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En abril de 1946 el presidente Truman, devela ante la opinión publica los principios por los cuales,

determinará su política exterior, ante lo cual, hace un llamado al rol de líder hegemonico de Estados
Unidos ante el mundo remarcando que:
“Hoy Estados Unidos es una nación fuerte, más fuerte que ninguna. Esto no es una fanfarronería. Es
un hecho que nos llama a la reflexión solemne y a la humildad. Significa que con esta fuerza tenemos
que asumir el liderazgo y aceptar la responsabilidad. Sería una trágica violación de nuestro deber
nacional si, de manera consciente aunque a la ligera, no nos preparamos para asumir esa
responsabilidad”.(citado en Loaeza, 2013, p. 9)
De acuerdo con esto, Estados Unidos promovió un discurso en donde su actuar internacional
responde a causas morales, con lo cual, se analizo su antagonismo con la Union Sovietica en torno a
las diferencias ideológicas y de valores, presentándola como anticapitalista e inmoral
diplomáticamente, lo cual queda plasmado en el discurso de Truman:

“En el momento actual de la historia del mundo casi todas las naciones deben escoger entre
modos de vida alternativos. Frecuentemente la elección no es libre. Un modo de vida se basa en
la voluntad de la mayoría, y se distingue por instituciones libres, gobierno representativo,
elecciones libres, garantías a la libertad individual, libertad de expresión, libertad religiosa y
libertad de la opresión política. El segundo modo de vida se basa en la voluntad de una minoría
que se ha impuesto por la fuerza sobre la mayoría. Se apoya en el terror y la opresión, en una
prensa y una radio controladas, en elecciones arregladas, y en la supresión de las libertades
individuales.” (citado en Loaeza,2013, p. 11).
Con dicha retorica, Estados Unidos fue capaz de generar un adversario comunista que no dudaría en
usar la violencia contra los adalides de las libertades individuales y democráticas encarnados en los
norteamericanos. De dicho contraste se desprende según la visión norteamericana que la Union
Sovietica solo responde a sus propios intereses geopolíticos, buscando llenar, todo resquicio o vacio
de poder internacional con una influencia contraria y saboteadora del capitalismo occidental
configurando el “Red Scare” o “Temor Rojo” que en 1950 gracias al Macartismo una serie de
conspiración infundadas en donde el comunismo conspiraba dentro del Estado y el gobierno para la
destrucción del poderío de Washington, pero, que en realidad, fue solo una persecución contra figuras
del mundo de la política y las artes, que se acrecentó gracias a la sobrereaccion ante los retos
planteados por situaciones de conflicto en donde muchas veces la Union Sovietica tenia una
participación nula o marginal. (Loaeza, 2013, Pp. 9-13).

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