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Economía

Documento de Cátedra
Las doctrinas económicas
Por Teresa Varela Albieni, sobre idea de Eduardo Pompei

Introducción
El propósito de este texto es presentar sintéticamente las principales corrientes de
pensamiento a partir de un breve desarrollo de las ideas que contribuyeron de manera
fundamental a la Economía como ciencia. Muchas de estas ideas perduran hasta nuestros días
y son punto de partida para la elaboración de las premisas que sustentan las teorías
económicas actuales.
Los modelos económicos que estudiaremos y que forman parte del cuerpo de la ciencia se
enmarcan en los principios de alguna de estas corrientes, y es por eso que consideramos de
gran importancia contar con las herramientas que nos permitan entender desde qué lugar se
realizan las hipótesis y se plantean las afirmaciones normativas.

Las corrientes de pensamiento económico


Si bien los orígenes de la economía se remontan a tiempos lejanos,
reconocemos el nacimiento de la Economía como ciencia en un punto
mucho más próximo: a finales del siglo XVI, durante el siglo XVII y
principios del XVIII las ideas económicas comienzan a esbozarse
como teorías tendientes a explicar y predecir determinados fenómenos.
Las principales preocupaciones de los pensadores económicos de la
modernidad se centraban en determinar la clave para la prosperidad de
los Estados.

Los Mercantilistas

La teoría predominante de la época (siglos XVII y XVIII) se conoce


como Mercantilismo. Estos pensadores sostenían que la forma en
que un Estado se enriquecía era con la acumulación de metales
preciosos, especialmente el oro. Los Estados europeos obtenían estos

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recursos de sus colonias en América, o mediante el comercio


exterior o incluso con prácticas bélicas y piratería.

En lo que respecta al comercio, para que la deseada acumulación


pudiera concretarse, era necesario garantizar que las ventas de sus
productos hacia el extranjero (exportaciones) superaran
ampliamente las compras de productos provenientes de otros países
(importaciones).
Las políticas económicas de los Estados nacionales eran, por lo
tanto, muy proteccionistas: se fijaban aranceles y pautas para
restringir el ingreso de producciones extranjeras. El papel del Estado
era fundamental para garantizar las condiciones que permitirían el
auge de las economías y se caracterizó por un fuerte
intervencionismo.

A mediados del siglo XVIII, las ideas comienzan a sistematizarse de la


mano de la primera escuela de pensamiento económico, surgida en
Francia. La economía se visualiza y se reflexiona en conjunto como un
todo, se estudian las relaciones de las variables y se formulan leyes a
partir del empleo de métodos científicos.

Los Fisiócratas

Para los exponentes de esta escuela, la tierra era la única fuente de


riqueza y la producción agrícola era considerada la única actividad
capaz de crear valor. Los pueblos más ricos eran los que tenían más
tierras destinadas a esta explotación. El comercio, la industria y la
producción de artesanos eran actividades estériles, incapaces de
generar riqueza.

Los fisiócratas sostenían que este desarrollo no requería la


intervención del Estado y destacaban la importancia de garantizar las
condiciones del libre comercio y de preservar el “orden natural” de
todas las cosas.

En 1776, con la publicación de la obra del economista escocés Adam


Smith (1723-1790), Una investigación sobre la naturaleza y causas de la
riqueza de las naciones, se reconoce la fundación de la segunda
escuela de pensamiento económico, que resultó especialmente
influyente en la ciencia económica. Nace en el contexto de un incipiente
capitalismo que comenzaba a determinar nuevas relaciones en todas las
instituciones sociales.

Escuela clásica

El tema central para esta escuela, si bien abarcaba todos los campos
de la economía, era el crecimiento económico. Se definieron los
factores de producción: tierra, trabajo y capital estableciendo la
relación entre riqueza y acumulación de capital mediante el planteo
de las condiciones para que este pudiera desarrollarse como la
libertad de comercio, la división del trabajo y la especialización.
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Documento de Cátedra: Las doctrinas económicas - Economía – UBA XXI
Se rescataron algunas ideas de los fisiócratas en relación con el orden
natural y el papel del Estado, en rigurosa oposición a las políticas
intervencionistas de los mercantilistas que todavía se encontraban
vigentes.
Aquí nos concentraremos en la descripción de algunos conceptos que
planteamos como ejes para el análisis comparativo de las diversas
corrientes.

a. Teoría del valor y distribución de riquezas

Smith desarrolló la Teoría del valor trabajo la cual


consideraba que el valor de un bien o servicio podía medirse a
partir del trabajo, esfuerzo económico, que tiene incorporado.
Veamos un ejemplo para graficar el concepto: cuando pensamos
en el valor de un kilo de manzanas, digamos $20 en las fruterías
cercanas a nuestros hogares, no hablamos de un valor
intrínseco del bien puesto que, seguramente, no pagaríamos eso si
tuviéramos un campo lleno de manzanos ya que obtenerlas no
demandaría un esfuerzo económico. Se reconoce ese valor por la
incorporación del trabajo que va realizando en toda su cadena de
valor como la recolección y el transporte.

Ese valor, denominado valor de cambio, se distribuye en


forma de remuneración a los factores que han permitido su
producción: renta de la tierra, salario a los trabajadores y
ganancia o utilidad al capital. Se intentó fundamentar la
fijación de los precios que se consideran naturales para cada
mercancía. La teoría fue corregida y completada por otros
pensadores clásicos y fue utilizada por el economista alemán
Karl Marx (1818- 1883) para elaborar una de las principales
críticas al sistema capitalista.

En relación con la distribución de las riquezas, se destaca el aporte


del economista inglés David Ricardo (1772-1823), quien expuso
que existía una tendencia bastante clara al aumento de la renta
de la tierra y, por lo tanto, al aumento del precio de los productos,
lo cual incidía de manera negativa en las ganancias de los
capitalistas, quienes debían afrontar, además del costo de la tierra,
mayores salarios para garantizar el consumo (de acuerdo con los
pensadores de esta escuela, la tendencia natural en relación
con los salarios era que fueran de subsistencia). Ricardo
consideraba que los dueños de la tierra constituían un obstáculo
para la acumulación de riqueza y, por ende, para el progreso, ya
que estaban tomando una porción de la riqueza que debería ser
asignada al productor. Propuso que se eliminaran las barreras a las
importaciones para favorecer la competencia y garantizar la
distribución deseada.

b. Papel del Estado

Los pensadores clásicos sostenían que no era función del Estado


regular los mercados o intervenir en las decisiones económicas.

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Dicha intervención provocaría distorsiones no deseadas y, por otro


lado, no se consideraba necesaria ya que los particulares, en la
búsqueda del interés propio, generarían los beneficios para toda la
sociedad.

Sintéticamente, los productores, en el afán de obtener más


ganancias, producirían cada vez más abriendo nuevas fábricas; se
contratarían más trabajadores, por lo que aumentaría la
capacidad de consumo de la población que requeriría una mayor
cantidad de productos. Esta lógica se sintetizó en la conocida ley
esbozada por otro pensador clásico, Juan Bautista Say (1767-
1832): “toda oferta genera su propia demanda”. De modo que,
para los clásicos, los mercados se regulaban por sí mismos de
manera eficiente.

c. Empleo

La idea de la eficiencia a través de los mercados implica que todos


los factores productivos están siendo utilizados al máximo de su
capacidad. Bajo estos postulados, la economía funcionaría en pleno
empleo.

Frente al mismo contexto histórico, de manera contemporánea al


desarrollo de las ideas de los pensadores clásicos, surgió una postura
diferente a partir de las ideas de Marx, sumamente crítica de las
condiciones sociales que estaban siendo determinadas por el sistema
capitalista, y que marcó de manera fundamental el curso de las
economías posteriores. Si bien la cronología ubica a este pensador
dentro de la Escuela clásica, preferimos utilizar una referencia específica
para el desarrollo de sus ideas bien diferentes de las mencionadas
en el apartado anterior y que dieron origen a una nueva Escuela de
pensamiento que perdura hasta nuestros días.

Escuela marxista

Marx señaló varias contradicciones en el sistema capitalista y


consideraba que estas redundarían en la instalación de un nuevo
modo de producción, el socialismo. Criticó severamente las
condiciones en que se desarrollaba el trabajo de los obreros en las
fábricas y manifestó las consecuencias negativas de la división del
trabajo y la especialización.

a. Teoría del valor y distribución de las riquezas

Marx determinó que la magnitud del valor de una mercancía era la


cantidad de trabajo socialmente necesario para su
producción. Expresaba que el trabajo se había convertido en una
mercancía más que utilizaba el empresario por un precio (salario),
con el agravante de que el mayor valor de las mercancías
generado por ese trabajo era apropiado por el empresario
mediante la distribución generada por el sistema. Esa
apropiación, denominada plusvalía, fue uno de los argumentos

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más poderosos en su crítica al capitalismo.

b. Papel del Estado

Esta escuela sostiene que hay que aprovechar todo el


mecanismo del Estado, no para garantizar un sistema opresor
(tal es la consideración que les merece el capitalismo) ni para
generar riquezas para sí (como suponían los principios del
mercantilismo) sino para facilitar la socialización de los medios
de producción y conducir a una sociedad sin clases.

c. Empleo

Otro argumento poderoso de Marx en su crítica al sistema


capitalista, y en clara oposición a las teorías de la Escuela
clásica, se refiere a la consideración de esta última respecto de
que el capitalismo funciona con pleno empleo de los factores
productivos. Marx pone en evidencia la realidad del desempleo
que existía en la época y además encuentra una importante
contradicción ya que considera que el sistema no podría funcionar
sin esa masa de trabajadores desocupados a la que denomina
ejército industrial de reserva: si un empresario quisiera abrir
una nueva fábrica y todos los obreros se encontraran ya
trabajando comenzaría una competencia entre los empresarios
por conseguir los obreros, lo que redundaría en un aumento de
salarios y reducción de las ganancias de los empresarios con el
consecuente desaliento para la inversión.

Ya en el siglo XIX, en un nuevo marco económico social con un


capitalismo afianzado en casi toda Europa, tomando como punto de
partida los postulados clásicos, pero con la necesidad de criticarlos y
adecuarlos a la luz fundamentalmente de las ideas marxistas y las
nuevas preocupaciones que las condiciones de la época demandaba
atender, surgen varias escuelas y numerosos aportes a la ciencia
económica.

Algunos se preocuparon en hacer de la Economía una ciencia más


precisa mediante la incorporación de las matemáticas y la formulación
de leyes generales que aportaran el carácter científico objetivo
pretendido en la época. Otros introdujeron modelos económicos más
abstractos para el estudio disciplinar mediante análisis lógicos
(muchos de los cuales continuamos utilizando en la actualidad y
forman parte de esta asignatura).

Comenzó a utilizarse un nuevo lenguaje económico con la


introducción del análisis marginal. Se incorporó la noción de
racionalidad en el comportamiento de los individuos, es decir, que los
productores siempre buscan maximizar sus ganancias y los
consumidores quieren maximizar su utilidad entendida como
satisfacción.

En una concepción amplia del término, podemos ubicar a todas estas


escuelas bajo una misma denominación, aun cuando tienen matices
bastantes significativos que las diferencian, puesto que comparten 5
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ciertas premisas generales.

Escuela neoclásica

Los pensadores denominados neoclásicos desarrollaron teorías que


intentan explicar el comportamiento de los productores, pero
también el de los consumidores dando un protagonismo teórico
también a estos agentes de la economía, que estaban ausentes en
las corrientes anteriores. Se desarrolló el modelo de mercado que
conjuga la interacción de ambos en la búsqueda de un equilibrio para
los precios de bienes y servicios y para las cantidades que están
dispuestos a producir y comprar, teniendo en cuenta la
racionalidad mencionada en párrafos anteriores. En este sentido, se
destacan los desarrollos teóricos del economista británico Alfred
Marshall (1842-1924).

Se explicitaron las condiciones ideales para el funcionamiento


eficiente de esos mercados (competencia perfecta) y, a la vez, se
definieron y analizaron las consecuencias de otros tipos de mercados
en los cuales esas condiciones no se encuentran presentes.

El tema de la distribución de la riqueza dejó de ser un eje central y


se incluyeron en el análisis muchos nuevos elementos como el papel
del dinero en las economías, las tasas de interés y los salarios como
precios de los factores estudiados también a la luz del modelo de
mercado, entre otros.

a. Teoría del valor

Para estos pensadores, el valor de un bien o servicio no surge


únicamente de los costos incurridos en su producción o
prestación, sino que resulta también de una apreciación
subjetiva que los destinatarios le asignan (cuánto lo valoran). Es
decir, que se determinan a partir de la utilidad que el
consumidor considera que ese bien o servicio le aporta. Se conoce
como Teoría del valor utilidad y se diferencia de la Teoría del
valor de los clásicos, tomando distancia de la crítica que realiza
Marx respecto de la apropiación del valor por parte de los
empresarios.

b. Papel del Estado

Se retoman las ideas de los pensadores clásicos en cuanto al rol


que debe asumir el Estado para que el natural desenvolvimiento
de los mercados pueda redundar en eficiencia. Se otorga al Estado
un rol garante de las condiciones de la competencia perfecta y
responsable de proveer aquellos bienes para los que no exista
iniciativa privada pero que, por su naturaleza, son esenciales para
las sociedades. El rol se va delineando en torno a lo que se
conoce como Economía de bienestar, que señala que, a partir
de las condiciones para que cada individuo desarrolle su propio
bienestar, se decanta el bienestar social o colectivo.

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c. Empleo

Los factores de producción también se estudian desde la lógica de


los mercados y, a partir de la idea de que el salario se determina
a través del acuerdo tácito entre oferentes y demandantes de la
fuerza de trabajo, surge la noción del desempleo voluntario:
los trabajadores que no están ocupados eligen esa condición
porque no están dispuestos a ofrecer su trabajo al salario que ese
mercado indica. De este modo, se renueva la idea de los
clásicos respecto de la utilización plena de los recursos ya que si
esos trabajadores no ofrecen su fuerza de trabajo no pueden
considerarse recursos disponibles.

La fuerza de las ideas neoclásicas y las consecuentes políticas


económicas se afianzaron fuertemente en casi toda Europa Occidental y
América del Norte. La vigencia de la concepción de eficiencia de la mano
de la libertad de mercados y el aumento de la producción para lograr el
bienestar social bajo el paradigma de la Ley de Say continuaron
vigentes hasta los comienzos del siglo XX.

Luego de la Primera Guerra Mundial, la situación económica mundial


cambió drásticamente y los cuestionamientos a las ideas neoclásicas
tomaron fuerza de la mano del economista británico John Maynard
Keynes (1883-1946), especialmente a partir de la Crisis de 1929. Los
empresarios se enfrentaron a una fuerte caída en la demanda y no
podían colocar sus productos en los mercados. La sobreproducción y la
consecuente acumulación de los stocks obligaron a una
desinversión que implicó el despido de trabajadores, lo que
contribuyó, a su vez, a profundizar la reducción de la demanda.

Estados Unidos, primero, y luego el resto de las economías de


mercado remontaron la situación de crisis mediante la aplicación de
políticas acordes a los postulados keynesianos, los que continuaron
imponiéndose, junto con el desarrollo más amplio de sus teorías,
durante gran parte del siglo XX e incluso muchos perduran hasta
nuestros días.

Keynesianismo

Se desarrolla especialmente la dimensión macroeconómica colocando


el acento en el análisis de las variaciones de la demanda y su
relación con el empleo y el ingreso de la población, así como en la
definición de las políticas económicas que debían considerarse en el
presupuesto del Estado.

a. Papel del Estado

En cuanto a la dimensión del rol del Estado, el pensamiento


keynesiano considera como fundamental su intervención en los
procesos económicos; es decir, con la provisión directa de
ciertos bienes y servicios (que hoy llamamos públicos con una

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acepción diferente de la planteada por los neoclásicos),


mediante regulaciones de los mercados o con el otorgamiento
de subsidios a consumidores o productores. El objetivo principal es
mitigar los efectos de los ciclos económicos y atender las fallas de
los mercados.
b. Empleo

Keynes no concordaba con la idea de la flexibilidad de los


salarios y la pretendida reacción de los trabajadores frente a un
salario de mercado. Por lo tanto, no encuentra fundamento a la
idea de desempleo voluntario. Para este pensador la causa real del
desempleo venía de la mano de la insuficiente inversión. Por otro
lado, las condiciones para que los mercados actuaran en equilibrio
no se derivaban necesariamente de la plena ocupación de los
factores productivos, por lo que consideraba factible una situación
de equilibrio general aun con desempleo.

Otros desarrollos o tendencias contemporáneas que adquieren


importancia y en el campo de nuestra ciencia son los enfoques de la
corriente monetarista abocada especialmente al análisis del impacto del
dinero y la oferta monetaria en las economías. Comparten las ideas
de los clásicos y neoclásicos en relación con el equilibrio y la libertad de
los mercados, si bien asignan al Estado el rol de garantizar la estabilidad
económica a través de políticas monetarias activas.

A mediados del siglo XX surgen otras escuelas, como la de Chicago y la


Austríaca, que se oponen especialmente a las ideas keynesianas por
considerar que provocan el innecesario engrosamiento de los Estados,
aumento de déficits en los presupuestos públicos e inflación, al
pretender financiar ese déficit con la emisión monetaria (tomando
argumentos monetaristas). Acuerdan con muchos postulados de la
escuela neoclásica, que resurgieron a partir de la década de 1970,
cuando las políticas keynesianas resultaron ineficaces a la hora de
atender los problemas económicos de esa coyuntura.

Las políticas económicas recomendadas por esta corriente, que fueron


aplicadas por varios países especialmente en la década de 1980, se
relacionaban con la reducción de las estructuras estatales y del gasto
público, las privatizaciones y las desregulaciones de los mercados.

Bibliografía
POMPEI, EDUARDO (2009), Documento de Cátedra: Las corrientes del pensamiento
económico, en UBA XXI, Economía. Guía de estudio, Buenos Aires, Eudeba.

GALBRAITH, JOHN KENNETH (1991), Historia de la Economía, Buenos Aires, Ariel Sociedad
Económica.

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