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Bosquejo General
I. Barreras entre la hermandad
A. Críticas sin base
B. Prejuicios tradicionales
II. Bases para la unidad fraternal
A. Lo que Dios limpió
B. Los que Dios llenó
III. La aprobación del Espíritu Santo
A. El mismo don espiritual
B. Todos glorificaron a Dios
Introducción
Durante los primeros años de la Iglesia primitiva los únicos gentiles que se unieron a las filas
cristianas eran los que se clasificaban como "prosélitos" o convertidos al judaísmo. Todos los
creyentes seguían sosteniendo las tradiciones judías en cuanto a su manera de vivir, sus
costumbres religiosas y especialmente con relación a las comidas. Hasta los capítulos 10 y 11 de
Hechos todavía no existía una puerta de entrada para los gentiles. La posición general era que
cualquier cristiano tendría primero que someterse a las normas de la religión judía. Por supuesto,
el Espíritu Santo no estaba nada satisfecho con esto. Siempre notamos su empeño en derribar
barreras y suprimir divisiones. Una iglesia con barreras y prejuicios contra la participación de los
gentiles no era una buena demostración de que Dios ama al mundo entero. El cristianismo
primitivo era tan estrecho que no dejaba lugar para todos aquellos por quienes murió el Señor. La
visión que tenían hasta entonces era tan reducida que no podían dar cumplimiento exacto a la
gran comisión de Cristo de hacer discípulos a todas las naciones. Dios usó a Pedro para abrir la
puerta a los gentiles a fin de que vinieran a formar parte del cuerpo de Cristo. Por los
acontecimientos que se cubren en la lección de hoy vemos que uno de los objetivos divinos es la
unidad fraternal de todos los creyentes en Cristo, sin distinciones ni prejuicios.
Exposición Bíblica
Enseñanza práctica
Hay mucho que aprender en este aspecto de la reacción de la Iglesia. Muchas veces nos
sentimos inundados de un poderoso deseo de salir a conquistar al mundo entero para Cristo.
Después de un servicio de avivamiento quizá hemos hecho votos de salir y hacer grandes cosas
por el reino de Dios. Sin embargo, antes de salir a conquistar al mundo tenemos que
concentrarnos en la conquista de nuestra propia casa y de nuestros vecinos. Sería trágico salir a
anunciar el evangelio hasta las regiones más apartadas del mundo si no nos hemos interesado en
dar el mensaje de salvación a los que nos rodean.
Si los creyentes de la Iglesia primitiva no eran capaces de dar un testimonio eficaz y poderoso
en Jerusalén, ¿cómo podrían hacerlo en Judea y en Samaria? ¿Hubieran tenido éxito en la
evangelización de todas las naciones sin evangelizar primero a sus amigos y vecinos?
Pregunta: ¿Qué lugar ocupaban en todo esto los prejuicios raciales y religiosos?
La preocupación por educar a los recién convertidos de Jerusalén no fue la principal razón de la
falta de una evangelización entre los gentiles en la Iglesia primitiva. Lo que se interpuso con
mayor fuerza fueron los prejuicios. El significado más común de la palabra "prejuicio" es ‘juicio
preconcebido" u "opinión apresurada". Casi siempre un prejuicio es un juicio u opinión que nos ha
llegado de nuestros antepasados, nuestros maestros, nuestros padres o el medio en que hemos
crecido. Todos tenemos prejuicios porque no hemos dedicado tiempo para examinar las cosas por
nuestra propia cuenta. Un examen personal de algunos prejuicios puede demostrarnos que
estamos en lo correcto. Pero la mayoría de ellos son equivocaciones o ideas infundadas y
anticuadas.
Pedro, lo mismo que todos los creyentes de Jerusalén, tenía serios prejuicios contra los
gentiles. Pero Dios obró de una manera sobrenatural para derribar esas murallas y convertirlo en
el instrumento perfecto para llevar el evangelio a los gentiles que se encontraban en casa de
Cornelio en Cesárea. Pero cuando el apóstol regresó a Jerusalén, los líderes de la iglesia ya
estaban enterados de todo; y no les había gustado nada.
Pregunta: ¿Por qué no se alegraron estos líderes al oír que los gentiles habían recibido el
evangelio como ellos?
Lo que más les interesaba era criticar a Pedro por haber estado con gentiles y comido de lo que
estos le habían dado. Toda la vida, estos judíos, ahora convertidos al evangelio, habían aprendido
a no asociarse con gentiles. Los gentiles eran considerados como inmundos, extranjeros, ajenos
al pacto de Dios. Todos los creyentes judíos temían que Pedro viniera a contaminarlos y le dieron
un recibimiento muy poco cordial.
B. Prejuicios tradicionales
El que los gentiles creyeran en el Señor era suficiente motivo de regocijo para los hermanos de
Jerusalén. Sin embargo, lo que éstos hicieron fue condenar a Pedro por entrar en casa de
extraños y comer con ellos. Es cierto que la ley de Moisés prohibía que los israelitas comieran lo
que comían los gentiles. Pero los cristianos judíos estaban pasando por alto las enseñanzas de
Jesús de que hay algo más importante que lo que entra por la boca (Mateo 15:11). Se olvidaban
de la gran comisión (Mateo 28:19). También pasaban por alto la promesa que Dios le hizo a
Abraham de que en él serían "benditas todas las familias de la tierra" (Génesis 12:3). No se
acordaron tampoco de que Jesús, el Buen Pastor, estuvo dispuesto a dar su vida por las oveja
perdidas.
Pregunta: Además del prejuicio, ¿qué otra barrera tuvo que derribar el Espíritu Santo en la
Iglesia primitiva?
Otra barrera que tuvo que ser derribada por el Espíritu Santo fue la del idioma. Los idiomas han
venido sirviendo como barreras a las sociedades y a las naciones desde la torre de Babel. Pero el
Espíritu Santo obró para que también desapareciera este obstáculo de la comunicación. Mediante
un nuevo entendimiento entre ellos, los creyentes volvieron a unirse para seguir adelante.
En el libro de los Hechos podemos ver cómo el Espíritu Santo siempre intervenía en la iglesia
para destruir las barreras y obstáculos que los hombres levantaban entre sí. Los prejuicios, las
tradiciones de los hombres y de las iglesias, además de los malos entendidos entre los creyentes,
hacen que se levanten muros de separación. Jesús oró al Padre para que todos los que creyeran
en Él pudieran ser "una sola cosa" (Juan 17:22, 23). El Espíritu Santo siempre obra con ese fin.
Enseñanza práctica
Pregunta: ¿Qué cambios culturales deben operarse en una persona que quiere hacerse
cristiana?
Un problema muy común entre los cristianos es el modelo de cristianismo que han adoptado y
que quieren imponer sobre todos los que vienen al Señor. Muchas veces tratamos a un
inconverso de manera equivocada y le imponemos todas las reglas y prohibiciones que nos han
inculcado a nosotros. Como resultado, la persona se marcha desalentada a buscar la manera de
llenar todos esos requisitos antes de aceptar a Cristo. Muchos jamás regresan a la iglesia.
Es mejor confrontar al inconverso con las cosas positivas del cristianismo. Ya cuando él haya
experimentado los beneficios que hay en servir al Señor, el Espíritu Santo habrá de ayudarlo para
tratar con las cosas que debe evitar hacer para su propio bien espiritual.
Dios detuvo a Cornelio en su afán de adaptarse al modelo judeo-cristiano al enviarle al ángel a
indicarle que debía llamar a Pedro. Cuando el apóstol les dijo que Dios los aceptaba tales como
eran, todos respondieron positivamente al mensaje del evangelio.
Lo más fácil para ellos fue dar el siguiente paso y abrir su corazón a Cristo como el Bautizador y
dejar que los llenara con su Santo Espíritu. Hechos 10:44 dice que "el Espíritu Santo cayó sobre
todos los que oían". Esta expresión significa lo mismo que "derramarse el don del Espíritu" sobre
ellos. En Hechos 11:16 se identifica esta experiencia como el bautismo en el Espíritu Santo. Nadie
podía negarlo, porque los oyeron hablar en otras lenguas y glorificar a Dios. Evidentemente, Dios
había introducido a estos gentiles a la familia de la fe (Efesios 2:11-18). Los había aceptado sin
que primero se hicieran judíos. Por lo tanto, no se les podía negar el bautismo en agua y plenos
derechos como miembros de la iglesia.