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ROSAS MERCEDES AYARZA

Nació en Lima el 8 de julio de 1881 y falleció de 1969, fue una notable compositora,
maestra de canto y gran difusora de la música peruana.

Rosa Mercedes fue hermana de Alejandro Ayarza quien fue un personaje central en
el criollismo peruano, así que siempre estuvo fascinada por el mundo de la música.

Recibió lecciones de canto y piano de Claudio Rebagliati y sobresalió como


intérprete. Su primera aparición pública como pianista fue a los ocho años. Desde
entonces conquistó la admiración de la sociedad de Lima.

Durante veinte años se consagró a la enseñanza. Fueron alumnos suyos Lucrecia


Sarria y Armando Villanueva y otros cantantes que llegarían a la Scala de Milán
como Alejandro Granda, Luis Alva y Ernesto Palacio.

Rosa Mercedes encontró en el terreno hasta entonces intransitado de la música


popular costeña y especialmente de las expresiones representativas del folcklore
limeño, un nuevo camino para alcanzar nuevos éxitos.

Haciendo acopio de datos y evocaciones, recurriendo a los últimos representantes


de la lira popular costeña: viejos negros y zambos cantores, guitarristas, copleros y
bailarines, y agregando a esa múltiple información sus recuerdos de niñez. De allí
surgió su famosa colección de “Antiguos Pregones Limeños”, sus numerosas
reelaboraciones pianísticas y vocales de antiguos modos populares, muchos de
ellos ya desaparecidos en la práctica colectiva.

Por otro lado, su creación propia se ha desenvuelto en el mismo sentido de su


experiencia artística, es decir, más a base temperamental e intuitiva que afianzada
en los rigores de la técnica.

Ella centró su actividad creadora en el aprovechamiento de ritmos, melodías y


motivos folclóricos. Sin duda se trata de una personalidad decisiva en el terreno del
arte musical en el Perú. Mostro siempre sus habilidades tanto en lo académico como
en lo popular, fue: compositora, maestra, promotora y recopiladora.
Hizo de su vida un acto de servicio desinteresado a la música peruana, fundó La
Escuela Nacional de Arte Lirico (Hoy absorbida por la Universidad de Música) y
formó la primera Sociedad Peruana de Autores y Compositores.

Ella fue quien convirtió admirablemente en “Los Pregones de Lima” a aquellos


cantos callejeros de los vendedores ambulantes que, desde el siglo XVII, se
transmitían de generación en generación. Esta obra fue estrenada en 1937 en la
Sociedad “Entre Nous”.

A lo largo de su obra podemos hallar canciones de gran fuerza lírica y delicadeza


melódica como “El picaflor”, “Tu ausencia es un silencio”, “Si mi voz muriera en tu
tierra”, “Canción de cuna”, hasta páginas de color popular y calidez rítmica como los
festejos “Congorito”, y “Negrito Congo”, pregones como “La picaronera”, “Frutero
Congo”, las zamacuecas “La jarra de oro”,” La rosa y el clavel”, “La cambalachera”
y “Viva Castilla”, las marineras “Soy peruana”, “Moreno pintan a Cristo”, y “San Juan
de Amancaes” y su exquisito tondero “Amor dolor”.

De entre los varios hitos importantes que marcó Rosa Mercedes Ayarza en vida,
hay dos: fue ella quien se encargó de transcribir a partitura “La concheperla”,
nuestra primera marinera, con letra de Abelardo Gamarra, el Tunante, y una
inspirada melodía de José Alvarado Alvaradito. Fue responsable, también, de que
por primera vez se presentara un espectáculo de folclor de la costa peruana en el
teatro Municipal, principal escenario de la capital que hasta entonces, ya que hasta
1938 estaba vedado para la música popular peruana.
ANDRES SAS

Andre Sas Orchasald, de origen belga y nacionalizado peruano, nació en París el 6


de abril de 1900. Su padre era belga y su madre francesa. Fue llevado a Bruselas
a la edad de 5 años donde estudió violín, armonía, contrapunto, fuga y composición
en el Conservatorio Real de Bruselas.

Estudió ingeniería química y música, y a los 19 años decidió dedicarse


exclusivamente a la música.

En 1924, el gobierno peruano lo contrató para enseñar violín en la Academia de


Música Alcedo, donde permanecería hasta 1927. En 1928 contrajo matrimonio con
la pianista peruana Lily Rosay y regresó a Bélgica, donde permaneció un año antes
de retornar al Perú, para residir definitivamente en Lima y nacionalizarse peruano.

Al año siguiente fundó con su esposa academia de música, llamada Academia Sas-
Rosay. La academia, en el distrito de Miraflores, tuvo reconocimiento oficial.
Pasaron por la academia 1.285 alumnos, incluyendo a los compositores Cesar
Bolaños y Édgar Valcárcel. La academia estuvo abierta hasta el año 1965.

En 1951, Sas fue director del Conservatorio Nacional de Música. A lo largo de su


vida se dedicó exhaustivamente a la investigación de la música folclórica peruana,
música que influyó profundamente en sus trabajos compositivos. Publicó en los dos
tomos de “La música en la Catedral de Lima durante el Virreinato”. Efectuó varias
transcripciones de compositores del Virreinato, algunas infortunadamente
extraviadas como la ópera “La púrpura de la Rosa” de Tomas de Torrejon y Velasco
y “La Pasión según San Juan”, de José de Orejón y Aparicio.

Es autor además de un Curso de Gramática Musical (1935) y de numerosos


ensayos sobre la música de los incas y la música colonial peruana. Uno de sus
mejores ensayos fue «La Música Culta en América: Consideraciones Sobre su
Estado Actual» (Revista Musical Chilena, No. 11 y No. 12, Mayo y Junio 1946).

Como compositor, escribió más de cincuenta obras basadas en su mayoría en la


música tradicional peruana, con títulos como “Aires y danzas del Perú y la Suite
peruana”. La mayoría de sus obras han sido publicadas por editoriales europeas.
Fallece en Lima en 1966
ALEJANDRO NUÑEZ ALLAUCA

Nació en Moquegua, 1943. Compositor y acordeonista de raíz cuzqueña. Sus


padres: Livia Allauca y Alejandro Núñez. Luego de una iniciación temprana en la
música con el acordeón, estudia en 1956 teoría musical con el Prof. Manuel Cabrera
Guerra, organista de la Catedral de Lima.

La evolución musical de Núñez Allauca se inicia en la infancia con sus


improvisaciones al acordeón basadas en motivos de música sacra, folklorica –
popular, de las regiones de Cusco, Cerro de Pasco y Lima. Compositor
fundamentalmente autodidacta desde temprano se dedica a escuchar y estudiar
modelos musicales heterogeneos.

Posteriormente estudia violoncello y pedagogía musical en el Conservatorio


Nacional de Lima. Mediante concurso internacional obtiene la beca Olivetti
Argentina (1969-1970) para realizar estudios a nivel post-grado en música
contemporánea y electrónica en el CLAEM del Instituto Torcuato di Tella de Buenos
Aires - dirigido por Alberto Ginastera - con Gerardo Gandini, Francisco Kröpfl,
Gabriel Brncic, Fernando von Reichenbach y Luis de Pablo.

En 1971, obtiene una segunda beca que le permite componer “Sinfonía ornamental”.
Es a partir de 1972 que alterna su profesión de concertista de acordeón y de
compositor en Estados Unidos y Perú. Y en 1987, se radica en Milán donde inicia
un nuevo período de intensa actividad como compositor. Su música se publica y
difunde en varias latitudes. Participa en Italia como parte del jurado de concursos
internacionales de composición, piano, canto.

Su estilo inicial fue tonal, luego pasó al atonalismo puntillista, para llegar a una etapa
"ornamental" con el uso predominante de adornos y ornamentos (neobarroco) -
sobre la cual incluso escribió un tratado titulado "La composición musical
ornamental" (1978).

En la actualidad se caracteriza por un personal nacionalismo o "neoindigenismo"


diáfano y tonal, debido a su constante utilización de medios de la música tradicional
andina, elaborada en composiciones intensas y de cuidada forma y con ecos del
neoromanticismo.
JOSE MARIA VALLE RIESTRA

Nació en Lima el 09 de noviembre de 1858. Sus padres lo llevaron a Inglaterra en


1867 e inició sus estudios en Londres, con un profesor particular de apellido Crepin.
De vuelta al Perú, los continuó con el profesor limeño Benjamin Castañeda.

En 1893, a los 35 años, volvió a Europa y realizó estudios de contrapunto, fuga y


orquestación con André Geldage, quien era un notable Maestro del Conservatorio
de Paris.

De nuevo en Lima, en 1897, Valle-Riestra no encontró el ambiente propicio para un


desarrollo organizado y fructuoso de su capacidad. Tuvo que ser empleado público.
Sin embargo, el compositor continuaba su ruta e iba creando lentamente sus obras,
destinadas en su mayoría al pozo de la producción inédita nacional.

Entre estas obras figuraba una ópera titulada “Ollanta”, la cual fue estrenada en
diciembre de 1900 por la compañía Lombardi. Era el primer intento de un músico
peruano de incorporar a la escena lirica motivos folckloricos indígenas. Iniciada en
los días de la ocupación del Ejército Chileno, fue de alguna manera su respuesta al
dolor de esos días. Pero la obra no alcanzó en su estreno el éxito apetecido, a pesar
de la afición local por el género y la participación de los cantantes de la compañía
italiana Lombardi, la asistencia del público fue escasa.

No satisfecho tampoco con el resultado artístico, decidió revisar Ollanta, que en su


opinión tenia reminiscencias de la Aida de Verdi, con coros, entradas triunfales y
motivos melódicos demasiado italianos. Revisada y transformada la partitura y
sustituida parte de su libreto, de Federico Blume, con una nueva encomendada al
poeta Luis Fernán Cisneros, Ollanta volvió a la escena 20 años después, el 22 de
setiembre de 1920, por la Compañía Bracale y bajo la dirección de Alfredo
Podavani.

La utilización de la temática pentáfona incaica y sus derivaciones mestizadas, y la


aplicación de giros propios, inspirados en esa gama, junto a un texto cargado de
leyenda, tradición heroica, de amores y sacrificios más un espectáculo de
imponente suntuosidad escenográfica, hicieron que el público y la critica la
acogieran con entusiasmo, a pesar de lo cual tuvieron que pasar 84 años para que
se volviera a presentar en el 2004 por la Compañía Prolirica dirigida por Luis Alva.

Para el musicólogo Arróspide de la Flor, Ollanta “todavía no es la concepción


musical que emerge de las raíces nativas del Perú, pero es, en alguna forma, la
actitud precursora del movimiento nacionalista que pocos años más tarde afloraría
en la pintura de José Sabogal y en la música recogida o inspirada en el folclor
peruano de Daniel Alomia Robles, Theodoro Valcarcel, Carlos Sanchez Málaga y
Roberto Carpio”

La obra de Valle Riestra comprende además el primer acto de la ópera Atahualpa,


dos zarzuelas, una opereta, algunas obras orquestales y vocales como en la “Elegia
para orquesta”, la “Misa de Requiem”, considerada por el propio autor como su
mejor obra, lieder y composiciones religiosas para coro a capella, entre las que
destaca un Ave María para voces femeninas.

Fue sub-director de la Academia Nacional de Música Alcedo y profesor de Teoría,


Solfeo y Armonía, de la misma.

Valle-Riestra, después de haber pasado sus mejores años en la penumbra propia


de un medio estrecho, tuvo que vivir sus últimos años en la obscuridad absoluta,
pues murió ciego en Lima en 1925.
ROBERTO CARPIO

Nació en Arequipa en 1900, fue hijo de Faustino del Carpio, un pianista de bar.
Estudió en el Colegio Ballón, y luego en la Facultad de Letras de la Universidad de
San Agustín. Debido a la ausencia de un conservatorio en su ciudad natal, su
formación musical comenzó con su padre y, componiendo desde muy joven, terminó
haciéndose compositor de manera autodidacta. Recibió algunas clases de Luis
Duncker Lavalle y Francisco Ibáñez.

Luego de permanecer algún tiempo en Bolivia, en 1935 se trasladó a Lima. En esta


ciudad se desempeñó desde 1937 como pianista en la Radio Nacional del Perú y
acompañante de instrumentistas y cantantes, para luego desempeñar la docencia
de Piano y Armonía en el Instituto Musical Bach, entre 1935 y 1945. En el año 1943
fue designado Secretario-Tesorero de la Academia Nacional de Música Alcedo, hoy
llamada Conservatorio Nacional de Música del Perú, de la cual llegó a ser director,
entre los años 1954 y 1960. En 1945 obtuvo el Premio Nacional de Música "Luis
Duncker Lavalle" por su Tríptico para piano, de 1932. En 1953 obtuvo el primer
puesto en el Concurso de canciones Escolares convocado por el Ministerio de
Educación.

Sustentador de un estilo depurado y severo, estuvo atento más a la esencias que a


las superficies tipistas de la música indígena peruana. Carpio desarrolla su concepto
musical dentro de un ambito escuetoy libre por completo de esa retórica tan habitual
en los compositores de lo folcklorico, que nada o poco intervinieron en sus
creaciones.

El lirismo dentro de él se manifiesta preferentemente en sus canciones, sobrias de


forma, muy concretas en su función expresiva y siempre de elegante línea. Se le
considera una música perfectamente ubicada en el tiempo, pero libre del calificativo
de “moderna”, palabra que suele usarse más con la intención de adoptar una
“actitud” que para definir una “aptitud”. Aptitud demostrada sobre todo por el hecho
de tratarse de un compositor absolutamente autodidacta.
Ya desde sus primeras obras, Carpio mostró la intención de conjugar en su lenguaje
los procedimientos armónicos de la tradición europea con los giros melódicos y
rítmicos de la música popular y tradicional, en una suerte de mestizaje que definió
toda una corriente.

Siendo autodidacta, Carpio no consiguió la formación musical completa y a pesar


de la gran coherencia de sus composiciones y su alejamiento de la tonalidad, fue
básicamente intuitivo. Así lo testimonia el hecho de que en una entrevista, al tener
que explicar una armonía interesante, sólo dijera "Puse allí ese acorde porque me
sonaba bien".

Carpio es parco en su producción, pero a pesar de ello tiene en su haber una labor
muy valiosa como difusor de la música latinoamericana y especialmente de la
peruana.

Algunas obras destacadas de Carpio son: Payaso (1933), la Suite (1939) y 4


Nocturnos, todas para piano, y canciones como "La Cristalina Corriente" con texto
del poeta arequipeño Mariano Melgar y otras con textos de otros poetas peruanos
como Guillermo Mercado, Mario Chabes y José María Eguren, que están
consideradas entre las mejores del repertorio peruano del lied.

Falleció en Pisco en 1986.


ALFONSO DE SILVA

Alfonso de Silva Santisteban nació en el Callao, 22 de diciembre de 1902 .

Como la mayoría de los compositores peruanos de las primeras generaciones del


siglo XX, Silva fue autodidacta. Se inició en la música estudiando el violín con Sante
Lo Priore y Nello Secchi y piano con Federico Gerdes en la Academia Alcedo (que
se transformó posteriormente en el Conservatorio Nacional de Música del Perú). Sin
embargo, sus éxitos como violinista y pianista reposaban fundamentalmente en sus
cualidades expresivas, que compensaban con exceso la falencia virtuosista. Por ello
en la Academia fue considerado un alumno indisciplinado y de bajo rendimiento,
que prematuramente y sin la técnica necesaria perdía el tiempo escribiendo
melodías y bocetos de canciones.

Sin embargo, José Maria Valle-Riestra había tenido la oportunidad de comprobar


que Silva estaba perfectamente capacitado para la ejecución del Concerto de Bériot
y lo impuso en un programa de fin de año de la Academia. El éxito fue notable y
como resultado de esto pudo obtener el título de Profesor Auxiliar. Pero él quería
ser compositor, así que se retira de ella y se entrega a un autodidactismo fervoroso,
que pronto empieza a dar frutos en breves y finas páginas de un lirismo encantador.

Convertido ahora en un romántico refinado, cultiva esta imagen en los salones


limeños y da a conocer sus obras como lo hacía Schubert en la Viena de la primera
mitad del siglo XIX.

Silva cultiva sus aficiones literarias, vuelca su fantasía poética y sus afectos
familiares en piezas para piano como “Poemas Ingenuos”, inspirada en “Escenas
Infantiles” de Schumann. Sin embargo, es en las canciones, compuestas la mayoría
entre los 15 y los 21 años, en que su sensibilidad poética y musical se expresa con
plenitud. Las 15 canciones que compuso en ese corto lapso forman un ciclo por la
íntima relación poética y musical que guardan.

En la vida de Silva aparece Antonio Padilla, Cónsul de España, hombre muy


cultivado en música que asume el papel generoso de consejero de aquel joven
talento. Padilla hizo conocer a Silva el lieder de Hugo Wolf y de otros compositores
románticos que eran un descubrimiento para el joven músico, y le consiguió una
beca para estudiar en España en el Conservatorio de Madrid.

En 1921 viaja a Madrid en donde visita esporádicamente el Conservatorio, pero


asiste a conciertos en los que escuchó “La Siesta de un Fauno” de Debussy, “Dos
Retratos” de Béla Bártok y “el burgués gentilhombre” de Richard Strauss. Esas
audiciones fueron para Silva verdaderas clases de orquestación que luego las puso
en práctica en sus dos obras sinfónicas: “Canción Amarilla” e “Instantes”.

Al abandonar su beca española, se traslada a París después de una permanencia


corta en Berlín. En 1924 regresa a Perú donde organiza una serie de recitales con
sus obras y un concierto sinfónico con las obras mencionadas. Es presentado al
Presidente Leguía, quien lo reenvía a Europa, estimulado por el aplauso del público
y el unánime elogio de la crítica local. Pero los planes en París no responden a las
expectativas que se tenían en Lima, por lo que resuelve volver.

En 1929 regresa a Lima, donde se relaciona con Roberto Carpio y Carlos Sanchez
Málaga, músicos arequipeños que se habían radicado en Lima y que con
entusiasmo difundían sus composiciones para piano.

Lamentablemente su regreso lo llenó de amargura y lo consumió hasta enfermar


gravemente. Murió el 7 de mayo de 1937 a la edad de 34 años.

Si bien su obra no fue vasta como la de otros compositores, pero en su precaria


cifra bastan los doce Lieder para salvar su nombre y señalarlo con satisfacción como
un excelente compositor. Indudablemente Schubert y Schumann le dieron su
inspiración en el lied, asi como Rimsky y Ravel fueron sus guías orquestales. Guias
en los procedimientos, porque la personalidad propia quedó marcada en giros
inconfundibles de su carácter expresivo.

Su producción demuestra, incluso en sus obras más tempranas, una buena intuición
musical y un tratamiento seguro de los recursos al servicio de una expresión
esencialmente lírica. Fue uno de los mejores compositores de lied en la historia de
la música peruana. Sus canciones carecen de efectismos y tienen una melodía fiel
al texto, que consigue que la música por momentos supere a la misma palabra en
cuanto a precisión poética.

Se le considera un representante del romanticismo musical tardío, que algunos


estudiosos consideran en la historia de la música académica peruana como "el
modernismo musical". Escribió la mayoría de sus obras alrededor de los veinte
años, y si bien se han conservado composiciones de gran valor de los últimos años
de su vida, su obra se encuentra casi en su totalidad inédita.
CLOTILDE ARIAS

Clotide Arias nace el 20 de junio de 1901 en Arequipa. Perteneciente a una familia


acomodada vinculada al rentable negocio de la extracción de caucho, decide viajar
en 1923 a la ciudad de Nueva York con la intención de hacer estudios en música.

La Gran Depresión la encontró en plena realización de sus estudios y tuvo que


solventar estos ejerciendo diversos oficios. El más recurrente era el de traductora,
sobre todo publicitaria. Sin embargo, también hacía pequeñas composiciones de
música tanto en su tramo culto como popular. Con esos oficios, Clotilde Arias fue
abriéndose camino en la emergente y pujante industria de la publicidad en los
Estados Unidos. Madre soltera, se hizo cargo no sólo de su único hijo, sino de un
mundo reservado para hombres en el ámbito laboral desde donde ella se movía.

En 1945, cuando se dio el fin de la Segunda Guerra Mundial y con el triunfo aliado
ya en la bolsa de éxitos de la nación del norte, le llegó la convocatoria para traducir
el himno estadounidense: emblemático y sagrado para el 99.9% de su población.

El tamiz de Arias respecto a la música fue muy rico, abarcando tanto la obra culta
como el tramo popular. Ella abarcó muchos ámbitos: desde una sinfónica,
filarmónica, como en bandas de jazz y tonadas publicitarias.

Con más de un centenar de obras, entre clásicas-selectas y populares, quizás el


producto emblemático de Arias es "Huiracocha", un tema específico diseñado como
aria operística tanto para el registro de una soprano como para un tenor.

Huiracocha, es uno de los dioses más importantes de la cultura inca y se considera


como el creador de todo el Universo y está estrechamente vinculado con el mar.
Huiracocha creó el Universo, el sol, la luna, las estrellas, el tiempo y la civilización
misma.

Esta composición de 1941 por Clotilde Arias es un homenaje a este dios y es su


manera de colocar a todos los pueblos indígenas de las Américas en un lugar
especial, en particular a los pueblos de los Andes y del Perú. “Huiracocha” es una
exaltación y una especie de lamento.
Arias se consideraba experta en la música incaica y compuso muchas canciones en
ese estilo. Lamentablemente su obra no fue difundida en su propia tierra.

Perteneció a la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores de Música


(ASCAP), que protege los derechos de ejecución de los músicos.

Fallece el 6 de mayo de 1959


THEODORO VALCARCEL

Nació en Puno el 19 de octubre de 1900. Huérfano de padre a los ocho años, su


madre alentó sus inclinaciones musicales y lo envía a Milán en 1914, después de
haberse iniciado en el estudio del piano brevemente con Luis Dunker en Arequipa.

Obligado por las condiciones bélicas, apenas pudo permanecer dos años en Italia,
tiempo insuficiente para adquirir los conocimientos técnicos que necesitaría para
sus aspiraciones creadoras.

De regreso en 1916, residió alternativamente en La Paz, Puno, Cuzco y Arequipa,


hasta que decidió volver a Lima en 1920, en donde sus primeros ensayos
presentaban notorias influencias de los músicos impresionistas. Pero al mismo
tiempo empezaba a manifestar su inclinación hacia la temática folcklorica indígena,
que revestía con sonoridades de una modernidad desusada, pues hasta entonces
la música nativa peruana no había sido tratada de tal manera.

Valcarcel, siguiendo los imperativos de su raza, fue uno de los primeros en tomar
una nueva ruta, haciendo uso de un lenguaje cuya modernidad definía
perfectamente el avance propio de la generación siguiente a la de Valle Riestra, el
cual compuso Ollanta. Abandonó entonces esas veleidades impresionistas y
acrecentó su repertorio peruano con todo lo que le permitía sus recursos
autodidactas.

Valcarcel volcó en sus composiciones su fuerte personalidad, talento e imaginación,


uso ese panorama inmenso de la música y de los ritos autóctonos, los cuales se
ofrecían en plena virginidad a un músico que no sólo era “nato” sino “nativo”, que
sintió el deber y el derecho de llevarlo a una metamorfosis a través de su fantasía
estilizadora, efectuando una transposición de lo arcaico a lo moderno.

Tuvo además la virtud de no limitar su función al simple papel de recopilador


folcklorico o arreglador de piezas exóticas para el consumo turístico, pues se atrevió
a realizar verdaderas transformaciones y a crear por su propia cuenta estampas de
valor evocativo, basándose en las formas rituales de cantos y danzas tradicionales
y agregándoles el atractivo de una reelaboración rítmica, rescatando una literatura
ancestral que se perdía en las más lamentables condiciones.

La muerte, demasiado apresurada, cortó una actividad de la que debía aún


esperarse una lógica etapa de madurez y perfeccionamiento.

Valcarcel tuvo una copiosa producción, lamentablemente mucha de esta sigue


inédita.

Falleció el 20 de marzo de 1942.

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