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Tradicionalmente los adventistas del séptimo día apuntan al año 508 d.C. como el inicio de
los 1290 y los 1335 años, y 30 años después, el año 538 d.C., como el inicio de los 1260 años
3. La principal fecha de referencia para esos cálculos ha sido el 1798 d.C. cuando el Papa Pío
VI fue capturado y hecho prisionero en Francia, muriendo en el exilio.4 Restando los 1260
años de 1798, los intérpretes adventistas llegaron hasta el año 538. Sacando 1260 años de
1798, ellos llegaron al año 508. En cuanto que los 1290 y los 1260 años tuvieron su término
en el mismo año 1798, los 1335 años son contados como terminando 45 años después, entre
1843 y 1844.
Aunque la fecha de 1798 esté bien establecida por el importante evento que fue la captura
del Papa, el significado de 508 y 538 ha sido cuestionado por diversos intérpretes críticos que
consideran esas fechas como destituidas de un sentido histórico más relevante.5 Pero, vistas
dentro del amplio contexto del establecimiento de la supremacía papal, las fechas toman
sentido como importantes expresiones de ese proceso.
Entre los estudios más relevantes de las fuentes históricas que sustentan esas fechas figuran
los de Uríah Smith, titulado The Prophecies of Daniel and the Revelation (Las profecías de
Daniel y Apocalipsis, 1844)6, la disertación de maestría de C. Mervyn Maxwell, bajo el título
“An Exegetical and Historical Examination of the Beginning and Ending of the 1260 Days
of Prophecy with Special Attention Given to A.D. 538 and 1798 as Initial and Terminal
Dates” (Un análisis exegético e histórico del comienzo y final de los 1260 días de la profecía
con especial atención dado a A.D. 538 y 1798 como fechas de inicio y terminación) (1951)7.
Pero parece evidente que esas investigaciones podrían ser ampliadas, llevando a
consideración una perspectiva histórica más amplia.
Ante eso, la presente investigación quiere proveer una contextualización histórica progresiva,
que nos permita ver más claramente el grado de valides de las fechas de 508 y 538 en el
contexto de la interpretación profética. Dada las limitaciones de tiempo y espacio, esta
investigación se detiene apenas con los principales desenvolvimientos históricos relacionados
con el asunto en discusión. La investigación bibliográfica se limitó básicamente a las fuentes
disponibles en lengua inglesa. Estudios futuros deberían abordar también las fuentes
existentes en otras lenguas, especialmente en latín, alemán, francés, etc.
La conversión de Constantino
Analizando la historia de los primeros siglos de la iglesia cristiana, se percibe que la
conversión del Emperador Constantino, en el año 312 d.C., no solo se tornó en un
importante referencial en las relaciones entre la Iglesia y el Estado, sino también generó un
cambio radical en el status del cristianismo. Siendo perseguido en el pasado, el cristianismo
consiguió cierta tolerancia a partir de año 311 por medio de un edicto imperial.8 Fue sino, el
Edicto de Milán, promulgado en el 313 por los emperadores Constantino y Licinio, que
concedió a los cristianos completa libertad de culto.9
Durante los años siguientes, bajo el liderazgo de Constantino, las propiedades eclesiásticas
confiscadas fueron restauradas a la Iglesia, y el “Día del Sol” (domingo) fue impuesto “como
un día de descanso y culto”. Además de eso, Constantino asumió “una posición de liderazgo
teológico en el Concilio de Nicea, en el año 325, cuando arbitró la controversia ariana”.10
Después que Constantino trasladó la capital del Imperio de Roma a Constantinopla en el año
330, el liderazgo del Obispo de Roma terminó quedando como único “durante mucho
tiempo”, y los romanos pasaron a aceptarlo como su legítimo “líder temporal y espiritual” en
situaciones de crisis.11
En respuesta a esa acusación, Agustín escribió, entre los años 413 y 426, su famosa obra
titulada De Civitate Dei (La Ciudad de Dios).17 A pesar de que el libro fuese escrito
originalmente para solucionar un problema específico de la época, su influencia en la historia
de la iglesia cristiana va mucho más allá de su tiempo. Thomas Merton enfatiza el hecho de
que “la visión de San Agustín de la historia es la visión mantenida por la iglesia católica y por
toda la tradición católica”.18
Los historiadores concuerdan que Carlos Magno “encontró en la ciudad de Dios, de San
Agosthino, una inspiración para el imperio cristiano que él esperaba revivir en el mundo
transformado de los siglos VII y IX”.19 R. W. Collins va más allá en declarar que “fue, sin
duda, la Ciudad de Dios que proveyó la teoría del poder temporal del papado con sus
pretensiones de dominio mundial”.20 L. P. Qualben explica que:
La “Ciudad de Dios” ejerció una profunda influencia sobre el cristianismo occidental. Ella
formó el trasfondo religioso para la teoría del papado medieval. La curia romana de la edad
media transformó realmente la Civitas Dei (Ciudad de Dios) en la Civitas Terrena (ciudad
terrestre), representada por el imperio visible de la iglesia gobernado por el Obispo de Roma.
La “Ciudad de Dios” acentuó también la fuerte distinción entre lo sagrado y lo secular, que
todavía continúa ejerciendo tan grande influencia sobre la civilización occidental.21
La conversión de Clóvis
Las invasiones de las tribus bárbaras no trajeron solamente un problema político para el
imperio romano, sino también muchas dificultades para las pretensiones del Obispo de
Roma. Más allá de la tarea de convertir muchas tribus del paganismo, había también un
problema de convertir los visigodos y los lombardos del área mismo para la ortodoxia
cristiana.22
Pero un evento muy significativo ocurrió casi al final del siglo V. En 493 Clóvis I, rey de los
francos, se casó con Clotilde, princesa católica de Borgoña.23 Permitiendo que sus hijos
fuesen bautizados; él mismo incitaba a abjurar “la fe de sus ancestros”.24 Él vio también que
la Iglesia Católica Romana se transformaría en “el gran poder eclesiástico del futuro” y se
enfrentó con la cuestión básica: ¿Un gran poder político debía crecer en “alianza con ese
otro poder o en oposición a él?”25
Sin duda, “el elemento religioso fue muy poderoso en esa guerra”,39 “de la cual dependía,
humanamente hablando, la supremacía del credo católico o del ariano en Europa
occidental”. 40 Después de su victoria, en el 508, Clóvis recibió honras especiales de Roma.
De acuerdo con Auguste Dumas:
En el 508, en cuanto retornaba de aquella conquista, Clóvis vino a Tours, ofreciendo sus
dádivas a San Martinho. Él vio una embajada viniendo de Constantinopla. “Él recibió, de
acuerdo con Gregorio de Tours, del emperador Anastasio, el diploma de Cónsul. En la
basílica de San Martinho él se vistió con una túnica púrpura, una corona, y colocó una
diadema sobre su cabeza. Entonces montado en un caballo él regaló algunas piezas de oro y
de plata a las personas reunidas en la calle. De aquella época en adelante, él era llamado
cónsul y Augusto.” (Hist. Franc., ii, 38). 41
En realidad, Clóvis “aparece como uno de los grandes genios creativos que dan un nuevo
rumbo al curso de la historia”.42 Él “fue el fundador de la primera monarquía bárbara que
fue plenamente capaz de resistir victoriosamente a los últimos ataques de invasión y de
permanecer por muchos siglos”,43 y que “se transformó en un soporte vigoroso del papado
en la baja Edad Media”. 44
Victor Duruy enfatiza apropiadamente el importante papel desempeñado por Clóvis como
un gran unificador. Él dice:
Clóvis fue el primero en unir todos los elementos de los cuales el nuevo orden social sería
formado, a saber, los bárbaros, a los cuales él colocó en el poder; la civilización romana, a la
cual él rindió homenaje al recibir la insignia de patriarca y cónsul de parte del Emperador
Anastasio; y la Iglesia Católica, con la cual él estableció la fructífera alianza que fue
continuada por sus sucesores. El Concilio de Órleans había sancionado esa alianza,
reconociendo a Clóvis como el protector de la Iglesia, cuyas intenciones él confirmó en ese
mismo concilio. El papa ya le había escrito: “El Señor previó las necesidades de la Iglesia por
concederlo como defensor un príncipe armado con el casco de la salvación: seas siempre
para ella una corona de hierro y ella te concederá la victoria sobre tus enemigos”.45
De lo que fue dicho hasta aquí, podemos concluir que (1) la conversión de Constantino fue
el punto crucial que permitió que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del
Imperio Romano; (2) la Ciudad de Dios, de Agustín, proveyó el ideal filosófico que inspiró al
papado a construir un poder temporal para conquistar el mundo; (3) la conversión de Clóvis
I abrió las puertas para la unificación político-eclesiástico que era necesario para apoyar las
pretensiones católico-romanas durante la Edad Media; y (4) la guerra de Clóvis y la victoria
final sobre los visigodos arianos, en el año 508, representan un paso extremadamente
importante en proveer un ejército efectivo para la Iglesia Católica Romana para castigar los
así llamados “herejes”.
Por lo tanto, lo que ocurrió en el año 508 puede ser considerado uno de los pasos más
significativos en el proceso de consolidación de las pretensiones temporales de la Iglesia
Católica Romana, que tuvo su culminación en las fuertes persecuciones de la Edad Media.
El contexto histórico de 538 d.C.
Muchos eventos importantes ocurrieron en el largo proceso del fortalecimiento del papado.
Teniendo en mente lo que fue dicho hasta aquí, pasaremos ahora a considerar más
específicamente algunos de esos eventos ocurridos desde el inicio del siglo VI hasta el año
538. De especial relevancia fue la elección del Papa Simaco y el apodo del Emperador
Justiniano I.
El Papa Simaco
En el período inicial de la iglesia cristiana, todos los obispos poseían casi la misma autoridad.
Pero “entre los años 313 y 590, el obispo romano pasó a ser reconocido como el primero
entre los iguales”. Con la ascensión de León I al trono episcopal, en el 440, el Obispo de
Roma comenzó a reivindicar más explícitamente su supremacía sobre los demás obispos.
Algunos de los obispos romanos de la segunda mitad del siglo V eran hombres poderosos, y
“no dejaban pasar ninguna oportunidad que pudiese aumentar su poder”.48
Con el pasar del siglo V para el siglo VI, el Papa Simaco fue “acusado de muchos crímenes”,
dentro de los cuales se destacaban el de “adulterio” y el de “disipar las propiedades de la
iglesia”. Las acusaciones fueron llevadas al herético rey ariano Teodorico, que convocó, con
el consentimiento del Papa, un sínodo en el 501 para tratar el asunto. A pesar de que algunas
personas argumentaban “que el obispo romano no podía ser juzgado por cualquier otra
persona, a menos que fuese acusado de crímenes como aquellos de los cuales Simaco era
acusado”, el problema no fue solucionado inmediatamente. Pero finalmente los miembros de
un sínodo realizado en el 503 “exigieron que los oponentes y los acusadores del Papa debían
ser penados, y que le saludaran con altos gritos de alegría”. Teodorico, rey de los ostrogodos,
que estuviera directamente involucrado en la solución del problema, “ordenó ahora que
todas las iglesias en Roma fuesen entregadas a Simaco, y que solamente él fuese reconocido
como obispo de esa ciudad”.49
A pesar de que el propio Simaco admitiese obedecer “los poderes temporales cuando estos
se limitan a la esfera de ellos”, él también era capaz de condenar al emperador por “apoyar la
herejía”, enfatizando su propia superioridad sobre el gobernante:
¿Te imaginas que por ser un emperador, te está permitido despreciar las órdenes de Dios, y
exaltarte contra el poder de San Pedro?… Compara la dignidad de los emperadores con la de
un pontífice. Entre ellos existe tanta diferencia como entre un administrador de las cosas
terrenales y el otro de las celestiales. Aunque seas un príncipe, tú recibes del pontífice el
bautismo y los sacramentos y su pedido de penitencia. En resumen, en cuanto se te ha
encargado solamente de cuestiones humanas, él te dispensa los bienes celestiales. La dignidad
de él, por consiguiente, es por lo menos igual a la suya, para no decir superior a ella.51
El Emperador Justiniano
Justiniano I se convirtió en el 527 en el único emperador del segmento oriental del Imperio
Romano, conocido como el Imperio Bizantino. Sus ideales políticos y eclesiásticos son bien
definidos por Daniel D. McGarry en la siguiente declaración:
Él era inspirado por dos grandes proyectos: (1) restaurar el Imperio Romano alrededor del
Mediterráneo Occidental, y (2) reestablecer la unidad de la iglesia cristiana. El primer blanco
postulaba la reconquista del occidente del Mediterráneo; el segundo la erradicación de la
herejía en Egipto y Siria.52
Justiniano no veía esos dos blancos como disociados uno de otros. En realidad, el reconocía
que uniformidad en cuestiones seculares sólo podría ser bien sucedida con “la misma
uniformidad en cuestiones de fe.” Por lo tanto, “Justiniano deseaba reunificar todas las
ramificaciones de la iglesia cristiana y abolir todas las herejías”.53 De acuerdo con James
Bryce:
No sólo se enorgullecía de su ortodoxia, como varios soberanos anteriores habían hecho,
pero tenía también gran confianza en su propia capacidad como teólogo, y tomó parte activa
en todas las controversias de la época. Siendo un estudiante inteligente y una persona de
algunas pretensiones literarias, él leyó y escribió considerablemente sobre asuntos teológicos.
54
Es importante notar también la forma como el Papa enfatizó su propia autoridad en una
carta escrita a Justiniano:
Juan, obispo de la ciudad de Roma, a su más ilustre y Misericordioso Hijo Justiniano:
Entre las conspicuas razones para alabar a vuestra sabiduría y nobleza, el Más cristiano de los
emperadores, es uno que irradia luz como una estrella, se encuentra el hecho de que por el
amor del Padre, y movido por el celo, por la caridad, tú, instruido en disciplina eclesiástica,
has mantenido la reverencia por la Sede de Roma, y tienes subyugados todas las cosas a tu
autoridad, y le has dado unidad. El siguiente precepto fue comunicado a su fundador, esto es
al primero de los Apóstoles, por boca del Señor, a saber: “Apacienta mis corderos”.
Esta Sede es, en realidad, la cabeza de todas las iglesias, como resguardada por los preceptos
de los Padres y decretos de los emperadores, y testificado por las palabras de vuestra más
venerable piedad.64
En el mismo año (533), Justiniano promulgó un edicto “contra todos los herejes”.65
También en 533, firmó un acuerdo de paz entre los persas y los romanos, y los laureados
filósofos paganos, que se refugiaran entre los persas después que Justiniano hubo decretado
el cierre de su escuela en Atenas (529), “desaparecieran gradualmente en las escuelas públicas
y seminarios de erudición, que dejaran, con el pasar del tiempo, bajo su dirección”.66
Una de las mayores evidencias del interés de Justiniano en los asuntos de la Iglesia puede ser
observado, “en los edificios que él construyó por todo el imperio”67 El mayor de ellos fue la
Iglesia de la Hagia Sophia, o la Iglesia de la Sagrada Sabiduría, que fue designada para ser el
símbolo visible del poder imperial”, y de la cual el emperador se consideraba así mismo el
representante terrestre”.68 Construida en Constantinopla y dedicada en la Navidad del 537,
ese edificio a sido considerado “el más magnífico monumento de arte bizantino de la época”
y “el más importante edificio en la historia del arte cristiano”.69
Por consiguiente, “en el 538 por primera vez desde el fin del linaje imperial occidental la
ciudad de Roma estaba libre del dominio de un reino ariano”.73 Eso no significa que en
aquella época el Imperio Ostrogodo sucumbió, “pero la sepultura de la monarquía ostrogoda
en Italia fue cavada por la derrota de ese sitio”.74
También en el 538 fue realizado el tercer Sínodo de Orleáns,75 en el cual “los obispos
reunidos declararon su intención de restablecer las antiguas Leyes de la Iglesia y aprobar
nuevas leyes”.76 Entre los 33 canones, había uno (Canon 13) en el cual está dicho que “los
cristianos no deben casarse con judíos, ni tampoco comer con ellos”;77 y otro (Canon 28)
dice:
Es una superstición judaica la noción de que es ilegal cabalgar o dirigir en el domingo o
hacer cualquier cosa para decorar la casa o la persona. Pero los trabajadores del campo son
prohibidos de manera que el pueblo tenga condiciones de venir a la iglesia y adorar.
Cualquiera que hiciera de otra manera será penado, no por los laicos sino por los obispos.78
El día 29 de junio de 538, el Papa Virgilio respondió una carta de Profuturo, obispo de
Braga, en Lusitania, en la cual “condena a aquellos que se abstienen de ciertos tipos de
carnes, alegando que son prohibidas, al menos en sí mismas, como si procediesen de un
principio malo; que fue la doctrina de los maniqueos”.79
El acto de Virgilio hizo que fuera llevado a Constantinopla y mantenido por allá por siete
años (547-554),80 por no haber obedecido la voluntad imperial, no significa que en aquella
época no hubiese un poder eclesiástico para apoyar las ambiciones católico-romanas. El
verdadero problema fue que Justiniano “que se enorgullecía de su conocimiento teológico y
que tenía un amor apasionado por sutiles debates teológicos”, no estaba satisfecho solo en
convocar concilios, sancionar o revocar sus decretos, formular confesiones de fe, y proferir
vehementes anatemas; él estaba determinado aún a “dominar al Papa, como también a la
Iglesia oriental”.81
De lo que fue dicho sobre el contexto histórico del 538 d.C., podemos concluir que (1) a
pesar del hecho de que Simaco tuvo que legalmente someterse algunas veces al herético rey
ariano Teodorico, el no solamente se consideraba superior al gobernante secular, sino llegó a
autodenominarse “juez en lugar de Dios” y “subgerente del Altísimo”;84 (2) Justiniano I no
solamente llamó al Papa “la cabeza de todas las sagradas iglesias”,85 sino también legalizó
oficialmente la supremacía oficial del Papa; y (3) fue solamente en el 538 que la ciudad de
Roma se vio libre del dominio de cualquier reino ariano “herético”, y la Iglesia de Roma fue
capaz de desarrollar más efectivamente su supremacía eclesiástica.
La siguiente declaración es muy significativa para obtener una clara idea de la relación entre
el 533 y 538, como se mencionó anteriormente:
A pesar de que ese reconocimiento legal de la supremacía eclesiástica del Papa sea fechado el
año 533, es obvio que el edicto imperial no puede hacerse efectivo para el Papa en cuanto el
reino ariano de los ostrogodos controlaba Roma y gran parte de Italia. Fue solamente
después que el dominio de los godos había sido quebrado que el papado tuvo libertad para
desarrollar plenamente su poder. En el 538, por primera vez desde el linaje imperial
occidental, la ciudad de Roma estaba libre de un reino ariano. En aquel año el reino de los
ostrogodos recibió su golpe mortal (a pesar de que los ostrogodos sobrevivieron algunos
años más como un pueblo). Esta es la razón porque el 538 es una fecha más significativa de
que el 533.86
Resumen y conclusiones
Un análisis de la historia del cristianismo revela que varios pasos importantes ocurrieran
entre los siglos IV y VI en el proceso por el cual la Iglesia Romana se volvió cada vez más
influyente en cuestiones seculares. Ese proceso culminó en la unión entre la Iglesia y el
Estado.
A pesar del hecho de que el Papa Simaco había sido fuertemente acusado y de tener que
someterse al juicio del herético rey ariano Teodorico, él se consideraba superior al
gobernante secular y fue llamado hasta ser “juez en lugar de Dios” y “subgerente del
Altísimo”.88 Ya en el año 533, Justiniano, emperador del Imperio Bizantino, reconoció la
supremacía eclesiástica del Papa cuando lo llamó “cabeza de todas las sagradas Iglesias”,89 y,
en el año siguiente (534), ese status fue legalizado oficialmente en la segunda edición del
Codex. Pero fue solamente en el año 538 que la ciudad de Roma terminó siendo libertada del
dominio de un “herético” reino ariano, y la Iglesia Romana fue capaz de desarrollar más
efectivamente su supremacía eclesiástica.
Podemos concluir, con base en las discusiones anteriores, que si tomamos los eventos
ocurridos en el 508 y 538 aisladamente, sin llevar a consideración su respectivos contextos
históricos, podemos ser tentados a negar la validez de elegir esas fechas como puntos de
partidas para los períodos proféticos de los 1290 y 1335 años, y para los 1260 años. Pero si
consideramos los años del 508 y 538 la luz de sus respectivos antecedentes históricos,
percibiremos que no existe razón para negar la importancia histórica de tales fechas en el
largo proceso del establecimiento de la autoridad temporal del obispo de Roma.