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Hace 500 años fueron traídos en barcos sin su consentimiento. Cruzaron océanos, sin conocer cuál
era su destino, hacinados, sin tener idea del mundo que los esperaba. Su único equipaje: una cultura
milenaria. Tradiciones y costumbres arraigadas, escritas en la sangre e incomprendidas por el resto.
Cinco siglos han pasado desde que se produjo el encuentro entre la cultura africana y la americana
en nuestras tierras. espantosas luchas entre culturas, entre colores de piel, se han desarrollado desde
entonces. En estas batallas, sin lugar a dudas los negros han llevado la peor parte. La historia tiene
con ellos, con los afroperuanos, una deuda, una cuenta por saldar y está comenzando a hacerlo.
Nuestro país ha dado un paso importante: inmortalizar la memoria de lo ocurrido en un museo en
Zaña, Chiclayo. Un espacio para recordar.
El distrito de Zaña, en Chiclayo, alberga a una importante comunidad afroperuana. Fue por eso el
lugar elegido para inaugurar –el 29 de marzo del 2005– el Museo Afroperuano que tiene como
Director del Museo Afroperuano de Zaña e impulsor para lograr el reconocimiento por parte de la
UNESCO a Luis Rocca Torres. Un espacio que busca perpetuar la existencia de esta cultura y de
sus raíces.
En Zaña hay tres siglos de esclavitud. El zañero es consciente de su raíz africana. No por nada el
50% de la población tiene raíz afrodescendiente. Basta solo visitar a una familia, para conocer en
la práctica el concepto de interculturalidad.
Aun después de haber vencido a la esclavitud, de haber alcanzado la tan ansiada libertad, los
maltratos a la comunidad afroperuana prosiguieron. Se ven reflejados en los antiguos prejuicios
que continúan, lo que alimenta la marginación y la discriminación.
La actual Zaña, para rendir homenaje a sus ancestros negros, ha decidido crear un museo de la
identidad negra zañera, en la que se muestra los aspectos de la vida cotidiana de esa raza durante
la colonia española.
En él se aprecian las diversas formas de tortura a los que eran sometidos los negros esclavos, así
como los trabajos que debían realizar. Uno de los principales aspectos que resalta este museo es la
tradición y formas de vida que ellos trajeron de África, de la que fueron arrancados de manera
abrupta. Sus ritmos, comidas, bailes y vestimentas, muchos de los cuales aún se mantienen.
En la música acomodados los chekos (una calabaza dura) como tambor y convertido en
instrumento musical es el antecesor del actual cajón peruano. Trajeron máscaras ceremoniales
usadas en sus danzas, así como también su artesanía y religión.
La parte baja de la cuenca del Zaña, donde se encuentra la villa y parte del valle cuya ruina se
presenta, es habitualmente muy seca, como toda la costa peruana. La lluvia media anual no llega
a los 40 milímetros. Generalmente es bastante menos; muchas veces es cero. Esta zona, desde el
punto de vista bioclimático, tiene un clima hiperárido. Excepcionalmente ha habido, sin embargo,
lluvias de gran volumen como las que originaron el desastre de 1720y que se han repetido en varias
oportunidades.
El valle de Zaña fue estratégico desde los tiempos prehispánicos. Era un lugar cercano al mar,
intermedio en el camino del norte y punto de entrada a la sierra. Su importancia y ubicación relativa
era parecida a la que ahora tiene Chiclayo. Muy cerca de Zaña se encuentra el Complejo
Arqueológico de Huaca Rajada (Señor de Sipán). El nombre de Zaña aparece muy temprano en la
historia del Perú. Francisco Pizarro en su viaje de Tumbes a Cajamarca pasó por su valle en 1532
y de allí subió a la sierra.
Cuando se fundó la zaña poco tiempo después de pondría en evidencia la vulnerabilidad del lugar
escogido para la fundación. Se trataba de la zona baja de la cuenca, donde el río tiene menor
pendiente, inestabilidad natural y álveo pequeño. La ciudad se fundó, como se dijo, junto al lado
del río, que normalmente es un lugar que reúne buenas condiciones para cruzarlo en época de
caudales bajos, como hizo Pizarro en 1532, pero totalmente inadecuado para establecer en sus
inmediaciones un centro poblado, por ser áreas fácilmente inundables. Entonces se repartieron
solares y tierras a 41 vecinos provenientes de Trujillo, que se establecieron para fundar la nueva
villa. A partir del corregimiento de Trujillo se desmembró el de Zaña, al que luego el virrey Toledo
agregó el partido de Chiclayo. La jurisdicción de Zaña se extendió desde los arenales próximos a
Pacasmayo hasta Jayanca.
Lo que más impresiona al visitante entre los seis ambientes con los que cuenta el museo es sin
duda alguna la Sala de Castigos y Torturas. Un lugar que conserva en sus paredes pruebas de
castigos inhumanos que muchos quisieran olvidar y que el museo lucha por conservar.
El cepo, en el que se introducía la cabeza y brazos de los esclavos para torturarlos, los grilletes y
la carimba, que servía para marcarlos con las iniciales del amo.
En la Sala de Artes Plásticas destacan dibujos de Guamán Poma, acuarelas de Pancho Fierro,
pinturas de Martínez de Compañón, Rugendas, así como manuscritos, tallas de madera y artesanía
negra, todos comprendidos desde el siglo XVI hasta el XX.