Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Origen - Cuento
El Origen - Cuento
Fue un día en particular cuando dejaste de considerarnos una.
Salí al mundo de forma individual, volví a nacer separada.
Me acuerdo bien, se acercaba Rosh Hashaná.
Tomaste la decisión: agarraste la tijera y así, de golpe, sin previo aviso escindiste el cordón
que nos unía.
Me desesperé de inmediato. Estaba sumergida en la profundad más inmensa que pudiera
imaginarse. Hundida en el abismo.
El mundo giró por completo; la tierra ya no estaba en los pies y el cielo parecía no tener
cabeza.
Todo era blanco o brillante o azul. Todo era… ¿cómo era?
Todo era... nuevo.
Súbitamente t odo fue nuevo.
No sé en qué momento ocurrió. ¿En un abrir y cerrar de ojos?
Un destello, una explosión a lo mejor hizo que se desencadenara...
Inmediatamente fui consciente de mi cuerpo.
¿ Mi cuerpo?
Fue la primera vez que experimenté uno de mis sentidos, bueno, si se le puede decir de
alguna manera a eso que me pasó.
Mi estómago se movilizó violentamente, tratando de excitar algo.
Tuve ganas de vomitar, de volver a mi lugar de tranquilidad, de entrar nuevamente al
espacio de donde había salido.
¿Acaso ese dolor lacerante en el pecho en el centro de mi cuerpo, esa herida latiendo al
rojo vivo en la boca del estómago, acaso eso era una percepción de mi propio ser ?
Contemplé la posibilidad de que me estuvieran dando una oportunidad. De probar algo
nuevo.
Pero no la pedí. ¿Por qué me la darían? Nadie tampoco me preguntó.
Quise gritar: DEVUÉLVANME A MI LUGAR DE ORIGEN, pero no supe cómo hacerlo.
Nunca pensé que podía abandonar ese momento tan propio.
Por favor: devuélvanme traté de suplicar.
No soporto esta nueva sustancia que toca mi cuerpo...
Nunca pensé que tuviera que irme...
Nunca se me ocurrió que hubiera algo más allá...
Hasta que decidieron por mí: me echaron.
Algo me quemó los ojos, me dejó un abertura circular. Aquello que entraba se extendió al
resto del cuerpo.
El mismo elemento que primero tocó mi piel, ahora ingresó por la nariz. Se esparció dentro
mío. Bajó por la garganta hasta llegar a una encrucijada donde debía elegir un camino o el
otro, derecha o izquierda...No es que ésto importara demasiado, al fin y al cabo, los dos
conducen al mismo sitio.
Así, el organismo entero en ebullición. Irrumpió con furia el torrente sanguíneo. Comenzó la
oxidación.
Irene Ostropolsky
Mendoza
Iom kipur de 5.777