Está en la página 1de 32

UD 28. AL-ANDALUS: POLÍTICA, SOCIEDAD Y CULTURA.

INTRODUCCIÓN.

1. LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA.
1.1. LA CONQUISTA ISLÁMICA.
La crisis de la España visigoda.
El mundo islámico en el momento de la conquista.
La invasión.
La conquista.
Las debilidades de la conquista.
El retroceso en Francia.
1.2. EL EMIRATO DEPENDIENTE.
1.3. EL EMIRATO INDEPENDIENTE DE CÓRDOBA.
Abd-al-Rahman I.
Hisam I.
Al-Hakam I.
Abd-al-Rahman II.
La crisis de la segunda mitad del siglo IX: Muhammad I, Al-Mundir y Abd
Allah.
1.4. EL CALIFATO DE CÓRDOBA.
Abd-al-Rahman III.
Al-Hakam II.
Hisam II y Almanzor.
La crisis final.
1.5. LOS PRIMEROS TAIFAS.
1.6. LOS ALMORÁVIDES.
1.7. LOS SEGUNDOS TAIFAS.
1.8. LOS ALMOHADES.
1.9. LOS TERCEROS TAIFAS.
1.10. GRANADA.

2. ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA Y MILITAR.


Los emires y califas.
La administración. La Hacienda.
El ejército y la marina.

3. SOCIEDAD.
3.1. LA POBLACIÓN.
3.2. LA SOCIEDAD.
La estructura étnica.
La estructura religiosa.
La estructura social.
La conflictividad étnica, religiosa y social.
3.3. LA VIDA URBANA.
3.4. LA VIDA CAMPESINA.
4. ECONOMÍA.
Evolución.
4.1. ECONOMÍA AGRARIA.
4.2. EL COMERCIO.
4.3. LA ARTESANÍA.
4.4. LA MONEDA.

5. CULTURA.
5.1. LITERATURA.
5.2. FILOSOFÍA.
5.3. CIENCIAS.
Medicina.
Álgebra.

6. ARTE.
6.1. EPOCA OMEYA Y CALIFAL.
6.2. REINOS DE TAIFAS.
6.3. ALMORÁVIDES Y ALMOHADES.
6.4. EL REINO NAZARÍ.

7. INFLUENCIA DE AL-ANDALUS EN EUROPA.

INTRODUCCIÓN.
La UD estudia la evolución histórica de la España islámica, conocida como Al-
Andalus, entre 711 y 1492, sobre todo la gran época del emirato independiente y del
califato omeya de Córdoba. Se expone su estructura política, social y económica, en
especial la omeya, la más perfeccionada, y la cultura y el arte de todo este largo periodo.
La importancia del tema se fundamenta en que ocho siglos de historia de España
están determinados por la influencia del Islam, que pervivió incluso más tiempo en
múltiples aspectos en la España de la Reconquista, desde la cultura y el arte, la
propiedad territorial y el urbanismo, la estructura social y política.
Al-Andalus en 790, 900, 1150 y 1479.

Un resumen.
La invasión islámica de 711 fue un hito fundamental que marcó la historia de
España. Al-Andalus es el término usado por los árabes en la Edad Media para designar
la España musulmana; se relaciona con los vándalos y aparece muy temprano en los
textos, ya en 716.
La evolución de Al-Andalus estuvo sujeta a constantes luchas internas y
externas, e influyó en los reinos cristianos del norte de España y a través de estos en
Europa. Podemos diferenciar dos grandes periodos, a lo largo de ocho siglos: el
primero, hasta el siglo XI, es de predominio islámico; el segundo, hasta el siglo XV, es
de predominio cristiano.

1. LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA.
1.1. LA CONQUISTA ISLÁMICA.
La crisis de la España visigoda.
La España visigoda en 711 estaba sumida en una profunda crisis social y
política, lo que explica la debilidad de la resistencia visigoda a la invasión.
En lo social el Sur romanizado, con una economía relativamente próspera y una
sociedad urbana, contrastaba con el Norte bárbaro, con una economía pobre y una
sociedad rural. Visigodos, hispanorromanos y judíos estaban enfrentados. La masa de la
población estaba sometida a servidumbre o esclavitud. La contumaz nobleza visigoda se
rebelaba contra los sucesivos reyes, lo que forjaba un proceso de rápida feudalización
fragmentadora del poder.
En cuanto a la crisis política, a la muerte del rey Vitiza (710), el pretendiente
Rodrigo, duque de la Bética, consiguió el apoyo de parte de la nobleza para desposeer a
Akila, el hijo menor de Vitiza, y a partir de entonces, Akila y sus hermanos Olmundo y
Ardabasto, y su tío Oppas, conspiraron contra Rodrigo. Cuando llegó la gran invasión
en 711, el rey Rodrigo (710-711) luchaba contra una rebelión vascona en Pamplona.

El mundo islámico en el momento de la conquista.


El califato omeya estaba por entonces en un periodo de expansión hacia
Occidente. Los omeyas habían lanzado fuertes contingentes de beduinos árabes a la
conquista del Magreb, que fue muy dura y lenta (30 años) por la resistencia de las tribus
bereberes hasta que fueron dominadas por el gobernador Musa ibn Nusayr en 709.
Estaba disponible un fuerte ejército, henchido de triunfos, tentado de proseguir su
avance, nutrido por los veteranos árabes y ahora también por los bereberes recién
sometidos.

Mapa de la expansión del Islam.

La invasión.
Ya en 710 una expedición de 400 musulmanes al mando del bereber Tarik había
demostrado la debilidad visigoda y las grandes posibilidades de ganar botín. El mismo
año otra expedición naval saqueó las Baleares, una posesión bizantina muy alejada de
sus bases y sin guarniciones suficientes.
Al morir Vitiza en 710, el conflicto dinástico entre su sucesor Rodrigo y el
pretendiente Akila provocó que este pidiera ayuda a los musulmanes. Musa tenía interés
en enviar a los violentos bereberes a la Península para librarse de ellos y estos querían el
botín para compensar la ruina en que les había sumido la reciente guerra.
El general Tarik consiguió que le facilitara el paso del estrecho de Gibraltar el
conde Julián, que tal vez fuera el gobernador bizantino de Ceuta, pero que según las
fuentes árabes era un godo gobernador de Cádiz (Gadeyra o Al-hadayra), posiblemente
con la responsabilidad de la seguridad en el estrecho. Tarik llevó a Algeciras en abril del
711 un ejército de unos 7.000 hombres, la mayoría bereberes a caballo, que vencieron
sin dificultades a Rodrigo en la batalla del río Guadalete (julio de 711). El ejército
visigodo había llegado apresuradamente del norte y estaba compuesto en gran parte por
siervos mal entrenados y poco disciplinados, y además Tarik contó con el apoyo de los
vitizanos partidarios de Akila, que formaban las alas del ejército visigodo y
abandonaron al rey en plena batalla. Rodrigo parece que murió en el combate, aunque
algunas fuentes señalan su muerte años después en un combate cerca del Duero.

La conquista.

Mapa de la conquista islámica de la Península Ibérica.

Acto seguido, los invasores emprendieron la sistemática conquista de la


Península, dirigidos por Tarik y el gobernador de África, Musa, llegado muy pronto con
su hijo Abd-al-Aziz y grandes refuerzos, con los que el ejército musulmán ascendió
hasta 18.000 hombres. Los vitizanos, que todavía esperaban que los musulmanes se
retirasen pronto con su botín para después devolver el trono a Akila, y los judíos,
abrieron las ciudades a los invasores, salvo en Mérida, ocupada en 713 tras un largo
asedio.
Akila, mientras tanto, creó un reino godo vasallo en el Levante, desde Valencia
hasta la Septimania, pero hacia 720 pactó con los musulmanes quedarse con unas tierras
a cambio de su abdicación. Hacia 714-716 la lucha militar ya había concluido, excepto
en los refugios inaccesibles del Norte, demasiado pobre para interesar a los nuevos
señores. Un pequeño reino visigodo sobrevivió apenas unos años entre Cataluña y la
Narbonense.
Los musulmanes fueron recibidos sin resistencia por el campesinado, los
artesanos y comerciantes de las ciudades, y los judíos, en suma por todos los oprimidos
por los visigodos y que esperaban mejorar su condición. Muchos nobles visigodos,
como Todmir (Teodomiro) en Murcia, no huyeron sino que pactaron mantenerse en sus
territorios a cambio de sumisión política y ofrecer pagar impuestos y dar apoyo militar,
y la mayoría de los nobles se convirtieron muy pronto al Islam: por ejemplo, los Banu
Quasi, que serían casi independientes en Tudela durante los siglos VIII y IX, eran
nobles visigodos conversos.

Las debilidades de la conquista.


La conquista, empero, sufría unas evidentes debilidades: la escasa población
islámica para ocupar tan amplio territorio, la nula implantación en las zonas montañosas
sobre todo en el Norte, y las enconadas luchas entre árabes y bereberes e incluso entre
las distintas tribus de estas dos etnias.

El avance y el retroceso en Francia.


El impulso conquistador se extendió hacia Francia. Los ataques comenzaron
muy pronto, en 717, para eliminar a los últimos reyes godos, y saquearon el sur francés.
Siguieron las expediciones en los años siguientes, por los valles del Ródano y el
Garona, hasta llegar al Loira. Se conquistó la Narbonense y hacia 730 parecía que el
débil reino merovingio sería el siguiente en caer, pero su mayordomo (un cargo
equivalente a ministro principal) Carlos Martel derrotó a los árabes en la decisiva
batalla de Poitiers (732), donde el emir Abd-al-Rahman al-Gafiqui murió junto a la
mayoría de sus jinetes, lo que detuvo el avance musulmán e inició su retroceso, además
de servir de legitimación a la futura dinastía carolingia, que daría un emperador tan
famoso como Carlomagno, nieto del vencedor de Poitiers.

1.2. EL EMIRATO DEPENDIENTE.


El periodo del Emirato Dependiente del Califato de Damasco dura desde 711
a 756. A Musa ibn Nusayr le sucedió en 714 su hijo Abd-al-Aziz, que se casó con
Egilona, viuda del rey Rodrigo. Estableció numerosos tratados de capitulación con los
terratenientes visigodos (Todmir en Murcia, los Banu Quasi en Tudela y los hijos de
Vitiza en otros territorios), en los que se les reconocieron sus derechos de propiedad a
cambio del pago de una contribución territorial (jaray). Fue asesinado cuando, al
parecer, planeaba independizarse.
Le sucedieron 20 gobernadores, dependientes del emirato africano de Kairúan y
sólo a veces nombrados por los califas de Damasco, a lo largo de cuarenta años,
marcados por los constantes conflictos internos. Las pocas tierras que quedaban para
repartir entre los ocupantes árabes y bereberes debido a los pactos con los nobles
visigodos, y los conflictos étnicos explican las frecuentes luchas intestinas, con
numerosas rebeliones de cristianos, bereberes y árabes. Por ejemplo, la gran revuelta
bereber de 740 fue derrotada por los árabes con el apoyo de un ejército sirio de 7.000
hombres mandado por el quraysí Baly.

1.3. EL EMIRATO INDEPENDIENTE DE CÓRDOBA.


El periodo del Emirato Independiente se extiende entre 756 y 929, cuando fue
sustituido por el califato omeya independiente.
Abd-al-Rahman (731-788), un descendiente de los omeyas de Damasco que
habían sido exterminados por los abasíes en 750, llegó a Almería (755) tras pasar
grandes peligros, y acaudilló una coalición de los descontentos bereberes, yemeníes y
sirios contra el gobernador abasí Yusuf al-Fihrí. Venció en Alameda, cerca de Córdoba,
e instauró a los 25 años de edad el emirato omeya de Córdoba, declarado oficialmente
independiente en 773.

Abd-al-Rahman I.
Abd-al-Rahman I (756-788) fue independiente en lo político de Bagdad, pero
fiel a este en los temas religiosos, por lo que se limitó a titularse emir (príncipe).
Se apoyó sobre todo en la aristocracia siria quraysí y los clientes árabes de los
omeyas. Formó un ejército de mercenarios y luchó contra numerosas rebeliones de
cristianos, yemeníes y bereberes, y rechazó los intentos abasíes de recuperar Al-
Andalus. Fue el promotor de las primeras obras de la gran mezquita de Córdoba.
En su tiempo Carlomagno intervino para crear una Marca Hispánica al norte del
Ebro y apoyar las revueltas de los gobernadores fronterizos. Conquistó Gerona (785),
pero fue derrotado en Roncesvalles (787) por los hispanos del norte, que también
aprovecharon la debilidad omeya para avanzar hacia el sur.
Mapa del emirato de Córdoba en el siglo VIII.

Hisam I.
Le sucedió Hisam I (788-796), tras una guerra civil con su hermano Sulaiman.
Guerreó contra los cristianos y saqueó Oviedo. Adoptó la tradición de la escuela jurídica
malikí, muy conservadora.

Al-Hakam I.
Al-Hakam I (796-822) hizo frente a numerosas rebeliones, como la del arrabal
de Córdoba en 818, tras la cual numerosos rebeldes fueron exiliados a Fez y otros
conquistaron la isla de Creta, y la revuelta de Toledo, reprimida en la famosa jornada
del foso. Controló más estrechamente el valle del Ebro, donde se habían rebelado los
muladíes Bani Qasi.
Los cristianos se aprovecharon del desorden y avanzaron: Pamplona se
independizó (799), los asturianos tomaron Compostela (800) y los francos se
apoderaron de Barcelona (801).

Abd-al-Rahman II.
Abd-al-Rahman II (822-852), ante la inestabilidad política de su reino,
reorganizó la administración y prosiguió la lucha contra los rebeldes mozárabes,
muladíes y bereberes, así como de las ciudades de Mérida, Toledo y los ataques de los
cristianos del Norte. Asimismo repelió un feroz ataque normando a Sevilla (844). En su
tiempo surgió la crisis religiosa de los mártires mozárabes (850-862). Protegió las letras
y las artes, completando la primera ampliación de la mezquita de Córdoba.

La crisis de la segunda mitad del siglo IX: Muhammad I, Al-Mundir y Abd


Allah.
Sus sucesores, Muhammad I (852-66), Al-Mundir (866-888) y, Abd Allah (888-
912) padecieron numerosas y largas revueltas de los muladíes en las marcas fronterizas,
sobre todo en Zaragoza (los Banu Qasi), Mérida (Ibn Marwan), Toledo (en varias
ocasiones), Sevilla (se independizó brevemente en 890) y numerosas ciudades, así como
de los mozárabes en Andalucía, dirigidos por Ibn Hafsun. El país casi se desintegró
durante varios decenios en pequeños territorios cuasi independientes, mientras la
presión cristiana ocupaba el lado norte del río Duero. El único éxito destacable fue la
conquista de las Baleares (902).
Mapa del emirato de Córdoba en la segunda mitad del siglo IX.

1.4. EL CALIFATO DE CÓRDOBA.


Abd-al-Rahman III.
En medio de la gravísima crisis apareció un salvador: el emir Abd-al-Rahman III
(912-961) comenzó su gobierno sobre un territorio reducido apenas a la capital. Los
rebeldes dominaban el resto del país y el emir emprendió duras campañas que
extendieron su dominio por todo Al-Andalus, entre 916 y 932, tomando las plazas
rebeldes de Bobastro (928), Badajoz (930) y Toledo (932), mientras que en la lejana
Marca Superior reconocía a los gobernadores semiindependientes de Zaragoza, Tudela y
Huesca, a cambio de que le prestaran servicios fiscales y militares.
Se proclamó califa en 929, independizándose así por completo de Bagdad al
completar con un poder religioso su previo poder político. La unidad interior le permitió
entonces intervenir más activamente en el exterior, para lo que creó una gran base naval
en Almería e inició una política expansiva en el norte de África, ocupando Melilla en
927, Ceuta en 931 y Tánger en 951, en lucha contra el imperio fatimí que se había
separado a su vez del califato de Bagdad. Los fatimíes replicaron con el saqueo de
Almería en 955 y limitando el dominio omeya a aquellas plazas citadas.
También luchó contra los reinos cristianos en las líneas fronterizas del Duero y
los Pirineos. Venció en las batallas de Valdejunquera (920) y Pamplona (924), aunque
fue vencido en San Esteban de Gormaz (917) y Simancas (939), e intervino en la
política interna de León apoyando al pretendiente Sancho I.
La reforma monetaria, basada en el bimetalismo (dinar de oro y dirhem de plata
en una relación 1/10) y el comercio de oro con África a través de la ruta del Sudán,
acrecentaron el desarrollo económico y comercial y permitieron pagar la gravosa
política centralizadora y militarista. Al-Andalus era entonces una gran potencia del
Mediterráneo Occidental.
Córdoba era la mayor ciudad de Europa Occidental, comparada con exageración
por los escritores islámicos incluso con Bagdad. La parte central estaba protegida por
una muralla de 4 kilómetros de longitud, con siete puertas. En sus 29 arrabales vivían
entre 100.000 y 250.000 personas. Se amplió el patio y se erigió el alminar de la
mezquita, y se amplió el alcázar y se construyó la cercana ciudad-palacio de Medina al-
Zahara. Su escuela de medicina era la mejor de Europa.

Al-Hakam II.
Al Hakam II (961-976) era un califa muy culto, que reunió en Córdoba la mayor
biblioteca de Occidente. Su poder se expandió por el norte de África, lo que favoreció
una masiva inmigración bereber. En conjunto fue un gobierno de paz y prosperidad,
simbolizada en la bellísima segunda ampliación de la mezquita de Córdoba.

Hisam II y Almanzor.
Hisam II (976-1009) fue, por el contrario, un califa débil, sometido a la
autoridad del favorito, el hayib (primer ministro) Ibn Abi Amir, llamado Al-Mansur (en
castellano Almanzor, el Victorioso) desde 978, que construyó la ciudad palaciega de
Medina al-Zahira desde 979 y reorganizó el Estado para hacer la guerra: sus 53
campañas contra los cristianos le dieron un gran prestigio. Saqueó entre otras ciudades
Zamora (981), Barcelona (985), León (988) y Santiago (997). Murió en Medinaceli tras
la indecisa batalla de Catalañazor (1002). Pero la política belicista no había logrado
aumentar el territorio y agotó fiscalmente al Estado, aumentando demasiado la
importancia del ejército mercenario de bereberes y eslavos. Estos factores negativos
prepararon la crisis que llegó poco después.
Mapa del califato de Córdoba en 1002.

La crisis final.
A la muerte de Almanzor en 1002 sus dos hijos le sucedieron como visires,
primero Abd-al-Malik, que siguió sus triunfales campañas, y después Abd-al-Rahman
Sanchuelo, que asesinó (1008) a su hermano y consiguió que el califa le nombrase
sucesor al trono, lo que concitó la rebelión de los nobles omeyas, que le asesinaron.
Estalló una larga guerra civil (1009-1031), sucediéndose hasta siete califas omeyas tres
bereberes de la tribu hamudí, que sustituyeron al abdicado Hisam II, juguete de intrigas
entre todos los bandos y que murió en fecha incierta. A la muerte del último califa,
Hisam III (1029-1031), se abolió el califato y se consolidó la división del país en 1031.
Las ciudades palaciegas de Medina al-Zahara y Medina al-Zahira fueron destruidas en
esta época por los bereberes.

1.5. LOS PRIMEROS TAIFAS.


El periodo de los primeros Taifas dura entre 1010 y 1094 aproximadamente.
Los árabes, bereberes y muladíes organizaron numerosos Estados, llamados
Taifas (banderías o divisiones), de los cuales destacaron por su extensión y duración los
árabes de Sevilla y Zaragoza, los bereberes de Granada, Toledo, Badajoz y Albarracín,
los eslavos de Valencia (con una dinastía de descendientes de Almanzor) y Denia (que
comprendía las Baleares).
Mapa de los reinos de Taifas h. 1031.

El reino dominante fue el de Sevilla, dirigido por Al-Mutadid y su hijo, el culto


Al-Mutamid, hasta su deposición por los almorávides en 1091. La mayoría fueron
reinos prósperos y de gran nivel cultural, que imitaron la estructura política de Córdoba
aunque nunca se otorgaron la dignidad califal, pero su división y la falta de otra
legitimidad que la militar les llevó a sufrir constantes guerras civiles y entre sí por
alcanzar el predominio, lo que favoreció la expansión castellana desde el Norte, dirigida
sobre todo por el rey castellano-leonés Alfonso VI, que conquistó Toledo en 1085 e
impuso cuantiosos tributos a los musulmanes, las parias, a fin de mantener una precaria
paz.

1.6. LOS ALMORÁVIDES.


La creciente amenaza cristiana provocó la intervención de los almorávides, un
Estado del norte de África muy radical religiosamente, que derrotaton a Alfonso VI en
Zalaca (1086) y poco después eliminaron a los primeros Taifas. Comenzaron unos años
de rebeliones de la población musulmana contra los nuevos señores bereberes y de
luchas contra los cristianos. Pronto los almorávides recibieron la influencia de Al-
Andalus y perdieron su ardor bélico.

1.7. LOS SEGUNDOS TAIFAS.


La rebelión en el norte de África de los almohades, todavía más radicales, redujo
pronto el poder almorávide y permitió la aparición de los segundos reinos Taifas durante
unos pocos años, desde 1147 hasta 1172, en lucha contra los almohades que
progresaban desde el sur. Destacaron los núcleos de resistencia de Ibn Mardanis en
Valencia, Ibn Hamusk en Murcia y, sobre todo, de los almorávides Ibn Ganiya en las
Baleares, que pervivieron desde 1146 hasta 1205 e incluso llegaron a amenazar a los
almohades en África.
1.8. LOS ALMOHADES.
Los almohades desembarcaron en Al-Andalus en 1150 y se apoderaron del país
en la segunda mitad del siglo XII, con el fin de combatir la ofensiva cristiana.
Obtuvieron una gran victoria en Alarcos (1195) pero los almohades también recibieron
la influencia enervadora de Al-Andalus y comenzaron su decadencia. La lucha entre
Castilla, con Alfonso VII y VIII y los musulmanes se mantuvo empatada hasta la gran
batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que una cruzada aplastó definitivamente a
los almohades, que ya no se recuperaron.

Mapa de Al-Andalus en 1212-1240.

1.9. LOS TERCEROS TAIFAS.


Entre 1214 y 1224 aparecieron los terceros reinos Taifas, entre los que destaca el
de Granada bajo la dinastía nazarí, iniciada en 1238 por Muhammad I en las actuales
provincias de Almería, Granada y Málaga, con el título de sultán, el estatus jurídico de
los gobernantes nazaríes y no el de rey, un término propiamente cristiano.
Otros Estados importantes fueron los de Valencia, Murcia y Sevilla, que al final
se unieron con Ibn Hud hasta su asesinato en 1238, pero sufrieron la rápida ofensiva
cristiana, que los redujo en pocos decenios. En 1225 Fernando III de Castilla (en 1230
también rey de León, en una unificación que será definitiva) invadió Andalucía.
Córdoba cayó en 1236 y Sevilla en 1248, mientras Granada fue sometida a vasallaje. En
el Levante Jaime I de Aragón conquistó las Baleares: Mallorca en 1229, Ibiza en 1235 y
Menorca se sometió a vasallaje hasta su conquista definitiva en 1284; y conquistó el
territorio de Valencia en 1232-1250, e incluso Murcia, aunque la entregó a Castilla poco
después.
La lucha contra granadinos y benimerines continuó a intervalos hasta 1340,
fecha de la victoria cristiana del río Salado, y la posterior conquista de las plazas del
estrecho de Gibraltar.

1.10. GRANADA.
Granada, desde su constitución como reino en 1238, se convirtió en el último y
esplendoroso refugio de todos los musulmanes que huían de las tierras conquistadas por
los cristianos. Se mantuvo independiente hasta 1492 gracias, al principio, a la
aceptación de un vasallaje que incluía el pago de tributos y prestar ayuda militar a
Castilla, aunque hubo esporádicas alianzas con los benimerines con el fin de dominar el
estrecho de Gibraltar. La derrota del Salado (1340) puso punto final a estas pretensiones
y a su alianza con los benimerines, adoptando desde entonces una política de
aislamiento, que se benefició además de la crisis castellana entre 1348 y 1476 para
sobrevivir sin graves pérdidas territoriales.
Se calcula que en los 30.000 km² que tenía el reino granadino vivían unos
700.000 habitantes. Debido a la relativa gran densidad de población y la proximidad de
África, Granada se transformó en un gran mercado y en puerta de entrada de los
productos orientales en Europa y especialmente del oro procedente del Sudán. Los
genoveses controlaban su comercio exterior, que pasó sobre todo por el puerto de
Málaga.
El reino sufrió empero luchas intestinas, debido al poder de la nobleza territorial,
y esto debilitó su poder militar y precipitó el final en el reinado de Abulhasán, quien
padeció la división del reino en dos bandos, los zegríes y los abencerrajes, dirigidos
respectivamente por su hijo Boabdil y su hermano El Zagal. En 1478 la guerra con los
reyes de Castilla y Aragón, el matrimonio de Isabel I y Fernando IV, estalló cuando los
granadinos se negaron a pagar el tributo y tomaron Zahara, donde pasaron a cuchillo a
la población cristiana. Los cristianos reaccionaron tomando Alhama en el centro del
reino, lo que desencadenó una revuelta en Granada, que elevó al trono a Boabdil, en
áspera lucha con su tío El Zagal.

Mapa de la conquista cristiana del reino de Granada.


La guerra fue larga (1482-1492) y difícil. La primera fase (1482-1483) consistió
en simples guerrillas y golpes de mano. La segunda fase fue mucho más metódica en la
toma de las ciudades mediante sitios con abundante artillería, y se aisló progresivamente
la capital con la toma de Málaga (1487), Almería (1489), hasta llegar al largo asedio de
Granada (1489-1492), con cuya caída terminó en 1492 la conquista del último reducto
musulmán en la Península. Los musulmanes lograron en la rendición un acuerdo de
respeto de su religión y cultura, que a la larga no fue cumplido, pues en 1502 Cisneros
les obligó a convertirse o partir al exilio, naciendo entonces el problema de los
moriscos, los musulmanes convertidos exteriormente al cristianismo pero que
conservaban su religión, lengua y costumbres.

2. ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA Y MILITAR.


Este capítulo estudia el modelo omeya, el más representativo de Al-Andalus.
Los emires y califas.
El emir Abd-Al-Rahman II fue el más importante reorganizador de la
administración, implantando un modelo de centralización del gobierno.
Los emires controlaban inicialmente el poder político y militar, pero no el
religioso, que se reconocía al califa de Bagdad. Pero desde que el emir Abd-Al-Rahman
III se proclamó califa en 929, reunió el poder político, militar y religioso, sólo
mediatizado este por el Corán y la Tradición. No había un orden sucesorio establecido,
lo que provocó frecuentes guerras civiles y derrocamientos, y a la postre favoreció el
final de la dinastía omeya.

La administración.
Los altos cargos eran nombrados por el emir o califa.
El hayib era el primer ministro y los wasir eran los ministros (visires). Las
provincias tienen sus valíes (gobernadores) y había marcas militares gobernadas por
caídes (generales). También se llamaba cadíes a los jueces y administradores de las
ciudades. Los cargos locales de provincias y ciudades a menudo se rebelaron en
situaciones de crisis y consiguieron la independencia, como ocurrió con los reinos
Taifas.

La Hacienda.
La Hacienda se nutría del diezmo (limosna) de los musulmanes, y sobre las
poblaciones cristiana y judía (hasta su conversión) los impuestos personal (yizya),
territorial sobre la propiedad (jaray), sobre el ganado y los mercados (gabala). Al final
estos impuestos se extendieron sobre toda la población, al disminuir las rentas por la
conversión de la mayoría de los cristianos. Además había las rentas de las propiedades
del emir y el botín de las campañas (ganima).

El ejército y la marina.
El ejército era numeroso. Se distinguía el servicio voluntario para las guerras
santas (muy poco organizado y entrenado, su valor militar era escaso), un pequeño
ejército profesional destacado en las fortalezas de la frontera y el ejército acantonado en
Córdoba, formado por los mercenarios cristianos, eslavos y bereberes, que eran el
verdadero núcleo del ejército de campaña con Almanzor y serían la perdición del
califato a principios del siglo XI. El papel de los mercenarios creció más en los
siguientes.
La marina comenzó a formarse con Abd-al-Rahman II para combatir a los
piratas normandos, y alcanzó su cenit en el siglo X con Abd-al-Rahman III, contando
con puertos en Almería, Algeciras, Sevilla, Denia y Tortosa.

El poder religioso.
Los omeyas se apoyaron en la secta malakí, de credo ortodoxo y puritano, para
oponerse al califato abasí, más tolerante. La organización poco jerárquica del sacerdocio
musulmán y la multiplicidad de sectas, la mayoría radicales, favoreció la división
interna de Al-Andalus.

3. SOCIEDAD.
Nuevamente el modelo del periodo omeya es representativo de todo el periodo.
3.1. LA POBLACIÓN.
La población era de unos 7 millones de habitantes en el periodo más próspero,
en el siglo X, concentrada en los valles del Guadalquivir y Ebro, siendo las Mesetas
zonas bastante despobladas, especialmente la submeseta norte. En contraste, los reinos
cristianos, todos juntos, no debían tener más de medio millón de habitantes.

3.2. LA SOCIEDAD.
La estructura étnica.
El pueblo musulmán (al amma) reúne a todos los adeptos al Islam, sin establecer
diferencias étnicas y sociales, pero en la práctica hay una rígida separación.
La minoría árabe, organizada en tribus, se estableció en los latifundios del valle
del Guadalquivir y dominaba el poder político.
Los bereberes integraban la mayoría de los invasores y se establecieron en la
Meseta como ganaderos y como mercenarios en el ejército. Llegó una masiva
emigración bereber en el siglo X.
Los eslavos y otros grupos minoritarios, llegados como esclavos y a menudo
liberados después, ocuparon importantes cargos en el ejército y la administración. En
cambio, los esclavos negros libertos no consiguieron progresar, aunque eran importantes
demográficamente en algunas zonas como Huelva.
Los hispanovisigodos eran la inmensa mayoría, aunque divididos en conversos
al Islam (muladíes, mawlas o maulas) y cristianos (mozárabes).

La estructura religiosa.
La división en tres religiones irreconciliables en el fondo marcó el desarrollo de
la sociedad de Al-Andalus. Los primeros siglos fueron de aceptable convivencia, rota
desde el siglo XI. En 863, bajo Muhammad I, llegó a celebrarse un concilio conjunto de
las tres religiones.
Los musulmanes se dividían entre la minoría de origen árabe y los conversos
(los bereberes y los muladíes hispanovisigodos). En general trataron a los cristianos y
los judíos con gran respeto durante los primeros siglos, pues eran “gente del Libro” (la
Biblia), pero el fanatismo creció a partir del siglo XI, con la llegada de los radicales
almorávides y almohades, y se perdió la tradición de tolerancia.
Los judíos eran numerosos, sobre todo en las ciudades (Toledo, Córdoba,
Sevilla, Granada, Lucena, Zaragoza, Palma de Mallorca), y desempeñaban oficios
liberales, de artesanía, comercio, finanzas... Ocuparon importantes cargos durante los
periodos del Califato y los Taifas, pero sufrieron persecuciones religiosas también desde
el siglo XI, por el fanatismo de los almorávides y almohades, por lo que la mayoría
emigró a la España cristiana.
Los hispanovisigodos se dividieron en dos grupos, de acuerdo a su religión. El
grupo mayoritario al final fue el de los muladíes. Los mozárabes fueron bien tratados
en general, salvo cuando hacían proselitismo en público, lo que provocó algunos
martirios. Mantuvieron su fe cristiana, sus leyes y costumbres; pagaban un impuesto
personal (yizya) y un tributo territorial (jaray). Muchos se islamizaron en costumbres y
lengua, un primer paso hacia su posterior conversión al Islam.
En los territorios reconquistados por los cristianos los musulmanes se quedaron
a menudo como una población dominada, formando los mudéjares, más tarde llamados
moriscos. Al principio los reinos cristianos les respetaron, pero creció la intolerancia y
acabaron concentrándose en Valencia y Aragón, dedicados sobre todo a trabajos
agrícolas, artesanales y de albañilería.

La estructura social.
La estructura social reproducía en gran parte la anterior división étnica y
religiosa.
La aristocracia (jassa) era el pilar de la dinastía omeya y se reservaba los
mejores puestos de la administración civil y militar, así como el comercio y la
explotación de las mejores tierras, sin pagar impuestos.
La burguesía urbana estaba formada por comerciantes, artesanos, funcionarios...
Muchos eran judíos, eslavos y mozárabes.
La plebe urbana era la mano de obra y estaba formada por campesinos
emigrados, tanto muladíes como mozárabes.
El campesinado era el grupo mayoritario, dedicado a la agricultura, sobre todo
los muladíes y mozárabes, y a la ganadería lanar y caprina, en especial los pastores
bereberes.
Los esclavos tenían una condición social bastante aceptable porque podían
manumitirse si se convertían al Islam. Eran la base del poder militar del califa y los
provenientes de Rusia (eslavos, de donde viene la palabra esclavo) llegaron a fundar
reinos de Taifas en Valencia y Denia (que incluía Mallorca).

La conflictividad étnica, religiosa y social.


La aristocracia se dividía por su origen étnico en dos grupos históricamente
enfrentados: la nobleza de sangre árabe, descendiente de los primeros conquistadores, y
la nobleza de servicio formada por eslavos y bereberes, de origen posterior.
Los muladíes recién convertidos al Islam eran tratados como ciudadanos de
segunda y sometidos a la opresión fiscal, por lo que eran muy proclives a la rebelión,
bajo una legitimación religiosa y social.
La islamización de muchos mozárabes, al final del siglo IX, provocó que San
Eulogio de Córdoba encabezase un movimiento de oposición que proponía un retorno a
los principios cristianos y un rechazo de la orientalización, y los musulmanes
reaccionaron con condenas por los delitos de blasfemia a Alá y Mahoma, que
produjeron muchos mártires. Más tarde, los mozárabes sufrieron la represión de los
almorávides, hacia 1100, lo que forzó a la mayoría a emigrar al Norte cristiano, donde
repoblaron muchos territorios.
Además, los campesinos llegados a las ciudades no se adaptaban fácilmente a la
vida urbana. En suma, la pobreza y la marginación social explican la gravedad de los
problemas de delincuencia y bandolerismo que fueron endémicos en Al-Andalus en las
peores épocas de crisis.
Esta conflictiva división étnica y social, junto a los acontecimientos políticos (la
caída del Califato, las luchas de los Taifas, la Reconquista cristiana y las invasiones de
almorávides y almohades) explican en gran parte la decadencia de la sociedad
musulmana de Al-Andalus, incapaz de competir con unos reinos cristianos mucho más
homogéneos.
En el reino de Granada, en cambio, hubo una notable homogeneidad étnica y
religiosa, pues casi toda la población se había fusionado y era musulmana. Empero,
persistieron las diferencias tribales heredadas, lo que explica muchas de las guerras
civiles del reino nazarí.

3.3. LA VIDA URBANA.


Modelo de ciudad islámica con ciudadela en la parte superior, medina central y
arrabales.

El modo de vida islámico es predominantemente urbano, dedicada al comercio y


la artesanía. Muchas ciudades actuales conservan aún la caótica estructura urbana propia
de las ciudades islámicas. La cultura árabe fue el patrón de vida, aunque se hablaba por
lo general una lengua arábigo-romance, mezcla del árabe y del latín. Pero la mayoría de
la población era campesina y era proclive a la heterodoxia y la revuelta.
Las ciudades más importantes eran Córdoba, con unos 200.000 habitantes en el
siglo X (las fuentes escritas exageran su importancia), seguida a mayor distancia por
Sevilla, Málaga, Almería, Valencia, Zaragoza, Badajoz, Toledo, Murcia o Palma de
Mallorca (llamada Madina Mayurqa).
La ciudad se dividía en una medina central, a menudo protegida por una muralla
interior, y unos arrabales exteriores sin tanta protección. En la medina se hallaba la
mezquita principal (aljama), el alcázar militar y el zoco. En los arrabales se asentaban
por zonas los diferentes grupos sociales y étnicos.

3.4. LA VIDA CAMPESINA.


Después de los primeros años de liberación del campesinado volvió la
servidumbre, con una presión fiscal agobiante y muchos campesinos emigraron a las
ciudades.
La aristocracia árabe se apoderó de las mejores tierras abandonadas durante la
conquista y después de ella durante las guerras civiles y las revueltas. Muchos nobles
visigodos conservaron sus tierras y rentas al someterse. Las tierras abandonadas se
dividieron entre el Estado (1/5) que las explotaba o arrendaba, y los jefes conquistadores
(4/5), siendo explotadas por un régimen de aparcería, por el cual el cultivador (xaric)
entregaba entre 1/4 y un 1/2 al propietario (amir).
La mayoría de los campesinos eran muladíes y mozárabes, viviendo como
colonos, aparceros y pequeños propietarios.
Los bereberes vivieron sobre todo en las montañas, dedicados a la ganadería
lanar y caprina.

4. ECONOMÍA.
Evolución.
Hay tres etapas en la historia economía:
1) Una autarquía agraria, del 711 al 830, marcada por la ocupación de los
latifundios hispanovisigodos.
2) Un desarrollo de la economía comercial-monetaria, hasta el 1000, salvo
depresiones (880-925) ocasionadas por la interrupción de la ruta del Sudán.
3) Una etapa de decadencia, desde el 1000. Los pagos de las parias a los reinos
cristianos y el posterior dominio de los almorávides y almohades interrumpió la
prosperidad, recuperada al final en el pequeño reino de Granada.
Mapa económico de Al-Andalus en el siglo X.

4.1. ECONOMÍA AGRARIA.


La economía era fundamentalmente agraria.
Se basaba en la agricultura de secano de los cereales y el olivo, dedicando la
escasa vid a las pasas, y la agricultura de regadío, con magníficos sistemas hidráulicos
(canal y acequia son palabras árabes) y nuevos cultivos (arroz, algodón, naranjos,
limoneros, caña de azúcar).
La ganadería era extensiva, destacando la ovina, la caprina y la mular.

4.2. EL COMERCIO.
El comercio enriqueció a una minoría social, con una fuerte representación de
judíos bien relacionados en el resto del mundo musulmán. Los zocos urbanos y los
edificios dedicados al comercio (alcaicerías y alhóndigas) estaban repletos de tiendas y
talleres.
Al-Andalus era el puente entre el Islam y Occidente, con un activo intercambio
de artículos de lujo (seda, papel, armas, joyas, libros, especias), oro, plata, esclavos y
ganado. Los puertos más importantes eran Almería, la vecina Pechina (durante un
tiempo incluso fue una república marítima), Málaga, Sevilla, Valencia... Se exportaban
productos textiles a Egipto, a la Meca y al lejano Yemen, especialmente telas teñidas.
Era esencial su papel en la ruta del oro del Sudán, desde Tombuctú al
Mediterráneo, que pasaba a través de Al-Andalus a Europa. El comercio con Oriente fue
mucho más intenso en la época califal que durante las épocas de crisis de los siglos XI-
XIII y durante el periodo nazarí. No obstante, Granada continuó manteniendo una
importante actividad artesanal y comercial.

4.3. LA ARTESANÍA.
La artesanía era de una calidad excelente, especialmente en telas, curtidos en
piel y cerámica. La fama de las telas cordobesas y granadinas era reconocida y
apreciada por todo el mundo islámico. La industria naval (Almería) y de armas (Toledo)
era muy próspera.

4.4. LA MONEDA.
El sistema monetario omeya, un bimetalismo de dinares de oro y dirhems de
plata oros, se difundió por la España cristiana y por Europa, e incluso la reforma
monetaria de Carlomagno en 780 se basó en el dirhem cordobés. Abd-al-Rahman II se
vio obligado a acuñar feluses de bronce, lo que provocó una fuerte inflación, pero la
salud monetaria se recuperó en época de Abd-al-Rahman III, que promulgó su
monopolio de la acuñación al principio de su emirato en 912, con un bimetalismo de los
dinares de oro y los dirhems de plata, con una relación 1/10, y suprimió los feluses.
Perduró este sistema hasta el siglo XIII, cuando la ruta del Sudán se desvió en
parte hacia Egipto y en parte hacia Portugal y Genova, lo que disminuyó el suministro
de oro.

5. CULTURA.
5.1. LITERATURA.
Destaca, como en todo el Islam, la poesía, que pronto se arabizó por completo al
difundirse la lengua árabe y el Islam entre la población autóctona. Pero se conservó la
lengua romance, hablada por gran parte de la población mozárabe y muladí.
Las influencias literarias predominantes eran la cristiana y la oriental (el cantor
bagdadí Ziryab introdujo la moda abasí en época de Abd-al-Rahman II). Las bibliotecas
de Córdoba eran famosas. En la época califal el amor por los libros y la cultura elitista
llegó a su esplendor, con la biblioteca de Al Hakam II y su círculo de intelectuales, casi
todos poetas, Al-Gazal, Ibn Darray, Ibn Hayyam, Ibn Suhayd e Ibn Hazm, autor del
célebre El Collar de la Paloma, un poema-tratado del amor. Entre los historiadores
destacan Ahmad al-Razi, con Crónica del moro Rasís, y Al-Jusaní, con Historia de los
jueces de Córdoba.

5.2. FILOSOFÍA.
La ortodoxia de la secta de los malakíes explica que la filosofía apenas se
desarrollará en la época omeya. Pero a partir del siglo XI se difundió con fuerza.
Destacan Ibn Musarra y, sobre todo, Averroes (Córdoba, 1126-Marraquech, 1198), que
fue médico (discípulo de Abentofail), astrónomo, jurista y filósofo; concilió la teología
islámica con la filosofía aristotélica en Comentarios a Aristóteles y otras obras, e
influyó mucho en Europa; como médico escribió las Generalidades.
El filósofo judío Maimónides (Córdoba, 1135-El Cairo, 1204), tuvo que
abandonar la península por la intransigencia religiosa de los almohades. Escribió
la Guía de los perplejos, conciliando la filosofía de Aristóteles, los neoplatónicos
griegos y árabes y la religión judía. Se dedicó a la medicina, llegó a ser médico de la
corte de Saladino y redactó numerosos tratados de ciencia médica,
destacando Aforismos y Tratado de dietética e higiene.

5.3. CIENCIAS.
Fue extraordinario el desarrollo científico: medicina, álgebra, astronomía
(Tablas Toledanas de Azarquiel), agricultura (Libro de agricultura de Ibn Wafid)... Las
fuentes fueron las traducciones del griego y la experimentación.

Medicina.
Destacan Abentofail, Abulcasim (autor de la Cirugía), Aban Choco, Al-Zarahwi.
Médicos y los filósofos Averroes y Maimónides. La mayoría de los médicos eran
judíos.

Álgebra.
Las matemáticas sufrieron la oposición religiosa de los juristas ortodoxos de
Córdoba. Destacan Ibn Nasar (Libro de las dimensiones desconocidas), Maslama ibn
Al-Kasim y Abderramán Ibn Ismail (un compendio del Organon de Aristóteles).

6. ARTE.
El arte islámico es de procedencia oriental, aunque en Al-Andalus está marcado
por las influencias visigodas, como el arco de herradura, y romanas. Debido a las
creencias religiosas contrarias a la figuración tuvieron escasa importancia las artes
plásticas de la pintura y la escultura, pero en cambio destacan las artes decorativas, en
las que predomina la decoración geométrica (alicatado), vegetal (ataurique) y escrita
(cúfica).
El urbanismo es típico del Islam, de trazado irregular y espacios intimistas. La
arquitectura es el arte más importante y se concentra en mezquitas y palacios, con
elementos característicos de Al-Andalus: columna, arco de herradura, bóveda de arista,
cúpula. Los materiales son pobres. Destacan los jardines y patios con estanques.

6.1. EPOCA OMEYA Y CALIFAL.


Destaca la mezquita de Córdoba, una obra maestra del Occidente islámico. Su
obra evolucionó a través de la historia: Abd-al-Rahman I la construyó sobre la antigua
iglesia visigoda de San Vicente, según el modelo sirio, aunque con una superposición de
arcos típicamente andalusí. Hisam I edificó el primer alminar. Abd-al-Rahman II hizo la
primera ampliación de la sala de oració. Abd-al-Rahman III realizó el nuevo alminar, la
ampliación del patio y la reforma de la fachada al patio. Al-Hakam I consiguió la más
importante y bella ampliación y Almanzor culminó la última ampliación, la más grande
pero la menos bella.

Ampliación de Abd-al-Rahman II en la mezquita de Córdoba.

Cerca de Córdoba se fundaron dos ciudades-palacio. La de Medina-al-Zahara es


un recinto amurallado, dotado de acueducto, puentes, alcazaba y una zona palaciega. De
la otra gran ciudad palaciega, Madina-al-Zahira, apenas queda nada.

6.2. PRIMEROS REINOS DE TAIFAS.


Predomina la arquitectura defensiva, aunque también tenemos hermosos baños y
la Aljafería de Zaragoza.

6.3. ALMORÁVIDES Y ALMOHADES.


Destacan sus obras en Sevilla, con las murallas, la Mezquita, la Giralda, la Torre
de Oro y el Alcázar.
Giralda de Sevilla, el minarete de la mezquita.

6.4. EL REINO NAZARÍ.


Destacan dos obras magnas: la Alhambra, un gran conjunto palaciego que es el
mejor modelo islámico de su época, y el Generalife, un jardín islámico con pabellones.
La Alhambra se organiza alrededor de dos partes fundamentales: el cuarto de Comares y
el cuarto de los Leones, con dos grandes patios ajardinados que comunican con salones,
baños, miradores... profusamente decorados con mocárabes de yesería y cerámica
vidriada.

Alhambra de Granada.
7. INFLUENCIA DE AL-ANDALUS EN EUROPA.
Al-Andalus fue el puente comercial con la Europa cristiana para muchos
productos del Islam, desde el oro subsahariano que activó el comercio en el Románico,
hasta los esclavos y los objetos de lujo, pasando por los nuevos cultivos de hortalizas,
cítricos y frutales.
En la cultura transmitió las mayores obras clásicas de la Antigüedad, a través de
las traducciones al árabe. En las ciencias su influencia en la medicina, el álgebra, la
química... fue determinante. El arte islámico se difundió asimismo en el arte mozárabe y
el mudéjar en la España cristiana y parece probable que la cúpula califal y la bicromía
de las dovelas de los arcos islámicos influyeron en el románico, así como el arco
apuntado llegó al gótico europeo a través de los modelos de Al-Andalus y el norte de
África.

BIBLIOGRAFÍA.
Documentales.
Serie Memoria de España. RTVE. [www.rtve.es/alacarta/videos/memoria-de-
espana/]: El Islam y la resistencia cristiana. / La disgregación del Islam andalusí.
Libros.
AA.VV. Cuadernos de Historia 16: nº 21. Así nació el Islam. nº 25. Los Omeyas.
nº 29. Los Abbasíes. nº 33. El Islam, siglos XI-XIII. nº 41. La disgregación del Islam. 31
pp. cada uno.
Arié, Rachel. España musulmana (siglos VIII-XV). 1983. 558 pp. Vol. III. en
Tuñón de Lara, Manuel (dir.). Historia de España Labor. Labor. Barcelona. 1980. 14
vols.
Barkai, Ron. Cristianos y musulmanes en la España medieval (El enemigo en el
espejo). Rialp. Madrid. 1984. 301 pp.
Bosch Vilá, Jacinto. Los almorávides. Universidad de Granada. Granada. 1998.
362 pp.
Chejne, Anwar G. Historia de la España Musulmana. Cátedra. Madrid. 1980.
432 pp.
Collins, Roger. España en la alta Edad Media. Crítica. Barcelona. 1986 (1983
inglés). 387 pp.
Collins, Roger. La conquista árabe 710-797. Vol. III. 214 pp. en Lynch, J.
(dir.). Historia de España Crítica. Crítica. Barcelona. 1991.
García de Cortázar, J.A. La época medieval. Vol. II. 570 pp. en Artola, M.
(dir.). Historia de España Alfaguara. Alianza. Madrid. 1973.
González Palencia, Ángel. Historia de la España Musulmana. Labor. Barcelona.
1932 (1ª 1925). 224 pp.
Greus, Jesús. Así vivían en Al-Andalus. Anaya. Madrid. 1988. 96 pp.
Guichard, Pierre. Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad
islámica en Occidente. Barral editores. Barcelona. 1976. 616 pp.
Ladero Quesada, Miguel Ángel. Granada. Historia de un país islámico (1232-
1571). Gredos. Madrid. 1969. 198 pp.
Lévi-Provenzal, Evariste. La España Musulmana. Espasa-Calpe. Madrid. 1996.
838 pp.
Martín, José Luis. La Península en la Edad Media. Teide. Barcelona. 1976. 967
pp.
Mitre, Emilio. La España Medieval. Istmo. Madrid. 1979. 392 pp.
Reilly, Bernard. Cristianos y musulmanes 1031-1157. Vol. VI. 300 pp. en Lynch,
J. (dir.). Historia de España Crítica. Crítica. Barcelona. 1992.
Watt, William Montgomery. Historia de la España Islámica. Alianza. Madrid.
2001 (1970). 209 pp.

PROGRAMACIÓN.
AL-ANDALUS: POLÍTICA, SOCIEDAD Y CULTURA.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
ESO, 2º ciclo.
Eje 2. Sociedades históricas y cambio en el tiempo. Bloque 4. Sociedades
históricas. Núcleo 3. Las sociedades medievales.
- Al-Andalus y los reinos cristianos en la Península y otros territorios españoles
actuales. Religiones y culturas cristiana, islámica y judaica en la España medieval.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con los temas de Educación Moral y Cívica, Educación para la Paz.
TEMPORALIZACIÓN.
Cuatro sesiones de una hora.
1ª Documental. Diálogo, con evaluación previa. Exposición del profesor.
Cuestiones.
2ª Exposición del profesor. Cuestiones.
3ª Exposición del profesor, de refuerzo y repaso. Esquemas, mapas, línea de
tiempo, comentarios de textos.
4ª Exposición del profesor, de refuerzo y repaso. Esquemas, comentarios de
textos, cuestiones planteadas por profesor.
OBJETIVOS.
Conocer la civilización islámica en su primera época de formación y expansión.
Interesarse por otras civilizaciones.
Realizar esquemas, comentarios de textos, mapas históricos.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
La civilización islámica en España.
La conquista y el periodo dependiente de Damasco.
El emirato y el califato omeya de Córdoba. La crisis.
La desintegración de la unidad en los reinos de Taifas.
El periodo almorávide-almohade.
El reino nazarí.
El Estado de Al-Andalus en época omeya.
La sociedad y la economía.
La cultura y el arte.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la información: realización de esquemas del tema.
Explicación multicausal de los hechos históricos: en comentario de textos.
Indagación e investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias,
manuales, monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Tolerancia y solidaridad.
Valorar la solución pacífica de los conflictos nacionales.
METODOLOGÍA.
Metodología expositiva y participativa activa.
MOTIVACIÓN.
Un documental sobre la Córdoba omeya.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor del tema.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de una línea de tiempo sobre el proceso.
Realización de una pirámide social sobre la sociedad islámica y explicación.
Comparar con la pirámide de la sociedad romana.
Realización de esquemas sobre los apartados.
Glosario de los términos más importantes: emirato, califato, taifas, árabe,
mozárabe, muladí, bereber...
Realización de mapas sobre la expansión del Islam en España y sobre su
decadencia.
Comentarios de textos sobre la religión, sociedad y cultura islámicas, como la
ciudad de Córdoba, la condición de la mujer o la descripción de Al-Zuhri de las
Baleares.
Hacer un pequeño trabajo de indagación, con una síntesis escrita, sobre la
islamización de las Baleares.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo.
RECURSOS.
Presentación digital con esquemas, textos, imágenes y mapas.
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
Documental.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua. Se hará especial hincapié en que se comprenda la relación
entre los procesos de Al-Andalus y del resto del Islam, y de la España cristiana.
Examen incluido en el de otras UD, con breves cuestiones y un comentario de
texto.
RECUPERACIÓN.
Entrevista personal con el alumno.
Realización de actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación (junto a las otras UD).

También podría gustarte