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Seis Mitos Sobre La Prote Na y Una Conexi N Liberadora Entre Nuestro Cuerpo y El Planeta PDF
Seis Mitos Sobre La Prote Na y Una Conexi N Liberadora Entre Nuestro Cuerpo y El Planeta PDF
sobre la proteína
y una conexión
liberadora
entre nuestro
cuerpo y el planeta
Por Joseph de la Paz
En recuerdo a los millones de animales que sufren innecesaria e injustamente cada día
Seis mitos sobre la proteína y una conexión liberadora entre nuestro cuerpo y el planeta por
Joseph de la
Paz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons AtribuciónCompartirIgual 4.0 Internacional.
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Hola,
En este breve libro, he intentado derrumbar mentiras que considero peligrosas,
compartiendo los datos y las ideas más importantes que he aprendido durante los
últimos años sobre la proteína y la nutrición humana. Agradezco cualquier
comentario, pregunta o sugerencia a joseph@vitaminavegana.com .
Si crees que lo que lees es importante y útil, por favor, pásaselo a tus seres
queridos o comparte este enlace
en tus redes sociales.
Gracias.
Joseph de la Paz
Índice
Mito #1: Necesitamos mucha proteína
Mito #2: La proteína viene de productos animales
Mito #3: La proteína animal es mejor que la vegetal
Mito #4: Es muy complicado conseguir proteína vegetal
Mito #5: Mejor que sobre proteína a que falte
Mito #6: Los deportistas necesitan proteína animal para desarrollar su físico
Una conexión revolucionaria entre nuestro cuerpo y el planeta
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Mito #1: Necesitamos mucha proteína
Desde pequeños nos han bombardeado sin parar con la idea de que necesitamos
proteína.
Esta obsesión posiblemente tenga su origen en épocas más remotas, cuando la
incertidumbre por conseguir bastante alimento era normal. Más remoto aún es el
mecanismo que el ser humano ha desarrollado a lo largo de su evolución y que
hace que el cerebro libere sustancias que transmiten placer cuando ingerimos
alimentos ricos en grasa. Para nuestros antepasados, este mecanismo podía
suponer la diferencia entre la vida o la muerte por inanición.
Es verdad que la proteína es necesaria para nuestro cuerpo, pero hay muchas
cosas que necesitamos para funcionar correctamente a nivel físico. La proteína es
una de ellas, pero no la única. ¿El resultado? Hemos desarrollado una peligrosa
obsesión por conseguir proteína, normalmente a costa de otros nutrientes.
Hemos sido educados para creer que necesitamos comer mucha proteína, tanto
para crecer como para mantener nuestro cuerpo sano y en forma. Pero resulta que
estábamos equivocados.
Entonces, ¿cuánta proteína necesitamos?
Nuestro cuerpo necesita mucha menos proteína de la que creemos e ingerimos.
La mejor prueba de ello es la leche materna, el alimento más completo, sano y
puro del que dispone la especie humana y de hecho, todos los mamíferos. Es
lógico razonar que cuando somos bebés es cuando más crecemos y por lo tanto
necesitamos la mayor cantidad de proteína de nuestra vida. Pero cuando
analizamos el porcentaje de proteína en la leche materna nos encontramos con
una gran sorpresa: ¡sólo hay entre 0,9% y 1,2% de proteína! Según cómo
calculemos los datos y en qué etapa después del parto hagamos el análisis, el
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porcentaje puede variar unas décimas, pero se encuentra muy lejos de los
porcentajes que encontramos en la mayoría de recomendaciones oficiales.
A título comparativo, la leche de vaca contiene 4 veces más de proteína; la leche
de conejo, 10 veces más. No es de extrañar. Los humanos tenemos características
diferentes de otros animales. De hecho, cada especie animal tiene sus
particularidades. En nuestro caso, la prioridad es el desarrollo del cerebro y un
crecimiento físico más lento que el de otros mamíferos para dar más tiempo al
aprendizaje social y al apego con los progenitores.
En algunas fuentes, los datos hablan de 57% de proteína en la leche materna. La
diferencia se basa en que en estos casos el cálculo se realiza como porcentaje del
total de calorías. Es decir que un bebé de hasta 6 meses recibe aproximadamente
un 6% de sus calorías en forma de proteína. Después del primer medio año, la
sabia Naturaleza nos enseña ,a través de los cambios en la composición de la
leche materna, que el porcentaje de proteína que nuestro bebé necesita es aún
menor.
Este método tiene la ventaja de poner en perspectiva la cantidad de proteína de
cada alimento, al compararlo con el total de calorías que aporta el alimento en sí.
No olvidemos que la ingesta diaria total de calorías sigue siendo el mayor patrón
por el cual se miden las necesidades nutritivas de la humanidad.
Pero si decidimos usar este método de cálculo, por el motivo que sea, deberíamos
usarlo también para comparar la composición de otros alimentos. Así, por
ejemplo, en el brócoli crudo el 33% de las calorías vienen de la proteína. En los
pistachos tostados, 15%. En la mozzarella, 30%. En un Big Mac de McDonald's,
18%. En un huevo, 91% .
La conclusión es simple. En las etapas de mayor crecimiento del ser humano
necesitamos entre 5 y 7% de proteína del total de calorías que ingerimos. Esto es
muchísimo menos de lo que consumimos actualmente.
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Expresado desde otro punto de vista: es imposible sufrir una carencia de proteína
que no esté acompañada o causada por una simple desnutrición. En otras
palabras, si uno no tiene hambre, al parecer ya comió bastante proteína. La
excepción sería si una persona se dedica a comer solo azúcar o galletitas de
chocolate. En cualquier caso, alguien que comiera exclusivamente pan, o patatas,
sufriría de escorbuto (carencia de vitamina C), pero no carencia de proteína.
Por si acaso quedara alguna duda, lancemos un desafío público y pidamos ayuda
en la recolección de casos de carencia de proteína. Donemos 100 euros, 100
dólares y 100 pesos por cada caso registrado de hospitalización por carencia
proteínica no ligada a falta de calorías. ¿Cuántos casos conoces tú?
Aún así, para no ser quisquillosos, ciñámonos a las recomendaciones de la OMS
(Organización Mundial de la Salud): 0,8 gramos de proteína por kilo de masa
corporal. Esto equivale, según parámetros de buena salud y condición física, a un
10,9% del aporte calórico total diario. Es todavía mucho menos de lo que
contiene la mayoría de alimentos que consumimos.
Conclusión:
La proteína está sobrevalorada. Nuestro cuerpo necesita y aprovecha mucha
menos proteína de la que le damos. Tan preocupados por conseguir proteína que
no nos hace falta, ¿no estaremos descuidando alguna vitamina o mineral que
mejoraría nuestro estado físico?
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Conviene pues aprovechar la ocasión y recordar qué es una proteína.
Las proteínas son, junto a los carbohidratos y las grasas, uno de los tres
macronutrientes que el cuerpo humano necesita. Según la Wikipedia, "son
moléculas formadas por cadenas lineales de aminoácidos."
Existen 20 tipos de aminoácidos que forman una molécula de proteína. Cada tipo
de proteína, según el alimento en el que se encuentre, tiene una composición de
aminoácidos diferente, y gracias a la flexibilidad que la caracteriza, la molécula
de la proteína encuentra la estructura adecuada para la función que tiene que
cumplir en el cuerpo, o puede intercambiar aminoácidos de otra molécula de
proteína.
Así pues, si nos ceñimos de nuevo a la Wikipedia, leemos que "l as fuentes
dietéticas de proteínas incluyen carne, huevos, legumbres, frutos secos, cereales,
verduras y productos lácteos tales como queso o yogur. Tanto las fuentes de
proteína animales como las vegetales poseen los 20 aminoácidos necesarios para
la alimentación humana."
Como hemos visto antes, si buscamos en cualquier tabla de datos nutritivos
encontraremos el porcentaje de proteína que hay en cada alimento. Veremos que
la proteína, nutriente esencial para nuestro cuerpo, se encuentra prácticamente en
todos los alimentos, sean de origen animal o vegetal.
Además, basta con observar la naturaleza para entender lo absurdo de este mito.
Dos de los mayores mamíferos terrestres, el elefante y el hipopótamo se
alimentan con una dieta estrictamente vegetal. ¿Les falta proteína a estos enormes
animales? ¿Están débiles acaso? ¿O quizás se comen alguna hamburguesa cuando
las cámaras de National Geographic no les están filmando?
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Conclusión:
Las proteínas se encuentran en la mayoría de alimentos, indistintamente de si son
de origen vegetal o animal.
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presenta una variedad de efectos indeseables para la salud. Tanto si es el sistema
inmunológico, varios sistemas enzimáticos, la absorción de carcinógenos en las células o
actividades hormonales, la proteína animal generalmente solo causa diabluras.
Conclusión:
La ciencia actual desmiente que la proteína animal sea superior a la vegetal. En
realidad, se trata de una proteína usada, de segunda mano, y que carece de los
beneficios de la proteína original y natural, la proteína vegetal.
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cantidades de ese aminoácido. Esto resultó en un proceso muy complicado, con cada
comida incluyendo diferentes tipos de alimentos a fin de asegurar la obtención de una
mezcla adecuada de aminoácidos. Mucha gente se desanimó con la complejidad de este
sistema.
En realidad, Lappe estaba siendo demasiado conservadora para evitar las críticas del
"establecimiento nutricional oficial". Desde entonces, ha repudiado la teoría de la
combinación estricta de proteínas reconociendo: "Al combatir el mito de que la carne es
la única manera de conseguir proteína de alta calidad, reforcé otro mito. Di la impresión
de que para conseguir proteína suficiente sin carne, era necesaria prestar una atención
considerable a la elección de los alimentos. De hecho, es mucho más fácil de lo que
pensaba".
Es decir, que aún estamos preocupándonos por una teoría que ha sido abandonada
por su propia autora, y que ha sido rebatida por numerosos estudios.
La nutricionista Virginia Messina, MPH, escribe a su vez:
Los mitos acerca de las carencias de aminoácidos y la combinación de alimentos fueron
descartados hace décadas por expertos e investigadores de la nutrición proteínica.
Cualquier alimento vegetal que proporciona proteína lo cual incluye a todos los cereales,
legumbres, frutos secos, semillas y vegetales contiene todos los aminoácidos necesarios
para los humanos.
Algunos alimentos vegetales tienen un porcentaje más bajo relativamente de algunos de
los aminoácidos, pero no es importante para quienes comen una dieta vegana sana. No es
casualidad que el cuerpo mantenga su propio almacén temporal de aminoácidos. Y los
aminoácidos de los distintos alimentos cooperan a lo largo del día para producir las
cantidades y porcentajes adecuados de moléculas de proteína.
Para terminar de rebatir la necesidad de los veganos de cocinar calculadora en
mano, basta con usar la calculadora correctamente de una vez por todas. Puesto
que el supuesto "problema" es que hay un porcentaje muy bajo de ciertos
aminoácidos en algunos alimentos vegetales, calculemos cuánto deberíamos
comer de esos alimentos, sin combinarlos, para obtener suficiente cantidad de
todos los aminoácidos esenciales, incluyendo el tipo con menor porcentaje.
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Así, siguiendo las recomendaciones oficiales, un varón de 70 kg obtendría
suficiente proteína si comiera única y exclusivamente 12,75 vasos de maíz
cocinado, o bien 2,5 vasos de tofu, o bien 15,5 vasos de arroz integral cocido, o
bien 8 patatas grandes.
Desde luego, es recomendable comer de forma variada independientemente de si
eres vegano o no. Pero este ejemplo extremo ilustra perfectamente lo ridículo que
es preocuparse por calcular y combinar las raciones de alimentos vegetales.
En el fondo, es una cuestión de sentido común.
Y precisamente el sentido común reina en la sabiduría popular que nos brinda
varios platos vegetarianos que combinan de forma natural y exquisita los
alimentos vegetales, maximizando espontáneamente nuestra ingesta de proteína.
Ahí están la mujaddara, la pita con hummus y/o falafel, el arroz con frijoles, o el
thali.
Conclusión:
En cualquier dieta, salvo para los primeros meses del lactante, es importante
diversificar los alimentos para obtener todos los tipos de nutrientes que nuestro
cuerpo necesita. Además de saludable, es mucho más sabroso. No es necesario
estar combinando los alimentos vegetales para obtener las proteínas necesarias.
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digestivo y especialmente a tu hígado y a tus riñones trabajo extra, y protegería tu sistema
inmunológico contra la irritación.
Por último, hay que referirse a la teoría de los alimentos ácidos y alcalinos.
Parece haber consenso entre los expertos en que hay que cuidar el pH de la
sangre, tomando en cuenta los alimentos que causan mayor acidez en la sangre y
los que la moderan. Dentro de la categoría de alimentos que causan acidez se
encuentran todos los productos de origen animal ricos en proteína.
Según el microbiólogo Robert Young, el exceso de proteína, tan común en las
dietas occidentales, provoca un aumento de la acidez en los tejidos del cuerpo.
Esta acidez es una señal a las bacterias de que el cuerpo está débil y en proceso
de decadencia. Es lo que ocurre cuando un animal muere. Su cadáver se vuelve
más ácido y su carne invita a los microorganismos cercanos a venir y hacer su
trabajo de descomposición, colaborando así con el ciclo de la vida y la muerte.
Su investigación muestra que en vez de potenciar el microbioma constructivo que
colabora en multitud de procesos vitales esenciales, el cuerpo de un humano
omnívoro tiende a albergar bacterias más destructivas que simplemente intentan
hacer su labor, que es desmontar el cuerpo. Lo hacen porque reciben la señal, a
través de la acidez de la carne, de que el cuerpo está empezando a morir.
Conclusión:
Hoy en día, el exceso de proteína es un peligro mucho más real y serio que la
falta de proteína. Contribuye a la obesidad, potenciando así todos los males que
sufrimos relacionados con el sobrepeso. Sobrecarga nuestros órganos agotando
recursos que son a veces irreemplazables. Y comunica a nuestro entorno
microscópico señales de deterioro, acelerando nuestra propia descomposición y
envejecimiento.
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Mito #6: Los deportistas necesitan proteína animal
para desarrollar su físico
Incluso a pesar de todo lo mencionado anteriormente, siempre saldrá el
argumento del deporte, del gimnasio. Si uno quiere construir y desarrollar su
masa muscular y competir a nivel profesional, no hay más remedio que comer
proteína animal, ¿no?
No, no existe ninguna base científica o médica que corrobore este mito. Pero de
todos modos, quizás lo único que puede demostrar este punto es conocer a los
atletas y deportistas veganos que demuestran con su ejemplo diario que no solo es
posible competir al más alto nivel, sino que probablemente la dieta vegana sea
una de las llaves de su éxito.
La lista de atletas veganos no para de crecer en la últimas décadas, y sería
imposible citar aquí a todos. Para ampliar este tema, vale la pena visitar
la página
de Adaptt sobre atletas veganos (en inglés), repleta de nombres y enlaces a vídeos
de deportistas y atletas veganos de élite.
Especialmente llamativos para muchos de nosotros son los casos del mundo del
culturismo. Por ejemplo, Patrik Baboumian, vegano, es el "Hombre Más Fuerte
de Alemania" con 105Kg. Alex Dargatz es otro vegano que ganó el campeonato
mundial de culturismo en 2005 tras 5 años absteniéndose de productos de origen
animal. Kenneth G. Williams y Joel Kirkilis también ganaron campeonatos de
culturismo siendo veganos.
Y aún así, quizás el mejor ejemplo de todos, el que deja a todos sin palabras, sea
el caso de Carl Lewis, uno de los mayores atletas de todos los tiempos, ganador
de nueve medallas de oro olímpicas.
Tras varios años en los que había perdido su indiscutible hegemonía en las
carreras de 100 metros, Lewis se pasó a una dieta vegana. Un año más tarde, en
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1991, en los Campeonatos Mundiales de Tokio, con 6 de los 8 finalistas
terminando debajo de la barrera de los 10 segundos, Carl Lewis volvió a ganar,
batiendo además el récord mundial. Con lágrimas en los ojos, declaró: “Es la
mejor carrera de mi vida. La mejor técnica, la más rápida. Y lo he hecho con 30
años.”
La influencia de la dieta vegana sobre sus logros atléticos, era resumida así por el
propio Carl Lewis en el prólogo que escribió al libro "Muy vegetariano", de
Jannequin Bennett:
Puede un atleta de clase mundial obtener suficiente proteína de una dieta vegetariana
como para competir? He descubierto que uno no necesita la proteína de la carne para ser
un atleta de éxito. De hecho, mi mejor año de competición en velocidad fue el primer año
que comí una dieta vegana. Además, al continuar con la dieta vegana, mi peso está bajo
control y me gusta mi aspecto (sé que esto suena vanidoso pero todos nosotros queremos
que nos guste nuestro aspecto). Disfruto más de la comida y me siento fabuloso.
Puede ser que hasta que todas las medallas olímpicas sean ganadas por
deportistas veganos, muchos permanezcan escépticos. Pero también eso es
cuestión de tiempo. Por de pronto, hace unas semanas, en la maratón anual de
Jerusalén, los dos primeros lugares fueron ocupados por dos atletas veganos.
Conclusión:
No hace falta comer proteína animal para ser un deportista de élite.
Probablemente una dieta vegana sea más eficaz para aprovechar y expresar todo
el potencial físico y mental de un deportista. Y además sin dañar la salud a largo
plazo.
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Una conexión liberadora entre nuestro cuerpo y el
planeta
Nuestro cuerpo es un mini modelo del mundo.
El ser humano moderno, en particular en el mundo occidental, se caracteriza por
consumir más de lo que necesita. No solo se trata de comida, sino ya de cualquier
bien material, como la ropa, o intangible, como la información y el ocio.
El modelo económico actual de crecimiento, a pesar de las crisis, se parece a un
caballo desbocado que necesita aumentar la demanda, y por lo tanto el consumo
para seguir con vida. El hombre moderno necesita consumir cada vez un poco
más para mantener a flote este sistema. Aunque sea de modo inconsciente, cada
uno de nosotros colabora a empujar el carro pues de otra manera, nos iríamos
todos para abajo.
Pero esto significa que al final todos consumimos más de lo que necesitamos,
mucho más. Aquí hemos tratado el tema particular de la proteína y hemos visto
cómo nuestra ingesta supera ampliamente las cantidades necesarias, con los
perjuicios que esto puede acarrear para nuestra salud.
Nuestros cuerpos están atiborrados de proteína animal, saturados de tanto
consumo innecesario. Y junto a la proteína, supuesto motor de nuestro
crecimiento, llenamos nuestro cuerpo de grasas saturadas, de hormonas, de
sustancias artificiales, de antibióticos, de toxinas y del sufrimiento y la
frustración de los seres vivos a quienes matamos o esclavizamos.
A nivel planetario pasa algo similar.
Casi la mitad (45%) de la superficie terrestre está ocupada por la industria
ganadera. Más de la mitad (55%) del agua limpia se destina al negocio de
producir carne, leche y huevos, mientras que el consumo privado solo llega al
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5%. Los animales destinados a consumo humano producen mientras tanto cada
día 130 veces más excrementos que los humanos. Toda esta basura es
ingestionable, y la solución más eficaz que la industria ha encontrado por ahora
es crear gigantescas fosas sépticas llenas de excrementos, llenando literalmente el
planeta de auténticos agujeros llenos de mierda.
Kilómetros de selva tropical desaparecen cada segundo para hacer sitio a más
campos de explotación animal. Decenas de especies animales y vegetales se
extinguen cada día mientras nosotros, distraídamente escuchamos a la industria
ganadera contarnos lo importantes que son la leche y los huevos. Y la mayor
reserva natural del mundo mayor que el Amazonas, que también sufre el acoso
de las multinacionales de la alimentación, el mar, está al borde del colapso con
un 75% de la fauna marina ya desaparecida.
Y está por supuesto, el calentamiento global. La producción y comercialización
de carne, pescado, huevos y lácteos es la causa número uno del cambio climático
en el mundo.
La conexión
Así como el planeta sufre las devastadoras consecuencias de la industria
ganadera, la misma que se beneficia de los mitos de la proteína animal, también
nuestro cuerpo sufre un proceso de lenta destrucción debido al exceso de proteína
animal.
Así como la mayoría de los problemas medioambientales graves se podrían
aliviar con la desaparición de la industria ganadera, también la gran mayoría de
enfermedades letales en el mundo occidental se reducirían al apartar la proteína
animal de nuestro plato.
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Así como un cuerpo humano es más longevo, menos intoxicado, más sano y
equilibrado, también un mundo vegano sería un mundo más sostenible, menos
contaminado, más justo y equitativo.
Cada vegano, al practicar el veganismo, está practicando la creación de un mundo
vegano dentro de su interior. Nuestro cuerpo es un mini modelo del planeta. Si
aprendemos a cuidarlo correctamente, estaremos más cerca de poder cuidar
nuestro entorno como es debido.
Un cuerpo vegano es sin duda un cuerpo más sano. Un planeta libre de esclavitud
animal será un planeta más vivo y floreciente.
Un mundo vegano será un mundo mejor.
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