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UNAM
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EIBf ¡clTEl:A
Obras de André Green en esta blbltoteca I¿. nueva elÍnica PsimanalÍflca
y la teoría de Frerrd
Narclslsmo devida, narclslsmo de muerte ASpectOS fundamentaleS de *a IOcUra privada
De locuras prlvadas

r,a pulsrón de muerte Andfé Gfeen


Anilr¿ GreerL Perütltaruen Jeanlaplanche, Eero Ra.handf'
Hamo. fual Dantet Wtdltuha g Clfiord Yorlce

Amorortu edltores
Indice general

11 Introducclón. El glro de los años locos

35 l. APrés ottP,lo a¡calco

65 2. Et ideat: mesura Y desmesura

1O3 3. I¿. doble frontera

L27 4. El stlenclo del psicoanaltsta

157 5. Ia. capacidad de ensoñaclón y el mlto


eüológlco

t-7g 6. ¿Por qué el mal?

9
Introducción. El giro de los años locos

I¡s cuarenta años que abarca la acüvtdad psicoana-


líüca de Freud están marcados por una cesura que se
sitúa casi en la mltad. E¡dste la costumbre de designarla
con I¡a oqpresión «gtro de 192Or, pero sin que se dé plena
raznnde lo que impulsó a Freud a lrrtroduct ese üraJe.
Cuando se tra querido expresar desacuerdo con algurras
de las tesis que caracterlzaron ese camblo, se atrlbuye-
ron razones personales a las modlflcaclones teórlcas de
Freud; así, no se omltió establecer relaclones entre la
manifestaclón de su cáncery sus hipótests sobre la pul-
sión de muerte. Por mi parte, obraré del mlsmo modo,
pero en el senttdo exactamente contrario. Creo, en
efecto, que Freud atravesó un largo período de lnterro-
gación que lo conduJo, baJo la preslón de las clrcuns-
ta¡rcl,as, a modiflca¡ tanto su üsión del aparato psíquico
como sus concepclones sobre la patogenla. Sitúo este
período en los años de la P¡lmera Guerra Mundial. En
ese momento, Freud sufre, como todo el mundo, las
consecuénchs del estado de guerra. Su acüüdad profe-
slonal se ve naturalmente dlsmlr¡ulda, conoce la angus-
üa común ltgada a la suerte de los seres queridos; sus
h{os se encuentran en el frente y é1, que nunca ha sido
un fanáüco del sentlmlento naclonal, se vuelve, por la
frrcrza de l¡as cosas, casl chauvlnlsta, en todo caso par-
üdtsta. Y aun sl lo sabemos hosül por prlnclplo a toda
cosmoüslón, me parece claro que en esa época no pudo
conservar la serenidad y la dtstancta de que habitual-
mente daba pruebas. Por compenetrado que estuvlera
con su método de anáüsis, y culdadoso slempre de otor-
gar prioridad a los fenómenos inconclentes, su partlcl-
pación como testlgo en esa guerra, en esa matanza co-
lectiva perpetrada por la^s naclones más civlllzadas unas
contra otras, lo conduJo, a pes¿rr de si mlsmo, a modlff.-

11
preclsamente la
argumentos lnvocado-s por Freud-es slempre en su
psiqulco' oculre
car sus concepclones sobre el functonarnlento ,r.irro"r" traumátlca' Peio' como tnctta¡ a ta refle>dón' Y
esta experlencla en caso, Ia orperlencla "á t'"o
sino
;;;q;;."^dtfi.il aqui conslderarpY:"' pulS hace dar a luz
té;rü# simplementábiográflcos' aunque se tra- sl, una vez terml¡raáa f" g"t*'-B se deba a que
no se reduce a i" J"ro" de muerte, ello-probaltemente
ta sln duda de una experte-ncta subJetlva' 4""'i-¿" $e penSarto' de que falla
unaconteclmientopersonal'Hayqueagregar,además'
h'lstórico como
::ffiü;ñJa";ü' áprtat-que ét no ha percibldo
que Ia guerra no es un aconteclmlento a su teoria ,rr,
tomar una "ttgt*";J" ¿é manera tnsuflctente'
;;q;f* otro. El *fenómeno-$uerra»' para espiritu hu-
bien o que ha frrterpreáao "Olo
de la lrurovactón teórlca que
I*p.É"i0" de Gaston Bouthoul' Phnt? alempuJa a los En esto no dlflere mucho
a saber' el narcislsmo'
mano su enlgma *Á fut'd""'"n1al' ¿Qué ñ";dtó;h pulstón de muerte' tomado Freud eon-
hombres, no sóIo entre elioÁ' smo tambtén a l Sólo tardiamente, "t' "f""t"' habia
al que no habia dado la
'

";;ü;;
infligirse heridas q""i;; ha¡árr sufrir
por el resto de su '

clencia de un a""u.o J"i" libtdo


los deJarán t¡rváIldos? lmportancl,a que mereoe' pulslón de
Y
"id"Tengo ta convicclon profunda de qu3 los
efectos dlfe-
¿Se puede,
para ñUcar fa.nrnotei! de la
que no sea de analogia
ddos de esta experlencia expllcan' meJgr
que cualquler muerte, establecer uá rehctón coleeüva de
otro factor,Io que se podria áenominar |a
segunda r-ey9-
;;t"*á;r.t t' guerra como empresa cgn-la ot1
década de l92o' muerte V f"
" clinica que tropteza
i".iO" p"i"orr."fiu"" del Freud de Ia "*p"¿"ti"i" psiqulco? Arrlesgue-
este glro que sopryndti tlnación de mantener confüctoel
Pero nada hay de i'"p"f"i"" en OiO. se nos reproche
mos una fripOtess, aun tco"F
el
Freud dedica
tanto a sus parUaarios; al contrarlo' superficiales' Hmera razón:
en
forzpso que Ie lm-
período de Ia guerra, a favor del octo caer en
"o*p"t'"tnes a ello' y
pone, más blen a recapitular' reexamlrurr
o profundlzar l"A;;;'-.1¿" ntÁtt"' potq"" 1o autorlzan y morttfera
aun se lo odgen, ;;;dd"
tÁ Mretopsllrrltqla'' Las @ryferencra< a m1s salvaJe
las ideas anterlores' ia que son stls se-
nacldas de otros hombres
de tnhafuccton alpslcoan¿íisf' son obras de las agrestones contra
este ocio relaüvo. l-o *t"*o vale para eItrabaJo sobre el ;"ñ,8';"- a" q"r"nes lo separan-lo que denomina-
Este últrmo estudlo es' como a Esta empresa se puede
ff-o*¡t de los Lobos' riamos (Pequeñas áimt'"t'"r""''
el futuro de la clí- quleg' por la necesidad de preservar
despecho de sí mlsmo, proféüco para ñrfl"*: en cada su patria) frente a Ia agre-
JJpsi.orrrrtiu."' De ios cinco psicoanállsts expuestos su propla vida (o ¿JA"f"t'a"r
al enelmemlgo: aun'
;;ñ;Ñ, L" ur¿"á"¡lementelt q"" más lrrteresa sión del que de repente se conüerte
aquel' tamblél de autodefensa' Ia segun-
anattsta de nuestro= ai""' y es además ;ñ;;;d* esta en postción el apeüto de conqulsta' 91$e-
ñ;Ñ:;;J;1", donde ia persplcacla v Ia acuidad darazpn"", -!rt",
-"oárá"" "r"rt rlquezas arrebatando las
a" r,.reu¿ ántrastan con lo magro del resultado' seo de aumentar las proplas
pero tamblén gusto
l'a cura' Por esta época ods- de los ot¡os. Autodefeisa' entonccs'
l"r" "o a""o el fracaso de gsta por ocurrlr' sln del lucro. No orcáit"' no se
podría aflrmar que la gue-
Ln signos arruneladores de que algo riesgo de-perder el
q,-,L pt"* á"t"*ente (ué: esto vale para «Ia' rra aproveche al soldado raso cuyo quedar
"Ep""¿"átr ñt"', un titulo que es por si solo un
tq"i"átt pelle1o es mucho mayor que sr: qer¡nectivl {e.
blen pue-
(esto más
programa. á"iü"*ia" aI terÁno deícombate quedan en la retaguardia)'
Será entonces ya terminada la
guerra V retopada |a de sucederle" qul"t"" se
prolongada }atencia "t'ito"""s qqe hactendo la guerra
actividad analíUca plena cuando la Es asombro"o ":-"Ul los más nurnerosos'
libere los pen-
l,p"* cuán acuvisubterráneamente!- «trabajaban» con e[ consenümlento de-aquellos' Freud eo-
samientos que habia sllenclado o que a los que traeÉ lná"
1o
cuyo pri- "J¡*i""t"s'I-a'pazque
¡o"orr"f"nt". Bs et comlenzo de una renovaclén nocióset"a"t'o*l""aopeúododeentreguerras;'duró
casi al mismo üem-
mer retono fue Mds altá' del pñrtctpto de
placen La queya alrnasveirrüú" á*"' l-tego a su fln
noestádeltodor,,""ntt""él'puestoqueunodelos
13

l2
po que la üda de Freud. Desde hacia ya muchos años se to que no habían podtdo elaborar l¡a ldea de pslcosexua-
podia prever la guerra que le slgutó. Y ello a pesar de que Udad. Por eso, cuando Freud tomó vuelo proplo, apoya-
había deJado un recuerdo atroz la que la habia prece- do sobre todo en la pslcosexualldad, encontró dlfictl
dfdo y que habia sldo una de las guerras más mortife- restrtnglr su campo de otro modo que trazando unlimlte
ras. Es preclso, por lo tanto, que moüvaclones no raclo- territorial. A esto responde la primera teoría de las pul-
nales expliquen el abandono de las dellclas de la paz slones, que las dlvtde en pulslones de auto-conserr¡ación
para trocarlas por los horrores de la guerra. y pulstones sexuales. Notemos que esta demarcaclón,
Del lado de la clinica pslcoanalíüca, la ocperlencia irnplícitamente, puede a su vez ser puesta en paralelo
muestra que Ia constltuclón de una neurosls, y sobre con la divislón entre neurosls actual y pslco-neurosls
todo su perslstencla a despecho de la terapéuüca, se (de trasferencia). Dicho de otro modo, y sln que el propio
empeñán en mantener un conflicto psiquico por cuya Freud lo haya ex¡rresado asi, las pulslones de auto-con-
causa el paciente es el prlmero en sufrlr. Los beneflclos serwación serían obJeto de la medlcl¡ra. Y sl entran en
seeundarlos de la enfermedad, y aun los beneflcios pri- confltcto con las pulslones sexuales, es porque -Io con-
marlos, no alca¡rzan para oqplicar esta maquinaclón del flrma la concepóión del apuntalamlento- su domlfuo
masoqulsmo que prospera en detrlmento del placer de termina donde comienza el de la pslcosexualidad'
üür. La agreslüdad, el deseo de sufrlr, el repllegue so- I¿. doble marcaclón de la sexualldad por lo «pslco» y
bre sí, la reslstencla a toda elase de esfuerzos terapéu- por la trasferencla es para Freud alavez lo que funda al
tlcos revelan que aqui se preflere el estado de guerra in- psicoanáItsis y su condiclón de posibüdad: sólo Io tras-
terna al goce del obJeto. Es claro que odsten grados ierido es anallzable. Aquí va lmplictta una suposlción: sl
i:rtermedios de salptcón ent¡e el masoquismo de la reac- estamos frente a algo trasferido, tlene que haber algo
ción terapéutlca negativa del tndiüduo y el consenü- trasferlble, dicho de otro modo, una trasferencia. Gra-
miento en la destrucclón programada slstemáüca y que clas a la pesquisa de este proceso de desplazamiento y
llega hasta la amlenaz,a de desapariclón de la especle de sustltución, el anállsis podrá mostrar la desüactón
humana. Empero, no está prohtbldo responder en eco a que ha e¡rperimentado elproceso general de trasferenda
la pregunta de Elnstetn *Warum l(riegf,» con otra: *W'a- (áphcable tanto a la normalidad -y esta es la subllma-
rum Krankhelt?,.1 cién- oomo a la enfermedad -y este es el sintoma-) y
Al comlerrzo de la obra de Freud, una oposlclón sePa- devolverlo a su derrotero. No atribuyo aqui a Freud ese
ra, en el campo de las neurosis, lo que es del orden de lo razona¡nlento: es blen sabido que al princlpto conslderó
actual y lo que atesügua una relaclón psiqutca trasferl- la trasferencla como un obstáculo para el anállsis. No
da. Freud abordó el cuadro de las neurosls actuales sólo obstante, se debe admtttr que habia dlscerntdo la fun-
a tÍtulo de categorÍa demarcatorta. Apenas se lnteresa clón trasferenclal, pero que ese reconoclmlento fue sólo
en él porque, en los hechos, las neurosls actuales perte- parclal, como sl hublera pensado que la t¡asferencla era
necen, en deflnittva, a la medlclna. Esta es sin duda la él sÍntoma creado por el anáüsls. Después resolüó la
razÁnde que, muchos años después,los pslcosomatólo- contradicclón admiüendo que la trasferencla era sln du-
gos vuelvan sobre el asunto para nutrir su reflodón. Se da Ia cruz del psicoanalista, pero al mismo üempo cons-
tráta strr duda de neurosls, mas no por ello son psfco- ütuia el motor de la cura, su prlncipal palanca, lo que en
neurosls, y lo *psico, es lo que interesa a Freud. De la modo alguno le tmpide califlca¡ como neurosls de trasfe-
mlsmSmanera, la sexuaüdad había llamado la atención rencla aI conJunto de sus manlfestaclones, en corres-
de sus contemporáneos, que ya habian hecho avan?ar pondencia con la concepción de las psico-neurosls de
bastante su estudlo, aunque no a su satisfacción, pues- trasferencia.
En consecuencla, por tanteos, habia establecldo el
I .¿Por qué la g¡uerra?,, r¿Por qué la enfermedad?,. tríptlco sigulente: pslco-neurosis de trasferencla, neuro-

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sls de trasferencla, neurosls lnfanttl. Justamente fue Ia hunde en lo somátlco -¿y qué otra pulslón ofrece a la
cuesüón que se esforá en tratar en su trabqfo sobre el aprehenslón un arralgo somátlco tan cla¡amente dife-
Hombre de los Lobos, donde se propone la demostraclón renclado como el de lapulslón sexual?- yque se eKp¿rrr-
de la neurosts infanttl en contra de l¡as alegaclones de de en el deseo con toda la rlqueza de sus e4preslones
Jung, qulen veía en la irrterpretaclón del pasado una ra- psiquicas. Al comlenzo de su teorlzaclón, es clerto,
cionallzaclón del pstcoanaüsta y prefería, a la htpótesis Freud atrlbuye al obJeto un papel no desdeñable en T]es
modesta de los compleJos infanüles, la tesls grandlosa ensryos de t@rlo s*ual Fero, ¡ror el hecho mlsmo de
de los arqueüpos. que parte del modelo de la ¡rerverslón adulta, se ve lle-
Para Freud, era esenclal mostrar la potenctalldad ln- vadb a reduct su papel, puesto que la estructura per-
deflnidamente creadora de la sexualtdad. Creadora de la versa lmpllca casl necesarlamente la contlngencla del
neurosls, desde luego, ¡pero también creadora de la cul- obJeto, sacrlffcado por entero al goce que lo destlna a
tura, porque sólo accldentes la desüaban de su ltlne- perder su slngularidad o su lndividualtdad. Freud, al
rarlo! Parece que Freud al comier¡zo hublera encontrado optar por la pewerslón para descrlblr un funclonamlen-
muy diñcll lmaginar que el potencial evolutlvo de la se- to pulslonal qento de los efectos de la represlón, en rea-
xualidad pudlese resultar contrarlado por algo que no hdad se apoyaba en una oqgan zaclón narclslsta @nnt
fuera la represlón; de ahi su inquebrantable conücclón loletlre. Por lo demás, la odstencla de perversos narcl-
de que la represlón era de naturaleza puramente psiqui- slstas será uno de sus argumentos para sostener el con-
cay, en ese sentldo, radicalmente dlferente de la esencla cepto de narclslsmo. Cuando aborda de pasada el amor
de la pulstón. El descubrlmiento tardío del narcislslmo -el enamoramtento-, adopta la optrdón común que lo
anuncló ya las elaboraclones ulterlores, de alcance mu- consldera una locura breve, pero lnsiste en un punto: la
cho más radical. Esta tr¡troducción del narclslsmo af.r- sobresümaclón del obJeto.
mó algo por completo nuevo respecto de las concep- En resumen, antes de la introducclón del na¡clsls-
ciones anterlores de Freud. En efecto, en lo suceslvo, las mo, que üene laventaJa de traer a la luz el problema *por
viclsltudes de la libtdo, sus aberraclones, sus flJaclones, defector, Freud no encontraba la manera de hablar ade-
sus bloqueos er€ul atribuibles a una problemáüca inter- euadamente del obJeto oomo no fuera en su parte fanta-
na de la vtda pulsional, que arrastraba tambtén al yo. La seada. Se ve tomado entre la subestlmaclón del obJeto
neurosls era hasta entonees una desnaturalización de la en la penrerslón y su sobrestlmaclón en el enamora-
suualidad, eI negativo de una perversión que no repre- mlento. Es verdad que el retorno al obJeto es anterlor a
sentaba slno una detenclón rebelde a toda evolución. La la lntroducclón del narclslsmo en la teoría, pero ese re-
perversión decia que no a la negaüva que la represlón torno se produce de todos modos baJo los ausplclos de
oponia a la sexualldad, en cuyo caso el yo adheria a la una problemáüca narclslsta: eI duelo y sus relaclones
irrterdicción parental antes de lntroyectarla. Con el nar- con Ia melancolía.
clslsmo, el confllcto es por entero lnterno a la llbldo, qtle Aunque el na¡clslsmo no haya sldo más que un breve
se dlüde entre lrrvestidura de obJeto e irrvestdura delyo. alto en la especulaclón de Freud, slempre se puede aflr-
Esta etapa esencial del pensamlento de Freud, consl- mar que tuvo la ventaJa conslderable de obltgarlo a re-
derada demasiado a menudo como un irrterludto teóri- valuar sus conoepclones sobre el obJeto, y este es el he-
co, tuvo el mérito fundamental de eompletar y eselare- cho teórlco prlnclpal de los años que van desde 1914
cer lo que faltaba a la ecuación lmplíclta «pslco-trasfe- hasta L92O, período de l¡atencla para la irrtroducción de
rencla,. Si había trasferencla, ahora esta se consumaba, la pulslón de muerte. Freud 1o aproveehará para diver-
por así declr, en eI interior de una mónada, lo que ocpll- slflcar conslderablemente las üclsltudes del obJeto, por
caba sus camblos de estado. Pensemos en las trasfor- el recurso de sltuarlas de manera más rig¡urosa en rela-
maclones de la pulsión enraDada en su fuente que se clón con l;as vlclsltudes de las pulslones. No obstante, a

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argumentos lrrvocados por Freud es preclsamente la
car stls concepclones sobre el funcionamtento psíqulco' nJurosls traumáüca. Pero, como ocurre slempre en sll
Vemos que es dificll aqui considerar esta or¡rerlencia en caso, La orperlencla no hace slrro tncltar a la refle¡dón'
Y
términoi stmplemente blográñcos, pues, aunque se tra- sl, unaveztermlnada la guerra, lapaa le hace dar a luz
ta sin duda dá una ocperlencla subJeüva, no se reduce a lapulslón de muerte, ello probablemente se deba a que
un aconteclmiento personal' Hay que agnegar' además' a la evldencla, después de pensarlo' de que falta
que la guerra no es un acontecimlento hlstórlco como a su teoria un engrana{e capttal que él no ha percibldo
".^¡rrd"
cualqutir otro. El *fenómeno-guerra», para tomar una bien o que ha trrte-rpretado sólo de manera tnsuflclente'
de Gaston Bouthoul, plantea al espírltu hu- En esto'no dlflere mucho de la tnnovaclón teórlca que
"*prá"iót,
mano su enlgma más fundamental' ¿Qué empuJa a los precedtó a la pulslón de muerte, a saber' el narclslsmo'
hombres, .to a matarse entre ellos, sino tamblén a 'SOlo
t tdi"*.nte, en efecto, había tomado Freud con-la
lrrfl§lrse heridas que los harán sufrlr por el resto de su
"Oto
elencia de un destlno de la libido alque no habíadado
üda y los deJanín irrváltdos? lmportanctra que merece.
fángo h áonvtcción profunda de que los efectos dife- jSe pueae, p*" ocpltcar La hipótesis de la pulstón de
ridos dé esta experlencla exl¡llcan, meJor que cualquler una relaclón que no sea de analogÍa
otro factor, lo que se podúa denomlnar la segunda revo- -rri.t", establLcer
entre la guerra como empresa colectlva de
superflciaf
lución psieoanalíücá del Freud de la década de l92O' müerte y la errpertencta clinlca que tropleza eon la obs-
Pero náda hay de tmpulsivo en este glro que soryrendló ttnación de mantener e[ conflicto psíquico? Arrlesgue-
tanto a sus p"tUa"tio"; al contrarlo, Freud dedlca el mos una trlpótesls, aun a costa de que se nos reprocht
peúodo de laguerra, a favor del ocio fotzoso que Ie im- caer en comparaciones superflciales' Ri'lmera razón: en
potr", mas bien a recapltular, reexamlrtar o profundtzar la guerra, cada hombre, porque lo autorlzan a ello'
y
ias ideas anterlores. I,a' Metapstdqío, las Ür{ererdas odgen, se entrega a la más salvaJe y mortifera
de lnffiircctón al pstcclornáltsfs, son obras nacldas de ",lá ".lo
de Ias agreslonbs contra otros hombres que son sus se-
este oclo relaüvo. Lo mlsmo vale para eI trabaJo sobre el mejante-s, pero de qulenes lo separan lo que denomlna-
Hombre de los Lobos. Este último estudlo es' como a ríainos rPequeñas dlferenclas». Esta empresa se puede
despecho de sí mismo, proféüco para el futuro de la clí- necesldad de preservar
¡usttñcar, eñ cada quien, 9or la
nlca pslcoanalitica. De los cinco pslcoanállsls expuestos Lu propiavtda (o dádefender su patria) frente a la agre-
por Éreud, es indudablemente el que más tnteresa al
-*rr"U"t^ $ó; d;l que de repente se convlerte en elenemlgo: aun
de nuestros dias, y es además aquel, tamblén el que *t o está én poslción de autofefensa' La segun-
hay que señalarlo, donde la persplcacia y la aculdad da'razónes, clertarrl-ente, el apeflto de conqulsta' el de-
,ráfuca ¿e Freud contrastan con 1o magro del resultado' seo de aumentar las proplas rlquezas arrebatando las
para no dectr el fracaso de la cura. Por esta época ods- de los ot¡os. Autodefensa, entonces, pero también
gusto
ien signos anuncladores de que algo está por ocurrlr' slr¡ del lucro. No obstante, no se podría aflrma¡ que la gue-
que Jpueda prever exactamente qué: esto vale para 'Ia' rra aproveche al soldado raso cuyo riesgo de perder- el
irrquieünte extrañeza,, un título que es por si solo un p"r"J. es mucho mayor que sl Per¡pecüva de quedar
programa.
- enA{ueaao at término del combate (esto más blen pue-
Será entonces ya terminada la guerra y retomada la de sicederles a qulenes se quedan en la retaguardia)'
acttüdad analiüca plena cuando la prolongada latencla Es asombroso entonces que se slga hactendo la guerra
ltbere los pen-
-¡pero cuán acüvasubterráneamentet- con el consentlmlento de aquellos, los más numerosos'
sa¡nientos que habia sllenclado o que *trabajaban' lo co-
a los que traerá más sufrlmtentos' La paz que Freud
de una renovación cuyo pri- duró
inconciente. Bs et comlenzo noetó-se ha denomlnado peúodo de entreguerras;
mer retoño fue Mds allá-detprlnctplo de placer' La guerra apenas velntlún años. Llegó a su fln casl al mlsmo üem-
no está del todo ausente en é1, puesto que uno de los

13
t2
do¡lomente, a la hipótesis de la pulsión de muerte. Co-
despecho de elaboraciones teórlcas de indudable lnterés
nocemos el desconcierto de la comunldad analítlca ante
(naturaleza narcislsta de la angustia hipocondriaca,
esta novedosa referencla teórica de la que habría pre-
regreslón narcisista del yo en la psicosls' ldenüflcación ferido presclndir. Desde hacÍa mucho tlempo, la cura
del yo con el obJeto perdtdo en la melancolia, lrrvenclón
tropezaba con factores osctlramente poderosos que
del superyó y del ideal delyo, etc.), parece que Freud ex- estorbaban Ia curaclón. Freud aportó, con la pulsión de
perlmentó siempre cierta retlcencla para inslstir dema-
muerte, una respuesta a las causas de muchos atas-
slado en el obJeto, como si temlera encontrarse tomado camientos. Pero es preciso advertlr también que había
por una alternattva, que en este c-aso seria un poco dife- dejado de escribir sobre la tecplca pstcoanaliüca desde
rente de la planteada por la perwersión y eI amor: ahora,
1914, y sólo en 1937 retomaría ese hilo lrrterrrmpido,
la sobrestlmación o la subestlmación del obJeto lnterno en escritos que no se pueden callñcar en rigor como téc-
(y recíprocamente en cuanto al obJeto externo). Precisa-
nlcos, a tal punto desbordan ese marco. Freud no hizo
mente es Ia alternativa que se dividirá,rr Melanie Klein y sino sumarse a la decepción colectlva cuando idenüficó
Anna Freud, en tanto Hartmann volará en au:dlio de la a un adversarlo práctlcamente lnvencible, y al hacerlo
segunda. Con la diferencia, en cuanto a este, de que la designó además lo que, clínlcamente, desaflaba el poder
teoría derlva¡á en torno del yo. Freud vela¡á slempre por del analista.: Ia combinación de Ia repettción y de la des-
no aleJarse nunca de una base teórica que consideraba tructlüdad.
segura: la primacía de las pulslones. Hacla L924, dlversas tentatlvas se empeñaron en
Por eso el abandono del narcislsmo por parte de orpltcar meJor las razones que llmitaban el alcance del
Freud o, más exactamente, el retorno a sus opclones pslcoanáüsis. Hasta ahora hemos tenido en cuenta sola-
fundamentales, pasará por la compulsión de repetición. mente el desarrollo interno del pensamtento de Freud.
Con Ia dilucidación de este concepto se reaffrmarán la I-a.legltfmldad de este procedlmlento no es discuüble,
cuasi autonomía del funcionamiento pulsional, su ca- pero no excluye que emprendamos un estudio de las
rácter rebelde ¿ l¿ llgazón bajo la égida del yo, eI papel condiclones que pudieron orienta¡lo de tal o cual ma-
patógeno de la pulstón cuando las circunstancias lo fa-
nera. Y si deseamos tomar en cuenta los factores perso-
vorecen. En deffnitiva, si Freud desconfia de todo desli-
nales intervlnlentes, aunque sin lnvalldar por ello, ni
zamiento hacia el obJeto, es porque teme la regresión de certiff.car, la coherencla de las opclones teórlcas adop.
la teoúa psicoanalitica haela una concepción que otor- tadas, es preciso que sobrepasemos el mero plano de la
gue exceslva lmportancia a la co5runtura, a lo real, a lo
biografia. Más precisamente, la referencla a los factores
que pertenece al orden de los sucesos, que él percibe extrínsecos al desarrollo de una obra de pensamlento
como otros tantos peligros susceptibles de disminuir el
como la de Freud sólo se puedeJustlflcar a condlclón de
papel de lo inconciente con miras a restablecer una pre-
establecer blen los referentes que permitan fundar la
emlnencia de lo conciente. Lo que Freud aprecia sobre coherencla del conJunto, es decir, las relaclones entre lo
todo en su teoría de lo lnconciente -que él llga al cum- intrínseco y lo extrinseco.
plimiento del deseo- no es tanto lo reprimido, puesto Hemos conslderado ya las deterrninaclones que mar-
que terminará por defender la disoclactón entre lo re-
caron la evolución del proceso intrÍnseco del pensa-
primido y lo lnconciente, cuanto el poder creador de lo mlento de Freud cuando lnslstimos en su constante
lnconciente. O, para expresarnos en términos más tri- preocupación por ceñir, con la teoria de las pulsiones, el
üales: su capacldad de trasformar de manera positiva fundamento de Ia acüüdad psíquica, el elemento prtmr-
cualquier sltuaclón frustrante, desde el mero dlsplacer tlvo a partir del cual la trasferencia dará naclmlento a lo
hasta el dolor extremo. Ia compulsión de repetlción, que
psíquico. Mient¡as más adelante llevemos la reflodón,
-no hay que olüdarlo- Freud conürtló en la esencia de
conducirlo, secun- más advertlremos que Freud, hablendo partido, al co-
todo funcionamlento pulsional, debía

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mlenzo de su obra, de la pulslón como excitación Arter- lndependtente de su mestlzaJe con la ltbldo -en el sa-
na, cuasl orgántca (plenso en el placer de órgano que ca- dlsmo- la que orpllca el vuelco total de la teoría. Y todo
racter?a.a las prlmeras elaboraclones sobre la pulsión)' lo que escrtbló sobre el Hombre de los Lobos está pe-
llega, al termlno de su ltlnerario, a conferlr a la pulsión netrado por el afán de res¡ronder aJung. El recurso a la
un senffdo, es decir, una meta orlentada. Freud mantu- hipótesis de las Uryhnnfaslen, esas fantasías origtnarias
vo stempre dlálogos con lnterlocutores que había esco- que no son productos de la historta l¡rdtvidual' slno que
$do, y eadavezque debió sacrlflcar el lr¡tercamblo que la organlzan a modo de categorías fllosóflcas, muestra
había lntentado prosegulr con los compañeros predl- hasta qué punto Freud reflsdonó sobre las obJeclones
lectos, la ruptura que siguló, necesarla para garantlzar de Jung. En ocaslones la marca es más dlscreta, de más
la preservaclón de su pensarnlento, en nlngún caso lo dificll lrrterpretación. Só[o se la adlüna por la fldelldad a
deJó tntacto. Llegado al momento en que debia reslg- un a:doma, como en la referencla constante a la deter-
narse a la comprobaclón de que era lmposlble conclllar minactón blológlca de la pulslón, donde es dtficll exclulr
el diálogo con el otro y el desarrollo de sus propias ldeas' por completo a Flless de esa opción eplstemológlca,
la cesaclón del tntercambio no slgniflcaba en modo al- aunque esta fuera la del propio Freud desde los orígenes
guno el rectrazn puro y stmple de las ideas de su lnterlo- del psicoanáltsls. Yme üentaver €rr «Lo omlnoso' un eco
cutor. Todo lo contrario, las concelrclones ex¡ruestas por sumamente debilttado de las ideas de Breuer sobre los
su compañero de dlálogo lo seguían preocupando- Es estados hlpnoides, puesto que Freud se nlega a hablar,
clerto que p¿rra él no podia ser cuestlón de ceder un ápi- respecto de esos estados delyo que reafloran a Ia super-
ce de terreno, ni de rendirse a los argumentos del arnlgo ñcie, de represlón y de retorno de lo reprimldo.
vuelto adversarlo, slrto, más blen, de encontrar el medio Freud no termirrará nunca de deslindarse de quie-
de reinteqpretar estos, modiflcando la organtzaelón de nes, tras haber reconocldo un fundamento de verdad en
los engranaJes de su pensamlento de manera de poder, su pensamlento, preflrleron volverse hacla ldeas rec-
altlempo que permanecíaflela sus opciones fundamen- toras que no eran las de é1. Pero, a partrr de la década de
tales, relnclulr los elementos que le habia¡r sido opues- Lg2O, después del famoso glro, el debate cambia por
tos para desa¡rollar una teoúa dlferente de la suya. completo. Ya no se trata entonces de una cont¡oversla
Este proceso repeütlvo se reproduJo desde Breuer destinada a averlguar si el psicoanáltsls de Freud se
hasta Flless, desde Fltess hasta Adler y después hasta debe admltir o rechazar. El proceso clsmátlco ha ter-
Jung, y no se detuvo cuando estos úItlmos rompleron mir¡ado y el moümlento psicoanalítico ha deJado por el
con Freud. Era un proceso subte¡ráneo que trabaJaba a camino a los que estaban en desacuerdo con los prin-
Freud desde el l¡rterior como sl 1o habttara el afán de clpios fundamentales del psicoanállsis. Los que perma-
fundar su teoria con la mayor ffrmeza posible, como sl néc.n agrupados en torno de Freud no cesan de reaflr-
esta siempre estuüera amenazada, a pesar del desecha- mar su lealtad hacia su pensarnlento y reconocen -con
miento de las cúücas de sus trrterlocutores. I-a h,lstoria una slncerldad de la que no cabe dudar- su indlseu-
dqlpensamiento de Freud muestra en ocaslones de ma- tlbLe leodershp. No se puede neg¿r, sln embargo, que
nera eüdente ese resurglmlento, en su obra, de poslclo- las relaclones de Freud con sus dlscípulos eran más
nes que éI habia refutado antes. El caso más notable es compleJas, y que sln cesar y de manera tndeflnida se
el que ilustra su desacuerdo con Adler acerca de la no- replanteaba la cuestión formulada porAdler de saber sl
ción de agresivldad. Es clerto que la concepción adle- era preclso cnnformarse con üür a la sombra del gran
rlana de Ia agrestüdad tiene poco en común con la que hombre. Freud perctbía sin duda entre los más cerca-
Freud lntroduclría después en la teoría a titulo de pul- nos de sus fleles esa legítlma necesldad de lndepen-
sión de muerte. No es menos cierto, sin embargo, que es dencla, que él declaraba admitlr slr¡ llmltactón' aunque
indudablemente la conslderación de una agreslvidad no ahorraba sus cridcas cuando ese afán de volar con

20 2l
alas propias deJaba a su Julclo trasluclr desüaciones actlvo para el desarrollo de su pensamlento. Ahora blen,
teórlcas susceptibles de poner en peügro los eJes fun- tras el giro de la década de 192O, Freud se encuentra en
damentales de la teoría pslcoanalíüca. una sltuación nueva. Se ve rodeado de dlscípulos cuya
Así, después de 1912, o sea, tras la separación de fe en el psicoanálisis y en su creador no se puede poner
Jung, la problemáüca del intercamblo roto no desapa- en duda. Entre ellos se encuentran irrteltgencias que se
rece slno que adqulere otro senüdo. No basta, en efecto, han revelado capaces de aportes teóricos en modo aI-
con señalar que en lo sucesivo el dtálogo es interno del guno desdeñables. Ferenczi y Abraham, sobre todo, y
psicoanállsis. Los términos del debate no abarcan, co- Rank, más dotado, aI parecer, para el psicoanáIlsis apli-
mo antes, las opclones teóricas fundamentales (la natu- cado que para la clínica psicoanalitica. Tausk no sobre-
raleza. de lo lnconciente, Ia represlón, el Edipo, las fan- üüó a su talento y a su pasión homosexual por Freud.
tasias, etc.), sino las lecciones de la experiencia. La Estaban también Federn y Jones, el único noJudío del
dlscuslón lnterna se esfuerza en refleJar las enseñanzas pequeño grupo. I-a. constitución del *cornlté, revela que
-positivas y negativas- de la práctica psicoanalítica. Freud mrnca dejó de creer €urlenazadasu obra. La, elirni-
Ahora bien, como sabemos, Freud nunca consideró de- nación de los disidentes no soluclonó en nada esa sltua-
clsivo este üpo de argumento. La confesión que haria ción. Acaso en ürtud de su propio é¡dto, el futuro del
-sln experlmentar, por lo demás, la menor turbación* psicoanáIisis parece compromeüdo, de ahi el ConseJo de
acerca del desgano que podia engendrar en él Ia prác- los Diez en el que Freud puede ügilar más de cerca'
tica, en comparación con sus intereses teóricos domi- entre sus apóstoles más celosos, los fermentos capaces
nantes, se debe reconocer como una prueba del hecho de destruirlo. Desde Tótemg tabú, etapa decisiva de la
de que tenia plena conciencia de su deseo de hacer una fase de latencia del descubrlmlento del compleJo de
obra de pensamiento, cuya perspectiva y cuya profun- Edipo (ent¡e la primera formulación confldencial conte-
didad de campo no aspiraban a menos que a una teoúa nlda en la carta a Fliess del 15 de octubre de 1897 y su
gqneral del psiqutsmo; la práctlca del psicoanállsis co- nacimiento offcial en 1923 enElyog elello), el asesinato
mo método de tratamiento de las neurosls, por fecundas del padre, con el cual culminará su obra en Molsés g la
que fuesen sus enseñanzas y por indispensable que le relígíónmonoteísta, no deja de preocuparlo. En suma, en
resultara para proporcionar una base concreta a sus la evaluación de las dos componentes del Edipo, el de-
especulaciones, en marrera alguna constituye un todo seo del parricidio resultaba ser más fuerte que el del
por si misma. Seúa erróneo creer que la especulación incesto porque el poder del padre se extlende mucho
prevalecia sobre el examen de los hechos. Freud pres- más allá de la prohibición respecto de Ia madre y exige
taba una atención constante, sostenidíslma siempre, a renunciamlentos cadavez más extensos. Que haya es-
los hechos clínlcos. La linea de separación pasaba por cntoTótemg tabúantes de la ruptura conJung, aquel a
otra parte. Se situaba, en realldad, entre observación y quien habia convertldo en su heredero-, pero cuya ambi-
especulación, por un lado, y entre pra:ds y efecto tera- valencia percibía, es más que notable,2 lo mlsmo que su
péuüco, por el otro. No era que no le lmportasen los re- decisión -que hubo de pagar Ferenczl- de no volver a
sultados prácttcos de la cura: simplemente pensaba comprometerse con nadie en una amistad demaslado
-aun reconoclendo los lÍmltes de la acción del anáIlsis afectuosa, como sl se hubleravuelto sobradamente con-
(el famoso principio económico responsable de las rela- ciente de que esas relaciones entre colegas ineütable-
ciones de fuerza en el orden de lo cuantitativo)- que, si mente se trasformarían en relaclones padre-hiJo e incli-
los resultados no estaban a la altura de las esperanzas
2 No se puede evlta¡ en la lectura de la correspondencla Freud-
que se habían depositado en la cura, probablemente se
Jung, Ia tmpresión de que Freud. advertldo del tnterés de Jung por el
debiera a que seguian faltando los conceptos más per- mlto, se antlclpa para tmprlmlr su sello en la lnterpretaclón de los
tinentes. Esto es lo que constituye el estlmulador más fenómenos culturales.

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narian a sus compañeros al parriciüo. Se puede soste- zabarrt, con toda buena fe y en la inconclencia más total,
ner que a sus relaciones con sus discípulos les sucedló con poner en peltgro la frágll conqulsta sobre el incon-
lo mlsmo que a la trasferencia con sus pacientes: Freud ciente en que conslstía su proplo descubrlmlento.
había descublerto suceslvamente, en la primera década El giro de 192O se puede resumlr en una triple affr-
de su labor, tanto la trasferencla como el Edlpo. Pero, maclón: en primer lugar, la lnslstencla, con la tesls de la
por una lrrsospechada reslstencLa a sus prlmeros descu- compulsión de repetlclón, en la fuerz¿ *demoníaca, de
brimientos y una conflanza exagerada -que ltndaba la pulslón; después, la duplicidad del yo, cuya estructu-
con la tdealización- en las capacldades del yo' pensó, ra revela que es en buena parte lnconclente, puesto que
en un prlmer tiempo, que podia resguardarse de la tras- el despliegue de sus defensas está someüdo al mismo
ferencla con sus paclentes y del Edipo con sus dlscí- encegueclmlento que afecta al deseo; por últlmo, el de-
pulos. Bastaba -creyó- que se pronunciara un renun- serunascararnlento de la fuerza prlncipal que hace de
clamiento para poner en razón aI yo. Sin duda, la refe- obstáculo para el potencial creador de la libido: las pul-
rencia aI sueño fue dominante aquí. En efecto, soñamos slones de destrucclón.
pero, después de todo, despertamos cada mañana y en- Este tríptico de novedosa formulación fue el que sus-
frentamos las odgencias de la üda. cltó, desde 192O hasta 1939, fecha de la muerte de
Del mismo modo como consintió en aceptar la trasfe- Freud, las mayores reticenclas. Los pslcoanalstas reac-
rencia, se resignó a sufrir los efectos del Eüpo entre sus clonaron ante el discurso de Freud como sl les hubiera
discipulos. Pero en este segundo caso no era sólo la cura dictado una condena de muerte. En efecto, cualesqulera
de un paciente Ia que podia peligrar, sino su obra ente- que fuesen sus apütudes para taniz,ar,lo cierüo eraque,
ra. Centro de toda la obra psicoanalítica en sus variadas como la naturaleza no los habia dotado de una profun-
facetas (contribuciones cientÍflcas, congresos, pubiica- didad de miras y de una cepacidad de pensar en una
ciones, orgarfzaclón de la profesión, defensa del psico- perspectlva tan vasta, para ellos el porwenfr del psico-
anáIisis frente a sus detractores y también a los lmpos- anáIisis estaba l¡gado al porwenir de su prácüca analí-
tores que de manera lnescrupulosa se apropiaban de tica. Para ellos, la teoria tenía sus raÍces en la terapéu-
sus fragmentos), Freud nunca se deJó engañar por las tica psicoanalittca hasta el punto de que admitlr en su
vlvislmas rivalidades que lanzaban a sus dlscipulos totaltdad las oplniones ercpuestas por Freud en t92O
unos contra otros: con razón veia, tras la fantasia del hi- equivalia a condenarse a deJar de eJercer el pslcoanáIisls
después que Freud hubo revelado la odstencia de esos
Jo preferido, un desplazamlento de los anhelos parrici-
das dirlgidos prlmitivamente contra é1. ¿Cómo hacer, enemlgos de temtble y casl lrrvenclble poder que se opo-
entonces, para que el pstcoanáIisis sobreüviera a es- nían al logro terapéuüco. Por eso buscaron otras e1pli-
te peligro tnterno? Mientras se trataba de pronunciar caciones para sus fracasos y atribuyeron a los efectos
excomuniones, la soluclón era diñcil pero practicable. combinados del enveJeclmiento, de la enfermedad, de
Desde el momento en que el problema se volvia lnterno los infortunios personales y de un gusto lnmoderado por
del grupo de aquellos que se habían convertido a su pen- la especulaclón el desarrollo de esas ldeas nuevas. No
samiento, la posición de Freud se hacia insostenible. las rechazaron en bloque: adoptaron la segunda tópica,
de maneJo en aparlencia más cómodo y que sonaba más
Quedaba cautivo de una doble acütud: la que le üctaba
el respeto por las opiniones que diferían de la propia, y natural. En cuanto al resto, los que tenian medlos para
que ponia cuidado en promover la independencia de cada hacerlo lntentaron otras respuestas.
uno, esperando con esto un desprendimiento de la rela- EI año 1924 es muy revelador desde este punto de
ción edípica que signaba la relación con el discípulo, y la üsta. Mientras que Freud, llevado por su anterlor lnspt-
que lo inclinaba a laügüancla porque las ldeas emitidas ración, escribe con una mano una serle de artículos
por los que seguian la estela de su pensamiento arnena- muy esclarecedores acerca de la orgarüzaclón genttal,

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que completan la teorÍa del Edlpo (matertal dlrectamen- ffn: remover las frryrasses de la cura analiüca. Una ló-
te utlllzable para la prácttca pslcoanalíttca), con la otra gica conceptual prestde todas estas reelaboraclones de
mano preclsa las diferencias de estructura entre neuro- Ia teoría, que reúnen la comprenstón clinlca de estn¡c-
sls y pslcosls, como para deffrür meJor eI campo de ex- turas psico-patológlcas mal conocldas, la búsqueda de
clusión de la práctfca psicoanalítlca: aquello que está una etiopatogenla especÍflca y la adopclón de modifl-
fuera de su alcance. Por últlmo, llevando al extremo sus caclones técnicas suscepttbles de dar mayor eflcacla a la
especulaclones más osadas, radlcalizó sus concepclo- cura pslcoanalíttca. Este recentrarnlento en la cura se
nes sobre la pulsión de muerte en un artículo de pocas sltúa en las antipodas del pensarrüento de Freud, qulen,
páginas, *El problema económlco del masoqulsmo», por su parüe, ve más §os.
donde sostuvo que el origen de la destructividad es ante A la rtca diversidad del arsenal teórlco de Freud, que
todo interno, porque la agresiüdad no representa sino posee su estrategla propla, sus colegas oponen la bús-
su fracción proyectada hacla aftrera; qulso así lndlcar a queda de soluciones de apllcación irrmedtata. Cuando
qulenes lo rodeaban que no estaba dispuesto a ceder un Freud tropieza con una diflcultad cuyas razones dlrec-
áplce en sus opiniones reelentes ex¡rresadas hacía algu- tas no logra avertguar, no renuncla nl se obstlna, con-
nos años. Hasta fue más leJos, porque salló de su reser- vencldo stn duda de que si le falta la respuesta, de nada
va anterior y abandonó su prudencia primera que reco- sirve buscarla donde no se encuentra, como el borracho
nocía a sus concepciones nuevas el carácter de una es- que busca su llave baJo el resplandor, cuando La ha per-
peculación que se estaba en libertad de rechazar. Al dldo leJos de allí, so pretexto de que por lo menos asi se
abordar los problemas del masoquismo, Freud anudó ve meJor. Ante la ceguera que afecta a la exgrerlencla ln-
defirüilvamente la teoria y la prácüca, con lo cual sem- medlata, la nacida de la cura, Freud, con un método que
bró un desconcierto todavia más profundo entre qule- sólo él tlene la audacla de enrplear, salta por enclma de
nes, deseosos de seguirlo, veian que cada año se ahon- los hechos y de los datos de la prácücay se lanza mucho
daba el foso que los separaba de é1. más allá, enarna especulación de gran alcance cuya co-
I-a distancia teórico-clir¡lca culmtnaría en dos breves herencla intentará establecer confrontando lo ya sabido,
contribuclones que se cuentan ent¡e las más notables el pasado, y lo desconocido del presente. Fue así como
de Freud, *Ia negación» y *Notas sobre laplz.a,rra máS- nació Más allá. del prtrclpto de placer. La especulaclón
ca,, ambas escritas en 1925. ¿Qué hacian mientras tan- hace aqui las veces de tüpótesis para el trabaJo del pen-
to sus dtscipulos? Separados por las distancias geográ- samiento. Sólo el trabaJo del pensamiento puede aportar
ffcas *Abrah¿rm en Berlin, Ferenczl en Budapest (sÓlo una soluclón verdadera a los problemas nacldos de la
Rank seguia en la vecindad de Freud en Viena)-, esta- prácüca en la meüda en que estos, como tales, no son
ban absorbidos por preocupaclones muy dferentes. sino los testtgos de una cuestlón lnadvertlda por la teo-
En 1924, Abraham escribió su ensayo teórico más úa, cuyo alcance rebasa en mucho las llmltaclones de
importante sobre las fases del desarrollo de la libido, en la experlencLa.
un intento de retomar el conJunto del campo clÍnico or- Por eso, Justamente, unos años después de Más alla
denándolo a partir de un punto de vista evolutlvo. Por su delprhcfplo de plocer,lo que podríamos denomlnar Ia
lado, Ferenczi y Rank, lnsplrados los dos en una argu- pnrcbadelaespeaiacúán deJa su condtclón de hipótesis
mentaclón jndnda en la prócttca, ponian de reheve' el para convertlrse en un concepto operatorio. Es toda la
prtmero, la necesldad de hacer más elástica la técnlca dlferencLa entre el glro de 192O y el trabaJo de 1924 so-
(etapa intermedia entre la técnlca activa y la técnlca de bre *El problema económlco del masoqulsmor, cuyo an-
relajación, asi como la neo-catarsis), y el segundo, la tecedente lóglco es *Pegan a un nlño,. Y el sllenclo slgue
importancia verdaderamente originaria del trauma del planeando sobre la técnica analiü.ca, que él deJó en bar-
nacimiento. Todas estas tentativas se dlrtgen al mismo becho desde 1918.

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¿Cómo no reglstrar las dlferenclas entre la especu- la oplnlón de Rank cuando trata sobre el problema de la
lación de Freud y la de sus dlscípulos? Entre ellos, son angustia. La. señal de partlda estaba dada en el pslco-
pocos los que se arriesgan a aleanvar ese nivel de abs- anáüsls, donde la teoría del desalrollo de la libido ser-
tracción y, cuando se lanzan por ese camino, es eüdente üría como modelo general, eclipsando a todos los otros
que un ablsmo sep¿rra, por eJemplo, MÓ's allo del prln- modelos temporales que Freud había dllucidado tan
ctpto de plncery, antes de este, MetamorJosf.s y súmboürs dlalécücamente: tal lo sucedido con el aprés-oup-
de b.UbtdD de Jung, y, después de aquel, en una inspi- Pero, con Ferenczl, la cuesüón tomó un sesgo mucho
ración de pensamlento que pretende ser freudiana, el más serlo. Innegablemente, Ferenczl era, de todo el gru-
Ttto;lossa de Ferenczi, un libro que a menudo conslgue po que rodeaba a Freud, el clínlco más notable y apre-
el favor de los analistas, pero respecto del cual la admi- ciado, y también aquel cuya vocaclón terapéutlca era
ración por la lmaginaclón del autor se acompaña de una más firme. Cuando Ferenczl aprecló toda la importancia
sonrisa indulgente ante esa novela de clencia-ficción de la compulslón de repettclón, no hay duda alguna de
muy distante en verdad del rigor de razonamiento de que se mostró senslble a !a perünencla clirúca del con-
Freud, aun cuando este se apoya, como en Mós allá.del cepto. Esa era, pues, la causa del atascamtento de tan-
prírclplo de plncer, en una biologÍa en parte clentifica y, tos análisls. En consecuencla, para é1, un solo problema
en parte, imAginaria. se planteaba: ¿cómo desembarazarse de aquella? Fue
Porque sin duda es el destlno de los conceptos freu- en ese momento cuando se lanzó a la búsqueda de va-
dianos el de prestarse al malentendldo, sea que se pre- riaciones técnicas personales, e irüció, según lo ha ex-
tenda restringir su alcance a la sola cura psicoanalítica, presado Raymond Cahn, el proceso del encuadre. Des-
sea que se los haga desbordar sobre la metafisica. I¡s pués que se lo acusó de «acüvlsmo», se lo sospechó, por
meJores no estarán libres de esas desüaclones. Fue 1o haber adoptado la técnica de relaJactón, de lia:dsmo se-
que ocurrió con la compulsión de repetición. ductor. Ferenczl se batía menos con ideas que con ana-
La ortentación fundamentalmente terapéutica de los lizandos abrumados por su sufrlmiento. [.a manera en
discípulos de Freud no hlzo sino ahondar la diferencia que entendió Ia compulstón de repetlción lo conduJo a
del punto de üsta sobre el psicoanáüsis entre su creador interpretar la trasferencia como rpura» repeticlón, a sa-
y ellos. En efecto, no üeron la trasferencla tanto desde ber, como reproducclón de los traumas de la lnfancia,
el ángulo de las trasformaclones internas de la libido traumas que dtfleren mucho de los que Freud habia
cuanto por sus efectos fácticos en la cura. Hay, enton- descubierto, porque para él no se trata de seducclón
ces, más trasferencia de la libido sobre el obJeto que sino de üolación (psiquica); o, por la confusión de las
b:asferencia en el senüdo de desplazamiento de la libido lenguas, de soborno por exceso de las demandas p¿rren-
de lo somático a lo psíqulco, entre narclslsmo y obJeto, o tales, o también de privactón de amor, por desconocl-
de una instancia a otra. La concepción etiopatogénica mtento de las necesldades del nlño, o, en fln, de paráIlsis
que derivará de esto tenderá a hacer prevalecer un pun- psiqulca, por estupefacción deblda a La desesperaclón.
to de vista htstórico-genético -es el sentido de la tenta- En suma, lo que está enJuego aquí ya no es el destfno de
tiva de Abraham- sobre otras consideraclones de orden la libido slno, muy slmplemente, la asff.:da de la üda psí-
tópico o estructural, perspectiva esta que Freud nunca quica.
pierde de vista. Ya se lo habÍa señalado a Abraham El confllcto con Freud se volvía lneütable. St este' al
cuando discutia con él sobre la génesis de la melancolÍa. describir la compulstón de re¡reüclón, qulso marcar la
Í.a teorlzación de Abraham encuentra su caricatura en vida psiquica con el sello lndeleble de la pulsión rebelde
uno de sus rivales, Rank, quien lo reconduce todo al a tqda ra?firr, sln duda que no lo hlz¡ para conformarse
punto cero: el nacimlento. Freud se lmpresiona por un con veriflcarlo, slno para mostra¡ que esa presión lnsls-
instante, hasta el punto de estar tentado de sumarse a tente de lo demoniaco obllgaba a la actlüdad psiqulca

2A 29
íntegra a estructurarse contra esta tlranía por medlo de rencla podria surglr de esa relaclón. De prestarse al
toda clase de procedimientos raclonalizantes (de ahí la Juego propuesto por Ferenczl, Freud teme sobre todo
inconciencia de las defensas del yo). Porque para Freud que eI cambio de acento desde la herramienta analítlca
era indudable que las peores desgraclas sufridas por el hacla lo üvido, la operiencla emoclonal... deJe expuesto
aparato psíquico no deJaban a este sin recursos. La psi- aI analista y al anállsis mlsmo a la critlca de subJeü-
que encontraría aún y siempre eI medlo de trasformar el vismo. Lo que equivaldría, para salvar al análisls como
trauma, cualquiera que fuese su naturalua, e integrarlo método terapéutico, a consenür en su desaparición co-
erotizando el más doloroso de los acontecimientos. Ade- mo método cientifi.co. Sln conta¡ que no está lejos la sos-
más, hacla el ffn de su üda, adquirió la convicctón de pecha de un regreso a la sugesüón hlpnótlca.
que era lmposible distinguir, en los sucesos más pre- Sin duda, se puede orplicar por dlferencias de tem-
coces de la üda psíquica, aquellos que m¿rrcaron todo el peramento el disenso entre Freud y el más dotado de
posterior desarrollo, entre el trauma y las reacciones de sus discipulos, incuestionablemente aquel al que apre-
defensa que este suscita y que en buena parte se ligan a ciaba con más afecto. Pero el verdadero debate es meta-
la omnlpotencia infantil. Invocar entonces la compul- psicológico.
sión de repetición como repeüción de la situaclón trau- Sesenta años después de aquellos acontecimientos,
mática, y lwcer responsoble de esta alobJeto, equlvalia, la cuestión se puede plantear así:
una vez más, a subestimar el poder trasformador (o
ntrasferidor») de la psique, el poder creador de lo incon- 1. Los fenómenos de repettclón observables en los
ciente. Equivalia, en consecuencla, a deJarse tomar en el anáüsls de paclentes marcados por traumas graves de
lazo de 1o üüdo, y a correr el riesgo de orientar el pstco- la infancia muestran que el obJeto o, más bien, los ob-
análisis por un «camlno de üaJante de comerclor.S Mien- jetos parentales han desempeñado un papel actlvo y
tras que Ferenczi se conürtió en el apóstol del *sentir- han estructurado un confllcto muy diferente de los con-
conr, Freud, molesto, se declaró por fln en neto desa- fllctos observados en los neurótlcos comunes. En estos
cuerdo con é1, y sin duda que sintió péna por esta¡lo, úlümos, las pulsiones se expresan por medio de fanta-
porque en modo alguno desconocia las dotes clinicas de sías producidas por los deseos inconcientes, que por así
su discípulo. Visiblemente, este último, que reaffrma en decir deJan fuera de clrcuito la estructura del objeto. En
cada línéa de la correspondencia intercambiada por esa los otros casos, estos fenómenos de repeüción engloban
época su lealtad a Freud y el reconocimlento de su supe- además el enclave del obJeto, incluidas las defensas sus-
rloridad en todo sentldo, no comprende las raz¡nes de la citadas contra él y no sólo contra las pulsiones. ¿Se los
reticencia de Freud, puesto que se ha rodeado de todas debe comprender -a consecuencia de la puesta fuera
las garantÍas sometiéndole su texto antes de su publi- de clrcuito de las capacidades de elaboración del apa-
caclón realizada con el acuerdo de Freud. [.a reacclón de rato psíquico- como una repeüción pura, equivalentes,
Freud a la lectura del trabaJo impreso es decidldamente en una modalidad crónlca, a lo que muestra la neurosis
más reserwada que en el momento de acusar recibo del traumáüca, con apelación a una estrategia diferente?
manuscrito. ¿8ué despertó entonces en él? Una antigua Pero ¿no se puede pens¿rr, cualqulera que sea la gra-
obsesión, sin duda la de La hipnosis. Menos porque esta vedad o el peso de esos traumas, y sin negar por ello la
sólo debiera sus efectos a la instalación de una relación presencia de una alienación psiquica por la lnterioriza-
de fuerzas entre hipnotlzador e hipnotJzado que porque ción de un obJeto dañino para el desarrollo psíquico, que
ningún descubrimlento que no sea laftueva. de la trasfe- lo lnconclente del anallzando no ha perdido sus capaci-
dades de trasformación-trasferencla, y que su papel de
3 Carta a. f*rA a Ferenczi del 4 de febrero de 1924, publlcada en
creaclón dentro del funcionamtento psiquico slgue slen-
LeCoqHéron, n" 88, 1983, páC.2F.. do predominante? En esa medida, aunque de manera

30 3l
diferente que en la neurosis, eI acento sigue puesto so- de su masoqulsmo en l¡a trasferencla. Hasta que uno de
bre la interpretación de los mecanlsmos subJetlvos y los dos suelte la presa. En euanto a la pslcosls, ella está
sobre el poder de trasformaclón de la pslque. forcluida.
2. En el marco de la tecnica analidca, ¿deben la com- El irrte¡és de este análisis radlca en que lleva a plan-
prensión y la irrterpretación analitlcas acordar la pree- tear una cuesttón teórlca y clírüca. El pslcoanáltsls freu-
minencia a lo üüdo, o pern¿rnecer fleles a las reglas clá- diano se funda en el modelo de la neurosls como nega-
slcas de la tnterpretación, conslderando lo vivldo como tivo de La perverslón. No es que Freud haya sllenciado
perteneciente a la conclencia y ateniéndose a las redes las estructuras no neuróücas -sus aportes a Ia pslco-
de representaclones y de afectos l¡rconcientes, por más sis, a la melancolia, están leJos de ser desdeñables-,
que se las pudiera traduclr en la teoría de las relaclones pero es preclso reconocer que sus elaboraciones parten
de obJeto, sln apartarse el anallsta de la neutralidad be- iiempredel centro que es l¡a neurosis. Sin cuesttonar la
névola que está en la base de toda cura? Dicho de otro valtdez del modelo de la neurosls, ¿no se puede pensar
modo: ¿hay que sacriflcar el a¡rállsis a la empatia feno- hoy que la posicién referenclal de este modelo ya no es
menológica? tan eüdente?
El ingreso en el campo clinico de las estmcturas en
Se adüerte cuánto esta contmversla, antlgua de se- las que Ferenczi se habia lnteresado, y que consütuyen
senta años, preflguraba la evolución del pslcoanáüsis una fracclón cada vgz más importante del campo clinico
moderno, y anunciaba a Ballnt y Winntcott, por una pslcoanalítlco, ha obllgado a un descentramlento de las
parte, y a Melanie Klein y Lacan, por la otra. En cuarrto a ieferencias clinlcas y teóricas. Se las claslflca en la ca-
Hartmann, el combate termina, antes de comenzar, por tegoúa mal deffntda de los c¿tsos fronterlzos. Antrgua-
falta de combaüentes: el anáIisis norteamericano decre- ménte esta destgnaclón sltuaba esta frontera en Ia que
tará inanalizables esos casos, y los apartar'á del diván. separa de la pslcosfs, dando por sobrentendido el pe-
Por un ttempo al menos, antes que aparecieran Searles ligro de caer en ella. Hoy prevalece la oplnlón de que se
y Kernberg. Lo que está enJuego es el proceso de Ia ten- tráta ae estructuras estables, y es más rara la descom-
tación fenomenológica en análisis cuando la gravedad pensación psicóüca. Se echan cuentas para saber si la
de la patologia, el peso del pasado, la seriedad de las áenominaclón categorial de casos fronterlz¡s debe en-
dlstorslones imputables.a las tmagos parentales dan al gtobar las estructuras narclslstas, las depreslones ati-
analista la sensaclón de que el lnconclente creador hu- pi.as, las estructuras psicopáücas y psicosomáticas, los
biera sido, por asi decir, neutraüzado, y que el analtsta estados rnal caracterlzados que se denomlnan tras-
de algún modo debe saber olvidarse ante el cuidado que tornos de la personaüdad, etc., o dlstingulrse de ellos'
es preciso dar al paclente, y renunciar a la aplicactón de Pero la denomlnactón primitlva ha ldo cambiando de
su método. Es clerto que se tlene la lmpresión de que sentido cada vez más. Los casos fronterizos parecen
esto se apltca más a Baltnt que a Winnicott. En eI extre- ocupÍrr una posiclón-encruciJada, especie de plataforma
mo opuesto, Melanie Kleln quiere lgnorar todo lo referi- de articulaclón que permite, desde este punto de vista,
do al papel del obJeto externo y sólo toma en conslde- comprender meJor la neurosls, y la pslcosis, así como la
raclón el trabaJo de los obJetos internos. Estos excesos perversión y la depresión, porque la lndeterminación
han sido levemente enmendados por sus discipulos, estructural que los caractetlz-a constituye una matriz
después de su muerte. Pero el más radical de todos es más flexible capaz de aprehender meJor sus relaclones
Lacan, para quien, en el lÍmlte, todo es htsteria (con una con las formaclones clinlcas má's estructuradas.
leve tendencla a tomar este termlno en su significación La cuesüón que entonces se plantea es doble. Teó-
pre-psicoarralíüca), y que tgnora soberanamente el su- rica, en prlmer lugar: los casos fronterizos cuestlonan la
frimiento del paciente, utilizando incluso la explotación pertinencta de Ia metapstcologÍa surgida de las neuro-

32 33
sis. Pero conviene, antes de decretar que Freud ha sido I. Aprés cow,lo arcaico"
superado, averlguar sl una relnterpretaclón de la segun- (1e82)
da mltad de su obra, Ia que stgue al giro de 1920, no nos
proporclona claves de gran valor para construlr Ia teoúa
del funcionamlento psiqutco de esas estructuras y si-
tuar a esta teoría en poslclón de referente. Nada se ha-
bría perdido con ello de las contrtbuclones de los auto-
res ¡ros-freudlanos cuyas ldeas acaso resulten enrlque-
cldas por este suplemento de reflodón sobre Freud.
ClÍnlcay técnica, después: la dllucldaclón de un modelo Tres érdenes de cosas tng: la carne, el espírlhl la uo'
a parttr de los casos fronterlzos acaso slrva de funda- Iü1fad- I-os carnnles son ürs rücos, ürs reAes: estos deren
mento a una teoría de la técnica, y hasta a una rer¡alua- por obJeto eL ater¡n. Los atríosos g erudlfos: tlenen por
ción de la cura psicoanalíüca en su conJunto. Ia con- bA¡rto eLespírthr I¡s sobfos: suobJeto es loJttstlcla'
ducción de la cura, al beneflciarse con la ex¡rerlencla Dúcs debe retnnr sobre toda, g todo debe estarle soffE-
acumulada, podúa, graclas a este estudlo, sallr de las ttdo. E¡71¡zs cosas de to carne reino proplnmenfe ln con-
frryrasses de que da testlmonio Ia bibliografia analítica. cuplscencta; enlns espírthnles, lc curfosldad propln'
La irrvesügaclón de carrünos nuevos conduce harto a mente; entosabtdurlo. elorgulloproplnmenfe. No es que
menudo sea a exclui¡ esos casos de la ocperiencla ana- uno rro pueda glortarse de los btenes o de los cotwct-
lítica, y a reservarles la aplicación de una pstcoterapia mlenfas, Wro no es ese ellugar delorEtllo; porque con-
cadavez, más aleJada de la «cura-tlpo», sea a lntroducir ceüenda o unlambre qte es entdlfa, uno no deJon de
variaciones técnlcas que invitan, con palabras más o coru;encerlo de suAerro en ser soberblo- Ellugar propla
menos encublertas, a renunciar al nerwto del anáüsls de de tm soberbta- es la sabtdurío potque uno no pu'ede con-
la trasferencla: la interpretación. Esto para remplazarlo ced.er auntnmbre ttafurse hecho sablo' A que Aerra en
por actitudes contra-trasferenciales que a menudo sig- gtortarse, Lo qtrc es de todnJttsttctn Por eso solnmente
ntfican un abandono del acto de anal%ar. Es toda la bn" aonola sabtduia; g es ktraz-ónpor locual gui glo-
cuestión del encuadre la que ha lrmmpido con los casos riatur, ln Domlno g¡lorietur,.
fronteriz¡s desde hace treinta años. Nacida de este pro-
blema local, no se tardó en advertir que ella era la cues- Pascal, Pms&s,698, Bibliothéque de la Pléiade' pag' I3O3
tión mlsma del anáüsls, prueba del poder de renovación
que traen conslgo estos casos llamados dificiles. Pero,
¿qué caso no lo es?
Prima"y Summa
vanyatrefita años, que se
Georges Duméztl reclamó,
pusiera más atención en distinguir entre Hmoy Sum-
mn-I Convenía en efecto no confundir Io prlmero con 1o

*
[Con el ütulo de.A posterlorl, lo arcalcor, este trabaJo se
publlcó
en Reutsta de PstcoortáIlsls, tomo XLIII, n' 4, Buenos Aires' Jullo-agos-
to de 1986, por mi traductdo; la presente verslón toma iomo base
aquella e lncorpora las modflcaclones del autor' (N' del'f')'l
1 G. Dumézll , Les Dleux des lrdo-Européens, PUF, 1952' pág' 95 y

sigs.

34 35
más importante. Cabe situar esta observaclón de un es- los mltos. No es que lapsique no quede marcadade ma-
peclallsta en clvlllzaclones muy antlguas
-cuyo pen- nera lndeleble por su periodo arcalco. Pero es cierto que
sa¡nlento influyó sobre más de un Arvestigador que se la prácttca pslcoanalítlca, aun aplicada a nlños peque-
aventuraba en campos muy aleJados del suyo- en el nos muy perturbados, en nlngún caso üega a deJar a la
contexto de las controverslas acerca de las relaciones vista loi basamentos arcalcos del pstqutsmo. La teoría
entre estructura e historla. Estas opusleron en un que derlva de esa práctlca no nos proporclona nl sombra
tlempo a Iéü-Strauss y Sartre, y más reclentemente a de prueba de su validez. No se obtlene convencimlento
Choms§y Plaget. El psicoanáIisls entró en el debate en *orittrrocrt la mera ocpertencla- Lo que parece evidente
el momento en que lá.can, de hegeliano que fue, se con- a un pslcoanalista klelniano segulrá siendo muy discu-
ürtió a la [ngüísttca Saussureana. Su lectura de Freud tfble para un pslcoanalista que slga a Winnlcott, sln
lo habilitó para presentar en 1g53 una concepclón del mencionar a los que se lnscrlben en la ffllación de Hart-
inconclente rrrás cercana que cualquler otra al estruc- mann o de Lacan.
turallsmo, sln que por ello se pueda allnear a su autor, De la tnasequibiltdad de cuanto se reffere a lo arcai-
salvo por apro¡dmaclón, entre los que hacia la década de co, los pslcoanallstas encuentran fácll, demasiado fácil
196O eran llamados estructuraüstas. consueio apoyándose en la autortdad de Freud. ¿Acaso
En su célebre «Dlscurso de Romar,2 Lacan se entrega este no sostuvo constantemente que nada desaparecia
a una críüca despladada de sltuaclones sln sallda en de las expertenctas prlmeras de laüdapsíquica' porque
que se ha metido el psicoanáIlsis por sucumblr al se- el lnconclente eonsen¡aba sus huell¡as, reactuallzándo-
ñuelo de lo imaglnarto, lo que supone desconocer el pa- las cuando la ocaslón llegaba? No obstante, lo arcalco
pel de lo simbólico, cuyo lugar marcan el lerqguaJe y la ley. según Freud no es lo arcaico de sus sucesores. Sl estos
Freud era descifrado con los códlgos de Saussure, de dtvergen en sus oplnlones, tlenen todos en común dlfe-
Jakobson, de Iéü-Strauss, y sln duda que tambtén de rir de éI. En suma, por r¿\zones üversas, ¡su concep-
Moisés. Entre los heréücos anatematDados por Lacan clón misma esJuzgada arcalca, o sea, su¡rerada, por no
estaba esa «tripera»
-no carente de gerüo- de Mela¡rte ser suflcientemente arcaizantet
Klet¡r, culpable de hacer derivar el inconclente freudlano La idea básica es que las estructuras clínicas que
hacia lo arcalco. Esta referencla dan testlmonlo de ffJaclones más y más aleJadas de las
-o reverenci,a- a las
«fantasias prlmltlvas» hacia del analizado un frgtorrs y que se relaclonan con el Edfpo flenenvalor revelador de
acunaba al anali,Sta en los es¡:eJlsmos de la tlusión genétca. lo que sería la arqueologia psíqulca: meláfora cara a
No obstante los esfuerzos de Lacan por traer debaJo Freud, con la reserva de que las excan¡aclones muestra¡r
de su minlsterto el mayor número de oveJas descarrla- slempre la superposiclón de ctüüzaclones, esto es, de
das, lo cierto es que muchos anallstas
-aun de sus pro- culturas ya muy elaboradas que no guardan relaclón
pias fllas- no han podldo rrl pueden todavia escapar de con el mundo caótlco postulado por los buscadores de
la fascinaclón de lo arcalco. Por la fuetzadel uso, la pa- robjetos arcaicos». Estos obJetos, st se parte de las hue-
labra ha entrado en la lengua de los psicoanallstas. y no llas reveladas por el material elir¡lco de a¡raltzandos que
parece que esté pró:dma a saltr. han hecho regreslón, permitirían -se sosüene- reoons-
Si no necesarlamente lleva razórt Lacan en este trulr esos üempos ortglnarios de la psique que de ordl-
punto, es lícito empero aflrmar que esta fasclnaclón, narlo permanecen sepultados baJo las arenas de la re-
que pone su afán en cerner meJor las profundtdades preslón.
insondables de la psique, es la mlsma que nos producen No pocos argumentos se han dlrigldo cont¡a ese ex-
pedlente. Anna Freud ha puesto en duda que el nlño
2 .Foncüon et champ de la parole
et du langage en psychanasrse, reconstruldo desde el anállsls de adultos sea el nlño
(1953), en Ec.rtts,l,e, Seull, 1966, págs.2SZ-522. el anáüsls?-.
«real»
-ápero üene por obJeto ese reallsmo

36 37
Con Hartmann, recomendó a los anaüstas poner más que se dleran a algulen dominado por la pasión' Ahora
interes en la observaclón dlrecta (Spitz, Bowlby, Mahler) bien, ¿de qué pastón se trata en este caso?
a fln de asegurar meJor la valtdez de sus teorias. Pero el La llustón arcaica acaso esté sostentda por una pa-
anáIlsls, ¿es del orden de lo observable o de lo represen- sión voyeurista, que satisface a una fantasia muy poten-
table? te: h dL asbtir a través de otro a los orígenes de la üda
A los klelnianos, que pretenden ser los espeleólogos psíqulca, a los cuales el anallsta, supuestamente menos
de la psique, se les ha reprochado que equivocan el iegresivo, ya no tlene acceso. Esa fantasia de los oú-
camino en tanto confunden lo manlflesto con lo latente; g"n"" -en que el anallsta ocupa slempre el lugar de Ia
en tanto traduceh verbalmente -y aun con abundante madre- no deJa de tener ne>(os con otra, de slgno con-
proüslón de lmágenes- las comunlcaclones de anali- trarlo: Ia de atravesar en los dos senüdos La frontera de
zandos, que ellos tomaban por comurricación arcaica la muerte, como tras clertos accldentes gravislmos o
directa cuando en verdad se trataba de un producto ya ciertas tentativas de suicidio casl logradas' Ala uapuesta
reordenado, portador de meca¡rismos de defensa hasta grande» con el más allá es preclso unir la especulaclón
de tlpo muy tardio. Se sostlene que la verslón arcalzada áel más acá: Io arcalco remonta el tiempo hacia lo lrrme-
de lo maniñesto tomaba la sombra por la presa. Preten- morial.
diendo ser profunda, Melanie Kleln habúa sido lnadver- El voyeurismo se prolonga, por su subllmación epls-
tidamente superffcial porque parecÍa desconocer la ac- temofiltca, en morbo de causalidad. Todo ocurre (como
ción de la represión prlmarta, que oculta para slempre si» (opresión analítica parad§máüca) la presunclón de
los tlempos originarios. In que a nosotros llegarÍa por lo arcaico -que suele l¡rfundir a los anaüstas
retorno de lo reprimtdo no puede proporclonar por si "ono"ét
que la sustentan un alre de lnlciados condescendientes
una imagen ffel del pasado más remoto, puesto que con- hacia aquellos que no se atreven a explorar sus abis-
trabandea todos los estratos de los periodos de la üda mos- descansara en Ia idea de que sl se tuviera la posi-
que lo han recublerto. I-o traído a la superffcie no es el bilidad de saber cómo es la üda psíquica en el huevo, se
testigo flel de la prehistoria, sino un producto muy sos- conocerian todas sus reencarnaclones. Y de hecho' al
pechoso, traflcado por los falstflcadores del preconclen- paso de los desarrollos teóricos que se suc€dleron en la
te, de las más diversas épocas, cada una de las cuales historia del psicoanállsis, l¡a dlversidad de las estructuras
deJó su lmpronta sobre el obJeto psíqulco pretendida- psíquicas observables y analtzables se disolvia en la
mente «prlmltlvo». Dicho de otro modo: Ia metáfora de irrvócactón de una sola y única ettologÍa, la ffJación oral,
Freud era lnadecuada porque incurria en la ingenuidad y hasta intrauterina.S
de creer que el pasado desenterrado consen¡aba su for- Pstcosis, retardos de toda índole, estados psicosomá-
ma originaria. ticos, neurosls graves obedecen, todos, a una misma he-
Un a¡gumento análogo se aduJo en menoscabo de la tü- rida y no slempre se intenta orplicar eI porqué de tan di-
pótesls de que las regreslones patológtcas tenian la ür- ,r"."ó" destinos para un mal único'a
tud de hacer üsibles los estados arcalcos. I-a" regresión I-os mitos ontogenéflcos, como tantos mltos origina-
psicóflca, para referbnos sólo a ella, no es un slmple re- rios, rara vez eütan ser cosmogónlcos. Y no es observa-
greso, en el desarrollo, hacla su punto de flJación, puesto ción triüal señalar -siguiendo a Freud- que una so-
que el predomlnio de pulsiones destructtvas, desorga-
nizadoras, destruye al ttempo mismo que av¿uza recu-
lando. I-a deslntegración, según lo destacó en parflcular 3 Hay que confesar que del lado de Lacan no van meJor las cosas: Ia

Winnicott, no se debe confundlr con la no integractón. forcluslón del .Nornbre del padre, es un puente de asnos tan ca¡gado
como el .¡recho" ldeiniano.
Pero todos esos argumentos han sldo en vano. Tan 4 Exceptúo de estas criticas a los trabaJos de Pierre Marly sobre psi-
eflcaces como los conseJos de realismo y de prudencla cosomáüca, por más que cont€ngan muchas oscurldades.

38 39
ciedad üene que haber alcanzado cierto grado de desa- lidad lr¡fanüI, durante la fase que lleva su nombre.6 Pero
rollo antes qr" p."o"rp" por mitiffcar. Slqulera los su acción no se limfta a esa fase. Sobre esto l-acan ha
"" que difleren según las clvtltza-
mitos cosmogónicos, hecho notar, con razón, que no es sostenlble, strfcto
ciones, nos ofrecen una rica r¡arledad de versiones sobre sensu, hablar de estadios preedíptcos cuando habría
el nacimlento del universo y sobre el conflicto en que que declr pregenltales, tanto es cierto que la dlmenslón
entraron las potenclas para asegurarse la supremacia. estructural del Edtpo está potenctralmente presente des-
A pesar de una obserwaclón de Whntcott, que dlstlnguia de el origen. En todo caso, preodste en los padres de la
entre profundo y primltivo,S la tendencla general en psi- cría de hombre, que le conñeren su estatuto humano.
coanáIlsis responde a la confusión entre,kf¡na y Summo,. Una observación análoga, por lo demás íntimamente
Ilgada a la anterlor, se puede hacer sobre la castraclón-
Freud nunca negó que el destete o el adlestra¡nfento es-
finteriano fuera¡r precursores de la castraclón. Pero si
I-o arcaico según Freud agregó que la *colosal lrrvesttdura narclslsta del pene,
confiere a Ia angustta de castración su valor referenclal
Freud es el únlco que verdaderamente ha pensado lo y metafórico, sin parangón con las angustlas que la pre-
a¡caico en psicoarrálisis. No lo alcanzan las críücas dirl- cedleron. Pudleron estas ser más temibles, no por ello
gidas a la perspectlva estrechamente ontogenética. Por son menos secundarlas porque su poder slmbólico so-
otra parte, es lo que le reprochan sus sucesores, que en bre la sexualldad es menos rlco en consecuenclas. No
su casi totalidad han renegado de la hipótesis de los es- están marcadas por la diferencia de los sexos y de las
quemas fllogenétlcos. Aun el compleJo de Edipo perte- generaclones. En este punto tendríamos que entrar en
necerÍa a ese fondo específlco. Presentes en la forma de el detalle, expllcar por qué la sexualidad fue eleglda para
huellas mnémicas heredadas, las fantasias origlnarias su rango conceptual por referencla al prlncipio de pla-
-de las que derlvan todas las demás- signtñcan la vida cer; pero nos llevaria demastado leJos. Conformémonos
psíquiea. Dlcho de otro modo, descifran los acontecl- con recordar la opinlón de Freud acerca de la lmpresión
mlentos con arreglo a su código, los claslffca¡r, los orde- que en la f,ase fálica e>r¡rerimenta el varonclto a la vista
nan y, para decirlo todo, organizan lo Arconclente como de los órganos gerütales femenlnos: la compara con la
otros tantos a priorl o universales. caída del trono o del altar. Con anteriorldad, esta per-
Se reúnen aquÍ los dos sentidos de lo a¡caico: no sólo cepción sólo da lugar a teorias sexuales varlas lya cre-
lo más anüguo, slno tambiénloprtrctpalen que el poder cerá el pene en el cuerpo de la niña, como los pechos;
se funda. La. concepctón de Preud atiende a la oposición está escondido en el interior; las muJeres carecen de
príma/summa puesto que la potencla ordenadora no pene, no asi la madre, etc.). Pero una vez que la libido
siempre aparece prl¡nero. En muchos casos tiene que irrüstió al pene, la ausencla del órgano es una arnenaz€t
emerger de una prehistoria antes de ma¡lifestarse en su de ruina para el orden fáIico, sostenedor de una verda-
eficacia. Muchos son los eJemplos que atestlguan esta deraWeltansclwtung.
articulación histórico-estructural en Freud. Mi tercera observación se reñere a los mecanlsmos de
El Edlpo es el compleJo nuclear de las neurosls, to- defensa. Freud más de una vez menclonó defensas con-
mado aquí este término en su acepción más lata. No tra la angusüa, anterlores a la lnstalación de la repre-
eslá desde el comienzo. Aparece al térml¡lo de la sexua- slón (trastorno hacla lo contrario, mudanza sobre la
persona propia), pero estas, en modo alguno porque su
5 .Contrlbuüon de I'obse¡vaüon
dlrecte des enfants á la psychana-
lyse, 1¡957¡, en Processus de mo:h.radonchezI'e4fant, payot, l9ZO, 6 Esta puede comenzar más o menos temprano, pero el período de
págs. 73-9. su floraclón plena está fuera de duda.

40 4T
tmportancla sea desdeñable, nunca tendrán derecho a unen el pslquismo a la sexualidad. La sexuaüdad es Ia
la misma conslderación metapstcológlca que la repre- parte de la vlda que slgue ünculando el hombre al mun-
slón. Es que esta última se presenta como el modelo de do animal. Lo ancla a su cuerpo $ a su obJeto de deseo),
la defensa, por más que haya que desmembrar su apa- pero es tambtén Ia cópula por Ia cual se Lrne a lo más
rente unidad en forcluslón, desmentida, negaclón y re- cultural, y por tanto más huma¡ro, que en sí contlene-
presión propiamente dlcha. Y no es contingente poner La sexualidad hace que el hombre alcance el estatuto de
de relieve los nexos de la represlón con la cast¡ación. ser psíqulco, más que de ser hablante.
Entonces, la inspiración ontogenética del psicoanáü- Al interrogarse sobre la diferencla entre el anlmal y el
sis moderno -con prurito de credibilidad cientÍfica y, hombre, Freud conclulría que no el yo, sino el superyó
por eso mismo, de honorabüdad- sólo a medias hace se podía señalar como rasgo dlferenclal por donde se lr¡.s-
i¡rterwenlr lo a¡calco según Freud, puesto que lgnora la cribe todo el desarrollo cultural' Ia represión, proceso
dimensión estructural que es parte integrante de su na- psíquico (y no biológico -Freud l¡rsiste en ello-, como
turaleza. Aun si nada en la clencla de nuestros dÍas con- se podria declr de la regresiÓn), es también efecto del de-
curre a conflrmar la htpótests fllogenéüca, no es menos sarrollo cultural. El hombre de Freud es biológico-so-
clerto que parece heuústlcamente necesarla si uno no cial; social, porque biológlcamente fundado, blológica-
se deJa llevar por la facilidad de una posición empírica mente destinado a la socializaclón. I¡s hilos del prlmero
pragmática. Pero recordemos que en clertas dlsclpllnas se entrelazan íntimamente con los hilos del segundo en
(etología, lingüÍstica) se ha probado o sostenido la hipó- trama tan apretada que a veces no se los puede sep¿rrar.
tesis de que odsten estructuras lnnatas (mecanismos Por el acto de situar la arJé (en el senüdo de potencia
innatos de desencadenamiento en etologÍa, estructuras organizadora) del lado del sigrriflcante y de la ley' Lacan
profundas en ltngüísttca) cuya actividad depende de eltmlna de Freud toda referencia a la biologia. A dife-
estimulaclones generadas en el amblente. Lo admitido rencla de otros estructurallsmos, el de Lacan se desem-
en un ca.mpo se rehúsa en otro, y no a causa de la hipó- baraza, de las ataduras del cuerpo. la arlé se ha vuelto
tesls misma, slno de su conterüdo. Porque lo que al es- arca de la allanra'
piritu cientiflco choca es que unas fantasias -es deca, Es cierto que, hacia el térmlno de su obra, la'can pro-
unas abenac{ones del espíritu- y, para colmo, unas fan- cedería a un reordena¡niento revelador. Por una parte
tasÍas sexuales, puedan esta¡ inscritas en el patrlmonio reconocló en *lalengua, la odstencla de un lenguaJe re-
genético. No sé si la lmaginación humana ha de hallar gido por mecarüsmos que tendrían muy escasa relaclón
una solución meJor para ercplicar la odstencla de esos con los tropos del lenguaJe. No obstante lo cual lo referia
organizadores de la sexualidad humana. Sigo conven- -en un uso lnconsistente y arbitrario- al signiflcante,
cido de que un punto de vlsta que se reduz¡a exclusiva- aunque el término se apartara por completo de su acep-
mente al desarrollo no alcanzaria a dar razón de la este- ción saussureana.T Io imaginario y 1o simbólico nunca
reotipia de las estructuras fantasmáücas, que podemos estuüeron más pró>dmos que aquí. En cambio, y sin
descubrir en culturas muy aleJadas de la nuestra. duda que por contragolpe, el signlficante quedaba co-
El estructuralismo lacanlano ha esqulvado la cues- ronado por el matema; así la abstracción se tomaba re-
tión al tlempo mismo que la planteaba. Según Lacan, los sonante revancha sobre lo que parecía haber concedido
ejes ordenadores del desarrollo son las estructuras del a la fantasía. Se puede declr, en clerto modo, que el pro-
lenguaje y de la ley, unidas en Ia metáfora paterna. Nó- yecto oculto de esta lectura de Freud es purgar al psico-
tese el cambio de orientación. El contenido de que Freud
proveia a las fantasias originarias (seducción, castra- 7 En los comlenzos, el slgnlllcante laca¡üano podia en ocaslones af-
ción, escena primittva) daba una base flrme a la idea de monlzarse con el de Saussure y en ocaslones le era totalmente aJeno: 'el
psicoserrualldad, es decir, a las relaclones estrechas que falo slgnlñcante del deseo', por eJemplo.

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anáIisis de toda obedlencia a la blologia, llevándolo del no se llmltaron a superponerse sobre ellas. No se han
lado de esas clenclas humanas que han lntentado pa- constltuldo sobre lo arcalco, slno contra é1. Han lntenta-
recerse a las clenclas exactas. Sin embargo, Lacan tenía do modlflcar su funclona¡nlento por la llgamn,la stmbo-
muy esc¿rsa stmpatía por las clenclas humanas. Su teo- lización, la dlferenclaclón, etc. En suma: leamos lo ar-
ria alimenta la amblclón de ir mucho más leJos de cuan- catco qprés col42, que por otra parte es la única rrtanera
to se atreüeron llngüistas y antropólogos. De hecho, de referlrnos a ello. Lo adlvtnaremos o lo deduciremos a
esta concepción del psicoanállsis está tlroneada entre posterlort, detnás o debaJo de los parapetos que se han
un materlalismo -asaz desencarnado-, que ella ln- ertgido contra su potencla amenazadora.
voca, y un espirituallsmo que no dice su nombre, aI que De todas las lnstanctas que constltuyen al aparato
I-a.can tntenta dar los colores de la carne. psíqulco, la más tardía, la tüüma en aparecer, es el su-
peryó. Enverdad, a él suele agregársele eI callflcatlvo de
arcalco. ¿Cómo, en efecto, hablariamos del ello arcalco,
puesto que lo arcalco es el ello y que del ello nada sa-
Otra estrategla: lo arcaico qpr¿s cotip bemos? No es tlegÍttmo en camblo hablar del yo arcalco,
y por cierto que no nos prlvamos de hacerlo. Ahora blen,
He ahí entonces el punto donde estamos, entre un ¿qué recubre esa expresión? Un yo dominado por las
htstorlclsmo ingenuo e lmprobable y un estructuraüsmo pulslones, fragmentado o fragmentable, lncapaz de sor-
asaz arrogante que lleva el gusto por la soflsücaclón tear la angusda; unyo que sucumbe a la desesperaclón,
hasta hacerse puro Juego del espiritu. Pero lo arcalco etc. El cuadro se replte hasta el cansancto. Pero, ¿qué
está siempre ahi, presente en la prácüca, lo mlsmo que potencias lo gobiernan? E,ldnfmonpulstonal, desde lue-
en la teoría, sin que tengamos esclareclda su naturale- go. ¿Y la realldad? ¿Hay una realldad arcalca? En ese
za, obligados sin embargo a admitlrlo entre nosotros de cuadro falta el obJeto, sin duda porque no se le supone
grado o por fuerza. odstencla autónoma en ese contexto, a causa de la in-
Ia. esperanza de descubrir un acceso dlrecto a la ar- dtstinclón supuesta entre el yo y é1. Lo cual habüta a ca-
queologÍa psíquica por el camino de la experiencla cli- lificar de *arcalcos» clertos obJetos. [.o arcaico üustra pa-
nlca y terapéutica de las estructuras psiqulcas es harto ra nosotros, en el materlal, el estado de confusión que
insegura, aunque haya proporclonado rlcas enseñan- relnaria entre pulsión, obJeto y yo. Sin embargo, ese
zas. Sln duda que hay sitio para una dlferente estrategla caos nunca es enteramente informe, puesto que lo reco-
teórlca, menos prislonera de las trampas de Ia trasposi- rren clertos mecanlsmos fundamentales que fueron
ción directa de la práctlca en la teoúa. descritos por Freud antes de dar lugar a las especulacio-
En lugar de acorralar lo arcalco en la carrera retroce- nes de sus sucesores.
dente hacla la improbable arJé, ¿por qué no lntentar un Extraña instancla, que se deJa aprehender por la ln-
recorrido lnverso? ¿Por qué no buscarlo ahÍ donde se tuición menos erudlta, pero que es la más dtficilmente
oculta, pero donde perm¿rnece sin embargo presente en- cernible. El superyó resulta de una divlsión del yo. Asi
tre las instancias que en el desarrollo libidinat son más como el yo pareee haber nacido de una diferenclación
tardías: ahi donde pretendidamente ha sldo superado y del ello (b{o el lnfluJo del mundo exterior), el superyó ha
remplazado por estructuras psÍquicas mucho más dlfe- nacldo de Ia separación de una parüe del yo. Aquí des-
renciadas? Sl es verdad que el lnconclente está marca- peJamos, en favor de una teortzaclón más dlaléctica, lo
do por la lnscrtpción de los mecanismos psiquicos más que esa concelrclón pudiera tener de esquemátlco (como
primitlvos, propios de los comienzos de lavida psíquica, sl el desarrollo sólo conslsüera en una serle de gema-
y que ignora el tiempo, es razonable pensar que las es- clones que se consumaran a üempo cumplido). Si, el su-
tructuras ediflcadas sobre las lnscrtpclones orlglnarlas peryó resülta de la diferenciación del yo, pero no es en

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virtud de un proceso ascendente como se constltuye. slsta), secundarlo (o hlstértco) y con el ideat delyo.s Esta
Para comprender su génesis, es preclso hacer lrrterventr suceslón es elocuente: na¡clslsmo, histerla, tdeal del yo.
un trayecto retroactivo, lurt lazn del desarrollo, puesto Y es, a saber, para el primer tipo: yo identlflcado con el
que la parte del yo que ha adqulrido ese nuevo estatuto obJeto en una relaclón de fusión, sln distlnción de los
se enraíza en el ello; porque el superyó se apoya sobre el términos fusionados; para el segundo: yo identiflcado
ello, como sobre el yo, y se nutre de los mlsmos fondos con el deseo del obJeto, distlnto de él y dentro de una
que el yo. En consecuencla es legitlmo buscar lo arcalco sltuación trlangular; flnalmente, para el últlmo, yo iden-
más del lado del superyó que del lado del ello, en el esta- tiñcado con una lnstancia pos-edíplca, con remplazo del
do normal. Freud se apro>dma aqui al Nietzsche de La- obJeto por el ldeal del yo. Este conJunto de funclones
genealogiad.e lomorol llevó a I-acan a oponerse a las concepclones psicologi-
No por anudado aI ello deJa el superyó de ser la lns- zantes del yo, que valorlzan su relación con la realidad, y
tancla más metañrica. Y no sólo por ser el vector de los a sostener que la función fundamental del yo era estar
valores, sino por su constltución misma. Porque en este cauüvo de las ldenüñcaciones lmag[rarias del suJeto.
punto es preclso lnvocar la obserwación de Freud, tan El aeoplamtento del superyó y del ideal del yo mues-
importante: eI superyó del hiJo no se forma según el mo- tra que una instancla, sola y la misma, toma sobre sí
delo de sus padres, sino según el del superyó de estos. dos tlpos de nexos con el obJeto: interiorDación e ldentl-
Su estructura contradlctoria -encadenado al cuerpo ff.caclón. Veremos más cla¡o si ahora nos volvemos a los
por el ello, se lnJerta en lo menos ca¡nal que hay en la obJetos primarios, que acaso nos revelen en qué consls-
relaclón del hiJo con las imágenes parentales- es sln te la relación arcaica.
duda la sltuación más favorable para hacernos apresar Ent¡e las funciones de los obJetos prlmarlos, es pre-
la perennldad de lo arcalco, ahí donde parece haber desa- clso contar una, fundamental: la autoridad. Pero con-
parecido por completo. vlene despoJar a este Grmino de su connotación moral
El nexo del superyó con esta parte, la menos carnal, para concebtrlo desde el ángulo de una relación de fuer-
de la relaclón que liga el yo del hiJo con sus padres sólo zas que hace ineütable la dependencia del niño de sus
se hace posible por lntermedio de la función del ideal. padres. fJrtavez que el superyó lnterlorice, Junto con la
Esta es al superyó lo que la pulsión es al ello. Tanto así, función de autoridad del obJeto, la del amor del progent-
que Freud p¿rrece vacllar entre superyó e ideal del yo. tor por el h{fo, Freud no vacllará en callflcar a esta ins-
¿Es este último una parte autonomfzada del superyó o tancia de manera metafórica: el superyó stmboliza *Ias
solamente uno de sus subconJuntos? El par superyó- potenclas protectoras del Destino,. Tan lndispensable
ideal del yo ha dado materla a distlngos lnteresantes. es el amor de estas que el suicldlo sería la consecuencla
Sln pronunclarse sobre la índole de los lazos que los de su abandono. I¿s necesldades de lavida hacen cono-
unen, parece odsür acuerdo acerca de sus nexos, re- cer aI niño que es lnevltable el abandono, temporario o
sumidos con Ia fórmula: el superyó es eI heredero del exigido de manera deffnitlva por el creclmlento. Enton-
compleJo de MtW, mienlras qte elldealdelgo es eltere- ces la identiflcación, dice Freud, es la únlca condición
dero det narclst smo prlmarlo. que puede volver aceptable esta pérdlda del obJeto'
El superyó nace entonces directamente del Edipo, es
decir, del conflicto psíquico concerniente a los deseos
8 Sin duda que tamblén Ia resoluclón del confücto edipico desem-
dirigidos a los obJetos parentales. Con razÁn se sosüene
boca en la tdentlflcación. Pero parece que el ideal del yo estuvlera más
que la relación del yo con el superyó es el resultado de la
dlrectamente relaclonado con ella. De los tres tlpos menclonados, dos
interiorización de los lazos entre el yo y el obJeto. Bn son atribuibles al narclsismo, el prlmero y el últlmo. Esos lazos entre
cambio, el ideal del yo se reconduce a la ldentlflcación, narclsismo e ldentlflcactón pueden ser directop, o lndirectos, cuando la
en la que Freud disüngue tres tfpos: prlmario (narci- identlflcaclón se hace con el obJeto.

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Idenüffcaclón y narcislsmo se asoclan; una y otro rubrl- Son las relaclones superyó-ldeal del yo las que pudle-
c¿rn una emanclpaclón de la dependencla frente al ob- ron encamlnarnos hacla la naturalua de la relaclón ar-
Jeto, que en las formas extremas impulsa al yo hacta las calca. Interroguemos ahora retroacttvamente el arcaís-
vertlglnosas cimas de la autosuflclencla orguUosa. mo del yo. Es notable que a propósito de un articulo
Llegamos asi a una prlmera conclusión: la relaclón sobre *Ia negaclón, (1925) retomara Freud el esquema
arcalca parece fundada en la alternancla obedlencla- del aparato psiquico según lo había elaborado en la
orgullo entre el yo y el obJeto. En realldad esta fórmula Metapslcolqúa, muy en parHcular en «Rrlslones y des-
condensada no caracteriza a un p¿rr de opuestos, slno a tinos de pulsión» (I9I5).
dos pares de contrarlos, opuestos: obedlerrcfa-fr¡sumi- En el mtto genétlco construido por Freud a propósi-
sióny orgullo-fulntldnd.. El prlmero va referido a la rela- to de Ia negaclón, el yo conoce tres estados suceslvos:
clón con el superyó en su vertlente esenclalmente ob- *yo-realldad orislnarto» (o inicial), «yo-placer puriflcado,
Jetal; el segundo se llga al ldeal del yo y atañe por lo y *yo-realidad deflrüttvo,. El yo-realidad del comienzo
tanto a la verHente narclsista. En una ocaslón arrterior se ltmita a reconocer la fuente de las excltaclones: ex-
he opuesto ya, con otros autores, los efectos asaz dife- terior, cuando él consigue escapar de su efecto nocivo;
rentes de la culpa. frente al superyó y los de la uergüervn, tnterior, euando f¡acasa en ellminar la tenslón. Esta dis-
que debe ser interpretada por referencla a la dimensión tinclón prlmera, preüa a todo dlscurso sobre lo arcalco,
narcisista del ldeal del yo. que sólo se aprehende partlendo de una dtvislón lnau-
Si los obJetos arcaicos se caracterizan por la confu- gural del espaclo al modo en que muchas cosmogonias
sión que relna en el lnterlor de la psique entre pulslón, orpllcan la separación lntclal de la Tle¡ra y el Ctelo, des-
yo y obJeto, es preclso añadlr que no es más níüdo el dis- pués de la Noche y el Día, etc. Cada enüdad así constl-
tlngo entre pulsiones erótlcas y pulsiones agreslvas, tulda esá gobernada por una potencia que le es adhe-
entre pulslones que se pueden satisfiacer de manera au- rida o que a ella se adhlere, lo que no deJa de engendrar
toerótlca y pulsiones cuya satlsfacción odge de la inter- confüctos por la supremacía. El prlmer trabaJo del yo
vención del obJeto. Pero la confuslón que señalamos no ortglnario termina por identlflca¡ lo interior con la ame-
sacia nuestra sed de comprender, porque dlsculparnos naza. del peligro inelimlnable. El üempo que le sucede
de nuestra ignorancia no equlvale a comprender meJor: procederá a una nueva diüsión. Elyo-placer (puriffcado)
lo que es arcalco no se puede decfr porque es arcalco. separa entre lo bueno, Io lncorporable, lo tdénttco aI yo,
Confustón hay, pero ¿en orden a qué? y lo malo, lo orcorporable, lo aJeno ,I yo.g [.o arcaico es
El yo es la sede de esta confusión, no solamente por maniqueo. Si uno completa este modelo agregándole el
ser el teatro del conflicto, slno porque parece Jugar a del vínculo con eI obJeto, comprende asi que el funciona-
confundir los térmir¡os que a través de él se oponen: el miento del yo-placer purifle-ado está subtendido por la
demonismo pulsional y la lmposibilidad de hacer coin- relaclón obediencfa-oqguUo. I-a prueba es que el yo-pla-
cidir el obJeto con los deseos del yo. Las dos funelones, cer purlflcado tendrá que renunclar a esa blpartición
obediencia y orgullo, operan dlferentemente. La obe- entre adentro y afuera para proceder después, adentro,
diencia es el lugar de un dilema: ¿obedecer a las pulsio- a una nueva biparttctón entre lo agradable al yo y al ob-
nes, o al obJeto? Y la cuestlón se compllca a causa de la Jeto -lo que, admitido por é1, es para conserwar-, y lo
proyección, que atribuye al obJeto las características de desagradable para el obJeto -primero- y para el y«l
las pulsiones y que anima o antmiza las pulsiones ha-
ciéndoles revestir las galas del obJeto. En cuanto aI or-
I Señalemos que en .I¡ negaclón, Freud no retoma una hlpótests
gullo, es doble también porque se ceba en las üctorlas
sostenlda en ¡Pulslones y desünos de pulslón,, que opone un yo-pla-
arrancadas al obJeto lo mlsmo que en la negación de cer a una realidad lndlferente. En ese momento (1925) el yo-placer se
este. opone desde el corrlenzo a un no-yo por rechazar.

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Freud liberal, hay un Freud ntetzscheano. Acaso se pu- No olvldemos que, por propla confeslón, Freud desde
dlera conclliar esa paradoJa aparente: es slmbóllca- hacía muchos años había perdldo todo gusto por la
mente como los héroes pasan por alto las prohtblctones páctica; sólo la teoría movlliaaba su lnterés. Es que con
rectoras. Nadie replte el gesto arcalco de Edtpo: parrtci- la edad había perdldo tambtén estacualldad fundamen-
dlo e lncesto, pero toda conqulsta lmportante para la tal del analista: la paclencla, h{a de la tenacidad. Ade-
humanldad es la t¡asferencla de la trasgrestón aI orden más, tuvo el coraJe de confesar que le repugnaba ocupar
de la subllmactón. Algunos trx¡ocan una superhumani- el lugar de la madre en Ia trasferencla. ¡Y eon qué sor-
dad en que se habtlttan, ayudados a veces ¡ror sus celo- prlesa descubre la tmportancta en la h{fa de las relacio-
tas, para que }a separaclón entre lo slmbóllco y lo real nes prlmeras con la madre, portadoras del destlno de la
llegue a ser muy estrecha. Más todavía: en nombre de feminldadt Compara su asombro con el que ortglnó el
lo stmbóllco pas¿rn por alto las barreras de la ley que descubrlmlento de la clüllzaclón minoica, en compa-
sólo retlenen a las almas comunes, con la consecuencia raclón con el de la Grecla eláslca. El era un hombre del
de suscltar la admlraelón del gran número; no hacen siglo V no de I;a Grecla arcatca, más eómodo a la sombra
más que repeür lo arcalco baJo los nobles ornamentos de Perlcles que a la de los reyes cuyos palaclos albergan
de su üscurso. minotauros. Ahora blen, ¿cómo teorlzar lo a¡calco sl uno
I-o a¡caico, nunca fenecldo, asoma baJo la madurez, y deltberadamente se opone a aceptar prlmero y a ana-
esJustamente por este abordaJe lndtrecto como meJor lo llzar después la trasferencla materna? ¡Y con qué peso
apreclamos. Su preslón, como la de la pulslón, perma- pesg esta confesión cuando se trata de rer¡aluar La gra-
nece constante. Sólo dlfieren las soluclones a que da ütaclón verdadera de la roca .biolóE[ca, de la castración!
curso. ¿Por qué esta permanencla? Ia. respuesta se üe- ¿Rehusamlento de la femtnldad o rehusamlento de lo
ne que buscar por el lado de l¡a esencla de la pulsión: la maternal, como peligro del retorno a lo arcalco? Para mi,
compulslón de repetlción que descubrlmos tras toda la segunda respuesta es la buena, slrt ser por otra parte
resistencia al camblo. absolutamente contradlctorla con la prlmera.
Es un hecho que desde Melanie Kleln, que ha opera-
do la *transvaluación» de los valores del pslcoanáüsls,
haclendo del Edtpo eLMutferlcomplex; es un hecho, digo,
El anáIlsis lntermtnable y sus causas que desde entonces data la toma del poder del psicoaná-
lisis por lo arcalco. No cabe nl lamentarlo nl aprobarlo;
Desde 1937 -hace mucho tiempo para nosotros y no fue más que el puntual retorno de un péndulo lan-
tarde para él-, Freud anotó entre los obsláculos a la zado al punto más extremo de su trayectoria por el fun-
curaclón el rehusamlento de las pulsiones a deJarse dador del pslcoanáIlsis. Y como Kleln era más lnnovado-
domesücar y el lnfanflllsmo del yo portador de Las secue- ra que verdaderamente genlal, no la han seguldo tanto
las de los lnevttables traumas de la lnfancla: a¡caísmo como a su maest¡o. Pero a Melanle Kletn se le deben acre-
triunfante del ello, arcaísmo debilitante del yo, sea exce- ditar aportes nuevos, solldarios entre sí por lo demás:
sivamente sumiso, sea demaslado o¡gulloso para reco-
nocer sus límites. La.s formulaciones de Freud, leidas l. [.a acentuaclón de la lmportancla de los prlmeros
hoy, parecen asaz lmpreclsas y sobre todo muy frag- estadlos de desarrollo, caraeterlzados por las angustlas
mentarias. arcalcas, las fantasías prlmlüvas y los prlmeros meca-
No es que sean i¡nexactas en sentido estricto. Tlenen nismos de defensa.
un perfume de abstracción, no por serteóricas, slno por 2. El lnteres por los paclentes de estructura psicóüca
globalesyvagas; apenas sl nos dlcen algo, o sólo habla¡r y la relnterpretaclón de las neurosls, sobre todo de las
a su autor. neurosls graves.

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3. I-a concepclón de la feminidad que relattüza la en- fensa que lntentan luchar contra ellas. Ausente aqui la
üdia del pene frente a la relación con el pecho. autoridad de Freud, nos vemos librados a las interpreta-
ciones dlvergentes de sus herederos.
Piénsese lo que se qulera de la obra de Melanle Klein ¿Oué dlce Iacan? Que esa gente tlene el pescuezo
y de su casl constante referencia a lo arcalco, y por más rigido, que rehúsa su castración simbólica. Dicho de
critlcas que se puedan hacer a los puntos débtles de su otro modo, que es preclso hacerle dura lavida por medio
teoría, es su mértto haber abierto el pslcoanáIisis a un de la sesión breve, con escansión de lo slmbólico y con el
inconclente diferente, lnsospechado por Freud. No cae- analista autor de Ia I-ey porque el analizando persevera
mos en la tngenuldad de creer que las estructuras psicó- diabólicamente. Cuando haya comprendido, no hará
tlcas o los casos fronterizos permitlrian al anaüsta ob- más que lrrvoca¡ su deseo para pasar el mensaJe a otros.
servar el fondo de los mares de la pstque nl conocer el ¿Qué dice Bion? Que el dilema esenclal es huir de la
pasado más leJano gracias a una especie de máquina de frustraclón evacuándola o elaborándola. Dicho de otra
remonta¡ el tiempo. [,o arcalco que las estructuras psl- manera: rehusar el sufrimiento ineütable negándolo o
cóticas revelan encontraria su Jusüficación en aquello convlrtféndolo en un obJeto de trasformactón en el orden
que lo hace diferir de las estructuras neuróücas, más del conocimlento, del amor y del odio.
aflnes -se dlce- a la estructura del anaüsta. Lo a¡cai- ¿Qué dice Winntcott? Que el analista es uülizado pa-
co: sería entonces lo otro- ra repetir las carencias del ambiente. Dicho de otra ma-
¿En qué impreslona esta dlferencia al anaüsta? Se nera, que el a¡ralizando no puede hacer otra cosa que
equlvocaria qulen la buscara solamente en los hechos demostrar al analista toda la cuantía de su impotencia y
clÍnicos. aun de s¡ ¡¡alignldad, esto para afirmar los derechos de
La neurosts, obJeto esenclal del psicoanáIlsis freudia- omnipotencta que su posición de victima le conflere, posi-
no, entregó sus secretos merced a la incomparat¡Ie mi- ción de la que procura ortraer una orgullosa venganza.
rada que Freud dirlg!ó sobre ella y que desdeñó arroJar Esta disparidad aparente de puntos de vista. se disipa
sobre las estructuras psicóticas... al menos las mlró en un consenso: todo ello obedece a lo arcaico. Se trata
muypoco. No sólo porque la neurosls es más coherente, menos de un arcaismo flado o en marcha hacla una
por lo tanto más inteligible, y más analizable en conse- evolución que de un arcaísmo que üene quebrado su
cuencla, de derecho, sl no de hecho. Desaparecido Freud, Ímpetu hacia el reconoclmlento de la madurez. Es pre-
ella sigue ocupando un lmportante lugar en la bibliogra- ciso tener presente este matiz para eütar confundir los
fia analitlca y ha insplrado noventa años de trabaJos. casos fronterizos no sólo con las neurosis, sino con las
Los anallstas arn¿rn a los neurótlcos porque los hacen a pslcosls igualmente. I I
ellos intellgentes: los comprenden; eflcaces: a veces los En 1974 propuse un modelo teérico alaluz del cual
curan; amables: aqui la trasferencla posiüva domlna se pudiera comprender el sentido de la estructura de los
siempre. I-os casos fronterizos los vuelven tontos: no ven casos fronterizos.l2 Se la podía interpretar como un des-
nada ahí; culpables: üenen el sentimiento de no merecer plazamiento de los conflictos intrapsÍquicos al límite del
sus honorarios; detestables: son más orttados que ¿rma- campo psíquico que üene por fronteras el soma hacia lo
dos por el analizando ciego a sus esfuerzos, e ingrato, lnterior y el acto hacla lo exterlor. Reparemos en que son
por añadldura.
Pero la diñcultad prlncipal en la problemática de los 1l Cf. A. Green, «Passlons et destlns des passions, , en, l,o.Jolle prl'
casos fronterizos es la incertldumbre de los pertlnentes uée, Galllmard, 199O. [*Pasiones y destlnos de las paslones', en De locu-
puntos de referencia a:dológicos que esclarecleran la ras priuadas, Buenos Alres: Amorrortu editores,l99O.l
12 .Lana\¡ste, la symbolisatlon et I'absence dans le cadre anal5rti-
estructura oculta, determlnante del polimorflsmo de los que,, en laJolle prtuée, op. clt. [.El anallsta, la slmbollzación y la au-
síntomas, de las angustias y de los mecanlsmos de de- sencia en el encuadre analiücor, en De locuras ptluadas, op. cit.l

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los lÍmltes mismos que encuadran el rnontaJe pulslonal contra-poder. El poder se comparte o se dlvide. Se reparte
(fuente y meta). Estos dos parámetros extrapsiqulcos en la relaclón con el otro. [a. potencla, en cambio, en el
son responsables de la somatlzaclón y del pasaJe al acto. sentldo que aqui le doy, conflere a qulen la ¡rosee una
En el lnterlor del campo psíqulco, otros dos parámetros fuerza absoluta a los oJos del otro. Es siempremás o me-
definen mecanlsmos fundamentales: Ia esclsión y la nos dlüna (o dlabólica); en todo caso, sobrehumana. Su
desi¡rvestldura, que están en la base de l¡a ldentiflcaclón i¡rversa es La lmpotencla.
proyecüva y de la depresión primaria (lo blanco). Estos A los oJos del analizando que es un caso fronterTm, el
cuatro parámetros orlentan aI analtsta acerca de los anaüsta posee ese poder. Porque lmpone el contrato (con
movimientos que la trasferencla fronterlza permite ob- olvldo de que el anallsta tambtén se somete a él). La de-
servar. En 1976, propuse sallr del emplrlsmo clinlco sigualdad eüdente, en favor del anaüsta, se conüerte en
respecto de los tfurderlfue», conslderando lo fronterizo la ocaslón en leytrücua, despóüca. [.a neutralidad es to-
como un concepto,l3 lo que estáJusüflcado a l¡avez por mada como una lndiferencla teñtda de crueldad. Silen-
la prácüca y por la lectura de Freud. cioso, el anaüsta da testlmorüo de su despreclo altanero.
En la prosecución de ese iflnerario teórtco se inscrlbe Si quiebra su reserva para tnterpretar, su interpretación
la hlpótesis que aquí sostengo acerca de 1o arcaico. nunca es tomada como una sugerencia lnteresante que
se pudlera considerar, susceptible de arroJar una luz
liberadora sobre el oscuro caos en que el analizarrdo se
queJa de estar prlsionero: ella es un dlJctat, algo que sólo
Podery potencla: la analidad primaria cabe tomar o deJar. Y si llega a ser verdadera, no podrá
menos que reaüvar la humillación de recurrir a lia asis-
Cada vez que he podido avarrziar suflclentemente en tencla de alguien que supiera meJor que uno mlsmo lo
el arráüsis de un caso fronterlm, me he encontrado con que uno qulere declr. Y por otra parte, ¿no permanece él
que la trasferencla íntegra estaba tmpregnada por un acostado, en esa posiclón lnfantiltzante, mlentras que el
malentendido que estorbaba su análtsls: la confuslón analtsta lo domir¡a desde la íntegra altura de su poslclón
entre poder y potencta. La proyección del paciente atri- de sentado? Puede el anallsta manlfestar sollcitud: será
buye al anaüsta unapotenclayhasta una omnlpotencia la demostraclón de su lnsoportable paternaltsmo. Sl se
que no deJa al analzando más salida que luchar contra aburre, es prueba eüdente de que no le lnteresa vuestro
la trasferencla y rehusar todo poder al obJeto trasferen- sufrimlento. Y si, relaJando el control de la situaclón
ural. La. dlferencla entre estos dos términos, tan pró>d- para dar un ¡roco de rmelo a la espontaneldad, reacciona
mos sln embargo uno al otro, es conslderable. Conviene de manera algo üva, será que trata de seduclr o de cas-
preclsarla. 'rgar; en cualquier caso, de desestlmar. Reclama hono-
El poder es slempre [mitado, fallble, cuesüonable. rarios: es porque sólo le lnteresa el dl¡rero; sl su trata-
Naüe lo posee enteramente, no obstante las aparien- mlento es gratuito o casl (por eJemplo, en una lnstltu-
clas, asi como nadie está enteramente desproüsto de é1, ción), es porque neceslta de cobayos o porque abruma,
aunque sólo sea por el poder de amar o de no amar, de al anallzando desproüsto, con su conmlseraclón de
ser amado o detestado por el otro. El poder se hereda o se acaudalado.
conqulsta, aumenta o dtsmlnuye, se pierde en mayor o Pareclera que una excitaclón permanente, se deba a
menor medlda. A un poder se contrapone slempre un un efecto inconciente de intrusión o de abandono, ta-
ladrara al yo stn descanso. I-a deserlpctón que acaba-
l3.El concepto de fronterlzo¡, asi como rEl mos de hacer atañe menos al contenido de los conf[ctos
doble limtte,, en fbfd. fEn
castellano, el prlmero de estos trabaJos se encuentra en De tocuras pri-
-aunque sea reveladora de la manera en que es üvi-
urrdas, op. cft., y el segundo, en el presente volumen.l do el obJeto lnterno- que a la poslción del a¡raltzando

56 57
frente al analista enelencund.re. Es el principio mismo esa analldad prtmarla, como medlo de asegurarse la
del análisis el cuestionado. El analista no es más que la omrüpotencla sobre el obJeto... omnipotente.
emanaclón o, en eI encuadre, el representante del obJeto El conflicto de obedlencla-orgullo es dentro del aná-
(por más que el término sea lmpropio porque, como lo lisis, puesto que no se 1o puede asumir en acto, el medio
ha vlsto Winnicott, el analista no representa aquí a la de drclrlo arcaico, vtüéndolo, sl¡r distinción efecüva nt del
madre: es la madre). El dlsposiüvo analÍtico, que se con- obJeto nl delyo. Este confllcto anal primarlo es a lavez lo
sidera factlttante para el neurótico, es para el caso fron- arcaico y la defensa frente a lo arcaico, porque erraría
teriz¡, sl no una máquina de tnflutr, al menos urra má- qulen tmaglnara esta oposlción, cualqulera que fuese su
quina de manlpular para saüsfacer la omnipotencla del aspecto slstemátlco, desde el ángulo de una coherencla.
analista. ¿Cómo comprender esta desnaturalizaclón del Muy al contrarlo, la lnsumisión es aquí caótica, como la
encuadre? aÍr:rereaza del caos que se esfuerza en conJurar. En el
I-o habitual es reconducir Ia problemátlca del cor¡flic- límite, el confllcto de obediencla-orgullo no se enfren-
to por el poder, a la analidad. ¿De eso se trata aquí? Si y ta al superyó rü al ideal del yo. Esta dirtgido contra la
no. No, sl se piensa en los rasgos clásicos de la analtdad herida de la odstencla de lo lnconciente, como arnenaza
y en su flJación en la neurosis obseslva. Si, si se plensa que se clerne sobre el dominio.
que eI conflicto anal es fundamentai en el fronterizo,
porque con acierto se ha üsto en la anaüdad una linea
demarcatorla con la psicosis. Prefiero invocar una a¡rali-
dad prlmarla que no es posible caracterlzar únicamente I-a" omnlpotencia y el Edipo
por la prevalencia de los procesos de ocpulsión, según
sosteníaAbraham, slno que desborda con mucho la zo- La omnipotencla es el concepto que permite reunir
na erógena e irrvade alyo, obllgándolo aüvir ese confllc- baJo un solo titulo los problemas de obedlencla en rela-
to de obedlencla-orgullo, lo cual unas veces lo revela ción con el superyó y los del orgullo llgados con el ideal
complaciente y obsequloso, y otras veces 1o lleva a re- del yo. I¿.s raíces de la omnipotencla se sitúan mucho
chazar hasta la resplración del analista. Es el caso en más acá de tras ex¡rresiones anales u obseslvas: se re-
que el analizado exclama: «¡Sé que lo empuercolr. No es montan alareallzación aluclnatoria del deseo. La omnl-
seguro que uno no Io lastime negándolo, pero es induda- potencla está ahí en gerrnen, desplegándose llbremente
ble que, admttléndolo, se lo atormentaria. en los procesos prlmarlos. Cambiará de estatuto en la
Una analidad así condensa a lavez la regreslón edípi- psicosls, como lo muestra el caso Schreber, que se pue-
ca y el empecinarnlento contra la caída en la oralldad. Ia de leer enteramente desde el ángulo de las relaclones de
En suma, lo arcalco, en la medlda en que se llga a esa obediencia-orgullo frente a ese Dlos lntocable.
problemátlca de obeüencla-orgullo, es ya un punto de La omntpotencia es lrrvocada de manera diversa en el
detención ante un caos en que seria insostenible toda pslcoanáIisls de nuestros dias. Para Freud, es la impo-
relación con el otro. La proyección de la omntpotencla tencia del espiritu la que explica su omrüpotencia y su
sobre el analista üene un sentido. Ve en eI analista a proyecclón sobre los progenitores, qulenes a menudo la
aquel que ha conseguido la realización de los deseos de refleJan sobre su crlatura. No obstante, en ciertas lectu-
ras contemporáneas parece que el obJeto prlmario se
presentara omntpotente como tel, con omlslón (volunta-
14 Puede que parezca paradóJlco
defender una concepción de lo ar- ria o lrrvoluntarla) de la fuente infantll de esa omnlpo-
caico Ilgada a un estadio que es sólo el segundo en la evolución de la
übldo. Slempre la oposiclón Prl,ma-Summo. De hecho, la analldad prl-
tenela conferlda casl siempre a la mddre. Antiguo deba-
marla es la primera tentativa de domlnlo de lo arcalco, que de otro te, cuesüón stn saltda del genetlsmo: sl fue prtmero la
modo no es cerntble: bueno únlcamente para ser expulsado, galllna o el huevo.

58 59
Habría que ver las cosas de otro modo, declarando al de la madre.16 El decfr del anallsta no hace contrapeso
obJeto omnipotente en üsta de la realidad 0a supervl- al hacer (il.úerior) del obJeto, que sln cesar asedla al yo. Y
vencia del ntño depende de é1, y suele ser así como se se sabe que la madre nunca es más omnlpotente que
vlven las madres), en tanto que el htJo es omnipotente en cuando no está ya ahi, es declr, cuando el yo no ve otro
la reaüdad psiquica. Y no es raro que la pareJa madre- medio de pallar su alllcctón que recurrlr a la omnipoten-
htlo se vlva en la «omnlpotencia simbiótica,.ls Ahí reslde cia. Nunca se es más omnlpotente que estando solo. El
el peligro de una perennizaclón de la arJé: el suJeto, de- yo clama su lmpotencla, se abmma, pero tlene a olgullo
cepcionado slempre por no poder vlvlr solo su omnipo- ser el adversario, nllnca completamente de rorllllas, del
tencla, slempre está en busca de un obJeto lrremplaza- temlble déspota. No consentirá que el anallsta logre
ble porque nada podúa rlvahzar con la omnlpotencia llevarlo a renunciar a la excitación de ese combate inrnt-
materna. sericorde contra un enerilgo de quien admlra el genio
Es en el momento en que los dos comparleros de la pa- para el mal. Este *odloamoramiento» g-acan) es a vida o
reJa modre e hüo, rerunclanta suomnl¡ntencto.muhtay muerte.
reJleJada" cuando porfinacceder\ cadau¡a de e[[os, aun El padre muerto funda la estructura del superyó. Su
pder omnipotencla, aunque conslderable, es atemperada por
Winnicott ha dado prueba de una excepcional penetra- el amor que tlene a sus tr{os. Dlos de cólera, deJusttcia,
clón en el caso de los fronterizos. Ha modulado el leit- pero Dios protector. ¿Yla madre? La madre omnlpotente
motiv de la lucha contra la dependencia y la necesldad es la que no podría morir. ¿Tendá el incesto (en los dos
de dependencla. Retomare sus comprobaclones a la luz de sexos) vida más perslstente que el parricidlo? El obJeto
mi hipótesis. Sin duda que el anelira¡rdo repite con el materno Incestuoso *en el sentido más lato- está slem-
anaüsta el conflicto arcalco de la relación con el obJeto, pre ahi, acusador, odgente, humtllante, cruel. Quiere
prisionero entre la obediencia y el orgullo. Cuando el sí- que el hIJo se conforme a sus ideales. Este no tendrá
mismo falso cede ante el anállsis, sobreüene el diluüo más tÍtulo de orgullo que ser el hiJo de la madre, o de su
relündlcatlvo, rencoroso, inmisericorde, entrecortado esürpe. La referencla al abuelo materno, al tÍo de la mls-
por mome4tos de gracia que nunca están destinados a ma rama, suplanta a la del padre. ¿Hace falta recordar
durar porque son una amenaza para el orgullo: se debe que estoy hablando de una tnogo?
ese bienesta¡ a a§uien que sin duda se gloriann de ello. Para esto arcalco que los casos fronterlz¡s nos fuer-
El anallzando se reprocha esos momentos de flaque- ?:rrl a pensar, el pslcóüco nos vuelve clegos desplegán-
za porque, por un instante, ha podido deJar de acusar aI dolo ante nosotros en todas sus formas.
obJeto y descubrtr en si sentlmlentos de amor fuerte-
mente reprimidos hacia aquel o aquella a qulen Juzga Lo a¡calco no sólo es de slempre, slno que es de don-
responsable de sus desdictras. Y por eso mlsmo, por su dequiera, enmasca¡ado baJo las aparienclas de la nor-
odlo, le sigue obedeclendo puesto que lo restablece en malidad. I-as tdeologÍas politlcas lo recogen en las socie-
su omnlpotencia. Esto linda con la erotomanía. dades de los regimenes llamados fuertes. Ias religtones
¿Obedlencla retrospectiva? Sin duda, ¡rero obedien- paganas o reveladas hace tiempo que le han dado astlo.
cia nunca resignada. En su estudlo sobre la reacción te- Acaso en estas últimas es más elocuente.
rapéutica negaüva, J.-E}. Pontalts hacía notar que cler- [¿. lectura de los Pensa¡rúerúas de Pascal es más que
tos suJetos tlenen necesldad de creer en la omnipotencia demostrativa en este senüdo. La dialecüca del autor me

16
J.-8. Pontaüs, .No, deux fols non,, Noutnlle Reuue de psgchano.-
r5 Cf. M. KhsJo, Le ffi caché, Galllmard, tg76. Igse, n" 24, 198r, págs.53-74.

60 61
parece más que inspirada por Dlos. Después que Pascal El aná"lisis no seria sl no allmentara esa esperanza.
¡y con qué elocuencia líricat nos ha hundido en la mlse- Eso pasa por la ltquidación del compleJo de Edlpo. Esta
ria del Hombre sln Dlos y nos ha salvado por la grandeza apuesta no es menos grávlda en consecuenclas. Y tanto
del Hombre con Dios; más avanza en la obra y más da más cuanto que esa llquidactón no desemboca sino en
muestras de un dogmatismo inmlserlcorde, casl tan la génesls del superyó. t rgar lo arcalco, en el superyó y el
aterrador como el silencio de los espacios lnffnltos, si se ideal del yo, es empero el meJor medlo para no quedar
lo imagrnara a la cabeza de un Estado. Una sola ¡shgión: preso entre el martillo de la obedlencla y el5runque del
la crlstiana, porque ha sido predlcha y ha hecho mila- orgullo.
gros. La religiónJudía tuvó una sola funclón: a¡runciar a
Jesús. El lnficrtunlo del pueblo elegido está atri p¿rra ser-
ür de prueba: ha profettzado la llegada del Mesias y no
ha creído que Cristo era su encarnaclón. Sin él nada sa-
brÍamos: sin sus infortunios ni sospecharíamos la falta
en que lncurririamos no creyendo en Cristo. Una sola
Iglesia: la de Roma. Pascal loJustiflca todo: suJerarquía,
su potencia, ta infaübüdad del soberano pontífice. Por-
que todo eso está subordlnado al fln superior. *Abattr la
soberbla, a fin de que el hombre ponga su orgullo «pro-
piamente,, es declr, en la obedlencla a Dios.
¿Descartes? «Jnútil e lnclerto». Pascal no atina a nada
con esta filosofia mediocre que sólo se vale de Dios para
dar el papirotazo al Unlverso y reürarse en el acto.
Pascal encuentra indigna la conñanza que Descartes
concede al hombre (aun si Dios acude en su au:dlio en
última lnstancla; por eJemplo, cuando tropieza con la
distinctón entre sueño y rea-lldad). Y no obstante... Ha-
llamos en los Pensamtentos páginas que reconocen el
supremo poder de la lmaginaclón, que üene el predomi-
nio sobre larazón. Pascal queda preso de la paradoJa: la
razón por si sola no basta para descubrir la verdad de
Dios, y no obstante, Dios es absurdo sl no es racional-
menteJustlflcado. Pascaljuega sobre todos los tableros.
Apuesta mostrando que no se podría obtener en ellos
otra soluclón. Esa apuesta es de obediencia.
Bl Dios escondido fue si¡r duda el medio quepermittó
a Pascal satisfacer su necesldad de sumlslón y extraer
de ahí un orgullo queJustjficaba la omnlpotencia que se
escondia, también ella, tras la lrrvocación de su mlserla.
¿Acaso el lenguaJe no es el últlmo refuglo de la omnl-
potencia?
¿St lo arc¿ico es lndestructible, es al menos acondl-
cionable?

62 63
2. El ideal: mesura y desmesura
(1e83)

Stempre me he manterúdo enlo pla nfa bQa g en el sótara


del edlficto; tsted @rmo qrrc st se camblo el punto de uls'
to se ue tarnbténunplso supeñor donde ff.oranhuéspe-
des tandtstlngutdos omo lareUglón" eLarfe, y otros. No
es usted el tttlrc en esto, lomagoño de los especímenes
culias delhomo natura plensanasL Ustedes enesto an-
seruadotr Ao soA reuolttclannrto. Sthnsteratodauío pr
delanfe u¡tnutdade tabQo, me atreueríoaosfgnor tam-
btén a los huéspedes de alta alcwrúo u¡to morado en mt
casÍta bSa A la reltgtón Aa se lo le errconlrado desde
qte dt con lo catqorío.neu¡osús de lo hwtatúdad». Pero
es profuble que no t:r,s entendan¡ws enfre ¡tr,sotros, A que
pasensfgües antes que se z.arle ¡utestraquerello-

Carta de Slgmund Freud a Ludwtg Binswanger del S de


octubre de 19361

Lo subhme y el ldeal

Con una ostentación bien provocadora seJacto Freud


de mantenerse en los baJos fondos del ser humano para
revelar su rlquua lnsospechada y la fuente de muchas
acüüdades llamadas superlores o elevadas. Por eso hay
que comprender la introducción tardia del concepto de
ldeal, ertglda después en instancla, como el fracaso de
una tentatlva, constante en su pensarrüento, de oqpllcar
lo superlor por Io inferlor. Reconocer la dlmensión es-
tructural del ldeal, y su presencla en los orígenes de la
organlzación psíquica, impllcaba tener que ceder en el

I Corespondonce 1873-1939, Galltmard, 1966.

65
proyecto de hacer derlr¡ar los procesos de ldealtzaclón de dlce que el ldeal es el «conjunto de los valores estétlcos,
un destlno pulstonal stngular, como se lo consiguió con *ord"s o lntelectuales (opuesÚo a intereses de Ia vtda
la subllmación. material),. Y aun: *[,o que procuraría una satlsf,acclón
Recordamos la dtsünción capltal entre las dos noclo- perfecta a las aspiraciones del corazrrt o del espíritu».
nes: la sublimación es un desüno de las pulslones mien- De ello podríamos conclulr que la ldeallzación pre-
tras que la ldealzación está ltgada al obJeto. ¿Pero slem- supone la subllmación, puesto que el proceso se desen-
pre es tan sólida esta distlnelón? ¿No supone la subli- vuélve en dos tlempos: eI prtmero es el estadlo de la pu-
mación, además, una fuerte dosis de idsahzación! ¿§6 riñcación elevadora; el segundo, una vez producida esa
lmpltca la tdealización -aunque sólo fuera del obJeto- esptritualizactón, Ia elección de un modelo absoluto con
que se haya subllmado, aunque en tal caso el término se rango de perfección, aI que se le atribuye procur¿rr una
refiera más a una operaclón química que a la purlñca- satisfacción sin mengua a aquello hacla lo cual aspiran
ción de las pulslones? I-a sublimación entra en el voca- el corazón y el espíritu.
bulario en el slglo )§/ gracias a Ia alqulmla. Es la *depu- He de sostener más bien que las dos operaclones no
ración de un cgerpo sólido al que se trasforma en vapor son suceslvas sino slmultáneas, que se desenvuelven en
calentandolo,.2 Cuando la quimtca sucede a la alqui- un únlco tiempo, pero agregaré que entre subllmaclón
mia, la subllmación designa gl «paso del estado sólldo aI s idsallzaclón odste una relaclón de desdoblamlento.
esta"do gaseoso sin pasar por el estado lÍquidor.3 No cabe Dicho de otro modo, la subllmación separa lo esplritual
asombrarse de que el sentido literario haya pasado a ser de Io materlal, pero la consütuclón de lo subllmado pasa
el de una «acclón de puriflcar, de t¡asformar elevando,.4 a ser un modelo, una aspiraclón como dlce la lengua,
Desmaterlalización -sl se me concede que el estado ga- como sl el cuerpo o la materla, tras haber conseguldo
seoso es menos material que el estado só[do, slqulera producir estatmagen de eüos mismos, laJtzgara¡r supe-
para Ia l¡¡qghaclón-, purlffcaclón, elevaclón, son las rior al estado corporal o materlal, y aun se esforzaran
componentes semántlcas de la sublimación. Sl el len- por desaparecer enteramente en tanto cuerpo y materla
guaje sueña con las palabras, no podemos lmpedirnos para asemeJarse a esa flgura ideal, dlspensadora de una
pens¿rr aqui en el alma que se escapa del cuerpo tras la satlsfacclón completa, absoluta, perfecta, sin duda in-
muerte cuando el aliento cesa. I:, sublimaclón es, por lo cormptlble e inmortal.
tanto, una operaclón de espirituallzactón. Así, para volver aI pslcoanáJtsls, es cierto que la su-
Si prosegulmos nuestra comparaclón entre los dos bllmación se referlría a las pulslones, y La ldeallzación, al
términos, advertimos que es delgada la dtferencla que obJeto, pero a conüctón de preclsar que lo subllmado
va de lo sublimado a lo ideallzadó. Por una parte, reén- pasa a ser un obJeto ldeal. Hasta cabúa disüngulr el
contramos la referencia a la esplrltualización: .l,o que es obJeto de Ia subllmación, o sea, el obJeto de las pulslones
concebido o representado en el espírltu sln ser percibido que e4perlmentaron la subltmaclón, de lo sublimado, a
por los sentldos», donde la materla de la experiencla de- saber, eI estado de trasformación de la pulsión (y no del
saparece_ante .la concepción o la representación por el obJeto), que se traduce en una cualidad afecttva slngular:
espiritu,.s Y también: *I-o que se représenta o própone la elevación, que puede ellamisma [legara'serwtobJeto.
como üpo perfecto o modelo absoluto en el orden ". prácti- Para dar un eJemplo familiar a todos, se dlce de clertos
co, estétlco o intelectual». En una segunda deffnición, se suJetos que están menos enamorados de alguien que del
2 Dlcclonarlo Robert, estado de enamoramlento que üven, mlentras que el
articulo rsubllmaclón,.
s lbtd. objeto de su amor pasa, no obstante las aparlenclas' a
4lbtd. un segundo plano.
5 Esta clta, como las que stguen,
se toma del dlcclonarlo Robert, Este desdobla¡nlento asi como esta l¡¡vesttdura de un
articulo .ldealr. estado pulslonal que se pltega sobre el yo evocan, sln

66 67
ninguna duda, al narcislsmo. Y clertamente, Freud es- tlr entre el yo que dene por valores absolutos el placer y
tablece la hfpótests de que 1¿ dsso(uaHzaclón
-el equl- la satlsfacclón (este será el yo tdeal de Nunberg y de
valente de lo que antes llamamos la desmaterlallza- I-agache) y el yo que lnstaura una lnstanctra de medtda y
clón- que opera en la sublimación debe ser precedlda de auto-evaluaclón. Me parece tndtspensable compren-
por un retlro de la libtdo alyo, en consecuencla, por una der que estos dos yoes son el resultado de un desdobla-
etapa narclslsta. No tlene entonces nada de asombroso mlento, y que el segundo trasforma el ldeal de la satls-
que podamos descubrlr dentro mlsmo de la sublimaclón facclón en satlsfacclón del ideal. Hace falta entonces
un obJeto narciststa que se referlría entonces a lo su- lnvocar una suerte de *sobre-sublimación» pará pasar
bltme tal como el yo lo e:cperimenta para su proplo pla- del primero al segundo, la que se acompaña de una de-
cer, y que seria diferente del obJeto, sl me atrevo a declr sexualizactón más radtcal todavÍa. En ciertos casos pa-
obJetal, de la subltmaclón. tológlcos, los ldeales del yo están cargados de un poten-
Así, sublimaclón e ldeelrzaclón sólo serían proc€sos ctal letal que elyo es capaz de reconocer aveces, pero no
distlntos sl se los mlra con mucho aumento; examtna- siempre, como en la *enfermedad de ldealidad, descrlta
das en detalle, las conodones ent¡e las dos noclones, y por Jarrtn" Chasseguet-Smirgel. 7
aun su soltdaridad, ap¿rrecen a plena tuz. Hay más ar- Estos apuntamlentos preltmtnares llevan a recono-
gumentos para apuntalarla hlpótesls que presentamos. cer que subllmación e ideal?¿ción desca¡rsan, ambas,
En la Metapstcolqúl, en 19f 5, Freud habla de un (yo- en una actitud mental doble que combina los efectos de
placer purlflcador. Escrtbe: .El yo ha extraido de él mts- una depuraclón, y hasta de una amputación, y los de
mo un componente que arroJa al mundo exterlory sien- unavalorlzación. Pero se trata sóIo de una condlctón lnl-
te como hostllr. ¿No se puede aslmflar a la subllmaclón clal. Relactones dialécücas más compllcadas deberán
este procedlmlento e¡rtracüvo? Y ello, aun sl se trata de determinar con mayor preclslón la naturaleza de lo que
un pliacer sexual. Desde ese momento, Freud sostiene la asi es depurado y de lo que sostlene la valorlzación. Uno
proposlción: rl.o exterlor, el objeto, lo odlado, habrian de los lntereses, yno de los menores, del coteJo entre su-
sldo idéntlcos al prlnciplor.GAtrora bien, ¿no guarda es- bllmación e ldeallzactón es que permlte cerner meJo¡ a
te «5ro-placer purlflcado» una correspondencla estrecha parttr de los estados afnes de lo subllme y de lo ldeal,
con el yo ldeal? Es por lo ta¡rto a partlr de una desmen- una condlctón slngular de la pulslónyun tipo partlcular
tida del obJeto como se consütuye el yo-placer purlfl- de lrrvesttdura del obJeto.
cado. Estado narciststa eJemplar sl es que hay tal, este
sólo es concebible, por lo dern.ás, st el obJeto provee a las
irrdtspensables satlsfacclones que garanüceñ a Lavq,la
supervlvencla y el placer. En suma, el yo-placer purlfl- El modelo del pslcoanálisls
cado se asemeJaría bastante a la lmagen de un ello que
no necesltara tener en cuenta a ntngún yo, y todavía El pstcoanáIisis ha nacido de una subllmación y de
menos a un superyó. Más preclsamente, el yo en cues- una ldealDación. Esto no equlvale a sostener que sea el
üón no tendría otra función que la de ser saüsfecho de producto de la subllmaclón y de las erdgenclas del ideal
marlera omnlpotente graelas a la sumlslón del obJeto. del yo de Freud, aunque así fue en efecto. Antes blen, es
No obstante, la ausencla en Freud de una dtsünción el método pslcoanalitlco, en lo que tlene de más especi-
bien nittda entre yo tdeal e ldeal del yo
-dlstJnctón que
otros autores después de él se empeñarán en estable-
cer- plantea el problema de la relación que pueda ods- 7
J. Chasseguet-Smrrgel, .Essal sur I'Idéal du Mol,, 33' Congreso de
6
Pslcoanallstas de Irnguas Romancesr, Reul.rc Ftatqalse de Psgcln'
Métapsyclatqúe. Galllmard, .Idées,, pag. gg. nolAse, )OO§fi, 1973, págs. 7@-929.

68 69
fico, el que prueba ser un sublimado y un ideal. Cuando Al lnventar el cuadro, Freud produJo una acción de
se consldera el iünerar{o que va de la htpnosls al pslco- subllmaclón con respecto a la medlclna catártlca: *des-
anállsls, pasando por la catarsls, no puede menos que materiallzó, la relaclón médlco-enfermo y halló su mo-
impreslonar Ia *espirltualización» progreslva de la tera- delo tdeal. Y mlent¡as que en los cuarenta años durante
pla de las neurosls. Esto es sln duda menos evldente los cuales se extlende su obra nunc¿r deJó de modlficar
para la hipnosis proplamente dlcha que para el método sus perspecüvas teórlcas, nunca cuestionó la pertlnen-
hipno-catártlco. I¿. hlpnosis no suponia un contacto fi- cla o la validez del encuadre analitico establecido aquí
sico directo entre el hipnottzador y el hipnotlzado, a di- como prototipo ideal para el anállsis de los procesos in-
ferencla de lo que Freud describe en Estr.rdfos sobre lo conclentes. Además, según hemos indicado en otro Iu-
histerln acerca de sus relaclones con sus pacientes. Y gar, la teoría del encuadre -que Freud nunca tizo- re-
blen, en la hlpnosls, sobre la cual Freud volverá en ntl- cibia su coherencia de aparecer, aunque fuera lrrvolun-
merosas ocaslones y, preclsamente, en ese trabaJo don- tarlamente, como una aplicactón práctlca de la teoria
de tanto lnteresa el ideal del yo, Pstcolqíade la.s,rrrscls del sueño, tal como se la expone en el capitulo VII de I¿
y annltsls delgo,la medlatización del contacto entre el tnferpretaclón de los sueños.8
hipnotJzador y el h,ipnotizado pasaba por la ffJactón de Como se sabe, el descubrimlento de lo inconclente
un obJeto. Además, con motivo de la lntlmaclón de órde- data de l-a.tnferpretactónde los sue¡ios. Y sabemos tam-
nes por eJecutar se establecía un contacto mental direc- blén que, en esta obra, el análisis que Freud hace de sus
to entre los dos participantes. Antes de lrrventar el psico- propios sueños ocupa la parte esencial, mucho más
análisis, en el que se puede declr que las poslclones grande que la del material onirico de sus pacientes.
prescritas por el encuadre sólo suprimen el obJeto por También aqui hubo subllmación e idealización. En efec-
fijar rn praesentfa para remplazarlo por el cuerpo del to, en el momento en que Freud tuvo la intuición cierta
anahsta presente pero lnvislble, es declr, *infijabler, y de la odstencia de 1o lnconclente, por el abordaje del
cuya irrvestldura no resulta de una orden lmpartida sino tratamiento de los histéricos desde 1893 hasta 1899'
de un moümlento interno tnducido por la floración de fue desbordado por un afluJo de ideas nuevas que se
las representaciones y de los afectos, Freud tuvo prime- compadecian mal con su saber anterior. Ahora bien, las
ro la idea de acentuar esta presencia -con la tmposi- publicaciones pre-psicoanalitlcas van desde 1888 hasta
ción de la mano sobre la frente- y de sustitulr las accio- 1899.9 En consecuencla, durante todo un período operó
nes ordenadas por la obligación de acordarse. En com- un doble pensamiento. ¿Hace el lector de Freud un es-
paraclón'con la hipnosls, había por lo tanto contacto sln fuerzo suflclente de identificaclón con aquel que estaba
mediación -puesto que se abandonaba el recurso al destjnado a dllucidar el método psicoanalítico, lmagina
obJeto simbóltco sobre el cual el paclente debía moviltzar cuán agotador debió de ser su trabaJo intelectual por
su atenclón- y, at mismo tiempo, orlentaclón lnterna tener que adoptar estllos de reflexión tan aleJados? Si el
de los procesos mentales por exploraclón de los re- Progecto de 1895 es un documento irremplazable, sin
cuerdos y de las representaclones que se solicitaban. El duda se debe a que representa la tentativa más acabada
moümlento de espiritualDación estaba en marcha, pe- de sintettzar dos modos de pensamiento. Este escrito es
ro todavÍa lo estorbaba el lmpacto de la persona fislca ya -a pesar de sus referencias a la biologÍa- la primera
del médico. El nacimiento del método pslcoanalítico es teoría neuro-psíqulca, puesto que para esa época Freud
narrado como un acto de heroísmo y de humanismo ya se habia lncllnado hacla el lado de lo que después
-el
equivalente, en la hListoria de los tratamlentos psiqulcos,
del desaherroJarniento de los alienados por Pinel y Pus- 8 Cf. en este mlsmo volumen 'El'sllenclo del pslcoanallsta,.
sin, que ninguna historia de la psiquiatría omite men- I Sin hablar de sus trabaJos en btologia, que preceden a sus traba-
cionar, aun sl ese gesto pertenece a la leyenda. Jos en neurologÍa y en pslqulatria.

70 7l
-puesto que estos quedan excluldos por las
denomtna¡ía el aparato psiquico. El fracaso del Proyec- condlclo-
úo, que Freud fue el primero en reconocer, no se debtó a nes del dormtr-, y nlnguna otra sltuación es más apta
que formulara mecanlsmos psíqulcos en un lenguaJe para engendrar la satisfacclón, puesto que el prlncipio
que seguía perteneciendo en gran parte a la flsiologÍa del de placer goblerna el curso de los sucesos psiqulcos. El
slstema nervloso. Hoy resulta fácil, en efecto, «traducir» anállsls de los sueños de Freud apareceÉ entonces en
esa termlnologia en el vocabularlo del pslcoanálists. La laTraamdeuhng como un trab{o psíqulco (por medto
falla se origlaa en la tentativa de Freud de englobar lo de las asoclaclones de representaclones) sobre un tra-
que él adiüna de los procesos lnconclentes en un sls- baJo psiqulco (porque el contenldo maniflesto del sueño
tema que los lncluye pero que embrolla su üsión a carr- resulta de la elaboraclón onírtca). Empero, el sueño no
sa de no alslarlos suflclentemente. Es que la ambiclón es slno una apro>dmaclón al modelo absoluto, con ex-
del Progecto abarca demasiados elementos: neurológt- cepción de los sueños de rüfios, en los que, según Freud,
cos y psíqulcos, conclentes e lnconclentes, normales y los deseos se realzan sln rodeos y sln üsfraz.
patológicos, en el niño y en el adulto, etcétera. Estas dos deflnlclones lncluyen una,referencia a la
No es por a?ar que sólo con La.lnferpretaclón de los representación. Es un nuevo argumento para tener al
suerios la htpótesis de lo inconclente adquteraverdadera sueñp como soporte del ideal, tanto más cuanto que los
fuerza. de eonücclón. Aqui la subllmación ha adoptado afectos sufren en él una tnhLlblción. Dicho de otro mo-
la forma del enclerro voluntarlo de Freud en lavlda noc- do, sl, como creemos, el modelo de la teoría del sueño se
turna, apartada de las lmpreslones y del modo de pen- ha encarnado en la teoría del encuadre, el método psi-
samiento de la conclencla, privada de las realizaciones coanalíüco obedece a una doble lnsplraclón de subli-
del acto, liberada parcialmente de las censuras que lm- maclón y de tdealtzación. El lugar geométrico entre su-
pone la lógica raclonal del lenguaJe
-porque si el len- blimaclón, ideallzación, sueño y encuadre es La repre-
guaje se apropia de los elementos tomados de la rea- sentaclón. No obstante, sl el arÉllsls del sueño en el en-
lidad psiqulca, la operación estratégica de Freud pre- cuadre es la e4perlencla cruclal del ideal a¡ralítlco, uno
senta sin duda semeJanza con aquella depuración de un y otro remlten a un concepto teórlco a:domáttco del
cuerpo sóltdo (en tanto sustrae al soñante de la realt- que dertvará todo el resto: la reallzaclónaltrctnofo¡'fa del
dad exterlor) aI que se trasforma en \¡apor (esa *materla deseo.
de los sueños, de que habla Shakespeare) por calenta- Que ahi esté el orlgen del ldeal es algo en lo que se
miento (deJando al suJeto presa de la reallzaclón de los puede convenlr fácilmente. Lo que parece másidlficil
deseos no saüsfechos al mlsmo üempo que no puede sa- admitir es que esta operaclón psiquica pueda ser consl-
tlsfacerse en acto)-. Sl Freud aflrmó que la interpreta- derada una subllmación. No obstante, así es. I-a'reallza'-
ción del sueño es la ufa rqgúa que conduce a lo lnconclen- clón aluclnatorta del deseo no es la sattsfiacción del deseo
te, sln duda se debe a que la üo como un método tdeal, sino la relrrvesüdura de las huellas de una ex¡reriencia
susceptlble de proporclonar una sattsfacclón perfecta a de saüsfacción. I¡s surcos inscrltos en la memoria, de
sus asplraciones lntelectuales, producto de la sublima- nuevo recorridos, reevocan el r*trcrdo de una satlsfac-
ción. Entre la deflnlclón del ldeal: lo que es concebido o ción, lo que en modo alguno es equivalente a la expe-
representado en el espírltu sin ser percibldo por los senü- riencla mlsma. Es en la diferencia entre el placer ocperi-
dos, y la concepción para la cual es lo que se representa o mentado y su evocación mental donde es preclso ver la
se prepone como üpo perfecto o modelo absoluto, se ha e4preslón de la sublimaclón. Con el paso del tlempo, se
efectuado una adecuación casi total en el easo del des- ahondará la separación entre el resultado de la reirrves-
cubrimlento de lo inconciente. Nlnguna otra situación tidura mnémfca del obJeto y la espera de la satlsfacclón
es más propieia para cerner lo que se conclbe o repre- que se supone procurará, lo cual obligara a la búsqueda
senta en el espíritu sin particlpación de los senüdos de otras soluciones. Sln duda, el objeto que procura la

72 73
satisfacción termlnará idealDado porque habrá per- prlmera fase de omnlpotencla del yo-placer purlflcado,
miüdo poner fln al displacer. A la satlsfacclón pulslonal puesto que consldera slmultáneas la odstencia del pe-
vendrá a agregarse el haber dado satlsfacclón... a lia re- cho malo y ta del pecho bueno. La postción de Wnnlcott
presentaclón de la reallzación aluclnatoria del deseo. parece situarse -como de costumbre- entre los dos. A
Este es el trabaJo que el sueño reallza" sln el arudlto del diferencla de Freud, no deJa siüo alguno para la organi-
obJeto, puesto que en una sola operación procede a nepre- zaclón narclslsta -anobJetal- implíctta en el concepto
senta¡ la reallzaclón aluci¡ratorta del deseo como espera del yo-placer puriflcado. Propondrá la soluclón de un
de una satisfacclón, y a representar su satlsfacclón por «objeto suJeüvo, consütuldo sobre la ilusión de la coin-
medio del disfraz, t¡tbuto pagado a la censura. cidencla de las üvencias y de las percepclones cargadas
Esta es sin duda larazón por la cual la ldealloacl5r, de proyecclones del ntño y de la madre. Comoqulera que
del obJeto que procura la sattsf,acción puede mudarse en sea, el término clave de lo que venimos apuntando es
idealioa"16, delyo-placerpuriffcado. El obJeto es negado purfrcado. El yo-placer no se puede constltulr si no es
sin perjutcio, puesto que seguirá satisfaclendo la omni- por una puriflcación negadora, lo que conffrma ml hlpó-
potencia del yo; es que la madre se adapta con toda la tesis de que la subllmación-idealiza.ción eslá presente
perfección posible a las necesidades del niño, yJusta- en el orlgen del desarrollo. Esto resolvería un problema
mente porque nunca Io consigue de manera perfecta el dlfrcil con el que chocan todas las teorías de la subü-
aparato psiqulco se ve sollcitado a encontrar soluclones maclón. Encuentra¡l trabaJoso e;rplicar la mutación que
que compensen esta inadaptación fundamental, en las se lnstaura con este destino de pulsión tan diferente por
que la fantasia toma el relevo de la realizactón alucina- su naturaleza del conJunto de las operaclones psíquicas
toria del deseo. En el sueño, el soñante ha logrado ser a entre las cuales se lo clasiflca: represlón, trastorno
lavez el yo que desea y el obJeto que sattsface el deseo. sobre lia persona propla, vuelta en lo contrarlo' lntroyec-
El mismo es su proplo ideal. Desde luego, este modelo es clón, proyecclón, etc. Todos estos meca¡rlsmos se com-
flcticio. Basta con observar a un lactante durante unas prenden con fiacilldad; elucidan a la vez una estrategia
horas p¿rra comprobar lo cont¡ario, a saber, que la me- defenslva contra la angustia y una construcclón preca-
nor contrariedad a la realización de su deseo desenca- ria de La organización del sentido. I-a sublimación y la
dena cólera, gritos y lagrimas. Pero también, en las con- 1¿sallzaclón se aprehenden con diflcultad mucho mayor,
diciones más habituales, la cesación instantánea tan y sin duda más la primera que Ia segunda, cuando se
pronto como obtlene sattsfacclón de lo que se presen- las hace lnterventr como procesos que darían tesümonio
ta a los oJos del obserwador como señal de una deses- de clerto grado de evoluclón.
peraclón i¡rcontrolable. Parece entonces que Freud tiene Por eso me parece fecundo sltuarlas como elementos
razón cuando propone eI modelo de un yo tdeal o de un inlciales, dlría casl como propledades estructurales que
yo-placer purificado, que nace de una excluslón por habrán de pesar sobre la üda entera del suJeto en ca-
Ia que es rechazado si¡r dtstlnción lo exterlor, lo malo, lo rácter de eJes organizadores de su üda psiquica. No es lo
odiado, sin duda porque no es posible la construcción menos sorprendente, sin duda, comprobar que esta di-
misma del aparato psíquico sln esta lnvestldura fun- menslón ha sldo desconoclda en la evaluaclón del mé-
dadora de un yo-placer que se viva como bueno, para todo pslcoanalítlco.
poder introyectar, es declr, aumentar su capacldad de
auto-lrrvestldura: todavia más de lo bueno.
No otra cosa dice Winnicott cuando destaca la tmpor-
tancia de la ilusión. Mela¡rie Klei¡r sitúa además la tdea-
lización del lado de la introyección del pecho bueno. Sin
embargo, se aleJa de Freud porque ella no admite esta

74 75
I-a" divergencla de los ideales la luz de la experlencla cuando Freud descubrló la
compulslón de repetición que, recordémoslo, se apun-
I-a tentaüva de Freud de construlr eI modelo ldeal del tala en tres a¡gumentos: el Juego del nlño, la neurosls
análisis de los procesos lnconcientes estaba destinada a t¡aumáüca y la trasferencla. Parece muy probable que
encontra¡ su límlte, y su fracaso, que no eran slno los Freud pensara ya en eI anáItsls Alterminable.
del retorno de lo reprlmldo de lo que aquella habia pro- La desüuslón de la que es testlmonlo «AnáIlsls terml-
curado exclutr: la trasferencLa. Con frecuencla se repite nable e i¡rtermlnable, restrlnge todavía más el campo de
la lección sin comprender su sentldo nl su verdadera lo anallzable. No obstante, Freud, tras haber examtnado
enseñanza. Cuando Freud descubre que debe transiglr los dferentes tipos de obstáculos que estorban la cura-
con ese lntruso, esa lntmslón en su üda, que es Ia tras- clón, parece excluir la tdea de una modificación técnica
ferencla, el modelo ideal se desploma. Ya no es posible que fuera susceptlble de resolver las diflcultades encon-
sostener el sueño de un método «puro» de los procesos tradas. Se recorda¡á la severldad con queJuzgó las ten-
lnconcientes porque el analDando viene a enturblar la taüvas de Rank, y sobre todo de Ferenczl, por buscar ln-
pl:rü.a. del análisis con lo que Freud considera $ttéso- novaclones susceptibles de acelerar el ritmo de los aná-
lliance» [casamlento lmpropio]. El térmtno, en si mismo, lisis o supllr las llmttaclones del método. Hoy el debate
muestra a las claras que el matrimonio ideal del anaüsta adquiere un sesgo apenas novedoso. [.os freudianos se
y del analizando trae consigo algo reprenslble e inconve- oponen a los klelnlanos, a los que reprochan su manera
niente: el amor de trasferencia. Cuando después Freud de interpretar, la abundancla y el esülo de sus lnter-
pasa a modiff.car sus puntos de üsta, poniendo al mal venclones, puesto que las eondlclones habituales del
tiempo buena cara, en uno de esos vuelcos que le son encuadre se conservan. Hacla Winnlcott, su actitud es
habituales, hará de la trasferencla el motor de la cura. ambtvalente. Reconocen el fundamento de algunas de
Pero entonces, ¿por qué intento recusar la trasferencia sus perspectlvas teórlcas, pero manifiestan extrema
en lugar de aceptarla? reserva hacia los acondlclona¡nlentos del encuadre y las
No hay duda de que esta represlón de la trasferencia libertades tomadas con este.
ex¡rresaba el deseo de termlnar con la sugestlón htpnó- Un poco menos de clncuenta años después de *AnáIl-
üca. Esta ruptura quedaba de aquel modo cuesüonada. sts termtnable e tnterminable,, la prácüca pslcoanalitlca
I-a cientifletdad del método se podia poner en entredl- osclla entre dos acütudes. La prlmera, que se esfuetza
cho. ¿Y sl l¡a curación no era otra cosa que una nueva por mantener el tdeal de pureza del análisls, consldera
forma de sugestlón dtsfrazada? Entonces, de Mesmer a que las tndlcaclones de la cura deben ser rlgurosamente
Freud, pasando por Charcot, ¿se trata¡ía de lo mlsmo? sopesadas y que sólo pueden ser llamados al diván
Había que admttir pror lq tanto la trasferencla en la teo- algunos elegidos que -la expresión es verÍdica- (mere-
úa, irrtegrarla con el retorno de lo reprimldo, para tratar cen, el (oro puro» del pstcoanállsls. Para los demás que-
de domesücar este amor salvaJe que no renunclaba a da el recurso al .plomo vil, de la pslcoterapia.lo [,a se-
encontrar su obJeto. Que la idealtzación del anaüsta sea gunda, aI contrario, se esfuerza por entender el campo
parte lntegrante de la trasferencla no es sl¡ro demasiado del psicoanáltsls, por recurso a las modlflcaciones del
comprenslble. Freud intentó prlmero Justlflearlo. Es encuadre y del esülo lnterpretatlvo, modlflcaciones que
normal, decia, que un suJeto que recurre al analista a sus oJos no ponen erlentredtcho la calidad lntrinseca-
«caiga» necesariamente en la trasferencla, en el senüdo mente analiüca del trabaJo efectuado.
en que se dlce que algulen se en¿rmora. Insatlsfecho con lo A punto tal que los lnsütutos de pslco2náIlsls se plantean muy
su üda amorosa, como es el caso en todo analtzando, es serlamente la cuestlón de dlspensar una enseñar¡za de pslcoterapla,
ineütable que este dtriJa sobre el analtsta su esperanza para destlnarla a los candldatos a qulenes se rehúsa el acceso a la
de ser amado. Esta ercplicación, a su vez, debia «caer» a prácüca pslcoanalitlca.

76 77
Podemos caracterlzar a estos dos clanes por dos con-
acto, por la fragllidad de la organizacion narclslsta, et-
cepclones dferentes del ideal. Los sostenedores de la
cétera.
ortodo>da analítlca, por su parte, parece como sl procu-
En suma, mlentras más nos apro)dmamos a un sis-
raran defender una práctica sagrada cuyas leyes canó-
tema psíqulco lnconclente constituido por represerrta-
nlcas fueran irrmutables, destinada a la eltte: de los ana-
clones acompañadas por su quanfim de afecto mode-
lizables, anallzados por una clase no menos elitista de
rado 0o que permlte hablar de pslconeurosls de trasfe-
grandes sacerdotes affa¡roados en su religtón, para quie-
rencla, en las que la llbtdo ha logrado su converslón en
nes cualquler otra actttud es parte de la hereJia o de Ia
l¡rvestidura psíquica), más la estructura (ideal) del ana-
magla. No hay salvaclón fuera de la «cura üpo». Tenemos
lizando armonlza con el ideal de Ia cura. Yrrüentras más
aqui una lógtca lmplicita de la gracla: se la posee o no se
nos aleJamos de aquel, más el método tropleza con su
la posee y, sl no se la posee, de nada vale correr tras ella
limite; este método es sólo una sltuación ideal, lo que
o hacer provisión de indulgenclas yendo a pagarlas aI
deJa sobrentender que sólo üene un valor aslr¡tóflco. Es
elevado preclo de los cardenales del sillón. En sentido
acorralado por un estado de las pulslones que se que-
opuesto, otros plensan que la cura tipo representa uno
daron en estado salvaJe, cualesqulera que hayan sido
de los modelos posibles de la acttüdad analíüca; e¡dsten
las subllmaciones consumadas, que sólo al precio de
otros no menos rlcos en enseña¡rzas. y hasta se situa-
una esclslón parecen haber alcanzado este resultado.
rian en la fuente de todo progreso en el estudio del psi- No hay anáIisls posible porque no se trata de un psfco-
quismo. Sl los prlmeros pretenden ser conservadores
(en el buen sentido del término) de la herencia freudlana
anállsis slno, si se me permite este neologtsmo, de un
corpo-anáIlsls, a causa del no-desasimlento de las pul-
y portavoces del ideal analítico cuyo profeta se obsttnan
siones de su anclaJe corporal, tal como lo atesttguan la
en ver en Freud -aunque su práctica para nada fue
intensidad de los afectos y las descargas por el acto o el
rigurosa-, del mismo modo se puede alirmar que los soma.
segundos pueden ser tachados, en su optlmismo inde-
Tenemos que comprender que esta querella que di-
fectlble, de idealistas lngenuos o megalómanos, puesto
vide al mundo a¡ralitico actual,l r pero que ya en el pasa-
que se afa¡¡arían en querer anallz.ar lo ina¡relizable.
do habia provocado serias dlscuslones, no es entera-
Es otra vula presión de la trasferencla la que retor-
mente vana. Porque es cierto que uno de los prlnctpales
na en esta querella. Recordemos que, para Freud, los peligros que amenazan la práctica analittca es la omni-
psicóücos no eran analizables por falta de trasferencla.
potencl,a del analista. Una de las cualldades fundamen-
Cuando la orperiencia clinica demostró lo contrarlo, tales del encuadre no es sólo la de «contenep la trasfe-
desde luego que en parte, se respondló a los anaüstas de
rencla del analizando en la esfera de la palabra y de
paclentes pslcóücos, primero, que esa no era una tras-
la fantasia; es también Ia de proteger al analista de to-
ferencla *verdaderar, y, después, que esta era lntratable
das las tentaclones de *sallr, del anáIisls por dlversos
en los dos sentldos del térmlno. Lo que está en la base pasaJes al acto -que por otra parte eran habituales en
de la discuslón es la referencia implícita al predomi-
nio afectivo en la trasferencia. En los casos a que aludi-
Freud- que slempre encuentran excelentes raclonall-
zaclones para Justiflcarlos. En efecto, nunca faltarán
mos, todo ocurre como sl las representaciones y el aná-
argumentos a un anaüsta para explicar por qué y cómo
lisis de estas no bastaran para producir la reanudación tal o cual ruptura del encuadre se lmponía en eI caso
de una activldad psÍquica que se desenvuelva dentro del
marco de conflictos elaborables como en las condiciones
ideales. I-a trasferencla está aquÍ señalada por la lnten- ll Como lo atesüguan las ásperas dlscuslones del Congreso Inter-
sidad y el carácter paralizante de la angustta o de la naclonal de Pstcoanállsts de 1975; véase Inúern¿tlonal Jotrnal oJ Psg'
depresión, por la ocurrencla incontrolable de pasaJes al choanalgsf.s, 56, 1975, págs. l-23, 87-98, y 57, 1976, pá9". 257-60 y
26r-74'
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i i: l*r{;'¿ú'i'' t''':.,u.*
78 lilr ll,t Í''* Zg
parücular, y enumerará a conUnuación de su alegato los tes, que cultlvan el lndlüduallsmo con menosprecio del
progresos que de ello se siguleron para su anallzando.l2 respeto por el otro, etcétera.
Se puede declr, sin exageraclón, que el encuadre se E>dste, en consecuencla, una ldeología del pslcoaná-
ha establecldo para demostrar que tneütablemente, en llsls, que obedece menos a la teorÍa que a los presuntos
un momento u otro, las condlclones flJadas no será,n obJetlvos del analista. No obstante, sln que esta aflr-
respetadas en su integridad por el anallzando, pto tam- maclón sea absolutamente verdadera, en la grandislma
pw por el analfsto.. Por esa raznt, el encuadre encarna mayoría de los casos los ideales proclamados por los
el ideal del pslcoanáIlsls. pslcoanallstas lnvocan, casl todos, a Freud. Si dlvergen
Un ideal no pretende sólo mantenerse como una entre ellos, es porque la lnterpretación de su pensa-
referencia lrrmutable, sino tamblén asegurar su trasml- miento puede llevar a que se r¡alorlce tal o cual aspecto
sión. Y en ninguna otra parte está más presente este desarrollado en su obra, sin haber procedldo a un exa-
cuidado que en la formación del anaüsta -por lo tanto, men rlguroso que puslera en perspectiva: el ideal del
en el análisls de formación-. L que se comprueba, en- pslcoanaüsta, el tdeal de la prácttca, y la concepclón del
tonces, es que los anallstas que optan por tal o cual mo- ideal en la teoria.
delo de formación, por detrás de un acuerdo superflclal
-todos quleren que la formación sea la mejor, la más
completa, la más eonforme al ideáI analítlco-, se opo-
nen en torno de concelrciones por completo dlvergentes I¿" verdad
en cuanto a los medlos para reallzar las condiciones de
esta idealtdad. Que Laverdad sea reivlndlcada por los psicoanaüstas
La. cuestlón se compllca más sl reparamos en que el como su ideal no parece dlscuüble. Resta saber de qué
contenido por dar a este ideal va¡ía considerablemente. se habla. En el caso de Freud, laverdad en cuesüón no
Sin duda, es dtficll escapar aquí a la esquematización, y es slno clentiflca. rB A condlción de que la clencia no
hasta a la carlcatura, po4lue cada uno encuentra en los excluya de su c¿rmpo las producclones lndiüduales o
otros el espantaJo que le slrve para cultlva¡ su predlo. A colecü¡¡as en las que se expresa la realidad oculta de lo
los americanos del Norte se reprochará la *ortopedla, inconclente. I-a ciencia no podría ni desterrar de sus in-
analiüca, una normatlüdad opresiva; a los lngleses, el vestigaclones las formaclones de lo lnconciente, nt tam-
maternaJe abusivo, el deseo de hacer el blen; a los la- poco reduclr la verdad a los criterlos apllcables a la sola
canlanos, la raclonalDación del fracaso, la cultura de verdad material. El delirio del paranolco esconde un
la desesperaclón, que se compadecen muy r[al con la núcleo de verdad, como lo esconde el mito. Nl uno nl
conslgna *no ceder en su deseor, que no puede conduclr otro son errores en senüdo propio. Clasiñcarlos en la ca-
slno a una perpetuación de vínculos sado-masoquistas; tegoría de lo fialso no p¿rrece pertlnente. Pero, ¿de qué
para los no-lacanianos franceses se reseryará una parte derlva su valor de verdad? De que son los tesügos veú-
de los reproches dirigidos a los anglosqlones, mlentras dicos del functonamtento psiqutco propio de un período
que, para estos úlümos, son los franceses en bloque los olüdado de la tristorla. Esos modos de funclonamlento,
conslderados conlo anallstas *sádlcos» (a causa de su ,conseryados en la forma de huellas mnémlcas, no sólo
silenclo cruel), indtferentes al sufrimlento de los pacien- no han sldo suprlmldos por la evoluclón ulterlor, slno

12 La prácttca
lacanlana, a Ia que por mt parte estlmo tncompatible
con las condlclones mínlmas para que hayá anállsls, encuentra lnnu- Is.El pslcoanáüsls posee un tÍtulo parücular para abogar en favor
merables argrmentos para fundar tcórlcamente la seslón brer¡e, el sl- de la concepclón clentjflca del unlversor, .En torno de una cosmovl-
lenclo casl absoluto, y las vtolenctas lnfugldas aI anallzando. si6n,, Nneuas ar{erenclas de t¡tffitrcctón al pstcoand;l¿s¿s, Galllmard.

80 81
que todavía permanecen actfvos en una parte del psi- ten-. Así las cosas, la verdad en cuesüón no es ni la del
quismo inaccesible a la conciencia. Pueden aparecer analizando nl la del analista, stno la del consenso rela-
disfrazados en formas de expresión patológicas (el de- tlvo que se establece en torno de la aproximación sobre
lirio) o culturalmente compartidas (la religión). Mas no lo que pudleron ser el sentido y el alcance de los hechos
por ello esta bipartlción de la verdad en histórica y mate- que marcan un destlno singular. En las construcciones
rial admiüria la igualdad entre los términos. I-a verdad en cuestlón, reaparecerá con constancia la gravitación
histórica debe llegar a ser verdad material. Es verdadera de ciertos temas fundamentales que remiten siempre a
sólo históricamente, no materialmente. las fantasias originarias y a los grandes ejes de la teoría:
I-a. lógica del razonamiento freudiano descansa en la relación amor-odlo, bisexualidad, relaciones entre pre-
capacidad que el psicoanáIisis tendria p¿rra reconstruir genital y genital, efectos combinados de la palabra y de
el pasado, desmontar los mecanismos que rigen el psi- la pulsión, etcétera.
quismo infanül y superar las fiJaciones a esos estadios En consecuencia, si el psicoanáIisis reiündica ser el
del de§arrollo. El procedimiento, como se ve, está im- heraldo de Ia verdad, en ningún caso puede tratarse de
pregnado del positiüsmo conquistador aún lmperante. una verdad trascendental, sino de la sola verdad de lo
Pero los hechos üenen a complicar este ldeal metodo- inconciente. Su ideal es el de referirse siempre a la eÉs-
lógico aI servicio del ideal científlco. *Construcciones en tencia de este, a su poder de subversión, a las angustias
el anáhsis» concedería que una gran parte del material que provoca, a las defensas que suscita, Ia más impor-
infantil permanecía recubierto por la amnesia. Freud tante de las cuales es sin duda la racionallzación del yo
debe admitir entonces eI carácter conjetural de la cons- conciente. Por eso la divergencia sobre los ideales desa-
trucción y contar con una convicclón adquirida por eI parece desde el momento en que nos decidimos a no
analizando, la de que todo habría ocurrido en efecto así. asignar al analista otra tarea que la de analizar, sin nin-
gún otro propósito -aunque todavÍa hace falta que la
I

Pero, ¿cómo escapar aqui al espectro de la sugestión?


La incertldumbre que pesa sobre la autenticidad de concepción de lo inconciente pueda escapar ella misma
las reconstrucciones inverificables del psicoanálisis ha a la idealización.
conducido a Serge Viderman a defender la hipótesis de
una construcción por el análisis, a saber: lo que adüene
en la cura sólo sdste por la formulación misma que lo
enuncia. Así, nos encontrariamos tomados entre una La idealización de lo inconciente
verdad proclamada sin pruebas y una duda acerca de la
posibilidad de establecer la menor verdad. Pero la ver- [-o que se llama el pesimismo freudiano, que se aflr-
dad histórica sólo se refiere a acontecimlentos; la meJor maría a partir flsl «giro» de 192O, no es sino la conse-
prueba de su existencia es la permanencia de lo incon- cuencia de una odesldealización, de lo inconciente. [,a
ciente, su persistencia que desconoce el paso del tiempo sustitución de la primera tópica por la segunda lo rele-
y se maniffesta por la perennidad de las fantasias más gó al rango de una simple cualidad psiquica y lo rem-
fundamentales y, sobre todo, por los modos de pensa- plazó por el ello. Esta sustitución, además, relativizó el
míento que le son propios. En cuanto a la realidad de los .,j poder del yo e introduJo el superyó, como efecto de la
acontecimientos invocados, baste decir que no es, no diüsión del yo, aunque anclado en el ello. Así, lo incon-
puede ser y nunca será otra cosa que metafórlca -lo ciente, sl se extlende al yo y al superyó, es empero des-
que pasado en limpio üene a decir que los aconteci- pojado de su titulo de tnstancia. Se puede sostener en-
mientos en cuestión deben todo su poder a ser slmbó- tonces, puesto que el ello es el fundamento de la actiü-
licos, y que, en deflniüva, no son slno el aspecto coJrun- dad psíquica, que 1o inconclente -distinto del ello- es
tural de las estructuras significatlvas a las que remi- la consecuencia de la génesis del yo.

a2 83
¿8ué slgniflca en rigor esta modiflcación? La pulslón baJo tres formas: mnsoqutsmo er@eno, masoqulsmo
está en el ortgen de toda la teoría del aparato psíqulco. llgado a la pulslón sexual, masqulsmo moral, en el que
Desde el comlenz¡, Ereud no deJa de preclsar que una el yo no conclbe otro ideal que el de ser esclavo de un
pulsión no es nl conciente nl inconclente, y que es lncog- superyó resexualDado, masqrtlsmo Jémenfuw, respecto
noscible. Sólo sus representantes permitirán conocerla, del cual es aünado recordarque su modelo se encuentra
tndlrectamente cuando se trata de representaciones in- en el hombre capturado en una ldentlflcaclón femenlna
conclentes. Pero todo se presenta entonces como. sI lo imaginarla, donde la muJer permanecerá como el eterno
lnconclente representara en clerto modo un subllmado ntño, azotada, humlll¡ada por el Hombre-Progenltor. Por-
de las pulsiones, y como sl, en el límite, cuando el aná- que el goce masoqulsta devuelve al cuerpo todo el es-
lisls hublera tenido acceso a esas representaclones ln- pesor que las representaclones del alma le retlran por
concientes porvia de deducción, bastara en deflr¡ltiva la evaporaclón.
modificación de lo l¡rconclente por la toma de conclencla Estas consideraclones explican, es clerto que en
para gobernar las pulsiones a través de sus mandata- parte, lo que denomlnamos los limites de lo anallza-
rios. El yo recuperaría así una parte del fmperio que la ble,ro porque, ¿cómo deflrrlr de otro modo el sentlmiento
neurosls habia conquistado. El gtro de t92O atesügua contra-trasferenclal del analista que tropleza con esas
por una parbe que el yo -a causa de la naturaleza i¡r- neurosls rebeldes si no es por la idea de que 1o que se
conclente de sus defensas y de sus resistenclas- es un aferra aquÍ a la enfermedad -no se debe temer emplear
aliado poco seguro, y que el anállsis de las represen- el térmlno a propósito de ello-, ese sufrlmiento que sólo
taciones lnconclentes üene sólo un efecto muy relatlvo üene parangón con Lafiterza. que impide su trasforma-
sobre las pulsiones.l4 Dicho de otro modo, la lnstancla ción, depende de la flJación a un masoquismo donde ello
denomlnada ello se eleva como un enemlgo temtble, y superyó son cómpllces para servir al mtsmo propósito:
sobre todo si se recuerda que, a diferencia de lo ir¡eon- la satisf;acción de deseos destructores, sea hacla el ob-
clente de la primera tóplca, consütuldo exclusivamente Jeto, sea hacl,a el yo?
por deseos sexuales, el ello de la segunda tóplca es un El anállsis contemporáneo nos ha quitado una ilu-
caldero al que hacen hervir Juntas un hada y bruJas sión: la de que el destino más deseable de las pulsiones
llamadas Erosypulslones de destrucclón. Es declr: si lo es la subllmación. En efecto, la ocperiencla nos enseña
inconciente es un lugar de representaciones y de afec- que numerosos suJetos situados *en los limites de lo
tos, un lnconclente psíqulco, el ello" por estar anclado en a¡ralizable, han logrado llevar muy leJos sublimaciones
lo somátlco, «rematerializa, lo inconclente y da más bien en diversos domlnlos lntelectuales o artístlcos. Pero ello
testlmonio de urra estmctura que se sltúa en la encru- sólo pudo consum¿rrse por medio de esclslones que de-
ciJada entre el psiqulsmo y lo somático. La subllmaclón, Jaron tntactos sectores enteros de la personaltdad que
en el senüdo estricto, desexuallza lo inconclente sexual. siguen poseidos por las pulslones más crudas, las an-
Pero lo inconciente sexuall5 es a su vez una subllma- gustias más desorganlzantes, las depreslones más pa-
ción del eIIo erótico y destructor. ralizantes, y los afectos de persecución que los hacen
Asi se comprende meJor la conclusión de «Análisis üür en un lnfferno más o menos permanente yvlenen a
termi¡eable e interminabler. [-a roca *biolóe[ca, es el an- recordarles con crueldad el fracaso de su idealización
claje del demonio indomeñable que habita el ello. El ma- del obJeto o de ellos mlsmos.
soquismoJaquea la curación en la medida en que edste Cuando Hanna Segal, siguiendo los pasos de Melarüe
Klein, habla de ecuaclón simbóllca, o Blon habla de
14 Cf. en este volumen rlnt¡oducción: El gtro de los años locos,.
15 Aunque esté cargado de sadlsmo, es declr, de pulslones de r6véase el n' lO (otoño de 1974) de la Nouuelle Reuue de Psgcha-
destrucción tmbrlcadas. nafuse.

84 85
corrcretización del pensamiento, traducen en sus sls- raras, breves, claras y, sobre todo, se espera del anali-
temas teóricos esta particularidad estructural de las re- zando que haga su anállsis solo. Todas estas condl-
presentaciones que consiste en traicionar su función de clones se requleren para el establecimiento de una bue-
ser sóü: representaclones. Reencontramos un eco de es- na neurosls de trasferencia que se liquide, por asi decir,
ta ldea si pensamos en Winnleott, quien señala que en sola.
los análisls de los casos fronterizos el analista no repre- Este anáIisis ideal de un ana]lzando no menos ldeal
senta a la madre: es la madre. Pierre Marty, por su da por sobrentendlda la idealización del anallsta, pero,
parte, reencuentra en la patologia del preconclente, peor todavia, del análisls mlsmo. Este modelo es acep-
ilustrada por Ia clinica psicosomática, la desubllmación tado como tal. Se dlce que deflne el análisls cláslco,
regresiva.IT Este haz convergente de argumentos que garante de la ortodo>da. En 1o que me atañe, nunca he
proüenen de horizontes diversos -y que sin embargo podido encontrarleJustificaeión en ninguna parte. Seria
tlenen en común funda¡se en la orperiencla del análisis verdaderamente dar muestras de una idealización dene-
de los psicóücos, de los easos fronterizos o de los pacien- gatoria decir que deriva de la práctfca de Freud.rs
tes psicosomáticos- no se ha gulado por la ldealización Esta tcleallzactón de la técnlca es responsable, en mi
de lo inconciente, y aun del anáIisis. I.a idealización del opinión, de muchos uno ha lugan analitlcos. Me reflero
análisis dará entonces testimonlo de un vasto movi- al gran número de los que han hablado, durante años,
miento de exclusión del campo clínico de todas las es- sobre el diván de un analista que permanecia casl mudo
tructuras no neurótlcas: todo lo que no fuera psiconeu- y que «terminaron, su anáItsis -en muchos casos, por
rosis (de trasferencia) no sería admtstble en el encuadre otra parte, con el acuerdo de su analista- con un bene-
purificado, hábitat natural de la neurosls de trasferencia ficio casi nulo. No hablo aqui nl de curación ni de meJo-
-y si, por ventura, un clandestino hubiera conseguido úa de sus síntomas. Esos analizados parecen no tener a
infiltrarse a pesar de la selección rigurosa de las indi- poco más ninguna idea de lo que es el análisis ni de lo
caciones de análisls, no se podria conslderar el trabaJo que es lo inconciente que slgue maneJando los hilos de
como analiüco, dados los acondiclonamientos reque- su odstenciamás frecuentemente para su desdicha que
rldos por la situación-. Esta elección implica que un para su felicidad. Ellos, como se suele decir, «salleron del
modelo único -exornado con las ürtudes de la ideali- paso» yya no saben a qué santo darse, porque slglren
zación- rige la prácüca analítica. I-a. no-neurosls no empantanándose en una üda cuya direcclón se les es-
sería sino el resultado de una corn-rpción, de una caída capa casi por completo. I-os pslcoanallstas, que nunca
que sin duda merecerían la compasión y la asistencia
caritativa, pero que se situarían fuera de los límites del 18 No se echan de menos las paradoJas cuando se conslderan los
modelo tipo.
anatemas que se arrojan mutuamente los parttdarlos de las dlversas
Esto implica que la técnica analítica se pllega tam- corrientes del psicoanállsis en el mundo. El modelo rclásico¡ del aná-
bién a un ideal: el analtsta está obligado a perm¿rnecer llsis que üenen en común, no tmporta lo que se dtga, los norteame-
silencioso, embargado de neutralidad benévola -expre- ricanos y los franceses no lacanlanos, no por ello aproxlma las dos
sión paradóJica si las hay-, que es obJeto de una ügi- orlllas del Atlántico. Nl de un lado nl del otro se guardan estlma. En
Inglaterra, los klelnlanos, que pretenden ser los más intransigentes en
lancia estricta, mucho más del lado de la neutraüdad punto al rlgor acerca del encuadre freuüano, no son Juzgados muy
que de la benevolencla. [¿. trasferencia del analizando se ortodoxos por sus colegas no kleinlanos, pero es en Francla donde la
supondrá moderada en su lntensidad y en su urpresión, contradicción alcanza exacerbaclones con eI movlmlento lacaniano. Si
y sus capacidades de elaboraclón resguardarán de los por un lado l,acan lnvoca -al menos en sus orÍgenes- un .retorno a
p¡¿¡d» eue le slrvió de consigna, por el otro la técnica lacaniana es la
pasaJes al acto. Las interpretaclones tendrán que ser
que se ha tomado las llbertades más grandes -donde la llcencla se
vuelve a menudo llcenclosa- con las reglas que rigen el encuadre
l7 Cf. Plerre Marly, L'ordre psgchosomatlque, Payot, 198O.
analítico.

86 a7
andan cortos de explicaciones, Justiflcarán ese .no ha socavan *¡y con qué eflcacial- el trabqlo analiüco.
lugan analítlco sea con argumentos ad-tamlrem, sea Cuando se tlene la suerte de ver que el anállsis evoluclo-
tamblén con una teoría que raclonallce el fracaso. ¡gué na favorablemente -lo que sucede más a menudo de lo
lmportat [.o que parece contar es el mantenlmiento de que se esperaba-, ello sólo ocutre graclas a un lnce-
un ideal en el encuadre y en lot@ño., que a menudo se sante anáüsis de los procesos destmctores: el odlo, la
apoya en una ideallzaclón de Freud o de alguno de sus enüdla, el masoqulsmo, la depreslón y la persecuclón
epígonos que haya conseguido formar su propla secta baJo forma de angustta deso¡ganizante. Aqui, la idealt-
analitica. zaclór¡ del l¡rconclente, o l¡a del arráüsls, están fuera de
El caso más extremo de la tdeallzaclón de lo lncon- lugar. Cuando ap¿rrecen los lndiclos de una ldealizactón
clente y de su teoria -que contrasta con una prácüca del analtsta en la trasferenctra seudoamorosa, el anaüsta
todo menos ldeal, que no desdeña ninguna soluclón de debe prestar oídos para escuehar, más acá de la escl-
fircrza., tncluldas las patadas en el tmsero- se presenta slón, el discurso del obJeto perseguidor. Este dlscurso
con l¡a verslón lacaniana del pslcoanállsls. La puJa teó- puede no aparecer nunca a causa de la compltcidad sl-
rica ha impulsado a Lacan no sólo a sostener que lo in- lenciosa del analista -se tratará entonces de una forma
conclente estaba estructurado como un lenguaJe, y a no de *no ha lugan analittco-, o se manifestará al ffn -a ve-
ver en ello más que un álgebra del signtñcante dentro de ces tras un periodo muy largo-, y serán duros los üem-
una topologfa de lo real, de lo imagtnarto y de lo slm- pos para el analista, qulen se verá lncluso obllgado a
bólico, slno a c€rrar su obra en la radicallzación de un sacriflcar la pureza del análisls para conservar el carác-
formalismo rabloso en que el matema destrona al sig- ter psicoanaliüco de la relación.
nlflcante. Y cuando la dlüsa lnlcial de rretorno a Freud, En modo alguno soy partldario, durante esas fases
se volüó cadavez menos creíble, no se deJó de sostener dificiles, de abandonar la actlüdad interpretativa que
que el fundador del psicoanállsls tr¿$i¿ si¡r duda esbo- sigue slendo, para mí, Ia esencla del trabaJo analiüco.
zado algunas hlpótesis lnteresantes, que en realldad no Sostendré, al contrarlo, que las modiflcaclones técrücas
llevó bastante leJos, lo que Lacan hlzo después, feliz- eventuales (paso de La posiclón acostada a la posición
mente para nosotros. sentada, aumento de la frecuencia de las seslones y de
Esto es lo irrverso de la evoluclón de Freud, qulen por su duraclón -nurrcosu arcrtantenlo-, nespuesta a lla-
su parte blzala dura experiencla de las frnpasses de la madas telefónlcas o a cartas del analizando) tlenen un
idealDación de lo lnconciente y no se arredró ante las solo propóslto: mantener el poder de una palabra libera-
revaluaclones lndlspensables para devolver a lo no- dora por medlo de la lnterpretaclón. Esta es la prueba
conclente su espesor, su opacldad y su fuerza. Abando- de que la relación de trasferencLa contlnúa, aun en las
nando el sueño de un i¡rconclente formado de represen- condlclones más dtfietles, lo que no signlflca que las
taclones de obJetos y de afectos, conflrló su poder lndo- interpretaciones deban ser slempre «de trasferencia, nl
meñable al ello consütuldo por las solas moclones pul- necesarlamsnfu rprofundasr.
slonales, y del que está ausente toda idea de contentdo Que el analista, en estas condlclones, plerda su esta-
(por lo tanto, de representaclón). Cuando recordamos, tuto ldealizado, he atri algo lnevitable y, sln duda, desea-
en fln, que la hlpótests ds las pulslones de destrucclón ble. Que cometa errores, conceda demaslado o no lo
hace del ello el lugar de una violencia que no es sola- bastante, revele sus límltes en la comprenslón de lo que
mente eróüca, no podemos menos que darle la razón, ocurre, y aun -fwrresco reJerensl- deJe flltrar en su
po41ue la orperiencla psicoanaliüca contemporánea coin- lnterpretación afectos contra-trasferenclales negatlvos,
cide sin duda en mostrar que los casos situados en los tiene poca importancla. I-o sabemos desde Mnntcott y
límites de lo anallzable son preclsamente aquellos en Searles. No porque él se revelara falible y por lo tanto
que las pulslones de destrucción domlnan la pslque y humano -esto no slempre es percibldo así por el anaü-

88 89
zarudo-, slno porque aI menos permanece üvo, pen- Ittt¡lrse englobando en la mlsma desmentida lo exterior,
sante y hablante... No es r¿rro que pare"-caloco a los oJos lo malo y lo aJeno, no se debe sóIo a que el obJeto provee
del analzando, quien, en fin, encuentra ese receptáculo a sus satisfacclones permitiéndole incorporar e intro-
para su locura proyectada, etapa qtizÁ necesaria antes yectar lo que el niño necesita y cuya falta Ie provoca una
que sea @pM de medir la profundidad de su propla locu- tensión desagradable, penosa y hasta dolorosa, que in-
ra, lo que sólo ocurrlrá con posterioridad. El analista duce por contragolpe eI sentlmiento de omnlpotencia; se
sóIo estáverdaderamente loco sl pretende mantener una debe también -es importante señalarlo- a que eI ob-
imagen idealizada que Ie es aJena, o si pretende salvar el Jeto, a su vu, lo idealiza. Se constituye entonces entre el
ideal del modelo analitico de la cura clásica en detrlmen- yo y el obJeto un clrcuito idealizante. No hay más que re-
to del úrüco análisis digro de ese nombre: la escucha del cordar la expresión de Freud «hls M@esty the Babg*.
discurso latente y su comunicaclón verbalizada. Freud destaca la sobrestimación de la elecclón de ob-
La necesidad lmperiosa del paciente de forza¡ al ana- jeto, en un todo como en el enamoramiento: *Al nlño se
lista a salir de la idealidad encuentra a menudo su fuen- atribuyen todas las perfecclones, su sexualldad infantil
te en la necesldad de reüür un confllcto con un pro- es desmenttda. El na¡cisismo prlmitivo del padre des-
genitor a quien había idealizado, o que se habÍa erigido pierta de ese modo, toda la experlencla de la üda resulta
en ideal a los oJos del niño, o también que habia ideali- anulada de un golpe ante la perspectlva de este nuevo
zado a su hijo con desdén de su indiüdualidad. comienzo en la üda, por procuración. Enfermedad,
Pero es cierto que todavía no hemos elucidado verda- muerte, renuncia al goce, restrlcción a la propia volun-
deramente el mecanismo que rige la ideali,¿gior, r, tad, no valdrán para el hijo, y como las leyes de la natu-
estructura paradójica, tanto es cierto que en manera aI- ralezay de la sociedad se suspenden, él será realmente
guna tenemos buena opinlón sobre un ser que careciera de nuevo el centro y el núcleo de la creaclónr.20
de ideal, al mismo tiempo que desconfiarnos un poco de ¿Cómo decir mejor la coluslón entre el restableci-
aquellos de quienes decimos que idealtzan sll obJeto. miento del yo-ideal en el progenttor, proyectada sobre el
Una lengua de Esopo más en el psicoanáüsls: ellas son hijo, y la instauración del yo-ideal del niño, que sólo
legión. existe en la medida en que el progenitor la vuelve posi-
ble? He ahi la sltuación extraña del obJeto al comienzo
de la üda del ntño. Aquel es omnipotente porque de él
dependen la üda y el bienestar del niño, y sin embargo
Yo-ideal, ideal del yore su odstencla es negada por este, que debe atribuirse y
aproplarse esta omnipotencla para construlr su ldentl-
l,a estructura contradictoria de la función del ideal dad. Es como sl hiclera falta [Wirrnicott ha lnslstido so-
obedece a que conclerne a la vez a una organización bre este punto) comenzar por dar a la ilusión su mayor
narcisista anobjetal derivada del solo yo (el yo{deal) y a despliegue para aceptar la lnevltable desilusión de la
una ldealizaclón del obJeto parental por medio de la cual la separación del obJeto es el primer signo. Que el
identificaclón (ideal del yo). Ya hemos recordado los obJeto sea conocldo en el odlo nos lndica que es por un
nexos que odsten entre el yo-placer purificado y el yo- movimiento solo y el mismo que se reconocen la imposl-
ideal. Ahora bien, si el yo-placer purlflcado puede cons- bilidad de una saüsfacclón pulsional absoluta, la nece-
sidad de tolerar la frustración por inadecuaclón lneüta-
19 Para más detalles, rle narcisslsme prrmalre: structure ou état?,,
en Narcissisme de ule, narclsslsme de mort, Editions de Minuit, 1982,
ble del objeto, y el odio como consecuencla de la frus-
pág. IO4 y sig. [«El narclslsmo prlmario: estructura o estado,, en Nar-
cl-si.srno de uldo. narclslsmo de muerte, Buenos Alres: Amorrortu edito- 20 S. Freud, rPour introduire le narclssismer, en La, ule sexuelle,
res, 1986, pág.78 ystgs.l PUF, pá9.96.

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traclón y de la separación del obJeto. El yo-placer puede reconoclmlento del obJeto, su sobrestlmaclón, y la tden-
seguir odstiendo; lo que deJará de ser será la purlfl- tlflcaclón con este obJeto sobresümado. Cuando Freud
caclón. En lo suceslvo, lavlolencia pulslonal lnterna en- descubre la ldentlflcactón con el padre tomado como
contra¡á un eco en eI odlo dirlgido al obJeto. ldeal, piensa prlmero en el padre muerüo: no se puede
Se comprende entonces que el naclmlento del yo- deJar de notar que «Introducclón del narcisismo» slgue
ideal descanse en la satisf,acclón automática, lrrmedlata, muy de cerca aTótemy tabú. En esta obra, punto de
plena, entera (que quizá nunca e:dstió salvo en una fan- partida de su refle¡dón sobre la rellgtón e hilo conductor
tasÍa retrospectlva de la experlencla de satlsfacclón de sus escrltos soclo-antropológicos, Freud, cuando tra-
como modelo perfecto creado con posterloridad). Que el ta del amor hacia el padre, gue a suJulcio es raiz de toda
yo-ideal, lo mlsmo que elyo-placer puriflcado, dependa formación reltgiosa, muestra con gran abundancia de
de un mito constitutivo de la organización psíquica nos argumentos la ambtvalencla de que este es obJeto, ya en
induciria a pensar que en la psique odstlría una funclón proporción a las conmemoraciones colecüvas del asesl-
del ideal totalmente origlnaria, que hallaría su expreslón nato de que fue víctima, muerto por sus hiJos.
en el estado de naturaleza slnónlmo de felicidad y de No obstante , en Elyo g el ello, en el capitulo *El yo y el
lnocencla. El paraÍso terrenal, de que se hace eco el An- superyó» (-Ideal del yor), Freud enuncla unJuicio que ha
tiguo Testamento, no sería un mito tan potente sl en los dado lugar a comentarlos polémlcos acerca del nacl-
humanos anclara en una creencla tan arraigada desde miento del ideal del yo, tras el cual *se esconde la pri-
los tiempos más remotos. mera y más lmportante identlflcaclón del lndlüduo: la
Lo que más interesa destacar aquÍ es el desdobla- idenüficación con el padre de la prehistoria personal,.
miento al que esta fantasía procede cuando erlge ese Una nota muestra la vacllación de Freud: «Acaso sería
mito origtrario como patrón con cuyo rasero el yo eva- más prudente declr'tdentlflcación con los padres*, pues
luará todas sus ocperienclas. En efecto, el yo-ideal -aca- antes del conoclmtento clerto de la diferencia de los
bamos de verlo con ocaslón de su resurglmiento con se>(os, de la falta de pene, padre y madre no reciben un
¡notivo de la paternidad- no desaparece nunca. Nt st- valor diferente,. Y el texto contlnúa de este modo: *Esta
quiera hace falta esperar al nacimiento de un hiJo para [a ldentiñcación con el padre pretristóricol aI comlenzo
verlo renacer de sus cenlzas. Baste con evoc¿rr el enamo' parece no ser el resultado o el desenlace de una lrrves-
ramiento, slempre temporario, que servirá perpetua- tldura de obJeto; es una tdenüffcación dlrecta, inmedia-
mente de referencla evaluadora cuando el amor adopte ta, más precoz que cualquler lrrvesüdura de obJeto. Pero
formas más atemperadas pero tamblén menos alsladas las elecclones de obJeto que pertenecen al prlmer pe-
de la realldad, y sea más vulnerable a las limttaciones ríodo sexual y conclernen al padre y a la madre parecen,
que esta impone a la pareJa que se ama. l,aJusttficación en ese desarrollo normal, encontrar su desenlace en
de muchas lnfldeltdades con5rugales lrrvoca el deseo -y una identificación semeJante, que así üene a reforzar la
a menudo la lluslón- de restablecer por medlo de un identlftcación prtmartar.2l IdentüIcaclón directa y prl-
nuevo enamoramlento la idealizaclón recíproca del esta- mera, anterlor a toda lnvestldura de obJeto. Ya en el
do inicial que ya no es más que un recuerdo en los espo- capítulo referido a la identlffcación, dos años antes, en
sos que han sufrldo los estragos del üempo. El amor re- *Psicología de las masas y análisis del yo,, Freud escrl-
Juvenece, se aJlrma. Si disipa la usura del üempo, no bia: *El varonclto da muestras de un interes particular
sólo devuelve a la adolescench stro a ese yo-ldeal de los por su padre, querría llegar a ser como é1, ocupar su lu-
üempos preterldos. gar en todos los órdenes. Digámoslo tranquilamente:
Por un vuelco total de perspecüva es como se con-
suma el paso del yo-ldeal at ideal del yo. La desmentlda 2r.I¿ Mol et le Qar, en Essa{.s dePsychanolgse, Pettte Blbllothéque
del obJeto propia del yo-tdeal es remplazada por el Payot, 1981, págs. 243-4.

92 93
toma a su padre como ldeal, .22Y agregaque esta actltud con el progenltor como ideal; dicho de otro modo: la
no se ha de atribulr a una femintdad o a una pasivldad atracclón eJercida sobre el niño por la flgura agrandada
hacia el obJeto paterno. Es anterlor aI compleJo de EdI- de él mlsmo, que él percibe a través de un padre a qulen
po, del que constltuye la base. imaglna emancipado de toda traba para la saüsfacción
Freud tiene los oJos flJados en el padre. El texto de de sus pulsiones, sea que tenga la posibilidad de cal-
1921 que acabamos de citar no toma la precauclón de marlas sln demora, sea que tenga el poder de no ser es-
decir *ambos padres, como el de 1923 lo precisará pru- clavo de ellas.
dentemente. Por otra parte, arrn en este últlmo caso, Por eso mismo un hllo uneTótemy tabú, Pstcología
Freud termlnará diciendo que, si él se ocupa sólo de la de lrrs,nasas g anállsts delgoy Molsés g lorellgtónmo-
identiñcación con el padre, es «para simp'llflcar la orpo- rateísta, que dedicará un capítulo ¿l «sran hombre,.
slclón». ¿Por qué estas vacilaciones? Stn duda se adu- De la mlsma manera como la identiflcación con el
clrá el falocentrlsmo incurable del fundador del psico- progenltor es, según lo üo l.acan desde su trabaJo sobre
análisis. No obstante, existe un medlo de orpllcar la si- el estadio del espeJo, una mediación indispensable para
tuación de otro modo. Si Freud preflere, en toda clr- la uniflcaclón del yo hasta entonces procüve a la frag-
cunstancia, tratar Ia relación del hiJo varón con el padre, mentaclón, el amor por el gran hombre es responsable
es porque esta pareJa está unida por una doble relaclón. de la reur¡lón de los indiüduos de una masa en un gru-
Por una parte, la que liga aI hiJo varón con su lmagen en po organlzado. El padre uniflca la masa baJo su leoder-
tanto dgual, sobrestlmado, lo que corresponde a la preo- shfp, det misnio modo como el cuerpo se forma en torno
cupaclón por ltgar este tipo de relaclón con el €unor nar- del centro constituldo por el sexo, gracias a la imagen de
cisista. Por otra parte, esta identiflcaclón con un ideal se la madre. Es más facil asumir esta posición para el va-
ve favoreclda por el hecho de que entre el varón y su pa- rón, reasegurado por la comprobación üsible de su pene,
dre la tdentfi«rc\ón es ta nto mós lnrneüafa cuanto qt rc Io y ciertamente aquella es diferida en la rüña, qulen ase-
reloctón es medtata. es dectr que no pa.sa por los cut' gura su idenüdad en torno de lo lrrüsible lnterlor, san-
dndos mttemos g Ia dependencla dei cuerpo del h§o del tuario protegido en espera del bebé por venir, destlnado
cuerpo de tamadre.23 Por lo tanto, es esta relaclón esen- a cumplir el programa ideal que sueña para é1. Por esta
cial la que se trata de aprehender en la identlflcación razón, no es poslble evitar una psicologia diferencial de
los ideales. Sl estos se concentran en la muJer en el des-
tlno que dibuJa para sus h{os, en el hombre, en cambio,
22 *PsycholoeÉe des foules et analyse du Mol,, en Essa¿s de Psgcha'
los ideales (heredados de la madre) son de una Índole
nalgse, cap. VII, pá9. f67. más abstractar.24 Esta abstracclón masculina puede
23 Es sabldo que, en la pstcopatologia de la vtda cotldlana, las
madres que se han desvtvldo para ocuparse de los h{os durante toda
ser reivindicada por la muJer a través de una identifi-
laJornada en ausencla del padre, dedtcado a sus ocupaclones, se lrrl- caclón fálica. Pero, las más de las veces, se conüerte en
tan un poco, cuando este regresa al atardecer, aI ver que los nlños causa de conflictos entre los sexos, porque las muJeres
camblan de actltud. No sólo le hacen flestas y se apartan de la madre, reprochan a menudo a los hombres su «abstracclón,
sino que además se vuelven repenünamenteJulclosos y obedlentes a que los aparta de la üda.
la primera orden paterna. El presügfo del padre es Proporclonal a su
E>dste en Freud una coherencia notable en torno de
ausencla y a su escasa partlclpactón en las tareas trMales de lo cotl-
diano. Por otra parte, el padre deseoso de hacerse amar rehulrá las esta función de un padre falóforo. «¿Quién si no es su
manifestaciones de autoridad que la madre espera de él: tamblén por
esto la madre se queJará de tener la excluslvldad de las punlclones' o
24 .Es preciso admltir entonces que
sea, de llevar todo el peso de las fn-¡stractones por lnfllglr. El hecho de el gran hombre eJerce su lnflujo
que, en la sociedad contemporánea, Ias mad¡es tamblén trabaJen afue- sobre sus contemporáneos de dos maneras dlferentes: por su perso-
ra apenas moüflca la sltuaclón puesto que Ia relaclón carnal con la nalldad y por la ldea que deflende,, L'lwmme Moíse et la reliqion mono-
madre permanece lnmodillcada. túiste, Galllmard, Sra. ed., pág. f 64.

94 95
padre, en efecto, puede parecer'grande- a los oJos del puede desencarnarse totalmente y convertirse en una
gran idea: el psicoanrálisis, por eJemplo' para los psico-
nlño?,.25 Esta grandeza provlene de lo que La'can deno-
analistas, y la cura clásica como ascesis.
mina la metáfora paterna, que en Freud se dlce más
slmplemente: el trlunfo de la esptrltualidad sobre el tes-
Umonto de los sentidos, la preeminencla otorgada a la
paternidad sobre la maternidad' ¿Pero no equlvale esto
á decir tamblén que el padre, a dlferencla de la madre,
Idealización del arnor, idealizaclón del odio
no está ligado at hiJo por la mlsma relaclón carnal sub-
yugante? El amor que se le üene en la idenüflcaclón pri- La tdealizactón tat como la hemos constderado no es
en consecuencla un destino tardío de la irrvestldura del
*án" ya está esplrltuallzado: sublimado e ldeallzado' objeto sino, al contrarlo, un dato origlnario constitutivo
I-a evoluclón de esta relación ¿unorosa hacia el tdeal del
yo consuma 1o que ya estaba en germen en la ldentiñ- del funcionamiento pulsional, Io que Justifica, entre
otras cosas, la concepción de Melanie Klein. A ella no le
cación prlmaria. Sin duda por eso la relaclón arnorosa
de los indiüduos de la masa con el leader es para Freud
arredra invocar la nostalgia de un estado prenatal como
una regresión. El ideal del yo' que se habia desasldo de ratz de la idealización: *Podemos ver en esta nostalgia
su lazo con el obJeto parental por lnternalización y dese- -universal- de un estadio prenatal la expresión de
xualizaclón, se resexual?a' puesto que el amor hacia el una necesldad de idealizaciónr.2G Así se comprende me-
obJeto retoma el imperio baJo las formas de la psicología Jor su concepción de un pecho bueno idealizado corre-
colectlva.
lativo del pecho malo perseguidor. Cuando la ideallza-
ción domina la secuencia de la evolución psiqulca, se
¿Cuál es entonces el paso dado con la constitución funda en la desmentida del obJeto malo. Reparemos
aeliAeal del yo? Consiste en una lnversión de los valores
entonces en las diferencias con respecto a la concepción
del yo-ideal. Si el yo-ideal nutre la fantasía de una satls-
facción total, inmediata, perfecta, el ideal del yo se cons-
freudlana. En Melanie Klein, la idea de un yo-placer
puriñcado con excluslón del no-yo, de lo exterior y de lo
tituye sobre el sacrificio de la satlsf;aceión pulsional, sln
frustraclón, sln pesar nl resentimiento amargo' porque malo, no tlene cabida. Tampoco el obJeto es conocido en
el odio. Bl amor y el odio nacenJuntos y sus objetos exis-
el yo extrae orgullo de su renuncla a satlsfacer la pul-
sión y pretende experlmentar un bienestar igual o in- ten slmultáneamente con sus correlatos: eI yo bueno y
cluso superlor a esa renuncla en favor de un obJeto cu- elyo malo. Si en ella la escislón desempeñaidéntica fun-
ya *grandeza» parece sobrestimada. Me parece que es- ción de exclusión, su fracaso es patente, como lo mlles-
i" pio"."o es inseparable de la sublimación de las pul- tra la ldentlficaclón proyecttva' Además, y este es el
slones. rasgo diferencial más importante, la idealizaclón recae
El mismo desdoblamiento ya ocurrldo en el momento
primero sobre la madre y sobre el obJeto parcial que la
en que se consütuyó el yo{deal' que servirá de rasero representa: el pecho.
para medir las saüsfacclones ulteriores del yo' se pro- Pero cabe preguntarse si Melanle Klein' a su vez, no
duce aqui entre el yo y el ideal del yo' Asi' el yo sigue un
idealiza eI pecho, por eJemplo cuando escribe: uEl aná-
dificil camino, navegando entre la Carlbdis del yo{deal y lisls de nuestros pacientes muest¡a que el pecho bueno
es el prototipo de la bondad materna, de la paciencia y
la Escila de su sombra invertida, el ideal del yo. Se ve to-
mado entre la búsqueda de la saüsfacción absoluta y la de la generosidad lnagotables, así como de la creaüvi-
de la renuncia absoluta, entre la nostalgia del obJeto pri- dad. Son preclsamente estas fantasias y estas necesi-
dades pulsionales las que enrlquecen el obJeto original
mario y la asplración hacia gl «gfan» obJeto; este últlmo

25 tbtd.,
26 Melanle Klelrx, EnL,f,e et grañfude, Gallimard, 1968' pág. 15.
pág. 165.

97
96
hasta el punto de constltuirlo como el fundamento de la
costumbres y de la moral. Pero odste otra parte que la
esperanz¿r, de la conflanza y de la creencla en el blenr.27 prlmera querria negar: Ia de las perwersiones lnffltradas
Es innegable que este dlscurso tlene resonanclas reh- áe pulsiones destructoras, en que la dominaclón del ob-
giosas. Sobre todo, hace pensar, como a menudo se lo jeto y su reducción al estado de cosa ftguran en el pri-
ha reprochado a Melanie Klein, que todo el mal vendria mer plano del cuadro clínlco.
de las malas pulsiones del niño. Sabemos que Justa- A este respecto, cabe pensar que las perverslones se-
mente contra esa lnterpretación Winnicott puso de re-
rian aflnes a la paranoia. Tendrían en común con esta
lieve el papel de las carenclas maternas. Si la ldeali-
una idealización del odlo. Me reflero a esos casos en que
zación no está ausente tampoco de la concepclón de
Ia escislón es tan lntensa que el odlo resulta por corn-
Winnicott -en la constltución del obJeto subJetivo na- pleto desculpabilizado, Justiflcado por ideales del yo que
cido de una ideallzaclón reciproca de la madre y del
no se conforman con promover el blen al que entregan
hjo-, nos parece que sobre todo el área intermediaria toda su fe, sino que se preocupan sobre todo de purgar
se convierte en el soporte de los fenómenos de idealiza-
el mal que envenena el mundo por la pestilencla de los
ción con la creaclón de los objetos transicionales. Que individuos que 1o encarnan. El fanatismo rellgioso o
Winnlcott haya üsto en esta área transicional el lugar de politico se anota aquÍ. Abundan Ios eJemplos en la hts-
la er<periencla cultural demuestra una vez más que no torla o la literatura. Baste pensar en lo que signiflcó
podriamos separar de una manera absoluta idealizaclón
Cartago para Roma, en las vÍctimas de la Inquisición, de
y sublimación. En todos los casos, me parece que la la Reforma o de los regÍmenes totalitarlos; el Dios del
idealización descansa en dos nociones estrechamente Antiguo Testamento, como el del Corán, no escapan de
ligadas: la sobrestlmaclón y la deserrcarnacirin. E>dsten,
este absolutismo. Tal es el preclo de la Revelación. I-a
no obstante, ldealizaciones sexuales que son de natura-
idealizactón del odio prosigue hasta en nuestras socle-
leza carnal. El propio Freud hizo obserwar que las per-
dades modernas: campos de concentración, deporta-
versiones eran ideallzadaq por sus adeptos. Esto es in-
ción de poblaclones, exterminios; las figuras del mal se
negable.
encarnan con una notable eftcacla y son comúnmente
En el caso del amor, la idealizaclón carnal sólo en- admiüdas por los grupos más dlversos: naclones, cla-
cuentra su Justiflcaclón a través de la fe err una suerte ses, etnias,-adeptos dá una religión... la lista es larga.28
de trascendencla en que la carne está al servlclo de un
En 1913, Dide publicó una obra sobre los idealistas
obJetlvo elevado: la relación sexual pasa a ser el acceso a
apasionados,2g situados en la frontera de las personall-
una comunión espirltual, bien aleJada de los fundamen-
dades psicopátlcas y de la paranoia. Ideaüstas enamo-
tos pulslonales en que se origlna. Después de todo, hu-
rados, grandes místlcos, reformadores ¡ellglosos, doctri-
bo prostttutas sagradas en la Antlgüedad. La idealiza-
narios políücos, anarquistas, propagandtstas actlvos,
ción perversa se presenta las más de las veces como re-
magnicidas se lncluyen en esta clase nosognl'flca' Una
velación de la verdad del ser. El proselitismo, elemento
línea de separación dlüde este conJunto. Sl los enarno-
fundamental de laperverslón, esJustificado siempre por
rados apasionados son vÍrgenes y los grandes misücos
la idea de que la peruersión es por esencia inocente, que
son contemplativos, los reformadores rellgiosos se sl-
sólo aspira a la realización de los sujetos normal?ados
túan en la frontera de esta idealizaclón del odto. De los
por la sociedad, que pagan su adaptación con una muti-
doctrinarios polÍtlcos a los magnlcidas, se pasa al acto
lacién de su ser profundo. Esto se aplica sólo a una pe-
baJo formas más o menos radicales.
queña parte de la categoria de los perversos, y sin duda
a aquella que es más compatible con la evolución de las
28Cf. en este mlsmo volumen .¿Por qué el mal?r.
2gVéase el resumen de esta descrtpclón en la obra de su alumno Paul
27 lbíd.,p^g.t7.
Guiraud: Psachloffieclhtque, 3ra. ed., k Franqols' págs. 298-3OO.

98 99
Ia gran literatura ha esbozado personaJes tnolüda- todo puede no ser más que una flJación al yo-ldeal- nos
bles. El Mtguel Kohlhaas de Klelst, el Pedro Verkhovens- dé la lmpreslón de que los hombres desproüstos de él
ky de los Dernonúcs, padre esptrttual de nuestros terro- faltarian a su humanldad, nos hace tomar conciencia de
ristas contemporáneos, son sus paradlgmas elocuentes. la dlflcultad de entrar en armorúa con la ldealizacion. Al
El analista no suele acostarlos sobre su diván, porque ldeal, como meüda inplacable, es dectr, como desme-
con razón desconfia de la paranoia, y anücipa el mo- sura, el anallsta sólo puede oponer un ideal de la mesu-
mento en que el paranoico, sln medlar provocaclón, se ra. El desdoblamiento únlcamente narcislsta, evaltlador
conüerta en el perseguldor. Estos hechos muestran a con la medida de 1o absoluto, debeúa poder susütuirse
las claras que Melarüe Kleln no se equlvoca en ügar tdea- por el desdobla¡rüento en dos lrrconclentes, un lncon-
lizactón y persecuclón. No obstante, en los casos fronte- clente de lnvesüduras narclslstas, y ot¡o, de lrrvesüdu-
rizos obserwamos con gran frecuencla estmcturas ldea- ras de obJetos. El ideal supone la adheslón a un valor
lizantes en que la desmentlda del obJeto malo retorna que se consldera únlco e lrremplazable' tal como se ln-
por medlo de angustias paranoides y estructuras perse- vlste el obJeto en el enamoramlento. Ahora blen, cual-
cutorlas que ocultan paralelamente toda ldeallzación del quler reflodón sobre el obJeto en el psicoaná[sls no pue-
obJeto al que ellos rlnden el sacrlñcio de su üda La tras- de menos que desembocar en la conclusión de que ods-
ferencl,a revela esas organlzaclones desautorlzadas por te slempre más de un obJeto en la morada de la psique'
lo conclente. y que es slempre obJeto de amor y de odlo. En cualquier
Blen pudtera suceder que la reacción terapéuüca situaclón, lrrvocar el obJeto es reconocer su doble dtfe-
negatlva tuvlera por fundamento una ldeal2aclón del rencia, en tanto no-yo y otro sexuado. St el yo neceslta
odio l¡rconclente, dicho de otro modo, que el masoquis- un rasero para orlentar sus investiduras, evaluarlas,
mo que está en la base del aferramtento a la enfermedad dlstributrlas, repartirlas, creer en la poslbüdad de se-
dé testlmonlo de una captaclón reciproca del yo y del meJante logro cuando sabemos gue las pulslones son
obJeto, que tenga el propóstto de saüsfacer una vengan- hffas de lahAbrfs, seria sln duda caer en la ideallzación.
za eterna, efecto de un mal irreparable, con excluslón de Y puesto que la medlda es lneütable, conüene evitar lo
toda solicltud hacia el obJeto Juzgado responsable de lnconmensurable.
todos los infortunios del suJeto. I¿. desmenüda del ob- La acclón subverslva de los ldeales obedece a su
Jeto bueno inflltra toda la psique, que conoce un solo pertenencl,a al narclslsmo. Lo que stgntffca no sólo que
propósito: gemir por los desastres ocaslonados por una la relaclón de obJeto se empobrece en el monto que el
tmngo parental indigna de su tarea. No son raros los narclsismo desvia en su provecho, slno también que el
casos en que la desmenüda es doble: desmenüda del ob- ldeal no slempre se conforma con retrotraer al yo las
Jeto bueno y desmentlda de toda postbllidad de amar al lrrvesüduras del obJeto, puesto que la ldeallzación trae
obJeto. Tenemos en ese caso la depresión crónlca. conslgo tamblén la necesidad de hacer coincidlr el ob-
Jeto con el ideal proyectado sobre é1. La tlranía del ldeal
no se Umlta, en consecueneia, a la idealización del yo,
slno que fuerza al obJeto a renunclar a su ldenttdad para
La. medida del ideal volverlo conforme al soberano bien que se ha elegldo en
su lugar. Esto expltca los nexos entre pslcologia tndivt-
Que el ideal revele ser en fln de cuentas una norrna dual y pstcologia soclal, y sin duda que no se debe al
con cuyo rasero el yoJuzga sus actos así como sus pen- ¿¡zar que Freud desarroüe en Pslmlqgla.de las mrmas A
samlentos, que pueda ertgirse en el tlrano más lnmlse- anattsts delgo su teoría de los ideales comparando erur-
ricorde con qulen se estará perpetuamente en deuda, y moramlento, hlpnosls y organlzación de las masas. Pero
que a. confrorlo la ausencla de ldeal ét descutdará la ldeallzaclón del odlo que lleva a la mul-
-que después de

100 lol
titud a poner fuego a las eflgies que admiraba y a derri- S..La doble frontera
bar las estatuas de aquellos a qulenes amaba como a (1e82)
padres.
El análtsls de los ideales del yo no es cosa sencilla,
tanto es clerto que el yo queda ldentlflcado con sus pro-
yecclones ldeallzadas, que se le antoJan proplas de la
naturaleza de su ser. SemeJante anáüsis conslste, con
empeño en remover las eselsiones, en restablecer una
meJor clrculaétón entre las lnstanclas que limitan recí-
procamente sus tendenclas a a¡roderarse del poder ab- Cuando Freud introduce el pensamlento en la teoría,
soluto y a gobernar el aparato psíquico baJo su férula. con una clara redcencla se ve constreñldo a abordar la
Cuando este trabaJo analitlco se ve coronado por el cuestlón, como si hublera preferldo omitlrla. 1 Fue sln
é:dto, el yo puede entonces übrarse de la tenaza que lo duda asi como ocurrleron las eosas. El descubrlmiento
manü.ene prlslonero entre el orgullo y la humillación. ta¡dío delProguto nos ha reveliado la parte conslderable
Entre la gracla y la caída, debería haber lugar para una que el pensamfento ocupaba en ese prlmer esfuerzo de
común medida. sistemaüzación teórica desechado por su autor.
Hay que tranquiltzarse: no hay peltgro de caer en Ia Fue sirr duda el anállsls delasMemo¡las de Schreber
medlocridad -preocupactón principal de los ldealls- el que obligó a Freud a completar.la teoúa por medio de
tas-, porque la pasión ldeelloa¡rt" arderá slempre como una reflerdón pslcoanalítica acerca del pensamlento.
el fuego baJo la cenlza. Pudlera ser que en fln de cuentas Ausente del ensayo sobre Sch¡eber, encontrará lugar en
el ldeal de mesura hacla el cual ttende el anáhsls no un escrlto contemporáneo a su redacclón: «Formulaclo-
tuvlera ot¡o sentldo que el del reconoclmlento del Otro nes sobre los dos princtplos del acaecer psíquico». Esta
como lÍmlte lrreductible al designio suJetante del suJeto. ocposlción, callflcada de lntroductorla, desconcertó a
los psicoanallstas que la habian comprendido, y con
razórt, puesto que lo lgnoraban todo acerca del puesto
que ocupó el problema del pensamiento en la prolon-
gada germtnación privada que Freud comenzó en 1895
y que sólo se resolüó a hacer pública en 191I.
Pensamlento y realidad lrán aunados en las elabo-
raclones posterlores de Freud y pasarán a ser preocupa-
clones de importancia creclente en la parte termlnal de
su obra, donde tlene cada vez más presentes Ia pslcosis
y los mecanismos pstcótlcos. Esto no autorlza a declr
que haya e.:dsüdo una genulna profundización de las hi-
pótesis lntclales. El progreso parece venlr más bien del
marco conceptual en el que es resltuado el pensamtento
(«I-a negación,, 1925). I rs anotaclones de Freud sobre el
pensamlento nunca deJan de ser lncldentales. Si bien no

1Véase la concluslón del artículo de Freud rFormulaclones sobre


los dos prlnclplos del acaecer psÍqulco,.

L02 103
puede eludlr el problema, tampoco se demora en éI, lo obstante, sus lectorés permanecen más fieles Justa-
que no le lmpide volver repetitlvamente sobre la cuestlón. mente a esta parte de su trabaJo.
Tenemos entonces retardo y retlcencla, eütación y Me parece que hoy los anallstas, que se encuentran
malestar, como sl se tratara de no deJarse desüar, en to- cadavez más con pacientes llamados diñciles' se ven
dos los sentidos del término, porype lo esenclal de la pro- constreñidos a abordar el problema del pensamlento
blemáüca psicoanalitica se sltúa en otra parte. El pen- por conslderaclones práctlcas, porque, aun cuando no
samlento no forma parte, a los oJos de Freud, del cuerpo sean psicóticos, los paclentes que constituyen la pobla-
de conceptos fundamentales del psicoanáüsis: las pul- ción analítlca actual tampoco son neuróticos. Aunque
slones, lo lnconclente, la represión... de los que derlva, las perturbaclones del pensarnlento no se presenten en
sin que pueda pretender la condleión de una húpótesis el primer plano de sus cuadros clínicos, no hay duda de
básica. que lmponen un esfuerzo de pensamiento al analista,
Lo que el psicoanállsis tenga para declr sobre el pen- lo que deJa adtünar la odstencia más o menos latente en
samlento no rebasa, me temo, el marco de las relaciones ellos de una problemáttca de este üpo. L,a reslstencla, la
entre lo tmpensable que es la pulslón y la elaboración de compulsión de repeüción, el carácter rebelde de las pul-
que es obJeto por el lenguaJe, que permite al pensarnlen- siones no lo explican todo respecto de la dlflcultad de
to desasirse. Aun si es con ocaslén de las relaclones con estos anáIlsis. Parece que debleran inten¡enlr otros con-
la realldad como el psicoanallsta se ve constreñtdo a to- ceptos.
ma¡lo en cuenta, el obJeto de la teorización será slempre Al pesqulsar a través de los trabaJos de Freud, de
el problema de las fuentes del pensar y de su arraigo en Melanle Kleln, de Bion y de Wnnfcott los eJes teóricos
la üda pulslonal. Por eso interesa no equlvocarse en que debieran entrar enJuego para una clÍnicay una teo-
cuanto a esta conJunción entre pensamiento y reaüdad, ria del pensamlento, me ha parecido que' de manera
que para el psicoanalista nunca es sino un nexo cons- más o menos explícita, en la práctica todos ellos toman
tricüvo pero secunda¡io. como referencia lnstrumentos teórlcos cuyo alcance or-
Con Bion es con qulen se inaugura una verdadera denador no siempre valorizan. Son estos instrumentos
teorÍa del pensamlento, nacida de la orpertencla pslco- los que me propongo considerar en el presente trabajo.
analÍttca con los psicótlcos, en quienes las perturbaclo- Por ahora me llmitaré a enunclarlos:
nes del pensamlento se registran en el primer plano. En
verdad, la obra de Bion procede a una integra reformu- 1,1-a"Jrontera. Ninguna teoría sobre el pensamiento'
lación de la teoria psicoanalittca. Si reanuda el hilo in- aunque no slempre lo diga, puede prescindlr de plan-
terrumpido por Melanie Kleln con las ideas de Freud, tear, como algo previo, el problema de la frontera entre el
Elon redeflne la acüvldad psiquica a parür de un punto adentro y el afuera. Esto es algo implícito cuando se
de üsta sltuado en la extremidad opuesta del escogido considera el problema de la proyecclón en la perspectlva
por el fundador del psicoanáItsis, poryue la elaboraclón cláslca de Freud, o el de la ldentiflcación proyecüva de
teórica ya no parte del neurótico, sino del pslcótlco. No Melanie Klein y de Bion, o tambtén el de la forclusión la-
obstante, hay que señalar que el esfuerzo de rigor y la caniana. La diñcultad está aquí en artlcular las relacio-
fantasía de una maternatlzación de la teoría, que habita nes de esta frontera entre lo interior y lo exterior con la
a Bion como asedió a La.can, se dlsuelven en la parte ter- que sep¿rra a los sistemas Conclente-Preconclente e In-
minal de su obra, como sl el autor alentara clerto escep- conclente. Lo cual no es más que la formulaclón teórica
ücismo hacia su tentativa de teorización anterior.2 No de un problema clinico y tecntco referido a las modall-
dades de la trasferencla en los pacientes no neuróücos,
2 Cf. A Green, .Au-delá?
En deqá? de la théo¡{¿r, rp¡'sfsgler de los En- por la función que en ella desempeña el obJeto, donde la
tretlens psychanalyttques de W' Bion, Galllmard, 1980. frontera est-á siempre en Juego y slempre en cuesüón,

104 105
dentro de relaclones de reuntón y de separaclón respec- punto de partida de las elaboraclones ulteriores. Para
to de aquel. que haya t:rstght, hace falta primero que haya algo re-
2.l,o"representactón. Concepto domlnante de la teo- presentable.
úa freudiana, abarca, como mÍrümo, un doble c¿rmpo: S.InWozón en su nexo con la deslrgazón, que es qui-
representación de cosa y de palabra, lo que obliga a to- zás el concepto más general del psicoanállsls, puesto
m¿¡r en cuenta el moümiento de abstracción que lleva que se aplica tanto a las energías como a los contenidos
de la una a la otra y su retroacción dentro del proceso y a los diferentes materlales que les si¡ven de vehículos.
regresfvo que conduce a tratar las palabras como cosas. I-a. cuestlón rectora es aquí Ia orientación que preside a
Ia representación no puede eütar la referencia al mo- lahgaznn, es decir, su flnalidad. Representar es ya llgar,
delo óptico de la psique, aunque todo el problema sea pero pensar es re-llgar las representaciones de un modo
aquí el del paso de una estructura reflexionante no especular. St el análtsls sigue siendo el proceso esen-
-nece- cial por el cual pueden advenir en el aparato psiquico las
sariamente deformante- a un mundo donde la repre-
sentaclón no representa nada más que relaclones. Des- trasformaciones de las ligazones, no se debe desconocer
de que propuse con Jean-Luc Donnet el concepto de psi- que tropieza con síntesis, más o menos elementales y
cosis blanca,3 me ha parecido cadavezmás que h fLn- más o menos compactas, que pueden estorbar las re-
ción de representaclón es el referente del trabaJo pslco- combinaclones esperadas. Referiré la simbolización a
analítico. Cualesquiera que sean las modalidades que los procesos de ligazón como caso particular de esta
obliguen a acondicionar el encuadre pslcoanalítlco, 1o función: simbolización lnterna en eI psleoanálisis de
esenclal de la acción psicoanaliüca irá dirtgido en fln de inspiración estructuralista de Lacan, que diflere de la
cuentas a la representación de los procesos psiquicos, concepción kleiniana en tanto parece desca¡rsar en fun-
intrasubJetivos e intersubjeüvos. El resto corresponde a damentos lnnatos, mlentras que en Melanle Kleln es
una reorganización propia del suJeto, en la que el ana- el producto de una evolución; simbolización para la ar-
Iista no üene parte. Hasta sugeriría que los acondicio- üculación del afuera y el adentro en Winnicott, en el
namientos del encuadre no tienen otra función que fact- espacio potencial donde una nueva reunión preside la
Iitar la funclón de representaclón. Esto que propongo no separación.
niega la referencla que de ordinarlo se hace a la trasfe- Al problema de la llgazón, es preciso referir no sólo
rencla para Justiffcar las modiflcaciones técnicas, en la los regímenes donde esta funciona de marrera diferente
medlda en que no se trata slno de traer [a trasferencia al (primaria o secundaria), sino también los procesos que
nivel de lo que es representable, elaboraclón primera y preslden la comunicaclón entre esos diversos tlpos de
funclonamiento, porque rünguna teoría del pensamlen-
to en pslcoanáüsis puede conformarse con t¡atar sólo de
3
J.-L. Donnet y A. Green, L' E4fant de Qa: Psgchornlgse d'un entre- los productos termlnados de los pensamientos sln anu-
ti.erulaprychoseblanche, Mi¡rult, 1973. Este trabaJo lncluye una larga dar estos a sus formas de organizaclón inconciente y a
elaboración sobre el pensarniento, algunos de cuyos puntos se reto- su ancl{e en el material más en bruto de donde el pen-
man en el presente articulo. No obstante, las perspecttvas que ahora samiento emerge.
desarrollo están más bien tomadas del anállsis de los casos fronter! 4. Laabstracclón. Es el ca¡ácter sin duda más especi-
zos. Aclaro que empleo aqui el térmlno rrepresentaclón, en el sentldo
conceptual más amplio, lncluyendo el afecto ligado a la cadena repre- flco del pensamiento. Supone una odepuraclón' de los de-
sentaflva (representante afecto), pero excluyendo a los afectos que no rivados pulsionales y de la carga afectiva por la cual se
pueden acompañar a ninguna representaclón o aun s€ le oponen. Aho- maniñestan. Me parece que no se puede conceblr el ad-
ra blen, la parállsis del pensamiento proüene de la no admlstón de las venimlento de la abstracción sln hacer intervenlr el *tra-
representaclones en el preconciente, o del sentlmlento de no poder dar
baJo de lo negativo, -de la forclusión a la negación-'
una forma representable a clertos estados afectlvos en extremo an-
gustlantes. cuyas consecuencfas son alavez económicas y simbó-

r06 t07
licas.4 Todas las teoúas e>dstentes intentan expllcar En este trabaJo he de trata¡ sobre todo del parámetro
esta evolución de los representantes de la pulstón hacla de la frontera, conslderando los otros con relación a é1.
la abstracción a t¡avés de una serie de operaclones más
o menos inscritas en la conünuidad, cuando un exar[en La concepción psicoanalíüca del pensamiento está
atento muestra que la abstracción es el fruto de una determlnada ¡ror eI arttffclo que estructura la experlen-
mutación respecto de la representaclón, que sólo puede cia psleoanalítica, a saber, el encuadre. No es contlngen-
explicarse por una ruptura que lnstaure una discon- te, desde luego, la observación de que los paclentes que
tinuidad, con borradura de esta. En este punto es donde presentan dlflcultades de elaboración en el domlnio del
hay que hacer desempeñar a la alucinaclón negatlva su pensamlento, y aun, en clertos casos, un rehusamlento
papel conceptual, porque de lo contrario se tropezará dellberado a pensar, son también los que toleran mal
siempre con un mlsterioso nsalto a lo intelecf¡¡¿l» que el encuadre. EJercen una preslón sobre este, tentados
permanecerá lnexplicado. Pero también aquí se plan- siempre, en el momento de las reactlvaciones conflic-
teará el problema de la orlentación, de la flnalidad de la tuales, de hacerlo estallar. Aun cuando parecen acep-
abstracclón, porque el pensamlento y la abstracción van tarlo, hacen trampa con é1, de una manera que sobre-
u¡üdos con el eJercicio de un poder de dominaclón y de pasa en mucho los acondlctonamlentos interiores que
apoderamlento -de lo cual es testimorrio la omnipoten- observamos en el neurótlco. IrJos de poder uülizarlo con
cia del pensamlento- que recibe la prueba de su plena los beneflcios regresivos que de él derivan, luchan con él
eficacia cuando sus objetivos se limitan a la exploración como sl estuüeran enredados con algún enernlgo irrüsi-
del mundo fisico, en tanto que resulta inff¡rltamente más ble que sacara ventaja de la situación, sea para entre-
discutible cuando su obJeto es el mundo psiquico. Uncido garse a un ataque contra su yo, sea para abandonarlos
al conoclmiento de este unlverso, el pensamiento debe a su derrellcclón en algún desierto donde no pudleran
obedecer a la doble tarea de aleJarse lo suflclente de los esperar socorro alguno, o que se poblara sólo de presen-
derivados pulsionales donde nace, sin deJar de mante- clas monstruosas.
ner el contacto con sus raíces afectlvas que le confieren Hemos mostrado en otra partes que la lrrvención del
su peso de verdad. He ahi una estructura paradóJica del encuadre por Freud derivaba del modelo del sueño- En
pensamiento en pslcoanálisis, que no puede ser reba- las condlclones habituales, el encuadre tiende a favore-
sada. cer la producción de un pensatntento no-per§ado, de
que nos da el eJemplo el trabaJo del sueño. No obstante,
Me parece que estos cuatro parámetros ciñen el mÍ- sabemos hoy que no hay nada menos seguro que el tra-
nimo de condiciones aptas para satisfacer una teoría del baJo de1 sueño, y qne las otras formas de laüda psiqui-
pensamiento en psicoanalisls. Pero debo agregar ense- ca nocturna (insomnios, sonambulismo, pesadillas,
guida que, entre ellos, el que conclerne a la frontera do- sueños bla¡rcos, etc.) atestigu¿lrl su puesta fuera de cir-
mina a mi parecer a los otros. Más aún, es aquel en tor- culto o su fracaso. Y aun cuando parece producirse, su
no del cual los otros se ordenarán. Insisto en ello porque resultado depende de la organización mental del so-
me parece que ha resultado el menos esclarecido en los ñante.6 Ahora bien, esta organtzación mental está es-
trabaJos dedicados aI pensamlento, a pesar de que estos
lo implican siempre.
5 Véase el capitulo slguiente.
6 Asi, el sueño del Hombre de los bbos, que da pruebas de un t¡a-
baJo tndudable, no dlce nada §obre su organlzaclón mental, sobre el
4 Véanse las reflexlones de Freud sobre este tema en su articulo
papel que en él desempeña la esclslón o la desestlmación que slguen
ütulado rLa negación,. slendo dueñas delJuego Psiquico.

108 t09
tructurada por la doble relación entre el afuera y el receptivldad a las lnterpretactones del anáIisis- se con-
adentro, por una parte, y la que rige las instancias Cc- vierte en la presa de un combate llbrado por el anali-
Prcc e Icc, por Ia otra.
zarrdo p¿rra asegurarse de su idenüdad, es decir, para
El encuadre no determina solamente las condiciones defender el territorto de su yo, como únlco lugar donde
de un espaclo de trabaJo, slno que modiflca la economía
se puede mantener una constancia de ser, batallando
de las fronteras. l¿. clausura que [rstaura pone en ten- contra las usurpaclones de un obJeto que nunca puede
slón, en su interlor, las fronteras entre analtzando y coincidir por completo con ese mismo yo, pasado clerto
analista. Constriñe al anallzando a reestructurar su nlvel de lrrvesfldura limitada o parcial. No se trata de la
identtdad, amenazada por la intenstdad de los intercam.- búsqueda de una identidad en el senüdo de una coln-
bios, y a vlgüar constantemente las fronteras de su psi- cldencla entre una representación y una percepclón,
que contra la invasión interna (por las pulslones) o ex- sino de una lucha encarnizada ¡ror mantener una iden-
terna (por el obJeto), aunque a veces confunde las dos. tidad l¡rterna slempre amenazada por un obJeto exterlor'
En las estructuras no neurótlcas, leJos de que se tra- siempre extraño al yo, inasimtlable por é1. Es en efecto
te de superar las limitaciones impuestas por la realidad aquí donde la frontera entre lo lnterior y lo exterlor' que
aI deseo, encontra¡rdole saflsfacclones desüadas, la in- se pretende adqutrida, eslá leJos de encontrarse ase-
vestlgación psicoanalitica enseñaría más bien que lo gurada, de donde el repliegue sobre una problemátlca
esencial de la actividad psíquica se empeña en mante- identitarla lnterna para garantizar la diferencia con el
ner una relación con el obJeto, slempre amenazada de obJeto.
destrucción reciproca. Se supone que sólo una ügilan- Es frecuente que el obJeto se üva abiertamente como
cia de las fronteras puede proteger una autonomía ar- hostil o nefasto: casl slempre se trata de la madre, de la
duamente adquirida puesto que debió sacriñcar las sa- que es preclso defenderse porque es lnvasora y no se
tisfacciones pulsionales obJetales en beneficio de las puede conflar en ella..Pero lo que revela entonces el
satlsfacclones na¡clslstas, aunque el término saüsfac- análisis es, a pesar de todas las tentatlvas de puesta a
ción sea aqui discutlble, puesto que se trata sobre todo dlstancla en la realidad, una lma¡raclón del yo atraído
de reaseguramientos en los que la moülidad garante de por ese obJeto que lo excita por su misma Intrusión. Tal
la independencia del suJeto o su compromlso en la ac- excltación es aprovechada para ofrecer al yo la ocasión
clón constltuyen una de las modalidades de esta auto- de rehaccrse en el combate y de reforzar su coherencla,
nomía, y que, en el otro extremo, es sobre todo la sobre- como sl abandonarse aI placer arnená7ara con traer
investidura tntelectual, producto de subllmaclones al- ,lg,rna dlsolución de la identidad: el peligro es entonces
canzadas a fuerz-a de puños, la que señala un vano y la pérdlda de todo poder oposicional.
efimero triunfo contra la vlda pulsional. Esta hace efrac- Pero hay otros casos donde pasa al prlmer plano la
ctón periódicamente, con un particular salvaJlsmo, y sltuaclón lrrversa, en que se supone que la unión con el
desencadena en el nivel del yo angustias narclslstas obJeto materno consuma la armonia del yo, el acuerdo
contra la intruslón interna de un obJeto del que el re- del yo consigo mismo.
pliegue solitario alimentado solamente por la sublima- Durante mucho tlempo, el anállsis acaso haga creer
ción creía haberse übrado. Sexualidad y agreslüdad se que ese acuerdo sólo era posible con lo que provenia de
reúnen en la idea de una üolencla impuesta desde el la madre, porque cualquier otro obJeto presentaba ca-
interior, que es laüolencia misma atribuida al obJeto Ie- racteres de aJenidad que lo volvían amenazador y su-
terno que prohibe el pensamiento. El afan de mantener ponian el riesgo de romper eL lazo con aquella. Pero
la idenüdad se sitúa en el centro de estas relaclones de cuando el análisis prosigue, la idealización de la tmago
obJeto. I¿. autonomía del pensarnlento
-y esto no deJa
de crear grandes dificultades para la trasferencia y la
materna revela su naturaleza defensiva. En realidad,
Justamente la lmago materna es la perclblda como ese

lro 111
objeto amenazante e intrusivo frente al cual es preciso que se entregue a proyecciones delirantes. El obJeto de
preservar la identidad. ¿Signiflca esto que estamos ante su preocupaclón es, al contrario, el aferramiento a la
dos momentos dlferentes del desarrollo, y que el ana- realtdad, asi como la necesidad de hacer compartlr y
lizando trata entonces de preservar algo adquirtdo du- reconocer por otros una üstón real a la que no habúa
ramente que Ie permitió la separación respecto de la nada que obJetar -en cuanto tal- si el analista no per-
madre, y ahora intenta poner el espacio psiquico -que cibiera que esta realidad es investlda de manera deli-
él logró conquistar c«rntra la usurpación de ella- a sal- rante sin que nlnguna *ldea dellrante, se revele nunca.
vo de su intrusión? Seúa quDás una üsión demaslado Por lo demás, puede ocurrir que la interpretación diri-
simple. I-a" existencia de una idealización primiüva pare- gida a 1o que en esta realidad llustra, de manera metafó-
ceria mostrar, al contrarlo, que la madre fue slempre rlca o simbólica, esas fronteras amenazadas, se admita
una extraña con la que sólo un self falso podía armo- sin que ello modifique elüvenciar. En estas estructuras,
nizarse creando esta identldad de desmentlda que era la es preciso slempre que la agreslón -intrusión en eI yo,
condición preüa para el estableclmlento de una relaclón en el sexo o en el pensamiento se responden en eco-
de obJeto. Es así como podemos adiünar la odstencla de venga de afuera. La interpretación en términos de iden-
un pensamiento, en extremo sutil, que uüllza la doble tiffcación proyectiva, que sln duda es la más acertada,
negación más que la negación atribuible a la represión, tropieza con una viva resistencia, pues reduciia al su-
para preserva¡ los secretos de un yo extraño al obJeto. jeto a reconocer que el moümiento parte de é1, lo que
Este debe de contlnuo velar por la no revelación de los contradiúa Ia referencia a la realidad exterior que su-
pensamientos frente a un obJeto cuyas capacidades ln- puestamente se le impone. De lo real es de donde parten
tuitlvas atestiguan el manter¡imtento de un lazo estre- todas las inlciatlvas. El Otro es real y, st hubiera que
cho cuasi slmbiótlco con é1, slendo que eI exceso de esta interrogar a un funcionamiento psiquico, sería al de é1.
intuición podria revelar un deseo de ruptura para ad- I-a habüdad de estos paclentes para detectar los moü-
quirir su libertad. mlentos contra-trasferenciales que ellos inducen y a los
¿Qué falta a este pensamiento que se funda en la que el arlalista debe ceder en ocaslones, pues se ve
preservaclón a toda costa de la autonomia psíqulca para arrastrado a una contra-idenüflcación proyectiva para
ser un pensamiento? Es tan celoso de su propiedad que alivlar su propio aparato psiquico de una tensión ex-
se consume en afirmarse no como un pensarnlento, slno trema, les sirwe de conffrmación de la necesidad de con-
como mJ pensamiento. La defensa frente a la aüdez ln- solidar las defensas narcisistas contra una alteridad
trusiva que buscaría poseer al obJeto y controlarlo se que es hostil en la medida en que el otro no se limite a
manlffesta por medio de su contrarlo: el repliegue sobre refrendar el contenido maniflesto del discurso del ana-
«suproplo» pensanüento. Esto sólo atañe a las relaciones lizando. En estas condiciones, la frontera afuera-aden-
de proximidad con el obJeto trasferenclal o sus equiva- tro ha servido de ocultación para los confllctos que se
lentes laterales. Por otro lado, el suJeto puede mostrarse desenvuelven en el adentro. Estos reaparecen cuando,
por entero cooperador hacia la comunicación y el lnter- de nuevo solo, el analizando es presa de angustias des-
cambio cuando no traigan consigo nlnguna lmpllcaclón tructoras, en ausencia del obJeto, que eldgen la veriflca-
subJetiva. ¿Hay que ver en esto una variante del narci- ción de su integrldad y la prueba de su superwivencia.
sismo? Es posible pensarlo, pero me temo que se ln- En contraste con el *delirio, de la intrusión, es en este
terprete mal el senttdo de este funcionamiento, porque, caso eI vlvenciar depresivo de la pérdida el que deJa al
si bien el narcislsmo nunca está ausente de este üpo de pensamlento incapaz de funclonar.
organizaclón, me parece que la lnvestldura del suJeto Todo ocurre como si lo que se presenta en el curso de
recae más bien sobre el control de sus fronteras, que una relación embrollada -el embrollo de los pensa-
percibe amepazadas en todo momento, y esto aun sin mientos-, lmprecisa, lnclerta, fragmentada, en que las

Lt2 ll3
secuencias asociativas sugieren a la üsión del anallsta el otro, sus representantes o sus producclones, que ha
imágenes carentes de relación entre ellas, persiguiera conseguido volver idéntlcos a él mismo.
un objetivo paradóJico: por una parte, se establece Lrna No obstante, el estado de separación no es más tolera-
forma de relación fusional en la que, al parecer, se da ble que el de tntrusión. El silenclo del analtsta que pre-
por supuesto que al analista no le har¿in falta las meüa- tendiera ser respetuoso de la preocupaclón del paciente
ciones necesarias para la inteligibilidad a fin de forma¡- por asegurar su separación y su tdentidad propias pro-
se una idea de lo que en este momento se trasmite y, por voca la odgencia consabida: «¡Diga algolr, «Muéstreme
la otra, esta relación de apariencia fuslonal es el medio que piensa en algo y que el estado de separación no le ha
que el paclente ha encontrado para volver inaceesibles provocado la muerter. Todo parece desenvolverse aquí
al analista sus pensamientos. En ese momento qruizá en elvalvén de un pensamiento que debe asegurarse de
sea importante no comprender demaslado Io que se no perder nunca su nexo con su santuarlo irrüolable, al
comunica. Esto e4plica también que semejante proceso mismo tiempo que debe darse la prueba de la odstencla
de representaciones de un pensamiento ortra lenguaje del otro de manera indeffnidamente renovada dentro de
pueda instalarse en el analista en el caso irrverso: aquel una relación donde sin cesar se cuestlonan su proximi-
en que el reffnamiento del pensamiento generador de la dad y su aleJamiento. La angusüa, sln duda, Justifica
confusión persigue el mismo ffn, el de ser entenüdo más estas oscilaciones que ocupan el lugar de lo que serían
allá de las contradicciones múltiples del discurso, ypen- investiduras verdaderamente üvas. Pero estas son arne-
sarse indescifrable, protegido por el muro del lenguaJe y nazadoras para el narcisismo. t-4. vida es peligrosa, la
de las eJecuciones que es capaz de consumar en üsta de muerte es peligrosa. La procura de un estado entre vida
una lógica inasible. y muerte es con frecuencia lo que se busca en la ercpe-
I-a omnipotencia del pensamlento no es aquí la de la riencia del pensamlento. Quiero decir con esto que toda
realDación de un deseo; más bien seúa del orden de una errperiencia de pensamiento supone una puesta a dis-
magnitud negativa: la de un pensamiento que nunca tancla del cuerpo y del obJeto, que suspende la üda y da
pudlera ser pensado por el otro. Por ello.la referencia a todo pensamlento, por exaltador que sea, la lmpresión
con la que conüene abordar el problema no es la del de- de que sólo se adqulere a través de una renuncla que es
seo, slno la del obJeto, la del pensamiento del obJeto en como el comienzo de una muerte. La situación analítlca
tanto nunca debe absorber al pensamiento del sujeto, o(aspera esta tarea. Es que el pensamiento, en anáüsis,
so pena de aprisionarlo en é1. La idea de continente, odge a la vu la separación res¡recto del cuerpo y stl cons-
formulada por Bion, ha permitido, en un primer tiempo, tante reunlflcaclón con é1. Ahora blen, el cuerpo aquí
acrecentar nuestra comprenslón, sl blen hay que com- nunca es, para estos paclentes, eso presente-ausente
pletarla con lo que la experlencla le aporta. Un conti- que deberia ser. Ora está excluido, ora se anega baJo la
nente puede no ser aceptable para el caso fronterizo, forma de la angusüa. Esta angustla del cuerpo es con-
salvo a condición de que se adapte perfectamente a los fundida con el obJeto. Es percibida como si ünlera del
contenidos del paciente, como si fuera propio de é1. Es analista, de su cuerpo-pensamiento que es preciso o
decir, como si se pudiera sostener la ilusión de que el bien aniqullar, o bien padecer en una relación aniqut-
paciente encuentra su propio continente en el analista, lante. Resulta dificil para el paciente reconocer la pro-
con olvido de su función de alteridad. El t¡lunfo del pa- yección, porque todo su empeño está puesto en estable-
ciente está entonces en sentlr que ha conseguido hacer cer su limite con el otro. Y este limite sólo se puede ase-
del otro, otro él-mismo; dicho de otro modo: que ha re- gurar por esta puesta afuera del obJeto que deJa muy
vertido el peligro de intrusión del objeto, consecuencia poca acüüdad psíquica disponible para discernir el sen-
de una interpretación de una parte de él por alguien que tido de la manlobra. Ahora bien, hay que contar además
no es é1, por medio de una intrusión -inconciente- en con la frontera que deslinda el adentro, cuya funclón de

lt4 r15
contra-irrvestidura flaquea a menudo. Ella deJa enton- obJeüvo no odste desde el comienzo. Ella se establece
ces brotar, no, como se ha pretendido, procesos prima- sólo por el hecho de que e[ pensamlento posee la ca-
rios que infiItren los procesos secundarios, sino proce- pacidad de volver de nuevo presente lo que una vez se
sos que se asemejan a los procesos prlmarios pero que percibió, por reproducclón en la representaclón, sln que
difieren de estos en tanto se encuentran corrompidos, o el obJeto tenga que estar todavia presente afuerar.T El
sea que buscan menos la satisfacclón de deseos erótlcos trabaJo activo del pensamlento, su palpactón motora
que su destrucclón, destrucüvldad que recae tanto so- con ayuda de las pequeñas cantidades, persigue el reen-
bre los contenidos expresados como sobre el pensa- cuentro del obJeto para asegurarse de su reaüdad y au-
miento que los expresa. No comprenderiamos nada de torlzar por fln la descarga que pone en marcha el proce-
estos pacientes si no percibiérarrlos que se trata para so de satisfacción. Sigue slendo el pensamlento del PIo-
ellos de una cuestión vltal. Todos sus logros soclales y yecto el que habita este texto trei¡rta años posterior.
sublimatorios tendleron a la constitución de esta. dable Pero lo que Freud omlte decir es que entre la consti-
Jrorúera que el análisis ahora cuestlona. I-a lucha ago- tución de la frontera originaria y la puesta en prácüca
tadora se reanuda en este marco, después que habia del pensarnlento se ha frstaurado una segunda frontera
parecido que la realidad proporcionaba pruebas sufl- que deslinda el adentro. Porque el acto de exorclsmo que
cientes de que este esfuerzo había sido coronado por el e4pulsó lo malo fuera del cuerpo no resolüó nada. Es
éxito. preclso todavia domlnar el retorno de esas lmpresiones
prlmeras baJo la forma de recuerdo de esta experlencla
[.a lectura de *I-a. negación» de Freud en la perspec- dolorosa, lo queJustiflcará la operación de la represión.
tiva que nos ocupa es sin duda la guia más esclarece- Pero con esta gran diferencia: la represión se consuma
dora para continuar nuestra reflexión. l,as formulaclo- en nombre del yo. La. frontera orlgtnarla no es la acclón
nes ya conocidas acerca del pensamiento se retoman en de un yo-realidad del comlenzo, que se llmltara a sltuar
ese trabajo, pero insertas en un marco más amplio. Se la fuente lnterna o externa de la excitación. Un yo asi
esboza allí una prehistoria del pensamiento, que se debe está slempre tentado de tratar las fuentes internas como
tomar como un mito de origen. sl fueran externas, y por eso pone en práctica la ocpul-
Es sin duda esta frontera originaria la que Freud tra- sión que supone liberadora. Sólo puede allmentar la
za primero con la operación inaugural delJuicio de atri- iluslón de la eflcacla de su procedi.miento porque l¡a ma-
bución. I-a declsión que conflere su cualidad buena o dre aporta de todos modos la saüsfacclón esperada,
mala a un obJeto es aqui contemporánea de un movi- pero entonces el obJeto-madre es confundido con el yo-
miento por el que se constltuyen un adentro y un afue- placer orlglnario que se constituye en esta ocasión y que
ra, aunque, en este último caso, se trate más de un mo- es sin duda la cuna de un yo-ideal omnlpotente. Sin em-
vimiento de excorporación: eyección radical que dlüde el bargo, el trabaJo psíquico se lnstaura según normas
mundo en dos y constltuye un yo escindldo de lo que le diferentes. [-a selección de las excitaclones se establece
es ajeno y es malo. Ahora bien, cuando Freud retoma la entonces según la modalidad agradable-desagradable
cuestión en el nivel del juicio de existencia, que debe para el yo, cuando el obJeto bueno ya no se confunde
decidir, con a5ruda del yo-reaüdad definiüvo surgfdo del con el yo. El placer del yo ya no está ligado al sentlmlen-
yo-placer origlnario, sl la dtüsión interlor-exterlor coin- to de autarquia, nacido de la fusión del yo y del obJeto
cide con la que separa lo subjetlvo y lo objeüvo, lo que de suscepüble de refrenda¡ el movlmlento de expulslón por
nuevo se plantea es el problema de la diferenciaclón en- el advenlmiento de una experlencla de satisfacción que
tre representación y percepción. I¿. concepción freudia-
na del pensamiento se completa con la referencia a la 7.la negaelón', en Résulúats, tdées, probtémes, vol. II, PUF, 1987,
representaclón: ul,a oposición entre lo subJetivo y lo págs. 137-8.

116 tt7
le fuera consecuüva. ¿Aqué se debe que el obJeto se cons-
[,a pslcosls nos ofrece la verslón carlcaturesca de
tttuya en el exterior, dlcho de otro modo, que se pierda? esta deslrrvesüdura de la reaüdad, slempre amenazante
Una argumentación descriptlva presenta el proceso co- por el vacío que deJa en el suJeto; en ella La e:rperlencla
mo gradual. Una argumentaclón metapslcológlca sólo de satlsfacclón es remplazada por el dellrlo, que es una
retiene eI hecho consumado de su constltución exterior. tentatlva desenfrenada de dar un sentido a Ia l¡r'¡aslón
Es l¡a constltución de un obJeto bueno interno la que per- anárquica del ello, con a¡ruda de lazos que penn¿rnecen
mlte la consütución correlatlva de un yo suffcientemen- cautlvos de las mociones pulslonales. BaJo la forma más
te invesüdo por capacidades de ligazón, que, permtte Ilmitada de una ex¡rerlencia puntual en ese caso fron-
pensar el obJeto ausente fuera de é1. Un yo así es capaz terlza que es el Hombre de los Lobos, tenemos la aluci-
de trabaJar sobre la realizaclón alucinatoria del deseo naclón del dedo cortado.g De estos hechos clinlcos, Jus-
porque ha remplazado la dlsconttnuidad originarla, que tamente, podemos deducir el protoüpo normal, en que
lo obligó al moümiento or¡rulsivo, por un sentlmtento de la e4periencla de dlscontlnuidad inaugural está repre-
contlnuidad que awtoriza la espera, la demora. No se sentada por la aluctnación negativa -representaclón de
trata todavía de un yo-realldad deflrütlvo, sino, exacta- la ausencla de representaclón-, a partir de la cual se
mente, de un yo capaz de formar representaclones de consütuirán pensamientos dlscontinuos que se unirán
cierta duración y deJugar con esas representaclones. I¿. por medlo de lazos no materlales. Que el lenguaJe, cuyas
consütuclón de un preconclente requlere que se haya ur¡idades son dlscontlnuas y excluyentes, según la ob-
establecido esta frontera lnterna que permita admittr servaclón de Freud, tome eI relevo de estas operaclones,
cfertas representaciones del inconclente, evltar otras y que pase a ser una activtdad de lrrvestldura priülegtada
proceder a moümientos de una parte y de la otra de esta porque es capaz alavez de representaclones y de repre-
frontera interna. sentaclones de relacfones, es lo que conñere la concien-
I-a hipótesis que establezco es que entre esteJuego de cla a una parte del pensamiento.
la representación y el naclmtento de un pensamiento Ahora bien, el lenguaJe lmpone sus constreñimlentos
proplamente dicho debe [rstituirse una ohrci¡nacíónre- para que quede garartJzada su consistencia. Por lo tan-
gafiua de la representaclón del obJeto (la madre o el pe- to, el relevo que toma del pensamiento deJa fuera lo que
cho) para que advenga, no una representación más o no pueda ent¡ar en las mallas de su lazo. Es una llmi-
menos reaüsta, como lo sostlene Freud, sino una repre- tactón de la teoría no poder utlllzar slno el lenguaJe para
sentación de las relaclones en el interior de una represen- dar razón de un pensarnlento lnconclente que perma-
taclón y entre dlversas representaciones.S Porque, sl la nece en su mayor parte lnsuscepüble de ser contenido
representaclón es un prerrequisito del pensamiento, por los proc€sos lingüistlcos.
nllnca el pensamlento derlvará en lÍnea recta de la re- En eI anállsls de los casos fronterlzos, aparece el
presentaclón. La. disconttnuidad primlüva que conduJo blanco delpensarnlento. No son los mlsmos analizandos
a excluir el obJeto malo no ltberó a Ia psique. Un aguJero los que dicen «TenEIo un blanco, ylos que dicen *No pien-
se constituyó en ella, como una playa vacía, un blanco so en nadar. Este blanco que comunican no es evoca-
que en los meJores casos resultará parcialmente col- ción de la represión. Y, aun sl, como en el caso de la re-
mado por la experiencla de satisfacción, y lo que reste de presión, es un ¡rensarnlento de trasferencia el que se ex-
él debe ser afectado al trabaJo del pensamlento.
9 A. Green, .Lhalluclnatlon négatlve,, en L'Etnhilon PsBcruafrqt;r.,
8 De ahi la ldea, que Freud defendló slempre, de un pensamtento 42, L977, págs.645-56. Señalo en ese trabaJo que la aluclnaclón del
inconclente que trabaJe a dlstancla de los restos percepüvos origi- dedo cortado del Hombre de los [.obos, generadora de terror. supone
narlos. Me parece que el dlstanclamiento no basta para crear las con- una negatlvaclón de la sangre que deberia manar de la herlda, que
diciones de este trabaJo, slno que es preclso postular una bo¡radura sólo angustla por elvacio que separa al dedo, retenldo por un slmple
de la representaclón.
fragmento de plel, de la mano.

118 Il9
presa negaüvamente de este modo, lo que muest¡an al respectn de la cual la castración, que adopta aqui La for-
analista es un pensamiento sin contenldo pero que de- ma de una imposibüdad de recuperaclón del pene lma-
ben comunlcar, que no puede conformarse con el sllen- glnarlo, no es sino el primer tiempo. La fusión sólo es
cio, slno que debe ser trasmlüdo como una representa- anhelada cuando no se puede producir, esto es, con un
ción de la ausencia de representaclón. Ese blanco fue obJeto ediplco totalmente ir¡vesüdo como tal, o sea, en
necesarlo para que se estableclera el pensamlento. Pero, tanto lmplica todas las fantasías ligadas al coito de una
en las situaclones analitlcas que menclonarnos, lo que escena primiüva que debe ser una escena de concep-
se representa es una lncapacidad de pensar, slempre ción. I-a. sÍntesls de las asociaclones toma este valor de
amenazante porque esta lncapacidad de pensar, o de re- *concepción», por eso no oclrrre. Aquí no hay blanco del
presentar, deJa el c¿rmpo llbre a pulslones, por donde el pensamlento, sino un suspenso slem¡rre inacabado que
cuerpo aprovechará esta vacancia del espiritu para pre- se ha de completar en modalidades autoerótlcas. Pero el
clpitarse en el yo. El blanco no pudo ser lntegrado a la suspenso es el heredero de ese blanco.
hgaznn de los ¡rensamtentos y de las representaelones;
dicho de otro modo: lo negaüvo ya no es la fuente de un Volvamos a «I¿. negación» y a esta frontera ortginaria.
trabajo, es un resultado por si mismo, una suspensión Freud la reflere al lenguaJe *de las más anüguas mocio-
de actiüdad psíqutca, una muerte puntual del espíritu. nes pulslonalesr, las pulslones orales. [o que hoy pode-
El neuróüco y también a veces el caso fronteriz¡ se mos aprehender bajo el texto, esencial para comprender
conforman con un suspenso del habla, acompañado de la mutación kleiniana, es que esta frontera no consti-
un *No sé,. En eI pslcótlco, la respuesta es obligada. En tuye verdaderamente un afuera.
el caso fronterizo, ese suspenso no es r¡l una pausa, nl [,o orpulsado es un abismo, el revés de una boca pri-
un susplro; es una solicltación urgente diriglda al yo o mitiva que, vomitando psiquicamente, se e4pulsa a sÍ
aI analista para que llene el espacio psíquico amenáza- mlsmay querría absorber al suJeto desde afuera. Lo asÍ
do por el vacio o por la lntrusión de una pulsión, más expulsado es el odlo, o algo que nl slqulera lleva este
que por una representaclón Ardeseable. nombre demasiado diferenclado. La actlüdad de una
A diferencia del obseslvo, en quien la duda es el revés caüdad sin lÍmlte que qulslera atraer hacia si toda la
de una compulsión que presclnde de cualquier declsión psique en una antquilación mortífera. No es el psicótlco
del yo, le dicta su ¡rensamlento y el acto que él debe rea- qulen meJor nos lo muestra, porque a veces está más
llza¡, el fóbtco, por su parte, se constriñe a no proceder allá: en la lnercia o, al contrario, en la colmadura de este
nunca a la sintesis asociativa. ¿Se trata por ello de una vacio por la multiplicidad de las slgniffcaclones del de-
perturbaclón del pensamlento? Sin duda que seúa posl- lirio más o menos profuso. No; son los casos fronterizos,
ble creerlo, sl no fuera porque, a dfferencla del obsesivo, slempre amenazados por el ablsmo, el aguJero, el vacio
cuyo pens¿rmiento está sexualizado -en tanto conü- sobre el cual se proyecta el deseo de absorberlos y arras-
nente-, en el fóbico es el acto terminal de la síntesls el trarlos hacia báratros insondables, los que nos hacen
que recoge toda Ia excitación, por lo cual equivale a un senür, más que representárnoslos, los abismos donde el
orgasmo. pensamiento se pierde.
¿Por qué se se sust¡ae de é1, si no es porque seme- Desde la eyección prlmaria que divide el mundo del
Jante orgasmo es siempre incestuoso y porque en la fo- suJeto en dos, hasta la negación en el lenguaJe, es slem-
bia encontramos aquel mismo miedo de ser absorbido pre la misma operaclón la que se replte, el mismo acto
por el otro, pero limitada aI orgasmo únlcamente? La. psiquico portador del mismo senüdo: e4pulsar para pu-
repeüción de las experiencias de frustración garantiza aI riflcar, puriffcar para llgar. Ahora blen, l¡rcluso cuando
fobico contra esta posibilidad de saüsfacción gozosa en estáJustlffcado por las peores angustlas de arüqullación
la que tendría la sensaclón de ser absorbldo por el otro, o de muerte, es slempre un fragmento de üda el así

120 L2L
eliminado de la psique. Por lo tanto, es siempre un tra- trarlo, se puede decir que el pensamlento no consiste en
bajo de muerte el que se consuma: desde el negaüüsmo llgar procesos slno en re-llgarlos, después que una bo-
de los grandes psicóticos hasta Ia negación necesarla radura los separó.
para el princtpto de no contradicclón. Este trabaJo de la
muerte es resgu¿rrdo de la üda, pero es siempre una ¿Dónde sltuar entonces, dent¡o de una perspectlva
üda más o menos empobreclda, tanto más cuanto que psicoanalÍtica moderna, eI trabaJo del pensamlento? Si
la sucesión de las operaciones se produce siempre más no queremos adoptar una posiclón teórica que asemeJe
hacla el interlor. Pero cada operaclón efectuada para el pensamiento al pensamiento operatorlo de los psico-
constltulr ese lnterior es segulda de una doble amenaza: somatólogos -cosa que evocan irresistiblemente las
por una parte, lo exterlor ocpulsado tiende slempre a formulaclones de Freud-, es preciso, dentro de un mo-
reconqulstar su patrla de origen; por otra parte, en lo delo metapsicológico, situarlo en una encruciJada: entre
interior asi constltuldo, advendrá una nueva diüsión adentro y afuera, por una parte, y entre las dos partes
que tratará a una parte de ese adentro como no (agra- separadas que dtüden el adentro (frontera de los slste-
dable, por proscribir de eso interior, a lo cual intentará mas Cc-Prcc e Icc). Es así como se podrían reunlffcar los
invesür sln descanso. Nunca el trabaJo de lo negativo dos grandes sectores de la psicopatologia: psicosis y
deja al suJeto, a pesar de sus exorcismos repetidos. Así, neurosls, eon todo el espaclo ocupado por las estructu-
cuando las representaciones de palabras se llberan de ras no neurótlcas, no psicóticas. Para ello, es prectso
sus Iazos con las representaciones de cosas, el lenguaJe tratar la Jrorúera coffD un cnncepto.lo
retoma en su intertor el acto de la represión medlante el Si de marrera muy esquemática construimos ese mo-
uso de la negación. delo por medio de una diüsión vertical -frontera del
Talvez se encuentre paradóJico que adjudiquemos a adentro y del afuera- y dividimos lo interior del adentro
la muerte lo que es tan necesario para la supervivencia, en dos por medio de una frontera horlzontal que figure
para la vida, pero sería plantear mal la cuesttón porque Ia separaclón entre Cc-Prcc e lcc, los procesos de pen-
es preclso comprender que los procesos de üda sólo son sarniento se localDar'án en la lntersecclón de estas dos
viables por la integración de las fuerzas de muerte. Do- líneas. Reencuentro aqui mi htpótests de los procesos
mesücar la muerte es obügarla a ligarse a la üda. Ia re- terciarlos, cuya función es i¡rstltuir un valvén entre pro-
presión repite el acto de eyección radical de la pslque, cesos primarios y procesos secundarlos. Pero a esta
con la diferencla de que constituirá algo reprimido que función, ya descrtta, agrego la comunlcación entre el
atraerá sobre si lo que resulte rechazado por una ope- adentro y el afuera.lr
raclón de apariencla semeJante a la eyección primiüva: Una teoría pslcoanaliüca moderna del pensamiento
la atracción dentro de lo reprlmido preodstente. I-a. alu- ya no puede conformarse con aslgnar a este una tarea
cirración negativa romperá elLazn con la representaclón de exploración del mundo exterior solamente, puesto
de cosa, pero la discontinuidad que ella crea en la psl- que Ia condlclón de validez de esa exploraclón es hoy re-
que será puesta al seryicio de las Ilgazones del lenguaje. laclonada con aquello que Ia precede: el trabaJo psiquico
La negación consigue liberar el gasto en represión, pero interno, que desemboca en la constltución del slstema
ella es una manera de reconocer lo que niega. En fln de
cuentas, contra la ligazón pura y simple irrvocada por ¡o Cf.A. Green, .[¿ concept de llmlte,, en LaJotlc prTuée, Galllmard,
Freud en una serie de operaciones continuas desde la I99O. [rEl concepto de fronterlzo,, en De locuras prluadas, Buenos
pulsión hasta el pensarnlento, el trabaJo de lo negativo Alres: Amorrortu editores, 1990.1
1l Cabe apuntar que Freud nunca establecló la artlculaclón ent¡e
permite reconocer la importancia de una funclón que
sus ldeas sobre los procesos lnconclentes de pensamiento y lo que teo-
escapó a Freud. Porque, asi como el principio de reali-
riza baJo el nombre de pensamlento (posposlclón de la descarga, ac-
dad no se propone encontrar el obJeto slno reencon- ción experlmental de sondeo con ayuda de pequeñas canüdades, etc.).

t22 L23
de representaclones lnconclentes y su comunlcaclón, -qulen tuvo conciencia de ello- o en La.can -qulen
por irrtermedlo del preconclente, con la conclencia. sólo encontró salvaclón en una fuga hacia adelante- se
¿Qué nos autoriza a enunciar esta hipótesis? Cierta- debe probablemente al hecho de que seguimos siendo
mente, la e4periencia adquirlda con los casos fronte- lncapaces de concebir las elaboraclones de un {proto-
riz¡s acerca de la relaclón con el obJeto analítlco trasfe- pensamiento» que perdura en un aparato psiquico que
renclal nos permlte reconocer la tmposibilidad de di- pareció apartarse de él para proseguir su evolución y
soclar -como en el caso del neuróüco- eI trabaJo lntra- mostrarse apto en producclones de alto rüvel.
psiqulco y el trabaJo intersubJetivo dominado por una Freud, al flnal de su babaJo sobre el Hombre de los
preocupaclón constante por las fronteras y la distancia Lobos, habia presentldo el problema en toda su comple-
óptima. Pero también es esta una üslón un poco obJe- Jidad. Porque nos lncllnamos demasiado a teorlzar el
tlüsta, como st el anallzando pudiera pensarse en sÍ, pensamlento como un trabaJo que extrae de un elemen-
fuera del trabaJo que efectúa el analista. La. fuente prin- to lo que posee en gennen, como sl sólo se tratara de dt-
cipal de estas reflodones es el trabajo del anallsta, que lucidar la impllcación de que es secreto portador. Cuan-
slempre conslste en un trabaJo de pensamiento. En ver- do discute el efecto de la escena primltlva en su pacien-
dad, la descripción que Freud ofrece del pensamten- te, Freud escrlbe: .Es dificil rechazar la idea de que una
to podria ser rehabllttada si la aplicáramos al trabaJo especle de saber dificll de deflnir, algo como una pre-
del analtsta. Por su anállsis personal se volveria capaz clencla, actúa en estos casos en el nlño. No podemos
-salvo sltuaclones crítlcas- de esta reducclón cuanti- lmaginarnos en modo alguno en qué puede conslstir se-
tativa, de la posibilidad de difertr la descarga (lnterpre- meJante -saber', para ello sólo disponemos de una sola
tativa), de sondear periódicamente el material volüendo analogÍa, pero de una analogia excelente: el saber lns-
sobre si, de formarse una representación de los proce- ttntivo tan ampllo de los animales,.l2 Este patrimonio
sos psiquicos que oper¿rn en el paclente, ¡r de rellgar, por instlntivo -agrega- (conserva la fuerza de atraer a si
el lenguaJe, el trabaJo de la representaclón. La aluctna- prooesos psiquicos más elevadosr.
ción negativa no está ausente de este'trabaJo: corres- I-as formas lncoatlvas del pensamlento no sólo están
ponde a todos los momentos en que el analista no com- tomadas entre la proyección y la elaboración analiüca,
prende nada del material, no puede ni representarlo, ni slno que son antlcipatorlas; por eso las producclones
descubrir nexos en é1. Por eso Bion retoma de Freud psicóücas de los nlños, asi como las construcclones
-como l-acan inüta a desconflar de una comprensión deiirantes de los adultos, se anticipan a veces a lntulclo-
demaslado ráplda- la necesldad de enceguecerse para nes del pensamlento que nos resulta dificil llevar hasta
deJar surgir la interpretación «impensabler. Aquella ope- el flnal en la construcción teórica. Es asi como Freud
ra también en la discontinuldad de los pensamientos debe Justtflcarse por haber descublerto en el delirio de
que ha procedtdo a desmantelar Ia Unealidad del dlscurso. Schreber una üslón metaforlzada de su propia teoúa.
El anallsta sabe entonces que pensar es doloroso Es sln duda la perslstencla lnalterable de este pro-
para el anallzando porque puede sopesar en si mismo el topensamlento la que nos obllga a repeür de continuo
considerable esfuerzo de pensar a que obliga su trabaJo. ese trabaJo de lo negaüvo a través de la doble frontera
Y esto no concierne sólo a los logros más acabados del pÍrra no deJarnos irrvadlr por é1, para deJar que se insü-
pensarniento, a aquellos que pone en práctlca cuando tuyan con el próJlmo, y con nosotros mismos, relaclones
redacta un trabajo donde da razón de su experlencia, aceptables, sacriflcando una parte demaslado exube-
sino que, al contrario, designa las formas lncoatlvas y rante de esta vida en exceso.
embrionarias de un pensamiento que no logra declrse.
El senümiento de fracaso que comunlcan las elabo-
raclones teóricas reflnadas que encontramos en Bion 12 Cbtq psyclnnatgses, PUF, pág. 419.

124 t25
4. El silencio del psicoanalista
(le7e)

I
En el curso del pasado otoño, con un grupo de pslco-
analistas amigos, discutimos acerca del sllencio del
psicoanalista. I-a discusión reveló que dábamos del si-
Iencio interpretaciones diferentes. Dos interrogaclones
me quedaron en la memoria.
-«¿Se puede dar al silencio del psicoanalista un es-
tatuto metapsicológico?,.
-«¿E:dste el silencio del psicoanalista?r.
No resultó fácil responder a la primera. En cuanto a
la segunda, la odstencia del silenclo era cuestionada
por el hecho de que, aunque es clerto que el pslcoana-
listapermanece sllencloso, yaveces hastamudo, ese si-
lenclo es, sin embargo, üvo, está poblado por las aso-
ciaclones de la escucha analitica. Era preclso distlnguir
entonces entre el silencio como flgura del vacÍo y el si-
lencio que obedece a una estrategia fundada en las ür-
tudes del callar. Sabemos que Bion recomendó a los
anallstas perrnanecer sin memorla y sin deseo, y acer-
carse todo lo posible a un estado de vaculdad interna,
para deJar surgir los pensarnientos suscitados por el dis-
curso del paciente. Esta observaclón adqulere todo su
sentido euando se reflodona en que fue emitida por un
representante de un grupo analitico considerado poco
silencioso. Y, por lo demás, la recomendación de Bion no
pide estar silencioso, slno mostrarse, en cada comienzo
de sesión, todo lo disponible que se pueda para escu-
char lo nuevo que tenga para decir el paciente.
Si el silencio recubre dos acepclones, la del vacío y la
de la abstinencia verbal, ellas se han de relacionar slem-
pre con el intenso trabaJo de elaboración al que se en-
trega el analfsta durante su escucha silenciosa. En el

t27
caso que conslderamos, para Blon' el vacio es sólo un conclsa, breve, obedece a una concepción oracular. Aqui
punto mítlco de origen. estamos en eI polo opuesto de Wtnnicott, quien señala
En el grupo de colegas que partlclpaba en la dlscu- que con cierüos paclentes somos utl[zados con relación
slón, se e{presaron dos tendenclas. Ia primera, clara- a nuestras carenclas, que representarr las carenclas lnl-
mente mayoritaria, permanecía flel a la regla de oro del ciales del ambiente.
silenclo, por toda clase de r¿vones técnicas, aquellas Las cosas no son tan simples porque, en el sentldo
que es clásico enseñar en la formación psicoanalitica. opuesto, antaño se ha i¡rslstido en la necesldad de frus-
I-os analistas que sostuüeron esta posición tenian en trar al paciente. En realldad, la interrogaclón se debe
común cterto escepticismo en cuanto al valor de la ln- plantear de otro modo: «¿Detrás de qué anallzando, en
terpretación como recurso fundamental del anáIlsis- qué seslón y en qué fase del anáüsis debe l¡rterwentr el
Muchos insistÍan en el papel maternal de la trasferencla, silenclo del a¡ralfsta?r.
la relación fuslonal, lo nuncaüüdo, lo tndecible, en su- En el grupo se e4presó otra tendencia que cuestlo-
ma: el *sllencio de la madre» como vector del cambio- I-a naba esta regla de oro, aduclendo los slguientes argu-
interpretación, según ellos, seúa clausurante. Se recor- mentos:
daron, por añadidura, dos observaciones de Freud: ci- 1. No se puede aflrmar que esta regla haya sido enun-
tando *El motlvo de la elección del cofre,, la equivalencia ciada por Freud alguna vu ert sus escrltos técrücos. I¡
silencio-muertey, a propósito de *Lo ominoso», que nada que sabemos de su práctica muestra que por lo común
se podia decir del silenclo. era muy poco silencloso, aunque lo fuera con algunos
Los parHdarios del silenclo defendleron el valor téc- pacientes: el grupo de anallstas ingleses que se anali-
nico de un mutlsmo cobertor de una masa de pensa- ?,arorlcon él al mismo tlempo que el informante que nos
mientos que no son para comunlcar, a fln de *deja¡ que lo dlce, en este caso Kardiner.l Además, los que trabaJa-
el analizando haga su análisisr, según la fórmula con- ron con los analistas vleneses pueden atesüguar que
sagrada, como sl las virtudes del silencio descansaran estos no eran rrl muy sllenclosos rrl muy neutros'
en la idea de que el del analista es slgno de aceptación 2. No se puede pretender que esta regla sea obJeto de
tácita y de comunicación infra-verbal, y esto pre-verbal un consenso, puesto que las reunlones con los anaüstas
tuüera la función de un catalizador que actuara de ma- ingleses, por eJemplo, nos muestrart que lntenrienen con
nera invisible, con lo cual el paciente estaría en condi- frecuencla, cualqulera que sea la orlentación a la que
clones de comprender por sí solo la signiflcación del adhleran (grupos de Anna Freud, de Melanie Klein o
material comunicado. Se apuntó, por lo demás, que' grupo lndependiente).
para citarlos sólo a ellos, I-acan y Nacht -el Nacht ante- 3. En la práctlca analitica contemporá'nea, las neuro-
rior aI período terminal- estuüeron contestes en pre- sls cliáslcas son raras. Cuando por casuaüdad tenemos
gon¿rr el silencio. I-a poslción de Nacht pareció más co- una entre nuestros analizandos, demuestran ser de
herente sobre este punto, porque por esa época ponia el anáüsls dtficil. Por el contrarlo, los casos en que doml-
acento en la relación pre-verbal y la virtud reparadora nan los rasgos narcislstas, o los casos fronterlzos, o
del silencio, mientras que l,acan, que defendia la *cada- aquellos que presentan problemas graves de carácter
verizaclón, del analista, tomaba empero como eje sú teo- muestran que el silenclo del anallsta es lmproductivo,
ría sobre el lenguaJe, como si el trabaJo sobre el lenguaje sea que los pactentes lo toleren mal, sea que se Arstalen
en la relaclón del suJeto con el significante se produJera en una poslción de self falso analítlco. El problema se
únicamente dentro de la enunciación en la trasferencia reduce entonces o bien a rechazar esos candldatos al
y a través de ella. Desde luego, el analista silencioso no anáüsis, declarándolos lnanalizables cua¡rdo se los re-
se excusa de interpretar. Pero en tal caso está claro que la
economía de la interpretación que se recomienda' rErra, I Abram Kardlner, Mon analgse anec F¡eud. Belfond' 1978.

t2a L29
conoce antes que aquel comlence, o blen, si el anaüsta un lenguaJe, desplerta en el analista un enJambre de re-
ha aceptado el anáüsis, a interrumpirlo, o también a presentaclones, muchas de las cuales carecen de tra-
aceptar que contlnúe en una colusión más o menos cotl- ducción verbal. Todos estos rasgos, los más familiares
ciente, sabiendo que se trata de un seudo análtsis. eue- de la orperiencia cotidiana del analista, tanto que ya no
da todavía la posibilidad de modificar la técnica. En este repara en euos, sugieren la comparación con el sueño:
último caso, la pregunta seria: *¿Oué estamos hacien- del mismo moda corno eL sueño es eL guflrdÍan d-et dor-
do?», ¿psicoanállsis?, ¿psicoterapia?, ¿improüsación cle mi\ eL anrrlistrr es el guardlán del errcuadre, cryo prlncí-
affcionados?, ¿manipulación? palparámetro es el stlerrcto. Las formulaclones teóricas
¿Qué decir, entonces, acerca del estatuto metapsico- de Winnlcott sobre el encuadre son incompletas porque
lógico del silencio? este es mucho márs que la metáfora de los culdados ma-
ternos. Sería como un;amaffiz stmbóLtca, un contlnente
a su vez contenido, una condlción del sentido que de-
pende de un sentldo otro.
u I-a primera ldea que querría defender es que la fun-
ción silenciosa del analista es independiente de la can-
La posición teórica y axiomática que he escogido se ttdad de palabras (o de tnformación) qud lntroduzca en
deflne asÍ: ,EI silencto delano:ttsta sólo se comprertde el encuadre analíttco. En realidad, esta funclón depende
como parte delerrcuodre pslcoanalíttco.z Su senÍtdo sólo del silencio que eI analista observe en su respuesta in-
se eltrctdn sf se ü: trcluye en el corsunto de tas condicio- terpretativa en cuanto al contenldo ma¡liflesto del dis-
rTes que definena este, A que consdhtyenel a priori del curso. Por eso, no imporia cuán proliJo sea un anallsta,
psicoandlísís, o de esta aplicación del método psico- un anaüzando dene casi siempre la sensaclón de que no
analíllrc a la ara p slcoa¡tnlítíca. dice bastante y, sobre todo, que no responde a las pre-
Señalemos desde ahora que el silencio del analista es guntas que se le plantean y que, con relación al conte-
solidario con los otros parámetros que definen la situa- nido ma¡riñesto, quedan sin respuesta. Cuando el anall-
ción analítica. Así, el analista, üsible aI comienzo de la zantdo tlene la sensación de que el analista ha dicho de-
sesión, deJa de serlo en el curso de esta p€rra reaparecer masiado, esto slempre quiere decir que ha dlcho lo que
at final; el paciente en anáIisis experimenta ese silencio el arralizando no desea oír. Es preciso, como lo hacemos
en la posición acostada, que restringe su motricidad; respecto del anallzando, oponer del lado del anaüsta la
este conJunto de condiclones, de las que el silencio for- palabra plena a la palabra vacía (Lacan). Un anallsta
ma parte, es inductor de movimientos de pensamientos que hable muy poco puede no abrir Ia boca sino para
dirigidos a ese obJeto i¡racceslble, que retornan sobre el una palabra vacia. La palabra plena es slempre lnter-
analiz2¡i[6 encadenándose con otros, stn relación apa- pretante (de manera directa o indlrecta), y puede adop-
rente con los anteriores; este silencio pasa a ser enton- tar la forma del silencio.
ces como la tela de fondo sobre la que se despllega un Puesto que el referente del análisis es la relación de la
pensamiento asociatlvo que imita el régimen fluente de pulsión con lo inconciente, el discurso inconciente del
la energia libre; si el discurso del paciente es en efecto analzando lleva eI propóstto de provoear'«la acción es-
pecíflca, (Freud). La palabra del analista es metáfora de
2 Sobre la cuesüón
del encuadre psicoanalÍtico, convlene consultar acción, pero es y sólo debe ser una metáfora, lo que lm-
los trabajos de Winnicott, de Bleger, de Jean-Luc Donnet, y los que yo plica que el contenldo manffIesto sea soslayado, sub-
mismo he escrito (véase «Uanalyste, la s¡rmbolisation etl'absence dans vertido. Esto orplica la insatlsfacclón de ciertos anali-
le cadre analytique,, en A. Green, La"Jotle priuée, Gallimard, lg90 [.El
analista, la slmbollzaclón y la ausencia en el encuadre analítico,, en
zandos que responden a ese soslayarniento impuesto a
De locuras príuadas, Buenos Aires: Amorrortu editores, lg9ol). *la acción especiflcar, es decir, la acción susceptible de

130 131
saüsfacer la pulsión: .Pero, ¿qué debo hacer entonces?,. la lnterpretaclón económlca, opongo la ldea de un pro-
Esta pregunta se incluye a menudo en el contenido de lo ceso tlierpretfltlñ en el curso de una seslón, entonces Ia
que llamo la «contra-l¡rterpretación» (locución formada so{presa nace precisamente cuando, a tres lnterwenclo-
según el modelo de «contra-trasferencia»), que designa nes en aparlencla anodlnas y perfectamente aslmila-
la répllca del analizando -cualqulera que esta sea- a bles, sucede Llna interpretaclón sorpresa' que tiene el
la irrterpretaclón del analtsta. don de provocar un silencio, que slempre se debe respe-
Por lo demás, la lnterpretación no se opone aI süencio tar en tanto es el signo de la elaboraclón muda. Una pa-
en la medlda en que este es también lnterpretación. radoJa, que estoy seguro cuesüonarán muchos, consiste
Dentro del encuadre analíttco no hay slno modelos dife- en afirmar quc el enctndre anoÜtico lndrce lo ptodtrcclón
rentes de interpretación. Como me diJo una paclente: de ut dtscurso q)e La hferpretactón lleuará" al stletrclo de
«En casa de un analista, no se puede quedar con el ple puntuctctón seguldo del relanzamlento asoc¿at¿uo. El
enredado en la alfombra str¡ que eso quiera decir algo». silencto de elaboraclón será un silencio compartido, que
No sorprenderá aI lector saber que unas seslones des- el analista no deberá romper en nlngún caso; según
pués quedó con su pie enredado (o enredó su pte) en mi Winntcott, el selfverdadero es sllencloso, y nunca se co-
alfombra. Queyo calle o que hable, sfempre qulere decir munica con el analista. Del mismo modo, el silenclo del
lo mlsmo. La cuestón es, tanto para el analista eomo pa- anallsta protege slempre a su selfsilencioso, porque, no
ra el analizando: rDado que esto necesarlamente qulere lmporta cuán proliJo sea, nunca debe hablar de él como
declr algo, y que puedo elegir entre varios senüdos po- tal y, sl resulta imposible al analista no revelarse, no es
sibles, ¿cuál es el bueno?,. Por eso, el sllencio puede sig- menos clerto que esa revelaclón slempre puede ser ob-
nificar para el anallzando alternadamente y según los Jeto de una proyección.
momentos de un anáüsis o de una seslón: fusión, inte- La funclón silenclosa es compleJa. Habita en hueco el
rés atento, benevolencia, complicidad, respeto por el dis- discurso del paciente, es la sombra de este dlscurso, su
curso, consenflmlento (*quien calla otorga»), indiferen- negaüüdad. En el momento de Ia asoclaclón llbre, esta
cia, sueño, rechazo y hasta deseo de evacuaclón del ana- función es delegada al anaüsta, cuando esta delegación
lista. I-a cuestión está en saber sl es más beneflcioso se produce en bloque. Pero esta función aparece tam-
deJar correr el hilo o el fflme de la proyección, o mostrar bién fragmentada en los intervalos del dlscurso, las dis-
Wr qué es tal o cual afecto, tal o cual representación más conünuldades articulares, los blancos que requiere la
que otra la que se maniflesta en el analrorndo; *¿euién asociattvldad. Cuando el analtsta toma la palabra' sólo
habla a quién, para decir qué, en qué momento y dónde?,. conoce la linea de lo que irá a decir: Ia interpretaclón
Se ha pregonado la economia de la palabra del a¡ra- emerge del trabaJo sobre los blancos del discurso, en la
lista. ¿Qué qulere declr economia? Ahorro, sin duda disconünuidad asociativa. Ella se forma de manera ex-
(pero, ¿quién es ahorrado?), y también, y sobre todo, temporánea en la ltgazón del acto de enunclación que
trasformación, como lo lndican las palabras de produc- relncluye y reúne lo que los blancos han borrado y dlso-
ción del trabaJo según l¡a *oikos Dornla», la ley de la casa. ctado. Un anallsta que formulara sus lnterpretaciones
Si la § no es el oráculo, el ahorro parece ser el del pe- con claridad dentro de sí antes de decirlas caeriavÍctlma
queño riesgo: el de equlvocarse maniflestamente. Blon de una obseslonalización que ignoraria el mensaJe del
me dtJo que un paclente que no podía engañar a su ana- lnconclente (el propio), trtcltttdos ürs rfesgos de lapsrts,
lista (to make aJal oJhís anrriUst) debia de estar muy sln remlsión poslble. He notado que algunas de mis ln-
enfermo. I a economia es pregonada también en el sen- terpretaclones eran agramaticales, y tanto meJor así,
tido de la economÍa de meüos que slempre caracteriza a porclue con ello proporcionaba a ml paclente material
una solución elegante. T. Reik señaló el papel posltivo de sobre mi contra-trasferencla, manteniendo un dlscurso
la sorpresa que marca a la interpretación mutaüva. Sl, a vivo que no estaba cortado de sus raices lnconclentes a

t32 13s
través de Ia elaboración preconciente. Toda lnterpreta-
ción depende del preconciente porque la interpretación ¿Son trasJertbles y analízables estas estructuras?
Muchos anallstas responden por la negativa.s Il que me
es el doble resultado de una formaclón de pensamientos
parece seguro es que ponen a prueba la contra-trasfe-
y de una puesta en palabras, del mlsmo modo como lo
rencia del analista, precisamente en torno de la cuestión
inconciente es puesta en cadena de representactones y
del silencio. El silencio del anallsta puede llegar a absor-
de afectos.
ber esos estados en la cura, es declr, a terminar el aná-
I-a función estructurante del silencio del analista es
lisis en un non liqttet que deJe en el analizando una po-
indudable. El sllencio consütuye la tela de fondo sobre
tenciaüdad patógena. Esta lo ocpondrá a otras descom-
la cual se moverán (o se conmoverán), se dibuJarán, se
pensaciones, de donde los casos con «n» tramos con el
escribirán, se compondrán las ñguras proyecüvas del
mlsmo analista o con otro.
paciente. Seria como un aprlorl de la interpretación. No
[¿. coherencia triangular (neurosis infantil, neurosis
es menos cierto que en toda época los anallstas debleron
adulta, neurosis de trasferencia) es satisfactoria para
reconocer que habia pacientes «que no soportaban el si-
el espíritu que observe desde el exterior el desenvolü-
lencio». Las conclusiones que se han extraído de ello son
miento de las operaciones: el caos psicótico estructurado
muy discutibles. En efecto, en üsta de la inadecuación
o desestructurante, la nada obJetal, las duplicaciones
de la técnica llamada clásica, se relegó a esos pacientes
narcisistas, elcaparaz-on caracterial, la moülidad de los
a las tirüeblas exteriores de la psicoterapia. La escuela
casos fronterizos no son susceptibles de revelarse sobre
inglesa adoptó una postura muy distinta, lnventó su
la tela de fondo del silencio del psicoanalista. I¡s víncu-
propia técnlca analitica. Melanie Klein contribuyó mu-
los (según Bion) no se dan por sentados, la relación en-
cho a ese cambio. Pero fue Winnicott el prlmero en de-
tre energia libre y energía ligada, cuyo lugar de trasfor-
nunclar la coluslón entre analista y paciente, en la que
mación es eI lenguaje, da más bien acceso a metáforas
ambos tlenen la sensación de que el análisis avanzala-
volcánicas o desérticas, donde la carga que pesa sobre el
boriosamente, hasta el día en que llegan a la conclusión
signiflcante es suscepüble de producir fenómenos de
de que el anállsis se ha deslizado sobre el analizando
fisión nuclear semánüca. Estas imágenes apocalípticas
como el agua sobre las plumas de un pato. Winrücott
pueden proporclonarnos una idea de aquello de lo cual
dice: *No todo el mundo se puede permitlr una crisls psi-
el analista se protege para asegurar su tranquila exis-
cótlca,. Este apuntamiento sobre la colusión
-de la que
yo mismo he sido cómplice durante mucho tiempo- me
tencia. Después de todo, el paciente üene a sus sesio-
nes, paga regularmente y se suicida con bastante poca
impresionó. Como el niño, el analizqndo ttene unagran-
frecuencia; es raro que termlne en eI astlo. Es lo que de-
dislma capacidad de adaptación, lncluso cuando es- nomino Lalrctraprí»adrl que sólo el encuadre revela, en
tá muy perturbado. Como el niño, es también capaz de los momentos en que corre el rlesgo de quebrarse, de
constituir silenciosamente su neurosis o su psicosis du- fisurarse, de escindirse como el yo del que habla Freud
rante largos años, mientras presenta la apariencla de en su articulo nNeurosis y psicosis» ert 1924.
respetar las reglas deJuego de la üda, y aun semeJa to-
Esta capacidad adaptativa, en los casos en que el pa-
mar parte en ella, hasta el momento en que sobreviene ciente no intermmpe el análisis con la huida o el actíttg
la descompensación brutal. Como el niño con sus pa- dañino para elandlúsús, es tal que el paciente se organtíza
dres, él juega a utilizar las defensas de su analista, al
en el silencto del a¡ralisis, con un silencio retorsivo, es-
que consigue convertir en un acólito involuntario para el
condido baJo elJuego de lo que Lacan denomina la pala-
no desarrollo de una neurosis de trasferencia; quizá pre-
cisamente porque no tlene una neurosis para trasferir,
sino en cambio una psicosls, o una pre-psicosis, o Lrna 3 Véase acerca de esto Ia discuslón de Anna Freud sob:e ml lnforme
depresión, o un estado fronterizo Lde trasferencla». de l-ondres (.El analista, la simbollzaclón y la ausencla en el encuadre
analittco», op. cit.).

134 135
bra vacía. El anállsis queda entonces como üatr¿ muerta nlca. Estas relaclones no son siempre claras en la obra
y el par se aburre. Atrora blen, nada hay más mortífero de Freud. Podemos distlnguir cuatro períodos.
para el anáüsls que el aburrlmlento sllencloso del ana- El prlmero es un período de tanteos. Se exhende des-
Iista. Juictos de r¡alor lnterüenen entonces: .El pactente I
¡ de Estr-rdfos sobre la- tústerto, hasta I-o. lnterpretaclón de
no mereice el anáüsisr. .¡El o ella no comprende nadatr. ücs sueños. I-os trabajos clinicos llevan a Freud a cons-
i
Pero, ¿qué comprende el proplo anallsta? truir su primer modelo puramente teórico. Es el Pro-
El silenclo del analista en estos casos deJa de ser la gecto de 1895, y su fracaso.
condiclón favorable para el surglmtento de la neurosls I-a" lnterpretaclón de los s¿reños inaugura el segundo
de trasferencla; se conüerte en l¡a cerdflcaclón de su no perÍodo, de formación de un modelo teórico y clínico.
ocurrencla. Por rehusarme a esta sltuaclón morttffcante Son deffnidos cuatro eJes en cinco años: eI sueño (La.fn-
para mÍ y para ml paclente he decidido, Justamente, terpretaclón de los s¿.relios), la trasferencla de las psico-
cuesüonar la regla de oro del silenclo del analista. neurosis de trasferencia (Dora), la sexualidad infantil
(TYes ensagos de teoría sexua} y el lenguaje (Elctttste g
su relactón con lo lncorrcíente).
Lo que debemos retener del corte entre el Progecto y
m Lo"lnterpretoclónde Lrs sueños es que, con esta obra, lm-
plicitamente, FYeud proporcfona un modelo rn sóla del
Sorprende leer baJo la pluma de Freud en rConstruc- aparato psíqutco, slno tamblén del encuadre pstco'
clones en el anáüsls», eue parece trtbutarlo del espíritu arnlítlrc. Es usual señalar que la situaclón psicoanalí-
de la escalera con relación a «An¿iüsls terrnlnable e in- tica de la que Freud es el descubridor, como es el descu-
termlnabler: "El trabaJo del análisis comprende dos par- bridor del i¡rconciente, sólo ha sido obJeto de Justiflca-
tes muy dlferentes, es declr que se desenvuelve en dos ciones pragmátlcas, cuando en verdad instituye una re-
lugares separados, tmplica dos personas, cada una de lación absolutamente origlnal y por completo nueva
las cuales tlene asignada una tarea diferente. Puede pa- entre dos seres humanos. Propondré en consecuencia la
recer extraño a prlmera vlsta que un hecho tan funda- hipótesls slguiente: el modelo del Progecto fue abando-
mental no haya sldo señalado hace ya mucho üempo; nado porque era un modelo abierto en todas las direc-
pero se comprenderá enseguldaque no se había dislmu- ciones. Incluía el sistema nenrioso periférico y el central,
lado nada con respecto a ello, que se t¡ata de un hecho cuyo conJunto caracteriza al slstema de Ia üda de rela-
universalmente conocldo y por asi declr evldente, que se ción con sus dos etapas primaria y secundarta; Freud le
destaca y se eJramlna por separado sólo con un propó- agrega -ahí está su origlnalidad, presente desde esa
sito parttcularr.a etapa- el sistema pulsional, que yo entiendo como me-
Estas precauclones estllístlcas no son habttuales en taforización del sistema nerwioso vegetativo o autónomo,
Freud. Más blen harían pensar que enmascaran mal dentro de las referencias neurológlcas de su tiempo, en
una toma de conclencla muy tardia: más vale tarde que sistema significante del cuerpo pulsional, y, por último,
nunca. Para comprender la prolongada demora que tu- el sistema del lenguaJe que examinó a propósito de la
vo que sufrlr esta certiflcaclón de eüdencla, es prrclso afasia (1891). Cada uno de estos slstemas se funda en el
volver atrás. arco refleJo, que Freud lnvoca todavía en La" tnterpreto-
Una cuestlón fundamental del psicoanállsis es la de ción de ürs sueños, con un polo receptor y un polo efec-
las relaclones entre los modelos teórlcos y la prácüca cE- tor: asi, sensibilldad y motrlcidad para el sistema perifé-
rico, percepción y acción para el sistema central, pul-
4 rConstrucclones en el anállslsr, Standañ.Edltton, vol, )eflIl, pág. sión y afecto para el sistema precursor de la üda pulsio-
25,8. nal, emisión y recepción para el lenguaJe. [-a ciencia de

136 t37
la época ve en la conciencia el estadio supremo de la ¡rrotrlcl«Iad resulta restringlda por la posición acostada'
integración porque no considera más que los dos siste- Iis entre esos dos polos donde se desenvuelve el discur-
mas de la üda de relación, centrando la actividad psi- so asociativo, con conservación de la conciencia; pero la
quica en las relaciones entre organismo y medio am- censura moral e intelectual se supone levantada, en la
biente. Freud comprende entonces que esta üsión es medida en que está disminuida en el sueño. [,a con-
demaslado vasta para aprehender Ia referencia esencial cordancla entre los dos modelos funda la articulación
que él busca: la que gobierna la actividad psiquica in- entre teoría y práctica. La lectura atenta de I-a interpre'
terna. tación de tos sueños indica ya los lineamientos de los
Este descentramiento de la psique hacia el sistema otros constituyentes del modelo completo, a saber, la
pulsión-representación-acción especifica determina que trasferencia, la sexualidad infantil y el lenguaJe' que
Freud opere una reducción del modelo del Proyecto, sa- serán elaborados después por Freud en los trabajos que
crifique el sistema relacional en relación con el mundo hemos citado.
exterior, acepte dejar fuera de circuito a la conclencia asÍ El tercer período se abre conMás alládelprincipio d-e
como aI lenguaje, y consienta en tener del mundo inte- pkrcer, donde las modificaciones de la últlma teoría de
¡
rior sólo una visión retrospectiva e indirecta, una vez Ias pulsiones no hacen sino preludiar la segunda tópica'
neutralizados -si no eliminados- aquellos paráme- f absolutamente solidaria del dualismo pulsión de üda-
tros. Es lo que teoriza. eI modelo del capítulo VII. Freud I pulsión de muerte, cosa que a menudo se omite especifi-
T
cierra el polo perceptivo (el sujeto cierra los ojos y ualu- car. Pero lo que me impresiona es la revaluación parale-
cina» en el dormir), clausura el polo motor (eI sujeto está Ia de la trasferencia y del sueño. Ia primera es explícita
paralizado cuando duerme) y deja que se desenvuelvan (compulsión de repetición), mientras que la segunda
los sucesos psíquicos reordenados por el trabaJo del está implícita en las pesadillas de Ia neurosis traumáti-
sueño. Omito los detalles, que son por todos conocidos. ca. Bn fin, Freud a¡runcla aWinnicott cua¡rdo introduce
De este modo, Freud se encierra en la caja negra del la importancia delJuego, y a Lacan, con Ia teoría del len-
dormir, pero, al contrario de los conductistas y en mayor gude ilustrada por Ia posición fonemática *ooo-da,. ¿Y
conformidad con los platónicos (mito de la caverna), no está ya en el horizonte Melanie Klein, si se compren-
reconoce en su interior *la verdadera üda, psiquica. de eljuego como destrucción-reparación, es decir, como
Capturado dentro de los limites del sueño, héroe y tes- proceso de duelo? Pero es en h Artroducción del silencio
tigo de este, uue el sueño sin comprenderlo, y después, en la teoría -las pulsiones de muerte actúan en silen-
en eI üempo del despertar, recuerda, asocia, establece clo, todo el ruido de la vida provlene de Eros- donde me
los nexos entre restos diurnos, pensamientos latentes, parece útil poner el acento.
deseo del sueño, dentro de una perspectiva interpretati- En la articulación entre los capítulos II y III de DLgo g
va conjetural. Todo sucede en la posterioridad de lo ya- eL elto, se puede indicar tln momento teórico decisivo'
soñado, en la aprehensión indirecta que intenta alcan- Mientras que en el capítulo II Freud se inclina con aten-
zar el lugar *donde eso era» (o donde ello era), asi como el ción sobre las relaciones Cc-Prcc-Icc, üstas desde el án-
a¡ralizando procura recuperar el pasado perdido. gulo de los nexos entrerepresentacianes de cosa y repre'
Ahora bien, el hecho esencial es la homologÍa implí- sentacíones de palabra -para lo cual se apoya en los
cita del modelo del sueño y del modelo del encuadre. En procesos observables en el analisis-, cierra este capí-
la sesión no hay clausura del polo perceptivo, pero el tulo con el yo como superficie, o proyección de una su-
analista ofrece aI aneli,2¡1do una percepción constante perficie, y como yo corporal. Cua¡rdo aborda el capítulo
(la que se ve desde su üván), pronto anulada por su mo- siguiente, rompe esta linea de reflexión para entrar en
notoúa repetitiva, y se coloca fuera de la üsta del anali- un nuevo campo teórico que introduce la referencia al
zando. Tampoco hay clausura del polo moto¡ pero la objeto. Es a partir de una estructura eminentemente

138 139
$ectí»a, la melancolÍa, como describe las relaciones de <llscípulo de Arlstóteles en este punto. La noche psíqui-
la irrcorporación y la ldentiflcación, y no por a"ar escoge ca es más vasta y más diversa, puesto que comprende,
esta afección, cultlvo puro de la pulsión de muerte. Se además del sueño, la pesadllla, los sueños llamados del
puede pensar, en consecuencla, que los procesos des- estadio IV,6 la rumlación mental del lnsomnlo, el so-
critos se desenvuelven sobre un fondo de silencio. nambultsmo y, por fln, el sueño blanco de B' kwin, que
El últtmo período es, a ml Julcio, el de la compro- yo comprendo desde el ángulo de la aluclnación ne-
bación de fracaso o, al menos, el de una irrütación a Ia gattva.
humildad. Me reffero aquí a las obras termlnales, que Esto tlene por consecuencia la aparición de un nuevo
consütuyen, por asi decir, su legado al psieoanálisis y a modelo de relaciones despierto-dormido, para evocar el
la historia del pensamiento en Occidente: «Anáüsis ter- recuerdo de Heráclito, y, paralelamente' de un nuevo
mirrable e interminabler, Moúsés y la religlón morwteísta, modelo de relaclones neurosls-pslcosls (tomado este úl-
Esquema det psicoanaUsús. Si teóricamente el resultado ümo térmtno en su sentldo lato). Del mismo modo, la se-
es decisivo, en el plano de la práctlca eI balance extrorta xuaüdad ya no es la referencia esenclal del niño. Debe
más bien a la modestla. El modelo evoluciona hacia el ser revaluada con respecto al par que forma con las pul-
constitucionalismo pulslonal, los traumas precoces y siones de destrucción y, por cierto, con respecto al ob-
las defensas frente a ellos, las dlstorsiones cuasi lrre- jeto y al yo.
verslbles del yo. El interés se desplaza desde la repre- Comoquiera que sea, parece capital, sl se qulere ha-
sión hacla la escisión. La psicosis aÍnerra?a con más fre- cer la teoúa de la clinica dentro de la perspectiva de la
cuencla de lo que se cree. El campo psicoanalítlco tiende articulacfón prácüco-teórica, remplazar la lógica unita-
a reduclrse a bases más seguras. No obstante, Freud re- ria por la lógica del par. El par analitico dentro del en-
cl:aza. todo compromiso técnico, como lo muestran sus cuadre es el homólogo del par formado por el ntño-fr¿-
controverslas con Ferenczi y Rank. y et progenitor parlante. Se lo puede reconduclr a la
'¡fons
Conocemos lo que sucedió después: Anna Freud, díada nlño-madre, a condlción de situa¡ al padre en la
apoyada por Hartmann, Melarüe Klein (surgida de Fe- ausencla de esa relaclón. El Eüpo slgue siendo, como
rencá y de Abraham), el neo-kleinlsmo de Bion (quien Lacan lo ha señalado, la condición estructurante-es-
intenta reunir a Melarüe Klein y a Freud sln pasar por tructurada así de la teoría como de la pÉctica.7 El pre-
Anna Freud), la medlación de Winnicott y el neo-freu- Edipo es una noclón teóricamente insostenible.
dismo lóglco-lingüístlco de l-acan.
En realldad, si -como creo- la hipótesis de la ar-
ticulaclón sueño-encuadre es acertada, me parece que
el afán de coherencla habría debido empuJar a Freud a TV
comprender que la oposición heurístlcamente fecunda
es la de uldapsíqulcadLrrrlaA rlocfurr.o., como lo sostu- En la situación psicoanalitica, es posible disünguir
üeron, en una perspectiva diferente de la mia, Denise dlferentes intercambios entre paclente y analista en el
Braunschweig y Michel Fain en Ianult, leJow.s El en- interlor del encuadre:
sayo de estos autores, centrado en el funcionamlento
mental, indica si¡r duda la vÍa por segutr. 1. t o dicho del paciente;
En mi opinión, el sueño no es la úr¡ica *actiüdad psÍ- 2. lo callado, no dlcho y sabido, del paclente;
quica del durmiente,, como se podria creer con Freud,
6 Cf. S. Furst, .The stlmulus barrler and the pathogentclty of the
5 pUR tgZS. V.o. noche, el dú¡, Buenos Alres: Amorrortu editores, traumar, Int J. Psycla-Anal., 59, 1978, págs. 345-52.
7lásuma que renegara de ello después.
1977.1

140 14l
3. 1o callado, no dicho y no sabido, del paclente; cargo elzrborar. Y dql mismo modo, eI analizando puede
4. lo inaudible y lo inaudito del paciente; experimentar el sllenclo del analista de manera cofres-
5. lo dicho del analista; pondiente según su actltud interplltatfva.
6. lo callado, no dicho y sabldo, del analista; En las sltuaclones fronterizas'8 el discurso del pa-
7. 1o callado, no dicho y no sabido, del analista; ciente trrpne al analista conmociones afectivas prime-
8. lo inaudible y lo inaudito del analista. ro no representatlvas, de las que una representación, o
un compleJo de representaclón, emerge (en el sentido
Esta manera de describir presenta ciertas ventaJas que los biólogos dan a este término) en el espíritu del
heurísticas: anallsta, como fruto de un trabaJo, «odgencia» de trabaJo
l. Silencio y palabra son solidarios y conJuntos en impuesta a lo psíquico como consecuencia de su nexo
cada compañero. con lo corporal. Pienso que podrÍamos comparar este
2. Si la palabra vehlculiza, sin saberlo, el sentfdo in- trabaJo con el que está en el origen de las teorias sexua-
conclente, el silencio es sin duda ambiguo, porque recu- les infantiles. ¿Puede la sexualidad no ser «teórica'? He
bre lo escondido (la reticencia), lo no sabido del paciente ahí una pregunta interesante' que se debería discutlr.
y del analista, y lo inaudible y lo inaudito de cada uno de Bs en todo caso el silencio el que constltuye la condición
ellos. a prtori para establecer los rrexos entre los diferentes
tipos de significantes, o entre signiffcantes de la misma
El silencio no es únicamente estrategia. Puede, en naturáleza. Ello para decir que el silencio es el espaclo
efecto, estar poblado de palabras silenclosas portadoras potencial de trabaJo del analista, pero que de nada vale
1e sentido conciente e inconciente; puede también estar prescribirlo de manera forzada, y que este no desapa-
ileno de cosas que no sean palabras, pero además puede rece cuando la cantidad de palabras emitidas por el ana-
ser lo inaudible de lo inaudito. Ya no se trata aqui de lista sobrepasa la dosis codificada'
malentendido, sino de negro (o de blanco) auditivo. Esto oElintenta hacerme hablap es un juicio de super-
puede conducir sea al sin-sentido, sea a un sentido no visado que recita su lección; esto nos hace sonreír. Y
verbalizable, que debe estar operante aunque sólo sea cuando me dicen: *Hablé demaslado, o no lo bastante',
en una forma en que el sentido adopte el aspecto de un me lnterrogo, más bien: *¿Ha hablado de modo certero o
sin-sentido, es decir, no de una lncoherencla, slno de desacertad6!», eue es la única cuestión pertinente; o
un sentldo que las leyes del sentldo no comprendon err también me pregunto¡ «¿No habría sido meJor decirlo de
todos los sentldos de la e4preslón. otra manera?,. Existe una lógica de la interpretación
Si hemos querido ligar el stlencto y la palabra (y el que pasa más por su elaboración que por la referencia
signiflcante no linguaico), nos hace falta decir todavÍa económica de la rareza. El silencio puede costar muy
que la cualldad y la función del silencio varían en fun- caro sl no al analista -quien siempre percibirá honora-
ción del tipo de discurso emltldo, desde el doble punto rios-, al menos al análisis, que se desenvolverá con
de vista del analizando y del analista, es decir: lo que el este contrato no firmado pero imperativo: *Sobre todo,
analista orperlmenta del discurso del paciente o en si no diga usted nada, yo le prometo que no he de decir
mismo como silencio fecundo, estructurante, generativo nada, y nosotros no lo diremos a nadier. Historia para
(en el sentido en que se habla de una gramátlca genera- incluir baJo los lacres de lo inanalizado.
tiva) o, al contrarlo, como silencio pesado, pulsional- El silencio del analista no es una meditación, es una
mente sobrelrrvesüdo, fuertemente proyectlvo o fusional escucha, pero esto es insuflciente. l,a atenctón flotante
o, en fin, como sllenclo inerte, degeneraüvo, silencio de
muerte, está en relación estrecha con los aspectos del 8 Véase ml informe de londres (.El anallsta, la simbolizaclón y la

funclonamiento mental y de los temas que tlene a su ausencia en el encuadre analÍtlco,, op. cüt.l.

t42 143
no conflere si-no una dimenslón enteramente parcial de es la lntroducclón de térmtnos alógenos a los contenldos
la actttud del psicoanallsta. Se puede declr que el sllen- del paclente. Es aqui donde el pslcoanalista debe de-
clo es el equlvalente vigil del dormir del analista: él se es- mostrar lmaglnación pslcoanalÍtlcay, sobre todo, esfor-
cucha escuchar, en tanto que en esa escena del dlscurso zarse, más que por traductr contenldos, por uüllzar los
oído, que hace eco a la escerra del sueño, se forman las resúos de los glrones del dlscurso del paclente, gue que-
asociaclones del oyente del mlsmo modo como el trab4lo daron pendlentes en la seslón -palabras destlnadas a
del sueño opera para reunlr fragmentos flgurados, üem- c¿rer en la oreJa de un sordo- para reunirlos en un nue-
po preüo de la formación y, después, la formulación tn- vo espacio potenctal (Würnicott) de formaamenudo pa-
terpretatlva, contrapunto de la elaboración secunda- radóJica. Es decir que el sllenclo del anallsta es un sllen-
ria del conter¡fdo ma¡rlffesto de una producción onÍrica. cio laborioso, al que su aparato psíqulco es convocado.
Esto deberia incitarnos a ceñir meJor el discurso lnterior Debo preclsar aquí que las cúücas que he dtrtgldo a
del analista. una práctlca lacanizante del anállsls, debldas a una teo-
En la medlda en que la condición necesaria para la ría del lenguaJe insatlsfactorla, frente a la que acabo de
formaclón de ese dlscurso lnterlor es el dlscurso del proponer una alternatlva que me pareoe más adaptada
analizando, es el trabaJo dlscurslvo del a¡rpllz¿urdo el al psicoanáltsls,9 me conducen empero a recordar que
que rige el sllencio del analista, es declr, que él depende en cualquler clrcunstancia la atención prestada a las
de ese discurso, salvo el caso en que este no sea oido por patobros de los pacientes debe ser en e:<tremo rigurosa,
su destlnatario, no lmporta que ese silenclo, que encua- porque indlcan el limtte de contención por lo verbali-
dra el discurso l¡rterlor del anaüsta, sea esGril o fecun- zable y consütuyen otra forma de compleJldad con res-
do, creador de un senüdo nuevo o repetltlvo, revelación pecto a la fantasía.
o paráfrasis cuando el analista no consigue establecer Cuando se procede de este modo, se lntenta recoger
Ios puentes semántlcos que permitan despegar del con- todo lo que es verballzabls en el discurso l¡rconclente, ni
tenido maniflesto para dirigtrse hacia el contentdo laten- más ni menos. Esto e:dge una producclón Interpretatlva
te. Aqui se plantea la cuestlón de saber si lo slngular en que Ia exploración del lenguaJe se debe llevar muy
es más apropiado que lo plural, poryue una polisemla, leJos. Pero ello sólo es admtsible a condiclón de proponer
una pluralidad de senüdo se ofrece en todo momento, un modelo del lenguaJe delpstcoanolústa. Las trasfor-
sentidos múltiples entre los cuales el analtsta ellge, se- maclones del códtgo antilingüísüco del lnconclente en el
gún sus opclones teóricas, según que adopte la regla de códtgo ltngüisüco del preconelente odgen un trabaJo sl-
la superñclalidad o que preñera comprender e interpre- lencloso en el que opera la funclón auto-referente del
tar desde el comtenz¡ en las *profundidades, de la len- lenguaJe. En realldad, esta acütud no debe ser slstemá-
gua fundamental del paclente. Puede en tal caso encon- tiea, slno que varía según Las poslbllidades del paciente
trarse con la fragmentaclón asoclatlva de la htstértca,
las rupturas perrnanentes del discurso y el als}amlento
-y, desde luego, Ias del anallsta-. Oplno que no es slno
una regta en materla de lnterpretación. Es de apllcación
afectlvo del obsesivo, la monotonía depresiva, la raclo- simple y dtficlt se trata de determtnar conJeturalmente
nallzación encofrada paranolca, la incoherencla esqui- lo que el paciente puede oúr del anallsta. Oír no quiere
zofrérüca, que obllgan a escoger estrategias interpreta.- declr comprender nl consentlr tácitamente, Ircrque poco
üvas apropiadas. Es beneficioso, en ciertos c€rsos en que l¡nporta obtener conflrmaclón o refutación de parte del
la comunicaclón da pruebas de ataques a los vínculos analizando de la lnterpretación del analista, como dlce
(Bion), tratar de constitulr una tramo dfscu¡sfua de dos
dentro de una urdlmbre uerbal donde el dtscurso del e Me reflero aqui al trabaJo aparecldo en el
n" 381 de Crldque, L979,
a¡tallzando y el del atwltsta trencen eL teJtdo de un dts- cuyas tesls fueron desarrolladas después en Le longage dans lo. psg-
curso rettculado. El rlesgo de esta actitud lnterpretaüva chana.lgse, Belles Lettres.

t44 145
Freud. Por el contrario, es del mayor interés obserwar la hacen eco unas a otras. Es lo que nos permite hablar de
contra-lnterpretación, es decir, la respuesta tnmediata castraclón fáüca, anal, oral, o declr que la fantasia de la
del analizando a la interpretación del analista. madre fálica stgniflca, en ciertos casos, Ia necesidad de
El efecto posltlvo de la interpretación se conüene en negar la castración por medio de la fantasía del pene o
cuatro frases: de los penes maternos (cf. *La cabeza. de Medusa») y, en
otros casos, esta madre fálica es efectivamente penetra-
Pensé en ello (pero no lo dije) dora para el suJeto (por un orificio cualquiera, o por L:-
Justamente 1o estaba pensando dos a la vez). Es la raznn por la cual podemos interpretar
Nunca se me pasó por lacabeza (siempre lo supe) el mismo materlal desde el ángulo de La lmogo paterna o
Esto me hace pensar en... delalmago materna. I-a reverberación se oqpresa toda-
vía meJor cuando el deseo sólo se dice a través de la iden-
I-as dos prlmeras respuestas son un encuentro entre tificación, y el Edtpo construye las relaciones de sirnetrÍa
analista y anallzarrdo. No signiflcan slno que analista lnvertida entre deseo e identificaclón. Ahora bien, el
y anallzando se encuentran en la mlsma longitud de Edtpo es destruido, reducldo al silencio, sólo el silencio
onda, sln que se produzca levantamiento de Ia repre- permlte, a través de sus vestiglos, registrar el juego de
sión. Del mlsmo modo, la cuarta frase sigrriffca que hay espeJos a que ha dado lugar.
Ievantamiento de una represlón en la persecuclón de los Es preclso terminar con el reallsmo genético, y aun
procesos semánücos asoclativos hacia un núcleo se- con el de la crórüca de las flguras fantaseadas que se
mántlco reprimldo. Sólo el *Nunca se me pasó por la apoya en un hlstoricismo ingenuo y, por añadldura, sin
cabeza* signa el levantamlento de üz represión en rela- nlnguna prueba sostenlble. La imagen de una tempora-
ción con el pasado (*nunca, signa la intemporalidad de lidad en espiral se lmpone aquí, donde la ilusión de con-
lo lnconclente). Esta última frase quiere declr muchas tinuidad es menos importante que los dibuJos que se
cosas; uno de sus sentidos es: esto esta.ba recublerto pueden t¡azar cruzando espiras que pertenecen a eta-
por el sllencio, que la interpretación de usted ha des- pas dlferentes. Una cosa es segura: no hay postbiüdad
cubierto en los dos sentidos del término, a saber, desnu- de plegar el uno sobre el otro contenldo manlfiesto y
dado y hallado. Pero es preclso agregar que en caso de contenido latente. Esta verdad eüdente es empero des-
que la interpretación sea certera, al analista también, deñada en todas las formas de lnterpretaciones simul-
aunque ese material le haya sido presentado numerosas táneas que no son sino paráfrasls del discurso del pa-
veces, {nunca se le pasó por la cabezar. Uno de mis pa- ciente enJerga psicoanalíüca. La que queda por decidir
cientes me ofreció como contra-interpretación: «¡Pucha! son las flguras de la represlón de que se trate (represión,
¡Y ahora me üene a declr estotr. Como cuando una mu- desmenttda, desestlmación, forclusión) y los aspectos
chacha se acuesta con un tipo desde hace varios meses especificos de ellas.
y se lo cuenta a su madre, qulen le responde: «¡Y ahora En este preciso senüdo hablo del silencio como espa-
me vienes a decir estolr. En suma, siempre lo supo. cio potencial en el analista. I-o que quiero decir es que el
En cuanto a la polisemla, sabemos por experlencia acondicionamlento deL universo lnconclente del pacien-
que un material se puede interpretar según diversas ca- te según las distlntas sub-referencias indicadas supone
tegorías sub-referenciales (el referente es el inconcien- su no-comunlcaclón, de la cual la forma más grave es la
te). trjos de tener que elegir necesarlamente una de las esclsión, que hace pasar el silencio entre dos posicio-
sub-referenclas en detrimento de otra (un «dialecto, del nes por una dtstancia dlsJuntlva sin generatlüdad. Esta
inconciente, como diría Freud), hay que comprender disJunción (que empero supone su conJunción negatlva
que la estructura inconciente es reuerbera.da-reuerbe' metafórica), es decir, esta separaclón, convoca la reu-
ranfe, lo que significa que las diferentes posiciones se nión de aquellas baJo la forma nueva de la lnterpreta-

146 t47
clón, que no es slno una simbollzación. Es el sllenclo el Con esto proporclono sólo la verslón fecunda del tra-
que constituye el tiempo prevlo donde l¡a suceslüdad se baJo analítlco. Es preclso tamblén contar con los blo-
muda en slmultaneldad, en tanto que la reverberaclón queos asoclaüvos debidos a la contra-trasferencia (en el
consumada permlte'a lo reverberado traducirse en otra senüdo cláslco del termt¡ro) ¡r, sobre todo, me parece, a
suceslvldad. Dicho de otro modo, el stlenclo es elhryar los aspectos más .locos, del anallzando. Por lrcura prl'
de la. tnrraduro de Io manfiesto para que se reuele lo uoda no entlendo necesarlamente la psicosls..¡funtdstfca
latenfe. El silenclo es la ausencla por la cual lo manl- del anallzando, lmagen de un ur¡lverso a la Jerónlmo
ffesto cae en el vacío para resurglr baJo la forma de lo Bosch cuyo plntoresqulsmo suele ser fácll. Esta locura
latente. El sllencio es condlclón, üempo en condlclonal, puede ser un lenguaJe loco, un cuerpo loco, una sexua-
gobernado por el pensamlento lmplicatlvo: s1... enton- lldad locá, etc. El odto del análtsls depende, sobre todo,
ces; dicho de otro modo: «sl oyera el deseo del dlscurso, de la tolerancia del analtsta hacla esta locura privada. El
entonces el discurso del deseo seria ester. «S1, es una silencio del analista puede ser en estos casos un sllenclo
condición suspenslva, Lrn suspenso analitico donde el de defensa, de rehusa¡niento o de refugio para salvar su
deseo faltador espera del analista que no le falte. Un salud psíquica. Nada obllga al anaüsta aviür esas orda-
paciente me diJo en el curso de una seslón: «¡Pensar que lias y, sl se slente lndlspuesto con esos desbordes pul-
en Paris hay un solo analista que hable, yJusto vengo a slonales, que siga slendo un anaüsta cláslco. Es meJor
dar con éltr. Pero alñnal de la seslón dlce, antes de de- ser un buen analista de neurosls clásicas que un mal
Jarme: *fn agradezr;o,. Acaso me despedía con ello, pero analista de estados fronterizos. Por últlmo, agregare que
le era forzoso reconocer que esas dellcias masoquistas ser un analista de pacientes *fronterizos, no debe con-
ocultaban un confücto de identiflcaclón con un padre ducirnos a ser clegos para las resonancias edíplcas de
sádico y seduetor odlado por haber obligado a su madre todo materlal. Porque el Edtpo está dondequiera y desde
a abandonarlo sels meses después de su naclmlento en- siempre, desde la concepción del suJeto.
viándola al campo porque allí el alre era meJor, y un
abuelo bueno y generoso, pero hacla qulen él se había
descublerto deseos de muerte lnconcientes culpables.
En la trasferencia, operaba la proyecelón alternada de V
estas dos lmágenes respecto de mí, desde luego que sln
tener la menor idea de ese confücto. Ml sllenclo había ¿Por qué las neurosls se prestan a la Gcnlca anali-
atesüguado en él La reslstencla de la (excepción,, a sa- flca, mlentras que las estructuras no neuróücas pare-
ber, que su sado-masoquismo -nada reducido- se le cen refractarlas a ella? Invocar la regresión me parece
aparecia como una retorslón legÍtlma por el mal que un mero subterfuglo teórtco. Pudiera ser que la ade-
le habian hecho. cuaclón de las neurosis aI .anáIlsis se orplicara por su
Esto nos muestra hasta qué punto el silencio del relaclón con las perversiones. La neurosls como ne-
analista, sllenclo de acoglmiento de sus propias asocia- gaüvo de la perverslón seria compaüble con las e¡d-
ciones, silenclo de espera, sllencio poblado, es sobre genclas que deflnen el encuadre analítlco, por el hecho
todo un sllencio de una «e>dgencla de trabaJo de lo psí- de que las perverslones ponen enJuego pulslones par-
quico del analista a consecuencta de su nexo con lo cor- clales en el irrterlor de un yo cornprendldo dentro de las
poral del anallstar. fronteras de un encuadre (o estructura encuadradora)
I-a ldea que debe prevalecer en lo sucesivo es la de lrz que habría conseguldo mantener su unidad narclsista
l@lca del par arulitico representado Wr la conextón de por la erotDación de las pulsiones de destrucción. El
dos aparatospsúqufcos elura anelotro, separados pr perverso habría procedido en deflniüva a la narcisaclón
uno dlfererula de poterrclnl slgnlfrcatin. de su yo para conJurar un pellgro de fragmentación

148 L49
frente a lo lnsostenible de la diferencla de los sexos, con Drr los casos que se sltúa¡r fuera de la neurosls, las
sacriñclo de la lntegraclón de las pulslones baJo el pri- condlclones son dferentes. La sltuaclón está menos co-
mado de la genitaltdad. En una palabra, habría «esco- mandada por las relaclones perverstón-neurosls que por
gido» el narclslsmo unlflcador del yo contra la fusión de las que llgan psicosls y casos fronterizos. Ia represión es
las pulslones respecto dei obJeto. Amenazado por las la defensa dominante en el prlmer caso, mlentras que la
pulsiones de destrucción, habría conseguido ligar estas escislón lo es en el segundo. En las estmcturas que de-
por medlo de Ia libido erótlca (de donde el sado-ma- penden de la relaclón pslcosls-casos fronterizos, la.Ptr-
soquismo), instaurando la primacia del flalo (narcislsta) clalldad, de las pulslones o blen no es totallzable o blen,
contra el prtmado de la genttalidad (obJetal). I¿. neuro- cuando se martlffesta, no puede ser contenlda. I-a.s pul-
sls, negaüvo de la peruersión, reallza, una untdad simé- siones parclales van ur¡ldas a obJetos parclales que po-
trica e lrrversa, es decir que desnarclsa el yo procedien- nen al yo baJo la amenaza de la fragmentación.
do a la fusión de las pulsiones baJo el primado de la ge- En suma, en el caso del par perverslón-neurosls, yo y
nltalidad. Pero por el hecho de'reconocer la diferencia de obJetos se encuentran totalizados (al precio de la repre-
los sexos, es decir, la angusüa de castraclón, la flJación sión, lo que relativDa mucho esta uniflcaclón, que acaso
fáIica se convlerte en un refugio ante el ablsmo vaginal. no sea sino una contención), mlentras que, en el caso de
Parece que Jouhandeau, en polémica con Roger Pey- la psicosls y de los casos fronterlzos, la solución pasa
refltte, le espetó: *El falo ama el silencio», como sl el si- por una narcisación preüa del yo con miras a establecer
lenclo fuera la condiclón necesarla de su elección o de una relaclón de obJeto. El neurótlco sueña y los casos
su erecclón. fronterizos tratan de soñar, pero de hecho son presa de
Ahora bien, si Freud tiene razón, o sea, sl es clerto la pesadilla, del sonambullsmo, del sueño blanco, ¡aun
que la neurosls es el negativo de la penrerslón, el retro- cuando parezcan conseguir un «slmulacro, de sueñol
ceso hacia la ffJación fáüca es el primer tiempo hacia la Lo que me parece lmportante es comprender que el
regreslón, que permite a las pulsiones parclales perver- yo fragmentado, las pulsiones parclales, los obJetos par-
sas (reprimidas en la neurosis) manifestarse. Pero ellas ciales, no siempre van Juntos, y que son posibles re-
lo hacen entonces en el marco de un yo lo bastante nar- agrupamlentos llmitados. Asi la perversión, expreslón
clsado para permltlrse esa regresión de las pulsiones. I-o de pulsiones parclales, es compatible con un yo unlfl-
que signiflca que, en el análisls, se podría establecer cado y un obJeto también relatlvamente unlflcado, que
una relación de correspondencia entre el yo y las pul- empero excluye la vagina. Del mlsmo modo, el caso
slones parciales, por una parte, y el encuadre y el dis- fronterlzo posee un yo menos urüflcado que el perverso,
curso asoclaüvo, por la otra. en coe¡dstencla con pulslones parciales más uniflcadas
La. tolerancia al dtscurso asociatlvo (al menos superflcialmente).
-simulacro de
fragmentaclón- estaría entonces baJo el control de un Esta distinción entre pulsión y obJeto es importante
yo asaltado por las pulslones parclales de la perwerslón, porque puede situarse en la fuente de conflictos esen-
pero lo bastante seguro de sus limltesyde su conslsten- clales. Hay que saber establecer la dlferencia entre lo
cia para permltirse levantar la censura moral e intelec- que pertenece a una y a otro en la sesión.
tual (o racional), es decir que las pulstones de destruc- ¿Como hace frente a esta situaclón la técnlca no si-
ción, ligadas por el narcislsmo y limitadas en su sq)re- lenclosa? ¿Cómo operar la narcisación del yo? Por la
sión por el sadismo respecto del obJeto, no amenazarían operaclón de Ia ligazón,la Btndtutg freudlana. El ana-
ni al yo ni al obJeto de manera peligrosa: el anallsta está lista, en lugar de que se desenvuelva el fllme o el hilo
tranquilo en cuanto a lo que pueda sucederle al paciente asociatlvo, puntuará el dlscurso con lntervenciones -no
entre seslones. DeJa que el proceso analíüco se desen- todas las cuales son interpretaciones-, ligará losJiro-
vuelva, y la trasferencla sigue su curso. nes del dlscurso. Ahí está el peligro, porque el analista

r50 t5t
puede verse tentado de pensar que esos trozos asocla- llzactón resulte nunca reallzada con segurldad. Pero lo
tivos Arsertos en el dlscurso están contenidos por un yo peor no es slempre seguro.
con suflciente revestlmtento mental. En realldad, la es-
cisión se efectúa entre cadnJragmertto asorllotün, yttx-
tapuesto a los precedentes y a los siguientes, sin nlngu-
na relación entre ellos. Dicho de otro modo, lo que eslá VI
en entredlcho es la simbolización. La llgazón operada
por el analista lleva en consecuencia el propósito de re- El trabaJo del analista es conflichtat. Es el producto
ligar los elementos 6tssligados para poder, en cierto mo- de una lucha constante entre el entender, el mal-enten-
mento, lnterpretaryya no sólo interverür. Hay dos tlem- dldo, lo no-entendido, lo inaudito, lo inaudible sea por-
pos en la slmbolización: el prlmero ¡shga los términos de que no es perceptible, sea a causa del horror provocado
lo conclente, eI segundo utiliza las ligazones estableci- por la audición.
das para rellgarlas con lo inconciente escindido. En el fluJo asociativo del discurso del analDando, la
Este trabaJo de ligazón y de religazón se opone al linealidad de ese discurso engendra, a medida que pro-
trabaJo de las pulsiones de destrucción. Para ser effcaz, gresa, efectos retroacüvos lfeed back semánücos) que
debe ser superfictal. Ias interpretaciones profundas ude estructuran la progrestón de la formulación verbal. La es-
maza-a» o sistemáücamente trasferenclales no hacen cucha analitica es progrediente-regrediente. El incon-
más que refotzan la esclsión. Este trabaJo ensuperficíe, clente no es segregativo: se dice como puedeyhace fuego
aI ras de las asociaciones, tiene por obJeüvo constituir con cualquler leña. Todo abordaJe excluslvo de un solo
un pre-conciente que, las más de las veces, no desem- tipo de signiflcantes: lingualco, representatlvo, afectlvo,
peña su función de mediador o de filtro, en los dos sen- corporal, activo, es una tala importante de la poltsíg-
tldos, entre conclente e lnconclente. nficanctay amputa al signiflcante psicoanalittco de sus
Una reflodón más ahondada conduclria quizás a re- funclones proplas. El anallsta es políglota, entlende el
conocer la solidaridad entre trabaJo de ligazór, * erotl- lenguaJe del sueño, de la fantasia, del úapsus, del acto
zacTórr, pulsiones de destrucclón + narclsación secun- fallido, o de todo lo que se nutra del estilo inconclente.
daria del yo, represión y preconciente. Esto lmplica que Sin duda, el silencio es el fondo sobre el cual se desarro-
se comprenda al mismo tlempo la angusüa de los casos llan las figuras de las armonÍas stgnificantes (y sus diso-
fronterlzos y la de las neurosis en que la angustia de nancias). Esta codificación-decodificación, recodifica-
castración, acoplada con la angustia de penetración, se ción, remite siempre aTenotraparte (de la sesión) y al en
reverbera en el par formado por la angustla de separa- oto tlempo (del anáüsis), a la intemporalidad del silen-
ción y la angustia de intrusión. En este punto se podúa cio, al tlempo en psicoanálisis y a la heterocronía funda-
repensar el concepto de dlstancla debido a Bouvet. Bas- mental que lo habita.
te decir que la distancia respecto del obJeto sólo tlene El poltgloüsmo del anáItsls, el entendimiento de los
interes para el analista en la medlda en que le slrva para idiomas, de los dialectos del inconciente impone tam-
evaluar lo que el analizando puede entender del mensaje bién una concepción plurifuncional de las formaciones
del Otro, que le es reenvlado bajo su forma invertida, se- del inconciente. Acabo de mencionar el lenguaJe, e¿ sue-
gún la formula bien conocida de l¿can. ño, Ia fantasía, etc. I-a clínica pslcoanalítica moderna
El trabaJo del analtsta se sitúa entonces en el campo nos muestra que ya no podemos aceptar sin crítica pro-
transicional descrlto por Winnicott, que puede definirse posiclones tan generalmente admitldas como esta: el
como una categoúa simbóIica. Es el área intermediaria sueño eslaterttafbade real?.ación de un deseo. Aunque
del sÍmbolo como «tal ys2», no lo que es, o lo que no es, esta fórmula, que es de Freud y data de 1932 (La.t¡tter-
sino Io que puede ser, sin que esta esperanza de rea- pretaclón de los sueños menclona solamente la reallza,-

t52 153
ción de un deseo, de manera más compleja y matizada, asociatlvo, que obligan a las facütaciones a seguir de
pero sin introducir la cláusula restrictiva que indlca el largo, a desplazarse, a condensarse. I-a lnterpretaclón
término *tentativa,), da testimonio de una evolución del cor¿süste en adt»l¡to¡ Ia uío tapodo", ocultada, por el es-
pensamiento del primer psicoanalista. Bion ha mostra- fudlo de los relactones enlre los dÍ»ersos purúos de rup-
do que el sueño podía tener una función evacuadora: hrade lasJacüttactones g lo qte ellos d$aronpasar en
desembarazarse del deseo por medlo del sueño más que ca¡nblo.
elaborar los deseos que anhelarian realizarse; Winnicott Dlcho de otro modo, eL desuío es lo. jnctón esenclal
ha comprendido que el fantaseo hiperactivo era el medio tanto de Los procesos prfmar¿os como de üos procesos
de anhelar no hacer absolutamente nada a pesar de seandnrlos. Condensación quiere decir dos (o más) en
imaginar que se hace una multitud de cosas; B. kwin uno, desplazamiento qulere decir uno en dos. Nunca uno
se ha referido en escritos demasiado poco leídos y dema- es igual a uno en el pensamlento pslcoanaliüco, y por
siado poco meditados al profundo deseo de dormir en la eso es preciso ser dos para hacer un pslcoanálisis. El
sesión de análisis amoblada de palabras: otras tantas desvio odge como condictón necesarla y suflciente el
revaluaciones que nos imponen una üsión nueva de los dos. Es tiempo de que nos sltuemos en Ia tóglca del par;
conceptos fundamentales. Ahora bien, es justamente el para ello es preclso hacer sllencio sobre la lógica unlta-
silencio, propicio para la elaboración, el que revela las ria del discurso manlflesto.
máscaras del discurso. Este desenmascaramiento silen- Una conclusión deriva de ello: la relación que la re-
cioso opera por el afecto del anaüsta, disarmónico res- sistencla y la asoclación-disociación manüenen con el
pecto de los mensajes del discurso. Por suerte, el disfraz intelecto.
es traicionado por indiclos mínimos, a veces meramente En efecto, puesto que la intellgencia consiste en eI
estilÍsticos, que a5rudan aI analista a oÍr lo inaudible. estableclmiento de relaclones ocultas, inaparentes, se
Comoquiera que sea, el fundamento del silencio en puede aflrmar que las relaclones conJuntas-dlsJuntas,
análisis consiste en volver posible la emergencia (por lo en la medida en que forman bloque, son el fruto de la
tanto, la novación) de la representación. El trabajo ana- resistencia. Freud, en el Progecto. escrlbe que el pensa-
lítlco consiste en el anáüsis de las representaciones del miento *debe poder seguir todas las viasr. Desde luego,
paciente (en el sentido conceptual más amplio) para nunca puede hacerlo. I-o que hay por descubrlr debe
susütuirlas por otro súsúema representaúfuo por el cual necesariamente estar desüado.
adviene el suJeto. Por eso el silencio del analista es sólo El silencio es ese espacio de flutdez que acoge a la
el medio por el cual se rehúsa a percibir Io ma¡rifiesto, disimulación para deshacerla y operar un sfrnuüzcro de
absorbiéndose en los espaclamientos para hacer emer- verdad, donde slmulacro se toma en el sentldo que le
ger la representación psiquica de la pulsión. dan los autores de modelos: un constnrcúo. No es nece-
Un modelo general de la acttvidad psíquica se propo- sario que el sllenclo se prolongue indebtdamente, por-
ne entonces : organización, desorganizactón-borradura, que entonces se corre el riesgo de que eI analzando se
reorg¿urización. Es apücable a toda forma de actividad lnstale en é1 con comodidad para no produclr más que
psíquica. Este modelo reformula nociones que nos son slmulacro (I^a.can). El anáüsis puede, en clertos casos,
fa¡niliares: deseo-represión-retorno de lo reprirnido. En semeJarse a Lrna partida de aJedrez: Jaque a la neurosls,
la sesión, el silencio corresponde al tiempo medio, mien- aI self falso, al proton pseudos. No hay que olüdar que
tras que la interpretación atestigua el tercer tiempo. Es las partidas de aJedrez se Juegan en sllenclo, porque la
imporLante recordar la no-linealidad del trabajo psÍqui- palabra del anallsta no suprlme el fondo de silenclo so-
co, su polifonia. Es el sentido de la asociatiüdad analÍ- bre el cual se dlce.
tica. Ia lÍnea quebrada de las asociaciones corresponde I¿. sombra proyectada del sllencio slgue, adherida a
a las resistencias despertadas en cada punto del árbol sus pasos, a la palabra lumlnosa. Ihfka, en un cuento

154 155
metafislco,lo escribe: *Pero l¡as Slrerras üenen un arrna 5. t a capacidad de ensoñación y el mito
todavía más terrlble que su canto:.es su silenclo. Se
puede lmagürar -el hecho no se ha producldo, pero es eüolÓgico
conceblble- que alguien escap¿rra a su canto; a su sl- (1e87)
lenclo, ciertamente no. (...) Y, en verdad, cuando llegó
Ulises, las porüentosas cantoras no cantaron, ya creye-
ran que sólo el silenclo era e:rpaz de doblegar a seme-
Jante adversanlo, ya fuera que la lmagen de la fellcidad
que se dtbuJaba sobre el rostro del héroe, que no pensa-
ba más que en su cera y sus cadenas, les hiciera olüdar Ensoñar stgniflcó arrte todo vagabundear o dellrar o,
todo su canto. (...) Por otra parte, la leyenda agrega un en los dos senüdos del termlno, dlvagar. I¿. ensoñación
apéndlce a esta historia. Ulises -dice- era tan fértil en es una errancla del espíritu fuera de los camlnos dema-
lrrvenciones, era un compadre tan astuto que nl slquiera slado delineados de la raz-on. Aun antes de que Freud
el Destlno podia leer en su corazón. Quizás, aunque la hublera comprendldo el lnterés de la asoclación [bre,
cosa sobrepasa el entendlmlento humano, quizás él üo después que las irrvesügaclones forzadas de la hlpno-
realmente que las Slrenas callaban, y no htzo otra cosa sis mostraron sus límltes, Ia lengua habia aprehendldo
que simular, para oponerles, y oponer a los dloses, la de manera trrtuitfi¡a el parentesco entre esta divagación
actltud que hemos dicho, como una especle de escudo,. del psiquismo normal y el dellrlo enfermlzo. ¿No lo adtü-
nan clertos paclentes para quienes hacer asoctaclón Itbre
es arrlesgar volverse locos? Con la capacidad de enso-
ñaclón de Blon, el acento se desplaza doblemente: por
una parte, se pasa del lado del anal?¿ndo al del analls-
ta representante de la madre; por otra parte, lo que era
locura potencial pasa a ser, al contrarlo, factor de salud
psÍqulca.
Blon no habia lntroductdo aún la cepacldad de en-
soñación en su teoría cuando aludió a la penumbra de
asoclaclones que rodea a los conceptos. Por ml parte,
situaré La capacldad de ensoñaclón en la «penumbra de
asoclaclones' de la asoclaclón ltbre, es declr que la con-
sldera¡é, en seslón, como una réplica o un análogo de la
asocladón libre, por lo que esta lrrcluye, para qulen se
entrega a ella, de oscuro y de entgmátlco. Del mlsmo
modo, conslderaré la asoclaclón libre como répllca o
análogo del sueño y de sus procesos prtmarios.
Sl odste una dtvlstón neta entre procesos secunda-
rios y procesos prtmarlos, esta dlvlslón puede engendrar
formaclones de compromtso. Es preclsamente el caso de
la fantasía conclente -esa mesüza, como dlce Freud-,
llamada, por otro nombre, rensoñaclónr. En todos los
lo.Lc sllence des slrénes,, en Lo.Mu¡altle de Chtne, trad. Alexandre casos, 1o tmportante es el adJeüvo Ubre.En mústca (Ré-
Vlalatte, Galllmard, 195O. uerle de Schumann), como en llteratura (Rdrc¡les d'un

156 157
pron'Eneur sollto,lre de Rousseau), el térmlno «ensoña- mllables por la pslque del suJeto: los elementos p. Ahora
clón, deslgna una actlüdad del espiritu que anda sin ñn blen-y en esto reslde la ortginalldad de Bion frente a
preclso, sln rlgor metódico, como una boya que se de- Melarüe Klel¡r, que aI rnlsmo tiempo lo apro>dma a Wln-
Jara llevar aI capricho de las olas baJo el tnfluJo de las nicott-, la clave de tal distorsión está en que los ele-
corrientes que anlman al mar. I¿.libertad está Ilgada al mentos lnasimtlables proyectados no son recibldos ni
hecho de deJarse lr, renunciando *llbremente» a ejercer trasformados por la actiüdad mental de la madre. En
un control sobre los aconteclmlentos. los casos normales, esta, por medlo de su capacidad de
ensoñaclón, Ios restituiria al hlJo operando la conver-
sión de los elementos p en elementos ü que forman eI
teJldo fundamental de la actlüdad psiqulca.
Blon: ensoñación de la madre, pensamiento
4. Implícitamente, Bion admite que el niño al nacer
del anaüsta se ve modelado por el predominlo delmodelo dlgestün a
partir de la e4periencla del pecho. Ng obstante, este mo-
Ahora bien, el punto de partida del pensarniento de delo digestlvo se acopla a un modelo psíquico apwúala-
Blon es su experlencla con los psicóücos que presentan do sobre el modelo digestlvo. Dicho de otro modo, aun sl
sÍntomas del orden del pensarnlento: en ellos, a dferen- el pecho amamanta bien aI niño, la conserwaclón del pe-
cia de los neuróücos, la asociaclón llbre es más blen una cho bueno no basta para engendrar el pensamlento. Es
asoclaclón prlslonera. Se efectúa según los constreñl- su condiclón necesaria, pero no suflclente. El apuntala-
mientos de una actlvidad proyectlva que implde toda mlento de lo psiqulco en lo digestivo permtte compren-
integractón, toda apartctón de novedad, así como todo der la necesldad de postular que se lo retome en el plano
aprendizaJe; por lo tanto, toda maduraclón. Se puede en- intersubJetlvo. Dicho de otro modo, la madre *digiere,
tonces atribulr a La capacidad de ensoñaclón de Ia ma- psiquicamente las proyecciones del espíritu del nlño (las
dre el papel de una htpótesls de base deduclda a parür rumla, por asi decir, graclas a su capacidad de ensoña-
de Ia urperlencia en que ella habría faltado. Esto pre- ción) y lo allmenta de otro modo, devolviéndole ese pro-
supone algunas lnferencias: ducto pre-aslmilado por ella. El nlño reclbe por consi-
guiente un amarnantamiento segundo, metafórico del
I..EI modelo de la sltuación analittca reproduce la prlmero. Se nutre no del pecho corporal, sino del pecho
sttuaclón de la relación madre-hiJo. psíqulco de la madre. I-a. madre ha acumulado en ella lo
2. Esta homología se revela pertinente y eflcaz con el «vomltado» por el nlño, y ha hecho lo que él mismo to-
paclente neu¡ótlco y permlte un creclmlento del proceso davia no puede hacer: le |¡¿ «pslqulz.ado* y ha trasfor-
a¡ralitico, un aprendizaJe del paciente graclas al anállsis, mado este allmento *concreto» en alimento psíqulco. El
mlentras que fracasa con el pslcótlco. Como minlmo, niño podrá servirse de este para construir su obJeto psí-
ella e>dge un tlpo de Interpretaclones dferentes, extraí- quico Lnterno, conserwando ese pecho psiquico primiüvo
das de hipótesis acerca de las relaclones que odstlrían que le permlüÉ elaborar progreslvamente, a partir de
al comienzo de laüdaentre lamadreyel hiJo, yque muy este pensamlento lncoatlvo, un aparato de pensar los
tempranamente sufrirían distorslones dañlnas para los pensamientos e:paz de reglstro y de ontlclpacfón. Este
procesos de pensamtento. ya no padece los sucesos slno que se anflclpa a ellos.
3. Bion sltúa esta perturbación en la lmposibilfdad Bion, en este punto, se encuentra muy pródmo al Freud
de un registro, es declr, de una memoria conservadora de *I¡s dos prlnciplos...,.
y, por lo tanto, potencialmente adqulsitiva e integra-
dora. Esta f,alta resulta de una tendencla a evacuar las En contra de lo que sostlene Melanie Kleln, para
frustraciones ligadas a la presencla de elementos lnasl- qulen todo parece suceder del lado del lactante, mlen-

158 r59
tras que es desdeñable lo que proüene de la madre (en lrrlt:rpretación muestra que el poder lnterpretatlvo, en el
este punto, ella es freudiana), Blon, como Wnnlcott, ¡lsicótlco, no encuentra eco. IrJos de concluir, como ya
parte del par madre-hllo. Lo que es más: sitúa del lado lo había hecho Melanie Kleln, que las pulsiones de
de la madre la génesls de la función o en el niño. Para muerte del niño son las únicas operantes, Bion ilumina
decirlo de otro modo: una teoria que se limita a consl- la partictpaclón materna por la ausencla de ensoñación
derar los efectos del pecho bueno y del pecho malo no en la madre, porque la ensoñación es, a suJuicio, el ca-
puede dar respuesta a la cuestlón de determlnar cómo nal por el cual se vehlculiza el amor. [-o que se repite
se crearr las cttolldades psiquicas. Ia. contrtbución de la entonces en el anáIisis es la carencia de la madre, y el
madre dispensadora no sólo de leche sl¡¡o de amor, de anabzando üve la situación como sl las lnterpreta"clones
comprenslón, de ternura, de segurldad -otras tantas del analista quedaran sln efecto porque el analista-ma-
cualidades propiamente es lafuente de la tra- dre, haga lo que hnga, no puede nutrir psíquicamente aI
ducción de los elementos p en elementos cr, graclas a su nlño, tal como antaño sucedló con la madre.
funclón llgadora. Dos clases de llgazones lntervlenen I-a capacidad de ensoñación del anaüsta, de la cual
aqui: las que operan tntrapsiquicamente en et bebé (gra- sus interpretaciones son el refleJo, carece de efecto ger-
clas a la funclón c) y las que se instalan intersubJeti- minatlvo porque no toma el relevo de la capacldad de en-
vamente enfrela madre y el hlJo (trasmlsores de la fun- soñación de la madre, quien de hecho estuvo desproüsta
ción a) que presuponen esta funclón en la madre. de ella. I-a interpretación no despierta nada, no reanima
Ia. orlginaüdad de la poslclón de Bton está en con- nada que hubiera estado presente pero reprirnido. De-
siderar loensoñaclónamo sopofte delamor (o delodto) semboca en un vacio en el paciente porque en él faltan
de lamadre en su relación con el tr{o. las huellas de una capacidad de ensoñación de Ia ma-
Es aquí donde se revela clerta ctcuhridad en el pen- dre, que no ha dejado ninguna inscripción. Esto lmplica
samlento de Blon, qulen no slempre es explicito. Blon importantes conclusiones: si una lnterpretación produ-
parte de la situación analíüca entre un pslcótico y un ce cierto efecto, es porque consigue reaüva¡ algo ya exis-
anallsta. Desde ahí, su ensoñaclón lo lmpulsa a buscar tente. No podúa crear sentldo ex rtlltlo, allí donde este
un modelo de Ia relación madre-hlJo (en otra parte y no existia. Ponderamos lo importante que es el acuerdo
en otro tlempo) susceptible de o<.plicar lo que ocurre en entre los dos compañeros del par analiüco, puesto que
Ia seslón (aquí y ahora). De hecho, slr¡ duda, porque el el par tiene un solo objeto: el inconciente del analizando
analista, Blon, es morsldo por ensoñnctones hocfa su W- soñado por el aparato psíquico del analista.
clerúe adtnfD, funda la hipótesls causal de que la rela- Aqui se lnstaura, en Bion como enWinnicott, un pen-
ción madre-hllo es susceptlble de lnclulr aquella enso- samlento del pary aun del trío; se lee enAuxsources de
ñación análoga a la que se desenvuelve en el anáüsts. L'expéríence: *Si la madre nutricia no es capaz de dis-
I-a relación analitlca permlte comprobar que el ana- pensar su ensoñación, o si la ensoñación dispensada no
Iizando se encuentra en un estado que Blon caracterlz,a se duplica en un amor hacia el niño o hacia el padre,
como aJeno tanto al dormlr (acüvtdad onÍrica) como a la este hecho será comunicado aI lactante, aun si le resul-
vigilia (actlüdad secundaria). Esta acüüdad da testt- ta lncomprensible, (12.f I, pág. 63).
monlo de la producclón de una pantalla {de lenguqe) En el modelo bioniano, el problema esenclal conslste
deshilvanado, incoherente pero, sobre todo, no Ugado. en trasformar una impresión de los sentidos en una ex-
No obstante, esta comunicactón no produce algo hin- periencia emocional. Este referente afectlvo de la psique
teligible: la capacidad tnterpretattva (en los términos de indica suficientemente la diferencia entre las teorías de
A - amor y de C - conoclmlento) opera slempre en el Bion y de [-acan. Pero, por otro lado, mientras que Bion
anaüsta, cuyo pensamiento se manüene teóricamente parece relatiüzar el lugar de la representación, si lo
frdemne en cuanto a l¡a ltgazón. Pero la respuesta a la compararnos con el pensamiento de Freud, introduce

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con esta observació¡r un elemento que escapó por cort- sln clemaslado perJulcio esta ineütable desposesión de
pleto a Melanie Klein. la madre. En el caso contrarlo, permanecerá durante to-
¿Con qué sueña la madre? Con el hijo o con el padre. cla su vtda aferrado a su obJeto para liquidar un conten-
Este ingreso del padre en la ensoñación de la madre me cioso nunca llquldabte. Dicho de otro modo, el qferra-
parece fundamental; es una e4plicación meJor que cual- mierúo es lo confratlo detuíttculo- Porque el aferramiento
quler otra de la triangulación precoz presente desde el permanece fiJado con desesperaclón al mismo obJeto'
comienzo de la üda. mientras que el vínculo se desplaza y puede convertirse
El amor aI niño no es excluyente del amor al padre y, en uttculo de uíncuto, dlcho de ot¡o modo, no sólo rela-
si la madre es la primera seductora del niño, según ción, slno relación de relación; es el pensamiento'
Freud, es preciso establecer la diferencia entre esta se- I
Por tentadoras que sean las analogias, pondré limites
ducción y la parte del goce sexual como acrné del amor a la comparación entre la capacidad de ensoñación de la
hacia el padre. I-a. maternidad pone enJuego pulsiones madre yla escucha lnterpretatlva del analista' El ana-
de meta inhibida. Por más que la ternura materna in- listana es ktmadr4 por más que el paciente se encarni-
cluya muchos goces escondidos, por eJemplo el del ero- z,afa erLquerer que asi fuera. El amor del analista hacia
tismo del amamantamiento, su vagina rrc gora.con el hi- su paciente, sin el cual ningún análisis üene posibillda-
jo nacido de sus entrañas, aun sl el parto le hubiera da- des de ser logrado, excluye el contacto fisico que es el
do, en medio de los dolores, una satisfacción con la que complemento indlspensable para la capacidad de enso-
ningún pene podría rivalizar. La erogenidad materna se ñaclón en la madre. Bion, al introducir este concepto,
vuelve más difusaymás excluyente de lagenitalidad. I-a qulso establecer la separación entre lo fislco (los sen-
prohibición del incesto opera prlmero en la madre, cues- Udos¡ y Io psiquico (la experiencia emocional portadora
te lo que le cueste. de sentido). Vio un equivalente de lo psiqulco en la cura
¿Qué es soñar con el padre? Es soñar con el uínculo en las condiciones de comodidad material del análisls: el
existente entre los padres y entre el bebé y el padre. del diván, el espacio reserwado, el tiempo concedldo, etc., es
cual la madre es, si se me permite decirlo, el lugar co- decir, los elementos materiales del encuadre. Sln em-
mún. El Mufterlcomplex, tal como lo entiendo, es el que bargo, ellos están leJos de equlvaler al contacto fisico de
ve en la madre el espacio corporal doblemente habita- la relación madre-h{o. Ia distancla efecflva del anaüsta
do por el hLiJo y por el padre. Soñar con el padre es, en en la cura hace necesariamente del analista una lmagen
consecuencla, soñar con la reunión trlangular (o más) tambtenpaterna. I-a comurücación por el lenguaJe acen-
de aquello que los cuidados maternos tienden a separar túa aún más esta referencla, sin que haga falta menclo-
en la relación estrecha madre-hijo. Es ya, por lo tanto, so- nar aqui todas las piezas de la argumentación lacaniana'
ñar la apertura de la relación con el tercero, seguida del que no carece de fundamento.
apartamiento temporario del bebé por la reconstitución En definitlva, ¿cómo sueña el analista a su psicoana-
de la unidad dual de la relación plenamente sexual. No l.i:zatdo? Todo depende del corpus del que parta y del
todas las madres conslguen siempre fácilmente este mito de referencia al que se atribuya papel explicatlvo'
paso de un objeto aI otro. Aquí el @rpus es el análtsis de los paclentes psicó-
Soñar con el padre es, para la madre, recordar
-ya- Ucos, en qulenes Bion discierne la «perturbación fun-
que esa felicidad de la relación madre-hijo tiene sólo un damental,, como se decía en psiquiatria, o sea, los si$-
tiempo, que se la debe vivir en plenitud pero que su h,ijo nos que denota¡r perturbaciones del pensamlento. Este
no le pertenece. Tiene su libre despliegue en la misma cambio de corpus con respecto al análisls clásico, cen-
medida en que la pareja parental lo tenga también. I-a. trado por la clase de las neurosls, servirá de matrlz psi-
felicidad de la pareja exige perióücamente *el olvido, del copatológica. Toda la clinlca y todn la teoría son repen-
niño. Si el niño es amado y se siente amado, aceptará sadas desde el ángulo psicóüco. En esto, Blon es el con-

r62 163
tirruador de Melanle Kleln, quien supone, en tdo tndt- .Pulslones y desünos de pulslón» o «[-á negaclón», y la
uLduo, una pslcosis origlnal que los más afortunados
sltuaclón analítlca.
superarán. El cambio del corpus de base traerá consigo
un camblo del mtto de referencla. En efecto, ya no es el
mito de referencla freudiano el que sirve de plataforma
de elaboración. Freud: la constmcclón, la contra-trasferencla
Denoml¡ro mito de referencla al conJunto histórica-
y la representación
mente arüculado de los conceptos ordenadores del de-
sa:rollo trtpotéflco del rüño tal como el anállsls permite
Volvamos entonces a Freud y a su trlple caracterlza-
construlrlo. El mito de referencla bionlano es un mon-
clón de la sltuaclón analítlca: del lado del paelente, aso-
taJe formado con elementos kleinlanos (el pecho, la
clación libre; del lado del anaüsta, atención flotante y
identiflcación proyectiva, las angustias arcalcas, etc.)
remodelados por su comblnación con elementos freu-
neutraltdad benévola. Esta descrtpclón clásica es muy
dianos (la descarga motora de allüo de las tenslones,
impreclsayharto insuflclente. Adver[mos bien su nece-
sidad: el analtzando hace asoclaclón llbre, la atenclón
lo inconclente y lo conclente, el reglstro, la atenclón, el
del analtsta flota. I¿. segunda parte de la comparaclón
pensamlento, la reaüdad, etc.). Este montaJe en el que
es slmétrlca de la prtmera: del lado del analizando, una
participan creaclones origlnales de Blon (factores y fun-
acüüdad asoclatlva libre; del lado del anaüsta' una re-
clones, elementos p y a, funclón cr, etc.) crea el mito de
ceptividad fluctuante. En cuanto a la neutraltdad bené-
referencla biontano fundado en clerüo número de prin-
vola, es el correspondlente de lo que se desenvuelve en el
cipios, entre los cuales se sltúa en el primer plano la dis-
paciente; este, a causa de la trasferencla, no podría ser
tlnción de 1o fisico y lo psiqutco.
I-a capacldad de ensoñaclón aparece tras una larga
neutro: ¿una o detesta. De rechazo, el anallsta no res-
ponde nl al amor ni al odio del paciente, al menos en
refle¡dón sobre la.s relaclones del obJeto bueno y eI obJeto
principlo. No obstante, su neutralldad es benévola, lo
malo, desarrollada con una sutlleza y un sentldo Oiáec-
que slgniflca que la anirnan sentlmientos de amor hacla
tlco que faltan al pensarnlento de ese leñador del psico-
el paclente, pero un amor que es retenldo y que toma dis-
aná-lisis que fue Melanie Kletn. Del mlsmo modo, lá obra
tancia frente a las proyecclones arnorosas u odiosas del
de Freud resulta descentrada en más de un aspecto: la
anallzando. El amor se ltmita aquí a la comprenslón
realización alucinatorla del deseo es un suceso psíquico
del paciente. Tal es la sltuación ideal.
que presupone que los efectos desastrosos del obJeto
Según Freud, el analista no asocla, sin duda porque
malo hayan sldo, por así declr, precoznente neut¡atiza-
eI reglstro de los derivados del lnconciente y de los pro-
dos. Asi, Blon comprueba que lo psiquico no puede ela-
cesos prlmarios en el anallsta no podria comp¿rrarse, a
borarse a partlr de la experiencla psíqulca del pecho,
suJulclo, con el desencadenamiento que se produee en
aunque este sea bueno. I-o pslqutco sólo puede nacer del
psiqutsmo, para el caso, el de lo modre, lo que es otra el paciente. El analista permanece dueño de su pensa-
mlento para eJercer su acto de lnterpretaclón. Sl aso-
ma.nera de deci¡ que el pensamiento sólo puede nacer
clara, perdería la dtstancia que haee fralta para una ü-
del pensamlento del obJeto. En este sentido, ia teoría de
slón clara. AJulcio de Freud, la interpretaclón resulta de
Bion se sitúa en ruptura con la de Melanie Klein.
las deducclones del anallsta, no de una derlva paralela a
Es esencialislmo notar que la teoria de Bion y el mito
la del paclente. Esta lmagen del anáIlsls reproduce al-
de referencla que ella crea nacen por entero de la elabo-
gunos de los defectos del mlto de referencla de Freud.
ración de los lntercambios anatítlcos en sesión. Mien-
Hoy a todo el mundo le parece blen denunclar el carác-
tras que, en Freud, no odste una correspondencia con-
ter sollpsista de su concepclón del desarrollo, que des-
fesada entre el mito de referencla, tal como lo describen
cuida la respuesta del obJeto: del mlsmo modo, para que

164 165
el análisls se lave de toda sospecha de sugestlón, el o toda huella de esta catástrofe, e4presen su arnor cons-
anallsta se guarda de lrrtroduclr elementos subJetlvos de tnryendD lo que ha sucedido en lugar de ellos, y eso es
interpretaclón con asociaclones de su coleto. todor.
No obstante, hay que esperar hasta el últtmo de los Lo que cabe destacar aquí es también el cambio de
escritos técnlcos de Freud para oirlo recordar que el corpus de referencia en Freud como en Bion. El ffnal de
análisls se hace entre dos. *Lo que deseamos es una *Construcclones en el anállsis, mostrará que Freud
lmagen flel de los años olüdados por el paclente, lmagen piensa en ciertos delirios analizables (tambtén eI deli-
completa en todas sus partes esenclales. Aqui debemos rante sufriría de reminiscencias) tales que los sucesos
recordar que el trabaJo analítlco conslste en dos ple.zas traumátlcos se habúan situado a¡tfes de la tnstauración
distlntas, que se eJecutan en dos escenas separadas y del lenguaJe, y por eso los sujetos no tuüeron a su dis-
conclernen a dos personaJes, cada uno de los cuales üe- posición más que recuerdos e lmpresiones de lugares,
-in poder mnémica debida a la
ne a su cargo un papel dlferente. Sl nos preguntamos -a falta de lnscripciónademás rememoracio-
por un instante por qué no se prestó atenclón mucho fijación preverbal- asoclarles
antes a este hecho fundamental, no tardaremos en de- nes de aconteclmientos. *Construcciones en el análisis'
clrnos que nada de ello se había ocultado; se trata de un muestra entonces que es preciso, en ciertos casos, re-
hecho bien conocido y por así decir evidente que, con nunclar aI levantamiento de la amnesla i¡rfantil' sln que
una l¡rtenclón particular, nos limitamos a poner de re- por ello el análisis fracase, puesto que el poder de con-
lieve y a apreclar por sí mismor.l Y Freud que preclsa ücción de ta interpretaclón se puede adqulrir en ürtud
estas dos tareas: para el analizando, la de recordar, pa- de representaclones de cosas erráücas, desprovistas de
ra el anallsta, la de deducir lo que fuere, a partlr de las la connotación linguaica que les hubiera infundido co-
huellas de la represión, o, más exactamente, de cons- herencia y forma.
tntírlo. Abierta así lavia de las fijaciones preverbales, todo el
No obsta.nte, está claro que la diüsión del trabaJo sl- anáIisis moderno se precipitaría por ella. Pero se debe se-
gue bien deslindada,y que no podría odstlr camblo o ñalar una paradoJa: aunque el lenguaje nos rehúsa su
confusión de los papeles. Esta idealidad en extremo ayuda en la rememoración, es empero a través de él co-
científlca no sobreüürá a los progresos del análisls. I-a mo se aprehende lo preverbal. Y aunque la intuición del
turbación de Freud es aqui maniflesta, y quien se excu- analista recayera sobre lo extra dlscurso del material
sa, se acusa. ¿En quién piensa cuando recuerda lo que (actitud corporal, tensión afectlva, angustia, etc.), no se-
no ha sido puesto «negtro sobre blanco,? Me pregunto si ria menos clerto queJustamente las representaciones de
no responde aquí a Ferenczl, en un doble aspecto: por palabra permiten al analista colmar las fallas del dis-
una parte, para declararse de acuerdo con él en cuanto curso para constmir lo definlüvamente amnesiado.
a la doble polarldad del anáIlsls, que 19 convlerte en una En el fondo, la cuestión de la contra-trasferencla
relaclón de acoplamlento, y, por otra parte, para llmi- quedó planteada desde ese momento. La respuesta a la
tar los efectos de una posible colusión trasfero-contra- trasferencla del analizando ya no se limitaba a la slmple
trasferenclal: *No amen a sus paclentes más allá de las interpretación de este, sino que lmponía una actlvldad
reglas prescrltas de la neutralidad. Maniflesten su bene- de pensamiento: una construcción. La contra-trasferen-
volencla escuchándolos y deduciendo de ello lo repri- cia dejaba de tener una función inhibidora; al contrario,
mido. Y sl los traumas primlüvos los han deJado estu- se volvia esttmulante. Todo ello mucho antes que Pau-
pefactos hasta el punto de abolir en ellos toda memoria, la Helmann lo expresara hacla 195O. No obstante, una
cuestión se plantea aquí. ¿Qué supone pensar para un
t StandardEd¿f¿on, )O(III, pág. 258. .Construcclones en el anállsis,, analista y para un analizando? Para Freud, la acliüdad
Résultats, ldées, problémes, II, PUF, L9a7, pág.27O. de pensamiento es fundamentalmente del orden de la

166 r67
representación. El afecto no desempeña un papel de slón. Dicho de otro modo, la mediación verbal es el ac-
igual dignidad en este caso, de donde la orlentación ceso obligado a las representaciones de cosa o de obJeto.
adoptada por l.acan y su destlerro del afecto en la teoría.
A la inversa, desde Ferennzl y, sobre todo, desde Me-
lar¡ie Klein, las fantasías lnconclentes son verslones re-
presentaüvas de lo que ella denomina memortes lnfeel- La experiencla psicoanalitica y la historia de la
trgrs, es deci¡ recuerdos en forma de senflmlentos, de cura
donde la posición de Bion, para quien el paso de lo fist-
co a lo psiquico es el paso de los datos en bruto de los DeJemos el lenguaJe metapsicológtco, volvamos a
sentldos a una experiencia emoclonal. No deJa de traer la orcperlencia. Un paclente habla, entrecorta su decir
consecuenclas que los tres factores de Blon, L, H, K, con silencios o con suspiros, gestcula o permanec€ inmó-
o, en castellano, A, O, C, sitúen ellowu:ledge, es declr, vil, cruza o descruza sus piernas, se hace oír más o me-
el conocimiento, del lado de los afectos fundamenfales nos cla¡amente, más o menos patéücamente, modula su
Amor y Odio. ¿Paradoja bioniana? I¿. cumbre de la evo- humor, lmplora, protesta, declara su ardor o su aver-
lución delpensamiento: el cálculo algebraico (que no ca- sión, es apenas inteligible o reclta, sus dichos son inco-
recería de relación con el matema lacantano), üene su nexos o demasiado coherentes, etc. ¿En qué conslste la
fueirte en la experiencla emoclonal. Bion establece una escucha del analista? En prlmer lugar, en comprender
equivalencla entre el *Siento que, (en el sentido de *pre- el sentldo manlfiesto de lo que se dice, condición nece-
siento que,) y el «Pienso que,. El afecto resulta, en conse- saria para todo 1o que slgue; después, y es la etapa fun-
cuencla, en su teoria, aJzado a la dignidad de un prin- damental, entmogirnrtzar el dlscurso, es declr, no sola-
cipio de conocimiento. mente tmaglnarlo, slno incluir en él la dtmenslón lma-
De cualquier manera que tomemos este problema, ginaria construyendo de otro modo lo implícito de ese
desembocaremos siempre en la cuestión de la repre- dlscurso en la puesta en escena del entendlmiento. Ia
sentación, porque, asi como Melanie Klein entrega a los etapa siguiente (delirará o) desligará la secuencla lineal
pacientes representaciones, por más que crea interpre- de esta cadena, evocará otros fragmentos de seslón: re-
tar *recuerdos en forma de sentimientosr, del mismo cientes unos (acaso de la última sesión), menos recien-
modo los afectos contra-trasferenciales comunicados al tes otros (aparecidos hace algunos meses) y, en fln, mu-
paciente en la forma de interpretaciones verbales con- cho más anüguos otros (por ejemplo, un sueño de los co-
vierten a estos en representaciones. Diré que enn@ún mienzos del anáüsis). He ahi el fondo sobre el cual se de-
caso se puede saltar la palabra del paciente, es decir, la sarrolla la capacidad de ensoñación del analista. Esta
representación de palabra asoclada al afecto (la voz) y cobra¡á cuerpo en la última etapa, la de la rellgaznn' qu^e
la representación de cosa (inseparable de la lrrvestidura) se efectuará selecclonando y recombinando los elemen-
que le corresponde. La distancla entre la representaclón tos así espigados para dar naclmiento a Ia fantasía con-
de cosa conciente y la representación de cosa lnconclen- tra-trasferencial que va al encuentro, se supone, de la
te es el núcleo de la actiüdad psiquica. No obstante, fantasia trasferencial del paciente.
como lo vengo sosteniendo desde hace tiempo, la repre- Debo hacer notar que la recombinaclón Junta uni-
sentaclón de cosa o de obJeto desborda en mucho el dades desemeJantes de dlscurso: un gran tramo aso-
marco del representante-representación, e incluye lo ciatlvo podrá evocar sólo una palabra o un afecto, que
que he propuesto denominar el representante-afecto, podrá ligarse con una sola palabra marcada por una
los estados del cuerpo propio, las huellas de los actos, repetición, y hasta un empleo asaz lnsóllto o un poco
etc. En eambio, todo acceso dtrxto a la representaclón disonante, y evocar por asoclaclón un tramo entero, una
de cosa (conclente y, aJortlort, inconciente) es una ilu- sección lmportante del materlal que se había conslde-

t68 169
rado anodina, casual o triüal; la tonalidad emoclonal del slones sobre el caso del Hombre de los I-obos y las hlpó-
discurso dará entonces su coloraclón a un nexo de cau- tesis referldas a la datación cronológica de los acon-
salidad que aparece por primeÍavez o que es famillar- tecimlentos), nos encontramos, en los casos fronterizos
mente repetitivo. Todo se precipitará, o se crtstalizará en y las estructuras psicóücas, ante organlzaciones que no
una interpretación, fruto de la ensoñaclón. se limitan a mostrarnos hlstorias lacuna¡es, como en el
Estas descripciones en las cuales, ereo, cada analista neurótlco, sino que a menudo nos presentan un cuadro
reconocerá su e4periencia, lmplican dos desacuerdos ahistórico. ta trlstoria de la enfermedad es más rlca que
de mi parte. En prlmer lugar, con Blon, cuando sostlene la historia del sujeto, no es que los recuerdos falten, sino
que el analista no debe tener ni memoria nl deseo (si que el nexo entre los recuerdos evocados y la estructu-
bien se debe preclsar, como él mismo lo hizo, que la pro- rá psicopatológica presenta una dlstancia ininteligible.
posición sólo se aplicaba a las sltuaclones en las que la Una cosa no explica la otra. Lo que la historia del psico-
comprensión del analista se encontraba como parali- análisis de un suJeto permitlrá construir, antes del des-
zada, lo que no slempre se ha tenido en cuenta). Des- cubrimiento de los sucesos claves que se han manteni-
pués, con Freud, quien aJirma que el analista, por su do ocultos durante mucho tlempo, será la estructura de
lado, no üene nada que rememorar. Pienso, muy al con- los procesos psiqufcos fundadores, portadores de dis-
trario, que el analista, que debe estar dispuesto a acoger torsiones de base que habrán de marcar el desarrollo de
lo nuevo, sólo puede hacerlo a condición de ser el con- la organización psíquica. Sin embargo, la cuesüón es a
seruad.or de lahtstoña de¿ arufl¿sús. En lo que se reflere al veces más compleJa de lo que parece. Cierto pacien-
pasado, he utilizado lanoción de mlto de referencia para te que parecia haber destruido' o no haber construldo
destacar bien el carácter cornún a los mitos y a nuestras nunca su historia oficial -Ia que será deconstruida por
hipótesis evolutivas: el de ser explicaclones qprés coup, el análisis, en un caso de neurosis-' aportará, al ca-
o sea, mitos etlolfoícos. Pero como nosotros no estába- bo de largos años de análisis, tras numerosas estasls y
mos alÍ, ycomo, en el nivel de los fenómenos considera- múltiples fases estériles del proceso analíttco, recuerdos
dos, nadie podría haber estado ahi muy signiflcaüvos que son otras tantas revelaciones
-sobre todo no pu- para el analista que ve en ellos con toda razón piezas
dieron estar ahi los *obserwadores directos», li¡nitados a
registrar los comportamientos-, sólo se puede tratar de capitales del rompecabezas analíttco y que parecen sub-
una construcción ficticia. El término *interacclón, des- teñdidas por las fantasias más clásicas. El análisis de
taca claramente esta dimenslón de comportamlento, en la prehistoria, que es mucho más prolongado, como se
tanto que la expresión «lnteracclón fantaseada, r¡6 p¿- sabe, que el de la h,lstoria, ha permitido dllucldar esta
rece auto-contradictoria; prefertúa decir en cambio «in- últlma. Es en el curso del anállsls de esta prehlstorla'
terrelación fantaseadar.2 Por su parte, el analista tiene prevla a Ia adquisición del iengua¡e y a la función de los
la tarea de ser eI archlvista de la htrstoria del anállsis, y recuerdos, cuando la capacidad de ensoñación del ana-
de buscar en los registros de su memoria preconciente, lista se revela tan esencial, como si el analista dedicara
para lo cual convocará sus asoclaciones en todo mo- un largo üempo al tejido de Ia tela y a la construcclón de
mento. la pantalla sobre la cual se proyectará el filme del suJeto
I-a historia del anállsis no es la reconstrucción de la que al ffn podrá contar una historia o un drama'
historia que ocurrió en lo real (el f,amoso niño real de Lo que más aqueJa a la teoúa psicoanalítica es una
Anna Freud), es la construcclón de la reallda.d. psíqut- insufi.ciente elaboración de la temporalidad, a la que le
ca del st§eto. Esto equivale a decir que, con relación a falta artlcular los conceptos dlferentes de desarrollo,
Freudya su gran afián de h,istoricidad (véanse las discu- maduración, cronología, anterloridad y posterioridad,
repetición, diferencia entre üempo del suJeto y tlempo
2 O, si se prefiere también, interinducción. del Otro, lenütud o precipttación, retrospección y anüci-

t70 t7r
paclón, etc. Aqui, los conceptos no están sólo por des- cuerda todo de la primera lnfancia de su h$o, aunque
cubrlr, sino por lrrventar. El rigory la tmagtnaclón deben este ya sea padre.
a¡rudarse más que combatlrse. Es preclso lnststlr en el hecho de que el carácter düs-
Nos queda una cuestlón fundamental. Si suscribo mntl¡tuo de la ensoñaclón asegura en fln de cuentas la
por entero la función de Bion consütutiva de los uí¡tcu- corünidad" de la hlstorla a¡ralitica del paclente.
Irrs, ¿qué principios gobiernan laul¡tculactón? En lo que Pero esta hlstoria no es en bmto, se Ia lee según las
se reflere al paclente, la respuesta freudtana es: el prin- grillas del analista: una conclerne a los canales de la
cipio de placer y el principto de realldad. Admltamoslo; comunlcación. Freud dtce en el Proyecto: *El pensa-
pero todo dlscFrso ünculado supone una causa[dad, y miento debería poder seguir todas las vías,, con la sal-
es esta causaüdad específlca la que el analtsta debe aplt- vedad de la reslstencla; la otra atañe, según diJe' al mito
c¿rr a su propio pensamiento. Cuando se trae lo imagi- de referencla.
nario al primer plano por medio de la imaglnarTz.acLón
bajo la garantia de lo real 0o real de la sesión protegtda
por el encuadre), ¿baJo qué auspicios se efectúa el tra-
baJo simbóllco? Propongo designar este trabaJo con la Interpretación y mito de referencla
urpresión pensamtento lmpttcattuo, lo que resumo en
la fórmula conocida «s1... entoncesr. El «sl» abre la exten- He aqui dos eJemplos en que la lnterpretación depen-
sión de los posibles. «§l» quiere declr condiclón de posl- de del mlto de referencia. Cuando uno de sus pacientes
bilidad de la ensoñación... «entonces» representa la meta dice a Bion *Yo estaba loco,,S reflrléndose a un estado de
de la ensoñación misma: *Si yo efectúo clertas trasfor- espiritu que le sobreüene cuando ha tentdo lo que él lla-
maciones sobre el texto manifiesto, ylleno sus aluslones ma una mala sesión, su anallsta le responde: *Usted pa-
con mis asoclaclones sobre las asoclaciones del paclen- rece creer que está loco cuando ntega mls lnterpretaclo'
te, entonces obtengo la fantasía preconclente o lncon- nes tomándolas en usted y desembarazándose de ellas
clente». enseguida. Debe de haber senüdo que tlenen alguna re-
Cada uno de los elementos extraidos de ml escucha lación con su sueño slngular» (un sueño cuya odstencla
será un pensamiento. La trasformación que resulte de menclonó el paciente, sin decir más, y que Bion consi-
su desligazón y de su religazón será el pensamiento, dera como una tentaüva de evacuación según el modelo
obra del aparato de pensar los pensamlentos. La orlgi- digesüvo). r¿Por qué se remueve usted así?r. Blon hace la
naüdad de Blon parece consisür en haber comprendldo pregunta porque comprueba moümlentos convulsivos
que el ntño podía tener pensamlentos, pero que, para del tórax. El paciente responde que no sabe, y agrega:
tener un pensarniento, debia poder contar con el apa- *Mis pensamientos van demasiado rápido». Esto confir-
rato de pensar los pensamlentos de la madre, la cual ma, piensa Bton, su referencla a la actlvidad motora co-
twce uínculo entre el ntño y el padre, y apunfqlarse en mo recurso del aparato psiqutco para desembaraza¡se
ese aparato. La madre y el analista difleren empero en lo de un aumento de excltactón.
que concierne aI üempo. Si ambos hacen una identlflca- Tomemos una situación análoga en Wnnicott. Este'
ción regresiva con el niño, la madre se dirige al nlño pre- después de haber escuchado a su paclente, le dlce: *Voy
sente y futuro. a escuchar a una niña. Sé perfectamente que usted es
La capacidad de ensoñación del analista, sobre todo un hombre, pero escucho a una niña y a una rüña ha-
en los casos en que ha faltado la de la madre, se orienta blo. Digo a esta ntña: 'Usted habla de la enüdia del
por su parte e;clusi»amente hacfo"elpasado, aunque se
refiera al presente, y por eso es importante acordarse de 3 W. R. Blon, Réflexúon..¡lafte, págs. 89-9O, cap. V: .Lhalluclnaüon'.
la historia del análisis, como una buena madre lo re- hmera publtcaclón, 1958.

L72 t73
p€rie"». El paciente le responde: «Si me puslera a hablar casl permanente, con accesos de claustrofobta (en par-
de esta niña a alguien, me tomarían por un locor. Win- tlcular en el subterráneo y el RER)' en cuyo trascurso
nicott replica: *No se trataba de que usted hablara a tlene miedo de volverse loco (él fl1ss «psicótlco'), y con-
alguien, soy yo quien veo a la niña y oigo hablar a una sidera eI desenlace de la segunda parüe del arráüsls, que
niña cuando en realidad es un hombre quien está en mi sucede a una *luna de mlel, de dos meses' tras la cual
diván. Si hay un loco, so1rfo».4 nuestro idillo se rompió, de manera muy peslmlsta. Esto
Basta releer estos dos textos, el material y el comen- lleva el propósito de poner a pmeba ml apego a é1.
tario, para darse cuenta de que, en los dos casos, los au- En el curso de sus angustias, cuyo üvenclar él sóIo
tores oyen, o digieren, o sueñan la comunicación de sus describe de una manera muy general, vlve un sentl-
pacientes con arreglo a su mito de referencla, el que no miento lntenso de persecución y ttene la fantasía de es-
ha sido inventado sobre Ia base de su sola experiencia, o tar aguJereado por todas partes, agregando que cada
sea, la de curas de pacientes que no consütuyen indi- uno de los poros de su piel se siente penetrado. En-
caciones clásicas de análisls, sino, en igual medida, de tonces lo anlma una sola ldea, hulr, salir del RER' al aire
trasformaclones que han aplicado, cada uno a su marre- libre. En el curso de una sesión dramátlca en la que ha-
ra, a los conceptos freudlanos [a necesldad del aparato bia pedtdo sentarse pero de hecho permanecló en el di-
psiquico de reduclr las tenslones, en el caso de Bion; la ván, tuvo la fantasía de ser como una ballena arroJada
bisexualidad, en el de Winnicott). Sin duda, el rodeo por sobre la playa, los ojos desencaJados, mirando a dlestra
Melanie Klein ha influido tanto en uno como en otro. En y siniestra, completamente enloquecida..- una ballena
el caso de Bion, lo conduJo a un retorno hacta Freud «sin brazos nl plernasr. Me puse a buscar asoclaclones'
para construir su pensamiento; en el de Wnnicott, fue y pensé: la ballena es un mamifero. El paciente dice:
también un desacuerdo con ella, con respecto al mono- -péro lo que le pido para esta ballena es ex¡rulsarla al
polio otorgado a los obJetos internos, el que lo empuJó a ¡¡¿¡,. Destaqué su empleo del término orpulsar, y le res-
renov€rr el abordaJe del papel del objeto externo y a po- pondi que, sl había arroJado esta ballena sobre la playa'
ner de ma¡riflesto la carencia de este en reconocer plena- iir. brazos nl piernas, era porque una parte de él desea-
mente la realidad del sexo del niño, y también a destacar ba salir de esta ballena que nos representaba a él y a mí
el efecto que sobre la ldenüdad del suJeto produce la im- confundidos, como él y su madre, para poder marchar
pregnación, dentro de la relación, por la fantasia incon- sobre la üerra flrme y servirse de sus brazos. A esta ln-
clente de la madre. Ahí donde otros verían una lnter- terpretactón, respondió que su angustla era extrema, y
acclón fantaseada, yo vería una relación colusiva de que bebia mts palabras como sl fueran fragmentos de
desmenüdas mutuas como defensa para salvar el man- üdrio que lo lastlmaran por adentro- Anudé diciendo
tenimiento del amor protector de la madre: un sacrificio que se sentia tal mal amamantado por mi que su lra lo
subjetal. había impulsado a tragar no solamente la leche slno el
Ahora me voy a referir brevemente a un caso que se biberón, al que había roto con los dlentes. Me respondló
encuentra en segundo aná.lisls, tras una primera cura que a menudo tenia la sensación de estar aprisionado
silenciosa de nueve años que terminó, tras la flJación del dentro de una ampolla de vidrio que querría romper
término por el a¡raüsta, con un accidente somáttco poco para sallr de ella. Respondi: *Acaba de sacar un brazo'.
antes de la fecha preüsta para la finalización. Este caso, Asoció sobre el hecho de que, habiendo esquivado el
rico en extremo, que odgiria por sí solo una larga expo- puñetazo de un camarada, el brazo de este había at¡ave-
sición, es el de un hombre que sufre de una angustia sado el üdrio de la ventana y le había secclonádo los
tendones.
4 D. W. Wnnicott,Jeuetréat¿té, págs.
1O2-3, cap. V, .La créatlüté et Varios meses después (quiero declr, después que
ses origines,. Hmera publicación, 1971. analizamos su identlflcaclón prlmaria con su madre,

t74 t75
anoréxica, depresiva y esquizoide, y su lmpotencla para mi atención al lenguaje o a las representaciones de pa-
sacarla de ese estado), volüó sobre la ballena y me ex- labra. Podría enriquecer esta ilustración clínica con
plicó que era la ballena pequeña (era la primera vez que otros clen eJemplos de sobredeterminaclón del stgnifl-
establecÍa la distinción entre una ballena grande y una cante, de condensaclón entre las experlenclas preco-
pequeña) la que habia sido arroJada sobre la playa. ces, de defensa frente a la penetración oral por la madre
Asoció con una lectura reclente, donde se habia ente- y a la penetraclón anal por el padre, de búsqueda de las
rado de que los bebés lobos de mar, desde que salían del repeticiones del trauma, y, en fln, tal como ap¿rreció en
vientre de su madre, apenas podian marchar y eran un sueño, del miedo aI hundimiento. Esto me condujo
atacados por páJaros que les vaclaban los oJos con sus a orlentar mi reflodón hacla la compleJidad de las es-
picos. Entonces le dÍ¡ie que tenía una fanta"sía que yo no tructuras temporales del psiquismo y su aparición en
comprendía aún muy bien, en la que acaso é1 marcha- Ia trasferencla, pues nuestro idilio del comienzo estuvo
ba y tenía que defenderse de ataques apenas salido del marcado por los reencuentros, semeJantes a los del pa-
üentre de su madre, cosa que no queúa reviür. Con- dre y del hijo en Ran de Kurosawa: *Tenemos tanto que
firmó esto diciéndome que no recordaba nada, pero que decirnosr, dice el padre. En ese instante, parte una fle-
tenía la impresión de un arrancamiento. cha que atraüesa al hiJo y 1o mata. Esta flecha fue mi
En la sesión siguiente, me diJo que estaba agujerea- primera ausencla en el análisls.
do por deudas, yque, quDá, debia renunciar al análisis. A este mito, entonces, lo he construldo por l¡a escucha
«¿Agujereado?», ¡spu... Recordó entonces la última se- del lenguaJe de mis pacientes, por la lectura de mis pre-
sión, yme dtJo que habia hablado mucho de su primera decesores, por el diálogo con mis colegas.S Se adüerte
infancia (hacta mucho ttempo) con su padre y su madre que el lenguaJe desempeña en él un papel determlnante.
(divorciados), y cada uno dio de ella una versión dife- En efecto, para mí, cualquier reflerdón sobre el lenguaJe,
rente. I¿. madre presentó excusas: *Era muy joven, no cualquler prácüca del lengu4fe -y el análisis es una de
sabía nada, €tc.,. El padre le dijo: nTü madre era comple- ellas- remlte siempre a su «en otra parter, a lo que no es
mentamente incapaz de ocuparse de ti, completamente del orden del lengua¡e, se lo llame la cosa o el incon-
desproüsta y angustiada. Tüvo un absceso en el pecho y ciente. Pero de esto es de lo que hay que asombrarse
pronto te pusiste muymal. El pediatra consultado pres- más: de que aun para abord¿rr -en psicoanáIlsis, aI me-
cribió inyecciones de agua marina. Una enfermera de nos- lo que estámás acá o más allá del lenguaJe, se de-
las dio, tras lo cual se te buscó una nodriza». ba no obstante partir del lenguaJe, porque graclas a él
Véase entonces cómo habia operado mi ensoñaclón. obtenemos un acceso lncierto y dificil a aquello. Sobre el
Yo no sabia nada de su separación de la madre ni de la lenguaJe es preciso volver, porque la palabra es media-
búsqueda de una nodriza cuando le diJe que era tan mal dora del pensamiento, y aun de los pensamientos que
amamantado que habia roto el biberón aI mismo üempo no son del orden de 1o que tradicionalmente se llama
que bebÍa la leche. I-os oJos vaciados de los pequeños el pensamiento, pero que no deJan de ser componen-
lobos de mar me hicieron pensar, desde luego, en la tes del pensamiento plural, y aun del antl-pensamiento.
castración por el padre dentro de un Edipo precocisimo. l¿. *clencla, del psicoanálisis -calificativo que des-
En realidad, fue la enfermera, confundida con la madre pierta muchas resen¡as- ha descubierto, con la capa-
y a la vez distinta de ella (el otro del objeto), la que de- cidad de ensoñactón, lo que los creadores sabían desde
sempeñó un papel deterrnlnante. slempre. En 458 a- de C., hace exactamente 2454 años,
Comoquiera que sea, no he aplicado en este caso ni el Esquilo, en sus CoéJoras, hace decir a la nodriza de
mito freudiano, nt el mito biorüano, ni el mito winnicot-
üano, a pesar de mi admiración por esos tres. Tampoco
he aplicado el mito lacaniano, sino que he prestado toda 5 Y, es preciso pensarlo, en los vestlglos de mi proplo anállsls.

t76 177
Orestes a quien se anuncia la muerte del ntño que habia 6. ¿Por qué el mal?
cuidado: (1e88)
oPero aI querido Orestes, afán de mi vtda
lo amamanté, lo recibi de las entrañas de su madre;
sus gritos penetrantes que nos hacen levantar de noche
tantas veces, ¡cuántas miserlasl ¡Haberlas soportado
Ipara nada!
un pequeño sr¡r razón, hay que crlarlo
como a un anlmal, ¿no es así?, estar cerca de é1, Se recordará que Freud, en «Análisls termüaable e l¡r-
no habla cuando está todavía en pañales termlnable», disüngue, entre las causas que obstacull-
sea que tenga hambre, sed o ganas de orina¡. z,artla curaclón, dos formas de orpresión de Ia pulsión
ElJoven vientre se descarga solo. de muerte: la primera, llamada «llgada», es atribuible al
AllÍ hay que ser profeta, y sln duda muchas veces superyó; puede ser comprendida en térmlnos de culpa-
me equlvoqué; limpiaba las mantillas bilidad y allmenta el afárr de autocastlgo, y la segunda,
era a la ve-znodtlza.y lavandera. llamada *librer, es de algún modo flotante, difusa; esta se-
Tenía esta doble c€uga, había recibido ría responsable del afemamiento más obstlnado a la en-
a Orestes para presentarlo a su padrer. fermedad. Esta manera de ver puede dlscuürse; ha sido
discutidayno tengo intención de detenerme en este pro-
Coéjoras, 749-762.6 blema. Sólo quiero aprovechar Ia oportunldad que ella
me ofrece para oponer dos formas de relación con el mal
*Lo reclbi de las entrañas de su madre... Habia reci- (en el sentido de enfermedad), la primera de las cuales
bido a Orestes para presentarlo a su padrer. Ia madre lo es comprensible mientras que la segunda escapa a toda
bastante buena, lugar y vinculo del triángulo edÍpico, comprenslón.
es, como el lenguaJe, una matriz medladora. I-o propio ocurre con la cuestlón del mal moral. Una
parte de sus causas se anaüza, se comprende, se orpli-
ca. Otra parte permanece opaca y parece escapar a toda
causalidad; esta es quizá su raÍz más esenclal. Parafra-
sea¡rdo a Angelus Slleslus, estaría tentado de declr: *El
mal es sin por quér.r Enfermedad, mal: la relactón entre
estas dos nociones adqulere todo su senüdo en pslco-
anáIisis porque la enfermedad psíquica, el mal del alma,
en sus formas más rebeldes, se puede interpretar como
una enfermedad del mal.
Este es sin duda el caso de la reacclón terapéutlca
negaüva o del masoqulsmo originario. Extraño vuelco de
las cosas. El psicoanáüsis nacló por haber exorcisado a
la histeria, que durante mucho üempo había sldo con-
siderada una demonopatia. El dlablo fue orpulsado del

6Traglques grecs. Eschgle, Sophocle, trad. Jean GrosJean, Galli- I ,La rosa es sln por qué, (Angelus Slleslus, cltado por Heldegger,
mard, Bibliothéque de la Pléiade, 1967. ent¡e otros).

t78 t79
cuerpo de la htstérica, lo que permiüó ver lo que escon- este momento, no está lnvesüdo por el tnteres (en el sen-
üa: Ia fantasía sexual lnconclente. Con el hllo de Ariadna üdo general del término), es lndferente en lo que res-
de la histeria, el laberinto de las neurosis lría a revelar pecta a la saüsfacclónr.2 Recordemos de pasada que
su arquitectura secreta; al menos cabía esperarlo. Ia. Freud, unos años antes, en.Formulaclones sobre los
ocperiencla obltgó a admlttr que la saltda del laberinto, dos prlnclptos del acaec.er psiqutco» (1911), habia soste-
entreüsta por un momento, en modo alguno estaba pró- nldo que semeJánte slstema, que a prlmera üsta no tle-
xima. Bien pudiera ser que toda la teoúa de la pulstón ne postbllldad alguna de erdstlr, sólo era coneeblble a
de muerte no tuüera en el fondo más que este propósl- condlclón de lncltür en él los cuidados maternos. Dicho
to: hallar una explicación para el fracaso del anáüsis. de otro modo, la organtzación narclslsta autoerótlca del
El masoqulsmo originarlo no seria entonces más que el bebé, capaz de satlsfacer sus pulslones, reposa en la
nombre culto para decir la condenaclón del alma por su ilusión de que él mismo es el dtspensador de su blen,
pecado origlnal, a la que estaba destinada la histértca de cuando en verdad este proüene de la madre. El niño lo
antaño. En consecuencla, el almaya no está más enfer- ignora porque engloba a la madre en los efectos de su
ma de sexo (o de sexo solo), slno de muerte. omnlpotencla, y a causa de la no odstencla de ella en
estado separado. Freud no retoma este argumento en el
texto de 1915, pero se puede suponer que está sobren-
tendido. Al proseguir su refle¡dón en la Metapslcología,
Bueno-malo: de Freud a Melanie Klein Freud postula .un nuevo desarrollo en el yo, baJo la do-
minaclón del principlo de placer. .El [el yo] toma en sí,
Uno de los aspectos más revoluclonarlos de la eon- en la medlda en que son fuente de placer, los obJetos que
cepción del psiquismo de Freud es el estableclmlento de se le presentan, los tntroyecta (según la expresión de
los princtpios de placer-displacer, por un lado, y de rea- Ferencá) y, por otro lado, ex¡rulsa fuera de sí lo que, en
lldad, por el otro. Cuando se reflodona sobre la fecha de el Interior de él mlsmo, provoca dlsplacerr.S El odto apa-
nacimlento del principio de placer-dlsplacer como refe- reee con el descubrlmlento del obJeto, que le eslá con-
rente prlmordial de la actiüdad psíqutca, no se puede susta¡rcialmente ltgado: el obJeto es descublerto en el
eütar el asombro a¡rte el hecho de que el pensamiento odio.4 La toma de conclencia de que el obJeto no es una
occldental haya tardado tanto en descubrlr su evlden- parte del yo, y entonces no está a su dis¡roslclón -su
cla. De esta comprobación deriva una serle de conse- lnde¡rendencla va urüda a su lndlsponlbiltdad-, engen-
cuenclas; la que por el momento nos interesa se refiere drael odlo con todanaturaüdad. Vemos aquique el odio,
aI mal. En efecto, a parttr de este principio ordenador o también el afecto que acompaña al obJeto malo, son
Freud construye su concepción del aparato psiqutco. para Freud segundos y tardios, porque para conslde-
Una diferencia muy poco advertlda opone la elabora- rarlos es preclso esper¿rr la dlferenclación yo-obJeto.
eión de 1915 de *Pulslones y destlnos de pulslón, a la Dlez años después, en *Ia. negaclón,, el nlño tomaría
de 1925 tal como aparece en *La. negación,. conclencla del mal desde elamlenza poryue lo bueno es
En la primera, el mundo exterior opuesto al yo se lncorporado y lo malo es (excorporado,.S Se recordará la
consldera como lndferente en el orlgen. Más preclsa-
mente, en «Pulslones y destinos de pulsión», Freud üene 2 MetopsyctalqErb, Gallimard, 1968, pág. 37.
3i,¿r.. ctL
en vlsta un estadlo originario narclsista (autoerótico) en
4 Es preclso dlstlngulr aqui el dtsplacer y el odlo. afecto máe dlfe-
que el yo es lnvestido por las pulsiones y se muestra
renciado, reconduclble a un yo total.
capaz de satisfacerlas él mlsmo. [¿. relaclón yo-suJeto- 5 He propuesto deslgnar .excorporaclón, al acto contrarlo a la ln-
mundo exterlor connota el placer hacia el primero, la cor¡roraclón, para formar un par analó¡[co con el de lntroyecclón-pro-
indiferencia, hacia el segundo: *El mundo exterior, en yecclón.

180 t8I
coincldencia postulada por Freud entre lo exterlor, lo ex-
desllgar posterlormente lo que comlence a llgarse. Vere-
traño, lo odiadoylo malo. Dlcho de otro modo, dentro de
mos que esta idea será contradlcha por otras aflrmaclo-
esta últlma tripótesis ladlstl¡uc\ónbueno-malo precede a
nes. Tal desllzamlento puede orpllcar la lnterpretaclón
lo del go g et obJeto. Sln duda, f,alta todavía postular la
klelniana del pensamiento de Freud, puesto que es co-
corres¡rondencta del par bueno-malo con el de bien-mal,
nocldo el afán de Mela¡üe Kleln por situa¡se en el htlo
lo que nos remlte a problemas ya conslderados por correcto de las concepclones de aquel. I-a opostclón orl-
Freud en *El problema económico del masoqulsmo» y ginal entre yo-adentro-bueno y extraño-afuera-malo se
que él retomará enDlmolestar enlo.anlhra. Por lo tanto,
mudará en una oposición entre lnstintos de vtda (bue-
la indiferencia hacia el mundo exterior, característlca nos) e instlntos de muerte (malos), por una parte, y, por
de la organizaclón narclslsta y autoerótlca de esta fase
la otra, de manera enterarnente complementarla, entre
origlnarla, sólo se puede mantener a condlción de res-
objeto bueno y obJeto malo. Después, Bion otorgará a
tringirla ¿l «yo-placer purificado,. Agregaré que sl los esta desligazón una importancia capital dentro de su
culdados maternos se deben tncluir en la organtzación
teoría del pensamlento. Lo que así se evacua es lo inasl-
narclslsta autoerótica del comienzo, la madre es igual-
milable (los elementos beta, nacldos de las impreslones
mente necesa¡1a para que la excorporactón se trasforme
en bruto de los sentldos), expulsado por medio de la
en proyecclón, o también para que los productos de la
identificación proyectiva. Ahora bien, en Melante Klein
orpulsión rechazadora sean recogldos por un obJeto a y, en menor medida, en Blon, se permanece flJado a la
fln de que puedan adqulrlr sentldo. En cuanto a Ia rela- poslción depreslva, no sólo como a una etapa impor-
clón bueno-blen, malo'mal, ss llga a la lnterlorizaclón de
tante, slno como sl se tratara de un término. Se sus-
la agreslón, pero está claro que ella requlere el paso del
obJeto parcial aI obJeto total. El prlmero puede ser sólo
tituye la evolución propuesta por Freud: princlpio de
placer --+ prlnciplo de realidad, por otra evolución: posi-
malo, únlcamente el segundo puede ser odiable.
ción esquDoparanolde --+ posiclón depresiva. ¿EstáJus-
Cabe plantearse muchas lnterrogaclones sobre lo
tiflcado el paraleltsmo? Parece que si. ¿Acaso Freud no
que impulsó a Freud a renunclar a esta indlferencla de
postula que la lnstauración del principio de realldad e>d-
lo real postulada en 1915, y a remplazarla por una exte-
ge que se hayan perdido los obJetos que procuraron la
rioridad originalmente mala y odiada. I a causa de este
satisfacción? Esto slgnlñca que el nlño acepte la idea de
deslizamiento reslde, me p¿rrece, en la opción de Freud que no forman parte de él mismo y que tlenen otras fun-
en favor de la pulsión de muerte. ¿Acaso el mito de los
clones además de la funclón de saüsfacerlo. Por otra
orígenes del suJeto no resulta modlflcado en un artÍculo
parte, declr que se han perdldo lmplica tambtén que,
donde éI se propone examlnar las relaclones de la nega-
reencontrados, podrán desaparecer de nuevo y, qulzá,
clón con la pulsión de muerte? Desde el comlenzo mls-
para siempre, es decir, ser destruldos por el odlo que se
mo el mal y la muerte son e4pulsados, es decir, escupi-
les dedica. En la óptlca kleiniana, esJustamente esto lo
dos yvomitados. En 1915, lo que se ponia afuera era el
que corresponde a la posición depresiva, aI menos par-
obJeto malo. En 1925, 1o que es malo, y que por eso debe
clalmente: el obJeto está en vías de totalDación, y en
ser orlrulsado, no es todavía un obJeto; es algo que no
consecuencia odste por si mlsmo y no como obJeto par-
tiene nombre y que quizá reciba uno después de la ex-
cial; el niño teme perderlo, se reprocha el mal que le
pulsión. Todo lo que no es ligado por el yo en la incor-
habría lnferido o que aún estaria tentaclo de lnferlrle,
poraclón primitlva que dá nacimlento al *yo-placer puri-
etc. Aprehendemos aquí la arttculación ent¡e lo malo en
flcado, -ese Eros subJeüvado- c¿re baJo el tmperlo de la
el sentldo del perseguldor, el que me qulere hacer mal,y
pulsión de muerte en la forma de una desllgazón pri-
lo malo en el sentldo del pecador, aquel en mÍ que qulere
mordlal. La.pulsión de muerte desllga, ylo que se ha des-
el mal de otro. Pero, ¿es este el signo del acceso al prln-
ligado por el efecto de su acclónya no amenaza más con
ciplo de realidad? La fase depreslva es ldé¡rtlca en la

182
r83
nlña y en el varón. ¿Qué se ha hecho de Ia dlferencla de parrlcidlo, en Melarüe Klein el término de la evolución
los sexos? ¿Sería contlngente? ¿Qué se ha hecho de la psiqulca de la sexua-lidad infanül es el duelo de la posi-
dlferencta de las generaclones? En realldad, La cuesüón ción depreslva. Este es para Melarrie Klein, al parece¡ eI
de la generaclón como tal no es planteada. Aun sl no grado más alto de maduraclón que se pueda alcanzar, lo
e¡dste corespondencla punto por punto entre las dos que ha llevado a decir que el aná-lisls kleiniano es culpa-
teoúas, nurnerosas superposiciones esclarecen los ne- bilizante. Para Freud, la flnalidad de la evolución psico-
xos entre una y otra. sexual es no sólo la genitalidad, sino tamblén la supe-
Proslgamos, empero, el examen de las diferencias. ración de la angustia de castraclón. Mela¡üe Kleln llora a
En Freud, el modelo orlginario de la negación lmpltca un sus muertos, rnientras que Freud piensa en la perpetua-
desplazamiento ulterior. No es dificil, a partir de seme- ción de la estirpe. En suma, la prlmera permanece ad-
Jante esquema, antlclpar el Edlpo Íntegro. En el lugar herida a una üsión que podúamos asimilar a la con-
del qyo-placer purificad6» qu€ lncorpora el obJeto bueno, ciencla desdichada, mientras que el segundo reclama la
pondremos el obJeto del deseo lncestuoso, y en el lugar trasformación de la angustla de castraclón en renuncia
de lo extraño malo y odiado, el obstáculo para la reeliqa- pulsionaly apertura a la sublimación. Esta diferencia de
ción de ese deseo, que da origen a los anhelos de muerte perspectlva entre Freud y Melanie Klein se sltúa en el
a su respecto. Conocemos lo que sigue: el superyó here- centro del debate. Porque st Freud, al flnal de su üda,
dero del compleJo de Edtpo. Todo en Freud está cons- hizo evoluclonar su reflodón por el lado de la pulsión de
truido -no necesariamente de m¿ulera deliberada, pero muerte, a pesar de ello no deJó de otorgar clerta con-
es sirr duda lo que se descubre a pstalorl- para que fianza a los efectos de las pulsiones de üda (o de amor)
unas armónlcas permitan que los dferentes üempos de que se traducen a través de la función sexual. Y aun si
la lüstoria se respondan, y que los diferentes conceptos se piensa que el equilibrlo entre las dos grandes poten-
resuenen entre sí. Aunque nunca está ausente la refe- clas se lnclina¡ía más bien en favor de las pulsiones de
rencia ineütable a la idea de desarrollo, de progresión, muerte, la sexualidad, el place¡ siguen slendo podero-
ella no se desembaraza de la preocupación de coheren- sos medios para conJurar el mal, a despecho de la co-
cla que pretende explicar lo postertor por lo anterior. y si lusión posible de la sexualidad con la destructiüdad en
lo anterior esclarece lo posterior es porque conüene en el sadismo. En Melanie Kleln, no impresiona tanto la
germen lo quejorecerá.enlo posterlor. EI rnodelo de «I-a. insistencia en la destructividad como la desvalorización
negación, que trata sobre los orígenes de la estructura de lo sexual. Bs cierto que los instintos de vida ocupan
psíqulca aparece aprés cottp, es decir, después de la teo- un lugar no desdeñable en su pensamiento, pero su
ria completa del compleJo de Edtpo. En efecto, es en.El concepción del amor se presenta muy tdealizada y, en
yo g el ello ( f 923) y en sus repercuslones (los tres articu- todo caso, desexualizada. Por eso la posición depresiva y
los de 1924-1925 sobre *Algiunas consecuencias psiqui- el duelo intermlnable ocupan el terreno. Por eso, tam-
cas de la diferencla anatómlca entre los sexos», rl-a s¡- bién, la problemáüca de la castraclón, con su fuerte car-
ganlzación genltal lnfantü, y *El sepultamiento del com- ga semántica y simbólica, resulta literalmente ahogada
plejo de Erllpo») donde el compleJo de Edtpo recibe por en la agreslüdad sádica de la que no es slno una pe-
fin una elaboraclón en profundidad. .La. negaclón», en ripecia.
1925, se encuentra entonces en la prolongactón de esa Bl principio de realtdad sólo ttene sentido sl desem-
corriente. boca en el compleJo de Edipo como ordenadr¡r slmbóllco
Nada semeJante edste en Melanie Kleln. Mlentras del orden humano. En *[a negaclón,, Frer¡d aflrma que
que, en Freud, eI superyó es sln duda edípico la realidad debe ser reconocida aun sl es clesagradable.
no excluye una culpabllidad pre-edípica- y encuentra
-lo que
Yo agregaría: aun si es agradable. El funcionamiento di-
su razón de ser en anhelos prohlbidos de tncesto y de cotómico en térmlnos de blen y de mal, o de bueno y de

184 185
malo, no basta p¿rra caracteriza¡ el psiquismo. Es pre-
¡rarcial, capaz de abordar con sangre fría cualquier con-
cisamente lo que procura trascender el principio de rea- ducta humana, cualquier deseo actuado lo mismo que
lidad, que desemboca en un reconocimiento que no es el fantaseado. Sin duda, la esperanza que alimentaba a
del duelo y que no puede ser sino el del Edipo. esa actitud era la de conslderar que sl verdaderamente
se habia comprendido el sentido y la génesis de las per-
versiones S, por lo tanto, de su negativo, las neurosis),
la interpretactón de los síntomas lúa a disolverlas y a
De lo negaüvo de la perversión a la reacción
permitir que el suJeto retomara su desarrollo psíquico
terapéuüca negativa detenido (Aafkmrurd.
Son conocidas las sucesivas decepciones irüIigidas a
El extraño retorno de las cosas, que haria rest.rrgir el las ambiciones terapéuticas de Freud. No eran sólo las
mal en el análisis bajo la forma del masoquismo origina- neurosls narcislstas o las neurosls actuales las que de-
rio, tras haberlo expulsado, en sus comienzos, de la his- bían ser declaradas fuera del alcance de la cura anali-
teria, no es empero el eterno retorno de lo igual. Et de- tica (obserwemos que ni unas ni otras tienen relación
monio de la histeria no era otro que la perversi.ón, eso con el rnal), sino también las perversiones. En efecto,
positivo de lo cual la neurosis es Ia forma negativa. La según Freud, la perversión, producto directo de la fija-
histérica tenia el diablo en el cuerpo. Ella6 era entonces, ción, desconoce la represión, el retorno de lo reprimido y
conforme a su reputación, inmoral. Era prudente eütar el conflicto. El yo adhiere al placer perverso y, en con-
el trato estrecho con ella. Podiá costarnos que nos acu- secuencia, no lucha contra las satisfacciones que este
saran de tentaüva de üolación. I-a impasse era total: procura. Recuerdo haber leído -sin poder precisar la
¡si se cedÍa a su seducción, se era un perverso üolador, referencia- que Freud pensaba que no se podia con-
y si se resistia a ella, se lo era igualmente! Sabemos que vencer a Lrn perverso de que no había menos placer en la
el aporte de Freud consistió en absolver a esas «pobres consumaclón normal de la sexualidad que en el procu-
mujeres», gfacias a la invocación de lo inconciente. ¡Ellas rado por su perversión. No obstante, no e>dstia, para
no lo hacían adrede! Más aún, al afirmar, después, que el Freud, ninguna propensión particular al mal en el per-
niño era perverso polimorfo, Freud efectuó el paso inver- verso. Este no estaba más fiJado a su perversión que el
so. Esta vez lo cuestionado es la inocencia de la niñez. delirante a su delirio o el coleccionista de sellos postales
Pero como se trata de una condición absolutamente ge- a su filatelia. ¿Pretendía estar Freud *más allá del bien y
neral, fuente de todas las perversiones posteriores, que del mal,? Es notable que, muchos años después, nues-
no serían más que fijaciones no superadas, la perver- tra manera de considerar las perversiones haya cam-
sión se divorcia del mal. No hay mal en ser perverso; fija- biado tanto. No me refiero aqui a ideas actuales que sue-
ción no es ücio, y nadie es perverso voluntariamente. len referir la perversión a la psicosis, y consideran a la
Todo este periodo de la obra de Freud, la de los co- primera como una defensa frente a la segunda, ni tam-
mienzos, lleva la marca de un deseo de liberación se- poco a los que han puesto en duda la e>dstencia misma
xual. No se trata tanto de una liberación a la Reich, en del concepto de perverslón, sino, muy al contrario, a una
las costumbres y en la organizacion social, que no fue opinión que ha expresado recientemente Robert Stoller,
sirro uno de los numerosos malentendidos a los que die- para quien la perversión se relaciona con el odio y el
ron lugar las ideas de Freud, sino de una liberación del deseo de hacer daño. ¿Habrán perdido su sererüdad los
pensamiento : liberación científica, neutra, objetiva, im- psicoanalistas, se habrán sumado al coro de los cen-
sores de la moral, o descubrieron verdaderamente un
6 Nos limitamos a la histeria femenina,
objeto de los primeros aspecto de la perversión que habúa sido ocultado por
estudios del psicoanálisis. Freud? Creo que de hecho las observaciones de Stoller

186 187
v€m en el senüdo de una reinterpretactón de la clinlca a represente una compllcaclón con respecto al modelo de
la\tz de la últtma teoría de las pulslones: la ¡rerverslón nl-a negaclón,.8 Porque es preclso admitlr que la for-
deJa de ser una manlfestaclón de pura sexualldad, y maclón del yo-placer purificado no conslguió proyectar
sólo se esclarece de verdad sl se lncluye en ella el trabaJo todolo malo al exterior. Talvez eI aparato psíquico deba
de la pulsión de muerte.T Es cierto qüe esto era cosa ad- conformarse con una purga parcial de agreslvidad, sufl-
quiridadesde haciamucho üempo, puestoque es así co- clente para permitir la ligazón de la libido erótlca en un
mo se comprende el sadlsmo desde lgOS. ¿Equivaldría yo-placer puriflcado. No obstante, la coexcltación libi-
entonces a prloponer que toda perversión sexual se com- dlnal es responsable de la trasformaclón del dolor en
prendiera como más o menos tnflltrada de sadismo, de placer. Freud se debatló con estos problemas. EnElmc,-
manera explícita o implicita? No sería del todo lmposible lestar enlaculhra sosüene que la agresividad se vuelve
sostenerlo, pero creo que la cuesüón es más compltcada inofenslva porque es *introyectadar, «interiorizadar, re-
que esto. mlüda al punto mlsmo de donde partió. Ella es secunda-
No tengo aquí el propóslto de extenderme sobre las riamente «capturada» por el superyó. ¿Cómo compren-
relaclones de la perversión con la pulsión de muerte (y der esta tntroyección de la agresión, cuando se supuso
no con el sadismo). La ldea, por otra parüe, no es nueva. que había sldo excorporada o proyectada? El sentido de
Si ha sido poco e>rplotada en la bibliografia pslcoanali- la proposición freudlana es sin duda el de afi.rmar que
tica, ha recibido una atenclón sosterüda de parüe de la esta introyección se acompaña de una ligazón neutra-
reflodón lttera¡ia. Baste pensar en Georges Bataille. En lizante por parte de la libido erótlca. Además, ¡la renun-
realidad, hay que buscar por el lado de ese masoquls- cia a la agreslón (a consecuencia de la intervención de la
rno origlnario con el que se clerra la obra de Freud, autoridad externa) aumenta.conslderablemente la agre-
¡ror-
que sin duda es ahi donde se anudan las relaciones más sividad internat Me parece que Io importante es, en todo
estrechas entre la sexualldad y la pulstón de muerüe. El caso, dlstlnguir bien el sadismo del superyó del maso-
masoqulsmo originarlo es uno de los conceptns más os- quismo delyo; y el segundo es mucho más oscuro que el
curos de Freud. Apartlr del momento en que este enun- primero.
cia la ldea de urra pulsión de muerte'orlgtnruiamente dt- Michel de M'Uzan, en su trabaJo sobre un caso de
rigfdn hoctn el tntertor, respecto de la ciral toda agresi- masoqulsmo perverso -a cuya lectura dificilmente po-
üdad es la fracclón sxundanlomente proyectodanacb dremos ser insenslbles-, relata el deseo profundo del
qfttera, se está en presencia de una especulaclón que no suJeto cuyo caso oqpone: su aspiración era la humillr:'-
carece de poder de conücclón, pero que no puede ser ción de la personnlldad-.e De M'Uzan apunta muy bien
probada y que no da la razón ni a los que confunden que la búsqueda del sufrimiento no va destinada a eütar
pulslón de muerte y agreslüdad rü a los que se sltúan la angusüa; esta se encuentra de algún modo forclulda:
del lado de Freud. No deJa de tener lnterés recordar que en su lugar reina el dolor como agente directo del placer.
en Francla es en Plerre Martyy sus colaboradores donde Es el momento de recorda¡ que Freud, desde lgt5, aftr-
encontramos los partldarios más convencldos de la pul- ma que los prototipos verdaderos de la relación de odio
sión de muerte; o sea: entre aquellos que observan las
desorganizaciones somáticas progreslvas lnternas y no
los efectos de la agresiüdad exteriorlzada. Comprende- 8 La anterioridad del artículo sobre eI masoquismo, que data de
mos entonces que la concepción de Freud, tal como es 1924, respecto del dedicado a la negaclón, posterlor en un año, no mo-
descrlta en *El problema económlco del masoqulsmo», difica en nada la cuesüón. Es frecuente que Freud enuncie una idea y
no advierta todas sus consecuenclas en los trabaJos lnmedlatos a
aquel donde la idea se presentó por prlmera vez.
7 StoUer no cree en la pulsión de muerte. Sería meJor declr: de la 9 M. de M'Uzan,
De l'art d. kt mort,.Connalssance de I'inconscient»,
agresión. Gallimard, 1977.

188 189
no proüenen de laüda sexual sino de la lucha delyo por üvo: de la neurosls como negaüvo de la perwersión al
su consen¡ación y su aflrmación.lo masoqulsmo orlglnarlo como causa de la reacción tera-
El masoqulsmo primario, cuyos retoños son de tan péutlca negatlva.
dificil remoción, o aun trasformación, no da testimonio Uno se vuelve neuróüco por no haber sabido declr
solamente de la potencta de la flJación, slno también de que no (como es debido» a la perversión. Uno sigue neu-
la lnsensibllidad del suJeto para lo que pudiera ofrecerle rótlco a pesar del anáüsis por no haber sabldo declr que
el objeto. Todo analista percibe lo que hay de perverso sÍ *como es debldo» a la renuncla al obJeto trasferenclal.
en el mantenlmiento lnquebrantable de una reacclón
terapéutica negativa, pero no puede dejar de pens¿rr que
semejante tenacidad no se explica enteramente por la
referencia a la perversión. A través de ella se marriffesta La socuaüdad: norma y anormalidad
lo que se podría considerar como una Ingazón paradó-
jica: por una parte, la reacclón terapéutica negativa sir- En su mayor parte, las perspectivas modernas sobre
ve para mantener la neurosis de trasferencla e tmpedtr las perwersiones (Ilse y Robert Barande, Georges Lan-
su liquidación, y por otra parte sólo mantiene la relación teri-La.ura) tlenden a destacar el carácter arbitrario y
trasferencial en tanto rehúsa el vÍnculo con el analista. puramente soclal de la norma sexual y, en consecuen-
Parece una forma aislada, un sistema cerrado conde- cla, de Ia pretendida anomalÍa constltuida por la perver-
nado a una repetición lnterminable: obedece, en conse- slón. Joyce McDougall ha abogado (por una cteftaanor-
cuencia, a una organización narclslsta. SemeJante ma- malidadr;rl lo que marc¿r una reserva e lmplicitamente
nera de üvir Ia relación con el obJeto no deJa de afectar la reconoce un limite.
relación con la realidad. A menudo es dificil distinguir Es de todo punto tnnegable que ya no consider¿unos
entre el masoquismo de la reacción terapéutica negativa perverslones a clertos comportamientos sexuales como
y una depresión crónlca, sobre el fondo de una relación la homosexualidad. Es también comprenslble que se
esquizoide con empobrecimiento progresivo de las rela- acepten conductas llamadas «perversas» cuando ellas
ciones con el mundo exterior. En ciertos casos, nos vere- ponen en relaclones a unos adultos que las consienteny
mos tentados de ir más leJos y pensar que tal autodes- tienen incllnaclones complementarlas. No obstante, lo
trucción y semejante retracclón de las relaclones con lo que no podúa ser tolerado por una ética que no tenga
real acaso camuflen una estructura psicótica. su raíz en preJuicios soclales es la vlolencla sexral im-
Vemos entonces que ese masoqulsmo prlmario no puesta por uno o más parHcipantes a otro o varios otros,
carece de relaclón con un rrarcislsmo primario y un reti- constreñidos, por la fuerza o baJo ¿unenaza, a servir a la
ro de la realidad. Recuérdese lo que Bion sosttene sobre sattsfacclón sexual aJena. El caso extremo es, desde lue-
el odio a la realidad (interna y externa) en el psicótico. go, el del sometimiento sexual de los niños. Reencontra-
He ahi, Justamente, aquello por lo cual el mal no es mos ese antiguo conoclmiento del psicoanállsis, mil ve-
en todo su alcance Io mismo. Ya no es sólo el demorüo de ces enterrado y que siempre renace de sus cenlzas: el
la sexualidad el que está en cuestlón por la vía de la per- trauma sexual, la seducción infantil. Por más que se
versión, sino ta.mbién, con el masoquismo originario, el affrme que Freud, hacia el fln de su vida, retomó la teo-
«espiritu que siempre niega, y el pecado de orgullo. Con úa de Ia seducción a través de los cuidados que brinda
un repaso a vuelo de páJaro de cuarenta años de obra la madre, la prlmera seductora del niño, como reclente-
freudiana, hemos seguido la vía de la deriva de lo nega-

I I Cf. su llbro
Ptaldoyer pour une certalne anormallté, .Connals-
10
Métapsgcholqte, op. cit. sance de I'inconscient,, Galllmard, 1978.

I90 191
mente lo ha hecho Laplanche,l2 o se destaque lavlolen- luccsto. Attora blen, se sabe que el lncesto padre-h{a
cia de la interpretación materna (Piera Aulagnier) o, más cstá muctro más dlfundldo que el lncesto madre-hlJo, y
en general, se invoque una vlolencia fundamental (Ber- que sus consecuenclas son, al parecer, menos dañinas.
geret), no se agotará con ello el carácter específlco, sin- ¿En tal caso se puede, en el lncesto madre-hiJo' hablar
gular y desüado del trauma sexual propiamente dicho' de üolencla, puesto que semeJante acto no ha sido lm-
como tampoco se relativDará la lmportancia de este puesto al hiJo o a la hJa, y que lncluso es deseado, sl no
dentro de una concepción más englobadora de traumas provocado, por ellos mismos? Creo que se debe hablar
acumulativos (Masud Khan). La confusión de las len- de üolencla a pesar del consentlmiento del compañero,
guas de Ferenczl da testlmonlo de la ineütabilidad de la alln a pesar de la lniclaüva del más Joven de los dos
seducción. Sin duda, los aportes de este autor sobre la mlembros de esta pareJa, porque la activldad seducto-
extensión de la signiflcación del trauma o sobre la natu- ra de la madre, activa o paslva, es allenante, es decir que
raleza. de este (pdncipalmente narclsista) han ampliado satura por completo el deseo del hlJo y ya no deJa siüo
de manera conslderable nuestra üsión del fenómeno. para otro obJeto de deseo. Es notable que el incesto no se
Pero no es menos clerto que lo propio del trauma sexual catalogue como una perverslón.
es provocar el goce por la üolencla. No es esta connota- En suma, la sexualidad solamente va unida con el
ción üolenta la que constituye la anomalía -en efecto, mal cuando su componente erótlco es domlrrado por su
cierto grado de violencia se asocla siempre al goce más componente narclslsta, es declr, cuando eI odlo, que üe-
compartido-, sino que la vuelve traumáüca eI hecho de ne su fuente, según ümos, en la auto-aflrmaclón del yo'
que ese goce sea prematuro y sobrepase las postbilida- monopoliza casl enteramente al erotlsmo. En *El pro-
des de su integración en el yo. blema económico del masoqulsmo»' Freud da como sl-
Freud mantiene Ia frialdad obJetiva del cientifico ha- nónimos de ta pulsión de destrucclón la pulsión de apo-
cia la cosa a la que nunca dejó de referirse -de hecho, la deramlento y -en esto se repara menos- La wlunfad'
menciona todavía en Moúsés g Ia reltgton monoteísta-. de pden
Sin embargo, no creo que haya renunclado nunca a con- Si el masoqulsmo puede ser lnterpretado como el sig-
siderar que los sucesos de ese género tuüeran una slg- no de unavoluntad de poder *invertlda', es preclso agre-
ntflcación particular a causa de la naturalgza de la fun- gar además que, a diferencla de la voluntad de poder
ción sexual, es decir, su prematuración, ni que haya res- común, esta es lnfalible. No conoce la derrota, porque lo
tado valor a las consecuenclas desde el punto de üsta que para los otros es causa de abatimlento, esperanza
moral, tanto por el lado de la fiJación posible (efecto po- deshecha, signo de dlsfavor del destlno, aquí es apoteo-
sitivo del trauma, que empuJa a su repetición) cuanto sis suprema. Más dura la caída, más alta la üctoria. En
por el de la defensa elaborada frente a él (efecto del trau- el Juego de *el que pierde §ana», es fácil ser irrvencible,
ma que empuJa a la prevención de su retorno en la con- mientras que la voluntad de poder común odge sea el
ciencia, al precio de un empobrecimiento del yo). Exis- sometimlento, sea el consentlmiento del obJeto, y por lo
te, pues, una éüca respecto de la sexualidad que nun- tanto instituye una dependencla aleatoria. El tras-torno
ca será suprimida por una remoción social de las prohi- masoquista sólo depende de uno mismo, y se libra de
biciones. I-a escena de seducción por el adulto no es el cualquier incerddumbre. ¿Acaso lo peor no es siempre
caso más extremo. Para 1r hasta el extremo de esta üo- seguro? I-o es, sl tal es ml predileceión.
Iencia, es preciso sin duda referirse al Edipo, es decir, al

12 Jean Laplanche, NouueauxJondements pour La psgchanatryse,

PUF, 1987. lNuerns Jundamentos para el pstcoorlá,li.sl,s, Buenos Alres:


Amorrortu editores, 1989.1

t92 r93
La culpabilidad y el amor del mal r¡uc Ia mclancolía sea una neurosls narclslsta, que su
nexo con la perwerslón sea de los más laxos' y que los
Hemos dedicado tluena parte de nuestra reflexión a auto-reproches del melancólico rara vsz ¡ssaigan sobre
las relaciones del mal con la perwersión y con el maso- faltas sexuales. Del mlsmo modo, en la reacclón tera-
quismo originario. Al considerar este último aspecto, péutica negatlva ya no son los conf[ctos sexuales el ob-
hemos planteado la cuestión de sus relaciones con la Jeto de una culpa irremisible, slno una falta más esen-
depresión. En efecto, hablar del mal es necesarlamente clal: *No lengo el derecho de edstlr,.
hablar de la culpabilidad, del senilmiento ürconcterúe de Antes de defender esta lnexpltcabilidad del mal, de-
culpabilidad. En el acto mismo de ligar la neurosls con bemos conslderar todavia un elemento: eI de la destruc-
la perverslón, Freud relacionaba la rreurosls con la cul- tlvidad. Sin la menor duda, ella desempeña un papel
pabilidad, donde esta úlüma sólo se oqplicaba por la re- capital, pero este sólo se puede evaluar si se establece la
ferencia lnconciente implicita en la perwerslón. Con la distinción respecto del sadismo. [.a destructividad que
reacción terapéutica negativa, la cuestión de la culpabi- está en cuestión aquí es la del asesinato stn pasión. El
Iidad cobra un sesgo novedoso. l"a culpa aparece en la crlmen en frío conslste para el crlmlnal en matar a sus
trasferencla anudada de manera íntima con el maso- vícümas, por 1o tanto a sus obJetos, sur tocarürs, como si
qulsmo origlnario y, no obstante, sigue siendo en clerto se tratara de privarlas hasta del goce masoqulsta que
modo ine4plicable, desproporcionada respecto de aque- pudieran extraer de sus heridas. I-a anlquilaclón por
llo que supuestamente la expllca. El masoqulsmo del yo nadización consiste en la desirrvestidura brutal -a me-
sobrepasa en mucho al sadismo del superyó. Talvez nudo inconciente- de aquel que, ayer, era todavia al-
aqui resida el verdadero problema del mal. La. perver- gUien a quien se estaba tigado por el amor y/o por el
sión como espirttu del mal remite a cierto número de odio, y que de la noche a la mañana pasa a ser un ex-
instancias soclales represlvas, la más manifiesta de las traño, hasta un desconocido. Esta forma de destructl-
cuales es la religión. Se ha señalado que las reltgiones üdad es más temible que la manifestada baJo el aspecto
orlentales no tenían la mlsma actltud condenatoria ha- de un odio inextinguible, insuperable, que reclama una
cia la sexualldad que se encuentra tan difundida en Oc- verrganz:- implacable que los años no conslguen extin-
cidente. El Antiguo Testamento no parece reprobar casi guir ni atenuar. Se adiüna que esta últtma se encuentra
la sexualidad y conslente en hallar en ella una fuente de estrechamente lntricada con la libldo erótlca, por la
alegría aun fuera de toda intenclonalidad procreativa. pasión que ella suscita.
Fue principalmente la moral cristiana la que pronuncló El monstruo frío y crrel de la destructlvidad va unido
esta condena, sobre todo por lavoz de San AgustÍn. Es con las ñguras más tradiclonales del mal. El mal es ln-
ell consecuencia relatlvamente fácil *e¡rplicar, la concep- sensible al dolor de otro: por eso es el mal. El bien se
ción del mal por medio de un anáüsis histórico, geográ- funda en la simpatia, *el padecimlento g6n», QUe tmpul-
fico, sociológico, ideológico, etc. En cambio, cuando se sa a aliüar al que pena, mlentras que el mal no siempre
considera la culpa tal como se expresa en la depresión es lo que antrela aumentar ese padecimlento. Peor: pre-
melancólica, ninguna clase de e4plicación, ymenos aún flere ignorarlo.
una referencia a un poder represivo, termina por eluct- Se comprenden, entonces, las raices narcisistas del
dar el fenómeno. El Mal es aquí un aprtorl. Esta orpre- mal. ParadoJa del melancóllco: por un lado, sufre mll
sión evoca a Kant. Freud, en este sentido, recordando muertes en el dolor moral más extremo y la culpa más
las varlaclones del superyó tal como permite obser- ine4piable, la cual se allmenta de bagatelas que deJan al
varlas la melancolia, refutó elJuicio del fllósofo según el lnterlocutor sln argumentos cuando se esfuerza en de-
cual nuestra conciencia moral era tan inmutable como mostrar su benlgntdad; y, por el otro, ese pecador destl-
el cielo estrellado sobre nosotros. Ahora bien, es notable nado a la condenación revela una extraña insenslbili-

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dad, estápor entero centrado en sí mlsmoy sólo se lnte- aunque dedlcó algunas observaclones de pasada a Otelo
resa en su personay en los pellgros que la amenazan. El (el panuelo como feüche) y el rey kar fue obJeto de uno
sentimlento de la desproporclón que odste entre los he- de ius estudlos más bellos, "El motlvo de la elección del
chos que el melancólico se reprocha y el sufrlrnlento que cofre». S1 comparamos estos tres caracteres, descubrl-
parece infligirse para casttgarse sólo se parangona con remos en ellos.un rasgo común: son hermanos (en el
el que separa los agraüos que se allmentan respecto de sentido amplio) ex¡poliados. Ricardo lo es no solamente
un tercero y el mal que se le hace sufrir para vengarse. por su disformidad, stno también porque su posiclón de
En esas condlclones, los auto-reproches del melancóllco biJo menor le qutta toda postbilidad de acceder al trono;
no explican más su melancolÍa que los reproches del de ahi la necesi.dad de un fratricidlo repeüdo. Yago no
verdugo a su victima explican el mal que le hace. üene hermano, pero se puede conslderar a Casslo co-
Un dia me lmpresionó esta deflr¡lción del malo: no es mo a un hermano de armas a quten Otelo preflere ele-
el que hoce el mal, sino el que oma el mal. Todo el vándolo al rango de porta-estandarte aunque Yago sea
mundo hace el mal, pero algunos lo aman. Ahora bien, más anüguo; de donde la maquinación que debe culml-
¿qué es amar el mal? ¿Es gozar del sufrimiento de otro? nar en la desgracia de Cassto y de Desdémona, asi como
Sin duda, y ese es el caso más triüal. pero e>dste un en la ruina de Otelo. Por últlmo, Edmundo es el bastar-
amor del mall3 mucho más radical, mucho más imper- do de Gloucester, y en consecuencla no puede benefl-
sonal. Amar el mal es arnar detectarlo, designarlo, loca- ciarse con los privilegios lnherentes a Ia filiaclón legÍtt-
ltzarlo a fin de encontrar materia para extermlnarlo, ma, cuyo poseedor es Edgardo.
para pensar que una vez vencido y aniquilado el mal, Comprobamos entonces que los tres villanos de Sha-
reinarán sin rival la felicidad y el Soberano Bien. Ello kespeare presentan, todos, un compleJo fraternolu qr"
asi, la culpa desaparece, porque las acciones más des- los empuJa al fratricidio, como Claudlo, qulen mata a su
tructoras son acclones purificadoras. Amar el mal sin hermano el rey Hamlet y como, en la Biblia' CaÍn mata a
remordimlento se funda en la cerlidumbre de asegurar Abel, preferido de Dios. Esta exploractón del compleJo
el triunfo deflniüvo del bien. fraterno se revela extrañamente fecunda' ¿Acaso Lucifer
no se revuelve contra Dlos porque ha deJado de ser el
preferido del Eterno?16
Podriamos segulr las prolongaciones de este de-
Paréntesis literario sarrollo en la obra de Freud. En L922' en su artículo
nAcerca de algunos mecanismos neuróticos en los eelos,
I-a fuente literaria es inagotable para alimentar nues- Ia paranola y la homosexualidadr, lnstste en la lmpor-
tra refle¡dón. Por eso no me hace falta buscar mucho tancla, en la homosexualidad, de la represlón del odto
para encontrar ilustraciones sobre las personlflcaclones hacia un hermano menor. El odio hacia el semeJante
del mal. Me detendré en una obra vastamente conoclda.
-el hermano en sentido amplio- no es reprlmldo como
Shakespeare ha creado tres personaJes habitados por el el que recae sobre un progenltor, del que se es slempre
demonio del mal: Ricardo III, Yago, Edmundo. Freud se
interesó por el primero en ul¿.s excepclonesn cuando ana-
lizo el célebre monólogo de quien todavÍa es sólo Glou-
cester. 14 Yago y Edmundo no retuvieron su ateneión, pslcoanalitlca»1, en L'ttqulétante étrangeté et autres essal.s, 'Connais-
sance de l'lnconsclent, (nuevas t¡aducclones de Stgmund Freud)' Ga-
r3 Véase
el número que la Nouuelte Retrue de psychanalgse ha dedi- llima¡d, 1985.
cado a *L'amour de la haine, (nc 33, primavera de lgg6). 15 Cf. Bernard Brusset, .l,e llen fraternel et la psychanalyse', en
14 6f. .guelques
spes de caractéie dégagés par le travail psycha- Psgclnnalyse dL'Untuerstté, ne 45, 1987.
nalytlque, l.Algunos tipos de carácter dilucldados por la práctica 16 Véase, entre otros, el Pa¡adlse lnst de Mllton.

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dependlente. Se ttene necesidad de su amoryde su pro-
logia, y los mltos son ú¿ ueces medios para decir verdades
tección de manera trremplazable. Este odlo fraterno que
empuJa a los extremos del mal nace a menudo porque se de otro modo lndecibles.
supone que el obJeto del odlo es más amado por un pro- Esta lncurslón por el teatro de Shakespeare nos da la
genltor: en el caso de Satán, por el Padre. La .orpllca- ocaslón de volver a hacer una observación que la orpe-
clón» del odlo reslde entonces, al parecer, en el dolor rlencla veriflca constantemente. La negrura de ciertas
creado por la pérdtda de amor. Pero no es menos cler- almas, o su propensión al mal, es un poderoso excltante
de la tmaglnaclón. *No se hace buena üteratura con bue-
to que, en los casos cltados, la desproporción entre el
*trauma» y las consecuenclas que este trae es lncon- nos sentlmlentos,, decia Gide. Admitldo; pero, ¿por qué
mensurable. se hace buena llteratura con malos senümlentos? No
vale la pena mulüplicar los eJemplos para mostrar que el
La. más trágica de las flguras del mal y, sln duda, la
más impenetrable es Macbeth. En reaüdad, habria que é¡dto llterario cororuI con predtlecclón mucho más al vl-
decir úcs Macbeth, untendo en una solia persona a la pa- clo que a la ürtud. Aun sln trepar a las obras cumbres
reJa real. La sed aseslna de Macbeth ca¡rece de ocpltca-
de la civtltzación, sl nos llmitamos a dlrlglr nuestra
ción. Mata para ser rey, porque cree en la predtcción de mirada at arte de consumo corrlente cuya producclón
las bruJas que le anunclan que seró rey. En su lmpa- han ampliflcado los medios de comunlcación social [ite-
clencla, sigue matando para o<termlnar la descendén- ratura policial o de esplonaJe, series de televtsión, fil-
cla de Banquo, que debe reinar, mlentras que él mlsmo mes, etc.), comprobamos que hacemos un consumo im-
preslonante de üolenclas agreslvas y sexuales, de asesl-
no tlene hiJos. Se occede en eI aseslnato. De las cuatro
grandes tragedias de Shakespeare (Har¡llet, Macbeth, natos y de masacres que tienen por teatro el presente, el
pasado o el futuro (clencia-ffcción), laJungla asfaltada o
Otelo,I-eu), Macbeth es, de leJos, aquella con respecto
a la cual el psicoanálisis apltcado resulta más dlficil, natural, en lnteriores como en exterlores, slrt cansarnos
de volver a ver eternamente la mlsma lntrlga con esca-
aquella que revela menos moüvaclones lnconclentes, en
ffn, aqueüa que la crítlca urránlmemente reconoce como sas variantes. No cabría asombr¿rrse, puesto que este
arte popular no hace más que vehlculizar satlsfacclones
la tragedia del mal, pero en la cual, agregaría yo, el espe-
lmpostbles o prohlbldas, de manera por completo lno-
sor trágico es más reslstente a cualquler penetraclón
psicológica. No es que no se pueda, como Freudyalo ha
fenslva y hasta profllácttca. Podemos convenlr en ello.
Pero es clerto que el carácter maslvo de esta producclón
hecho, dilucidar en ella el problema de la esterilidad,
deJa trasluclr nuestras necesldades en este domlnio. Es
slno que lncluso ver en Lady Macbeth un ser «que fra-
clásico hacer bromas sobre el hecho de que el Paraíso ha
casa cua¡rdo trlunfa, sólo da tesümonlo muy parcial del
de ser muy aburrldo mlentras que el Inflerno proporcio-
imperio del mal sobre el espiritu de Macbeth. Macbeth
se opone a los otros tres personaJes cuyos *móvlles, en
naría más distracclón. En todo caso es seguro que el In-
rlgor podrí¿rn comprenderse. Cuando un tráglco como flerno es más creíble que el Paraiso, y que lnclta más a
tmag!:ear sufrlmlentos cuya vartedad es lnagotable por-
Shakespeare se propone desarrollar sobre la escena un
que, después de todo, la atmósfera de la gehena es ape-
personaJe que participa en una intriga, neceslta sólo un
míntmo de veroslmllitud para volverlo creible, y esto nas exagerada respecto del universo real, en tanto que
para satlsf,acer los afa¡res de raclonalización de los es- en vano buscamos un lugar sobre la üerra que pueda
pasar por un anexo del Jardín del Edén.
pectadores. Pero, sl se lo mlra con más atenclón, lo ver-
Comprobamos, en consecuencla, que el Mal es un
dadero es lo que no es verosimil; es lo que la eüdencla
excitante lntelectual y afectlvo, que esümula la lmagl-
lmpone reconocer como ine4plicable en clertos casos.
nación creadora de los que tlenen por tarea produclr y
¿Por qué? Porque el psicoanállsls no es una psicologÍa, calma las tenslones de qulenes tlenen el oclo para con.
porque la teoúa de las pulsiones es tal vez nuestra mlto-
sumir. Esto no atañe sólo a las obras medlocres, puesto

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que podemos aplicar la mlsma comprobactón a la Gre- llstamos otravez frente a una dlstlnclón que ya he-
cia clásica que dio naclmiento a la tragedia. Y se recor- mos propuesto entre lrcura y psú:osLs. En tanto que la
dará además que Platón quería desterrar de la ctudad prlmera implica la lntrtcación con la llbido erótica, cual-
espectáculos que nosotros conslderamos sublimes, pero qulera que sea su urpresión agreslva, la segunda deJa
que élJuzgaba suscepübles de corromper el alma de los prevalecer la destrucüvidad, sea que esta domlne am-
eludadanos de su República ldeal. ¿Y es seguro que el pliamente sobre lo erótlco, sea que se encuentre desin-
Juego en todas sus formas constltuya, como lo ha soste- tricada casi por completo. Esto armoniza también con
rrtdo Winnicott, una fuente de creatlvidad, una posibi- nuestra hJpótesls sobre el papel de *funclón desotjeta-
lidad de despltegue del ser? El deporte, puesto que no lizante, qui atrtbulmos a lá pubión de muerte.lT Si la
podemos deJar de menclonarlo, ha perdido esa nobleza destrucüvidad contra el otro ha de llegar lo bastante le-
de alma y esa lealtad que enfrentaba a adversarios que Jos, la condiclón indispensable para la reaüzación de ese
se estlmaban y se respetaban de manera caballg¡ss¿¿. proyecto es desobJetalizarlo, es declr, retirarle su propie-
Para ganar es preciso odiar al adversario; es un refrán dad de semeJante humano. Ahora bien, esta situación
conocido. Hasta quizás haya en esto menos hipocresia es incompatible con el goce sádico que e>dge la identlfi-
que en el pasado. Pero cuando el público de los encuen- cación con el alfer ego masoquista. Se lo ha dicho y repe-
tros de fútbol se entrega a un desencadenamiento de tido: en la pareJa sadomasoquista, es siempre el sádico
üolencla agresiva contra los partldarlos del equlpo ad- el que cede prlmero.
versario, ¿dónde está la catarsls benéfica, .l valor sfm- La manzana es un fruto agradable pero muy común.
Mlico del combate, paeÍflco sustltuto del enfrentamtento Stn embargo, sl se promulga una interdicción sobre el
de dos eJércitos? Y, sobre todo, ¿cómo orplicarlo? manzano y se deJa que una serpiente se enrosque en
Hemos pasado del mal como excitante fantaseado, torno de sus rarnas, ningún allmento parecerá más ex-
que todavÍa podriamos relacionar con el sadlsmo, al mal quisito. La atracción del fruto prohtbido hace del mal un
como violencia ciega y paranoica. condimento que realza el gusto por é1. La sabiduria po-
pular lo reconoce. En la consideración de clertas lnter-
dicciones fundamentales, como la prohiblción del inces-
to, nos perdemos en conJeturas para conocer el origen
De la trasgresión a la desintricación pulsional y la causa de semeJante restricción. Nos atendremos a
la obsen¡ación capital de Freud: sóIo se prohibe lo que
Volvemos a encontrar siempre la misma estructura, puede ser el objeto de un deseo. En consecuencla, lo que
el mismo esquema: prlmero, el mal deflnido por la pro- connota a este aspecto del mal es el atravesar el limite
hibición y el deseo de gozar de su trasgresión, sea en declarado infranqueable para reallza: el propio deseo'
acto (perversión), sea en fantasías (flcción), formas ana- Resta averiguar por qué el deseo en cuesüón es declara-
lizables de esas conductas y del placer que buscan. Des- do rnaléfico. La respuesta es doble: sea porque la satis-
pués de eso, nos deslizamos a otro aspecto del mal: la facción haria peligrar la salud de quien se entregara a su
destrucclón pura e integral y, como tal, inanalizable. entero placer -y sabemos cuánto se abusará del argu-
Confirmamos entonces repetltivamente la hipótesis mento (la masturbación n¡elve idiota), que empero des-
freudlana de la intricación y de la desintricación de las cansa aveces en una base real-, sea porque esta satls-
pulsiones. Intricada con la libido erótica, la libido des- facción arnenaza el orden social. Esta doble causalldad
tructiva puede conducir a una variedad de expreslones
que ocasionen el placer o el goce de una manera lnteli- 17 Cf. l,a" pulston de mort por Green, Ikonen, Laplanche, Rechardt,
gible. Desintricada, la libido destructora se vuelve pro- Segal, Wldlócher, Yorke, PUF, 1986. lln publón de muerte, Buenos
piamente insensata. Alres: Amorrortu editores, 1989.1

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es, por lo tanto, natural y/o cultural, pero reclama ma- sobre la cuestlón de la norma, recordemos que, si blen
tices: lo que es inofensivo hasta clerto grado podría vol- es fácll hacer notar que esta varía sln cesar hlstórica-
verse nocivo más allá de cierto limite. En otros casos, el mente y geográflcamente, en camblo la referencla a una
mal no es negoclable, y se es!á de un lado o del otro de la no[na es lrrvarlante.
barrera, sin eompromiso poslble. En Ia oposición de las Asi, el mal es un agente estimulador de la creatlvi-
razones naturales o culturales, blen se advterte que si dad, una fuente de excitación del placer fantaseado, una
las primeras sólo dependen de un conocimlento rigu- causa de aguzarniento del deseo y un prlnciplo de orden-
roso de la medlcina, que es excluslvo de la ciencla, las Ello basta para e>(pllcar su necesldad, su fuerza, su per-
segundas, en cambio, no pueden pretender la misma manenclia... pero esta lógica es demasiado intelectualis-
certidumbre y varían de una época a otra o de una re- t^. Ia lóglca propia del mal lleva, al contrarlo, a revelar
gión a otra. Ahora bien, la causalidad natural stwe aquí que defendtendo este punto de vlsta sólo se abordan las
de modelo. La causalidad cultural se esfuerza en apo- capas más superffclales de lo contrario del bien. Ia ma-
y¿rrse en ella para conferir a sus juicios un fundamento ligrridad del mal, la que atrae la maldición sobre la ca-
que no esté expuesto a discusión. «Está prohibido,, dice beza, de quienes se hacen culpables de é1, ya no es eJer-
el padre. «¿Por qué?», pregunta el h,iJo. *Porque es malo cida en üsta del placer, slno del aüvio de una tensión
para la salud,. René Diatkine, en una entreüsta, acon- que busca la descarga; no engendra ya ningún deseo,
sejaba a los padres eütar en sus respuestas a los hiJos slno que se consuma en la lndlferencla y la insensibl-
las racionalizaciones de sus prohibiciones, y dar como lidad de una pslque que ha deJado de fantasear para
única justificación de sus decislones: *Porque no me quedar prislonera de una acción desencadenada sea
§usta». Comoquiera que sea, la situación de interdic- con un método implacable, meclá'rtlco, sea en medio del
ción, respecto del mal, si indiscutiblemente aumenta el caos que sólo se deüene baJo el fuego cruzado de otra
deseo, en ürtud del obstáculo que de ese modo se opone üolencia. Ya no es eJerclda en nombre de un principio de
a su realización, tiene también otra función. Ella está orden, porque este conslste en reglar relaciones conflic-
implícita en todos los modelos que hemos errpuesto, ya tuales, mlent¡as que el desorden que aqui se pone en ac-
sean de Freud o de Melanie Klein: la posición de la dico- to procura La anlquilación de lo que no es é1, o el some-
tomía bien/mal es fundadora de un ordeny de este mo- tlmlento total, deffnttivo, absoluto, de lo que se le opone.
do conflere senüdo a la existencia humana. Preguntarse Los fenómenos a que nos referimos tienen un campo
sl ese sentido deriva del orden de las cosas -es decir, de de apllcación más social que indiüdual y se reglstra
la creaclón divina y, por eso, de un absoluto- o de las menos su pertenencla a la patologa que al estudio de
decisiones humanas -es decir, de cierta arbitrariedad, las socledades. Es un error aslgnar fronteras tan estre-
en cuyo caso sólo tendúa un valor relaüvo- es una pre- chas a la patología. En efecto, los grupos soclales en
ocupación que sólo sobreüene tras la aceptación de ese cuestión o las socledades a que me reflero eslán enfer-
principio ordenador de la realidad humana. mos. Del mal a la enfermedad: nos vemos remitidos de
Cabe destacar de pasada que, según la ley inglesa, es continuo de uno a otra.
la capacidad de'discelnir entre el bien y el mal lique de-
termina la responsabüdad de un delito, mientras que la
ley francesa, más teórica, hablaba, en el origen, de *de-
mencia», término mucho más lmpreciso si se piensa que EI mal observado
se remlte a la signlficación que la medicina y losJuristas
acordaban a ese término ¡en 1838! De hecho, los pslcoanallstas no están bien situados
Y es en efecto esta discriminación la que genera el para hablar del mal. Los perversos no solicltan su ayuda
orden de las significaciones en laüda social. Paravolver (curados, de sus perver-
-los que lo hacen no plden ser

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slones slno de otra cosa-, y no tlenen verdaderamente cledades actuales. A falta de materlal clinlco' qulero
la orperlencia de los que €unarl el mal. Sólo llegan a sus referlr una ex¡rerlencla que me ha lmpreslonado mlen-
divanes los que üenen la idea obseslva de que podúan tras refle¡donaba en la redacción del presente articulo.
trata¡ de hacerlo inadverüdamente, es declr, los obse- En el curso de un üaJe, compté Le NouselObseruafeur
sivos. Es preciso agregar tamblén, a estos, los numero- (semana del 12 al 18 de agosto de 1988). Ofreceré una
sos deprlmidos a qulenes atormentan los rigores de su reseña Io más escueta posible:
superyó. Pero, en lo que se refiere a los dellncuentes, los
crimlnales o malos suJetos de toda calaña, a pesar de En la tapa se ve a un hombre con el cráneo rapado, voclfe-
estudlos clásicos antlguos y de experiencias -demasla- rante, puño levantado contra el obJetlvo. Tftulo:
do poco numerosas- conducidas por psicoanalistas en Lo. utolenclo de los cabeza rapada se ertlende en FYoncia-
el medio carcelario, no se puede añrmar que este sea un ^Esosjóuenes que ¡7os danmíedo.
tema central de preocupación en el psicoanáJlsis. Pág. 3: Entre las caricaturas de Wolinski, una lleva Ia le-
Si, para tratar acerca de Ia cuestión del mal, nos ve- yenda: *LosJóvenes que matan».
Pág. 4:.Easy Hopper,. Articulo sobre Denis Hopper, autor
mos limitados a hablar del masoquismo bajo todas sus
de .Colours», sobre las bandas armadas de I-os Angeles (véase
formas, debemos reconocer que nuestro equipamlento más adelante).
es muy escaso. Esto no dispensaría del abordaJe inme- Pág. 6: Ulttma parte de tres articulos sobre Jlmmy Swag-
diato de la problemáüca del mal: no a través del super- gart, falso mesias de los Estados Unldos. Articulo sobre las
yó, sino por la acción domlnante del ello, porque se po- baJezas, la avaricia y lavengattvldad de los predicadores nor-
dúa sostener que a partir del momento en que un sujeto teamerlcanos que se hacen la guerra acusándose de entre-
acepta la situación de análisis con su encuadre, sus garse a prácticas sexuales baJo la lr¡fluencia de Satán.
reglas y sus odgencias de auto-examen, ya no es un Pág. 25: Crórüca de Jacques Jutllard: referencla a los niños
buen matertal de estudio p¿rra comprender lo que es el muertos por tortura o malos tratos.
mal. Cuando interrogo mi propia orperiencia, muy ex- Pág.29: ArtÍculo sobre Checoslovaquia' La sociedad checa
cepclonalmente me ha ocurrido orperimentar un afecto conoce «la droEla, el sida, el mercado negro).
Pág. 3O: Articulo sobre Birmanla' Subtítulo: 'DÜo: 'El pro-
contra-trasferencial que me indlcara que el analizando a
blema se arreglaúa matando a dlez mil'. Se necesitaron mil
quien escuchaba era *verdaderamente» malo. No obs- quinlentos muertos para obhgar al general Scln Lwin a ale-
tante, me puede ocurrir que pronuncie eseJuicio hacia
Jarser.
personas que no son mls pacientes. ¿Bastaría entonces Págs. 32-33: A¡ticulo sobre el LÍbano (sin comentario): ''..los
encontrarse en sltuación de anáIisis para escapar a la mercaderes del crtmen comerclalizan la g¡rerra'.
tnfamia? Más bien creo que si la pro>dmidad lnclina a la Pág. 36: Artículo sobre la OLP. Nada en el texto, pero la aso-
simpatía, cabe pensar que la aceptación de la interroga- ciación libre es fuerte...
ción sobre sí, que el anáIisis implica, descarta por sÍ sola Págs. 48-51: .EsosJóvenes que nos dan miedo'. Es impo-
la caracterización de un suJeto según el criterio del mal. sible resumirlo. Hay que leerlo integramente Para tomar la
No obstante, sigo convencido de que el mal odste y meüda de lo increible.
que no es una defensa o una actitud de fachada, o el dis- Págs. 52-54: EE.UU: los nuevos salvajes. EJemplar y terro-
rífico.
fraz de una psicosis. Es preciso ir a buscar al mal alli
Pág. 55: Entrevista al prof. Walgrave: r¿Se trata de un fe-
donde arrecia, en eI mundo exterior. Aunque es cierto nómeno en expanslón? Respuesta: es tndudable que se ex-
que los ecos que nos llegan están deformados, creo sin tiender.
embargo que lo que se nos cuenta es lo bastante creíble Pág. 61: ArtÍculo sobre Soyinka, premlo Nobel encarcelado
para que nos mueva a reflodonar. por sus oplnlones politlcas'
No me arredra decir que el psicoanálisis resulta total- Págs. 63-64: ArtÍculo sobre Marat, 'Un hombre sanguinario
mente superado por los efectos del mal en nuestras so- aseslnado, extraordlnarla flgura de ntpvo mártlr' (subtitulo).

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Págs. 7 a-79: Mlscelánea de aüsos: algunos Julclosos, otros fuerzas malévolas que perslguen a los hombres y armi-
lrlltan a la perversión (grltos y casügos). ¡Cuán anodi¡ros frente nan sus tentatlvas de feltcldad, no odste una cosmogo-
a todo lo que precedel nia que no haga lugar a las potenclas del mundo anima-
das de maügrrfdad, rü urta teogonia que se abstengrde
No consldero a Le Nousel Obsensateur como un se- menclonar divlntdades maléflcas. El mal cambla de for-
manario complaclente hacla las marüfestaclones de vlo- ma, de manlfestaclones, de soportes, de contenldos; su
lencla, yno creo que este número esté excepclonalmente permanencla perslste, tnquebrantable.
cargado de horrores (unos dias después, nos agasaJa- Para atenernos a nuestra sola clülización occidental,
ban con las masacres de Burundi). Preferí la reseña de lo que mueve a reflodonar es la elaboración conünua,
los hechos a los Juicios de alcance demaslado general. evoluüva, acerca del mal, desde las formas que adopta,
He querido mostrar que lnadvertidame¡rte, o sin que aun antes de los escrltos vetero-testamentarlos, hasta la
prestemos atención a ello, estábamos asediados no sólo éüca de nuestros contemporáneos, se¿rn ellos teólogos,
por la vlolencla, comprobación t¡tüal, sino también por filósofos o morallstas. El pstcoanáItsls, desde que odste'
el mal. Raclonallzaciones soclológlcas o polÍticas pueden ha venldo a engrosar esta reflodón y a compltcarla bas-
proponer explicaclones. Cuando se las pone a prueba, tante. Pero la anttgüedad del problema del mal y la evo-
no son sostenlbles. Una vez más, los efectos son incon- lución de las ideas en lo que a él se reflere no bastan
mensurables eon las causas. Para terminar, acaso por- paraJusüficar nuestro interés. Este últlmo se allmenta
que resulta lntolerable aceptar esta ausencla de causa- tamblén én la realtdad reclente. Ha sido dado a nuestra
lidad conüncente, me parece que una sola hlpótesis época conocer la formamás acabadaycumplida del Mal
puede ser conslderada, la de Freud: se proyecta lo malo con la Shoah.
al exterior para que no mate desde el lnterlor. En este E¡dsten diversas maneras de considerar este acon-
punto, lo que dlce Melante Klel¡r no difiere de lo que dice tecimlento sin precedentes en la htstoria. Me limltaré a
Freud. El mal seria entonces el efecto de un deseo de no dos obserwaciones. Los testlmonios sobre la Shoah (flI-
morlr, una conJuraclón contra el suicldlo. El perlodismo mes, escritos, relatos) dan una lmagen del mal que na-
no es ciertamente una referencta aceptable en un ar- ce de lo que he denomlnado la desobjetalización, como
ticulo que pretende ser serio. Nada más fácü que estig- consecuencia de la pulsión de muerte. El sadtsmo lm-
matzar mi orplotación lnteresada de esta clase de su- preslona en ellos menos que La eflcacia del rendimiento'
cesos, el carácter superflctal de la información, y aun la y la crueldad se desdlbuJa ante ei afán de orden y de llm-
deslnformaclón, la ausencla de una reflodón en profun- pieza en el exüermlnlo. La lmagen para mÍ más elocuente
dldad, el imperto de la actuaüdad, la falta de perspec- de un filme sobre el gueto de Varsovla es la de la indife-
tlva, etcétera. rencla soberana de los dos oficiales nazis que atraüesan
Y bien, ¡tomemos alturat una calle sembrada de cadáveres que ellos parecen no
ver. El sádico no puede menos que identlflcarse con el
masoqulsmo de su compañero (lo lrrverso es también
cierto). Aqui, el mal eonsiste en la indiferencia delverdu-
Lo antlguo y lo nuevo go ante el rostro de su semeJante considerado como ex-
traño absoluto, y aun extraño a la humanidad.
Quienquiera que se lnterrogue sobre el problema del Mi segunda observación atañe a las víctlmas. No me
mal comprobará enseguida que es una de las más an- reflero a los que perecleron, slno a aquellos a quienes el
tiguas preoeupaciones que se puedan registrar desde destlno permitió sobreüvir. Todo lndica, a través de sus
que la hlstorla nos ha legado huellas de lo que pensa- testlmonios, que no siempre comprendleron -y noso-
ban los hombres: no e¡dste mttologÍa que no menclone las tros, todavía menos.

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La Shoah termlnó con la finalización de la última frente a un estrato relaüvamenteJuicloso, y por lo tanto
guerra mundial. Pero representó un salto declslvo en el más prórdmo al yo que al ello, de la destructlvidad.
obrar del mal, tal que nada en este terreno seráya como I-a segunda respuesta es para mí más radical. Trata
antes. Aun cuando las ma¡üfestaciones del mal tomen de responder de manera más dlrecta la pregunta; «¿Por
aspectos muy aleJados de lo que se desarrolló durante qué el mal es sln por eué?». Esta respuesta que se nos
aquellos años, slempre quedará algo que evocará, de ha escapado hasta el presente se descubre con una gran
una manera o de otra, esos üempos del holocausto. Lo simplicldad. El mal es sln por qué porque su razón de
más lntolerable es que las víctimas de ayer o sus des- ser conslste en proclamar que todo lo que es carece de
cendlentes puedan, sin advertlrlo, encontrarse del otro sentldo, no obedece a orden alguno, no perslgue ningún
lado de la ba¡rera. Sin siqulera saber por qué. fln, depende sólo del poder que se pueda eJercer para
imponer su voluntad a los obJetos de sus apetttos; se ob-
serva¡á que no dlgo .su deseo,, porque el término sería
aquÍ lmproplo; demaslado «clviltzador. El mal es sin por
qué porque no od.ste un porqué. Sln haberlo buscado,
¿Por qué? nuestra deflntclón colnclde casl exactamente con la que
se puede atributr al ello, ese demonlo del pensarnlento
Declr que el mal es sln por qué no odme de hacer moderno, muy diferente del de Sócrates, a qulen inspi-
esta pregunl¿; «¿Por qué?,. Veo dos respuestas posibles. raba con su allento. Esta vislón del pslqutsmo, pró>dma
I-a primera es el fruto de una desmentida: *Todo el mal a clerta Reatpolttlk del alma, pretende ser demlsüfl-
está en el otro, por lo tanto, sl elimlno al otro, responsa- cadora. De hecho, es una mistiflcación, lo mlsmo que el
ble del mal, eli¡ntno el mal,. Esta posición paranoica y nihlllsmo. Su falsedad no reslde en el carácter lnexac-
persecutoria descansa en una idealizaclón de sí, con lo to de lo que enuncla, si¡ro en la lmagen frcompleta que
cual conJura la angustta depreslva de reconocerse malo. ofrece del psiqulsmo. No se podría, desde luego, oponer-
Así, esta proyecclón del mal, que, en el extremo, parece le la vlsión ldíllca del ldealismo, puesto que la tdealiza-
absurda, tlene al contrario mucho fundamento sl se ción (de sí) muy bten puedeJusüflcar la persecución de
considera su valor defensivo frente a la amenaza de la otro, según ümos. BaJo la máscara de una concepclón
melancolía sulclda. Esta poslción no se descubre sola- polemista del hombre (se habla mucho de depredado-
mente en los fenómenos sociales, donde con facüdad se res, en nuestros dias, para califlcar clertos comporta-
disciernen numerosas ideologias tota litarias s ¡sli giosas mientos soclales; no hace mucho üempo, el térmlno se
*xenófobas, en el senttdo más amplio (todo el que no es aplicó a los especuladores de Bolsa), estavisión *alejada
como yo o no piensa como yo eslá en contra de mÍ, y del sentlmlsnfs» y eue se pretende lúclda no es slno una
además está a sueldo del extranJero, es decir, del ene- mitad de la verdad. ¡Es fnúUl recordar aqui que se ha
migo), sino también en clertas estructuras clínlcas que dlcho de los peores verdugos que podían ser buenos pa-
no pueden luchar contra angustlas persecutorias inter- dres, buenos esposos, leer a Platon a llbro abierto y to-
nas muy mutilantes (en lo psíquico y en lo somático) si car a Mozart de memorial Ese es un hecho. Laverdad no
no es haciendo responsables de todos sus males a su reslde en el reconoclmlento del conflicto entre el bten y el
madre, su padre, sus hermanos o hermanas, sus hiJos, mal, como en el lnterior del aparato psiqulco entre lo
su marido, su esposa, su amante, sus patronos, sus co- bueno y lo malo, y después entre lo bueno y lo malo, por
legas, sus amlgos y, desde luego, por sobre todo, a su una parte, y lo real, por la otra. Tampoco reslde la ver-
analista. EI mal es en consecuencla un factor de man- dad en Ia lrrvocación de la absoluta certidumbre que elltt
tenimiento de la cohesión narclslsta. Pero también aquí representa, con relegamlento de todo lo demás a ltr
estaría tentado de decir que en estos casos estamos lnclerto y hasta a 1o falso, sl¡ro en el lncesante conflltrt¡¡

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entre lo verdadero, lo llusorlo, lo falso, etc. Dicho de otro Fuentes
modo, una concepción del mal no üene poslblüdades de
refleJar Ia realtdad salvo a condtción de lr¡clulrse en una
teoría de la lntricación y de la destrrtrlcación de }as pul-
siones. Rectiflcare La oplntón de Freud añrmando que la
oposición entre el Eros y Las pulslones de destrueclón no
se llmlta a connotar al primero por la llgazon, y a las se-
gundas, por la desllgazón. En reaüdad, creo que sería
más certero suponer que el Eros es compaüble con la li-
gazÓny l¿ dsshgaz§n lmbricadas o alternadas, pero que Aprés mtp, l' archafiue se publlco en el n" 26 de la Nou-
las pulsiones de destrucclón son pura desllgazón. Así, tnlle Reute de Psgchanalgse, otoño de 1982, con el tihrlo
decir el Mal sin por qué es afirmar que es desligazón i¡r- *Larchaiquer.
tegral, y por eso no-sentido fetql, fuerza pura. Tal es el L'ldful: mesl.te et démes.re se publicó en el no 27 de la
sentido de esta destrucclón del sentldo que aflrma que Nouuelle Rewte de Psgcttonalgrse, prlmavera de 1983,
el Bien es un no-sentido. con el tihrlo «Idéat¡x,
IA double llmlfe se publicó en el no 25 de la Not»elle
Rewrc de Psgcha nalgse, prlmavera de 1982, con el título
.Le t¡ouble de penserr.
Le stlence du psgchmnlgste se publicó enToplqtrc,
n" 23, 1979.
I-o"capacüé de réuerle etle mgtle éttolqlque se publi-
có en laReuue fuanglse de Psychanofuse, tomo Il, 1987.
Pouquotle mal? se publlcó en el no 38 de la Nouselle
Reute de Psychruulgse, otoño de 1988, con el título *Le
ma-lr.*
r lns trabaJos enumerados son, en el mlsmo orden, los sets capítu-
los que consütuyen este llbro. Pa¡a la verslón en castcllano, se toma-
ron de André Green, Lo.Jolte prtvée. PsycFo,rnl4se des cas-Ifrnftes,
Paris: Galllmard, 1990, de donde se reproducen tamblén las referen-
clas de esta páglna.
l,a tntroducclón del presente volumen en castell,ano es la que AndÉ
Green escrlbló para la edlclón francesa menclonada. Esta últlma ln-
cluye además .El pslcoanállsis y los modos del pensar ordlnario¡, rEl
analista, la stmbollzaclón yla ausencla en el encuad¡e a¡raliücor, .El con-
cepto de fronterlzo', .Paslones y desünos de las paslones', .la proyec-
gl§¡r (capÍtulos I a 5), trabaJos todos lncluldos en Andre Green, De Io-
o.;urasprllndas, BuenosAlres: Amorr<rrtu edltores, 199O, que tomó como
base la compüaclón preparada por el autor en lengua lnglesa, On prl-
tnfe modnrsq Londres: The Hogarth Press, 1986, y que conüene tra-
baJos no recogldos en la compllaclón francesa (entre otros, una ,rnpor-.
tante rlnt¡oducclónr).
La rurcva cltntm pstcmrr.ttllca g to t@t1r- dE F}:eudes entonces com-
plemento deDeloattas pründas: no obstante, este Ilbro presenta una
fuerte conslstencla lnterna temáttca y por esa razón se lo presenta,
por lndlcaclón del autot con un tÍtulo que la relleJa.

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