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INTRODUCCIÓN.

PM, IIHH, tratar sobre “Los deberes del Maestro Secreto para con su
Santuario”, lleva implícito realizar una aclaración sobre lo que el término deber
significa y, simultáneamente, hacer una breve pero importante diferenciación de
aquellos vocablos que suelen utilizarse como sinónimos, como obligación y
responsabilidad.

La obligación corresponde a la acción de unir o ligar aquello que se opone o unir los
opuestos (ob = enfrentamiento u oposición; ligare= ligar o atar y ción = acción). Por
su parte, responsabilidad deriva del latín responsum o responder y, esta última,
apunta reiterar lo prometido (re = reiterar y spondere = prometer u ofrecer), habiendo
aquí un doble compromiso u ofrecimiento, lo que lleva el sello de la libre elección. Si
bien ambos conceptos forman parte de las características propias de todo Masón, en
esencia se diferencia entre sí, tanto como ocurre con vocablo deber.

Por su parte, deber significa estar privado o alejado de tener (de = privación,
alejamiento y habere = tener o poseer), es decir, el deber o deberes del Maestro
Secreto, responde a alcanzar o lograr todo aquello de lo que se encuentra alejado de
tener y que, en este caso, se refiere a los deberes para con su Santuario, esto es, al
Santuario que le es propio. Aquí debemos detenernos un instante, ya que es posible
evidenciar tres directrices, siendo la primera los deberes para con el Santuario de
Hiram o tradición masónica, la segunda con su Santuario Interior y, finalmente, con el
Santuario Universal. Si bien, los deberes para cada santuario pueden ser los mismos,
la escala de estos es la que cambia.

De esta forma, es posible decir que, tanto la obligación y la responsabilidad son parte
de los deberes, entre otros, del Maestro Secreto para con su(s) santuario (s). Desde
esta perspectiva, se debe entender como deberes a todo aquello que dice relación
con la conducta del Maestro Secreto y que, necesariamente, tiene como origen el
conocimiento y formación lograda con los elementos y enseñanzas que la Orden le
ha otorgado.

No es de extrañar, que en el juramento se encuentren presentes los deberes de


mayor relevancia, sin perder de vista que estos son algunos, de una gran lista que se
han “acumulado” desde el instante en que nos comprometemos con la Gran Obra.
Estos son, el secreto, el estudio de sí mismo y con ello del Principio Universal de la
Vida, el respeto a los derechos y libertad individual, y la rectificación fundada en el
Bien
Al reflexionar sobre ellos (y otros), es posible determinar que existe un denominador
común, todos y cada uno de los elementos del listado se relacionan con el SER o,
mejor dicho, con el deber SER y, por tanto, con la conciencia.

De esta forma, el presente trabajo tomará a la conciencia como el deber que involucra
a todos los deberes del Maestro Secreto para con su Santuario, teniendo como
objetivos intentar comprender la importancia del 4º grado (y grados superiores) y sus
efectos en relación con los niveles SER o de conciencia, en la incansable búsqueda
de la verdad. Asimismo, interiorizar el o los procesos involucrados en la auto
evolución (melioramiento) y como esto repercute en su entorno.

DESARROLLO.

Es más o menos claro que los grados de la Masonería Escocesa representan


diversos niveles de conciencia alcanzados por quienes la integran. Estos niveles,
deben evolucionar por medio de la voluntad en profundizar y comprender la verdad o
esencia oculta en la manifestación, por medio del simbolismo alegórico y de la
filosofía INICIATICA. Esto es válido para hombre, como para el Universo, donde es
posible, de un modo sensitivo, percibir la manifestación de las leyes de la creación
(ley del TRES) y del orden (ley del SIETE), que se conciben en el plano
inmanifiestos.

Indistintamente de los hechos históricos que precedieron la formación de los diversos


grados del escocismo en su forma actual, o de las leyendas que a esto se refieren, es
evidente que nacen para satisfacer la necesidad de afincamiento y mantención de la
conciencia en la senda del perfeccionamiento, frente a la constante y potente
influencia del mecanicismo y materialismo que, más hoy que ayer, distraen la atención
que debe estar dirigida hacia lo verdadero, haciendo que la conciencia, fácilmente,
caiga nuevamente en el sopor, dando paso al deber de re alcanzar aquel estado
anterior, sino incrementarlo y mantenerlo.

Los deberes del Maestro Secreto vienen claramente identificados en el Juramento,


que responde a una síntesis del grado donde se nos invita a reflexionar sobre la
conciencia y sus distintos niveles, tanto en un sentido vertical o de la conciencia de
sí, como en un sentido horizontal o conciencia Universal, como las resultantes del
trabajo que cada uno realice en virtud de las enseñanzas “vividas” por el Maestro
Hiram como luz guía. Literalmente, conciencia significa “conocerlo todo junto”. Por lo
tanto, el desarrollo en calidad de la conciencia significaría, finalmente, un
conocimiento holístico del hombre, en definitiva, el reconocimiento de la UNIDAD en
él y no sólo aquello que nos es permitido percibir por medio de nuestros sentidos.
Esto coliga, necesariamente, con la idea de cómo el TODO está UNO y a la

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comprensión de su igualdad, sólo que a una escala diferente, y de su indivisibilidad
más que por sí mismos. Numéricamente, si 1 representa a la UNIDAD y ∞ a la
infinitud del TODO o Divinidad, podría quedar expresado de la siguiente manera:

1 ∞
=1=
1 ∞
Sin embargo, mantener esta claridad es difícil aun para el Maestro aplicado. La
naturaleza del mundo dual en que nos desenvolvemos conspira, por así decirlo, con el
nivel de conciencia, por medio de lo captado por los sentidos, haciendo parecer que el
primer material elemental, que no fue sino el punto de partida de la idea en su tránsito
a la manifestación visible, es en sí mismo la causa de todo cuanto le sigue, en vez
que su efecto, cayendo en la confusión. Aquí, nos hemos perdido una vez más entre
la escuadra y el compás. Nuestra conciencia se ha adormecido. Es preciso encontrar
la forma de evitar que esto ocurra, debemos procurar la manera de mantenerla en el
estado de avance que ha alcanzado, es imperioso su seguro resguardo en un lugar
consagrado para aquello. He aquí la propuesta del IVº grado.

Cada uno de nosotros, en mayor o menor grado o por mayor o menor tiempo,
experimentó el desconcierto que produce la exaltación (al 3er y 4º grado), primero es
el producto de encontrarnos frente la falta de un elemento guía al que nos habíamos
acostumbrado en los grados inferiores, y luego por la amplitud y distanciamiento que
toma la UNIDAD, toda vez que creemos estar acercándonos a ella. El camino es
difuso, no se encuentra presente aquel “porta antorchas” y enfrentamos el reto de
continuar solos y en silencio con nuestra auto evolución, el maestro guía ha “muerto”
y solamente permanece en nuestra memoria una leve luz, la de su conducta
ejemplar. Pasamos de una dinámica de alta “compresión” a otra donde sólo sentimos
el “vacio” y comenzamos a transitar entre de la luz y la obscuridad continuamente, en
pocas palabras desorientados, perdidos. Es el comienzo inacabable de los ciclos de
redención, regeneración y resurrección.

Lo anterior debe ser así, ya que la conciencia no sólo debe despertarse y mantenerse
en este estado, lo cual ya es una tarea del todo difícil. Es preciso también que
realicemos grandes esfuerzos en alcanzar niveles superiores de ella y así intentar
comprender los grandes misterios de la existencia, que comienza con el proceso de
búsqueda de la UNIDAD. Esto, necesariamente, requiere de un despertar, es decir,
pasar de un estado de conciencia “ordinaria” a la conciencia de sí. Sólo en este
estado alcanzamos a vislumbrar la UNIDAD y junto con ello comienzan la
permanente e incansable lucha, compuesta de una serie de ciclos, que nos permitirán
ir hacia ella. Estos ciclos y repeticiones continuas o retrogradación, son precisamente
la manera de lograr un nuevo nivel de conciencia. Esto no sucede sólo, no ocurre si
nada hacemos. La conciencia ordinaria nos es dada, pero los niveles de conciencia

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superior deben lograrse, no ocurrirán solos con el devenir del tiempo. Por tanto,
como INICIADOS, sabemos que se debe realizar un trabajo voluntario, con celo,
fervor y constancia sobre los factores que limitan o impiden el desarrollo de la
conciencia, partiendo con nuestro sensualismo que distrae y aferra al o manifiesto.
Segundo, es la necesidad de un cambio en el sentido del YO y su relación con el
amor propio o Ego y, con ello, el reconocimiento de la UNIDAD. Finalmente, el
tercero y de mayor dificultad, corresponde a la necesidad de una nueva comprensión
del tiempo, que nos `permita desprendernos de la concepción ordinaria de él que lo
divide en antes, ahora y después.

Alcanzar un crecimiento cualitativo vertical de la conciencia, fincado en alcanzar el


nivel de SER del Maestro Hiram, tiene aparejado un efecto de crecimiento horizontal
que afecta a nuestro entorno cercano, conformando lo que podría llamarse conciencia
Universal. Esto, se puede asemejar a la onda que genera un cuerpo al caer en el
agua y que forma una serie de círculos concéntricos en expansión. Gráficamente,
cada círculo representa un nuevo nivel de conciencia adquirido.

De esta forma, cada nivel de conciencia alcanzado, dará paso a un nuevo ciclo y este
a un nuevo nivel de conciencia, desde la ordinaria a la del Gran INICIADO (Divina).
En cada caso, la percepción de las cosas será diferente e inherente al nivel de
conciencia alcanzado, tal como sucede al variar la escala de un plano. Conforme
cambia nuestra percepción o “escala” de las cosas, caemos en cuenta que cambia
también la “escala” de la UNIDAD y se genera la concepción de un tiempo “vivo”. Al
admitir la posibilidad de alcanzar niveles superiores de conciencia, junto con un grado
de experiencias relacionadas con estos, entonces, debemos asociarlo también a un

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nuevo entendimiento del tiempo conectado a ellas, lo que conlleva un cambio radical
en sus cimientos y su dinámica.

El proceso que va desde la conciencia ordinaria (aprendiz) a la conciencia cósmica


(compañero), es de tipo continuo y acumulativo, paso a paso, reflejado en el
desbaste y pulimentado de la piedra bruta, es decir, va de lo cognitivo a lo conductual,
forjado por el estudio ontológico y la gnosis. Si bien este proceso apunta de lleno al
plano esotérico, se encuentra ligado e influenciado por lo “conocido”, que deviene del
plano exotérico, estableciendo al símbolo como el único puente posible entre ambos
planos, como un elemento de apertura mental y abstracción.

No obstante, para alcanzar la conciencia Divina, el proceso continuo presenta severas


limitantes, puesto que este se basa en la experimentación, otorgada por nuestra
naturaleza sensorial y lo Divino escapa a ella. Para alcanzar este nivel superior de
conciencia, el proceso debe ser discontinuo, debe generarse un “salto” o exaltación
(ex = hacia afuera y altare = arriba) o más bien, el proceso consiste en una serie de
exaltaciones, lo que lo hace discontinuo.

Al exaltar, es necesario desprenderse de todo aquello que dio sustento, para poder
alcanzar una nueva base de sustentación y es, precisamente, en el momento en que
se produce este ”salto”, cuando ocurre o se provoca el desconcierto (o una serie de
desconciertos en cada exaltación). Primero, una fase de adaptación (a), luego la
desorientación y eventual decaimiento del nivel de conciencia (b) y luego, el despertar
que implica recobrar e idealmente superar el nivel inicial (c) para nuevamente exaltar.
Esto ocurre, ya que la razón cambia su función, de elemento guía de la conciencia,
pasa a ocupar el lugar de protectora de los efectos exteriores o exotéricos, es decir,
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procede en un sentido inverso, puesto que la razón puede únicamente tener
intercambio con la superficie exterior de las cosas, permitiendo a la conciencia la
libertad de expansión y comprensión activa de la verdad inmutable, que se
encuentra fuera del alcance la lógica o razón pura, se halla por encima de ella.
Por así decirlo, entramos en el campo de algo parecido a la lógica, pero que no es tal,
más o bien, corresponde a una lógica de orden superior que, desde una perspectiva
ordinaria, podría parecer ilógica y esto es motivo suficiente para que el misterio deba
ser guardado en secreto, lejos y seguro de la incomprensión o, como se señala en la
introducción al simbolismo del grado, al referirse a la BALAUSTRADA, dice:
“representa a la Razón, que protege a la Conciencia del funesto efecto que pueden
tener los factores negativos del mundo exterior”. Dentro de ella, queda albergado y
protegido el corazón del Maestro, en una clara alocución al centro emocional de
donde deviene el SER en su condición prístina. En otras palabras y desde una
perspectiva psíquica, es la fase positiva del centro intelectual la que debe proteger y
mantener la carga del centro emocional, que por naturaleza es positiva.

Como Maestros perdidos entre la escuadra y el compás, tenemos el deber, es decir,


estamos privados o carecemos de la capacidad, de mantener un nivel de conciencia,
lo que trastorna profundamente la posibilidad de alcanzar la conciencia superior.
Debemos entonces, procurar incrementar el nivel de conciencia o nivel de SER,
resguardar cada avance evolutivo evitando su pérdida o caída, en el sanctum
sanctorum o santuario interior del SER. A la vez, de mantener el secreto protegido
con la inquebrantable dureza de la llave de marfil. Primero, como custodios de la
tradición masónica o conciencia que da origen al SER del Maestro Hiram. Luego,
como custodios de nuestro propio nivel de SER y que se alimenta de ella.
Paralelamente, como custodios precursores de la conciencia Universal que de
nosotros trasciende. Los avances en el cumplimiento de los deberes, permitirán
sublimar nuestro SER, para lograr aproximarnos a la inmensidad de la UNIDAD, más
allá de los confines de nuestros sentidos, más allá de lo que creemos es nuestra
existencia, de ordinario confinada al corto período que llamamos vida, entendiendo el
término existencia como “estar fuera”, pero fuera del alcance de nuestro mundo
sensorial, más allá de la vida, puesto que nuestros sentidos solo muestran una parte
diminuta de la existencia, ella viaja por lugares que nos son desconocidos,
comprendiendo que la muerte, es solamente un hecho en nuestra realidad sensorial,
tanto por cuanto el Maestro Hiram existe aquí y ahora, en una realidad de orden
superior.

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CONCLUCIONES

Del trabajo se desprende que:

- La Orden Masónica, en virtud de la necesidad de evolución de sus adeptos y


conociendo la fuerza de los factores externos e internos de la naturaleza
humana, sabiamente propone la forma de proteger y mantener nuestro proceso
de auto evolución por medio de los grados superiores.

- Los deberes tienen como elemento común al SER como medio de


manifestación del nivel de conciencia que trasunta en lo conductual.

- El despertar de la conciencia para su desarrollo cualitativo, esto es, a niveles


superiores, responde a un proceso complejo que se finca, fundamentalmente,
en la voluntad.

- La conciencia ordinaria nos es dada, los niveles de conciencia superiores se


deben alcanzar y mantener protegidos de los factores externos (exotéricos), de
lo contrario, la regresión a niveles inferiores es inevitable debido a nuestra
naturaleza sensorial.

- Incrementar el nivel de conciencia nos permite aproximarnos a la UNIDAD y


comprender los grandes misterios de la existencia.

- Los deberes del Maestro Secreto son custodiar la tradición masónica reflejada
en la conciencia Divina del Maestro Hiram como Gran INICIADO, custodiar e
incrementar nuestra conciencia, en buscan de este ideal Masónico y, con ello,
custodiar e incrementar la conciencia Universal.

S E P
BIBLIOGRAFIA

- Guénon, R. (1932). Los Estados Múltiples del SER, 119 pág.

- Ouspensky, P. D. (1950). Un Nuevo Modelo del Universo, 388 pág.

- Ouspensky, P. D. (1954). La Conciencia., 91 pág.

- Ouspensky, P. D. (1950). Tertium Organum, 216 pág.

- Supremo Consejo del Grado XXXIII, (2012). Liturgia del Grado IV del REAA,
82 pág.

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