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2) El segundo nivel comprende a aquellos estudiantes que sin tener clara una
identidad cristiana y/o católica aún, están en “búsqueda” de respuestas a
preguntas fundamentales o existenciales. Manifiestan cierta apertura a
hablar del tema religioso o sagrado. Podríamos decir que son aquellos que
están en el “umbral de la fe”.
3) Por último, los que están ubicados en el tercer nivel son aquellos que quieren
“profundizar” su fe o su identidad religiosa porque están más conscientes de
pertenecer a una Iglesia y de sentirse cristianos en medio de los demás.
Para cada uno de estos grupos se necesita saber de qué modo cada una de las
cuatro áreas de la fe puede responder a preguntas existenciales, espirituales o
temáticas que están en consonancia con la situación personal, religiosa o
cristiana. Cada grupo tiene diversos temas e inquietudes que solucionar. Es tarea
del docente descubrir esos lenguajes para iniciar un camino de crecimiento que
les permita pasar de lo existencial a lo religioso; y de lo religioso a lo cristiano.
Revisemos de qué modo se puede dar esto:
a) Los del primer grupo están centrados más bien con la contingencia o el diario
vivir y, por lo tanto, de realidades muy básicas a las cuales quieren responder.
Aquí el lenguaje debe evitar ser muy doctrinal. Las temáticas de las cuales
parten son, sobre todo, de su entorno inmediato y responde a intereses
secularizados. El área testimonial, en este grupo, debe partir de verdades
científicas y del acervo cultural. Tales como el misterio de la vida que va más
allá de lo material y de lo cuantificable; la realidad del bien y del mal y su
difícil discernimiento; la ética social; la ética sexual; la pobreza y el hambre;
los descubrimientos científicos; las tecnologías de información y
comunicación; etc. En cuanto al área celebrativa, los temas que se pueden
tocar son la celebración humana en sus diversas facetas: las fiestas, la
diversión, los aniversarios, etc. El área de lo comunitario puede comenzar a
desarrollar temas como la relación con los demás, el interés por ayudar a
otros, la socialización juvenil que se expresa a través de tribus urbanas o de
grupos que giran en trono a un interés mutuo. Y, por último, el área servicial,
que parte de la acción humana que busca un objetivo específico como puede
ser: la defensa ecológica, la preservación de alguna especie, obras de
solidaridad o de trabajos voluntarios, etc.
Todos estos temas pueden ser puntos de partida para aquellos niños y
jóvenes que tienen una actitud desconfiada de lo religioso o de lo cristiano o
que pueden criticar tales opciones como algo impuesto y arbitrario, toda vez
que no han podido, o no han querido, iniciar un proceso de desarrollo religioso
y espiritual.
b) Para los del segundo grupo cada área de la fe toca la sensibilidad religiosa y el
interés por abrirse a conocer este Dios que lo inquieta y le fascina. Con estos
alumnos es posible emplear un lenguaje más religioso, simbólico y analógico
de las realidades sagradas con respecto a las situaciones de vida que le toca
vivenciar. Cada área de la fe tiene el desafío de responderle al estudiante sus
cuestionamientos y darle un sentido trascendente y una mirada religiosa a la
cotidianeidad que le toca vivir. El área testimonial toca temas del hecho
religioso, tales como: lo sagrado, la divinidad, el poder de Dios, la necesidad
de comunicarnos con él, el sentimiento religioso, la acción de Dios en el
mundo, etc. El área celebrativa toca la expresión del agradecimiento a Dios,
los momentos festivos relacionados con el tiempo sagrado, los gestos,
palabras y objetos del culto religioso dado a Dios, etc. El área comunitaria se
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c) A los que están en el tercer grupo cada área de la fe les debe ayudar a
consolidar su fe y lograr una identidad cristiana. Para estos estudiantes el
profesor puede emplear un lenguaje directo y en coherencia con las
enseñanzas de la Iglesia, mediante la interpretación de la Sagrada Escritura,
los textos del magisterio de la Iglesia y la experiencia de fe que vive la
comunidad cristiana local. Pero sin olvidar que se trata de un contexto de
educación religiosa escolar y no de catequesis. Lo cual implica necesariamente
el dialogo interdisciplinar, el acento cultural y el carácter curricular en una
propuesta evangelizadora que hace consciente el llamado de Jesucristo y la
respuesta en la fe que busca dialogar con la cultura. De este modo, el área
testimonial tratará temas tales como: el significado del misterio pascual en la
propia vida, el modo cómo Dios actúa en el mundo de acuerdo al depósito de
su Revelación que la Iglesia reflexiona con fidelidad, el sentido de la vocación
cristiana a la luz de la llamada de Jesús a ser sus discípulos, la misión que
tienen los cristianos de construir visiblemente el reinado de Dios, etc. En el
área celebrativa tratará de la liturgia eclesial, el sacramento de la Eucaristía
como cumbre y fuente de la acción de la Iglesia, la gracia de Dios que otorgan
los sacramentos, etc. El área comunitaria, tratará los contenidos de la Iglesia,
la acción del Espíritu Santo en la tradición eclesial, el mandamiento del amor
expresado en las comunidades cristianas locales, la fidelidad al magisterio
eclesial representado en el obispo diocesano y el Papa, etc. Por último, el área
de servicio, que se expresa en la vivencia de la caridad cristiana, en la
promoción de la persona humana necesitada viendo a Cristo mismo que sufre
hoy, la acción solidaria que brota de las enseñanzas del Jesús en el evangelio,
especialmente la del buen samaritano, etc.
Como vemos, a través de esta mirada de las áreas de la fe y los diversos grupos
de estudiantes, se pueden crear clases muy significativas y motivadoras para
caminar hacia el logro de una identidad religiosa y cristiana. Esto permite que el
profesor descubra la necesidad de desarrollar competencias para:
Daniel Morales F.
Diciembre de 2018