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¿Cómo es que las plantas no necesitan un tejido que les permita ser rígidos sino que
pueden simplemente valerse de sus células?
Esto no es cierto para todas las plantas; las leñosas como los árboles usan lignina, pero
las plantas herbáceas no tienen ni tejidos ni sustancias que les aporte rigidez. Estas plantas
usan sus propias células como columna que las sostenga; pero qué diferencia tanto a las
células de las plantas de las nuestras para que ellas no necesiten elementos óseos por
ejemplo.
Las células de la planta cuentan unas membranas semi-permeables en el reborde y un
límite más rígido pero permeable llamado pared celular.
Por tanto las células
de las plantas son
capaces de modificar
su salinidad o
concentración de
soluto y, por ello, el
agua por ósmosis
tenderá a entrar dentro
de ella el solvente, en
estos casos agua, hasta
que el tamaño de la
célula entre en
contacto con la pared
celular.
Estas plantas herbáceas, la mayoría, obtienen su agua del suelo a través de las raíces,
y para que el agua entre en la raíz, requiere que esta tenga una salinidad mayor para que
tenga lugar un proceso osmótico. Luego, célula tras célula, el agua las llenará y, gracias
a la presión osmótica, se pondrán turgentes y tendrán un aspecto saludable.
Por ello las plantas languidecen cuando se las
somete a un periodo sin agua ya que no podrán
absorber suficiente agua. Con una presión osmótica
baja las células ceden a la gravedad. Por tanto las
células que estaban turgentes son como un globo
lleno de aire, aire que ejerce una presión en las
paredes del globo, pero como cuando vacías el aire
del globo que se queda flácido como sin fuerza, la
planta también pierde su rigidez.
Por otro lado, las plantas se valen de la presión osmótica para otra función. El agua de
las raíces debe llegar a la totalidad de la planta para que pueda realizar la fotosíntesis.
Este transporte de agua tiene lugar a través de un canal circulatorio de la planta llamado
xilema. Pero esta masa de agua debe ascender y necesita una fuerza que la empuje hacia
arriba, y ahí entra en juego la presión osmótica.
Será la presión osmótica la que impulse el agua hacia las hojas pero para esto, debe de
haber una absorción intensa desde las raíces de manera que se necesite una gran columna
de agua para igualar el intercambio. Como es necesario una gran absorción, se acumulan
importantes cantidades de glucosa, formada en la fotosíntesis, en las raíces, de manera
que una diferencia de concentración tan grande, provoque que sea necesaria una gran
cantidad de agua para alcanzar el equilibrio, lo cual también repercutirá en una presión
osmótica muy grande para impedir la continua absorción de agua.
Incluso la membrana de las raíces puede absorber
algunas sales con el agua, impidiendo así que el agua del
sustrato se vuelva demasiado salada, y poder mantener así
esa presión radical.
Esta presión radical es medible haciendo un corte y
conectando un tubo con agua que, debido a la presión
osmótica que ejerce la columna de agua absorbida,
empezará a desplazar el agua del vidrio observándose así,
que existe una presión osmótica radical.
En general, este proceso, con ayuda de la
transpiración, lo usan las plantas para proporcionar a sus
hojas el agua necesaria para la fotosíntesis.
Es más, en el caso de que el medio sea excesivamente húmedo y el agua absorbida sea
excesiva, las plantas poseen un mecanismo para reducir la presión radical. Este sistema
consiste en secretar al exterior una disolución salina o de agua y glucosa que aumentará
la concentración de sales en el medio y reducirá la diferencia de concentraciones entre las
raíces y el sustrato. A este proceso se denomina gutación. Esto reducirá la presión radical
y osmótica reduciendo la absorción de agua.
Intervenciones del ser humano que afectan a este proceso.