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El modelo pedagógico conductista considera que el papel de la educación es la de

transmisión de saberes, viéndola como una manera de generar la acumulación de


aprendizajes.
Se basa en el paradigma conductista en su vertiente operante, proponiendo que a
todo estímulo le sigue su respuesta y la repetición de esta se ve determinada
por las posibles consecuencias de dicha respuesta. A nivel educativo se
pretende el aprendizaje por modelamiento de la conducta, fijando la información a
través del refuerzo.
El rol del alumno bajo este paradigma es también pasivo, si bien pasa a ser el foco
principal de atención. El maestro sigue estando por encima del alumno, en un rol
activo en el que emite las situaciones e informaciones que sirven de estímulo.
Abunda el uso de metodología memorística y imamitivo-observacional. Los
procedimientos técnicos y las destrezas suelen ser bien aprendidos bajo esta
metodología a un nivel procedimental, considerándose el aprendizaje como
cambio de conducta.
Se trabaja a través de una evaluación sumativa en que se tienen en cuenta los
niveles de conducta esperada y el análisis de los productos elaborados a lo largo
de la evaluación (como los exámenes).

Modelo pedagógico conductis ta Al igual que el modelo pedagógico tradicional,


el modelo conductista considera que la función de la escuela es la de transmitir
saberes aceptados socialmente. Según este modelo, el aprendizaje es el resultado
de los cambios más o menos permanentes de conducta y en consecuencia el
aprendizaje es modificado por las condiciones del medio ambiente. Según Flórez,
Este modelo se desarrolló paralelamente con la creciente racionalización y
planeación económica de los recursos en la fase superior del capitalismo, bajo la
mira del moldeamiento meticuloso de la conducta "productiva" de los individuos. El
modelo ha sido calificado de positivista en el sentido en que se toma como objeto
del aprendizaje el análisis de la conducta bajo condiciones precisas de
observación, operacionalización, medición y control. Según este autor, el método
es básicamente el de la fijación y control de los objetivos "instruccionales"
formulados con precisión y reforzados minuciosamente.
De acuerdo con los fundamentos teóricos del conductismo, el aprendizaje es
originado en una triple relación de contingencia entre un estímulo antecedente, la
conducta y un estímulo consecuente. Yelon y Weinstein El estímulo se puede
denominar señal; él provoca la respuesta. La consecuencia de la respuesta puede
ser positiva o negativa, pero ambas refuerzan la conducta.
El modelo conductista impactó los procesos de diseño curricular proponiendo
situaciones de aprendizaje en las cuales la identificación de la conducta, aprender
debe hacerse en términos muy específicos y medibles. De manera similar, las
etapas para llegar al dominio de destrezas y aprendizajes deben ser subdivididas
en tareas pequeñas y los reforzamientos deben ser contingentes al logro de cada
conducta. De acuerdo con el modelo conductista la meta de un proceso educativo
es el moldeamiento de las conductas que se consideran adecuadas y
técnicamente productivas de acuerdo con los parámetros sociales establecidos. El
maestro cumple la función de diseñador de situaciones de aprendizaje en las
cuales tanto los estímulos como los reforzadores se programan para lograr las
conductas deseadas. Se enseña para el logro de objetivos de aprendizaje
claramente establecidos.
Por otro lado, el mecanismo de aprendizaje estímulo – reforzamiento, se limita a la
predicción y control de la conducta observable, preocupándose solamente de los
estímulos y las respuestas a través de sus relaciones directas y pasando por alto
las conexiones internas del proceso de aprendizaje. Es decir, qué es lo que pasa y
qué fenómenos se realiza en el interior del organismo cuando ocurre el aprendizaje,
dejando de lado los procesos grupales tan necesarios en el entender,
cuestionamiento y reflexión de la educación actual.

Hay que tener en cuenta que también se pone énfasis en el control de las
condiciones y en el refuerzo, el cual se orienta a enfatizar la conducta que se desea
obtener. De este modo, los refuerzos cumplen un papel muy necesario para el buen
éxito de la operación. Pero es el profesor el que dispone las condiciones en que el
alumno debe comportarse, y cuando lo hace, controla dicho comportamiento. A esto
se le llama condicionamiento operante y aparece como una técnica ideal para
controlar la conducta, es decir, para controlar a los demás, perdiéndose así los
espacios para la creatividad del hombre, porque todo está estrictamente calculado
y controlado.

En el enfoque conductista, educación equivale a instrucción y aprendizaje de ciertos


conocimientos y conductas previamente seleccionados y organizados. La
educación se orienta, sobre todo, a alcanzar mayor rentabilidad y eficacia en el
trabajo pedagógico. Pero esto no quiere decir que tanto la rentabilidad como la
eficacia tengan un carácter totalmente positivo en la marcha del aprendizaje.
Según la concepción conductista, el hombre puede controlar su propio destino,
porque conoce lo que debe hacer y cómo hacerlo. Parece, sin embargo, que es esta
solución demasiado simplista de cara a la realidad, ya que cómo hacer las cosas no
depende solamente del hombre considerado individualmente, pues a la hora de la
acción se siente bloqueado por barreras de distintos tipos: social, cultural,
económico, político, familiar, etc.

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