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ALMADRABA: UNA VISIÓN

DIACRÓNICA DE LA PESCA EN LA BAJA


ANDALUCÍA Y SU IMPACTO COMO
PATRIMONIO INMATERIAL EN LA
ACTUALIDAD
NOCIONES DE HISTORIOGRAFÍA Y TEORÍA DEL PATRIMONIO

19 DE NOVIEMBRE DE 2018
MÁSTER DE PATROMINIO, ARQUEOLOGÍA E HISTORIA MARÍTIMA UCA
JOSÉ LUIS RAMÍREZ AMADOR
Justificación
La pesca del atún en el estrecho de Gibraltar se ha convertido en uno de los
espectáculos más impresionantes que se pueden apreciar en la actualidad en la costa
gaditana. Esta pesca de túnidos, que hunde sus raíces ya en tiempos prerrománicos, ha
provisto a multitud de familias a lo largo de generaciones, contando en la actualidad
como un importante patrimonio inmaterial y de arraigada tradición en el sur peninsular,
especialmente en los pequeños municipios pesqueros que riegan el borde sur-atlántico.
Con este ensayo se pretende dar voz a una tradición que se ha hecho eco como
patrimonio a nivel mundial y cuyos productos, el atún rojo de almadraba, son
demandados y reconocidos en los mercados gastronómicos más importantes del
mundo.

Almadraba, el arte de la pesca

Según Narbona (1982) podemos hablar de la almadraba como el arte de la pesca


formado por un conjunto de barcos y redes dedicados a la pesca del atún (en su
denominación atún rojo), y de otras especies de menor tamaño, como la caballa o el
visol. La técnica, que ha evolucionado poco a lo largo de los siglos, está centrada en la
concentración de peces para su posterior intersección en las redes. Tradicionalmente
se reconocen tres tipos de almadraba (Sáñez-Reguart, citado en Frías y Montoña,
2005): La de vista o tiro, empleada en el siglo XVIII; la de montevela nacida en el siglo
XX, caracterizada por el uso de aparejos fijados al fondo y en tierra firme mediante
anclas; y la de copo o buche, utilizando redes móviles y siendo la más utilizada en la
actualidad.

Esta pesca es debido al tránsito del atún, que baja desde aguas frías del Círculo Polar
Ártico, para adentrarse en las cálidas aguas mediterráneas, en un proceso migratorio
de reproducción, cruzando a su paso el estrecho. En dicha travesía es donde se ubica
este enjambre de redes conocido como la almadraba. A su paso el atún queda atrapado,
en un proceso de acorralamiento, y a la vista de una cantidad considerable de
ejemplares se procede con la famosa “levantá”, que consiste en la subida de las redes
de pesca, produciendo el ascenso a superficie del atún. Esta “levantá” propicia el inicio
de la “lucha” entre pescadores y el atún. Finalmente se recogen los especímenes
seleccionados.

Una visión diacrónica de la almadraba

Frías-Castilejo y Moya-Montoña (2005) en su obra “Almadraba: una pesquería milenaria


a través del documenal” nos remonta a tiempos prehistóricos, reconociendo en ellos
actividades relacionadas con el aprovechamiento de los recursos marinos, como
podemos reconocer en restos de ictiofauna. Estas técnicas irán evolucionando a lo largo
del tiempo en la costa gaditana, hasta época protohistórica, donde podemos encontrar
anzuelos, aparejos, restos de redes etc. Acompañadas de fragmentos de vasijas y restos
de las primeras factorías de salazones. Estas primeras evidencias han sido datadas en
época Fenicia en los municipios de Barbate y Chipiona. En tiempos romanos comienza
a proliferar un gran número de fuentes descriptivas, que por fortuna, nos han llegado a
nuestros días, proporcionándonos información sobre las diferentes especies, aparejos,
sistemas de captura e incluso hablándonos sobre consumo. Siendo el atún un producto
consumido, en su mayor parte, por las clases medias-altas y la caballa por las clases más
pobres. Tras la caída del imperio romano, las fuentes que nos han llegado sobre la pesca
del atún en el estrecho son realmente escasas, especialmente en el periodo
altomedieval. Se piensa que dicha escasez de indicios, de esta actividad, puede estar
relacionada con la inestabilidad política, y en época musulmana con la poca
importancia que tenía esta factoría en la economía andalusí. Es ya en época Bajo
Medieval cuando esta actividad vuelve a cobrar importancia. Por un lado el aumento de
la demanda por parte de los reinos cristianos que reocupan el sur peninsular, y por otro
el interés de la alta nobleza en controlar las factorías de almadraba, lo que impulsa un
nuevo aumento de documentación escrita.

Es en el siglo XV cuando cobra realmente una importante relevancia y empuje


económico en el comercio marítimo andaluz. Nos ha llegado un importante volumen
de información sobre pleitos territoriales, dándonos indicios de la importancia
económica de la almadraba. En el siglo XIII la Corona concede importantes privilegios
de exclusividad a la casa de Medina Sidonia, concretamente en 1299 para la pesca,
producción y comercialización del atún. A lo largo de la edad moderna sus posesiones
fueron en aumento hasta abarcar la casi totalidad del litoral subatlántico, incluyendo
las dos de mayores rentabilidad: Conil y Zahara. Con un homólogo en el litoral
levantino, el Marqués de Denia. La importancia económica fue tal, en dicha época, que
produjo numerosos conflictos y pleitos, llegando incluso al enfrentamiento entre el
duque de Medina Sidonia y el Marqués de Cádiz. Esta actividad alcanza en el siglo XVI
su mayor apogeo. La concesión de privilegios a las casas señoriales continuará hasta
1817, cuando se produce una abolición general y los derechos pasan a mano del Estado,
quien asumirá, a partir de ese momento, las competencias licitas en las concesiones de
explotación.

A finales del siglo XIV se produce un declive, creándose una Comisión Permanente de
Pesca en 1865, cuyo fin es regular las licitaciones. En 1924 se promulga un nuevo
Decreto Real para la concesión de arriendos y que no es abolido hasta 2002. A lo largo
del siglo XX la actividad ha ido disminuyendo debido a sus elevados costes y baja
rentabilidad, cerrando la totalidad de las almadrabas levantinas y quedando
exclusivamente en territorio peninsular las del estrecho.
La almadraba en la actualidad

En la actualidad la almadraba se arma únicamente en torno al estrecho de Gibraltar,


debido a la escasez y dispersión de los bancos de estos peces en el Mediterráneo. Las
calas de almadraba más importantes en la actualidad se sitúan en Conil, Barbate,
Zahara, Tarifa y en Ceuta. El principal problema que están viviendo estas almadrabas
es el crítico descensos que están viviendo la especie capturada, conocido como atún
rojo y cuyo nombre científico corresponde con Thunnus thynnus. Esta escasez está
provocada por la sobreexplotación (debido a las nuevas técnicas de pesca) y la
contaminación de las aguas.

El principal mercado importador de este atún es el mercado japonés, donde los precios
de estos especímenes llegan a alcanzar grandes cuotas. A pesar de la disminución de
capturas, este mercado reportaba grandes beneficios gracias a la alta demanda del
mercado nipón. Pero en los últimos años se está produciendo una importante
disminución de los beneficios provocado por la creación de granjas de engorde de atún
en el Mediterráneo. Estas granjas están provocando una fuerte polémica debido al
impacto ecológico y a la paulatina pérdida de un arte de pesca respetuoso.

La almadraba como patrimonio inmaterial

Antes de hablar de la almadraba como patrimonio inmaterial, deberíamos definir el


concepto que vamos a tratar. Según la UNESCO el patrimonio inmaterial-cultural es
aquel que no se limita a monumentos y colecciones de objetivos, sino que comprende
también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y
transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del
espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos
a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional.

Pese a su fragilidad, el patrimonio cultural inmaterial es un importante factor del


mantenimiento de la diversidad cultural frente a la creciente globalización. La
comprensión del patrimonio cultural inmaterial de diferentes comunidades contribuye
al diálogo entre culturas y promueve el respeto hacia otros modos de vida. La
importancia del patrimonio cultural inmaterial no estriba en la manifestación cultural
en sí, sino en el acervo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en
generación.

Por tanto, la almadraba debe considerarse no únicamente como una actividad


comercial, sino como un patrimonio inmaterial que debemos preservar. Nuevamente
hay que recomponer una visión diacrónica para entender la almadraba como
patrimonio inmaterial. La actividad de la almadraba andaluza-subatlántica nace como
una importante actividad económica en la zona, que a partir de la Edad Moderna se
vincula a la casa Ducal de Medina Sidonia. Esta actividad ha presentado importante
rentabilidad en el transcurso de los siglos, hasta la actualidad, cuando se produce
paulatinamente un descenso de su rentabilidad desde el punto de vista meramente
económico. Sin embargo, esta pérdida a nivel industrial-económica se ha visto
compensada en los últimos años por la demanda cultural de la población, reconociendo
la almadraba como una pesca artesanal, ecológica y socialmente sostenible, basada en
una tradición heredada. Según Florido (2017) es esta característica la que califica a la
almadraba como un patrimonio etnológico, que crea un conjunto cultural en base a sus
artefactos tecnológicos, conocimientos y paisajes. Esta forma de pesca está
estrechamente vinculada a las formas de vida, cultura, actividad y modos de producción
en aquellos pueblos pesqueros en los que se practica, según viene recogido en art. 61
de la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía.
El auge para la conservación del patrimonio inmaterial en los últimos años ha
proporcionado un tratamiento y relación paradójica que nos ha permitido conectar y
adquirir una conciencia crítica a la hora de valorar la importancia de este bien,
relacionando un vínculo entre la población gaditana y su mar. Es por ello que en 2010
nace una iniciativa para declarar la almadraba como un Bien de Interés Cultura (BIC),
con el objetivo de poder preservar la técnica y la tradición. Para ello, se han establecido
cuotas de capturas muy reducidas y preservación como un bien inmaterial y común. La
iniciática como BIC fue impulsada por los principales ayuntamientos de los municipios
pesqueros y la Diputación Provincial de Cádiz, y finalmente aprobada por el Parlamento
Andaluz en marzo de 2011.

Conclusiones

El aumento en los últimos años de la demanda cultural nos está permitiendo apreciar
una proliferación de costumbres y tradiciones fuertemente arraigadas en nuestra tierra
y que en muchos casos están en peligro de extinguirse. Gracias a las nuevas propuestas
desde los gobiernos centrales, autonómicos, provinciales y municipales se está
conservando nuestra cultura material, pero también inmaterial, nuestras raíces se
mantienen vivas y podemos conectar nuestro pasado con nuestra actualidad y crear un
vínculo que nos permitan conocernos y reconocernos con nuestro entorno más
cercano.
La conservación de la almadraba como bien inmaterial en la costa sur-atlántica es de
vital importancia como seña de identidad, pues el gaditano, sus costumbres y sus
tradiciones más arraigadas no pueden ser entendidas sino se conoce su conexión con el
mar y su vinculación social-económica con la pesca. Como tantas veces nos recordó el
tan ilustre Rafael Alberti, hijo de esta tierra.
Bibliografía

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OLIVER NARBONA, M. (1982) "ALMADRABAS DE LA COSTA ALICANTINA". Alicante. Universidad
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