio estaban sentadas.

Kerry se estremeció y resistió la urgencia de frotarse la manga con la


servilleta donde la mujer la había tocado. “Ugh”. Recogió so bandeja y la llevó a la
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zona de lavado, dejándola allí y sacudiéndose las manos. “He de hacer algo con
respecto a su reputación”. Se dirigió hacia el ascensor, inmersa en sus
pensamientos.

***

Kerry bajó la revista y miró alrededor de la habitación. Entonces chequeó su


reloj y suspiró. Dos horas. La sala era lo suficientemente agradable, con sillas
acolchadas repartidas en forma de doble ocho, y mesas bajas con un surtido
sorprendentemente variado de revistas. Ya había ojeado PC World, Windows,
Infoweek y Time, y estaba ojeando People cuando decidió tomar un respiro.

Realmente no estaba interesada en leer sobre las cincuenta personas más


intrigantes de 1998, ¿verdad?. Se recostó hacia atrás y cruzó sus tobillos,
preguntándose que estaría haciendo Dar. O para ser más precisa, que le estaban
haciendo. Había recogido a su jefa a las siete y media, y recorrieron el corto
camino hasta la playa en relativo silencio. Dar escondía sus emociones realmente
bien, pero Kerry había visto el movimiento mientras ella no paraba de tragar y el
tenso movimiento de sus labios.

Pobre Dar. Se sentía tan mal por la alta mujer. Estar tan nerviosa ya era de
por sí malo, pero tener que pretender que no lo estabas era peor. Kerry había estado
apunto de decirle que era normal estar asustada, pero no creía que Dar apreciara el
ataque a sus defensas en ese momento.

Con un suspiro se levantó y merodeó hacia el exterior de la vacía sala, y a


través del pasillo hacia la pequeña habitación adjunta. Las paredes estaban
cubiertas con vinilo de color azul pálido, y los suelos estaban pulidos hasta la
brillantez, pero lo más curioso del lugar eran las placas.

Había placas por todos sitios. Había salas conmemorativas, alas


conmemorativas, escaleras conmemorativas, un ascensor conmemorativo y, según
alzaba la mirada al caminar vio una fuente conmemorativa. Todo en honor de gente
que había donado dinero para el Instituto del Corazón.

Kerry estaba intrigada, y se preguntaba porque alguien se iba a molestar en


contribuir sólo para que le pusieran una placa en la puerta del baño. Personalmente,
preferiría simplemente dar el dinero y dejarles hacer cosas más productivas con él,
como diseñar batas de hospital que no dejaran expuesto el trasero.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 217 de 217

Seguramente algunos dólares de investigación se podrían emplear para eso,


¿verdad?. Kerry entró en la pequeña habitación y se dirigió hacia la máquina de
café, metiendo las monedas y seleccionando un capuchino. Retiró su espumosa
bebida del dispensador, y se dirigió de nuevo hacia la sala de espera.

Dar mantuvo los ojos cerrados, tratando de ignorar los pequeños pinchazos y
roces de la bata adherida a su cuerpo. Había enganches sobre su corazón, debajo de
su brazo, y uno en su espalda y tenían una máquina al lado de la cama que
acababan de montar. Tenía una pequeña vara como instrumento, el cual la
enfermera jefe le había dicho dulcemente que era como la que usaban para
observar a los bebes en el vientre materno, que emitiría un sonido y captaría las
ondas de respuesta como una imagen.

Oh. Dar se mordió el interior del labio para prevenir el encontronazo con la
enfermera. Como si nunca hubiese oído lo que es un electrocardiograma. ¿Quieres
saber como tomar esas imágenes, convertirlas en ondas de luz y resamblarlas,
pequeña? ¿Que tal si reeruto la corriente de ahí de forma que se descargue
completamente en tu mano cuando lo agarres? Pequeña condescendiente...

Pero no, estaba siendo buena, así que sólo cerró los ojos y esperó.
Finalmente una voz masculina se escuchó cerca, y ella abrió los ojos para ver un
hombre alto con un toque de gris en su oscuro cabello, de pie sobre ella. “Hola”.
Remarcó Dar.

“Hola, señorita Roberts”. Dijo el hombre, extendiendo una mano a su


alcance. “Mi nombre es Richard Berger, y voy a escuchar en su interior para ver si
sus necesidades de bombeo están en orden”.

“De acuerdo”. Replicó Dar, gustándole su franqueza. “Revisando las viejas


cañerías, ¿eh?”. El sonrió, entonces se colocó el estetoscopio en las orejas y
calentó el final del mismo entre sus dedos antes de colocarlo sobre su pecho, y
escuchó atentamente.

A Dar le gustaba ese contacto. Una vez contestó a un médico quien


alegremente le dijo que sólo estaría frío por un instante con una cuña y encajándola
entre sus piernas, justo contra sus testículos. Sólo estuvo frío durante unos
segundos, recordó, antes de que el doctor se fuese volando en la otra dirección.

Observó el rostro del Dr. Berger cuando inclinaba la cabeza, una reacción
humana natural al escuchar, incluso aunque el estetoscopio le llevaba el sonido sin
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 218 de 218

interferencias a sus orejas. “Hmm”. Murmuró, entonces tomó la varilla y la untó


con una especie de gelatina, y después hizo lo mismo con su pecho. Presionó sobre
ella el instrumento, moviéndolo en pequeños círculos mientras miraba al monitor
sobre su cabeza. Tras un momento, se volvió hacia ella. “No quiero ofenderla,
señorita Roberts... pero tiene una presión sanguínea malditamente baja”.

Dar alzó una ceja mirándole. “No es mi culpa”.

“No... pero me lo está haciendo realmente difícil a mí para ver algo...


¿podría... um... pensar en algo que haga que su corazón palpite un poco?”.

“No creo... bueno, lo intentaré”. Replicó Dar, cerrando los ojos en


concentración. Un pensamiento apareció en su mente con sorprendente rapidez y
se recreó en la imagen, sintiendo como su respiración se aceleraba y la sangre
empezó a bombearse más deprisa, calentando su piel con un leve sonrojo. “¿Qué
tal eso?”.

“Mucho mejor”. Le alabó el doctor, golpeando su hombro. “Esta bien... sólo


manténlo así... quiero unas pocas fotos más... lo tengo. De acuerdo”. Se dio la
media vuelta. “¿Tomaste eso en el EKG?. Bien”. Le dedicó una pequeña sonrisa
profesional. “Esta bien... la señorita Connors le quitará todo esto y podrá vestirse”.

“¿Ya está?” . Dar le dedicó una mirada desconcertada.

El asintió. “Eso es todo lo que necesito ver. Voy a rebobinar la cinta y


después hablaré con su doctor, ¿de acuerdo?. Vístase y entonces hablaremos en la
sala de consulta”.

Dar deglutió fuertemente. “De acuerdo”.

La golpeó de nuevo en el hombro y salió fuera, llevándose un cartucho que


sacó de la máquina.

“Querida, siéntate un momento de forma que pueda quitarte este pequeño


parche de la espalda, ¿de acuerdo?”. La enfermera se acercó y trató de ayudarla.
Dar ignoró las manos y se sentó, sintiendo la presión sobre sus músculos
abdominales mientras se inclinaba hacia delante.

“Dios mío”. La enfermera, una alta, querúbica y rubia mujer se rió. “Debes
hacer ejercicio, ¿verdad?”. Desenganchó la pinza de la espalda de Dar y la tocó en
el hombro. “Esta bien, ahora recuéstate”.
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Dar se recostó, tratando simplemente de vaciar su mente de la tensión


mientras esperaba que la idiota mujer acabara de soltar las partes electrónicas del
aparato. De repente tuvo un deseo irracional de tener un oso de peluche al que
abrazar, y deseó poder irse simplemente y no tener que ir a esa sala de consulta
para no escuchar lo que ese simpático y completamente terrorífico Dr. Berger le iba
a decir.

Ella no quería estar enferma. Odiaba estar enferma.


Dar dejó colgar las piernas por un lado de la cama y se levantó, agarrando
con un asentimiento de la cabeza la ropa que la enfermera le alcanzó. “Gracias”.
Pausadamente se puso de nuevo la familiar lana de su falda, metiendo por dentro la
camisa color crema y subiendo la cremallera, para después colgarse la chaqueta
sobre el hombro y dirigirse hacia la sala de espera.

Ansiosos ojos verdes la recibieron, y sintió que una queda calidez reducía su
miedo ligeramente. Kerry se levantó de un brinco y trotó hacia ella, su mirada fija
en la cara de Dar. “Bueno, se ha acabado”. Le dijo a la rubia mujer. “Ahora tengo
que entrar y encontrar las malas noticias”.

Kerry vaciló, sus labios tensándose. “¿Crees que son malas noticias?”.

Dar simplemente asintió, con una pequeña inclinación. “Si, lo creo”.

La joven mujer la alcanzó y rodeó su brazo con cálidos dedos, rozando su


pulgar sobre el suave bello en la piel de Dar. “Tu... ¿deseas... um, quieres algo de
soporte moral ahí dentro?”.

La ejecutiva dudó, aspirando aire y después soltándolo. “Claro”. Era bueno


tener a alguien con ella y dejó escapar un pequeño suspiro antes de dirigir a Kerry
hacia la pequeña sala a un lado de la sala de espera. “Acabemos con esto de una
vez”.

Era muy pequeña, de hecho, era claustrofóbica. Dos sillas, un pequeño


escritorio para que el médico se sentase y una fuente con tres manzanas, dos
naranjas y un plátano sobre la mesa. Dar se sentó en una de las sillas y entrecruzó
los brazos sobre su pecho mientras Kerry tomaba la otra silla, escondiendo los pies
bajo la misma y reclinándose hacia delante.

El Dr. Berger entró y se sentó, dejando sobre la mesa un gran sobre y cruzó
las manos sobre el mismo. Le dedicó a Kerry una curiosa mirada pero no preguntó
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quién era. En vez de eso, dirigió su atención a Dar. “Bueno, señorita Roberts... es
usted un caso muy interesante”.

Dar no estaba segura como interpretar eso y arqueó una ceja.

“Tiene una malformación congénita en una válvula”. Continuó el doctor


abriendo el sobre.

A Dar se le hundió el corazón, sin embargo su rostro permaneció impasible.


Sintió que casi iba a vomitar.

“De toda formas...”. El doctor Berger alzó la mirada. “De alguna manera, su
cuerpo lo ha compensado, y ha desarrollado un... bueno, aquí, se lo enseño”. Sacó
una foto y señaló con su bolígrafo un área. “Aquí... es como si su cuerpo lo hubiera
compensado desarrollando esta parte del músculo aquí... y aquí...”. Agitó la cabeza.
“Nunca había visto nada parecido”.

Dar miró la foto y después a él. Era consciente de la cercana presencia de


Kerry, la rubia mujer mirando también la imagen en blanco y negro. “¿Qué está
diciendo exactamente? ¿Me ocurre algo malo o no?”. La metálica opresión que se
había originado en su pecho empezó a desvanecerse ligeramente.

Una rápida sonrisa apareció en su atractivo rostro. “Debería haberlo”. Agitó


su lápiz frente a ella. “Pero con todos los tests que he hecho, no hay ningún
impartimento en este pequeño compromiso con lo que... no se que decirla”. La
miró. “Creo que el hecho de que obviamente usted tiene un modo de vida
altamente saludable ha influido mucho... esta usted en muy buena forma, cuida su
salud, tiene una presión sanguínea muy baja y bajos niveles de triglicéridos y
colesterol”.

Dar y Kerry se miraron mutuamente. “ ¿Que se supone que debo hacer?”.


Preguntó Dar finalmente.

El se encogió de hombros. “Vivir... trate de mantener sus niveles de estrés


bajos... puedo ponerla en la lista de espera de una válvula artificial si realmente
quiere que lo haga pero su bombeo, aunque extraño como el infierno, está
funcionando bien”.

Se hizo un pequeño y aturdido silencio. Entonces Dar dejó escapar


lentamente un largo suspiro. “Esta bien”. Dijo lentamente. “Trataré de seguir su
consejo”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 221 de 221

Berger alargó su mano. “¿Le importa si mando su caso al AMA Journal?.


Esto hará un test del que estarán discutiendo por meses”.
Dar se levantó y agarró su mano, agitándola brevemente. “Como desee...
espero que saque un buen artículo de esto”. Le dirigió una breve sonrisa y siguió a
Kerry hacia el exterior, ninguna de las dos habló hasta que se cerraron las puertas
del ascensor.

“Hijo de puta”. Maldijo suavemente Dar.

Kerry sonrió y se acercó, entonces impulsivamente rodeó con sus brazos a la


alta mujer y la abrazó gentilmente. “Me alegro tanto por ti, Dar”.

Dar se puso rígida por un momento, entonces tentativamente la rodeó y le


devolvió el abrazo, con cierta torpeza. “Oh... bueno, eso fue lo mejor que me ha
pasado en todo el día”. Bromeó débilmente mientras se separaban, notando el
sonrojo de Kerry. “Gracias... chico... vaya un final inesperado para esa situación”.

“No bromees”. Kerry dijo rascándose la ceja. “Por un momento pensé que
tendría que preguntar por la pistola... nunca me había sentido tan aliviada en toda
mi vida”.

“Si”. Entonces Dar hizo una mueca, en puro reflejo. “Guau”. Sintió una
oleada de bienestar recorriéndola, haciendo desaparecer la molesta ansiedad de los
pasados días, y mientras las puertas se abrían se volvió hacia Kerry. “Se supone
que estaremos fuera hasta la tarde como poco... ¿qué tal si vamos a comer?”.

Kerry sonrió ante los buenos sentimientos que se reflejaban en la cara de su


jefa, a pesar de sus esfuerzos por reprimirlos. “Claro... ¿qué tienes en mente?”.

“¿Te gusta el marisco verdad?. Preguntó Dar, un gesto elegante torciendo


sus labios. “Venga... no está lejos... podemos pedir cangrejos de piedra”. Tiró de la
manga de Kerry. “Y una bonita vista del océano”.

La rubia mujer devolvió la mueca. “Vamos... me parece genial”.

Kerry tenía la silla girada de modo que pudiese ver el agua, su cuerpo
adormecido y repanchingado en la silla, una mirada placentera en su rostro. La
comida había sido fantástica pero un poco excesiva y la ayudó a digerir con un
vaso de champagne que Dar le ofreció, lo que terminó de complicar las cosas.
Tenía ganas de encogerse en forma de pelota y quedarse dormida, especialmente
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 222 de 222

desde que estaba observando el hipnótico vaivén de las olas.

Sin embargo, era tan agradable ver feliz a Dar... casi se duerme pensando en
eso aunque realmente estaba tratando con todas sus fuerzas mantenerlo oculto. No
es que Kerry la culpase... sabía que la preocupación había estado comiéndose a su
jefa y pensó que Dar realmente creía que iba a escuchar funestas noticias esta
mañana.

Por supuesto, incluso las buenas noticias tienen su lado no tan bueno, le
recordó a la alta mujer. Realmente necesitaba relajarse un poco más y ese
comentario mitad en serio mitad en broma derivó de alguna manera a una
conversación teniendo como resultado una invitación para pasear de nuevo en el
barco, no este fin de semana pero si el siguiente. Con el aditivo de la posibilidad de
bucear de nuevo.

Como si ella fuese a decir que no a eso. “Ja, ja, ja, ja...”. Kerry rió
suavemente. “No lo creo”. Alzó la mirada al oír un golpe en la puerta y se giró
componiéndose antes de decir: “Adelante”.

***

María entró en el despacho y caminó de puntillas por el suelo, mirando de


un lado otro como si esperase que espías colgasen de las casi vacías de adornos
paredes de Kerry. “*Chiquita *... ¿sabes que día es el viernes?”.

Kerry, obedientemente, miró en su calendario. “Um... ¿día seis?”. Sugirió.

“Aie, aie... es el día de los jefes”. María ondeó una mano en su dirección.
“Le iba a comprar algunas pelotitas para estrujar, ya sabes... o una de esas
disparatadas máscaras que se ponen en el congelador y después en la cara, pero
desde que me dijo que todo había salido bien creo que quizás... no se”.

“Bueno”. Kerry meditó un momento sobre el tema. “Actualmente, le dijeron


que debía mantener bajo su nivel de estress con lo que esas pelotitas no son una
mala idea... hmm”. Día de los jefes... se había olvidado completamente... o, para
ser más precisa, en realidad no sabía que existiese. ¿Un día para los jefes?. No
tiene mucho sentido, pero desde que tenía una jefa que le gustaba, debería
aprovechar la ocasión. Alzó la mirada. “Oh... ya sé lo que voy a buscar”.

“¿*Oye *? ¿El qué?” . María se inclinó sobre el escritorio.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 223 de 223

La mujer hizo una mueca. “Juguetes”. Le confesó. “Conozco algunos


realmente buenos... dianas para dardos y ese tipo de cosas”. Estrujó un trozo de
papel y lo lanzó a la papelera, fallando por varios pies.

“*Dios mío *”. María se cubrió los ojos. “No me lo cuentes”. Se apresuró a
salir, cerrando con cuidado la puerta tras ella.

Kerry rió ahogadamente volviendo su atención a la computadora donde la


esperaba la lista de proyectos. “Añadir proyecto”. Presionó dos veces. “Encontrar
la manera de que Dar se relaje”. Volvió a presionar. “Prioridad, Urgente”.

“Dar, el señor director de T y T en la línea número uno”. La voz de María


rompió los pensamientos de Dar mientras ésta miraba sin ver a través de la
ventana. La luz del sol se reflejaba en el mar y estaba contando los barcos que
cruzaban la bahía mientras los documentos en los que había estado trabajando se
completaban por sí mismos en el ordenador.

“De acuerdo... ya contesto”. Replicó, apretando el botón específico. “Buenas


tardes, Uthai”.

Un murmullo completamente ininteligible salió del teléfono.

“Eso está bien... ¿en que puedo ayudarle hoy?”. Dar se reclinó y estudió su
lápiz balanceándolo sobre la punta de su dedo.

Se escuchó otra sarta de balbuceos, esta vez más extensos. Dar alzó la
mirada cuando entró María y luego apoyó la cabeza sobre sus puños. “Claro
Uthai... sólo cuélalo en mi lista de trabajo”.

Un murmullo más corto.

“Un par de días supongo”. Exhaló quedamente Dar, reprimiendo un bostezo.


El largo almuerzo definitivamente la dejó en baja forma y había sido muy difícil
volver a la oficina, a pesar de la gran cantidad de proyectos en los que estaba
trabajando. Realmente quería tomarse el resto del día libre tras el estress de la
mañana y sacarse el alivio del cuerpo de forma que recuperase su actitud normal de
trabajo.
Como sea. Dar escuchó los balbuceos. Era responsable de este lugar. “De
nada... que tenga un buen día Uthai”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 224 de 224

Un ruido sin sentido, alegre y desconcertado fue la respuesta, tras esto la


conexión se cortó.

“Dar, es increíble como entiendes a ese hombre... yo no puedo descifrar ni


una palabra de lo que dice”. Confesó María, agitando la cabeza ante el teléfono.

Su jefa hizo una breve mueca. “No lo hago”. Admitió. “Después revisaré mi
lista de trabajo y veré lo que le he prometido”. Alzó la mirada cuando el teléfono
sonó de nuevo y le indicó a María que se detuviese, cogiéndolo ella misma. “Dar
Roberts...”.

“Bueno, bueno, hola Dar”. La voz de Les estaba extremadamente contenta,


lo que usualmente no significaba más que problemas. “¿Qué tal el tiempo ahí
abajo?”.

“Parcialmente nublado, una oportunidad para ducharse por la tarde, ¿por


qué?”. Respondió Dar.

“¿No puedo simplemente preguntar?. Inquirió el presidente. “No... claro que


no... sólo pensé que te gustaría cambiar un poco de escenario”.

La ejecutiva hizo rodar los ojos. “¿Cómo de poco?”.

“Orlando”. Respondió Les. “Estamos proveyendo Disney”.

Los ojos de Dar se agrandaron con verdadera sorpresa. “¿Se están


proveyendo?. Creí que estaban tan malditamente orgullosos de hacerlo todo por su
cuenta que preferirían tener a Mickey admitiendo que engaña a Minnie antes de
pedir ayuda”.

Una gran carcajada. “No desde que cambiaron de dirección... finalmente se


dieron cuenta que es mejor hacerlo fuera... todos los grandes están ahí, pero lo
quiero yo”. Les se aclaró la garganta. “Tenemos un buen equipo proveedor pero
necesitan... bueno, John Byers, el encargado de la cuenta esta siendo realmente
golpeado por IBM... necesitas que aparezcas y le apoyemos... y ya conoces al
representante de IBM, Jerry Andrews”.

“Ah... Jerry”. Dar dejó escapar una risa nada placentera. “Déjame decirte
Les, que no le agradará verme la cara... la última vez que le vi me lanzó una silla”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 225 de 225

“Exactamente”. Coincidió alegremente Les. “Justo lo que John necesita para


salirse del foco de atención de Jerry”. Agitó unos papeles. “Las reuniones son
mañana y el jueves... pero me gustaría que estuvieses allí esta noche”.

Dar se lo pensó. “Puedo tomar un vuelo charter... de acuerdo. Yo me encargo


Les”.

“Genial”. Suspiró el CEO. “Estas de buen humor hoy... ¿qué pasa?”.

“No mucho... tan sólo he tenido una buena mañana, nada más. Replicó Dar
sin darle importancia. “Déjame empezar a ordenar los archivos para Disney, Les...
hablamos luego”.

“Adiós... dales el infierno Dar”. Les colgó.

María suspiró. “¿Viajas de nuevo? Dios mío, Dar...”.

La morena mujer trabajó concienzudamente en su teclado por un momento y


después alzó la mirada. “Necesito un vuelo para esta noche María... resérvame
habitación para hoy y mañana por la noche en algún lugar relativamente cercano al
centro de administración de allí, y lo esencial...”. Hizo una pausa, considerando.
Les quiere que les de un espectáculo... de acuerdo, y ella quería mostrar a su nueva
asistente, quizás pudiera matar dos pájaros de un tiro... “De hecho, creo que es una
buena oportunidad para que Kerry conozca lo que es una batalla por una cuenta...
reserva dos asientos y dos habitaciones... y cancela todas nuestras citas hasta el
viernes”. Decidió crespamente y marcó un teléfono. “¿Kerry?”.

“Aquí mismo”. Respondió suavemente Kerry sobre una oleada de ruido del
teclado. “Me estaba encargando de un poco del email”.

“Tenemos que ir a Orlando por un par de días... ¿Es un problema para ti?.
Estamos facturando una cuenta allí”. Dar estaba ocupada recuperando datos.

“Uh...”. La voz de Kerry sonó sorprendida. “Um... claro... no, no hay


problema... puedo hacerlo... ¿cuanto tiempo?”.

“Dos días... volaremos esta noche y volveremos el jueves por la noche


probablemente”. Replicó Dar. “Me gustaría que vieses el proceso por ti misma”.

“Claro”. Coincidió Kerry. “No hay problema... seguiré trabajando en estos


proyectos y trataré de acabarlos antes de esta noche”.
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“Bien”. Dar cortó la conexión. “Esta bien... déjame imprimir esto... María,
tendré que ir a casa y recoger una bolsa ya que no he conducido hoy... pero
programa el vuelo para las siete o así... el último que salga”. Sintió como
aumentaba su energía al aparecer el reto ante su naturaleza competitiva. Si pudiera
volver a casa con Disney... oooh... Sus fosas nasales se abrieron en anticipación.

“*Si *, lo haré”. María estaba haciendo rápidas anotaciones en su libreta.


“¿Quieres dos habitaciones juntas?”.

“Si, claro”. Asintió Dar ausentemente, absorbiendo la información. “Esta


bien”. Se murmuró así misma mientras María salía, mandando hoja tras hoja a
imprimir.

“Aie... *Dios mío *”. María se sentó y sacó su libro de contactos,


chequeando por un número y luego marcó. Aun así hizo una pausa cuando la
puerta exterior se abrió y apareció Kerry. “*Oye, chiquita *... vas a tu primer viaje,
¿eh?. No muy lejos”.

Kerry se apoyó en la esquina del escritorio. “¿Estoy leyendo esto


correctamente?¿Vamos a Disney World?”.

María sonrió. “*Si *... sin embargo, es por trabajo... nada de Mickey Mouse
en las reuniones”.

“Hmm... así que... ¿dónde nos alojaremos?”. Un rastro de travesura apareció


en los ojos verde mar.

María sacó un planing de viajes y revisó sus opciones. “El área de la Villa
está cerca... tiene acceso a las oficinas administrativas. Es bonito... el Hyatt, creo”.

Kerry tamborileó con los dedos en la mesa. “Supuse que sería algún sitio
como ese... ¿que pasa si está lleno?”. Inquirió.

“Aie... bueno, hay unos siete u ocho hoteles en la zona... todavía no es época
de vacaciones”. Sentenció María, dedicándole una mirada de curiosidad.

“Bueno... que pasa si... ¿que pasaría si todo estuviesen llenos?”. Persistió la
rubia mujer. “¿Que pasaría si...?”. Giró el monitor y observó las opciones. “¿Qué
pasaría si tuviésemos que hospedarnos... aquí?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 227 de 227

María estudió la pantalla. “*Chiquita *, eso está justo en el parque”.

“Lo se”. Le aseguró Kerry.

“¿Qué pequeños planes están rondando por tu cabeza?”. Demandó la


secretaria. “Dar se volvería loca si la registrase ahí”. Chequeó el documento sin
sentido. El Florida era uno de los mejores hoteles en la propiedad Disney, y la
imagen mostraba una enorme y blanca estructura Victoriana. “Es bonito”.

“Mm”. Coincidió Kerry. “Escucha... su médico le insistió que se tomara


unas vacaciones... y ya sé que este es un viaje de negocios, pero esas reuniones no
van a durar todo el día y quizás pueda sacarla un poco y que se relaje por un rato,
¿me entiendes?”.

“Ahhhhh...”. María sonrió y le golpeó la mano. “*Chiquita *, eres tan


dulce... y tramposilla. Eso es bueno”. Cogió el teléfono. “Lo haré... si se enfada,
que se enfade”.

Kerry sonrió. “Si funciona, valdrá la pena”. Se levantó cuando escuchó


movimiento dentro de la oficina de Dar. “Whoops... me tengo que ir... escucha, te
traeré un peluche de Pluto o algo así”. Se escabulló de la oficina y desapareció por
el pasillo.

“Pluto... aie, *chica *... mejor cuida que ella no te pueda”. María agitó la
cabeza.

El Aeropuerto Internacional de Miami empezó siendo un pequeño


aeropuerto, con una única terminal. Al ir creciendo Miami, lo hizo también el
aeropuerto, añadiendo más terminales, más concurrencia y más aerolíneas querían
salir de él. Ahora, siendo la puerta para Sur América y el Caribe, movía a una
molesta gran cantidad de gente veinticuatro horas al día, siete días a la semana.

Desafortunadamente, no se diseñó nada mientras se extendía y las


aglomeraciones eran largas, además de pasillos inmensos sin cintas correderas que
los hacían interminables. Siempre estaba lleno de gente, con docenas de idiomas
distintos y los avisos que se escuchaban eran tanto en español como en inglés.

Dar caminó a grandes pasos a través de la gente, una bolsa de viaje colgada
sobre su hombro, mientras revisaba los documentos que María le había dado,
mandados por correo por la agencia de viajes de la empresa. “¿Dónde?... Jesús...
nos ha reservado dentro del maldito parque...”.
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“¿En serio?. Kerry se esforzaba por mantenerse a su altura, y miró


curiosamente sobre el codo de su jefa. “Oh... guau... parece que es un lugar
bonito... he visto fotos”.

Dar le dedicó una mirada. “No tendremos mucha oportunidad de verlo”.


Avisó a la rubia mujer, tras esto dudó, viendo la velada mirada de desencanto en
esos ojos verdes tan interesantes. “Bueno... quizá un poquito...”. Cedió. “Podemos
desayunar con Mickey de todas formas”.

Kerry sonrió. “Nunca he estado en Disney World... siempre he querido ir, y


estuvimos planeando un viaje por algún tiempo en Associated, sólo un puñado de
nosotros yendo en un fin de semana, pero nunca acabamos de confirmar los
detalles”. Evitó un skycap con prisas al llegar al punto de seguridad. Las dos
pusieron sus portátiles en los cinturones correderos, y Dar dejó caer su móvil y
busca en el interior de un pequeño cesto que sostenía el agente. Entonces lo
atravesaron y recogieron sus cosas al final de la cinta de rayos X. “Sabes, tengo
menos problemas superando la seguridad aquí en Miami que cuando voy a
cualquier otro sitio”. Comentó Dar, mientras comenzaban la larga caminata a
través del gentío. “Me registraron completamente en Iowa, incluso me hicieron
encender el ordenador y marcar un número en el móvil”.

Kerry rió mientras empujaba para seguir el paso, pegando pequeños saltitos
de vez en cuando para compensar la zancada mucho más larga de Dar. “Supongo
que tenían más tiempo para gastar que estos tipos”. Se alegró de haber tenido
tiempo para cambiarse y viajar con ropa casual, ya que tenían hasta mañana antes
de la reunión con los probables clientes. Se sentía mucho mejor con su suave y
verde camiseta de franela metida dentro de unos denims lavados a la piedra, y sus
botas de media altura de senderismo. Dar parecía... Kerry miró de soslayo a su
compañera. Casualmente elegante como siempre, con su apretada camiseta color
crema y su chaleco negro bordado sin abotonar sobre unos vaqueros y unas
cómodas zapatillas de deporte. Tan sólo dobla tu traje y mételo en la bolsa de viaje,
le había dicho secamente Dar. Incluso si lo metes en un porta trajes necesitará un
planchado, así que te evitas el cargar con la maldita cosa.

Eso funcionó, coincidió Kerry, y también metió su traje de baño y algunos


pantalones cortos por si acaso.

Sólo por si acaso. Se dedicó un gesto. Apuesto a que, al menos, la puedo


llevar a MGM...
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Estaba facturando el vuelo cuando llegaron a la puerta, y la atravesaron


enseñándole sus billetes de embarque al agente de la puerta y caminaron a través
del alfombrado pasillo de embarque hacia el 727. Tomaron sus asientos en primera
clase, poniendo su equipaje sobre sus cabezas y sentándose en los grandes y
confortables asientos. “Bueno”. Dijo Kerry, mientras se abrochaba el cinturón de
seguridad. “Esto es viajar con estilo”.

Dar se reclinó y extendió sus largas piernas, cruzándolas a la altura de los


tobillos. Estaban en la primera fila de asientos, con espacio extra para las piernas.
“Cortesía de intercorporaciones”. Se encogió ligeramente de hombros. “Hacemos
todo su soporte de Software y Hardware, con lo que tenemos ciertos privilegios... y
si están libres, vamos delante”. Le dedicó una sonrisa al camarero que se acercaba.

“Hola... bienvenidas a bordo... ¿les puedo ofrecer algo de beber antes de


despegar?”. Su eficiente manera de hablar era reservada pero amistosa.

Dar exhaló. “¿Tiene algún batido de chocolate?”. Preguntó inocentemente.

Kerry hizo rodar los ojos. “Zumo de naranja para mí, por favor”. Le dio a
Dar un pequeño codazo. “Eres mala”.

Una oscura ceja se arqueó, y Dar se señaló a sí misma. “¿Yo?”. Alzó la


mirada cuando volvió el camarero, con vasos de cristal rellenos con las bebidas
solicitadas. “La leche es muy sana para ti, Kerry...”. Flexionó un brazo, los
músculos moviéndose suavemente bajo el fino algodón de la camiseta color kaki
que vestía. “Te hace sentir bien y fuerte”.

A pesar del largo día, todavía seguía con muy buen humor, de hecho estaba
deseando llegar para empezar con el proyecto, a pesar del prometido antagonismo.
Había tenido un momento de culpabilidad al traer a Kerry, pero... Miró el perfil de
su compañera, y la terca fuerza que podía ver en su barbilla y francos ojos. Si ella
quiere hacer esto, deberá empezar en algún sitio. Mejor aquí y ahora, bajo mi
protección, ¿verdad?.

Además, tenía que admitir que era mucho más divertido viajar con alguien a
quien poder hablar, antes que sola. “Lo juro”. Insistió, tomando un sorbo. “Mm...”.

Kerry captó el tono de juego en su voz, y le siguió la corriente. “Debes tener


una vaca entonces... ¿Dónde la guardas?”.

Dar rió y alzó su vaso, chocándolo con el de Kerry. Ambas tomaron un trago
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y sus ojos se encontraron por un instante, antes de que Dar bajara la mirada, hacia
los documentos de viaje que había dejado sobre sus piernas. “El Floridian, ¿eh?.
Bueno, habrá que conducir por la mañana, pero al menos sé que tendremos agua
caliente”. Se reconcilió con su destino. “Y tienen unas tostadas francesas con
plátano geniales para desayunar”.

Kerry se reclinó sobre el apoya brazos y alzó una ceja. “¿Tostadas francesas
con plátano?”.

“Mmhmm”. Asintió la morena mujer, con un rápido cabeceo.

“Me encantan los plátanos”. Kerry se tapó los ojos. “Estoy en problemas”.

Dar se rió y se reclinó hacia atrás, suspirando al relajarse en el asiento de


cuero. Quizás no sea tan malo... había un pequeño parque de agua cerca del hotel...
quizás pudiesen tomarse una hora libre entre reuniones y tomar un rápido baño.

Será divertido.

Si.

“Gracias”. Kerry le sonrió al botones que las había llevado hasta sus
habitaciones mientras éste se reclinaba, y cerraba la puerta la salir. Miró a su
alrededor con curiosidad, dándole una inclinación de la cabeza como asentimiento
a la habitación al observar la clara y aireada decoración, además del
escrupulosamente blanco lienzo. La habitación tenía una larga cama en ella, un
armario flanqueado por una alta consola que contenía una pequeña televisión y una
pequeña nevera. Una pared era de cristal, cubierta por tresillos que eran
parcialmente ensombrecidos por la vista que brillaba con varios colores. Kerry
dejó su bolsa sobre la cama, y se acercó a la ventana descorriendo las cortinas y
mirando al exterior. “Oo”.

Un oscuro lago rodeaba al hotel, las luces del edificio se reflejaban en su


superficie. Los barcos lo atravesaban, también cubiertos con luces, y a mitad de
camino se veían las brillantes bombillas que iluminaban la calle principal y las
plateadas torres del castillo de Cenicienta que se alzaban hacia el cielo. Kerry
presionó su nariz sobre el cristal, observando los alegres brillos de las luces. A lo
largo del lago podía ver un brillo de antorchas sobre una isla en el centro del agua,
y podía ver también otras antorchas marcando la lejana orilla. Estaba tan absorbida
mirando que no escuchó cuando se abrió la puerta que conectaba su habitación con
la de al lado, y se asustó cuando una cálida presencia apareció a su espalda. Kerry
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alzó la mirada y vio ojos azul pálido observándola en su reflejo en el cristal, y


sonrió encontrándolos. “Oh... hola... me has asustado”.

“Mm”. Dar desvió su mirada hacia el exterior. “Bueno, bueno... el viejo


castillo se ve muy bien”.

Kerry exhaló. “Tengo que planear un viaje aquí... parece tan divertido”. Hizo
una pausa. “Ey... tenemos un par de horas... ¿quieres que demos una vuelta?”.

“Oh no...”. Rió Dar, sacudiendo la cabeza. “Tengo informes para estudiar”.

Oh bueno, buen intento. “Supongo que yo también”. Sonrió Kerry.

“Probablemente este lleno de gente y de ruido, y hemos de madrugar


mañana, ¿verdad?”.

Dar asintió. “Exacto”.

Hm... intentemos otra táctica... “Además, se supone que te lo debes tomar


con calma... será mejor que nos quedemos y nos relajemos”. Le dijo Kerry
inocentemente. “No querrás sobre excitarte”.

Una oscura ceja se arqueó.

Kerry se alejó de la ventana y abrió su bolsa. “Voy a llamar al botones para


que recoja este traje... ¿quieres que recojan el tuyo también?”.

Dar cruzó los brazos, y miró hacia fuera a los plateados minaretes. “Sabes,
pensándolo mejor, será mejor echar un vistazo ahí fuera”.

Ojos verde brillantes la miraron. “No... es tarde, Dar... y has tenido un día
realmente largo”.

La alta mujer se giró y la miró. “¿Tarde?”. Bufó suavemente. “Es casi


primera hora, Kerry... creo que será una buena idea chequear el parque al menos...
pero si no te apetece, te puedes quedar aquí”.

De alguna manera, Kerry consiguió ocultar una mueca en su cara. “No...


puedo hacerlo... si crees que es importante”.

Dar asintió, y se encaminó hacia su habitación. “Lo creo... además, hace


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buen tiempo ahí afuera para variar, mejor nos aprovechamos de eso”. Desapareció,
y Kerry se frotó las uñas en su camiseta, entonces se rió. “Prepárate, Pluto... allá
voy”.

El conserje del hotel amablemente les ofreció dos entradas, y atravesaron el


recibidor dejando atrás montones de gente que reían y se relajaban. El recibidor
tenía varios bares y algunos restaurantes, y Kerry se acordó de repente que se había
olvidado de cenar. Bueno, supongo que al menos habrá palomitas ahí fuera.
Suspiró, y siguió la alta figura de Dar a través de la moqueta y hacia la estación del
monorraíl.

Estaba llena de gente que se dirigía a y venía de diferentes lugares, y el


murmullo de voces se alzó a un alboroto. “Whoa”. Kerry se apoyó de espaldas
sobre una baja barandilla, mirando hacia fuera a ver si venía el tren. “Esta a
tope...”. Observó a la gente que las rodeaba y suspiró.

Dar, desde su más confortable altura de seis pies, miró a su alrededor,


entonces puso una mano sobre su hombro al atravesar la barrera y acercarse al
pulcramente vestido y sonriente asistente. Tras un momento, el asistente asintió y
las llevó al interior, y Kerry se encontró en la pequeña y cerrada área cerca del
sistema de control, separada del resto de la gente, algunos de los cuales la miraban
con curiosidad. “¿Dar?”.

“¿Hm?”. La alta mujer miró hacia abajo, pero se libró de más preguntas por
la llegada del monorraíl. Éste siseó suavemente al entrar en la estación con un
gemido electrónico y se paró con la nariz a unos seis pies de donde ellas estaban.

El asistente abrió la puerta del conductor y las dirigió hacía ella, Dar puso
una mano sobre la espalda de Kerry, empujándola suavemente. “Vamos”.

Con total desconcierto, Kerry entró en la cabina del piloto, y sonrió al joven
allí sentado. El pequeño espacio triangular tenía asientos plegables a lo largo de la
nariz de Plexiglas y se dejó caer en uno de ellos, mientras que Dar se relajaba en el
otro.

“Hola chicas... bienvenidas al Monorraíl Purple”. Las saludó alegremente el


chico. “La próxima parada es el Mundo Mágico”. Miró a un lado mientras la
puerta se cerraba, entonces puso el tren en movimiento, saliendo del hotel a través
de los raíles. “¿Venís desde lejos chicas?”.

Kerry observó como se iban acercando las luces fascinada. “No... somos de
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Miami”.

“Oh... compañeras de Florida... eso es genial. Mi familia es de West Palm


Beach... tan sólo hace un año que nos mudamos aquí”. Comentó alegremente.
“¿No está el tiempo genial? Es perfecto para pasear por los parques”.

“¿Nunca te aburres de estar dando vueltas todo el día?”. Preguntó Dar, su


rostro medio en la oscuridad y los brazos cruzados sobre el pecho.

“Oh no”. El chico agitó la cabeza. “Es diferente cada día... algunas veces
damos vueltas en un sentido, otras en el otro, y también nos turnan con la otra
línea. Y si eres apto en el mono, te puede tocar aparcar coches tranvía en la
mañana... es divertido”.
Dar y Kerry intercambiaron miradas. “Así que... es como una distinción,
¿verdad?”. Preguntó Kerry mientras el monorraíl comenzaba a ir más despacio,
preparándose para entrar en la estación del Mundo Mágico. “¿Están los
conductores de monorraíl en primera línea?”.

Él se rió. “Oh no... los pilotos del lago... los que conducen las lanchas”. Paró
el tren y presionó un botón, abriéndoles la puerta. “Guau... ha sido genial hablar
con vosotras... espero que volváis pronto al monorraíl Purple”.

Dar se levantó y le dedicó una rápida mueca. “Gracias... que tengas un


buen... um..”. Hizo girar su dedo. “Rodeo”.

Kerry se escabulló tras ella y salió por la puerta, esperando a que su jefa la
siguiera y la alcanzara antes de reír suavemente. “O Dios mío... ¿qué ponen aquí en
el café?”.
“Todos son así”. Le aseguró Dar. “Creo que es política corporativa... aunque
tu idea de agua con drogas en las fuentes también se me ocurrió a mí”. Siguió a
Kerry a través del declive de la rampa y después a través de barreras electrónicas
que tragaron y expulsaron sus entradas. “Souvenirs”. Kerry alzó la suya y la metió
en su bolsillo. Tomó un gran respiro y comenzó a andar, por debajo de la estación y
hacia las brillantes luces de Main Street.

Dar sonrió, medio escondida en la oscuridad, mientras entraba en el parque


detrás de su joven compañera. Había una plaza frente a ellas, con la estación del
tren en el frente, dos grandes edificios a cada lado con indicaciones de que eran el
edificio de los bomberos y el ayuntamiento, y la extensa calle de tiendas en el lado
más lejano. Atravesaron los guijarros y giraron hacia Main Street, y Dar aspiró
cuando apareció ante ellas el castillo, brillante con luces.
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A cada lado de ellas había fachadas de tiendas antiguas de todo tipo, y Dar
se detuvo en seco al pasar una. “Ey”.

“Que...”. Kerry la vio meterse por una puerta y la siguió, golpeándose en la


cara con un fuerte golpe de aire con olor a caramelo y chocolate. “Oh chico”. Pasó
al lado de un escurridizo dependiente y se paró junto a su jefa, inclinándose sobre
el cristal separador y viendo como una máquina sacaba grandes tiras de oloroso
caramelo una y otra vez. Sin embargo, una caja de chocolates captó su mirada y se
giró, encontrándose en frente de un despliegue en forma de pila de variadas cajas.
“Dulce de chocolate”.

“¿Eso es una conclusión o una maldición?”. La voz de Dar sonó justo a su


espalda.
“Si”. Suspiró Kerry. “Me encanta el dulce de chocolate”. Sonrió a la
dependiente, quien le devolvió una mueca traviesa. “¿podría tomar una pieza del
chocolate, por favor?”.

“¿Sólo chocolate?”. Bromeó su jefa. “También tienen mantequilla de


cacahuete ahí”.

“Nop... soy una puritana”. Kerry tomó su compra, y le pasó a la chica el


dinero. “Gracias”.

Dar adquirió para si misma varios pequeños paquetes, y siguieron andando


por la calle, cruzándose con un carrito que iba en la otra dirección cargado de
cansados turistas. “¿Tienes hambre?”. Preguntó abruptamente mientras pasaban
una pequeña sala estilo Victoriana.

“Si... un poco”. Admitió Kerry alegremente. “Hay un puesto de perritos


calientes ahí...”.

La alta mujer bufó suavemente. “Nada de Pluto molido ni Astro


hamburguesas, ¿vale? Esas son mis reglas aquí... vamos”. Guió a Kerry a través de
la plaza al final de Main Street hacia el castillo, girándose bruscamente hacia una
pequeña alcoba provocando que Kerry casi se chocase con ella. Frente a ellas había
un pequeño recibidor, con una apuesta mujer vestida con un traje medieval.

“Hola amigas... bienvenidas a la sala de banquetes del Rey Stefan... ¿desean


cenar esta noche?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 235 de 235

“Dos”. La informó Dar con una sonrisa mientras Kerry tiraba de su manga.
“¿Hm?”.

“¿Hay un restaurante aquí?”.

Dar hizo una mueca. “Um hm... espero que te gusten las costillas”.

“¿Costillas?”. Kerry la siguió hacia un ascensor y se bajaron en la segunda


planta. “Pero esto es Dis...”. Se paró, sorprendida. La segunda planta disponía de
un gran espacio abierto para almorzar rodeado de altas ventanas. Robustas mesas
de madera con platos y copas de estaño estaban distribuidas en dos niveles
diferentes, y varios comensales ya estaban sentados alrededor de la sala. “Oh.
Genial”.

Se sentaron en una pequeña y agradable mesa en la esquina, y ordenaron del


pequeño menú. “Costillas, extra de costillas, ,media vaca y pollo”. Rió Kerry.
“Creo que tomaré las costillas gracias... y algo de ponche”.

“Lo mismo”. Dar se reclinó hacia atrás y la estudió. “No todo el mundo sabe
que este lugar está aquí... lo que más venden son las cosas de comida rápida...
también hay un sitio que sirven buen pollo y pescado cerca de la Plaza de la
Libertad, pero tenía ganas de carne de vaca hoy”.

“Ninguna queja por mi parte”. Kerry alzó la mirada cuando una cesta de
panecillos y mantequillas fue depositada en la mesa. Examinó la mantequilla.
“Oh... Dar, mira... tiene un pequeño Mickey Mouse estampada en ella”. Levantó el
plato de estaño y se lo mostró a su acompañante. “¿No es una monada?”.

Dar secuestró rudamente a un desventurado Mickey y lo untó en un


panecillo. “Adorable”. Coincidió, masticándolo. “Algún sitio en particular que
quieras ver, ya que me has estafado en venir aquí?”. Sus azules ojos destellaron
gentilmente.

“¿Yo?”. Kerry se señaló el pecho. “Pero, jefa... ¡fue tu idea!”. Pero hizo una
mueca traviesa ante Dar. “Gracias por favorecerme con mi capricho infantil”. La
vela de la mesa se movió con el movimiento del aire, y arrojó interesantes sombras
a través de las facciones de Dar. Los azules ojos recorrían los alrededores a
menudo mientras la alta mujer observaba a la multitud, y la piel alrededor de ellos
se encogía y estiraba con cada movimiento. Su oscuro cabello caía gentilmente
sobre sus hombros y rodeaba su rostro y de repente Kerry fue consciente de que
estaba mirando fijamente.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 236 de 236

Encontró otra cosa a la que mirar, alzando un enorme tenedor de dos puntas
y haciéndolo girar.

Dar se aclaró suavemente la garganta. “Así que... ¿hay algún sitio que
quieras ver?”.

Kerry meditó sobre el tema. “¿Por qué no sugieres algo tu?. Parece que
conoces bastante bien este sitio... quiero decir, las montañas rusas estarían bien”.

“Ah... las montañas del Espacio, el Trueno y el Agua... vale... podemos


verlas en un par de horas”. Accedió Dar. “El parque está abierto hasta media
noche... estará más tranquilo después del desfile”.

Como si fuera una señal, una marcha de tambores se escuchó a través de las
ventanas, y Kerry presionó su nariz sobre una de ellas, mirando hacia fuera para
ver pasar una banda de músicos.

Dar la observó con una sonrisa indulgente, aprovechando la oportunidad


para estudiar el dulce perfil de su acompañante. Kerry tenía una recta y pequeña
nariz y una redonda y firme barbilla, con mejillas redondeadas y blandas y
ordenadas pestañas. Ahora mismo, esas pestañas estaban guiñando y abriéndose
mientras veía el desfile, reflejando la luz de la vela al igual que las arrugas que
aparecían en la esquina de su boca cuando sonreía.

Era, Dar se reconoció a si misma, agradable simplemente sentarse a la mesa


con alguien que era mona, inteligente, y no tenía un motivo de fondo para
compartir la cena con ella.

Whoa. Retrocedió en sus pensamientos. Inteligente, si. Kerry ciertamente lo


era. ¿Mona?. ¿De dónde ha venido eso?. Ojeó a la joven mujer, la cual estaba
todavía absorbida por la vista de fuera. Bueno, era mona, razonó la ejecutiva. Sólo
muy dulce, agradable y... bueno... mona. Vamos, Dar... deja de decirte tonterías...
sabes que es mona, y más que eso o no habría sido una imagen de ella en bañador
lo que usaste para acelerar el latido de tu viejo corazón, ¿eh?. La ejecutiva dejó
escapar un falso suspiro, y desechó los pensamientos. No tu tipo, niña.

De repente, ojos verdes se encontraron con los suyos y notó los pequeños
brillos dorados en ellos por primera vez. Eran ojos interesantes... recordándole al
sol bajo el agua y los estudió curiosamente hasta que la ceja alzada le hizo ver que
estaba mirando fijamente. Esta bien... bastante de eso. “¿Desfile interesante?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 237 de 237

Kerry ladeó la cabeza. “¿Desfile?”. Preguntó suavemente, entonces se


sonrojó ligeramente. “Oh... si... es muy bonito... tenían una carroza con Mickey y
Minnie bailando sobre ella”. Alzó la mirada al llegar el camarero con la cena. “
Madre mía”. Miró el plato cuando se lo pusieron al frente. “¡Dios mío, esa vaca
tenía que ser del tamaño de un elefante!”.

“De hecho es Dumbo, madam”. Sentenció el camarero con voz queda. “Se
detuvo sobre la cola de Minnie, y todo se acabó para él”.

Ambas mujeres le miraron, entonces estallaron en carcajadas. “Jesús... ¿Se


te ha acabado la medicación?”. Bufó Dar.

“A nosotros no nos la dan”. Confesó el hombre, colocando la porción de Dar


frente a ella. “Tenemos que manejar cuchillos para la carne y platos calientes...
puede ser peligroso”. Hizo una pequeña reverencia, agitando sus largas mangas y
se alzó. “Que disfruten de sus cenas”.

Hablaron sobre temas de trabajo sin importancia mientras atacaban las


costillas, y lentamente esa conversación derivó a temas más personales al
mencionar Dar la última vez que había visitado el parque.

Kerry se encontró simplemente disfrutando del sonido de la voz de la mujer


mayor, la cual era baja, vibrante y tenía cierto deje musical. Se preguntaba si era un
acento, o simplemente la manera de hablar de Dar.

Y eso la llevó a otra pregunta. Esperó hasta que su jefa terminó de


mencionar las partes de Epcot en construcción, y entonces alzó la mirada. “¿Dar?”.

Esos increíbles ojos azules la miraron y se lazó una ceja, lo que significaba
“¿Si?”. Realizó Kerry. “¿Puedo hacerte una pregunta personal?”. Inquirió, un poco
avergonzada.

La oscuridad ocultó su sonrojo, de lo cual Dar estaba extremadamente


agradecida. “Um... no te garantizo que la conteste pero si, adelante”. Sintió una
oleada de nervios azotarla el estómago.

Kerry se reclinó hacia delante. “¿Tu nombre es el diminutivo de algo o es


simplemente Dar?”.

“Oh”. La morena mujer pinchó una patata y la introdujo en su boca, dándose


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una oportunidad para pensar. Podía decir que era Dar simplemente, puesto que
legalmente lo era. Aun así... “Bueno, mi madre era... es... supongo que lo sigue
siendo... una adicta a las novelas románticas españolas... tenía un personaje
favorito... Paladar. Me llamo así por eso”. La ejecutiva se aclaró la garganta
avergonzada. “Lo odiaba... me lo cambié legalmente al cumplir los dieciocho”.

Kerry apoyó su barbilla en su mano, fascinada. “Paladar... no se... a mi me


gusta... te pega”. Vio el brillo de alarma recorrer el rostro de Dar. “Sin embargo, no
debes preocuparte... no lo usaré... no, si no te gusta”.

“Pe... um... bueno...”. Dar jugueteó con el tenedor. “Era tan estúpido...
quiero decir, el personaje era de una mujer loca que iba por el mundo
enamorándose cada vez que alguien se quitaba el sombrero y no paraba de meterse
en problemas... que yo... no veía ningún parecido así que...”. Se encogió de
hombros. “Y los niños de mi edad sabían de donde venía el nombre... me gastaban
muchas bromas”. Pinchó otro trozo cuadriculado de costilla y lo sumergió en el
pequeño bote de salsa. “¿Y el tuyo? ¿Es Kerry el diminutivo de algo?”.

Una cálida sonrisa apareció en el rostro de la joven mujer mientras miraba a


su acompañante.

“Kerrison. Es un nombre familiar... en general se les da a los chicos, pero mi


padre estaba decidido a ponérselo al primer descendiente que tuviera a toda costa,
así que. He de vivir con ello”. Mordió una haba verde por la mitad y masticó. “No
lo uso mucho... incluso en mi curriculum pone Kerry... y en todos mis papeles
oficiales de trabajo”.

“Mm... lo se... por eso pregunté”. Dar la miró con una mueca. “Podía
simplemente conectarme y encontrar la respuesta”.

Las cejas de la rubia mujer se arquearon. “Eso es tan raro... tu sabes tantas
cosas sobre mí, y yo... es simplemente extraño”. Se rió un poco. “Quiero decir, no
es como si yo pudiera conectarme y encontrar cosas sobre ti”.

Dar la miró, una minúscula sonrisa rondándole los labios. “Kerry, ya sabes
más acerca de mí de lo que encontrarás en los ordenadores de la compañía”.
Respondió quedamente. “Tus ayudantes de trabajo estarían sorprendidos de saber
cómo es mi casa o que me gusta bucear, o cual es mi verdadero nombre, por
ejemplo”.

Kerry se quedó momentáneamente sin aliento. “Oh”. Se sonrojó, esta vez de


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forma más notable bajo la suave luz. “Bueno... eso me hace sentir mejor...”. Tomó
su vaso de ponche y tomó un gran trago para ocultar su confusión. “Sabes... no
para traer un mal tema, pero tu verdadero nombre me recuerda a algo”.

“¿Oh?”. Dar alzó su propio vaso y bebió. “A que... ¿Un paquete de nubes?.
Esa era una versión popular cuando era joven”.

“Oh... ¿como Mallomar?”. Kerry rió suavemente. “Bueno, sois dulces y


sabrosos”.

Esta vez el sonrojo hizo que sus rubias cejas sobresaltasen en color, y dio un
respingo como respuesta. “Um... eso no... quiero decir, yo no... um...”.

Dar rió ahogadamente. “Si... si... sé lo que quieres decir... tranquila”. Hizo
una pausa. “¿En que más estabas pensando?”.

“Um...”. Kerry se restregó la cara como tratando de hacer desaparecer el


sonrojo. “Paladines, de hecho... el otro día estaba leyendo una historia en los que
salían, y... um...”. Miró a Dar, que parecía desorientada. “Oh... bien...
probablemente no leas ese tipo de libros... claro... bueno, los Paladines son
caballeros, pero especialmente son caballeros del bien, que defienden a las
personas no por la recompensa, sino simplemente porque era lo correcto a hacer...
eso es lo que eran... gente que hacía cosas simplemente porque estaba bien
hacerlas, no porque les beneficiase de alguna manera a ellos”.

Dar se inclinó hacia delante. “Kerry... no soy ninguna especie de buena


persona... créeme ¿vale?. Me como a la gente para almorzar... despido a gente
como me cambio de camisa... reestructuro compañías para maximizar los
beneficios para nuestra compañía... todo el mundo me odia. Así que... trata de
recordarlo, ¿si?. O te llevarás un shock cuando entremos en estas reuniones”.

“No todos”. Replicó Kerry quedamente.

“¿Hmm?”. Dar la miró interrogadoramente.


“No todo el mundo te odia”. Sentenció la rubia mujer, alzando ligeramente
la barbilla. “Yo no”.

Dar la miró fijamente mientras caía un silencio entre ellas. “No me


conoces... tanto”. Contestó finalmente. “No quiero que me veas como algo que no
soy, Kerry... estoy hablando en serio”.
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Te dices a ti misma lo mala que eres, de forma que no te duela tanto cuando
los demás te lo dicen, ¿verdad?. “Esta bien. Prometo no verte como lo que no eres,
¿vale?”. Replicó amablemente.

“Bien... espero que haya quedado claro”. Replicó Dar, con un asentimiento
de la cabeza.

“Bien”. Coincidió Kerry, mientras acababa su cena. “Guau... estaba bueno”.


Se reclinó hacia atrás y le dedicó una sonrisa al chico que estaba recogiendo la
mesa, entonces volvió con un plato de tarta de fresa. “Oh Dios...”. Le dedicó a la
sonriente Dar su mirada de máxima exasperación. “Me rindo... simplemente me
voy a reconciliar conmigo misma en parecerme a Miss Peggy, y ya está”.

“No te preocupes... lo caminaremos... este sitio esta realmente


desperdigado”. Le aseguró Dar. “¿La Space Mountain primero?”.

Kerry empezó su postre. “Me parece bien... ¿de verdad alguien se quedó sin
cabeza en ella?”.

La morena mujer bufó suavemente. “Es una leyenda... pero es una buena...
siempre la oyes por alguien que iba delante de ellos, y vio como la cabeza
aterrizaba varios carros por delante del resto del pobre bastardo”.

“Ugh... intentaré no pensar en eso”. Kerry puso una cara. “Y me apretaré el


cinturón de seguridad”.

“Oh, bueno no debes...”. Dar se detuvo, considerando. “Bueno, ahora que lo


pienso...”. Una pensativa sonrisa cruzó su rostro. “Estarás de lo más segura”.
Kerry alzó la mirada con curiosidad, preguntándose que querría decir.

Todo el mundo estaba viendo el desfile. Eso significaba que la cola de


espera era corta, y Kerry hizo una mueca al llegar a ella, apoyando sus manos en la
barandilla que mantenía el serpenteante camino de humanidad en orden. La Space
Mountain era una estructura alta y cónica en el centro de Mundo del Futuro
(Tomorroland), que tenía un blanco techo en forma de espiral, y ominosos avisos
por todos lados que advertían a mujeres embarazadas, niñas, gente bajita, gente con
problemas del corazón y Mormones... no, espera, Kerry releyó el aviso. “Oh...
nuevas madres... correcto...” de no subir a la montaña rusa. “Como si alguien fuera
a montar a un recién nacido en esto”.

“No te rías”. La voz de Dar provenía de justo detrás de ella. “Una vez vi a
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unos que querían colar un conejillo de indias debido a una apuesta”.

Kerry se volvió de golpe. “No lo hiciste”. La acusó, con una sonrisa.


“Lárgate, Dar”.

“Si que lo hice”. Insistió su jefa. “Lo tenían en una mochila, y estaban en
frente mío... estaba sacando su rosada naricilla y agitándola”.

“¿Qué hiciste?”. Preguntó con curiosidad la rubia mujer según avanzaban.

“Asegurarme de no estar detrás de ellos cuando vomitase”. Replicó


secamente Dar. “Vamos... sigue el camino”. El camino se inclinó y bajaron una
rampa hacia la zona de embarque iluminada con neones. Estudió los carritos según
se iban llenando, y se dio cuenta de que cada uno estaba dividido en dos asientos.
Podías ir sola en uno grande y agarrarte de alguna manera tu misma o, podías
montar dos juntos y dejar que la persona detrás tuya te agarrase.

Ooo... dilema. Kerry miró hacia su acompañante, la cual estaba viendo los
preparativos con mirada interesada. “Um...”. No pretendía estar avergonzada. “¿Te
puedo pedir un favor?”.

Ojos azules casi violetas por los neones se fijaron en ella. “Claro”.

Kerry asintió hacia los carritos. “¿Te importaría mucho si vamos en uno
doble?. Me encantan las montañas rusas, pero me asustan un poco”.

¿Fue eso una mueca lo que apareció y desapareció en la cara de Dar?. Estaba
muy oscuro para asegurarlo realmente. “Claro... no hay problema”. Contestó Dar,
con voz normal. “Deberías ir a Buch Gardens... eso si que son montañas rusas”.

“Ah”. Kerry se adelantó hacia donde estaban aparcando los siguientes


carritos. “Fui a una fuera del estado, y he montado en esa que te sujetan por encima
de la cabeza... ¿sabías que cuando vomitas yendo de arriba para abajo en una de
esas puede caer sobre tu propio zapato?”.

Dar pensó sobre la física de eso. “Guau... no lo sabía”. Admitió mientras se


introducían en uno de los carritos. Ella se apoyó en la parte de atrás mientras que
Kerry se sentó cuidadosamente entre las piernas de Dar.

El carro se movió para dejar espacio a la nueva tanda de carritos, y la


empujó un poco para atrás de forma que podía sentir las rodillas de la alta mujer
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presionando en su cadera y la calidez de su piel a través de los vaqueros de Dar.

Se sentía bien. Miró hacia atrás y vio como el carro comenzaba a moverse, y
avanzaron unas pulgadas sobre los raíles, entonces giraron en una esquina y
empezaron a ascender. “Uh...”. Kerry se dio cuenta de que no sería capaz de
mantenerse derecha sin un fuerte agarre.

“Relájate... échate para atrás”. La voz de Dar la calmó, palmeándola el


hombro. “Puedo aguantarlo”.

La inclinación aumentó, y no tenía mucha opción, al liberar su agarre de los


extremos del carro y acomodarse sobre el pecho de la alta mujer, sintiendo que Dar
la agarraba con un abrazo seguro por la cintura.
“Ya está... te tengo”. Le dijo alegremente la ejecutiva.

Si. Kerry absorbió la sensación. Claro que lo haces. Sabía que debía sentirse
muy, pero que muy nerviosa y muy incómoda, pero por alguna razón, era sólo...

Agradable. Como si fuesen viejas amigas. Sonrió y se relajó un poco, viendo


las estrellas colocadas al azar sobre su cabeza al llegar al tope de la inclinación.
Podía sentir a Dar respirando, un movimiento quedo y suave y se relajó aun más,
dejando caer la cabeza hacia atrás sobre la clavícula de la morena mujer y sintió
como el abrazo se apretaba ligeramente.

Era como, si... un poco como esto... al menos, la sensación de estar


protegida lo era.

Alcanzaron el tope de la rampa y el carro continuó, empezando el recorrido.


Estaba oscuro, y giraba mucho, y realmente no había mucho que ver por lo que
mantuvo los ojos cerrados, y dejó que la gravedad se pelease con el fuerte agarre
de Dar.

Dar ganó, por supuesto, y consiguió evitar que le cortasen la cabeza, lo que
era bueno.

Terminó demasiado pronto, y fueron impulsadas hacia una plataforma de


finalización. Dar la soltó y Kerry se sentó con una mueca. “Guau... ha sido
divertido”. Se levantó y saltó fuera del carrito, con la alta mujer siguiéndola.
“Aunque era tan oscuro... ¿son todas como esta?”.

Dar agitó la cabeza. “Thunder Mountain no lo es... nunca he estado en la


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otra... pero no creo que lo sea. Esa es más que nada agua”. Salieron hacia una
noche estrellada, donde las leves notas del desfile todavía flotaban en el aire.

“Gracias por mantenerme a salvo”. Kerry la sonrió.

“No hay problema”. Replicó Dar con una ligera mueca. “Odiaría decirte
todo lo que tendría que pasar en Personal si te perdiera en un viaje de trabajo.
Mariana me cortaría la cabeza”.

Las dos se rieron, entonces Dar se dirigió a la derecha. “Por aquí... podemos
escabullirnos por detrás de Frontierland para llegar a la Big Thunder”.

“Oh... ¿es ahí donde está la Juerga del Country Bear?” : Preguntó de repente
Kerry. “Lo he visto tantas veces en la tele...”.

Dar le dedicó una indulgente mirada. “Esta bien... capto la indirecta...


vamos”. Le dio una mirada de soslayo. “Me sorprende que no quieras ver La Casa
Encantada”.

“Ooo...”. Kerry puso una cara. “Me olvidé de eso... ¿está por aquí cerca?”.
Dar simplemente se rió, y cambió de dirección. “Vamos”.
Montaron en el último monorraíl que salía, y estaban contentas de poder
sentarse en los asientos regulares mientras el pulcro tren salía del parque y se
encaminaba de vuelta al hotel. Dar se reclinó sobre la ventana y miró hacia afuera,
incapaz de creer que había sido engañada para pasar la noche en el Mundo Mágico.

Madre mía. Mejor que no se entere nadie, o nunca escucharía el final de la


historia. Vio las luces de los barcos ahí abajo pasar de largo y exhaló, viendo como
su aliento se condensaba en el cristal. Sin embargo, no fue tan malo... y no es que
hubieran tenido otra cosa planeada para la tarde... ya había ojeado todos los
informes antes de salir, y la otra opción hubiese sido encontrar algún
entretenimiento en el hotel.

Esto, decidió, había sido igual de bueno y todas las caminatas habían sido
ciertamente sanas. Habían sido capaces de alguna manera de ver las mayores áreas
en dos horas, y habían caminado a través de Main Street mientras el parque estaba
cerrando, viendo como globos de Mickey Mouse se elevaban en el aire sin
dirección concreta al escaparse de las manos de los niños adormilados.

Miró a su izquierda, escondiendo una mueca ante las bolsas recogidas bajo
el brazo de su acompañante. De uno asomaba un búfalo, con los ojos bizcos y la
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pequeña y rosada lengua sobresaliendo cómicamente. Del otro, emergía un Pluto


de feliz mirada y estaba confortablemente apoyado sobre el hombro de Kerry, sus
negras orejas colgando contrastando con el rubio cabello.

Para su asombro, Kerry se había enamorado de Buff, el animado búfalo de


pared de la Juerga del Country Bear, y no se quedaría satisfecha hasta que no
explorase las postales de Frontierland y llevarse una a casa. Trató de convencer a
Dar para que se comprase una gorra de piel de mapache, pero la ejecutiva había
echado un vistazo a la peluda cola colgando sobre su oreja, y la dejó en lo alto de
un estante, fuera del alcance de Kerry.

No, se había enganchado a su caramelo, aunque unos delfines sobre la cresta


de una ola hechos a mano en cristal en la tienda de los cristaleros la había tentado.
Finalmente decidió que al cosa probablemente se rompería y la dejó en su sitio.

Entonces perdió a Kerry momentáneamente, sólo para verla volver al cabo


de unos minutos con Pluto y una sonrisa satisfecha en su rostro. El Emporium, la
última tienda de provisiones para los frenéticos cazadores de souvenirs, era
siempre el último sitio en cerrar, y anduvieron por él de camino a la salida, con Dar
sucumbiendo a la opresiva presión del mercado comprándose un polo negro con un
Mickey plateado cosido en la pechera.

“Oh, eso es alegre”. Bromeó Kerry.

Dar rió secamente. “Plan calculado de ataque. Me lo pondré para la reunión


de mañana, debajo de la chaqueta”. Sus ojos brillaron con malicia. “Buena
psicología... esta gente de Disney son muy excéntricos... son hombres de negocios,
pero todavía permanece un fuerte elemento de la vieja inmunidad del centro
familiar... son muy leales al nombre de la marca, y les agradará ver algo de
entusiasmo por su producto”.

“Hmm”. Kerry lo consideró mientras salían. “Interesante... ¿qué consideran


ellos que es su producto?”.

Dar la había mirado. “Sueños, si le hubieras preguntado a Walt Disney”.

Ahora se acomodó de nuevo en su asiento y estiró las piernas, dejándolas


reposar en el asiento que tenían en frente. Estaban prácticamente solas en el vagón,
y el tren tenía varias paradas antes de completar el circuito y terminar en el
Floridian. Atravesaron el Contemporary, el cual fue el primero de los hoteles de la
propiedad, y el Polynesian con estilo Hawayano, antes de detenerse en la parada
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del blanco Grand Floridian. “Esta es nuestra parada”. Dar se levantó y estiró, tras
lo cual atravesó la puerta y entró en el vestíbulo.

Todavía había gente en él, bullendo más que nada alrededor de los bares, y
los ascensores estaban razonablemente llenos cuando subieron a sus habitaciones.
Dar abrió su puerta y se dirigió al armario, depositando su bolsa de bienes antes de
volverse y descubrir la luz parpadeante de mensaje en el teléfono. “¿Que demonios
es eso?”. Sacó su móvil del cinturón y lo chequeó. “No... pensé que este estaba
encendido... ¿quien demonios me dejaría aquí un mensaje?”.

Agitó la cabeza mientras se sentaba y empezaba a desabrocharse las


zapatillas con una mano mientras levantaba el auricular y marcaba al operador para
escuchar el mensaje. “Si, soy Dar Roberts... ¿tengo un mensaje?”. Tomó nota del
nombre y el teléfono en un block a la izquierda del teléfono, le dio las gracias al
operador y colgó. “Bueno, John...”. Descolgó el auricular y marcó de nuevo,
escuchando mientras sonaba. Fue contestado al cuarto timbrazo. “Hola John...
dijiste que te llamase cuando recibiese el mensaje, así que...”.

“Oh... oh, Dar, si. Gracias”. La voz del hombre sonaba devastada. “Estaba
añadiendo la última parte de una nueva propuesta... escucha, me alegro que estés
aquí”.
Eso es nuevo. “¿Que pasa?”.

“Nos han pedido aparecer mañana con una factura, pero nos han reunido a
nosotros y a los de IBM al mismo tiempo... algo así como cara a cara”.

“Oh... ¿en serio?”. Dar se sacó la otra zapatilla y se frotó los pies. “Eso es
diferente... ¿esperan que armemos bronca o algo así?”.

“No lo se”. Contestó John con un suspiro. “Pero he tenido mi cola pateada
por su líder de equipo... ¿creo que le conoces?”.
“Oh si”. Rió la morena mujer. “Se puede decir que si... ciertamente no se va
a alegrar de verme, por decirlo de alguna manera”. Se desabrochó el chaleco y se
levantó. “Escucha... mándame por email la propuesta, y le echaré una ojeada. ¿A
que hora es la reunión mañana?”.

“A las diez, en el centro administrativo”. Contestó, con notable alivio.


“Michelle Graver está al frente de su grupo de negociación... Dar, ella es ruin”. Se
aclaró la garganta. “Hoy sacó a relucir cada uno de nuestros mayores fracasos de
los últimos diez años... no estoy seguro de dónde sacó la información”.
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“Probablemente de Jerry Andrews”. Replicó Dar mientras se quitaba el


chaleco y abría su portafolios. “Así que es de esa clase de jugador sucio, ¿eh?.
Muy bien... llamaré a la oficina y veré que mierda puedo escarbar como
respuesta... estará lista para mañana. Hizo una pausa. “¿Saben que estoy aquí?”.

“No que yo sepa... a no ser que sigan nuestras huellas en reservas


corporativas con su sistema central de respuesta”. Replicó John, sonando
claramente más alegre. “Maldición Dar, me alegro que estés aquí... será como
entrar con una Uzi bajo el brazo mañana”.

Dar resopló. “Gracias”. Enchufó el portátil y conectó el cable del módem en


la clavija libre al lado del teléfono. “De hecho, asegúrate de que hay espacio para
dos más... he traído a mi nueva asistente como observadora”.

“¿Oh?. Genial...”. Replicó John. “Mejor aun... los superaremos en número


entonces”. Dudó. “Y hará una mejor mezcolanza en el grupo... sólo tengo tíos en
este lado, creo que eso está molestando a Michelle”.

“¿Y los otros?”.

“¿Estas de broma? ¿A este nivel de cuenta?. Todo tíos con trajes azules,
camisas blancas, corbatas negras, zapatos negros y pasadores de corbata de IBM”.
Rió el representante de cuentas. “Al menos nosotros llevamos ropa interior de
diferente color”.

“Será divertido”. Suspiró Dar. “Mándamelo... estaré conectada”. Esperó a


que él colgase, entonces descolgó el teléfono y le dio instrucciones a su portátil
para que acabase la conexión.

“¿Problemas?”. Preguntó una suave voz, y alzó la mirada para ver a Kerry
en la puerta que unía las dos habitaciones, vestida con una camiseta extra larga con
un enorme y chillón Piolín estampado. “Escuché como se conectaba”. Señaló al
ordenador.

Dar se repuso de su respuesta instintiva al ver en ropa interior a su asistente


y se encogió de hombros. “Puede... aparentemente el equipo de IBM está jugando
sucio... no es que nosotros no lo hiciéramos si pudiéramos claro, pero les han
suministrado a la gente de aquí cierta información de dentro, y John está pasando
un mal rato con ello”. Miró a la pantalla, entonces indicó a Kerry con la mano que
entrase. “Siéntate... me está mandando su nueva cuenta para que le eche un
vistazo”.
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Gustosamente Kerry lo hizo, acomodándose a su lado de la cama y


ofreciéndole a Dar un trozo del dulce de chocolate que estaba comiendo. “¿Que
tipo de información de dentro?”.

Dar chequeó el indicador de bajada de datos. “Maldición... debo tener un


mega de email... tan sólo nos hemos ido por siete horas... ¿que está pasando ahí
abajo?”. Se comió el dulce tras lo cual se chupó los dedos. “Mm... eso es muy
bueno”.

“No se... dejé al mío bajando... también tengo un montón”. Le avisó Kerry
mientras le ofrecía otro trozo.

“Ey, eso es tuyo”. Protestó Dar, pero lo tomó de todas formas. “La
información de dentro fue sacada a relucir de las... veces que hemos prometido
algo que no podíamos cumplir, o que tuvimos que evitar de un contrato debido a no
tener medios para llevarla a cabo, ese tipo de cosas”. Comenzó una sesión con su
terminal y tecleó la contraseña. “Vamos... vamos... malditas piezas analógicas de
esta mierda de líneas”.

Kerry amortiguo un ruidito. Dar se había quitado el chaleco, las zapatillas y


se había sacado la camiseta del pantalón lo que la hacía parecer desarreglada.
“¿Qué vas a hacer?”.

“Echarles un poco de mierda encima”. Replicó ausentemente Dar, mandando


un rastreo de la enorme base de datos de la que disponía. “Fuego con fuego y todo
eso”.

Brillantes reflejos dorados. “¿Porque no simplemente poner la mejor


cuenta?”. Inquirió. “¿O esa es una pregunta increíblemente ingenua?”.

Los azules ojos de Dar se alzaron y parpadearon. “Bueno... ingenua, no...


sólo... un poco um... optimista”. Dejó reposar el ordenador sobre la cama y se
levantó, quitándose la camiseta y alcanzando su bolsa. “En un mundo ideal,
seremos juzgados por nuestros méritos. Este no es un mundo ideal”. Se puso su
camiseta de baseball y se quitó los pantalones, doblándolos cuidadosamente y
metiéndolos en la bolsa. “Con lo que te aprovechas de todo lo que puedas... incluso
nuckeando al otro tipo de la manera que puedas”.

“Hmm”. Kerry asintió levemente. “Suena muy antagonista”.


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“Puede serlo”. Coincidió Dar, relajándose en su lado y extendiendo las


piernas a lo largo de la cama a la vez que verificaba el proceso del ordenador.
Pensó un momento, y comenzó otra búsqueda, esta vez de Michelle Graver. Había
oído algo sobre la mujer... ¿fue con Merryl Lynch?. Pero nunca se habían
conocido, y no sabía nada de ella. Esa no era una buena manera de aparecer en la
reunión. “El líder de la negociación de IBM casi se abalanza sobre mí la última vez
que nos vimos”.

Los ojos de Kerry se agrandaron. “¿En serio?. Dios, Dar... eso es terrible”.
“No”. Su jefa alzó la mirada con una mueca diabólica. “Fue regocijante... no
pudo hacerlo porque se le cayeron los pantalones al levantarse, y se tuvo que sentar
de golpe o deleitar al cliente con la vista de su enorme y blanco culo”. Rió
recordando. “Casi me hago daño y todo de la risa”.

Kerry se tragó una risotada. “Yo me hubiera muerto... ¿se sorprenderá de


verte?”.

“Oooo... si”. Rió Dar, un sonido nada agradable. “Incluso ayudará al grupo...
John cree que Michelle Graver, la representante líder de Disney, está molesta
porque tanto nosotros como los de IBM son todo tíos”. Miró a Kerry. “Le ha hecho
pasar a John un mal momento”.

“¿Crees que a ti también te lo hará pasar?”. Inquirió la rubia mujer.

Dar estudió los resultados de la segunda búsqueda. “Hm... debería”. Alzó


una ceja. “Es magnífica según sus informes... tiene un doctorado en psicología,
además de Masters en empresas... lleva con ellos diez años, y se la considera como
uno de sus mejores talentos”.

Giró el ordenador para que Kerry lo viera. “Aquí... echa un vistazo”.

Observó como Kerry leía, sus ojos moviéndose de un lado para otro
rápidamente. “¿Ves algo interesante?”. Una pequeña prueba, la cual sospechaba
que su inteligente joven amiga superaría.

“Es una paracaidista”. Murmuró Kerry, tocando la pantalla con la punta de


un dedo. “Eso muestra un tipo de personalidad, ¿no?. ¿Alguien que busca
subidones de adrenalina?”.

“Mmhmm”. Dar le dio una aprobadora sonrisa. “Buena vista”.


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“Así que... eso significa que probablemente ella favorezca las disputas... lo
que hace que haya elegido el escenario de la reunión de mañana, ¿verdad?”. Alzó
la mirada. “Le produce emoción veros ir unos contra los otros”.

“Puede”. Admitió su jefa.

“Así que... tu mejor apuesta es mantenerte serena, ¿verdad?”.

Dar rió ahogadamente. “Exactamente... está esperando que uno u otro pierda
las riendas, y nos dejemos llevar por los deseos... y esa, mi amiga, no voy a ser
yo”.
Mi amiga. A Kerry le gustaba el sonido de eso. “¿Supongo que me he de
sentar quitecita y tomar notas?”.

“Si tienes algo que decir, Kerry... lo dices”. Contestó seriamente Dar. “Pero
piensa en esta gente como tiburones... están buscando presas y mantenerlas en
mente, no importa lo civilizadamente que lo hagan, no hay amigos ahí dentro”.

Ella sonrió. “Excepto nosotras”.

Dar alzó la mirada de la pantalla y sonrió. “Si”.

Kerry miró a la cama y luego alzó la mirada. “Gracias por ir al parque


conmigo esta noche, Dar... sé que ésta es una reunión de negocios, pero me lo he
pasado genial”.

Dar apoyó la cabeza en su mano. “Yo también me lo he pasado bien... mira...


si salimos a una hora decente de estas malditas reuniones, veremos Epcot, y te
invitaré a cenar en Mongolia o algo parecido, ¿qué te parece?”.

Una queda sonrisa apareció en sus labios. “No tienes porque hacerlo...
siempre puedo volver en cualquier otro momento”.

Dar siguió la costura de la colcha, entonces la miró a través de oscuros


reflejos en sus ojos. “Se que tu puedes... pero yo no, así que déjame tener mi mala
excusa, ¿vale?”. Replicó con vehemencia.

“Oh... oh... perdona... esta bien... ya lo pillo”. Kerry le dedicó una dulce
sonrisa. “No te preocupes... prometo no decirle a nadie que a veces te diviertes”.

“Gracias”. Rió Dar. “Y... um... escucha, gracias por acompañarme esta
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mañana... Realmente aprecié tener una cara amiga ahí dentro”.

“No hay problema... Me alegro que todo haya salido bien”. Replicó
honestamente Kerry. “Sabes... es tan raro... Sólo nos conocemos de hace un par de
semanas, pero es como si nos conociéramos de hace mucho”. Dio un minúsculo
encogimiento de hombros. “Quiero decir... es tan extraño”.

“Sí, lo es”. Reconoció lentamente la mujer mayor. “Nunca he sido de las que
hacen amigos fácilmente... esto ha sido una especie de excepción para mí.” Alzó la
mano y la dejó caer de nuevo sobre la cama. “Debe ser el destino”.

Un escalofrío recorrió la espalda de Kerry. “Debe.” Coincidió y suspiró.


“Bueno, si mañana va a haber una gran batalla, mejor que duerma un poco”. Se
levantó y alzó una mano. “Buenas, Dar”.

Azules ojos pensativos la miraron. “Buenas.”

Se hizo un silencio en la habitación tras la salida de Kerry, y Dar era


consciente del zumbido del disco duro del ordenador al ir aceptando los datos así
como del suave sonido del aire acondicionado al encenderse y apagarse en ciclos.

Era... Sus cejas se juntaron en profunda confusión. Parecía tan vacío ahora,
con la niña fuera. Se encontró queriendo que Kerry volviera, incluso si era sólo
para estudiar los archivos silenciosamente desde la esquina.

Pensó profundamente sobre eso. Bueno. Un respiro. Se sentía atraída por su


asistente. Eso no era nada preocupante... pasa bastantes veces, y Kerry estaba tan
segura como un bebé en un pesebre en lo que se refiere a alguna sugerencia por su
parte o algo parecido. Reglas de la compañía, y esa era una línea que Dar nunca,
jamás, había cruzado.

Y ella era apuesta, lista, con un gran sentido del humor, ojos bonitos, bonito
cuerpo... ¿quién no estaría atraído por ella?. Así que eso era normal. Sin problemas.
Podía trabajar con eso, desaparecería con el tiempo y Kerry nunca sabría la
diferencia.

Pero...
Algo las estaba juntando a un nivel mucho más profundo. Lo podía sentir y
sospechaba que Kerry también. No tenía nada que ver con deseos carnales, pero si
con toda la paz y sentimiento de alegría que había sentido en ese breve paseo con
el cuerpo de Kerry acomodado sobre el de ella como si fuera la cosa más natural
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del mundo.

Se moría por sentirlo de nuevo. Y eso... eso la estaba asustando. La atracción


física la podía controlar. Esto... era una cosa completamente distinta. Tan sólo
deseaba saber qué era.

Séptima parte

“Me sorprende que una reunión de este tipo no requiera una armadura como
objeto imprescindible". Mencionó Kerry mientras manoseaba el puño de su
camisa. "Por lo que me has contado...".

Dar seguía en pijama estudiando el monitor de su portátil, apoyando la


cabeza en una mano. "Vale... creo que ya tengo suficiente mierda...". Ojeó los
iconos de la memoria y asintió, entonces se alejó de la mesa y se levantó alzando
los brazos sobre la cabeza y estirando audiblemente la espalda.

"Ow". Respingó Kerry.

La ejecutiva rió secamente. "Eso es lo que consigo tras años sobre un


teclado". Se dirigió hacia la bolsa de la lavandería y sacó su traje, dejándolo con
cuidado sobre la cama y miró su reloj. "Al menos tenemos tiempo para un
desayuno decente... esa tostada francesa es realmente buena, ¿eh?".

"¿Realmente buena?". Rió Kerry. "Podría comer eso cada mañana".

"Ja, ja... y bromeas porque yo tomo copos Frosted". Dar agitó un zapato en
su dirección y puso una mueca.

Kerry le devolvió el gesto, entonces agitó la cabeza mientras entraba de


nuevo en su habitación para terminar de vestirse. Se observó en el espejo mientras
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se ponía la chaqueta y se ajustaba el cuello, alisando el tejido rojo oscuro con


dedos ligeramente nerviosos. Conjuntaba con la estrecha falda hasta las rodillas y
los confortables zapatos que llevaba, en contraste con la camisa de color gris
pálido.

Se puso un poco de maquillaje, no mucho, imitando la usual apariencia de


Dar. Tan sólo un toque en los labios, un poco de color en las mejillas, y una
minúscula capa de sombra de ojos. "De acuerdo". Le dijo a su reflejo, el cual la
miraba expectantemente. "¿Preparados para la guerra?".
Movió su labio inferior hacia afuera, y tuvo que contener una risotada.
"Sabes... creo que yo no soy del tipo guerrero". Giró la cabeza al oír una ligera tos
y vio a Dar en la puerta, vestida con un conjunto de falda y chaqueta de seda color
gris metálico, con su camisa negra de Mickey. Su jefa tenia un aire zalamero, y
bueno, peligrosa en su color monocromo, especialmente porque coincidía con su
oscuro cabello. Tan sólo los pálidos e increíblemente azules ojos añadían un toque
de color. "Oh... hola... te ves... bien".

"No, no lo hago". Replicó alegremente Dar. "Parezco un tiburón de la


corporación. Que es lo que soy. ¿Vamos?".

Era un corto trayecto hasta las oficinas de administración, aunque tuvieron


que esperar cinco minutos hasta que el guarda les permitió el paso. Aparcaron y
salieron, ambas con sus maletines al hombro. "Esta bien... esto se puede poner
feo". Dijo Dar, antes de que entraran en el edificio. "Manténte fría, y cuando dudes,
si alguien te pregunta algo que crees peligroso o antagonista, tan solo diles 'Lo
siento - no entiendo la pregunta - ¿podría explicarme lo que esta preguntando?'".

Kerry meditó sobre el tema mientras seguía a su jefa al interior. "Eso es muy
inteligente... Haces que así lo expliquen todo."

Dar le guiñó un ojo. "Sabía que elegí a una lista." Le asintió a un hombre
bajito y rechoncho que estaba junto al ascensor y tomó un hondo respiro. "Muy
bien, allá vamos... Buenos días, John".

Él extendió una mano. "Hola Dar... me alegro de verte". Siguió una breve
introducción del resto de su equipo. Todos observaban a Dar con un cruce entre
miedo y fascinación, y Kerry prácticamente tuvo que morderse el labio para evitar
reírse.

Era un recorrido corto en el ascensor, hasta que se abrieron las puertas en


una planta que parecía estar hecha en su totalidad por ventanas. Las paredes eran
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todas de cristal, permitiendo ver el interior de todas las oficinas, y había haces
luminosos por doquier.

A Kerry le pareció que distraía, pero hizo a un lado tal pensamiento mientras
torcían una esquina y entraban en una larga habitación totalmente acristalada que
albergaba una enorme mesa de conferencias. Allí sentadas había varias personas, la
mayoría hombres, de los cuales dos de ellos estaban mirando a Dar como si ella
fuese la manifestación terrestre de Satán.

En la cabecera de la mesa se hallaba sentada una mujer delgada y bajita, con


cabello color rojo fuerte y muy corto, vestida en un caro traje rojo oscuro con
camisa verde esmeralda. Sus ojos iban sin para de un lado a otro, observando con
gran interés para finalmente posarse en Dar.

Kerry, al no verse envuelta en las presentaciones iniciales, podía observar las


reacciones como el caso de que en una milésima de segundo la mujer miró a su
jefa de arriba a abajo para después permitir que una rápida y satisfecha sonrisa
atravesara su rostro. Después nada.

Interesante.

"Hola Jerry... hace mucho que no nos vemos". Ronroneó Dar mientras
dejaba su maletín y retiraba una silla, pero sin sentarse. Sin embargo, su sonrisa
irradiaba calidez. "¿Te importaría presentar a tus amigos?".

El hombre al que se dirigía parecía que le fuese a explotar una válvula


sanguínea, decidió Kerry. Su cuello estaba tan rojo como el de un pavo, y podía ver
debajo de su piel venas rojas y azules. Pero de alguna manera se mantuvo bajo
control y presentó a sus colegas, que miraron con incertidumbre a Dar.

Dar les devolvió el saludo y se volvió para mirar directamente a los ojos a la
mujer al final de la mesa. "Y usted debe ser la Sra. Graver... Me alegra conocerla
finalmente".

Era imposible no reaccionar ante Dar. Irradiaba energía y confianza, y Kerry


notó que la mujer, aunque confiada de sí misma, también se dio cuenta.

"Entonces, no puedes ser otra más que Dar Roberts". Michelle Graver se
levantó y extendió la mano. "Es un placer... No tenía ni idea de que se fuera a unir
al equipo de oferta en esta cuenta".
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Dar la agarró, devolviendo el fuerte apretón con otro de su parte, entonces


sonrió y puso la yema de los dedos sobre su maletín. "Muy bien... ¿Empezamos a
rodar? Hace un día estupendo ahí fuera... Lástima que estemos aquí encerrados".

Kerry estaba asombrada e impresionada alternativamente. Dar simplemente


había entrado y se había hecho cargo, permitiendo que su personalidad tomase las
riendas. Le pasó a la alta mujer la oferta que John les había dado y vio como ésta la
dejaba caer casualmente frente a Michelle, la cual seguía de pie.

Dar se sentó, dándole la ventaja a la ejecutiva de Disney. "¿Tiene algunas


dudas acerca de la puesta en marcha?". Sus ojos ojearon a sus rivales y una ligera
mueca apareció en sus labios. "Creo que puedo adicionar esos."

Graver ojeó el documento para después mirarla a ella. "Imagino que


probablemente podría". Se dirigió de vuelta a su asiento y apoyó la oferta, entonces
tomó una hoja de papel y lo movió por la superficie de la mesa. "Aquí".

Dar tomó el papel y lo miró, entonces dejó escapar una pequeña risa.
"Quiere que empiece por el principio o por el final... Y Jesús, Jerry... ¿es esto todo
a lo que puedes llegar tras diez mil contratos?". Escaneó la lista, ignorando las
miradas que le llegaban del otro lado de la mesa. "Oh... me acuerdo de ésta...". Una
mirada cariñosa. "No hubo ejecución con Aamco... Fui yo quien le dijo a su CEO
que pagaríamos el contrato entero de manera que no tendría que escuchar su voz al
teléfono nunca más".

"¿En serio?". Michelle Graver se reclinó e hizo girar su lápiz. "¿Por qué?".

Dar exhaló. "Nos contrataron por fabricar un registro, incluyendo un sistema


IS nuevo que hiciera de link con todas sus tiendas que tuvieran el inventario
computarizado... A mitad del proceso, contrataron a un nuevo Vicepresidente de
Operaciones que estaba convencido de que sí podía reciclar el sistema Unix 1982
con los terminales tontos que estaba usando y contratar a alguien que escribiese
una base de datos en CPM como de costumbre, estarían bien".
"¿Y les dijiste...?". Preguntó Michelle.

"Que os jodan." Replicó francamente Dar. "No estoy en el negocio de


ensamblar tecnología de cuarta generación con tiritas." Miró a toda la mesa. "Oí
que hicisteis una oferta por ellos, Jerry... Acabaron con OS/2 y Mod 30 que
tuvieron que desmigajar después que Microchannel mordiera el polvo, ¿no es
cierto?".
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Las fosas nasales del hombre se ensancharon. "Ellos tienen algunas cosas
que decir sobre ti, eso seguro". Replicó. "Como dijo el abogado".

Dar rió ahogadamente. "Jerry, todo el mundo tiene algo que decir sobre mí...
y ganamos el juicio". Siguió mirando la lista. "Oh... ahora eso, éste fue realmente
un desastre. Rodaron cabezas por este caso." Agitó la cabeza. "La oficina de
contabilidad gubernamental... la ejecución de depósitos automáticos para los
cheques de la seguridad social... se fue totalmente de las manos."

"Así que lo admites, ¿eh?". Jerry se reclinó con una sonrisa desagradable.

"Oh, claro". Dar le guiñó un ojo. "De hecho, despedí personalmente a todo
el equipo de contabilidad." Le devolvió la sonrisa. "El día antes de Navidad, si no
recuerdo mal".

Kerry la miró, viendo la mueca relajada y el estrechamiento de desaire y casi


seductivo de sus ojos. ¿Lo habría hecho? Vio la expresión cuestionadora en las
caras alrededor de la mesa.

"Dios, sí... lo recuerdo." Suspiró John, agitando la cabeza. "Pobre Mariana...


estaba en la vigésima reunión de su escuela secundaria cuando la llamaron al busca
para que volviera y acabase con el papeleo." Miró a la ligeramente en shock y
observadora Michelle. "Mariana es nuestra VP de Personal... Estábamos en la
misma clase... estaba hablando con ella cuando le sonó el busca". Miró a un lado.
"No eras su persona favorita esa noche, amiga mía".

Dar alzó ambas manos y las dejó caer. "Alguien que deja tan mal nuestra
reputación, no puede esperar otra cosa de mí." Entonces volvió su atención a la
lista.

"Creo que ya es suficiente." Acaparó la atención Michelle. "Jerry, ¿tienes


algo para mí?".

De forma reluctante le tendió un fajo de papeles. La ejecutiva de Disney los


recogió y se levantó. "Perdónenme... volveré en unos minutos. Necesito revisar
esto." Se encontró con los ojos de Dar y la favoreció con una minúscula sonrisa
antes de salir, llevándose tras ella a dos de sus aliados como dos sabuesos que la
rodeaban.

Los demás se quedaron mirándose unos a otros en una habitación


acristalada. La gente que pasaba por fuera miraba con curiosidad al silencioso
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grupo, pero seguían su camino.

Kerry estudió al otro equipo. Todos iban vestidos igual, con trajes oscuros y
camisas blancas y todos rondaban la treintena o cuarentena, todos con pelo corto.
Su propio equipo era un poco diferente a parte de Dar y ella, John estaba vestido
con un traje de negocios convencional, pero su corbata mostraba personajes de los
Loony Tunes. Unos dibujos pequeños y discretos, eso seguro, pero desde donde
ella estaba sentada reconoció a Wile E. Coyote asomando su cabeza entre dos
botones. Los otros tres hombres que estaban con John eran de edades diferentes,
uno de ellos era mayor con mirada sagaz y barba y bigote junto con unos ojos color
castaño e inteligentes. Sentado junto a él estaba un hombre realmente alto de
grandes orejas, y tenía el aspecto de ser un ingeniero - su bloc de notas estaba
cubierto de dibujitos, de los cuales Kerry juraría que eran circuitos.

El cuarto miembro del equipo era un joven con estampa de marinero, ojos
azules y sonrisa amigable, que le dedicó cuando la descubrió mirándole.

"Bueno, les debemos de haber asustado hasta la mierda para que manden tu
culo aquí, Roberts". Ladró finalmente Jerry.

Dar entrecruzó las manos sobre la mesa y se encogió de hombros. "Para


nada Jerry... tan sólo quería tener la oportunidad de verte de nuevo". Una sonrisa
sin pizca de humor irradió a través de la mesa dedicada a él. "Me lo pasé tan bien
la última vez que hicimos ofertas juntos".

Él se reclinó hacia delante. "No tienes ninguna oportunidad aquí... Esto está
fuera de tu alcance, y lo saben". Miró a su derecha. "Oh... a no ser que le vayas a
ofrecer a tu amiguita para sellar el trato... eso te hará ganar unos pocos puntos".
Miró a una sorprendida Kerry. "¿Es por eso que estás aquí dulzura? ¿Lo sabe tu
papi?".

Ojos verdes le miraron con amigabilidad desarmante. "Papi es el Senador


Stuart de Michigan, y seguramente no encuentre muy agradable lo que ha dicho.
Me aseguraré de mencionárselo la próxima vez que hablemos, gracias". Añadió
una cálida sonrisa al terminar de hablar, y casi saltó del susto cuando una mano le
apretó la rodilla en apreciación. La expresión de Dar no había cambiado, pero
había un minúsculo brillo en sus ojos cuando miró a la rubia mujer. Incluso los
colegas de Jerry parpadearon. "No quería ofender a nadie". Dijo forzadamente, con
agria sonrisa.

"Mejor mantén la boca cerrada, Jerry...". Rió Dar. "La habitación está llena
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de electricidad estática... si sigues gastándote las suelas, se te saltaran los empastes


y conseguirás tener una permanente”.

Kerry amortiguó la risa, y el resto de su equipo ni se molestó.

Él simplemente les dedicó una mirada de disgusto y miró intencionadamente


a John. "¿Qué se siente al tener que esconderse tras una falda?".

El bajo representante de contabilidad entrecruzó las manos sobre el


estómago y sonrió. "¿Desde donde estoy sentado ahora mismo? Jodidamente bien.
Gracias por preguntar."

La puerta se abrió y volvió Michelle, guiando a sus sabuesos. Se sentó y


puso las dos ofertas sobre la mesa, aclarándose la garganta. "Estas dos ofertas son
muy competitivas." Jugueteó con una de ellas. "Pero lo que está en papel, no es lo
realmente importante para nosotros. Lo importante es el servicio... así que lo que
propondré es: os voy a dar un objetivo a cada uno de vosotros, de forma que
podamos evaluar vuestra respuesta".

Dar estaba animada. Eso significaba que la oferta seguía en pie y que tenían
una oportunidad. Había compensado algunos de los daños anteriores y ahora sólo
quedaba esperar ver con lo que salía esta intensa y letal mujer.

"Entonces me gustaría convocar una nueva reunión aquí mañana para


analizar esto, y trataremos de anunciar nuestra decisión al mismo tiempo". Se
levantó y dio a cada líder de equipo un sobre, asintiendo. "Eso es todo por ahora".
Vio como todos se levantaban, entonces se volvió hacia Dar. "Sra. Roberts, ¿podría
tener unas palabras con usted?".

Ah. Los instintos de Dar se agudizaron. Se excusó de su pequeño grupo y


rodeó la mesa hasta llegar al lado de la mujer, poniendo una mano sobre el
respaldo de una silla y reclinándose sobre ella para evitar intencionadamente
sobrepasarla en altura. "¿En qué puedo servirla Sra. Graver?".

"Llámame Michelle para empezar". Sentenció con una sonrisa la mujer.

"Sólo si me llamas Dar". Replicó instantáneamente la morena mujer,


devolviéndole la sonrisa.

"Bonita camisa". ¿Fue eso un parpadeo en los ojos gris oscuro de Michelle?.
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Dar rió. "Va con el traje, y no hay nada que me guste más que llevar a
Mickey en el pecho". Era consciente de que la otra mujer estaba averiguando
interesadamente hacia ella y decidió que una pequeña reciprocidad no haría daño.
"Fui favorecida con un poco de turismo lozano anoche, ya que nuestro avión llegó
pronto".

"Mm... me hubiera gustado saber que estabas... Hubiera organizado uno de


nuestros tours para VIPs... Todo lo de detrás de los escenarios que nosotros, los
geeks adoramos". Se lamió el labio inferior y dejó que sus ojos vaguearan
ligeramente. "He oído que los resultados orientativos ni siquiera se acercan a tu
descripción... ¿es cierto?".

Flirteando, definitivamente. Dar estaba ligeramente sorprendida ante la


agresividad, pero no que Michelle hubiese solicitado un dossier sobre ella durante
el descanso. "Es cierto". Replicó quedamente. "Hago que las cosas sucedan".

La pequeña mujer hizo un rápido mohín. "Me gustaría saber más sobre el
asunto... ya que has de pasar otra noche aquí, me gustaría que fueras mi invitada
para cenar... Podemos discutir tu propuesta". Uno de los sabuesos la palmeó en el
hombro, y ella se giró momentáneamente. "Perdóname... vuelvo enseguida". Se
alejó un par de pasos, y disminuyó el tono de voz apenas a un murmullo al dirigirse
al sabueso.

Te tengo. Dar podía sentir la conquista en la yema de los dedos. Michelle


estaba interesada, intrigada, y dispuesta a favorecerla en una interacción personal
que podría, con toda probabilidad, predisponer el voto a su favor. Era agresiva, y
atractiva, y tan sólo Dios lo sabe, no sería la primera vez que Dar usase su
magnetismo personal para sellar un contrato.

Por el rabillo del ojo, captó la expresión interesada de Kerry, mientras ésta
observaba a los ruidosos grupos, y ocasionalmente dirigirle una rápida mirada a
Dar. Sus miradas se encontraron, y Dar sintió una sonrisa rozar sus labios, la cual
fue reproducida al otro lado de la habitación.

¿Qué pensaría Kerry de esto?. Dar podía entrever la orgullosa mirada en la


cara de la chica mientras la miraba. No, Kerry era inteligente. Lo entendería,
entendería que esto son negocios, y a veces hay que hacer cosas para obtener lo
que se quiere. Todo se reducía a los resultados, tal y como le había dicho a
Michelle. Ella hacía que las cosas sucedieran.

Podía hacer que esto ocurriera, podía sentirlo. Michelle, buscadora de fuertes
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emociones, la que activamente cortejaba al peligro, y la que sentía en Dar un


peligro de lo más excitante... del tipo seductor mayormente.

Oh si, podía hacer que esto sucediera. Kerry seguramente lo entendería...


este era un acuerdo realmente importante, y merecería la pena... Dios... Les tendría
un orgasmo ahí mismo si lo consiguiese.

Merecía la pena. Sería tan fácil, podía saborearlo.

Michelle se dio la vuelta y se acercó a ella, entonces la miró a los ojos


cuestionadoramente. "¿Creo recordar que hablábamos sobre una cena?".

Por un momento, todo lo que Dar podía escuchar era el latido de su corazón.
Entonces dejó escapar un suspiro que no sabía que estaba reteniendo. "Michelle,
realmente lo siento...". Sus ojos mostraban verdadero pesar, pero no por lo que la
mujer podría pensar. "Tengo un compromiso esta noche del que no me puedo
librar... pero realmente lo aprecio...". Paró para darle más significado. "La oferta".

Cómo en el universo una cosa tan tonta podía hacer sentir tan bien, no tenía
ni idea. Observó sorpresa, y disgusto en el rostro de la otra mujer, pero no enfado.
"Que mala suerte, Dar". Michelle frunció los labios y suspiró. "Me gustaría haber
hablado contigo... ¿quizás si te quedaras otra noche?".

Una sonrisa de su parte. "Absolutamente".


Un brusco asentimiento, entonces Michelle señaló a sus sabuesos y
abandonó la habitación. Dar inspiró aire mientras se giraba y retornaba a su equipo,
el cual estaba esperando en la puerta. El equipo rival ya se había marchado, tras
intercambiar unas pocas palabras con John.

"¿Todo está bien?". Preguntó el líder de contabilidad, observando la salida


de la ejecutiva.

Dar estiró los hombros y asintió. "Eso creo... ¿qué es lo que quieren que
hagamos?".

John le alcanzó el sobre, y ella lo ojeó perezosamente. "Oh... este es el


kiosco de información que tienen alrededor del parque... pantallas táctiles, mapas,
ese tipo de cosas". Siguió leyendo. "¿Quieren que diseñemos una propuesta que
englobe la transmisión de datos, aumente la velocidad, entregue de forma más
eficaz la información, y permitir hacer reservas online?".
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John asintió.

Dar se sentó en la mesa de conferencias, sacó su bolígrafo, escribió sobre la


primera página durante unos diez minutos y releyó lo que había escrito. "De
acuerdo...". Sacó su ordenador portátil y lo encendió, entonces escaneó el
documento usando para ello el escáner manual adjunto insertable en la parte trasera
del ordenador. Entonces sacó su celular e insertó el cable de teléfono de su módem
al mismo. Un clic, y todos escucharon los pitidos del marcado, y el débil sonido de
una conexión.

Dar observó el estatus, asintiendo al completarse el mismo, y tras esto


desconectó. "Bien... aquí tienes... céntrate en esto y no dejes que nadie lo vea, ¿de
acuerdo, John?".

El líder de contabilidad leyó el documento, con el resto de los miembros del


equipo mirando sobre su hombro. "Dar, esto es jerga técnica". La miró. "Pero
supongo que tu sabes lo que dice, y a quien quiera que se lo mandases también...
por cierto, ¿a QUIÉN se lo has mandado?".

"Mark Polenti". Replicó Dar mientras plegaba su portátil. "Bueno chicos...


he de irme... tengo un parque temático por explorar... nos vemos mañana por la
mañana".

"Pero...". John alzó el papel cuestionadoramente.

"Relájate". Rió Dar. "Tendrás tu propuesta por escrito mañana, y si juego


bien mis cartas, quizás algo más". Recogió su maletín y se unió a Kerry junto al
dintel de la puerta, dedicándoles una sonrisa a todos antes de urgir a su compañera
a salir de la estancia.

Fue un recorrido silencioso hasta el ascensor, y estaban solas en él mientras


bajaban.

"Guau. Realmente eso fue algo tremendo". Remarcó Kerry viendo pasar los
pisos. "¿Que es..". Cayó al sentir como un par de dedos cubrían sus labios, y miró a
Dar con sorpresa.

Dar retiró sus dedos, entonces alzó uno a sus propios labios indicando
silencio. "Me alegro que hayas tenido una experiencia tan educadora durante la
reunión, Kerry". Sentenció. "Es bueno comprender que no todo lo que se ve y oye
es necesariamente lo que esta ocurriendo en el fondo".
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Kerry captó el mensaje. "Es cierto. Tus métodos son muy interesantes".

Dar hizo una mueca, entonces agitó la cabeza en silencio a la par que las
puertas se abrieron y salió. Una vez en el aparcamiento se acercó a Kerry.
"Sabemos que pinchan el edificio como locos".

"¿Qué?". Kerry la miró con inquietud. "¿Por qué?".

Se subieron al coche y abandonaron el aparcamiento antes de que Dar


contestara. "Para descubrir cosas... no se quedan nunca con las primeras
impresiones".

"Hmm". Kerry se reclinó hacia atrás y entrecruzó los brazos. "¿Crees que
esa sala de conferencias estaba pinchada?".

"Sin lugar a dudas". Sentenció la alta mujer.

Kerry silbó. "Lo sabe todo entonces".

Una suave risotada coincidió con eso. "Oh sí... buena respuesta, de paso". Le
dedicó a su compañera una aprobadora mirada. "John tiene un buen equipo ahí,
pero él es demasiado bueno y ético para una pelea canina como esa".
"Si... son agradables". Musitó la rubia mujer. "Larry me invitó a salir esta
noche".

Dar parpadeó, y se tragó por completo un sentimiento inapropiado de... "Que


simpático de su parte". Logró decir. "¿Adónde vais a ir?".

"Oh... yo no... quiero decir...". Kerry se sonrojó ligeramente. "Le dije que
gracias pero que tenía una cita previa".

Ojos azules la miraron quedamente. "Que gracia... le dije a Michelle Graver


lo mismo".

Los ojos de Kerry se agrandaron. "Por Dios Santo, Dar... deberías haber
aceptado... estoy segura que hubierais compaginado perfectamente... y hablado de
la cuenta".

Dar se paró ante un semáforo en rojo, y se volvió hacia su asistente


mirándola. "No me citaba para hablar de la cuenta". Le dijo llanamente a la rubia
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 262 de 262

mujer.

Ojos verdes como el mar estudiaron su rostro en silencio por largo tiempo,
antes de que Kerry se reclinara de nuevo. "Oh". Murmuró.

Dar siguió conduciendo, sintiendo como se asentaba sobre ella una cierta
depresión. Obviamente este era un concepto antinatural para la chica. Quizás
debería haber aceptado a Michelle después de todo. Kerry ni siquiera se habría
dado cuenta... había arriesgado la cuenta para nada. Por Dios que está en los cielos,
Dar... piensa claramente. ¿Qué diablos crees que estas haciendo? Jugó con la idea
de cambiar de parecer y llamar a Michelle.

"Quieres decir... ¿qué te encuentra atractiva y quería algo más contigo?". La


voz de Kerry la sorprendió y la sacó de sus morosos pensamientos, y miró hacia su
derecha con sorpresa.

"Um... me imagino... supongo que si". Dar estaba aturdida, no esperaba la


calmada e interesada evaluación.

Kerry cruzó los brazos a la altura del pecho y ladeó la cabeza


introspectivamente. "Bueno... al menos tiene buen gusto". Comentó simplemente.

Dar casi se pasa una señal de stop. "Lo siento". Murmuró mientras paró el
coche de forma brusca y se giró para dedicarle a Kerry una mirada de sorpresa. "Lo
tiene, ¿eh?".

Kerry la miró como si estuviera loca. "Bueno... si...". Dejó escapar una risita.
"Vamos Dar..." Giró el retrovisor para que se mirara su jefa. "Quiero decir, ¿hola?".
Oh... la he hecho enrojecer. Ahora la prueba ácida. "Por qué... ¿te incomoda?".

Una pista se coló por la ventana y golpeó a Dar en la cabeza. "Um. No". Se
frotó la sien, entonces sofocó una risa de alivio. "No... he pasado por eso antes...
supongo que no estaba de humor para jugar esta noche".

Kerry asintió ligeramente. "Bueno, trataré de compensarte".

Dar sintió como se le secaba la garganta. Para... ella no lo dice en ese


sentido, pedazo de idiota. "Si... estoy segura de que nos divertiremos". Replicó
ligeramente. "Después de todo, te prometí Mongolia, ¿verdad?".

Verdad.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 263 de 263

Definitivamente había sido un trayecto interesante, decidió Kerry, y una


mañana más interesante aun. Se tomó su tiempo al cambiarse, sacándose el traje de
lana con un sentimiento de puro alivio. Rebuscó entre su ropa y decidió ponerse el
bañador debajo de su camiseta y bermudas. De esta forma si hiciera mucho calor
en el parque, podría quitarse la camiseta.

Consideró brevemente sugerirle lo mismo a Dar, entonces suspiró y agitó la


cabeza. Dios, Kerry... ¿por qué no haces más el tonto, eh? Enamorarte de tu
superior... por el amor de Dios, hablando de la cosa más estúpida de la tierra... eso
es.
Al menos tenía el sentido común de dejar de negárselo a sí misma, y
simplemente aceptar el hecho de que Dar le parecía una mujer excitante.

Ayudaba la idea de que la mujer mayor no se extrañaría... no después de ese


encontronazo con Michelle. Kerry se puso el traje de baño y se ajustó los tirantes,
comprobando su reflejo por el rabillo del ojo y dándose a sí misma un asentimiento
de aversión.

Además, conocía las reglas de la empresa... era una fantasía inofensiva, y


sospechaba que Dar disfrutaba del flirteo en broma cuando probó con una línea o
dos del mismo. Sólo un poco de diversión, nadie sale lastimado de ello, e incluso
hizo que Dar se relajara un poco, lo que era siempre bueno.

Ciertamente explicaba el pequeño viaje en la montaña rusa de anoche. La


rubia mujer rió un poco, recordando lo realmente bien que se había sentido, y
como había esperado a medias que Dar sugiriera montar otra vez. Ah bueno... tuvo
su oportunidad, y ahora que de alguna manera se entendían, seguro que esta noche
era más divertida aun. Dios... ¿pensó que quería salir con ese supergeek de Larry?
Dar..
¿Que pasa con eso?.

Ella podía haber salido con Michelle. Kerry se puso las bermudas, y se
reclinó sobre el respaldo de la silla. En cambio, decidió quedarse con nuestros
planes. Eso fue realmente agradable de su parte... no tenía que haberlo hecho... yo
podría haber encontrado que hacer por mi misma.

Hm. Quizás ella no estuviera de humor para algo serio... creo que Michelle
sería de las personas que quieren... acción. Conmigo, ella sabe que está a salvo.

Que bueno. Yo sé que estoy segura con ella también... simplemente podemos
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 264 de 264

salir, y divertirnos.

"Hey... ¿soñando despierta?". La sorprendió la grave voz, y se giró para ver


a Dar reclinada sobre la puerta en pantalones cortos y una camiseta sin mangas
sobre un bañador. "He llamado a la oficina... María está guardando la tonelada
métrica de cosas de las que tendremos que ocuparnos la semana próxima, no está
sucediendo nada catastrófico excepto que un tornado rodeó nuestras oficinas, y
nuestro servidor de correo esplitó, con lo que probablemente tendrás que volverlo a
bajar esta noche".
"De acuerdo". Coincidió Kerry. "Lo he revisado esta mañana... tres de los
contratos en los que estaba trabajando se han finalizado, pero nada más es
realmente crítico...". Hizo una pausa recordando que este era, de hecho, un viaje de
negocios. "¿No sería mejor que nos quedáramos aquí y tengamos algo de trabajo
hecho?".

Dar miró hacia abajo, entonces movió los labios en una sonrisa. "No".
Pestañeó. "Con un poco de suerte, podré contar esto como mis vacaciones, y así
todos me dejaran en paz".

"Ah... un motivo ulterior". Rió Kerry. "Vale. Estoy lista... vamos". Siguió a
Dar hacia la puerta, y salieron hacia el ascensor.

"Dios, hace calor aquí fuera". Kerry se reclinó sobre el mostrador del
conserje mientras Dar se encargaba de reservar las habitaciones por una noche
más. "¿Quieres parar para nadar un rato antes?".

Dar terminó de hacer las reservas y se giró, ajustándose la pequeña riñonera


que llevaba alrededor de la cintura para guardar su celular y el busca, así como su
monedero. "Tengo una idea mejor". Le acercó a Kerry un pequeño cuaderno de
plástico de forma cuadrada. "Toma... es tu pasaporte". Giró los ojos. "¿Qué tal esto
en vez de la piscina?". Le dio a Kerry un colorido panfleto que encontró en el
mostrador.

"¿Blizzard Beach?". La joven mujer lo examinó. "Oh... vaya... esto parece


genial...". Era un parque acuático por completo con un enorme tobogán de agua de
140 pies de altura. "Tu ganas".

"¡¡¡Yaaaaa!!!". Gritó Kerry al acelerarse en la bajada, deslizándose y girando


a través de la resbaladiza y fina capa acuosa antes de caer al aire justo antes de
golpear con el agua. Momentos después, Dar cayó junto a ella, para después
emerger agitando la cabeza para sacarse el oscuro y mojado cabello de los ojos.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 265 de 265

"Fiuu". La mujer mayor se aparto de la salida de los toboganes con fuertes y


seguras brazadas. "Menuda bajada". Volvió a sumergir la cabeza en el agua y
entonces se levantó según se acercaban al bordillo dejando caer el agua por su
cuerpo.
"Oh si...". Coincidió Kerry, ligeramente sin aliento. "Pero gané, de nuevo".

"Si, si...". Dar la salpicó. "Eres más pequeña que yo, por eso".

"Ni modo... es mi técnica... se como coger las curvas de la manera


adecuada". Kerry movió la mano simulando formas de ese.

"Escúchate...". Bufó Dar. "Apuesto a que si repetimos te ganaría".

"¿Oh, si?". Kerry salió de la piscina, y pasó sus dedos por su mojado
cabello. "¿Cuánto?". Llevaban en el parque acuático varias horas, y el sol
comenzaba a ponerse, pero Kerry no estaba dispuesta a dejar pasar esta
oportunidad. Dar lentamente se había relajado y abierto un poco, llegando a ser
casi juguetona cuando probaron todos los toboganes y piscinas.

"No se... ¿qué te merece la pena?". La morena mujer caminó a su lado,


volviendo la espalda hacia la entrada de los toboganes. "Veamos...". Indicó a Kerry
que se parase junto a un hombre de nieve sonriente. "Vale... superas las 48
pulgadas... sólo quería asegurarme".

"Tch...". Kerry le dedicó una mirada de fingido desprecio. "Odio las bromas
sobre bajitos". Advirtió. "Sólo por eso, si yo gano, tendrás que sentarte esta noche
durante toda la exhibición de los Vegetales Felices".

"Oh... definitivamente voy a ganar... no me voy a quedar pegada al brócoli


danzante...". Dar sacudió la cabeza. "Todas esas zanahorias hidropónicas agitando
sus raíces al viento... no gracias".

"Ya veremos". Guiñó un ojo Kerry según entraban en la cola, mucho más
corta ahora ya que la gente se iba a casa o a cenar.

Minutos después, estaba saliendo despedida fuera del tobogán, alcanzando el


agua para luego salir a la superficie y girar la cabeza a su alrededor buscando a
Dar. "¡¡¡Ja!!!". Rió, separándose de la salida del tobogán y mirando hacia la salida
del otro.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 266 de 266

Pasaron los segundos y todo estaba quedo. Kerry se sacó el pelo de los ojos
y esperó. Más segundos. Ahora se acercó y miró hacia arriba con desconcierto.
"Vamos Dar... ¿acaso te has parado a llamar por el móvil?". Se acercó más, casi
pegada a la salida del tobogán ahora, y apoyó las manos sobre la resbaladiza
superficie.

Una fuente de agua la golpeó, sus piernas se separaron del suelo e introdujo
la cabeza bajo el agua mientras graznaba por la sorpresa e indignación. Momentos
después era llevada a la superficie empapada y enfadada para enfrentarse a una Dar
satisfecha de sí misma y con una mueca en el rostro. "Como has... qu...".

La ejecutiva se rió, soltándola y alejándose de ella. "Haría lo que fuera para


evitar cantar con los brócoli, recuérdalo, amiga mía".

"¡Ey!". Kerry arremetió agarrándola por un tobillo. "Párate...". Le dio un


tirón, y se encontró siendo impulsada por el agua. "Oh... mierdecilla". Murmuró,
dando una brazada y asegurando el agarre. "¡He dicho que te pares!".

Dar hizo una mueca y siguió nadando. Sintió como la mano de Kerry se
resbalaba, entonces se elevó y se enganchó fuertemente en su bañador, los dedos
resbalando sobre la piel de la mujer mayor dejando un suave cosquilleo tras ellos.
Se paró y se giró en el sitio, agarrando a la sorprendida rubia y acercándola hacia
ella. Por un momento simplemente se miraron, y Dar disfrutó de la intensa energía
que podía sentir entre las dos, entonces sonrió y le hizo una ahogadilla a su
compañera, con una risotada triunfal.

Kerry se enderezó y apareció en la superficie, entonces se levantó con las


manos sobre su delgada cadera, salpicando agua clorada por todos lados. "Me
vengaré de eso". Juró, pero con una mueca fácil.

"¿Lo prometes?". Contestó Dar, sorprendiéndose un poco a sí misma,


entonces se encogió y devolvió la mueca.

Las dos salieron del agua y cogieron sus toallas, secándose y dirigiéndose
hacia las taquillas donde habían dejado su ropa. "Esta fue muy buena idea, Dar...
excepto que creo que me he quemado". Kerry dio un respingo al tocarse la nuca.
"Esto va a ser un poquito difícil de explicar en una reunión de trabajo".

Dar puso una mano sobre su hombro y observó su piel, separando el cabello
y tocando la sensible piel con la punta de un dedo. Sintió como Kerry aguantaba la
respiración con el toque, y sofocó una sonrisa. "Sensible, ¿eh?".
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"Uh... si". Kerry estaba sorprendida por como su cuerpo reaccionó ante el
simple roce. "Quemada, ¿verdad?".

"Un poquito". Observó Dar, trazando una segunda línea alrededor de su


nuca. "Habrá que conseguirte algún aftersun". Le alcanzó a Kerry su toalla,
alquilada en el parque y se puso la camiseta y las bermudas sobre el bañador. "Lo
bueno de esta ropa...es que se seca deprisa".

Kerry tragó. "Si... ya me he dado cuenta". Se aclaró la garganta. "Quizás


tenga algo de frío esta noche por quemarme...". Entrecruzó los brazos a la altura
del pecho. "Quizás pueda comprar un jersey".

"Buena idea... no es como si no tuvieran setecientas variedades". Contestó


Dar inocentemente, según le acercaba a su compañera su camiseta. "Vamos...
después de todo esto, me muero del hambre".

Kerry escuchó un ligero rugido y se puso la mano sobre el estómago al


ponerse la camiseta. "Yo también".

Dar se reclinó sobre su asiento en el autobús, apoyando una rodilla contra el


asiento delantero y apoyó la cabeza sobre el frío cristal de la ventana. Vio pasar la
verde hierba y el espeso follaje a la vez que el vehículo viajaba a través de las
carreteras de la propiedad desde el parque acuático hasta el más céntrico Epcot
Center.

Ahogó un bostezo, y trató de pensar en todo el trabajo que la esperaba al


volver. A pesar de la enorme pila que supondría, no podía mellar el perezoso y
buen humor en el que se encontraba, y se dio cuenta de que esto era lo más
divertido que había hecho desde hacía muchos años.

Justo como una maldita niña, Dar... pero quizás sea justo esto lo que
necesitas. De hecho estaba ayudando... se sentía relajada, y esperaba que llegase la
tarde, y su chanza gentil con Kerry había servido de una pequeña estimulación
placentera. Se sentía muy a gusto con la joven mujer, la cual se hallaba sentada a
su lado, con un cálido hombro presionado contra el de Dar, y se sentía muy
contenta de haber elegido que Kerry viniera con ella. Era una oportunidad
demasiado buena como para dejarla pasar, tanto para conocer a su nueva ayudante
así como conseguir un poco de paz y tranquilidad al mismo tiempo. Dar estaba
ciertamente agradada con como las cosas estaban sucediendo.... y si Michelle
Graver no se había ofendido demasiado al rehusar su cita para la cena, tendrían una
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oportunidad con la cuenta también. Eso le recordó algo sin embargo, y sacó su
móvil para hacer una llamada. "¿Mark?".

"Oh... Dios Mío... es la desaparecida mujer maravilla que se esfuma en el


aire, para después mandarme un fax con sucias y clandestinas instrucciones...". Rió
la voz del Director de MIS. "¿Es cierto que golpeaste a Minnie Mouse?".

"No he pegado a nadie". Dar hizo una pausa deliberada. "Aun".

"Uh oh... siento una lengua agitándose...". Rió Mark. "Fue rudo Dar... dos de
esos paquetes tenían una gran seguridad".

"¿Y?".

"Esta en progreso". Mark deliberadamente no entró en cosas específicas,


debido a la facilidad de interferir en llamadas a través de celulares. "Tienes a los de
provisiones temblando Dar... Eldon partió por la mitad uno de esos raros lápices
mecánicos que tiene por millones cuando le llamé... oí el ruido".

"¿Pero se mueve adelantando el proyecto?". Persistió Dar, viendo los árboles


pasar.

"Tuvo que robar dos circuitos de FPL... vas a tener que arreglar las cosas por
aquí, pero si... se está moviendo en ello... no está contento".

"Pregúntale si una recomendación formal en su curriculum lo haría más


feliz". Comentó Dar. "Y dile que no sea tan malditamente anal... esto es
importante".

"Yo lo sé... él lo sabe... Jesús, Dar... todo el jodido personal de hq lo sabe,


incluyendo el personal de limpieza". Le avisó el Director de MIS. "John ha
llamado... ya hay rumores circulando sobre ti destrozando el equipo de IBM".

"Genial... de acuerdo, Mark... dejaré encendido el móvil, como siempre...


dame un toque cuando finalices las cosas. ¿Esta Robert Maccen publicando el
documento de respuesta?".

"Sip... seguro... dime de todas formas, ¿dónde estas?". Preguntó curioso el


hombre. "Parece silencioso".

Dar dudó, conteniendo sus buenos sentimientos con cautela innata.


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"Reconociendo el lugar, de hecho...". Sentenció. "Evaluando la infraestructura".


Ignoró la mirada de asombro de Kerry.

Mark chascó la lengua. "Dar, eres la única jodida persona que conozco que
va al puñetero Disney World y termina trazando cables... tomate un maldito
respiro, ¿de acuerdo?. Al menos ve a ver los fuegos artificiales".

Dar observó su cuerpo desmañado y ligeramente quemado, acomodado entre


su asiento y su compañera, y ahogó una seca sonrisa. Ya lo hago, Mark... más de lo
que imaginas. Quizás incluso más de lo que yo misma supongo. "Si tengo un par
de minutos seguro".

"Dar, no me hagas pensar que vas por Orlando andando metida en uno de
esos trajes de lana... sudar en la sala de control no es bueno, ¿vale?".

"Yo... um... no llevo un traje de lana Mark, si eso te hace sentir mejor". Dar
apoyó la mano sobre una de sus rodillas al aire, trazando una pequeña cicatriz justo
sobre la rodillera. "Y trataré de ver uno o dos espectáculos de fuegos artificiales si
me garantizas que ese plan estará completo mañana a las 10 de la mañana".

"Dar...". Suspiró Mark. "Oh bueno... no necesito dormir... de acuerdo, lo


prometo... pero debes traerme un suvenir". Hizo una pausa. "Es más... para que sea
justo, tráeme una foto de ti en la que realmente estés relajada al menos durante
cinco minutos. ¿Es demasiado pedir?".

"Oh... así que, si me quito los zapatos y pateó un peluche de Goofy por el
césped, eso cuenta, ¿verdad?". Señaló la ejecutiva.

Un suspiro.

"Vale... acepto Mark... si lo consigues, tendrás tu foto, lo prometo". Dar rió.


"Es más... si lo haces a tiempo, tendrás mi foto en bañador".

Silencio absoluto, ni siquiera se oía respirar. Dar miró al teléfono, después a


su compañera, la cual tenía una mano firmemente tapándose la boca y se estaba
poniendo roja del esfuerzo por no reír.

"¿Mark?". Silencio, entonces se escuchó un ruido y otra voz contestó.

"Ey... ¿quién es?".


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"Jeffrey... soy Dar Roberts".

"Oh... oh... lo siento señora... um... ¿le hizo algo a Mark?. Está aquí sentado
con esta mirada realmente extraña en su cara".

Dar suspiró. "Tan sólo dígale que hablamos luego". Colgó y miró a Kerry, la
cual estaba mordisqueándose los nudillos y riendo quedamente. "Crees que eso es
divertido, ¿eh?".

Se acercó y le hizo cosquillas a Kerry en las costillas, e hizo una mueca


cuando la pequeña mujer pegó un bote y se alejó. "Oh... ya veo que hay algo que tu
curriculum no menciona, señorita Stuart...". Le hizo cosquillas de nuevo, y vio
como Kerry se alejaba aun más de ella.

"Gaaa... para". Kerry le agarró la mano y la mantuvo sujeta. "¡Pobre Mark!...


Y, ¿me vas a decir cual es el plan o he de adivinarlo ahora?". Soltó con cuidado los
dedos que la habían martirizado, y se sintió aliviada al ver que el ataque no se
repetía.

Dar se sentó sobre su asiento y rodeó una de sus rodillas con las manos.
"Bueno, tengo a dos personas trabajando en la confección de una propuesta que
responda a sus peticiones, con fuentes específicas y ese tipo de cosas.
Normalmente lo hago yo, pero...". Se encogió de hombros. "No es tan
complicado... de todas formas, ellos preparan el documento para nosotros ya que
tienen acceso a toda la información, y nos lo mandaran antes de la reunión".

Kerry absorbió todo lo dicho. "¿Y?".


Despacio, ojos azul pálido la miraron. "¿Qué quieres decir con, 'Y'?".

Una mirada astuta la estudió. "Eso es lo que los del otro equipo también
estarán haciendo... si te interpreto correctamente, iras más allá de eso... así que,
¿cual es el resto del plan?".

Dar sonrió, una sonrisa amplia y genuina. "Tienes razón... pero no quiero
hablar sin asegurarme. Deja que Mark llame esta noche, entonces te lo contaré
todo".

La rubia mujer rió triunfal, a la vez que el autocar se adentraba en el parque


y se levantó, esperando a que Dar la acompañara. "Sin embargo, no creo que haya
nada de Mongolia aquí... ¿qué tal un italiano?".
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Dar se estiró, sintiendo unas ligeras agujetas en los hombros debido a la


natación. "¿Qué tal un japonés?".

"Mm". Contrajo las cejas Kerry. "Difícil elección".

Se bajaron del autocar y se encaminaron a la entrada.

Acabaron en Inglaterra. Más que nada porque Kerry quería ver los fuegos y
Dar conocía un pequeño secreto. Con lo que estaban confortablemente sentadas en
la terraza de un Pub Inglés justo enfrente del lago mientras la gente se acercaba
para ver el espectáculo.

Había una agradable y fresca brisa agitando el agua, y Kerry se alegró de


haber escogido un jersey, uno de color verde foresta con un pequeño y alegre
Winnie the Pooh bailando sobre su pecho izquierdo. Tomó cuidadosamente un
trago de su pinta de cerveza viendo como Dar hacía lo mismo, y leyó el menú.
"Todo es comestible, ¿verdad?".

Dar rió. "Bueno, hay un montón de influencias interesantes en la comida


inglesa... especialmente de la India y las demás antiguas colonias, pero en este
menú... si. Todo es comestible". Miró a su alrededor, para luego ponerse el bonito
jersey de punto color gris que había adquirido en una tienda cercana sobre los
hombros. "Se está bien".

Kerry se inclinó para tocar el tejido tan suave como la mantequilla. "Es tan
bonito". Lo admiró. "Y he de parar en esa tienda de té de nuevo... he de comprar
algunos de esos sabores y llevarlos de vuelta a la oficina. Estoy un poco harta de la
naranja con canela y el regular".

"Hmm... tienes razón... te gusta el té, ¿verdad?". Comentó Dar, reclinándose


en su silla y apoyando los pies sobre la que tenía enfrente. Hicieron sus pedidos
con la apuesta camarera, y Dar asintió para que rellenaran sus vasos. La cerveza
sentaba bien después de todo un día de actividades y se sentía de humor para
relajarse un poquito esta noche. Habían hecho todo el circuito de los países, y se
había permitido comprar algunas menudencias, controlando de alguna manera no
comprar toda la tienda de lana de oveja en Canadá, pero pasándoselo bien en la
hostelería de Francia. La fresca brisa le apartó el pelo de la frente, y dejó que su
cabeza cayera hacia atrás cerrando los ojos.

Ciertamente Dar era otra persona fuera de la oficina, decidió Kerry,


observándola subrepticiamente. Tiene esa... diabólica, traviesa, maliciosa y
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desenfadada línea que la rubia mujer había descubierto de dura manera. Como
cuando Dar la distrajo mientras una enorme burbuja se volvió verde o algo así y la
golpeó por la espalda asustándola hasta la médula. O dirigiéndola a la plaza del
cuero en Marruecos donde aparentemente trabajar el cuero no era una habilidad
adquirible. Ugh. O cuando les dieron un vaso con algo dulce y azul para beber, y
no darse cuenta de que tenía 200 grados hasta tragárselo.

Para ser justos, a Dar la pillaron también con la cosa azul, lo cual admitió
tras pedir agua para Kerry y que lo ayudase a bajar. Y le había dado una pequeña
figurita de cera que el moldeador había hecho para ella enfrente del pabellón de
China... tan sólo con cera y palillos, lo giró y dio forma hasta formar un caprichoso
dragón con las alas agitándose.

"Toma". Dar se encogió de hombros al alcanzárselo. "Yo no colecciono de


estas cosas".

No, pensó Kerry, mientras estudiaba el anguloso perfil. Nada personal,


¿verdad?. Nada de lo que te puedas sentir atada emocionalmente... creo que veo
eso en ti, Dar. Se reclinó hacia atrás, sintiendo un agradable ronroneó debido a la
cerveza, y estando contenta de que hubieran sido capaces de picar algo en los
mostradores colocados para tal efecto mientras paseaban alrededor del mundo
antes de comenzar a beber. La parada mejicana fue muy buena... todavía podía
saborear un poco las especies de los pequeños tacos, y disfrutó de los aperitivos de
salchichas y quesos ahumados en Alemania así como del vasito de vino blanco que
lo acompañaba. "Ha sido una suerte visitar esto cuando es la exposición
Internacional de Comida y Vinos, ¿eh?".

"Mm". Dar sonrió, y abrió un ojo perezosamente. "Esa es una buena idea...
poner muestras de comida y bebida de los diferentes países... diferente. Me gusta".
Tomó un sorbo de su fresca cerveza. "Porciones lo suficientemente pequeñas de
forma que puedas probar muchas de ellas, y es una buena oportunidad para mostrar
las diferentes culturas". Tomó otro sorbo. "Algo como los festivales que tenemos
en Miami... el Festival de Arte, y los festivales heredados... donde puedes tener una
tonelada de cosas de las diferentes nacionalidades... aunque tendemos a lo caribeño
e hispano de forma predominante. Esto está bien, porque aquí tienes representados
a los países continentales también".

Kerry alzó sus rubias cejas. Beber la hace más habladora. Escríbelo en la
PDA, Ker... podría ser de utilidad alguna vez. "Todavía no he tenido la oportunidad
de ir a uno de ellos... me llevaron al Festival Escocés el año pasado, pero casi me
doy en la cabeza con uno de esos troncos y alguien trató de hacerme comer
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haggis".

Dar rió. "Nah... prueba el Cajun... es más divertido, y tendrás que encabezar
cantidad de insectos picadores del fango". Alzó la mirada cuando la camarera trajo
su comida y sonrió, dejando el vaso en la mesa y cogiendo los cubiertos.

Kerry le dio las gracias a la mujer y asintió cuando esta miró


interrogadoramente los vasos. Una más no podría hacer daño, además, estaba
teniendo éxito en su empeño de hacer que su jefa se relajara. María se sentirá
orgullosa de ella.

"Creo que estoy un poco borracha". Admitió Dar mientras se encaminaban a


la salida, pasando las fuentes de agua cuyos chorros bailaban al son de la música.

"Nadie podría decirlo". Le aseguró Kerry, observando a la alta mujer


intencionadamente. "Caminas en línea recta, no pronuncias mal las palabras, y no
has besado a ninguno de los personajes que van por ahí".

Dar lo consideró. "Es cierto". Pegó un pequeño salto cuando sonó el


teléfono, entonces dejó escapar una corta risotada y lo contestó. "¿Si?".

"Me debes una foto, Gran D". La voz de Mark sonaba muy, pero que muy
satisfecha. "¿Conseguiste ver alguno de los fuegos artificiales?".

Dar se dio la vuelta y caminó hacia atrás, viendo el movimiento del láser
alrededor de la enorme geosfera. "Si... vi alguno que otro...". Se giró de nuevo.
"Buen trabajo... podrás tener el link preparado para mañana por la mañana... tendré
que marcar con el móvil".

"Ya está preparado. ¿Dónde está mi foto?". Incidió Mark. "No sabes que
inspiración fue esa... he hecho cosas esta noche que ni Babbage se hubiera
imaginado".

"De acuerdo... de acuerdo...". Rió descontroladamente Dar. "Haré que Kerry


me saque una, ¿vale?. Mañana".

"¿Ella está allí?. Pónmela". Pidió Mark. "Ey, ¿Kerry?".

"Aquí mismo". Contestó la rubia mujer, tapándose la otra oreja con la mano.

"¿Conseguiste sacarla del maldito hotel durante una hora?". Susurró el


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director de MIS.

Kerry miró donde Dar se había subido a una valla e inspeccionaba un


arbusto moldeado como Figiment, el dragón imaginario. "Oh.. si, de hecho,
conseguí que fuera a uno de los parques esta noche".

"¡Buena chica!". La alabó. "Esa jodida mujer no ha tenido unas vacaciones


en diez años". Suspiró. "¿Te estás divirtiendo?".

"Ha sido...". Kerry se sonrió a sí misma. "Muy educativo... he aprendido


mucho, y espero que las cosas funcionen para la oferta. Esta es una cuenta muy
interesante".

"Eso no es lo que pregunté". Objetó Mark.

"Si, me estoy divirtiendo". Replicó. "Gracias por preguntar".

Estaba bostezando cuando por fin llegaron al hotel, su monorraíl dejándolas


limpiamente en el recibidor. Kerry siguió a Dar como si fuera un cahorrillo hasta el
ascensor, resistiendo el impulso de agarrarla por la parte trasera de su camiseta
para mantener el paso, y tuvo que tomarse unos minutos para aclararse los ojos
antes de poder abrir la puerta de su habitación. Estaba silenciosa, y realmente no
quería más que acurrucarse sobre la cama vestida y todo, y simplemente pasar.

Pero no, se cambió a su ropa de pijama, estremeciéndose donde la sonrojada


piel entraba en contacto con el bañador, entonces se giró, y vio parpadear su luz de
mensajes. Perpleja, descolgó el teléfono y marcó a recepción, anotando el número
y viendo que se trataba de Colleen. Urgente.

Oh chico... Marcó el número de su amiga y esperó hasta que la voz


soñolienta contestara al otro lado. "¿Col?".

"Jesús hijo de María, Kerry... ¿dónde demonios estas?". Colleen se despertó


instantáneamente. "Tus padres se están volviendo locos... han llamado aquí tres
veces".

"Um". Kerry se frotó la cabeza. "Estoy en Orlando, como deberías saber...


¿cual es el gran problema?".

Silencio. "¿No te has enterado?".


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"¿Enterado de qué?. No... he estado en reuniones todo el día, y luego... ¿qué


ha pasado?".

"Jesucristo, Kerry... el avión en el que supuestamente estabas esta noche se


ha estrellado en los Everglades... casi todos los que iban en él han muerto, al
menos eso creen".

Kerry se sentó sobre la cama, de repente sus piernas eran incapaces de


sostenerla. "Oh Dios Mío". Levantó una temblorosa mano hacia su boca. "Mejor
llamo a mis padres".

"Llámame de vuelta... ¿vale?". Dijo suavemente Colleen.


"Vale... lo haré". Kerry colgó, entonces apoyó la mano sobre el auricular
durante largo tiempo antes de descolgar y volver a marcar. "¿Mamá?".

La voz de su madre prácticamente salió del teléfono. "No... no... estoy bien...
estoy bien... sigo en Orlando. La reunión duró más de lo que pensábamos, con lo
que nos quedamos otra noche... no... no... de ninguna manera... en la oficina sabían
que no iba en ese vuelo". Una pausa. "Podrías haberme llamado... hola, Padre".

"Ya está... ninguna hija mía va a vivir donde terroristas pueden simplemente
hacer explotar un avión... ese lugar tiene muy pocos americanos, válgame Dios...
vas a volver a casa".

"¿Estás seguro que fueron terroristas?. No he oído ningún detalle... yo no...".

"Ni sis, ni peros Kerrison... punto y final. ¿Te imaginas a la prensa si


hubieras estado en ese avión? ¡Dios mío!". La cortó su padre. "Haz lo necesario".

La línea quedó muda. Lentamente Kerry dejó el auricular sobre el teléfono.


"Me alegro de no haber estado en el avión también, gracias por preguntar". Un
ruido la hizo alzar la mirada, para ver a Dar de pie en la puerta de conexión entre
las habitaciones, una queda mueca en su mirada. "Supongo que ya te has enterado".

La alta mujer asintió y entró, atravesando la habitación y sentándose a su


lado sobre la cama. Un mando a distancia colgaba de la mano de la ejecutiva.
"Tengo las noticias puestas ahí dentro". Una pausa. "¿Te encuentras bien?".

"Oh si". Respondió amargamente Kerry. "Mi padre estaba muy aliviado de
no tener que reconocer mi muerte al médico". Apoyó los codos sobre las rodillas, y
miró hacia la moqueta en el suelo. "Quieren que vuelva".
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 276 de 276

Dar dudó, entonces torpemente rodeo a su compañera con el brazo. "¿Por


qué un avión se ha estrellado?. Eso no tiene sentido, Kerry".

"Por que Miami está lleno de degenerados, pervertidos y extranjeros que no


hacen más que arremeter contra los Estados Unidos". Contestó Kerry con un
suspiro. "¿Saben que es lo que hizo que el avión se estrellase?. Él dijo que fue un
terrorista... ¿es cierto?".

"No estuve mirando lo suficiente para saberlo... vamos, entremos en la otra


habitación para ver las noticias... quizás lo digan".

Kerry alzó la mirada, agradecida por la calidez del brazo de Dar sobre ella.
"Tendríamos que haber estado en ese avión".

"Lo sé". Replicó calmadamente la mujer mayor. "Pero no lo estábamos...


vamos, he pedido chocolate caliente... veamos que pasa".

Se acomodaron en la cama de Dar, y ella aumentó el volumen de la


televisión, la cual estaba sintonizada en la CNN. La imagen era prácticamente
oscuridad, con deslumbrantes luces rojas y azules por todas partes, y la ocasional
luz amarilla. El reportero llevaba un corta vientos y obviamente estaba lloviendo y
hacía viento donde él se encontraba. "La FAA en este momento no está
comentando o especulando nada acerca de lo que ha hecho estrellarse a este
Boeing 727, tan sólo que el piloto reportó problemas sobre West Palm Beach y
decidió girar al oeste, lejos de áreas habitadas".

"No suena como una bomba". Comentó Dar, levantándose para contestar a
una suave llamada en la puerta. "Buen servicio". La abrió y permitió entrar al
camarero de servicio de habitaciones con una bandeja. "Póngalo ahí encima". El
camarero se fue, y sirvió dos humeantes tazas de chocolate, añadiendo una
minúscula nube a cada uno antes de ofrecerle uno a Kerry. "Aquí tienes... bueno
para lo que te incomoda".

Kerry tomó un sorbo y le dedicó una sonrisa. "Gracias". Volvió su atención a


la televisión, donde linternas mostraban lo que parecían cientos de hombres en
varios uniformes sumergidos hasta los muslos en agua, separando escombros y
otras cosas. "Es horrible".

"Mm". Exhaló Dar, entonces descolgó el teléfono y marcó un número. "Soy


Dar". Hizo una pausa, escuchando. "¿Cuál es la historia de ese avión que se ha
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 277 de 277

estrellado?". Otra pausa. "Bueno, puede que no, pero se supone que yo iba en él".
Un suspiro. "No lo creo tampoco, pero quiero asegurarme... gracias Gerry". Colgó.
"Veamos si podemos obtener alguna información verdadera".
"¿Quién era ese?". Preguntó Kerry, sintiendo que se iba animando poco a
poco. "¿O es uno de esos que si me lo cuentas, luego tendrás que matarme y ese
tipo de cosas?".

"Un amigo mío del Pentágono". Replicó Dar. "Dios... mira eso...".

La cámara que filmaba desde el helicóptero mostraba un caos de fuegos,


luces y movimiento en la pantalla, entonces de repente, gente comenzó a gritar y a
alzar las manos. El reportero hizo una pausa y escuchó por su audífono, entonces
sonrió a la cámara. "Me acaban de informar que acaban de encontrar a
supervivientes... parece ser que el avión se quebró al aterrizar en los Everglades y
hay algunos, repito, hay algunos supervivientes".

"No fue una bomba entonces". Comentó Dar. "Eso lo desintegra en el aire, y
no deja mucho en la forma de seres humanos vivos". Se reclinó sobre la cabecera
de la cama y estiró las piernas, cruzándolas a la altura de los tobillos. Kerry estaba
cruzada de piernas al otro lado de la cama, agarrando su taza de chocolate con las
dos manos.

Vieron como al principio tan sólo un puñado, y luego más gente herida iba
apareciendo, y los helicópteros empezaron a aterrizar preparados para transportar a
las víctimas. Finalmente Kerry se reclinó también hacia atrás apoyándose sobre la
cabecera de la cama, quejándose débilmente mientras se frotaba el cuello,
agarrotado de estar sentada con la espalda encorbada durante tanto tiempo.

Dar había apagado las luces, excepto la de la tele, y la rubia mujer se dio
cuenta de que le costaba mantener los ojos abiertos. Probó reluctantemente
levantarse e ir a su propia habitación, pero el pensar en estar ahí sola la mantenía
en su sitio, a pesar de sus mejores intenciones. Bueno, quizás unos pocos minutos
más... y después se levantaría.

Sintió como le quitaban la taza de las manos y parpadeó, mientras Dar la


tapaba con una de las sábanas. "No... yo...".

"Shh... estate quieta. Esta cama es lo suficientemente grande como para


albergar a todo el equipo de directores... duerme un poco". Le aseguró Dar,
frotándole amistosamente la nuca. "Whoops... lo siento... olvidé que te quemaste".
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 278 de 278

¿Que me quemé? Preguntó Kerry mientras se le cerraban los ojos, y disfrutó


de los pequeños escalofríos que recorrían su espalda. Oh. Esa quemadura. Cierto.
"No hay problema". Murmuró soñolienta. "No voy a volver ahí".

Dar miró a su compañera, la cual estaba acurrucada en su lado, su


respiración ya calmada por el sueño. "No... no creo que lo hagas, amiga mía". Dejó
que su brazo reposara en la cama próximo a la rubia mujer, y tras unos pocos
minutos alzó la mirada ante un roce.

Dedos rodeaban su antebrazo. Dar observó de cerca a su compañera, y vio el


calmado y pausado respirar dándose cuenta que estaba profundamente dormida. Un
movimiento inconsciente entonces, el hecho de que Kerry la tocase
instintivamente, deseando el confort de un roce que nunca asumiría despierta.

Pobre chica... Dar pensó sobre los padres de Kerry y sintió como surgía en
ella una profunda rabia. ¿Cómo podían tratar a alguien como ella de esa manera?.
Se mordió el labio por un momento, entonces agarró con una mano y sumo
cuidado su ordenador portátil, y chequeó su bajada de mail, la cual estaba
completada. Se dio cuenta de que la proposición que había pedido estaba allí,
entonces accedió a la base de datos general.

Se inició un bot y fue mandado, tras limpiarla no con una sino dos niveles de
contraseñas de seguridad con la información que buscaba. La luz del monitor se
reflejaba pálida sobre su rostro, y también contestó uno de sus mensajes,
releyéndolo varias veces antes de mandarlo. Sus ojos se desviaron hacia la rubia
mujer que descansaba tan confiada a su lado. No te preocupes, Kerry... Le dijo
silenciosamente. Yo cuidare de ti, amiga mía.

Recibió un query de la delegación privada. Tecleó en la ventana y puso su


contraseña personal. Continuó su camino.

Revisó sus mensajes mientras esperaba, pasando por alto la barrera de


noticias generales. Limpiar el refrigerador... no usar los ascensores regulares para
transportar mesas de pc... Día Global del Voluntariado... Dar recordó que tenía que
atender eso, y tomó una nota en su archivo de recordatorios. Continuó navegando.
Se acordó de reciclar... te tengo... el periodo de inscripciones benéficas acaba el 15
de Noviembre... whoops... Dar pinchó para comenzar otra sesión como nuevo
usuario y se introdujo en la base de datos de CAS, repasando sus seguros de salud,
ortodoncia y vida. Aumentó el seguro de ortodoncia al máximo, desde que el año
pasado pasó más tiempo del que le hubiera gustado con un diente astillado,
incrementó un poco también su seguro de vida, para después mandar la solicitud.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 279 de 279

Entonces salió y revisó su lista de trabajo, encontrando lo que le prometió a


Uthai el otro día fuera lo que fuese. Lo revisó y emitió un gruñido. Oh mierda... ese
maldito acceso a internet... debería haberlo escuchado realmente antes de aceptar
estas cosas... tamborileó con los dedos de su mano libre sobre el teclado para luego
simplemente levantar la mano y dejarla caer. Que demonios... un clic, y la solicitud
fue aceptada, pero entonces pinchó el icono de mandar mensajes, y le mandó una
nota a Uthai diciéndole que él era el único responsable... personalmente... si la
seguridad de la empresa se veía comprometida debido a su gente.

Eso tendría que bastar... él no se lo daría a ellos si creyera que mordería el


polvo. Dar rió interiormente. Terminó con su lista de trabajo y volvió a sus
mensajes, alcanzando y tomando un sorbo de su chocolate caliente. Sabía que
debía estar exhausta, pero el repentino avión estrellado hizo que la adrenalina
circulara por su cuerpo, y debía dejar que siguiera su curso.

***

Un suave ruidillo atrajo su atención y giró la cabeza mientras Kerry se


estiraba, moviéndose un poquito más cerca y moviendo también su agarre, sus
dedos rozando la piel de Dar con una sensación maravillosa de calidez. Era muy
agradable. Kerry sonreía, un poco sólo, en su sueño y Dar le devolvió la sonrisa,
observando a la pequeña mujer con verdadero afecto. Entonces le sobrevino un
bostezo y puso su portátil sobre la moqueta, apagó la televisión dejando a la
habitación en una oscuridad rota tan sólo por la pequeña claridad que dejaban
entrar las cortinas. Dar se cubrió con las sábanas y se relajó, consciente del calor
corporal que súbitamente compartía bajo las mismas.

Consciente del cálido aroma de Kerry saturando sus sentidos mezclado con
el olor del algodón limpio, aftersun y una pizca de albaricoque.

Decidió que le gustaba.

Kerry se dio cuenta soñolienta de la pálida luz del sol calentándola a través
de sus párpados cerrados, y de la sensación de calma irradiada casi en su totalidad
por el hombro en el que se encontraba acurrucada. Tomó aire y reconoció el olor de
las sábanas de lana junto con un placentero y especiado olor que su cerebro
amigablemente identificó como el perfume de Dar Roberts.
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Su cuerpo estaba relajado, y uno de sus brazos rodeaba una superficie


caliente y suave que se movía ligeramente, y fue consciente de un sentimiento de
alegría que se acentuó a medida que se acurrucaba un poquito más cerca,
sumergiéndose en la maravillosa sensación.

Otra inspiración. Entonces su soñolienta mente juntó Dar, su aroma y el


hombro en el que se apoyaba, y casi se le sale el corazón por la boca en su intento
de hacer llegar sangre a su cerebro.

Oh maldito sea todo lo del infierno no puedo creer lo que he hecho...


contuvo la respiración y entreabrió un ojo, viendo suave y bronceada piel muy de
cerca. Oh... dios mío.

La habitación estaba muy silenciosa, y cuidadosamente giró su globo ocular


hacia arriba para observar el rostro de Dar.

Durmiendo profundamente.

Fiuu. Cuidadosamente Kerry se separó de su inesperado abrazo y se alejó,


sintiendo un vago pero real sentimiento de pena al hacerlo. Alzó ligeramente la
cabeza para comprobar la hora, aliviada de que tan sólo eran las 7:30. Rodeó la
almohada con un brazo, y ahora, segura en su lado de la cama, se tomó la
oportunidad de estudiar a su dormida jefa. Maldición, he tenido suerte... ¿y si se
hubiera despertado?. Jesús, Kerry... recuerda que trabajas para ella, ¿vale?. Se
supone que esto son negocios.

Pero su cuerpo deseaba volver a acurrucarse, deseando el contacto con Dar


de tal manera que le costaba respirar. La había hecho sentir tan bien... suspiró y se
dio la vuelta. Vamos, muévete... ve y haz algo productivo como pedir el desayuno
y revisar el correo. Estúpido enamoramiento.

Se levantó y salió de la habitación, dirigiéndose al teléfono de su propia


habitación y llamando al servicio de habitaciones. Entonces recordó que
supuestamente tenía que llamar a Colleen, y comprobó la hora. Seguro que la
pillo... marcó el número y esperó. "¿Col?".
"¿Ker? Oh... maldición, de nuevo me dormí ayer... ¿llamaste?".

"Era muy tarde... tuve un mal encuentro con mis padres, y luego estuvimos
viendo las noticias... y me dormí yo también". Le dijo Kerry. "Pero alguna de esta
gente sobrevivió... lo vi".
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"Alrededor del cincuenta por ciento... si...". Colleen bostezó. "¿Vuelves hoy
a casa?".

"Eso creo... si... tenemos una reunión a las 10, y dijeron que anunciarían
quien ganará la oferta... no hay ninguna razón que nos haga quedar por más tiempo
por aquí".

"¿Qué tal es? ¿Aburrido?". Preguntó la pelirroja.

Kerry se permitió un dulce recordatorio de un paseo, y luego suspiró. "No...


no es aburrido... tuvimos esas reuniones, y una especie de enfrentamiento entre
nuestro equipo de contabilidad y el equipo de contabilidad de IBM... fue algo
salvaje... entonces tuvimos que um... evaluar ciertas cosas anoche así que....".

"Cariño, eso suena igual de aburrido que las penas de mi tía Mary...
conseguiste al final ese Pluto que querías".

Kerry sonrió secamente. "Bueno, para ser totalmente honesta contigo... si...
porque ayer me pasé casi todo el día en Epcot Center".

Puro silencio. "Ooo... pequeña apestosa... todo reuniones de negocios, ¿eh?".


Rió Colleen. "¿Te zafaste... o la mujer dragón no te necesitaba?".

"Um... no... ella también fue". Le dijo Kerry. "Las reuniones acabaron pronto
ayer, y no teníamos que empezar de nuevo hasta hoy con lo que.... no había mucho
que pudiéramos hacer excepto un poco de turismo".

"Eww... te quedaste atrapada y tuviste que pasear por Epcot Center con la
mujer robótica del infierno?". Colleen hizo un ruidillo de simpatía. "Pobrecita".

"Sobreviví". Kerry dudó entre protestar o no por la caracterización que había


hecho de Dar, entonces se figuró que tendría suficiente tiempo para ello al llegar a
casa. "De todas formas... todo está en orden, tengo mi Pluto, y volveremos esta
noche".

"¿Tus padres están tan mal?". Preguntó Colleen, conociéndola.

Kerry estuvo callada por un tiempo y luego exhaló. "Si".

"Dulce Jesús... Ker... lamento que tuvieras que pasar por eso tu sola... estuve
pensando en ti".
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"No pasa nada... de alguna manera Dar se figuró lo que pasaba y me golpeó
la espalda y todo eso". Le aseguró Kerry. "Escucha... he de irme y prepararme para
esta reunión... ¿hablamos esta noche?".

"Vale... nos vemos entonces, chiquita". Colleen colgó, y Kerry hizo lo


mismo, pero se quedó sentada sobre su cama sin deshacer por un largo tiempo,
pensando profundamente.

Otra vez ese estúpido sueño. Dar se separó de él, despertándose para ver el
sol entrando en la habitación y encontrarse sola en la cama. Sin embargo el
sentimiento de pérdida y desacuerdo era casi palpable, y se giró acurrucándose y
abrazando la almohada hasta que se pudo controlar y el sentimiento desaparecía.

Había sido tan jodidamente real esta vez... una pequeña cabina en alguna
parte, debía ser por el norte porque una diminuta brisa fría la recorría, y había
estado simplemente acurrucada en el amanecer, sus brazos rodeando a otro cuerpo
durmiente. Recordó haber sentido cierta felicidad y una pequeña pizca de
expectación, como si estuviera esperando que comenzara el día por alguna razón.

Cerró los ojos y se dejó sentir el dolor momentáneamente, el cual terminó


cuando una suave y preocupada voz rompió el silencio.

"¿Dar?". La moqueta sofocó el sonido de los pies desnudos de Kerry


mientras ésta se acercaba y se sentaba en el borde de la cama, apoyando una mano
sobre el hombro de la mujer mayor. "¿Te encuentras bien?".

El dolor cesó y Dar asintió, abriendo los ojos y dedicándole a la rubia mujer
una mueca. "Demasiado de beber anoche creo".
"Ahh... ". Kerry le devolvió la sonrisa y agitó en el aire su otra mano. "Yo
también tengo un pequeño dolor de cabeza... supuse que un poco de desayuno
ayudaría. Ya lo he pedido... y estoy bajando cosas de la red".

"Bien". Dar se frotó el rostro con una mano y bostezó. "¿Qué hora es?....
ah... vale... tenemos un poco de tiempo... en ese caso, he de tomar una larga y
placentera ducha". Se volteó sobre la espalda y se estiró, arqueando la espalda para
desapelmazarla. "No estoy acostumbrada a estos malditos somieres...". Le dedicó a
Kerry una mirada circunspecta. "Echo de menos mi cama de agua".

Los dedos de Kerry deseaban ponerse a trabajar en esos músculos,


fácilmente visibles a través de la camiseta de algodón de Dar, pero contó hasta diez
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 283 de 283

y se controló. "¿Realmente esas camas son confortables?". Se levantó, alejándose


del cálido cuerpo de su jefa y dirigiéndose a la ventana, mirando hacia fuera.

"Oh si". Le aseguró Dar, sentándose y empezando a salir de la cama. Miró


su camiseta y se detuvo en seco sentándose de nuevo, mirando su propio hombro
con desconcierto.

Alzando con curiosidad la mano y separando varios cabellos rubios


atrapados en la tela de la camiseta. Los miró, haciendo girar el suave cabello entre
sus dedos para después mirar a Kerry, la cual seguía mirando por la ventana con
gran interés. "¿Dormiste bien?". Preguntó con curiosidad.

"Si... si, lo hice... um... no llevo despierta tanto tiempo, tan sólo un par de
minutos, en serio... he dormido bien... um... ¿y tu?". Kerry encontró los pequeños
botes que navegaban por el lago fascinantes.

"Como un bebé". La morena mujer sintió como una sonrisa asomaba a sus
labios. "Tu... um.. ¿siempre te acurrucas así por la noche?". Puso las cartas sobre la
mesa y aguantó la respiración, esperando la respuesta de Kerry. La repentina
contracción de la mandíbula de la rubia mujer así como el envaramiento de su
espalda fueron su respuesta. Dar juraría que pudo ver la frase 'oh mierda' formarse
en los labios de Kerry, antes de que la joven mujer respondiese.

"Lo siento... es un hábito estúpido... tengo este enorme peluche de oso


panda, y yo um... ". Kerry sintió como parloteaba y sabía que se estaba poniendo
roja como un tomate.

"Ey". Cortó Dar el chorro de palabras. "Relájate... no me incomodó en lo


más mínimo". Rió, aliviando el ambiente para sacar a Kerry de su obvio malestar.
"Yo también lo hago.. tengo dos grandes almohadas en casa... siempre estoy
abrazándolas... es algo natural".

Kerry no contestó enseguida. Entonces inhaló, moviendo los hombros, y


exhaló antes de darse la vuelta. "Bueno... me alegra que me entiendas... um... ¿Así
qué me ibas a poner al día con ese plan tuyo? Quiero decir... si Mark lo
conseguía... que supongo que lo hizo porque llamó, y...".

"Kerry". La voz de Dar paró su nerviosa cháchara. "Ven aquí". Esperó


mientras la pequeña mujer se acercó de forma dubitativa, y palmeó la superficie de
la cama. "Siéntate".
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"Um...". Kerry se sentó incómoda en el borde del somier, y clavó la mirada


en sus rodillas, horriblemente avergonzada.

"Escúchame, ¿si?. Somos amigas, ¿verdad?". Preguntó gentilmente Dar.

Ojos verdes llenos de vergüenza la miraron. "Eres mi jefa". Replicó


suavemente Kerry, como si eso lo explicase todo.

"Tan sólo olvídate de eso por un minuto". Dar contrajo las cejas. "No te
conozco desde hace mucho, ni tú a mí tampoco... pero creo que es justo decir que
nos llevamos bastante bien, ¿verdad?".

Kerry asintió. "Si".

"Vale... bueno, eso es bueno...". Dar buscó las palabras adecuadas. "Porque
realmente aprecio tener a alguien cerca a quien poder considerar una amiga, y me
alegro de que hayamos tenido la oportunidad de conocernos la una a la otra".

La rubia mujer se relajó un poco. "Yo también".

Dar pensó sus siguientes palabras, sabiendo que se acercaba al borde de una
línea. "No quiero que te sientas... um.. incómoda... respecto al hecho de que
seamos amigas, y que tu... quiero decir, que nos gustemos". Miró fijamente la
moqueta, entonces alzó de nuevo la mirada hacia Kerry. "¿Entiendes lo que estoy
diciendo?".

Kerry lo consideró por un momento. "Si". Exhaló finalmente. "Lo entiendo...


es que es tan extraño".

"¿Por que trabajamos juntas?". Inquirió Dar al azar.

"Porque yo trabajo para ti". La corrigió gentilmente Kerry. "Yo no...


simplemente me parece muy raro".

"Mm". Musitó Dar. "¿Te molesta?". Preguntó de forma vacilante. "Yo...


quiero decir...". Levantó una mano y la dejó caer. "¿Que nos hayamos hecho
amigas tan rápido?".

"No". Finalmente eso consiguió arrancar de la joven mujer una minúscula y


aliviada sonrisa. "Simplemente no quería que pensaras que estaba intentando...
conseguir algo de ti o... que yo..".
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"¿Aprovecharte del jefe?". Inquirió Dar a la ligera. "Nunca lo consideré ni


por un momento... no eres de ese tipo... y créeme, los conozco".

Una vacilante sonrisa. "Tu opinión me importa... aprecio que digas eso".

Dar curvó los labios. "Así que puedes relajarte... ¿de acuerdo?". Palmeó a la
rubia mujer en la rodilla. "Además, das estupendos abrazos... no quiero perderme
uno simplemente porque estés preocupada sobre lo que pensaría de ti".

Kerry emitió un enorme suspiro de alivio. "Guau... escuchar eso ayuda...


porque tengo este hábito de tocar a la gente que me agrada sin pensarlo... no sabía
si eso te estaba molestando... ni siquiera me había dado cuenta que lo hacía hasta
ayer por la noche".

Ah... aclarando el aire. "Bueno...". Dar se frotó la mandíbula. "Lo gracioso


de todo esto... absolutamente odio que la gente me toque". Hizo una pausa. "Como
regla general... y la gente que ocupa mi espacio vital me desespera". Otra pausa.
"Como regla general".
"Uh". Kerry se mordió el labio.

Dar se encogió de hombros. "Toda regla tiene una excepción, o eso me han
dicho, y supongo que tú lo eres... no, no me molesta en absoluto por alguna extraña
razón". Le dirigió a la rubia mujer una mirada de circunstancia. "Eso si que fue una
sorpresa".

"Oh". Las rubias cejas se juntaron. "¿Sorpresa buena o mala?". Kerry sintió
como le volvía la compostura, y se dio cuenta que las cosas iban realmente bien
aquí. Dar no estaba enojada sobre... lo sucedido... en absoluto.

De repente ojos azul pálido y serios capturaron los suyos. "Una sorpresa
realmente buena Kerry... ha pasado mucho tiempo desde que me sentía tan bien
con alguien... yo no... hago amistades fácilmente".

Kerry sintió como se ahogaba en esa intensa mirada, y alzó la mano en pura
acción refleja entrecruzando sus dedos entre los de Dar como si fuera la cosa más
natural del mundo. "Me alegro". Replicó simplemente, dando un apretón a la
mano. Se miraron a los ojos, y la rubia mujer notó como el corazón empezaba a
latirle a mayor velocidad.

Un golpe en la puerta rompió el trance y Dar bajó los ojos, una pequeña
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 286 de 286

sonrisa le adornaba la boca. Bien... empecemos el día... tenemos tiempo de sobra


después para discutir esto. "Será el desayuno, supongo".

"Sip". Kerry le soltó la mano y se levantó, recorriendo con los dedos su pelo
según llegaba a la puerta y observaba por la mirilla. "Espero que tengas hambre...
creo que he pedido demasiado".

Dientes blancos relucieron en una mueca. "Me muero del hambre". Se


levantó y miró la hora. 8:30. "Comamos y luego nos vamos... te contaré el plan
mientras desayunamos".

La acristalada sala de conferencias le pareció más cálida a Kerry, según


entraba en ella tras la alta forma de Dar y cerraba la puerta a su paso. Una gran
pantalla de presentaciones LCD había sido añadida a la pared más lejana, y el
equipo de IBM parecía, más que nada, satisfecho de sí mismo. Puso su portátil y
una carpeta al lado de John, entonces se sentó, dedicándole una sonrisa de
seguridad. "Hola".

"Hola". Él se le acercó. "¿Conseguiste la propuesta?".

Asintió y palmeó la carpeta, viendo como Dar se paseaba hasta la primera


silla cercana al cabezal de la mesa y se sentaba.

"Estuvieron trabajando toda la noche... consiguieron también esa


presentación experta completa para ahora... estoy un poco preocupado". El líder
del equipo de cuentas susurró. "¿Que tenemos a parte de lo que hay en el papel?".

"Shh". Kerry inclinó la cabeza hacia la lejana puerta, donde Michelle y su


comitiva estaban entrando. "Dar tiene algo planeado". Ojeó a la ejecutiva de
Disney, sorprendida cuando la mujer recorrió la habitación con la mirada y clavó
sus ojos durante un largo momento en el rostro de Kerry antes de terminar el
repaso. Debe ser mi quemadura, realizó lamentablemente. Oh bueno... dirigió una
rápida mirada al rostro de Dar, realizando que la morena mujer no mostraba el
mismo color rosado que ella.

"Bueno". Michelle dejó sobre la mesa una carpeta de piel y la golpeó con sus
inmaculadas uñas pintadas. "Gracias a todos por ser puntuales": Miró primero a
Jerry, luego a Dar la cual se había quitado la chaqueta y estaba sentada de forma
casual apoyando el peso sobre los codos. Había escogido vestir una camiseta de
algodón de cuello alto sin mangas de color blanco, y se la veía fresca y cómoda, en
contraste directo con los hombres, con sus cerrados cuellos y corbatas apretadas.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 287 de 287

"Es una pena que estuvieras... ocupada... anoche, Dar... Jerry y yo mantuvimos una
agradable conversación". Los ojos de Michelle eran duros y dejó que una pasajera
y fina sonrisa dibujara sus labios.

Dar ni siquiera pestañeó. Simplemente devolvió la sonrisa con una suya


propia. "Espero que te lo hayas pasado tan bien como yo entonces... siento
habérmelo perdido". De repente se alegró de haber rechazado a la pequeña mujer...
era obvio que disfrutaba los zarpados del proceso de ofertas, y Dar sintió una
queda satisfacción de no haber caído en eso. Por supuesto, también significaba que
había tirado la toalla con lo que había perdido la cuenta.

Odiaba perder. No ocurría a menudo, y si perdía esta sabiendo que podía


haberlo obtenido iba a doler, en más de un sentido.
"Bueno... empecemos". Obviamente Michelle decidió que no iba a sacar
nada en claro de Dar, con lo que se sentó. "¿Supongo que tenemos presentaciones
de los dos equipos?".

Jerry se reclinó hacia atrás y entrelazó los dedos sobre su estómago.


"Señoritas primero". Sonrió dulcemente a Dar.

Ella se encogió de hombros y le dedicó una mirada divertida. "De acuerdo...


si insistes... empieza".

En contra de su voluntad Michelle se mordió el interior del labio y miró


hacia abajo, después se aclaró la garganta. "Jerry, empieza tu así no estaremos aquí
todo el día".

Su cara enrojeció pero accedió, sacando sus materiales y sumergiéndose en


su presentación, usando la pantalla para ilustrar como reajustarían el network y
pondrían los servidores en su lugar. Era interesante, y Dar reflexionó que realmente
él sabía lo que hacía. Duró cuarenta y cinco minutos sin embargo, y pilló a
Michelle mirando el reloj antes de que terminase, y asintió quedamente para sí
misma. Una sólida y buena representación, merecedora de la reputación de su
empresa y probablemente una oferta muy competitiva. Jerry quería esto... tan sólo
la publicidad merecería rebajar el precio.

"Bueno, gracias". Michelle le asintió cuando hubo acabado. "Fue muy


comprensible". Hizo una pausa, entonces se giró y miró a Dar alzando una
pelirroja ceja interrogadoramente.

Dar siguió sentada y se reclinó hacia atrás, apoyando su peso sobre los
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reposabrazos. "¿Kerry?". Indicó a la joven mujer a que procediera con un


movimiento de la cabeza. Eso era una sorpresa... incluso su propia gente esperaba
que ella hiciera la presentación... ciertamente, Michelle lo esperaba.

Kerry inhaló aire y se levantó, recogiendo su portátil del suelo y


colocándoselo bajo el brazo según se dirigía al frente de la habitación.
Eficientemente desconectó la pantalla y la conectó a su puerto de vídeo, entonces
encendió el ordenador y solicitó una conexión celular con su network. Alzó la
mirada según se hacia la conexión. "Este era un escenario interesante para
conseguirle una solución". Comentó. "Por que en orden para un sistema interactivo
de trabajo, has de hacerlo fácil de manejar y complejo en su diseño, todo en uno".
Hizo aparecer un diagrama de network, acomodando contadores y disminuyendo el
enfoque. "Estos son sus datos actuales de comunicación en network". Hizo que los
monitores empezaran a funcionar. "Como pueden ver, su utilización actual llega
hacia estrechamientos aquí, y aquí... debido principalmente a requerimientos de
longitud de onda, especialmente con los link de vídeo".

Dar observó el rostro de Michelle según la pequeña mujer se inclinaba hacia


delante para observar los datos con interés.

"Con lo que... para abrir la línea, pondremos circuitos aquí, y aquí...". Kerry
abrió otra pantalla y tecleó varios comandos rápidamente, lo que hizo que de
repente los monitores saltaran y se agitaran. "Como eso".

Michelle alzó las cejas. "¿Lo acabas de... hacer?".

"Mmhmm". Asintió Kerry con una gentil sonrisa. "¿Ve como eso expande
los estrechamientos? Adquiere mejor conexión". Abrió otra pantalla, esta vez se
trataba de un link actual a su sistema de reservas. "Hemos analizado la aplicación
que estaban usando también... provee de gran cantidad de información pero es
lenta, y está muy sobrecargada, haciendo que los usuarios tengan que dar un gran
rodeo antes de llegar a donde desean". Pinchó de nuevo. "Nuestra división de
diseño web ha sugerido este reemplazo... pueden ver que se trata de una
representación tridimensional de uno de sus parques, y para ir dónde se desea se
usa la tecnología táctil, como esta...". Pinchó con su ratón y la escena cambió de
nuevo para mostrar el castillo de Magic Kingdom".

"Bueno". Murmuró Michelle.

"Um.. no..". Kerry pinchó de nuevo en las puertas dibujadas gráficamente.


"Esto es bueno". Las puertas se abrieron y apareció un menú de opciones. "Para
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 289 de 289

ver los menús... van aquí". Lo mostró. "Entonces, si desean hacer una reserva van
aquí".

La imagen fue reemplazada con una foto a vista de pájaro del restaurante,
completa con las mesas. "Se puede elegir la hora... y mostrará cuales de las mesas
están libres...". Pinchó y apareció una pequeña pantalla. "Teclea su nombre dentro,
y ya está". La mesa estaba ahora marcada con el nombre de Mickey Mouse.
La habitación por completo estaba enfocada en Kerry, y miró más allá de
ellos a un par de cálidos y brillantes ojos azules, uno de los cuales fue guiñado.
"Pero esta es una buena adición...". Siguió adelante, aceptando la reserva. "Les da
la opción de dejar un número de contacto, aquí... con lo que se le puede recordar su
reserva, de manera que el personal del restaurante puedan atenderle si se produce
algún cambio". Tecleó un número y pinchó en aceptar, entonces esperó expectante.
Segundos después, un suave timbrazo sonó al otro lado de la habitación, entonces
Dar alzó su busca y lo apagó.

"Es... increíble". Michelle se apoyó en el respaldo de su silla. "Pero de que


tipo de problemas de longitud de onda estamos hablando? Ese programa debe ser
enorme".

Kerry se encontró con su mirada y sonrió ligeramente. "¿Quiere saberlo?".


Inquirió. "Lo hemos instalado sobre dos de nuestros servidores Alpha, y hemos
escrito un programa test de estrés...". Pinchó, mostrando un analizador de network
en una de las esquinas de la pantalla, y empezó el programa con una sesión
diferente. "¿Ve?. No es tan grande como parece... ya que hemos metido en cache
las pantallas tales como los mapas de localización... y así acortamos el tráfico de
vídeo. Tan sólo ha de hablar con una persona encargada de las reservas si no
consigue algo, o desea hacer arreglos específicos. Hay parámetros que puede
especificar, como la cantidad de gente en una fiesta... de manera que nadie lo
ponga en una fiesta para treinta o algo por el estilo".

Dejó de hablar y los observó. "¿Alguna pregunta?". Kerry rodeó la


habitación con la vista, entonces posó la mirada sobre Michelle. "Hemos bajado los
mapas de PDF de vuestra web, y los hemos referenciado a la ubicación de la base
de datos que está ahí también, entonces hemos hecho pasar todo a través de un
modelador D adjunto al final de un archivo de datos que guarda toda la
información". Hizo una pausa. "Más allá de eso, era prácticamente adaptarlo a su
estilo de negocios, el cual Dar y yo tuvimos la oportunidad de evaluar los pasados
dos días".

Dar alzó una ceja al máximo. Eso... era impresionante y repentino... de


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alguna manera Kerry se había dado cuenta de que Michelle estaba molesta con ella
por pasar la noche paseando por el parque en vez de cenar con ella, y había tornado
un motivo puramente personal en uno completamente dedicado a los negocios.
Agradable. Muy agradable. Captó la mirada de la joven mujer y sonrió
apreciativamente, notando el leve rubor que cubría las mejillas de Kerry al hacerlo.

"No... yo...". Michelle se giró hacia Dar, con una incrédula agitación de la
cabeza. "¿Puedo hablar un momento contigo en privado?".

Te tengo. "Claro". Replicó amablemente Dar al levantarse, y motivar a la


pequeña mujer para que la precediese. Atravesaron la puerta al otro lado de la
estancia, entrando en una antecámara con pequeños helechos y una cristalera de
cristales ahumados que daba al exterior.

La pelirroja se giró para encararla. "No me lo esperaba".

Dar sonrió. "Te dije que hacía que las cosas sucedan... los diagramas y
paneles están bien, pero pensé que querrías ver el resultado final, no promesas".

Un lento asentimiento. "Así que... ¿te lo pasaste bien anoche?". Los ojos de
la mujer la acariciaron lentamente.

"Apuesto que más de lo que tú lo hiciste". Rió Dar. "Ya he cenado con
Jerry".

Michelle trató de retirar la sonrisa de su cara sin mucho éxito. "No tiene
nada bueno que decir sobre ti, déjame decirte". Miró a la alta mujer. "Me pasé toda
la noche escuchando como me echarías todo a perder".

Dar simplemente sonrió. "No es mi estilo". Estuvo en desacuerdo. "La


liamos algunas veces, como le ocurre alguna vez a todo el mundo, pero no vamos
en busca de víctimas". Entonces dejó que sus ojos vagaran, dejando aparecer una
pequeña parte de su admitido ser seductivo. "Pero no creo que seas del tipo víctima
de todas formas".

Michelle parpadeó, entonces dio un paso atrás y cruzó los brazos. "Tomaré
eso como un cumplido... fue una buena presentación... tu pequeña protegida
conoce su materia". Una mirada cínica apareció en su mirada. "Y yo que pensaba
que era un poco de pelusilla que habías traído contigo".

"Kerry no es un poco de nada". Replicó Dar, más duro de lo que intentaba.


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Los labios de la pequeña mujer se tensaron, y luego rió suavemente. "Ah...


así que tienes ese raro lado blando... bueno, no quería ofender a nadie, Dar... me
gusta la idea de que defiendas a tu gente". Suspiró. "Es tan raro a nuestro nivel... he
visto más veces cuando un subordinado es prácticamente para echarle la culpa que
otra cosa... pero no creo que tu seas de ese tipo".

"No". Replicó honestamente Dar.

"Y no creo que tu seas el tipo de persona que miente sin ningún motivo... así
que... ¿realmente estabas investigando el área anoche?". Michelle la miró con
media sonrisa en el rostro.

"Estaba manteniendo una promesa". Contestó quedamente Dar.

La pequeña mujer se reclinó contra pared lateral y cruzó los brazos.


"Interesante... ¿y eso era más importante para ti que asegurar esta oferta?".

Dar dio un paso al frente, estirándose en toda su altura y taladrando a


Michelle con sus ojos azul pálido. "Si así es como basas tus decisiones en los
negocios... entonces no lamentaré perderla". Dijo quedamente. "¿Hemos
acabado?".

Sin una palabra más Michelle hizo gestos hacia la puerta y entraron de
nuevo a la sala de reuniones, donde Kerry había desconectado su ordenador y
había retomado su asiento junto a John.

"Perdonadme un momento". Michelle recogió ambas propuestas y abandonó


la habitación. Esta vez los sabuesos se quedaron atrás, mirando a todos con ojos de
sospecha.

Dar se sentó junto a Kerry apoyando los codos en los reposabrazos de la silla
y juntando los dedos ante su cara. Podía sentir todos las miradas centradas en ella,
y era un reto mantener el rostro calmado y relajado.

Creo que he echado esta a perder. Se admitió a sí misma quedamente. Si iba


a jugar su juego, debería haberlo hecho todo el tiempo y no retirarme. Maldición...
creo que necesito algo más que unas estúpidas vacaciones... necesito aclararme las
ideas y recordar cual demonios es mi trabajo. Cierta oscuridad se asentó en ella.
No perder el tiempo paseando por un estúpido parque, jugueteando.

La puerta se abrió de nuevo y Michelle volvió a entrar, con una mirada de


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 292 de 292

concentración en su rostro. Miró a las dos propuestas aun en su mano por un


momento, luego inhaló y le dio una a Jerry. "Gracias por tu tiempo". Le dio la otra
a Dar. "Estaré en contacto". Tras esto simplemente se fue, llevándose a sus
sabuesos con ella.

Mickey Mouse les sonrió desde el reloj de la pared, sus dedos marcando la
hora, el duro sonido de tic tac resonando en la todavía asombrada sala por lo que
pareció como un instante interminable. Entonces Dar se recompuso y se levantó,
recogiendo el contrato y alcanzándoselo a John. "Aquí tienes". Posó la mano en el
hombro de Kerry. "Vamos... tenemos que coger un avión".

Kerry se levantó y la siguió veloz fuera de la habitación, a través del pasillo


y hasta el ascensor el cual rápidamente cerró sus puertas tras ellas, bloqueando la
vista de las paredes acristaladas de la sala de conferencias.

Dar se reclinó sobre la pared y entrecruzó los brazos, dedicándole a Kerry un


gesto de alegre triunfo. En silencio, la mujer rubia cerró el puño y gesticuló. "¡Si!".

Dar sacó la punta de la lengua como respuesta, entonces eliminó de su rostro


la alegría al abrirse las puertas permitiéndolas salir a la planta baja.

No se relajaron hasta llegar al coche de alquiler, saliendo del aparcamiento y


dirigiéndose al aeropuerto. "Fue... increíble". Dijo Kerry efusivamente. "Dar, de
seguro pensé que después de esos desagradables comentarios... nunca pensé que
nos escogería".

La ejecutiva agitó la cabeza lentamente. "Para ser honesta, yo tampoco...


pensé que realmente lo había echado a perder". Sacó su teléfono móvil y marco un
número de memoria. "¿Beatriz? ¿Esta ahí?".

"¿Lo pensaste?". Kerry parecía confundida. "Guau... creo que lo manejaste


genial...". Objetó. "Eras de lejos la mejor y más preparada persona de toda la sala...
ni siquiera reaccionaste cuando te dio el paquete... es como si lo hubieses esperado
todo el tiempo".
"Jah...". Rió Dar, cubriendo el teléfono con los dedos. "Una buena
actuación". Hizo un gesto de prácticamente casquivano alivio, entonces inhaló.
"¿Les?". Una pausa. "Trato hecho". Se alejó el teléfono de la oreja al salir de él
varios sonidos de celebración y alboroto, riendo mientras esperaba que el estallido
se calmase. "Si... hace unos quince minutos... no, voy de camino al aeropuerto...
John tiene los detalles".
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"Dar, eres una diosa". Sonó entrecortada la voz de Les por la conexión. "Te
voy a mandar algo por esto, y por los mismos infiernos más te vale no rechazarlo,
o iré personalmente para asegurarme que no lo hagas, ¿entiendes?".

"No fui sólo yo, Les...". Objetó Dar. "El equipo de web, Mark, la gente de
documentación... y especialmente mi ayudante Kerry que tuvo una parte
importante en la propuesta". Captó un sonrojo por el rabillo del ojo, y palmeó
juguetonamente la oreja de la rubia mujer.

"Tu encárgate de ellos... yo me voy a encargar de ti". Replicó la alegre voz.


"Te dejo... tengo a John en la otra línea, probablemente necesitando un cambio de
pantalones. Adiós Dar... que Dios te bendiga".

La morena mujer plegó el teléfono y lo enganchó a su cinturón, finalmente


suspiró. Había tenido suerte, cierto. Gran oportunidad... Michelle tomó su decisión
basándose en razones de negocios, aunque Dar sospechaba que había sido por muy
poco margen. También sospechaba que no sería lo último que escuchara de la Sra.
Graver. Pero por ahora estaba hecho, y ella se encaminaba a casa. "Espero que no
me mande caviar otra vez". Bromeó secamente.

"Fue muy generoso de tu parte decir que todos habíamos participado".


Comentó Kerry con una sonrisa. "Me alegro que todo haya funcionado".

Dar puso una mueca. "Yo también". Le confesó, y dejó atrás en su camino
una elaborada torre. "Ahí están los estudios de la MGM...".

"Ooo...". Kerry la observó. "La próxima vez... quería ver la Torre del
Terror".

La morena mujer comprobó la hora, miró al parque, luego a Kerry con la


nariz pegada al cristal, y lo consideró. "Bueno...". Se colocó en el carril de la
izquierda y esperó a que disminuyera el tráfico. "Hay vuelos más tarde".

Kerry miró sobre su hombro, sorprendida. "Dar... no tienes que...". Vio el


brillo en esos azules ojos y se calló. "¿Me prometes una cosa?".

Dar parpadeó, y completó el giro para entrar en el área de aparcamiento.


"Um... si, claro".

"¿Me prometes que volverás aquí cuando tengas más tiempo?". La


coaccionó Kerry.
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Una pausa. "De acuerdo". Ojos azules miraron a los suyos. "Lo prometo...
ahora, vamos... coge tus pantalones cortos... cambiémonos y divirtámonos un
poco".

Estaba oscuro, siendo las luces de la pista la única iluminación cuando


finalmente aterrizarían de su corto viaje de vuelta a Miami. Kerry se acurrucó más
dentro de su cazadora de cuero, ahogando un bostezo según se apartaba con
cuidado la camiseta de detrás del cuello. "Jesús... incluso con la crema solar me he
quemado". La rubia mujer se estiró para finalmente relajarse. "Ugh".

"Aww". Dar se reclinó hacia atrás, cruzando las manos sobre su estómago.
"¿Te he agotado?". Ojos azules brillaron con malicia. "Quizás no deberías
machacarte tanto".

Kerry la miró. "Me estas tomando el pelo, ¿verdad?". Preguntó, sofocando


una mueca. "Si, lo has hecho, todo sea dicho... estoy exhausta, y acabo de recordar
que tengo que ir a eso del día del voluntariado mañana".

Dar cerró los ojos. "Te llevaré algo de zumo de zanahoria".

Un corto silencio. Kerry la miró. "¿Vas a estar allí?". Preguntó, curiosa. "No
sabía...".

La alta mujer se encogió de hombros como si nada. "Va rotando... cada uno
de los ejecutivos senior ha de hacerlo cada año... y resulta que este año es el mío".
Apareció un ojo azul. "¿Te parece bien?".

"Bueno... si... por supuesto...". Sentenció Kerry. "De hecho... me parece


genial... un puñado de los de Associated van a estar también... me gustaría que...".
Hizo una pausa, vacilante.

"¿Que vieran que no soy tan mala como ellos creen?". Inquirió Dar, con una
ligera mueca.

La rubia mujer se sonrojó ligeramente y giró la cabeza. "Algo así, si".

"Ah... Kerry... creo que es demasiado tarde para salvar mi reputación...". Dar
cruzó los brazos sobre el pecho. "Pero aprecio la buena intención".

"Cuando quieras". Murmuró Kerry, sorprendida de como le agradaba oír


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 295 de 295

pronunciar su nombre por los labios de Dar. La mujer mayor ponía un suave y casi
imperceptible ronroneo a las erres que le recordaba al sonido de un gatito, y
esperaba poder escucharlo más veces.

Descubrió también que le gustaba la idea de la presencia de Dar en el evento


de mañana. A pesar de sus palabras, deseaba demostrar a sus ex compañeros de
trabajo que la persona a la que se referían como *El Chupacabra* no era ni de lejos
tan horrible como pensaban. Especialmente Susan, su anterior líder de
programación, ya que se había tomado su tiempo en llamar a Kerry más de una vez
para asegurarse de que 'seguía viva' y comentarle rumores que había escuchado de
su nueva jefa.

"Cuídate Ker...". La había advertido Susan. "Escuché que una vez despidió a
alguien porque no le gustaba lo que llevaba puesto ese día".

Hmm. "Ey, ¿Dar?".

"¿Huh?". La miró la morena mujer, tomando pequeños sorbos de una taza de


chocolate con leche que había cogido del dispensador.

"¿Alguna vez has despedido a alguien porque no te gustaba lo que llevaba


puesto?". Inquirió con curiosidad Kerry.

Dar consideró la pregunta. "Una vez, si". Admitió, viendo como Kerry abría
de par en par los ojos. "Un hombre llamado Lawrence Matthews... era un
representante de contabilidad de Luz y Energía de Florida".

"¿Qu... que llevaba que era tan malo?". Borbotó la rubia mujer. "Dar, ¡no
puedo creer que hicieras eso!".

Los azules ojos se oscurecieron imperceptiblemente. "No llevaba nada de


ropa, Kerry... se enfadó, y se desnudó en la empresa de un cliente, y se dirigió a la
oficina de la presidenta para ofrecerle sus partes privadas".

La mandíbula de Kerry se desencajó. "Oh... bueno, Jesús, Dar... eso no


cuenta... ¡por supuesto que le despediste!". Dijo rápidamente. "¡Yo también lo
hubiera hecho!".

Dar asintió lentamente. "De acuerdo... bueno, para sacarlos del paso, no,
nunca me he acostado con Les, nunca he despedido a nadie por no cepillarse los
dientes, no le pido a mi secretaria que solicite escoltas para mí, y no me
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emborracho cada noche".

Kerry alzó las cejas. "Ya sabía todo eso". Sentenció.

"Sí... pero he pegado a un corporativo de VP, he disuelto compañías enteras


para cuadrar números, y me he acostado con gente para conseguir nuevas cuentas".
La voz de Dar era queda y calmada. Tiempo justo para quitar algo de brillo a esa
imagen que te has hecho de mí, chiquilla. "Soy una bastarda y lo sé, Kerry".

Ojos verdes como el mar la estudiaron por largo tiempo, a la vez que el
ruido de los motores bloqueaba el sonido a su alrededor. "Lo siento... pero ahora no
puedo mirarte y pensar eso de ti".

Dar exhaló lentamente. "Eso podría ser peligroso para ti, amiga mía".

De repente Kerry sonrió, sus ojos brillando con fuego competitivo.


"También podría ser peligroso para ti". Advirtió, alzando la barbilla. "Estar
conmigo podría ser fatal para tu reputación, ya sabes". Se reclinó sobre el
reposabrazos que separaba sus asientos y alzó las cejas en acción de retar.

Dar se reclinó sobre su parte del reposabrazos, hasta que sus narices no
distaban entre sí más que unas pulgadas. Ojos verdes y azules se miraron, tan cerca
que Kerry podía sentir la respiración de Dar agitando el cabello de su cara así
como la contracción de los pequeños músculos de su cara para evitar una sonrisa.
"¿Eso crees?". Dijo por lo bajo la mujer morena.

"Oh sí". Replicó Kerry, descubriendo la fuerza que podía sentir entre ellas.
"Te voy a volver... agradable". Dijo, cerrando los ojos amenazadoramente.

La mueca luchó por salir a la superficie y Dar rió, agitando la cabeza de lado
a lado cuidadosamente. Entonces se reclinó un poco más, y tocó la frente de Kerry
con la suya, de manera que la pequeña mujer tuviera que ponerse bizca para
mantenerla enfocada. "Esperanzas irreales, Kerry".

Era taaaan difícil no darle sencillamente un... oh Jesús, finalmente Kerry


bajó la mirada y se apartó, antes de poder ponerse en vergüenza. Estaba
sonrojándose, y lo sabía. Se tomó un momento para recomponerse, para luego
mirar a la calmada y expectante Dar. "No para mis ojos". Su voz era seria.

Ahora era Dar quien bajaba la vista, y un mechón del oscuro cabello cayó al
hacerlo, oscureciendo su rostro. Kerry tuvo que contenerse antes de ponerlo en su
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sitio, esperando sentir la suave textura sobre su piel.

Una lenta exhalación. "Bueno". Dar alzó la cabeza y le dedicó a la rubia


mujer una divertida y gallarda mueca. "Supongo que tendremos que esperar para
ver si lo consigues". Guiñó un ojo, entonces se relajó en su asiento y miró a través
de la ventana, viendo pasar la oscura tierra bajo las alas del avión.

Oh Dios... estoy en un lío. Kerry sintió como su cuerpo se las arreglaba para
superar la avalancha de sensaciones que la recorrían. Bueno, cálmate... respira
hondo, Kerry... es tu jefa, y tan sólo está jugando contigo, ¿vale?. No dice en serio
nada de esto... es tan sólo un poco de diversión para ella... le gusta flirtear, es tan
sólo eso.

¿Verdad?.
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Octava parte

El condo estaba realmente tranquilo cuando Dar giró la llave y entró,


encendiendo la luz del pasillo. Hacía frío dentro, por lo que se sentía agradecida,
pero de repente la golpeó la soledad del lugar, algo que nunca antes le había
ocurrido.

Irritada por el pensamiento agitó la cabeza y atravesó la sala de estar,


tomando el mando a distancia y encendiendo la televisión simplemente para tener
un ruido de fondo en la casa. Continuó andando hasta la cocina donde la esperaba
su correo dentro de una pequeña cesta, dejada ahí por el personal de la limpieza
que había estado allí aquella mañana. Dar miró a su alrededor al alcanzar un vaso y
dirigirse a la nevera, para abrirla y servirse algo de leche. Había dejado a Kerry en
el aparcamiento de la oficina, esperando hasta que la joven mujer estuviera a salvo
dentro de su Mustang antes de irse por su camino, y extrañamente, se encontró
echando de menos la presencia de la rubia.

"Vamos, Dar... tomate un respiro...". Se regañó a sí misma, agarrando la


cesta y volviendo a la sala de estar, dejándose caer con un suspiro sobre el sofá de
cuero. "Así que te has divertido un poco con la chiquita... de acuerdo, ahora
volvemos a la normalidad aquí, con lo que sácate la bonita cara de la cabeza, y lee
tu jodido correo".

Empezó a ojear por el contenido de la cesta, y sintió algo más largo y más
abultado que el resto, en su interior. Sorprendida, abrió la parte de arriba y sacó
una pequeña caja dirigida a ella, con remitente de Kissimmee. Que demonios...
Dejó la cesta en el suelo, y tomó sus llaves de encima de la mesa, usando su
pequeño cortaplumas del llavero para abrir la caja. En su interior papel de embalaje
oscurecía los contenidos, hasta que de forma cuidadosa lo soltó y expuso lo que
había dentro. Lentamente, sus dedos alzaron los delfines de cristal mientras los
miraba estupefacta.

Lentamente, volvió a mirar dentro de la caja, y vio la nota plegada. La sacó


con su mano libre y la abrió.

"Feliz Día del Jefe... espero que hayas tenido uno bueno. K".

"Oh, Kerry". Exhaló de forma pausada, girando la figura hecha a mano hacia
la luz, observando la explosión de color en su interior. "Pequeña idiota... no tenías
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que haberlo hecho". Odiaba los detalles personales. Pero sintió su rostro cobrando
fácilmente una sonrisa de placer ante los sonrientes mamíferos marinos, y admiró
los pequeños trazos de tinta verde y azul que serpenteaban a través de las olas que
los soportaban. Apoyó la pieza en la mesa y la miró, los codos sobre las rodillas, y
su barbilla descansando sobre las manos.

Si aceptaba esto, significaba que estaba permitiéndose acercarse más y más a


esa línea. Significaba también que permitía que Kerry ocupase un lugar dentro de
ella que había mantenido bajo barreras deliberadamente por mucho tiempo. Era
peligroso, y probablemente un error.

"Bueno". Le dijo a la pequeña figurilla. "Espero que le guste lo que hay en


su caja". ¿Que línea?. Sabía que ya la había cruzado, en el momento de emplear a
Kerry como su ayudante. Cualquier otro pensamiento era una mentira, y aunque
mintiera a los demás, trataba de no mentirse a sí misma. Y tras haberse despertado
esta mañana, sabiendo que tenía a Kerry entre sus brazos, y deseando nada más
que repetir la experiencia... sabía que no tenía elección.

Detente, o déjalo ir. Terminar su amistad, y alejarse totalmente de Kerry, o


dejar que las cosas sigan su curso, sabiendo que es lo que pasaría. Y detenerse...
incluso el mero pensamiento dolía, encallándola hasta el fondo en sitios de los que
no tenía defensa posible. No quería parar. Con lo que. Vería que pasaba de aquí en
adelante.

Dar se acurrucó en el sofá, apoyando la cabeza sobre el suave reposabrazos


donde Kerry se había dormido la semana previa, observando como cambiaba la luz
en la pantalla y los rayos de luna entrar por la ventana brillando y jugando en las
profundidades de su regalo.

Kerry cerró con llave las puertas del Mustang y sé puso al hombro su bolsa
de equipaje, dirigiéndose a su apartamento tratando de evitar, sin conseguirlo, el
bostezar. Encendió las luces y fue hacía su pecera, echando un poco de comida y
saludando a los dos peces besucones junto con lo pequeños guppies que
parpadearon ante ella. "Hola chicos". Los besucones boquearon mordiendo la
comida, y ella les sonrió. "He vuelto... ¿Me habéis echado de menos?".

Se rió y puso de nuevo la tapa sobre la pecera, entonces dejó su bulto sobre
el sofá y se encaminó a la pequeña mesa de la cocina, donde Colleen había
almacenado su correo. Lo ojeó, sacando las facturas y colocándolas en una
pequeña cesta verde a su lado, para después leer el resto en orden de importancia.
Alzó el omnipresente disquete de AOL dentro de su colorido envoltorio y suspiró.
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"Los amigos no dejan que amigos hagan AOL, lo sabes... voy a tener que ser muy
dura con esto, ya está". Tiró el paquete al cubo de la basura, y se encaminó hacia el
contestador pulsando el botón para escuchar los mensajes.

"Hola querida, soy tu madre... hemos empezado a arreglar las cosas para que
vuelvas a casa... todos están muy contentos. Creo que te pondremos en la casita del
oeste hasta que Brian y tu decidáis donde queréis asentaros... de paso, él está
emocionado de que vuelvas, cariño... tengo varios compromisos que quiero
atiendas con nosotros, con lo que tendremos que ir de compras cuando llegues a
casa, aquellos vestidos de hace un año no son apropiados ahora, así que necesitarás
algo nuevo... oh si, y tu padre dice que es perfectamente normal que adquieras un
pequeño trabajo con ellos aquí en la oficina Troy, conoce a varios de los
encargados allí, y está seguro que no tendrás ningún problema encontrando algo
agradable... algo que no requiera que hagas todos esos peligrosos viajes. Veamos...
¿se me olvida algo?. Oh, bueno... te esperamos por Acción de Gracias... los billetes
ya están en camino, asi que planea viajar la noche del miércoles, y lo hemos
arreglado para que vuelvas el lunes, sé que puedes decírselo a tu jefa y que no le
importará. Tengo que colgar querida, por favor llámame cuando llegues a casa, ya
que sabes cuanto me preocupo".

Kerry escuchó con rostro impasible, y pulsó el botón de borrar. Maldición.


Pensó que sería simplemente una reacción imprevista debida a lo del avión... desde
que se confirmó que había sido sencillamente un mal funcionamiento mecánico,
había esperado que el furor hubiera desaparecido, y que su padre dejará pasar el
hecho. "Mierda". Maldijo ante la máquina. "Esto va a ponerse feo".

Los cuatro mensajes restantes eran, uno de Colleen, dos de Susan, y el


cuarto de Ray, que quería que saliera esta noche a la arboleda. Un golpe en la
puerta interrumpió sus pensamientos sin embargo, y se volvió. "Adelante".

La puerta prácticamente voló a abrirse, y entró Colleen tambaleándose


vestida con su equipo de patinaje, y cubierta de una pequeña capa de sudor. "¡Has
vuelto!".
Kerry alzó los brazos y se miró a sí misma. "Eso parece, sip". Coincidió.
"¿Qué pasa?".

"Espera... tengo un paquete para ti". Interrumpió Colleen. "Ahora mismo


vuelvo". Se bamboleó hacia afuera, recordándole a Kerry vagamente a Tigre. Se
quedó en silencio por un momento, entonces la pelirroja estuvo de vuelta, trayendo
a la espalda una larga caja de cartón. "Esto ha llegado hoy... estaba aquí cuando se
presentó el mensajero... lo firmé... es de Orlando".
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"Más despacio, Col". Rió Kerry, y se acercó a ayudar a su amiga con el largo
paquete. "¿Qué podrá ser esto? Yo no... encargué...". Se calló y abrió la tapa de la
caja, separándola y exponiendo algo peludo y dorado. "Nada". Terminó la frase,
metiendo las manos y sacando un enorme y sonriente peluche de Winnie the Pooh
con los brazos extendidos a la espera de un abrazo. "Oh".

Colleen la observó desconcertada. "¿No encargaste esto?. Es lindo como el


infierno, Ker... y sé que adoras a Pooh... tienes todas esas malditas figuritas, y ese
bote de galletas en la cocina".

Kerry se acercó más el oso de peluche y aspiró, entonces se lo puso sobre la


cara e inhaló. Una sonrisa de deleite atravesó su rostro. "Um... no... yo no lo
encargué... Yo...". Miró dentro de la caja y vio una pequeña tarjeta, con un
ratoncito en el frente. La tomó y la abrió. "Gracias por un trabajo bien hecho".
Estaba sin firmar, pero no hacía falta. "Es de parte de Dar". Le dijo a Colleen,
acercándole la tarjeta. "Hice una presentación hoy que nos ayudó a ganar la
cuenta".

La mandíbula de Colleen quedó suelta, y cogió la tarjeta como si fuera un


pequeño aparato termonuclear. "¡Joder!". Soltó, mirando a Kerry sin poder
creérselo. "¿Esto es de la mujer Popsicle?".

Gentilmente Kerry bajó las cejas de Pooh, y le devolvió la sonrisa a su


sonriente cara. "Sip". Alzó al oso y lo abrazó dulcemente, reteniéndolo para oler el
perfume de Dar que quedaba en su suave pelambrera.

Colleen la observó por un minuto, y puso una mano sobre su brazo, su


pecoso rostro serio de repente. "¿Kerry?".
"¿Hmm?". Los ojos verdes como el mar la miraron , cuestionadores. "Oh...
perdón". Kerry dejó el peluche y lo sentó en el sofá. "Adoro a Pooh... y es tan
suave... ¿tocaste su piel?".

"¿Qué está pasando contigo?". Preguntó suavemente su amiga.

"¿Conmigo?. Nada... ¿por qué?". Preguntó Kerry, pero evitó mirarla. "Fue
un bonito detalle de Dar... debo acordarme de agradecérselo". Notó como Colleen
le cogía el brazo, y dejó que la sentara en el sofá, al lado del oso. "Han sido un par
de días interesantes... fuimos a ver algunos de los parques, y pude ver como
conseguir una dura cuenta en primera línea".
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"Ajá". Colleen continuó estudiándola. "¿Habéis pasado un montón de


tiempo juntas?".

Kerry sabía donde acabaría esta conversación, y suspiró interiormente.


"Prácticamente todo segundo, si". Finalmente miró a Colleen. "Y me lo he pasado
realmente bien... de hecho, tenemos una especie de amistad".

Una sombra de sonrisa apareció en los labios de Colleen. "¿Especie de


amistad?". Puso una de sus manos sobre el brazo de Kerry y lo acarició. "Creo que
es algo más que eso, pequeña".

La rubia mujer notó como la sobrevenía un fuerte sonrojo, e hizo una pausa,
intentando encontrar palabras para rechazar lo que Colleen estaba sugiriendo.

Sabiendo que no encontraría ninguna, no verdaderas, a no ser que quisiera


mentirle a su amiga. Con lo que se encogió de hombros ante ella. "Las dos nos lo
pasamos bien, Colleen... descubrimos que nos gusta... pasar el tiempo juntas... eso
es todo, de verdad... quiero decir... Jesús... es mi jefa, ¿recuerdas?". Se sintió un
poco a la defensiva. "Fue simplemente que... no se, las cosas de alguna manera
encajaban entre nosotras... realmente es muy divertida cuando se quita de encima
todas esas espinas, y... y... maldita sea, me cae bien".

"Shh... vale... vale...". Colleen le palmeó el brazo. "Te creo, Ker... tómatelo
con calma... si algo demuestra eso, es cuan perceptiva has tenido que ser... yo no
hubiera imaginado que había algo bueno dentro de ella".

"Bueno, pues lo tiene". Kerry contrajo las cejas. "Debes buscar hondo, y ella
no se rinde fácilmente, pero está ahí". Alzó la mirada. "Hey... vas a ir al Día Global
mañana, ¿verdad?".

Colleen asintió. "Siippsss... unos veinticuatro de nosotros vamos a ir... ¿por


qué?".
Kerry asintió. "Dar va a estar allí por nuestro grupo... te presentaré... ya lo
verás, Colleen... no es tan mala, lo juro". Inconscientemente, movió una mano y
acarició al oso.

Colleen le dedicó una mirada. "Muy bien... tomaré tu palabra sobre esto...".
Le dirigió la mirada al animal de peluche. "No puedo discutir con esto". Podía
sentir que Kerry seguía incómoda discutiendo sobre su nueva amiga sin embargo,
con lo que cambió de tema. "¿Se calmaron algo tus padres?".
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 303 de 303

Kerry estaba agradecida por el cambio de enfoque, incluso siendo uno


deprimente. "Dios, no... están haciendo planes para que vuelva a casa... tengo que
intentar e idear algo para que retrocedan... antes de que acabe discutiendo en un
banco de pollos en Michigan".

"Mm... así que, ¿qué más trajiste?". Colleen le sacó resueltamente sus
problemas de la cabeza. "Veo bolsas...".

La rubia mujer sonrió. "Oh Dios... espera... te he traído un poco del mejor
chocolate... toma". Tomó su gran bolsa de mano y empezó a mostrar sus compras.
"Prueba este dulce de chocolate...".

"Mm...". Lo mordisqueó apreciativamente Colleen, mientras ojeaba los


folletos que su amiga trajo de vuelta. "¿Es aquí dónde te hospedaste?". Alzó la foto
del Grand Floridian. "Guau... debe ser agradaaaable...".

"Oh si...". Hizo una mueca Kerry. "Tienen la mejor tostada francesa con
plátano para desayunar... y una vista realmente bonita".

"Tostada francesa, ¿eh?". Rió la pelirroja. "Así que chicas, no hicisteis la


dieta de pan y agua... eso es bueno... ¿compartisteis habitación?". Artísticamente
expuesto, pensó, con una sonrisa afectada en su interior.

"Nop y nop...". Replicó alegremente Kerry. "Comí como una cerda, me


avergüenza reconocerlo, y disfruté cada minuto de ello... conseguimos de alguna
manera ir a Epcot durante el festival Internacional de la comida... fue genial". Se
palmeó el estómago. "Pero con todo ese maldito caminar y demás, conseguí salir
con solo un par de libras más... pero mereció la pena... me lo pasé realmente bien,
incluso preocupándome por la cuenta y todo eso".

Colleen la estudió mientras la rubia mujer revolvía entre los paquetes.


Sonriendo e interesada, su ligeramente morena piel evidente a la luz de la lámpara,
Kerry parecía como si acabase de volver de unas vacaciones, y no de una reunión
de trabajo. La pelirroja se sonrió a sí misma. "Bueno, te ves genial... cogiste algo
de sol, ¿eh?".

Kerry asintió distraídamente. "Pasamos seis o siete horas en Blizzard


Beach... me quemé por completo aunque me puse protección... pero fue genial.
Esos toboganes son fantásticos". Sacó una bolsa. "Te traje una camiseta... ".

"Jo, jo... ". Rió Colleen, alzándola. "Me gusta... se ve bien con un tartán".
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 304 de 304

Era un audaz Mickey vestido con una falda escocesa y agarrando una gaita.
"Blizzard Beach, ¿eh?. Así que... como se ve tu jefa en bañador. ¿eh?".

"Muy bien...". Respondió Kerry sin pensar. "Ella, definitivamente, te capta


la vista...". Se detuvo dubitativa, dándose cuenta de lo que estaba diciendo, y
dedicándole a Colleen una mirada suavemente incriminadora. "Col... ".

Su amiga sonrió y le palmeó la mejilla. "Nunca te preocupes, nena... está tan


claro como el tañido de una campana que estás totalmente enamorada... y si eres
feliz, yo también, ¿de acuerdo?".

"Yo no estoy...". Kerry empezó a protestar. "Nada de... eso". Su voz fue
acallándose, y suspiró. "Oh dios mío... ¿es tan obvio?". Dejó caer los hombros.

"Ey... ey...". Rió Colleen, y la rodeó con un brazo. "Creo que fue el hecho de
que tu cara brilla cada vez que dices su nombre lo que me dio una pista al
principio, pero no te preocupes chiquita... si te consuela, creo que tienes muy buen
gusto. No puedo decir que me gusten sus métodos, pero es una mujer sexy".

Kerry entrecruzó los brazos sobre el pecho. "Me siento como una idiota,
Col... creí que era mayor para estos estúpidos enamoramientos... es vergonzoso".
Admitió lastimosamente. Sin embargo era agradable el admitírselo a alguien más
que a sí misma. "Pero si... ella sonríe y mi maldita presión sanguínea se dispara... y
empiezo a tartamudear como una quinceañera tonta". Agitó la cabeza con un
suspiro. "Lo superaré... pero me está volviendo un poco loca".

"Mmhmm...". Colleen estaba satisfecha consigo misma por haber logrado


que Kerry lo admitiera. "¿Que siente ella al respecto?".

Kerry la miró. "¿Quién... Dar?. Oh Jesús, Colleen... ella no sabe nada de


esto... quiero decir, ella es mi jefa, por el amor de Cristo... le caigo bien, eso
seguro... y considera que soy una buena empleada, pero eso es todo".

Colleen atrapó el brazo del oso, y arqueó una ceja. "¿Estas segura?".

"Claro que estoy segura". Insistió Kerry. "Simplemente nos llevamos bien,
eso es todo".

La pelirroja se inclinó, y olisqueó la pelambre del oso. "¿Ese es su


perfume?". Una nota medio en broma, medio sofocante penetró en su voz.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 305 de 305

"Uh... ". Exhaló Kerry. "Si".

"Agradable". Lo halagó Colleen. "Vale... bueno, realmente deseo conocerla


mañana entonces". Parpadeó los ojos.

Kerry la agarró por el brazo. "No le vas a decir nada a ella". Notó la rudeza
en su voz. "Colleen, te estoy advirtiendo...".

Una mano se alzó. "Ni una palabra, lo juro". Prometió solemnemente la


pelirroja. "Bueno, déjame que te permita dormir un poco... tenemos un largo día
mañana". Se levantó, y revolvió el pelo de Kerry. "Dulces sueños, amiga mía".

Si. Kerry la vio marcharse, y se reclinó sobre Pooh, dejando escapar un largo
suspiro. Consideró un momento, entonces cogió el teléfono inalámbrico de la mesa
y marcó un número que de alguna manera se quedó grabado en su memoria. De
forma inusual sonaron cinco timbrazos antes de ser contestado.

"Um... hola... escucha, se que es tarde pero yo...".

"Ey... no... me alegro que hayas llamado... me quedé dormida en el maldito


sofá". La voz de Dar sonaba ligeramente pastosa. "¿Qué pasa?".

"Um... gracias por Pooh". Dijo Kerry, suavemente. "Fue una tremenda
sorpresa".

Sonó una risotada, mandando suaves escalofríos por su espalda. "No


recuerdo haber firmado la tarjeta". Replicó Dar en tono alegre. "Pero de nada...
pensé que te merecías un pequeño *momento* del éxito de la cuenta". Hizo una
pausa, y Kerry pudo oír como se aclaraba un poco la garganta. "Y... um... esa fue
una idea loca, pero gracias por los delfines. Me gusta... gustan". (Aquí dice 'I
love... them' que vendría a ser como un intento de decir me gustas tú y luego
cambia de parecer y dice que le gustan los delfines).

Kerry se puso de un color rojo fuerte y profundo. Estaba sin palabras. "D...
de nada". Sentenció suavemente.

Prácticamente podía sentir la sonrisa en el rostro de Dar, al cambiar


ligeramente el tono de voz al hablar. "Fue el mejor Día del Jefe que he tenido
nunca, puedes estar segura de ello". Le aseguró la morena mujer. "Ey... ¿estas
ahí?".
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 306 de 306

"Uh... si... perdona... realmente me alegro de que lo fuera". Kerry consiguió


desatar la lengua. "Bueno... debes estar cansada... um... ¿nos vemos mañana?".

"Ajá". Coincidió Dar. "Nos vemos mañana... buenas noches, Kerry".

"Buenas noches". Dijo suavemente la rubia mujer, al cortarse la conexión.


Podía sentir una profunda emoción recorrerla por su interior al colgar el teléfono,
acercándose el oso y apretando en él su cara con fuerza. Tras un largo momento se
levantó y se cambió a su ropa de dormir, entonces apagó las luces y se fue a la
cama, llevando con ella el alegre Pooh.

***
La mañana era fría y crispada para variar, debido a un frente de aire frío que
los había rodeado durante la tarde previa. Kerry tomó una onda inhalación del
mismo mirando a su alrededor para ver el apagado edificio de hormigón así como
al personal con camisetas de trabajo que lo rodeaba, comiendo plátanos y bollos y
bebiendo zumo de naranja. Eran las 8 de la mañana y debían empezar a trabajar
enseguida, pero la compañía había pensado siempre que debían asegurarse que sus
voluntarios no se morirían de hambre antes de empezar.

Kerry apreciaba eso porque se había levantado tarde y ni siquiera había


tenido tiempo de tomar café antes de salir corriendo del apartamento, y girar al
norte hacía el colegio, llegando justo con un par de minutos de sobra y para firmar
con el coordinador de trabajo.

Entonces tuvo tiempo para estar con sus amigos cuando la vieron y
rodearon. "¡Ey, Kerry!". Se acercó trotando Susan. "Bonito bronceado".

Kerry rió y tiró de su camiseta. La tenía metida dentro de un par de vaqueros


viejos, y llevaba puestas sus botas de senderismo. "Si... estuve en Orlando los días
pasados... tuve la oportunidad de tomar el sol por un tiempo". Miró a Susan.
"¿Cómo lo llevas? He oído que estas al mando del proyecto de nueva
programación".

Susan asintió con la cabeza, su corto y plateado cabello brillando en la luz.


"Sip... de hecho es muy interesante... de verdad lo estoy disfrutando... un agradable
ambiente de programación, y me han conseguido una máquina mortal de
desarrollo... un procesador dual Pentium II".

"Ooo... escuchen a la geekdzila". Ray apareció por el otro lado, y acarició el


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brazo de Kerry. "Vía, *chica *... ¿A qué se debe el color rosado?". Dio un paso
hacia atrás y la miró. "¿Has estado de vacaciones ya?. Te ves genial".

Kerry giró los ojos. "No... por centeava vez hoy... he estado en una reunión
en Orlando los pasados días... tan sólo tuve unas horas libres, eso es todo". Apoyó
las manos sobre las caderas. "No es que vosotros chicos hayáis separado vuestras
caras de los monitores el tiempo suficiente para ir a la playa, según veo".

"Bueno, no todos somos presumidos ejecutivos". Bromeó Ray. "Así que,


¿cómo está *El Chupa *?".

"Si... ¿Todavía no te ha hecho comer carne cruda?". Añadió Susan con una
mueca. "Ayer oí que esconde a los niños pequeños en el armario de su despacho
para picar".

Kerry no sonrió. "De hecho, está bien... lo veréis por vosotros mismos. Se
supone que hoy va a estar aquí".

"¿Qué?". Bufó Susan con incredulidad. "Bromeas, ¿verdad?. ¿La alta y


valiente con traje de poderío haciendo trabajo sucio?".

"Nah... te apuesto vendrá y le dirá que hacer a todo el mundo". Rió Ray. "Ya
lo veo, con esos zapatos de tacón también".

Kerry miró por encima de su hombro, y dejó que una mueca asomara a sus
labios. "Um... creo que no". Vio como el Lexus se paraba despacio y como Dar
salía de él, enganchando un par de guantes a su cinturón y empezando a caminar.

"¿Huh?". Susan siguió su mirada y se quedo en silencio. Lo mismo que Ray.

Por una extraña coincidencia, la ejecutiva había elegido llevar prácticamente


una copia carbón de la vestimenta de Kerry. La camiseta de su compañía estaba
pulcramente metida por unos pantalones vaqueros azul desteñido, y llevaba botas
útiles y no como las que llevaba la rubia mujer. Las mangas de la camiseta estaban
vueltas hacia arriba exponiendo sus torneados brazos, y se ató el pelo en una cola
de caballo. Sus ojos azul pálido contrastaban con su bronceada piel, y mantuvo una
mirada placenteramente desinteresada en su rostro.

Hasta que sus ojos se encontraron con los de Kerry, entonces una rápida
mueca iluminó su visión, para después desaparecer igual de rápido. Se dirigió al
coordinador y le dijo su nombre despacio.
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"Huh". Murmuró Susan, obviamente sorprendida.

"*Mamacita *, ¡Está morena!". Susurró Ray al oído de Kerry, la cual giró los
ojos.

"Ey... ¿Es esa la mujer Popsicle?". Colleen apareció por el otro lado y
palmeó a Kerry. "Ciertamente se ve diferente de cómo yo la recuerdo".

"Sed buenos, chicos". Kerry apartó su mirada de la morena mujer con cierto
esfuerzo. "Recordad que es mi jefa, ¿vale?". Era consciente de que Dar se estaba
acercando, y alzó la mirada para saludar a la mujer con una sonrisa. "Ey".
Dar los había alcanzado, y le dedicó al grupo un civilizado asentimiento
antes de permitir que sus ojos encontraran los de Kerry. "Buenos días".

Kerry sonrío en acción refleja. "Seguro que lo son... Dar, esta es...".

"Susan Barnes, Ray Ramírez, Y Colleen McNamara...". Interrumpió


lentamente Dar, dedicándoles a Susan y Ray un educado asentimiento, y girando la
cabeza hacia Colleen. "Tu estás en Barnett, ¿correcto?".

Todos parpadearon. "Um... si... no creo que nos hayan presentado". Colleen
parecía desacostumbradamente aturdida. "Pero la vi por el banco una o dos veces".

"Sobre el incidente de la cinta corriente". Replicó crispadamente Dar. "Lo


recuerdo". Se giró hacia Susan y Ray, los cuales estaban mirándola francamente
con torpeza. "No creo que hayamos hablado desde vuestra transición... pero he
oído que las cosas se están asentando por ahí abajo".

"Todo está en orden, si". Contestó Ray, ligeramente sofocado.

Una pálida y seca expresión cruzó el rostro de Dar, y retrocedió un paso.


"Bueno, tengo algo que pintar". Le dirigió a Kerry un asentimiento y un amago de
guiño antes de girarse y encaminarse hacia el pequeño grupo de gente asignada
para ayudar a pintar los bordes del edificio.

"Buen Dios". Soltó Colleen, mirando a Kerry. "¿Esa es ella?".

Kerry vio a la alta figura alejarse, sus cómodos vaqueros y camiseta


mostrando un buen efecto de su flexible y musculoso cuerpo. "Sip".
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Susan dejó escapar un quedo silbido. "No la recuerdo siendo tan... um... es
diferente a como la recuerdo". Murmuró la programadora.

"Yo también lo creo... se ve diferente por completo vestida así que con uno
de esos trajes". Coincidió Colleen. Miró a Kerry, la cual estaba mirando la hierba
de forma pensativa. "Bueno... somos la brigada de la basura, ¿verdad?". Repartió
bolsas. "Empecemos... ¿vosotros queréis esa parte del patio, y nosotras nos
encargamos de este?".

"Claro...". Susan agitó su bolsa para abrirla. "Veamos quien termina


primero".

Kerry dejó que su cuerpo trabajara de forma mecánica mientras ella y


Colleen recorrieron el patio del colegio, recogiendo latas y botellas, además de
otros escombros más siniestros. Su mente recordó toda la escena, pero
mayoritariamente se centraba en la alta figura colgada de la escalera, con una
pierna sobre la parte superior mientras cubría limpiamente parte de la pared con un
color parecido al verde vómito. "¿Por qué eligieron un color tan desagradable para
un colegio?". Le comentó a Colleen.

"Bueno, era eso o marrón mierda, o rosa fluorescente, con lo que creo que
debemos considerarnos afortunadas". Replicó Colleen, observando a Kerry con
una mueca rápidamente ocultada. "¿Estás desarrollando un gusto por la pintura,
nenita?".

Kerry se puso ceñuda y continuó recogiendo en silencio.

Trabajaron toda la mañana, acabando con la basura y empezando a trabajar


dentro del edificio, sacando viejos posters de las paredes y sacando de las clases
muebles que estaban rotos de tanto duro uso. Muchas de las mesas tenían frases de
las bandas grabadas, y Kerry se encontró agitando la cabeza mientras trazaba la
gran variedad de enfadadas sentencias escritas con burda letra sobre la vieja
madera. Estaba trabajando tan a fondo que casi no oyó la llamada para comer hasta
que Ray apareció trotando, su pelo recogido hacia atrás con una cuerda roja, para
llamarla. "Ey chica... hora de comer".

"Oh... perdón". Kerry dejó en el suelo su bolsa y se sacudió las manos,


exhalando mientras lo seguía al exterior. Los otros trabajadores estaban rodeando a
un árbol en flor donde habían sido colocadas unas mesas, mientras se estaba
repartiendo pizza así como latas de refresco. Siguió a Ray y se juntó con Colleen y
Susan mientras recogían sus porciones y miraban a su alrededor para encontrar
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 310 de 310

algún buen sitio donde sentarse.

Árboles estaban repartidos por el césped, y Kerry encontró una figura


familiar y conspicuamente solitaria reclinada sobre uno de ellos. Palmeó a Colleen.
"Vamos... voy a hacerle compañía a mi jefa, ya que nadie de aquí quiere hacerlo".
Susan y Ray dudaron, luego suspiraron y la siguieron, dirigiéndole azoradas
miradas a Dar según se acercaban al árbol. La ejecutiva estaba masticando su pizza
despacio, y les dedicó una mirada moderadamente amistosa al acercarse, dejando
reposar momentáneamente los ojos sobre Kerry. Se sentaron en un círculo a su
alrededor y empezaron a comer en silencio hasta que Susan, dedicándoles a los
demás una furtiva mirada, comenzó una discusión técnica con la alta mujer,
hablando de conceptos de programación que no tenían sentido para los otros tres.

Kerry dejó escapar un pequeño suspiro de alivio, y se recordó el


agradecérselo más tarde a Susan. La atmósfera se estaba poniendo definitivamente
solemne... y se encontró perdiendo la paciencia tanto con el seco desagrado
proveniente de sus amigos así como de la fría reserva de su jefa. Dar tenía manchas
de pintura por todo su alto contorno, y una de ellas estaba sobre su ceja derecha.

Kerry se encontró pasando un momento realmente duro para no alzar la


mano y quitárselo. En vez de eso, suspiró, y se acomodó de nuevo con su espalda
rozando las puntas del pantalón de Dar. Se concentró en su pizza, cogiendo el
pepperoni y comiéndoselo antes de pegar un pequeño mordisco de la salsa, para
casi escupirlo al sentir un suave roce en su espalda. Dejó de masticar y lo sintió de
nuevo, y dio una mirada furtiva a Dar.

"No... eso no tendría sentido". Decía Dar con llana voz. "Tendrían que
modularizarlo". Entonces, por tan sólo un segundo, esos ojos azules vagaron
casualmente y se encontraron con los suyos, apareciendo una minúsculo brillo.

"No se...". Replicó Susan. "Lo quieren hacer como un gran ejecutable... creo
que están locos".

"Vamos a por más pizza... ¿queréis?". Preguntó Colleen, mientras Ray y ella
se levantaban. Su oferta iba dirigida a todos, e incluso miró a Dar con vergüenza.

La ejecutiva le dedicó una sonrisa. "No gracias... no para mi".

"Yo voy". Susan se levantó y los acompañó. "Ahora vuelvo".

Se alejaron dejando solas a Dar y Kerry bajo el árbol. Sopló una suave brisa,
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removiendo la verde hierba a su alrededor, y agitando las hojas sobre sus cabezas.
Finalmente Kerry cedió a sus deseos y alzó la mano, removiendo la pintura de la
ceja de Dar. "Jesús... pareces un dálmata loco".

Dar hizo una mueca sarcástica. "Lo hice a propósito... pensé que rompería el
hielo con tus amigos... sabes, he estado en habitaciones de desalojo que eran más
amistosas".

Kerry suspiró. "Lo siento".

"Ey... no te preocupes por eso". Rió Dar. "Estoy acostumbrada... créeme".


Cogió un trozo de salchicha y lo mordió. "Además, es por una buena causa... este
lugar es un desastre".

Kerry miró hacia donde sus amigos se dirigían de vuelta. "Si... lo se... me
asusta, como están llenos de odio estos niños". Sonrió mientras Ray se sentaba de
nuevo. "Veo que ahora reparten vegetales".

"Ajá". Coincidió alegremente mientras Colleen y Susan se sentaban también,


dedicándoles a Dar y Kerry rápidas sonrisas.

Uh oh. Kerry sintió que se avecinaba una colisión.

"Este... hemos estado pensando en ir al Pelícano después de esto... para


cenar algo". Anunció Susan. "¿Queréis acompañarnos chicas?". Sus ojos se
posaron antes en Dar y luego en Kerry, dejando claro que la invitación era para las
dos.

Dar alzó la ceja hasta la línea de su cuero cabelludo. Echó un rápido vistazo
a la cara de Kerry, la pura sorpresa de la misma confirmando su suposición de que
esto era algo no planeado. Tácticamente, no tenía ni idea de lo que pretendía el
grupo, pero el pasar la tarde con su joven ayudante la fascinaba. "Claro". Replicó
de forma casual, obteniendo una rápida mirada de soslayo de Kerry.

"Suena divertido". Accedió precipitadamente la rubia mujer, preguntándose


que demonios estaban planeando sus amigos. Afortunadamente, el supervisor de
trabajo los llamó para que volvieran a sus quehaceres de nuevo, y estuvo libre para
agarrar a Colleen, y llevarla detrás de un árbol. "¿De que demonios iba todo eso?".

Colleen le dedicó una mirada de sorpresa. "¿Qué fue que?... Era una
invitación para cenar, Kerry... Jesús... ¿por qué no te relajas?". Se liberó de la mano
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 312 de 312

de la rubia mujer. "Estabamos hablando simplemente... sobre cómo tal vez tu


tuvieras razón... quizá tenemos que darle una oportunidad a la mujer... por lo que
decidimos que preguntarle si quería venir a cenar con nosotros era al menos un
paso en esa dirección... ¿qué creías que era?".

Kerry bajó la mirada, y se frotó las sienes. "Yo... lo siento, Col... Yo...".

"Ey...". La pelirroja frotó su brazo, dedicándole una mirada de preocupación.


"Escucha... si esto es demasiado para ti, lo olvidamos y punto, ¿vale?. No pretendía
asustarte".

Kerry se recompuso. "No... no... está bien... es sólo... es que me sentía a la


defensiva con vosotros porque todo lo que oía era la mujer Popsicle por aquí, y
*Chupacabra* por allá, y no quería que... quería gritaros porque maldita sea, ella
no es así".

"Gua... gua...". Colleen miró a su alrededor, entonces agarró a Kerry por los
hombros y la empujó suavemente contra el árbol. "Con calma... no lo sabíamos,
¿vale?. Lo único que conocemos es lo que oímos en el trabajo, y lo que los demás
dicen... obviamente tu sabes más de ella que nosotros... lo siento... no sabía que eso
te afectara".

Kerry inhaló profundamente. "Supongo que yo tampoco lo sabía". Admitió.


"No estoy segura que me pasa hoy... quizá estoy con PMS'ing o algo así". Le
dedicó a la pelirroja una mirada de disculpa. "Lo siento".

Colleen dejó caer las manos, una mirada de alivio en su semblante. "De
acuerdo... ¿con lo que seguimos con la cita? creo que será divertido... al menos si
me pudieras dar una idea de algo de lo que hablar con la maldita mujer... Jesús,
Kerry... es tan intensa".

"Si". Kerry empezó a caminar hacia el edificio del colegio. "Lo se... um...
bueno, le gusta el océano... hace submarinismo... y ha visto la mayoría de los
arrecifes y similares de por aquí... le puedes preguntar sobre eso". Se relajó un
poco, su ansiedad tornándose fácilmente en anticipación, deseando que el día
terminase de una buena vez.

El Pelícano Rústico esta ubicado en un trozo de tierra hacia el exterior, en el


lado de la costa de una de las pequeñas Keys que llegaban a Key Biscaye. La luz
del sol estaba desapareciendo justo en esos momentos, iluminando el lado oeste de
el edificio de madera, con decoraciones rústicas incluyendo redes de pesca y
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antiguos remos, y completo con suelos sonoros que conllevaban un profundo


aroma del mar impregnado en sus salados poros. Dar subió los escalones, y sonrió
al mantener la puerta abierta para que Kerry pasase. Habían usado las duchas del
colegio para limpiarse, y se habían cambiado en vaqueros y camisetas limpias,
dejando la ropa sucia en la parte trasera del Lexus de Dar desde que ir en su
carpooling se convirtió en una buena idea.

"Se está bien aquí fuera". Dijo suavemente Kerry, mientras pasaba por
delante de la alta mujer. "Me gusta el parque que hay en la otra isla".

"A mi también". Coincidió Dar. "Quizá podemos ir después de cenar".

Kerry sintió un suave hormigueo ante las palabras. "Claro... me gustaría".


Hizo una mueca, y entró en el edificio, encontrando rápidamente a sus amigos. Se
sentaron en una mesa cercana a la ventana que ofrecía una vista al Atlántico, rayos
de luz mostrando una guía a los cruceros y buques de carga que se adentraban en
las oscuras aguas. Estaban sentadas alrededor de una mesa redonda, con Dar y
Kerry una junto a la otra, luego Ray, Colleen y Susan completando el círculo.

Después que una camarera tomó nota de los aperitivos y bebidas que
querían, se hizo un avergonzado y ligero silencio.

Dar suspiró, y recordó que era capaz de mantenerse en ambientes hostiles.


"¿Sabíais que estáis sentados sobre el Triángulo de las Bermudas?". Inquirió de
forma casual.

Eso rompió el silencio, buen punto. Kerry se volvió hacia ella. "Bromeas".

La ejecutiva agitó solemnemente la cabeza. "Nop... este es el borde oeste...


toca esto, y roza el Key Biscayne... estáis, de hecho, en este momento, dentro del
Triángulo de las Bermudas".

"*Dios Mío *". Gritó Ray mirando tras de él, como esperando que aviadores
fantasma flotaran a través de la ventana. "Lo sabía... me sentía... tan extraño...
viniendo aquí... lo sabía".

"Maldición". Rió Susan. "Se que el clima aquí es raro... sin embargo, nunca
pensé que fuera parte del Triángulo...".

"Es un microclima". Habló Dar con conocimiento, mirando sus dedos


entrecruzados. "Debido a la presión que bordea la costa... llueve mucho menos, y
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el contenido en humedad es bastante diferente a la que hay tierra adentro... se


puede observar en el follaje también".

"¿Has vivido aquí toda tu vida?". Preguntó Susan, su reserva perdida al


apoyar la barbilla en la mano y mirando a Dar con interés.

"Más o menos". Replicó Dar. "Hice un estudio sobre la ecología del lugar
cuando estaba en la Universidad de aquí... pasé un montón de tiempo en RSMAS".
Se aclaró la garganta. "Es interesante... si vais a la punta de la Key, donde está el
parque estatal... sabéis que el Andrew azotó y arrancó de cuajo toda la foresta de
pinos australianos que allí había, y lo han dejado crecer de vuelta como vegetación
natural... ya no se lo puede reconocer".

"Guau... si... lo se...". Susan se reclinó hacia delante. "Solía ir allí de picnic...
tras el huracán volví, y casi lloré... entonces me dijeron que toda la foresta
realmente eran árboles parásitos... importados... y que iban a quemar los
remanentes... estaba bastante fastidiada hasta que alguien me explicó lo que el Pino
Australiano estaba haciendo...".

El árbol fue traído como corta vientos para propósitos de erosión, pero se
había escapado de las manos, y abortó el crecimiento de muchas especies nativas.

La tensión se relajó y la cháchara continuó, la discusión convergiendo a


varios tipos de pescado que había en el menú. Kerry notó como el nudo de su
estómago se deshacía y empezó a pasárselo bien, intercambiando bromas con
Colleen, y ordenando una langosta en desafío a la aseveración de Susan de que las
cucarachas del mar eran simplemente asquerosas. Se dio cuenta que Dar pidió un
plato combinado, y de que la ejecutiva estaba comentando sobre los arrecifes con
Susan, la cual había hecho un cursillo de submarinismo de un día cuando fue a las
Bermudas el año anterior.

Vale... esto no es tan malo. Pensó, contenta. Debería haberme figurado que
Dar podía manejar a esta gente... tonta de mi. Se reclinó hacia delante, si rodilla
apoyada en Dar y aguantó la respiración, hasta que se le hizo obvio que la morena
mujer no tenía intención de alejarse. Era agradable. Sonrió, y se le ensancharon los
ojos al llegar la cena y encontrarse en frente de si con una enorme y pendenciera
langosta, mirándola con ojos tristes y bulbosos. "Oh caramba".

Todos se rieron, y cogió las tenazas que le ofreció el camarero, mirando con
incertidumbre al largo animal. "Por dios...".
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"Ja... ¡te dije que las cucarachas del mar serían demasiado para ti!". Miró
ceñuda Susan, apuntando a la rubia mujer con su tenedor. "Mejor pides otra
cosa...".

"No... puedo hacerlo...". Objetó Kerry, golpeando el caparazón con el


pequeño y puntiagudo tenedor que le habían dado. "De alguna manera". Miro
ceñuda al rojo objeto, el cual le devolvió el ceño.

Entonces una cálida mano cubrió la suya y la voz de Dar murmuró en su


oreja. "Dame eso". Le dijo la ejecutiva, quitándole las tenazas de la mano. "Ven...".
Dar cogió una pinza y la rodeó con las tenazas, cerrando la mano y rompiéndola
con eficacia. "¿Ves?". Alzó la pinza, con la rosada carne sobresaliendo de ella.

"Ah". Kerry la tomó, y la examinó. "Vale... lo tengo".

"Bien". Dar le devolvió las tenazas y volvió a su plato.

La rubia mujer masticó la langosta. "Mm...". Miró a los expectativos rostros,


sorprendida de ver en ellos satisfechas sonrisas. "Normalmente me quedo en las
gambas". Explicó tímidamente, dedicándoles miradas de desconcierto cuando se
miraron entre ellos y comenzaron sus propias cenas. ¿Me pregunto a que vendría
todo eso?. Murmuró y se encogió de hombros, y se dedicó de nuevo a trabajar en
su rebelde langosta.

Ya era tarde cuando terminaron y dejaron a los demás con cordiales


despedidas. Kerry estaba feliz... se lo habían pasado bien, y creyó que Dar también.
Miró a su jefa cuando subieron al coche, y se acomodó sobre el asiento de cuero
con un gruñido. "Oh Dios... creo que voy a explotar".

"No importa... el cuero se limpia". Replicó jocosamente Dar. "¿Todavía te


apetece dar un paseo por la playa?".

"Por favor...". Rió despacio Kerry. "Es necesario... después de todo". Se


reclinó hacia atrás. "Paste Key de lima... que extraña combinación de dulce y
salado".

Dar rió. "Alguna gente dice... que es un reflejo de lo que es el Sur de


Florida... cantidad de salado con un poquito de dulce encima para engañarte".

Kerry meditó sobre el tema. "No se... era algo refrescante... creo que me
gusta". Decidió, viendo pasar los frentes de palmeras según Dar conducía hasta la
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 316 de 316

última salida de la carretera, y se metía en un aparcamiento conocido. "Esto es


irónico". Comentó, mientras salían y las golpeaba la fresca brisa. "Aquí es donde
vine esa noche".

Dar no necesitó preguntar para saber de que noche hablaba. "Hmm... ".
Murmuró mientras caminaban por la acera y giraron a la derecha, en dirección a la
pasarela de madera. "Es bonito esto".

La pasarela estaba relativamente en calma, y hacia eco de sus pisadas


mientras dejaban atrás las luces del aparcamiento y se acercaban a la débilmente
brillante orilla. La luna estaba en lo alto y trazando una línea luminosa en la
superficie del agua hasta la arena, la cual brillaba blanca con su aureola. Lejos en
el horizonte parpadeaba una boya según se movía arriba y abajo, y débilmente en
el aire Kerry pudo escuchar música procedente de los hoteles de la costa al sur de
donde se encontraban. Era bonito, se admitió mientras hicieron una pausa, y se
apoyaron sobre la valla de la pasarela, escuchando las olas. La luz de luna se
refleja en el cabello de Dar y le volvía los ojos sin color, pero Kerry no tenía
ningún problema imaginando como se verían si mirase a la calmada cara de la alta
mujer. Podía sentir el lento latir de su corazón, acelerándose el ritmo cuando los
ojos de Dar dejaron de mirar al horizonte y buscaron los suyos, y los labios se
curvaron en una sonrisa. "Bonita noche". La voz de Dar quebró el silencio con un
quedo reverberar.

"Mm... lo es, si". Contestó Kerry, revelando las corrientes que podía sentir
correr entre ellas. "Gracias por aceptarles la invitación... funcionó mejor de lo que
yo esperaba".
Dar se deslizó sobre la valla y se reclinó contra ella, de manera que sus
cabezas estaban prácticamente al mismo nivel. "No estuvo mal". Hizo una mueca.
"Me los gané con lo del Triángulo de las Bermudas".

Kerry le devolvió la sonrisa. "Claro que si... ¿es cierto?".

"Oh si...". Le aseguró Dar, girándose y apuntando. "De hecho, estas de pie
sobre él ahora mismo".

El giro puso su hombro derecho contra el muslo de Kerry, y le resultó


demasiado duro no dejar caer la mano y reposarla contra la suave espalda,
sintiendo el calor a través de la camiseta de algodón de Dar. Pero lo hizo.

Dar no se movió. Sino que continuó observando el agua, pero Kerry pudo
ver como los músculos de su mandíbula se contraían ligeramente, entonces su
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 317 de 317

garganta se movió al tragar. Los dedos de la rubia mujer se movieron por voluntad
propia, trazando un ligero contorno al azar.

La morena cabeza se giró muy despacio, hasta que esos ojos azules la
miraron por completo.

Atravesándola, y lo sintió en sus entrañas a la vez que las rodillas


comenzaron a temblarle ligeramente.

"¿Dar?".

"¿Mm?". Una débil y juguetona sonrisa se estaba formando, haciendo vibrar


zonas en su interior que nada en su vida había logrado hacer antes.

"¿Puedo hacerte una pregunta personal?". Kerry sabía que era su voz, pero
no tenía ni idea de dónde salían las palabras, y notó como su corazón empezaba a
martillearla.

Una contracción de músculos, un movimiento de luces y sombras mientras


Dar se enderezaba, acercándosele hasta que Kerry pudo sentir su cálidez, entonces
un suave roce en su rostro la hizo alzar la mirada mientras la alta mujer le alzaba la
barbilla y la estudiaba intensamente.

Kerry sintió suave algodón bajo sus manos mientras las deslizaba por el
cuerpo de Dar, necesitando el contacto a la vez que Dar inclinaba graciosamente la
cabeza y sintió unos suaves labios rozar los suyos. Ligero como una pluma, y
luego otra vez como un contacto sólido, profundo y poderoso, durando lo
suficiente como para que su alma reconociera algo en lo más profundo de sí
misma.

Entonces Dar se separó, y tuvo que enfocar de nuevo en esos ojos.


"¿Responde eso a tu pregunta?". Preguntó la morena mujer de forma muy suave, su
aliento calentando el rostro de Kerry.

Respirar no había sido nunca tan difícil, pero de alguna manera consiguió
meter el aire suficiente en los pulmones para decir de forma audible. "Si". Abrió la
boca para decir algo más, pero se encontró con un dedo sobre los labios.

"Despacio". Respiró Dar. "Con calma... no estoy acostumbrada a esto, y tu


tampoco".
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 318 de 318

Se sintió con ganas de reír y llorar al mismo tiempo, y sabía que Dar tenía
razón. Este camino era demasiado poderoso... ambas necesitaban tiempo para
pensar, y reaccionar. Pero su cuerpo deseaba algo que sabía que no era capaz de
negárselo por más tiempo. "Po... pod...podría...". Sentenció suavemente
acercándose, sus manos moviéndose despacio y tímidamente contra la camiseta de
algodón de Dar. Los brazos de la alta mujer la rodearon, y cuando sus cuerpos
entraron en contacto, una ola familiar y de cálidez la recorrió.

Kerry dejó que su cuerpo se acomodara, con la cabeza bajo el hombro de


Dar y restregando su cara en la camiseta, mientras sentía como Dar apoyaba la
barbilla sobre su cabeza. Era una explosión de sentimiento... una profunda y
dolorosa familiaridad que trajo tan rápido las lágrimas a sus ojos que no pudo
evitarlas. "Oh dios...". Susurró suavemente, sintiendo sobre la oreja como Dar
aguantaba la respiración. Ha pasado tanto tiempo. El pensamiento hizo eco en su
mente, proviniendo de lo más profundo de su ser. No había tenido intención de
llegar hasta donde lo había hecho... ninguna intención de resquebrajar esta
específicas protecciones. Pero una vez que Kerry la tocó...

Y ahora... era su sueño hecho realidad. Podía sentirlo... la misma cálidez, el


mismo sentimiento del que le había despertado los rayos de luz la mañana previa.
Nada más importaba. Estaba perdida.

O quizá había sido encontrada.

Aumentó la fuerza del abrazo y echó la cabeza para atrás, mirando las
estrellas. Dejando que la luz plateada de la luna las bautizara según la otra mitad de
su alma regresaba a casa.

Al fin.

Dar no tenía ni idea del tiempo que estuvieron así. Pero fue el suficiente para
que las lágrimas de Kerry se secasen, y lo suficiente para que sus cuerpos se
acostumbraran al mutuo contacto. Dar sintió una tranquila paz, y sospechaba que si
se quedaba el tiempo necesario, simplemente se dormiría, de pie y todo.

Pensó sobre que hacer a continuación, su mano trazando suaves círculos al


azar en la espalda de Kerry, disfrutando del tacto de su suave piel bajo la tela.
Finalmente y de forma reluctante exhaló y se movió ligeramente, causando que la
rubia mujer abriera los ojos y la mirase, con una expresión de completa confianza
que casi la asustaba. Se miraron la una a la otra durante un momento, y Dar sonrió.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 319 de 319

"Esto no estaba planeado".

Kerry le devolvió la sonrisa. "No". Coincidió Kerry. "De verdad que no".

Un asentimiento. "¿Estás bien?".

Kerry consideró la pregunta en varios niveles. "Si... ¿y tu?".

Dar tuvo que pensárselo seriamente. "Yo... si, supongo". Murmuró, con un
leve tono de interrogación. "Yo no suelo... um...". Encontró a sus dedos trazando
los planos del rostro de Kerry. "P... pero... usualmente no... um...". Retiró la mano y
exhaló. "No sé que es lo que me ha pasado...".

"Yo tampoco... pero, ¿podemos retenerlo?". Rió traviesa Kerry. Capturó la


mano de Dar, y sintió como sus dedos la envolvían. Ver a Dar tan perdida era muy
lindo e irremediablemente cariñoso. "¿Quieres sentarte un minuto?. Hay un banco
aquí cerca".
Dar sintió cierta debilidad en las rodillas, y se dio cuenta que sería una
buena idea. "Claro... si...". Dejó que la llevara hacia el banco en cuestión y se
sentaron, lado a lado. "Vale... um...". Se rió un poco, frotándose la cara con una
mano. "Supongo que sabemos que... um...". Le faltaron las palabras de nuevo.
"Buen Dios, no se que demonios me pasa".

Kerry simplemente apoyó la cabeza sobre el hombro cubierto por algodón.


"Estoy segurísima que esto no lo cubre el manual del empleado". Palmeó la
espalda de Dar, y reposó allí la mano. "O quizá si, y todavía no he llegado a esa
sección... es enorme". Hablaba sin parar y lo sabía, pero pensó que quizá así Dar se
relajaría algo. Entonces hizo una pausa, al ocurrírsele una idea. "Supongo que esto
significa que he de empezar a chequear ETIPS, ¿huh?". La parte del manual que se
había leído cubría las relaciones entre los empleados, y lo que Dar y ella acababan
de compartir era un gran no.

"Um...". Dar luchó por recomponerse. "Bueno... técnicamente.. si...


supongo... pero... um... espera". Inhaló profundamente, y exhaló. "Dejémoslo en
que... finalmente encontré una ayudante decente... no estoy preparada para dejarte
ir sin más. Veamos si podemos... mantener el trabajo, y esto... por separado".

"Mm". Kerry sintió como su mano comenzaba un leve movimiento en


circulo sobre la espalda de Dar. No tenía ningún deseo de cambiar de trabajo...
quizá podrían ver como resultan las cosas antes de nada. Despacio, había dicho
Dar... tomate las cosas con calma. "Vale". Estuvo de acuerdo. "En cierta medida me
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gusta la jefa que tengo".

Un momento de silencio. De olas. Del viento a través de las hojas de las


palmeras. "A tu jefa también le gustas tu". Respondió suavemente Dar. "No
esperaba que terminase así". Hizo una pausa, pensativa. "No podía ocultarlo más".

Kerry dejó escapar un suspiro de alivio. "Me estaba resultando sumamente


difícil a mi también". Admitió, vergonzosa. "Pensé que era la cosa más ridícula del
mundo... quiero decir... cuan atrapada puedes llegar a estar... ¿verdad?.
¿Enamorándote de tu jefa?".

Una oblicua sonrisa fue su respuesta, a la vez que Dar elevaba las cejas.
"¿Contratando a una bella y joven ayudante sin experiencia previa?". Sus ojos
azules parpadearon. "Tuve demasiada buena suerte que resultases ser tan buena
como eres".

Kerry se sonrojó. "No tenía ni idea de lo que iba el trabajo, y nada me podía
importar menos". Admitió, honesta. "Sólo algo sobre... oh chico... no podía dejar
de pensar en ti".

Dar exhaló, incapaz de prevenir una sonrisa tonta asomar a sus labios.
"Vale... bueno, ahora que ya lo hemos dejado claro... podemos proceder
adecuadamente". Consideró. "Veamos... ya hemos estado atrapadas en un huracán,
hemos pasado un asalto en el coche y hemos dormido juntas en la cama... supongo
que nos podemos saltar las obligadas citas en el café. ¿huh?".

Kerry rió. "Uh... si". Se rascó la nariz. "Déjame probar esta... ¿te interesaría
cenar y luego ver una película mañana conmigo?". Bajó la mirada, y luego la alzó
de nuevo. "Yo cocino".

"Siempre que no sea Titanic". Aceptó sonriente Dar. "O algo con subtítulos".

"Ew". Soltó Kerry. "Yo misma soy más del tipo de 'Starship Troopers'".
Confesó, un poco culpable.

"Fiuu". Dar se restregó la ceja. "Menos mal".

Se miraron quedamente. "Fue realmente agradable cuando me abrazaste".


Finalmente dijo Kerry, de forma suave. "Nunca me había sentido así antes....
excepto quizá, en mis sueños".
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Dar la miró, seria. "Ni yo tampoco". Dubitativa, rodeó los hombros de Kerry
con su brazo, y sintió como de inmediato la pequeña mujer se acomodaba contra su
cuerpo. "Me gusta". Se reclinó sobre el respaldo del banco y casi dejó de respirar
cuando Kerry le rodeó el estómago con el brazo, apoyando la cabeza sobre su
hombro. Observaron en paz las olas por un rato, hasta que Dar sintió que Kerry
estaba luchando por mantener los ojos abiertos. "Ey... vamos. Hora de llevarte a
casa".

Estoy en casa. Insistió una vocecilla cuando Kerry se forzó para levantarse,
abandonando el calor de Dar reluctantemente. "Si... dormir en la playa suena muy
bien en las novelas, pero olvidan mencionar toda la arena que lo impregna todo".
Bromeó al levantarse, y le acercaba la mano a Dar, todavía sentada.

Volvieron por la pasarela, la arena crujiendo levemente bajo sus zapatos,


agarradas de las manos.

***

"¿Señora?". La voz sonó impaciente. Dar dio un cabezazo y parpadeó ante el


marinero de cubierta del ferry, el cual esperaba impaciente a que sacara el coche
del ferry.

"Perdón". Dar agitó la mano como excusa y salió del barco, conduciendo
hasta su condo y aparcando el Lexus sin realmente pensar en lo que estaba
haciendo. Salió del coche y aseguró las puertas, entonces subió los escalones hasta
el condo y abrió las puertas, cerrándolas a su paso y encendiendo las luces de
forma mecánica.

Sus pasos la llevaron a la cocina donde miró a la terminal, contenta de


comprobar que no tenía ningún mail, ya que no tenía ningunas ganas de leerlos
ahora mismo. Se sirvió un gran vaso de leche con chocolate y se dirigió a su
habitación, dejando un momento el vaso para quitarse los pantalones y camiseta, y
ponerse su jersey de baloncesto favorito y bermudas de franela. Se sintió un poco
extraña. y bajó la vista para descubrir que se los había puesto al revés. Con una
maldición por lo bajo se los quitó, para volvérselos a poner al derecho. "Oh chico".
Recogió el vaso y se encaminó al salón, encendiendo la televisión y dejándose caer
en el sofá, mirando la pantalla sin verla realmente, y dejando al fin que su mente
vagara.
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Jesucristo... ¿que es lo que me ha pasado?. No se supone que esto escalara


tanto... yo solo... ella solo... nosotras solo... Dar tomó un gran trago de la leche,
reconfortada por el tranquilizador y familiar sabor. Vale... vale... vale. Controlemos
la situación. Nosotras... nos atraemos. Eso no es ninguna sorpresa... lo sabía de
antemano. ¿De acuerdo?. De acuerdo... ella es atractiva... cree que yo soy
atractiva... tenemos gustos similares... es inteligente... en realidad no es tan
sorprendente, Dar... así que, cálmate.

Se sintió mejor. Un poco. Pero toda la lógica no explicaba lo bien que se


había sentido simplemente al tener a Kerry entre sus brazos, y como su cuerpo
deseaba intensamente volver a sentirlo, tanto que si la rubia mujer se encontrara
ahí, sabía que no podría evitar que sus manos tocaran su suave piel, o juguetear con
su pelo, o...

Lentamente Dar apoyó la cabeza en el sofá, sintiendo la fría superficie del


cuero contra la cálidez de su piel. Este era un nuevo sentimiento para ella. Intenso,
y de alguna manera fuera de control, pero cálido, dulce y muy, pero que muy
distrayente. Sabía que tendría que controlarlo, pero ahora mismo se contentaba con
sentarse, sorber su leche, y dejarse sumergir en esta piscina emocional.

Se sorprendió cuando sonó el teléfono, y se lo quedó mirando un momento


antes de levantarse e ir a la mesa, cogiéndolo y mirando la hora al hacerlo.
"¿Hola?".

"Sra. Roberts, aquí operaciones". Dijo la vagamente nerviosa voz. "Um...


está en mi lista de notificaciones si perdemos algo".

"¿Ah, si?". Pregunto curiosa Dar. "¿Qué hemos perdido?".

"Um... Netops". Contestó la voz. "Ha habido un fuego en el edificio, y


tuvieron que evacuarlo... los bomberos no les permitían encender los UPS, así
que...".

"Nos caímos". Contribuyó Dar.

"Um... si".

"Completamente". Añadió Dar. "Todo... el network, y los mainframes. Si".


"Supongo que entonces se puede ir a casa, ¿huh?". Comentó de forma casual
la ejecutiva.
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"Uh...".

"No tiene sentido que esté allí si no hay ningún mainframe que administrar...
el network interno está en backup automático". Razonó Dar. "Así que... vallase a
casa".

"Uh... de acuerdo... Sra. Roberts... si usted lo dice".

"Claro". Le aseguró Dar. "Adiós".

La línea quedó muerta y colgó, volviendo al sofá y sentándose, tomando un


sorbo de leche mientras su mente repasaba la conversación.

Para después escupir la leche por la mitad de la mesa. "¡Joder!". Ladró,


saltando y cogiendo de nuevo el teléfono. "Hijo de puta...". Marcó frenética y
esperó.

"Si... mejor pensado quédese por ahí. No... no.. es mi culpa.. no... ¿a quién
más ha notificado?. Siga intentándolo". Colgó, y se golpeó el borde la cabeza unas
cuantas veces. "¡Jesús!".

Buscó en su maletín su agenda y la abrió, llevándose el teléfono al sofá.


Marcó un número. "¿Quién es?. De acuerdo, soy Dar Roberts... si, lo se... ¿Quien
no le dejó desmontar el backup?. ¿Cuál es su nombre?. De acuerdo... ¿en que
división está?. ¿Ciudad o campo?. Gracias... ¿que daños ha sufrido el edificio?".
Escuchó por un largo momento. "¿No saltaron los extintores?". Otra larga pausa.
"Cristo... tenemos los backups 3270?".

Encendió su ordenador según escuchaba, y enganchó el cable del teléfono


que lo conectaría a la otra línea de teléfono del condo. "Bueno, mejor que alguien
se meta en la línea de Infraestructura en Plano y averigüe si tienen un par de
mothballed por algún lado". Colgó, y entonces estudió el monitor. "Maldición...
todo se ha caído...". Los indicadores de sistema mostraban luces roja parpadeantes
por todos lados en la parte superior del network. Con la mano libre, marcó de
nuevo, escuchando una voz familiar. "Ey".

Kerry sonó un poco sorprendida, pero no disgustada de oírla. "Ey... ¿qué


ocurre?".

"No nosotros... Netops tuvo un fuego, y el network se ha ciado por


completo". Le dijo Dar, con un suspiro. "Algún idiota del departamento de
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 324 de 324

bomberos no les dejó poner el backup".

"Yiii... ¿necesitas ayuda?".

Oh... era taaann tentador. Dar suspiró. Me encantaría... pero en realidad no


puedes hacer nada, con lo que sería simplemente satisfacer un deseo personal. Se
dijo pesarosa. "Tan sólo quería que lo supieras... ya que no estás en la lista de
notificación".

"Oh". Kerry sonaba triste. "Bueno... de acuerdo... si no hay nada que pueda
hacer...".

Dar golpeó con sus dedos su pierna. "Um... ya sabes, tendremos que reerutar
cantidad de cosas si consigo que el departamento de bomberos coopere... podría
usar la ayuda en la búsqueda e identificación de vías activas disponibles".

"¿En serio?". La voz de Kerry se animó.

Dar aceptó, y cedió. "Si... puedes conectarte en la otra línea ISDN aquí... si
quieres, eso es".

"Ahora mismo voy". Le aseguró la rubia mujer.

Una sonrisa apareció en los labios de Dar en contra de su voluntad, y se


tomó un momento para llamar a los de seguridad, entonces volvió a su búsqueda.
Encontró el nombre que buscaba, entonces miró la tele que estaba, de todos los
canales, en el de Disney. "Oh... La Bella y La Bestia... adoró esos candelabros".
Los señaló alegre, según marcaba en el teléfono. "Hola... necesito hablar con
Walter Blakelock... no, es por negocios". Una pausa. "Me importa un carajo donde
esté, como si está sobre la mujer del alcalde. Necesito hablar con él". Otra pausa.
"O le pone al teléfono, o sacare a su jefe de la cama también... gracias, espero".

Kerry apagó las luces según se metía en el aparcamiento subterráneo y


apagaba el motor del Mustang tras deslizarse al lado del Lexus de Dar. Miró su
reflejo en el retrovisor y se dedicó un pequeño repaso. "Esto son negocios,
Kerrison. Estas aquí por que la compañía está en crisis, y es parte de tu trabajo". Le
dijo austeramente a su reflejo. "Nada de miraditas, nada de parpadeos, y nada de
roces, ¿lo pillas?". Exhaló, entonces se aclaró la garganta y salió del coche,
llevando consigo la bolsa con su ordenador. Trotó por las escaleras y llamó al
timbre, escuchando y oyendo la grave voz de Dar como respuesta. "Son negocios,
son negocios, son negocios". Se repitió en silencio según abría la puerta y entraba.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 325 de 325

Dar estaba acomodada en el sofá, en pijama, con una larga, desnuda y


musculosa pierna colgando al extremo del mueble y la camiseta a medio abotonar.
Oh bueno. Demasiado para eso, suspiró Kerry, a la vez que cada una de sus
hormonas se levantaron y dijeron "¡Hola en casa!".

"Ey". Consiguió dedicarle a Dar un crispado asentimiento mientras apoyaba


su bulto y sacaba su ordenador. "Hace tiempo que no nos vemos".

Dar, todavía al teléfono, hizo rodar sus ojos. "Mira... Jim, no me importa lo
que vaya a tomar, necesito al edificio en línea de nuevo". Se reclinó hacia delante y
apoyó la cabeza en la mano. "No pueden encender de nuevo la luz porque el
departamento de bomberos no ha certificado la subestructura eléctrica como
segura... eso significa que necesito a un ingeniero de electricidad allí, y los necesito
ahora, no mañana o el lunes... ¿me entiendes?".

Kerry tenía su sistema en marcha, entonces se levantó. "Apuesto a que


necesitarás algo de café". Preguntó, obteniendo una mirada de patético
agradecimiento de su jefa. "Eso pensaba... prepararé un poco".

Vale... puedo hacer esto... vamos funcionando. Kerry se sintió ligeramente


aliviada, su nerviosismo original desapareciendo mientras revolvía por la cocina,
poniendo en marcha la cafetera. Volvió al dintel de la puerta y se apoyó en él,
observando a Dar como de forma persistente amenazaba, adulaba y sermoneaba a
una serie de gente, resultando finalmente en un torrente de maldiciones en dos
idiomas que hizo que Kerry alzase las cejas al colgar de golpe la ejecutiva.

Dar brillaba con una aureola ante el teléfono, entonces alzó la mirada para
encontrar unos cálidos ojos verdes mirándola. "Idiotas".

Kerry desapareció y reapareció al minuto con una taza de humeante café que
le alcanzó a la morena mujer, antes de sentarse a su lado en el sofá. "No ha habido
suerte, ¿huh?".

Dar suspiró y se reclinó hacia atrás. "Tengo a un ingeniero de electricidad


encaminado hacia el sur de Carolina... y dos máquinas de backup siendo
preparadas en Plano... pero... no es suficiente". Tomó un sorbo de su café, entonces
le dedicó a Kerry una mirada. "Recordaste como me gusta".

La rubia mujer rió. "Dar... vamos... le añades suficiente crema y azúcar para
que deje de saber a café, y listo". Palmeó la pierna de su compañera, sintiendo la
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 326 de 326

sutil contracción del músculo bajo su mano mientras Dar se estiraba ligeramente.

"Eh... eso es cierto". Admitió la morena mujer, mirándola con cariño.


"Dios... que vendrá ahora..".

Kerry estaba buscando en la base de datos. "Jesús... esto parece un jorobado


(frigging) árbol de navidad". Apoyó su ordenador sobre su vientre al sentarse
mejor sobre el suave cuero con las piernas cruzadas junto a Dar. Alzó la mirada.
"Ey... La Bella y La Bestia... adoro esos candelabros". Hizo una mueca y agitó la
cabeza, sin ver la mirada de sorpresa de los azules ojos de Dar. "Siiisss, Dar... esto
es terrible... realmente no tenemos un backup si perdemos esa facilidad". Miró a su
jefa, la cual asintió despacio. "Guau".

"Lo sé... tomamos una decisión hace tres años en un comité ejecutivo de no
duplicar la central... peleé como loca contra ello, pero nadie quería alojar la tarjeta
para eso... quise desmantelar los procesados... pero ellos simplemente no lo
harían". Suspiró Dar. "Este es uno de esos momentos cuando desearía no probar
que tenía razón".

Kerry agitó la cabeza. "Bueno... podemos desviar cosas críticas aquí y aquí...
pero tienen todas las rutas allí, Dar... no tenemos las suficientes rutas alternativas
para esquivarlo".

"Si... por eso he centrado mis esfuerzos en devolver la electricidad al


edificio". Reconoció malhumorada Dar. Sonó el teléfono, y lo contestó. "¿Si?".

"Dar, soy José". La voz de Montarosa sonaba excitada. "¿Sabes que está
pasando?".

"Si. Que nos hemos caído". Replicó Dar, tensa. "Ahora deja libre mi maldito
teléfono para que pueda hacer algo para remediarlo".

Kerry la miró, entonces sacó una de sus manos del teclado y frotó con
suaves círculos la espalda de la alta mujer. Podía sentir la tensión en su jefa, y dejó
que sus dedos tanteasen las durezas en su cuello.

La respuesta fue una pequeña pausa, entonces la voz de Dar continuó. "Lo
siento, José... ¿que es lo que preguntaste?". Su tono sonaba un poco más relajado.

"No... hubo un incendio en el edificio... los mainframes están bien, pero no


tenemos electricidad porque el departamento de bomberos no nos permite conectar
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el generador". Dar cerró los ojos cuando fuertes y sensibles dedos probaban
doloridos músculos debido a la pintura. "¿Qué?. Oh... si, no... no tenemos una
localización de backup... ya sabes eso... votaste que no, ¿recuerdas?".

Kerry dejó su ordenador en la mesa, y se arrastró hasta el final del sofá para
trabajar con las dos manos.

"Uh... yo no... tengo a un electricista de camino para validar el edificio... con


lo que si, probablemente... pero seguiré presionando en el departamento de
bomberos de todas formas. Quizá se cansen de oír mi voz y cedan... no, de
acuerdo... te tendré informado... adiós". Dar dejó caer el auricular con la mano y
gruñó. "Eres muy buena en eso".

"Gracias". Murmuró Kerry. "Estas realmente tensa". Siguió bajando por la


espalda de Dar mientras la morena mujer se reclinaba hacia delante, entonces
volvió a subir. "Ahí... ¿mejor?".

Ojos azules la miraron cuando Dar dio media vuelta. "Mucho".

Kerry puso un gesto, y se deslizó de nuevo por el sofá. "Bueno... ¿que viene
ahora?".

Dar la rodeó con un brazo. "Tan sólo estate aquí y hazme compañía mientras
yo grito a la gente, ¿vale?".

¿Vale?. Kerry se puso más cerca, acomodándose contra el cálido cuerpo de


Dar con un pequeño suspiro de contento. "Claro". Dejó que sus piernas se unieran
a las de la alta mujer apoyados en la mesilla del café, sus calcetines verdes un raro
contraste con los pies descalzos de Dar, entonces se acercó el ordenador, volviendo
a su búsqueda de fuentes. "Podemos usar estas rutas, y despejar un poco del tráfico
del banco, o... espera... aquí, y tener de vuelta la interlínea".

Dar miró sobre su hombro. "Mm... hazlo... prefiero tener NOTAMS y el


servicio climático para las líneas aéreas... es fin de semana, los bancos pueden
esperar".

Kerry prácticamente no escuchó el final, ya que el aliento de Dar le hacía


cosquillas en las orejas de forma muy distrayente. "Uh... muy bien... erf... uck,
olvidé que no puedo usar... oh, espera, puedo reerutar la solicitud por las
estructuras principales de Plano... espera...".
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"Eres muy buena en eso, también". La voz de Dar casi le hace reconfigurar
accidentalmente una ruta principal. "¿Dar?".

"¿Hmm?". La ejecutiva miró al monitor.

"A no ser que quieras que rediriga el satélite de la NBC hacia Irán, ¿podrías
estarte quieta por un minuto?".

Ojos azules parpadearon de forma traviesa. “Lo siento”.

“No hay problema”. Kerry trató de no pensar cuan cerca se encontraban esos
bonitos e invitadores labios. “¿Qué estaba haciendo yo?. Oh si...”. Tecleó durante
un minuto. “Vale... sssiii, esto es una torpeza”.

Sonó el teléfono, y Dar lo cogió. “¿Si?. Oh... de acuerdo, bien...


manténgame informada”. Colgó, y se estiró. “El electricista acaba de llegar... ey,
¿quieres un poco de helado?”.

Kerry no se lo pensó dos veces. “Claro”. Continuó navegando. “Oh... puedo


devolver ATM’s en el nordeste... espera...”.

Dar se levantó y fue hacia la cocina, musitando sobre como un desastre era
mucho más divertido si Kerry estaba por ahí. Pensó sobre el tema mientras
preparaba los fríos entremeses. Como todo era más divertido siempre que Kerry
estaba cerca. Volvió con los platos y le alcanzó a Kerry el suyo, entonces se sentó
de nuevo en su sitio, y cogió de nuevo el teléfono.

Eran casi las cinco de la madrugada cuando el electricista terminó su


inspección, y Dar tuvo que discutir con él durante quince minutos antes de que
entregara su informe aquí y allá. “Mire... no le saqué de su maldita cama a la una
de la madrugada para que escribiera un informe mañana... ¡tan sólo hágalo!”. Le
gritó. “Ponga a Gregory al teléfono”.

Sonó la profunda y ronca voz del director de Netops. “Si, Dar...”.

“Coge ese informe... tengo a ese maldito jefe de bomberos en camino...


dáselo, y dígale que lo coja y lo empuje...”. Se detuvo, cuando Kerry le metió en la
boca una cucharada de helado. “Mfufh...”. Tragó. “Lo siento... quiero decir, dile
que por favor quite las selladuras, y le permita entrar en la sala de control para
devolver la energía”.
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“Claro... espera... aquí llega. ¿Quieres hablar con él?”. Rió Gregory.

“No”. Suspiró Dar. “No querrá oír mi voz de nuevo, te lo puedo asegurar”.

“De acuerdo... lo está haciendo... estamos dentro”. La voz de Gregory se


alejó, y se escucharon claramente por el teléfono varios clics y rudos pops.
“Espera... iaoo... está sucio esto... gracias a dios que lo probamos una vez por
semana... vale... tápate los oídos”.

Se escuchó el ensordecedor rugido del generador. “Estabilizando... llegando


a voltaje... vale...”. Gregory se puso en otro teléfono. “¡Yaz!. Dale a los
interruptores, ¿eh?”. Volvió. “Ya tenemos energía, Dar... le voy a dar diez minutos
para alcanzar el máximo y que se enclavije, entonces patearé a los perros en el culo
y los pondré de nuevo en línea”.

“Whoops... aquí vienen las rutas”. Le informó Kerry, mirando el mapa en lo


alto. “¿Han encendido el automático?”.

Dar asintió. “Las rutas acaban de volver, Greg”. Miró como lentamente las
lucecillas rojas se tornaban verdes. “Las estructuras principales ya funcionan”.
Sintió una cansada sonrisa aparecer en sus labios.

“Los paquetes están pasando”. Reportó Kerry, con una mueca. “El link
interoceánico acaba de ponerse operativo”. Señaló a las múltiples salidas que
transmitían datos por el Atlántico.

Dar le agitó el cabello, y le pasó un brazo sobre los hombros mientras


observaban. “Vale... se ve bien, Greg”.
“Ajá... gracias Dar... no podría haberlo hecho sin ti, eso es jodidamente
seguro”. Le dijo alegremente Gregory. “Hasta luego... duerme un poco, ¿eh?”.

“Buenas noches, Greg”. Replicó Dar, y cortó la conexión. “Maldición, que


putada”.

Kerry asintió, y giró la cabeza para mirar a la morena mujer. “Tienes helado
en los labios”. Observó, con la vista fija en la ofensiva mancha.

Dar la miró quedamente. “¿Lo tengo?”.

Kerry se inclinó hacia ella y de forma suave pero deliberada lo quitó,


saboreando la superficie con una lengua tentativa. Sintió la suave inhalación,
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entonces un toque reafirmante en su nuca le hizo sentir escalofríos por la espalda


según Dar le devolvía el favor, tomándose un placentero tiempo en ello. Kerry
podía sentir la cálidez cercana de su cuerpo, e inhaló su plácido aroma según
empezaba a responder, disfrutando del simple placer de poder hacerlo.

Sabía que estaban demasiado cansadas para llegar más lejos, pero era muy
agradable pasar unos minutos con esta suave exploración, dándose la mutua
oportunidad de acostumbrarse la una a la otra. Inhaló cuando Dar se echó
presionando ligeramente, y rozó su nariz con la de ella. Hizo que apareciera una
sonrisa en su rostro, y dejó caer la cabeza hacia atrás sobre el sofá con un suspiro.
“Eso fue agradable”.

Dar asintió, echándose hacia atrás el cabello con dedos perezosos.


“Mmhmm... vamos... podrás averiguar de primera mano como es una cama de
agua”.

Kerry debió de parecer un poco sorprendida, porque la morena mujer


empezó a reír y alzó una mano, palmeándole la mejilla. “Calma... calma... sólo
para dormir... nos estamos tomando esto despacio y de forma agradable,
¿recuerdas?”.

Kerry le devolvió la sonrisa. “Es que todo esto es un poquito nuevo para
mi”. Explicó. “Pero una cama de cualquier tipo me parece realmente buena ahora
mismo”.

Dar asintió en queda comprensión. “¿Esta es tu primera vez, Kerry?”.


Conocía la respuesta, pero esperó.

Los ojos verdes bajaron la mirada, y un suave sonrojó cubrió el cuello de la


rubia mujer. “Um... no... con una mujer, si”. Dijo finalmente, alzando la mirada.
“Yo... um...”.

“Shh... esta bien... lo suponía”. Respondió Dar, dándole una palmada


tranquilizadora en el brazo. “Tomátelo con calma.... sin prisa, sin presiones”.

Dar se levantó y bostezó estirándose, entonces le acercó una mano de forma


invitadora. “Vamos... hora de ir a la cama... estoy realmente cansada”.

Era... Kerry dejó el ordenador sobre la mesa y se levantó, habiéndose puesto


el pijama antes. Estaba asustada, y al mismo tiempo, exultada. Tomó la mano de
Dar y la siguió hacia la fresca habitación de paredes azules, sintiendo la calma de
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la misma con un sentimiento de anticipación. Miró la cama. “Por Dios, Dar... ¡es
enorme!”.

La ejecutiva se rió. “Si... lo se... vamos”. Retiró las sábanas y se metió en la


cama, moviéndose hasta su centro. “¿Ves?. Suficientemente grande para seis...”.

Kerry rió, y aceptó la invitación, sorprendida ante la superficie ligeramente


móvil. “Oh... pensé que se movería más”.

“Es de semiolas”. Explicó Dar. “Tiene unos pequeños deflectores de espuma


donde se queda atrapada el agua, por lo que no se mueve mucho”. Palmeó la
superficie, “¿Ves?”.

Kerry se acomodó. “Mm... guau... esto es confortable”. Se dio cuenta que


tenía espacio más que suficiente a su alrededor, y una suave y agradable almohada.
Su ansiedad desapareció y se relajó, viendo como Dar apagaba la lámpara de la
cabecera.

“¿Estas bien?”. Cortó a través de la oscuridad la grave y vibrante voz.

“Si... estoy bien”. Respondió soñolienta Kerry. “Buenas noches”.

Dar se puso las manos tras la cabeza, y miró al invisible techo. “Buenas
noches”. Se hizo un calmado silencio, y Dar esperó a que el sueño la alcanzase
cansada, pero muy consciente del cálido cuerpo a su lado. Menudo día. Agitó la
cabeza en mudo asombro. Su vida estaba cambiando... girando tan rápido que
prácticamente no sabía que hacer al respecto. En el espacio de un solo día... de una
sola noche, en realidad... adquirió de repente una faceta en su vida que nunca había
esperado, pero ahora que lo había hecho, estaba sentada preguntándose como había
podido vivir sin ella hasta ahora.

La cama se agitó suavemente y sintió la cálidez de Kerry más cerca, y


apareció una mueca. Tomó otros diez minutos, entonces sintió un toque en su
cuerpo y se movió de lado, rodeando con el brazo a la mujer dormida, la cual se
acurrucó contra ella de inmediato, dejando un brazo alrededor de su cintura, y se
relajó con un suspiro al apoyarse en el hombro de Dar.

Era maravilloso. Dar cerró los ojos, y esta vez, recibió de buen grado los
sueños. Despertarse los haría realidad.

Estaban al lado de una catarata esta vez. Estaba mirando por encima de
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una repisa cubierta de una gruesa capa de musgo por encima de una profunda
piscina a la que caía el agua con apagado rugido. Era media tarde y el tiempo era
perfecto, agradable y fresco pero soleado.

Aparte del sonido del agua, lo único que podía oír era los pájaros, y unos
pequeños susurros que debían ser ardillas que las rodeaban. De otra manera
estaba lo suficientemente silencioso para escuchar el crecimiento de las hojas.

Una cálidez se apretó contra ella, y bajó la mirada, para encontrarse con
una rubia cabeza apoyada sobre su hombro y una morena mano reposando sobre
su estómago, una piel mucho más musculosa de la que ella había tenido desde que
dejó de competir en torneos hacía unos cuantos años.

Era Kerry... pero a al mismo tiempo no lo era. El pelo, aunque desordenado,


tenía un estilo diferente, y la pequeña mano sobre ella mostraba una pequeña
cicatriz en la media luna entre el índice y el pulgar que no le era familiar.

El cuerpo que reposaba contra ella era más oscuro y musculoso a la vez,
podía sentir el sólido peso del mismo y las sinuosas curvas bajo el brazo que
rodeaba a la pequeña mujer.

Extraño. Y no tan extraño. Una sábana de algodón sin curtir las cubría
desde la cintura hacia abajo y a pesar de la rugosa superficie, se sentía muy a
gusto y totalmente relajada.

Observó como una mariposa se posaba, sus alas amarillas y negras en


contraste contra el verde que las rodeaba, y menos sobre la flor, rosa pálido y
salmón que ondeaban suavemente bajo el peso del insecto.

Las alas se agitaron para conseguir estabilidad, y las miró prácticamente


hipnotizada como se abrían y cerraban, viendo los raros y negros ojos en cada
una.

Miró hacia el cielo y vio un águila, volando a través del firmamento, para
después arquear el cuerpo para aterrizar.

Una pluma flotó hacia ellas, retazos marrones y oscuros, y aterrizó en la


sábana sobre su muslo.

Entonces el ritmillo del agua la volvió a adormecer.


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Lentamente, Dar fue consciente de lo que la rodeaba, una mezcla de lo


familiar y la desconocido así como su bien reconocido confort de la cama de agua
combinado con la maravillosa sensación de alguien abrazándola. Dejó que sus ojos
se abrieran, para ver la pálida reflexión del sol entrando por las persianas bajadas,
mandando pequeñas rayas por su cuerpo y el de Kerry. La rubia mujer estaba en la
misma posición en la que se durmió la noche anterior, o para ser más precisos, en
la madrugada de hoy, fuertemente acurrucada contra su lado izquierdo y un brazo
sobre el estómago de Dar. Igual que en el sueño, musitó. Excepto que estaban en
una cama, en un apartamento de Miami, completamente vestidas por supuesto, no
desnudas en algún lugar del bosque al lado de una maldita cascada.

Que sueño más extraño. Dar agitó la cabeza levemente, entonces dobló el
cuello para examinar la mano de Kerry, donde había visto la cicatriz en el sueño.

Nada excepto suave piel fue lo que encontraron sus ojos, y alzó las cejas
desconcertada. ¿De que iba todo eso?. ¿Porqué se iba a imaginar algo así?. Raro.
Muy raro.
Desechó las imágenes, y volvió su atención al tiempo actual. Donde sus
cuerpos se juntaban podía sentir el calor humano de Kerry y casi dejó de respirar
cuando la joven mujer se había movido, acariciando levemente su estómago a
través de la tela que las separaba. Cerró los ojos saboreando el contacto, y trató de
no pensar en cuanto había pasado desde que se había permitido desear lo que
deseaba con Kerry. No sexo. Bueno... torció un poco los labios. No sexo, pero casi,
esa confianza entre dos personas que sólo había experimentado dos veces en su
vida, y dos veces...

Dos veces había aprendido la lección. Todo el mundo tiene su propia agenda,
Dar... nadie da por el mero hecho de hacerlo... sino para conseguir algo de vuelta.
Algo que quieren. Algo de ella. Tras esto, dejó de confiar. ¿Queréis sexo?. Claro...
eso lo podía hacer. No significaba absolutamente nada de una manera u otra. Pero
nadie llegaba hondo... nadie llegaba a donde la podía hacer daño si resultaban ser
escoria, o decidían desaparecer, o decirle... gracias, pero ya hemos conseguido lo
que queríamos y ahora no significas nada... no. Con dos veces era bastante.

Y aquí estaba, después de todos estos años, pensando de nuevo en confiar.


Sobre dejar a Kerry entrar, dejarla hacerse cargo de los pequeños bocados y piezas
de vulnerabilidad que aún quedaban, y confiando en que no los desgarrara de
nuevo.

Casi no conocía a Kerry. ¿En que estaba pensando? Demonios, ni siquiera


sabía si todavía era capaz de volver... no importaba si era una buena idea. Suspiró,
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y miró el reloj. Las once... bueno, había dormido un par de horas de todas formas...
mejor levantarse y ver que pasaba por la oficina, y...

Kerry se acurrucó más cerca haciendo un pequeño ruido de satisfacción, y


calentando la piel de Dar con su respiración a través del algodón. Era tan
agradable... el contacto de su piel... su olor... era como ahogarse. La rodeó con más
fuerza y suspiró.

De forma inesperada, se encontró con que se le cerraban los ojos mientras su


cuerpo se relajaba contra el de Kerry, la pacífica soñolencia de la joven mujer
coaccionándola para que se volviera a dormir. Bueno... razonó, no tiene sentido en
forzar a la chiquita para que se despierte... trabajó duro anoche, ¿verdad?. Un par
de minutos más no van a hacer daño a nadie...
Kerry se dio cuenta, esta vez, de donde se encontraba antes de abrir los ojos.
Aguantó la respiración, pero resistió al pánico al sentir el fuerte abrazo en el que se
encontraba y realizó que Dar sabía que ella estaba allí, y que no le importaba.

Con lo que se relajó y disfrutó de la sensación, la cabeza apoyada en un


hombro muy cómodo y la oreja presionada contra el pecho de Dar, dejando que sus
sentidos absorbieran la proximidad y su distintivo aroma, ligeras trazas de perfume
y jabón... el olor del algodón limpio de su pijama... todo era ordinario, pero
combinados formaban un retrato único de su nueva amiga. Kerry decidió que le
gustaba.

Podía oír los latidos del corazón, lentos y firmes, y sentir el movimiento de
la mujer mayor al respirar, y decidió que era un sonido confortable con el que
despertarse. Abrió los ojos y se movió ligeramente, mirando el anguloso rostro
sobre ella para ver a Dar completamente relajada en su sueño.

Jesús... parece tan joven así. Musitó Kerry con ligera sorpresa. Sin la cauta
inteligencia que caracterizaba el rostro de Dar, y las tensiones que la vida había
puesto en el mismo, no parecía mayor que Kerry, y la rubia mujer se encontró
preguntándose cuanta verdad había en eso. Seguro que alguien en la posición en la
que ella se encontraba tenía que ser mayor... tenía que tener más experiencia.

¿Cierto?. Y aún así... no había ni una pizca de plateado en su oscura cabeza,


y las arrugas alrededor de sus ojos eran las que Kerry había visto incluso en lo
adultos más jóvenes del lugar, debido a la continua exposición al brillante sol.
Sería muy fácil averiguarlo por supuesto... con tan sólo mandar un query pidiendo
la fecha de su graduación de la escuela pública en los archivos de Dade County... O
podías simplemente preguntar, le palmeó en el hombro su sentido más práctico.
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Quiero decir, Jesús, Kerry... estas durmiendo prácticamente encima de ella... no


creo que le importe que le preguntes su edad. Apoyó de nuevo la cabeza con una
torcida sonrisa. Sin embargo, no estoy segura si es así como se supone que
funciona esto... no se supone que deberías ir por etapas como... conocerse...
citarse... tomar algo... ir a fiestas con mucha más gente... ¿antes de acabar
durmiendo juntas?.

Flexionó los dedos sobre la suave superficie. Podía sentir las protuberancias
que eran las costillas de Dar moviéndose bajo su mano, y descubrió como su
pulgar acariciaba la piel que rodeaba al ombligo. No se sentía extraña tocándola
así... de hecho, le parecía tan normal que la asustaba un poco.

¿Cómo las barreras que existían entre dos personas cualesquiera podían
desaparecer tan rápido entre ellas? Kerry era una persona sensible en cualquier
caso... hablaba gesticulando y tendía a tocar a las personas con las que hablaba,
pero esto... Era como si se conocieran desde hace mucho tiempo... era ese tipo de
confort.
Raro.

Trazó una línea a lo largo del estómago de Dar de forma ausente. Oh bueno,
siempre he aprendido rápido. Sin embargo, espero aprender lo suficientemente
rápido... no tengo ni la más mínima idea que hacer con ella más allá de los besos.
Me pregunto si habrá libros. Murmuró mientras lo pensaba. Una pausa, y dejó que
el cálido aroma de Dar entrara en sus pulmones. Apuesto que puedo encontrar algo
en internet. Veamos... Yahoo, Buscar, Palabra clave: Sexo y mujeres pero no
revuelto. Respuesta: Hemos encontrado tropecientas mil millones de referencias,
por favor especifique los parámetros. Kerry se rió suavemente por lo bajo.

“¿Qué tiene tanta gracia?”. Una grave y vibrante voz tembló a través de la
superficie en la que su cabeza estaba apoyada. Kerry consiguió no saltar, pero alzó
la mirada para ver soñolientos ojos azules observándola divertidos...

“Um...”. Amortiguó otra risita. “No quería despertarte... era que... nada... en
serio... estaba... um... pensando en dibujitos”.

Dos oscuras cejas se arquearon. “¿Dibujitos?”. Replicó la voz de Dar, sin


creérselo.

“Si... ya sabes... como Fantasma del Espacio”. Pensó rápido Kerry. “¿Sabías
que entrevistó a Emeril Lagasse la otra noche?”. Empezó a alejarse. “No tengo ni
idea de porque acabamos siempre así... yo no... um”.
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“Ey...”. Dar le palmeó la espalda. “Está bien.... lo haces mientras duermes...


no me molesta”. Liberó a la pequeña mujer sin embargo, sintiendo su
incomodidad. Tenían tiempo... y Kerry lo iba a necesitar para acostumbrarse a la
dimensión física que estaban adquiriendo. Eso estaba bien... a ella también le iba a
costar un poco acostumbrarse.

“Bueno...”. Kerry se puso boca arriba y se estiró. “Tienes razón sin


embargo... es confortable”. Le sonrió a Dar. “Debo pensar en tener una de éstas”.
Entonces suspiró. “Después que sepa que hacer con mis padres”.

Dar giró sobre su lado e inclinó la cabeza. “¿Tus padres?. ¿Qué tienen ellos
que ver con una cama de agua?”. Inquirió, curiosa.

Kerry se mantuvo en silencio por un momento, y alzó la mirada. “Me están


metiendo mucha presión para que vuelva a casa”. Hizo una pausa, pensativa. “Y yo
no voy a ir... es sólo que he de encontrar la manera de decírselo sin provocar un
holocausto nuclear a nivel familiar”.

Dar se frotó la nariz. “¿Todavía quieren que te cases con el chico ese?”. Sus
ojos azules miraron fijamente el rostro de Kerry.

La rubia mujer asintió ceñuda. “Oh sí... Brian se gradúa de la escuela de


derecho este semestre... terminará en vacaciones, y eso... es lo que estaban
esperando”.

“Entiendo que todavía no saben que... um...”. Dar gesturó entre las dos.

“Uh... no”. Kerry dio un respingo. “Eso es un hecho relativamente reciente”.


Una pausa. “Yo... um... quiero decir, no me di cuenta de cuál era el gran asunto,
¿sabes?”.

Dar ahogó un gesto. “Lo sé”. Le dedicó a la rubia mujer una mirada de
entendimiento... “Estuve allí, ya lo pasé”.

Kerry le sonrió. “Sí... supongo que estuviste... así que... cuando me mudé
aquí, todo era tan diferente... y un sábado algunos de mis nuevos amigos me
llevaron a South Beach”.

“Oh”. Dar se tapó la boca con una mano. “Supongo que eso fue una
revelación”.
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“¿Para alguien de Saugatuck?. Ajá”. Kerry empezó a reír, y luego exhaló.


“La mayoría de las cosas de fuera de mi ciudad que había visto hasta entonces era
en el Festival de Saugatuck Duck... digamos que mis horizontes fueron
considerablemente expandidos ese fin de semana”.

“Vamos, Kerry... estoy segura que incluso en Saugatuck hay gente gay”. Rió
Dar.
“Bueno... claro... de hecho, cuando me pongo a recordar y ahora sé lo que
veía, puedo verlos... pero nadie hablaba de ello... se guardaba, como el cliché, en el
armario”. Explicó Kerry. “Ciertamente, en mi familia, nunca fue discutido”.
Exhaló. “Pero entonces yo... bueno, me tomé un poco de tiempo, pero
eventualmente figuré lo que estaba sintiendo... y porque lo pasaba tan mal al
pensar en asentarme con Brian y tener un par de críos”.

“Debió ser duro para ti”. Se simpatizó la ejecutiva. “Mi padre lo supuso... y
un día me llevó a un lado y me habló de ello... yo ya lo había descubierto, con lo
que fue una especie de alivio”.

Kerry la miró. “¿No le importó?”.

Un movimiento negativo de la morena cabeza. “No... me sorprendió... estaba


asustada de decírselo porque él era un militar, y sabes que eso no conlleva mentes
liberales. Pero cuando lo pienso ahora, sabiendo lo que él era... no debía haberme
sorprendido”.

Kerry estaba perdida. “¿Qué es lo que era?”. Preguntó suavemente.

“De la armada marina”. Dar sonrió ante el ensanchamiento de ojos como


reacción. “Sí... uno de los salvajes”.

“Guau... no me puedo imaginar como sería eso”. Respiró Kerry. “Sería...


muy diferente para mí. Ellos no lo entenderían”.

“Ah”. Dar asintió. “Eso es duro”. Pensó un momento. “Ciertamente tu


carrera tiene más visos de mejorar aquí que en Michigan... la oficina Troy
realmente no se dedica a lo que tu sabes hacer”.

Kerry se sentó y cruzó las piernas, colocándose el pelo tras las orejas. “Eso
no les importa... mi madre dejó un mensaje en el contestador la otra noche que
decía que podría conseguir algún puesto de secretaria en la oficina Troy, de forma
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que pudiera mantener mis manos ocupadas mientras esperaba a quedarme


embarazada”.

“¿Qué?”. Dar se inclinó hacia delante. “Kerry, ¿les ha dicho alguien que
estamos en los 90, justo para empezar el año 2000?”.

“No en mi familia”. Sentenció quedamente la rubia mujer. “Creo que están


firmemente trabados en los 40”. Se mordisqueó el labio. “Supongo que se lo puedo
decir”.

“Quizás deberías empezar despacio... como empezar por decirles que te


quedas en Miami, como principio”. Replicó Dar razonablemente. “Antes de
soltarles ‘no me caso con quienquieraquesea’. Y ‘oh si, de paso, estoy saliendo con
mi jefe’”. Añadió la alta mujer, con una torcida sonrisa.

“Mm... seguro tienes razón”. Reconoció Kerry. “Aunque ganaría un punto


por salir con mi jefe, por lo menos durante los veinte segundos o así que mi padre
tardara en recordar de quien se trataba”. Era un pensamiento tentador, sin embargo.

“Tú... no estas muy cercana a tu padre, ¿verdad?”. Preguntó Dar


gentilmente.

Kerry miró la pared, aguantando la ola de malestar que tuvo como reacción.
“No”. Murmuró finalmente. “Podría decirse así”.

La morena mujer se inclinó hacia delante y la cogió de la mano. “No te


preocupes... se nos ocurrirá algo”. Prometió. “Demonios, lo malo lleva a lo peor,
reerutaré sus memorias IRS a MSNBC”.

La rubia mujer giró los ojos. “Eso sería hilarante, pero inutil... es un pilar de
rectitud moral. Dudo incluso que nos reclamara como dependientes hasta que
teníamos un año, sólo para probar que éramos viables”. Suspiró. “Pero gracias,
Dar... ayuda tener a alguien con quien poder hablarlo”. Le dedicó a su jefa una
sonrisa, y apretó los dedos que la agarraban. “Y guardaré tu amenaza en reserva”.

Dar rió, entonces se dio la vuelta y se estiró, arqueando la espalda y abriendo


los brazos. “Vale... bueno, ya que es por la tarde....”. Agitó la cabeza mirando al
techo. “Supongo que mejor chequeó como va la oficina... estoy segura que habrá
media docena de reuniones de emergencia de personal mañana para discutir porque
nuestros procedimientos de soporte, que no existen, no funcionan”.
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Kerry lo consideró, así como todas las cosas que dejó sin hacer en casa, y
suspiró. Aunque preferiría pasar aquí el día con Dar... “Escucha.... ¿por qué no
salimos el fin de semana que viene?. Tengo un montón de colada y mucho que
ordenar ya que no estuve en casa todos estos días”. Sugirió, pesarosa.

Dar sintió un azote de disgusto, pero sabía que Kerry tenía razón. Las dos
tenían cosas que hacer, y una semana de trabajo a la que prepararse. “Parece una
buena idea”. Admitió. “Aunque odie admitirlo... ¿sigues interesada en lo del
gimnasio?. La clase empieza el miércoles”.

Kerry casi se había olvidado del tema. “Oh... ¡cierto!. Absolutamente... Dios
si... si sigo contigo, lo voy a necesitar desesperadamente”. Le dedicó una mueca a
Dar. “Gracias por recordármelo”.

La ejecutiva rodó fuera de la cama y se levantó. “Bueno, empecemos pues...


creo que tengo unos copos Frosted extra si te interesa”.

Kerry agitó la cabeza y rió al alcanzarla. “¿Ves lo que quiero decir?”.


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Novena parte

Saltó la alarma, sorprendiendo a Dar y sacándola de su sueño en la oscuridad


de la madrugada. Lo miró confundida por un momento, entonces se frotó el rostro
y se dio unas palmaditas, apagando el ruidoso pitido. Todo estaba muy tranquilo en
el condo, y reposó la barbilla sobre la almohada por un momento, pensando
ansiosamente en lo agradable que había sido despertarse el día anterior.

vertido. Dar suspiró y se levantó de la cama, andando cansinamente hacia el


baño de forma mecánica. Nunca antes se había considerado solitaria. Su vida había
sido repleta, cierto, pero ahora se preguntaba cuantas de sus actividades habían
sido una simple manera para rellenar el tiempo. Había sido inesperadamente
agradable el simple hecho de tener a alguien con quien hablar en su repentino
desayuno de ayer y ni siquiera podía empezar a recordar sobre lo que habían
hablado. ¿Mascotas?. ¿Política?. Dar se echó agua a la cara y agitó la cabeza, se
cambio el pijama por su ropa de correr y se sentó en la silenciosa sala de estar para
calzarse sus zapatillas de deporte. Fuera lo que fuese, había pasado la mayor parte
del tiempo riendo, algo que no recordaba haber hecho demasiado en los pasados
últimos años. Se quedó sentada pensando sobre ello durante unos minutos,
entonces se impulsó para levantarse. “Vamos, Dar... muévete... dos vueltas extra
alrededor de la isla esta mañana, ¿recuerdas?”. Lo había decidido para compensar
los pasados días, levantándose una hora antes para ello.

Estaba muy tranquilo según cerraba la puerta tras ella y salía al frío aire,
crispado con la humedad del rocío y la brisa del mar. Sus deportivas hacían ruido
al pisar la gravilla según se giraba hacia el pequeño camino, entonces respiró
hondo y rompió a correr con un lento footing, para darle a sus músculos la
oportunidad de despertarse y estirarse antes de presionarlos.

El agua golpeaba contra el malecón según se giraba contra el viento que se


adentraba en tierra, trayendo consigo el aroma del mar y la sal a sus pulmones.
Ningún otro sonido, excepto el lejano rechinar del puerto y la honda sirena de un
carguero por el canal. Podía ver las movedizas luces del barco y lo dejó tras ella al
encaminarse hacia el sur.

En la sexta vuelta, pudo sentir como comenzaba el cansancio al hacerla


respirar más rápido, y eso la molestaba. En vez de detenerse, se exigió más de sí,
acelerando su ritmo y forzándose a completar ocho vueltas, durante la ultima el sol
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estaba asomándose por el horizonte, y ella estaba sudando copiosamente.

Se fue parando al acercarse al extremo norte de la isla por octava vez,


adaptándose de nuevo al footing y dejando que su corazón empezara a calmarse.
Acabó en el malecón, observando la pálida luz y dejando que la brisa marina le
echara su oscuro y mojado cabello por el sudor hacia atrás. Despacio, se sentó
apoyándose contra la pared de granito, dejando las piernas colgando hacia el ligero
rocío proveniente de las olas.

Había creído, por tanto tiempo, que no necesitaba a nadie para completar su
vida. Quizá porque no había tenido oportunidad. Ahora.... Dar exhaló en la niebla.
El inocente ofrecimiento de Kerry de una mano amistosa dejó sin fundamento esa
creencia, y la forzó a mirarse objetivamente por primera vez en mucho tiempo.

Había sido fácil confundir la isolación estéril por la felicidad, si no conocías


bien la diferencia, ¿verdad?. Había enfrentado la soledad ignorándola, y
convenciéndose a sí misma que manteniéndose ocupada era la llave para una vida
satisfactoria.

La pasada semana le enseñó cuan engañada había estado. Seguir adelante


con Kerry añadiría una complicada, difícil y problemática faceta a su vida, y el
potencial para el dolor y problemas personales tales que rompieran su ordenada
existencia más allá de posible reparación.

El punto de vista racional e inteligente le decía que se detuviera. Esto sólo


podría ocasionar problemas tanto a Kerry como a sí misma, y podría resultar en un
desastre profesional para las dos. Sería mejor... más inteligente... para ella el sentar
a Kerry, y simplemente... decirle que no. Volverse atrás. Devolver su relación a un
nivel estrictamente profesional.

Dar estaba sorprendida por las repentinas lágrimas y la ola de miseria que
acompañó a tal pensamiento. Confundida se frotó el rostro, y rodeó con uno de sus
brazos su pecho repentinamente dolorido. Tan sólo el pensamiento de declinar esa
sonrisa... Dar imaginó el daño, y luego el dolor en esos ojos verdes si la dejaba, y
sabía que no podría soportarlo.
No podía hacerle eso a Kerry. Demonios, no podía hacerse eso a sí misma.

Con mano temblorosa, se secó las lágrimas de los ojos, y se pasó los dedos
por su húmedo cabello. Encontraría el camino, de algún modo, para que
funcionase. El latido de su corazón se asentó, y tomó una serie de hondas
respiraciones, dejando que la salada bruma la calmase. Bien. Tan sólo es otro reto,
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Dar. Recuerda lo que papá siempre te decía. Rompe tus desafíos en pequeñas
partes, y a la hora de terminar, te habrás comido un búfalo, incluido el rabo.

Eso provocó una seca y temblorosa sonrisa aparecer en su rostro, y se


levantó, estirando las piernas y cuadrando los hombros. Hora de empezar el día.

A María le agradaban las mañanas tempranas. Había hecho un hábito el


entrar a las siete a.m. al edificio, antes incluso que los ayudantes administrativos
más virtuosos, y aprovechaba el tiempo en ordenar los montones de
correspondencia que generaba la posición de Dar, además del volumen de correo
electrónico, peticiones de todo tipo, papeles que revisar, y otros asuntos que
estaban bajo su jurisdicción.

Le daba prácticamente una hora, a veces un poco más, antes de que su


mercurial jefa apareciera y trajera con ella un torbellino de actividad, y disfrutaba
del tiempo de tranquilidad, pensando que era una buena manera de empezar el día.
Y más un lunes, que nunca era un buen día, especialmente desde que Dar había
estado casi toda la semana anterior fuera, y habían ido surgiendo asuntos que
esperaban su atención.

Oyó abrirse el ascensor y el suave sonido de pasos a través del alfombrado


pasillo, pasando su puerta y siguiendo hacia adelante. Una sonrisa atravesó su
rostro al reconocerlos más bien como pasos de Kerry que llegaba temprano por la
misma razón que ella. La joven mujer estaba acostumbrándose todavía a su nueva
posición, y estaba ansiosa por dejar una buena impresión.

María lo aprobaba. Le gustaba Kerry, y estaba contenta de que su


supervisora hubiera encontrado a alguien con la que pudiera trabajar, y que
intentase realizar el mismo esfuerzo en ello como hacía Dar. Y como bonus
añadido, parecía que a Kerry también le agradaba la, a veces difícil y generalmente
impaciente, agresiva vice-presidenta, lo que era una sorpresa para la secretaria,
sabiendo de donde venía Kerry.

Se preguntaba si Kerry sabía lo cerca que había estado de ser despedida. Con
un suspiro, María volvió su atención a un taco de informes, pasándolos y dejando
arriba los que Dar querría ver antes. Notó el gran informe sobre la parada masiva
del sábado, y lo puso encima de los demás.

Tras unos minutos la puerta se abrió, y Kerry asomó su rubia cabeza.


“Buenos días, María”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 343 de 343

“Buenos días, Kerrisita...”. Replicó con una sonrisa la secretaria. “*Dios mío
*, ¿pasaste el fin de semana en la playa?”. El rostro de la joven mujer estaba de
color rosa – rojizo, y sus brazos presentaban un matiz del mismo color.

Kerry entró en el recibidor de la oficina y se acercó a ella llevando una taza


humeante. “No exactamente”. Le dedicó a María una mirada conspiradora.
“Conseguí que la jefa se tomara unas horas libres en Orlando”.

“*Bueno*... *bueno*...”. Rió María. “Quién lo diría. Oí que las cosas fueron
bien por allí”. Aplaudió. “¿Conseguiste ver a Mickey Mouse?”.

La rubia mujer se apoyó en la esquina del escritorio y tomó un sorbo de su


té. “Veamos... conseguí ver a Mickey Mouse, conseguí ir al parque acuático, y
fuimos a ver Epcot”. Sonrió ante la boca abierta por el asombro de María. “Oh sí...
y los estudios de MGM... a la salida de la ciudad”.

La secretaria descolgó el teléfono y empezó a marcar. “Aie... estoy llamando


al Vaticano... es un milagro”. Anunció. “Se lo diré al Papa”.

Kerry sonrió. “No fue tan difícil, en serio... teníamos un montón de tiempo
libre entre reuniones, y realmente no había nada más que hacer que eso”. Explicó.
“Además, era lo que ordenó el médico... me alegro que Dar haya tenido la
oportunidad de relajarse un poco”.

María estudió las sonrosadas facciones de Kerry, lo que hacía sobresaltar sus
rubias cejas y realzaban el verde claro de sus ojos. “Parece que te lo has pasado
bien, ¿eh?”.

“Sí”. Admitió la joven mujer. “Fue una reunión para conseguir un contrato
muy interesante... no me había dado cuenta en realidad de que eran unos asesinos.
Pero Dar realmente se hizo cargo de ellos... quiero decir, Jesús, María,
simplemente entró allí y se hizo cargo de la situación”. Kerry agitó la cabeza.
“Echó a los clientes fuera... yo estaba allí sentada en un constante asombro”.

“*Sí... sí*... ella hace eso”. Asintió María. “Llega y boom... todo acabado”.
Explicó. “Es por lo que a tanta gente... no le gusta”.

“Intimida a la gente, sí... lo sé”. Sonrió Kerry, con anhelo. “Es algo difícil
ver más allá de eso”. Se levantó. “Bueno, tengo cosas que hacer...”.

“*Sí*... oh, Kerry... ¿le compraste algo por el día de los Jefes?”. Preguntó
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 344 de 344

María al acordarse. “Yo le compré una pequeña cesta de chocolates... sé que le


gustan”.

Kerry bajó la mirada hacia su té, para volver a alzarla después. “Um... sí, lo
hice... en el parque, de hecho”.

“*Bueno*...”. Suspiró María. “Eso hace dos cosas entonces”. Jugueteó con
su boli. “Ella hace como que no le importa, pero yo creo Kerrisita, creo que sí le
importa”.

“Yo también lo creo, María”. Le dijo Kerry. “Y en verdad es una lástima,


porque hace tan bien su trabajo, que crees que la gente debería apreciarlo”. Agitó la
cabeza, y se giró para irse. “Nos vemos”.

“Aie”. La secretaria la vio marchar. “*Chica*, si ella necesita alguna ayuda,


más vale que sea una como la tuya”. Le habló a la puerta cerrada con una ligera
sonrisa, entonces volvió a sus cartas.

“Buenos días, Dar”. La saludó alegremente Mark al encontrarse en el


ascensor. “¿Dónde está mi... oh gracias”. Le sonrió cuando ella le entregó un sobre
color manila. “¿Escuché que mis esfuerzos merecieron la pena?”.

“Sip”. Coincidió Dar reclinándose sobre la pared del ascensor, asomando


una ligera sonrisa en su rostro. “Lo conseguimos... les dejamos sin calcetines, de
hecho”. Añadió. “Voy a procesar algunos bonus al llegar a mi despacho... cada uno
pateó traseros esta vez”.

Mark agitó de lado a lado el sobre. “Ya tengo el mío”.


Dar giró los ojos. “Jesús, Mark... no es una foto tan buena... tomate un
respiro, ¿de acuerdo?”. Pero se rió.

Incapaz de resistir la tentación el jefe de MIS abrió el sobre, y ojeó su


contenido. Entonces alzó los ojos hacia Dar y puso una cara de apreciación. “Le
gustas a la cámara... no sé qué consideras por no bueno, pero... oo... la...”.

“Cállate, Mark”. Dar le dedicó una mirada. “Lo hice porque prometí que lo
haría... no quiero oír hablar sobre ello en los próximos seis meses, ¿de acuerdo?”.

Prudentemente, Mark puso el sobre bajo uno de sus brazos para un posterior
estudio. “Entendido, jefa”. Replicó crispadamente. “Hablando de ello... ¿quieres
comer con nosotros hoy? Te echamos de menos el viernes”.
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Dar se relajó un poco. “Claro... si no me mantienen todo el día en reuniones


por el fiasco de Netops del sábado”.

Mark gruñó. “Mierda sí... tremendo lío ese”. La miró. “¿Tomaste el sol?
Pareces un poco quemada”.

“Un poco”. Replicó Dar según se abrían las puertas en el piso catorce. “Hice
el día del voluntariado el sábado”. Se encaminó a su oficina. “Y tuve que andar un
poco por los parques”. Mark giró hacia en pasillo lateral que llevaba a las oficinas
de MIS. “¿Te lo pasaste bien?”. Le preguntó cuando ella iba a entrar al recibidor de
su oficina.

Dar se paró y se dio la vuelta, mirándole con mirada inexpresiva según ponía
una mano sobre el picaporte. Entonces guiñó un ojo y dejó que una rápida sonrisa
asomará a sus labios, antes de entrar en la habitación.

“Hmm...”. Murmuró Mark, al marcar el código de seguridad que le abriría la


puerta de su oficina. Les dedicó un hola con la mano a los cuatro o cinco
ingenieros y analistas que hacían del lugar su hogar, y entró en su propia oficina
prácticamente a oscuras. Se dejó caer sobre su sillón de cuero, y alzó la mirada al
ver a su ayudante. “Ey Bill”.

“Ey”. El alto y delgaducho hombre entró. “¿Qué tienes?”.

Mark se frotó las puntas de los dedos antes de sacar la foto del sobre y
ponerla sobre la mesa. “Mi bonus”. Observó el objeto aprobadoramente. Dar
estaba mirando directamente a la cámara, una mirada ligeramente despreciativa a sí
misma mientras se apoyaba con un hombro sobre un pilar de madera, cruzando las
piernas a la altura de los tobillos en una pose relajada y casual. La lisa tela negra de
su traje de baño contrastaba con su bronceada piel y los firmes y visibles músculos
curvados y húmedos, especialmente marcados en los hombros y muslos. “Chico, es
bonita”.

Atentamente Bill rodeó la mesa para ver la foto al derecho, entonces casi se
atragantó. “Hijo de puta... ¿de dónde diablos has conseguido ESO?”. Dijo con voz
chirriante.
“Je... paga por un buen trabajo, ¿vale?”. Dijo Mark sonriente. “Tiene bonitas
piernas, ¿eh?”.

Bill se acercó más. “Tiene bonito todo... tío, justo mis gónadas están
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 346 de 346

trepando por mis amígdalas para ver mejor”.

Mark rió. “Seguro esto derrota el trabajar para José... ¿te lo imaginas a él en
bañador?”.

Bill hizo un sonido de asco e hizo un amago de vomitar en la basura del jefe
de MIS. “Ey... acabamos de recibir ese escáner nuevo de 64 bits...”. Le dedicó a
Mark una mirada de cachorro esperanzado.

Su supervisor suspiró. “Tanto como me gustaría poner esto en mi escritorio,


ella me mataría”. Miró la foto pesaroso. “Sin embargo, me encantaría haber sido la
persona que hizo la foto”.

“Buenos días, María”. Le sonrió Dar al entrar en la oficina.

La secretaria alzó la mirada. “*Buenos días*, Dar”. Recibió a su jefa,


notando el toque del sol en su rostro así como la relajada expresión. “¿Y cómo
estás hoy?”.

Dar pensó sobre el tema. “Genial. ¿Y tú que tal?”. Replicó. “Las cosas
fueron bien en Orlando... pero seguramente ya has oído sobre el tema”.

María giró los ojos. “Oh sí... el Sr. Montarosa estaba bailando por los
pasillos... se pensaría que su mujer le había dado un hijo finalmente”.

Dar estalló en carcajadas. “Me alegro de no haber estado para ver eso”.
Remarcó con una mueca. “Pero sí... fue bueno... definitivamente valió la pena el
viaje”.

La secretaria ocultó su sorpresa ante los buenos sentimientos de su jefa. Dar,


¿riendo un lunes?. “Kerrisita me dijo que incluso tuviste unos minutos para ver a
Mickey Mouse”. Le informó a la morena mujer, sin perder detalle del brillo que
apareció en el aguilla de sus ojos al mencionar el nombre de su ayudante.

“Sí... tuvimos algo de tiempo extra”. Replicó de manera casual Dar, entonces
hizo una pausa y se quedó pensativa. “Dios, sabes que no había estado en uno de
esos malditos parques desde hace tantos años... fue agradable visitarlos de nuevo”.
Se reclinó sobre la puerta que daba a la oficina interior. “Fue agradable relajarse un
poco”.

María casi deja de respirar viendo la mirada serena e introspectiva que cruzó
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el rostro de la alta mujer. *Dios mío*... algo ha cambiado en ella. “Me alegro...
necesitabas unas vacaciones”. Le dijo firmemente.

Dar sonrió y se separó del dintel de la puerta, entonces entró en su oficina


cerrando la puerta tras ella y dirigiéndose a su mesa. Apoyó en ella su maletín y se
sentó, tecleando en su ordenador del escritorio y reclinándose finalmente en la
silla. Entonces abrió el maletín y sacó algo envuelto en papel, lo destapó y
mantuvo los delfines a la altura de los rayos de sol que entraban por la ventana.
Con una sonrisa dejó la pieza en el frontal del escritorio y lo centró, agradecida por
los rayos de arcoiris que se reflejaban por todas partes. Ahí. Lo observó por un
momento más, entonces volvió su atención hacia la pequeña y colorida cesta en el
centro de la mesa. Mm. Olfateó de forma apreciativa. Chocolates.

Apareció una sonrisa y masticó uno de ellos mientras sacaba una lista
desagradablemente larga de cosas que hacer.

Era casi la hora de comer antes de haberse hecho cargo de la mayoría de los
asuntos realmente urgentes. Acababa de terminar una conferencia sobre el fallo en
network, y estaba sorbiendo de su segunda taza de café cuando un leve golpe sonó
en la puerta interior. “Adelante”.

La puerta se abrió, y una rubia cabeza asomó por ella. “Buenos días”.

Dar sintió una sonrisa desinhibida aparecer en su rostro. “Buenos días”. Se


reclinó hacia atrás y le indicó a la joven mujer que entrase, viendo como sus ojos
observaban a los delfines y luego se alzaban de nuevo. “Mal día, ¿eh?”.

Kerry se acercó al escritorio y se apoyó en la esquina del mismo. “Ha sido


movidillo, sí... no me había dado cuenta de cómo se podían liar las cosas cuando
no estás por algunos días”. Le dedicó a Dar una sonrisa lastimera. “Tan sólo ahora
acabo de limpiar mi bandeja de entrada”.

“Yo también”. La morena mujer apoyó la cabeza sobre una de sus manos.
“Tengo reuniones de personal toda la tarde... y José ha convocado una nueva
reunión mañana a las nueve”. Se había estado resistiendo las ganas de ir a la
oficina de Kerry durante toda la mañana, sabiendo que la rubia mujer tenía tanto
trabajo como ella por hacer.

Un asentimiento. “Marketing quiere que me haga cargo de algún tipo de


panel sobre un resumen de servicios durante el día de hoy... y tengo un montón
entero de informes en mi escritorio que creo tienen algo que ver con que network
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 348 de 348

responda a tiempo”. Se echó hacia atrás el pelo. “No estoy segura de donde han
venido”.

Dar bufó suavemente. “Me imagino... se creen que es más fácil acercarse a ti
que a mí... con lo que Markting busca hacerte caer en la trampa... les dije que no
tocaría el tiempo de respuesta hasta que se ejecuten con una mayor longitud de
onda... parece que están intentando un final más fácil”.

Las cejas de Kerry se alzaron. “¿Quieres que se los devuelva?”.

Largos dedos repiquetearon sobre el escritorio. “No... continúa”. Musitó Dar.


“Veamos qué se traen entre manos”. Acercó la mano y palmeó a Kerry en la
rodilla. “Sin embargo, ten cuidado... no es un equipo agradable”.

Entonces los ojos de Dar se fijaron en la equilibrada figura sentada a su


mesa. “Te ves bien”.

Kerry le sonrió de forma maliciosa. “Tú también... me gusta el traje azul”.


Sus ojos se encontraron con los de Dar. “Me preguntaba si sería diferente hoy”.
Hizo una pausa, como si buscara coraje, entonces siguió adelante. “Escucha...
Dar... estuve pensando mucho sobre esto anoche”.

“Yo también”.

Kerry dudó. “Si... si esto va a ser difícil para ti.. si.. yo... preferiría no seguir
adelante... con esto... si te va a causar problemas”. Su voz sonaba desmañada y
temblorosa. “Así que... si lo estás reconsiderando... está bien, lo entiendo”.

Dar la miró desconcertada. Desvió la mirada hacia la ventana durante un


largo espacio de tiempo, entonces la miró de nuevo. “Segundos pensamientos,
¿eh?”. Se esforzó por mantener un tono de voz tranquilo y calmado. Qué
arrogante... nunca consideró que sería Kerry quien quisiera salir del paso. Otra
lección. Qué estúpida. Sintió cómo se le apretaba la mandíbula y se le formaba un
nudo en la garganta.

“No”. Respondió Kerry muy suavemente. “No por mi parte... tan sólo no
quiero que te hagan daño”. Se miró las manos, entrelazadas sobre sus piernas.

Dar pudo ver que estaba temblando. Eso estaba bien. La sensación de alivio
que la recorrió la hacía temblar de forma parecida. Alzó las manos y encerró con
ellas las de la joven mujer. “Kerry...”. Tuvo que detenerse un momento. “He estado
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sola durante mucho tiempo. Solía pensar que eso era lo mejor para mí, porque tuve
unas experiencias bastante malas de joven”.

Ojos verdes como el mar la miraron con incertidumbre.

“Me has hecho darme cuenta, esta semana pasada, cuán equivocada estaba”.
Le dijo la ejecutiva de forma queda. “Lo que me haría daño es ignorar esto, tan
sólo por el riesgo que entraña”.

Kerry dejó escapar un largo y tembloroso suspiro de alivio. “Vale... yo sólo...


quería darte la última oportunidad de decir detente”.

Se miraron en silencio por un espacio de tiempo. “Me has asustado de


muerte, lo sabes, ¿verdad?”. Dijo Dar finalmente, intentando dar un toque de
humor.

“¿A ti?”. Kerry se secó los ojos irritada. “No sabía qué habría hecho si me
hubieras dicho que sí”. Exhaló. “No sabes lo difícil que ha sido”.

Dar la estudió callada. “Sé que eres una persona con más coraje que yo por
hacerlo”. Se levantó y rodeó suavemente con sus brazos a Kerry, abrazándola.
“Escucha... he de encontrarme con Mark y algunos otros para comer... ¿por qué no
vienes?”.

Kerry le devolvió el apretón, entonces se sentó. “Claro... suena bien”. De


forma inconsciente su mano empezó a acariciar el brazo de Dar. “Mejor que no nos
sentemos juntas, sin embargo”. Se puso las manos bajo los brazos y le dedicó a la
alta mujer una torcida mirada.

Dar rió y le palmeó la mejilla, un movimiento que se hizo más lento y se


tornó caricia al sentir la suave piel bajo la yema de sus dedos. Kerry se apoyó en la
caricia y esperó que nadie decidiera que ése era un buen momento para irrumpir en
la oficina de Dar.

“Veo lo que quieres decir”. Murmuró la alta mujer, con atenta sonrisa. Sonó
el teléfono y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para apartar los ojos de Kerry y
apretar el botón. “¿Sí?”.

“Dar, tenemos un problema en Singapur”. Le llegó la voz a través del


teléfono. “No pueden hacer llegar por completo el circuito acordado, y necesitamos
una conferencia”.
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“¿Ahora?”. Preguntó Dar.

“Sí... desafortunadamente... tengo a seis personas haciéndose cargo ahora


mismo... iba a meterte a ti, y a dos más de Infraestructura”.

Estuvo a punto de decirle que se hicieran cargo de sus propios problemas,


pero un par de manos se apoyaron sobre sus hombros y apretaron.

“Te subiré algo de comer”. Susurró Kerry. “Creo que tienen filetes hoy”.

Dar sonrió. “De acuerdo”. Dirigió la voz hacia el teléfono, pero sus ojos se
dirigieron hacia el rostro de Kerry. “Gracias”. Gesticuló con los labios.

Kerry saltó de la mesa y le palmeó la espalda, entonces se dirigió a la puerta.

“¡Psst!”. Silbó por lo bajo Dar, entonces le lanzó a la rubia mujer un


chocolate al girarse ésta.

Kerry lo atrapó y le devolvió la sonrisa, según salía por la puerta.

“Lo siento, Dar... ¿has dicho algo?”. Inquirió la voz.

“¿Yo?. Nop... sigo aquí esperando”. Replicó alegremente la ejecutiva.

“Bueno, no creo que haya mucha duda sobre saber (cómo, dónde) hemos
dejado caer la bola esta vez”. Estaba martilleando la mesa José Montarosa. “¿Qué
hubiera pasado si ese edificio hubiera sido dañado irreversiblemente?. ¿Cuánto
tiempo nos hubiera llevado re-rutar rodeándolo?”. Miró a Dar directamente. “¿Y
bien?”.

La morena mujer alzó la mirada de sus garabatos. “No habríamos podido”.


Volvió su atención al papel, pintando un barco de pesca.

Se hizo un tenso silencio. “¿Perdón?”. Preguntó José.

“No hubiéramos podido”. Repitió Dar. “¿Qué parte de eso no has entendido?
No tenemos las fuentes secundarias para reemplazar esa facilidad”.

“Tan sólo un punto de error... ¿es de lo que estamos hablando?”. Preguntó


otro supervisor, de forma incrédula.
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Los ojos azules de Dar se abrieron en sorpresa. “Supongo que lo es”. Añadió
otro barco.

Ojos vagaron alrededor de la mesa. “Dar... esto no es una broma”. Mariana


se reclinó hacia delante, mirándola con ligero malestar.

La VP de Operaciones rodeó la mesa con la mirada. “Jodida razón que no lo


es... pero no voy a sentarme aquí y pretender estar sorprendida o en shock, cuando
le dije a tu gente que ésta era una posible consecuencia cuando votasteis hacerlo
así”. Se encogió de hombros e hizo el bosquejo de una gaviota.

Otro tenso silencio. “De acuerdo... así que... ¿qué vamos a hacer al
respecto?”. Preguntó Montarosa, sentándose de nuevo.

“Me vais a dar el capital para llevar a cabo un duplicado de la localización”.


Replicó Dar sin alzar la mirada. “O vamos a tener más reuniones sin sentido como
ésta por un par de meses, hasta que os deis cuenta que no hay otra opción y acabéis
dándome el dinero de todas formas”. Empezó con un nuevo bosquejo, esta vez de
un pony. “Tan sólo hacédmelo saber, ¿de acuerdo?”.

“Dar...”. Duks se acercó a ella. “¿Te sientes bien?”.

Dar le miró, desconcertada. “Me siento estupendamente”. Replicó, entonces


miró alrededor de la mesa. “A parte del hecho que tuve que estar seis horas del
sábado por la noche, hasta las 5 am gritando a la gente hasta que conseguí al
edificio de vuelta, eso es”. Hizo una pausa. “Francamente, apestaba...”.

Todos se miraron unos a otros. “Bueno...”. José se aclaró la garganta. “¿Has


estimado de que cifra hablamos para duplicar la facilidad?”.

Dar terminó de dibujar la cola del pony. “Mandé el documento entero a toda
la gente que está aquí esta mañana”. Alzó la mirada. “Conjuntamente con una
recapitulación del acuerdo con Disney y el desastre de Singapur”. Sus ojos
recorrieron rápidamente los sorprendidos rostros. “¿Funciona el servidor de
correo? ¿Nadie lo recibió?”.

“Um... no, yo lo vi”. Dijo Mariana, precipitadamente. “Creo que es mejor


aplazar la reunión hasta que todos tengamos la oportunidad de echarle un vistazo,
¿de acuerdo?”.
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José asintió. “Sí... déjame echarle un vistazo... suena bien”. Se aclaró la


garganta. “Lo de Disney fueron buenas noticias, Dar”.

Los ojos pálido azul le observaron. “Oí que estuviste bailando por los
pasillos”. Sonrió. “¿Alguien tomó fotos?”.

Siguió una ronda de carcajadas, mientras todos se relajaban un poco. “Debió


hacerte buen tiempo... estas morena”. Contestó José. “Déjame adivinar... ¿estuviste
investigando la propiedad?”.

La morena mujer rió. “Algo así, si”. Admitió. “Mereció la pena... creo que
fue la presentación lo que les decidió... lo modelamos sobre su actual sistema y
usamos uno de sus restaurantes en la demostración”.

José bufó. “Dar, tú podrías presentar bolsas de basura y venderlas”. La


desmereció.

“Yo no hice la presentación”. Replicó dulcemente la ejecutiva. “Lo hizo mi


ayudante”. Terminó con la cabeza de su pony y le añadió las pestañas.

“Espera... ¿se lo dejaste a una chica inexperta?”. El ejecutivo de ventas se


reclinó sin poder creérselo. “¿Qué tipo de mierda irresponsable es ésa?”.

Ojos se volvieron de nuevo a Dar, esperando una respuesta explosiva.

Pero Dar solamente se encogió de hombros. “Tenía confianza en el paquete


y confiaba en Kerry para la presentación”. Hizo un bosquejo de una oreja. “Que
fue más de lo que tu jodido equipo al completo pudo hacer en cuatro meses, José...
con lo que no lo menospreciaría, si fuera tú”.

“Bueno...”. Eleanor cruzó las piernas, y se estiró ligeramente la falda. “Ella


parece capaz... y una buena persona. Estaba sorprendida, Dar”. Le dedicó a la
morena mujer una dulce sonrisa. “Esperaba a un desagradable geek, o una belleza
sin cerebro... conseguiste una mezcla de ambas muy buena”.

Mariana vio aparecer el peligroso brillo en los ojos de Dar, y sus garabatos
se detuvieron en el acto. “Eleanor... creo que dejé bien claro la última vez que yo
no empleo a la gente por ser amigos o guapos”. Le dijo forzadamente a la mujer.
“Ella me facilita el trabajo... y la Srta. Stuart es extremadamente cualificada para la
posición”.
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Dar apoyó en la mesa el lápiz. “¿Hemos acabado aquí? Tengo dos reuniones
más a las que asistir”.

“Sí... supongo que sí.” José arrojó su boli y se levantó. “Vamos Eleanor...
vamos por un * cafecito *”. Los ejecutivos de ventas y marketing se marcharon,
dejando a Mariana, Dar y Duks todavía sentados allí. “Así que... ¿qué te pasa, *
chica *?” Preguntó Mariana, reclinándose sobre la mesa y mirando a su amiga.

Dar le devolvió la mirada. “¿A mí? Nada... ¿qué os pasa hoy a vosotros,
gente?”. Dejó el lápiz sobre la mesa. “Jesucristo... ¿cuál es el problema, me han
crecido cuernos o algo así?”.

Duks le palmeó el brazo. “Ey... ey... relájate... estas realmente calmada hoy,
y no estamos acostumbrados a ello, amiga mía... ¿Es esto lo que te hace Mickey
Mouse?”.

Dar alzó las manos y las dejó caer sobre los reposabrazos de la silla. “Que...
por qué no estoy gritando como una maníaca, ¿pasa algo malo?”. Miró hacia la
mesa. “De acuerdo, empezaré a putear a alguien... ¿Eso hará que todos os sintáis
mejor?”.

“Dar...” Mariana la miró fijamente. “Vamos... confía en nosotros. ¿Está todo


bien? Oí que te hiciste unas pruebas el otro día”.

Entonces mostró enfado. “Sabes, Mariana, realmente odiaría pensar que


alguien esta leyendo mis expedientes médicos”.

“Ah...”. La directora de personal alzó una mano. “No seré yo, amiga mía...
tan sólo rumores... pero ahora que los has confirmado, ¿está todo bien?”. Se reclinó
hacia delante. “Dar... te lo pregunto como amiga, no porque necesite saberlo para
bienestar de la compañía”.

Dar la miró, entonces suspiró. “Todo está perfectamente bien, de hecho. El


Dr. Steve creyó ver algo en mi electrocardiograma durante mi última revisión
física, pero resultó que no era nada. ¿Vale?”. Seguía viendo las expresiones
escépticas en ellos. “Está bien...”. Se frotó la mandíbula. “Mirad, lo que encontró
es que necesito rebajar mi estrés un poquito”.

“Ah”. Apareció la comprensión en ambos pares de ojos.

“Así que... tomé la oportunidad de simplemente relajarme un poco mientras


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estaba allí, y en el fin de semana... y decidí tratar de no dejar que esto me afecte
demasiado”.

“Ay... Dar, ¿era tan difícil?”. Mariana le sonrió. “¿Ves? Tan sólo nos
preocupamos por ti”. Se echó de nuevo hacia atrás y miró a la alta mujer. “Te ves
bien... descansaste algo allí, ¿eh?”.

Dar le dedicó una ligera sonrisa y asintió. “¿Hemos acabado de analizarme


ya?”. Se levantó y se sacudió la ropa. “He de irme”.

Duks y Mariana la vieron marchar, entonces se miraron el uno al otro.


“Sabes, Dukky... si no la conociera, diría que nuestra buena amiga encontró algo
más que a Pluto y Goofy allí”.

Lou Dreyfus dejó que una leve y sardónica sonrisa apareciera en sus labios.
“Puede que tengas razón, Mari”. Palmeó la mesa. “Bueno, continuemos”.

Finalmente Kerry volvió a su oficina tras una interesante reunión con la


gente de marketing. Era obvio que no les gustaba Dar. Era obvio que querían ser
amigos de Kerry. Era obvio que querían que hablara mal de su jefa. Sonó su
teléfono y lo contestó. “¿Si?”.

“Oh... Srta. Stuart... me alegro de encontrarla”. Fluyó la voz de Eleanor


Anastasia a través del teléfono. “Esperábamos que estuviera libre para atender una
llamada de conferencia mañana... es con la gente de marketing regional y tan sólo
tienen unas preguntas generales sobre algunas de las nuevas políticas de
operaciones”.

“Um... claro...”. Kerry sacó su PDA y la abrió. “¿Cuándo?”.

“Una pm... pero nos encontraremos para almorzar abajo antes, si quiere
venir con nosotros”.

Antes prefiero agarrar cables eléctricos pelados con las manos desnudas.
“Lo siento... puedo llegar a la reunión, pero tengo cosas que hacer antes”. Como
asegurarme que mi jefa almuerce, por ejemplo. Había descubierto un placer
especial en seleccionar comida para Dar, y mayor placer aún por la sonrisa
dedicada cuando se lo entregaba.

“Bueno, que mala suerte, porque nos morimos por soltarnos el pelo contigo,
pero quizás la próxima vez”. Suspiró Eleanor. “Hasta mañana a la una entonces”.
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“Allí estaré”. Kerry colgó el teléfono y lo miró poniendo una cara, entonces
hizo girar la silla y se quedó observando el agua. Se sentía mucho más relajada que
por la mañana, ahora que el ‘tema’ había sido aclarado con Dar. “Mm... sin
embargo, no sé si aguantaré hasta el miércoles”. Le comentó a la ventana. El
navegar ayer por la noche en internet sacó a la luz montones de... cosas...
interesantes. La mayoría la hicieron enrojecer. Se quedó bastante sorprendida del
amplio rango sin embargo... desde sitios de salud femenina hasta páginas y páginas
de ficción amateur.

Ciertamente eso había sido una revelación. No tenía ni idea de que hubiera
tanta creatividad ahí fuera... Acabó leyendo algunos de ellos hasta que fue
demasiado tarde, pero ciertamente le había dado ideas. Quizá por eso quería
asegurarse de que Dar estaba segura antes de... bueno, las cosas a su tiempo.

Oyó una suave llamada en su puerta interior, y sintió una agitación en lo más
profundo de su ser. “Adelante”.

La puerta se abrió y entró Dar, se había quitado la chaqueta y tenía las


mangas de su camisa arremangadas. “Ey ahí”. Se adelantó y se dejó caer en la silla
de visita de Kerry, dejando reposar los brazos en los reposabrazos y cruzando las
piernas a la altura de los tobillos. “¿Cómo ha ido?”.

“Dar, ¿sabes lo que es una lapa?”. Kerry adelantó la silla unas pulgadas y
apoyó la barbilla sobre sus dos manos.

“Claro”. Asintió la ejecutiva. “Es un molusco que se adhiere a una superficie


plana y vive de ella”. Hizo una pausa. “¿Por qué?”.

“Yo soy una superficie plana”. Kerry le dedicó una mirada torcida. “Quieren
chuparme hasta la sequedad por información, en su mayoría de ti”. Suspiró. “Te
pintan en sombras de negro, negro, marrón oscuro, y negro”.

“¿Cómo conseguí el marrón oscuro?”. Sonrió Dar sarcásticamente.


Kerry miró a su desgreñada jefa. “Ey... oye, ¿todavía estás libre para esa
cena y película”. Inquirió. “Esta noche, me refiero”. Sintió como se le secaba la
garganta y tragó, esperando por la respuesta de Dar.

Una suave y grave risa la reafirmó. “Vine aquí tan sólo para ver si te
interesaba hacer algo esta noche”. Admitió Dar. “Yo... um...”. Agitó la cabeza y
cruzó los brazos. “Claro... ¿quieres ver Soldier?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 356 de 356

“Oo”. Kerry alzó una ceja. “Sí... me gusta Kurt Russell... realmente me gusta
Escape de Nueva York”.

Dar rió. “Sssserpiente”. Siseó, causando que Kerry riera. “Sí, a mí también”.

“Genial... si... si quieres, podemos ir a mi casa... cocinaré cualquier cosa...


entonces podemos ir al cine desde allí”. Kerry revisó su inventario de comida, y
decidió que no importaba lo que tuviera, era mejor que copos Frosted y cola-cao.
“¿Vale?”.

Ojos azules la miraron bajo largas y oscuras pestañas. “Me parece bien”. Dar
se impulsó para levantarse de la silla y palmeó el escritorio de Kerry. “Recoge... ya
he tenido bastante de este sitio por hoy”. Caminó a través de la puerta que
conducía al pasillo interior y la cerró tras ella.

Kerry sonrió alegre y golpeó al aire con el puño. “¡Si!”. Se levantó y


bailoteó un poco, sintiéndose como la ardilla de Caddyshack. “Yahoo, quizás
tengamos una nueva referencia esta noche para ti”.

***

Kerry dejó que la puerta se cerrase tras ella, su mente ya girando con las
posibilidades de la cena. Dar la había seguido desde el trabajo, diciéndole que tenía
que hacer una parada rápida. Kerry sospechaba que su jefa tan sólo estaba siendo
educada, dándole la oportunidad de adecentar la casa, pero eso estaba bien... lo
necesitaba, y estaba bien que tuviera unos minutos para aclarar sus pensamientos.
Excepto que no se estaban aclarando nada. No hacían más que girar alrededor de
esos ojos azules y esa sensual sonrisa que Dar le había dedicado al salir de la
oficina, y sabía que sus hormonas estaban muy ocupadas bailando el mambo en su
flujo sanguíneo, lo que hacía que pensar correctamente fuera realmente difícil.

“Bueno, Kerrison... calmémonos el culo ahora”. Dejó en el suelo su maletín


y respiró profundamente. “Primero lo primero... cámbiate de este traje mono”.

Se fue hacia su cuarto, contenta de haber tenido ayer la oportunidad de poner


en orden el apartamento. Seleccionó unos vaqueros negros y un polo color lavanda,
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 357 de 357

se los puso y se metió la camiseta por dentro, abrochándose por último un fino
cinturón de cuero. Su reflejo le devolvió la mirada, y se pasó los dedos por la
oscura tela del pantalón observando como al respirar la camiseta se le pegaba al
cuerpo. “Bueno... no están tan sueltos como antes, eso es seguro... pero supongo
que no quedan mal”. Los vaqueros se ajustaban cómodamente a su cuerpo, siendo
testigos de la indulgencia culinaria de las últimas semanas, pero el efecto no era tan
malo como esperaba.

De hecho... Kerry parpadeó ante su reflejo. Quizás Colleen tenía razón...


había llevado las cosas demasiado lejos. Tanto Susan como Ray le habían dicho
que tenía un aspecto mucho más sano y relajado desde que había empezado a
trabajar con Dar, y suponía que era verdad... si se observaba objetivamente, eso
es... no estaba segura que sus padres estuvieran muy de acuerdo.

Cuadró los hombros y se pasó el cepillo por el pelo. Al infierno con ellos.
Decidió de repente, según desabrochaba un poco el cuello de la camisa,
exponiendo su fina cadena de oro con un pequeño osito colgando de ella.
“Veamos... ¿un toque de perfume? Sí...”. Abrió el cajón superior y sacó una
pequeña botella, sacándole el tapón y oliéndola. “Mm”. Se puso un poco en la
yema del dedo y se tocó tras las orejas, y se frotó juguetonamente en el canalillo.

“Dios... me siento como una quinceañera en su primera cita...”. Se rió de sí


misma y guardó la botella, entonces se encontró con los seguros ojos verdes que la
miraban desde el espejo. “Sin embargo, creo que de alguna manera lo es... porque
ella es la primera persona que yo...”. Se detuvo e inhaló. “La primera persona que
realmente me importa”. Se dedicó un asentimiento de aseveración a sí misma. “Ya
está... lo dije”. Se giró. “¿Verdad Pooh?”.

El sonriente oso de peluche tenía los brazos extendidos invitadoramente.


“Ahora no... quizás más tarde”. Agitó un dedo en su dirección, entonces volvió al
salón y lo observó con la mirada, asegurándose de que no había dejado nada por
ahí para lavar o algo por el estilo. “Se ve bien”. Les dijo a los peces, entonces fue a
la cocina y se detuvo por un momento, cruzando los brazos a la altura del pecho,
pensando. Le gusta la comida oriental... puedo hacer arroz frito... y, oh... vale...
tengo esa carne de falda... puedo freírla con vegetales... muy bien.

Estaba ocupada haciendo trocitos los condimentos cuando sonó una suave
llamada en la puerta y sintió una sacudida en el estómago. “Adelante... está
abierto”. Dijo en alto. Se giró el picaporte y oyó como alguien entraba. “Estoy en
la cocina”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 358 de 358

Suaves pisadas recorrieron la alfombra, y entonces Dar estaba allí, en el


dintel de la puerta, rellenándola. La morena mujer se había cambiado el traje por
un par de denims blancos y una camiseta de sastre color azul, con una pequeña
abeja de encaje sobre el pecho izquierdo.

También llevaba una botella color ámbar, la cual alzó. “Cogí un pequeño
aderezo”. Avisó, sus ojos recorriendo la delgada figura de Kerry. “Te ves bonita”.
Piropeó a la rubia mujer, con una sonrisa.

Al infierno con ellos. Kerry le devolvió la sonrisa. “Gracias... tu también


estás muy guapa... me gusta la abeja”. Miró la botella. “Oh... qué buena idea... si
quieres que se enfríe un poco...”. Señaló con la cabeza la nevera.

Dar puso la botella en una de las bandejas de la nevera y miró su interior,


medio girándose y dedicándole a Kerry una mirada traviesa. “Sí que tienes más
cosas aquí que yo en la mía”. Remarcó mientras cerraba la puerta y se acercaba a
Kerry, mirando sobre su hombro. “¿Qué es eso?”.

“Salsa”. Kerry adicionó una pizca de pimienta roja en polvo. “Será


Szechwan, pero cuando acabe”.

“Suena sabroso”. Respondió Dar, su aliento cosquilleando la oreja de Kerry.

Oh chico. “¿Dar?... ¿Te ha dicho alguien alguna vez que eres una persona
muy distrayente?”.

“¿Yo?”. Los azules e inocentes ojos de su jefa se abrieron con sorpresa.


“Um... bueno, en realidad no. Me han llamado muchas cosas, muchas de ellas
desagradables, pero distrayente no ha sido una de ellas”.

Kerry se sonrojó y rió un poco. “Bueno, pues lo eres”. Le dijo. “Haces muy
difícil que me concentre”.

Dar se quedó desconcertada, pero no desencantada. “Vale... bueno, no quiero


que te cortes... así que me sentaré aquí tranquilita”. Se dirigió hacia la pequeña
mesa de la cocina y se deslizó sobre una silla, apoyando los codos sobre la mesa.
La reacción de Kerry para con ella era, simplemente, tan... diferente. Reflexionó
Dar mientras observaba a la rubia mujer volviendo a sus quehaceres.

Siempre había estado acostumbrada a que la gente se sintiera atraída por


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 359 de 359

ella... y no le daba vergüenza sentir lo mismo, pero la combinación de dulce


afección y mal oculto deseo que veía en los ojos de Kerry era algo que nunca antes
había experimentado. Era cálido... y agradable... y se encontró a sí misma cayendo
sin remedio en el embrujo.

¿Distrayente? Oh sí. Estaba descubriendo que le resultaba muy difícil


mantener enfocados los pensamientos por un largo período de tiempo, e incluso
cuando se concentraba, se descubría tomando pequeños desvíos preguntándose que
estaría pensando Kerry... o que estaría haciendo... o... Dar suspiró. Como ahora,
por ejemplo. Se descubrió sintiéndose completamente feliz por el mero hecho de
encontrarse sentada ante la presencia de la rubia mujer, viendo como preparaba la
cena. Era un sentimiento tan extraño. Observó los hombros de Kerry moviéndose
bajo el suave algodón de su polo, y dejó que sus ojos vagaran por la delgada figura,
apreciando las curvas.

“Un centavo por tus pensamientos”. Habló Kerry sin volverse.

Dar estalló en una risa incontrolada. “Uh... mejor olvidémoslos, ¿eh?”. Se


sintió ligeramente trabada, y se dio cuenta que Kerry tenía el mismo efecto en ella
que el que ella tenía sobre la joven mujer. Se estaba yendo de las manos. “Así
que... ¿dónde aprendiste a cocinar?”.

Kerry escuchó la confusión dubitativa en su voz, y sonrió quedamente para


sí misma. Me alegro que no sea sólo yo. “Bueno, es de esperar en mi familia... mi
madre no trabaja, siempre ha estado en casa para cuidar de nosotros”. Explicó.
“Tuve manualidades, clases del hogar y todo eso en el colegio... pero desarrollé
una especie de interés en el tema cuando estaba en la facultad”. Añadió vegetales
troceados al arroz frito y los removió. “Teníamos reuniones... donde un grupo de
nosotros se iba turnando para cocinar”. Miró hacia atrás y la sonrió. “Cuando
tienes un grupo de críticos como ese, aprendes rápido”.

“Ah”. Asintió Dar, entonces apoyó la barbilla sobre su puño. “Mi madre era
una buena cocinera”. Musitó. “Sin embargo, yo nunca aprendí... yo estaba...
probablemente demasiado ocupada con deportes y temas por el estilo al crecer...
también pasábamos mucho tiempo en bases militares”. Se encogió de hombros.
“Tendías a estar cerca de los patios con los otros niños... y en esos sitios no te
pones a pensar en tus labores como ama de casa”.

Kerry calentó la sartén y le añadió un chorrito de aceite. “¿Alguna vez has


querido estar en el ejército?”.
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Largo silencio. “Desafortunadamente, mi padre me crió en la creencia de


que no había nada que no pudiese hacer”. Finalmente contestó Dar, con voz
reflexiva. “En el ejército, hay que calificarse para entrar”. Otra larga pausa.
“Quería hacer lo mismo que él”.

Kerry asintió ligeramente. “¿No te dejaron?”.

“Soy una chica”. Contestó Dar, con énfasis ligeramente sarcástico.


“Demonios...”. Suspiró. “Sé que tenían razón... sé que no pueden poner grupos
mixtos fuera en el campo, al menos aún no... pero...”. Se encogió de hombros.
“Agua pasada. De todas formas, y para contestar a tu pregunta... sí, lo pensé. Tomé
el ASVAB cuando era joven en el instituto, y tuve un montón de ofertas”. Miró al
salero, reflexiva. “Simplemente pensé que no tenía la autodisciplina suficiente para
terminarlo... y hacer lo que todos me decían que tenía que hacer, en vez de hacer lo
que yo creía correcto”. Alzó las cejas. “Y seguramente yo tendría razón”.

“Mm”. Kerry escurrió las delgadas láminas de ternera en la sartén


expertamente. “¿Estaban tus padres decepcionados?”.

Los azules ojos adquirieron una mirada distante. “Mi padre estaba
decepcionado”. Sentenció de forma queda. “Creo que mi madre estaba aliviada”.
Agitó la cabeza. “Ella era una artista... nunca supe cómo se unieron los dos”.

“¿Una artista?”. Kerry removió la salsa y la dejó estar. “Ah... ahora sé de


dónde sacaste esa manía de garabatear”. Rió. “Me encantó el dibujo del perro ese
que hiciste”.

“Yo no...”. Dar se paró y lo pensó. “Supongo que lo hago”. Admitió,


ligeramente tímida. “Nunca lo pensé”.

Kerry dejó en la mesa un bol de fragante arroz frito y puso otro con la
ternera frita al lado, entonces le dio a Dar dos platos. “Toma”. Se giró y tomó el
vino junto con un par de vasos poniéndolo también sobre la mesa. “Bueno, el único
talento de mi familia parece ser la política”. Le acercó a Dar una cuchara de servir.
“Y las leyes... ninguna de las cuales llamaba mucho mi imaginación al crecer”.

La alta mujer sirvió dos platos rellenos de arroz y ternera calientes,


tendiéndole uno a Kerry. “¿Qué es lo que incitaba tu imaginación?”.

Kerry masticó un par de cucharadas antes de contestar. “Los libros en


general”. Exhaló. “Hice lo normal al crecer... mi madre me apuntó a clases de
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 361 de 361

piano y a gimnasia... la primera para darme cultura, la otra para darme lo que ella
llamaba ‘gracia’”. Kerry torció los labios. “No creo que ninguna de las dos hiciera
mucho... nunca se me dio bien el piano, y era como muchísimo, una gimnasta
mediocre”. Masticó, pensativa. “Puedo tocar los palillos chinos”.

Dar rió. “Y yo... si uso las dos manos y los dos pies, y no escuchas
atentamente”. Sonrió. “Esto está genial, de paso”. Alzó un tenedor relleno de
comida, entonces se detuvo y rellenó ambos vasos con más vino. “¿Qué tipos de
libros te gustan?”.

Kerry tomó un sorbo de vino. “Te reirías... pero en general de ciencia


ficción... y algunas novelas históricas”.

Dar le dedicó una mirada de desconcierto. “¿Por qué me iba a reír? Eso es lo
que la mayoría de los geeks suele leer... incluida yo”. Le dijo con voz suave. “No
es que tenga tiempo ahora”. Añadió con un suspiro. “¿Y qué te llevó hacia los
ordenadores?”.

“No quería acabar como profesora de Inglés”. Replicó con gesto torcido
Kerry. “Y yo... bueno, siempre tuve una afinidad con las máquinas... solía
desmontar cosas, ya sabes... como teléfonos y cosas por el estilo”. Rió un poco.
“Cuando llegué a la Universidad, descubrí que había una rama de ciencia de
ordenadores que era muy similar a la rama de Inglés general en la que ya estaba...
con lo que hice las dos”. Hizo una pausa y tomó otro sorbo de vino. “¿Y qué hay
de ti?”. Era, descubrió de repente, la primera vez que simplemente se habían
sentado y se habían puesto a hablar de cosas personales y estaba sorprendida de
cuan a gusto se sentía.

Dar partió un trozo de carne en dos y lo masticó. “¿Y qué hay de mí?
Bueno... siempre estuve interesada en programación... es lo que estudié en el
instituto... pero en algún punto del camino, decidí que todas esas líneas de códigos
no retendrían por mucho más tiempo mi interés”. Reflexionó por un momento. “No
era un reto suficiente... con lo que me metí en diseño y análisis de sistemas... y de
ahí, a ingeniería y operaciones”.

“Afortunadamente para nosotras”. Sonrió Kerry.

“Las opiniones sobre eso varían”. Replicó secamente Dar, según vaciaba de
un trago su vaso y se servía una segunda copa. “A veces me pregunto si merece la
pena”. Jugueteó con el vaso. “Paso mucho tiempo ignorando los cortes y pullas,
pero se vuelve pesado algunas veces”.
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Kerry se levantó y agarró los platos vacíos para ponerlos en el fregadero,


girándose después para poner las manos en los hombros de Dar. “He tenido ese
sentimiento alguna vez...”. Lo intentó, pero no pudo evitar el echarse hacia delante
y casi no se detuvo a tiempo de besar dulcemente la suave cabeza de Dar. “Así que
si empiezas a recibir quejas de que tu ayudante está azotando a la gente por decir
cosas feas sobre ti, no te sorprendas”.

Dar estaba emocionada y se echó hacia atrás, presionando su cuerpo contra


el de la rubia mujer, y alzó la cabeza para mirarla con una ligera sonrisa. “Es muy
dulce de tu parte Kerry... pero no creo que haga mucho bien”. Alzó una mano y
cubrió la que tenía sobre su hombro derecho, apretándola suavemente. “Y no es
que no aprecie la idea”.

Kerry se sumergió en la proximidad. “Me hace sentir mejor”. Objetó


suavemente. “En serio”. Miró hacia abajo a los ojos azul pálido, y vio como estos
se ablandaban, haciéndola ceder y doblándose hacia delante a la vez que inclinaba
la cabeza, encontrándose con los pacientes labios de Dar con certera puntería. Un
roce viajó a través de su brazo apretando suavemente, y Kerry sintió como
respondía su cuerpo al gesto mientras cerraba los ojos, dejando que continuase el
gentil intento de reconocimiento.
Es tan agradable... Podía sentir los dedos de Dar rozando su piel por encima
del codo y acariciando su costado, haciendo que se le cortara la respiración. Se
sintió sin respiración y su corazón empezó a latir a la vez que bajó sus propias
manos, tocando la piel desnuda.

Entonces todo cambió cuando inesperadamente Dar pasó un brazo por su


cintura y la hizo sentarse. Kerry se encontró sobre las rodillas de la morena mujer
con esos fuertes brazos rodeándola y cada centímetro de su cuerpo sacudiéndose
por pura reacción. Sus propios brazos se deslizaron hacia arriba rodeando el cuello
de Dar, entonces uno empezó a deslizarse hacia abajo, moviéndose a través de la
inclinación de los músculos de su cuello así como sobre su hombro.

Dar sabía que debería detenerse y tomárselo con calma, pero su cuerpo no
iba a parar ese suave contacto y sus manos se movían por decisión propia,
acariciando y explorando las cálidas curvas del cuerpo acorralado entre sus brazos
con curiosidad insaciable. Pudo sentir como la respiración de Kerry se hacía más
profunda y se entrecortaba, mientras que a la suya no le iba mejor. Calma...
calma... aún no... Cejó tanta intensidad y sintió como Kerry hacía lo mismo, hasta
que se separaron y Kerry restregó su rostro contra el hombro de Dar. “Guau”.
Extendió los brazos alrededor del cuerpo de la rubia mujer y la sostuvo,
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acariciándole suavemente la espalda. “Tranquila”.

“Fiuu”. Murmuró Kerry, sintiendo como el corazón se le empezaba a calmar.


“Eso fue intenso”. Decidió que sentirse avergonzada en este punto sería ridículo,
con lo que simplemente alzó la cabeza y miró a Dar. “Esto no está saliendo acorde
con el plan”.

Ambas cejas negras se alzaron con expresión cómica. “¿Ah no?”. Protestó
juguetonamente Dar. “Y yo que creí que estaba funcionando a la perfección”.
Todavía tenía los brazos alrededor de Kerry, pero en ese momento dejó de apretar
tan fuerte y se echó un poco atrás.

“No... um... eso no es lo que yo... uh”. Se dio por vencida. “Se supone que
íbamos a ir al cine antes”. Explicó con expresión torcida, alzando la mano y
echando hacia atrás uno de los oscuros mechones de Dar.

“Oh... oh... cierto”. Asintió Dar en concordancia. “¿Pero a parte de eso?”.

“Mm...”. Exhaló suavemente Kerry. “Sabes... he leído un montón... no


mencionan los fuegos artificiales en ninguno de ellos”. Sus dedos acariciaron la
mejilla de Dar. “Me da un poco de miedo”. Se le cortó la respiración cuando Dar
capturó su mano y mordisqueó la palma. “Pero agradable”.

“Vale...”. Consideró Dar. “¿Te hace esto sentir incómoda?”.

Una vergonzosa sonrisa. “No”. Kerry agitó la cabeza de lado a lado. “Pero
apuesto que a ti si... debo estar aplastándote”.

Dar la abrazó, entonces le palmeó la cadera. “No me había dado cuenta”.


Confesó. “No te preocupes por aplastarme... soy una niña grande... puedo
aguantarlo”. Dejó que su mano vagara por el muslo de Kerry. “¿Quieres ir a ver la
película?”.

La asustaba. Kerry estaba nerviosa, pero apreciaba el hecho de que Dar la


estaba dando la oportunidad de ir al paso que ella quisiera, y no estaba
presionando, no estaba... forzando. Un recuerdo no grato apareció en su mente, y
tuvo que tomarse un momento, y sacarlo fuera de sí antes de poder considerar más
allá de ello. “Bueno... yo... um... tengo Escape de Nueva York y palomitas de
microondas... podemos improvisar”.

Dar sonrió, una sonrisa que iluminó sus ojos azules e hizo que la piel
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 364 de 364

alrededor de los mismos se arrugase. “Oh... me gusta la idea”. Accedió. “Y la cena


estaba buenísima... de hecho, gracias”.

“Mm”. Kerry la miró. “Me alegro que te gustase”. Respondió, sin separar su
mirada de la de Dar. Estuvieron en calma así sentadas por unos momentos,
entonces Kerry se aclaró la garganta. “Supongo que he de levantarme para poner
esa película, eh”. De forma pesarosa se deslió del abrazó de Dar y se levantó,
inhalando profundamente según se alejaba de la seductora calidez.

Dar la siguió a la sala de estar, y le dio un pequeño tour, más que nada para
calmar sus propios nervios. “Estos son Scully y Mulder... y sus pequeños amigos
los Lone Gunmen”. Kerry esparció un poco de comida en la pecera.

“Déjame adivinar... Mulder y Scully son los guramíes”. Rió Dar. “Guramíes
besucones, si no me equivoco”.
“Ajá”. Sonrió Kerry y observó sus movimientos. “Qué puedo decirte... adoro
los buenos romances”. La rubia mujer se encogió de hombros. “Tonto, supongo”.

Dar le frotó la espalda. “Nah... Me parecen bonitos... Aunque creo que se


contuvieron en la película”. Rió. “Y he de decirte... todos en el cine en que la vi se
partieron de la risa cuando dijeron que el FEMA estaba detrás de la conspiración
del gobierno”.

“Esa no era una parte divertida”. Kerry alzó las cejas desconcertada.

“Lo era si habías pasado el huracán Andrew aquí y tenías que verlos
trabajar”. Le informó Dar. “Créeme... si estuvieran a cargo de la conspiración, esos
malditos alienígenas se hubieran tenido que ir a casa tras cansarse de esperar a que
les llevasen el agua”.

Kerry rió y la golpeó con un codo. “Tengo esa película también, si te


interesa”. Sacó la otra cinta de vídeo y encendió la televisión, entonces le lanzó el
mando a Dar. “Voy por unas palomitas”.

Dar se quedó momentáneamente sola y se tomó su tiempo en estudiar el


apartamento. Era brillante, y muy diferente al suyo... había adornos personales por
doquier, incluyendo varios animales de peluche y una serie de diplomas en la
pared. Uno era de la universidad, y el otro un certificado de declaración jurada. Un
pequeño trofeo demostraba la habilidad de debate de Kerry, y había una estantería
contra la pared que contenía cantidad de papeles y gruesos libros, una mezcla de
ficción y manuales de informática.
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Era una casa alegre, el cómodo sofá era de un agradable color salmón claro y
la alfombra era de color crema pálida, conllevando una sensación de luz al interior
que Dar encontraba muy relajante. Una puerta a la izquierda conducía obviamente
a la habitación, y había un pequeño baño al otro lado de la cocina. Había una
sensación de limpieza y orden que Dar encontraba muy característico de Kerry y
decidió que se sentía a gusto allí.

El aroma de palomitas recién hechas atrajo su atención y se giró cuando


Kerry volvía al salón llevando consigo una gran fuente y una jarra. Dejó ambas
cosas en la mesa y sacó dos vasos. “Bueno... creo que ya está todo”. Miró a Dar, la
cual estaba cómodamente sentada en el sofá y dudó.

Con una suave sonrisa Dar palmeó el sofá junto a ella y esperó a que Kerry
se acomodase antes de reclinarse y disminuir un poco la intensidad de la luz al
empezar la película.

Kerry se mantuvo separada durante el tiempo que duraron los créditos


iniciales antes de acurrucarse cerca de Dar, reclinándose sobre su cuerpo mientras
la alta mujer le rodeaba los hombros con uno de sus brazos. Con un suspiro de
comodidad, agarró las palomitas y las puso mitad sobre sus rodillas y mitad sobre
las de Dar, mientras las compartían.

Mucho más agradable que el cine, decidió, metiéndose una palomita en la


boca, entonces cogió otra y alzó la mirada. Dar escogió ese momento para bajar la
mirada y Kerry sonrió, entonces le acercó la palomita a los labios, ahogando una
risita cuando la morena mujer cerró sobre ella la mandíbula atrapando sus dedos
también. “¡Ey!”.

Lentamente Dar liberó su mano y masticó la palomita, con un ligero


movimiento de cejas. Eso le valió otra palomita, la cual mantuvo entre los dientes,
mientras miraba de forma cuestionadora a la rubia mujer.

Oh. Un juego. Kerry se alzó y tomó la mitad de la palomita, permitiendo que


sus labios rozaran los de Dar. Eso le supo tan bien que decidió probarlo por ella
misma y Dar se obligó a devolverle el juego.

Lo repitieron un par de veces más, hasta que Kerry olvidó coger una
palomita y se fue por los labios de Dar directamente. Estaba acurrucada en su
propio sofá, dentro de su propio apartamento, y se sentía súper segura. Lo
suficientemente segura para olvidarse de la película y concentrarse en el perfecto
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 366 de 366

cuerpo bajo las yemas de sus dedos según permitía que sus manos se deslizaran por
el cuello de Dar mientras la mano libre de la alta mujer le acariciaba el costado.

Esta vez no estaba asustada o avergonzada... o... se sintió aventurera, eso


era. Era como sumergirse en algo nuevo y excitante, y se descubrió más intrigada
que ansiosa. Dar besaba bien decidió, mientras se exploraban mutuamente de
forma suave. Una mano apretó su costado y se movió ligeramente cuando el roce
se deslizó y acarició suavemente sus pechos.

Esa era una sensación interesante. A su cuerpo le gustaba... Sintió como se


iba formando dentro de ella un flujo de sensaciones y su piel se tornó muy
sensible, y cuando los dedos de Dar tocaron la piel desnuda del cuello de su
camiseta se le escapó un pequeño sonido de ánimo.

Dar le mordió ligeramente los labios y entonces se apartó un poco. “¿Estás


bien?”. Murmuró en el oído de Kerry, acariciando el suave lóbulo con la lengua.

“Genial”. Consiguió responder.

“¿Quieres seguir?”. Inquirió Dar, pasando un dedo por su tórax.

Un momento de miedo, de incertidumbre. “Yo... no sé si sabré... qué hacer”.


Replicó suavemente Kerry, mientras se encontraba hundida en la sedosa piel del
cuello de Dar, y lo mordisqueó con dulzura.

“Lo estás haciendo de maravilla hasta ahora”. Confesó la morena mujer.


“Está bien... yo te enseñaré”.

Kerry movió sus manos a lo largo del cuerpo de Dar, acariciando con sus
dedos la curva de sus senos. “Enséñame”. Respiró, rindiéndose al sentir un
empujón contra ella y se encontró estirándose en su lado del sofá con Dar
soportándola suavemente. La morena mujer se acomodó junto a ella y capturó de
nuevo sus labios, dejando que una de sus manos acariciase el cuerpo de Kerry, y le
sacó la camiseta del pantalón. Kerry sintió el repentino escalofrío mientras los
cálidos dedos tocaban su piel y trazaban una juguetona línea sobre su estómago,
desde la base del mismo hasta la base de su sujetador. Se le contrajeron los
músculos de pura reacción, y se encontró luchando con los botones de la camisa de
Dar, consiguiendo desabrochar dos de ellos lo que le daba acceso a la sedosa piel
que no deseaba más que palpar, y acariciar y...

Sintió una corriente de aire cuando su camiseta fue levantada, entonces la


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 367 de 367

sustituyó el calor mientras los labios de Dar encontraron su camino a través de su


garganta y se le arqueó el cuerpo bajo el contacto, una necesidad surgiendo en ella
más fuerte de lo que jamás había experimentado hasta ahora.

La presión de su ropa era insoportable, y casi dejó escapar un sollozo cuando


sintió que Dar le desabrochaba el cinturón. Sintió frío un instante después de
sacarse los vaqueros, entonces un rápido ardor la consumió cuando sus piernas se
entrecruzaron con las de la alta mujer y largos dedos acariciaron la cara interior de
su desnudo muslo.

Era como una explosión en su interior. Perdió la noción de dónde se


encontraba, lo único que sabía era que se le estaba formando una presión interior,
una presión que se centraba alrededor del contacto con Dar, así como en el
movimiento de sus labios y el constante y experimentado contacto que la acercaba
más y más cada vez, para finalmente hacerla estallar con una corriente de
sensaciones tan fuerte que todos los músculos de su cuerpo se contrajeron y
estiraron al mismo tiempo.

Casi no podía ni respirar, su cuerpo se convulsionaba una y otra vez hasta


que lentamente se relajó, llevado por los movimientos sencillos y gentiles de Dar.
Kerry estaba temblando y sus manos se encallaron débilmente en Dar, la cual la
rodeó con sus largos brazos y piernas mientras le susurraba quedas palabras de
consuelo. “Shh... calma”. Dar le acarició el pelo, un poco sorprendida ante la
respuesta de la pequeña mujer. “Tranquila... te tengo”. Una relación física era
siempre un poco incómoda al principio, sabía Dar, hasta que la gente se
acostumbraba a la pareja. Pero Kerry había... maldición, era como si supiera todos
los puntos clave... Guau. Observó la rubia cabeza apoyada sobre su hombro y la
abrazó un poco más fuerte, atrayendo aún más a sus cuerpos prácticamente
desnudos. “¿Estás bien?”.

Ojos verdes como el mar se abrieron y miraron medio cerrados a Dar


mientras Kerry asentía levemente. Su mano se deslizó de forma ausente por el
costado de Dar, produciendo escalofríos a lo largo de su espina dorsal.
“¿Completas tus expectativas?”. Inquirió la ejecutiva, moviendo el desordenado
pelo del rostro de su compañera.

Kerry descendió con su caricia, trazando una serie de círculos a lo largo del
abdomen de Dar y agitó ligeramente la cabeza. “No había tenido... no sabía qué
esperar... pero.. um.. sabes, Dar... realmente en serio, me ha gustado”. Ladeó la
cabeza y mordisqueó la suave piel del pecho de Dar, observando como reaccionaba
su cuerpo. “Ahora... me pregunto...”. Se deslizó un poco más cerca, deseando el
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 368 de 368

contacto y sintiendo como se quedaba sin respiración la alta mujer. “Veamos si


puedo...”. Mordisqueó a lo largo de la superficie del pecho de Dar, entonces dejó
que sus manos vagaran explorando la forma y curvas de su cuerpo y dejó que su
imaginación se hiciera cargo del asunto.

Dar era mucho más alta que ella, con lo que era muy difícil llegar a todas
partes. Pero se las ingenió, consiguiendo que se le escapara un sollozo de tortura
cuando puso a buen uso sus dientes, saboreando la piel de Dar punto por punto y
empezando con caricias tentativas al principio, pero más confidentes según pasaba
el tiempo hasta que sintió como se convulsionaba el cuerpo de Dar y la morena
mujer la agarraba con fuerza casi dolorosa.

Pudo escuchar el latir del corazón de Dar junto a su oído, y la acarició


suavemente hasta que se acurrucaron la una en los brazos de la otra para
simplemente descansar. Era pacífico. Era familiar, en una manera que realmente
Kerry no llegaba a comprender. Pero sabía que aquí mismo, a salvo en los brazos
de Dar, había encontrado algo muy especial.

Bueno. Kerry sintió una agradable sorpresa. Yahoo, no tienes ni idea. Tomó
un hondo respiro de la esencia de Dar y exhaló en puro contento. Alzó la mirada,
sonriendo como acto reflejo ante la media sonrisa en el rostro de la alta mujer,
mientras le devolvía la mirada tranquilamente.

Algo estaba picándole en la base de la lengua queriendo ser dicho y casi no


pudo callárselo. Era algo que sentía cuando miraba a Dar. Algo que surgía de su
interior, una verdad del corazón que su mente no estaba todavía preparada para
enfrentarse a ello. Oh bueno. Ya le vendría. “Gracias... fue realmente espectacular”.

Dar la miró, con una sonrisa medio desconcertada, medio incrédula en su


rostro. “Lo mismo digo...”. Murmuró. Chico... si sabía cómo me gustaba hacerlo...
¿cuándo fue la última vez que pasó esto? ¿Suerte tal vez?. Examinó la soñadora
expresión de Kerry, casi perdiéndose en ella. Lo que sea... Besó la frente de la
rubia mujer y suspiró, satisfecha.

Supongo que lo hice bien. Pensó Kerry alegre. Guau. Se sentía genial. Alzó
la mirada hacia el anguloso rostro y vio interesados ojos azules que le devolvían la
mirada. Una sensación de calidez se reinició en su estómago. “Ey...”. Apretó un
poquito de suave y bronceada piel. “El baño de ahí tiene una bañera... ¿te
interesa?”. Un dedo trazó de forma lenta una costilla, entonces siguió un camino
ascendente...
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 369 de 369

Dar rió de forma grave e interna en su pecho, capturando el dedo con los
blancos dientes y lamió la punta del mismo. Tenía el presentimiento de que iba a
ser una larga noche.

No era un sueño. Dar escuchó el débil sonido de la alarma del busca y lo


alcanzó presionando el botón que lo apagaría, entonces volvió su brazo a su
posición original alrededor de Kerry y dejó escapar un pequeño suspiro. No era un
sueño, no esta vez.

Esta vez era real. Nada de un panorama de extraño bosque o una cabina
desconocida... Tan sólo Kerry y ella, junto con una sensación de puro placer que
tocaba algo de lo más profundo de su alma. Era tan agradable despertarse con
alguien. Casi había olvidado cómo era.

No. Lo había olvidado. Deliberadamente.

Estaba oscuro fuera y Dar sabía que no le quedaba mucho más tiempo antes
de tener que irse y conducir a casa para cambiarse antes de que la esperasen en la
oficina. Ahogó un bostezo y cerró los ojos por unos minutos, recreándose en la
sólida calidez de su dormida compañera, sus extremidades entrecruzadas entre sí
en el centro de la cama de Kerry.

El baño de anoche se había convertido en otra larga sesión de íntima


exploración, y cuando por fin se relajaron, cansadas pero satisfechas, Kerry
simplemente se había abrazado alrededor del cuerpo más largo de Dar y apagó la
luz.

Dar pensó en cantidad de razones por las que debía marcharse, pero ninguna
de ellas podía compensar el motivo de querer quedarse.

Porque Kerry así lo había querido. Con lo que alzó las sábanas y tapó los dos
cuerpos, rodeándose del aroma a limpio y suavidad de sábanas recién lavadas, y
permitió que su cuerpo durmiera profundamente. Lo que era genial, excepto que
aquí estaba ahora, sin ganas de separarse del cálido lugar en el que se encontraba y
marcharse.
Dar suspiró, entonces abrió los ojos y empezó a estirarse, escuchando un
pequeño murmullo de protesta proveniente de su rubia compañera. Kerry la abrazó
más fuerte. “Ey...”. Susurró suavemente Dar en la rosada oreja próxima a su
barbilla. “Hora de levantarse, chiquilla”.

“Uhrm”. Protestó de forma incoherente Kerry.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 370 de 370

Dar le acarició suavemente la espalda. “Kerrrrrrryy...”.

Un soñoliento ojo verde la miró. Parpadeó, entonces apareció el otro ojo


cuando Kerry se dio cuenta de dónde se encontraba. “Oh. Hola... perdona”. Una
carismática sonrisa brilló con la débil luz procedente de la farola de la calle que
entraba por la ventana. “Supongo que debo dejarte ir, ¿eh?”. Dijo suavemente la
rubia mujer.

Dar la abrazó, entonces relajó el abrazo. “Tardo un poco en llegar a la isla y


volver... y tengo una reunión con José y Eleanor a las nueve”.

“Mmm”. Kerry la apretó, entonces de forma reluctante se separó. “¿Te


encuentras bien?”. Kerry capturó su mano y la mordisqueó. “Me siento genial,
gracias... ¿y tú qué tal?”.

La morena mujer sonrió. “Nunca me sentí mejor”. Miró el reloj. “Mejor me


voy... si me quedo mucho más, las dos llegaremos tarde”. Hizo una pausa y se giró,
y pasó la mano alrededor de la nuca de Kerry, besándola suavemente pero con
ganas.

Se separaron con gran esfuerzo y Kerry cerró los ojos, apretando la mano
que aún tenía agarrada con la suya. “Oh claro... ahora déjame aquí”. Bromeó.

Dar bostezó y se frotó el rostro. “Créeme, si tuviera elección, no lo haría”.


Respondió de forma casual. “Pero creo que alguien se daría cuenta si ninguna de
las dos se presenta a trabajar”.

Kerry bufó suavemente. “¿Alguien? Jesús...”. Se calló. “Debemos tener


cuidado, ¿verdad?”.

Dar se mantuvo en silencio, pensando unos segundos. “Cuidadosas, pero no


tanto”. Respondió, apoyando la cabeza sobre la mano. “He de admitir que nunca
antes tuve que...”. Hizo una pausa. “Vale, creo que tan sólo debemos actuar
normal”.

Kerry le mordisqueó los dedos. “¿De verdad?”.

Su jefa ahogó una risita. “Quiero decir, creo que no debemos ocultar el
hecho de que somos amigas... o que solemos quedar la una con la otra después del
trabajo. Si tratamos de convencer a todo el mundo de que prácticamente no nos
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 371 de 371

conocemos, no va a funcionar”.

“Probablemente no”. Coincidió Kerry.

“Va a haber rumores”. Exhaló Dar. “No importa de qué... ¿te molesta?”.

Los ojos verdes se desenfocaron momentáneamente mientras Kerry lo


pensaba. “Es un poquito intimidante... sé cuan desagradables puede llegar a ser
esta gente... no estoy segura de cual será mi reacción si me los encuentro de
frente”. Admitió quedamente.

“Mmm”. Musitó Dar. “Bueno... descubrí que siempre es mejor no negar


nada”. Comentó. “Cuando la gente insinúa cosas, tan sólo les sonrío”.

“¿Sonreír?”. Kerry alzó las cejas.

Dar se lo demostró, produciendo una sexy y experimentada sonrisa.

“Oh”. La rubia mujer ahogó la risa.

“Sí... nunca están realmente seguros de cómo interpretarla”. Replicó Dar con
un guiño. “Cuanto más insistes en negar que algo está pasando, más creen que
ocurre... Si tan sólo te ríes en sus caras, eso no se lo esperan”.

“Hmm”. Asintió Kerry. “Eso tiene mucho sentido... ¿es ése tu truco? ¿Toda
esa autoconfianza?”.

Un lento asentimiento de concordancia. “Si creo en mí misma, los demás


también tienden a hacerlo”. Contestó. “Nadie dirá nada fuera de contexto, pero lo
insinuarán”. Se mordisqueó el labio. “También puedes intentar el viejo estándar de
preguntarles qué quieren decir exactamente... que no entiendes lo que te están
preguntando”.

Un asentimiento. “De acuerdo... creo que puedo hacerlo”. Replicó dubitativa


Kerry.

Dar la estudió con sentimiento de pesar. “Kerry, si va a ser mucho para ti...
ya se nos ocurrirá otra cosa”. Le dijo suavemente a la joven mujer. “Yo... no quiero
que esto sea duro para ti”.

Kerry agitó la cabeza en negación. “No... no... está bien. Tan sólo lleva un
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poco acostumbrarse, no soy muy buena escondiendo cosas”. Se mordisqueó el


labio. “Pero estaré bien... Nunca pensé que yo...”. Hizo una pausa, pensándolo
seriamente. “Dar, en serio me gustas”.

“Bueno... eso espero”. Dar le dedicó una sonrisa ligeramente anhelante.


“Espero que no haya sido sólo algo bueno para tu carrera”. Mantuvo un aire medio
en broma, pero había dolor tras esas palabras.

Kerry lo oyó y le tocó dulcemente la mejilla. “Realmente no pensaste eso,


¿verdad?”.

Dar bajó la mirada a las sábanas y trazó una pequeña figura en ellas. Se
encogió de hombros. “Ha pasado antes”. Reconoció quedamente.

Dios, si pudiera encontrar a la persona que lo hizo, cogería un tenedor de


servir y le agujerearía el cuerpo por completo... exhaló Kerry. “Eso no es lo que yo
intento”. Sentenció. “Eso no...”. Dar no podía encontrarse con su mirada.
“Preferiría que me despidieras a que pensases eso”. Hizo una pausa. “De hecho, no
te voy a dar la opción: renuncio”.

Sorprendidos ojos azules se alzaron. “Kerry... espera... eso no es lo que...”.

“Lo digo en serio”. Sentenció Kerry quedamente. “Puedo conseguir trabajo


donde Colleen...”. Empezó a levantarse de la cama, visiblemente triste. “No voy a
tenerte pensando que la única razón por la que...”.

“Kerry...”.

“¡No!”. Replicó secamente la rubia mujer. “Si eso es lo que realmente...


Dios”. Se dirigió hacia la puerta, la rabia visible en sus andares.

De alguna manera Dar consiguió interceptarle el paso, agarrándola


suavemente por los hombros y haciéndola girar. “Ey”. Kerry estaba temblando y
pudo ver el asomo de las lágrimas en sus ojos. “Espera un momento”. Una pausa.
“Por favor”. La rubia mujer se quedó quieta, y simplemente la miró. “Eso no es lo
que pensaba de ti. Si lo fuera, nunca hubiera llegado tan lejos de nuevo”. Era una
afirmación pura y dura. “Créeme”.

Sintió como los hombros de Kerry liberaban la tensión. “No quiero que te
vayas. No quiero que renuncies... Finalmente he encontrado a alguien en quien
puedo confiar, alguien que me puede quitar de los hombros algo de trabajo... Si
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perdiera eso ahora, yo...”. Dar se calló y suspiró. “No sería bueno”.

Kerry dejó escapar el aire de sus pulmones y acercó una mano tentativa
acariciando la suave piel del estómago de la alta mujer. “Esto lo complica todo”.
Admitió, quedándose en silencio por un largo momento en el cual Dar
simplemente esperó. “Antes pierdo mi trabajo que...”. Se detuvo torpemente. “Que
perderte a ti”. Kerry fijó la mirada en los omoplatos de Dar. “Jesús... Seguro
piensas que eso suena malditamente ingenuo”.

Dar la rodeó suavemente con los brazos y la atrajo hacia sí. “No”. Su voz
estaba muy calmada. “De ninguna manera”. Era, lo sabía, un gran riesgo. Pero Dar
siempre había seguido sus instintos, y estos le decían ahora que podía confiar en
Kerry, a pesar de lo que pasó anteriormente y a pesar de los puntos en contra. “Lo
arreglaremos. Todo saldrá bien Kerry, lo... lo prometo... Todo saldrá bien”.

La rubia mujer dejó caer la frente para apoyarla sobre el hombro de Dar.
Realmente no quería dejar la compañía. Realmente no quería dejar a Dar, sintiendo
que la ejecutiva realmente quería que se quedase. “De acuerdo”. Alzó la mirada
hacia la pálida luz, viendo las facciones de Dar prácticamente definidas como
líneas de oro y plata, y el brillo de cristal que eran sus ojos. “Trataré”.

Ladeó la cabeza a la vez que Dar doblaba el cuello y la besaba, recibiendo el


suave roce de sus labios y el hormigueo cuando sus cuerpos se juntaron. Era tan
increíble... Nunca esperó que esto la hiciera sentir así... No esta necesidad tan
profunda y salvaje que le robaba el aliento y la dignidad y la inducía a restregarse
por el cuerpo de Dar como una gata en celo. Las manos de la alta mujer se
deslizaron lentamente por sus costados y espalda y dejó escapar un ahogado
gemido contra los labios de Dar.

Siendo imitado por su gemelo cuando la morena mujer se echó un poco para
atrás, y acarició un lado de su rostro. “Si seguimos, no voy a llegar al trabajo”.
Suspiró pesarosa.

Kerry le palmeó el brazo y le dedicó una torcida mirada. “Uh... sí... creo que
necesito una ducha yo también”. Hizo una pausa. “Una ducha fría”. Murmuró
como segundo pensamiento.

Dar rió y le dio un leve beso en la coronilla. “Ve... sé el camino de salida”.


La avisó. “¿Nos vemos en la oficina?”.

“Y tanto”. Asintió Kerry. “Llevaré *pastelitos*”. Sonrió al ver cómo se


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iluminaban los ojos de Dar, entonces la ejecutiva guiñó un ojo y salió de la


habitación, la luz de la farola deslizando sombras por su desnudo cuerpo. Kerry
escuchó como se vestía mientras la joven mujer abría la ducha, entonces escuchó el
leve clic de la puerta al cerrarse.

“Guau”. Kerry se reclinó sobre el lavabo y observó su reflejo seriamente. De


seguro era la misma persona que le había devuelto la mirada el día previo. La
misma cara casi infantil y redonda. Los mismos ojos verdes.

Entonces, ¿por qué se sentía tan diferente?.

Bueno, vale... había sido la primera vez que le había hecho el amor a una
mujer. Y si tenía que elegir a una, ciertamente Dar era una buena... era
experimentada pero gentil, apasionada pero a la vez juguetona. Con lo que fue una
experiencia genial.

Entonces, ¿por qué le temblaban las rodillas? ¿Por qué sentía como si
tuviera mariposas atrapadas en el estómago? Pensó en Dar y sintió como la
sobrevenía un flujo de sensaciones, haciéndola reclinarse en sorpresa. ¿Qué
demonios la estaba pasando?
“Vamos Kerrison... recomponte... y toma una ducha. Tienes trabajo que
hacer”. Suspiró, dirigiéndose hacia el chorro de agua caliente, sorprendida de
encontrarse planteándose si ducharse o no para no perder el aroma de Dar. “Por
Dios”. Suspiró y se forzó a seguir. “Creo que estoy perdiendo la razón”.

“Buenos días, María”. Dar se echó hacia atrás en su asiento y cerró los ojos,
mientras la cálida luz del sol entraba por la ventana. Estaba duchada, vestida y en
el ferry de camino a tierra firme tan sólo unos minutos más tarde de lo que era
habitual en ella. No tan mal.

“*Buenos días* Dar”. Oyó la voz de su secretaria. “Tengo una nota aquí del
Sr. Draefus... ¿había un informe que se supone debías mandarle anoche?”.

Oh mierda. Dar casi se golpea la frente con desaliento. “Lo tengo aquí.. Yo...
aún estoy revisándolo, María”. Sacó su portátil y lo encendió. “Tengo algunos
problemas con los... uh.. él tiene unos...”. Sus ojos recorrieron el informe mientras
el ferry seguía su largo recorrido para entrar en el puerto. “Sí... tiene unos adeudos
que no concuerdan”.

“Se lo diré, Dar... que aún no has acabado con él”. Le dijo María. “¿De
acuerdo?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 375 de 375

“Sí... Se lo mandaré cuando llegue a puerto”. Dar repasó el resto del


informe. “Uh... tengo una serie de estadísticas de las que necesito copias para mi
reunión a las nueve... Están en mi outbox. ¿Te puedes encargar de ello?”.

“Seguro”. Le aseguró su secretaria.

“Bien... gracias... He de salir del ferry”. Murmuró Dar mientras cambiaba de


marcha y avanzaba con el coche. “Te veo en unos minutos María”.

“Conduce con cuidado Dar”. Dijo María, como siempre. “Hay gente loca ahí
fuera”.

Ajá. Dar encaminó el Lexus fuera del ferry hacia la calle, girando a la
izquierda para entrar en la autovía, reprochándose interiormente por olvidarse del
informe de Duks. “Vamos Dar... despierta... tienes una división que dirigir aquí”.
Agitó la cabeza.
El corto camino le dio el tiempo suficiente para centrar sus pensamientos y
para cuando entraba en el aparcamiento del edificio consiguió poner su mente al
orden de los problemas del día, dejando de lado la distrayente maravilla de la
noche anterior.

Casi.

Se pasó los dedos por la oscura melena al entrar a las oficinas, cruzando dos
ascensores para unirse a Duks el cual estaba manteniendo la puerta abierta
esperándola. “Buenos días Duks”. Le dirigió una rápida mirada. “Tengo algunos
puntos sobre ese informe... Te mandaré una copia cuando llegue a mi despacho”.

“Justo”. Duks se reclinó de espaldas sobre la pared del ascensor. “Ten


cuidado en la reunión de esta mañana... Oí que José tenía algunos ases bajo la
manga. Está tratando de presionar esas cuentas gubernamentales para rebajar el
margen en ellas”.

Dar bufó suavemente. “Algún día aprenderá que la cantidad no te beneficia


en nada si no consigues dinero con ella”. Movió ligeramente su portátil. “¿No
aprendió del fiasco en las olimpiadas?”

Duks suspiró y agitó la cabeza. “No mucho... ey, oye... Mariana pensó en
juntar a algunos de nosotros para pasar la tarde en Monty’s este viernes... ¿te
interesa?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 376 de 376

Dar le miró, ligeramente desconcertada. Generalmente Mariana hacía sus


propios grupos. “Um... no creo que tenga planes... Claro, dile que me mande una
nota cuando termine”.

“De acuerdo”. Accedió Duks amablemente. “Pensó en preguntarle a Mark


Polenti, Barbara... y... ey, mencionó a... ¿crees que Kerry querrá venir?”.

Ah. Dar consiguió restringir su reacción a un mero encogimiento de


hombros. “¿Cómo lo voy a saber? Pregúntaselo a ella... Nunca ha alegado una
alergia al marisco o miedo al océano con lo que...”.

“Lo haré”. Le aseguró el VP de finanzas. “Mariana dice que es una buena


chica... Después de todo, te aguanta, con lo que probablemente sea una adición
divertida al grupo”.

Dar rió sarcásticamente. “Estoy segura que estará encantada de que le


preguntes”. Mantuvo la puerta abierta para que Duks saliera antes que ella.

“Bueno, Mariana quería asegurarse... primero, de que a ti no te importara...


Después de todo, tú tienes que trabajar con ella... Seguramente no quieras pasar tus
horas libres con la chica”.

Ella casi... casi... estalla en descontroladas carcajadas. “Ah... ¿Qué es una


noche?”. Se las arregló para decir ocultando una sonrisa. “Nah, es agradable...
Tiene algunas ideas buenas y las cuenta. Un buen cambio”.

“Me alegro de oírlo”. Duks le dedicó un asentimiento de cabeza. “¿Nos


vemos en el almuerzo?”.

La morena mujer le dedicó un encogimiento de hombros. “Depende de


cuanto tiempo esté ciego José”. Despidió a su amigo con una ondulación de la
mano. “Te llamo cuando salga”. Abrió la puerta exterior y entró en el interior del
recibidor de la oficina. “Hola María”.

La bajita mujer alzó la mirada de la llamada telefónica en la que estaba y


agitó la mano, entonces le acercó un fajo de papeles en silencio. Dar se acercó y
los tomó, entonces siguió andando hasta entrar en su oficina. Cerró la puerta tras
ella y atravesó la alfombra, deteniéndose al mirar su escritorio. En el centro del
mismo había un pequeño plato con varias galletas, pulcramente ordenadas, junto
con una taza cubierta. Dar sintió como una sonrisa aparecía en sus labios al rodear
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la mesa y sentarse, echándose sobre la mesa y apoyando su portátil en la misma.


Seleccionó una pasta y la mordisqueó con placer. Todavía estaba caliente y disfrutó
del sabor, junto con el dulce café de la taza.

Tan pronto como terminó de conectarse su ordenador, pinchó sobre el


mensajero instantáneo de la empresa que casi nunca usaba y tecleó la dirección de
Kerry.

“Gracias por las galletas... ¿cómo supiste las que me gustaban?”

Tecleó y presionó enter. Un par más de mordiscos y le llegó la respuesta.

“Fácil. Escogí las peores para la salud que pude encontrar”.

Dar rió secamente.

“Buena deducción”. Mandó de vuelta. “Están buenísimas”.

Pinchó sobre su correo email, entonces le mandó a Duks una copia de su


informe con algunas notas. Tras unos momentos de repaso y el resto de las pastas,
recibió otro mensaje.

“Me voy a lo de MTC... ¿necesitas algo de mí antes de irme?”.

“Nop... buena suerte y que te diviertas”. Contestó Dar. “Si vuelves a la


hora de comer, pásate por aquí”.

Ordenó los papeles que le había dado María y empezó a revisarlos,


redondeando cosas con un boli morado chillón que los directores de ventas habían
aprendido a detestar con profunda y ávida pasión. Sonó el teléfono. “¿Sí?”.

“Dar, el General Easton en la *número dos*”.

Miró el teléfono, entonces pulsó el botón. “Hola, Gerry”.

“Holllaaaaaa Dar”. La robusta voz del general sonó a través del teléfono.
“Tan sólo quería que supieras que ese vuelo fue una pura negligencia. Una pena,
pero nada que ver contigo, amiga mía”.

Dar asintió quedamente para sí misma. “Quería asegurarme que todo estaba
bien, Ger... La hija del Senador Stuart estaba en ese vuelo también y él tenía
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algunas dudas al respecto”.

Un grave silbido. “Guau... Inteligencia no sabe nada de eso, ¿cómo


demonios lo sabes tu?”.

“Ella es mi ayudante”. Le dijo irónicamente Dar. “No era tan difícil”.


Redondeó otra discrepancia con el boli y rió para sí misma. Iba a ser una divertida
reunión.

Easton rió. “Y aquí me tienes a mí maravillado ante tu maldita detallada


orientación comprensiva... que bueno... ¿contrataste a la niña de ese bastardo?.
Bonito políticamente Dar... muy bonito”.

Su voz era aprobadora. “Nunca viene mal tener un amigo en el Monte


Olimpo”.

Oh sí... él me amaríaaaa. Dar se mordió el labio para evitar sonreír.

Buenas Senador Conservador, ¿Como que la hierba crece en Michigan…? A


propósito, Estoy saliendo con su hija. Un placer conocerle... uupss... Cuidado con
el suelo según cae... está un poco duro.

“Sí, bueno... eso no lo consideré, pero he de mantenerlo en mente”.

Easton rió. “Lo que tú digas... oye, ¿estás libre para visitarnos en el día del
Pavo? Tengo un servicio extra en la mesa con tu nombre”.

Dar dudó, jugueteando con su bolígrafo. Kerry estaría, lo sabía, en su casa


de Michigan toda esa semana. La idea de estar sola en su condo era de repente
nada atrayente. “Gerry, me encantaría”. Replicó quedamente. “Gracias”.

Su sonrisa podía ser oída a través del teléfono. “Fantástico... se lo diré a mi


esposa... estará encantada”. Hizo una pausa. “Al igual que mi chico... ¿nos vemos
el miércoles por la noche?”.

“Claro”. Accedió Dar. “Haré los preparativos... gracias de nuevo, Gerry”.

Él colgó y ella se reclinó hacia atrás, pensativa. La familia de Kerry iba a


presionarla mucho cuando estuviera allí, razonó Dar, aunque la joven mujer se
había mostrado muy reluctante a la hora de hablar de su familia con Dar.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 379 de 379

Bueno, Washington estaba mucho más cerca de Michigan que Miami.

Sólo por si acaso.

Presionó el interfono. “¿María?”.

“¿*Sí*?”.

“Necesito un billete de avión para Washintong el miércoles antes de Acción


de Gracias... para volver el domingo”.

“Aie... es tarde para eso, Dar... ¿un billete?”.

Dar arqueó las cejas. Qué pregunta tan rara. “Sí, un billete. El General
Easton me ha invitado por las vacaciones... Sé que va a ser difícil. Tan sólo haz lo
mejor que puedas”.

“Yo me encargo, Dar”. María presionó el interfono y ella volvió a su


informe, encontrando una flagrante mentira y rodeándola con un risita malévola.
“Ah... José... tengo tus * cojones* en mi mano derecha, ¿puedes sentirme
apretándolos?”.
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Décima parte

Kerry aparcó el coche en el aparcamiento y salió de él, cerrando las puertas


y poniéndose la chaqueta, estirándosela con ademán automático. El edifico no era
presuntuoso, situado justo detrás del aeropuerto de Miami, construcción sencilla de
un sólo nivel dispuesto a lo largo de una estrecha faja de tierra. El logo de la
compañía era prominente desde fuera, y Kerry le dedicó una mirada mientras
caminaba hacia la puerta y la abrió cuando el vigilante quitó el cerrojo.

“Buenos días”. Le mostró una sonrisa al hombre. “Estoy buscando a...”

Apareció una mujer rodeando una esquina próxima al escritorio. “¿Señorita


Stuart?”

Kerry se volvió. “Sí... hola”.

Le tendió una mano. “Lisa Andrews... del equipo de cuentas. Gracias por
venir... siempre es agradable cuando la gente de hq viene y ven lo que hacemos”.
La mujer era aproximadamente de la estatura de Kerry, de pelo rubio ceniza y con
una sonrisa franca y amistosa. Sus ojos gris pálido estudiaron a Kerry fugazmente,
entonces gesticuló hacia el pasillo. “Le daré el tour... tenemos unos veinte minutos
antes de empezar”.

Cortésmente, Kerry la siguió a la intersección del pasillo, donde la mujer


giró a la izquierda. El edificio era un pasillo extremadamente largo, con
habitaciones a ambos lados. “Al final del pasillo está la habitación del correo”.
Explicó Lisa. “Y las habitaciones hábiles para los contratos... mantenemos algunos
servidores para eso ahí”.

“Son un servidor de web y dos de aplicaciones”. Kerry asintió, habiendo


revisado la cuenta antes de salir de la oficina.

La otra mujer se detuvo, y parpadeó ante ella, sorprendida. “Correcto”.


Asintió. “Los Servicios de Instalación están en esa habitación, y tenemos un área
ejecutiva donde los ejecutivos de cuentas tienen las oficinas, y una habitación de
conferencias”. Comenzó a andar por el pasillo. “Por este lado, tenemos el área de
preparación, luego al final, el centro de network”.
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“¿Podemos ir ahí?” Preguntó Kerry. “Me encantaría ver cómo funciona”.


Siguió a la mujer por el pasillo y se detuvo cuando ella escaneó su tarjeta y abrió la
puerta. Ésta les daba acceso a una gran habitación, más o menos cuadrada que
llegaba completamente hasta el final del edificio. Extendidas a lo largo de la misma
estaban filas de cubículos, recordándole a Kerry a sus viejas oficinas de
Associated. Cada cubículo tenía un pc, y la mayoría estaban ocupados por técnicos,
ocupados hablando con los clientes. Todo parecía muy profesional, y formal.

“¡Aquí llega!” De repente sonó una voz desde la alta pared del cubículo
justo al lado derecho de Kerry. Un proyectil voló por encima de la pared, y casi no
consigue atraparlo pero lo agarró en el aire con mirada sorprendida. Los ojos de
Lisa se abrieron de golpe mientras Kerry examinaba el objeto.

Era un dardo de espuma blanda. Parpadeó ante él, entonces alzó la mirada al
aparecer una cabeza por encima de la pared de seis pies, que la observaba. “Hola”.

“Oh... Dios... lo siento”. Los ojos del hombre se agrandaron. “Se me


escapó”. Se reclinó por encima de la pared y le tendió la mano. “¿La golpeó?”

Kerry se dio golpecitos con el dardo sobre el hombro, entonces rodeó el final
de los cubículos y miró hacia el centro. Había unos apartados entre cada recinto,
con entradas a cada lado. Éstos eran más grandes que los cubículos, con paredes
más altas y arcones en lo alto. Técnicos senior, decidió, mientras caminaba bajo el
mismo, y miraba al interior de un cubículo, donde el alto hombre seguía de pie
sobre el escritorio. Él bajó del mismo de un salto y se metió las manos en los
bolsillos. “¿De dónde ha salido esto?”. Preguntó Kerry, mirando alrededor. Las
superficies de los cajones estaban todas llenas de juguetes y pequeñas figuritas. Al
lado de ella, Lisa tenía aspecto mortificado.

Se aclaró la garganta y sacó una colorida pistola de detrás de una colección


de libros para entregársela.

“Mm”. Kerry tomó el objeto y lo examinó tirando hacia atrás el mecanismo


y poniendo el dardo en su lugar. Entonces la levantó y apretó el gatillo. El misil
salió volando, estrellándose en la puerta al final del pasillo.

Cabezas asomaron de los cubículos y la miraron. La persona del interior del


último cubículo se inclinó y arrancó el dardo de la puerta, donde éste se había
clavado y miró a lo largo de la hilera de habitáculos. “¿Qué demonios está pasando
aquí?” Preguntó la morena mujer, quitándose los auriculares y dejándoselos en el
cuello. “David, ¿estás disparando a la gente otra vez?”.
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“Yo no”. Sonrió de oreja a oreja el alto hombre. Señaló a Kerry. “Fue ella”.

Kerry anduvo despacio a lo largo de la hilera hasta llegar al último cubículo


y cogió el dardo de los dedos de la mujer. “¿Soportáis esto chicos?”. Preguntó
alzando la pistola.

La mujer arqueó las cejas. “Libera estrés”. Explicó. “Para cuando trabajas
con clientes que no pueden encontrar el interruptor de encendido/apagado”. Se
ladeó. “Pero se supone que no son para disparar a las visitas importantes”. Acusó al
alto hombre, quien sonrió de forma encantadora.

“¿Realmente los clientes son así?”. Preguntó Kerry, consciente del suspiro
emitido por Lisa. “No suena como el debido respeto para con ellos”.

La mujer se detuvo. “¿Quiere escuchar a uno?” Un desafío.

“Claro”. Kerry sonrió dejando la pistola y tomando de una silla del cubículo
adyacente. Le dejaron unos auriculares sencillos que se puso, y se acercó un poco
más al tiempo que la técnica ocupaba su asiento.

“No hable, salvo que quiera que el cliente la oiga”. Le ordenó. “Ese
micrófono está encendido”.

Kerry asintió, mirando alrededor. El cubículo estaba lleno de manuales


técnicos, y unos cuantos objetos personales, incluyendo varios peluches de
animales sentados sobre el monitor. Varias listas de números de teléfono estaban
clavadas en la pared, junto con un haz de certificados y diagramas de circuitos. La
técnica hizo surgir una pantalla y apretó un botón en el teléfono. “Allá vamos”.

Sonó un suave ding, entonces una voz se oyó a través de la línea. La técnica
contestó suavemente, identificándose como el grupo de apoyo. “¿En qué puedo
ayudarle?”

“¿Hola?”. Contestó una voz vacilante. “Um... ¿es la gente de los


ordenadores?

“Sí, señora... lo somos. Cual parece ser el problema”. La voz de la técnica


era calmada y apaciguadora.

“Mi equipo no funciona”. Contestó la mujer, con un poco más de confianza.


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“De acuerdo... ¿hay algo en la pantalla?” Preguntó la técnica.

“No”.

“De acuerdo... ¿hay alguna luz en la parte frontal de la pantalla?”

“No”

“Bien... la pantalla está conectada al ordenador... ¿hay alguna luz en él?”.


Preguntó la técnica mientras hacia surgir la cuenta del cliente y revisaba su
inventario.

“No tengo ordenador... sólo tengo una pantalla”. Objetó la mujer.

Kerry cubrió el micrófono. “Debe de tener uno, ¿verdad?”.

La técnica asintió. “Bien... en la parte trasera de la pantalla hay unos


cables... uno de ellos va a la pared, el otro va a algún otro sitio”.

“De acuerdo”. La voz de la mujer era dubitativa. “Bien... sí, ya lo veo”.


“¿Adónde va el otro?”

“Al radiador del suelo”. Ahora la voz de la mujer sonaba de nuevo más
confiada. “Pero hoy hacía calor, así que tuve que apagarlo”.

“Bien... ¿podemos encenderlo por un minuto?”. Replicó pacientemente la


técnica.
“Pero no tengo frío en los pies”. Objetó la cliente.

“Lo sé... pero me gustaría intentar algo... ¿puede encenderlo durante un


minuto?”
“De acuerdo”. Un suspiro. “Oh... la pantalla se acaba de encender. Fíjate.
Kerry se cubrió los ojos, murmurando “No puedo creerlo” en silencio.
La morena mujer rió silenciosamente y se encogió de hombros. “De
acuerdo... ¿qué hay en la pantalla?” Preguntó la técnica, escribiendo rápidamente
información dentro de la pantalla.

“Algunas letras”.

“De acuerdo, dígame cuando la pantalla se vuelve verde”.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 384 de 384

“Bien”. Se hizo un corto silencio. “Bien, ya está”.

“¿Podría meter su contraseña para mí?”. La técnica añadió notas a la lista de


problemas en la pantalla.

“¿Qué es eso?” Preguntó la cliente. “Yo nunca he tenido esta pantalla... mi


jefe siempre pone la pantalla azul para mí”.

“De acuerdo... escriba la palabra res para mí”.

“Vale”.

“Ahora escríbalo de nuevo... pero no lo verá en pantalla”. Instruyó


pacientemente la técnica.

“Vale... yo... ¡oh! ¡Ahí está mi pantalla azul!” La mujer sonó encantada. “¡Es
usted un genio!”.

“Me alegro que funcione... bien, ahora escuche... tiene que dejar encendido
el radiador, ¿de acuerdo?” Le dijo la técnica, cerrando la lista.

“Oh... bien, vale... supongo que me puedo quitar los zapatos si empiezan a
calentárseme los pies”. Decidió la mujer. “Gracias”.

“De nada señora... que tenga un buen día”. La técnica pulsó el botón de
escape, entonces giró la cabeza y alzó una ceja ante Kerry.

La cual simplemente le palmeó el hombro, y se puso en pie. “¿De dónde has


sacado esa pistola de dardos?, por segunda vez”.

“Toys’R Us”. Proporcionó útilmente el alto hombre. “También tienen super


remojadores, si quiere tener una verdadera juerga”.

“Mm...”. Kerry se volvió hacia la técnica. “¿Son todos así?”.

La técnica se rió. “No. Hay un rango, como en cualquier cosa. Pero tenemos
un buen grupo de estos”. Se volvió cuando el teléfono sonó y puso los auriculares
de nuevo. “¿Sí?”. Una pausa. “¿Puede hacer el ping?”. Otra pausa. “Mierda... de
acuerdo, ¿cuál es la dirección?”
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Kerry se giró de espaldas, pero no sin antes fijarse en el nombre de la


etiqueta de identificación próxima al cubículo. “De acuerdo... bien... ya me he
informado”. Le dijo a Lisa. “¿Seguimos?”.

Hubo un ligeramente embarazoso silencio al dejar atrás la bulliciosa


habitación. “Lo siento... Tendría que haber...”

Kerry alzó una mano. “No se preocupe por eso... Es mejor liberar el estrés
así que los unos con lo otros... o con los clientes”. Se detuvo. “¿Hay algún Toys R
Us cerca de aquí?”

Se sentó entre los pasillos del edificio, escuchando las ideas y


preocupaciones de los empleados, no muy diferentes a los que estaba
acostumbrada. Estrés laboral, preparación, promoción, aumentos de sueldo... se
encontraba ante una paradoja. Proveer a los técnicos de la preparación que
solicitaban, junto con oportunidades donde podrían dejarlo e irse a otra empresa
donde les pagaran más. No lo aceptes y perderás tus habilidades y harás que la
cuenta pierda valor.

Suspiró Kerry, realmente no existía una buena respuesta. Intentas equilibrar


la preparación con la necesidad, y dar mayores amenidades para que la gente se
quede por sentirse cómodos con el ambiente laboral. El paquete de beneficios era
uno de los buenos, pero...

Dejó el pensamiento de lado por el momento, y comprobó la hora según


salía del edificio a la cálida luz del sol. Era agradable tras el frío aire
acondicionado y se frotó los brazos, entonces miró a su alrededor cuando Lisa
Andrews se le unió. “Bueno, gracias por invitarme a venir... fue muy interesante”.
Le dijo a la ejecutiva de cuentas. “Aprecio el haber visto todo”.

“Cuando quiera”. Replicó Lisa, cruzando los brazos. “¿Te apetece comer?”.

Kerry miró alrededor. “Bueno... Realmente tengo que regresar a la oficina...

***

Llego un poco tarde a una reunión. ¿Hay algo por aquí cerca donde
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 386 de 386

simplemente pueda comprar algo delante y clavándole sus pálidos ojos azules. “No
voy a aprobarlo”.

El rechoncho ejecutivo de ventas se puso en pie y gesticuló con las manos.


“Entonces dame una maldita forma de obtener el 20 por ciento de ventas nuevas
este año”.

“Ese no es mi trabajo”.

“Es tu maldito trabajo, porque no me permites hacer el mío”. Replicó José.

“Tiene razón, Dar. Estás ahogando nuestros esfuerzos desde marketing”.


Intervino suavemente Eleanor. “¿Cómo podemos competir si no podemos dar una
imagen de capacidad”.

“Querrás decir, ¿cómo poder conseguir contratos si no puedes mentir?”


Respondió con acritud la alta y morena mujer. “Así no proyectáis capacidad.
Sabéis perfectamente bien que la curva exponencial es para infraestructura... tan
sólo queréis prometer servicios a los clientes que no podemos realizar”. Se levantó
y los encaró, apoyando las yemas de los dedos sobre la mesa e inclinándose sobre
la misma. “No me lo trago”.

“Entonces mejor empieza a presionar en infraestructura, porque de lo


contrario, ellos son los que van a tener esta mierda en su puerta... No nos están
suministrando lo que necesitamos”. Declaró José triunfal.

“No pican, José. Lo sabes bien”. Gruñó Dar. “Has de ser más creativo y
dejar de echarle las culpas a tus viejos compañeros para conseguir nuevos
contratos”.

“Dar, eso no es justo”. Interrumpió Eleanor, levantando un dedo con la uña


meticulosamente pintada. “Estás fallando a la hora de proveernos las herramientas
que necesitamos para vender de forma adecuada a la compañía”.

“No”. Empezaron las cuchilladas. “Simplemente no puedes hacer una vía de


ventas de una bolsa de papel”. Le dijo Dar. “Y mejor lo cambiáis, porque no voy a
aprobar ninguna cuenta que supere vuestra capacidad”. Soltó de golpe los papeles
sobre la mesa. “Ahora, si hemos acabado con esta basura, tengo trabajo productivo
que podría estar haciendo.” Recogió su bloc y bolígrafos y se echó hacia atrás el
cabello, salió majestuosamente de la sala y cerró la puerta de golpe tras ella. Se
detuvo y escuchó como comenzaban a alzarse las voces a su espalda e hizo una
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mueca, entonces salió de las llamativas oficinas que alojaban al departamento de


Ventas y se dirigió hacia su propio dominio. Era la hora de comer pero sabía que
no tenía tiempo para ir abajo antes de la conferencia telefónica de la una en punto.
Con un suspiro, empujó la puerta del hall exterior de su oficina para abrirla y le
dedicó a María una sonrisa. “¿Algún desastre que deba saber?”

María alzó la mirada. “Mm... nada desde que te fuiste, Dar... Tienes tres
mensajes, los he dejado en tu escritorio y se supone que debo recordarte lo del
cocktel de esta noche de la división del Gobierno”.

Dar exhaló. Maldición. Lo había olvidado. “De acuerdo... gracias”. Entró en


su oficina y cerró la puerta, entonces cruzó la habitación y se sentó ante el
escritorio. Un momento más tarde, un suave golpe se oyó procedente de la puerta
interior. “Adelante”. Sintió como una sonrisa asomaba a su rostro al abrirse el
panel de madera y Kerry asomaba su rubia cabeza. “Ey”.

Dios, era agradable verla. Kerry iba vestida con un traje de falda azul oscuro
y una camisa azul pálido, parecía ligeramente distraída y a los ojos de Dar, muy
sexy. Su enfado con José se esfumó.

Un destello brillante cuando Kerry le devolvió la sonrisa, entonces entró la


rubia mujer, mostrando una bolsa. “¿Tuviste oportunidad de comer algo? Te
compré algo al volver”.
“No, y gracias”. Contestó Dar, reclinándose en la silla. “Acabo de salir de
una reunión verdaderamente molesta”.

Kerry se sentó en el borde del escritorio y abrió la bolsa, extendiendo una


servilleta, entonces puso encima un recipiente de comida china. “Tenían una
selección bastante limitada por el lugar y no pensé que apreciaras el Taco Bell”.

Dar miró dentro del recipiente, y sonrió. “Buena elección”. Olió


apreciativamente el dulce y picante pollo. “Hoy tenía ganas de esto también...”.

Kerry rió, y le dio un par de palillos. “Oh... y um...”. Puso la mano en forma
de cuenco y puso sobre la mesa y de uno en uno varios chocolates kisses de
Hershey. “El postre”.

“Je”. Dar abandonó inmediatamente el pollo y se abalanzó sobre los


chocolates. “Oye... Ten cuidado en la reunión que tienes esta tarde con Eleanor...
Acabo de ofenderla bastante”. Masticó un chocolate, alegremente. “Por eso, tengo
que ser agradable con ella en el cocktel de esta noche”.
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Kerry hizo una mueca. “Gracias por decírmelo... Hoy es mi noche de


patinaje con Colleen... Apuesto a que estaré preparada para liberar algo de
frustración para cuando acabe con ellos”. Se detuvo, pareciendo querer continuar
pero se quedó en silencio.

“¿Seguimos con lo de mañana por la noche?” Preguntó Dar mirándole a la


cara. “Si quieres... podemos ir a mi casa después... ¿y bañarnos en la piscina,
quizás?”

Ojos verdes como el mar se endulzaron. “Me gustaría”.

Dar desenvolvió silenciosamente uno de los chocolates y se lo dio a Kerry,


con ojos brillantes.

El abrir de la puerta sorprendió a ambas y se sobresaltaron un poco. María


entró, las miró y entonces sonrió. “Ah... Kerrisita... tengo correo para ti”. Se movió
hacia delante y le dio a Kerry varios sobres. “Dar, tengo tus billetes, pero *Dios
Mío*... son caros”. Le dio a la ejecutiva un itinerario. “Y recuerda que tienes tu
siguiente visita al médico mañana”.

Dar asintió, cogiendo la hoja de papel y examinándola. “Genial... gracias


María”. Se quedó pensativa un minuto. “Probablemente no me tome mucho tiempo
mañana... soy su primera visita. Tan sólo quiere repetirme los análisis de sangre
que me hizo la última vez”. Miró su reloj. “Déjame tragar esto y sigo trabajando”.

“Yo también”. Asintió Kerry. “Deséame suerte”.

La mujer morena hizo girar los ojos. “Buena suerte... y recuerda,


probablemente estará de mal humor”. Dar pensó un momento. “Especialmente
desde que probablemente se ha quedado sin comer”. Sonrió maliciosamente y
mordió una pieza de pollo por la mitad.

Kerry gimió. “De acuerdo... Os veré más tarde”. Se levantó del escritorio y
salió de la oficina, dejando a María ordenando papeles y a Dar masticando.

La puerta se cerró. “Aie... Es una persona tan buena, Dar”. María suspiró.

“Mm... Sí... fue amable de su parte traerme algo de comer... Es una buena
chica”. Respondió Dar de improviso.
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“*Sí*... es buena”. Coincidió María. “¿Y cómo están tus dolores de cabeza?”

Dar tomó inhaló para contestar, entonces se detuvo. Parpadeó. “Yo... no he


tenido uno desde que regresé a casa ese día”. Murmuró, un poco desconcertada.
Habían estado ocurriendo aproximadamente todos los días durante los tres meses
anteriores a eso. “Extraño”.

“¡Es bueno! Quizás ver a Mickey Mouse ayudó”. Comentó María


alegremente.

“Quizás”. Contestó suavemente Dar. Tomó otro bocado de pollo y sonrió.

Kerry se ató los patines, levantando la vista cuando sonó un golpe en la


puerta. “Entra, Col”. La llamó alegremente, entonces sonrió cuando la puerta se
abrió de golpe y Colleen entró patinando, agitando las manos para equilibrarse.
“Hola... ¡cuidado!”.

La pelirroja se dejó caer sobre el sofá, encallando las ruedas de los patines
delante de ella. “Ey, Ker... ¿qué pasa?” Le guiñó los ojos maliciosamente a su
amiga. “¿Era ese el Lexus de Dar que había fuera anoche?”

¿Fue la noche pasada? Jesús. “Um... sí”. Respondió Kerry sabiendo que
estaba sonrojándose. “Lo era... vino a cenar”.

Colleen rió triunfal. “Lo sabía... Nosotros creemos que estáis taaaannnnn
bien juntas”.

Kerry alzó tan de prisa la cabeza que se mareo. “¿Qué? ¿Quiénes nosotros?”

La pelirroja notó que no discutió la afirmación. “Ray y Susan y yo... Nos


quedamos hasta tarde la noche del sábado hablando de vosotras”. Sonrió
impertinentemente ante la conmocionada mirada de Kerry. “Vale... vale... Así que
pasó la prueba... No es una arpía”.

“Vamos Colleen,... Sólo fue una cena”. Kerry intentó una débil sonrisa.
“Actúas como si fuéramos una pareja o algo”.

Un leve silencio y Kerry levantó la mirada, para ver a su amiga


observándola, con una mirada conocedora. Se miraron la una a la otra durante un
largo y tenso momento antes de que la rubia mujer suspirara y bajara la mirada,
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hacia sus manos entrelazadas entre sus rodillas.

Colleen se levantó y rodó hacia ella, dejándose caer a su lado y poniendo


una mano sobre su rodilla. “Kerry... Si te hace feliz, está bien”.

“No está bien”. Kerry levantó la vista. “Es mi jefa, Colleen... Va en contra de
las reglas de la compañía y ambas podemos meternos en muchos problemas”. Sin
embargo no pudo evitar la pequeña sonrisa que dibujaban sus labios. “Tratamos de
mantenerlo en secreto... Sin embargo, creo que estamos haciendo un trabajo
miserable... Si vosotros, chicos, llegásteis a esa conclusión después de la cena”.

Colleen se sentó en el suelo y cruzó las piernas, con cuidado para no golpear
a su amiga en las espinillas con los patines. “Escucha, cariño... déjame decirte algo
sobre lo que nosotros llamamos química”. Puso un dedo sobre la rodilla de Kerry.
“¿Sabes de lo que te estoy hablando?”.

Kerry exhaló. “Realmente no... A menos que te estés refiriendo a las tablas
periódicas o a algo raro parecido a eso”.

“De acuerdo... bien, química es cuando algo conecta entre dos personas.
Puedes verlos algunas veces en la pantalla de televisión, pero no siempre porque
son gente actuando, ¿entiendes?”

La rubia mujer arrugó la frente. “No exactamente”.

Colleen pensó. “De acuerdo... ¿Has visto alguna vez una película de Richard
Barton y Liz Taylor?”

“Um... claro... Esa de romanos... Sí, ok”. Kerry asintió. “Creo que se ven
bien ellos juntos... Realmente creí que estaban enamorados el uno del otro”.

“Bueno... lo estaban”. Colleen la sonrió. “En la vida real... y eso se notaba


cuando estaban juntos en la pantalla... Cuando se miraban el uno al otro o
simplemente como actuaban... podías verlo”. Exhaló. “Eso es química... y muchas
veces habrás oído a alguien decir eso de; entre esos dos hay química; cuando están
hablando sobre gente en la televisión, o en las películas, o incluso a dos personas
que están viendo”. Se detuvo. “¿Entiendes?”

“No exactamente”. Admitió Kerry. “Quiero decir, sí... sé a lo que te refieres


con los personajes... normalmente noto cuando la gente esta supuestamente
enamorada en la pantalla, y es obvio que no se pueden aguantar en la vida real... a
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si que sí”.

Colleen se frotó las sienes. “Intentaba decirlo suavemente. Pero veo que es
un esfuerzo inútil”. Rió suavemente. “Kerry, cuando la miras tu cara entera
resplandece”. Miró a la sorprendida mujer. “Y cuando ella te mira, hay una
electricidad que casi puedo sentir”. Una pausa. “Vosotras dos tenéis química, gran
cosa... Y no hace falta amperímetro para verlo”.

Kerry pensó sobre eso. “Oh”. Hizo una mueca. “No tenía idea de que
nosotras... hm”. Lo consideró. “No me di cuenta”.

“Obviamente”. Colleen golpeó su rodilla. “Y seguramente no sea tan


aparente para la gente que no te conoce tan bien... Pero recuerda, pequeña, somos
amigas desde hace unos cuantos años”.

“Mm”. Kerry apoyó la barbilla sobre los puños. “Me hace sentir bien, al
estar con ella... supongo que se nota”.

La pelirroja rió suavemente. “Puedes decir eso... pero si quieres mantenerlo


en silencio... mejor que no estéis mucho tiempo juntas en el trabajo”.

“Bien, no lo estamos”. Murmuró Kerry. “La he visto... una sola vez hoy”.
Exhaló. “Ambas estamos bastante ocupadas... y quizás fue peor aquella noche
porque estábamos... hum... quiero decir... no hicimos...” Se detuvo y ordenó sus
pensamientos. “Después de ir a Crandon y caminar por la playa... y... hum... nos
pusimos... supongo que reconocimos que nos sentíamos atraídas la una por la
otra”. Concluyó torpemente. “Así que ahora no es tan... hum...”

“Raro”. Intervino comprensiva Colleen.

“Sí”. Coincidió Kerry. “Exactamente... ambas entendimos que es lo que


pasó, a si que no es tan frustrante”.

Una mueca. “¿Os besásteis allí? ¿En la playa?”

Kerry sintió el rubor calentando su cara pero asintió. “Sí”. Admitió


tímidamente. “Fue... No fue lo que yo esperaba”. Se detuvo. “Estábamos allí fuera,
hablando... de todo un poco... el triángulo de las Bermudas y la cena... y... no sé,
era como si hubiera algo entre líneas. Le pregunté si podía hacerle una pregunta
personal... y ella como que se enderezó y me besó y dijo; responde esto a tu
pregunta...;”. Hizo una mueca ante la cara absorta de Colleen. “Fue... muy extraño,
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pero realmente agradable”.

“Eso es ridículamente romántico, te das cuenta, ¿verdad?” Colleen suspiró.


“Parece realmente una persona profunda”.

La rubia mujer asintió. “Lo es... Sí... ella es... todo tipo de cosas estaban
ocurriendo allí... Creo que eso es lo que la hace tan interesante”.

Colleen asintió un poco “¿Se quedó toda la noche ayer?” Preguntó,


delicadamente.

Bueno, no tan delicadamente. Kerry se quedó en silencio durante un


momento. “Sí”. Declaró suavemente al final.

Descendió una pequeña calma. “¿Estás bien con eso?” Preguntó de forma
vacilante la pelirroja. “Sé... quiero decir, hemos hablado de cómo te sentías... Oh,
ya sabes a lo que me refiero”.

Lo sabía. “Yo no estaba... quiero decir, no sabía realmente qué esperar, Col...
Estaba asustada... te diré, y me sentía rara, y una docena de otras cosas... Pero...
yo...” Se paró para respirar. “Está bien”.

Colleen se arrugó la frente, preocupada. “No estará presionando en nada de


esto, ¿verdad? Kerry... escucha, no te sientas presionada a hacer algo con lo que no
estás cómoda”.

La rubia mujer alcanzó un color rojo escarlata de rubor y se rascó la


mandíbula. “Um... De hecho, fui yo quien lo empezó”. Murmuró vergonzosa
mientras le dedicaba a Colleen un encogimiento de hombros. “Estoy bien con eso...
de verdad”.

La pelirroja le palmeó el brazo. “Bien por ti”. Sonrió. “Así que... ¿cuándo os
vais a vivir juntas?”.

La mandíbula de Kerry se desencajó. “¿Qué?” Estalló en carcajadas.


“Jesucristo, Col... No es para tanto... Es algo físico... Ambas vamos a superarlo...
No es tan serio”. Se detuvo, reflexiva. “Aún”.

“Uh... huh. Vale”. Colleen evitó sonreír y le asintió. “Entonces, ¿cuándo os


vais a ver de nuevo?”.
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“Mañana por la noche... después del gimnasio”. Explicó Kerry. “Te dije que
me apunté a esas clases... Si voy a seguir con ella, el patinar no va a ser suficiente
”. Ladeó la cabeza. “Vosotros tenéis un programa para ese gimnasio también... ¿por
qué no te vienes?”. Inquirió. “Me apunté a las clases de defensa personal para
principiantes... Podría ser divertido... Podría necesitar algo de apoyo moral”.
“De acuerdo... puedo hacerlo...” Colleen musitó. “Está justo bajando la calle
de la oficina también... y además, será mejor que lo haga si quiero verte para algo
más que saludarte por las mañanas”. Bromeó gentilmente. “De todas formas,
vamos, vayamos a patinar... Hace más humedad ahí fuera que en una sauna...
Cuanto antes terminemos antes podré darme una ducha”. Sabía que Kerry estaba a
punto de sentirse incómoda hablando sobre su nueva relación y presionar no
hubiera ayudado. “Supongo que ésta es una razón más para decirles a tus padres
que te besen el culo cuando vayas por el día del Pavo, ¿huh?”.

Kerry terminó de abrocharse los patines y se puso en pie, balanceándose


expertamente. “Tenía un montón de buenas razones antes que esa... pero... sí”.
Finalmente dejó que una mueca de completa felicidad asomara a su rostro. “Esto
más bien le pone la guinda, por decirlo de alguna manera... Tan sólo espero
encontrar la manera de decírselo sin que me echen a patadas de la casa”. Agitó la
cabeza dejando firmemente de lado las preocupaciones sobre sus padres y se
dirigió con cuidado y despacio hacia la puerta, abriéndola. “Vamos”.

***

Dar se sentía contenta de haber salido del húmedo viento y entrar en la


fresca y calmante paz del condo. El cocktel había sido al aire libre en Viscaya y
estaba contenta de que el ni de lejos perfecto clima le hubiera dado una buena
excusa para salir de allí temprano y escapar del gentío a veces adulador y otras
cortante de administrativos de ventas que la rodeaban.

Eleanor había estado particularmente cortante, rezumándole y diciéndole lo


buenísima que la joven Kerry era y cómo iba a hacer lo imposible para robársela y
evitarle el sufrimiento de estar donde estaba. “Está destinada para cosas más
grandes que ser tu vía de escape, Dar”. Le había dicho sonriendo la mujer.

La mujer morena tiró su chaqueta en el sofá y se sacó los zapatos. “Me


pregunto, Eleanor, si sabes lo cerca que has estado de ser empujada a Biscayne
Bay”. Remarcó al aire secamente. “Toss.... sploosh... whoops... lo siento Mariana...
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sé que eso conlleva papeleo”.

Las frías baldosas bajo sus cansados pies eran de agradecer y se detuvo un
momento para flexionar los dedos antes de dirigirse a su dormitorio, quitándose la
falda, las medias y la blusa de seda, para ponerse su camiseta de béisbol y
pantalones cortos, con un sentimiento de total alivio, disfrutando del suave tacto
del algodón contra su piel.
Canturreando suavemente entró en la cocina y abrió el frigorífico,
observando su amplio espacio vacío con expresión pensativa. “Se van a reír de mí
mañana si no meto algo aquí dentro...”. Se murmuró a sí misma, sobresaltándose
cuando un suave golpe sonó en la puerta.

Por un momento, su corazón brincó, considerando la posibilidad de que


fuera Kerry, entonces se dio cuenta de que no era posible que la rubia mujer
hubiera entrado en la isla sin que se lo notificaran primero. Se sintió, cosa curiosa,
desilusionada mientras cruzaba la habitación y miró a través de la pequeña mirilla
de la puerta. “Buenas, Clemente”. Abrió la puerta y permitió al pequeño, rollizo y
siempre sudado director de servicios de los residentes entrar.

“Buenas noches... Buenas noches, Srta. Roberts... Siento que sea tan tarde
pero la vi llegar”. El hombre se secó la frente con un pañuelo. “La gente de la
limpieza de suelos estará aquí mañana... y usted dijo que le avisara la próxima vez
para que le limpiaran las baldosas de aquí”.

“Oh... claro”. Dar miró alrededor. “Eso estaría bien... y, Ey... escuche
Clemente... ¿Podría conseguir que su gente hiciera algo por mí?”

“Seguro”. Asintió el hombre. “¿Qué podemos hacer?”

“Comprar”. Contestó Dar. “Comestibles”.

Clemente agitó la manos de una manera muy cubana. “Por supuesto... por
supuesto... deme una lista, haré que Rosalita lo compre todo y lo guarde”.

“No tengo una lista”. Murmuró Dar. “¿Podría simplemente comprar lo que
la gente normalmente tiene en casa?”. Miró a la cocina. “Sólo, lo que sea”.

La frente del hombre se arrugó como cartón. “Srta. Roberts... No puedo


mandarla a comprar sin decirle que quiero que compre... ¿Qué es lo que necesita?”
Miró atentamente a la cocina. “¿Pan? ¿*Frutas*?”.
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Dar suspiró y le hizo una señal para que la siguiera. “Mire”. Abrió el
frigorífico. “Necesito algo más que esto”. Levantó las manos y las dejó caer. “Si
voy yo, acabaré con una caja de galletas Oreo, seis litros de leche, dos latas de
helado Edy y un tarro de mantequilla de cacahuete”.
Clemente se cubrió los ojos. “*Dios mío*”. Se frotó la cara. “¿Quiere...
zumo de naranja...? ¿Plátanos? ¿Sopa?”

Dar lo pensó. “Plátanos estará bien”. Respondió, cautelosa. “Uh... zumo de


pomelo... quizás algunos pasteles ingleses?”

“*Sí*... *sí*...” Clemente sacó un bolígrafo del bolsillo y escribió.


“¿Mermelada?”

“De albaricoque está bien... o uva”. Consideró la morena mujer. “Oh... y


algo de té”.

“¿Pekín, China...?” Preguntó Clemente.

“De la clase que se pone en la taza y se bebe”. Respondió Dar con una
mueca. “Tan sólo algunas bolsas... si tienen té de hierbas, estaría bien”. Tamborileó
con los dedos sobre el mostrador. “¿Tienen fresas?”.

“*Sí*... de Driscolls”. Contestó el hombre tomando nota. “Tienen una buena


caja hoy... de las grandes, ¿*sí*? Todas desplegadas como rosas, muy buenas”.

Una sonrisa. “Consígame una caja de esas... y dos tabletas grandes de


chocolate con leche”.

Le dio unos cuantos detalles más, entonces le vio marchar, suspirando


mientras la puerta se cerraba tras su rechoncha figura. “Eso ya está”. Se encontró
sonriendo en anticipación de la cara de Kerry cuando descubriera que tenía algo
más que leche para ofrecerle. Se echó un vaso y comprobó el terminal viendo
como parpadeaba la banderita indicadora de que tenía mensajes. “Correo”.

“Dar Roberts, siete mensajes, ninguno urgente”. Replicó el terminal,


desplegando la pantalla.

Los revisó. “Lee el sexto”. Su gesto estaba ya tornándose en sonrisa cuando


vio quien era el autor.
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Stuart, Kerry - Enviado a las 9:34 PM

Ey...
Tan sólo te escribo para decirte hola... Espero que la fiesta fuera bien.
Tenías razón sobre Eleanor en la reunión, estuvo todo el rato sobre mí como que el
color blanco y el arroz y si no dijo doce veces que estaba malgastándome donde
estaba, no me lo dijo ninguna.

No me habían molestado tanto desde que los Jóvenes Republicanos


averiguaron quien era mi padre cuando estudiaba en el Instituto.

Me pregunto que haría si le dijese que prefiero trabajar para Mohamed


Gadafi antes que con ella. Al menos con él, sabes de donde viene el hachazo. Y él
es más guapo... ella huele ligeramente como una fundación de maquillaje rancio.

De todas formas... hizo un chiste particularmente desagradable sobre ti y


creo que estaba poniéndome a prueba para ver si te contaba a ti o no. Con lo que
no voy a hacerlo. Pero saqué la pila de su mando a distancia mientras ella estaba
haciendo la presentación, con lo que pareció una idiota durante unos diez minutos
mientras estaba allí de pie apretando botones infructuosamente sin que ocurriera
nada.
Me avergüenza decir que disfruté de lo lindo con eso.
Nos vemos mañana.
K.

Dar estalló en carcajadas, dejó la taza para que no se le derramara y se


reclinó sobre el mostrador. “Oh Dios”. Dio un golpe seco, imaginando
progresivamente más frustrada apretando los botones. “Oh, Dios, siento haberme
perdido eso...” Dijo de manera entrecortada, todavía riendo. Hizo que la tarde
mereciera la pena. “Responder”. Le dijo a la máquina. “Graba en audio”. Agregó,
con una sonrisa.

Ey Kerry...

“mereció la pena haber sufrido esa maldita fiesta para llegar a casa y leer
esto... A partir de ahora siempre que la vea en una reunión, recordaré la imagen
que has puesto en mi cabeza de ella apretando los botones del estúpido mando que
tanto adora y frustrándose”.
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Dar hizo una pausa, sabiendo que la grabación también lo haría, siendo
activada por la voz. “

Espero que te divirtieras patinando... Yo, um... Te veré mañana después de


mi cita. Veremos si esa pequeña excursión a Orlando provocó alguna diferencia...
yo creo que sí, porque no he tenido un dolor de cabeza desde la tormenta”.

Otra pausa. Sintió varios pensamientos luchando por salir y ser expresados
pero las palabras justas no le salían.
“De todos modos, que tengas una buena noche”.

Dar

miró la pantalla un momento, entonces suspiró. “Enviar”.

Rió suavemente mientras miraba los otros mensajes, ninguno de los cuales
requería realmente su atención antes de mañana. Agarró la leche se dirigió fuera
hacia el porche, donde una brisa cada vez más fresca soplaba contra las olas. Dar
se sentó en una de las acolchadas sillas y apoyó los pies contra la barandilla de
piedra, recostándose y contemplando el agua.

El suave sonido de la marea golpeando contra el rompeolas la adormeció,


mientras miraba las centelleantes estrellas sobre su cabeza. “Estrella luminosa...
estrella brillante...” Murmuró. “¿Qué desearías pedir, Dar? ¿Hmm?”

Prudentemente, las estrellas permanecieron en silencio.

El teléfono zumbó suavemente dentro, y Dar saltó, sacudiendo un poco la


cabeza para despejarse antes de entrar y agarrar el teléfono inalámbrico. “¿Hola?”

“Ey”. La voz de Kerry trazó un recorrido cálido en su interior.

“Bueno, hola...” Contestó Dar, llevando el teléfono con ella y volviendo a su


asiento. “No esperaba oírte esta noche... Acabo de contestar tu mensaje”.

“Lo sé... Por eso supe que ya estabas en casa”. Vino la respuesta,
acompañada de una suave risa. “Quería asegurarme de que no te asustaras cuando
llegase mañana como un Klingoon (Raza alienígena presente en Star Trek, serie de
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 398 de 398

T.V).. Tuve un encontronazo con un camión”.

Un silencio muerto. “¿Q...qué?” Dar se levantó erguida, su corazón latiendo


fuerte. “¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? ¿Apuntaste la matrícula?”

“Dar... Dar... cálmate”. Kerry la interrumpió deprisa. “No, no... estaba


aparcado cuando ocurrió... detrás de la panadería. Colleen y yo solemos ir allí, y
nos recompensamos con un donut después de patinar... Estaba torciendo la esquina
y no me di cuenta de que un camión de descarga estaba allí”.

“Oh”. Dar se volvió a sentar, todavía nerviosa. “Ow... apuesto que dolió”.

“Sí... Mi cabeza golpeó con el espejo lateral... tengo un enorme chichón


ahí”. Kerry suspiró. “Me he puesto hielo... probablemente habrá bajado antes de
mañana, pero todavía tendré un cardenal”.

“Bueno...” La morena mujer exhaló un suspiro de alivio. “Maldición...


siento oír eso... ¿Conseguiste al menos tu donut?”

Una risa de resoplido. “Dos de ellos... Colleen se sintió tan mal porque me
estaba distrayendo cuando ocurrió”.

Dar tuvo un repentino deseo de asegurarse personalmente que el golpe no


era serio y tuvo que morderse la lengua para abstenerse de decirle a Kerry que se
pondría de camino hacia allí. “¿Seguro que estás bien?”. Preguntó vacilante al
final.

El afecto en la voz de Kerry era evidente. “Sí... Pero gracias por preguntar”.
Una pausa. “Bueno, mejor te dejo... Tan sólo quería que... um...”

“Me alegro que hayas llamado”. Dijo Dar tranquilamente. “Te veré
mañana”.

“Buenas noches”.

La línea quedó muerta y Dar se apoyó el teléfono contra la barbilla, mirando


las olas, evaluando la repentina y profunda respuesta de su interior.

De acuerdo, era una centrada e hipercontroladora puta que no confiaba en


nadie y que rechazaba dejar los más nimios detalles al azar, ¿verdad?.
Bien.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 399 de 399

Así que, naturalmente, era su responsabilidad asegurarse que su empleada,


un valioso recurso de la compañía, estuviera bien. ¿Verdad?

Verdad. Tan sólo parte del trabajo. Era completamente profesional y normal
por su parte el supervisar personalmente la colocación del hielo en la cabeza de
Kerry, preferiblemente cuando ésta se hallase acurrucada en la cama de agua de
Dar.

Empezó a reír, golpeándose un lado de la cabeza. “Me estoy volviendo


loca”. Concluyó mientras se levantaba.
La locura te hace sentir, meditó, sorprendentemente bien.

Kerry cerró los ojos mientras se cambiaba la fría compresa de la cabeza,


deseando que al menos los latidos cesaran. Además del dolor de cabeza, el pecho y
el brazo también le dolían donde habían impactado con el camión y se había
torcido el tobillo cuando desesperadamente intentó parar.

Colleen la había convencido de que no tomara nada para el dolor de cabeza


y también le había dicho que probablemente sería mejor que no se durmiera de
inmediato. Así que aquí estaba, escuchando el canal Discovery e intentando no
pensar en lo mucho que le dolía la cabeza.

No habría sido tan malo si no se hubiera sentido tan estúpida... Se había


vuelto para escuchar los chismes de Colleen, cuando torcieron la esquina y de
repente vio la grande, sucia y blanca superficie acercándosele muy deprisa. El
impacto la había atontado durante un minuto y se había sentado allí con las
desesperadas manos de Colleen sobre ella asegurándose que no se había roto nada
antes de levantarse y alejar a la pelirroja con una ondulación de la mano.

“¿No es preciosa?”. La voz del hombre estaba tan llena de incrédulo


entusiasmo que Kerry tuvo que mirar.

“No”. Murmuró, viendo los enormes dientes de un cocodrilo aparentemente


intentando morder al narrador en el culo. “Es un maldito cocodrilo que te va a
arrancar el culo de un mordisco, pedazo de tonto”.

Ow. Hablar dolía. Mantuvo cerrados los ojos de nuevo mientras refrescaba la
compresa.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 400 de 400

Un suave golpe vino de la puerta. Uno ojo verde se abrió, elevando la ceja
ultrajada. “¿Quién diablos está llamando a mi maldita puerta a las once de la
noche?” Otro golpe, esta vez más vacilante y ella gimió. “Ya voy”.

Se levantó y andó con esfuerzo a través del apartamento, apoyándose contra


la puerta y poniendo el ojo en la mirilla.

Asombroso cuan rápido podía olvidarse del dolor de cabeza cuando lo


necesitaba. Quitó el pestillo y tiro de la puerta para abrirla. “Ey”.

Dar estaba apoyada casualmente contra el marco, sus manos jugando con las
llaves. “Yo... um... tenía que ir a revisar una cosa a la oficina Sur de Miami... Pensé
que podía parar y ver cómo te sentías”. Explicó su jefa.

Kerry sintió una sonrisa formarse en sus labios. “Guau... um... pasa”. Se
echó para atrás y dejó que Dar entrara, cerrando la puerta tras ella e inhalando,
antes de que, de forma vacilante, se moviera para abrazarla. “Oh...” Murmuró
suavemente hacia el cuero de la chaqueta de Dar mientras largos brazos se
cerraban a su alrededor. “Esto me hace sentir tan bien”.

“Déjame ver”. Dar la soltó y, gentilmente le inclinó la cabeza, examinando


el descolorido chichón. “Mm... Se ve feo... ¿cómo te sientes?”

“Bien”. Kerry sonrió, vergonzosa. “Hasta hace dos minutos, que me sentía
fatal”. Parpadeó ante Dar. “Me duele todo... y Col me dijo que no sería buena idea
irme derecha a la cama en caso de que tuviera una leve conmoción o algo”. Sus
ojos buscaron la cara de Dar. “No puedo creer que estés aquí... Es tan amable de tu
parte”.

“Shh”. Dar le acarició la mejilla. “No empieces a extender rumores de que


soy amable, ¿de acuerdo?” Sonrió. “Arruinarías mi reputación”.

Kerry rió suavemente. “Oh... de acuerdo... lo olvidé”. Suspiró. “Bueno,


estaba aquí aburrida, sin dejar de ponerme compresas frías sobre la cabeza... A no
ser que tengas una idea mejor”.

“Mm...” Dar lo consideró. “No soy ningún médico... pero dejame ver que
puedo hacer... ¿te molesta un poco de compañía?”.

“La tuya no”. Kerry negó con la cabeza. “Quiero decir... si te puedes quedar
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 401 de 401

por unos minutos... Sé que estás de camino a casa”.

“No te preocupes por eso... de todas formas casi no duermo”. Le dijo Dar
alegremente. “¿Dónde tienes toallas?”.

Kerry se lo mostró, después siguió a la alta mujer como un cachorrillo


curioso mientras entraba en la cocina y abría el congelador. “Pensé en usar cubitos
de hielo... pero son tan grandes que son dificil de manejar y el frío duele”.

“Mmhmm”. Coincidió Dar. “¿Tienes una bolsa hermética?”

“Uh... claro”. Kerry sacó una de galón y se la tendió. “Toma”.

Dar la agarró, entonces apoyó la batidora sobre el mostrador y le quitó la


tapa, llenándola hasta el borde de hielo. Entonces la cerró y puso la máquina en
funcionamiento, viendo como el hielo era tranformado a la condición de copos de
nieve.

Entones quitó de nuevo la tapa y vertió el contenido dentro de la bolsa


hermética, la cual envolvió con una toalla. “Vamos”. Guió a Kerry hacia la sala de
estar y se sentó en una esquina del sofá, palmeando el asiento junto a ella.

“Vale”. Kerry se sentó, entonces sonrió mientras Dar se reclinaba hacia atrás
y se palmeaba el pecho. Se recostó contra el cuerpo de la alta mujer y estiró las
piernas a lo largo del sofá. Dar la rodeó con un brazo, y colocó la compresa sobre
su cabeza. Era mucho más frío que el agua que había estado usando y pudo sentir
como el tenso dolor en el chichón empezaba a disiparse lentamente.

“¿Qué tal?” Inquirió la voz de Dar por encima de su hombro.

De hecho, Kerry se sintía como si se encontrara jodidamente cerca del cielo,


entre el cómodo y caluroso respaldo y el mero placer que sentía cuando Dar estaba
presente. “Perfecto”. Murmuró quedamente. “Gracias”.

Dar apoyó los pies sobre la mesa del café y se relajó, mirando la televisión
por encima del hombro de Kerry. “¿Qué estamos viendo?”.

“A un cabeza de chorlito que adora besar a los caimanes”. Replicó Kerry.

“Oh... El Cazador de Cocodrilos”. Proporcionó Dar rápidamente. “Lo vi la


semana pasada donde él y una mujer estaban revolcándose con ellos en el barro”.
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Hizo una pausa. “Espero que le page a esa mujer una buena suma”.

“Es su esposa”. Kerry rió suavemente.

“Bueno... eso explica porque él la estaba abrazando”. Musitó Dar. “Debe de


estar enamorada... para hacer una locura como esa”.

“Tienes razón”. La rubia mujer agitó la cabeza gentilmente. “Oooh... ¿viste


eso? ¡Casi se cae ella por la borda!”.

“Él está alucinando”. Observó Dar, mirando la pantalla con interés. “Oh
mierda... ¿es eso una anaconda?”.

“Probablemente irá a besarla”. Rió Kerry. “Oh... bien... consiguió subirla de


vuelta al bote y ahora los dos están besando a la maldita serpiente”. Suspiró.
“Asombroso lo que te hace hacer el amor... Mira... ella tiene barro en sitios donde
el Buen Dios nunca intentó que las mujeres tuvieran barro”.

Ambas se quedaron en silencio un rato mientras Dar movía la compresa de


la cabeza de Kerry.

“¿Dar?”. Dijo finalmente Kerry, levantando la voz en question.

“¿Mmhmm?” La morena mujer inclinó la cabeza. “¿Qué?”.

“¿Qué rareza tenías que revisar en la oficina Sur de Miami a las diez de la
noche?”.

Una embarazosa pausa siguió. “Um...”. Dar se aclaró la garganta y habló


renuentemente. “Nada”. Murmuró. “Yo... um... quería asegurarme de que estabas
bien”.

Ojos verde mar la miraron mientras Kerry se giraba y alzaba la cabeza.


“¿Tú... quieres decir que... saliste para venir aquí?”.

Un débil asentimiento. “Yo... um... nunca puedes estar segura, con heridas
en la cabeza... Y estaba algo preocupada... así que yo... sí”. Dar contestó a la
defensiva. “Para estar en paz... ya sabes... Yo... tan sólo quería asegurarme de que
todo estaba bien”.

“Mm...” Kerry pensó sobre eso. “Esto... me hace sentir muy especial”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 403 de 403

Entrecruzó sus dedos con los de Dar, que rodeaban su cintura. “Gracias... Me
estaba sintiendo bastante mal antes de que llegaras... realmente me alegra que
hayas venido”.

Dar sonrió, contenta, y dejó reposar la mejilla sobre el pelo de Kerry. “A mí


también”. Murmuró un poco sorprendida ante el pensamiento.

Realmente era una especie de locura, si lo pensaba.

Así que no lo hizo.

Kerry era consciente de la extrañeza de su posición. Al abrir los ojos


parpadeó asustada, tardando un momento en darse cuenta de dónde estaba. Se
habían quedado dormidas en el sofá, la televisión todavía encendida mostrando un
sorprendente anuncio protagonizado por Chuck Norris. Oh Demonios. Alzó la
mano para tocarse la frente notando que el chichón había disminuido pero todavía
dolía, entonces, lentamente desenredó los dedos de la mano de Dar y se giró
mirándola.

La luz del amanecer que entraba por la ventana recorría su cuerpo,


acentuando su morena piel y resaltando los ligeros mechones castaños de su pelo.
Tenía los músculos de su rostro relajados, excepto por el minúsculo movimiento de
sus párpados cerrados. Kerry se quedó prácticamente sin aliento por el mero hecho
de observar ese movimiento, absorbiendo la maravillosa sensación de los brazos
que aún la rodeaban.

Era un sentimiento tan curioso... Casi un dolor en el pecho cuando miraba a


Dar, como si algo dentro de ella tratara de salir por todos los medios. Con un
suspiro Kerry miró el reloj, entonces palmeó suavemente el brazo de Dar. “¿Dar?”.

Lentamente se tensaron los músculos faciales, entonces se abrieron los


párpados, revelando esos alucinantes ojos azules que parpadearon para centrarse en
ella después. “Oh... um...”. Dar agitó ligeramente la cabeza para despejarse.
“Buenos días”.

Kerry le dedicó una mohín. “Uh... sí...”. Miró hacia la ventana. ”Como que
debemos dejarnos caer por allí... Y sé que tienes una cita”
Dar bostezó, entonces desenganchó el brazo y se frotó los ojos. “Sí... lo
sé...”. Dejó caer la cabeza de nuevo. “Su consulta no está muy lejos de aquí...” Una
pausa, entonces los azules ojos estudiaron intencionadamente a Kerry. “¿Cómo te
sientes?”.
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Kerry se sentó, flexionando brazos y piernas agarrotadas por estar en la


misma posición durante horas e inhaló profundamente. “No muy mal...”. Decidió.
“Me duele un poco la cabeza pero aparte de eso me siento bastante bien... ¿y tú que
tal? Dios, Dar... debes estar medio aplastada”.

La alta mujer se estiró, arqueando un poco la espalda y ahogando otro


bostezo. “Estoy bien”. Replicó, sonando un poco sorprendida. “El sofá es muy
cómodo, en serio”.

Kerry le palmeó el pecho, entonces de forma impulsiva se reclinó y la


abrazó. “Tú eres mucho más confortable que el sofá... Gracias por quedarte”.

Dar le devolvió el abrazo. “Sin problemas... Me sentí mucho mejor sabiendo


que tú estabas bien”. Le aseguró a la rubia mujer. “De verdad”.

Kerry sonrió sobre la tela del hombro de Dar y exhaló, entonces golpeó a su
jefa en el costado. “Vamos... Déjame hacer algo para desayunar, entonces te podrás
ir... No querrás llegar tarde.”

Sí que quiero. Dar sintió unas ganas intensas de quedarse en donde estaba.
Pero suspiró y soltó a Kerry, esperando que la rubia mujer se levantara para unirse
a ella y se desperezó con una mueca. “No hace falta que hagas el desayuno. Puedo
tomar un café cuando llegue, tienen una pequeña cafetería en la planta baja”.

“Dar”. Kerry le dio un codazo. “Vienes hasta aquí simplemente para, de


forma literal y figurativa, darme palmaditas en la cabeza ¿y no me vas a dejar
hacerte una tostada? Sé realista”. Agitó la cabeza según se dirigía a la cocina
poniendo la cafetera y cogiendo un paquete de pan de pasas de la nevera. “Dar,
quieres... ¿yow?”. La morena mujer se había situado a su espalda silenciosamente
y estaba mirando sobre su hombro. “Jesús... ¿cómo haces eso?”

“¿Tostadas de pasas con canela?”. Inquirió Dar esperanzada, alzando las


cejas con interés.
“Bueno... sí... No pensarías que iba a darte algo así como pan blanco, ¿no?”.
Rió Kerry. “Quiero decir, Dar... seamos honestas, eres muchas cosas, pero
aficionada al pan blanco... eh...”.

Su jefa le sonrió cálidamente. “Lo tomaré como un cumplido”. Guiñó los


ojos. “Me encantan las tostadas de pasas... Sabes, es realmente extraño lo parecido
que son nuestros gustos Kerry”.
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Todavía soñolienta, Kerry puso la tostada en la tostadora de cuatro rendijas


entonces se deslizó y al lado de Dar rodeando su cintura con un brazo. “Sí... lo es”.
Coincidió ahogando un bostezo. “Tengo más en común contigo que con mi
hermana... Raro”. Consideró. “Ella odia los ordenadores, odia leer, odia las
extremadamente gráficas pero curiosamente satisfactorias películas de
violencia...”.

Dar hundió los dedos en el desordenado pálido cabello de Kerry alzándole el


rostro e, inclinando la cabeza, la besó suavemente.

Kerry exhaló levemente al separarse. “Ella odiaría ver esto”. Un ligero tono
de pesar asomaba en su voz.

“¿Lo sabe?”. Preguntó seria Dar. “¿Lo saben tus padres?”.

Una sacudida de la cabeza de Kerry. “No... no tienen ni idea... Ni siquiera lo


sospechan”. Tragó. “¿Y los tuyos?”.

Dar dudó, a la vez que el aroma de tostadas con canela llenaba la cocina,
junto con el de café recién hecho. “Mi padre lo sabía... sí. Él...”. Rió suavemente.
“Pensé que no lo soportaría... Durante mucho tiempo no se lo dije porque pensé
que él... Pensé que lo desilusionaría”.

Las tostadas saltaron y de forma reluctante Kerry se alejó de su compañera y


las cogió, untando mantequilla en cada una y sirviéndole a Dar una taza de café.
“¿No lo estaba?”. Preguntó finalmente de forma vacilante.

Dar tomó un bocado de la tostada y masticó. “No... Era casi como... Lo que
me dijo fue...”. Se aclaró la garganta. “A ver si le puedo imitar... ‘Mira Dardar...
Sólo porque los generales hacen lo de no preguntes no digas porquerías, no quiere
decir que no haya cantidad de chicos que no les guste compartir la madriguera, ¿si
sabes lo que quiero decir?”.

Kerry tomó un sorbo de su café y ahogó la risa. “Oh... Siempre me pregunté


sobre eso... Una vez vi un especial de las carreras para ser pilotos, donde todos
tenían esas minúsculas literas unas encimas de otras”.

“Ooooosiiii... Bueno, tuvimos una larga charla, después fuimos a Sawgrass


Mills y pasamos la tarde comparando gustos”. Dar agitó con anhelo la cabeza.
“Fue extraño”. Estudió con seriedad la cabeza gacha de Kerry. “¿Kerry?”.
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“¿Hmm?”. La rubia mujer alzó la mirada. “Tienes tanta suerte... No puedo


imaginarme sentarme y... Jesús, me mataría”. Agitó suavemente la cabeza,
entonces miró a través de la ventana. “Um... se está haciendo tarde... Supongo que
será mejor que nos movamos... Sé que tengo que...”. Dar dejó la taza y le puso las
manos a ambos lados de su cara, mirándola. “¿Qué?”.

“Si necesitas hablar puedes hacerlo”. Dijo quedamente la morena mujer.


“Estaré escuchando”.

Kerry sintió como se le entrecortaba la respiración e inhaló de forma


nerviosa, observando minuciosamente la expresión de Dar y buscando los azules
ojos intencionadamente. “Yo no... no sé qué quieres decir, Dar”.

Un pequeño dolor. “Está bien”. Dar dejó caer las manos. “De todas formas la
oferta sigue en pie”. Tomó la taza y bebió un sorbo, medio girándose. “Supongo
que mejor me voy”.

Un roce suave sobre su brazo y miró sobre el hombro, viendo como unos
dolidos y confusos ojos verdes la miraban. “No tenemos tiempo ahora mismo”.
Consiguió decir Kerry, como si las palabras estuvieran incrustadas en su interior.
“Pero... aceptaré tu oferta más tarde”.

Dar le pasó un brazo alrededor del cuello y la acercó, besándole la coronilla.


“Trato hecho”. Sintió como la rubia mujer se acurrucaba más, casi uniéndose a
ella. ¿Quién le habrá hecho daño a Kerry? Era obvio para Dar que alguien se lo
había hecho y al pensarlo le sobrevino una oscura y burbujeante ola de rabia. “Deja
que me golpeen y pisoteen... Nos vemos en la oficina, ¿vale? Voy a ir a mi casa a la
vuelta para cambiarme”.

Kerry valoró la corta camiseta y vaqueros. “Yo creo que te ves bien...”. Salió
de su ensimismamiento y le dedicó a Dar una sonrisa. “Supongo que en la oficina
se escandalizarían, ¿eh?”.

“Oh sí”. Bufó Dar. “Nunca dejarían de hablar de ello...”. Capturó de nuevo
los labios de Kerry y esta vez se tomó su tiempo, sintiendo como la pequeña mujer
colapsaba sobre ella. Dejó que sus manos recorrieran la espalda de Kerry, tocando
y apretando suavemente, hasta que sintió como las costillas de la rubia mujer se
extendían bruscamente al acelerarse su respiración y sus manos empezaron a
acariciar el estómago de Dar, en busca de un camino para sentir su piel. Ambas se
separaron respirando entrecortadamente, sus manos todavía explorando, hasta que
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 407 de 407

Kerry apoyó la cabeza sobre la clavícula de Dar.

“Va a ser un día muy largo”. Suspiró Dar con ironía.

“Oh sí”. Estuvo de acuerdo Kerry. “¿Tienes que hacer eso?”.

Una suave risotada. “No olvides programar la reunión de personal para el


viernes... Si no les comento a todos lo del cuarto trimestre, Mariana tendría un
infarto”.

De forma reluctante Kerry la dejó ir y la observó marcharse en un pensativo


silencio.

Dar esperaba tranquila a que una eficiente y demasiado alegre enfermera le


pinchara el brazo con una aguja del tamaño de una jabalina olímpica. “Sólo un
momento querida... No te va a doler nada”.

“No debería mentir a los pacientes”. Refunfuñó Dar, sintiendo el lacerante


dolor al llegar la aguja a su destino. “No es agradable”.

“Ya...”. La enfermera le palmeó el brazo. “No queremos que nuestros


pacientes se preocupen si no han de hacerlo... No es más que un pinchazo”.

“He estado diciendo eso sobre los hombres por años”. Remarcó Dar,
tratando de no mirar hacia el vial de rica y roja sangre procedente de su brazo.
“¿Qué?”. Preguntó la enfermera.

La morena mujer giró los ojos. “Olvídelo”.

La puerta se abrió y el Dr. Steve asomó la cabeza. “Ey, dulzura”.

Dar le clavó dagas con la mirada, recibiendo como respuesta una candorosa
sonrisa. La enfermera terminó, removiendo el tubo y frotando el sangrante agujero
dejado por la aguja con un algodón empapado en alcohol. “Todo listo... Ya está”.
Salió de la habitación, dejando a Dar con el médico.

“Vamos... vamos... Deja las miradas sombrías, Dar”. El Dr. Steve entró y se
reclinó sobre la mesa de examinar sobre la que ella estaba sentada. “Oí que tuviste
un momento de pánico en el Instituto de Cardiología”.

Ojos azules y hoscos le miraron. “Lo superé”.


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“Oooh... no somos duros ni nada”. Steve rió y le palmeó la rodilla. “Puedes


jugar a ser la máquina asesina de la corporación con otros, Dar... pero te conozco
desde que no eras ni lo suficientemente alta para lamerme las rodillas... Así que, no
lo intentes conmigo”.

Dar se removió. “¿Me has dejado algo de sangre dentro? Ha debido tomar
como seis cuartos”.

“Psh... Dos viales, gran bebé”. La hizo callar. “¿Cómo te sientes?”.

“Mejor”. Admitió su reluctante paciente. “Me tomé unos días de descanso...


fui a Orlando e hice de turista por un par de días”. Hizo una pausa. “No he tenido
un dolor de cabeza desde la última vez que estuve aquí”. Dijo con cierto tono de
triunfo.

Él asintió. “Bien... bien...”. Sus manos alzaron su rostro y lo giraron hacia la


luz, mientras la observaba intencionadamente. “Hmm... interesante...”.

“¿Qué?”. Inquirió Dar, ligeramente nerviosa.

“Nada... Tan sólo me encanta mirar esos azules bebés”. Contestó Steve
juguetonamente, según su paciente hacia rodar los ojos. “En serio, Dar... Te ves
más relajada”. Le palmeó el hombro. “Me alegro por los no dolores de cabeza...
Tan sólo analizaremos tu sangre para ver como vas. Quiero comprobar tu nivel de
glóbulos blancos... Estaban muy bajos la última vez”.

Algo más le estaba pasando. “Ya que lo mencionas... Me han estado


pasando... no sé, creo que últimamente me he estado olvidando de cosas”.
Murmuró Dar. “Y he tenido problemas para concentrarme... Empieza a
preocuparme un poco”.

“¿Mm?”. Ahora la cara del médico estaba seria. “De acuerdo... Comprobaré
si hay algo extraño en tu sangre pero seguramente no aparezca ahí. ¿Has tenido
mareos o problemas con la vista? Me preocupaba tu tensión la última vez...”. Se
puso el estetoscopio y la auscultó el pecho.

“No, bueno, mareos exactamente no...”. Dar se encogió de hombros para


explicarse. “Sólo... estoy haciendo algo y de repente me quedo en blanco... como si
mi atención se distrajese”.
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“Hmm...”. El Dr. Steve le empujó el hombro. “Túmbate”.

Dar lo hizo, cerrando los ojos y sintiendo la presión del tensiómetro sobre
sus bíceps. Su mente empezó a vagar sobre el día que le esperaba. O para ser más
precisa, sobre la noche que se avecinaba y se encontró sonriendo hasta que una
mano le agitó el hombro. Abrió los ojos, para encontrarse al médico observándola
con desconcertada preocupación. “Maldición, lo siento”.

Steve se inclinó sobre la mesa, su gris cabello cayéndole por la frente. “No
lo entiendo... Tienes bien la tensión, tu corazón suena bien... Quizás debería citarte
para un escáner”.

Dar se frotó los ojos. “Quizás”. Murmuró.

Él agitó la cabeza. “Bueno, déjame hacer un chequeo rápido sobre la


analítica para ver si encuentro algo. Espérame en mi despacho. Creo que tengo el
nuevo PC World ahí”.

“Oh, genial”. Refunfuñó Dar. “Justo lo que necesito, leer todo sobre los
nuevos bichos en NT”. Sin embargo, saltó de la camilla y se dirigió al cómodo
despacho del Dr. Steve, dejándose caer sobre un sillón y cogiendo la susodicha
revista. “¿Dónde está el chiste?... Al menos con él me río”.

Se leyó la mitad de la revista antes de escuchar pasos en la moqueta y alzó la


mirada cuando el Dr. Steve hizo su entrada con una carpeta bajo el brazo y una
peculiar mirada en el rostro. “¿Terminado?”.

El rechoncho y canoso hombre dejó la carpeta sobre la mesa y se sentó en su


silla, cruzando los brazos sobre el pecho y mirándola. “Bueno, amiga mía... Tus
indicadores de estrés han bajado, eso seguro”.

Dar dejó asomar a sus labios una pequeña sonrisa. “Eso es bueno”.

Él asintió. “Mm... sí, me alegré al verlo... También he hecho un análisis de


hormonas y otras anomalías... y creo que he descubierto cual es tu pequeño
problema de memoria”.

Dar se sentó estirada y ladeó la cabeza. “¿Sí?”.

Un solemne asentimiento. “Sí. Me temo que tienes niveles elevados de


endorfinas en el riego sanguíneo, amiga mía. Especialmente Oxitocina”.
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La morena mujer se quedó de piedra. “Oh”. Hizo una pausa, ligeramente


alarmada. “¿Qué es?... ¿Que lo causa?”.

El Dr. Steve se rascó la nariz. “Bueno... es una hormona natural...


básicamente es uno de los responsables de sentirse bien... El cuerpo la libera bajo
ciertas circunstancias y se conoce por provocar los efectos que tu describes”.

Dar lo consideró. “¿Qué circunstancias?”. Inquirió.

“Mm... en algunos casos, el ejercicio, sobretodo carreras a largas distancias”.


Mencionó el Dr. Steve. “¿Tú corres?”.

Un encogimiento. “Seis... ocho millas por la mañana”.

“¿Corriste esta mañana?”. Preguntó el médico.


Dar agitó la cabeza. “Yo... no”. Dudó. “Esta mañana no”.

“Entonces esa no es la causa...”. El médico estiró los dedos. “¿Tomas algún


opiáceo?”.

“¿Qué?”. Dar arqueó las cejas bruscamente. “Steve, sabes jodidamente que
no”.

Alzó una mano. “Vale... vale... tan sólo preguntaba...”. Una minúscula
sonrisa asomó a sus labios. “Eso elimina dos de las tres causas más comunes”.

“¿Cuál es la tercera?”. Rió Dar. “¿Comer chocolate?”.

“Enamorarse”. Replicó quedamente Steve. “Oxitocina es la hormona que


estimula la necesidad del tacto”.

Dar simplemente se le quedó mirando, la mandíbula ligeramente


desencajada y parpadeando los ojos. “Eso es... Ah... no, Steve, yo no...”. Se pasó
una mano por el pelo. “Eso no es...”.

“Dar... Relájate...”. El médico se inclinó hacia delante. “Respira, ¿vale?. No


quiero que te mueras en mi despacho... Mala impresión para las enfermeras”. La
miró con afecto. “Dios mío, ni que te hubiera dicho que estás embarazada o algo
así... No hay nada malo en estar enamorada, amiga mía”. Sonrió. “Es bueno para
ti”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 411 de 411

“Pero yo...”. Dar trató de forzar al exterior las palabras pero simplemente no
le salían. Jesús... esto no puede estar sucediendo... Su mente volvió a sus propias
palabras para con Kerry, lo que parecía a mil años luz de distancia. ‘Es como si tu
cuerpo lo supiera’. “Estás... ¿eso es todo, Dr. Steve?”.

“Claro”. La miró con queda compasión. “Ve y date un paseo, Dar... Toma
algo de aire... Estás pálida como una sábana”.

Asintió distraída y salió, no muy segura de dónde iba hasta que estuvo fuera,
donde, de forma mecánica, encontró su coche y abrió la puerta, colapsando sobre
el asiento y reclinándose sobre el volante. “Está loco... No sabe lo que está dic... yo
no...”. Observó el salpicadero, pensando sobre los últimos días. Pensando sobre
como se sentía. Pensando sobre cómo la hacía sentir Kerry y cómo el simple
impacto de esos ojos verdes sobre ella le clavaba dagas de sentimiento por el
cuerpo. Sobre cómo abrazar a la rubia mujer la hacía más feliz que todo lo que
había tenido hasta ahora. Sobre cómo había conducido en mitad de la noche tan
sólo para comprobar un pequeño chichón en la cabeza. Y poner en peligro una
cuenta mayor.

Despacio se echó hacia atrás, dejando que los brazos le cayeran sobre los
muslos, cuando el inevitable descubrimiento la azotó.

Oh, dulce Jesús... lo estoy. Una débil risa salió de su pecho. Entonces agarró
el volante y miró por las ahumadas ventanas.

¿Y ahora que hago?

“Bien, mira... Tan sólo es un tablón de anuncios”. Dijo Kerry, mirando


pacientemente a la pequeña y triste mujer sentada frente a su escritorio. “Sé que es
algo que a todos les gusta pero el drive array se ha venido abajo y han de
sustituirlo”. Había estado encargándose de este tipo de asuntos todo el día ya que
uno de los mayores servidores se había caído, colgando docenas de aplicaciones
pequeñas pero esenciales.

“Pero no lo entiende... Tenemos importantes mensajes ahí”. Sentenció la


mujer, agitada.

Kerry ladeó la rubia cabeza. “Es un tablón de anuncios... Creía que era para
anunciar cosas a la venta, noticias de la compañía, ese tipo de cosas”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 412 de 412

“No, no”. La mujer parecía frustrada. “Es esto... Tenemos todos nuestros
asuntos sociales ahí... y Mary pone estos pequeños poemas, que realmente le
alegran el día a todos, es como una comunidad. Estamos desamparados sin ella...
¡nadie sabe que está pasando!”.

Kerry juntó las manos. “Helen, ¿qué quieres que haga exactamente?”.

“¿No puede ser arreglado antes?”.

“Es un servidor drive array... Tienen que pedir una orden a Hewlett Packard
y hay que configurarlo. Lo hacen lo más rápido que pueden, créeme”. Explicó
Kerry. “Y eso no es lo único que está afectado: las impresoras y faxes también se
han caído”. Había sido lo primero con lo que Mark la había golpeado al llegar aquí,
malas noticias sobre un array entero hacia el sur, uno para el que no tenían backup
porque no tenía ninguna aplicación crítica. Aun así, los trabajadores se habían
quejado más que si uno de los servidores de SNA se hubiera caído. “Todavía
estamos intentando averiguar porqué se ha caído”.

Obtuvo como respuesta una inmediata mirada de culpa de la mujer, la cual


se levantó de forma precipitada. “Bueno, espero que se den prisa. Tengo un montón
de cosas ahí que necesito”. Le dedicó a Kerry una mirada distintivamente hosca.
“Estoy segura que la Srta. Roberts lo hubiera resuelto ya”. Salió dejando atrás una
aturdida Kerry que agitó la cabeza sin poder creérselo.

“No, ella te hubiera dicho que sacaras tu culo apestoso a gardenia de su


despacho”. Le informó a la puerta cerrada, de forma hosca. Entonces suspiró y
miró el reloj. “Hablando de ella, ¿dónde demonios está?”. Era cerca del medio día
y no había señales de su jefa. Kerry había dispuesto un monitor que chequeaba
periódicamente si Dar estaba en red o no y, por el momento, la ejecutiva brillaba
por su ausencia. Kerry repiqueteó con los dedos en la mesa, entonces descolgó el
teléfono y marcó. “Hola, María”.

“Hola, Kerrisita”.

“¿Alguna noticia de la jefa?”. Kerry trató de mantener fuera de su tono de


voz la preocupación y hacerla sonar ligeramente interesada. “Necesito unos
documentos para poder seguir”.

María suspiró. “No, cielo... tú y el resto del mundo la está buscando... y


nada. Traté con su móvil, el busca, nada... Espero que esté bien”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 413 de 413

Kerry sintió como una profunda preocupación le atenazaba el estómago. “Sí,


yo también... No es su estilo”. Murmuró, como si fuera una experta tras tan sólo un
mes.

“*Sí*... aie... espera... oigo su voz viniendo hacía aquí”. María parecía
aliviada.

“Bien, genial. Gracias, María.”. Kerry colgó con una sensación mezcla de
alivio y anticipación. No puedes irrumpir sin más, Kerry... dale una oportunidad a
la mujer de asentarse y ponerse en marcha. Decidió tomarse una taza de té a
cambio, con lo que abrió el cajón y sacó una bolsita de té de moras, luego tomó
una taza y se dirigió a la puerta. La cocina estaba relativamente en silencio y les
dedicó a las dos mujeres que allí había una sonrisa mientras ponía algo de Equal en
la taza y añadía el agua caliente de un dispensador para tal efecto.

“Ey, Kerry...”. Una de las mujeres sentadas alrededor de una pequeña mesa
alzó la mirada. “Oí que te apuntaste al gimnasio. ¿Vas esta noche?”.

La rubia mujer asintió. “Sip. Claro que lo hice... Tengo muchas ganas de ir.
Me apunté a aeróbic suave y esa clase de defensa personal”. Caminó de forma
casual, sumergiendo la bolsita de té y reclinándose sobre la pared. “¿Vas a ir tú?”.
Recordó que el nombre de la mujer era Candy, un apelativo realmente inadecuado
para la usualmente violenta ayudante de administrativo.

Candy se echó hacia atrás con un suspiro y asintió. “Sí...”. Se palmeó los
muslos e hizo una mueca. “Pensé que sería bastante con algo de ajetreo en casa
pero no lo hago a menudo y se nota... He engordado diez libras en los últimos dos
meses y es o ir al maldito gimnasio o ir a comprar ropa nueva”. Miró a Kerry.
“Defensa personal, ¿eh?. Eso es muy divertido viniendo de la ayudante de Dar
Roberts... ¿Y qué diantres le ha pasado a tu cabeza?”.

Kerry suspiró. “Un encuentro demasiado cercano con un camión aparcado...


Estuve patinando anoche”. Explicó. “Otra razón para elegir el gimnasio, menos
obstáculos”. Añadió huraña. “Y tiene aire acondicionado, una sauna...”.

“Oh sí... y bonitos cuerpos por doquier”. Añadió Candy con un guiño. “Mi
novio se niega a ir, dice que su barriguita le hace sonrojar”. La otra mujer, alguien
de marketing recordó Kerry, bufó.

“Bueno, eso es auto vencerse”. Protestó Kerry. “Si fuera por algún tiempo,
¡no tendría porqué preocuparse!”. Separó la bolsita y tomó un sorbo del dulce té.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 414 de 414

“Pero sé como se siente. Yo también he engordado algunas libras desde que


empecé a trabajar aquí... Todas esas visitas abajo”. Comentó de forma casual,
refiriéndose a la cafetería cubana de la planta baja.

Candy bufó. “Kerry, déjame decirte que tendrías que engordar el doble de ti
antes de que alguien lo notase pero... um...”. Miró alrededor y luego hacia la rubia
mujer. “Oí por la parra que tu jefa también se une a la banda del gimnasio...
¿verdad?”.

Kerry vaciló, entonces escogió con cuidado las palabras. “De hecho... creo
que la escuché decirlo el otro día... así que sí, supongo que sí”. Una pausa. “¿Por
qué?”.

“Interesante... Sólo eso. Primero participa en el Día Global, ahora esto...


¿Trata de cambiar su imagen o algo”. Preguntó Candy de forma astuta.

Sintiendo terreno peligroso, Kerry simplemente se encogió de hombros.


“Dijo que era su turno de hacer lo del Global... y a lo que esto se refiere, ¿quien
sabe? desde luego yo no... Dijo que quería usar algo de escalada o no sé qué que
tienen ahí... ¿Quizás sea eso?”.

“Quizás”. Ronroneó Candy, entonces se levantó y se dirigió a la salida.


“Supongo que esta noche lo descubriremos, ¿eh?. Vamos Drucie, el receso se ha
acabado, alimentemos al presi”. Miró a Kerry. “Nos vemos”.

“Nos vemos”. Kerry vocalizó tras ella, poniendo una cara. Suspiró y sorbió
de su té, entonces salió de la cocina hacia el corredor, abriendo la puerta de su
despacho y entrando en él. Ya llevaba varios pasos en él antes de darse cuenta de
que algo la esperaba en el escritorio.

Se detuvo, una mano alzada con la taza y la otra al costado y simplemente


miró. Centrado en la mitad de su escritorio descansaba un pequeño recipiente de
cristal que contenía una única rosa roja como la sangre. Kerry dejó escapar un
pequeño ruidito de la garganta y se acercó dejando la taza y rodeando el mueble, se
sentó en su silla y puso los brazos uno a cada lado del recipiente.

La flor era preciosa, larga y llena de gruesos pétalos que desprendían un


maravilloso aroma y el recipiente era delgado y a facetas brillando a la luz de la
ventana. “Oh, dios mío... Es preciosa”. Exhaló Kerry, tocando la flor con un dedo
ligeramente tembloroso. “¿Fuiste tú, Dar?”. Susurró. El repentino gesto romántico
le llegó a lo más profundo y suspiró apoyando la barbilla sobre los puños, dejando
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que una pequeña semilla de felicidad se prendiese en su interior mientras absorbía


el delicado aroma.

Finalmente se sentó y gentilmente puso el recipiente al frente del escritorio


centrándolo pulcramente antes de levantarse y pasarse las manos por el cabello.
“Creo que debo ir a darle las gracias”. Le dijo al monitor, antes de salir por la
puerta trasera y adentrarse por el pasillo interior.

“Así que, ¿cuál es exactamente el problema?”. Dar apoyó la barbilla sobre


su puño y observó a Mark con mirada tolerante. “Pensé que ordenaste un Raid
array nuevo”.

“Lo hice”. El hombre de pelo oscuro y rizoso suspiró, frotándose los ojos.
“Pero los de HP dicen que no pueden conseguir una duplicación de la unidad. Si
queremos sustituirla, debemos tener una más grande”.

“Bueno”. Coincidió Dar. “Pues hazlo”.

Ojos marrones parpadearon ante ella. “¿Qué?”.

“¿Qué parte es la que no has entendido?”. Soltó Dar. “Estoy hasta las narices
de secretarias lloriqueando porque no pueden tener sus poemas de amor, Mark...
Consigue el maldito array de vuelta antes de que empiece a tomarlas como diana
con una pistola de perdigones”.

“Dar, estamos hablando de los grandes aquí”. Protestó Mark. “No es un


servidor crítico”.

“María me ha dicho que Kerry se ha pasado al menos media mañana


escuchando a la gente lo crítico que es el maldito servidor, ¡y no voy a gastar
tiempo de trabajo necesario en acostumbrarse a la ausencia!”. Rugió Dar. “Trae de
vuelta la maldita cosa, ¡no me importa lo que cueste!”.

“¡Jesús!”. Mark saltó de la silla y se alejó. “Vale... vale. Pero cuando llegue
la factura, no digas que no te lo advertí”.

“Tan sólo hazlo”. Ordenó Dar. “Y ya que estás, ¿cómo demonios se cayó la
maldita de cosa?”.

Mark se detuvo en la puerta y arrugó los labios, mirando a su alrededor.


“Um... ejecutaron un... bueno, es un sonoro clip de multimedia que se fue de las
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 416 de 416

manos”. Se aclaró la garganta. “Se comió todas las fuentes, luego contagió a la
mesa de locación, cuando se fue a cerrar el servidor, explotó el driver de la tarjeta
de control”.

Dar estaba allí sentada, las manos reposando sobre el escritorio. “No me
estarás diciendo que uno de estos technogorps ha mandado al carajo un array”.

Él asintió. “Um... Era un clip sonoro de Leonardo DiCapprio bailando


desnudo”. Entonces se marchó, dejando a Dar observando la puerta incrédula.

Sonó el teléfono. Dar presionó el botón. “¿Si?”.

“¡Buenas tardes, Dar!”. La alegre voz de Les llenó la sala. “¿Recibiste mi


regalo?”.

Dar miró alrededor de su escritorio y vio un pequeño paquete de correo. Se


lo acercó y lo abrió, mirando en su interior. “Es precioso Les pero sabes que no
tengo el maldito tiempo necesario para irme de crucero”. Suspiró, reconociendo
que era un billete para Alaska... Les se dio cuenta que una nativa de Miami pocas
ganas tendría de un crucero al sol y las playas del Caribe.

“Dar, te lo estoy ordenando”. Objetó el CEO.

Ella suspiró, jugueteando con los pasajes. “Hagamos esto: lo cambiaré por
un fin de semana largo a las Keys...”. Hizo una pausa. “Para dos”. Una fugaz
mueca apareció en su rostro. “¿Qué te parece?”.

“¿Para dos?”. La voz de Les rebosaba curiosidad. “Dar, no sabía que salieras
con nadie”.

Una suave risotada. “¿He dicho yo eso, Les? Tan sólo he dicho que quiero
un fin de semana para dos... quizás quiera algo de compañía”.

“Jo...”. Rió Les. “De acuerdo, tú ganas. Se lo diré a Beatrice. Tan sólo dile lo
que quieres hacer”. Se oyó una voz apagada de fondo. “Uuppss... he de dejarte Dar,
hablamos después”.
Dar observó la mesa del escritorio y sonrió, haciendo girar los pasajes con
las manos, entonces alzó la mirada a la vez que se abría la puerta interior y se
asomaba Kerry.

Esta vez no se negó el estallido de sensaciones. Tan sólo lo aceptó y observó


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 417 de 417

a Kerry abriendo la puerta y atravesando la moqueta, disfrutando del intrigante


andar de la rubia mujer. “Hola”.

Kerry se arrodilló a su lado y se balanceó con una mano sobre su rodilla.


“Hola”. Su voz sonaba ligeramente ronca. “¿Esa sorpresa era tuya?”.

Dar asintió. “Ajá”. Sin excusas. Sin explicaciones.

Un delicado sonrojo cubrió la cara de Kerry. “Nunca me habían dado nada


parecido antes. Es fantástica”. Exhaló. “Muchísimas gracias”.

Dar la miró, agarrando y apartándole de la cara un rubio mechón. “¿Nunca te


han regalado flores, Kerry? Me cuesta creerlo”.

Un vacilante meneo de cabeza. “No... es...”. Una pausa. “No, nunca”. Sus
ojos se dirigieron hacia la puerta, consciente de la íntima posición en la que se
encontraban. “Estaba un poco preocupada, no pensé que tardarías tanto. María
estaba preocupada también”.

“Ah”. Dar aceptó grácilmente el cambio de tema. “Tenía varias cosas que
hacer y dejé el celular y el busca en el coche. Debí haber llamado”. Se aclaró la
garganta. “¿Has comido?”.

Kerry meneó la cabeza. “No, he estado ocupada escuchando a todo el mundo


quejarse por ese estúpido servidor”.

“Vamos”. Dar se levantó y le tendió la mano. “Oigo como me llaman las


hamburguesas de queso”. Alzó a Kerry y de forma inesperada le dio un rápido
abrazo. “Andando”.

Era el típico gimnasio, oliendo a cloro proveniente de la piscina y aceite de


los grupos de máquinas de pesas, así como el aroma saturado de macho que parece
pegarse a todo como una capa de grasa.
Dar terminó su ronda en las máquinas de Nautilus, secándose el sudor del
rostro e ignorando las miradas de reojo de sus compañeros de trabajo que parecían
entre sorprendidos e incrédulos por su presencia.

Reconoció que no estaba totalmente concentrada, con lo que mantuvo un


ritmo ligero y sencillo, dejando volar sus pensamientos mientras hacía los distintos
movimientos. Le había tomado varias horas por la mañana, el vagabundear por la
playa y dejar que las olas chocasen contra sus pies descalzos, antes de sentarse y
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tratar de pensar qué hacer.

Lo primero y más importante: tenía que averiguar qué era lo que Kerry
sentía por ella. Descubrir y profesar un amor por la rubia mujer si ésta no sentía lo
mismo sería embarazoso como poco, e irreparablemente destructivo en el peor de
los casos.

Así que, ¿cómo averiguarlo? Dar se había decidido por una sutil campaña de
atenciones, de las que la rosa era parte, para ver si conseguía un indicio de lo que
pasaba detrás de esos ojos verdes. Sabía que le gustaba a Kerry pero ¿algo más?

Dar suspiró, apoyando la barbilla sobre la barra de la máquina que estaba


usando. Se sentía... un poco nerviosa y un poco insegura pero por segunda vez ya,
segunda vez... había pillado a Kerry mirándola cuando la rubia mujer pensaba que
no la veía, con una mirada de gentil emoción que hacía que las esperanzas se le
dispararan, preguntándose si esta vez...

Si era honesta consigo misma, admitiría que era más que nada miedo lo que
la hacía cauta, miedo de exponer sus vulnerabilidades más sensibles a una
prácticamente desconocida que conoció hacía menos de un mes. Una pesarosa
prudencia le dictaba precaución, demandando que esperase a si el obvio afecto de
Kerry para con ella era algo más o, simplemente, un encuentro superficial de su
tentativa y naciente sexualidad.

La clase de defensa personal tenía lugar en el área libre justo enfrente del
circuito de máquinas, eran un grupo de unas doce personas desde dos chicos
jóvenes hasta una mujer mayor con mandíbula grisácea y gesto combativo. El
monitor era un hombre alto con barba, mostrando altivamente su cinturón negro y
reclamándole a su audiencia con tonos de voz que le estaban poniendo de punta los
nervios a Dar.

Kerry estaba sentada en uno de los extremos del semicírculo, con los codos
apoyados sobre las piernas cruzadas y la cabeza ladeada prestando atención. Dar
podía ver la ligera tensión en su ceja mientras escuchaba y sospechó que la rubia
mujer tenía problemas con lo que quisiera que le estuvieran diciendo.

“Bueno, bueno... ¿qué tenemos aquí?”. Dar casi salta ante la alta y medio
amistosa voz. Giró la cabeza y vio a José.

“Bonita banda (se refiere a la banda que se pone en la cabeza para que no
te caiga el sudor a los ojos)”. Comentó secamente, viendo los muñequitos de
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Southpark en ella. “Graciosa, pero siempre pienso en Cartman cuando te veo”.

José la miró, entonces se tocó la cabeza. “Mierda. Me lo compraron mis


hijos, no veo esa porquería”.

Eso le sonó gracioso a Dar y alzó una mano, frotándose la mandíbula para
ocultar una mueca. “Tienen buen gusto”. Replicó, observando su ropa. Deben ser
adoptados, continuó pensando. José iba vestido con pantalones de mallas cortos y
morados además de un top que no hacía nada por ocultar su colgante barriga. Ella
misma iba vestida con prácticos pantalones cortos de algodón y top, exponiendo su
moreno cuerpo con modestia que era más funcional que otra cosa.

“Se lo diré.... así que, ¿qué estas haciendo aquí?”. Recalcó José. “No me
digas que no hay un gimnasio en esa isla de fantasía tuya”.

Dar alzó una mano y señaló la máquina. “Estoy haciendo lo que todos los
demás hacen aquí, José... Está más cerca de la oficina, tiene muchas más
facilidades y tiene una pared de escalada”. Hizo una pausa. “¿Y a ti que demonios
te importa?”.

Él se encogió de hombros. “Nada. Es sólo extraño como el infierno el verte


aquí. Llevo viniendo aquí un año ya y, de repente, ¿decides que te gusta?”.

“Sí, ya veo cómo has progresado”. Dar le dedicó una fría sonrisa. “José, sal
de mi vista. No estamos en la oficina y no tengo por qué ser educada en tu cara”.
Se levantó, haciendo notar en todo momento que le sacaba al menos dos pulgadas.
“Déjame darte una pista. Trata de mover algo más que tu boca, podría ayudar”. Se
alejó, dejándole atrás maldiciendo junto a la máquina de abdominales y se escapó
al área de levantamiento de pesos donde sabía que no la seguiría.

Ésta era el área de las personas serias. Dar dejó vagar la mirada por los
rostros serios y sudorosos, sus ojos mirando intensamente el espejo para observarse
al estirar y flexionar. Algunos se detuvieron y le dedicaron una mirada de desdén,
para luego volver a su adorada auto contemplación.

Sintiendo cómo le venía un flujo de diversión, reclamó uno de los bancos de


pesas y le puso una de las pesas, comprobando los seguros detenidamente.
Entonces se tumbó y puso sus manos en la barra con precisión, centrándose en el
peso y preparando su cuerpo para el esfuerzo.

Una profunda inspiración. Un segundo. Rodeó con los dedos el rugoso metal
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de la barra y asentó firmemente los pies en el suelo, haciendo presión para


asegurarse que tenía la espalda soportada de forma segura. Entonces tomó una
última respiración y la alzó, levantando la barra de los soportes y extendiendo los
brazos, dejando que los músculos se acostumbrasen al impacto del esfuerzo.

Lentamente bajó la barra hasta rozarse el pecho, entonces volvió a subirla,


flexionando los hombros mientras se concentraba. Por la periferia de la vista era
consciente del silencio que la rodeaba e hizo un mohín antes de repetir la acción
diez veces, para luego dejar la barra en su sitio. Un dolor placentero surgió en la
parte superior de su cuerpo y se relajó, observando a sus vecinos.

Ojos como platos, furtivos y perdido todo el orgullo encontraron otras cosas
a las que mirar con lo que el sonido volvió en el acto. Dar sonrió de forma traviesa
hacia el techo, entonces se frotó las manos y fue a por otra tanda. Era más de lo
que solía hacer, eso seguro, pero no iba a dejar de lucirse ahora que había
empezado. El legado de años y años de ejercicio y artes marciales la había dotado
de un cuerpo robusto y funcional y se sentía bien despertar esa parte de vez en
cuando.

Además, Dar miró de reojo de nuevo, Kerry estaba mirando.

Ojos azules parpadearon ante las baldosas del techo.

Estaban en un descanso, tras una hora de explicaciones del monitor sobre los
movimientos y la preparación del cuerpo. Kerry había absorbido la lección y creía
que no necesitaba repetir los movimientos seis veces pero estaba dispuesta a
morderse la lengua ya que esto era, después de todo, la primera clase. Se reclinó
sobre una pila de colchonetas, sorbiendo de un vaso de agua mientras dejaba vagar
la mirada por la habitación hasta encontrar a Dar sin dificultad.

La alta y morena mujer resaltaba en el sitio que se encontraba en la sección


de pesas y estaba haciendo ejercicios para el pecho. Kerry se encontró pegada a la
escena, preguntándose cómo en el mundo podía encontrar el sudor sexy. Giró la
cabeza cuando se le unió Colleen, encontrando la pelirroja rápidamente lo que
estaba mirando. “Mm.mm.mm...”. Murmuró Colleen suavemente. “No somos
butch ni nada”, sonrió al mirar a Dar de manera irónica y graciosa..

“Col”. Kerry volteó los ojos.

“Vamos, Ker... Empezará a darle lecciones dentro de nada a los pequeños


soldaditos de ahí... Ves es... Ooh, mira... a ése se le ha caído la pesa en el pie”.
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La rubia mujer rió. “Oh... no tiene gracia”. Vio como el musculoso hombre
saltaba alrededor, entonces perdió el equilibrio y se estrelló contra el suelo. Medio
esperaba que rebotara con una figura tan abultada.

Dar se había apoyado sobre los codos ante el ruido y se quedó así sentada
mirando sin poder creérselo.

“Vamos a... ele... var... te...”. Susurró Colleen. “Dios... ¿habías visto alguna
vez alguien tan absorbido?”.

“¿Hm?”. Kerry alejó los ojos de la postura relajada de Dar que la intrigaba
con sus débiles movimientos de músculos prácticamente invisibles bajo la piel, tan
diferente de sus abultados compañeros. “¿Qué?”.

La pelirroja volteó los ojos. “Hablando de absorbido...”.

“Lo siento”. Se sonrojó Kerry. “Um... parece que está dispuesto a empezar
de nuevo”. Empujó a Colleen de vuelta donde el monitor los estaba juntando y
forzó su atención en el hombre. No era difícil, decidió. Había empezado con
movimientos simples y repetitivos que al principio eran raros, pero tras unas pocas
repeticiones, parecían venirle con más naturalidad. Encontró el equilibrio y trabajó
a lo largo de los movimientos, con más éxito que la redondita Colleen y muchísimo
mejor que uno de los dos chicos.

Se dio cuenta de que él lo hacía demasiado deprisa y estaba totalmente


descoordinado debido a ello. Lo intentaba pero simplemente no captaba los
movimientos, sus brazos y grandes pies se le cruzaban y lo frustraban. Kerry se le
acercó y le hizo gentiles sugerencias, recibiendo como respuesta una mirada
patéticamente agradecida.

“No, mira... Él lo ha de hacer por su cuenta”. Objetó el profesor,


dirigiéndose hacia ella. “Vamos, chico gordo, saca la cabeza del culo y mira dónde
pones los pies”.

Kerry le dedicó una sombría mirada. “Insultar a la gente no les ayuda a


concentrarse”. Le dijo al hombre.

“Mira, cariño, no pedí tu opinión, ¿vale? Tan sólo vuelve ahí con tu
rechoncha amiguita y acabemos con esto”. Se dio media vuelta para encontrarse
girando de nuevo desde atrás y encontrarse con un rostro de rabia y helados ojos
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verdes.

“Oye tú, culo caballo...”

“Mira, o te vas allí a hacer los ejercicios o te vas de aquí a hacer los
estúpidos aerobics, ¿de acuerdo?”. La empujó.

O lo intentó, todo sea dicho, pero se encontró con el brazo fuertemente


atrapado a su espalda lo que le hizo dar un giro al completo. “Qué demonios...”.

Dar simplemente apretó la mano. “¿Sabes? los tipos grandes y feos con
aspiraciones de competente, realmente me fastidian”. Comentó de forma calmada.
“Se supone que has de enseñar a esta gente artes marciales y no usarlos como tu
objeto personal de desahogo”.

“No me digas qué cojones tengo que hacer. ¿Quién demonios te crees que
eres?”. Ladró el hombre barbudo en su rostro. “Suéltame o te voy a patear el culo”.
Dar le sonrió y se le acercó más aún. “Perdedor, no podrías tocarme aunque
la vida te fuera en ello”. De repente se le acercó más para luego girarle y lanzarle
al suelo separándole las piernas del mismo con una fuerte patada.

“Puta”. Se levantó y fue hacia ella, moviéndose a un lado con moderada


agilidad para intentar agarrarla. Ella le cogió el brazo y pasó por debajo rozándole,
entonces se giró y poniéndolo sobre su hombro lo mandó al suelo de nuevo.

Él se levantó y trató de patearla. Ella lo bloqueó, entonces le devolvió el


favor con una patada giratoria lateral que le golpeó en el pecho y lo echó para
atrás. Entonces empezaron de lleno. Ella estaba mezclando paradas con fuertes
ataques, agotando todos sus mejores esfuerzos y terminando dándole en la
mandíbula con un movimiento de codo, mandándole a la colchoneta aturdido. Ella
se balanceó ligeramente en el sitio, esperando a ver si se levantaba. No debería
disfrutar tanto con esto como lo hago, pensó Dar pesarosa, consciente de los ojos
de Kerry sobre ella.

“Ey... ¿qué pasa aquí?”. Un hombre bajo y con las piernas arqueadas se abrió
camino a través de la gente que se había reunido, mirando al hombre de respiración
entrecortada de la colchoneta y luego a Dar. “¿Qué demonios ha pasado?”.

Dar le miró. “No estaba de acuerdo con su manera de enseñar”. Contestó


como si nada, notando con la mirada el físico atlético y elástico del recién llegado.
“Tendía a ser abusivo”.
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El hombre maldijo en un fluido lenguaje. “Frank, vete de aquí. Ya he tenido


bastante de tu maldita manía de crear problemas”. Golpeó al hombre con un pie.
“Vamos... Ya veré qué puedo hacer por ti después”.

Con una peligrosa mirada a Dar, el hombre barbudo se levantó y se fue,


apartando a la gente de su camino. El bajo recién llegado miró a Dar, poniéndose
las manos en la cintura mientras lo hacía. “Sabes lo que haces”.

Dar se sacudió la ropa y se encogió de hombros ligeramente. “Solía


practicarlo”. Admitió, notando la mirada intensa e interesada que el hombre le
estaba dedicando. “Supongo que tú también”.

“Podría ser, podría ser”. El hombre suspiró entonces miró a la clase que
estaba observando con fascinado interés. “Oíd, lo siento amigos. Trataré de poneos
otro monitor la semana que viene y daros crédito por una clase extra”.

La multitud se deshizo, dejándolos a los dos allí solos. Dar se encontró con
la mirada de Kerry mientras ésta se alejaba e hizo un guiño, teniendo como
respuesta un ‘Guau’ de la rubia mujer. Se observaron mutuamente y el hombre le
tendió una mano. “Ken Yamamura”.

“Mm... Ganaste el campeonato del estado dos... no, tres años atrás”. Le dijo
Dar, agarrando su mano y apretándola. “En el último asalto, peleaste con ese
competidor pelirrojo de Orlando”.

Él parpadeó. “Guau... sí, seguro lo hice... um...”.

Ella sonrió. “Dar Roberts”.

Se le abrió la boca y se le iluminaron los ojos. “Sagrado Monte de Buda en


una botella... ¡ya decía yo que me eras familiar!”. Le dijo con regocijo. “Hijo de...
hombre, estuve allí cuando ganaste el Nacional. Nunca vi nada parecido a ese
asalto final”.

Dar ladeó la cabeza en reconocimiento. “Hace mucho de eso...”. Sentenció.


“Sin embargo, me alegro de conocerte finalmente”.

“Guau... mira esto, un miércoles cualquiera y me aparece Dar Roberts para


sacarle la mierda al jodido inútil de mi cuñado...”. Suspiró. “He de encontrar a
alguien ahora... Sé que él no vale mucho pero pensé que al menos serviría para
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enseñarle lo básico a los novatos”.

Dar tomó un respiro, dirigiendo los ojos hacía donde Kerry la estaba
esperando reclinada sobre un toallero y observándola. “Oye, si quieres, yo daré la
clase... De todas formas iba a hacer de los miércoles mi noche habitual aquí”.

Él se la quedó mirando. “Bromeas, ¿verdad?”.

Un meneo de cabeza. “No... he estado haciendo algo de vez en cuando los


últimos años... Podría usar la práctica”.
“Whooo... No voy a dejar pasar la oportunidad. Quizás... yo tampoco he
practicado mucho el año pasado, me lesioné una rodilla en esa última pelea. Nunca
me recuperé totalmente después de eso, pero si quieres, podríamos trabajar un poco
juntos... Al menos yo te daré más reto que estos niños”.

Dar lo consideró. “Sí, de acuerdo, me suena como un trato esto”. Asintió.


“Me gustaría”. Su compañero de sparring en la isla era un principiante como
mucho y había notado como se le escapaban un montón de cosas últimamente.
Quizás necesitaba un reto, quitarle el polvo a algunas habilidades. “Apúntame”.

“Genial”. Ken le dedicó una enorme sonrisa, transformando su cara de


duendecillo. “Te pondré en la nómina”.

Dar rechazó la idea. “No gracias, está bien así. Gástalo en algún
equipamiento básico para esta gente, ¿de acuerdo?”.

“Trato hecho”. Ken le acercó una mano. “Dar, encantado de conocerte. Será
una historia que contar en torno a la hoguera”.

El término le provocó un estremecimiento por la espalda. “Encantada de


conocerte también, Ken. Nos vemos la semana que viene”. Le vio marcharse,
entonces exhaló. ¿En qué demonios me acabo de meter? Se preguntó mientras
Kerry se acercaba a ella, ofreciéndole una botella de agua.

“Guau”. Le sonrío la rubia mujer. “Fue realmente impresionante”.

“Vamos Kerry...”. Bufó Dar, luego tomó un gran trago del agua. “José le
podría haber tirado de culo al suelo, no tenía ni idea”. Suspiró. “Menudo idiota”.

“Bueno, ¿será su sustituto mejor?”. Preguntó Kerry.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 425 de 425

“Um... Eso espero, de hecho, soy yo”. Musitó Dar.

“¿Qué?”. La rubia mujer se acercó más. “¿Acabo de oírte decir lo que creo
que acabas de decir?”.

Dar le dedicó una mirada tímida. “Me ofrecí voluntaria... Me sentía mal por
esos chicos... Y si de todas formas voy a estar por aquí... Qué demonios, ¿verdad?”.

“Mm”. Le sonrío Kerry. “¿Puedo tener clases privadas?”. Inquirió.

“Claro”. Accedió su compañera. “¿Has terminado aquí?”. Miró a su


alrededor. “Creo que prometí un baño caliente, si no me equivoco”.

“Ugh...”. Kerry estiró los brazos. “Después de lo de escalar y esos


ejercicios... sí, me encantaría”. Se puso la toalla sobre los hombros, sintiendo un
bienvenido cosquilleo de anticipación. “A parte de eso, estoy hambrienta”.

Dar rió y agarró su propia toalla. “Puedo hacer algo respecto a eso también”.
Bromeó suavemente. “Vamos”.

Recogieron sus bolsas del vestuario y salieron del gimnasio, caminando a


través del bien iluminado aparcamiento dirigiéndose hacia donde habían dejado sus
coches.

Dar supo que estaba en problemas nada más girar la esquina del edificio y
sintió, más que vio, sombras dirigiéndose hacia ella, el viento trayendo un aroma
de sudor y rabia.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 426 de 426

Undécima parte

Era un instinto primario y profundo, y Dar lo obedeció, empujando a Kerry


detrás de ella y poniendo su cuerpo entre el peligro y su compañera. Estaba frente a
dos hombres, y la oscuridad le impedía verlos por completo, pero era suficiente
para que ella reaccionase cuando el que estaba más cerca blandió un objeto oscuro
hacia ella. Dar evitó el golpe y dejó que su oponente se moviese alrededor, después
fue a por lo duro, como su padre hubiese dicho, y le dio un poderoso rodillazo en la
entrepierna. El hombre chilló como un cerdo y se derrumbó sobre sus rodillas y
entonces, aprovechándose de la situación, le dio una patada en la cara.

Sin embargo, su amigo casi la cogió. Era más rápido y había tenido tiempo
para moverse mientras ella luchaba con el otro hombre, y le propinó un golpe en
los riñones con un trozo de tubo de hierro. Dar sintió que la mitad de su cuerpo se
adormecía por un terrorífico momento, luego se deshizo de él con un torpe pero
efectivo revés que logró pasar sobre sus sorprendidas defensas y le dejó sangrando
la nariz con un crujido.

Eso le dio a ella el suficiente tiempo para recuperar el aliento y el equilibrio,


después colocó su cuerpo y saltó, girando y dando una patada justo en la
mandíbula que mandó a su oponente al suelo.

“Otra más y llamo a la policía”. Consiguió decir Dar. “Y te garantizo que


estarás cortejando novias en la cárcel del Condado de Dade en menos de media
hora“.

“Hiciste que me despidieran, puta”, gruñó el hombre que estaba más cerca
sujetándose la entrepierna.

“Tu conseguiste despedirte, amigo”. Dar respondió dando un paso hacia


atrás y sintiendo las manos de Kerry tocarla. “No me eches a mí la culpa de eso”.

El hombre consiguió ponerse sobre sus pies y la miró. “No soy sólo yo quien
tiene un problema contigo... mejor vigila tu espalda, porque alguien va a clavar un
cuchillo en ella”. Retrocedió, llevándose a su compañero con él.

Dar los vio marchar y después dejó que su cuerpo se apoyase lentamente
contra la pared, consciente por completo de los preocupados ojos verdes que la
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 427 de 427

estudiaban bajo la débil luz. “Subnormales”.

“¿Estás bien?” Susurró Kerry. “Jesús, Dar... esa gente está loca... quizá
debiste llamar a la policía”.

La mujer morena se examinó cautelosamente las costillas, después suspiró.


“No gracias... no estoy de humor para perder un par de horas rellenando informes...
tengo mejores cosas que hacer”. Recogió su toalla y su bolsa y señaló hacia sus
coches. “Venga.. larguémonos de aquí”. Miró a su alrededor, fijándose en una
oscura figura observándolas desde debajo de un árbol cercano. Dar aguzó la vista,
pero no pudo distinguir bien las facciones, y finalmente se dio la vuelta con mirada
ceñuda.

Se separaron silenciosamente cuando llegaron al aparcamiento y Kerry fue


hacia su coche, sin darse cuenta del par de ojos azules que la vigilaron hasta que
estuvo a salvo dentro. Sólo entonces Dar abrió la puerta y se deslizó en el asiento
de piel de su Lexus con un ahogado gemido. La magulladura en su costado
palpitaba dolorosamente y se sentó un momento apoyándose en el volante antes de
enderezarse y arrancar el coche, poniendo la marcha y siguiendo las luces traseras
de Kerry fuera del aparcamiento.

¿Resentimiento? O algo más... las palabras que había dicho el hombre


incomodaron a Dar, y se preguntó, por un momento, si algún compañero de trabajo
había aprovechado la oportunidad para vengarse de ella. Alguien como José, por
ejemplo. ¿Sería tan estúpido?, ¿tan venal?. La ejecutiva suspiró. Él era así de
estúpido, sí. E impulsivo sobre todo.. a lo mejor esta oportunidad había sido
demasiado fuerte para él para desaprovecharla. Un par de pavos en un ya de por sí
cabreado imbécil y no se mancharía las manos. Con un suspiro Dar trató de sacarse
esto de su mente y concentrarse en algo más agradable.

Que precisamente estaba conduciendo delante de ella, moviendo el Mustang


a través del relativamente poco tráfico con una destreza casual. Utilizarían el
jacuzzi, eso seguro... después tomarían una cena ligera... y sus fresas estaban
esperando...
Kerry estiró sus entumecidos músculos mientras salía del coche, y esperó a
que Dar cerrase el Lexus antes de unirse a su compañera en el corto paseo
subiendo las escaleras. Llevaba consigo su bolsa para pasar la noche y se la puso
sobre el hombro, siguiendo a Dar dentro y dejando que el olor a cera limpia y
madera llenase sus pulmones mientras entraba.

“Cuidado... han encerado el suelo esta mañana” La previno Dar con una
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sonrisa.. “¿Te sientes con ganas para el jacuzzi?”

“Ooo... y tanto”. Kerry se rió y movió la cabeza afirmativamente. “Iré a


ponerme el bañador”. Dudó, y luego se acercó más y rodeó con su brazo a la alta
mujer, llevada por una necesidad sin nombre por tocar a Dar. “¿Seguro que estás
bien? Creía que ese tipo te había golpeado muy fuerte”.

Dar exhaló suavemente, estrechando sus brazos alrededor de Kerry. “Sí...


estoy un poco dolorida, pero lo he pasado peor”.

Kerry sofocó una risita ahogada, no muy segura de porqué. No era


verdaderamente divertido después de todo. “Está bien”. Soltó a la alta mujer y se
dirigió hacia la cocina. “Me estoy muriendo de sed... ¿quieres que te lleve algo?”
Esperó un segundo. “Déjame adivinar.. un vaso de leche”.

Dar se metió en su dormitorio para cambiarse. “Creo que te estás metiendo


conmigo”. Le respondió.

Kerry sonrió y abrió la puerta de la nevera, quedándose quieta y


parpadeando durante un largo momento ante lo que veía. “Ey, ¿Dar?”

“¿Sí?”. La voz llegó hasta ahí.

“Dar... hay cosas en la nevera”. Gritó la rubia mujer.

Su compañera entró, ajustándose un tirante del bañador. “¿Las hay?”. Echó


un vistazo. “Oh, sí...” Se rió tímidamente dirigiendo a Kerry una mirada torcida. “
No quería ser objeto de bromas... pensé que apreciarías algo más que mantequilla
de cacahuete y helado”.

Kerry se quedó en silencio un momento y después se volvió, con la cara


seria. “¿Sabes lo que realmente aprecio?” Preguntó, calmada. “Aprecio que lo que
yo piense te importe”.

Unos ojos azules parpadearon ante ella. “Kerry, por supuesto que me
importa” Declaró Dar, un poco sorprendida. “Seguro que ya te habías dado
cuenta”.

La mujer rubia sonrió levemente. “Yo.. en la oficina, seguro... pero...”. Se


encogió de hombros. “Supongo que simplemente, es una sensación diferente”.
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Dar rozó su dedo a lo largo de su mandíbula y la estudió, mientras el frío


aire de la nevera las envolvía a ambas. “ Me importa mucho lo que pienses”. Dijo
seriamente a su compañera, después indicó el abierto electrodoméstico. “Espero
que al menos haya acertado en parte”.

Kerry echó un vistazo sobre su hombro. “Oh, que plátanos tan monos”.
Cogió uno de ellos. “Es una bananalette”.

“Junior Chiquita”. Añadió Dar mirando también. Los empleados de


Clemente lo habían añadido a su lista con su típico instinto. “¿Tienes hambre?”.

Kerry peló el plátano y mordió la punta. “Mmhmff”. Asintió.

“Vale.. voy a pedir algo del restaurante.. podemos tomarlo mientras estamos
en el jacuzzi... ¿te parece bien?”.

“Mfff... a menos que pidas sopa de cebolla... eso se podría poner un poco
asqueroso” Kerry respondió con una mueca.

“No era lo que tenía en mente” Dar respondió cómicamente. “Tú... ¿confías
en mi para pedir por ti?”.

“Ciegamente”. Llegó la afectuosa respuesta, mientras Kerry salía fuera,


recogiendo su bañador a la vez que Dar descolgaba el teléfono.

Hizo el pedido. “Y Carlos... dejaré la puerta principal abierta... estaremos en


el porche”. Informó al que estaba tomando nota.

“Así se hará, Ms. Roberts... ¿quiere abrir usted la botella o prefiere que lo
haga yo?”. Respondió la educada voz hispana.

“Puedes hacerlo tú... pero déjala en hielo”. Decidió, y luego colgó,


caminando hacia la puerta del porche y abriéndola, mientras que el húmedo y
salado aire la golpeaba. Inspiró profundamente, entonces dio un respingo cuando
sus costillas rozaron la magulladura. “Cabrón”. Maldijo por lo bajo mientras tiraba
del tapón del jacuzzi y le daba al interruptor para que el agua empezase a circular.
“Veamos... hirviendo, vapor, templado.. muy bien, eso está mejor”. Metió un dedo
y se detuvo, volviéndose a mirar sobre el océano mientras la marea subía. Era una
noche bonita, con sólo unas pocas y altas nubes sobre las estrellas, y la luna estaba
medio llena, provocando una apagada y pálida línea a través de las encrespadas
olas. El aire estaba lleno de esencia de mar, y estaba ligeramente menos húmedo
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que antes. Dar lo respiró con placer, cerrando los ojos mientras la brisa le echaba el
cabello hacia atrás.

Una mano cálida tocó su piel y se giró para ver a Kerry de pie a su lado,
también observando el agua, su piel dorada contrastaba con la tela oscura del
bañador.

Dar dejó que sus ojos viajasen sobre el cuerpo de su compañera y sonrió.
“Te queda muy bien este bañador”. Alabó a Kerry sosegadamente.

Kerry alzó la mirada, ligeramente sorprendida, después se miró a sí misma


con una sonrisa cómica, pasándose la mano sobre la tela. “Gracias.. yo..”. Se calló,
vergonzosa. “Gracias”. La tirante tela no escondía mucho, y los ojos admirativos
de Dar mandaron interesantes estímulos sobre su cuerpo. Primero una rosa,
después tiene comida para mí aquí, ahora un cumplido... debe de ser mi día de
suerte. Kerry suspiró feliz, cogiendo su brazo. “¿Vamos?”.

Se metieron en el jacuzzi, que estaba agradable y templado y las rodeó con


un remolino de vaporoso y fuerte olor a agua. Kerry se sentó junto a Dar y se echó
hacia atrás. “Ooohhh... esto está genial”.

Dar permitió que el calor y el movimiento la relajasen. “Sí”. Estuvo de


acuerdo. “Especialmente después del gimnasio... creo que me pasé con esas pesas”.
Estiró un poco los hombros y se encogió. “Ouch”.

Kerry se deslizó a su lado y alcanzó sus hombros, masajeando con cuidado


los tensos músculos. “Te vi... esos pequeños mini Arnold de allí se estaban
añadiendo pesas intentando seguirte, ¿sabes?”.

Dar soltó una risita graciosa. “Hacían eso, ¿eh?”.

“No es que les culpe, porque yo estaba haciendo lo mismo”. Admitió Kerry
con una sonrisa. “Sin embargo, me alegré mucho de verte cuando ese tío se puso
en plan tonto”. Trazó con suavidad una línea hacia abajo en el brazo de Dar. “Sé
que odias cuando digo esto.. pero... sabes que eres bastante heroica cuando
quieres”.

“Venga Kerry.. no me cuelgues ese título”. Protestó gentilmente Dar. “Lo


único que hice fue meterme en los asuntos de unos cuantos capullos... para eso no
se necesita coraje, tan sólo ponerse borde”.
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Kerry la miró con detenimiento. “Puede ser... pero hacía mucho tiempo que
no tenía a alguien que me defendiera... ha estado muy bien”. Bajó la mirada al
agua, pensativa.

Dar la estudió. “Tienes una mente verdaderamente independiente... te


defiendes sola bastante bien”. Ofreció con cuidado Dar.

La mujer rubia sonrió débilmente y jugó con el agua. “Mecanismo de


supervivencia”.

Dar se dio cuenta de que su compañera estaba a punto de abrirse a ella y


revelarle lo que quiera que causase la velada tristeza detrás de esos ojos verde mar.
Y ella lo quería saber... quería entender que había causado tanto dolor a la rubia
mujer.

Quería golpear hasta que no volviese a ver el día a quien quiera que hubiese
hecho esto. “Esa no es una mala forma”. Contestó amablemente. “ Supongo que yo
tengo... no sé... mi padre solía llamarlo mi instinto ‘en tu maldita cara’”. Se rió
desaprobadoramente. “Estoy bastante segura de que lo heredé de él... A veces me
meto en líos sin pararme a pensar antes.. sólo reacciono, y me preocupo de las
consecuencias más tarde”.

“Mm”. Asintió Kerry. “Es como cuando viste a esos tipos esta noche, incluso
antes de que se acercasen a nosotras... estaba andando y al momento siguiente me
tenías cubierta y protegida... tan rápido”.

Dar exhaló, estirando las piernas en el agua. “No me paré a pensarlo”.


Confesó, encogiéndose de hombros, y después se volvió al ver que la puerta se
abría, y un camarero, con pantalones anchos azules y camisa blanca almidonada,
entraba con una bandeja cargada. “Ah... la cena”.

Pusieron los platos en la repisa del jacuzzi y dejaron que el camarero se


fuese después de que dar firmase la cuenta y añadiese una propina.

“Guau”. Kerry mordisqueó un trozo de langostino rebozado en maní.


“Debería haber sabido que pedirías todo lo que a mí me gusta... Dar, ¿qué voy a
hacer contigo?”.

“Todo lo que quieras”. Contestó la morena mujer de forma ausente mientras


servía una copa de vino dulce frío y la ponía junto al plato de Kerry. “Aquí tienes”.
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Kerry tomó la copa y bebió un sorbo despacio, disfrutando el sabroso


líquido mientras bajaba por su garganta. Dar se había vuelto a recostar y estaba
masticando un mini shish kebab, sus ojos pálidos se ocultaron mientras permanecía
en silencio por un rato. Miró la cara plana y angulosa intensamente y tomó una
decisión.

Iba a ser duro. Eso lo sabía. Pero confiaba en Dar y... bueno, confiaba en
ella, eso era todo.

Sin embargo no aquí, no en este preciso momento. “Gracias...”. Se arrimó


más a la alta mujer y rozó su vaso con el de Dar. “Es tan bonito aquí fuera... me
encanta el olor del agua tan próximo”.

La cabeza morena se movió afirmativamente. “Me costó un poco


acostumbrarme... pero ahora, Dios... es un alivio salir aquí fuera después de estar
batallando todo el día... creo que esto es lo único que me ha mantenido cuerda este
año”. Admitió poniendo un brazo alrededor de los hombros de Kerry de forma
casual, y acercándola más sin pararse a pensar realmente en ello. “Hasta que
llegaste tú, claro está”. Le dijo con una sonrisa juguetona a su compañera.
Kerry le devolvió la sonrisa, entregándose a gusto a su intenso deseo
mientras se apoyaba en Dar, acurrucándose en su hombro y besando su suave piel,
probando el sabor químico del agua en la que flotaban. “ Me alegro de haber
podido contribuir a la causa...” Alzó la cabeza y miró a Dar, admirando los certeros
y tersos ángulos de su cara, y sintiendo una intensa oleada de la fuerte emoción que
había estado sintiendo últimamente alrededor de la morena mujer. “Gracias por
invitarme a venir”.

Los ojos de Dar la bañaron en un sosegado y dulce afecto que fue directo a
su corazón. “Kerry, siempre eres bienvenida... disfruto muchísimo de tu compañía,
y yo te.. realmente me gusta tenerte aquí...”. Se sintió torpe, y se aclaró un poco la
garganta, respirando para poder calmarse.

Kerry se acercó y le puso un dedo en los labios. “Salgamos del agua...”.


Pidió. “Creo que tenemos que hablar”.

Kerry se secó el pelo con una toalla, apoyándose en el marco de la puerta del
cuarto de baño, mirando a Dar, de pie junto a la encimera de la cocina preparando
chocolate caliente para las dos. La alta mujer había salido del agua y se había
cambiado con silenciosa actitud pensativa que Kerry había encontrado un poco
extraña teniendo en cuenta lo moderadamente alegre que había estado antes.
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Realmente le gustaba Dar. Y, desafortunadamente, ese era el problema.


Mientras pudiera considerar esto solo un capricho, o a lo más, un experimento, las
cosas estarían bien. No se tendría que preocupar de lo que dijera su familia o de
cuáles serían las consecuencias, porque después de todo, esto era solo un pequeño
flirteo, ¿no?.

Pero ya no era sólo eso. Dar se lo estaba tomando más en serio. Ella misma
se lo estaba tomando más en serio. Esto ya había dejado de ser un capricho y había
ido más allá de ser un experimento, adentrándose en regiones que la hacían
detenerse y plantearse dónde estaba y dónde quería llegar. Pero sobre todo, no
quería herir a Dar... y podía sentir que ambas se estaban acercando a un punto
donde sería muy fácil hacer eso.

Si es que no lo habían pasado ya, claro está. La rubia mujer suspiró, mirando
a su compañera. Dar se apoyó en la encimera esperando a que se parase el
microondas, y mientras Kerry observaba, se apartó un mechón con la mano y lo
puso detrás de la oreja. Kerry desvió un poco la mirada. Se dio cuenta de que le
temblaban las manos y por eso se puso la toalla alrededor de los hombros y se
acercó. “Ey.” Dar sonrió fugazmente. “Ey.. ya casi está”.

Kerry extendió la mano y le tocó el brazo, sintiendo la piel fría bajo sus
dedos. “Tienes frío”. Dar movió afirmativamente la cabeza y ponía las manos bajo
los brazos, cruzándolos sobre el pecho. “Un poco... hace frío aquí”. Reconoció,
manteniendo la mirada en el microondas.

Kerry frotó su piel suavemente, sintiendo que su amiga estaba triste. Los
músculos de la mandíbula de Dar estaban tensos y parecía estar retraída. Kerry
dudó y luego tomó aire. “¿Por qué no vas dentro y te sientas?...yo llevaré esto...
¿quieres una camisa de manga larga o algo?”.

Dar la miró, los azules ojos empañados y oscuros. “No... no hace falta...
estoy bien”.

Decidió ir directa al grano. “Dar, ¿qué pasa? estás muy callada”. El


microondas pitó y ella se anticipó a la alta mujer, abriendo la puerta y cogiendo las
tazas. Se le ocurrió una idea de repente... “¿Te duele el costado?”.

Dar se encogió de hombros. “Un poco”. Confesó, cogiendo su taza y


siguiendo a Kerry al salón. “Bueno... ¿de qué necesitamos hablar?”.

Kerry podía oír la incertidumbre en su voz, aunque estaba disimulada. Oh.


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Tomó un sorbo de su chocolate mientras se sentaba en uno de los extremos del


sofá, poniendo las piernas debajo de ella e inspirando profundamente. ¿Por dónde
diablos empiezo? Quizá debería contárselo, y ella lo entenderá. Estuvo en silencio
por un momento, ordenando sus pensamientos. “¿Sabes?..” Los ojos de Dar se
clavaron en su cara y casi se echó atrás ante la cautelosa mirada. “Se me ocurrió
que esta noche, hace un rato... cuando esos tipos vinieron a por nosotras, te pusiste
entre ellos y yo.”

Dar se movió un poco y se aclaró la garganta. “Supongo que lo hice”.


Admitió. “Yo... um.. no pensé en ello, yo sólo.. quería estar segura que no
resultases herida, eso es todo.”

“Ese es un buen sentimiento”. Dijo Kerry suavemente. “ De todas maneras,


cuando lo hiciste”. Reflexionó seriamente. “ Yo... cuando era pequeña, Dar, tenía
muchas personas que decían que sólo me estaban protegiendo.. ¿sabes?”. Hizo una
pausa. “Asegurándose de que tenía a los amigos adecuados, las ropas adecuadas...
Mi padre tenía ayudantes... guardaespaladas, en realidad, que vigilaban y luego le
informaban a él de las cosas que ellos pensaban no eran buenas para nosotros.”

Unos ojos azul pálido la miraban intensamente. “Mm”. Murmuró Dar.

“Y, um.. yo tenía... había algunos chicos que realmente me gustaban, pero no
eran... bueno, eran bastante pobres, o uno lo era... no era de nuestra religión, o... y
lo gracioso era que cuando encontraba a uno que realmente me gustaba, pero no a
mis padres, al poco tiempo simplemente desaparecía”. Kerry mantuvo la mirada
sobre sus manos. “Iba al colegio un día y ellos se habían ido... se habían mudado,
cambiado de colegio... lo que fuese.”

“Eso a veces pasa”. Sentenció Dar suavemente.

“Eso pensé yo también... hasta que oí a una de sus madres decir que les
había obligado a mudarse”. Respondió Kerry, despacio. “Pero era así con todo...
juguetes... tenía una vieja muñeca de trapo con la que solía dormir. Ellos pensaron
que eso no era bueno, así que llegue un día del colegio y había desaparecido.”

“Kerry..”. La voz de dar se había suavizado y era más profunda.

“Yo... um... yo incluso tuve una mascota” Kerry siguió, ajena. “Un pequeño
golden cocker spaniel... se llamaba Susie”. Tomó un sorbo del chocolate y
consiguió tragarlo. “ La quería... era tan mona... jugaba con ella todo el tiempo...
salíamos a correr fuera, a veces con mi hermana, otras veces sólo nosotras... sabía
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como volver a traer una pelota, y yo me sentaba y le cepillaba el pelo, ¿sabes que
tienen ese largo y sedoso pelo?”

Los ojos de Dar se cerraron un poco. “Sí, lo sé”. Su corazón sufría por la
mujer rubia que estaba acurrucada en el sofá, junto a ella. Podía notar que era
difícil para Kerry contar esto.

“Estaba jugando con ella un día, y Kyle..”. La voz de Kerry se quebró. “Vino
para buscarme, y me dijo que mi padre quería que mi hermana y yo posásemos
para unas fotos... unos tipos de una revista estaban aquí. Le dije que no quería ir...
que quería quedarme y jugar con Susie”. Asintió un poco. “ Y al día siguiente,
llegué a casa del colegio y fui a buscar a Susie... pero se había ido”. Sus ojos se
llenaron de lágrimas, incluso ahora. Después de todos estos años. Había un total
silencio por parte de Dar, y no se atrevió a mirarla.

“Busqué y busqué... hasta que al final, me dijeron que la habían llevado a la


perrera. Ellos no me querían llevar ahí, así que corrí... corrí... pero llegue tarde”.
Sintió toda la tristeza en ella otra vez, recorriendo el largo y mal iluminado pasillo,
con ese olor a alcohol y desesperanza alrededor de ella.. y todas esas caras tristes
tras las rejas. “Me dijeron que se había puesto enferma... y que la habían
sacrificado esa mañana.” Paró y esperó a que se le pasase el nudo. “Creo que la
peor parte fue saber que se había ido sola... sin nadie que la acariciase...”

Oyó un suave e incoherente sonido procedente de Dar, pero mantuvo los


ojos sobre la taza. Esta era la parte importante. Quería que Dar lo entendiese. “Así
que aprendí, Dar... aprendí a no querer nada. A no preocuparme por nada... porque
tan pronto lo hiciese, desaparecería.” Tomó aire temblorosamente. “ Si no llegaba a
sus aspiraciones”. Se detuvo e intentó ordenar sus pensamientos. “ He estado
pensando mucho acerca de esto... y sobre nosotras... y... ¿Dar?”. Alzó la mirada al
oír un ahogo reprimido.

Se encontró con unos ojos tan oscurecidos por la rabia, que casi parecía
morados bajo la luz ámbar. El rostro de Dar estaba inmovilizado por completo y su
cuerpo tenso y quieto, salvo su mano derecha, que estaba abriéndose y cerrándose
lentamente.

Kerry dejó la taza y se levantó, caminando y acuclillándose junto a Dar,


poniendo las manos en las rodillas de la alta mujer. “¿Dar?”. Era como tocar un
motor vibrando, la tensión escapaba de su cuerpo. “¿Estás...?”. Dejó que las
palabras se disipasen, sorprendida por la pura rabia que se había generado en su
nombre.
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“¿Cómo...”. Consiguió decir Dar, medio rugiendo, medio gimiendo,


“pudieron hacerte eso?”.

Kerry enjugó la humedad de sus ojos y se encogió de hombros. “Pensaron


que estaban haciendo lo correcto, supongo... bajo su punto de vista me estaban
educando adecuadamente”. Era una defensa que había utilizado para consolarse
durante mucho tiempo. Era más fácil creer eso que la otra alternativa.

“Bajo mi punto de vista, eso fue un criminal abuso infantil, y deberían ser
fusilados por eso”. Contestó Dar. “ Y después golpeados, y después apuñalados, y
luego arrastrados por un tractor por la autopista US 1”

Kerry se sorprendió por lo extraño que resultaba oír todo eso... “Dar, son mis
padres”. Objetó a media voz. “Estoy segura que pensaban que lo que hacían estaba
bien”.

“Ni aunque fuesen Mahatma Ghandi y la Madre Teresa”. Replicó Dar.


“Jesús, Kerry...”. Acarició la mejilla de la rubia mujer, los ojos llorosos. “¿Cómo
podían pensar que quitarte las cosas que querías estaba bien?”

El cálido afecto la hacía sentir tan bien que casi dolía. Kerry intentó
resistirlo, pero se encontró moviéndose hacía delante y siendo empujada hacía un
cálido abrazo que amenazaba con convertirse en todo su mundo. Y deseaba tanto
que así fuera.

Quería dejar atrás todos sus miedos, y sumergirse en la fortaleza en la que se


encontraba acunada, y nunca dejarla... Dolió apartarse de ahí, y echarse hacía atrás,
para mirar a esos ojos azules que sufrían con tristeza por ella.

Por ella.

“Dar...”. Dijo Kerry suavemente. “Yo no... pensé que podía mantener esto
agradable y sencillo... pero no puedo, y cuanto más quiero preocuparme por ti, más
pienso en lo que él haría si lo descubriese. Dar... no puedo ver cómo te hacen daño
por mi culpa. No puedo”. Estiró una mano y tocó el brazo de la morena mujer. “Por
favor, entiéndelo”.

Ya estaba... esa era lo peor parte. Ahora sólo quedaba ver cuál sería la
reacción de Dar.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 437 de 437

“Shh..” Dar acarició su pelo. “Él no puede hacerme daño”.

Kerry suspiró profundamente y se apartó otra vez. “Él puede... y lo hará...


Dar, te lo estoy diciendo. Tiene gente que no hace otra cosa que husmear todo el
día, buscando trapos sucios y encontrando modos de destrozar a la gente...”. Estaba
exhausta, habiendo tenido que guardar su preocupación durante tanto tiempo. “Es
como un juego para él”.

Dar sintió como una extraña combinación de alivio y pena se apoderaba de


ella. “Kerry... sólo hay una cosa que él puede hacer que me dañaría”. Le dijo a la
rubia mujer suavemente. “Y sería que te alejase... que me arrebatase a una amiga a
la que he acabado por valorar mucho.”

“Pero...”. Kerry empezó a protestar, después se rindió. “Oh”

“A menos que lo que realmente estés diciendo es que tú..”. La mandíbula de


Dar balbuceó un momento. “Que, sencillamente, no estas interesada.. en cuyo caso,
lo entendería”. No pudo mantener la mirada de Kerry por más tiempo y la bajó al
suelo, estudiando las baldosas del suelo. “E incluso entonces, yo... no querría
perderte como amiga”.

Kerry se quedó mirando la morena cabeza agachada en un sorprendido


silencio durante largo tiempo, después dejó que un suspiro de desmayo escapase de
su garganta. Sus manos rodearon las de Dar y apretó fuerte. “Oh Dios no... ese no
es el caso... Dar, lo siento... no pretendía que tú... no... no... no... no..no..”

Unos ojos azules se alzaron hacia ella despacio. “Vale, vale... sólo estaba..”.
Siendo terriblemente insegura. Se admitió a sí misma mientras envolvía a la rubia
mujer en sus brazos otra vez, y las dos suspiraron a la vez. “Siento mucho que todo
eso te pasase”.

Kerry suspiró. Era un alivio poder contarle a alguien... incluso Colleen solo
sabía pequeñas partes, piezas. “Kyle es la peor parte... es el guardaespaldas de mi
padre. Brian es su sobrino.” Su mente recreó su figura alta y de pelo liso plateado,
y su estómago se revolvió... “Él hace la mayoría del trabajo sucio... a veces ni
siquiera estoy segura de sí mi padre sabe la mitad de las cosas que él hace...”. Dejó
descansar su cabeza en la clavícula de Dar, y se detuvo un momento. “Cuando
terminé la universidad yo salía con un chico al que conocía desde hacía unos años..
realmente me gustaba, y era un chico muy agradable, de buena familia, muy
religioso... pensarías que finalmente había encontrado algo que mi padre
aprobaría”.
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Dar esperó, bajando la vista para ver la perdida y dolorosa expresión en los
ojos de Kerry. “¿Qué pasó?”. Tenía la impresión de que en realidad no quería
escucharlo, pero ahora que Kerry estaba hablando...

“Él... Kyle dijo que ellos no creían que este chico fuese bueno para mí..
pero.. él dijo que sabía lo cabezota que era, así que tenía que asegurarse de que yo..
hiciese lo correcto”. La voz de Kerry se volvió llana y lejana. “Así que me llevó al
cuarto de lavadoras de atrás y um..”. Se calló y después sacudió la cabeza. “Y me
dijo que le contaría a John todo si le volvía a ver.”

Dar exhaló muy despacio, sintiendo la rabia volviéndose a formar.

“Fui estúpida.. fui a mi padre y le conté lo que había pasado... y ¿sabes lo


que hizo, Dar?”. La rubia mujer sonrió amargamente. “Habló con Kyle y decidió
que yo estaba mintiendo. Le hizo venir e hizo que me disculpase ante él.. y todo
eso mientras Kyle me sonreía”. Se rió sin pizca de humor. “Y después, por
supuesto, mi madre la emprendió conmigo, riñéndome por ‘hacer enfadar a mi
padre’ con mis ‘cuentos vergonzosos’”. Una pausa. “Creo.. que esa fue la noche en
la que más sola me sentí.” Pasó un momento recordando en silencio. “Decirle adiós
a John fue duro.. él no lo entendía”. Kerry miró a la pálida y serena cara que había
encima de ella. “ Me puedo imaginar lo que estás pensando”. Concluyó anhelante,
sabiendo que Dar nunca hubiera permitido que nadie la controlase de esa manera.
“Decepcionada, ¿eh?”.

“No”. Consiguió decir Dar. “Y te aseguro que no te puedes imaginar lo que


estoy pensando, lo que, por otra parte, es algo malditamente bueno”. ¿De dónde
había salido la imagen de interrogar y descuartizar?.

Kerry simplemente la miró, sintiendo unas punzadas bajar por su cuello


debido al fiero tono en la voz de Dar. “Supongo que suena tan increíble...
simplemente aprendí a vivir con ello”. Concluyó suavemente. “Ni siquiera me
había dado cuenta de que la vida podía ser diferente hasta que vine aquí... estar
sola fue...”. Se detuvo. “ Oh Dios, no puedo describirlo... tener amistad con quien
yo quisiera, hacer lo que me viniera en gana, cuando yo quisiera...”. Extendió una
mano y tocó el rostro de Dar. “Y ahora tú... estoy tan asustada, Dar... de verdad he
querido algo... he tenido que ver como se iba.. y yo ..”. Una pausa embarazosa. “Yo
quiero esto de veras ”. Susurró. “A ti”. Otra pausa, aun más larga. “Nosotras”.
Concluyó en un susurro.
Dar sintió como se calmaba. Sus preguntas habían sido contestadas, y un
problema añadido. Dejó a un lado la rabia y la tímida alegría y consideró primero
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 439 de 439

el problema. “¿Tiene tu padre algún poder sobre ti a parte del paterno?”.

Kerry la miró, desconcertada. “No entiendo la pregunta”.

“¿Le debes dinero... tiene algo que te ate a él legalmente?”. Preguntó Dar, el
ceño fruncido.

“No”. La mujer rubia movió la cabeza. “Me mantengo a misma aquí, si es a


lo que te refieres... tu has hecho eso más cómodamente posible, ya sabes”.

Una pequeña, muy pequeña sonrisa. “Con lo que, ¿él no puede forzarte a
volver?”.

“Encontrará algún modo de que me despidan”. Respondió Kerry


apesadumbrada. “Encontrará algún amigo si es lo suficientemente importante...”

Una grave y suave risita. “No en esta compañía... eso depende de tu


supervisor... y esa soy yo. No hay nadie que esté por encima de mí en esto”.

“Entonces irá detrás de ti”. Afirmó la mujer rubia de forma seria.


“Encontrará a alguien para husmear y husmear... hasta que descubran algo que
puedan usar contra ti... y Dar... lo más obvio que me viene a la mente somos
nosotras”. Le recordó Kerry. “Sé que dijimos que mantendríamos esto con
discreción... pero sabes que la gente habla... Estoy segura que algunos ya lo
hacen”.

La mujer morena no parecía espantada. Todo lo contrario. Parecía intrigada.


“Entonces tendré que ir tras él primero”. Respondió con calma.

“¿Qué quieres decir?”. Preguntó Kerry con incertidumbre.

“¿Dijiste que desentierra cosas?”. Preguntó Dar.

Ella asintió. “Tiene investigadores... esa clase de cosas”.

Un lento asentimiento de la cabeza de Dar. “Y yo... sólo que no son de la


clase que viste trajes de doce dólares y huelen a humo de tabaco... y no tengo que
pagarles tiempo extra”. Miró a Kerry. “Esta es la Era de la Información, Kerry... y
la verdad está ahí fuera. Sólo tienes que encontrarla”.

“No entiendo”.
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Dar sonrió, y cogió su mano, acariciando ligeramente con sus dedos la piel.
“Déjamelo a mí”. Le dijo a la rubia mujer. “Y, ¿Kerry?” .

“¿Hmm?”. Los enrojecidos ojos parpadearon. “Siento ponerme así... no


suelo hacerlo”. Se disculpó.

“No lo sientas.. me alegro de que lo dijeras y así poder hablarlo”. Replicó


Dar, calmada. “En vez de que tú sencillamente..”. Se encogió de hombros. “Te
fueras, o algo así”.

Kerry atrapó los dedos de Dar con los suyos. “¿Es eso lo que te ha pasado
antes?”.

Dar miró a la oscuridad más allá de las puertas del patio. “Algo así, sí.”

Un suspiro. “Nunca te haré algo así, Dar, te lo prometo”.

La mujer morena centró lentamente su atención en la cara de Kerry,


examinándola durante un largo momento. “ Y yo siempre estaré ahí para ti, Kerry...
no importa lo que suceda”.

Era un momento extraño, pensó Kerry. Podía sentir un tenue escalofrío bajar
por su espalda, y mientras miraba a Dar, una débil y casi traslúcida barrera entre
ellas pareció caer. “Eso es lo que hacen las amigas... apoyarse las unas a las otras,
¿no?”.

“Exacto”. Sonrió Dar. “Amiga”.

Kerry se escurrió con ganas entre los brazos que la esperaban, y dejó que la
rodease la calidez. Todavía tenía miedo, y ninguna cantidad de palabras podría
cambiar eso, pero...

Pero. Encontrarían un modo de superarlo.

Juntas.

Dar se recostó en el sofá, contenta con estar simplemente sentada, sujetando


a Kerry, que estaba pacíficamente descansando en sus brazos. Habían estado
sentadas así durante un rato, en relativo silencio, tan sólo el suave murmullo de las
olas era audible a través de la puerta medio abierta del balcón. “Ey...”. Murmuró
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finalmente Dar. “¿Te gustan las fresas?”.

Kerry pareció volver de un lugar muy lejano. “¿A qué ser humano no le
gustan las fresas, Dar?”. Inquirió razonablemente, alisando el suave algodón de la
camisa de su amiga con los dedos. Podía sentir el suave movimiento de la
respiración de Dar, el cual era casi hipnótico para ella. “¿Por qué?”.

Dar sintió el toque de Kerry vagando por su cuerpo, y tuvo que tragar antes
de contestar. “¿Quieres algunas?”.

“Eso significaría que me tendría que mover”. Se quejó Kerry, que había
encontrado cosas interesantes que recorrer con sus dedos. “Y realmente me gusta
estar donde estoy”. Concluyó suavemente. Muy en serio.

“Eso es verdad”. Admitió Dar con una sonrisa. “Pero son buenísimas,
grandes y jugosas... y he derretido chocolate para mojarlas en él”. La engatusó.

“Mmmm...”. Kerry sonrió. “¿Tienes siempre por costumbre el malcriar al


máximo a la gente que te gusta?”. Alzó la vista a la cara de Dar, en la que se había
formado una sonrisa boba. Sin embargo, esa expresión desapareció después de un
momento.

“No lo sé... no he tenido mucha práctica”. Admitió Dar calmadamente, con


un débil encogimiento de hombros. “Sólo hago lo que me viene de manera
natural”.

Kerry frunció el entrecejo. “Dar, hazme un favor, ¿vale?”.

Un asentimiento. “Vale”.

“Todavía no has oído lo que es”. Objetó la mujer rubia. “Si alguna vez nos
encontramos con cualquiera de esas personas con las que estuviste involucrada,
házmelo saber”.

Dar parecía sorprendida. “No creo que eso pase, pero… ¿por qué?”.

“Para que pueda darles una patada en la espinilla”. Le dijo Kerry. “Y si eres
muy buena, me lo dirás con tiempo suficiente para que me pueda poner el par de
botas de cowboy con puntera de acero que me compré en Austin el año pasado”.
Sintió el cuerpo de Dar contraerse mientras soltaba una carcajada. “Lo digo en
serio”.
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Dar la abrazó. “Gracias… lo cierto es que disfrutaría viéndolo”. Musitó


cómicamente. Oh sí… especialmente... sus labios se torcieron en una mueca
irónica. Especialmente Elana, quien se había divertido diciéndole que el único
modo de que ella encontrase el amor sería comprándolo. Kerry era tan diferente de
cualquiera con los que había estado anteriormente... ciertamente a mundos de
diferencia de la alta y aristocrática Elana. Quizá he estado ladrando al árbol
equivocado durante todos estos años, concluyó con un suspiro. Incluso en los
mejores momentos con las demás, no se había acercado siquiera a lo
magníficamente bien que se sentía en este momento.

Kerry sonrió y se acurrucó más, continuando su desenfadado recorrido. De


alguna manera se soltó un botón, y cambió el algodón por la piel, sintiendo las
manos de Dar comenzar un suave masaje en su espalda. “Ooo... eso esta genial...
voy a estar taan dolorida mañana”. Comentó torcidamente. “Después de ese muro
de escalada… voy a estar cojeando por todo el lugar. La gente va a pensar que soy
la mayor inútil del mundo”.

Sus dedos se movieron más abajo y sintió como la temperatura cambiaba


bajo ellos, la piel se volvía mucho más caliente. Sorprendida, probó un poco más
allá y oyó el suave sonido mientras Dar sofocaba un jadeo. “Ey...”. Sus cejas se
alzaron y desabrochó unos cuantos botones más, apartando a un lado la camisa de
la mujer alta y examinándola. “¡Dios mío, Dar!”.

Culpable, Dar bajó la mirada. “Parece peor de lo que realmente es. En


serio”. Una herida moteada, del tamaño de un balón de fútbol, le cubría la zona de
debajo de las costillas. “Sólo está un poco dolorido”.
“Dar, ¡eso es mentira!”. Objetó Kerry. “Necesitas que te examinen esto...
¡Jesús! ¡Te puedes haber roto algo!”.

Dar tuvo que sonreír ante el discurso indignado de Kerry. “Estoy segura de
que ya me hubiera desmayado si así fuera”. Le recordó a su compañera. “No es
nada, de veras”.

Unas cejas rubias se fruncieron. “¿Ah, sí?”. Kerry la miró. “Siéntate


derecha”. Hizo una pausa. “Sin usar las manos”.
La mujer alta dudó y vio aparecer una sonrisa triunfante. “Ya te dije que
estaba dolorido”. Masculló. “Hablando de inútiles... me tenía que haber apartado”.

Kerry exhaló. “Dar, Dar, Dar... ¿ayudaría un paquete de hielo?”. Preguntó


compadeciéndose. “Viniste y me ayudaste… supongo que ahora es mi turno”. Se
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paró, mirando la herida. “¿Seguro que no quieres que te lo examinen?. A estas


horas de la noche en un día de diario… probablemente no habrá mucho jaleo en el
hospital”.

“Odio los hospitales”. Replicó Dar con cabezonería. “Mira… si me sigue


doliendo por la mañana, me pasaré por la consulta del Médico Steve de camino al
trabajo para que lo mire, ¿de acuerdo?”. Hizo una pausa y se aclaró la garganta, un
poco tímida. “Pero… um… un paquete de hielo es probablemente una buena idea.”

Kerry le dio unas palmaditas en el hombro. “Quédate aquí… yo lo traeré”.


Se levantó del sofá y se encaminó a la cocina. “Y traeré también algunas de tus
fresas”.

Dar se echó hacía atrás con una sonrisa. “Si sacas el envoltorio de plástico
de la última repisa y lo pones en el microondas unos tres minutos ya estará hecho”.

Kerry meneó la cabeza mientras se acercaba a la nevera y cogía una buena


cantidad de hielo que puso en la picadora sobre el mostrador. Después sacó el
solicitado envoltorio y lo puso en el microondas, abriendo un poco la tapa para que
entrase aire antes de encender la máquina. “¿Qué es esto?”. Se preguntó
brevemente mientras encendía la picadora y veía como hacía nieve. Después de un
minuto o dos olisqueó el aire. “Mmmm....”
La picadora se paró y puso el hielo en una gruesa bolsa de plástico que había
sacado del armario, después la dejó a un lado y miró al microondas mientras una
bocanada de aire con olor de caliente y rico chocolate la golpeaba. “Oh dios mío”.
Con cuidado sacó el contenedor y lo abrió, revelando una masa caliente de
chocolate. “Oh, chico..”. Puso el plato en una pequeña bandeja y después, mirando
a su alrededor, untó un dedo en él y lo probó. “Jesús... esto está buenísimo”.

Se dio cuenta de que estar con Dar era un experiencia extremadamente


sensual y sus sentidos parecían estar un poco hiperactivos últimamente. Dejó la
bandeja y volvió a la nevera. La abrió y se arrodilló, parpadeando cuando dio con
las fresas. “¡Por el amor de dios, Dar!”. Gritó hacia el cuarto de estar. “¿Fresas
Ninja Mutantes? ¿Dónde las has conseguido? ¿en los campos a las afueras de
Turkey Point?”. Oyó la suave risa mientras sacaba la caja, un contenedor largo de
plástico con unas dos docenas de la fruta, expuestas como rosas de largo tallo, con
las hojas todavía adheridas. Las mismas fresas eran más grandes que un melocotón
medio y su olor era casi intoxicante. Con una carcajada, las sacó y las lavó antes de
añadirlas a la bandeja. Después trasladó todo hasta donde Dar, pacíficamente, la
estaba esperando.
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“Aquí...”. Dejó la bandeja y se acomodó en el sofá de cuero junto a Dar,


sintiendo el repentino impacto de esos ojos azules en ella. Cogió el hielo y con
cuidado lo puso en su lugar, envolviendo los bordes con los lados de la toalla con
la que lo había cubierto. “¿Qué tal?”.

“Bien”. Dar la observó con detalle. “Tienes unas manos muy amables”.
Capturó una de las manos de Kerry y la estudió, dándole la vuelta y acariciando la
palma.

Era como si le hubiese inyectado un chorro de adrenalina en la ingle. Kerry


tuvo que tragar antes de hacer el intento de recobrar la compostura. “Gracias”.
Susurró, sintiendo que quería continuar con el contacto. “Por alguna razón parece
que se ponen así cerca de ti”.

Dar la miró, después extendió una mano y con ella trazó su mejilla con un
ligero roce. “Sí”. Murmuró, sintiendo como Kerry se apoyaba en la presión
mientras sus ojos se cerraban temblando. “Extraño...”. El toque giró hacía el cuello
de la mujer rubia, empujándola hacia abajo mientras sus labios se encontraban. Las
manos de Kerry encontraron su lugar a cada lado de la cabeza de Dar, y ambas se
deslizaron juntas, el hielo olvidado. Las fresas olvidadas.
Incluso el chocolate fue olvidado.

Dar se echó hacia atrás y estiró las piernas, mientras Kerry se hizo un hueco
en el espacio junto al respaldo del sofá, sintiendo el frío tacto del cuero calentarse
contra su piel. Tuvo cuidado con evitar el costado de la mujer alta, mientras
mordisqueaba la suave piel de su cuello, inhalando el olor del algodón mezclado
con el del cloro que todavía quedaba en el cuerpo de Dar.

Una mano tocó su costado y ahogó un resuello grave mientras devolvía la


caricia bajando por el muslo de Dar, sintiendo los músculos alterarse bajo su mano
a la vez que la mujer alta se movía, apoyando su espalda contra el cuero en un
lugar seguro. Unos labios encontraron su lóbulo, después su garganta, succionando
suavemente en su yugular, lo que provocó que su pulso se acelerase bajo esa
atención.

Entonces tuvo una idea. Se movió sobre Dar y untó un dedo en el chocolate
caliente, después lo sacó y pintó una línea en la cara de Dar. La fue
mordisqueando. “Oh… eso está bien”. La lamió y luego pintó otra línea más abajo,
oyendo la suave risita sonando profunda en la garganta de Dar.

“Esto se va a poner pringo - so...”. La mujer alta murmuró suavemente,


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incorporándose y cogiendo un pegote de chocolate, aplicándolo con cuidado a lo


largo de la clavícula de Kerry. “Menos mal que el sofá es de cuero”. Tiró de la
camiseta de Kerry hacia abajo hasta descubrir uno de sus hombros y limpió su obra
manual, mientras sentía como una cálida franja viajaba bajando por su esternón,
seguida por una lengua y labios.

“Mmmm...”. Kerry pintó una serie de círculos.

“¿Buen chocolate, eh?”. Consiguió susurrar Dar, encontrando un buen


depósito para esconder un poco en el ombligo de la mujer rubia.

“¿Qué chocolate?”. Exhaló Kerry, escurriendo una mano hacia el estómago


de Dar. “Oh... si… este…”. Tuvo cuidado con no presionar contra la herida, pero
quería tocar cada centímetro de su cuerpo, sus labios explorando la suave piel y
saboreando y respirando y acariciando...

La presión se estaba formando de nuevo, mientras las manos de Dar se


movían, y su pelo negro rozó la sensible piel de Kerry. Jadeó suavemente.

“¿Estás bien?”. La voz de Dar, casi dentro de ella, vibrando en sus oídos.

“Sí… sólo...”. Kerry difícilmente podía aguantar la intensidad, y atrajo a la


mujer morena más cerca, dejando que la sensación se formase hasta que las dos
cayeron impotentes en su poder.

La descarga las dejó a las dos jadeando, los cuerpos entrelazados en el


blando nido de húmedo cuero. Kerry consiguió moverse, incorporándose y
acurrucando su cabeza en el hombro de Dar mientras la rodeaba con los brazos y la
abrazaba de una manera abandonada.

Dar dejó que sus ojos se cerrasen, sintiendo como su corazón comenzaba a
frenar su martilleo, mientras acariciaba el pelo de Kerry dulcemente. Una dulce
paz la inundó y sonrió un poco. “Se siente muy bien”. Murmuró. “Diferente”

Una desfallecida afirmación contra su pecho. “Precioso”. Kerry suspiró,


pensando que estaba rodeada por una seguridad y una calidez como nunca antes
había sentido. Y algo más. Alzó la vista a la cara de Dar. “Nunca me había sentido
así antes”. Admitió en voz baja.

Un largo silencio. “Yo tampoco”. Los ojos de Dar estaban abiertos ahora, y
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miraban los suyos.

Esos azules ojos. Kerry no había conocido a nadie con unos ojos como los
suyos. Y aún así, le eran tan familiares como su propio reflejo... conocía esas
pequeñas arrugas en los bordes, y el modo en el que una sonrisa podía deslizarse
en ellos, y como se estrechaban y oscurecían cuando estaban en profundo
pensamiento, como si los conociese de toda la vida. Y así, ahora, cuando se
abrieron amables, cálidos en su cara como un suave rayo de sol, no tuvo duda de la
emoción que había tras ellos. “¿Dar?”.

“¿Mmm…?”.

“¿Pensarías que me estoy precipitando si te dijese que estoy enamorada de


ti?”. Se mordió el labio y esperó, cruzando los dedos de los pies y los de la única
mano que estaba fuera de vista.

Dar, de hecho, dejó de respirar. Su pecho se paró y se perdió un latido por un


momento, antes de que una sorprendida pero encantada sonrisa se formase en sus
labios. “¿Lo estás?”.

Como cuando a un niño le dan un regalo sorpresa en su cumpleaños, decidió


Kerry, habiéndolo visto una vez en la tele. “Sí..”. Replicó suavemente.

“Um...”. La cara de Dar mostraba una expresión que era una mezcla de
vergüenza y felicidad. “Por lo menos tuviste el sentido de averiguarlo por ti
misma… a mí me lo tuvo que decir el maldito médico”.

Kerry la miró con una cauta esperanza. “¿Decirte qué?”. Quiere decir...no,
no lo...sí...oh Jesús...sí...sí...sí!.

Dar se entregó al sentimiento y dejó que éste tomase el control. “Decirme la


razón por la que me he estado sintiendo tan malditamente extraña”. Trazó la ceja
de Kerry. “Yo no tuve el sentido común de saber que era el amor cuando caí en él”.
Suspiró suavemente. “Así que no… no pienso que sea precipitado... creo que es la
cosa más increíble que he escuchado en toda mi vida”.

¡¡¡¡¡¡Sííííí!!!!!!!. Kerry se sentía un poco mareada. ¡¡¡¡Wheeeee!!!!. Sus


ojos se iluminaron y sintió una gran sonrisa formarse en su cara.

No, se sentía muy mareada. No era como las novelas románticas decían que
sería, pero lo aceptó. Suspiró feliz.
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Espera. “¿Estado sintiendo?”.

Dar sonrió tímidamente. “Creo que me tenía que haber dado cuenta de que
algo raro me pasaba cuando me encontré cogiéndote un pin aquella vez que fuimos
de compras”.

Kerry parpadeó. “Pin… oh dios mío... ¿ese pin del delfín?”. Miró fijamente
a Dar, asombrada. “¿Aquel del traje?. Yo... Jesús… Lo encontré al llegar a casa...
pensé que me estaba volviendo loca y que no lo había visto”. Se rió encantada.
“Dar… eso es tan dulce”.
La mujer alta intentó parecer amenazadora, pero finalmente rió. Kerry se rió
también y las dos acabaron abrazándose la una a la otra, agarrándose fuertemente
hasta que finalmente Dar aspiró fuertemente y ahogó un quejido.

Kerry la soltó inmediatamente. “Oh Dios… lo siento…”. Su mano fue a


acunar la cara de Dar, tensa de dolor. “Dar... ¿estás bien?”.

El dolor disminuyó y la mujer alta suspiró suavemente. “Whoa”. Musitó.


“Eso ha dolido”.

Kerry se incorporó sobre un codo y se rascó la nariz, después pinchó el


hombro de Dar con su dedo índice. “¿Recuerdas que dijiste que pasarías por la
consulta mañana si te seguía doliendo?”.

Unos penitentes ojos azules la miraron cautamente. “Síííí... lo dije”.

“Bueno, pues no vas a tener elección.”. Le informó Kerry. “Porque te voy a


llevar para allá”.

Una ceja oscura se alzó.

Kerry se inclinó y la besó. Después se volvió a erguir y esperó.

Dar se mordió el labio, después dejó que una sonrisa tímida se formase en su
cara. “Está bien”. Suspiró. “Tú ganas”.

Si. Kerry volvió a coger el paquete de hielo, ahora tristemente lo peor para
llevar puesto, y lo puso otra vez sobre las costillas de Dar. Ambas ganamos. Se
apoyó contra el cuero, mirando como Dar cogía una fresa y la mojaba con un poco
de chocolate frío. La acercó y se la ofreció. Kerry mordió un trocito y lo masticó.
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“Mm”.

Dar mordió un trozo también y estiró las piernas un poco, sintiendo como
Kerry se acomodaba contra ella con una cálida familiaridad. Todo estaba
cambiando. Su vida estaba ahora sumida en un maravilloso y aterrador caos.

Se sentía absolutamente genial.

Otro sueño. Esta vez el agua estaba fría, pero sentaba bien sobre su piel
demasiado caliente mientras se quitaba el hinchado vestido que llevaba puesto y
se lanzaba hacia el manantial. Le dolían los brazos, pero era de una manera
agradable y los estiró, avanzando a través del agua con una energía como la que
hacía bastante no recordaba tener.
Giró en el agua y braceó hacia atrás, sintiendo el torrente de frío sobre su
cuerpo, en contraste con el calor del sol sobre su cabeza y suspiró de puro
contento animal. El aire estaba dulce con el verano, y el zumbido cercano de los
grillos se reanudó cuando ella aminoró su movimiento y cerró los ojos, bebiendo
de la paz del mediodía y el conocimiento de que no tenía otra cosa que hacer ese
día salvo terminar de nadar y unirse a...
El sonido acelerado de pasos la hicieron darse la vuelta para ver una
risueña sonrisa y un cabello brillante y hermoso mientras una forma familiar
descendía de las rocas hasta el agua junto a ella, mojándola con una ola de frío
líquido. Esperó, con una sonrisa en los labios, hasta que la otra mujer salió a la
superficie, después chapoteó agua con el brazo hacia ella, haciendo que farfullase
enfadada.
Había un brillo malévolo en esos ojos verdes, y una mirada traviesa, y
buceó tras ella sumergiéndose bajo el agua fría y clara y atrapando un tobillo
mientras ella trataba de escapar. Podía oír la retahíla de protestas incluso a través
del agua mientras tiraba hacia atrás y de repente se encontró aplastada cuando
una ágil y muscular forma cambió las posiciones y se arrojó encima de ella.
El instinto hizo que levantase los brazos en un movimiento de anclaje y situó
su cuerpo, retrocediendo un poco pero sujetando el brazo como si no fuera más
que un saco de patatas. Unos brazos le rodearon el cuello y se sintió sonreír
mientras bajó la vista hacia la cara traviesa. Se le devolvió la sonrisa, cálida y
amorosa y medio salió del agua, dejando que se deslizase de ellas y sintiendo al
sol calentar el frío.
Se besaron, cálidos labios contra el helado toque del agua mientras el suave
graznido de un halcón resonaba sobre ellas, y era consciente de un abrumador
sentimiento de felicidad que parecía formar una espiral desde ellas hasta el azul
cielo y el ave giratoria. Graznó de nuevo mientras se elevaba.
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***

Casi coincidió con el sonido de la alarma que sacó a Dar de su sueño y la


introdujo en la realidad del crepúsculo con la respiración entrecortada. Extendió la
mano y dio un golpe al despertador, acallándolo, después dejó caer la cabeza sobre
la almohada y permitió que su corazón empezase a calmarse. Jesús. Parpadeó unas
cuantas veces, después bajó la vista hacia la rubia lapa adherida cómodamente a
ella.

Le llevó un momento acostumbrarse. Había estado sola durante tanto tiempo


que despertarse en este cálido enredo era un shock, aunque uno agradable, tenía
que admitir. Ella estaba sobre su espalda y Kerry pegada a su costado derecho, su
cabeza sobre el hombro de Dar y enlazada sobre su estómago. Parecía que era su
posición favorita, notó la mujer alta, mientras observaba la respiración de la
pequeña mujer elevarse y descender con un ritmo estable.

Dar descubrió una sonrisa formándose en su rostro a la vez que tocaba la


cascada de pelo brillante sobre su pecho, entrelazándolo con extraña fascinación.
Me quiere. El pensamiento dio vueltas en su cabeza, aclarando la neblina del
sueño. Lo ha dicho de veras. Las otras nunca lo hicieron... oh, hablaban de sexo y
de compromiso… pero nunca la habían mirado fijamente para simplemente
decirle... "¿Crees que me estoy precipitando?" Dar saboreó la pregunta con un
pequeño suspiro. No, no creo que fuese precipitado. ¿Qué hubiera dicho yo?…
¿Cómo lo hubiera expresado si hubiese dependido de mí? Resopló con una risa
acallada. Como si hubiese podido. Estaba tan asustada creyendo que huiría de
esto. Dar maldijo su inseguridad calladamente. Me alegro de que ella tenga más
valor que yo... y Jesús, por lo que ha pasado. Ahora su rabia comenzó otra vez,
pensando por lo que su amiga había tenido que pasar.

Bastardos... ¿cómo le pudieron hacer eso a una niña? Sacudió un poco la


cabeza. Y ese pedazo de mierda de guardaespaldas... Se preguntó si sólo había
tratado con dureza a Kerry o... Sus manos tocaron la suave piel del brazo de la
mujer rubia. ¿La había violado? Que Dios le ayude si lo hizo y alguna vez me
encuentro con él.

Dar tembló un poco debido al oscuro latido de energía que fluyó a través de
ella. Fue una sensación violenta y salvaje que no se permitía sentir habitualmente,
pero sabía que estaba allí y a lo que su temperamento la encaminaría si no tenía
cuidado.
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Y al mirar a la pálida e inocente cara que reposaba junto a su piel supo que
ser cuidadosa no era algo en lo que estuviese realmente interesada.

Kerry eligió ese momento para estirarse, balbuceando un poco en el pecho


de Dar antes de levantar la cabeza y alzar la vista hacia la oscuridad, sus ojos
encontraron los de su amiga. “Está oscuro”. Indicó, sofocando un bostezo. “¿Te
diste cuenta?”.

“Uh huh”. Estuvo de acuerdo su compañera de cama. “Seguro que lo está, el


mejor momento para ir a correr”. Incluso en la débil luz pudo ver las claras cejas
alzarse con desaprobación. “Me suelo levantar a esta hora”.

Kerry le dirigió una mirada incrédula. “Dar, ¿no estarás considerando


seriamente salir a correr en medio de la oscuridad, verdad?. Estás herida”. Protestó.

“No, no lo estoy”. Discrepó Dar. “Estoy bien... No me duele ni una pizca


esta mañana”. Inspiró profundamente para demostrarlo. “¿Lo ves?”. Seguía un
poco delicado pero el sueño de la noche había ayudado mucho y realmente se
sentía mejor. “Normalmente suelo correr unas... um... diez millas por la mañana”.
Vale, era una exageración. Pero tampoco tanta.

Kerry apoyó la cabeza sobre la mano y observó a la mujer alta


pensativamente. “Qué desagradable”. Comentó, y después deslizó una mano entre
los botones de la camisa de Dar y dejó a sus dedos recorrer la tersa piel. El calor de
la pasada noche había disminuido y la herida no parecía estar causando a la víctima
mucho dolor, después de todo. “Hmm... no parece hinchado… Supongo que tienes
razón”.

Dar parpadeó un par de veces, disfrutando del amistoso roce de los dedos de
Kerry, que ahora se movían formando círculos sobre su piel. Se dio cuenta de que
eso la relajaba y se encontró ahogando un bostezo como reacción. “Mmm... para
eso, vas a hacer que me duerma”. Se quejó torcidamente.

“Oh, ¿de veras?”. Musitó Kerry con una pequeña mueca. “Vaya, vaya ,
vaya... Mírate… esto es mejor que un hipnotizador con el colgante”. Trazó los
círculos más grandes y se mordió el labio divertida a la vez que los ojos azules,
apenas visibles en la apagada luz del amanecer, se cerraban. “Vamos Dar, déjalo
ir... Aunque te sientas bien, te llevaste un buen golpe anoche”. Le dijo Kerry
razonablemente.

“Sí... No todas las noches me pintan con chocolate”. Dar murmuró, las
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 451 de 451

comisuras de su boca se movieron.

“Eso NO era a lo que me refería y lo sabes”. Kerry se rió. “Date un respiro


Dar... hoy va a ser un día muy largo. Esa delegación de Pittsburgh vendrá a las
diez”. La engatusó, sonriendo sin vergüenza cuando no hubo una respuesta
inmediata. “Además, estoy realmente cómoda...”. Se acercó más, sintiendo la
ligera presión de la mano de Dar contra su espalda.

“Arrrggg... Sólo un ratito”. Refunfuñó Dar, rindiéndose.

“¿Qué tal hasta que amanezca, hmmm?, ¿te parece bien?”. Ofreció Kerry ,
sin parar sus caricias ni por un momento.

No hubo respuesta y Kerry sonrió ante la profunda y regular respiración.


“Nadie en la Tierra se creería esto, ¿sabes?”. Susurró suavemente a la adormecida
ejecutiva. “Pero no te preocupes, no lo diré”. Se echó contenta y exhaló. Así que
esto es lo que se siente cuando estás enamorada. Miró por la ventana a las estrellas
todavía vivas en el cielo del sur. Me gusta, decidió, mientras cerraba los ojos.

La pasada noche había sido una gran sorpresa. Sabía que no había tenido la
intención de sacar lo que Collen llamaba la gran palabra “A”, no ayer por la noche,
no hasta que hubiese tenido una pista sobre lo que Dar sentía, pero...

Pero había tenido un atisbo, incluso sin una palabra por parte de Dar. No
había hecho falta un adivino telefónico para darse cuenta del nerviosismo de Dar o
de la intensidad de sus sentimientos. Kerry abrió los ojos y miró la cara de la mujer
alta. Para ser alguien tan en control no tienes mucho manejo con las cosas
sentimentales, ¿verdad?. Dejó que sus párpados se cerrasen otra vez, contenta de
haberle hablado a Dar a cerca de... cosas. La reacción de la ejecutiva había sido
gratificante, por decirlo de alguna manera. Kerry permitió que el sueño la venciera
de nuevo, cerrando los ojos con más fuerza y aspirando el olor se las sábanas
limpias y de su compañera de cama.

Entonces volvió a abrirlos. Jesús, Kerry… tienes una amante... ¿¿¿te lo


puedes creer???. Orbes verdes miraron por toda la habitación y después reposaron
en la cara de Dar, pacíficamente dormida. Es bueno saber que tienes mejor gusto
que el Presidente… Sofocó una carcajada. Y si antes no tenía una razón para
quedarme aquí, ahora seguro que la tengo.
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***

Abandonar aquello... ni siquiera se lo planteaba. Y estaba dispuesta a


enfrentarse a su familia sólo por esa razón.

El teléfono sonó. “¿Sí?” Dar presionó el botón de habla y siguió tecleando,


sus ojos fluctuando intensamente a través de la pantalla. “¿Qué pasa?”.

“Dar, el de seguridad en el mostrador acaba de llamar, alguien quiere verte”.


Le informó la voz de María. “Es… ¿Michelle Graver?”.

Oh mierda. Dar revisó mentalmente sus opciones. Un cliente importante,


probablemente en la ciudad para una visita corta, probablemente quería acorralarla
finalmente para esa cena. Oh mierda. “Seguro… Haz que la acompañen hasta aquí
arriba”. Suspiró afligida. Justo lo que necesitaba después de un día como el de hoy.
Dos sesiones de presentación, media docena de discusiones, una situación
realmente desagradable solucionada gracias a su mal genio… Maldita sea, tenía
muchas ganas de marcharse.

Tecleó un mensaje instantáneo. “Tengo un problema... Michelle está aquí”.


Pulsó enviar y volvió a su pantalla por un momento.

“Puedes llevarla a Shorty’s para cenar (sonrisa)”. Kerry respondió presurosa.


“Seguro que le queda muy bien el Ketchup”.

Dar se rió para sí misma. Shorty’s era el local de barbacoa de la ciudad, a las
afueras de US 1, cerca de Dadeland. Servían unas magníficas costillas, de hecho
era aficionada a su comida pero el término rústico no le hacía mucha justicia. Al
menos habían puesto aire acondicionado hacia unos años y no dependía ya sólo de
las pantallas para mantener alejados a los bichos. “También la podría llevar al
McDonalds”. Le envió, después alzó la vista mientras se abría la puerta para
revelar las formas redondas de María. “Oh… pensé que eras ella”.

“No, no…”. María entró y le entregó una carpeta de expedientes. “Es el


contrato para las nuevas utilidades de la cuenta de Nueva York”.

“Gracias”. Dar le sonrió y cogió la carpeta, poniéndola en el escritorio y


echándose hacia atrás, mientras salvaba la pantalla. “Bueno, ya está hecho: el
primer cuatrimestre de las proyecciones para infraestructura ha crecido; se nos van
a cargar si no compramos más complejos”. Se estiró y movió el cuello, después
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puso sus manos detrás de la cabeza y dejó escapar un suspiro satisfactorio.

María la miró. “Te sientes bien , ¿no?”. Preguntó, medio sorprendida ante la
visible diferencia en su jefa.

Dar vaciló y finalmente afirmó. “Sí... debe ser todo este descanso extra que
estoy teniendo”. Dijo muy seria. “No he tenido un maldito dolor de cabeza en
semanas”.

“Tcha… es bueno”. Le sonrió María mientras los ojos de la mujer morena se


fijaron en las esculturas de los delfines y descansaron allí.

Dar había sorprendido a todo el mundo estando de buen humor todo el día, a
pesar de varios desastres y una desagradable discusión con José. Ahora se
balanceaba ligeramente hacia adelante y hacia atrás mientras oía las puertas del
ascensor abrirse. “Aquí llega el problema, si no me equivoco”. La ejecutiva
suspiró, ordenando sus opciones y tomando aire.

Puntiagudos tacones de stacatto en las baldosas, a continuación el guarda de


seguridad abrió la puerta y Michelle Graver le rodeó y entró, mirando
apreciativamente por la oficina. Finalmente dejó descansar los ojos en Dar, quien
todavía estaba recostada en su silla, con las manos enlazadas frente a ella.

“Hola, Dar”.

“Buenas tardes, Michelle… ¿qué te trae por estos lugares?”. Inquirió Dar
civilizadamente. “Por favor… siéntate”. Indicó uno de los asientos acolchados
frente a su escritorio. “¿Qué puedo hacer por ti?”. La mujer pelirroja vestía un
elegante traje de seda que se adhería a su cuerpo dejando poco a la imaginación.

“Bueno, la junta del estado de turismo se reúne esta semana. Sabes que
nosotros somos parte importante en eso”. Declaró Michelle sentándose
grácilmente. “Tengo unas horas libres esta noche y pensé en pasarme por aquí y
ver si podía reclamar la pospuesta cita”. Sus ojos encontraron los de Dar y una leve
y rápida sonrisa cruzó sus labios. “Si no estás... ocupada”.

Una débil señal de alarma sonó en la cabeza de Dar. “No tengo nada
planeado”. Replicó cautamente. “¿Tienes pensado algún lugar que te apetezca
probar?”. Fútilmente jugó con la idea de decirle a la mujer que ya tenía planes.
Oh... lo siento Michelle… le prometí a Kerry que iría al mini - golf con ella... Odio
perderme ese agujero del gran elefante rosa… Lo entiendes, ¿verdad?.
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“Bueno, este es tu territorio, Dar... ¿Por qué no sugieres tú algo?”. Michelle


cruzó las piernas y se apoyó en los brazos de la silla, con una sonrisa depredadora
en el rostro. “Seguro que conoces todos los buenos lugares de los alrededores”.

La mujer alta se quedó pensativa. “¿Dónde te alojas?”.

La sonrisa se ensanchó perceptiblemente. “El Hyatt, en la parte sur de la


ciudad”. Ronroneó.

“¿Te gusta el marisco?”. Preguntó Dar educadamente.

“Me encanta”. Respondió Michelle.

Unos pálidos ojos azules la miraron cautamente. “Está bien. Monty’s abajo
en el Grove es un buen sitio para eso… Te puedo pasar a recoger. ¿A las siete?”.

Un asentimiento. “Eso sería perfecto... Te puedo informar sobre el plan que


se llevará a cabo, charlar un poco”. Se levantó, habiendo conseguido lo que quería
y se estiró la chaqueta de manera elegante. “Habitación 1243”. Dejó que sus ojos
se fijasen más de lo necesario en el cuerpo de Dar, después se giró, moviéndose
sobre la alfombra y parándose en la puerta. “Hasta entonces”.

Salió y Dar puso una mueca. “Menuda pérdida de buenos cangrejos que va a
ser esta”. Suspiró. “Por otra parte, quizá pueda conseguir que uno de ellos la
muerda”.

Kerry empujó la puerta abriéndola y se coló dentro, dejando las bolsas de


verduras en el suelo y dando un puntapié a la puerta detrás de ella. Un vistazo al
reloj le dijo que eran las diez pasadas y exhaló, habiendo pasado la noche haciendo
todos los recados que se le ocurrieron.

O inventándose, de hecho, cualquier cosa para evitar pensar dónde estaba


Dar y con quién estaba.

“Los celos no son un sentimiento agradable”. Informó a su pez. “No dejes


que nadie te tome el pelo, Scully... apesta”. Adentrándose en la cocina dejó las
bolsas y metió lo frío en la nevera. “No es que esté preocupada, déjame decirte... sé
que a Dar no le gusta”.

Scully y Mulder soltaron burbujas.


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“No, en serio, no le gusta... Estuvo haciendo bromas divertidísimas sobre


ella cuando salimos… Aunque creo que era, más que nada, para hacerme sentir
mejor”. Les lanzó a los peces una mirada torcida. “Estaba intentando con todas mis
fuerzas no transformarme en un monstruo de ojos verdes, pero claro… eso es muy
duro para mí teniendo en cuenta que ya tengo los ojos verdes, ¿sabéis lo que quiero
decir?”.

Mulder soltó una burbuja. Scully se le acercó y le besó en los labios.

“Ooo... puedo pensar en unos siete millones de fans en internet que matarían
por ver eso”.

Los Besucones se precipitaron cuando ella se acercó y echó comida en la


pecera. Se apoyó contra el borde, mirándoles. “Son negocios, chicos. Nada
personal.”. Suspiró. “Pero no puedo evitar querer arrancarle sus pequeñas cejas
pelirrojas y dárselas de comer con un émbolo”. Casi deseaba que Dar hubiese
simplemente rechazado la reunión, aunque sabía que su jefa tenía la
responsabilidad de mantener buenas relaciones con la nueva cuenta.

Pero, ¿tenían que ser esa clase de relaciones? Kerry sentía un poco de
malestar cada vez que pensaba en Michelle, en su fantástico hotel y en su exótica
figura. Era un horrible e irremediable sentimiento... y consideró brevemente dejar
todo e irse a dormir.

Esto se habría acabado por la mañana. ¿Verdad?.

“Mierda… venga Kerry, date un respiro… Ya rechazó una cena con ella por
retozar en el parque contigo hace un par de semanas... No podía evitarlo esta vez.
La mujer irrumpió en su despacho y prácticamente la obligó”. Se dijo a sí misma.
¿Verdad?. Con un suspiro volvió a la cocina y recogió todo, incluyendo la
leche y el sirope de chocolate que se había encontrado tomando por completo sin
dedicarle ni un pensamiento consciente. Después se cambió y se sentó en el sofá,
dejando que sus dedos acariciasen la tela y recordando el lunes.

¿Fue sólo hace tres días? Parecía más.

El reloj sonaba en el silencio y podía oír el suave murmullo del motor del
tanque del acuario. El sonido del teléfono la sorprendió y pegó un brinco, después
se levantó y fue a cogerlo. “¿Hola?”.
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“Kerry… Me alegro de haberte encontrado”. La voz de su madre sonaba por


el auricular. “Casi nunca estás en casa estos días, querida... Lo he estado intentando
durante dos días”.

Uh... hmm... mejor encargarse de llamar antes. Kerry se encogió. “Lo


siento… yo um… estuve trabajando hasta tarde ayer, después fui al gimnasio... y
salimos por ahí al terminar”.

“Oh, ¿te has apuntado a un gimnasio?”. La voz de su madre sonaba


cautelosa.

“Es un acuerdo especial de la compañía”. Le explicó Kerry. “Un grupo de


nosotros lo hicimos… Estoy haciendo un poco de aeróbic… y escalada… y…
algunas clases de defensa personal”. Se rió débilmente. “Es muy divertido”.

Un momento de silencio. “Bueno, me sorprende que te estés implicando en


algo como esto cuando te vas a marchar, Kerry”. Declaró su madre
desaprobadoramente. “Ése no es tu estilo”.

Un profundo, profundo respiro. “Madre, seamos sensatas, ¿de acuerdo? No


puedo dejar este trabajo y volver a casa sólo por un accidente… Es estúpido”. Por
un momento, deseó que Dar estuviese allí, necesitando la reconfortante presencia
de la mujer alta. “Estoy muy bien aquí… Es una oportunidad muy buena”.

No seas tonta”. Estalló su madre. “Tu padre te lo dijo… Vas a venir a casa y
no hablemos más de eso, Kerrison. Está todo arreglado”.

Era como si casi pudiese sentir las cálidas manos apoyarse en sus hombros y
una presencia cercana detrás de ella mientras se ponía más recta. “No, no voy y si
no quieres hablar sobre esto, me parece bien, madre… Pero tengo toda la intención
de quedarme aquí”. Le dijo Kerry firmemente. “Tengo amigos aquí, y un trabajo
estupendo… No estoy preparada para dejarlo”.

Silencio total. “Veremos lo que tu padre tiene que decir acerca de eso”.
Replicó la voz, enfadada. “No puedo creer que esté escuchando esto de ti, de todas
las cosas desagradecidas, vivir ahí te ha dado unas ideas horribles y ésa es la mejor
razón que puedo ver para traerte a casa”.

Eso dolía. “Siento que pienses de esa manera, madre... No pretendía faltarte
al respeto a ti o a papá, pero tienes que entender que...” La comunicación se cortó.
Kerry suspiró y colgó, dejando caer el aparato sobre la mesa con un seco golpe.
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“Genial… simplemente alucinante, voy de mal en peor”.

El restaurante estaba lleno casi en tres cuartas partes, y el suave tintineo de


los objetos de plata se mezclaba con la baja y murmulleante conversación mientras
Dar inclinaba la cabeza, absorbiendo la historia que Michelle le estaba contando
acerca de un problema que habían tenido con los mainframes. Era triste. Dar había
resuelto el problema hacía diez minutos pero no veía ningún beneficio en decírselo
a Michelle, considerando que su gente del network había estado frustrada con él
durante una semana. “Podrías contratarnos para mandarte a un analista allí”.
Ofreció con una sonrisa franca.

Michelle jugó con su tenedor y alzó la vista hacia ella a través de pestañas
pintadas ligeramente con un leve matiz dorado. “¿Quieres decir que no puedes
resolverlo en tu cabeza? ¿Por qué, Dar? Estoy decepcionada.”

Dar consideró brevemente responder con una inteligente observación acerca


de servicios y pagar por ellos, sin embargo simplemente sonrió. “Oh, no puedo
resolver los problemas de todo el mundo… Pero estoy segura de que uno de
nuestros ingenieros podrán arreglártelo”. Tomó un sorbo del champán que
Michelle había insistido en pedir, y lo tragó, después pinchó un trozó de salmón y
miró fuera. El puerto que el restaurante bordeaba estaba lleno de luces
parpadeantes, barcos saliendo, entrando y algunos anclados. Había una fiesta en
todo su apogeo en uno de ellos, con hombres barbudos en pantalones cortos y
mujeres en tops de tirantes llevando cervezas. Luchó contra las ganas de aflojar su
cuello abotonado y suspiró para sí. “He hablado con los de infraestructuras, tus
circuitos están conectados”.

“Bueno, esas son buenas noticias.” Michelle aparentemente había decidido


abandonar su picoteo. “Les ha llevado suficiente tiempo”. Un ataque.

Dos semanas para un circuito T3 principal no era mucho pero Dar refusó
discutir eso. “De hecho el problema era vuestra demarcación. La gente de telco me
dijo que les llevó seis días conseguir el acceso al panel de los interruptores”. Le
dedicó a Michelle una mirada plácida. “Es un poco duro completar el circuito si no
puedes entrar en el complejo”.

Una dura sonrisa en respuesta. “Somos muy serios cuando se trata de


seguridad”. Respondió. “Igual que tú, no dejamos a la gente husmear en nuestros
edificios de manera anónima”.

Dar se rió. “Venga ya, Michelle… Dos técnicos de Southern Bell en


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uniforme con su famosa camioneta... ¿cómo de anónimo es eso?”. Mordisqueó otro


trozo de salmón mientras miraba inocentemente a la mujer más baja, quien estaba
elegantemente diezmando un plato lleno de quisquillas.

Graver no respondió por un momento mientras tragaba. “Cualquiera puede


coger uno de esos estúpidos y vistosos cascos blancos y una camiseta... No nos
arriesgamos.”. Informó a Dar. “Así que, dime, Dar, siento curiosidad: ¿qué hace
que alguien con tanta experiencia como tú escoja a una joven novata como
ayudante?”.

Apareció de detrás de la esquina y golpeó desprevenidamente. Pero Dar no


había pasado años en la sala del Consejo puliendo sus reacciones para nada. Tomó
un tenedor lleno de patata cocida y consideró la pregunta seriamente. ¿Por qué,
Michelle…? Porque está buenísima y caí rendida a sus pies enamorada de ella
casi a primera vista, por supuesto.

No, no, Dar... no le puedes decir eso a la fulana. “Bueno... ella formaba
parte de una cuenta que consolidamos no hace mucho tiempo y pensé que tenía un
buen potencial, así que me arriesgué con ella”. Respondió, serena. “Y ha salido
bien… Ella mandó a vuestra gente de intranet un mail diciéndoles cómo hacer un
mejor trabajo salvaguardando vuestra network. Considerando que ella fue capaz de
llegar hasta vuestras rutas principales atravesando las barreras”. Le siguió otro
tenedor lleno de patata y masticó inocentemente, mientras Michelle aparentemente
tragaba algo mal y tomaba un sorbo de agua. “Ella es buena y aprende rápido…
¿por qué?”.

“Sólo preguntaba”. Michelle se aclaró la garganta. “De hecho es bastante


impresionante. Es la hija de Kevin Stuart, ¿no?”.

Dar asintió. “Mmhmm..”.

Michelle sonrió con afectación. “Inteligente por tu parte… Él no es un


amigo de tu compañía”. Ronroneó. “Siento que hay un motivo oculto aquí”.

Claro que lo sientes… Sólo que no es el que estás pensando, Michelle. “En
realidad no… aunque eso podría tranformarse en un recurso”. Contestó Dar,
desechándolo.

“Estoy segura de que ella tiene muchos… recursos”. Michelle la sonrió.


“Pero basta de hablar de ella… cuéntame más sobre ti, Dar”.
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Pareció que la cena había durado, al menos, tres semanas, consideró Dar,
mientras finalmente abandonaron el restaurante para adentrarse en el frío aire
nocturno. Inhaló un poco, después avanzó a la vez que el mozo le trajo el Lexus.
Esperó a que Michelle se acomodase y después se escurrió en el asiento del
conductor, echando el asiento hacia atrás un poco para acomodar su estatura.

“Agradable”. Michelle recorrió con un dedo la superficie de piel. “No es lo


que te imaginaba conduciendo, pero es agradable”.

Dar se contuvo la respuesta y arrancó el coche. “Gracias… A mí me gusta”.


Colocó el Lexus para maniobrar y torció a la derecha hacia Bayshore Drive,
encaminándose hacia la autopista y llevando a Michelle a su hotel.

Sabía lo que Michelle estaba persiguiendo. Había sido bastante obvio desde
el momento en que recogió a la mujer más baja, cuando había señalado la chaqueta
de Dar y había alabado su perfume. Y ella, por supuesto, creía que Dar iba a ser
una ansiosa participante.

Dios sabía que antes lo hubiera sido, y con personas menos atractivas que
Michelle Graver, que era atractiva, experimentada, muy sensual y ciertamente con
más mundo que la dulce e insegura Kerry.

Kerry había dicho, con una cálida mano en su brazo mientras se separaban
en el aparcamiento. “Dar, pásatelo bien… No te controles si no quieres”. Incluso
había sonreído. Así que todo estaba bien, ¿verdad?. Kerry entendía que eran sólo
negocios, que a ella realmente no le gustaba Michelle, que sólo era... parte del
trabajo.

Kerry lo entendía. No era como si significase algo, y sería un rápido y


relativamente entretenido momento. Michelle se marcharía feliz y nadie saldría
herido.

Giró enfrente del Hyatt y estacionó el Lexus, medio girándose hacia


Michelle mientras la mujer más baja la miraba con cálida especulación. “Ya
estamos aquí.”

Una sonrisa comenzó a formarse en el rostro de Michelle. “¿Subes?”. Su voz


era baja y segura. “Me encantaría continuar nuestra conversación”.

Dar ahogó un respiro para contestar y después saltó cuando sonó su teléfono
móvil. Lo sacó y lo abrió, mostrando a Michelle una mirada de disculpa. “¿Sí?”.
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“Dar… soy Mark... tenemos un problema gordo”. La voz del jefe de MIS
retumbó en su oído.

Era la excusa perfecta. La cogía de imprevisto y no dejaría sintiéndose


rechazada a Michelle, que la observaba interesada. “Espera un momento, Mark.”
Puso en mute el teléfono y se giró hacia la mujer más baja. “Por mucho que aprecie
la oferta, Michelle, y lo hago, me temo que he de declinarla”.

Una perfecta ceja pelirroja se elevó. “¿Problemas?”. Indicó al teléfono.

Dar se encontró con sus ojos. “No, pero estoy con alguien, y éste no es mi
estilo”. Maldición, qué bien sentaba el decirlo. Suspiró para sí mientras la cara de
Michelle se endureció con una furia oculta.

Dio un portazo al salir y Dar se apoyó en el asiento, sabiendo que acababa


de provocarse un montón de problemas.

Era alucinante lo increíblemente bien que se sentía. “Vale Mark… ¿qué


tenemos?”. Arrancó el Lexus y se alejó de la torre marrón.

Kerry casi no consiguió llegar a la puerta mientras el teléfono sonaba por


cuarta vez, sus patines resbalaron en las baldosas de la entrada y la lanzaron de un
golpe a través de la habitación. “¡Jesús!”. Gritó, mientras su cuerpo empapado de
sudor golpeaba un lado del sofá y agarraba el instrumento que sonaba. “¡Yow!”.
Aterrizó sobre su trasero y perdió el teléfono, después se arrastró detrás de él y
finalmente lo capturó. “¿Hola?”. Masculló en él, intentando tomar aire.

Una pausa. “Hola”. Una cálida y vibrante voz le respondió, con un toque
burlón.

Cada pizca de tensión de repente salió del cuerpo de Kerry, dejándola sin
energía como un húmedo trapo en el suelo. “Ey… lo siento”. De fondo podía oír
música débil sonando, a parte de eso, estaba bastante silencioso donde Dar se
encontraba. Miró el reloj. Las once. Hmm. Su ánimo creció después de haber
estado bajo suelo toda la noche. Parece que las cosas no funcionaron. Sintió como
una sonrisa asomaba a sus labios. Qué pena.

“¿Estás bien?”. Inquirió Dar gentilmente.

“Estoy mojada, exhausta, cabreada, y ahora tengo el trasero magullado”.


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Replicó Kerry . “A parte de eso, estoy genial. ¿Qué tal tú?, ¿cómo fue la cena?”.

Una dulce risita. “Penosa... Creo que puedo haber mandado una muy
importante relación con el cliente derecha al infierno”. La ejecutiva suspiró. “¿Por
qué estás cabreada, sin mencionar mojada y exhausta?”.

Kerry cruzó las piernas y miró al techo gotelé de color blanco. “Oh… bueno,
estaba patinando.”. Explicó. “Mi madre llamó y le di la noticia de que no iba a
volver para quedarme allí. Me colgó”.

“Ah”. Murmuró Dar. “Lo siento”.

“Yo no”. Replicó Kerry. “Pero me cabreó de veras... y yo…”. Dudó. Ya


estaba tensa... no, no necesita saber eso. “Decidí liberar un poco de energía
patinando”.
“Mm… ya veo. Pareces cansada”. Comentó Dar. “Debería… um… dejarte
dormir un poco”.
Hubo un momento de silencio. Kerry rodó sobre sí y puso el teléfono contra
su oído. “¿Dónde estás?”.

Un suave ruido de risitas y después Dar dejó escapar una carcajada. “Fuera,
en tu aparcamiento”. Admitió.

“¡Dar!”. Kerry sintió una risa formarse y su malhumor desapareció. “Entra


dentro, Jesús, no seas payasa... Puedes ayudar a levantarme. Creo que me he roto el
trasero”. A través de la puerta medio abierta oyó el sólido sonido de una puerta de
coche cerrarse, después unos suaves y rítmicos pasos que reconoció como los de
Dar. Se giró y vio la puerta abrirse y la morena cabeza apareció inquisitiva. “Hola”.
Meneó un pie con el patín puesto hacia la mujer alta.

Dar se puso las manos en las caderas y bajó la vista hacia ella, con una ligera
y juguetona sonrisa en los labios. “¿Siempre vas a patinar medio desnuda?”.
Inquirió, parpadeando apreciativamente ante los pantalones cortos y la camiseta
cortada. “Podrías liarme para intentarlo en ese caso”.

“Ja, ja, ja”. Kerry sacó la lengua. “No… no lo hago… pero el resto está en la
lavandería. Por alguna razón no he podido hacerla esta semana”. Una pausa.
“Todavía”.

La mujer morena se quitó la chaqueta y se unió a Kerry en el suelo,


estirándose a su lado y apoyando la cabeza sobre una mano. Había cambiado su
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traje por unos vaqueros y una camisa de algodón y parecía relajada y ligeramente
desarreglada.

Justo como a Kerry le gustaba. Sonrió. “Así que… ¿va Michelle a mandar al
Tío Scrooge detrás de tí o algo así?”.

Dar se encogió de hombros. “Puede… ya veremos… Será mejor que mande


una nota al equipo de la cuenta y les prevenga de que probablemente se comportará
como una bruja en tacones con ellos.”. Se calló y miró las llaves en su mano. “Es
demasiado malo, pero…”.

Kerry rodó y se encaró con ella. “¿Pero qué? Dar, perdona que diga esto,
pero esa mujer es una cerda”. La mujer rubia frunció las cejas. “Iba detrás de ti
como una… una…”.

“¿Un tío cachondo?”. Inquirió Dar, con un gesto cómico en los labios. “A lo
mejor es el síndrome de la mujer baja del que he oído hablar”.

“¡Ey!”. Kerry le echó una mirada. “¡La gente baja no tiene síndromes!”.
Protestó. “Sólo estamos siempre cabreados porque no alcanzamos las estanterías de
la cocina”.

Dar se rió con ganas. “Bueno, tú eres más alta que ella”.

Kerry lo consideró. “Sí, lo soy, ahora que lo pienso… Sabía que había algo
que me gustaba de ella”.

“También eres mucho más guapa que ella”. La mujer alta continuó, su voz
amable. “Por fuera y, ciertamente, por dentro”.

Su compañera se sonrojó y bajó la vista. “Gracias”. Replicó suavemente.


“Me alegra que pienses eso”.

Dar la estudió por un momento. “Tu madre estuvo brusca, ¿eh?”. Cubrió la
mano de Kerry con la suya. “Siento que hayas tenido que pasar por eso… Sé que
es duro”.

Kerry miró la mano sobre la suya, y dejó que sus dedos explorasen un poco
la superficie. “Dar... no iba a decir esto pero... ¿sabes? Una de las cosas malas entre
mis padres y yo es que nunca nos comunicamos… Y no quiero empezar de este
modo contigo”. Alzó la vista. “Me alegro muchísimo de que no te hayas ido con
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ella esta noche. Realmente me molestaba”.

Unos ojos azules parpadearon. “¿En serio?”. Las palabras eran suaves. “Me
alegro de que me lo hayas dicho”. Dar levantó las manos unidas y rozó sus labios
contra ellas. “Me quedé un poco... sorprendida… cuando me dijiste que siguiese
adelante… Me hizo sentir…”. Paró y meneó la cabeza. “Casi decepcionada”.
Admitió.

“Oh”. Kerry pensó sobre eso. “¿De veras?”.


Dar afirmó. “De veras”.

“Hmm… yo…”. Kerry se mordió el labio. “Pensé que no debía ponerme…


um… en plan ‘¡no la toques!’ Quiero decir que podríamos acabar en Jerry Springer
o algo así”.

Una sonrisa traviesa se formó en los labios de Dar. “Kerry, deja que te diga
una cosa: hubiera pagado mucho, mucho dinero para verte aplastarle las manos...
La próxima vez que alguien me fuerce a salir, tú vienes conmigo”. Una pausa.
“Bueno… ¿qué ha pasado con tu madre?”. Se encontró con unos sorprendidos ojos
verdes. “Odias hablar de ellos, ¿no?”.

Kerry suspiró. “Sí, lo odio…”. Miró a Dar con disgusto. “Ojalá a veces
pudiese olvidar que los tengo”.

El teléfono sonó y Kerry casi se muere del susto, ya que estaba apoyado en
su estómago.

“Jesús...”. Lo cogió y presionó el botón de respuesta. “¿Hola?”.

“Hola hermanita.” La voz de su hermana Angela sonaba entre nerviosa y


divertida.

“Oh… hola Ángela”. ‘Mi hermana’, le dijo gesticulando con los labios a
Dar. “Déjame adivinar… Estoy siendo el tema de conversación esta noche”.

Dar rodó sobre sí misma y apoyó la cabeza en la barriga de Kerry, sus ojos
en la cara de la mujer más pequeña.

“Dios mío, Ker... en nombre del Señor, ¿qué les has hecho? A mamá está a
punto de darle un ataque en medio de la cocina... No estás embarazada, ¿verdad?”.
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Dar elevó la cabeza y toqueteó la superficie en la que estaba apoyada,


haciendo reír a Kerry suavemente.

“Nop”. Susurró.

“No…”. Kerry se acercó y le hizo cosquillas en la nariz a Dar. “Es sólo que
estoy muy feliz donde estoy y que no quiero volver a Michigan… ¿Es eso un
crimen?”. Exhaló. “Vamos, Angie… Tengo un trabajo genial y todos mis amigos...
Lo del estúpido avión fue un accidente por el amor de Dios”.

Un suspiro. “Ker, esto no es divertido, ¿vale? Papá ya está hablando de


cosas… Ten cuidado, ¿vale? Ya sabes como se pone”.

Kerry sintió una familiar sacudida de miedo en el pecho. “Sí, lo sé”.


Contestó despacio. “¿Cómo van las cosas?”.

“Bien”. Su hermana respondió de forma calmada. “Lo mismo de siempre…


Richard está fuera con los amigos, yo estoy aquí... ya sabes como va esto.” Paró.
“Echo de menos tenerte alrededor… pero honestamente, Ker… no te culpo por
quedarte lejos”.

“Bueno, te veré la semana que viene, supongo”. Replicó Kerry. “Si no me


dejan fuera de la casa, claro está… A lo mejor ya se han calmado para entonces”.

“Lo dudo… Pero me alegraré de verte de todos modos... Si te lo hacen pasar


mal puedes quedarte con nosotros”. La aconsejó Angela. “¿Cómo te van las cosas a
ti? ¿Has encontrado a alguien… um… quiero decir… bueno, ya sabes”.

Kerry sabía. Le había contado a Angela la última vez que estuvo en casa
acerca de las cosas que había descubierto sobre sí misma. Su hermana pequeña
había estado mucho más comprensiva de lo que ella había creído posible, y esa era
una de las pocas cosas que echaba de menos al estar lejos de casa. “Sí”. Comparó
sus dedos con los de Dar. “De hecho he encontrado a alguien”.

“Ah…” Suspiró Angela. “Así que esto no tiene nada que ver con el trabajo,
¿no?”.

Kerry se rió suavemente. “En cierto modo, sí que tiene que ver”. Admitió.
“Te lo contaré cuando llegue ahí… Es una historia muy larga”.

“Trae fotos”. Su hermana la advirtió. “Quiero asegurarme que mi hermana


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 465 de 465

no está liada con alguna loca sacrificadora de cabras latina ”.

Los ojos de Dar se agrandaron mientras escuchaba y levantó la cabeza


enfadada. “¿Sacrificadora de cabras?”. Dijo con los labios.

“Shh...” Kerry puso la mano en sus labios. “Nada de eso, Angie”. Le


aseguró. “En serio”.

Una pausa tensa. “¿Estás sola?”. Le preguntó Angela dubitativa.

Kerry dejó salir aire de los pulmones. “No”.

“Oh”. Fue la vacilante respuesta. “Bueno, entonces debería dejarte... Debes


estar… um… ocupada”.

Unos ojos azules y unos verdes se encontraron y bajaron. “De hecho acabo
de volver de patinar...”. Kerry se aclaró la garganta. “Estabamos sentadas y
hablando… pero… escucha… Vigila a los viejos por mí, ¿de acuerdo? Me gustaría
saber si me voy a adentrar en el infierno la semana que viene”.

Angela suspiró. “De acuerdo… lo haré... cuídate Kerry, ¿vale?”.

“Lo haré… tú también, Angie… Te veo la semana que viene.” Le dijo a su


hermana. “Buenas noches…”.

Colgó y dejó el teléfono en el suelo. “Mi hermana”.

Dar siguió con el tema. “Parece simpática... ¿Seguro que no sois


adoptadas?”.

Kerry resopló suavemente. “Se me ha pasado por la cabeza, créeme”.


Extendió la mano y acarició el pelo de Dar. “¿Quieres leche chocolatada? Una
poca me ha seguido desde la tienda hoy”.

“Claro”. La mujer alta se levantó y estiró una mano hacia abajo. “Vamos…
Creo que están poniendo al amante de los cocodrilos en la tele”. Agarró el brazo de
Kerry y la levantó, sonriendo al ver que los patines habían aumentado la estatura
de su pequeña compañera. “Mm…buena posición”. Se agachó un poquito y besó
los labios que la esperaban, sintiendo las manos de Kerry descender y descansar
contra su cinturón.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 466 de 466

“Oh, genial…”. Kerry se divertía, entrelazando sus dedos en la hebilla y


situándose más cerca. “Estoy destinada a pasarme la vida en patines”. Los brazos
de Dar se cerraron entorno a ella y con ganas dejó que su cuerpo se relajase contra
el de su compañera.

“¿Sacrificadora de cabras? ¿Qué clase de historias le has estado contando a


tu hermana?” Dar respiró en su oído. “¿No la habrás estado asustando con cosas
sobre la Santeria y el Chupacabras, verdad?”.

Kerry dejó que su cabeza se apoyase contra el hombro de Dar. “No… Ha


estado viendo las repeticiones de Miami Vice en el cable otra vez”. Una pausa
mientras las dos se absorbían silenciosamente. “¿Que vas a hacer en Acción de
Gracias?”.

“Podrías invitarme a tu casa contigo”. Bromeó Dar, viendo una mirada


ansiosa cruzar la cara de Kerry. “Estoy invitada en la casa del General Eaton, ha
sido un buen amigo y una especie de tío para mí desde que era una niña”.

Kerry la acarició cariñosamente. “Bien… Me alegro. No me hubiese gustado


nada que estuvieses sola... Eso está en Washington, ¿no?”.

Un asentimiento. “En Maryland, más concretamente… justo en la frontera...


Me ha prometido hojas que no sean verdes y la oportunidad de un poquito de
nieve”.

“Mm”. Kerry mordisqueó su mandíbula. “Te llevarás el móvil, ¿no?”.

Dar se echó para atrás y la observó seriamente. “Si te metes en problemas


con tus padres… llámame, Kerry… Estaré allí, ¿de acuerdo?”. Hizo una pausa. “El
móvil… oh mierda... eso me recuerda… necesito conectarme. Mark,
convenientemente me interrumpió cuando estaba dejando a Michelle y me dijo que
teníamos una brecha en la seguridad”.

“Ugh…”. Kerry se sentó en el sofá y empezó a desabrocharse los patines.


“¿Los ha cogido?”.
“Sí. Pero soltaron un paquete en la network... Estaba siguiendo la pista
cuando me llamó. Iba a rastrearlo para descubrir de dónde había venido”.

“Tú misma”. Kerry señaló el escritorio. “Yo iré a por leche y galletas…”. Se
levantó y se inclinó sobre la espalda de Dar, viendo como iniciaba la sesión. “Y
enciende al cocodrilo ése”. Obtuvo un dulce e insistente beso por ello, y cerró los
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 467 de 467

ojos cuando Dar se medio giró para continuar con la presión. Que te den
Michelle… Espero que pases la noche entera con tu almohada y con una barra de
pan.

La noche estaba definitivamente mejorando.


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Duodécima parte

“Mira, no me importa lo que él diga... Ese circuito no estará completado en


10 días”. Declaró Dar por sexta vez. “Ni siquiera si conduzco hasta Tampa
personalmente y pateo en el culo al equipo de telco, así que olvídalo”.

“Pero Dar...”. Protestó la voz al otro lado del teléfono. “Han pasado dos
meses... ¡están que trinan!”.

La mujer morena exhaló. “No es nuestra culpa que sufrieran una inundación
y perdieran un CO completo, Brendan... Estamos presionando a telco tan fuerte
como podemos, ¿vale?”. Miró el reloj. ¿Solamente las once y media? Maldición...
Sentía como si hubiera estado ahí ocho horas ya. “Tienen que reconstruir la rotura,
la grieta... escucha, diles que eso es bueno. Conseguirán nuevas líneas”.

Brendan suspiró. “De acuerdo... Veré si puedo calmarlos con eso... pero
hazme un favor, y presiona un poco más fuerte, ¿huh?”.

“Veré lo que puedo hacer”. Prometió Dar, luego colgó y regresó a su correo.
“Maldición... Debe haber unos 300 mensajes ahí...” Comenzó por el primero, un
informe de Mark sobre el misterioso paquete de la noche anterior. “Alguien
buscando el objetivo de la empresa, ¿eh?”. Examinó la huella. “Desde un link
externo… huh…”. Era una solicitud de información buscando datos específicos y
mientras vaciaba los desechos se envaró.

“Vaya, vaya”. Su nombre y el número de la seguridad social. “Hijo de puta”.


Cogió el teléfono y marcó el número de Mark, esperando mientras sonaba hasta
saltarle el contestador de voz. “Mark, soy Dar. Necesito saber de dónde llegó esto”.
Colgó, dejó el asunto de lado y pasó al siguiente mensaje.

El teléfono sonó. “¿Sí?” Un toque de impaciencia asomó a su voz.

“Dar, tienes a Mariana en la *número uno*”. Dijo María a través del


interfono. “Dice que es urgente”.

La mujer morena sintió una punzada en el estómago. “De acuerdo... la


cogeré... gracias”. Tamborileó con los dedos un momento, luego apretó el botón.
“Hola Mariana… ¿qué ocurre?”.
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“Dar, necesito hablar contigo”. La formalidad de su voz despertó alarma en


la mente de Dar. “Ahora, por favor”.

Mierda. “Mariana estoy en medio de una docena de incendios aquí... ¿qué


pasa?” Objetó cautamente.

“Por favor, baja aquí”. La Vicepresidenta de Personal declaró seriamente.


“Necesito mostrarte algo”.

Dar suspiró internamente. “De acuerdo... Ahora mismo voy”. Colgó, luego
se levantó y se puso la chaqueta, pasándose una mano por el pelo para ordenarlo.
“Puedo imaginarme de que se trata”. Murmuró suavemente mientras se dirigía
hacia la puerta.

Momentos después llamaba suavemente en el marco de la puerta que daba a


la espaciosa oficina de Mariana, dirigiéndole a la mujer una inclinación de cabeza
cuando la miró. “Como pediste”.

“Cierra la puerta”. Dijo Mariana, en un tranquilo y serio tono.

Dar así lo hizo, luego atravesó la alfombra y se sentó en la silla de las visitas
frente a la suya aparentando una tranquilidad que realmente no sentía. “Bueno,
¿qué ocurre?”.

La morena le tendió un sobre color manila. “Me han entregado esto a través
de un mensajero”.

Dar extendió el brazo y cogió el sobre, abriéndolo por la parte superior y


sacó un paquete de fotos 8x10. Miró la primera de ellas y empezó a reír. “Bueno,
esto era predecible”. Ojeó las otras, para después dejar el montón de fotos frente a
su amiga. “¿Y?”.

Mariana se inclinó hacia delante. “Dar”. Puso un dedo sobre las fotos. “¿Qué
está pasando?
Dar también se inclinó hacia delante. “¿Con qué? ¿10 fotos de dos personas
en Disney World?”. Dejó que un tono de incredulidad asomara en su voz. “¿Hay
algún problema con eso?”.

“Éstas no son dos personas, Dar... ésta eres tú y una empleada tuya”. Declaró
Mariana calmadamente. “Debo decirte que esto es algo muy serio”.
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La alta mujer dejó escapar un bufido. “Cálmate, Mari... No va en contra de


la política de la empresa tener un par de horas libres”.

“Dar”. Mariana se levantó y se apoyó sobre las manos. “¿Qué está pasando
contigo? ¿Entiendes lo que estas fotos parecen?” Cogió la primera del montón y se
la mostró. Era una buena toma, un poco borroso, de ella y Kerry en la Montaña
Espacial, sus brazos abrazando cómodamente a la pequeña mujer y ambas estaban
sonriendo.

“Parecen dos personas pasándoselo bien”. Contestó Dar calmadamente. “Lo


cual es lo que era... No estoy segura de que me agrade lo que insinúas”. Ella
también se levantó, dejando mostrar cierta ira. “Mira, sé que esto romperá por
completo la estructura de la corporación, pero es posible que haya alguien en mi
equipo que no me odie a muerte… raro, pero ahí lo tienes. ¿Cuál es el maldito
problema, Mari?”.

“¿Me estás diciendo que no hay nada entre vosotras?”. Replicó Mariana.
“¿Es eso lo que estás diciendo?”.

“No...”. Contestó Dar, su tono de voz descendiendo peligrosamente.


“Ciertamente hay algo entre nosotras... Se llama amistad, Mariana... ¿o piensas que
no soy capaz de eso?” Estalló. “¿Crees que cada vez que hablo con alguien tengo
que acostarme con ellos? ¿¿Es eso??”.

Mariana se echó un poco hacia atrás, mirándola con incertidumbre. “Vale...


vale... cálmate Dar. Levantó las manos. “Intento protegerte y, más importante,
proteger a Kerry... Ése es mi trabajo, ¿recuerdas?”. Apartó la mirada de los helados
ojos que la observaban. “Así que... sois amigas ¿es eso lo que me estás diciendo?”.

“Sí”. Contestó Dar. “No suelo encajar con mucha gente, Mari... lo sabes. He
tenido suerte… De hecho, puedo pasar tiempo con ella sin querer estrangularla
hasta matarla. ¿Es eso un crimen?”.

“Pasáis tiempo juntas”. Aclaró la morena, cautelosamente.

“Claro... Hemos cenado un par de veces, vamos juntas al gimnasio... Es una


buena chica y me agrada mucho." Respondió Dar.

La Directora de Personal se relajó un poco. “Lo siento”. Dijo sin más,


encontrando sus ojos avellana los de Dar y proyectando culpabilidad. “Dar, tú y yo
somos amigas... y sé cuán aislada te mantienes. Es sólo que...”. Tocó las fotos. “Me
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asusté por ti ¿vale?”. Suspiró. “Hay gente que tomaría cualquier oportunidad para
ir detrás de ti... y no quiero ver que eso ocurra”.

Ahora, Dar se relajó un poco y exhaló. “Lo sé...”. Agitó la cabeza. “¿Sabes
de dónde han llegado?”.

Mariana parpadeó. “De Disney World, creo... no estoy segura... ¿había


alguien tomandoos fotos mientras estuvísteis allí?”.

“Son un poco de la malicia de Michelle Graver”. Respondió Dar, con una


sonrisa sin pizca de humor. “No me acosté con ella, así que ésta es su manera de
responder”.

Mariana se envaró y dejó escapar un leve quejido. “Estás bromeando”.

“No”. Contestó Dar. “Prácticamente la tuve que echar fuera de mi coche


anoche”.

“Menuda…”. La pequeña mujer miró con disgusto las fotos. “Dar... Eso es
horrible”.

La mujer morena se levantó y paseó hacia la ventana, apoyó las manos


contra el cristal y miró fuera. “Sí... lo sé”. Resopló suavemente. “Imagina...
finalmente consigo desarrollar una conciencia ¿y qué consigo por ello?”.

Mariana la estudió por detrás, luego se levantó y se unió a ella en la ventana,


poniendo una mano sobre su brazo. “No era eso lo que quería...”. Suspiró, perpleja
por la situación. “Dar, escucha, en cierta medida, esperaba a medias que fuera
cierto”.

Sobresaltados ojos azules se giraron y la miraron. “¿Qué?”

“Te conozco desde hace años... y es como si no te conociera, Dar... Sólo nos
dejas ver pequeñas partes y piezas de quién eres... y he estado muy preocupada por
ti”. Dijo la pequeña mujer tranquilamente. “Te presionan demasiado… y me
preocupaba bastante saber que tú realmente no tenías a nadie con quien
compartirla... aparte de este estúpido trabajo, ¿vale?”.

Cautamente, Dar la observó. “¿Qué estás diciendo?”. Entrecruzó los brazos


y se apoyó contra el cristal, el sol bañándolas a ambas y dividiendo la tranquila
oficina en dos.
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“No te enfades conmigo”. Mariana puso una mano sobre su brazo. “Pero he
visto un gran cambio en ti en el mes pasado y, para ser completamente honesta,
esperaba que hubieras encontrado a alguien con quien poder compartir tus
pensamientos y sueños”.

No quería mentirle a Mariana. La mujer había sido su amiga durante años...


pero esto... Dar suspiró. No quería que la ejecutiva de personal tuviera su propia
crisis de conciencia, anteponiendo su amistad con Dar a su trabajo. Pensó
rápidamente. “Tengo un montón de cosas en la cabeza últimamente...”. Eligió las
palabras con cuidado. “La menor de las cuales no ha sido mi salud”.

Eso dejó fuera de lugar a la pequeña mujer, ahora sus ojos se ensancharon
con sincera preocupación.

“Te hablé sobre mis dolores de cabeza... Bueno, cuando me examinaron,


encontraron algo irregular en mi corazón”. Le dijo Dar. “Fui a hacerme algunas
pruebas... y créeme Mari... estaba muy preocupada. Mi padre murió por una
válvula defectuosa”.

“Oh, Dios mío”. Mariana dio un paso hacia ella. “¿Qué pasó?”.

Dar agitó la cabeza. “Salieron bien... de algún modo... realmente no estoy


segura ni yo misma pero... era un temor que tuve durante largo tiempo... Realmente
me alivió quitarme ese peso de encima”. Miró a la alfombra y tocó con el pie un
pedazo de la tela. “Creo que por eso estoy un poco más relajada últimamente... Eso
y el que me dijeran que mejor me lo tomase con más calma o arriesgarme a tener
serios problemas con esos dolores de cabeza”. Hasta aquí, todo era verdad. Sólo
que no era toda la verdad.

“Dar, me lo tenías que haber dicho... hubiera podido...”.

“Qué, ¿arreglártelas para que no hubiera más crisis?”. Preguntó Dar


blandamente. “Aquellos dos días en Orlando vinieron en el momento adecuado. Lo
que realmente me fastidia es que alguien haga fotos de algo tan normal y lo haga
parecer como si estuviésemos...”. Dar agitó la cabeza tristemente. “Maldición”.
También cierto. En el parque, a ninguna de las dos se les pasó por la cabeza pensar
sobre una relación romántica.

“Dar, no te preocupes por eso”. Respondió Mariana calmadamente. “Las


haré trizas”.
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Dar lo consideró, luego permitió que una ligera sonrisa cruzará sus labios.
“No... déjamelas”. Discrepó. “Tengo una idea mejor”. ¿Piensas que me has cogido,
eh, mosquita?. “Mira... Mari... siento haber gritado. Tenías todo el derecho a
llamarme la atención sobre el tema... Podría ser el infierno para todos si se nos va
de las manos”.

Mariana le dio unas palmaditas en el brazo. “Podría haberlo hecho de otro


modo... Supongo que estaba sorprendida. Bueno, no sorprendida sino...”. Caminó
al otro lado y recogió las fotos hojeándolas, luego observó a Dar, quien estaba
mirando hacia fuera por la ventana. Sus ojos descendieron de nuevo hacia la
primera de las fotos, observando la relajada y feliz mirada en la cara de la alta
ejecutiva mientras abrazaba a la rubia Kerry contra ella. “De todos modos, y
cambiando de tema, estoy esperando con placer la cena de esta noche... ¿lo
recuerdas, verdad?”.

Dar se volvió y asintió. “Lo recuerdo... y Kerry me dijo que también


aceptaba tu invitación... Será divertido”. Se alejó del cristal y caminó hacia su
amiga, extendiendo una mano. “Dámelas… Voy a publicar estas malditas fotos en
servidor interno de la web... Ups, el periódico mensual está al salir”.

Mariana parpadeó. “¿Qué?”.


Una sonrisa. “Me aseguraré que Michelle reciba por correo una copia de esa
página”.

“Tch... Dar”. La Vicepresidenta de Personal evitó hacer una mueca. “Le


enviaré una nota dándole las gracias, ¿qué te parece? A mano”.

Dar rió suavemente. “Ey... sería un bonito detalle”. Alzó una mano. “Tengo
una pila de urgencias sobre mi escritorio... Te veré esta noche, Mari”.

“Mm... te veo esta noche amiga mía”. Agitó una mano a modo de despedida
mientras Dar salía, luego se sentó y jugó en silencio con una pluma durante varios
minutos. Entonces un suave golpe vino desde la puerta. “Entre Vous”. Dijo en alto,
sin sorprenderse cuando entró Duks y se sentó en una esquina del escritorio.

“¿Bien?”. Él alzó una ceja al preguntarle.

“Bueno, casi consigo que me arranque la cabeza y conseguí algo


aparentemente bueno del tema pero ¿sabes qué, Dukky?”
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“¿Qué?”. Cruzó los brazos sobre el pecho.

Ambos estallaron en una canción. “¡¡¡Hay algo ahí que antes no había!!!”.

La puerta se abrió y José asomó la cabeza. “¿Estábais cantando?”

Dos solemnes caras lo miraron. “¿Qué?”. Preguntó Dukks arqueando las


cejas.

“¿Cantando?”. Mariana lo estudió. “José utiliza el seguro de sanidad y revisa


tus oídos, ¿de acuerdo?”. Agitó la cabeza desaprobadoramente. “¿Necesitabas
algo?”.

El zoquete Vicepresidente de Ventas les dedicó una maligna mirada. “Mi


maldito administrador regional de cuentas nuevo, de hecho... ¿me vas hacer esperar
hasta el año que viene?”. Se quejó “¿O tienes que ser Dar Roberts para conseguir
que se hagan las cosas por aquí?”.

“No, Peter”. Dar apoyó un codo sobre su escritorio y cerró los ojos. “No voy
a soltar eso, así que tendrán que esperar”. Se separó el teléfono de la oreja cuando
un grito de rabia salió por él. “Uno más así y cuelgo”. Contestó seca al teléfono.
“No tengo tiempo para esta porquería, Peter”.

“Me estás saboteando, joder”. Contestó él, frustrado.

“No seas estúpido”. Replicó Dar. “¿Por qué iba a hacer eso?. Tú lo haces
muy bien solito”.

“Puta”. La conexión se cortó y Dar exhaló, con mueca irónica.

“Tonto”. Murmuró volviendo su atención al monitor y pinchando sobre otro


mail. La puerta trasera se abrió y alzó la mirada para ver a Kerry entrar con una
bolsa marrón en las manos. “Ey”.

La mujer rubia se acercó, dejó la bolsa sobre la mesa y se reclinó sobre el


borde del escritorio. “Hola”. Dobló el extremo de su falda color burdeos y después
entrecruzó las manos.

“¿Qué es eso?”. Dar rozó la bolsa con su bolígrafo.

“La comida”. Replicó rauda Kerry. “Tuve que ir al banco durante la mía… Y
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supuse que seguirías aquí encerrada, así que…”.

Dar golpeó de nuevo la bolsa. “No será nada con brotes de alfalfa o así,
¿verdad?”. Miró a hurtadillas a la pequeña mujer.

“Oh… sí, seguro”. Rió Kerry. “Como si… no, es un sandwich de queso y
patatas fritas”. Miró al monitor del ordenador. “Madre mía… y yo que pensé que
tenía muchos correos… ¿qué es todo eso?”.

Dar estaba investigando su comida y sacó una patata, para masticarla con
alegría. “He dejado las cosas de lado por unos días… Supongo que todo se me ha
juntado hoy… Oh, sí”. Sacó el sobre color manila de su recipiente para correos
entrantes y se lo acercó a Kerry. “Mira lo que ha recibido hoy Mariana… de
nuestra amiga Michelle”.

Kerry sacó las fotos y aspiró una bocanada de aire con sorpresa. “¡Dios
Santo!”. Se le escapó por la sorpresa. “¿Dónde dem… oh”. Se dio cuenta que
debieron ser fotografiadas por cámaras ocultas. “Que cerda”.

Dar miró, mordisqueando otra patata. “No… ése es el Pato Donald”. Señaló
la fotografía. “No tienen ningún personaje de cerda”.

Kerry simplemente se la quedó mirando. “¿Quién recibió esto?”. Preguntó


quedamente.

“Mariana”. Contestó Dar. “Yo… um… me llamaron para regañarme por


ellas, más o menos”.

“Hmm… bueno, no es que sean nada importante… Quiero decir, Jesús,


Dar…”. Se le fue apagando la voz. “¿Estamos en problemas?”.

Estamos. Dar se dejó abrazar por la palabra y recordó lo que había dicho
Mari. “No lo sé”. Murmuró. “Mariana cree que hay algo por medio… Yo… le di
largas más que otra cosa”. La miró de forma huidiza. “Sin embargo, tendremos que
tener cuidado esta noche, no es fácil engañarla”.

“Oh”. Kerry consideró el problema en pensativo silencio. “Es una amiga


tuya, ¿verdad?”.

Dar asintió de forma queda. “Sí, lo es”.


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La pequeña mujer arrugó en entrecejo. “Creo que te sentirás mejor si se lo


cuentas”. Una pausa. “Porque creo que de todas maneras lo sabe… tan sólo por
como me estaba hablando el otro día”.

Dar masticó una patata. “Yo también creo que lo sabe… Simplemente odio
meterla en… o a Duks, de paso, en una situación incómoda. Es la directora de
personal y esto es parte de su trabajo… No sé, Kerry”.

“Mm”. Kerry le robó una patata. “Piénsalo… ¿vale?”. Cambió el tema. “Son
unas fotos bonitas… ¿me puedo quedar con una?”.

Dar sonrió y miró al montón de fotos. “Claro… se las iba a dar a Betty para
que las pusiera en la división del periódico”.
La rubia mujer escogió la foto donde estaban las dos juntas en la montaña
rusa y le devolvió el resto. “Me gusta ésta”. La miró. “Realmente tenía ganas de
preguntarte si te apetecía volver a montar en esa maldita cosa”.

Dar rió. “Yo casi lo hice”. Admitió. “Ey… se supone que este fin de semana
va a hacer bueno… ¿Te apetece pasar un rato en el agua?”.

Kerry la miró con ojos alegres. “¡Sí!”. Accedió rápidamente. “Tengo mi


primera clase de submarinismo el sábado por la mañana… ¿qué tal si salimos
después de comer?”.

“Me parece bien”. Asintió Dar. “Tendrás a todos esos muñecos de nieve
celosos de tu moreno, eso seguro”. Sacó una mano y acarició la rodilla de Kerry
suavemente. “Creo que voy a llamar a Mariana para que cambie el lugar de la
cena… dos noches seguidas…”.

Kerry inspiró fuertemente. “Jesús, olvidé que la llevaste allí… ¿tienes algún
otro lugar en mente?”.

Dar meneó la cabeza, después marcó el número de teléfono. Sonó dos veces
antes de que Mariana contestase. “Mari… oye, ¿te importaría un cambio de planes
esta noche?”.

Escuchó papeleo y un suave murmullo de fondo que no pudo identificar,


entonces Mariana se aclaró la garganta. “No… no, de hecho, Dar… estaba a punto
de llamarte… hay un nuevo restaurante Tailandés en el norte de Miami al que Duks
se muere por probar”.
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Ojos verdes y azules se encontraron. Kerry se puso un dedo en la nariz, puso


cara cómica y sacó los dientes, olisqueando. “Huelo a rata…”. Dijo sin voz.

Dar ahogó la risa. “Claro… pero Mari, no sabía que te gustara esa comida”.
Estuvo de acuerdo con Kerry, su pulgar seguía acariciando de forma ausente la piel
de Kerry.

“La vida es breve, Dar… cualquier momento es válido para probar algo
nuevo… Además, a Duks le encanta y me ha jurado que el pollo realmente es solo
pollo”.
“De acuerdo… Me parece bien”. La morena mujer se relajó con beatífica
expresión en el rostro. “A mí me gusta la comida tailandesa”.
“Oh… Supongo que mejor le pregunto a Kerry… quizás a ella no…”. Mari
suspiró.
“No, le gusta”. Contestó sin pensar Dar, entonces se golpeó la cabeza con la
mano e hizo girar los ojos mientras Kerry se tapaba la boca rápidamente con la
mano. “Jesús… Me ha pillado”. Murmuró sin voz. “Estuvimos hablando de ello el
otro día”. Añadió al teléfono. “Tuvimos el debate de ‘si es gato o no’”.

Kerry se dobló de la risa y se apoyó en el escritorio.

“Oh… Vaya, eso es genial”. Dijo Mariana con presunción. “Tan sólo
seremos nosotros cuatro… está cerca de la US 1, Dar… justo antes de las señales”.
Una pausa. “Entonces, ¿se lo dices tú a Kerry?”.

Dar suspiró y se cubrió los ojos, sin poderse creer que Mariana la dejase
escapar tan fácilmente. “Claro… yo le digo”. Accedió torcidamente mirando a la
ya compuesta rubia, cuyos vivos ojos verdes la miraban joviales. “Nos vemos”.
Colgó y alzó las manos, dejándolas caer con disgusto. “Maldita sea”.

Kerry miró hacia la puerta, entonces se reclinó y la besó en la frente. “Estás


tan mona cuando te confundes”. Le dijo con una sonrisa.

Dar alzó las cejas. “¡No estoy confundida!”. Objetó, se estiró los puños de la
camisa y se sacudió la manga. “Sólo… um…”.

El suave golpe las avisó, y Kerry se deslizó hacia el frente del escritorio,
acomodándose en una de las sillas de visita antes de que María asomase la cabeza
y las viese.

“Ah… aquí estas, Kerrisita…”. La secretaria entró y atravesó la alfombra.


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“*Dios mío*, Dar… ¿qué es eso?”.

La ejecutiva se detuvo a medio bocado, disfrutando del sandwich. “La


comida… que es lo que parece, ¿el nuevo director de cuentas de José?”. Contestó,
pegando un bocado y saboreándolo.

“Tcha… eso es tan malo para ti”. La regañó María. “Kerrisita, tú le das
mejor ejemplo ¿no?”.

Kerry se frotó la ceja. “De hecho, yo se lo traje”. Admitió vergonzosa. “Los


subterráneos de Miami realmente no tienen nada que sea muy sano María”. Hizo
una pausa. “Tan sólo una especie de pasteles griegos…”.

Dar sacó la lengua y después volvió su atención a la pantalla del ordenador.


“María, ¿qué es toda esta propaganda en mi correo?”.
“Aie… por eso estoy aquí…”. La mujer mayor se frotó las manos. “Es
Mark, empezó una… como lo llaman… una lista de correo”.

Dar pinchaba el ratón con una mano mientras con la otra sujetaba el
sandwich. “Oh… vale… por eso los asuntos van desde TCP/IP hasta… “. Miró la
lista de correos. “Una receta de huevos al vodka”. Alzó la mirada y después
descolgó el teléfono.

“¿Sí?”. Sonó la voz preocupada de Mark, como siempre.

“Sácame de esta jodida lista”. Rugió Dar. “O reenrutaré cada mensaje a un


anillo infinito y te los mando a tu correo de voz”.

Silencio mortal. “Uh”. Mark se aclaró la garganta. “¿Puedes hacer eso?”.

“Sí”. Contestó Dar con voz suave como la seda. “Puedo hacer incluso que te
suene el busca cada vez”.

“Estás fuera”. Saltó Mark. “No fue a propósito… Estoy probando este nuevo
software de listas de correo que es parte de nuestro nuevo servidor… Lo juro”. Se
aclaró la garganta. “Escucha, siento no poder ir esta noche… pero le prometí a
Barbara que la llevaría en una de esas escapadas marinas”.

“No te preocupes por eso, te alcanzaré la próxima vez”. Le dijo Dar.


“¿Alguna suerte en esa búsqueda?”.
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Un momento de silencio y después el ruido de teclas. “Vino a través de


intranet mediante un link con el esqueleto de Chicago. Parece que alguien se metió
vía uno de los centros de milnet. Estoy mandando un query tras su búsqueda”.
Murmuró el jefe de MIS. “¿Viste el set de instrucciones en esa cosa?" . Vaciaré a
esa bruja por ti… ¡está tu mierda aquí, Dar!”.

“Lo sé”. Replicó de forma queda la ejecutiva. “Estuve mirándolo ayer por la
noche”.

Una pausa. “Sí… veo que entraste”. Replicó Mark. “Tu IP entrante es un
poco extraño, no es uno de las líneas que sueles usar”.

Dar golpeó suavemente el teléfono con un dedo. “La conexión con el celular
estaba actuando… tuve que usar una conexión a tierra”. Comentó. “Oye… ¿puedes
rastrear el paquete o no?”.

“Estoy en ello”. Le aseguró Mark. “Nos vemos, Dar”.

La línea quedó muerta. Kerry se levantó y se estiró la falda. “Bueno, tengo


una conferencia dentro de cinco minutos… Voy a por algo de té”. Se marchó
usando la puerta principal del despacho de Dar.

Dar volvió a su comida. “¿Conseguimos esos contratos?”. Le preguntó a


María, mirándola.

“Sabes, Dar… Kerry es una persona tan adorable”. María la sonrió. “Tuviste
tanta suerte de encontrarla”.

Las mandíbulas de Dar se detuvieron y estuvo considerando lo dicho por un


momento. “Bueno, eso creo”. Contestó finalmente, de manera cautelosa. “Me
alegro que te guste”.

María se acercó y le palmeó la mano, entonces sonrió y puso un gesto


travieso antes de darse la vuelta y marcharse.

Dar simplemente se la quedó mirando de forma atontada. “¿Qué demonios le


pasa a todo el mundo hoy?”. Le preguntó a la habitación vacía.

***
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“¿Lista?”. Dar esperó apoyada contra un lado de su coche mientras Kerry se


cepillaba el pelo. Los últimos rayos del sol la iluminaron a través del parabrisas y
Dar se encontró sonriendo ante la imagen. Estaban fuera del restaurante, en un
aparcamiento pequeño y lleno que informaba de la buena calidad del restaurante.

Kerry miró por última vez al espejo retrovisor, colocándose el cabello,


entonces salió y se arregló la camisa. “¿Estoy bien?”. Preguntó, dedicándole a su
jefa una inquisitiva mirada.

“Muy bien”. Le aseguró Dar. Kerry llevaba unos vaqueros oscuros muy bien
planchados y un polo color agua mar debajo de un jersey blanco y ajustado cuyas
mangas estaban dobladas hacia medio brazo. “Bueno… ¿lista?”.

Kerry exhaló y estudió a su acompañante, que se había cambiado a unos


pantalones marrones y un top rojo, con su chaqueta de cuero sobre los hombros.
“Sip… a jugar…”. Jugueteó con la cremallera de Dar. “Te ves bien”.

La alta mujer sonrió y le palmeó el costado. “Y tú… Vamos”. Siguió a Kerry


mientras recorrían en aparcamiento. “Me gusta ese jersey”. Admiró los minúsculos
pajaros de encaje que estaban en la parte delantera del mismo y descendían por las
mangas.

Kerry se estiró ligeramente y sonrió mientras llegaban a la mesa que regía el


restaurante. Encontró a Mariana y Duks inclinados sobre la barandilla, y se aclaró
la garganta. “Bueno… allá vamos… espero que superemos esto”.

Dar bufó. “No hay problema. Sólo relájate, lo haremos bien”.

“¿Dar?”. Murmuró suavemente Kerry.

“¿Hmm?”. La morena mujer se le acercó un poquito más.

“Quizás deberías quitar tu mano de mi espalda… no es que me moleste,


pero…”.

“Cierto”. Dar separó la desobediente mano y saludó con ella a Mariana y


Duks mientras se acercaban. “Tan sólo me estaba asegurando que no tropezases en
los escalones”.

“Bueno, hola a las dos”. Mariana les sonrió. La Vicepresidenta de Personal


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llevaba unas mallas y un jersey, y Duks se había cambiado a un jersey azul oscuro
y unos pantalones chinos color negro. “Huele genial aquí fuera… entremos”.

Dar les dedicó a ambos una breve inclinación de la cabeza para después
seguirles al interior, fijándose en la decoración típica de oro/rojo/negro que los
restaurantes orientales debían considerar como imprescindible. La sala era grande,
con algunas pequeñas mesas repartidas en el centro, y una plataforma de elevación
a lo largo de todas las paredes , conteniendo mesas bajas y almohadones.

Montones y montones de almohadones. Sin sillas.

Fueron conducidos a una mesa al fondo por un camarero sonriente que no


dejaba de inclinarse, el cual les indicó que debían quitarse los zapatos y ponerse
cómodos. La mesa tenía respaldos tapizados donde apoyarse, y pilas de suaves
almohadones de seda que la rodeaban. “¿No es bonito?”. Murmuró Mariana.
“Nunca antes había comido en un sitio como éste”.

Se sentaron, una a cada lado de la mesa, y se acomodaron en los cojines. Dar


descubrió que era realmente relajante, y empezó a liberar parte de la ansiedad del
día, y el conocimiento de que sus dos amigos la estaban mirando con conocimiento
de causa. Estiró los brazos sobre los almohadones y les devolvió la mirada.
“Bueno… un día de infierno, ¿eh?”.

Duks alzó la mirada de su menú e hizo una mueca irónica. Tenía un rostro
duro, con mandíbula cuadrada y un grueso cuello que desaparecía entre anchos
hombros que delataban una juventud basada en algo más que hacer funcionar una
calculadora. “Si creyese en el Infierno, estaría de acuerdo contigo”.

Kerry se inclinó hacia delante con curiosidad. “¿Es ateo, Sr. Draefus?”.

Le dedicó la mueca a ella. “Duks, por favor Kerry, y sí, lo soy”. Escogió lo
que quería de cena para después dejar sobre la mesa el menú. “Descubrí que me
hace la vida mucho más fácil”.

“¿Más fácil? ¿Cómo?”. Inquirió la mujer rubia. “Yo pensaría que intentar
buscar explicación para todo la haría un poco más complicada… Es tan fácil decir
‘porque Dios así lo dice’”.

“Sí, ¿verdad?”. Coincidió Duks suavemente. “Más fácil porque no tengo


expectativas… no tengo nada por lo que vivir, nada por lo que sacrificar mi vida,
porque el final, es simplemente… el fin”. Le dijo. “Te detienes y das de comer a
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los gusanos. Y así la vida es más preciosa, y la disfrutas más, sabiendo que es la
única oportunidad que tendrás”.

Kerry se agarró la barbilla con la mano. “Entonces no crees en las almas,


¿verdad?”.

Una sonrisa. “No… creo que lo que tenemos aquí…”. Se señaló el pecho.
“Es sangre y músculos, y nada más”. Una pausa. “¿Crees en Dios, Kerry?”.

“Sí, creo… creo que hay un poder superior que dirige las cosas en nuestras
vidas… y creo que todos tenemos un alma inmortal”. Contestó seria, Kerry. “Y que
el alma continúa vida tras vida”.

“Ah… Ya veo, no una cristiana convencional”. Murmuró Mariana,


fascinada. “Yo tuve una educación católica ortodoxa… Y apesta, junto con toda la
gloriosa pompa y misticismo que lo acompaña… Todavía me dan escalofríos
durante la Misa”. Miró a Duks. “Tuvimos una gran discusión sobre el tema… Él
cree que lo superaré si me voy a ver una buena ópera”.

Kerry dejó escapar una risa de sorpresa.

“¿Y tú que, amiga mía?”. Duks se encaró con la silenciosa y observadora


Dar. “No creo que hayamos hablado de la gran R (se refiere a la religión)… y no
recuerdo que alguna vez dijeses que fuiste a la iglesia, así que…”.

Ojos azul pálido fueron de cara en cara, entonces Dar se encogió ligeramente
de hombros. “Mi madre es pagana”. Sonrió de forma traviesa ante las miradas de
sorpresa. “Mi padre fue tan baptista sureño como se puede llegar a ser sin tener que
manejar serpientes”. Miró la mesa por un momento. “No teníamos nada organizado
al crecer yo, tan sólo sabía que ellos creían en algo, no necesariamente lo mismo,
pero en algo”.

“¡Vaya mezcla!”. Dijo Mariana con sorpresa en la voz.

“Cierto… me fijé en eso… creo en algo, pero nunca me he parado a definir


qué es ese algo”. Finalizó Dar. “Así que celebro lo que quiero, cuando quiero… me
va bien”.

Volvió el camarero y pidieron la cena, con Mariana recibiendo consejos


contradictorios de Dar y Duks. “Shush”. Dijo finalmente, entonces se volvió hacia
Kerry en busca de ayuda. “¿Cuál es?”.
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La rubia mujer rió suavemente. “El massaman es un curry dulce, con carne y
patatas… El curry verde es muy fuerte, el curry rojo es intermedio, y normalmente
tiene leche de coco”.

“Ah… así que eres una experta”. La vicepresidenta de Personal le dedicó un


asentimiento de cabeza aprobatorio.

Kerry simplemente sonrió, y observó mientras terminaban de pedir, entonces


medio giró la cabeza para mirar a Dar, y parpadeó ante la repentina expresión en la
cara de su acompañante. Dirigió su mirada hacia donde la tenía concentrada Dar, y
vio a una alta morena en un impecable traje de sastre entrando con otras dos
mujeres. Cuando volvió a mirar a Dar, el rostro de la morena mujer estaba
cuidadosamente controlado, pero podía ver los leves movimientos de su mandíbula
y se reclinó hacia ella. “¿Dar?”.

Helados ojos azules la traspasaron para después suavizarse. “Recuerdas


cuando te dije que no sería apropiado que conocieses a cierta gente”. Comentó la
alta mujer con forzada casualidad.

¿Qué? Oh… sus antiguas amantes. Cierto. “Si”. Kerry miró de soslayo a
Duks y Mariana, los cuales estaban ocupados con el camarero.

“Debí haber mantenido la boca cerrada”. Replicó suavemente Dar.

Kerry desvió la mirada por un momento. “Oh”. Deslizó una mano por el
borde inferior de la mesa y palmeó el tobillo de Dar. “Déjame que vaya por mis
botas”.

Eso le sacó una sonrisa a Dar, la cual puso los brazos sobre la mesa y
consideró sus opciones. De acuerdo con donde estaba sentada,y donde Elana se iba
a sentar, no había modo posible en el Infierno de que la puta no alzase la mirada y
la viese. Por supuesto, tras mirar el menú, Elana la miró de forma directa.

Dar medio ladeó la cabeza como si estuviese escuchando el parloteo de


Duks y Mari, y vio como una lenta y maliciosa mueca hacía aparición en el
aristocrático rostro. Maldición. Se reclinó y rozó el brazo de Duks. “Vamos a tener
una escena desagradable en un momento”. Le avisó en tono bajo, dejando que sus
ojos recorrieran la estancia de arriba abajo.

Duks alzó la mirada, entonces se mordió el labio. “Aw, mierda”.


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Mari miró también. “Bueno… ¿creéis que se ha puesto suficiente


maquillaje?. Parece el muñeco de los paquetes de harina"” Sin embargo su voz era
cortante y sin pizca de humor. “Sabes, no hay mucha gente con la que pueda decir
que disfruté procesando su finiquito, pero por Dios, que ella es una de ellos”.

Elana atravesó la sala, mirándolos de forma directa con castaños ojos que se
mantenían fijos en el rostro de Dar. “Mira lo que tenemos aquí… hola Lou…
Mariana…”. Una pausa y una débil sonrisa. “Dar”. Sus ojos se desviaron hacia
Kerry. “Lo siento, no te conozco”.

Dar la dejó esperando un momento, entonces se reclinó hacia atrás,


rodeándose una rodilla con ambas manos. “Hola Elana… hace tiempo que no te
veo… ¿estuviste fuera de la ciudad?”.

“No… simplemente no salgo mucho”. Sonrió de forma artificial la delgada


mujer. “Acabamos de adicionar dos nuevos hospitales… ninguno de los dos
cuentas vuestras desafortunadamente”.

“Oí que los ganasteis… sin embargo, querrás ser precavida”. Comentó Dar.
“Los rumores son que acaban de cambiar de vendedores porque van a la banca
rota, y les darás 120 días de gracia en la cuenta… IBM los iba a echar”.

“No te preocupes por eso Dar”. Rió Elana. “Tus trucos no funcionan
conmigo, ¿recuerdas?”.

De hecho, era cierto. Dar se encogió de hombros. “Como quieras”.

Dejó que sus ojos vagaran por la mesa. “Bueno, ¿y que has estado haciendo
con tu vida? ¿Lo de siempre?”. Rió. “Me encanta hablar de ti a la gente en las
fiestas… Es una historia genial, ya que estamos”. Sonrió dulcemente. “¿Y quién es
ésta?”. Sus ojos se fijaron en Kerry.

“Kerry Stuart”. La mujer rubia extendió amigablemente una mano en forma


de saludo. “Trabajo para Dar”.

“Apuesto a que lo haces, cielo”. Rió Elana. “Debes ser nueva por aquí”.

“Oh… lo soy”. Replicó Kerry, enfocando duros ojos verdes sobre ella.
“Nueva en el área también… Dime, Dar ¿es éste uno de esos bichos de palmera
que siempre me describes?. Oh Dios mío, son feos…”. Dejó que sus ojos se
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abrieran de par en par y se fijasen en el hombro de Elana.

La mujer pegó un brinco. “¿Dónde….?”. Vio algo por el rabillo del ojo, lo
palmeó y después gritó. “Oh Dios mío….”. Se fue caminando hacia atrás, alzando
las manos hacia su pelo en un ataque de pánico. “Oh… ayuda… ¡¡quitádmelo!!”.

Kerry se puso de pie y fue corriendo en su ayuda, colisionando con un


camarero que pasaba mientras se acercaba a la frenética mujer. La bandeja que
llevaba se alzó en el aire para luego caer, salpicando el suelo, las mesas y a Elana
con un conglomerado de comida.

“¡Oh mierda!”. Elana se resbaló entre el desastre y cayó, aún sacudiéndose


el cabello. “Oh Dios… ¿se ha ido?”. Miró hacia los espectadores comensales, que
comenzaban a reír. Su rostro se enrojeció y un pegote de salsa curry le recorrió la
mejilla.

Kerry se acercó un paso y se puso en cuclillas, poniéndose a la altura de los


ojos de la mujer y llamando su atención. “Tienes suerte de que no tuviese tiempo
de ir por mis botas…”. Le alcanzó a la mujer una servilleta. “Que tengas un buen
día”. Entonces se levantó y volvió hacia la mesa, con cuidado de no resbalar en la
pila de tallarines y salsa esparcidos por el suelo.

Los azules ojos de Dar capturaron los suyos mientras se acercaba y anduvo
los últimos pasos mirándolos, afortunada de que no acabase cayendo en el centro
de la mesa. Se sentó en su sitio mientras la gente continuaba riendo y recogió de
nuevo su servilleta, mientras miraba a los rostros que la observaban. “Vale… se
trataba de su hombrera… era marrón… ¿cómo lo iba a saber?”.

Eso les hizo estallar a todos, y Dar terminó boqueando para tomar aire,
agarrándose a la mesa como si en ello le fuese la vida mientras se inclinaba para
rodear la muñeca de Kerry y apretarla suavemente. “Fue impagable”.

“Puta”. Kerry murmuró por lo bajo, sus aún enfadados ojos mirando el
desastre del suelo, la cual estaba siendo ayudada en estos momentos por sus dos
amigas. “Le voy a dar una buena historia para las fiestas yo… voy a mandar un
mail a Users All para que si de ahora en adelante se la encuentran le hagan esto”.
Agitó los dedos cerca de su cabeza como si fueran un par de antenas.

Entonces se dio cuenta de lo que estaba diciendo y de cómo les debió sonar
a los observadores Duks y Mariana, y se mordió el labio, mirando a Dar con ojos
de disculpa.
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El rostro de la alta mujer era un estudio interesante, un cruce entre enfado,


desconcierto y vergüenza, con una fuerte dosis de cálido afecto. Una traviesa
sonrisa atravesó su rostro y dejó escapar una pequeña risita.

“Lo acabo de fastidiar, ¿verdad?”. Murmuró Kerry.

Dar no pudo evitarlo, la mirada de pesar en el rostro de Kerry era tan


cómica, que tuvo que reírse. “Sí, creo que lo hiciste”. Admitió, exhalando y
mirando a Mariana, para encontrarse con expectantes y sabios ojos castaños.
“Parece que tienes un asunto personal entre manos, Mari”. Mantuvo la voz firme y
de alguna manera consiguió no sonrojarse.

“Ya lo veo”. Comentó quedamente la mujer bajita. “Afortunadamente, no es


mi hora de trabajo”. Añadió, con una gentil sonrisa. Para ser honesta, había estado
realmente preocupada de que Kerry se hubiese metido en algo de lo que no tuviera
escapatoria… Algo de lo que se sintiera obligada. Viendo defender fieramente a
Dar esta noche…

No. No tenía preocupaciones en ese sentido para Kerry Stuart. La chica tenía
un espíritu comparable al de sus acompañantes. “Y lo que pase fuera de horas de
trabajo no es asunto de nadie”. Palmeó la mano de Duks con una mueca traviesa.
“¿No es cierto?”.

Duks rió, y se sonrojó ligeramente. “Y tanto”.

“Sin embargo, me hubiera gustado tener fotos de esa hormona que induce de
manera exponencial el ser una bruja”. Suspiró con pesar Mari. “No me hubiera
gustado poner esa foto ni nada en el próximo periódico de la empresa” sonrió con
ironía.

Duks se aclaró la garganta y alzó una pequeña cámara digital,


suficientemente pequeña como para caber en la palma de su mano. “¿Y que estaría
dispuesta a pagar por ello, madam?”.

Todos rieron, y Mariana dejó escapar de sus pulmones un suspiro de alivio.


Miró a Dar, que estaba estudiando el mantel con expresión queda, entonces fijó la
mirada en Kerry.

Pillada desprevenida, la mujer rubia tenía fija su atención en Dar, una mirada
de gentil afecto en sus ojos mientras observaba el perfil de su acompañante. Ésta
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no era otra Elana, se dio cuenta Mari. Esto no era un flirteo de oficina, o un lío
casual.

Kerry se sintió observada y devolvió la mirada, moviendo los hombros


mientras inspiraba profundamente. Mariana mostró una sonrisa de apoyo mientras
le devolvía la mirada. Como los ojos de alguien tan joven pueden ser tan
profundos, se preguntó la ejecutiva de personal, mientras los ojos de Kerry
encontraban los suyos por un largo momento, para después alzar ligeramente la
barbilla en orgulloso desafío. “Kerry, eso fue absolutamente brillante…
enhorabuena”.

Una tímida sonrisa. “No fue planeado… simplemente pasó”. Admitió. “Me
enfadé tanto que era eso o pegarla… y no creo que esa hubiera sido una buena
idea”.

“Probablemente no”. Habló finalmente Dar, habiendo pasado unos


momentos recomponiéndose. La repentina y espectacular defensa de Kerry para
con ella había provocado que su cerebro casi se detuviese en pura interrogación. Y
una vez que la rubia mujer lo hizo, supo que no había vuelta atrás. No había
manera de pretender que la fiera defensa de Kerry sobre lo que, patentemente, era
su territorio no era más que exactamente eso.

Aw, Demonios. Mariana lo sabía de todas formas… y sus palabras de que no


estaba en horas de trabajo significaba que no iba a hacer nada al respecto. Siempre
y cuando ella y Kerry lo mantuvieran fuera de la oficina.

Vale. Bien. Había estado confeccionando un discurso para la directora de


personal de todas formas.

Y además, ver a Elana con calamares adobados sobre la cabeza hizo más que
valiosos cada minuto pasado.

“Dar, ¿era cierto lo de IBM?”. Duks desvió grácilmente la atención que


estaba provocando. “Sobre los hospitales”.

Dar asintió. “Sip… seguro que lo es… estuve hablando con uno de los
representantes de sus cuentas, y me dijo que fue bueno que no hiciéramos una
oferta por ellos”. Alzó la mirada cuando llegaron los entremeses, encontrándose de
repente muerta de hambre. “Siento lo del accidente de antes”. Le dijo al camarero.

“No hay problema… no hay problema… la señora siempre viene, causa un


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lío, y no hay propina”. Le confió el camarero. “Mereció gastar el pescado”. Puso


un plato delante de Kerry, conteniendo una bellísima pieza de piel de wondon frita
con forma de cisne. El cuerpo del cisne despedía un delicioso aroma mezcla de
pollo, cacahuetes y especias. “El chef lo hizo especial para usted”.

Kerry lo miró y sonrió, con la cara sonrojada. “Gracias”. Lo saboreó y


después sonrió. “Está realmente bueno”.

Dar lo olisqueó con interés. “Eso parece”.

“Ah…”. Kerry rodeó en broma el cisne. “Mío”.

Dar arqueó una ceja. “No dije que quisiera”. Respondió, devolviendo la
atención a su plato.

Un momento de silencio, entonces ojos azules y verdes se alzaron a la vez y


se encontraron, y empezaron a reír al mismo tiempo.
“Esto es tan bonito, que dan ganas de cantar”. Anunció Duks, mientras
tragaba un bocado.
“Oh, Dios, para Kerry”. Dijo Dar al instante. “No quieres que empiece a
hacer eso”.
“¿No?”. Inquirió Kerry con curiosidad.

“Se cree que es Plácido Domingo”, le señaló con el tenedor la mujer


morena.

Otra carcajada, en la cual Duks se añadió alegremente.

Estaba resultando una noche para recordar.

Se separaron en el aparcamiento un tiempo después, bajo las brillantes


estrellas de una noche fresca. Incluso desde aquí, Kerry se dio cuenta, de que podía
oler el mar, e inhaló profundamente mientras ella y Dar se dirigían hacia donde
habían aparcado. “Bueno”. Se aclaró la garganta y miró a su alta compañera.
“Esto… no fue como lo esperábamos”.

Dar rió. “No… desde luego que no”. Estuvo de acuerdo. “Pero está bien…
estuve pensando sobre lo que dijiste… sabes, sobre decirle a Mari lo que pasaba, y
más o menos había decidido hacerlo… quizás fue el destino”.

“Luego… ¿no estás enfadada conmigo?”. Preguntó quedamente Kerry. “No


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quería… Jesús, Dar… no estaba planeado… no sé que es lo que me pasó”.

Dar la miró. “¿Enfadada contigo?”. Preguntó, incrédula. “Kerry… fue…


gracias, eso calmó unas heridas y dolores realmente antiguos en mi interior, si
sabes lo que quiero decir”. Bajó la mirada y agitó la cabeza. “Ciertamente, esto
cambiará por siempre la escena cuando me acuerde de ella”.

Alcanzaron los vehículos y se giraron para estar la una frente a la otra.


“Gracias”. Dijo Dar, simplemente.

“De nada”. Vino la sencilla respuesta. “Después de todo, para eso están los
amigos. ¿Verdad?”.

Dar le agarró la mejilla y sonrió. “Y tanto”. Un suave pitido las sorprendió a


ambas y Dar alcanzó su teléfono móvil, tan sólo para encontrarlo desactivado. “No
es el mío”.
“Mío”. Kerry estaba sacando el suyo para abrirlo. “¿Hola?”. Su rostro se
tensó para después adquirir una expresión de susto. “Vale, vale… Ahora mismo
voy para allá… tardaré… cuarenta y cinco minutos más o menos… De acuerdo.
Adiós”. Plegó el teléfono y miró a Dar con ojos temerosos. “Han robado en mi
casa”.

Dar entrecerró los ojos. “Vamos”.

***

Kerry mantuvo las manos firmemente apretadas en el volante todo el camino


de vuelta a casa, consciente de la reconfortante presencia del Lexus de Dar justo
tras ella. Se metió en un aparcamiento lleno de coches policiales, y distinguió la
agitada figura de Colleen cerca de la puerta de su apartamento. “Mierda”. No
estaba segura de si estar triste, enfadada, asustada, o las tres cosas pero salió del
coche y no había dado ni dos pasos cuando Dar estaba justo a su lado, con una
mano sobre su hombro.

Colleen las vio y se acercó corriendo de inmediato. “Gracias a Dios que


estas aquí… Acabo de volver y fui a ver si habías llegado y me encontré con tu
puerta abierta de par en par. Llamé a la policía”.

Demasiado tarde para hacer algo al respecto ahora, suspiró Kerry en su


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interior. “Genial… simplemente genial”. Sacudió la cabeza. “Gracias Col…”.

“No hay problema… no me han dejado entrar, pero asomé la cabeza y el


sitio parece realmente revuelto”. Se detuvo para respirar. “Hola, Dar”.

“Hola”. Contestó brevemente la alta mujer. “¿Alguien vio algo?”.

Colleen dejó escapar un bufido. “”¿Estos yuppis medio absorbidos? No


hubieran visto nada si Fox Mulder hubiera descendido en un jodido ovni en el
aparcamiento y se hubiese puesto a bailar el hula hop”.

Dar tuvo que contener la risa ante la descripción. “Vamos… veamos cual es
el asunto”. Le dio a Kerry un pequeño empujoncito. “¿Tienes un seguro de
inquilino?”.

Kerry tuvo que pensar sobre lo que le estaba preguntado Dar. “Sí… de la
State Farm”. Contestó de forma ausente mientras se caminaban por el
aparcamiento hacia la puerta principal, para mirar en su interior. Era vagamente
consciente de la voz de Dar murmurando en su teléfono móvil y trató que su mente
viera el orden donde sólo había…

Colleen tenía razón. Era un desastre. Todo estaba roto, y tirado de cualquier
manera. Sus ojos se fijaron en el televisor, después al ordenador, los cuales seguían
en su lugar. Un policía se le acercó. “¿Señora?”.

“Vivo aquí”. Dijo quedamente Kerry. “¿Qué ha pasado?”.

El oficial agitó la cabeza. “Esto me supera… Parece que quien lo hizo estaba
buscando algo intensamente… ¿Guarda dinero en el apartamento?”.

Ella movió la cabeza en sentido de negación. “No… bueno, cinco o seis


dólares en cambio, claro… en el armario. Ese tipo de cosas”.

Él asintió. “Sí… entiendo… ¿alguna joya?”.

Ella se tocó el cuello y sacó su única cadena de oro. “Esto, un par de


pendientes y un anillo es todo lo que tengo”. Miró a su alrededor. “No parece que
falte nada”.

El policía estaba escribiendo furiosamente en su cuadernillo.


“Probablemente drogadictos en busca de calderilla para comprar, señora…”.
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Inquirió con un gesto de los ojos.

“Stuart”. Contestó. “¿Eso cree?. Entonces supongo que se fueron limpios


¿eh?”. Entró en la habitación y miró alrededor. Los cojines estaban desparramados
por doquier, y se dirigió hacia su cuarto para abrir la puerta. Pooh había sido
lanzado contra la pared y lo recogió, abrazándolo contra ella como acto reflejo.

Kerry volvió hacia el salón. “Parece que todo está aquí”. Le dijo quedamente
al policía.

Él la miró, después miró a Pooh y le dio una palmadita en el hombro.


“Escuche, siento lo de sus peces… Parece como si un bote de limpieza cayó en el
tanque…”.

Los ojos de Kerry se dirigieron hacia la pecera y vio las siluetas flotantes.

Los ojos de Dar recorrieron el mismo camino, para después fijarse en su


rostro en muda compasión.

La mujer rubia se acercó hacia el tanque y se los quedó mirando, flotando


sin vida en la superficie del agua. Un contenedor de limpieza de la cocina flotaba
junto a ellos, medio vacío. Con extremado cuidado sacó el bote y cerró la tapa,
consciente de la proximidad de Dar tras ella. “Guardo esta botella en el armario de
la cocina”. Dijo de forma queda.

Las manos de Dar se cerraron sobre sus hombros. “Ve y siéntate. Yo me


encargo de esto”.

“Dar, alguien ha matado a mis peces”. Murmuró tristemente.

“Lo sé”. Le llegó la baja y vibrante respuesta. “Primero, vamos a limpiar


este sitio, y después vamos a dormir un poco. Mañana por la mañana, te llevaré a
comprar más peces”.

Kerry exhaló. “Quizás esa no sea una buena idea”.

“Sí la es”. Insistió suavemente Dar. “No les dejes ganar, Kerry”. Le apretó
los hombros. “Ve y siéntate, yo me ocuparé de esto y limpiaré el agua”. Se detuvo.
“Oh… ¿cuál es el apellido de Kyle?”.

Kerry debió preguntar por qué. Sabía que debía hacerlo. Sabía que debía
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mantener a Dar fuera de esto, fuera de esto especialmente. “Lewis”. Oyó a su voz
contestar de todas maneras. “Mira, Dar… yo…”.

“Está bien”. Le aseguró la ejecutiva. “Sólo por propósitos de información…


ve y siéntate, ¿vale?”.

Kerry se sentía exhausta y accedió, poniendo de nuevo en su sitio los cojines


de forma mecánica antes de sentarse sobre ellos, mirando al oficial que seguía
anotando detalles. Trató de no fijarse en lo que estaba haciendo Dar y se concentró
en las preguntas. Llegó Colleen y se sentó a su lado y le dedicó a la pelirroja una
sonrisa de agradecimiento.
Dar sacó los peces muertos del agua y los puso en un pequeño contenedor.
Estaba controlando su respiración cuidadosamente y enfocando su mente en
mantenerse calmada, cuando sus principales y más inmediatos instintos eran de
gritar hasta quedarse afónica. La destrucción al azar de la habitación no la
molestaba. Por otro lado, este hecho de deliberada y viciosa crueldad hacia
criaturas indefensas la ponía tan furiosa, que era asombroso cómo sus manos
vibraban en consecuencia. Bastardo. Separó los peces muertos, después sacó una
buena porción del agua antes de alzar el tanque y sacar el resto del agua, sacando
también la grava y los adornos y dejando correr agua limpia sobre el mismo.

Después preparó una disolución salina y limpió con ella el tanque,


aprovechando el movimiento para calmarse a sí misma. Hizo un buen trabajo,
frotando el interior para sacar todos los restos del producto de limpieza. Bastardo.
Limpió los helechos y dejó correr el agua por el filtro. Hijo de puta. Entonces dejó
el tanque en su sitio y lo llenó en sus tres cuartas partes con agua limpia, añadiendo
la grava lavada junto con unas gotas del limpiador de agua que Kerry tenía en una
botella cerca del tanque que olió primero, por si las moscas.

Cuando lo tuvo a su satisfacción, se giró para ver a Kerry estrechando la


mano del oficial y viendo como se marchaba llevándose a su compañero con él, los
dos dedicándole a Kerry profesionales miradas de simpatía.

La puerta se cerró y Kerry se giró para mirarla, los agobiados ojos verdes
llorosos. Dar se acercó a ella de forma inmediata. “Ven aquí”. Abrazó a Kerry,
sintiendo cómo su cuerpo entero se sacudía por un sollozo. “Shh… te tengo”.
Sobre el hombro de la mujer rubia se encontró con los ojos de Colleen y la
pelirroja bajó la mirada para después volver a alzarla con una ligera sonrisa
mientras Kerry estrujaba su rostro contra la camisa de Dar y se abrazaba a ella con
fuerza desesperada. “¿Nos ayudas a ordenarlo todo?”. Le preguntó a Colleen.
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“Apuéstate tus… uh… perdón, quiero decir…”. Colleen se sonrojó.

“He oído la frase”. Replicó Dar secamente. Sintió como Kerry tomaba una
profunda y temblorosa inspiración y la soltó ligeramente, de forma que se pudiera
alejar un poco y alzar la mirada.

“Lo siento”. La mujer rubia sorbió un poco, desenganchando una mano para
frotarse los ojos. “Supongo que es por ser tan tarde”.
Dar sacó un pañuelo del bolsillo interior de su chaqueta y se lo tendió a
Kerry. “Toma…”. Le palmeó la espalda y dejó que su brazo rodease los hombros
de la mujer rubia. “De acuerdo… supongo que podemos empezar en la cocina…
Esa parece la zona menos revuelta, después haremos esto, y después la habitación”.

Empezaron a recoger cosas y trabajaron prácticamente en silencio hasta que


Colleen recogió los CD’s tirados por el suelo y puso uno en el estéreo. Los suaves
ritmos de la melodía de Disney del Rey León sonaron a través de la habitación…
“Sé que te gusta esto”. La pelirroja le dedicó a su amiga una sonrisa que Kerry le
medio devolvió.

No tomó tanto tiempo como imaginaba hasta que el apartamento adquiría


cierta similitud con su estado original, tan sólo las quietas aguas de la pecera eran
testimonio visible de la invasión. Se detuvo en el centro de la habitación una vez
que hubieron terminado, escuchando a Dar moviéndose por la cocina y entrecruzó
los brazos a la altura del pecho. Colleen entró desde su cuarto y se le acercó,
dándole una pequeña palmadita en la espalda.

“Todo hecho… Te he puesto sábanas limpias”. Guiñó suavemente Colleen a


Kerry que bajó la mirada y se sonrojó. “Ah, venga ya Kerry, por lo que más
quieras, creo que tienes una ganadora nata ahí”.

Eso le sacó una sonrisa a Kerry que miró a la puerta de la cocina y después
de nuevo a ella. “Eso crees, ¿eh?”.

“Sip… Alguien que sabe cuando dar un abrazo si se necesita”. Colleen


asintió con firmeza. “Ese es un signo muy bueno”. Estaba contenta de ver el
soporte incondicional de Dar para con su amiga, lo cual la había sorprendido un
poco, dada la reputación de la ejecutiva.

La morena mujer interrumpió la conversación reapareciendo con tres tazas


de algo caliente y acercándole una a cada una, para después indicarles que se
sentaran. Tomó asiento al extremo del sofá y estiró las piernas, palmeando el cojín
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a su lado que atrajo a una complaciente Kerry. La mujer rubia se sentó sobre sus
piernas y absorbió su chocolate con un suspiro. “Bueno, menuda noche ha sido
ésta”.

Dar dejó caer una mano sobre su rodilla y la acarició. “Se acabó”. Dijo
simplemente, antes de sacar su móvil y marcar un número. “¿Mark?”. Una pausa.
“Sé la hora que es. Enciende la luz y ponte las gafas porque necesito que apuntes
algo”.

Dar esperó, mientras ideas y planes empezaban a ponerse a su alcance. “De


acuerdo… necesito que saques un perfil entero… Lo necesito todo… de un tal
Kyle Lewis. Es un empleado del Senador Roger Stuart de Michigan”. Esperó.
“Probablemente tendrás que tocar Milnet”. Otra pausa. “Digamos que tengo un
presentimiento con él, ¿vale? Manda los resultados a mi mail”.

Mark dejó el teléfono por un momento y ella se quedó sentada esperando,


golpeándose el muslo con los dedos. “¿Lo hiciste? Gracias… Oh, una cosa más:
necesito que pongas una extensión en la salida de la ruta de Miami Dade y filtres
cualquier paquete que contengan el siguiente número”. Leyó el número. “Tan sólo
descártalos… en la transferencia federal”. Esperó. “Lo sé… serán del IP de la
subestación de Kendall si eso te ayuda”. Otra pausa. “Bien… gracias, Mark… Te
cuento mañana”. Colgó y miró a su audiencia que la observaba con interés. Sonrió.
“Bienvenidas a la era de la información”.

“Jesús… ¿puedes hacer eso?”. Saltó Colleen. “Quiero decir… porque


estás… Ése era el número del informe que nos han dado los policías”.

Kerry asintió, comprendiendo. “Existirá aquí de forma local, pero no llegará


al sistema federal… Fue muy inteligente, Dar… gracias”.

Dar sonrió brevemente. “Cuando mueves los datos, los controlas”. Le dijo
quedamente a Colleen.

“Guau”. Colleen la miró con respeto. “Recuérdame que no te moleste… Tú


haces nuestra transferencia de pagos”.

Eso hizo reír a Dar, y le sacó una sonrisa a Kerry. “Generalmente no hago
este tipo de cosas… Pero pensé que sería mejor para Kerry y no perjudica nada ya
que no encontraron ningunas huellas o MO y eso es lo que vigilan las bases de
datos federal”.
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Kerry apoyó la cabeza sobre el hombro de Dar. “Mi héroe”. Retó a Dar a
llevarle la contraria en frente de Colleen y se quedó complacida cuando todo lo que
hizo la alta mujer fue agarrarle la nariz.

“¿Realmente crees que ha sido ese apestoso de Kyle?”. Preguntó Colleen,


mirándolas con una suave sonrisa.

Kerry suspiró. “Los peces… y la puerta no estaba forzada… ¿te diste cuenta
de eso? Alguien abrió con la llave, y cuando chequeé el seguro electrónico tenía mi
código metido”.

“Ew… cámbialo”. Le avisó Colleen.

La rubia mujer asintió, cansada. “Lo hice… pero los únicos que lo tienen
son el presidente del edificio, tú y mi familia”. Se detuvo y alzó la mirada. “Y
Dar… pero ella estuvo conmigo toda la noche, así que eso la descarta como
sospechosa”.

“¿Sólo eso?”. Dar alzó las cejas, bromeando.

“Bueno, eso y un par de cosas más”. Admitió Kerry con una sonrisa.
“Pero… bueno, ayer por la noche le dije a mi madre que no iba a volver a casa…
El tiempo es demasiada coincidencia”.

“Mm”. Colleen se mordió el labio. “Kerry, eso apesta”.

Un suspiro. “No me digas”. Kerry sorbió su chocolate, saboreando el suave


sabor mientras le calentaba el interior. “Esto es lo único que puedes cocinar,
¿verdad?”. Le preguntó a Dar que rió suavemente. “Lo sabía… esto, café, ¿y que
más?”.

“Huevos”. Añadió Dar rápidamente. “Y helado”.

Kerry sonrió. “Dar, el helado no requiere cocinar”. Agitó la cabeza


incrédula, después encendió la televisión. “Oh… mira… ¡el tipo de los
cocodrilos!”.

“Dios santo… ¿¿qué está haciendo con ese pez??”. Gritó Colleen.

Kerry se reclinó para ver, sintiéndose mucho mejor. Era bueno tener amigos
alrededor, decidió, mientras sentía el brazo de Dar rodearle la cintura y acercándola
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más a ella. Se reclinó hacia atrás y miró a la morena mujer. “Gracias”. Suspiró.
“Gracias por estar aquí… y ayudar… y animarme”.

Un guiño de un ojo intensamente azul. “Para eso están los amigos,


¿verdad?”. Replicó suavemente Dar.

“Y tanto”. Contestó Kerry, entonces vaciló. “Oye, Dar… no tienes porqué


involucrarte en todo esto. No es asunto tuyo, de verdad”.

“Claro que lo es”. Replicó Dar, su voz atenuada por las voces de los
personajes del programa de la televisión que estaban viendo. “Tú eres mi asunto”.

Kerry sintió un suave escalofrío recorrerle la espalda. “¿Lo soy?”.

El color azul pálido la envolvió. “Te quiero…”. Sentenció Dar, con queda
sinceridad. “Eso te hace mi asunto”.

Kerry simplemente se quedó allí sentada, respirando, por un largo momento.


“Oh”. Dijo casi sin voz, al final.

“¿Eso te incomoda?”. Inquirió Dar.

Kerry agitó la cabeza. “No…”. Estudió el rostro de Dar. “Supongo que eso
significa que tú también eres mi asunto entonces”. Exhaló, entonces se acomodó
sobre el brazo de Dar, mientras el hombre cocodrilo seguía con sus andanzas.

Había sido Kyle… lo sabía. Sentía sus sucios dedos en todo esto… y sabía
que volvería. Sus ojos se alzaron para observar el fuerte perfil sobre ella, y sonrió
suavemente. Sin embargo, él no sabía donde se estaba metiendo ahora, y se
alegraba por ello.

Él perderá.

Esta vez.

***

Iba corriendo a través de un bosque. Amenazadores y oscuros árboles a


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cada lado del camino, y podía escuchar los truenos sobre ella. El suelo a sus pies
era oscuro y tenía musgo y sintió como le resbalaban las botas mientras corría por
el húmedo suelo.

Gritos a su espalda. Redobló sus esfuerzos, estresando su ya de por sí


entrecortada respiración y esperando que las piernas le aguantaran. Justo al
frente vio un sitio donde esconderse, y se dirigió hacia él, teniendo que pasar bajo
un grupo de árboles.

Mientras pasaba bajo el primero, fue izada de repente hacía él, las piernas
volándole y un grito de sorpresa en su garganta.

Silenciada por una poderosa mano y una baja y suave voz que conocía.

El alivio recorrió su cuerpo y se encaramó a la rama, mantenida en su sitio


por fuertes manos mientras veía a los hombres que la perseguían desaparecer. Le
dolía el pecho del esfuerzo y sintió que la fina capa de sudor que le recorría el
vientre se iba con el abrazo de la reconfortante silueta a su espalda mientras se
recostaba contra el tronco del árbol.

Observaron en silencio como los hombres corrían en círculos, gritando a


más no poder y finalmente, tuvo el aliento necesario para reír suavemente.

Una diminuta carcajada le vino por la espalda como respuesta, y medio se


giró para darle a los penetrantes ojos azules una mirada de disculpa.

La morena cabeza se agitó pero una mueca tolerante asomó a unos labios
perfectos, y recibió una palmada en el estómago que la hizo comprender que
estaba perdonada por meterse en problemas.

De nuevo.

Kerry se despertó con ese mismo abrazo reconfortante y mantuvo los ojos
cerrados mientras absorbía la sensación de despertarse desnuda y enredada en el
abrazo de Dar. Era cálido y podía sentir el suave ritmo de la respiración de la alta
mujer contra la zona de su espalda en la que Dar estaba acurrucada.

Pensó sobre su sueño. Era extraño… había tenido varios de estos extraños
sueños últimamente, donde parecía verse a través de los ojos de otra persona, en
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situaciones completamente ajenas a ella pero que parecían tan reconfortantes como
este sentimiento de placidez en el que se encontraba ahora.

Raro. Exhaló, sintiendo como el abrazo de Dar se estrechaba un poco y alzó


una mano para acariciar vagamente el poderoso muslo justo detrás del suyo. Era
agradable… toda la piel suave y como la seda sobre los fuertes músculos que se
movían ligeramente bajo su mano.

Kerry entreabrió los ojos un poco, notando el sol mañanero que bañaba la
habitación y juzgó que serían las nueve de la mañana más o menos. Miró alrededor
de la habitación, recordando lo que había parecido anoche y consiguió retener un
buen sentimiento sobre como sus amigas la habían devuelto cuidadosamente a la
normalidad. Incluso la ropa sacada de los cajones había sido perfectamente
doblada y devuelta a su sitio… probablemente mejor de cómo habían estado en un
principio, admitió con ironía. Dar se había tomado como responsabilidad personal
su cajón de ropa interior con mirada traviesa y juguetona que la había hecho
sonreír después de todo.

Debería sentirse fatal. Lo sabía. Y sus pobres peces. Kerry se imaginó


volviendo sola para encontrarse todo eso y tembló, contenta por la proximidad de
Dar.

Era agradable tener a alguien con quien poder compartir las cosas. Sintió un
pequeño cosquilleo alrededor de la oreja y rió con sorpresa. Fue seguido por una
carcajada suave y casi sin voz que podía pasar perfectamente por la de su sueño.
“Me haces cosquillas”. La acusó, disfrutando de la sensación a pesar de todo.

“Lo sé”. Replicó Dar sin dejar de mordisquear. “¿Cómo te sientes?”.

Kerry carraspeó en lo profundo de la garganta. “Bien”. Contestó soñolienta.


“Me gusta despertarme así”. Suspiró, contenta. “Especialmente después de lo de
anoche”.

“Me alegro que pospusieras tu clase de submarinismo”. Comentó Dar


siguiendo la línea de su cuello y sonriendo suavemente al sentir el cuerpo arqueado
hacia ella de la mujer rubia. “Tenemos que ir a comprar peces”.
Kerry se giró y se acurrucó aún más, dejando que sus manos acariciaran el
cuerpo de Dar, explorando con curiosidad los planos y curvas del mismo. “¿De qué
es esto?”. Trazó una fina y alargada cicatriz que surgía justo bajo el pecho de la
alta mujer y terminaba cerca de su cadera.
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“Estaba escalando árboles”. Admitió Dar, mirando la cicatriz con ironía.


“Fui a saltar hacia una rama y fallé, estampanándome contra el tronco del árbol…
Éste tenía un clavo oxidado y me rajé de lleno”.

“Oh”. Kerry ladeó la cabeza y besó la cicatriz. “Apuesto a que dolió”.

“Estuve gritando como una meneida, sí”. Rió Dar. “Nunca me han gustado
los hospitales… y tuve que ir a que me dieran puntos junto con una inyección
contra el tétanos del tamaño de un arpón”.

“Ouch”. Se quejó la mujer rubia para después continuar con su exploración.


“¿Te puedo hacer una pregunta personal?”. Miró a su compañera que alzó una ceja
en su dirección. “¿Vale?”.

“Claro”. Replicó Dar con una mueca. “¿Cuánto más de personal podemos
llegar aquí?”. Trazó una línea a lo largo de la garganta de Kerry, haciéndole
cosquillas en la yugular.

“¿Cuántos años tienes?”. Kerry apoyó la mejilla en el estómago de Dar y le


parpadeó.

Una mueca traviesa surgió en el rostro de la morena mujer. “Tendré treinta


dentro de mes y medio”.

“Hija de puta”. Rió Kerry. “Lo sabía… Tan sólo actúas como si hubieras
estado controlando el mundo durante años”. Se detuvo. “¿Cuándo es tu
cumpleaños?”. La coaccionó.

“Ah… nunca le digo a nadie el día que es”. Dar meneó la cabeza.

“¿Por qué?”.

“Por que no”. Los ojos azul pálido brillaron. “No me gustan los
amontonamientos”.

“Mm”. Kerry dibujó suavemente un círculo sobre la superficie en la que


estaba apoyada. "Por favor, dímelo”. Pidió de forma suave. “No es justo… tú sabes
cuando es el mío”.

La vida no es justa. Casi contestó Dar, luego suspiró. ¿Después de todo qué
importancia tendría si Kerry lo supiera? Probablemente obtuviera una tarjeta o
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similar de su parte. Eso sería diferente. “El día de Navidad”.

La mujer rubia parpadeó con sorpresa. “¿En serio?”.

Dar asintió. “Sip… con lo que se puede decir que nunca tuve realmente un
cumpleaños… Porque no tiene sentido en hacer algo por separado, ¿sabes?”. Había
superado el sentirse mal por eso años y años atrás.

¿Verdad?.

“Hmm”. Kerry dibujó otro círculo, luego empezó a dibujar sin sentido sobre
la bronceada piel. “¿Te enfadarías mucho conmigo si te hago una fiesta?”.

Dar se mantuvo quieta por un instante, después le pasó los dedos a Kerry por
el pelo. “Tendría que ser una fiesta realmente pequeña”. Le dijo a su amiga. “Creo
que prefiero celebrar la Navidad”.

Kerry se mantuvo callada. Por ahora. “Vale… bueno… supongo que habrá
que desayunar… creo que aún me quedan tostadas de canela”. Acarició la piel de
Dar.

“Mm… Podemos aventurarnos y dejarme cocinar a mí”. Replicó juguetona


Dar. “Y así sabrás porqué siempre tomó cereales de maíz para desayunar”.

“Esos”. Kerry le dio con el dedo. “No son”. Otro toque. “Cereales de maíz…
Son cereales azucarados y son tan malos para ti”.

“Sí… pero están tan ricos”. Replicó rauda Dar, pronunciando en exceso la
erre y sonando muy parecida al anuncio. “Y además… los llevo comiendo desde
que era una cría, y ciertamente no han detenido mi crecimiento”. Alargó los brazos
y señaló su alta silueta. “Ahora, tú… por otro lado…”.

“Ah… ¡no empieces!”. Le advirtió Kerry riendo. “Siempre me han dicho


que beber alcohol retrasaría mi crecimiento… Nunca tomé ni una gota hasta que
llegué a la universidad, ¿y ves lo que he conseguido?”.

Dar le devolvió la sonrisa, acariciándole el brazo. “Yo creo que eres del
tamaño perfecto”.

Un bufido. “¿Para qué? ¿Cosas pequeñas?”.


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Dar rodeó con los brazos a su pequeña compañera y la aupó, girándose y


acostándola sobre ella, con la cabeza de Kerry apoyada en su hombro. “Para esto”.
Cerró los ojos y apretó a la rubia mujer contra ella, sintiendo como Kerry dejaba
muerto su cuerpo y se apoyaba en ella. “¿Ves? Un tamaño perfecto”.

De repente Kerry sintió la necesidad de acurrucarse sobre la piel de la alta


mujer y no moverse jamás. “Sí ¿pero puedes respirar?”. Murmuró suavemente,
sabiendo la respuesta por el continuo movimiento bajo ella.

“Sin problema”. Le aseguró Dar, acariciando con una mano la espalda de


Kerry. Se quedó callada al sentir como la envolvía la paz, un sentimiento
completamente nuevo para ella. No tenía ganas de nada excepto de quedarse allí
mismo con la mujer rubia, intercambiando roces y sintiendo los explorativos besos
que Kerry le estaba dando sobre el pecho. No había necesidad de moverse, ni
deseos de levantarse y empezar… simplemente un cálido lugar del que no tenía
intención de alejarse.

Movió lentamente las manos a los costados de Kerry, trazando sus curvas.
Kerry suspiró con placer. Definitivamente le gustaba despertarse así.

“Toma… al menos haz que me sienta mejor bebiéndote algo de zumo de


naranja”. Kerry puso un vaso de la olorosa bebida frente a ella.

“No me puedo beber eso, Kerry”. Le informó Dar, masticando una tostada.
“No son de Florida… Las dejamos para los turistas y la exportación.. ¿Por qué te
crees que son tan caras aquí?”.

“Dar”. Ojos verdes la miraron con cierto toque de exasperación. “Bébete el


maldito zumo”.

Eso le consiguió una brillante sonrisa. “Estamos picadillas esta mañana..”.


Comentó la mujer morena.

“No es por la mañana”. Señaló Kerry con ironía. “No es que me queje…
Hacía tiempo que no dormía hasta tarde”.

Dar bebió del zumo y asintió. “Yo también”. Estuvo de acuerdo con cierta
alegría, sintiéndose muy relajada. “¿Por qué no te das una ducha y yo miro a ver si
hay algo de lo que me tenga que ocupar?”. Se reclinó hacia atrás y se estiró,
sintiendo cómo los huesos de los hombros se le colocaban en su sitio.
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Kerry se reclinó sobre ella, disfrutando a más no poder del ajuste de la tela
de algodón sobre el cuerpo de Dar. Sus labios encontraron los de la alta mujer y allí
se quedaron, saboreando la canela de la tostada que se había estado comiendo y la
acidez del zumo de naranja. Antes de darse cuenta, los brazos de Dar la habían
rodeado para sentarla sobre sus piernas y las manos de la mujer rubia se estaban
deslizando insistentemente bajo la suave tela de algodón.

Se separaron, entre últimos roces y respiraciones entrecortadas. “Whoo”.


Kerry recostó la frente sobre la de Dar. “No estamos llegando muy lejos hoy,
¿verdad?”. Aspiró una bocanada de aire mientras sus manos volvían a la cálida piel
que parecía no poder dejar de tocar. “Lo siento”.

Dar la sonrió a través de ojos medio abiertos. “No te disculpes… es genial”.


Mordisqueó el cuello de Kerry, luego mordisqueó levemente los perfectamente
señalados pechos bajo la suave tela obteniendo un sonido suave e incoherente de la
mujer rubia. “Ooo… me gusta ese sonido”. Ronroneó, entonces la soltó y
sencillamente abrazó a su amante. “Vale… vale… Tenemos suficiente tiempo para
gastar… Acabemos con muestras obligaciones”.

Kerry estuvo muy cerca de decirle que al carajo las obligaciones, luego
suspiró y le devolvió el abrazo a Dar. “Bien, de acuerdo, yo me iba a duchar”. De
forma reluctante se separó del abrazo de Dar y se levantó. “Acabo en un minuto”.
Empezó a alejarse, pero sintió como le retenía por detrás su camiseta. “¿Hmm?”.

“¿Quieres algo de ayuda?”. Inquirió Dar, alzando una ceja.

Un suspiro. “Menos mal que no pago por el agua caliente, creo”. Kerry le
tendió una mano con una sonrisa.

“Vamos”. Bueno, pensó. Al menos estamos cerca de conseguir ir al acuario.

***

Era una tienda de mascotas (Petsmarts, que debe ser algo más serio que
cualquier pajarería). Dar miró a su alrededor aprobadoramente. Le gustaban las
tiendas de mascotas porque no eran centros de venta de cachorros simplemente
sino que tenían centros de adopción y tenían cincuenta y dos colores diferentes de
collares para perros.
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No sabía porqué eso era importante, excepto que odiaba pensar que la
estaban forzando a algo y esa enorme variedad te aseguraba que podías coger el
que quisieras. También dejaban entrar a la gente con sus mascotas y era interesante
ver que en general la gente adquiría razas de perro que se les parecían.

Vio a Kerry acercarse a la zona de los acuarios mientras una mujer con un
sabueso Afgano le pasaba por al lado, el nervioso coqueteo del perro coincidía con
la de su ama a la perfección. Tras ella venía un hombre con un cigarro sin encender
y un bulldog sin cuello caminando a su lado.

Impresionante. Después vio a una mujer bajando por el pasillo de la comida


canina con un pequeño cocker spaniel color canela. Examinó al perro, después
dedicándole a su compañera una mirada, se situó tras la mujer de forma silenciosa.

Kerry iba de un lado a otro, mirando entre las peceras tratando de decidir
cuales comprar. “¿Tiene besucones?”. Le preguntó al paciente chico del chaleco
rojo que sostenía un pequeño recipiente lleno de agua y una redecilla.

“Claro… por aquí”. Señaló dos grandes peceras a su derecha. “Ahí hay
algunos muy grandes”.
“Mm”. Kerry examinó los peces. “Vale… vale… ese de ahí”. Señaló,
entonces se dio cuenta que Dar estaba a su espalda. “Es bonito, ¿verdad?”.

“Sip”. Coincidió Dar, poniéndose las manos a la espalda. “Ése es bonito


también”. Señaló a un besucón de brillantes colores cerca del filtro de la pecera.

“Vale… y ése de ahí”. Kerry le sonrió. “Gracias…”. Miró en la siguiente


pecera. “¿Quiero guppies otra vez?”.

“Son más fáciles de cuidar”. Ofreció Dar. “Los Goldfish son bonitos
también”.

La mujer rubia le dedicó una mirada, después alzó la vista. “Oh… ey…
peces siameses de pelea”. Parpadeó respetuosa ante las coloridas y solitarias
criaturas cada una en su propio recipiente. Se le ocurrió una idea. “Dar, deberías
tener uno de estos”.

“No”. Dar negó con la cabeza. “Yo no tengo mascotas”.

“No es una mascota”. Kerry se volvió y se concentró en convencerla.


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“Piensa en ello como… una… um… una estrategia de negocios… Puedes tenerlos
en tu escritorio”.

“Kerry, yo no tengo mascotas. Y mucho menos en mi escritorio”. Replicó


tercamente la alta mujer.

“Vamos…”. Kerry vio una pecera doble. “Oh… no, ésta…”. La sacó. Era
una pecera ingeniosa, con tubos interconectados que permitían a sus respectivos
habitantes verse pero no tocarse. “Mira… puedes comprar dos… creo que será
bueno para ti, Dar… algo bueno y relajante a lo que mirar en tu escritorio”.

“Kerry”. El tono de voz de Dar se redujo de forma ominosa.

“Escucha… yo les daré de comer. Quedarán tan bien en tu despacho…


puedes coger uno azul y otro rojo… piensa en lo relajante que será mirarlos”.

La mujer alta se giro hacia el vendedor que las estaba observando. “¿Comen
carne humana?”.
Al chico se le salieron los ojos de las órbitas. “Uh… yo… comen… uh…
gambas de mar, señora, pero supongo… quiero decir, si se lo da en pequeñas
porciones…”. Tragó. “Como si lo tritura o algo así”.

Dar quería ladrar una negación, realmente quería hacerlo. No tenía tiempo
para los peces, o mascotas, o… Los ojos verdes que la miraban parpadearon
implorantes. No… los peces no tenían lugar en su vida… nada parecido… Kerry
ladeó ligeramente la cabeza, y puso una esperanzada sonrisa en su rostro.

Oh mierda. “Bien”. Se rindió. “Póngalos en una bolsa o algo así”. Le dedicó


a la traviesa y encantada Kerry una mirada de disgusto. “Te advierto… que acabaré
tirándolos. Tengo muy mala suerte con las mascotas”. Se retorció, imaginando los
comentarios que tendría del resto del equipo.

Entonces se detuvo a considerarlo. Peces siameses de lucha. Repiqueteó los


dedos sobre su muslo. Quizás no fuera tan malo después de todo. Sonrió. Aquí,
José… dame tu dedo… oops… ¿te he pinchado? Lo siento… no me había dado
cuenta que sujetaba una aguja… oh, aquí, pon el dedo aquí para lavarlo. “Je”.

“¿Qué es tan divertido?”. Kerry estaba ocupada escogiendo dos de los más
grandes y bonitos peces de lucha que podía encontrar.

“Oh… nada”. Dar se frotó la barbilla con la mano. “¿Te apetece comer
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después de esto?. Estoy hambrienta”.

Kerry le dedicó una mirada, entonces recogió sus cosas y se encaminó a la


caja. “Claro… ¿qué tienes en mente?”.

“Nuse”. Dar rió suavemente para sí misma. “¿Qué tal unas hamburguesas?”.

“Mm… vale…”. Accedió la mujer rubia. “¿Has cogido algo de gambas para
tus peces?”.

Dar rebuscó en la caja. “Sip… ¿sabes lo que es esto en realidad?”. Preguntó


en plan de broma.

Kerry miró el bote de la comida. “Sí… gambas de mar”. Llegó al mostrador


y dejó allí sus compras.
“Nop… son monos marinos”. Dar tomó posesión de sus peces y su pecera y
sacó su tarjeta de crédito, pasándosela a la cajera. Se aprovechó de que Kerry
estaba mirando el bote de la comida para hacer un gesto circular con la mano sobre
los peces de Kerry también y sonreír a la cajera.

“¿Monos marinos?”. Saltó Kerry. “¿Esos pequeños bichillos tan monos que
tienen familias y hacen truquillos?”. Agarró el bote. “Dar, ¡¡no puedes darle de
comer a tus peces Monos Marinos!!”.

Dar le soltó de vuelta. “Sí que puedo”. Le dedicó a su compañera un gesto


radical. “Tan sólo alégrate de que no me convenciste para tener una pitón”.

Kerry se la quedó mirando. “¿Qué comen?”.

“Conejos”. Le dijo seriamente Dar, mientras cogía la factura de la cajera y la


firmaba. “De los gordos y esponjosos”.

“¡¡¡¡¡EEEWWWWW!!!!!”. Soltó un grito su bajita compañera. Entonces se


giró hacia la dependienta. “¿Lo hacen?”.

La dependienta asintió tristemente con la cabeza. “Oh sí, señora… Y


empiezan por el rabo… lo último que ves son sus incesantes naricillas”.

“Ya está”. Kerry golpeó el mostrador con una mano. “Me largo de aquí”.
Alzó la mirada con expectación. “¿Cuánto es?”.
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La dependienta la miró, después miró a Dar. “Um…”. Se aclaró la garganta.

“Ya he pagado yo”. Dijo suavemente Dar. “Tú estabas muy ocupada
gritando”.

Kerry se puso las manos en las caderas y miró, primero a la dependienta y


después a su jefa. “Te cogeré por eso”. Le advirtió, y después meneó la cabeza de
lado a lado. “Gracias”. Añadió, recogiendo las bolsas. “Ahora… largémonos de
aquí antes de que empieces a decirme que a los loros les dan de comer ratones
vivos”. Salió, dejando a Dar intercambiando desconcertadas miradas con la
dependienta, y recogió sus propias bolsas.

Dar la siguió al exterior, sintiéndose gratamente satisfecha consigo misma.


Por varias razones.

***

Se estaba nublando para cuando llegaron al apartamento de Kerry, y Dar


echó hacia atrás la cabeza para observar las nubes mientras se encaminaban hacia
la puerta. “Parece que se acerca un frente lluvioso… “. Se alzó el viento y les
revolvió el cabello. “Menos mal que no estamos en el mar con este tiempo…
podría ponerse feo”.

“Brr”. Kerry saltó en la acera. “Debo estar acostumbrándome al calor de


aquí… este aire es frío”.

Dar evitó a duras penas rodear a la pequeña mujer de forma amistosa. Jesús,
Dar… se regañó a sí misma. ¿Que demonios le ha pasado a la persona de ‘no me
gusta que me toquen’ que solías ser? ¿Todo lo que se necesita es una rubia de 1’64
cm con bonitos ojos para convertirte en una enorme y goteante masa de gelatina?
“Sí”. Comentó simplemente.

“Bueno…”. Kerry tecleó su nueva clave y abrió la puerta, apartándose para


dejar paso a Dar. “Yo… um…”. De repente, no quería que Dar se fuera a casa.
“Ey… El otro día pillé ingredientes… para probar una nueva receta. ¿Te atreves?”.
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Tenía tanto que hacer en casa, reflexionó Dar. Listas de trabajo y proyectos
de los que tenía que encargarse… Sin embargo, podía ver la esperanza mal
escondida en los ojos de Kerry y sonrió en su interior. “Me encantará… pero he de
conectarme y hacerme cargo de algunas cosillas”.

Kerry sonrió, alegre. “El ordenador es todo tuyo… Pondré los peces en su
sitio”. Hizo señas hacia su escritorio y lo pasó andando para dejar los paquetes en
la mesa del comedor. “Oye, alquilé una copia de la película de Expediente X,
podemos verla después”.

Dar se acomodó en la cómoda butaca del escritorio y encendió el ordenador,


chascándose los dedos suavemente. Te hacía sentir bien ser parte de los planes de
otra persona, para variar. “Hmm… me gustaría…”. Esperó a que terminase la
conexión, entonces metió su clave y pinchó para bajar el correo mientras
comenzaba una sesión con el mainframe. “Oh… mierda”. Revisó una notificación
urgente. “Ouch”.

Kerry terminó de poner las bolsas con los peces en la pecera sin abrirlas,
permitiendo que se estabilizase la temperatura, luego se acercó al escritorio y miró
el monitor del ordenador. “¿Qué va mal?”.

“La maldita línea aérea intentó activar sus servidores impresos… y colgó
uno…”. Suspiró Dar. “Toda la impresión doméstica se les ha colgado…”.

“¿Qué quiere decir eso?”. Preguntó Kerry con curiosidad.

“¿Alguna vez has confirmado tu billete en el mostrador de la línea?”.


Preguntó Dar, mientras leía el informe.

“Claro”. Rió Kerry. “Un montón de veces… ¿por qué?”.

“¿Alguna vez necesitaste una tarjeta de embarque?”.

“Sí…”.

“¿Necesitaste etiquetar tus maletas?”.

“Claro…”.

“¿Ves todas estas listas de pasajeros apagadas?”.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 508 de 508

“Um….”.

“¿Alguna vez tuviste que comprar un billete en el mostrador?”.

“Me hago una idea, Dar”. Kerry le palmeó el hombro. “¿Qué es lo que hacen
si todo eso está colgado?”.

“Escribir todo a mano”.


Kerry parpadeó. “Oh Dios mío… Me alegro de no estar en Newark”.

Dar volteó la cabeza y besó suavemente la mano sobre su hombro. “Yo


también… Va a ser una mala noche para viajar”. Sensiblera. La mano se alzó y le
acarició la mejilla. “Tan cerca de las vacaciones también”.

“¿Puedes hacer algo?”. Preguntó Kerry, disfrutando de la sensación de su


suave piel.
¿Con qué? Se preguntó Dar. Oh, sí… los impresores. “Bueno… es su
servidor… nosotros simplemente cargamos los datos”.

“¿No tienen un backup?”. Dijo la mujer rubia despectivamente. “¿Dónde


están esos servidores?”.

“Charlotte… los mantienen a larga distancia”. Dar se apoyó sobre Kerry.

“¿Tenemos nosotros un backup que les podamos prestar?”.

La morena mujer entrecruzó los brazos y lo pensó. “Hm… la maldita cosa es


una caja de bestias… quad Pentium II, ciento veintiocho megas de ram, tienen
cinco arrays de raíz en él, y normalmente simplemente conectan el array a la caja
de backup, pero actualizaron el sistema operativo primario y todavía no han hecho
el backup… y tienen diferentes tarjetas de control”.

“¿No están soportadas?”. Se retorció Kerry.

“Nop”. Dar agitó la cabeza en negación. “Necesitarían un duplicado de su


caja actual”. Cerró los ojos y se concentró. “Déjame pensar”.

Kerry la dejó, masajeándole el cuello con toque suave. “Cuando estábamos


haciendo el proyecto de Disney, creí que ahí teníamos unas fuentes realmente
potentes… Esas cajas Alpha en las que me estaba conectando, por ejemplo”.
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Dar ladeó la cabeza. “Me pregunto….”. Se acercó al teclado y tecleó una


petición a la base de datos. “No, esos son procesadores duales… pero… espera un
minuto”. Repiqueteó con los dedos en el escritorio, luego desenganchó su móvil de
su cinturón y marcó un número. “¿Brent?. Dar Roberts”. Miró a la pantalla.
“Escucha, tenéis un servidor de backup que usamos en la cuenta de Sprint…
¿cierto?”.
“Bueno, sí señora… lo tenemos”. Contestó vacilante el hombre. “No lo
usamos desde hace mucho… pero todavía está aquí”.

“Bien, límpialo, y llévalo a la sala de servidores”. Le dijo Dar.


“Desconéctalo de sus líneas de backup, bajo mi autorización”.

“Muy bien”. El hombre estaba más que feliz en obedecer.

Dar colgó y marcó de nuevo. “¿Isis?. Aquí Dar Roberts. Creo que tenéis un
pequeño problema”.

“¿Un pequeño problema?”. La voz de la mujer sonaba claramente a


incredulidad. “No tenemos ni un solo impresor funcionando en el continente de los
Estados Unidos (y esto es una traducción literal… nunca pensé que EEUU fuera
un continente por sí solo)… eso no es un problema… es una enorme encerrona,
Dar”.

“¿Cuál es el pronóstico?”. Preguntó la alta ejecutiva, rodeando a Kerry con


un brazo mientras ésta también escuchaba la respuesta.

“No preguntes, están tratando de construir un duplicado, pero le va a llevar


unas seis horas a HP traer en avión el panel de control desde el estado de
Washintong”. Suspiró la mujer.

“¿Qué darías por una espera de diez minutos?”. Masculló Dar.

“Dar, si estás bromeando… Volaré al maldito Miami y te pegaré”. Contestó


Iris. “¿Qué daría?. Mi eterna gratitud”.

“Tengo un servidor de backups disponible en Charlotte, tan sólo tendrías que


añadirlo en tu array… Tiene la misma estructura que vuestro anterior servidor”.

“Dios te bendiga Dar… Adiós.”. La mujer habló de forma atropellada y


colgó.
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Dar rió y después se giró hacia su compañera. “Muy buena idea Kerry,
gracias”. La miró cariñosamente. “El público viajero te lo agradece”.

Kerry sonrió. “Ey, lo hago lo mejor que puedo”. Le dio a Dar un abrazo
rápido y después volvió a la tarea de los peces, preparando la pecera de Dar
mientras su jefa seguía comprobando el correo. Los peces de pelea estaban
nadando dentro de sus pequeñas bolsas de plástico, mirándola con suspicacia y les
saludó mientras limpiaba la pecera y la llenaba con agua fresca. “¿Crees que esta
cosa dejará bien el agua?”. Alzó el bote de bacterias que habían comprado.

“¿Hm?”. Dar se volvió y la miró. “¿Me preguntas a mí?”. Rió suavemente.


“Creo que la dejará bien… El dependiente dijo que eran unos peces muy
vigorosos”. Se giró de nuevo, vacilando antes de abrir el correo que le había
mandado Mark. Era un rastreo completo… pero que muy completo sobre Kyle
Lewis. “¿Sabías que a Kyle le echaron con bastantes prejuicios de la Marina?”.

Kerry alzó la mirada con sorpresa. “Oh… olvidé que pediste eso… um… sí,
lo sabía… Él lo sintió realmente… pero nunca supe porqué. Tan solo le decía a la
gente que le habían tendido una trampa”. Tapó la pecera de Dar y le sonrió a los
peces. “Ahí vais…”.

Los dos peces inspeccionaron su nueva casa llenos de sospecha, nadando


directamente hacia los tubos entrecruzados para mantenerse vigilados el uno al
otro. Kerry caminó de nuevo hacia donde estaba sentada Dar y se sentó en el borde
de la mesa. “Sí, ése es él”.

La foto que había incluido Mark era de un hombre atractivo de marcadas


facciones con cabello plateado y ojos castaños inteligentes y directos. Dar ojeó sus
datos, después desvió la vista hacia el rostro de Kerry que estaba tranquila y sin
expresión aparente. “Estaba al mando de un ejercicio de entrenamiento que fue
mal… Murieron seis hombres y tres fueron heridos”.

Kerry asintió levemente. “¿Crees que fue un complot? Eso es lo que él


dice”.

Un sacudimiento de cabeza. “No sé… Basándonos en el informe, parece


muy claro y sencillo. Le dijo al grupo que siguiera adelante, hacia una zona que
había sido bloqueada como fuera de límite debido a un ejercicio de minas”. Dijo
suavemente Dar. “A dos de los tres heridos les volaron las piernas”.
La mujer rubia se mantuvo en silencio, entonces las dos alzaron la mirada al
escuchar una llamada en la puerta. “¿Esperas a alguien?”. Preguntó en voz baja
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Dar.

“Colleen se ha ido de compras… pensó que hoy yo no estaría aquí”.


Contestó Kerry de igual forma, mientras caminaba por la alfombra y miraba a
través de la mirilla. Se le abrieron los ojos como platos. “Es Kyle”. Gesticuló a Dar
con los labios. Otra llamada. Dar se puso en movimiento y llegó a su lado.

“Dile que enseguida vas”. Susurró Dar.

Kerry se lamió los labios, su corazón latiendo desenfrenado en reacción a


ver el rostro de Kyle. “¡Ya va!”. Dijo en alto. “Espere”.

Dar había cortado la conexión y ahora estaba agarrando a Kerry por los
hombros. “De acuerdo… tómatelo con calma. Me esconderé ahí tras la puerta y tú
sólo has de dejarle entrar y pretender que no sucedió nada anoche”.

Kerry tomó aliento. “Creo que puedo hacerlo”. Asintió. “Probablemente esté
aquí para tomar notas y contarlo en casa”.

“Probablemente… Mantén la calma, estaré aquí mismo. Confía en mí,


Kerry… Si te toca…”. Dar dejó sin concluir la amenaza.

La mujer rubia la besó levemente. “Mi héroe”. Dijo, con queda insistencia.
“Vale. Escóndete y déjame abrirle al cabeza de chorlito éste”. La presencia de Dar
le daba coraje y vio como su compañera se escondía tras la puerta del baño
mientras ella llegaba a la puerta principal, inspirando profundamente antes de
abrirla.

Ojos castaños se centraron en ella de forma inmediata, recorriéndola de


arriba abajo como si fuese un pura sangre.

Kerry se estiró en acto reflejo. “Oh… Hola Kyle… no te esperaba”.

“Supongo”. Le sonrió. “¿Puedo entrar?”.

“Claro”. Kerry se echó hacia atrás y le observó al entrar, oliendo una oleada
de su distintiva colonia al pasar. Iba vestido con una chaqueta de sport y
pantalones, impecables como siempre. “¿Qué te trae a Miami?”.

“Oh… Aquello y esto para tu padre… lo de siempre”. Dio una vuelta


completa, observando la sala con ligera expresión de desconcierto en los ojos.
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“Pensé en parar y ver cómo te iba”. Ahora sus ojos reposaron en ella. “Te ves
bien… Sin embargo has ganado algo de peso, ¿verdad?”. Otra sonrisa. “Tu madre
estará devastada”.

Kerry se sentó en la esquina del sofá, muy consciente de la presencia a su


espalda. “De hecho, me siento mejor de lo que he estado en mucho tiempo… Creo
que estaba demasiado delgada antes”. Le miró directamente sin titubear.

“Tch… No de acuerdo con tu madre…”. Agitó la cabeza. “No querrás


desagradarla Kerry… Ya sabes como son de importante las apariencias para ella”.

Divertido, pensó Kerry. Ni un sonido produjo Dar, pero podía afirmar que
sentía el rechinar de los dientes de la alta mujer. Los suyos rechinaban. “Bueno,
supongo que tendrá que acostumbrarse… Me marcho el miércoles”.

“Oh sí… Oí que le dijiste que estabas pensando en quedarte…”. Kyle volvió
a mirar a su alrededor. “Bonito piso… No puedo decir que te culpo….”. La miró de
nuevo. “Ahora, sabes que eso no va a pasar, ¿verdad?”. Su voz era amistosa y
dulce. “Es hora que vuelvas a casa y asientes la cabeza Kerry. Han planeado la
boda para Abril”.

Kerry le miró de forma directa. “Ése es un asunto entre mis padres y yo,
Kyle”. Sentenció suavemente. “Así que supongo que hablaré con ellos sobre el
tema la semana que viene”.

De repente Kyle se puso a su lado amenazadoramente rápido. “Vas a ser una


buena chica, ¿verdad?”. Preguntó suavemente. “No vas a hacer que tu padre se
enfade ahora, ¿hmm?”.

Kerry tragó, sintiendo una vida de concesiones frente a ella como una manta.
“Espero que no, pero como ya he dicho, es algo entre ellos y yo”. De forma
deliberada se quedó sentada con los brazos cruzados sobre el pecho. Los ojos de él
taladraron los suyos y Kerry supo que si Dar no hubiera estado allí, ella estaría
metida en serios problemas.

Un dedo alcanzó su barbilla. “Sé buena”. Le advirtió suavemente. “No me


gusta tener que tratar con tu padre cuando está triste. Me pone… ansioso”.

Kerry miró hacia arriba más allá de sus ojos y se encontró mirando a un par
de azules bloques de hielo rodeados de un rostro furioso tan cerca de Kyle que era
un milagro que él no la escuchara respirar. “Kyle… vete a casa”. Dijo quedamente.
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“Ya no soy una cría y tú no eres mi nana”.

Él respiró un momento sobre ella, vacilante. “Ahora sé que has de volver a


casa… Este sitio no es bueno para ti, Kerry”. Se movió para agarrarle la barbilla
con movimiento rápido y salvaje.

Nunca llegó a completarse el movimiento ya que se encontró la muñeca


sujeta por largos y fuertes dedos. Lentamente giró la cabeza y sus ojos se quedaron
atrapados por otros increíblemente azules en el rostro de una extraña. “¿Quién
coño eres tú?”.

Dar sonrió, completamente falta de humor. “Una amiga”. Le soltó la mano y


después se acercó un paso a Kerry. “A la que no le gusta ver a otras amigas ser
maltratadas”.

“Señorita, no se quien demonios es, pero haría mejor si se metiera en sus


asuntos”. Le dijo Kyle. “¿Me entiende?”. Su voz se volvió grave, en tono
amenazador.

“Sabe… Mi padre tenía un nombre para gente como usted”. Contestó Dar en
un tono de voz casual. “Pero probablemente no querrá escuchar cuál era”. Le
dedicó una mirada distraída, obviamente nada intimidada por su amenaza.

Él la estudió. “Oh… Déjame adivinar… ¿Eres la amiga… especial… de


Kerry?”. Su boca se torció en una mueca de asco.

“No… Soy mucho más que eso”. Respondió Dar con una sonrisa. “Soy su
jefa”. Le tendió su tarjeta. “Tome… Asegurése de que deletrea bien el nombre”. Se
acercó un paso hacia él. “Ahora ¿ha terminado de amenazar, zarandear e insultar a
mi empleada?”.
Kyle le dio una ojeada a la tarjeta y después a su rostro. “Tenga cuidado,
Srta. Roberts… Éste es un asunto familiar y no es bienvenida en él”.

Ojos azules como el hielo le miraron sin vacilar. “Tenga cuidado, Sr.
Lewis… Se sorprendería de ver los asuntos en los que elijo interesarme”. Replicó
Dar de forma muy suave. “O lo que sucede cuando lo hago”.

Él prefirió no contestar. En vez de eso se giró hacia la silenciosa mujer rubia


al lado de Dar. “Bueno, siempre es un placer verte Kerry”. Una forzada sonrisa
asomó a sus labios. “Será agradable tenerte en casa el miércoles… Quizás entonces
podamos continuar nuestra discusión”. Se guardó en el bolsillo la tarjeta de Dar y
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se giró, caminando hacia la puerta para abrirla de golpe, salir y dar un portazo.

Se hizo un momento de silencio y después Kerry suspiró. “Bueno. No fue


agradable”. Se volvió y observó a su compañera. “Pero podía haber sido bastante
peor… Gracias”.

“Odioso pequeño hijo de *puta*…”. Masculló en disgusto, Dar. “Pedazo


de…”. Exhaló. “Menudo culo de caballo”.

Kerry se reclinó sobre ella. “Sí”. Suspiró. “Ciertamente lo es… Este fin de
semana que viene no va a ser nada agradable”. Brevemente contempló la idea de
no ir y se sorprendió al descubrir lo tentadora que era. “Preferiría estar aquí,
comiendo bocadillos de pavo y viendo el maratón que van a poner en el cable”.

“Bueno…”. Dar la besó en la frente. “Si decides hacerlo… dímelo… Me


quedaré por aquí y vendré a compartir el pavo contigo… ¿vale?”.

La mujer bajita la rodeó con los brazos. “No te imaginas lo tentador que es,
pero tengo que ir, tengo que acabar con esto”. Suspiró. “Y decirles que no iré a
casa por Navidad”.

Dar le devolvió el abrazo. “Estaré contigo en espíritu, lo sabes ¿verdad?”.

Kerry la miró a los ojos. “Lo sé”. Murmuró, encantada. “Eso… ayuda… No
le hubiera podido contestar así de otra manera”.

La mujer morena le echó los mechones hacia atrás cuidadosamente. “Hiciste


un buen trabajo”. Le informó a Kerry. “Él estaba buscando como pincharte”.

“Mm”. Kerry dejó reposar su cabeza sobre el hombro de Dar. Y él


también… era como si hubiese una cálida capa entre ella y sus palabras, incluidas
las más bajas. “Siempre tiene que meter las narices en todo”.

Dar miró sobre su hombro sin mirar a nada realmente, su mente pensando en
estrategias. “Quizás sea el momento de que alguien las meta en sus asuntos un
poquito”. Comentó. “Vamos… causemos algún problema”. Guió a Kerry hacia el
escritorio y se sentó. “¿Tiene una línea aérea preferida?”.

“Delta, pero…”. Kerry miró la pantalla del ordenador mientras Dar


comenzaba una sesión.
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“Delta… Hoy… De aquí a DC… Su nombre… Ah”. Tecleó una secuencia y


obtuvo algo. “Ahí tienes… Ahí está su vuelo de vuelta”. Miró a Kerry de forma
traviesa. “¿Sabes lo que puedes hacer aquí dentro?”.

Un movimiento de lado a lado de la rubia cabeza.

“Esto”. Dar tecleó una palabra de cuatro letras y la imagen de la pantalla


desapareció. “Puf. Ya no tiene reservas en la línea”. Sonrió frente a la pantalla.
“Bienvenido a la era de la información, Sr. Lewis”.

Kerry se tapó los ojos con la mano.


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Décimotercera parte

Dar exhalaba energía para terminar con la lista de trabajo, deshaciéndose de


varios temas a la vez y prestando medio oído a Kerry, la cual estaba trasteando por
la cocina. Sabía que la visita de Kyle había trastornado a la mujer rubia y contestó
impaciente a algunos de la docena o así de mensajes urgentes que tenía, ansiosa
por sacárselos del medio y así poder volver a…

¿Volver a que, Dar? ¿Seguir jugueteando? Torció los labios. Sí. Mucho más
interesante que decirle a José que tiene que volver a la plantilla de diseño con
respecto a dos cuentas y que escribir una respuesta oficial a la querella en su contra
por parte de Peter.

Idiota. Suspiró y se frotó la frente, pensando en como escribir la respuesta.


“Él fastidió la cuenta, y Alaister me mandó allí para sacarle del apuro, y lo hice.
¿Cuál es el problema?”. Repiqueteó los dedos sobre el teclado y después le dio a la
tecla de retroceso. “No… me mataría si dijese eso”.

“¿Pasa algo malo?”. Apareció Kerry, apoyando una mano sobre su hombro.
Su mano estaba recubierta por una manopla de suave algodón y tenía una cuchara
de palo cuyo olor la distraía fácilmente. Dar la lamió de inmediato, e hizo una
mueca ante el salto de sorpresa de la pequeña mujer. “¡Dar!, ¡estate quieta!”.

“Mm… Sea lo que sea sabe genial”. Replicó la mujer oscura. “Esto… Peter
a rellenado una queja formal contra mi conducta y la tengo que contestar… Intento
encontrar una forma políticamente correcta de decirle que me puede morder (es
‘bite me’ que yo traduciría como que me la chupe, pero como que no es plan
¿verdad?) y no hacer que Mariana se tire de los pelos”.

“Es salsa de albóndiga… Estoy probando una nueva receta de espaguetis y


albóndigas”. Contesto ausente Kerry, observando el documento. “Creo que eso es
bastante seguro”.

A Dar se le iluminaron los ojos. “Hace mucho que no comía eso”. Sentenció.
“Normalmente no lo pido en los restaurantes… En general las albóndigas saben a
carne enlatada”.

Kerry asintió en acuerdo. “Sí… ey, oye… por qué no dices que te pidieron
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evaluar la situación y que el cliente decidió negociar directamente contigo”. Miró a


Dar. “Eso fue lo que pasó, ¿verdad?”.

“Más o menos”. Reconoció Dar. “En realidad, Gerald Easton es un viejo


amigo de mi padre… Me conoce desde que era una cría”. Suspiró. “Simplemente
no le gustaba el estilo de Peter, así que llamó y puteó a Alastair”.

“Hmm”. Exhaló Kerry. “De acuerdo… puedes decir que tenías experiencia
previa con el contrato y el cliente se sentía más cómodo trabajando contigo”.

Una leve sonrisa curvó los labios de Dar. “Eres muy buena con estos temas”.

Ojos verdes parpadearon. “Debates, ¿recuerdas? A veces tienes que decir lo


mismo de cuatro formas diferentes para conseguir hacer ver tu punto”.

La mujer morena rió. “Me hubiera encantado verte allí… Nada me gusta
más que un buen debate”.

Kerry se sonrojó levemente y sonrió. “El debate que gané fue el que vino mi
padre a ver… Era uno de los importantes y él se lo pasó tan bien haciendo gala de
ser quien era con el público”. Parecía un poco un triste. “Me sentí bien al ganarlo”.

“¿Consideraste alguna vez meterte tú en política?”. Preguntó Dar.

Un suave resoplido. “No gracias, si quisiera pasar mi vida decepcionando a


la gente hubiera hecho marketing, gracias”. Le dedicó a Dar una mirada torcida.
“No me iras a decir que crees que los ayudantes públicos lo hacen por placer de
servir a sus compañeros de patria, ¿verdad?”.

“No”.

“Fiu… No quería explotarte esa burbuja, déjame decírtelo Dar”. Le informó


Kerry. “Es un negocio desagradable”.

Dar se quedó en silencio, preguntándose si su joven compañera sabría cuan


desagradable. “Escucha… ¿por qué no escribes una respuesta por mí y yo voy a
freír tu salsa?”. Se levantó de la silla y le cogió la cuchara de la mano a Kerry.
“¿Trato justo?”.

Kerry se sentó, la silla aún caliente por el cuerpo de Dar y alzó la mirada.
“Trata de no comértelo todo, ¿vale?”. Bromeó, obteniendo una brillante sonrisa
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como respuesta, después volvió su atención al monitor.

Dar se dirigió a la cocina, levantando la tapa de una olla de hierro sobre el


fuego liberando una nube de ajo y especias al aire. “Oooh…”. Removió
suavemente la salsa mientras pensaba sobre el informe que le había llegado sobre
el padre de Kerry.

Lo usual, en su mayoría. Menores altibajos, algunos sobornos reportados…


nada en concreto. Pero había dos cuentas bancarias anónimas que había seguido
investigando y una serie de transacciones realmente extrañas lo que parecía una
línea de crédito privada a su nombre solamente. No tenía sentido, decidió, en dejar
que Kerry viera el informe hasta que ella hubiese terminado de investigar y tuviera
algo concreto.

¿Y entonces que? Dar exhaló. A pesar de todo, sospechaba que Kerry aún
quería a sus padres, su familia… Hacer algo que dañara a su padre la dañaría a ella
también y aunque Dar tenía unas ganas inmensas de apalear al tipo por lo que
consideraba una asquerosa persecución de su amiga ¿realmente eso serviría como
objetivo?”.

Sin embargo, quizás la información le sería útil en sus discusiones para


quedarse aquí. Y quería darle a Kerry toda la munición para eso, ¿verdad?. Claro,
había siempre la posibilidad de que no funcionase. Que Kerry se dejase convencer
para irse. Eso es lo que te asusta, ¿no es así?. Dar cerró los ojos mientras removía
de forma ausente la salsa. La conoces tan sólo desde hace un mes, Dar… el
pensamiento de vivir sin ella no puede ser que te duela tanto.

Pero lo hacía.

Se sentía tan a gusto con Kerry, eso es lo que era, decidió. Su usual cautela
con la gente parecía evaporarse alrededor de la mujer rubia y se encontró
sobrenadando en la calidez de una amistad verdadera por primera vez desde hacía
mucho tiempo. No había sospechado que lo extrañara tanto como ahora
aparentemente, y ahora algo amenazaba ese sentimiento.

No respondía bien a las amenazas. La hacían hacer cosas locas como rogar a
Kerry que no fuese a casa. O que fuese a casa con ella. Oh sí. Se rió de forma
incómoda ante sí misma. Eso ganaría un concurso de popularidad… que
simplemente te presentaras en la casa de sus padres. Veamos… um… ‘Hola… la
empresa está poniendo en marcha un nuevo programa: los supervisores deben
visitar a todos sus empleados al menos una vez en las vacaciones y estoy
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empezando con Kerry… ¿Les importa?’.

Sí.

Estaba tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera escuchó como Kerry
la llamaba por su nombre hasta que una cálida mano le tocó la espalda y pegó un
brinco. “Qu… oh… perdona”. Se separó de la cocina y le devolvió la cuchara a
Kerry. “Toma… sólo estaba… um…”.

“A un millón de kilómetros de aquí”. Añadió Kerry, mirándola con


curiosidad. “¿Estás bien?”.

“Sí, sólo estaba pensando, eso es todo”. Rió Dar. “¿Acabaste con eso?”.
Estaba ligeramente avergonzada de que la hubiera pillado soñando despierta.
“Yo… um… me encargaré de eso otro”.

Kerry le dedicó un gesto de ligera preocupación, pero asintió. “Muy bien…


sí, lee lo que he escrito para ver si te gusta”. Palmeó a Dar en el costado. “¿Te
gusta el pan de ajo?”.

Dar asintió.
“Pregunta tonta, supongo… Tengo algunas de esas barras de pan en el
congelador, las calentaré también”.

La mujer alta rió por lo bajo. “Te gusta hacer esto, ¿no es cierto?”.

Kerry se encogió de hombros. “Supongo… Quiero decir… no creo que me


molestase por mí sola… De hecho, sé que no lo haría. Generalmente llego a casa
del trabajo y me como algunas zanahorias o algo así… pero es agradable
molestarse por alguien que lo aprecia”.

La miró seriamente. “Yo lo aprecio”. Contesto suavemente. “Mucho”.

Eso le consiguió una gran sonrisa. “Lo sé… Me di cuenta que tu cocina no
recibe mucho uso”. Bromeó suavemente. “Tengo pesadillas pensando en ti allí con
tus Egg McMuffins y tu chocolate con leche”.

Dar rió como acto reflejo. “Nah… Te confundes de lleno”. Movió de lado a
lado la cabeza solemnemente. “Son croasanes o nada”.

Un golpecito. “Deberías cuidarte mejor”. Le dijo Kerry medio regañándola.


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“Algún día eso se volverá contra ti”.

“Juega duro… muere joven”. Dijo Dar medio en broma.

“Preferiría que no lo hicieras”. Contestó muy seria Kerry. “Me gustaría


tenerte alrededor por mucho tiempo”. Se hizo un incómodo silencio, y
sorprendidos ojos azules la miraron.

“Lo siento”. Murmuró finalmente Kerry. “Fue algo tremendamente


presuntuoso por mi parte decir algo así”. Se giró hacia la cocina y se inclinó sobre
la sartén, tan sólo para sentir cómo unas manos la agarraban suavemente por los
hombros.

Se quedó quieta y no se resistió cuando Dar la hizo volverse y se encontró


con los ojos azul pálido ahora suavizados que le estudiaban el rostro. “¿Sabes?
Cuando entraste aquí, me estaba preguntando qué demonios haría si decidías
volver a casa...”. Murmuró suavemente. “Y estaba intentando comprender cómo
alguien que conozco de hace menos de un mes podía llegar a ser tan importante
para mí”.

“Oh”. Replicó Kerry.

“Así que, no… no fue presuntuoso… Es bueno que te preocupes”. Añadió


vergonzosa, Dar. “Es un poco extraño, pero creo que me gusta”.

La mujer rubia dejó escapar un suspiro de alivio. “Eso es bueno”. Estiró la


mano y entrelazó sus dedos con los de Dar. “Porque no puedo dejar de sentirme
así… y odiaría estar volviéndote loca o algo así”:

Dar cedió a las insidiosas ganas y la abrazó. “Nah…”. La soltó y dio un paso
atrás, luego sonrió. “Déjame ir a ver eso”. Se giró y salió de la cocina.

Kerry lamió el extremo de la cuchara pensando mientras se volvía hacía su


salsa y una diminuta e incrédula sonrisa apareció lentamente en su rostro.

Dar volvió al escritorio y se dejó caer en la silla, apoyando la barbilla sobre


la mano y mirando la pantalla del ordenador. Dejó que sus ojos vagaran por las
palabras tres veces antes de que ninguna de ellas penetrara en su mente. Después
dejó que sus párpados parpadeasen y simplemente se tomó un momento para
recomponerse, sintiendo una oleada de conflictivas emociones en su interior.
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Mitad de su ser estaba cagada de miedo. La otra mitad, la que era extraña,
nueva y alienígena del espacio exterior, quería arrodillarse y rendirle devoción
eterna a esta pobre mujer que casi no conocía. “Soy un poco mayor para esta
porquería emocional, ¿no?”. Murmuró secamente para sí misma. “No me he
sentido así desde que tenía doce años y me enamoré por primera vez”.

Se frotó los ojos, entonces se forzó a concentrarse en la pantalla, esta vez


leyéndola en serio. “Oh… buen trabajo”. Alabó a la ausente Kerry. “Sí, me
gusta…”. La respuesta era muy razonable y estaba escrita de forma educada. “Por
supuesto que se va a dar cuenta de que no la escribí yo”. Dar rió suavemente. “Pero
eso no importa… La marca de un buen director es saber dónde usar sus fuentes,
¿verdad?”. Alzó la voz. “Buen trabajo”.

“Gracias”. Escuchó de vuelta y Dar pudo sentir también la sonrisa en la


respuesta mientras apretaba el botón de enviar y mandaba la respuesta en camino.
Entonces se acomodó y siguió con los siguientes temas, tratando de ignorar los
intrigantes aromas que venían de la cocina , deteniéndose tan solo un momento
cuando un trueno sonó sobre su cabeza. “Hmm”.

Kerry entró, escuchando también. “Suena mal”. Se reclinó sobre el respaldo


de la silla. “¿Has terminado?. La cena está lista”.

“Ya lo huelo”. Estuvo de acuerdo la mujer morena mientras se estiraba.


“Sip… Colgué a seis personas, cancelé tres reuniones y mandé dos respuestas
mordaces a gente que debería pensárselo mejor”. Suspiró. “No fue un mal día”.

“¿En serio lo hiciste?”. Kerry le dedicó una mirada.

Dar asintió secamente. “Sí, lo hice”. Se levantó y se estiró. “Pero no te


preocupes, todos están acostumbrados. Si no lo hubiera hecho, pensarían que algo
anda mal conmigo”. Avisó a la mujer rubia. “¿Quieres que saquemos todo aquí en
la mesa?”.

Kerry dudó y después sonrió. “Bueno… tengo un plato muy grande… Pensé
que sería divertido si simplemente lo usara y lo compartiéramos… Tiene patitas…
podemos llevarlo al sofá y ver la película”.

“Hmm…”. La voz de Dar bajó de tono a un grave y especulativo gruñido.


“Creo que me gusta la idea”. Sonrió de repente. “Me pregunto si podremos hacer
como en La Dama y el Vagabundo”.
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“¿La qu…”. Alzó las rubias cejas en desconcierto, para después bajarlas de
nuevo. “Ah… ah… ¿te refieres con los espaguetis?”. Los ojos de Kerry brillaron.
“Bueno… claro… podemos probar”. Rió. “Vamos”.

Fueron juntas a la cocina, riendo.

“Fue una tontería”. Murmuró Dar mirando el televisor. “Avispa y un carajo”.

Kerry rió por lo bajo. “Vamos… No podían hacer que se besasen… El


mundo se acabaría… Saldrían monstruos del pecho de todo el mundo… El
Fumador tendría que dimitir…”. Echó la cabeza hacia atrás y aceptó un suave
asalto a sus labios. “Me alegro que no tengamos el mismo problema…”.

“Yo también”. Coincidió Dar con una risotada mientras se echaba de nuevo
contra el sofá con el cuerpo de Kerry acurrucado a su lado mientras miraban la
tele. “Dios, estoy llena… Estuvo muy bueno”.

Kerry se estiró contra ella y suspiró. “Yo también… y gracias… Esa receta
realmente salió buena”. Alzó la mirada, luego rió y estiró la mano para limpiar un
poquito de salsa de la cara de su compañera. “Excepto que los espaguetis fueron
pringosos”.

“Mm… ¿así que, cual es el secreto de las albóndigas?”. Preguntó Dar. “Eran
tan ligeras… ¿les pusiste plumas?”. Le dio un apretón a la pequeña mujer, después
volvió a rodear la cintura de Kerry con los brazos.

Un suave resoplido. “No te lo vas a creer… pero el secreto es leche”.


Admitió Kerry con una risa.

“¿LECHE?”. Protestó Dar. “¿Pusiste leche en las albóndigas?”.

Kerry reposó de nuevo la cabeza sobre el almohadillado suave del pecho de


Dar y sonrió. “Sip… mezclas medio vaso de leche en la masa de las
hamburguesas… y después le añades pan de molde para que lo absorba”. Sentenció
afectadamente. “Y un huevo”. Una pausa, y una mirada a Dar. “Y… um… una
pizca de azúcar morena”.

Dar rió. “Leche, huevos, y azúcar morena… suena como de mi gusto”.


Suspiró. “Fuera lo que fuera… estuvo buenísimo”. Giró la cabeza al sonar el
teléfono, e intercambiaron miradas.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 523 de 523

Kerry bajó el volumen del televisor y agarró el teléfono inalámbrico.


“¿Hola?”.

La voz de su madre resonó en su oído. “Hola… ¿¿Kerry??”.

Quien sino estaría contestando, ¿hmm?. “Hola, madre”. Mantuvo la voz


entre cordial y cautelosa… después de todo, la mujer la había colgado la última
vez.

“Cariño, he estado pensando”.

Eso es una novedad. “¿Sí, madre?”. Separó el teléfono de forma que Dar
pudiera escuchar, no mucho ya que la alta mujer estaba prácticamente enrollada a
ella.

“Quizás reaccioné apresuradamente la noche anterior… Hablé con tu


padre… y mientras él está muy triste, dice que está seguro que te calmarás y serás
capaz de hablar de esto con nosotros cuando vengas a casa…”. Su madre sonaba
como satisfecha de sí misma. “Estoy segura que podemos llegar a un
compromiso… Comprendemos que debes haberte encariñado con tus amigos en
ese sitio”.

¿Encariñado? Kerry miró hacia los fuertes brazos que la acunaban. “Bueno,
sí madre… podría decirse eso… y estoy envuelta en algo realmente interesante en
este momento”.

Dar bufó entre risas, hundiendo su rostro en el cuello de Kerry por un


momento y haciéndole cosquillas.

Kerry se mordió el labio para evitar reír.

“Ciertamente… ciertamente… Todos somos adultos aquí… Y ansiamos


tanto verte… Brian te extraña terriblemente”.

¿En serio? No ha llamado ni una vez desde Agosto. “Estoy segura de ello,
madre”. Replicó.

Se hizo un silencio momentáneo y después su madre se aclaró la garganta.


“Pareces distante, cariño… ¿estoy interrumpiendo algo?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 524 de 524

Kerry echó hacia atrás la cabeza cuando un mordisco agarró un nervio.


“No… no… um… simplemente estaba viendo una película..”. Tragó y después
cerro los ojos mientras las manos de Dar subían por su estómago, exponiendo su
piel al frío aire acondicionado.

“Oh… bueno, nosotros estamos viendo Guerra y Paz”. Un suspiro. “Le gusta
tanto a tu padre”.

“Ya lo creo que le gusta”. Consiguió contestar Kerry. “Yo estoy viendo
Expediente X”.

“Kerry… Ya sabes lo que pienso de esa serie”. La voz de su madre sonaba


desaprobadora. “Desagradable, tan irrespetuosa con el gobierno… porque, ¿¿sabías
que una vez tu padre le escribió una carta a ese horrible hombre que la hace y
recibió una nota de respuesta diciéndole que saliera y se tomase algunas drogas??”.

Apunte mental. Decidió Dar. Mandarle un mail de fan a Chris Carter.

“Bueno, madre… “. Kerry dejó la cabeza muerta sobre el pecho de Dar


mientras el suave mordisqueo le alcanzaba la garganta. “Es um… sólo una serie de
televisión”. Los movedizos dedos trazaron incitantes círculos alrededor de sus
pechos y dejó escapar un suave e incoherente sonido.

“¿Qué fue eso querida?”. Le inquirió la voz de su madre.

“Um… sólo algo que estaba viendo…”. Replicó Kerry, dedicándole a su


amante una mirada suplicante. “Nada que quieras saber… oh sí… ¿llegó Kyle bien
a casa?”. Cambió el tono de voz a uno más zalamero. “Fue tan amable por su parte
venir a visitarme mientras estaba aquí”.

Un incómodo silencio. “¿Estuvo allí, cariño? No sabía… Bueno, estoy


segura que si estaba por la zona, por supuesto que pasaría a visitarte… Ya sabes
cuánto te aprecia”. Hubo un sonido amortiguado. “Roger, ¿sabías que Kyle estaba
en Florida? Lo sabías… oh… bueno no… Kerry lo estaba mencionando… ¿qué?”.

Ojos azules y verdes intercambiaron miradas conspiradoras.

“Oh… Dios todopoderoso… el pobre”. La madre de Kerry volvió al


teléfono. “Pobre Kyle… Hubo un malentendido en el aeropuerto… De alguna
manera perdieron sus reservas y tuvo que conducir hasta Tampa para alcanzar un
vuelo desde allí… está esperando en Houston ahora mismo”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 525 de 525

“Iiih. Que mala suerte”. Entonó Kerry con sinceridad. “Sólo vuelos
interconectados, ¿eh?”.

“Aparentemente… bueno, me alegro que tuviese una oportunidad de verte”.


Suspiró su madre.

“Oh… sí, fue maravilloso”. Replicó de forma suave Kerry. “Incluso conoció
a mi jefa”.

“¿De verdad?”.
“Um hm… Ella estaba aquí trabajando conmigo en un proyecto, le dio su
tarjeta… Asegúrate que papi la recibe, ¿vale?”.

“Oh… vaya, por supuesto…”. Una pausa. “¿Eso es normal cariño? Pensé
que trabajabas en una oficina”.

“Lo hago”. Contestó Kerry. “Pero tenía este asunto extra en marcha… y Dar
se toma un…”. Miró fugazmente al moreno rostro que la observaba por encima de
su hombro. “Interés muy personal con las cosas”.

El abrazo que la rodeaba se intensificó y ella pegó un saltito, cubriendo el


auricular. “No tan fuerte… vomitaré la cena”. Murmuró suavemente, tomando un
respiro mientras el abrazo se volvía menos fuerte, entonces las manos de Dar
desataron juguetonamente el cinturón que llevaba, y desabotonó los botones de sus
tejanos. “¿Mejor?”. Un soplido de palabra llegó hasta sus oídos mientras los dedos
comenzaban un gentil y reconfortante masaje.

“Mm”. Kerry se relajó y se pegó el auricular a la oreja. “¿Qué dijiste,


madre?”.

“He dicho, ¿compraste los billetes?”. Ahora su madre parecía un poco


molesta.

“Sí”. Contestó Kerry. “Los compré el otro día”.

“De acuerdo… Bueno, he de ir a hacer algo de café para tu padre… te


veremos el miércoles, cariño”.

“Buenas noches, madre”. Respondió educadamente Kerry , después colgó y


dejó el teléfono en el suelo mientras se giraba y entrelazaba sus dedos en el cabello
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 526 de 526

de Dar. “Eres una lianta”.

Una risa grave y sexy hizo que tuviera escalofríos a lo largo de la espalda.
“Y tanto”. Capturó un sabroso lóbulo y lo mordió suavemente. “¿Fue eso una
disculpa de tu madre?”.

Kerry se encogió de hombros. “Supongo… Odia los enfrentamientos”.


“Hmm”. Dar apoyó la barbilla en el hombro de Kerry. “Menuda maldita
forma de pasar la Día de Acción de Gracias”.

Kerry rodeó con los brazos a Dar y suspiró. “Me da dolor de estómago de
tan sólo pensarlo”. Admitió. “Desearía poder meterte en mi maleta y llevarte
conmigo… Van a ser los cinco días más largos de toda mi vida”. Pensó de nuevo
en la idea de no ir… y en cambio, pasar las vacaciones con Dar. Oh chico. Es como
si un pequeño cachorro hubiese comenzado a agitar la cola en su interior y ella
tenía que detenerle. “Es como ver un accidente de tren a cámara lenta”.

Dar contuvo un deseo casi envolvente de proteger a su amante del mal genio
y las disputas en las que sabía se iba a meter. “Yo también desearía que pudieras
hacerlo”. Añadió do forma débil. “Me encantaría verles las caras cuando saliera de
ellas”.

Kerry comenzó a reír. “Jesús… menuda imagen”. Hizo una pausa. “Vaya…
¿cuéntame sobre este sitio al que vas a ir?”.

“Bueno… como ya dije, Gerry es un viejo amigo de la familia… de hecho,


fue él quien me dio esos dos contratos que salvaron a Associated”. Le informó.
“Me ha invitado a pasar el fin de semana… tiene un hijo con el que me llevo
realmente bien… su familia es dulce, en la manera de una familia a la antigua
usanza y servicial… no se”.

“¿Su hijo es guapo?”. Preguntó con curiosidad Kerry.

“Mm… sí… si te gusta el tipo con el pelo rapado… Es un piloto de la


marina al cual le acaban de asignar el oficio de transportador”. Contestó Dar. “Más
o menos crecimos juntos… sé que a Gerry le gustaría que estuviéramos más
unidos, pero…”. Rió. “Ya sabes como es eso”.

“Mm…”. Suspiró Kerry. “Creo que tú te lo vas a pasar mucho mejor que
yo…”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 527 de 527

Lo dudo. Musitó Dar en silencio. Estaré preocupada por ti todo el tiempo.


“Bueno, el próximo Día de Acción de Gracias tendremos a toda la gente en la
Isla… ¿qué te parece?”. Las palabras salieron antes de que realmente pensase en
ellas y en todo lo que conllevaban y se mordió la lengua al darse cuenta de lo que
había dicho. Estaba de hecho asumiendo no simplemente que estarían juntas de
aquí a un año sino… De repente, la idea de que Kerry viviese con ella asaltó su
conciencia como un pato entusiasta en la lluvia. Sin embargo, consiguió cerrar la
mandíbula antes de entrar en acción.

Kerry se mantuvo en silencio por unos instantes, después giró la cabeza y


miró a Dar con vergonzosa sonrisa. “Muy bien”. Coincidió. “Eso me dará algo que
pensar mientras batallo contra los planes de mis padres”. Se medio giró y se
acurrucó contra el pecho de Dar, jugando perezosamente con los botones de la alta
mujer. “Maldición, desearía que la semana que viene hubiese pasado ya… daría lo
que fuera porque fuese ya el domingo que viene por la noche… con todo eso
detrás… y…”. Un suspiro. “Temo tanto esto”.

Dar le acarició el pelo torpemente. “Lo sé… diablos, casi me está


produciendo a mi dolor de estómago”. Respondió. “Pero ey… se habrá terminado
en una semana… entonces… podríamos… um…”. Buscó por algo que supiera que
le gustaba a Kerry. “Planear una fiesta de Navidad… ¿vale?”.

Kerry deslizó la mirada sobre el largo y firme cuello, y sobre la mandíbula


de Dar, arriba hasta encontrarse con esos preciosos ojos azules. “Mm… ¿qué tal
una fiesta de cumpleaños?”.

Atrapada. Augh. “Pe…”. Dar se mordisqueó un labio. “Ke…”. Los ojos


verdes de suavizaron y le rogaron. “Oh… está bien”. Suspiró, derrotada.

Kerry sonrió y le palmeó el pecho. “Nada en la tierra hará que me pierda


eso”. Atrajo hacia sí a Dar con un abrazo. “Al demonio con la Día de Acción de
Gracias”.

Dar se sonrió fuertemente a sí misma. Ahora, eso hacía merecer la pena el


tener un cumpleaños.

***

“¿Dar?”.
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La voz de María penetró por sus pensamientos, y alzó la mirada,


sorprendida. “¿Sí?”. Dejó de darle vueltas al lápiz con las manos y exhaló.

“Aquí están tus billetes para mañana”. La secretaria cruzó el despacho


pisando la alfombra y dejó el sobre al alcance de su mano. “¿Kerry se fue bien?”.

“Sí, la dejé en el aeropuerto antes de venir aquí”. Contestó la mujer de pelo


negro. “”Su vuelo era a las 8 de la mañana”. Comprobó la hora en su reloj.
“Debería llegar dentro de poquito”.

“Qué maja”. María sonrió, después su expresión varió ligeramente. “¿No?”.

Dar alzó la mirada de donde había estado abstraída observando a su nuevo


pez. “Oh… sí, estoy segura que lo es… Tan sólo estaba pensando en otras cosas…
lo siento”. De hecho, su cuerpo estaba ocupado recordando el fuerte abrazo que
Kerry le había dado antes de entrar por la puerta de embarque y el quedo susurro
de ‘te voy a echar de menos’. Con un suspiro, puso a un lado el pensamiento y
sonrió a María. “Bueno… ¿qué te parece tener aquí a Bert y Ernie?”. Los había
traído esa misma mañana, después de haberles dado a los dos pendencieros peces
unos días para asentarse en el apartamento de Kerry antes de llevarlos a la oficina.

María estudió al pez. “Es bonito”. Admitió. “Estuve pensando en comprar un


goldfish para mí, pero siempre estoy tirando las cosas de mi escritorio… perdería
mucho tiempo en recogerlos de vuelta”. Se agachó para examinar la pecera. “Esto
es bonito”.

Dar dejó caer la barbilla sobre una de sus manos. “Eso creo”. Estuvo de
acuerdo. “Um… tengo una reunión con el comité ejecutivo después del almuerzo
hoy… ¿hay algo pendiente a lo que tenga que echar un vistazo antes de eso?”.

“*Sí*”. María le acercó el otro sobre que había traído. “Los planos del
nuevo edificio”. Le dijo. “Tienes la primera reunión la semana que viene”.

Dar abrió el sobre y estudió la portada. “Bien… el contrato en este edificio


acaba el próximo año, y José cree que nos encontrará uno nuevo… hm…”. Estudió
el documento. “Bueno… yo no… ah”. Sus labios se torcieron en una mueca
sarcástica. “Ahora veo el truco… el dueño es su cuñado”.

María hizo rodar los ojos. “*Dios mío*… ¿han de ser siempre juegos?”.

La ejecutiva suspiró y agitó la cabeza. “Y odio la localización… Parece otra


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 529 de 529

batalla real en el diseño”. Miró secamente a los peces. “Quizá debiera haberlos
llamado Dar y José… ¿qué te parece?”.

“*Sí*”. Sonrió María. “Voy a ir al banco a la hora de comer, Dar…. ¿quieres


que te traiga algo a la vuelta? Hay pavo en la cafetería… creo que tendrás bastante
de pavo este fin de semana”.

La mujer de pelo negro se echó para atrás e hizo un gesto con la cara. “No…
gracias…. Tengo el estómago un poco revuelto hoy… Algo que tomé anoche tal
vez”. Avisó a su secretaria. Cierto. Casi no había sido capaz ni de beberse una taza
de café desde por la mañana e incluso pensarlo le revolvía el estómago. Tragó
fuerte para evitar la sensación y suspiró. Había sido una semana dura, mucho más
aún porque casi no había visto a Kerry, la cual había estado ocupada haciendo sus
maletas. El lunes por la noche ella había estado retenida en una reunión hasta
pasadas las once de la noche, y anoche tuvo que forzarse a ir a una cena de
negocios para trabajar con el nuevo cliente de José.

Así que esa mañana se había presentado un poco antes para recoger a Kerry.
Bueno, vale, bastante antes… y había sido recompensada con ver cómo ojos verdes
y adormilados brillaban perfectiblemente cuando la habían reconocido. Kerry la
había llevado de vuelta a la habitación y pasaron una hora acurrucadas antes de que
el amanecer las despertara de nuevo con tiempo para llegar al aeropuerto.

Dar suspiró y después miró a María. “Quizás baje y coja un refresco o algo”.
Se levantó y estiró, después se pasó la chaqueta por los hombros y se dirigió a la
puerta.

En el ascensor se encontró con Duks que también iba hacia abajo. “Buenos
días”. Dijo ella, reclinándose contra la pared del ascensor. “¿Preparado para la
reunión de esta tarde?”.

“No me preguntes eso”. Duks se frotó los ojos. “He estado con las finanzas
estos dos últimos días… Tengo tal dolor de cabeza, que no te lo puedo decir”. Se
quejó apesadumbrado. “¿Y tú que tal?. Van a ir a por ti por esas adiciones de
servicios, ya lo sabes”. Él estudió el rostro de Dar, notando que las líneas tensas y
esas ligeras sombras que solían caracterizarla habían disminuido, reemplazadas por
una expresión bastante más relajada. “Déjame adivinar… Tienes todas las
respuestas preparadas de antemano”.

Dar se encogió de hombros. “Tengo algunas de ellas… y suficientes


evasiones para superar las otras…”. Mantuvo la puerta abierta cuando llegaron al
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piso de abajo. “¿Vas a la cafetería?”. Preguntó. “Te invito a un café… ¿te hace?”.

“Nunca rechazo ese tipo de invitaciones”. Rió Duks mientras la siguió a


través de la barra, mirando su posible elección. “¿¿Nada para ti??”.

La mujer de pelo negro le dijo que no con la mano. “Debo haber pillado un
virus o algo… Me molesta el estómago”. Dejó sobre la mesa la lata de refresco,
entonces asintió hacia la humeante taza de Duks y le pasó un billete al cajero.
Llevaron sus bebidas hacia una mesa que hacía esquina, lejos de la bulliciosa y
temprana gente que iba a almorzar. Dar sentía como la seguían con los ojos y vio el
velado interés. Se preguntó vagamente qué lista de rumores estarían en esos
momentos haciendo la ronda.

“Bueno”. Se apoyó sobre los codos y abrió la lata, tomando un pequeño


sorbo y haciendo una mueca cuando la bebida llegó a su vacío estómago. “¿Qué
piensas que va a intentar José?”-

Duks tomó un trago de su café y meditó la pregunta. “Ha estado tranquilo,


demasiado tranquilo”. Murmuró. “Mejor te vigilas la espalda amiga mía… Creo
que sea lo que sea lo que se trae entre manos, tú estás en el centro de todo”.

Dar asintió. “Probablemente.” Coincidió.

“No parece preocuparte”. Remarcó su amigo. “Mi ayudante escuchó a las


dos chicas falderas de Eleanor hablando sobre Kerry… Parece que Eleanor está
convencida de que la puede volver hacia ella”.

“Bueno”. Dar tuvo que sonreír. “Es bienvenida a intentarlo… pero um… “.
Movió la mano de un lado a otro. “Creo que tengo asegurada su prioridad de
lealtades”.

Duks le devolvió la sonrisa. “Te hace sentir bien, ¿no es así?”.

La morena mujer alzó la cabeza de forma cuestionadora. “¿Qué…? ¿Tener


una de ventaja frente a Eleanor?”.

Ojos serios la observaron, mientras una leve mueca aparecía en la boca de


Duks.
“Oh”. Dar sintió como un leve rubor le subía por el cuello y estudió la lata,
girándola una y otra vez entre sus manos. Finalmente, alzó la mirada. “Sí… lo
hace”.
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Él se reclinó hacia delante, bajando la voz. “Dar… por favor créeme cuando
te digo que estoy tan… tan… contento por ti”. Vio como ella miraba alrededor de
la habitación, incómoda. “Realmente me gusta… Creo que esta vez elegiste a una
buena”. Orbes azul pálido se quedaron fijos en él intensamente. “Buena elección”.
Guiñó él.

Dar cubrió su embarazo tomando un gran trago de la burbujeante bebida.


Apreciaba el sentimiento y Lou había sido un buen amigo durante años pero aun
así... Se aclaró la garganta. “Me alegra que lo apruebes”. Consiguió mantener el
tono serio, pero sabía que sus labios temblaban para adquirir una sonrisa y se sintió
incómodamente expuesta. El timbre de su teléfono móvil fue una interrupción
bienvenida. “Perdona”. Sacó el aparato y lo abrió. “¿Sí?”.

“Hola”. Había un mundo de tensión en su voz.

“Ey”. Respondió Dar, suavizando su voz de forma instintiva. “¿El vuelo


bien?”.

“Muy bien hasta que abrieron la puerta”. Contestó Kerry con un suspiro. “Te
llamo luego”.

“Vale… Tómatelo con calma”. Contestó quedamente la mujer de pelo negro.

“Lo intentaré”. Vino la respuesta, después una pausa momentánea. “Te


quiero”.

Dar cerró los ojos y de forma consciente bloqueó lo que la rodeaba. “Yo
también te quiero”. Pronunció claro e intencionadamente. “Si necesitas algo me
llamas, ¿vale?”.

Podía sentir la sonrisa a través del teléfono. “Lo haré… Adiós”.

Dar plegó el teléfono y abrió los ojos, agradecida que Duks había
encontrado algo desesperadamente interesante en su taza de café y le dio un
momento para recomponerse antes de alzar la mirada.

Se miraron el uno al otro en incómodo silencio durante un momento,


después el oficial de finanzas sonrió de forma reflexiva. “Sabes, Dar… momentos
como este, momentos en los que veo algo en nosotros más allá del animal, es
cuando estoy cerca de ceder y creer en la gracia de que hay algo mayor que yo
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mismo”.

Y se levantó poniéndole una mano en el hombro para un gentil apretón,


antes de encaminarse hacia la charla creciente de la hora de la comida.

***

¿Esa es tuya, Kerry?”. La voz de su madre resonó en sus oídos y se giró.

“Sí… ya la tengo”. Kerry alargó la mano y agarró el asa de la maleta


sacándola de la banda rotatoria y dejándola a sus pies. “Ya está… Sólo ésta y el
carrito”. Juntó las correas a los aros de la bolsa de mano y se la colgó al hombro.
Curioso que pareciera más liviana de lo normal, pero lo achacó a sus propios
nervios. “Vamos”.

“¿Lo tienes? Déjame llamar un carrito, cariño”. Su madre la miró. “Dios


todopoderoso, has engordado, ¿verdad?”.

Kerry dejó que el recuerdo de la voz de Dar la rodease como una cómoda
chaqueta. Una con plumas de ganso que hicieran resbalar las palabras. “Sí, he
engordado… Ggracias… Me siento genial”. Contestó. “¿Estamos listas?”.

Su madre pareciera querer decir algo más pero en cambio simplemente


asintió. “Sí… quería parar en la tienda de camino… ¿Esa chaqueta es nueva?”.

Kerry movió ligeramente los hombros. “Sí, tiene forro interior…”. Abrió un
pliegue mientras caminaban, sabiendo que eso distraería a su madre. “Tenemos
algún día fresco de vez en vez en Miami… Puedo sacar el forro para eso”. El cuero
color chocolate y suave al tacto olía estupendamente y si se concentraba , podía
captar una ráfaga de un familiar aroma.
Dar la había mirado de forma cuestionadora cuando le pidió que se pusiera
el abrigo… Las mangas llegándole tan sólo a media altura de los largos brazos de
su amiga y la tela estaba tensa alrededor de los anchos hombros. Pero se la había
puesto y después se la había devuelto, mirando aturdida a Kerry cuando ésta
hundió la nariz en ella y rompió en una sonrisa.

Y lo hizo de nuevo, viendo las marrones paredes de hormigón del aeropuerto


pasar e inspirando el frío aire mientras salían de la terminal hacia un nuboso día de
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Noviembre.

Estaba cayendo una pequeña nevada, manchándolas de blanco y agua


mientras Kerry miraba a su alrededor, viendo el paisaje gris y marrón, dónde los
árboles ya habían perdido las hojas, y la hierba su color. A los ojos de Kerry esto le
pareció extraño… casi de otro mundo, tan acostumbrada a los colores vivos de los
subtrópicos como estaba. Siguió a su madre hasta el coche, donde un chofer las
esperaba, abriéndoles la puerta mientras llegaban. Tomó las maletas de Kerry y ella
se metió en el coche tras su madre, reclinándose sobre el blando asiento y
entrecruzando los brazos a la altura del pecho después de poner su ordenador
portátil entre su cuerpo y la puerta.

Su madre habló con el conductor y Kerry dejó vagar sus pensamientos a lo


que había pasado esa mañana, antes de que ella y Dar abandonasen el apartamento.
Había encontrado a la alta mujer mirando la litografía de la puesta de sol en el
salón cuando salía de la habitación y se acercaba a ella. “Dar… yo…”. Tenía algo
en la mano. “Después de lo del otro día… yo… ¿guardarías algo por mí?”.

Sorprendidos ojos azules la miraron. “Claro”.

Estiró la mano y en acto reflejo Dar estiró la suya, y le puso un objeto


pequeño y redondo en su palma. “Ha estado en mi familia desde siempre… me lo
dio mi tía abuela”.

El anillo era antiguo y delicado y estaba decorado con una filigrana apenas
visible alrededor. Era un diseño muy simple, el perfil de una cabeza de ave sobre
un fondo negro, pero siempre le había encantado. “Tan sólo tenlo hasta que vuelva,
¿de acuerdo?”. Le preguntó a Dar.

Largos dedos se habían cerrado lentamente sobre él. “De acuerdo”. Y Dar
entendió lo que Kerry intentaba decirle dándole algo tan importante para guardar.

“¿Kerry?”.

Se giró y miró a su madre. “¿Perdona? Estaba pensando”.

La señora Stuart era una delgada y aristocrática mujer de tensas facciones y


cabello ondulado y castaño con hebras plateadas. Sus ojos eran del mismo color
verde que los de Kerry pero hasta ahí llegaba el parecido, y era varios centímetros
más alta que su hija mayor. “Ahora, escúchame cariño… quiero que me prometas
que te morderás la lengua en ése sin sentido de que te quedarás en Miami… Tu
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padre tiene planes definitivos y no le quiero triste en las vacaciones”.

Kerry simplemente la miró. “Madre, no tengo ningún problema con no decir


nada… Siempre y cuando entiendas que no tengo intención de volver aquí”.

Su madre suspiró. “Kerry, no entiendo que es lo que te pasa”.

“Quizás sólo me haya echo mayor, madre”. Contestó Kerry con tono suave.
“Tengo veintisiete, creo que tengo derecho a opinar sobre mi vida”.

“Es todo una pregunta sobre lo que mejor te conviene, Kerry… ¿Por qué no
puedes verlo?”. La voz de su madre sonó triste. “Estas ahí en ese sitio tan
peligroso, sin nadie de la familia… ¿qué si te pasara algo?”.

Bueno, veamos… me golpeé en la cabeza y eso me consiguió una visita del


vicepresidente corporativo. “Tengo muchos amigos allí…”.

“Los amigos no son la familia, Kerry… lo sabes… ¿y qué pasa con Brian?”.

Otro tema. “¿Qué pasa con él?”. Miró a su madre.

“Cielo… Te vas a casar con él en primavera… ¿O lo has olvidado?”. Su


madre se estaba enfadando cada vez más.

Hora de dejar caer la bomba. “Madre, Brian me gusta mucho… y siempre ha


sido uno de mis mejores amigos… pero no hemos hablado desde Agosto…
Simplemente, no creo que tengamos mucho en común ya”.
Su madre la miró en estado de shock. “Ni te atrevas a decir eso”. Soltó. “No
te atrevas… ¿sabes cuánto tiempo llevamos planeando esto?”. Jugueteó con su
bolso, abriéndolo y cerrándolo de golpe. “Mejor que no le digas eso a tu padre”.

Kerry se echó para atrás y cerró los ojos. “Bien”.

“Dame una buena razón para que ninguno de los dos pueda casarse”. Siguió
diciendo su madre. “Es ridículo”.

Podría decirle la verdad. Musitó Kerry. ‘Bueno, madre… Aquí hay una
buena razón… Soy gay y estoy locamente enamorada de mi jefa, que es mucho
más atractiva que Brian. Sin mencionar que besa jodidamente mejor que él’. Miró
a su madre a la cara y decidió que provocarle un ataque al corazón no era una
buena idea en estos momentos… “Madre… hablemos de esto después… ¿de
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acuerdo?”.

Las manos de la mujer mayor estaban temblando. “Me dejas muy triste”.

Kerry suspiró y miró por la ventanilla hacia las hileras de árboles en


invierno. Iba a ser un fin de semana muy pero que muy largo.

Estaba, decidió Dar, muy silencioso. Cerró tras ella la puerta de su condo y
se encaminó hacia la sala de estar, dejando su bolsa de deportes sobre sofá
mientras exhalaba profundamente. Estaba cansada, tras haber pasado las últimas
tres horas en el gimnasio, enseñando a la clase de iniciados como había prometido
y después haber estado dos horas practicando con John, dándole a su cuerpo un
entrenamiento que era probablemente un poco más para la forma física que tenía
en esos momentos.

Pero no estaba tan atenazada por la falta de costumbre como esperaba, lo


que era una agradable sorpresa, y había sido capaz de dar una patada combinada al
final de la sesión que la había dejado sorprendidísima y había dejado al pobre John
de culo en la colchoneta.

Eso la había hecho sentir malditamente bien… dado que el hombre era cinco
años más joven que ella y estaba en mejor forma sobre todo. Una leve sonrisa le
curvó los labios. Casi había olvidado cuánto le gustaba ese sentimiento. Cuánto le
gustaba la competición física y la satisfactoria salida de la agresividad interior que
la dejaba mucho más relajada.

Pero no de forma total. Todavía tenía ese nudo de intranquilidad en el


estómago que tenía el nombre de Kerry escrito por todos lados y se encontró
preguntándose, como había estado haciendo todo el día, cómo lo llevaba su amiga.
Con un suspiro, caminó hacia la cocina, estirándose para evitar la tensión que se le
había puesto en los hombros durante la vuelta a casa y buscó en el armario por una
taza mientras miraba su terminal. Mail. Por supuesto. “Mail, leer”. Puso leche en la
taza y añadió chocolate.

“Mail, dieciséis, tres urgentes”.

“Es el día antes de Día de Acción de Gracias… ¿qué demonios puede ser
urgente?”. Preguntó seca Dar, mientras metía la taza en el microondas y lo
encendía. “Muestra”.

Apareció la lista y la escaneó. “Lee el seis”.


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Stuart, Kerry mandado 6PM

Hola.

Estaban equivocados, Dar… El infierno no es un agujero negro. Es una


casa de dos pisos en Michigan. Llevo aquí seis horas y ya quiero matar a todo el
mundo. Mi hermana llegará en cualquier momento y después tendremos la
primera cena familiar. Por suerte para mí, no veré a Brian hasta mañana.

Hasta ahora no hemos hablado de la situación… pero he sido criticada por


todo lo demás… Una crítica más y perderé el control.
Te echo de menos. Iii, qué mal suena eso, ¿verdad?. Bueno, me voy a
cambiar… Quizá me ponga ese jersey de la marina que me diste tan sólo para
fastidiar a mis padres. Debo tomar la diversión de donde pueda, ¿no?. Deséame
suerte.
K

“Contestar”. Dijo suavemente Dar.

“Ey… me alegro que me dejaras una nota. He pensado en ti todo el día, y


me preguntaba cómo irían las cosas”. Dar hizo una pausa mientras sonaba el
microondas y sacaba la taza.
“Acabo de volver a casa. Di la clase esta noche; eché en falta tenerte allí”.
Tomó un sorbo. “Después estuve entrenando con John durante dos horas y, chico,
si lo siento… Voy a coger mi taza de chocolate y me voy a sentar en la piscina por
un rato”. Sonrió a la pantalla. “Desearía que me acompañases”.

“Mandar”. Dar vio como se mandaba el correo, después suspiró, y revisó el


resto de la lista.
“Lee el diez”.

Rosenthal, Les – Urgente – Mandado 9:56

Dar –

Que demonios es esto:


<<Mensaje adjunto ->>
Sr. Roesanthal,
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 537 de 537

En el interés de promocionar y mantener una relación excelente entre


nuestras compañías, me siento forzada a llamar un tema a su atención, con la
esperanza de que lo solucione de la manera adecuada.
En nuestra facilidad este mes, uno de sus oficiales fue vista en una relación
inapropiada con un subordinado y creemos que eso no es buena indicación de
cómo su empresa trabaja con la disciplina y la presentación.
Por favor revise el adjunto a su discreción y tome cualquier acción que
considere necesaria.
Michelle Graver.
<<Din de texto adjunto>> << Foto1.jpg>> <<Foto2.jpg>>
<<Foto3.jpg>>

Dar exhaló. Puta. “Contestar”.

“Hola Les”.

Se detuvo un momento, pensando. “¿Qué demonios esto?. Michelle Graver


quería que me acostase con ella y no lo hice”. Repiqueteó los dedos sobre el
mostrador. “Ya teníamos esas fotos, están en la división del periódico de este
mes… y de todas formas, querías ver una foto de mi nueva ayudante. ¿Algún
problema?”. Revisó los archivos. “La que más me gusta es la del medio”.

“Mandar”. Se agitó enfadada por un momento, después sonrió. “Componer,


para

meisner@disney.com”.
“Listo”.

“Sr. Eisner,

Antes que nada, feliz Día de Acción de Gracias para usted y su familia. Tuve
el placer de estar en la propiedad de Orlando durante una reunión de negocios no
hace mucho y quería felicitarle por la calidad de su producto, y decirle cuánto
disfruté de mi estancia allí.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 538 de 538

Una cosa que me preocupa es el sistema de foto imagen que parece estar
usando en sus cámaras de vigilancia. Como puede ver por los ejemplos adjuntos,
la nieve es claramente visible y el sistema de enfoque automático parece estar
desviado varios grados. Ya que producimos un sistema de dirigir y controlar esas
cámaras, quisiera una oportunidad para proponer una adquisición y
reemplazamiento del sistema en su beneficio.
Gracias por su tiempo y asegúrese de darle una palabra de agradecimiento
a su excelente directora del lugar, Michelle Graver, que fue lo suficientemente
amable al llamar mi atención sobre estas fotos.
Saludos cordiales,
Dar Roberts.

Añadió su firma al final. “Mandar”.

Jódeme, ¿quieres?. Bésame el culo, Michelle. Soltó en silencio Dar. Revisó


los otros dos mensajes urgentes, de Duks y de Mariana, los dos sobre el mismo
tema viendo como Mariana había copiado el mensaje original.

“Componer, para Lou Draefus”.

Dar rió.

“Duks… Relájate, dile a Mari que se relaje… Ya está arreglado. No te


preocupes por ello… Feliz Día de Acción de Gracias”.

Agitó la cabeza. “Mandar”. Se preguntó brevemente porque simplemente no


la habían llamado al busca o al móvil, entonces se dio cuenta de que los había
apagado en el gimnasio.

“Petición entrante de conexión con Netmeeting, Les R”. Chirrió el


ordenador.

Mierda. “Oh”. Dar se reclinó sobre el mostrador.


Les estaba en su estudio, un jersey color naranja brillante casi la hace
parpadear y ajustó el contraste. “Buenas noches, Les”.

Él apoyó su recién afeitada barbilla sobre una de sus manos. “¿Quería


acostarse contigo?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 539 de 539

Dar rió. “Ése era su plan, sí… Primero allí, después el otro día vino de
visita”.

“¿Es fea?”. Preguntó Les.

“No… Es bastante atractiva, ¿por?”. Preguntó la mujer de pelo negro.


Les parpadeó ante ella. “Nunca supe que tuvieras escrúpulos sobre eso…
¿qué pasa?”. Él se reclinó aún más. “Podría traernos problemas… cuando llegue la
hora de renovar”.

Dar le devolvió la mirada. “No soy tu puta de la corporación, Les”. Soltó.


“Así que puedes tomar tus suposiciones y metértelas por el culo”.

Una mano. “Whoa… whoa… con calma, tigre”. Protestó Les. “Tú eres
quien siempre fanfarronea de eso, dama… No salió de mí sino recuerdo mal”.

Dar se quedó en silencio, sabiendo que era verdad. “Quizás me esté


haciendo mayor para esa mierda”. Dejó que su voz tuviera un tono conciliador. “O
quizás ahora sea más lista”.

Les rió de forma seca. “Voto por lo segundo, ahí… Te has vuelto muy lista
estos últimos años… y francamente, Dar, si la mujer no es suficientemente
inteligente para ganarte sin meterte en su cama… entonces, al demonio con ella…
No va a ser capaz de superarte en la sala de reuniones tampoco”.

Dar se relajó un poco. “Lo siento… Ha sido un día muy largo. Acabo de
llegar a casa y me he encontrado con eso”. Ofreció una obligada disculpa.

“Mm”. Les entrelazó las manos sobre el escritorio. “Bueno, tan sólo quería
hacerte saber que no te preocuparas por el asunto… He mandado una respuesta,
preguntando porqué fotos de dos turistas serían tema de preocupación… Y que
estabas bajo mis órdenes el que te tomases tiempo libre allí, así que ¿cuál es el
problema?”. Hizo una pausa. “Tan sólo de forma más suave”.

“Gracias”. Contestó Dar de forma queda.

“No hay problema, Dar… Eres una empleada valiosa y aunque no lo diga a
menudo, aprecio todo lo que haces por mí, lo sabes ¿verdad?”.

Dar asintió. “Lo sé”.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 540 de 540

“Bonita chica”.

Cejas oscuras se contrajeron. “¿Qué?”.


“Tu ayudante”.

“Oh… oh, cierto. Kerry. Sí”. Dar agitó la mano ante él. “Está bien…
demasiado agradable a veces, pero… es nueva”.

Les asintió. “Tú cambiarás eso”. Le guiñó un ojo. “Bueno, feliz Día de
Acción de Gracias, Dar… ¿Te quedarás en la ciudad?”.

¿Cambiaré eso? No… ella me ha cambiado a mí. Admitió secamente Dar.


“No… Salgo mañana por la mañana… Volveré el domingo”.

“Nos vemos…”. Les agitó una mano a modo de despedida y la conexión se


cortó.

Dar agitó la cabeza y tomó su taza, llevándola consigo hacia el salón. La


dejó en la mesa y después se dirigió al baño, cambiándose en su traje de baño y
poniéndose una toalla alrededor de los hombros. Momentos después estaba
sumergida hasta el cuello en una burbujeante, cálida y calmante agua, mirando las
estrellas sobre su cabeza.

***

Kerry vio como se mandaba el correo, después cerró su portátil y se giró


hacia la cama, donde estaba su bulto. Se sentó a su lado con un suspiro, después lo
abrió y sacó el jersey, lo había guardado el último. Mientras lo sacaba se cayó algo
y agarró el objeto con desconcierto.

Era un peluche pequeño y de color verde azulado y lo miró medio


identificándolo. “¿Dónde te he visto antes?”. Musitó a la minúscula salamandra.
“Oh… ya recuerdo… estabas en el parque… ¿pero cómo has llegado hasta aquí?”.
Miró la maleta y recordó quién la metió en el maletero del coche camino del
aeropuerto. “Oh… ¿seguiste a la tita Dar a casa?”.

La salamandra le guiñó un ojo. Kerry la besó en la nariz y detectó el olor de


Dar en la tela. La estaba metiendo de vuelta en la maleta cuando sonó un suave
golpe en la puerta y alzó la mirada. “Entra”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 541 de 541

Se abrió, y se sintió aliviada al ver el rostro de su hermana. “Ey”.

“Ey a ti también”. Ángela entró y se encaminó hacia ella. Kerry se levantó


mientras se acercaba y extendió los brazos, sonriendo cuando su hermana la rodeó
con los brazos para abrazarla. “Apuesto que te alegras de ver una cara amiga”.

“Oh… ya sabes”. Suspiró Kerry, soltándola.

“Deja que te vea”. Su hermana la mantuvo a un brazo de distancia y la


observó. “Mamá no para de decir una y otra vez todo lo que habías engordado,
pero Jesucristo, Kerry, te ves fantástica”.

Los ojos de Kerry parpadearon en sorpresa sin esperar eso. “¿Lo crees?”.

“Dios mío, sí… “. Sonrió Arlene. “Creo que se refería… estás entrenando,
¿no? ¿Y mira ese moreno?”.

Kerry sonrió. “Sí… pasé todo el domingo en el agua… Todavía estoy un


poco quemada”. Admitió. “Y he estado haciendo muchas más cosas al aire libre y
en el gimnasio… He estado muy ocupada”.

“Ya imagino… bueno, cuéntame sobre el nuevo trabajo”. Arlene se sentó en


la cama mientras Kerry se sacaba la camisa de manga corta de los pantalones y
empezaba a desabotonarla. “¿Oí a papá decir que tu jefa estaba el otro día en tu
piso?”.

“Bueno…”. Kerry dobló la camisa y la guardó, después se pasó el jersey


azul oscuro por la cabeza. “Realmente me gusta… Estoy aprendiendo tanto y hay
tantas oportunidades… Tengo esta enorme oficina con un ventanal, y geniales
beneficios… Es fantástico”. Se giró y se sentó al lado de Arlene. “Y me gusta
mucho mi nueva jefa… Ella… um… ha hecho que me interese en muchas cosas”.

“¿En serio? Por lo que decía papá, pensé que sería duro trabajar para ella”.
Comentó su hermana. “Sin embargo, me alegro que te guste”. Se acercó más y bajó
el tono de voz. “Así que… encontraste a alguien, ¿no?”.

Kerry la miró. “¿Qué te hace decir eso?”. Preguntó cautelosa.

“Mm… digamos simplemente, que soy tu hermana, ¿vale?”. Ángela sonrió.


“Vamos, suéltalo… ¿trajiste fotos?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 542 de 542

Kerry entrelazó las manos y se quedó mirándolas. De toda su familia, su


hermana era la única con la que al menos intentaría decírselo. Paradójicamente,
Arlene era la única aliada que tenía y las oportunidades eran, que esto lo arruinaría.
No había buenas oportunidades. “Angie, no quieres escucharlo”.

Su hermana estaba callada. “¿Qué quieres decir?”. Preguntó con tono de


desconcierto. “Claro que quiero, casi no pude ni esperar a que llegases”.

“Es… no es lo que tú piensas”. Comenzó Kerry, con mucho cuidado. “No es


lo que esperas”.

Ángela miró de nuevo hacia la puerta, entonces rodeó las manos de su


hermana con las suyas. “Ker… sea lo que sea, me lo puedes decir. Soy tu hermana,
¿recuerdas?” Se detuvo y esperó, observando como el rostro de Kerry se mantenía
cerrado y en silencio. “¿Al final te diste cuenta que te gustan las chicas y no los
chicos?”.

Ojos verdes se abrieron de par en par de pura sorpresa mientras Kerry se


giraba para mirarla. No pudo hablar por un momento. “¿Lo sabías?”.

“Bu”. Ángela se tuvo que reír ante la expresión de su cara. “Cierra la boca,
hermanita, atraerás a las moscas”. Apretó las manos de Kerry. “Escucha, debí
hablar de esto contigo antes… Sólo estaba… no sé, quizás sea toda esa
doctrinación en la que crecimos”.

Kerry alzó una mano y se frotó la sien, sintiendo una mezcla de alivio y
estupor. “Yo…”.
“Ey… tómatelo con calma”. Ángela le puso un brazo sobre los hombros.
“Tan sólo porque vivo con un estereotipo no quiere decir que no tenga un cerebro,
hermanita”.

“Lo sé… yo…”. Kerry rió débilmente. “Tan sólo estaba esperando otra
reacción”.

Ángela suspiró. “Lo sé… pero Jack se compró este ordenador el año
pasado… ¿y ya sabes que nunca está en casa? Bueno, me propuse navegar por la
red… Realmente ha cambiado muchas cosas que solía pensar antes”.

Su hermana sonrió cuidadosamente. “Las maravillas de la tecnología


moderna”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 543 de 543

“Así que… ¿trajiste fotos?”. Ángela alzó sus negras cejas.

Kerry la observó por un momento, después de levantó y fue hacia la bolsa de


su portátil, abriendo un bolsillo y sacando una carpeta. Se la dio a su hermana y le
dedicó una tensa sonrisa. “Ésa es ella”.

Ángela tomó con ganas el sobre y lo abrió, mirando las fotos del interior.
Tras un momento, alzó la vista hacia su hermana. “Jesús… Es preciosa”.

Kerry sintió como le aparecía en los labios una gran sonrisa. Tomó de nuevo
su sitio en la cama y miró sobre el hombro de Arlene. “Ésa me gusta”. Era una
buena toma de Dar en el barco, reclinada sobre la parte frontal de la cabina en la
proa, una rodilla alzada, la luz del sol brillando sobre las gotas de agua de mar que
rodaban por su cuerpo. El bañador dejaba muy poco a la imaginación y cuando
dejabas de mirarlo, te encontrabas con su rostro y esos brillantes ojos azules.

“Oh, guau”. Ángela la pasó y vio la siguiente, una foto de la vista desde el
condo. “¿Dónde es esto?”.

Kerry se aclaró la garganta. “Su casa… El barco es suyo también”. Le


dedicó a su hermana una muy vergonzosa mirada. “Es una isla privada en la punta
de South Beach”.

Un suave silbido. “Guau… ¿Dónde la conociste?”.


Una incómoda pausa. “Um… Ella es… mi jefa”.

Ángela miró hacia arriba con sorpresa. “¿Esa es Dar?”.

Kerry asintió. “Sí… sé que parece raro pero nos prendamos casi desde el
primer momento… Quiero decir, era una gran oportunidad y todo eso el ser su
ayudante y al principio yo… pensé que sólo era yo, ya sabes… un tonto
enamoramiento”.

Ángela sacudió la cabeza. “¿Sabes hermanita? Vicepresidente corporativo,


un barco, un condo carísimo… excepto por un pequeño detalle, papá vendería sus
pantalones porque te liaras con alguien así”. Miró por el rabillo del ojo a su
hermana. “¿Cómo de serio es esto?”.

Kerry tomó la foto que estaba mirando, una en la que de hecho había
conseguido que Dar sonriera para la cámara. Devolvió la sonrisa en acto reflejo.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 544 de 544

“Es serio”.

“Sabes que a papá le va a dar algo”. Sentenció quedamente Ángela . “No sé


si debieras decir algo… quizá mejor les dejas sin saberlo un tiempo y sales de aquí
por patas”.

Antes de que Kerry pudiera contestar, escucharon la voz de su madre.


“¡Chicas!. Bajad, la cena está servida”.

Las dos hermanas se miraron la una a la otra. “Gracias por entenderlo”. Le


dijo suavemente Kerry a la joven mujer. “No sabes cuánto significa para mí”. Se
levantó. “Vamos… vayamos y acabemos con esto”.

Ángela se levantó y la abrazó. “Ker… hagas lo que hagas… estoy contigo,


¿vale?”.

Kerry le devolvió el abrazo. “Lo mismo digo… escuché que seré tía de
nuevo”.

Su hermana inspiró hondo y la miró. “Sí… pero el bebé no es de Jack”.

A Kerry se le desencajó la mandíbula. “Oh chico”. Musitó.


“¡Chicas!”. La voz de su madre tenía un tono de impaciencia.

Ángela sonrió de forma tensa. “Hablaremos después”.

Entraron en el comedor lado a lado, Kerry alzándose las mangas del jersey y
Angela pasándose los dedos por su rizado cabello marrón. Richard ya estaba allí
sentado junto a su padre y Kerry tuvo la oportunidad de observarlos antes de que la
vieran.

Su padre. Un hombre compacto de mediana estatura con pelo plateado, y un


bigote y barba pulcramente aseada, daba la impresión de sofisticado poder. Sentado
junto a él estaba su cuñado Richard, el cual tenía la mitad de edad pero era más
alto, con fino cabello marrón y un rostro ceñudo pero ligeramente descentrado. Se
le había roto la nariz varias veces durante sus días de jugador de fútbol y nunca se
la habían terminado de enderezar bien.

Su padre alzó la vista y las vio, fijando sus ojos en ella mientras se reclinaba
en la silla.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 545 de 545

Kerry recordó la imagen que tenía en su mente de Dar, entrando en esa hostil
habitación en Orlando y elevó la barbilla un poco al cruzar el parquet y sentarse en
una de las aún libres sillas de la mesa. “Hola Richard”. Dijo de forma queda,
mientras su hermana se sentaba en la silla siguiente. “Papá”.

“Bueno verte, Ker”. Richard le dedicó una amistosa sonrisa. “Bonita


camiseta”.

“No sabía que hubiera una base allí…”. Comentó su padre. “Te ves…
saludable… Kerrison”.

Kerry le sonrió educadamente. “Gracias… Y no, no hay una base, me la dio


una amiga mía”. Tomó la servilleta de su servicio y la desplegó, poniéndola de
forma ordenada sobre sus rodillas. “¿Cómo te van las cosas?”.

“Bastante bien… Ya sabes cómo es en la bolsa”. Richard rió un poco. “Estás


arriba, estás abajo… Ahora mismo, estamos intentando aguantar mientras las
acciones extranjeras caen”. Él la miró de reojo. “”Nosotros no nos sentamos todos
los días al sol como vosotros allí en Miami”.
Kerry se puso el pelo tras la oreja y aceptó la chanza. “Definitivamente tiene
sus ventajas”. Coincidió alegremente. “El domingo pasado estuve nadando en el
océano… Hizo un tiempo estupendo”.

“Pensé que ese trabajo te mantendría muy ocupada”. Bufó su padre.

“Lo hace”. Contestó su hija. “Estoy en la oficina antes de las ocho de la


mañana y generalmente no salgo de allí pasadas las siete... Después de eso suelo ir
al gimnasio o a patinar por mi barrio”

”Escuché que trabajabas los sábados”. Roger Stuart miró directamente a su


hija.

“Ocasionalmente”. Respondió Kerry. “Depende de los proyectos en los que


esté trabajando”. Alzó la vista cuando entró su madre y se sentó. “Mi equipo en
casa se conecta a la oficina si lo necesito”.

Su padre gruñó. “Oí que tu jefa te hace visitas”.

Nada como ir directo al grano y antes de que sirvan la sopa ¿eh? Kerry
suspiró internamente. “Claro… trabajamos muy juntas en cosas… y ya sabes, a
pesar de todas las historias que oí de ella, realmente me gusta Dar”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 546 de 546

Su hermana ocultó una sonrisa.

El Senador Stuart alzó la mirada cuando su plato de sopa fue servido,


después tomó su cuchara y la señaló con ella. “Es una mujer peligrosa… Mejor te
mantienes al margen de ella”. Tomó una cucharada de sopa y la saboreó. “Más
pimienta, maldita sea”.

Angela le pasó en silencio el juego de sal y pimienta.

“Puede ser, cierto”. Kerry contestó su comentario. “Pero me considero


afortunada de haber conseguido la posición a su mando… y esa es la razón
principal por lo que no tendría sentido el irme ahora”. Trató de mantener tranquilo
y razonable su tono de voz. “El potencial para aprender y avanzar… No puedo
encontrar eso aquí”.

“¿Para qué necesitas eso?”. Objetó su madre. “Cuando te cases y te asientes


¿qué diferencia hará?”.

“Vamos, madre… Es una oportunidad buenísima”. Disintió Ángela


“Cuando Kerry pase un tiempo en el puesto, podrá ir donde quiera y obtener el
mismo tipo de trabajo, al mismo nivel… Claro que quiere quedarse un tiempo
haciendo eso… Apuesto a que tiene un aumento de sueldo, ¿no es cierto?”.

Kerry le dedicó una sonrisa a su hermana. “Chico si lo hice”. Rió. “Estaba


sorprendida… Pensé que me mantendrían con mi salario anterior mientras estaba a
prueba, pero no… Era un incremento del treinta por ciento”.

Incluso su padre parecía impresionado.

“Pero no tienes que preocuparte por eso”. Objetó persistente, su madre.


“Brian te va a mantener muy bien, querida”.

“Acaba de salir de la Universidad, madre”. Volvió Ángela a la discusión.


“Va a llevar un tiempo… y además, nunca se tiene demasiado dinero, ¿verdad
papá?”.

Roger Stuart gruñó.

Se hizo un incómodo silencio.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 547 de 547

“Así que… ¿qué tal los Lions?”. Preguntó Richard, con forzada alegría.
“Menudo partido el del otro día, ¿eh?”.

Kerry se centró en su sopa, agradecida que la conversación se hubiese


desviado. Hasta aquí… todo bien, pero mirando la cerrada expresión de su padre,
sospechaba que él tenía otro plan en mente. Al menos, suspiró Kerry, no estaba
Kyle. El tener que soportar su atrevida arrogancia en la mesa haría la cena incluso
más desastrosa.

La puerta se abrió y la cocinera de la familia, Elena, asomó la cabeza por


ella. “¿Todo en orden señora?”.

Cindy Stuart alzó la vista. “La sopa está un poco sosa, Elena, al Senador le
gusta con más pimienta”.
Kerry cruzó la mirada con la cocinera y le sonrió. “Yo creo que está
buenísima… extrañé tu comida, Elena”.

La mujer mayor le devolvió la sonrisa. “Me alegro de saberlo, Srta.


Kerrison”. Retiró la cabeza y la puerta se cerró tras ella.

Kerry tomó una barrita de pan de la panera cubierta con una servilleta y lo
partió en dos, disfrutando del rico y cálido aroma e ignorando la mirada
escandalizada de su madre mientras lo recubría alegremente de mantequilla. “Papá,
¿sabías que mi antigua cuenta está manteniendo los ordenadores IRS?”.

El Senador Stuart la miró. “¿Qué?”.

Kerry tomó un bocado del pan y lo masticó. “Mmhm… Ésa enorme página
en internet que usan para que la gente adquiera formularios e información”.

“Qué… ¿quieres decir que hacen sus propios impuestos?”. Rió Richard. “Yo
no he podido hacerlo desde que dejé la Universidad”.

Imagínate. Kerry se refrenó las ganas de voltear los ojos. “Yo rellené el mío
electrónicamente… Tan sólo fui a la página de transmisiones, rellené unos cuantos
formularios y clic. Se fue”. Tomó otro bocado del pan y una cucharada de la sopa
de patata. “Y mi reembolso se deposita de forma automática”.

“Ah… la simplicidad de una vida desenfadada”. Richard le sonrió. “Espera a


que empieces a invertir”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 548 de 548

Kerry le devolvió la sonrisa. “Dejo que mi 401K lo haga por mí, gracias…
Tenemos una compañía que se encarga de eso y las acciones de bolsa… y las
fuentes gananciales”. Masticó el pan y tragó. “Yo tan sólo hago mí trabajo y ellos
se encargan del resto”.

“Guau… Ése es un paquete de buenos beneficios”. Comentó Ángela ,


sorbiendo una cucharada de su sopa. “Es mejor que el que tenías en el otro sitio”.
Kerry asintió. “Mucho mejor… pero luego, es una compañía mucho más
grande… Es un bonito edificio, también. Tengo fotos si las queréis ver después”.
Se terminó la sopa. “Incluyendo una foto desde mi oficina… espera a que veas la
vista”.
“Fácil viene, fácil se va”. Comentó su padre. “De lo que he oído de tu jefa,
puede dejarte fuera en cualquier momento”. Cogió un pan y lo mordió. “No me
gusta su forma de hacer negocios y los voy a sacar de nuestros contratos de estado
aunque sea lo último que haga”.

Kerry se mordió la lengua para no salir en defensa de Dar. “¿No hace la


cuenta lo que se supone que debe hacer?”.

El Senador Stuart la miró. “¿Cómo demonios voy a saber eso? Toda esa
charlatanería que soltáis como basura… Lo único que sé es que pedimos cosas
sencillas y nos dicen que no van a suceder y nadie me dice eso a mí”. Dio una
palmada en la mesa. “En especial ninguna maldita mujer bocona”. Se hizo de
nuevo un incómodo silencio mientras Kerry se resistía a morder el anzuelo.

Finalmente su madre se aclaró la garganta. “Cuéntanos sobre el bazar de la


Iglesia que montaste la semana pasada Ángela ”.

Terminaron de cenar y Richard le siguió el juego al Senador en un debate


sobre los derechos en los límites de la zona de pesca, lo cual estaba revisando
como trabajo el hombre mayor, mientras Mary y Elizabeth, las dos sirvientas de la
casa, recogían la mesa en silencio.

Kerry se reclinó en el respaldo de la silla y entrecruzó los brazos sobre el


estómago, pensando en una excusa para levantarse. Pensándolo, se giró cuando
Arlene dejó la servilleta en la mesa. “Guau… estuvo buenísima, ¿verdad? ¿Te
apetece dar un paseo?”.

Ángela puso un gesto de desconcierto, después asintió. “Sí, podemos ir


hacia el lago… Creo que están empezando a poner las luces de Navidad”. Se
levantó. “Vamos a dar un paseo al lago Richard… ¿estás bien aquí con papi?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 549 de 549

Su marido levantó la vista sin mirar. “¿Huh?. Oh… oh… claro, cariño… que
te diviertas”. Le dio palmaditas en la rodilla de forma condescendiente. “Sé que
toda esta charla debe estar aburriéndote”.

Kerry se levantó y sacó su abrigo del armario, tocando el bolsillo del mismo
para asegurarse que llevaba el móvil. Después agarró el abrigo de su hermana de la
percha y se lo tendió a Angela cuando la alcanzó en la puerta. “Gracias”. Murmuró.
“No hay problema… Esa basura me aburre hasta a mí”. Replicó suavemente
su hermana. “Oh… no es que no crea que los derechos sobre los límites de la zona
de pesca no sean importantes, lo son… pero he escuchado esta discusión seis veces
ya… Richard tiene algo de dinero invertido en el futuro de la pesca y cree que
puede influenciar a papi para que vote por la idea”.

Caminaron por el vestíbulo y salieron por la puerta principal, cerrándola tras


ellas con cuidado para salir a una fría y despejada noche. Kerry se cerró la
chaqueta, viendo como salía una nube de vaho de su boca y rió suavemente. “No
estoy acostumbrada a esto ya”.

Ángela la miró. “¿Ya?”. La chanceó suavemente. “Esa vieja sangre se


diluye deprisa, ¿uhu?”. Alzó la mano y se retiró su castaño cabello rizado de la
cara.

“Qué razón tienes”. Admitió su hermana. “Me gusta el poder recoger el


periódico en manga corta la mañana de Navidad, gracias”. Le dio una patada a una
piedra mientras se alejaban de la casa y entraban en el sendero que las llevaría al
lago. “Dar estuvo contándome las historias más divertidas de cuando condujo por
primera vez sobre nieve y hielo… Casi termina embarrada en un badén de lavado”.

Ángela rió. “Me lo puedo imaginar… demonios, a mí casi me pasa lo


mismo cuando empecé a conducir… y si no recuerdo mal, tú hiciste unas cosas
horribles también”. Apretó el hombro de Kerry. “¿Recuerdas la vez que
atropellaste a una vaca?”.

Kerry se tapó los ojos. “Oh… dios… no me lo recuerdes…. Esos ojos


marrones y patéticos… Hizo falta la mitad del equipo de debate para sacar el coche
fuera del campo y levantarla”. Suspiró y movió de lado a lado la cabeza para
relajar los músculos del cuello. “Necesito un paseo… estoy llena”.

Su hermana rió por lo bajo. “¿Hiciste eso tan sólo para fastidiar a mamá?”.
Preguntó. “Pensé que le iba a dar un infarto, viéndote comer de esa manera”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 550 de 550

Eso hizo soltar una risotada de sorpresa a Kerry. “No… en realidad no…
simplemente tenía hambre. No comimos nada en el avión excepto cacahuetes y
estaba muy nerviosa para comer esta mañana”. De hecho, pensó, cambió el
desayuno por acurrucarse con Dar y no se arrepentía. “Tenía que haberlo pensado,
pensado en mamá, quiero decir, pero…”. Suspiró. “Supongo que he perdido el
hábito de negarme las cosas el mes pasado”. Eran porciones diminutas siempre en
la mesa de su madre, recordó tardía. Sin segundos platos y bocados pequeños. Oh
bueno. “Un clavo más en mi ataúd. ¿cierto?”.

Ángela rió. “Pensé que era genial… No te veía comer así desde que éramos
pequeñas… y para ser honesta hermanita… la última vez que te vi en Abril pensé
que estabas demasiado delgada”.

Mm… Eso es lo que dijo Dar”. Coincidió seria Kerry. “Y… eso es lo que me
estaban diciendo todos mis amigos… y creo que lo sabía, muy en le fondo, pero…
seguía escuchando esas críticas… No pensé que mereciera la pena pelear por
ellas”. Admitió con un suspiro.

“Se lo dije a mamá… sin embargo, tiene esa rara mentalidad espartana”.
Comentó con cuidado Arlene. “Así que… ¿cómo consiguió convencerte Dar?”.

Kerry sonrió. “¿Convencerme? Me pervierte”. Rió. “Después de empezar a


trabajar en su edificio, encontraba estas galletitas o dios sabe qué chuchería en mi
escritorio todo el tiempo… Y finalmente la acorralé diciéndole algo como, ¿qué
pasa con todo esto Dar?”. Se agachó y recogió una piedra, después la tiró al lado.
“Después me dijo que le preocupaba que saliera volando por la ventana si abrían
las puertas de emergencia en la azotea… Quiero decir, estuvo muy maja con el
tema, toda vergonzosa y eso… Así que…”.

Kerry se encogió de hombros. “Como que me dejó de piedra”. Reflexionó.


“Era… más duro de lo que pensaba al principio, seguí queriendo hacer cosas
estúpidas… como volver después de haber cenado y vomitar… pero mi cerebro se
hizo cargo y no lo hice… Y después fuimos a Disney Word, donde no hubiera
podido hacer eso aunque hubiese querido, ya que Dar estuvo conmigo
prácticamente cada minuto y después de eso…”. Rió por lo bajo suavemente. “Y
además, tengo mucha más energía…

Quiero decir, antes, iba al trabajo, volvía a casa… quizás una noche o dos
salía a patinar con Colleen, pero en general simplemente me dejaba caer porque
estaba tan cansada… Ahora es distinto: o voy al gimnasio o a entrenar, o salgo con
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 551 de 551

Dar… o… casi nunca estoy cansada”.

“En caso de que no lo haya dicho antes, de hecho…”. Ángela la miró.


“Realmente te ves fantástica, hermanita…”. Vio a Kerry saltar de roca en roca por
el camino. “Es como si fueras una persona diferente… Como si estuvieras más
viva… Y tus ojos brillan como locos…”.

Kerry se detuvo y la miró. “Estoy segura que eso no es sólo por las galletas
de chocolate”. Comentó con cuidado, mientras se bajaba de la última roca y corría
despacio hacia Arlene “En las últimas semanas, me he sentido mejor que en toda
mi vida”. Cerró los ojos e hizo una gran inhalación del frío aire, después lo dejó
escapar con un satisfecho puff, viendo formarse una nube a su alrededor.

Ángela agitó levemente la cabeza. “Siempre supe que cuando te enamorases,


sería de lleno”. Miró a su hermana. “¿Eso es lo que es, verdad?”.

Kerry extendió los brazos al máximo y echó hacia atrás la cabeza, mirando
las estrellas intensamente. “Sí”. Respiró. “Y es maravilloso”. Dejó caer los brazos,
y ladeó la cabeza hacia su hermana. “Es como si hubiera estado toda mi vida
esperando a que pasara esto… Y fue tan extraño, porque nada más verla, lo pude
sentir”. Tuvo que reír. “Y era una de las peores circunstancias también… Pero, oh
dios mío, Arlene, no tenía ni idea de que se pudiera sentir algo tan fuerte por algo o
alguien… pero lo hago”.

Su hermana le puso un brazo sobre los hombros. “Me alegro mucho de oírte
decir eso… Hace que decirte lo que tengo que contarte sea más sencillo”.

Kerry le pasó un brazo por la cintura y ladeó la cabeza. “¿Y qué es?”.

Una sonrisa temerosa y vergonzosa apareció en el rostro de su hermana. “El


padre del bebé…”. Apoyó una mano en su aun liso vientre. “Es Brian”.

A Kerry se le desencajó la mandíbula y se la quedó mirando en puro


asombro. “¡Vaca sagrada!”. Era un momento de shock, un momento de casi
traición, entonces se rió. “No me extraña que no me llamase desde Agosto”.

Ángela la miró de reojo. “¿No estás enfadada?”.

Su hermana se rió. “¿Cómo podría estarlo? Ya sabes lo que siento por


Brian… Es dulce, es uno de mis mejores amigos… Le quiero como a un hermano”.
Una pausa. “A ratos”.
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“Estaba tan asustado de que ni siquiera fueras a hablarle de nuevo”. Le avisó


su hermana. “Es por eso que esta noche no ha venido… Lo acordamos para que yo
pudiera… um…”.

“¿Romper la noticia?”. Aventuró Kerry.

“Eesi… algo así”. Asintió Angela. “Y si parecía que te ibas a poner histérica,
él encontraría la manera de que le llamasen de la Universidad para pasar allí la
semana”.

“Gallina”. Rió la mujer rubia. “No es que le culpe… hablando de situaciones


incómodas….”. Hizo una pausa, y miró el camino por el que estaban andando.
“¿Qué vas a hacer?”.

Ángela la encaminó hacia un banco frente al sombrío lago y se sentaron una


junto a la otra. Una suave brisa movió las hojas a su alrededor y susurró entre las
ramas sobre su cabeza. “No lo sé”. Contestó finalmente. “Sabes que nunca quise
casarme con Richard”.

Kerry asintió. “Lo sé… Papá te obligó… justo como estaba haciendo
conmigo y Brian, pero tuve suerte”.

Ojos castaños se volvieron y la miraron. “No es suerte, eres lista Kerry, muy
lista y tienes la oportunidad de ir a sitios… Yo nunca la tuve”. La diplomatura de
Arlene era en Literatura. “Oh… puedo enseñar, sabes… pero aun así”. Suspiró.
“No había ninguna razón para que yo fuera a ningún sitio… Y no era tan malo…
Quiero decir, Richard no es un mal tipo, ¿sabes?”.

“Lo sé”. Kerry la miró con queda compasión. “Y está Sally”. Su sobrina de
dos años.
“Sí…ella realmente quiere a su papi”. Angela suspiró. “Desearía tanto
hacerlo yo”. “Brian me hace sentir tan especial… Él me escucha, y es como…”. Se
detuvo y parpadeó. “Él realmente te quiere, Ker… No quiere perderte como
amiga”.

Kerry sonrió. “¿Cómo podría?”. Acarició la espalda de su hermana en un


gesto compasivo. “Él me ha salvado de tener que hacer algo que realmente me
desagradaba”.

Ángela alzó la mirada. “¿Contárselo?”.


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Kerry asintió. “No quiero hacerle daño… Me alegro de que no vaya a ser un
problema”. Se detuvo. “¿Le contaste sobre mí?”.

Ángela vaciló. “Le dije… que creía que estabas con alguien en Miami”.
Contestó cautelosa. “No entré en detalles… porque no tenía ninguno, ¿verdad?”.

“Mm”. Kerry se mordisqueó la uña. “¿Crees que se asustará?”. Preguntó.


“Hemos sido amigos desde hace mucho tiempo, pero eso… no sé… para alguien
que ha sido criado como él, es algo muy duro de explicarle”.

Ángela lo pensó. “No sé… nunca hemos hablado sobre ello”. Contestó,
honesta. “Me gustaría decir que lo va a aceptar… pero no lo sé… es muy
conservador”.

“Mm”. Kerry suspiró. “Bueno, debo decírselo… lo que no quiero es que


Kyle se entere”. Se echó hacia atrás y miró el despejado cielo. “Bonita noche”.
Reflexionó, mirándose el reloj, entonces sacó del bolsillo el móvil y marcó un
número de teléfono. Sonó dos veces, entonces contestaron. “Hola ahí”. Le dijo al
auricular.

“Hola ahí también”. Sonó de vuelta la voz de Dar, un sonido cálido y


envolvente. “¿Cómo te va?”.

“Mm… Mejor de lo que esperaba, de hecho”. Miró a su hermana, la cual


estaba escuchando con interés. “Hay algunas… um… complicaciones… que no
esperaba… Aparentemente aquí mi hermana me ha robado a Brian y está
embarazada de él”.

Escuchó un movimiento repentino y después un splash. “¿Qué?”. Volvió la


voz de Dar, incrédula.

“¿Dónde estás?”. Preguntó curiosa Kerry.

“En la bañera… ¿qué has dicho?”. Contestó Dar. “Creí que tu hermana
estaba casada”.

“Lo está”. Contestó solemnemente la mujer rubia. “¿Por qué estás en la


bañera? Son las once y media de la noche, Dar”.

Un suspiro la contestó. “Porque fui y entrené dos horas con John después de
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dar la clase y me estoy arrepintiendo”. Contestó Dar. “Eso es una complicación…


¿Qué va a hacer ella?”. Más ruido de salpicar. “¿Se lo has dicho?”.

“Ajá”. Contestó Kerry, dándole un empujoncito a la ahora risueña hermana.


“No estaba… um… sorprendida”.

“¿En serio? Puntos para ella”. Rió Dar. “Ey… me alegra escucharlo…
parece que las cosas van muy bien por ahí”.

“Sí… sí, no van mal…”. Suspiró Kerry. “Sobreviviré, supongo… ey, mejor
que salgas de ahí antes de que te conviertes en una pasa”.

“Uva seca”.

Kerry se quedó mirando el teléfono, una extraña oleada recorriéndole la


espalda. “¿Qué has dicho?”.

Sonidos de agua salpicando, después el suave siseo de la puerta al abrirse y


cerrarse. “Mi madre solía tener esa discusión con mi padre… él solía decir, ‘las
malditas manzanas secas son manzanas secas, los melocotones secos son
melocotones secos, no voy a llamar a maricona uva seca una pasa’”.

“Oh”. Rió Kerry. “Lo siento… sonaba tan raro…”. Se calló, tan sólo
escuchando el reconfortante sonido de Dar moviéndose por la casa, yendo a la
cocina y sacando, Kerry estaba segura, un vaso para tomar algo de leche.
“Bueno… debería dejarte ir a que te secaras… tan sólo quería decirte que las cosas
van bien”. Escuchó como se abría la nevera, y el siseo del dispensador de la leche
y sonrió. “Que disfrutes la leche”.

Una carcajada. “¿Puedes oírlo?”. Preguntó Dar, sorprendida. “Me alegra que
llamases. Tan sólo estaba mirando las estrellas y preguntándome que estarías
haciendo”.

“Gracioso… Yo estaba haciendo lo mismo”. Admitió Kerry. “Hace frío


aquí… me alegro de haberme comprado esa nueva chaqueta… tengo tu jersey
debajo”. Le contó. “Oh… y encontré ese pequeño lagarto en mi maleta… ¿alguna
idea de dónde salió?”. Su voz adquirió un tono de broma.

“¿Lagarto?”. Completa inocencia en la voz de Dar. “¿Qué lagarto?”.


Después se rió. “Llevaba guardándolo un tiempo ya… Oye, Michelle atacó de
nuevo hoy… Le mandó copias de las fotos a Les”.
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“¿Qué?”. Los ojos de Kerry se abrieron de par en par. “¿Qué hiciste?”.

“Se las mandé de vuelta a su jefe y le ofrecí hacernos cargo de una cuenta
para reemplazar el software de resolución de sus cámaras”. Replicó secamente Dar.
“No te preocupes, hablé con Les. Todo está bien”. Añadió. “Te gustará bajar el
correo si tienes oportunidad… Algún idiota me puso al cargo de planear el
entretenimiento en la fiesta de Navidad del trabajo… y necesito consejo”.

Kerry ahogó una risilla con la mano. “Oh… vale… lo haré”. Prometió.
“Escucha… que tengas un buen vuelo mañana, ¿de acuerdo?. Ten cuidado”.

“Lo tendré… ten cuidado tú también”. Vino la suave respuesta. “Llámame si


necesitas algo”.

“Cuenta con ello. Buenas noches Dar”. Kerry sonrió. “Te quiero”.

Una suave carcajada. “Yo también te quiero… y casi me metes en aguas


ardiendo con eso hoy… ¿sabes dónde estaba cuando llamaste?”.

“Um… no”. Kerry se mordió el labio.

“En la cafetería… tomando café con Duks”. Contestó Dar. “Creo que
derritió los pliegues de su pequeño corazón ateo”.

“Eep. Lo siento”. Dijo Kerry, sin sentirlo en absoluto.

“Yo no”. Contestó suavemente Dar. “Ve y descansa para que puedas atacar al
pavo mañana”.

“Lo haré… nas noches”. Contestó Kerry, plegando el teléfono cuando se


cortó la conexión, y se lo guardó en el bolsillo. Después se reclinó de nuevo sobre
el banco para mirar otra vez las estrellas, quedándose en reflexivo silencio por un
momento. “Es tan diferente de mí… y aún así, cuando estamos juntas, es como si
la conociera de toda la vida… A veces no lo entiendo”.

Ángela la observó en silencio, después se acercó y cubrió con su mano la


de Kerry. “Sé que en realidad no es…”. Se detuvo. “Bueno, el domingo pasado en
la iglesia, el pastor estaba hablando de cómo todo el mundo ahí fuera, en algún
sitio, tiene a alguien que los complementa. Que son su otra mitad… su alma
gemela”. Se calló, viendo como el cuerpo de Kerry se ponía tenso. “Quizá sea eso
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lo que sois vosotras”.

Almas gemelas. Las palabras penetraron en su mente, doblando recodos y


atravesando puertas en comprensión. Finalmente llegó a su punto de destino,
rodeándole el corazón como un pañuelo de seda mientras cerraba los ojos y
aceptaba la veracidad del hecho. “Puede que tengas razón”. Murmuró. “Nunca
pensé en eso… recuerdo al Pastor Robert hablar sobre ello cuando estaba en la
Universidad”.

Ángela asintió. “Aún lo hace… y cuando habla sobre el, siempre hace que
me pregunte si él ha encontrado la suya porque se le ilumina tanto la cara”. Rozó
los dedos de Kerry. “Quizás debas ir a hablar con él… Kerry, siempre te ha querido
tanto. Siempre pregunta por ti”.

Kerry se volvió hacia ella, seria. “No creo que lo entienda, Ángela … es un
pastor”.

Sabios ojos castaños la calmaron. “Creo que te entenderá mejor de lo que


crees hermanita”. Estudió el rostro de Kerry. “Allí no vas a la iglesia, ¿verdad?”.

Una sacudida de la rubia cabeza. “No… no hay ninguna de nuestra


nominación en los alrededores… Al menos donde yo vivo. Hay algunas en
Broward, pero…”. Miró al suelo. “A veces lo extraño… quizás vaya a hablar con
él”. Ocultó un bostezo. “Dar tiene razón… Ha sido un día largo y cansado… ¿os
vais a quedar?”.

Ángela asintió. “Sí… Sarah está con la madre de Richard… ey, ¿qué tal si
dejo sólo a Richard esta noche y compartimos la habitación como solíamos hacer?
¿qué te parece?”.

Kerry le sonrió. “Sabes… eso me encantaría”. Se levantó y le ofreció una


mano a su hermana. “Vamos… conseguiré algo de chocolate caliente de la cocina y
podrás ver el resto de mis fotos”.

Ángela se dejó levantar por su hermana más bajita, después la rodeó con un
brazo y emprendieron el camino de vuelta.
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Décimocuarta parte

Dar miró hacia el cielo gris mientras éste se detenía, viendo como oleadas de
lluvia chocaban contra la minúscula ventana de forma oval, y suspiró. Había sido
un vuelo largo, desde que el mal tiempo había forzado al avión a girar en círculos
durante treinta minutos antes de finalmente aterrizar en Dulles, y sentía una
necesidad enorme de estirarse y moverse dentro de la pequeña y restringida cabina.

Mientras el avión se ajustaba a la puerta de embarque, se soltó el cinturón de


seguridad y se levantó, contenta al menos, de estar al comienzo del avión y
próxima a la salida. Abrió el compartimento superior y sacó su chaqueta, después
sacó su portátil y se lo colgó al hombro.

La puerta se abrió, dejando entrar una ráfaga de aire frío y húmedo y tembló
en acto reflejo, ajustándose la chaqueta y cerrándola antes de asentir educadamente
a la azafata y adentrarse en el pasillo camino de la terminal. No había dado más
que tres pasos cuando vio a Jack esperándola. Sonrió de forma inconsciente al ver
cómo se le iluminaba la cara al verla.

Él era realmente una dulzura, admitió, mientras se acercaba corriendo y la


envolvía en un abrazo, sus seis pies además de su figura militar haciéndola sentir
un poco enana. Devolvió el abrazo, palpando la solidez de él bajo sus manos y le
dio un golpecito en la espalda a modo de saludo. “Ey, Jack…”.

“Dar…”. Le dio un último apretón y la soltó. “Maldición, me alegro de


verte… Me alegro tanto que hayas decidido venir para el día del Pavo”.

Ella también se alegraba. Había estado todo tan quieto y solitario anoche en
el condo que casi se había vuelto loca, incapaz de creerse su reacción tras haber
vivido sola durante tantos años. Al menos unos pocos días en casa de los Easton
sustituiría la ausencia de Kerry, y secretamente se admitió a sí misma que un
cambio de escenario no estaría mal. “Yo también me alegro de verte… Veo que te
has cortado de nuevo el pelo”. Desordenó de forma cariñosa su pelo corto y estilo
pincho. “¿A vosotros, chicos, os pagan según cuan corto lo llevéis?”.

Él rió. “Mejor que como piensan algunos que pagan a los pilotos… Según la
longitud de otra cosa”. Contestó irónico. “Vamos… ¿tienes algún bulto
consignado?”.
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Dar asintió. “Uno, sí… Lo iba a llevar en la mano, pero el vuelo estaba tan
lleno, que nos obligaron a consignarlo todo”. Siguió su silueta que andaba a
grandes zancadas hacia la cinta transportadora de equipajes, esquivando a la gente
que iba en todas direcciones. “¿Qué tal le va a Gerry?”.

“Papá está genial”. Contestó él, con alegre mueca. “No puede esperar a verte
tampoco. Estaba realmente encantado que decidieras aceptarle la invitación… Al
igual que mamá, estaba ocupada preguntándole qué cosas te gustaban; él no tenía
ni idea, así que llamamos a tu secretaria”.

Dar estalló en carcajadas. “Oh Dios… Estoy en problemas… Seguramente


le habrá dicho a tu madre que me gusta el broccoli y las espinacas verdes… Odia la
forma en la que como”.

Él sonrió. “Exacto, lo hizo y mamá se quedó sospechando, recordándote


como ella lo hacía… Así que llamó de nuevo y alguien le pasó con una asistente
tuya”.

“Eso hizo, ¿huh?”. Dar ocultó una sonrisa. “Apuesto a que eso fue una
historia completamente diferente”.

“Diablos sí… y, chico, me alegré… porque odio el broccoli”. Contestó Jack.


“Patatas dulces acarameladas son más de mi estilo”. Se detuvo cerca de la cinta
transportadora y cruzó sus musculosos brazos. “Señálala”.

Dar obedientemente lo hizo, permitiéndole alzar su bolsa de cuero de la


cinta y cargársela al hombro. La caballerosidad siempre la sorprendía y Jack era de
los genuinos. Tomó su bolsa porque sabía que era su privilegio y derecho hacerlo
así, no porque se estuviera luciendo o anotando un punto a su favor, o ninguna de
las otras razones por las que alguien como, digamos José, lo hubiera hecho. Era
una cosa de chicos, al igual que abrir las puertas, decir señora, sacarse el sombrero,
separar una silla… era algo natural en él y se sentiría totalmente desconcertado si
le acusara de comportarse con algún tipo de chauvinismo o protestará diciendo que
ella era muy capaz de manejar su propio equipaje.

Era una inocencia dulcemente encantadora y una de las cosas que a Dar más
le gustaban del piloto. El hecho de que fuera guapo en su rudeza y tuviera un
encantador sentido del humor no estaba mal tampoco. Tenía pelo rubio y unos
interesantes ojos azul oscuro, y cuando se comportaba de forma particularmente
estúpida, movía las orejas, las cuales eran prominentes debido a su corte de pelo
militar. “Bueno… ¿Qué tal te ha ido a ti?”. Preguntó Dar mientras se dirigían a la
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entrada. “Oí que conseguiste carrier duty”.

Él hizo rodar los ojos. “Oh sí, y tanto que lo hice… USS Nimitz. Volé allí
tras la Navidad y me uní a ella en el mar”. Exhaló. “Tuve que hacer una
calificación en horas nocturnas el mes pasado y, déjame decirte Dar, fue la vez que
más asustado estaba desde que me caí de la casa del árbol cuando tenía diez años y
casi me rompí el cuello”.

Dar rió un poco. “No me lo puedo ni imaginar… Aterrizando en esa pequeña


cubierta y además a oscuras”.

“En alta mar”. Jack agitó la cabeza. “Casi perdí la comida por orificios de mi
cuerpo que ni siquiera sabía que tenía”. Salió por la puerta y la mantuvo abierta
para ella, sonriendo de forma irónica al ver que Dar se encogía cuando la azotó el
viento helado. “No estás acostumbrada a esto, ¿huh?”.

Dar se ajustó la chaqueta y se alzó el cuello. “En eso tienes razón”.


Murmuró. “Estaba sentada bajo las estrellas en mi jacuzzi anoche”.

“Bueno, es una delicada flor de casa cálida la señora”. Soltó Jack


parpadeando los ojos. “Si quieres, tengo un abrigo gordo en el coche, esa chaqueta
no cubre demasiado”.

Dar se puso las mangas para abajo y le dedicó una mueca torcida. “Gracias,
viviré… Creo que me acordé de meter mis guantes en la bolsa”. Se alegraba de
haberse puesto sus vaqueros más gruesos y un par de botas y tomó nota mental de
añadir una capa extra de ropa cuando se cambiase.

Se metieron en el coche de Jack, un Ford Explorer marrón con cómodos


asientos de cuero. Él presionó un botón del salpicadero antes de cerrar la puerta de
Dar, después rodeó el vehículo y se introdujo en él, acomodando su cuerpo grande
en el asiento del conductor y encendiendo el motor. “Asientos térmicos”. Dijo
señalando el botón y guiñándole un ojo a Dar.

Dar sintió como el calor la envolvía y se relajó, estirando las piernas y


observando el ahora imponente clima. “No los venden así en Miami”. Comentó
con un suspiro. “¿Esperas llegar a más con lo de carrier duty?”.

Él asintió. “Sí… implica no ver a la familia por un tiempo, pero me da la


oportunidad de algo de acción”. Él la miró. “Quiero decir… no me interpretes
mal… no es que busque lanzar bombas sobre nadie, ¿vale?”.
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Azules ojos le enfocaron deprisa y Dar dejó que una minúscula y


comprensiva sonrisa asomase a sus labios. “Lo sé”.

“Pero entrenas y entrenas… Sería agradable ser capaz de aplicar eso,


¿sabes? Es como si todo lo que pudieras hacer son test de control todo el día, sería
muy aburrido”.

“Eso es cierto”. Coincidió de forma queda Dar. “Supongo que es sólo que
todos esperamos que todo ese entrenamiento no se ponga en uso… incluso aunque
parezca cada vez más y más que acabaremos siendo la fuerza mundial de policía”.

Jack la miró, antes de volver su atención a la carretera. “¿No te gusta la


idea?”. Preguntó, curioso. “Nunca pensé que tuvieras un problema con el uso de la
fuerza, Dar”.

Pensó sobre la pregunta. “Sabes… nunca pensé que lo tuviera tampoco…


Dios sabe que estaba lo suficientemente ansiosa para entrar en las fuerzas
especiales, sabía que no estaría tras un escritorio ahí”.

“Hubieras sido una tremenda SEAL, Dar”. Sonrió Jack. “Apuesto que
pateando sus rellenos culos azules”. La miró. “Sin ofender a tu padre”.

“Quizás”. Sonrió de forma queda Dar. “Es una idea atractiva… Tener ese
tipo de poder, poder hacer el bien, todo ese tipo de cosas. Creo que podría haberlo
hecho”. Recordaba haberlo querido, recordaba el sabor de la sangre en su lengua al
mordérsela con ganas, cuando el último esfuerzo de su padre por conseguir meterla
en el programa falló. Había estado tan cerca… tan cerca de haber sido permitida su
entrada en esa fraternidad. Conocía a la mayoría de los tipos, sabía que hubiera
tenido hasta la oportunidad de derrumbar las fronteras de sólo chicos, porque la
conocían, conocían a su padre, sabían sus capacidades.

Sabían que podía mantenerse cuando llegase lo duro y poner un cuchillo


donde se necesitase.

En vez de eso, sorprendida y enfadada había dado la espalda al servicio y


siguió una ruta diferente. Un camino no menos peligroso, con enemigos igual de
escurridizos pero con una diferencia fundamental. Allí, se hubiera convertido en
una asesina.

Aquí, no lo era.
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No tenía ni idea del por qué, de buenas a primeras, eso le importaba.

Jack entró en la rampa de la casa de los Easton unos minutos más tarde,
crujiendo las ramas bajo las ruedas en el camino. Se bajó y cogió la bolsa de Dar,
después se le acercó camino de la entrada a la casa. “Tenemos una sorpresa
dentro”. Murmuró, brillándole los azules ojos. “Creo que te gustará”.

Dar lo miró sospechosa. “Jack, odio las sorpresas… lo sabes”.

Él sonrió y abrió la puerta. “Vamos”.

Cautelosa, Dar entró, rodeada en el acto de una oleada abrumadora de canela


caliente y masa de pan que la hizo recordar que no había comido en todo el día. El
interior de la casa de los Easton era largo y espacioso, un enorme recibidor que
conducía a un hundido salón, y justo delante, la cocina de la que provenían todos
esos dulces olores. Mary Easton asomó la cabeza por la cocina al oír abrirse la
puerta. “¡Dar! ¡Mírate! ¡Ven aquí!”. Se apresuró a salir, limpiando una chorreante
cuchara en su delantal y sonriendo. Era una mujer bajita y redondeada con un
rostro de expresión abierta y amistosa.

“Hola, mamá Mary”. Dar tuvo que devolver la sonrisa, abriendo los brazos a
tiempo de recibir un fragante abrazo.

“Dios mío, ¿has crecido?”. Demandó la pequeña mujer, alzando la mirada


ante ella. “Cariño, estás estupenda… ¿Has estado de vacaciones o algo así?”.
“Nop…”. Rió Dar echándose el pelo un poco para atrás de forma
inconsciente. “Tan sólo he tomado un poco el sol… Allí lo tenemos, sabes”.

“Jack, pon esa bolsa en el cuarto de invitados. Después baja y enséñale a


Darry tus nuevos amiguitos”. A Mary le brillaron los ojos. “Hice un poco de pan de
manzana, ¿quieres una rebanada?”.

“Claro… Huele genial”. Contestó la mujer alta, dejando su portátil en la


mesilla cercana al sofá y quitándose la chaqueta. “Me alegro de verte”.

“Ven conmigo”. Mary se colgó a su brazo y la encaminó hacia la cocina.


“Tengo docenas de cosas a la vez… Me alegro tanto que dejaras a Gerry
convencerte de venir”. Irrumpió en la gran habitación, prácticamente blanca con
cajones de color azul en los bordes, y se dirigió a la bandeja cerca del horno.
“Toma, hinca el diente en esto… sé que te gusta”.
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Dar rió. “Ah… sí… oí que mi gente me ha estado delatando”. Se sentó en


uno de los taburetes y miró a su alrededor, apreciando el diseño eficaz del lugar.

“Ahora no te enfades con ellos…”. Rió Mary, mientras le daba una rebanada
del pan cálido y con especias tras haberle untado un poco de mantequilla. “Y
cariño, he de decirte algo, esa asistente tuya de Miami es la persona más dulce con
la que he hablado en toda mi vida”.

Dar sonrió con la boca llena del pan y masticó un momento, tragando antes
de contestar. “¿Kerry?”.

Mary asintió. “Sí. Qué mujer más agradable… y sabes, quiero decir sé que
es un negocio, y probablemente ni siquiera os habléis unos a otros fuera del
edificio, no como hacemos aquí en el servicio, pero creo que le caes realmente
bien”.

“Oh, ¿en serio?”. Brillaron los ojos de Dar. “¿Qué te hace pensar eso?”.

Mary brilló ante ella. “Sólo su voz… Cuando decía tu nombre, podías
asegurar que estaba sonriendo todo el tiempo”.

Dar sonrió levemente. “Bueno, sí, Kerry es una persona muy agradable, de
hecho, somos muy buenas amigas fuera del trabajo”. Pequeña chivata… Ni
siquiera mencionó que Mary había llamado; debo pensar en algo equiparable
para vengarme de ella. “Me alegro que te guste”.

Volvió Jack y agarró la chaqueta de Dar. “Ey… déjame llevarte esto… y ven
conmigo”.

La sorpresa. Dar se levantó amablemente y le tendió la chaqueta dejando


que Jack la doblase sobre su brazo, después lo siguió a través de la puerta trasera
de la cocina y dos escalones que llevaban a un trastero. “¿Preparada?”. Susurró de
forma traviesa.

Dar podía escuchar algunos sonidos bajos y amortiguados tras la puerta que
tenía delante, pero no podía identificar de que se trataba. “Um… claro”. Contestó
con incertidumbre, dando un paso atrás mientras él abría la puerta y se echaba a un
lado.

Una ola viviente de pelo le rodeó las piernas y se le abrieron los ojos de par
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en par. “¡Dios Santo!”.

Nueve ruidosos, tambaleantes e inquietos cachorros estaban anclados sobre


sus botas, mordiéndolas y olisqueándola con salvajes rabotazos.

“Vamos… saluda”. Sonrió Jack. “Son de Alabaster”.

Dar alzó la mirada antes de permitirse la indulgencia de arrodillarse y


juguetear con los cachorros. Alabaster era la formal y digna Labrador Retriever de
Gerald, un animal de pelaje tan pálido que parecía blanco, de ahí su nombre. “Son
preciosos”.

Los cachorros se tamboleaban por sus piernas llorando y decidió sentarse,


dejando que escalasen sobre ella. “Maldición, son tan bonitos…”. Alzó uno, un
pequeño macho que coleteaba frenético mientras se lo acercaba, después
mordisqueó su oreja. “Yau”.

Jack dejó la chaqueta a un lado y se sentó junto a ella, atrayendo su propia


pequeña horda. "¿A que sí?”. Acarició a una hembra tras las orejas. “Tienen cinco
semanas… tenemos hogares para algunos de ellos”. Hizo una pausa, observando al
cachorro acurrucarse en los brazos de Dar y la miró con dulzura. “¿Cuál quieres?”.

Dar alzó la mirada de la pata de cachorro con la que estaba jugando. “No…
Lo siento, yo…”. Se quedó en silencio y pensativa por un momento. “¿Lo dices en
serio?”.
Jack inclinó la cabeza a un lado. “Claro. Papá y yo lo hablamos, él se
preocupa por ti, sabes. Cree que un Labrador sería perfecto para ti”. Acarició el
pecho de uno de los cachorros. “Son leales, amistosos, obedientes, puedes llevarlos
de paseo… será bueno para ti”.

Dar no contestó de inmediato. Miró la pequeña cabeza que se acurrucaba


ahora sobre su pecho, su pequeña naricilla negra olisqueando interesado su pelo.
Inocentes ojos marrones parpadearon ante ella y el pequeño morro se abrió
revelando una blanda y rosa lengua en forma de u. Primero peces, ¿ahora un
cachorro? ¿Qué demonios te está pasando Dar? “Déjame pensarlo”. Contestó
finalmente, alzando la mirada con una sonrisa torcida. “Yo… realmente aprecio la
oferta”.

Jack sonrió, después se giró mientras entraba Alabaster olisqueando sus


cachorros con preocupación de labrador. Vio a Dar y ladró con sorpresa, después se
abrió camino a través de la horda y procedió a lamer el rostro de la ejecutiva de
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una manera eficiente y profesional.

“Tranquila…”. Rió Dar, palmeándole el costado. “Sí, yo también me alegro


de verte chica”. Se reclinó hacia atrás apoyándose sobre la lavadora y suspiró,
dejando que los cachorros correteasen entre sus piernas. Bueno, si no podía estar
con Kerry, ésta no era una segunda mala opción. Afuera, el viento rugía y las ramas
golpeaban contra el techo, pero simplemente sonrió a Jack e inclinó la cabeza hacia
el salón. “¿Te apetece un fuego?”.

Le devolvió la sonrisa y le tendió una mano para ayudarla a levantarse.


“¿Todavía puedes partir un tronco como antes?”.

“Supongo que lo averiguaremos”. Contestó Dar mientras subía las escaleras,


cuidadosa de esquivar los cachorros a su paso.
***

Kerry bostezó ligeramente al despertar, dejando que sus ojos escanearan la


silenciosa habitación, centrándose en la silueta de su durmiente hermana con una
minúscula sonrisa. Fuera despuntaba el amanecer y los primeros rayos gris rosado
eran apenas visibles entre los árboles del patio trasero.

Se quedó tumbada por un rato, después decidió que no se iba a dormir de


nuevo y salió de debajo de las sábanas, caminando sobre el suelo alfombrado y
arrodillándose frente a su bolsa de viaje. Se sentía un poco ansiosa y decidió que
una carrera rápida alrededor del lago no era una mala idea, así que se puso unos
pantalones y sudadera de chándal sobre una gruesa camiseta y se calzó sus
deportivas.

Correr no era su deporte favorito pero, últimamente, desde que iba con Dar
tras quedarse a dormir en la isla y la coacción de Dar de que corriese por la noche
por su vecindario, había desarrollado un gusto por hacerlo. O eso era lo que se
decía a sí misma. De cualquier modo, no requería equipamiento especial, ¿verdad?.
Bajó en silencio las escaleras y se dirigió a la puerta trasera, escuchando tan sólo
leves ruiditos de alguien trajinando en la cocina. Quitó el cerrojo y salió fuera,
inhalando fuertemente cuando el frío aire matinal la golpeó. “Guau chico”.
Murmuró, estirándose rápido antes de emprender un ligero trote dirigiéndose al
camino. “Mejor calentarse rápido”.

El camino era de grava bien cuidado y lo encontró sin ningún problema, sus
pies amoldándose fácilmente a un ritmo familiar mientras dejaba que su cuerpo
despertase. El frío aire la hizo parpadear al principio, pero se acostumbró a él, y lo
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 565 de 565

respiró profundamente al llegar al giro que la llevaba a rodear el pequeño lago.

Estaba tranquilo. Era la única que estaba fuera a esas horas, y sus pisadas
sobre la grava resonaban con fuerza. Ningún sonido excepto el propio viento le
llegaba, y se dio cuenta que se había acostumbrado tanto a la verdosa fauna de
Miami, que la ausencia de pájaros y grillos le parecía sumamente extraña. Pensó en
Bob el Pato, mientras dejaba que sus pasos la encaminaran por la orilla del lago.
Bob era un viejo amigo que vivía en el canal de drenaje cerca de su apartamento.
En las noches de verano, a menudo acababa mirando las olas de la oscura agua, e
igual de a menudo, Bob venía a su encuentro.

Se había acostumbrado a llevar migajas de pan en los bolsillos para el viejo


pato blanco, y de hecho, muchas noches se sentaba dejando que la ligera brisa la
refrescara del pegajoso calor por un tiempo, hasta que la silueta familiar y
bamboleante venía a su encuentro.

Kerry sonrió mientras pensaba en él, recordando la sospechosa mirada que le


había dedicado a Dar cuando llevó a su nueva amiga a conocerle. Pasaron unos
diez minutos o así antes de que Bob se les acercara de forma reluctante, agitando
su cola ante la alta mujer y graznándole una protesta.

Su aliento aparecía como un vaho firme y visible, y miró a su alrededor,


deseando que su compañera de carreras estuviera a su lado. Se había tenido que
esforzar de veras para mantener el paso de Dar, ya que aunque le gastase muchas
bromas sobre su amor por el chocolate y otras malas indulgencias, Dar estaba
realmente en buena forma y lo demostraba en el poco esfuerzo que hacía al correr
y en la habilidad para añadir pequeñas adiciones a su gimnasia matinal.

Como juegos malabares. Casi no se lo podía creer cuando vio a Dar por
primera vez coger tres rocas y mientras corrían alrededor de la isla, hacer juegos
malabares con ellas. Le dijo que desarrollaba el equilibrio, la coordinación y hacía
que la parte superior del cuerpo trabajase también, mientras que correr se centraba
en las piernas y parte inferior del cuerpo.

Malabarismos. Jesús… Kerry estaba completamente segura que se caería de


boca si simplemente lo intentase. Continuó corriendo alrededor del lago yendo
colina abajo, después rodeándola y yendo colina arriba de nuevo. Reconoció que
esa parte la echaba en falta en Miami, donde las únicas colinas eran entrecruces de
autovías. Podía sentir la tensión en los muslos y cadera pero siguió adelante,
ignorando la tensión como Dar le había enseñado.
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Era un circuito de dos millas y se alegró de ver la casa al final del mismo
cuando llegó a la cima de la colina, respirando de forma fuerte y sudando. A estas
horas el sol ya estaba en lo alto y se fue deteniendo hasta caminar al llegar al
camino que la llevaba a la cocina, calmándose y tratando de recuperar el aliento.
Dar decía que la estamina le volvería al cabo de un tiempo y se sintió satisfecha
con el esfuerzo mientras subía los escalones del patio.

Parándose en seco ante la figura casual que allí la esperaba, cabello plateado
delineado por la suave luz. Kerry respiró hondo. “Bueno días, Kyle”. Dijo de
forma seca.

“Vaya, vaya”. Kyle se separó del poste dónde había estado reclinado y se
encaminó hacia ella. “Parecemos el rocío”. Rió. “Convirtiéndonos en la pequeña y
regular atleta, ¿no?”.
Kerry le miró fijamente. “Yo no diría eso”.

“¿No?”. Inquirió de forma vaga Kyle, mojándose un dedo con el sudor de su


mejilla. “No sé, te metes en un gimnasio, empiezas a tomar clases de karate…
Ahora esto… Me pregunto...”. La atravesó con la mirada. “No muy femenino”.

“Las féminas pueden estar en forma”. Comentó suavemente la mujer rubia.


“Y no creo que sea de tu incumbencia, Kyle”.

Él la estudió. “Te sorprenderías lo que me incumbe, niña”. Replicó


fácilmente. “Especialmente cuando tiene que ver con mi futura sobrina, ¿me
entiendes?”.

Kerry entrecerró sus verdes ojos. “Creo que estas sobrepasando tus barreras,
Kyle”.

“Y yo creo que estás tramando algo que no me gusta… Y que a tu papi no le


gustará. Y va a ser maravilloso cuando descubra qué es, pastelito”. La pellizcó la
barbilla. “Ve a ducharte. Apestas”. Entonces se giró y se marchó, trotando por las
escaleras y dirigiéndose al garaje.

“No tanto como tú, idiota”. Dijo de forma dura Kerry, por lo bajo. Se volvió
y subió las escaleras hacia la puerta trasera, donde se encontró con Mary. “Oh…
buenos días, Mary”.

“Señorita Kerry… buenos días”. La mujer negra de mediana edad la saludó


con un asentimiento de cabeza. “¿Eras usted la que corría ahí fuera? Dios mío,
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hace demasiado frío para eso, conseguirá matarse si no tiene cuidado”.

Kerry se pasó los dedos por el pelo. “Está bien, entré en calor realmente
rápido”. Sonrió a la sirvienta que había estado al servicio de la casa desde que
Kerry era una niña. “¿Alguna oportunidad de encontrar bollos?”.

Mary miró a ambos lados para después inclinarse hacia delante. “Bueno ya
sabe, su madre nos ha dicho que no le demos cosas de ese tipo, de acuerdo con su
idea de que son malas para usted, pero he de decir señorita Kerry, que para mí está
realmente sana”.

Fue Kerry ahora la que miró a ambos lados, después se quitó la camiseta y la
sudadera quedándose solamente con el top puesto. Alzó las manos. “¿Aparento que
un bollo me va a hacer mal?”.

Mary la miró de arriba abajo. “Mm… no señora, no lo aparenta. Voy a


buscarle ese bollo, pero por favor, póngase de vuelta esas ropas antes de que
alguno de los señores la vea”.

“Gracias”. Kerry sonrió y se puso de vuelta la camiseta, esperando


pacientemente mientras Mary desaparecía y reaparecía con una pequeña cesta.

“Aquí tiene: dos bollos calientes de frambuesa y algo que ponerles encima…
Vaya y disfrútelos”. Le dio a Kerry la cesta y le indicó que se fuera.

La mujer rubia hizo una mueca de triunfo y se encaminó al recibidor, de


camino hacia las escaleras para subirlas mientras Mary la observaba.

Elizabeth se acercó y le dio un ligero golpe a su cohorte. “¿Qué estás


mirando?”.

“Mm… Esa chica creció guapa de veras”. Mary chasqueó la lengua. “Es la
semilla del diablo quitándose la ropa delante de mí… Menudo ombligo pequeño y
bonito”.

“Vieja zorra”. Liz rió por la zona baja de la garganta.

“Niña, por favor… Me gustaría saber quién le metió un poco de sentido


común finalmente… Maldito buen trabajo, también”. Mary sacudió la cabeza. “Lo
mejor que hizo nunca fue largarse de esta casa”.
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“Hm… Mejor para ella si no volviera nunca”. Sentenció suavemente Liz


mientras agarraba los manteles para doblarlos.

“¿Sabías que podemos conseguir esta cosa veinticuatro horas de veinticuatro


por día?”. El General Easton señaló la pantalla. “Continúan diciéndome que tienen
un canal de cable para todo, ahora me lo creo…”. Estaban viendo el canal Militar,
un canal que mostraba los nuevos programas sobre servicio de armas. “Malditas
cosas… mira eso, Dar… Venden fatigas como si fuera la casa central de ventas”.

Dar estiró las piernas y las entrecruzó, dejando reposar la cabeza sobre el
blando sofá. “Hace dinero… Montones de civiles colectan y usan esas cosas…
Jesús… ¿88 pavos por un par de botas de regimiento?”.

“Hmph”. Easton fumó de su pipa y agitó la cabeza. “Basura moderna…


¿Qué demonios va a hacer alguien con una caja de MRE’s?. Yo no le daría eso ni a
Alabaster, me mordería directamente en… ah…”.

“La pierna”. Sugirió Dar con torcida mueca. “Bueno, estamos entre juegos,
Gerry… supera el ver ‘Peregrinos, Reevaluando la Conquista de América’, de
nuevo”.

“Comunistas”. Soltó el comandante. “Está de moda hoy en día ver la historia


desde la peor perspectiva posible”.

Dar ocultó una sonrisa y alzó la mirada cuando Jack apareció en el dintel de
la puerta, jugando con un balón de rugby.

“¿Te apetece jugar un rato, Dar?”. El hombre alto y rubio sonrió. “El cielo se
ha aclarado… Pensé en abrir el apetito ahí fuera”.

“Apuesta que sí”. Dar se puso de pies y le siguió obediente hacia fuera,
riendo cuando Alabaster pasó corriendo a su lado, ansiosa por escapar de los
minúsculos dientes de sus nueve voraces cachorros por un tiempo. Anduvo a través
de la aun inmaculada capa de nieve mientras el sol se dejaba ver e inhaló
profundamente el aire frío que los azotaba, dejando de lado el pequeño malestar de
estómago que tenía desde media mañana.

Niña… date un respiro, Dar… sólo porque Kerry no te haya llamado dos
veces probablemente signifique que todo va bien… está fuera con su familia, y
quizás incluso pasándoselo bien. “Vamos”.
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Jack le lanzó el balón que atrapó con una mano y lo examinó. “Bonito”.
Alabó el gusto del dueño, notando las marcas del largo uso antes de poner los
dedos sobre las cuerdas y lanzarlo de vuelta.

“Bueno… ¿cómo van las cosas con la compañía?”. Preguntó Jack,


lanzándole de nuevo el balón. “¿Todavía dirigiendo el mundo detrás de las
cámaras?”.

Dar lo atrapó y lo devolvió, poniendo un poco más de fuerza en el


lanzamiento. “Más o menos. A veces ganas, a veces pierdes… Ha sido un buen año
para nosotros”.

“Yau…”. Jack sacudió la mano tras atrapar el balón. “Jesús, Dar… Todavía
puedes poner un aguijón en estas cosas, ¿lo sabías?”.

“Lo siento”. Sonrió la mujer morena.

“Sí, claro”. Jack la devolvió. “¿Nunca te arrepientes de hacer esas cosas?”.


Preguntó de forma casual. “Quiero decir… ya sabes, alguien con tus habilidades
podría ganar muchos pavos en el servicio”.

Dar se detuvo en medio del lanzamiento y se puso las manos en la cintura, o


mejor dicho, una mano y un balón. “¿Tratas de reclutarme?”.

Él se metió las manos en los bolsillos y miró a través de ojos de niño.


“¿Quién, yo?”. Rió de forma traviesa. “No lo sé, Dar… Tú siempre encajaste en el
mundo militar. Tan sólo me preguntaba si algunas veces has pensado en volver”.

Dar preparó el balón y lo lanzó. “Demasiado tarde para eso”. Le dijo. “Estoy
muy acostumbrada a dar órdenes, nunca pierdo un minuto”. Era, y ella lo sabía,
una admisión honesta. “Acabaría diciéndole a un cinco estrellas que sacase su
apelmazado culo del medio para que pudiera llegar al mainframe y terminaría
frotando cabezas con un cepillo”.

Jack atrapó el balón y lo lanzó de vuelta. “Era sólo una idea”. Comentó. “No
puedes culparme por intentarlo, ¿verdad?”.

Jugaron por un rato más, después cambiaron por un juego nuevo, donde uno
de ellos cogería el balón y tenía que pasar las defensas del otro. “¿Defensa o
ataque?”. Preguntó Jack, jugando.
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“¿Yo y qué buldózer va a atacarte?”. Bufó Dar.


“Gallina”. Sonrió él.

Dar sintió como surgía su vena competitiva. “Está bien… pero no digas que
no te lo advertí.”. Agarró el balón y salió corriendo, mientras él gritaba y corría tras
ella.

“Mierda… ¡Dar! ¡No es justo!”. Corrió más aprisa, siguiéndola mientras ella
le esquivaba y saltaba una pequeña valla del jardín. Él saltó la valla tras ella,
entonces sólo tenían al frente un campo abierto. “Ah… ahora te tengo”.

“Eso crees, ¿eh?”. Dar se inclinó hacia delante y corrió más deprisa,
alargando sus pasos hasta que estuvo corriendo lo más rápido que podía,
escuchando los pasos determinados de él a su espalda. “Tío, vosotros los pilotos
pasáis mucho tiempo sentados sobre vuestros traseros”. Le gritó, mientras se metía
entre altos árboles al final del campo y se detenía, dejando que la adelantara y se
detuviese sobre la húmeda hierva. “Je… punto para mí”.

“Tú… tú…” Jack sacudió un dedo ante ella. “Maldición, Dar… para alguien
que pasa todo el día tras un escritorio, tienes unas pedazo de piernas”.

Le lanzó el balón. “Tu turno”.

Él se quedó pensando, después se dio la vuelta poniéndose el balón bajo el


brazo de forma profesional. Dar le dio una distancia de gracia, después fue tras él,
corriendo en ligero ángulo respecto a su dirección. Se le iba acercando y esperó a
que él la esquivara, entonces cambió de nuevo de ángulo y aceleró, prediciendo de
forma correcta su siguiente movimiento y echando su cuerpo sobre el de él,
rodeándole con los brazos y dejando que su ímpetu y peso los hiciera girar a
ambos. Cayeron sobre la hierba con sordo sonido.

“Mierda”. Suspiró Jack.

Dar lo soltó y se sentó, sacudiéndose los vaqueros mientras rompía a


carcajadas.

Jack gruñó, después rió también. “Debería haberme acordado de no retarte”.


Admitió. “Siempre encuentras la manera de quedar por encima”.

Estaba a punto de contestar, cuando el móvil que llevaba colgado del


cinturón sonó. Lo cogió y lo abrió. “¿Sí?”.
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“Feliz día de Acción de Gracias”. La voz de Kerry sonaba ligeramente


estresada, pero aún así, cálida.

“Lo mismo te digo… ¿cómo va todo?”. Dar estiró las piernas frente a ella y
arrancó una brizna de hierva mientras Jack se tumbaba sobre la misma, poniéndose
los brazos bajo la cabeza y observaba las nubes.

“Bien”. Suspiró Kerry. “Mamá ha estado trabajando conmigo toda la


mañana, tratando de convencerme de cuán apropiado sería para mí volver a casa
ahora, así tendría tiempo de preparar la boda”.

“Ah”. Exhaló Dar. “Así que todavía no les has contado nada, ¿eh?”.
Mantuvo el tono en forma de apoyo. Alabaster trotó hacia ella y se puedo a su lado
y jugueteó con el Labrador de forma ausente. “Parece que va a causar un Big
Bang”.

“Sí”. Susurró la mujer rubia al teléfono. “¿Qué haces?”.

Dar agitó las deportivas. “Ahora mismo, estoy sentada en el césped…


Estuve jugando al balón un rato con Jack”. Admitió. “Haciendo algo de ejercicio
antes de entrar y comer hasta explotar toda la comida de Mamá Easton”.

“¡Boom!”. Dijo con los labios Jack, alzando los brazos en pantomima.
Alabaster se le acercó y lo olisqueó.

“Me gustaría estar allí”. Admitió Kerry. “Suena mucho más divertido que
estar aquí… Voy a ir un rato a la ciudad con Arlene, sólo para alejarnos de tanto sin
sentido. Ah sí, miré el correo y contesté el que me mandaste y unos pocos más”.

“Buena chica”. Sonrió Dar. “Salir parece una buena idea, quizás después de
hoy se calmen un poco”.
“Quizás”. Replicó Kerry de forma reluctante. “Bueno, de todas formas… te
dejo libre… Tan sólo quería saludarte y espero que disfrutes de tu cena”.

“Tú también”. Contestó Dar.

“Creo que no”. Vino la nada característica respuesta pesimista. “Pero le daré
una oportunidad a la antigua escuela… Hablamos luego, Dar”.

Dar cerró el teléfono pensativa y se lo colgó de vuelta en el cinturón.


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Maldición, parece deprimida. “Las familias pueden ser infernales”. Comentó de


forma audible.

“¿Hmm?”. Jack giró la cabeza. “Oh… sí, supongo… ¿Era de tu oficina?”.

“No, mi ayudante… Está en casa y pasando un mal momento con sus


padres”.

Despacio, Jack giró sobre sí mismo y apoyó la cabeza sobre una mano.
“Dar… yo…”. Se quedó en silencio, después arrancó una brizna de hierva, sin
mirarla. “Necesito consejo”.

Dar alzó una rodilla y la rodeó con los brazos. “Claro”.

Él dudó. “¿Has tenido… alguna vez que decirle a alguien… quiero decir,
alguien que realmente te importa, algo que sabías que le iba a hacer daño… y que
les hiciera sentir… disgustados contigo?”.

Uh oh. Dar lo estuvo pensando seriamente antes de contestar. “Sí, lo he


hecho… ¿Por qué?”.

Él alzó la mirada, sus ojos azules encontrándose con los de Dar. “¿Fue
difícil?”.

Ella asintió. “Mucho”.

Él volvió la vista hacia el césped. “Crees que a veces… ¿es mejor no


decirlo?”.

“Bueno…”. Dar suspiró. “Depende de lo que sea y quien sea la otra


persona… Una anciana abuela, por ejemplo, no querrás ir a decirle que su esposo
largo tiempo fallecido ya era un estafador, no tiene sentido”.

Él asintió.

“Pero cosas importantes… Jack, tienen alguna manera de acabar saliendo a


la luz”. La hipocresía de lo que estaba diciendo la golpeó de repente y se contrajo
en acto reflejo.

“Curioso que lo pongas de esa manera”. Contestó él suavemente.


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Sus ojos se centraron en su cabeza gacha, alzando una ceja. “¿Quieres


decirme que está pasando? Sabes que puedo mantener un secreto”.

Él tragó y jugueteó nervioso con la hierva. “Dar, me conoces desde que iba
en pañales”. Exhaló. “Hemos crecido juntos… ¿Te he parecido siempre…
normal?”.

Dar dejó escapar una risotada. “Jack, eres la persona más normal que
conozco, eres el estereotipo de marino y lo sabes”.

Jack asintió. “Eso es lo que creí, eso es lo que siempre había creído… hasta
el pasado Mayo”. Se mantuvo en silencio por un largo momento. “Tuve un nuevo
asiento trasero”.

Le llevó un momento a Dar darse cuenta de que hablaba de su compañero de


vuelo y no una parte de un coche. “¿Sí?”. Tanteó, cautelosa.

“Robbie… sí… Robin Hood, así le llamamos”. Jack parecía realmente


interesado examinando los brotes de hierva. “Nosotros… um… nos llevamos
realmente bien, ¿sabes? Algunas veces te llevas y otras no… He tenido asientos
traseros con los que ni siquiera podía hablar y algunos que son mis amigos incluso
ahora”.

“Uh huh”. Murmuró Dar. “Buen tipo, ¿eh?”.

“Sí”. Suspiró Jack. “Empezamos a salir juntos y yo… um… yo… yo…
Nunca me había pasado antes, pero yo… Seguía sintiendo que… quería tocarle”.

Dar cerró los ojos brevemente y se movió, mordiéndose los labios. “Sí…
¿y?”. Mantuvo un tono de voz interesado pero no alarmado.

“Y… al principio pensé que sólo estaba… pensé que estaba enfermo, ¿vale?.
No había tenido novia por un tiempo, y… bueno, ya sabes”. Estaba miserable. “Y
yo… yo… simplemente me dije a mí mismo que fuera a una esquina… y… y…”.

“Ya sé”. Replicó suavemente Dar. “¿Y qué pasó?”.

Arrancó de cuajo unos pocos tallos de césped. “Estaba saliendo de la


ducha… y… y él vino a mi cuarto… y él… um… él…”. Se calló de nuevo.

“¿Él te tocó?”. Sugirió Dar y obtuvo un minúsculo asentimiento. “Y te


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gustó”. Otro minúsculo asentimiento. “Muy bien”.

Finalmente Jack alzó la mirada, mirando con miedo a sus azules ojos. “¿No
crees que es enfermizo?”.

Dar estiró una mano y la puso sobre la suya. “Eso sería realmente hipócrita
por mi parte”.

Silencio total. Jack parpadeó ante ella. “Pe…”. Él arqueó las cejas.
“¿Tú…?”.

Ojos azules retaron los suyos. “¿Crees que eso es enfermizo?”.

“Dar… eso es una locura… Podrías tener a cualquier tipo que quisieras…
Yo no… quiero decir, eres preciosa… yo…”. Dijo de repente, hasta callar.

Dar esperó. Finalmente suspiró. “No, no creo que sea enfermizo… Y tú no


debieras tampoco”.

Él lo pensó. “Estábamos un poco… nos sentíamos realmente extraños”.


Suspiró. “Pero con el paso del tiempo, simplemente nos parecía bien”. Hizo una
pausa. “Hasta que pensé en decírselo a mi padre”.
Dar exhaló. “Sí”.

“Dar, le mataría”. Jack la miró. “Soy su único hijo, quiere nietos… Jesús, me
lo ha dado todo, ha hecho todo lo que estaba en su mano por mí… Yo…”. Su rubia
cabeza se movió de lado a lado. “No puedo hacerle eso, le quiero demasiado”.

Menudo problema. Dar lo sentía por su amigo y por el General Easton que,
ciertamente, iba a estar devastado con las noticias. Realmente no culpaba a
Gerald… era un prisionero de su generación, su educación y su devoción de por
vida al servicio. “Escucha, déjalo de lado por algunos días… Déjame pensar en
ello. Quizás se me ocurra alguna idea”. Le dijo, como apoyo.

Él la miró patéticamente. “Si encuentras alguna manera de sacarme de ésta


con honor, te lo deberé por el resto de mi vida, Dar”.

Ella le revolvió el pelo suavemente. “Para eso están los amigos, Jack… Y yo
no tengo muchos, así que cuido a los que tengo”. Le miró. “Sabes, le dije a tu
padre que si me tuviera que casar, sería contigo”.
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A él le sobrevino un fuerte y profundo sonrojo.

Ella le revolvió de nuevo el pelo y rió.

Kerry colgó el teléfono y fue en busca de Arlene “¿Estás lista?”. Le preguntó


a su hermana, encontrándola en el salón.

“Mmhm… déjame ir por el bolso, espera”. Asintió Ángela , saliendo de la


habitación para volver al momento. “Vamos… Va a haber un recital del coro en la
Iglesia… pensé que quizás te gustaría escucharlo”.

Cualquier cosa. “Claro”. Kerry se mostró de acuerdo en el acto, siguiéndola


hasta la puerta. Se montaron en el coche de Arlene y se dirigieron al camino,
pasando al lado de interminables filas de altos y estrechos árboles. “Este sitio es
deprimente, Arlene ”. Sentenció quedamente la mujer rubia.

Su hermana la miró. “¿Y te das cuenta ahora?”.

“Supongo que hasta ahora no había tenido con qué comparar… Tienes que
venir a visitarme a Miami”. Respondió Kerry. “Es tan diferente… Podría llevarte a
Bayside… o al Grove… quizás bajar hasta Keys… Creo que te gustaría”.

Ángela suspiró. “Quizás si Brian y yo acabamos huyendo de casa,


acabaremos allí contigo”. Le dijo a su hermana con ironía. “¿Hay allí un mercado
de nuevos abogados?”.

Kerry la observó por largo tiempo. “¿Habéis hablado sobre el tema, o


simplemente me estás tomando el pelo?”. Preguntó. “Por supuesto que hay un
mercado para abogados… ¿bromeas? Él podría ganarse la vida simplemente
representando a uno de nuestros políticos con cargos sobre fraude en los votos”.

Su hermana exhaló. “Hemos hablado de ello”. Admitió. “Mucho tiene que


ver contigo… quiero decir, ya sabes”.

“¿Cómo reaccionaría ante la noticia?”. Sonrió Kerry.

“Mmm… más o menos, si… no sé… Es un paso tan grande pero si trato de
separarme o divorciarme legalmente de Richard, sabes que nunca podré salir de
aquí”. Condujo a través de un cruce de vías. “Sabes que demandará la custodia y
sabes que padre se volverá loco”.

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Sí”. Estuvo de acuerdo Kerry. “No sé… eso parece realmente drástico,
Arlene … pero no voy a mentirte y decirte que no me alegraría de tenerte allí”.
Sonrió a su hermana. “De hecho, sé de un bonito apartamento en Kendall que
posiblemente esté disponible pronto”.
Arlene la miró fugazmente. “Oh, ¿de verdad?”. Puso el intermitente y salió
de la autopista, camino de la ciudad. Lentamente, empezaron a aparecer edificios
de ladrillo marrón a ambos lados de la carretera. “Eso va un poco deprisa, ¿no?”.

Kerry se echó hacia atrás y apoyó una rodilla sobre el salpicadero. “Es sólo
algo que dijo Dar… antes de irme. Dijo que el año que viene pasaremos la acción
de gracias en la Isla. Me sorprendió porque ella es alguien que valora mucho su
privacidad, ¿sabes?”. Exhaló. “Pero cuando estamos juntas… es como si no
hubiera… espacio personal, si es que eso tiene sentido. No me pone de los nervios
ni me hace sentir incómoda a su alrededor. Y lo mismo le pasa a ella conmigo… al
menos eso creo”. Se detuvo a reflexionar. “Sé que cuando me desperté este pasado
domingo, me di cuenta de que quería despertarme con ella a mi lado de aquí a
mucho tiempo”.

Arlene disminuyó la velocidad para meterse en la iglesia. “Bueno, no te lo


tomes tan aprisa… Sé que realmente os gustáis la una a la otra pero ese es un gran
paso, Ker”.

Kerry rió suavemente. “He de esperar a que me lo pida… ¿sabes? Podría


llevar meses… y estaba intentando averiguar como lo hará… Probablemente como
algo necesario… ‘Sabes, Kerry, sería más eficiente usar un sólo coche para ir a
trabajar y mi casa está más cerca. ¿Qué te parece?’”.

Arlene rió. “¿En serio?”.

“Oh sí, esa es Dar… Sin florituras a la hora de hablar ni similar… Es muy
práctica y directa”. Le aseguró Kerry, después se calló. “Sin embargo, un día volví
de comer a la oficina y me encontré una rosa en el escritorio”. Añadió pensativa.

Arlene aparcó el coche y suspiró. “A mí me parece bastante romántico,


hermanita”. Comentó con añoranza. Salieron del coche y anduvieron por el
aparcamiento, juntándose con varios grupos de gente que también iban hacia la
entrada de la iglesia.

Era un edificio grande de ladrillo, con ventanales de cristal ahumado y


bancos de caoba barnizados hasta la brillantez. Kerry se juntó con Arlene para
saludar a varios vecinos, y aceptó algunas bromas bien intencionadas sobre su
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moreno, antes de sentarse a escuchar al coro.

La habitación tenía un gran órgano, y un triple semicírculo de cantantes, que


interpretaron de forma más que aceptable alguno antiguos y bien conocidos
himnos. Kerry sintió que los familiares sonidos la relajaban, y fue capaz por un par
de minutos, de olvidarse de sus alrededores y disfrutar de la música.

“Bonito recital”. Murmuró Kerry cuando éste llegó a su fin, los últimos
sonidos del órgano resonando suavemente por el interior del edificio. “Me gustó
mucho la última pieza”.

Su hermana sonrió. “A mí también… vamos… vayamos a hablar con el


pastor Robert”. Se separó de la fila, y se encaminó hacia la parte administrativa de
la iglesia, saludando con la mano a varios amigos que le devolvieron el saludo,
tanto a ella como a su hermana. Llevó a Kerry hacia una pequeña puerta y llamó.

“Entre”. Contestó una suave y vibrante voz.

Ángela abrió la puerta y asomó la cabeza. “¿Pastor Robert?”.

“Ángela … qué sorpresa tan agradable. Entra”. El pastor le indicó con la


mano que entrase.
Ella abrió al completo la puerta y empujó a Kerry con ella. “Mira lo que he
traído”.

El pastor se levantó. “¡Kerrison!”. Le sonrió.

Kerry se adentró en la habitación, devolviéndole la sonrisa. El pastor Robert


era un enorme hombre barbudo de seis pies y medio de estatura fáciles y, quizás,
doscientas cincuenta libras. Su barbudo rostro adquirió una expresión de alegría
cuando ella se le acercó. “Hola, pastor Robert”.

“Kerrison… Dios, deja que te vea”. La tomó por los hombros y brilló de
contento ante ella. “Estás maravillosa… casi no me lo puedo creer”.

Kerry sonrió. “Gracias… estás genial tú también”. Le palmeó el brazo.

“Um… voy por unas recetas que me debe la señora Van Ardyn… vuelvo
enseguida, Ker”. Ángela se había ido incluso antes de que pudiera darse la vuelta,
y le dedicó a su hermana un movimiento irónico con los ojos.
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“Siéntate… siéntate”. Estaba diciendo el pastor, llevándola hacia un banco


cerca al que él estaba usando antes, ordenando composituras. “Entonces, ¿has
vuelto a casa para quedarte?”.

“Sólo de visita”. Kerry agitó la cabeza. “Estoy… muy feliz en Miami”.

“Oh”. Parecía sorprendido. “Pero pensé que tu madre… bueno, no importa”.


Se sentó y le palmeó la rodilla. “¿Cómo te va?”.

“Me va bien… Tengo un nuevo trabajo, que realmente me gusta, y un grupo


entero de buenos amigos. Ha sido genial”. Contestó suavemente Kerry. “¿Qué tal
tú?”.

Él alzó y dejó caer de nuevo una gran mano. “Como siempre… las
estaciones pasan, viene el frío, viene el calor… pero es mi estación preferida del
año, así que no me puedo quejar”. Suspiró y se echó hacia atrás. “Las cosas van
bien en la congregación… los precios se mantienen… No estamos en guerra… en
conjunto, no está mal”.

Kerry le observó. “Me alegra escucharlo”. Dudó, después buscó su mirada.


“Pastor, ¿puedo preguntarte algo?”.

Él asintió. “Sí, por supuesto… ¿tienes problemas en encontrar una


comunidad ahí abajo? ¿Puedo ayudar? Sabes que siempre has sido una de mis
favoritas, Kerry…”.

Ella apoyó los codos sobre las rodillas, y entrelazó los dedos. “Recuerdo…
cuando solías predicar los domingos, cada dos por tres hablabas de… um… algo
que llamabas almas gemelas”. Las palabras salieron de su boca con completa
familiaridad.

“Sí… de hecho, lo discutí en el púlpito la semana pasada”. Coincidió. “La


vieja fábula de que cada persona nace con dos cabezas, cuatro brazos y piernas,
después se dividen en dos… para caminar por el mundo en busca de su otra
mitad”.

“Mm… sí”. Kerry se frotó los pulgares. “¿Crees en esa historia?”.

Él se detuvo un momento antes de contestar. “Sí, la creo… si lo que te


refieres es, ¿creo en esa clase especial de amor en donde dos personas parecen
estar destinadas a ser parte la una de la otra?, sí… no es que esté reescribiendo la
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 579 de 579

historia de la creación, ya me entiendes”.

Kerry sonrió con ironía. “Entiendo”. Le golpeó cariñosamente el brazo.


“Pero… ¿cómo sabes si has tenido suerte y has encontrado a alguien así?”.
Preguntó.

Él se acercó y le alzó la barbilla, observándole los ojos seriamente. “Porque


cuando le miras, ves todo lo que necesitas en este mundo para completarte”.

Kerry cerró los ojos. “Oh”. Dijo quedamente.

“¿Has encontrado a alguien así, Kerrison?”. Su voz era muy gentil.

Ella abrió los ojos. “Sí… creo que sí”. Exhaló. “Es alguien que conozco de
no hace mucho pero con la que me siento muy cercana… Y es como has dicho,
cuando miro a sus ojos, es como si sintiera sus manos cerrándose suavemente
sobre mi corazón”. Hizo una pausa. “Manteniéndolo a salvo”.

“Nunca supe que fueras poeta, chiquilla”. Una lenta y suave sonrisa asomó a
su rostro. “Pero no se trata de mi amigo Brian, ¿verdad?”.

“No”. Contestó suavemente Kerry. “Él es uno de mis mejores amigos y le


quiero pero… no”.

El pastor Robert dejó escapar un largo suspiro. “Y no se lo has dicho a tus


padres, supongo. No, desde luego que no… Tu madre aún cree… Ah, menudo
racimo de líos que tenemos aquí”. Comentó. “Bueno, quizás debieras considerar
explicárselo como has hecho conmigo. Estoy seguro que tus padres, una vez que
conozcan a esta persona, estarán felices por ti”.

Kerry movió la cabeza tristemente. “No, pastor Robert, no lo estarán… No


aceptarán a esta persona”. Volvió a bajar la mirada. “Excepto por mi hermana, no
estoy unida a mi familia... pero esto pondrá algo entre nosotros que no creo que el
tiempo pueda solucionar”.

Él suspiró. “Dios tiene una manera de curar hasta las peores heridas, amiga
mía… cuan mala puede ser esta persona, ¿qué dejarán de lado a una hija?”.

Kerry dudó, después tomó un hondo respiro. “Ella no es mala persona en


absoluto”. Sentenció simplemente y dejó caer el comentario entre ellos.
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Él se quedó muy quieto por unos instantes, después levantó la mano y se


atusó la barba. “Ah”. Su voz era reflexiva. “Eso es más dificilillo”.

Kerry se encontró sonriendo ante la reacción. “¿Tienes algún consejo? Estoy


dispuesta a escuchar… Parte de mí quiere simplemente decirlo y la otra mitad esta
asustadísima de siquiera comenzar”.

“Hm”. Él ladeó la cabeza. “Bueno, es la salida cobarde, supongo, pero lo


que yo haría sería esperar hasta que estés preparada para irte… a casa”. Le sonrió.
“Y díselo tan sólo entonces… Sólo una sencilla frase y después vete. Busca a
alguien que te lleve al aeropuerto y simplemente vete”. Juntó las manos. “Las
vacaciones son fechas muy emotivas, es difícil para la gente enfrentarse a
situaciones mientras están bajo ese tipo de estrés, especialmente en acción de
gracias que está tan orientada a la familia”.

Ella lo consideró. “Sabes, ese es un buen consejo”. Admitió. “Tan sólo


seguirles el juego hasta que me vaya, hará que el fin de semana sea mucho más
placentero”.

Él asintió. “Eso es lo que hice yo”. Le dijo suavemente, después se puso un


dedo sobre los labios.

¿Cómo lo había sabido Arlene ? Kerry parpadeó ante él en pleno


aturdimiento. “Oh”. Se dio una palmadita en la mejilla. “Ya veo”. Sus ojos
observaron la habitación. “Pero… tú…”.

“Sí y si lo supieran, me echarían del trabajo”. Dijo quedamente Robert. “Así


que sé qué es vivir con un secreto, Kerry… Pero hay cosas en la vida que merecen
la pena el riesgo”. Hizo una pausa. “Un alma gemela es una de ellas”.

Kerry asintió lentamente. “Vale la pena arriesgarlo todo”. Dejó escapar un


suspiro. “Gracias, pastor Robert”.

Él la miró con cariño. “Te deseo toda la felicidad del mundo, amiga mía.
Rezaré por ti, y porque tus padres lo entiendan”. Se levantó y esperó a que ella
también se levantase, después la abrazó. “Que te vaya bien”.

Ella sonrió y le palmeó el costado. “A ti también”. Un golpe en la puerta la


hizo alzar la mirada, y se abrió para revelar el rostro de Ángela . “Entra”.

“Silvia Cessnes quiere saber si queremos ir a tomar café con ellas… ¿Te
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apetece?”. Preguntó Ángela


“Sí, estaría bien”. Accedió Kerry. Silvia Cessnes era una de sus profesoras
favoritas del instituto. “Feliz acción de gracias, pastor Robert”.

“Lo mismo te digo, Kerry… y a ti también, Ángela… gracias por venir a


saludar”. La llevó a la puerta y las despidió agitando la mano, antes de cerrar la
puerta.

“¿Todo bien?”. Preguntó Ángela en un susurro.

Kerry sonrió. “Todo está genial… Vamos, apuesto a que tienen tortitas
frescas en la cafetería”. Tiró de la manga de Ángela y la llevó por el corredor.

Sin ver la silueta alta y oscura que las veía marchar, para después
encaminarse en dirección contraria.

“¿No era ágil?”. Rió Kerry, mientras ella y Arlene subían las escaleras hacia
la habitación que habían compartido la noche anterior. “No ha cambiado nada”.
Abrió la puerta y entró, después se detuvo.

No se notaba realmente desordenada pero alguien había revisado sus cosas.


Ángela se detuvo también, viendo los papeles revueltos encima de su portátil.
“¿Qué está pasando?”.

El corazón de Kerry latía fuerte en su pecho mientras se acercaba, mirando


el interior del compartimento con cremallera con dedos temblorosos. “Oh mierda”.

“¿Qué?”. Su hermana miró sobre su hombro, ansiosa.

“Las fotos”. Respiró. “¿Cómo he podido ser tan estúpida?”. En puro reflejo
cogió el móvil y se paró. ¿Qué le voy a decir cuando lo coja, lo tonta que he sido?
“Mierda”.

Ángela dejó escapar un soplo de aire. “Tío, no me puedo creer que hayan
entrado aquí a revisar tus cosas… Kerry, es asqueante”.

“Debí recordarlo… Era una operación de procedencia estándar cuando


estábamos en el instituto, ¿recuerdas? Buscando Dios sabe qué”. Kerry se echó el
pelo hacia atrás e intentó pensar. ¿Eran las fotos tan incriminatorias? Algunas de la
Isla bastante inocuas, el barco, también podría haber sido cualquier sitio, las dos de
Dar en su traje de… bueno… entonces suspiró. Y la última, la que le había hecho
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sacar a Colleen de las dos juntas en el sofá de su apartamento, el brazo de Dar


sobre sus hombros y la pierna derecha de Kerry apoyada sobre las rodillas de la
mujer alta. Las dos sonriendo, los ojos de Dar fijos en ella con afecto
inconfundible que incluso la cámara había captado. Oh mierda.

“¿Qué vas a hacer?”. Murmuró Ángela . “Se va a volver loco, ya lo sabes”.


“Lo sé”. Murmuró Kerry. “Supongo que tendré que ser honesta… pero
Ángela , posiblemente necesite salir de aquí…”.

“Yo te llevo, no te preocupes”. Replicó su hermana al instante. “Y Brian


estará aquí también dentro de nada”. Acarició suavemente la espalda de Kerry. “Lo
siento, no pensé que hicieran esto”.

Kerry cerró los ojos. “Yo tampoco… y hubiera debido… mejor que nadie…
especialmente después de lo que pasó el otro día”. Se dio la vuelta y se apoyó
sobre el escritorio. “Entraron en mi piso, lo pusieron patas arriba y alguien
envenenó a mis peces”.

Ángela la miró en estado de shock. “No creerás que…”.

“Kyle vino de visita al día siguiente, qué coincidencia”. Replicó Kerry


enseguida. “Dar estaba allí… Se iba a mantener fuera de vista, pero él empezó a…
manosearme y ella…”. Una pausa. “Ella le detuvo”.

Ángela lo digirió. “Kyle puede asustarte de veras… Brian cree que está
medio loco o así, desde eso de militar”.

“Dar puede asustar también”. Respondió Kerry. “Es tan alta como él y no
tiene pinta de ser alguien con la que te quieras meter”. Lo consideró. “”Seguro que
lo pateó directamente en el ego”.

“Intentará hacérselas pagar por eso”. Dijo en voz baja Ángela .


“Es muy listo, Ker… Y tiene un montón de trucos bajo la manga… Apuesto
a que fue él quien revisó tus cosas”.

Kerry se quedó allí de pie, simplemente respirando, por un momento.


Después abrió el teléfono y pulsó un botón. “Ey”. Habló suavemente cuando le
contestó Dar.

“Ey…”. Dar sonó sorprendida. “No esperaba saber de ti tan pronto… No es


que me disguste… ¿qué pasa?”.
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“Soy una idiota”. Admitió Kerry suavemente. “He hecho algo muy estúpido,
Dar… Dejé las fotos en la bolsa del portátil y alguien rebuscó entre mis cosas y las
encontró”.

“Ah”. La ejecutiva sonó pensativa. “Así que la liebre está libre, ¿eh? Bueno,
espero que les guste mi bañador”.

Kerry se calló, sintiendo una oleada de calma recorrerla. “¿No crees que soy
una completa tonta?”.

Dar dudó. “¿Para qué llevaste las fotos?”. Preguntó de forma queda.

“Um…”. Kerry se sonrojó. “Para que mi hermana te viera”.

Una suave risotada la calmó. “¿Y he de suponer que eso es tonto? Nah…
mala suerte, pero… mantén la calma y si te hacen preguntas, tan sólo contéstalas.
No dejes que te aturdan”.

“De acuerdo”. La mujer rubia cuadró los hombros un poco. “Gracias, Dar”.

“Cuéntame lo que pase, ¿vale?”. La urgió suavemente su jefa.

“Sí, lo haré”. Le aseguró Kerry. “Bye”. Cerró el teléfono y se lo colgó a la


cintura. “Dar dice que simplemente mantenga la calma y vea lo que pasa”.

Ángela la rodeó con un brazo. “Parece una buena amiga, por encima de
todo lo demás”.

Kerry asintió, ausente. “Lo es… Sé que puedo contar con ella”.
Cuidadosamente ordenó sus cosas. “Vale, cambiémonos y bajemos. El resto de la
familia estará llegando, eso me dará un tiempo de gracia durante la cena, al
menos”. Se desabotonó la ligera camiseta verde de franela que había llevado a la
ciudad y se la sacó de los vaqueros, se la quitó y dobló antes de meterla de vuelta
en su bolsa. “Supongo que podría hacerlos explotar si aparezco en la cena con
vaqueros”.

Ángela sacó una falda beige de su propia bolsa junto con un jersey de lana
con perlas bordadas color rosa. “Kerry…”.

Sonrió. “Sólo bromeaba”. Sus vaqueros siguieron el mismo camino que la


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 584 de 584

camiseta, y sacó el traje de falda y chaqueta azul que Dar le había escogido en
Macy’s. Le siguió la blusa de seda y sacó los zapatos buenos. “Ya está… No se
pueden quejar de esto”.

“Guau”. Comentó Ángela, mientras se lo ponía. “Es muy bonito, Kerry”. Su


hermana le metió la blusa por la falda y le subió la cremallera, después le puso la
chaqueta sobre los hombros.

“Gracias, es uno de los nuevos que me compré cuando cambié de trabajo…


me gusta mucho”.

Ángela terminó de cambiarse y se acercó, sacudiendo una mota de polvo de


la solapa de Kerry y estirándole un poco las mangas. “Bonito broche”.

Ojos verdes miraron hacia abajo y luego hacia arriba de nuevo. “Un
regalo… Aunque no lo supe en su momento… Dar escogió éste como un favor,
ella estaba conmigo así que así sabría que ponerme para ir a la oficina”. Cogió su
cepillo y se cepilló su desmelenado cabello rubio hasta que quedó a su gusto,
después sacó una pequeña botella de su bolsa y se puso una pizca de perfume.

“Mm… ¿qué es eso?”. Olisqueó Ángela .

“Polo…”. Contestó Kerry ausente. “Normalmente no lo uso mucho…


pero…”.

“Me gusta”. Aprobó su hermana. “Vamos… bajemos”.

Kerry se miró en el espejo, la suave luz de la lámpara remarcando su pálido


cabello y haciendo brillar sus verdes ojos. “De acuerdo”. Respondió. “Vamos”.
Bajaron juntas las escaleras, escuchando un bajo murmullo de voces en el
recibidor y se dirigieron a la sala de estar. Los ojos se volvían según se acercaban y
Kerry sintió como se le tensaba la espalda al ver el rostro de su padre, inmóvil y
enfadado, de pie al lado de Kyle. Alzó la barbilla y enfocó su atención en el resto
de la familia, mientras sus tíos y tías se le acercaban. Al otro lado de la habitación
vio a un Brian aparentemente nervioso y consiguió captar su mirada y sonreírle,
guiñándole un ojo. Él se relajó visiblemente.

“Vaya Kerrison… estás encantadora”. La apreció su tía Ágata. “Qué bien te


sienta ese color querida… ¡pareces tan mayor!”.

“Tengo veintisiete”. Le dijo Kerry amablemente. “Creí que ya era hora”.


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“Oh… mira que lista”. La mujer anciana le palmeó el brazo. “Eustace, mira
que preciosa está nuestra sobrina”. Miró por encima del hombro de Kerry. “Cariño,
tu hija está simplemente maravillosa”.

Kerry se giró y vio a su madre encaminarse hacia ellos. Se detuvo y miró a


Kerry, después hizo un asentimiento de aprobación de mala gana ante la apariencia
de su hija. “Bueno, sabe cómo estar presentable, por supuesto”. Dijo la mujer
mayor de forma orgullosa. “Querida, tu tío Milton está desesperado por saludarte”.

“Claro”. Replicó Kerry. “Dónde est… oh, vale. Le veo”. Su tío sobresalía
sobre el resto de la gente por unas buenas seis pulgadas. “De acuerdo… voy a
verle”. Empezó a encaminarse hacia él cuando su madre la apartó a un lado y la
miró de arriba abajo.

“Estás muy guapa, Kerrison”. Admitió finalmente, arreglando un mechón


del pálido pelo de Kerry.

Kerry dejó que su sonrisa se reflejara en su mirada. “Gracias… Mamá,


realmente me gusta como me veo... Y al resto de la gente también… ¿podrías dejar
de lado las críticas?”.

Su madre se envaró. “No estaba…”.

“Duele”. Dijo Kerry, muy bajito.

Su madre se la quedó mirando, totalmente perdida. “Bueno, no fue mi


intención”. Agitó la cabeza y se giró, alejándose de Kerry con una mirada de
aturdimiento.

“Jesús… tendría que pedir una tarjeta de crédito para que tuviera una pista”.
Suspiró Kerry, mientras se encaminaba de nuevo hacia su tío.

Fue interceptada por Brian, el cual se le acercó de forma tentativa, después


con más seguridad cuando ella le saludó con la mano. Era un hombre alto con
cabello color arena y una peculiar manera de caminar, manos grandes y fuertes y
un rostro pueril y atractivo. “Hola, Bri”. Le dio un abrazó, escuchando como él
respiraba profundamente. “Está bien”. Susurró. “De veras”.

Él se relajó y permitió que sus brazos la rodeasen devolviéndole el abrazo.


“Kerriboo, lo siento…”. Su voz era muy dulce. “Tendría que haberte llamado…
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yo…”.

“Shh…”. Kerry le palmeó la espalda. “Está bien, no te preocupes por eso…


Estoy bien, así está mejor, de veras”.

Se separaron, los brazos aún enlazados. “Todavía eres uno de mis mejores
amigos, ¿vale?”.

Él sonrió y tocó su frente con la suya, mientras tíos y tías susurraban entre
ellos. “¿No son lindos?”.

Ojos verdes y grises se encontraron y giraron a la vez. “Vamos, si he de


correr las baquetas al menos has de estar a mi lado”. Susurró la mujer rubia,
cogiéndole del brazo y recorriendo la sala.

Fue una cena larga alrededor de la enorme mesa en el comedor formal.


Kerry se encontró sentada entre el cacareo de sus familiares mayores, con Brian
frente a ella de algún modo, y su hermana al final de la mesa. Su padre y Kyle,
afortunadamente, estaban también al otro extremo. Mantuvo a sus compañeros de
mesa entretenidos con historias sobre Miami y sus costumbres hasta que la cena se
terminó y todos se estaban levantando, preparados para moverse a la sala de estar
para tomar bebidas y charlar.

Quizás tendría suerte, musitó Kerry, y lo dejarían hasta mañana… enfrente


de toda la familia sería un mal movimiento. Se dejó arrastrar hacia varias
conversaciones, y antes de darse cuenta, el reloj marcaba las doce campanadas y
los invitados empezaban a marcharse. Se levantó y captó la atención de Ángela,
después dio las buenas noches, y se encaminó a las escaleras.

“Kerrison”.
La voz de su padre. Kerry exhaló, tomándose un respiro para componerse
antes de volverse. “¿Sí?”.

Él estaba en la puerta, el rostro completamente ceñudo. “Necesito verte en


mi estudio, ahora”.

Oh vaya… demasiada suerte. Kerry se pasó una mano por el pelo e hizo
acopio de coraje. “Está bien”. Replicó y caminó hacia la puerta del estudio.

La abrió y la atravesó. Kyle estaba allí, apoyado sobre el escritorio de su


padre con una mueca en el rostro. Escuchó como la puerta se cerraba firmemente a
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su espalda y Kerry supo, mientras un escalofrío le recorría la espalda, que estaba


en problemas.

Su padre pasó a su lado y se situó detrás de su escritorio, después empujó


una carpeta familiar hacia ella. “Quiero que me expliques esto”.

Kerry se mantuvo en silencio, mientras evaluaba las opciones. Bueno, una


conciliación no iba a ser nada bueno, así que… “Sólo si puedes explicarme porqué
crees necesario registrar mis pertenencias”. Respondió de forma queda, poniendo
las manos sobre el respaldo de la silla y mirándole fijamente a los ojos.

“No me repliques, niña”. Le advirtió su padre.

“No lo hago, pero soy adulta… Y tengo el derecho de llevar lo que quiera en
mi maletín, papá”. Mantuvo un tono de voz razonable. “Y no preocuparme que,
gente en la propia casa de mis padres, las registre”. Sin embargo, notaba como se
iba enfadando.

Él removió las fotos y después la miró. “¿Sabes lo que creo? Creo que sé la
razón por la que así de repente has decidido quedarte en ese agujero infernal”.
Kerry se mantuvo en silencio.

“Creo que no tiene nada que ver con tu maldito trabajito y todo que ver con
esa puta para la que trabajas”. Golpeó los puños contra la mesa. “¿Qué te ha hecho,
Kerry?”.

Los minutos pasaron mientras lo estudiaba con los ojos. “Nada”.

“¿Nada? ¿Llamas a esto nada?”. Cogió la carpeta y se la tiró, esparciendo


coloridas fotos sobre la alfombra. “¡La voy a denunciar! Es obvio para mí lo que
está pasando Kerry, de hecho, ¡no me puedo creer que no me hayas dicho nada!”.
Anduvo de un lado para otro. “¿No pensabas que podía ayudarte?”.

Kerry arqueó las cejas. “Sólo… qué es lo que… ¿crees que ha hecho?”.
Preguntó, realmente desconcertada.

“¡Forzarte a tomar ese trabajo, por supuesto! Su reputación… bueno, no


puedo decir eso delante de ti pero es obvio lo que persigue… ¡Dios mío, niña!”.
Levantó las manos. “Lo primero que tenemos que hacer es sacarte de allí. Después
rellenaré una protesta formal. No te preocupes, niña, no será capaz de venir tras de
ti”.
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“¡Guau!”. Kerry alzó una mano. “Déjame entender todo esto… ¿Crees que
Dar trata de seducirme?”.

Su padre se puso rojo. “Vigila tu lenguaje, jovencita”. Se aclaró la garganta.


“¿No es obvio?”.

Kerry exhaló. “No, papá, no trata de seducirme… Y tampoco me ha forzado


en ese trabajo. Fue mi elección”.

“¡Deja de protegerla!”. Ladró el Senador Stuart. “No es buena, Kerry… ¡a


no ser que puedas darme otra explicación razonable de esas fotos!”.

Largo silencio. “Está bien”. Dijo finalmente Kerry de forma muy queda.
“Es mucho más simple de lo que crees: estamos enamoradas”.

Podía escuchar el sonido de las fibras de la alfombra chasqueando en la


mortal calma que siguió a sus palabras. La casa sonaba a su alrededor y era muy
consciente de su propia respiración. No había, ni siquiera en los planes más lejanos
de su imaginación, considerando que está conversación iba a tener lugar de esta
manera.

“¿Qué?”. Dijo finalmente su padre, rodeando el escritorio y encarándola.

Kerry se sentía curiosamente calmada. “Dar es una persona muy especial y


estamos enamoradas”. Repitió. “Y no me ha forzado a…”.

El impacto la lanzó contra el fichero al lado del escritorio cuando su padre le


abofeteó la mejilla. “Ni se te ocurra decir eso”. Su voz era un siseo. “Ninguna hija
mía es una de ésas”.

Kerry se levantó y se puso una mano en la mejilla, mirándole.

“Te vas a despedir de esa compañía dejada de la mano de Dios y yo haré que
recojan tu apartamento y manden aquí tus cosas”. Anunció suavemente. “Y no
vamos a escucharte decir nada parecido jamás, ¿estamos?”.

Kerry podía escuchar su propio corazón martilleándole los oídos mientras se


acercaba a un cruce personal. Le miró por un largo momento, respirando fuerte,
después tomó un último y profundo respiro. “Vete al infierno”. Escupió las
palabras en su rostro. “Prefiero vivir sin hogar que volver aquí”.
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Él se le empezó a acercar pero ella se alejó y puso la silla entre ambos, tan
inmersa en su quehacer que olvidó que había otra persona en la habitación.

Hasta que una mano se deslizó por su cuello y algo que olía mal y fuerte le
tapó la nariz y la boca. Se removió salvajemente pero la tenían agarrada demasiado
fuerte y su cuerpo la obligó a respirar a través de la pestilencia.

Un sentimiento de insensibilidad le sobrevino y una creciente oscuridad y


con sus últimos pensamientos, una oración silenciosa y de súplica le fue
encomendada al único héroe que conocía.
***

Dar se despertó empapada en sudor, casi cayéndose de la cama en


desorientación total mientras sus sentidos intentaban forzar los alrededores no
familiares en algo similar al orden. Su corazón latía deprisa y estaba respirando de
forma forzada, agarró el borde de la cama con dedos temblorosos. “Jesús”. Miró a
su alrededor con confusión, viendo tan sólo los rayos calmantes de luz de luna a
través de la doble ventana del cuarto de invitados del General Easton. “¿Qué
demonios fue eso?”. Murmuró, pasándose los dedos por el pelo y tragando a pesar
del nudo en el estómago. “Demasiado pastel, creo”. Concluyó no muy convencida,
dándose cuanta que debió ser un mal sueño como consecuencia de la indulgencia
desmedida de todo aquella noche.

Lentamente, se incorporó y exhaló, ahora completamente despierta y


sabiendo que no volvería a caer dormida por algún tiempo. “Supongo que podría
leer un libro”. Murmuró. “Excepto que no tengo ninguno y lo único que vi abajo
fue el Hardware Militar de Jane… y eso ya lo he leído”.

Suspirando, se levantó y se dirigió hacia el pequeño escritorio antiguo


colocado junto a la ventana y se sentó, abrió su maletín y sacó su portátil mientras
observaba el paisaje exterior plateado y oscuro. Conectó la máquina y estuvo
tamborileando con los dedos hasta que se encendió, después pinchó en el icono del
módem y requirió una conexión en internet. “Ya que estoy despierta debería mirar
el correo, a ver si hay alguna crisis…”. Murmuró para sí, observando la hora en la
pantalla. Sólo la media noche pasada… había estado durmiendo tan sólo media
hora, ya que los Easton se iban pronto a la cama para seguir la tradición militar de
levantarse temprano y no le había importado ya que se había levantado muy
temprano para llegar al vuelo de las 6 a.m..

La máquina se conectó y empezó a bajar el correo. Lo observó de forma


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perezosa, escaneando los asuntos. Entonces vio la caja parpadeante en la esquina, y


arqueó las cejas. ¿Uno de sus bots? Desconcertada, pinchó en él y vio como se
abría la pantalla.

Petición de Acceso a la Base de Datos – Scan Match – Clave “Stuart,


Kerry”

Uso de tarjeta de Sociedad Médica 00:23 112798

Admisión en Centro de Consulta Bryan Identificación 999823

El corazón de Dar comenzó de nuevo a latir desbocado y de repente se sintió


mareada. Con dedos temblorosos, hizo una búsqueda de Bryan y lo encontró en la
base de datos de los clientes. Sacó el informe.

Centro de Consulta Bryan. Cuenta A0022323


Centro de investigación psiquiátrica y tratamiento diseñado para
evaluar largos y cortos tratamientos mentales y proveer estrategias para el
ajuste de comportamientos desviados para asistir a pacientes a su reinserción
normal en la sociedad.

“Oh, Dios mío”. Respiró Dar. “Esos hijos de puta”. Lentamente, apoyó las
manos en la mesa del escritorio y cerró los ojos, forzándose a calmarse. “Vale,
pensemos en una salida para esto”.

Primero lo primero. Necesitaba llegar a Michigan. Con eso decidido, apagó


el ordenador y lo guardó, después se vistió despacio e hizo la maleta. Tras esto
salió al pasillo y fue hacia el cuarto de Jack, donde su amigo estaba completamente
tirado a lo largo de la cama en una orgía de sueño.

“Jack”. Se arrodilló y le tocó el hombro, obteniendo prácticamente en el acto


un parpadeo de sus ojos. “Despierta”.

“Qu… uh…”. Jack se giró a un lado y la miró. “¿Dar? ¿Qué pasa?”.

“Oye, tengo una amiga metida en serios problemas… Tengo que ir a


Michigan, ¿me puedes llevar al aeropuerto?”.

Él parpadeó ante ella. “No hay aviones tan tarde, Dar”.

“Alquilaré uno”. Le dijo la ejecutiva, completamente seria. “Pero ha de ser


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rápido, la velocidad cuenta”.

Jack se mordió el labio. “La velocidad cuenta, ¿eh?”. Se frotó la cara. “¿Qué
te parece un Mach 2?”.

Ahora le tocó parpadear a Dar. “¿Qué?”.

“Vamos, la base está más cerca que el maldito aeropuerto y mi cat está ahí
cogiendo polvo… Yo te llevo”.
“Jack, no puedes hacer eso”. Le dijo suavemente Dar. “No es que no aprecie
la oferta pero no merece la pena arriesgarte el culo”.

Él rió. “Dar, tú mereces que arriesgue mi culo pero no está en ningún


peligro”. Se levantó y se abotonó el pijama. “Voy a que papá me dé su aprobación,
dame un minuto”. Trotó hacia el final del pasillo, dejando atrás ojos ligeramente
sorprendidos.

“¿Tenemos problemas entonces, ¿no?”. El retumbar del General Easton viajó


a través del pasillo, seguido del General en persona. “¿Problemas, Dar?”.

“Amiga en problemas”. Replicó queda Dar.

Los ojos de Easton la estudiaron intensamente. “Suficiente”. Descolgó el


teléfono en la habitación de Jack. “Vístete, hijo. No puedes pilotar ese maldito
avión en pijama”. Señaló a Dar para que le siguiera. “Mira esto, Dar… El señor
remilgos de ahí está asustado de desnudarse frente a ti”.

Si Dar no hubiera estado tan preocupada se hubiera reído pero le miró y oyó
a Jack maldecir mientras se liaba con los pantalones cortos.

“¿Quién es? Cierto… soy el General Easton, de la Junta de Dirección”.


Easton esperó unos segundos. “No hay tiempo para todo ese sin sentido, sólo
escuche: tengo un piloto camino de allí para seguir un plan de vuelo de aquí a …”.
Lo pensó un momento. “No… Wurtsmith está muy lejos, Kent County sea quizás
la mejor opción”.

“Eso es civil”. Murmuró Jack, poniéndose una camiseta por la cabeza.

“Es media noche allí, no importará”. Su padre cubrió el auricular y les


susurró. “Kent County y necesitaré un enlace allí con un coche para él”. Calló,
escuchando. “Correcto, buen hombre”. Colgó. “Bueno, todo listo”.
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Dar lo miró quedamente. “Te debo una, Gerry… Os debo a los dos”.

Una leve sonrisa apareció en el rostro del hombre mayor. “Considéralo como
pago de una antigua deuda, amiga mía”. Movió ligeramente la cabeza. “Algún día
tendremos que tomar una cerveza y te lo contaré”.
Dar asintió. “De acuerdo”. Se volvió para encontrar a Jack poniéndose su
chaqueta de cuero. “¿Listo?”.

Se pasó una mano por su cabeza. “¿Mi pelo está bien?”. Sus ojos brillaron
suavemente.

“Como una alfombra”. Exhaló Dar. “Vamos”.

Kerry era consciente mayormente, al principio, de su pulsante dolor de


cabeza. Mantuvo los ojos cerrados y dejó que el martilleo junto con su pulso se
calmaran un poco, antes de levantar los párpados.

Estaba tumbada en una camilla de hospital en una habitación acolchada y


enfermizamente blanca. “Oh, Dios mío”. Respiró despacio, dejando que sus ojos lo
observaran todo. Era pequeña, con una puerta en la pared exterior y otra en la
interior, paredes sencillas de cemento y suelos de brillantes baldosas. La pequeña
ventana a su derecha tenía barrotes y las cortinas estaban echadas.

La cama en la que estaba era utilitaria pero notó una serie de cuerdas de
restricción que estaban aún desatadas, las culpables de una oleada de miedo que
recorrió su cuerpo. Despacio, se levantó y dejó caer los pies por el borde de la
cama, dejándolos caer sobre las frías baldosas que acribillaron su piel.

Le habían quitado la ropa y la habían dejado con una fina bata de algodón
típica de los hospitales que apretó contra sí mientras caminaba hacia la puerta y
probaba el picaporte.

Cerrado.

Caminó hacia la ventana y miró al exterior, apartando la cortina para ver un


paisaje frío y sombrío de árboles muertos que rodeaban el edificio. “Oh Dios mío,
no puedo creer que haya echo esto”.

No tenía ni idea de dónde estaba. No tenía medios para ponerse en contacto


con nadie. Bajó la mirada y se dio cuenta que también se habían llevado su reloj,
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 593 de 593

haciéndole imposible que supiera la hora que era. Podía haber estado minutos ahí
tumbada o podía haber estado horas… Se acercó de nuevo a la cama y apoyó los
codos sobre ella. “Estás en un gran problema, Kerry”. Murmuró. “Tenías que
haberte quedado en Miami y haber tenido pastel de pavo”.

¿Cuánto tiempo la retendrían allí? ¿El suficiente para que la compañía


creyese que había abandonado el trabajo? Claro. ¿El suficiente para que Dar, sin
saber nada de ella, empezase a preguntarse si tan sólo había… cambiado de idea?

No. Seguro que Dar sabría que algo iba mal. Incluso si hubiera cambiado de
idea, no lo haría al menos sin decírselo a su jefa en persona. Dar lo sabía.

¿Verdad?

Era una de las incertidumbres de Dar y lo sabía… Esa única vulnerabilidad


fugazmente insinuada pero que había calado hondo y que la perseguía hasta en la
despedida, cuando la alta mujer le dio un abrazo y dijo “Nos vemos el lunes…
¿verdad?”.

Jamás abandonaría a Dar. Lo sabía. Pero se dio cuenta que en un profundo


nivel, era difícil para Dar creérselo y esto mostraba una faceta de su amante muy,
muy frágil. “Tengo que salir de aquí”. Kerry repiqueteó los dedos sobre la cama.

La minúscula ventanilla de la puerta se abrió y vio unos ojos a través de ella,


después la puerta se abrió y dio paso a lo que parecía una enfermera con bata
blanca. La mujer traía una carpeta y varios vasitos. “Bueno, bien… Me alegro que
estés despierta”.

Kerry decidió hacer un acercamiento calmado. “¿Dónde estoy?”.

La enfermera hizo varias señales en la carpeta antes de contestar. “Estás en


un hospital, querida… Pero no te preocupes, te vas a poner bien”.

Digirió la información. “Bueno, me lo figuraba, dada la ropa… ¿pero qué


hospital es?”.

Una ligera pausa. “El Bryan”.

Kerry asintió, notando como se le hundía el corazón. “Hm… eso explica las
barras”. Se detuvo. “¿Qué hora es?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 594 de 594

“Ahora, no te preocupes por eso, querida… Simplemente a veces tenemos


gente aquí que no es muy feliz y hemos de protegerlos, eso es todo”. Le aseguró la
mujer. “Y son las tres treinta de la mañana”.

Tres horas. “Y… ¿por qué estoy aquí?”. Preguntó Kerry con tono razonable.
“La última vez que pensé en suicidarme fue cuando olvidé grabar los Expedientes
X”.
La enfermera la miró con desconcierto, después se rió. “Oh… ya veo… Sí,
muy gracioso… Bueno, tu familia te trajo por los problemas que has estado
teniendo y nosotros simplemente vamos a trabajar contigo para ponerte mejor”.

Kerry se apoyó sobre sus codos. “¿Qué problemas se supone que he estado
teniendo?”. Preguntó.

“Estoy segura que lo sabes mejor que yo, querida”. La enfermera le sonrió.
“Pero el médico vendrá a verte por la mañana, mientras tanto, me gustaría que te
tomases estas pastillas por mí, ¿de acuerdo?”.

“¿Qué son?”.

La enfermera suspiró, obviamente impacientándose. “Son sólo unos sedantes


no muy fuertes, para que descanses hasta la mañana”.

“Sedantes… Bueno, sabes, estoy muy calmada aquí… No creo que los vaya
a necesitar”. Objetó Kerry. “Normalmente duermo bien”.

La enfermera se le acercó y la miró en la cara. “Mira, sé que te crees muy


lista pero escúchame, ¿de acuerdo? Tu padre nos ha dado unas instrucciones
bastante severas y nosotros las vamos a seguir. Ahora, puedes hacer lo que te pido
o puedo llamar a los celadores para que te aten y dártelas por vía intravenosa”. Se
calló, los ojos fríos. “Tú eliges”.

Kerry la miró. “Lo que estáis haciendo va contra la ley, lo sabes ¿verdad?”.
Comentó. “No estoy de acuerdo con esto y no me pasa nada malo”.

“Hazte un favor, querida”. La voz de a enfermera era cortante ahora.


“Coopera, no sabes en lo que te estás metiendo aquí”.

Kerry sonrió. “De hecho, la que no sabe dónde se está metiendo eres tú. Mi
jefa es la vicepresidenta de una compañía que contrató mercenarios para liberar a
unos empleados que fueron secuestrados en Irán”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 595 de 595

La enfermera entrecerró los ojos. “Bueno, primero han de encontrarte, ¿no


crees?”. Dijo bastante borde. “Ya veo cual era la idea de tu padre”.

“¿Has metido mi información en algún ordenador?”. Inquirió la mujer rubia.

Echada hacia atrás, la enfermera parpadeó. “Bueno… sí…”.

Kerry sonrió. “Me encontrarán”. Saltó sobre la cama y tomó las píldoras de
la mano de la enfermera, aplastándolas contra su palma y llevándoselas a la boca.
Después tomó un sorbo de agua que le ofrecía la mujer. “Gracias, señora…”. Miró
la placa. “Archer”. Apoyó la cabeza en la almohada y cerró los ojos.

La mujer se quedó allí un momento más, después salió con furia, abriendo la
puerta y dejando que se cerrase de golpe tras ella.

Kerry se quedó escuchando, oyendo el suave clic del pestillo al ser echado y
se quedó quieta. Después escuchó el sólido ruido al ser asegurado y abrió un ojo.
“Puta”. Se reclinó hacia delante y escupió las dos pastillas, haciendo una mueca.
“Ugh… Dios… con qué las han bañado, ¿pimienta y limón?”. Disgustada, se
levantó de la cama y cogió las cápsulas, separándolas y vaciando los polvos dentro
del radiador. Sisearon. Después las cerró de nuevo y se las metió en la boca,
tragándoselas con el resto del agua que había dejado la mujer.

Tres treinta. Eso quiere decir que tenía… probablemente cuatro horas y
media antes de que se cebaran en ella… Y si le inyectaban las drogas con aguja…
Kerry se mordió el labio. Podían mantenerla drogada el tiempo suficiente para que
le hicieran cualquier cosa.

Sus ojos vagaron por la estancia, deteniéndose sobre la pequeña banqueta de


la esquina, lista para que el médico la calentase con su trasero. Miró la banqueta,
después la puerta. “Nunca he sido una persona que justificase la violencia, pero
sabes… a veces, simplemente has de hacer lo que has de hacer”. Concentrada se
puso manos a la obra, arreglando las sábanas y almohada para que pareciera que
estaba acurrucada en la cama. Después se dirigió a la puerta y se quedó tras ella,
satisfecha de que quien mirase por la ventanilla no podría verla. Se acercó a la
banqueta y la cogió para sentarse en ella tras la puerta. “Conveniente, ¿eh?”.
Murmuró.

Y esperó. Sospechaba que su amiga la señora Archer volvería para ver cómo
estaba, siendo ella tan importante y todo eso, y estaría sola. Kerry tan sólo esperaba
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 596 de 596

no echar esto a perder porque sólo tenía una oportunidad y la bata de la mujer
parecía la de su talla también.

Esperó. Pasaron quince minutos, después treinta. Al fin, escuchó el leve


sonido de unos pasos por el pasillo, deteniéndose de forma periódica. Supuso que
la enfermera chequeaba todas las habitaciones. Se iban acercando cada vez más y
más y finalmente estaban al otro lado de la puerta.

Silenciosamente Kerry se puso en pie y alzó la banqueta con las manos


sobre su cabeza. La ventanilla fue abierta y cerrada y sonaron una serie de pitidos
mientras la mujer metía el código de la puerta.

Sentía el latir de su corazón y se lamió los labios, preparándose. El picaporte


giró y la puerta se abrió. Esperó a que la figura traspasara el umbral, después dejó
caer la banqueta tan fuerte pudo….
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Décimoquinta parte

La puerta de vaivén del hangar se entreabrió, revelando el Tompcat F14 en


toda su siniestra gloria. Dar se tomó un breve momento para estudiar las delineadas
alas del avión de combate antes de agitar la cabeza y abrocharse uno de los siete
billones de cuerdas que tenía el traje de vuelo que Jack había insistido que llevase.

Tres figuras sombrías estaban situadas junto al avión y saludaron mientras


Jack se acercaba, apartándose de su camino cuando rodeó al avión, comprobándolo
con intensidad. Él era todo negocios ahora y hablaba con el personal con
sentencias tersas y quietas mientras terminaban de llenar el tanque de gasolina y
adosaban la escalerilla al lado del avión. Se abrió la compuerta superior y Jack
señaló a Dar que subiese. “Tú primera… de forma que pueda ponerme de pie y
enseñarte todo lo que no debes tocar”.

Se perdió la irónica mirada de su amiga mientras ésta subía por la escalerilla,


pasaba por la compuerta y se sentaba en el asiento sorprendente cómodo. Estaba
rodeada de aparatos electrónicos y de momento se alegró que la compuerta fuera
de cristal, lo que disminuía el sentimiento claustrofóbico. “Muy bien”.

Jack montó después y puso una de las botas sobre la compuerta, señalando
hacia abajo. “Ése es el suministro de armas, ése es el radar, ése el…”.

“El sistema de enfoque, planes de vuelo y navegación”. Terminó secamente


Dar. “Y esto, esta pequeña belleza es el generador principal, para el que diseñé el
programa original”.

Jack se la quedó mirando. “Oh”. Le dedicó una tímida mirada. “Perdona”.

Dar alzó la mirada. “Está bien. No tocaré nada, lo prometo”. Le aseguró,


sintiendo el temblor mientras sus músculos se contraían con la excitación.
“Simplemente vámonos”.

Terminaron las comprobaciones, entonces un pequeño vehículo los llevó a


zona abierta y al área de despegue donde Jack encendió los motores y empezaron a
moverse por sí mismos. El rugido era prácticamente subliminal en su intensidad, y
Dar podía sentirlo vibrando a través de su apretada mandíbula. Se puso los
auriculares y escuchó, mientras Jack hablaba quedamente con la torre de control,
informándoles de su plan de vuelo y confirmando que se dirigía a un aeropuerto
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 598 de 598

civil. Después el Tompcat empezó su avance dejando tras de sí las balizas


indicadoras de colores azul y verde, claramente visibles en el color blanco hielo del
avión.

“¿Estás lista?”. Su voz sonaba lejana a través de los auriculares.

“Sip”. Respondió Dar, y se ajustó el cinturón. La canción ‘I would do


anything for love’ inexplicablemente empezó a sonar en su cabeza y suspiró,
esperando que los motores la hicieran desaparecer. Los motores cobraron fuerza y
el avión comenzó a temblar en contra de los frenos, después con un tremendo
movimiento se soltaron y estaban volando por la pista.

Parecieron meros segundos, comparado con lo que tarda un avión regular,


antes de despegar y alzarse en vuelo angular. Dar podía sentir la gravedad contra
ella, mantuvo la respiración firme, cerrando los ojos y esperando a que finalmente
el avión se estabilizase.

Lo cual hizo, viajando a moderada velocidad de momento, mientras Jack


sobrevolaba las pistas de aterrizaje y se dirigía a una zona asolada de aviones de
reserva militares. “¿Estás lista?”. Preguntó de nuevo. “Es la una y media de la
mañana y vamos a irrumpir sobre Maryland… así que, agárrate”.

“Vale… lista”. Dar se preguntó brevemente cómo sería viajar a mayor


velocidad que el sonido, después entraron en acción los quemadores de reserva y
sintió como si caballos la pisotearan el pecho. “Jesús”. La aceleración se mantuvo
y observó el medidor, acercándose cada vez más al número uno; una oleada de
relámpagos rodeó al avión, chocando con toda parte posible del mismo y
provocándole un dolor de oídos.

Después se hizo la calma.

Se movió hasta el número 2, después Jack ajustó los motores y mantuvo una
velocidad de vuelo estable, sobrevolando la tierra sin ninguna dificultad.

Pareció sólo un momento, en el que estaba sentada tratando de no pensar


nada en absoluto, hasta que sintió la presión en sus oídos que le indicaba que
estaban descendiendo. El avión perdió velocidad y el retumbar se hizo de nuevo,
pudo escuchar la conversación tranquila de Jack con los controladores aéreos de la
zona. Kent County aparentemente, no tenía más que un oficial del radar y un sólo
controlador para observar por si acaso, pero no tenían más aviones por el área y
Jack les dijo que simplemente encendieran las luces y él encontraría el camino.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 599 de 599

Le preguntaron, inciertos.

“Soy un piloto de la armada”. Respondió de forma seca. “He aterrizado en


sitios más pequeños que su pista”.

Entonces estaban en tierra firme y Jack aparcó su avión en un hangar vacío,


cerrándolo y dejándolo a cargo de un MP mandado allí expresamente para eso. Se
montaron en el coche que los estaba esperando y se marcharon.

Una hora de viaje hasta Saugatuck, la cual estaba con buen tiempo. Podían
sentir la brisa del lago azotar el coche incluso antes de llegar allí y Dar observó el
mapa, dando tensas y nerviosas indicaciones.

Al fin un sombrío y blanco edificio apareció ante ellos, con puertas a la


entrada y un equipo entero de seguridad.

Jack la miró, incierto. “¿Cómo vamos a entrar ahí?”.

Ojos azules le miraron. “Tú no vas a entrar… Tú esperarás aquí mismo hasta
que yo salga. Y si no salgo, llama a este número”. Trató de darle una tarjeta pero él
no la tomó.

“Ni modo, Dar… voy a entrar ahí contigo”. Contrajo la mandíbula


tercamente. “He viajado contigo hasta aquí, no me voy a perder la diversión”.

“Jack, esto podría traerte problemas, no quiero tener eso en mi consciencia”.


Objetó la mujer de cabello negro.

“Volar a territorio iraquí eran problemas”. Replicó llanamente. “Y fui, de


todas formas”.
Dar se mantuvo en silencio, después suspiró. “De acuerdo”. Sacó su insignia
del maletín y se la puso en la solapa, después le miró. “Toma”. Enganchó una
tarjeta de equipaje en su mono de vuelo. “Quítate la insignia, no notarán la
diferencia”.

Salieron del coche y Dar se sacó el traje de vuelo, embutiéndose en la trenca


que había traído para evitar el aire frío. Se puso el portátil al hombro y se puso
frente a Jack. “Estamos aquí para arreglar los ordenadores, ¿de acuerdo?”.

Él arqueó las cejas, mientras se sacaba sus insignias y la placa con su


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nombre. “¿Y qué si no están rotos?”.

“Lo están”. Le aseguró Dar. “Tienen un problema con los tickets de apertura
con la cuenta de aquí”.

“Menuda coincidencia, ¿no?”. Preguntó, irónico.

“En realidad no”. Replicó Dar mientras se encaminaba a la garita del guarda.
“Es un puente largo, tienen que transmitir las pagas hoy y sus dos técnicos locales
están con sus familias a trescientas millas de aquí. Es el peor momento para un
problema, luego, ahí uno”. Se estiró la solapa. “Así son los ordenadores”.

Jack se quedó pensando en el tema. “Oh”. Se abrochó la chaqueta, sacando


la tarjeta de equipaje del bolsillo. “Es la ley de Murphy, ¿no?”.

Dar simplemente sonrió mientras se acercaban a la puerta, un rectángulo


largo de luz salía de la ventana de cristal iluminando el oscuro camino.

Mientras se acercaban, se abrió un pequeño panel, revelando a un joven


guarda de abundante y rubio cabello y ojos azules. “¿Puedo ayudarles?”. Empezó a
preguntar hasta que se fijó en la insignia. “Oh, gracias a Dios… Déjeme ir a abrir
la puerta”.

Dar le guiñó un ojo a Jack. “Eso es, ésta es la clase de bienvenida que me
gusta que reciba la compañía”. Ahora que ya estaba allí, haciendo algo, se le
olvidaron los nervios y se sentía mucho más calmada. Era la espera lo que la
mataba.

La puerta se abrió y el guarda se apresuró. “¿Necesitan una escolta?”.


Preguntó, ansioso.

Dar consultó unos papeles. “Veamos… Está la sala de ordenadores en…”.


Se echó hacia delante.

“La tercera planta, cerca de la unidad de seguridad”. Terminó diligente.


“Vayan al ascensor, bajen en la tercera planta, giren a la derecha y es la tercera
puerta a la izquierda. Yo se la abriré”.

“Genial… Gracias. Intentaremos darnos prisa”. Prometió Dar.

“Por favor, si no transmiten esa cinta antes del ajuste de los bancos, estoy
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muerto”. Rogó el hombre. “Le prometí a mi suegra llevarla a comer el domingo, y


a este paso, tendré que llevarla al McDonalds”.

Dar le palmeó el hombro. “Relájate”. Empezó a caminar por el sendero de


grava, las piedras sonando bajo sus botas, y exhaló.

“Primera barrera superada”.

Jack se le acercó. “¿No es malo darle esperanzas así?”.

Ojos azules le miraron fugazmente. “Confía en mí, tienen mucha más


oportunidad de tener esos malditos servidores en marcha estando yo aquí que si
hubieran llamado a uno de esos técnicos del área”. Continuó caminando, subiendo
una serie de escalones hacia la puerta principal del edificio. “No soy sólo una
administrativa, ya sabes”.

“Pe… uh… bueno, ya lo sé, Dar… pero en realidad no estamos aquí para
hacer eso… quiero decir… Entonces, ¿en serio los vas a arreglar?”.

Dar suspiró. “Tengo que acceder a su mainframe para ver cuál es el


problema y también para obtener la información de dónde está Kerry… Echaré un
vistazo entonces”.

Entraron en el edificio, tranquilo a estas horas y saludaron con un


asentimiento al guarda sentado en la mesa de recepción. Él los miró, después vio la
insignia y se mostró profundamente aliviado. “Maldición, cómo nos alegramos de
veros chicos… Dijeron que no tenían a nadie por la zona, pensé que estábamos
realmente perdidos”.

“Volamos hasta aquí”. Contestó de forma honesta Dar, mientras pasaba el


escritorio y entraba en el ascensor. Las puertas se cerraron tras ellos y exhaló de
nuevo. “Barrera número dos”. Fue un trayecto silencioso, hasta que las puertas se
abrieron en la tercera planta, dejando a la vista una pared de color verde esperanza.
“Jesús… odio ese color”. Murmuró Dar, mientras giraba hacia la derecha.

Sus zapatos resbalaban sobre el encerado suelo y el sonido hizo alzar la


mirada con sorpresa a la enfermera de la mesa de control. Bordeó la mesa por una
esquina y se acercó a ellos, una mujer delgada y bajita de cabello oscuro y rostro
ligeramente maquillado. “Puedo… oh”. Sus ojos se abrieron al ver la insignia de
Dar. “Gracias a Dios Todopoderoso”.
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Dar sonrió y se detuvo ante la puerta que le había indicado el guarda,


asintiendo ante ella. “¿Me deja entrar?”.

La enfermera rápidamente tecleó un código y la puerta se abrió. La mantuvo


abierta respetuosamente mientras la atravesaban. “Oh, no tienen ni idea lo
maravilloso que es verlos... No me puedo creer que hayan encontrado a alguien a
estas horas de la noche. Es increíble”.

Dar entró en la sala de ordenadores y dejó su maletín sobre la mesa, después


se sentó frente al terminal AS400 y lo examinó. Sacó su portátil de la bolsa y lo
encendió, mientras Jack observaba con interés.

“¿Puedo traerles algo?”. Preguntó la enfermera, ansiosa. “Café… un


donut… tenemos algo de pavo aún”.

Dar la miró. “Gracias, señora…”. Se estiró un poco. “Archer… Café estará


bien”. Hizo una pausa. “El mío lo quiero con todo”.

La enfermera asintió, después miró a Jack.

“Café sólo para mí, gracias”. Le sonrió.

“Muy bien, enseguida vuelvo”. Se apresuró.

Dar consultó un informe de la empresa y se centró en su sede de


operaciones, obteniendo su acceso administrativo y su contraseña. Los tecleó y
obtuvo completo acceso a todos sus sistemas.

“¿Cómo hacéis eso?”. Susurró Jack. “Es como si tuvieras un llavero gigante
de llaves o algo así”.

“Bueno…”. La mujer morena inició un query a la base de datos de los


pacientes y esperó respuesta. Después grabó la localización de Kerry y el código
de seguridad de su cuarto. “Es como esto… nosotros hacemos toda la transferencia
de datos para la mayoría de las uniones de crédito de aquí. Muchos de los socios de
las uniones de crédito lo saben, porque nos encargamos de que así sea, con
publicidad conjunta y ese estilo de cosas. Promocionamos los picnics de las
uniones de crédito, si tienen una organización no lucrativa en la que estamos
implicados, de forma que podamos ir y decir ‘Ey… nosotros hacemos lo de los
datos de UC, ¿por qué no nos dejan que nos hagamos cargo de las suyas?’”. Dar
hizo varios cambios en el archivo de Kerry, después lo salvó y volvió al menú
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principal.

“Y normalmente se sientan y se dan cuenta que tiene sentido, porque somos


profesionales y esto es lo que hacemos. Nos es más eficiente económicamente
meterlos en nuestro network que a ellos mantener el suyo propio – especialmente
WANS… esas líneas T1 son jodidamente caras y no redundas en ellas”. Tras decir
esto Dar salió de los menús y entró en el sistema operativo, comenzando su
diagnóstico.

“Vale… tiene sentido”. Reconoció Jack.

“Así que, después de eso, entramos y decimos: nos encargamos de los datos
de UC y su network, por qué no rerutar el resto del IS hacia nosotros. Le daremos
un pack de soporte y no tendrán que preocuparse de nada…”. Dar vio cómo se
ejecutaba el diagnóstico. “Ahí está el problema”. Murmuró mientras lo detenía y se
ponía en pie para rodear el ordenador, ante el que se arrodilló. “El estúpido cable
de la interfase se ha roto, deben tener ratas”.

Jack la miró de reojo. “¿Ya lo sabes?”.


Ojos azules le devolvieron la mirada. “Es mi trabajo, ¿recuerdas?”. Dar
tomó su equipo de empalmes de su maletín y rápidamente arregló el cable, después
volvió a ponerse frente a la pantalla del ordenador. “No saben que estamos aquí así
que más bien lo arreglo, así podemos ponernos a sacar a Kerry de este maldito
lugar… Probablemente esté durmiendo. También podemos dejarle unos minutos
más de sueño”. Tecleó una serie de comandos y probó el cable. “Ah… Esto está
mejor”.

“Así que… ¿normalmente te dejan controlar sus cosas?”. Preguntó fascinado


Jack.

“Muchas veces, sí… porque mantener un grupo IS, especialmente en un


lugar como éste, cuyo enfoque es tan estrecho, es una jodienda para ellos. Es
mucho más fácil y prácticamente del mismo coste o quizás un poquito más, si nos
dejan el mando a nosotros. Y así se quitan un gran peso de encima, porque somos
lo suficientemente grandes para que si algo va mal, podamos arreglarlo”.

“Como ahora”. Sonrió Jack.

“Bueno…”. Dar rió de forma triste, a la vez que comenzaba el ciclo de


transferencia de datos. “Estaban mandando un técnico de Chicago… yo lo
cancelé”. Observó como giraban los marcadores. “Otro día, otro dólar”. Se levantó
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y se sacudió las manos, después se giró cuando llegó al enfermera con los cafés.
“Buenas noticias”.

La mujer le tendió el café y miró la pantalla. “¿De verdad?”.

“Sip… Está en marcha”. Le informó Dar. “Tardará unos veinte minutos para
terminar… Nos quedaremos y nos aseguraremos que todo va bien”.

“¡Dios os bendiga!”. Gritó la enfermera encantada. “Oh Dios mío… Tengo


que decírselo a todos… Gracias, son unos genios”. Se apresuró a salir, camino de
su lugar de trabajo.

“Vale”. Dar tomó un sorbo de su café. “Tú quédate aquí. Yo voy a pasear por
el pasillo, a ver si me puedo colar en la habitación de Kerry”. Cogió el trozo de
papel con el número de habitación y código de seguridad de Kerry y se lo metió en
el bolsillo. “Después tengo que pensar en cómo demonios sacarla de aquí”.
“Oh… ¿así que esa parte del plan aún no está lista?”. Preguntó él, nervioso.

“¿Plan?”. Dar le dedicó una mirada divertida. “¿Qué plan?”. Salió por la
puerta y caminó por el pasillo, mirando alrededor con interés casual. La enfermera
la vio y la saludó con la mano, sin dejar de hablar por el teléfono en ningún
momento. Dar le devolvió el saludo y continuó caminando, parándose a menudo
para mirar los tablones de anuncios que decoraban las paredes y leer las noticias y
turno de horarios en los mismos.

Dar se dio cuenta que la habitación de Kerry estaba al final del pasillo, al
otro lado una ligera curva en las de otra manera rectas paredes. Cuando llegó a la
altura de la puerta y miró sobre su hombro hacia atrás, no podía ver desde allí la
estación de enfermeras, tan sólo la parte frontal del escritorio. “Bien”. Murmuró,
después abrió la pequeña ventanilla y miró al interior.

La fuerte luz blanca mostraba una habitación dura y prácticamente vacía,


con una cama cerca de la pared más alejada. Una figuraba estaba sobre ella y Dar
asintió para sí misma mientras cerraba el panel y tecleaba el código para después
abrir con cuidado la puerta.

Sintió, más que ver, el golpe que se le avecinaba y dejó que su cuerpo
reaccionara, girando cuando algo duro y frío la golpeó en los hombros. Aprovechó
el impulso del golpe esquivándolo en dirección al suelo para después volver a
ponerse de pies de forma vista y no vista, alzando las manos en postura de defensa.
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Parpadeó para quitarse las estrellas de los ojos y escuchó un leve hipido,
entonces logró fijar la vista en el sorprendido rostro de Kerry. “Guau”. Consiguió
decir como intento de broma. “Menuda arma te has conseguido”.

“Oh Dios mío, yo…”. Kerry reaccionó y acortó la distancia entre ellas,
tocando el cuello de Dar, horrorizada. “Dar… yo… No sabía que er.. Estás
sangrando… Oh… Jesús…”.

Dar se frotó la cabeza. “¿Significa eso que te alegras de verme o no?”. Le


dedicó a la mujer rubia una sonrisa irónica.

Kerry tan sólo la miró por un largo instante entonces lentamente se le acercó
y se apoyó sobre el cuerpo más alto de Dar, rodeando la cintura de su amante con
los brazos y hundiendo la cara sobre el pecho de Dar. “¿Que si me alegro de verte?
Jamás me alegré tanto de ver a alguien en toda mi vida”. Dejó escapar un
tembloroso suspiro. “Oh Dios”.

Dar sintió cómo todo su mundo colapsaba hasta que logró que las dos se
acompasaran, mientras rodeaba a Kerry con los brazos y le besaba suavemente la
cabeza. “Siento que te haya pasado esto”.

Un suspiró le calentó el pecho, incluso a través de la ropa. “No me puedo


cree que él haya hecho esto… Fue horrible, Dar… Al principio, quería echarte la
culpa, dijo que todo era culpa tuya, que tú… me atrajiste hacia esto…”.

Dar exhaló pero se mantuvo en silencio.

“Y… no podía… Tuve que decirle que eso no era cierto… Y él…”. Kerry
dejó de rodearla con un brazo y lo alzó para tocarse la mejilla. “Me golpeó”.

La mujer morena se echó un poco para atrás, de forma que pudiera verle la
mejilla a su compañera. “Bastardo”.

Kerry simplemente parecía triste. “Había tanto odio en su voz… No lo


entiendo, Dar… ¿Cómo puede odiarte la gente por algo tan bonito como amar a
alguien?”. Volvió a bajar la cabeza en señal de derrota.

“Es parte de lo que nos hace humanos, Kerry”. Contestó Dar con voz
cansada. “Queremos que todo el mundo sea como nosotros, no nos gustan las
diferencias… En los tiempos antiguos era lo que mantenía unidas a nuestras
pequeñas tribus y llevamos luchando esa influencia genética desde entonces”. Le
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dijo suavemente. “Vamos, tenemos que sacarte de aquí”.

Kerry asintió. “Lo sé, iban a empezar a ‘probarme’ por la mañana… Sabía
que tenía que salir de aquí antes… Me asustaba que ellos…”. Dudó. “No sabía con
qué tipo de sustancia me iban a drogar… o… quiero decir, puedes decir cualquier
cosa bajo su influencia y…”. Alzó los ojos y se encontró con los ojos azul pálido
que la observaban. “No quería que tuvieran la oportunidad de forzarme a decir algo
que no creyera”.

Dar tensó los labios en una tensa sonrisa. “¿Qué ibas a hacer después de
dejar KO a pequeña señorita rayo de luz de ahí fuera?”.

“Buscar un teléfono”. Admitió Kerry. “Y gritar pidiendo socorro”. Tiró de su


bata de hospital. “Después de robar alguna ropa más decente”. Juntó las cejas.
“Y… ¿Cómo te enteraste de esto, Dar?”.

La mujer alta bufó. “Pusieron la admisión y el tratamiento en cuenta de tus


beneficios sanitarios”. Volvió a teclear el código de la puerta y miró fuera, viendo
una pasillo tranquilo y vacío. “Déjame ir a ver si encuentro tu ropa… y le cuento a
Jack lo que está pasando”.

“¿Jack?”. Preguntó Kerry.

“El hijo de Gerald Easton… Él me trajo hasta aquí”. Contestó de forma


ausente Dar, abriendo puertas y mirando en el interior para ver lo que allí había.

“¿Te trajo aquí?”. Una pausa. “¿Cómo llegasteis aquí tan rápido?”.

“Tomcat”. Contestó Dar como si tal cosa. “De DC a Grand Rapids en veinte
minutos o menos. Menudo viaje”. Siguió contando.

“Vale, vuelvo enseguida. Tan sólo estate tranquila, ¿de acuerdo?”. Se palmeó
los bolsillos, después sacó un trozo de papel. “Sólo por si acaso”. Se lo dio a Kerry.
“Es el código de la puerta”.

Kerry parpadeó ante ella en plena adoración. “Trae algo de gasas para que te
pueda vendar el cuello mientras estás en ello...”. Suspiró. “Héroe”.

Dar se la quedó mirando y se sonrojó pero se marchó sin decir palabra.

Fuera, Dar caminó despacio por el pasillo tras mover su chaqueta de forma
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que el corte de su cuello estuviera cubierto y apareció por la esquina para


encontrarse a la enfermera mirando unos papeles. Ella alzó la mirada al acercarse
Dar y sonrió.

“Bueno, de veras eres el héroe del edificio”. Dejó sobre la mesa su carpeta y
suspiró. “No sabes cuánta gente hay aquí ahora que puede volver a respirar… Yo
misma, mañana es el cumpleaños de mi hijo. Iba a consistir en un donut con una
vela hasta que llegaste”.

Dar le sonrió de forma sincera. “Me alegro que pudiera ayudar”. Se reclinó
sobre el mostrador, mirando el reloj. “No mucho más”. Comentó, ahogando un
bostezo. “Dime… ¿realmente son cómodas esas cosas?”.

La enfermera bajó la mirada. “Oh… ¿las batas? Sí, y tanto que lo son; gana
de sobra a poliester almidonado que nos hacían llevar, deja que le diga”. Miró a
Dar de forma especulativa. “Ey… ¿quiere una para probarla? Puedo traerle una,
tenemos cientos”.

Era demasiado sencillo. “¿Podría?”. Curiosos ojos azules parpadearon ante


ella agradecidos. "Siempre quise probarlas”.

La enfermera le palmeó la mano. “Querida, por usted, cualquier cosa”. Salió


de detrás del escritorio y se apresuró camino de la bata.

Dar sonrió y observó el centro de enfermeras, mirando bajo el mostrador


para ver si encontraba alguna de las pertenencias de Kerry pero sin éxito. “Ey,
Jack, cómo va todo por ahí”. Llamó, en un tono normal de voz.

Apareció por el quicio de la puerta la rubia cabeza de Jack y se la quedó


mirando. “Um… la barra roja está cerca del setenta y cinco por ciento… ¿es eso a
lo que te refieres?”.

Ella asintió.

“¿Todo bien?”. Él la miró con más detenimiento. “Por Cristo al timón Dar,
estás sangrando”. Se le acercó y le echó hacia atrás el cuello de la chaqueta. “¿Qué
ha pasado?”. Preguntó en un tono de voz más bajo. “¿Encontraste a Kerry?”.

“Sí, me golpearon con una banqueta y sí”. Murmuró Dar. “Kerry estaba
tratando de salir y creyó que yo era la enfermera”.
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“Dios… peleona, ¿no?”. Medio rió Jack. “¿Está bien?”.

La mujer morena asintió. “Está bien, no han tenido tiempo de hacerle


nada… Eso estaba previsto para la mañana”. Suspiró. “Pero está muy
conmocionada”.

Él digirió la información. “¿Qué tipo de sitio es éste, Dar?”.


Ella miró a su alrededor. “Un hospital psiquiátrico”.

Él parpadeó. “No jodas. ¿Qué le pasa?”.


Dar agitó la cabeza. “Nada, excepto que la pillaron siendo gay”.

La sorpresa apareció en su rostro mientras la miraba. “No hablas en serio”.

La ejecutiva suspiró cansada, frotándose los ojos rojizos por falta de sueño y
la tensión. “Sí”. Alzó la mirada al volver la enfermera trayendo un paquete y
sonriendo contenta. “Aquí tiene, espero que la disfrute”. Se la tendió, entonces le
dedicó también una sonrisa a Jack.

“Gracias”. Dar cogió la bata y trató de pensar en qué hacer después. Se dio
cuenta de que su mente se estaba volviendo más lenta, mientras los problemas de
sacar a Kerry sana del hospital recaía sobre sus hombros. En realidad no había
planeado qué hacer una vez que entrase en el edificio, más que nada porque no
tenía ni idea de cuál era la situación ni las posibilidades… Quizás podría disparar
la alarma de incendios… o… ¿Era eso una tubería de agua a presión lo que había
en la otra alcoba?”.

“Perdóneme”. La enfermera le tocó el brazo. “Escuche, ¿puedo pedirle un


gran favor, ya que estará aquí retenida de todas formas?”.

“¿Huh?”. Dar dejó de pensar en su plan y se giró hacia la mujer. “Perdone…


claro”.

“Me gustaría bajar y comprarme un sandwich en la cafetería, ¿podría


contestar a este teléfono?”. Lo señaló con el dedo. “Si suena, tan sólo conteste
Tercera Planta y tome el mensaje”.

“Uh… bien, claro, por supuesto… No hay problema”. Le aseguró Dar,


esforzándose sobremanera en no mostrar una mueca incrédula en el rostro. “Vaya,
estaremos aquí por otros… uh… Treinta minutos… como poco, esos programas se
están tomando más tiempo del que pensaba”.
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La enfermera Archer brilló ante ella. “Es usted la mejor”. Salió de nuevo de
detrás del escritorio. “¿Puedo traerles un sándwich? Hoy tienen pavo en un
croissant y algo de sopa de tomate”.

“No, no… Estamos bien, gracias”. Le dijo Dar moviendo la mano. “Vaya
tranquila”.

Las puertas del ascensor se cerraron tras su blanco culo y se miraron el uno
al otro. “Vaya”. Dar se rascó la nariz. “Tú quédate aquí y atiende el teléfono, yo iré
a por Kerry”. Aún incapaz de creerse su buena suerte, la mujer morena trotó pasillo
abajo hasta la puerta de su amante y metió el código, escapándosele el picaporte de
las manos por culpa de una rubia impaciente. “¡Ey!”.

“Empezaba a ponerme nerviosa”. Susurró Kerry. “Pensé que quizás te habías


metido en problemas”.

Dar se echó hacia delante y la besó en los labios, alargando el contacto un


poco más de lo necesario. “Estoy en problemas”. Ronroneó en el oído de la mujer
rubia. “Toma”. Le tendió a Kerry el paquete con la bata, que incluía unas pequeñas
zapatillas. “No es chic pero hará que salgas de este maldito lugar”.

Kerry tomó el paquete y lo examinó con curiosidad. “Hm… siempre quise


un traje de estos, sin embargo, ésta no era la manera en que pensaba conseguirlo”.
Abrió la bolsa y sacó la ropa, quitándose su incómoda bata de hospital y
poniéndose los blancos pantalones de celador. “Yyysss”. Ajustó la goma de la
cintura para que se ajustaran y acabó haciendo un gran lazo, mientras Dar se
arrodillaba y hacía lo mismo a la altura de los tobillos. “Así está mejor… Al menos
no tropezaré con ellos”. Murmuró la rubia, mientras se ponía la camiseta. “Bueno,
no está tan mal”.

Dar sonrió, después se estiró y sacó un peine del bolsillo para pasarlo por en
desmarañado cabello de Kerry. “Así que, a parte de eso, Srta. Lincoln, ¿Cómo fue
Acción de Gracias?”.

Eso consiguió una pequeña carcajada de la mujer rubia. “Oh… montones de


familiares, montón de mierda, tuve que ser amable con Brian y ver a algunos tíos y
tías que hacía tiempo que no veía”. Hizo una pausa. “Ahora supongo que no los
volveré a ver”. Concluyó por lo bajo. “Dar, no lo va a dejar pasar así de fácil”.
“Deja eso en mis manos”. Respondió su jefa, en un tono de voz tenso y sin
lugar a réplica.
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Kerry la miró. “¿Qué quiere decir eso?”.

Dar terminó de peinarla y volvió a su amante hacia la luz. “Tú lo harás”.


Concluyó. “Quiere decir que tengo algunos ases bajo la manga y me gustaría que
confiases en mí para manejar la situación”.

Kerry la miró, cautelosa. “¿No me vas a decir qué está pasando?”.

Serios ojos azules la observaron. “Aquí no, no ahora. Además es más fácil si
te lo enseño. Cuando lleguemos a casa te prometo que te lo cuento todo”. Hizo una
pausa. “¿Confiarás en mí?”.

Kerry la miró directamente a los ojos por unos momentos. “Confío en ti”.
Sentenció quedamente. “Tan sólo… recuerda, Dar, que sea lo que sea, es mi
padre”.

Dar le palmeó la mejilla. “Lo sé”. Tomó un hondo respiro. “Vamos…


salgamos de aquí. Voy a hacer que bajes con Jack. Yo esperaré a que vuelva la
enfermera, después iré con vosotros. Será extraño si abandonamos el edificio sin
que nos vean y no quiero despertar ningún tipo de alarma mientras salimos”.

Kerry asintió. “¿Y después qué?”.

Fríos y duros ojos. “Después vamos a la casa de tus padres a por tus cosas”.

“¿Qué? Dar, no… no necesito esas cosas, no hay nada allí irremplazable…
No quiero volver allí”. Protestó Kerry con vehemencia.

“Kerry…”. Empezó a decir Dar.

“¡No!”. Interrumpió la mujer de ojos verdes. “No puedo enfrentarme a ellos,


no después de esto… Dar, no me pidas que haga eso por favor”. Se giró,
abrazándose a sí misma. “¿No podemos simplemente salir de aquí?”. Susurró.

Dar exhaló. “De acuerdo, vamos”. Empezó a acercarse a ella y le pasó a


Kerry un brazo por los hombros. “Lo siento… Estoy acostumbrada a ser tan
malditamente confrontacional que me olvido que no todo el mundo puede hacer lo
mismo”.

Kerry se dejó dar la vuelta y se dirigieron a la puerta. “De todas formas


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¿para qué serviría?”.

“Tan sólo hacerles saber que no te han vencido”. Replicó suavemente Dar
mientras abría la puerta y empujaba a su amante hacia el exterior, asegurándose
antes que no había moros en la costa. “Pero es mi orgullo el que habla. Y muy alto,
a veces”.

Kerry miró sobre su hombro ante la franca admisión y sintió una minúscula
sonrisa aparecer en sus labios. “Uno de esos genes de nuevo, ¿huh?”. Miró el
deprimente pasillo. “Uck… este sitio apesta”.

Giraron la esquina y vieron la figura solitaria de Jack, apoyada de forma


casual en el mostrador mientras esperaba. Él las vio y se incorporó, después sonrió
mientras se acercaban. “Hola”. Le dedicó a Kerry una sonrisa tentativa. “Tú debes
ser Kerry”.

Ella estiró la mano. “Y tú debes ser Jack… Me alegro de conocerte”.

Dar se puso tras el escritorio y empezó a rebuscar por los cajones. Encontró
uno cerrado con llave, después miró el mostrador. “Agradable enfermera”. Cogió
el anillo de llaves que se había dejado la enfermera y abrió el cajón, rebuscando en
su interior. “Ah”. Una serie de insignias del hospital, todas con pequeñas notas en
ellas. “Veamos…”. Las estudió. “Terminado… terminado… dimitido…
terminado… muerto… terminado… ¿admitido?”. Se quedó observando esa.
“Hmm… ah…”. Sacó una del montón y se la entregó a Kerry. “Ponte esto, la foto
se parece bastante”.

Kerry así lo hizo. “¿Y ahora qué?”.

Dar volvió a cerrar el cajón con llave y dejó el llavero en su sitio. “De
acuerdo, vosotros dos cogéis el ascensor y simplemente salís por la puerta.
Kerry… tú harás como que le enseñas la salida, ¿vale?”.

La rubia estaba recobrando la compostura. “Sería más realista si le estuviera


echando los tejos”. Miró al sonrojado Jack. “Es mono”.

“Bien”. Rió cansada la ejecutiva. “Cuando hayáis salido, tan sólo


esperadme, ¿de acuerdo?”.

Ambos asintieron. “¿Qué vas a hacer tú?”. Preguntó, predecible, Kerry.


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“Darte de alta”. La mujer morena sonrió falsamente. “Me gustan las cosas
limpias. Ahora, id”. Hizo una pausa. “Jack, llévate mi portátil, ¿sí?”.

Él asintió. “Echo… Nos vemos abajo”. Cogió la mochila y se fue,


encaminando a Kerry hacia el ascensor. A las puertas, la mujer rubia se volvió y se
encontró con los ojos de Dar.

“Ten cuidado”.

Dar sonrió. “Tú también”.

Vio como se cerraban las puertas, después centró la atención en su cometido.

La bajada en el ascensor transcurrió en silencio y Kerry se pasó los dedos


por el pelo de forma nerviosa, jugando con él hasta que se abrieron las puertas y
salieron. Frente a ellos, un guarda de seguridad estaba sentado solo en la mesa de
información, apoyado sobre los codos. Alzó la mirada cuando los vio y una gran
sonrisa apareció en su rostro.

“Ey… ¡oí que nos salvasteis el día!. ¡Así se hace, tío!”.

Jack saludó con la mano. “Sí, era un cable pelado. Pero tenemos asuntos
pendientes, voy a dejar mis cosas en el coche”. Alzó la mochila del ordenador. “La
jefa está arriba asegurándose que todo concluye bien”.

“Genial, genial… Oye, ¿podemos conseguirte algo o así?”. Los ojos del
guarda miraron de lado a Kerry sin fijarse demasiado.

“Nah… Tan sólo queremos llegar al motel y dormir un poco, ha sido un día
condenadamente largo”. Declinó la oferta, empezando a caminar más allá del
escritorio. “Me alegro que todo haya acabado bien”.

“¿En qué hotel os han hospedado?”. Preguntó el guarda con amistoso


interés. “Conozco la mayoría de las horas felices por aquí”.

Jack estaba perdido. “Um…”.

“¿No dijiste el Marriott Courtyard? Está a una media milla de aquí”.


Intervino Kerry de forma casual. “Ahí es dónde dijiste que después podíamos
tomar algo…”.
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“Woo… Te han puesto en uno de los buenos”. Rió el guarda. “Y tienes una
invitación encima de todo… Entonces, buenas noches… y gracias de nuevo”. Miró
una vez más a Kerry, después volvió la vista de nuevo a la revista que estaba
leyendo.

Atravesaron el frente del vestíbulo y salieron del edificio. “Brr”. Suspiró


Kerry. “Está ropa no está hecha para Noviembre en Saugatuck”.

Jack miró a su alrededor mientras andaban por el camino de grava. “Gracias


por salvarme el culo ahí dentro, no tenía pajolera idea de qué hoteles había por la
zona”. Miró a su alrededor. “Una vez que pasemos la verja, te dejaré mi chaqueta
¿vale?”.

Kerry asintió pero se mantuvo en silencio, sintiendo el duro y frío suelo a


través de sus finas zapatillas. Llegaron a la altura de la puerta y el guarda de la
caseta levantó la mirada. Kerry le saludó con la mano y él le devolvió el saludo,
después saludó con más ímpetu a Jack.

Jack sonrió. “Me siento como un maldito Mesías”. Murmuró por la comisura
de los labios. “No he tenido este tipo de recibimiento desde que liberamos
Kuwait”. Miró al sonriente guarda. “Ni siquiera se da cuenta que no te conoce,
¿verdad?”. La puerta se abrió lentamente frente a ellos y empezaron a atravesarla.

Kerry bufó suavemente. “Hay montones de alemanes y holandeses asentados


por la zona, mujeres rubias y blancas las hay a montones, créeme… Probablemente
vea al día a veinte como yo”. Pasaron la zona de luz que rodeaba la caseta y,
finalmente, Kerry sintió que se relajaba un poco mientras oía el candado de metal
cerrarse a su espalda.

Estaba libre. Estaba fuera de la peor situación en la que había estado nunca y
casi sentía ganas de encontrar un rincón cálido y acurrucarse en él para no dejar de
llorar. Ahora les rodeaba la oscuridad y Jack se quitó su chaqueta para ponérsela a
Kerry alrededor de los hombros. “Gracias”. Asintió agradecida. “Sé que también te
debo un agradecimiento enorme por traer a Dar aquí tan rápido”.

Él rió un poco mientras se acercaban al coche militar de color azul oscuro y


abrió la puerta para ella. “Haría lo que fuera por ella, somos amigos desde niños.
Ella me salvó el pellejo una vez, después que construyéramos una casa de madera
sobre un ficus que tapaba un agujero”. Esperó a que ella subiese al coche, después
cerró la puerta y subió por el otro lado. “Mi padre me dijo que no lo hiciera pero
era bastante terco y lo hice de igual manera… Estaba poniendo el último
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pasamanos cuando perdí pie y me caí por el borde, sin nada entre medias de mi
cuerpo y ese maldito agujero excepto O2”. Exhaló. “Se me enganchó el cinturón en
una rama y ahí estaba yo, colgando como un cerdo confitado en Navidad, gritando
a más no poder”.

Kerry ahogó una risita histérica. “Oh no”.

“Sip… Lo siguiente que sé es que Dar estaba allí y consiguió asegurar una
cuerda y atándosela a la cintura, bajar hasta mi lado y ayudarme a subir a la
siguiente rama. Así que después los dos perdimos el equilibrio y caímos… Ella
estaba agarrada a mí y colgando de esa cuerda, así que pensé que los dos
estábamos perdidos”.

“¡Oh no!”. Kerry abrió los ojos de par en par.

“Sip… pero ella es más fuerte que el infierno, si sabes lo que quiero decir;
incluso ahí, cuando éramos pequeños, así que de alguna manera consiguió darse la
vuelta de forma que yo pude agarrarme a la rama y alzarme. Después ella se puso a
mi lado y ya estábamos bien”.

“Fiuu”. La mujer rubia dejó escapar un soplido”. “¿Y qué pasó después?”.

Él le dedicó una mirada irónica. “Me golpeó por ser tan estúpido”.

Kerry estalló en carcajadas, tapándose rápidamente la boca con la mano.


“Oh… dios. Lo siento, eso no tiene gracia”. Se disculpó.

“Claro que lo es”. Rió Jack. “Es simplemente Dar”.

La mujer rubia suspiró. “Sí, creo que lo veo… Incluso aunque hace poco que
la conozco”. Enfocó los ojos en Jack. “Es una mujer con coraje”.

Él la sonrió. “Es un humano con coraje”. La corrigió. “Es la mejor amiga y


el peor enemigo que posiblemente te puedas encontrar… Nunca se echa hacia atrás
y siempre está ahí si la necesitas”.

Kerry miró por la luna, al suave brillo de las luces del hospital. “Eso es
cierto”. Dijo suavemente al final. “Se enfrentaría a cualquiera”. Se quedó en
silencio y apoyó la cabeza sobre la puerta, los ojos fijos en el camino que salía del
hospital.
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Esperaron lo que pareció una eternidad pero que en realidad fueron diez
minutos, hasta que los ojos de Kerry encontraron lo que buscaban y una figura alta
y esbelta se acercó andando por la grava, deteniéndose e intercambiando unas
palabras con el guarda que se rió y se despidió con la mano. Atravesó la barrera
para encaminarse a la oscuridad del aparcamiento.

Un momento después y Dar estaba sentándose en el asiento trasero, con un


largo y profundo suspiro. “Dios, los mandé a todos al infierno en una cesta de
cuerda, me alegro que todo haya acabado”. Murmuró, dejándose caer en el asiento.
“Esa maldita mujer casi me deja sin oído… Trató de darme un trozo de tarta,
quería saber el nombre de mis jefes para poder hablar bien de mí… ¡Jesús!”.

Kerry empezó a reír sin poder remediarlo. “Debiste dárselos”. Exhaló. “Y te


gustan las tartas”.

Jack la miró, después miró por el espejo retrovisor. “¿Adónde?”.

Dar lo pensó. “¿Hay algún hotel cerca? Creo podemos aprovechar unas
horas de sueño. Yo podría… Después podemos mandarte de nuevo a DC y nosotras
coger un vuelo comercial a casa”.

“¿Qué tal el Marriott ese que mencionaste?”. Preguntó Jack a Kerry.

Kerry se quedó en silencio unos segundos. “Yo.. um…”. Se medio giró y


apoyó la barbilla sobre el respaldo del asiento, observando a Dar. “Yo… creo que
tienes razón. Creo que debemos ir a recoger mis cosas”.

Una oscura ceja se alzó. “Creí…”.

“Lo sé”. Kerry bajó la mirada. “Pero yo empecé esto y necesito ponerle fin”.
Alzó la mirada a los ojos de Dar. “Tan sólo necesito un poco de ayuda”.

Una queda y orgullosa sonrisa asomó a los labios de Dar. “La tienes…
Kerry, sé que esto es duro para ti y sé que aún quieres mucho a tus padres… Trata
de recordarlo, ¿vale?”. Suspiró. “No dejes que lo que ha pasado aleje eso de ti, no
importa cuánto parezca que se lo merezcan”.

Jack puso en marcha el coche y salieron del aparcamiento.

Kerry pensó sobre el consejo de Dar a lo largo de todo el tranquilo y oscuro


recorrido.
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La casa estaba a oscuras. Tan sólo la luz de la entrada estaba encendida,


bañando el césped con un rayo plateado pero el resto de la casa estaba gris y
silenciosa. Jack aparcó cerca del camino de entrada y miró a Dar.

“De acuerdo”. Dar respiró hondo y trató de juntar sus fuerzas. “Jack…”.

El piloto parpadeó ante ella. “Es tan mísero como para drogar a su propia
hija y llevarla a la granja de los locos… Voy como vuestra guarda”. Metió la mano
bajo el asiento del coche y sacó su automática de servicio, acoplándola bajo su
brazo por la funda ajustable. “De forma que sepan que estoy autorizado a llevar
esto… “. Se volvió a poner la insignia.

Dar puso una mano sobre su brazo. “No”. Le dijo suavemente. “No creo que
vaya a ser necesario y tengo algunos ases bajo la manga si él intenta algo
estúpido… No metamos de por medio a la milicia, ¿vale? Es un senador y eso sólo
puede traer grandes, pero que muy grandes problemas, amigo mío”.

“Dar tiene razón”. Añadió suavemente Kerry. “Mi padre tiene un micrófono
bajo el culo sobre lo que ocurre en el Pentágono… No le des esa clase de
munición”.

Jack las miró a las dos. “De acuerdo… Pero tenéis treinta minutos. Más de
eso y entro a buscaros”.

“De acuerdo”. Estuvo de acuerdo la mujer morena. “¿Estás lista?”. Le


preguntó a Kerry, que asintió. “Vamos”.

Salieron del coche y cerraron con cuidado las puertas, después se


encaminaron al camino de la entrada. Kerry se quedó frente a la puerta y cerró las
manos en puños, después se relajó. Levantó la mano e hizo sonar el timbre.

Una. Dos. Tres veces, antes de que escucharan unos pasos acercarse. Dar
puso una mano tras la espalda de su amante para darle ánimos y se estiró
recopilando los suyos.

La puerta se abrió de golpe. El Senador estaba allí de pie, parpadeando ante


ellas con ojos sorprendidos y llenos de sueño.

Kerry se acercó y llegó al umbral, después alzó la mano y le golpeó


fuertemente la cara.
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El sonido de la bofetada voló por el recibidor, haciendo que él se


tambalease. Dar la observó sorprendida, no tenía ni pajolera idea de que su
compañera fuera a hacer eso.

“Qué demon…”. El Senador buscó un interruptor y encendió la luz,


iluminando la puerta y el recibidor de la casa. “¿Cómo te atrev…”.

“¿Cómo me atrevo?”. Kerry entró y se puso a su lado. “¿Cómo ME atrevo?.


¡¡¡¿Cómo te atreves TÚ a hacerme una cosa así?!!!”.

Él se la quedó mirando. Entonces, despacio, sus ojos miraron más allá de


ella hacia la figura alta y oscura tras ella. “Tú”. Su voz rebosaba repulsión.
Dar entró en la casa y cerró la puerta tras ella. “No creo que nos
conozcamos, ¿o sí?”. Puso una mano en la espalda de su furiosa amiga. “Mi
nombre es Dar Roberts y soy la supervisora de su hija”.

“Sé quien eres, puta”. Rugió el hombre. “¡Sal de mi casa!”. Se giró en busca
del teléfono. “¡Llamaré a la policía!”.

“¿Por qué?”. Dar atajó la violenta protesta de Kerry. “¿Exactamente?”.

“¡Allanamiento de morada!”. Contestó mientras marcaba.

“Usted nos dejó entrar”. Le contestó Dar.

“¡En el hospital, perversa!”.

“De hecho, son una de nuestras cuentas… Firmé en el libro de visitas como
cualquier otro”. Replicó con calma Dar. “Y fui requerida allí por un problema en
los ordenadores”.

Él dejó de marcar. “La sacaste de allí”. La acusó.

“No, no… La enfermera supervisora le dio el alta”. Le sonrió la ejecutiva.


“Después de no encontrar nada malo en ella”.

“Le pasa algo malo”. Colgó el teléfono. “Y es tu culpa. Tú la has


corrompido, puta, y voy a hacer que…”.

Un largo y fuerte dedo se alzó. “Tendrá una querella contra usted por
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difamador, junto con otra sobre secuestrar y retener a la fuerza a uno de mis
empleados si no se calla”. Adelantó a Kerry, peligrosa como una pantera mientras
se acercaba a él, mirándole a los ojos de forma directa. “Ahora… sugiero que
llevemos esta pequeña discusión a lo que quiera que llame despacho, de forma que
el resto de su… familia… no tenga que escuchar lo que voy a decirle, ¿de
acuerdo?”.

“Te crees tan jodidamente lista...”. Soltó el hombre.

“No… La compañía lo hace, de hecho… La compañía me paga para ser


lista. Y me gusta devolverles lo que me pagan”. Contestó Dar con una sonrisa. “

Ahora… puede moverse o podemos recoger las cosas de Kerry y largarnos y


simplemente mandaré un mensaje a los servicios de noticias cuando vuelva al
coche. Usted elige”. La voz de Dar bajó un octavo en señal de peligro, profundas y
sinuosas sílabas que rodaban por su lengua y se acentuaban con el brillo de sus
ojos.

Él se movió, girándose y encaminándose hacia una puerta de madera visible


desde la entrada de la sala de estar en la que se encontraban. Dar lo siguió y Kerry,
tras respirar profundamente, la siguió a ella, sorprendida ante la poderosa presencia
de la que había hecho uso su jefa. Miró a un lado y se encontró con la mirada de su
madre que observaba la escena desde la puerta de su habitación.

Los ojos desaparecieron y la puerta se cerró. Kerry suspiró y continuó


avanzando, siguiendo la alta figura de Dar hasta que entraron en ese maldito
despacho. Esta vez fue ella quien cerró la puerta tras de sí.

Dar recorrió la habitación, para terminar a la altura de su escritorio, en el que


se apoyó entrecruzando los brazos. Se mantuvo calmada, tomándose un momento
para estudiarle con ojos azules y curiosos.

“¿Qué quieres?”. Preguntó él tras un breve período de estudio.

Dar le dejó esperar un momento más, después se levantó y caminó un poco,


terminando cerca de la ventana. “Qué quiero”. Repitió. “Quiero que retroceda
veinticuatro horas y que no hubiera asaltado, secuestrado y encarcelado
ilegalmente a su hija aquí presente. Eso es lo que quiero”.

“Yo no hice nada ilegal”. Le informó de forma brusca el Senador. “Fue


admitida en observación y es mi responsabilidad asegurarme que mi familia está a
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salvo”.

“Oh… Así que cuando me atiborrasen de drogas y tratasen de lavarme el


cerebro por la mañana… eso era por… ¿razones de observación?”. Preguntó Kerry
desde su posición apoyada contra la pared.

Él la miró. “Quería que te hablasen, sí y que te sacasen esas ideas locas de la


cabeza antes de que arruinases tu vida”. Miró a Dar. “Ella es quien te ha lavado el
cerebro”.

“¿Lavarle el cerebro para conseguir qué?”. Bufó Dar. “¿Que pensara por sí
misma? No gracias, eso lo hace ella solita sin ninguna ayuda por mi parte”. Hizo
una pausa. “Oh, quiere decir lavarle el cerebro para que pensara que estábamos
enamoradas… Cierto…”.

“No quiero escuchar eso”. El hombre les volvió la espalda. “No acepto que
ninguno de mis hijos sea una parte de algo tan desagradable y depravado”. Se giró.
“Y sea condenado al Infierno por encima de todo”. Su mano atravesó veloz el aire.
“¡No!”. Su mirada se centró en el rostro en sombras de Dar. “¿Por qué
sencillamente no te largas de aquí y dejas tranquila a la gente decente? Tu clase no
pertenece a este país”.

Dar se le acercó, tan rápido que él ni siquiera tuvo tiempo de moverse o


parpadear antes que ella estuviera a su lado, nariz contra nariz. “Mi padre murió
por este país, pedazo de mierda ignorante… Así que vigila lo que dices”. Su voz
había adquirido un tono de gruñida amenaza. “Y él valía cien veces más que tú”.

Kerry retuvo el aliento. Nunca había visto así a Dar. Sus ojos brillaban y
todo su cuerpo parecía alerta, repleto de energía. La fiera rabia era casi palpable.

Silencio mortal. Entonces. “Voy a llamar a la policía”. El senador descolgó


el teléfono. “Voy a hacer que te detengan, con los cargos que se me ocurran pagarle
al comisario y después voy a disfrutar viendo tu asqueroso culo encerrado en la
zona de los hombres y veré como te violan hasta que no puedas parar de gritar”.

Sorprendentemente, Dar sonrió. Encantadora. “Ah, tu verdadero rostro...”.


Ronroneó, su temperamento completamente bajo control. “Antes que termines de
marcar, deberías pensar en el número… 99344343”.

Él se quedó completamente quieto, su dedo sobre un botón y despacio y de


forma ruin, alzó los ojos hacia ella.
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Una risotada. “¿Sabías, Senador, que en estos días y era, todo lo que haces se
graba en un ordenador?”. Dar rodeó el escritorio y se sentó de nuevo al borde del
mismo. “Toda transacción con tarjeta de crédito, toda transacción bancaria, todo
informe médico…”. Sonrió de nuevo. “Certificados de nacimiento… Certificados
de defunción, todo”.

Él simplemente se la quedó mirando. Odiándola.


Dar se echó hacia delante. “Cuelga el teléfono. Déjame sacar las cosas de
Kerry de aquí y después no la vuelvas a molestar jamás o sino tendré un enorme
informe que sale en masa hacia cada maldita agencia de noticias en el mundo,
incluida la oficina del fiscal”. Se detuvo. “Con una nota personal de mi parte para
Janet, si entiende lo que quiero decir”.

“Es un farol”. Susurró.


Dar se le acercó más. “No, no lo es”. Rió. “Y créeme, disfrutaré cada
segundo de tu destrucción en la CNN”. Lo miró con desgana. “Incluso le mandaré
una tarjeta de pésame a Pamela”.

A él se le salieron los ojos de las órbitas. Dar se separó del borde de la mesa
y se levantó, esperando.

“De acuerdo”. Él se estiró y pareció recobrar de nuevo la compostura. “¿Qué


quieres en realidad? ¿Qué trato andas buscando?”.

“¿Trato?”. Preguntó Dar suavemente.

“Debes ir tras algo… ¿qué es? ¿dinero?”. Él levantó la vista. “No pueden
pagarte tanto en ese sitio… ¿Es eso lo que buscas?”. Él se movió, atrayendo su
atención y la de Kerry mientras caminaba. “Podemos arreglar un trato, tan sólo
dices la cantidad que vales y nosotros…”.

El cuerpo de Dar se movió de una forma repentina y salvaje que sorprendió


incluso a Kerry. Se medio giró y lanzó una patada de lado hacia arriba, su pie
golpeando algo contundentemente y mandándolo volando hacia atrás. Entonces se
giró de golpe y pateó de nuevo, esta vez mandando un cuerpo volando para
estrellarlo contra la pared con un fuerte sonido.

Kerry corrió a encender las luces cuando escuchó el movimiento y las


encendió justo en el momento que Kyle salía volando de nuevo, cogido de lleno en
las costillas por una patada voladora.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 621 de 621

“¿Qué pasa, Kyle? Estás demasiado acostumbrado a meterte con niñas


pequeñas”. Tanteó Dar, mientras esquivaba un puñetazo. “¿Intimidándolas y
llevándote sus cachorros?”. Esquivó y le golpeó en la mandíbula con otra patada.
“Cerdo apestoso”.

Él se lanzó por ella, agarrándola por la cintura y haciendo que se cayeran los
dos, pero no contó con las poderosas piernas de Dar que le rodearon y los hicieron
girar, cayendo Dar sobre él y dejando que recibiera un buen golpe en el estómago.

“Puta”. La golpeó en el costado, después lo volvió a hacer, después siseó


cuando una rodilla se le clavó en el estómago. Gateó fuera de su alcance, después
se lazó hacia sus pies, intentando agarrarla.

Dar giró sobre sí misma y lo cogió mientras intentaba levantarse, clavándole


un codo en la mandíbula, después le agarró un brazo y lo lanzó sobre su hombro
para dejarlo caer con un sonoro ruido sobre el suelo de parquet. “Oh sí, la puta que
te pateó el trasero y disfrutó cada minuto del momento”. Dar sintió que su
respiración se acompasaba y que le desaparecía el mal genio, la necesidad violenta
satisfecha de momento.

Estaba tranquilo entonces, hasta que Dar se encaminó hacia la pared del
fondo y cogió la pistola automática que había pateado de la mano de Kyle,
ajustándola en su mano.

Kerry vio aparecer una expresión no familiar en el rostro de su padre.


Miedo.

“¿Se me olvidó mencionar que fue la Campeona Mundial de karate un


año?”. Murmuró Kerry. “Supongo que sí...”. Ahora era su turno. Se adelantó hasta
que estaba frente al escritorio de su padre. “Lo que me hiciste está mal”.

Él simplemente se la quedó mirando.

“No sólo anoche… Has tratado de hacerme algo que no soy desde que era
una niña y me hiciste mucho daño”. Le dijo Kerry. “Sigues siendo mi padre y
todavía te quiero… pero no puedo vivir contigo”.

“Yo no soy tu padre”. Le volvió la espalda. “Sal de mi casa y llévate a tu…


amiga contigo”.

Kerry suspiró y miró a Dar, que estaba descargando la pistola y metiéndose


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 622 de 622

las balas en el bolsillo. “Vamos, no tengo nada más que hacer aquí”.

Dar dejó la automática sobre la mesa. “Después de ti”.

Salieron de la oficina y subieron silenciosas las escaleras. Dar apoyó las


manos sobre los hombros de su amante. “¿Estás bien?”. Murmuró suavemente en
una rosada oreja.

Kerry sentía las ganas de echarse hacia atrás y dejar que el cuerpo de Dar la
envolviese. “Estoy echa polvo por dentro”. Le dijo de forma honesta a la mujer
morena. “Creo que voy a necesitar una buena y larga sesión de mimos pronto”.

Dar la besó con dulzura en la cabeza. “Esta noche y cada noche del resto de
tu vida, si quieres”. Prometió, dándose cuenta de lo que había dicho una vez que
las palabras salieron de su boca.

De repente se hizo un silencio prácticamente de sorpresa. “Lo quiero”.


Contestó finalmente Kerry, en un tono de voz muy suave. “Vamos, salgamos de
aquí. Tengo una vida a la que atender”.

Kerry entró en su antigua habitación y cruzó el suelo hasta donde todavía


seguían sus pertenencias. Alguien lo había guardado todo y esperaba que hubiera
sido Arlene. Comprobó de forma rápida la bolsa del portátil, después su bulto y le
dedicó a Dar un asentimiento. “Esto es todo”. Sacó unos pantalones vaqueros y la
sudadera de la marina y se cambió rápidamente, metiendo la ropa de celador en el
bulto y poniéndose después las deportivas.

Dar se acercó y agarró la bolsa, poniéndosela sobre el hombro. “Muy bien,


vámonos”.

Kerry dudó y miró a su alrededor. “Crecí en esta habitación”. Sentenció


quedamente. “Ángela y yo”.

Dar dejó que sus ojos recorrieran rápidamente la habitación, entonces le


pasó su otro brazo por los hombros a Kerry. “Sabes que no vas a perder el contacto
con tu hermana, ¿verdad?”.

“Lo sé”. Suspiró la mujer rubia.

Ambas miraron hacia arriba al oír el ruido y vieron una desordenada cabeza
de cabello color avellana asomarse por la puerta. “¿Ker?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 623 de 623

Ángela, su hermana entró y se apresuró a ir a su lado, mientras Kerry se le


acercaba un paso y la abrazaba. “Oh Dios mío, Kerry… ¿Qué demonios ha
pasado? Desapareciste y no querían decirme qué estaba pasando... o dónde habías
ido y yo…”.

“Shh… sí… Fue bastante malo”. Contestó suavemente Kerry. “Me dejaron
inconsciente y me llevaron donde Roger”.

Ángela la soltó y miró a su hermana con desconcierto. “Oh Dios mío”. Sus
ojos finalmente se desviaron a la derecha al darse cuenta que Kerry no estaba sola
y inhaló ligeramente ante los azules ojos que absorbían la luz de la habitación.
“Oh… yo…”. Miró con más detenimiento. “Tú debes ser… ¿Dar?”.

La mujer alta sonrió, un reflejo de blancura en la habitación. “Así es”. Estiró


la mano de forma cortés. “Encantada de conocerte, Ángela … Desearía que fuera
en otras circunstancias”.

“Oh… uh… sí”. La hermana de Kerry tomó con cautela su mano y la


sacudió. “He oído muchas cosas de ti…”. Sonrió de forma tentativa, entonces se
giró hacia su hermana. “Bueno… ¿qué pasó?”.

Kerry suspiró. “Bueno… Apareció Dar y me liberó…”.

“Lo estabas haciendo muy bien cuando yo llegué allí”. Interrumpió Dar.

Ojos verdes le dedicaron una mirada repleta de afecto. “Después volvimos


aquí y yo… la tuve con papá más o menos. Ahora… nos vamos”. Hizo una pausa,
mirando a su hermana. “Para siempre, parece”.

“Oh”. Ángela la tomó de las manos y se las apretó. “Bueno, seguramente


vaya detrás de ti… Estaré en contacto, ¿de acuerdo?”.

Kerry sonrió y la abrazó. “Por favor… te voy a echar de menos… ¿Le dirás
a Michael los que está pasando?”.
Ángela asintió mientras se separaban. “Le llamaré mañana… En realidad me
alegro que se quedase en el colegio y no viniese aquí… Sabes que se hubiera
puesto histérico”.

Kerry suspiró. “Lo sé… bueno, tenemos que irnos… Te llamaré cuando
llegue a Miami”.
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“Durante el día”. Le dijo suavemente Ángela . “Richard me ha leído la


cartilla por involucrarme”. Hizo un gesto con la cara. “Tuvimos una discusión
sobre el tema”.

“De acuerdo”. La mujer rubia se puso al hombro su portátil. “Vamos, Dar…


antes de que Jack irrumpa en la casa”. Le dio a su hermana un último abrazo y
después salió por la puerta, llevando tras de sí a su alta y oscura sombra. Bajaron
las escaleras y salieron por la puerta principal, pasando por debajo de la fuente de
luz y por el camino, hacia donde un ansioso Jack esperaba medio dentro medio
fuera del coche, con un pie en el suelo. Se volvió a montar cuando llegaron. Dar
abrió la puerta, permitiendo que entrara Kerry. Iba a cerrar la puerta cuando la
mujer rubia alzó una mano, después la estiró y la agarró del abrigo, metiéndose
incluso más para dejarle sitio.

Dar dejó el bulto sobre el asiento trasero y cerró la puerta, después se sentó
junto a su compañera y exhaló. “Salgamos de aquí”.

Jack no necesitó otro tipo de instrucción. Puso en marcha el coche y


retrocedió, después lo hizo girar y se encaminó hacia la carretera.

“¿Desagradable?”. Preguntó tras unos instantes de silencio.

Dar se lamió un magullado nudillo y lo miró. “Mucho”. Miró fugazmente a


la silenciosa Kerry, entonces puso una mano sobre su hombro. “¿Cómo estás?”.

Kerry apartó los ojos del oscuro paisaje y lentamente giró la cabeza,
mirando el rostro en la semioscuridad de Dar. “Bastante mal”. Contestó con voz
estrangulada. “Dar, ¿por qué no puedo odiarlos? Sería mucho más sencillo”.

La mujer morena la rodeó los hombros con un fuerte brazo y se la acercó.


“Lo siento… Desearía tener una respuesta para eso”. Sintió cómo Kerry se
acomodaba contra ella, un brazo cubriéndole el estómago a la vez que su
compañera escondía el rostro sobre su hombro. “Desearía cambiar sus mentes”.
Sintió la interrupción de la respiración de Kerry y se la acercó más, frotando su
espalda para reconfortarla.

Jack miró hacia atrás y captó su mirada, la suya repleta de pura lástima. “¿A
dónde?”.

Dar suspiró. “Busca una carretera principal. Para en el primer lugar que a
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 625 de 625

simple vista no parezca que tenga cucarachas en los lavabos”. Sacó su teléfono
móvil del bolsillo y marcó un número. “Buenos días”. Dijo suavemente. “Soy Dar
Roberts, empleada número 4432234”. Hizo una pausa. “Necesito dos pasajes de
Grand Rapids a Miami, primera clase, la línea aérea no importa”. Escuchó por
unos largos segundos. “Está bien. Sin embargo, use mi tarjeta de crédito privada,
esto es personal”.

Kerry se estiró al escuchar esto pero Dar simplemente le palmeó la espalda y


mantuvo su movimiento reconfortante. “De acuerdo… es genial… ¿perdone?…
Oh…”. Dar sonrió ligeramente. “Sí, es cierto… sí, adelante y aplíquelos… Ha sido
una noche muy larga y creo que podría usar algo más de espacio”. Escuchó de
nuevo. “Gracias, los recogeré en el aeropuerto… Se lo agradezco”. Colgó y dejó
reposar la cabeza sobre el asiento. “Cambio de planes… Sigue conduciendo y ve
hacia el aeropuerto… El primer avión sale a las once, nos vendrían bien unas horas
de sueño antes de salir de aquí”. Miró a Jack. “¿Puedes despegar de aquí sin causar
una ruina?”.

Él asintió. “Sí, no podré tomar la velocidad que llevaba al venir aquí,


pero…”. Bostezó. “Unas horas de saco suenan de maravilla… Puedo llamar a
papá, y os invito a desayunar antes de que despeguéis, ¿qué os parece?”.

Dar sintió a Kerry apoyarse más en ella y comprendió que su amiga estaba
cayendo exhausta. “Suena genial”. Admitió. “Oh, maldición, quiero mi cama… Me
siento como si me hubiera arroyado un camión”. Suspiró.

Kerry alzó la cabeza y la miró. “Bueno, te golpeó un par de veces… ¿Todo


bien ahí dentro?”. Palmeó el pecho de Dar.

“¿Te golpeó?”. Jack alzó la cabeza de golpe y la giró. “¿Quién? ¿Qué?”.

Kerry volvió a bajar la cabeza. “El guardaespaldas de mi padre… Trató de


atrapar a Mc Gyver aquí presente… la cual procedió a patearle el culo por toda la
habitación”.

El rostro de Jack se torció en una mueca. “McGyver, ¿eh?”. Rió por lo bajo.

Dar gruñó. “Sólo conduce”. Bramó.

El hotel junto al aeropuerto era pequeño y el dependiente del mostrador


estaba frotándose los ojos cuando por fin apareció y los registró. “¿Una
habitación?”. Preguntó entre dientes.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 626 de 626

“Dos”. Contestó Jack, mirando de reojo a Dar. “Contiguas”.

Ella no protestó. Les dieron las llaves y subieron las escaleras hacia
habitaciones que olían a moho y ladrillos húmedos. Dar de forma instintiva
encendió el aire acondicionado, después fue hacia la cama, los largos días habían
hecho mella en ella. Se dejó caer sobre su espalda y sintió como los músculos se le
quedaban como muertos en reacción. “Maldición”. En realidad no había contado
con la pelea de Kyle… Su súbita presencia había sorprendido sus defensas y
disparó un chorro de adrenalina que la había mantenido durante la pelea, pero
ahora… “Me estoy haciendo vieja para esto”. Murmuró.

Jack había desaparecido en su habitación y Kerry se terminó la soda que


había comprado en la máquina expendedora, después apagó la luz. Se metió en la
cama junto a Dar y se acomodó en su lado, sus ojos buscando el marcado perfil tan
cerca de ella. “Me parece que aún no te he dado las gracias”.

Dar giró la cabeza a un lado y la miró con cuidado.

“Es un extraño sentimiento, sabes…”. Kerry apoyó la barbilla en su


antebrazo. “Eso de tener tu propio caballero de brillante armadura y demás”.

Un suave bufido. “Yo no soy tal cosa”. Objetó la mujer de cabello negro. “Y
las dos lo sabemos”.

Kerry agitó de lado a lado la cabeza. “Tú debes saberlo... pero yo no”.
Replicó en queda reflexión. “Oh… quizás pudiera escribir sobre la parte de la
llegada en un avión supersónico… ey… Fue oportuno, ¿verdad?”.

Dar se dio la vuelta y se encaró a ella, separadas tan sólo por unas pulgadas.
“Verdad”.

“Mm… pero no el enfrentarse a mi padre… y no la paliza que le diste a


Kyle… Ya que estamos, oí lo que le decías”. Continuó Kerry. “Así que… gracias,
Dar… Crecí bajo la idea de que las personas actuaban para ellas mismas o para sus
propios intereses. Ahora sé que no es así”.

Una oscura ceja se alzó. “¿Quién dijo que no fue por mi propio interés?”.
Preguntó suavemente. “Era en todo mi interés el asegurarme que estabas sana y
salva…”. Estiró la mano y rozó con los nudillos la mejilla de Kerry. “Quería, de
forma muy egoísta, que volvieras”.
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Kerry se sonrojó levemente y ladeó la cabeza.


“Quiero decir… eso era tan sólo puro interés, nada noble sobre ello”. Dar
agitó la cabeza firmemente. “Además, ¿sabes cuánto tiempo me llevaría encontrar
otra ayudante la mitad de buena que tú?”.

“Dar, intentaba hablar en serio”. Protestó suavemente la mujer rubia.

Suaves dedos le acariciaron la mandíbula. “Cualquier esfuerzo vale la pena,


Kerry… créeme”. Contestó Dar, igual de seria.

La mujer rubia ladeó la cabeza a modo de pregunta. “Sé que me dijiste que
sabías dónde estaba porque cargaron los gastos a mi tarjeta sanitaria… pero, ¿cómo
supiste eso Dar?”.

“Mm”. Dar se apoyó de nuevo sobre la espalda y se estiró, sintiendo que una
ola de cansancio le recorría el cuerpo. “Tuve una… no sé, una pesadilla supongo…
Me desperté sudando, eso es seguro… A eso de las doce y media”. Dejó que se le
cerraran los ojos, recordando.
“¿Doce y media?”. Murmuró Kerry. “Eso fue más o menos cuando… sí,
cuando me dejaron inconsciente… Recuerdo haber mirado el reloj cuando entré en
el despacho”.

“Bueno, sabía que no me iba a poder dormir de vuelta, así que llamé a la
oficina y cuando me conecté, un bot que tenía en marcha se encendió y mostró el
hecho de que tu tarjeta había sido utilizada y yo…”.

“Goa… ¿tienes un bot chequeando eso?”. Preguntó Kerry desconcertada.


“¿Sospechabas que iba a pasar algo?”.

“Uh…”. Dar la miró por el rabillo del ojo. “No exactamente…”.

Kerry se le acercó y apoyó la barbilla sobre su hombro. “¿No


exactamente?”.

“No… bueno, desde que te chocaste contra ese camión de leche, yo um…”.

Dar estaba cortada y sintió como se le calentaba la piel por el sonrojo. “Lo
encendí por si te pasaba algo… Bueno, quiero decir, no es que tenga una tarjeta de
búsqueda sobre ti… quiero decir, de todas formas… si algo te pasa, yo lo…
um…”.
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“Dar, eso es muy dulce”. Kerry la observó.

“Práctico”. Discutió la ejecutiva. “Una simple necesidad de información”.

Se miraron la una a la otra y Kerry besó dulcemente el hombro sobre el que


se apoyaba. “Gracias por preocuparte, Dar”. Dijo muy suavemente. “No sabes
cuánto significa eso para mí en estos momentos”.

La mujer alta suavemente la acercó más a sí y la rodeó con ambos brazos.


“Siento que las cosas no hayan salido bien con tus padres, Kerry…”. Atrajo hacia
sí la rubia cabeza y la besó.

Al fin Kerry se dejó rodear de la cálida comodidad, respirando el aroma


distintivo de Dar, apoyando la cabeza en el amplio hombro de su amante. “Yo
también”. Suspiró. “Supongo que ahora no tengo familia”. Añadió, triste.
“Claro que la tienes”. Murmuró Dar con los ojos cerrados.

Kerry alzó la cabeza y la miró en silencio, después se sonrió a sí misma y


bajó de nuevo la cabeza, finalmente dejando que el sueño la venciese.

***

Su busca se disparó a las nueve y Dar tuvo que esforzarse por abrir los ojos,
mientras su cuerpo se quejaba amargamente por abandonar la calidez y la
somnolencia del nido en el que se encontraba hasta ahora. La fina cortina de la
habitación estaba tapando casi toda la luz del día; dentro se estaba en una
oscuridad agradable.

“Ugh”. Gruñó suavemente, parpadeando para sacarse el sueño de los ojos y


mirando hacia la aún durmiente Kerry. La mujer rubia estaba medio encima de Dar
y ésta pudo ver la tensión y el cansancio todavía presentes en el rostro de su amiga.

Pobre niña. De forma ausente Dar acarició el suave cabello dorado sobre su
pecho. No me puedo creer que le hicieran eso… no se lo merecía. Kerry había
estado muy introvertida desde que abandonaron la casa de sus padres y la mujer
morena sabía que probablemente aún estuviera en estado de shock.

Dar se tomó un momento para revisar las últimas veinticuatro horas, casi
incapaz de creer por lo que las dos habían pasado. “Maldición”. Murmuró por lo
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bajo para sí misma. “Me alegraré de estar en casa”.

“Estoy en casa”. Musitó Kerry, dejando escapar un suspiro y apretando su


abrazo, prácticamente dormida aún.

La mujer alta sonrió, después acarició la espalda de su compañera “¿Ker?”.


La llamó suavemente.

Ojos verde pálido se abrieron muy despacio y la enfocaron a ella. “¿Uh?”.

“Tenemos un avión que coger”. Le dijo Dar, medio disculpándose,


apartándole el suave cabello rubio de la frente.

“Oh… cierto”. Con obvio esfuerzo, Kerry se incorporó sobre los codos,
después dejó caer la cabeza para apoyarla en el brazo de Dar. “Oh Dios, me siento
como si me hubiera atropellado un camión”. Se quejó.

Dar bostezó. “Yo también; debe ser toda esa excitación”. Se giró y se
detuvo, aguantando la respiración cuando las magulladuras que había recolectado
en las horas previas hacían acto de presencia. “Ah… goa”.

Kerry se le aproximó y la agarró de un brazo. “¿Qué pasa?”. Preguntó,


ansiosa. “¿Estás bien?”.

Su alta compañera se estiró lentamente. “Tan sólo unos dolores… Estoy


bien”. Se levantó y con cuidado estiró todo el cuerpo, después fue hacia el baño y
encendió la luz, dejando correr el agua por el lavabo. “Jack se ofreció a invitarnos
a desayunar… Podemos hacerlo, entonces vamos a la puerta de embarque y nos
largamos de aquí”. Se mojó la cara y exhaló. “Desafortunadamente tenemos que
cambiar de planes en Detroit”.

“Suena genial”. Murmuró Kerry. “Cuanto antes mejor”. Suspiró. “Detroit,


¿eh?. Bueno… puedo comprarme una camiseta de los Lions, siempre me han
gustado”.

Jack asomó la cabeza por la puerta de unión de ambas habitaciones. “¿He


oído mi nombre?”. Preguntó alegre el piloto de la marina. “¿Y algo sobre los
Lions?”.

Se lavaron y se fueron a desayunar.


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El vuelo transcurrió sin problemas y Kerry se alegró de haber dormido la


mayor parte del mismo, acurrucada en su asiento de primera clase junto a la
ventanilla, con la reconfortante presencia de Dar al otro lado. El sol ascendente la
despertó y miró a través de la ventana para ver un mar inacabable de verde surgir
por los bordes de las alas del avión, las zonas de hierva verde interpuesta con las
extrañas formas de azul, y verde bosque. Giró la cabeza y miró a Dar, que estaba
mirando al frente, sus ojos medio cerrados. “¿Dar?”. Se acercó y le tocó el brazo a
la mujer alta.

Los ojos azules se volvieron para mirarla. “¿Hmm? Ya llegamos”.

Kerry asintió. “Estamos sobre los páramos… ¿cómo está el tiempo?”.


Una sonrisa. “Menos de ochenta grados, soleado, oportunidad de ducha esta
noche”.

“Oh… un día raro”. La mujer rubia le devolvió la sonrisa, moviendo


suavemente los dedos sobre la morena piel de Dar. “Pareces realmente echa
polvo”.

“Lo estoy”. Admitió Dar. “No pude dormir anteanoche, después tuve que
volar muy temprano… Estuvimos jugando al fútbol y corriendo todo el día de ayer
y después lo de anoche…”. Exhaló. “Estoy de pie tan sólo por tozudez ahora
mismo”.

Kerry se reclinó sobre ella y apoyó su mejilla contra el brazo de Dar.


“Déjame algo de esa tozudez por un rato, ¿vale?”.

El avión continuó con su descenso, mientras los verdes de los Everglades


(páramos) se transformaban en bloques de edificios, después en la zona de los
almacenes. Después sobrevolaron la zona industrial, edificios de suministros justo
en su camino al aeropuerto.

Cada vez más y más bajo hasta que por fin Kerry distinguió el arco
característico de la autovía 826 bajo el avión, y se apoyó sobre el respaldo del
asiento de cuero mientras el avión seguía perdiendo altura y aterrizaba sobre el
suelo con un suave rebote en la larga y soleada pista de aterrizaje. Verdes árboles
los rodearon, Kerry sintió alivio cuando el avión se dirigió a la terminal y se colocó
junto a una de las puertas.

Cogieron su equipaje, Dar le dio su ticket al equipo de servicio. “Más


sencillo que aparcar por mí misma”. Le comentó a Kerry que había estado muy
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 631 de 631

callada. “¿Quieres que te deje en tu casa o…?”. Estaba un poco insegura, sabiendo
que es lo que ella quería que Kerry hiciese pero no quería presionar a su amante, si
Kerry quería estar a solas para pensar sobre lo pasado.

La mujer rubia se mantuvo en silencio un rato más, después alzó la mirada


cuando les trajeron el Lexus. “Um… para serte sincera, Dar… no sé si quiera estar
sola en estos momentos”. Admitió. “Nadie va a estar cerca de mi apartamento
y…”. Dejó reposar su mirada sobre el rostro de Dar. “Y creo que necesito un
hombro sobre el que apoyarme”.
Una sonrisa atravesó el rostro de la mujer alta. “Conozco una pequeña isla
que puede interesarte”. Comentó quedamente. “Creo incluso que tengo algo de
pastel de pavo”.

Kerry asintió. “Me encantaría”. Sabía que la reacción a todo lo pasado


llegaría pronto y la paz del condo de Dar era muy apetecible. De seguro que no le
apetecía tener que dar explicaciones a Colleen o el resto de sus amigos por ahora.

Se metieron en el coche y Dar condujo con cuidado, introduciéndose en el


carril de salida. Su mente, aún exhausta, no se dio cuenta del coche que salió tras
ellas y las siguió de forma cautelosa.

Dar entró primero, manteniendo la puerta abierta para que Kerry la siguiera,
después la cerró mientras la agradable paz del apartamento las rodeaba. “Bueno”.
Dar dejó su bulto sobre el sofá, después le cogió a Kerry la suya y la mantuvo en
alto un momento.

Kerry se encaminó a las puertas correderas de cristal y miró por ellas,


apoyando las puntas de los dedos en ellas y absorbiendo la enorme expansión de
verde que dibujaba el horizonte. “Es tan bonito esto”. Comentó suavemente.

Dar la estudió, después se mordió el labio ligeramente. “Um…”. Era un


momento horrible, pero… “¿Kerry?”. La llamó, tentativa.

La mujer rubia se dio media vuelta, mirándola. “¿Sí?”. Miró a su amante,


sorprendida de repente por la perceptible vergüenza que le era tan dolorosamente
evidente. “¿Qué pasa?”.

“Um… ya sabes, tú… pasas un montón de tiempo aquí… y yo…”. Dar


enfocó su mirada en las baldosas del suelo. “Quiero decir, espero que pases más
tiempo aquí, pero… es… quiero decir, no tiene mucho sentido estar llevando las
cosas de un lado a otro continuamente, así que he pensado…”. Se encontró
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luchando por encontrar las palabras adecuadas, cosa que no le solía ocurrir nunca.
“Pensé que quizás tú… Bueno, tengo todas esas habitaciones libres ahí arriba y
yo… pensé que quizás te gustaría quedarte con una y dejar algunas… cosas…
um… aquí”.

Unas manos cubrieron las suyas, agarrando la bolsa y alzó la mirada en


sorpresa encontrándose con que Kerry la observaba desde una distancia muy corta.
Le cogió la bolsa a Dar y se la puso sobre el hombro, después tomó la mano de Dar
en la suya. “Esto es increíblemente dulce y bonito por tu parte, Dar… Sé cuánto
valoras tu espacio personal”.

Dar observó su rostro un minuto. “¿Significa eso que sí o que no?”.


Consiguió decir con media sonrisa.

“Yo… um… yo… sí”. Consiguió decir finalmente Kerry. “Realmente me


gusta la idea… Gracias”.

“Bien”. La mujer alta exhaló aliviada. “Puedes… um… escoger la que


quieras… aunque… más o menos pensé que te gustaría la del final del pasillo”. Se
frotó el cuello. “Voy a hacer algo de café, creo que las dos lo necesitamos”. Se
frotó el cuello e intentó mostrar una calma que en realidad no sentía.

Kerry asintió. “Buena idea. Yo iré… um…”. Le dio un golpecito a la bolsa.


“Deshacer la maleta”. Sonrió a Dar. “Vuelvo enseguida”.

Dar la vio desaparecer por las escaleras y dejó que su rostro adquiriese un
gesto de alegría y relax mientras se giraba y se dirigía a la cocina. No era como
si… vale, se trataba de un pequeño paso en la mudanza de Kerry a la casa… pero
sabía que aún no estaban preparadas para eso. Esto era más bien como… un buen
comienzo y era práctico. Le dejaría probar la idea de vivir realmente con alguien,
cosa que ella al menos no estaba acostumbrada en absoluto.

Sabía que amaba a Kerry, no tenía ninguna duda al respecto, pero Dar
también era realista y se conocía bastante bien… Había vivido sola por muchos
años y acostumbrarse a una compañera de piso, no importa cuanto la amara, sería
un reto.

¿Verdad?.

Dar mordisqueó un albaricoque seco que había sacado de la nevera y puso la


cafetera, usando un café nuevo que había comprado antes de irse. Avellana, olió
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apreciativamente, antes de mirar de nuevo en la nevera y comprobar con alivio que


había una variedad aceptable aunque escasa de comida. “Oo”. Se inclinó más y
examinó un paquete uvas verdes maduras, después comprobó que estuviera la
bolsa de mini zanahorias que había pedido, sabiendo que a Kerry le encantaba
mordisquearlas.

“¿Me pregunto si le gustaran bañadas en chocolate?”. Musitó Dar de forma


ausente, cogiendo una para mirarla de cerca. “No… seguramente así se arruine el
propósito, ¿verdad?”. Mordió un extremo de la zanahoria y lo masticó. “Hmm…”.
Saboreó la suave pulpa en el interior de su boca y después se la tragó. “No están
tan mal”. Admitió. “Para ser un vegetal”.

Comprobó el resto de la comida, después fue hacia la sala de estar,


pensando. “He de hacer que me pongan esa segunda línea de ISDN aquí, esa
habitación podría ser otra oficina…”. Dar mordisqueó otro trozo de albaricoque
mientras pensaba. “Podría funcionar”.

Kerry llegó al final de las escaleras y se detuvo, apoyándose contra la pared


y simplemente cerrando los ojos. Se dio cuenta que todo estaba pasando tan rápido,
su mente todavía le estaba dando vueltas a lo ocurrido con su familia y ahora
esto… “Vale”. Se sacudió el pelo de los ojos y trató de enderezarse. “Es un detalle
muy, pero que muy bonito por parte de Dar, probablemente porque sepa lo perdida
que me siento ahora”. Notó una sonrisa aparecer en sus labios de todas formas, y se
movió de habitación en habitación, observando cada una de ellas hasta que llegó a
la última.

Abrió la puerta y miró en su interior, recordando su gran espacio libre y la


preciosa vista. Sip. Kerry entró en ella, notando la cómoda alfombra bajo sus pies y
miró a su alrededor. La habitación era de un color verde azulado, con muebles de
color madera clara. Había una gran cómoda con seis cajones en una de sus
esquinas y una serie de cajones a lo largo de una de las paredes de la habitación,
con un espejo en el centro de los mismos.

Una puerta en la esquina llevaba a un armario más grande que la cocina de


su piso y en la pared de enfrente había otra puerta que llevaba a un baño color
blanco y cobalto, con ducha y una gran bañera alzada para entrar en ella de forma
más fácil. “Bueno”. Kerry se apoyó sobre la pared y observó la habitación.
“Pensaste que me gustaría ésta, ¿eh Dar?”. Se encaminó al armario y sacó uno de
los cajones. “Tienes razón, me gusta…”.

Sacó la ropa de la bolsa y la colocó toda, después se fue a la ventana y dejó


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que el movimiento del mar la calmara. Aún así, un aroma a almendras la distrajo y
se giró para ir a la puerta, pasándose los dedos por el pelo para arreglárselo un
poco y prácticamente se chocó con Dar. “Goa”.

La mujer alta alzó una taza. “Toma”. Le ofreció. “¿Todo bien aquí para ti?”.

Kerry tomó un sorbo del oloroso brebaje y tragó. “Mm….”. Miró a su


espalda. “Claro que sí… y lo sabes”. Exhaló. “Gracias”. Alzó la mirada y se dio
cuenta de que Dar tenía los ojos inyectados en sangre, además de una expresión
cansada. “Vamos…”. Puso una mano en el hueco del codo de su compañera.
“Necesito sentarme”.

Bajaron las escaleras y Kerry se acomodó en uno de los extremos del sofá,
sorbiendo su café y reposando la cabeza sobre el suave cuero mientras Dar buscaba
el mando y encendía la televisión de pantalla panorámica.

“¿Cómo estás?”. Preguntó la mujer alta mientras se sentaba al lado de Kerry


en el sofá, dejando su café sobre la mesa y apoyando una mano sobre la rodilla de
la mujer rubia.

Kerry intentó evitar un bostezo. “Oh… Estoy bien… supongo…”. Contestó,


bajito. “Tan sólo intento no pensar en ello”. El sonido enfadado y disgustado de su
padre resonaba en sus oídos. “Sabes, yo… no estoy segura de lo que esperaba…”.
Musitó. “Enfado, sí… Pensé que gritaría, maldeciría… pero…”. Una pausa. “No
me esperaba esto”.

“¿Cómo podrías?”. Preguntó de forma razonable Dar.

“Oh… no sé, Dar… tendría que haberlo visto venir”. Respondió de forma
brusca la mujer rubia. “Fue muy ingenuo por mi parte pensar que él sería capaz de
hablarlo, ¿huh? Que atendería a razones o…”. Se le hundieron los hombros. “O
que le importaba como persona en vez de maniquí”. Terminó en un tono de voz
muy bajo.

“No podías haberlo predecido”. Insistió su compañera . “Demonios, yo no lo


predije y yo siempre espero lo peor de las personas y no lo mejor, como tú”.

Kerry suspiró. “No sé… quizás tú tienes la idea correcta”.


Dar le alzó levemente la barbilla. “No dejes que se lleven eso de ti, amiga
mía… Prefiero que pienses lo mejor de las personas, no lo peor. Después de todo,
¿dónde estaría yo si no lo hicieras?”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 635 de 635

La mujer rubia apoyó la cabeza sobre su mano. “En Washington, disfrutando


de tus vacaciones”. Murmuró. “En vez de aquí, cansada, dolorida y escuchando mi
mala suerte”.

“Kerry”. Dar le puso una mano en la espalda de forma cariñosa. “No


cambiaría donde estoy por nada del mundo”.

Ojos verde bosque se la quedaron mirando.

“En serio”. Comentó suavemente Dar. “Sé que es duro para ti y siento que
tengas que pasar por esto pero no me arrepiento ni un simple segundo de las
veinticuatro horas que me implican”.

Una minúscula sonrisa. “Eres una buena amiga, Dar”. Kerry estiró la mano
para agarrar la suya, elevándola y presionándola contra sus labios. “Eres la mejor
amiga que nadie puede desear”. Sintió como se le formaban las lágrimas y cerró
los ojos, intentando evitarlas. “Y ellos no pueden entender por qué te quiero...”. Se
le escapó un sollozo. “Oh Dios”.

Dar se la acercó más hacia sí. “Calma… calma… Te tengo”.

“Después de todo lo que me ha hecho…”. Susurró Kerry. “Todo lo que me


ha quitado, no podía dejar que te quitara a ti también”. Sintió como perdía la
compostura y una oleada de sentimientos le nubló los sentidos. “Te necesito tanto”.

Dar tragó, sintiendo como Kerry se venía abajo, sus palabras tornándose
hipidos que azotaban su cuerpo con pequeñas sacudidas. Respiró profundamente y
se quedó ahí, murmurando palabras de ánimo y meciendo a la pequeña mujer con
el apoyo que pudiera darle.

Kerry lo necesitaba. Necesitaba el contacto de Dar y la calidez de su cuerpo


y la ayuda de su olor, que la rodeaba. “Me odian”. Logró decir. “Dar, no quiero que
me odien por esto”.

La mujer morena apretó la mandíbula y exhaló lentamente. “Lo sé”. Sintió


convulsionarse el cuerpo de Kerry cuando ésta intentó retener el aliento y se le
escapó un suave gemido. “Shh…”.

“No es justo”. Susurró Kerry.


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 636 de 636

“No… No lo es…”. Contestó Dar, acariciándole la espalda.

Una larga pausa y Dar pudo sentir que los hipidos iban disminuyendo.
Continuó con sus suaves caricias hasta que a Kerry se le acompasó la respiración y
pudo sentir como volvía la calma al cuerpo de su amante.

“¿Es cierto lo que le dijiste?”. Susurró finalmente Kerry, con voz ronca.

Dar dudó, pues no quería hacerle más daño a su amiga. Pero mentir, en este
momento, no tendría sentido. “Sí… Pude separar esas dos informaciones… yo…
puedes mirarlas después si quieres”.

Otro largo silencio. “¿Quién es Pamela?”.

“Kerry, no tienes porqué hablar de esto ahora, espera un poco”. Rogó Dar.
“La información no va a ir a ninguna parte… Descansa, ha sido un día
malditamente largo y las dos estamos exhaustas”.

Ojos verdes y enrojecidos la miraron. “Sólo contesta”. Sorbió por la nariz,


secándose los ojos con una mano.

Dar suspiró. “Una mujer que tu padre ha estado manteniendo durante veinte
años… Tiene tres hijos, dos chicos y una chica: son de tu padre”.

A Kerry se le descolgó la mandíbula.

“Sí… y tiene los huevos suficientes para decirte algo a ti”. Declaró enfadada
Dar. “Sólo con eso su carrera se iría al garete”. Entrecerró los ojos. “Odio a los
hipócritas”. Secó suavemente los ojos de Kerry con su manga.

“Guau”. Respiró lentamente Kerry. “No me lo puedo creer, no me extraña


que se pusiera lívido cuando mencionaste su nombre”. De repente se sintió mejor.
“¿Cómo sabes que esos chicos son hijos suyos?”.

Un suave resoplido. “Metieron en el ordenador los resultados de la prueba


del ADN”.

“Oh”. La mujer rubia cerró los ojos. “¿Puedo mirarlo después?”.

“Claro”. Dar se volvió a reclinar sobre su parte del sofá y suavemente llevó
a Kerry consigo, colocando a la pequeña mujer entre su cuerpo y el respaldo del
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 637 de 637

sofá. “Ahora relajémonos… Estás a salvo aquí”.

Kerry asintió. “Lo sé. ¿Dar?”.

“¿Mm?”.

“¿Crees que debo decirle eso a mi madre?”.

Woo. Pregunta con trampa. “Durmamos un poco antes de hablar sobre esto,
¿vale?”. Le dijo Dar. “Estoy demasiado cansada para pensarlo con claridad”.

Kerry alzó la vista y le dedicó una cansada sonrisa. “Lo siento, la cabeza no
para de darle vueltas… Tienes razón”. Cerró los ojos y se acurrucó contra Dar. “Te
quiero”.

Dar sintió como se apoderaba de ella una oleada de sueño. “Yo también te
quiero”. Murmuró, rindiéndose a las demandas de su cuerpo.

Ojos verdes la observaron ávidos de orgullo antes de cerrarse también.

Kerry se despertó cerca del medio día, abriendo los ojos para encontrarse a
Dar profundamente dormida aún, su cuerpo enredado con el de la mujer rubia.

Eso estaba bien, le daba un tiempo para detenerse a pensar, permitiéndole


absorber de lleno las últimas veinticuatro horas.

Reconoció que le dolía, incluso echándole las culpas a sus padres y hubiera
odiado con toda su alma el tener que viajar a casa para esas largas vacaciones. Pero
en cierto sentido, era también una especie de alivio el por fin haberlo dejado claro
y no tener que pretender o mentirles cada dos por tres. Era libre de vivir su vida y
hacer lo que quisiera.

Incluso si ese ‘quisiera’ incluía esta alta y hermosa mujer que prácticamente
lo había dejado todo por Kerry, en más de un sentido. Se quedó pensando sobre el
hecho de Dar metiéndose en la cabina de un avión de caza tan sólo para ir a
buscarla y una sonrisa tonta e incrédula asomó a su rostro. Era como un cuento de
hadas, en serio… Nadie hace eso en la vida real, ¿verdad?. Claro que no.

Y aún así, ella lo había hecho, como si fuese lo más normal de la vida. “Mi
héroe”. Susurró suavemente Kerry, enredando un mechón de oscuro cabello en su
dedo mientras observaba el rostro dormido de su amante.
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Sus ojos enfocaron el vendaje que tapaba el corte hecho por la madera en el
cuello de Dar y torció los labios. Tiene suerte de moverse tan rápido como lo hace,
reflexionó Kerry con ironía. De otra manera se lo habría clavado de lleno,
pobrecilla.

De repente se sintió hiper protectora con su alta amiga y sintió una oleada de
puro afecto por ella, más allá de su relación física.

Palabras sin sentido se le formaron en la cabeza y dejó que vagaran un rato,


ordenándose y reordenándose continuamente. Finalmente se sonrió a sí misma con
anhelo. “No hacía eso desde hace mucho, mucho tiempo”. Susurró, entrelazando
sus dedos con los de Dar que estaban sobre su cadera. “Ni siquiera creí que
recordara como hacerlo… Pero hay algo en ti que me llega hasta lo más hondo,
Dar… Y me hace sentir tanto las cosas que es como ver, de repente, la vida en
millones de colores, en vez de dos o tres”. Las palabras flotaron por su mente de
nuevo y cerró los ojos para recitarlas en silencio, saboreando su profundidad.

Los vientos de la vida siguen su ciclo


Sobre la hierva y bajo los árboles,
Tocando mi corazón y elevándolo hasta más no poder.
Y cuando mis ojos se fijan en ti,
Una antigua canción me rodea
Uniendo nuestras almas con mano segura.
El futuro conlleva un incierto camino
Bajo cielos oscuros y tormentosos,
Pero yo caminaré bajo la luz, por siempre, contigo a mi lado.

Kerry sonrió en muda pregunta, después abrió los ojos cuando un dedo trazó
sus labios. “Oh…”.

“¿Qué es tan divertido?”. Preguntó con curiosidad Dar, su voz ronca por el
sueño.

“La vida”. Contestó suavemente la mujer rubia. “No tienes que levantarte,
vuélvete a dormir, Dar… Todavía te ves muy cansada”. Echó hacia atrás el cabello
de la frente de Dar. “Voy a bajar y nos asustaré con algo para cenar”.

Una franca y cansina mueca apareció en el rostro de Dar. “Asustar sea


probablemente la palabra correcta… Creo que tengo uvas, leche, algunas pizzas
congeladas y una lata de cocktail vegetal”. Admitió Dar. “Quizás debiéramos pedir
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 639 de 639

la cena”.

“Ah…”. Kerry movió el dedo de forma juguetona. “¿Dónde está el reto en


eso? Me gusta, Dar… así tengo la oportunidad de usar mi imaginación… Dame un
minuto, ¿vale?”.

Ojos azules se suavizaron. “¿Te sientes mejor?”.

Kerry exhaló. “Sí… Ahora que la impresión se ha pasado, más o menos…


Sólo quiero seguir con mi vida, ¿sabes?”. Jugueteó con el borde de la manga de
Dar. “Es raro darse cuenta que ya no tendré que preocuparme más de lo que
opinen”. Un encogimiento de hombros. “Y… supongo que también influyó que
estaba muy cansada, mis defensas estaban algo así como bajas”.

Dar se relajó de nuevo contra el suave cuero y dejó que sus manos
acariciasen el vaquero que cubría la pierna sobre la suya. Podía sentir como los
músculos se tensaban bajo su exploración y se dedicó a darle un masaje con fuerte
mano. “Quizás con el tiempo cambien de opinión”. Ofreció. “Kerry, pase lo que
pase, sigues siendo su hija…”.

Kerry exhaló despacio. “¿Crees que tu madre alguna vez cambiará de


opinión?”. Alzó los ojos, fijos en los de Dar.

Dar bajó los ojos hacia el sofá. “Eso es diferente… Ella está… enfadada
conmigo porque cree que no entiendo lo mucho que le quiso…”. Habló la mujer
morena de forma queda. “Le dije que… Tuvimos una gran discusión tras su
muerte, cuando le dije que había muerto como siempre quiso hacerlo y que ella
debería dejarlo marchar en paz”.

“Mm”. Kerry entrelazó sus dedos con los de Dar.

“Me dijo que yo no lo entendía… Y que probablemente nunca lo haría”. Dar


se quedó en silencio por unos momentos. “Quizás tenía razón”.

“Ella debió quererlo mucho”. Murmuró Kerry.

“Él lo era todo para ella… Ella lo miraba y era como si él fuese… dios… o
algo así”. Suspiró Dar.

“Quizás… quizás fueran almas gemelas”. Dijo Kerry dubitativa, las palabras
eran dulces pero extrañas en su lengua. “Ya sabes… esa vieja historia… de las dos
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mitades y demás”.

Un largo silencio mientras Dar pensaba en sus palabras. “Yo… nunca creí en
ese tipo de cosas… pero…”. Se encogió de hombros. “¿Quién sabe?”. Sus ojos
estudiaron a la mujer rubia. “¿Tú crees en eso, que existe algo así?”.

Kerry se quedó callada, pensando la pregunta. “No solía hacerlo”. Admitió


al final. “Nunca me consideré una persona romántica… o alguien que creyera en el
amor perfecto y mítico”. Una pausa. “Pero… no lo sé… Es una posibilidad
realmente bonita, ¿no crees?”.

“Sí”. Murmuró Dar.

“Cuando estaba en Michigan… fui a hablar con mi antiguo pastor, el Pastor


Robert… Solía hablar de eso continuamente, así que…”. Kerry mantuvo la mirada
fija en sus manos de forma cuidadosa. “Y… um… bueno, más o menos me dijo
eso y como podías saber si… quiero decir, si encuentras la tuya, eso es”.

“¿Sí?”. Dar se aclaró la garganta. “Sólo… por curiosidad… ¿qué fue lo que
dijo?”. Apoyó la cabeza sobre su mano y le prestó mucha atención a una de las
costuras del cuero.

Kerry alzó los ojos y estudió la morena y gacha cabeza. “Yo… um… él…
um, dijo que podías saberlo… porque cuando miras a esa persona, ves todo lo que
necesitas para estar completa”.

Ojos azules ligeramente sorprendidos se alzaron y se encontraron con los


suyos.
“Cosa que… más o menos tiene sentido. Supongo”. Añadió Kerry en un bajo
murmullo.
Dar simplemente se quedó respirando por unos instantes. “In… interesante
teoría”. Consiguió decir al final, aclarándose la garganta cuando su voz sonó un
poco ronca, sus ojos aún fijos en los de Kerry.

“¿Verdad?”. Contestó suavemente Kerry.

“Es… um…”. Dar se frotó la nuca y exhaló. “Tiene cierta lógica”. Arrugó
los labios, después miró de nuevo a Kerry. “¿Dijiste algo acerca de cenar?”.

Kerry sonrió, sintiendo un golpe de alegría en el pecho. “Uh… sí, déjame


ver qué puedo encontrar”. Se inclinó y rozó sus labios con los de su amante,
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disfrutando el ramalazo de calor que le surgió en el estómago. “Por otro lado…”.


Murmuró, disfrutando de la distracción mientras su cuerpo se olvidaba de la cena y
se concentraba en algo igual de sabroso.

La mano de Dar se deslizó suavemente desde su cadera hasta sus costillas


bajo la camiseta. “Mmm…”. Murmuró suavemente Kerry, desabotonando el polo
de algodón de Dar y sacándoselo de los pantalones. “Ya que estamos… ¿te he
dicho alguna vez lo inspiradora que eres?”.

Unos dientes mordisquearon juguetones su oreja. “¿Inspiradora?”. Preguntó


la profunda voz con curiosidad. “¿Cómo?”.

“Incitas mis sueños”. Contestó suavemente Kerry, sus manos explorando con
avidez. La piel de Dar era increíblemente suave y tenía una textura cálida y sedosa
que realmente le gustaba. Los músculos eran gruesos y fuertes bajo la fina capa de
grasa y la mujer rubia trazó sus contornos con sensual deleite.

“¿Lo hago?”. Dar sonó un poco sorprendida. “Imagínate eso”. Dejó que sus
manos bajaran hasta la cintura de la mujer pequeña, largos dedos desabotonando
los vaqueros con suave pop. “Coincidimos porque…”. Otro pop, al quitar el
segundo botón. “Tú…”. Un tercero. “Dominas los míos”. Se soltó el último de los
botones y metió las manos bajo la gruesa tela. “Llevo soñando con nosotras juntas
desde antes del viaje a Disney”.

Kerry arqueó la espalda, sintiendo como se deslizaban lentamente hacia


abajo sus vaqueros y el fresco aire de la habitación rozaba su piel. “Yo también”.
Susurró, mientras desabrochaba el cinturón que mantenía en su sitio el pantalón de
Dar. “Supongo que tenía que pasar tarde o temprano”. Ladeó la cabeza para
permitirle a Dar sacarle la camiseta, mientras ella bajaba los pantalones de su
compañera. “Mm…”. Kerry gruñó suavemente al juntarse sus cuerpos y besó el
ombligo de Dar, marcando juguetona su camino desde ahí hasta arriba.

Una lenta y juguetona caricia recorría su muslo y Kerry dejó escapar un


suave gemido mientras su cuerpo temblaba, ansioso de recibir las atenciones de su
compañera. Dar la había echado hacia atrás despacio y había colocado una pierna
entre las suyas; Kerry se reclinó sobre ella, intentando alcanzar esa suave piel que
tanto la tentaba. Cada roce la dejaba queriendo más y rápidamente sintió que sus
sentidos dejaban de informarle dónde se encontraba y se centraban en el tacto,
sabor y olor de su pareja.

Hasta que los ya conocidos mordiscos, lametazos y caricias llevaron su


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cuerpo hasta el cenit para después liberarlo con una tormenta de sensaciones que la
dejaron sin resuello y temblorosa. “Dios…”. Boqueó débilmente sobre el pecho de
Dar, mientras la mujer alta la agarraba y la rodeaba con un amoroso abrazo. Su
corazón latía desenfrenado y se abrazó a Dar, recuperando la respiración.

Dar le mordisqueó el cuello, acariciando con delicadeza su costado. “¿Estás


bien?”.

“Ugh”. Kerry respiró profundamente y exhaló. “Oh sí. Estoy genial”.


Mordisqueó levemente la clavícula de Dar y después siguió su recorrido hacia
abajo. “Y… ¿de qué es esta cicatriz?”. Lamió la marca en cuestión, cerca del
hombro de la mujer alta.

“Mm…”. Dar encontró dificultades para concentrarse mientras Kerry


deslizaba una exploradora mano por su estómago. “Me clavé un… oh… anzuelo”.

“Uh huh… ¿y ésta?”. Kerry se colocó más abajo, entre la curva de su seno
derecho.

“Uh…”.

Kerry siguió con su exploración, mientras sentía a los músculos contraerse


bajo su tacto. “¿Uh? Me parece que no sé lo que es un “uh””. Bromeó.

“Me caí de la bici”. Consiguió decir Dar, casi sin voz.

“¿Oh sí?”. Rió Kerry, moviéndose para estar en mejor ángulo. “¿Te dolió?”.

Dar no tenía ni idea de lo que estaba hablando, mientras su cuerpo se


abandonaba al inquisitivo tacto de Kerry.

“No… es maravilloso”. Murmuró finalmente, viendo como un par de


sonrientes labios capturaban los suyos, para después continuar su camino.
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Décimosexta parte (y final)

Los suaves sonidos indicativos de haber movimiento en la cocina


atravesaban sus oídos mientras Dar estaba tirada en el sofá tan totalmente relajada
como un ser humano puede llegar a estar sin llegar a disolverse. Mantuvo los ojos
cerrados y dejó su mente vagar de tema en tema, sin nada que realmente impactase
en su mente consciente.

Kerry, aunque relativamente inexperta, realmente le había pillado el


truquillo. Dar se estiró un poco y después se volvió a relajar. Y eso no había pasado
nunca antes. Normalmente llevaba su tiempo, el conocer lo que le gustaba y lo que
no a la otra persona así como que conociera los gustos propios.

No esta vez. Dar se puso las manos tras la cabeza y exhaló, observando su
cuerpo medio desnudo. Era casi como si acabasen de…

“Ey…”. Kerry asomó la cabeza y sonrió, dejando reposar la mirada sobre las
largas y desnudas piernas extendidas sobre el sofá. “¿Tienes hambre?”.

Dar disfrutó de la mirada, satisfaciendo de forma culpable su ego. “¿Y tú?”.

Alzó una insolente ceja ante ella y rompió a reír cuando Kerry se puso roja
como un tomate. Dar encontró la mezcla de simple inocencia y deseo medio oculto
increíblemente atractiva y se levantó del sofá para acercarse hasta donde se
encontraba su compañera. Los ojos verdes miraban al suelo cuando se acercó.
“Ey”. Pasó suavemente los dedos por el pelo de Kerry y le levantó ligeramente la
cabeza. “Estás preciosa cuando te sonrojas”.

Kerry la miró, arqueando levemente los labios. “¿Lo estoy?”. Murmuró


suavemente.

Dar rozó la sonrojada piel, viendo como Kerry cerraba los ojos y ladeaba la
cabeza ante la caricia. “Sí, lo estás…”. Contestó sincera, echando hacia atrás el
claro cabello. “Pero estoy segura que ya lo habías oído antes”.

Kerry agitó la cabeza. “No… Normalmente me describen como… um…


‘mona’”. Abrió los ojos y sonrió a su alta compañera. “Pero tú, por el contrario…”.
Estiró una mano y rozó con la yema de un dedo la mejilla de Dar. “Guau”.
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Fue recompensada con un leve sonrojo de la mujer alta. “No me digas que a
ti nunca te lo han dicho”. La regañó la mujer rubia con una mueca.

Dar rodeó a su amante con los brazos. “Nunca de alguien que realmente
quisiera escucharlo”. Se le escaparon las palabras, sorprendiéndola y dejando al
descubierto una crudeza que realmente no pretendía.

Kerry simplemente le devolvió el abrazo, felizmente complacida. “Vamos…


se me va a quemar algo…”. Pasó un brazo por la cintura de Dar y la encaminó a la
cocina.

“Bueno… ¿y que has conjurado hoy?”. Preguntó Dar mientras olisqueaba


con interés la olla que estaba al fuego. “Parece estofado”.

“Oo”. La mujer rubia la palmeó. “Acertaste al primer intento… bueno,


teniendo en cuenta con lo que tuve que cocinar, era lo único que podía hacer…
Lleva esos dos paquetes de carne para kebabs que tenías en el congelador… y
algunos vegetales de bote y sopa que tenías en la despensa de los huracanes”. Miró
de reojo a Dar. “Mañana vamos de compras, ¿vale?”. Golpeó a Dar en el hombro
con la cuchara de servir.

“Buena idea”. Dijo super seria Dar. “Casi no tengo Frosted Kellogs”. Le
brillaron los ojos cuando esquivó un golpe de broma. “¡Ey! Te compré esas
zanahorias minúsculas… y fruta fresca… ¿no me gano algún punto?”.

Ojos verdes miraron de lado y la observaron mientras Kerry removía su


creación. “De hecho, sí los ganas… Fue un gran detalle, Dar”. Comentó. “Me hace
sentir como en casa”.

Unas manos se le apoyaron suavemente sobre los hombros y apretaron


dulcemente. “Bien”. Contestó Dar con una risotada. “¿Puedo escurrir esos
espaguetis por ti?”.

Sacaron la cena al patio y se sentaron a la mesita de piedra frente al océano.


Dar desapareció en el interior de la casa y volvió con una botella de vino y dos
vasos. Dejó los vasos sobre la mesa y abrió la botella con grácil movimiento. Le
sirvió un vaso a Kerry y después se sirvió a sí misma. Se sentó y apoyó los pies
sobre la silla vacía que tenía enfrente. “Hace buena noche”.

Kerry se echó hacia atrás en su silla y se apropió de la cuarta silla como


Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 645 de 645

apoyadero. “Muy buena… no muy caliente ni muy fría tampoco”. Cogió su plato
de tallarines con carne y empezó a comer, sus ojos fijos en el horizonte iluminado
por la luna. “Mira esas luces, ¿son cargueros?”.

Dar se echó hacia delante para ver lo que estaba mirando. “Mm… uno de
ellos sí, los otros dos son cruceros… Creo que ese es el Norway”. Se movió un
poco de forma que se rozasen los hombros, después se acomodó con su plato.

“Mm… siempre quise hacer un crucero…”. Comentó Kerry, partiendo un


trozo de carne en dos y masticándolo. “Me encantaría hacer uno contigo… pero
supongo que desaparecer las dos a la vez por una semana sería un poco
sospechoso, ¿huh?”.

Dar rió con ironía. “Sólo un poco… Una pena, porque el último plus que me
mandó Les eran dos pasajes para un crucero a Alaska”. Se comió una cucharada de
espaguetis. “Esto está genial… tú eres genial”.

“Gracias”. Sonrió Kerry. “Pasajes para Alaska, ¿eh? Guau… siempre quise
ver de cerca un glaciar”. Masticó un resto de haba. “He visto la aurora boreal dos
veces, cuando había claridad y se veía en plena noche en Michigan… Pero me
gustaría verla en el lugar correcto… Oí que también se pueden escuchar”.

Dar asintió, recostando la cabeza contra la pared y observando la enorme


luna llena. “Supuestamente sisean… más o menos como las olas en el mar”. La
idea de pasar una semana con Kerry descubriendo Alaska parecía, de repente, una
idea muy pero que muy atractiva y suspiró quedamente en su interior. “Sí, es una
pena”.

“Mm…”. Masculló Kerry. “¿Te gusta hacer senderismo?”.

Una risotada. “Siempre y cuando haya un cómodo tronco al final del


camino… Claro… no me va mucho eso de los campings”. Contestó Dar. “Otra de
las razones por las que el ejército no fuera una buena idea”. Se detuvo. “Quizás
pudiéramos tomar un fin de semana largo, subir a Colorado y hacer senderismo por
allí… Creo que tienen también paseos a caballo”.

Kerry sonrió. “Oo… me gustaría, hace muchísimo que no monto a caballo…


No echo de menos”. Tomó un sorbo de su vino y lo tragó. “Guau… Está bueno…
ey, ¿has ido alguna vez al país del vino en California?”.

Dar agitó la cabeza. “No… No puedo decir que haya ido… Sin embargo,
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sabía que estaba allí… ¿y tú?”.

“Dos veces… quizás ese podría ser otro fin de semana largo… Se puede
hacer un recorrido por todas las viñas y es muy bonito”. Contestó con entusiasmo
la mujer rubia. “Siempre quise volver…”.

Dar sintió como una sonrisa tonta le cruzaba el rostro. La enmascaró alzando
el vaso y tomando un gran sorbo. “Parece divertido”. Se mostró seriamente de
acuerdo. “Te… ¿apetece hacer submarinismo mañana? Se supone que va a hacer
buen tiempo…”.

Un asentimiento. “Después de reponer tu cocina”. Kerry la señaló con el


tenedor. “Hasta mi creatividad tiene sus límites… No creo que tenga mucho que
hacer con uvas, leche, pizza y cacahuetes”. Agitó la cabeza. “Todavía no entiendo
como todavía no te has desmayado por el escorbuto o lo que sea que tengan los que
sólo se alimentan de helado”.

Dar rió. “Tomo vitaminas”. Admitió. “Deberíamos conseguirte una boquilla


que realmente ajuste… Y un cinturón de peso… El que has estado usando es muy
pesado… Escucha, podemos ir a la tienda de submarinismo y parar en el gran
Publix de Washintong, ¿qué te parece?”.

Kerry se terminó su ración de estofado y lamió el tenedor. “Me parece


bien…”. Se mostró rápidamente de acuerdo. “Pero… no sé, dame un par de meses
y creo que necesitaré el cinturón pesado”. Le dedicó a Dar una mirada lastimera
mientras se daba palmaditas en el estómago. “No es que todos, excepto mi madre,
no me hayan dicho lo bien que me veo”. Concedió.

Dar la estudió. “Al infierno lo que digan los demás… ¿tú cómo te sientes?”.
Preguntó de repente.

Una larga pausa, mientras Kerry observaba el océano. “Genial”. Contestó


por fin, con tono de voz reflexivo. Dejó que le cayera la mano sobre su desnudo
muslo, flexionándolo y observando como se le movían los músculos bajo la piel.
“Creo que adquiriendo más de estos… en vez de más grasilla”. Admitió. “De
hecho, me hace sentir bien”.

Dar se inclinó hacia ella y extendió la mano, sonriendo cuando Kerry la


tomaba y la rodeaba con sus dedos. “Bueno… en mi opinión, te ves fantástica… Y
soy yo quien más veces te ve desnuda, así que…”.
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Kerry estalló en avergonzada risita. “¡Dar!”.

“Ey… es cierto”. Protestó la ejecutiva con una sonrisa, después centró su


atención en el agua. “¿Puedo sugerirte un pequeño paseo bajo la luz de la luna?”.

Un apretón de manos. “Absolutamente”.

Dar se levantó y recogió los platos. “Vamos… Oigo a un sundae de


chocolate caliente llamándome desde el mercado”.

Kerry se agarró a la parte trasera de la camiseta de Dar, siguiéndola al


interior de la casa. “Donde vayas, iré”. Le aseguró a la mujer alta sin pensarlo.

Las dos se pararon y se quedaron mirándose, idénticos escalofríos


recorriendo sus espaldas. “Bueno”. Dijo finalmente Dar de forma muy suave.
“Creo que me gusta esa idea”.

Kerry se mordió el labio, preguntándose de dónde habrían salido esas


palabras. “Mm… sí, a mí también”. Sonrió. “Sin embargo, creo que deberíamos
ponernos pantalones cortos… Nos vemos aquí abajo”. Trotó escaleras arriba,
dejando atrás a una pensativa Dar.

“¿Qué tal ésta?”. Kerry cogió la chaqueta más cercana y la alzó. “Es…
colorida”.

Dar alzó la vista y después rió. “Oh sí, ninguna duda al respecto… Seré
capaz de encontrarte a 100 brazas con eso”.

El compensador Dacor tenía bolsillos de color rosa y verde fluorescente y


era molestamente brillante. Kerry se lo pasó por los hombros y se encaró a su
amiga. “¿Bien?”.

La mujer alta se le acercó y ajustó el instrumento, poniéndolo alrededor de la


cintura de Kerry para después echarse hacia atrás y tener mejor visión. “Bonito”.

Kerry hizo una mueca y se balanceó un poco, después desató los enganches
y se quitó el chaleco. “Vale… y… dijiste un nuevo cinturón, ¿verdad?”.
Mentalmente añadió el coste y asintió levemente. Había pagado las facturas del
mes y su aumento le permitía pequeños caprichos como estos. Escogió un cinturón
rosa oscuro, con pequeñas pesas rosas colgando de él. “¿Qué tal éste?”.
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Dar lo estudió, después comprobó el peso. “Sí, este servirá”. Juzgó.


“Toma…”. Añadió un par de botines de neopreno. “Oh…”. Se encaminó a una
barra de la que colgaban bañadores y sacó uno con pequeñas mangas y perneras
hasta medio muslo. “Esto también”.

Kerry pasó los dedos por el fino neopreno. “Ah… ¿para protegerse de las
medusas?”.

Dar se le acercó más. “No, tan sólo pensé que te quedaría muy bien”.
Murmuró suavemente, con los ojos brillantes.

“Tch… Dar”. El rostro de Kerry se contorsionó en una sonrisa casi


avergonzada. “Déjame pasar de esto ahora mismo… Supera un poco mis posibles”.

Ojos azules revisaron las compras y después se centraron en su rostro. “Yo


podría… um…”.

Una mano la tocó en el brazo. “No”. El tono de voz de Kerry sonó un poco
más grave y miró a su alrededor. “Aprecio el sentimiento, Dar, pero soy
responsable de mí misma, ¿vale?”.

La mujer morena aspiró profundamente para después dejar escapar el aire


entre dientes. “De acuerdo, tan sólo estaba…”.

Kerry le sonrió. “Lo sé… Y dejé que te salieras con la tuya con lo de los
peces y esos billetes de avión pero es importante para mí el poder mantenerme”.

Dar parecía casi cómica cabizbaja. “Um…”. Miró a su alrededor. “Mira, la


verdad es que entre mi sueldo y los pluses que me da Less, tengo enormes
reintegros en un par de cuentas de la unión de crédito… y yo…”. Se calló y exhaló.
“Hace mucho que no tenía a nadie en la que me apeteciera gastármelo”. Se encogió
un poco de hombros. “No pretendía insultarte ni nada parecido”.

Kerry se quedó sin palabras. “Uh”. Buscó desesperadamente algo que decir
y se dio cuenta que simplemente no podía. Así que sencillamente miró a Dar a los
ojos y trató de expresar en silencio lo que su corazón estaba sintiendo.

Su compañera mostró una leve sonrisa y miró alrededor de la tienda.


“¿Hemos terminado aquí?”.

Kerry se dio cuenta tristemente que, siendo una mujer sofisticada, inteligente
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 649 de 649

y agresiva, a veces Dar podía mostrar una excelente imitación de cachorrito


apaleado. Quizás fuera la forma en que mantenía las manos en los bolsillos.
“¿Dar?”.

Esos preciosos ojos azules la enfocaron. “¿Sí?”.

Kerry recogió el chaleco, el cinturón y las botas y después le dio a su alta


compañera el bañador arqueando las cejas. “Ya que crees que mejorará las
vistas...”.

Un reflejo de blancura mientras Dar sonreía y cogía el bañador.

Un compromiso, razonó Kerry mientras se dirigían a la caja. “Ey…”. Se


detuvo, al encontrar por el rabillo del ojo un bañador carmesí con tiras doradas.

Dar la miró por encima del hombro. “No es tu talla”. Comentó pesarosa.

Ojos verdes la estudiaron especulativamente. “No… pero apuesto que la


tuya sí”. Arrugó la nariz en mueca traviesa. “Lo justo es lo justo”.

Una oscura ceja se arqueó lentamente mientras Dar le dedicaba la mirada,


después cogió el bañador de la percha sin decir nada más y siguió caminando hacia
la caja.

“Je”. Rió por lo bajo Kerry mientras la seguía.

“Buena idea que me trajera la furgoneta”. Comentó Dar poniendo la última


bolsa en el maletero del Lexus y dedicándole a su compañera una mirada entre
sorprendida y alarmada. “¿De verdad usas todo esto?”.

Kerry le puso una mano en la espalda. “Lo creas o no, sí… Cuando de
verdad cocinas con ingredientes reales, no es sólo sacar algo de una caja y
calentarlo.

Dar cerró el maletero y se puso las manos en la cintura. “Seguro, así es más
fácil”. Comentó, bromeando.

“Sí, lo es”. Se mostró de acuerdo Kerry. “Pero es mucho menos sano para ti,
debido a la cantidad de cosas que le añaden para que la comida no cristalice al
congelarla… Creo que los aditivos te vuelven azules las orejas o algo así”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 650 de 650

“Oh”. Dar se quedó pensando sobre el tema. “Supongo que eso tiene
sentido”. Rodeó el coche y se metió en él, esperando a que Kerry hiciese lo mismo.
“¿Te apetece un *café con leche*?”.

Hablando de lo no sano. Kerry le dedicó a su compañera una mirada irónica


pero no se resistió. “Claro”. Se mostró rápidamente de acuerdo, reconociéndose
que se había vuelto, de alguna manera, adicta al dulce café y a las pequeñas pastas
que le acompañarían. Le rugió el estómago, anticipándose a las de queso y guayaba
que eran sus preferidas.

Dar condujo con habilidad por las calles costeras, metiéndose en el


aparcamiento de una pequeña cafetería cubana, donde aparcó. Kerry aspiró
contenta el aire matinal, saboreando el fuerte sabor a sal del mismo. “Bonita
mañana”. Alabó el buen tiempo, que estaba por debajo de los setenta grados y con
mucha menos humedad que días anteriores. El sol era cálido pero no asfixiante y la
brisa hacia que se le pegara al cuerpo la suave tela de su camiseta.

Se sentía… era como estar en la universidad y ahora fueran las vacaciones


del verano, pero sabiendo que no llegaría el momento de tener que volver. De
alguna manera, era como cuando se graduó en la universidad y empezó a trabajar
de verdad. Todo cambió.

Ahora se repetía la historia de nuevo, mientras tomaba pequeños y tentativos


pasos hacia una nueva vida, permitiendo que le calase la realidad de una relación
con Dar. Era tan extraño, pero de alguna extraña manera, tan familiar.

Le dolía lo de sus padres y lo sabía. Sabía que tendría que pasar mucho
tiempo antes de poder pensar en ellos y no sentir la pena de no ser aceptada… pero
por otro lado, era tan agradable no tener que regirse por sus estándares nunca más.
Ahora era libre de imponer sus propios estándares.

La brisa marina la rodeaba y una gaviota pasó sobre su cabeza, mientras


Kerry sonreía ante las algodonosas nubes que flotaban sobre ella. ¿Cómo era eso
de batir huevos para las tortillas? Miró a un lado, a la alta figura que caminaba a su
lado. Qué tipo de tortilla eres tú, ¿hmm?. Mi favorita, creo.

Dar sintió como la invadía una queda felicidad y se sorprendió al comprobar


la facilidad con la que su solitaria y a veces quisquillosa naturaleza aceptaba la
cercanía y constante presencia de Kerry. Se había mostrado escéptica ante su
propia habilidad de adaptarse a eso pero su mente inconsciente parecía que la había
estado tomando el pelo haciéndola pensar que sería más feliz estando sola.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 651 de 651

No era verdad y ahora lo sabía. Sólo tenía que encontrar a la persona


adecuada. Se preguntó brevemente si Kerry sentiría lo mismo.

Lo esperaba. Realmente lo esperaba. Dar se encontró deseando con todas sus


fuerzas establecer una relación duradera con su rubia compañera.

Estiró el brazo y abrió la puerta de la cafetería, liberando los fuertes aromas


del café cubano y las pastas hacia el aire salado. Entraron e hizo el pedido en un
español de calle ligeramente acentuado que hizo que Kerry la mirase sorprendida.

“¿Qué?”.

“No tenía ni idea de que hablases español”. Soltó la rubia.


Dar se encogió de hombros. “Lo suficiente para salir del paso, claro…”. Se
sentó en una de las banquetas libres y le señaló a su compañera que hiciera lo
mismo mientras esperaban su pedido. La cafetería estaba casi llena de otros
patrones, todos saboreando diversos cafés, pastas o desayunos enteros. “Oh…
hmm…”. Se giró, llamó la atención de la camarera y señaló un plato cercano. La
mujer asintió y la sonrió.

“¿Qué es eso?”. La miró Kerry.

“Pastelito cubano de huevo”. Contestó Dar con una mueca. “Huevos, queso
y bacon en pan tostado cubano”. Vio como Kerry se tapaba los ojos. “Puedes
comerte la mitad”.

“Jesús”. Masculló Kerry. “Me estás corrompiendo”. Suspiró y cogió el


tembloroso y caliente pastelito que la camarera le había dejado al frente, lo mordió
y saboreó la mezcla de dulce y salado del mismo. “Me pasé casi toda la Acción de
Gracias preguntándome por qué todo era tan insípido… Después recordé que mi
madre ordenaba que cocinaran sin sal, mantequilla o crema”.

“Ouch”. Dar dividió su sandwich, dejando la otra mitad en el plato de Kerry.


“¿Qué sentido tiene servir patatas si no puedes usarlas como vehículo para esas tres
cosas?”. Preguntó de forma razonable.

Kerry la miró, entonces mordió la esquina de su sandwich. “Mm…


realmente esto está más bueno que un simple pastelito de huevo”. Admitió.
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Una risotada. “Relájate… mira a tu alrededor”. Dar paseó la vista por la


habitación. “Ésta es la población estándar de Cuba… ¿ves cuantos ancianos? No te
va a matar”. Se levantó y agarró su bolsa de *pastelitos*. “Vamos, mejor que
metamos la compra en la nevera”.

Salieron y se dirigieron a la esquina del pequeño edificio, hacia el


aparcamiento que tenía a un lado la cafetería y al otro un complejo de
apartamentos.

Aparecieron dos oscuras figuras y el distintivo sonido de amartillar dos


pistolas las detuvo en seco, mientras Kyle se les ponía de frente agarrando de
forma segura una pistola automática. “Vaya, vaya”.

Dar se puso delante de Kerry y se le quedó mirando, su corazón empezó a


latir rápidamente en señal de alarma. “¿No sabes cuándo parar?”. Preguntó
quedamente.

Kyle se rió. “¿De verdad creías que el Senador iba a dejarte ir, así sin más,
con su hija?”. Señaló despacio a su acompañante. “Si hace algún movimiento
contra mí, dispara a la puta, no quiero riesgos”.

Kerry se adelantó a Dar. “Kyle, ¿qué quieres? Mi padre dejó sus deseos bien
claros y eran que me fuera. Lo hice”.

“Oh no”. Kyle se le acercó un poco. “Le convencí para que lo pensara
mejor… No voy a dejar que una pequeña molestia como tú arruine mis planes”. Le
sonrió. “Ahora ve hacia allí como una niña buena, nos montaremos en el coche y
nos iremos”. Miró a Dar. “Y no te molestes con tus trucos, sabemos que era un
farol”.

Dar lo estudió. “Yo no cuento faroles”. Sentenció quedamente. “Lo


descubrirás dentro de poco”.

Él la ignoró. “Vamos, Kerry… Por aquí”. Le apuntó con la pistola. “Date


prisa, tenemos que coger un avión”.

Kerry exhaló despacio y se movió.

Hacia atrás, hasta que estuvo apoyada sobre el cálido cuerpo de Dar. “No”.
Le miró a los ojos. “Has alejado de mi cada maldita cosa que he querido en mi
vida. No te vas a llevar ésta, jodido hijo de puta”. Endureció la mandíbula.
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“No seas estúpida, niña”. Dijo Kyle entre dientes. “Sabes que esto es por tu
bien… ¡ahora, muévete!”. Alzó la voz en un ladrido exigente.

“Muérdeme”. Contestó Kerry. “Ahora mejor te vas de aquí, antes de que


llame a la policía y haga que arresten tu asqueroso y maloliente culo”.
Él levantó la pistola y apuntó a Dar. “Bien, puedo ver los titulares: otro
cuerpo acribillado a balazos en Miami… Quién demonios se daría cuenta”. Le hizo
señas a Dar. “Sepárate de ella”.

Kerry movió las manos hacia atrás y agarró a su compañera. “No”.

“Estúpida puta”. Kyle apuntó a la cabeza de Dar. “Quería ahorrarme el tener


que comprarte algo que no chorrease sangre”. Apuntó con cuidado. “Despídete de
tu amante, pervertida”.

Kerry sintió como unos brazos la rodeaban. “Ve”. La grave voz le recorrió la
espalda. “Estaré bien”.

Sintió como se llenaba de rabia. “¿Por qué estas haciendo esto Kyle? Incluso
si voy contigo, nunca me quedaré, los dos lo sabemos… ¿Por qué no puedes
dejarme en paz?”.

“Porque ninguna estúpida mujer me va a superar, ése es el porqué”. Contestó


Kyle con acidez. “Vas a venir conmigo y voy a verte de vuelta donde perteneces,
como le prometí a tu padre que haría”. Le hizo señas. “Ahora muévete o le
disparo”.

Kerry dudó, después se giró y abrazó a Dar. “Volveré”. Murmuró


suavemente. “Te lo prometo”.

Dar vio la mirada triunfal en los ojos de Kyle y comprendió lo que había
detrás de todo esto. Rodeó a Kerry con los brazos y le devolvió el abrazo.
“Cuídate”. Susurró. “Te quiero… Nunca lo olvides”.

Dolía. Kerry trató de no pensar en lo feliz que había estado tan sólo media
hora antes, después soltó a Dar y se alejó un poco, girándose para enfrentarse a
Kyle con fiera expresión en el rostro. “Pagarás por esto”.

Él se acercó y la atrajo hacia sí, después la empujó hacia el coche que los
esperaba. “Oh no… Pero voy a disfrutar de este momento por mucho tiempo”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 654 de 654

Levantó el arma y apuntó a Dar. “Mandándote al infierno, puta… Saluda a Satán”.

Dar se centró en sus espantosos ojos.

“¡No!”. Gritó Kerry, lanzándose hacia delante entre su compañera y el arma


a la vez que Kyle apretaba el gatillo.
Dar la agarró a mitad de camino, cogiéndola en el aire y haciéndola girar
para protegerla del disparo, mientras que Kyle y su compañero disparaban al
mismo tiempo.

Las gaviotas gritaron en protesta y se alejaron, dejando la calle sumida en un


curioso silencio. Lentamente, una oscura cabeza se levantó del sucio suelo y miró a
su alrededor. “Qu…”. Dar parpadeó, viendo las dos figuras tiradas en el suelo no
muy lejos de ellas. Miró a Kerry, que estaba acurrucada bajo ella, ambas manos
agarradas fuertemente a su camiseta. “Ey…”.

Ojos verdes se abrieron y Kerry alzó la mirada asustada. “¿Qué ha pasado?”.


Susurró.

Dar rodó a un lado y parpadeó. “Yo…”. Sus ojos se fijaron en dos formas
quietas y en la oscura mancha que se estaba formando bajo ellas. “Yo… ¿se
dispararon el uno al otro? No entien…”. Miró rápido a su alrededor, viendo los
ojos furtivos que la miraban desde el interior del restaurante. “Supongo que mejor
llamo a la policía”. Se levantó, entonces le ofreció una mano a Kerry para
levantarla. “¿Te encuentras bien?”.

Kerry intentó ponerse en pie y se cayó contra el cuerpo de Dar, agarrándose


a ella temblorosa mientras descubría horrorizada a los dos hombres. “Oh Dios
mío”. Susurró.

Dar la rodeó con un brazo antes de coger el móvil del cinturón y abrirlo para
marcar. Aún así, la interrumpió un pequeño carraspeo y miró a su alrededor
encontrándose con una alta figura en sombras apoyada contra la pared trasera del
restaurante.

Vestía una sudadera de cuello alto, con el cuello alzado, tapándole la cara de
la vista pero… Dejó caer la mano y dio unos pasos hacia la figura, tratando de
aclarar los detalles.

La tela se movió cuando la figura tomó un respiro. “Tranquila, Dardar”.


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Kerry sintió el cuerpo de su amante volverse completamente rígido y


después comenzar a temblar. Se olvidó de los dos cuerpos allí tirados. “¿Dar?”.

La mujer alta dio algunos pasos más al frente, tiesa. “¿Papá?”. Su voz
sonaba ronca por la incredulidad. “Qu…”.

El hombre alzó las manos con las palmas hacia fuera. “Tómatelo con calma,
no quería que esto sucediera así… Pero idiotas con armas, ya sabes cómo es”. Él
dio una zancada hacia atrás mientras ella se aproximaba. “Quieta ahí… sólo…”.

Dar se paró, profundamente confundida. “Qu… dijeron que habías… pero…


vimos el cuer…”.

“Lo sé”. Suspiró él. “Lo sé… Me surgió una historia ahí… y la cagé. Yo…
bueno, digamos que no me veo muy bien, ¿de acuerdo?”.

“¿A quién demonios le importa cómo te veas?”. Consiguió decir Dar,


quebrándosele la voz. “Cómo…”.

“A mí me importa”. Vino la queda respuesta. “A mí me importa y no podía


enfrentarme a la expresión de tu madre cuando viera lo que ha quedado”. Se calló
un momento. “Así que decidí que no corrigieran a los de la KIA… y eso es lo que
pasó”. Otra pausa. “¿Cómo está?”.

“No lo sé”. La voz de Dar se estaba quebrando. “No me ha hablado desde el


funeral”. Las rodillas empezaron a doblársele y sintió como Kerry la rodeaba con
brazo fuerte.

Un suave sonido de pesar salió de la oculta figura. “Maldición”.

Despacio, Dar comenzó de nuevo a moverse hacia él. “Te necesita”. Kerry
se quedó atrás, mirando y esperando, casi aguantando la respiración.

Él se apretujó contra la pared. “No vengas aquí, cariño… Ella no me


necesita así”. Su voz sonaba realmente triste. “Y no quiero que tú… Dar, por
favor”. Su cuerpo se movió. “Vete, sal de aquí… yo me encargo de la basura”.

Ella no se detuvo y ahora estaba lo suficientemente cerca para ver la carne


retorcida medio oculta tras el cuello de la sudadera. “Papi”. Se le quebró la voz.
“Te echo de menos”.
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Todo su cuerpo se movió en reacción. “Aw, cariño… yo también te echo de


menos… Os echo de menos a las dos… tanto que me vuelve loco… yo…”.

Dos pasos más y allí estaba ella, suficientemente cerca para tocarle antes que
él pudiera reaccionar y ella alzó las manos evadiendo su sorprendido agarre y
rodeándole suavemente la cara. Sus ojos encontraron los suyos, azul con azul y
absorbió lo que quedaba de su, en otro momento, atractivo rostro sin siquiera
parpadear. “Está bien”. Le dijo en angustioso susurro.

Una mano llena de cicatrices le acarició con ternura la mejilla. “Lo siento
tanto, Dardar… Nunca quise hacerte daño… a ninguna de las dos”.

Dar simplemente agitó la cabeza y suavemente le rodeó con los brazos,


acercándosele. “Me alegra tanto que estés vivo”. Murmuró.

Él suspiró y apoyó la cabeza en la suya. “La mayor parte del tiempo no lo


estoy”. La soltó y dio un paso hacia atrás. “Mejor que te vayas… déjame limpiar
este estropicio”. La miró, brillantes ojos azules frente al oscuro rojo de las
cicatrices. “Prométeme que no le dirás nada a tu madre”.

Dar inhaló para protestar, después recordó con quién estaba hablando. “Con
una condición”. Le miró. “Que no vuelvas a desaparecer de mi vida”.

Él la observó unos segundos. “Piensas que podrás cambiarme de idea si me


quedo lo suficiente”. La regañó suavemente.

Una leve y dolida sonrisa. “¿Trato?”.

Él ladeó la cabeza, haciendo que el cuello de la sudadera le tapase el rostro


de nuevo. “Tan sólo llevo en el estado un mes o así, vigilándote desde entonces”.
Pateó una roca. “...Todos los problemas en los que te vas metiendo… supongo que
mejor me quedo”. Aspiró aire, pensativo, entonces miró a la silenciosa Kerry.

“¿Me vas a presentar a tu novia?”.

Dar aceptó la respuesta y le pasó un brazo por los hombros a Kerry. “Ésta es
Kerry Stuart”. Sentenció suavemente. “Kerry, éste es mi padre, Andrew”.

Kerry miró hacia sus manos y tomó las de él en las suyas, apretándolas. “Me
alegro mucho de conocerle”. Miró el destrozado rostro con gentil aceptación.
“Gracias por…”. Sus ojos miraron a las quietas figuras. “Salvarnos”.
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Él torció ligeramente los labios. “Tienes mucho coraje saltando así frente a
las balas, jovencita”. Comentó. “Y más para un disparo como ése”.

“En realidad no estaba pensando”. Admitió Kerry, luego exhaló. “No


deberíamos… quiero decir, ¿llamar a la policía?”. Sus ojos se fijaron de nuevo en
las quietas figuras, las cuales estaban ahora atrayendo a pájaros curiosos.

Andrew Roberts se movió y sacó una pistola del bolsillo de su sudadera.


“Será un poco difícil explicarles cómo dos balas de la marina se les metieron en la
cabeza, ¿eh? Dejad que me ocupe de esto, estoy acostumbrado”. Le dio a Dar un
suave golpecito. “Sal de aquí, pimpollo… Mantendré el contacto contigo”.

Dar le acarició la mejilla suavemente, sintiendo las cicatrices bajo su mano.


“Más te vale hacerlo”. Sin ganas, se alejó de él, sintiendo la mano de Kerry sobre
su brazo. Caminó de espaldas hasta que llegaron al Lexus y él ya no estaba a la
vista.

Kerry tomó las llaves y abrió la puerta del copiloto, metiéndola en el interior
del coche. “Entra. Yo conduzco”. Ella misma estaba temblorosa pero la mirada de
asombro en el rostro de Dar tenía preferencia. Rodeó el coche y se sentó al volante,
ajustando de forma automática el asiento y encendiendo el motor. Dar estaba
reclinada contra la puerta con los ojos fijos en el edificio de la esquina que
ocultaba el pasillo a su vista. “¿Puedo pedir cita para perder los nervios?”.
Preguntó débilmente.

Dar giró la cabeza y la miró. “Ponte a la cola”. Respondió con mirada


irónica. “Vamos a casa. Tenemos mucho de que hablar”.

Casa. Kerry exhaló y cambió las marchas del coche. Me suena genial.

Fue un trayecto muy pero que muy silencioso. Finalmente Kerry se echó
para atrás una vez que estuvieron sanas y salvas en el ferry y ladeó a un lado la
cabeza observando el perfil de Dar. Suspiró. “Creo que me gusta tu padre”.

Dar parpadeó y giró la cabeza. “¿Sí?”. Murmuró. “Nunca…”. Dejó que se le


acabaran las palabras. “No me puedo creer que esté vivo”.

Kerry asintió levemente. “No me puedo creer que Kyle esté muerto”.

Ahora los ojos azules se mostraron serios. “Estuvimos muy cerca de estar
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así”.

La mujer rubia exhaló. “Lo sé… Creo que todavía no me lo creo, porque no
he salido disparada y gritando hacia el horizonte”. Se calló pensativa. “Creo que te
debo una disculpa”.

A Dar se le desencajó la mandíbula. “¿Por… qué?”.

“Por poner tu vida en peligro”. Contestó suavemente Kerry. “Dos veces”.

“Oh eso…”. Dar se encogió de hombros. “No te preocupes por eso”. Golpeó
el brazo de Kerry y dejó allí apoyada su mano, haciendo pequeños círculos con su
pulgar. “Definitivamente tú mereces la pena”. Sonrió un poco. “Además… tú
arriesgaste tu cuello por mí ahí fuera”.

“Bueno… Huh”. Kerry se sonrojó y bajó la mirada. “Como que me iba a


estar quieta y dejar que alguien te disparase”. Cubrió la mano de Dar con la suya y
apoyó la cabeza en los hombros de la mujer alta. “Eres la persona más importante
de mi vida… No tengo intención de perderte”. Mantuvo la vista fija en los sillones
de cuero, sin atreverse a ver la reacción de Dar.

Lo que fue una pena porque se perdió una mirada de absoluta y tranquila
esperanza dirigida hacia ella por su compañera. “Sabes… estaba… medio
esperando que sintieras eso”. Murmuró Dar.

El suave repiqueteo de las olas contra el ferry llegaba a sus oídos a través de
las ventanas abiertas de Lexus. “¿Por qué?”. Susurró Kerry.

Dar apoyó la cabeza sobre la de la pequeña mujer. “Porque yo siento lo


mismo”.

“Oh”. Kerry sonrió, cerrando los ojos. “Entonces supongo que todo está
bien”.

Así se quedaron hasta que el ferry llegó a puerto y Kerry condujo el coche
por la rampa y las distintas carreteras hasta llegar al aparcamiento que habían
dejado horas antes y una vida entera después. Ayudó a Dar a cargar con las bolsas
de la compra y su nuevo equipo de buceo y ordenaron la compra en confortable
silencio.

Finalmente Kerry se dejó caer en el sillón y miró el techo, mientras Dar se


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removía por la cocina. Podía escuchar el sonido del microondas y predijo que
enseguida le llegaría el aroma rico y distintivo del chocolate caliente.

Dar no la defraudó y sonrió cuando la morena y alta mujer apareció en la


habitación acercándole una taza de humeante chocolate caliente. Se sentó junto a
su compañera y puso los pies sobre la mesita del café.

Se miraron la una a la otra en queda observación por unos instantes.


“Menudo mes”. Comentó Dar, tomando un sorbo de su chocolate.

“Oh sí”. Se mostró de acuerdo Kerry. “Y tanto que lo ha sido”. Tomó un


gran sorbo de la dulce bebida. “Debería empezar a escribir un diario… Si así es
como va a ser la vida de ahora en adelante”.

Dar rió suavemente. “Jesús… espero que no, acabaría pareciendo una serie
de locos de la televisión”. Apoyó un brazo en el respaldo del sofá y enredó sus
dedos entre el cabello de Kerry. “Oye… Sé que ha sido un fin de semana duro…”.
Se calló, recolectando sus pensamientos antes de seguir. “Y sé que vas a necesitar
algún tiempo para acostumbrarte a los cambios, pero um…”.

Kerry dejó en la mesa su chocolate y se acercó más a Dar rodeándola con los
brazos y recostándose sobre ella. “Pero um, ¿qué?”.

Dar parpadeó ante ella, dejando de lado su taza y devolviéndole el abrazo.


“Pero um…”. Arqueó las cejas. “De veras creo que trabajamos bien juntas”.

Kerry tomó aire, pensativa. “Bueno… Eso es cierto, tenemos diferentes


modos pero en general llegamos al mismo sitio”. Estaba casi segura que lo que
decía Dar no tenía nada que ver con el trabajo pero estaba dispuesta a seguir con el
juego. “Tú eres una persona lógica y normalmente vas directamente al centro del
problema y lo arreglas”.

“Uh… sí”. Se mostró de acuerdo Dar, dubitativa.


“Normalmente”. Repitió Kerry, echando la cabeza hacia atrás y observando
a su compañera.

“¿Normalmente qué?”. Aventuró la mujer morena.

“Normalmente vas directa al grano”. Dijo Kerry paciente.

“Oh, sí… cierto, lo hago”. Murmuró Dar. “Sé que lo hago… De hecho, hay
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algo por aquí y voy a llegar a él tan pronto como descubra de qué demonios se
trata”.

Kerry ocultó el rostro en el pecho de Dar y camufló una risita.

Dar suspiró. “Tienes esta habilidad de hacerme sentir como una adolescente
enamorada, ¿lo sabías?”.

Ojos verdes la miraron. “¿Eso es bueno o malo?”.

“Bueno, de seguro que deja mi reputación por los suelos”. Contestó Dar,
riendo suavemente. “Así que supongo que preguntarte si quieres quedarte a vivir
aquí no la pondrá mucho peor”.

Kerry tragó saliva fuertemente. “Supongo que encontraste el grano, ¿eh?”.


Preguntó suavemente.

“Supongo que sí”. Admitió la mujer morena. “Mira… Sé que no puedes


dejar así sin más tu piso; para empezar, cambiar tu dirección en CAS va a generar
un lío tremendo pero… yo…”. Hizo acopio de coraje de nuevo. “Realmente me
gusta tenerte por aquí… Y me gustaría intentar empezar una vida contigo”.

Kerry sintió una calidez profunda y honesta recorrerla. “Ahora… eso está
mejor”. Murmuró, entonces se quedó en silencio mientras pensaba en la propuesta.
“El trabajo va a ser realmente raro”. Dijo por fin. “Y tienes razón, no puedo dejar
mi piso simplemente… al menos aún no”. Otra pausa. “Y probablemente necesites
tiempo para adaptarte a la invasión”.

Dar no negó ninguna de las sentencias.

“Escucha esto… ¿por qué no pasamos aquí los fines de semana y el resto de
la semana la paso en Kendall? Entonces los miércoles te puedes venir tú después
del gimnasio”. Parecía un buen compromiso, dejándolas a las dos un poco de
tiempo y espacio para adaptarse.

Dar parpadeó ante ella. “Así que… ¿eso es un sí?”.

Kerry se sonrojó levemente y asintió. “Me gustaría mucho llevar una vida
contigo”. Inclinó la cabeza y se besaron con ternura. “¿Dar?”.

“¿Sí?”. La mujer morena la sonrió con cariño.


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“¿Podrías enseñarme lo que encontraste de mi padre?”.

La petición pilló por sorpresa a Dar y se mostró en sus cejas medio alzadas.
“Eh… claro…”. Se levantó y extendió una mano hacia su compañera. “Lo siento,
olvidé que te dije que te lo enseñaría…”. Condujo a Kerry hasta su despacho y se
sentó tras el escritorio, encendiendo el ordenador y accionando su correo.

“Mm… Me gusta esa línea ISDN”. Comentó Kerry, apoyando un brazo


sobre el hombro de Dar y mirando por encima de ella.

Dar tecleó un comando y separó el mail que estaba buscando. “Sabes, la


habitación pequeña a mitad de las escaleras sería un bonito despacho”. Comentó de
forma inocente. “Puedo hacer que bajen la otra línea allí”.

“¿Dar?”. Susurró Kerry. “No tienes que sobornarme con juguetes”.

Ojos azules la miraron. “No era un soborno… He de saber dónde decirle a


Bellsouth que ponga el paquete, eso es todo”. Se estiró e indicó la pantalla.

“¿Estás segura que quieres ver esto?”.

Kerry la miró quedamente. “Soy una chica grande, Dar… sí. Quiero leerlo”.

“De acuerdo”. La mujer alta se levantó e indicó la silla, después se fue hacia
la ventana que abrieron cuando la tormenta tropical y se apoyó en la repisa,
observando el exterior mientras Kerry leía.

Los documentos eran horribles, incluso ante los ojos experimentados y más
o menos velados de Dar. Años de aceptaciones de sobornos, comunes entre los
políticos, pero sobornos que conllevaban a la detención de la legislación que
dañaba a la gente y evadía el bien común. Salarios por trabajos, por facturas, por
votos… todo depresivamente regular.

Era la fundación de caridad por grupos extremistas de derechas lo que le


daba nauseas, millones de dólares sobre el curso de una carrera almacenados en
cuentas bancarias para aumentar los intereses de gente cuya plataforma principal
era el odio. Eso y la hipocresía de la otra familia… Esa mujer y sus hijos
mantenidos por el Senador, ella y dos de los hijos mayores en agradables puestos
gubernamentales y recompensados con generosos beneficios y salarios.
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Oh, y el fraude tributario. Dar se preguntó si Kerry sabría que tanto ella
como su hermana todavía aparecían como dependientes y que todavía seguía
interna en algunos colegios.

Asqueroso. Escuchó el sonido de las teclas y se giró, para encontrarse con


los ojos de Kerry recorriendo la pantalla del ordenador.

“Estoy mandando esto a mi correo”. Murmuró la mujer rubia. “Fue…


realmente desagradable de leer, Dar”.

Dar puso sus suaves manos sobre los hombros de Kerry. “Lo sé. Las
entradas de los clanes unidos de América me llegó al alma”. Kerry cerró la sesión y
empezó con la suya propia. Accedió a su correo y abrió los documentos de nuevo.
“Dar… sabes, he tenido que pasar mucho tiempo con los de marketing…

La semana pasada me dieron un tour sobre sus operaciones”.

Dar parpadeó, confusa. “Um… sí… vale… ¿qué tiene que ver eso con
esto?”.

Kerry seleccionó los documentos, después abrió un nuevo mensaje y los


pegó. “Bueno, una de las cosas que me enseñaron fue su network de distribución.
Es realmente muy simple… Pueden conseguir información mediante una lista de
correo… ¿ves? Como ésta”. Le puso dirección al mensaje. “Tan sólo has de
presionar… aquí…”. Presionó el icono de mandar. “Y el mensaje se manda a
sesenta direcciones diferentes”.

A Dar se le desencajó la mandíbula de pura sorpresa. “Acabas de…”.

Ojos verdes la miraron con calma. “Sí, lo he hecho”. Una pausa. “Dijiste que
sería mi decisión, ¿verdad?”.

“Qu… pero… uh… sí, pero yo…”. Dar se sentó en el escritorio, asombrada.
“¡Jesús, Kerry!”.

“No iba a hacerlo”. Sentenció suavemente la mujer rubia. “Pero después él


no pudo dejarlo pasar, no pudo dejarme ir, tuvo que mandar a ese bastardo…
porque creía que íbamos de farol”. Ahora centró la vista en Dar. “Me dijiste que si
alguien te llamaba mentirosa, simplemente tenías que reaccionar al respecto. Así
que lo hice”.
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 663 de 663

“Tú… entiendes lo que eso te afectará”. Dijo Dar, queda. “¿Verdad?”.

“Sí”. Contestó firme Kerry. “Lo sé”. Estudió la superficie de la mesa.

“Avisaré a Michael y Ángela”. Alzó los ojos al rostro aún sorprendido de


Dar. “Te he sorprendido, ¿huh?”.

Un leve asentimiento. “Sí, lo hiciste”. No había esperado ese nivel de


venganza por parte de su compañera. “No pensé que tú… fueras a hacer eso”.

Kerry suspiró y apoyó la barbilla en las manos. “Si sólo hubiera sido yo…
probablemente no lo hubiera hecho. Pero vinieron a por ti”. Se frotó el labio con el
pulgar. “Eso fue demasiado, Dar, no puedo permitirlo… Quizás algo de esa
crueldad que vi en él se me ha pegado”. Parpadeó ante la pantalla. “Me siento
bastante cruel ahora mismo”.

Dar exhaló lentamente y rodeó con sus dedos la muñeca de Kerry que estaba
apoyada sobre la mesa. “No… lo que él hizo, lo que hizo Kyle… eso fue cruel. Lo
que tú hiciste fue justicia”.

“Quizás”. Murmuró Kerry.

“Sé que te preocupas por tu familia, Kerry… y que esto no fue fácil para ti
de hacer”. Dar le dedicó una mirada compasiva. “De alguna manera, las dos hemos
perdido a nuestras familias”.

Una lenta y casi desconcertada sonrisa cruzó el rostro de la mujer rubia.


“Pero hay dos tipos de familia, Dar: las familias en las que naces y las que creas tú
misma…”. Alzó la mirada y se encontró con los azules ojos que la miraban. “Y
nuestra amistad nos acerca más que cualquier lazo sanguíneo”. Un recuerdo, alto y
claro como el repiqueteo de una campana.

Dar sonrió para mostrar su acuerdo, alzando una mano estirada, viendo
como Kerry entrecruzaba sus dedos con los suyos. “Tú eres mi familia”. Se mostró
de acuerdo, entonces se metió la mano en el bolsillo de la camiseta. “Ya que
estamos… pensé que querrías esto de vuelta”. Volvió la palma de Kerry hacia
arriba y dejó sobre ella un anillo de oro. “Es una pieza interesante”.

Kerry colocó el anillo entre su índice y pulgar y lo miró. “Siempre sentí que
había algo detrás de él, alguna historia… ¿sabes lo que quiero decir?”. Se volvió.
“Probablemente fuera sólo mi mente hiperactiva… Aunque cuando me lo dio mi
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 664 de 664

tatarabuela fue muy extraño. Ella no me veía desde que tenía… Jesús,
probablemente tres o cuatro años. Fui a visitarla al salir de la universidad y cuando
me vio, me hizo quedarme bajo la luz y se me quedó mirando durante veinte
minutos… sin decir nada. Después se rió, sacó esto y me lo dio”.

“Algo raro es…”. Estuvo de acuerdo Dar. “¿Qué tipo de persona era? ¿hacía
algo en particular, o…?”.

“¿Hmm? Oh… era escritora”. Suspiró Kerry. “Poesía… y esas historias


antiguas y líricas sobre el pasado y caballeros y cosas por el estilo”. Un
movimiento de la cabeza. “La mayoría de la familia pensaba que ella estaba un
poco loca, sin embargo a mí me gustaba leer sus historias, tenía incluso una
historia sobre Paladines”. Sus ojos brillaron bromeando con Dar quien hizo girar
los ojos y rió.

Kerry se calló un momento y después alzó la mirada. “Lo que hace tu padre
asusta un poco, ¿no?”.

Dar asintió, seria. “Sí, lo es… Puede ser horroroso también. Sé que
probablemente te extrañe un poco el no haber llamado a la policía… y para ser
honesta, a mí también me extraña”.

“Mm”. Murmuró en acuerdo la mujer rubia. “Quiero decir… puedo ver el


problema pero me hace sentir un poco mal el saber que simplemente van a… um…
desaparecer o algo así… ¿Podemos decirle si quiera a su familia… es decir, a
Brian... lo que ha pasado?”.

“Yo…”. Dar lo pensó un minuto. “No creo que podamos…”. Suspiró. “Sin
embargo, desearía que hubiera otra forma mejor de hacerlo”.

“Sí”. Kerry se mordisqueó el labio. “Es eso… quiero decir, lo que él hace…
¿es eso realmente lo que tú querías hacer?”. Alzó la mirada en busca del rostro de
Dar.

Un suspiro. “Pensé que lo era, sí… por mucho tiempo”.

“¿Y ahora?”.

Dar se quedó en silencio, considerando la pregunta. “Creo… que llegas a un


punto donde… es decir, cuando tenía dieciséis o así y estaba haciendo esos tests,
me moría de ganas por hacerlo, parecía la vida más excitante e increíble que podía
Tormenta Tropical Melissa Good Traducida por Encarnación López, Zaida Serrano, Verillo, Asrials Pág. Nº 665 de 665

imaginar… La quería realmente con ganas”. Una pausa. “Pero ahora, miro hacia
atrás y pienso… Jesús, ¿estaba loca o qué?”. Dar suspiró. “Me alegro, en varios
sentidos, que al final todo haya sido diferente”.

“Yo también”. Kerry entrelazó sus dedos con los de Dar y alzó la mirada.
“Por un lado, probablemente no nos hubiéramos conocido nunca, y por otro lado,
creo que ese tipo de cosas generan un gran peso de conciencia. No puedo
imaginármelo”.
“No… me alegro que no tenga que cargar con eso”. Coincidió Dar
suavemente. “La vida es suficientemente dura… Me alegro de no haber seguido
ese camino después de todo”.

Los ojos verdes que la miraban se oscurecieron aún más cuando Kerry se
levantó poniendo una mano sobre su mejilla de forma cariñosa. “Yo también,
Tigre”.

Dar sintió una oleada de calidez atravesarle el corazón. “¿Tigre?”. Murmuró.


“No me habían llamado así desde hace mucho”. Pasó los dedos por la nuca de
Kerry y la miró, parpadeando un poco cuando una leve niebla le oscureció la visión
por momentos. “Me trae un montón de recuerdos”.

“¿Lo hace?”. Susurró Kerry, sintiendo un temblor recorrerle las rodillas a la


vez que sus cuerpos se acercaban y sus labios se encontraban. Le recorrió un
sentimiento medio de alegría, medio de alivio cuando terminaron y se echó hacia
atrás, encontrándose con unos ojos recién encontrados pero bien conocidos.

“Bienvenida a casa”. Murmuró Dar en tono bajo y dulce, cuando se unieron


de nuevo a la cálida luz de un día de invierno tropical.

FIN

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