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CONCURSO
INSPECTORES TITULARES DE EDUCACIÓN ECUNDARIA
DOCUMENTO DE APOYO
1. Introducción
Desde este contexto los propósitos del documento son los siguientes:
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primera vez la obligatoriedad de este nivel de enseñanza. Asimismo, es también parte
del horizonte de derecho garantizado por la Ley Provincial 13.298 de Promoción y
Protección Integral de los derechos de los niños/as, inscripta en la normativa
internacional establecida por la Convención Internacional de los Derechos de los
Niños:
El cumplimiento de estos propósitos para todos y todas los/ las jóvenes implica revertir
su origen selectivo. Históricamente, el nivel secundario se constituyó como un ciclo de
carácter no obligatorio y preparatorio para el ingreso a los estudios superiores,
reservado para las futuras “clases dirigentes”.
La escuela secundaria argentina nace en 1863 con la creación de Mitre del Colegio
Nacional de Buenos Aires y la sucesiva fundación de colegios nacionales en las
principales capitales de provincia. Entre 1865 y 1898 se fundan colegios en:
Catamarca, Tucumán, Mendoza, San Juan, Salta, etc., con un currículo destinado a la
formación política de las elites provinciales y la preparación para la educación
universitaria.
3
Ley de Educación Provincial Nº13.688, art.5.
3
dirigentes. La escuela secundaria se convirtió entonces en la antesala para ingresar a
la universidad.
Su crecimiento fue pausado en las primeras décadas y poco a poco fue aumentando
su matrícula, llegando en la década del primer peronismo a lograr un importante
impulso de crecimiento de casi 20 puntos porcentuales. Cabe señalar que la
expansión de la matricula, es decir la incorporación en las aulas de las escuelas
secundarias de más estudiantes, no fue acompañada de cambios en las estructuras
organizativas de dichas escuelas, por tanto no alcanzaron a constituirse modelos
pedagógicos alternativos al bachillerato tradicional (Gallart,M.A, 1984, Dussel, I. 2008)
Más tarde, las reformas educativas realizadas en distintos países de América Latina
durante la década de los años 90 se propusieron aumentar los niveles de cobertura de
la educación básica. Si bien más jóvenes accedieron a este nivel de enseñanza, la
escuela secundaria fue atravesada por importantes procesos de fragmentación y
deterioro de la condiciones para la enseñanza y para el aprendizaje.
En los últimos años se llevaron a cabo distintas acciones de política educativa a través
de programas y actividades específicas con el fin de promover la inclusión educativa
de adolescentes y jóvenes en este nivel del sistema educativo.
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Este horizonte señala que hay mucho por hacer, que es necesario establecer líneas de
trabajo graduales y sostenidas en el tiempo que posibiliten alcanzar el derecho social a
la educación.
Este momento histórico nos encuentra, por tanto, con grandes deudas sociales en
cuanto a garantizar el derecho a la educación pero también, nos encuentra con
muchas experiencias, proyectos y propuestas que los equipos directivos y docentes
fueron desarrollando en función de generar condiciones de ingreso y permanencia de
los estudiantes en la escuela secundaria.
4
Al respecto ver el análisis que realiza Popkewitz respecto a los Paradigmas de la
Investigación educativa en su trabajo Paradigmas e ideología en investigación educativa,
Mondadori, Madrid, 1988.
5
Ver: teorías del conflicto social en Karabel y Halsey. Karabel, J. y Halsey, H. : “La
investigación educativa : una revisión e interpretación”. En Karabel y Halsey (comp.) (1976):
Poder e ideología en educación, Oxford University Press, Nueva York. Traducción de Jorge
Vatalas, UPN, México.
5
entender la realidad como algo dado, acabado, sólo pasible de ser aprehendida,
descripta, objetivada y transmitida.
Por otro lado, en nuestro hacer está implícito nuestro bagaje teórico y de conocimiento
como dos vertientes inseparables. La experiencia de una práctica conceptualizada,
retroalimenta a su vez, y corrige la teoría sea por rectificación o ratificación. Siguiendo
a Freire, en el trabajo educativo, lo primero que hay que pensar, leer, entender es la
realidad concreta. La lectura del mundo es el punto de partida de toda teoría y por otro
lado, el conocimiento construido en la teoría promueve determinadas líneas y modos
de accionar.
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Algunos autores aluden al fenómeno de exclusión dentro del sistema educativo en la
menor calidad de los aprendizajes de los jóvenes que asisten a escuelas
empobrecidas6 y en la selección escolar que se trasladó desde la etapa previa al
ingreso, al interior del nivel, en las distintas formas de fracaso escolar y posterior
abandono7.
Esta situación nos insta a trabajar no sólo para el acceso a la educación secundaria
sino también para garantizar la permanencia en la misma, con lo cual adquiere
especial relevancia el trabajo pedagógico de apoyo y sostén de los aprendizajes
escolares.
3. Tensiones
Plantear una escuela secundaria obligatoria para todos los adolescentes y jóvenes
implica centrarla en los sujetos, en primer lugar, en los jóvenes, entendiéndolos como
actores sociales con capacidad de acción, como sujetos, tomando distancia de las
miradas estigmatizantes y hegemónicas que leen a las juventudes en clave de
incapacidades.
“La apuesta teórica es pensar la juventud como relación, al joven como posibilidad, lo
que incluye todas las caras. La posibilidad no es positiva en el sentido de lo bueno, “lo
deseable”, sino en el sentido de poder hacer, del reconocimiento de las capacidades
del sujeto. Salirse de la medición de la “normalidad” (DGCyE, op. cit.). En este sentido
es que se habla de juventudes en plural, en las múltiples formas de ser joven. Es en
este sentido que la escuela Secundaria también debe reconfigurar el lugar de los
adultos directores, profesores, preceptores, entre otros, repensando el concepto de
autoridad en términos de autoridad simbólica, basada en el conocimiento y también
desde su lugar de cuidado y protección.
La escuela secundaria que se plantea como obligatoria es una escuela que debe
organizarse para que todos los sujetos adolescentes, jóvenes y adultos asistan a ella,
aprendan, la finalicen y obtengan una certificación que les acredite los saberes
adquiridos.
6
E. Tenti Fanfani. La escuela y la nueva cuestión social. S XXI, Bs. As., 2007.
7
A. Campelo, F. Grinsztajn, A. Roisentraj y P. Viel. “El asesoramiento como colaboración para
la mejora institucional” en Novedades Educativas Nº159. Marzo de 2004.
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Otra de las tareas que tienen como origen una tensión es hacer una escuela que
incluya a todos los sujetos como estudiantes a cargo de adultos capaces de reconocer
en los jóvenes saberes propios, sabiendo que mucho de lo que saben los jóvenes es
ignorado por algunos adultos y, quizás por ignorado, en ocasiones tampoco es
reconocido como saber.
Cabe preguntarse entonces cuáles son las tensiones, las oposiciones, los lugares
nuevos que aparecen en esta institución cuando debe cambiar su historia y leer sus
problemas en esta clave?.
Esta escuela habitada por jóvenes y adultos también porta representaciones que cada
uno de estos actores tiene sobre los Otros. En este sentido “el problema de la
representación no está limitado a una cuestión de denominación de la alteridad. Hay
sobre todo una regulación y un control de la mirada que define quiénes son y cómo
son los otros. Visibilidad e invisibilidad constituyen en esta época mecanismos de
producción de la alteridad y actúan simultáneamente con el nombrar y/o dejar de
nombrar” (Skliar – Duschatzky, 2001)
Quién es el otro?, conocer lo que se piensa sobre el otro, sus saberes, sus
pensamientos, sus deseos, describe la escuela como lugar de
encuentro/desencuentro, protección/desprotección de algunos o de todos estos
sujetos sobre aquellos que son diferentes o que se les asemejan.
El reconocimiento del otro, de los otros escuela la configura tanto como las
condiciones materiales que se necesitan para poder enseñar y aprender. Entonces se
considera parte de la tarea indispensable de los niveles de supervisión poder
interpretar el lugar que cada actor institucional le da a los otros y en qué sentido.
¿Cuál es el lugar que existe en la escuela para la expresión de los saberes propios?
¿Cuánto conocen los adultos acerca de los saberes de los jóvenes?
¿Cuáles son las expresiones o en qué lugares institucionales los estudiantes muestran
lo que saben?
¿Cuánto de lo que saben los estudiantes conocen los docentes?
¿Cuánto de lo que saben los docentes conocen los estudiantes?
¿Los saberes no escolares entran en la escuela?
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¿Cuál es el vínculo que unos y otros tienen que los conocimientos de la actualidad que
aún no han encontrado expresión formal en la escuela, sobre todo los saberes de las
nuevas tecnologías, las nuevas maneras de leer y escribir especialmente?
¿Cómo se organizan los tiempos entre sujetos que han estructurado esta categoría
(tiempo) y otras (espacio, simultaneidad, etc.) de maneras muy diferentes?
¿Cuánto lugar hay para los saberes de unos y otros más allá de los tiempos de las
materias?
¿Cuánto se tarda en afirmar sobre el conocimiento o la ignorancia de los otros?
Pensar y, por lo tanto, construir la escuela como lugar protegido para jóvenes y
adultos, estudiantes y docentes, compromete acciones desde el Estado a través de
sus decisiones de política central expresadas en la normativa que se defina, en la
realización de acciones de construcción de edificios, refacciones, suministro de
servicios, equipamiento, de cobertura de horas de clase, todas condiciones materiales
indispensables para estar bien en la escuela. Pero, al mismo tiempo generar las
condiciones para que la escuela sea un lugar protegido también compromete al
Estado, a través de sus equipos de intervención y supervisión, a conocer las
condiciones simbólicas del intercambio en las escuelas, saber cómo se incluye, cómo
se excluye, cómo se expresa el pensamiento de los otros, cuáles son los juicios que
esta expresión genera, cuáles los prejuicios, entre otras cosas.
Quizás una de las claves para poder leer las condiciones intangibles de la
configuración de las escuelas es no olvidar que la tarea es hacer obligatoria la
secundaria desde una escuela que no lo es y que, además, quizás muchos de sus
actores consideran que no debe serlo.
Finalización y calidad
Los estudiantes asisten a una escuela organizada en una sucesión de horas de clase
que presenta la enseñanza de las materias definidas en los diseños curriculares con
recreos que producen interrupciones entre esas horas que muchas veces implican el
cambio de materias.
Cuando se trabaja para que todos vayan a la escuela, para la inclusión de todos y
todas quizás estos son los sujetos de la principal preocupación y frente a los datos y
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frente a las distintas situaciones muchos docentes y muchas escuelas han pensado
que quizás no haya que prescribir una sola manera de ir a la escuela.
Las iniciativas que con respecto a distintas formas de ir a la escuela se desarrollan en
la Provincia son inclusivas, dan dimensión a los otros y se confrontan muchas veces
con críticas con respecto a su calidad.
Se considera que no sería posible trabajar para la inclusión y la obligatoriedad del nivel
si no pudiese interpelarse la organización de la escuela, las maneras de escolarizarse.
4. Complejidad
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escolares de los adolescentes y jóvenes, lo cual lleva a buscar estrategias comunes
para todo el nivel y al mismo tiempo, atender a la diversidad.
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Del Marco General de los Diseños Curriculares ES 1, 2 y 3.
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La elaboración de propuestas de enseñanza desafiantes del pensamiento de los
jóvenes, con vinculaciones explícitas a los saberes teóricos, son parte de las
propuestas didácticas de los diseños y son el eje de la capacitación docente que al
respecto, todos los años se organiza e implementa desde la Dirección de Capacitación
y la Dirección Provincial de educación Secundaria (DPESEC).
En algunas escuelas todavía se enseña, por ejemplo, análisis sintáctico de manera tal
que lo que se aprende es a marcar con color palabras por categorías de funciones, el
currículum editorial plantea actividades en las cuales la comunicación se estructura en
emisor, receptor, canal, código y mensaje, los cálculos numéricos por repetición
pueblan los pizarrones de matemática, entre otras cosas.
Para dicha articulación los diseños curriculares presentan componentes que dan
indicadores para la supervisión de los problemas que pueden aparecer en la
enseñanza de contenidos disciplinares, sobre todo teniendo en cuenta que ningún
director ni inspector sabe de todas las disciplinas.
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