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Moustapha Safouan nació en

Egipto y cursó estudios


superiores de Filosofía en la
Universidad de Alejandría.
Psicoanalista, tradujo al árabe
La interpretación de los sueños
de Freud.
Es uno de los más destacados
discípulos de Lacan, con quien
realizó un análisis de control
durante quince años. Vive y
trabaja en París desde 1959.
Algunas de sus obras ya
publicadas en castellano, son:
"El estructuralismo en
psicoanálisis" en ¿Qué es el
estruduralismo?; Estudios sobre el
Edipo; La sexualidad femenina;
El inconsciente y su escriba;
El fracaso del principio del placer;
Jacques Lacan y la cuestión de la
formación de analistas y
La transferencia y el deseo del
analista.
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MOUSTAPHASAFOUAN

LA PALABRA
OLA MUERTE
¿Cómo es posible
una sociedad humana?

Traducción: Graciela Klein

EDICIONES a DE LA FLOR
Colección Inconsciente y Cultura Preliminar
dirigida por Silvia Fendrik

Título del original francés: La Parole ou la Mort


© 1993 Editions du Seuil, París, Francia

Se puede leer este libro como un desarrollo


que sigue el orden de las ideas, donde cada ca-
pítulo conduce a una pregunta que remite al ca-
pítulo siguiente, hasta la conclusión. Pero tam-
bién se puede comenzar por un capítulo a elec-
ción o bien abriendo el libro en una página
cualquiera; incluso, al lector que le resulten
áridas o pesadas las discusiones lógicas le acon-
sejaría que lea el primer capítulo al final. Si
quiere conocer de entrada el nudo psicoanalíti-
co que inspira el contenido del libro, que empie-
ce por la Retrospectiva; si prefiere tener una
idea previa del conjunto, el Posfacio hará las
veces de introducción; por su parte, al lector
que se interese ante todo por lo que un libro
Tapa: Pablo Barragán aporta, qué justifica su publicación, le sugiero
que se remita a las últimas páginas, "Más allá
de la sociedad".
© 1994 by Ediciones de la Flor S.R.L., Porque esta obra no sólo es circular, ade-
Anchoris 27,Buenos Aires, Argentina más, comienza por el sujeto, en la medida en
para la edición en castellano y sobre la traducción. que éste no se deja reducir a la intención de co-
Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723 municación así como tampoco es depositario de
significaciones ocultas, y finaliza con el mismo
Impreso en Argentina
Printed in Argentina sujeto en la medida en que el concepto bíblico
de Alianza, berit, nos proporciona la metáfora
ISBN 950-515-379-1 más adecuada de su constitución como sujeto

7
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del deseo. Entonces, más allá de esa circulari- lista o analizante, vuelva sobre lo que ha dicho,
dad, digo, se puede considerar el camino reco- en el sentido de negar haberlo dicho, etcétera.
rrido por el libro como una serie de perspecti- Pero mientras esas reglas fueran respetadas,
vas centradas en su totalidad alrededor de dos armabais vuestro juego. Me diréis: "El candida-
preguntas gemelas : a) ¿Qué constituye la uni- to ya conocía esas reglas de antemano, entonces
dad de una sociedad? -pregunta que algunos ¿qué le quedaba por aprender? ¿Dónde estaba
autores contemporáneos intentan responder el deseo de La can, que lo si tualp en posición de
mediante la combinación del homo reconomicus supervisor?". La respuesta es que ponía ese de-
de Bentham con el homo sociologicus de Durk- seo a vuestro servicio: sólo se movilizaba en
heim;I b) ¿Qué hace que a pesar de esa unidad, respuesta a vuestras preguntas -en el caso de
por fuera de la cual parece sin embargo que la que tuvierais el deseo de aprender no lo que de-
vida humana no sería posible, vivamos -al bíais hacer sino lo que hacíais. Lo que equivale
decir de Conrad- como soñamos: solos? pre- a decir que mucho antes de dar la fórmula del
gunta que se responde con bastante desacierto deseo, Jacques Lacan sabía servirse de él como
mediante la apelación a los sacrificios que la de una x. Por otra parte, cabe observar que el
cultura impone al individuo y a las represiones candidato conocía también las reglas de lo "co-
que ella dicta. En lugar de anticipar desde el rrecto". Dado que, por lo general, el didacta era
comienzo mis respuestas a esas preguntas pre- alguien que publicaba, enseñaba y tomaba la
fiero limitarme a indicar su origen. palabra en los congresos, el candidato que le
Como analista de control o supervisor, Jac- hacía la demanda de control ya estaba al tanto
ques Lacan tenía un método que le era particu- de ellas. Y esto no dejaba de producir, en el me-
lar. Los otros didactas tenían una concepción jor de los casos, un efecto de censura; en el
bastante simple, por no decir bastante natural, peor, el exceso de celo en el conformismo.
de su trabajo : estaban ahí para enseñaros cómo En consecuencia, las preguntas "idiotas" le
conducir correctamente un análisis. Para Lacan estaban reservadas a Lacan. Así, en una oca-
no existía esa distinción entre lo que es correc- sión l ~ormulé la pregunta : "Señor, ese joven
to y lo que no lo es. Por supuesto, había ciertas (el "paciente" del que debía ocuparme) viene a
r~glas de j_uego: la de la asociación libre; o la de verme tres o cuatro veces por semana, me cuen-
la abstinencia, que nos prohibe recurrir -al ta historias de nunca acabar, me paga y se va.
menos de modo sistemático- al apaciguamien- ¿Qué tengo para darle a cambio?" Respuesta :
to para poner dique a una angustia o para cal- ,"¡Su silencio!" Una respuesta semejante no os
mar una culpabilidad; o también esa otra que deja, después, igual que antes. Lo que para vo-
establece gue ninguno ~e los parte-naires, aña- sotros era perplejidad, cuando no angustia, se
transforma, como por arte de magia, en un
1 Cf. Elster, J ., The Cement of Society, Cambridge, bien, hasta en una herramienta. Por lo tanto,
Cambridge University Press, 1989. agregaría que lo menos que puede esperarse de

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un alumno de Lacan es que no permanezca, co- me explayado lo suficiente acerca de las razo-
mo Alcibíades, hechizado por la "magia" del nes de la sacralización que un pueblo confiere a
maestro, de Sócrates. Porque esa "magia", como las raíces de su identidad.
toda magia, no es sino la del verbo, y en efecto, He redactado la Retrospectiva en respuesta
se reduciría a una verdadera magia si no estu- a la invitación que me hiciera E. Malet para
viera guiada por una dialéctica, que al mencio- contribuir al número de Passages en torno del
nado Alcibíades le hubiera convenido apren- tema "¿Hay que quemar a Lacan?" (setiembre
der ... Pero es sabido que tenía muchas otras de 1993). Y el Posfacio, con motivo de una reu-
ocupaciones. nión que organizara gentilmente Michelle Fer-
Es en esta vertiente que le formulé a Lacan rradou en La Terrasse de Gutenberg sobre este
la siguiente pregunta, cuyos t~rminos recuerdo libro. "Más allá de la sociedad" reproduce el
a la perfección a pesar de haber olvidado el texto de una conferencia que, por invitación de
"material", quiero decir la ocasión que me ha- C. Mac Cabe, dicté en el BFI, titulada: Js there
bía llevado a formularla: "¿Dónde está el padre anything universal in culture? Me complace
en todo esto?" Respuesta: "ElSostiene la balan- enormemente manifestarles aquí mi gratitud.
za entre ustedes dos", y para no dejar ambigüe-
dad alguna acerca de lo que quería decir, agre-
gó enseguida: "Ya que e12tre dos sujetos no hay
sino la palabra o la muerte". A mi modo de ver,
este libro es el fruto de esa respuesta recibida
hace unos cuarenta años.
Lo que no quiere decir que me haya pasado
esos cuarenta años interrogando el oráculo. En
realidad, tal vez nunca me habría volcado hacia
la perspectiva denominada "psicoanálisis apli-
cado" de la obra de Freud si mi amigo Colin
Mac Cabe -a quien dedico cordialmente este
libro- no me hubiera pedido, hace nueve años,
que desarrollara bajo forma de escrito una idea,
expresada en el transcurso de una conversación
relativa a la Revolución iraní, según la cual el
pueblo iraní se atrincheraba en su ·religión y la
defendía como a su propia identidad. Es cierto
que no he respondido a su demanda; en este li-
bro el lector no encontrará nada referido a la
Revolución iraní. Pero espero al menos haber-

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1
Sentido y verdad en psicoanálisis

En el último capítulo de los Estudios sobre


la histeria, que redactara en 1894-1895, Freud
consagra algunas páginas a una descripción to-
pográfica de la "triple disposición" de los mate-
riales psíquicos, tal como ésta se deducía de los
análisis que él conducía cuando estaba en fran-
ca ruptura con las limitaciones de la hipnosis:l
l. Los recuerdos se agrupan en temas o en
paquetes de recuerdos, y están dispuestos en
círculos concéntricos que se suceden según un
orden cronológico alrededor del "núcleo patóge-
no".
2. El discurso constituido por las asociacio-
nes libres se presenta como un sistema de lí-
neas que avanzan, de acuerdo con un movi-
miento que recuerda los zigzags del caballo en
el tablero de ajedrez, cruzándose, desde la peri-
feria hacia el núcleo patógeno, a través de los
temas mnemónicos.
3. La resistencia es representable por medio
de las líneas que cruzan radialmente a las an-

1 Cf. la traducción francesa de Anne Berman, París,


P.U.F. , 1978, págs . 232-244;, traducción castellana de Ló-
pez Ballesteros, Obras completas, Madrid, Biblioteca Nue-
va, 1973, T. l.

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teriores. Su intensidad, que se manifiesta en ellos explícit<b subordina la significación a la
las lagunas, las omisiones o la acentuación de intención del sujeto; en cuanto al otro, que ni
un síntoma que tiene "algo que decir", aumenta siquiera se intenta explicitar, a tal punto pare-
a medida que penetra hacia el núcleo patógeno, ce obvio, subordina el significante al significa-
hacia la "representación intolerable", traumáti- do. Ambos postulados son diametralmente
ca que, reprimida, "se venga entonces devinien- opuestos a los del freudismo, al extremo que se
do patógena".2 podrá definir el campo freudiano marcado, como
En realidad, esas páginas prefiguran lo que veremos, por el equívoco, como constituido por
pronto revelarán las "obras canónicas", según los hechos de discurso, que presentan dificulta-
la expresión de Lacan (La interpretación de los des a la teoría formalizada del sentido, siempre
sueños, Psicopatología de la vida cotidiana, El y cuando ésta no los excluya expresamente de
chiste ... ): un .Proceso de significación indepen- su dominio. En consecuencia, no es llamativo
diente del discurso intencional que, llegado el que la hermenéutica intente anexarlo. Sin em-
cas.Q,_hace fracasar a ese discurso. La existen- bargo, como también veremos, los métodos del
cia de un proceso semejante era algo "inaudito". psicoanálisis son muy parecidos a los de los
De modo deliberado utilizo aquí el mismo tér- exégetas modernos; métodos que, según el testi-
mino que utiliza Freud para describir su descu- monio de sus propios protagonistas, no tienen
brimiento de la represión; y esto en la medida nada que ver con la exégesis teológica en la que
en que la represión "es el retorno de lo reprimi- la hermenéutica encuentra su referencia prime-
do", corno afirma Lacan. La represión de Herr ra. Por otra parte, sean cuales fueren sus dife-
es el olvido de Signorelli, en el sentido de que rencias, hermenéutica y filosofía analítica des-
es allí donde esa represión aparece; 8 y, tal corno cansan, en definitiva, en un postulado común,
lo repite Freud, no hay represión que no se in- eLde la unidad del sujeto que habla -postulado
dique en alguna huella en la que se traiciona. que, desde el punto de vista del psicoanálisis,
El carácter inaudito· del descubrimiento representa una denegación de su división.
freudiano aún tiene vigencia. Como prueba de
ello, tomaré los intentos de varios lógicos con-
temporáneos de la escuela de la filosofía analí- Una teoría formalizada, o formalizable, del
tica de establecer lo gue llaman una "teoría for- sentido se distingue de una teoría llamada "dis-
malizada del sentido". El examen crítico de esa cursiva" por el hecho de que no intenta diluci-
teoría es sumamente instructivo, puesto que la dar el concepto de slntido por medio de una ex-
misma descansa sobre dos J~ostulados. Uno de plicación filosófica que analice el sentido en
términos de otros conceptos, o al menos que si-
túe el concepto de sentido en relación con otros
Op. cit., págs. 133 y 91.
2
Véase el primer ejemplo que Freud somete al análi-
3
conceptos tales como la comprensión, la refe-
sis en Psicopatología de la vida cotidiana. rencia, la comunicación, la cantidad de infor-

] ti 15
mación o de conocimiento, etcétera. Se limita a
,, ría de fuerza, 5 con relación a la cual los modos
proporcionar, para una lengua dada L, una es-
pecificación del sentido de toda oración (senten- \ gramaticales sólo constituyen una indicación
prima facie, y que nos proporciona una explica-
ce) bien formada en L. Dicho de otra manera, es ción de lo que para L es ser la lengua de un
una teoría que proporciona teoremas de la si- grupo humano, G, mediante la utilización de
guiente forma : los conceptos de las actitudes proposicionales
(creencia, deseo, intención, etcétera). Una ex-
s significa (en L) que p, plicación como ésa constituye una condición de
adecuación requerida por toda teoría que pre-
para toda oración bien formada en L. 4 tende ser una teoría de sentido para la lengua
Cabe preguntarse qué se gana con una teo- de G. Denominemos a esa condición de adecua-
ría que nos enseña que "la puerta está cerrada" ción una constricción de la actitud proposicio-
significa (en castellano) que la puerta está ce- nal (CAP). A partir de este punto, se advierte
rrada. Pero dejo de lado las consideraciones a que nuestras definiciones iniciales deben de-
las que se recurre, tales como la distinción en- sembocar en la formulación de una CAP y debe-
tre el lenguaje objetivo (LO) y el metalenguaje remos examinar en qué medida ésta satisface o
(ML), para atenuar la impresión de trivialidad. no nuestra intuición de la lengua. De ahí en
Lo importante es el modo como se procede: no más, se puede intentar formular una CAP 1
por vía del análisis filosófico sino a fuerza de que exprese la inevitabilidad de una teoría de
definiciones. Puede definirse como se quiera el la fuerza, en la medida en que esa inevitabili-
concepto de sentido o todo otro concepto quepa- dad sugiere la existencia de una constricción.
rezca necesario, con la condición de ver luego si Pero para entrar de lleno en la cuestión voy a
los conceptos así definidos dan cuenta del uso citar las definiciones de las que se parte en la
efectivo de una lengua en el seno de una pobla- elaboración de la teoría formalizada. Se refie-
ción dada. ren a dos conceptos preconizados por Grice, el
Ahora bien, el mismo contenido o represen- de s-significa y el de convención.
tación -por ejemplo, una puerta cerrada- Para definir el primero se dirá a grosso mo-
puede aparecer en actos lingüísticos extrema- do que un hablante S (speaker) s-significa que p
damente diversos, que exceden los modos del
afirmativo, el imperativo y el interrogatorio, 5 Noción introducida por Austin. Pero las razones que
para englobar expresiones de protesta, de aver- justifican la traducción del término inglés force por el tér-
sión, de temor, de súplica, de espera, etcétera. mino "valor" en este autor, se desdibujan cuando se trata
de los lógicos de quienes se habla más arriba, para quie-
Entonces, se necesitará lo que se denomina teo-
nes el aspecto "dinámico" del acto lingüístico pasa a un
primer plano. Cf. Austin, J., Quand dire, c'est {aire, París,
4 Cf. Martín Davies, Meaning, Quantifícation, Nece.~­ Ed. du Seuil, coll. "Points", 1991, pág. 113 y nota 32 del
sity. Londres, Routledge and Keagan Paul, 198L traductor.

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mediante su enunciado x dirigido a un audito-
La segunda, que explica la razón de incluir
rio A sólo en el caso en que:
en la anterior definición el punto 4 aunque la
l. S espera que x producirá en A una creen-
realidad de todos modos lo desmienta, es que la
cia (activada) en que p;
noción de la "cooperación en la comunicación"
2. para un rasgo T de x, S espera que A reco-
desempeña un papel capital en Grice en la me-
nozca la intención primaria de S (la intención
dida en que da lugar a lo que él denomina la
en 1) en parte gracias al reconocimiento de la
"implicatura conversacional", que debe distin-
pertenencia a x del rasgo T;
guirse de la implicación lógica. Si alguien ad-
3. S espera que el reconocimiento por A de
vierte que le queda muy poca gasolina en su
la intención primaria de S forme parte de la ra-
automóvil, y le responden que hay una estación
zón de A para creer que p;
de servicio al lado de la tienda que hay en la
4. S no espera que A sea engañado acerca de
próxima calle, esa respuesta implica "conversa-
las intenciones de S.
cionalmente" que dicha estación está abierta;
En este punto, son pertinentes dos observa-
Hl de no ser así no tendría más sentido que la sim-
ciones.
ple afirmación de que hay una tienda en la pró-
La primera es que en un artículo en que in-
xima calle. La importancia de la noción de im-
tenta demostrar, entre otras cosas, que las in-
plicatura reside en el hecho de que Grice piensa
tenciones lingüísticas se asemejan bastante a
basarse en ella para mostrar que, de hecho, las
las intenciones no lingüísticas, Grice admite
discordancias entre el lenguaje natural y la ló-
que hay casos lingüísticos en los que al hablan-
gica formal son sólo ejemplos de la implicatura
te le resulta difícil decir lo que ha querido de-
que se deduce del principio de la cooperación y
cir. Propone el ejemplo del filósofo que, interro-
de sus máximas. 7 En suma, "salva" el lenguaje
gado acerca del sentido de un pasaje oscur<;> en
natural purgándolo de todo acto orientado a in-
una de sus obras, da una respuesta que no está
ducir en error al interlocutor.
fundada en la rememoración sino que más bien
En cuanto a la convención, David Lewis la
parece una decisión relativa a la· manera en
define, en lo esencial, como una regularidad, la
que hay que entender el pasaje en cuestión. Pe-
de una marca a la que prefieren conformarse en
ro deseoso de asegurar el buen funcionamiento
general los miembros de la población y en la
de la intención comunicante, Grice se apresura
que cada uno reconoce la intención del otro.
a despachar ese caso que considera "tan espe-
N o es de sorprender que ambas definiciones
cial que no parece contribuir a una diferencia
conduzcan a una' CAP 2 que asocia s-significa
vital".6
al modo afirmativo, s-ordenar al imperativo y s-
6Cf. Grice, H .P., "Mea ni ng", en Philosophical Logic,
7 Cf. James, C., Me Cawley, C., Everything that Lin·
compilado por P.F. Strawson, Oxford, Oxford University
Press, 1967, pág. 48. guists have Always Wanted to Know about Logic, Oxford,
Blackwell, 1981, págs. 215-231.

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interrogar al interrogativo. Pero al mismo tiem- una solución sino un simple recurso a la intui-
po, s-significa resulta demasiado estricto para ción. Ya que el hecho de que una orden sea emi-
dar cuenta de la relación real con el lenguaje, tida bajo el modo imperativo no es un índice de
puesto que hay oraciones afirmativas que no su seriedad; y se puede formular una pregunta
están orientadas a suscitar una creencia. La seria bajo el modo imperativo. Los modos son
oración "Alejandro el Grande nació en el 356 intercambiables, sin que se pueda hablar de
a.C.", si es dicha en respuesta a una pregunta uso "normal", si por eso se entiende el uso habi-
de examen, significa más bien lo que él, el pro- tual o estadísticamente más frecuente.
pio hablante, cree. Lo mismo sucede con las Para sortear el escollo se considerará s-sig-
confesiones, las reiteraciones y los enunciados nifica y s-significa* como formando parte de
dirigidos hacia lo que Grice denomina un audi- una noción más amplia o más general, bautiza-
torio "contrasugestionable". da "significación débil (weak) de s", que se es-
Para subsanar ese defecto, se introduce un cribe de la siguiente forma: ws-significa. Se la
concepto más flexible, el de s-significa*, que se define, a grosso modo, en estos términos:
resume, en lo esencial, en la siguiente definición: S ws-significa que p mediante su enunciado
el hablante pretende con su enunciado x suscitar x dirigido a un auditorio A, sólo en el caso en
en A una creencia que él, el hablante, cree que p. que haya alguna actitud proposicional tal que:
Pero este nuevo concepto no resuelve nada. S pretenda que x produzca en A un '{' que p.
En primer lugar, si se toma en consideración Fórmula en donde \f' reemplaza a toda signifi-
el elemento de ritual que comportan las confe- cación que traduzca la actitud proposicional:
siones, se vuelve dudoso que sean actos de s- creencia, reiteración, ironía, compromiso, etcé-
significa* . tera. Como podemos observar, en esa enumera-
Luego, como observa Davidson, hay dema- ción no se podría incluir la denegación ni nin-
siadas oraciones afirmativas que no son aser- gún otro mecanismo freudiano que defina una
ciones, "demasiadas historias, repeticiones ruti- posición subjetiva.
narias, ilustraciones, suposiciones, parodias, Parecería entonces que, gracias a un artifi-
charadas, cantos y cumplidos manifiestamente cio de escritura, nuestros problemas estuvieran
no deseados".s La distinción que hace Austin resueltos, si bien de una manera demasiado
entre lo que llama los usos "normales"' o "se- formal como para que se le otorgue un valor
rios" de una frase y sus usos "atrofiados" o "pa- real. Pero si se lo mira con más atención se ad-
rásitos"9 no es, como lo advierte el propio autor, vierte que esa definición de ws-significa permi-
te la formulación de una CAP 3 de la que surgi-
rá que hay una convención que permite a todo
8 Davidson, Donald, lnquiries into Truth and lnter-
miembro de la población decir una oración afir-
pretation, Oxford, Clarendon Press, 1984, pág. 111.
9 Cf. Austin, John, op. cit., pág. 116. ¡Se trata, entre
mativa sin afirmar alguna cosa. La distinción
entre, por una parte, s-significa y s-significa*,

l
otros, del uso .poético del lenguaje!

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demasiado estrictos para cubrir la variedad de mina, sin articularla, una significación absolu-
los actos del lenguaje, y, por otra, ws-significa, tamente distinta; en consecuencia, que si la sig-
bastante débil para lograrlo, deviene la distin- nificación recibida en el seno de la población,
ción entre afirmar y decir. De esta manera se de esa oración en tanto enunciado es una cosa,
obtiene un concepto, el de decir, mucho más ge- otra cosa es la significación inédita que surge
neral que el concepto de la aserción o de la afir- en ella desde el lugar de la enunciación. u Y así
mación; "y es un concepto, escribe Davies, que como se piensa en situar al sujeto en ese nivel
intuitivamente necesitamos. Puesto que mu- de la enunciación donde la sentence produce
chos actos lingüísticos que utilizan enunciados una significación que, aunque no es inefable es
de tipo afirmativo, y que cuentan con el hecho de todos modos rebelde tanto a la afirmación
de que ese tipo de enunciado tiene un determi- como al decir, y donde el significante se mani-
nado sentido en el seno de la población, no son fiesta como engendrando la significación (una
empero afirmaciones" .10 vez más sin articularla, que es de lo que nos
Davies, siguiendo a Peacoke, cita el siguien- autorizamos para hablar de un "efecto de senti-
te ejemplo de chiste: do"), así tampoco se advierte lo siguiente: si la
"Si, en respuesta al comentario de que vues- proposición "Nixon es mentiroso" es verdadera,
tro magnetófono funciona mal, alguien os res- se trata de una verdad sospechosa: sirve para
ponde a modo de joke que "Nixon se complacerá condenar, mientras que esa misma verdad sur-
en ayudar a allanar todas las dificultades que ge, en el chiste, liberada de toda intención ex-
podáis tener con la tecla 'borrar'", dice estricta cepto, justamente, la de significarse. En conse-
y literalmente que Nixon se complacerá en .. . cuencia, no hay nada asombroso en el hecho de
etcétera. Pero no afirma que Nixon se compla- que l:¡t verdad tome a veces las vías de la fic-
ción.12
cerá en .. . etcétera".
Resulta por lo menos curioso que se hable de Volviendo a nuestros lógicos, ellos conside-
una significación débil, incluso atrofiada, ahí rarán más bien su última formulación como un
donde la significación resuena con mayor im- progreso en la medida en que se acomoda al
pacto, y donde más se hace sentir la presencia problema de la existencia de actos lingüísticos
del sujeto justamente en el sinsentido. Con eso
quiero decir que se está a mil millas de extraer 11 Bajo ese ángulo , la traducción del término ingl és
de ese ejemplo la conclusión que, no obstante , utterance por "enunciación " es un error, ya que para Aus-
parece imponerse, a saber: que la significación tin "la enunciación es una fonación (phone)" (op. cit., pág.
108). Personalmente, traduzco utterance por "enunciado".
(en L) de la oración s se debilita o si se quiere,
12 El lector que desee conocer los análisis de un autor
se extravía en el decir que se sirve de esa mis- que intenta poner de manifiesto la naturaleza de la fic-
ma oración como de un significante que deter- ción a la vez que sigue los postulados de la filosofía analí-
tica puede leer Carri e, Gregory , Th e Nature of Fi ction,
lOOp. cit., pág. 21. Cambridge, Cambridge Unive rsity Press, 1990.

22 23
que no son actos de s-significa (ni de s-signifi- definición de la relación real con el lenguaje
ca*). Sólo que se le acomoda tan bien que per- que permite como una "posibilidad teórica" la
mite, al menos a título de posibilidad teórica, la existencia de una lengua sin práctica alguna de
existencia de una población que disponga de significar que p, de ordenar que p, de preguntar
una lengua L, y que sólo utilice las oraciones de si p, pero que requiere como una "necesidad
esa lengua para hacer bromas, canciones, cuen- teórica" que, en el caso en que esos modos sean
tos, suposiciones, etcétera, sin realizar jamás utilizados, lo sean de la manera apropiada. Co-
actos de s-significa (ni de s-significa*), para los mo no asocia de manera constrictiva el modo
que reserva otra lengua. ¡Como por una suerte indicativo a un acto de s-significa (ni de s-signi-
de retorno de lo reprimido, la división del suje- fica*), CAP 4 deja las definiciones de la aser-
to entre el proceso del enunciado y el proceso de ción y del decir tal como estaban después de
la enunciación, de~conocida, vuelve bajo fa for- CAP 3, con la salvedad de que requiere que la
ma de la hipótesis de una población bi-lingüe! forma del enunciado sea la del indicativo. "Es-
Sin embargo, esa hipótesis no inquieta a los to ,.. escribe Davies, tiene la consecuencia (intui-
lógicos en cuestión. Para ellos lo importante no tivamente agradable) de que la aserción es la
es saber si semejante población existe o no, si- norma del decir ... "l3
no dar cuenta de sus actos, si existe. Ahora Ahora bien, estamos en presencia de un pre-
bien, CAP 3, la fórmula a la que se llega a par- juicio que delimita el campo de la lógica, por-
tir de la definición de ws-significa, lejos de faci- que sea cual fuere el sentido que se dé a la ex-
litar esa tarea, crea un nuevo problema. Ya que presión: "la norma del decir", se puede afirmar,
permite que un enunciado sea clasificado como al menos con igual derecho, que la norma del
afirmativo cuando no se ha hecho de él ningún decir no es la aserción sino la pregunta. Puedo
uso en ese sentido y cuando nuestra intuición valerme acá de la opinión de Jakobson: "Obje-
lingüística indica que ese uso constituye más tamos, escribe, los intentos heterónomos y for-
bien el uso normal, aunque no se dé a ese tér- zados orientados a reducir el lenguaje a las
mino "normal" el sentido de lo que es habitual o aserciones declarativas y a considerar las for-
de lo que es más frecuente estadísticamente. mas (interrogativas e imperativas) de la pre-
Sin preocuparse por justificar esa "intui- gunta como alteraciones o paráfrasis de las pro-
ción" preguntando, como sugería Davidson, qué posiciones declarativas."l4 ¿De dónde proviene
otro sentido corresponde dar al término "nor- ese prejuicio?
mal", se introducirá la noción de "buen modo" Lo cierto es que los lógicos que intentan
que asocia a cada modo dos variedades de actos construir una teoría formalizada del sentido
lingüísticos, donde uno depende de s-significa
(o de s-significa*) y el otro depende de ws-signi-
13Martín Davies, op. cit., pág. 24.
fica. Gracias a ese artificio, se está en condicio- 14Jakobson, Roman, Selected Writings JI, París, La
nes de forjar una CAP 4 que proporciona una Haya, 1971, pág. 660.

24 25
* t
proceden de un punto de Arquímedes situado ta escuela no planteen la cuestión de la metáfo-
por fuera del campo del lenguaje y que les per- ra es un índice que confirma lo anterior. Cuan-
mite obtener una visión, engañosa, de la lengua do uno de ellos, :O.!l.Vi~§Qn, aborda la metáfora,
efectivamente en uso en el seno de una pobla- "trabajo de sueño del lenguaje",18 adopta una
ción dada como par ordenado <S, M>, donde S posición que recuerda la de algunos teólogos
es un conjunto de frases (sentences) y M un con- musulmanes, como Ibn Hazm, que rechazan to-
junto de especificaciones de sentido (meaning)15 da interpretación de los versículos coránicos
Al reducir así el sujeto a un punto de vista y re- sea cual fuere el método de interpretación ele-
tener de él tan sólo el resto constituido por la gido: "el brazo de Dios" significa el brazo de
fonación (phone)16 que permitirá definirlo como Dios, punto es todo.19 Su tesis "es que las metá-
hablante, reducen al mismo tiempo el sentido foras significan lo que significan las palabras
de la oración al algo que ahí se enuncia. Así co- en su interpretación más literal, y nada más".
mo para ellos lo que está en juego en relación Pero como se trata de un autor que se distingue
con el nombre propio no es saber "si el sentido por una honda sensibilidad hacia las "letras",
del nombre propio reside en una entidad sea no olvida aclarar que su tesis no implica nega-
cual fuere sino más bien saber qué entidad, en ción alguna de los efectos de la metáfora. Lo
particular si el sentido reside en el portador o que niega es la pretensión de que la metáfora
en alguna otra cosa (su significación )";17 asi- produzca esos efectos debido a una significación
mismo, con relación a la oración, la cuestión no especial, a un contenido cognitivo: "Suponer, es-
es saber si significa un estado de las cosas sino cribe, que la metáf01·a puede ser eficaz sólo si
qué estado de las cosas y, en particular, qué ac- vehiculiza un mensaje codificado es como pen-
titud proposicional. Se vuelve a caer en la con- sar g_ue u~iste o un sueño produce una aser-
cepción del lenguaje que Wittgenstein imputa a ción que un intérprete hábil puede retomar en
San Agustín con lo que ésta implica de una su- prosa s.i:mple".20 El análisis que hice del ejem-
bordinación previa del significante al significa- plo citado anteriormente muestra a las claras
do. Desde Frege y Russell, esa concepción cons- que acuerdo con su opinión.21 Sólo que, a dife-
tituye el paradigma en donde abrevan las espe-
culaciones de la filosofía analítica y subyace a 18 Op. cit., pág . 246 sq .
la tesis según la cual "la afirmaciólil es la nor- l9 Cf. tambi é n McAuliffe , J.D ., Qur'anic Christians ,
ma del decir" . Cambridge, Cambridge University Press, 1991, pág. 17.
El hecho de que en general los lógicos de es- 20 Op. cit., pág. 262. -....%
21 Para un estudio crítico del "método de reducción"
tomado por Freu d"eii""ef análisis del chiste, y también pa-
15Martin Davies, op. cit., pág. 6. ra una crítica de distintas teorías de la metáfora, y en es-
16Véase más atrás, pág. 23 , nota 11. pecial de la confu sión del sentido de la metáfora con el del
17Baker , G.P. , Hacker , P.M.S ., Wittgenstein, Unders- significante eludido , cf. Safouan , Moustapha, L'Incons -
ta nding a nd Meaning, Oxford, Blackwell , 1980, pág. 395 . cient et son scribe, París, Ed . du Seuil , 1982, págs. 71-74.

26 27
rencia de Davidson, no me lavo las manos res- teoría formalizada del sentido siguiendo el pro-
pecto del campo que él ha señalado, empero, grama de Grice (entre los que no incluyo a Da-
con tanta claridad. En efecto, sostiene sin am- vidson, para quien comprender el sentido de
bages que, en lo relativo a los efectos de la me- una oración es dar las condiciones de su ver-
táfora (how it works) no ha sido dicho nada me- dad, según la definición que propone Tarski de
jor, desde Aristóteles a Richard, que la palabra ese concepto), es que, como hace notar Straw-
de Heráclito respecto del oráculo de Delfos; y son,24 para ellos la significación debe ser expli-
rechaza con razón la traducción de "crrnwivd" cada en términos de intención o de intención de
por el inglés means, que se debe traducir stricto comunicación. Para realizarse de una manera
sensu por el español "querer decir", y opta por ideal, es decir sin error posible, la antedicha in-
la "atractiva traducción" de Hannah Arendt: "lt tención requiere una significación que se enca-
does not say and it dÓes not hide, it intima- dene a la letra y al mismo tiempo la encadene.
tes".22 Ahora bien, justamente en ese campo de La introducción del concepto falaz de la conven-
"intimación" reconoce el analista tanto al sujeto ción, al que también recurren los mismos lógi-
como a la primacía del significante sobre el sig- cos para delimitar el lenguaje del lenguaje na-
nificado. Por otra parte, "oráculo" era la metá- tural -el de un perro cuya cólera se reconoce-
fora que Freud utilizaba con frecuencia en el ya ría por la emisión de un grr- responde a esa
citado capítulo de los Estudios sobre la histeria necesidad.25
para designar ese otro Delfos de donde proce- Pero esto les deja sin resolver el siguiente
dían los recuerdos que echaban una nueva luz problema: ¿Cómo puede ser que el hablante, • 1"
sobre el síntoma, sin que la paciente los hubie- que quiere decir que Pedro es un avaro ruin, di- 1 '0Útt
ra buscado de modo deliberado, sin siquiera ga exactamente lo contrario, a saber que es ge-
sospechar esa nueva luz. neroso, y sin mala fe, puesto que el auditor
Lo que pone en dificultades a los lógicos de comprende a la perfección lo que quiere decir?
la escuela analítica es precisamente ese campo, Ese es el problema que resuelve, o quiere resol-
que puede ser descripto como un cam:Qo del ver, la hermenéutica con su distinción entre
~uívoco, en el sentido de que la significación sentido a2_arente y sentido o~lto.
literal, sin ser abolida, queda allí suspendida o
extraviada en el sinsentido aparente (eso que
Davidson llama una mentira patente o una ver- Las tesis de Paul Ricoeur, para limitarme al
dad absurda, pero que no .necesita ser parafra- representante m~ emlñente de esa corriente,
seada).23 Lo que caracteriza más específica-
mente a los lógicos que intentan construir una
24 Strawson, Peter, Etudes de logique et de linguisti-
que, traducción al francés de Jean-Claude Milner, París,
22 Op. cit., pág. 262. Ed. du Seuil, 1977, pág. 197.
23Qp. cit., pág. 259. 25 Cf. Martín Davies, op. cit., pág. 10.

28 29
¡, ....
'
son lo bastante conocidas como para que me li- "ontológicos". Consiste más bien en que "la sim-
mite a recordar sólo las que más nos interesan, bólica es un medio de expresión para una reali-
para así centrar la discusión. dad extralingüística".ao Dicho de otro modo, "el
l. "( ... ) el inconsciente está esencialmente simbolismo, tomado en su nivel de manifesta-
elaborado por un otro como objeto de una her- ción en textos, marca el estallido del lenguaje
menéutica que la conciencia propia sola no pue- hacia un otro distinto de él mismo: lo que llamo
de constituir."26 su gpertura; ese estallido es decir; y decir es
2. "La idea de una hermenéutica, concebida mostrar".31 A_diferencia de un Wittgenstein,
como ciencia de las reglas de la exégesis, se para quien hay que callar aquello de lo que no
constituyó en la exégesis de los textos, bíblicos se puede hablar, Ricoeur considera que eso a lo
primero, luego profanos(. .. )."27 que apunta el lenguaje, ese extralingüístico,
3. "(. .. ) si tiene algún sentido hablar de una debe decirlo la hermenéutica por medio de la
hermenéutica del texto sagrado, es en la medi- interpretación. Tarea que cada disciplina abor-
da en que el doble sentido de un texto, que me da de acuerdo con su finalidad o proyecto, lo
habla por ejemplo del Exodo, lleva a cierta con- que da lugar al conflicto de las interpretaciones
dición itinerante que es vivida existencialmen- que "se enfrentan no respecto de la estructura
te como movimiento desde un cautiverio hacia del doble sentido sino del modo de su apertura,
una liberación."28 de la finalidad del mostrar". 32 Es vocación de la
4. "( .. . ) el sueño es tratado por Freud como filosofía arbitrar ese conflicto poniendo de ma-
un relato que puede ser muy breve, pero que nifiesto la validez de la obra y los límites de esa
tiene siempre una multiplicidad interna; según validez. Tarea que se realiza en dos tiempos. El
las palabras de Freud, ese relato ininteligible primero es el de una lectura objetiva de la obra,
en una primera audición se debe sustituir por la de Marx, de Nietzsche y de Freud. Luego,
un texto más inteligente que sería al primero una vez superado "el narcisismo que induce la
como lo latente a lo patente."29 confusión del Cogito reflexivo con la conciencia
Como último punto de esta reseña, aclararé inmediata, y me hace creer que soy tal como
que el dobl~ sentido en que se basa la herme- creo que soy",3B tiene lugar una segunda etapa
néutica no guarda relación alguna con el doble donde "la reflexión concreta, es decir el Cogito
sentido tal como lo entiende la retórica, aun mediatizado por todo el universo de los sig-
cuando pretenda explicitar sus fundamentos nos", B4 interpela a la obra pensando a partir de
ella, es decir según ella, con ella y contra ella.
26 Ricoeur, Paul , Le Conflit des interprétations, París, 30 lbíd., pág. 67.
Ed. du Seuil, 1969, pág. 108 . 31 lbíd., pág. 68; subrayado en el texto.
27 lbíd., pág. 65. 32 lbíd.
28 lbíd., pág. 68. 33 lbíd., pág. 239 .
29 lbíd. , pág. 66 . 34 Ibíd., pág. 260, subrayado en el texto.

30 31
l., o..;,

Operación que, al hacer de la "reflexión concre- neos, quienes sin duda no suscribirán fácilmen-
ta" un tribunal de los conflictos, evoca de modo te la interpretación que nos da Ricoeur del Exo-
irresistible la operación que quita con la iz- do, proceden de la misma manera. Si ese texto
quierda lo que da la mano derecha. "me habla" de "cierta condición itinerante que
La única observación que puedo hacer sin es vivida existencialmente como movimiento
temor a equivocarme en relación con este edifi- desde un cautiverio a una liberación" se puede
cio es que la lectura que hace Paul Ricoeur de apostar sobre seguro que le hablaba a un pasa-
la obra de Freud saltea lo fundamental. Porque jero del Mayflower del movimiento de su libera-
Freud dice y repite casi en todas las páginas de ción del despotismo de la Iglesia y de los reyes
La interpretación de los sueños que la interpre- hacia esa tierra prometida que era para él el
tación del sueño es una lectura comparable a la Nuevo Mundo donde debía construir la nueva
de un acertijo o incluso a la de un ieÁ.qgJ.J_ijco; y Israel. Una interpretación, un sentido oculto,
si se puede distinguir entre un cont?nid'o- Últen- vale tanto como otro. ¿Quién arbitrará los con-
te y un contenido manifiesto es porque esa lec- flictos de interpretación ya no entre las disci-
tura está gobernada por una exigencia de cohe- plinas sino en el seno de una sola y misma dis-
rencia que Freud se empeña en subrayar desde ciplina? Y si la interpretación psicoanalítica
el capítulo sobre la psicoterapia de la histeria fuera de esa índole ¿qué la distinguiría de la
al que hice alusión en un comienzo. Por esta ra- que nos da un San Pablo -para quien la Biblia
zón el sueño sólo revela su sentido una vez in- entera no era sino una vasta anticipación del
serto en su contexto y, por esa misma razón re- advenimiento de Cristo- de tal o cual texto?
curre Freud a las asociaciones libres. Una vez He dicho que los exégetas contemporáneos
satisfechas esas condiciones el sentido del sue- proceden de otra manera. Veamos el testimonio
ño "estalla" sin que necesitemos interpretarlo, de uno de los más eminentes : "Todo especialista
si por ello entendemos encontrar su sentido en el Nuevo Testamento que se interese de una
oculto. as u otra manera en el problema hermenéutico co-
Con excepción de los exégetas teólogos como noce bien la dicotomía entre la manera en que
Bultman, diría que los exégetas contemporá- abordan 'la escritura' los autores del Nuevo
Testamento y la nuestra. Seguramente, un es-
tudio de sus métodos de exégesis pondrá en di-
:15 Decir que la interpretación es la interpretación de
un deseo, en el sentido de una fuerza "extralingüística" es ficultades a cualquier predicador del siglo XX
falaz. Porque ¿dónde estaría esa fuerza si no en los signi- puesto que ellos aíslan los pasajes de su contex-
ficantes donde se construye, a condición de que el sujeto to, utilizan la alegoría o la tipología para dar
los padezca? En consecuencia, Lacan tiene razón cuando nuevas significaciones a viejas historias , con-
afirma que "el de§eo es su int~rpretacipn". ("Que reviente" tradicen el sentido aparente del texto , encuen-
o también "Que sep aralice ante mi imagen".) Sin lugar a
dudas, hay una energética freudiana, pero esa energética
tran referencias a Cristo en pasajes en los que
es idéntica a los metabolismos del significante. sin duda los autores no tenían tal intención y

32 33
/"'al' nr

adaptan o incluso modifican la expresión para Lo importante empero es la conclusión a la


forzarla al sentido que necesitan."36 No obstan- que llega Morna Hooker luego de un análisis
te, el autor considera que al menos vale la pena minucioso del ejemplo que he citado en primer
preguntarse : "¿Por qué Pablo interpreta así la lugar: "Para él (Pablo) es axiomático que el ver-
Escritura? ¿Cuál era su principio subyacente, si dadero sentido de la escritura había estado
es que tenía alguno?"37 oculto y que sólo ahora deviene manifiesto en
Para responder a esa pregunta, el autor con- Cristo; para el especialista moderno de la Bi-
sagra algunas páginas al estudio del pasaje blia es axiomático que los escritos bíblicos de-
"clásico" de la Epístola a los corintios (3, 13) ben ser interpretados en relación con su contex-
donde Pablo nos recuerda cómo, según la histo- to y no tratados como textos secretos que sólo
ria narrada en el Exodo, la gloria que irradiaba adquieren sentido para las generaciones ulte-
el rostro de Moisés al descender del Sinaí era riores."39
tal que hubo de ponerse un velo porque los hi- Ricoeur dice en alguna parte que "Freud no
jqs de Israel no podían mirar ese rostro. Pero puede encontrar lo que busca". Se trata de una
como en esa epístola se presenta como el minis- proposición en la que sin duda hay un error
tro "de una nueva alianza, no literal sino espi- respecto del sujeto; se aplica mejor al que busca
ritual, ya que la letra mata y el espíritu hace el sentido oculto quien, en efecto, no puede sino
vivir", Pablo subraya que esa gloria está "hoy encontrar lo que quiere. Con eso quiero decir
día abolida". De ahí la explicación por completo que es falaz considerar toda interpretación co-
diferente según la cual Moisés "se ponía un ve- mo una hermenéutica y, a la manera de Grant,
lo en el ros tro para que los hijos de Israel no fi- tratar ambos términos como sinónimos.40 Exis-
jaran con los ojos el fin de lo que debía ser abo- te por un lado la hermenéutica y por otro un
lido". método de interpretación diferente: no el que
E se tipo de interpretaciones puede multipli- no va "más allá de lo que está escrito" (ya que
carse . Es así como, después de la evocación de justamente es el consejo que nos da San Pablo
las promesas hechas a Abraham y a su descen- en la Epístola a los corintios) sino ese que va
dencia (Epístola a los gálatas 3, 16), Pablo, co- más allá pero al mismo tiempo se somete única-
mo observa John Ziesler,38 agrega : "No dice: los mente a la exigencia de coherencia que impone
descendientes, en plural; sino en singular: la el significante. Porque up texto coherente no
descendencia, es decir Cristo". requiere interpretación~diría inclusive que no
deja más opción que callar
36 Hooker, Morna, D., From Adam to Christ, Essays
on Paul, Cambridge, Cambridge University Press , 1990,
pág. 139. 39 Op. cit., pág. 151.
3 7 lbíd., subrayado en el texto . 40 Cf. Grant, Robert, M., L 'lnterprétation de la B ible
38 Ziesler , John, Pauline Christianity, Oxford, Oxford des origines chrétiennes a nos jours, París, E d. du Seuil ,
University Press, edición revisada de 1991 , pág. 51. 1967, pág. 9.

35
34
Si Freud y los exégetas modernos "interpre- tes consideraciones pueden calificarse de "lite-
tan", lo hacen justamente en el sentido de que rales", no están especialmente orientadas a
aplican al texto, oral o escrito, ese mismo crite- captar la intención del autor. ¿Y el analista?
rio de coherencia. La tarea que se proponen es Este último se ocupa de las formaciones del
la de resolver los non sequitur, las discordan- inconsciente. En lo referido al chiste, cualquier
cias, las contradicciones y las omisiones. Para ejemplo, como el de "Nixon se complacerá ... ",
lograrlo, se detienen ante las ambigüedades mostrará que su significación está sancionada
gramaticales y semánticas, sin olvidar las de la no sólo como un pensamiento sino además como
puntuación; apelan al contexto y a los distintos una verdad. Lo mismo sucede con el lapsus, con
empleos de un término según la diferencia de la diferencia de que esa verdad surge ahí no
las épocas, de los medios sociales o culturales; gracias al sujeto sino a pesar de él -lo que
operan analogías necesarias para esclarecer muestra a las claras que el significante mantie-
una alusión que de otro modo sería oscura, et- ne lazos mucho más indefectibles con la men-
cétera.
cionada verdad que los que mantiene con la in-
Puede decirse que al proceder de acuerdo tención: ya que tanto en uno como en otro caso
con esos métodos los exégetas modernos recons- está tomado justamente por esa verdad.
tituyen el pensamiento del autor, pero lo re- Pero entonces ¿cómo situar esa verdad? ¿La
constituyen tal como el propio autor lo descu- concebiremos como un saber o como una signifi-
briría si procediera de la misma manera . Ya cación que ya estaba ahí, detrás de la forma-
que , contrariamente a lo que supone Grice ción en que se revela? Lo que equivale a decir
cuando descarta como excepcional y de poca im- que la objetivamos como referente o como senti-
portancia el ejemplo del filósofo que decide do oculto, aun cuando se trate de un sentido
acerca del sentido de un pasaje oscuro dándole que, al velarse, se devela solo, y volvemos así a
un sentido de su propia cosecha en lugar de re- caer en la hermenéutica.
memorado, los significantes de un texto tienen Puesto que hemos partido de una crítica a la
una carga significativa que supera las significa- manera en que Ricoeur nos presenta la inter-
ciones actualizadas por el autor en el momento. pretación del sueño según Freud, tomemos en-
En otras palabras, contrariamente a la tenden- tonces el ejemplo de un sueño. Un hombre pre-
cia que predomina en ocasiones en la interpre- senta sus condolencias a un amigo siendo que
tación de los textos jurídicos, pero habiendo él mismo estaba bajo el efecto de un duelo, ya
suscitado de todos modos duras críticas desde que había perdido a la persona que, sin duda,
el siglo XIIJ,41 las interpretaciones recientes de era la que más lo amaba o para quien era el
los textos bíblicos, que a la luz de las preceden- preferido. Por la noche tiene el siguiente sueño:
"Alguien ha muerto. Busco el lugar de su entie-
4! Cf. Kelly , Donald R., The Human Measure, Har- rro. Pregunto a mlli!ha__g~nte J!ónde está ese lu-
vard, Harvard University Press, 1990, pág . 132-133. gar. Pero todo el mundo está de bodas. En un
36
37
Ve Aft - 1
~'

lugar bailan, en otro cantan, en otro beben. Na- ¿ese ser por· quien todavía está en duelo, está
die me contesta. Y lo que es peor, y hace ~e el verdaderamente muerto? No se precisa de mu-
sueño linde con la pesadilla, es que ni siquiera cha agudeza para admitir que quienquiera que
me ven". diga de plano de un otro, pariente o amigo,
Al sujeto de este relato se le impone de en- compañero o enemigo, que está muerto de ver-
trada una observación, a saber que no hay res- dad sólo significa la satisfacción que encuentra
puesta posible a una pregunta que se formula en esa muerte de una vez por todas, esa muer-
en estos términos: ¿cuál es el lugar de entierro te, si se me permite decirlo así, redentora. Tra-
de "alguien"? Por lo mismo, se significa la com- tándose de lo que nadie podría mirar de frente,
plicidad del soñante con la "diversión" o, para el retorno de lo reprimido es el único mecanis-
utilizar un término lacaniano, con el "de-conoci- mo de que dispone el sujeto para significarlo
miento" del mundo que el sueño pone en esce- verídicamente. Hay represión no porque el su-
na. El soñante busca justamente esa verdad en jeto se complazca en la mentira (en ocasiones,
primer lugar en su sueño, no por haberla ya en- puede tratarse de eso, como en el conocido lap-
contrado sino porque sin tener el mínimo cono- sus de Hirsch Hyacinthe, cuyo discurso comien-
cimiento de ella estaba más o menos próximo a za, como observara Lacan, con la invocación,
encontrarla; lo que se llama "hacerla escu- irónica sin que él lo supiera, de la verdad),42 si-
char" ... ya que de otro modo "ni siquiera se (la) no porque, por un lado, el lenguaje está atrave-
ve". Definición de lo peor, si se cree en el sueño. sado de parte a parte por la cuestión de la ver-
¿Cuál es esa verdad? ¿Se dirá hermenéutica- dad ya que la palabra sólo se sostiene por refe-
mente que el sentido aparente del vocablo "al- rirse a ella, y por otro lado porque hay imposi-
guien" como pronombre indefinido oculta una bilidad de decirla. Esta cuestión de la verdad
significación bien definida, la que se articula en interpela al sujeto en un plano diferente al del
el nombre propio? ¿Es. ésa la significación del enunciado en que su saber se articula, lo inter-
sueño? Lejos de ello. Diría incluso que una in- pela en el plano de la enunciación. Digo bien la
terpretación que dijera sin más al autor del cuestión de la verdad para subrayar que en ese
sueño que buscaba el lugar de entierro del pa- plano no está la verdad en calidad de una signi-
dre o del hijo resonaría más bien como un in- ficación oculta, en ese plano, el sujeto "mentiro-
sulto a su duelo. También a su inteligencia.
Porque ¿qué novedad aporta eso? El sabe dónde 42 Se trata del primer ejemplo cuya técnica verbal
está ese lugar donde fue enterrado el ser que le analiza Freud, a partir de un lapsus tomado de Henri
era caro; y no sólo sabe que está muerto sino Heine. H.H., vendedor de lotería y eventualmente pedicu-
que además sufre por esa razón. Por lo tanto, la ro, al querer decir que el gran Salomón Rothschild lo ha
pregunta se sitúa más allá tanto del saber como tratado de un modo muy "familiar", tropieza y sustituye
ese término por "familionario". El mecanismo en juego en
del sufrimiento. La pregunta es: ¿acepta esa ese ejemplo es el de la represión "a posteriori", que Freud
muerte que lo deja dolido? Dicho de otro modo: distingue de la represión "primaria".

38 39
so" se encuentra enfrentado con su "saber" en Una interpretación como ésa, aun pronunciada
una interpelación sobre su verdad, así como se por un analista que adhiere a la expectativa de
encuentra enfrentado ahí con su demanda en salua por el saber o que sea teólogo, sólo se di-
una interrogación sobre su verdadero deseo. In- rige al Yo, y lo edifica. La interpretación psicoa-
terrogación que, según el texto mismo del sue- nálítica es "verdadera" por dirigirse al sujeto
ño, dirige al Otro que está de fiesta. En ese en su relación con los significantes de su dis-
sentido, se justifica la sigla que figura en el curso, es decir al sujeto mismo del inconsciente,
grafo de Lacan, S(_t), como notación del goce,43 que es el sujeto en el sentido estricto e inalie-
única certeza que cabe tener ante la muerte co- nable del término. Por eso la cuestión de los
mo, por otra parte, lo indican los jolgorios bas- "criterios ae la interpretación verdadera" se
tante terrestres que siguen, en muchas socieda- modifica.
des, al entierro. Se sabe de las dificultades en que pone a los
La única interpretación a que llama el sue- analistas esta cuestión, de las que Freud se
ño qú"e he tomado como ejemplo se limitaría a ocupó en su artículo "Construcciones en psicoa-
la única observación que, según he dicho, surge nálisis": si el paciente confirma la interpreta-
de su propio relato; y eso en la medida en que ción, esa confirmación no prueba que la inter-
sacaría a relucir el valor del vpcablo "alguien" pretación sea verdadera; si la contradice, tam-
como instrumento y huella de la represión que poco. En realidad, el_giterio de la interpreta-
marca al sujeto. ción verdadera, en el sentido que acabo de ex-
t En suma, la interpretación psicoanalítica no pfíc1tar de ese término para distinguirlo de la
es "verdadera" en función de la verdad que dice definición corriente, reside en su efecto, que
o del sentido oculto que devela sobre el deseo. consiste en el hecho de que el sujeto em_E.ieza a
deéir la verdad. Decir la verdad significa, por
43 Cf. Lacan, Jacques, "Subversion du sujet et dialec- ejémplo, que la inc-;;.tidumbre mantenida acer-
tique du désir dans l'inconscient ti·eudien", en Écrits, Pa- ca- de la fecha de un acontecimiento finalmente
rís, Ed. du Seuil, 1966, p<ig. 817 (Versión en castellano: se quiebra: sucedió antes de tal otro aconte-
"Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el incons-
ciffiiento y _no._después. Pero decir la verdad sig-
ciente fi·eudiano", en Escritos, Siglo XXI, 1975, vol. 2, pág.
797). Una mirada a ese grafo muestra la dependencia del nifica sobre todo que el sujeto responde con eso
sujeto, en cualquier nivel que se lo tome, con relación al que en el fondo él o ella sabía: "Sabía que mi
Otro. En el nivel del enunciado, esa dependencia reside en rebeldía cubría cierta complicidad con la leyen-
el hecho de que el código es ante todo el del Otro, cosa que da familiar". O si no: "Sabía que ese hijo que no
la teoría de la comunicación y los lógicos de la escuela vio la luz estaba destinado al sacrificio". En su-
analítica, que se apoyan en él no toman en cuenta. A nivel
de la enunciación, reside en el hecho de que la pregunta
ma, en el momento en que el sujeto dice "yo \
sobre el deseo es pregunta sobre el deseo del Otro, o más ~entí--ª) es cuando estamos seguros de que ha-
precisamente de quienquiera que ocupe ese lugar del bla como_re..sponsable, responsable de la verdad
Otro. a~e ahora responde su dey

40
/\ 41
En consecuencia, el psicoanálisis encuentra 11
al sujeto en el lenguaje. Lo encuentra allí enca-
denado a lo que Freud, en el Bosquejo, llama un La verdad como norma y la creencia
1tpúl'tOV <pt:u3os, una primera mentira; y al mis-
mo tiempo lo encuentra como siendo, en sus Existe una manera de ventriloquía trascen-
propios síntomas, más bien presa que cazador dente que consiste en hacer creer a la gente
de la verdad. que algo que ha sido dicho en la tierra viene
del cielo.
Así, nos está permitido oír el mandamiento LICIITENIJERC
que nos prohíbe mentir, mandamiento absurdo
de ser proferido por toda boca salvo la de un
dios (recuérdese el parlamento de Polonius a su
hijo Laertes) como el enunciado de una ley de El hecho de que pueda considerarse el mis-
la palabra. Ley según la cual, la palabra por mo enunciado, "No mentirás", al mismo tiempo
más que abuse de la garantía que la verdad en- como una norma y como una aserción es una
cuentra en ella (y no en la realidad a la que se paradoja relacionada con la división tópica en-
refiere), no le escapará de todos modos: ya que, tre el consciente y el inconsciente. Su análisis
aun mentirosa, sólo se sostiene por referirse a exhaustivo nos permitirá aclarar mejor esa di-
ella, por afirmarse como verdadera aunque no visión y poner de manifiesto su alcance en
por eso se sustraiga a su pregunta. De escu- cuanto a la existencia social. Diría, aun a ries-
chárselo con esa oreja, "No mentirás" sería una go de simplificar en exceso, que si el sujeto par-
afirmación: "Tú, mentiroso, mentirás e.n_vano". lante, como sujeto del significado, está someti-
Es preciso analizar más detenidamente la do al régimen de la sociedad, como sujeto del
manera en que se articulan entre sí estos dos significante lo está al del retorno de lo reprimi-
aspectos de la verdad, como objeto de una nor- do.
ma que sólo se sostiene por la fe en un ser que En su obra póstuma Allgemeine Theorie der
no miente, y como ley o, quizá con más exacti- Normen, 1 Hans Kelsen sostuvo la distinción ra-
tud, como causa que determina las formaciones dical entre causa y norma con un máximo de ri-
del inconsciente a través del retorno de lo re- gor. Según su traductor inglés, consideraba a
primido. David Hume como el filósofo más importante de
todos los tiempos y lo citaba con asiduidad. El
siguiente pasaje de el Tratado de la naturaleza
humana es especialmente significativo: "Puesto

1 Wien, Manz Verlag, 1979. Me refiero a la traducción


inglesa de Michael Hartney, General Theory of Norms,
Oxford, Oxford University Press, 1991.

42 43
que la moral ejerce una influencia sobre las ac- voluntad. Pero no todo mandato es una norma.
ciones y los afectos, de ello se sigue que no se la Si un bandido me ordena que le entregue mi di-
podría deducir de la razón( ... ). En sí misma,,la nero, la significación de su acto de voluntad es
razón es por completo impotente en ese ámbito. que debo entregárselo, pero ese mandato no es
En consecuencia, las reglas de la moral no son interpretado como una norma o una prescrip-
conclusiones de nuestra razón". 2 Dicho de otro ción. Unicamente es una norma válida un acto
modo, por lo menos ésa es la conclusión que sa- de mandato facultado o autorizado (empowered)
ca Kelsen, no hay razón práctica. Un abi.s mo se- por una norma de orden moral o legal. Puedo
pararazón de voluntad y, por lo tanto, aserción querer: "Toda persona que haya alcanzado una
de norma. "Ya que una aserción es la significa- determinada edad debe casarse" . Eso no es una
ción de un acto de pensamiento mientras que norma consistente porque no hay norma de or-
una norma( ... ) es la significación de un acto de den positivo, moral o legal, que me dé poder de
voluntad intencionalmente dirigido hacia deter- establecer tal norma. "En ese caso, el ought es
minado comportamiento humano."a El hecho de sólo la significación subjetiva de mi acto de vo-
que una cosa sea (is) como debe (ought) ser, de luntad y no su significación objetiva. Sólo cuan-
que un is esté en concordancia con un ought do el ought tiene una significación objetiva y
significa que el contenido es el mismo en ambos expresa así un precepto, existe un deber, duty
casos: por ejemplo "pagar sus deudas" en "A pa- (i.e. una norma consistente)."6
ga sus deudas de juego" y en "A debe pagar sus Si se dice que una norma general es válida
deudas de juego". Pero esa identidad del conte- para una persona, aun cuando esa persona no
nido o del "sustrato" modalmente indiferente no la reconozca para sí misma, quiere decir que la
anula la diferencia entre ambos modos. "Lo que norma general se aplica a su comportamiento,
se describe en la norma que prescribe determi- estimado como bueno o malo según la norma,
nado comportamiento no es el comportamiento pero independientemente de ese reconocimien-
existente sino el comportamiento obligatorio."4 to. Lo cual es correcto en la medida en que es
Tal norma instituye un valor. "La dualidad de posible la aprobación o la desaprobación, fun-
is y ought coincide con la dualidad de la reali- dada en el reconocimiento de la norma general,
dad y el valor. En consecuencia, no podría de- de su comportamiento por parte de los otros
ducirse un valor de una realidad ni una reali- miembros de la comunidad. "Al expresar la
dad de un valor."5 aprobación o la desaprobación moral de la con-
Un mandato es la significación de un acto de ducta de algún_otro, un individuo observa la
norma que lo faculta a aprobar o a desaprobar,
aplica a la conducta en cuestión la n~rma ge-
2 lbíd., pág. 86.
3 lbíd., pág. 26.
4 lbíd., pág. 60.
5 lbíd., p<~g . 61. 6Jbíd., pág. 27.

114 45
neral que él reconoce y que se refiere a la con- trada en el interior de sí, se asemeja a la doc-
..Jucta a aprobar o a desaprobar."7 - trina de la conciencia como fuente de la mo-
Según Kelsen, eso constituye lo que puede ral.lO
denominarse la autonomía de la moral. "La mo- Para esta última doctrina, el término "con-
ral no es autónoma en el sentid-o de que las nor- ciencia", entendido como "con-ciencia", remite a
mas generales son válidas únicamente si son una especie de conocimiento: el conocimiento de
establecidas por el individuo a cuyo comporta- lo que es bueno o malo, obligatorio o no . Pero
miento conciernen; ya que las normas genera- desde el punto de vista de una moral autónoma
les se originan en la costumbre o son estableci- de la conciencia, consecuente consigo misma, no
das por personalidades eminentes como Moisés, hay razón alguna para presumir que las con-
Jesús y Mahoma, y en esa medida la moral es ciencias de todos los miembros de una comuni-
·heterónoma."B dad social dada reaccionen de la misma mane-
Como puede advertirse, Eara Kelsen el or- ra. Si no obstante ocurre así es porque viven
den moral sólo es autónomo en el siguiente sen- bajo el mismo orden moral y porque, como re-
tidO: el juicio moral, la aplicación de la norma a sultado de la educación y de la imitación, al im-
un acto dado es independiente del reconoci- pregnar ese orden moral su sentimiento y su
miento o del no reconocimiento de esa norma pensamiento se expresa consecuentemente co-
_por el autor del acto, dicho de otro modo, la au- mo su conciencia. "La manera en que ese orden
tonomía significa la habilitación de todo indivi- moral llega a existir, ya sea a través de la cos-
duo para juzgar según la norma. Pero el orden tumbre -como en el caso de la ley consuetudi-
moral válido en el seno de una comunidad ja- naria- o por medio de los actos del fundador
más es creado por el sujeto individual para de una religión -como· Moisés, Jesús o Maho-
quien ese orden es válido. "Sólo puede ser reco- ma-, es poco pertinente aquí. En consecuen-
nocida la norma de un orden heterónomo, por- cia, ll!_j_eoría de ~e la conciencia es el legisla-
que una norma no debe ser reconocida por un dor mo!:al no puede sustraerse a lp.s normas
sujeto que acaba de crearla."9 La doctrina kan- q~ se im:Qonen a los hombres desde afuera, y
ñ~ tiana de la razón práctica como legislador mo- ! ~inmanencia de la moral, en el sentido de la
ral tiende hacia la abolición de la _profesada inmanencia de las normas en la realidad men-
dualldadde1seryel deber ser, dado que plan- tal de los seres humanos -como la negación de
tea la inmanencia de ese deber del Sollen a la la trascendencia de las normas y, por lo tanto,
razón humana. Al afirmar que la respuesta a la !~negación de la dualidad del ought y del is-
pregunta '¿qué debo hacer?" ha de ser encon- e.2,_insostenible. De hecho, esa negación ha sido
abandonada por todos los partidarios de la teo-
7Jbíd .• ¡tág. 48 .
8Jbíd.
E ría de la moral de la conciencia, quienes ínter-

9 lbíd., pág. 83 . LO Jbíd., pág. 84.

46 47
pretan la voz de la conciencia como la voz de ría muy difícil indicar el o los sujetos del co-
Dios en nosotros."ll rrespOndiente querer. En esos casos, la persona
La controversia en torno de la trascendencia imparcial no siente necesidad alguna de tal su-
o la inmanencia del Sollen, de la heteronomía o jeto porque no piensa en absoluto en un querer
la autonomía del orden moral, recuerda otra, o en el querer de tal sujeto. Lo que da lugar a
referida al lenguaje. Si el lenguaje es una ex- la siguiente conclusión: no es necesario que a
presión del pensamiento, cada uno tendrá su todo deber corresponda un guerer.
lenguaje privado, si es un fenómeno social Mally denomina una "exigencia" (require-
¿quién decidirá sobre el sentido consensuado ment) a lo que debe ser, pero en un sentido que
por los miembros de la comunidad?12 Es evi- no toma en consideración ningún deseo o nin-
dente que luego de haber defendido como he- gún sujeto deseante. "Por lo tanto, las exigen-
mos visto recién la trascendencia del Sollen, cias (y eso ~iere decir las normas) dela mora-
Kelsen no puede aplazar indefinidamente la lidad son exigencias sin una persona que exija,
cuestión de la manera en que el orden moral normas sin una autoridad que estaDI.ezca nor-
llega a existir, que por el momento juzga como mas."l4 Para Mally, lo que debe ser sin conside-
no pertinente. Su respuesta nos permitirá de- ración para con una voluntad cualquiera consti-
ducir los fundamentos subjetivos del orden en tuye una exigencia "justificada". Y en ese caso
cuestión pero con ello se renueva el sentido habla de un "Sollen objetivo". Ninguna volun-
mismo de la subjetividad. De todos modos, an- tad, dice, puede crear ese $ollen. Incluso "lavo-
tes de exponerlo, hemos de considerar la discu- luntad del Estado, de la totalidad de las cosas,
sión crítica a la que somete Kelsen la teoría de de una divinidad" sería incapaz de crearlo. Más
Mally relativa a los fundamentos del Sollen, 13 aún, una voluntad tal reconoce ese Sollen, y lo
teoría que cuestiona precisamente el principio toma en consideración en cierto sentido, aun
en que descansa todo el edificio de la Teoría ge- cuando sea por completo indiferente a su exis-
neral de las normas, a saber: "no hay imperati- tencia.
vo sin un imperator". Al parecer de Kelsen, es ésta una conclusión
Mally admite que la mayoría de las veces lo paradójica que para él se explica por el parale-
que debe ser corresponde a un querer y consti- lismo indebido operado por Mally cuando afir-
tuye su contrapartida objetiva. Pero subraya ma que el querer justificado u objetivo no crea
que también hay casos -los del deber ético, sin Deber alguno, "así como el acto de conocimiento
d~da los más im_I>ortantes- en que nos resulta- toma en consideración, a su manera, el hecho,
pero sin crearlo o instituirlo". Entonces, el que-
1Jlbíd., pág. 85.
rer justificado que se corresponde con lo que
12 Esa es la cuestión subrayada por Michael Dum-
mett, Cf. "The Social Character of Meaning", en Truth
and Other Enigmas, Londres, Duckworth, 1978. 14 Kelsen se refiere a la obra de Ernest Mally, Die
13 lbíd. , pág. 156. Grundgesetze des Sollens, Graz, 1926.

48 49
Mally denomina el "Deber efectivo" sería análo- valencia es legítima, lo cual implica para él la
go al conocimiento verdadero, y el querer injus-
tificado, que no se corresponde con Deber algu-
po~ilidad de reabsorber lo normativo en ro
teórico, lo prescriptivo en lo descriptivo. Kel-
no, sería análogo al falso conocimiento, es decir s~n, en cambio, considera que esa equivalencia
a un juicio "relativo a un estado de las cosas se basa en una confusión entre dos actos, un ac-
que no existe".15 Pero Kelsen afirma que ese to de voluntad y un acto de pensamiento, pero
paralelismo, o analogía, no existe. El sentido de no objeta el hecho de que la proposición b) sea
un acto del pensamiento es un juicio, una afir- una proposición de orden teórico o descriptivo.
mación relativa a un hecho; lo que es análogo a Ahora bien, aun cuando se admita con Kel-
una afirmación como ésa es una afirmación re- sen que una norma no necesita ser reconocida
lativa a una norma, y esa afirmación es tam- por quien acaba de crearla, poniendo entre pa-
bién un acto del pensamiento, pero no la norma réntesis el sentido de ese "reconocimiento", se
misma que es la significación de un acto de vo- advierte que nadie puede afirmar la validez de
luntad. Según Kelsen, la confusión de Mally en- una norma cuando al mismo tiempo la niega
tre la norma y la afirmación relativa a la nor- para sí mismo. Esa norma sólo vale si vale para
ma se pone de manifiesto claramente en el si- todos; es el sentido de su validez en sí misma.
guiente fragmento de la obra de Mally: "Siem- En consecuencia, si por "deseo" se entiende lo
pre se puede reemplazar 'A debe ser' por 'Es vá- que los lógicos denominan el elemento volunta-
lido (es de hecho) que A debe ser', ya que el uno rio que subyace en todo juicio, entonces no sólo
no va sin el otro, y de este modo reemplazamos la afirmación de esa validez no es una afirma-
la exigencia por lo que puede llamarse un esta- ción de su heteronomía, en el sentido de su in-
do del quehacer teórico ordinario, algo que una .Q.Eillendencia en relación con todo deseo sino
persona puede pensar en un juicio o una simple !!e es j];!stamente el deseo del que lo enuncia el
presunción, sin querer algo en particular".16 ue a un tiempo se significa y se oculta en ese
Ahora bien, Kelsen hace notar que "el esta- enunciado. El hecho de que el sujeto se aferre a
do del quehacer teórico", objeto del pensamien- la ley moral con tanta más insistencia cuanto
to, no es la norma sino la afirmación de su vali~ que su deseo no está en regla no desmiente lo
dez o de su existencia. De esa observación se anterior. Entonces, sería más exacto considerar
deduce, en apariencia, que la discusión entre la proposición b) como una proposición de orden
ambos autores gira en torno de la equivalencia ético en vez de asimilarla a una proposición de
o de la no equivalencia de las dos proposiciones orden puramente teórico, con la condición de
sigmentes: á) "A debe seG b) "Es válido (es de que situemos la ética en ese campo de la rela-
h~ho) que A debe ser." Según Mally esa equi-f ción del deseo con la ley moral que constituye el
punto de interrogación de todo individuo desde
15 lbíd., pág. 157. que existe la ética. Esa relación es tal que la
16 Citado siguiendo a Kelsen, ibíd., pág. 157. universalidad de la ley moral, en el sentido en

50 51
que se propone como válida para todos, sólo po- cación objetiva, por qué constituye una norma
dría enunciarse desde otro lugar que el desig- válida o también -se trata de la misma pre-
nado por el yo (je) pero de todos modos el deseo gunta- cuál es la razón de la validez de esa
sigue estando en juego en esa enunciación. Ese norma general. La única respuesta posible a
es el sentido de su heteronomía que, como afir- esa pregunta es: porque como cristiano se pre-
ma Lacan, tiene como único principio la divi- supone que se debe obedecer los preceptos de
sión del sujeto. Al considerar esa heteronomía Jesús. Esa es una afirmación relativa a la vali-
en el sentido inter-subjetiva, el de la obediencia dez de una norma que debe (must) estar presu-
a una voluntad exterior, o a la voluntad de un puesta en el pensamiento de un cristiano para
otro sujeto, Kelsen debe explicarse la manera fundar la validez de las normas de la moral
en que el acto de esa voluntad deviene un deber cristiana. Constituye la norma básica de la mo-
enlazante para todos, es decir que adquiere una ral cristiana y funda la validez de todas las
significación objetiva. Su doctrina de la norma normas de la moral cristiana. Es una norma
básica (basic norm) en la que encuentra "la Ra- 'básica' (basic) porque, más allá, no se puede
zón Ultima de la Validez del Orden Normativo" preguntar nada relativo a la razón de su vali-
responde a esa necesidad.17 dez. No es una norma positiva (i.e. establecida
"Pablo vuelve de la escuela, escribe Kelsen, por un acto de voluntad real) sino una norma
y dice a su padre: 'Mi compañero de clase Hugo presupuesta en el pensamiento de los cristia-
es mi enemigo; lo detesto'. En respuesta, el pa- nos, en otras palabras, es una norma ficticia."lB
dre le propone una norma individual: 'Debes En suma, la norma básica es el término últi-
amar a tu enemigo Hugo y no odiarlo'. Pablo mo que el pensamiento establece necesariamen-
pregunta a su padre : '¿Por qué debo amar a mi te para evitar la regresión al infinito en el or-
enemigo?'; es decir, pregunta por qué la signifi- den de los valores, así como establece el ser que
cación subjetiva del acto de voluntad de su pa- es causa de sí en el orden de las causas o el
dre es también su significación objetiva, por Bien supremo en el orden de los fines. Pero de
qué constituye una norma enlazante, o también todos modos se contradice: al anunciar la nor-
-se trata de la misma pregunta- quiere saber ma básica a su hijo, el padre de Pablo le pide
la razón de validez de esa norma. Entonces el en resumidas cuentas que se calle. Por otra
padre dice: 'Porque Jesús ha prescripto: Amad parte, no se puede obviar, como si careciera de
a vuestros enemigos'. Entonces Pablo pregunta: significación, el hecho de que ª-.:Qesar de su obs-
'¿Por qué es preciso que alguien, sea quien fue- tinada insistencia en la separación entre ambos
re, obedezca los preceptos de Jesús'; es decir, órdenes, el de la voluntad, del que de_pendenlas
pregunta por qué la significación subjetiva del normas, y el del _pensamiento,_del que depen-
acto de voluntad de Jesús es también su signifi- denlas aserciones, Kelsen se ve llevado a consi-

17 lbíd., pág. 254. 18 Ibíd., pág. 254; subrayado en el texto.

52 53
:f.,

derar la norma básica como un acto del pensa- cio gobierna tanto la creencia del hombre co-
miento. No obstante, ese acto no es un acto de mún, con la represión que implica, como la teo-
conocimiento sino de creencia. Creencia creado- rización de Kelsen: el prejuicio según el cual,
ra de una "ficción" que "no sólo -contradice a la para expresarse en los términos ya citados del
realidad, puesto que no existe semejante norma jurista austríaco, "una norma (. .. ) es la signifi-
como siendo la significación de un acto efectivo cación de un acto de voluntad intencionalmente
de voluntad, sino que también se contradice a dirigida a un determinado comportamiento hu-
sí misma, puesto que representa la facultad mano". Prejuicio que no podría abandonar sin
(empowering) de una autoridad moral o legal exponerme al riesgo de la locura en donde me
última y en ese sentido emana de una autori- afirmaría como autor de la ley. A menos que se
dad -una autoridad ficticia, hay que admitir- reconozca un modo de alteridad que, lejos de
lo- aun más elevada que ella".l9 estar ·supuesto por la subjetividad (como lo es-
En realidad, la contradicción es más bien de taría la sociedad por el individuo, o el tú por el
Kelsen; él es quien no evita la paradoja de un yo) la constituya, y donde es más bien la ley la
último que postula un último aun más elevado que da sentido a toda voluntad.
que él. No la evita porque quiere, o porque ne-
cesita inferir la autoridad de la ley de otro suje-
to distinto de aq_uellos a quienes la ley se diri- A la luz de estas consideraciones, retome-
¡; ge; un puro sujeto y, en ese sentido, trascenden-
tal. En cuanto al sujeto real, eL~e anuncia la
mos ahora la interdicción de la mentira. "Por
regla general, escribe Kelsen, la gente tiende a
norma básica, el padre de Pablo en este caso, se mentir si cree que con eso puede evitar las
podría a:Qostar ª--9..!:!-e no sabe que la autoridad reacciones que temen por parte de los otros."20
q~ invo~d~ende, ei_!_su existencia misma, de Da el ejemplo de la mujer que, aunque se le ha-
su creencia. O, para ser más exactosJo sabe ya inculcado desde su más tierna infancia la in-
sin saber, es decir to sabe borrándose como su- terdicción de mentir, mentiría en respuesta a la
jeto que sabe de qué se trata -definición de la pregunta por su edad si no temiera las conse-
represión que permite distinguir ese mecanis- cuencias enojosas del descubrimiento de su
mo del de la negación donde el acento recae en mentira. Si bien apunta sobre todo a distinguir
el enunciado en tanto queda afectado por el los casos, a menudo conflictivos, en que la nor-
"símbolo de la negación". Represión a la cual ma es aplicada conscientemente de aquellos en
sucumbo, no sin razón: ya que la dependencia que no lo es, de todos modos este análisis de
del otro legislador, ése que da su nombre a la Kelsen es bastante incompleto. Así como su
ley, en relación con la creencia no significa que análisis de la norma básica saltea un tiempo
la ley dependa de ella. Un solo y mismo prejui- esencial, que consiste en tomar en considera-

19 lbíd., pág. 256 . 2o Ibíd., pág. 160.

54 55
..
~o

*" ción la posición del sujeto de la enunciación que descubre el hijo en ese punto, cuando se
marcada por la represión, asimismo, en su aná- pregunta qué otorga significación objetiva a la
lisis de la relación del sujeto con la interdicción voluntad de Cristo; del mismo modo, en ese
de mentir, omite tomar en consideración la si- Pl!.nto, donde con la razón, falla la ley, descubrí- ¿
guiente dimensión de la palabra: que es a un mos con Lacan gue el deseo es una prohibición,
tiempo un acto y el médium en que el sujeto ad- rohibición de ir más allá de un límite eh el go-
quiere la responsabilidad de ese acto. Acá no ce.
hay alternativa posible porque no tomar la res- - Por lo tanto, el Urgrund se engendra de la
ponsabilidad del propio acto y mentir es de to- falla aparente del Grund. La creencia da un
dos modos tomar la responsabilidad de no to- nombre a la ley,23 pero un nombre que se toma
marla. Ahora bien, el análisis de esa dimensión prestado a la muerte, único reino que puede
de la palabra nos permitirá sacar a luz un pun- ofrecernos lo trascendental: Dios, más allá de
to decisivo en estos desarrollos. sus profetas, ancestros, tótems o incluso sue-
En efecto, ninguna autoridad, "ni siquiera ños. 24 Dar un nombre a la ley, crear el soberano
divina", como se expresa Mally, crea esa res- en las creencias,25 es el rodeo necesario y al
ponsabilidad, cuya condición de posibilidad ra- mismo tiempo inútil mediante el cual la ley del
dica en la conmutatividad de "sí" y de "no" en la nombre, que opera -si se me permite decirlo
que descansa l~ opción y que co_pstituye uno de así- desde atrás, se resguarda a los ojos de la
los dos ejes- fundamentales según los cuales se conciencia, del nombre de la ley.
articula el significante,21 así como tampoco nin- Ese rodeo da lugar a una ambigüedad con la
guna autoridad decide acerca de esa opción que ha especulado Joseph de Maistre para inti-
que, en última instancia, es una cuestión de de- midar a los pueblos: "¡Cuántos espíritus super-
seo. Y únicamente el "orgullo", como dice Shah- ficiales, escribe, se ríen de la extraña amalga-
rastani,22 intent-a llenar el angustiante vacío ma de un monje y un soldado! Más valdría ex-
tasiarse ante esa fuerza oculta, merced a la
21 Se trata del eje descripto por Jakobson como el eje
cual esas órdenes han atravesado los siglos,
de sustitución o de selección, donde se sitúa la metáfora;
zones a Dios.
en el otro eje, el de la conexión o de la combinación, se si-
:¿;¡ Cf. Timsit, Gérard, Les Noms de la loi, París, PUF,
túa la metonimia.
:.!2 Cf. Shahrastani, Li vre des religions et des sectes, t .
1991. Se puede encontrar algo severa la crítica que hace
I, trad . de D. Simaret y G. Monnot, Lovaina, 1986. Cuan- el autor a Kelsen pero, sin duda, tiene razón cuando su-
do comenta la revuelta de Iblis, el "primer maldito", el fi- braya la equivalencia entre la Grundnorm y el nombre.
. 24 Cf. Glowczewski, Barbara, Du reve a la loi chez les
lósofo musulmán no objeta la pertinencia de las preguntas
que éste hace a Dios, en particular la siguiente: ¿Por qué Aborigimes, París, PUF, 1991, págs. 16-17.
25 Cf. Safouan, Moustapha, en L'lnterdit de la repré-
en lugar de aniquilarme, como puede hacerlo, me deja
subsistir a mí, que soy el principio mismo del mal? En sentation (textos compilados por Adélie y Jean-Jacques
cambio, condena la jactancia que lo hace seguir lo que le Rassial), Coloquio de Montpellier (1981), París, Ed. du
parece bueno, es decir sus propias razones, para pedü· ra- Seuil, 1984.

56 57
controlado poderes formidables y resistido cho- Ser es el de un nombre, habitualmente se sus-
ques que aún nos sorprenden en la historia. trae a la conciencia de sí, como lo indican con
Ahora bien, esa fuerza es el nombre en que des- elocuencia los embrollos sobre los efectos de la
cansan esas instituciones, ya que nada es sino metáfora, que ya subrayara Davidson.
por Aquel que es".26 En suma, a pesar de nuestras divergencias
La ficcionalización de la ley, manifiesta en respecto de lo que Marcel Gauchet lláma las "li-
la ambigüedad entre el nombre y su denotación mitaciones constitutivas del establecimiento
en la que culmina el texto, I!_O es sólo un recur- humano", y aunque no hago mía, como él, la no-
so necesario sino además natural en la medida ción durkheimiana de "la superioridad de esen-
en que el símbolo encuentraahí s~punto de cia del ser colectivo frente a sus componentes
aplicación gracias a lo imaginario.27 Gracias a individuales", suscribo su opinión de que "[exis-
l~magen del semejante en que se sostiene to- te 1 un lazo consustancial entre dimensión reLi-
da idealización, el tercer término, el único que giosa y hecho social dado que la alteridad sacra
hace posible una relación viable entre el yo y el proporciona al grupo el medio de fundarse".29
tú, entre el padre y el hijo, el El, pronombre del Por ese motivo no suscribo la objeción que
ausente, como dicen los gramáticos árabes, se hace Hans Blumenberg30 al autor de la Théolo-
representa tanto bajo la forma del Imperator gie politique,31 Carl Schmitt, a pesar de sus crí-
que lleva el libro de la deuda como bajo la for- ticas acertadas a la noción de secularización de-
ma de la Providencia cuya ausencia no es nun- bido al uso que se tiende a hacer de ella con fi-
ca sino ausencia de su presencia. 2s ¿No puede nes hermenéuticos. Esa objeción puede resu-
verse acaso en toda una corriente de la filosofía mirse en estos términos: ¿Por qué, a la inversa
contemporánea un esfuerzo que apunta a con- de lo que afirma Schmitt, no se derivaría la me-
quistar la ausencia? Esfuerzo que se impone táfora teológica, el Rey de Reyes, del ámbito po-
tanto más cuanto que la eficacia de eso cuyo lítico? Porque el autor no sólo .parece aferrado a
la concepción trinitaria de la metáfora, "enti-
26 de Maistre, Joseph, Écrits sur le Révolution, París, dad -nombre propio- nombre metafórico", si-
PUF, col. "Quadrige", 1989, págs . 134-135; subrayado en no que además su objeción desconoce la necesi-
el texto.
dad del recurso a lo sagrado.
27 Por esa vertiente se introduce la otra función -que
es segregativa- de la religión: reforzar el narcisismo de Ahora bien, la formulación clásica retomada
]~m unidad .
2B A este respecto, es de interés la lectura de la obra 29 Gauchet, Maree], Le Désenchantement du monde,
de Samuel E. Balantine, The Hidden God, Oxford, Oxford París, Galhmard, 1985, pág. 9.
University Press, 1983. Pero también se puede hablar de 30 Cf. Blumenberg, Hans, The Legitimacy of the Mo -
la presencia de su ausencia, si se piensa en la expresión dern Age, trad. ingl. de Robert M. Wallace, Cambridge,
'ani hu (literalmente "yo soy él") con que también se nom- MA, The MIT Press, 1985.
bra a Yahve en reiteradas oportunidades, en particular en 31 Trad. de Jean-Louis Schlegel, París, Gallimard,
Isaías, 43, 8-13. 1988.

58 59
por Mobbes (Leviatán, cap. 26): ((Auctoritas, Unos veinte años más tarde, Donald R.
non veritas facit legem" es sin duda verdadera Kelly confirma y a la vez amplía la conclusión
en el nivel en que la ley regula las relaciones de Dumézil: "Desde la perspectiva romana, es-
entre humanos y arbitra sus conflictos. Desde cribe, el orden social en general no era un fenó-
ese punto de vista, se puede decir que la antíte- meno natural sino más bien el resultado de un
sis de Locke: "The Law gave authority" articula esfuerzo humano, un acto de 'fe', que era una
también una ley positiva, constitucional si se virtud central, social y política así como tam-
quiere, igualmente destinada a regular las re- bién moral y religiosa; y la ciencia jurídica ja-
laciones entre los sujetos y el mandato personal más ha sido capaz de soslayar esa premisa". as
del monarca (commissio). Pero la cuestión de la Esa concepción romana tiene un valor ar-
verdad, explícita o implícitamente excluida, quetípico. Porque lo que está en juego es la Fi-
vuelve a estar en juego en el nivel de la legiti- ducia, noción que según nos ha mostrado hace
midad, ya sea de la autoridad que hace la ley o poco Jean-Michel Rey ocupaba un lugar central
de la ley _9Ee hace la autoridad. Y de dónde pro- en las reflexiones de Paul Valéry. Resulta difícil
vendría esa legitimidad sino de un ser confiable no citar aquí el pasaje casi profético que redac-
por común definición, es decir que no podría ser tara Valéry bajo el título de "Credo".36
un sujeto real puesto que todo sujeto real, así
fuera un rey, "es un comerciante de bazar" co-
mo lo dice con ironía Georges Dumézil, quien "Creo en la disolución, desaparición o trans-
agrega: "Dios no, sobre todo porque no juega a mutación bastante cercanas de esas grandes
los dados".32 Porque el Dios único obtiene su mitologías conocidas bajo los nombres de Filo-
unicidad del hecho de que sólo El dice la vet·- sofía e Historia.
dad. Y dado que la verdad no tiene más garan- "'Mitología', es decir Creación del Crédito, es
tía que la palabra, ¿dónde percibimos mejor esa decir del Lenguaje.
veracidad sino en el hecho de que todo lo que "Por este motivo, Filosofía e Historia serán
ocurre ya ha sido dicho por El? De hecho, eso es más o menos reemplazadas por el estudio de los
lo que está en juego en el desafío lanzado por valores de la palabra -Estudio que clasificará
Yahve a los otros dioses, en presencia de su las obras de esas categorías entre la novela y las
pueblo puesto como testigo.aa La creencia es el poesías-, sin olvidar los Libros santos, la teolo-
alma de la existencia social, como la delegación gía, etcétera - toda la biblioteca de la Fiducia."37
es el arquetipo de todo poder.34
.::, Kelly, Donald R., op. cit., pág. 50.
:12 Dumézil, Geo1·ges, ldées romaines, París, Galli- :l(i Cf. Rey, Jean-Michel, Paul Valéry, !'aventure d'une
mard, 1969, pág. 57. oeu.vre, París, Ed. du Seuil, 1991. Vale la pena leer aten-
3:1 Véase Isaías 43, 11-12. tamente todo el capítulo titulado "Le destin du papier" en
:14 Cf. Bourdieu, Pierre, "La délégation et le fétichisme conexión con esto.
poli tique", en Choses dites, París, Ed. de Minuit, 1987. :17 lbíd., pág. 138; subrayado en el texto.

60 61
En parte alguna es tan transparente la fun- "El sistema imita a la Iglesia con exactitud.
ción de la Fiducia como en la garantía que con- Probablemente sea ésa la razón por la que me
fiere al valor monetario. Sobre ese punto_, Kan- siento tan cómodo en él. Tiene su Papa, el pre-
torowicz se expresa con mucha elocuencia. "En sidente; y el colegio de los cardenales, los go-
todos los siglos religiosos, el valor de la moneda bernadores y presidentes de los bancos; y una
estaba de una u otra manera garantido por la curia, el personal jerárquico. Quien es un mal
divinidad en que creía el pueblo. El animal to- feligrés en la Iglesia católica, va a confesarse.
témico garantiza los valores de los signos mo- Quien es malo en este sistema, va a la ventani-
netarios primitivos, el dios de la polis, el de las lla Discount a pedir un préstamo. Inclusive te-
monedas griegas. Del mismo modo, en Roma, la nemos órdenes de pensamiento religioso como
efigie de los emperadores-dioses y la imagen los Jesuitas, los Franciscanos y los Dominica-
del Salvador, entre otros signos y símbolos, cer- nos, sólo que los llamamos los pragmáticos, los
tifican el valor de las monedas de la Edad Me- monetaristas y los neokeynesianos."40
dia."38 En este sentido, sería inapropiado hablar de
Sería engorroso detenerse en las estrechas "secularización". No se trata de una evolución,
relaciones que existían en la Antigüedad entre en el sentido que fuere, sino de una limitación
el dinero y el mercado por una parte, y el tem- que pesa sobre todo establecimiento humano.
plo por otra. 39 Pero sería un error creer que en Limitación que no es la de la costumbre, la tra-
la actualidad las cosas son diferentes. Sobre dición ni la historia. No obedece a la estructura
ese punto, veamos el testimonio de Richard Sy- misma de la relación del hombre con el tiempo
ron, quien ha servido durante un tiempo como sino con el lenguaje.
asistente especial de Volcker, ex presidente de ¿Quiere decir, entonces, que cada uno ha de
la Reserva federal: amoldarse a las normas de su tribu? En absolu-
to. Inclusive, existen razones para p~nsar que el
38 Kantorowicz, Ernst, L 'Empereur Frédéric JI, trad. sujeto se aferra con tanta más fuerza a la ley
de Albert Kohn, París, Gallimard, 1987, pág. 209. moral cuando gue su deseo inconsciente no se
39 Por lo que sé, W. Burkert fue quien mejor puso de
cQrresponde con su ley. Demasiadas experien-
manifiesto la "íntima conexión" entre el templo y el mer-
cado en la Antigüedad griega (Greek Religion, trad. ingl.
cias m u es tran que la conformidad de los actos
de J. Raffan, Oxford, Blackwell, 1985, pág. 252) . En cuan- con las leyes morales o religiosas no basta para E
to a Leon Bloy, cuyo antisemitismo hace aun más instruc- resguardar al sujeto de la culpabi~d y q_ue al
tiva -para quien quiera comprender el motor de ese fenó- querer amoldarse a ellas hasta en sus intencio-
meno- la lectura de su manifiesto Le Salut par les Juifs neJ?, no hace más q_ue agravar esa culpabilidad.
(París, T.G. Cres & Cíe éditeurs, 1914), llega al punto de
escribir (págs. 33-34): "La exégesis bfblica ha descubierto
la notable particularidad de que, en los Libros sagrados, 40 Citado siguiendo a Greider, William, Secrets of the
la palabra dinero es sinónimo y figuración de la Palabra Temple, How the Federal Reserve Runs the Country, N ue-
viva de Dios". va York, Simon and Schuster, 1987, pág. 54.

62 63
'lbdo sucede como si la creencia en la redención 111
que las obras garantizan fuera considerada nu-
la, respecto no de la gracia sino de una contabi- El orden simbólico
lidad diferente, tanto más virulenta cuanto que
está sustraída al saber. No se necesita recurrir Hay que seg11ilr. lo que es común, es decir lo
a la experiencia psicoanalítica para persuadirse que es universal. Ya que el verbo universal es
de que lo que está sustraído al saber no por eso común a todos. Pero aunque ese verbo sea co-
deja de existir y produce efectos incomprensi- mún a todos, la mayoría vive como si poseye-
ra un pensamiento particular en forma exclu-
bles. Un joven se complace pensando que su bie- swa.
namada está quizá detrás de él y que la vería si HERACLITO
se diera vuelta. Sólo que, más prudente que Or-
feo, no se da vuelta. Su deseo de darse vuelta
para verificar que ella estaba ahí es de hecho un Entre dos sujetos no hay sino la palabra o la
no querer darse vuelta para verificar que ella no muerte, el saludo o la piedra. Postular la vio-
estaba ahí... según su mejor saber. A partir de lencia en el principio de lo que se denomina "la
ese saber, pero también habría podido escribir condición humana", sin tener en cuenta lo que
acá "verdad", que la culpabilidad constituye el ésta comporta de fracaso de la palabra, no con-
síntoma. Y eso plantea la pregunta: ¿De q~ duce a parte alguna. ¿Qué se puede obtener de
otra deuda, o de qué otro Sollen se considera una conciencia de sí a la que otra conciencia de
responsable el sujeto en ese otro lugar desde sí corroe al punto de que no podría definirla si-
donde se significa llegado el caso la verdad y no por el infierno, ni encontrar otro modo de
donde la responsabilidad es inalienab1e? tratar con ella sino la lucha a muerte de puro
El lector ya lo ha adivinado: Lo que opera en prestigio? De hecho, todas las operaciones de la
ese otro lugar no es el nombre de la ley sino la conciencia de sí en Hegel están mediatizadas
le,.y del nombre. Pero antes de intentar desarro- por el lenguaje. En cuanto a la virtud supuesta-
llar esa pregunta, se nos presenta otra. En mente pacificadora del don y a la necesidad que
efecto, en tanto norma, la interdicción de men- se dice inevitable del acuerdo como condición
tir aparece ahora como articulando una regla de la vida, ya sea que ese acuerdo se realice en
del intercambio de la palabra sobre el que se torno de un monstruo estatal o de un chivo ex-
basa todo intercambio. Desde ese ángulo, se piatorio, es difícil evaluar qué efecto produci-
trata de una regla universal en el sentido en rían esas operaciones si se desarrollaran como
que se dice que es universal la prohibición del un dumb-show. En el comienzo era el verbo, y
incesto. Si encontramos otras reglas de los jue- si existe una ley que, por excelencia, esté hecha
gos de la palabra que tengan igual carácter de para salvaguardar la primacía de la palabra en
universalidad, nos estará permitido designar al seres cuyo lazo con la vida parece ser tan sutil
conjunto como "orden simbólico". que fácilmente la pondrían en juego en la lu-

64 65
-1 cha, esa ~ es la!interdicción del homicidi~ So-
bre este punto, es sumamente significativo el los sacrificios destinados a apaciguar al m u or-
análisis que hace Freud de la conductJ de los to, las costumbres de reconciliación dejan
"primitivos" para con el enemigo.l trans-parentar otros sentimientos a.E_arte de la
"Si nos sentimos inclinados a atribuir a los hostilidad: expresiones de arrepentimiento y de
sujetos salvajes una implacable crueldad con homenaje al enemigo, pena y remordimiento
respecto a sus enemigos, escribe Freud, queda- por haberlo matado, al punto de llevar duelo
remos sorprendidos al averiguar que la consu- por él. En una palabra, el asesinato del enemi-
mación de un homicidio les impone como conse- go suscita en los primitivos los mismos senti-
cuencia la observación de determinadas pres- mientos que suscita el homicidio de un miem-
cripciones que forman parte de las costumbres bro del gruE_9. "Se diría, escribe Freud, que mu-
tabú. Tales prescripciones pueden ser fácilmen- cho antes de toda legislación recibida de manos
te agrupadas en cuatro categorías, según exi- de un dios conocían ya estos salvajes el manda..:
jan: l. la reconciliación con el enemigo muerto; miento no matarás y sabían que la violación de
2. restricciones; 3. actos de expiación o de puri- este mandamiento implicaba un castigo. "2
ficación; después de perpetrado el crimen. 4. Dicho de otra manera, l.a s costumbres de los
determinadas prácticas ceremoniales." primitivos dan cuenta de su sumisión a una ley
Los autores que cita Freud, en particular universal, en el doble sentido de imponerse a
Frazer, explican las costumbres de reconcilia- L ~y toCIOs y de no tolerar excepción alguna referida
ción por el temor a los espíritus. Esa explica- I/S a nuestro semejante, ése a quien también se
ción parece natural en la medida en que el ase- puede llamar "el otro de la pequeña diferencia",
sinato de un hombre no le impide existir sino sea esa diferencia de color o de raza, de creen-
que, por el contrario, le deja una existencia casi cia o pertenencia, de clase, nación, clan o inclu-
fantasmal, tanto más aterradora cuanto que es so de edad o de sexo. Esa universalidad impide
inaprensible y que sus apariciones son incon- asimilarla a una ley "positiva", en el sentido de
trolables. Por lo demás, ésa es la explicación una ley instituida por las así llamadas socieda-
que dan los propios primitivos de esas costum- des "avanzadas". Las cuales se acomodan muy
bres; las explican por el temor a la revancha, bien a la destrucción del enemigo, sin sustraer-
sin consignar la transgresión de un precepto. se no obstante a los efectos devastadores de la
Freud considera, empero, que esa explicación culpabilidad. A tal punto que cabe preguntarse
es insuficiente. Porque junto a las plegarias y si la noción de "crímenes de guerra", noción que
surge con la extensión de los medios de destruc-
1 Cf. Freud, Sigmund, Totem et Tabou, trad. de S.
ción a escala del planet~h no es, en realidad, la
Jankélevitch, revue pour la Petite Bibliotheque Payot,
París, Payot, 1989, págs. 48;53. (Versión en castellano en de nuestros crímenes de guerra. Evocar aquí el
Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973, t. II, genocidio del pueblo judío no sería una objeción
págs. 1770-72).
2 lbíd., pág. 51 (versión en castellano, págs. 1771-72).
66
67
pertinente. Ya que por más que ese genocidio Sólo que el relato bíblico le plantea otro pro-
haya tenido lugar vergonzosamente bajo la co- blema. Ya que conforme a ese relato lo que cla-
bertura de una guerra, no tenía nada de una ma venganza no es el espíritu de Abel sino su
operación guerrera: nada de lo que explica una sangre . Frazer no intenta resolver ese proble-
guerra podría explicar un crimen que va mucho ma, contentándose con subrayar que la creen-
más allá del homicidio. cia según la cual "la sangre clama desde la tie-
Pero la tesis de Freud sólo adquiere toda su rra y sigue clamando hasta que haya sido de-
importancia a la luz de la comparación con la rramada la sangre de un enemigo" sigue aún
de su "vade mecum", como lo llama Kroeber,3 a vigente entre los beduinos de Moab. Pero, en
saber Frazer. En el capítulo titulado "La marca otro libro, Psyche's Task,5 donde estudia los ri-
de Caín",4 Frazer cita gran cantidad de ejem- t_os de purificación, se ve llevado a tomar en
plos de la interdicción del homicidio y, sin dar consideración la polución que provoca la sangre
más explicaciones, él mismo observa el carácter derramada y que corrompe tanto a la víctima
excepcional que constituye entre los Kikuyus como al homicida, incluso a la comunidad toda .
(un pueblo de Africa del Este) la limitación de N o por ello abandona la hipótesis del espíri-
la contaminación que provoca el homicidio, úni- tu ven ador. Por el contrario, cita gran canti-
camente en el caso en que la víctima sea un da e ntos de exorcismo que, en ocasiones, lle-
miembro del clan. Explica esa interdicción por gan a atormentar al cadáver, por ejemplo rom-
el temor al espíritu de la víctima, y se felicita, piéndole el tobillo, o clavando agujas en la pal-
no sin ironía, de que esa explicación libera al ma de la mano para impedir al espíritu del
relato bíblico de un absurdo manifiesto. Porque muerto que vuelva a la carga, que persiga al
según la interpretación corriente, Dios puso homicida y lo atrape. A su criterio, basta con
una marca a Caín para preservarlo de los ata- recordar ese contexto de exorcismo que rodea
cantes humanos, olvidando que no había nadie las supuestas purificaciones para que surja su
para atacarlo ya que la tierra estaba aún des- verdadera naturaleza: ritos de exorcismo que se
habitada con excepción del propio homicida y observan para expulsar al espíritu peligroso.
de sus padres. Si suponemos que el enemigo cu- En consecuencia, si se atribuyera a los salvajes
ya revancha temía el homicida era un espíritu algún sentido moral se caería en el error típico
y no un hombre vivo, evitamos la irreverencia que consiste en explicar el pasado por el pre-
de imputar a la divinidad un grave traspié de sente, fruto de un largo progreso. Pero en otro
la memoria, poco compatible con la omniscien- pasaje del mismo libro (pág. 56), Frazer parece
cia divina. reconocer a la purificación una finalidad distin-
ta de la del exorcismo, e insiste más bien en el
a Cf. Kroeber, The Nature of Culture, Chicago, The
University of Chicago Press, 1952, pág. 303.
4 Cf. Frazer, James, Folklore in the Old Testament, 5 Frazer, James , Psyc he's Task, Londres, MacMill an ,
Londres, Mac Millan, 1919, vol. 1, págs. 78-103 . 1909.

68 69
(~~ ~ =l.ll-IV' .R5 vétf \Aru Rd~<r
# vi~ ~ ~~ iA ~-1 . V ~VG ttí ~~t\lll- 14
1'•~ , 1'\.ct. ~ '"'~""'
crilegio, la que provoca el homicidio parece
hecho de que esa práctica había sido concebida "funcionar para mantener una distinción cate-
originalmente como siendo de naturaleza física gorial, la distinción entre los dioses y los horn-
y no moral. Al referirse al "sabio Heráclito", en- bres".8 Admitiremos que esa contaminación es
cuentra curioso, odd, el hecho de que esa gente una metáfora "odd". Pero es una metáfora obli-
hubiera imaginado que podía purificarse man- gada en la medida en que únicamente lo visible
chándose con sangre. Ahora bien, el enunciado nos proporciona las imágenes necesarias para
del fragmento a que hace alusión Frazer es en tratar nuestra relación con lo invisible. No pro-
realidad el siguiente: "En vano intentan purifi- cedemos de otro modo cuando intentarnos
carse manchándose con sangre, como un hom- cias a la confesión, tornar tratable la falta ctue '
bre que quisiese, luego de un baño de barro, cometemos en las intenc10nes y no sólo en los
limpiarse con el barro".6 Lo que confiere al actos . Siempre en vano. Basta con recordar los :
fragmento en cuestión un sentido totalmente eiliagos a los que sucumben nuestros guerre-
distinto, con el que es fácil coincidir: ros en la soledad en que los dejan sociedades
En efecto , J.D.G . Dunn ha demostrado de atareadas y rnoralizantes para reconocer .J ca-
modo plausible que elammal sacrificial, identi- rácter mucho más sensato de los ritos colectivos
ficado con el pecado de quien hace la ofrenda, d~urificación de las sociedades primitivas. 9
debía ser destruido para destruir el pecado que Freud por su parte atribuye esos ritos a "la ~ 4
encarnaba. 7 Verter la sangre sacrificial y espar- ambivalencia de los sentimientos". Con eso
cirla bajo los ojos del dios indicaba que la vida quiere decir que el homicidio suscita tanto el
estaba totalmente destruida, y con ella el peca- deseo como el horror, dos elementos que se con-
do del pecador. De admitir esa tesis, podremos jugan en la expreSión que, a su parecer, meJor
V~ en el clamor Uela sangre derramada Un lla- traduce el sentido de la palabra "tabú", la de
ti ttl -
k' &.< 11
1 mado no a la simple venganza sino al sacrificio, "terror sagrado". Expone la ley que prohíbe el
en el sentido de la destrucción misma del cri- homicidio como dictada ya sea por el horror que
LjS ~en. Lo que explicaría la indiferencia relativa
aTa identidad del homicida: lo que la sangre re-
8 P arker , Robert, Miasma, Oxford , Clarendon Press,
clama, según las palabras del beduino referidas 1990, pág. 189. El a utor observa con acierto que la in sti -
por Frazer, es la sangre de un enemigo. A la tución más evidentemente amena za da por la obliteración
manera de la contaminación inducida por el sa- de esta distinción es el juramento .
9 Si se da crédito al periódico británico The Guardian
6 Troi s Contemporains: Héraclite , Parménide, Empé- que en su número del 14 de enero de 1991 refiere las pa-
docle, trad . de Yves Battistini, París, Gallimard, col. "Les labras del doctor Middleton pronunciadas en un encuen-
Essais", 1955, págs. 25-26. tro organizado por el "Medica] Campaign Against Nuclear
7 Cf. Dunn, J .D.G., "Paul's understanding ofthe death War" (que reunió en Londres a doscientos psiquiatras ):
of Je su s", en Sa crifi.ce a.nd R edemption, obra colectiva ba- "Después de Vietn al'!Lse han sujcidado más soldados que
jo la dir ección de S .W. Sykes, Ca mbridge, Cambridge Uni-
versity Press, 1991 , pág. 46 . -
los que murieron en los combates".

71
70
'

éste suscita, ya como impuesta desde el exte- parente a la conciencia moral, tan inmanente a
rior, por una generación anterior a las genera- la inmediatez de esa transparencia, que cuando
ciones subsiguientes. Ambos puntos de vista no m~t digo "has actuado mal", por ejemplo, no se
son excluyentes. Pero de todos modos, la idea puede dec1r, hablando con propiedad, que me
de una le im uesta desde el exterior de a de hablo a mí mismo, sino que me represento como
ser sustenta e a partir e momento en que él hablándome a mí mismo. Dicho de otro modo,
Le¡ efÍcac1a
mismo nos muestra que dicha ley no carecía de
allí m1smo donde no estaba articulada,
la intuición del valor del acto o de la intención
se da de inmediato en la plenitud de la presen-
entre los primitivos. Si hay una exterioricidad, cia en sí de la conciencia, de manera que sólo
no es la de la transmisión sino, SI se me permi- podría comunicarla, así fuera a mí mismo, en
~lA
.u te decirlo
..,,...,,..._
-'
así, la de un exterior interior a toda una operac10n, una trans os1c10n de al un mo-
~~ generu.._~vu . ó segun a. m em argo, a e eronom1a e a
En realidad, si uno recuerda las expresiones ley moral es innegable: como lo ha observado
de agresividad que abundan en toda lengua, se Kelsen, incluso los partidarios de la doctrina de
verá llevado a hablar no sólo del horror sino la conciencia moral se ven obligados a in terpre- ~ .¡.
también del goce que ella encierra y que René tar la voz de la conciencia como la voz de Dios I'Ú1
Girard descoñOCe a pesar de su insistencia jus- en nosotros .
tificada en la falta en el ser hu mano de todo Ahora bien, la alteralidad de la voz que
mecanismo que detenga su gesto homicida. Por enuncia la máxima moral es del mismo tenor
lo general, ese goce se circunscribe al registro que la del significante del inconsciente y eso
de lo imaginat~O'"en donde se desplie gan sus demuestra que el sujeto hace oír su propio men-
significaciones . Si se desencadena en lo real, saje desde un Otro lugar, un lugar de lenguaje.
aparece la "locura" donde se deshace el anclaje, · Hemos reconocido ese lugar del lenguaje
en el Otro, a.:rslgnificante de la ley, umco en po- también como lu§ar de la verdad, esa verdad de
s{büifar una palabra v1able, cuando no de reco- la~e dice Freu , en la carta a Fliess donde le
nóc1m1ento entre los sujetos. anuncia la muerte del padre, que no tiene nada
Escribo el Otro ("con A mayúscula", como que ver con la verdad "oficial". "¿Cómo he podi-
gustaba de decir el doctor Lacan) porque el tú do robarle su mujer?" quiere decü~ alguien. Pero
de " no matarás" no es recíproco. Su vot, si se dice : "nu mujer". Un posesivo reemplaza a otro, pt:tk
hace oír, no es una "autoaf~ctación~o diría y ahí se revela el fondo de codicia que subyace ~
Derrida. lo Recordemos en este punto la tesis de y-a en su relación con la que es su mujer frente r-<~&1.
Husserl que sostiene que la vivencia de la con- a Dios y a los hombres, así como la suerte de
c iencia moral o del juicio de valor es tan trans- a ro iación ue no exce túa a nin una mu'er y
que cons 1 uye e on o e esa misma codicia.
lO Cf. Derrida, Jacques, La Voix et le Phoneme, París, Sustitución verdaderamente metafórica, y que,
PUF, 1967 , pág . 89. ·- ' ::¡a, no suena como una "autoafectación" a

72 V 73
pesar de la presencia del "yo" (je) en el enuncia- un comienzo, de una "fuerza" en la cosa que se
do--:-11 da, como si se tratara de un dato primitivo u
~o obstante, los sociólogos que reconocen original? Porque así lo hacen las propias tribus
bajo el término "simbólico" únicamente a las que estudia, así, los maorís hablan del hau de
representaciones relativas a las diferencias la cosa dada, término que a la manera del lati-
que los miembros de la sociedad instituyen en n-;spiritus designa a un tiempo al alma y al
el registro de lo imaginario (pero no sin que el . viento. Pero si bien bastan para la composición
imaginario tenga efectos reales) y que regu- de un diccionario, la denotación de un término
lan tanto su producción como sus intercam- y sus empleos no impiden que la gente se pre-
bios tienen su origen en una reducción de la gunte acerca del sentido del término mismo;
coexistencia humana a la intersubjetividad y a pensemos en nuestros debates sobre la pintura,
su dualidad . 12 La teoría del don de Maree] la democracia o incluso sobre ... el alma. De esa
Mauss nos permite captar el límite de sus es- manera, al responder a la pregunta del antro-
fuerzos . pólogo, un informador maorí ha dado "por azar
En su conocido "Essai sur le don", Mauss y sin prevención alguna", afirma Mauss, "la
aclara desde las primeras págmas que sólo es- clave del problema".
tudiará a fondo uno de todos los problemas im- "Voy a hablarle del hau, dijo. El hau no es el
plicados en esa forma de intercambio que cons- viento que sopla. En absoluto. Suponga que us-
tituye el don: "¿Cuál es la regla de derecho y de ted poseyera un artículo determinado (taonga)
interés que hace que, en las sociedades de tipo y que me diera ese artículo; me lo da sin fijar
atrasado o arcaico, el presente recibido sea obli- un precio. No hacemos una transacción con él.
gatoriamente devuelto? ¿ é fuerza hay en._ la Ahora bien, doy ese artículo a una tercera per-
cosa que se da que hace que e e- sona que, luego de que ha pasado algún tiempo,
vuelva?"l3 decide devolver algo en pago (utu), me regala
¿Por qué habla el eminente etnógrafo, desde algo (taonga). Ahora bien, ese taonga que me
da es el espíritu (hau) del taonga que he recibi-
do de usted y que le he dado . Los taonga que he
11 Cabe observar que contrariamente a la metáfora
poética, la que interviene en este ejemplo va del sentido recibido por esos taonga (venidos de usted), de-
al sinsentido. bo devolverlos. No sería justo (tika) de mi parte
12 En un estudio particularmente brillante, Marshall conservar esos icwnga para mí, sean deseables
Sahlins ha demostrado cómo ese "simbólico" se pone al (r_awe) o desagradables (kine). Debo dárselos a
servicio del pensamiento burgués. Cf. "La pensée bour- usted porque son un hau del taonga que usted
geoise", en Au coeur des societés, París, Gallimard, 1980.
13 "Essais sur le don", en Anthropologie et Sociologie,
me ha dado. Si conservara ese segundo taonga
recopilación de algunos escritos fundamentales de Maree] para mí, podría venirme algún mal de él en se-
Mauss, presentados por Claude Lévi-Strauss, París, PUF, rio, incluso la muerte. Así es el hau , el hau de
1957, pág. 148. la propiedad personal , el hau de los taonga, el
74 75
~'P:c~~~~ ~a~-o
vir~at..\!.oi.A
hau del bosque. Kati ena (suficiente sobre ese o el espacio, entre las mismas dos personas o
tema)."1 4
entre dos personas diferentes, de todos modos,
Ese discurso parece asombrosamente claro a esa multiplicación jamás será sino una repeti-
los ojos de Mauss, salvo por el siguiente punto ción de la misma estructura diádica, que com-
oscuro: la intervención de una tercera persoña. prende dos personas; tendremos tan sólo un
"Pero para c omprender al jurista maorí, agre- montón de trueques, como se dice un "montón
ga, basta con decir: 'Los taonga y todas las pro- de arena" . En cambio, introducir una tercera
piedades llamadas con rigor personales tienen persona abre la puerta al pasaje del don a una
un hau, un poder espiritual. Usted me da uno, cüar'Fa, luego a una quinta, etcétera; y a condi-
se lo doy a un tercero; éste me devuelve otro ción de que quede a cargo de cada donatario
porque está inducido por el hau de mi regalo; y asegurar su retorno al donante (y con eso quizá
yo estoy obligado a darle esa cosa, porque es tocamos una de las razones por las que los
preciso que le devuelva lo que en realidad es el hombres se dividen en sociedades que pueden
producto del hau de su taonga."15 ser censadas) el resultado será ya no un mon-
Resulta difícil admitir que en ese punto tón sino una red. La diferencia es importante.
Mauss es víctima de la misma "racionalización" En efecto, debido a su inserción en una red,
o de la misma ilusión a la que sucumben los el don participa de la transmisibilidad del men-
miembros de la sociedad cuando dan de sus ac- saje verbal; y eso nos autoriza a comparar la di-
tos una explicación ajena a la determinación ferencia entre el intercambio dualista y el in-
verdadera, ya que esta última escapa a su con- tercambio ternario con la que separa lo cóm"i'Co
ciencia. Porque Mauss vuelve a llevar la asimi- del ch1ste, según ~d: si la imagen de un ~~
lación del hau a un "poder espiritual" cuando el transeúnte que resbala y cae al suelo basta pa-
discurso del jurista maorí apunta expresamen- :a:a provocar la risa en lo cómico, el buen chiste,
te a iTI:)erarla de él. Ve sólo oscuridad en la in- en cambio, circula. De modo más decisivo, la
tervención de una terc-era persona y la reduce a afirmación del carácter prioritario de la red del
un rodeo inútil -cuando la concisión de un tex- intercambio permite referir el trueque a esa
to que recuerda a los del Estagirita lo desmien- red, de la misma manera en que Lévi-Strauss
te- y sin embargo esa su uesta oscuridad nos sitúa a la familia en relación con la alianza: co-
da "la clave del problema", con la con ición e mo un resultado, un momento relativamente
que se analice el rinci io de reci rocidad sobre congelado de un movimiento más vasto y que
el que, en apariencia, se -asa e on en a medi- termina por disolverse en ese movimiento mis-
da en que abarca, en cada caso, a dos personas. mo.
La operación puede multiplicarse en el tiempo ~o es de sorprender que la explicación del
informador maorí dé cuenta de una visión del
14 Ibíd ., págs. 158- 159 . carácter ternario del intercambio mucho más
15 lbíd ., pág. 159 . aguda que la que prima en nuestras sociedades
76
77
debido al carácter llamado, por una suerte de
contrasentido, "comercial"l6 de la gran mayoría alianzas, de establecer una paz, concurrir a jue-
de nuestros intercambios. Al referirse a la obra gos y combates reglados, celebrar fiestas de
de Malinowski sobre el comercio kula, Mauss cambios de estación, asistir a los servicios ri-
subraya que algo que pertenece a determinada tuales y de honor, manifestarse respetos recí-
persona "sólo es dado con la condición de hacer procos, cosas todas que se intercambian y que
uso de él para otro, o de transmitirlo a un ter- son más numerosas y preciosas a medida que
cer partenaire lejano murimuri".l7 En otro pa- esas sociedades son más ricas".l9
saje, hace notar que la "noción de trueque es En efecto, esa noción de plazo, "implicada
tan poco natural para los melanesios como para lógicamente" en el intercambio, significa que el
los polinesios" _18 <!_on es cedido en primer lugar contra una J].I!J-
En realidad, esa noción no tiene nada de na- niesa explícita o implícita, mediante la cual el
tural en sí misma; y los intercambios realizados que da transforma al donatario en responsable;
por partenaires que dejan, cada uno, su ofrenda eso sería inconcebible sin el acuerdo previo de
en la playa y luego se retiran en silencio no in- ambos partenaires, no sobre una significación
validan ese hecho. Las razones de esa poca na- dada sino sobre la regla en virtud de la cual
turalidad pueden leerse en estas líneas admira- ambos, donante y donatario, se constituyen co-
bles de Mauss: "Pero, en toda sociedad, es de la mo responsables, regla que exige que el don sea
naturaleza del don obligar a un plazo. Por defi- pagado con reciprocidad.2o Si se suprime esa re-
nición misma, una comida en común, una dis- gla, el don se transforma en acto de om ni poten-
K~rtribUclón de kava, un talismán que se consigue, cía que excluye toda división del trabajo: puesto
no pueden ser devueltos de inmediato. Es nece- q~e al mismo tiempo se suprime lo que se pue-
sario que pase tiempo para ejecutar toda con- de llamar la alianza de los partenaires, en el
traprestación. Por lo tanto, la noción de plazo sentido de la fe que deposita cada uno en el
está imE.!i_cada lógicamente cuando se trata de otro, de que mantendrá su palabra. El hau de
devolver visitas, de contraer matrimonios, taonga recibido de una tercera persona es tan

16 En una página célebre Lévi-Strauss describe, supri- 19 lbíd., pág. 199.


miendo ese carácter comercial, las virtudes apaciguadoras 20 Lo que M. Sahlins llama su "cosecha" o su "benefi
del don en la medida en que resuelve la tensión que surge cio". El énfasis en este aspecto del don le permite dar
inevitablemente en el encuentro de un Yo y un Tú. Pen> cuenta de la extensión del uso de la palabra hau al domi-
no profundiza en el hecho de que el recurso a la palabra nio mágico, como "hau del bosque", y dar una traducción
implica ya una comunidad que liga a ambos partenaires el del discurso del "sabio" maorí, Tenapi Ranapiri, más im -
uno con el otro, aunque su descripción la haga totalmente pactante que la de Mauss. Además, el análisis de las im-
evidente. plicaciones políticas del "Essai sur le don" lo lleva a com-
17 Mauss, Maree], op. cit., pág. 180. probar el acuerdo del autor con Hobbes para pensar que
18 Ibíd., pág. 193. el orden primitivo es una ausencia de ley . Cf. Age de pie-
rre, Age d'abondance, París, Gallimard, 1976.
78
79
f ~ ~~

sólo el recuerdo de esa promesa. El mal que En ese sentido, se la puede calificar como regla
provoca su no restitución es de la misma natu- a priori; y tal vei'ei:tcontremos ahí un funda-
raleza que la maldiciÓn que condena, por do- mento bastante sintético de la \ey delª restitu-
quier, la negación del juramento.21 La afinidad ción del del!ósito qpe Kant pretende "dedücir
entre el hau y la obligación jurídica no reside analíticamente.
en que el uno es la forma primitiva, embriona- Las consideraciones anteriores ponen en du-
ria de la otra sino en que ninguno de los dos po- da la explicación sociológica de una fey tan uni-
dría definirse sin la referencia a la buena fe versal como la de la prohibición del incesto. Se
que la palabra supone. Que el temor a la nega- trata de-una importante cuestión. Plfque tal
ción de la promesa pueda suscitar todo tipo de como observa el autor de La Potiere jalouse22 en
temores mágicos en un hombre maorí nos pare- el último capítulo de este libro, esa explicación
ce menos aniquilante para el sujeto que la ma- implica que la sociedad explica al indivÍ-duo y
quinaria de nuestras disposiciones judiciales. no ~~inversa y que el psi coanáJ!_sis debe estar
Porque sin duda está en poder del sujeto rene- subordinado a las otras ciencias humanas en
gar de su promesa, en cuyo caso ocurre la gue- todas partes, lo que no se corresponde con la
rra, en la que muchos encuentran el estado na- concepcwn que-de-él tenía Freud, cuyas vacila-
tural del hombre para esmerarse luego en de- ciones al respecto, en especial en lo relativo aJa
ducir de ella el estado de sociedad, cuando lo interpretación del simbolismo, subraya Lévi-
importante es más bien lo siguiente: a menos Strauss. Ahora bien, la cuestión, justamente,
que se sustraiga de la comunidad humana, el radica en saber si el psicoanálisis no abre una
sujeto no puede renegar de la regla. teJ:Cera vía que nos posibilite no- encerrarnos en
En suma, el intento de deducir la obligación la dicotomía sociedad-indiviauo. - -
del don o de su hau es análogo a querer expli- La argument~c1ón de Lévi-Strauss, tal como
car las reglas del juego por los movimientos de la desarrolla en Las estructuras elementales del
los jugadores, cuando es la regla la que consti- parentesco,2:3 es minuciosa y sutil, lo que puede
tuye tanto al juego como a los jugadores. Con- perderse de vista debido a la gran claridad de
trariamente a la hipótesis del estado de guerra, su estilo. Intentaré resumirla haciendo hinca-
ninguna sociedad, ninguna red de intercambio pié más bien en sus articulaciones que en la
es posible sin la existencia previ a de una'"?eg!a masa de hechos en los que se apoya.
asumida por todos (en el sentido que acabamos Lévi-Strauss mantiene la distinción entre
de explicar y que no excluye la negación de la un estado de naturaleza y up. estado de cultura.
promesa) sin haber sido elegida por ninguno.
2~ Lévi-Strauss, Claude, La Potiere Jalouse, París,
~ 1 Para los semitas, véase Trites, Allison A. The New Plon, 1985 .
Te.~ t a m c 11f Conc:ept of Witn ess, Cambridge, Cambridge 23 Lévi-Strauss, Claude, Les Structures élémentaires
Uni ve rsi ty Press, 1977, p<ig. 30 -~4- de la pa.renté, París, PUF, 1949.

HO ~
0~~
Pero para él esa distinción no tiene nada de presta a la formulación de norma alguna. No
una yuxtaposición ni de una sucesión en la que sólo el mono se comporta con una asombrosa
basarse para interrogarlos acerca del pasaje del versatilidad en presencia del macho y de la
uno al otro. El hecho es que jamás encontramos hembra, del animal vivo o muerto, del sujeto jo-
en el hombre la ilustración de tipos de compor- ven o viejo, del conocido o del extraño, sino que
tamientos de carácter precultural. Uno siempre no puede deducirse regularidad alguna del
puede preguntarse, como ya lo hacía Locke, si comportamiento colectivo, por ejemplo, el de los
el miedo del niño a la oscuridad se explica como jóvenes en-presencia de los más viejos. Esas
una manifestación de su naturaleza animal o irregularidades son todavía más marcadas en
como el resultado de los cuentos de su nodriza. el campo de la vtd~L~~al. En contraposición
No hay esperanza alguna de alcanzar lo biológi- con lo que sucede en el nivel inferior de la vida
co desnudo en el hombre. No obstante, la dis- animal, donde la realidad del partenaire se de-
tinción mantiene un valor lógico como instru- fine por su forma, en el nivel de los monos an-
mento metodológico, en el sentido de que si tropoides asistimos a una individualización de
bien no nos posibilita tratar de aprehender al las conductas que los hace asemejarse singular-
animal en el hombre, nos permite el recorrido mente al hombre. Sin embargo, las relaciones
inverso: intentar alcanzar en los niveles supe- seiüiiieStienen lugar indistintamente entre
riores de la vida animal actitudes y manifesta- miembros del mismo grupo familiar o con un
ciones en las que puede reconocerse el esbozo, individuo perteneciente a otro grupo. Tal es el
los signos precursores de la cultura. Lévi- caso de los gibones de los bosques siameses, por
Strauss, basándose en los estudios de Guillau- ejemplo, que sin embargo viven en familias mo-
me, Meyerson, Kohler y muchos otros, deduce nógamas relativamente estables. Los automa-
dos conclusiones . tismos que dan a la conducta instintiva su niti-
La primera es que los elementos fundamen- dez y su precisión parecen faltar. Los grandes
tales del modelo cultural universal (lenguaje, monos son capaces ya de disociarse de un com-
herramientas, instituciones, etcétera) no están portamiento específico, pero la diferencia es
rigurosamente ausentes en los monos antropoi- puramente negativa y el dominio abandonado
des sino que son aún más elocuentes dada su por la naturaleza, dejado por ella en estado de
pobreza. Por ejemplo, al precio de infinitos es- indeterminación, queda como un territorio va-
fuerzos, se puede llevar a determinados sujetos cante.
a articular algunos monosílabos o disílabos, pe- El autO'r deduce el siguiente criterio de esa
ro de ahí a que les atribuyan un sentido hay un ausencia de normas: "Dondequiera que la g_pr-
umbral que no atraviesan jamás. ma se manifiesta, sabemos con certeza que es-
La segunda, que nos hace avanzar de modo amos en la categoría de la cultura".24 Eso quie-
más profundo en el núcleo del problema, es que
la vida social de los monos superiores no se 24 lbíd. , pág . 9.

82 83
h-..-t
re decir que la regla se manifiesta en el ámbito el autor, la cuestión no consiste en saber si
de las costumbres, las técnicas y las institucio- existen grupos que permiten matrimonios que
nes por las que los grupos humanos se diferen- otros excluyen, sino más bien si hay grupos en
cian y se oponen. Por lo tanto, podemos recono- los que no esté prohibido ningún tipo de matri-
cer en lo universal el criterio de la naturaleza. monio. Entonces, la respuesta debe ser absolu-
De ahí resulta la am,üedad de la ~ibición tamente negativa, y eso por dos razones: en pri-
d~l incesto en tanto que "presenta, sin ningún mer lugar porque el matrimonio jamás está au-
equívoco e indisolublemente unidos, los dos ca- torizado entre todos los parientes cercanos, si-
racteres en que hemos reconocido los atributos no tan sólo entre ciertas categorías (medio her-
contradictorios de dos órdenes exclusivos: cons- mana con exclusión de la hermana, hermana
tituye una regla, la única entre todas las reglas con exclusión de la madre, etcétera); luego, por-
sociales, que tiene al mismo tiempo un carácter que esas uniones consanguíneas tienen ya sea
unjversal".25 un carácter temporario y ritual, sea un carácter
En este punto se plantea una pregunta: oficial y permanente pero, en ese caso, son pri-
¿qué quiere decir "prohibición del incesto"? Pa- vilegio de una categoría social muy restringida.
ra el autor, esa expresión d~signa la interdic- En Madagascar, por ejemplo, la madre, la her-
ción del casamiento entre parientes cercanos o mana, en ocasiones también la prima, son cón-
entre consanguíneos. Subraya, además, que ca- yuges prohibidas para la gente del pueblo,
da sociedad tiene su manera de definir lo que mientras que para los jefes importantes y los
entiende por parientes cercanos. Lo arbitrario reyes únicamente la madre -pero al fin y al
de la sociedad es tal, que los antiguos textos ja- cabo la madre- esta¡a;Iy, prohibida."27
poneses, por ejemplo, describen el incesto como A primera vista, e~ativo de la
una unión con la hermana menor, con exclusión n2_fión de excepción significa que la prohibición
de la mayor; y ése parece haber sido el caso en de incesto sólo designa 1as reglas de matrimo-
el antiguo Egipto. No tiene sentido invocar aquí niovariables según las sociedades. No obstan-
"las famosas excepciones poco habituales, que te, hay una prohibición de la que cabe _preg_un-
la sociología tradicional se contenta con enume- tarse si se deja asimilar sencillamente a una
rar. Ya que toda sociedad transgrede la prohibi- regla de matrimonio y que escapa a esa rel~ti­
ción del incesto cuando se la encara desde el vidad: la relacionada con la unión con la madre.
punto de vista de otra sociedad cuya regla es Enese umbral se detienen los privilegios de los
más estricta".26 jefes importantes y de los reyes, y las socieda-
De esa definición se desprende la formula- des pierden su arbitrariedad en la definición
ción del problema . "En consecuencia, concluye ·del incesto, como si concordaran en ver allí el
ÍJ!_eesto por excelencia. Sin embargo, el autor no
25Jbíd.
26Jbíd. 27 lbíd.

84 e@
atribuye el carácter de universalidad a esa pro-
eL
hibición particular, de modo que uno puede pre- las que impone su norma", remite al instinto
guntarse si no libera a la prohibición del inces- sexual del que dependen esas relaciones, a sa-
to de su carácter sagrado -al que imputa la di- ber eljpstü:lto sexual concebjdo como un hecho
ficultad de los sociólogos que se proponen resol- de la naturaleza a igual título que cualquier
ver ese problema- soslayando ese difícil meo- otra necesidad biológica. Pero entonces, podría
llo de la cuestión del incesto. Para él.~.. ninguna objetarse, el problema de la prohibición del in-
regla es universal. Sólo lo es la existencia de la cesto pierde su especificidad ya que no existe
regla como tal o el hecho mismo de la regla."-Eñ sociedad que no prescriba alguna prohibición o
1
ese sentido, la interdicción del incesto está tabú alimentario. Lévi-Strauss responde subra-
marcada por la ambigüedad que, a criterio de yando que "entre to~tintos, el instinto
Lévi-Strauss, explicaría su carácter sagrado, al sexual es el úñicO que, para definirse, necesita
que acabamos de aludir y que radica en lo si- de la estimulación del otro". Pero tampoco se 1e
guiente: "Esa regla, social por su naturaleza de esca~e esa necesidad no basta para prepa-
regla, es al mismo tiempo presocial por dos mo- rar el terreno para la apelación de lo social. En
tivos: en primer lugar por su universalidad, en consecuencia, apelará a los "deseos individua-
segundo lugar por el tipo de relaciones a las les que, como es sabido, se cuentan entre los
que impone su norma".28 ¿Cómo hay que enten- menos respetuosos de las convenciones socia-
der acá "presocial"? les".
Sin lugar a dudas, la universalidad no signi- Nos encontramos entonces frente a la cues-
fica que la regla descanse en algún tipo de so- tión del deseo, "noción oscura si las hay", como
porte en el orden de la naturaleza. Muy por el se exprisa el autor de La Potiere jalouse. De
contrario, remite como hemos visto a la falta de hecho, en este punto se perfilan dos perspecti-
un soporte semejante, o para ser más exactos, a vas entre las que debemos elegir:
lo que -Lévi-Strauss denomina un "territorio va- - o bien se considera que el término deseo no
cante", ;en el sentido de un ámbito dejado por la agrega nada al de instinto sexual, en el sen-
naturaleza en estado de indeterminación. No- tido de la subordinación de la sexualidad a
ción p.aradojal, es verdad, porque sería más la reproducción de la especie_ En cuyo caso
sencillo y más económico hablar de un ámbito se procede como si se hubiese alcanzado en
sometido únicamente a la ley del acoplamiento, ese punto al animal en el hombre, a pesar
pero necesario para circunscribir el ámbito don- del juicio inicial relativo a la imposibilidad
de surgirá la regla, aunque todavía no se sepa de tal aprehensión, apelando a una regla
cómo. impuesta desde el exterior al deseo;
En lo que concierne al "tipo de relaciones a o bien se considera que lo que constituye el
territorio dejado vacant~ por la naturaleza
28Jbíd. -según la feliz expresión de Lévi-Strauss-
es justamente la falta de ese instinto y no
86
87
/cr2o
1 sólo la indeterminación del cónyuge. En cu- concepción del individuo como una entidad na-
yo caso se habrá de reconocer en el deseo ~n tural o como una unidad o una completud, que
efecto de la regla (en el sentido estncto el subyace a la explicación del estado de sociedad
térrlíiñó-;- el de la i~cción de la unión ~n a la vez que la hace imposible.
la madre), que lo determina en su poco res- En efecto, para Lévi-Strauss la prohibición
1peto de las convéllciones sociales. del incesto es úiiaa'"nomalía, en el senti_@ de
Des de esa última perspectiva, "presocial" no que no depeñOe exactamente ni de la existencia
significa sino la alteridad del lugar donde opera bioló ica ni de la existencia social sino que, jus-
la regla produciendo su efecto de deseo, en rela-
ción con el lugar donde se manifiesta como ley
,.-- - ---
tamente, constituye el laz ueune la una con
--........_
la otra. En realidad, ese lazo es "menos una
social. En una palabra, "Jlresocial" s~ igual-ª.. a unión que una transformación o un pasaje: an-
"~consciente". Articulada como norma social, tes de ella, aún no está dada la cultura; con
la regla sería comparable al algoritmo que debe ella, la naturaleza cesa de existir en el hombre

~
aplicarse para operar un cálculo, pero si se la o o un reino soberano".30 Ahora bien, ese @
considera ahí donde actúa sin que el sujeto lo debe efectuarse sea en uno o en otro sentí-
sepa, en lo _:presocial:,_g ría comparable más o Partamos entonces del lado de la existencia
bien a la "~:¡§is~n el sentido illle da a ese biológica o de la naturaleza, ya que el autor le
término J-T. Desanti, el de "un núcleo produc- adjudica "de acuerdo con la evidencia una ante-
tor cuya intervención y mediación repetida ri- rioridad histórica en relación con la cultura".31
ge_!l los gestos encadenados en la práctica mate- En ese caso, la prohibición del incesto será "un
mática, aun cuando el matemático no tenga proceso por el cual la naturaleza se supera a sí
conciencia explícita de eso".29 misma; enciende la chispa por cuya acción se
En cambio, desde la primera perspectiva, forma una estructura de un nuevo tipo, y más
que es donde se sitúa Lévi-Strauss, "presocial" compleja, y que se superpone, integrándolas, a
designa un estado de naturaleza que se supone las estructuras más simples de la vida psíq~ica,
real, aun cuando sólo se le atribuya a esa supo- así como estas últimas se superponen, integrán-
sición de realidad un alcance metodológico. dolas, a las estructuras de la vida animal más
Ahora bien, como lo muestra por otra parte simples que ellas. Opera el advenimiento de un
la aguda crítica que hace a las otras explicacio- orden nuevo y por sí misma lo "constituye".;.¡2
nes de la prohibición del incesto, la explicación ....-,>ero como vemos, esa solución equivale a
de Lévi-Strauss lleva al punto de máxima cohe- afirmar que la prohibición del incesto es una
rencia la reflexión sociológica sobre ese proble- creación de la naturaleza. Esa conclusión no
ma . Al mismo tiempo, señala su límite: una
30 Lé vi-Strauss, Claude, op. cit.
Desa nti, Jean-Toussaint, La Philosophie silencieu·
2!l 3t Ibíd., págs. 37-38 .
se, Par ís, Ed . du Seuil, 1975, pág. 199. 32 lbíd., pág. 31.

88 89
~
deja mucho para decir excepto, quizá, que como
lo ha ~ostrado Bárbara Glowczewski, "si existe que recurren nuestras sociedades en los mo-
una opo_§j_ción naturalez._a/cultura entre los a.Qy- mentos de guerra o de crisis. Se comprenderá
rígenes del áesierto, se la debe buscar entre dos eñtonces que:en socieaades en las que se vive
registros de nominación cuyo contenido jamás en el curso de las estaciones al doble ritmo de
~-
está fijado de modo definitivo".33 Dicho de otra la abundancia y del hambre, el pensamiento
manera, la idea..misma de la naturaleza es una primitivo sea unánime en proclamar "el alimen-
idea cultural. to es algo a compartir".35 Ese carácter de esca-
- Si partimos del lado opuesto, el de la, ¡¡:xis- sez no parece aplicarse al caso que nos concier-
twcja social, el resultado es una solución que ne, el de las mujeres. Entre los nacimientos
supone la permanencia del hombre, o la conti- masculinos y los nacimientos femeninos hay un
nui<!_?d de su-;;r, más allá o independientemen- equilibrio biológico tal que cada individuo ma-
te de la "anomalía" de la prohibición del incesto cho debe tener una oportunidad, muy cercana a
eñ aonde, sin embargo, Lévi-Strauss ve S)! pm- la alta probabilidad, de procurarse una esposa.
piedad específica, aunque más no fuera por su Sí, pero "la tepdencia polígama_JJ,.f.9..!1~1!.5!a, cuya
insistencia en el carácter coextensivo de esa existencia puede admitirse en tooos los hom-
prohibición con el orden mismo de la Cultura. bres, hace aparecer siempre como insuficiente
La siguiente es, en pocas líneas, la solución el nllmero de las mujeres disponibles".36 Por
que propone Lévi-Strauss partiendo del lado de otra parte, ese equilibrio biológico funciona de
modo global, a escala de la especie y no a escala

l
la existencia soci.al. Desde esa pe.. r.spectiva, la
p~ta se formula en estos términos: ~é de cada familia. Ahora bien, si el número de las
lleva a la sociedad a introducir la R~gla (es de- hembras en la progenitura es mayor que el de
cifla regla comütal, eñ el senli<foque ya hemos los machos, éstos tenderán a reservarse las pri-
definido) en el campo dejado por la naturaleza meras dada "la viscosidad específica de la aglo-
a la indeterminación? ¿Por qué la "interven- meración familiar" y dada su poligamia natu-
\ ral. Basta entonces con imaginar lo que sucede-
ción"? La respuesta comienza con esta observa-
ción: "El problema de la tinter.v;nci'ón-rro se ría en el caso en que la proporción se invierta
plan tea t~n sólo en el caso particulaL-que nos en otra horda, para admitir que una condición
ocupa. Esti pla"ilteaab YJ._esuelto por la afirma- como ésa es incompatible con las exigencias vi-
tiva toda vez q_ue el grupo se confronta con la tales de la sociedad primitiva -donde, como di-
insufici;ncia o con la azarosa dístribución- de cen los pigmeos, "cuántas más mujeres hay,
un valor cuyo uso p-res~na.J.m.pox..tan-Gia­ más hay para comer"- e incluso de la sociedad
fundamental". 84 Recuérdese el racionamiento al a secas: daría lugar a la guerra permanente. De
~ ahí la necesidad de la Intervención.
aa Glowczewski, Barbara, op. cit., pág. 51.
:14 Lévi-Strauss, Claude, op. cit., pág. 39. :15 lbíd., pág. 40.
36 lbíd., pág. 47.
90
91
Esta explicación tiene un carácter circular que implica la exogamia es )&_que ha dictado la
evidente: la sociedad interviene para estable- definición que da !#vj-Strauss de la prohibición
cer .. . la sociedad. En consecuencia, es preferi- del incesto
- y a la vez
- le ha permitido dar de la
ble decir, como dice también Lévi-Strauss, que expgamia una~ex icación más consi8tente y efi-
cada macho termina por aprender a elegir, se- caz que la de reu . E.._s sabido que éste expli~a
gún la fórmula de Taylor, "between marrying- la¿:xogamia por e temor, la fobia incluso, al in-
out and killing-out". 37 De esta manera, se evita cesto, tan intensa entre los primitivos como en-
el círculo pero al precio de la sumisión de la na- tre nuestros neuróticos, analogía definitiva-
turaleza a una solución que puede ignorar sobe- mente refutada por Kroeber.39
ranamente. En efecto, na.,da i!!lpide a los ma- "En cambio, ~~da una e!.Plicación de.J~
chos, más numerosos en una familia, apoderar- prohibición__del incesto que tiene la ventaja d
sea e las hembras, más numerosas en otra fa- estfl!:_Centrada alrededor de la regla, a un tiem
milia, sin ceder por eso las de ellos, es decir._sin po particular y universal, que prohibe la unió
proceder al intercambio que exige el matrimo- con la madre. Esa explicación es francament
nio como "institución de tres".38 mítica, es verdad. Pero no es ésa una crítica
Lévi-Strauss no considera esa eventualidad. que la ponga en desventaja en relación con otra
En cambio, hace notar que hasta el momento que no lo sería. Como acabamos de ver, así su-
sólo ha examinado el aspecto negativo de la re- cede tanto en el origen de la prohibición del in-
gla porque ése es el aspecto primordial, el único cesto como en el origen dell~y,t)je: todo inten-
coextensivo con la prohibición absoluta. !-ógic_a- ro=-áe explicarlo trae aparejado un recurso al /
mente, la prohibición del incesto tiene a~ to- mito. La idea de un pasaje de la Naturaleza a
do como fin conservar a las mujeres en el seno la Cultura es una idea mítica; únicamente un
de _la familia aunque después se las distr.ibJJya. discurso mítico puede afirmar la anterioridad
El análisis de la noción de exogamia considera- "histórica" de la naturaleza puesto que ella es
da como una expresión a~pliada oe la prohibi- inaprehensible a no ser en el interior de las n~
ción del incesto le permitirá mostrar que esa minaciones de la cultura.
prohibición es una 1:ggla de reci procidad: está Pero el intento de Freud suscita otros co-
instaurada tan sólo para fundar un intercam- mentarios. En efecto, Tótem y ta!Jú nos da ¿,.__dos
bio. ¿Cómo y por qué? En este punto, el autor interpretaciones de la interdicción del incesto
apela a la noción ya mencionada de las Yi.rtuªes =-a1 Igual que de la interdicción de matar al
pacifica!!J;es del don. como síntesis entre eLYo.-y animal totémico-, una "sagrada" o de origen
e.L.lJí. pjltern,Q,_la otra profana o de origen_fr~terno.
Pero, sin duda la intuición del intercambio Según la primera, los hijos han~ren unciado a
~ ~·-- goza;:_ de las mujeres, móvil del asesinato, bajo
37 lbíd., pág. 55.
:18 lbíd., pág. 53. :19 Kroeber, op. cit., págs. 304-305.

92 ~93
IV
ef~dimiento que ha sucedido a la
muerte del padre envidiado pero amado, y cuya De la alianza a la rivrÜidad
volulltaa una vez muerto se ha tornado más_po-
derosa de lo que había sido nunca mientras vi-
vía. SegúP la segunda, han elegido renunciar a
ellas para evitar la discordia en que se disolve-
ría el grupo si cada uno persistiera en querer
ocupar el lugar del padre. Como vemos, la ex-
plicación profana es del mismo estilo que la de
Lévi-Strauss, con la diferencia de que allí la La palabra ''alianza" que figura en el título
amenaza a eliminar, la de la disolución del gru- de este capítulo debe ser tomada en el sentido
po, se presenta como la de una guerra intra- y religioso, más precisamente bíblico. No ha de
no interfamiliar. Surgen entonces las siguien- sorprendernos esa referencia a la religión ya
tes preguntas: ¿Qué necesidad tiene Freud de que según Tótem y tabú la aparición de la cul-
mantener la explicación sagrada? ¿Por qué el tura luego del asesinato del padre coincide con
reinado de la paz tiene que pasar por la ley del la del totemismo como "forma elemental" de la
padre muerto, como lo exige el interés de todos? religión.
¿Y por qué sólo concibe la rivalidad entre her- Es verdad que la concepción freudiana del
manos como mediatizada por el padre o, con totemismo y de su origen ha dado pie a críticas
más exactitud, por el deseo de ocupar su lugar, d'evasta"doras tanto por parte de Kroeber como
cuando el objeto mismo de esa rivalidad alcan- de Lévi-Strauss. Aun suponiendo que sea re-
za -iba a decir: naturalmente- para explicar- chazada la tesis de Lévi-Stra.uss que sostiene
la? que el totemismo es una ilusión, no de los pri-
Trataremos esas preguntas en el próximo mitivos que supuestamente creen en él sino de
capítulo. Por ahora retengamos -al menos a tí- los etnógrafos que les imputan esa creencia, de
tulo de hipótesis- esta idea: la interdicción de todos modos, la diversidad de las formas toté-
la m~ntir~del asesinato.,--así~Qja obliga- micas es difícilmente reductible a un concepto
cíÓÍ1fgada al dori, constituyen ,_..j unto con la

--
unitario y el nexo del totemismo con la prohibi-
pí~~esto ,_ ulL.C.Onj_u.n._tu_de cuatro ción de1 ihCe'sto por un1ádo y con la interdic-
-la·jerarquía
alguno, sea cual fuere -
leyes cuya paternidad no podría asumir sujeto
- - de su status dón de matar al animal por otro, que para
Fr'Emd era esencial, no tiene nada de universal.
social. - - ¿Qué conclusión sacar? ,
'"Estamos ante una alternativa. O bien reco-
rwcemos esas críticas como correctase-y, conside-
rando que Tótem y tabú ha sido definitivamen-

95
94
¡",.w
~
~~ ~ . 1 p,.l(,t-<;~ - ~f-f~;tlh AM-!1( L
- \ll-P,I(V ~t,,vr ---- • , ,~
(j ¡:ifY'rt- (A /l..i!v
citaré la crítica a Tótem y tabú desde el punto
te refutado, pasamos a otra cosa, o bien noÍJor-
de vista de la psicología del yo por Badcock, 1 la
talecemos a partir de esas mismas críticl!S
teoría sociológica del kleiniano Michael Alling-
viendo en ellas una suerte de invitación a r~to­
ham2 o la interpretación imbuida de psicoana-
mar desde cero el análisis de la cuestión de los
lismo genético que nos da Caldwell del origen
lazos entre la prohibición del incesto y el orifep.
de los dioses en Hesíodo. 3 A mi entender, es de
<l o sagrado.
poco provecho pasar revista a esos intentos; me
...~senexo no es evidente. Incluso, a primera
contentaré con precisar que tomo como hilo
' visJ_a~recena g_ue se trata de fenómenos per-
conductor las categorías lacanianas de lo sim-
tenec~ntes a dos registros diferentes. La prohi-
bólico, lo imaginario y lo real.
bición del incesto pertenecería al ámbito de las
relaciones que los hombres mantienen entre sí,
en tanto éstas se resumen en el intercambio; la
La categoría de lo imaginario permite acla-
religión, al de sus relaciones con la naturaleza,
rar la noción de ambivalencza. Esa ambivalen-
a cuyo poder se sentirían demasiado sometidos
cia es enigmática para Freud, sobre todo en su
sin el socorro de los se1·es superiores con que
manifestación más importante, si no funda-
pueblan el cielo o la tierra - a menos que eli-
mental, respecto al ~dre. No se entiende por
jan afirmar su unidad con la naturaleza, consi-
qué los niños de nuestras sociedades atribuyen
derada como buena o como mala.
a su padre una envergadura tal que le vale tan-
No obstante, sería asombroso que ambos ór-
denes, tan univrnal;s -como errenguaje, tan :_..-- -
to amor y tanto odio. Sería comprensible si el
padre fuera realmente todopoderoso y, como tal,
coextensivos con la cultura como tercer término
digno de ser adorado, o realmente castrador y
en relación con la naturaleza uniforme y con la
por lo tanto merecedor del odio. Pero, afirma
sociedad multiforme, carecieran de nexo entre
Freud, así era en los albores de la historia. L-ª-
sí y con el lenguaje. Más bien, tenemos la im-
ambiValencia encuentra su fuente en la rela-
presión de que cuando Fse.ud afirma el nexo en-
cióñ traumática con el padre primordial cuyos
tre l-ª.J!rohibición del incesto y lo sagrado o, con
efectos se transmiten a lo largo de las genera-
súS palabras, entre esa prohibición y la inter-
ciones; desde ahí, refluye e infiltra todo el cam-
dicción del parricidio, procede con una profun-
po<IC1as relaciones humanas. Sin detenernos
da intuición; ·y lo que queremos sacar a luz al
en la suerte reservada a la idea de la herencia
retomar el análisis de la tesis de Tótem y tabú
es, justamente, ese núcleo de verdad. 1 Cf. Badcock, C.R., Madness and Modernity, Oxford,
Sin duda, ese anáhs1s será también una crí- Blackwell, 1983.
tica, pero una crítica únicamente desde eL pun- 2 Cf. Allingham, Michael, Unconscious Contracts,
to de vista del psicoanálisis. Sólo que hay mu- Londres, Routledge and Keagan Paul, 1987.
:1 Cf. Caldwell, R., The Origin of the Gods, Oxford, Ox-
chos puntos de vista psicoanalíticos, por no de-
ford University Press, 1987.
cir muchos psicoanálisis. A modo de ejemplo,
97
96
~ PIM ~ f: vi¿-y.,. 11 ~{.-7 (l
de lo adquirido o a la del alma colectiva, lo me-
nos que puede decirse de esta explicación es a la tesis según la cual la ética es el "peso de lo
que es más extraña que el fenómeno que pre- real":~
tende explicar. Ahora bien, 1ª-.interposición de la imagen
En realidad, la noción de ambivalencia en el del propio cuerpo en las relaciones con el seme-
sentido de la coexistencia de dos señT1mientos jante, ese gjle gresentifica la imagen a la cual
contradictorios respecto del mismo objeto es un se le re_conoce la pertenencia a la misma espe-
co~cento preanalítico: Freud lo tomó de Bleuler. cie, ..es patente en el t~itivismo descripto ha-
Sólo deviene un concepto estrictamente _psicoa- ce muchos años por los ps1có1ogos de niños. Una
nalítico cuando es referida a la ambigüedad de niñita de tres años mira a una compañerita que
su objeto en tanto que es y no es yo (moi), toao a come tranquilamente su merienda. Se origina
~· la vez. E]Jd~mplo prínceps de esta ambigüeaad en ella una tensión que, pasaje al acto median-
es la relación del ser humano con su imagen es- te, desemboca en un puñetazo a la compañera.
fft pecular, en donde descubre su yoicidad, s~_se Cuando se le pregunta por qué le ha pegado,
~~ me permite decirlo así, pero de la que emy_ero responde: "Porque ella me pegó". No miente: el
se- distingue puesto que ésta pertenece a.J:ll__e~­ golpe dado es vivido_QQ! ella como un golpe re:-
pacio diferente. Por lo tanto nos será útil det~­ cTI>ido. Así como uno puede utilizar los sonidos
nernos un poco en esa relación. y los fonemas del lenguaje sin sospechar la
La i~gen del c.u.erpo no es una simple refe- existencia de una gramática, ~1 hecho de que el
rencia que permite ar sujeto intencionalizarse su~entemente sea susceptible de desig-
llegado el caso. El s~ recibe de esa imagen narse o dJLdiferenciarse por medio del pronom-
los a_!-_ib~s de 1i ~das!, ae1a Fesert.e1a y de bre, no le impide estar c~ura.P:o, por interme-
la ~erfeccwñ'\ Los reáoe de una 1magen que se diiición
- de 1a imagen del propio cuerpo, ~en iden-
~

mantiene a distancia. En consecuencia, corre el tificaciQnes fl}le...igncu:a. No sólo la estructura


riesgo de pasarse la vida corriendo tras ella, de del"YO es la de una díada sino que esa díada só-
aspirar a la realización de esos atributos. Al lo se sostiene porque está soportada por otra
igual que en el campo del lenguaje, el acopla- díada. En consecuencia, la adición de dos Yoes
miento sincrónico determina la diacronía. Ade- se distingue de la de dos objetos cualesquiera
más, en la medida en que el sujeto se anticipa puesto que en ella se trata de dos términos don-
en esa imagen, puede decirse que ese acopla- de cada uno es el uno y el otro a la vez. ~1 Yo
miento, que es también un abismo, establece q_u~ ~a ilusión de la individualidad sólo es en
una igualdad: Yo = Yo ideal, igualdad difícil-
4 Cf.~ Jacques, L'Ethique de la psychanalyse,
mente admisible para la lógica formal, que con-
Livre Vl~-1960), París,""Ed.du Seuil, pág. 30 (Ver-
sidera a lo real y lo ideal más bien como dos sión en castellano: La ética del psicoanálisis, Paidós, pág. \'
términQs que se excluyen mutuamente, pero en 32): "La acción moral ( ... )está implantada en lo real. In- \
la que nos basamos sin embargo para suscribir troduce algo nuevo en lo real, creando allí un surco en el
que se sanciona el punto de nuestra presencia".
98
99
h~
o

J?lural. Los Yoes no son nada por fuera de su se entregan los machos de determinadas espe-
aglutinamiento en agrupaciones más o menos des animales en un momento dado del ciclo se-
extensas. Si "la hipnosis en su reductibilidad a xual, sino que tampoco podría ser atribuida a
la transferencia es un grupo de dos", como afir- una alucha~or el prestigio". Y.!,_~e no Qgj). ~l
ma Freud, es porque el Yo es ya un grupo de
dos. También la idea de una alienación que el
otro en e~ ad de conciencia que me degra=<Ia al
rango de obj~t..Q.. bajo su mirada. Odio a su _p.ro-
grupo ejercería sobre el sujeto es una idea prea- p~e.r, el mío que él me ao:ebata. ror situarse
nalítica, es decir conforme al modo de pensa- eiCel regü;tru del :ser, la destructi..vidad humana
miento característico, justamente, del Yo. es incondicional a jg11al título g_ue la demanda
La última observación que debemos hacer de amor. El ser humano puede darse muerte y
sobre este tema es que, debido a la tensión mor- ningún mecanismo instintivo detiene su gesto
-tífera que se produce en el campo de la relaciÓn
con la imagen del cuerpo . propio y que por lo
en el umbral del homicidio. A partir de ahí, ¿có-
mo es posible una sociedad?
tanto jamás está ausente de la relación del Yo En ocasiones se ha dicho que el estado de
con sus semejantes, apenas constituido el agru- naturaleza es un estado de guerra. De ahí se
pamiento de estos últimos está destinado a di- deduce la necesidad del re~~ la p~l~a
vidirse. Ahí donde Eros une, surge una ~tr\!c­ para e@_tablecer el Leviatán en quien todos dele-
tividad despojada de toda finalidad vital, sea de gan la autoridad, o el contrato que garantiza
autoconservación o de reproducción : es de los derechos naturales de cada individuo o in-
m~erte. El ser animal, que no se reconoce en su clusive el intercambio que es "el alma de la
propia imagen, está inmerso en la vida gracias existencia social", etcétera. Pero ¿de qué sirve
al lazo con las imágenes que le proporciona su la palabra cuando falta todo 1nterés que pueda ·
Umwelt, parece estar preordenado en función servirle de razón? Lo menos que puede decirse
de esas imágenes que determinan su comporta- es que si la.J?_alabra nos une no es por las leyes
miento: su instinto es conocimiento. En cambio queestablece. Queda la alternativa de queños
el ser humano que se reconoce en su propia une' por las leyes a las que ella misma se some-
imagen, no parece estar preordenado en fun- te o, para ser más precisos, las únicas leyes que
ción de nada a no ser de su propia demanda de permiten la constitución del sujeto como sujeto
amor. Junto al instinto de muerte Freud le atri- de la palabra. No puedo hablar y matar al mis-
buye un instinto que no es, si se me permite de- mo tiempo, por lo que la palabra supone de una
cirlo así, instinto alguno: es simplemente de vi- escucha; ni hablar y sustraerme a la referencia
da. De ahí en más, la diferencia con su contra- a la verdad a que me obliga la palabra, aunque
rio no parece ser mayor que la del ser y el no sea mentirosa; ni demandar e impedir mi re-
ser según Ift~ Sea como fuere, la -ªgresividad ducción a un objeto atado de pies y manos y li-
humana no SóTó no uarda nin una medida co- brado al capricho del Otro si no estoy obligado
mún con los despliegues y combates a .liis_q.ue a mantener mi palabra.
lOO 101
mucho mayor que el que había poseído en vi-
Consideremos ahora desde este ángulo las da~.5
dos interdicciones que Freud califica como "to- Desde cierto punto de vista, puede decirse
témicas", la del }j_qmüjg,io y la del incesto, y co- que Freud no hace sino repetir aquí el razona-
mencemos por cOñsiderar la primera. -- miento de las sociedades humanas, para quie-
Freu)l distingue entre la interdicción del nes todo mandato es la expresión de un "acto de
:fratrisidio y la del..varri~i.<!io. La primera es del voluntad". Pero como advierte Kelsen, toda vo-
ord~ del contrato, si se me permite decirlo luntad necesita de la autoridad que le permita
así, y tiene una importancia práctica y social dictar sus preceptos y sin la cual estos últiJnos
considerable.
. -
Luego del crimen, cada uno de
los hijos quería ocupar el lugar del padre. Se
se vaciarían de su "significación objetiva". Sin
embargo, ninguna ~ociedad atribuye la inter-
prenunciaba la guerra. Para evitarla, renun- dicción del homicidio a alguno de sus miem-
ciaron a las mujeres por quienes habían come- bros, sea cual fuere la eminencia del lugar que
tido el asesinato e instituyeron la interdicción éste ocupe en ella. Ese mandamiento se signifi-
del fratricidio. Ahora bien, ya hemos visto que caba en los tabúes que, como hemos visto,
este tipo de explicación ha tenido mucha reper- Freud analizó con suma agudeza y cuando se
cusión. Abordemos entonces la otra interdic- articuló, fue "por boca de un dios". Y no sin ra-
ción, la del parricidio, que subyace a la prohi- zón. Ya que ninguna palabra tiene autoridad
bición de comer al animal totémico y por impli- para establecer las leyes mismas de la palabra:
cación, de matarlo, interdicción que Freud cali- puesto que, jlolstamente, se debe susfentar en
fica como de esencia religiosa, sin ningún al- esas leyes ·y no en el orden moral o legal que
cance práctico puesto que una vez muerto el más bien encuentra sus fundamentos en ella,
padre ya nada podía hacerse. En consecuencia, para tener a'u toridad. En esa imposibilidad tie-
esa interdicción sólo concierne al animal en ne origen la necesidad de apelar a lo Sin Igual,
que el padre retorna. Porque los hijos amaban a lo fuera de lo común, cuando no a lo sobrena-
al padre. Entonces, querían encontrarlo de tural, en suma a \ln ser que asigne un límite a
nuevo. Pero ¿dónde, si ya no hay quien lo igua- la rivalidad o con quien ésta, salvo caso de locu-
le? Por lo tanto, se vieron obligados a buscarlo ra, se detenga. De hecho, no existe sociedad hu-
en el ·c ampo de tal o cual especie natural o ani- mana que no con-sagre cierta cantidad de signi-
mal cuyas características podían evocar el re- ficantes a la designación de algunas "ficciones",
cuerdo del padre: fuerza, tamaño, coraje, deter- como dicen los juristas, es decir de entidades
minación, astucia, peligrosidad, etcétera. Lo que sólo reciben su ser, o al menos su estatuto
importante en el texto de Freud no es la pre- privilegiado en el ser, deLlenguaje. En realidad,
tendida explicación del totemismo sino la aser-
ción de que la esencia de la ley reside no en la 5 Freud, Sigmund, Tótem y tabú, op. cit., t. II, pág.
razón sino en la voluntad del padre al que se 1839.
dio muerte y que "muerto adquirió un poder
103
102
h7d1 i"' r"' l4t 1..,;el;. rA
quien dice religión, dice ritual, es decir repre- drg real, es decir que lo único que tiene de la
sentación de lo divino: dios único o múltiple, paternidad es el :u.ombre; y esto sólo si se ad-
ancestros, héroes civilizadores, tótems, especies mite que el nombre tiene de todos modos su
animales u objetos artificiales son los testafe- eficacia propia, que se despliega en Otro lu-
rros obligados de la Cultura. Desde ese ángulo, gar, distinto de ése donde se revela a los
diría que los animales también son "aptos para hombres su presencia.
enseñar". La segunda solución, la de Lacan, menos
Pero desqe otro ángulo se puede decir que dramática o menos mitológica, es sin duda la
cuando freua hace depender de la muerte del más económica y la más elegante. El análisis
paare ya no sólo 1ª-.Q};¿edi_encia JLu_e califica de de la otra interdicción, la del incesto, la confir-
"~trospectiva" sino además el mandamiento ma.
mismo, adopta la contrapartida de la tesis...JLO- No existe sociedad humana que no descanse
luntarista referida a ia exterioridad de la fuen- en la filiación, es decir en la inscripción de sus
te aei mandamieñto ~sin--ooñS'tituirlo, empe.ro, miembros en un linaje paternoo materno. Esa
cÜmo una "r,ru:ón práctica" y en el mismo movi-
miénto desmonta laSbases religiosas que las
inscripción se hace por la intermediación de un
nombre, pero no hay necesidad alguna de que
sociedadesconfieren al mandamiento: quienes ese nombre sea el del padre. Por ejemplo, tome-
se han impuesto ese mandamiento son los hom- mos el caso makhuwa que ha sido descripto ha-
bres, relativizados como hijos en relación con ce poco en un agudo trabajo de Christian Gef-
un padre que ya no está. Se pueden hacer dos fray: Ni pere ni mere. Critique de la parenté.6
lecturas de esta tesis: Las tribus de lengua makhuwa que viven al
- o bien se hace del asesinato la causa· de la norte de Mozambique denominan nihimo al
creación del mandamiento, tanto para ex- apellido. El nihimo se transmite por línea ma-
piar el crimen como por amor, en la medida terna. Así sucede con -Lapone, Mirasse, Lukad-
en que el odio que motivara el acto estaba ja, significantes que desde determinado ángulo
asociado a un amor de igual intensidad que "no quieren decir nada", como no quieren decir
se manifestó tardíamente como pena, remor- nada nuestros Rodríguez y Garcí , pero que
dimiento o incluso como culpabilidad; lo marcan la pertenencia a la delfia: 'El nihimo
cual, aun sin poner el acento en la petición sólo vale por su transferencia
de principio implicada en la aserción de una
culpabilidad anterior a la ley, nos deja el Y 6 Geffray, Christian, Ni pere ni mere. Critique de la
problema de la transmisibilidad tanto de la parenté, París, Ed. du Seuil, 1990.
ambivalencia como de la culpa; 7 "Grupo social compuesto por el conjunto de las per-
- o bien se considera esa c~abilidad como lo sonas cuyo lazo de pertenencia procede de un(a) mismo(a)
anciano(a). La adelfia tiene una inscripción territorial
que sanciona la presencia de los hombres en
precisa y reconocida", ibíd., pág. 183. De esta descripción
relación con un padre que no es- ningún pa- se desprende que el nihimo funda un "grupo de filiación".

104 105
dre-hijo, Malinowswkill hubo. de comprobar la
sa la gente, constituye y garantiza la pertenen- au~ de esecomplejo entre los trobrian-
cia del niño que deviene su depositario en la dese~, por dos razones: en primer lugar, esas
iniciación". s tribus ignoran el rol biológico del padre en la
Pero el nihimo "drena en su estela la signifi- fecundación de la madre; en segundo lugar, en-
cación cerrada de su existencia y la mirada de tre ellos la autoridad está representada no por
los muertos sobre la adecuación de su vida a la el padre sino por el tío materno. Para Jones,12
ley".9 Junto con la pertenencia, determina el la supuesta ignorancia de los trobriandeses es
conjunto de derechos y deberes donde será mol- sólo negación. Y de hecho, si se da crédito a An-
deada la vida del sujeto así como también el nette W~er,13 parecería que esas tribus dispo-
campo de las mujeres a las que podrá aspirar. nen de dos teorías, una oficial y otra que se
No obstante, el análisis de la nomenclatura del transmite boca a boca. Un hombre vuelve a su
parentesco en estas tribus muestra a las claras casa luego de un año de ausencia, encuentra a
que cada uno de esos términos sólo tiene signi- su mujer encinta, se siente ultrajado y pide cas-
ficación por referencia a los otros términos del tigo. Pero si la madre de la infiel declara que
sistema. Unicamente el prejuicio de la consan- elHiha provocado mágicamente el embarazo de
guineidaa explica las equivalencias que se in- su hija mediante el recurso a un espíritu fecun-
tenta establecer entre los términos de ese siste- d~nadie discute su afirmación. De manerá
ma y los de otro, como el nuestro. Sahlins se ex- que más bien se tiene la impresión de estar en
presa en la misma línea de pensamiento: "No presencia de gente que ha encontrado un siste-
hay reproducción de seres humanos en tanto ma muy ingenioso que garantiza la filiación
seres humanos sino del sistema de grupos so- sean cuales fueren los desórdenes de los cónyu-
ciales, de categorías sociales y de relaciones so- ges.
ciales en cuyo seno desarrollan sus existen- Sin embargo, no se podría dar la razón sen-
cias".lO cillamente a Jones sin examinar con más aten-
La diversidad de las nomenclaturas del pa- ción el otro argumento de Malinowski que atri-
rentesco y de las funciones ligadas a ellas ha buye la ause~cia "observable" del Edipo entre
planteado la cuestión de saber si el Edipo se li- los trobriandeses al hecho de que confieren la
mita a las sociedades donde la interdicción del
incesto se significa en el nombre-del-padre. Es- 11 Cf. Malinowski, Bronislaw, 1) La Sexualité et sa ré-
to remite a la controversia .M alinowski-Jones. pression dans les sociétés ·primitives, París, PBP, N 9 95,
En la medida en que el Edipoha de manifestar- 1971; 2) La Vie Sexuelle..des sauvages du Nord-Ouest de la
se en las tensiones que marcan la relación pa- Mélanésie, París, PBP, N9 156.
12 Jones, Ernest, Psychanalyse, Folklore, Religion, Es-
s lbíd., pág. 154. sais de psychanalyse appliquée, París, Payot, 1973 . .
9 lbíd., pág. 161. 13 Cf. Weiner, La Richesse des femmes , París, Ed . du
10 Sahlins, Marshall, Critique de la sociobiologie, Pa- Seuil, 1983 .
rís, Gallimard, 1980, pág. 117; subrayado en el texto.
107
106
-rfe.~
autoridad no al padre sino al hermano de la nificante o de ese nombre, en el sentido de nihi-
maare.- mo. En---.!!a_Ma<!, sólo se escapa a la confusión
- claude Lefort, en su magistral introducción que acabo de señalar si se formula la pregunta
a la obra de Abram Kardiner, hizo una crítica a~ @e responde_la teoría.de_la...metáfora pa-
que deja sin respuestal4 tanto a la tesis de Ma- terna de Lacan; cuyo rasgo esencial reside en el
linowski como a la tesis biologizante que reduce n~e establece entre l.a si~-pjñcación;· fá~~ca
el Edipo al drama de la rivalidad haciendo de él yernombr~ donde se 'Sigi.Htica, con..1a fihac10n,
un complejo real. Me limitaré aquí a hacer una la frit'efdicciO.n delincesto.
aclaración suplementaria referida al lugar Haya nacido bajo el cielo que fuere, !!º--exis-
"donde supuestamente la experiencia del sujeto te niño que en relación con el amor materno del
ha de encontrar su fundamento último".l5 que aependé su vida y que lo pone frente- a su
Sin lugar a dudas, Lefort está en lo cierto madre en una posición natural de amor incon-
cuando escribe: "El hecho de considerar la fun- dicional, noJ:Laga de ordinario allí la experie,n-
ción del tío como equivalente a la del padre cia del nombre , o del nihimo, como límite que
muestra todavía una excesiva sujeción a la te- separa su sexualidad de su ternura y que impi-
sis de Malinowski en la crítica que se le ha- de que la primera se desborde al punto de inva-
ce".l6 En efecto, esa equivalencia se basa en la dir a la segunda. De ahí se produce una signifi-
confusión en que cae Malinowski debido a su cación que, lejos de reducirse a la denominación
empirismo. Esa confusión no distingue entre la del órgano de la copulación, se despliega más
autoridad iniciática o normativa que la socie- bien en las imágenes que operan a plena luz en
dad decide atribuir a tal o cual tercer persona- muchas civilizaciones; antes de que la mala re-
je, y la interdicción inscripta en el significante putación que se le hizo al falo lo obligara a es-
mismo de la filiación, de la que se vale la auto- conderse en el fondo de nuestras perversiones
ridad y que ya opera, salvo accidente de estruc- polimorfas :_jhlp erigido de cara al cielo, apela-
tura, en la relación aparentemente dual con la ción o desafío, no se sabe; guardián de los luga-
madre . Una vez aclarada esa confusión que
contamina todas las críticas que generalmente
res sagrados y profanos; f..ascinus
~ ........ -
que altera el
mal de ojo y amuleto contra el encantamiento;
se hacen al Edipo, la única cuestión que queda raíz oculta de la identidad: sólo se lo lleva en-
por averiguar es cuál es el motor de la eficacia, mascarado. Indiferente al sexo: las jóvenes se
que se puede calificar de patológica, de ese sig- adornan con él en el culto de Artemisa;17 arma
mantenida en reserva así como también mira-
14 Cf. Kardiner, Abram, L'lndiuidu dans sa société, da;lH símbolo de la abundancia y de la fecundi-
trad. fr . por Janette Prigent, París, Gallimard, 1969.
15 lbíd., pág. 31.
16 lbíd., págs. 34-35 . En este caso, Lefort cita a J. La- 17 Cf. Dove r , K .J ., Gree k Ho m os exuality, Londre s,
planche y J.B. Pontali s, Diccionario de psicoanálisis, art . Duckworth, 1978, pág. 133.
"Complejo de Edipo". 1!1 Cf. Burk et, W., op. cit., pág. 114.

108 109
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dad, que sólo se revela al término de los miste~ del órgano genital no es sólo una transgresión
rios, siem re bajo un velo, como para subrayar d;-¡; ley sino también su manifestación.21 Esto
su carácter hon amente n~ _ ~-~cu _a r, quese permite entender por qué el mismo límite, con
sustrae a la especularización-.,1rSi aparece co- su efecto metafórico, puede mediatizar la asun-
mo atributo con que grotescamente se adorna el clón de su sexo por Iá ñífia- - -- --
cortejo de silenos, sátiros y otras figuras priápi- En efectO,sea niño o niña·, la relacióp pel
cas que se perpetúan en nuestro Polichinela, es su~ con li! imagen J álica, por cuya interme-
el o.Qjeto cómico por excelencia.2o Unicamente . se introouce la sexualidad en el psi-
la metáfora puede producir semejante efecto ge quismo, s~ superpone a su r~~~_Eói?:.S.9.UJªjJrut­
s~gnificación. En realidad, la experiencia a la gjlbdel cu!?:rpo J?!9pio y se deja describir en los
que aludí recién, en la relación del niño con su mismos términos de posesión y desposesión, de
madre, es la de una sustitución : el deseo de la conjunción y disyunción, de identificación y fal-
madre -que se define aquí, por sü1ügar -en la ta.22 En resumen, esa relación consiste en la
e'Strl1ctura, como la primera en ocupar el lugar exclusión adonde la imagen lo expulsa: la ima-
del Otro y que aparece ante todo como omnipo- gen del cuerpo propio, dada su especularidad
tencia o como puro capricho-- es ,.... sustitui.do.._

. - PQr
·- misma; la imagen fálica, dada su no especulan-
el nombre en que se significa, con la filiaciQn, dad se desvanece ahí donde el sujeto cree cap-
lá interdicción. Por esa operación el sujeto que- tuFarla y ll~varla a la imagen de sJ!_l>ropio
da..:_excluido del campo de ese deseoen lo ~ se cuerpo, para señalar en él una falta que ella
vislumbra de su relación con el significante fá- suscita. En consecuencia, Lacan "la simboliza
lico. Es decir que la afectación del pene alCUer- con - <p, sigia donde se debe leer el índice de la
po propio en el niño es ya una operación simbó- cas,!ración simbQ!isa. M~ ri_yalidad
lica, condicionada por el hecho de que ~e cons us semejantes, el sujeto, en una verdadera
regula en el Otro conforme a un límite igfran- pasión <íel ser, rivaliza en primera instancia
queafile: tiempo inicial en que la "transgre- con esa imagen.
sión", en el sentido de la valorización narcisista El suJeto obtiene incluso su sentimiento de
estar vivo, del lazo pasional, identificatorio, con
19 La imagen de un personaje paterno "sin cola" o mu-
tilado aparece a veces en sueños; hay quienes ven ahí la
esa imagen o, más precisamente, con esa falta
expresión del deseo de la castración del padre . Se trata de ser, con esa descompletud;23 lazo que enton-
más bien del misterio de la paterni9ad: e~ "cola" el pa-
;!re_es un hombre de carne y hueso como tantos . Eso per- 21 Sería fácil acumular aquí las viñetas clínicas donde
mite ver el alcance del tabú que afecta la desnudez del la transgresión de la ley positiva resulta ser un desplaza-
padre. miento significativo de esa transgresión primera y un lla-
20 Acerca de la abundancia de las metáforas cómicas mado al castigo.
del pene entre los Hitinos sin eqmvalente apreciaoi~:PiÍ,á 22 Cf. Safouan, Moustapha, Le Transfert et le Désir de
~ cunnu s , véase Adams, J .N. , The Latin Sexual Vocabulary,. l'analyste, París, Ed. du Seuil, 1988, pág. 193.
pLondres , Duckworth, 1982, pág. 77.

110
-
23 Toda la clínica de la neurosis obsesiva puede mos-
-
111
A.tMÁtl
ces no sólo consiste en la exclusión que se agra- que les da eventualmente el neurótico, cuando
va aun más en la rivalidad, sino que ademá~e más bien se trata de una indicación del camino
inscribe en el inconsciente como deuda. En su- que conduce hacia el objeto, en la medida en
ma, eT deseo sexual no está ligado-~:-la ley por que éste se sitúa ahí donde el sujeto pierde una
una autoridad exterior, en cuyo caso resultaría parte de sí mismo.
asombroso encontrar en el inconsciente una no- Por lo tanto, la paradoja revocatoria referi-
ción del derecho romano como la noción de deu- da a la ley como causa del pecado y al mismo
da. E~o saxual incluye la ley en su existen- tiempo absolución encuentra su solución en el
cia misma: como pecado o como deuda, si, pero psicoanálisis. La sustitución del deseo de la
u;_a deuda que no se paga con el tener sino con madre por la leJaél nombre da Jugar, como
el ser. efecto metafórico, a un o_bjeto imaginario_que
En este segundo tiempo se sitúa la función polariza el narcisismo del deseo bajo la forma
normativizante o iniciática de la autoridad en dclsiguiente anhelo: "¡ser el falo!", que, en los
la medida en que, gracias al significante de la casos extremos, transforma la pregunta "para-
ley en que se basa su legitimidad, responde noide": "¿ser o no ser el falo?" en una condición
"no" a la pasión cuestionadora que se precipita a680luta: crser el falo o la muerte". Ese anhelo
en la rivalidad fálica y que define la posición recubre una posición donde el §Uieto, COntraria-
llamada "paranoide" por Melanie Klein: ¿ser o mente a lo que afirma Jones, prefiere el arma a
no ser el falo? Y a condición de que la hipótesis la~, quiero decir, prefiere el falo al objeto.
sea confirmada por observaciones apropiadas, No obstante, el acceso aéste le queda abierto
se puede apostar que la normatización de un jo- en tanto depende de su desprendimiento de la
ven makhuwa es tanto más fácil cuanto que es- pérdida ambigua que ese anhelo perpetúa, a la
tá mediatizada no por la autoridad de tal o cual vez que agrava la falta. Desprendimiento que
personaje, padre o hermano de la madre, sino es pérdida de esa pérdida misma, pero que tam-
por la de la tradición iniciática representada bién es consentimiento a la descompletud que
por el grupo en su totalidad o por sus seniors. la ley horada en el corazón del ser: ~lo pero
Otra observación pertinente en este punto es también reconocimiento que mediatiza su pro-
que cuando se consideran la circuncisión o las pia satisfacción y donde "se lava la falta".
sevicias que por lo general forman parte de los El rechazo de ese duelo o de ese reconoci-
ritos iniciáticos como "símbolos de la castra-
ción", se está compartiendo la interpretación -miento, rechazo que a vecesa<fopta la forma ex-
t rema a la que acabo de hacer alusión, es...des.-
c@tQ..RQLLacan. corno el rpchazo de una-tienda
que el sujeto no ha elegid~ en_el sentid() de que
trarnos que, al adjuntarse el falo, como OsiJ·is al volver a
encontrar su miembro perdido, el sujeto no tiene más op- -
nola ha confi·aído, y con razón, ya que se trata
de un efecto de suc aptura en ~~. orden en g~

--
cjón que hacerse el muerto o, si puedo decirlo así, "cada-
verizarse" . ha sido consbtuiao como sujeto del deseo, el or-

112 113
de la vida de .ctodos los días, como la relación
den "del significante sobre el q}le re,posa todo el padre-hijo o la administración de la justicia, en
~undo de la palabra. En consecuencia, se pue- los que se inspirarían tanto los escribas de los
de de<:ir que si hay una metáfora apropiada de tratados como los escritores deuteronómicos.25
la deuda simbólica, no es la del contrato (otro ¿Se trata entonces de un contrato o compromiso
concepto del derecho romano) sino la de la libr~tfiente consentido por ambos lados, o ha~
Alianza, en el sentido de berit, si es verdad que que poner el acento más bien en esa suerte tÍe
el berit no tiene nada de un contrato. solidaridad de sangre mágicamente realizada
gracias al ritual?
En un estudio cuya solidez y agudeza no son
Si damos crédito a Nicholson, la noción de la objetadas por Nicholson, Kutsch muestra que el
Alianza entre Dios e Israel es objeto de gran nudo semántico del berit no es la "Alianza" sino
cantidad de discusiones desde hace más de un el Verpflichtung, que se puede traducir por
siglo, referidas ya sea a su estatuto (institución "compromiso", trátese del compromiso que "el
fundamental o concepto teológico), a su relación sujeto del berit" ·toma o "corta" sobre sí mismo,
con la historia y con la religión del pueblo ju- en cuyo caso el sentido del berit se acerca al de
dío, a la fecha de su aparición e incluso al sen- la promesa y no exige necesariamente un Gege-
tido mismo de la palabra berit.24 Parecía evi- nüber o un "partenaire"; de aquel al que está
dente que la Alianza, berit, designaba una rela- conminado algún otro; o de aquel que ambos
ción. Pero ¿cuál? ¿La oblig~ción impuesta por "cortan"; o del compromiso en el que un tercero
un señor a su vasallo? Se han observado seme- compromete un Gegenüber en favor de ·algún
janzas, a primera vista inquietantes, referidas otro.26 Kutsch concluye de ese análisis que el
tanto a la estructura como al vocabulario, entre berit no tiene nada de una alianza, en el senti-
los pasaje• del Antiguo Testamento relativos al do de una relación bilateral. Significa que "Dios
berit y los textos de los tratados impuestos por se presenta a su pueblo de doble manera -efi
los reyes hititas a sus vasallos. Pero Nichglson su gracia y con su ley, en el don y el abandono".
devuelve esas semejanzas a sus justas propor- Ambos sentidos _encuentran su expresión en el
ciones haciendo notar con acierto que no hay
necesidad alguna de apelar a esos tratados pa-
ra explicar, por ejemplo, la demanda de amor 25 Op. cit., pág. 78 -82.
26 Cf. Kutsch, Ernest, Verheissung und Gesetz, Unter-
de Jahvé , articulada como mandamiento dirigi- suchungen zum sogenannten, Bund, im Alten Testament,
do a su pueblo, o la apelación al cielo y a la tie- Berlín/Nueva York, Welter de Gruyter, 1973, cap. l. Cabe
rra como testigos; éstas se explican por los usos observar que la expresión "cortar un 'ahd" es todavía bas-
tante habitual en árabe, y que la palabra 'ahd a la que se
hace referencia con frecuencia en el análisis de berit, re -
24 Cf. Nicholson, Ernest W., God and His People, Co- cubre efectivamente, con las derivaciones apropiadas, to-
uenant and Theology in the Old Testament, Oxford, Cla- dos los matices distinguidos por Kutsch .
re ndon Press, 1986.
115
114
vvwll/"
~
concepto del b!,!it, que designa ".!-ª.promesa, llido por ese lado, se invoca al cielo, sea a título
Zuspruch, de Dios así como también su deman- de testigo, sea en calidad de tercero instándolos
da, Anspruch".27 a "comprometerse". Lo mismo sucede con el be-
Nicholson, que por otra parte traduce Verp- rit. No es un lazo (Bund o Alianza) en el senti-
flichtung por "obligación" cuando dispone en in- do de un puente tendido entre dos seres previa-
glés de pledge y de commitment, rechaza la con- mente constituidos. "Dios se presenta a su pue-
clusión de Kutsch. Para él, el rasgo distintivo blo de doble manera -en su gracia y con su
de la fe de Israel es la elección: "La elección que ley". Las dos caras se sostienen mutuamente.
hace Dios de su pueblo y la 'elección' que éste ¿Qué sentido tendría una gracia concedida por
hace de él".28 Ahora bien, parecería que ese un ser que no espera nada de uno? Al presen-
rasgo reside más bien en el hecho de que Israel tarse así, Dios crea a su pueblo y, me atrevo a
no encontró su Dios, si se me permite decirlo decirlo, se crea. De la misma manera, al inves-
así, ready made y depositó en él su fe, sino que tir al Otro de una realidad nueva, el o la que
es Dios quien lo encontró y depositó en él la su- hace el juramento ya no es el mismo, como tam-
ya: un Dios "celoso"; rasgo cuyo sentido se des- poco lo es aquel o aquella a quien se hace el ju-
figura al compararlo con la obligación de leal- ramento.
tad que un señor feudal impone a sus vasallos. Sólo que, como se expresa Van der Leeuw:
Más bien consideremos la "relación" de espon- ~'Lo que la ciencia de las religiones llama el ob-
sales que proporciona a Isaías la metáfora que jeto de la religión es, para la religión misma, su
utiliza tan asiduamente, al punto de que el pro- sujeto".30 Entonces, si nos expresamos desde el
pio Nicholson no excluye que quizá sea ella la punto de vista de "la ciencia de las religiones"
que le sugirió la noción de berit a título de equi- diremos que Israel se ha constituido y ha forja-
valente.29 Lo menos que puede decirse al res- do su destino dando el rodeo que pasa por Dios,
pecto es que el juramento de fidelidad que se promovido a "sujeto del berit", como dice
pronuncia en el momento del matrimonio no es Kutsch. Su permanencia, su identidad y por lo
un acto recíproco, en el sentido de estar condi- mismo su alteridad residen en su fidelidad no
cionado por la fidelidad del Otro. No se trata tanto a los mandamientos de Dios ni a su amor
del precio a pagar para obtener su fidelidad a sino a la fe jurada.
cambio, sino de comprometer el deseo; y eso es Ahora bien, hay ahí un rodeo que evoca
lo que torna la cuestión, quiero decir la relación -para no decir que recuerda al sujeto del in-
entre los partenaires tan poco dúctil, cuando no consciente- otro: aquel mediante el cual el su-
precaria. Para suplir lo que puede resultar fa- jeto es constituido como sujeto del deseo por la

27 lbíd., pág. 152. ao Van der Leeuw , Jacques Y., La Religion dans son
2H Nicholson, Ernest W., op. cit., p. VIL essence et ses manifes tations, trad . fr. de J . Marty, París,
2H /bíd., pág. 187. Payot, 1955, pág. 9.

116 117
ley del nombre. Por su gracia escapa a la locura
donde no tiene otra opción que enfrentarse de- Epílogo
sesperadamente con la omnipotencia, cuando
no la reivindica; es así como es convocado a su
posición de sujeto por el imperativo que en ella
se inscribe. En este sentido, está en el principio
de lo que se puede llamar la función analizante
del sujeto.
Quizás el hecho de que la fe de Israel nos
aproxime a lo implacable de nuestra relación
con la ley, que está en el fondo del odio a los ju-
díos - que hay que distinguir del antisemitis- He conocido una niñita que pasaba horas en
mo, como lo hace Hannah Arendt, que desmon- una carnicería sin salir de su asombro: Cortan
ta sus dimensiones ideológicas. 31 carne de caballo; pero ¿dónde está el caballo?
Sea como fuere, si el judaísmo "desmitologi- ¿Por qué no grita? Esta niñita ha crecido, sin
za el mundo", según la expresión de Max We- h~ber cambiado gran cosa; en ocasiones se
ber, el psicoanálisis completa esa desmitologi- asombra de que los pobres se ensañen con los
zación o ese desencantamiento. No obstante, emblemas de los pobres y no con los emblemas
decir que el psicoanálisis es una ciencia judía de los ricos. La idea de que los pobres no ten-
es una inépcía. Pero con el psicoanálisis sale a gan, así como tampoco los ricos, una visión
la luz la verdad de la religión del padre. completa de sí mismos la deja simplemente per-
pleja.
Sería erróneo imputar a la niñita una confu-
sión entre la palabra y la cosa, como segura-
mente lo harían los linguistas y los lógicos, que
apelarían aquí a la mentalidad primitiva o pre-
lógica. A mí, personalmente, me recuerda más
bien a Alicia. Es sabido que ésta se tropezaba
con interlocutores incómodos que, sin duda por-
que no eran seres pensantes, se concedían una
libertad desconcertante en el empleo de las pa-
labras, haciéndoles significar exactamente lo
que se les antojaba que significaran ... , ni más
ni menos. Irritada, Alicia debía recordarles ca-
da tanto el sentido propio de las palabras. De la
31 Cf. Arendt, Hannah, Sur l'antisémitisme, París, Ed.
du Seuil, 1984.
misma manera, la palabra "caballo" tiene sin
duda para la niñita la misma significación que
118
119
palabra? Es verdad. No obstante, la ironía es
todos comparten. No obstante, estar en pose- que no sólo no sabemos nada de la muerte sino
sión de esa significación no la pone al abrigo que, por añadidura, ese no saber jamás ha im-
del "sofisma" que le plantea el significante: pedido a los hombres, individualmente o en for-
¿Cómo puede ser que puedan cortar carne de ma colectiva, hacer discursos cargados de signi-
caballo cuando no hay caballo? Sofisma donde ficación sobre ese tema. La palabra sólo es im-
se hace oír una significación para la que no hay pronunciable en la medida en que se trata, jus-
palabra: la que la remite a la imagen de su tamente, de la significación que hace cesar toda
cuerpo fragmentado. Después de todo, esa sig- mitología y que, desde el "núcleo de nuestro
nificación originaria, en el sentido de ser la que ser", Freud dixit, no deja de interpelar al suje-
hace del nacimiento el único traumatismo que to: nuestra niñita en este caso.
subsiste, es la misma que la reactivada por el Ya que la cuestión no es saber si el signifi-
verso de Eliot: "I'll show you fear in a handful cante tiene o no una significación -aun solo, la
o{ dust". Verso que cito siguiendo a Umberto hace esperar-, sino si espera la significación
Eco,l que ve ahí una metáfora, cuando se trata que porta el sujeto como sujeto del significado
más bien de una metonimia fácil de trasladar a para responder, o bien si, articulado con otro
la fórmula que da L~an de ese tropo:2 significante, la engendra desde un lugar excén-
trico, el del sujeto como sujeto del significante.
ceniza muerte ceniza otra cosa La noción de esa división escapa fatalmente a
(S ... S) S S (-) L1 toda teoría que asocie el significante y el signi-
ficado en una unidad donde el segundo subordi-
Fórmula que se puede leer en los siguientes na al primero. Para convencerse de ello, basta
términos: la conexión de un significante con con leer la obra, sumamente instructiva a este
otro significante permite la elisión mediante la respecto, de Jerrold J. Katz, Cogitations.:'l
cual el significante hace oír algo distinto sir- Pero dejaremos la discusión en este punto
viéndose del valor de remisión de la significa- para formular otra pregunta: ¿Existen otras
ción. significaciones que puedan ser calificadas como
Tal vez se me objete: ¿por qué hablar de una opresivas, en la medida en que pesan sobre un
significación impronunciable o para la que no sujeto que no está en condiciones de articular-
hay palabra, cuando acaba usted de escribir esa
:1 Katz, Jerrold, J., Cogitations, Oxford, Oxford Univer-
1 Cf. Eco, Umberto, Les Limites de l'interprétatio11, sity Press, 1988. El autor se propone mostrar que la "lin-
París, Grasset, 1992, págs. 155-156. El autor, queriendo güística moderna", la de Chomsky, permite un análisis se-
suprimir la hipótesis que hace pesar sobre la metáfora la mántico que a un tiempo da cuenta de la implicación analí-
"semejanza empírica" establece una semejanza "entre los tica en general y restituye la base teórica que habría per-
dos sememas". mitido a Descartes responder más eficazmente a aquellos
2 Lacan, Jacques, Écrits, op. cit., pág. 515. (Versión en de sus críticos que querían reducir el Cogito a un silogismo.
castellano: Escritos, op. cit.)
121
120
/, }rJ :.0 tt' ,_
las, a la vez que está encadenado a ellas como
sujeto no del significado sino del significante? Retrospectiva
Lo que se ha dicho anteriormente relativo a
la constitución del sujeto como sujeto del deseo
indica que la reducción de la significación del
falo al órgano de la copulaCión sería un error
comparable al de reducir la significación del
símbolo al sector en que se materializa, despre-
ciando su sentido de reconocimiento entre los
sujetos. Al asociar la imagen fálica con la deu-
da, la función del complejo de castración es jus-
tamente impedir esa reducción que pondría en En este libro no se trata de sostener una te-
cortocircuito la constitución misma del objeto sis. Es la experiencia psicoanalítica en sí mis-
del deseo. Pero esa interdicción no hace sino ma la que nos conduce a la noción de orden
afirmar la imposibilidad de que el ser del suje- simbólico. ¿Por qué camino?
to, capturado como está en la remisión infinita ~sa noción se sitúa por referencia -lo que
en que se sostiene toda significación a otra sig- no quiere decir por oposición- a la de lazo so-
nificación, puede realizarse en no sé qué pleni- cial.
tud, que, justamente, es refutada por el saber Lo que tengo para decir con relación a ese
inconsciente: ése que constituye a un sujeto que lazo lo recogí en primera instancia de un_§ueño:
no podría formar parte de ninguna colectividad, el del analizante que, habiendo presentaaola
de ningún todo. víspera sus condolencias a un amigo mientras
él mismo estaba bajo el efecto de un duelo toda-
vía reciente, busca la tumba de alguien pero só-
lo encuentra juerguistas que dejan su pregunta
sin respuesta.l Fran~ois Wahl, un amigo cono-
cedor de las cuestiones analíticas pero que no
ejerce el análisis, me hizo notar que si el soñan-
te busca la tumba de alguien es porque él mis-
mo se había refugiado en ese estatuto: él era al-
guien así como Ulises era Nadie. Alguien que
ninguna tumba podría encerrar, desprendido de
toda identidad social, fuera tribal, burguesa o
nacional. Ni siquiera un extranjero. Ni siquiera
un desconocido.

1 Véase págs. 37-38, más atrás.


122
123
En su Autobiographie, B. Russell comenta ausencia de lo que somos más allá de la refe-
en estos términos el asombro de un amigo ante rencia a nuestra imagen.
sus manifestaciones de alegría por recibir no sé Podemos formular esa pregunta de otra ma-
qué alta distinción de manos del rey: "El no sa- nera: ¿qué adviene del sujeto si está afectado
bía que yo era apasionadamente british". En de algún modo por la cuestión de sus orígenes,
boca de un Russell, eso no significa forzosamen- como el Hombre de los Lobos ante la proximi-
te que lo era al punto de negar a los no-british dad de su cuarto cumpleaños? Respuesta: que-
todo derecho a su reconocimiento. Pero al fin de da paralizado, petrificado por esa mirada en el
cuentas, british o galo, árabe o chino, no impor- límite de lo visible, donde se vela lo que está
ta, basta con no desvincularse de eso. Nuestros muy próximo a aparecer ahí y que no es sino la
ancestros no nos piden más. disolución de su integridad orgánica; la mirada
de los lobos encaramados en el árbol, conjurato-
riamente munidos de magníficas colas.
Con lo anterior quiero decir que el lazo so- Freud ha descubierto tempranamente que la
lc ial tiene una doble dimensión. Por un lado, la amenaza de castración constituye una motiva-
identidad social se transmite de generación en ción inconsciente que da lugar a todo tipo de
generación con el nombre, y hace lazo entre los trastornos y de atipias sexuales y a partir de
miembros de la sociedad que, por lo general, la entonces ese hecho no ha dejado de verificarse.
asumen con agrado frente al extranjero. Por La divergencia sé refiere sólo a su interpreta-
otro, en el interior de cada generación, donde ción, aunque sea una divergencia que cambia
no podría tratarse para nadie de una victoria, absolutamente la manera de enfrentarse con el
se instala un mundo de fiesta, de diversión, el "sufrimiento".
mundo en su estructura narcisista. Desde ese En efecto, cuando el Hombre de los Lobos, a
ángulo el lazo social, que es de odio hacia el ex- los cuatro años, fabrica '"'e l fantasma según el
.terior, se teje en el interior del rechazo al duelo. cual el heredero del trono es pegado en el pene,
¿Duelo de quién o de qué? Freud ve allí la expFoesión de un temo1· imagina-
Responder: duelo de aquellos que hemos rio y cree que basta-con poner al paciente en co-
amado y perdido sería ir contra la evidencia. nocimiento del mismo para que éste vuelva a
Porque la verdad es que sentimos dolorosamen- encontrar el camino de la realidad. Pero el he-
te esa pérdida. Sólo que aquellos que hemos cho es que ese proceder demuestra ser total-
amado y perdido son también aquellos para mente ineficaz y sólo lleva a la famosa impasse,
quienes nuestros derechos al amor parecían te- en la que culminan los análisis conducidos por
ner una validez indiscutida; y es muy natural Frnud~ Y con razón, ya que no se ve por qué el
pensar que teníamos esos derechos por lo que jÜicio de realidad debería bastar para liberar al
somos. Y no obstante no deja de plantearse la paciente de su temor cuando no había bastado
cuestión de saber qué somos o, más bien, de la para impedirle que se precipitara en él. Por eso

124 125 ¡
;
~
seo, es decir -puesto que ese deseo está por
consideramos que lo que se significa en el ante- otra parte sometido a la necesidad de signifi-
dicho fantasma sin que el sujeto lo sepa es más carse como condición de su satisfacción, sin ha-
bien la ley que rige justamente la transmisión blar de la demanda de amor-, para una pala-
del trono. Lo que quiere decir, dejando de lado bra que, si bien engañosa, se dirija a la fe del
la metáfora, que el (falo no entra en función sjg_ Otro, siendo ese Otro el hombre para la mujer y
antes ser tachado del mapa del narcisis~o y la mujer para el hombre.
que de ahí en más lo hace con sus límites natu- Pero entonce·s, una vez reconocida la castra-
rales, más allá de los cuales sólo se encuentra ción simbólica como una ley de la palabra, al
la descompletud que la imagen fálica que, en menos de esa palabra donde se desarrollan en
tanto aparece como falta sobre la imagen del gran medida los juegos del amor que existen en
cuerpo propio, señala y socava en cada uno~ ñe toda sociedad, uno se ve llevado a la idea de un
lo que se trata en última instancia es del duelo orden simbólico que engloba otras leyes de la
de las identificaciones especulares en que esa palabra, en el sentido objetivo del genitivo.
falta intenta ocultarse. Si es verdad que la lengua existe en la pala-
La idea de una ley generadora de nuestros bra, diré que esas leyes condicionan la existen-
síntomas de la que sin embargo ignoramos su cia de la lengua así como el sistema de las dife-
existencia y que da lugar a una culpabilidad rencias y la sintaxis definen su esencia.
que equivale a su puesta en acto, sería inconce- Es decir que, lejos de pretender fundar esas
bible si no se tratara de un ser que se distingue leyes, la sociedad misma sólo es posible en la
por los dos caracteres siguientes: medida en que cada unq de sus miembros esté
Primo, ese ser nos autoriza a hablar, a la tomado sin saberlo, salvo accidente, en una
manera de Lévi-Strauss, de un "territorio deja- "alianza solitaria"2 con el orden simbólico. Sin
do vacante por la naturaleza", a condición de no ese orden que asigna su límite a la rivalidad, la
entender por eso la indeterminación del parte- rivalidad misma degeneraría en la muerte uni-
naire, como lo hace Lévi-Strauss, sino la falta versal: ya que no es rivalidad por objeto alguno
misma de un instinto comparable al instinto re- sino por nada o, lo que viene a ser lo mismo,
productivo en el aniil\4l. De hecho, la elección por ser.
del cónyuge entre nosotros resulta estar mucho Una vez más, hay que decir que todo sujeto
más determinada de lo que habitualmente se se funda sin saberlo a partir de ese orden sin
piensa; me refiero aquí a la temática de la elec- fundamento, en el sentido de que ningún sujeto
ción del objeto, abierta por Freud hace mucho ni ningún grupo de sujetos podrían pretender
tiempo. promoverlo. Al contrario, lo que aparece es la
Secundo, el ser en cuestión es un ser que se ausencia del fundamento . Y en ese punto es
reconoce en una imagen que ~ventualmente po-
dría monopolizar su investidura libidinal al 2 Tomo este término de Gérard Pommier.
punto de no dejar lugar para otro objeto del de-
127
126
justamente donde surge la angustia que no deja
ninguna puerta de salida a Pablito (recordemos nos oportunidad de liberarse de la concepción
el diálogo entre él y su padre imaginado por intersubjetiva del mandamiento, ésa que Kel-
Kelsen) salvo la del retorno al redil, quiero de- sen expresa con el adagio: "No hay imperativo
cir a remitirse a lo que un autor ha llamado el sin imperator".
''big-bang de la norma básica, del Urgrund"; di- Sin duda, tocamos en este punto la base de
cho de otro modo, a la ficcionalización de la ley, la neurosis obsesiva. En efecto, no estoy lejos
ficeionalización que, como lo hizo notar el mis- de pensar que lo que proporciona su primer
mo autor, consiste en dar un nombre a la ley: fundamento a la neurosis obsesiva como neuro-
ley de Moisés, de Jesús o de Mahoma, o de lo sis universal es la falsa evidencia de la concep-
que se quiera. ción intersubjetiva de las relaciones humanas
Pero esa ley, ley articulada, está siempre su- que, como es sabido, domina de modo conside-
jeta a objeciones. Recordaré aquí la rebelión del rable el campo de las ciencias humanas, desde
primer maldito.:-! Admitamos que en apariencia la psicología hasta la filosofía del derecho y del
su argumentación tiene la apoyatura de la lógi- lenguaje. Eso conduce otra vez a mi punto de
ca. Pero de todos modos se adivina el sofisma : partida, la cuestión del lazo social.
ya que al fin de cuentas pone al creador en el En consecuencia, concluyo con ese punto
desafío de aniquilar el principio del mal cuan- precisando, aun cuando pueda parecer una pre-
do, desafío por desafío, sería más impactante cisión brutal, que la unidad de un grupo se des-
aniquilarse a sí mismo, como también está fa - pliega entre dos polos. Uno es el que figura en
cultado para hacer. Algunos suicidios se expli- el esquema de la Massenpsychologie4 bajo la
can por esa "seriedad" del desafío. Lo que no forma del enig_mático objeto X que Freud sitúa
quita que la respuesta de Shahrastani, que po- detrás tanto- de los Yoes como de sus respecti-
ne de manifiesto su jactancia ante lo vos objetos. Objetos de acuerdo o de desacuer-
Incuestionable, obvie lo esencial, a saber: do, de don o de codicia; hombres, mujeres, ga-
primo, que todo sujeto extrae su participación nado, fortalezas o collares de conchillas, todo lo
en el ser de la afirmación misma del Ser Supre- que circula en el intercambio o incita a la con-
mo, que es también el Bien Supremo; secundo, quista. En ese objeto X reconocemos ahora el
que la existencia del mandamiento se afirma oójeto sobre el cual, por imaginario que sea, re-
tanto en la rebelión como en la obediencia. In- cae todo el peso de lo simbólico como motor de
cluso, se afirma más. Ya que se puede obedecer la falta de ser, a saber el falo, que desde esa
por costumbre, mientras que quien se consagra
4 Ideal del Yo Yo Objeto
a la ordalía, lo hace forzosamente bajo la mira-
da del Todopoderoso. Por esta razón, tiene me-
:.: . . . - - - . .
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Objeto

:1 Véase pág. 56, nota 22, más atrás. 1 e::::: : ~,.,'' / externo

128
129
perspectiva puedt! ser considerado como otro Posfacio
significante de la ley. Piénsese en las resonan-
cias que induce en el sujeto el cambio o la sim-
ple modificación de su nombre. El otro polo es
el del objeto en el que todos depositan su Ideal
del Yo, a saber el líder donde volvemos a encon-
trar, con su desplazamiento tópico, el enigma
bajo la forma complaciente, cuando no desho-
nesta, de su carisma o de su agalma.
Por lo demás, diré que es verdad que el or-
den simbólico no tiene nada de especialmente En este posfacio quisiera hacer un comenta-
pacificador. 5 Pero sin ese orden tendríamos, en rio sobre la circularidad de este libro, afirmada
}ugar de la guerra, el genocidio generalizado. en la nota preliminar.
Parece que vamos hacia él. En el primer capítulo está implícita una dis-
En cuanto respecta a la religión, mantengo tinción entre la significación que voy a llamar
la definición que he dado de ella en Le transfert "pictográfica" y el sentido. ¿Por qué pictográfi-
et le désir de l'analyste6 como aquello que da a ca? Porque a mi criterio la pictografía es una
lo simbólico una eficacia real por el sesgo de lo escritura de las significaciones, como lo enuncio
imaginario. Sólo que en la medida en que entra en un capítulo de L'incon.r;cient ei son scribe, ea-
en escena ahí donde aparece la ausencia de la pítulo donde también afirmo que .esa escritura
ley o del · fundamento, en el doble sentido de ha preparado el terreno para el análisis grama-
aparecer y de parecer !que tiene en francés], di- tical dei lenguaje -'Y ha proporcionado el reser-
ría que sella la represión que es, por otra parte, vorio de donde se ha tomado el tesoro de los
la función de toda creencia. La ficcionalización signos de la escritura llamada "ideográfica". 1
de la ley es la personificación de la represión. Supongamos que un grupo de indígenas sale a
Si la religión es una sólida realidad, y no una la caza del búfalo y que uno de ellos, llamémos-
simple ilusión, de felicidad o de vida eterna, es lo "Pequeña Tortuga", muere en el curso de la
porque constituye en "la escena del mundo" el expedición. Podemos imaginar que a los sobre-
dique último de la angustia que, como es sabi- vivientes les urgirá prevenir del hecho a los
do, está en el principio de toda defensa. otros cazadores que pasen eventualmente por el
mismo lugar, ya que la costumbre quiere que
cuando un cazador muere en circunstancias se-
mejantes, los otros cazadores deb.e n abstenerse

5 Debo esta observación a Catherine Millot. 1 Cf. L'Inconscient et son scribe, París, Seuil, 1982,
6 Editions du Seuil, 1988, pág. 15. pág_s. 27-33.

130 131
de comer hasta que se hayan tomado su revan- -para decirlo brevemente- ese término desig-
cha matando a un búfalo. Nada más fácil que naría lo que el sujeto dice, sin separación entre
proyectar esa significación sobre una superficie lo que dice y lo que quiere decir, con el fin de
cualquiera. Basta con garabatear un monigote mostrar los límites o la insuficiencia de esa
con una tortuguita sobre la cabeza, que yace concepción en el análisis de los hechos del len-
por tierra. al lado de un búfalo que está en pie. guaje. Si dice una cosa cuando quiere decir
Observemos que quienes "descifran" el picto- otra, es por razones de "implicatura conversa-
grama no se quedan ahí. También "leen" en él cional" que no impiden la reconstitución inte-
el mensaje dirigido a ellos sin estar escrito, a gral de lo que quiere decir. Si no, miente. En
saber el imperativo de no comer hasta tanto no otras palabras, no sólo la proposición no tiene
se haya hecho justicia a Pequeña Tortuga. Pero significación alguna por fuera de su contenido o
lo que yo llamo "significf!ción pictográfica" es la de lo que en él se dice, sino que lo mismo suce-
proposición "Pequeiia Tortuga ha muerto", que de con la verdad: si lo es, lo es en ese dicho. Las
constituye el único contenido del pictograma. dificultades que se oponen a estos intentos son
Esa proposición describe, por no decir que nom- tales que uno se ve llevado a representarse la
bra, un estado de las cosas. Es su imagen, pic- posibilidad de una "población bilingüe". Pero
ture, como dice Wittgenstein,2 razón de más pa- mirándolo bien, esa imagen equivale a conside-
ra hablar de significación pictográfica. En con- rar a los miembros de esa población desde dos
secuencia, no debe sorprender que, al descom- ángulos diferentes: desde uno de ellos, son suje-
ponerla en unidades, cada unidad resulte ser tos de las significaciones pictográficas o incluso
un signo compuesto por un significante asocia- "nominadoras"; desde el otro, son sujetos de los
do por una barra a una significación, de acuer- significantes y se sirven de ellos a voluntad de
do al conocido esquema de Saussure. Lo que no su fantasía. Es el campo del sinsentido donde
quiere decir que la interpretación de esa barra no se dice nada, sea verdadero o falso, en cuan-
como símbolo de unión sea la interpretación to al estado de las cosas.
más justa del pensamiento del lingüista geno- Es verdad que para la hermenéutica el cam-
vés. po de las significaciones se divide en significa-
En realidad, me vi llevado a analizar los in- ciones aparentes y significaciones ocultas, y la
tentos desarrollados por determinados filósofos, verdad se sitúa en el nivel de estas últimas. No
en particular Grice y sus discípulos, para cons- obstante, el sujeto sigue siendo el sujeto de la
truir una teoría del nwaning según la cual significación, que supuestamente ya existe an-
tes de ser conocida, nunca aprehendida statu
2 Es sabido que Wittgenstein, en la redacción del
Tractat~s. no partió de un análisis del lenguaje -tarea nascendi.
que se asignó ulteriormente-, sino de una exigencia: Los psicoanalistas, en cambio, reconocen en
¿cuáles son lns condiciones requeridas para que haya una el sinsentido como ruptura en el mundo de ln::;
proposición verdadera? significaciones al sujeto del significante, sujeto
132 133
tan ajeno al de la significación que este último contingente. Ahora bien, en el segundo capítulo
experimenta el significante incongruente de un del libro hago notar lo siguiente: sea cual fuere
lapsus, de un sueño, de un síntoma, etcétera, el ángulo desde el cual se considere esa ley mo-
como el significante del Otro en él, y si ese sig- ral, como la expresión de una voluntad según
nificante sobreviene en un chiste, lo confirma Kelsen, como la expresión de una razón prácti-
como un hallazgo. Por otra parte, para ellos la ca según Mally, es decir, se la refiera a una
verdad, en el sentido que comporta como men- creencia en la que, en última instancia, se sus-
saje lo que se dice, se hace oír a nivel del senti- tenta la "norma básica", el Urgrund, o bien a
do inédito que hace surgir el significante al ais- un orden de conocimiento que se expresa en el
larse en cierto modo experimentalmente en el juicio "Es válido que ... ", de todos modas la afir-
sinsentido. mación de la universalidad de la ley, si bien se
Ahora bien, la autonomía de la verdad res- aplica necesariamente al sujeto que enuncia
pecto del sujeto de la significación plantea un esa ley, se aplica a él sólo en tanto sujeto del
problema: ¿cómo conciliar ese aspecto de la vi- enunciado pero el deseo que está en juego en
da, en tanto que el sujeto no escapa de él, con esa misma afirmación queda fuera de su in-
la definición de éste como sujeto mentiroso que, fluencia. Dicho de otro modo, la universalidad
como tal, debe responder ante la Justicia por de la ley no engloba la totalidad del sujeto por
una norma que le prohíbe mentir? Dos ideas ex- la sencilla razón de que el sujeto no es un todo.
puestas en el capítulo siguiente nos dan la pis- La división entre sujeto de la significación y su-
ta para encontrar una respuesta. jeto del significante planteada en el primer ca-
La primera es la siguiente. En su obra re- pítulo se manifiesta aquí como división entre el
cientemente publicada en francés La théorie de sujeto del enunciado y sujeto de la enuncia-
la Constitution, 3 Carl Schmitt hace notar que ción.4 Esa división subyace en el conflicto que
la noción liberal de la igualdad ante la ley per- ha dominado la reflexión de los juristas y cano-
mitió apreciar el hecho de que la generalidad es nistas medievales entre el contenido de la ley
la forma de la ley. Un decreto de expulsión po -que debe ser justo y bueno- y su fuente -la
podría ser considerado como una ley ya que sólo voluntad del príncipe-, conflicto que ha encon-
concierne a una persona a la que designa indi-
vidualmente . Sin embargo, mucho antes de la 4 A este nivel de la enunciación interviene la conni-
expansión de la ideología liberal, Kant había si- vencia entre el deseo y la ley, que pone de manifiesto la
tuado la forma de la ley moral como tal justa- última obra de G. Timsit, Les figures du jugement (PUF,
mente en lo universal, en tanto se distingue de 1993). Pero esa connivencia es del orden de las cosas que
lo general como lo necesario se distingue de lo conocemos desde los albores del tiempo . Prueba de ello es
el análisis que nos da Genevieve Hoffmann en su obra La
jeune fi.lle, le pouvoir et la mort (De Boccard, 1992) del
3 Cf. Schmitt, Carl , La théorie de la constitution, PUF, gesto ambiguo de Agamenón, rey y tirano, sacrificador de
1993, pág. 292. su hija.

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ley que opera ahí donde no se enuncia, ¿por qué
trado sino su solución, al menos su pacificación, no concebirla como la ley del nombre, en tanto
en la distinción entre Les deux corps du roi. 5 que el nombre no sólo designa sino que además
En efecto, ¿qué significa esta "sustracción" significa?
del deseo al enunciado de la ley? ¿Que el deseo En este camino se ha ganado otra idea, que
es sin ley, y por lo tanto sin fe? ¿Puede imagi- se desarrolla en el capítulo III, a saber, que esa
narse una sociedad donde nadie dé crédito a la ley del nombre no puede ser concebida como
palabra del Otro? Un filósofo observó que para una ley que se impone al sujeto desde el exte-
la gente todo sucede como si bastara con enten- rior, sino como una ley donde éste se constituye
der para creer. No se podría describir mejor como sujeto responsable. Responsable de la fe
nuestra relación primitiva con el lenguaje. Una que compromete la palabra: a despecho de
sociedad compuesta por sujetos nacidos con dis- Kant, ¿quién dudaría de que una proposición
posiciones devastadoramente críticas no podría falsa, si se la considera como palabra, pueda
transmitir nada a sus miembros, lo que cuestio- ser eventualmente mucho más auténtica que
naría su propia existencia. Pero entonces, ¿dón- una proposición verdadera, si está dirigida a
de encontrar esa ley del deseo, si éste escapa a una criatura sin fe, como el tirano? Responsa-
todo enunciado de la ley? ble, por último, de lo que acarrea el intercam-
En este punto me ha sido útil el estudio de bio de la palabra como intercambio de objetos.
la teoría de las normas de Kelsen. En efecto, al El capítulo III finaliza con la idea de que la in-
igual que a Timsit, me ha parecido que la "nor- terdicción del incesto debe ser concebida, tam-
ma básica" de Kelsen es una operación destina- bién, como una ley de la palabra, a la manera
da a dar un nombre a la ley. Sólo que, a dife- de las tres leyes anteriores: la interdicción del
rencia de Timsit, me ha parecido que esa opera- homicidio y de la mentira y la obligación de re-
ción, lejos de ser arbitraria, es necesaria. Es ciprocidad que comporta el don.
necesario que la ley moral se presente bajo el Si fue preciso un capítulo aparte para tratar
modo de una ley religiosa ya que, tratándose de esta cuestión de la interdicción del incesto es
la interdicción de la mentira -para limitarnos porque en el nivel del deseo sexual el objeto -a
de momento a esa sola interdicción-, ningún cuyo respecto es importante subrayar que es un
sujeto mentiroso podría jactarse de ser su au- objeto al que hay que decir su amor o significar
tor. Y aquí se sitúa la segunda idea principal su deseo- sólo podría constituirse a partir de
del segundo capítulo: si hay una ley del deseo, una falta que es, hablando con propiedad, una
como parece ser necesario, y si esa ley es una falta de ser.
En efecto, a falta de esencia el ser del sujeto
se resuelve en identificación y, si no se confor-
ii Ese es el título de la obra célebre de Kantorowicz.
ma con ella, en una identificación con esa mis-
Acerca de toda esta cuestión, véase Burns, J.H., Histoire
de la pensée politique médié11ale, trad. fr . de J. Ménard, ma identificación, como Napoleón que se cree
PUF, 1993, Cap. XV.
137
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Napoleón. En consecuencia, hablar de una falta
de ser efectiva equivale a hablar de una identi- preciso que se le caigan los ojos. Unicamente la
ficación que queda interdicta -en todos los teoría lacaniana de la metáfora paterna, en la
sentidos del término- al ser hablante o, para medida en que asocia en el sujeto su ser de vi-
retomar el término de Lacan, al ((parlétre". Sólo viente con su descompletud, con su im-perfec-
que no hay nada en el orden especular que no ción, me ha parecido susceptible de dar cuenta
sea objeto de una identificación posible gracias de la intervención de la imagen fálica como ese
a la imagen del cuerpo propio. Por lo tanto, pa- objeto no especular que al aparecer sólo por de-
ra que la interdicción o la imposibilidad a las fecto sobre la imagen del cuerpo propio, escapa
que acabo de aludir tengan efecto es preciso un a, y de algún modo deshace, la identificación
objeto que sea profundamente rebelde a este ti- con el falo en la medida en que cae bajo la mi-
po de identificación, es decir un objeto cuya tex- rada y se nombra. Y como me ha parecido erró-
tura tenga la particularidad de estar hecha neo asimilar la deuda que conlleva esa identifi-
precisamente de su misma ausencia. Pura au- cación con un contrato que sólo compromete a
sencia a la que, empero, se puede conferir una personas, pensé que encontraría en la noción
presencia gracias al artículo definido donde al- bíblica del berit una metáfora más apropiada
gunas lenguas sitúan el universal que no es de la constitución del sujeto a partir del Otro.
ninguna cosa particular (el caballo, el fuego, la Para concluir, diré que es en el falo como
negrura); o si no, de tratarse de un ser indivi- efecto metafórico y al mismo tiempo como nom-
dual, gracias al artificio de la máscara como bre impronunciable de la ley donde radica al fin
puq1 superficie, como se comportaban los segui- de cuentas la res que está en juego en la res-
dores de Dionisia, quienes procedían como si es- ponsabilidad. Como miembro de un grupo, fa-
tuviesen animados por la siguiente afirmación: miliar u otro, el sujeto, por más que oculte su
"Imposible que no haya ausencia, que falte la imperfección en la identificación con el líder de
falta". 6 Y a partir de ahí abordamos la diferen- ese grupo, no escapará de todos modos a la
cia entre la ausencia propia de lo simbólico y la cuestión de su deseo por fuera de toda colectivi-
ausencia en la que se sustenta la identificación dad, es decir ahí donde está solo en su relación
imaginaria, que es sólo una presencia, en otra al Otro como lugar del lenguaje. De ahí en más,
parte, de lo que está oculto, a la vez que conser- no es de extrañar que las significaciones picto-
va de modo encubierto su homogeneidad con los gráficas, comunes y comunicables, se vean sub-
objetos especulares. A tal punto que se puede vertidas por esa cuestión. Volvemos a nuestro
decir que, para que el sujeto dominado por la punto de partida.
pulsión escópica se recupere de su ceguera, es

6 Cf. Otto, Walter F., Dionysos, le mythe et le culte,


Tel Gallimard, págs. 96 y siguientes.

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Más allá de la sociedad

Hacia fines del siglo pasado, un ministro


británico visitó Sudáfrica. Allí, las autoridades
le presentaron a algunos jefes bushmen. Uno
de ellos era m u y anciano. El ministro sabía que
el sistema numérico de los bushmen era muy li-
mitado. Se interrumpía en la tercera o cuarta
unidad. Para divertirse, preguntó la edad al an-
ciano jefe. Este respondió: "¡Oh, soy más viejo
que mis decepciones más amargas y más joven
que mis alegrías más memorables!"
Supongo que el ministro quedó sorprendido.
Pero su sorpresa no es la misma que la nuestra.
Nosotros nos sorprendemos por la respuesta,
como nos sorprendemos habitualmente cada
vez que oímos una palabra donde se hace sentir
la presencia de un sujeto -y aquí "sujeto" no se
opone a "objeto" sino a "disco". Lo que sorpren-
dió al ministro es que sin duda no esperaba que
apareciera algo en común entre él, represen-
tante selecto de una gran civilización, y un
hombre que pertenecía a una sociedad tan pri-
mitiva. Posiblemente, tampoco viera nada en
común entre él y su criado. Sin duda, mantenía
de tanto en tanto una charla intrascendente
con él y seguramente encontraba en ella cierto
alivio, ya que podía hablar sin censurar sus pa-

141
labras; se trataba, en suma, de una psicotera- ra injuriarse más que para reconocerse?, ¿que
pia gratuita. Del mismo modo, podía mantener sin duda la invención de loi medios de destruc-
esa charla con su cotorra. Y sin embargo, una ción ha jugado en la historia un papel tan gran-
cotorra ·e s una cotorra y un ministro es un mi- de como la de los medios de producción? En re- .
nistro. sumen, dada la manera en que se organizan en
No está en mis intenciones acusar al minis- sociedades, cada una de las cuales, aun cuando
tro del pecado capital del orgullo. En el fondo, no sea totalitaria, censtituye un todo ¿no son
no hace más que ilustrar una inclinación co- los hombres homicidas, al menos potencialmen-
mún que hace que cada uno vea su particulari- te?
dad no en su igualdad con los otros sino en sus En este punto, tocamos un importante pro-
diferencias y, en apariencia, no hay nada que blema de la filosofía política, el de saber qué es-
decir al respecto. Evidentemente, la humani- tado es primero, si el de guerra o el de paz, y
dad es una abstracción. La realidad es que los daré al término "primero" un sentido más bien
hombres viven en sociedades que se designan lógico que cronológico. Según una tradición que
con nombres diferentes, hablan diferentes len- cuenta con eminentes representantes, los hom-
guas, tienen diferentes tradiciones y creencias, bres -separadamente o en pequeños grupos-
diferentes sistemas de filiación y de parentesco, vivían primero en un estado de guerra perpe-
diferentes modos de organización política, de tua. Pero deb.ido a la amenaza de destrucción
adquisición de saber y de tecnología, sin hablar universal que ese estado implica, hubieron de
de las diferencias de raza y de color. Y cada so- ponerse de acuerdo en algunos principios o bien
ciedad está compuesta por individuos a los que abdicar de su libertad en pro de una tercera
da diferentes nombres y que son diferentes por parte, llamémosla el Leviatán, en la que depo-
su edad, sexo o estatuto, carácter y aptitudes, sitaron la autoridad de establecer e imponer las
sin hablar de sus ideas y sus desiderata. Con leyes. Todas Uls teorías acerca del origen de la
mi anécdota sólo aspiro a mostrar que esas di- sociedad y del pasaje del estado de naturaleza
ferencias, por reales y hasta necesarias que al estado de cultura se resumen en ese argu-
sean, son sin embargo insuficientes para hacer mento.
imposible el intercambio de la palabra con un Resulta demasiado fácil advertir que todo
recolector bushmen, un cazador siberiano o un discurso sobre un origen o pasaje como ése es
pescador bretón; en verdad, ese intercambio po- un discurso puramente especulativo, én el mal
dría ser más fácil incluso que lo que lo es con sentido del término. Por esa razón, prefiero dar
algunos burócratas. al término "primero" el sentido de "primero en
"¿Y después?" se dirá. ¿Se trata del anuncio el orden de la explicación". Pero entonces el ar-
del reino inminente de la amis.t ad universal en- gumento es refutado por los hechos.
tre los hombres? ¿No es también un hecho que En primer lugar, el lobo no mata al lobo, pe-
la mayoría de las veces los hombres hablan pa- ro el hombre mata al hombre, lo que significa

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que su agresividad no está sometida a ninguna dad permite, en cambio, el homicidio de sus
regulación instintiva que le asigne un límite. enemigos. Me gustaría subrayar que esa con-
En segundo lugar, las pulsiones homicidas clusión implica que el individuo, como miembro
del hombre no están subordinadas a un ciclo de la sociedad, no es tan indiviso como parece:
instintivo, como el combate entre machos que una parte de él sucumbe a un sentimiento de
forma parte del ciclo reproductivo, ni ligadas a culpa que nada justifica según un mejor saber
un interés de orden vital. El hombre no tiene como miembro de la sociedad. Y no es difícil
ningún lazo inmediato con el mundo. Quiere lo percibir 1a función de esa ley que excede la dis ..
que el otro quiere o posee, su mujer o su asno tinción entre los suyos y los extranjeros, los que
-para usar las palabras de la Biblia- o tam- están adentro y los que están afuera: nos incita
bién su pozo, sea de agua o de petróleo. Pero a dar lugar a la palabra o, si se quiere, al logos
entonces, puesto que no hay objeto alguno, bien antes de dar libre .curso a la violencia que, de
alguno que sea de naturaleza tal que conduzca otro modo, no conocería límite. En consecuen-
a los hombres a ponerse de acuerdo en preser- cia, se la puede llamar una ley de la palabra,
varlo o a impedir que uno lo destruya y destru- en el sentido de una ley que, sin ser establecida
ya al otro que lo quiere o lo posee, no se ve có- por ella, al menos en las sociedades cuyos ri-
mo por su propia voluntad llegarían a ponerse tuales estudiaba Freud, garantiza su lugar en
de acuerdo sobre algo, sea lo que fuere. las relaciones humanas. Freud resume su aná-
Ahora bien, también es un hecho que sea lisis diciendo que esas sociedades se comporta-
cual fuere el estado primitivo de la sociedad ban como si conocieran la prescripción "no ma-
que se elija considerar, se comprueba que el ho- tarás" antes de que fuera enunciada por boca
micidio provoca una contaminación comparable de un dios, es decir, quisiera aclarar, po1· boca
a la provocada por la profanación del templo o de un ser que no admite la reciprocidad. Nos
por el rechazo del juramento. Tal como lo sugie- ordena pero no le ordenamos, y ninguno de no-
re Robert Parker, todo esto apunta en un mis- sotros puede articular ese mandamiento si no
mo sentido: una ruptura de la distinción cate- es en su nombre o en nombre de un tercero
gorial entre los hombres y los dioses. Eso nos equivalente, que no es ni tú ni yo. De esta ma-
recuerda el agudo análisis que hace Freud de nera, llegamos a otro importante problema de
los ritos de purificación a los que se somete en la filosofía política, el del soberano o el tercero
las sociedades primitivas a los guerreros victo- que sostiene la balanza entre los miembros de
riosos a su regreso, antes de admitirlos en las la sociedad. Ahora bien, como acabamos de ver
aldeas. Ese análisis lo lleva a la siguiente con- que la transgresión de la interdicción del homi-
clusión: hay una ley que prohíbe el homicidio y cidio suscita efectos de remordimiento y de cul-
cuya transgresión suscita sentimientos de re- pabilidad aun en sociedades donde esa interdic-
mordimiento y de culpabilidad. No se podría ción todavía no estaba articulada, es decir que
asimilar esa ley a una ley social ya que la sacie- no formaba parte de la conciencia, nos está per-

144 145
mitido decir que esa interdicción constituye el Kantorowicz, esa tensión en el pensamiento de
verdadero soberano, el tercero que buscamos, los juristas los condujo a distinguir entre el
en la medida en que ella existe en esa parte del cuerpo privado y mortal del rey y su cuerpo pú-
sujeto que es~pa a la sola regulación social, es blico, que era inmortal. Presumo que ese cuer-
decir "en el inconsciente". Esa expresión parece po .público o body immortal, como también se lo
muy vaga. En realidad no lo es, no más que de- llamaba, al que los juristas otorgaban una rea-
cir que las ideas existen "en la cabeza" o "en el lidad mística, era simplemente una metáfora
pensamiento". Tal vez lo erróneo sea la cuestión que no cubría otra realidad sino la de un no m-
relativa al "dónde" ya que concierne a cosas bre separado de todo ser vivo. Como ha dicho
ajenas a la categoría del espacio. O tal vez sea un jurista, "King is a name o{ permanency".
correcta sólo que requiere una concepción del Ahora bien, un nombre es una letra y una letra,
espacio distinta de la que acostumbramos usar. aun muerta, sin lugar a dudas tiene su peso.
Sea como fu'e~e, hay algo seguro y es que los No obstante, no podría atribuírsele una volun-
teólogos musuhna'nes no conocen el inconscien- tad en el mismo sentido que a un ser vivo. Una
te. Por eso, se riah'' dividido en dos campos irre- vez más, la voluntad del soberano o del tercero
conciliables en torno de la cuestión de saber si se nos escapa.
la:s l~yes son buenas y justas porque expresan En nuestro siglo, se ha reactivado de modo
la voluntad de Dios o bien si Dios las ha queri- agudo ese mismo problema debido a la influen-
do porque son buenas y justas. Era preciso que cia de la escuela positivista del derecho, cuyo
el debate condujera a una guerra: porque sólo más eminente representante fue Hans Kelsen.
Dios podía -'dar la respuesta. Pero, como vere- Según ese autor la ley, sea legal, moral o reli-
mos, Dios no es el único ser cuya voluntad se giosa, es la expresión de una voluntad. Su libro
nos escapa. póstumo Théorie générale des normes, es en
El mismo problema, bajo otra forma, ha do- gran parte una polémica contra la escuela que
minado la reflexión de los juristas medievales. afirma la existencia de ciertas normas que tie-
J.H. Burns nos enseña en su Histoire de la pen- nen una validez objetiva en sí mismas y que de-
sée politique médiévale, 1 que debían combinar ben ser obedecidas por toda voluntad, aun divi-
una concepción de la realeza que descansara en na. Pero lo original y por eso importante en la
bases divinas y que se derivara en parte del obra del jurista austríaco es que formula la pre-
pensamiento romano, en parte del pensamiento gunta de qué confiere autoridad, en último aná-
cristiano, con una realeza germánica y feudal lisis, a la voluntad del autor de la ley, sea Moi-
que fundaba sus reinvindicaciones de legitimi- sés, Jesús, Mahoma u otra personalidad emi-
dad en las relaciones que mantenía el rey con nente, de modo tal que esas normas o sus pre-
sus barones y su pueblo. Como lo ha mostrado ceptos sean obedecidos. Su respuesta es ·la
creencia. Lo que equivale a decir que todo el
1 PUF, 1993, pág. 402. sistema de las normas descansa en un acto de

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pensamiento que, empero, es radicalmente dis- nes, es decir garantizar su independencia en
tinguido por el autor de todo acto de voluntad relación con sus deseos o sus pasiones. Por eso,
al punto de considerar que la noción de "razón invocamos a los dioses como testigos de nuestra
práctica" encerraba una contradicción en los buena fe. Pero Agamenón p1·obablemente fuera
términos. Kelsen se limita a constatar esa con- sincero en su convicción de que el interés de los
tradicción, pero no ofrece solución alguna. griegos, su victoria contra Troya, era más im-
De todas maneras, se puede decir que con portante que la vida de su hija. Sin embargo,
Kelsen el debate de los teólogos musulmanes no es menos probable que su acto de sacrifica-
queda zanja do. Ya no hay misterio en torno del dor encerrara algún otro motivo que su mujer
soberano: hace la ley sin estar sometido a ella. no le perdonó. Lucrecia se dio muerte porque
Sólo que en ese movimiento se volatiliza su ter- creía que la muerte era más digna de una ma-
ceridad. Es verdad que es quien ordena, lo que trona que soportar la violación, pero hay quie-
implica al otro al que está dirigida la orden. nes se preguntan si lo que estaba en juego no
Eso hace dos. Pero la terceridad del primero re- era una sanción del intolerable goce obtenido
sulta ser una pura ficción con que lo inviste la en ese mismo acto. Para tomar un ejemplo más
creencia. Examinemos entonces más atenta- prosaico pero más gen.e ral, ¿acaso la afirmación
mente esta cuestión de la creencia. de que nadie debe mentir ni codiciar lo que per-
Alguien puede creer que una u otra ley, le- tenece al prójimo significa que se esté al abrigo
gal, moral o religiosa, es buena y justa. Puede de esos deseos? Más bien, es muy plausible que
dar razones de su creencia. Pero hay un límite se observen esas leyes tanto más incondicional-
para las razones que está en condiciones de dar. mente cuanto que se alimentan esos deseos. Pe-
La razón de sus razones no sólo se nos escapa ro entonces ¿qué hay que decir? ¿que la sobera-
sino que también se le escapa. Es importante nía reside, en última instancia, en un deseo sin
señalar que eso marca la incapacidad de la con- ley?
cepción llamada "intersubjetiva" de las relacio- Eso es imposible. Porque si ése fuera el ca-
nes humanas para dar una solución al proble- so, nadie daría crédito a palabra alguna, sea
ma del tercero, por no decir que impide esa so- cual fuere, ni siquiera a la propia. La distinción
lución, como lo muestra el fracaso de Kelsen. entre lo verdadero y lo falso desaparecería y las
Entonces, la razón de sus razones escapa al su- palabras dejarían de tener valor más allá de su
jeto, y eso necesariamente: porque habla de un realidad sonora. Ninguna sociedad ni ninguna
punto desde donde se abre para él el campo de transmisión son posibles allí donde las pala-
su conciencia o de su saber, pero no puede ver bras no tienen en principio una fuerza ligante y
al mismo tiempo el punto desde donde habla: donde nadie les da crédito. La sociedad y la
ahí está librado al inconsciente. Dicho de otro transmisión son posibles porque las palabras
modo, no puede dar sus razones y al mismo tienen un valor tal que decir algo es decir algo
tiempo garantizar que ésas son todas sus razo- que se cree verdadero o que se quiere que el au-

148 149
mulos. Sin hablar de las consecuencias a veces
ditor crea que es verdadero. De manera que la trágicas, que resultan de la mentira involunta-
cuestión no radie~ en saber si el deseo está o no ria cuando no inocente. Recuérdese la tesis de
limitado por algunas leyes sino por qué leyes. Aristóteles sobre "el error del juicio", amartia,
Ya hemos visto que la interdicción del homi- que constituye el motor de la tragedia. Eso re-
cidio constituye una de esas leyes. Y se puede vela otra ley: así como puedo sentirme culpable
agregar que esa interdicción no se confunde con de un de~eo ignorado, asimismo soy responsa-
la ley positiva que castiga el homicidio. Esa ley ble de mi mentira ignorada con relación a una
puede declarar culpable a alguien, pero no pue- verdad sin tribunal. Quiero decir que esa ley
de hacer que se sienta culpable. Si la culpabili- tampoco se confunde con la norma que nos pro-
dad se hace sentir aun cuando el acto, matar al híbe mentir. Esa norma es un valor mientras
enemigo, se ajuste a los valores sociales, es por- que esa ley es un hecho, para referirnos a la
que en ese acto interviene un deseo oscuro que distinción que tanto ha subrayado Kelsen.
es el que suscita culpabilidad y remordimiento. Esa es la ley que Freud ha bautizado "retor-
Esa interdicción no es el único ejemplo de no de lo reprimido". Es en ese sentido que el
una ley que produce sus efectos desde no se sa- psicoanálisis se encuentra interesado de hecho
be dónde. A veces, sucede que me engaño acer- por el problema del soberano o del tercero y
ca de los motivos de mi acción atribuyéndola, queda claro que nos incita a buscar a ese terce-
digamos, al interés de la ciudad o de la comuni- ro del lado del deseo, pero no del deseo en el
dad. Lo hago de buena fe, es decir, sin sospe- sentido habitual del término, el que lo opone a
char y, con más razón, sin admitir algún deseo la ley, sino en la medida en que ésta le da su
de mentir de mi parte, sea el que fuere, y sin sustancia. Si el deseo es carne, la ley es su es-
abusar conscientemente de la buena fe de mi queleto. Ahora la pregunta es: ¿cómo esto ad-
auditor. Ahora bien, la expresión "engañarse viene?
sin saberlo" no tendría sentido alguno si yo fue- Habitualmente, los psicoanalistas hablan de
ra de una sola pieza. Si ése fuera el caso, esta- la "estructura triangular" del Edipo. Pero sus
ría todo entero en lo que digo, es decir en el dis- descripciones, al igual que la de Freud, no jus-
curso donde me refiero a mí mismo por medio tifican la expresión: existen sólo el niño y el pa-
del pronombre "yo" (je). En cambio, si esa ex- dre que es su rival, ese que da a sus pulsiones
lH·esión tiene un sentido, implica entonces que homicidas su verdad arquetípica de parricidio a
una parte de mí mismo escapa tanto a mi saber la vez que, por otra parte, suscita tanto amor
como a mi referencia y que el verdadero motivo como odio. Eso hace dos: el que posee y el otro
está fuera de mi discurso. Y efectivamente así que quiere lo que él posee, donde la madre es el
es. Porque -y aquí tocamos un punto que tgdas objeto de la rivalidad.
las filosofías de la acción desconocen- la ver- Hay algo que falla en esta descripción. Con
dad traicionada se traiciona sola de múltiples toda seguridad, la madre es algo más que un
maneras, cuando no lo hace en sus propios disi-
151
150
objeto. El niño recibe de ella los elementos con
los que articula sus necesidades, que de este ta si es el único que lleva ese nombre o si son
modo se transforman en demandas, a las que se muchos, en el caso en que la transmisión patri-
agrega de ahí en más la demanda de ser ama- lineal se combine también con el parentesco
do. Sin duda, los analistas reconocen la impor- clasificatorio. "Padre" no significa necesaria-
tancia del amor materno. Pero los discursos so- mente "genitor". Hay sociedades que ignoran el
bre las dosis de ese amor, que serían los que papel del padre en la fecundación. Sin duda, re-
más propician la "normalidad", desconocen lo sulta difícil creer que pueda escapar a la obser-
esencial, a saber: el hecho de que el amor ma- vación de un grupo humano el hecho de que es
terno no es infinito, está acotado por un límite necesario que tenga lugar una copulación para
que lo preserva justamente como amor puro, tener un hijo. Pero la sociedad, si así lo prefie-
despojado de todo deseo sexual. Eso equivale a re, puede muy bien ignorar ese hecho e imputar
decir que es a ella a quien corresponde en pri- el embarazo al trabajo de un espíritu. En todo
mer lugar introducir al niño en lo que podemos caso, la experiencia del límite o del nombre que
llamar "el orden simbólico". prohíbe primero a la madre, y por lo tanto al
Ahora bien, ese límite debe inscribirse en un niño, mezclar sexualidad y ternura, una vez
nombre donde ella se signifique, y en efecto es- combinada con la percepción de la relación del
tá inscripto en el nombre que se transmite al deseo de la madre con el falo, basta para que el
niño y que le asigna un lugar en un linaje. Si la niño se sienta desposeído de lo que necesita pa-
transmisión es patrilineal, el nombre es el del ra ser todo para el Otro, y caiga entonces bajo
padre como "nombre de permanencia", si se me el influjo de una imagen devenida símbolo de
permite decirlo así, sinónimo de su 'body im- esa falta de ser, a saber, la imagen fálica. En
mortal, y significante del límite a través de las relación con esa imagen no especular, es decir
generaciones. Si la transmisión es matrilineal, causa de una búsqueda que se sustrae a toda
lo que significa la ley que prohíbe el incesto con adquisición, e identidad perdida cuyas identifi-
ella o, en los casos en que la filiación matri- caciones se agudizan sin reabsorberla jamás, el
lineal se combina con el parentesco clasificato- niño se siente im-perfecto, incompleto, poco sa-
rio, con cualquier otra mujer que también se tisfecho de la imagen de su cuerpo propio, ya
llame "madre", es el hecho de llevar el nombre que sobre esta última sólo aparece el defecto de
del mismo grupo de filiación que la madre. El la imagen fálica. Eso puede inducirlo a compen-
punto decisivo es que el niño hace la experien- sar su falta de ser por medio de la investidura
cia de esa significación del nombre en un mo- narcisista de la zona genital. Eso conlleva sus
mento en que advierte que el deseo de su ma- peligros: si el nüio está absolutamente satisfe-
dre tiene alguna relación con el falo, en el sen- cho de su imagen y de nada más, ¿qué lugar
tido del órgano cuyo portador es el marido de la quedaría para algún objeto, sea cuál fuere?
madre, ése que el niño llama "padre", no impar- Bien considerada, la interdicción del incesto,
cuyos efectos se desarrollan a espaldas del suje-
152
153
to, eso en lo que consiste la represión primaria, Se cuenta que luego de una batalla victorio-
es la ley que preside la constitución del objeto sa un general acampa con su ejército para des-
del deseo. cansar al pie de una montaña. Al alzar la mira-
Por ese motivo es importante que se dé una da, ve a un hombre sentado por encima de él
respuesta a la pregunta "paranoide" del sujeto: sobre la montaña. Encolerizado, sube para in-
¿ser o no ser "todo"?, ¿ser o no ser el falo? Una terpelar al hombre. "¿Quién es usted para per-
respuesta donde se afirme que no lo es y al mis- mitirse estar sentado por encima de mí?" "Si-
mo tiempo se refuerce- su falta de ser, en suma, re", responde el hombre, "me pregunta quién
una respuesta que ponga un término al falicis- soy sin decirme quién es usted." "Soy el jefe de
mo. Esa misión, llamada de normatización edí- ese ejército que ve allí abajo." "¿Y quién está
pica, corresponde al hombre en quien recae la por encima de usted?". "El mariscal, por su-
autoridad en el interior de la vida doméstica y puesto." "¿Y por encima del mariscal?". "Sólo el
a quien el niño llama su padre. Ya que es un rey está por encima del mariscal." "¿Y por enci-
hecho que la autoridad doméstica, aun en las ma del rey?" "¡Nada está por encima del rey!"
sociedades matrilineales, recae en el hombre "Bueno, yo soy esa nada", dijo el hombre ... indi-
-no tanto en razón de su sexo como en razón cando así el punto donde todos somos iguales.
del hecho de que aquella de cuyo amor depende
la vida del niño aparece fatalmente como figura
de la omnipotencia, puro capricho, que da o nie-
ga todo.
Pero ahora se advierte que ese hombre, el
padre, si bien constituye sin duda el tercero
real, vivo, es, empero, tan sólo el agente o el re-
presentante de la única ley que se puede califi-
car con certeza como universal y a la que co-
rresponde finalmente lo que voy a llamar la so-
beranía "formal". Cuando se lo piensa bien, el
complejo de Edipo engloba no tres sino cuatro
términos.
Pero entonces ¿es posible una concepción de
la soberanía que se deje circunscribir de otro
modo que por la referencia social a la ley y al
lugar? Lo que antecede nos autoriza a respon-
der que sí, que una soberanía existe, justamen-
te, si se renuncia al atributo esencial de toda
soberanía que es el de "dar y destruir la ley".

154 155
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Adams, J.N., 110 39,41,42,66, 67,68,
Alcibíades, 10 71, 73, 77,81, 93,94,
Allingham, M., 97 95,96, 97,98, 100,
Arendt, H., 28, 118 102, 103, 104, 121,
Aristóteles, 28,151 125
Agustín (San), 26
Austin, J., 17, 20, 23 Gauchet, M., 59
Geffray, Ch., 105
Badcock, C. R., 97 Gerard, R., 57
Baker, G. P., 26 Glowczewski, B., 57, 90
Balantine, S. E., 58 Grant, R. M., 35
Bloy, L., 62 Greider, 63
Blumenberg, H., 59 Grice, 17, 18, 19,20, 29,
Bourdieu, 60 36, 132
Bultman, 32
Burkert, 62 Hacker, P. M. S., 26
Burns, J. H., 136 Hegel, 65, 100
Reine, H., 39
Caldwell, R., 97 Heráclito, 28, 65, 70
Carrie, G., 23 Hobbes, 79
Conrad, J., 8 Hoffmann, G., 135
Hooker, M. D., 34, 35
Davidson, D., 20, 24, 27, Husserl, 72
28,29, 59
Davies, M., 16, 22, 25, Ibn Hazm, 27
26,29
de Maistre, J., 58 Jakobson, R., 25, 56
Derrida, J., 72 Jones, E., 106, 107, 113
Desanti, J. T., 88
Dumézil, M., 48 Kantorowicz, 62, 136
Dunn, J. D.G., 70 Kardiner, A., 108
Katz, J ., 121
Elster, J., 8 Kelly, D. R., 36, 61
Kelsen, H., 43, 44, 46,
Fliess, 73 48, 49,50, 51,52, 53,
Frazer, 66,68,69 54, 55, 57, 73, 103,
Frege, 26 128, 129, 135, 136,
Freud, 10, 13, 14,27, 14 7' 148, 151
30,31, 32, 35, 36,37, Klein, M., 112

165
Kroeber, 68, 93, 95 Parker, R., 71, 144 In dice
Kutsch, 115, 116 Pablo (San), 33, 34, 35
Peacoke, 22
Lacan, J., 8, 9, 10, 11, Pontalis, J. B., 108
14,32, 39,40, 52,57, Rey, J. M., 61
72, 99, 109, 111, 113, Richard, 28
120, 138 Ricoeur, P., 29, 30, 31,
Laplanche, J., 108 32,33, 35,37
Lefort, C., 108 Russell, 26, 124
Lewis, D., 19,
Lévi-Strauss, C., 74, 77, Sahlins, M., 74, 79, 106
78,81, 82,86, 87,88, Schmitt, K., 59, 134
89, 90 92, 93, 94, 95, Shahrastani, 56, 128
Preliminar 00 • • 0 0 . 00 00 00 • • 0 0 . 00 00 00 . . . 00 00 00 . . . . 0 0 . 0 0 00 . . 0 0 7
126 Sócrates, 10 I. Sentido y verdad en psicoanálisis 000000" 13
Locke, 60, 62 Stra wson, 18, 29
II. La verdad como norma y la creencia 000 43
Mac Cabe, C., 10 Timsit, G., 57, 135, 136 III. El orden simbólico .................. 0000....... 65
Me Auliffe, 27 Trites, A., 80
Me Cawley, J., 19
IV. De la alianza a la rivalidad ..... 00......... 95
Malinowski, 78, 106, Van der Leeuw, J . R., Epílogo . 000 . . . . . . . . oooo oo . . . . . . . . . . . . . oooo . . . . . . . . . . . . o o . . . . 119
107, 108 117
Mally, 48, 49, 50, 56,
Retrospectiva .. • o o · . . . . . . . . . . . . oo . . . . . . . . . . . . . . . . . 00 • • oo 123
135 Wahl, F., 123 Posfacio oo • • o o o o o o o o o o o o o o o o o • • o o · . . . . 00 . . . . . . . . . oo • • • o o . . . . 131
Mauss, M., 74, 75, 76, Weber, M., 118
78, 79 Weiner, A., 107
Más allá de la sociedad ................... 000000... 141
Wittgenstein, 26, 31, 132 Obras citadas .... oo oo . . . . . . . . . . . . . . oo . . oo . . . . oo . . . . . . . oo 157
Nicholson, E. W., 114,
115, 117 Ziesler, J., 34
Indice de autores .. oo . . oooooooooooooooo . . . . . . . . . . oo . . oo 163

166
¡Qué significa "elegir" la palabra
en lugar de la muerte?
La respuesta no puede
reducirse a slogans simplistas o
a postulados oscuros con los
que el psicoanálisis corre el
riesgo -muy actual- de
transformarse en una nueva
religión.
Con La palabra o la muerte
Safouan renueva uno de los
rasgos esenciales de su extensa
e intensa obra: el compromiso
con la época en que vivimos,
que exige del psicoanalista no
sólo un quehacer clínico
responsable sino la
confrontación y el debate
riguroso y polémico con otros
discursos.

Otros títulos de esta colección


dirigida por Silvia Fendrik

"He triunfado donde


el paranoico fracasa".
Chawki Azouri

El goce de lo trágico.
Patrick Guyomard

Impreso y encuadernado en GRAFICA GUADALUPE El buen matrimonio.


Av . San Martín 3773 (1847) Rafael Calzada (El aparato psicoanálitico).
en el mes de SETIEMBRE de 19N
Jacques Nassif
Se puede considerar el camino recorrido por
este libro como una serie de ideas centradas
todas alrededor de dos preguntas gemelas:
¿cómo se produce la unidad de una sociedad?
-pregunta a la que ciertos autores
contemporáneos tratan de responder
combinando al homo economicus de Bentham
con el horno sociologicus de Durkheim; y
¿por qué, a pesar de esta unidad fuera de la
cual parece sin embargo que la vida humana
no sería posible, vivimos, según la expresión
de Conrad, del mismo modo que soñamos:
solos? -pregunta a la que se contesta,
bastante torpemente, apelando a los
sacrificios y represiones que la civilización
impone al individuo.

M.S.

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Ediciones de la Flor (J)

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