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Por Gerardo Cossio

Un príncipe de la guitarra ha llegado al mundo musical. Dios ha puesto un dedo en su frente, y no


pasará mucho tiempo antes de que su nombre se convierta en sinónimo de grandeza en Inglaterra y en el
extranjero, contribuyendo así al dominio espiritual de su raza. Aclamo a este joven artista con motivo de su
primera actuación pública, y hago el más sincero deseo de que el éxito, como su sombra, lo acompañe a todas
partes.

El anterior texto es de la autoría de Andrés Segovia y fue


incluido en la contraportada del primer disco de John Williams, uno
de los guitarristas más importantes desde hace varias décadas; es el
guitarrista que desde mi punto de vista sirve como puente entre la
vieja y la nueva escuela, caracterizado por tener un sonido e
interpretación acorde a nuestros días. En este sentido, es
importante mencionar que lo que he denominado como la vieja
escuela, tiene que ver con intérpretes como Andrés Segovia, Alirio
Díaz, Manuel López Ramos, María Luisa Anido y algunos más, que
comprenden más de una generación; en ellos es notoria una
deficiencia sobre todo en la sonoridad, legato y articulación,
además de prácticas interpretativas con una tendencia a la
anarquía en el sentido agógico; la escuela Segoviana, con un perfil
estético marcado por la tendencia a abordar el repertorio
tradicional, desdeñando cualquier tipo de lenguaje moderno o
contemporáneo; recordemos que cuando a le preguntaron a
Andrés Segovia el por qué declinó la oferta de Stravinsky de
estrenar una obra del genio ruso en la guitarra, contestó “Quiero
que escriban para la guitarra, no en contra de ella”; algunos
guitarristas de la vieja escuela como Narciso Yepes o Julian Bream,
alentaron a compositores para que hicieran obra para guitarra, y
entre estos intérpretes que han contribuido para hacer crecer el
repertorio, se encuentra John Williams, quien además ha realizado
algunos arreglos para el instrumento.

Es además notoria la calidad sonora que tiene Williams, y que


no tiene casi ninguno de sus contemporáneos, así por ejemplo
podemos mencionar al mago de los colores, Julian Bream, con una
sonoridad delgada tanto en el color dulce como en el metálico,
Narciso Yepes con un color marcadamente metálico y una
articulación tendiente al uso constante del staccato; en contraste,
Williams tiene un sonido con cuerpo, redondo, no tiene tanta
variedad colorística como Bream, pero sí una gran solvencia
musical, en la que las deficiencias de velocidad articulación y fraseo
las que habla Carlevaro (otro alumno de Segovia, al igual que
Williams) en sus libros de técnica, y que menciona como
debilidades que deben desaparecer del mundo de la guitarra, son
prácticamente inexistentes.
Williams fue uno de los primeros guitarristas en tocar en
grandes escenarios, como estadios de futbol y con amplificación;
fue además un rockero, que al lado del grupo Sky hizo varios discos
de rock progresivo; cuando su maestro Andrés Segovia le pidió que
eligiera entre seguir siendo su alumno y continuar con su grupo de
rock, se dio la vuelta y continuó con su proyecto.

Ha asumido una actitud contestataria y altruista, mostrando


apoyo a músicos exiliados como Inti Illimani y Mikis Teodorakis, ha
realizado conciertos a beneficio de ONG’s, al conocer el proyecto
del CIDEG en nuestro país, decidió venir a tocar en el Festival de
Guitarra de Paracho, sin cobrar un centavo, y además pidió que lo
dejaran tocar con la orquesta de niños guitarristas que existía en la
escuela del CIDEG.

Como ser humano que es, y con sus limitaciones, puedo decir
con toda seguridad que está muy lejos de ser uno de los mejores
guitarristas en el mundo del rock, pero sin lugar a dudas es uno de
los más grandes de la guitarra clásica.
Bibliografía

Herrera, Francisco. Enciclopedia de la Guitarra. España, Piles 2004

https://www.guitarplayer.com/players/john-williams

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