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EL CUADRO SINÓPTICO

El cuadro sinóptico es una de las mejores herramientas con que se cuenta para estudiar un tema. Y si de hacer un
resumen se trata, el cuadro sinóptico nos puede llegar a ayudar a organizar el texto pues lo que hacemos al
diagramarlo es distinguir las ideas principales de aquellas secundarias.

¿Qué es un cuadro sinóptico?


Básicamente es un esquema conformado, generalmente, por llaves que muestra de forma clara y muy visual, la
estructura general de un texto determinado. El cuadro sinóptico nos permite tener una visión rápida del contenido
de un texto con la ventaja de que este contenido aparece organizado en jerarquías.

Hay muchas formas de presentar la información que compone un cuadro sinóptico: las llaves es la más tradicional
pero puede trabajarse también con flechas, círculos, rectángulos o cualquier otra marca que resulte clara.

¿Cómo se construye un cuadro sinóptico?


Antes de realizar el cuadro sinóptico hay que leer varias veces el texto. Según su extensión – y si abarca más de un
tema principal – se decidirá si es necesario diagramar más de un cuadro.

Una vez extraídas las ideas principales y las secundarias se irá armando el cuadro, utilizando llaves o flechas y
recurriendo siempre a frases sintéticas, lo más breves que sea posible.

Una vez terminado el cuadro, es fundamental revisarlo para verificar que no falte información o, por el contrario,
que se hayan incluido datos irrelevantes.

Por más que contenga todos los datos necesarios


para estudiar un tema, un cuadro sinóptico
resultará un fracaso si no se establecen
correctamente las jerarquías internas entre los
distintos tipos de información.

A continuación se transcribe un texto sobre parte de la vida de Enrique Santos Discépolo, uno de los más grandes
compositores de tango de la República Argentina, luego del cual se presenta el cuadro sinóptico realizado a partir
de dicho texto.

ACERCA DE ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO. LOS ORÍGENES.

Aunque es uno de los tantos inmigrantes que llega ilusionado a la prometedora ciudad sudamericana floreciente en
el puerto de Buenos Aires, Santo Discépolo no llega desvalido como tantos otros de sus compatriotas napolitanos,
sino con una carrera que le permitirá sobrevivir con bastante holguera en el país de adopción, en el que
desembarcó a los 21 años, desgarrándose de su tierra, según se dice, por un conflictivo episodio amoroso.

Nacido el 1 de noviembre de 1850 en Nápoles, la ciudad italiana de la que nos llegaron tantos inmigrantes, Santos
Discépolo había manifestado desde la infancia su afición por la música, a cuyo estudio se consagraría. Especializado
en el contrabajo – instrumento del cual era eximio ejecutante, así como de varios otros instrumentos de cuerda y
de viento –, recibió el título habilitante para ejercer la profesión de músico en el Real Conservatorio de Nápoles, y
lo obtuvo con mención honorífica y medalla de oro.

De ahí que, al radicarse en Buenos Aires y asentarse en el barrio del Once, pudo subsistir con el usufructo de su
profesión llegando a ser un artista bien conceptuado, tanto, que obtuvo los nombramientos de director de la Banda
Municipal y de la de los Bomberos, cargos bien remunerados. Y luego formaría parte de la orquesta del antiguo
teatro “San Martín”.

Tiempo después abriría en su casa un pequeño conservatorio en el que impartía lecciones de armonía, contrapunto
y composición y, quizás influenciado por el ambiente tanguero del barrio, compuso algunas piezas con el ritmo que
se estaba popularizando: una dedicada a su amigo Franck Brown, a la que tituló “Payazo”, y otras como “No
empujés, caramba”, “Rosita”, “Pichel”.

Pero retrocedamos un poco en la evolución hasta la instalación de Santo Discépolo en una casona de calle Paso
113, a la que llevaría a a joven argentina Luisa Deluchi, hija de genoveses, con la cual se casa a fines del siglo XIX y
que, a principios del XX daría a luz al quinto vástago de su prole, nuestro Discepolín, quien llegaría a apodar
“cambalache” a ese siglo en que le tocó venir al mundo.

Cuatro hermanos lo habían precedido: Amalia, que falleció a los dos años de edad, Armando y Rodolfo y, con varios
años de diferencia, Otilia. Así, Enrique se convirtió en el benjamín de la familia.

DISCEPOLÍN

El 27 de marzo de 1901 nació en la casa de la calle Paso el último vástago de la familia Discépolo, Enrique Santos,
tan magro y debilucho que necesitó toda la ternura de su madre y el amparo de sus hermanos mayores para
superar sus primeros años de vida.

A esta ternura materna, pronto perdida por la muerte de su progenitora, se referirá más tarde como una falsa
ilusión en su tango “Tres esperanzas”, en la que la acusa de engañarlo… “porque la vida me negó las esperanzas
que en la cuna me cantó”. Su infancia, que pudo ser feliz en un hogar bien constituido. Se vio ensombrecida por la
muerte de su padre cuando sólo contaba cinco años y la de su madre, tres años después.

Pero retornemos al infantil pasado de nuestro héroe. A poco de su nacimiento, el padre alquila una casa en el
mismo barrio del once, esta vez en la calle México entre Saavedra y la avenida Jujuy, en donde imparte lecciones de
piano, instrumento casi indispensable tanto en los hogares como en los locales de esparcimiento de la época. Su
alumno de piano José Luis Roncallo será quien ha de estrenar el tango con el que se dirá “que nació el tango”: nada
menos que “El choclo”, de Angel Villoldo, al que Enrique Santos, muchos años después, pondría perdurable letra.

En el mismo barrio y en una residencia cercana a la de los Discépolo está el conservatorio del profesor José De Caro
con cuyo hijo, Julio, iniciará Enrique una perdurable amistad.

Pero el niño, al que la camaradería atribuirá e apodo de Discepolín, es introvertido, tristón y sombrío aun antes de
tener que soportar las grandes desgracias familiares y quizás por su poca salud y su físico endeble, alejado de los
juegos callejeros y de los deportes. Por eso dirá en su “Autobiografía”: “De mi infancia conservo pocos recuerdos.
Mejor dicho, procuro no conservarlos. Tuve una infancia triste. No hallé atracción en jugar a las bolitas o a
cualquiera de los demás juegos infantiles. Vivía aislado y taciturno”. Y cuando recuerda que aquella desdicha que
parecía inmotivada se hizo más profunda por la pérdida de sus amados padres, concluye rotundamente: “Entonces
mi timidez se volvió miedo y mi tristeza desventura”.
Cuando se vayan develando las circunstancias familiares de los Discépolo, no parecerá tan inmotivada.

La evocación de esa triste infancia quizás fuera rememorada muchos años más tarde, en los melancólicos versos de
su tango “Cafetín de Buenos Aires”

Su padre: Santo -Nació en 1850


Discépolo -Viajó a Argentina desde
Nápoles y se instaló en
Buenos Aires, en el barrio
de Once
LA FAMILIA -Músico de profesión
-Director de la
-Abrió un conservatorio
banda
en su casa, y daba
municipal y de
lecciones de piano.
la banda de
Bomberos.
Su madre: Luisa -Nacionalidad argentina -Miembro de la
Deluchi -Hija de genoveses orquesta del
ENRIQUE antiguo Teatro
-Muere cuando Enrique
era muy pequeño. San Martín.
SANTOS

DISCÉPOLO
Sus hermanos -Amalia, falleció a los 2 años
-Armando
-Rodolfo
-Otilia

Nacimiento -Nació el 27 de marzo de 1901, en Buenos Aires


-Fue el menor de 5 hermanos
INFANCIA -Era muy pequeño y débil, por lo que necesitó
cuidados especiales de parte de su madre.

-Su padre murió cuando Enrique tenía 5 años


Primeros años -Su madre murió cuando Enrique tenía 8 años
-Fue un niño introvertido y extremadamente
tímido.

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